Quantcast
Channel: PORNOGRAFO AFICIONADO
Viewing all 7974 articles
Browse latest View live

Relato erótico: “Un yate repleto de mujeres (3)” (POR BUENBATO)

$
0
0

Sin títuloA la mañana siguiente comenzaron a presenciarse los primeros inconvenientes de viajar, tantas mujeres, en una relativamente pequeña embarcación. Una de las desventajas era la escasez del agua que solo permitía un baño no muy riguroso y las tareas de higiene más básicas. Esto no fue una buena noticia para las jovencitas, acostumbradas a los baños en tinas. Otro de los inconvenientes era el calor que, durante el día, se generalizaba en ambas embarcaciones.

Para Kimberly, Gina, Tiffany, Susan y Kayla no había mucho problema pues sus prendas, pantalones y camisas cortas, eran mucho más frescas que los brumosos y elegantes vestidos del resto de las tripulantes. Sin mayor opción, las chicas decidieron utilizar, durante las horas de calor, vestidos muy ligeros, pantalones de telas delgadas o simplemente batas para dormir. Al inició fue un tanto difícil perder el glamour pero el hecho de que solo hubiese mujeres durante aquel viaje volvió relativamente sencillo llevarlo a cabo.

Paula y Sandy, las hijas de la norteamericana millonaria, Miss Jennifer, habían pasado toda la noche en vela platicando de mil temas con las hindues: Mary y Lucy, como se les había nombrado en lugar de sus, algo complejos, nombres indios. Mary y Jenny eran gemelas, tenían tan solo dieciocho años pero se comportaban con la rigurosa educación de las mujeres de la alta sociedad inglesa. No obstante, habían vivido en la India durante sus primeros catorce años de vida y, por lo tanto, no olvidaban sus tradiciones y su cultura natal. Paula y Sandy, por otro lado, eran dos jovencitas impregnadas con el mismo espíritu aventurero de su madre y la oportunidad de conocer a dos hermosas chicas indias les pareció digna del mayor de los intereses.

Las cuatro chicas habían estado despiertas hasta altas horas de la noche, habían hablado de todo pero el principal tema terminó siendo la manera en que los hindúes veían al erotismo; las gemelas contestaron que había varias interpretaciones, la más común estaba tan llena de tabúes como la cultura occidental pero había otras formas de vida entre la vasta cultura india entre las que destacaba el kamasutra. Las norteamericanas, ávidas lectoras, no desconocían lo que significaba aquello pero les pareció tan interesante que preguntaron por los detalles. “Quienes practican el sexo libre – comentó Lucy – saben de la enorme libertad y placer que un hombre puede provocarle a una mujer, o a otro hombre; o como dos mujeres pueden llegarse a darse todo el placer”. La conversación pareció bloquearse al tocarse el prohibidísimo tema del lesbianismo, al punto que las gemelas notaron la incomodidad de las occidentales y prefirieron marcharse a su recamara con la explicación de que tenían mucho sueño. No obstante, a pesar de que se habían ido, las norteamericanas quedaron pasmadas con aquella idea del sexo entre mujeres, especialmente la menor, Paula, que no lograba, ni con todos sus conocimientos de anatomía, como aquello podía ser posible.

De modo que la curiosidad hizo presa de la mente de las occidentales que a la mañana siguiente lo primero que les vino a la mente fue aquello. Las chicas indias habían terminado de almorzar y escuchaban algunas indicaciones de su patrona, la Baronesa Michelle, y al terminar sus tareas fueron a platicar con normalidad con sus amigas estadounidenses. La plática comenzó con temas irrelevantes hasta que fue Paula quien se armó de valor para preguntar sobre aquello que la tenía tan interesada: ¿cómo es el sexo entre mujeres? Sin embargo, las norteamericanas se llevaron una decepcionante y hueca respuesta: “con besos y caricias – respondió Lucy sin mucho afán – es algo que viene en algunas versiones del kamasutra”. Las norteamericanas no se atrevieron a indagar más en el asunto y se quedaron con las mismas o más dudas.

Dos horas después había comenzado una comida y reunión sobre el yate grande y las tripulantes del yate de provisiones abordaron el yate mayor para participar en el convivio. Ambos yates se anclaron aprovechando el oleaje tranquilo. Las cuatro tripulantes del Little Girl llegaron en una pequeña barcaza y se unieron al convivio, Kimberly estaba encantada con aquella extraña combinación de la aventura y la elegancia. Apenas llegaron al barco, las dos parejas de hermanas subieron a la barcaza.

– Señorita Tiffany – exclamó Sandy – por favor, déjenos usar un momento su barcaza.

Tiffany aceptó, estaba de muy buen humor aquella mañana, las cuatro chicas subieron a la barcaza y comenzaron a remar; las gemelas propusieron el reto de llegar al Little Girl y de inmediato las cuatro comenzaron a remar con todas sus fuerzas. Tardaron casi cinco minutos en llegar y, bastante agotadas, subieron y cayeron rendidas sobre la popa del yate. Caminaron a la proa, donde había más sombra, y se sentaron a descansar. Volvieron a platicar, pero esta vez sobre cómo eran los Estados Unidos. Sandy, la mayor, dominó la conversación y felizmente comenzó a explayar todo lo que sabía sobre su país.

A Paula le aburría todo aquello y mejor se puso a recorrer el yate, seguida de Lucy. Mientras Sandy y Mary conversaban, las otras dos subían a la cabina de mando, revisaban los almacenes y entraron a la recamara del yate. Adentro era muy diferente al Women, que era mucho más amplio y elegante. Tenía solo tres camastros y tenia aire de buque pesquero. Paula revisaba todo con curiosidad mientras Lucy la miraba.

– Paula – dijo Lucy de pronto – perdón por el atrevimiento, pero, ¿les molestó la conversación sobre lo del…kamasutra?

– No, para nada – respondió un tanto consternada Paula – es solo que, jama habíamos escuchado sobre eso, al menos no de la manera en que lo describiste.

– Entiendo.

– Aun me quedó la duda sobre, tú sabes, el sexo entre mujeres.

Lucy soltó una risa, le parecía un tanto divertido la inocencia y el escándalo de la estadounidense, Paula estaba un tanto tensa pero la dulzura de Lucy le tranquilizó.

– ¿Con que duda te quedaste? – pregunto Lucy, acercándose lentamente a su amiga.

– No muchas, quizás solo la manera en que se consigue el placer por ese medio, supongo que de alguna forma debe incluir el kamasutra.

– ¡Oh si!, lo incluye. ¿No te gustaría saber cómo es en la práctica?

Paula se ruborizó inmediatamente, pensó en salir ofendida de ahí pero algo le indicaba que lo mejor era quedarse inmóvil. Quiso sentirse ofendida pero no podía lograr enojarse dada su propia curiosidad. Volteó hacia todos lados y se pregunto por qué Lucy le había dicho aquello. Quedo tan consternada que ni siquiera se dio cuenta cuando la chica hindú se apoderó de sus tiernos pechos y con una sospechosa habilidad los sobó y acarició de tal manera que Paula no pudo más que sucumbir a un placer que la dejó indefensa aun cuando una de las manos de Lucy comenzaban a desabrochar los botones de su vestido; dejando entrar un aire frio sobre la espalda de la joven rubia, más grande fue su inquietud cuando sintió la mano de la hindú sobre su espalda bajando hasta llegar a sus nalgas cubiertas por la bombacha hasta las rodillas que en aquella época era usada como ropa interior. Paula comenzó a sentirse perturbadoramente incomoda y esto lo comprendió Lucy, de modo que decidió acelerar aquello; abrazó fuertemente a la rubia y le estampó un beso en la boca a una Paula que, o no pudo o no quiso, no puso más resistencia.

Fue un beso suave, dulce, pero firme; que Paula interpretó como algo indebido pero tan atractivo, tan distinto, que admitió su derrota y se entregó por completo a todos los placeres que Lucy pudiera enseñarle. Los besos de la hindú guiaban a los torpes labios de la rubia; sus manos apretujaban las nalgas de Paula mientras esta misma se retiraba su vestido y comenzaba a deshacerse también del de su nueva amante. A los diez minutos ambas estaban en bombachas, también las manos de Paula habían aprendido a recorrer a través del místico cuerpo de su acompañante. Separó sus labios de Lucy por un momento y preguntó, casi sin aliento:

– ¿Es así? ¿Así se hace el amor entre mujeres?

– No – respondió sonriente Lucy – apenas vamos como a la mitad.

Paula no supo que pensar y sus labios se estamparon en los de Lucy de manera automática. Sus manos acariciaban el cuerpo de la hindú con una pasión y una fuerza que parecía haberse acumulado por años. Disfrutaba como los dedos de Lucy tocaban y estrujaban sus nalgas; de pronto su mente se detuvo en un pensamiento que le llego de golpe: su entrepierna se había humedecido; estaba excitada.

Su curiosidad despertó y una pregunta le pasó dando vueltas por la cabeza: ¿estaba excitada Lucy también? No quería preguntarle pero tampoco quería quedarse con la duda así que, cegada o impulsada por el contexto de morbo del que era presa en ese momento, dirigió su mano al vientre de la hindú y, atravesando fácilmente la barrera de tela de la bombacha, llevo sus dedos hasta el coño de aquella chica y magreó apasionadamente la vulva de Lucy que agradeció gimiendo. Sí, la respuesta era sí: Lucy también estaba excitada.


Relato erótico: “Mi don: eli y la fiesta – previa e inicio (5)” (POR SAULILLO77)

$
0
0

Sin títuloHola, este es mi 5º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos.Estos hechos son mezcla de realidad y ficcion, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real.Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.

Mi nombre es Raul, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis ultimos años de Instituto, 17-18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre , hermana mayor , mandona pero de buen corazon, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era.Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al futbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rapido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavia no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante.Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte.Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena.Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio.Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba.Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.

Ademas, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme.Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención , solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón.Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría dieces, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es informacion inútil que pasado el examen no volvere a necesitar.

Con el paso de mi infancia empece a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningun medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escaneó y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello.Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operacion, gracias a dios todo salio bien y con el apoyo de mi familia y amigos todo salio hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.

Después de la operacion, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales.Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinacion y razonamiento, y despues físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no queria, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi fisico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados,se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algun celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.

Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, ademas de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas.Pero las situacion con ella, no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital. Después toco poner en practica la teoria y Eli, la fisioterapeuta que me estaba ayudando con un problema en el pie, me la confirmo. Ahora era mi profesora y me enseñaba todo lo que se podria necesitar, y con unas amigas llego la magia.Después de mis 2 primeras semanas de aprendizaje y teoria, llegaba la hora del examen practico.Ahora de mi aprendizaje,  Eli me invito a una fiesta que quiso usar de examen.

————————————————————

Ya he leído algunos comentarios, gracias por los consejos, tratare de corregir.

En especial a Sonia o “Moonlight”, realmente vomito sobre el teclado las ideas-recuerdos en mi cabeza, y por eso no repaso la ortografía bien, luego he empezado a pasarle correctores y releer varias veces, espero con eso subsanar esos fallos graves, aunque alguno siempre caerá. Aun así considero que resaltar las conversaciones y ciertos puntos pueden ayudar a entender la diferencia en la lectura, cambiar de una descripción o situacion a un dialogo o un cambio de día/escenario. Amen del inició, es cierto que quienes sigan la serie, es una lata, pero la 1º parte casi no cambia, con bajar un poco la rueda del ratón se soluciona, de ahí que ponga estas pequeñas anotaciones separadas del resto, Y así los que empiecen un relato sin seguir el orden, tener una idea general rápida.

Y si, es una deformidad de polla, pero tenia que ser así.

Pido disculpas, se me colo el 1º día de la 3º semana en el final del relato 3º, copio y pego en el 4º. También pido disculpas por los tochazos que escribo, estos primeras experiencias llevan mucha informacion, y es importante a mi entender.Alguno mas así y os prometo que los siguientes no serán tan grandes.

Pero la historia debe continuar.

————————————————————

LA PREVIA.

 

Despues de  casi hacer desvanecer en el baño a Eli, salio a charlar conmigo.

 

ELI: ¿recuerdas que te dije que forme parte del equipo nacional de gimnasia? pues bien, tengo a una compañera de aquella epoca que es seleccionadora actual y va a mucho a fiestas de alto copete para pedir y recaudar fondos para sus chicas, me invita con la esperanza de que la ayude, pero no suelo hacerla caso, pero esta vez es perfecto, vendrás conmigo y haremos tu examen final.

 

YO: ¿y en que consistirá?

 

ELI: un estoy perfilando, es el domingo, y es de alto nivel ¿tienes algun traje?

YO: si, bueno, el de mi graduación de hace 2 años, me quedara enrome, como toda mi ropa.

ELI: pues eso no puede ser………………………..hacemos esto, tengo un viejo conocido que es sastre, mañana sábado quedamos y te traes el traje, a ver si lo puede arreglar, si no, te dejara alguno solo con que lo lleves en la fiesta y luego se lo devuelvas.

 

Me pareció correcto y me acerco a casa en el coche comentándome comos seria mas o menso la fiesta y que cosas no hacer para quedar como un imbecil. Se despidió de mi con un beso y una sonrisa.

 

ELI: mañana las 11 de la mañana te recojo aqui. – y se marcho.

 

Entre en casa y vi a mi padre sentado e su sillón del salón con la TV apagada, me acerque a preguntarle.

YO: para llevas unos días muy raro, ¿que te pasa?

 

PAPA: hijo siéntate , tenemos que hablar.- así hice.

 

YO: papa ¿por que estas tan raro, por que me preguntas eso de mis cambios físicos todo el tiempo?

 

PADRE: mira no quiero mentirte mas y eres mayorcito. De joven tuve un problema en…………….mis partes. – adiós¡¡¡¡¡¡¡¡ que lo mio era hereditario¡¡¡¡¡¡¡¡ pensé – en la revisión de a Mili, me detectaron fimosis, ya sabes, carne excedente del capullo, y ya puestos me lo operaron.

 

YO joder papa, ¿y a que viene esto?

 

PADRE: viene a que cuando me opere, el tema …….me creció, no mucho pero si notorio.Pasado el tiempo no volvi a pensar en ello, hasta el día de tu operacion.

YO: ¿¿¿¿perdona???¡¡

 

PADRE: si, no se por que, pero se me clavo en la cabeza la idea, y ya que estabamos a operar, decidimos……….

 

YO :¿DECIDIMOS?, ¿¿¿como que en plural???¡¡

PADRE: si a tu madre se lo explique, hablamos con los médicos y durante la operacion firmamos un consentimiento, todavia eras menor así que no necesitábamos tu permiso, te operamos de fimosis tambien.

 

YO: ¿no me jodas?¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

 

PADRE: mira pase mucha verguenza de joven con el tema y despues mozas de mis compañeros, me dijeron que lo mismo tu lo tenias, y es una cirugía leve, cuando saliste de la UCI nos dijeron que ya no se te notaria, ni te darías cuenta.

 

YO: me voy a cagar en todo lo que se menea ¿es por eso que me ha crecido tanto?

PADRE: osea que si ha cambiado.

YO: joder que si ha cambiado papa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ que me voy dando con las rodillas, hostias…………..

 

Mi padre se echo a reír, me lo explico con mas calma, tenia esa capacidad de explicar las cosas de forma simple y lógica, hasta el punto en que te convencía. Yo ya no sabia si era mi propio cuerpo, el dichoso tumor, las hormonas y ahora, encima, esto. Me calme un poco y recrimine no haberme avisado pero termine claudicando, mentalmente pensé que en realidad me habían hecho el favor de mi vida. Avise en la cena de mis planes del día siguiente y mi madre se volvió loca buscando el traje de la gradación y al encontrarlo en un armario, se puso a repasar, recoger y limpiar, típico de madre, ¿no?.

Dormí como un lirón con sueños en los que solo estabamos Eli y yo. Desperté me duche prepare el traje y salí a la hora acordada, Eli ya estaba esperando con el móvil en la mano para llamarme, lo se por que me vibro el móvil y era ella, no lo cogí , solté un buen silbido para llamar su atencion. Me subí al coche con ánimos renovados y sin mediar palabra la bese en los labios, sin pasion ni cariño, somo un gesto de costumbre, como si fuera un saludo normal.Arranco el coche y me llevo a una zona industrial, al almacén de su amigo el sastre. Mientras nos acercábamos a la puerta me hablo de el y de sus rarezas.

ELI: no se si es gay o no, es modista, y raramente le he oído hablando de otra cosa, ha tenido líos con las grandes marcas de moda por su manera de trabajar, pero es muy bueno.

YO: a ver si es cierto, lo mismo me palpa el rabo a través de la tela y se emociona jajajajajja

 

ELI: eso te quería comentar …..los problemas que tenia…eran….. bueno el trabaja sobre el terreno y para eso debe ver…………… el terreno.

 

YO: vamos , que me tiene que ver desnudo.

ELI: exacto, ¿algun problema?

 

YO: mientras sea profesional no veo ninguno.

 

Entramos y nos presento, se llamaba Eric. no era su nombre real, me contó que se llamaba Herciano, nacido en Badajoz, pero que no quedaba muy comercial en la jet set, me callo bien de inicio.Nos paso a un sala con un pedestal en medio, y miles de utensilios y telas al rededor, sentó a Eli en un silla, me subió al pedestal y me cogió el traje de las manos y llamo a gritos a una tal Paula.

 

ERIC: Paula querida, estamos listos aqui abajo……..Pauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, perdonan chicos es sorda como un tapia pero es la mejor arreglando ropa que he visto.- se oyeron pasos rápidos.

PAU: voy voy, tranquilo- se oyó de lejos, Eric miro mi traje con cara da asco.

 

ERIC: mira nena – miro a Eli- traes una hamburguesa de fabrica a un restaurante francés, que quieres que hagamos con esta basura fabricada a granel………-Eli no respondió y sonrio, me miro y Eric hizo lo mismo- tu no sonrías mocetón y empieza a desnudarte.

Mire a Eli con busca de aprobación y ella asintió.

ERIC: vamos que no tenemos todo el día.

 

Me desnude con rapidez y me deje el calzoncillo, mi polla era evidente, pero ni miro, solo miraba mi cuerpo analíticamente. Se acerco y me levanto los brazos, me giro y me hacia agacharme o moverme.

ERIC: vamos, slip fuera tambien, necesito medir bien la pernera.

 

Algo cortado accedí, mi pene estaba lo mas pequeño que había sentido en semanas, aun así era grande, pero el seguía sin percatarse de ella, o no le parecía relevante. Me relaje un poco a ver su actitud profesional y mi mirada se clavo en Eli, eso me levante el animo un poco.De golpe se abrió una puerta y apareció una cabeza de mujer por allí, era Pau.

 

PAU: dime pesado ¿que coño quie………….- y planto sus ojos en mi polla unas décimas de segundo- ………..res?

Eric sin mirarla siquiera.

ERIC: toma este trapa prefabricado y mira que puedes hacer con el para que el quede decente a este señor.- se lo tiro a los pies de mala manera.

 

La chica reaccionó sacudiendo su cabeza, abrió la puerta y entro a recoger el vestido, llevaba una cinta métrica en el cuello, empece a notar un recurrente paralelismo con ese objeto en mi vida. Pau era una chica de 26-27 años calcule, alta, andaría por el 1,73, y sobrada de kilos, mas de lo que estaba Carla pero mucho menos de lo que era yo hacia 4 meses, la altura la hacia mas esbelta, y se podía reconocer unos pechos enormes, morena de ojos negros y pelo muy corto y rizado, vestía de forma poco elegante, mas practica supongo, con un pantalones de tela y una camisa blanca, o beige, no me fije mucho en el color por que al agacharse a coger el traje la camisa se abrió un poco y asegure que sus pechos eran considerables, atisbe parte de un sujetador enorme color carne.Al levantarse se dio la vuelta mientras miraba la ropa en su manos y se fue hacia la puerta, su trasero era amplio, con 10 kilos menos pasaria por un bombon a lo Carla.(coste que este tipo de descripciones las hago por recrear la situacion y ayudaros a visualizar, no critico nada y menos siendo como era hacia unos meses, nadie para criticar a nadie.).Las formas redondeas de esa mujer me llamaron la atencion lo suficiente para quedarme mirando el contoneo de su trasero.

 

Mientas Eric se separo, y se puso a anotar unas medidas que paso a Pau antes de irse, casi cerrando la puerta pude notar un vistazo rapido a mi polla de Pau antes de cerrar.Yo lo note pero Eli se percato de todo y se levanto hacia mi.

ELI: ¿que has visto que te ha puesto tan feliz? – era cierto sin darme cuenta me la había puesto algo morcillona.

 

YO: curvas , muchas jajajajajaja

 

ELI: ¿y de lo otro?, hazme un analisis.

 

La entendí, recordé y cerré los ojos.

