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Relato erótico: “De perra en celo a ser una cachorrita a mi servicio 2” (POR GOLFO Y ELENA)

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Este y todos los relatos de esta serie que están por venir consisten en las vivencias reales de Elena, una pelirroja con mucho morbo que me ha pedido ayuda para plasmarlas en relatos. Si quereís contactar con la co-autora podéis hacerlo a su email:  pelirroja.con.curvas@gmail.com.

También quiero aclararos que, aunque no son fotos de ella, lo creáis o no la modelo se parece mucho a Elena. Solo deciros que en persona sus tetas y su cuerpo son todavía más impresionantes.

Capítulo 3

Mi apartamento lejos de resultarme un remanso de paz donde olvidarme de lo que había sucedido, sus paredes me parecieron parte del problema. Nada más llegar, me quité la corbata y salí a tomarme unas copas que me sirvieran como anestesia para que el alcohol ocultara mi sonrojo.
Cómo perro apaleado, me dirigí al bar de siempre. La familiaridad del barman incrementó mi turbación al preguntarme porque llegaba tan acalorado. Incapaz de reconocer hasta donde había llegado mi degradación, me bebí mi copa de un trago y hui de ese lugar.
Sin rumbo fijo recorrí las calles de Madrid hasta que involuntariamente me vi a las puertas de una casa de putas a la que solía acudir con mis amigos. Sobreexcitado debido a la escena de la que había sido testigo, entré en ese lupanar con la esperanza que un polvo me hiciera olvidar lo ocurrido.
Como en otras ocasiones tras los saludos de rigor, la madame me preguntó qué era lo que estaba buscando. Todavía hoy sé que fue instintivo y hasta yo me sorprendí al escuchar mi respuesta:
―Una pelirroja tetona.
Me quedé helado al percatarme de lo que había dicho. Aunque la vergüenza que sentía me impelía a salir por patas, no lo hice y temblando como novicio en esas lides, esperé que desde el interior del putero saliera la puta con la que quería sustituir a la mujer que me tenía obsesionado. Dos whiskies mas tarde apareció por la puerta una preciosa joven, la cual a pesar de su belleza, desde el momento que la vi comprendí que nunca podría sustituir a Elena.
«Es una cría», sentencié molesto porque la que quería olvidar era una hembra hecha, una mujer madura con experiencia.
La fulana debió de advertir mi disgusto porque temiendo que diera por terminada la velada aun antes de empezar, me preguntó si no le gustaba. Me dio ternura su angustia y llevando sus labios a los míos, la besé dulcemente mientras le decía:
―Por nada del mundo me perdería una noche en tu compañía.
Mis palabras azuzaron a la mujer que no queriendo perder a su cliente me empezó a besar. Sus besos matizaron mis suspicacias y con ella entre los brazos, traspasé la puerta que daba acceso a los cuarto. Nada más entrar en su habitación se arrodilló a mis pies con la intención de hacerme una mamada pero como mis intenciones eran otras, me separé de ella y desde la cama, la ordené:
―Desnúdate.
Mi acompañante dejó caer su vestido sobre las sábanas. Aunque en un principio esa chavala no me decía nada, casi me desmayo al ver por primera vez su cuerpo desnudo porque la fortuna me había sonreído y sus pechos se asemejaban en gran medida a los de la mujer que me había llevado allí. Era preciosa, la durísima vida de alterne todavía no había conseguido aminorar ni un ápice su belleza. Sin dejar de mirarla, me quité la chaqueta. Actuando como una experta en su oficio, esa pelirroja suspiró como si realmente sintiera deseo al ver que empezaba a desabrochar los botones de mi camisa.
―Tócate para mí― exigí mientras me quitaba la camisa.
La zorrita no se hizo de rogar y abriendo sus piernas de par en par, se empezó a masturbar sin dejar de observar cómo me deshacía del cinturón. La sensación de saber que, aunque fuera solo durante una hora, era el dueño de los destinos de esa monada, me excitó en demasía y bajándome la bragueta, busqué incrementar la supuesta lujuria de la mujer.
Ella, obedeciendo mis órdenes, llevó una de sus manos a su pecho y lo pellizcó a la par que imprimía a su clítoris una tortura salvaje. Al dejar deslizarse mi pantalón por mi piernas, la mujer dio un paso más en su actuación y chillando hizo como que se corría.
Lo cierto es que me dio igual saber que todo era fingido y más excitado de lo normal, me uní a ella en la cama. La putita creyó que quería poseerla y cogiendo mi pene entre sus manos, intentó que la penetrara pero, separándola de mí, le dije:
―Me apetece otra cosa.
La mirada curiosa de la muchacha me confirmó que tras esa máscara de niña inexperta, se escondía una profesional que le daba igual lo que le hiciera siempre que le pagara pero obviando sus motivos, decidí fantasear yo con que esa mujer realmente me deseaba.
―Estás preciosa.
Mi piropo la confundió al no esperárselo y por eso no puso ningún inconveniente cuando mi boca buscó sus labios mientras con mi mano acariciaba uno de sus pechos. Traicionándola, sus pezones se contrajeron a pesar que era consciente que la excitación de la muchacha brillaba por su ausencia y que por mucho que hiciera iba a ser imposible que en su interior se calentara.
―Necesito ser suya― suspiró con la respiración entrecortada.
A pesar de su hipocresía, la belleza de su cuerpo y su dulce sonrisa, hicieron que mi pene se alzara presionando el interior su entrepierna. Mi erección incrementó su confianza y sabiendo que ya era casi un hecho que me la iba a tirar, me rogó que fuera bueno con ella. Su papel de niña indefensa me satisfizo y empecé a acariciar su cuerpo con dulzura. Durante largos minutos, fui tocando cada una de sus teclas, cada uno de sus puntos eróticos hasta que creí haber conseguido derretirla.
La puta se merecía un óscar o realmente estaba excitada porque tiritando de placer, parecía sumida en la pasión justamente cuando con un grito me imploró que la tomara. Creyéndome a medias sus chillidos, la obligué a ponerse a cuatro patas y me coloqué sobre ella. La pelirroja creyó que había llegado el momento de cumplir pero en vez de penetrarla, acaricié los duros cachetes que formaban su culo e incrementé su turbación a base de suaves besos.
Todo su cuerpo tembló al sentir mi lengua jugando con su trasero pero en vez de gemir presa del deseo, me informó que el sexo anal costaba el doble. Cabreado decidí dejarme de prolegómenos y forzando su ojete, hundí mi pene en su interior.
La zorra gritó al sentir la violencia de mi asalto y temiendo sufrir un desgarro me rogo con lágrimas en los ojos que la dejara acostumbrarse a tenerlo dentro. Por mi parte, no estaba dispuesto a esperar y sin darle tiempo a relajarse comencé a mover con rapidez mis caderas.
―¡Madre mía!― sollozó de dolor al experimentar en sus carnes mi furia. Si hasta entonces se había comportado como una profesional, todo cambio y llorando como una magdalena, me rogó que aminorara el ritmo.
Obviando sus deseos, incluso incrementé el vaivén con el que la estaba sodomizando al tiempo que castigaba con duros azotes las nalgas de la pobre mujer. Nada me podía parar y ya lanzado, apuñalé su interior con mi estoque una y otra vez. La zorra al verse zarandeada de esa manera, se olvidó que yo era un cliente y sintiendo que su cuerpo colapsaba, disfrutó de cada uno de los asaltos de mi pene dándose el lujo de pedirme que no parara.
Dominado por mi faceta dominante, lo que terminó de excitarme fue ver a esa fulana pellizcando sus pezones y sin dejar de machacar su culo, le pregunté:
―¡Te gusta que te folle! ¿Verdad, puta?
―Mientras pagues me encanta ser toda suya― respondió todavía en plan altanera.
Su mercantilismo bajo mi excitación y deseando culminar para que no se fuera de vacío, agarré sus pechos y acelerando el ritmo de mis caderas, forcé su cuerpo hasta límites insospechados.
―¡Eres un bestia pero me gusta!― berreó sin importarla que la estuviera usando sin contemplaciones.
La exclamación de la que consideraba mi propiedad provocó que olvidara cualquier precaución y convirtiendo mi cuerpo en una ametralladora, martilleé con fiereza el ojete de esa mujer. Ella al sentir mis huevos rebotando contra los pliegues de su sexo, me soltó:
―Córrete de una puta vez, mamón.
Curiosamente ese insulto fue el empujón que mi cuerpo necesitaba y agarrándome a sus hombros, regué con mi semen su interior mientras en mi mente era a Elena a la que estaba inseminando.
La puta ni siquiera esperó que descansara y saliendo de la cama, me exigió de malos modos que la pagara. Mientras lo hacía, en plan cabrón le pregunté si le había gustado el tratamiento.
Por vez primera se comportó como un ser humano y sonriendo, me reconoció que sí pero que la próxima vez, la avisara antes para tener su esfínter ya relajado….

Capítulo 4

La visita al putero lejos de calmar la desazón que me producía esa mujer la incrementó y como si fuera una venganza del destino, me pase toda la puñetera noche dando vueltas incapaz de dormir. El recuerdo de la pelirroja dando rienda a su lujuria y el brilló de sus ojos mientras el chaval se la follaba me tenía obsesionado.
«Mierda», maldije al levantar más cansado que al acostarme.
Las manchas de humedad en mis sábanas eran un recordatorio de la excitación que durante todas esas horas había nublado mi mente. Sabía que era un pelele en manos de esa zorra. Aun así después del desayuno y contrariando mi decisión de no acudir al gimnasio, resolví que nada perdía si me acercaba a ver que era con lo que la tal Elena me iba a recibir.
«Quizás desea un polvo», pensé ilusionado.
Por ello zanjando el tema, preparé una mochila con ropa de deporte y salí rumbo a la oficina. Mi sentimiento de humillación por ser incapaz de olvidarla se fue incrementando con el paso de las horas pero se volvió insoportable al recibir sobre las dos de la tarde, la visita del portero.
Como apenas había cruzado unas palabras con ese sujeto, me extrañó que viniera a verme y por ello le recibí con las debidas suspicacias. A pesar de ello, os juro que nunca pensé que me dijera:
―Doña Elena me ha pedido que le informe que bajará sobre y media.
La sensación que iba a ser vox populi mi atracción por esa mujer me hundió en la miseria pero aun así contesté que, allí, la vería.
«Estoy gilipollas», mentalmente mascullé cabreado conmigo mismo mientras el empleado de la finca desaparecía rumbo a su portería.
Una hora más tarde y actuando como un autómata, bajé al vestuario anejo al gim. La ausencia de otros usuarios me tranquilizó. Ya vestido de corto, entré al local y me puse a pedalear sobre una bicicleta estática mientras miraba la puerta con la esperanza y el miedo de verla entrar. Esa dicotomía en la que me había sumergido se rompió en cuanto la escuché caminar por el pasillo.
El taconeo característico que producía con cada paso me alertó de su llegada justo en el momento que dos ejecutivos hacían su aparición en la sala. No tuve que esforzarme para comprender que venían charlando de ella al escuchar que uno de ellos decía:
―¡Qué buena está la zorra!
Y es que obviando mi presencia, ese par se recrearon a gusto hablando de las enormes ubres con las que la naturaleza había dotado a esa pelirroja. Ninguna parte de su cuerpo quedó libre de su escrutinio porque una vez habían acabado con su delantera, fijaron su atención en las gloriosas nalgas de las que era dueña.
―¡Y cómo las mueve!― observó descojonado el más apocado de ellos.
Ese comentario me hizo rememorar el sensual meneo que me había impresionado la primera ocasión en que me topé con ella.
«Son impresionantes», ratifiqué mentalmente cuando como una diva, Elena entró en la sala.
Enfundada en unas mallas que no dejaba lugar a la imaginación y con un coqueto top blanco con tirantes, sonrió a los presentes para acto seguido comenzar a estirar mientras los tres presentes seguía atentos cada uno de sus movimientos. Nuevamente fui consciente de su belleza. A pesar de sus treinta y tantos, ese monumento de cuerpo atlético todo lo que uno puede desear de una mujer.
Guapa hasta decir basta, sus pechos de ensueño cautivaron mi atención y deseé hundir la cara en su canalillo. Al mirar a los otros dos tipos, comprendí que estaban tan embelesados como yo y que no perdían ojo
“¡Quién se la follara!”, exclamé mentalmente al verla agacharse y tocarse la punta de sus zapatillas.
Si su rostro era precioso que os puedo decir de ese culo que voluntariamente exhibía con descaro a nosotros tres. Para describirlo tendría que gastar todos los seudónimos de exuberante y aun así me quedaría corto. Era sencillamente espectacular y para colmo, los leggins que llevaba lejos de taparlo, lo hacían aún más atractivo.
Desde mi posición, me quedé absorto disfrutando de los estiramientos de esa mujer. Os parecerá una exageración pero aunque he visto a muchas y he disfrutado de buena cantidad de ellas, ese zorron era lo mejor que había visto. Parecía sacada de un concurso de fitness erótico. Sabedora del atractivo que producía a su paso, se movía cual pantera incrementando el morbo de todos los que la observaban.
«Esta mujer es un peligro», medité ya que al observarla uno solo podía pensar en cuidarla y protegerla.
Mis hormonas estaban ya disparadas cuando habiendo terminado de calentar, el putón que había visto follar en el vagón se puso a correr sobre la banda y al hacerlo sus pechos se balancearon en un movimiento casi hipnótico que estuvo a punto de producirme un desgarro de cuello.
Su modo de correr era tranquilo pero eso no me decepcionó porque todo en esa criatura era impresionante. A cada zancada sus pechos rebotaban suavemente bajo su top, dando a su carrera una sensualidad sin límites. Incapaz de decir nada, seguí mirándola durante diez minutos, manteniendo por mi parte un pedaleo constante.
«Como me gustaría calzármela», certifiqué molesto al llegar a mis papilas el dulce aroma que desprendía.
No sé cuál era el perfume que llevaba pero, para mí en esos instantes, era un cúmulo de feromonas que me traían como perro en celo.
«¿Qué se propone?» pensé al verla coger una botella de agua y sonreírme con una especie de reto en su gesto.
Su actitud me hizo incrementar mis precauciones y escondiéndome de su mirada, la seguí con los ojos mientras se acercaba a la pareja. Reconozco que para entonces, la curiosidad había hecho mella en mí por lo que sin ya disimular observé que se paraba frente a ellos y llevaba la botella a sus labios.
«No me lo puedo creer», mascullé interiormente cuando observé que en vez de beber, esa zorra lo que estaba haciendo era dejar mojar el top blanco.
Si yo estaba alucinado, más lo estaban los sujetos que ajenos a lo puta que podía llegar a ser esa mujer, admiraban embobados como la tela empapada comenzaba a transparentarse dejándoles disfrutar del rosado de sus areolas. Siendo ya el centro de las miradas, esa exhibicionista dio un paso más allá al quejarse de la temperatura que hacía mientras con descaro se acariciaba los pechos.
El impudor con el que esa pelirroja les estaba provocando azuzó a uno de los tipos a decir:
―Si tienes tanto calor, por nosotros no hay problema si te quitas la ropa.
Su respuesta me terminó de descolocar y es que soltando una carcajada, esa guarra dejó caer uno de sus tirantes mientras decía:
―Gracias por vuestra comprensión. No sé qué me ocurre pero estoy súper acalorada.
No contenta con quitarse el top con un sensual striptease, al dejarlo caer cogió sus enormes tetas entre las manos y como si fuera un trofeo, las mostró a la concurrencia.
«Lleva un piercing», murmuré al fijarme que su pezón derecho lucía un aro curvado que me hizo la boca agua.
Todavía no me había repuesto de la sorpresa cuando vi como el más joven de los dos se acercaba a Elena y atrayéndola hacia él, la empezaba a besar mientras con las manos se apoderaba de su culo.
―Me encanta― rugió la pelirroja al sentir que bajando por su cuello, el tipo se apoderaba de uno de sus botones y se lo empezaba a morder.
Os imaginareis mi estupefacción cuando el segundo se unió al banquete sin importarle mi presencia y mientras sus dos tetorras estaban siendo objeto de manoseos, la pelirroja me retaba con la mirada. Creyendo que me invitaba tambien a mí, me bajé de la bicicleta con intención de disfrutar de ella pero entonces esa puta me dejó claro que no lo deseaba al decir en voz alta:
―Me pone cachonda que alguien mire mientras me follan.
Por sus palabras había vetado mi participación pero no así mi presencia y sentándome en un banco a un metro escaso de los tres observé como le bajaban las mallas mientras esa guarra no paraba de gemir. No estoy muy orgulloso de mi actitud pero creo que disculpareis que me haya quedado allí, en cuanto os narre como la escena se fue calentando y es que mientras esos dos la desnudaban ella se agachó frente al menos osado y sin esperar su permiso, sacó el miembro erecto que escondía bajo el short.
«¡No me lo puede creer!», dije para mí al admirar la maestría con la que esa zorra lamía la extensión del ejecutivo mientras su compañera se hacía fuerte mordiéndole las nalgas.
Lo morboso de la escena, me dominó y solo la vergüenza que luego esos dos comentaran lo sucedido evitó que sacara mi propio miembro y me empezara a masturbar.
«¡Puta madre!», exclamé mentalmente cuando la pelirroja permitió con una sonrisa que el que tenía a su espalda la pusiera a cuatro patas y comenzara a jugar con su pene en su trasero, «¡la va a dar por culo!
Tal y como preví, el hombre uso su estoque para forzar el ojete y de un solo empujón se lo clavó hasta el fondo al tiempo que el otro agarraba la cabeza de la mujer y su falo hasta el fondo de su garganta. Los berridos de satisfacción con los que recibió tal tratamiento incrementó de sobremanera mi excitación y juro que de no estar paralizado por el miedo al rechazo, hubiera ido hasta ella y sacando ese invasor de su culo, lo hubiera sustituido por mi pene.
La pasión con la que esa pareja satisfacía su lujuria con Elena impulsó aún más si cabe su propia lujuria y sin importarle el ser oída por todo el edificio a berrear de placer mientras desde mi asiento, yo seguía dudando si sacar mi pene de su encierro.
―Pajéate para que yo lo vea― dijo la pelirroja con sus ojos fijos en mi entrepierna.
Estuve a un tris de hacerla caso pero la mirada de odio que me lanzó uno de los tipos, me sacó de las casillas y olvidando esa actitud sumisa, decidí pasar a la acción diciendo:
―A esta puta le gusta que la azoten.
Mis palabras no cayeron en saco roto y el mismo que me había taladrado con la mirada, agradeció la información y alzando su mano, soltó un sonoro azote sobre uno de los glúteos de la pelirroja. La reacción de Elena, aun siendo previsible, me sorprendió porque soltando un aullido aceleró la velocidad de sus caderas, al tiempo que profundizaba en la mamada que le daba al otro.
―Rómpele el culo sin miramientos― exhorté en plan hijo de puta.
El sonido de las manazas del ejecutivo cayendo sobre el culo de la mujer resonaron en el gimnasio siguiendo el ritmo con el que la sodomizaba. La pelirroja que hasta entonces había llevado la iniciativa se convirtió en una marioneta de sus amantes, los cuales descanso disfrutaron de su boca y de su culo hasta que uno descargó su simiente dentro de la garganta de la que ya estaba indefensa. Entonces y solo entonces, el otro sacando su verga del interior de los intestinos de ese zorrón, se la empezó a menear frente a ella y uniéndose a su compañero, eyaculó sobre sus mejillas mientras la mujer era presa de un brutal orgasmo.
Usando una autoridad que nadie me había dado, exigí a esa desdichada que no desperdiciara ni una gota de la lefa que la estaban regalando y ella al oírme, con una diligencia que me alucinó, me obedeció mientras su cuerpo era sacudido nuevamente por el placer.
Los sujetos debieron creer que yo era algo de ella porque se retiraron sin decir nada cuando cogiendo su melena, la arrastré hasta donde mi sitio y sentándome nuevamente, la ordené:
―Ya has jugado bastante, es hora que satisfagas a un verdadero hombre.
Una vez a mi lado, le ordené que me hiciera una mamada. Sumisamente, se agachó y liberando mi miembro de su encierro, abrió los labios para a continuación írselo introduciendo sin rechistar como había hecho antes con el otro tipo. Pero esta vez le exigí que usara solo su boca.
No sé si fue mi tono duro y dominante pero si antes me había dejado asombrado su maestría, en ese momento me alucinó aún más que su pericia, la sumisión que mostró mientras se embutía mi glande hasta el fondo de su garganta.
―Así me gusta, que seas todavía más puta conmigo― recalqué satisfecho al comprobar que dos lágrimas recorrían sus mejillas.
Mis palabras la hicieron reaccionar y sacando mi falo de su boca, me insultó mientras intentaba huir pero adelantándome a ella, me puse a su espalda y aprovechando que tenía mi pene erecto, de un solo empujón se lo metí hasta el fondo de su vagina.
―¡No!, ¡Por favor!― gimió al sentir su conducto violado.
Sin apiadarme de ella, forcé el único agujero que no había usado esa tarde a base de brutales embestidas mientras mis manos pellizcaban sus pezones con crueldad. Indefensa, Elena tuvo que soportar que al darse por vencida y dejarse de mover, mis manos azotaran su trasero diciéndole:
―¿No es esto lo que venías buscando?―
Llorando como una magdalena, me reconoció que así era. Su confesión me sirvió de acicate y mientras el dolor y la humillación de la muchacha iban mutando en placer, seguí machacando con furia su sexo. No tardé en asumir que estaba cerca su claudicación al sentir que una gran humedad anegaba su coño.
Con su vagina encharcada por el flujo, su placer se desbordó por sus piernas, dejando un charco bajo sus pies. Pero lo que realmente me reveló que esa mujer estaba a punto de correrse fue el movimiento de sus caderas. Olvidando que era yo quien la estaba violando, la pelirroja forzó su sexo hacia adelante y hacia atrás, empalándose en mi miembro mientras sollozaba su entrega .
―Tienes prohibido correrte― ordené mientras me afianzaba en sus hombros con mis manos y reiniciaba un galope endiablado.
Esa nueva postura hizo que mi pene chocara contra su útero y ella al notar esa presión, la descolocó y ya dominada por la lujuria y aullando como cerda en el matadero, me rogó que la dejara liberar la tensión de su sexo. Ni siquiera la contesté porque abducido por mi papel, en ese momento mi verga explotó en su interior regando con mi semen su fértil vientre. Completamente insatisfecha, Elena se quedó inmóvil consciente que un movimiento más le llevaría al orgasmo. Encantado con la sumisión que demostraba, eyaculé como poseso sobre sus tetas tras lo cual, sin decir nada, saqué mi miembro y la dejé sola tirada en el suelo.
Ya en la puerta, me giré diciendo:
―A partir de hoy, tú y yo jugaremos a diario.
Tras lo cual salí rumbo a mi oficina con una sonrisa en mis labios.

Para contactar con la coautora: pelirroja.con.curvas@gmail.com


Relato erótico: “MI DON: Raúl – Llenando huecos (37)” (POR SAULILLO77)

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El boom de mi aparición en TV se paso tan rápidamente como surgió, gracias a dios, las señoras por la calle dejaron de pararme y en el mercado podía hacer cola en la carnicería sin que me acosaran, eso si, a la pobre Eli no la dejaban en paz, habían inventado en los programas rosas que yo era un monitor suyo, que me había seducido y que ahora habíamos discutido y por eso se había marchado de la capital, pero la historia dejó de tener gancho y pasaron del tema, menos mal, los ataques de risa que me daban en casa eran brutales, Teo y Manu se reían de mi cuando quedaba con ellos. Para mi sorpresa, Teo andaba ya con una chica rondándole, era mono y divertido, no era raro, la chica en cuestión era de su oficina donde trabajaba de informático, estaba rehaciendo su vida amorosa, algo que Alicia no hacia, seguía estudiando en la universidad que acababa de empezar el curso y de allí, a su casa, salvo salir con su hermana y el resto de las chicas del piso, no se sabia mas de ella.

Yo estaba disfrutando de los primeros días con Jeni, la deportista del parque que hacia unos días me había tirado, y desde entonces se convirtió en mi “zorra de las tardes”, cada día iba al parque sobre las 5 y media, hacíamos algo de ejercicio, y luego me acompañaba a casa, allí pasábamos un par de horas follando con gusto, Jeni se acostumbró rápido a mi polla y mis ritmos, y la bestia aparecía mas de una vez, pero al 2º polvo quedaba aturdida, la estaba enseñando a chupar bien una polla, pese a que sus mandíbulas casi no daban de si, ya se metía el glande entero, antes solo lamía y chupaba la punta, aunque el ritmo de sus manos era constante y muy erótico, aun sentía asco al correrme y hacerlo en su cara o su piel, pero era mas la impresión, ahora lo cogía con los dedos y lo chupaba con lujuria, del anal nada por ahora, pero ya se dejaba acariciar por encima, cuando la follaba de forma animal podría hacerla lo que quisiera, se corría tanto que dejaba todo perdido, luego se iba sobre las 20 o 21 horas y la pobre Dani recogía todo por la mañana. Al resto de chicas del parque las dijimos que Jeni me había pedido ir a mi casa a ducharse, para que no hubiera malos rollos, pero Lucy no era tonta y era madre, se lo olió a la 1º, y cuando se lo dijo a Lola, la menor, la furia de sus ojos fue inmensa. Me dio igual, pensaba tirármelas a ellas también, solo tenia que esperar que Lola fuera mayor de edad y encontrar un momento en la vida de Lucy en que no tuviera que ocuparse de sus hijos, de su marido no hacia falta, la dejó por una de 20 años cuando se divorciaron hacia 2 años, eso si, dejándola una pensión bastante buena, tan buena como para no tener que trabajar, me partí el pecho de risa cuando me dijo que la de 20 años le dejó al mes de enterarse que casi todo su gran sueldo se iba en la pensión y no podía seguir pagándole los detalles.

Pero era jueves ya entrada la noche, Jeni se acababa de ir, y los viernes no hacia deporte ni en el fin de semana Jeni estaba disponible, quería quedar con los amigos y salir a reírme y divertirme al ida siguiente desde bien pronto, así que tenia que planear mi siguiente víctima, y ya puestos a rellenar huecos en mi semana, mi objetivo, tenia que ser alguien para el fin de semana, entre semana ya tenia a Eli por la mañana, aunque ahora estuviera de viaje, y a Jeni por las tardes, pero el fin de semana estaba libre, demasiado. Miré entre los papeles del cajón, ¿quien podía ser? Si iba a salir de fiesta con los amigos necesitaba a una chica joven que no desentonara, y a su vez me espantara a las demás, sobretodo a Lara, que al verme tan recuperado insistía en que volviera entre sus pechos, me tentaban, pero era una apuesta segura, seria mi comodín cuando alguna de mi semana me fallara, así que fui haciendo una criba, demasiado mayores, indispuestas, ocupadas……….llamaba a algunas y aunque eran conversaciones subidas de tono no siempre es fácil encontrar a alguna libre, hasta que me encontré un papelito, era de Yasira, la hija de Luz, la ama de llaves de Eleonor, habíamos coincidido unas cuatas veces cuando venia con su madre a probar la piscina con el permiso de Eleonor, habíamos tenido nuestros cruces y su papel cayó en mis manos, la recordaba sensual, caribeña, con el tono color cacao en la piel, y su cuerpo en biquini frotándose con el mío en la piscina mientras jugábamos y yo la rechazaba con amabilidad, podría haber escogido a cualquier otra que no tuviera lazos con esa parte de mi vida, pero de pronto comprendí que seria el momento idóneo para demostrar una vez mas mi nueva faceta de cabrón, y llevarse de fiesta a bailar a una colombiana nunca es mala idea.

-YO: hola, ¿Yasira?

-YASIRA: si……..

-YO: ah, buenas, soy Raúl,…..no se si……..¿me recuerdas?

-YASIRA jajajaja claro que si, ¿que tal?

-YO: nada, todo bien, solo llamaba para preguntar que tal todo, no quiero que lo que pasó con Eleonor os afectara a tu madre y a ti.- me importaba un bledo en realidad, pero sonaba creíble.

-YASIRA: pues bien, muy bien en realidad, mi madre si que esta enfadada contigo, pero nos ha venido de lujo, ahora la ha hecho interna y vivimos en un chalet de lujo, a las afueras, ganamos mas dinero y vivimos mejor, aunque es un poco solitario.

-YO: ¿y eso?

-YASIRA: pues si, no se, es que esta algo apartado, y yo no tengo coche, aquí no hay nada con lo que divertirse y no me dejan traer a amigos.- de puta madre, parecía que el universo se alineaba a mi favor.

-YO: pues una pena………..- dejé un tiempo y cambié el tono como si acabara de recordar algo-……….oye, no se si te gustaría, mañana de noche unos amigos y yo salimos de fiesta a bailar y beber un poco, no se…… ¿te gustaría venirte?- se hizo un silencio sepulcral.

-YASIRA: no se……quizá no sea adecuado…….pero me apetecería……..

-YO: pues vente, te paso a buscar cuando quieras con el coche, y te llevó de vuelta cuando quieras, sabes que no bebo, será divertido y así charlamos y retomamos amistades, me quedé con muchas ganas de conocerte mejor.- podía notar su sonrisa a través de la línea telefónica.

-YASIRA: esta bien, no se, cuando puedes pasarte…….sobre las 19 horas mi madre y Eleonor salen de casa, puedo dejarlas avisadas que saldré y me recoges a la puerta de la urbanización.- me dio la dirección.- ¿te parece?

-YO: perfecto, pues allí estaré.

-YASIRA: tengo que ir de alguna forma especial……….no quiero hacer el ridículo.

-YO: como si yo te tuviera que decir a ti como una mujer debe de salir de fiesta a bailar……….sorpréndeme.

-YASIRA: jajajajaja pues nos vemos mañana……….. y muchas gracias.

-YO: de anda mujer, espero con ansias verte mañana.

Al colgar sentí un hormigueo en el estomago, como cuando ves algo en la nevera que no es para ti, pero que es tan delicioso que deseas comértelo, mas que por que fuera hermosa, que lo era salvo un mentón algo pronunciado, era un objeto prohibido, y eso me atraía aun mas. Yasira hablaba perfectamente el castellano, su madre la tuvo aquí y siempre había vivido en España, tenía 20 años y salvo algún acento, tenía una dicción perfecta, según recordaba un buen culo y tetas firmes sin exageraciones, pero sus pezones duros me habían hecho fijarme en ellos cuando sobresalían en nuestros juegos en la piscina.

Planeado ya el fin de semana, el problema era que era jueves de noche, y hasta, quizá la madrugada del sábado, no la tendría abierta de piernas, si es que lograba tal cosa, ¿un día y medio sin follar? De eso nada, estaba a punto de llamar a Lara cuando un mensaje me llegó, al leer el nombre sonreí, era de Mariluz, la presentadora MILF, por lo visto ser un carbón tenia premio, estaba mas pesada esos días que anteriormente, y ahora ya le daba igual todo, abrí el mensaje multimedia, un vídeo de ella masturbándose, “¿cuando me vas a follar?, me lo prometiste, quiero que tu enorme polla me folle así” metía un consolador bastante grande por su coño sin aparente dificultad, el universo me hablaba, yo obedecía. Cené y me acosté pensando cual seria la mejor forma de abordarla, tenia que ser por sorpresa, que la pillara desquiciada, como cuando la “ayudé” con la petaca del micro, aquella mujer era, o se creía, una tiburón blanco en busca de su presa, esas fotos y videos lo demostraban, lo suficientemente eróticos como para calentar a cualquiera pero sin llegar a verla nunca la cara, no era su 1º rodeo, lo hacia para que no pudiera usarlo en su contra al no reconocerla.

No recuerdo lo que se me ocurrió o lo que soñé esa noche, pero me levanté con una erección descomunal, solo una larga ducha fría me calmó los nervios, tenia tiempo, había madrugado, eran las 9 de la mañana, o al menos eso era madrugar para mi, desayuné un poco y me puse lo mas casualmente guapo y juvenil que podía, un polo rojo ceñido y solo un bañador azul marino, que a 1º vista disimulaba mi verga, pero en cuando me movía se marcaba, cogí el coche y me fui al plató donde se emitía su programa, estaba muy cerca, apenas 15 minutos, su programa ya había empezado, puse la TV antes de salir asegurando que estaba allí, como no, con un vestido ajustado, azul cobalto, sin mucho escote pero con la tela pegada a su piel marcando sus senos de forma sensual. Embobado casi tenia la polla morcillona al llegar al aparcamiento, temí por la seguridad de todos cuando pasé por el puesto de seguridad simplemente diciendo que venia con Eli a dar la clase de gim, ni se molestaron en saber que Eli estaba de viaje y que haría su clase en conexión en directo desde su nuevo centro en el norte. Me colé entre bastidores mirando como seguía el matinal hasta llegar las 10, y allí conectaron con Eli y todo pareció dejar de ser la TV por un segundo, gente hablando a gritos y moviéndose por el plató, unos de caterings, vestuario, sonido, era un caos, apenas divisaba a Mariluz entre el jaleo, charlaba con uno de los colaboradores mientras con gesto sensual se quitaba el micro del escote y lo dejaba caer por dentro del vestido hasta sacárselo por debajo de una falda ceñida que llegaba mas allá de sus muslos, pero no mucho mas, se sacó la petaca y lo dejó en la mesa mientras se dirigía hacia la zona de camerinos, algo mas despejada, donde la aguardaba agazapado tras un armario, Eli ya me había indicado donde estaba su camerino, mas grande y apartado del resto, paso a mi lado sin verme y cuando iba a entrar la sacudí en el trasero con la mano abierta, sentía vibrar mis dedos y ella dio un salto con los tacones enormes que casi la hacer caer hacia delante si no se agarra al marco de la puerta, un leve gemido quedó apagado por el ruido de la sala, se llevó la mano al culo frotándoselo por encima de la tela con brío y se giró con una mirada colérica cogiendo aire dispuesta a montar un pollo, con la otra mano en alto para golpear, pero al verme sonreír sacudiéndome la mano de dolor, tosió de frustración con una risa dibujada en los labios.

-MARILUZ: que animal eres, me has hecho daño…..- me miró esperando una disculpa que no llegó.-………. ¿que haces aquí? Hoy no esta Eli…….

-YO: no es a por ella a por quien vengo – mi pose directa y poco charlatana me había funcionado la 1º vez.

-MARILUZ: ahhhh si…..- su tono era de orgullo herido, pero sin dejarse de frotar el culo-……. por que llevo mas de una semana llamándote y no me haces caso…..

-YO: ahora estoy aquí.

-MARILUZ: eso ya lo veo, ¿que quieres?- se cruzó de brazos con gesto altivo.

-YO: a ti. – sonrió sin fijar la vista en nada.

-MARILUZ: ya supongo, pero es posible que a mi ahora no me apetezcas tu……- quería dominar la situación, era sutil pero yo la vi venir, si ahora me dejaba camelar seria un juguete mas del que se aburriría en unos días, así que saqué el móvil y, con el volumen a tope, le enseñé su vídeo metiéndose un consolador por el coño, gimiendo de gusto, su sorpresa la llevó a andar hacia mi con rapidez y cogerme el móvil trinado de el hacia abajo, aun en mis manos, pegando su cuerpo al mío.

-YO: ahora.

-MARILUZ: aquí no puede ser, loco.- sonreía al frotar sus manos en mi polla al estar pegadas al móvil.

-YO: ahora.- acaricié su estomago subiendo hasta sentir uno de sus pechos entre mis manos.

-MERILUZ: no, estate quieto- pero solo semmoviopara retirar su larga cabellera haca atrás con un gesto erotico.

-YO: ahora –mi otro brazo rodeó su cintura pegándola a mi y haciéndola reposar sobre mi cuerpo con aun sola pierna en el suelo, alzó la otra entre mis peinas lo que el ancho de la falda le permitía, echando la cabeza hacia atrás riéndose y apoyando una de sus manos en mi pecho.

-MARILUZ: dios, como sois los jóvenes, sois puro fuego- acarició con un dedo mi mentón mirándome con ojos tiernos.

-YO: ¿ahora? – fue la 1º vez que lo pregunté, mi mano seguía apretando su pecho mientras la otra bajó a aferrarse de su espléndido trasero, apretándola aun mas contra mi, elevándola medio palmo, lo justo para que aun la punta de los dedos de uno de sus tacones rozara el suelo, era alta, con esos zapatos pasaría del 1,85 fácil.

-MARILUZ: si, ahora.- me sujetó la cabeza y me besó con pasión – pero date prisa, en 20 minutos tengo que salir en antena.- metí mi mano de su trasero por dentro de la falda acariciando su tanga por encima.

-YO: me sobra tiempo para hacer que tiembles.- rió fuerte creyendo que estaba bravuconeando, de joven inexperto, pero a su vez se sujetó de mi cuello y de un salto se me subió encima rodeándome con las piernas cruzándolas a mi espalda, me agarré a su culo como si me fuera la vida en ello.

Pesaba bastante, era una MILF, corpulenta y con curvas, voluptuosa, no bajaría de los 70 kilos, pero no tenia ni rastro de carne sobrante, al entrar en su camerino la aplasté contra aun de las paredes mientras nos besábamos, ella tiraba de mi polo hasta sacármelo, al ver mi torso se mordió el labio mientras pasaba sus dedos por todo mi pectoral, yo a duras penas podía soltarla el culo, pero no estaba quieto, lamía su cuello, la hacia reír, tenia cosquillas, la dejé en el suelo y mis manos fueron a su cara, me pringué con el maquillaje excesivo que les ponen para salir en TV, aun así la besaba con lujuria, su lengua era lava, me quemaba en la boca, mis manos trataron de subir su falda, y hasta cierto punto lo logré, pero el vestido era tan ajustado y apretado que pasada sus caderas desistí de quitárselo entero, ya tenia acceso de su cintura hacia abajo, con un tanga diminuto, de color carne, la di la vuelta para dejarla apoyada en la pared y me agaché a besar su trasero, era enorme, caderas anchas y glúteos algo flácidos, me reía, ella se contorsionó para ver de que, tenia la marca de mi mano en el culo, roja en carne viva en la nalga derecha, se distinguían claramente la palma de mis 5 dedos, tiré del hilo del tanga hasta ponérselo a un lado y la encorvé la espalda para meter mi boca entre sus muslos, lamiendo un coño que chorreaba, lamía y chupaba de ella mientras arqueaba la espalda con su respiración, al levantarme me bajé el bañador, tenia la polla tan dura como por la mañana, y sin compasión alguna la penetré el coño por detrás, no me sorprendió nada que le entrara fácil y casi toda a la 1º, aunque su grito de sorpresa y lujuria si, lo habrían oído al otro lado de la puerta, seguro, tiré de los hombros de su vestido mientras su coño palpitaba sobre mi rabo, haciéndose sitio, saqué sus tetas por encima del ligero escote por que para mi regocijo no llevaba sujetador, y su tetas aun estaban tersas y juveniles, al tacto entendí que no solo eran operadas, si no que llevaban relleno, silicona, aun así las cogí con maestría notando sus pezones duros y rozándolos mientras comenzaba a follármela, era delicioso, el coño mas amplio que había tenido nunca, a las pocas embestidas ya la penetraba todo lo que la poción permitía, daba un respingo cada vez que entraba y un suspiro cuando salía, terminado con un “ohhh, que gusto”.

Sus gemidos estaban alcanzando un ruido ensordecedor, pero tuve que llamar a la bestia allí mismo, esa pedazo de hembra me estaba volviendo loco, pegaba a la pared mientras cerraba los ojos, pero su cuerpo acompasaba mis penetraciones, la bestia se cebó mas de 10 minutos en que su cuerpo temblaba ante mi continuidad, gemía y coceaba pero no se corría, la muy experta tenia aguante, así que tiré de ella para separarla de la pared, y con ella aun empalada me tumbé en el suelo con gran esfuerzo de tenerla en el aire, ella casi leyéndome la mente puso los tacones y sus 2 manos en el suelo y elevó su cuerpo un palmo, de espaldas a mi, tomé sus caderas y plantando bien los pies desaté mi ira contra su coño, se retorcía ante mi, sus piernas cedían por los tacones y bajaba el cuerpo solo para ser penetrada fuerte y más profundamente, se cansó rápido y se puso en pie con mi ayuda, se dio la vuelta y midiendo distancias me puso entre sus piernas y se arrodilló metiéndose mi miembro hasta el fondo, su boca era un túnel al sentir de nuevo como la abría, cuando movió sus caderas sabia que estaba ante una diosa del sexo, su cintura era rápida y elegante, y sus gesto de haberlos practicado mucho, mientras me acariciaba el pecho o la tableta con las manos, subía y bajaba deleitándose, gritando, jadeando y gritando más, y mas alto, en un arranque de ira y diversión cogí del tanga mal colocado, y tiré con tanta fuerza que ella se ladeó haca esa dirección,, al 2º tirón se rompió, lo hice un gruño en la mano y me alcé para agarrarla de la nuca y vencerla hacia mi pecho, la metí el tanga hecho una bola en la boca, y con una mano en su nuca y otra en la boca saqueé a la bestia, sus gemidos en la nuez eran música a mis oídos, y sus ojos, con el rímel corrido sollozando, pidiendo piedad, su espasmos me llamaban, sus cadera se derretía y cuando mas fuerte estaba dándola gritó, bueno, lo intentó, abrió tanto los ojos que me asusté al no ver el iris color grisáceo en ellos, luego los vi bajar y me tranquilicé, su orgasmos había sido esplendoroso, sus emanaciones me habían llenado la pelvis y las sentía calientes resbalar por mi piel, pero yo seguía zumbándomela, sentía que estaba cerca de correrme, y fue una gran idea continuar, descubrí que era multiorgásmica, y según seguía embistiéndola ella seguía corriéndose, fue maravilloso soltarla la mano de la boca y agarrar sus tetas para que dejaran de moverse, y que ella misma mordiera el tanga para apaciguar los sonidos de sexo. Eyaculé azotándola el trasero como a una montura camino de la batalla, los golpes retumbaban por la piel de su culo y por el camerino, al sentir mi leche caliente ella se venció a mi pecho, respirando de forma agitada y sonriendo.

La agarré de la nuca tirando de su pelo, su cara era de sadismo, lujuria y felicidad, la saqué el tanga empapado de babas y la besé con lengua hasta cortarla la respiración., “3 minutos” se oyó a alguien que había tocado en la puerta, ella ni se inmutó, trataba de recuperar el aliento. Fui yo quien la puso en pie, la arreglé el vestido mas o menos, cuando se fue a poner un tanga limpio la sujeté la mano y se la metí en su propio coño, cogiendo su corrida y la mía, luego se la llevé a la boca que chupó apasionada, la azoté el trasero un par de veces, pellizcándolo, entendió que iría sin bragas el resto del matinal, y salió de allí con gesto alegre y sin prestar atención a la miradas de los que estaban cerca de la puerta de su camerino, tuvieron que atrasar 2 minutos mas el regreso en directo para que los de maquillaje la adecentaran, y volvió en directo dando las gracias a Eli por su fantástica ayuda, no se si se refería a las clases o a mi, pero el final del matinal, hasta las 12, me lo pasé mandándola mensajes entre bastidores, Mariluz se mostraba distraída y poco centrada, metió la pata un par de veces, ahora comprendía sus videos de errores en Internet, se perdía por que me miraba a mi relamiéndose, rememorando el tremendo polvo que la había pegado, y me contestaba a los mensajes entre videos y reportajes.

-YO: ¿y si cuando acabes me invitas a comer?

-MARILUZ: no puedo, tengo que quedarme unas horas mas para preparan la semana que viene del programa.

-YO: una pena tengo libre hasta las 17 horas.

-MARILUZ: dios, no te quito de mi cabeza, siento como mojo mi entre pierna cuando me veo, y siento tu mirada acariciado mi cuerpo ummmmmmmmm –labia tenia, eso seguro.

-YO: tu misma, cuando acabe el programa me iré, tu decides sin vienes conmigo o no.

-MARILUZ: no me hagas eso, por favor, te deseo, quédate un rato………..- una serie de mensajes suplicandome llenaron mi móvil, pero no contesté a ninguno, y eso solo la puso mas nerviosa, mi miraba deseando que acabara el programa.

Tan despistada que hablando de un incidente en la fallas de valencia, en vez de decir “una buena falla” soltó un “una buena polla”, fue leve, y corrigió al instante, pero mientras en directo se pasó por alto salvo la cara de enfado de algún regidor, esas cosas en Internet se cotizaban, seria carne de programas de zaping, pero a mi me entró una carcajada que me tuve que apartar para que no me oyeran, el resto del programa lo pasé respondiendo a los continuos mensajes de Yasira, queriendo confirmarme la ”cita”, parecía mas inquieta que yo, sabia que quedar conmigo no seria del agrado de su madre y eso creo que la excitaba aun mas. Terminó el programa y di de margen 20 minutos, la veía corretear y hablar con mil personas, cuando la pillaba mirándome le hacia el gesto del reloj en la muñeca, sonreía y seguía intercambiando papeles con varios del equipo de producción, roznado el minuto 18 salió corriendo hasta mi y me cogió de la mano, riendo para meterme de nuevo en su camerino.

-MARILUZ: ya esta, podemos irnos.- lo dijo cerrando la puerta con el culo.

-YO: no me gusta esperar.- tenia que seguir siendo brusco y escueto.

-MARILUZ: ya lo supongo, pero aquí estas, y te lo tendré que agradecer de algún modo- se contoneó hasta abrazarme y besarme con sed de sexo.

-YO: ¿nos vamos ya?

-MARILUZ: espérate, me tengo que dar una ducha y quitarme el maquillaje y el hedor a sexo, dios, creo que lo han notado todos, apesto a sudor y semen.

-YO: es tu problema, date prisa o me voy de verdad.- ni de broma me iría, vaya descubrimiento acababa de hacer, esa mujer follaba casi tan bien como Madamme o Eleonor, o eso me pareció, y era la 1º vez que la tomaba, penetrarla era como a un oso de peluche, suave, tierno y cómodo.

-MARILUZ: bueno, ¿y si te duchas conmigo?- se abrió la escueta cremallera de la espalda del vestido mientras se frotaba por mi lado caminando hacia la ducha.

Al girarme se sacaba el vestido tirando de él con los pulgares rodeando su cuerpo, hasta sacarlo por los pies dejándolo caer, su cuerpo desnudo al darse la vuelta me gustó, sin duda hace 10 años aquella mujer era la definición de la belleza antigua, exuberante y llena de curvas con la piel tersa, ahora sus tetas habían caído y se notaba que su turgencia era mano del hombre, cierta piel de naranja en las caderas y los muslos y el cuerpo algo fofo, con algo de piel sobrante en los ante brazos, aun así era una visión agradable, con el coño rasurado al 0. Me llamó con el dedo mientras con una patada me tiró el vestido a la cara con gran puntería, cuando la alcancé desnudo en la ducha se había quitado los tacones, y era 10 centímetros mas baja, el maquillaje se perdía entre chorros mezclados con el agua tibia, y su espesa y larga melena perdía las formas onduladas ante la humedad, pero una mujer empapada era mucho para mi, la frote cada parte de su cuerpo, lamí de sus pechos, la besé mientras la penetraba de frente levantándola una pierna y la hice gritar de paisano mientras reventaba en su interior una y otra vez, la daba la vuelta follándola por detrás mientras mi mano la masturbaba con rapidez y su gemidos alcanzaban la gloria, me arrodillé a comerla el coño mientas pasaba una pierna por encima de mi hombro, se agarraba a mi pelo como si fueran las crines de un caballo salvaje, al levantarme ella hizo lo propio y soltando una sonora carcajada al agarrar mi polla con ambas manos, la chupó con habilidad, una vez degustado el uno al otro, la volví a penetrar con fuerza, era tan fácil y tan placentero que la bestia se deleitaba, la follaba tan salvajemente que cuando se corrió solo me enteré por su arañazos en la espalda, allí fui subiendo el ritmo hasta dar lo mejor de mi, todo, en unos 5 minutos finales en que sus multi orgasmos no cesaron y sus lamentos y gemidos tampoco, al correrme sentí un placer enorme, lamiendo y chupándole una de sus tetas, coronadas por pezones algo diminutos, no parecían acordes con su buen par de tetas, me di un agua rápida y me salí de la ducha para dejarla limpiarse a gusto, si mirada irradiaba deseo.

Me senté vistiéndome, a esperar, 10 minutos después de oír como se limpiaba el coño con tenacidad salió desnuda secándose el pelo con una toalla, me miró sonriendo y se sentó en mis piernas como si fuera papa noel, me besó con tensión mientras la metía mano por mil sitios.

-YO: tengo que avisarte, no te preocupes por que me haya corrido dentro de ti………

-MARILUZ: ni tu, tomo la pastilla a diario.

-YO: ¿y eso?

-MARILUZ: el medico me lo recetó por que dice que ayuda a regular mi cuerpo, además, nunca se cuando me van a entrar ganas de divertirme.

-YO: pues nada entonces, mi vasectomía no viene al caso.

-MARILUZ: ¿y ahora que hacemos?

-YO: ponte algo encima y me invitas a comer, luego vamos a mi casa y seguimos hasta las 17 horas.

-MARILUZ: ¿y por que tan pronto?- me besó con dedicación.

-YO: por que he quedado con otra a la que tirarme.- me abofeteó la cara, enfadada.

-MARILUZ: ¿como te atreves?

-YO: ¿que te pensabas?, ¿que vivo por ti?, follas bien pero no eres la única a la que me voy a tirar, si te parece mal dímelo ahora.

-MARILUZ: pues no me hace gracia, vete dejándolas……..- sonreí al meter mi mano entre sus mulos y acariciar su coño, se resistía pero luego se abrió de piernas.

-YO: no voy a dejar a nadie, ¿y yo te he pedido que dejes a tu marido?- me miró consternada.

-MARILUZ: creía que eso no te importaba……..- suspiraba al sentir mis dedos penetrándola.

-YO: y me importa una mierda, ya lo has visto, ni a mi y seguro que a todos los chavales que te has estado follando con tu marido lejos, tampoco – me miró como si aquello fuera un secreto. – así que no te hagas la pobre esposa afligida, eres una golfa en busca de sexo, como yo, y podemos seguir siendo eso, juntos o por separado.

-MARILUZ: no soy ninguna puta.- me besó al sentir como la frotaba el clítoris.

-YO: no he dicho que lo seas, follaremos cuando queramos, pero ni yo soy tuyo, ni tu eres mía, no como para pedirnos nada.

-MARILUZ: no eres un joven novato y nervioso, no como los anteriores……- me acariciaba al pecho mientras lamía mis dedos bañados en los jugos de su coño.

-YO: no, no soy como ellos……..

Se vistió delante de mí, de nuevo se fue a poner unas bragas y la azoté negándoselo.

-MARILUZ: ¿y que quieres que me ponga?- sonreí al ver lo colorada que tenia la nalga de mis golpes.

-YO: lo menos posible y lo mas fácil de quitar.

Cogió una falda hasta las rodillas, vaporosa, un sujetador de encaje y una blusa amplia de flores con los hombros al aire, unos zapatos cómodos y se pintó los labios y poco mas, si vierais una foto de ella en el programa y otra de ella sin el bote de pintura que la ponían encima no la reconoceríais, era guapa, pero tenia la piel mucho mas curtida y envejecida de lo que se ve en TV. Con unas gafas enormes de sol en su cara nos fuimos a mi coche, comimos en un buen restaurante, de esos caros pero que te ponen bien de comer, charlamos un poco de tonterías, mantenía cierta distancia emocional, si la dejaba acercarse intuía que caería en su trampa. Al contrario que con Eli, a ella casi nadie la reconocía, y era normal, sin el maquillaje nadie diría que era ella.

Cuando llegue a casa Dani estaba terminado de recoger lo que Jeni y yo armamos la tarde anterior, tampoco reconoció a Mariluz pese a que trabaja con su programa de fondo, saludó cortésmente, Mariluz con cara de asco al oírla hablar, y se retiró a la cocina, Mariluz no tuvo tiempo ni de hablar cuando vio la piscina, la levanté la falda y me saqué la polla para penetraba contra el cristal de la terraza, horrorizada por la presencia de Dani no muy lejos, se retorcía al inicio pero mi miembro la estaba matando creciendo dentro de ella antes de que pudiera hacer nada, a los pocos minutos jadeaba y pedía mas, vi a Dani mirar de reojo desde la puerta de la cocina, le quité la blusa a Mariluz y se la tiré a Dani que se escondió asustada ante mis carcajadas, le quité el sostén y en un hábil gesto la falda, ya estabamos los 2 desnudos cuando la cogí en brazos y me la llevé a la habitacion de invitados de abajo, la tiré a la cama y metí mi lengua en su coño, rebosaba de fluidos y lamía con sabiduría, su clítoris eran tremendo, enorme y sobresalía mas cada vez que lo chupaba, se cruzaba de piernas rodeando mi cabeza con las pantorrillas mientras se aferraba a mi cabello, luego la penetré de nuevo, dios, que sensación tan libre, tan placentera, echado sobre su cuerpo lamía y chupaba sus tetas mientras la follaba a gran velocidad, cuando me separaba acariciaba mi torso relamiéndose, se corrió tan fuerte que pingó las sabanas limpias, yo bombeaba sin parar hasta sacar a la bestia y correrme dentro de ella, aplastado sus tetas con la cara. Me tumbé boca arriba y ella se dedicó a chupármela hasta tenerla tiesa otras vez, veía con alegría como se estaba babeando sus dedos y abriéndose el culo ella sola, sin decirla nada ya estaba preparándose para que la follara por el culo, “donde has estado toda mi vida”, pensé, se acuclilló y con un facilidad similar a su coño fue metiéndose mi rabo por el culo, le temblaban las piernas cuando la tuvo toda dentro y se dejó caer sobre mi besando lasciva, allí la bestia reapareció y sentía como la abría un túnel entre las nalgas, sus golpes en mi pecho solo me marcaban que iba bien, sus gritos y movimientos de cadera era fuertes, pero se puso roja cuando el orgasmo anal la llegó, explotó, nunca mejor dicho, en una barbaridad de fluidos que me bañaron entero y gran parte de las sabanas, y siguió haciéndolo hasta que 10 minutos después me corrí en su culo con embestidas tan fuertes que notaba el dolor en su rostro.

La di otro azote brusco en el culo ante sus risas, brillaba de sudor y sus tetas rebotaban de la respiración, yo igual, sudando y asqueado lleno de fluidos, me la saqué de encima, lamía mi tableta como si fuera de chocolate, y me fui a la piscina, me tiré de cabeza y degusté el momento, solo unos minutos, los justos para oír algunos gritos en la casa, fui a ver que pasaba y estaba Mariluz tapándose con una sabana increpando a Dani, que se mantenía quieta de pie con las manos juntas por delante a la altura del vientre y la cabeza gacha, sonrojada.

-YO: ¿que pasa?

-DANI: sentir, señor, yo no querer……- la interrumpió.

-MARILUZ: tu no querer, tu no querer, tu ser lista – le hacia burla con el tono- aquí la mirona se ha metido a ver a quien te estabas follando, ¿verdad?- la acusaba con el dedo.

-DANI: no, yo solo querer limpiar sabanas, yo oír piscina y pensar que habitación vacía.- alzó la cabeza un poco pero se la agachó Mariluz de golpe.

-MARILUZ: una mierda, me has reconocido y quería asegurarse para ir a venderlo a la TV, como odio a esta chusma – ahora me miraba a mi – vienen de fuera a robarnos el trabajo o sacarnos el dinero como sea. – Dani estaba roja de ira o impotencia, casi la oía sollozar. – mándala a la mierda, pero ya, y no la pagues un duro, esta no tendrá ni papeles ni nada – se giró hacia ella – eh, ¿a que si? has visto a la Mariluz de la TV y ha pensado que podrías sacar un dineral para tus 30 hijos, ¡¡¡sanguijuelas, que sois todos parásitos!!!!- Dani la miró asustada al fijarse bien y reconocerla.

Me tomé unos segundos para pensar, joder, que bien follaba aquella mujer, pese al chapuzón aun olía a ella, estaba claro que la faltaba un cable si se ponía así con Dani, pero si follaba así, ¿que mas daba?

-YO: lo siento, pero voy a tener que echarte. – Dani levantó la cabeza casi llorando, suplicandome con los ojos mientras Mariluz se regodeaba.

-DANI: por favor, no, yo solo querer limpiar habitación antes de ir – me miró temblándole la barbilla.

-YO: lo se, y te creo – de hecho le había pedido que siempre que pudiera dejara las habitaciones hechas- por eso, y con gran dolor, te pido que te vayas…………… vístete y márchate.- Dani extrañada, casi podía verla pensar, ella iba vestida, la que iba desnuda era Mariluz, cuando lo entendió se giró a mirarla con la cara iluminada, viendo como Mariluz estaba blanca como la leche.

-MARILUZ: me………….me estas tomando el pelo, ¿no?

-YO: ya me has oído, nadie viene a mi casa a gritarle a mi gente, vístete y sal.- la cara de Dani era un poema, solo superada por la de Mariluz.

-DANI: yo………señor……….no hacer falta………….yo…….- no sabia ni que decir.

-YO: tú cálmate…………. y ponte aquí a mi lado – obedeció agachando la cabeza con una sonrisa incontrolada en la cara.

-MARILUZ: ¿pero tu estas mal de la cabeza? ¡¡¡¡Si acabamos de esta follando, me has abierto el culo carbón de mierda!!!- si no estaba seguro de lo que estaba haciendo, esas palabras me convencieron, en el fondo, quería ser un carbón, pero era un carbón sincero y leal, le prometí a Dani que cuidaría de ella por encima de las “visitantes”, y eso estaba haciendo.

-YO: no veas como lamento esto, follas como si fueras algodón de azúcar, pero vístete y vete, no te lo repito.- se recogió parte de la sabana con que se tapaba y se plantó delante de mi apuntándome con el dedo.

-MARILUZ: déjate de bromas pedazo de payaso, ¿te crees que puedes jugar con los mayores?, ¿que me puedes follar cuanto te plazca y luego sacarme de tu casa? No me tientes, te puedo destrozar la vida, mequetrefe, como te atreves……..- siguió gritando cosas similares, cuando se cansó, su cara parecía que iba a estallar.

-YO: ¿ya?- asintió con firmeza.- Dani……….su ropa – me miró buscando confianza, se la di, corrió y cogió su falda, su blusa y su sujetador, y me los dio.- gracias.

Me acerqué a Mariluz y le arranqué la sabanas de las manos quedando desnuda, le di la sabana a Dani, que tenia la boca abierta y sonreía, le di su ropa a Mariluz y la agarré del brazo con dureza, iba gritando y pataleando mientras la dirigía a la puerta, me soltó un bofetón fuerte cuando abría y amenazó una vez mas antes de que la diera un leve empujón que la hizo tropezar y caer al suelo del pasillo de los ascensores, me tiró un zapato que golpeó con la puerta al cerrarla.

Al girarme Dani se me echó encima llenándome de abrazos y besos en las mejillas, me daba las gracias y decía algunas palabras en rumano que no entendí, la dio igual que estuviera empapado de la piscina, y desnudo, reía al escuchar aun a Mariluz golpear la puerta y berrear.

-DANI. Yo gracias, yo gracias, no poder decir suficiente.- me sujetaba de las mejillas con lagrimas en los ojos.

-YO: no pasa nada, ya te lo dije, tu eres mi ama de llaves y confío e ti, ¿acaso tu no confiabas en mi?- la rodeé por la cintura con las manos.

-DANI: yo si, si, yo confiar mucho.- mentía, una cosa es lo que yo la dijera, quizá por acostarme con ella podria suponer, y otra que realmente cumpliera mi palabra, y lo había echo.- tu no deber, señora Mariluz de TV, poderosa, puede hacer daño tu.

-YO.: tu no te preocupes por ella, es cosa mía.- su mirada era de adoración, por un instante se vio en la calle con marido sin trabajo y un hijo, perdiendo no solo el único sueldo de su casa, si no un gran sueldo que con los extras les daba para vivir bien, no hacia falta que lo dijera, se leía en sus ojazos azules.

-DANI: yo gracias, mucho, yo…..yo……..yo follar tu ahora ¿si?- me volvía a reír, esta vez no era un caramelo, me quería ofrecer un premio por mi bondad.

-YO: no, estas agradecida, y eso no es deseo.

-DANI: si, si, si, yo deseo mucho tu, tu follárme bien – se alzó para besarme en los labios, sabían bien, pero la forma de hacerlo era sin cariño ni afecto, solo físico.

-YO: no, para, no me deseas, ¿solo quieres dejar de estar en deuda conmigo? – asintió con algo de rubor.- pues hazme un favor, mándale un mensaje a Eleonor, dila que hoy he quedado con una chica, que parezco mas alegre, pero no le digas con quien.

-DANI: si, yo no decir Mariluz a nadie, yo jurar- cruzó los dedos de una mano besándolos.

-YO: no, aunque eso tampoco, no se cuanto podrías sacar por vender esta historia a la prensa, pero piensa que cuando se acabe lo que te den, no tendrás mas trabajo, nadie te contrata si vas hablando de mas – me aseguré de que tuviera la boca cerrada, con lógica.- aquí tienes un sueldo bueno y fijo, mientras te comportes.

-DANI: si, yo entender.

-YO: perfecto, tu mándale un mensaje y dila que esta noche salgo de fiesta con una chica, y dime lo que te responda – asintió con una sonrisa enorme y me volvió a besar en la mejilla pero cerca de mis labios.

Se fue cogiendo el móvil para obedecer, no me hacia falta verla hacerlo, si no me había ganado ya su lealtad con el dinero de los extras, con aquella jugada maestra seria mía para siempre. Lo hice por cumplir mi palabra, claro que si, pero me haba costado un coño delicioso, aproveché la jugada para tener a Dani a mis pies, además quería saber si Eleonor seguía interesada en mi vida y como reaccionaria. Eran cerca de las 15 horas, mi siesta rutinaria, esa vez tomaba un cariz diferente, tenia que estas descansado y sin sueño, planeaba una noche larga de fiesta, y tenia que trabajar por la mañana del sábado, quizá me tocaría ir sin dormir a colocar aquel dichoso almacén, seguía trabajando allí para tener mi propio dinero, incluso al no pagar casa ni caprichos de mujeres, estaba ahorrando algo, sumándole a los 40.000€ que aun tenia en el banco, dormí pensando en mi vida de prostitución, en Madamme, en Zeus, en aquellas mujeres y la Geisha, en aquella fiesta de ricachones donde destrocé el culo del pobre David por internar jugármela, no, por internar jugársela a Zeus, en el fin de semana con la supermodelo, dios, todo lo que hice para nada, ¿para nada?, no había tenido 2 años, o año y medio, de felicidad con Ana, pura y sincera, había merecido la pena, y ahora pensaba que aun sabiendo como acabó, lo volvería a hacer todo, antes y después, cada minuto junto a ella fue un regalo y ahora lo sabia. Aun ese tipo de pensamientos llenaba mi mente cuando quería quedarme en blanco, solo la dulce voz de verbos sin conjugar despidiéndose me desveló, entre semana trabajaba pero el fin de semana no, no la volvería a ver hasta el lunes, me dijo que Eleonor la respondió un ”OK” sin mas, sonreí, y Dani se fue.

Me sonó el móvil, malditas alarmas, cometí el error de poner una canción que me gustaba de tono, ahora la detestaba, pero me sentía renovado y con fuerzas, comencé un completo en el baño, evacuaciones menores y mayores, baño relajante y concienzudo, repaso corporal de pelos sueltos y arreglarme la barba de 3 días, tenia un bote de gel fijador efecto mojado que nunca había usado, gracias a los genes de mi abuela tenia el pelo espeso, fuerte, sedoso y con un ligero inicio de remolino en la zona del flequillo, siempre que no me lo dejara crecer mas de 2 meses me quedaba de cine, si pasaba de allí se me empezaba a poner un cardado de abuela de pueblo mezclado con pelo afro hacia arriba. Higiene personal completa, oídos, pelo de la nariz, cepillarse los dientes, enjuague bucal, desodorante en abundancia y medio bote de colonia potente, me gusta la sensación de sentir como las mujeres me huelen y me preguntan por la colonia, joder, al mirarme al espejo me sentía el ser mas vanidoso de la tierra, me veía atractivo. Hora de vestirse, ¿silps ajustados? Que le den, a pelo, vaqueros ceñidos solamente, y colocando el paquete para marcar rabo como dios manda, para eso lo tenia, con un fuerte cinturón de cuero marrón, había sacado el traje de Eric, eso me hizo recordar a Paula y la “promesa” de mas trajes, pero ahora no tenia tiempo para ir hasta allí, pero me seria útil, una camisa blanca sin meter por dentro del pantalón, si levantaba los brazos se veía parte de mi ombligo trabajado, sin corbata y con varios botones del pecho desabrochado, sin marcar mas escote que las mujeres, eso lo detesto, cogí la chaqueta del traje y me la puse por encima, como un guante me la dejó Paula la ultima vez y así seguía, calcetines y una botas de montaña que se pusieron de moda, al verme en el espejo me enamoré a mi mismo, no sabia si aquello combinaba o no, pero yo me veía arrebatador, un poco mas de colonia en la ropa, sobretodo en el cuello y el pecho, por donde solían llegarme la nariz de las mujeres, y por hacer la gracia me eché unas gotas mas en el paquete abultado, “por si acaso”, llaves en un bolsillo de mano de la chaqueta, cartera con dinero en efectivo en el bolsillo del culo de los vaqueros y móvil bien cargado al bolsillo interior de la chaqueta, perfecto.

Cogí el coche apurado, eran casi las 18:15, y había quedado en recoger a Yasira a las 19, por suerte miré el camino en el PC y tenia mas o menos claro como ir, era a las afueras en la zona norte, de camino llamé a Eli por el manos libres y la expliqué con detalle lo ocurrido con Mariluz, no quería que la afectara, Eli se reía explicándome que no pasaba nada, Mariluz estaba como una abeja reina a la que le habían quitado su enjambre, Eli la estaba quitando el protagonismo y ya trataba de echarla, pero la cadena se lo negaba ante las buenas audiencias, y si se atrevían, tenia ofertas mejores de otros 2 canales de TV, la saludé y me dijo que me echaba de menos, pero aun estaría unas semanas de viaje, de gira por España, la dije lo mismo, que la echaba de menos, pero ambas sabíamos que mentía en parte, así tendría el tiempo necesario para cumplir mi reto de la semana completa. Yasira vivía en una urbanización de lujo, al llegar las carcajadas me desconcertaban de la conducción, era la misma donde las moles de Madamme me habían llevado cuando fui a su casa, pero era una pequeña ciudad en si misma, con parques, centro comercial, centros de golf y tenis, al llegar a la entrada y parar miré el reloj del coche, las 19 en punto, si había algo que me molestaba era llegar tarde cuando quedaba y solo me molestaba, incluso mas, llegar antes y esperar solo, ser rigurosamente puntual me producía cierta satisfacción, al no ver a nadie mas salvo un puesto de guardia con un gordo con gorra mirándome mal, le mandé un mensaje a Yasira.

-YO: ya estoy, ¿donde andas?

-YASIRA: ya salgo.

-YO: ¿espero fuera o entro a buscarte?

-YASIRA: no se, siento tardar……he tardado en convencer a mi madre de que me dejara salir.

-YO: coño, ni que fueras prisionera, sales de fiesta con amigos, no pasa nada.

-YASIRA: ya………. pero querían saber con quien – sonreí, sin duda Dani había cumplido su cometido.

-YO: ¿y que hago?, estoy en la entrada

-YASIRA: deja que llame al puesto del guardia y te deje pasar, así te voy guiando hasta la casa.

Accedí ansioso, el guardia me hizo un egos tras colgar un teléfono y entré, sus indicaciones eran precisas y rodeé la casa, cuando llegue allí convencido de que mi llegada la cortaría el aliento, bien arreglado y con el coche de lujo, al que se le cortó al respiración fue a mi, la vi correr lo que podía con unos zapatos negros de tacón enormes, una mini falda negra, que mas que minifalda era un cinturón grande, elástica y ajustada al mililitro, con un top dorado, apenas la cubría piel del torso, brazos y hombros al aire, al igual que toda de la espalda y los costados, dejando ver en algún gesto el nacimiento de sus senos, era una fina tela ceñida que la rodeaba el cuello y bajaba por sus senos con un amplio escote, la tela se abombaba un poco en su ombligo, y tapaba su vientre, una serie de finas tiras unían los lados de la tela de sus costados por la espalda, sin sujetador, con un colgante de bisutería que brillaba en su cuello, ya se lo había visto antes, seria un adorno personal, algunas pulseras que resonaban en su brazo al chocar unas con otras y unos ligeros pendientes, todo dorado, con un bolso de mano negro y dorado, al entrar en el coche su respiración era agitada, su tuvo que bajar la minifalda haciendo fuerza con la espalda en el asiento, por que al hacer el gesto de entrar la vi lo que sin duda era la parte del coño de un tanga negro, o al menos al agacharse para meter la cintura en el asiento no había ni rastro de marcas de bragas en su culo, cuando cerró la puerta y me miró apremiándome para salir disparados, me quedé mirándola como un idiota, su cara era preciosa, había relajado su marcada mandíbula con una línea de maquillaje en los pómulos que lo disimulan y con ahumado oscuro de sombra de ojos con purpurina dorada que resaltaba, más el blanco de sus ojos, que el iris color miel, con un suave pintalabios rojo oscuro que no destacaba, esa era la idea supongo. El pelo era largo, la recordaba con el pelo enmarañado y rizado de antes, pero ahora estaba liso, liso y brillante, le tapaba parte de la cara del lado derecho como una cortina de agua oscura y preciosa, y en la izquierda un par de horquillas, como no doradas, en el pelo se lo sujetaban por detrás de la oreja, cayendo alegremente en su hombro, era tan largo que se rozaba las piernas con el.

-YASIRA: ¡¡venga, vámonos!!- reía mientras me sacudía en el hombro con el tintineo de las pulseras.

-YO: esto…….si, perdona….joder……..estas…….- buenísima iba a decir-………espectacular.- sonrío complacida y torneando los ojos.

-YASIRA: muchas gracias, espero no haberme pasado, ¿estoy bien? – bufé conteniendo en mis labios la burrada que la iba a soltar.

-YO: estas perfecta.- volvió a sonreír y con su mano aun en el hombro sacó pecho acercándose a mi para darme los 2 besos de rigor del saludo, riéndose un poco y pasándome sus dedos por la mejilla, yo no podía apartar la vista de su escote, se veían gran parte de sus senos desde ese ángulo.

-YASIRA: jajaja mira como te he puesto – trataba de levantar mis ojos para ver los suyos, mientras me limpiaba algo de su maquillaje en la cara, me daba igual cual o que, me habría enamorado de ella allí mismo, su tono de piel era oscuro, mas que Ana, pero no negro, si no del color de la madera barnizada, pero mi mente estaba a otras cosas, quizá en otra vida.

-YO: me alegro un montón de verte.- una verdad distorsionada.

-YASIRA: y yo, aunque debo reconocer que esto es un poco raro, después de tanto tiempo…….

-YO: ya, pero ya que hablamos, y me decías que te aburrías, pues una noche de fiesta nunca va mal.- sonreí con mí caída de ojos, se sonrojó un poco.

-YASIRA: pues si, estoy harta de esas 2, necesito despejarme, ¿me llevas?- la cogí de la mano y la besé con cortesía.

-YO: este será vuestro carruaje, yo vuestro caballero y vos, si así me lo concedéis, mi princesa.- giró la cabeza halagada, se llevó una mano al pecho doblando la muñeca con gesto de realeza y sonrió torneando la vista, ante la broma que era mas que eso.

-YASIRA: llevadme, Sir Raúl.- tardamos unos segundos en separar nuestras manos.

Al arrancar se cruzó de piernas y se volvió a bajar la minifalda, lo iba a pasar mal esa noche, a nada que se moviera se le subía mucho mas allá de lo decente, pero yo y todo el que mirara se iba a deleitar con unos muslos firmes y si estaban atentos, de la visión de su ropa intima mas de una vez. Me fue indicando para salir de la urbanización, aquello era un puto laberinto, hasta creo que pasé por la casa de Madamme, una vez fuera me percaté de las cámaras, había en cada entrada y salida, y seguro que por dentro había mas que no vi, charlamos de camino de vuelta a Madrid, mi afabilidad y sus ganas de socializar eran buena combinación, odiaba vivir allí, no conocía a nadie y hablar con los vecinos casi era pecado, y sus pocas amigos se habían alejado de ella por que Eleonor se mostraba inflexible con el tema de meter en su casa a jóvenes, al parecer mi experiencia la tenia aun de los nervios, me estaba dando una mina de información sin pedírselo, no la prestaba mucha atención la verdad, cambiar de marchas era una delicia, rozaba con los dedos su pierna, ella no la apartaba, y el cinturón de seguridad la apretaba entre los pechos, se tenia que estar colocando la tela de la mini falda y el top de forma constante, con unas manos cuidadas, elegantes, con uñas largas y pintadas, para tapar su coño y que no se le salieran las tetas por los lados del top, parecía que se iban a salir en cualquier momento, pero no lo hacían, me pilló comiendo con los ojos varias veces mientras solo sonreía, por que ella hacia lo mismo, bajé una ventanilla un poco para airear el coche, entre mi colonia, su perfume a rosas y el ambientador de pino del coche, casi mareaba.

Hacinamos quedado con mis amigos sobre las 20:00 en un bar donde servían cubos de botellines de cerveza helada y tapas para picar, era barato y nos conocían, además de tener una terraza enorme en la calle que cerraban sobre las 12 de la noche, y no estar lejos de una zona de marcha, llegamos algo tarde, a las 20:15, aparqué dando un par de vueltas con bastante suerte, ¿un viernes a esas horas en el centro de Madrid?, milagro, quedó un poco retirado y Yasira se pegó a mi brazo cuando se lo ofrecí, aparte de por que me encanta la sensación de tener a una mujer agarrada de mi brazo, por que sus tacones eran de vértigo y un mal paso podía acabar con la fiesta antes de empezar, caminamos despacio pero firmes, sabia llevarlos, acaparamos las miradas de alguno y alguna por la calle, y aun así, fuimos los primeros en llegar. Saludé al dueño del bar que bromeó conmigo haciendo tiempo, en cuanto un hueco de la terraza quedó libre nos coló dándole igual que muchos se quejaran ya que estaban esperando antes y que unos se fueran, pero no era tonto, sabia lo que significaba que alguien de mi grupo estribera por allí, nos sirvió un 1º cubo, del que ella tomó una cerveza agradeciendo las palabras de cariño del dueño del bar, a mi me trajo lo de siempre, un par de colas y una tabla de fritos, calamares, croquetas, patatas y gambas, luego sacó una de boquerones y aceitunas gratis , y otra de patatas de bolsa, reitero no estaba loco, sabia lo que hacia, a los 5 minutos aparecieron Manu y Teo, las abracé con fuerza, y les presenté a Yasira, Manu se quedó mirándola tan bobo como yo antes, charlamos y con el paso de los minutos y las risas, iba llegando un goteo de gente, un par mas de amigos del instituto, amigos de Manu, algunos con sus parejas, la nueva novia de Teo, de su trabajo, bastante mona aunque no me llamó en absoluto, a mi entender bastante peor que Alicia pero lo cierto era que no tenia ojos para otra que no fuera Yasira, trataba de que no quedara desplazada ante tanto desconocido pero al poco tiempo ya había charlado con casi todos y Manu Teo y yo montamos nuestras discusiones entre bromas donde participaba ella con asiduidad, los cubos de botellines corrían y los paltos de comida. Se me estaba haciendo muy amena su compañía, disfrutaba su cuerpo, una visión preciosa, de su forma de arreglarse la minifalda o el escote, con clase, y era divertida, era muy fácil hablar con ella.

Sobre las 21:30 aparecieron las chicas del piso de estudiantes, había mas, algunas amigas o compañeras de la universidad, lo que los tíos llamaríamos un rebaño de ovejas, eso teniendo en cuenta que nosotros seriamos los lobos, y no ellas, todas bien arregladas y vestidas de fiesta, ninguna merece ser digan de mención salvo las ya conocidas.

Lara había desechado del todo su vida de “manporrera” y estaba preciosa con una melena que ya le pasaba de los hombros, con un escote abrumador, se llevaba por delante a todas, su delantera no tenia rival y ahora lo usaba con sabiduría y atrevimiento, Alicia iba como siempre, no necesitaba casi nada para ir bonita, o eso parecía, con un vestido vaporoso, acentuaba el vuelo de la falda pero sus increíbles caderas quedaban ocultas, con un ligero escote, sabia que era inútil competir en ese aspecto con Lara por allí, con una coleta muy agradable y su eterna sonrisa, se le atragantó al ver a Teo con su nueva novia, pero se forzó a soportar aquello, 10 meses no habían sido tiempo suficiente para ella, sus ojos eran casi tan tristes como los de Lara al verme acompañado de Yasira. Naira, la estudiante canaria, iba como siempre, le tenia un afecto enorme a la ropa amarilla chillona e iba con un vestido ajustado pero nada descocado, le tapaba desde lo hombros hasta por debajo de las rodillas, le quedaba de cine eso si, su cuerpo se lo permitía, Mara, la hermana de Alicia, llegó después, salió de trabajar tarde y tenia que irse a casa a arreglarse, tan presumida o mas que cualquier mujer, así que acudió cerca de las 10:30 hecha un pincel, zapatos de plataforma con tacón, leggins negros pegados a sus torneadas piernas y culo prieto lejos del nivel de su hermana, ella aprovechaba su cuerpo, con una camiseta blanca, sin escote, no tenia demasiados pechos para lucirlos y con Lara allí seria hacer el ridículo, enseñando un hombro y su tatuaje de una flor en el, con un montón de pulseras y colgantes, peinada con pelo corto de forma elegante y trabajada, no recuerdo haberla visto sin arreglar nunca.

Una vez reunidos todos éramos entre 12 y 17 personas, algunos acudían se tomaban algo y se iban, otros se quedaban, al final cuando llegábamos a media noche la cuenta del bar iba ya por 300€, entre tapas ya habíamos cenado y algunos ya mostraban síntomas de embriaguez, tanto botellín seguido no es sano, al levantarnos e irnos despidiéndonos del dueño del bar hice un análisis de las mujeres del grupo, por diversión, y Yasira ganaba, arrasaba mas bien, solo Naira, la canaria, le hacia sombra, sus ojos claros y pelo rubio eran muy llamativos, pero ese día iba muy recatada, Lara tenia solo tetas y Alicia iba demasiado normal como para lucirse, iba guapa, pero siempre me daba la sensación de que podría exprimir mas su cuerpo, y no lo hacia, unos leggins ajustados como su hermana o unos jeans ceñidos y tendría a medio bar pagándola copas por bailar junto a ella y sus caderas, pero es que hoy hasta parecía querer disimilar su figura.

Yasira se frotó los brazos, era media noche de finales de septiembre, y pese a que el sol calentaba aun de día, de noche refrescaba, la ofrecí mi chaqueta con caballerosidad, se rodeó con ella inspirando la colonia, preguntándome cual era y diciendo que olía muy bien, sonreí. Caminamos unas manzanas entre gritos y risas, nos quedamos unos 10 para ir a bailar y beber a la zona de marcha, entramos en varios sitios que conocíamos, donde te invitaban a chupitos para que te quedaras allí, pero eran sitios en que se entraba sin pagar, algo cutres y con música poco dada a bailar, los hit del momento y poco mas, eso si, Yasira se reía y charlaba con todos, no se alejaba de mi, pero Manu era gracioso y avispado, era fácil divertirse con el, con el paso de los minutos y las copas, la cosa se fue animando. Yasira era latina y cuando había algo mínimamente “bailable”, por poco que fuera, fluía como agua por la pista, algunas chicas la siguieron y no se movían mal, como siempre los tíos se quedaban en la barra pidiendo copas, yo como no bebo, podía irme con ellas, y estar con 5 mujeres preciosas bailando tu solo es una gozada, Lara , como no, me pegaba a su tetas y sus gestos eran mas atrevidos, mientras las demás hacina parejas entre ellas, Yasira le cayó bien a todas, menos a Lara claro, se frotaba y cantoneaba con ellas como si fueran amigas de toda la vida, aunque encontró en la nueva novia de Teo una pareja fiable, las demás ya se conocían y ellas 2 eran las nuevas, una era la ex de Teo y la otra un rollo mío que iba detrás de mi, así que hacían migas al sentirse un poco apartadas por el resto.

Mi acompañante se mostró hábil y sensual en el baile, sus movimientos eran eróticos y atrayentes, quedabas hipnotizado viéndola mover las caderas, debía ser agotador estar bajándose la minifalda constantemente, el top ya la daba igual, se la veían partes de los senos ampliamente, pero nunca del todo, las chicas insistían en bailotear entre ellas mientras tiraban de sus acompañantes para llevarles a bailar, pero generalmente los tíos forman grupos para charlas y reír con una copa en la mano, me parece de lo mas estúpido pudiendo ir a retozar con mujeres, así que cuando Yasira fue a por mi para llevarme con ellas, la seguí como una serpiente ante su encantador, al inicio hacia el tonto, bailaba de forma torpe, las imitaba sus gestos sensuales que en una mujer provocan erecciones pero en un tío queda ridículo, me iba riendo y ellas me intercambian alegres por tener compañía masculina, Teo me siguió rápido, y antes de que su nueva novia se me acercara la agarró del cintura y se la quedó para el solo. Lara se frotaba de forma grotesca acariciándome la polla con las manos por encima del vaquero, sus tetas apretujadas contra mi me alegraban al vista, pero era Alicia la que tenia mi atención, en parte por que siempre ha sido de las mas alegres al bailar, y otra por que al ver a Teo con su novia la tensaba, la distraje un poco entre risas y bromas con los bailes mas típicos y sencillos, pero entonces llegó el reggaeton, esa música para muchos maldita, pero que por alguna razón pone a las mujeres y hombres en modo “sexo” por que “como se baila así” así nos ponemos, (y si inventan una música que se baila cortándose una mano, lo haríamos “por que se baila así”).

Yasira se sintió en su salsa y casi como en una película apareció entre la gente contoneándose lasciva, caminando directa a mi, el resto se apartaron sintiendo que se había acabado la tontería, Yasira se pegó a mi cuerpo y metió mi pierna izquierda entre las suyas, comenzando a mover la cintura, aferrada a mi cuello, mis manos se desliaron por su cintura y una de sus piernas, y acompañaba con mi cadera sus gestos, aquella ya era otro nivel, era follar con ropa, su mirada despedía calentura y la mía deseo, alguna risa se nos escapaba, ella sentía mi polla en su pierna y yo su coño en la mía, la minifalda se subió y la dio igual, a mi no, 3 tíos detrás de ella la estaban señalando y frotándose el paquete por encima, así que mi mano bajó de su cintura a su trasero y tiré de la minifalda para bajársela y dejar la mano allí para evitar que se subiera, ella no se percató de que estaba siendo devorada con los ojos, o la daba igual, lo interpretó como una señal de calentura, y a los gestos de su cadera se sumaron unos arqueos de espalda demenciales, descolgó uno de sus brazos de mi nuca dejándolo caer colgando y levantó una pierna para que fuera sujetada mejor, la tela de su minifalda no cedía por mi mano, si la soltaba se levantaría hasta dejarla el culo al aire, allí me desinhibí de las miradas y comentarios de los demás, eran evidentes pero aquella pantera me estaba poniendo malo, y ella lo sentía en su muslo, con un enorme bulto en los vaqueros que era tapado por la parte interior de su pierna alzada, sin dejar de mover la cintura y el pecho, con nuestras miradas fijas una en los ojos del otro y siendo conscientes de la subida de temperatura de ambos.

No se cuanto tiempo paso así, varias canciones latinas, lo que puede ser desde 6 minutos a 15, luego ella bajó su pierna y golpeaba mi pelvis con su vientre, haciendo oleadas con su cuerpo, la sujetaba de la cintura acariciando sus caderas y su espalda por debajo del top con una mano, la otra seguía fija en el culo de su minifalda, al cambio de canción rompió a reír, era una canción pegadiza que reivindicaba de forma denigrante el movimiento del culo de la mujer, Yasira se giró rozando mi polla con todo su cuerpo y dejando mi rabo entre sus nalgas, estiró las piernas los mas posible arqueando la espalda agachándose, y sin decir nada su culo empezó a temblar, la descripción clara es que sin doblar las rodillas me estaba haciendo una paja con las nalgas, mi polla estaba ya dura como una piedra y había crecido hacia abajo apretada por los pantalones, me llegaba a medio muslo de la pierna izquierda, la agarraba de la cintura y el vientre mientras mi pecho y su espalda hacían un ángulo de 90º. Saludé a Manu que me hacia gestos claros de burla, pero no estaba para nadie, ni ver a Lara frotándose con la canaria me despistó, yo no estaba quieto, mi cadera ayudaba a su propósito, tenia 2 o 3 buitres al acecho esperando que me apartara de ella lo mas mínimo para ir a “bailar con ella”, pero no hubo opción, ella se volvió sin separarse de mi, ahora mordiéndose el labio, mi mano fue a su trasero de nuevo pero esta vez no para sujetar, elevé su cuerpo lo justo para pegar su cara a la mía, ella me sujetó la cabeza relamiéndose, acercando sus labios a los míos, rozábamos nuestras narices cerrando los ojos, al 4º amago nos besamos, sentí en la lengua el sabor agrio de la cerveza, pero la cereza de sus labios era mayor, la disfruté un par de veces hasta abrir la boca y meter la lengua hasta enterrarla en ella, apartó el pelo del lado cubierto de su rostro y acariciaba mi barba mientras nos besábamos, sin dejar de mover nuestras cinturas, allí ya si que perdí la noción del tiempo, cambiando de posturas siguiendo su cadera, su culo su pelvis frotados contra mi, su pecho casi saliéndose del top y viéndola las aureolas en algunos giros, eran negros y apetecibles, el sudor de su pecho resbalaba en su canalillo y el mío me hizo quitarme la chaqueta, al hacerlo se levantó la camisa mostrando el inicio de mi tableta, ella metió sus manos acariciando mi vientre mientras se mordía el labio, al dejar la chaqueta mi polla era tan evidente que me la miraron todos, tíos incluidos, a Lara fue la única a la que no la sorprendió, pero no por ello dejaba de mirarla, la camarera de escote abultado para llamar a mas clientes se mojó las manos al llenar demasiado una copa por que sus ojos eran para mi, me sentía poderoso y codiciado, Yasira fue alejándome de la pista hasta quedar atrapada en una pared, y allí nos deleitamos el uno con el otro, tenia la cara manchada de su carmín, brillantina por todo el rostro y el cuello de la camisa manchado de sus labios, probé su piel en la garganta, olía a rosas y sudor, acarició mi nuca pasando los dedos entre el cabello húmedo de mi transpiración, sin asco alguno al sentirlo, mis manos la repasaban entera, sus tetas y su culo se salvaron de un ataque directo, volvió a levantar una mi pierna que sujeté , amasé y pellizcaba en su muslo, mientras la otra se centraba en su trasero, era duro y firme, solo mi auto control y el sexo con Mariluz esa mañana evitó que la abriera de piernas y la follara allí mismo, me dolía la polla de estar retenida contra su voluntad, de ser acariciada por sus manos.

-YO: me vas a matar.

-YASIRA: me estas matando tu, madre mía, que verga, mi madre no mentía, las hacías chillar mientras las follabas, ¿verdad?- ella no me había visto ni tocado directamente la polla en el pasado, no como ahora, y su madre le habría contado como Ana y Eleonor eran atravesadas sin piedad, mas de una vez delante de Luz, su madre.

-YO: las hacían venirse hasta desmayarlas.- seguía son soltar mi polla.

-YASIRA: eso me han dicho ellas. – no fue consciente de lo que dijo, la calentura y el alcohol la tenían ida, al usar el plural no podía referirse solo a su madre.

-YO: ¿quien te lo ha dicho?- ataqué sin piedad, tenia que estar seguro, así que mi mano fue resbalando por sus muslos hasta llegar a su coño, la tela del tanga estaba empapada.

-YASIRA: mi madre………….dios………..mi madre y……y Eleonor……..dios – sentía mis dedos acariciándola con habilidad.

-YO: así que saben que estas conmigo ahora…….- frotaba hasta sentir como la tela cogía la forma de su coño.

-YASIRA: si……uf………se lo dije ………cuando me llamaste……me han pedido que viniera………dios….- me besó cerrando los ojos-………. y que te sedujera…….pero cuando fuéramos a follar, me fuera………….que te dejara a medias…………- sonreí.

Lo sospechaba, desde que la llamé sabia que podía pasar, y cuando tardó tanto en salir de su casa, y lo arreglada que iba, no había duda, Eleonor la había ayudado, su forma de vestir era la que a mi me gustaba, nadie se arregla de esa manera pasa salir con amigos si no cuando va de caza, y menos sola a escondidas en su casa sin que te vean y te pregunten, la facilidad con que había logrado meterla mano, pero la señal fue clara, lo supe cuando me habló de mi colonia al ponerla la chaqueta, ese detalle me gustaba y solo Eleonor y Ana lo sabían, se lo dije en una charla, podía ser una coincidencia pero no lo era, no cuando Eleonor no le preguntó a Dani con quien había quedado, ya lo sabia, y ahora yo conocía su plan.

-YO: vaya, ¿Eleonor sigue molesta?

-YASIRA: si…………mas que eso……….- jadeaba respirando al sentir mis dedos apartando su tanga y acariciando con las yemas su clítoris hinchado, – ….se paso 2 semanas gritando e insultándote……………uffffffffff…………luego hablaba con mi madre y planeaban cosas………..pero cuando les dije que me llamaste me obligaron……..yo solo quería divertirme una noche, pero………..Eleonor me ha llevado de compras y a la peluquería………..quería que estuviera preciosa ……….para ti.

Ya sabia lo que necesitaba saber, Eleonor me la había querido jugar otra vez, no se que ganaría con dejarme a medias, pero si era tan estúpida como para pensar que eso funcionaria no me paré a pensar su lógica. Así que ahora tocaba disfrutar de su esfuerzo.

-YO: ¿y por que me lo cuentas ahora?

-YASIRA: por que te deseo, y por que me dan igual………son 2 viejas estúpidas que no me dejan vivir………..es verdad que no me dejan salir ni llevar a nadie a casa……..las odio………mi madre se deja llevar………..se reían cuando me decían que me dejara meter mano hasta ponértela dura…………..para que luego te dejar así y me fuera……..¿que madre hace eso?- sus gemidos no tapaban cierta ira y pena en sus palabras.

-YO: entonces, ¿que hacemos? por que ya has cumplido tu misión, te deseo y quiero llevarte a casa y hacerte el amor hasta el amanecer, eres preciosa y ya lo eras sin tanta parafernalia.- un toque de auto estima para animarla, pero no hacia falta, mis dedos entraban en su coño cuando ella movía sus caderas, no era virgen ni mucho menos y se movía de escándalo.

-YASIRA: hazlo…………… llévame a ese palacio…………..fóllame cuanto quieras, …………….querían que te sedujera pero te deseo también, desde que te vi la 1º vez, por eso acepté, y ahora no quiero parar.- me besó con fuerza hundiendo su cadera en mi mano hasta sentir sus labios mayores en mis nudillos, saqué la mano de allí brillando de sus fluidos.

Los saboreé con gusto, estaba deliciosa, luego la agarré de la nuca y nos fundimos en un beso pasional, neutras lenguas bailaban al ritmo de nuestros cuerpos, la coloqué el tanga y lo acaricié con delicadeza antes de bajarla la pierna y arreglarla la minifalda mientras le comía el cuello. Ella se puso roja al ver como medio bar la miraba situarse el top, los pezones se le marcaban duros bajo la tela dorada, el otro medio me miraba la polla palpitar en lo vaqueros, la cogí una mano y la hice un paso de baile girándola sobre su eje para quedar recostaba sobe mi brazo, y fundirnos en otro beso, si iban a mirar que se deleitaran, Lara echaba fuego por la nariz, la incorporé y me fui a por la chaqueta, nos despedimos, Alicia se fue en algún momento en que estaba con Yasira, no la vi, y Lara me suplicó que me quedara un rato mas, eran cerca de las 4 de la mañana y no tenia intención de aguantar allí mas, así que la cogí de la cintura pegando sus enormes tetas a mi y la susurré que pronto la llegaría la hora. Eso la ruborizó, lo suficiente para dejar que me marchara.

El camino fue eterno y caliente, la puse la chaqueta ante el frío de la noche, ella iba delante mía y yo andaba torpemente pegado a su culo, metiéndola mano a cada instante, las sonrisas eran vagas, era lujuria lo que sentíamos, al llegar al coche ella se recostó sobre la puerta y me apretó contra ella, metí mis manos por debajo del top hasta alcanzar sus senos y acariciarlos, tenia los pezones duros, y el fresco de la noche ayudaba a sentir su piel tersa y vibrante, otra mano hico fuerza contra la cintura de la falda y se metió por dentro de sus nalgas tirando del tanga, sus suspiros eran todo lo que necesitaba, miré a la calle para saber si era lo suficientemente apartada y desierta para penetrarla allí mismo, pero había demasiada gente, aunque sus labios besándome el cuello y sus manos metidas por debajo de mi camiseta acariciando mi vientre hasta el pecho, indicaban que no la importaba mucho, subimos al coche y a duras penas podía apartar la vista de ella, se acariciaba y frotaba con lujuria, bien abierta de piernas se estaba frotando la vulva, por poco no tenemos un accidente en una rotonda, me centré en la calle, pero mi mano se deslizaba en su muslo, piel tersa y el brillo de sudor aun en ellos solo los hacían mas con su tono de ébano.

Al llegar al aparcamiento se me echó encima besando, se sentó encima y se contoneaba sin parar, hasta hizo sonar el claxon con su trasero, me costó salir del coche con ella acariciándome sin parar, en el ascensor fue igual, pegada a mi polla con una erección continua desde hacia un buen rato, pero ya la frotaba con ella, apenas me contenía acariciándola, si algún vecino hubiera llamado el ascensor al abrirse hubiera visto a Yasira de frente con mis manos en sus tetas agarrándolas desde atrás dando golpes de cintura en su culo con la minifalda subida enseñando el tanga, por suerte nadie llamó y entramos en casa abrazados y besándonos, su lengua era áspera y contundente, me quitó la chaqueta sin dejar de besarme y también desabrochó la camisa acariciando mi torso cuando ya estaba abierta, sus manos fueron a mi cinturón mientras lamía mi pecho, desabrochó sonoramente la tira de cuero y abrió la prenda vaquera para meter su mano y acariciar el tronco de mi polla aun dentro de los pantalones, sentí su mano buscando sitio hasta rodearme el miembro por completo, acariciando levemente, como un animal de forma brusca agarré la minifalda y tiré de ella hacia arriba, tan fuerte que la levanté del suelo medio segundo cuando hizo tope con el top, volví a tirar y la minifalda se adherió a la falda y obligándola a estirar los brazos hacia arriba, le saqué ambas prendas por la cabeza, ver caer su pelo una vez fuera sobre sus senos me calentó demasiado, la separé el cabello y me doble para lamer los 2 pezones mas oscuros y grandes que había visto nunca, las aureolas eran del tamaño de galletas, y los pezones anchos y duros, no muy largos, como botones de mando a distancia, los lamí oyendo sus gemidos al contacto, los sostuve con las manos, al no llevar sujetador no cayeron pero mi duda era si subirían con uno puesto, estaban firmes, tersos, bien colocados y duros, sus manos acariciaron mi cabeza mientras los degustaba, una mano fue a su trasero, estaba como aun piedra, lo azoté levemente para sentirlo temblar, sus nalgas abiertas por el hilo del tanga apenas se movieron, sin duda las mujeres de piel oscura tienen culis mas firmes de forma natural, esa fue mi conclusión, o al menos Yasmine, Eleonor, Yasira, o incluso Pamela, la negra africana del instituto, tenían traseros antinaturales al tacto. La cogí de los costados y me la subí encima, me rodeó con las piernas mientras apretaba sus pechos en mi cara, los iba lamiendo y chupando como un bebé mientras la llevaba a la habitación de abajo.

-YASIRA: no, súbeme arriba, quiero hacerlo en la cama de Eleonor.- sonreí asintiendo.

-YO: eres muy traviesa.- giró la cabeza apartando todo su pelo en una dirección despejando su cara.

-YASIRA: estas a puerto de descubrir cuanto.- mes besó sintiendo su deseo.

Al llegar arriba y entrar en la achicaron se bajó pasando un dedo desde mi barbilla hasta mis vaqueros, donde tiró de la prenda asomando la cabeza con picardía, mordiéndose el labio, acarició cuanto quiso de mi cuerpo, yo me aparté un segundo para bajar las luces, y poner algo de música erótica con el PC, volví a su brazos deleitándome con la visión de su cuerpo desnudo contoneándose, solo con el tanga marcando su coño y unos tacones de infarto, una mano se me fue a uno de sus senos y la otra a su trasero, mi boca recorrió sus labios, su cuello y el pecho agarrado, mientras ella abría del todo la cremallera del vaquero, sujetando mi polla y tirando hasta sacarla gran parte por encima del pantalón, masturbaba levemente con ambas manos mientras se dejaba lamer cada rincón que me apeteciera, luego le tocó a ella y besó mi cuerpo hasta quedar de rodillas y bajarme los pantalones del todo, quedó maravillada ante el saltó que dio mi polla ante ella una vez libre del vaquero, la sujetó con ambas manos y tiró de la piel hacia atrás abriendo los ojos con cara de apetito, notaba en su mirada como llevaba deseando ese momento mucho tiempo, abrió la boca lo mas que pudo, y por gracia divina o coincidencia, su mandíbula marcada ayudó a que metiera media polla en la boca de golpe, casi se atraganta pero su lengua se mostró mucho mas hábil de lo que esperaba, al sacarla chupó el glande con dedicación mientras su manos le apartaban el pelo de la cara dejándoselo caer todo sobre un hombro. No se si instruida por Eleonor o no pero sus manos comenzaron a pajarear sin descanso, mientras su boca apenas podía engullir mas de mi barra de carne, sus labios manchaban mi rabo de carmín, chupaba sin separar sus labios de mi glande y de vez en cuando lamía el tronco, yo solo la acariciaba el pelo, no necesitaba guía, esa mujer sabia lo que hacia, tendría 20 años pero la chupaba mejor que bastantes con las que había estado mayores que ella, al rato se levantó buscando mis labios, se los concedí con gusto, mientras una de sus manos seguía masturbando si parar, la otra mano se quitó las horquillas del pelo y lo dejó caer sobre su rostro, luego hizo uno de los gestos mas eróticos que me parecen, con una mano cogió todo su pelo y lo hizo caer sobre un hombro haciendo un tirabuzón en su cabello, eso provocó un beso largo y húmedo, al finalizar tiró de mi labio inferior con los dientes, el sabor a cereza era cada vez menos, tenia el cuerpo entero manchado de sus labios y purpurina, se dirigió hacia la cama andando de forma lenta y amplia, dejándome ver como su trasero se movía y su culo rebotaba con el sonido de los tacones haciendo aparecer y desaparecer el fino hilo del tanga negro, con los pulgares fue bajándose el tanga y cuando llegó a la cama lo dejó pare al suelo, tuvo que tirar para separar la tela de su coño, estaba tan empapado que mas bien lo despegó, cayó sobre la cama gateando con el culo en pompa, acariciándose el coño con una mano, mientras su cuerpo seguía una inercia de sexo que yo aun no la estaba dando, “joder con la hija de la criada”, pensé con una amplia sonrisa.

Directo a por ella la agarré del culo y separé las nalgas acercando mi cara a sus muslos, olí su interior, era abrumador, a humedad y sudor, al 1º lametón se le erizó la piel, y al chupar su coño tiritó, su cinética era constante de adelante a atrás, la estaba follando con la lengua, mis manos amasaban sus nalgas dando alguna palmada, sonaba como golpear mármol, tenia unos labios mayores enormes y oscuros y al abrirlos el rosa lo invadía todo, localicé el clítoris asomándose, chupé y jugué con mi lengua cuando mis dedos la penetraron otra vez, sus gemidos subían de inmensidad y movió el culo como cuando bailábamos, sintiendo como sus posaderas se apretaban contra mi, una serie de lametones largos hasta su ano me dejaron claro que no le hacia ascos al anal, así que lo lamí igual, sin dejar de meter mis dedos en ella, la sentía derretirse, fue cuando me arrodillé detrás de ella y golpeé mi polla en su coño de abajo a arriba, al sentirlo se arqueó la espalda.

-YASIRA: fóllame, fóllame por favor, métemela de una vez.

Soy obediente cuando me gustan las ordenes, acaricié con el glande abriendo los labios mayores hasta que se encajó en el hueco idóneo, apreté para sentir como se abría y como ella contenía el aliento, dada sus artes, no me extrañó meterla ¾ de rabo del tirón, con algo de dificultad pero se abría ante mi, tosía aire mientras gemía aguantando la sensación, pero sin dejar pasar un instante movió sus caderas con rapidez notando como su culo se contoneaba de forma sensual, imitando su gestos en la pista fue girando las caderas hasta sentir como la metía dentro de ella, mas bien fue ella la que se la metió, su respiración era lo único que denotaba que sentía el tamaño de mi verga, y me gustó su docilidad, la veía moverse de forma fluida, sus nalgas golpeaban en mi pelvis y usaba esa inercia para alejarse un poco y volver a por otro rebote, la sensación era de fuerza y presión, pero no paraba de moverse, sus gemidos se cortaban con algún grito pero me estaba haciendo bufar y disfrutar, acaricié se espalda rodeándola hasta agarrar sus senos y tirar de su cuerpo para ponerla de rodillas pegando su espalda a mi pecho, mientras seguía moviéndose sin parar, era un baile constante de placer, mientras la pellizcaba los pezones, otra mano se fue a su clítoris para frotarlo, fue cuando ella explotó con un orgasmo que para mi sorpresa solo la hizo girar mas rápido aun su trasero, “dios, que mujer”, me aferré a su cintura y decidí que ella estaba preparada para mas, saqué a la bestia, ni siquiera empecé normal para ir subiendo, su cuerpo se puso rígido estirándose unos minutos después cayó cobre la cama totalmente estirada boca abajo sacándose mi polla, me arrodillé en su piernas y metí mi rabo de nuevo separándola las preciosas nalgas, la bestia se desquitó provocándola varios orgasmos mas, ella empezaba a entender por que las hacia gritar, no era el tamaño si no la constancia, a los 15 minutos ella era la que gritaba, golpeaba la cama con fuera mientras gemía y jadeaba.

-YASIRA: ¡¡¡córrete, lléname de tu semen, hazlo, se que te operaste, fóllame y metete tu leche hasta el fondo de mi ser!!!

Aceleré hasta dar lo mejor, el sonido de humedad siendo deslazada en su interior y de mi polla abriéndola era delicioso, cuando los brazos me empezaron a flaquear sentí el golpe eléctrico en la columna y descargué una barbaridad de semen, metí una estocada y la dejaba cabecear dentro de ella, un azote en el culo fue la señal de que había terminado, me tumbé a su lado, acariciándola la espalda, estaba tumbada mirándome con los ojos brillando y una sonrisa enorme.

-YO: eres una chica traviesa – repetí.

-YASIRA: ya te lo dije…..

-YO: follas de cine.

-YASIRA: ayuda que mi novio la tenga grande, aunque no como la tuya.- bajé mi mano de su espalda a su ano jugando con el.

-YO: ¿tienes novio?- me importaba poco.

-YASIRA: si, bueno, algo así, nos acostamos pero últimamente casi no nos vemos por culpa de mi madre, ¿por que? ¿te molesta?

-YO: para nada, es asunto tuyo, yo me conformo con tu cuerpo.- empujé y la metí un dedo en el ano con algo de esfuerzo, su cuerpo se retorció un poco al sentirlo.

-YASIRA: esto no ha acabado, ¿verdad?

-YO: no.

Gateó hasta ponerse a 4 patas encima mía, besándome con lujuria mientras la follaba el culo con 1 dedo y luego 2, la otra mano masajeaba uno de sus pechos, su cintura se movía de nuevo, se abrió de piernas hasta meterse mi polla ya dura en su coño, vi como un escalofrío la recorría el cuerpo, no bajó del todo, pero no hacia falta para dejarla llena, y mis dedos en su ano la estaban matando.

-YASIRA: ¿me vas a follar por el culo?- sonreí ante su descaro.

-YO: si tu quieres, a algunas le da impresión que se la meta por detrás, pero me da que tu, traviesa mía, no eres de esas……..- se encorvó para ponerme las tetas en la cara, con sus blancos dientes resaltando en un carcajada.

-YASIRA: no, no soy de esas, me encanta el sexo anal, así que deja de jugar y ábreme el culo con la polla.

-YO: ¿donde hasta estado toda mi vida? – azoté su trasero al sacar los dedos de su ano.

Adelantó la cadera y saqué la polla de su coño para hundirla en su ano, fue tan fácil que mis dedos solos no podían haberlo provocado, esa tía tenia el culo abierto desde hacia mucho, de nuevo pasada ¾ se paró, giró sus caderas una y otra vez hasta tenerla toda dentro de su ano, sus gemidos aumentaron de intensidad aun mas, se apoyó con ambas manos en mi pecho arañando con las uñas y continuaba bailando, ¡que forma de moverse!, como si no la estuviera empalando, allí la demostré mis talentos, planté los pies y cogí de sus glúteos hasta levantarla medio palmo, allí la bestia volvió al ruedo y desaté mi fuego interior, su cara cambió a un asombro y placer indescriptible, golpeaba con fuerza haciendo sonar mis huevos en su culo, ella arañaba mi pecho con lujuria, luego se rindió sobre mi pecho, haciéndose una bola siendo penetrada sin piedad, rodé dejándola tumbada boca arriba y conmigo de rodillas, seguí follándola el culo mientras con el pulgar la acariciaba el clítoris, era glorioso verla acariciarse las tetas, como estrujaba los pezones y tiraba de ellos con violencia, le iba el sexo duro, así que caí sobre su pecho comiéndola las tetas sin dejar de follarla el culo, mordía sus pezones provocándola orgasmos continuos anales que no eran nuevos para ella, la fuente que se convirtió su coño con cada venida fue genial, cuando la besaba parecía que quería agradecerme el placer que la daba con cada embestida, luego jadeaba cansada, estaba exhausta y sudando, pidiendo a gritos que terminara, pero la bestia era incansable, al menos 20 minutos hasta que sentí que me corría, la llené el culo de mi semen, al sentirlo se retorció de gusto sobre las sabanas poniendo el cuerpo tenso unos minutos y al sentir el intenso placer evaporarse se relajo de golpe. Ahora caí rendido sobre ella que me rodeaba con las piernas y los brazos, acariciándome de forma suave y tierna con las manos y los muslos.

-YASIRA: dios…………ahora sé por que esta tan loca Eleonor, yo también perdería la cabeza si me follaran así.

-YO: que la jodan, tenía esto y más, trató de jugármela, aun trata de jugármela.

-YASIRA: es una retrasada, y se merece lo que la hiciste.- tenia mis dudas de si en realidad Yasira se acostó conmigo por orden de Eleonor y todo era una cortina de humo de un plan mayor, pero o era actriz profesional o su tono de ira con ellas era real.

-YO: supongo, aunque ahora mismo no pienso con claridad, eres una fiera difícil de domar.- rió contoneándose.

-YASIRA: jajaja pues tu no eres menos, ni mi novio en toda una noche me ha dado tanto placer.

-YO: ¿cuanto llevabas sin sexo?

-YASIRA: desde que nos mudamos, joder, como necesitaba esto, y contigo, ha sido increíble.- me dio un suave beso.

-YO: y puede volver a serlo.

-YASIRA: ¡¿ahora?! No por dios, me duele todo, no podría……..

-YO: no ahora, sino otros días, podemos quedar para salir de fiesta el fin de semana, como el hoy, y luego venir aquí.

-YASIRA: jajaja seguro que a mi madre y a Eleonor les haría mucha gracia…….- la ironía era evidente.

-YO: yo me ocuparía de Eleonor, tu madre es otro tema.

-YASIRA: es una payasa servicial, no puede hacerme nada.- odio que un hijo hable así de su madre, pero me daba lo que quería.

-YO: ¿y tu novio?

-YASIRA: a estas alturas ya se habrá buscado a otra disponible, como a ti, no le faltan pretendientes.

-YO: pobre, no sabe lo que se pierde………. ¿y ahora que haces? ¿Tendrías que volverte a casa o que habíais quedado?

-YASIRA: pues tenia que dejarte e irme en un taxi, no tenia hora, pero ya es tan tarde que tendré el móvil lleno de llamadas.- lamí una de sus tetas antes de bajarme a por el bolso, era fácil encontrarlo, estaba al final de la hilera de ropa tirada en el suelo.

Me senté con ella entre mis piernas y la vi leyéndome los mensajes de su madre y de Eleonor preguntado que tal estaba y como iba, los unimos mas insistentes, la contestó que le había costado mas de lo pensado pero que ya íbamos a casa, y allí me dejaría a medias, nos reímos al enviarlo, la besaba con lujuria.

-YO: date una ducha y te llevo a casa.

-YASIRA: ¿te duchas conmigo? Me han dicho que eso te pone.- suspiré al oler su cuerpo pegarse al mío.

-YO: ojalá, pero tengo que hacer algo, ¿la próxima vez?

-YASIRA: la próxima vez – me besó con detenimiento antes de levantarse y andar escocida al baño.

Me puse en el ordenador, paré la grabación de una de las camamas del dormitorio que aun tenia instaladas y que activé al poner la música, sonreía mientras con algo de habilidad fui copiando en un CD el vídeo de Yasira siendo follada por mi que acababa de ocurrir, preparé también uno de los videos que tenia de Eleonor siendo salvajemente follada por mi y uno mas siendo penetrada por otro de los que se tiró en mi estancia allí, la pixelé la cara, no fue difícil fueron videos cortos, y los subí a paginas porno de Internet, pegado las direcciones en el CD, junto a una nota en un sobre, “Para Eleonor, ver sola.”

“La próxima vez no envíes a una cría ha hacer el trabajo de una adulta.” Pegado junto al vídeo, luego los links a los enlaces porno que había subido.

“No habrá mas advertencias, la próxima vez no serán videos de 1 minuto, si no completos, y no te taparé la cara, ahora convencerás a Luz para que deje a su hija salir cuando le de la gana, me da igual si le enseñas o le dices a Luz que me he follado a su pequeña, es cosa tuya, pero me enteraré si le pasa algo a Yasira y te arruinaré la vida, por ahora esta afrenta solo te costará que me pagues la compra al completo.

Si vuelvo a saber de ti, de cualquier modo, le mando a tu ex todo lo que tengo.

Un saludo.”

Metí el CD en una caja, repasando mis palabras mentalmente, podía decirla que la afrenta le costaría subirla el sueldo a Dani directamente, pero eso la haría sospechar que la tenia en el bote, así que pagarme la compra seria mas dinero para Dani de forma indirecta, yo me pagaba lo mío, pero Eleonor no lo sabría, a su vez me aseguraba tener a Yasira los fines de semana que saliera, tal como “bailaba” no tenia que buscar a otra. Cuando salió de la ducha repasé su cuerpo desnudo y fresco, me di una ducha rápida y cuando salí Yasira se estaba vistiendo, la quité el tanga de las manos y lo guardé, como recuerdo.

-YASIRA: y si vuelvo a casa sin bragas ¿que pensará mi madre?

-YO: ya te inventarais algo, pero así siempre tendrás un motivo por el que volver.

-YASIRA: ya tengo un motivo por el que volver.- me agarró la polla.

-YO: bien, así serán 2.- la azote el culo, me encanta hacerlo.

Se vistió, bueno, si eso es vestirse, la minifalda que se le subía y el top que enseñaba casi todo, el camino de vuelta a la urbanización la fui metiendo mano y ella a mi, me puse los vaqueros sin cerrar y una camiseta, la mitad del camino fue haciendo una felación que me hizo parar en un descampado y reclinar los asientos para volver a follarla, vestida y todo, sin tanga fue sencillo, la daba con la cabeza en el techo del coche, montada a horcajadas sobre mi, la reventé el coño a orgasmos, cuando me fui a correr se desmontó y descubrí que aparte de chuparla de cine se tragaba el semen sin miramientos. Eso retrasó nuestro camino 30 minutos, al llegar tardamos otros 10 en separarnos entre besos y caricias delante de su casa, o bien dicho de su finca, la acompañé hasta la entrada y dejándola claro que solo seria sexo y que me llamara cuando quisiera quedar para salir de fiesta, no puso reparos y me besó con sabor a despedida, entró con unos sonoros azotes en su culo que resonaron por toda la calle. Cuando entró dejé el sobre con el CD en el buzón, y me fui sonriendo a casa.

Dormí un par de horas antes de ir a trabajar, no se como me mantuve en pie, menos cargar cajas, aun así me dio para tantear el terreno de las chicas de allí, pero estaba roto, volví a casa y me dormí hasta el atardecer, luego quedé en el piso de estudiantes con las chicas y algunos amigos, nos quedamos viendo un partido y luego jugando y riéndonos, Lara me miraba con odio del día anterior, me fui a casa solo cuando acabamos, el domingo no paso nada, si, de vez en cuando tenia esos dais, y hasta los agradecía, el lunes desperté con Dani llamando a la puerta.

-YO: buenos días, preciosa, ¿que tal?

-DANI: yo feliz, mucho, ¿tu saber?

-YO: no, dime.

-DANI: gran señora mandar mensaje, ella subir extra de compra, casi doble, ¿dinero para mi?- lo dijo con tanta ilusión que me sonrojé.

-YO: si, claro, es tuyo. – saltó a la cama dándome besos en la frente.- ¿no decía nada mas?

-DANI: si, ella decir que yo no informo mas, ella quitar extra pero con dinero de compra ser mucho mas. ¿Si?

-YO: si, supongo………. pues no lo malgastes.- sonreía al tenerla encima, tan feliz y ensimismada que no se había dado cuenta de que estaba desnudo con la polla tiesa de los empalmes mañaneros bajo las sabanas.

-DANI: yo encontrar esto en buzón.- me dio un sobre, lo reconocí enseguida, era el que le había dejado a Eleonor

-YO: gracias, ahora si me dejas……- me miró agradecida y se fue sin percatarse de mi rabo tieso.

El sobre era el mismo pero tenia el CD dentro roto, y su nombre tachado, con una nota dentro.

“Eres un carbón y un desgraciado, tu ganas, se acabó, le he dado mas dinero al mes a la sirvienta, que sepas que me ha estado informando, pero ya esta, borra esos videos de Internet, te lo pido como buena voluntad, adiós, que te vaya todo bien, mal nacido.”

CONTINUARA………….

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:

poesiaerestu@outlook.es

Relato erótico: las tres mujeres que cambiaron mi vida. La viuda, la divorciada y la solterona”. (PUBLICADO POR JIHNM)

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II

LA DIVORCIADA

 

Su nombre , PIA, su edad 35 años, 1,72 de estatura, descalza , con tacones 1.74, medidas, 92 ,60,91 , ojos verdes ,pelo color castaño y una piel blanca  tirando con un tono a rosado , su pelo de color castaño  con líneas de rayos rubios que impresionaba a cualquiera por el largo de su cabellera y una cara de bellas facciones que era adornada por la caída de su cabello extremadamente liso  que cubrían ambos lados de sus mejillas , que más parecía un ángel caído del cielo.

 

Ahora les contare la historia.

 

A principios de 1975, un primo en segundo grado ,  fue nombrado cónsul general de mi país en México , esto me dio la oportunidad de estar visitando la embajada de mi tierra , para visitar al  primo y salir a pasear por  EL D.F. , ya que él no conocía muy bien la ciudad  y yo me encargaba de darle el tour, para que el fuera conociendo los lugares más turísticos como también aprovechar los fines de semana para salir a parrandear , además yo era el invitado, debido a que mi primo tenía un buen sueldo por parte de nuestro gobierno .

Cierto viernes que visitaba Al primo eran, como  las dos de la tarde, más o menos,  subo al elevador, y cuando estoy marcando el botón  y las puertas se están cerrando escucho una voz de mujer que me dice, espere por favor, aprieto el botón de abrir puertas y entra ese monumento de mujer, yo le trate de sonreír pero aquella mujer se miraba extremadamente seria, que me acorte en un momento, e  hice la vista en dirección a la puerta.

Llegamos al segundo, hasta llegar al cuarto que era mi destino y que el mismo era ocupado completamente por mi embajada, y para mi asombro ella también bajo en él.

Entre a las oficinas y salude a las secretarias y otro amigo que se encontraba en la sala y me fui directamente a la oficina de mi familiar, y estuve con él, como 15 minutos y le dije que esperaría por él, para que fuéramos a conocer lo que él quisiera, que yo estaba a la orden.

Volví nuevamente a la sala y aquella mujer aún estaba ahí, y, se le miraba un gesto de preocupación y observe, que ella le pedía a la secretaria, que le aligerara el trámite de la factura consular, ya que un importante envió de su empresa, iba a ser exportado a mi país, y que sin ese documento, él envió, se tendría que hacer hasta  la siguiente semana.

A  lo lejos pude observar el escultural cuerpo de tan bella mujer que a pesar de vestirse con unos janes, una blusa tipo camiseta y una elegante chaqueta de la misma tela del jean,  se mostraba soberbia con un impresionante trasero y una elegancia muy juvenil de acuerdo a su vestimenta.

Me acerque al escritorio de la secretaria y le pregunte cual era el problema y ella me contesto, que el recibo de cualquier  documentación, para tramite en esa oficina era a las 10 de la mañana y la entrega era a las 2 de la tarde  y que ella había llegado hasta esa hora.

Me acerque a la bella mujer y le dije.

Mi nombre es Héctor y voy a tratar de ayudarla, deme la documentación y por favor espéreme en la cafetería que está enfrente del edificio, yo llegare en lo que me tarde para conseguirle la firma.

El semblante de aquella mujer cambio radicalmente y con una hermosa sonrisa me dijo.- De verdad, no sabe de qué lio me libra, si usted me hace ese favor,

 Me entrego la documentación y me dirigió la mirada diciendo lo espero abajito, tomo el elevador y desde la puerta  podía leer en sus labios,-gracias.

Hable con mi primo le dije que necesitaba su firma y sello para hacerle un favor a una diosa hecha mujer, mi primo quería salir para conocerla. Pero yo le dije que ella me estaba esperando en la cafetería y que se la presentaría si había la oportunidad,

Me tarde unos 10 minutos en el llenado del formulario, lo firmo y lo sello y tome rumbo a la cafetería a encontrarme con tal angelical dama.

Al entrar a la cafetería y al buscarla con la vista , veo que ella se levanta agitando la mano y para mi sorpresa ella estaba acompañada de un hombre, que para mí fue como si me hubieran lanzado una cubeta de agua fría , me acerque a la mesa, y con una sonrisa dibujada en la cara le hice entrega  de la documentación y con una voz muy autoritaria le dijo a su acompañante.- Corra y lleve la documentación a la naviera y el carro lo deja en la oficina, el tipo salió apresurado y se despidió de mi con un leve gesto  y luego sucedió lo siguiente..

Héctor es tu nombre, me dijo, y quiero pagarte el favor y se sacó 50 dólares  de una bolsa de su chaqueta, como si ya los tuviera preparados y me los ofreció en pago por mis servicios.

Eso realmente me ofendió, y le conteste,.. Perdona cariño pero yo no acostumbro a cobrar mordidas por mis actos cuando de ayudar se trata pero disculpa  si te di esa impresión.

Aquella mujer quedo cuadrada ante mi reacción y trato de disculparse por la situación que se había dado entre los dos. Me pidió que me sentara y me dijo.- discúlpame otra vez, pero por favor acompáñame a tomar un café y espero que no me vayas a rechazar mi invitación,

Me senté a hacerle compañía y comenzó la plática.

Mi  nombre es María Pía pero solo me gusta que me digan Pía, soy la directora de ventas, para centro américa y el Caribe y exportamos muy seguido a tu país y hoy tuvimos este problema, porque el encargado de hacer estos trámites murió  en un accidente y me toco hacerlos personalmente y desconocía las regulaciones de tu embajada,- entonces yo pregunte.

Y porque presumes que yo soy extranjero y riéndose me dice, tu acento no es chilango (mote que se le da a los capitalinos), no eres norteño, porque yo, si lo soy y del sur tampoco, por tu estampa, ya que en el sur de México hay mucho indígena y por el color de tu piel blanca que toma baños de sol.

Yo me reí a mas no poder por lo ingenioso de sus observaciones , al cabo de 15 minutos de platica la camaradería broto entre nosotros, intercambiamos teléfonos con la sugerencia que si ella tenía un igual apuro en el futuro, podría contar conmigo en lo que pudiera ayudarle

Con el correr de la plática, ella me dio a entender que estaba rodeada de ineptos en la oficina y de repente se refirió al tipo que había estado con nosotros y que mando a la naviera y se expresó de él, en una manera soberbia y poco grosera, diciendo que el mismo no servía ni para hacer un simple mandado y ojala, no le saliera con una pata más larga que la otra y no entregara la documentación a tiempo, porque este sería su último día de trabajo en su oficina.

Yo la escuchaba atentamente y me daba cuenta que este ángel que estaba frente a mí, era realmente un demonio con faldas para cualquier hombre que estuviera bajo su jerarquía, mi opinión de ella cambio de un lado a otro y la seguía escuchando, porque al parecer estaba acostumbrada a que ella era la que tenía la última palabra.

Yo, solo sonreía ante cualquier tema que ella tocara y luego se dirigió a mí y me pregunto qué hacía en México.- Le conteste que estaba en  séptimo semestre  en la facultad de ciencias políticas  y que cuando me encontró en la embajada,  estaba de visita a mi primo quien era el cónsul general.

Ella empezó a dirigirse a mí en otros términos y volvió a disculparse y que realmente se sentía muy apenada por lo sucedido anteriormente, y como siempre las preguntas de rigor de quien era yo en mi país, comenzaron a aflorar y por supuesto con sus respectivas respuestas, sin querer ya había pasado más de una hora y muy risueña se estaba despidiendo de mí, cuando entro el primo.

Héctor, que mujer más guapa, por favor preséntame ante esta bella dama inquirió mi primo, hice las presentaciones pero Pía me dijo que tenía que volver a la oficina y que por favor la llamara para seguir con la amistad. Salió de la cafetería y mi primo se la comía con los ojos y yo le dije.- primito, a esa vieja como que le caen muy mal los hombres a saber si es marimacho. – Y mi primo contesto, – no puede ser, tan bue nota que esta la condenada, hicimos planes y nos fuimos de parranda.

Paso casi un mes y nunca la llame por teléfono, porque en realidad no me interesaba después de haberla escuchado,  en especial la opinión que tenía sobre los hombres

Un sábado dispusimos ir a un restaurante muy criollo mexicano que era famoso, por sus mariachis, su comida y que el mismo tenía una decoración y arquitectura como de una vieja hacienda de la provincia mexicana

Unos mariachis se acercaron a nuestra mesa y al calor de los tragos, mi primo empezó a pedir títulos de rancheras  y demando que las tocaran. Reíamos y cantábamos y realmente nuestra mesa era una verdadera serenata mexicana, en lo que volteo a ver al pasillo veo aquel escultural monumento de mujer que va caminando de espaldas y lo que más me impresiono eran aquellas largas piernas, bastante gruesas que servían de base a un portentoso trasero y la larga cabellera que llegaba hasta donde la espalda pierde el nombre. Vistiendo un vestido ocre terciopelo de una sola pieza,   con una amplia apertura, que dejaba ver toda su espalda, esa visión era capaz de quitarle el hipo a cualquiera,-

 

En mis adentros  solo me preguntaba, será esta mujer como decimos los hombres un culo de pecado, pero una cara de penitencia, me quede sentado y mis ojos no se apartaban del pasillo esperando que regresara.

Quince minutos después apareció de nuevo, y cuál es mi sorpresa que era Pía. Y ahora dejaba ver sus senos en su total dimensión yo estaba como loco, me levante de la mesa y corrí, la alcance le dije, Pía y ella voltio el rostro y al verme me saludo muy sonriente y nos dimos un beso en la mejilla y la acompañe a su mesa.

Ella me presento con una pareja de esposos de la tercera edad y me dijo que eran sus tíos de provincia, que venían a visitarla a la capital, había una silla vacía y me senté con ellos estábamos en gran platica cuando aparece mi primo y al ver a Pía ni espero la invitación y con los tragos encima, busco una silla y se sentó a formar el grupo,

El tío de Pía era un señor muy ilustrado que resulto que era catedrático de una universidad estatal del norte de México y era un fanático de la civilización maya y azteca.  Cuando el tío se enteró quien era mi primo la conversación se centró en el mundo maya, de la cual mi primo era un buen conocedor.

Pía y yo solo nos veíamos las caras al observar que aquellos dos personajes estaban completamente apasionados en su plática , a lo que la tía me dice .- a ver joven , invite a mi sobrina a bailar para que no se aburran porque esta platica conociendo a mi marido va para largo.

Mire a Pía, le ofrecí mi mano y ella con una sonrisa le dijo a su tía .- gracias tía , ya regreso y salimos en dirección al jardín que está en medio de la hacienda y que tenía una pista circular que era irradiada de ondas musicales  al estilo más romántico en música instrumental .

Baile con ella guardando la distancia, esperando que ella tomara la iniciativa pero nunca daba el primer paso de acercamiento.

Volvimos a la mesa y todo siguió igual por el resto de la noche

Los tíos de Pía regresaban en tres días a su residencia en provincia y el señor muy contento nos invita a mi primo y a mí a una reunión de despedida en la casa de PIA  un lunes para ser más exacto

Llego el día, nos vestimos elegantemente de saco y corbata y llamamos para avisar de nuestra llegada y para confirmar la dirección, para no equivocarnos con la misma.

Tocamos el timbre y Pía apareció al abrir la puerta muy risueña y nos invitó a pasar a la sala donde nos estaba esperando la pareja de señores  y mi primo entro con una pequeña caja como obsequio, para el señor, con tres botellas , una de aguardiente del más fino de mi tierra , una bebida a base nance para las damas y una botella de cinta negra , para amenizar la velada, la misma se volvió de lo más jocosa ya que la esposa del tío , pidió que ya no quería saber más sobre mayas y aztecas y comenzamos a contar anécdotas chistes en fin que la reunión tenía una característica de viejos amigos, la música muy agradable  y los tragos circulaban con mayor velocidad que al término de las dos horas la botella se había consumido en su totalidad , el tío saco del bar una botella de tequila y empezó a servir, yo siempre le  he tenido miedo a mezclar licores y le hice saber que él estaba manejando y que era peligroso. A lo que me contesto, que el andaba con placas diplomáticas y que nadie se atrevería a molestarlo, aun las autoridades de tránsito.

Pía y yo, nos hicimos en un rincón y producto de los tragos me dice un piropo por primera vez, – Héctor que elegante te vez de saco y corbata y realmente el traje te da  una pinta muy diferente y te hace ver un hombre serio  y mucho más atractivo  al contrario de la última vez , que te consideraba un chavito cuando me invitaste a bailar en el restaurant, y yo inquirí .- Y ahora bailarías con este nuevo yo , y me dio la mano, y , bailamos una pieza y de cachecitos como dicen los mexicanos.

Al terminar nos separamos y agarrados de la mano nos dirigimos al porche de la casa y en ese lugar me dice.

Héctor me puedes acompañar a una reunión , que con motivo  del cumpleaños de la empresa , la dirección siempre organiza una fiesta para empleados y clientes selectos y no quiero ir sola , porque no soporto las miradas y tampoco las invitaciones de viejos rabo verdes que creen que porque tienen la cartera llena, cualquier mujer se les tiene que postrar a los pies y a su antojo , y al mismo tiempo  tengo que soportar sus insinuaciones y falta de respeto para una dama, que se dice ser en la totalidad de su palabra.

Mi respuesta, claro que voy contigo, y déjame  decirte que estoy para servirte y estar a tus pies en lo que tú ordenes,

Que  tierno eres, Héctor  y gracias por aceptar, en una sola noche mi idea  de ti, ha cambiado en 180 grados, la fiesta será en una semana y yo te llamare al fin que tengo tu teléfono en mi oficina, para confirmarte la fecha, lugar de reunión y hora

La invite a bailar nuevamente y  con voz suave al oído le digo.- y como me vas a presentar a tu gente y ella contesto,- como un primo que viene del otro lado del norte y yo solo me eche a reír y le conteste,- no sabes que entre nosotros los hombres , muchos dicen que a la prima se le arrima , ella se puso a reír y me aclaro,- tienes razón mejor te presento como un cuñado , hermano del que fue mi esposo .- yo le respondí , me gusta y así te trataran con mucha más seriedad y no se atreverán a hacer ninguna broma de mal gusto ni a ti ni a mí. Y nuevamente pregunte y como haremos con el acompañante de la cafetería y dijo no te preocupes, ellos tienen su fiesta en la planta,  y la nuestra es solo para la dirección y ejecutivos y clientes.

Con más confianza, la apreté de la cintura y seguimos bailando por un buen rato y pude sentir como sus enormes pezones se pegaban contra mi pecho y podía oler el aroma de aquella hembra que me tenía mareado de deseo  y le solté  de mi mano izquierda y me puse a jugar con su pelo. Y seguimos bailando en la penumbra, hasta que escuche a mi primo que me llamaba, porque ya era tarde y no quería llegar fuera de tiempo a la oficina, ya que tenía que recibir a alguien muy importante que quería invertir en nuestro país, nos despedimos y ella haciéndome un ademan con su mano, que esperara su llamada, no sin antes decirle que su llamada tendría que hacerla entre 1 y 2 de la tarde que yo estaría esperando a esa hora.

El viernes me llamo y me dijo que me esperaría el día de mañana en su casa a las 8 ½  de la noche  para estar en la fiesta a las 9 

El día sábado, me puse uno de mis mejores trajes color negro  con una camisa color rosa viejo y de remate una corbata roja en doble nudo al cuello  y como toque final un pañuelo rojo en el bolsillo frontal del traje, que me daba un toque muy varonil y elegante,

Llegue a su casa, toque el timbre y apareció ella y la descripción más completa es que se mostraba divina, toda ella irradiaba feminidad y sexualidad, iba vestida con un vestido  largo hasta la rodilla de color oro  de una sola pieza, que marcaba extraordinariamente sus pierna, trasero y busto y se veía majestuosa al caminar, me dio las llaves de su automóvil, le abrí la puerta. La cerré  suavemente  y salimos en dirección al lugar de la reunión, la misma se llevaba a cabo en uno de los clubs más exclusivos del D.F., ya en el estacionamiento baje del carro, le abrí la puerta y le ofrecí mi brazo para ayudarla a bajar, cuando entramos al salón, todas las miradas de mujeres como hombres se dirigieron hacia ella,

 La verdad es que estaba despampanante, me cogió firmemente del brazo  y se encamino donde se encontraba el presidente de la compañía con su esposa, lo saludo y me presento como su cuñado y nos fuimos a sentar a la mesa reservada para ella y poco a poco sus compañeros  se fueron acercando y ella me presentaba de la misma forma, la reunión en verdad era bastante aburrida y en una ocasión me vio bostezando, por lo que me dijo al oído. Ya cenamos y ahora me voy a despedir de la gente y les diré que tú tienes un largo camino de más de 600 kilómetros y no puedes desvelarte porque tienes que manejar el día de mañana, porque  regresas a mi estado en el norte de México.

 

Salimos del lugar y en el camino me dice, vivo aquí, pero casi no conozco la vida nocturna de la capital, quiero ir a un lugar bonito que tú conozcas.

La lleve a un club muy chic de la capital, donde la especialidad es la cerveza de barril y  su  música es  muy  romántica en español e inglés, acompañada de riquísimas carnes para picar.

El ambiente es agradable porque la música se escucha pero sin llegar a estorbar a la hora de una plática, y todo está a media luz, y hay hasta reservados si uno desea  un poco de privacidad, nos tomamos como dos jarras de cerveza cada uno y al calor de la cerveza la invite a bailar a la pista y ella muy risueña y tierna se dejó llevar y yo la apretaba con el pretexto de que no se deslizara por el efecto de la cerveza.

En una de esas sonó –MY WAY- CON FRANK SINATRA- y ella cambio en un instante y me pidió que regresáramos a la mesa, mientras se escuchaba la      melodía  , yo observaba en Pía, que su semblante se iba poniendo más triste y de pronto con una voz entrecortada me pidió que la fuera a dejar a la casa , en un acto de celos por lo que le recordaba esa canción , me atreví a decirle, .- Tanto lo quisiste que aun su recuerdo te entristece  y ella contesto , – Que dices Héctor , tú no sabes y tampoco sabes preguntar, si supieras mi verdad , jamás me hubieras hecho semejante pregunta, cuando llegue el momento , te contare parte de mi historia.

En un acto de  profunda pena, por el dolor causado con mi atrevimiento, le pedí disculpas y solo le dije.- Perdóname Pía pero por un momento me sentí celoso con tu actitud al escuchar esa canción,

 Ella dijo.- así que el joven se está enamorando de mí, cuando yo soy una mujer que casi te dobla la edad.

Y yo respondí.- Y es que acaso que existe alguna ley, que me impida enamorarme de la mujer más bella que han visto mis ojos

PIA.- SOS UN MELOSO

YO.- MUCHAS MUJERES DE MI EDAD QUISIERAN TENER LA MITAD DE LOS ATRIBUTOS QUE TU TIENES.

PIA.- LO DICES EN SERIO….

YO.- SI SUPIERAS LO QUE PIENSO DE TI, ME DARIAS UNA BOFETADA.

PIA.- DE VERDAD QUE SOS UN ATREVIDO, PERO ME ENCANTA PORQUE SABES HALAGAR A UNA MUJER.

Se puso a reír  y me dijo volvamos a bailar, con más confianza , la apreté más fuerte contra mí , y mis labios los acerque más a sus orejas y apartando su pelo,  le hice una caricia a una de ellas con mis labios, mi mano derecha la baje al borde de sus nalgas y la proximidad de ese impresionante cuerpo de mujer contra el mío , me produjo una erección que muy difícilmente podía disimular y yo trataba de apartarla para que ella no sintiera lo que ella provocaba en todo mi ser. Al parecer se dio cuenta de mi estado y me saco de la pista.

Nos sentamos a la mesa y con tono picaresco me dijo, Se acabó la cerveza, yo la mire a los ojos con una fuerte sonrisa, llame al mesero y trajo dos jarras más.

Al rato me dice al oído que quiere ir al baño, me  levante inmediatamente y le dije.- YO TE ACOMPAÑO Y TE ESPERARE EN LA PUERTA, PARA PROTEGER AL AMOR DE MI VIDA., LLEGAMOS A LA PUERTA Y ME DICE CON EL TONO MAS SENSUAL, ME ESPERA QUE NO ME GUSTA ESTAR SOLA. SU VOZ Y SU MIRADA ME DECIAN MUCHAS COSAS.

Llame al mesero y le pedí que cuando regresáramos a la mesa, llegara hasta nosotros y nos preguntara si deseábamos un lugar más acogedor y romántico. Le di una propina al mesero y este me guiño el ojo en signo de complicidad.

Salió del baño , acomodo su cabeza sobre mi hombro y salimos caminando hasta la mesa, nos sentamos llego el mesero en seguida nos preguntó si queríamos algo más, le pedí  dos jarros de cerveza  y que se llevara los sobrantes porque se habían calentado, el mesero sugirió si nos las podía servir en un lugar más romántico y yo  le vi a los ojos a PIA  y le pregunte qué dices amor y ella solo me dio su aprobación con un gesto ,y el mesero , gentilmente nos pidió que lo siguiéramos para mostrarnos  nuestro nuevo lugar , nos sentamos , nos sirvieron , una tenue luz de una vela alumbraba el ambiente , acompañada por una suave música , la mire a los ojos y le pedí que bailáramos en aquel pequeño rincón .

Le di unos tiernos y ligeros apretones y le susurre al oído que estaba loco por ella , la vi a los ojos como un loco enamorado  y la bese en la frente, su nariz , sus ojos y finalmente me apodere de sus labios como queriendo morderlos producto de la pasión .

Pasamos como media hora en ese interludio pasional, en el cual yo me sentía correspondido y mis avances hacia ella se volvían más ardorosos.

En una oportunidad puse mis manos sobre la tela  de su vestido que cubrían sus piernas, busque el final del ruedo y mis manos tocaron sus piernas  cubiertas por una delicada malla de sus medias y quise subir mis manos cuando de pronto, se levanta con una mirada y un gesto de enojo y me dice.-   COMO TE ATREVES, QUIEN CREES QUE SOY, POR FAVOR LLEVAME A CASA.

YO SIN DECIR PALABRA ME LEVANTE, PEDI LA CUENTA Y LA ACOMPAÑE HASTA EL AUTOMOVIL, ANTES DE ENCENDERLO TRATE DE DISCULPARME, PERO ELLA NI CONTESTABA, NI ME MIRABA, TARDE COMO 20 MINUTOS EN LLEGAR A SU CASA, ABRI EL PORTON, LE ABRI SU PUERTA, LA AYUDE A  BAJAR, LE ENTREGUE LAS LLAVES  Y YA PARA SALIR ME DICE.

HECTOR, TU NO TIENES LA CULPA, YO CORRESPONDI A TUS CARICIAS  Y MI PASION DE MUJER ME DEJO LLEVAR Y LUEGO TE RECRIMINE PRODUCTO DE LOS RECUERDOS DE MI PASADO, AHORA TE DIRE QUE PASA CONMIGO Y PORQUE ACTUE DE ESA MANERA.

ME HIZO QUE LA SIGUIERA HASTA EL SOFA Y LUEGO SE ENCAMINO AL REFRIGERADOR Y REGRESO CON DOS CERVEZAS DE LATA.

ANTES DE EMPEZAR A HABLAR SE PUSO A LLORAR,  Y MI PRIMER IMPULSO FUE ABRAZARLA Y ESPERAR QUE SE CALMARA.

PAUSADAMENTE ME DIJO,…

QUE ELLA ERA ORIGINARIA , DE UNA CIUDAD BASTANTE POBLADA EN EL NORTE MEXICANO, Y QUE SUS ESTUDIOS DE PREPARATORIA LOS HABIA HECHO EN UN COLEGIO DE MONJAS EN LA FORMA DE INTERNADO PARA SEÑORITAS, Y QUE AL SALIR DE PREPA REGRESO DONDE SUS PADRES Y SE DIO CUENTA , QUE SUS PADRES HABIAN PERDIDO CASI TODO SU PATRIMONIO EN MALAS INVERSIONES DE SU PADRE, Y QUE EL CACIQUE DEL PUEBLO HABIA COMPRADO LA DEUDA DE SU PAPA ,Y ESTE LO AMENAZABA CON DEJARLO EN LA CALLE A TRAVES DE UNA DEMANDA DE EJECUTORIA LEGAL, QUE EXIGIA EL PAGO INMEDIATO DE LA DEUDA A MENOS QUE SU HIJA MAYOR ACEPTARA CASARSE CON EL, EL CACIQUE YA LE ABIA  ECHADO EL OJO A PIA  Y EL SOLO ESPERABA LA RESPUESTA.

PIA VIENDO EL ENORME TRANCE POR EL QUE PASABAN SUS PROGENITORES, ACEPTO EL MATRIMONIO A CONDICION DE LA ENTREGA DE LOS DOCUMENTOS DE LA DEUDA  Y OTRA SUMA FUERTE DE DINERO PARA ENTREGARSELA A SU PAPA.

SU MATRIMONIO FUE UNA TORTURA DESDE UN PRINCIPIO, AL TENER QUE DESNUDARSE PARA AQUEL VIEJO BARRIGON, BORRACHO Y  MUJERIEGO, Y QUE GRACIAS A DIOS SEGÚN PIA, POSEEDOR DE UN INSIGNIFICANTE MIENBRO QUE SE LE PODIA DECIR CUALQUIER COSA MENOS PENE, REMATADO DE UNA EYACULACION PRECOZ, AUN MAS VELOZ QUE SPEEDY GONZALES,

LO TUVO QUE SOPORTAR POR TRES LARGOS AÑOS, HASTA  CUANDO TUVO EL VALOR SUFICIENTE DE ENCARARLO Y PEDIRLE EL DIVORCIO.

DURANTE EL TIEMPO QUE ESTUVO CASADA, SE SINTIO VIOLADA ULTRAJADA Y ASQUEADA, DE SENTIR AQUEL HOMBRE, QUE LA MANOSEABA Y USABA COMO UN ANIMAL DE SU PROPIEDAD,

TODO ESTO PROVOCO EN PIA, UN RENCOR TOTAL HACIA LOS HOMBRES, A LOS CUALES TRATABA, IGUAL O PEOR  COMO SEGÚN ELLA   FUE TRATADA.

ME EXPLICO,- QUE CONMIGO FUE DIFERENTE, EN ESPECIAL DESDE, EL PRIMER DIA QUE ME CONOCIO, AL NO ACEPTAR LOS 50 DOLARES QUE ME OFRECIA, LO UNICO QUE   TENIA  EN MI CONTRA, ES MI JUVENTUD Y LA POCA MADURES QUE DEJABA TRASLUCIR  EN LA FORMA QUE ME ENCONTRO VESTIDO ESE DIA.

Al terminar su historia , con sus ojos llorosos la abrase , cálida  y fuertemente  la levante del sofá le di nuevamente mis besos en frente , nariz , ojos y boca, de la forma más tierna posible y susurrándole al oído , le pedí que , quería velar su sueño , y que había un hombre que estaría siempre con ella , cuando sintiera la soledad y la amargura de su pasado , la encamine a su dormitorio ,  se acostó sobre su cama, yo me senté en el borde  , le acariciaba el pelo y poco a poco se fue quedando dormida ,

Ya eran más de las tres de la madrugada y tome la decisión de quedarme a dormir en el sofá.

En la mañana escucho su voz que me dice. Cito son las 10 Am  venga a desayunar unos huevos rancheros y un jugo de naranja, para que le pase la cruda…

Vi que el desayuno estaba servido y le pregunte.

Cariño a qué horas se levantó

A las ocho contesto.

Y porque me dejo dormir tan tarde

Porque cuando me acerque, lo bese y estaba profundamente dormido.

Ahora pregunto yo dijo PIA.

Porque no se quedó en la cama, siendo que es tan grande

Porque no era correcto.- conteste  y  además si lo hubiera hecho me hubiera portado igual a los patanes que aborreces.

Se acercó por mi espalda y me dio un beso muy cerca de los labios y muy contenta me dijo, quiero ir al cine contigo, cito y yo repregunte

Porque me llamas por Cito

Y su respuesta fue.-Quiero llamarte así porque es el diminutivo de Hectorcito  y CITO VA CON TODO EL CARIÑO QUE SIENTO POR TI Y SIEMPRE TE ACUERDES DE MI. CUANDO ESCUCHES ESE NOMBRE.

Me acerque a ella  la tome tiernamente de su cara y le di un beso en sus labios, que ella cariñosamente respondió.

OK. Le  espóndil,  pero primero tengo que ir a mi departamento a cambiarme de ropa  y luego regreso para ir al cine, solo tomo el metro y regreso en dos horas, iba saliendo cuando la escucho, Cito, aquí tiene las llaves del carro, yo también me voy a cambiar y aquí lo espero.

Me vestí de janes  una camisa celeste y un saco sport azul sin corbata  y regrese por PIA.

En el camino me puse a pensar, que cualquier avance por mi parte, en el plano sexual, PIA, PONDRIA A FUNCIONAR, su mecanismo de defensa y cortaría de plano, cualquier intento,  lo que significaba que solo ella, a través de mi sumisión total, daría el primer paso,  en lo que a sexo se refiere, mi entrega debería ser total y someterme a cualquiera de sus caprichos en esas lides.

Tenía que ser extremadamente cortes y paciente, ella tendría el completo control de todo lo que vendría en el futuro y tendría que tener mucha precaución  de cuidar  que mis instintos no me traicionaran.

Yo sabía, que su dolor y la amargura de su pasado harían que su ego, se manifestara en cualquier oportunidad, a través de trampas y provocaciones para tener la oportunidad de romper cualquier relación futura, que la sacara de su actual status quo.

Mi comportamiento tendría que ser exclusivo, en un plano de caricias y halagos, para hacerla sentir que me tenía en sus manos y que si me salía de ese marco. Ella rompería la relación inmediatamente.

 

A mi regreso, la encontré extremadamente bella, en un jean blanco y una blusa blanca de algodón bordada de incrustaciones de rosas rojas en su pecho y mangas, unos zapatos de tacón bastante altos del mismo color que la hacían lucir en toda su elegancia y hermosura, aquel trasero y aquellos pechos, eran realmente portentos  y que ella sentía que podría utilizarlos como armas, sobre cualquier hombre y eso le daba un sentimiento de poder. – En otras palabras, sabía lo que tenía.

Fuimos a la Zona Rosa y nos sentamos en una mesa al aire libre, propiedad de una cafetería muy turística del México de esa época.

Nos tomamos un café, y compramos un periódico para buscar en la sección de cines  y escoger la película que iríamos a ver,- Ella escogió – EL MUNDO ESTA LOCO, LOCO, LOCO.- Una de las mejores comedias que se han hecho en el cine.

Durante la función se rio a mas no poder, dimos una vuelta por la ciudad y regresamos a su casa, nos sentamos en el sofá y prendió la televisión, pedimos una orden de pollo frito por teléfono y pasamos una velada muy tierna  de pequeños besos y caricias, cuando eran más de las 10 de la noche le dije que tendría que irme, por las clases en la universidad y además que ya era tarde y no podría coger el metro, si pasaba de las once

Y ella me decía.- No Cito, no se vaya, que no quiero quedarme sola y me abrazaba con fuerza para no dejarme ir.

Llegaron las once y yo sabía que ya no habían buses, ni el metro, y que un taxi, me costaría un ojo de la cara.

PIA, me vio a los ojos y me beso diciéndome.- Ya no se puede ir, ahora tendrá que quedarse nuevamente a dormir en el sofá, y luego me recomendó que pasara buena noche y que tuviera un buen sueño, me quede tumbado en el sofá y como a la media hora regreso para decirme.- Ese sofá es incómodo,  mejor venga a la cama, pero se porta bien.

Llegamos a su cama y me recosté con todo y ropa menos el saco y ella muy tierna me volvió a decir.- no sea tontito Cito, no puede dormir con toda la ropa puesta,  se quitó su bata y se quedó en un babi doy  y en una forma muy rápida se cubrió con la frazada, me quede en bóxer y ella me sugirió que la frazada era bastante grande para los dos y me cubrí con ella.

Pasaron unos minutos que fueron eternos, esperando, cuál sería su próximo paso, de pronto me pareció oírla llorar y le pregunte.

QUE PASA PIA?

PIA-ME SIENTO TRISTE Y FELIZ AL MISMO TIEMPO. POR FAVOR ABRAZAME

Me acerque, metí  mi brazo por su  cuello y con mis dos manos la abrace manteniendo a una ligera distancia, mi zona genital.

Pasaron  como 15 minutos y cambio su posición dándome la espalda, haciendo yo lo mismo volteándome a ver la luz de la calle que entraba por la ventana. Me fui quedando dormido con unos deseos intensos de masturbarme  para conciliar el sueño de una buena vez.

NO SE CUANTO TIEMPO PASO , PERO DESPERTE , CUANDO SENTI SU GRUESA PIERNA Y LARGA QUE ESTABA ENCIMA DE MI TORAX LLEGANDO A MI ZONA PELVICA Y SU MANO DERECHA SOBRE MI PECHO, SENTIA COMO SU PELVIS ESTABA TOTALMENTE  APRETADA CONTRA  EL DORSO DE MI PIERNA Y REALMENTE ESA SI ERA UNA VERDADERA TORTURA, BUSQUE SUS OJOS Y NO SABIA SI ESTABA DORMIDA O SE HACIA Y PREFERI NO AVERIGUARLO Y SOPORTAR AQUELLA TENTACION, PASE CASI TODA LA NOCHE CON LA VERGA BIEN PARADA , QUE PARECIA QUE IBA A REVENTAR DE TANTA EXCITACIÓN.- A PARTIR DE ESE MOMENTO YA NO PUDE DORMIR Y SOLO ROGABA QUE YA FUERAN LAS 6 DE LA MAÑANA PARA TENER EL PRETEXTO DE LEVANTARME, CON LA EXCUSA DE IR A LA UNIVERSIDAD Y QUE ACABARA ESA TORTURA.

APARECIO LA LUZ DEL NUEVO DIA, ME LEVANTE, ME VESTI Y LE DI UN BESO TIERNO EN LA BOCA Y ME FUI SIN DESPERTARLA.

A  la una de la tarde me llamo muy alegre, y para reclamarme porque no la había despertado, me reí y seguidamente me invito a cenar a su casa y yo le explique que no podía porque en los próximos dos días tenía que presentar un duro trabajo de investigación en la escuela,- me respondió muy quejumbrosa que no quería pasar la tarde sola, pero que ella lo entendía, por las tareas que tenía,  cuando estudiaba su carrera de marketing

Me pregunto cuál era mi último día de clases y le explique que recibía clases de lunes a jueves, se despidió de mí con un beso a la distancia y me recalco que me llamaría el jueves, que esperara su llamada a la misma hora y colgó.

En efecto, su llamada sonó y me advirtió que le diera la dirección y que llevara varias mudas de ropa y que pasaría por mí al salir de la oficina.

Paso por mí y me llevo a su casa,  me preparo la cena y el resto de la tarde y noche la pasamos contando historias y chistes y viendo sus telenovelas melodramáticas que se programaban diariamente en la televisión local, al llegar la  hora de dormir , nos fuimos a su habitación y fue lo mismo que la última vez , paso una eternidad y me pidió que la abrazara y que quería sentir mi pecho contra su espalda , me le acerque , la abrace fuertemente y sentí como ella arqueaba su cuerpo para pegarlo totalmente contra mi cuerpo.

ME SENTIA EN EL CIELO CUANDO SU INCREIBLE TRASERO SE APRETO CONTRA MI MIENBRO , QUE PROVOCO QUE  UNA ONDA DE PLACER Y EXCITACIÓN RECORRIERA  TODO MI SER  Y  RESULTO EN UNA FENOMENAL ERECCION  QUE NO PODIA DISIMULAR, ME APARTE Y ME DI LA MEDIA VUELTA DANDOLE LA ESPALDA , CUANDO SENTI AQUELLOS PITONES DE SUS SENOS QUE SE PEGABAN A MI ESPALDA Y ELLA ABRAZANDOME Y BESANDOME EL CUELLO Y SU MANO JUGANDO CON MI CABELLO, SE PEGO AUN MAS A MI Y SU MANO ME ACARICIABA EL PECHO Y LA BAJABA HASTA LLEGAR AL BORDE DE MIS BOXERS , …..PERO SOLO HASTA AHÍ.,

ESA MUJER ERA UNA ARTISTA EN LA TORTURA CHINA, PERO YO, ME MORDIA LA LENGUA PARA NO RESPONDER A SUS CARICIAS Y CONTABA LOS SEGUNDOS DE LOS MINUTOS PARA DISTRAER MI MENTE Y MANTENER  UN CIERTO GRADO DE CONTROL CON RESPECTO A MIS EMOCIONES DE ESE MOMENTO.

SUS PROVOCACIONES AUMENTARON HACIENDOME GIRAR HACIA ELLA, Y ESOS OJOS VERDES LOS PODIA DISTINGUIR EN LA PENUMBRA OBSERVANDOME Y SUS LABIOS BUSCABAN LOS MIOS A VECES TIERNAMENTE Y EN OCACIONES CON TODOS LOS DESEOS  DE UNA MUJER APASIONADA POR SU HOMBRE.

SUS CARICIAS MANUALES CONTINUARON Y SU MANO LLEGO HASTA MI BOXER  CRUZO LA LINEA DEL ELASTICO Y CON SU MANO EXTENDIDA SIN APRETAR ME PALPO LA VERGA  QUE ESTABA EN TODA SU ERECCION  Y REPENTINAMENTE COMO QUE SU MECANISMO DE DEFENSA SE ACTIVO Y ME DIO LA ESPALDA , PARA TERMINAR Y DEJAR COMO CONCLUIDA LA ACTIVIDAD DE ESA NOCHE , ME INCORPORE, ME DIRIGI AL BAÑO Y EN MENOS DE UN MINUTO TUVE UN ORGASMO , QUE ME HIZO TEMBLAR, EL CUERPO ENTERO , LIMPIE LOS RESTOS DE SEMEN Y REGRESE A LA CAMA VIENDO NUEVAMENTE HACIA AQUELLA VENTANA HASTA QUE EL SUEÑO ME VENCIERA,

El despertar de la mañana fue tierno y romántico, me preparo el desayuno, se preparó para ir al trabajo y se despidió de mí con un beso, prometiéndome que regresaría a las cuatro de la tarde.

Me tome el día regrese a mi apartamento a completar algunas cosas que tenía pendientes y respondiendo a mis compañeros de casa en donde había pasado la noche, pero el silencio de un caballero es respetado.

A las cuatro regreso, y me advirtió que teníamos todo el fin de semana para nosotros.

Fuimos a comer pizza, compramos un buen surtido de cervezas y botanas y regresamos a la casa,  miro su último día de telenovelas, mientras tanto yo, me dedicaba a unas de mis pasiones como era resolver crucigramas,

Al cabo de las nueve de la noche, encendió su equipo de sonido y busco una emisora de música romántica, saco las cervezas y me pidió que bailara con ella, luego saco su guitarra, y parecía mentira, que además de una buena voz ejecutaba muy bien ese instrumento,

Aquella mujer, me parecía que era otra, ya que el romanticismo lo transpiraba por los poros y yo me deleitaba escuchando su melodiosa voz y me preguntaba qué clase de mujer se escondería detrás de la máscara  que ella misma había fabricado  contra los hombres y yo tenía que descubrir a esa  delicada mujer.

Seguimos bebiendo y cantando hasta tarde de esa noche y luego me dijo mejor la paramos aquí, sino se nos suben los tragos de cerveza.

NOS ENCAMINAMOS A SU HABITACION PERO ESTA VEZ  SE QUITO LA BATA Y ME DEJO VER, DE MANERA MAS CLARA, SU ESCULTURAL CUERPO. LA PENA, PARECIA DESAPARECER ENTRE NOSOTROS  O TALVES ELLA TENIA OTROS PLANES DE TORTURA PARA ESA NOCHE.

COMO LA TEMPERATURA ERA AGRADABLE ENTRE 20 Y 22 GRADOS, ELLA SE RECOSTO EN LA CAMA SIN LA NECESIDAD DE LA FRAZADA Y COMO UNA PANTERA, QUE TIENE A SU PRESA,  LISTA PARA EL ZARPASO FINAL, SE ACERCO HACIA MI Y ME BESO DE UNA MANERA. COMO SI SU ENTREGA FUERA TOTAL Y POCO A POCO SUBIO SU PIERNA A LA ALTURA DE MI OMBLIGO Y CON  LA PARTE INFERIOR DE LA PIERNA QUE LLEGA A  LOS TOBILLOS, LA DESLIZABA PARA ROZAR MI VERGA, QUE POCO A POCO  IBA CRECIENDO Y CRECIENDO A SU REAL TAMAÑO.

PARA LUEGO PREGUNTAR.- TE SIENTES MAL CITO

SOLO LA MIRE A LOS OJOS Y LA BESE EN LA FRENTE, SUS OJOS, NARIZ  Y TOME SU BOCA COMO QUERIENDO MORDER SUS LABIOS Y SOLO LE DIJE.-

TE AMO DEMASIADO, PARA PERDERTE, POR UNA CALENTURA, QUE MATA TODO MI CUERPO,

 AGARRO MI MANO Y SE LA LLEVO A SU CINTURA, Y POCO A POCO BAJO SU TOTAL DIRECCION, CONDUJO MI MANO, DESLIZANDOLA SUAVEMENTE POR ENCIMA DE SUS BRAGAS, PARA QUE SINTIERA LAS PROPORCIONES DE SU BESTIAL TRASERO,

 QUERIA APRETAR, ARRANCAR DE UN TIRON AQUELLA PRENDA Y SOLO ESCUCHABA EL SONIDO DE SUS LARGOS  RESPIROS

Y  QUITO SU MANO DE LA MIA  Y LA DIRIGIO  A MI PECHO Y POCO A POCO FUE BAJANDO SU PIERNA HASTA QUE ESTA SE POSO TOTALMENTE SOBRE MI MIENBRO, PARA SENTIRLO COMPLETAMENTE

SU MANO BUSCO EL ELASTICO DE MI BOXER  HUNDIO SUS DEDOS Y LOS SENTI COMO ACARICIABAN EL NACIMIENTO DE MI BELLOSIDAD DE MI ZONA PELVICA Y CON MI MANO LIBRE, TOME LA DE ELLA Y LA APRETE UN POCO Y SENTI COMO  SUS DEDOS ESTABAN TOCANDO EL TRONCO DEL NACIMIENTO DE MI VERGA…

, MI OTRA MANO QUE ESTABA SOBRE SUS NALGAS BUSCARON EL ELASTICO DE SU PANTY Y TRATE  DE LLEGAR AL MAXIMO  Y  PODER SENTIR SU HERMOSO TRASERO CON MI  PROPIA MANO.

PIA EN UN MOMENTO, SEPARO SU PIERNA Y SUS DEDOS PUDIERON  LLEGAR Y PALPAR, HASTA LA MITAD DE MI MIENBRO, ABRIO  SUS OJOS  Y SE ENCONTRARON CON LOS MIOS Y COMO QUE DESPERTARA DE UN SUEÑO,  SE SEPARO DE MI Y ME DIO LA ESPALDA DEJANDO ANTE MIS OJOS, LA VISTA DE MIS MAYORES SUEÑOS,  ESAS DIVINAS NALGAS, QUE DEFINITIVAMENTE MERECIAN EL MAYOR DE LOS ELOGIOS, QUE UN MORTAL PODRIA HACERLE A LA DIOSA  POSEEDORA DE ESAS FORMAS, QUE SON LA PERDICION DE LOS HOMBRES.

LA  TORTURA TERMINO, QUERIA JALARMELA NUEVAMENTE, PERO ME ESPERE A LO QUE PASARIA A LA SIGUIENTE NOCHE Y TRATE DE DORMIR TRATANDO DE VENCER MI ESTADO DE EXITACION Y AL NO LOGRARLO ME FUI AL BAÑO A TOMAR UNA DUCHA FRIA.

A la mañana siguiente  del sábado, PIA, me despertó con besos y caricias, era una mujer totalmente distinta, irradiaba alegría y felicidad, se puso a jugar conmigo en la cama haciéndome cosquillas por todo el cuerpo y muy tierna me  llevo al comedor, donde me esperaba un suculento desayuno.

 

Como a las nueve de la mañana suena el teléfono y contesta PIA  y me dice, Tu  primo, quiere hablar contigo,  conteste la llamada y le dije que estaría con él a las 10 Am.

Cariño mío, tengo que ir  al departamento de mi primo porque tiene que darme, un sobre que me enviaron mis padres, por medio del maletín diplomático.  Voy y regreso en  1 o 2 horas   me abrazo del cuello y me contesto, recuerde que usted es mío por todo el fin de semana y me soltó riendo.

Toque la puerta del apartamento que tenía en la zona rosa y me recibió muy alegre y me entrego un sobre grande de papel manila, conteniendo periódicos y una carta de mi padre, madre y hermanos.

 

A todo esto mi primo me pregunta, Héctor, la mujer que contesto era PIA?

Yo solo hice un gesto de afirmación y el  primo pego un grito al cielo y dijo.- Estos son los hombres de mi familia, pero vos SOS el mejor de todos al estar comiendo ese monumento de mujer y volvió a exclamar con mucha admiración, sígame primo y se dirigió a su habitación , busco su cartera y me regalo 300.00 dólares y me confesó que había hecho un negocio y que había ganado un montón de plata, me dio un abrazo y me dijo que tenía  que asistir a un funeral porque hoy entierran a miguelito y se echó a reír ,por el chiste de doble sentido.

Regrese con PIA  y le pregunte.- Que quiere hacer hoy

Y  ME CONTESTO.- QUIERO IR A BAILAR A  AQUEL  LUGAR QUE  ME LLEVO ANTERIORMENTE,  POR LA TARDE, USTED DECIDA A DONDE ME LLEVA.

Me  fui al comedor  a  hojear y leer los periódicos y las cartas de mi familia y encuentro otro cheque que me enviara mi madre, en eso estoy cuando escucho. —CITO, venga ayudarme porfa…

Entro a su recamara y vaya recibimiento.

Ella estaba en la ropa  interior más sexy que una mujer con la majestuosidad de su cuerpo podría  modelar, yo cerré los ojos y le dije por primera vez.- ahora la tortura va a ser de día también y solo se puso a reír pícaramente y respondió, – Usted conoce bien mi  cuerpo, lo llame para que me ayude a escoger entre este pantalón  o esta falda, ambas de piel y de color negro.

OK, le conteste, primero la falda   y me di la espalda para que se la pusiera y me la modelo, luego el pantalón e hizo lo mismo.

Cual escoge

Con los dos te vez preciosa, pero me inclino por el pantalón,

Ya lo sabía amorcito, tocándose las nalgas con una sonrisa que presagiaban muchas cosas.

 Llene el tanque de gasolina del  carro, fuimos a una pizzería a comer, luego al  cine, a  una peña artística con cantantes e intérpretes del público presente y por ultimo al lugar donde había comenzado todo.

Nos reconoció el mesero y nos condujo al mismo reservado de la última vez, para resumir fue una tarde y noche espectacular, que la vivimos como solo lo harían un par de tortolos enamorados de la vida.

Regresamos a la casa y nos fuimos directamente a la habitación, me quite la ropa mientras ella estaba en el baño y di la vuelta en dirección a la ventana y luego sentí que ella estaba en la cama y solo esperaba, cual paso daría esa noche.

SENTI SU RESPIRACION EN MI NUCA Y ME SUSURRO AL OIDO.- ME HAS HECHO LA MUJER MAS FELIZ ESTE DIA, ME DI LA VUELTA PARA QUEDAR EN SU MISMA POSICION, FRENTE A FRENTE  Y NOS UNIMOS EN UN BESO Y UN ABRAZO, QUE HUBIERAMOS QUERIDO FUNDIRNOS EN UNO SOLO.

Seguidamente me confeso lo siguiente……..

MI TIERNO CITO, QUIERO QUE SEPAS ALGO MAS DE MI, Y PEDIR TU AYUDA, AHORA CUANDO MAS LA NECESITO.

YO….TE ESCUCHO MI REINA, Y NO NECESITAS PEDIRME NADA, PORQUE YO ESTOY AQUÍ POR TI  Y PARA TI.

PIA.-   … DESPUES DE MI DIVORCIO, SUFRIA DE FUERTES DEPRESIONES,  Y DE MUCHA ANGUSTIA Y ANSIEDAD  Y ME SENTIA SUCIA POR DENTRO Y POR FUERA, UNA VEZ BUSQUE EL SUICIDIO COMO PUERTA DE ESCAPE, PERO EN EL ULTIMO MOMENTO ME FALTO EL VALOR PARA CONSUMAR EL HECHO.

A MI PADRE LE FALTE AL RESPETO,  Y ME ALEJE DE EL CASI POR COMPLETO, PORQUE EN PARTE LO HACIA RESPONSABLE DE MIS SUFRIMIENTOS.

 Y  EL UNICO HOMBRE  QUE PUDO  ACERCARSE A MI  FUE AL TIO QUE TU CONOCISTE

EL ME  BRINDO UN APOYO INCONDICIONAL Y FUE Y ES, UN SEGUNDO PADRE PARA MI, ME DIO UNA AYUDA EN TODOS LOS SENTIDOS, ECONOMICO, MORAL FISICO Y ESPIRITUAL. EL ESTABA PENDIENTE DIARIAMENTE DE MI PERSONA Y ME SACO DE AQUEL  LUGAR, QUE PARA MI, ERA INMUNDO Y  REPRESENTABA LA CUNA DE TODOS  MIS SUFRIMIENTOS.

ME ENVIO A OTRO ESTADO Y A TRAVES DE SUS AMISTADES ME CONSIGUIO UNA BECA TOTAL PARA INICIAR MIS ESTUDIOS DE MARKETING, ME DEDIQUE TOTAL Y EXCLUSIVAMENTE A LOS ESTUDIOS Y LOS HOMBRES AL ACERCARSE A MI CON SU LUJURIA O SU FALTA DE RESPETO, LO UNICO QUE CONSEGUIAN CONMIGO ERA MI DESPRECIO. PASARON LOS AÑOS Y ME GRADUE CON HONORES COMO LA MEJOR DE MI PROMOCION, TRABAJE EN VARIAS EMPRESAS DE MI ESTADO  Y HACE CINCO AÑOS  VINE A AL D.F.  CONTRATADA POR LA EMPRESA DONDE TRABAJO  ACTUALMENTE.

MIS DEPRESIONES CONTINUARON Y MI VIDA ERA VACIA Y SOLO CONSISTIA DEL TRABAJO A MI CASA Y  EN UN IR Y VENIR, BUSQUE AYUDA PROFESIONAL CON UNA MUJER PSICOLOGA Y  PSIQUIATRA   QUE ME RECETO UNA SERIE DE FARMACOS SIN NINGUN  RESULTADO, AL FINAL ME RECOMENDO QUE TRATARA DE BUSCAR MAS ACERCAMIENTO CON EL SEXO OPUESTO Y QUE SI FALLABAN EN EL PRIMER INTENTO LES DIERA UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD POR QUE NADIE ES PERFECTO.

LO HABIA INTENTADO CON CUATRO HOMBRES ANTERIORMENTE  Y NINGUNO LLEGO   TAN SIQUIERA, A PRIMERA BASE, COMO DICEN LOS BEISBOLISTAS

LUEGO APARECISTE TÚ,

MI MIEDO ES QUE SOS TAN JOVEN  Y ME DEJE LLEVAR POR MI VANIDAD DE MUJER ,ME LLENABA EL PROVOCARTE Y POR ESO DEJE QUE JUGARAS CON MI PELO, LA PRIMERA VEZ CUANDO BAILAMOS , PENSE JUGAR CONTIGO, CUANDO TE PROPUSE A QUE FUERAS A LA REUNION CONMIGO Y CUANDO FUIMOS AL CLUB, LO QUE MAS ME LLAMO LA ATENCION  FUE TU FORMA DE HABLAR Y LO VARONIL QUE SE ESCUCHO TU VOZ, CUANDO ME DIJISTE  QUE TE DARIA UNA BOFETADA POR LO QUE ESTABAS PENSANDO DE MI, EL ORGULLO DE MUJER LO SACASTE A RELUCIR Y POR PRIMERA VEZ SACASTE DE MI ,UNA CONDICION INNATA DE LA MUJER, COMO ES LA COQUETERIA, ME SENTI NUEVAMENTE UNA ADOLECENTE  Y  ME DEJE LLEVAR POR TU PASION  , POR PRIMERA VEZ EN ESE MOMENTO .

CUANDO TOCASTE MI PIERNA ME SACASTE DEL TRANCE  Y AL VERTE QUE TE MARCHABAS PARA NO VERTE NUNCA MAS ME ACORDE DE LA SEGUNDA OPORTUNIDAD, TE CONTE PARTE DE LA HISTORIA Y ME LLEVASTE A LA CAMA, PERO EN REALIDAD NUNCA ME DORMI Y CUANDO, SENTI  QUE TE LEVANTABAS DEL BORDE Y ESCUCHO QUE TUS PASOS SE ALEJABAN SIN HACER NINGUN INTENTO CONTRA MI CUERPO DORMIDO, UNA SENSACION DE  CONFIANZA  ME INVADIO,  

A LA SIGUIENTE NOCHE , NO TE DEJE IR, PARA VER SI TU ACCION ANTERIOR , FUE CASUAL Y POR ESA RAZON TE LEVANTE DEL SOFA Y TE INVITE A MI CAMA , TE PEDI QUE ME ABRAZARAS , PUDE SENTIR QUE CASI TEMBLABAS CUANDO  PUSE MIS NALGAS PARA QUE LAS SINTIERAS Y TE APARTASTE  GENTILMENTE , YA PARA AMANECER SUBI MI PIERNA HASTA LLEGAR A TU ESTOMAGO , TE DESPERTASTE  Y CON UN OJO ENTREABIERTO  TE OBSERVE COMO ME MIRABAS Y COMO RESISTIAS LA TENTACION DE NO TOCARME, LOS DOS PASAMOS EN VELA  , TE LEVANTASTE DE LA CAMA Y TE DESPEDISTE CON UN BESO PARA IRTE   VI QUE TE MARCHABAS  Y CUANDO  ABRISTE LA PUERTA Y LA CERRASTE  .

ME INVADIO UNA SENSACION DE TRISTEZA, PERO ERA POR LA NOSTALGIA DE SABER CUANDO TE TENDRIA DE NUEVO CONMIGO.

AL IRME AL TRABAJO  ENCENDI LA RADIO DEL AUTO Y ALGO MARAVILLOSO SUCEDIÓ, ESCUCHE MY WAY EN OTRA VERSION Y YA NO ME PROVOCABA TRISTEZA, SOLO ME ACORDABA LO  QUE ME DIJISTE, QUE ESTABAS CELOSO  POR MIS RECUERDOS. LAS HORAS SE VOLVIERON LARGAS PARA QUE LLEGARA LA TARDE Y DECIRTE QUE QUERIA VERTE, CUANDO ME DIJISTE QUE NO PODIAS, POR PRIMERA VEZ SENTI CELOS DE SABER CON QUIEN ESTABAS, NO QUISE LLAMARTE NUEVAMENTE Y ESPERE PACIENTEMENTE POR EL JUEVES Y  TE LLAME COMO UNA QUINCEAÑERA, QUE TENDRIA SU PROPIA NOCHE A SOLAS CON SU NOVIO.

ESA NOCHE TE  PROVOQUE DE UNA MANERA SUTIL  PERO CON TODA LA INTENCION DE SACAR LO PEOR DE TI, PERO ME DISTE A ENTENDER  QUE YO ERA DUEÑA DE LA SITUACION ENTRE LOS DOS  Y POR ESA RAZON ANOCHE AL TOCAR TU MIENBRO ERGUIDO ESTUVE A PUNTO DE PERDER LA CABEZA Y SABIA QUE AUN NO ESTABA PREPARADA  POR LO QUE PUDIERA PASAR Y ME DI LA MEDIA VUELTA.

HOY EN LA MAÑANA CUANDO FUISTE A VISITAR A TU PRIMO, ME PUSE A PENSAR  COMO  TE  IBA A PEDIR LO QUE PASARA ESTA NOCHE, ESTOY LOCA POR TI, PERO ME TIENES QUE TENER PACIENCIA YA QUE PRACTICAMENTE TU SERAS EL PRIMER HOMBRE CON EL QUE VOY A TRATAR  DE HACER EL AMOR  DE VERDAD, COMO UNA MUJER TOTALMENTE ENAMORADA, POR PRIMERA VEZ.

DEJATE HACER, Y SOLO HAS ALGO CUANDO TE LO PIDA, O MIS MANOS TE INDIQUEN EL CAMINO A SEGUIR, POR FAVOR NO ME  JUZGUES  Y TRATAME CON MUCHA TERNURA, QUE LO VOY A NECESITAR, PARA DESPERTAR A LA MUJER QUE HUBIERA SIDO SINO TUVIERA EL TRAUMA QUE TENGO.

QUEDO EN SILENCIO Y YO  TOME SU ROSTRO Y CON LA MAYOR TERNURA QUE UNO PUEDE SENTIR POR UN SER AMADO LE DI EL BESO  QUE HA SELLADO  NUESTRA UNION, EN SU FRENTE, OJOS, NARIZ Y BOCA Y LA ABRAZE CALIDAMENTE EN SIGNO DE ACEPTACION.

NOS QUEDAMOS VIENDO A LOS OJOS Y SU MANO DERECHA ME ACARICIO EL ROSTRO,

SU MANO IZQUIERDA SE INTRODUJO ENTRE MI CUELLO ME ABRAZO CON SUS DOS MANOS Y APRETO TOTALMENTE SUS SENOS CONTRA MI PECHO,

 SU MANO DERECHA ACARICIABA MI ESPALDA Y PECHO, LA FUE BAJANDO  BUSCANDO MI BOXER  TRATANDO  DE BAJARLO PARA TOCAR MIS NALGAS  LAS CUALES RECORRIO A SU TOTAL GUSTO  SU MANO SE DIRIGIO A LA PARTE FRONTAL Y YO SOLO MEDIO ME APARTE Y GIRE PARA QUE ELLA TUVIERA MAS  MOVILIDAD

, METIO  LA MANO BAJO MI BOXER. ME ACARICIO  LOS BELLOS  Y SU MANO SIGUIO EXPLORANDO HASTA AGARRAR COMPLETAMENTE MI VERGA  Y SINTIO UN POCO DE CURIOSIDAD PORQUE BAJO LA VISTA AL SENTIR COMO ESTE IBA CRECIENDO DE TAMAÑO  ALREDEDOR DE SU MANO,

TRATO DE QUITAR LA PRISION DE MI PANCHITO, YO LE AYUDE EN ESE MENESTER  Y MI VERGA TOTALMENTE ERGUIDA  QUEDO ANTE SU VISTA,

  UN GESTO DE SORPRESA PUDE OBSERVAR EN SU ROSTRO Y SEGUIDAMENTE LO ACARICIO  EN TODA SU DIMENSION   DE PIES A CABEZA,  TOCO MIS BOLAS Y ELLAS  RECIBIERON LAS MISMAS CARICIAS.

SU MANO BUSCO LA MIA Y LA LLEVO A SU BUSTO  Y ME HIZO QUE LO ACARICIARA  POR ENCIMA DE SU SOSTEN  GUIO MI MANO POR SU CINTURA  SE BAJO A MEDIAS LA BRAGA  Y LA CONDUJO A QUE RECORRIERA SUS NALGAS   A LO CUAL APROVECHE PARA DARLE UNOS LIGEROS APRETONES QUE HACIAN QUE SUS RESPIROS FUERAN MAS SEGUIDOS  CON GESTOS DE PLACER EN SU ROSTRO.

SU MANO ME LLEVO A SU CENTRO DE PLACER, SENTI LA ENORMIDAD DE BELLO PUBICO QUE PROTEGIA ESA REGION DE SU CUERPO  Y SU MANO APRETO LA MIA CUANDO LLEGAMOS A  LA PUERTA DE SU VULVA Y MI DEDO MEDIO SE ABRIO CAMPO ENTRE LOS LABIOS HASTA ENCONTRAR EL PEQUEÑO BOTON  QUE SEGUIDAMENTE ACARICIE CON CIRCULOS ALREDEDOR DE EL, Y SENTI COMO SE HUMEDECIA COMPLETAMENTE Y UN LIGERO GEMIDO DE PLACER SALIO DE SU BOCA.

 

 

 

ME BAJO TOTALMENTE  EL BOXER  Y QUEDE DESNUDO A SU DISPOSICION SE INCORPORO SIN QUITARME LA VISTA, Y SE DESPOJO DEL SOSTEN Y LAS BRAGAS Y POR FIN LA VI COMPLETAMENTE DESNUDA

 SE SUBIO  ENCIMA DE MI CUERPO   CHOCANDO NUESTRAS PELVIS, ME BESABA POR TODA MI CARA,  OREJAS Y  CUELLO Y SUAVEMENTE ABRIA SUS PIERNAS, LO QUE ME PROVOCO, QUE MI VERGA SUFRIERA DE  FUERTES ESPASMOS DE ERECCION Y CHOCARA CON LA ENTRADA  DE SU VAGINA.

SE INCORPORO Y SE SENTO TOTALMENTE SOBRE MI PANCHITO, Y ESTE    BRINCABA DE PLACER. TOMO MIS MANOS Y LAS LLEVO A SUS TETAS Y LAS ACARICIE Y LAS APRETE Y SOLO ESCUCHE UN  PEQUEÑO HAYY     LE VEIA EL ROSTRO Y LE PEDI QUE  ME DEJARA BESARLAS, Y ELLA LAS DIRIGIO A MI  BOCA,

 CON  MIS LABIOS, LAS SUCCIONABA  ,  CON MI LENGUA LAS LAMIA Y CON MIS DIENTES LE  MORDISQUEBA EN SUS PESONES,  LA ESCUCHABA GEMIR Y SUS LAMENTOS IBAN SUBIENDO DE VOLUMEN A MEDIDA QUE SE  LAS  MAMABA Y TOCABA Y SUS TETAS CRECIAN MOMENTO A MOMENTO HASTA QUE SUS PESONES  BIEN PARADITOS , SE MOSTRABAN EN SU TOTAL ESPLENDOR .

 CON SU MANOS, AGARRO LAS MIAS, Y LAS  CONDUJO PARA QUE LE ACARICIARA LAS PIERNAS   EN ESPECIAL SUS  COSTADOS INTERNOS, HASTA LLEVARLAS A SU  CONCHA  Y CON EL COSTADO DE MIS DEDOS ROZABA SU VAGINA Y LA PUDE SENTIR TOTALMENTE HUMEDA. LO QUE FACILITABA QUE MIS DEDOS LA SOBARAN DE ARRIDA A BAJO  ENTREABRIENDO SUS   LABIOS VAGINALES,

SUS QUEJIDOS ERAN MAS LARGOS  Y FRECUENTES.

 EN UNA ACCION RAPIDA, TOMO MI VERGA Y LA ACOSTO EN DIRECCION A MI  OMBLIGO Y SE MONTO SOBRE ELLA

   COLOCANDO  MI MIENBRO EN  MEDIO DE SUS LABIOS VAGINALES

 Y EN UNA  FRENETICA FROTACION DE MI VERGA CONTRA  SU CONCHA, ME SUPLICO QUE LE TOCARA LAS TETAS.

 AGARRO MI  ORGANO QUE ESTABA DURO COMO UN FIERRO

 Y COLOCO  LA PALMA DE SU MANO ENTRE EL LOMO DE MI  PANCHITO Y LA PIEL DE MI PELVIS

 Y  COMO SI FUERA UN CONSOLADOR DE CARNE VIVA,  LO APRETO CONTRA SU CONCHA, LO QUE HIZO QUE UNA DE SUS LARGAS UÑAS LA ENTERRARA EN EL TRONCO

 , PROVOCANDOME CIERTO DOLOR, PERO LA DEJE SEGUIR Y DE REPENTE AUMENTO EL RITMO DE LA FROTACION  Y SUS QUEJIDOS YA NO LO ERAN,  AHORA GRITABA. CON LOS OJOS CERRADOS  Y SU CABEZA EN DIRECCION AL CIELO EXCLAMANDO………

QUE RICOOOOOOOO

 CITOOOOOOO

TE ADORO PAPIIIIIIIIIIIIII

LA SENTI TEMBLAR DE PIES A CABEZA  Y EN LA INTENSIDAD DE SU   ORGASMO MEDIO ARQUEO SU CUERPO CONTRA MI PECHO Y SENTI COMO ELLA COLOCABA LA PUNTA DEL GLANDE EN LA MERA ENTRADA DE SU TUNEL DEL AMOR, SE RECOSTO TOTALMENTE CONTRA MI PECHO  Y EN UNA  POSICION VERDADERAMENTE EROTICA RESTREGABA LA PUNTA DE MI VERGA POR TODA SU VULVA,

ACCION QUE DURO COMO TRES MINUTOS, PARA LUEGO EN UN ACTO FINAL, DESCANSO SU ROSTRO EN MI PECHO, RECUPERANDOSE DE TAN ARDUA JORNADA.

Yo, me sentía feliz, al observar a esa divina mujer, que se había encontrado a sí misma, y solo tenía que esperar, para completar que se convirtiera en toda una mujer, sin tener ningún complejo en relación  al sexo.

La bese cariñosamente y  la acomode para levantarme y traer dos cervezas del refrigerador.

Le  acerque una para que la tomara  y me senté sobre la cama, viéndola a los ojos y una sonrisa de alegría apareció en su rostro   y yo también se la correspondí.