 

YO: no estaba nada arreglada, su pelo estaba sin peinar y la ropa no es nada provocativa en si, llevaba demasiados botones abrochados para querer enseñar sus pechos, su mejor arma, y se le notaban de forma clara las bragas a través de la tela del pantalon, amplias , seguramente con algo de altura en forma de faja reductora, se le notaba un cambio brusco en su figura en la cintura, calzado cómodo.

 

ELI: muy bien ¿conclusiones?

 

YO: no estaba preparada ni se ha arreglado para nada, no tiene intención de salir con nadie o quedar en breve, obviamente ha venido al trabajo cómoda sin importarle el aspecto, pero el hecho de que aun así use las braga fajas indica que quiere esculpir su figura, no se encuentra cómoda con su fisico, y pese a estar muchos botones abrochados, la camisa es ceñida, quiere que la gente sea consciente de sus pechos.

 

ELI: BRAVO¡¡¡¡¡¡¡ ni yo lo hubiera dicho mejor.¿entonces tienes posibilidades de follártela hoy? ¿ahora?

 

YO: en si, no creo, no viene predispuesta pero tiene ciertas debilidades que puedo aprovechar, y las miradas a mi polla la han debido de generar pensamientos que ahora mismo vuelan por su cabeza.

 

ELI: estoy jodidamente orgullosa de ti.Veo con no eres tan tonto como parecías.- me lo dijo mientras me ponía la mano en el estomago.

 

ERIC: si si, muy bien, pero aqui uno tiene que trabajar, aparta bonita.- el siguió admirando mi cuerpo, no mi polla. Muy profesional empezó en una mesa, coloco una tela amplia y comenzó a dibujar en ella un contorno de traje, al hacer los pantalones si se dio la vuelta y miro mi polla.

 

ERIC: oye bonita, ¿esta preciosidad de aqui, cuanto crece? – pregunta seria, y respuesta seria.

ELI: las ultimas mediciones están en 34-35 de largo y unos 9 de ancho.

 

 

El abrió los ojos como platos y sin cambiar la mueca se giro a la tela y dibujo una pernera algo mas grande.

 

ERIC: bien, queremos que se note – cogió la tela y nos la enseño señalando una pernera igual a a la otra – o que no- señalo la otra linea dibujada con un ligero abombamiento en la zona de la pernera izquierda, el tío era bueno , con verme desnudo ya sabia hacia donde cargaba.Mire preguntando a Eli.

 

ELI: que si, es un día especial.- le guiño un ojo.

 

ERIC: me parece que este traje te lo vas a quedar………..- dijo mientras se giraba para poder poner la tela en la mesa- ya te puedes poner los slips pero nada mas.

 

Asi lo hice y me quede allí de pie, de vez en cuando venia y ponía mi tela encima , haciendo un calco y volviendo a la mesa, piernas , brazos, torso, espaldas……

ERIC: joder vaya macho, va a ser un milagro cuadrar estas espaldas.

Era cierto y ademas, mi cuerpo había cambiado algo, la hora de ejercicio diaria con Eli y lego nuestras ultimas semanas de “ejercicio intenso” me habían tonificado el cuerpo, no estaba ni mucho menos marcando musculo, pero si toda la piel de naranja que me colgaba se había ido, y gracias a unas cremas recomendadas por Eli, las estrías ni se notaban ya en mi estomago.Al paso de 1 hora o así, Eric llamo Pau, ya tendria que haber hecho ajustes iniciales.Bajo con rapidez, entro y miro directamente a mi polla ahora encerrada bajo la licra. Le dio el traje casi sin miar a Eric y este le dio las telas marcadas.

 

ERIC: toma boba, corta y pega como sabes.- se fue sin dejar de mirar mi paquete y antes de irse pude notar que se había desabrochado un botón de la camisa, algo que Eli me enseño a fijarme. “cada cambio significa algo, si no, no cambiaria.”¿por que había abierto un botón su camisa?

 

ERIC: toma esta……cosa y mira a ver que tal. – me dio el traje y me lo puse, me quedaba bastante mejor, se notaba las puntadas nuevas, pero en cuando me movía se arrugaba y doblaba de forma fea.

 

ERIC: ¡¡¡¡¿¿esto???’!!!! ni para tomar por culo sirve.- y se lió a intentar hacer ajustes con la ropa puesta, no hubo manera y en un gesto se rompió de la entrepierna. Eric se desespero y me dijo que me quitara eso antes de que me quemara con ello puesto.

 

ERIC: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PAU¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ se lió a repasar notas en al mesa.

 

Eli se acerco y me hablo de pau, le comente el cambio del botón.

ELI: ¿que crees que significa?

YO: esta claro, quiere lucir su mejor arma, bueno, las 2.Esta mostrándose disponible conscientemente, o no, sus continuas miradas a mi rabo no son casuales.

 

ELI: ¿¿te has fijado en sus labios?? se ha mordido el labio inferior.

 

YO: joder, como se me pasan los labios siempre.

ELI: por que hasta a mi me ha costado quitar la mirada de sus tetas.

 

YO: eso muestra deseo entonces.

 

ELI: si y me va a venir bien, con Carla………. fuera de combate no pude enseñarte a manejar a una mujer de curvas y ella puede ser perfecta.

YO: ¿que hago?

 

ELI: ¿tu sabras? – mi miro con sorna y me beso el pecho.- yo me voy Eric que tengo cita con Zinthia, para el traje de mañana y mañana peluqueria y sesión de belleza antes del guateque.

 

YO: ¿¿me vas a dejar aqui??

 

ELI: si, tranquilo cuando Eric acabe Pau te puede acercar en su coche……..si lo logras.Te llamo para que mañana quedemos a las puertas de la fiesta.

 

 

 

ERIC: dile a la zorra de Zinthia que mañana voy a arrasar yo con este. – y me señalo

Me dejo allí tirado con ese pirado de la moda y una moza bien dotada de curvas a la que tener que amansar.Al rato de irse Eli, volvió a la sala Pau, con partes del traje recién salidas de la maquina de coser, como un puzzle muy simple.

ERIC: vamos bonita ayúdame, que con este morlaco yo solo no puedo.

 

 

Se pusieron uno a cada lado y empezaron a vestirme, la sensación del traje hecho a medida es increible, y mas si un tía de tetas enormes que se ha desabrochado un botón por ti, o eso crees, te esta metiendo mano claramente, y restregando sus voluptuosos senos por el brazo.

 

Me quede gilipollas al contemplar mi imagen, en el espejo, casi parecía un sueño que hace 5 meses fuera el gordo gracioso que casi siempre iba en chandal, y ahora, a mis ojos estuviera aquel joven alto, apuesto y bien estilizado.Solo faltaba unir las piezas…….creia.

 

ERIC: con esto ya se puede trabajar……..

YO: ¿trabajar? ¡¡¡¡¡¡¡Si estoy hecho un pincel!!!!!!

 

ERIC: querido ahora pareces un ser humano, peor para mañana tienes que salirte del mapa, anda vamos a quitárselo con cuidado y me lo llevo.

 

No entendía nada, pero me deje desvestir con cuidado para no dañar las telas, mientras Eric me quitaba el chaleco, por ahora ya que que seria la parte central de la chaqueta, por la espalda, Pau, se agacho ante mi y me pidió que fuera levantado las piernas para sacarme las perneras del pantalón. Ni que decir tiene que mientras llevaba la pierna hacia delante, ella cogía con sus manos ambos extremos de la tela e iba dando pequeños tirones para sacarla sin arrugar, y para ello debía de poner los brazos estirados y muy juntos, apretado sus enromes tetas entre ellas, y a cada tirón, desde mi privilegiada posición, podía ver sus pechos vibrar, no le perdía detalle, y no se si se dio cuenta o no, pero mientras estiraba la 1º pernera, ya fuera, se medio tapo el escote, y se lió con la 2º, su amago quedo inútil y al segundo tirón su camisa se volvió a abrir lo suficiente para ver sus senos rebotar contra si mismos.Era una imagen simple pero que me puso a tono, se empezó a hacer mas evidente mi bulto en los slips, y vi como, despues de cada gesto para sacar la tela, ya no había ritmo, hacia un par y se paraba a mirar de reojo, seguía un poco y lo volvía a hacer, hasta que saco la prenda del todo.Al levantarse volvió mirar y mientras preparaba las ropa en la mesa y hablaban con Eric, se volvió repetidamente.

 

ERIC: bien, aqui te quedas un rato, voy a mi taller ha hacer magia con esto. Vístete si quieres , tardare un rato. – cogió las piezas de tela y se marcho por una puerta.

 

La oportunidad era clara, y si no queria volverme en trasporte publico tenia que estar vivo. Lo inicial era no alejarme mucho de Pau para no dejarla razonar en frió, amago con salir por la puerta….

 

YO: oye, muchas gracias por todo, no se ni si podre pagaros.

 

PAU: ¿que? ah si, no pasa nada, no tienes que pagar ¿no te lo ha explicado Eli?

YO: no – mentí, no solo no se fue si no que se acerco un poco desviando la mirada hacia cualquier sitio pero siempre terminaba en mi rabo.

 

PAU: veras, en la lata costura, es habitual que la gente vaya a fiestas con ropa regalada o prestada de modistas, así ellos tienen ropa de calidad sin pagar y nosotros publicidad gratis.

 

YO: osea que si voy a la fiesta con su traje no tendre que pagar, pues vaya “enorme” chollo. – trucos de recordatorio mental.

 

PAU: ……si ya, las cosas funcionan así……….oye….tienes tu ropa por allí, ¿no? – señalo a la silla donde estaba, queria que me vistiera, evitar la vision directa o que la pillara haciéndolo.

 

YO: ah si gracias, no me molesta estar así, llevo casi 2 horas jejeje, ¿y tu que? ¿eres modista? – desvié su intención.

 

PAU: bueno, en ello estoy, aprendo un montón con Eric aunque aveces le mataría jejeje es tan…..suyo.

 

YO: pues te ha puesto por las nubes antes, cuando intentabas arreglar mi ………..¿traje? ¿es herejía llamarlo así? – sonreí mientras le di un pequeño codazo al bajarme del pedestal.

 

PAU: jajaja la verdad es que si lo es, al menos para nosotros, es ropa prefabricada, y era enorme, no se como podía ser tuyo. – sin querer había usado mi misma palabra.

 

YO: bueno he tenido algunos cambios ultimamente en mi vida, si quieres me visto y te lo cuento tomando un café.- asintió con la cabeza, queria que me vistiera, y yo lo sabia, use eso para que aceptara el café de forma implícita. Joder, Eli me había enseñado bien.

 

PAU: voy a por los cafés ahora vengo.- y salio despedida de allí.

 

Momento critico, que debía hacer, si me vestía podía hacerla pensar en frió y si no me vestía quedaría como un mentiroso y un poco gilipollas.Tome el camino del medio, me quite el slip y me puse solo el pantalon del gym algo ajustado. Me la acomode de forma que fuera notoria si se miraba pero no evidente la intención de ello y guarde los slips. Cambie de posicion el cuerpo un par de veces intentando buscar una pose natural, Pau regreso un par de minutos despues con los cafés, y al verme así, se quedo algo paralizada, pero complacida.Se sentó a mi lado y me pidió que el contara mi historia. Le hable de la operacion, de mi vida antes y de los cambios físicos que me habían producido. Incluso el enseñe algunas fotos en el móvil de mi yo previo, Intentaba dar algo de pena.

PAU: lo siento mucho, lo has debido de pasar mal, pero si todo fue bien , la verdad es que te va genial, estas muy bien físicamente….- y callo en la cuenta de que la frase era algo ambigua -….vamos que estas mucho mejor que antes quiero decir…………vamos que no es que antes estuvieras mal……a mi también me sobran kilos …. – se había liado, y lo provocara yo o no debía aprovecharme.

 

YO: si tienes razon, era un adefesio……y las chicas ni me miran, pero tu estas bien, no puedes comparar

PAU: claro que si, siempre me lo dicen que me sobran kilos, se como te sientes, pero eso va a cambiar, te lo aseguro. – había reconocido que se sentía rechazada o poco atractiva y que yo estaba muy bien físicamente. Antes ni me hubiera percatado de ello, supondría que era condescendiente, pero ahora no, y ataque.

 

YO: ¿que dices? pero si eres una delicia de mujer…….

 

PAU: mira tu que galán , no seas bueno conmigo solo por que sepas como me siento.

 

YO: no es por halagarte, realmente me pareces una pedazo de mujer, de hecho…….- deje la duda en el aire y fingí callar.

 

PAU: ¿que?

YO: bueno, que….durante la prueba del traje… jo que verguenza….- se la puse botando

 

PAU: ¿que paso? – estaba expectante y yo me tense para enrojecerme mas de lo que ya estaba, era mi 1º prueba con fuego real, sin trucos.

 

YO: ……no ….es que… ha habido roces…y cuando te has agachado…..¿no has notado…..que crecía ……mi……….. cosa? – estaba bordando el papel de pobre incomprendido.

 

PAU: jajajajaja ¿en serio?, no lo había notado – los cojones que no, se puso algo roja y dirigió la mirada al bulto de mi pantalon levemente – me halagas.

 

Me lance a la piscina, o había agua y nadaba o me estrellaba contra el suelo. Fingi rabia

 

YO: el frote de tus pechos era una imagen demasiado fuerte, ¿¡vale?! – me gire un poco y espere su reaccion.

Tardo algunos segundos en emitir palabra, y cuando lo hizo, con una mano en mi hombro, me giro un poco hacia ella.

 

PAU: oye oye, tontorrón, no pasa nada, no eres el 1º que se sube a ese pedestal y lo pasa mal con estas – se llevo la mano al pecho.

 

YO: es que vaya mar de preciosidades, ……….¿creo?……- añadir duda sobre sus mejor arma, nunca fallaba, o eso me habían dicho.

 

PAU: ¿creo? ¿como que crees?

 

YO: bueno, las he intuido por encima de la blusa y he visto algo por el escote, pero poco mas….y solo con eso ya me he calentado, supongo que tendrá que ver que vieras la polla colgando la 1º vez que entraste. – note cierto asombro en su cara, abrió la boca como no creyéndose lo que había dicho.

PAU: bueno, si, la vi por accidente, pero no dudes de mi delantera majo, he empalmado a mas de un modelo ahí subido – señalo al pedestal.

 

YO: pues a mi no, pese a desabrocharte un botón.

 

PAU: ¿como? que no si acabas de decir que…….¿te has fijado?

 

YO: me la has hinchado, peor no me la has empalmado del todo. – se quedo de nuevo perpleja por mi comentario, y se noto que recordo el momento, ¿seria cierto?

PAU: pero si era enorme , ¿todavia crece mas? que jodía la Eli, ya se por que te quiere a su lado.

 

YO: pues si, la verdad es que ella si me la ha puesto como una piedra muchas veces – generar competitividad- pero no tiene tus curvas. – usar su complejo como halago.

 

PAU: ¿te gustan las curvas?

YO: mucho, y tu eres el ejemplo de mujer de verdad, no esas escuálidas de las pasarelas.

Se hizo un silencio, yo no sabia ya por donde tirar, ella saco la artillería.

PAU: ¡¡¡verdad que si!!, esas zorras vienen aqui cada día a restregar sus esqueléticas piernas y su brazos huesudos luciéndose como amas del mundo.

YO: tienes razon ……..y …….. y………

PAU: dime….

YO: quiero besarte. – allá vamos.

 

PAU: ¿de verdad?

YO: ¿te crees que alguien con mis complejos se lo va diciendo a todas?

Sopeso lo dicho y se callo.Dudaba algo en su cabeza, así que aproveche, y le tire un pico sin avisar, un beso corto y rapido, para acercarme a ella y ver su reaccion de cerca.

PAU: yo………

 

Lance otro beso, algo mas largo, ella ni se retraía ni aparta.

PAU: no se……

 

Esta vez fui con todo, me puse de rodillas delante de ella y la bese con dulzura, con ternura, durante unos segundos no se movía, pero con cada gesto de mis labios ella empezó a seguirlos, al minuto ya me agarraba la cabeza y yo su cintura, nuestras lenguas se cruzaron y llego un frenesí de pasion.

 

YO: quiero verte las tetas, pro favor, sin camisa ni sostén, solo admirarte.

 

Pau dudo y miro a la puerta de Eric, me miro de nuevo y sin pensárselo se puso de pie, se quito los botones de la camisa, me dejo su vientre a la altura de mi cara y mientras la iba besando el ombligo, baje mis manos de su cadera a su enrome trasero, buscando el punto débil de Eli, por probar…..

PAU: ummmmm

 

Se termino de quitar la camisa y mire hacia arriba, no le veía la cara, solo un par de tetas enormes entre nosotros, se llevo la mano a a la espalda y se quito el sostén, cayeron de golpe un par de centímetros, lo justo para rozaros yo con el pelo de la cabeza, me separe un poco y la admire, como prometí, eran tremendas, le colgaban un poco pero aun estaban firmes y con unos aureolas rosadas.

 

YO: vaya espectáculo de pechos, me moriría si me dejaras tocarlos y chuparlos.- miro de nuevo a la puerta de Eric.

PAU: todas tuyas.

Me abalance como un perro rabioso, pegue mi cara a una de ellas mientras chupaba y lamia con fuerza su pezon, mientras la otra mano no abarcaba tanta enormidad, solo mensajeaba con calma pero sin parar.No tardaron en aparecer gemidos en Pau, mientras me agarraba, o aplastaba la cabeza contras sus pechos mirando al techo, la abundancia de aquella mujer me las puso como un mastil, me puse en pie, y con un gesto hábil deje mi pantalon en los tobillos, repasando con mis labios cada milímetro de piel hasta que volvi a su labios.

YO: ahora, si – pegue mi cuerpo al suyo mientras mantenía mi polla erecta hacia arriba, para que la notara bien.

Bajo la mirada de golpe, sonriendo con la boca abierta, me miro a los ojos incrédula y bajo la mirada entre nosotros, no veía nada, había 2 enormes masas de carne aplastadas en medio, se sentó, o se tiro mejor dicho, de espaldas sobre la silla y mi polla cayo a plomo sobre su cara, se balanceo un poco ante la mirada de asombro de Pau.

 

YO: ¿se las has puesto así a algun modelo guaperas?

PAU: ni de coña, vaya pedazo de polla nene, ¿la puedo tocar?

 

YO: toda tuya. – ¡¡!logrado!! la tenia en el bote.

Empezó a tocar la punta con cuidado, y su atrevimiento fue subiendo hasta que tenia mi polla agarrada con ambas manos y me masajeaba la piel de arriba abajo.En su vida vio algo así.

 

YO: si me acercas luego a casa te dejo hasta que me la chupes. – eso me sonaría a egocéntrico o contra sentido hace tiempo, se suponía que era un favor que ella me hacia a mi al chuparmela, no al revés.

 

PAU: claro encanto, y mas que te haré.

 

Agacho su cabeza y se arranco a comerme la punta del glande, chupando con ansia y luego lamiendo con pasion, sin dejar de masajeame la polla.La sensación de éxito era mayuscula y excitante. Pasado un buen rato, me pidió que me tumbara en el suelo, así lo hice y ella se quito el pantalon, allí estaba la braga faja comprimiendo su cintura, se tumbo encima mía pero mas por debajo, dejando sus tetas a la altura de mi polla y se frotaba de delante a atrás sobre mi cuerpo, con sus tetas engullendo mi polla por momentos, !!!que delicia¡¡¡. Se puso de rodillas encima mía y metiendo su polla entre las tetas me hizo una cubana deliciosa, la mejor hasta la fecha, sus pechos hacian desaparecer mi miembro, y el aumento de ritmo me mato, eyacule rápidamente sobre ella, y se hecho a reír

 

PAU: joder, como me has puesto.

 

YO: me toca. – me incorpore y l acogí con mucha fuerza, la senté en el pedestal y saque su trasero hacia el borde, levante sus piernas y de un fuerte tirón arranque su prenda intima, la abrí de piernas y vi un coño delicioso, cuidado de bello púbico, y una mancha brillante entre sus labios vaginales. Hundí mi cara en sus entrepierna y no pare de lamer, separar, chupar y succionar, los gemidos de Pau eran claros y cuando empecé a meter mis dedos en su coño, buscando el punto G, se corrió la 1º vez, sentí su cuerpo tensarse y recaer sobre el pedestal, pero sin fluidos, había que ordeñar, seguí con la masturbación y jugueteando con mi lengua en su enrome e hinchado clítoris. El ritmo de mi mano subió, frotando sus entrañas, los fluidos empezaron a encharcar mi mano, Pau ya no gemía, se retorcía sobre si misma

 

PAU: no pares…no pares..OHHHHH¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ NO PARES¡¡¡¡¡¡¡

Aumente mas el ritmo, hasta que un gran silencio lleno la sala, solo se oía el chapoteo de mi mano en su intimidad, despues una explosion de jubilo de ella, echando un chorro de su interior. La deje descansar y me vencí sobre su cuerpo hasta llegar de nuevo a sus pechos, me pase un buen rato jugueteando con ellos, hasta que ella volvió un poco en si.

PAU: Eli los elige bien.

 

Se levanto de mi lado y me levo a una zona con unas duchas, nos restregamos un poco allí juntos, pero sin pasar nada relevante. Salimos, nos vestimos, ella, yo solo me puse los slip, y nos quedamos esperando a Eirc. Tardó algunos minutos y se me paso la idea de volver a por Pau, pero me calme y simplemente agradeci su comprensión y la experiencia.

PAU: a mi no me la juegas, nadie logra que una mujer se corra así, siendo un papanatas. – se había dado cuenta pero me daba igual el logro estaba ahí.

 

YO: jejeje me has pillado, pero que conste que todo lo dicho era cierto, eres una mujer de bandera.

 

Salio Eric con el traje ya listo, me puso en la pasarela, recién secada de nuestros fluidos, me dio la ropa y se sentó junto a Pau. Me vestí, Eric había terminado su obra, uso algun tipo de tela reflectante para las solapas de la chaqueta, un ribete rojo encima del bolsillo del pecho de la misma y atisbe algun tipo de filigrana de color gris en las juntas del pantalon, casi imperceptible pero allí estaban.Cuando acabe de vestirme, Pau se levanto atónita, Eric se levanto y se fue dando un sonoro portazo.

 

ERIC: ¡¡¡joder!!! si es que soy la puta hostia…….- no lo volvi a ver.

 

Me mire en el espejo y si antes me parecía un galán ahora era un espectáculo, me sentaba como guante, y me quedaba de cine, me moví haciendo gestos pero no se arrugaba, ni me tiraba de ninguna zona, salvo la pelvis claro, así lo había decidido Eli. Entendí al instante la diferencia entre parecer un camarero de restaurante caro , e ir bien vestido. Pau solo admiro, y me pidió que me moviera de cierta forma para asegurar el buen trabajo, estaba a la perfección.

 

PAU: venga, vamos a quitártelo, lo metemos en un porta tarjes y te acerco a casa…. te lo has ganado.

 

Feliz por todo en general, accedí y avise a Eli de mi éxito con un mensaje, ella me felicito y me dijo donde y cuando quedar al día siguiente. Iríamos por separado ya que ella debía ir al salon de belleza antes.Al llegar a mi casa, me bese apasionadamente con Pau, ella me frotaba la polla por encima del pantalon y yo sus pechos a través de su camisa.Y así nos despedimos, cogí el traje y fui a mi casa.La tarde la pase con algunos amigos y por la noche mi madre me obligo a hacerle un pase de modelos con el traje puesto, me asegure de ponerme los slip mas ajustados para disimular y al salir se quedo blanca.

 

MADRE: ¡¡¡¡¡¡ay mira que preciosidad de hijo tengo!!!! – me tocaba por todos lados asegurando la ropa- ¿pero de donde has sacado este traje? es a medida.

 

YO: ¿joder como lo sabes?

 

MADRE: por que soy madre, ¿de donde ha salido.?

YO: de un amigo de Eli, me lo deja si voy a la fiesta con el.

 

MADRE: pues ya te lo estas quitando, no vaya a ser que lo manches.De esta monada me ocupo yo.

 

Me cambie en mi cuarto y se le di el traje, mi madre sabia de moda y como tratarla, trabajo de costurera algunos años.Dormí plácidamente, consciente de que Eli no me había hecho perder el tiempo, Pau me lo había asegurado.Paso el día y yo era un pelele ante mi madre, totalmente maniática sobre como moverme, que hacer en la fiesta, que ese traje era genial y que no lo rompiera ni manchara por que me caparía, madres….Me vestí bajo su adoctrinamiento casi militar, le dio un golpe de plancha final al traje, y saco unos zapatos de vestir que me regalo, elegimos entre unas corbatas a juego que Pau me había dado y al salir de mi cuarto casi se echa a llorar de la emoción.Supongo que se le junto todo de golpe al ver a su hijo tan mejorado, despues de haberlo pasado muy mal.Me puso algo de gomina en el pelo, y me baño en una colonia de olor bastante fuerte.

 

Obligo a mi padre a acercarme y a mi a ir casi tumbado en el coche para no arrugar nada.Era una fiesta de alto copete, se hizo en una sala de reuniones de un hotel de gran nivel en Madrid capital, al llegar mi padre se despidió consciente de la importancia de aquello.

PADRE: a por ellas, avisame si no tengo que recogerte luego.- guiño un ojo y se marcho.

 

EL EXAMEN: LA FIESTA.

 

Me acerque hacia el hotel y aguarde en la puerta la llegada de Eli, ya que no la veía, note que muchos ojos se plantaron en mi, llame para saber si ya estaba dentro ya Eli, pero me dijo que no, que estaba justo bajando unos escalones para llegar allí. Me gire hacia las únicas escaleras que por allí había y entre la marabunta de gente, la vi.

 

A estas alturas pensaba que en un mes viéndola desnuda, masturbándonos, haciendo sexo oral y follando como animales los ultimos días, seria extraño, mucho, que pudiera sobresaltarme verla de cualquier forma, bien, me equivoque de nuevo, siempre la había visto sin arreglar excesivamente y en chandal o ropa ajustada deportiva, con zapatillas. Bien, como en las películas malas, el tiempo se ralentizo mientras bajaba los escalones, algo torpe, supuse que por que llevaba unos tacones de vertigo, zapatos color azul marino con guirnaldas brillantes, nada grotesco, llevaba el pelo totalmente liso, y todo con un peinado que hacia que su cabello estuviera caido del lado derecho de su cabeza, como una cortina, del lado izquierdo levaba algun tipo de pinza para el pelo, o no se como llamarla, muy elegante, con unos pendientes que colgaban un poco de sus lóbulos, plateados, una especie de consecución de bolas creciente.Vestía un un traje que me hizo verla como una diosa, un traje azul oscuro, con un solo hombro, en el izquierdo, coronado por un broche brillante, caía por delante hasta cubrirla mas abajo de las rodillas, en forma de espiral, rodeaba su cuerpo, del hombro bajaba hasta sus pechos y seguía rodeandola por detrás, tapándola el trasero, para volver a salir por delante y taparle lo justo la zona vaginal, con una gran obertura en la pierna izquierda, que dejaba ver unas medias de encaje, dejando gran parte de su espalda al aire, y de sus costillas, hasta se atisbaba el nacimiento de sus pechos pegados al cuerpo, maquillaje ligero, no necesitaba mas, algo de efecto ahumado que me comento en nuestras clases, para realzar sus preciosos ojos color miel. y unos labios cuidados con un color rojo granate.La pobre se iba agarrando con una mano en una barandilla y con la otra, al la vez, sujetaba un pequeño bolso y se levantaba algo el vestido para no pisarlo.

 

Rápidamente corrí hacia ella para ayudarla a bajar los ultimos escalones, entre varios pretendientes que ya la habían echado el ojo, ella bailo un poco en el aire cuando la agarre con firmeza la mano de la barandilla.

 

YO: tranquilos chicos, ya la llevo yo. – el resto de pretendientes se apartaron, ella sonrio ampliamente al levantar la mirada y reconocerme. Agradeció con la mirada mi apoyo y la baje con el mas sentido respeto y admiración los ultimos escalones, bajando de espaldas a las escaleras, no paraba de comentarme lo dificil que era andar con eso en los pies.No obstante en el ultimo, donde ya te confías, se medio tropezó y cayo de golpe sobre mi pecho, la sujete con fuerza, teniéndola casi suspendida en el aire.

 

YO: hey, cuidado princesa…. no me querrás estropear la noche.

ELI: perdona, ¡¡¡dios!!, como duelen los pies.

 

YO: ya te lo dije, la explicacion que me diste sobre el hecho de sufrir con los tacones no me convenció jejejejeje

 

ELI: ahora mismo no estoy convencida ni yo.

 

YO: no hace falta que lo diga, pero si no lo hago reviento, te has perdido, el Olimpo no esta por aqui. – sonrio gratamente levantando la cabeza, se apoyo en mi y recupero su propia verticalidad.Se planto sola y me separo de ella, haciéndome dar una vuelta sobre mi mismo, que hice con cierta gracia.

ELI: vaya con el viejo Eric, todavia sabe lo que se hace, tu estas arrebatador – se acerco a mi oido- y lo vas a necesitar.

 

YO: a su entera disposición.

Me puse a su lado izquierdo, y ofrecí mi brazo para que ella se apoyara, así lo hizo y sin soltar la parte baja de su vestido con la otra mano rodeo mi brazo e iniciamos el camino a la entrada. Eli se encargo de todo el tema de presentaciones, y protocolos.Una vez dentro me suplico que le acercara a la barra para poder sentarse y descansar sus pies.Desde allí, observamos toda la sala, un par de barras de bar pequeñas y dispersas, una grande, en la que nos encontrábamos, un montón de mesas desperdigadas por todo el espacio y una gran pista de baile en medio, con un DJ en una mesa de mezclas, poniendo musica chill out.

En cuando la vio, Eli saludo con la mano a alguien, y de un grupo de mujeres se acerco una, vestida de arriba abajo de chandal, me sorprendió así vestida allí. Al acercarse vi que llevaba una chapa identificadora, Mariana no se que, no recuerdo bien, pero ponía, “seleccionadora española de gimnasia.”.Tenia que ser la amiga-compañera de Eli.

 

MARIANA: vaya, por fin te has atrevido a aceptar una invitación. – y se saludaron con un abrazo fuerte, lejos de protocolos.

 

ELI: así es, me apetecía un poco de jarana, ¿que tal te va?

MARIA: bueno, como siempre, intentando sacar dinero a esta gentuza para poder entrenar en un pabellón propio, no alquilado y con goteras

 

ELI: mira, te presento a mi amigo, Raúl, esta es Mariana, la vieja compañera de la que te hable.

 

YO: encantado. – la salude, y me abrazo con algo mas de cordialidad.

 

MARIANA: oye de vieja nada, todavia soy capaz de ganar a esta petarda.- se echaron a reír las 2.

 

ELI: bien , por que este hombretón te va a ayudar. – lo dijo mientras colocaba su mano sobre mi hombro.Me quede extrañado.

MARIANA: es mono pero va a estar dificil, ademas esta la matahari, hoy de bandera patria..

 

YO: gracias, pero vengo preparado para lo que sea.estoy de examen ¿que debo hacer?

Ellas se miraron de forma cómplice unos segundos.

 

MARIANA: ¿tu como te crees que les sacamos pasta estos mierdas?.

 

YO: pues no se, pidiéndola.

 

MARIANA: ya claro, muy efectivo.

ELI: esto no va así, si no darían dinero a cualquiera, montan estas fiestas para inhibirse de sus vidas y darán dinero a quien mejor se lo lo haga pasar.

 

YO: no jodas, y yo que creía en el altruismo……

 

MARIANA: que inocente, esto esta lleno de tíos buenos, modelos, actores y deportistas que quieren abrirse paso, y pasa ello hacen lo que sea, aqui se trabaja de todo, sexo, influencias, chantajes, vamos lo mejor de cada casa.

 

YO: ¿y yo soy vuestra apuesta de hoy?

 

ELI: exacto, Maria suele tratar con tíos de la federación para conseguir fondos, pero el problema es que hay partes claves y, casi todas son mujeres, y tenemos que influir en ellas.

 

YO: de puta madre, encima con presion.

MARIANA: nada de eso, pero si se agradece cualquier ayuda externa. Eli me ha hablado muy bien de ti y creo que das el perfil.

YO: bueno, un reto es un reto, ¿no? – mire a mi acompañante y note que capto mi indirecta, le dije lo mismo cuando empezó el aprendizaje. Sonrió muchisimo y me abrazo.

MARIANA: bien os dejo, voy a comerle la oreja al presidente de la federación de hockey. – y se marcho, el cuerpo de Mariana era curtido, de gimnasta retirada pero no aprecie nada en ella, el chandal no dejaba.

Eli se incorporo, me atrajo hacia la mesa de la barra y me comento la situacion.

 

ELI: mira , esto esta lleno de gente desando fiesta y otro desando darla para sus beneficios, tenemos personas clave a las que intentar llegar.

 

1º Tenemos a la duquesa, es aquella del moño con un flor amarilla, es la mujer del presidente de la federación de futbol , el que mas dinero tiene y si cede puede dirigirlo a otra federación.

 

2º Tenemos a la hija del alcalde, es aquella del vestido negro, sentada en la mesa central.Dicen que su padre destina dinero al ejercicio que su pequeña admire.

 

3º La presidenta de la federación de tenis, aquella embutida en un vestido verde pistacho 2 tallas mas pequeño que su talla real. Tiene mucho poder en las asignaciones anuales.

 

4º La entrenadora de futbol femenino, ex jugadora, se dice que se zumba al presidente de la federación masculina y por ello recibe mas dinero, si cae , lo hará el presidente por efecto domino, y podemos pillarle por la duquesa

 

y 5º, La joya de la corona, -busca con la mirada – mira, a aquella mujer, la del vestido rojo.

Era una preciosidad, despampanante, con una coleta altísima que dejaba caer su largo pelo en la espalda, un traje palabra de honor con la silueta de sus buenos pechos, de color rojo chillón, un cinturón amarillo y un vuelo en la falda del vestido dejando una raja que iba desde mas arriva de su cintura, habiéndose sin parar hasta el final del vestido, en sus pies.Con unas medias de rejilla que se veían terminar a la altura de su pelvis y cuando se movía se llegaba a atisbar su ropa interior, roja a juego. Rubia de ojos azules y con unos tacones altos, se movía de forma clamada y con clase mientras se contoneaba sexualmente, dejando que la raja de su vestido luciera.

 

ELI: esa , es la mayor amenaza.

 

YO: ¿y quien es? ¿la matahari?

ELI: si, una puta, de alto standing, solo la contratada para esto eventos, le dan unos objetivos, como a ti, y se los termina follando en una noche a casi todos, nadie se le resiste, y como tal consigue ganarse o mantener a todos los hombres importantes de las federaciones, no te exagero, hay pocos hombres en esta sala que no la hayan catado y por lo oido, es puta con ganas.

 

YO: ¿un profesional y yo un novato? ¿como lo haré?

 

ELI: ve a por ella de inicio, no te conoce y te rechazara mientras ajusta su mira en algun objetivo, tu insistente, hasta que te rechace de forma evidente, eso nos hará ganar tiempo.Son las 22:00 y esto acaba a las 5-6 de la mañana.

YO: ser rechazado, eso se hacerlo. – plante un beso en los labios de Eli para ganar confianza y me lance.

 

Me coloque cerca de la pista de baile, en el tumulto de gente de pie, que miraba bailar al resto, donde estaba mi objetivo, me fui acercando, olía a hembra, un perfume de olor a cerezas, queria insinuar o crear la asociación de ideas, que estaba para comérsela, y era cierto, antaño solo con verla me hubiera empalmado.Vi que su copa andaba algo vacía, y que le prestaba mucha atencion a un hombre de bastante edad que tenia enfrente suya, de espaldas a la pista de baile, cada vez que el hombree torcía la mirada para mirarla, ella se movía mas obscenamente, con su reluciente copa vacía poniéndola cerca de su cara.

 

YO: ¿hola guapa, que haces aqui tan sola? – frase que había repetido mil veces en mis escarceos en fiestas adolescentes y un seguro para ser rechazado. Me miro de arriba abajo, y puso la cara de asco mas grande del mundo, me ignoro, ibamos bien.

YO: ¿perdona te molesto?

 

MATAHARI: apártate de mi, insecto.

YO: oye perdone usted señorita, pero no creo que se muera solo por contestarme.- se empezó a poner nerviosa mirando al hombre y a mi.

 

MATAHARI: que te apartes te he dicho.

YO: oye mira, solo he visto tu copa vacía, y he pensado, bueno,¿por que no ayudarla?, no creo que sea grave.

 

MATAHARI: estoy bien, gracias, ahora vete. – dijo de forma secante.

 

YO: no pasa nada mujer yo me voy, perdona que te molestara, dejame que te vaya a buscar otra copa – y lance mi brazo a su copa, forcejeamos un poco…subiendo el volumen de nuestras palabras

 

MATAHARI: aparta joder que no quiero copa- el forcejeo y sus palabras centraron la atencion de los cercanos, incluido el hombre/objetivo.

YO: pero dejame, que no es molestia. – gire la muñeca y el poco liquido que quedaba en la copa le cayo encima. Se hizo el silencio.

MATAHARI: ¡¡¡¡¿¿pero tu eres imbecil?!! – dijo gritando mientras se trataba de secar.

YO: huy perdona deja que te ayude……

MATAHARI: APARTATE DE MI, ya has hecho bastante – y con bastante enfado se fue al baño, yo fingi seguirla confundido, mientras se oían risas a mi alrededor.

 

Busque con la mirada a Eli en la barra, la vi tronchándose de risa, se levanto y camino hacia mi con calma, la gente no paraba de darme las enhorabuena por mi captura o sornas similares, note que Mariana paso por mi espalda.

MARIANA: buen trabajo.

Cuando Eli llego a mi lado me abrazo, rota de risa, con un pañuelo secándose alguna lagrimilla para no correr el rímel.

 

ELI: has estado de cine, en serio.

YO: ha sido facil, algo así me paso en mi 1º cita, pero le tire un cubata entero a Marina Fernandez, de 3º curso.

ELI: no me digas jajajaja eres todo un caso, anda sácame a bailar……- extendió su brazo con orgullo.Yo recogí su ofrecimiento y la saque con gusto, al verme con ella mas de una sonrisa cercana se apago.

Iniciamos un baile lento, nada sexual, solo nos moviamos dando vueltas por la pista.

 

ELI: esta bien, 1º objetivo hecho, esa zorra estará en el baño al menos 1 hora y tardara al menos otra en que un tío se le acerque.

 

YO: hacer el tonto se me da bien, pero ahora llega lo dificil.

 

ELI: si, ¿que ves?.

Pensar, razonar y analizar.

YO: veo a muchas mujeres esperando a que las saquen a bailar, mucha pareja ya consolidada y unos cuentos tíos desesperados por llevarse a alguna a la cama.Vamos, lo que es una fiesta.

 

ELI: ¿y de los objetivos?

Dimos una par de vueltas mas.

YO: la duquesa esta sola allí, de pie, su marido estará muy ocupado, supongo que con la entrenadora de futbol, también veo a la hija del alcalde, sentada en la mesa central, o no puede o no quiere moverse de allí, quizá no la dejen.De la del tenis no tengo noticias.

 

ELI: creo que ha subido a las habitaciones a cambiarse, casi no podía ni respirar con ese vestido.¿que toca ahora?

 

Me quede en blanco, de pronto todo se me había ido de la cabeza, incluso casi piso a Eli, me retraje, pensar en todo de golpe y luego en anda.Ella me agarro y me zarandeo un poco.

ELI: eeee, no te vayas , tranquilo, razona usa la cabeza, no es dificil y estas preparado.

YO: si si, es solo, el 1º paso, no se a donde darlo.

ELI: yo iria a por la hija del alcalde, es de tu edad, y hay que saber si se puede acceder a ella o no.Si no funciona, a por al duquesa.¡¡¡¡ANIMO TU PUEDES!!!! – y dando un par de giros sobre si misma salio de la pista de baile.

 

Me llene el pecho de aire un par de veces, temple los nervios, y fije con la mirada a la hija del alcalde.Me acerque con cuidado por un lateral, y me pare a unos metros.Sentada era dificil saber su fisico, llevaba una blusa algo abombado por estar sentada, estaba casi solo en la mesa, un par de adultos lejos de ella, estaba siendo ignorada.Cualquier tipo de conversación seria mejor que eso. Me acerque mas de lo debido y la salude…..

 

YO: hola, me llamo Raul, y veo que eres de las pocas de mi edad, ¿podemos charlar?

 

Ella alzo la mirada algo confusa, se señalo a si misma como preguntando si me dirigía a ella…..

 

YO: claro, a quien mas me voy a…..

 

De la nada salio un armario empotrado vestido con un traje negro, se me planto en medio y me “sugirió” que me fuera de allí.Yo ni corto ni perezoso le rodee con la cabeza y la pregunte

YO: ¿que?¿amigo tuyo?- sonrio, atenta a mi situacion.

 

El tipo se movió volviendo a taparme la vista directa, alce un poco al vista, yo era grande y el tambien, pero seguramente ese tío fuera policia o escolta privada, no era cuestion de montar un numerito. Me aleje un poco hasta que se aparto y cuando la vi nuevamente, la grite

 

YO: ¡¡¡en otro momento sera!!

 

El tipo se volvió a poner en medio, y medio avanzo hacia mi con cara de pocos amigos alzando el brazo. Me fui al trote mirando a la chiquilla que se reía de mi cobardía, allí era imposible.Tocaba ir a por la Duquesa. Me fui a su posicion, seguía de pie, sola, apoyada en una mesa alta de bar, bebido algun tipo de bebida con sombrilla.De vez en cuando alguien la saludaba pero muy fugazmente se iban.Nuestras miradas se cruzaron un par de veces, y cuando ya era obvio me acerque.