Busque una toalla  me envolví en ella por la cintura, y me fui a la sala a sentarme y tomarme el resto de la cerveza.

Tímidamente apareció y me busco como para refugiarse en mis brazos y le pregunte

¿ESTAS FELIZ AMOR?

GRACIAS HECTOR, NUNCA EN MI VIDA HABIA SENTIDO LO DE HOY. JAMAS ME IMAGINE QUE FUERA TAN GRANDE ESA SENSACION.

ME DEJARIAS QUE TE DE PLACER COMO LO HACE UN HOMBRE. PREGUNTE.

PIA.-  MI TIERNO CITO.- DE AHORA EN ADELANTE  QUIERO SENTIRME MUJER Y ESO SOLO TU PUEDES HACERLO, ME SIENTO OTRA, QUIERO SENTIRTE DENTRO DE MI, YO TE  PERTENEZCO EN CUERPO  Y ALMA. 

 ME PARE DE FRENTE A ELLA.    LA CARGE EN MIS BRAZOS Y  LA LLEVE DE VUELTA A LA  CAMA   Y LA VOLVI A BESAR POR TODO ELCUERPO HASTA  LLEGAR A SU NIDO DE BELLOS  Y SUAVEMENTE LE SEPARE LAS PIERNAS Y MI LENGUA SABORIO EL NECTAR DE SUS FLUIDOS Y MI LENGUA BUSCO EL DELICIOSO BOTONCITO Y  LO  CHUPE Y LO ACARICIE  HACIENDO PEQUEÑOS CIRCULOS ALREDEDOR DE EL Y SENTI COMO TODO SU CUERPO SE PONIA TENSO Y SU CONCHA ERA INUNDADA POR SUS FLUIDOS  Y  SUBI MI MANO DERECHA PARA TOCAR MIS TETAS , LAS APRETE Y ESCUCHE

SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII        CITOOOOOOOOOOOOOOO  AMOR MIOOOOOOOO         SSSSSSSSIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII               TRES MINUTOS EN ESA LABOR  Y SU CUERPO TIEMBLA Y SU MANO ME APRIETA CONTRA ELLA, PARA QUE NO ME APARTE DE  SU VAGINA  Y CON UNA SERIE DE CONTRACCIONES LOGRABA SU SEGUNDO ORGASMO, ME PARE ME QUITE LA TOALLA Y ME LIMPIE LA BOCA,

CON MI MIENBRO SEMI ERGUIDO  ME SUBI SOBRE ELLA Y  BESE A MIS LOLAS MORDI SU LABIO INFERIOR Y ELLA ESTABA TOTALMENTE A MI MERCED

ENTREABRI SUS PIERNAS CON LAS MIAS  Y COLOQUE MI VERGA A LA ENTRADA DEL TUNEL LO PUNTEABA SUAVEMENTE Y  QUISE PENETRARLA CUANDO ESCUCHE UN LAMENTO  DE DOLOR Y PARE INMEDIATAMENTE Y LE PREGUNTE.

QUE PASO MI AMOR

ME DOLIO MUCHO CONTESTO.

Y EN MI PENSAMIENTO ME DECIA. SERA CIERTO LO QUE ME DIJO DE SU ESPOSO,

ME LEVANTE DE LA CAMA Y ENCENDI LA LUZ  Y ME ACERQUE COMO SI VOLVIERA HACERLE SEXO ORAL  ABRI SUS LABIOS Y AHÍ ESTABA ESE HIMEN TOTALMENTE INTACTO PEGUE UN GRITO Y COMO LOCO LA BESE DICIENDOLE.

SOS VIRGEN, TOTALMENTE VIRGEN,

 ME FUI AL COMEDOR, BUSQUE UNA AGUA GASEOSA  Y  SENTADO ME SERVIA  EN UN VASO, PENSANDO EN COMO HACERLE EL MENOR DAÑO POSIBLE  Y  QUE EL ACTO  DE PENETRACION  PUDIERA CAUSARLE OTRO DAÑO DOLOROSO COMO LOS ANTERIORES A ESA NUEVA MUJER, 

PIA ME VIO EN EL COMEDOR Y SE ACERCO PREGUNTANDOME

QUE TE PASA AMORCITO  Y LE CONTESTE.-  TENGO MIEDO DE HACERTE DAÑO,  TU HIMEN ESTA INTACTO SOLO TIENE UN PEQUEÑO CIRCULO QUE LE DA PASO A LA ORINA, ERES VIRGEN REAFIRME  Y MI PENE  ES GRUESO Y LARGO Y PODRIA HACERTE DAÑO.

ELLA SONRIO Y REMARCO.- PERO ESO TU YA LO SABIAS, LO QUE PASO ES QUE NO QUISE DARTE MAYORES EXPLICACIONES POR LA PENA DE HABLAR DEL TEMA.  POR OTRA PARTE SOLO DUELE LA PRIMERA VEZ, ESO TODAS LAS MUJERES LO SABEMOS  Y AHORA SI ESTOY PREPARADA PARA LO QUE VIENE Y SERIA INMENSAMENTE FELIZ DE TENER UNA PARTE TUYA DENTRO DE MI.- VOLVAMOS A LA CAMA MI TIERNO Y SEPA QUE SI ME ESTA  HACIENDO MUCHO DAÑO, YO MISMA LE PEDIRE QUE  SE DETENGA, TOMO MI REFRESCO Y SE LO TOMO DE UN SOLO TRAGO. NOS FUIMOS CAMINANDO PARA LA RECAMARA 

 SE SENTO AL BORDE DE LA CAMA  Y YO DE PIE FRENTE A ELLA, ME QUITO LA TOALLA  SE QUEDO VIENDO MI  PEQUEÑO MIENBRO TODO FLACIDO  Y ENCOGIDO Y ME DIJO.- QUIERO VERLO CRECER AHORA QUE HAY LUZ.

LO TOMO ENTRE SUS DEDOS  Y LO BESO EN FORMA DE CARICIA EN SUS LABIOS  Y LO FROTO CONTRA SUS MEJILLAS Y MI PANCHITO COMO TODO BUEN COMBATIENTE ESTABA LISTO  Y DISPUESTO A CUALQUIER ENFRENTAMIENTO

 LO BESABA Y ENTREABRIA SU BOCA PARA CHUPARLO  SE LO QUITE DE SUS MANOS Y SU BOCA  Y ME ABALANCE SOBRE ELLA ABRIENDO BIEN SUS PIERNAS Y LO ESTUVE RESTREGANDO CONTRA SU CLITORIS HASTA QUE SENTI QUE SU CONCHA ESTABA LO SUFICIENTE HUMEDA

COLOQUE  MI VERGA CON LA AYUDA DE MI MANO, EN LA PUERTA DE SU ENTRADA  Y LE DABA PEQUEÑOS PUNTAZOS, PREPARANDOLA PARA LA ESTOCADA PRINCIPAL ELLA ME MIRABA FIJAMENTE A LOS OJOS UN POCO ATEMORIZADA

 PARA SACARLA DE ESE TRANCE VOLTIE LA VISTA A LA VENTANA  COMO SI HABIA VISTO ALGO  .PIA SIGUIO MI MIRADA Y A PREGUNTARME IBA CUANDO  LA EMBESTI Y LANZO UN GRITO DE DOLOR PERO MI VERGA  TRASPASO LA FRAGIL BARRERA Y MI GLANDE ESTABA TOTALMENTE DENTRO DE ELLA, SU OJOS VERDES SE VOLVIERON  VIDRIOSOS POR LAS PEQUEÑAS LAGRIMAS QUE ASOMABAN . ME DETUVE  Y ME ACERQUE A BESAR SUS LABIOS Y EN ESPECIAL SUS BELLOS OJOS  Y LA VOLVI A EMBESTIR Y SENTI QUE YA HABIA ENTRADO LO SUFICIENTE PARA SER LA PRIMERA VEZ  Y SAQUE MI MIENBRO TOTALMENTE ENSANGRENTADO  EN TODO SU GLANDE, FUI AL BAÑO A TRAER PAPEL HIGIENICO Y LE LIMPIE LA SANGRE DE SU VAGINA, COMO TAMBIEN DE MI VERGA Y LA ABRACE CON SUAVES CARICIAS PARA QUE SE CALMARA Y LE PASARA EL DOLOR.

Y NUEVAMENTE PIA  ME VUELVE A SORPRENDER Y ME PREGUNTA.-

PAPITO LINDO, PORQUE LA SACO

  ME DOLIO PERO NO ES QUE NO LO PUEDA SOPORTAR, DUELE PERO TAMBIEN ME SENTIA MUJER.

LA MIRE A LOS OJOS, Y CON UNA SONRIZA  Y YA SIN MIEDO VUELVO A ENTRAR EN ACCION.

COLOCO A MI PANCHITO EN LA ENTRADA Y SUAVEMENTE SIENTO COMO SE ABRE CAMINO CON  LA AYUDA DE MI MANO, HAGO UN PEQUEÑO METE Y SACA Y LENTAMENTE LLEGA HASTA LA MITAD  Y SIGO CON EL RITMO HASTA QUE SIENTO QUE SUS FLUIDOS ME AYUDAN  Y SUS PAREDES SE COMIENZAN A DILATAR  Y EN UNA ESTOCADA FINAL LLEGA HASTA EL FONDO Y MI VERGA  CON EL TUNEL HECHO A SU MEDIDA INICIA UN BOMBEO FRENETICO Y OBSERVO QUE  EL ROSTRO DE MI TIERNA, YA NO ES DE DOLOR SINO QUE DE VERDADERO PLACER

  LA VERDADERA MUJER  SURGE DE SU INTERIOR PIDIENDO MAS CON VERDADEROS ALARIDOS DE PLACER, ALGO QUE ME TRANSPORTO AL SEPTIMO CIELO  FUE SUS SONOROS GRITOS DE UNA REAL HEMBRA, QUE GOZA A PLENITUD QUE LA PENETREN Y ESTA ERA OTRA MUJER. ERA UNA HEMBRA EN TODA LA PALABRA  PIDIENDO MAS LE AGARRE SU PIERNAS Y LAS ELEVE POR TODO LO ALTO PARA PENETRARLA HASTA DONDE MI PANCHITO PUDIERA.

Y SUS GRITOS ERAN,

METELAAAAAAA METELAAAAAAAAAAAAAA                  ASI ASIIIIIIIIIIIIIII    

HASTA EL FONDO CITOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

DAME MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS          TE ADOROOOOOOOOOOOOOOOO

SSSSSIIIIIIIIIIIIII           MIIIIIIIIIIII AMORRRRRRRRRRRRRRR

SOYYYYYYYYYYYYYY TUUUUUYAAAAAAAAAAAAAAA       PAPITOOOOO LINDOOOOOOOOOOOOOOOOOO       

YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA                  HAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGG

NUEVAMENTE ACELERE EL RITMO  Y LO ULTIMO  QUE ESCUCHE FUE UN LARGO.-

YYYYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Y ME RODEO CON SUS PIERNAS  Y BUSQUE SU BOCA  Y ME ABRAZO CON TODAS SUS FUERZAS      CLAVANDOME SUS UÑAS EN MI ESPALDA

CANSADO Y AGOTADO ME QUEDE SEMBRADO SOBRE SUS PECHOS, RECOBRANDO MI ALIENTO Y SINTIENDO LAS CONTRACCIONES DE SU ESFINTER ANAL COMO SI QUISIERA ORDEÑAR   MI VERGA QUE AUN ESTABA ENSARTADA EN SU COMPLETA EXTENSION

ME LEVANTE Y ME FUI A BUSCAR OTRO TRAGO DE GASEOSA Y ME ACOMODE EN EL SOFA 

SINTIENDO LAS GOTAS DE SUDOR QUE RESBALABAN  POR MI PECHO ME RECOSTE A DESCANSAR

  A LOS 10 MINUTOS APARECIO PIA, CON UN SEMBLANTE  QUE TRASLUCIA TODOS SUS  PENSAMIENTOS Y SE LANZO SOBRE MI, DICIENDOME MIL COSAS DE CÓMO SE SENTIA COMO MUJER Y ME COLMABA DE BESOS POR DOQUIER

 CUANDO ME SENTI CON NUEVAS ENERGIAS, LE PEDI QUE SE SENTARA SOBRE MI

 CON LAS PIERNAS ABIERTAS  DE FRENTE A MI  Y CUANDO YA LO HABIA HECHO ACOMODE MI VERGA Y LA VOLVI A  ENSARTAR

   LA APRETABA DE SUS NALGAS CONTRA MI Y AL PARECER SU INSTINTO SALIO A RELUCIR PORQUE COLOCO MUY BIEN SUS RODILLAS  Y DIO PRINCIPIO A UNA ESPECTACULAR JINETEADA

 DESCRIBIR SUS GRITOS DE PLACER   ES CASI IMPOSIBLE, PORQUE TENIA UN AMPLIO REPERTORIO Y ERA UNA MUJER QUE DISFRUTABA EL SEXO  COMO NUNCA PENSE. YA LA MUJER DEL PASADO HABIA DESAPARECIDO POR COMPLETO

Y AHORA ESTABA ANTE LA PRESENCIA  DE UNA HEMBRA SEDIENTA DE PLACER POR EL AYUNO DE TANTOS AÑOS Y QUERIA RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO.

, OTRA CUALIDAD ES QUE ERA EXTREMADAMENTE CALIENTE  Y SOLO NECESITABA TENER UNA VERGA DENTRO Y EN MINUTOS LOGRABA  EL ORGASMO ESA NOCHE LOGRO SIETE, TRES EN LA CAMA, UNO  EN EL SOFA, OTRO EN UNA SILLA DEL COMEDOR, EN EL SUELO  Y  POR ULTIMO EN LA TINA DEL BAÑO.

 

YA PARA DORMIRNOS ME PEGO UNA ESPECTACULAR MAMADA DE VERGA QUE ME SACO HASTA LA ULTIMA GOTA DE SEMEN,

EL DOMINGO QUE SE LEVANTO ERA UNA MUJER DISTINTA, EN TODOS LOS ASPECTOS

 PARA ELLA, YO ERA SU TODO,

 QUERIA COMPLACERME EN LO QUE  QUISIERA Y PARA PROBAR MIS SOSPECHAS  LE DIJE, SABES LO QUE YO DESEO  MAS DE TI,

.- Y RESPONDIO  CLARO QUE SI Y SERA TUYO CUANDO TU QUIERAS

 Y LE VOLVI A REPREGUNTAR EN VERDAD LO SABES

  Y ELLA CON UNA SONRIZA DE LO MAS COQUETA

  SE VOLTEA EMPINANDOSE CON LA PUNTA DE LOS PIES, PARA QUE EL TRASERO DEBIDO A LA TENSION DE LOS MUSCULOS  SE PRESENTE EN TODA SU VOLUPTUOSIDAD

 Y ME ACLARO, ESTA NOCHE SERA SUYO TAMBIEN .Y SE SOBO  UNA NALGA POR ENCIMA DE LA BRAGA  

ME FUI AL BAÑO  A ORINAR  Y MIENTRAS EL CHORRO DE ORINA SALIA  ME PUSE A OBSERVAR, SUS LOCIONES, CREMAS ETC, ETC. PERO ALGO ME LLAMO LA ATENCION  Y FUE. UNA RASURADORA QUE LAS MUJERES USUALMENTE UTILIZAN PARA DEPILARSE LAS PIERNAS 

BAJE EL PROTECTOR DE LA TAZA  Y ME SENTE EN EL.

LLAME A PIA  Y LE DIJE.- ESTO LO HARAS  SOLO PARA MI, LE BAJE  LA PANTALETA, TOME  UNA ESPONJA  PARA QUE MOJARA LOS BELLOS DE SU PELVIS,

 TOME UN JABON PARA PRODUCIR ESPUMA  Y LUEGO  CON LA RASURADORA  EMPECE A DEPILAR A MI REINITA, QUEDANDO  SOBERVIA Y  LA MAME  HASTA QUE LOGRO EL  ORGASMO

 PIA  SE SENTO SOBRE MIS PIERNAS, ACURRUCANDOSE EN MI PECHO EN SEÑAL DE  COMPLACENCIA.

POR LA TARDE. LA LLEVE A UN RESTAURANTE CON ESPECIALIDAD EN MARISCOS Y LE SUGERI QUE LOS NECESITABA Y EN BUENA DOSIS POR LO SUCEDIDO LA NOCHE ANTERIOR

, FUIMOS A UN CINE  Y REGRESAMOS A  CASA,

DESDE QUE LLEGAMOS,   ENCENDI EL EQUIPO DE SONIDO Y LE PEDI QUE SE DESNUDARA PARA MI YA QUE  ESTABA USANDO EL MISMO  VESTIDO OCRE  TERCIOPELO, CUANDO LA VI CAMINAR DE ESPALDAS Y NO SABIA QUIEN ERA

EN VERDAD ERA UN MONUMENTO DE MUJER COMO POCAS    Y CUANDO MOSTRO SU ROPA INTERIOR  TERMINO DE ENCANDILARME AL VER EL PORTA LIGAS QUE ADORNABAN SUS LARGAS Y GRUESAS PIERNAS

 LE PEDI QUE SE DETUVIERA  ABRI MIS BRAZOS PARA QUE SE SENTARA EN MIS PIERNAS Y LE EXPRESE LO LOCO QUE ME SENTIA CON SOLO VERLA.

 LA LLEVE EN MIS BRAZOS A LA HABITACION, NOS QUEDAMOS PARADOS

 ME SENTE EN  LA CAMA

 LA HICE GIRAR EN UNA VUELTA ENTERA PARA VER ESE  PEQUEÑO Y NEGRO BIKINI ADORNADO DE ENCAJES PLATEADOS Y SE LOS BAJE LENTAMENTE QUEDANDO FRENTE A MI, MI ADORADA REINITA  DE LA CUAL YO ERA SU ABSOLUTO DUEÑO Y NADIE MAS  Y COMO PRUEBA FINAL ESTABA MI PANCHITO QUE ERA EL UNICO EN ESTA TIERRA QUE FUE EL PRIMERO Y UNICO   EN LLEGAR A LAS PROFUNDIDADES DE ESA CUEVA HUMEDA Y CONOCERLA Y EXPLORARLA EN TODA SU DIMENSION

LA SUBI A LA CAMA  Y LA HICE  PONER EN CUATRO, Y ME QUEDE EXTASIADO, MIENTRAS ME QUITABA LA ROPA Y VEIA ESE HERMOSO CULO QUE PRONTO SERIA MIO TAMBIEN.

SABIA QUE MI PIA ERA UNA VERDADERA PUTITA  EN LA CAMA Y TENIA LA SEGURIDAD QUE  ERA MEDIO MASOQUISTA Y EL DOLOR NO ERA COSA QUE LA INTIMIDARA

 CON MI VERGA EN TODA SU EXCITACIÓN LA COLOQUE  A LAS PUERTAS DE MI REINITA Y LA EMPUJE Y ELLA SOLO ARQUEO SU CUERPO  PARA DEJAR SU CONCHA Y SU CULO EN SU MAXIMA EXPOSICION.

LA PENETRE HASTA EL FONDO. LA EMBESTIA DE UNA MANERA SALVAJE

    EN LA HABITACION SE ESCUCHABA  CON TODA CLARIDAD  COMO MI PELVIS CHOCABA CONTRA SU TRASERO

DESPUES DE CINCO MINUTOS ESCUCHO EL YAAAAAA Y ESE GRITO  ME  ÉXITO  TANTO, QUE  ME DESCARGUE COMPLETAMENTE DENTRO DE ELLA

, SE RETORCIA DEL GUSTO DE SABER QUE TODOS MI SEMEN  QUEDO EN SU SER

ME TUMBE SOBRE LA CAMA, PARA RECUPERAR FUERZAS  Y MI TIERNA  ME PRODIGA A BESOS  Y CARICIAS SUSURRANDOME AL OIDO QUE  YA SE HABIA CUMPLIDO SU MAYOR  DESEO,  DE SENTIRME EXPLOTAR DENTRO DE SU CUERPO   Y QUE NO LE IMPORTABA SALIR EMBARAZADA PORQUE SERIA UN HIJO, DEL UNICO HOMBRE QUE ELLA QUERIA CON   LOCURA Y PASION, DE MUJER ENAMORADA,

 

 

Eran como las doce de la media noche, cuando me dijo que tenía hambre, le dije que la llevaría a comer hamburguesas a una franquicia que opera toda la noche y que se ubicaba a tres bloques del departamento.

Se vistió con el jean que la conocí y su chaqueta y nos dirigimos a comer.

Sus ojos verdes, tenían una mirada de felicidad, al regreso al caminar la abrazaba con mi mano derecha por la cintura, y aprovechando le apretaba su monumental trasero y al oído me decía…pronto será tuyo mi amorcito.

 

Al llegar al departamento, al solo cerrar la puerta, empezó a hacerme un desnudo, quedando solamente con una pataleta ancha brillante como fosforescente al igual que su sostén de un color tirando a plateado.

Me coloque detrás de ella y le besaba el cuello, las orejas y la espalda y mis manos estaban exclusivamente tocando ese par de nalgas que me tenían loco por el deseo de poseerlas.

La tome en mis brazos y me la lleve a la cama y ella me besaba por todo el camino,

Al llegar quería ver a mis lolas, las libere del sostén y mi pasión se volvió salvaje, porque quería como comerlas y sacar aunque sea un poco de néctar lácteo para calmar mi sed.

Luego le di la vuelta para tenerla de espalda y comencé mi ataque sobre aquellas nalgas que me tenían chiflado desde el primer día que la conocí.

Le baje la pataleta y mi lengua salió disparada buscando su círculo anal el que bese y lamí  provocando que Pía arqueara su cintura, exponiendo aún más su fenomenal trasero y yo comenzara a usar mis manos utilizando mi dedo medio para dilatar su entrada anal .

Así lo hice por unos 10 minutos, cuando vi que estaba lista, me quite la ropa y me fui al baño, porque recordé que había visto un bote de vaselina y regrese con él.

Mi pía me esperaba en perfecta posición con una bella sonrisa en la boca y mi verga ya no daba más por el ansia de conocer el interior de ese colosal trasero.

Unte de vaselina mi dedo medio y lo introduje en su recto para lubricarlo  y quiero aclarar que durante todo este periodo, solo escuchaba de ella, lamentos pero con síntomas de mucho placer

Me subí a la cama, prepare a mi pancho con una buena capa de vaselina y  coloque mi verga en la mera entrada de su ano y con un leve empujón, empecé a sentir como mi glande  se hacía camino en aquella gruta inexplorada, mi Pía lanzo un quejido de dolor y arqueo aún más su trasero para facilitar la entrada  y sin decir agua va mi pancho estaba totalmente dentro, entonces sucedió

Cito déjela ahí no se mueva quiero sentir este dolor y placer, en ese momento con mi mano toque su concha buscando el clítoris para masajearlo y comienza la música para mis oídos

Pía- papito lindo, dame fuerte, quiero que me mates, porrrrrrrrr  favooooooooor, miiiii culoooo esss tuyoooooo damelaaaaaaa todaaaaaaaa,  yo soy tuyaaaaaaaaaa.

La estuve culpando a más no poder  y pude sentir que mi amorcito se corrió más de una vez.

En realidad esta mujer, era una salvaje en la cama, tenía un deseo insaciable a la hora del sexo y descubrió en mí, que yo y mi verga era todo lo que necesitaba de ahí en adelante.

Pasaron los días y se acercaba navidad y yo tenía que regresar a mi país y así lo hice.

Estando en vacaciones por casi dos meses recibí una llamada de mi primo diciéndome, que Pía había fallecido en un accidente de tránsito cuando regresaba de su estado de pasar vacaciones de navidad.

Mi dolor fue muy fuerte,  pero la vida continúa.

JIHNM

Relato erótico: “De perra en celo a ser una cachorrita a mi servicio 3” (POR GOLFO Y ELENA)

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Este y todos los relatos de esta serie que están por venir consisten en las vivencias reales de Elena, una pelirroja con mucho morbo que me ha pedido ayuda para plasmarlas en relatos. Si quereís contactar con la co-autora podéis hacerlo a su email:  pelirroja.con.curvas@gmail.com.

También quiero aclararos que, aunque no son fotos de ella, lo creáis o no la modelo se parece mucho a Elena. Solo deciros que en persona sus tetas y su cuerpo son todavía más impresionantes.

Capítulo 5

Ese polvo rápido cambió la historia. Si antes era un desgraciado suspirando unas migajas, eso había terminado porque desde el momento que había pasado a la acción, esa pelirroja no había podido o querido oponerse a que la tratara como la zorra que era. No solo la había usado oralmente sino que había coronado mi cambio de actitud con una cogida en toda regla donde ella solo fue un instrumento de mi lujuria.
Asumiendo mi nuevo papel, esa tarde ni siquiera la esperé a la salida del trabajo puesto que tenía que organizar un par de cosas para llevar a cabo la meta que me había propuesto y que no era otra que emputecer a Elena hasta que ni siquiera ella se reconociera.
Por ello directamente me fui a un sexshop que conocía. Allí me agencié un surtido de juguetes, los cuales pensaba usar para disfrutar de los encantos de esa mujer. No me importó pagar una cifra descomunal por ellos, ya que me servirían para saciar mi apetito sexual mientras pervertía y envilecía a esa guarra. Con ellos bajo el brazo llegué a casa y al contrario que la noche anterior dormí como un bendito, sin que nada ni nadie perturbaran mi descanso.
Me desperté de buen humor ya que ese día marcaría el comienzo de la reeducación de Elena. Conociendo de primera mano que estaba obsesionada por el sexo, debía canalizar su furor uterino para convertirla en mi esclava particular con la que experimentar mis sucias pasiones.
Ya en mi oficina usé el mismo conducto que ella había utilizado para contactar y llamando al portero de la finca, le pedí que la informara que la esperaba a comer en un restaurante cercano. La elección del local no fue al azar sino que gracias a que conocía al dueño sabía que podía confiar que de ser necesario, podría usar uno de sus salones privados para desahogarme con ella.
A las dos y cinco, estaba sentado a la mesa de un rincón y con una tranquilidad que era difícil de entender, esperé su llegada con una cerveza. Quince minutos más tarde, hizo su aparición. Al verla entrar, reconocí el nerviosismo de sus ojos verdes y divertido con la situación, me levanté a separarle la silla para que se sentara.
―Gracias― dijo coquetamente mientras tomaba asiento.
No me pasó inadvertido viendo su escote que se había desabrochado un botón de más para que me viera obligado a admirar el profundo canalillo que lucía entre sus dos tetas.
«Esta zorra creé que todavía puede manipularme», pensé sin hacer mención a ello. Reservándome, llamé al camarero y le pedí que nos trajera la carta de vinos.
El empleado no tardó en extendérmela y tras una breve revisión, elegí un Rivera reserva de mis favoritos. Elena permaneció callada todo el rato como evaluando sus opciones y sin saber a ciencia cierta, la razón de esa invitación. Dejé que su tensión se incrementara hasta que ya con nuestras copas llenas, sonriendo le pedí que me diera sus bragas.
―¿Qué has dicho?― preguntó sorprendida.
Con la naturalidad que da el saber que uno está al mando, respondí:
―¿Qué esperas a entregarme tu tanga?
Al oírme lo primero que hizo fue mirar a nuestro alrededor para comprobar si alguien de nuestro entorno se había dado cuenta de mi petición y al ver que parecía que nadie se había percatado, en voz baja contestó mientras intentaba levantarse:
―Deja que vaya al baño.
Soltando una carcajada, insistí:
―Quítatela aquí… enfrente de toda esta gente.
Me miró sabiendo que la estaba poniendo a prueba y decidida a no dejarse vencer tan fácilmente, se volvió a sentar en la silla y disimulando poco a poco fue levantando su falda. A pesar del exhibicionismo que me había demostrado, no era lo mismo hacerlo en un sitio donde nadie la conocía que allí y por eso sus mejillas estaban totalmente coloradas cuando con las dos manos se bajó esa prenda. Viendo que tampoco nadie había advertido esa maniobra, con una sonrisa, me la dio en la mano diciendo:
―Eres un cerdo.
―¡No lo sabes tú bien!― respondí mientras observaba ese coqueto tanga de encaje rojo.
Acojonada al comprobar que lo mantenía extendido entre mis manos y que todos los comensales podían adivinar que era de ella, me dediqué a disfrutar de su textura y de su olor.
―Huele a hembra― dije satisfecho― ¿Te has masturbado antes de venir?
Mi pregunta la cogió desprevenida y asumiendo que lo había descubierto por lo húmedo que estaba, no pudo negarlo y bajando su mirada, contestó afirmativamente. Su respuesta ratificó la opinión que tenia de ella y forzando su entrega, le ordené:
―Abre las piernas.
Elena se quedó perpleja al oírme pero venciendo la vergüenza, fue separando sus rodillas sin ser capaz de levantar su mirada del plato. Cubriendo otra etapa de mi plan, esperé que el aire acondicionado del salón recorriese su entrepierna mientras la miraba sonriendo. Que la observase tan fijamente además de incomodarla, la estaba excitando. Sus pezones ya habían hecho su aparición por debajo de su vestido cuando viendo que que se mordía los labios en un vano intento de no demostrar su excitación, busqué sus límites diciendo:
―Tócate para mí.
La pelirroja me fulminó con la mirada pero al comprobar que iba en serio, se puso nerviosa. No tardé en comprobar que la lujuria había vencido a su razón porque con lágrimas en los ojos, metió una de sus manos bajo el mantel y empezó a masturbarse. Aunque su sometimiento me era suficiente, la azucé a darse prisa y mientras liberara su tensión entre tanto comensal, no paré de decirle lo puta que era. Mis insultos lejos de cortar de plano su desazón, la incrementaron y en pocos minutos, fui testigo del modo silencioso en que esa pelirroja se corría.
Todavía estaba sintiendo los últimos estertores de su orgasmo cuando una camarera nos trajo la comida y su presencia evitó que me descojonara de ella nuevamente. La dejé descansar unos minutos, tras los cuales, directamente le comenté que sabía que estaba casada y que tenía una hija pero que en vez de ser un problema, me parecía un aliciente.
―¿Y eso por qué?― preguntó un tanto más tranquila.
Descojonado, contesté:
―Cuando te folle, lo haré pensando en el cornudo de tu marido.
Mi burrada le hizo gracia y en un ambiente ya relajado quiso saber si le tenía algo preparado. Riendo señalé bajo la mesa mientras le decía:
―Solo tu postre.
Increíblemente no le molestó que le insinuara que quería una mamada sino que incluso percibí en su mirada una especie de satisfacción antes de verla desaparecer debajo de la mesa. Lo hizo de una forma tan natural que pasó desapercibida y solo cuando sus manos me bajaron la bragueta, comprendí que esa guarra estaba convencida que había encontrado en mí el complemento ideal a su lujuria y que a partir de ese momento, podía confiar en que nunca se iba a echar atrás por muy pervertidas que fueran mis órdenes.
Confirmando que cumpliría todos mis caprichos, se lo tomó con tranquilidad. Lo primero hizo fue liberar mi miembro de su prisión, para acto seguido explorar todos los recovecos de mi glande. Cuando la tenía ya bien embadurnada con su saliva, ansiosamente, su boca se apoderó de mi extensión mientras sus manos jugueteaban con mis testículos.
Su pericia dificultó de sobremanera que pudiera seguir disimulando y es que a pesar de poner cara de póker, poco a poco la excitación me fue dominando gracias a la húmeda calidez de su boca y al estímulo que sus manos ejercían con la rítmica paja a la que tenía sometida a mi extensión. Si a eso le sumamos que a nuestro alrededor compartían local al menos una veintena de personas, el morbo de poder ser descubierto me terminó de calentar.
«Se ha ganado que le eche un polvo», pensé mientras imaginaba las formas con la que podía hacer uso de ese bello cuerpo, en las posturas y experiencias que podía disfrutar con ella.
Elena aceleró sus maniobras al sentir como mis piernas se tensaban presagiando mi explosión, succionando y mordiéndome el capullo, mientras con sus dedos pellizcaban suavemente mis huevos. Su pericia y dedicación hizo que todo mi cuerpo entrara en ebullición y sin poder aguantar el tipo, derramé mi placer en su boca. La pelirroja al notar las blancas y dulzonas andanadas contra su paladar, usó su lengua como si fuera una cuchara, para recolectar mi semen y no queriendo que nadie notara nada al terminar, con largos lametazos dejó mi verga inmaculada. Tras lo cual, me subió la bragueta y saliendo de debajo de la mesa, se sentó en su silla.
Al mirarla, tenía sus mejillas coloradas y su mirada brillaba excitada, producto quizás de la travesura que había cometido. Comprendí los límites de su calentura cuando relamiéndose me preguntó:
―¿Te ha gustado?―, me preguntó mi opinión.
―Mucho― respondí mientras pedía la cuenta.
Ya salíamos del restaurant cuando desde la caja, la camarera que nos había servido llamó mi atención con un gesto. Al acercarme a ver que quería, discretamente me entregó un papel al tiempo que me susurraba al oído que si quería que una tercera persona participara en nuestros juegos, la llamara.
―Pensaré en ello― respondí mientras certificaba que no habíamos conseguido pasar desapercibidos y que por lo menos una persona nos había descubierto.
Al comentárselo a mi pareja, lejos de cohibirla, saber que alguien había sido testigo de todo azuzó su libido y notando que una de mis manos le estaba acariciando el pecho, sin disimulo me rogó que le regalara con un pellizco en sus pezones.
―Eres la más cerda que conozco― respondí cumpliendo sus deseos.
El gemido que salió de su garganta fue tan evidente que pudimos oír los cuchicheos de los presentes y no queriendo que la situación se me fuera de las manos, tomé rumbo a la salida.
―¿Dónde tienes tu coche?― la pelirroja preguntó susurrando en mi oído.
Al explicarle que en el parking del edificio, Elene, comportándose como una perra en celo, me pidió que la llevara a un hotel. Dudé de la conveniencia de hacerlo por todo el trabajo que tenía acumulado, pero para entonces mi calentura había vuelto con renovadas fuerzas y casi corriendo llegamos a ascensor que llevaba al sótano. La pelirroja aprovechó los pocos segundos que estuvimos en su interior para magrearme y sabiendo que era incapaz de esperar para tirármela, busqué un lugar discreto de la primera planta donde poder desahogar mis ganas.
Una vez allí, la obligué a darse la vuelta y a apoyar las manos contra un bmw oscuro.
―¿Qué vas a hacer?― preguntó claramente excitada al comprobar que estábamos frente a la puerta por donde salían todos.
Sin darle tiempo a reaccionar, levanté su falda y aprovechando la ausencia de ropa interior, recorrí sus pliegues con mis dedos. No fue ninguna sorpresa encontrar su coño ya encharcado.
―¿Te pone bruta esto? ― susurré al apoderarme del erecto botón de su entrepierna.
Revelando su ninfomanía, me rogó que la tomara casi llorando. Pero en vez de complacer sus instintos, me dediqué a torturar su clítoris buscando ponerla todavía más cachonda. La zorra, sin contener el volumen de su voz, chilló de placer al sentir que su cuerpo convulsionaba producto de mis caricias y ya dominada por su naturaleza, me imploró que rompiera su culo.
―¿Eres adicta a las vergas en tu culo? ¿Verdad? ¡Zorra!― pregunté mientras mojaba un dedo en su coño y se lo incrustaba por el ano.
―¡Sí!― aulló sin saber que con ello llamaba la atención de dos muchachos que pasaban frente a nosotros.
Solo meneando esa yema en su interior, provoqué que Elena gimiera como si la estuviera matando mientras esos críos se acercaban a ver qué pasaba, creyendo quizás que esa mujer estaba en dificultades. Sus agresivos modos se transformaron en diversión al darse cuenta que estábamos follando y sin importarles que pensáramos, se quedaron mirando desde un coche aparcado a escasos metros de nosotros.
La presencia de los chavales exacerbó más si cabe la temperatura de la pelirroja y gritando como una loca, me rogó que la tomara. Acababa de subirle el vestido hasta la cintura cuando al girarme, descubrí que uno de ellos había sacado el móvil e inmortalizaba la secuencia.
No me importó la actitud del muchacho y aprovechando el relajado ano que el destino había puesto a mi alcance, de un solo empujón incrusté mi falo hasta el fondo. La satisfacción que demostró con sus berridos de placer al experimentar esa invasión en el ojete, me permitió iniciar un rápido galope sobre ella mientras mordía su cuello y le decía guarrerías.
―Dale duro― los críos me ordenaron al ver que bajaban el ritmo.
Azuzado por sus palabras, incrementé la velocidad con la que la estaba sodomizando de tal modo que con cada penetración, la cara de la mujer chocara contra la ventanilla del automóvil. Pensé que estaba siendo demasiado salvaje pero al percatarme de la felicidad del rostro de mi contrincante, comprendí que estaba disfrutando.
Sin dejar de filmar la escena, los muchachos me espolearon para que machacaran sin pausa ese trasero, de forma que haciendo caso al respetable, sometí a Elena a un cruel castigo que demolió las pocas defensas que aún mantenía.
―¡Qué gozada!― escuché que decía mientras se corría al no poder aguantar el ataque al que estaba sometiendo a su entrada trasera.
«Está desbocada», sentencié al observar sus piernas completamente mojada por el flujo que brotaba de su coño y muerto de risa, les pedí a los chavales que enfocaran su entrepierna para que pasara a la posteridad el geiser en que se había convertido.
Gozando como nunca, Elena usó los movimientos de su culo para exprimir mi verga con una eficacia tal que despertó los aplausos de los mirones. Espoleado por las ovaciones, convertí su trasero en un frontón donde golpeaba rítmicamente mi pene y ella sintiéndose desbordada nuevamente con un aullido, se vio presa de un espeluznante orgasmo. Su clímax me estimuló a seguir machacando su esfínter hasta que totalmente domada y cual potrilla, se desplomó contra la carrocería del coche.
«Ahora me toca a mí», sentencié mientras me agarraba a sus pechos para seguir forzando su adolorido ojete.
Era tanto el placer que la dominaba que sin poderlo evitar, pude contemplar como de la boca, se le caía la baba.
―Cabrón, me estás matando― chilló al sentir que con las manos agarraba su melena y usándola como riendas tiraba de ella hacia atrás.
Las quejas de la pelirroja no afectaron a mi ritmo, sino que incluso fueron el aliciente que necesitaba para seguir aporreando brutalmente a mi montura. Afortunadamente para mi víctima, la acumulación de sensaciones hicieron imposible que siguiera reteniendo mi eyaculación y mientras obligaba a la mujer a seguir exprimiendo mi miembro con sonoras nalgadas, me corrí como pocas veces. La rudeza de esas caricias y un postrer orgasmo la hicieron flaquear y lentamente fue cayendo al suelo mientras rellenaba con mi semen su trasero.
Elena seguía tirada sobre el asfalto cuando descojonado me acerqué al chaval que había grabado la escena y con una sonrisa en los labios le pedí que como pago al espectáculo, quería una copia de la película. Muerto de risa me pidió mi número y sin poner ninguna objeción, me la mandó por whatsapp. La pelirroja todavía no se había recuperado del esfuerzo y por ello, tuve que ayudarla a levantarse mientras los chavales educadamente se despedían.
Ya solos y mientras se acomodaba la ropa, le enseñé el tesoro que guardaba en la memoria de mi teléfono.
―¡Qué vas a hacer con eso!― murmuró todavía impresionada porque no se había dado cuenta mientras follábamos que los críos estaban inmortalizando el momento. Si creéis que estaba enfadada, os equivocáis. Por su tono comprendí que saberse grabada la había excitado y a modo de gratificación, solté un azote en su mojado trasero mientras le decía:
―Chantajearte, si no quieres que llegue a las manos de tu marido, serás mi puta durante un año.
Juro que jamás creí que lejos de aterrorizarse, respondiera a mi vil extorsión diciendo:
―No te hará falta porque lo creas o no, me has hecho descubrir sensaciones desconocidas y sé que a tu lado, conoceré facetas del sexo con las que ni siquiera he soñado.
―¿A qué te refieres?― complacido susurré en su oído.
Radiante me miró a los ojos mientras respondía:
―No te rías pero no puedo dejar de pensar en lo siguiente que me vas a ordenar hacer.
―¿Y eso te excita?
El brillo de sus ojos anticipó su respuesta:
―¡No sabes cuánto!― y ratificando con hechos sus palabras, cogió una de mis manos y la llevó hasta su encharcado coño para que comprobara que no estaba mintiendo. Habiéndomelo dejado, me soltó: ―Solo pensar en complacerte, me pone bruta.
―¿Me estás diciendo qué te excita obedecerme?
―Aunque no me comprendas, sí― contestó mientras su almeja volvía a babear: ―Siempre he sido muy lanzada pero ahora me vuelve loca saber que tú estás al mando.
Sorpresivamente, esa guarra sin remedio se estaba auto nombrando mi sumisa y buscando el confirmar ese extremo, le pregunté:
―¿Te apetece que sea tu dueño?
Con felicidad casi enfermiza, respondió:
―Ya lo eres.
Su respuesta despejó mis dudas y recreándome en mi nuevo poder, me dediqué a masturbarla mientras esperábamos el ascensor que nos llevara a nuestros trabajos. Ni siquiera se habían abierto las puertas, cuando con una sonrisa de oreja a oreja, me preguntó:
―¿Esta noche mi amo me usará o me dejará esperando?
Soltando una carcajada, respondí:
―Vete a casa y folla con tu marido porque a partir de mañana, tendrás el coño tan rozado que no permitirás que se te acerque.
Eufórica respondió:
―Por eso no se preocupe, no sé qué le pasa pero ya no me toca.
―Yo sí sé que le pasa…¡es un imbécil!

PARA CONTACTAR CON LA COAUTORA: pelirroja.con.curvas@gmail.com

Relato erótico: “Exhibiendome en la playa 4” (POR JESSICA97)

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Exhibiéndome en la playa

Viernes

Al despertar, viernes por la mañana, me sentía muy diferente de los días anteriores. Era relativamente temprano, mi novio estaba aún acostado a mi lado, pero sentía que las cosas habían cambiado totalmente. Me levanté de la cama, fui al servicio para asearme. Vi en mi cel. que era mucho más temprano que de lo que me estaba levantando en días anteriores, apenas eran las seis de la mañana, pero ya no tenía sueño, contrario de los otros días cuando me despertaba a las nueve o diez de la mañana. Al salir del aseo vi que mi novio se había despertado, y me miraba fijamente mientras me acercaba a él. Al llegar a la cama, me recosté, pero prácticamente sobre él, le di un beso en su boca y sin decir nada empecé a acariciarle su pene con mi mano derecha. No pasaron más de algunos segundos y empecé a sentir como se endurecía ese miembro y mis ganas por sexo se incrementaban, mi novio empezó también a tocarme el cuerpo, principalmente mis tetas que colgaban sobre él, y luego bajo una mano hasta mi sexo y empezó a hacerme gozar con sus dedos. Mi sexo chorreaba jugos, y estaba desesperada por recibir una penetración de aquel aparato sexual de mi novio, por lo que me coloqué en posición para metérmela toda, y justo cuando estaba metiendo la punta de la picha de mi novio, este me tomó por la cintura y me arrojó violentamente a un lado de la cama, que por poco me tira fuera de ella.

-Quieres que te coja perra!!! Exclamó el. Yo por mi parte estaba algo confundida, ya que su tono de voz era como autoritario, como si estuviera enojado.

-Si amor, pasa algo? Pregunté yo muy sumisa.

-Si perra!!! Que no vas a tener sexo ni hoy ni mañana, vas a estar en abstinencia total hasta después del evento!

-Porque amor? Pregunte yo.

-Porque yo mando perra!

La respuesta fue clara y concisa, y no me dejo lugar a dudas ni me atreví a decir nada más. Estaba algo confundida, no sabía si mi novio estaba enojado con migo o si había ocurrido algo que yo no notara, pero lo que si tenía claro es que sería de ahí en adelante más sumisa aun de lo que había sido hasta ese momento. Mi novio se levantó, se fue al aseo de donde regresó pronto. Se colocó su ropa deportiva para salir a correr y en ese momento se dirigió a mí:

-Vístete perra, vamos a salir a correr un poco, aprovechando que estas despierta temprano. Yo me quedé paralizada un momento, pero antes de que me dijera algo más, me levanté y me fui hacia mis cosas. Me puse a pensar que en realidad yo no traía nada apropiado para ir a correr, aunque no sabía cómo decirle. Abrí mi maleta, y empecé a buscar sin sentido, saqué la camiseta y el short con los que había hecho el viaje el día que veníamos, y ahí me detuve, sabía que no tenía calzado deportivo y era evidente que no podría ir a correr en tacos. Me puse el short, en seguida me coloqué la camiseta, miré a mi novio y le dije:

-Por dónde iremos?

-Pues creo que tendremos que ir por la playa, ya que no tienes zapatos para correr por la calzada! Escuchar eso fue un alivio para mí, con lo que le dije:

-Entonces estoy lista amor.

-Bien perra, entonces salgamos. Dicho esto, salimos inmediatamente, yo iba descalza, aunque en realidad no tengo ningún problema con eso, mis pies están muy acostumbrados a caminar en cualquier terreno sin calzado. El short que tenía puesto, de mezclilla, era bastante chico, prácticamente tenia medio culo al aire, y la camiseta ni que decir, como había dicho en mi primer relato, era algo ajustada, pero tampoco era que me apretara y apenas si llegaba a tapar mis tetas en lo largo. Justo al salir del hotel empezamos a correr hacia la playa, mi novio llevaba un paso bastante fuerte, y si bien tengo muy buena condición física, mis tetas son un problema cuando intento correr, y debo hacerlo a un paso bastante lento o tener una mano sobre mis pechos para evitar los brincos excesivos que dan estos. Tuve que hacer lo segundo para intentar mantener el paso que llevaba mi novio, y correr con una mano sobre mis tetas para intentar sostenerlas un poco. Sabía que de esta manera me cansaría muy pronto, y que si mi novio no bajaba el ritmo no podría estar a su altura por mucho tiempo. Igual por el momento no me atrevía a decir nada, así que hice mi mejor esfuerzo por mantener el ritmo, que para mí era muy fuerte. Al cabo de unos 15 o 20 minutos de correr a ese ritmo, sentía que ya mis fuerzas no me darían para mucho más. Corríamos por la playa, la cual estaba prácticamente desierta a esas horas de la mañana, yo iba unos 10 a 15 metros atrás de mi novio, y en ese momento decidí decirle que tendría que bajar el ritmo, así que aumente la velocidad para alcanzarle, y al estar a su lado le hablé:

-Amor, no podré mantener el ritmo, vayamos un poco más lento por favor.

-Más lento!!! Exclamo él, pero si vamos despacio.

-Amor, por favor, sabes que no puedo correr mucho con estas tetas, llevo una mano sobre ellas todo el rato, de lo contrario me rompo el cuello.

-Lo se perra… Hagamos algo, baja el ritmo un poco, yo seguiré así y te esperaré al final de la playa. Dicho eso, aumento la velocidad, al ritmo que supuse corre normalmente, yo por mi parte tuve que bajar la velocidad, momento en el cual alce la mirada y vi que la playa aún se extendía por al menos 2 kilómetros más. Seguí corriendo, ya a mi ritmo, sin tener que llevar las manos sobre mis tetas, las cuales ahora se movían a gusto, constantemente sentía como la camiseta se me iba subiendo y me dejaba las tetas al aire, pero yo intentaba mantenerlas tapadas lo más posible, sentía que no era el momento para andarme exhibiendo por la playa. Corrí por unos diez o quince minutos más, hasta alcanzar el final de la playa. Al llegar ahí, había una montaña que no permitía el paso, más que por las piedras grandes que iban bordeando el acantilado que había a la orilla del mar, observé un poco hasta que logré ver a mi novio sentado en una roca a unos cien metros de donde yo estaba, adentrándose por las piedras, así que me dirigí hacia él. La ruta era difícil, sobre piedras enormes, y en algunas partes debía saltar de una piedra a otra pues habían huecos grandes y hasta llenos con el agua del mar que con las olas subía por entre las piedras, las cuales, al estar expuestas al agua del mar, tenían adheridas conchas y cosas similares que las hacían muy ásperas, cosa que me incomodaba un poco y hasta me dolía cuando debía saltar de una piedra a otra. Finalmente logré alcanzar el sitio donde se encontraba mi novio. Él estaba sentado en una roca muy grande, donde cada ola que reventaba lo salpicaba un poco de agua, me acerque a él y fue entonces cuando levanté mi mirada y pude observar la panorámica que había desde aquel punto. Se podía observar toda la playa, estábamos como en frente de todo, y había una vista espectacular. Me senté al lado de mi pareja, lo abrace y le di un besito en su oreja, a lo que reaccionó y me dio un tremendo beso en mi boca, el cual se extendió por varios segundos hasta que escuchamos el rugir de una ola la cual nos bañó casi por completo. Nos separamos inmediatamente y nos levantamos entre risas, la marea estaba subiendo, y sin nos quedábamos ahí terminaríamos buceando entre las piedras en el mejor de los casos. Al levantarme, me di cuenta que mi ropa había quedado totalmente mojada, mi camiseta estaba totalmente transparente dejando a la vista el par de tetas, mi novio se dio cuenta al mismo tiempo de la situación y me dijo:

-Como que ya estás practicando para mañana!!!

-Así pareciera, le contesté, y continué, pero es que no tenía nada más que ponerme para acompañarte a correr amor.

-Lo se Jessi, me dijo, en un tono muy diferente al que me había hablado en las últimas horas. Y aunque no me disgusta para nada que me trate como su perra, hay veces es bueno sentir que no es por disgusto que lo hace, y parece que ese era el momento en que me lo haría saber de una manera que ni yo misma me lo esperaba. El continuó hablando:

-Sabes Jessi, no quiero ser grosero con tigo, es solo que me gusta sentirme autoritario con tigo, pero no quiero hacerte sentir mal ni que pienses mal por alg…

-Amor, le interrumpí yo, -no te preocupes, sabes que me encanta ser tu sumisa, tu perrita, y me encanta que me trates así, que me des órdenes y hacer las cosas tal cual me dices, quiero que mantengamos ese juguito el resto de la semana, que me trates como a tu puta, haré lo que desees. Dicho esto, me quedé pensando en lo que le dije, no estaba segura de lo que pasaría de aquí en adelante, si fue o no inteligente eso, más aun sabiendo los acontecimientos que se habían dado en los días anteriores y lo que estaba por venir, pero lo dicho, dicho estaba, así que no iba echar para atrás. Las propias palabras de él fueron las que me sacaron de mis pensamientos.

-Bueno Jessi, creo que más tarde iremos de compras para que puedas salir a correr con migo por las mañanas en algo más decente que eso que tienes puesto, que en realidad es ahora como si estuvieras desnuda!!!

-Bueno, eso no era así cuando salí, fue por culpa de esa ola que nos ha bañado y ha dejado mi camiseta transparente, pero yo no venía enseñando mis tetas amor.

-A qué no? Te vi cuando venias corriendo que tu camiseta constantemente dejaba tus tetas al aire, cosa que no es novedad en ti, pero no me vengas a decir que venias bien tapadita!!!

-Está bien, tienes razón, pero igual, no tenía nada más que ponerme para correr!!!

-Te pudiste haber colocado un traje de baño por debajo de esa ropa, y no venir con tus tetas al aire, y casi que tu culo de igual manera, ya que ese short que traes puesto tampoco te cubre mucho que digamos!!!

-No pensé en eso amor, te soy sincera, tendré más cuidado la próxima vez, y con un gesto sumiso agregue, discúlpame amor. Con eso, el pareció entender que el juguito continuaba, y que era yo quien le pedía que por favor me tratara como a su perra, lo cual hizo de inmediato.

-Bueno perra, es hora de regresar, te espero en la habitación, no voy a correr a tu ritmo de novata. Dicho eso, empezó a avanzar por sobre las piedras con agilidad felina, y claro, él tenía su calzado deportivo lo cual le daba mayor comodidad en comparación con mis pies descalzos. En lo que yo logré avanzar por sobre dos rocas él ya estaba sobre la arena de la playa corriendo a un ritmo muy fuerte. Para cuando logre alcanzar la playa, mi novio era ya un pequeño punto en el horizonte, sabía que era imposible lograr alcanzarle, aun así, eche a correr tras el para no quedarme excesivamente rezagada. La camiseta mojada me daba la ventaja de que se pegaba a mis tetas, y aunque era transparente de esa manera, al menos no se me andaba subiendo, y aparte de eso, me daba cierta sujeción en los pechos, lo que me permitió correr a un paso más fuerte. La playa ya no estaba tan desierta como cuando iba hacia la montaña, ya serian cerca de las siete de la mañana, y ya se empezaban a mirar los empleados de los diferentes hoteles que hay a orillas de la playa haciendo sus labores, así como uno que otro turista y surfeadores que suelen salir a esas horas en busca del mar. Si bien no fueron muchos los que me encontré durante el trayecto, y muchos menos de los que pasé muy cerca, si me di cuenta de que algunos se quedaron embobados a mi paso al ver mis tetas saltando de un lado a otro con el ritmo de mi trote. Así llegué hasta la entrada de la calle del hotel, por donde seguí mi ritmo de trote sin prestar mucha atención en quien o quienes me miraban, ya para ese punto, mi camiseta estaba bastante seca, y ya no se transparentaba mis tetas, pero al mismo tiempo, ya no se pegaba a ellas por lo que sentía que se iba subiendo poco a poco dejando mis tetas al aire nuevamente. Si bien la camiseta se mantenía algo húmeda, tanto por el agua del mas como mi sudor, no era lo suficiente como para mantenerla adherida a mi cuerpo. Justo al llegar a la entrada del hotel sentí como mis tetas ya estaban totalmente desnudas, pero me abstuve de acomodarme la camiseta pensando en que le podría dar un buen espectáculo de tetas a Juan, pero para mi sorpresa, justo cuando llegué a la entrada del hotel al que me encontré de frente no fue precisamente a Juan, si no a uno de los chicos que se hospedaban en una de las habitaciones que salen a trabajar todas las mañanas. Había olvidado por completo que era viernes, día de trabajo normal para la mayoría, y que, obviamente a esas horas de la mañana es cuando todos salen a su jornada laboral. Claro, la sorpresa del chico fue mayúscula cuando me vio venir hacia el corriendo con las tetas al aire, y la sorpresa mía fue mayor al ver a alguien que no me esperaba de frente, a menos de dos metros de mí. Reaccioné de inmediato, y me puse las manos en mis tetas, supongo que mi rostro se puso rojo totalmente ya que el chico me habló inmediatamente:

-Un ángel cayó del cielo!!! Dijo el, con un tono un poco gracioso, y continuó. No se preocupe muchacha, una hermosura como Ud. no debe sentir vergüenza, más bien, debería ser yo quien sienta pena de interrumpir su paso. Sus palabras hicieron evidente mi vergüenza que se notaba en los colores de mi rostro, pero al mismo tiempo hizo que me diera un cierto aire de confianza.

-Disculpa, no esperaba encontrarme a nadie. No quise ofenderte! Le dije con voz de niña.

-Ofenderme!!! Exclamo él. Para nada preciosa, daría lo que sea porque esa imagen no se borre de mi mente nunca más. Es más, pagaría por eso!!!

-Ja ja ja, reí yo con un poco de ironía. Por dentro pensaba que él podría ver mis tetas cuando quisiera, mientras tomo el sol en la piscina, y quizás, hasta más que eso.

-Por cierto, no irás al concurso de camisetas mojas? Deberías ir, fijo que ganas! Dijo él. Eso me dejó paralizada por un momento, pero le contesté:

-Seguro estaré ahí, tú crees que tengo posibilidades? Pregunté yo nuevamente con inocencia.

-Posibilidades??? Si haces un espectáculo como el que acabo de ver fijo ganas preciosa! Él decía eso con mucho morbo, pero al mismo tiempo con respeto. Su mirada se centraba en mi rostro, y no en mis tetas, que seguían cubiertas únicamente por mis manos. En ese momento, solté mis tetas para acomodar nuevamente mi camiseta, momento en el cual deje que por unos instantes el viera mi pecho nuevamente mientras me acomodaba la ropa, cosa que hizo de gusto, y con una sonrisa en su rostro dijo:

-Uy mamita, es que estas como Dios manda!

-Gracias, le dije yo. -Entonces espero verte mañana! Agregue.

-Si tu estas y prometes dar un espectáculo como el de ahora, fijo que estoy. Ahí me entró el morbo y le dije:

-Si te veo mañana, haré algo dedicado para ti para que no lo olvides, algo mejor que esto, y dicho esto, me levante la camiseta nuevamente para enseñarle ahora sí, con toda calma mis tetas de manera directa, le hice un gesto de viciosa y en seguida proseguí mi camino, dejándolo atrás. Mientras me alejaba me acomodé mi camiseta de nuevo y escuche que el chico me decía:

-Fijo ahí estaré mañana esperando que cumplas la promesa!!!

-La cumpliré! Le dije yo sin detener mi paso hacia mi habitación.

Entré en nuestra habitación, no estaba mi novio, lo cual me sorprendió por un momento, pero luego, al mirar el reloj supe que de seguro estaría corriendo aun, pues apenas si había pasado una hora de que habíamos salido, y por lo general se tarda al menos dos horas en su rutina, era evidente que el trayecto con migo no cumplía ni con la mitad de lo que suele hacer diariamente. Me dirigí a la ducha, donde me bañe muy bien, y aunque tuve deseos de masturbarme por todos los acontecimientos ocurridos, no lo hice pensando en el mandato de mi novio de nada de sexo, y quería ser la sumisa obediente que suelo ser. Salí del baño, busque un traje de baño. Ya en los días anteriores había utilizado los tres que había traído con parte superior, y la verdad, ese día no pensaba usar nada arriba, pues al día siguiente sería el concurso, y no quería ni rastros de marcas en mis tetas, así que, tome una de las dos tanguitas que había traído que no tienen parte superior, que en síntesis son muy similares a las de los otros bikinis, minúsculos triangulitos que a duras penas tapan algo, y todo el resto sin finas tiritas que unen todo. Este que saqué es de color rosa, me lo coloqué y me lo jalé bien hacia arriba, provocando esto que se incruste hasta dentro entre mis labios y mi culo, una sensación que me encanta. Hecho esto, me puse unos los tacones blancos que había usado la segunda noche con el vestidito rosa. Salí de la habitación, con la toalla en la mano y el bolsito de mis cosas personales, y las tetas al aire, sin importarme más, me dirigí a la silla que ya era mía! Coloqué mi toalla y me tumbé de inmediato boca abajo, me puse el bronceador a como pude, pues no había nadie a quien solicitarle ayuda y me relajé. Al poco rato llego mi novio, quien al verme en la toalla me dijo:

-Quien te ha dado permiso de estar acá perra? Era evidente que se estaba tomando en serio su rol de dominante.

-Disculpa amor, no quise molestarte, pensé que… Me interrumpió el de inmediato.

-No tienes derecho de pensar perra, solo de obedecer.

-Discúlpame amor, por favor, no ocurrirá de nuevo. Le dije yo muy sumisa, e inmediatamente hice un movimiento como para levantarme e irme para la habitación, cosa que nuevamente tuvo una reprimenda.

-Y ahora que pretendes hacer perra?

-Irme para la habitación amor.

-Y quien te ha dicho que hagas eso perra?

-Eh… nadie amor, pensé…

-Nuevamente pensando perra! Interrumpió nuevamente.

-Discúlpame amor, que deseas que haga?

-Pues, ya estás aquí perra, ahora quédate a tomar el sol. Igual debes estar perfecta para mañana. Dicho esto se inclinó sobre mí, y me empezó a tocar el culo y la vagina, como buscando algo.

-Veo que has hecho caso al menos en tu abstinencia y no traes nada en tus agujeros.

-No amor, no tengo nada tal cual me lo has ordenado.

-Bien, eso está bien, y ni se te ocurra hacer algo contrario a mis órdenes perra.

-No amor. Me podrías ayudar a ponerme crema en la espalda, es que no lo he podido hacer bien yo sola, le pedí.

-Está bien perra. Dicho esto, tomó el frasco del bronceador y empezó a colocarme por todo el cuerpo, entreteniéndose sobre manera en mi culo nuevamente, metiendo mano y dedos por todos mis agujeros logrando una tremenda excitación en mí, al punto que estaba a punto de correrme, momento en el que él se detuvo, y sin decir nada se levantó y se retiró hacia la habitación diciendo:

-Nada de eso perra, tendrás que aguantar, regreso en un rato. Él sabía lo que me hacía, y sabía muy bien el momento exacto en el cual se podía detener y dejarme con el orgasmo a punto, y disfrutaba de hacerme sufrir de esa forma, y por alguna razón, yo disfrutaba de ese martirio al cual me sometía.

Me quedé ahí, tumbada boca abajo por un rato, luego me di vuelta y procedí a colocarme bronceador por el frente, lo disfruté al máximo, me entretuve masajeando mis tetas, y luego por mi vagina, al punto que nuevamente sentí como mi orgasmo se acercaba, así que me detuve, terminé de colocarme el bronceador y me relajé nuevamente. En ese instante escuche la voz de mi novio, a quien no había escuchado llegar, que estaba justo sobre mí:

-Eres obediente perra, me gusta eso. Era evidente que estuvo suficiente tiempo como para darse cuenta lo que había hecho, y me alivió que no hice nada.

-Iré a traer algo para desayunar perra, espérame aquí, no te muevas! Dicho esto, se retiró, yo me quedé tomando el sol a mi gusto. A los quince minutos, mi novio estaba de regreso con unas bolsas, en las cuales traía nuestro desayuno.

-Sigues aquí perrita, me gusta tu obediencia, te has ganado un desayuno. Siéntate. Yo me incorporé sonriente, lo miré a los ojos y dije:

-Gracias amor, soy tuya y haré lo que me digas.

-Bien bien, vamos a desayunar algo. Ponte la parte de arriba de tu bikini.

-Eh… no traje amor, no tengo parte superior para este bikini. Contesté yo, esta vez con cierta desconfianza de que esta respuesta no le gustaría a él.

-Ahhh, entonces vienes con las tetas al aire desde la habitación!

-Eh, sip amor.

-Mmmm, bueno, que le vamos a hacer, eres una puta legitima. Igual, desayunemos! Su respuesta no era justamente lo que me esperaba, pero al menos fue relajante no recibir otro regaño. Me entregó una bolsa, la cual contenía una cajita con frutas, las cuales me comí de gusto, igual había un sándwich y una cajita con leche fresca, me lo comí todo, los ejercicios de la mañana habían abierto mi apetito. Una vez terminado, me quedé esperando las órdenes de mi novio, el cual, al verme esperando me dijo:

-Quieres seguir tomando el sol?

-Lo que tú ordenes amor.

-Bien, entonces recuéstate nuevamente, que te doy más cremita en la espalda!

Mi novio me puso crema en la espalda, esta vez no me martirizó tanto como anteriormente, y me pude relajar pronto. Estuvimos así por un buen rato, el en ocasiones se metía a la piscina y nadaba un rato, luego salía y se tumbaba a mi lado, me daba crema por uno y otro lado y volvía a nadar. Como a las diez de la mañana, salió Andrea de su habitación, tenía cara de que había pasado una noche tremenda, se acercó a mí, justo mi novio estaba en la piscina:

-Hola Jess.

-Hola Andre, que tal tu noche?

-Ufff Jess, ni te imaginas, tremenda!!!

-Se te nota!!! Le dije con una mirada picara.

-Tanto así amiga?

-Tanto así! Repliqué! Se quedó en silencia, y al cabo de unos segundos nos reímos las dos al unísono.

-Ja ja ja…

-Hace mucho estas aquí? Preguntó Andrea.

-Sip, mas menos, temprano salí a correr con mi novio.

-Ahhh, madrugaron entonces!!!

-Se puede decir!!!

-Bueno, regreso a mi cuarto para alistarme y vengo para estar con tigo Jess.

-Está bien Andre, aquí estaré. Dicho esto, se retiró Andrea a su cuarto y yo seguí tomando el sol. Al poco rato, ella volvió a salir con su bikini de hilito que había usado el día anterior, y vino hasta la silla que igual había usado ella. Se tumbó boca arriba y se empezó a dar bronceador por el cuerpo. En ese momento justo mi novio salía de la piscina y se acercó a nosotras.

-Hola Andre, dijo él.

-Hola, contestó ella.

-Si ocupas ayuda me dices, le dijo mi novio a ella, a lo que yo inmediatamente levante la mirada viéndolo seriamente pero sin decir nada. Si bien teníamos un juguito, era entre nosotros, yo no quería incluir a nadie más. Claro, no tendría derecho de reclamar pues a mí también me habían dado crema ya otros chicos días atrás, y de maneras muy provocativas!

-No te preocupes, ya viene Carlos para ayudarme, contestó Andre sin ninguna malicia. Efectivamente, Carlos salía justamente de su habitación, y se dirigió a nosotros, saludando a todos y mirando mis tetas fijamente.

-Hola!!! Dijo el de manera general. Me agradaba esa mirada que me hacía, me gustaba saber que mis tetas le llamaban la atención, igual, por cierto respeto en ese momento me di vuelta y le solicité a mi novio me diera crema en la espalda, cosa que hizo de gusto, y esta vez, nuevamente se dio gusto tocando mi culo, y yo intenté hacer que la cosa fuera más sexual, levantando lo más posible mi culo y hasta abriendo un poco las piernas para que mi novio tuviera un mejor acceso a mis partes, cosa que no dudo en meter mano. Yo por mi parte, no quería tener un orgasmo frente a mis amigos, por lo que intentaba pensar en algo más, y parece que mi novio era consciente de ello, ya que no paraba de meter sus dedos por mi vagina y mi culo, y de haber estado solos ya hacía rato hubiera tenido mi orgasmo, pero dadas las circunstancias lo estaba tratando de evitar. Fue Andrea la que intervino en la situación y prácticamente me salvo de una situación que ya se me estaba saliendo de las manos:

-Chicos, mejor vayan al cuarto, que aquí están muy incomodos así!!! Se hizo un silencio sepulcral, mi novio se detuvo de inmediato y a los pocos segundos los cuatro estallamos en carcajadas, aunque yo por dentro estaba deseando seguir los consejos de mi amiga, sabía que eso no sería así. Nos relajamos nuevamente y la rutina normal siguió por el resto de la mañana.

Cerca del mediodía, nos retiramos hacia las habitaciones para luego ir a almorzar los cuatro juntos nuevamente. Yo tenía el presentimiento que ese almuerzo en grupo nuevamente serviría para que tanto mi novio como mis amigos se aprovecharan para seguirme exhibiendo donde fuéramos, pero la verdad sentía que quería eso, y no intentaría por ningún motivo detenerlos. Ya en la habitación le pregunté a mi novio:

-Quieres que me ponga algo en especial para ir a almorzar?

-Mmmm, pues, luces fantástica así, igual que siempre, cúbrete las tetas con algo a tu gusto, y estarás bien me parece.

-Como tú gustes amor. No quieres que me ponga nada más en la parte de abajo?

-Si tú lo deseas perra, o si quieres ir en el hilito lo puedes hacer.

-Me pondré un pareo si te parece.

-Está bien, como tú gustes. Quería tener algo más que solo el micro hilito en la parte de abajo, pues sabía que posiblemente jugarían con migo este trio. Busque el vestidito rosa que usé la segunda noche, que en realidad era un pareo en la parte baja y un tira de tela en la parte superior amarrada sobre mis tetas. Esta vez, a diferencia de la vez anterior, la amarre cruzada para que mis tetas no se salieran tan fácilmente, y dado que traía el hilito abajo, podía amarrar el pareo por un costado.

-Qué te parece así amor? Pregunté a mi novio.

-Me parece que lucias mejor antes de colocártelo, pero te ves muy bien así también.

-Si quieres me lo quito amor.

-No no, mejor así, creo que es más prudente. Le sonreí, él también estaba listo así que salimos de nuestra habitación, nuestros acompañantes también justo están saliendo, y una vez con ellos nos dirigimos hacia el restaurant del hotel. Había bastante gente adentro, no me lo esperaba, pues todo el rato que estuvimos en la piscina no vimos a nadie, ni tan siquiera a los del aseo de la alberca, pero cosa contraria, el restaurante estaba bastante abarrotado. Por un lado, me alivio venir vestida como estaba, ya que si mi novio hubiese tomado la oferta de quitarme lo que me había puesto con suerte hubiera entrado al sitio con únicamente un micro hilito sobre mi cuerpo, y eso hubiera sido muy vergonzoso dado la cantidad de gente. Igual, mi cuerpo era el centro de atracción y el punto al que se dirigían todas las miradas del local, y aunque no tenía nada a la vista directamente, el pareo no me tapaba ni todo el culo ni la parte delantera del micho hilito, dejando ver una de mis nalgas casi por entero y la mitad de la otra por atrás, con el hilito totalmente invisible entre mis nalgas, y por adelante se entreveía el pequeño triangulito que luchaba por sostener tras de sí la línea de vellos sobre mi vagina. Al echar un vistazo por el lugar, logré divisar al chico que me sorprendió con las tetas al aire por la mañana, estaba sentado en una mesa junto a 3 chicos más, debían ser sus compañeros. De momento él no me había visto, pues justamente él era quien estaba de espaldas a nosotros, pero dos de sus amigos ya habían notado nuestra presencia, especialmente la mía, y no tardaron en alertar a sus compañeros. El chico que me había visto, al verme de nuevo empezó a hablar con sus amigos, supuse que les había contado de su encuentro de la mañana y ahora les diría que yo era la chica, aunque yo no podía estar segura de eso y era solamente mi idea, pero por el tipo de gestos pensé que seguro que era eso. Nos sentamos alrededor de una mesa, bastante cerca de donde los chicos en mención estaban, esta vez, mi el chico en mención estaba justo frente a nosotros, aunque yo le daba la espalda, pero era lo primero que su mirada podía ver cuando veía hacia nuestra mesa. En seguida ordenamos y el camarero se retiró. Frente a mi estaba Andrea, quien empezó a notar las miradas de los chicos de la mesa en cuestión, si bien la mayoría de hombres me miraban, ellos lo hacía con mayor frecuencia y se notaba que hablaban de mí.

-Jess, así es como debiste usar ese vestidito la otra noche cuando nos encontramos, cruzado, y con ese hilito por abajo, no como ibas ese día, me dijo Andre como para romper el silencio de la mesa.

-Bueno, es que ahora sé que estamos en compañía de ustedes, además, ese día habíamos salido tarde en la noche, no a medio día, era una ocasión diferente, me defendí.

-Igual fui yo quien le dijo a Jess como quería que usara el vestidito ese día, agrego mi novio.

-Sí, está bien, pero no creo que le dijeras a ella que fuese sin nada por abajo. Volvió al ataque Andrea!!!

-Bueno, eso si no se lo dije, pero ella siempre anda así, no era algo de extrañar, trató de defenderme de nuevo mi novio.

-Igual, soy yo la que se viste o desviste, y si a alguien le ven sus partes es a mí, a nadie más, dije yo de manera tranquila y en la voz más baja posible para que nadie más me escuchara fuera de la mesa. En ese momento, me levanté de la mesa y tomé rumbo al lavatorio.

-Iré a lavarme las manos, dije. Me fui directo a los servicios, los cuales estaban atrás de una puerta, al entrar, vi un pasillo largo y al fondo dos puertas, una era los servicios de varones y la otra la de las chicas. Entré al que me correspondía y me lave las manos. Al salir, mi sorpresa fue ver al chico de la mañana, parecía me había seguido hasta ahí y me estaba esperando.

-Hola preciosa, me dijo.

-Hola!

-Disculpa mi atrevimiento, Jessica, es tu nombre cierto?

-Como lo sabes?

-Te seguí con la vista en la mañana y vi a cual habitación entraste, luego fui a la recepción y logré mirar en el libro del hotel tu nombre, y el de un hombre que está en tu habitación, supongo tu esposo.

-Ahhh, eres curioso entonces!!! Y bueno, sí, mi nombre es Jessica, cual es el tuyo?

-Soy Fabián.

-Pues mucho gusto Fabián.

-El gusto es todo mío Jessica. Y dime, en serio estarás en el concurso mañana?

-Sip, ahí estaré, participando.

-Y lo de la promesa fue en serio?

-Solo tendrás que estar ahí para averiguarlo.

Mmmm… usaras un short como el que traías por la mañana? Se te miraba el culo muy rico Jessica…

-Ja ja ja ja ja… no, no usaré un short así.

-Ahhh, que pena, con ese short te mirabas de infarto.

-Siento desilusionarte, pero en realidad usaré un hilito como este que traigo puesto. Dicho esto, solté el nudo de mi pareo y me lo quité, mostrándole el hilito que tenía puesto. El chico se quedó paralizado por un instante, y tuve que hablarle de nuevo para que saliera de su trance.

-Te parece que mejor debería usar el short?

-Bue- bue-bueno… de ser así, creo que ese hilo será la mejor elección…

-A mí me pareció igual, pero bueno, una segunda opinión nunca está de más. Bueno, me tengo que ir, un gusto Fabián. Dicho esto, me di vuelta y me coloque el pareo para regresar a la mesa como si nada pasara. Al llegar a la mesa, los platos ya estaban servidos. Nos dedicamos a comer de inmediato. Mientras comía a mis espaldas escuchaba el cuchicheo de Fabián con sus amigos, evidentemente hablando sobre mí, aunque no sabía exactamente qué. Al terminar de comer, los chicos nuevamente se levantaron como es su costumbre para ir a cancelar la cuenta, dejándonos a Andre y a mi solas en la mesa.

-Jessica, esos chicos no paran de hablar de ti. Se ve que les has provocado!!!

-Tú crees? No tengo idea de quienes son, los has visto tú antes? Le dije a Andre aludiendo inocencia.

-La verdad no estoy segura, pero me parece ya los había visto en el Hotel.

-Pues será que están hospedados aquí, le dije yo con frialdad.

-Pues sí, pero igual, no te quitan ojo de encima!

-Han de ser unos mirones!!! Ja ja ja.

-Seguro que sí, vamos, los chicos están listos, dijo Andre. Nos levantamos en seguida, yo salí tras mi amiga, lo que me dejo con libertad de mirar a Fabián y al pasar cerca de él le cerré un ojo y le lance un besito para que sus amigos vieran que lo que él decía debía ser verdad, eso en realidad sin saber que les habrá dicho!!!

Salimos del restaurante y nos dirigimos de regreso al hotel, llegamos a las sillas donde aún estaban las toallas que habíamos dejado en la mañana ahí. Yo procedí a quitarme el pareo, y en seguida me quité la tira que me cubría las tetas, dejando estas al aire libre de una vez, me senté en mi silla y le dije a mi novio:

-Me pasarías crema en la espalda por favor amor?

-Con mucho gusto, dijo el, y sin perder el tiempo tomo el bronceador y me lo empezó a pasar por la espalda.

-Recuéstate boca abajo Jess, me dijo, para terminar de pasarte bien el bronceador! Hice caso inmediatamente, y me acosté boca abajo como me dijo él. Nuevamente empezó el jugueteo en mi culo, mientras observaba como Carlos le daba crema en la misma posición a Andrea. Ella al igual que yo, había decidido sacarse las tetas y tumbarse boca abajo. Pronto mi novio termino de hacer lo suyo, y se recostó sobre su silla para descansar. Al cabo de un rato, cuando ya la comida se nos había bajado un poco, mi novio y Carlos se fueron hacia la piscina, y no tardaron mucho en invitarnos a unirnos a ellos. Andrea no titubeo mucho, se levantó de la silla, se colocó la parte superior del bikini y se lanzó a la piscina. Yo me sentía aperezada, pero igual, después de algunas insistencias de mi novio y Carlos me levante y me fui hacia la piscina. Empecé metiendo un pie en el agua, no quería lanzarme, pero en eso Andrea empezó a arrojarme agua desde la piscina, lo que me obligo a tirarme de clavado a la piscina. Empezamos a jugar en la piscina, lanzándonos agua y esas cosas, hasta que Carlos pensó en jugar un partido de vóley acuático.

-Debemos conseguir un balón, dijo Carlos.

-En el hotel deben tener, dijo mi novio.

-Hay que pedirle una bola al recepcionista, les dije.

-Anda Jess, ve tú, que ya le tienes bastante confiancita a Juan, exclamó Andrea.

-Nooo, yo no quiero, les dije.

Jessi, no te hagas de rogar, ya sabes que le tienes mucha confianza, de seguro él te da el balón.

-Bueno, bueno, les dije, yo iré. Nadé hasta las graditas de la piscina, salí por ellas y me fui hacia la recepción. Mis tetas botaban al ritmo de mis pasos, entré a la recepción, me di cuenta que aún estaba tan mojada que iba mojando todo tras de mí, así que me detuve en la entrada y desde ahí llamé a Juan:

-Juan!!! Discúlpame, tienes un balón de vóley que nos puedas prestar? Juan estaba de espaldas a la entrada, y al darse vuelta a mi llamado quedó perplejo al verme prácticamente desnuda.

-Disculpa???

-Hay juan, no te hagas, que ya me has visto con menos, préstame un balón, insistí.

-Ehhh, bueno, dame un minuto y te lo llevo.

Te espero aquí o me lo traes tú?

-Como gustes Jessica

-Bien, entonces esperaremos en la piscina, que me muero de frio acá!!! Dicho esto me di media vuelta y me fui directo a la piscina, al llegar nuevamente me lance de clavado en el agua y nade por debajo del agua hasta llegar donde mi novio. Al salir del agua me preguntó:

-Que te han dicho?

-Ya me la van a traer, y no había terminado de decirlo cuando vi que Juan salía de la recepción con un balón en sus manos.

-Aquí está el balón que me pediste Jessica! Dijo Juan.

-Lánzala acá, le conteste. El la tiro hacia mí de inmediato. Atrapé el balón y le dije:

-Muchas gracias Juan, eres un sol! Empezamos a jugar, hicimos equipos por pareja, yo con mi novio y Carlos con Andrea. Noté que Juan se había quedado a la orilla de la piscina observando “el juego”, aunque más me daba la impresión que observaría solo el juego mío más que el partido de vóley. Yo quedaba justo del lado que estaba el, aunque estaba de espaldas a él, aun así, tendría un bonito espectáculo con migo, y yo me aseguraría que así fuera. Como ninguno de nosotros era profesional en el asunto, pasábamos más tiempo recogiendo el balón de lo que este pasaba en el aire, y más de una vez tirábamos el balón fuera de la alberca, por lo que alguno debía salir de la piscina para traerla, exceptuándome a mí, pues Juan estaba de mi lado, y si la bola se iba por ese lado el me la pasaba. Pronto Juan se dio cuenta que esa situación no le estaba favoreciendo, pues si yo salía de la piscina el espectáculo seria mayor, así que, se fue como a hacer otras labores, aunque se quedó bastante cercano a la piscina, de modo que estaba atento a lo que sucedía. No pasó mucho tiempo para que el balón saliera de la alberca por el lado que estaba yo, así que me tocaba ir a traerla, me aproximé a la gradilla y al empezar a salir noté como Juan no perdía detalle de mis movimientos. Sentí como la parte delantera de mi trajecito de baño estaba totalmente hundida entre mi vagina, al punto que prácticamente era un hilito, dejando ver absolutamente todo, incluso la línea de vellos de mi pubis, no me acomodé nada y salí como la más tranquila a traer el balón. Cuando tuve el balón en mis manos lo lancé a la piscina, y en ese momento traté de recomponer un poco mi tanguita, al menos para intentar tapar mis vellitos, regresé y me clavé nuevamente en el agua para continuar el juego. Jugamos por un rato más, luego salimos y tomamos nuevamente el sol, y así se fueron pasando los minutos y las horas de la tarde. Al ser más menos las cuatro de la tarde, mi novio dijo a nuestros acompañantes que debíamos retirarnos, pues teníamos algunos asuntos pendientes, yo no estaba segura a lo que se refería, pero igual hice caso de lo que decía el, me levanté, y me dispuse retirarme hacia la habitación, momento en el que mi novio dijo:

-Espérame aquí Jessi, regreso en seguida para irnos.

-Está bien amor, contesté yo sin estar segura de lo que se trataba. Lo que si estaba claro era que yo no iría a la habitación, por lo que decidí colocarme los trapos que tenía ahí con migo, pues evidentemente mi novio no quería que fuera semidesnuda a donde quiera que fuéramos. Justo me estaba terminando de colocar los zapatos cuando mi novio salió de la habitación y se dirigió hacia mí.

-Estas lista Jessi?

-Sí, dame un segundo que termino de ponerme este zapato.

-Bien, date prisa!

-Voy voy… Dicho esto, me termine de colocar mi zapato y estaba lista para marcharme. Nos despedimos de nuestros amigos y nos retiramos. Al salir por el portón del hotel le dije a mi novio:

-Para donde vamos amor?

-Iremos a comprar algunas cosas perrita. Recuerda que mañana debes salir a correr nuevamente con migo temprano, pero esta vez deberás ponerte a mi ritmo, así que tendrás que ir mejor preparada que hoy. En ese momento recordé lo que había sucedido por la mañana, y sabía que como mínimo debería comprar unos zapatos adecuados para correr. Nos dirigimos a un centro comercial que estaba relativamente cerca del hotel, quizás a unas 3 o 4 cuadras de distancia. Al llegar nos dirigimos directo a una tienda de artículos deportivos. Entramos y noté que la vendedora era una chica hermosa, con un bronceado precioso y un cuerpo de infarto, se notaba que era una chica de gym, llevaba ropa deportiva, muy ceñida, sin llegar a ser vulgar, pero si se le miraba muy sexy.

-Buenas tardes, en que puedo ayudarles? Nos dijo la chica. Por un momento se hizo un silencio, situación que me dió a entender que mi novio esperaba que fuera yo quien hablara.

-Hola, quisiera comprar un conjunto algo similar a lo que traes puesto, le dije.

-Claro que sí, tenemos varios estilos y colores para que puedas escoger, me contestó ella. Nos fuimos hasta unos estantes donde tenía muchos conjuntos de esa clase, el que ella traía puesto era un pantalón negro, semi largo, que le llegaba un poco por encima de la espinilla, y un top negro también, sin mangas, ambos tenían líneas rosadas a los costados, llevaba unas medias gruesas blancas y unas tenis negras con rosado también.

-Qué tipo buscas? Largo, corto, una pieza, dos?

-Dos piezas, corto contesté yo!

-Bien, creo que tengo varios que te podrían gustar. Empezó a sacar varios conjuntos del tipo que le dije, y de verdad que estaban todos muy bonitos, en diversos colores, pero me llamó la atención uno sobre todo. Era blanco y naranja, pero lo que me llamó la atención no era tanto el color sino más bien el tamaño del pantaloncillo, que más bien parecía una mini. Lo tomé y al mirarlo mejor me di cuenta que en efecto era una mini, no pantaloncillo.

-Ese conjunto es de tres piezas, me dijo la chica… pero no veo el short. Déjame ver, debería estar por acá. Empezó a revolver todas las cosas en busca del short que debía llevar el conjunto, aunque yo por dentro empecé a pensar que quería ese conjunto, y que en realidad no me interesaba el short, lo utilizaría de todos modos sin él, ya me estaba gustando la idea de correr solo en la mini. La chica por su parte, seguía buscando el short sin éxito.

-Creo que no está, dijo finalmente.

-Me parece precioso este, es del color que me gusta, le dije yo refiriéndome al conjunto que quería.

-No creo poder vendértelo, no está completo.

-Y si decidimos comprarlo de todas maneras, así incompleto? Insistí.

-Pues… no sé, quizás pueda buscarte algo para que puedas usar por debajo de la mini en algún color similar, dijo ella, sin saber que justamente mi idea era usarlo sin nada.

-Quizás me puedas hacer un descuento, propuse.

-Está bien, llamaré a mi jefe para preguntarle, me dijo ella. Inmediatamente se fue para el mostrador y llamó a alguien.

-Eres una puta Jess, me dijo mi novio.

-Porque amor? Le dije de manera inocente!!

-Todavía preguntas, está claro lo que pretendes.

-Ja ja ja, hay amor, lo que quiero es poder correr con tigo!

-Si claro, y lo harás en una mini, me imagino que sin nada más!

-Pues no es mala idea ahora que lo mencionas, le dije.

-Ja ja ja, como si no fuera lo que tienes en mente… perra! Me sonreí y le guiñe un ojo a mi novio, momento en el que se acercaba la dependienta nuevamente hacia nosotros.

-Dice mi jefe que dada la situación, les puede hacer un 30% de descuento en el conjunto.

-Está bien, lo acepto entonces.

-Si gustas te lo pruebas para que estés totalmente segura, me dijo la chica.

-Está bien, igual voy a necesitar un par de zapatos “tenis” y unas medias.

-Los zapatos están por allá, y las medias también. Nos dirigimos hacia el lugar, y desde lejos vi las tenis que quería, Llegué hasta ellas y le pregunté directamente sobre esas tenis en mi número:

-Tienes estas en mi talla?

-Sí, claro, ya te las traigo.

-Iré al probador, le dije.

-De acuerdo, ahí te paso los zapatos.

-Y unas medias, por favor, le dije a la chica mientras me dirigía al probador con el conjunto. Mi novio venía atrás mío, y al llegar a la puerta del probador me dijo:

-Eres una perra y lo sabes.

-Lo se amor, y también sé que te gusta que lo sea. Dicho eso, di media vuelta y entre en el probador. Cerré la puertilla con la tranque y me quite lo que traía puesto, incluso el hilito del traje de baño. Me coloqué el top primero, el cual me quedo súper ajustado, pero perfecto, y al colocarme la mini, me di cuenta que era más corto de lo que pensaba, y que era muy ajustado, prácticamente imposible que me tapara bien mi culito. En el momento que terminé de hacer esto escuche a la chica que afuera me decía:

-Aquí tengo los zapatos, si gustas te los paso de una vez.

-Tranquila, salgo enseguida. Dicho esto abrí la puerta y salí. La chica se quedó mirándome de arriba abajo, se le notaban los pensamientos en sus ojos, evidentemente pensando lo puta que me miraba.

-Te queda muy bien, dijo ella, y agrego, tienes un cuerpazo digno de lucir de esa manera.

-Gracias, tu igual, le dije. Ella sonrió a mi respuesta, e inmediatamente eso hizo que cambiara su forma de mirarme, aunque sabía que mi próximo movimiento haría que nuevamente me mirase con la cara que puso al inicio. Tomé los zapatos de sus manos y me dirigí a una banquita que había en el salón, ella vino con migo y me entregó una medias que también tenía en sus manos. Al sentarme en la banquita, mi sexo desnudo quedó totalmente desnudo, a la vista de la chica, quien hasta ese momento quizás pensó que yo al menos traía el hilito del traje de baño rosadito que ya me había visto posiblemente. Tal cual pensé, su mirada volvió a ser la anterior. Yo tranquilamente me coloqué las medias, y luego los zapatos, me levanté y me recompuse la mini, intentando tapar hasta donde fuera posible mi trasero.

-Me gusta, le dije a mi novio.

-Se te ve espectacular, me contesto él.

-Sí, te ves muy bien, aunque si está un poco corta la mini, y sin el short! Dijo la chica.

-A mí me gusta, y me gusta más así sin el short, me siento más cómoda, les dije. La mirada de la chica se volvió más penetrante aun, y yo miraba a mi novio el cual hacia una cara de incredulidad, al mismo tiempo que se sonreía, indicativo de que le estaba gustando mi actuación, o al menos, así lo sentía yo.

-Bien, nos llevamos todo, si gustas nos preparas la factura, le dijo mi novio a la chica. Yo por mi parte, regresé al vestidor, donde me quite las prendas, y al ponerme las que traía decidí no ponerme el hilito, usaría solamente el pareo en la parte de abajo, igual a como lo había usado la segunda noche de la semana, con el nudo al frente para tapar mis vellitos.

Salí del cambiador y me fui directo al mostrador, ahí estaba ya mi novio con la chica.

-Desean algo más? Pregunto ella.

-No, creo que tenemos todo, le contestó mi novio.

-Bien, entonces estamos listos.

-Muchas gracias por todo, le dije a la chica.

-Gracias por su compra, les esperamos pronto, contestó ella. Salimos del local y nos pusimos a caminar en dirección a la salida, de pronto mi novio me dijo:

-Te has quitado el hilo, verdad perra?

-Si amor, es que estaba mojado aun, me excusé yo.

-Eres una puta Jessica, vete para la habitación de inmediato, y me esperas ahí hasta que yo regrese, perra! Me dijo mi novio con un tono de dominante, aunque también sentí el juego en sus palabras. Tomé dirección hacia el hotel, tal como me lo había ordenado mi novio. En una mano llevaba la bolsa con la ropa y en la otra llevaba la caja de los zapatos. De pronto sentí como el nudo de la pañoleta que tapaba mi parte inferior empezó a soltarse poco a poco, ayudado por el viento que soplaba bastante fuerte y me levantaba la pañoleta constantemente, y que yo no podía controlar debido a los paquetes que traía en mis manos. Llegué hasta un muro, donde pude por fin colocar las cosas que llevaba en mis manos, momento en el que sentí como la pañoleta se me deslizaba hacia las piernas dejando mi culo totalmente desnudo. Había mucha gente en la calle, pues era la calle principal de la ciudad y a una hora de alto tránsito, así que no habrán sido pocos los que vieron el tremendo espectáculo, y aunque duro unos pocos segundos, quizás menos, no se hicieron esperar los chiflidos y piropos pasados de todo por parte de varios chicos. Rápidamente me acomodé el pareo, me hice el nudo fuerte a la altura de mi vientre y seguí mi camino en cuanto pude. Las miradas de varios caballeros que me encontré de camino se perdían entre mis tetas y mi vientre, buscando en cuál de los dos sitios podrían ver algo mejor, y si bien es cierto llevaba bien acomodadas mis tetas atrás de la tela, la cual llevaba cruzada, el movimiento de mis tetas libres se hacía muy evidente, y claro, sin dejar de lado la parte baja, en la cual el nudo frente a mi pubis evidenciaba bastante claramente la ausencia de cualquier otra prenda bajo la pañoleta.