YO: buenas tardes señora , me deja que la acompañe, parece un sitio tranquilo.

DUQUESA: no, para nada joven , no me vendrá mal compañía.

YO: sepa que soy muy buen conversador, y necesito escondite.

DUQUESA: que habrá hecho un joven como usted…..¿se llama?

 

 

YO: me llamo Raúl.

DUQUESA: encantada, soy la Duquesa de benavente, Julia Agustina De la tierra y Mingote.

 

YO: contundente nombre.

 

DUQUESA: y muy tedioso, llámame Duquesa por ahora, ¿y de que te quieres esconder?

 

YO: en mi primer intento de la noche, al parecer, le he tirado los tratos a un señorita que resulto ser prostituta de alto nivel, y la cosa ha terminado mal.

DUQUESA: ahhhh has sido tu el valiente que ha ido a por Matahari.

 

YO: el mismo que viste y calza.

 

DUQUESA: pues vaya ojo tienes majo.

 

YO: uno, que no esta acostumbrado a una fiesta de tanta alcurnia, que tal si usted, una señora hecha y derecha, tiene la amabilidad de darme unos consejos para no hacer mas el ridículo.

 

Se giro a mirarme sorprendida, sonrio muy feliz y me invito a colocarme a su lado, yo puse mis manos hacia delante cogidas delante de mi estomago y cara de atencion, ella metió una mano a través de uno de mis brazos, como en forma de paseo, y empezó.

 

DUQUESA: mira, allí tienes al grupo de empresarios, babosos que dejan a sus mujeres en casa para venir a ver que cazan.Allí las mujeres acompañantes de sus maridos, que cuando se cansan de ser floreros a su lado se reúnen a cuchichear del resto.La mayoría de parejas estables estan bailando o en las barras del bar, allí un grupo de viejas como yo que nos creemos las mas del mundo pero solo somos mayores…………

 

Siguió dándome indicaciones mientras yo le prestaba atencion a ella.Era cierto era mayor, rondaría los 55 años, y se le notaba en la cara, llevaba un moño llamativo y un traje del mismo color amarillo, se le pegaba bastante al cuerpo, en sus tiempos fue una buena moza, pero ahora solo quedaban rescoldos.

 

DUQUESA: …………y luego estoy yo, harta de todos ellos, vengo por mi marido, pero anda de picos pardos con sus ligues.

 

YO: y sabiéndolo, ¿viene aqui?

 

DUQUESA: es mas por sobrellevar la imagen publica de mi marido, pero cada día me cansa mas, creo que anda liado con la entrenadora de futbol femenino.- aquella mujer no era tonta, ni una borracha, era una mujer para mantener las apariencias , curtida en la vida.

 

YO: no me parece nada justo.

 

DUQUESA: últimamente nada lo es, me paso los días viéndole ir y venir, sin apenas hablar y aqui, sola, todos saben de sus escarnios y me tratan de evitar.

 

YO: pues hoy no – me moví hacia la pista de baile, me agache haciéndole un gesto de saludo antiguo, y le ofrecí mi mano.

 

DUQUESA: ¿que haces muchacho?

 

YO: invitar a un señora de verdad a bailar, como se merece usted.

 

Dudo, dudo muchisimo, miraba al rededor, pensando en el que dirán, era un joven fornido y bien plantado. Me miro y le debí trasmitir seguridad con alguna mueca.Alargo su mano y me la cogió, la lleve del brazo a la pista de baile, justo antes de entrar se paro.

DUQUESA: antes, dime algo.

YO: lo que quiera.

 

DUQUESA: ¿ese traje es de…Eric? – sonreí reconfortado.

YO: del mismísimo, es un artista ese loco.- sonrio orgullosa de su acierto y se lanzo ella a la pista de baile conmigo de la mano.

 

El baile empezó un poco tosco, le podía la verguenza, pero me reafirme, cogí postura y la lleve por toda la pista, con calma dejándonos ver, de vez en cuando le regalaba algun giro sobre si misma, y poniamos poses raras, como si fuera una competición de baile, luego nos juntábamos y reíamos.

DUQUESA: jajja de verdad que te agradezco el gesto, ¿como es que nunca te había visto por aqui.?

 

YO: en realidad soy un novato en este mundillo, soy amigo de Eli y Mariana, de …..

DUQUESA: ahhhh Mariana, la chica de la gimnasia, me gusta su forma de ser, no sea arruga y dice las cosas a la cara.

YO: es cierto, y por lo visto gran entrenadora, si tuviera algo mas de apoyo….

DUQUESA: así que es eso, me has traído a bailar por eso. – me quede pillado.

 

YO: bueno, soy amigo suyo y no me duelen prendas en decir que le vendría bien el apoyo de una mujer tan poderosa como usted.

 

DUQUESA: siempre hay algo detrás, supongo.

 

YO: eso no cambia que todo ese grupo de mujeres estén hablando de usted y estén verdes de envidia.- la gire para que viera que, enefecto, el grupo de casadas abandonadas se moría de envidia al verla a ella con un hombre como yo.

 

Al recogerla del giro se quedo de espaldas a mi, agarrados de las manos la rodeaba ampliamente, en esa postura no pudo si no notar a mi miembro, en reposo sobre su cadera, se alejo de golpe dándose la vuelta.No la deje irse mas lejos y me acerque bailando.

YO: ¿que ocurre?

 

DUQUESA: ¿lo que he notado…..?

YO: si, eso era.

DUQUESA: virgen del cielo, ¿y te la he puesto yo así?- sopese la respuesta, creia que la tenia empalmada y no era cierto, si decía que no, que aun estaba en reposo se podria llegar a asustar o sentir ofendida, pero si decía que si, la podía llenar de orgullo, me pareció mejor opción.

YO: bueno Duquesa, un hombre tiene sus limites, y usted se mueve muy bien en la pista jejejeje

 

Se me abrazo enrojecida, y seguimos bailando, con continuos toques “accidentales” de ella con mi polla. Pasado un buen rato la acompañe a la barra, y la pedí algo de beber, estaba muy acalorada.

 

DUQUESA: muchas gracias por todo amor, me he divertido mucho, pero ya es tarde y quisiera pedirte un favor.

YO: el que usted me pida.

DUQUESA: he visto como nos siguen mirando esas cotorras de “mis amigas”, sin duda irán con el chisme a mi marido y ya que lo van a hacer, quiero llevarme algo a cambio.

 

Hinque una rodilla al suelo, apoyándome en ella, baje la cabeza como para ser hecho sir.

 

YO: dígame lo que quiera y removeré cielo y tierra para lograrlo.- se rió a carcajadas y me pidió que no hiciera mas el tonto y me levantara, así lo hice.

 

DUQUESA: quiero un beso, tuyo, aqui y ahora, nada de en la mejilla o un piquito de furcia, un señor beso, que me vean y cuando vayan a mi marido hierva por dentro de verguenza.

 

YO: hecho.

 

Se quito el moño con la flor amarilla, se soltó un poco el pelo y me agarro la cara, yo me deje hacer, planto sus labios en los míos, note las arrugas de su piel y empazó a mover su boca con gracia y salero, yo la seguí el juego, y justo antes de separarse de mi, hasta intuí su lengua en mis labios.Me desmaye, o eso hice parecer, caí al suelo un poco a broma mientras ella no paraba de reír. Llego a agacharse y fingir una RCP. Al 2 intento fue a hacerme el boca a boca y yo fingi despertarme de golpe, como para evitar sus “mortíferos” labios.(soy muy payaso para estas cosas, me gusta hacer el ridículo y sacar sonrisas con ello). Casi se cae al suelo de la risa, la sujete para que no ocurriera, y los de alrededor no paraban de reír, lo mejor fue al levantarnos ver al grupo de cotorras fuera de si, no dando credito a lo ocurrido.Se despidió de mi.

 

DUQUESA: muchas gracias, ojala hubiera mas gente como tu en este mundo.

YO: ha sido un autentico placer, ojala hubiera mas mujeres como usted en en gym de Eli. – nos sonreímos una ultima vez , la bese la mano de forma gentil, y se marcho, pasando por delante de sus “amigas” con una actitud altiva y desafiante, con la flor amarilla en la mano.

 

 

Tuve una sonrisa tonta en la cara mientras la veía marcharse que no se me quito hasta que aparecieron Eli y Mariana rotas de risa, felicitándome por mi actuación.

 

ELI: te las has encandilado como pocos podrían, y no me has hecho caso en nada de lo hablado en todo el mes.

 

YO: es que para tratar con damas de esa edad, no necesito ayuda, siempre se me han dado bien. Mi problema era con la jovenes.

 

MARIANA: pues de cine, por que así la tendremos de nuestro lado cuando lo de su marido estalle, algun día le pillaran con la entrenadora.

 

 

YO: y hablando de jovenes, la hija del alcalde sigue allí, en un torreón, asilada del mundo.

 

ELI: si, y el dragón que la custodia no deja acercarse ni a las moscas.

 

YO: por poco me calza una hostia solo por saludarla.

 

MARIANA: Habrá que ingeniárselas, Matahari saldrá en breve saliendo del baño, la he visto arreglarse allí, y ya hemos cumplido con la Duquesa, con la presidenta de la federación de tenis perdida, solo queda ella, por ahora.

 

YO: creo que ella desea quitárselo de encima, no puede estar mas aburrida.

 

ELI: pues por el baño de mujeres hay una salida de emergencia, si la metemos por allí la podemos sacar.

 

YO: pero eso, si ella quiere.

MARIANA: ya se, montamos un numerito Eli y yo para que te acerques a ella, y lo confirmes.

 

Así acordamos, me fui dando un rodeo por el lado donde no estaba el mostrenco del seguridad, y Eli se paseo por delante de el, haciendo tropezarse y cayendo a sus pies enseñando pierna a través de la ranura del vestido. Ningún hombre hetero perdería tiempo en mirar las torneadas piernas de aquella preciosa mujer.

 

ELI: hayy me hecho daño, malditos tacones, ¿me ayuda? – y levanto las manos a modo de suplica.El tipo accedió sin dejar de escanear sus piernas, al ponerse en pie siguió la actuación, no podía apoyar la pierna la pobre, y Mariana entro en acción trayendo un silla y actuando como medico, pidiendo continuamente al guardaespaldas que la sostuviera.

 

Aquello me do un margen corto de tiempo, y me acerque por detrás a la muchacha.

YO: parece que ha llegado nuestro momento, me llamo Raúl, y es un placer conocerte al fin ¿como te llamas? – se sobresalto un poco pero al reconocerme del intento previo sonrio mirando a su protector distraído. Me agache a su lado rodeandola entre mis brazos apoyándolos en la mesa y el respaldo de su silla a a la vez.

 

ELLA: ¿ que haces?, ¿estas loco? como te vea te parte en 2.

YO: merece la pena si logro saber tu nombre. – sonrió de nuevo.

ELLA: me llamo Laura, aunque mis amigos siempre usan Lau.

YO: ¿y yo como puedo llamarte? – volvió a mirar al armario empotrado que andaba embobado con los muslos de Eli.

LAU: llámame como quieras, pero vete, si se da cuenta……..

YO: pues debes de estar muy aburrida si ese mono no deja que andie se acerque a charlar. – Ella no paraba de intercalar miradas, a mi y a el, esperando el momento que se diera cuenta.

 

LAU: bueno si, pero no es un mono, es mi amigo, es por mi seguridad………. o eso dicen…….

YO: y que te parecería salimos fuera a charlar un rato, yo estoy algo cansado de tanta pomposidad.- me miro “ojiplatica”, dudo de si debía, o no, se le noto que queria pero tenia miedo, podía ser un perturbado, pero creo que finalmente la emoción del momento la pudo.

 

LAU: esta bien , ¿como?

 

YO: ve al baño de aqui a 5 minutos.

LAU: los revisara antes de entrar yo.

YO: tu tranquila, ya me ocupo yo.

 

El guardaespaldas ya se olio la tostada y se giro a mirar a su protegida, me vio agachado a su lado, y yo le vi a el mirarme.Salio corriendo hacia nosotros, me dio tiempo a coger la mano de Lau y mirándola a los ojos…….

YO: te espero.

 

Salí por patas antes de que el tipo llegara a mi, y se quedo preguntándola a Lau que quien era o que queria. Debio darle evasivas, ya que le monto un pollo de cuidado.La 1º parte del plan ya estaba, ella queria salir de allí, tener una aventura, darle emoción a una noche aburrida.La 2º parte del plan debía ser rápida. Como habíamos quedado, Eli y yo nos citamos en la entrada del baño de mujeres.

ELI: ¿que tal? ¿esta dispuesta?

YO: si, en 5 minutos estará aqui, seguro.

ELI: pues a lo nuestro.

 

Se abalanzo contra mi empotrándose contra la pared y me beso de forma pasional, evidente, me sorprendió, pero no por ello no la correspondí, empezamos a restregarnos uno contra otro, a los pocos minutos se alejo de mi agarrándome por la corbata y me arrastro hacia el baño, nos colamos delante de la cola de mujeres. Entramos en el baño como adolescentes , yo lo era, y me llevo con fuerza a uno de los cubículos. Allí debía parar el truco, pero no lo hizo, seguimos unos segundos de mas, en los que su arranque me había puesto a tono, notaba mi polla palpitando en los slips, apretando contra el cuerpo de Eli, que debía de notarlo, poco a poco bajo el ritmo de sus besos terminado con uno , entre risas, en mi barbilla.

ELI: joder como te he puesto

YO: como no pares me va a reventar el pantalon

 

ELI: jaajjaj no tonto, me refiero a la cara, de pintalabios.

 

Saco una toallitas húmedas del bolso y me limpio como un madre a su hijo hasta que no se notaba nada.

ELI: vendrá en breve.

YO: el grandullón revisara antes.

ELI: subete al inodoro.

Así lo hice y ella, con cierta maestría, se levanto el vestido y bajo sus bragas, cuando entro el hombre se oyó el asombro en las demás mujeres del baño, le dio igual y reviso de arriva abajo y al ver nuestro cubículo cerrado, se agacho para mirar, debio de ver los pies y bragas de Eli, no le pareció nada raro y le oímos darle permiso a Laura, entro y se dio la vuelta.

 

LAU:¿¿ puedes por un segundo dejarme mear tranquila??

 

Entre regañadientes salio del baño, Laura dejo pasar un tiempo prudencial….

LAU: ¿hola? …….. ¿estas aqui?

Salí yo solo mientras Eli se arreglaba el vestido, cerré rapido para que no la viera Laura.

YO: aqui estoy princesa, he venido a rescataros. – rió confusa, con una mano en al cara.

 

La ofreci mi mano, ella la agarro y la abrí la puerta de emergencia para que saliera, de reojo vi a la Matahari todavia secándose el vestido, la guiñe un ojo con sorna, y seguí a Laura, la deje guiar para que sintiera control sobre la situacion y la huida. Miro en busca de una salida rápida y subimos por unas escaleras, no paraba de farfullar y reír por lo que estaba haciendo. Iba delante de mi, hasta llegar a una terraza del hotel.

Durante la fuga, puede ver su ropa e intuir su figura, hasta ahora las prisas no habían ayudado. Laura era joven, tendria 19 años, pelo moreno y liso un con el flequillo a modo de tazón , pero el resto del pelo le caía una medio melena alrededor de la cara, era delgada, y con unas cuencas de los ojos profundas y oscurecidas por el maquillaje, labios finos pintados, o mejor dicho, perfilados con un color rosa chicle, el aspecto de su cara era algo calaverico, iba con una blusa grande, bastante sencilla y clásica, ceñida al pecho, de manga corta en los brazos, nada estridente, sin escote ni enseñando carne, aunque la fina tela dejaba calcar su sujetador, le llegaba a la altura del trasero, donde nacía un pantalon vaquero gris, con uno de esos cinturones que no lo son, finos y brillantes, solo ocupan ese espacio en la prenda, su trasero era algo escaso, se le notaba al subir las escaleras que no llenaba los vaqueros ni de lejos, terminando sus piernas en unos botines negros con algo de tacón, no mucho.

 

Cuando llegamos a la parte de la terraza hubo algo mas de luz y mientras ella respiraba rápidamente entre la huida y la emociona, reía sin parar, llevándose la mano al pecho.

LAU: dios , Mario me va a matar cuando se entere

 

YO: ¿el guardaespaldas? no le dejare.

 

LAU: ¿a ti? a ti como te vea no se sabrá mas de ti, es un ex del ejercito, guardaespaldas profesional, lleva casi 5 años con mi familia como mi escolta personal.

YO: vaya bestia, y no me asusto facil pero su cara cuando me acerque a ti acojonaba.

LAU: le gusta intimidar pero es buena gente, me ha cuidado mucho, por ejemplo en unas vacaciones a Canarias, por mis 18 cumpleaños, llego a romperle la camara a unos paparazzi que me pillaron en la playa en biquini.

 

YO: si es mejor no enfadarle, ¿por que me has seguido entonces?- se quedo pensativa.

 

LAU: no lo se, estaba cansada, llevo 2 horas sentada siendo ignorada por esa apanda de ególatras, estaba harta¡, mi padre em arrastra a estas fiestas cada fin de semana.

 

YO. te entiendo perfectamente, esta siendo un poco decepcionante, pero oye, hay que saber divertirse.

 

LAU: es dificil siendo quien en mi padre – la miraba con atencion, buscando alguna ranura en ella, quizá su relacion con su padre, estaba de brazos cruzados, frotandose los brazos con las manos, me di cuenta de que ya eran mas de las 12 y en la terraza, de noche, hacia algo de frió.

YO: toma, ponte esto – me quite la chaqueta y la rodee con mis brazos para ponérsela , cuando se la puse no quite mis brazos de ella, y note como ella olía profundamente, la colonia en que me inundó mi madre apareció en escena.

LAU: gracias, hace frio aqui, ¿tu no lo sientes?.

YO: tranquila, yo estoy curtido, lo importante eres tu. – y frote su espalda y uno de sus brazos con energía, para hacerla entrar en calor – ¿y quien se supone que es tu padre para tal vigilancia? – me miro sorprendida.

LAU: ¿no lo sabes? es el alcalde.

YO: ¡¡¡hostia!!!!, ¿no fastidies? ahora si que estoy jodido jajajajajja

 

LAU: pues un poco, el ultimo chico con el que salí un día, le cambiaron hasta de comunidad autónoma.

YO: solución efectiva, desde luego, pero ya eres tuda un mujer, debe entender que has crecido.

LAU: ya, si eso le digo siempre, pero me pone a Mario encima como una lapa, ¿que crees si te digo que nunca he besado a nadie.?

 

YO: pues me costaria pensarlo, eres muy guapa, y no me creo que nadie lo haya intentado. – coloque mis dedos en su barbilla y levante su cara un poco, ella se quedo un segundo así, y luego aparto la cabeza.

LAU: no es que no lo hayan intentado, pero muy pocos chicos, casi nadie, se acerca a mi y quien lo hace sufre alguna reprimenda, ya sea del colegio o instituto, de Mario o de mi padre…………..- se le noto en la mirada la tristeza y que queria cambiar de tema- ¿y t que haces aqui?

YO: peus me ha invitado una amiga, no se si al conoces Elisabeth, me ha estado ayudando ah….. mejorar mi fisico, y como premio me ha querido traer

LAU: ¿premio? – me miro de arriba abajo – ni que te pasara nada.- Saque el móvil con mis fotos de antes, y se quedo atónita.

LAU: no puede ser, pero si estabas gordisimo………- se dio cuenta de lo dicho -……..perdona , pero es que, vaya cambio.

 

YO: ya ves, y todo gracias a ella y su gym, de deberías probar, la gimnasia es casi adictiva – lance la sonda.

 

LAU: lo he pensado un para de veces pero no se si me gustaria. – tenia que empezar a tirar de las rindas, aquella no era una experimentada señora, era un cría con profundos traumas afectivos.

YO: que tal si te enseño un poco de lo que hacemos y tu ya decides.

LAU: no se…….me a verguenza.

 

YO: sin sacrificio no hay victoria, puedes seguir como estas o mejorar, tu decides. – me la jugué, la insinuaba que estaba mal físicamente, pero Eli me enseño el efecto de las preguntas guiadas.

 

Extendí de nuevo mi mano y ella accedió encantada, nos metimos por una puerta hasta llegar a otra sala adjunta vacía. Allí la quite mi chaqueta y la coloque con cuidado en un mueble, la invite a quitarse los zapatos para los ejercicios, lo hizo algo nerviosa, mientras me remangaba las mangas de la camisa me coloque a su lado.

YO: tu sígueme y haz lo que yo haga.

LAU: vale.

 

Comenzó la rutina de calentamiento, tobillos, brazos, giros de cadera, al inicio le daba vergüenza pero al ver mi insistencia y seguridad, me seguía, de vez en cunado me acerba a ella y corregía con mis manos en su cuerpo alguna posicion, y volvía a mi zona, a su derecha.En uno de los ejercicios de agacharse hacia delante, fingi enfadarme.

YO: no no, así no, con atajos no vale, tienes que agacharte sin doblar las rodillas, con las piernas bien separadas y la espalda recta, hasta que toques el suelo. – me coloque a su lado , me llegaba su cabeza a la altura del cuello, la puse sus brazos rectos hacia arriba y plante una mano en su vientre y otra en su espalda – y ahora ve bajando, recuerda , separa bien las piernas, no dobles las rodillas, ni la espalda.

 

Así lo hizo un par de veces realmente lo hacia bien pero yo no estaba allí para hacerla una buena gimnasta.

 

YO: mejor, pero tienes que hacerlo mas lento, para que los músculos se tensen. – me pegue a su espalda, con las manos la doble con cuidado pero haciendo el ejercicio completo, la posicion era excitante, con su trasero totalmente ofrecido a mi pelvis, la hice bajar y subir 20 veces, en 4 tandas de 5 , sin separar mi cuerpo del suyo ni dejar de poner mis manos en ella, cada vez que bajaba la hacia rebotar un poco contra el suelo, antes de levantarla. Esto, sumado a que su blusa, en cada bajada se le caía hacia su cara, dejando gran parte de su vientre y espalda al aire, no hizo mas que hacer reaccionar a mi polla.

 

Ahora era ella la que al subir y quedarse en pie con los brazos levantados, rebotaba contra mi cuerpo, y tardaba alguna decima de segundo de mas en volver a bajar, su movimiento empezó a ser rítmico en la 3º tanda, y sus gluteos atrapaban mi polla con cada subida y bajada.Estaba siendo excitante, y decidí parar de golpe.

 

YO: y veinte, para y descansa. – me separe de ella y la aplaudía felicitándola.Ella se quedo cortada, clavada en la posicion, con cara de disgusto por su termino.

 

YO: ¿lo has notado no? – doble sentido, ella se dio la vuelta mirándome roja y acalorada.

 

LAU: si, bueno… es que , te has acercado mucho, me has puesto las manos encima, y con el movimiento………….- la corte

 

YO: exacto, has notado tus músculos reaccionar. – se quedo de nuevo paralizada

 

LAU: ah …..si……….. eso ……… – la hice pensar mal a propósito, para que pensara que era culpa suya y de su mente, no mía.

 

YO: ¿y te sientes mejor?

LAU: bueno………..la verdad ……………es que me he…………….. desahogado……… un poco. – estaba confusa, sin duda mi argucia le pasaba por la cabeza.

 

YO: creo que con esto te puede hacer una idea de lo que se trabaja en los gym, te aseguro que en poco tempo, esto que sientes ahora no es nada comparado con lo divertido que es. – jugaba a 2 bandas, lo que el decía era perfectamente lógico y normal, pero sabia que ella no estaba pensando en el ejercicio y si en mi polla creciendo en su trasero, y que mis palabras también eran aplicables.

 

LAU: pues si que os lo debéis pasar bien.

 

YO: mira te doy el numero de Eli, que es quien me enseño todo, y tu ya decides si vas o no. – se lo di, pero haciéndome el duro – luego no vayas a ir y no trabajes “duro” ehh, que te he mandado yo.

 

LAU. y siempre haceis este tipo de……ejercicios. – curiosa, al menos, parecía.

 

YO: no siempre, hemos implementado bailes, por parejas, ¿te atreves?

 

LAU: ¡¡¡¡claro!!! – y se me acerco ansiosa, la manejaba como un títere, era arcilla y yo moldeaba sus acciones.

 

YO: 1º terminemos algun ejercicio mas para no hacernos daño luego. – vi desilusión en sus ojos pero se le paso cuando los ejercicios eran de los ideados para lucir mi polla, se me marcaba bastante a través de la tela, y yo no disimulaba nada, su mirada se clavo en mi y perdió el paso de los ejercicios, pero me dio igual, su mirada clavada en mi miembro era lo que buscaba, detecte que se mordía el labio cuando creía que no la miraba, estaba hecha puro deseo.

 

Cuando acabamos, de lucirme, me acerque a ella despacio, sin parar de hablar.

 

YO: mira, yo empece con bailes suaves para gente mayor, pero tu y yo no somos ancianos decrépitos, somos adultos con fuerza, por ello el baile que haremos sera movidito, yo te guiare, a ver si puedes seguirme, ¿estas de acuerdo? – toda la frase eran pequeños retos disfrazados.

 

LAU: claro claro, tengo que saber a que nivel estoy.

 

YO: ¿preparada?

 

LAU: si

YO: ¿SEGURO?

LAU: ¡¡¡¡que si!!1

YO: mira que yo no me controlo eh………- la hice desearlo

 

LAU: que si hostias . y se me coloco furiosa en posición de baile a escasos centímetros de mi.

 

YO: recuerda que tu lo has querido.

 

Sin dejar acabar de salir las palabras mi vi boca, la agarre con firmeza, nuestras manos se unieron en el aire y ella paso la otra por encima de mi hombro, y yo la rodee por la cintura, pegando su cuerpo al mio, dejando mi pierna izquierda, la huésped de mi mejor amigo, entre sus piernas. Se sorprendió de la rudeza, pero respondió con firmeza.

LAU: empieza.

 

Al inicio era suaves, la musica del DJ se colaba por al puerta, solo girábamos sobre nosotros mismos, poco a a poco fui aumentado el ritmo, y moviéndonos por toda la sala, dejaba que sus piernas chocaran contra mi cuerpo, también algunos giros sobre el eje de ella, la separaba un metro la sostenía la mano en el cielo para que diera el giro, y la volvía a pegar a mi, acortando cada vez la distancia de mi y llegando el punto de que al girar se frotaba con mi entrepierna.Cuando ya note que le había cogido el truco al baile, lance mi ataque, la hacia volar pro el aire con movimientos de baile clasicos, no me costaba y la indicaba como colocarse, despues de unos cuantos haciéndola ganar confianza, me la jugué de nuevo, un movimiento clasico de baile es poner a la bailarina de rodillas sobre el muslo del bailarín, le indique como debía hacerlo y probamos un par de veces en la pierna sin abultar, hasta que le salia perfecta.

YO: bien ahora toca bajar, dos giros sobre ti misma, delante mía, hasta que llegues a mi otro lado y allí te agarro y repetimos.- sin dejarla pensar lo hice, dio los 2 giros y salto en el aire dispuesta a ser agarrada, lo hice con seguridad y como era inevitable, al colocar sus rodillas en mi muslo, golpeo la punta de mi glande.Sabia que dolería, pero seria efectivo y no fue tan duro como pensé.

 

YO: arhrgggggggg !!!!DIOS!!! – la hice bajar despacito, cuando ya estaba en el suelo, puse rodilla en tierra.

LAU: ¡¡¡¡dios!!! ¡¡¡perdona perdona!!!!, he ido muy fuerte, me he girado, ¡¡¡dios¡¡¡, ¿estas bien?

 

YO: si si, tranquila, ya me ha pasado alguna vez, dame un segundo y retomo aire….

LAU: ¡¡¡ dios!! lo siento de veras, si es que es normal que te vayas dando golpes con…………. – se dio cuenta de lo que iba a decir, pero ya era tarde y evidente.No quise avergonzarla mas, pero era el camino.

 

YO: ufff, si, tienes razon, mas de una vez, eso me pasa por hacerlo sin venir preparado. – queria darle normalidad a la situacion.

 

LAU: ¿como que preparado?

YO: si, no llevo la ropa adecuada, normalmente lo hago algo mas sujeto. – se hizo el silencio, ella no sabia que decir, la había picado el anzuelo y no sabia quitárselo.

 

Me levante exagerando el dolor un poco, agarrándome un poco la ente pierna, la sonreía mientras la veía con ambas manos en la boca, rogando disculpas con los ojos, me fije en ellos por 1º vez, eran negros, mirada profunda y sentida. Amague con volver a estar preparado para seguir pero me senté de nuevo.

 

YO: no, todavia no estoy bien. – hacia como que me mareaba.

LAU: ¿aviso a alguien?

YO: no mujer, como te digo ya estoy acostumbrado……….pero un masaje en el muslo ayudaría. – me apreté con los dedos la zona del muslo, justo por debajo del bulto de mi polla.

LAU: ¿eso ayuda?

 

YO: si, relaja los vasos sanguíneos y deja que la sangre fluya de nuevo – me lo invente – es lo maximo que puedes hacer sin……….

 

LAU: ¿sin que?

 

YO: bueno, sin dar un masaje directo a la zona afectada.- se quedo helada, pensativa , ¿realmente lo estaba sopesando?

 

LAU: no, no , es culpa mía, yo lo arreglo.

 

Acerco sus manos con cuidad y poso una encima de mi bulto, yo gemí exageradamente de dolor, eso la acelero sus movimientos, y poso la otra mano, abarcaba a penas toda mi extensión.

LAU: ¿y ahora?

 

YO: ufff con cuidado aprietala y suéltala, como amasando harina.

 

No dudo y lo hizo, con calma, y abriendo los ojos bastante, siguió el masaje unos minutos donde con su aumento de ritmo yo gemía menos de dolor. Aguante lo que pude pero aquello me estaba poniendo a tono y se me empezó a hinchar, sus agarres eran mas fuertes ante el crecimiento de mi polla, y la mirada de ella no perdía detalle, se mordía los labios repetidamente, mientras dejaba la boca entreabierta.

 

YO: puffff mucho mejor, creo que deberias ir parando.

 

LAU: no no, esto se esta hinchando, tengo que seguir o se inflamara. – se lo acababa de inventar.

 

YO: no no, por dios, para ………..o no respondo, eso no es del golpe.

 

LAU: ahhh…………AHHHHHHHHHHHHHHHHH – tardo algunos segundos en soltármela.

Me puse un poco de lado para hacer que disimulaba.

YO: muchas gracias, ya no me duele nada pero creo que debemos dejar la clase, por que no creo que aguante mas tiempo sin lanzarme a tus labios.

 

La frase era certera, directa, y buscaba una reaccion en ella.

 

LAU: ¿en serio?……………por que me esta gustando la clase.- era mía.

 

Me incorpore un poco, la mire a los ojos y me cerciore de sus palabras.

YO: esto no es un juego, no quiero hacerte daño.

 

LAU: no lo harás.

 

Se abalanzo sobre mi, se arrodillo a mi lado y me beso, de la misma forma asquerosamente inocente y tierna con la que bese por 1º vez a Raquel en el hospital.La agarre la cabeza y la separe un poco de mi.

YO: ¿estas segura?

LAU: mas que nunca – y volvió a mis labios.

 

Me incorpore un poco mas y la senté sobre mis piernas de forma lateral, rodeandola con mis brazos, ella coloco los suyos a modo de pared entre nuestros pechos, pero no dejaba de besarme, besos cortos y suaves, inocencia pura.Quise acelerar, poco a poco, el ritmo de los labios y como tal abría la boca, ella hacia de espejo y repetía los gestos con su boca.Baje una de mis manos a sus piernas y masajeaba uno de sus muslos por encima del vaquero.Inicie el movimiento de mi lengua introduciendola en su boca, ella se aparto medio milímetro y sonrio, volvió al ataque haciendo lo mismo, de forma torpe pero segura, fue acompañado los movimientos, y sus manos pasaron a acariciar mi cabeza y espalda, dejando acceso libre a sus pechos. Despues de unos minutos de ardiente deseo, moví su cuerpo de forma que quedamos enfrentados, la subida en mis piernas, y acariciaba su vientre y la espalda por debajo de la tela de la blusa, sin dejar de besar, le estaba cogiendo el gusto, ella paso sus brazos por encima de mis hombros.

YO: Laura, o paramos o esto va a acabar mal.

 

LAU: que sea o que tenga que ser, – se tiro a mi cuello.

Aproveche la posicion y subí mis manos a su sostén, por la espalda, lo desabroche rapido – gracias Eli- y se lo saque por debajo de la blusa dejándolo en el suelo.La separe de mi un poco y con las manos metidas debajo de su blusa solo tuve que tirar hacia arriba, y la blusa salio casi sola, ella ayudo terminando de sacarla de sus brazos, y quedaron ante mi un par de tetas de gran nivel para una adolescente, con unos pequeños y erectos pezones, a los que me lance a chupar y masajear, comenzó a gemir suavemente, agarrándome la cabeza con pasion apretándomela contra su pecho.Con la boca trabaja uno de sus pechos y con una mano en su espalda la estrujaba contra mi, mi polla estaba a reventar y me dolía debajo del slip, el bulto golpeaba la pelvis de Laura, baje la mano libre a su trasero, mas que por disfrutarlo, para mete mi mano por debajo de su culo, y colocarme la polla de forma que no me doliera, pero despues dejándola allí, frotando por encima del vaquero la zona de su coño.

LAU: madre mía la tienes enorme, la siento en mi piel, ¿eso es normal?

 

YO: no , la verdad es que tengo un problema con ella, es demasiado grande y asusta a mas de alguna que la ha visto.

 

LAU: yo quiero verla.

YO: no se, no queiro estropearlo y que huyas.

LAU: te prometo que no lo hare.

 

YO: esta bien.

 

La levante casi a pulso y la puse de pie, yo hice lo mismo, y me quede solo con los slips, apenas aguantaban mi polla dentro de ellos.

 

YO: si tu ves yo quiero ver, fuera los pantalones los 2 o no hay trato.

 

Ni contesto, se quito el pantalon a la vez que yo, dándome un poco la espalda, por verguenza pero regalándome la imagen de su trasero siendo desnudado mientras se agachaba.Coloque el pantalon de forma doblaba en el suelo y fui a por ella cuando aun estaba sacándose las perneras de los pies.La agarre por detrás y mientras besaba su cuello pegue mi polla a punto de reventar dentro del slip a su trasero, solo protegido por unas bragas, nada soberbio, solo iban a juego con el sostén, eran negras y parecían juveniles.

 

La sensación de mi polla en su trasero la hizo erizar, se tenso muchisimo, yo no dejaba de apretar con mis manos en su cadera su culo contra mi, incoando hasta un movimiento circular con nuestras caderas acompasadas.Lleve una mano a sus pechos, dios, sus pezones podían rayar diamantes, la cogí de la mano, la di una vuelta de baile para dejarla cara a mi.

 

YO: no te asustes, vale, no pasara nada que tu no quieras, pero me lo has pedido, y aqui esta.

De un tirón me baja el slip, mas bien de 2 tirones, el 1º quedo varado por mi abultada polla. Por poco se cae de espaldas, se alejo de mi varios pasos mientras mi polla aun buscaba su posicion natural en ereccion.

LAU: ma………dre……….mi…….a…………pero si es mas grande de lo que……

 

YO: ya lo se, y lo paso fatal, las chicas lo notan y se apartan de mi. – generar pena, empatía.

 

LAU: bueno es que vaya tranca, he visto algunos vídeos con amigas pero, nada así.- me sorprendió,¿ las chicas también ven vídeos porno?

 

YO: pues es culpa tuya, yo solo queria charlar y enseñarte gimnasia y me la has puesto así, y no es justo, lo que se empieza se acaba.

 

Me fui de nuevo a por ella, la arrase cogiendola en volandas hasta llegar a una pared y allí nos besamos de nuevo, yo frotaba todo su cuerpo y ella se dejaba hacer, mentiras mi polla aplastaba su vientre, rozando alguna vez sus pechos.Metí mi mano por su trasero, por debajo de sus bragas, y masajeaba la zona a conciencia, la otra mano fue a por la otra pierna, y acariciando su terso muslo la levante un poco doblando la rodilla, así, mi polla se frotaba directamente contra su pelvis.

 

LAU: dios,……………ufffff ………..que calor…….. no pares……..

 

No solo no pare si no que mi mano dentro de sus bragas se abrió paso hasta que empezó a frotar su coño, lo hacia por encima y con cuidado, estaba empapada, no tardo mucho en correrse, dio un pequeño grito sordo y se tenso todo su cuerpo.Baje el ritmo de mis caricias, dejándola respirar pero sin dejar de restregarle mi miembro por su cuerpo.

LAU: eres maravilloso, ni tocándome yo he logrado esta excitación , me has puesto muy caliente , gracias.- decía con la respiración entrecortada.

 

YO: tu ya estas, me toca a mi.- me separe algun metro de ella, casi se desvanece contra la pared, pero miro mi polla palpitante señalándola.- una buena paja no estaría nada mal para acabar ¿no crees?

 

LAU: nunca … he hecho…..una.

 

YO: yo te enseño, ven acércate y ponte de rodillas. – lo hizo con paso lento y dubitativo, algo cansada, la ofreci mi mano de apoyo y cayo ante mi, mirando mi polla , que no aguantaba mas.Le explique como se hacia con palabras y gestos haciéndolo a la vez.

 

YO: mira no es nada del otro mundo, bueno solo por el tamaño, pero solo tienes que agarrar con una mano y tirar de la piel de adelante a atrás.- yo lo hacia pero con una mano tapaba gran parte de mi polla.Ella se acerco y puso la mano sobre la mía, siguiendo el gesto un par de veces, hasta que yo retire mi mano y quedo ella solo pajeándome con cuidado.

 

LAU: guau, que sensación mas rara, pesa, ¿te hago daño?

 

YO: que va princesa, si quieres usa las dos manos- asi lo hizo, de nuevo esa imagen, mi polla en manos de otra, siempre era igual, la comparación me la hacia gigantesca – ve aumentado el ritmo poco a poco, pero sin perder velocidad, y si te atreves hasta puedes darle algun besito a la punta, es el glande y la zona mas sensible.

 

LAU: no no, por dios, que asco.

YO: esta bien, si no quieres nada, pero date prisa por que tus caricias me van a hacer efecto.

 

No paraba de admirar lo que estaba haciendo, su ritmo se volvió alto y ya tiraba de toda la piel hacia atrás con ambas manos, no tenia todo el día así que empecé a recordar imagenes de Eli, de Lara, de Pau y sus enormes tetas y de las ultimas semanas, me tense.

 

YO: pequeña, esto a reventar, ten cuidado a donde apuntas.

 

Se aparto un poco pero sin bajar el ritmo y llego mi corrida, grande y hacia todos lados, la manche un poco las tetas pero la mayoría acabo en el suelo y sus manos.

 

LAU: vaya, ha sido muchisima mas cantidad de la que creía.

 

YO: no hay victoria sin sacrificio – recordé nuestras palabras previas.

 

La ayude a levantarse, nos aseamos como pudimos, y nos vestimos.Al salir de la habitación volvimos a la terraza y allí estaba el guardaespaldas, al verlo me cague encima, su cara era de odio absoluto, me había llevado a su pequeña mas de una hora y media. Laura se puso en medio rápidamente intento calmarle.

 

LAU: tranquilo Mario, me he fugado del baño sola, estaba harta de la fiesta y me he quedado aqui charlando con el.- Mario la miro cabreado, la cogió del brazo.

 

MARIA: ¿a que coño te crees que estas jugando?¿podía haberte pasado algo?¿y si no llego a estar yo?

 

YO: ya la hubiera ayudado yo.- craso error meterme.

 

MARIO: tu, pedazo de mierda, cierra lo boca antes de que te la parta.

 

LAU: déjale, solo me ha hecho compañía, ¿para una vez que me divierto tienes que estropearlo? – las palabras apaciguaron algo su animo.

 

MARIO: tu padre a preguntado por ti, no sabia donde estabas, le he tenido que mentir, sabes que odio hacerlo, esto se ha acabado nos vamos a casa.- tiro de ella y la arrastro por la escalera increpando su actitud.

 

Me tranquilice un poco al ver que se iba sin partirme algo, gracias a Laura, me temblaban las piernas de la adrenalina de imaginarme teniendo que zafarme de aquella mole.Deje pasar un rato para que se marcharan sin tener que cruzarme con el , no fuera a ser que cambiara de idea. Cuando lo hice pase por el baño de señoras, ante mi insolencia alguna palabra fuerte pero lo que no vi fue a Matahari, sin duda había vuelto a la fiesta hacia tiempo. Salí al gran salon buscando a Eli o Mariana, encontré a la 2º dándole la chapa a un hombre, me acerque y la di un toque en el brazo para llamar su atencion, se percato y despidiéndose amablemente del caballero me me acerco.

 

MARIANA: ¿donde narices estabas?

YO: pasando un rato con la hija del alcalde ¿por?

 

MARIANA: ¿habrá quedado satisfecha? por que si no estamos jodidas.

YO: ¿pero que pasa?

 

MARIANA: al rato de irte con esa niñata ha entrado el musculitos a por ella, sacado a todas del baño , se ha vuelto un poco loco, pero lo importante es que no salio Matahari, debía estar dentro pero cuando hemos ido a entrar no estaba, y no había vuelto al salon, hemos estado investigando y parece ser que la muy zorra ha subido a la zona de las habitaciones a buscar al de la federación de futbol.

 

YO: ¿el marido de la Duquesa?

 

MARIANA: si , y es el premio gordo de la noche, he mandado a Eli a ver si descubre algo, pero lleva un rato sin aparecer, y no me coge el teléfono.