Al llegar al hotel, en una de las sillitas de la piscina se encontraba Fabián, el chico de la mañana, quien posiblemente recién habría salido de sus labores. A su lado se encontraba uno de los chicos amigos de él. También note que ya Carlos y Andrea se habían retirado de la zona, por lo que solo los dos chicos estaban ahí. Fabián me saludó justo cuando iba pasando por su sitio.

-Hola Jessica, que agradable verte de nuevo.

-Hola Fabián, lo mismo digo! Me detuve para no ser irrespetuosa, aunque sentía que con eso estaba desobedeciendo a mi novio, aunque pensé que no podría darse cuenta!

-Sabes Jessica, le dije aquí a mi amigo Roger que participarías mañana en el concurso de camisetas mojadas, pero él no me cree.

-Y porque no le crees Roger? Dije como para seguirle el juego a Fabián.

-Pues, es que Fabián no suele ser muy sincero que digamos, y bueno, una chica como tú no suele participar en esos concursos.

-Ah no, porque piensas que una chica como yo no suele participar en concursos de esos? Acaso te parece que no tengo lo necesario para ese concurso?

-No, no Jessica, discúlpame si me malinterpreté, es solo que me pareces que eres una chica de mucha clase como para participar en un concurso de ese tipo, me refiero, un concurso de pueblo, tu eres más como de concursos del tipo profesional, no sé si me explico.

-Entiendo a lo que te refieres, pero bueno, creo que deberás creerle a tu amigo Fabián, ya que si voy a participar en el concurso, quizás no soy una chica de alta clase como tu pensabas!

-Pues, continuó Roger, si participas, y lo haces en el traje de baño que me ha dicho Fabián fijo que ganas.

-Ah, y que te ha dicho Fabián que pienso utilizar para el concurso?

-Pues, él dijo que le modelaste un pequeñísimo hilo dental hoy en el restaurante, y bueno, nosotros igual pudimos ver algo de esa fantástica prenda bajo ese pareo que traes.

-Modélala de nuevo Jessica, si no es molestia para ti por supuesto, pidió Fabián! Al escuchar esas palabras recordé que el hilito dental estaba en mi bolsito, no sobre mi cuerpo, por lo que, me entro la diablita dentro. Metí la mano dentro del bolso al tiempo que les decía:

-Lo siento chicos, no lo traigo puesto ya, momento en el que sacaba del bolso la pequeñísima prenda aun húmeda. Los chicos se quedaron con la boca abierta, hasta que Fabián tomo acción:

-Bueno, entonces modélanos el que traes ahora, ya que imagino que debe ser igual de diminuto, dijo inteligentemente. Yo Me sonreí, al tiempo que coloque las cosas que había en mis manos sobre una de las sillas, y me llevé las manos al nudo del pareo.

-En realidad te equivocas Fabián, ya que no traigo ningún hilito abajo del pareo, dicho esto, me solté el nudo del pareo y les deje ver a los dos mi vagina totalmente desnuda y palpitante, pues toda la situación me había provocado una excitación tremenda. Me di una vuelta completa para que miraran bien todo lo que había, y luego me volví a amarrar el pareo en su lugar, sin decir nada más, tomé mis cosas y me marche hacia la habitación dejando a los dos chicos con una tremenda erección más que evidente entre sus piernas.

Al entrar al cuarto, lo primero que pensé fue en buscar alguno de mis consoladores y enterrármelo hasta lo más profundo de mi ser, pero reaccioné al recordar la prohibición que me había hecho mi novio. Debatí mentalmente por un rato, ya que de todas formas no había obedecido al pie de la letra el mandato de mi novio de venirme directo hacia la habitación, aunque también pensaba que no me había dicho que no me detuviera a hablar con nadie, así que técnicamente no había faltado a su palabra, mientras que el masturbarme si sería una falta directa a su mandato de abstinencia, además, con lo que suelo tardarme en eso y con lo rápido que me vuela el tiempo cuando me masturbo pensé que de seguro me encontraría con el consolador en uno de mis agujeros. Decidí que mejor no haría nada, igual mi novio posiblemente no tardaría mucho en llegar. Me senté en la cama y me puse a mirar televisión. Pronto oscureció y aun mi novio no llegaba. No fue sino hasta pasadas las ocho cuando mi novio por fin llego a la habitación, entro con un par de bolsas más, se notaba que había ido de compras.

-Veo que estás aquí tal cual te dije.

-Si amor, aquí te estaba esperando.

-No te desviaste en tu regreso a la habitación?

-No amor, como me dijiste, me vine directo hacia acá.

-Hummm, entonces, porque hay unos chicos comentando ahí afuera sobre ti, y lo tremenda puta que eres. Era evidente que mi novio se había dado cuenta que me detuve a hablar con Fabián y Roger. Era momento de pensar algo rápido.

-Me detuve a saludarles amor, no me desvié de mi camino.

-Ahhh, te detuviste a saludarles, y de paso enseñarles tu cuerpo desnudo! Mi novio se escuchaba dominante, y evidentemente estaba disfrutando su papel, y más aún disfrutaba ya que tenía mucha información, cosa que no esperaba en ese momento. No tenía escapatoria en ese momento, mi mente no podía pensar en alguna salida de esa situación, por lo que mi silencio se hizo mayor hasta que mi novio volvió a hablar:

-Te exhibiste para ellos como una perra verdad?

-Si amor, lo hice.

-Pues eso merece un castigo perra. Levántate! Me levanté de un brinco de la cama, y me coloqué frente a mi novio.

-Desnúdate perra! Mandó el. Yo inmediatamente me quite los dos trapos que cubrían mi cuerpo y me iba a agachar para quitarme los zapatos, momento en el que mi novio me tomó del pelo y me impidió seguir.

-Los zapatos no perra. Acércate a esa silla perra. Me acerqué a la silla, donde él me tomó y me colocó a su gusto. Me puso de frente a la silla, pero por la parte trasera de esta, es decir, frente al respaldo, tomo mi cuerpo y me obligó a inclinarme por sobre el respaldo, incrustándome la parte superior del respaldo en mi estómago y bajando el torso de mi cuerpo hasta tomar con mis manos las patas delanteras de la silla, estaba totalmente expuesta en esa posición, mi culo era la parte más alta de mi cuerpo en ese momento. En ese momento, sin decir nada, mi novio buscó una de las bolsas que traía y de ella saco varias cintas negras de tela, que resultaron ser fajas cuando las pude ver mejor. Con ellas amarró mis piernas y mis manos a las cuatro patas de la silla dejándome totalmente inmóvil y vulnerable a cualquier cosa que él quisiera hacer con migo. Entonces dijo:

-Has sido desobediente perra, y mereces ser castigada como la puta que eres.

-Lo que tú digas amor, castígame como tú quieras. Yo trataba de ser la más sumisa aunque por dentro estaba esperando ser embestida por la picha de mi novio, mi posición y situación me daba a entender que me reventaría mi culo a más no dar. Mis pensamientos empezaban a ver la luz, pues mi novio procedió a desnudarse, dejando aquel hermoso tronco a la vista de mis ojos, mi vagina estaba inundada, y palpitaba esperando ser penetrada lo antes posible. Mi novio se acercó por adelante hasta donde yo estaba, y sin decir nada me tomó del cabello y tiro mi cabeza hacia arriba, lo más alto que pudo, inmediatamente colocó su picha en mi boca a lo que reaccioné abriendo lo más posible para intentar tragar su aparato. Estaba totalmente inmóvil, mi novio estaba en una posición bastante incomoda evidentemente, pues por mi postura mi cabeza estaba muy abajo y tras de eso no era capaz de levantar mucho mi cabeza, mi novio prácticamente estaba de rodillas cogiéndose literalmente mi boca con su pene. Yo intentaba producir la mayor cantidad de saliva posible para que su sensación fuera máxima, aun cuando no soy una ferviente adicta a dar sexo oral, la situación en la que estaba me tenía al borde del éxtasis.

-Que perra que eres Jessica. Te gusta que te den verga verdad. Yo quería contestar pero me era imposible, tenía aquel tremendo aparato totalmente metido hasta mi garganta, al punto que incluso se me hacía difícil respirar, ni que se diga intentar pronunciar palabra alguna. Pasaron unos diez minutos a mi juicio, puede que fueran solo dos, o puede que fuera media hora, no estoy segura, de esa situación en la que mi novio se follaba mi boca, hasta que finalmente se empezó a descargar todo su semen, empezó en mi boca pero terminó sacando su picha de ahí y dejando toda mi cara y pelo totalmente bañados de semen. Fue una descarga tremenda, sentía que no podía abrir uno de mis ojos por un pringuete de semen que tenía justo ahí. Mi sexo estaba inundado de fluidos, palpitante, y pidiendo a gritos ser penetrado, pero tenía la sensación de que eso no iba a ocurrir, incluso, sabía que debería guardar silencio pues cualquier palabra que dijera en ese momento podría servir para aumentar mi castigo. Efectivamente, mi novio se retiró al lavabo sin decir nada, dejándome atada a la silla. Yo por mi parte no podía mover más que la cabeza, y eso tampoco con mucha libertad. Al regresar, mi novio me miró y dijo:

-Esto es lo que sucede cuando no eres obediente, no me había percatado de que tenía en su mano una paleta algo similar a las que usan para jugar ping-pong, con la que azotó mi culo de manera sonora, sacándome un chillido que debió escucharse hasta China. El muy cabrón, evidentemente había ido a un sex shop, y se había armado con varios utensilios para jugar con su “esclava”. Me volvió a golpear en el culo, sacándome otro aullido, al tiempo que me decía:

-Eres una perra desobediente verdad?

-Si amor, soy desobediente y merezco ser castigada, le dije yo como para intentar aliviar el castigo y demostrarle que era su sumisa esclava, pero mi intención lejos de disminuir el castigo provocó otro azote en mi culo.

-Pafff… sonó el golpe, seguido por mi alarido.

-Hoy te voy a castigar para ver si aprendes a no ser tan perra! Escuché que se alejó de mi un poco, buscaba algo en las bolsas que traía, pero yo no me atrevía a mirar, no sé si por miedo o para que el no mi viera mirando. Regresó hasta mi posición, por atrás mío, y tomó mi clítoris con dos de sus dedos, me lo jaló fuerte provocándome una sensación de éxtasis que casi trae consigo un orgasmo, hasta que sentí como me apretaba mi clítoris con algún utensilio frio. Era una prensa que había colocado, era metálica, y en su extremo tenía un gancho del cual colgó un peso adicional. Lo puso en el aire, como suspendido a la altura de mi clítoris y lo dejo caer. Al llegar al punto de tensión, todo el peso del instrumento debía ser soportado por la prensa que estaba sujetando mi clítoris, y aunque la prensa era bastante fuerte y me hacía bastante daño, el peso del aparatito fue mucho y la prensa se soltó de un tirón, volviendo a provocar en mi un aullido que apagó el sonido del aparato al caer al suelo. Mi novio entonces, tomo el aparatero del suelo nuevamente y lo volvió a colocar en su lugar, es decir, con la prensa en mi clítoris, pero esta vez, no lo dejo caer, sino que lo suspendió en su posición de reposo con cuidado, y observo que de esa manera se sostenía gracias a la prensa.

-Saldré a cenar, espero que cuando regrese la prensa esté en su lugar perra. Eso no me lo esperaba. Quería decir que me dejaría atada a esta silla el resto de la noche, con una prensa lastimando mi clítoris mientras él se iba cómodamente a cenar. Quería protestar, pero dadas las condiciones sentí que cualquier protesta en vez de ayudar posiblemente empeoraría mi situación, claro, peor que eso me pareció que sería imposible, pero conociendo a mí novio preferí mantener silencio. Mi chico se puso su ropa, y antes de salir dijo:

-Pórtate bien perrita, y tu suerte podría cambiar, por ahora le diré a tus amigos que estas con jaqueca y te has quedado descansando en la habitación.

-Si amor, que disfrutes, le dije, momento en el que cerró la puerta dejándome atada a la silla y con una tremenda prensa tirando de mi clítoris. No sabía en qué pensar, que hacer, mi estómago me dolía por la silla que se incrustaba ahí, estaba atada de manera muy ajustada, pensé que hasta podría ser peligroso, que haría si había un temblor, mil cosas pasaban por mi mente. El tiempo transcurría como en cámara lenta, de hecho, no tenía noción de tiempo. Escuche mi celular sonar un par de veces sin poder hacer nada. Al rato de estar en aquella posición, empecé a sentir como la prensa se empezaba a resbalar del clítoris, comprendí que pese a la incomodidad de la situación, a lo mal que me sentía mi excitación no había disminuido, y por alguna razón mi sexo seguía totalmente inundado y provocaba que la prensa resbalara del clítoris. Mis piernas estaban ligeramente abiertas, ya que estaban amarradas una en cada pata de la silla, por lo que no podía intentar con mis piernas sostener el peso del aparato. Intenté entonces mantenerme lo más quieta posible, situación que pareció funcionar pues deje de sentir que la prensa se deslizara. El tiempo pasó y se me hizo eterno, hasta que por fin escuche el sonido de la llave en la cerradura de la habitación. Al abrirse la puerta, no fue precisamente mi novio el que entró por ella, más bien era Andrea, quien al verme en mi situación se quedó paralizada.

-Que haces ahí Jess? De momento no supe que decir, así que contesté con otra pregunta:

-Que haces tú aquí Andre?

-Pues vine a ver como estabas, tu novio nos ha dicho que te dolía la cabeza, pero creo que no es del todo cierto, a menos de que esto sea una nueva receta para las jaquecas.

-Y es que no acostumbras a tocar la puerta? Pregunté yo nuevamente.

-Sí que acostumbro, pero como pensé que estabas mal no quería hacerte levantar de la cama, así que le pedí la llave a Juan para entrar. Pero veo que la situación es otra!!!

-Pues sí, en ese momento escuche un estruendo en el suelo, que fue el aparato cayéndose al soltarse de mi clítoris, la conversación había provocado mucho movimiento hasta que este se soltara. Tenemos un jueguito montado con mi novio, y hoy perdí yo así que este es mi castigo, y ahora estoy a punto de recibir otro castigo más si mi novio regresa y me encuentra sin la prensa en mi clítoris. Yo intentaba acomodar la situación para que Andrea no hiciera muchas preguntas y se retirara lo antes posible.

-Estás loca tu Jess, ya este juego me parece muy “hardcore”, pero bueno, cada quien con sus gustos. Mejor me voy antes de que tu novio venga.

-Nooo… espera Andre, me tienes que ayudar, que si mi novio regresa y ve eso en el suelo me pondrá más castigos, ayúdame por favor.

-Hummm, bueno. Andrea se acercó y tomó el aparato del suelo, observó mi clítoris y me dijo:

-Jess, tienes el clítoris totalmente rojo!

-Tu solo coloca la prensa ahí, por fa, no preguntes más. Dicho esto, ella jalo mi clítoris y me puso la prensa de regreso al clítoris, produciéndome un dolor terrible que a como pude ahogué el grito en mis labios.

-Listo.

-Gracias Andre, ahora vete antes de que llegue mi novio, y ni una palabra de esto.

-De acuerdo Jess. Salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejando en mi mente el pensamiento de si mi novio se iría a dar cuenta que ella estuvo en la habitación. Duda que se resolvió casi de inmediato, pues no pasaron más de unos minutos cuando la puerta se abrió de nuevo, esta vez sí era mi novio, quien no más entrar preguntó:

-Que hacia Andrea aquí?

-Vino a ver como estaba yo con mi jaqueca!

-Y que le has dicho?

-Pues que había perdido una apuesta con tigo y estaba cumpliendo mi castigo.

-Hummm, te lo ha creído?

-Creo que sí.

-Hummm, bien, eres buena chica. Eso merece un reconocimiento. Se acercó a mí y continúo. Veo que la prensa sigue en su lugar, aunque no en la posición que la dejé yo, y tu solita no pudiste cambiarla.

-No amor, discúlpame, es que cuando entró Andrea en la habitación me asusté y me moví causando la caída de la prensa. Pero le pedí a Andrea que la colocara nuevamente en su lugar.

-Hummm, ya veo, está bien, mejor de lo que pensé que harías. Dicho esto tomó la prensa y de un tirón lo arranco de mi clítoris, provocando un nuevo chillido en mí. En seguida, sin ninguna contemplación, y sin que yo me diera cuenta, metió su pene en mi culo, hasta el fondo, provocando un orgasmo inmediato en mí, enorme, mi novio empezó a follar mi culo sin contemplación, y mi orgasmo seguía y seguía, increíblemente. El simplemente seguía taladrando mi culo, sacaba todo su rabo y lo volvía a meter hasta el fondo, luego, cambió de estrategia, y lo sacaba de mi ano y lo introducía en mi vagina, cosa que normalmente no solemos hacer, pero en ese momento se sentía como estar en la gloria, sin importarme las implicaciones que eso tenía, situación que volvió a producir otro orgasmo en mí, aunque no estaba segura si el anterior ya había terminado o era en realidad una continuación del primero. Mi novio seguía destrozándome por atrás, me daba verga con una fuerza extrema, al punto que oí crujir la silla y luego sentí como esta se destrozaba bajo mi cuerpo, en ese momento, sin sacarme la verga del culo, que era donde la tenía mi novio, me levanto en el aire y me llevo para la cama, los pedazos de la silla, las patas y el respaldar estaban destrozados, y se iban cayendo con forme mi novio me llevaba hacia la cama, donde me coloco a cuatro patas, terminó de quitar los restos de la silla y volvió a la faena de destrozarme el culo a placer. Yo pegaba gritos como loca, estaba segura que Andrea podía escuchar sin mayor dificultad mis gritos, y claro, todo aquel que quisiera escuchar. Finalmente sentí como mi novio estaba a punto de correrse, momento en el cual sacó su verga de mi culo y se apresuró a llegar hasta mi cara, donde nuevamente me hizo tragar su picha, esta vez con el sabor de mi culo, la excitación era tremenda, cosa que me hizo sentir el sabor de mi trasero como un manjar, más aun cuando empecé a sentir como la corrida de mi novio inundaba mi garganta. Saboree ese manjar como si del alimento más nutritivo se tratara, aun cuando no soy como he dicho antes, aficionada a eso. Estaba destrozada físicamente, el desgaste del día había sido tremendo, y pronto me quedé dormida.
PARA CONTACTAR CON LA AUTORA:
jessicaact@hotmail.com

Relato erótico: “Mi primer tatuaje” (POR ROCIO)

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Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando entré en la tienda de tatuados “Ribbon”, del barrio de Unión de Montevideo. Para esa ocasión salí de casa con ropa muy cortita: una remera ajustada de color rojo, una faldita blanca y sandalias. Por orden del jefe de mi papá, tuve que salir sin braguitas ni sujetadores. La faldita era tan corta que tenía que acomodármela todo el rato para que no revelara tanta carne durante mi caminar, la gente en la calle no disimulaba la mirada y para colmo la remera era tan ceñida que hacía que mis pezones se percibieran ligeramente. Y mis tetas, que son grandes, saltaban notoriamente a cada paso que daba. Básicamente me sentía la más puta de todo Uruguay con tanto cabrón mirándome y piropeándome.  
Las tiendas de tatuajes que había visitado durante toda la tarde eran terribles, parecían lugares clandestinos, con música rock a tope y muchachos punkers apestosos como encargados de los locales. Pero esa tienda en especial no era como las otras. Era un lugar muy bonito, muy aséptico, olía a rosas e incluso me gustaba la música reggae que ponía el dueño (no me refiero al reggaetón, se llama reggae).  Me sentí muy cómoda nada más ingresar.
En los estantes de vidrio a la izquierda, cerca de la entrada, había varios modelos de dibujos: Rosas, mariposas e incluso dragones. A la derecha, en cambio, había un montón de aros, bolillas y demás piercings con piedras preciosas o simples. El solo imaginar que debía elegir alguno de ellos me hizo poner muy nerviosa, pues nunca en mi vida he llevado tatuajes y ni mucho menos me he planteado injertarme piercings. Es que era algo que sobrepasaba mi límite.
Y mientras ojeaba el álbum de diseños encadenado al mostrador, se me acercó un atractivo hombre de tez negra, alto, bastante fuerte de complexión, la cabeza rapada y con barbita en el mentón, parecía una estrella de cine. Tenía tatuajes que le cubrían ambos brazos, también el cuello y además poseía un arito diminuto injertado en el labio inferior. Me pasé toda la tarde viendo a esa clase de gente por lo que ya no me sorprendía ni me asustaba. Muy amablemente me saludó. Por la forma de expresarse se notaba que era brasilero:
-“Olá”, menina. ¿Cómo te puedo ayudar?
-Buenos días, señor. He venido para hacerme un tatuaje temporal, nada permanente.
-No hay problema, eso no tardará mucho. ¿Ya sabes lo que quieres ponerte?
-Sí, sé lo que quiero ponerme… Señor, sobre eso, esta es la cuarta tienda de tatuajes que visito esta tarde, prométame que no me echará de aquí como los otros.
-¡Ja ja! ¿Por qué habría de echar a una menina tan bonita como tú?
Me puse coloradísima y me reí forzadamente. Cerré el álbum de tatuajes y, clavando mis ojos en los suyos con determinación, le solté la bomba:
-Señor, voy a ser directa. Necesito que pongas “Perra en celo” en el cóccix. Y que ponga “Putita tragasemen” en mi vientre.
Deus Santo
-No me juzgues con esa mirada. ¿Ves por qué me han echado de las otras tiendas? En una, un muchacho me dijo: “Puta, si me das una mamada te lo hago gratis”, así que salí de ahí muy indignada. ¡Yo no soy ninguna puta, que quede claro!
Menina, menina, es que esas son dos frases muy feas. ¿Tu novio te pidió que te tatuaras eso?
-Sí, claro… mi novio me lo ha pedido –mentí. La verdad es que fue el señor López, el jefe de mi papá, quien me ordenó que me pusiera piercings y tatuajes. Iba a llevarme a su casa de playa dentro de una semana para “pasarla bien” con él y sus amigos, y me pidió… me ordenó que “adornara” mi cuerpo con un par de cosas.
Realmente no tenía opción. Si cumplía con él, le darían un puesto a mi hermano Sebastián a tiempo parcial en la empresa. Y la paga para él sería buena. Simplemente tenía que aguantar otra sesión de orgía con viejos depravados. Solo una sesión más de trancas y alcohol, y podría encauzar la seguridad económica de mi familia. Y para qué mentir, tampoco es que me asqueaba la idea: cuando el jefe de mi papá me pidió que me hiciera un tatuaje guarro y que me pusiera piercings en la lengua y el pezón, me calenté un poquito.
-Bellísima, yo jamás te pediría ponerte algo tan fuerte en tu cuerpo, pese a que sea un tatuaje no permanente.
-Gracias señor, pero lo tengo decidido. Así que saque sus herramientas y hágalo rápido.
-No pierdes tiempo.
-Cuanto antes terminemos mejor. Así que por favor, dígame dónde debo ir. 
Minha mae… Ve al fondo, al cuarto tras las cortinas. Espérame allí porque voy a prepararme.
-No sabe cuánto le agradezco, señor. Pensé que no iba a conseguir a alguien que me ayudara.
-Lo haré porque me pareces una menina muito bela. Ahora ve, te llevaré un álbum para que elijas el tipo de letra.
Avancé hasta donde me indicó, descorrí la cortina y entré en un pequeño cuarto con paredes rojas y espejos adosados a ellas. Una preciosa angelita pelirroja estaba dibujada en la pared frente a mí, mientras que en un costado había un dibujo de una chica skater que ojeaba su patineta, y al otro lado había un dibujo de una valkiria que parecía sonreírme.  
Me sujeté de una mesita pegada a la entrada. Estaba repleta de papeles, servilletas, un notebook, recipientes con alcohol, vaselina. Todo aquello me dio un miedo atroz.
-Acuéstate en la camilla del centro, menina –dijo poniéndose unos guantes blancos de látex.
Me subí, era un poco alta y parecía el sillón de un dentista. Era de cuero y el tacto se sentía agradable, pero hice un gesto de dolor al sentarme porque mi culo aún me dolía tras la sesión de noches atrás, en donde me metieron hasta cuatro dedos y lo filmaron en HD.
El hombre se acercó con un álbum y lo abrió para mostrarme los distintos tipos de tipografía que tenía disponible. Como se trataba de un tatuaje que no duraría mucho, quise elegir un tipo de letra al azar, preferentemente uno horrible para encabronar a mis maduros amantes. Pero me llamó mucho la atención una llamada “Ruach Let Plain”, así que puse mi dedo índice sobre dicha tipografía y le dije al hombre:
-Quiero este. Es linda la letra.
-Claro, menina. Ya te lo imprimo.
Se acercó a su notebook y, mirándome con una sonrisa, puso los dedos en el teclado:
-¿Qué palabras querías ponerte, senhorita?
-Serás cabrón…
-Lo pregunto en serio.
-Pufff… “Putita Tragasemen”.
-P-u-t-i-t…
-Dios santo, ¡escríbelo en voz baja!
-Ya está. Lo estoy imprimiendo. Baja un poquito la faldita, pintaré cerca de tu monte de venus.
-¿Va a doler?
-¿Estás bromeado, menina? Claro que no. Si quieres un tatuaje de verdad, ahí la historia será diferente. Pero para presumir tattoo de verdad, hay que sufrir, así es la historia. ¿Tú quieres un tatuaje de verdad? 
-No me gusta la idea de tener algo permanente, tal vez lo haga en otra vida, señor.
Bajé mi faldita, el negro se sorprendió al ver que, mientras más plegaba la tela hacia abajo, no había nada que me pudiera cubrir mi coño. Vamos, que se dio cuenta que me paseé casi en pelotas por todo Montevideo. Por su mirada mientras posaba su mano en mi cinturita, deduje que me estaba llamando de todo menos “santa” en sus pensamientos.
Menina, a ti te quedaría muy bien un tatuaje de una rosa de color rojo, hacia un lado de tu cadera.
Con su mano retiró mi faldita por unos centímetros más para mostrarme dónde quedaría lindo un tatuaje de verdad. Para ser sincera, me calentó un poquito la manera tan sutil y amable de tocarme. Pero era evidente que quería quitarme la faldita y contemplar mi conejito, sus dedos poco a poco retiraban la pequeña tela que me cubría pero hice fuerzas para atajarla y que no viera más de lo que debía.
-Te dije que no quiero un tatuaje de verdad. Vamos, a pintar de una vez, señor.
-Pues es una pena. Allá vamos, menina… -Se sentó en una butaca y se acercó hasta colocarse entre mis muslos. Instintivamente quise cerrarle para que no viera más de lo necesario, pero él las tomó con sus enormes manos y me las separó, mirando de reojo mi expuesto chumino, y se hizo lugar para pintarme.
Sin saber yo dónde meter mi cara roja, él limpió mi vientre con un trapito frío y húmedo, y plegó en mi piel aquel papel que había imprimido. Al retirarlo, empezó a utilizar su aerógrafo. Sentía cosquillas, y de vez en cuando daba pequeños sobresaltos, pero él con su mano libre me sujetaba fuerte y me pedía que me quedara mansa.
Cuando terminó de pintar una palabra, creo que “Putita”, sopló ahí donde pintó y me hizo dar un brinco de sorpresa. El negro se rió de mí, y acariciándome la zona recién pintada, me dijo:
-No puedo creer que me haya olvidado preguntar el nombre de una chica tan bonita como tú.
-Ro… Rocío, me llamo Rocío  –le dije suspirando, la verdad es que yo estaba algo sugestionada. El cabronazo me seguía acariciando, soplando, tratando de plegar mi faldita de manera disimulada, creo que ya se podía apreciar mi mata de vello púbico. Mi cara estaba rojísima y mis pezones querían reventar bajo la remera. Mis manos temblaban pero hacían lo posible para que el negro no viera más de lo necesario.
-Ah, no me digas “señor”, yo me llamo Ricardo. Ahora ponte de nuevo quieta que voy a pintar la última palabra.
Tras cinco minutos más, Ricardo terminó su trabajo. Me mostró cómo quedó, pasándome un espejo. Pero lo que me alarmó fue ver cómo un poco de humedad se impregnaba en mis muslos y en su silla. Seguro que él lo había notado también, es que tanto toqueteo sutil me puso muy caliente y el charco que dejé fue muy evidente.  
Lejos de decirme que era una puta o una chica indecente, siguió profesionalmente su trabajo:
-Menina bonita, vamos a ponerte los piercings antes de dibujarte el tatuaje en el cóccix.
-Ay Dios, los piercings. ¿Eso sí que va a doler, no?
-Trataré de que no te duela tanto, Rocío. ¿Dónde te los vas a poner?
– Quiero una… quiero una bolilla en la lengua.
-OoooK. ¿Es todo?
-No, hay más. Madre mía, quiero que me injertes un arito en un pezón.
-Lo primero será fácil. Pero lo otro… Quítate la camiseta, Rocío, tengo que ver.
-No quiero…
-¿Eh? No tengas vergüenza, menina, yo he trabajado con muchas chicas.
-Sí, no me cabe duda, Ricardo…
Me ayudó a retirar la camiseta, la plegó y la dejó en su escritorio. Ya he dicho que tengo tetas bastante grandes, pero debo decir que mis pezones son muy pequeños. Con la cara coloradísima, me tapé los senos con las manos. El negro reventó a carcajadas, y sutilmente, me retiró las manos para que pudiera mostrarle mis tetas en todo su esplendor.
Palpó mi pezón rosadito con total naturalidad, gemí como cerdita y cerré los ojos mientras él jugaba. Me estaba volviendo loquísima, no sé si lo hacía adrede o era parte de su trabajo. Sea como fuere, yo empezaba a tener ganas de carne. A los pocos segundos, soltó mi pezón y carraspeó para sacarme de mis pensamientos lascivos:
-Tienes un pezón muy pequeño, va a ser difícil anillarte, Rocío. Pero con un cubito de hielo puedo hacer magia. Tengo un álbum lleno de fotos para que elijas cuál arito te pega más.
-Ufff… Simplemente ponme uno que te guste y ya.
Salió del cuarto por un par de minutos, y volvió con un cofrecito con aros, así como un vasito con un par de cubitos de hielo. Seleccionó un aro de titanio con una bolita y me lo mostró. Le dije que tenía pinta de ser caro, pero él me respondió que no me preocupara porque me lo iba a regalar. Retiró un cubito de hielo del vaso y se acercó peligrosamente hacia mis tetas.
-Quita tus manos, Rocío, ya te dije que no tengas vergüenza. Esto lo hago casi todos los días.
Me mordí los labios y saqué mi mano de mi teta izquierda, indicándole con la mirada que era esa la que debía trabajar. Cerré mis ojos y me dije para mis adentros que tenía que aguantar, que no debía gemir como una maldita niña inmadura. Yo estaba caliente, estaba muy susceptible, ese hombre para colmo era muy guapo y su voz con acento brasilero me derretía.
-¡Hummm! Diosss… Frío, frío, frío…
-Calma, menina preciosa, estoy pasando el cubito, hay que estimular ese pezón tan pequeño.
-Ricardo… en serio está muy frío… Deja de restregarlo asíii…
-Es un cubo de hielo, menina, ¿qué esperabas? Enseguida te acostumbrarás.
Y así fue que, tras dibujar círculos varias veces me logré acostumbrar. Se detenía en la punta del pezón, soplando y tocándolo de manera muy sensual. Me decía cosas muy bonitas, no sé qué quería decir porque no sé mucho portugués, pero por el tono de su voz imagino que quería tranquilizarme o halagarme por estar aguantando. Vi de reojo que efectivamente mi pezón estaba paradito; miré a Ricardo, me sonreía, era tan guapo; quería decirle que chupara la teta y me hiciera suya, pero realmente estaba cansada de parecer una chica fácil, últimamente, y como podrán comprobar en mis otros relatos, parecía que hombre que veía, hombre que me follaba hasta hacerme llorar. Me armé de fuerzas y traté de actuar lo más normal posible.
-Ufff… Funcionó, Ricardo…
-¿Qué te dije, eh? Ahora estate quieta, vamos a injertar este lindo aro.
Trajo una pinza de doble aro y aprisionó mi erecto pezón con ella. Agarró una aguja de su mesita y reposó la punta filosa en el aro de la pinza, lista para perforarme. Tengo que admitirlo, me dio un miedo atroz, parecía que estaba en una maldita carnicería clandestina. Cerré mis ojos con fuerza, mordí los labios y empuñé mis manos esperando el doloroso momento, pero Ricardo no atravesó la aguja, seguro vio mi carita de chica espantada y trató de tranquilizarme:
-Rocío, eres la chica más bonita que ha entrado aquí en mucho tiempo. Y mira que he tenido muchas clientas.
-¿En serio, Ricardo? Gracias. Desde que entré no has parado de decirme cosas bonitAAAAASSSSS… CABRÓN, LO HAS HECHO ADREDE.
-¡Quieta, menina! Voy a injertar el aro por el agujerito que acabo de hacer, ¡quieta!
-¡HIJOPUTA! ¿Eso es sangre? ¿¡Es que quieres matarme!?
-No, no, no, es normal, es solo una gotita, ¡espera que ya lo estoy injertando!
-¡Dios mío voy a morir desangrada!
-Estás exagerando Rocío, solo aguanta un poco más, ya casi está.
-¡En serio no quiero moriiiir!
Me deus… ya está, menina, eres una exagerada… Oye, ¿¡estás llorando!?
-No, no estoy llorando, imbécil –dije secándome las lágrimas que corrían como ríos por mis mejillas. La verdad es que fue una experiencia muy rápida pero de lo más infernal. 
Ricardo me tomó del mentón con sus enguantadas manos, sonriéndome como si no hubiera pasado nada. Yo no quería mirarlo a los ojos, los míos estaban vidriosos, mi carita estaba toda colorada y para colmo estaba temblando muy notablemente.
-Rocío, no he mentido cuando te dije que eres la menina más hermosa.
-Perdón Ricardo, no quise decirte “hijoputa” ni “imbécil”, en serio, a veces suelo ser muy grosera.
-Bueno, no pasa nada. Deberías oír  a los machitos a quienes tatúo. Si es que lloran como chiquillas de diez años.
Estábamos tan cerca, tenía ganas de besarlo. Cuando me acerqué para unir mi boca con la suya porque ya no aguantaba más, él se levantó y me acarició el cabello como si yo fuera una hija, sobrina o algo así. Me cabreó, es como si quisiera evitarme. Yo estaba casi desnuda, solo una maldita falda arrugada era el único trapito que me impedía estar a su merced, y aún así él se comportaba como un caballero.
Me limpió la teta con gasas y desinfectantes, tan profesional como era de esperar mientras yo me mordía los labios otra vez, gimiendo por el dolor punzante que a veces me venía.
-¿Segura que quieres continuar? Podemos hacerlo mañana.
-No, Ricardo, cuanto antes mejor.
-Pues bien menina, date media vuelta, voy a poner el tatuaje  en el cóccix. “Perra en celo”, ¿no?
-Diossss, qué vergüenza. Sí, hazlo rápido por favor…
Me di media vuelta, mis tetas se aplastaron contra el asiento de cuero. Me acomodé para que mi pezón recién perforado no me causara molestia, sujeté mis manos en sendos lados de la camilla y cerré los ojos. Escuché cómo tecleaba la palabra en su notebook para posteriormente imprimirla. Se acercó y tomó el pliegue de mi faldita para bajarla. A esa altura ya me daba igual, iba a dejar que me viera todo el culo si fuera por mí, estaba caliente por él e iba a hacer lo posible por encenderle los motores.
Tocó con su mano allí donde moría mi espalda y empezaban a nacer mis nalgas. “¿Quieres que dibuje aquí?” me preguntó. Le dije que quería un poquito más abajo. Llevé mis manos a mi faldita y la bajé más, dejándole ver el nacimiento de la raja de mi culito. Ricardo se mantuvo callado por unos segundos, yo no podía verle pero imagino que estaba contemplando mi cola como un perro faldero.
-OoooK… Voy a empezar.
Se sentó en su butaca y se puso a mi lado, una mano la reposó en mi nalga mientras que con la otra empezó a pintar las palabras. Realmente no dolía nada, pero aún así gemí como una putita para conseguir excitarlo. O al menos tratar de ponerle.
Mientras más pintaba, más movía mis piernas y más cedía la faldita. Creo que llegó un punto en donde la mitad de mis nalgas ya estaban expuestas. Si eso no lo ponía, madre del amor hermoso, no sé qué más podría funcionar. Cuando terminó de pintar, me dio un sonoro guantazo a la cola que me hizo chillar de sorpresa.
-¡Auch! ¡Ricardo!
-Listo, Rocío. Ya hemos terminado con los dos tatuajes temporales. Ya tienes un piercing en el pezón, solo falta el de la lengua. Si quieres continuamos mañana… ¿Qué me dices?
-Ya te dije que no, quiero hacerlo todo hoy. ¿Va a doler como con el pezón?
-Por suerte no tanto. Descansa un momento, ponte tu camiseta si lo deseas mientras voy a por el equipo.
-No quiero ponérmela todavía, me duele un poco el pezón –mentí. Me levanté para desperezarme un poco y reacomodarme la faldita lo más decentemente posible. Contemplé con mucha vergüenza lo encharcado que estaba su asiento de cuero, era evidente que se trataba de mis fluidos y me daba muchísimo corte. Si es que el jefe de mi papá tenía razón al elegir “Perra en celo” como tatuaje, menudo cabrón.
-Siéntate de nuevo, Rocío.
-Perdón por estar casi desnuda, vaya, seguro pensarás que soy alguna clase de zorra barata.
-Bueno… quitando el hecho de las groserías que acabo de tatuarte, creo que eres una chica muy decente. Casi. Vamos, siéntate y muéstrame tu lengua.
-¿Así?
-Perfecto. Quédate quieta.
Sujetó la puntita de mi lengua con una pinza similar a la anterior. Rápidamente, como si quisiera prevenir que me zarandeara como loca, me lo atravesó con una aguja, y con una velocidad tremenda, logró injertarme la bolilla. Pero para su sorpresa, aguanté como una campeona, no puse mucha resistencia y para orgullo mío, apenas lagrimeé. Enroscó la base del piercing para asegurarla, y tras sonreírme, me mostró cómo me quedó, facilitándome un espejito.
-¿Te gusta, Rocío?
-Ezz prezziozzo…
Menina, es verdad, vas a hablar raro un rato, tienes que acostumbrarte.
-Mmm… ziento que la boliyyya me golpea los dientezzz…
-¿Eso era todo, Rocío?
-Zzzí, ezz todo. Trabajo terminado.
Ricardo volvió a tomarme del mentón, y sin preámbulos, me besó. Sentí mariposas en el estómago y mucho fuego en el resto de mi cuerpo, por fin se decidió a mover ficha. Pese a que el piercing me molestaba, disfruté de su enorme lengua recorriendo toda mi boquita. Puso mucho en chupar mis labios y evitar la lengua recién perforada, seguramente sabía que estaría muy sensible aún.
-Rocío, soy un profesional, estuve aguantándome toda la tarde pues quería terminar mi trabajo… Pero me deus, qué cosa mais bonita eres…
-Yicadyo…
-No hables, Rocío. Quiero arrancarte la faldita y follarte aquí en la camilla, me pones como una moto, menina, es la puta verdad. Pero no haré nada si tú no quieres. Si lo deseas, me levantaré y te acompañaré hasta la salida como un caballero. No te cobraré el servicio decidas lo que decidas.
-No, no… no, Yicadyo…
La verdad es que era un parto tratar de hablar. Quería decirle un montón de cosas, pero como me dolía la boca a cada sílaba que soltaba, decidí ahorrar palabras e ir directo al grano. Le tomé de la mano, trayéndolo más y más contra la camilla en donde yo estaba ardiendo. Toda la tarde tocándome, piropeándome, tratándome como a una reina. ¿Qué chica en este mundo se podría aguantar? Era tan hermoso, su sonrisa, sus ojos, su olor a macho me cautivaba, su confianza y su acento lo hacían el ser humano más encantador de todo Uruguay. Con mi cara coloradísima y los ojos muy humedecidos, le confesé:
-Pod favod, deja de podtadte como un cabayedo…
-¿Qué? No entendí… ¿Estás diciéndome que quieres que te folle?
-Bueno… Tampoco zzoy una putita fácil, eh…
-Ah, pues no quieres que te folle, ¿no?
-Diozzzz… Serás cabrón… Está bieeeen… zoy una putita… lo pone claro en el tatuaje, imbécil…
-Mierda, apenas te entiendo menina… Dilo fuerte y claro. ¿Eres una puta o no?
-Zoy una putitaaaa… fóllame ya por favor, eres un cabronazo, me has calentado toda la tarde adredeeee…
-¿Te calenté adrede? ¡Ja! Te has calentado tú solita. La verdad es que encharcaste mi sillón, guarra.  
Se aljó para subir el volumen de su equipo de sonido. El reggae infestaba todo el lugar, seguramente lo hizo para que nadie de afuera escuchara la sinfonía de gritos y chillidos que yo haría al ser montada por ese semental. Se retiró el jean y, al bajar su ropa interior, abrí los ojos como platos y me sujeté del sillón para no caerme del susto. No solo por el pollón que tenía el cabronazo; resulta que tenía depilado el pubis y lo tenía tatuado con dibujos de llamas. Ese infeliz estaba loco, pero yo más.
-Ezzz… enodmeee…
Se apoyó a los lados de mi sillón, su tranca gigantesca y negra se acercaba peligrosamente a mi coñito. Cuando se pegó a mí, empezó a restregarlo deliciosamente contra mi rajita. Mis carnes estaban hirviendo, mi chumino estaba hinchado, rojo, caliente. Casi me desmayé de lo rico que se sentía en mis pliegues, pero por lo visto el cabrón no tenía ganas de penetrarme.
-¿Lo quieres, menina? Es todo tuyo, pero solo si me lo pides.
-Ufff… Fóyameee… pod favoood….
-No sé, Rocío, no sé. ¿Y me puedo correr dentro de ti?
-Uffff… Noooo… Estás loco… Nada de eso, solo fóllameee…
Remangué mi faldita por mi cintura, separé mis piernas y con ellas rodeé su espalda, trayéndolo junto a mí. Puse mis manos en sus hombros para tener algo de qué sujetarme en caso de que hiciera revolverme del placer. Yo estaba a tope, no sé qué más quería él, empujé mi pelvis contra él para que su polla entrara de una puta vez, pero él no quería metérmela aún.
-No te follaré hasta que me pidas que me corra dentro de ti, menina.
-Vaaaa… Serás infeliz… No, no, no te corras adentroooo… Fóllame de una vez por el amor de todos los santos…
Llevó una mano a mi coñito y empezó a buscar mi clítoris. Al encontrarlo, no tardó en estimularlo. Yo parecía una maldita poseída, quise volver a decirle que me hiciera su puta pero la verdad es que entre el piercing de la lengua y mis gemidos, solo salieron balbuceos que no entendía ni dios. Casi perdí la visión debido a la rica estimulación, mis piernas cedieron al igual que mis brazos, quedando colgados como si yo no pudiera controlarlos.
-Madre míaaaa….
-Rocío, meu deus, eres una puta en serio. ¡Mira cómo mojaste mi mano!
-Y tú eres un cabronazo de campeonatoooo…
-¡Ja ja! A pollazos te voy a tranquilizar, nena. ¿Vas a dejarme correr en tu cocha o qué?
-Cabróoon… valeeee, ¡ya deja de hablar que me vas a volver loca!
-Vaya flor de puta encontré. Chupa mis dedos, putón, vamos.
Lamí sus dedos que estaban, efectivamente, encharcados de mis propios jugos. No voy a mentir, no fue delicioso, pero estaba tan caliente que no me importaba probar el sabor de mi coñito. Mientras lamía su dedo corazón, aproveché y tomé su mano con las mías. Le miré con una carita de perrita degollada:
-Tienes una tranca enorme, Ricardo, trata de no partirme en dos. Sé cuidadoso, ¿sí?
El negro posó la punta del glande en mi entrada. Un ligero cosquilleo nació en mi vientre, mezcla de miedo y expectación. Realmente era un pedazo de carne de proporciones épicas, no sabía cómo algo así iba a caberme, por más lubricada y ansiosa que estuviera. Él se apoyó de los lados del sillón, y de un impulso metió la cabeza de su carne. Arañé sus hombros y me mordí los labios al sentirlo por fin adentro.
-Ughhh… No, no, hazlo más lento, te lo pido en serio, negro.
-¿Te gusta, Rocío? ¿Quieres más?
-Diossss… por favor, Ricardo, ¿me quieres desgarrar o quéee?
Empezó a empujar, más y más, contemplando mi cara roja de vicio. Cuando media tranca se encontraba enterrada, hizo movimientos circulares con su pollón dentro de mí que me volvieron loca. Se sentía tan rico que sentí que me iba a desmayar, pero tenía que aguantar para poder gozar de tan tremendo macho. Empezó a decirme palabras obscenas en su idioma, pero a mí no me importaba, yo también le insultaba en el mío. Cuando notó que las paredes de mi gruta se estaban acostumbrando a su tamaño, dio un envión que me hizo chillar como una auténtica loca. Si no fuera por la música tan fuerte, mi grito se hubiera escuchado hasta el otro lado de la calle.
Ricardo retiró un poco su pollón, viéndome vencida, babeando, con los ojos lagrimosos. Me acarició la mejilla y se acercó para meterme su lengua en mi boca y jugar con mi piercing nuevo. Cuando me vio más tranquilita, continuó embistiendo otra vez, lenta y caballerosamente, no como esos viejos cabrones con quienes solía estar.
Empezó a aumentar el ritmo, empezó a aumentar un poquito la incomodidad, realmente me estaba forzando mi agujerito y mis gemidos cada vez más fuertes así lo decían. El cabrón puso una cara feísima, muy rara, como si estuviera cabreado por alguna razón extraña, y me la clavó hasta el fondo. Grité, mi vista se nubló y perdí el control de mi cuerpo, era como si una maldita descarga eléctrica me dejara K.O.
Me tomó de la cinturita como para evitar que yo me escapara, aunque realmente yo no podría hacer nada pues mi cuerpo ya no me respondía. Sus enormes huevos golpearon secamente mis nalgas, y sentí cómo su miembro caliente palpitaba adentro de mí, para posteriormente correrse. Estuvo así casi un minuto, maldiciendo, gritando, parecía que la leche no paraba de salir de su verga, me dolía lo fuerte que me sujetaba y lo mucho que me forzaba acobijarlo en mi gruta.
Con un bufido animalesco, me soltó. Su polla hizo un sonido seco al salir de mí; me dolía un montón, por el reflejo de uno de los espejos contemplé el tremendo agujero ensanchado que el cabrón me dejó, mi coñito estaba hinchadísimo, enrojecido, con leche chorreando para afuera, recorriendo mis muslos y el cuero de la silla. Intenté reponerme pero era difícil, yo temblaba como una poseída.
-Ricardo… Ricardo estuvo fantástico…
-Menina, Rocío, la verdad es que tu cuerpito es un vicio.
-Necesito irme a tu baño, tengo que limpiarme.
Me ayudó a reponerme, recogí mis ropitas y salimos del cuartito. Cuando entré en el baño me vi en el espejo, realmente yo parecía y actuaba como la más puta de mi país. Y para qué mentir, me gustaba. Dejé que su semen se secara en mis muslos por puro morbo, recogí un poco con mi dedo y lo saboreé, ya me estaba acostumbrando a ese sabor rancio poco a poco.
Me puse mi remera roja y mi faldita blanca. Estaban arrugadas, desgastadas, cualquiera sabría qué es lo que estuve haciendo realmente.
Cuando salí del baño, me dirigí al mostrador donde Ricardo me esperaba sentado, ya vestido. Al acercarme a él para despedirme, me tomó de la manito de improviso y me hizo girar para él.
-Rocío, ¿en serio no quieres un tatuaje de verdad?
-Anda, sigues con eso, Ricardo.
-Piénsalo menina. Te pegaría. Una rosa roja.
-¿Y cuánto tardarías en hacérmelo?
-Dos, puede que tres días. ¿Qué me dices? La casa paga.
Arqueé los ojos y le sonreí. Acepté, le dije que me encantaría que fuera él quien me hiciera mi primer tatuaje permanente. Además, sería la excusa perfecta para volver a su local y poder estar juntos, sin que el jefe de mi papá se enterara de que me acostaba con un negro que triplicaba el tamaño de su polla.
Antes de irme, como aún notaba su bulto, le dije que le iba a hacer pasar su calentón. Cerró su tienda y me dediqué a comer su pollón a ritmo de la música reggae. Mis manos apenas podían agarrar la tranca, mi boca me dolía nada más tratar de tragar el glande, por lo que me limité a chupar la punta mientras lo pajeaba. Fue una odisea, y de hecho terminé de mamársela con un ligero dolor en la boca producto del sobre esfuerzo. Cuando se corrió, tragué lo que pude y dejé que el resto se secara dentro de mi boca y garganta.
Quiso agradecerme la cortesía, así que con sus poderosas manos me cargó y me sentó en su mostrador. Remangó de nuevo mi faldita hasta mi cintura, y me comió el chumino como ningún otro hombre. Su lengua sacó lo mejor de mí, y vaya que me mojé como una marrana mientras metía dedos y mordisqueaba mis labios vaginales.
Tras arreglarme nuevamente en su baño, y como se hacía tarde, llamé por el móvil al señor López para que me viniera a recoger. Fue él quien me dejó en medio del barrio de Unión esa tarde para que yo buscara por mi cuenta una tienda de tatuados, pues él tenía que almorzar con su esposa y no podría acompañarme. De mala gana, mi maduro amante aceptó venir a buscarme. Le esperé sentada en un banquillo de una plaza cerca de la tienda, con Ricardo haciéndome compañía.
-Adiós Ricardo, nos vemos mañana. Estoy ansiosa por hacerme un tatuaje de verdad.
-Adiós menina hermosa, te estaré esperando… ¿Ese hombre en el coche es tu padre?
-Ehmm… sí, es mi papá –mentí.
Me despedí besándolo en la mejilla, y corrí rumbo al coche para que Ricardo pudiera ver el bambolear de mi culito, húmedo y con su semen seco en mis muslos. Cuando subí al vehículo, el señor López arrancó el coche y me llevó a una zona descampada sin decirme nada.
Estacionó y encendió un cigarrillo. Le pregunté qué hacíamos ahí pero no me hizo caso. Cuando expelió el humo, me ordenó con su tono de macho alfa que me saliera del coche porque quería verme los tatuajes que me hice. Cuando salimos, hizo apoyarme de su capó para que pudiera inclinarme y poner la colita en pompa. Remangó mi faldita hasta mi cintura y, metiendo un dedo en mi culo mientras que con la otra mano palpaba mi tatuaje, me dijo:
-No creas que no sé lo que has estado haciendo con ese negro, ramera, se te nota en las piernas y el coño chorreando. Pero no estoy enojado pues eres libre de hacer lo que te guste y con quien te guste, con tal de que cumplas conmigo y mis colegas.
-Ughhh, odio cuando metes tu dedo ahí… Me parece perfecto que no te pongas celoso, don López, la verdad es que ese negro sí que es un hombre de verdad y sabe tratar a una dama, a diferencia de otros…
-Respondona como siempre, ¡ja! Mira, me gusta tu tatuaje, lo has hecho muy bien putita.
-Mmm… Deje de llamarme putita, imbécil.
-Date la vuelta y quítate la remera, quiero ver el arito… -Sacó su dedo y me dio un pellizco en la cola.
-Señor López, no sé… Me da corte seguir con esto, volvamos al coche y se lo mostraré… ¿Y si alguien nos ve aquí?
-Me importa una mierda si alguien nos ve. Rápido que no tengo tiempo, mi esposa me espera para cenar con mis hijos.
-Serás cabrón…
Me quité la remera y, con sus ojos muy iluminados, sonrió y palpó mi arito injertado en mi pequeño pezón. Tocando el titanio, la bolita, luego jugando con mi aureola, deteniéndose a veces en mi carnecita rosada para moverlo con la punta de su dedo, haciéndome gemir.
-Muy bien –dijo expeliendo el humo de su cigarrillo en mi cara, haciéndome toser-. Vístete rápido, Rocío, y sube al coche. Te llevaré a tu casa. Tu braguita y tu sujetador están en la guantera del coche.
-Gracias, las estaba extrañando…
-Vas a disculparme, pero mi colega, el señor Mereles, se masturbó con tus braguitas hoy en la oficina. Ahora está un poquito sucia, ¡ja ja!
-¡Será marrano!
-¡Ja! ¿Vas a volver a esa tienda de tatuajes?
-Pues claro que sí, señor López. Quiero hacerme un tatuaje de verdad, en mi cadera… aquí, ¿ve?
-Como quieras marranita, te lo pagaré yo. Ahora sube.
En los tres posteriores días, el señor López se encargó tanto de llevarme a la tienda como de recogerme, varias horas después. Debía ir siempre ligerita de ropas, y para colmo debía entregarle tanto mi sujetador como mis braguitas cada vez que me bajaba del coche. Al regresar, debía mostrarle en el descampado las pruebas de que, efectivamente, me follaba al negro, mostrándole el semen reseco en mis muslos y boquita. A veces le ponía caliente verme en esas condiciones, tanto que no aguantaba la situación y se dedicaba a montarme un rato a la intemperie antes de devolverme a mi casa.
Pero lejos de quedarme con esos recuerdos, prefiero quedarme con los de Ricardo, un auténtico macho negro y caballeroso. Vi las estrellas cada vez que me hacía suya en su camilla y en su baño al ritmo de su música reggae, entre las pinzas, agujas y aerógrafos de su local. En esos días llegué a memorizar todos y cada uno de los tatuajes de su esbelto cuerpo, y muy sobre todo recordaré el fuego dibujado en su pubis depilado.
Y en cuanto a mi primer tatuaje, aquella rosa roja dolió muchísimo; pero Ricardo, su boca, sus manos y su voz tan hermosa me consolaban cada vez que lagrimeaba o chillaba. Y a veces, entre los minutos de descanso, me sentaba en su regazo y dejaba que él me estimulara vaginalmente. El cabrón era muy bueno en esas lides y le gustaba verme balbucear de placer, retorciéndome y temblando en sus piernas. Y para compensar su amabilidad, antes de irme solía hacerle un oral, aunque sacarle leche era un auténtico martirio porque tenía mucho aguante, exigiéndome a usar todos los trucos que había aprendido.
Cuando terminó de colorear el tatuaje de la rosa, en el tercer día, se dedicó a fotografiarme. Supuestamente debía fotografiar el tatuaje para archivarlo en su álbum de muestra, pero realmente se empeñó en sacar fotos a otras zonas de mi cuerpo, aunque a mí no me importó mucho y con gusto hice varias poses lascivas. Me dio una copia de las imágenes y hasta hoy las guardo con mucho cariño.  
Pero el fin de semana había llegado y tenía que prepararme para irme a la casa de playa del señor López. Le mentí a mi papá, le dije que iría a dormir en la casa de una amiga por cuestiones de estudios, durante todo el fin de semana. De todos modos dudo que me hubiera creído si le dijera la verdad: que sería la putita de su jefe y de sus compañeros de trabajo por dos días completos.
En el baño de mi casa, mientras me preparaba para salir, me estimulé tocando mi coñito y mi teta anillada, recordando al negro de la tienda de tattoos, a su enorme pollón y sus tatuajes. Mi papá nunca entendió muy bien por qué yo, desde ese día en adelante, siempre que me iba al baño me ponía a escuchar música reggae.
————-
Gracias por haber llegado hasta aquí, queridos lectores de TodoRelatos, espero que les haya gustado como a mí. Un saludito muy especial a los que me han comentado hasta ahora 🙂 Estoy tratando de convencer a mi pareja para que me permita poner de nuevo mi mail en mi perfil. Christian, sé que vas a leer esto así que aprovecho para decirte que te quiero pero sos un gran mamarracho desconfiado.
Un besito,
Rocío.
Si quieres hacerme un comentario, envíame un mail a:
 rociohot19@yahoo.es

Relato erótico: ¿Me romperías el culito? me dijo un día mi sobrina? (POR GOLFO)

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Nunca hubiese supuesto que un día la preciosa cría de mi cuñado me hiciera esa pregunta. Para explicaros como llegó a hacérmela, os tengo que contar un poco de mi vida. Casado desde joven con una hermosa mujer llamada Lara, nunca necesité buscar fuera lo que mi esposa me daba con gusto en la cama. Os parecerá increíble que os diga esto, pero la realidad es que siempre había obtenido el suficiente sexo con ella y por eso me parecía incluso una degeneración que hombres casados como yo, buscaran en jovencitas alivio a sus oscuras necesidades.  Como pareja era casi perfecta y digo casi porque nadie está al cien por cien satisfecho con lo que tiene, pero ateniéndome a lo que mis amigos me contaban:
¡Lara era insuperable!
Ni siquiera tenía que ser yo quien lo pidiera. Mi mujer era y es una hembra caliente que necesita su ración de sexo casi a diario. Muchas veces su calentura incluso me llegaba a sorprender porque si llevaba tres días sin tocarla, ponía geta y sin esperar a que yo empezara, ella misma buscaba el modo de que lo hiciéramos. Daba igual si estábamos en casa, en un hotel o incluso pasando unos días con sus padres. Si sentía que la tenía abandonada, no dudaba en meterme mano disimuladamente para calentarme. Increíblemente, su propia necesidad fue lo que hizo a fin de cuentas que su sobrina se fijara en mí y decidiera convertirse en mi amante. 
Todo empezó este verano. Mi mujer y su hermano decidieron que pasáramos todo el verano juntos y para ello, alquilaron una casa rural en el norte. Como era bastante lógico que desearan pasar una temporada juntos ya que vivíamos en ciudades diferentes, no puse ningún reparo a ello. Lo que no me esperaba es que esa decisión pusiera en riesgo mi matrimonio. Todavía recuerdo la tarde en que llegamos a Colunga, un pequeño pueblo de Asturias. 
Cansado del viaje, no pude dejar de fijarme en cómo había crecido Adela, la hija de mi cuñado. Con diecinueve años recién cumplidos, la niña que conocía y que no había visto en mucho tiempo había desaparecido, dejando paso a una preciosa mujercita de grandes tetas. Os juro que en un principio aunque era una monada, no la vi como objeto de deseo sino al contrario, muerto de risa comenté a mi esposa los problemas que debería tener su hermano para espantar a los moscones que sin lugar a dudas revolotearían alrededor de su retoño.
-¿Verdad que está guapa?- contestó Lara, dándome la razón.
Y es que en realidad, era un bombón. A pesar de medir casi el metro ochenta y tener en vez de pechos unos melones descomunales, la cría no resultaba en absoluto caballona sino que estaba dotada de una femineidad difícil igualar.  Si de por sí tenía un cuerpo cojonudo, cuyo culo no desmerecía a sus tetas, el colmo era que su cara era perfecta. Os juro que no es una exageración si os digo que parecía cincelada por un artista y no producto de los genes de mis cuñados. Todo en ella era bello, sus piernas, sus muslos e incluso su piel, te llamaban para que los tocaras. Pero aun siendo semejante diosa, no la busqué  sino que fue ella la que decidió someterme a un acoso del que desgraciadamente, no pude escapar.
Tal y como estaba contándoos, como la familia de mi mujer había llegado con anterioridad a la casa rural, fue mi cuñada la que distribuyó las diferentes habitaciones. Ajena a la fijación que sentiría su retoño por mí, creyó conveniente que fuera ella la que durmiera al lado nuestro y no sus dos hermanos pequeños.
-Así estos cafres no os molestarán- nos dijo justificando su decisión.
La lógica aplastante de sus motivos no daba lugar a dudas ya que era proverbial entre la familia lo gamberros que eran ese par de gemelos. Incluso mi propia esposa le agradeció el detalle sin saber las consecuencias que eso tendría. A mí, en lo particular, me daba lo mismo y aunque no tardé en enterarme de que había sido un error, os reconozco que no dije nada. Os preguntareis como me percaté que sería incómodo el tenerla tan cerca, pue fue algo bien fácil. Al entrar en mi cuarto descubrí que compartíamos baño con esa preciosidad. En un principio me molestó encontrarme con que esa cría se había dejado las bragas tiradas en el lavabo y señalándoselas a mi mujer, está la disculpó diciendo:
-No sabía que llegaríamos tan pronto- y tratando de quitarle hierro, me prometió: -Tú tranquilo que hablaré con ella para que sea más ordenada.
Sabiendo que podía ser un error y que el hecho de que fuera cuadriculado en cuestión de orden era una de mis manías, decidí olvidar el asunto aunque tal y como se demostró, no iba a ser cuestión fácil compartir el baño con esa rubia y más cuando como en tantas otras casas rurales, dicho aseo tenía dos puertas y cada una de las cuales daba a una de las habitaciones. Satisfecho por la explicación, decidí dejarlo en sus manos y con la confianza que dan los quince años que llevábamos casados, la dejé sola para irme a tomar unas cervezas con mi cuñado.
José siempre había sido un tío muy simpático y el hecho que me llevara diez años, no había sido nunca un problema. No tardé en encontrarlo porque lo único que tuve que hacer es preguntar dónde estaba el bar más cercano. Tal y como había supuesto, lo hallé pegado a la barra y por eso tras los típicos saludos, pedí al camarero la primera cerveza de las muchas que me pediría ese verano. Habíamos dado cuenta cada uno de al menos cinco cuando su hija vino a buscarnos.
Como os imaginaréis la entrada de semejante monumento en ese bar lleno de paletos causó conmoción y los parroquianos sin cortarse lo más mínimo, la agasajaron con piropos y silbidos de admiración. La muchacha que a pesar de su recién estrenada mayoría de edad, ya conocía el efecto que su belleza causaba en los hombres, se los quedó mirando y dotando a su voz de todo el desprecio que pudo, les gritó:
-¡Babosos!
Os reconozco que me hizo gracia su reacción y para evitar males mayores, la agarré de la cintura mientras le daba la razón:
-Tranquila, pequeña- y dirigiéndome al respetable, les eché en cara que solo era una cría.
Lo que no me esperaba es que Adela se molestara por el modo en que la había defendido y separándose de mí, me soltó bastante enfadada:
-Sé defenderme sola y aunque mi padre y tú no lo sepáis, ¡No soy una niña!
Descojonado, su viejo soltó una carcajada mientras decía:
-Tienes la misma mala leche que tu madre.
Indignada, salió del lugar dando un portazo no sin antes informarnos de que nos esperaban para cenar. Su aviso no evitó que al terminar esa ronda, nos pidiéramos otra, de manera que cuando llegamos a la casa, todo el mundo nos estaba esperando. Mi esposa visiblemente enfadada, me pidió que me sentara con ella y nada más hacerlo, empezó a regañarme en voz baja.
-No te cabrees- le contesté y para calmarla, empecé a acariciarle la pierna.
-¡Quédate quieto!- enfadada,  me soltó al ver mis intenciones,
Decidido a congraciarme con ella y sabiendo que era incapaz de seguir enojada si la calentaba, no hice caso a su orden y disimulando fui en busca de su entrepierna. Lara al sentir a mis dedos acercándose por sus muslos, juntó las rodillas en un vano intento. Interiormente descojonado pero con gesto serio, le pregunté a mi cuñada que pensaban hacer al día siguiente mientras mi mano empezaba a acariciar la tela de sus bragas bajo el mantel.
-Iremos a la playa- contestó Inés, sin saber el acoso al que estaba siendo sometida la hermana de su marido.
Mi mujer intentó retirarme la mano de entre sus muslos pero haciéndome fuerte, no solo no la quité sino que la obligué a abrir un poco las piernas. Me percaté de que se había dado por vencida cuando acercando su boca a  mi oído, me dijo en voz baja:
-Si me dejas, ¡Te prometo una noche loca!.
Sabiéndome vencedor, la besé en los labios cerrando el acuerdo, sin saber que nuestro juego había sido observado con interés por Adela. La cría se había quedado impresionada por mi actitud  dominante  pero más aún por la calenturienta y sumisa de su tía. Descubrir que al meterle mano en público, Lara se había calentado como una perra, fue algo que no se esperaba y contra lo que siempre había supuesto, a ella también le había puesto cachonda. No lo supe en ese momento, pero fue entonces cuando empezó el interés de mi sobrina por mí.
Al terminar de cenar, mi mujer puso por excusa que estaba cansada y por eso no retiramos a nuestra habitación a que ella cumpliera su promesa.  Nada más cerrar la puerta, Lara  se lanzó sobre mí y sin dejarme siquiera quitarme los pantalones, me bajó la bragueta y sacando mi pene,  se abrazó con su piernas a mi cadera, diciendo:
-¡Fóllame!-
De un solo arreón y sin más prolegómeno, la penetré hasta el fondo. Mi mujer chilló al sentirse invadida y forzada por mi miembro, pero en vez de intentarse zafar del castigo, se apoyó en mis hombros para profundizar su herida. La cabeza de mi pene chocó contra la pared de su vagina con esfuerzo. Sabiendo que todavía no estaba lo suficientemente bruta, esperé a que se relajara antes de iniciar un galope desenfrenado, pero ella me gritó como posesa que la tomara, que no tuviera piedad. Sus gemidos y aullidos se sucedían al mismo tiempo que mis penetraciones, y en pocos segundos un cálido flujo recorrió mis piernas, mientras su dueña se arqueaba en mis brazos con los ojos en blanco, mezcla de placer y de dolor. Manteniéndola en volandas, disfruté de sus orgasmos mientras mi cuerpo se preparaba concienzudamente para sembrar su vientre con mi semilla.
Sin estar cansado, pero para facilitar mis maniobras la coloqué encima del tocador sin dejarla de penetrar. Esta nueva postura me permitió deleitarme con sus pechos. Pequeños pero duros y con una rosada aureola se movían al ritmo de su cuerpo, pidiendo mis caricias. Contestando su llamada, los cogí con mi mano, y maravillado por la tersura de su piel, me los acerqué a la boca.
Lara aulló como una loba, cuando sintió como mis dientes mordían sus pezones, torturándolos. Y totalmente fuera de sí, me clavó las uñas en mi espalda. Su dura caricia me obligó a iniciar un galope desenfrenado encima de ella. Al hacerlo, olvidé toda precaución introduciendo mi pene totalmente en su interior.
-Me encanta- gritó de placer al sentir mi simiente en su sexo.
Vamos a la cama-, pedí  a mi mujer en cuanto se hubo recuperado un poco.
La cama no me defraudó: sobre una tarima el colchón de dos por dos se me antojaba un campo de futbol. Nada más tumbarnos, se acurrucó a mi lado y en silencio comenzó a acariciarme con sus piernas. Sus pies se restregaban contra los míos a la vez que con sus rodillas y muslos hacía como si estuviera reptando por mi cuerpo. En un principio, pensé en decirle que se estuviera quieta pero para cuando quise hacerlo, la pasión ya me dominaba. Acercando su sexo cada vez más a mi pene, se retorcía excitada, pidiéndome que no me moviera, ya que quería hacerlo ella.
Suavemente se incorporó en las sábanas y agarrando nuestras camisas, ató mis muñecas al cabecero. Enervado por su juego, colaboré quedándome quieto mientras ella me inmovilizaba, y todavía más cuando usando la funda de la almohada tapó mi ojos, de forma que no viera lo que ella hacía.
Oí como se levantaba al baño, buscando algo en su neceser. Sabiendo que iba a ser nuevo lo que iba a experimentar, esperé con nerviosismo su vuelta. No la escuché volver, pero sin previo aviso sentí como sus manos repartían por mi pecho un líquido aceitoso, tras lo cual fue su cuerpo por entero el encargado de extenderlo. Suspiró cuando sus senos entraron en contacto con mi piel, y ya sin ningún pudor se puso encima mío, buscando su placer. Era alucinante sentir como resbalaba y subía, acariciándome por entero, pero sin acercarse a mi extensión que la esperaba inhiesta y dura. De pronto, aprecié como una densa humedad absorbía mi pene, sin llegar a descubrir si era su boca o su sexo, el que poco a poco lo hacía desaparecer en su interior.
Con mis venas a punto de explotar, empecé a moverme, tratando de profundizar más la penetración, pero ella protestó diciendo que era su hora, que tenía prohibido participar.
Su orden no hubiese sido más efectiva y sin poderme negar, la obedecí quedándome inmóvil mientras gemía mi calentura. Nuevamente, sentí que mi pene volvía a penetrar en ella pero esta vez sí supe que parte de su cuerpo estaba usando, al notar las dificultades que tuvo para introducirse mi capullo. Lara se estaba empalando por detrás, su ojete me recibió con dificultad, de manera que pude percibir como sus músculos circulares se abrían dolorosamente mientras mi mujer gemía en silencio. Centímetro a centímetro, toda la extensión de mi sexo iba desapareciendo en una deliciosa tortura.
No debía de moverme pensé, si lo hacía podía provocarle un severo desgarro y lo que deseaba era darla placer, por lo que aguanté pacientemente hasta que mis huevos chocaron con su trasero, en una demostración que ya había conseguido metérselo por completo. Parecía imposible que lo hubiese conseguido, pero con un gruñido de satisfacción empezó a menearse con mi falo en su interior mientras que con sus manos se masturbaba.
Paulatinamente fue resultando para ella más fácil el empalarse, mi sexo iba consiguiendo relajar su recto, a la par que sus dedos conseguían empapar su cueva con sus toqueteos. No me podía creer lo que estaba sintiendo, su esfínter parecía ordeñarme dándome lo que más deseaba, que era la completa posesión de mi mujer.
Completamente excitada, Lara saltaba sobre mi cuerpo, introduciendo y sacando mi pene con rapidez. El flujo ya  manaba libremente de su sexo cuando empezó a notar los primeros síntomas de placer. Y en vez de esperar a recibirlo, aceleró sus acometidas de forma que sus nalgas sin control se retorcían al ritmo con el que sus dedos torturaban su clítoris al pellizcarlo.
El clímax de mi mujer era cuestión de tiempo. Su respiración entrecortada, el sudor impregnando su cuerpo y su sexo empapado eran síntomas de que estaba a punto de correrse. Justo cuando explotó y se corrió dando gritos, me pareció que se abría la puerta del baño. Al mirar hacia allá, la vi cerrada y uniéndome a Lara, eyaculé en su interior. Creyendo que había sido un error, la abracé y así pegados, nos quedamos dormidos.
Adela me confirma que nos había oído:
A la mañana siguiente, me levanté temprano para salir a correr mientras  Lara se quedaba descansando. Satisfecho por la noche anterior, decidí dar una vuelta por los alrededores y así saber ubicarme dentro del valle. La naturaleza agreste y salvaje de Asturias me contagió nuevos ánimos de forma que estuve más de una hora  recorriendo sus montes.  Al retornar a la casa rural, me encontré a mi cuñada Inés desayunando con sus tres hijos.  Si hubiese previsto lo que iba a pasar, os juro que no me hubiera sentado junto a mi sobrina. Justo cuando su madre estaba regañando a los gemelos por la juerga que habían montado la noche anterior, Adela me susurró al oído:
-Para escándalo: ¡Los gritos de mi tía!
Sabiendo a que se refería me quedé sin saber que decir ni cómo actuar y entonces la chavala muerta de risa, insistió:
-¡Menudo semental debes de ser! ¡Gritaba como si la estuvieses matando!
Completamente cortado, fui incapaz de responder. Afortunadamente, su padre hizo entrada en el comedor y se puso a mi lado. La cría al ver que no iba a poder seguir con su guasa, se levantó de la mesa dejándome solo con José. Os podréis imaginar que agradecí su retirada y mientras charlaba con mi cuñado, no podía dejar de pensar en las palabras de mi sobrina. Asustado me di cuenta que debía de ser ella la que abrió la puerta del baño mientras estábamos follando por lo que no me quedó ninguna duda de que ¡Nos había visto! Y aunque parecía imposible, eso le había gustado. Temiendo que mi esposa montase un espectáculo, decidí no contarle nada de lo que me había dicho su sobrina. Aunque teóricamente no se lo dije porque temía que le echara en cara su actitud, la realidad y ahora lo sé, es que deseaba en mi fuero interno que nos siguiera espiando.
Lo ocurrido durante el desayuno solo fue una antesala de lo que ocurriría a continuación. Tal y como habíamos quedado, ese día iríamos a la playa todos juntos. Por eso al levantarse mi mujer, tuvimos que esperar a que se terminara el café para irnos las dos familias hacia la playa. Como íbamos solos en el coche, Adela le preguntó a mi mujer si podía acompañarnos. Lara no viendo nada extraño aceptó sin caer en mi cara de terror y por eso, su sobrina se montó con nosotros. Ni siquiera habíamos salido de la casa rural, cuando comprobé sin lugar a dudas que iba a resultar muy largo ese día:
Al mirar por el retrovisor, descubrí a la sobrina de mi mujer echándose crema en los pechos mientras me miraba. Por si fuera eso poco, en cuanto descubrió mis ojos en el espejo sonrió y sin taparse se empezó a pellizcar los pezones mientras me sacaba la lengua. Su descaro me dejó pasmado y retirando mi mirada, me intenté infructuosamente concentrar en la carretera. Bastante más excitado de lo que me gustaría reconocer, tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no volver a mirarla.
Mi mujer que no se había coscado de nada, charlaba por teléfono con una compañera. Al llegar a la playa y mientras bajaba las toallas, la zorra de la niña se acercó a mí  y poniendo un tono de puta, me preguntó si me había gustado. Asustado, ni me digné a , no pude ni contestarla. Incapaz de enfrentarme con ella, salí rumbo a la arena sin mirar atrás. Ya me había unido a mi cuñado y al resto de su familia cuando me giré para descubrir que Lara y Adela venían muertas de risa. Os juro que no me atreví a preguntar de qué hablaban y cada vez más incómodo me puse a plantar la sombrilla.
Aunque la playa no estaba repleta de veraneantes y fácilmente la jodida muchacha podía haber extendido su toalla lejos de nosotros, la colocó junto a la mía. No pudiendo objetar nada, no fuera a ser que mi queja levantara las suspicacias de sus padres, me vi colocado entre mi mujer y esa criatura.
“Mierda, ¿A qué juega?”, mascullé en silencio.
Adela disfrutando de mi embarazo, preguntó a su tía si la podía echar crema. Mi esposa respondió que sí y pasando por encima de mí, se puso a extenderle el bronceador ajena a las verdaderas intenciones de su sobrina. Si ya fue duro el observar a Lara acariciando sin querer ese cuerpo que me tenía obsesionado, más lo fue escucharla preguntarle si no prefería quitarse la parte de arriba del bikini para que no le quedara marca.
La cría soltando una carcajada, contestó:
-No creo que a mi padre y a mi tío les guste verme en tetas.
-No seas boba- rio mi mujer y colaborando involuntariamente con el acoso de Adela, le ayudó a quitárselo, diciendo: -Si son tan anticuados, ¡Que no miren!
Aunque intenté mirar, no pude y cuando lo hice, creí que me iba a dar algo al descubrir la perfección de los pechos de mi sobrina. No solo era su tamaño ni siquiera lo bien formados que los tenía, lo que me dejó alelado fue los maravillosos pezones que decoraban ese par de bellezas. Grandes y rosados eran una tentación demasiada intensa para soportarla y cerrándolos ojos, me imaginé con ellos en mi boca. Juro que intenté evitar ponerme cachondo pero mi calenturienta mente me traicionó y me vi mordisqueándolos mientras mi sobrina se retorcía de gusto.
Viendo que mi pene se empezaba a endurecer bajo mi bañador, me di la vuelta para evitar que todo el mundo se percatara de mi erección. Desgraciadamente, la jovencita se dio cuenta y poniendo cara de no haber roto un plato, me preguntó si me ocurría algo.
No recuerdo si llegué a responder porque al entreabrir mis ojos, me encontré con la visión de su culo a escasos centímetros de mi cara. La sorpresa de toparme con dos nalgas duras y apenas cubiertas por un tanga, fue demasiado y levantándome de la arena, me fui al mar intentando que el agua fría calmara mi calentura. La temperatura del cantábrico consiguió su objetivo y ya más tranquilo me puse a jugar con los dos gemelos cogiendo olas. Mientras los hermanos competían entre sí a ver quién era mejor tomándolas, mi mente estaba hecha un lío, pensando en el porqué de la fijación de esa niñata pero sobre todo en cómo iba a hacer para evitar su acoso.
Llevaba media hora a remojo cuando desde la orilla me llamó mi mujer. Cansado de esos enanos, salí a su encuentro. Nada más llegar a su lado, Lara me cogió de la mano y poniendo una expresión pícara en su rostro, me preguntó si la acompañaba a dar una vuelta por la playa. Conociéndola como la conocía, reconocí la cara de puta que ponía cuando quería hacer una travesura y encantado con la perspectiva, le pregunté qué quería hacer mientras le daba un pellizco en el trasero.
-Llevo mucho tiempo sin que me hagas el amor en el agua- contestó tirando de mí rumbo a una zona desierta.
Al ver hacia donde me llevaba, no puse reparo alguno de forma que en menos de diez minutos, ya estábamos besándonos entre las olas. Mi amada esposa ni siquiera esperó a que nos hubiésemos alejado de la orilla para subirse encima y abrazándome con sus piernas, intentar que la penetrara. La calentura que demostró provocó que mi pene saliera de su letargo y con una erección endiablada estuviera dispuesto.
Lara al notarlo, separó con los dedos su bikini y sin más preparación se ensartó con el mientras ponía sus pechos en mi boca. La facilidad con la que mi glande perforó su sexo me reveló que estaba cachonda y forzando su entrada con un movimiento de caderas se lo ensarté hasta el fondo.
-¡Cómo me gusta!- gritó al sentirse llena y obviando que nos podían ver desde la arena, se puso a saltar sobre mi verga.

No llevábamos ni cinco minutos haciendo el amor cuando al levantar mi mirada, descubrí a mi sobrina agazapada tras unas rocas mirándonos. Si de por sí mi mujer me ponía bruto, el estármela follando mientras Adela nos observaba fue algo brutal y dejándome llevar por el placer, empecé a machacar con mayor intensidad su amado cuerpo.

-¡Sigue cabronazo que me tienes ardiendo!- chilló al notar que había incrementado la velocidad de mis ataques.
Ajena a que la hija de su hermano estaba siendo testigo de nuestra lujuria, mi señora aulló de placer al sentir mis dientes mordisquear sus pezones. Coincidiendo con su orgasmo, comprendí que la muchacha con se había dado cuenta que la había descubierto y en vez de esconderse, con todo el descaro del mundo se empezó a masturbar ante mis ojos. No os podéis imaginar lo que sentí al verla separar sus piernas y meter una mano bajo su bikini mientras con la otra se acariciaba los pechos.
El cúmulo de sensaciones unido al movimiento de mi mujer hicieron inútil mi intento de controlarme y casi sin poder respirar, me corrí en el interior de su coño, sabiendo que unos metros más allá Adela se retorcía disfrutando de la dulce tortura de sus dedos. Mi esposa al sentir mi semen en su vagina, me besó con una pasión inaudita que me dejó pensando si acaso ella sabía que la cría nos estaba mirando. Lo cierto es que entonces los gritos de unos niños nos hicieron separarnos y acomodándonos nuestros trajes de baño, salimos del agua rumbo a las toallas.
Al llegar a donde habíamos dejado a su familia, su cuñada le preguntó si la acompañaba a por unas cervezas al chiringuito:
-Por supuesto- contestó y cogiendo su pareo se lo puso en la cintura, dejándome con su hermano y su sobrina.
Desgraciadamente, en ese momento, los gemelos llamaron  a su padre y ya solos, Adela aprovechó la circunstancia para con toda la desfachatez que le permitían sus pocos años decirme:
-No te imaginas lo que voy a disfrutar este verano, teniéndoos en la habitación de al lado.
Cortado porque no tuve que ser un genio para comprender el significado de sus palabras solo pude balbucear una queja. La chavala al ver mi cara de espanto, separó sus piernas y señalando su bikini, me soltó riendo:
-¡Mira como me tienes!.
No pude dejar de mirar su sexo y con autentico terror, descubrí que una mancha de humedad revelaba que lo tenía totalmente encharcado. Sacando fuerzas de mi nerviosismo, me encaré con ella recordándole que era su tío. La niñata haciendo caso omiso a nuestro parentesco, se dio la vuelta y mostrándome las nalgas, me preguntó:
-¿Te parece que tengo un trasero bonito?
Anonadado por el poco tacto de la cría, me quedé con la boca abierta mientras ella, usando sus dos manos, se separaba los cachetes e insistía:
-¿Me romperías el culito? O ¿Tendré que pedírselo a otro?
Juro que si no llega a ser la hija de mis cuñados, no hubiera podido rechazar tamaño ofrecimiento porque el ojete virginal que me mostró podía ser catalogado como una de las siete maravillas del mundo. Indignado con la muchacha pero también conmigo por lo cerca que estuve de ceder, me negué en rotundo amenazándola con decírselo a sus padres. Ella al oírme, soltó una carcajada y me respondió en voz baja al darse cuenta de que su madre y su tía estaban volviendo:
-Sé que no será capaz de decírselo y desde ahora te digo que serás tú quien me lo haga.
La llegada de las dos mujeres rompió el silencio que se había instalado entre nosotros y disimulando pregunté a mi mujer por mi cerveza. Lara, desconocedora de lo ocurrido, me alargó un bote mientras se tumbaba a mi lado. Abriendo la birra, intenté apagar el fuego que  había prendido en mi interior.
Adela cumple su amenaza:
El resto del día transcurrió sin novedad. Si es que se puede decir eso cuando me pasé todo el tiempo, evitando el quedarme nuevamente solo con mi sobrina. Cada vez que veía que eso iba a ocurrir, salía despavorido de su presencia, sabiendo que esa brujita aprovecharía cualquier instante para continuar acosándome. Aunque sabía que tenía que dejar de huir y enfrentarme con ese engendro del demonio, no pude hacerlo porque temía no tener la suficiente entereza para evitar caer en su tela de araña.
Ya de vuelta a la casa rural, Lara e Inés se pusieron a preparar la cena por lo que decidí darme una vuelta con mi cuñado. José para eso era un facilón y no me costó convencerle de tomarnos unas copas. Agradeciendo la complicidad masculina, entramos al bar y sin esperar a que vinieran a pedirnos la comanda, llamé al camarero y pedí dos whiskies. Dos horas después y con un par de copas de más, volvimos con nuestras familias. Al llegar descubrimos que  tanto su mujer como la mía estaban enfadadas y que sin esperar a que llegáramos, se habían metido en la cama.
Por eso fue Adela la que nos dio de cenar. Quizás temiendo la autoridad paterna, se mostró comedida evitando reiniciar su ataque. Incluso tengo que reconocer que de algún modo dio pábulo a la sed de su viejo y comportándose como una hija cariñosa, rellenaba su vaso sin esperar a que hubiera terminado el vino. La realidad es que al poco rato, tanto José estaba borracho y por eso tuvo que ayudarme a subir a su padre por las escaleras. Al llegar a su habitación, Inés estaba tan dormida que ni siquiera se despertó cuando lo dejamos caer a su lado.
Cuando salimos, pensé que la cría iba a empezar con sus tonterías pero despidiéndose de mí en la puerta de su cuarto, me dijo “hasta luego”. Os juro que en ese momento no caí en que no fue un “hasta mañana” y creyéndome a salvó entré en mi cuarto. Al saludar a Lara, tampoco me contestó. Su actitud no me extrañó porque cuando mi mujer se enfadaba, una de sus costumbres era no hablarme y por eso sin más, me empecé a desnudar.
No llevaba ni cinco minutos en la cama, cuando escuché que se abría la puerta del baño. Asustado por la intromisión, me incorporé para descubrir a mi sobrina totalmente desnuda de pie en la habitación. Os juro que tardé en reaccionar porque me parecía inconcebible que esa cría tuviera la caradura de presentarse así en mi cuarto y más cuando a mi lado dormía su tía.
Molesto, le dije en voz baja qué hacía. La muchacha sin contestar, se acercó hasta el colchón y pidiéndome que le hiciera un lado, me soltó que venía a hacerme el amor. Os juro que la creí loca y ya bastante irritado le dije si no se daba cuenta que despertaría a mi esposa. Fue entonces cuando soltando una carcajada, me respondió diciendo:
-No creo que lo haga hasta mañana. Aprovechando que no estabais, he puesto un somnífero en la copa de ella y en la de mi madre.
-¿Qué has hecho qué?- respondí aterrorizado.
-Ya lo has oído- me respondió tranquilamente mientras su mano se posaba en mi entrepierna: -No quería que nadie nos molestara esta noche.
Sin llegarme a creer todavía que pudiera ser tan perversa, le pregunté por su viejo. Sonriendo me confesó que lo había emborrachado a propósito pero que no lo había sedado por si yo me negaba.
-¡No te entiendo!
Poniendo cara de niña buena, me contestó:
-Como no estaba segura de que quisieras acostarte conmigo, me he guardado una baza- y descojonada mientras acercaba su boca  a la mía, prosiguió diciendo: -O lo haces y nadie se entera, o empiezo a gritar y lo despierto. ¿No querrás que crea que me estás violando?
Os juro que me quedé helado al oír su chantaje y sin poder evitarlo, la muchacha posó sus labios en los míos mientras sin esperar mi respuesta se subía sobre mis piernas. Dándome por vencido, decidí cerrar los ojos y concentrarme en no sentir nada y que ella al ver mi falta de pasión, comprendiera la inutilidad de sus actos.
-Aunque lo intentes no vas a poder ponerme bruto- le solté creyendo que iba a cejar en su empeño.
Lo que no me esperaba es que poniendo voz dulce, se restregara contra mi cuerpo mientras me respondía:
-Por lo que siento aquí bajo: ¡Estás mintiendo!
Lo malo es que esa zorrita tenía toda la razón. Al sentir la suavidad de su trasero contra mi pene, este se irguió bajo mi pijama, descubriendo de antemano mi excitación. Cómo si me hubiese apaleado,  humillado, intenté sepárame de ella mientras su risa confirmaba mi derrota.
“¡Será puta” pensé excitado y hundido con su carcajada retumbando en mi oídos y mi deseo acumulándose en las venas.
Intentando otra estrategia, abrí los ojos y cogiendo sus pechos entre mis manos, los pellizqué diciendo:
-¡Tienes demasiado pecho para mi gusto!
Adela volvió a reírse y poniéndomelos en la boca, me preguntó que tenían de malo. Debía haberle contestado otra impertinencia pero las palabras quedaron atascadas en mi garganta al ver su rosado pezón a escasos centímetros de mi cara. Sé que hubiera podido alargar la lengua y lamer esa maravilla pero tratando de mantener un resto de cordura, retiré cerré nuevamente los ojos deseando cesara esa tortura. Adela envalentonada por mi supuesta indiferencia, recorrió con sus manos mi pecho, mi estómago y no contenta con ello, al comprobar que mi pene  no era inmune a sus caricias, se empezó a restregar contra él. Esperando que no culminara el acto, me quedé quieto mientras ella se frotaba con sensualidad el clítoris contra mi polla. Sin dar su brazo a torcer, se tumbó sobre mi pecho, haciéndome sentir la dureza de sus pezones contra mi piel mientras llegaban a mis oídos sus primeros gemidos. Contagiado por su lujuria, recibí sus besos y mordiscos sin moverme mientras deseaba dejar esa pose y follármela ahí mismo.
-Eres un cerdo- me soltó y señalando a Lara que dormía a un lado del colchón, se rio diciendo: -Te da morbo tenerla ahí ¿Verdad Tío?
Su respuesta terminó de derrotarme y cogiéndola entre mis brazos, busqué su boca con la mía. Mis manos no tardaron en recorrer su cuerpo y su culo mientras ella no dejaba de frotar su sexo contra mi pene. Poseído por la lujuria, hundí mi rostro como tanto había deseado entre sus pechos. Mi sobrina aulló con placer al sentir mi lengua recorriendo sus pezones y cogiendo uno entre sus dedos, dijo:
-¡No que no te gustaban!
Obviando su recochineo, metí la aureola en mi boca mientras pellizcaba el otro con fuerza. Mi ruda caricia le hizo gritar mientras su trasero se rozaba contra mi verga sin parar. Al oír su calentura, me volví loco y cambiándola de posición, le separé las piernas y hundí mi cara en su sexo. Su aroma y su sabor recorrieron mis papilas mientras ella no paraba de reír histérica al experimentar la caricia de mi boca en el interior de sus muslos.
-¡Sigue!- me pidió al sentir que mis dedos separaban sus labios y mi lengua lamía su botón.
Incapaz de retenerme, cogí entre mis dientes su clítoris y sin darle tregua alguna, me puse a mordisquearlo buscando sacar el néctar que ese coño escondía.
-¡Qué gusto!- gimió como una loca al sentir que su sueño se iba a cumplir.
Para aquel entonces me importaba un carajo que fuera mi sobrina o que mi esposa estuviera dopada a escasos centímetros de nosotros. Necesitaba follarme a esa preciosidad y sin ser capaz de esperar más, cogí mi pene entre las manos y mientras apuntaba a su coño, susurré en su oído:
-¡Te voy a dar lo que has venido a buscar!
Mis palabras la hicieron sonreír y colaborando conmigo, colocó mi glande en la entrada de su vulva, gritando:
-¡A qué esperas!
Tuve que contenerme para no metérselo a lo bestia. Aunque la cría se merecía eso y más, decidí hacerlo lentamente. De forma que pude sentir como mi extensión recorría cada uno de sus pliegues hasta que, profundizando en mi penetración, choqué contra la pared de su vagina. Adela al sentirse llena, arañó mi espalda y me imploró  que me moviera. Sin hacer caso de sus ruegos,  lentamente fui retirándome y cuando mi glande ya se vislumbraba desde fuera, volví a meterlo, como con pereza, hasta el fondo de su cueva.
Mi sobrina, sintiéndose ansiosa de mis caricias, no dejaba de buscar que acelerara mi paso, retorciéndose. Pero no fue hasta que volví a sentir, como de su sexo, un manantial de deseo fluía entre mis piernas cuando decidí  incrementar mi ritmo. El deseo acumulado en su joven cuerpo rompió su entereza y berreando como una cierva en celo, se corrió sonoramente, para acto seguido, desplomarse sobre las sábanas.
Fue al verla morder con fuerza la almohada cuando decidí que aunque me lo hubiera dicho solo con el ánimo de molestar, esa cría iba a amanecer al día siguiente sin poderse ni sentar y por eso, la obligué a levantarse y a colocarse arrodillada, dándome la espalda.
-¡Qué vas a hacer1- preguntó al comprender mis intenciones.
Ni siquiera la contesté y separando sus nalgas, unté su esfínter con su propio fluido.
-¡Ten cuidado!- chilló al sentir que uno de mis dedos se abría paso y reptando por la cama, apoyó su cabeza en la almohada mientras levantaba su trasero. 
La nueva posición me permitió observar con tranquilidad que los muslos de la cría temblaban cada vez que introducía mi falange en su interior y ya más seguro de mí mismo, decidí dar otro paso y dándole un azote a una de sus nalgas, metí las yemas de dos dedos dentro de su orificio.
-Ahhhh- gritó mordiéndose los labios. 
Su gemido fue un aviso de que tenía que tener cuidado no fuera a despertar al resto de la casa y por eso volví a lubricar su ano mientras esperaba a que se relajase.
-Dime cuando estés lista- le pedí
Adela moviendo sus caderas me informó que estaba dispuesta. Esta vez, tuve cuidado y moviendo mis falanges alrededor de su cerrado músculo, fui dilatándolo mientras que con la otra mano, la empezaba a masturbar. 
-¡Me encanta!- aulló al sentir sus dos entradas siendo objeto de mi caricias.
Mi querida y zorra sobrina se llevó las manos a sus pechos y pellizcando sus pezones, buscó agrandar su excitación. Increíblemente al terminar de meter los dos dedos, se corrió sonoramente mientras su cuerpo convulsionaba sobre las sábanas. Sin dejarla reposar, embadurné mi órgano con su flujo y poniéndome detrás de ella, coloqué mi glande en su ojete: 
-¿Estás lista?- pregunté mientras jugueteaba con él. 
Ni siquiera esperó a que terminara de hablar, llevando su cuerpo hacia atrás lentamente fue metiéndoselo, permitiéndome sentir cada rugosidad de su ano apartándose ante el avance de mi miembro. Sin gritar pero con un rictus de dolor en su cara, prosiguió con su labor hasta que sintió mi cuerpo chocando con su culo y entonces y solo entonces, se permitió quejarse del sufrimiento que había experimentado.
-¡Cómo duele!- exclamó cayendo rendida sobre el colchón.
Venciendo las ganas que tenía de empezar a disfrutar de semejante culo, esperé que fuera ella quien decidiera el momento. Tratando que no se me enfriara, aceleré mis caricias sobre su clítoris, de manera que, en medio minuto, la muchacha se había relajado y levantando su cara de la almohada me rogó que comenzara a cabalgarla. 
Su expresión de deseo me terminó de convencer y con ritmo pausado, fui extrayendo mi sexo de su interior. Casi había terminado de sacarlo cuando Adela con un movimiento de sus caderas se lo volvió a introducir, dando inicio a un juego por el cual yo intentaba recuperarlo y ella lo impedía al volvérselo a embutir. Poco a poco, el compás con el que nos meneábamos se fue acelerando, convirtiendo nuestro tranquilo trotar en un desbocado galope, donde ella no dejaba de gritar y yo tuve que afianzarme cogiéndome de sus pechos para no caer.
-¡Sigue!- me ordenó cuando, para tomar aire, disminuí el ritmo de mis acometidas.
-¡Serás puta!- le contesté molesto por su tono le di un fuerte azote. 
-¡Que gusto!- gritó al sentir mi mano y comportándose como una puta, me imploró que quería más. 
No tuvo que volver a decírmelo, alternando de una nalga a otra, le fui propinando sonoros cachetadas cada vez que sacaba mi pene de su interior. Mi sobrina ya tenía el culo completamente rojo cuando cayendo sobre la cama, empezó a estremecerse al sentir los síntomas de un orgasmo brutal. Fue impresionante ver a esa putita, temblando de lujuria mientras mi mujer dormía tranquilamente a un lado. 
-¡No dejes de follarme!, ¡Cabrón!- aulló al sentir que el placer desgarraba su interior. 
Su actitud dominante fue el acicate que me faltaba y cogiendo sus pezones entre mis dedos, los pellizqué con dureza mientras usaba su precioso culo como frontón.  Al gritar de dolor, perdió el control y agitando sus caderas se corrió. De su sexo brotó un enorme caudal de flujo síntoma de su orgasmo. Fue entonces cuando ya dándome igual ella, me concentré en mí y forzando su esfínter al máximo, seguí violando su intestino mientras la chavala no dejaba de aullar desesperada.
Mi orgasmo fue total, todo mi cuerpo compartió su gozo mientras me vertía en el interior de sus intestinos. Agotado y exhausto, me tumbé al lado de Adela, la cual me recibió con los brazos abiertos y en esa posición, intentó quedarse dormida.
Satisfecho, la dejé descansar pero sabiendo que no podía quedarse en mi cama, la cogí entre mis brazos y la llevé a su habitación. Ya salía hacía la mía cuando la escuché decir:
-Gracias, tío. ¡Ha sido mejor de lo que me imaginaba!- y soltando una carcajada, me informó: -¡Mañana quiero más!

Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

Relato erótico: “Las costumbres de mi novio 2” (POR MARQUESDUQUE)

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-Necesito tiempo

No sabía qué hacer. Lo que había pasado me había desconcertado por completo.

-¿Por qué? ¿No te gustó?

Definitivamente no era eso. Me había gustado y mucho. Ese era el problema. Me había acostado con otro hombre delante de mi novio. Él se había acostado con otra mujer. Y me había gustado. Aquello no era normal, no podía estar bien.

-Necesito tiempo- repetí sin saber explicarme mejor. Miguel me miraba angustiado, como si estuviera abriendo la tierra bajo sus pies-Tengo que pensar, que reflexionar, que asumir lo que ha pasado.

-No tenemos porque volverlo a hacer si no quieres, creo que estas sacando las cosas de madre.- Posiblemente sería cierto. Pero eso era lo que sentía y no podía evitarlo. ¿Tenía futuro una relación después de haber participado en una orgía? ¿Tenía futuro con el chico que me había visto follar con otro complacido mientras él se tiraba a su mujer?

Recogí mis cosas y me fui a casa de mis padres. Miguel se quedó jodido, pero se tuvo que resignar. Poniendo las cosas en perspectiva, la verdad era que no había hecho nada que no quisiera hacer y que lo que había hecho me había gustado. Sexualmente había sido brutal, el orgasmo más feliz de mi vida. Entonces ¿Por qué me sentía tan mal?

-Lo sabía. Tu novio es un pervertido- era la vocecilla de Ana taladrándome el oído. No sabía porque se lo había contado. Para desahogarme, seguramente. Además de alguna manera tenía que explicar este impase.

-No digas tonterías. Además yo también lo hice, ¿crees que soy una pervertida?

-Entonces, ¿Cuál es el problema?-Eso era lo que llevaba yo preguntándome desde que pasó.

-No sé si es lo que quiero.- me eché a llorar y Ana me abrazó. Era un poco obtusa, pero una buena amiga. Apreté mi cuerpo contra el de ella y aspiré su aroma. Sentí nuestros pechos apretándose entre sí. Ella me daba besos en la mejilla, secando mis lágrimas. Uno de ellos me rozó los labios.

-Todo saldrá bien- me dijo. Asentí, algo azorada y me separé un poco de ella. ¿Nuestro inocente contacto me había excitado? ¿Tendría ella razón y me estaría convirtiendo en una pervertida?

Pase un tiempo sin ver a Miguel, pensando en nuestro futuro. No terminaba de aclararme. De vez en cuando salía de fiesta con Ana para despejarme. Un día estaba en su casa y empezó a preguntarme por mis experiencias con Julio y María. Se las conté con todo lujo de detalles y noté que se excitaba. ¿Con ella también?, me preguntó al referirle mis escarceos con María. Sí, ya te lo he dicho, le respondí. ¿Cómo es besar a una mujer?, preguntó ella de nuevo. Ya lo sabes, tu y yo nos hemos besado mechas veces, le dije evitando una respuesta más directa. Eso eran solo piquitos, digo un beso de verdad. Me acerqué lentamente hacia ella. Fui deliberadamente despacio para darle tiempo de recular sino estaba de acuerdo con lo que iba a pasar. Ella no se movió. Acerqué mis labios a los suyos. La verdad era que lo deseaba desde el día que Miguel mencionó nuestros bailes sensuales. Tal vez lo había deseado desde siempre. Nuestras bocas tomaron contacto y le succioné el labio inferior. Mi lengua se abrió paso entre mis dientes y tocó los suyos. La suya asomó tímidamente y las dos se rozaron. Ladee u n poco la cabeza para que nuestras bocas encajaran mejor y nuestras lenguas se acariciaron ya sin embozo a la vez que un poco de saliva pasaba de mi boca a la suya. Pasó sus brazos por detrás de mi cuello y la abracé con los míos mientras en su pasión me mordía los labios. Mi lengua hizo círculos en torno a la suya hasta que, como despertando de un sueño, nos despegamos. Guau, murmuró. Pediré una pizza, dije cogiendo el teléfono y rompiendo el embrujo.

Pase así un par de semanas más. Ana no volvió a comentar lo del beso ni yo tampoco. Un día recibí una llamada telefónica. “Hola, soy María”. No había vuelto a hablar con ellos ni, por supuesto, a verlos desde la noche de la orgía. “Hola”. Charlamos un rato sobre cosas intrascendentes hasta que me confesó que había hablado con Miguel. Finalmente quedé con ella para tomar un café y hablar en persona. Tal vez si alguien podía comprenderme era ella.

Llegué pronto a la cafetería. Aun así, ella ya estaba esperándome. Estaba guapísima, como siempre: elegante, segura de sí misma, sexy y oliendo a su perfume habitual, que no sabía cuál era, pero que embriagaba. Nos dimos un par de besos nerviosos. ¿Cómo se saluda a una compañera de orgía al día siguiente, o cuando se la vuelve a ver? Nos sentamos y nos pusimos a hablar de cosas intrascendentes. Finalmente ella sacó el tema. Me dijo que no me iba a intentar convencer de nada, que respetaba mi decisión fuera cual fuese. Me dijo también que estaba preocupada por Miguel, que estaba muy triste sin mí. Yo no soy como tú, le dije. He tenido una educación más clásica. Disfruté mucho con vosotros, pero no sé si quiero eso en mi vida. Volvió a decirme que lo entendía perfectamente, que nadie debía hacer nada con lo que no estuviera cómoda, que Miguel me respetaría. Y era verdad. Yo sabía que era verdad, que Miguel no me había obligado a nada. Pero también sabía que para Miguel el desenfreno sexual era lo normal, lo que conocía y lo que le gustaba, y que no iba a estar a gusto conmigo privado de él. Hablamos largo y tendido, me sinceré con ella y ella conmigo. Me contó como empezó, cuando su padre las abandonó a ella y a su hermana y a su madre, cuando se enrollaba con su marido, entonces noviete, y dejaba a su hermana mirar, como dejó luego que se enrollaran entre ellos, como propició que su novio flirteara con su madre para animarla, porque había quedado hundida después del abandono, como un día fueron algo más que flirteos, como a ella no le importó, como siguieron más unidos que nunca. Finalmente la invitó a cenar a su casa y no aceptó un no por respuesta.

Llegamos a su casa y nos recibió su marido. Me besó en la mejilla y me sonrojé al pensar que la última vez que lo vi estaba desnudo, que la última vez que lo vi hice el amor con él, delante de mi novio y de su mujer. En seguida vi unas carillas curiosas que me miraban de lejos, sin atreverse a acercarse por timidez. “Es una amiga de los papas”, dijo Julio. Venid a darle un beso. Una niña de unos 6 años y un niño de unos 5 se acercaron cuidadosamente. Me agaché y me besaron despacio en las mejillas. “Ya han cenado”, informó Julio. “Pues voy a acostarlos”, dijo María y se los llevó, dejándome a solas con Julio. Son nuestros hijos, comenzó a explicar este. Los otros días que hemos quedado estaban con sus abuelos. Después de tener a Sandra adoptamos a Javi. María había tenido problemas en el parto y preferimos no arriesgarnos a otro y, como queríamos más hijos, nos decidimos por la adopción.

Estaba alucinada. Nunca pensé que julio y María tuvieran hijos. Miguel no me lo había dicho y yo, simplemente, no lo había considerado. Parecía que, al fin y al cabo, eran un matrimonio normal. María regresó por el pasillo. “Así que tenéis hijos”. Ella sonrió y asintió con la cabeza. Durante la cena hablamos de sus hijos, de su boda, de su convivencia. Ciertamente y a pesar de sus extravagancias sexuales, eran un matrimonio normal y corriente. Tal vez eso era lo que María quería que viera. Que formaban una familia.

Después de la cena tomamos unos cubatas y me hablaron de Miguel, de la inverosímil relación que mantuvo con la madre de María, pese a la diferencia de edad, mientras su hermana bisexual estaba con su hermano Mario. De los juegos sexuales que mantenían y con qué naturalidad los llevaban a cabo, sin que sus relaciones de pareja se resintieran lo más mínimo. Los cubatas y la conversación me pusieron cachonda. Estábamos sentados en el sofá, muy juntitos los tres. A mí me habían dejado en medio. María me había cogido de la mano y Julio me acariciaba la pierna, envalentonado ante mi falta de resistencia. Al término de una anécdota sexual especialmente caliente y también algo graciosa, narrada a dúo por la pareja, en la que Julio repartía su esperma entre María y su hermana, besé a María en la mejilla mientras palpaba el paquete de Julio, como premiándoles por el buen rato que me estaban haciendo pasar. Un minuto después estábamos besándonos los tres. Antes de que la pasión se desatara me llevaron de la mano al dormitorio, sigilosamente y cerraron la puerta. “Están los niños”, explicaron. Follamos más discretamente, pero con el mismo ardor. Con ellos me sentía extrañamente protegida, como si entre sus brazos no me pudiera pasar nada. Tumbada en esa cómoda cama, con Julio penetrándome encima de mí y María abrazada a mi cuello besándome, metiéndome la lengua en la garganta, comiéndome los labios con delectación, creí morir del placer. Después María me comió el coño, mientras Julio se la metía a cuatro patas. Era la primera vez que una mujer me lo hacía. Nos habíamos besado y metido mano y hasta lamido los pezones, pero aquello era distinto. Me corrí en su boca casi a la vez que su marido se corría entre sus muslos.

Al día siguiente llamé a Miguel. Al pobre le temblaba la voz. Fui a su casa, la que había sido nuestra casa y la que iba a seguir siéndolo. Le pedí perdón y le abracé. Nos besamos como dos enamorados, que era lo que realmente éramos. Estuvimos un buen rato hablando y decidimos volver a estar juntos. Esa noche follamos como salvajes. Nos habíamos echado mucho de menos.

-Estas loca- era Ana la que de esta manera hablaba.

-Vamos mujer, no será para tanto.

-¿Cómo que no? ¿De verdad vas a volver con el pervertido? ¿Ahora te has vuelto una pervertida tu también?

-No digas tonterías- le repliqué un poco molesta- Ni Miguel es un pervertido no yo tampoco. Solo somos un poco liberales en materia de sexo. Por lo demás somos una pareja normal. Tal vez nos casemos y tengamos hijos en el futuro. No seas tan cerradita y tan mojigata.

-¿Mojigata yo? En fin, haz lo que quieras, yo solo me preocupo por ti.

-Ya lo sé- dije en un tono conciliador intentando rebajar la tensión- Por eso me molesta que me digas esas cosas. Tú eres importante para mí.

Nos abrazamos sellando la reconciliación. Pude sentir el calor de su cuerpo, sus pechos apretándose contra los míos, su perfume embriagador. La besé en la mejilla recordando el día en que nos besamos en la boca, aquel morreo inolvidable cuando me preguntó que se sentía al besar a una mujer.

Seguimos viéndonos con Julio y María, pero cada vez con menos frecuencia. También me presentaron a Rita, la hermana de María, la que había sido novia de Mario, el hermano de Miguel. Para desintoxicar de ese lio de familia, empezamos a salir con Ana y con su novio con cierta asiduidad. Así mi amiga vería que Miguel era un chico normal y no el sátiro que ella creía. En una de esas ocasiones cenamos con vino y luego nos fuimos de fiesta y tomamos algunos cubatas. Los chicos y yo los encajamos bien, pero Ana terminó como una cuba. En la discoteca nos pusimos a bailar las dos mientras nuestros novios hablaban de sus cosas. Como hacíamos a veces el bailecito se volvió muy sensual. Teníamos confianza para ello, pero, tal vez, en esta ocasión la temperatura subió más que de costumbre. Además yo no dejaba de acordarme de aquel beso, del que no habíamos vuelto a hablar. Después de unos cuantos bailes y cubatas más decidimos irnos. Los chicos fueron a por el coche y nosotras nos quedamos en la puerta. Ana estaba en ese momento de la borrachera en el que te dice lo mucho que te quiere y no dejaba de repetírmelo colgada de mi cuello. Yo la cogía por la cintura para evitar que perdiera la verticalidad. Me estaba dando besos en la mejilla y cuando me giré hacia ella me lo dio en la boca, pero esta vez no fue un piquito. Al notar mis labios contra los suyos abrió la boca y dejó salir su lengua que exploró entre mis dientes hasta tropezase con la mía. Estaba sorprendida pero no me resultaba desagradable, a pesar del sabor a ron de su aliento. Cerré los ojos y me dejé llevar. Estuvimos comiéndonos los labios un rato, nos mordimos, nos besamos, nos chupamos, nuestras lenguas juguetearon a gusto. En un momento dado se estremeció y, desasiéndose de mí, salió corriendo hacia el baño. Desde lejos la oí vomitar en la taza.

Como era de esperar la siguiente vez que vi a Ana no comentó el tema y fingió que no había pasado. Yo respete su silencio y tampoco lo mencioné. A quien sí que se lo conté fue a Miguel que se puso cachondísimo al imaginárselo.

-No adivinarás lo que ha pasado en la disco mientras traíais el coche

-¿Ha vomitado?

-Eso también. Pero antes nos hemos enrollado.

-¿De verdad?

Esa noche follamos como locos.

Unas semanas después estábamos las dos parejas cenando en mi casa y salió el tema del intercambio de parejas. El novio de Ana dijo claramente que él no dejaría que otro se follase a su novia. Nos pareció respetable. A partir de ahí hablamos sobre los celos. Les dije que a mí también me había parecido extraño al principio, pero que una vez estas en harina no sientes celos, sino excitación. Después de cenar nos fuimos a la discoteca. Esta vez Ana se moderó y fui yo la que bebí una copa de más.

-¿No me digas que no te parece guapo mi novio?- le dije algo achispada.

-Claro, y por lo que cuentas debe ser muy bueno en la cama.

-Así que has fantaseado con él…- sugerí

-Bueno, tanto como fantasear. Ricardo (su novio) también es bueno en la cama, pero se corre muy rápido y a veces me deja a medias.

-Miguel aguanta lo que haga falta, como un campeón.

-Ya lo sé. Me lo has contado muchas veces. Me gustaría que mi novio aguantase tanto como el tuyo, nada más. No quiere decir que fantasee con él.

-¿Y por qué no?- insistí- Has dicho que es guapo. A mí no me gusta Ricardo y ahora que has dicho que es un pichafloja menos.

-¡Yo no he dicho eso!- protestó indignada.

-Pero el novio que tuviste en el instituto-proseguí ignorándola- aquel morenazo tan guapo, oh, como me hubiera gustado follármelo. Me hacía unas pajas tremendas imaginándomelo, un día hasta me metí cuatro dedos soñando que eran su polla.

-¡Cállate!

-¿Me vas a decir que no te gustaría follarte a Miguel?

-Pues claro que no

-Ni siquiera un beso. No has pensado como sería que te besase.

-No. Además una cosa es pensarlo y otra es hacerlo. Tú no te tiraste a mi novio del instituto. ¿O sí?

-No- la tranquilice- pero porque sabía que eso te haría daño. ¿Y si yo te diera permiso para follarte a mi novio?

-Estás loca.

-Mira, por ahí viene.- Era verdad, Miguel venía hacia nosotras, no había rastro del novio de Ana- Bésalo.

-Estás loca.

-¿Y Ricardo?- pregunté a Miguel.

-Esta en el baño- respondió.

-Ana quiere que la beses.

-¿Qué?- contestaron los dos al unísono.

-Hemos estado hablando y me ha confesado que tiene esa fantasía y yo no voy a negársela. Bésala.

Miguel se dio cuenta de a lo que estaba jugando y se acercó a Ana. Esta solo balbuceaba, muerta de vergüenza, sin acertar a aceptar o a negarse. Le di un empujoncito por detrás que la desequilibró y la llevó directamente entre los brazos de Miguel, que tomándolo como una invitación, la besó. Ana estaba sorprendida pero no le hizo la cobra y pude ver como abría los labios y permitía a la lengua de mi novio explorar su boca. El beso se prolongó unos instantes eternos. Mi novio estaba besando a mi mejor amiga y me encantaba. Nada más separarse apareció el novio de Ana, ignorante a todo lo que había pasado. No les pilló por un segundo.

-¡Como pudiste hacerme eso! ¿Pero tú de qué vas?- era Ana al día siguiente recriminándome lo de la noche anterior- Ricardo casi nos pilla, me morí de la vergüenza- durante el resto de la noche, que ella pasó silenciosa y atribulada, no nos habíamos quedado a solas y no había podido decirme nada, pero ahora se estaba desahogando a gusto.

-Venga ya, si te gustó…

-¡Yo no soy tan guarra como tú!

-¡Pues bien que me morreaste el otro día!

-Estaba borracha, te aprovechaste de mí.

-Mira la virgen deshonrada… ¡y una mierda!

-¡Puta!- Y con ese grito de mi, hasta entonces, mejor amiga terminó la conversación.

Enseguida empecé a sentirme mal. Seguramente me había pasado de la raya. No todo el mundo tenía porque compartir mi visión liberal del sexo. Ni yo misma la compartía tan solo unos meses atrás. La llame varias veces para intentar disculparme pero nunca me cogió el teléfono. Pasadas unas semanas sin saber de ella me resigné a perder a mi mejor amiga. Un mes exacto después sonó el teléfono.

-Hola, soy Ana. Ya sé que las cosas están raras entre nosotras pero necesitaba hablar con alguien. Siento todas esas cosas horribles que te dije.

-No cielo, la culpa fue mía. Intenté disculparme varias veces pero no me hice contigo.

-Sí, bueno, he estado algo liada.

-¿Cómo está Ricardo?

-¡No tengo ni idea de cómo está ese cabrón!- y dicho esto estalló a llorar. Por lo visto habían reñido, esa era la causa de que me llamara.

Quedamos en su casa media hora después y me presenté allí contenta de recuperar a una amiga, pero preocupada por ella. Me recibió despeinada y en chándal, con los ojos rojos de haber llorado, pero preciosa de todas formas. Nos sentamos en el sofá apartando los pañuelos de papel mojados con sus lágrimas y conversamos. Ricardo había estado jugando a dos bandas un tiempo y al final se había decidido por la otra. Le cogí la mano y le dije lo mucho que lo sentía. Ella me respondió que lamentaba haberme llamado puta. Le dije que no tenía importancia.

-Debo confesarte algo- añadió- Cuando nos enrollamos en la discoteca, no estaba borracha. Bueno, sí lo estaba- se corrigió con una sonrisa- pero no tanto. Sabía lo que hacía. Quería besarme contigo.

-Yo también quería besarte a ti- le dije sincera.

Acercamos nuestros rostros y nos rozamos levemente los labios. Más animadas nos besamos en condiciones. “Debo estar horrible”, dijo con una mueca. “Estas preciosa”, la corregí y nos besamos ya sin tapujos. Me tumbé sobre ella en el sofá y le aspiré la lengua con mi boca despacio. Después de un rato comiéndonos las bocas la besé en el cuello. Como el chándal que llevaba me impedía avanzar se lo quité sin que ella opusiera resistencia. Para corresponderla me quité la blusa yo también, quedándonos las dos en ropa interior de la cintura para arriba. “¿Quieres que pare?”, le pregunté para asegurarme de no estar yendo demasiado lejos como la última vez. Negó con la cabeza y me atrajo para sus pechos, así que le quité el sujetador y se los besé. Tuve que admitirme a mi misma que había deseado esas tetas sin saberlo desde que la conocía y, sabiéndolo perfectamente, desde nuestro primer beso, tal vez incluso antes, desde las primeras insinuaciones de Miguel. Sus pezones se endurecían en mi boca mientras los rodeaba con la lengua, primero uno y luego el otro. Alcé la vista y la vi a mi merced, con los ojos entrecerrados, disfrutando como una perra en celo. Bajé mi boca por su tripa, le quité el pantalón y me detuve ante sus braguitas. Nunca le había comido el coño a una mujer. María me lo comió a mí y yo la masturbé a ella, pero nunca le metí la lengua ahí en todas nuestras sesiones. Sin embargo, ahora estaba decidida a hacerlo, sentía como una responsabilidad, como si lo que María me había hecho disfrutar a mi yo tuviera de deber de corresponderlo en Ana, como una especie de karma. La olisquee por encima de las bragas y el olor no me pareció desagradable. Deslicé mi lengua por la tela y la sentí estremecerse. Tenerla así, totalmente entregada, me encantaba, me daba una extraña sensación de poder, así que lo prolongué todavía un poco más besándola en las ingles y en la cara interna de sus muslos. Finalmente le quité las bragas que se deslizaron por su culo y sus piernas contraídas por el placer y busqué su clítoris con la lengua. Sus gemidos no se hicieron esperar. Le metí el dedo índice y después también el corazón mientras sujetaba su botoncito con los labios y lo empapaba en saliva caliente. Seguí masturbándola con los dedos mientras con la lengua le frotaba el clítoris. Ella me cogía del pelo y arqueaba la espalda y sus gritos eran ya una sinfonía de placer. Se corrió entre espasmos mojándome la cara y las manos.


Relato erótico: “en la isla 4 FINAL” (PUBLICADO POR VALEROSO32)

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Sigo con mi historia lectores como recordaran en mi anterior episodio luna que estaba enamorada de mise vino conmigo y abandono su reino de Atlántida y continuamos andando en la isla y nos adentramos en un bosque.

allí apareció un ser diminuto alado que se hizo grande y nos dijo que estábamos en el bosque de las hadas nos llevó ante su reina Lucil.
allí en el palacio había cientos de hadas todas desnudas sirviendo a su reina y Lucil nos dijo:
— que hacéis vosotros por aquí, como habéis venido a parar aquí, tu eres humano, pero percibo que no de esta isla que haces aquí.
Le conté mi historia y dijo:
– tú, percibo que tú no eres humana que haces con un humano.
– yo soy una sirena, me enamorado de él y quiero estar con el -contestó luna.
– el rey Neptuno esta enfadado contigo- dijo Lucil -tienes que volver con tu rey.
– jamás- dijo luna -quiero a charles y quiero estar toda la vida con él.
– tú sabes lo que estás diciendo no puedes salir de la isla cuando salgas de la isla morirás y el vuelva a la civilización, allí no existes. desparecerás como si no hubieses existido jamás. si él te quiere tendrás que vivir en la isla para siempre y renunciar a la civilización. harías eso por ella.
– yo la amo porque no.
luna se abrazó a mí y me beso.
– bien entonces si haces eso por ella os ayudaremos, esta isla es inmensa y hay varios reinos, pero antes yo quiero comprobar que tiene de especial este hombre.
así que me quitaron la ropa y cuando me vieron la poya me dijeron las hadas nunca hemos hecho el amor con un humano ya desnudo todos empezaron a follar luna no era celosa y la comió el chocho a Lucil mientras yo me la follaba por el culo.
Lucil dijo:
– así así humano no pares de fornicar conmigo nunca he sentido una cosa así.
el dije:
– majestad esto en mi país es follar se usa más.
– vale de follar, dame bien por el culo que sensación más increíble y placentera.
a luna la comieron el chocho mientras yo me follaba a otras hadas y luna crispaba:
– o charles quiero tu poya ahora la necesito.
así que se la metí por el culo la cual estallo en un orgasmo luna me dijo:
– mi amor, te amo. que gusto me has dado. quiero estar siempre así contigo.
luego las hadas me chuparon la poya y empecé a tener un gran orgasmo.
– así así seguir chupando zorras tomad mi leche.
las hadas se repartieron mi semen entre ellas y dijeron que no había visto una cosa más rica que eso. Lucil:
– ahora comprendo porque quieres a el humano folla a las mis maravillas, te vuelve loca.
las hadas nos dijeron que nos ayudarían y me hablaron aquí como sabes es posible todo cualquier cosa aquí no pasa el tiempo como se llama esta isla esta isla se llama la isla que el tiempo olvido.
– podéis ser felices, pero te advierto si tratas de volver a la civilización la perderás para siempre ya que ella no podrá seguirte y desaparecerá para siempre tú decides- me dijo Lucil.
– yo la amo y quiero que sea mi esposa.
– bien al casarte dejaras de ser sirena y te convertirás en una humana ya lo sabes.
– lo que se estoy dispuesta bien yo hare los ritos y pronto serás humana ya, aunque te metas en el agua no te saldrá tu gran cola de pez.
nos casamos y no dejaron pasar la luna de miel fue maravillosa nos nadaron a un sitio paradisiaco con agua cristalina solo nosotros dos desnudos como en el paraíso. allí follábamos a mas no poder y éramos felices.
luna era preciosa con unos ojos verdes y un cabello negro espectacular además ahora tenía unas hermosas piernas ya que era humana al casarse conmigo la hacia el amor siempre que podía noma cansaba nunca la besaba en las tetas me comía la poya.
– o charles te quiero -me decía ella -que gusto me das amor mío quiero estar siempre así en tus brazos haciendo el amor.
allí en aquel paraíso que nos mandaron las hadas éramos felices pero la felicidad no dura para siempre y un día me encontrar que había pasado una desgracia había yo ido a pescar para el sustento del día cuando regresé me encontré a luna muerta y una nota:
– ese es mi castigo por haberme traicionado.
el rey Neptuno la encontró y la mato por haberse ido conmigo yo llore desconsoladamente quería vengarme deseaba matarle, pero ningún humano podía desafiar al rey de los mares y por desgracia no pude hacer nada allí ya no tenía que hacer nada en aquella isla al morir mi amor y decidí irme a la civilización.
así que construí una balsa para salir de allí y me eche al mar las los era inmensas pensaba que iba a morir Neptuno estaba furioso conmigo y no tenía bastante me desmaye en la balsa cuando me recobre estaba en un barco atendiéndome unos marineros.
Les conté mi historia, pero se rieron dijeron que era producto de mi imaginación por haber lo pasado tan mal. yo sé que no era mi imaginación aquellas cosas que vi las sirenas las amazonas las hadas y sobre todo luna mi amor muerta.
llegué a la civilización e hice mi vida y un día vi a una chica a una chica con un parecido increíble a luna. me acerqué a ella y la sonreí y la dije:
– no nos conocemos.
ella me sonrió y me dijo:
– si mi amor -dijo ella.
– luna cómo es posible.
-te dije mi amor que nadie ni nada nos podría separar a mí de ti.
se había rencarnado en otro cuerpo la bese y ya no nos separamos jamás tuvimos dos hijos maravillosos que se parecen a su madre de pelo moreno y sobre todo grandes nadadores que se parecen a su madre la cual cada día amo amas FIN

Relato erótico: ¿Te follarías a una embarazada? me soltó mi cuñada (POR GOLFO)

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Partiendo de que la gran mayoría de los hombres estamos más que dispuestos a follarnos a todo lo que lleve falda, que una mujer te haga esa pregunta resulta al menos morboso. Pero si la dama en cuestión resulta que es la hermana de tu esposa y encima está preñada,  dicha cuestión se convierte por si sola en algo que te levanta la temperatura hasta límites insospechados. Para explicaros cómo llegó Esther a estar tan desesperada para que obviara el hecho de que soy su cuñado y se me ofreciera de una manera tan directa, debo contaros un poco de mi vida.
Me llamo Carlos y vivo en Madrid.  Aunque llevo casado con mi mujer solo cinco años, la conozco desde hace mucho más. Elena y yo salimos juntos desde que ambos teníamos quince años. Compañeros de colegio nos hicimos novios muy jóvenes y por eso conozco a su hermana desde que era un niño.
Esther siempre ha estado buenísima pero como es dos años mayor que yo, esa diferencia de edad que en su momento era un abismo. Hoy en día, no pasa de ser algo anecdótico sobre todo porque se ha conservado de maravilla, llegando a parecer más joven que yo. Castaña de pelo largo y bajita de estatura, esa mujer ha sido siempre una muñeca de grandes pechos. Siendo delgada, tiene un par de tetas desproporcionadas para el resto de su anatomía. Tetas que nunca ha escondido y que siempre ha lucido como parte esencial de sus encantos.
Por otra parte, nuestra relación se ha ido afianzando con el paso de los años. Si en un principio vio en mí al niñato que salía con su hermanita, con el paso del tiempo me he convertido para ella en alguien en quien se ha apoyado cada vez que ha tenido un problema. Por eso no es de extrañar que me llamara a mí en vez de a alguien de su familia, el día en que su marido completamente borracho le pegó. Por lo visto ese inútil había salido con unos amigos a beber y al llegar a casa decidió usar a su mujer como su particular saco de boxeo. Aterrorizada y desde el baño donde estaba encerrada, mi cuñada me llamó y en menos de diez minutos, estaba aporreando la puerta de su casa. El cobarde de Javier, al verme llegar hecho una furia, no hizo nada para evitar que cogiéndola del brazo me la llevara para no volver jamás.
Ya en casa, mi mujer acogió con cariño a su hermana y me pidió si podía quedarse a vivir un tiempo con nosotros. Como realmente estimaba a Esther no puse ningún impedimento y por eso desde entonces  vive con nosotros. Lo que en teoría iban a ser un par de meses ya van para dos años y como os contaré a continuación, no es algo que me preocupe.
Mi querida cuñada llevaba poco más de mes con nosotros cuando una tarde al llegar de la oficina me la encontré abrazada a mi mujer hecha un manojo de nervios. Al preguntar que ocurría, Elena me contestó:
-¡Está embarazada!
Os juro que no fue mi intención faltarle al respeto pero fue tamaña sorpresa que sin pensar pregunté:
-¿De quién?
-¡No seas bruto!- contestó mi mujer- ¡De Javier!
Me tenía que haber mordido la lengua pero en vez de ello, solté:
-Pues va jodida. ¡Ese capullo no va a hacerse cargo!
Por la forma en que me miró mi mujer supe que me había pasado y desapareciendo de escena, me fui de la habitación.
Me acostumbro a verla en casa:
Mi mujer y yo llevábamos casados  apenas tres años y por eso al principio me costó acostumbrarme a su presencia. Habituado a vivir solo con ella, me pareció una putada tenerla ahí todo el día. Aunque es una chavala estupenda, no en vano era una extraña y si un día al llegar de trabajar, me apetecía echar un polvo a mi esposa, me tenía que quedar con las ganas hasta que ya en la noche nos fueramos a la cama. Con cabreo comprendí que esos días en los que dábamos rienda a nuestra lujuria en mitad de la cocina eran parte de la historia, a partir de su llegada tanto Elena como yo tuvimos que cortarnos y circunscribir el sexo a las cuatro paredes de nuestra habitación. Eso sí una vez cerrada la puerta de nuestro cuarto, nunca dejamos de hacerlo e incluso y de alguna manera que Esther estuviera en el piso, mejoró nuestra sexualidad al dotar a nuestros actos del morbo de poder ser escuchados.
Todavía recuerdo una de las primeras veces en que lo hicimos teniendo a mi cuñada en casa. Debíamos llevar mas de una semana sin sexo y por eso cuando una noche, cansado de esperar, abordé a Elena en mitad del pasillo y sin importarme que su hermana estuviera en la habitación de al lado, le dije que la deseaba. Mi mujer, un tanto acelerada, me contestó que ella también y cogiéndome del brazo me metió en nuestro cuarto. Nada mas entrar, me desabrochó el pantalón y sacando mi miembro de su encierro, se me arrodilló a hacerme una mamada. Al ver mi disposición, se le iluminó su rostro y acercando su boca hasta mi sexo, lo empezó a agasajar con dulces besos. Como comprenderéis, me encantó sentir los labios de mi señora rozando tímidamente mi glande antes de metérselo lentamente en su garganta, sabiendo que mi cuñada podía oírnos.
-Me encanta que me la mames- dije en voz alta.
Elena, sacándosela de la boca, me pidió que no hiciera ruido pero en vez de obedecerla cuando sentí que mi mujer, arrodillada frente a mí,  se volvía a embutir mi miembro, no pude resistir y le dije:
-Eres una mamona preciosa- mientras acariciaba su melena.
-Shhhh- insistió.
-Necesito correrme- casi grité al experimentar su dulce caricia.
-Todavía no, cariño- contestó y con la respiración entrecortada por la excitación, se puso a horcajadas sobre mí: -¡Antes necesito sentir tu polla dentro-
Olvidandose de la presencia de Esther, mi mujer me fue retrasmitiendo sus deseos y por eso cuando percibió como su coño iba devorando mi pene, me rogó que mamara de sus pechos. Tengo que confesar que era algo que estaba deseando y por eso no puse objeción alguna en coger uno de sus senos en mis manos. Llevándolo a mi boca, observé como su pezón se encogía al sentir la humedad de mi lengua recorriendo sus pliegues.
-¡Me encanta!- chilló mientras se empalaba.
Su entrega me llevó a coger entre mis dientes su aureola e imprimiendo un suave mordisco, empecé a mamar. Elena, con una sonrisa decorando su rostro, me imploró que siguiera. Contagiado de su calentura, cogí su otro pecho y repetí mi maniobra pero esta vez, mi bocado se prolongó durante unos segundos.
-Carlos- aulló- ¡Necesito más! ¡Quiero sentir tu verga entrando y saliendo de mi vagina!
Soltando una carcajada, empecé a cabalgar sin parar de reír. Con una alegría desbordante, fui acelerando la velocidad con la que la ensartaba y cuando ya llevaba un ritmo trepidante, escuché que mi esposa pegando un grito me informó que iba a correrse:
-¡Hazlo! ¡Putita mía!
Sus gemidos no se hicieron esperar y mientras ella declamaba su placer, desde lo más profundo de la cueva de su entrepierna un flujo de calor envolvió mi miembro.
-Dios, ¡Cómo me gusta!- aulló al distinguir que cada vez que se hundía mi pene en su interior, la cabeza de mi pene forzaba la pared de su vagina.
Absorta en las sensaciones que estaban asolando su piel, me rogó que la besara. Al sentir mi beso, Elena pegó un grito y dejando que mi lengua jugara con la suya, se corrió brutalmente. Fue tanto el calado de su orgasmo que me sorprendió. Mi mujer, retorciéndose sobre mis piernas, lloró de placer al experimentar como su cuerpo se derretía.
-¡Cómo lo echaba de menos!- exclamó con sus últimas fuerzas.
Azuzado por su gritos, incrementé la velocidad de mis caderas y ella, al sentirlo, se dejó caer sobre las sábanas mientras me agradecía el placer que estaba sintiendo. Una y otra vez, seguí ensartándola con pasión hasta que gritando imploró que necesitaba sentir mi simiente. Su súplica fue el empujón que mi cuerpo precisaba para dejarse llevar y descargando mi lujuria en su interior, me corrí sonoramente. Mis salvas no le pasaron inadvertidas y uniéndose a mí, un espectacular orgasmo asoló hasta el último rincón de su anatomía.
-¡Dios!- chilló mientras se desplomaba agotada.
Satisfecho, me tumbé a su lado y la abracé. Mi esposa me acogió entre sus brazos y cerrando los ojos, avergonzada, me preguntó:
-¿Nos habrá oído?
-Seguro- respondí dándole un beso.
Contrariamente a lo que había supuesto, Elena me sonrió y poniendo cara de niña buena, me soltó:
-¡Tendrá que acostumbrarse! Es normal que hagamos el amor o ¿No?
Muerto de risa, cogí un pecho en mi boca y mientras ella se contagiaba de mi buen humor, conseguí reactivar su lujuria y nuevamente nos dejamos llevar por la pasión. Esa noche recuperamos con creces el tiempo perdido y solo cuando mi pobre miembro no pudo más, nos quedamos dormidos uno pegado al otro.
Al día siguiente, durante el desayuno, me fijé que Esther parecía haber dormido tan poco como nosotros y comprendiendo que le habíamos dado la noche, no hice ningún comentario. No fue hasta las ocho de la tarde, cuando al llegar a casa, mi mujer me susurró al oído que su hermana se había quejado de sus gritos.
-¿Y qué le contestaste?- pregunté imaginándome un nuevo periodo de sequía.
Descojonada y mientras llevaba su mano a mi entrepierna, respondió:
-¡Qué se pusiera orejeras!
Su respuesta me satisfizo y olvidándome de cualquier tipo de decoró, la llevé hasta mi cuarto y allí volví a hacerle el amor, todavía con más pasión. Aunque resulte extraño, a partir de ese momento, Elena se comportó como una autentica ninfómana. No perdió ocasión para que aprovechando cualquier circunstancia, pedirme que la follara. Pero lo más curioso de todo, fue que a raíz de la queja de su pariente, elevó el volumen de sus gritos cada vez que la hacía correrse.  Intrigado por su comportamiento, un día le pregunté el motivo. Sin atreverse a mirarme, me contestó:
-Me pone bruta que nos oiga.
Descubro que Esther, embarazada, sigue estando buenísima.
Pasaron unos tres meses, durante los cuales, mi mujer y yo no dejábamos de follar a todas horas cuando me ocurrió algo que incrementó todavía más el morbo que me producía el tener a mi cuñada en casa. Pasó un sábado en la mañana cuando al volver de correr, llegué a mi cuarto con ganas de darme una ducha. Me sorprendió no encontrarme a Elena todavía dormida en nuestra cama  y por eso al oír el ruido del agua cayendo, supuse que estaba en el baño.
No sé si os ocurre pero cuando estoy sudado de hacer footing, llego siempre como una moto. Por eso al imaginarme a mi esposa desnuda bajo el chorro, me excité y sin hacer ruido decidí darle una sorpresa. Entrando en el baño, sin hacer ruido, cerré la puerta. Tal y como había supuesto, su silueta dibujada tras el cristal ratificó que se estaba dando una ducha. Si ya de por sí, ver su cuerpo desnudo me puso bruto, me calentó más aún descubrir una de sus bragas usadas tiradas en mitad del baño.
“Menudo desorden es mi mujer” pensé mientras las recogía del suelo.
Al hacerlo no pude evitar la tentación de llevármelas a la nariz. El aroma a hembra llenó mis papilas y ya completamente cachondo, empecé a desnudarme. Mientras me quitaba la ropa, ver la silueta de mi esposa enjabonándose a un metro de mí, me terminó de calentar y por eso cuando ya desnudo, me acerqué a la puerta de la mampara, mi pene estaba pidiendo guerra totalmente erecto.
Deseando sorprenderla, abrí la puerta de golpe y me metí dentro. Lo que no me esperaba es que la mujer que me encontré no fuera la mía sino su hermana. Esther pegó un grito al verme llegar con mi pito tieso. Os juro que aunque para vosotros al leerlo sea evidente, jamás se me pasó por la cabeza que fuera ella. Asustado me quedé paralizado mientras de muy malos modos, mi cuñada me gritaba que saliera inmediatamente. La belleza de su cuerpo henchido por el embarazo me dejó plantado allí mirándola mientras ella se trataba de tapar con sus manos. No tengo ni idea si fueron solo dos segundos o por el contrario tardé más de cinco en reaccionar pero lo cierto que me dio tiempo a valorar que la hermana de mi mujer seguía estando buenísima.
Cuando caí en el ridículo que estaba haciendo, le pedí perdón y salí de la ducha pidiéndole mil excusas.
-Esther, te juro que creía que eras Elena- y aterrorizado, le rogué que me perdonara.
Mi cuñada se tranquilizó al notar mi apuro y sonriendo ya, me obligó a salir del baño diciendo:
-Tápate y vete antes de que se entere mi hermana. No quiero que piense que he intentado seducir a su marido.
Por supuesto que la hice caso. Estaba tan nervioso que no siquiera me percaté de la mirada que echó a mi miembro. Meses después me reconoció que después de tanto ayuno, cuando vio la dureza que exhibí esa mañana, no pudo aguantar y al cerrar la puerta y quedarse sola en el baño, se tuvo que calmar las ganas masturbándose.
Mientras ella lo hacía, yo estaba acojonado. Y no por el hecho de que pudiera ir con el cuento a mi esposa, sino porque no me podía quitar de la mente ni la imagen de Esther desnuda ni la de su vientre, sobretodo  me hizo temblar darme cuenta que una y otra vez volvía a mis ojos, esos enormes pechos decorados con esa negras areolas.
-¡Menudos pezones tiene la tía!- mascullé entre dientes mientras me vestía.
A partir de ese momento, cada vez que me tiraba a su hermana eran en ella en quien pensaba. Reconozco que se convirtió en una obsesión. Sin darme cuenta de que  deseaba a mi cuñada de una manera brutal, me acostumbré a imaginar que era Esther la que gritaba todas las noches al ser poseída por mí. Tampoco sabía que en la habitación al lado, al oír los gritos de Elena, ella se masturbaba con un enorme consolador mientras soñaba que ese pene de plástico que le daba tanto placer era el mío. De forma que durante largas semanas, hicimos el amor uno al otro sin que ninguno de los dos lo supiera. 
La situación cambia de pronto:
Si esperáis que os cuente que dimos el siguiente paso gracias al alcohol que bebimos una noche, estáis totalmente equivocados. Era tal la tensión sexual acumulada entre nosotros que bastó una pequeña chispa para que la deflagración que produjo bastara para tirar por tierra todos nuestros prejuicios y dejándonos llevar, olvidáramos que éramos cuñados.
Ocurrió de la manera más tonta, una tarde de domingo mientras Elena estaba echándose una siesta y, Esther y yo nos pusimos tranquilamente a limpiar la cocina. Nada hacía presagiar que esa rutinaria actividad diera lugar al modo tan brutal en el que hicimos el amor. En un momento dado al irle a pasar un plato, mi cuñada sintió que el niño se movía dentro de su vientre y pegando un grito, cogió mi mano para que lo notara yo también. Lo malo fue que al sentir su piel bajo mis yemas, me pareció imposible retirarla. Sin saber qué hacer, lentamente levanté mi mirada y descubrí que la hermana de mi mujer no solo tenía los pezones duros como escarpias sino que me miraba con auténtico deseo.

Fue instintivo, sin hablar nuestras caras se fueron acercando y antes que nos diéramos cuenta nos estábamos besando con pasión. La atracción acumulada durante meses hizo que explotáramos de pronto y habiéndolo hecho nada nos pudiera parar. Con desesperación, hundí mi cara entre sus pechos mientras Esther no paraba de gemir completamente excitada. Era tanta su calentura queal sentir que le desabrochaba la blusa y cogía uno de esos negros pezones entre mis labios, me susurró al oído:
-¿Te follarías a una embarazada?
Su retórica pregunta no era más que una invitación a que la tomara. No pudiendo negarme a su solicitud,  mis manos bajaron por su cuerpo y por primera vez, acariciaron su trasero.
“¡Menudo culo!”, exclamé mentalmente dudando si bajo el vestido llevaba o no ropa interior.
Las nalgas duras y bien puestas que mis dedos estaban tocando, me hicieron rememorar el día de la ducha  y cómo me excité al descubrirlas. Elena, ajena a los pensamientos que estaba  provocando, dándose la vuelta pegó su pandero a mi sexo y ante mi incredulidad, cogió mi pene lo colocó entre sus cachetes.  No os podéis imaginar cómo me puso cuando se empezó a restregar. Olvidando que era la hermana mayor de mi mujer, dejé que continuara durante unos segundos profundizando esa caricia. Mi polla a punto de estallar, me imploraba que cogiera a esa mujer entre mis manos y allí mismo la tomara. Pero tras unos instantes de confusión, me separé de ella y haciendo como si no hubiese ocurrido nada, intenté irme de la cocina:
-¿Dónde coño vas?- confusa por mi reacción me soltó.
-No debemos…
Casi llorando, respondió:
-No puedes dejarme así. ¡Te necesito!- su rostro reflejaba una desesperación tal que me desarmó y tratando de evitar mi huida, prosiguió: -Sé que tu también lo deseas desde que me viste en tu baño.
 

Involuntariamente y siguiendo los dictados de mis hormonas, me acerqué a ella y agachando mi cara, me puse a mamar  de sus pechos. Agradecida por mi rápida claudicación, se volvió a dar la vuelta y subiéndose la falda, me pidió:

-¡Fóllame!
Su urgencia me terminó de convencer y cogiéndola entre mis brazos, la llevé hasta su cuarto. En el pasillo y mientras la llevaba, me susurró lo mucho que me deseaba. Dominado por la lujuria, no pensé en las consecuencias y sabiendo que su hermana podía descubrirnos, la deposité en la cama. Excitado hasta decir basta, me acerqué a ella y desgarrando su vestido con las manos, la dejé desnuda sobre las sábanas.
-Sé bueno conmigo.

Habiendo dado ese paso, no había marcha atrás. Mi cuñada llamándome a su lado, separó sus rodillas. Al hacerlo, descubrí que llevaba el pubis depilado e incapaz de contenerme, bajé mi cabeza entre sus piernas y sacando mi lengua, probé por vez primera el sabor agridulce de su sexo.

 

-¡Dios!- gimió al sentir la húmeda caricia de mi boca.
Su reacción no hizo más que incrementar el morbo que sentía y cogiendo su clítoris entre mis dedos, le ordené quedarse callada. Por su coño completamente encharcado comprendí que mi cuñada estaba cachonda y sabiendo que llevaba a dieta mucho tiempo y que yo era el hombre que había elegido para calmar su calentura, me puse a recorrer con mi lengua los bordes rosados de su vulva.
-¡Sigue!- gritó al sentir que me apoderaba del botón escondido entre sus labios.

Satisfecho por su entrega, cogí su clítoris entre mis dientes. Ni siquiera llevaba unos segundos mordisqueándolo cuando esa mujer empezó a gemir como una loca. Azuzado por sus gemidos, seguí comiendo esa maravilla e incrementando el volumen de mis caricias, metí un dedo en su vulva.
-¡Me encanta!
Aumentando mi acoso, incrementé la dureza de mi mordisco mientras unía otro dedo en el interior de su sexo. Tras unos minutos, follándola con mis manos y lengua, percibí que esa mujer ya mostraba indicios de que se iba a correr por lo que acelerando la velocidad de mi ataque, empecé a sacar y a meter mis yemas con rapidez. Tal como había previsto, la hermana de mi esposa llegó al orgasmo y berreando de placer, su cuerpo empezó a convulsionar sobre la cama mientras de su sexo brotaba un manantial. Al beber del flujo que salía de su cueva, profundicé y alargué su clímax, de manera que uniendo un orgasmo con otro fui demoliendo las posibles reticencias que pudiera mantener.
-¡Por favor!- dijo en voz baja al experimentar su clímax y presionando con sus manos mi cabeza, me rogo con voz entrecortada: -¡Fóllame!
Os juro que aunque su vientre ya mostraba lo avanzado de su embarazo, Esther seguía siendo preciosa y como de sus palabras se podía deducir que estaba ya dispuesta, me incorporé sobre el colchón y cogiendo mi pene entre mis manos, lo acerqué a su vulva.
-¡Hazlo ya!- gritó al sentir mi glande jugueteando con su entrada.
Incapaz de contenerme de un solo empujón, hundí mi extensión en su interior. La calidez que me encontré, me reafirmó su disposición y por eso, sin darle tiempo a acostumbrarse inicié su asalto. El olor a hembra excitada llenó las papilas de mi nariz mientras ella no dejaba de chillar que no siguiera follándola.
-¡Cómo me gusta!- susurró mientras sus caderas convertidas en un torbellino, buscaban mi contacto con mayor énfasis.
Con bruscas arremetidas y  golpeando la pared de su vagina con mi glande, busqué mi liberación mientras mi cuñada seguía convulsionando  entre mis piernas. Sus sensuales gemidos consiguieron su objetivo, llevandome a un nivel de excitación brutal y por eso, a base de profundas penetraciones con mi estoque, seguí machacando su sexo. Los sollozos que salían de su garganta no tenían nada que ver con lo que ocurría entre sus piernas. Totalmente anegado, su coño recibía mi pene con autentico gozo y a los pocos momentos, volví a sentir su orgasmo.
-¡Yo también te necesitaba!- le dije en su oido mientras mis dedos pellizcaban sus negros pezones: -¡Deseaba hacerte mía!
-¡Gracias!- chilló descompuesta.
Su respuesta espoleó mis movimientos y poniendo sus piernas en mis hombros, seguí tomando lo que sabía que era mío con mayor ardor. La nueva posición hizo que su cuerpo empezara a temblar y mordiendo la almohada para no hacer ruido, se volvió a correr. Esté enésimo orgasmo, me contagió y uniéndome a ella, mi pene explotó regando su germinado vientre con mi simiente. Esther al sentirlo, lloró de placer y tratando de contener sus gritos, se dejó caer sobre el colchón.
Agotado, me tumbé en la cama junto a ella. Mi cuñada entonces, me miró con ojos dulces y dándome un beso en los labios, me soltó:
-Tienes que irte.
Comprendiendo que tenía razón, me levanté de la cama y me empecé a vestir mientras ella permanecía tumbada mirándome.
-Me ha encantado que me follaras- y recalcando sus palabras, me soltó: -Otro día quiero que me rompas el culo. ¿Te apetece hacerlo?
Solté una carcajada al oírla y por medio de un sonoro azote en sus nalgas, le informé de mi disposición. Entonces mi cuñada me volvió a pedir que me fuera por lo que con la imagen de ella desnuda y sabiendo que iba a ser completamente mía, salí de su habitación.
Al llegar al salón, me encontré a Elena mi mujer viendo la televisión. Asustado comprendí que sabía lo que acababa de pasar y cuando ya esperaba una fuerte bronca, mi esposa me volvió a sorprender. Levantándose del sofa, se acercó a mí y en silencio me bajó la bragueta. No sabiendo a que atenerme, me quedé callado mientras ella, cogiendo mi sexo entre sus manos, se lo llevó a su boca y sensualmente, lo empezó a besar mientras acariciaba mis testículos.
De pie sobre la alfombra, sentí sus labios abrirse y cómo con una tranquilidad pasmosa, mi esposa se lo iba introduciendo en su interior. Devorando cada uno de los centímetros de mi piel, Elena fue absorbiendo mi extensión hasta que consiguió besar la base. Con él completamente embutido en su garganta, empezó a sacárselo lentamente para acto seguido volvérselo a meter.
-¡Joder!- le espeté al comprobar que estaba utilizando su boca como si de su sexo se tratara y cada vez más rápido me estaba haciendo el amor sin usar ninguna otra parte de su cuerpo.
Demostrando su maestría, mi mujer usó su lengua para presionar mi pene, consiguiendo que su boca se convirtiera en  un estrecho coño. Ya entregado, llevé mis manos a su cabeza y comencé un brutal mete-saca en su garganta. Satisfecha y estimulando mi reacción, clavó sus uñas en mi culo. El dolor mezclado con la excitación que asolaba mi cuerpo, me dio alas y salvajemente seguí penetrando su garganta. Mi orgasmo no tardó en llegar y conseguí descargar en su boca la tensión acumulada, momento que aprovechó mi mujer para recriminarme que me hubiese tirado a su hermana. 
-Perdona- le dije sin comprender nada.
Elena soltó una carcajada y con un brillo en sus ojos, sonrió mientras me decía:
-Te has tardado mucho en hacerlo.
-¿El qué?- pregunté.
-Esther necesitaba un buen pollazo y: ¡Quien mejor que mi marido para dárselo!- contestó  mientras se ponía a cuatro patas en mitad del salón.
Al verla separándose los glúteos con sus manos, me hizo comprender que no solo no estaba enfadada sino que de alguna forma ella lo había alentado. Eso reactivó mi lujuria y agachándome entre sus piernas, me acerqué y recorrí con la lengua los bordes de su ano. Elena pegando un gemido, se puso a acariciar su clítoris con su mano.  
-¿No te habrás olvidado de tu mujercita?- la oí decir.
Al ver la enorme sonrisa que iluminó su cara, comprendí que  a partir de ese día tendría que complacer a ambas y soltando una carcajada, me lancé en tromba a cumplir con la primera.
 
 

“Becaria y sumisa de un abogado maduro” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

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Sinopsis:

Julia, una joven estudiante de derecho, se entera que el más prestigioso bufete de abogados de Barcelona anda contratando becarios. Decidida a no perder esa oportunidad, se presenta en sus oficinas y gracias al escote que lucía, consigue que Albert Roser, el fundador de ese despacho, la contrate como su asistente.
La muchacha es consciente de las miradas nada profesionales de ese maduro, pero eso no la hace cambiar de opinión porque en su interior se siente alagada y excitada. No en vano, desde niña, se ha visto atraída por los hombres entrados en años y con corbata.

A partir de ahí,  SE SUMERGE en una espiral de sexo.

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Para que podías echarle un vistazo, os anexo EL  PRIMER CAPÍTULO:

INTRODUCCIÓN.

El inicio de esta historia se desarrolla en el piso treinta y seis de la torre Agbar, el rascacielos más famoso de Barcelona, dentro de uno de los bufetes de abogados más importante de todo el estado. Josep Lluís Cañizares, uno de sus socios llevaba todo el día estudiando una denuncia contra uno de sus clientes y por mucho que intentaba encontrar una vía con la que este saliera inmune, le estaba resultando imposible. Por ello desesperado, decide ir a ver a su jefe. Como tantas veces al entrar en su despacho comprobó que enfrascado en sus propios asuntos y que por ello no le hacía caso:
―Albert, el pleito de la farmacéutica no hay por dónde cogerlo. Son culpables y sería un milagro que no les condenaran.
Su superior, un hombre de cincuenta años y acostumbrado a lidiar con problemas, levantó su mirada y pidió que le explicara el porqué.
Josep era el más joven de los socios del despacho y sabía que su puesto seguía en el alero. Cualquier tropezón haría peligrar su carrera y por eso tomando asiento, detalló las evidencias con las que tendrían que lidiar en el juicio.
Después de diez minutos de explicación, el cincuentón se ajustó la corbata al cuello y de muy mal humor, soltó:
―Serán imbéciles, ¡cómo es posible que hayan sido tan ineptos de dejar pruebas de ese vertido!
La rotundidad de los indicios haría que el caso tuviera un desenlace previsible y funesto. Su colaborador tenía razón. ¡Era casi imposible que su cliente se librara de una multimillonaria multa!
― ¿Qué hacemos? Se lo decimos y que intenten pactar un acuerdo.
Albert Roser, tras meditar durante unos minutos, aclaró su voz y respondió:
―No es planteable por sus consecuencias legales. Además de la multa, todo el consejo terminaría en la cárcel. ¡Hay que buscar otra solución! ¡Esa compañía es nuestra mayor fuente de ingresos!
Fue entonces cuando medio en broma, su subalterno respondió:
―Como no compremos al fiscal, ¡estamos jodidos!
Sus palabras lejos de caer en saco roto hacen vislumbrar una solución en su jefe y soltando una carcajada, respondió:
―Déjame pensar, seguro que ese idealista tiene un punto débil. En cuanto lo averigüe, ¡el fiscal es nuestro!

Mientras eso ocurría, a ocho kilómetros de allí, Julia Bruguera, una joven estudiante de último curso, estaba jugando al tenis en el Real con una amiga. Para ella, ese selecto club era un lujo porque no se lo podía permitir al no tener trabajo ni visas de conseguirlo. Por eso cada vez que Alicia la invitaba, dejaba todo y la acompañaba.
No llevaban ni cinco minutos peloteando cuando sin darle importancia, la rubia comentó:
―Por cierto, mi padre me ha contado que en un bufete andan buscando una becaria para que trabaje con ellos.
― ¿Cuál? ― preguntó la morena francamente interesada.
―Si te digo la verdad no lo sé, pero espera que le pregunto.
Tras lo cual, cogiendo su móvil, llamó a su viejo. Julia esperó expectante mientras su amiga tomaba nota del nombre y de la dirección.
―Se llama Roser y asociados, están en la Torre Agbar.
Al escuchar de boca de Alicia que el despacho que andaba buscando abogadas en prácticas era ese dijo a su amiga que se acababa de acordar que tenía una cita y poniéndose una camisa, se fue directamente a casa para cambiarse.
«Ese puesto tiene que ser mío», sentenció y sin dejar de pensar en las oportunidades que ese puesto le brindaría para un futuro, tomó la Diagonal.
Veinte minutos después estaba aparcando frente a su casa en un barrio de Esplugas de Llobregat. Ya en su piso, sacó de su armario el único traje de chaqueta que tenía al saber que la vestimenta era importante en todas las entrevistas.
«Ese lugar debe estar lleno de ejecutivos con corbata», se dijo mientras involuntariamente se excitaba al pensar en todos esos expertos abogados con sus trajes.
Mientras se retocaba frente al espejo, la morena advirtió que se le notaban los pezones a través de la tela y por un momento dudó si cambiarse, pero desechó esa idea al imaginarse a su entrevistador entusiasmado mirándola los pechos.
«Joder, estoy bruta», reconoció mientras salía rumbo a ese despacho.
El tráfico estaba imposible esa mañana y por eso no fue hasta una hora después cuando se vio frente al imponente edificio.
«¡Quiero trabajar aquí!», pensó al entrar al Hall y comprobar que estaba repleto de ejecutivos.
Sabiendo que si se quedaba ahí observando a los miembros de esa tribu iba a volver su calentura, buscó un ascensor y tras marcar el piso donde iba, se plantó frente a la recepcionista. La mujer habituada a que aparecieran por ahí todo tipo de personas, la miró de arriba abajo y le preguntó que deseaba:
―Vengo por el empleo de becaria.
Educadamente, sonrió y le respondió:
―Señorita, siento decirle que ya no está disponible.
El suelo se desmoronó bajo sus pies al ver sus esperanzas hundidas. Durante unos segundos estuvo a punto de llorar, pero sacando fuerzas de su interior, rogó a la cuarentona que al menos la recibiera alguien de recursos humanos para poder darle su “ridiculum vitae”.
Por fortuna, justo en ese momento pasaba uno de los miembros del bufete que habiendo oído la conversación se paró y preguntó que pasaba:
―Una amiga me dijo esta mañana que tenían un puesto en prácticas, pero por lo visto llego tarde.
El socio le echó una mirada rápida y tras admirar la belleza de sus piernas y el sugerente escote que lucía, le pidió que pasara a su despacho.
― ¿Disculpe? ― preguntó la muchacha sin entender a que venía esa invitación.
― ¿No has venido por un trabajo? ― respondió― El de becaria está ocupado, pero no el de una asistente que me ayude con todo el papeleo ― y tomando acomodo en su sillón, hizo que la morena se sentara frente a él.
Mientras Julia no se podía creer su suerte, Albert Roser cogió el curriculum y lo empezó a leer sin dejar de echar con disimulo una ojeada a la cintura de avispa de la cría:
―Veo que tienes poca experiencia.
La morena se sintió desfallecer, pero como necesitaba el trabajo contestó:
―Realmente no tengo ninguna, pero ganas no me faltan y sé que podría compatibilizar el puesto que me ofrece con el máster que estoy terminando…― nada más decirlo se dio cuenta que había metido la pata y consciente de las miradas de ese maduro cambió su postura con un cruce de piernas para que ese tipo pudiera admirar la tersura de sus pantorrillas mientras rectificaba diciendo: ―…no tengo problema de horario y estoy dispuesta a trabajar duro todas las horas que hagan falta.
Albert embelesado por las piernas que tan claramente esa muchacha exhibía respondió:
―No pagamos mucho y exigimos plena dedicación.
―No hay problema― replicó la joven mientras con descaro separaba sus rodillas en un intento de convencer a su entrevistador regalando la visión de gran parte de sus muslos ―mis padres me pagan el piso y gasto poco.
Aunque realmente no la necesitaba el cincuentón decidió que si bien esa preciosidad puede que no sirviera como abogada al menos decoraría la oficina con su belleza y si como parecía encima se mostraba tan dispuesta, pudiera ser que al final sacara en claro un par de revolcones en la cama.
Por eso sin pensar en las consecuencias, respondió:
―Mañana te quiero aquí a las ocho.
Sorprendida por lo fácil que le había resultado el conseguir el puesto, Julia le dedicó una seductora sonrisa y tras despedirse de su nuevo jefe, moviendo su trasero salió del despacho.
Al despedirla, Roser se quedó mirando esas dos nalgas bien paradas y duras producto de gimnasio y mientras intentaba concentrarse en los papeles, no pudo dejar de pensar en cómo sería la cría como amante:
― ¡Está buena la condenada!
Ya sin testigos, cogió el teléfono e hizo una serie de llamadas preguntando por el fiscal, pero no fue hasta la séptima cuando un amigo le insinuó que ese tipo estaba secretamente enamorado de la secretaria de un magistrado del Tribunal Superior de Justicia. Esa confidencia dicha de pasada despertó sus alertas y queriendo saber más del asunto, preguntó quién era esa mujer:
―Marián Antúnez. ¬
Al escuchar el nombre le vino a la mente la espléndida figura de esa pelirroja. Durante años cada vez que la había ido a ver a su jefe, había babeado al observar el estupendo culo de su ayudante. Las malas lenguas decían que era corrupta pero como nunca había tenido ningún motivo para comprobarlo, no tenía constancia de si era cierto.
«Tengo que hablar con ella», se dijo y tomando el toro por los cuernos, llamó al tribunal en el que trabajaba y directamente la invitó a comer.
La mujer acostumbrada a todo tipo de enjuagues comprendió que ese abogado quería proponerle algo y por eso en vez de aceptar una comida prefirió que fuera una cena. Su interlocutor aceptó de inmediato y quedaron para esa misma noche.
Al colgar, Albert sonrió satisfecho porque estaba seguro de que un buen fajo de billetes haría que ese bombón obligara a su enamorado a plegarse a los intereses de la farmacéutica….

CAPÍTULO 1

Con un sentimiento ambiguo Julia llegó a su apartamento. Por una parte, estaba contenta e ilusionada por haber conseguido un trabajo, pero por otra se sentía sucia por el modo en que lo había conseguido. Sabía que su futuro jefe no se había decantado por ella gracias a sus notas y que el verdadero motivo por el que le había ofrecido el puesto era por el exhibicionismo que demostró mientras la entrevistaba.
«No me quedaba más remedio», se disculpó a sí misma por usar ese tipo de armas, «pero una vez allí podré convencerle de que no soy solo una cara bonita».
Al recordar cómo se le había insinuado y la mirada de ese maduro recorriendo sus muslos mientras trataba de disimular conversando con ella, avivó el ardor que sentía entre las piernas desde entonces.
«Joder, ¡cómo ando!» se lamentó reconociendo de esa manera la calentura que experimentó al sentir los ojos de ese cincuentón fijos entre sus patas. Y no era para menos porque sabía que era algo que no podía controlar. Cuando sentía que un hombre la devoraba con la mirada, sus hormonas entraban en ebullición e invariablemente su coño se mojaba.
«Necesito una ducha», se dijo al sentir que nuevamente entre sus piernas crecía su turbación.
En un intento por sofocar ese incendio, se quitó el traje que llevaba y ya desnuda, abrió el grifo para que se templara mientras en el espejo comprobaba que, a pesar de sus esfuerzos, llevaba los pezones erizados.
«Tengo que aprender a controlarme», pensó molesta al meterse en la ducha y tener que aceptar mientras el agua caía por sus pechos que no podía dejar de pensar en ese tipo que sin ser un don Juan la había puesto tan caliente.
Reteniendo las ganas de tocarse, se lavó el pelo tratando de hacer memoria de la primera vez que se sintió atraída por alguien como él.
«Fue en clase de filosofía del derecho mientras don Arturo nos explicaba que el monopolio de la violencia era una de las características de los estados modernos», concluyó mientras rememora que estaba embobada oyéndole cuando de pronto empezó a sentir por ese enclenque una brutal atracción que la dejó paralizada.
«Joder, ¡cómo me puse!», sonriendo recordó su sorpresa al sentir que le faltaba la respiración mientras el catedrático explicaba a sus alumnos los enunciados de Max Weber y como entre sus piernas comenzó a sentir una desazón tan enorme que solo pudo calmarla en el baño y tras dos pajas.
Esperando que la mascarilla hiciera su efecto, cogió la esponja y echándole jabón, comenzó a frotar su cuerpo mientras a su mente le venía la conversación que había tenido con un amigo que estudiaba psicología. El cual, tras explicarle su problema, sentando cátedra sentenció que sufría una variante rara del síndrome de Stendhal por la que, en vez de verse afectada por la belleza artística, ella se veía obnubilada por los discursos inteligentes.
El olor a vainilla que desprendía su gel favorito no colaboró en tranquilizarla y con una excitación renovada, se dio cuenta que involuntariamente estaba pellizcándose los pezones en vez de enjabonarlos.
―Buff― exclamó en la soledad de la ducha al no poder controlar sus dedos que traicionándola estaban presionando duramente las negras areolas que decoraban sus pechos.
Incapaz de contenerse, tiró de su pezón derecho mientras dejaba caer su mano entre sus piernas. Mirándose en el espejo semi empañado, vio cómo dos de sus yemas separaban los pliegues de su coño y buscaban entre ellos, el pequeño montículo que formaba su clítoris erecto.
La imagen la terminó de alterar y subiendo una pierna al borde de la bañera, concentró sus caricias en ese lugar sabiendo que una vez lanzada no podría parar.
«¡Dios!», gimió descompuesta al sentir como sus dedos se ponían a torturar el hinchado botón con una velocidad creciente.
Temiendo llegar antes de tiempo, salió de la ducha, se puso el albornoz y casi si secarse se tumbó en la cama donde le esperaba su amante más fiel.
― ¿Qué haría sin ti? ― preguntó al enorme vibrador de su mesilla.
Tomándolo entre sus manos, lo acercó hasta su boca y sacando su lengua empezó a recorrer las abultadas venas con las que el fabricante de ese pene de plástico imitaba las de un pene real.
―Te quiero mucho, mi amor― le dijo viendo que ya estaba lo suficientemente lubricado con su saliva para que al terminar no tuviese su coño escocido.
Separando sus piernas, jugueteó con esa polla sobre su clítoris mientras se preguntaba si su jefe tendría algo parecido. Soñando que era así, cerró sus ojos y se puso a imaginar que al día siguiente era el glande de ese maduro el que en ese momento estaba presionando por entrar dentro de ella.
― Jefe, soy suya― gritó en voz alta al irse incrustando lentamente esa larga y gruesa imitación en su interior.
La lentitud con la que lo hizo le permitió notar como los labios de su vulva se veían forzados por el consolador y como tantas veces, esperó a tenerlo embutido para encenderlo y sentir así la dulce vibración tomando posesión de ella como su feudo. En su mente no era ella la que daba vida al enorme trabuco, sino que era el ejecutivo el que lo hacía moviendo sus caderas de adelante para atrás.
No pudo más que incrementar la velocidad con la que se empalaba al escuchar desde su sexo el chapoteo que su querido amante producía cada vez que lo hundía entre sus piernas y con un primer gemido, dejó claras sus intenciones de llegar hasta el final.
«Llevo meses sin sentirme tan perra», pensó para sí al imaginarse que su futuro jefe se apoderaba de sus pechos y mientras se regalaba un buen pellizco, lamentó haber dejado en el cajón las pinzas con las que en ocasiones especiales castigaba sus pezones.
―Estoy en celo― murmuró al sentir que su cuerpo temblaba saturado de hormonas y mordiéndose los labios, incrementó el ritmo con el que su amado acuchillaba su interior.
―Joder, ¡qué gusto! ― sollozó con los ojos cerrados al imaginar al maduro derramando su simiente por su vagina y con esa imagen en el cerebro se corrió…

CAPÍTULO 2

Mientras dejaba su flamante Bentley en manos del aparcacoches, Albert Roser dudó al ver la suntuosidad del edificio modernista donde desde hacía un par de décadas estaba ese restaurant, si no se había equivocado al elegir el Windsor para esa cita. Porque no en vano además de saber que al menos tendría que desprenderse de un par de cientos de euros, el ambiente romántico de su terraza podía ser malinterpretado por esa mujer y creyera que sus intenciones eran otras.
Pero tras sentarse en una mesa al borde de la Carrer de Còrsega, decidió que, si llegaba el caso, haría el esfuerzo de acostarse con ese monumento de rizada melena roja:
«Lo que sea por el bien de mi cliente», hipócritamente resolvió pidiendo a Jordi León, el sommelier, que le aconsejara un vino.
― ¿Ha probado lo último de Molí Dels Capellans? Su Trepat del 2014 es excepcional.
―No y viniendo de usted, ese caldo debe ser algo digno de probar― estaba diciendo cuando su acompañante hizo su aparición a través de la puerta.
La recordaba atractiva pero esa noche la señorita Antúnez le pareció una diosa. Enfundada en un vestido de encaje casi trasparente y adornada con joyas que harían palidecer a más de una, era impresionante. Y como buen observador, el delicado tejido completamente entallado a su cintura realzaba su atractivo dotándolo de un aspecto seductor que no le pasó inadvertido.
«Joder, ¡qué buena está!», murmuró mientras se levantaba a saludarla, «no me extraña que ese cretino esté colado. ¡Es preciosa!».
La pelirroja consciente de efecto que producía en el abogado y que los ojos de su cita no podían dejar de auscultar cada centímetro de su cuerpo, sonrió y con una sensualidad estudiada, se acercó y lo besó en la mejilla mientras le agradecía la invitación.
―Las gracias te las debería dar yo… no todos los días tengo el lujo de cenar con una belleza.
Bajando la mirada como si realmente se sintiera avergonzada, respondió:
―Exagera, aunque siempre es agradable escuchar un piropo de alguien como tú.
Aunque por sus palabras nada podía hacer suponer lo zorra que era, Albert supo que esa la mujer descaradamente se estaba exhibiendo ante él. No era solo que llevase un escote exagerado, era ella misma y como se comportaba. Por ejemplo, al colocarse la servilleta sobre las piernas, se agachó de manera que le regaló un magnifico ángulo desde el que contemplar su pecho en todo su esplendor.
Era como si disfrutara, sintiéndose admirada. En su actitud creyó incluso descubrir que ella misma se estaba excitando al reparar que bajo su pantalón crecía un apetito sin control.
«Tengo que tener cuidado con esta arpía», Albert se repitió para que no se le olvidara el motivo por el que estaba ahí.
Del otro lado de la mesa, Marián estaba dudando que le gustaba más, si la magnífica merluza de pincho con asado de alcachofas que estaba sobre su plato o la cara de merluzo con la que ese alto ejecutivo la devoraba con los ojos y como no lo tenía claro, decidió preguntar por la razón de esa cena.
El cincuentón no se esperaba ese cambio de tema y más cortado de lo que le gustaría estar, contestó:
― ¿Extraoficialmente?
―Por supuesto― con tono dulce respondió mientras anudaba uno de sus dedos en su melena.
―Suponga que tengo un cliente al que un joven fiscal está metiendo en problemas y me entero casualmente de que ese idealista está secretamente enamorado de una mujer tan atractiva como ambiciosa.
Esa descripción no molestó a la pelirroja, la cual tampoco necesitó que le dijera el nombre de ese admirador para saber que estaba hablando de Pedro y mirando a los ojos a su interlocutor, contestó:
―Hipotéticamente hablando, si esa dama estuviera dispuesta a ayudar a su cliente, ¿qué tendría que hacer? Y ¿qué recibiría a cambio?
La franqueza con la que directamente se ofrecía a colaborar a cambio de dinero le confirmó que no era la primera vez que esa belleza participaba en ese tipo de acuerdos y tal y como había hecho ella, el abogado midió sus palabras al contestar:
― ¿Te he contado lo común que es que en un juzgado desaparezcan las pruebas? Conozco un caso en el que una caja llena de muestras de agua desapareció del despacho de un fiscal y cuando la parte defensora pidió un contraanálisis, se desestimó todo el expediente por la imposibilidad de contrastar los resultados del fiscal.
Habiendo lanzado el mensaje, Albert se puso a comer mientras su pareja hacía cálculos porque con solo esa información había averiguado de qué teman se trataba porque no en vano la última noche que había follado con Pedro, ese encanto no había parado de hablar de la multa que le iba a caer a una farmacéutica francesa.
«Una comisión lógica es del cinco por ciento y sobre veinte millones, estaríamos hablando de un kilo», pensó mientras producto de su avaricia los pezones se le ponían erectos bajo la tela.
Como buena negociadora, dejó transcurrir los minutos sabiendo que la espera empezaría a poner nerviosa a su contraparte y ya en el postre, tomando la mano de Albert entre las suyas, comentó:
―Sabes cariño, ayer estuve viendo en internet un apartamento en las Ramblas. Era precioso, luminoso y con unos ventanales enormes. Lo único malo era el precio, el dueño quería dos cientos mil de arras y otros ochocientos al firmar la escritura.
―Me parece un poco caro― respondió el abogado intentando negociar.
Entonces ante su sorpresa, la estupenda pelirroja le cogió la mano y poniéndola sobre sus piernas desnudas, con cara de putón desorejado, contestó:
―Ya sabes el boom inmobiliario, lo único bueno es que en la oferta se incluía la cama y no te haces una idea de lo maravillosa y suave que es.
―Lo supongo― contestó con su pene totalmente erecto al sentir la tersura del muslo que estaba acariciando y mientras intentaba calmar la comezón que tenía, llamó al camarero y le pidió una botella de cava con el que brindar.
Haciéndose la tonta y mientras separaba las rodillas dando mayores facilidades a los dedos que recorrían su piel rumbo a su sexo, preguntó que celebraban.
― ¿Necesitamos un motivo? Pues imaginemos que consigues el dinero― y levantando su copa, exclamó: ― ¡Por tu nueva casa!
Marián sonrió al oír ese brindis y cerrando el acuerdo con un beso en los labios, permitió que las yemas de ese cincuentón tomaran al asalto el fortín que escondía entre las piernas.
Durante un minuto, la pelirroja disfrutó del modo en que Albert la masturbaba en público hasta que sintiendo que faltaba poco para que se corriera, decidió que era suficiente anticipo y retirando la mano del abogado, le dijo que esperaba noticias suyas tras lo cual y sin mirar atrás desapareció por la puerta.
«¡Será puta!» murmuró entre dientes el cincuentón mientras pedía una copa para dar tiempo a que el bulto de su pantalón no fuera tan evidente.
Saboreando el whisky de malta comprendió que a pesar de ese abrupto final la noche había resultado un éxito porque podía asegurar a su cliente una sentencia favorable a sus intereses siempre y cuando se aviniera a pagar dos millones de euros.
«Uno para mí y otro para esa zorra», se dijo mientras se imaginaba sodomizando a la pelirroja en un hotel. Lo malo fue que, al hacerlo, su calentura lejos de amainar se incrementó y pidiendo la cuenta, decidió que al salir iba a ir al burdel de siempre donde una putita conseguiría apaciguar su incendio.
Veinte minutos después, estaba entrando en el discreto chalé convertido en tugurio. La madame, Alba “la extremeña”, lo recibió con unos abrazos reservados solo para los grandes clientes y sin que tuviera que pedir, mandó a la camarera que le pusiera un Macallan.
Apenas había acomodado su trasero cuando las putas empezaron a desfilar frente a él. Albert, conocedor experimentado de ese ambiente, decidió esperar a que todas las mujeres hubiesen modelado para tomar una decisión. Por su presencia pasaron rubias, morenas y pelirrojas, españolas y extranjeras, jóvenes y maduras, pero por mucho que miraba, no conseguía que ninguna de esas bellezas le motivara.
«Hoy necesito algo especial», se dijo sabiendo que, si al final no elegía a ninguna, vendría la dueña del lupanar a ofrecerle su ayuda.
Como había previsto, “la extremeña” al ver que no estaba satisfecho con el ganado, se acercó y como una enóloga aconsejando a un cliente sobre un cava, le preguntó qué era lo que esa noche necesitaba.
El abogado le confesó la calentura que llevaba y el motivo de esta.
―Necesita desahogarse― sentenció la madame y sin cortarse un pelo, preguntó: ¿le apetece un culo al que castigar? La chica en sí no es gran cosa, me la ha mandado un amigo para que le ponga tetas y la enseñe.
― ¿Es plana?
―Como una tabla y aunque apenas la he probado, puedo decirle que es una perra con mucho futuro. Según su dueño, ¡acepta de todo!
―Tráela para ver si es lo que ando buscando.
―No se va a arrepentir― respondió la extremeña, dejándole con un par de exuberantes putas para que le hicieran compañía mientras tanto.
A los cinco minutos, la madame apareció por la puerta con una castaña de pelo largo que en un principio le repelió. Delgada, sin culo ni tetas parecía un espantapájaros.
Estaba a punto de rechazar la sugerencia cuando se percató que, con esas gafas rojas, la aprendiz le recordaba a una jueza con la que había tenido varios fracasos.
«Parecen gemelas», dijo para sí mientras volvía a florecer en él el odio que sentía por la magistrada.
Mientras tanto, la puta permanecía de pie sin ser capaz de siquiera levantar la mirada. La vergüenza que demostraba enfadó a la dueña del lupanar. Sin importarle la presencia del cliente y a modo de reprimenda, descargó sobre su culo un sonoro y doloroso azote.
―Sonríe, puta.
La novata sin nombre intentó sonreír, pero lo único que consiguió fue que en su cara se formara una extraña mueca. Ese gesto debería haber ahuyentado a cualquier interesado. Pero ese no fue así en el caso del cincuentón porque su pene reaccionó como un resorte al ver que, tras el castigo, los negros pezones de la fea aquella lucían totalmente erizados.
―Me la quedo― sonriendo informó a la dueña― pero necesitaría una habitación discreta.
―Por eso no se preocupe, tenemos una insonorizada― y dirigiéndose a la castaña, le ordenó que llevara al cliente a la numero seis.
Una zorra con experiencia se hubiese colgado del hombre que había pagado por ella, pero demostrando nuevamente que era una novata, se adelantó permitiendo que el abogado examinara su exiguo culo.
«Apenas tiene donde agarrar, mejor», relamiéndose reconoció porque su víctima así sufriría más.
Ya en el cuarto que le habían asignado, fue realmente la primera vez que se puso a examinar la mercancía y tras una decepción inicial al observar el bosque frondoso que tenía por coño, vio el cielo al separarle las nalgas y descubrir un rosado e incólume agujero.
«Esto no me lo esperaba», reconoció mientras introducía bruscamente una de sus yemas en el interior de ese ojete.
El grito de la novata confirmó sus sospechas y sin retirar su dedo, le soltó un primer mandoble con el ánimo de relajar a la castaña y que no estuviera tan tensa.
La actitud sumisa del monigote aquél lo envalentonó y añadiendo una segunda yema, siguió jugando con él mientras la muchacha se dejaba hacer consciente de no poder negarse.
―Ábrete de piernas― totalmente excitado el cincuentón exigió.
Las rodillas de la mujer se separaron para permitir las maniobras del cliente, el cual usando su otra mano bruscamente le introdujo dos dedos en su sexo y de esa forma descubrió que la que creía una mojigata, estaba disfrutando al comprobar que su cueva estaba empapada con el flujo que manaba de su interior.
El pene de Albert ya le pedía acción y por ello dándola la vuelta, le exigió una mamada. En silencio, la castaña se arrodilló y abriendo la bragueta, liberó la extensión del abogado.
Este satisfecho se sentó en el sofá y abriendo las piernas, la ordenó que se acercara. La muchacha con lágrimas en los ojos y de rodillas, se acercó a él con la mirada resplandeciente. El cincuentón supo de esa forma que iba a ser una buena mamada aún antes de sentir como la boca de la fulana engullía su pene.
Tal como vaticinó, era una verdadera experta. Su lengua se entretuvo un instante divirtiéndose con el orificio del glande, antes de lanzarse como una posesa a chupar y morder su capullo, mientras las manos acariciaban los testículos del cliente.
La reacción de este no se hizo esperar y alzándola de los brazos la sentó sobre sus piernas, ordenando a la castaña que fuera ella quien se empalara. La oculta cueva entre tanto pelo le recibió fácilmente demostrando que la novata estaba totalmente lubricada por la excitación que sentía en su interior.
Como no sabía ni quería saber su nombre, llamándola puta, le ordenó que se moviera. El insulto provocó que esa apocada e insípida mujer se volviera loca y para sorpresa de Albert, le rogara que siguiera humillándola mientras sus caderas se movían rítmicamente.
«¡Joder con la fulana!», pensó el abogado a sentir que la castaña había convertido los músculos de su chocho en una extractora de esperma que lo estaba ordeñando.
Ya sobrecalentado, desgarró el picardías que llevaba puesto, dejando al descubierto unos pechos que daban pena, pero cuyos pezones le miraban inhiestos deseando ser mordidos. Cruelmente tomó posesión de ellos con los dientes hasta hacerla daño mientras que con un azote la obligaba a acelerar sus movimientos.
―Gallo desplumado, ¡muévete o tendré que obligarte! ― le dijo al oído.
Demostrando lo mucho que le ponía la humillación, su sexo era todo líquido cuando, con la respiración entrecortada por el placer, obedeció moviendo sus caderas.
―Así me gustan las putas, calladas y obedientes― le susurró mientras con los dedos pellizcaba cruelmente sus pezones.
Satisfecho por la ausencia de respuesta, premió a la fulana con una tanda de azotes en el trasero mientras ella no dejaba de gritar de dolor y excitación.
Hasta entonces todo discurría según Albert deseaba, pero cuando la informó que la iba romper el culo, la castaña intentó huir de la habitación y eso le enervó todavía más.
Con lujo de violencia la agarró y la lanzó en la cama. La novata completamente aterrorizada no pudo evitar que su cliente cogiera su corbata y con ella atara sus muñecas mientras fuera de sí le gritaba:
―Te voy a enseñar quien manda.
La ira reflejada en los ojos de ese cincuentón provocó que histérica se riera y eso empeoró las cosas porque llevándola hasta el cabecero, este la inmovilizó anudando un extremo de esa prenda a una de sus barras.
Albert ya no era Albert sino un ser sediento de sangre porque para él esa mujer aglutinaba a todas las que en algún momento lo habían despreciado o causado algún mal.
Por ello sin preparar su trasero, le separó las nalgas, apuntó con su escote y de un solo embiste, la empaló brutalmente. Los chillidos de dolor que surgieron de la garganta de su acompañante le sonaron a música celestial y azuzado por esa seductora melodía, no paró de insultarla y de azotarla con la mano abierta.
Su víctima creyó que iba a morir en manos de ese ejecutivo y sabiendo que si quejaba iba a encabronar a ese maldito, con lágrimas en los ojos, tuvo que soportar que continuara esa locura. Para entonces el abogado la había empezado a cabalgar agarrado de sus pechos y aunque sabía la barbaridad que estaba haciendo, lejos de calmarlo, eso lo estimulaba.
Es más, al sentir que un brutal orgasmo se aproximaba, incrementó la velocidad de su ataque hasta inundando todo su intestino, eyaculó dentro de ella. Sus gemidos de placer y los gritos de dolor del mamarracho se unieron en una sinfonía perfecta que al final consiguió apaciguar a la bestia.
Por eso al sacar su miembro cubierto de sangre y mierda, se sintió satisfecho y dejando el dinero sobre la mesilla se fue mientras la puta lloraba, rota por la mitad, sobre la cama.
Ya en su coche, recordó descojonado que además de no saber su nombre, tampoco la había oído hablar:
―A esto se le llama una noche perfecta. ¡Una zorra callada y obediente!

Relato erótico: “Diario de George Geldof – 4” (POR AMORBOSO)

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Diario de George Geldof – 4

Yo volví a mi rutina semanal, esa noche y las siguientes las pasé follando con Desireé, trabajando en la finca, atendiendo a mis clases, practicando con la espada y la pistola, y pensando en el próximo encuentro, el cual llegó sin casi darme cuenta.

Como siempre, fuimos despedidos con la sonrisa de la madre y su deseo de que lo pasásemos bien y nos fuimos a la fuente. Volví a extender la manta colocando los apoyos como la otra vez, mientras les pedía que se desnudaran. Iban como la vez anterior, solamente con el vestido.

Al ver la misma disposición que el día anterior, se colocaron en la misma posición, lo que tuve que corregir, diciéndoles que una tenía que poner la cabeza sobre el apoyo, lo que hizo inmediatamente Mary Anne, luego les informé de que la otra debería ponerse a la inversa sobre ella, y que deberían estimularse el coño y el clítoris mutuamente.

-Y espero que me hayáis hecho caso y os hayáis dilatado bien, porque os voy a encular hasta cansarme.

Claudine se colocó a cuatro patas sobre su hermana, puso su coño en su boca y se inclinó para hacérselo a ella. Ambas comenzaron a lamerse y chuparse, en principio con cara de asco, pero como no se atrevían a contradecirme, poco a poco comenzó a gustarles.

Yo saqué el aceite de la vez pasada, me embadurné bien mi polla, unté bien dos dedos y se los metí en el culo a Claudine, que gimió un poco por el dolor de la intromisión.

Los moví en círculo, comprobando que dilataba bien, aproximé mi polla a su entrada y la fui metiendo poco a poco.

Ella dejó el coño de su hermana, levantándose y gimiendo más fuerte:

-AAHHMM. Despacio, me hace daño.

Detuve mi avance para que se fuese acostumbrando, y fui metiendo y parando hasta que entró toda. La mantuve un rato para que se acostumbrara y dilatara.

-OOHH. Me siento llena por dentro. –dijo Claudine

-Sigue comiéndole el coño a tu hermana. –Le dije yo.

Empecé un bombeo suave que fui incrementando poco a poco, acompañado por suaves lametazos a mis huevos que me daba la hermana a indicaciones mías, mientras recorría el coño.

Pude sentir, por las contracciones de su ano, que tuvo al menos dos orgasmos.

Yo les animaba a seguir, mientras le daba azotes en el culo cuando casi sacaba mi polla, para seguidamente meterla con fuerza.