 

YO: ¿y el resto de objetivos? no he visto a ninguno aqui, son las 2 casi, se acaba el tiempo y solo llevamos 2.

MARIANA: la entrenadora femenina de futbol esta perdida, nadie la ha visto aqui, suponemos que junto al de la federación de futbol al que ha ido a buscar Matahri, la de tenis no ha bajado desde que subió al inicio de la noche …………………..oye te agradezco todo esto, la verdad es que es mas de lo que esperaba de ti pero si no hacemos nada tendrán un año de subvenciones y ayudas las de futbol femenino y como la maldita puta se haga con el de futbol estamos jodidas, no sabemos para quien trabaja, puede unirse a al fiesta para sus beneficios y chantajearles si les pilla.

YO: esta claro que aqui ya no hay nada que hacer, tenemos que subir a las habitaciones, toma mi numero y nos escribimos mensajes, quedate aqui por si hay noticias.

 

Salí corriendo hacia los ascensores, segun el panfleto de la fiesta en la planta 3º estaba totalmente reservada para los asistentes a la fiesta.Al llegar llame a Eli, daba señal pero no me lo cogía.Busque por los pasillos y habitaciones, se oían murmullos y ruidos de sexo por muchas de ellas, me vibro el móvil, era un mensaje de Eli.

ELI: “no puedo hablar ni hacer ruido, tengo el móvil en silencio, estoy escondida en un armario empotrado con el de la federación follando delante de mi.” – ¿como había acabado allí?

 

YO: “¿que habitación?”

ELI: “la 203”

 

Me puse a buscarla, tarde un tiempo, putos pasillos de hotel, encontré la fila de los 200, estaba algo apartada, me acerque con cuidado a la puerta. Se oían gritos de sexo dentro, con un hombre jadeando como un cerdo.

 

YO: “¿estoy en la puerta que hago?”

 

ELI: -en varios mensajes – “¿y yo que coño se? llevo media hora aqui encerrada, seguí al de la federación de futbol y se metió aqui, salio al poco y me metí a ver que pasaba, pero solo atine a ver a un mujer en la ducha antes de que el volviera a la habitación , sin tiempo de salir me escondí. Le esta metiendo caña, supongo que a la entrenadora de futbol femenino”

 

YO: “¿entro a sacarte?”

ELI: “no no, aléjate un poco, creo que han acabado y el se va.”

 

Así lo hice, me escondí en una esquina y le vi salir, no se quien se había follado pero le había dejado cara de felicidad para un mes.Cuando paso de largo corrí hacia la puerta de la habitación, cuando iba a abrir, salio de golpe Matahari con una cámara en la mano, se sorprendió al verme.

MATAHARI: llegas tarde encanto.- y se fue.

 

Con cuidado abrí, estaba oscuro, entre, vi los pies de un mujer en la cama, se movió, me quede inmóvil, quien fuera se levanto y fue a abrir el grifo de la ducha, intente acercarme a la puerta del único armario empotrado que había, pero la mujer volvió del baño, casi me ve, se agacho y vi como recogía algo de la cama, se adivinaba su silueta, era baja y poco esbelta.Espere unos segundos a que se oyera como se duchaba, y fui al armario, al abrir me encontré a Eli hecha una bola, medio tapada por unas sabanas.Susurramos.

 

YO: ¿que coño haces aqui?, sal rapido.

 

ELI: ayúdame joder, me duele todo de estar aqui metida.

 

La ayude a salir y cuando me iba a la puerta Eli tiro de mi.

ELI: tenemos que saber quien es

 

YO: ¿estas loca y si vuelve el otro?

 

ELI: shhhhh – paso de mi.

 

Se cerco con cuidado, asomando la cabeza por la puerta del baño, había bastante vapor de agua, pero debio ver algo, se dio lo vuelta y salio correteando de puntillas con cara de subidón. Me agarro la mano y me saco de la habitación , nos alejamos lo suficiente.

 

YO: ¿quien coño era?, no era la puta, la he visto salir depsues…..

ELI: ya, no era Matahari, pero si era puta ¡¡¡¡¡¡¡¡era la de tenis!!!!!!

 

YO: ¡¡¡¡ NO JODAS!!!!

ELI: yo no, pero no veas ella jajajajajajajja y ahora Matahari lo tiene tondo en video.

 

Nos echamos a reír, y le conté mi escarceo con Laura, me felicito de nuevo, mientras note mi móvil vibrar, era Mariana avisando que el de la federación de fútbol había vuelto a la sala, y pidiendo explicaciones.La llamamos para contarle los hechos.

 

MARANA: pero sera mala guarra, la del tenis me dijo que ella nunca se rebajaría a estas cosas, deben estar quitando fondos al tenis y esta no quiere perdonarlos.

 

YO: bueno, eso resuelve varias dudas, la cuestion es, ¿donde esta al entrenadora de futbol,femenino?, ¿por que no esta aqui cumpliendo con su querido?, ¿y para que quiere el video Matahari.?

 

ELI: por lo poco que han hablado, creo que la entrenadora se ha hartado y ha cortado por lo sano, Mataharri ha grabado desde la puerta que daba a otra habitación, el no se ha enterado de nada pero estaban “compinchadas”, supongo que para no tener que seguir follándoselo.

 

YO: ahora puede hacer con ese video lo que quiera, chantaje o destruir su reputación, no ha ganado al batalla.

 

MARIANA: no si nos hacemos con el video.

 

ELI: ¿como? lo tiene ya esa guarra.

YO: tenia la camara, pero yo no vi la cinta – corrí de nuevo a la habitación, como no había caido, si estaban “compinchadas” la cinta se la quedaría la de tenis, era de esas antiguas con VHS y había visto la carcasa abierta al salir Matahari, no seria dificil encontrarla.

 

Entre de nuevo con algo de rapidez, no debía de tardar en salir de la ducha, busque por encima, no la veía, recordé, cuando entre se agacho a coger algo a la cama, ¡¡¡¡LA CINTA!!!.Tenia que entrar al baño, me asome, la vi de espaldas, intente ser rapido y mirar por el baño, vi una cinta enciam de un neceser, fui a cogerla………..

 

PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE TENIS ESPAÑOL: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHH FUERA DE AQUI PERVERTIDO SOCORRO ME VIOLAN SOCORRO!!!!!!!!!!!!!!!

Me asusto el grito, pero racione rapido.

 

YO: calla mala zorra o lo de esta cinta aparecerá , pixelado el hombre, y quedaras como un puta barata, por cierto, gracias por ducharte y destruir todas las pruebas físicas.- cogí la cinta y salí corriendo.

 

Ella salio corriendo detrás, empapada y desnuda con jabón en el cuerpo por el pasillo, me dirigí corriendo hacia Eli, que estaba como loca al lado de un ascensor dándole al botón y animándome a llegar a ella, yo la enseñe la cinta en la mano.El ascensor llego antes que yo, Eli entro y trato de aguantar las puertas abiertas, fue de pelicula de acción, segun entre en el ascensor cogí a Eli al vuelo y la di la vuelta en el aire, rebote con fuerza contra la pared del propio ascensor con mi espalda para amortiguar el golpe y a Eli, ella se volvió loca pulsando el botón del vestíbulo, la puerto se llego cerrar antes de que aquella masa abstracta de mujer, carne, desnudez maldiciones, insultos, agua y jabón nos alcanzara.

 

Asfixiado caí al suelo con Eli partiéndose el pecho de risa.

 

ELI: que carajos ha pasado allí arriba.

YO: la tengo, tengo la cinta, esa zorra esta loca.- entre respiraciones.

Se agacho y me recostó sobre un lateral del ascensor, se acerco y me dio un beso de cine, que yo correspondi como puse.

 

ELI: vaya examen llevas.

 

YO: para suficiente me da, ¿no? jajajaja

 

Llegamos al vestíbulo, me levante del suelo con Eli del brazo y salimos triunfantes de allí, como a camara lenta, orgullosos ,se debio ver ridículo por que nadie mas allí sabia lo ocurrido, pero a mi me aprecio genial. Apareció Mariana preguntado.

 

MARIANA: ¿la tienes, la cinta?

 

YO aqui mismo – la enseñe

 

MARIANA: guarda eso, lo que tienes es oro puro, una mina de diamantes, tenemos que ver que tiene, venid………

 

Nos llevo a una sala anexa, parecía a un cuarto de trastos pero había un mueble con un TV con video, lo pusimos y nos quedamos a cuadros, estaba………..

 

YO: ¿vacía?, no hay nada, no es posible, yo mismo la he cogido de su dueña, tenia que ser.

 

ELI: ¿se abra estropeado?

MARIANA: no creo, Matahari suele usar material de calidad – caí de golpe.

 

YO: ¡¡¡¡¡¡¡¡la puta que la pario, Matahari cambio las cintas, le ha dado una vacía a ella, la grabación era para otra persona!!!!!

 

Se me cayo el alma a los pies, tanto esfuerzo para nada.

 

MARIANA: esa zorra siempre ha estado trabajando para otro, ¿quien sera?

ELI: da igual, ya no se puede hacer nada, en breve le entregara al cinta al que la pagaba, si no lo hizo ya.

 

YO: ¿quien puede ser Mariana? ¿quien haria esto?

 

MARIANA: tenemos muchos candidatos, el presidente de futbol es muy importante, tenerle pillado es alcanzar el cielo.

 

YO: joder alguno habrá muy enfadado para hacer esto

 

MARIANA: Mi apuesta es que los de atletismo, estaban muy jodidos ultimamente, les quito una cesión de parte de las ayudas hace unos meses.

YO: ¿tienes el móvil de Matahari?

 

MARIANA: si, ¿pero para que?

 

YO: esto puede funcionar, mándala un mensaje privado, que no vea tu numero, dile que eres de atletismo y que se cambia la zona de entrega, pon alguna habitación de arriba.

 

ELI: y de que sirve, lo mismo ya la entrego, o no son lo de atletismo, o que no se fié.

 

YO: en todos esos casos ya hemos perdido la cinta, como ahora, pero ¿y si cuela?

 

MARIANA: daría igual aunque la pillemos, esa loca no soltara la cinta, y puede que ni la lleve encima.

 

ELI: bueno…………tenemos a Raúl.

 

MARIANA: ¿y que va ha hacer, darla una paliza? seguro que alguno ya lo ha hecho, esa no soltara prenda.

ELI: creeme, podemos intentarlo, con el, si la metemos en una habitación aislada, cantara.

 

 

CONTINUARA……………….

“Mi nuera se convierte en mi mujer” Libro para descargar (POR GOLFO)

$
0
0

Sinopsis:

 

Al morir mi hijo, tengo que hacerme responsable de su mujer e intentar que salga de su depresión. Tomo esa decisión sin saber que Jimena desarrollará una fijación por mí e intentará llevarme a la cama. Con el tiempo, se va afianzando mi relación con ella a pesar que mi nuera no deja de mostrar síntomas de desequilibrio mental.

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:
 
 
Para que podías echarle un vistazo, os anexo los dos primeros capítulos:
 
 
 

Capítulo 1.

Con cuarenta y nueve inviernos creía que mi vida ya no tenía sentido. Y cuando digo inviernos y no primaveras se debe a que después de tantos años trabajando con único propósito de crear un patrimonio con el que pasar mi vejez con mi mujer y tantos esfuerzos para criar a mi único hijo, resulta que por un desgraciado accidente me vi solo. A raíz de ese suceso, estaba hundido. Cada mañana me resultaba un suplicio el tener que levantarme de la cama y enfrentar un nuevo día sin sentido.
Con dinero en el banco, la casa pagada y un negocio que marchaba a las mil maravillas todo era insuficiente para mirar hacia adelante. Por mucho que mis amigos me trataban de animar diciendo que me quedaban al menos otros cuarenta años y que la vida me podía dar una nueva oportunidad, no les creía. Para mí, el futuro no existía y por eso decidí vivir peligrosamente. Asqueado de la rutina comencé a practicar actividades de riesgo, quizás deseando que un percance me llevara al otro barrio y así unirme a María y a José.
¡Dios! ¡Cómo los echaba de menos!
Nada era suficientemente peligroso. Me compré una moto de gran cilindrada, me uní a un grupo de Ala Delta donde aprendí a surcar los aires, viajé a zonas en guerra buscando que la angustia de esa gente me hiciera ver que era un afortunado… Desgraciadamente la adrenalina no me sirvió para encontrar un motivo por el que vivir y cada día estaba más abatido.
Pero curiosamente cuando ya había tocado fondo y mi depresión era tan profunda que me había llevado a comprar una pistola en el mercado negro para acabar con mi vida, la enésima desgracia me dio un nuevo aliciente por el que luchar. Hoy me da vergüenza reconocer que estaba sondeando el quitarme de en medio cuando recibí la llamada de Juan, el mejor amigo de mi hijo:
―Don Felipe disculpe que le llame a estas horas pero debe saber que Jimena ha intentado suicidarse. Se ha tomado un bote de pastillas y si no llega a ser porque llamó a mi mujer para despedirse, ahora estaría muerta.
Confieso que, aunque había estado coqueteando con esa idea, el que mi nuera hubiese intentado acabar con su vida me pareció inconcebible porque al contrario de mí, ella era joven y tenía un futuro por delante. Sé que era una postura ridícula el escandalizarse cuando yo estaba de tonteando con lo mismo pero aun así pregunté dónde estaba y saliendo de casa, fui a visitarla al hospital.
Durante el trayecto, rememoré con dolor el día que mi chaval nos la había presentado como su novia y como esa cría nos había parecido encantadora. La ilusión de ambos con su relación confirmó tanto a mi mujer como a mí que nuestro retoño no tardaría en salir del nido. Y así fue, en menos de un año se casaron. Su matrimonio fue feliz pero corto y desde que la desgracia truncara nuestras vidas, no había vuelto a verla porque era un doloroso recordatorio de lo que había perdido.
Sabiendo a lo que me enfrentaría, llegué hasta su habitación. Desde la puerta, comprobé que estaba acompañada por la mujer de Juan y eso me dio los arrestos suficientes para entrar en el cuarto. Al hacerlo certifiqué la tristeza de mi nuera al ver lo delgadísima que estaba y observar las ojeras que surcaban sus anteriormente bellos ojos.
« Está hecha una pena», pensé mientras me acercaba hasta su cama.
Jimena al verme, sonrió dulcemente pero no pudo evitar que dos lagrimones surcaran sus mejillas al decirme:
―Don Felipe, siento causarle otra molestia. Suficiente tiene con lo suyo para que llegue con esta tontería.
El dolor de sus palabras me enterneció y cogiendo su mano, contesté:
―No es una tontería. Comprendo tu tristeza pero debes pasar página y seguir viviendo.
Cómo eran los mismos argumentos que tantas veces me había dicho y que no habían conseguido sacarme de mi depresión, no creí que a ella le sirvieran pero aun así no me quedó más remedio que intentarlo.
―Lo sé, suegro, lo sé. Pero no puedo. Sin su hijo mi vida no tiene sentido.
Su dolor era el mío y no por escucharlo de unos labios ajenos, me pareció menos sangrante:
« Mi nuera compartía mi pena y mi angustia».
María, su amiga, que desconocía que mi depresión era semejante a la de ella, creyó oportuno decirle:
―Lo ves Jimena. Don Felipe sabe que la vida siempre da segundas oportunidades y que siendo tan joven podrás encontrar el amor en otra persona.
La buena intención del discurso de esa mujer no aminoró mi cabreo al pensar por un instante que Jimena se olvidara de mi hijo con otro. Sabía que estaba intentando animar a mi nuera y que quería que yo la apoyara pero no pude ni hacerlo y hundiéndome en un cruel mutismo, me senté en una silla mientras ella comenzaba a llorar.
Durante una hora, me quedé ahí callado, observando el duelo de esa muchacha y reconcomiéndome con su dolor.
“¿Por qué no he tenido el valor de Jimena?”, pensé mirando a la que hasta hacía unos meses había sido una monada y feliz criatura.
Fue Juan quien me sacó del círculo autodestructivo en que me había sumergido al pedirme que le acompañara a tomar un café. Sin nada mejor que hacer le acompañé hasta el bar del hospital sin saber que eso cambiaría mi vida para siempre.
―Don Felipe― dijo el muchacho nada más buscar acomodo en la barra: ―Cómo habrá comprobado Jimena está destrozada y sin ganas de seguir viviendo. Su mundo ha desaparecido y necesita de su ayuda…
―¿Mi ayuda?― interrumpí escandalizado sin ser capaz de decirle que era yo el que necesitaba auxilio.
―Sí― contestó ese chaval que había visto crecer,― su ayuda. Usted es el único referente que le queda a Jimena. No tengo que recordarle qué clase de padres le tocaron ni que desde que cumplió los dieciocho, huyó de su casa para no volver…
Era verdad, ¡No hacía falta! Conocía a la perfección que su padre era un alcohólico que había abusado de ella y que su madre era una hija de perra que, sabiéndolo, había mirado hacia otra parte al no querer perder su privilegiada posición. Aun así todos los vellos de mi cuerpo se erizaron al oír que seguía diciendo:
―Jimena, siempre envidió la relación que tenía con su hijo y vio en usted un ejemplo al que seguir. Por eso quiero pedirle un favor… Aunque sea por el recuerdo de José, ¡Usted debe ayudarla!
―No comprendo― respondí asustado por la responsabilidad que estaba colocando sobre mis hombros:― ¿Qué cojones quieres que haga?
Mi exabrupto no hizo que el amigo de mi hijo se quedará callado y con tono monótono, me soltó:
―Fíjese. Mientras usted ha enfrentado con valentía su desgracia, su nuera se ha dejado llevar, ha perdido su trabajo, la han echado del piso que tenía alquilado y para colmo, ¡Se ha intentado suicidar! Si usted no se ocupa de ella, me temo que pronto iremos a otro entierro.
Me sentí fatal al no saber las penurias que había estado pasando mi nuera y con sentimiento de culpa, pregunté al chaval cómo podía arrimar el hombro:
―Mi esposa y yo hemos pensado que: ¡Debería irse a vivir con usted!
En ese momento esa propuesta me pareció un sinsentido y así se lo hice saber, pero el muchacho insistió tanto que al final, creyendo que mi nuera no aceptaría esa solución, acepté diciendo:
―Solo pongo una condición. Jimena debe de estar de acuerdo.

Capítulo 2.