Cuando alcanzó su tercer orgasmo y aprisionó mi polla, no pude aguantarme más y me corrí abundantemente dentro de su ano.

Luego, tras sacarla, les hice rodar por el suelo y colocarse en el apoyo contiguo, pero esta vez con Claudine debajo, y les di la orden de seguir con lo que estaban.

Mi erección no había bajado del todo, y, tras limpiarla de algunos restos, me la estuve acariciando mientras veía lo que habían llegado a aprender en materia de darse mutuamente placer, lo que ayudó mucho para que se me pusiese dura otra vez.

Repetí la escena con Mary Anne. Unté bien su ano con aceite, probé con mis dedos el acceso, unté nuevamente mi polla procedí a meterla lentamente en su culo, con pequeños avances. Ella se tensaba y flojaba cada vez, soltando algún gemido

-HUUMMPF.

Pero al cabo de poco tiempo, la tenía toda dentro.

Estuve un rato quieto para que se acostumbrara.

-FFFFFFF. Tenías razón, hermana, también me llena completa.

Empecé mi mete–saca despacio y le pedí a Claudine que atendiera bien a mis huevos y tronco al salir.

Esta vez conté cuatro contracciones de su culo antes de que, a la quinta, le llenase también el culo, pero con menos cantidad.

De nuevo caímos derrengados sobre la manta, donde estuvimos un buen rato recuperándonos. Tras lo cual, nos fuimos a lavar, primero ellas y detrás yo, por lo que pude observar su andar incómodo y cómo manaba mi leche de sus culos y les caía por las piernas.

Mientras me lavaban, les dije:

-Quiero follarme a vuestra madre.

-¿Quéeeeeeee? –respondieron a una.

-Lo que habéis oido. Quiero follarme a vuestra madre. Ya que ella está también interesada en esto, quiero que participe en las tareas para conseguirlo.

-Pero ella no puede venir con nostras. Tiene que quedarse con mi padre y los tuyos.

-Me da igual otro día, el caso es que participe.

-Bueno…….. –dijo Mary Anne dudosa- Mi madre también ha comentado algo así.

-¿Ah sí? ¿Y que os ha dicho?

-Nos ha dicho que, si quieres, los martes por la mañana, sobre las 10, podría ir a una cabaña abandonada que hay cerca del linde de nuestras tierras con las vuestras, en el antiguo camino de la montaña. Es un sitio que cae cerca de ambas casas, solitario y no cuesta mucho llegar.

-(Jodeeer, estas tías van muy por delante de mí. –Pensé yo.)

-Conozco el lugar. Estaré allí el martes a las 10 de la mañana. Espero que no falte.

Di por terminada la conversación y salimos del agua.

Como siempre, dimos buena cuenta de la merienda, volvimos a casa con algunos problemas al sentarse, hubo un doble intercambio de señas y confirmaciones, aunque esta vez se movieron poco y despacio. No sé que dirían cuando las vieran moverse constantemente para encontrar acomodo a su culo. Ni se lo pregunté.

El martes siguiente llegó y yo aparecí por la cabaña unos minutos antes de las 10. Sin embargo, ya había un caballo atado a una cerca con abrevadero, donde até el mío también, procediendo a entrar en la vivienda.

Lo primero que observé al entrar era que no estaba muy abandonada, ya que no se observaba polvo ni suciedad por ningún sitio, constaba de una sola habitación, con un fogón en un lado y una cama grande en el otro, con una cortina de separación, que permanecía abierta, una mesa grande y tosca en el centro con varias sillas alrededor igual de toscas y un jarrón con flores encima. En un lado, había un altillo en el que se veía lo que parecía otra cama o catre. La puerta tenía una cerradura y las ventanas postigos y cortinas.

La ropa de la cama parecía nueva y se encontraba perfectamente hecha y se veía un aguamanil con su palangana, toalla y jarra de agua.

En la habitación había dos mujeres, Amanda Dankworth y una criada, que se volvieron al entrar yo.

-Vaya, eres muy puntual. –Dijo Amanda, la madre.

-Procuro serlo, máxime cuando una dama me espera, pero permítame una pregunta… ¿Esto no es una vivienda abandonada en medio de la nada?

-Entiendo a lo que te refieres. Permíteme que te lo explique. Como comprenderás, no iba a meterme en cualquier chamizo sucio y lleno de piojos, ratas y cualquier otro animal, por lo que he mandado que arreglaran esto. Además, te presento a Brigitte, una de las muchachas a mi servicio, que se encargará de que se encuentre limpio para cuando vengamos.

-Encantado Brigitte. –dije.

-No te molestes en entablar conversación con ella. Es muda desde que unos soldados invadieron su pueblo en Francia, la violaron y torturaron, metiéndole el palo de una lanza por la boca y destrozándole las cuerdas bucales, pero es muy servicial, trabajadora y lo mejor: no se va de la lengua, je, je, je. Espéranos fuera, Brigitte, y cierra la puerta al salir.

Ella salió, dejándonos solos. Inmediatamente Amanda me dijo:

-Espero que seas la mitad de bueno de lo que me han contado. Si es así, vamos a pasarlo muy bien.

-Creo que te equivocas. No he venido a entretenerte ni a darte gusto. Tu quieres una cosa y estás dispuesta a todo para conseguirlo, incluso utilizarme a mi, pero ya que soy el utilizado, soy el que impone las reglas. Como les dije a tus hijas, harás lo que te diga, cuando te lo diga y como te lo diga. Tu máxima será darme placer a mi. Solamente te dedicarás a ello. Y tendrás el placer que yo quiera darte. Aquí seré tu amo, tu la esclava. Si no te gusta, puedes marcharte ahora mismo y deshacemos el trato. ¿Lo has entendido?

-Si

-¿Si, qué?

-Si amo -dijo bajando su cabeza.

-Desnúdate. Rápido

Se quitó el vestido, mostrando que no llevaba nada debajo. Ante mi mirada dijo:

-Ya se que te gusta que las mujeres queden desnudas con rapidez.

Observé que no llevaba ni un solo pelo en el coño. Ante mi mirada de extrañeza, me dijo:

-¿Te gusta? Es una costumbre que aprendí cuando estuve viviendo en Francia. Es la última moda allí. Mis amigas de allí, con las que me carteo y visitamos, me mantienen informada de todo las novedades que se presentan.

-Me parece muy bien –dije sin darle importancia- pero ahora, desnúdame a mí.

Ella lo hizo despacio, recreándose con cada trozo de piel que descubría. Cuando bajó mis calzones dijo:

-¡¡Vaya lo que tenemos aquí!! No me habían engañado. No se si lo voy a disfrutar o a sufrir cariño.

-(Maldita puta, otra que me dice que la tengo pequeña. –pensé yo, y estuve apunto de marcharme, pero en cambio…)

Me acerqué a la mesa y me senté en una de las sillas, después de colocarla convenientemente.

-Ven aquí y recuéstate boca abajo sobre mis rodillas.-Le dije.

Obedeciendo, se colocó como había pedido. Puse una mano en su espalda y con la otra comencé a acariciar su culo con movimientos circulares hasta que oí un suave ronroneo.

ZAS. La sorprendí con una fuerte palmada que dejó mis dedos marcados en su culo y mi mano roja y dolorida.

-¡AAAAHHHGGG! ¿Pero qué te has creído, maldito niñato? ¿Cómo te atreves a pegarme? ¡Te voy a ………….!

-¡Cállate! Si no estás de acuerdo te vistes y te vas. Aquí has venido a hacer lo que yo diga y aguantar lo que te haga. –Dije con mi expresión más salvaje y dura que pude.- Pensaba darte dos azote por olvidarte de llamarme amo y decirme cariño, pero ahora serán seis por la falta de respeto añadida.

Se quedó callada un momento y empezaron a caerle lágrimas, pero al fin, volvió a recostarse en mis piernas, al tiempo que decía:

-¡Por favor, amo, tráteme con cuidado!

Volví a colocar mis manos en la espalda y culo respectivamente y comencé mis caricias de nuevo. Estaba tensa. No disfrutaba.

-Relájate y disfrutarás. Separa bien las piernas.

Ella las separó, yo seguí acariciando. Cuando me pareció que estaba ya algo relajada:

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAAAYYYYYYY Duele mucho, amo.

Seguí acariciando su culo, pero esta vez bajando mi mano entre sus piernas y frotando su coño depilado con suavidad. Alternaba movimientos circulares en su culo con verticales sobre su coño.

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAAAYYYY Duele, amo.

Parece que le dolía menos. Seguí acariciando su culo y alternando los movimientos circulares y los verticales.

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAAAYYYY

Menos todavía. Seguí con mis movimientos.

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAYY

Menos todavía. Seguí con mis movimientos.

Su coño se iba abriendo como una granada, estaba mojado, pero seguía sin tocarle los puntos que ella quería.

ZAASSS

ZAASSS

Seguí con mis caricias. Bajé a su coño que parecía una fuente. Coloqué mi dedo medio a lo largo de su raja y empecé un movimiento arriba y abajo, que terminaba chocando con su clítoris.

Empezó a jadear con fuerza y a clavar sus dedos en mi pierna y en la silla hasta que le saltó un orgasmo fuerte y largo que la hizo gritar como si estuvieran torturándola

-AAGG SIGUEEE. ¡ME CORROOO! ¡ME CORRO AMO SIGUEEE!

Se quedó como ida durante un buen rato, y comenzó a resbalar hasta el suelo, donde quedó tumbada durante un tiempo.

Cuando se recuperó, dijo

-¡Dios mío! ¡Nunca había tenido un orgasmo así! Realmente, no he tenido nunca un orgasmo.

Yo, que estaba totalmente empalmado, le dije:

-Estupendo entonces. Hemos terminado por hoy. Vístete y vete.

Ella, mirando mi erección, me dijo:

-¿Y te vas a quedar así? ¿No quieres relajarte conmigo?

-Hoy no te lo has ganado. Vete.

Ella sacó unas prendas de un bolso que no había visto y se las puso, eran unas bragas de extraño diseño y una camiseta también un tanto rara.

-¿Te gustan, amo? Son diseños de París. Mi ropa interior la traigo de allí.

-Me parece muy bien.-Dije mientras seguía mirando su cuerpo sin moverme.

Cuando terminó, dudó un momento, pero abrió la puerta y se fue.

Inmediatamente entró Brigitte dirigiéndose a la cama, probablemente con intención de arreglarla de nuevo, pero al ver que no la habíamos tocado, se dio la vuelta mirando alrededor.

Me miró, miró mi polla erecta, volvió a mirarme y volvió a mirar mi polla.

-¿Te gusta?

Afirmó varias veces con la cabeza.

-(Menos mal que hay una que no le preocupa el tamaño. –Pensé)

-¿Por qué no te desnudas y la disfrutas?

No tardó ni un segundo en quedarse totalmente desnuda. Tenía un cuerpo precioso, lleno de curvas cada una en su sitio, unos pechos generosos y un coño no muy peludo.

-Vaya, tu no te lo afeitas a la moda Francesa, como tu ama.-comenté.

Ella negó con la cabeza mientras se acercaba. Se arrodilló ante mi y se la llevó a la boca, comenzando una felación donde se no taba que tenía gran experiencia.

Empezó lamiendo desde la base hasta el prepucio, ensalivándola bien, para luego metérsela en la boca toda entera, hasta que le dio un amago de arcada, pero la tenía toda completamente dentro. No sé como lo hacía, pero al mismo tiempo me masajeaba con la lengua. No usaba las manos, solo su boca. No duré ni cinco minutos. Por primera vez en mi vida, fui eyaculador precoz.

Ella tragó todo, limpió bien mi polla y se enderezó siguiendo de rodillas.

Tenía la mano en su coño y se acariciaba.

-¿Nos has oido? –le dije.

Afirmo con la cabeza

-Estas excitada

Nueva afirmación

-Se ve que tienes experiencia en esto, ¿verdad?

Afirmó otra vez

-¿El conde?

Pareció dudar, pero afirmó.

-¿La condesa?

Negó

-¿Alguien más de la casa?

Afirmó

-¿Quién?

Hizo unos gestos con la mano.

-¿Intentas decirme algo? ¿Esos gestos quieren decir algo?

Afirmó

-Me gustaría saber que dicen, pero antes…. Vamos a solucionar lo tuyo.

La tomé de la mano y la llevé a la cama. La puse boca arriba y comencé a besarla. Sus labios, su cuello, lamí los lóbulos de sus orejas, acaricié sus pechos y lamí y chupé sus pezones, bajé hasta su coño, que me recibió empapado, con un clítoris exageradamente grande, que enseguida me puse a chupar y lamer.

Ella se retorcía, y era extraño no oírle emitir ningún sonido. No sabía si le gustaba o le hacía daño. Solo mi experiencia me decía que disfrutaba.

Su orgasmo llegó pronto y llenó mi boca de gran cantidad de flujo, hasta el punto que pensé que se estaba orinando.

Cuando se recuperó, me miró con una sonrisa e hizo unos movimientos con sus manos. Yo le sonreí también, me enderecé y le mostré mi polla otra vez enhiesta. Ella asintió y volví a mis besos por sus labios, cara y cuello, mientras se la metía poco a poco. Era tremendamente estrecha, la sentía tan aprisionada que pensé que se la había metido por el culo. Cuando llegó al final, hizo otros gestos con la mano mientras tomaba aire.

Tras una corta espera, comencé a moverme en su interior, lo que provocó que su respiración se acelerara nuevamente. Durante un buen rato estuve bombeando a placer, sintiendo sus corridas y volviendo a empezar. Cuando me sentí próximo a correrme, me incorporé y acompañé mis embestidas con una frotación circular con el pulgar sobre su clítoris. Cuando sentí que se había corrido, la saque, y en dos meneos, me corrí sobre sus tetas.

Nos acostamos juntos y abrazados. Ella se quedó dormida y yo estuve admirando sus pechos, su figura llena de curvas. Pese a que era algo baja de estatura, lo tenía todo muy bien colocado.

Mis pensamientos pronto evolucionaron a la situación que me había llevado allí, analizando a la madre, las hijas, incluso al padre, que tan honorable parecía.

Cuando despertó, parecía desorientada, pero pronto se centró y comenzó a darme besos y a gesticular con las manos.

-Hey, hey, hey. Para, para. Que no te entiendo. ¿Por qué no empiezas enseñándome lo que significan esos gestos?

Y comenzó a explicarme, con gestos, una libretita y un lápiz que llevaba. Cuando me marché, ya sabía decir los nombre con signos y alguna otra palabra tan sencilla como inútil por el momento.

Quedamos en que iría todos los días, excepto domingos y los días que quedase con ellas, ya que ella tenía que ir a revisar y limpiar la casa, debiendo tenerla en perfecto estado de uso.

Le pregunté si la señora traía a alguien más, pero negó tal hecho. También me enteré que vivía con un sirviente de los señores, el mayordomo, que la compartía con el amo a veces, y que a ambos les gustaba que se la chupase, pero nunca se preocupaban por su placer, por eso, cuando yo le di tan maravilloso orgasmo y luego la hice repetir hasta desfallecer, se sintió morir de felicidad. Después de esto no me extrañó que fuese tan estrecha.

Yo le dije:

-Se hace tarde, volvamos.

Ella me dio a entender que tenía que dejarlo todo recogido y que volvería más tarde. Yo me fui a casa a esperar mi hora con Desireé.

Al siguiente día con las hermanas, seguí profundizando en sus culos, que parece que no les molestaba tanto. La madre parecía más seria y no gastó bromas, solamente los saludos de rigor.

Los demás días, iba a la cabaña, donde Brigitte me enseñaba el lenguaje de signos, el cual aprendía con rapidez. Follábamos hasta que le sacaba un par de orgasmos y me volvía a mis quehaceres.

El martes siguiente, volví a la cabaña también unos minutos antes, encontrando fuera a Brigitte, sentada en un banco junto a la pared. El caballo de Amanda estaba atado en el mismo lugar de la otra vez. Pasé por delante de Brigitte guiñándole el ojo y entré en la cabaña.

Amanda me esperaba desnuda y de rodillas en el suelo.

-Veo que has aprendido la lección. Colócate boca abajo sobre la mesa, con los pies en el suelo y bien separados. –Le dije mientras me desnudaba.

Ella se puso, obediente

Acaricié su culo y su coño insistentemente.

-¿Me va a castigar otra vez, amo?

-Cállate. Ya te enterarás.

Enseguida empezó a moverse, informando sin querer de su excitación. Unas palmadas, no excesivamente fuertes en su culo, pero lo bastante para ponerlo rojo, fueron el preámbulo a la entrada de mi polla en su coño.

-Despacio amo, por favor! Me hace daño.

Yo que también la notaba estrecha, me dije (¡Vaya, otra mal follada! ¡Se ve que el conde tiene otras aficiones!)

Le pasé la mano por delante hasta llegar a su clítoris, cuya zona masajeé, mientras le iba dando un vaivén de entrada y salida, en el que, cada vez que entraba, presionaba un poco más, hasta que logré meterla completa.

-PFFFF ¡Qué gusto! –dijo soltando aire.

Empecé mi bombeo y ella sus gemidos.

-MMMM. ¡Siii!

La sacaba hasta que la cabeza quedaba en su entrada y masajeaba su clítoris, dejaba el masaje y la metía hasta adentro. Al momento, empezó a oírse el chapoteo de mi polla en su coño encharcado. Si notaba que iba a correrse, me detenía. Lo que le hacía soltar un bufido de decepción.

-BBFFFSS.

La tuve un rato al borde del orgasmo, hasta que la tomé por la cintura, la levanté del suelo y con ella empalada hasta el fondo, la llevé hasta la cama.

La coloqué igual que en la mesa y durante unos momentos más, seguí el “tratamiento”.

Me salí de ella, la acosté sobre la cama y me puse a su lado.

-¡Chúpamela!

-Si, amo. –dijo mientras se levantaba.

-¿A dónde vas? –Le dije

-A buscar la jofaina con agua y un paño para limpiarte, amo.

-¿Te he dicho que hagas eso?

-No amo, pero está manchada con mi flujo.

-¡Mira! –le dije cabreado- Me importa una mierda si tienes un flujo de guarra o no. Ponte inmediatamente a cuatro patas entre mis piernas y ponte a chupar. Y cada vez que vea una mala mueca, te cruzaré la cara con un bofetón.

No dijo nada más e hizo lo indicado. Empezó una felación con mucha menos técnica que Brigitte, lo que me confirmó que el conde no le prestaba las debidas atenciones.

-¿Te han follado muchos? –Le pregunté

-No, amo, después de mi marido, tú eres el único. –dijo levantando la cabeza y esperando.

-No te detengas, responde a lo que te pregunte y sigue con lo tuyo.

-¿Y porqué has querido que te folle?

-Les dije a mis hijas que hiciesen todo lo que fuese para que tu hermano se fijase en una de ellas y se casasen. Una de las ideas que les di fue que se hiciesen amigas tuyas y te pidiesen que le hablases bien de ellas.

Se metió mi polla en la boca, la sacó, y siguió:

-Cuando me contaron tus pretensiones, me encolericé, pero luego pensé que eras un joven en ebullición y que unos manoseos y unas pajas no hacían daño a nadie, y máxime si se conseguía el objetivo.

Nueva chupada

-Cuando volvimos el primer día, por la noche, después de la cena, las reuní en mi habitación y me contaron lo que les habías hecho y lo mucho que habían disfrutado. Eso me produjo una gran excitación, sobre todo el morbo de haberlas dejado excitadas, pero cuando intenté convencer a mi marido para que viniese a mi habitación, el decidió que estaba muy cansado y bebido y se fue a la cama. Casi no pude dormir.

Otra mamada.

-El segundo día, cuando me lo contaron, volví a excitarme más si cabe. Cuando fui a buscarle estaba roncando en su sillón favorito, por lo que me tuve que ir sola y frustrada.

Mamada

-Durante la semana, estuve buscando objetos para dilatar sus anos y lubricando y metiendo dedos para que se acostumbraran. Eso me mantuvo toda la semana excitada, por eso, el día que teníamos que ir de nuevo, les dije que intentasen que me aceptases en tus juegos, y que si lo hacías, te hablasen de esta casa.

Mamada

-¿He hecho bien, amo?

-(¡Maldita puta! Nos manipula a todos para que hagamos lo que ella quiere y encima nos creemos que lo queremos nosotros).

-Si, pero sigue, que quiero correrme, y no tires ni una gota.

Se puso a ello lo mejor que supo, hasta que sentí que me venía, con lo que sujeté su cabeza, se la metí bien adentro y le solté una abundante corrida.

Ella tosió y estuvo a punto de vomitar, pero aguantó bien el tirón y procedió a dejarla bien limpia.

-Veo que recuerdas mis instrucciones. Sigue a cuatro patas, pero ponte lo más arriba de la cama que puedas.

Una vez colocada, metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a lamer su coño, mientras mojaba mi dedo en sus jugos y lo llevaba a su ano, frotando con movimientos circulares.

-Amo, como ya se de sus gustos, ya lo he traído dilatado. –Dijo ella.

Efectivamente, al hacer un poco de presión, mi dedo entró con facilidad.

Metí también el pulgar en el coño y comencé el movimiento oscilante, mientras atacaba su clítoris y aledaños.

La llevé varias veces al punto de orgasmo, deteniendo el avance y haciéndola gritar de la decepción

-¡Noooo! ¡Sigue amo, por favor!

Yo estaba disfrutando con su sufrimiento. Era la compensación a sus manipulaciones. Añadí alguna palmada en su culo para completar.

Cuando ya me pareció suficiente castigo (tenía la polla a reventar) aceleré los movimientos y me centré en su clítoris, lo que la hizo romper en un orgasmo tan fuerte como deseado, que la dejó sin fuerzas, cayendo sobre mi cara.

La aparté a un lado y me coloqué a la par de ella. Cuando se empezaba a recuperar, la hice ponerse de costado, dándome la espalda, mi mano bajo su cuerpo para alcanzar sus tetas, metí una pierna entre las suyas, obligándola a abrirse y le metí la polla en el coño, empezando a moverme. Mi otra mano, la pasé por delante para ir acariciando la zona del clítoris a la vez.

Poco a poco fue ganando en excitación hasta que tuvo su primer orgasmo. Seguí acompañándola mientras seguía gimiendo y diciendo:

-AAHHH. NO PARES. ES FABULOSO. SIGUE. SIGUE.

Con un nuevo estertor, volvió a correrse y yo saqué la polla de su coño y se la clavé en el culo, donde terminé corriéndome y provocándole un nuevo orgasmo.

Después de unos minutos de relajación, se levantó y comenzó a vestirse, diciendo:

-Tengo que volver. Mi marido llegará pronto.

Yo solamente asentí y la miré cómo se vestía. Cuando terminó, salió todo lo corriendo que su culo le dejó y se marchó, para dejar paso a Brigitte, que terminó de calmar mis ardores por el momento.

Esta situación se mantuvo durante mucho tiempo, con única diferencia de que al bajar las temperaturas, cambié la fuente por la casita cuando iba con las hermanas.

Mi hermano, cuando venía y estaban ellas, salía a pasear con ellas, unas veces con una de cada brazo cogida y otras con cada una por separado. Y cuando tenía oportunidad, probaba sus culos y bocas. Por las noches, antes de que se fuera a la taberna, comentábamos mis avances y averiguaciones y él me orientaba con nuevas ideas.

Mi madre, muy observadora como todas ellas, se dio cuenta de que algo pasaba casi desde los primeros días. Me preguntaba, pero siempre le daba largas, hasta que un día me habló seriamente y me preguntó que qué pasaba con las vecinas.

Yo no tenía inconveniente en ocultarle las cosas a mi madre, pero era incapaz de mentirle, por eso le dije:

-Está bien, mamá. Te lo contaré, pero has de prometerme que no dirás nada a nadie, incluso ni a papá.

-No puedo prometerte nada sin saber lo que me ocultas.

-No te preocupes por ello, pero yo no cuento nada si no guardas el secreto.

-Está bien. No diré nada a nadie.

-¿Ni siquiera a papá?

-Ni siquiera a papá.

Entonces le conté las maquinaciones de Amanda para conseguir que alguna de sus hijas se casara con mi hermano, mi propuesta y todo lo que hacía con la madre y las hijas (no dije nada de Desireé ni de Brigitte)

Cuando terminé pasó por todos los estados:

-TIENES QUE DEJARLO INMEDIATAMENTE.

-NO TIENES EDAD PARA ESO.

-¿INTENTANDO CAZAR A TU HERMANO CON MALAS ARTES?

-¿SERÁN ARPIAS?

Yo no me atrevía a abrir la boca.

-NO QUIERO VER A ESA GENTUZA EN MI CASA NUNCA MÁS.

-¡……. ! -Y siguió un buen rato, hasta que apaciguo un poco y empezó a cambiar.

-SE MERECEN LO QUE LES PASE.

-Y si tú y tu hermano os divertís con ellas, mejor para vosotros.

-PERO QUE NO SE OS OCURRA A NINGUNO CASAOS CON ALGUNA DE ELLAS, PORQUE OS MATO.

Se fue murmurando…

-¡SERan zorraaas…! ¡La madre que …..!

Y dejé de oírla.

Yo, que me estaba cambiando de ropa cuando me pilló, terminé y me dirigí a la calle. Al pasar por el salón, oí a través de la puerta entornada, que mi padre le decía algo exaltado:

-¿PERO ME QUIERES DECIR DE UNA VEZ QUÉ ES LO QUE TE PASA PARA ESTAR TAN ENFADADA? ¿HE HECHO ALGO QUE TE HA DISGUSTADO?

-No, tu no.

-¿ENTOCES, QUIEN HA SIDO, GEORGE? ¿HA HECHO ALGUNA TRASTADA?, PORQUE SI ES ASÍ, SE VA A ACORDAR.

Yo escuchaba nervioso.

-Mira, he prometido no decir nada, ni siquiera a ti.

-¿COMO? ¿SECRETOS EN MI CASA? ¡O ME LO CUENTAS O EMPIEZO A AZOTARTE HASTA QUE ME LO DIGAS!

Mi madre, asustada ante el genio de mi padre y de su violenta expresión, que hasta a mí me hizo temblar las piernas, dijo muy serena:

-Mira, como no quiero faltar a mi palabra, voy a ver si me acuerdo de la conversación, reproduciéndola en voz alta, pero tú no escuches.

-Haz lo que sea, pero cuéntamelo.

Y repitió la historia

Mi padre también montó en cólera y hablo de matarnos a mí, a mi hermano y a la condesa a sus hijas, al conde y a no se cuantos más. Pero mi madre le aconsejó:

-No podemos ponernos a mal con nuestros vecinos, e imagina el escándalo si esto se supiese. Nuestro hijo John podría resultar afectado en su futuro. Además ¡Deja que los niños se diviertan!, las más perjudicadas serán ellas.

Mi padre reflexionó un momento y dijo soltando aire.

-¡FFFFF! Tienes razón, como siempre. Pero anda, tira para el dormitorio que me tienes que contar por qué agujeros se las meten…

-Ja, ja, ja, ja. Si, querido, vamos, que yo no me acuerdo muy bien y también tengo interés en recordarlo.

Yo me alejé a toda marcha, satisfecho de que no hubiese pasado nada, de que hubiese sido perdonando y dando gracias a mi madre por su indiscreción.

Como he dicho, el tiempo fue pasando, con la complicidad de mi madre, a la que tenía que contarle mis aventuras, y mi cara de póquer ante mi siempre sonriente padre, como si yo no supiese que lo sabía.

No pasaba nada. De hecho, algún día, cuando yo salía a por mi caballo, ellos tomaban camino de su habitación. Y, por supuesto, después de contarle mis aventuras a mi madre.

Pero un día, el conde llegó al galope de los caballos de su carruaje, se bajó sin ayudar a su esposa y pidió al criado que salió a recibirle que tenía que hablar inmediatamente con mis padres. Yo me enteré por la noche, cuando Desireé me contó lo que había escuchado.

Al parecer, el conde llegó con un cabreo de aúpa porque había llegado a sus oidos que me acostaba con sus hijas, y eso era una afrenta que había que solucionar de inmediato.

Mi padre, le habló tranquilamente y le dijo:

-Mi hijo George es todavía demasiado joven para eso. Cuando vuelve de acompañar a tus hijas, nos cuenta todo lo que ha pasado, y confiamos plenamente en él. Por él, sabemos que tu mujer, Amanda, les ha dado instrucciones a tus hijas de hacer lo necesario para que mi hijo John se case con una de ellas, y que la misión de George era hablarle bien de ellas a mi hermano.

La madre estaba roja a más no poder.

-Si tus hijas ya no son doncellas, tendrás que buscar por otro lado –continuó mi padre mirando fijamente a Amanda- porque mi mujer se ha encargado de reiterarle encarecidamente cada día, que respete su virtud. Si tienes dudas, compruébalo tu mismo, o haz que lo compruebe un médico.

-Nosotros entendemos tu preocupación y queremos que sepas que nuestra boca estará sellada pase lo que pase, y nuestra puerta siempre estará abierta para vosotros. Lo único que no puedo garantizaos es que mi hijo John se case con una de vuestras hijas. Eso deberá decidirlo él.

El conde, más calmado, dijo:

-Perdona Richard. Me he dejado llevar por los impulsos. La verdad es que ni siquiera he hablado con mis hijas. Marcho avergonzado para hacer lo que tenía que haber hecho primero: preguntarles a ellas y comprobarlo. –Dijo el conde

-No te avergüences. Yo en tu lugar hubiese hecho lo mismo. –Dijo mi padre. Y le acompañó a la puerta con la mano sobre el hombro y dándole palmaditas.

La condesa, al pasar junto a mi madre, murmuró un gracias, que ambas sabían porqué era, pero que al conde debió parecerle que era por los consejos hacia mí.

Cuando se marcharon, ambos se echaron a reír y parece ser que mi padre llevó a mi madre a la habitación entre risas y palmadas en el culo.

Yo seguí visitando la cabaña, ya que Brigitte no le habían quitado la orden de mantenerla limpia.

Días después, Desireé vino a mi encuentro para decirme que mis padres me esperaban en la biblioteca y que fuese con rapidez.

Dejé mi trabajo y fui a ver qué pasaba.

Mi padre, estaba junto al aparador de las bebidas con una en la mano y mi madre sentada y con síntomas de haber llorado.

Me mandó sentar y me dijo:

-Hijo mío, ya es hora de que empieces a preparar tu futuro. Los últimos acontecimientos nos aconsejan que vayas fuera una temporada, y de paso que aprendas un oficio o una forma de ganarte la vida, porque como sabes, el ducado y las tierras que lo forman lo heredará tu hermano, como mayor y legítimo. Las tierras que tu padre te dejó, he conseguido ampliarlas, pero aún con todo no son suficientes para que puedas optar a matrimonios importantes que aumenten tu prestigio.

-Tu madre y yo hemos pensado –y mi madre volvió a llorar- que, aprovechando que mi primo Stephen, mayor del ejército de su majestad, viaja a la India para hacerse cargo del regimiento nosecuantos de lanceros, vayas con él y con su familia durante un tiempo, para que compruebes si puedes llegar a algo en el ejército, lo que te daría ya un importante prestigio, o si no, vuelves y buscaremos por otro lado.

-Lo que tu mandes, padre. Cuando será la partida.

-Pasado mañana. Prepara la maleta y despídete de quien quieras. Partiréis hacia Southamton, donde embarcareis para la India.

Yo me quedé sin palabras. Lo único que se me ocurrió fue:

-Gracias, padre. –Me abracé a mi madre y lloramos los dos. Mi padre se retiró discretamente frotándose el ojo.

Por la noche, acostados uno junto a otro, mientras acariciaba su coño despacio, pedí a Desireé que abandonara aquello y huyésemos, que nos fuésemos juntos a empezar nuestra vida en otro lugar, al fin y al cabo, tenía unas tierras que nos darían suficiente para vivir. Ella, que también estaba en ese momento acariciando mi polla, me dijo.

-¡Lo siento cariño, pero yo aspiro a algo más grande!

Yo me cabree, le dije que se fuera, que no quería volverla a ver, que mientras había estado a su lado, le había parecido bien, pero que ahora ya no, pues que se fuera a tomar por el ….

Luego me enteré de que no era por mi pene, sino por mi hermano. Pero estaba tan cabreado que cuando me fui, me despedí de toda la servidumbre, pero a ella, ni siquiera le dije adiós.

Solamente me había despedido anteriormente de Brigitte. Fueron, junto a mis padres, las dos únicas personas que echaría de menos.

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Gracias por vuestras valoraciones y comentarios. Sugerencias en privado a: amorboso@hotmail.com

Relato erótico: “El gato y el ratón” (POR ALEX BLAME)

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La noche era fresca y oscura. La lluvia había caído toda la tarde y el césped húmedo mojaba la puntera de sus botas. Lady Godiva trotaba a su lado, tan rápido como lo permitían sus cortas patas, olisqueando aquí y allá y tirando obstinadamente de la correa extensible.

Eve vestía un escueto corpiño de cuero, una fina chaqueta sin abotonar que dejaban ver una buena porción de la pálida piel de su escote y una minifalda del mismo material, fino y flexible, que se adaptaba a su culo y sus muslos como una segunda piel.

Le encantaba exhibir su cuerpo. No era muy alta pero lo compensaba con los altos tacones que solía usar y sus pechos grandes, su culo prieto y respingón y su piel pálida y suave volvían loco a cualquier hombre.

Con una sonrisa giró a la derecha y se internó en la parte más oscura del parque. Los frondosos árboles impedían aun más el paso de la ya de por sí escasa luz, haciendo que la penumbra se hiciese más intensa. Eve tiró de la correa de Lady Godiva y se internó aun más, ignorando el gañido del yorkshire.

Entre las sombras pudo distinguir un pequeño sendero y lo siguió haciendo el paso más tranquilo y lento, disfrutando de la oscuridad y de los pequeños ruidos que hacían las criaturas de la noche. Cuando se dio cuenta se había alejado casi doscientos metros del sendero principal.

A su derecha una rama crujió, Lady Godiva se giró e irguió las orejas. Eve se paró, tensa, abriendo sus ojos grandes y oscuros, intentando penetrar la densa oscuridad. El ruido cesó y Eve tiró de la correa acelerando el paso y echando fugaces miradas hacia atrás.

Otro nuevo ruido la hizo detenerse y volverse:

—Hola, ¿Hay alguien ahí? —preguntó Eve con voz temblorosa— tengo un perro…

Se volvió dispuesta a dirigirse de nuevo al camino principal, pero su cuello se topó con el filo de una navaja. Intentó ver la cara de su agresor, pero este, con un gesto rápido, la cogió por el brazo, le dio la vuelta y le volvió a poner el cuchillo en el cuello.

Eve camufló su satisfacción con un suspiro y se dejó empujar contra la corteza de un arce mientras Lady Godiva ladraba y mordía la pantorrilla de su agresor.

—Maldito bicho. —dijo el agresor dando una patada a la perra para deshacerse de ella.

—Por favor no nos haga daño. —dijo Eve sintiendo como el calor que emanaba aquel hombre calentaba su cuerpo.

—Si te portas bien, putita, no os pasará nada. —Dijo el hombre apretándose contra su menudo cuerpo.

Eve sintió como la mano libre de su agresor tanteaba su cuerpo, acariciaba su espalda, subía por ella y tiraba de su pelo corto para girar su cabeza y darle un largo lametón que iba desde el cuello, por su mandíbula, hasta el canto del ojo.

Eve tembló fingiendo repugnancia, mientras disfrutaba de la saliva cálida de su agresor y percibía el apresurado latir de su corazón.

Olvidándose de la navaja y confiando en su mayor envergadura el hombre le levantó apresuradamente la falda dejando a la vista dos jugosos cachetes, redondos y blancos como la luna llena, recorridos por finas venas azuladas como las vetas del alabastro. El hombre soltó una exclamación de sorpresa y amasó con avaricia el culo de Eve, que se limitó a volver a suplicar que no le hiciese daño mientras hincaba sus dientes en la corteza para no mostrar su excitación.

Con dos tirones le arrancó el tanga. Eve gritó y cerró los muslos en un gesto defensivo consiguiendo excitar al violador aun más.

—No querrás que te haga daño, ¿Verdad princesa?—le preguntó el agresor apretando la navaja contra el fino cuello de Eve.

—No, por favor. —le suplicó ella soltando un par de lágrimas de cocodrilo.

Un nuevo apretón en su cuello le obligó a separar ligeramente las piernas. Con unos suaves cachetes en los muslos el hombre le obligó a abrirlas aun más. Inmediatamente sintió que dos dedos cálidos y nudosos se introducían entre ellas explorando y penetrando en su sexo.

—Estás fría, zorra. —dijo el hombre mientras Eve temblaba de la cabeza a los pies— pero tranquila que yo te calentaré…

Con todo su cuerpo temblando de deseo, Eve recibió el miembro duro y ardiente de su agresor en su coño. La joven se agarró a la corteza del arce mientras el desconocido la penetraba con violentos empujones que hacían que sus pies se separasen unos centímetros del suelo.

El hombre rodeó su cintura con las manos y las cerró sobre sus pechos. Eve sintió como un delicioso calor invadía su vagina e irradiaba calentando poco a poco su cuerpo. Mordiéndose el labio ahogó los gemidos de placer, estrangulándolos y haciendo que pareciera que el dolor y el horror la dominaban.

De un tirón el delincuente bajó el escote del corpiño liberando unos pechos grandes con unos pezones gruesos y tiesos. Sin dejar de follarla, el agresor retorció y pellizcó sus pezones hasta hacerla aullar de dolor.

Riendo como un loco mordisqueó y lamió su nuca, empujando cada vez con más fuerza, incansable.

—Te empieza a gustar ¿Eh? Sois todas unas zorras. —dijo él al ver que Eve dejaba de temblar y comenzaba a gemir quedamente.

El hombre agarró el cuello de Eve de nuevo, apretando un poco más, haciendo que su placer se intensificase. Sus gemidos se volvieron más roncos, pero sin duda eran de placer.

Sorprendiéndole Eve se separó y se dio la vuelta. Aun apoyada en el árbol levantó los brazos por encima de su cabeza y con una sonrisa lasciva lució su cuerpo voluptuoso, sus pechos redondos y tiesos, sus piernas realzadas por los tacones y su piel pálida y lisa como el alabastro, sin una sombra de vello en el pubis.

Su agresor era un tipo alto y desgarbado que vestía un gabán oscuro y de aspecto bastante raído. Por el cuello del gabán asomaba la capucha oscura de una sudadera que mantenía su rostro en las tinieblas. Lo único que se veía claramente era su polla grande y tiesa, ligeramente curvada hacia un lado, asomando de la bragueta de unos vaqueros sucios y gastados. Percibió sin dificultad como el hombre tragaba saliva, incluso desde debajo de la capucha de la sudadera, observando su cuerpo con ojos avariciosos. Eve bajó sus brazos y con sus uñas negras y largas se recorrió los pechos, los pezones y el pubis con una sonrisa malévola.

El hombre se acercó y levantándole una pierna le metió la polla hasta el fondo. Eve sintió el pubis de él chocando violentamente contra el suyo cada vez que el miembro de su agresor entraba con un golpe seco.

—Cabrón… hijo de puta. No eres más que un cerdo salido. —dijo ella con despreció entre gemidos.

Los gemidos y los insultos azuzaron al hombre que aceleró sus empeñones. Eve rodeó su cintura con las piernas y se apretó contra su cuerpo ávida de su calor…

Notó como la sangre corría aun más apresurada y turbulenta por las venas de aquel hombre. Sabía que estaba a punto de estallar. No podía demorarlo más.

Él estaba tan excitado que apenas se dio cuenta cuando Eve le quitó la capucha y comenzó a recorrer su cuello con la lengua. Rápidamente encontró la zona donde la sangre corría más cálida y superficial.

El agresor no aguantó más y estirando el cuello se corrió en el interior de Eve, llenándola con su calor poniéndole al borde del clímax. En ese momento ella clavó sus afilados colmillos en el cuello de su agresor. La sangre corrió, turbulenta y deliciosa, por la ávida garganta de Eve desencadenando una tormenta de sensaciones.

El violador tardó unos segundos en darse cuenta. Intentó liberarse, pero Eve estaba agarrada con una fuerza sorprendente para su tamaño y el hombre no podía librarse.

Eve sintió como el calor invadía su cuerpo, hasta la última de sus células y sus sentidos despertaban de golpe con el monumental orgasmo mientras los intentos del desconocido por liberarse se hacían cada vez más débiles hasta que caía al suelo con ella encima.

Cuando el hombre perdió el conocimiento se separó un instante, recuperándose de la avalancha de sensaciones y dejando que la herida del cuello formase un pequeño charco de sangre que Lady Godiva comenzó a lamer con fruición mientras meneaba alegremente el rabo.

Eve se volvió a inclinar sobre el cuello de la víctima y bebió hasta que el corazón del agresor dejó de latir. Con un suspiro se incorporó sintiéndose viva de nuevo. Se colocó la ropa apresuradamente. Sabía que el calor comenzaba a disiparse en su cuerpo desde ese mismo instante y en pocas horas volvería a ser el témpano insensible que había sido hacía unos minutos.

Tenía escasas horas para disfrutar de la vida que había arrebatado. Antes de irse cogió la navaja de su agresor y le hizo un corte que camuflaba las heridas producidas por sus colmillos y continuaba para abarcar toda la parte frontal del cuello. A continuación sacó la lengua por el corte, haciendo una bonita corbata colombiana. Otro trato de drogas que había salido mal. Últimamente los narcos centroamericanos estaban muy picajosos —pensó Eve con una sonrisa cruel.

Seguida por la yorkshire Eve se alejó de su víctima guardando la navaja para tirarla en una alcantarilla antes de aprovechar la vida que acababa de robar. Volver a tocar, a sentir, a saborear..

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Relato erótico: ¿Te parecería una puta si te pido que me folles? (POR GOLFO)

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Un hombre que se vanaglorie de serlo solo puede contestar a esa pregunta con un rotundo ¡NO! Da lo mismo que la mujer sea guapa, fea, gorda, flaca, alta o baja. Incluso es irrelevante que nos apetezca o no el  hacerlo:
¡Siempre hay que contestar que no!
Si la que lo pregunta está buena con mayor razón pero, aunque sea un callo malayo, un engendro del demonio o realmente vomitiva, deberás responder negando la mayor.
Si te la quieres tirar, está claro. Pero aun en el caso que lo que desees sea salir huyendo, nunca debes decir que sí. Sería hacer daño a sabiendas cuando siempre te puedes buscar una excusa para escapar.
El problema surge cuando no te apetece follar pero tampoco estás en situación de poner tierra por medio. Este fue mi caso: durante un viaje de trabajo, la zorra de mi jefa me hizo esa pregunta mientras cerraba la puerta de mi habitación.
Todo empezó un lunes al llegar a la oficina. Todavía no me había sentado en mi silla cuando esa bruja ya me estaba llamando. Recién salido de la universidad y sin ser fijo todavía en la empresa, era el último mono y por lo tanto el idiota que realmente trabajaba. Para colmo Doña Isabel, no solo era mi jefa directa sino la directora general de la compañía. Con una mala leche proverbial, nadie se atrevía a llevarle la contraria y menos yo. Por eso no habían dado todavía las nueve en punto cuando ya estaba tocando a la puerta de su despacho.
-¿Se puede?- pregunté antes de entrar.
Desde su sillón, esa morena cuarentona me hizo señas de que pasara mientras seguía colgada al teléfono.  Los cinco minutos que tardó en despachar la llamada, me terminaron de poner nervioso. Casi temblando, me puse a pensar en la razón por la quería verme y tras hacer un análisis de la situación, no encontré ningún motivo. Más tranquilo al darme cuenta que no la había pifiado especialmente durante la última semana, esperé que terminara de hablar mientras involuntariamente le dada un buen repaso con la mirada.
“¡Se conserva estupendamente!” pensé tratando de calcular su edad.
Siendo una mujer más alta que yo, doña Isabel no era una caballona. Dotada por la naturaleza de unos pechos enormes, su altura los disimulaba, haciéndola parecer proporcionada. Por otra parte, su cintura estrecha para sus medidas la hacía ser profundamente femenina aunque sabía en mi fuero interno que era un mal bicho. Su voz autoritaria la delataba. Con un tono casi varonil, acojonaba a cualquiera que tuviese la desgracia de enfrentarse con ella. Por lo que decían los rumores, se había casado siendo casi una niña pero su matrimonio fue un fracaso y por eso se divorció antes de cumplir un año. Desde entonces nada de nada.
No se le conocía pareja, ni novio, ni ningún desliz. ¡Esa frígida vivía para trabajar!
Por mucho que las malas lenguas habían tratado de ingeniarse algo para desprestigiarla, nunca encontraron nada donde agarrarse para inventarse un chisme. Esa mujer era recta, fría y asexuada. Aun siendo una mujer guapa, nada en ella me invitaba a imaginármela entre mis piernas.
-¿Tienes pasaporte?- me soltó nada más colgar.
Sin saber todavía el motivo de tan extraña pregunta, le contesté que sí. Al oírme, Doña Isabel sonrió y cogiendo nuevamente el teléfono, llamó a su secretaria y le pidió que me sacara un billete en el mismo vuelo, tras lo cual, me dijo:
-Vete a casa y prepara una maleta, te quiero aquí en dos horas.
Alucinado, pregunté:
-¿Dónde vamos? Y ¿Por cuánto tiempo?
Con gesto serio, respondió:
-A Cuba. Hay problemas en esa delegación y quiero que me ayudes a hacer una auditoria.
“¡Su puta madre!” pensé al recordar los pésimos resultados con los que acababan de cerrar el año pero sobre todo al saber que al menos tardaríamos dos semanas en hacer un primer estudio. La perspectiva de estar con ese ogro trabajando codo con codo durante tanto tiempo, me acojonó y tratando de escaquearme, le dije:
-Señora: Por mí no hay problema, pero no cree que sería mejor que se llevara a alguien con más experiencia.
-Bobadas- respondió – viene bien que seas nuevo en la empresa porque así no has tenido tiempo de participar en ese desfalco.
Que se refiera a la situación de esa delegación como delictiva me terminó de aterrorizar y sabiendo que no podía negarme a acompañarla, le pedí permiso para ir a por mi ropa. Sin dignarse a mirarme, me despidió.
Como comprenderéis, apenas tuve tiempo de llegar a casa, hacer una maleta y volver a la oficina antes de que se cumplieran el plazo que me había dado. Una vez de vuelta, me presenté ante mi jefa. Noté que estaba hecha una furia porque sin casi saludarme, me dio dos cajas con papeles para que las cargara y sin más prolegómeno, nos dirigimos hacia el aeropuerto. Durante el trayecto mi jefa estuvo tan ocupada cerrando temas que ni siquiera se dirigió a mí y sintiéndome un cero a la izquierda, tuve que seguirla en silencio.
“Va a ser insoportable”, me quejé mentalmente al percatarme de mi futuro inmediato.
Tal y como había previsto, esa arpía uso las diez horas de viaje para repasar conmigo los números que nos habían pasado así como los indicios que ella veía para suponer que había habido una malversación por parte del delegado. Según ella, el incremento de los gastos así como la caída en los ingresos solo se podía explicar por el hecho que alguien haya metido mano en la caja. Lo que no sabía era si los responsables eran uno o varios y por eso me aleccionó para que no confiara en nadie.
-¿Saben que venimos?- pregunté.
-Por supuesto que ¡No!
Su respuesta me dejó claro que nuestra llegada no sería bienvenida y por eso cuando llegamos a La Habana, no me extrañó que nadie estuviera esperándonos en el aeropuerto. Tras los habituales trámites en la aduana, salimos a coger un taxi. Tal y como había escuchado, los taxis cubanos eran vehículos americanos con más de cuarenta años a sus espaldas. Como ya eran las seis de la tarde, Doña Isabel decidió que nos llevara directamente al hotel, en vez de ir a la oficina.
Al preguntarle el porqué, la señora sonrió mientras me decía:
-Mejor les caemos a las ocho de la mañana, así tendremos todo el día y podremos evitar que destruyan información.
El tráfico a esa hora era un desastre por lo que tardamos más de una hora en llegar hasta nuestro hotel y si a eso le añadimos que el puto coche no tenía aire acondicionado, comprenderéis que cuando llegamos al hall estuviésemos sudando a chorros. Curiosamente eso hubiese quedado en mera anécdota si no llega a ser porque el sudor empapó la camisa de mi jefa. Completamente mojada, la tela se transparentó dejándome descubrir que esa señora tenía unos pitones de campeonato, coronados por dos pezones negros y grandes.
Afortunadamente, Doña Isabel no se dio cuenta de las miradas que le eché mientras nos registraba en recepción. El empleado del hotel, creyendo que éramos pareja,  le preguntó si prefería cama de matrimonio.  La cuarentona que debía estar ocupada pensando en otras cosas, le contestó que sí y solo se percató de su error cuando puso en sus manos una única llave. Completamente ruborizada, le explicó que teníamos reservado dos habitaciones. El recepcionista le pidió perdón y tras revisar en el ordenador, le dio otra llave.
-Son la 511 y la 512. Están pegadas y si lo desean pueden abrir la puerta de conexión- dijo con tono profesional aunque sin esconder su significado. El tipo seguí convencido de que yo era la aventura de esa ejecutiva.
-No hará falta- respondió muy enfadada y cogiendo las maletas, fuimos directamente a nuestras habitaciones.
Una vez en la puerta, Doña Isabel se giró hacía mí y me dijo:
-Voy a cenar en el cuarto. Te espero a las siete de la mañana para desayunar en el restaurante-
Reconozco que agradecí no tenerla que seguir soportándola y con mejor humor, entré en el mío. La habitación era estupenda y tras deshacer mi equipaje, me puse un traje de baño y me fui a darme un chapuzón en la piscina que había visto desde la ventana. Los treinta grados de temperatura de la Habana invitaban a bañarse y a beber. Por eso después de hacer una serie de largos, salí del agua rumbo al chiringuito que había en una esquina.
Llevaba dos cervezas y un mojito cuando la vi aparecer. Me costó reconocerla porque habiéndose quitado el uniforme de estricta ejecutiva de encima, mi jefa venía en bikini y con un pareo, cubriendo su cintura. No me preguntéis porque, pero al verla allí temí que me descubriera y me escondí tras la columna del bar. Doña Isabel ajena a mi escrutinio, cogió una tumbona y quitándose el pareo, se tumbó en ella y se puso a leer.
“¡Menudo Culo!”, exclamé al advertir que esa cuarentona tenía un par de nalgas duras y paradas que nada tendrían que envidiar con la de una mujer veinte años mejor. “¡No es posible!”
Babeando y desde mi sitio, no pude dejar de valorar en su justa medida el cuerpazo de esa hembra. Su metro ochenta no era óbice para que reconociera que estaba buenísima y que si no llega a ser porque era mi jefa, hubiese intentado en ese momento el ligármela. Para que os hagáis una idea, el propio camarero al ver cómo la miraba, se rio mientras me decía:
-¡Porque estoy trabajando!…
No me podía creer que esa frígida tuviese semejante pandero y menos que  viendo lo escueto de su bikini, no le importara el mostrarlo al  respetable. Mas excitado de lo que me gustaría reconocer, pagué mis bebidas y con un enorme calor recorriendo mi cuerpo, volví a mi habitación. Para saciar mi calentura me hice un par de pajas en su honor, antes de meterme a duchar.
Ya en la ducha, me imaginé que eran las manos de esa cuarentona desnuda las que me estaba enjabonado el paquete mientras sus enormes pechos presionaban en mi espalda. Os juro que nada más hacerlo, mi pene se puso duro como piedra y por mucho que intenté rebajarlo con agua fría, el recuerdo de esos dos melones y de ese magnífico culo lo hizo imposible.
Cachondo hasta decir basta, bajé a cenar al restaurante. Para colmo de males, la camarera que me tocó era una mulata preciosa con un cuerpo espectacular. Alucinado por su belleza, no pude dejar de seguirla con la mirada mientras recorría arriba y abajo el local.  Varias veces, me pilló mirándole las tetas y sabiéndose observada, se dedicó meneando sus caderas a hacerme una demostración del magnífico cuerpo que tenía.
La muy zorra consiguió su propósito y en poco tiempo supe que estaba  en celo al sentir que me hervía la sangre y que mi herramienta me pedía acción. Justo cuando había decidido irme de putas y así liberar mi tensión, vi que se dirigía  al lavabo y desde ahí me hizo una seña para que la siguiera. Tras unos momentos de incredulidad miré hacia los lados y viendo que nadie me veía me introduje en el baño tras ella.
No le di tiempo ni para respirar, y antes que pudiera echarse para atrás, me apoderé de sus labios mientras empezaba a desabrocharle el uniforme. Como dos resortes, sus pechos saltaron fuera de su sujetador para ser besados por mí. Eran grandes, duros con dos aureolas negras como el carbón de las que di rápidamente cuenta. La camarera a duras penas me bajó la cremallera liberando mi miembro de su prisión, mientras gemía por la excitación. En cuanto tuvo mi sexo en sus manos se arrodilló enfrente de mí y lo fue introduciendo lentamente en la boca, hasta que sus labios tocaron la base del mismo.
Le cogí de la melena forzándola a proseguir su mamada. Mi pene se acomodaba perfectamente a su garganta. La humedad de su boca y la calidez de su aliento hicieron maravillas. Mi agitación me obligó a sentarme en la taza del wáter, al sentir como las primeras trazas de placer recorrían mi cuerpo. Estaba siendo ordeñado por una mujer en el baño de la que desconocía su nombre, su edad. Ni siquiera había cruzado con ella dos palabras antes de poseerla. Lo extraño de la situación hizo que me corriera brutalmente en sus labios. La cubana no le hizo ascos a mi semen, y prolongando sus maniobras consiguió beberse toda mi simiente sin que ni una gota manchara su uniforme.
Satisfecho le pregunté su nombre:
-Altagracia- me contestó, mientras se levantaba a acomodarse el vestido. -Son cien dólares- Pagándole la cantidad que me pedía, salí del baño muerto de risa y con mi ánimo repuesto volví a ocupar mi sitio en la mesa.
Como si nada hubiese ocurrido durante esos cinco minutos, Altagracia me dio de cenar sin que nada en su actitud pudiera llevar a un observador a suponer que pocos segundos antes me había hecho una mamada. Solo al terminar el postre, me preguntó:
-¿Se va a quedar mucho tiempo?
-Eso creo- contesté.
Poniendo una sonrisa de oreja a oreja, recogió mi plato mientras disimuladamente me pasaba su teléfono en un papel.
Al día siguiente:
Habiendo dormido estupendamente, al despertarme me sentía nuevo. Por eso y por el miedo que tenía a mi jefa, llegué diez minutos antes a la cita en el restaurante. Desgraciadamente nada más cruzar la puerta, descubrí que a doña Isabel esperándome en una mesa. No me preguntéis pero aun sabiendo que se había adelantado, me sentí fatal por ser el último en llegar. La cuarentona levantó los ojos del periódico al sentarme y mirándome, dijo:
-Desayuna fuerte que no se si nos va a dar tiempo de comer.
Siguiendo al pie de la letra su sugerencia, fui hasta el buffet y llené mi plato hasta arriba. Aunque no estaba acostumbrado, esa mañana desayuné huevos, bacon y fruta porque tenía claro que esa bruja me iba a tener encerrado hasta altas horas de la noche.
Tal y como había supuesto, nuestra llegada a las oficinas produjo una enorme conmoción. El primero en quedarse acojonado fue el delegado porque ni siquiera estaba ahí cuando entramos por la puerta. Habituado a ser el mandamás, ese capullo llegaba a partir de las once y por eso cuando le avisó su secretaria de nuestra presencia, lo tuvo que despertar. Aunque se dio prisa, tardó más de una hora en aparecer por la  empresa y cuando lo hizo, Doña Isabel ya se había agenciado su despacho, había entrado en su ordenador e incluso había hecho una copia de seguridad de todos los archivos del servidor. Asustado por la que se le venía encima, Ismael Alonso intentó congraciarse con su jefa luciendo una espléndida sonrisa. Sonrisa que desapareció para no volver en cuanto la cuarentona le sacó una lista de transacciones para que las explicara. Os juro que en cuanto leyó la primera, su tez se tornó pálida y casi llorando, empezó a balbucear excusas.
La jefa fue tomando nota de sus explicaciones y sin darle tiempo ni de respirar en cuanto había explicado una transferencia, le sacaba la siguiente de manera que al cabo de dos horas, Alonso se desmoronó y haciéndose el indignado, le ofreció su dimisión.
Con toda tranquilidad, Doña Isabel se levantó y le dijo:
-Ismael te equivocas si crees que con tu dimisión estamos en paz. Si como supongo ha habido un desfalco, sería mejor para ti que confieses ahora y me digas quien de la organización está también involucrado.
El tipo ya francamente nervioso trató de negarlo pero ante la insistencia de la directora, se levantó y saliendo del despacho, dijo que volvería con un abogado.
-Vuelve con tu puta madre si quieres, pero cuando lo hagas trae el dinero que has robado- le soltó la cuarentona en toda su geta.
El insultó le hizo reaccionar y como un energúmeno intentó agredir a su jefa. De no estar yo ahí y haberme interpuesto entre los dos, de seguro la hubiese pegado pero como un completo cobarde se retiró en cuanto supo que se tendría que enfrentar conmigo.
-Gracias- me agradeció la mujer, consciente de que se había equivocado al valorar la reacción de ese tipejo y que de no ser por mí, el resultado hubiese sido otro.
Creyéndome un caballero errante que acababa de defender a una indefensa dama, le dije que no se preocupara que había sido un placer. Os juro que cuando ella me oyó, algo cambió en su forma de mirarme pero en ese momento no supe reconocer el qué. A partir de ahí, mi jefa me trató con respeto e incluso se permitió el lujo de ser incluso agradable. Encantado con el cambio no dije nada ni tampoco me quejé de que me tuviera explotado durante hasta las ocho de la noche sin salir de ese lugar. El único lujo que se permitió fue sobre las tres, hacer traer unos bocadillos y descansar durante diez minutos mientras dábamos buena cuenta de ellos.
Habiéndose ocupado de que cambiaran las llaves de la oficina y la clave de la alarma, no se quedó tranquila hasta que desapareció el último trabajador por la puerta. Entonces y solo entonces, se permitió relajarse y mirándome cansada, me preguntó que me apetecía hacer.
-Cenar- contesté- ¡Tengo un hambre que devoro!

Doña Isabel sonrió y parando un taxi que pasaba por la calle, le pidió que nos llevara a un buen lugar. El taxista debió de malinterpretar sus deseos y en vez de un restaurante tradicional, nos llevó a uno con música en vivo. Una vez allí, decidió que nos quedábamos y eligiendo una mesa junto a la pista nos pusimos a cenar. El ambiente tranquilo y la música de fondo, nos permitió iniciar una charla banal en la que descubrí que esa fría mujer era en realidad un encanto. Simpática, inteligente y divertida, mi jefa me sorprendió con esa faceta que tenía oculta.  Pero también el tenerla a mi lado, me dejo apreciar sus ojos negros y su boca.

“Está buena” pensé cada vez más cómodo.
Ajena a que me estaba empezando a gustar, doña Isabel se rio al ver que una pareja de turista entrada en años, salía a bailar a la pista. Su risa me terminó de cautivar. Profunda y sincera, la transformó en un objeto de deseo que nunca podría conseguir catar. Estaba todavía pensando en ello cuando levantándose de la mesa, mi jefa me cogió la mano y me sacó a bailar.
La orquesta estaba tocando una salsa y tratando de imitar a las parejas que danzaban a nuestro lado, rodeé su cintura con mi mano y me empecé a mover. Doña Isabel no dijo nada al sentir que la ceñía y siguiendo el ritmo se dejó llevar. Aunque no soy un gran bailarín, tampoco tengo dos pies izquierdos y desenvolviéndome con soltura, transcurrió la primera canción. Creyendo que con eso bastaba, hice un intento de volver a la mesa pero pegándose a mí, esperó que volvieran a tocar.
Fue entonces cuando al estar rozándose nuestro cuerpos, noté la firmeza del suyo y más afectado de lo que debía, sentí como sus dos tetas se clavaban contra mi pecho.
“¡Dios!”, pensé, “¡Se va a dar cuenta!”
Y tratando que no se percatara de que estaba excitado, me separé un poco de ella. Desgraciadamente en ese momento, los músicos volvieron a empezar y mi jefa al ver que era un reggaetón, me agarró de la cintura y empezó a bailar. Reconozco que mi jefa se atreviera con un baile tan claramente sexual me sorprendió y más al ver que realmente esa mujer sabía bailarlo. Alucinado, la observé separar sus piernas y con las rodillas flexionadas, empezar a mover sus caderas pero realmente babeé cuando esa cuarentona dotó a su trasero de un movimiento circular y llevándolo de adelante para atrás con muchísima rapidez, me llamó a su lado:
-Ven, ¡No seas soso!
Al acercarme se dio la vuelta y poniendo su culo contra mi cuerpo, lo empezó a restregar mientras inclinaba un poco el tronco, imitando los movimientos de una sensual cúpula.
Como imaginareis, mi verga se irguió como respuesta a tan cálido roce y ya entregado la agarré pegándola aún más. Sé que Doña Isabel se debió de dar cuenta del bulto contra el que estaba restregando su culo pero si le molestó, no lo dijo e incluso se permitió forzar aún más el contacto incrementando la presión con la que se echaba contra mí.
“Cómo siga así: ¡Me corro!” mascullé entre dientes al notar mi pene incrustado contra la raja formada por sus dos esplendidas nalgas.
Ajena al mal rato que estaba pasando, mi jefa ralentizó el movimiento de sus caderas de modo que parecía estar masajeando mi pene con sus dos cachetes. En un momento dado, llevé mi mano hasta su cabeza y hundiendo mis dedos en su pelo, empecé a acariciarla.  Aunque mi verga seguía dentro de mi pantalón y ella estaba con su falda, no me cabía ninguna duda de que era consciente de que estábamos haciendo el amor y solo la presencia de otras parejas a nuestro alrededor, evitó que diéramos un espectáculo.
Fue cuando mi mano acarició la parte inferior de una de sus tetas, cuando realmente me di cuenta que ella estaba también sobreexcitada. Mis yemas se encontraron con un pezón duro bajo su blusa que fue junto con el gemido que oí lo que la traicionó. Al darse cuenta que la había descubierto, avergonzada hasta decir basta, me rogó que volviéramos a la mesa.
¡El hechizo se había desvanecido! 
La mujer sensual y divertida se había ido para no volver. Volviendo a la cordura, Doña Isabel llamó al camarero y pago la cuenta y en silencio, cogimos otro taxi que nos llevara al hotel. Os reconozco que en ese momento me creí despedido y aunque os parezca imposible, lo que más me jodía no era haber perdido el empleo sino el no haberme tirado a esa preciosa cuarentona. Ya en el ascensor que nos llevaba a nuestras habitaciones fuimos incapaces de mirarnos a la cara, porque ambos sabíamos que habría culpa y deseo en los ojos del otro.
Sin despedirnos, cada uno entró en su cuarto. Sintiéndome una mierda, me quité la chaqueta y entré en el cuarto de baño.
-¡Seré idiota!- exclamé mirándome en el espejo.
Cabreado por la oportunidad perdida, me lavé los dientes y estaba poniéndome el pijama, cuando escuché que tocaban en la puerta de interconexión entre las dos habitaciones. Sabiendo que no podía ser otra que Doña Isabel, la abrí para encontrarme a mi jefa vestida con un coqueto camisón.
Cortado, le pregunté qué quería. La cuarentona con sus mejillas rojas de la vergüenza, me pidió perdón por molestarme y cuando ya creía que no iba a pasar, entró y cerró la puerta mientras me decía:
-¿Te parecería una puta si te pido que me folles?
No la dejé terminar y cogiéndola entre mis brazos la besé. Fue un beso posesivo, mi lengua forzó su boca mientras mis manos se apoderaban de su trasero. Ella respondió frotando su pubis contra mi pene, haciéndolo reaccionar.
-Tranquila, quiero disfrutar de ti-, le dije mientras la despojaba del camisón.
Nada más retirar los tirantes, cayó al suelo, permitiéndome observarla totalmente desnuda por primera vez. Era impresionante, su cuerpo era de escándalo con grandes pechos y cintura estrecha que el tiempo no había conseguido estropear.
De buen grado me hubiera quedado observándola durante horas, pero decidí tumbarla en la cama. Ella se dejó llevar. Teniéndola sobre el colchón, empecé a acariciarla. Mis manos recorrieron su cuello, bajando por su cuerpo. Los dos negros botones reaccionaron incluso antes de que los tocara, de forma que recibieron mis caricias duros y erguidos. Mi jefa gimió cuando pellizcándolos le dije que eran hermosos.
Realmente eran bellos, bien formados, suaves y excitantes. No dudé en sustituir mis yemas por mi lengua, y apoderándome de ellos, los mamé como haría un bebé de los de su madre. Tener su botón en mi boca, mientras tocaba su culo, era una gozada. Me sentía como un lactante, disfrutando de su alimento.
Quería poseerla, pero lentamente. Por eso poniéndome de pie, me desnudé apreciando sus ojos clavados en mi cuerpo. Su mirada era de deseo, no de lascivia, me observaba ansiosa, nerviosa, temerosa de fallarme. Ya sin ropa, me tumbé a su lado abrazándola. Ella pegándose a mí, restregó su pubis contra mi sexo, buscando la penetración, pero la rechacé diciéndole:
-¡Déjame a mí!
Sabía que esa mujer debía llevar tiempo sin ser tomada y decidí que ya que me había elegido a mí, no iba a defraudarla. Con lentitud, empecé a besar su cuello mientras le acariciaba las piernas. Al ir bajando por su cuerpo descubrí que su piel tenía un sabor salado que me volvió loco y levantando la cara, le solté:
-¡Que buena estas!
Sonrió al escucharme pero no se movió porque notó que me acercaba a su entrepierna y no quería estropearlo. Su sexo olía a hembra hambrienta, bien depilado era excitante. Estaba a punto de lanzarme sobre él cuando Doña Isabel separó aún más sus rodillas, dándome vía libre a que me apoderara de su clítoris.
Separando sus labios, como si fueran los pétalos de un fruto largamente ansiado, apareció ante mí un más que erecto botón rosado. Primero lo tanteé con la punta de mi lengua, antes de apretarlo entre mis dientes mientras pellizcaba sus pezones. No llevaba todavía un minuto recorriendo sus pliegues cuando mi boca se llenó del flujo que manaba de su cueva. La morena que llevaba gimiendo un buen rato, aferró con sus manos mi cabeza en un intento de prolongar el placer que estaba sintiendo. Paulatinamente, éxtasis fue incrementándose a la par de mi calentura. No dejé de beber de su rio, hasta que llorando me imploró que le hiciera el amor.
-¿Te gusta?- le pregunté cruelmente, poniendo la cabeza de mi glande en su abertura.
-Sí-, me respondió todavía con la respiración entrecortada por el orgasmo pasado.
-¿Mucho?- le dije mientras jugaba con su clítoris.
-¡Sí!-, contestó, apretando sus pechos entre sus manos.
Escucharla tan caliente, me convenció e introduciendo la punta de mi pene en su interior, esperé su reacción.
-¡Hazlo! Por favor ¡No aguanto más!
Lentamente, centímetro a centímetro, le fui metiendo mi pene. Toda la piel de mi extensión, disfrutó de los pliegues de su sexo al hacerlo. Su cueva, que era estrecha y suave, ejercía una intensa presión al irla empalando. Su calentura era total, levantando su trasero de la cama, intentaba metérsela más profundamente. Me recreé viéndola tratando infructuosamente de ensartarse con mi pene. Estaba como poseída, sus ganas de ser tomada eran tantas que incluso me hizo daño.
-Quieta-, le grité, y alzándola, la puse a cuatro patas.
Si ya era hermosa de frente, por detrás lo era aún más, sus poderosas nalgas escondían un tesoro virgen que estuve a punto de desvirgar y que no lo hice solo por estar convencido de que iba a hacerlo en un futuro. Poniendo mi verga en su cueva, le pedí que se echara despacio hacia atrás. Pero o bien no me entendió, o tenía demasiadas ganas, porque nada más notar la punta abriéndose camino dentro de ella de un solo golpe se la insertó.
Gimió al sentirse llena, pero al instante empezó a mover sus caderas, recreándose en mi monta. Mi yegua relinchó al sentir que me asía a sus pechos iniciando mi cabalgata, mientras mi pene la apuñalaba sin piedad. Escuchar sus suspiros, cada vez que mi sexo chocaba contra la pared de su vagina, y el chapoteo de su cueva inundada al sacar ligeramente mi miembro, fue el banderazo de salida para que acelerara mis incursiones. Y cambiando de posición, agarré su melena como si de riendas de tratara y palmeándole el trasero, la azucé a incrementar su ritmo. Eso, la excitó más si cabe, y chillando me pidió que no parara. Con su respiración entrecortada, no dejaba de exigirme que la tomara, que quería sentirse regada por mí.
Todavía no quería correrme, antes me apetecía verla convulsionarse en un segundo orgasmo, por lo que dándole la vuelta, me apoderé de su clítoris con mis dientes, a la vez que le introducía dos dedos en su vagina. Su sexo tenía un sabor agridulce que me volvió loco, y usando mi lengua como si fuera un micro pene, la introduje recorriendo las paredes de su cueva, mientras sorbía ansioso el flujo que manaba su interior. Esta vez la muchacha berreó brutalmente al notar como su placer la envolvía derramándose sobre mi boca, y sin poderlo evitar se corrió retorciéndose sobre la cama.
Insatisfecha, y queriendo más, me tumbó boca arriba, y poniéndose a horcajadas sobre mí, se empaló con mi miembro, mientras lágrimas de placer mojaban mis piernas. Sus pechos rebotaban al compás de sus movimientos y su vientre rozaba el mío en un sensual contacto. Estaba hipnotizado con sus senos, su bamboleo, me habían puesto a cien. Mojando mis dedos en su sexo, los froté humedeciéndolos, tras lo cual le pedí que fuera ella quien los besase.
Me hizo caso, estirándolos se los llevó a su boca y sacando su lengua los beso con lascivia. Tanta lascivia que fue demasiado para mi torturado pene, y naciendo en el fondo de mi ser, un genuino orgasmo se extendió por mi cuerpo explotando en el interior de su cueva.
Mi jefa, al sentir que mi simiente bañaba su vientre, aceleró sus embestidas consiguiendo culminar conmigo su gozo. Justo cuando terminaba de ordeñar mi miembro y la última oleada de mi semen salía expulsada, ella empezó a brutalmente correrse sobre mí. Con su cara desencajada por el esfuerzo, se enroscaba en mi pene moribundo, dándome las gracias por sentirse mujer.
Totalmente exhaustos, caímos sobre las sábanas. Durante unos minutos, ninguno de los dos dijo nada pero cuando ya creía que se había dormido, de improviso me miró a los ojos, diciendo:
-Te importaría volverme a hacer el amor. ¡Lo necesito!
Soltando una carcajada, contesté:
-Todas las veces que usted quiera: ¡Querida jefa!
 

Relato erótico: “esas amigas tan putas” (PUBLICADO POR VALEROSO32)

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esta historia es casi verídica hace algunos años me fui a Inglaterra a estudiar allí en Londres estuve en una de las mejores escuelas en el centro de la capital allí había gente de todas las nacionalidades polacos franceses etc.… hice muchos amigos, pero entre ese grupo había dos chicas españolas gallegas es con la que más estaba se llamaban Cloti y Fátima.
Cloti era morena con pelo largo unos 22 años y Fátima era rubia con pelo más corto. yo tenía más amistad con Cloti l ya que estaba en mi clase y siempre la acompañaba a la residencia de chicas o tomábamos un café en una cafetería que había enfrente de la escuela.
ella empezó a gustarme y se lo dije al principio me dijo que no pero cuando un día la acompañe a la escuela, la atraje hacia mí y la besé. primero se resistió un poco, pero yo no paraba de besarla y ponerla caliente besándola el cuello y la oreja. al final cedió y nos fuimos a la residencia de chicas que pude entrar ya que no había nadie en la puerta y ella me coló en su habitación.
allí la quite el jersey que llevaba y la comí las tetas. ella enseguida me bajo el pantalón y nos desnudamos. ya estábamos los dos muy calientes ella me bajo el calzoncillo lo cual salto mi poya ya excitada y empezar a comerme la poya y los cojones.
yo enseguida empezó a comerla el chocho ella suspiraba;
-así cabrón no pares cabrón que gusto- me decía- al final has conseguido lo que querías no. eres un cabrón.
-si quieres lo dejamos- dije yo.
– ni se te ocurra, si me dejas así te mato.
así la hice una buena comida de chocho, ella me cogió de la cabeza para que siguiera mientras suspiraba:
– ahahahahahah así no pares cabrón. que gusto me das- mientras la metía los dedos en el chocho.
– así zorra que ganas te tenía, voy a matarte de gusto.
– si si hijo puto fóllame, no aguanto más méteme tu poya en el coño.
así que la dije.
– toma zorra hasta los cojones.
– así así no pares de follarme, que gusto.
estábamos en plena follada cuando se abrió la puerta y apareció Fátima y nos dijo:
– pero Cloti te has vuelto loca si nos pillan nos echan por meter a un tío en la habitación y encima estáis follando a tope.
– esta es también es mi habitación. no te enfades -dijo Cloti- 0ven aquí ya verás como disfrutas con el rabo que tiene este cabrón.
– que te crees que soy como tú que tío que pillas te lo follas -le dijo Fátima.
pero yo que no estaba dispuesto a que me jodieran la follada la dije:
– tú lo que pasas es que eres una estrecha y por eso te jode que ella y yo lo pasemos bien.
– eso piensas.
– si seguro que no has follado con nadie.
entonces me dijo:
– te voy a demostrar que soy tan puta como ella cuando quiero y no soy ninguna estrecha cabrón- dijo esto y se me despeloto.
no me lo esperaba.
– bueno, que no te atreves con dos mujeres- me dijo- me parece que aquí el cortado eres tú.
la dije:
– ni hablar ven aquí y entre las dos chuparme la poya, zorras.
no se lo pensaron dos veces me cogieron la poya y empezaron a mamarla. yo estaba en la gloria. después me dijo Cloti:
– fóllala a esta puta. quiero ver cómo te la follas delante de mí. métesela en el chocho.
– si cabrón, métemela. no me dices que me corto, quiero sentir tu poya hasta los huevos.
-ya verás zorra como te follo- la dije.
– si eso quiero, jódeme bien para que veas que soy tan puta como ella cuando quiero.
se la endiñé hasta los cojones y empecé a follármela.
– así así cabrón. que gusto. rómpeme el chocho, que rico. tenías tu razón Cloti cabrón que poya tiene. cómo me folla.
– déjame un poco para mí -dijo Cloti.
– tranquila chicas que tengo para las dos, no es el primer trio que hago- después las dije: – quiero que os comáis el chocho una a la otra.
-nunca he hecho. eso es de lesbianas.
– no eres lesbiana, si no lo sientes. te va a gustar probar.
así que Cloti empezó a chupar el chocho a Fátima y ella se moría de gusto mientras Fátima me comía la poya a mí.
– así así no pares zorra- dijo Fátima a Cloti- de comerme el coño.
luego fue al revés Cloti se volvía loca:
– joder cabróna que lengua tienes- mientras ella me chupaba la poya a mí.
-ahora quiero que hagáis la tijera que es eso que folléis entre vosotras.
vamos ellas estaban tan calientes que ya no pusieron objeción y juntaron chocho con chocho y empezaron a restregarse en ellas se morían de gusto.
– me corroooooooooooooo -dijeron.
ellas se habían corrido las dos a la vez mientras se frotaban sus chochos ahora dije yo:
– os voy a dar por el culo a las dos.
– estás loco si crees que te vamos a dejar. eso tiene que doler.
– no, si sabes hacerlo.
– nunca lo hemos hecho por ahí.
– pues siempre hay una primera vez, pero primero chuparme la poya otra vez y ponérmela dura.
empezaron a comerme la poya.
– ahora ir a por algo de crema para vuestro culito.
así que trajeron algo de Nivea y empecé a darles en el recto o sea en el ojete y empecé a meterles los dedos poco a poco. le metí una a cada uno con diferente mano. ellas estaban en la gloria:
– joder- dijeron- esto es alucinante. es diferente al chocho, pero me gusta.
– pues ya verás cuando tengas mi poya dentro. tengo que dilatártelo bien para poder darte bien por el culo a las dos.
luego las metí dos dedos mientras ambas estaban a 4 patas despacio dijeron ellas:
– no os preocupéis ya verás que gusto después.
seguí así hasta meter los 4 dedos de cada mano en sus culos ya bastante abiertos y lubricados por la crema aparte antes de la crema se lo había chupado a las dos. ellas ya estaban preparadas para que las rompiera el ojete. empecé a meter mi poya a Cloti despacito.
– tranquila- la dije -acostúmbrate primero a tenerla, después no querrás sacarla.
total, que ya la tenía hasta los huevos ella se quejaba.
– que daño cabrón, sácala, me duele.
– tranquila zorra, te gustara.
empecé a moverme y a follarla y a darla más fuerte hasta que se acostumbró.
– así así cabrón me muero de gusto. Sissi, rómpeme el culo hijo puta. nunca había sentido esto que rico me corrooooooooo ahahahahahay -se corrió.
– ahora tu Fátima chúpala y pónmela otra vez dura.
Fátima me la chupo y me dijo:
– con cuidado por favor.
– tranquila te pasara igual que esta cabróna. no querrás que la saque.
así que se la fui metiendo despacio hasta los cojones cuando la tuvo dentro la dije a Cloti:
– chúpala el chocho y las tetas para mitigar el dolor.
Cloti empezó a lamerla lo cual Fátima se moría de gusto y empecé a darla por culo.
– así toma zorra hasta los huevos.
– joder que sensación más rica. no pares de darme por culo. me muero de gusto- decía Fátima mientras Cloti la chupaba el chocho y la comía también las tetas.
Fátima empezó a correrse:
– me corrrroooooooooooo o dios. me muero de gusto.
– toma zorra.
– ssisssssss i -decía Fátima.
las dos se corrieron, pero yo todavía me faltaba así que las dije:
– chicas habrá para las dos. chuparme la poya que me corro. poner vuestras boquitas y compartir mi leche como buenas putas que sois. que rico me corrrrorrro -dije yo -tomad mi leche.
ellas se rieron.
– como ves -dijo Fátima- no me he cortado.
– ya lo veo -dije yo -a partir de ahora seremos los mejores amigos y follaremos cuando queráis.
– así será y gracias a ti por enseñarnos el sexo anal. nos gusta un motón.
– de nada chicas hasta la próxima.
ya no las vi más pues ellas se fueron a España y así quedo todo. nunca las olvidare y espero que os guste este relato


Relato erótico: “Rompiéndole el culo a Mili (22)” (POR ADRIANRELOAD)

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Los papeles se habían invertido, yo la perseguí para explicarle lo que pasó y ella huyo de mi… ahora ella quería hablar y yo quería huir… en realidad no quería irme… solo darle una lección a mi manera… yo le pedí las cosas por las buenas y no acepto… ahora ella me rogaría que la atore, que la satisfaga…

No la iba dejar con el ano abierto, palpitante y las rechonchas nalgas aire en medio del bosque… se imaginan que la deje ahí y aparezca alguna culebra (poco probable) y se meta por donde yo debía… o que algún suertudo perdido en el bosque se aproveche de esa situación… ni hablar…

Yo solo quería aprovecharme de su desventura y arrechura… fui al otro lado del árbol, donde yacían sus senos a punto de reventar y su cara empolvada, cabellos desordenados y rostro enloquecido de éxtasis…

– Vamos Danny… me imploraba que volviera atrás a someterla cruelmente.

No la deje decir nada más, la jale de los cabellos y le clave mi verga hasta la garganta, casi ahogándose, hice que me la mamara… cuando recupero el ritmo de la respiración, se asió a mi verga con las dos manos, luego con una, mientras me jalaba por las caderas para que no me aleje… pero la deje…

– No ¿a dónde vas?… nooo… exclamo roja de pasión.

Sin hacer mayor ruido, me fui detrás suyo y volví a enterrarle mi verga hasta las tripas…

– Ayayayyyy…. Ouuuu…. me desgarraste el ano… ouuu… se quejó exagerando.

No preste atención a sus quejas, en poco tiempo volverían a ser gemidos de placer, agradecimiento, yo le jaloneaba sus las gordas nalgas, abriendo su culo para que mi verga entre sin obstáculos a su ano… mientras que por el ímpetu, caían las hojas de las ramas que la apresaban.

– Asiii… ohhh siii… … uhmmm… ohhhh… exclamaba enloquecida y me gustaba.

Llegue a pensar que hacía varios minutos que Mili pudo haberse liberado, pero no quiso, solo quería someterse a ese dulce martirio que tanto le gustaba. Antes su cuerpo se resignaba a que la violara, ahora ella se había acomodado mejor en el árbol para recibir mis embestidas, con la espalda arqueada y levantando el culo para recibirme mejor y hasta el fondo…

– No puedo más… no aun no… nooo… uhmmm… por más que se resistió, desfalleciente termino envuelta en un profundo orgasmo que la hizo temblar de pies a cabeza…

– ¿Qué?… ¿es todo?… le reclame aun molesto.

– Ay nooo… no doy más… ufff…. uhmm… resoplaba molida, disfrutando extasiada.

No llegue tan lejos para irme sin disfrutarla al máximo… me faltaba poco para satisfacerme, en parte seria caballero y no abusaría más de su culo criminalmente y analmente torturado, Me dirigí de nuevo frente a ella, que reventada de placer me miraba embobada, colorada y jadeante… entonces cometería la última vejación de la tarde…

– Ay… Dany… no sé qué… tiene tu verga… que me deja… sin aliento… resoplaba Mili.

– Ahora lo sabrás… le repuse.

Ella abrió la boca en expresión de asombro… lo que aproveche para nuevamente jalonearle la cabeza e incrustarle mi verga hasta la garganta, casi sentí sus labios en mis bolas… viendo que se ahogaba, la solté un poco porque aún no se reponía del orgasmo y respiraba con dificultad…

Cuando se repuso, otra vez Mili se asió de mi verga, dándole una succión cariñosa, hasta limpieza… pero yo no quería eso… yo quería completar lo que quedo a medias… así que tome su cabeza por los lados… los cabellos por encima de su sien y empecé a pajearme con sus húmedos y carnosos labios…

– Uyyy… cuidado… mierd… quise advertirle pero era muy tarde, mi leche inundo su boca.

Por lo placentero de aquella cogida, con Mili aprisionada dándome su culo para que lo disfrute, con todo el sabor a revancha que me supo esa cogida, sentirme resarcido de lo que me inculpaban… termine en una brutal descarga de semen… que la pobre Mili término tragando en parte…

Creo que en la excitación del momento ella quiso engullir todo… pero casi se ahoga y termino abriendo la boca, dejando escapar parte de mi leche, que se escurría entre sus labios y mentón… mi verga escupió otro poco de leche en su mejilla…

– Diablos!…. ¿tanto votas?… se quejó graciosamente cuando recupero el habla tras tragarse buena parte de mi leche.

Era la primera vez que se engullía mi leche, creo que si ya me la había mamado, conocía su sabor y no se le hizo tanto problema, ni se asqueo por hacerlo… lo que me pareció excitante también…

– Así me tienes… uno vota más cuando disfruta más… estoy exprimido al máximo… le respondí jadeante y satisfecho.

Ella lo sintió a halago, sin decirme nada, sin limpiarse la barba de mi leche ni las gotas de esperma en su mejilla… simplemente me jalo de las caderas, y tomo mi verga como si fuera su juguete y se dedicó a limpiármela con mucho cariño… parecía que la tormenta había pasado… sin embargo…

Escuchamos unos pasos… mierd… otra vez… ni en el bosque nos dejan tirar en paz… pensé.

Mili nuevamente petrificada, no era como antes… que te encuentre Vane, Javier o un profe… no es lo mismo a que te encuentren tus padres… ella ya llevaba mucho tiempo desaparecida desde que dejo a sus viejos en el restaurante… ¿habrían salido a buscarla?…

En ese caso, igual que en la cochera de sus padres, la situación seria chocante… Mili estampada contra un árbol, con el culo empinado, su ano palpitante y abierto, el short y la ropa interior en las rodillas… a todas luces parecería una violación… y hay que agregar que ella tenía mi verga en su mano y mi leche discurriendo por su boca, mentón y mejillas…

Que su viejo me maltrate y hasta que me entierre en el bosque estaba dentro del cálculo de lo posible, pero… ¿cómo reaccionaría su madre?… le daría un infarto tal vez… se le antojaría y terminaría en una orgia todo… pero eso era lo último que pasaría…

Forcejee con Mili para liberarla, pero en su nerviosismo, no colaboraba, se quedaba plantada… entonces opte por guardar mi verga y en mi desesperación intente volver a cubrirla con las ramas, camuflándola… una torpe idea viendo sus grandes nalgas al aire, enrojecidas por el maltrato que les di… incluso si nos encontraban otros padres, amigos o no del viejo de Mili, igual la situación era vergonzosa…

Pero dentro del susto de la situación, afine un poco el oído… mire por el camino tras Mili, por donde vinimos… ni los pasos ni el ruido venían de ahí… entonces ¿de dónde?…

Luego gire la vista al rio… Tras el desnivel frente a nosotros y las piedras, unos metros más allá, estaba la ribera del rio, una orilla arenosa, por donde venían dos jóvenes tomados de la mano y riendo… bueno, al menos no eran los viejos de Mili, pensé aliviado viendo que los jóvenes estaban lejos.

Agudizando más la vista los reconocí… caraj… eran Guille y Vane, ahora se veían más románticos y acaramelados… creo que este Guille más que venir a ayudarme con Mili quería un tiempo con Vane a solas… conquistarla como siempre imagino y no como había sucedido en el depa…

– ¿Son Vane y Guille?… pregunto Mili a mi lado…

Mierd… casi me da un infarto, ¿Cómo se liberó?… en vez de ponerse a luchar con las ramas sobre ella, esta vez opto por deslizarse de lado en sentido contrario al inicio de las ramas, y se liberó fácilmente. Luego me explicaría como llego a enredarse ahí…

Tras huir de mí, dejándome tirado en el suelo tras el rodillazo que me propino, ella tomo ese camino de bajada e instable, a medida que descendía al rio tomaba velocidad, de pronto volteo a ver si yo la seguía y ahí perdió el equilibrio, se fue de largo y termino contra el árbol… quizás por el impulso hizo girar el tronco y destrabo las ramas que terminaron apresándola para mi provecho.

En fin… siguiendo con los hechos… veíamos a Guille y Vane perderse por momentos entre los árboles y salir nuevamente a la orilla, quizás en cada escondida se prodigaban besos…

– ¿Ves?… te dije que Guille la había desflorado, no yo… le enfatice para que se convenza.

– Ay Danny… es que era difícil de creer… ponte en mi lugar… ¿Qué pensarías?… replico Mili como niña regañada, justificándose.

– Bueno ahora convéncete… dije calmado.

– Esos ahora ya están enganchados como nosotros… sentencio Mili.

No respondí, porque ya me daba cosa ver la leche cayendo de su cara, creo que el momento de placer había pasado. Saque de mi mochila agua y un pañuelo para que se limpie. Mientras abajo veía como la nueva pareja se sentaba al borde del rio viendo como el sol se perdía lentamente en el horizonte.

Ahora los fisgones éramos nosotros… yo me recosté contra el tronco, puse a Mili delante de mí, abrazándola para sentir su gran trasero y que no me tape el espectáculo. Ellos se besaban sin sospechar que los veíamos… luego Vane se recostó contra la arena, Guille se recostó de lado encima…

– ¿Lo van hacer?… dijo Mili sorprendida, porque Vane había rechazado mucho tiempo a Guille.

– Sip… creo que hemos sido un mal ejemplo para ellos… le dije.

– Jajaja… si, ahora nos imitan haciéndolo al aire libre sin temor de ser descubiertos… dijo Mili.

Luego vimos como Guille pugnaba por desabotonarle la blusa y ella por soltarle la correa, el cierre y bueno… se venía todo lo demás…

– Creo que ya vimos suficiente… démosle su privacidad… le dije.

– Sip… Me alegro por ellos… dijo Mili y pensé que al fin zanjaba su pelea con Vane.

– Si… yo también… agregue, pensando que ya se venía la tregua y la paz.

– Aunque no tanto por Guille… insistió Mili.

– ¿Por qué lo dices?… pregunte curioso.

– Se nota que Guille la quiere, desde antes, pero ella… no se… dijo Mili desconfiada

– Piensas que sea una ilusión temporal para Vane, y que Guille salga lastimado…

– No se Danny… esa chica es medio bipolar… no confió en ella…

– En realidad a mí no me da tanta buena espina… le confesé.

– Es que dudo que haya cambiado tan rápido… me explico.

– Bueno… es asunto de Guille… le dije.

Al final también podía ser que Guille usase a Vane para satisfacer su ego, su capricho de estar con una chica adinerada como el, pero de mejor posición social, de piel clara y demás… al final cada quien tiene sus motivaciones… pero no conocía tanto a Guille como para saber si lo suyo era amor o capricho.

– Tu eres su amigo… tienes que advertirle que esa chica es engreída, caprichosa, vengativa, chantajista, berrinchosa… decía Mili.

– Oye, me estas describiendo a una mujer promedio… le dije burlonamente.

– Ya, sabes a que me refiero, Vane no es de fiar… dijo Mili hablando en serio.

– Intente decirle a Guille, pero esta recontra enamorado, cree que al fin logro conquistar a Vane y no escucha razones, ni advertencias… le dije.

Tome de la mano a Mili y le dimos espalda al espectáculo que empezaba en el rio… bordeamos el árbol y del otro lado, Mili no me dejo avanzar… recostó sus infladas posaderas contra el árbol y me jalo para que la viera, con el sol ocultándose tras ella… Mili lucia más hermosa que nunca…

– Me perdonas por haber desconfiado de ti… dijo apenada.

– Está bien… pero aprende a controlar tus celos y tus berrinches… le dije.