No preví que mi nuera aceptara irse a vivir conmigo pero su situación anímica y económica era tan penosa que vio en mi ofrecimiento un mal menor y por eso al salir del hospital, se mudó a mi casa. Todavía recuerdo con espeluznante precisión esos primeros días en los que Jimena no hacía otra cosa que llorar tumbada en la cama. No le deseo ni a mi mayor enemigo que algún día sufra lo que sufrí yo viéndola apagarse consumida por el dolor.
Era tan profunda su depresión que llamé a Manolo, un amigo psiquiatra para que me recomendara qué hacer.
―Lo primero es obligarla a levantarse, no puede estar acostada. Y lo segundo tráemela para que yo la evalúe.
Ni que decir tiene que seguí sus instrucciones al pie de la letra y aunque se negó en un principio tras mucho insistir conseguí que fuera a ver a ese loquero. Mi conocido después de verla le diagnosticó una severa depresión cercana a la neurosis y después de mandarle una serie de antidepresivos, me dio una serie de pautas que debía seguir. Pautas que básicamente era mantener una permanente supervisión y forzarla a ocupar sus horas para que no tuviera tiempo de pensar.
Por eso conseguí convencerla de inscribirse en unas clases de dibujo y acudir después al gimnasio. A partir de entonces me convertí en una especie de niñero que todas las mañanas la despertaba, la llevaba hasta la academia y al salir del trabajo tenía que pasar por el local donde hacía aerobic. De esa forma, muy lentamente, mi nuera fue mejorando pero sin recuperar su estado previo al accidente donde murieron mi hijo y mi mujer. Pequeños pasos que hablaban de mejoría pero a todas luces insuficientes. Una pregunta con la que salió un día de su encierro, una sonrisa al día siguiente por un comentario… Aun así era raro el día que la veía en mitad del salón llorando al recordar a su marido.
« Tengo que darle tiempo», repetía cada vez que retrocedía hundiéndose nuevamente en la tristeza.
Otros detalles como su insistencia en que saliéramos a cenar a un restaurante o que en vez de en coche la llevara en moto, me iban confirmando su recuperación sin que yo los advirtiera a penas. Pero al cabo de dos meses, un día me llegó con una extraña petición del psiquiatra que me dejó muy confuso:
―Suegro, Don Manuel me ha pedido que tiene que ir a verle. Me ha dicho que quiere hablar con usted.
Que mi amigo usara a mi nuera como vehículo, me resultó cuando menos curioso y por eso aproveché un momento que me quedé solo para llamarle.
―Manolo, ¿Qué ocurre?
Advirtió en el tono de mi pregunta mi preocupación y por eso me aseguró que no debía preocuparme pero insistió en verme. Porque lo que tenía que plantearme era largo y que prefería hacerlo en persona. Cómo comprenderéis su respuesta no me satisfizo y por eso al día siguiente cuando me presenté en su consulta, estaba francamente nervioso.
Al sentarme, mi amigo decidió que de nada servía andarse con circunloquios y tras describirme los avances de mi nuera durante esas semanas, me soltó:
―Todo va bien, mucho mejor de lo que había vaticinado pero hay un problema y quiero ponerte en guardia…
―¡Tú dirás!― respondí más tranquilo.
―Tu nuera ha tenido una infancia terrible y cuando ya se veía feliz con tu hijo, sufrió un revés…
―Lo sé― interrumpí molesto por que lo me recordara: ― ¡Dime algo que no sepa!
Manolo comprendió que mi propio dolor era quien había hablado y por eso sin darle mayor importancia, prosiguió diciendo:
―Gracias a tu apoyo, ha descubierto que tiene un futuro y por eso te aviso: ¡No puedes fallarle! Porque de hacerlo tendría unas consecuencias que no quiero ni imaginar― la seriedad de su semblante, me hizo permanecer callado. – Para Jimena eres única persona en la que confía y de perder esa confianza, se desmoronaría.
―Comprendo― mascullé.
―¡Qué vas a comprender!― indignado protestó: ―En estos momentos, eres su sostén, su padre, su amigo, su compañero e incluso su pareja. De sentir que la rechazas, entraría en una espiral de la que nunca podría salir.
―¡Tú estás loco! Para mi nuera solo soy su suegro.
―Te equivocas. Aunque no lo ha exteriorizado, Jimena está enamorada de ti y temo el día que se dé cuenta porque no sé cómo va a reaccionar.
―Me he perdido― reconocí sin llegármelo a creer pero sobretodo confundido porque yo la veía como a una hija y no albergaba otro sentimiento.
―Cuando Jimena se percate del amor que te tiene, si no conseguimos que focalice ese cariño bien, buscará en ti esos mismos sentimientos.
―¿Me estás diciendo que intentará seducirme?
―Desgraciadamente, no. Jimena considerará un hecho que tú también la amas y se considerara tu mujer antes de qué tú te des cuenta.
―No te creo― contesté riendo aunque asustado en mi interior y tratando de dar argumentos en contra, le solté: ―Coño, Manolo, ¡Si me sigue tratando de usted!
―Tu ríete. Yo ya he cumplido avisándote.
El cabreo de mi amigo incrementó mi turbación de forma que al despedirme de él, le dije:
―Gracias, tomaré en cuenta lo que me has dicho pero te aseguro que te equivocas.
―Eso espero― contestó mientras me acompañaba a la puerta.
Al salir de su consulta, os tengo que confesar que estaba acojonado porque me sentía responsable de lo que le ocurriera a esa cría.
El resto del día me lo pasé en la oficina dando vueltas a la advertencia de Manuel. Por más que lo negara algo me decía que mi amigo tenía razón y por eso estuve durante horas tratando de encontrar si había sido yo el culpable de la supuesta atracción de la que hablaba, pero no hallé en mi actuación nada que hubiese alentado a mi nuera a verme como hombre.
Más tranquilo, me auto convencí que el psiquiatra había errado con su diagnóstico y cerrando mi ordenador, decidí volver a casa. Ya en ella, Jimena me esperaba con una sonrisa y nada más verme, me dio un beso en la mejilla mientras me decía:
―He pensado que me llevaras al Pardo.
Esa petición no era rara en ella porque como ya os he dicho solíamos salir frecuentemente a cenar a un restaurante pero esa tarde me sonó diferente y por eso quise negarme pero ella insistió diciendo:
―Llevo todo el día encerrada, creo que me merezco que me saques a dar una vuelta.
Esa respuesta me puso la piel de gallina porque bien podría haber sido lo que me dijera mi difunta mujer si le apetecía algo y yo no la complacía. Asustado accedí. De forma que tuve que esperar media hora a que Jimena se arreglara.
Me quedé de piedra al verla bajar las escaleras enfundada en un traje de cuero totalmente pegado pero más cuando con una alegría desbordante, me lo modeló diciendo:
―¿Te gusta cómo me queda? He pensado que como siempre vamos en moto, me vendría bien comprarme un buzo de motorista.
Aunque cualquier otro hombre hubiese babeado viendo a esa muñeca vestida así pero no fue mi caso. La perfección de sus formas dejadas al descubierto por ese tejido tan ceñido, lejos de excitarme me hizo sudar al ver en ello una muestra de lo que me habían vaticinado.
« Estoy exagerando», pensé mientras encendía la Ducatí, « no tiene nada que ver».
Desgraciadamente al subirse de paquete, se incrementó mi turbación al notar que se abrazaba a mí dejando que sus pechos presionaran mi espalda de un modo tal que me hizo comprender que bajo ese traje, mi nuera no llevaba sujetador.
« ¡Estoy viendo moros con trinchetes!», maldije tratando de quitar hierro al asunto. « Todo es producto de mi imaginación».
Los diez kilómetros que tuve que recorrer hasta llegar al restaurante fueron un suplicio por que a cada frenazo sentía sus pezones contra mi piel y en cada acelerón, mi nuera me abrazaba con fuerza para no caer.
Una vez en el local fue peor porque Jimena insistió en que no sentáramos en la terraza lejos del aire acondicionado y debido al calor de esa noche de verano, no tardó en tener calor por lo que sin pensar en mi reacción, abrió un poco su traje dejándome vislumbrar a través de su escote que tenía unos pechos de ensueño.
Durante unos instantes, no pude retirar la mirada de ese canalillo pero al advertir que mi acompañante se podía percatar de mi indiscreción llamé al camarero y le pedí una copa.
«La chica es mona», admití pero rápidamente me repuse al pensar en quien era, tras lo cual le pregunté por su día.
Mi nuera ajena a mi momento de flaqueza me contó sin darle mayor importancia que en sus clases la profesora les había pedido que dibujaran un boceto sobre sus vacaciones ideales y que ella nos había pintado a nosotros dos recorriendo Europa en moto.
Os juro que al escucharla me quedé helado porque involuntariamente estaba confirmando las palabras de su psiquiatra:
―Será normal para ella el veros como pareja.
La premura con la que se estaba cumpliendo esa profecía, me hizo palidecer y por eso me quedé callado mientras Jimena me describía el cuadro:
―Pinté la moto llena de polvo y a nuestra ropa manchada de sudor porque en mi imaginación llevábamos un mes recorriendo las carreteras sin apenas equipaje.
Sus palabras confirmaron mis temores pero Jimena ajena a lo que me estaba atormentando, se mostraba feliz y por eso siguió narrando sin parar ese supuesto viaje, diciendo:
―Me encantaría descubrir nuevos paisajes y conocer diferentes países contigo. No levantaríamos al amanecer y cogeríamos carretera hasta que ya cansados llegáramos a un hotel a dormir.
El tono tan entusiasta con el que lo contaba, no me permitió intervenir y en silencio cada vez más preocupado, esperé que terminara. Desgraciadamente cuando lo hizo, me preguntó mientras agarraba mi mano entre las suyas:
―¿Verdad que sería alucinante? ¡Tú y yo solos durante todo un verano!
Recordando que según su doctor no podía fallarle, respondí:
―Me encantaría.
La sonrisa de alegría con la que recibió mi respuesta fue total pero justo cuando ya creía que nada podía ir peor, me soltó:
―Entonces, ¿Este verano me llevas?
«Mierda», exclamé mentalmente al darme cuenta que había caído en su juego y con sentimiento de derrota, le aseguré que lo pensaría mientras cogía una de las croquetas que nos habían puesto de aperitivo. Mi claudicación le satisfizo y zanjando de tema, llamó al camarero y pidió la cena.
El resto de esa velada transcurrió con normalidad y habiendo terminado de cenar, como si fuera algo pactado ninguno sacó a colación el puñetero verano. Con un sentimiento de desolación, llegué a casa y casi sin despedirme, cerré mi habitación bajo llave temiendo que esa cría quisiera entrar en ella como si fuera ella mi mujer y yo su marido. La realidad es que eso no ocurrió y al cabo de media hora me quedé dormido. Mi sueño era intermitente y en él no paraba de sufrir el acoso de mi nuera exigiendo que la tomara como mujer. Os juro que aunque llevara sin estar con una mujer desde que muriera mi esposa para mí fue una pesadilla imaginarme a mi nuera llegando hasta mi cama desnuda y sin pedir mi opinión, que usara mi sexo para satisfacer su deseos. En cambio ella parecía en la gloria cada vez que mi glande chocaba contra la pared de su vagina. Sus gemidos eran puñales que se clavaban en mi mente pero que ella recibía gustosa con una lujuria sin igual.
Justo cuando derramé mi angustia sobre las sabanas un chillido atroz me despertó y sabiendo que provenía de su habitación sin pensar en que solo llevaba puesto el pantalón de mi pijama, corrí en su auxilio. Al llegar, me encontré a Jimena medio desnuda llorando desconsolada. Ni siquiera lo pensé, acudiendo a su lado, la abracé tratando de consolarla mientras le preguntaba qué pasaba:
―He soñado que me dejabas― consiguió decir con su respiración entrecortada.
―Tranquila, era solo un sueño― respondí sin importarme que ella llevara únicamente puesto un picardías casi transparente que me permitía admirar la belleza de sus senos.
Mi nuera posando su melena sobre mi pecho sin dejar de llorar y con una angustia atroz en su voz, me preguntó:
―¿Verdad que nunca me vas a echar de tu lado?
―Claro que no, princesa― contesté como un autómata aunque en mi mente estaba espantado por la dependencia de esa niña.
Mis palabras consiguieron tranquilizarla y tumbándola sobre el colchón esperé a que dejara de llorar manteniendo mi brazo alrededor de su cintura. Una vez su respiración se había normalizado creí llegado el momento de volver a mi cama pero cuando me quise levantar, con voz triste, Jimena me rogó:
―No te vayas. ¡Quédate conmigo!
Su tono venció mis reticencias a quedarme con ella y accediendo me metí entre las sábanas por primera vez. En cuanto posé mi cabeza sobre la almohada, mi nuera se abrazó a mí sin importarle que al hacerlo su gran escote permitiera sentir sobre mi piel sus pechos.
« Pobrecilla. Está necesitada de cariño», pensé sin albergar ninguna atracción por mi nuera pero francamente preocupado.
Mis temores se incrementaron cuando medio dormida, escuché que suspiraba diciendo:
―Gracias, mi amor…

Relatos eróticos: “Mis yeguas y yo. Apuntando a Sarita” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

$
0
0

Pasé un tiempo acariciando a mis dos flamantes yeguas.

Sin títuloManoli me daba buen sexo, con carácter y dedicación. No quedábamos muchas veces y manteníamos con recelo nuestros secretos encuentros. Ella buscaba gustarme, no me era muy difícil darme cuenta de ello. Eso me hacía sentir a gusto y generoso con aquella hembra. Al fin de cuentas, las pocas veces que quedábamos, nos entregábamos con dedicación.

Mi madre me daba amor. Esa era la palabra, amor. Cuando acudía a sus brazos me recibía con el alma abierta y me entregaba su dulce y maduro cuerpo. Lo hacía con naturalidad y nunca me dejaba indiferente. Sus amplios senos llenaban mi paladar y mi tacto de gloria. Su forma de subirse encima me dejaba agarrado al abismo, haciendo fuerzas por no correrme, Pocas veces tomaba la iniciativa con ella. Pero poco a poco fui entendiendo como imponerme a ella.

Con mamá todo era cómodo y placentero. Era fácil dejarse llevar y engancharse a sus regazos. Ella parecía feliz, y no intuía que el hecho de ser su hijo le importara.

El buen sexo que me otorgaban aquellas dos fenomenales yeguas me hizo estar mejor en casa. Me centré más en mi familia y el trabajo. Hasta empecé a disfrutar algo más del sexo con mi mujer. Mi madre y mi cuñada me hacían saciar la mente enferma e incontrolable; lo cual se traducía en una mayor estabilidad emocional. El león estaba amansado.

Pasaron un par de años con esta calma. Manoli, emocionada aun por haberme ayudado con mi madre, me pedía constantemente poder asistir a una sesión de sexo con ella, y si ambos queríamos contribuir. A veces se desataba y lo pedía con insistencia; todas esas veces tuve que contenerla y pedirle sentido común. Mi madre la conocía, se suponía que todo era un inmenso secreto. No quería hacer nada que pusiese en peligro todo aquello y mi integridad como cabeza de familia.

A veces también me preguntaba por mis futuras yeguas. Mi cuñada era mi confidente. A ella le fui sincero desde el principio, en mi deseo de acostarme con cuantas más mujeres “prohibidas” mejor. Le dije que las llamaría mis yeguas, y que ella, mi cuñada, era la primera de todas. Lejos de sentirse usada le gustó, y gracias a ella pude conquistar a mi segunda yegua: nada menos que mi madre. Había apuntado tan alto que tuve suficiente durante más de dos años. Pero un familiar escozor me empezaba a venir con mayor asiduidad cada vez. El ser guarro, maldito, insaciable, prohibido, que habitaba en mi interior empezaba a pedirme más. Era el momento de conquistar y domar a una tercera yegua. Tenía varias candidatas en mente, y con alguna de ellas Manoli podía ser parte definitiva, nuevamente, en el proceso de amaestramiento.

Físicamente me encontraba muy bien. Había intensificado mis visitas al gimnasio. Mi cuerpo estaba fuerte y los músculos se dejaban ver algo marcados. En la cama era un toro, aguantaba bastante bien las envestidas y podría estar mucho tiempo sin cansarme. Sobre todo en mis segundos polvos, una vez superada la calentura del primero. En ellos era donde verdaderamente me había creado la fama de buen amante y de bestia en la cama. A veces estaba hasta media hora sin dejar de follar, constantemente. Mi madre decía que ella buscaba amor y pasar ratos íntimos con su hijo, pero cuando alcanzaba ese punto sentía como se estremecía y se derretía bajo mis músculos y empuje. Notaba como realmente le encantaba esa forma salvaje de follarla, y gemía como una puerca; realmente como la puerca que es.

Y era, precisamente, esa confianza en la cama, y lo bien que me encontraba físicamente, lo que me hacía estar decidido a ir a por una tercera yegua, y lo que me hacía pensar que todo era posible, que siempre habría opciones de conseguir el objetivo, por difícil y extraño que fuera. Si se hacía bien, hasta un no era salvable psicológicamente. Pero siempre se asumían riesgos. Cuando uno tiene muy claro a quien quiere follarse, si no está dispuesto a arriesgar y a mirar cara a cara al peligro, nunca lo conseguirá.

Una mañana me desperté empalmado después de un dulce sueño. En ese momento tuve claro que mi tercera yegua sería la protagonista del sueño: Sara, la hija de Manoli. La sobrinita de mi mujer había cumplido los dieciocho hacía poco tiempo. Desde que tenía dos años menos ya era una mujer de bastante buen ver. Morenaza de curvas generosas, pechos amplios y una bella y morena mirada tímida. De hecho siempre fue la yegua que más tuve en mente. En su día decidí esperar hasta que cumpliera la mayoría de edad, y ahora, como un grupo de bisontes desbocados, Sara vino a mi mente sin retorno.

Estuve todo un día pensando en cómo podría intentarlo. No encontré forma fácil de hacerlo. No es igual buscarle las cosquillas a mujeres maduras, con falta de sexo en su vida, que a una joven recientemente mayor de edad, pero con una inocencia aparente más propia de una adolescente quinceañera.

Llegué a la conclusión que era un reto más difícil y delicado que incluso el de mi propia madre. Eso no me desanimó, al revés. Quería intentarlo, y quería conseguirlo; no podría flaquear. Un pequeño traspiés y mi vida se podría ir al garete.

Decidí que no podría hacerlo solo. Necesitaba ayuda de alguien. Me costaría mucho trabajo decirlo a su madre. Pero era la única opción, o me ayudaba Manoli o jamás tendría a Sarita entre mis yeguas.

Tras un polvo entre semana con manoli, en casa de mi madre (ausente entre semana por trabajo en una ciudad vecina). Decidí comentarlo…..

–        Manoli, he pensado que quiero seguir indagando en mi sexualidad. Quiero dar un paso más, tengo en mente a una posible yegua que me colmaría.

–        ¡Guau!, ¡por fin te has decidido!. Dime, ¿de quién se trata?

La miré dubitativo. Ella esperaba sonriente, estaba muy guapa con su teñido pelo rubio cayendo sobre su frente.

–        Se trata de Sara….. tu…. Hija

Su sonrisa se congeló. No supe entender si el arqueo de labios denotaba furia o excitación. Hubiera jurado que ambas cosas a la vez. Tardó en reaccionar más de lo que esperaba.

–        Vaya, cuñado, parece que vamos a tener que matarte antes de que te folles a toda tu familia. ¿por qué demonios tienes que meter a Sara en esto?

–        Sé que no es fácil, pero siempre he sido sincero contigo. Cuando aceptastes ser mi primera yegua no se te veía precisamente apesadumbrada. Ni cuando llevastes a mi madre a mi polla. Ahora has de aceptar que me apetece una chica como tu hija. Es maravillosa. Si tuviera su edad estaría enamorado de ella. Es guapa, morena, y no tiene mal cuerpo…. Ni mucho menos.

–        Ella es mayor de edad, no soy quien para obligarte nada.

–        Espero contar con tu ayuda.

–        De eso nada, cabronazo.

Eso último lo dijo fría y seria. Se levantó y se vistió a toda prisa. Yo la observaba en silencio desde la cama, no iba a intentar convencerla, me parecía lógico. Estaba en su derecho de no querer llevar a su hija a la cama de un cabrón como yo.

Cuando se hubo vestido se dispuso a irse. Pero en la puerta de la habitación se quedó parada en seco. Se dio la vuelta y me miró a los ojos. Intenté analizar su expresión: de nuevo furia y excitación.

–        Está bien, te ayudaré. ¿es lo que quieres?, ¿Qué tus yeguas sean buenas contigo?

–        Sería un honor.

–        Pero…….

–        ¿Pero?

–        Si yo hago esto por ti tú tendrás que hacer algo por mí, dos cosas.

–        Soy todo oídos.

–        La estabilidad de mi familia está en juego. Si de verdad quieres que sea partícipe de la locura que me planteas, deberás abandonar a tu familia. Me sentiré mucho mejor si te hundes. Deja a tu mujer y esta yegua se comprometerá más aun.

Me quedé perplejo. Jamás hubiera esperado que me pidiera eso. Me incorporé y me senté en la cama. Mi mente no bullía, no era capaz de pensar. Por un momento tuve la tentación de abandonar el barco y volver a mi casa. Pero no podía pensar.

–        Está bien. Cuenta con ello. Dame tiempo. ¿Cuál es la segunda exigencia?

–        Que me dejes participar en una sesión con tu madre.

Me sentí tan excitado como violado. Manoli empezaba a tomar cartas en el asunto de una forma que jamás habría aceptado. Pero la dulce Sara era quien mandaba.

–        Me parece fantástico, amor. Pero también necesitaré algo de tiempo.

–        No, será este fin de semana. Todos los fines de semana os veis. Ocurrirá el domingo por la mañana. Mi hijo tiene partido a las once y mi marido va a acompañarle. Desde las diez hasta las dos tendré tiempo. Lo haremos ahí.

–        Mi madre te conoce, ella piensa que lo nuestro es secreto, ¿crees que aceptará?, se morirá de vergüenza.

–        Ese no es mi problema. Hasta el domingo. A las diez de la mañana te llamaré, estaré andando cerca de aquí. Si me dices que suba tendrás a tu yegua feliz y estarás más cerca de mi hija. En caso contrario olvídate de ella.

Mi polla estaba demasiado caliente para pensar. Un puto trío con mi cuñada y mi madre era una de las cosas que más me excitaban. Tan excitante que jamás había pensado en ello antes de mi transformación, en una de mis múltiples pajas.

–        Esta bien. Llámame el domingo a las diez. Veré qué puedo hacer.

Cuando se fue me quedé pensando. Al rato me vestí y fui a mi despacho, donde se suponía que tendría que estar. Desde allí llamé al móvil de mi mujer. Le dije que de nuevo habría congreso el fin de semana. Me iría el sábado y volvería el domingo por la noche o el lunes por la mañana. Ella, acostumbrada a mis ausencias, asintió con neutralidad.

Luego llamé a mi madre. Este sábado pasaría toda la noche con ella, pero se suponía que estaría trabajando a quinientos quilómetros de distancia. Ella me besó a través del teléfono. Contaría las horas hasta el sábado por la noche, de eso no me cabía duda.

Dejé las maletas de viaje en el armario de entrada de la casa de mi madre. Nos saludamos dándonos sendos besos en las mejillas. Nuestra relación era muy normal fuera de la cama. Madre e hijo. Nunca nos besábamos fuera de ella y nunca nos acariciábamos. Pero cuando nos íbamos a la cama nos transformábamos. En ese momento mi madre dejaba de serlo y se convertía en hembra, hambrienta y caliente, gustosa del buen sexo.