– Prometo que lo hare… dijo, debí reírme en ese instante, pero quería creerle.

– Si queremos que funcione… dije enfatizando el sermón.

– Ok… si ya entendí… me regañas como mi papa… me dijo sonriendo.

– Si no hay comunicación… dije prosiguiendo, buscando molestarla.

– Ya basta… si… dijo entendiendo la broma, y me dio un golpe juguetón en el hombro.

Luego me tomo de los bordes del polo, mi pequeña pero mandona enamorada, se puso de puntitas y me jalo hacia abajo para que la bese… ahora si podía abrazarla y besarla con libertad, estábamos en medio de la nada… sin temor a ser descubiertos… tanto que los recatados de Guille y Vane tenían relaciones a pocos metros de nosotros, en la orilla del rio…

Luego Mili me soltó un momento… tenía ese brillo en los ojos y esa mirada pasional que ya le conocía:

– ¿Tú crees que tengas tiempo para mí?… ¿para qué me lo hagas otra vez?… pregunto la golosa.

– Claro amor… demostrémosles a esos principiantes… dije en alusión a la pareja del rio.

– Sí, pero, por ahí no… creo que me desgarraste o algo… me arde… se quejó por su ano.

– Está bien preciosa… le dije y empecé a besarla.

No tuve que decir o hacer mucho, Mili solita empezó a bajarse el short, pasándolo de bajo de sus piernas y pateándolo a un lado… yo solo debía aflojar un poco mi pantalón y bajar el cierre.

Ya me la había cogido en cuatro contra el árbol, ahora me provocaba otra cosa… ella había resbalado un poco en el árbol, su baja espalda se apoyaba contra el tronco, sus lindas piernas estaban abiertas y sus muslos desnudos me esperaban así como su nuevamente excitado y húmedo pubis…

– ¿Pero cómo…?… ahhh… exclamo sorprendida.

En rápido movimiento, pase mis manos debajo de sus muslos y la levante, eso iba respondiendo su pregunta de cómo sería esta vez… sus muslos fueron resbalando hasta que la parte posterior de sus rodillas quedaran apoyados en mis brazos, que le iban abriendo las piernas… y acercando su ansiosa vagina y mi erecta verga…

– Ohhh… si… ¡qué fuerte eres!… replico excitada.

Le invadió el morbo el notar que la levante sin mayor esfuerzo, como a una muñeca, algunas mujeres también responden al estímulo de un hombre alto y fuerte que las someta con vigor, al menos al inicio… en parte se sienten protegidas y en parte dominadas… me miraba con rostro ansioso…

– Uhmmm… soy tuya… ohhh… exclamo rendida al sentir mi verga incrustándose en su vagina.

Había entrado sin mayor dificultad en sus bien lubricados labios vaginales. Ella esta aprisionada entre el árbol y mi pecho… me tomaba del cuello, los hombros para no resbalarse… mientras yo empezaba a cabalgarla, embistiéndola contra el árbol.

En cada arremetida, su cuerpo saltaba, ella se había aunado a mi ritmo, haciendo equilibrio con sus piernas en mis brazos, con su espalda y cintura en el árbol, abrazándome… ella me veía por momentos con fascinación, cuando no soportaba me robaba besos jadeantes con su lengua…

– Como me gusta que me folles… uhmmm… exclamo lujuriosa.

En plena excitación, me deba besos en el cuello también, que me provocaban cosquillas y la solté un poco… ella resbalo… al intentar acomodarse, poso su vista en nuestros genitales… extasiada veía como mi mazo de carne aparecía y desaparecía rápidamente en su vagina, esto incremento su placer y locura quería disfrutarlo más…

– Métemela por el ano… uhmmm…. me suplico

– ¿Estas segura?… pregunte, ya que me había dicho que le dolía.

– Siii… por favor… hazlooo…. Reclamo la muy golosa.

Las palmas de mi mano, que se apoyaban en el tronco del árbol para hacer equilibrio con sus piernas, se cansaron y sufrí algunos raspones por la corteza del árbol… así que me di maña para pasar mis manos debajo de sus carnosas nalgas… la levante un poco más hasta que su palpitante ano estuvo a tiro de mi verga… sin mayor preámbulo, para evitar que se arrepienta… empecé a empujársela…

– Ouuu… me partiste el ano… uhmmm…. Exclamo en parte satisfecha y en parte adolorida.

Para transmitirme su dolor, me clavo las uñas en mi espalda… era justo, yo me la clavaba por el esfínter a Mili y ella me clavaba sus uñas… para esto, mis manos se habían acomodado mejor y jaloneaban sus pulposos glúteos… sin dar lugar a mayores reclamos, nuevamente empecé a embestirla contra el árbol…

– Uyyy… siempre dejare que me violes… uhmmm… gemía.

Quería que siempre la enganche por el ano, que siempre la esclavice, que la someta por ese estrecho agujero… sus gemidos, alaridos y frases me excitaban tanto como verla y cogerla… sus labios de nuevo buscaban mi boca, más aun mi lengua… luego me miraba como una viciosa… más aun veía mi verga entrar y salir por su maltrecho ano….

– Ay nooo… nooo… uhmmm…

Ella quería disfrutar más ese empalamiento, pero sumida en todo lo que veía, lo que sentía, termino desahogándose en un brutal orgasmo que hizo que se aferre a mí con fuerza, haciendo una rica fricción con mi verga y sintiendo sus grandes pechos presionándome, tampoco soporte más y le descargue mi leche en sus intestinos…

– Uyyy… que ricooo… ufff…. clamaba satisfecha.

Mili seguía agitada, contraída y aferrada a mi cuerpo, con sus brazos en mi cintura, parecía no querer soltarme… se dedicaba a besarme agradecida por la tremenda cogida que le di…

– Solo tú haces que me venga tan rico… me dijo jadeante.

– Y tú también me provocas lo mismo… le respondí y la bese.

Sentía que mi verga seguía escupiendo esperma dentro de ella, con cada descarga se contraía y su lengua me transmitía sus emociones. Era gratificante tenerla así… con mi verga aun anclada en su ano y sus labios, sus senos, sus brazos transmitiéndome todo su amor…

– Danny… yo… yo… dijo sollozante y jadeante.

– ¿Qué paso?… pregunte, en teoría todo estaba bien, pero con las mujeres uno nunca sabe.

– No te burles… pero yo… dijo a medias, antes no me dejaba hablar y ahora tartamudeaba.

– Vamos dime… le insistí, había que sacarle a cucharadas las cosas.

– Siento que… dijo y yo pensé que se resbalaba.

– ¿Que sientes?… pregunte, aparte de mi verga.

– Te amo… dijo con sus ojos vidriosos.

– Hey… yo también siento que te amo… le conteste.

– ¿En serio?… replico Mili alegre por mi respuesta.

– Claro… sino no hubiera venido hasta acá… le dije.

– Es que nunca sentí esto, es diferente a una ilusión… se siente acá en el corazón, es bonito pero también me da miedo… nunca se lo dije a nadie… me confeso abrazándome.

Yo no podía decir lo mismo, ya le había dicho a Viviana que la amaba. Recordé vagamente las circunstancias en que se lo dije y me dio cierta melancolía. Ella era especial pero de alguna forma no terminamos de complementarnos. La relación se había vuelto monótona y predecible, creo que me animaba más el hecho que mis padres la aceptaran, que hubiera cierta seguridad con ella, sin problemas ni temores respecto al futuro.

En cambio con Mili a pesar de las peleas y enredos me sentía más vivo, más cómodo con la relación. Había más adrenalina, más jovialidad, más energía de juventud, para ir a fiestas o conciertos… teníamos más cosas en común aparte del sexo… a mí también me daba miedo arriesgarme, pero eso es natural, es parte de toda relación… es parte de la vida…

Estaba filosofando tan bien… pero hablando de adrenalina… nunca hay paz… ni siquiera en el bosque…

– Milagrosss…. Hijaaaa…. se escuchó a lo lejos una voz femenina.

– ¿Quién es?… pregunte curioso.

– Mi mama… dijo asustada Mili.

– ¿Dónde estasss?… Miliii… era una voz masculina, la conocía.

– Mi papi… dijo avergonzada.

– Tu viejo… dije palideciendo.

Nos habíamos demorado mucho, ya estaba anocheciendo y como sospeche… sus viejos preocupados habían salido a buscarla por el camino que la vieron desaparecer…

Ya me había escapado una vez de él… espero que después de esta también pueda contarla…

Continuara…

Historia de un político corrupto: Doña Leonor (POR GOLFO Y VIRGEN JAROCHA)

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Me importa un carajo lo que la historia diga de mí. He vivido largos años, he disfrutado de mi vicios y no me arrepiento de si el día de mañana unos capullos intelectuales me vituperan y me arrastran por el fango. He sido un hombre consecuente con  el tiempo que me ha tocado vivir. Me han amado y odiado por igual. Tengo detractores pero también seguidores. Me han acusado de ser un asesino, un pervertido y demás pendejadas pero tras escuchar mi historia, tendréis que estar de acuerdo conmigo que esos malnacidos se han quedado cortos. No me jode reconocer que nunca me importó mancharme las manos, ni tampoco confirmar que si una mujer me gustaba, no paré hasta conseguirla.

Me ha dado igual si estaba casada, si era viuda, si era puta o si por el contrario era virgen. He tomado en cada momento lo que me ha apetecido. Si para ello he utilizado la violencia, el chantaje o mi poder, son solo meras anécdotas. Los ciudadanos normales, esos que se levantan temprano para conseguir un mísero jornal, me la han sudado. Si me votaban es porque para ellos es mejor conocer de antemano la clase de gobernante que iban a tener. Preferían que yo robara un poco a cada uno, a que llegara un puñetero idealista y les hundiera en la miseria con su mierda de políticas.
Por supuesto que me he enriquecido pero por donde yo he pasado, la gente me recuerda con cariño porque le he dado un futuro. He construido carreteras, colegios y hospitales, y al verlas mis compatriotas se olvidan que un pequeño porcentaje ha recalado en mis bolsillos. Respecto a mis enemigos, tuve un lema:
“Si solo hablan, déjales. Pero si intentan joderte, están mejor bajo tierra”
Todos aquellos que han tenido los santos cojones de intentar perjudicarme, me los he cargado. Por eso me ratifico: He matado pero nunca a un inocente. Jamás he puesto la mano encima de alguien que pasara por mi lado, solo he actuado en defensa de lo mío y a los que me llaman asesino, les recomiendo que lean “El príncipe” de Maquiavelo.
¡He sido, soy y seré un gobernante!.
Usé todo tipo de tretas para alcanzar el poder pero una vez con mi culo sobre la poltrona del gobierno, he favorecido a mi pueblo y jamás nadie podrá negar que viven mejor ahora que antes de que yo llegara. Dicen que fui un dictador pero se olvidan de los millones que elección tras elección, me han favorecido con su voto en las urnas.
“Fui tan amado como ahora odiado”
Aún recuerdo con orgullo cuando, con treinta años y siendo solo un abogado que luchaba por sobrevivir, mi partido me eligió a mí para gobernar mi amadísima ciudad.
¡Que tontos fueron tontos fueron creyendo que me controlarían y que perdería! “¡Qué días aquellos durante mi primera campaña, siendo yo todavía un yo un hombre idealista! ¡Como añoro aquellos recorridos por colonias y rancherías en búsqueda de un voto!
Vi en mi nominación una vía conseguir mis metas. Aun joven e inexperto no era ningún ingenuo y sabía de antemano que lo primero que tendría que hacer era compensar de algún modo a Don Mauricio, el cacique que me había nombrado. Desgraciadamente, el día que contra todo pronóstico salí electo, conocí a su mujer.
Doña Leonor era una hija de emigrantes italianos y como sus antepasados era una perra dura. La primera vez que la vi, fue durante el convite que organizaron a toda prisa para celebrar que había vencido. Reconozco que esa bruja me pareció preciosa. Con unos ojos cafés y una melena morena, la señora parecía una modelo.
“¡Qué buen gusto tiene el puto viejo!” exclamé mentalmente mientras le daba la mano.
Con treinta años menos que el baboso de su marido, esa hembra destilaba sexo por todos sus poros:
-José Carlos Herrero a sus órdenes- dije protocolariamente mientras le extendía mi mano.
Esa pedante frase era un modo de servilismo que me acompañó hasta que no hubo nadie por encima. Durante años, la dije y cada vez que salía de mi garganta, me tenía que morder un huevo para que no se notara la hipocresía de mis palabras.
La vampiresa que de tonta no tenía un pelo, se rio diciendo:
-Déjese de tonterías. ¡Usted solo sigue el dictado de su bragueta!.
Cortado, contesté:
-¿Por qué lo dice?

La mujer soltó una carcajada y en voz baja me susurró al oído:

-No me negará que, importándole una mierda mi marido, me ha mirado los pechos.
Me quedé en silencio mientras la mujer se destornillaba de mi cara de espanto pero la cosa no quedó así porque justo antes de volver al lado de su marido, me soltó:
-Como no está casado, ¿Quién va a nombrar como directora del DIF?
Me pilló desprevenido esa pregunta y sabiendo que ese puesto tan ansiado por el dinero que se gastaba en apoyo de las familias de bajos recursos, normalmente era ocupado por las mujeres de los alcaldes, no supe que contestar. Viendo mi desconcierto, esa pérfida me soltó:
-Tengo una buena candidata-
Al oírla, comprendí que debía de andar con pies de plomo:
-¿En quién ha pensado?
Muerta de risa, respondió:
-En mí.
 Mi primer polvo en mi carrera y mi primer muertito.
Supe desde el principio que esa mujer me iba a ocasionar problemas pero nunca aquilaté el modo tan brutal en que esa puta me iba a cambiar mi vida y menos en lo rápido que iba a hacerlo.
Siendo la esposa de mi mayor mentor, no pude negarme a aceptar su sugerencia de que la nombrara para ese puesto y por eso al día siguiente de mi toma de posesión como Alcalde, la vi llegar con su guardaespaldas a mi oficina.
-Señor Presidente municipal, ¿Puedo pasar?- preguntó con un tono irónico desde la puerta de mi despacho.
“Por lo menos, la zorra guarda las apariencias” pensé agradecido porque en esos momentos departía con el que iba a ser mi secretario y no me apetecía que pensara que era un títere en manos de Don Mauricio. Leonor sonrió al escuchar mi permiso y sentándose frente a mí, pidió amablemente a mi subalterno si nos podía dejar a solas. El pobre hombre que conocía como se las gastaba el marido de esa mujer, ni siquiera esperó mis órdenes y recogiendo apresuradamente sus papeles, me dejó con esa arpía.
La mujer se la notaba feliz del poder que ejercía sobre mí y tras esperar a que saliera el tipo, se acomodó en la silla y cruzando las piernas, me comentó:
-Me siento muy honrada con mi nombramiento y espero poder ser tu más estrecha colaboradora.
Que esa zorra me dijera eso, me puso los pelos de punta y no solo por lo de “estrecha colaboradora” sino porque al decirlo, dejó que su chaqueta se abriera permitiéndome entrever su generoso escote. Olvidándose de que su marido era un matón, esa morena estaba tonteando conmigo. La certeza de que me veía como uno de sus juguetes vino cuando a los cinco minutos de estar charlando de temas de su nueva ocupación, Leonor me informó de que esa misma tarde le tenía que acompañar a visitar un colegio de una de las pedanías de la ciudad. Ante mi cerrazón a acompañarla aludiendo a obligaciones previas, frunció su ceño y con voz pausada, me soltó:
-¿No sé cómo le va a sentar a la esposa del gobernador que no vayas?
Confundido por sus palabras, pregunté:
-¿Es que va?
-Por supuesto, ¿No te he dicho que es una de mis mejores amigas? ¡No se perdería mi estreno en política!
“¡Mierda!” pensé “¡No puedo faltar!”
Vencido por esa puta por segunda vez en menos de una semana, le confirmé mi asistencia, a lo que cogiendo su bolso, contestó:
-Lo espero en mi casa a las tres. Es bueno que vayamos en un solo carro.
Jodido y mal encarado, acepté. Leonor al oírme, soltó una carcajada y se despidió dando un portazo.
Francamente preocupado por el acoso al que me estaba sometiendo esa zorra, me costó un montón concentrarme el resto de la mañana. Don Mauricio era un mal bicho y se llega a enterar del capricho de su mujer, no tenía ninguna duda de que me mandaría matar pero, por otra parte, si no iba a esa reunión mi futura carrera se vería truncada.  Cómo estaba en un brete, decidí acudir a por Leonor y evitar en lo posible sus ataques.
Aún aterrado, acudí puntualmente a la cita. A las tres en punto, estaba entrando por las puertas de la hacienda donde esa mujer vivía. Nada más cruzar el cuidado jardín que daba a la mansión conteniendo la respiración, descubrí a una docena de hombres perfectamente pertrechados a ambos márgenes del camino. El hecho que esos cabrones portaran metralletas aumentó mis reparos y estuve a punto de darme la vuelta, pero inconscientemente dejé que mi ambición se saliera con la suya y me vi tocando el timbre de la casa.
Leonor debía de estar esperándome porque salió en seguida.  Hecho un mar de nervios contemplé cómo venía vestida esa fulana. Sin importarle las apariencias, llevaba una blusa rosa totalmente pegada y una minifalda de infarto.
“¡Qué requetebuena que está!” maldije para mí al comprobar que se le veía por encima de la mitad del muslo al sentarse junto a mí en el carro.
La esposa del cacique adivinó mis pensamientos porque sonriendo como una autentica puta, me dijo riendo:

-¡Ves cómo te gobierna tu bragueta!

Asustado porque se me notara, instintivamente llevé mi mirada a mi pantalón. La mujer al advertirlo, soltó una carcajada diciendo:
-Tranquilo, “todavía” no te he puesto bruto.
Ese jodido “todavía”, me terminó de poner de los nervios y arrancando mi automóvil, salí de ese lugar.  Nuestro destino estaba a solo diez minutos de allá pero ese tiempo no me sirvió para tranquilizarme porque mi acompañante se ocupó de evitarlo. Mientras me conversaba sobre el evento, permitió que su falda se le subiera mostrándome un escueto tanga blanco. Aunque intenté no mirar, me resultó imposible y por eso al llegar hasta el colegio donde nos esperaba la esposa del gobernador, ya estaba claramente excitado.
Como era usual, tuvimos que esperar a que llegara esa señora, tiempo que usamos para presentarnos ante los reunidos. Al cabo de media hora, vi aparecer por la entrada de la institución la caravana oficial donde venía la mujer y saliendo a su encuentro, la saludé en cuanto se bajó de la limusina. Lo que no me esperaba fue que tras un breve saludo, me dejara plantado y abrazando a Leonor, se pusiera a conversar animadamente con ella.
Como un florero me sentí el resto del acto,  ya que esas dos amigas compartieron entre ellas el protagonismo, dejándome relegado a actor secundario. Lejos de molestarme, me tranquilizó porque así no tendría que aguantar los reproches de esa bruja si las cosas se hubiesen desarrollado a la inversa. Desgraciadamente mi tranquilidad terminó al despedir a la gobernadora porque con una excusa, Leonor me obligó a acompañarla hasta el despacho de la directora. Sin saber lo que se me avecinaba la seguí por los pasillos del colegio y nada más entrar en la oficina, cerró la puerta tras de mí.
-¿Qué hace?- pregunté al ver que cerraba los visillos.
Sin mediar palabra, se puso frente a mí, tomó mi mano y se la puso en la cintura, acercando su cuerpo contra el mío. Aprovechando mi desconcierto, acercó sus labios a mi boca y me besó mientras bajaba su mano para acariciar mi entrepierna.
-Me encantaría follar contigo ahora mismo.
Reaccionando, me separé de ella y con el sudor recorriendo mi frente, le pedí que nos fuéramos.
–No quiero irme- contestó desanudando el nudo de su blusa.
Tratando de hacerla entrar en razón, le expliqué que podían oírnos pero obviando mis motivos, rodeó mi cuerpo con su mano mientras seguía magreando mi paquete.
-Déjame hacer- susurró como una perra- no querrás que grite diciendo que me estás violando.
Su amenaza me dejó helado. Si eso ocurría y llegaba a oídos de su marido, me podía considerar hombre muerto. Temblando le pedí que se calmara, a lo que ella respondió metiendo su lengua en mi boca sin dejar de pajearme.
-Quiero chupártela-
Al oírlo, no pude aguantar más y poniéndola contra la pared del despacho, devolví su beso apasionadamente. Leonor encantada por mi trato, abrazó con una de sus piernas mi cintura. No me explico todavía como me dejé llevar pero ya metido en faena, su vestido se le había subido permitiéndome ver que no llevaba nada debajo. Acalorado, llevé mis dedos a su sexo para descubrir que estaba empapada.
Las hormonas de ambos hicieron el resto. Con mi corazón a toda leche, me apoderé de su clítoris. Lo incómodo de la postura la hizo desequilibrarse. Gracias a ello, recapacitó y temiendo el escándalo, me dijo:
-Nos vamos pero con una condición-
-¿Cuál?- pregunté ya excitado.
-Qué me dejes hacerte una mamada en el carro-
Su oferta me pareció demasiada lejana y sin hacer caso a su sugerencia, metí  mis dedos en su sexo. La morena pegó un gemido y moviendo sus caderas, abrió sus piernas para facilitar mis maniobras. El morbo que la pillaran junto con su natural calentura, hicieron que en menos de dos minutos esa zorra se corriera sin remedio en silencio. Cómo me hubiera gustado oírla gritar y berrear, le dije:
-Vámonos-
Salimos a toda prisa sin casi despedirnos. De camino al carro, mi menté intentaba tomar el mando pero no pudo y por eso nada más cerrar la puerta, salí chirriando ruedas de allí. Ni siquiera habíamos recorrido cien metros cuando me bajé la bragueta y sacando mi miembro, le dije:
-¿Es esto lo que querías?
Leonor pegó un gemido de deseo y sin esperar a que nos hubiésemos alejado un poco, tomó entre sus manos mi pene ya duro. Disfrutando de mi entrega, empezó a masturbarme mientras no paraba de sonreír.
-¿Qué esperas?- pregunté ya que eso no era lo acordado.
La mujer al escucharme se agachó entre mis piernas, dispuesta a devorar la tentación que para ella resultaba mi extensión. Con una maestría que me dejó acojonado, abrió su boca  y poco a poco se la fue introduciendo. La lentitud con la que lo hizo, me permitió sentir la tersura de sus labios sobre cada centímetro de mi piel.
Tan concentrado estaba con su mamada, que estuvimos a punto de chocar por lo que aprovechando que estábamos frente a un motel, de un volantazo nos metimos en él.
Leonor, sin hablar y tapándose la cara, esperó que la encargada viniera a cobrarnos, tras lo cual, me acompañó por las escaleras que daban a la recámara. Cerrando la puerta y sin prender la luz, me arrodillé en el suelo. Levantando una de sus piernas, acerqué mi boca a su sexo.
-¡Me encanta!- la escuché decir al sentir que mi lengua se hacía fuerte en su vulva.
Con lengüetazos largos y profundos le comí ese coño casi depilado por entero, hasta que sus gemidos me hicieron comprender que estaba a punto de volver a correrse.
-¿Te gusta puta?
-Sí- chilló separando aún más sus rodillas.
Su entrega me hizo parar y levantándome del suelo, la desnudé mientras mis manos seguían pajeándola.
-¡Vamos a la cama!- me pidió.
Aceptando su ruego, me fui desvistiendo en el camino y por eso al llegar al colchón, ya estaba desnudo y con la verga tiesa. La morena se tumbó en las sábanas y desde allí, me llamó diciendo:
-¡Cógeme!
Ni que decir tiene que obedecí. Llegando a su lado, la puse de rodillas sobre el colchón. Leonor comprendió mis intenciones y apoyando su cabeza en la almohada, puso su culo en pompa para que la penetrara. Sin más prolegómenos, me pegué a ella dejando que sintiera la dureza de mi miembro entre sus piernas mientras le acariciaba los pechos.
-¡Cógeme!- insistió moviendo sus caderas.
La urgencia que esa mujer demostró me hizo acelerar mis maniobras y mientras jugueteaba con mi glande en su sexo, pellizqué uno de sus pezones. La morena correspondió a mi caricia con un gemido de placer. Totalmente mojada, se colocó ella misma mi pene en su abertura y de un solo empujón, se la clavó hasta el fondo.
-Ahhhhh!!!!- gritó al sentir como rellenaba su conducto.
La lubricación de su cueva facilitó mis maniobras de forma que sentí que la cabeza de mi lanza chocaba contra la pared de su vagina, mientras la esposa del cacique se retorcía de placer. El olor a hembra inundó la habitación, Sus gritos y el río de flujo de su cueva que mojaba mis piernas, preludiaron su orgasmo. Mi ritmo ya era infernal cuando, agarrándola de la melena, le pedí que me dijera si ese viejo se la follaba así:
-¡No! ¡Cabrón!
Nunca hubiera supuesto que esa zorra disfrutara tanto y tan rápido. Dominado por la lujuria y obviando que ese anciano era un tipo peligroso, seguí machando su cuerpo con mi estoque cada vez más rápido. Con mis huevos rebotando contra su coño, escuché los gritos de placer de la morena y buscando que fuera algo que recordara por siempre, le mordí el cuello con fuerza.
-¡Me vengo!- chilló descompuesta al sentir que su cuerpo explotaba.
Su orgasmo me dio alas y reclamando mi triunfo, azoté sus nalgas con dureza mientras le gritaba que era un zorrón desorejado. Mi maltrato prolongó su éxtasis y cayendo sobre las sábanas, toda ella convulsionó de gozo. La nueva posición hizo que su conducto se contrajera y ya sin ningún recato, fui en busca de mi propio placer.
Leonor, al notar que mi simiente rellenaba su sexo, pegó un grito de alegría. Aún insatisfecha, buscó terminar de ordeñar mi miembro moviendo sus caderas. La destreza que demostró hizo que me vaciara por completo dentro de ella, tras lo cual caí exhausto a su lado.
Fue entonces cuando  esa guarra cogió su celular y sin darme tiempo a reaccionar, sacó una foto de los dos desnudos sobre la sábana.
-¿Qué haces?- pregunté aterrorizado de que dejara prueba de su infidelidad.
La mujer soltó una carcajada y levantándose de la cama, me soltó:
-Hacerme un seguro de vida.
-¡No te comprendo!- mascullé nervioso- Si tu marido se entera, ¡Estamos muertos!
Mi argumento quedó hecho pedazos con su respuesta. Sonriendo, se sentó en la cama y poniéndose seria, me soltó:
-José, estoy harta de Mauricio. No solo es un maldito viejo al que ni siquiera se le levanta, sino que ya no me sirve. Con él ya no puedo progresar más… -Supe que no me iba a gustar lo que estaba a punto de decirme y por eso intenté que se callara pero pasando por alto mis reparos, continuó diciendo: -Soy una mujer ambiciosa y por eso cuando te conocí, comprendí que debía cambiar de marido. Ese anciano ni quiere ni puede ser más que un cacique de pueblo y ¡Yo quiero mucho más!
-¡Estás loca! ¡Nos va a matar!- respondí acojonado mientras me ponía el pantalón.
Leonor, muerta de risa, se tumbó en la cama y señalando su teléfono, me dijo:
-No podemos irnos todavía. En estos momentos, unos sicarios que contraté deben estar a punto de librarnos de ese incordio.
-¿De qué hablas?
-Mauricio está a punto de dejarme viuda y rica.
Comprendí en ese instante cuales eran los motivos por los que se había entregado a mí con tanta facilidad. De haber una investigación, el principal sospechoso sería el amante de su mujer. Ya francamente aterrorizado, me senté.
-Conmigo y gracias a mis contactos, al dejar la alcaldía serás el senador más joven de Veracruz- y sin dejarme asimilar su promesa, siguió diciendo: -Ya he hablado con mi amiga para que cuando su marido nombre el candidato que le sustituya, seas tú el elegido.
-Y ¿Qué le has ofrecido?- pregunté sabiendo que no iba a ser gratis.
-Total inmunidad- contestó.
Tratando de recapacitar, me fui al baño. En la soledad del mismo, valoré durante cinco minutos mis opciones: si me negaba, esa zorra iba a hacer caer sobre mí la muerte del anciano y si aceptaba, estaría en sus manos por el resto de mi vida. Sabiendo que no me quedaba otra, volví a la habitación. En ella, Leonor estaba al teléfono. Esperé a que terminara de hablar.
-¿Quién era?-
-El secretario de mi marido informándome de que ha sufrido un atentado.
-¿Está muerto?
-Sí- respondió mientras se vestía.
Alucinado por la frialdad de esa mujer, aguardé a que estuviera lista para irnos y entonces pregunté:
-¿Ahora qué sigue?
-Llévame a casa. Debo parecer una afligida viuda al menos durante seis meses. Tú te convertirás en mi sostén y cuando todo se calme: ¡Nos casaremos!
Vendiendo mi piel al diablo, la acompañé a su mansión y mientras ella recibía las condolencias de la gente, supe que don Mauricio era el primer muerto de mi carrera pero también que no iba a ser el último.

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virgenjarocha@hotmail.com

 

Relato erótico: “MI DON: Raúl – Las amigas de mi hermana (38)” (POR SAULILLO77)

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La cosa iba bien, tenia la semana cubierta mas o menos, había pasado un mes desde que comencé a cepillarme a Yasira, la hija de Luz, todos los viernes y un sábado que se quedó en mi casa a dormir, se fue de fiesta conmigo y disfrutaba de su cuerpo tanto bailando en discotecas bien arreglada, como con el sexo, era una pantera insaciable, en poco tiempo ya aguantaba 3 polvos, y os juro que esa mujer adoraba el sexo anal, de las 3 corridas solo la 1º era en su coño, si llegaba, el resto era todo anal, el sábado que se quedó volvimos a salir de juerga ese día para volver a casa el domingo y no salir hasta el lunes, la dejaba durmiendo en casa mientras iba a trabajar, lo hacíamos al irme, al regresar, al acostarme o al levantarme, vaya ”fichaje” había hecho, pero solo era los fines de semana, entre semana tenia a Jeni por las tardes, de lunes a jueves venia a mi casa después de correr y disfrutaba de ella, enseñándola algunos trucos, aun se negaba al anal, pero ya le metía un par de dedos, se dejaba por que aprendía rápido y todo le gustaba. Además Eli regresó de su gira y la tenia todas las mañanas de lunes a viernes cuando venia a casa después de sus clases en antena, me dijo que Mariluz, la presentadora MILF, la presionaba para que le dijera quien era, con su calentura solo sabia mi nombre, mi numero y mi dirección, pero Eli la daba largas, así que presionaba al director de la cadena para que la echaran, hasta que el director de la cadena se cansó de sus reproches y la dijo que si no estaba gusto que se fuera, Mariluz agachó la cabeza y la dejó en paz a ella y a mi, que aun me llegaban mensajes suyos amenazadores.

Entre medias de todo eso también habían caído un par mas del cajón, nada destacable, una monitora del gim donde fui, una amiga del grupo que me pilló de fiesta sin Yasira, y en el trabajo una de los 2 cajeras, Adriana, durante ese turno no moví una caja pero si destrocé a la pobre, gritó tanto en el almacén donde nos metimos que retumbaba su voz como si la estuvieran matando, de igual forma me cogió pánico y se alejó de mi unos días. Aparte, la experiencia mas decepcionante fue Lucy, la madre del grupo de deporte, quedó conmigo un domingo para que fuera a su casa por la tarde, ya que sus hijos estaban con los abuelos, y “me chantajeó” para que me la tirara, como si hiciera falta, o si no, contaba lo mío con Jeni, como si a mi me importara mucho, una vez en su casa me acosté con ella, pero fue horrible, no la chupaba, casi le daba asco tocármela, se asustó al vérmela empalmada y al verla desnuda sus buenas tetas se convirtieron en 2 colgajos no muy atractivos sin sostén, no le entró mas de media polla y se cagó encima del esfuerzo al acabar, sobra decir que me fui de allí cabreado y no la volví a ver por el parque, la vergüenza la podía, aunque no le dije a nadie lo que pasó y la disculpé ante el resto. Por suerte me llamó Alba, la enfermera militar, y pasamos un par de horas entretenidas, quería irse calentita a casa, antes de que su marido regresara.

Estaba buscando algún hueco que llenar, me estaba encantando esto de follar a todas horas con mujeres diferentes, y si pasaba más de 3 horas sin alguna cerca me entraba una sed incontrolable de sexo, sobretodo desde que el jueves se iba Jeni y no tenia a Yasira hasta el viernes de madrugada al sábado, o los propios sábados y domingos en que si no se quedaba Yasira me debatía en llamar a Lara, pero no, quería reservarme ese piso, una idea estúpida danzaba en mi cabeza y necesitaba a Lara ansiosa de mi. Buscando entre los papeles un viernes a las 12 de la mañana, con Eli retozando del placer que nos habíamos dado hacia unos minutos, me llamó mi hermana, no somos muy de hablar por teléfono, si nos llamamos es por que queremos o necesitamos algo, si teníamos que hablar quedábamos y punto, me pidió que si podían ir ese fin de semana a mi casa, aun hacia buen tiempo de día y todas las piscinas publicas habían cerrado ya hacia semanas, le dije que si encantado, me parecía una idea genial, y mejor aun cuando me dijo que llevaría a un par de amigas, a mi madre y mi padre no les hacía gracia el plan y sentían que mi hermana necesitaba un descanso, un escape, así que no vendrían.

Me abalancé riendo sobre Eli que aun estaba en mi cama, se abrió de piernas para recibirme en su interior y me rodeó con ellas mientras me la comía entera, su cuello, su pecho y su vientre eran lamidos y chupados, me deleitaba comiéndola los pezones a Eli, a punto de estallar en un orgasmo, cuando me fui a correr me apartó y se metió mi rabo hasta el esófago tal y como me enseñó que era capaz, vi su nuez y su garganta expandirse con mi miembro dentro y derramé mi semen en su boca, donde no quedó nada cuando tragó. No la volvería a ver hasta el lunes y no nos podíamos despedir de mejor manera, si había suerte pasaría el periodo ese fin de semana y para el lunes retomaríamos el tema. Esa noche salimos de fiesta de nuevo, Yasira y su forma de moverse me deleitaron en la pista de baile y al llegar a casa su pasión era tan grande como la mía, ni se como iba vestida, solo la recuerdo desnudada cabalgándome, y luego la montaba por el culo, era espectacular vernos en ación y cada día Yasira era mas ardiente conmigo, creo que me agradecía, sin estar segura creo que sabia que la había dado cierta libertad de su casa, y darla por el culo era de lo mas placentero que tenia a mi disposición, que no era poco, me dormí después de llenarla le culo de semen por 2 veces, y me desperté con ella comiéndomela, mis empalmes mañaneros eran deleitados por sus labios carnosos, al verme despierto se situó de rodillas sobre mi metiéndosela entera en el coño y hasta que no me vacié en su útero no dejó de moverse pese a los continuos orgasmos. Nos dimos una ducha juntos en la que no me resistí en darla por el culo, pegándome a su espalda mientras el agua corría por neutros cuerpos, la levantaba de la bañera con cada embestida pero lejos de sentirte abrumada disfrutaba como una condenada. Me fui a trabajar con una gran sonrisa en los labios, en el trabajo Adriana me huía, como hacia desde que me la tiré, pero la jefa me miraba con ojos de deseo, como siempre, era mona pero eran mas las ganas de follarla para bajarla los humos de soberbia que tenia lo que me la fijó como objetivo, llegaba a ser cruel con algunas de las cajeras, casi todas la odiaban, y a mi me miraban mal por que ella se mostraba mas dócil y amable conmigo, apoyándose en mi hombro o dándome abrazos sin venir a cuento, ¿que culpa tenia yo de que me tratara mejor a mi?, pero seria más adelante, hoy no tenia tiempo, acabó mi turno y fui corriendo a casa, el móvil me quemaba a llamadas de mi hermana, habíamos quedado en que llegarían a casa cuando saliera del trabajo, pero siempre ha sido muy impaciente. Al llegar las vi en la calle con un par de mochilas.

-HERMANA: joder tato, ya era hora.- me golpeó en el pecho sin mucha fuerza.

-YO: joder, tata, vengo corriendo, ya sabias que vengo de currar.

-HERMANA: ya pero hace calor y estamos aquí tiradas, anda ayúdanos, date prisa – lo que para mi hermana significaba, “coge todo lo que mas pese y déjame a mi esa bolsa pequeña”, me dio igual, así me hice el fuerza ante sus 2 amigas, cogiendo 3 mochilas y 2 maletas.

Subimos en el ascensor tan apretados que pude escudriñar y sentir la piel de todas, mi hermana, como ya os dije alguna vez, era 4 años mayor que yo, morena de media melena, no era fea pero tampoco era guapa, estaba algo pasada de kilos, andaría por los 85, pero a su vez heredó el gen de altura de cierta rama de la familia, tengo 2 primos, uno de 1,98 y otro de 2,03, ambos mayores que mi hermana, ella media casi 1,86, por lo tanto sus kilos no se notaban tanto, y aun siendo mi hermana debo reconocer que tenia unas tetas bien puestas y grandes, casi una 100, que para mi deshonra fijaron mi mirada mas de una vez en mi pubertad, por lo demás su aspecto es como las pinturas de las diosas griegas, donde las curvas eran predominantes y la piel tersa no existía, tenia sus fans, nunca le faltó novio o pretendiente, pese a que su forma de vestirse siempre era mas cómoda que estilista. Ya os digo que con ella no pasó nada, nunca, no es que la quisiera y respetara tanto, es que la tenia cierto miedo, en le buen sentido, era una mujer ruda, de carácter hosco y muy dada a montar pollos por cualquier chorrada, mientras supieras llevara era simpática y graciosa, pero mas valía no enfadarla. Respecto a sus amigas, eso era otro tema.

Como le pasaba a Mara, la hermana de Alicia, su férreo carácter le había negado una vida social amplia, y su grupo social se fue reduciendo a cada afrenta que ella creía digna de merecer desterrar a alguien, y una vez que lo hacia estabas muerto, no había forma de recuperar su afecto si sentía que la fallabas, lo cual la dejó con únicamente 2 amigas de confianza:

una era Liz, amiga de toda la vida, y una de las primeras mujeres no familiares con la que tuve confianza, era española como su madre pero su padre era de Indonesia, no recuerdo de donde exactamente, lo único importante es que tenia la piel morena y el pelo negro como la noche, como sus ojos, era mas divertida y mas afable que mi hermana, crecimos juntos, era como otra hermana a la que si se la podía hablar, físicamente también estaba pasada de kilos, pero menos, unos 70, y corpulenta, 1.79 de altura, pero mucho mas cerca del canon de belleza actual, pechos normales y eso si, una cadera descomunal, su trasero era aun incluso mas grande que el de mi hermana, pero inexplicablemente era mas atractivo, vestía igual que mi hermana, mas cómodas que otra cosa y como os digo, fue la 1º relación con aun mujer que no era familia, aunque se comportara como tal, pero jugaba conmigo de críos, me rascaba la espalda, o aunque suene asqueroso, le encantaba reventarme los granos de los hombros, pero explica claramente el nivel de complicidad que teníamos. Ante la falta de novios o parejas de ambas se creó cierto rumor sobre si eran lesbianas y estaban juntas pero al llegar a los 18 y salirles las tetas se terminaron los rumores y les cayeron los novios.

La otra amiga era Iziar, alias “la peque”, una amiga que hizo en Internet con el tema de juegos de rol que les encantaban, era la cosa mas bobalicona y ñoña que me he cruzado nunca, se sonrojaba con nada y se escondía cuando yo hacia mis números desvergonzados, se reía como un cerdo y no se callaba nunca con voz de pito, pero si aun seguía al lado de mi hermana significaba que era buena gente y de fiar, físicamente le venia el alias al pelo, era pelirroja con el pelo algo largo pero siempre la veía con coleta, solo 3 años mayor que yo, usaba gafas, las necesitaría pero la sensación era que las usaba para tapar la multitud de pecas en la cara, tenia los ojos azul oscuro, mezclado con gris, diría que era lo mas bonito que tenia, mentiría, pese a medir menos de 1,55 y tener brazos, piernas y cintura finas y delgadas, pesaba 76 kilos, ¿como puede ser? Por unas tetas y unas caderas antinaturales, de frente era como un 8, tenia una 120 de pecho, aunque yo creo que más, le daría apuro cómpraselos más grandes y eso hacia que sus tetas rebosaran de forma exagerada, cada una debía de pesarle al menos 3 kilos, era una versión comprimida de Lara, pero mientras que a ella sus tetas grandes y tersas seguían manteniéndose firmes sin sujetador, la sensación era que si le quitabas el sostén a Iziar caerían de forma inevitable, de caderas no iba mal tampoco, eran como si hubieran cogido a una chica normal bajita y le hubieran hinchado la cadera y el pecho hasta el punto de casi reventar. Pero a diferencia de las otras 2 Iziar si usaba su cuerpo, su forma de vestir era más femenina y sobretodo lucia siempre un escote animal.

Todas iban vestidas con ropas ligeras de verano, obviamente mi miraba se fue a las tetas de Iziar que estaba pegada a mi de cara, roja como un tomate al no poder evitar que sus tetas quedaran en mi cintura, su coronilla a penas me llegaba al pecho, le sacaba más de cabeza y media, por fin llegamos arriba, y mi hermana y Liz no entendían por que Iziar salió riéndose como un gorrino, yo si, al moverse para salir, sus tetas repasaron el contorno de mi rabo, chocando claramente contra el, entramos en el piso y quedaron de nuevo alucinadas, mi hermana ya no tanto, pero Liz y sobretodo Iziar, que no la había visto aun, recorrieron toda la casa exclamando, mi hermana era una versión mas furiosa de mi madre y rápidamente me ordenó que las instalara, no quise empezar discutiendo que no era su criado, así que las acompañé a las habitaciones, la grande era la mía, pero al ver la cama enorme las 3 fueron a por ella saltando encima, les dio igual que estuviera desecha y oliera a sexo salvaje con Yasira, que se fue con unas amigas y no la volvería a ver hasta el viernes siguiente, las instalé en las 2 habitaciones de arriba y mi hermana se quedó en la de debajo de invitados, las escaleras no eran lo suyo, luego planearon la comida y hablamos de cómo lo haríamos todo, se quedarían todo el sábado y el domingo hasta la noche, comimos entre risas y me fui directo a la piscina, iba solo con el bañador bermuda, era mi casa y no iría incomodo con el slip debajo por la presencia de nadie, y bastante con que me tapaba, mi hermana se cambió y salió con un bañador de cuerpo entero, se lanzó al agua de cabeza, era muy buena nadadora, como yo, mi madre nos inscribió en cursos de natación y ella participó en salto de trampolín de 3 metros donde ganó algún premio provincial, era increíble como un cuerpo tan corpulento casi no salpicaba agua, Liz e Iziar decidieron dejar pasar las 2 horas de rigor tumbabas en las hamacas, con sus biquinis ya puestos y pareos a juego, no me di cuenta cuando se cambiaron, bastante tenia con chinchar a mi hermana que no tenia el menor problema en sobrepasarse a la hora de pegarme, sabia que muy mal se tenia que dar para hacerme daño, me reí como hacia mucho que no hacia, joder echaba de menos a mi hermana, quien lo diría, al salir fue cuando me percaté de sus cuerpos, a Liz ya la conocía, le había visto en biquini mas que a nadie hasta la operación, y fue Iziar la que me llamó, en vez de ir con un traje de baño o algo mas “aparatoso” para sujetarse las ubres, iba con un biquini que en otra seria normal, pero en ella quedaba ridículo, apenas le quedaba hilo para atárselo al cuello al tener que rodear todos su senos, y si pegaba el inicio de la tela a la piel de debajo de su seno la tela se acababa antes de llegar al pezón, así que como con los sujetadores, se cubría los pezones y luego tiraba pegándose los senos al torso hasta poder atarlo como fuera, esa visión me movió la polla, lo noté por que al ir solo con las bermudas el agua pegó la tela húmeda a mi piel envasándome al vacío, y no pasó desapercibido para ellas cuando me tumbé en la hierba, antes sus ojos me comían el cuerpo, estaba bueno que puedo decir, mi hermana se dio cuenta igual pero dejó pasar el tema tumbándose a mi lado, se soltó los tirantes del bañador para que la diera un poco el sol.

-YO: si queréis crema o lo que sea hay en el armario ese de la pared.

-LIZ: no gracias estamos bien.

-IZIAR: a mi no me vendría mal, estoy muy blanca.

-HERMANA: pues póntela mujer, que no pasa nada, tu – me codeó- ve a por la crema.

-YO: a mi déjame en paz que estoy aquí muy a gusto

-HERMANA: ¡¡Raúl!!

-YO: vooooooy……….- me levanté a desgana mojándola la espalda con los restos del agua de mi cabeza, fui a por el bote y luego se lo di a Iziar repasando sus tetas, que maravillas, las palabras “mega estructuras” se pasaba por mi cabeza.

-IZIAR: gracias….por todo.

-YO: nada peque, si no os dejo venir mí hermane me corta los huevos – se rió roncando, era tan fácil sacarla una risa tonta……

-LIZ: pues ya que estas puedes echarme crema en la espalda a mi.

-YO: calor aunque tu ya estas morena…….- otra broma estúpida al ser mulata, que me costó la 1º muerte por mirada de mi hermana.

-LIZ: jajaja no seas crío y échame – se giró sobre la hamaca dándome la espalda y sin rubor alguno se desató el biquini, no era raro, a lo largo de los veranos ya le había visto las tetas mas de una vez, de hecho creo que fueron las primeras tetas que vi.

Extendí la crema en su espalda y la di un suave masaje que la relajó, Iziar hizo lo mismo y me pidió que la diera crema en al espalda, pero esta no desató el biquini, bastante le habría costado tenerlo atado, mi mano abierta casi la cubría toda la espalda, sus senos asomaban por debajo de sus brazos aplastados contra la hamaca, y su cabeza daba con la frente en el respaldo, sus pechos no la dejaban bajar más, se los rocé con pericia, pero poco mas, ambas se quitaron el pareo, y el culo de Liz le robó protagonismo a Iziar, al moverse temblaba como la gelatina pero se mantenía en su sitio, y no se si queriendo pero se metió la braga del biquini por el culo a modo de tanga, algo que ya no era habitual, aun así mi hermana me llamó para que me sentara en la hierba y la diera crema a ella también, su concepto de hermano pequeño era la de un sirviente, y le daba igual que fuera mi casa.

Me tumbé boca abajo para disimular una posible erección, ladeándomela del todo, mi hermana me dio algo de crema, pero apenas dos pasadas de mano en los hombros, al pasar las 2 horas nos metimos todos en el agua, jugamos con una pelota hinchada, yo era el peor de todos, tenia la vista clavada en otros 2 globos hinchados, los de Izar que al saltar se tenia que colocar el biquini de nuevo, nadamos y bromeamos, las di un buen repaso jugando a las ahogadillas, a mi hermana en el tanteador, a las otras 2 en el tanteador y un repaso a sus cuerpos también, me estaba poniendo tonto al rozar la polla con el culo de Liz, pero la confianza era demasiada, en cambio Iziar estaba roja, se diría que de las continuas ahogadillas al ser la mas frágil, moverla me resultaba tan fácil como una pluma, era tan menuda que olvidaba sus enormes tetas, pero bajo el agua se las agarraba con firmeza, y como no decía nada lo seguía haciendo, a estas alturas ya planeaba como follárme a alguna de las 2, si es que no iba a por las 2, no eran ninguna maravilla dignas de revista, pero eran lo que tenia a mano, me daban mucho morbo, y mi hermana estaba descartada, y hasta agradecí que se quedara en el piso de abajo, allí no se oiría los ruidos de sexo de la planta de arriba, me reía a carcajadas mientras me dejaba ahogar algunas veces, bajo el agua veía el culo de Liz y las tetas de Iziar, mis 2 objetivos, ¿o eran 3?, si, tenia cierta ventaja, ¿pero como hacerlo? Planeaba hasta que la falta de oxigeno me obligaba a subir, y atacar a alguna de mis 3 sirenas por la ofensa, una de las veces fui a por Liz, la saqué del agua por completo con la fuerza de los brazos y la hundí de golpeteando mi polla en su culo, que para entonces ya marcaba cierta dureza, la sintió, vaya que si la sintió, su cuerpo quedó petrificado, la estaba rozando con el tronco todo su coño, lo sentía palpitar, cuando salimos al agua seguíamos igual, ella quieta si que yo la sujetara o presionara contra mi, y con mi rabo frotándola por detrás, la jugada sin bañadores hubiera acabado conmigo penetrándola, los 2 los sabíamos, los 2 callamos, y ambos disfrutamos de aquello, ya era mía, lo sabia, si no era yo seria ella quien vendría a mi, se giró por sorpresa y me agarró la polla y los huevos apretando con fuerza hasta que me dobló del dolor.

-LIZ: aquí la pirata sabe manejarse ante un buen mástil- me susurró al soltarme y salir corriendo.

Por raro que parezca no era la 1º vez que hacia algo así, cuando me pasaba de la raya con ella de crío me daba patadas o puñetazos en las pelotas, pero esta vez fue diferente, no golpeó, si no que sujetó, palpó y notó mi verga medio empalmada. Mi hermana y ella se salieron del agua, se iban duchar para salir de fiesta, Iziar se quedó en el agua conmigo, seguía roja como el principio y según me acercaba me apartaba la mirada, la tenia asustada, igual que Liz ya había sentido mi rabo rozándose y mis manos en sus senos, pero no había dicho nada.

-YO: que tal por aquí, ¿seguimos jugando tu y yo?

-IZIAR: no, no, jajajaja ¿yo sola?, me ganarais muy fácil. -Me puse en pie en esa zona algo menos profunda, me erguí como Poseídón saliendo de las aguas, a escasos centímetros de su cara, ella estaba de pie y el agua le llegaba al cuello, al estirarme apenas me llegaba al ombligo, se le escapó un suspiro al ver mi torso, girando la cabeza pero no la mirada.

-YO: venga podríamos divertirnos.- su risa de cerdito se deslizaba por sus labios.

-IZIAR: jajaja que bobo, ya podrás con una chica tan pequeña como yo.

-YO: no serás alta, pero de pequeña nada.- la levanté la vista con los dedos, me miró anonadada mordiéndose el labio, una mano casi me roza el pecho.

-IZIAR: que tonto, soy enana.- la cogí de los costados, la saqué del agua con fuerza y las senté en el borde de las piscina de un movimiento veloz, del golpe sus tetas rebotaron no menos de 4 segundos y se quedó abierta de piernas, lugar donde me coloqué.

-YO: enana pero con las tetas mas grandes y apetecibles que he visto nunca.- grandes si, pero las de Ana, Eleonor o Lara estaban mejor colocadas, se sonrojó, que era mi propósito, sin poder cerrar las piernas por mi presencia, acariciándola la cintura con las manos.

-IZIAR: jijiji para, que me vas a poner colorada, además ya te has deleitado bastante con las ahogadillas, que me he dado cuenta como las sobabas.- joder, ni que fuerza un secreto de estado, que chica tan inocente.

-YO: lo siento, no he podido resistirme, espero que mi hermana no…….- sonrío de nuevo roncando.

-IZIAR: tranquilo, no tiene importancia no hace falta que se entere.- sonreí al saber que estaba tan entregada como para ocultárselo a mi hermana, me alcé hasta casi pegarme a ella, se echó atrás para ganar terreno y apoyó las manos a su espalda, pero eso solo me dejó sus tetas aun mejor puestas.

-YO: con estas dos no te faltarán pretendientes.

-IZIAR: pues no, la verdad, aunque ahora estoy sola.- jajaja me reía a carcajadas, ella estaba tan en celo como yo, me estaba ofreciendo su cuerpo en bandeja de plata.

-YO: no te creo, con ese par de………ojazos – casi la beso – y este par de melones – le agarré una teta con descaro – los tienes que tener a tus pies a cientos, hasta yo estoy cachondo.- casi le revienta la cabeza del calor que sentía.

-IZIAR: jajaja, para, nos puede ver tu hermana.

-YO: así que no te molesta que te este cogiendo una teta ¿si no que te vean?- tosió entre risas, casi se ahoga, se vio pillada.

-IZIAR: pues no, pero si tu hermana se entera me tira por la terraza.- sus manos me apartaron de su pecho.

-YO: pues que no se entere.- me lancé a besarla, su corto cuerpo no la dio para evitarlo y nos fundimos en un beso rápido y fugaz.

Estaba a punto de meterla la lengua cuando al agacharme a coger impulso mi hermana me gritó desde el balcón de habitación, ya había terminado y tenia la ducha libre, no pareció percatarse de lo que ocurría por que justo en ese momento estabamos algo separados, al meterse en la habitación Iziar reía entrecortada, me salí del agua pesando por encima de ella, arrasándola, dejándola mi polla marcada y dura en su cara, la cogí de las manos y tiré hasta ponerla en pie pegada a mi sintiendo mi polla entre sus tetas.

-YO: una pena, ya lo acabaremos más tarde.- asintió entre risas, tardando un mundo en separarse de mi.

Al verla caminar podía oler su coño mojado, olía a hembra sexualmente dispuesta, era un polvo seguro, me fui a darme una ducha fría, iba a salir con ellas, mi madre me había obligado “tienes que cuidar de ellas”, me ponía de los nervios que durante toda mi vida mis padres me tuvieran por una especie de guardaespaldas de mi hermana, de mi hermana mayor para más cachondeo, ”pero como ella era mujer”, muchas veces tuve que ir a recogerla al metro o a su trabajo cuando salía tarde, y cuando había noticias de violadores no salía de casa sin mi, yo me quejaba de que igual que a ella le podía pasar algo, a mi también, “pero tu eres un hombre”, era la respuesta, así que me tenia que joder y acompañarlas de fiesta, bueno, eso era hasta esa tarde en la piscina, ahora estaba encantado, sobretodo por un conocimiento de tu familia que solo da el tiempo, mi hermana apenas aguantaba el alcohol, se pedía un par de copas, ni siquiera bien cargadas de bebidas fuertes, si no cócteles afrutados con sombrillas, y ya se mareaba, en cuanto cogía la cama se quedaba roca durante horas. Cenamos y se arreglaron para salir, yo lo de siempre, vaqueros ajustados sin slips y camiseta, la chaqueta me daba calor así que solía dejarla hasta que llegara el frío de verdad. Mi hermana y Liz como siempre, algo más pintadas, pero poco más, Iziar fue la que salió con un escote grotescamente llamativo, y una minifalda azul cielo, a ella la minifalda llegaba por las rodillas, sin ofender, parecía un puta de 20€ recién salida de una esquina, con botas de cuero altas y pintada como una puerta, no se le notaban las pecas siquiera.

Fuimos a un par de sitios que a mi hermana le gustaban y las invité a todas a unas copas, como pretendía mi hermana a la 2º ya estaba achispada, Iziar aguantaba mejor pero no bailaba mucho, bastante hacia con apartarse moscones de sus tetas, como solía pasar la morena de piel era la mas atrevida bailando conmigo, y esa vez Liz no fue diferente, incluso sus gestos eran más eróticos que cualquier otra vez, no le llegaba a la suela a Yasira, obviamente, pero no dejaba de pasarme su culo por la pelvis, hasta el punto de desear tomarlo allí mismo, al par de horas ya la tenia dura, y ella lo sabia y lo disfrutaba, Iziar trataba de despertar a mi hermana, pero estaba cansada y sentada en una esquina, Liz al verla resopló y se fue a ayudarla, yo me fui a por Iziar, la tuve que arrastrar a la pista de baile y casi obligarla a moverse, alguna copa más la ayudó a dejar de ponerse roja y contonearse un poco, cuando más estaba disfrutando de su tetas frotándose contra mi verga Liz apareció, me hermana pedía que nos fuéramos a casa, así que no quedaba otra pese a ser solo las 2 y media de la madrugada, la tuve que llevar agarrada del brazo al coche y luego subirla a casa, en la habitación las dejé desvestirla y ponerla el pijama dejándola acostada y si no los estaba ya, se quedó frita profundamente, al verlo sonreía, no estaba bien hacerle eso a mi hermana, pero era un carbón en busca de sexo, mi actitud era que todo valía. Liz se fue a su cuarto y nos quedamos Iziar y yo solos tonteando en un sofá, sus ojos eran de cansancio pero se obligaba a seguir por mi, le acariciaba una pierna mientras la regalaba los oídos, y cuando pensé en dar el ataque final se durmió mientras la hablaba, fue frustrante, la desperté sacudiéndola la cara, pero se volvió a dormir incluso cuando la estaba agarrando de las tetas, la cogí en brazos y la subí a su cama, la desvestí yo mismo viendo sus tetas enormes sin nada, y la dejé el tanga que llevaba y una camiseta mía que llegaba por las rodillas, joder, me la había puesto dura y ahora me iría a la cama sin follar, la única opción era Liz pero no sabia si ya dormía y no se me ocurría nada ingenioso para abordarla de golpe, tenia toda la sangre lejos de la cabeza, así que me fui a mi cuarto y me puse el ordenador un viendo de Ana, Eleonor y yo follando de los que guardé, ¿para que usar porno y no recuerdos reales?

No me di cuenta, la costumbre de vivir y dormir solo o como queráis llamarlo, pero me estaba pajeando con la luz encendida, la puerta abierta y el ordenador a todo volumen, era agotador hacerme una paja, se diría que hasta había perdido destreza, tardaba un mundo sin sentir el calor de una hembra siendo penetrada, así que llevaba mas de 10 minutos cascándomela, un reflejo de la pantalla del PC se movió, presté más atención a una zona oscura y el rebote de la luz me dejó ver a Liz mirándome escondida tras el marco de la puerta, a mis espaldas un poco de lado, lo justos para que pudiera ver mi polla erecta siendo masacrada, disimulé continuando, la situación era delicada, pero lejos de avergonzarme pensé en sacar provecho.

-YO: joder, así no hay manera, si no me tiro a una me puedo hacer viejo con esto.- hablé alto pero para mi, pero lo escuchaba ella, cogí el móvil y amagué que llamaba, mientras me la seguía cascando mirando la pantalla, pero miraba a Liz, no a lo que ocurría en ella – si, hola princesa, ¿como te va?……..si, es tarde, pero me preguntaba si podrías pasarte……venga no seas tonta, así nos divertimos…….pues vente y………que te jodan, no me vuelvas a llamar.- simulé llamar a otra.- y el mismo discurso sutilmente cambiado, así varias hasta que me levante enfadado, siempre de espaldas, Liz no se había movido del sitio.

Con gesto felino me deslicé en ángulo muerto, me puse el bañador con la polla tiesa marcándose de forma exagerada y salí por la puerta en apenas unos segundos, Liz estaba en mitad del pasillo fingiendo estar despistada, con la respiración agitada de tener que dar un salto para alejarse de la puerta en el ultimo segundo.

-YO: ah, hola Liz, ¿que tal?

-LIZ: bien, bien………aquí estirando las piernas…. ¿y……..y tu?

-YO: pues algo cabreado, no consigo……..- no podía ser tan directo- ……dormir.

-LIZ: jaja ya veo- me señaló el paquete fingiendo apartar la vista, yo no moví un músculo.

-YO: ya bueno, ese es el problema, me he puesto contento y no tengo con quien compartir la cama.

-LIZ: una pena…….- jugaba con los dedos descalzos en el suelo esperando una respuesta de mi parte, llevaba un camisón de seda blanco, escotado que le llegaba a los muslos, se le adivinaban los pezones tras la tela, sin sujetador.

-YO: pues si, sois crueles.

-LIZ: ¿las mujeres?

-YO: no, vosotras, Iziar y tú, lleváis todo el día danzando por aquí en bañador y uno no es de piedra.- me miró al paquete.

-LIZ: parte si.- sonrió con picardía.- pero no es culpa neutra, si no tuya, que tienes la cabeza muy sucia.

-YO: o tú el culo muy bonito- caminé hacia ella – así que esto es culpa tuya jajajaja

-LIZ: gracias.- al llegar a ella la pillé desprevenida, de lado le agarré de una nalga con una mano levantando la parte baja de delante de su camisón con mi erección, y me soltó un bofetón, pero no me apartó la mano ni se alejó de mi.

-YO: puede pegarme cuanto quieras, no quitare la mano de ahí.

-LIZ: ¿estas loco? – me volvió a abofetear – suéltame, tu hermana esta abajo.

-YO: dormida como un oso en invierno, ya la conoces cuando bebe, hasta mañana a la hora de comer no se levantará.- la otra mano fue a su otra nalga, cara a cara, y pegué mi polla a su vientre levantándola el camisón por el ombligo con mi rabo.

-LIZ: suéltame Raúl, por favor- golpeaba mi pecho con los puños sin mucho esmero, lo leía en sus ojos, era un no que quería decir si.

-YO: ¿a la pirata ahora le da miedo el mástil?

-LIZ: eso era una broma, por favor, déjame, esto no esta bien.

-YO: bien que te gustaba sentir mi rabo entre tus piernas esta tarde en la piscina, te recuerdo que seguías con ella en tus muslos después de que te soltara, o como te frotabas en la pista de baile, y ahí n o te tenia sujeta, ¿ahora te pones puritana?- apartó al vista avergonzada ante esas verdades.

-LIZ: Raúl, te lo pido como amiga tuya, suéltame.- la estaba masajeando culo haciendo que su cuerpo se elevara sobre mi y contra mi miembro.

-YO: esta bien, te soltare si me prometes algo.- me miró sin fiarse, y bien que hacia.

-LIZ: ¿el que?- sonreí.

-YO: no te lo diré si no aceptas- me golpeó el pecho sin fuerza.

-LIZ: carbón, eso no lo haré, suéltame o……o……..- la apreté tanto el culo que se puso de puntillas.

-YO: ¿o que? ¿llamarás a mi hermana? – alcé la voz – hermana, aquí Liz te quiere decir algo – me tapó la boca con las manos.

-LIZ: ¿que haces?

-YO: esta tan borracha que no se despertará, igual que Iziar, créeme, ya lo he intentado, pero si por algún milagro consigues despertarla ¿que las vas a decir?, ¿que su hermano pequeño te esta metiendo mano?, ¿o que me has pillado pajeándome y te has quedado mirando? – abrió los ojos como platos.

-LIZ: yo….no…lo siento……….solo……..- le apreté de nuevo el culo levantándola del suelo unos segundos.

-YO: me dan igual tus balbuceos, y que miraras no me ofende en absoluto, guarda tus falsas disculpas, te has quedado mirando por el mismo motivo que has “zorreando” conmigo todo el día – agaché la cabeza hasta su oído – por que quieres que te folle, lo deseas tanto como yo o ya hubieras salido corriendo, solo te estoy agarrando el culo, no impido que te vayas.

-LIZ: no…….eso no es así………te conozco de hace mucho……….tus padres…..

-YO: eres una mujer y yo un hombre, estas cosas pasan, me la pones dura y se que tu coño rezuma ahora mismo, ¿o me equivoco? – sin soltarla una nalga metí mi imano por debajo del camisón en su coño – ¿que me dices?, si esta seco te suelto y te vas, pero si esta húmedo duermes conmigo.- fue una jugada maestra, si estaba mojado me daba la razón y si no lo estaba al sentir mis dedos se mojaría, o eso deseaba.

-LIZ: ¿solo dormir?- sonreí, había picado.

-YO: vamos, que estas chorreando – apreté su coño por encima de las bragas sentido su humedad claramente.

-LIZ: esta bien……..pero solo dormir.- me señaló con el dedo.

-YO: solo dormir no, ¿te crees que soy tonto?, esta polla no se calma con dormir a tu lado, quizá unas caricias……..- asintió vencida.

-LIZ: unas caricias hasta que se te baje, pero nada de sexo, no tengo condones.- jajajaja dios, que fácil, si ese era su impedimento solamente, yo podría tener preservativos y anular su argumento, pero no me hacían falta.

-YO: te cuento un secreto y así estamos a la par, yo se que te pongo cachonda – giró los ojos aceptando ese hecho – pues que sepas que tengo la vasectomía hecha, podría correrme dentro de ti cuanto quisiera y no te dejaría preñada.

-LIZ: imposible, tu hermana me lo habría dicho.

-YO: no lo sabe ni mi madre, ¿como lo va a saber ella? – conocía a mi madre y sabia de sus dones adivinatorios.

-LIZ: eso no cambia nada, no follaré contigo – el masaje en sus nalgas era mas sensual y su cuerpo se contoneaba, estaba cediendo.

-YO: como quieras, pero algo tendrás que hacer, yo no puedo estar así por tu culpa.- negociábamos desde hacia rato, ahora era el momento clave, si la convencía de una paja podría avanzar desde allí.

-LIZ: puf……..no se………… ¿y si te la chupo? – tosí con risas, esa mujer no sabia negociar, pero yo si.

-YO: puede que se me pase, aunque no te aseguro nada.- mis manos bajaron hasta levantarla el camisón y ahora le agarraba del culo piel con piel, salvo por unas bragas bastante grandes, negras y de seda.- vamos a mi cuarto.

Entramos y cerré la puerta, se quedó mirando el vídeo del PC que aun seguía, con mi rabo en 1º plano entrando y saliendo del coño de Eleonor, quité el vídeo y puse a grabar mi cámara escondida sin que se diera cuenta. Ella se estremeció al sentirme pegado a su espalda.

-YO: que sepas que duermo desnudo, tú también deberías, hace mucho calor para este camisón.

-LIZ: no puedo…………. no, no llevo sostén.- le acariciaba los muslos.

-YO: como si fuera la 1 º vez que te veo las tetas – sujeté del camisón y fui tirando de él hacia arriba, sus brazos hicieron algo de fuerza pero al tirar salió, y se dio la vuelta tapándose con las manos las tetas.

-LIZ: ¿y ahora que? – según terminó de hablar me bajé el bañador de golpe con mi polla saltando ante sus ojos, dura y apuntando al techo, instintivamente su cara de asombro fue acompañada por una mano que se tapo la boca, me lancé sobre ella agarrándola la teta libre y chupándole el pezón, oscuro y diminuto.

-YO: tus tetas saben genial.

-LIZ: gracias….digo, espera, eso no estaba en el acuerdo.

-YO: las caricias si.

-LIZ: caricias, no que me comas los pechos.

-YO: ¿y que es si no una caricia con mi lengua y mis labios?- su jadeo la cortó la respuesta, se soltó el otro pecho para agarrarme la cabeza y me aferré sus dos tetas con las manos mientras de rodillas lamía y succionaba sus pezones diminutos pero erectos.

-LIZ: por favor, no me hagas esto….- mordisqueaba un pezón cuando suspiró de gusto.

-YO: he dicho dormir desnudos, podría quitarte las bragas ahora mismo.- mentira eso no formaba parte de ningún trato, solo fue una sugerencia, pero coló.

-LIZ: no, no, vamos a la cama, pero déjame las bragas puestas, por favor- ¿acaso tenia poder para quitárselas o dejárselas puestas? Ahora parecía que si.

Se tumbó de espaldas a la cama y caí suavemente sobre ella sin dejar de comerme sus senos, amasándolos con las manos, se abrió de piernas para dejarme paso, sus respiraciones acompasaban mis movimientos, era delicioso verla cerrar los ojos y disfrutar de aquello, después de tantos años, mi polla cabeceaba en su vientre.

-YO: me pasaría el día comiéndotelas pero me la tienes que chupar.

-LIZ: cierto.- me sonrojé ante su increíble amansamiento.

Me tumbé en la cama con las piernas colgando y ella se arrodilló entre ellas, cogió con ambas manos mi tremenda 3º pierna, pajeo unos instantes, casi incrédula, cuando la iba a dar un toque besó mi glande, un par de veces, pajeaba bien, pero solo daba besitos en la punta.

-YO: ¿que haces?

-LIZ: pues comerte la polla, mira al otro……- se mostró ofendida.

-YO: ¿eso es lo que sabes hacer?- su ofensa se convirtió en vergüenza.

-LIZ: bueno…..yo es que…no…no he chupado muchas. – me alcé acariciándola la cara.

-YO: normal, si los haces así ninguno repite…….-me miraba como un cordero-……..anda déjame que te enseñe a comerte una buena polla de verdad.

-LIZ: vale.- sonrió casi agradeciéndolo, era increíble, abuso de esa palabra, pero no me creía que estuviera pasando, no tan fácil.

Le fui dando instrucciones, sus manos jamas debían de parar, sus labios deben rodear el glande, no dejarlo pasar sin rozarlos, tenia que lamer bien cada parte, el tronco era importante, chupar los huevos era excitante……….me reía por que cada cosa era mas atrevida y ella lo hacia sin pestañear, aprendiendo y memorizando, luego ayudándola por la nuca se fue metiendo mi rabo chupando y lamiendo cada parte hasta que metí media polla dentro, cuando vi su 1º arcada retrocedí un poco y la dejé así un minutos, casi se ahoga, al salir un río de babas llenaba todo, la indiqué como lamer y dejarlo seco, para seguir repitiéndolo una y otra vez hasta que la técnica parecía depura y me estaba matando, cuando me fui a correr la avisé, separó la cara y aumento el ritmo de las manos.

-YO: no, así no, tienes que hacerlo con la boca.

-LIZ: ya, y si te corres dentro……… ¿que? – más que una reprimenda, sonó a curiosidad, tenia parte de ambas.

-YO: así es como se hace, tu sigue – para mi sorpresa, con cara de disgusto, si, pero lo hizo – así muy bien, dios, aumenta el ritmo, sigue chupando el glande y no apartes …….dios…no apartes la boca, deja que uffffff……..deja que me corra en tu boca.

Obedeció asqueada, sintió con repugnancia en los ojos como mi semen la iba llenando la boca, la cantidad era enorme, casi 12 horas desde que se fue Eli.

-LIZ: arghhhhhh…………¿y……….y aforha? – mantenía la boca abierta y la cabeza hacia arriba, le cerré la boca con una mano.

-YO: ahora te lo tragas – negó con la cabeza – ¿como vas a chupar bien una polla si te da asco el semen?, tienes que demostrar que eres fuerte. – me miró creyéndome, cerró los ojos y con esfuerzo tragó, 2 y 3 veces, hasta que paladeó con a boca abierta.

-LIZ: ya esta, dios, que asco. – sonreía

-YO: no es tan malo.

-LIZ: ya, si, pero esta caliente, lo noto bajar por mi pecho.

-YO: pues ya esta, ya sabes comer rabo como tiene que ser, no era tan difícil ¿no?

-LIZ: pues no, ayuda practicar con alguien que sabe.- ¡¡¡se estaba repasando del contorno de los labios algunas gotas de mi semen y luego se chupaba los dedos!!! Apenas me podía contener la risa.

-YO: pues para ser la 1º vez no esta nada mal.

-LIZ: no es la 1º vez que……

-YO: si, querida, es la 1º vez que comes una polla como dios manda.- asintió dándome la razón, metiéndose un dedo con restos de semen en la boca y chupándolo.

-LIZ: bien esto ya parece mas clamado- mi polla flácida era clara.- ¿me puedo ir ya? – ¡¡¡me estaba pidiendo permiso!!! Obviamente se lo negué.

-YO: que va, el trato era que dormirías conmigo.

-LIZ: pero ya se te ha pasado.

-YO: esta, puede haber mas durante la noche – puede no, las iba a haber – y te has comprometido a dormir conmigo y calmarme todas las veces que pase.- otra mentira, eso no iba incluido, pero como la otra, no la negó.

-LIZ: esta bien, si te pasa otra vez te la chupo de nuevo- se levantó para ir a por su camisón.

-YO: ¿donde vas?

-LIZ: a ponerme…- me miró comprendiéndome -…….ah ya, desnudos, lo siento.- jajaja ¿En serio? ¿Me estaba pidiendo disculpas?

Gateó sobre la cama hasta tumbarse boca abajo yo me eché a su lado acariciándola la espalda.

-YO: ten cuidado, si vuelves a por el camisón te quito las bragas- sonreí dispuesto a todo, por ver hasta donde llegaba su sumisión.

-LIZ: si, si, tranquilo, no hace falta que me las quites si no quieres – si quería, ¿podía?

-YO: vale, pero solo por que me la has chupado como una campeona.- sonrió entendiéndolo como un halago, mi mano fue a su culo que apreté con fuerza provocándola un suspiro.

-LIZ: dios, no me creo lo que hemos hecho – el que no se lo cree soy yo bonita – eres el hermano pequeño de mi mejor amiga, he crecido contigo, esto no esta bien.- mi mano amasaba su nalga con habilidad.

-YO: ya no soy ese gordo al que animabas, siempre me has tratado con cariño y te lo agradezco.

-LIZ: no es nada, nos hemos divertido mucho pero ahora es diferente, tú eres diferente.

-YO: por fuera, pero por dentro siempre te he deseado – una verdad a medias.- tu culo me ha dado para muchas pajas – apreté de nuevo pero ahora metí mi mano por dentro de las bragas sintiendo el potencial de su trasero piel con piel.

-LIZ: ¿en serio?

-YO: ya lo creo, si hasta me pillaste una vez entrando en mi cuarto, aquel día del padre.

-LIZ: ¿si? – hizo memoria – bueno te vi en la cama tapado.

-YO: pues estaba con el rabo en la mano dándome placer pensando en tu culo.- otra mentira, si, me estaba pajeando, pero con unas fotos de la madre cachonda de un colega que nos dejó.

-LIZ: jajajaja que golfo, y yo sin darme cuenta. – suspiraba disimuladamente, mi mano en su trasero estaba haciendo maravillas.

ÝO: pues ahora puedes remediar tantos años de deseos truncados.

-LIZ: ¿en serio me deseas?

-YO: ¿a cuantas te crees que voy enseñando a comer pollas?- la cuenta iba por 12, Jeni la ultima, pero eso ella no lo sabia.

-LIZ: una pena que ya te hayas corrido – fue un pensamiento que se le escapó.

-YO: tranquila, ya la tengo dura otra vez- se giró viendo que efectivamente mi mano en su culo me la había puesto como una estaca.

-LIZ: ¡¡dios, ¿otra vez?!!

-YO: ya te dije que podía pasar.

-LIZ: normal si no me quitas la mano del culo……- tenia razón.

-YO: pues a chuparla otra vez, – asintió sin replique alguno gateando a mi cintura.- pero esta vez tu sola, demuéstrame lo que has aprendido.

Vaya que si lo hizo, me hizo una mamada de escándalo, más de 20 minutos pajeando sin parar, lamiendo y chupando el glande, besando el tronco con dedicación, lo que ella no sabia es que si era mi 2º corrida y con una mamada, por buena que fuera, no bastaba.

-LIZ: me duele la mandíbula.

-YO: puffff, me esta matando, tu sigue un paco más, a ver si sale……- mentira, no estaba ni cerca.

-LIZ: dios, no puedo más, me duelen los brazos. – se giró sin dejar de masturbarme mirándome a la cara.

-YO: y yo que quieres que haga, es culpa tuya.

-LIZ: ya lo se – ya no me sorprendía que se lo creyera – pero no se que mas hacer.

-YO: hombre, algo se me ocurre pero no te gustará – alzó la vista inocentemente.- quizá si…….no déjalo.

-LIZ: dilo, lo que sea, por favor.

-YO: no se, si te como el coño quizá me cliente más……- el silencio paró hasta su mano.

-LIZ: no…………. me da vergüenza.

-YO: ¿por que?

-LIZ: nadie………nadie me lo ha………..comido.- las carcajadas que solté la enfadaron.- no tiene gracia, vale, no todos vamos por ahí follando.

-YO: vale, perdona, déjame que te enseñe, solo para probar – asintió soltando la polla.- venga arrodíllate y déjame el coño en la cara.

-LIZ: vale pero apaga la luz.- la miré con un enfado inexistente.

-YO: mira que te quito las bragas del todo eh……..- negó nerviosa.

-LIZ: no, no, vale, vale – rápidamente se puso en posición, ¡¡que muslos la virgen!! , me sentía atrapado con ella sentada en mi pecho, la visión desde mi poción era espléndida, la veía todo el coño de las bragas totalmente empapadas, su vientre y sus pechos desde abajo y su cara de intriga.

Abrí un poco las bragas y las separé, el olor que salió me excitó aun más, hembra salida, al 1º beso se estremeció, cuando lamí jadeo y cuando chupé, golpeó la almohada con fuerza, tiré un poco más para tener el coño oscuro a mi alcance, rosado por dentro y con una leve mata de pelo mal cuidada, le separé los labios mayores y la comí el coño con dedicación, sus gemidos aumentaron rápidamente y al sentir mi lengua penetrándola se corrió a los minutos, pero la sujeté con fuerza las piernas y seguí lamiendo hasta llegar a su 2º orgasmo, me bañó, literalmente, la cara, su rostro era el de la sorpresa más placentera.

-YO: casi me ahogas.

-LIZ: lo………lo siento……….no me había pasado nunca…….no así…..

-YO: venga que esto me esta gustando, date la vuelta.

Lo hizo quedando ahora mirando a mi rabo, las seguí comiendo el coño hasta que por propia voluntad se dejó caer para comerme la polla entre gritos leves de lujuria, apenas recordaba nada de cómo chuparla, solo se aferraba a ella como a un clavo ardiendo, sus caderas se movían al compás de mi lengua y cuando la metí los dedos rompió en varios orgasmos seguidos mientras le chupaba el clítoris.

-LIZ: dios………..para por favor…………. para, córrete de una vez y para…….

-YO: lo siento, esto no va así, tienes que lograrlo tú.

-LIZ: pero no puedo mas, me voy a morir si sigues así – de rodillas subía y bajaba las caderas mientras seguía masturbando con una mano, con la cabeza echada hacia ataras disfrutando de mi pericia.

-YO: pues tú dirás, esto hay que acabarlo.

-LIZ: lo se, pero no puedo mas.- pajeaba con fuerza nula.

-YO: pues como no follémos no se me ocurre nada.

-LIZ: no, ya te dije que no, lo que sea, todo menos follar.

-YO: que no es cosa mía Liz, es que no existe nada más.

-LIZ: me da miedo, ¿y si me haces daño?

-YO: ¿eres virgen acaso?

-LIZ: no imbécil, he follado como la que mas pero es que tu polla es enorme.

-YO: me he tiro a mujeres mucho menos corpulentas que tú, se la he metido hasta la base y gozan como perras, prometo hacértelo con cuidado.

-LIZ: vale.- asintió pasados unos segundo en que mis dedos no la daban opción, al sentir como los volvía a meter – pero deja que apague la luz – y dale con la burra al trigo, ¿que más le daba?, pues le iba acostar caro.

-YO: mira, estoy candado de tus tonterías, si tienes el valor de llegar hasta aquí déjate de chiquilladas, ya eres una mujer, no una cría.

-LIZ: esta bien………. yo…….yo no…………- la azoté el trasero.

-YO: ahora quítate las bragas.- se giró negando con la cabeza.

-LIZ: no, por favor.

-YO: no me enfades que va a ser peor, sabes que te lo mereces, te lo he advertido.

-LIZ: lo se, pero por favor……………

-YO: ¿Como quieres que te folle con las bragas puestas? ¿O es que no quieres? – mi lengua regresó a su clítoris haciéndola temblar.

-LIZ: si, si quiero que me folles, pero es que me da cosa………- suplicaba con la mirada mientras decía que quería que me la follara.

-YO: no lo repetiré, o te las quitas tú o te las quito yo.- asintió, de nuevo, rendida.

Se sentó bajándose las bragas de la cintura y luego se dejó caer hacia atrás estirando las piernas sacándose las bragas por los tobillos que estaban en alto, al hacerlo, por inercia, se abrió de piernas y me metí entre ellas fugazmente, lamiéndola las tetas, y con mi mano en su coño acariciándola con varios dedos, me rodeó con los brazos y me levantó la cabeza para besarme, era al 1º vez y pareció la 1000, nuestras lenguas formaron 1 sola y abría tanto la boca que podría meter un puño cerrado dentro.

-YO: vamos a ver si es verdad que has follado tanto.- se aferró a mis hombros respirando profundamente.

La penetré de una sola estocada y le entró entera, solté un bufido animal de aprobación, de león en la batalla, ella arqueó la espalda y levantó el pecho hasta que la gravedad los hicieron caer hacia su cara, retrocedí y volví a penetrarla varias veces de igual forma, no me sorprendía que le entrara toda y tan fácil, tenia unas caderas enromes, aunque sentía fuerte presión la cadencia iba aumentando y sus respiraciones agitadas la devolvieron al planeta, recuperó una posición normal en la espalda mientras las tetas botaban y rebotaban de mis embestidas, me acariciaba el pecho con una mano mientras se tapaba la cara con la otra, cerrando el puño y mordiéndolo acallando sus gritos. Bombeé incesantemente para provocarla varios orgasmos, en el ultimo aceleré lo justo para estar a punto de llamar a la bestia y me corrí dentro de ella, sudando y victorioso, ella aun movía sus caderas de la inercia.

-YO: pues si que eres una buena pieza.

-LIZ: madre mía……….que polla………que forma de follar………me has partido en dos………- me agarró de la cabeza besándome con su lengua casi en mi campanilla.

-YO: eres una buena mujer.- y tu culo seria mío antes de una hora, seas virgen o no por allí.

-LIZ: dios, eres increíble……….. normal que tengas a todas detrás – la saqué de ella y me tumbé boca arriba en la cama con ella aun sintiendo tirones pélvicos.

-YO: pues solo van 2.- y la bestia aun no ha aparecido, mascullé.

-LIZ: ¿como que 2?- se limpiaba el sudor de la frente.

-YO: si, con algunas hago 3 o hasta 5 – su cara de horror fue graciosa.

-LIZ: ¡¡pero eso es imposible!!

-YO: dame unos minutos y lo veras – gateó con rapidez para besarme con pausa y tumbándose a mi lado.

-LIZ: no, no, por favor, no más, no podría con otro, menos con 5.- vi la oportunidad.

-YO: pues va a pasar, al menos otra más, y eso como poco.

-LIZ: no, por dios, páralo, haz lo que sea.

-YO: no puedo hacer nada, es pensar en tu delicioso coño y mira – ante sus horrorizados ojos veía como mi rabo cogía forma, de forma instintiva lo agarró queriendo parar su avance, pero lo que hizo fue aumentarlo.

-LIZ: no, no me hagas esto, me duele todo.

-YO. Que espada eres, que esto es culpa tuya.

-LIZ: si, lo se, pero no puedo mas, ¿que hago?

-YO: no se, aveces si es muy seguido me corro antes de que se ponga dura – de cabeza se fue a chupármela con fiereza, mientras mis dedos buscaban su entrepierna, llegó tarde.

-LIZ: nada, esto ya esta duro.

-YO: pues ya solo queda follar de nuevo.- su cara era de pánico era sexy, y sus ojos brillaban de pasión, la dejé caer boca abajo y la llamé con una palmada

Acudió gateando sin voluntad, paso una pierna por encima mía y se penetró el coño con temblores, según la sentí dentro la levanté con la cadera y con los pies plantados solté mi ira, todo lo que Raúl daba, de la impresión casi sale volando, pero la tenia sujeta de las caderas y me la estaba follando a base de bien, su cara era entre dolor y placer, desesperación y esperanza, hacia fuerza al caer para ser ensartada del todo y gemía sin parar. Desatado la daba azotes en el culo, cuando más ritmo llevaba ella gritaba de pasión, le daba igual todo, por fin un hombre de verdad la estaba haciendo correrse sin parar, la estaban haciendo el amor como toda mujer desea ser tomada, a los 20 minutos estaba rendida sobre mi pecho jadeando sin control, seguía siendo perforada sin compasión, y no mostró ningún gesto negativo al acariciar y meter un dedo por su ano, así que me levanté y la puse a 4 patas, ensartándola de golpe en su coño haciéndola salir de su ensoñación, aferrándose a 20 uñas a las sabanas mientras hacia fuerza contra mis embestidas, trabajándola el ano con 2 y 3 dedos, cuando se corrió de nuevo la saque de su coño, lamí su ano babeándolo bien, y apunté a su culo.

-LIZ: no……- me pareció escuchar antes de meter lentamente toda mi verga en su ano.

La sensación era de presión absoluta, de tornillos de submarino cediendo, un grito ahogado salió de su boca, hizo un nudo con una sabana y la mordió, amordazando los gemidos que la provocaba que estuviera sacándola y metiéndola lentamente en su culo, al poco tiempo me la estaba follando a conciencia, y ella desataba se erigió pegando su espalda a mi pecho, la sujeté de las tetas manoseándolas mientras su culo retumbaba ante los golpes de mi vientre, giró la cabeza mirándome, pidiendo compasión y a la vez que continuara, fue cuando me sentí más poderoso, me estaba pidiendo que la abriera aun más el culo con mi verga, la chica que hacia una hora larga me abofeteaba por agarrarla el culo.

La empujé para dejarla a 4 aptas y saqué a la bestia, eso la destrozó, sentía arrancarle la vida con cada penetración, y llegaron sus orgasmos anales, seguro que eran los primeros por como gritó, y como los disfrutó, yo ya algo agotado, daba azotes para marcar el ritmo y a los 10 minutos llené su culo de leche, dejándola dentro dar cabezazos para que sintiera como la manchaba. La cogí de las tetas para levantarla una vez más, estaba medio ida justo como la quería, tiré de ella hasta que quedó tumbada encima de mi, de espaldas, conmigo tumbado en la cama boca arriba, agarrado a su teta en una mano y a su coño en la otra, frotando levemente, cogí mi semen y sus fluidos mezclados con sudor, y los llevé a su boca, los lamió y chupó con gusto.

-LIZ: por favor, ya……..- la desesperación mas absoluta la atenazaba, cogí más mezcla, de hecho más de su ano goteante, y se lo fui dando como a una cría de teta, se lo comió todo.

-YO: eres una buena pieza, te quiero en mi cama cuando me de la gana, ¿esta claro?- asintió lamiendo con lascivia.

-LIZ: si, cuando quieras, pero por hoy ya, por favor.- la acariciaba el clítoris con esmero, y sentía su escozor.

-YO: ¿entiendes que no serás la única?, que me follo a quien quiera, como a ti, que es solo sexo – asintió cogiéndome la mano y lamiendo mis dedos. – y jura que no saldrá de aquí.

-LZI: si – ladeó la cabeza buscando mis labios.- lo juro no se lo diré a nadie.- la metí un dedo en el coño y la provocó un escalofrío.

-YO: ni a mi hermana, como se lo digas me enteraré, ya sabes como se pone, te traeré aquí, y no parare por mucho que me supliques, ¿me entiendes?- asintió asustada.

-LIZ: a nadie, tu hermana menos, pero por favor saca tu dedo de mi coño.- metí 3, una anguila se moviera menos, pero la sujeté con fuerza.

-YO: tú no das órdenes, aquí mando yo, si quieres algo te lo tienes que ganar con sexo, y yo decidiré si es suficiente o no.

-LIZ: de……..de acuerdo.- me gustaba esto, había olvidado lo que era tener a una esclava sexual, desde Lara no tenia a ninguna.

-YO: bien, por tu torpeza de hoy, que te he tenido que enseñar todo, vas a ir sin bragas siempre que este aquí, en falda o minifalda, sin nada mas, y sin bragas ni tanga, con la s tetas al aire, aféitate esa mata un poco, y siempre que te llame vendrás a mi casa, ¿como lo harás?

-LIZ: en falda y sin nada debajo, ni nada más.

-YO: bien, eso te recordara que puedo follarte donde y cuando me de la gana, ¿verdad?

-LIZ: si, pero…….- metí mis 5 dedos en su coño y cerré el puño, casi le entraba – …….dios……..si….¡¡¡SI!!!…….donde y cuando quieras.

-YO: cuidare de ti, eso hacen los buenos señores con las damas que se lo merecen, ¿me crees?- asintió angustiada, pero estaba grabando todo aquello a fuego en su mente.

-LIZ: si te creo….mi amo.- la solté un bofetón en la teta.

-YO: no soy tu amo, soy quien te folla, y mientras tu quieras seguirá siendo así, pero bajo mis condiciones.- asintió con miedo ha hablar.- por que quieres que te folle ¿verdad? – asintió otra vez al sentir como sacaba unos dedos de su interior.- ¿desde cuando? Y no me mientas….

-LIZ: desde…..desde que saliese de instituto, y te vi en la piscina con la polla marcada en el bañador, desde ese día quiero que me folles.

-YO: ¿has venido este fin de semana a que te folle?

-LIZ: no…..bueno…….no pensaba que con tu hermana pasaría….pero lo deseaba.

-YO: pues que te quede claro, bajo este techo mando yo, no mi hermana, aunque se lo haga pensar, tu eres mía ahora, vendrás cuando te llame, te montaré cuanto quiera te dejaré días en la cama sin salir, siendo follada por mi o por quien me de la gana, y tu no dirás nada a nadie, lo disfrutaras como has disfrutado conmigo, ya me aseguraré yo de eso, y cuando estés en esta casa, ¿que harás?

-LIZ: vender con falda, sin nada debajo, para que me folles en cualquier momento, me arreglaré el bello del coño, seré tuya.

-YO: muy bien, así me gusta – saqué mis dedos pringados de su coño y ella relajó el cuerpo, su boca lamió encantada hasta dejaremos limpios – muy buena chica, por ahora ponte las bragas mientras este mi hermana, pero por ser tan descuidada mañana te vas a poner en top less a tomar el sol, y en tanga, quiero ver tu cuerpo desnudo durante todo el tiempo posible, invéntate lo que sea, pero hazlo, y si puedes convence a Iziar para que haga lo mismo

-LIZ: lo haré, pero con Iziar no puedo asegurar nada.

-YO: lo se, pero haz lo que puedas el resto lo haré yo, que sepas que mañana me voy a follar a Iziar, y necesito que entretengas a mi hermana en la terraza con la puerta cerrada, así no nos oirá.

-LIZ: no habrá problemas.

-YO: bien, vamos a dormir, te has ganado un descanso, pero en cuanto te despiertes veras mi polla tiesa, me gusta despertarme con una mamada, hazlo, pero si no me corro no se me baja, así que sabré si no lo has hecho al despertarme, y si me despiertas haciéndola retomaré justo donde lo hemos dejado.- asintió agradecida y haciendo un esfuerzo por recordar mis palabras.

Se recostó sobre mi pecho con mi brazo rodeando su cuerpo y me dormí boca arriba con sus tetas pegadas a mi costado, acariciando su espalda, degustado mi nueva pieza de caza, tenia un morbo terrible al ser la amiga de toda la vida de mi hermana, de conocerla desde que tenia 8 años, y ahora era una marioneta en mis manos, fui muy brusco con ella, pero lo tenia que ser, la tenia que tener completamente a mi merced, 1 sola palabra a mi hermana y me cortaría la cabeza, esa idea me estaba pasando por la cabeza en sueños, quizá se le pasara el calentón y hablara, pero se disipó al despertarme, no me moví, pero sentía como me la estaba chupando, abrí un ojo para observar a 4 patas sobre mis piernas mamándomela tal y como la había enseñado, me contuve, tenia unas ganas locas de follarla otra vez, me había encantado la sensación, pero la dejé deleitarse y cumplir, al correrme se llenó la boca y se lo tragó sin decir nada, allí ya me ”desperté”, la cogí de la nuca y la tumbé encima mía, besándola con fuerza, mostrando mi entereza y que lo de anoche no era pasajero.

-YO: muy bien, eres una mujer obediente – le amasaba el culo con una mano.

-LIZ: ¿que hago ahora?

-YO: vete a tu cuarto antes de que alguna se despierte, y finge que esto no ha pasado, pero recuerda todo, eres mía, y tienes tus órdenes – le metí un dedo por el culo haciéndola gemir entre la depravación y el placer.- ¿las recuerdas o te las tengo que volver a enseñar?

-LIZ: no, lo recuerdo todo, por favor déjame ir.- tiré de su pelo echándola la cabeza hacia atrás y comiéndome una de sus tetas.

-YO: te los has ganado, con sexo como debe de ser, así que vete.- azoté su culo tan fuerte que al irse mi mano se intuía en su trasero.

Salió avergonzada pero mirándome con deseo, le había encantando tanto o más que a mi, se puso el camisón peor la quité las bragas y me las quedé de recuerdo, ya tenia 2, las puse junto al tanga de Yasira, me fui a trabajar con una gran sonrisa. Mi jefa seguía tentándome, se quedó en el almacén conmigo ayudándome a colocar cosas aunque no era necesario, acabamos tan rápido que me pasé más de hora y media ayudándola a hacer inventario, sujetando la escalera, y a ella, le metí mano tan descaradamente en el culo cada vez que subía que no podía ser obviado por ella, el pantalón verde fino le marcaba un trasero duro y bonito, pero era la camiseta marrón semi transparente la que me gustaba, marcando por debajo un sujetador fucsia, la sobé un poco sin pasarme y la debí de dejar con un calentón de narices cuando bajaba la escalera y no aparte mis 2 manos de la escalera, pegando su culo a mi polla, fingía seguir contando mientras me frotaba contra ella, sonriendo un poco y acalorándose, pero mi turno terminó sin incidentes, al llegara a casa me eché un par de horas, todas seguían durmiendo, hasta Liz en su cuarto, la vi solo con el camisón y el culo en pompa sin bragas, estuve por ir a follármela, pero era tarde, y ya se oía a Iziar en la otra habitación. Después de dormir me di una ducha y bajé a comer algo, saludé a mi hermana en la terraza, Izar estaba con ella habían salido a tomar el sol cuando terminaron de comer, y Liz en la cocina, me pegué a su culo metiéndola mano por debajo del camisón, se había puesto unas bragas pero metí mi mano por dentro de ellas, ella solo suspiraba y miraba a la puerta de la cocina no se si deseaba que entrara alguien o no para detenerme.

-YO: no olvides tu parte o lo pagaras……..- asintió aturdida.

Al salir a la terraza con el bañador mi hermana me miró con resaca, 2 copas, ni siquiera se terminó la 2º y aun le duraba el dolor de cabeza, me di chapuzón rápido y me quedé tumbado en la hamaca, desde mi posición me comía las enormes peras de Iziar, apenas tapadas por el biquini, es que no daba mas de si, era demasiado a tapar, se metió en el agua sola y fui detrás de ella, para jugar, si, y volver a meterla mano bajo el agua, esta vez no solo en los senos, si no que la sujeté del coño acariciándoselo por encima de la tela, me miraba compungida y avergonzada, soltando risitas roncas, pero se abría de piernas para facilitar mi labor, se salió del agua tan caliente como yo, y se tumbó junto a Liz, que iba en top less, y con solo un tanga puesto, al verla Iziar se puso aun mas colorada si era posible, y lo mejor de todo era que Liz le había sacado un copa a mi hermana, y esta, aparte de ponerse en top less igual, se había vuelto a quedar frita tostándose al sol, que fácil me lo estaban poniendo, miré a Liz que me guiñó el ojo, esa copa había sido una genialidad de su parte, no tardaría en agradecérselo, y más aun al ver las tetas de mi hermana, joder, eran más pequeñas que las de Iziar, pero no mucho, y peor posesionadas que las de Liz, pero tampoco tanto, la mezcla era la mejor de todas. Iziar se quedó charlando con Liz mientras yo le hacia un gesto para hacerla entender que había llegado el momento, entré en casa y me quedé observándolas, no se que le dijo pero a la media hora se quitó la parte de arriba revisando si estaba mirando, pero detrás de un cortina el reflejo de la luz en el cristal me cubría, fue apoteósico, sus berzas cayeron bastante, pero no tanto como esperaba, tenia unas aureolas rosadas gigantescas y unos pezones enormes, se me puso dura solo de verlas, el bañador apenas me daba de si, y cuando Liz se puso a darla crema por todo el cuerpo casi salgo a follarlas a las 2 con mi hermana allí tirada medio achispada, no se si sabia que estaba mirando pero Liz la embadurnó entera, la dio la vuelta y le metió la braga del biquini a modo de tanga repasando sus piernas y su trasero, me asomé para que Liz me viera pero no Iziar, la señalé que la hiciera entrar, no necesitaba más, y que ella se ocupara de que mi hermana no entrara en casa, aunque ya parecía hecho, al menos en 2 horas mi hermana no levantaría la cabeza, como mucho se giraría ante el sol. La susurró algo al oído e Iziar pasó, di un rodeo a la cocina donde se dirigía y cerré la enorme puerta de cristal insonorizado, al entrar en la cocina Iziar estaba en la nevera buscando algo y al verme se tapó a duras penas las tetas con las manos, pero su mirada fue a mi paquete, tan dura estaba que me separaba la goma de la cintura de la pelvis.

-IZIAR: ho….hola……solo buscaba…

-YO: ¿algo de beber?

-IZIAR: si, Liz….me……..me ha dicho que……..- me puse detrás de ella posando mi rabo en su espalda, era tan bajita.

-YO: deja que te ayude……… – me estiré doblándome sobre ella – ………bonitas tetas, por cierto.

-IZIAR: ¿nos…nos has visto? – creía que dormías

-YO: claro, ¿por que te crees que la tengo así? – cogí su mano y la llevé a mi polla, la agarró con sorpresa, pero no se soltó ni se tapo el seno libre, que con el frío de la nevera se estaba poniendo un pezón largo y duro.

-IZIAR: que guarro eres……. ¿nunca te cansas de ir metiéndome mano?

-YO: que loco que se cansaría, y más después de lo de anoche.

-IZIAR: eso…….¿quien me cambió de ropa?

-YO: pues quien va a ser, yo, te quedaste dormida cuando estaba a punto de saltar a tus labios.

-IZIAR: pero estaba desnuda, vamos solo me dejaste el tanga – lo mejor era que seguía sin soltar mi polla.

-YO: y de milagro no te follé dormida, date por contenta, me pusiste muy cachondo ayer.

-IZIAR: que bruto, no te atreverías……no con tu hermana aquí – por fin me soltó la polla así que apreté contra la nevera buscando algo en el fondo, casi metiéndola en la nevera las tetas.

-YO: no me provoques mujer, no sabes de lo que soy capaz. – se ruborizó por el frío y por mis palabras sinceras y contundentes.

-IZIAR: mira, yoghurt liquido, de fresa además, ¡¡¡mi preferido!!! – desvió el tema, lo solía hacer cuando la vergüenza la podía, cogió bote y cerró la nevera, sacudiendo con gracia el yoghurt, sus tetas se bamboleaban de forma maravillosa, y yo no apartaba mis ojos de ellas mientras me colocaba la polla, me estaba doliendo.- ¿donde están los vasos?

-YO: ahí, en ese armario de arriba – lo miró como si fuera el Everest, caminó hacia él, no lo alcanzaba, ni dando saltos sujetándose las tetas para no golpearse la barbilla con ellas.

-IZIAR: jo, soy muy pequeña, no llego, ¿me ayudas?- asentí con una sonrisa frívola.

La agarré de las costillas para elevarla pero en vez de hacia el armario, la llevé a la encimera en mitad de la cocina y la senté en ella, quedando así a mi altura, aunque aun media cabeza por debajo de mi.

-IZIAR: jajja ¿que me haces?, solo quería un vaso. – su risa era grotesca pero hacia que sus senos se movieran y era brutalmente llamativo y excitante.

-YO: te estoy ayudando, yo seré tu recipiente.- le quité el bote de la mano, su cara era de sorpresa y timidez, más cuando lo abrí echando la espalda hacia atrás y dejé caer unas gotas del liquido espeso en mi pecho, el frío me erizó la piel, y ella se puso roja.

-IZIAR: ¿que haces? Vas a manchar todo.- su risa de cerdo era casi de lastima.

-YO: rápido, lame, date prisa antes de que se caiga…….- esa tontería y ver como 2 gotas caía con velocidad la apresuraron, sonriendo aceptando la “broma”, me sujetó de la cintura pegándome a ella echándose el pelo hacia atrás con cierta sensualidad, pasó su lengua por mi vientre recogiendo esas gotas, tragó y fue subiendo haciendo lo mismo, lamiendo mi tableta y mi pecho, mientras le rozaba los muslos con las manos.

-IZIAR: jajajja esta rico.

-YO: ¿quieres más?- asintió clavando su mirada en la puerta.- tranquila, mi hermana esta roca y Liz esta con ella, no nos verán ni nos oirán.- esas palabras la tranquilizaron.

Eché bastante más cantidad, tanta que goteó rápidamente y ella trató de pararlo con sus manos en mi torso, lamiendo como un perro, esta vez cerró los ojos y siguió lamiendo incluso cuando ya no quedaba nada, pasando sus dedos por mi piel.

-YO: sabes, a mí también me gusta la fresa – se contoneó sonriendo, pero fue la 1º vez que su risa no me provocaba desagrado, me había comprendido y le gustaba la idea.

Se juntó las enormes tetas, y derramé gran parte del yoghurt sobre ellas, un gemido se le escapó al sentir el frío espeso sobre su senos y su cuello, las ultimas gotas las dejé caer desde alto en su boca, sacó la lengua para recibirlas, tiré el bote al suelo y me lancé a comerme sus pechos descomunales bañados por encima con una gruesa capa de yoghurt liquido de fresa, sacó pecho como si la hiciera falta, lamí con placer y repasé su piel lentamente, lamiendo zonas especificas con detenimiento y pausa, sus pezones erectos del frío y las caricias eras aun mayores que los de Eleonor, del tamaño de meñiques de bebe, los chupé hasta dejarlos rígidos, sus gemidos aumentaban y al subir por su cuello me detuve a lamer, desde sus pezones hasta su barbilla, de varios lengüetazos que tardaban unos 5 o 6 segundos, al terminar le agarré las tetas como pude, ni siquiera mis enormes manos de gigantón daban para, si quiera, sostenerlas, si sujetaba de un lado rebosaban en otro, un ultimo lengüetazo lento desde su ombligo la hizo estirar el cuello hacia arriba al pasar por allí, el gancho de mi lengua al llegar a su barbilla la hizo soltar un suspiro de placer, cuando bajó la vista la besé con furia y me respondió con lujuria, aun sabia a fresa, su lengua se mostró hábil y mis manos aun más en sus pezones.

-IZIAR: dios……….que gusto……………. fóllame, ahora. – la di un manotazo en un teta mientras agarraba la otra chupando su pezón como un bebe hambriento.

Deslicé los nudos de la parte de abajo del biquini, y le arranqué de un tirón la prenda, mi mano se metió en su coño frotándolo, estaba chorreando, apenas hice esfuerzo y le estaba metiendo 3 dedos, jadeaba moviendo la cintura en círculos mientras sus tetas eran devoradas, tenia una mata de pelo brutal en el coño, la mas grande y menos cuidada que había visto nunca, me dio grima comérselo así que me bajé el bañador, cuando vio la polla tiesa apuntando a su coño casi se desmaya de la impresión, pegué la pelvis y posé mi rabo en su vientre, casi se ahoga de la risa ronca, con los huesos de la cadera juntos mi rabo se metía entre sus tetas, le llegaba del coño al escote, me dio miedo hasta a mi, si lo hacía por dentro igual no es que la rozara la pared del útero, es que podía dañarla un pulmón o algo. El deseo pudo más, como siempre, y apunté a su coño, temblaba de solo verlo, apreté y la punta entró fácil, deslizándose con suavidad, pasada media polla se retorció de forma incontrolada, pero le seguía entrando mas, agradecí que cuando iba por ¾ rocé la pared de su útero, levemente, lo agradecí por que al menos daba para follármela. La dejé dentro y sintiendo sus paredes vaginales palpitar cuando se expandían, su rostro era una bombilla de Navidad, roja redonda y con los ojos brillando entre lagrimas de gozo y dicha.

Tenia mas que claro que Iziar no había pasado la prueba, no me atraía como mujer lo suficiente como para ignorar ciertas cosas, así que me iba a desquitar con ella y no la volvería a tomar, pero la haría recordar ese día, saqué a la bestia y la follé salvajemente, midiendo siempre no pasarme y hacerla daño, sus gritos eran altos y fuertes, pero se aferraba a mis hombros siguiendo el rimo unos minutos, luego se dejó caer sobre la encimera, la altura me venia perfecta, algo alta y así no la metía entera, pero lo justo para poder estas montándola como a la mejor, la cogí de las tetas como lugares de apoyo y embestía sin parar mientras una oleada de orgasmos la hacia berrear y roncar como un camionero, la azotaba los senos al verlos botar incontrolados, las masas de carne eran independientes una de la otra y chocaban entre ellas en formas irregulares, tenia que sujetárselas para que no la dieran en la cara cada ida y venida, ella estaba aferrada a la encimera como con miedo a entrar en órbita si se soltaba, en algunos caos lo creí cierto, la cogí de la cintura y la bajé de la encimera follándomela cogida en el aire, me rodeó con las piernas cortas lo que pudo y trataba de hacer fuerza para elevarse, mientras seguía, me comía sus tetas al no haber otra opción, eran tan grandes que las tenia en la cara quisiera o no, mis dedos fueron a su ano, si iba a ser una sola vez, seria completo.

-IZIAR: no……….dios…….no…por el culo no…..soy virgen.- eso solo me dio mas deseos de hacerlo.

-YO: a partir de hoy, no lo podrás decir.- se puso colorada, tenía todas las gamas del rojo en su rostro.

Cogiéndola como a una niña de 4 años, la dejé tumbada boca abajo sobre la encimera, con el culo y las piernas colgando sin llegar al suelo por bastante, le separé las nalgas con las manos y las piernas metiendo las mías como tope para que no las pudiera cerrar, y me comí su coño desde atrás, luego jugué con su ano, se retorcía al sentir mis dedos metiéndose en su culo, al principio estaba cerradísimo, pero mi lengua la estaba relajando, una mano suya fue a su culo y me agarró del pelo de la cabeza, me pegaba más a su trasero, al 3º dedo me cansé, me puse detrás de elle haciendo presión para que mi cuerpo no la dejara moverse y mi rabo fue entrando en su ano, los golpes que dio en la encimera le debieron de hacer daño, unas palas de madera saltaron por los aires cuando braceó, pero se hizo un silencio abrumador hasta que le metí mi polla entera en el culo, Eli me lo enseñó con su amiga, “a las que no le entra en el coño, el culo es la mejor opción, es más profundo”, y allí estaba, azotándola el culo enrojecido mientras me la estaba follando como un oso tirándose a un conejo, estaba desatado de verdad, sus gritos de cólera se fueron apagando, sus “PARA, PARA”, ya no sonaban, y después del silencio llegaron los, “SIGUE, SIGUE”. La agarré de las tetas y la pegué a mi pecho, ella solo tocaba la encimera por la cintura, el resto del cuerpo suspendido en el aire botando ante mis acometidas, me separé de la encimera y la tenia en vilo solo agarrada de las tetas y de mi rabo en su culo, de un gesto acompasado la dejé caer de golpe y di una estocada con la cintura hacia arriba, del golpe gritó como si la hubiera atravesado con una espada, se mantuvo unos segundos flotando en el aire solo ensartada y luego se fue al suelo usando mi miembro como eje, a 4 patas, la cogí la cintura y la estiré las piernas, con su cuerpo haciendo una triángulo, y seguí machacándola el culo unos minutos hasta correrme, me dio igual que sus orgasmos anales la hubieran hecho desvanecerse, era un cuerpo inerte siendo ultrajado, pero me gustó que aun gimiera de placer, la cogí en brazos y la llevé a la puerta del cristal de la terraza, con cuidado de que mi hermana siguiera dormida golpeé llamando la atención de Liz, miró y entonces pegué a Iziar al cristal, sus tetas empotradas contra el viro, con las piernas abiertas casi en 180º sujetada en el aire por mis brazos y la volví a follar por el coño estrujándola contra el cristal, mirando a Liz a los ojos, estaba atónita frotándose la parte interior de los muslos , lo que buscaba. Como a un llavero cogí a Iziar y la llevé al cuarto de arriba, allí la abrí de piernas y le continué follando cuando estaba totalmente ida, no se desmayó pero no estaba allí realmente, solo se corría y jadeaba, su cuerpo estaba, su mente no, pero a mi me bastaba con eso, mas de una hora después de abusar de su coño y de su ano cuanto me dio la gana me corrí en su coño, con la mano, que me entraba en su coño entera, rebañé un puñado de mi semen y sus fluidos, se lo hice lamer de mi pecho, tal como habíamos empezado, le comí las tetas un buen rato y me fui a dormir a mi cuarto, dejándola desnuda, sudada, ultrajada con unos agujeros en el coño y el ano del tamaño de mandarinas, sollozando entre respiraciones y espasmos musculares profundos.

Dormía totalmente desnudo, boca arriba y con la polla brillante al no tener una triste sabana encima, medio tiesa aun de sentirme colmado por lo que le había hecho a Iziar, antes me hubiera comportado con mas delicadeza y hubiera sido más cuidadoso, pero ahora no, iba a reventar a quien se pusiera por delante, si aguantaba bien, si no, que pase la siguiente. Al transcurrir unas horas mi hermana apareció por la puerta y me vio durmiendo boca arriba con la polla medio tiesa aun.

-HERMANA: ¡joder Raúl, tápate hostias!- me sobresalté.- ¿y si te ven estas?- demasiado tarde hermana, Liz es mía e Iziar no andará bien en un par de semanas.

-YO: lo siento, ahora me tapo.

-HERMANA: Izar y yo nos vamos ya, dice que se encuentra mal.- y yo se de que, pero no abrirá la boca.

-YO: ¿solo vosotras? – me intrigó.

-HERMANA: si, Liz dice que prefiere quedarse un día más, no trabaja así que si quiere déjala por aquí unos días, ¿vale?- más que un favor parecía una orden – y trátala bien, no seas imbécil…..- la voy a tratar como se merece.

-YO: pues nada un placer verte, mi casa es tu casa y la de tus amigas.- bufó cansada.

-HEMRNA: no se si volveremos, a mi beber me ha sentado fatal e Iziar igual, dice que no quiere venir mas.- jajajajajajaja – pero Liz me ha dicho que va a venir a menudo, así que ten ojo de que no te pillé como ahora ni con ninguna de tus ligues.- jajajajajajjajajajaja, no sabia que me hacia mas gracia, si que Iziar no quisiera volver o que mi hermana me “obligara” a que Liz se pasara por allí a menudo.

-YO: una pena lo de Iziar, y tranquila, cuidaré de Liz.

Nos despedimos sin más y oí como se iban, silbé y apareció Liz por la puerta, totalmente desnuda, solo con un pareo atado a la cintura.

-LIZ: lo……………..lo siento…….no tengo faldas aquí, cuando pase por casa traeré todas.

-YO: ven siéntete conmigo, no pasa nada – sonrío y acudió a la cama corriendo con alegría tumbándose a mi lado, acariciándome el pecho con los dedos.

-LIZ: ¿que le has echo a Iziar? ¿parecía asustada al irse? – se abrió de piernas, me cogió de la mano llevándomela a su coño húmedo.

-YO: lo mismo que te hice a ti, pero mucho menos, aunque a ella la estrené en culo.- tosió de risa.

-LIZ: ¡¡peor si es virgen por detrás!!

-YO: ya no – separaba sus labios mayores con los dedos.- pero no me ha gustado, no le entraba toda por el coño y se ha desvanecido enseguida, no como tu – la besé en los labios con dulzura – tu eres mil veces mejor y ahora tengo mucho tiempo para disfrutar en una mujer de verdad.- sonrió feliz.

-LIZ: soy tuya.- su mano fue a mi rabo, que a estas alturas ya estaba como una piedra, al sentirlo sonrió.- ¿cuantas veces te la has……….?

-YO: 2 anda más, ¿por que?

-LIZ: quiero…- rectificó a tiempo -….me gustaría que me hicieras el amor como esta noche, me lo tengo que ganar, ¿como? – que joyas estaba encontrado en las chicas de piel morena, no solo recordaba mis palabras si no que quería ganárselo.

-YO: ya te lo has ganado, ¿que le has dicho a mi hermana para que la convenzas de que te quedes aquí?

-LIZ: tu hermana es un ogro, que si sabes llevar, no es más que un cordero – tenia razón.- si sabes que decir, puedes tener lo que quieras, y yo quería estar aquí, a tu lado – me besó con lengua pajeándome con suavidad.

-YO: te quiero en esta casa día y noche, múdate si hace falta, vas a ser la residente de esta casa.

-LIZ: ¿residente?

-YO: follas bien, pero no eres la mejor, ni serás la única, tengo a mujeres haciendo cola y a unas cuantas que me tiro a diario, vienen y van, son como pasatiempos, pero tú no, tu eres mía, vivirás aquí y dormirás en la habitación que quieras, no trabajas ¿no? – negó con al cabeza.

-LZI: mi madre gana dinero y no nos hace falta.

-YO: bien, pondrás parte para la compra, si te vas a quedar es lo justo, y ayudarás a Dani, mi sirvienta de las mañanas, con la casa, estas a sus ordenes como de las mías, menos en lo sexual, piensa que soy yo, y si la faltas al respeto me rendirás cuentas a mi.

-LIZ: así lo haré.- que sencillez, sus ojos eran de completa adoración.

-YO: cuando este con otra te quedarás en tu cuarto, y no saldrás a menos que te llame, ni montaras líos de celos, no soy tu novio ni tu amigo, soy quien te folla cuando quiere – accedió con la cabeza – si te portas bien será a menudo, las chicas con las que quedo no siempre están disponibles cuando yo lo deseo, TU SI.

-LIZ: ¿y lo de que folle con otros?

-YO: eso ya se verá, te avisaré si surge, pero tranquila, te dije que cuidaría de ti, no te obligaré a nada que no quieras hacer, si algo te molesta me lo dices y lo hablamos, no me debes obediencia ciega, escucharé tu opinión, eso si, queiro la verdad absoluta de ti, nada de mentirme, medias verdades o ocultarme algo.

-LIZ: seré sincera contigo, lo prometo.

-YO: bien, puede que por ahora te llame y juegues con otras chicas en tríos, nada más

LIZ: no hay problemas, soy bisexual.- me sorprendió mucho, tanto que no pregunté por mi hermana.

-YO: genial, y si quieres dejar todo esto, o llegas a un punto en el que esto no te gusta, dímelo, y me busco a otra residente.

-LIZ: no por favor, déjame ser tu residente, seré buena, lo juro.- se me subió encima besándome con pasión.

-YO: si aceptas todo esto, no habrá problemas, serás mi residente mientras te lo ganes.

-LIZ: lo acepto, pero quiero ganármelo, ahora.- la azoté el trasero dándola el si que buscaba, la hizo vibrar, se relamió arqueando la espalda y cayó sobre mi cara metiéndome la lengua hasta el esófago.

Respondí como mejor sabia, apunté mi rabo a su coño y la ensarté de golpe certero, esta vez gritó todo lo que se guardó aquella mañana, sabiendo que ahora estabamos solos, sus gemidos al comenzar a follarla mientras me cabalgaba eran atronadores y me encantaban, podía ver y sentir como la abría los labios mayores con cada penetración y como sus tetas botaban ante mi siendo pellizcadas por ella misma con una mano, la otra estaba en mi pecho, apoyándose o arañando a ratos, cuando se corrió la cogí de las caderas y aumenté el ritmo al limite, sacándola otros 2 orgasmos que la debilitaron, se recuperó un poco al correrme en su coño, pero aprendió la lección, cogía lo que caía y se lo comía con devoción, mientras me la chupaba hasta ponérmela dura de nuevo, se cuadró a 4 patas.

-LIZ: fóllame por detrás, te lo suplico.

-YO: eres buena, te dejo que decidas, ¿coño o ano? – golpeó las sabanas al sentirse tan dominada que sus pensamientos dieron paso a sus deseos, tanto que dijo la verdad, lo que ansiaba.

-LIZ: ábreme el culo, por favor, lo imploro.

Me arrodillé tras ella y lamí su ano con suavidad, abriéndolo con un par de dedos, luego apunté con cuidado y con un giro de cadera hábil la penetré casi la mitad del tirón y sin retroceder fui apretando ante sus gritos y su movimientos de cadera, hasta tenerla toda dentro, una sonora ventosidad se el escapó, me divertía, y saqué a la bestia, para que jugara, mas de 30 minutos percutiéndola el culo provocando orgasmos anales continuos y que pidiera más me llevaba de orgullo, y no se porque. Me corrí en su culo azotándola tan fuerte que me hice daño en la mano, pero tenia unas nalgas enormes, la piel morena estaba banca de los golpes, cayó rendida moviéndose de forma sensual y agotada por las sabanas, la cogí de un tobillo y tire de ella hasta abrirla de piernas y meterme entre ellas, le comí las tetas hasta tenerla dura otra vez, después de los 2 de Iziar, el descanso de horas, y ahora iba a por el 3º con Liz, y me sentía en la gloria, la penetré tan fuerte que la saqué la cabeza por el borde de la cama, la sujeté de una pierna mientras la bestia se deleitaba con su coño, sus orgasmos bañaron las sabanas una y otra vez, hasta que sus ojos se pusieron en blanco, allí aceleré el ritmo y me corrí con golpes de cintura tales que del ultimo resbaló por el borde de la cama y rodó por el suelo exhausta y riéndose de nervios, sudada, con el coño y el culo que goteaban semen, fluidos y despedían un olor deliciosamente atractivo.

-YO: vuelve a la cama, a partir de hoy dormirás conmigo siempre que no encuentre a alguna que cubra ese horario – se arrastró con los brazos temblando hasta la cama, la ayudé a subir y la tumbé boca arriba, esta vez fui yo quien me acosté sobre su pecho, lamiendo sus tetas mientras le acariciaba el cuerpo, ella me acariciaba, abrumada y perdida, el pelo de la cabeza, mientras sonreía.

-LIZ: rezo por que no encuentres a nadie.- la oí entre susurros y palabras de sexo.

Estaba encantando, no os podéis imaginar lo feliz que era de tener a Liz de “residente”, término acuñado recientemente, pensaba en Lara cada vez que tenia ganas de un polvo y no tenia a ninguna cerca, pero eso se acabó con Liz, la conocía de toda la vida, me fiaba de ella y la tenia tan dominada que si la pedía que saltara del 10º piso lo haría, era lista y hasta cierto nivel, manipuladora si sabia llevar a mi hermana, pero no tanto como para no sucumbir a mis encantos, me iba a ser tremendamente útil y encima follaba como pocas, o al menos a muy pocas la 1º y la 2º vez las había follado 3 veces sin que huyeran, menos por el culo y menos aun con la bestia de por medio gran parte del tiempo, su cuerpo era mas robusto y con curvas de lo que se denominaría una tía buena, ¿pero a quien el importaba eso?, con el tema pareo y faldas totalmente desnuda parecía una mujer de una tribu perdida de la selva. Charlamos unas horas, sonrojó al saber que las espiaba de crío a mi hermana y a ella, y que le había visto las tetas una docena de veces antes de aquel día, me daba igual, ella solo se reía y se mostraba complaciente acariciándome el pelo.

Se fue a duchar y la seguí para follarla por el culo en la ducha, pero me suplicó que la dejara descansar, así que me duche cuando se fue, hizo la cena, la manoseaba en la encimera, y también esperando al de la pizza ya que se nos había quemado la cena entre caricias, la cara que puso el chico al ver a Liz solo con el pareo pagándole fue un escándalo, cenamos y vimos una película, Liz me miraba desesperada, quería que la dejara en paz unas horas seguidas pero cuando terminó la película ya estaba chupándomela como toda una experta, nos dimos un chapuzón en la piscina desnudos y me la folle allí 2 veces, la ultima por el culo, su cuerpo empatado, con el pareo pegado a su piel trasparente y su pelo mojado brillando a la luz de la noche fueron demasiado, ya ni me salía semen, apenas unas gotas transparentes, estaba magullado, cansado y abrumado, ella mucho más que yo, pero mi maldito rabo seguía poniéndose dura cuando la tenia cerca, nos duchamos por separado, y por fin, con los cuerpos frescos y desnudos, nos dormimos, le expliqué que me encanta dormir de cuchara agarrado a la espalda de una mujer con mi polla entre las piernas, ella me dijo, servicial, que también le gustaba, pero que por los años de amistad, la dejara por esa noche, ella no podía mas, no pude mas que besarla y pegarme a ella con mi miembro rozando sus muslos, durmiéndome así.

Me levanté cuando sentía su culo pegándome en la pelvis, ni me había despertado y ya estaba follándome ella, que barbaridad, la 2º ronda ya participé y la 3º con la bestia la destrocé el culo para dejarla mansa y tranquila, se tragaba el semen de forma voraz, de mi rabo, de su coño o de su ano, había descubierto un manjar y le encantaba, cuando la pregunté por que siendo bisexual comía polla tan mal, me dijo que era bisexual por que tenia mucho mas éxito con mujeres que con hombres, aunque siempre era ella la que metía la cabeza entre las piernas, así que me susurró de forma lasciva que no tenia mucha idea de pollas, de follar con un hombre o de que la comieran a ella su vulva, pero comía coños como nadie, de nuevo no pregunté por mi hermana. Bajamos a desayunar, ella solo con el pareo, ya era más que yo, Dani llegó y las presenté, como si una no estuviera prácticamente desnuda, y yo sin el prácticamente, Liz se tapaba algo hasta que la di un azoté en el culo y vio como Dani ni se inmutaba, entonces se relajó un poco. Las expliqué y hablamos de la funciones de Liz en casa, Dani pareció encantada de tener una ayudante, y no prestó atención a que estuviera desnuda, Liz algo mas coartada me pregunto si me la follaba también, era normal, Dani estaba muy buena, pero no, al saberlo Liz sonreía picara, y me acarició el rabo, la puse contra la encimera y la masturbé el coño delante de Dani, a ella, su vida de prostituta y los 3 meses que llevaba conmigo la tenían curada de espanto, recogía parte de la cocina rodeándonos mientas Liz gritaba sin parar, me reí a carcajadas cuando recogió el bote de yoghurt liquido del suelo, Dani me pellizcó el culo al pasar a mi lado y yo rápido la agarré el suyo pegándola a mi cuerpo mientras Liz se movía cachonda ante mi mano, Dani se reía cuando la besaba el cuello, y no la dejaba irse aferrado a su culo, la cogí de la nuca a Dani y a Liz y las hice besarse, unos picos graciosos hasta que le pedí a Dani algo más de profesionalidad, que había sido puta, me golpeó el pecho con dulzura al reírse, y exhalando una bocanada de aire entendiendo que no la dejaría irse si no colaboraba, sus ojos azules se tornearon y se soltó la coleta del pelo rubio platino contoneándose para que su cuerpo recordara aquella actitud olvidada, agarró la cara de Liz que estaba morada de lujuria con mis dedos penetrándola, la lamió el cuello con lengüetazos largos y sensuales, tenia lengua de gata, enorme y larga, le abrió la boca a Liz con las manos y metió la lengua en ella con experta pasión, Liz cerró los ojos y se lo devolvió, sus mejillas se hinchaban al paso de sus lenguas revoloteando entre ellas, y una mano de Dani fue a un seno de Liz, lo acarició con maestría erótica, al separarse Liz la persiguió con los labios, y Dani la frenó con un pico sonoro, largo y sexy, Dani abrió los ojos y me miró, sonrió al verme con la boca abierta, y dio una palmada con las manos rompiendo en una carcajada, me pareció ver como aquella fugaz aparición de su yo del pasado se esfumó, pero me dejó claro que Dani era experta de 1º nivel, tenia a Liz aun con los ojos cerrados y buscando sus besos.

La solté cuando la bestia quiso follar el culo de Liz, hasta Dani se quedó mirando como el agujero de su culo se hacia enorme ante mi, y cuando me corrí, Dani se relamió al ver como Liz me dejaba la polla limpia y lamía sus dedos mojados en la mezcla de su ano.

Eran las 10 en punto, así que decidí darnos un respiro, quería estar bien para Eli, y así Liz seguía a Dani por la casa aprendiendo que cosas hacer, a las 10:47 llegó Eli, la recibí desnudo y con un dulce beso con legua nos saludamos, la desnudé en la misma puerta y la empotré contra la pared, penetrándola salvajemente, la hice ascender por la misma con cada envestida y al correrse me golpeaba los hombros entre gritos, vio como Dani pasaba y como Liz la miraba, pero estaba demasiado desinhibida para que el importara, la llevé al sofá y la follé por el coño para correrme, jadeaba atónita.

-ELI: ¡¡DIOS, lo necesitaba, como te echaba de menos!!……- me acariciaba el pecho con las manos -…….tu si que me has echado de menos, estas hecho un animal, ¿que te pasa? – sonreí.

-YO: Liz – la llamé, llegó corriendo y se puso de pie a nuestro lado, con la cabeza gacha – esto es lo que me pasa, acabo de descubrir que la mejor amiga de mi hermana, una mujer que conozco desde primaria, es adicta a que la folle – Eli sonrió sonoramente.

-ELI: encantada, soy Eli – extendió su mano mientras yo la comía las tetas.

-LIZ: encantada, soy………. la residente, yo cuidaré de él mientras no estéis ninguna por aquí.

-ELI: no lo dudo querida……no lo dudo……………pues un placer, si nos dejas, seguimos a lo nuestro, tranquila, te lo dejaré manso como un perro adiestrado – la cogí de la cintura y me la subí al piso de arriba.

-YO: jajaja que educación…….

-ELI: pobre muchacha, ¿que la has hecho? , tenía la mirada perdida y sonreía sin parar.

-YO: nada, nada que no quiera, y no sabes como folla, llevo apenas 2 días y creo que ya van 10 veces. – abrió los ojos incrédula.

-ELI: joder, a ver si no va a dejar para las demás.- me pasó por el pecho las yemas de los dedos de una mano, la puse a 4 patas y la penetré por el culo sacándola alaridos de lujuria que estarían escuchando abajo sin ninguna duda, Eli gritaba mucho y de forma esperpéntica, pero disfrutaba de un anal como la que mas, yo gozaba mientras me la follaba con bestia incluida.

-YO: tranquila, tengo para todas.

CONTINUARA………
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poesiaerestu@outlook.es

“Las jefas, esas putas que todo el mundo desea” (POR GOLFO) Libro para descargar

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Sinopsis:

Selección de los mejores relatos de Golfo sobre una jefa. 120 páginas en las que disfrutarás leyendo diferentes historias de ellas disfrutando o sufriendo con el sexo.

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Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:

Acosado por mi jefa, la reina virgen.
―Manuel, la jefa quiere verte― me informó mi secretaria nada más entrar ese lunes a la oficina.
―¿Sabes que es lo que quiere?― le pregunté, cabreado.
―Ni idea pero está de muy mala leche― María me respondió, sabiendo que una llamada a primera hora significaba que esa puta iba a ordenar trabajo extra a todo el departamento.
“Mierda”, pensé mientras me dirigía a su despacho.
Alicia Almagro, no solo era mi jefa directa sino la fundadora y dueña de la empresa. Aunque era insoportable, tengo que reconocer que fue la inteligencia innata de esa mujer, el factor que me hizo aceptar su oferta de trabajo hacía casi dos años. Todavía recuerdo como me impresionó oír de la boca de una chica tan joven las ideas y proyectos que tenía en mente. En ese momento, yo era un consultor senior de una de las mayores empresas del sector y por lo tanto a mis treinta años tenía una gran proyección en la multinacional americana en la que trabajaba, pero aun así decidí embarcarme en la aventura con esa mujer.
El tiempo me dio la razón, gracias a ella, el germen de la empresa que había creado se multiplicó como la espuma y, actualmente, tenía cerca de dos mil trabajadores en una veintena de países. Mi desarrollo profesional fue acorde a la evolución de la compañía y no solo era el segundo al mando sino que esa bruja me había hecho millonario al cederme un cinco por ciento de las acciones pero, aun así, estaba a disgusto trabajando allí.
Pero lo que tenía de brillante, lo tenía de hija de perra. Era imposible acostumbrarse a su despótica forma de ser. Nunca estaba contenta, siempre pedía más y lo que es peor para ella no existían ni las noches ni los fines de semana. Menos mal que era soltero y no tenía pareja fija, no lo hubiera soportado, esa arpía consideraba normal que si un sábado a las cinco de la mañana, se le ocurría una nueva idea, todo su equipo se levantara de la cama y fuera a la oficina a darle forma. Y encima nunca lo agradecía.
Durante el tiempo que llevaba bajo sus órdenes, tuve que dedicar gran parte de mi jornada a resolver los problemas que su mal carácter producía en la organización. Una vez se me ocurrió comentarle que debía ser más humana con su gente, a lo que me respondió que si acaso no les pagaba bien. Al contestarle afirmativamente, me soltó que con eso bastaba y que si querían una mamá, que se fueran a casa.
―¿Se puede?― pregunté al llegar a la puerta de su despacho y ver que estaba al teléfono. Ni siquiera se dignó a contestarme, de forma que tuve que esperar cinco minutos, de pie en el pasillo hasta que su majestad tuvo la decencia de dejarme pasar a sus dominios.
Una vez, se hubo despachado a gusto con su interlocutor, con una seña me ordenó que pasara y me sentara, para sin ningún tipo de educación soltarme a bocajarro:
―Me imagino que no tienes ni puñetera idea del mercado internacional de la petroquímica.
―Se imagina bien― le contesté porque, aunque tenía bastante idea de ese rubro, no aguantaría uno de sus temidos exámenes sobre la materia.
―No hay problema, te he preparado un breve dosier que debes aprenderte antes del viernes― me dijo señalando tres gruesos volúmenes perfectamente encuadernados.
Sin rechistar, me levanté a coger la información que me daba y cuando ya salía por la puerta, escuché que preguntaba casi a voz en grito, que donde iba:
―A mi despacho, a estudiar― respondí bastante molesto por su tono.
La mujer supo que se había pasado pero, incapaz de pedir perdón, esperó que me sentara para hablar:
―Sabes quién es Valentín Pastor.
―Claro, el magnate mexicano.
―Pues bien, gracias a un confidente me enteré de las dificultades económicas de la mayor empresa de la competencia y elaboré un plan mediante el cual su compañía podía absorberla a un coste bajísimo. Ya me conoces, no me gusta esperar que los clientes vengan a mí y por eso, en cuanto lo hube afinado, se lo mandé directamente.
Sabiendo la respuesta de antemano, le pregunté si le había gustado. Alicia, poniendo su típica cara de superioridad, me contestó que le había encantado y que quería discutirlo ese mismo fin de semana.
―Entonces, ¿cuál es el problema?.
Al mirarla esperando una respuesta, la vi ruborizarse antes de contestar:
―Como el Sr. Pastor es un machista reconocido y nunca hubiera prestado atención a un informe realizado por una mujer, lo firmé con tu nombre.
Que esa zorra hubiera usurpado mi personalidad, no me sorprendió en demasía, pero había algo en su actitud nerviosa que no me cuadraba y conociéndola debía ser cuestión de dinero:
―¿De cuánto estamos hablando?―
―Si sale este negocio, nos llevaríamos una comisión de unos quince millones de euros.
―¡Joder!― exclamé al enterarme de la magnitud del asunto y poniéndome en funcionamiento, le dije que tenía que poner a todo mi equipo a trabajar si quería llegar a la reunión con mi equipo preparado.
―Eso no es todo, Pastor ha exigido privacidad absoluta y por lo tanto, esto no puede ser conocido fuera de estas paredes.
―¿Me está diciendo que no puedo usar a mi gente para preparar esa reunión y que encima debo de ir solo?.
―Fue muy específico con todos los detalles. Te reunirás con él en su isla el viernes en la tarde y solo puede acompañarte tu asistente.
―Alicia, disculpe… ¿de qué me sirve un asistente al que no puedo siquiera informar de que se trata?. Para eso, prefiero ir solo.
―Te equivocas. Tu asistente sabe ya del tema mucho más de lo que tú nunca llegaras a conocer y estará preparado para resolver cualquier problema que surja.
Ya completamente mosqueado, porque era una marioneta en sus manos, le solté:
―Y ¿Cuándo voy a tener el placer de conocer a ese genio?
En su cara se dibujó una sonrisa, la muy cabrona estaba disfrutando:
―Ya la conoces, seré yo quien te acompañe.

Después de la sorpresa inicial, intenté disuadirla de que era una locura. La presidenta de una compañía como la nuestra no se podía hacer pasar por una ayudante. Si el cliente lo descubría el escándalo sería máximo y nos restaría credibilidad.
―No te preocupes, jamás lo descubrirá.
Sabiendo que no había forma de hacerle dar su brazo a torcer, le pregunté cual eran los pasos que había que seguir.
―Necesito que te familiarices con el asunto antes de darte todos los pormenores de mi plan. Vete a casa y mañana nos vemos a las siete y media― me dijo dando por terminada la reunión.
Preocupado por no dar la talla ante semejante reto, me fui directamente a mi apartamento y durante las siguientes dieciocho horas no hice otra cosa que estudiar la información que esa mujer había recopilado.
Al día siguiente, llegué puntualmente a la cita. Alicia me estaba esperando y sin más prolegómenos, comenzó a desarrollar el plan que había concebido. Como no podía ser de otra forma, había captado el mensaje oculto que se escondía detrás de unas teóricamente inútiles confidencias de un amigo y había averiguado que debido a un supuesto éxito de esa empresa al adelantarse a la competencia en la compra de unos stocks, sin darse cuenta había abierto sin saberlo un enorme agujero por debajo de la línea de flotación y esa mujer iba a provecharlo para parar su maquinaria y así hacerse con ella, a un precio ridículo.
Todas mis dudas y reparos, los fue demoliendo con una facilidad pasmosa, por mucho que intenté encontrar una falla me fue imposible. Derrotado, no me quedó más remedio que felicitarle por su idea.
―Gracias― me respondió, ―ahora debemos conseguir que asimiles todos sus aspectos. Tienes que ser capaz de exponerlo de manera convincente y sin errores.
Ni siquiera me di por aludido, la perra de mi jefa dudaba que yo fuera capaz de conseguirlo y eso que en teoría era, después de ella, el más valido de toda la empresa. Para no aburriros os tengo que decir que mi vida durante esos días fue una pesadilla, horas de continuos ensayos, repletos de reproches y nada de descanso.
Afortunadamente, llegó el viernes. Habíamos quedado a las seis de la mañana en el aeropuerto y queriendo llegar antes que ella, me anticipé y a las cinco ya estaba haciendo cola frente al mostrador de la aerolínea. La tarde anterior habíamos mandado a un empleado a facturar por lo que solo tuve que sacar las tarjetas de embarque y esperar.
Estaba tomándome un café, cuando vi aparecer por la puerta de la cafetería a una preciosa rubia de pelo corto con una minifalda aún más exigua. Sin ningún tipo de reparo, me fijé que la niña no solo tenía unas piernas perfectas sino que lucía unos pechos impresionantes.
Babeando, fui incapaz de reaccionar cuando, sin pedirme permiso, se sentó en mi mesa.
―Buenos días― me dijo con una sonrisa.
Sin ser capaz de dejar de mirarle los pechos, caí en la cuenta que ese primor no era otro que mi jefa. Acostumbrado a verla escondida detrás de un anodino traje de chaqueta y un anticuado corte de pelo nunca me había fijado que Alicia era una mujer y que encima estaba buena.
―¿Qué opinas?, ¿te gusta mi disfraz?.
No pude ni contestar. Al haberse teñido de rubia, sus facciones se habían dulcificado, pero su tono dictatorial seguía siendo el mismo. Nada había cambiado. Como persona era una puta engreída y vestida así, parecía además una puta cara.
―¿Llevas todos los contratos?. Aún tenemos una hora antes de embarcar y quiero revisar que no hayas metido la pata.
Tuve que reprimir un exabrupto y con profesionalidad, fui numerando y extendiéndole uno a uno todos los documentos que llevábamos una semana desarrollando. Me sentía lo que era en manos de esa mujer, un perrito faldero incapaz de revelarse ante su dueña. Si me hubiese quedado algo de dignidad, debería de haberme levantado de la mesa pero esa niña con aspecto de fulana me había comprado hace dos años y solo me quedaba el consuelo que, al menos, los números de mi cuenta corriente eran aún más grandes que la humillación que sentía.
Escuché con satisfacción que teníamos que embarcar, eso me daba un respiro en su interrogatorio. Alicia se dirigió hacia el finger de acceso al avión, dejándome a mí cargando tanto mi maletín como el suyo pero, por vez primera, no me molestó, al darme la oportunidad de contemplar el contoneo de su trasero al caminar. Estaba alucinado. El cinturón ancho, que usaba como falda, resaltaba la perfección de sus formas y para colmo, descubrí que esa zorra llevaba puesto un coqueto tanga rojo.
“Joder”, pensé, “llevo dos años trabajando para ella y nunca me había dado cuenta del polvo que tiene esta tía”.
Involuntariamente, me fui excitando con el vaivén de sus caderas, por lo que no pude evitar que mi imaginación volara y me imaginara como sería Alicia en la cama.
―Seguro que es frígida― murmuré.
―No lo creo― me contestó un pasajero que me había oído y que al igual que yo, estaba ensimismado con su culo, ―tiene pinta de ser una mamona de categoría.
Solté una carcajada por la burrada del hombre y dirigiéndome a él, le contesté:
―No sabe, usted, cuánto.
Esa conversación espontánea, me cambió el humor, y sonriendo seguí a mi jefa al interior del avión.

El viaje.
Debido a que nuestros billetes eran de primera clase, no tuvimos que recorrer el avión para localizar nuestros sitios. Nada más acomodarse en su asiento, Alicia me hizo un repaso de la agenda:
―Como sabes, tenemos que hacer una escala en Santo Domingo, antes de coger el avión que nos llevará a la isla privada del capullo de Pastor. Allí llegaremos como a las ocho la tarde y nada más llegar, su secretaria me ha confirmado que tenemos una cena, por lo que debemos descansar para llegar en forma.
―Duerma― le contesté,― yo tengo que revisar unos datos.
Ante mi respuesta, la muchacha pidió agua a la azafata y sacando una pastilla de su bolso, se la tomó, diciendo:
―Orfidal. Lo uso para poder descansar.
No me extrañó que mi jefa, con la mala baba que se marcaba, necesitara de un opiáceo para dormir.
“La pena es que no se tome una sobredosis”, pensé y aprovechando que me dejaba en paz, me puse a revisar el correo de mi ordenador por lo que no me di cuenta cuando se durmió.
Al terminar fue, cuando al mirarla, me quedé maravillado.
Alicia había tumbado su asiento y dormida, el diablo había desaparecido e, increíblemente, parecía un ángel. No solo era una mujer bellísima sino que era el deseo personificado. Sus piernas perfectamente contorneadas, daban paso a una estrecha cintura que se volvía voluptuosa al compararse con los enormes pechos que la naturaleza le había dotado.
Estaba observándola cuando, al removerse, su falda se le subió dejándome ver la tela de su tanga. Excitado, no pude más que acomodar mi posición para observarla con detenimiento.
“No comprendo porque se viste como mojigata”, me dije, “esta mujer, aunque sea inteligente, es boba. Con ese cuerpo podría tener al hombre que quisiera”.
En ese momento, salió de la cabina, uno de los pilotos y descaradamente, le dio un repaso. No comprendo por qué pero me cabreó esa ojeada y moviendo a mi jefa, le pregunté si quería que la tapase. Ni siquiera se enteró, el orfidal la tenía noqueada. Por eso cogiendo una manta, la tapé y traté de sacarla de mi mente.
Me resultó imposible, cuanto más intentaba no pensar en ella, más obsesionado estaba. Creo que fue mi larga abstinencia lo que me llevó a cometer un acto del que todavía hoy, no me siento orgulloso. Aprovechando que estábamos solos en el compartimento de primera, disimulando metí mi mano por debajo de la manta y empecé a recorrer sus pechos.
“Qué maravilla”, pensé al disfrutar de la suavidad de su piel. Envalentonado, jugué con descaro con sus pezones. Mi victima seguía dormida, al contrario que mi pene que exigía su liberación. Sabiendo que ya no me podía parar, cogí otra manta con la que taparme y bajándome la bragueta, lo saqué de su encierro. Estaba como poseído, el morbo de aprovecharme de esa zorra era demasiado tentador y, por eso, deslizando mi mano por su cuerpo, empecé a acariciar su sexo.
Poco a poco, mis caricias fueron provocando que aunque Alicia no fuera consciente, su cuerpo se fuera excitando y su braguita se mojara. Al sentir que la humedad de su cueva, saqué mi mano y olisqueé mis dedos. Un aroma embriagador recorrió mis papilas y ya completamente desinhibido, me introduje dentro de su tanga y comencé a jugar con su clítoris mientras con la otra mano me empezaba a masturbar.
Creo que Alicia debía de estar soñando que alguien le hacia el amor, porque entre dientes suspiró. Al oírla, supe que estaba disfrutando por lo que aceleré mis toqueteos. La muchacha ajena a la violación que estaba siendo objeto abrió sus piernas, facilitando mis maniobras. Dominado por la lujuria, me concentré en mi excitación por lo que coincidiendo con su orgasmo, me corrí llenando de semen la manta que me tapaba.
Al haberme liberado, la cordura volvió y avergonzado por mis actos, acomodé su ropa y me levanté al baño.
“La he jodido”, medité al pensar en lo que había hecho, “solo espero que no se acuerde cuando despierte, sino puedo terminar hasta en la cárcel”.
Me tranquilicé al volver a mi asiento y comprobar que la cría seguía durmiendo.
“Me he pasado”, me dije sin reconocer al criminal en que, instantes antes, me había convertido.
El resto del viaje, fue una tortura. Durante cinco horas, mi conciencia me estuvo atormentando sin misericordia, rememorando como me había dejado llevar por mi instinto animal y me había aprovechado de esa mujer que plácidamente dormía a mi lado. Creo que fue la culpa lo que me machacó y poco antes de aterrizar, me quedé también dormido.
―Despierta― escuché decir mientras me zarandeaban.
Asustado, abrí los ojos para descubrir que era Alicia la que desde el pasillo me llamaba.
―Ya hemos aterrizado. Levántate que no quiero perder el vuelo de conexión.
Suspiré aliviado al percatarme que su tono no sonaba enfadado, por lo que no debía de recordar nada de lo sucedido. Con la cabeza gacha, recogí nuestros enseres y la seguí por el aeropuerto.
La mujer parecía contenta. Pensé durante unos instantes que era debido a que aunque no lo supiera había disfrutado pero, al ver la efectividad con la que realizó los tramites de entrada, recordé que siempre que se enfrentaba a un nuevo reto, era así.
“Una ejecutiva agresiva que quería sumar un nuevo logro a su extenso curriculum”.
El segundo trayecto fue corto y en dos horas aterrizamos en un pequeño aeródromo, situado en una esquina de la isla del magnate. Al salir de las instalaciones, nos recogió la secretaria de Pastor, la cual después de saludarme y sin dirigirse a la que teóricamente era mi asistente, nos llevó a la mansión donde íbamos a conocer por fin a su jefe.
Me quedé de piedra al ver donde nos íbamos a quedar, era un enorme palacio de estilo francés. Guardando mis culpas en el baúl de los recuerdos, me concentré en el negocio que nos había llevado hasta allí y decidí que tenía que sacar ese tema hacia adelante porque el dinero de la comisión me vendría bien, por si tenía que dejar de trabajar en la empresa.
Un enorme antillano, vestido de mayordomo, nos esperaba en la escalinata del edificio. Habituado a los golfos con los que se codeaba su jefe, creyó que Alicia y yo éramos pareja y, sin darnos tiempo a reaccionar, nos llevó a una enorme habitación donde dejó nuestro equipaje, avisándonos que la cena era de etiqueta y que, en una hora, Don Valentín nos esperaba en el salón de recepciones.
Al cerrar la puerta, me di la vuelta a ver a mi jefa. En su cara, se veía el disgusto de tener que compartir habitación conmigo.
―Perdone el malentendido. Ahora mismo, voy a pedir otra habitación para usted― le dije abochornado.
―¡No!― me contestó cabreada,― recuerda que este tipo es un machista asqueroso, por lo tanto me quedo aquí. Somos adultos para que, algo tan nimio, nos afecte. Lo importante es que firme el contrato.
Asentí, tenía razón.
Esa perra, ¡siempre tenía razón!.
―Dúchate tú primero pero date prisa, porque hoy tengo que arreglarme y voy a tardar.
Como no tenía más remedio, saqué el esmoquin de la maleta y me metí al baño dejando a mi jefa trabajando con su ordenador. El agua de la ducha no pudo limpiar la desazón que tener a ese pedazo de mujer compartiendo conmigo la habitación y saber que lejos de esperarme una dulce noche, iba a ser una pesadilla, por eso, en menos de un cuarto de hora y ya completamente vestido, salí para dejarla entrar.
Ella al verme, me dio un repaso y por primera vez en su vida, me dijo algo agradable:
―Estás muy guapo de etiqueta.
Me sorprendió escuchar un piropo de su parte pero cuando ya me estaba ruborizando escuché:
―Espero que no se te suba a la cabeza.
―No se preocupe, sé cuál es mi papel― y tratando de no prolongar mi estancia allí, le pedí permiso para esperarla en el salón.
―Buena idea― me contestó.― Así, no te tendré fisgando mientras me cambio.
Ni me digné a contestarla y saliendo de la habitación, la dejé sola con su asfixiante superioridad. Ya en el pasillo, me di cuenta que no tenía ni idea donde se hallaba, por lo que bajando la gigantesca escalera de mármol, pregunté a un lacayo. Este me llevó el salón donde al entrar, me topé de frente con mi anfitrión.
―Don Valentín― le dije extendiéndole mi mano, ―soy Manuel Pineda.
―Encantado muchacho― me respondió, dándome un apretón de manos, ―vamos a servirnos una copa.
El tipo resultó divertido y rápidamente congeniamos, cuando ya íbamos por la segunda copa, me dijo:
―Aprovechando que es temprano, porque no vemos el tema que te ha traído hasta acá.
―De acuerdo― le contesté,― pero tengo que ir por mis papeles a la habitación y vuelvo.
―De acuerdo, te espero en mi despacho.
Rápidamente subí a la habitación, y tras recoger la documentación, miré hacia el baño y sorprendido descubrí que no había cerrado la puerta y a ella, desnuda, echándose crema. Asustado por mi intromisión, me escabullí huyendo de allí con su figura grabada en mi retina.
“¡Cómo está la niña!”, pensé mientras entraba a una de las reuniones más importantes de mi vida.
La que en teoría iba a ser una reunión preliminar, se prolongó más de dos horas, de manera que cuando llegamos al salón, me encontré con que todo el mundo nos esperaba. Alicia enfundada en un provocativo traje de lentejuelas. Aprovechando el instante, recorrí su cuerpo con mi mirada, descubriendo que mi estricta jefa no llevaba sujetador y que sus pezones se marcaban claramente bajo la tela. En ese momento se giró y al verme, me miró con cara de odio. Solo la presencia del magnate a mi lado, evitó que me montara un escándalo.
―¿No me vas a presentar a tu novieta?― preguntó Don Valentín al verla. Yo, obnubilado por su belleza, tardé en responderle por lo que Alicia se me adelantó:
―Espero que el bobo de Manuel no le haya aburrido demasiado, perdónele es que es muy parado. Me llamo Alicia.
El viejo, tomándose a guasa el puyazo de mi supuesta novia, le dio dos besos y dirigiéndose a mí, me soltó:
―Te has buscado una hembra de carácter y encima se llama como tu jefa, lo tuyo es de pecado.
―Ya sabe, Don Valentín, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Contra todo pronóstico, la muchacha se rio y cogiéndome del brazo, me hizo una carantoña mientras me susurraba al oído:
―Me puedes acompañar al baño.
Disculpándome de nuestro anfitrión, la seguí. Ella esperó a que hubiéramos salido del salón para recriminarme mi ausencia. Estaba hecha una furia.
―Tranquila jefa. No he perdido el tiempo, tengo en mi maletín los contratos ya firmados, todo ha ido a la perfección.
Cabreada, pero satisfecha, me soltó:
―Y ¿por qué no me esperaste?.
―Comprenderá que no podía decirle que tenía que esperar a que mi bella asistente terminase de bañarse para tener la reunión.
―Cierto, pero aun así debías haber buscado una excusa. Ahora volvamos a la cena.
Cuando llegamos, los presentes se estaban acomodando en la mesa. Don Valentín nos había reservado los sitios contiguos al suyo, de manera que Alicia tuvo que sentarse entre nosotros. Al lado del anfitrión estaba su novia, una preciosa mulata de por lo menos veinte años menos que él. La cena resultó un éxito, mi jefa se comportó como una damisela divertida y hueca que nada tenía que ver con la dura ave de presa a la que me tenía acostumbrado.
Con las copas, el ambiente ya de por si relajado, se fue tornando en una fiesta. La primera que bebió en demasía fue Alicia, que nada más empezar a tocar el conjunto, me sacó a bailar. Su actitud desinhibida me perturbó porque, sin ningún recato, pegó su cuerpo al mío al bailar.
La proximidad de semejante mujer me empezó a afectar y no pude más que alejarme de ella para que no notara que mi sexo crecía sin control debajo de mi pantalón. Ella, al notar que me separaba, me cogió de la cintura y me obligó a pegarme nuevamente. Fue entonces cuando notó que una protuberancia golpeaba contra su pubis y cortada, me pidió volver a la mesa.
En ella, el dueño de la casa manoseaba a la mulata, Al vernos llegar, miró con lascivia a mi acompañante y me soltó:
―Muchacho, tenemos que reconocer que somos dos hombres afortunados al tener a dos pedazos de mujeres para hacernos felices.
―Lo malo, Don Valentín, es que hacerles felices es muy fácil. No sé si su novia estará contenta pero Manuel me tiene muy desatendida.
Siguiendo la broma, contesté la estocada de mi jefa, diciendo:
―Sabes que la culpa la tiene la señora Almagro que me tiene agotado.
―Ya será para menos― dijo el magnate― tengo entendido que tu presidenta es de armas tomar.
―Si― le contesté, ―en la empresa dicen que siempre lleva pantalones porque si llevara falda, se le verían los huevos.
Ante tamaña salvajada, mi interlocutor soltó una carcajada y llamando al camarero pidió una botella de Champagne.
―Brindemos por la huevuda, porque gracias a ella estamos aquí.
Al levantar mi copa, miré a Alicia, la cual me devolvió una mirada cargada de odio. Haciendo caso omiso, brindé con ella. Como la perfecta hija de puta que era, rápidamente se repuso y exhibiendo una sonrisa, le dijo a Don Valentín que estaba cansada y que si nos permitía retirarnos.
El viejo, aunque algo contrariado por nuestra ida, respondió que por supuesto pero que a la mañana siguiente nos esperaba a las diez para que le acompañáramos de pesca.
Durante el trayecto a la habitación, ninguno de los dos habló pero nada más cerrar la puerta, la muchacha me dio un sonoro bofetón diciendo:
―Con que uso pantalón para esconder mis huevos― de sus ojos dos lágrimas gritaban el dolor que la consumía.
Cuando ya iba a disculparme, Alicia bajó los tirantes de su vestido dejándolo caer y quedando desnuda, me gritó:
―Dame tus manos.
Acojonado, se las di y ella, llevándolas a sus pechos, me dijo:
―Toca. Soy, ante todo, una mujer.
Sentir sus senos bajo mis palmas, me hizo reaccionar y forzando el encuentro, la besé. La muchacha intentó zafarse de mi abrazo, pero lo evité con fuerza y cuando ella vio que era inútil, me devolvió el beso con pasión.
Todavía no comprendo cómo me atreví, pero cogiéndola en brazos, le llevé a la cama y me empecé a desnudar. Alicia me miraba con una mezcla de deseo y de terror. Me daba igual lo que opinara. Después de tanto tiempo siendo ninguneado por ella, esa noche decidí que iba a ser yo, el jefe.
Tumbándome a su lado, la atraje hacía mí y nuevamente con un beso posesivo, forcé sus labios mientras mis manos acariciaban su trasero. La mujer no solo se dejó hacer, sino que con sus manos llevó mi cara a sus pechos.
Me estaba dando entrada, por lo que en esta ocasión y al contrario de lo ocurrido en el avión, no la estaba forzando. Con la tranquilidad que da el ser deseado, fui aproximándome con la lengua a una de sus aureolas, sin tocarla. Sus pezones se irguieron esperando el contacto, mientras su dueña suspiraba excitada.
Cuando mi boca se apoderó del pezón, Alicia no se pudo reprimir y gimió, diciendo:
―Hazme tuya pero, por favor, trátame bien― y avergonzada, prosiguió diciendo, ―soy virgen.
Tras la sorpresa inicial de saber que ese pedazo de mujer nunca había probado las delicias del sexo, el morbo de ser yo quien la desflorara, me hizo prometerle que tendría cuidado y reiniciando las caricias, fui recorriendo su cuerpo, aproximándome lentamente a mi meta.
Alicia, completamente entregada, abrió sus piernas para permitirme tomar posesión de su tesoro, pero en contra de lo que esperaba, pasé de largo acariciando sus piernas.
Oí como se quejaba, ¡quería ser tomada!.
Desde mi posición, puede contemplar como mi odiada jefa, se retorcía de deseo, pellizcando sus pechos mientras, con los ojos, me imploraba que la hiciera mujer. Si eso ya era de por sí, excitante aún lo fue más observar que su sexo, completamente depilado, chorreaba.
Usando mi lengua, fui dibujando un tortuoso camino hacia su pubis. Los gemidos callados de un inicio se habían convertido en un grito de entrega. Cuando me hallaba a escasos centímetros de su clítoris, me detuve y volví a reiniciar mi andadura por la otra pierna. Alicia cada vez más desesperada se mordió los labios para no correrse cuando sintió que me aproximaba. Vano intento porque cuando, separando sus labios, me apoderé de su botón, se corrió en mi boca.
Era su primera vez y por eso me entretuve durante largo tiempo, bebiendo de su fuente y jugando con su deseo.
Poseída por un frenesí hasta entonces desconocido, me ordenó que la desvirgara pero, en vez de obedecerla pasé por alto su exigencia y seguí en mi labor de asolar hasta la última de sus defensas. Usando mi lengua, me introduje en su vulva mientras ella no dejaba de soltar improperios por mi desobediencia.
Molesto, le exigí con un grito que se callara.
Se quedó muda por la sorpresa:
“Su dócil empleado ¡le había dado una orden!”.
Sabiendo que la tenía a mi merced, busqué su segundo orgasmo. No tardó en volver a derramarse sobre las sabanas, tras lo cual me separé de ella, tumbándome a su lado.
Agotada, tardó unos minutos en volver en sí, mientras eso ocurría, disfruté observando su cuerpo y su belleza. Mi jefa era un ejemplar de primera. Piernas perfectamente contorneadas, daban paso a una cadera de ensueño, siendo rematadas por unos pechos grandes y erguidos. En su cara, había desaparecido por completo el rictus autoritario que tanto la caracterizaba y en ese instante, no era dureza sino dulzura lo que reflejaba.
Al incorporarse, me miró extrañada que habiendo sido vencida, no hubiese hecho uso de ella. Cogiendo su cabeza, le di un beso tras lo cual le dije:
―Has bebido. Aunque eres una mujer bellísima y deseo hacerte el amor, no quiero pensar mañana que lo has hecho por el alcohol.
―Pero― me contestó mientras se apoderaba de mi todavía erguido sexo con sus manos,―¡quiero hacerlo!.
Sabiendo que no iba a poder aguantar mucho y que como ella siguiera acariciado mi pene, mi férrea decisión iba a disolverse como un azucarillo, la agarré y pegando su cara a la mía, le solté:
―¿Qué es lo que no has entendido?. Te he dicho que en ese estado no voy aprovecharme de ti. ¡Esta noche no va a ocurrir nada más!. Así que sé una buena niña y abrázame.
Pude leer en su cara disgusto pero también determinación y cuando ya creía que se iba a poner a gritar, sonrió y poniendo su cara en mi pecho, me abrazó.

Relato erótico: ¿Qué te parecen las nuevas tetas de tu secretaria? (POR GOLFO)

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Reconozco que soy un despistado. Es el colmo que tuviera que llegar un compañero y hacerme esa pregunta para darme cuenta de que Elena, mi secretaria,  se había hecho una operación de incremento de pecho. Os  parecerá imposible pero, después de cinco años trabajando codo con codo con ella, había provocado que no la viera como mujer sino como un ser asexuado.
Todavía recuerdo esa tarde,  acababa de llegar de comer con unos clientes cuando Javier, el director financiero de la empresa se acercó a mi despacho y sin esperar a que le diera permiso, se sentó en una silla muerto de risa. Al verlo de tan buen humor, le pregunté a que se debía su visita.
-¡Tenía que comprobar lo que me habían contado!
-No te comprendo- respondí totalmente en la inopia.
Descojonado, me señaló a mi asistente para acto seguido decirme:
-Te lo tenías bien callado.
Sin saber a qué coño se refería, miré  a Elena que ajena a nuestro escrutinio estaba sentada en su mesa frente a la entrada de mi despacho.
-¿De qué hablas?- pregunté ya intrigado.
-Joder, Alberto. ¿Qué te parecen las nuevas tetas de tu secretaria?- respondió.
Al percatarse por mi reacción de que no sabía nada, con una carcajada, me soltó:
-¡No me jodas que no te has dado cuenta! En toda la oficina no se habla de otra cosa. ¡Menudos melones que se ha puesto!
Alucinado, le reconocí que era mi primera noticia. Mi compañero me miró con recochineo y sin cortarse, se rio de mí diciendo:
-O eres gay o te hacen falta gafas. ¡Son acojonantes! ¡Cada una de esas tetas debe pesar al menos dos kilos!
No sabiendo que contestar, iba a responder con la salida fácil de una burrada, justo cuando la vi levantarse y venir hacia mi oficina.
-¡Dios mío! ¡Menudas tetas!- exclamé sin pensar en que podía oírme.
Afortunadamente, mi secretaria no me oyó y por eso cuando entró, seguía sonriendo. Sin conocer el objeto de la visita de Javier, pidió permiso para entrar y tras obtenerlo, me dio una serie de cheques a firmar. Os juro que tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para retirar los ojos de esas dos bellezas. ¡Mi amigo tenía toda la razón al decir que eran descomunales! Y aunque la mujer llevaba una chaqueta holgada, el tamaño de los implantes era tal que había que ser ciego para no notarlo. Disimulando, firmé los pagos y haciendo como si estuviéramos tratando algo importante, le pedí que nos dejara solos. Nada más irse la morena, Javier casi llorando de risa, me dijo:
-Son la octava maravilla del mundo, ¿No crees?
Seguía en shock al no comprender que Elena, mi Elena, se hubiese implantado semejante despropósito. Esa locura no concordaba con el concepto que hasta entonces tenía de mi asistente. Siendo una mujer guapa, siempre la había catalogado como una mujer seria y anodina, de la que incluso desconocía siquiera si había tenido novio. Trabajadora incansable, nunca había puesto queja alguna a quedarse trabajando hasta altas horas de la noche si era necesario. Siempre llegaba antes y se iba después que yo, por lo que había supuesto que carecía de vida privada y ahora…. ¡No sabía que pensar!
La brutalidad de esas tetas me hizo replantearme esa imagen y viendo que Javier seguía esperando una respuesta, le solté:
-¡Son la hostia!- y tratando de encontrar una explicación a tan radical cambio, le comenté entre risas: -Su novio debe de ser un obseso.
Mi compañero parándose de reír y mientras se secaba las lágrimas, respondió siguiendo la guasa:
-Cómo no se le conoce ninguno, ¡A lo mejor lo que busca es uno!.
-No jodas- contesté y sabiendo que de seguir con la charla, empezaría a intentar liarme en sus historias, preferí buscar una excusa y que me dejara solo.
Para nada satisfecho, al llegar a la puerta, se dio la vuelta diciendo:
-¡Ten cuidado! ¡Eres el único soltero!
-¡Vete a la mierda! – le respondí haciéndole un corte de mangas.
Pero la verdad es que al irse y dejarme solo, no pude dejar de pensar en dicho descubrimiento. Esas dos ubres habían quedado impresas en mi mente y por mucho que intenté borrar su recuerdo no  pude. Sobre todo porque solo tenía que levantar mi mirada para verlas tras el cristal. Actuando como un voyeur, no pude dejar de contemplar la rotundidad de sus formas mientras su dueña tecleaba frente al ordenador. Si no llega a ser porque la conocía desde hacía tanto tiempo, hubiera supuesto que me estaban tratando de tomar el pelo y hubiese creído que esa mujer era una actriz porno haciendo una broma.
“¡Son brutales!” pensé mientras admiraba a lo lejos ese par de globos.
Elena todavía sin estar acostumbrada a llevarlas, continuamente se chocaba con todo. El colmo para mí fue esa misma tarde cuando al pedirle un papel, me lo trajo y al dármelo sus dos pechos se posaron en mis hombros. Ella misma se dio cuenta y con voz avergonzada, me pidió perdón. Desgraciadamente al dejar caer ese peso sobre mí, provocó que si ya eran atrayentes se convirtieran en una obsesión.
“¡Pero qué buena está!” me dije completamente excitado.
Bajo mi pantalón, mi propio pene debió de pensar igual porque sin importarle descubrirme, se levantó de ipso facto dejando claro la atracción que sentía por esa renovada asistente. Ella debió de percatarse porque totalmente colorada intentó apartarse pero la rapidez con la que lo hizo lo que provocó en realidad fue darme con ellas en toda la cara. El golpe que recibí con semejantes armas lejos de enfadarme, me hizo reír y sin poderme aguantar solté una carcajada. Mi risotada la avergonzó más y sin saber dónde meterse, me pidió perdón.
-No te preocupes- dije tratando de quitar hierro al accidente: -Jamás me habían atacado  con algo tan bello.
No había acabado de decirlo cuando me di cuenta de que era una burrada y temiendo que ella se lo tomara a la tremenda, intenté disculparme. En contra de lo normal, la mujer se sintió reconfortada con la broma y regalándome una sonrisa, desapareció sin despedirse. Ya solo, me recriminé el error y decidí que nunca se volvería a repetir:
¡Ella era mi secretaria y yo su jefe!
 
 
 Elena hace que todo se complique:
Lo que no sabía cuándo lo decidí fue que me iba a resultar imposible y no porque no lo intentara sino porque mi asistente se ocupó en que fuera inviable. Si Felipe II y su armada invencible nada pudieron hacer en contra de las tempestades, yo sucumbí irremediablemente ante su acoso. ¿Y os preguntareis por qué?.
Fácil. Ese día y mientras volvía a su mesa después de darme con sus dos melones en la cara, Elena se iba riendo por lo bien que se estaban desarrollando sus planes. Aunque por el aquel entonces lo desconocía, esa morena llevaba años intentando que me fijara en ella y viendo que mi gusto en lo que respecta a mujeres era que vulgar y me encantaban las bien dotadas, había decidido transformar sus dos pequeños pechos en dos magníficas ubres que me hicieran soñar cada vez que posara mis ojos en ellas.
¡Y mira que lo consiguió!
Nada más llegar a casa y recordar la sensación de esa inesperada caricia en mi mejilla, no me pude aguantar y cerrando los ojos, me puse a imaginar lo que se sentiría al hundir mi cara entre esas dos masas ingentes de carne. Completamente excitado me empecé a masturbar mientras mi mente volaba fantaseando con que esa mujer ponía en mi boca sus rosadas areolas. Esa imagen tan sexual me hizo estallar mientras me recreaba soñando que agarraba con mis dientes esos enormes cántaros.
A la mañana siguiente cuando llegué a mi despacho, ni siquiera me había acomodado en mi silla cuando esa arpía comenzó su acoso. En cuanto la vi entrar, supe que la jornada iba a ser dura porque la morena venía embutida en una camiseta que maximizaba si cabe el volumen de sus senos. Totalmente pegada la tela de su blusa parecía que iba a explotar mientras la muchacha me servía el café de la mañana. Os juro que no pude evitar recrearme en ese escote que lascivamente la mujer puso a mi disposición, al agacharse a poner mi taza encima de la mesa.
“¡Madre mía!” mascullé entre dientes al perderme en el profundo canal que formaban esas dos tetazas.
Elena, sabiéndose observada, no se cortó en absoluto y exhibiendo como una zorra su nueva anatomía, me sonrió mientras me preguntaba si quería leche. Absorto en la contemplación de esas dos fuentes, no la contesté por lo que tuvo que insistir para que retirara mis ojos de sus melones y la mirara a los ojos:
-Don Alberto, ¿Quiere la leche calentita?
 El tono sensual con el que me lo preguntó, me dejó claro su juego y balbuceando una contestación le pedí que sí. La muy zorra comprendió que alterando una costumbre de años, le había pedido caliente para así obligarla a volver con ella y sabiendo que lo que realmente estaba hirviendo era yo.
“¡Será puta!” pensé al verla entornar sus pestañas y salir meneando descaradamente sus nalgas. “Sabe que me gusta y está disfrutando”
Fue entonces cuando realmente me percaté de que el cambio de esa mujer no solo era de pectorales porque al mover de manera tan desvergonzada su trasero, descubrí que también se había cambiado el peinado y la forma de vestir. Lo peor es que con el corazón bombeando a mil por hora, caí en la cuenta que Elena no había hecho más que seguir al pie de la letra lo que una tarde de asueto le conté al salir de la oficina. Pálido recordé que ese día, en el que abusando de la amistad que nos unía después de tantos años de trabajo, me preguntó cómo me gustaban las mujeres. Creyendo que era una conversación sin importancia, le contesté sinceramente:
-Pechugonas con el pelo largo cortado a capas y que se muevan como una puta.
Y eso era exactamente lo que había hecho, Elena se estaba ajustando al estereotipo que le marqué durante esa charla. Tratando de mantener la calma, me intenté convencer de que no eran más que imaginaciones mías pero, ella al volver con la leche recién sacada del microondas, no pudo ser más clara:
-Alberto- me dijo mientras apoyaba como si nada una de esas voluminosas peras en mi brazo:- No me has dicho que te ha parecido mi operación.
Haciéndome el despistado le contesté que a qué se refería. Ella sabiendo que no quería mojarme, se plantó frente a mí y cogiendo los dos pechos entre sus manos, me soltó:
-Mis nuevas tetas.

Os confieso que me quedé paralizado porque comportándose como un pendón desorejado se pellizcó un pezón mientras me lo preguntaba. Su desfachatez no hizo más que incrementar mi turbación y tartamudeando, contesté:

-Son preciosas.
Mi respuesta le satisfizo y acrecentando su acoso, se abrió un poco el escote mientras soltando una carcajada me respondía:
-¡Sabía que te iban a gustar!
No sé cómo pude detenerme y no saltar encima de ella. Con mi pene pidiendo guerra y el sudor recorriendo mi frente, me quedé sentado viendo a esa zorra salir alegre de mi despacho. Al cerrar la puerta tras de sí, me dejó solo con mi excitación y con mi mente tratando de asimilar la razón por la que esa tímida y seria secretaría se había transformado en menos de veinticuatro horas en una bestia hambrienta deseosa de sumar otra pieza a su lista. Y lo peor fue que no me cupo duda de que la víctima en la que estaba pensando era yo.
Lo siguiente que hice fue algo de lo que no me siento muy orgulloso, sin pensar en las consecuencias, me levanté y cerrando el pestillo, decidí que tenía que liberar  tensión que hacía que en esos momentos me dolieran los huevos. De vuelta a mi silla y mientras miraba su figura a través del cristal, me masturbé pensando en ella.
-Dios, ¡Cómo me pone esa zorra!- exclamé en voz alta mientras eyaculaba sobre la alfombra.
Al otro lado de la mampara, el coño de mi secretaria se encharcó al ver de reojo que me estaba cascando una paja en su honor.
Elena consigue alterarme:
Como todos sabemos cuándo a una mujer se le mete entre ceja y ceja un tema, no para hasta que lo consigue y en este caso, mi asistente había decidido que quisiera o no, iba a llevarme hasta su orilla. Aunque no fuera consciente, ¡Estaba jodido! Qué cayera en sus garras era cuestión de tiempo. Estrechando cada vez más el cerco, a partir de ese día Elena aprovechaba cada oportunidad para rozar con sus enormes pechos alguna parte de mi cuerpo. Daba igual si era una mano, un codo, la mejilla…. En cuanto veía que podía frotar sus melones contra mí, lo hacía mientras una sonrisa iluminaba su cara. Mientras tanto la tensión se iba acumulando en mi interior. Si en un principio ni siquiera me percaté de la operación, en esos momentos solo oír su voz hacía que mi pene se pusiera duro como piedra bajo mi pantalón.
Juro que aunque intentaba sacármela de la mente, lo único que conseguía era incrementar mi obsesión por ella. Si durante cinco años, esa mujer había permanecido a mi lado sin que me dignara a mirarla, a partir de esa cirugía no podía dejar de espiarla mientras permanecía sentada en su mesa. El problema se acrecentaba al saber ella que la estaba observando y decidida a no dejarme escapar, disimulando se levantaba discretamente la falda para que pudiera disfrutar de la belleza de sus piernas. Día a día, el deseo se fue acumulando hasta convertirse en una auténtica necesidad. Me gustara o no, necesitaba hundir mi cara entre esas dos tetas, que mis manos desgarraran esa blusa y coger esos apetecibles pezones entre mis dientes.
Elena, cada vez más segura de mi derrota, se mostraba alegre y despreocupada en m presencia. Lo que no sabía es que cada vez que esa mujer descubría mi erección, no podía evitar que su coño se anegara de deseo. Después de años de indiferencia, sentirse deseada por mí hacía que su cuerpo entrara en ebullición y solo cuando disimulando se iba al baño y dejaba que sus manos se perdieran jugando en su entrepierna, solo entonces podía descansar al anticipar por medio de sus dedos el placer que algún día sentiría al ser poseída por mí.
Aunque no fuéramos cien por cien conscientes, ambos sabíamos que la atracción que sentíamos uno por el otro iba incrementando la presión y de algún modo había que dejarla salir o explotaría.
Eso fue lo que ocurrió, ¡Un buen día explotó!
Todo pasó sin que nos diéramos cuenta ni ninguno lo preparara. Una día en el que el volumen de trabajo provocó que nos quedáramos solos en la oficina, fue cuando ocurrió. Nada nos podía haber hecho pensar que esa tarde, nos dejáramos llevar por la pasión y termináramos follando en mitad de mi despacho. Fue algo espontaneo… llevábamos más de dos horas encerrados en mi oficina trabajando cuando al necesitar un archivador de una estantería, Elena me pidió que la sujetara no fuera a caerse. Os juro que en cuanto posé mis manos en su cintura, supe que no había marcha atrás porque como si fuera un calambrazo, mi sexo saltó al sentir la tibieza de su piel. Sé que ella sintió lo mismo porque cuando sin poder esperar la di la vuelta, me encontré que tenía los pezones erectos bajó la camiseta.
Sin pedirle permiso, la atraje hacia mí y con una necesidad absoluta, la besé. Elena me respondió con pasión y pegando su cuerpo al mío, permitió que mis manos se apoderaran de su culo sin quejarse. Su cálida respuesta insufló mis ánimos y como si mi vida dependiera de ello, recorrí con mis labios su cuello mientras ella no paraba de gemir. Buscando como desesperado esos pechos, desabroché su camisa para descubrir que tal y como había previsto, esa mujer tenía los pezones negros como el azabache. Esto al sentir la proximidad de mi lengua se encogieron como avergonzados y por eso cuando me introduje el primero en la boca ya estaba totalmente tieso.
-¡Qué maravilla!- exclamé al  sentir su dureza entre mis dientes.
Elena, al sentir que me ponía a mamar de su pecho, colaborando conmigo se sacó el otro mientras me decía lo mucho que había deseado que llegara ese momento. La belleza de ese par de tetas era mayor a lo que me había imaginado y por eso en cuanto las vi desnudas ante mí, supe que debían de ser mías pero también que de tomar a esa mujer, nunca podría dejarla. No sé si ella adivinó mis dudas o por el contrario fue producto de su propia calentura pero en ese momento, llevó sus manos a mi entrepierna y en plan goloso mientras me acariciaba por encima del pantalón, me dijo:
-Necesito vértela.
No pude negarme y bajándome la bragueta, saqué mi pene de su encierro. Mi secretaria se mordió los labios al verla por primera vez y sin darme tiempo a reaccionar, se arrodilló frente a mí mientras me decía:
-Déjame hacerte una mamada.
Como comprenderéis me dejé y por eso incrementando el morbo que sentía en ese momento al tener a esa morena a mis pies, cogí mi sexo con una mano y meneándolo hacia  arriba y hacia abajo,  lo puse a escasos centímetros de su cara. Satisfecho, observé que Elena se relamía los labios y antes de metérsela en la boca, susurró con satisfacción:
-Te pienso dejar seco.
De rodillas y sin parar de gemir, se fue introduciendo mi falo mientras sus dedos acariciaban mis huevos. De pie sobre la alfombra, vi como mi asistente abría sus labios y con rapidez, engullía la mitad de mi rabo. Obsesivamente, sacó su lengua y recorriendo con ella la cabeza de mi glande,  lo volvió a enterrar en su garganta. No pude reprimir un gruñido de satisfacción al sentir dicha caricia  y presionando la cabeza de la viuda, le ordené que se la tragara por completo.
Suprimiendo sus nauseas, la morena obedeció y tomó en su interior toda mi verga. Como la experta mamadora que me demostró que era, mi dulce y puta secretaria apretó sus labios, ralentizando mi penetración hasta que sintió que la punta de mi pene en el fondo de su garganta. Fue entonces cuando inició un mete-saca delicioso que hizo brotar de mi boca un gemido.
-Me encanta- le dije completamente absorto
Dejándose llevar por la calentura que la domina, mi secretaria se levantó la falda y metiendo una mano dentro de su tanga, se empezó a masturbar mientras me confesaba:
-¡Necesitaba tanto esto!- berreó y antes de proseguir con la mamada, me suplicó que la tomara.
Su entrega y mi calentura hicieron imposible que permaneciera ahí de pie y por eso levantándola del suelo, le quité las bragas y apoyándola contra mi despacho, la penetré de un solo empujón. Elena, aulló al sentir su conducto invadido pero no se apartó sino que imprimiendo a sus caderas una sensual agitación, me rogó que la siguiera tomando.
 
 

Cogiendo sus enormes pechos y usándolos como agarré, clavé mi estoque sin pausa. Noté que mi morena estaba sobre-excitada por la facilidad con la que mi extensión entraba y salía de su sexo.  Forzando su excitación, aceleré mis movimientos. La velocidad con la que mi pene la embistió fue  tan brutal que, por la inercia, mis huevos revotaron contra su clítoris una y otra vez, por eso, no fue raro oír sus chillidos y que retorciéndose sobre mis piernas, esa mujer se corriera. Dejándome llevar, eyaculé en su interior mientras mi mente comprendía que de no andar con cuidado, me convertiría en esclavo de esa preciosidad.
Agotado, me senté a su lado sobre la mesa. Momento que aprovechó para subirse encima de mí y mientras intentaba reavivar la pasión a base de besos,  preguntarme con voz sensual:
-¿Mi querido jefe quiere repetir?-
-Depende del modo en que la zorrita de mi secretaria me lo pida – respondí pellizcándole un pezón.
Frotando su sexo contra mi alicaído miembro, riendo me contestó:
-¿Así es suficiente?
Estaba a punto de contestarla que sí cuando noté que saliendo de su letargo, mi pene iba poco a poco adquiriendo nuevamente su dureza y ella al sentir la presión contra su sexo, me rogó que la volviera a tomar. Si durante nuestra primera vez Elena había permitido que yo llevara la voz cantante, en cuanto tomé su pezón entre mis dientes, bajó su mano y empezó a masturbarlo.
 
Sacando fuerzas de mi flaqueza, la retiré a un lado y susurrándole al oído, le pedí que se estuviera quieta. La mujer refunfuñó al sentir que separaba sus manos pero al comprobar que iba besando cada centímetro de su piel, se dejó hacer. Totalmente entregada, experimentó por primera vez mis caricias, mientras me acercaba a su sexo. El olor a hembra en celo inundó mis papilas al besar su ombligo. Disfrutando de mi dominio pasé de largo y descendiendo por sus piernas, con gran lentitud me concentré en sus rodillas y tobillos hasta llegar a sus pies.
 
Sus suspiros me hicieron comprender que estaba en mis manos y antes de subir por sus tobillos hacia mi objetivo, alcé la mirada para comprobar que Elena, incapaz de reprimirse, había separado con sus dedos los labios de su sexo y habiendo hecho preso a su clítoris, lo acariciaba buscando su liberación. Esa visión hubiera sido suficiente para que en otra ocasión hubiese dejado lo que estaba haciendo. Sabiendo que quizás con otra mujer, hubiera dejado esos prolegómenos y sin más la hubiese penetrado, decidí no hacerlo y en contra de lo que me pedía mi entrepierna, seguí incrementando su calentura.
 
La que había sido durante años mi recatada asistente no pudo contenerse y al notar que mi lengua dejaba sus pies y remontaba por sus piernas, se corrió sonoramente. Yo, por mi parte, como si su placer me fuera ajeno, seguí lentamente mi aproximación. Deseaba con todo mi interior, poseerla pero comprendí que esa era una lucha a largo plazo y que de esa noche, iba a depender nuestra relación. Al llegar a las proximidades de su sexo, la excitación de la morena era máxima. Su vulva goteaba, sin parar, manchando la mesa del despacho mientras su dueña no dejaba de pellizcar sus pezones, pidiéndome que la tomara. Sin hacer caso a sus ruegos, separé sus labios, descubriendo su clítoris completamente erizado. Nada más posar mi lengua en ese botón, la muchacha volvió a experimentar el placer que había venido buscando.
-Por favor-, la escuché decir.
Sabiéndome al mando, obvié sus suplicas y concentrado en dominarla, la horadé con mi lengua. Saborear su néctar fue el detonante de mi perdición y tras conseguir sonsacarle un nuevo orgasmo, me alcé y cogiendo mi pene, lo introduje lentamente en su interior. Al contrario de la vez anterior, pude sentir como mi extensión recorría cada uno de sus pliegues y profundizando en mi penetración, choqué contra la pared de su vagina. Ella al sentirse llena, arañó mi espalda y me imploró  que me moviera. Nuevamente pasé de sus ruegos,  lentamente fui retirándome y cuando mi glande ya se vislumbraba desde fuera, volví a meterlo, como con pereza, hasta el fondo de su cueva. Elena, sintiéndose indefensa, no dejaba de buscar que acelerara mi paso, retorciéndose. Pero no fue hasta que volví a sentir, como de su sexo, un manantial de deseo fluía entre mis piernas cuando decidí  incrementar mi ritmo.
Desplomándose entre gritos, la mujer asumió su derrota y capitulando, mordió con fuerza sus labios. Como su entrega debía de ser total y sin apiadarme de ella, la obligué a levantarse y a colocarse dándome la espalda. Separando sus nalgas, unté su esfínter con su propio fluido. Tras relajarlo, traspasé su última barrera y asiéndome de sus pechos, la cabalgué como a una potrilla.
Gritó al ser horadada su entrada trasera pero permitió que siguiera violentando su cuerpo, sin dejar de gemir y sollozar por el placer que le estaba administrando. No tardé en llegar al orgasmo y eyaculando, rellené con mi semen su interior. Ella, al notarlo,  se dejó caer exhausta sobre la mesa. Cogiéndola en brazos, la llevé hasta el sofá que había en una esquina del despacho y abrazados nos quedamos en silencio.
Llevábamos en esa posición diez minutos cuando sin previo aviso y medio desnuda se levantó y saliendo del despacho, volvió con su bolso. La sonrisa que lucía en su rostro me informó que mi recién estrenada amante tenía algo que decirme. Lo que no me esperaba fue que sacando de su billetera una foto de ella desnuda me la diera.
-¿Y esto?- pregunté extrañado.
Muerta de risa, me miró y con tono pausado, me dijo:
-Como sabía que tu mayor fantasía era una mujer con pechos enormes, me los puse…. ¡Ahora quiero que tú cumplas la mía!
Sin saber a qué atenerme, le pedí que me aclarara que quería. Soltando una carcajada, respondió:
-Siempre he soñado con que el hombre que me folle me lleve tatuada desnuda en su pecho.
Ni que decir tiene que esa misma noche al salir de la oficina, Elena me acompañó a un local para que grabaran su retrato en mi piel. Desde entonces somos pareja y mientras yo disfruto de esas enormes tetas, ella se  vuelve loca  al ver su imagen moverse al compás con el que hacemos el amor.
 
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