Tras el saludo me disculpé para darme una ducha. Ella estaba cocinando verduras. Siempre hacía comida poco pesada y en poca cantidad, cuando íbamos a comer o cenar juntos y había la intención de tener sexo después. Le gustaba sentirse bien para rendir en la cama. Yo estaba hambriento pero me pareció bien la cena.

Escondí las pastillas. Recomendadas para poner a una mujer muy caliente. Las mejores del mercado negro, según me dijo un amigo que de vez en cuando las pasaba. Me las dejó a mitad  de precio. Por la mañana le pondría dos en el café del desayuno. La necesitaba plena y desmadrada de ganas de follar, era la única opción de admitir a Manoli. Aun así no las tenía todas conmigo.

Me puse chándal de estar por casa y camiseta de manga corta. Debajo nada. El mes de abril estaba siendo más caluroso de lo esperado, auque rara era la semana que no llovía durante todo un día entero.

Mi madre se fue a dar una ducha mientras yo ponía la mesa, la cena ya estaba cocinada.

Apareció lista para comer. Se había puesto camisón de dormir. Color verde apagado Era sedoso y dejaba un pequeño escote elegante. Le llegaba por las rodillas. Al sentarse, a mi lado, cruzó las piernas y me dejó ver sus cortos y regordetes muslos. Estaba perfectamente depilada y olía a perfume de vainilla.

–        El perfume que usas es nuevo, ¿verdad?

–        Sí, jaja, pensé en que podría agradarte que oliese de forma diferente.

–        Me recuerda al que usaba mi primera novia.

–        ¿Ah sí?. Cenemos y luego me dirás si me sigo pareciendo a ella cuando nos acostemos.

–        Jajaja, cómo eres, ya te digo que no te pareces en nada.

–        ¿Para mejor o para peor?

–        Madre solo hay una.

–        Te quiero hijo.

–        Y yo.

La cena concluyó. Habíamos estado hablando sobre trivialidades. Me había quedado con hambre, pero mejor así; yo también rendía mejor con el estómago vacío. Me disculpé para lavarme los dientes. Ella hizo lo mismo.

Al salir de ambos baños nos encontramos en el pasillo, en la puerta de los dormitorios. Lo hicimos con mucha naturalidad, como si ambos ya conociéramos el procedimiento a la perfección. Ella entró en su dormitorio y yo fui tras ella. Nos acostamos como un matrimonio, cada uno en su lado. Yo descorrí la cortina para dejar entrar la luz de la farola que teníamos justo al lado del balcón.

Me quité el pantalón y me metí en la cama. Era amplia y las sábanas olían a nuevas. Ella se quitó los pendientes y el collar con el que había comido y se tumbó a mi lado.

Yo estaba desnudo de cintura para abajo y solo me tapaba con la sábana. Estaba muy empalmado y con ganas. Ella a veces miraba el bulto sobre las sábanas.

–        Bueno hijo, buenas noches. Gracias por quedarte de nuevo con mamá a dormir.

–        Es un placer. Me agrada mucho tu compañía.

Ella se volcó un poco sobre mi y me besó en las mejillas. Una mano suya me acariciaba el torso sobre la camiseta.

–        ¿No tienes calor?

Me la quité sin decir nada y me arrimé más a mamá. Ella entonces me besó en los labios. Su lengua recorrió mis pechos y mi abdomen. Apartó las sábanas y mi polla salió de un brinco. Enorme y juguetona.

–        vaya madre, siempre me la pones así.

–        Que feliz me haces.

Sonrió con los labios cerrados y la agarró. La masajeó lentamente mientras se iba deslizando hacia la parte baja de la cama. Sus labios recorrieron mi vientre y las tabletas del abdomen. Se acomodó a mis pies y deslizó su lengua por los huevos. Los mordió. A continuación recorrió toda la polla con su lengua. Lo hizo muy despacio hasta llegar al capullo. Echó el pellejo totalmente hacia atrás y se lo metió en la boca. El capullo se la llenó entera. Me miraba mientras movía su lengua. Luego se la sacó y me miró complacida. No era para menos, una enorme polla se desplegaba en todo su esplendor ante ella. Su madura mirada se llenó de anhelo y melancolía. Normalmente me decía cosas cariñosas mientras me la comía y al principio de la follada. Pero esa noche no dijo nada, solo me miraba con amor.

Su boca no avanzaba hasta mucho más de la mitad en cada embestida de la mamada. Lo hizo de maravilla, como siempre. Nunca detuvo el ritmo. Cuando no la comía la masturbaba fuerte, mirándome. Ríos de placer recorrian mi cuerpo. Noté como los huevos fabricaban semen a mansalva y lo empujaban hacia arriba. Estaba muy caliente.

–        Mamá….. creo que…… me viene

–        Tssssssssssss

Se colocó mejor y se la metió en la boca mientras la masturbaba. Sus labios se apretaban en torno al capullo, ahora solo la comía hasta un poco más allá de él. Centrándose en la zona donde más gusto me daba. Su lengua no paraba de pasar por el capullo, como pidiendo que saliese ya el semen. Cuando me vino empezó a masturbarme el capullo con más fuerza, con la boca, siempre y solo con la boca. Se colocó con los brazos abiertos, apoyada a ambos lados de mis caderas y recibió el semen apretando la boca ante la polla erecta que se conectaba con sus labios. Lo tragó todo, o al menos esa impresión me dio. Luego me la limpió con delicadeza. Dándole besos y pasando con cuidado su lengua  por el contorno, lamiendo las últimas gotas en caer.

Luego se tumbó a mi lado y esperó a que me recuperase.

–        ¿te has quedado bien?

–        Uf, demasiado bien. Me has vaciado mamá.

–        Pero… ¿quieres ya dormir?

–        No, antes quiero darte lo tuyo.

–        Eso es lo que quería oir, mi vida.

Su gesto dulce se deshizo y ante mí brotó la hembra guerrera que mi voluptuosa y madura madre llevaba dentro. Me incorporé y la desnudé con violencia. Le rompí el camisón. Su cuerpo se quedó completamente desnudo. Sus pechos amplios y caídos

, sus muslos cortos y regordete, su amplio y hermoso trasero y caderas de diosa.

La abrí de piernas y le comí su cuidado coño. Mi lengua jugó con su clítoris y mis dedos entraban en su amplio y muy húmedo boquete. Mi polla regresó por completo. Me sentía al cien por cien. Esa hembra merecía ser montada de forma ejemplar. Gran yegua.

Se abrió de piernas y entré como un torero al toro que va a matar. Se la clavé rápido y eficaz. Me encantaba como entraba mi polla en ese coño. La tenía enorme, se la clavé hasta los huevos y ella chilló de excitación.

–        Fóllame nene

Pam pam pam. La cama daba porrazos contra el respaldo. Ella cerraba los ojos en cada penetración. Al final de cada cual sacaba la polla entera para volverla a meter. El ritmo no era excesivo. Estuvimos así un rato, sintiéndonos la piel. Es muy gustoso el roce del coño de mi madre cuando tengo la polla verdaderamente enorme, como aquella noche.

Al rato se dio la vuelta y se colocó en la posición del arco. Su cara muy pegada a la almohada y el culo lo más levantado posible. La luz de la farola iluminaba su cuerpo. Menuda yegua, menuda hembra, vaya madura tengo aquí toda para mí.

Me subí en su culo y me escupí en la mano. Se la pasé por ano y coño. Mi madre se movía balanceando el culo de lado a lado mientras giraba la cabeza para mirarme de reojo, pidiendo guerra.

Se la metí en el coño y la taladré con fuerza. Aguanté mucho tiempo la follada. La tenía bien agarrada por la cintura. En ese momento la vi débil y accesible, sentía que podía hacer con ella lo que quisiera. Le agarré con más fuerza y se la clavé en el culo. Me subí más encima y le presioné en la nuca hundiéndola más en la almohada. Le follé el culo con fuerza, ella no decía nada, se dejaba hacer con total entereza. Una puta ejemplar. Sus chillidos dejaron de ser de excitación y dejaron entrever dolor. Se la saqué y la liberé de la opresión. Se quedó jadeante boca arriba. Yo me tumbé a su lado. Se giró hacia mí y me acarició los músculos brillantes por el sudor.

–        Ese es mi macho

Se subió y cabalgó. No era muy elegante en esa postura pues le costaba mantener el ritmo víctima del cansancio. Así que la agarré y la taladré desde abajo. Ella acompañaba la brutal follada con un jadeo constante y estridente. Como un borrego al que están degollando.

Estaba exhausta y mi pene aun tenía más saque. El pedí más y se abrió de patas de nuevo.

–        Acaba aquí, mi amor.

Al entrarle sus brazos me abrazaron tras la nuca y sus piernas se enroscaron en mis caderas. Ahora me miraba fijamente con una luz especial en los ojos; una madre orgullosa de su hijo.

La follé de menos a más, ella fue descolgándose de mí y acabó despatarrada y mordiendo la almohada. Al rato me vino y me corrí dentro.

Nos dimos las buenas noches con la naturalidad de una madre y un hijo. Me fui a dormir a mi habitación.

A las ocho de la mañana sonó el despertador. Me di una ducha y preparé el desayuno.

Media hora más tarde irrumpí en la habitación de mi madre con una bandeja con tostadas, zumo de naranja y una amplia taza de café, en la que acababa de diluir dos de las pastillas que debían ponerla como una moto.

Pensé que tal vez no debía haberla follado tanto la noche anterior. Podría no tener demasiadas ganas y las pastillas no resultar efectivas. Yo siempre tengo ganas, así que por mí no habría problemas. Además, la expectativa de Sara era suficiente como para que mi polla hirviese de ganas y deseo.

Desayunamos y luego mi madre se duchó.

Me puse a recoger la cocina. Mi amigo me dijo que en una hora las pastillas harían todo su efecto, y este se mantendría durante varias horas seguidas.

Cuando recogí toda la cocina miré el reloj. Ya había pasado una hora desde que se tomó el café. Justo en ese momento apareció, con el pelo mojado de la ducha, y vistiendo con el camisón de la noche anterior. Eran las nueve y media pasadas.

Se avalanzó sobre mí. Mi plan estaba en marcha.

–        ¿Vienes a la cama un rato?.

–        ¿Ahora?. Más tarde. Has tardado mucho en la ducha.

–        Me he dado un baño.

Su mirada era diferente, se refregaba contra mí y me besó con lengua.

–        Mama tiene muchas ganas de su nene.

–        Vaya, veo que vas a por todas este fin de semana. ¿Quieres irte bien complacida  de aquí verdad?.

–        Quiero que metas tu pollón en mi coño y lo revientes a follar.

No esperaba esa salida. Miré el reloj de reojo. Las diez menos cuarto. Era el momento.

La levanté en brazos y la tumbé sobre su cama. Le aparté el camisón y empecé a comerle el coño de la mejor manera que sé. Ella se retorcía como una serpiente. Su sexo dejaba emanar ríos de flujos; estaba verdaderamente caliente. Las pastillas habían funcionado a la perfección. Aguanté comiéndoselo hasta que sonó mi teléfono móvil.

–        ¿Quién es nene?

–        Ups, es Manoli, mi cuñada.

Descolgué el teléfono y me fui para hablar al salón. Le dije que había posibilidades, que subiera. Regresé a la habitación, ella estaba de rodillas pidiendo mucha guerra.

–        Dame tu polla amor

–        Lo siento, Manoli dice que tiene que verme; dice que está por el centro y que le ha surgido un problema. Le he dicho que estoy aquí. Va a subir

–        Joder.

Se vistió rápidamente. Pantalón vaquero verde y camisa de manga corta, con motivos florales.

Manoli llamó al timbre y le abrí.

–  Mama, ¿recuerdas a Manoli?

–  Sí, por supuesto. Qué tal estás

– Muy bien. Bueno realmente no lo estoy tanto. Tengo que hablar contigo.

Esto último me lo dijo a mí. Mi madre la invitó a pasar y preparó café con pastas para todos. Fui a la cocina para ver si seguía con ganas. Su mirada era diferente.

–        Lo siento, no sabía decirle que no estaba aquí en tu casa. Me preocupó su tono de voz.

–        Despáchala pronto, tenemos un asunto pendiente. Hijo de la gran puta.

Sin duda no era mi madre. Eso me animó. Le ayudé a llevar las bandejas al salón. Manoli estaba sentada en el sofá (metida en su papel, el cual acordamos el día anterior). Mi madre sirvió café y nos sentamos con ella en el sofá. Me dirigí a ella. Vestía un provocativo vestido corto.

–        Es mi marido, estamos divorciándonos. Por favor, no se lo digas a nadie. No sabía a quien acudir, al pasar por casa de tu madre pensé en ti y te llamé. Ha sido una agradable sorpresa el saber que estabas aquí.

Yo me coloqué junto a ella y le acaricié la rodilla y los muslos. Le miraba los pequeños pechos aprisionados en el vestido. Quería que mi madre se diera cuenta que mi cuñada me atraía, quería que fuera evidente; el tener que consolarla era una ocasión magnífica para arriesgar en el plan. Se suponía que mi madre estaba bajo los efectos de una droga, nada era normal en esa situación. Era el momento de dar todo o nada.

–        No te procupes, estoy aquí para lo que quieras, cuñada.

–        ¿Lo dices en serio?

–        Sí

Entonces me besó. Su lengua se metió en mi boca con mucha decisión, como si hubiera olvidado que mi madre estaba delante. La noté nerviosa, sin duda le estaba costando mucho hacer eso, el plan le tendría que poner demasiado para estar ahí diciendo mentiras y haciendo el ridículo.

Le sostuve el morreo y le acaricié los pechos. Luego me aparté fingiendo estar molesto.

–        Cuñada, creo que te equivocas

–        Por favor, necesito olvidarlo todo un poco.

Miró a mi madre.

–        ¿me prestaría su cama para follar con su hijo?

Mi madre estaba colorada. No tenía cara extrañada, todo lo contrario. Cuando nos miraba es como si mirase al infinito.

–        Por supuesto. Faltaría más. No quisiera…

Intervine indignado:

–        Es una locura, Manoli, sal de la casa ahora mismo.

Me levanté indicándole la puerta y dejando mi paquete justo ante ella. Ella, como habíamos acordado, la sacó y empezó a mamarla. Yo me dejé caer sentado en el brazo del sofá y ella se incorporó de rodillas sobre el asiento. Mi polla estaba enorme y ella le dio una mamada monumental. Entonces miró a mi madre.

–        Espero que no le importe. Su hijo tiene una polla tan deliciosa……

Ambos la mirábamos.

–        En absoluto.

Miraba mi polla encantada. Sonrió un poco. Manoli vio la puerta abierta y me levantó. Me llevó a la cama de mi madre y empezamos a follar. Mi madre, como esperábamos, nos siguió. Manoli se levantó y se acercó a ella. No le dijo nada, solo la besó y la desnudó poco a poco. Mi madre se dejaba hacer.

–        Vamos señora, sé que usted se lo folla todos los fines de semana. Yo también lo hago a menudo. Dice que somos sus yeguas. No tiene nada de lo que temer, soy tan discreta como puta. Venga y pasémoslo bien.

Mi madre se dejó hacer sin decir nada. Ambas se liaron en mis narices, sobre la cama. Yo las observaba masturbándome alrededor de la cama. Luego entré de nuevo.

Me la comieron al unísono y me cabalgaron por turnos. Las tres veces que me corrí, lo hice sobre ellas.

A la una y cuarto de la tarde yacíamos desnudos y acalorados sobre la cama. Yo en medio y mis yeguas a cada lado. Charlamos un rato sobre todo aquello. Mi madre lo aceptó todo muy bien y Manoli se lo agradeció comiéndole el coño y las tetas por última vez. Después se disculpó, a las dos tendría que estar en casa.

La acompañé hasta la puerta para despedirla. Cuando me despedí me dijo susurrando:

–        Ya has cumplido. Cuenta con mi hija. No es necesario que te divorcies. Te quiero.

Se marchó meneando las caderas y taconeando como una puta. Me encantaba verla así, orgullosa de ser mi yegua. Sabe que si se porta bien siempre tendrá mi polla y mi forma brutal de follar. Le encanto, lo sé; pero ella me encanta mucho más a mí.

Mi madre se vistió y me llevó de nuevo a la cama. Me hizo follarla fuerte un rato más. Sin duda los efectos de las pastillas iban dándole los últimos efectos. Cuando cesamos me miró, de nuevo era ella.

–        Gracias por hacerme partícipe de esto. Me sabes hacer feliz. Mi discreción será total y mi dedicación a ti, cuando me lo pidas, será eficaz y absoluta. Quiero ser tu mejor yegua, o al menos quiero que estés orgullosa de mí. Te quiero, nene.

Esa noche dormí feliz, todo había salido a pedir de boca. Ahora mis dos yeguas estaban más agradecidas y entregadas a mí que nunca. Me gustaba el giro que estaba dando mi madre; la quería más puta que madre y lo estaba consiguiendo.

Pero el agradecimiento de Manoli me iba a dar el regalo más maravilloso que jamás me han hecho: Su hija Sarita.

 

Relato erótico: “Descubro que mi madre es tan puta como yo” (POR GOLFO)

$
0
0

 

Mi historia con ese maduro comenzó de la forma más imprevista y para mi desgracia, cambió mi vida. Hasta que le conocí era una mujer preocupada solo por mi profesión y sin tiempo de buscarme una pareja.  No penséis por ello que era un bicho raro, al contrario siempre me he considerado bastante normal.
Antes de nada quiero  presentarme, me llamo Martha tengo 28 años y soy de la ciudad de Monterrey. Físicamente atractiva,  cuando ando por la calle soy objeto de las lisonjas subida de tono de los babosos. Especialmente atraigo a los albañiles y por eso cuando paso por una obra, es raro que no escuchar una serie de piropos. Sé que mi cabello negro junto con mi apariencia elegante despierta en esa gente sus bajos instintos y por eso, llego hasta cruzarme de acera para pasar por enfrente de esos pazguatos. Nunca he comprendido porque lo hago pero reconozco que me resulta reconfortante recibir sus alabanzas quizás porque como estoy soltera y sin novio no tengo quien me las diga.
Muchas veces mis compañeras de la clínica donde trabajo como odontóloga me han recriminado este comportamiento. No les parece sensato ni moral que una bonita flaca  disfrute alegrando la vista a esos trabajadores.   Siempre les había contestado:
-¿Qué hay de malo?
De tanto tentar a la suerte, un día que iba a trabajar un grupo de seis tipos decidió pasar un buen rato divirtiéndose a mi costa. Totalmente despistada no los vi llegar y cuando quise darme cuenta, los tenía encima.
-¿Dónde vas con tanta prisa?- preguntó el líder de esa panda cerrándome el paso.
Por su tono comprendí que estaba en problemas e intenté huir pero sus amigotes me lo impidieron. Muertos de risa, me rodearon mientras me manoseaban de arriba abajo, de modo que en solo unos segundos mi trasero y mis pechos recibieron más “caricias” que durante un par de años.
-¡Dejadme!- lloré sabiendo que si no conseguía que se apiadaran de mí, lo menos que me podía pasar era que esos cabrones me violaran.
El que me cortó el paso me agarró de la cintura y me obligó a pegarme a su cuerpo. Os juro que no sé qué fue más desagradable si su olor fétido o sentir su pene erecto rozando contra mi entrepierna. 
Cuando ya me daba por perdida, apareció un hombretón grande y maduro e interponiéndose entre ellos y yo, me protegió diciendo:
-¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro tamaño?
La seguridad que manaba de su voz hizo que el grupo retrocediera, momento que él aprovechó para llevarme en volandas hasta su auto. La facilidad con la que cargó mis casi cincuenta kilos me hizo comprender que estaba ante un gigante y en vez de aterrarme, hundí mi cabeza en su pecho y me puse a llorar.
El moreno me acunó entre sus brazos sin importarle el hecho de no conocerme y durante unos minutos dejó que me desahogara sollozando. Poco a poco, fui tranquilizándome al saberme segura pero al mismo tiempo al oler su fragancia masculina me percaté de lo rara que era esa situación y por eso, le pedí que me dejara en el suelo.
Soltando una carcajada, obvió mis deseos y en vez de dejarme donde yo quería, me depositó en el asiento del copiloto de su carrazo.  Tras lo cual cerrando la puerta, se puso en el lado del volante.
-Niña, ¿Dónde te llevo?- preguntó mientras me ayudaba a abrocharme el cinturón de seguridad.

 

-Tengo que ir a trabajar- respondí muerta de vergüenza al notar que los botones de mi blusa estaban sueltos y que ese hombre podía ver en su totalidad el brasier de encaje que llevaba.
Muerto de risa, comentó:
-Tapate y dime dónde vives. Así no puedes aparecer en la oficina.
Comprendí que tenía razón y por eso le di la dirección de la casa donde vivía con mis padres. El enorme y guapo sujeto asintió y sin preguntar me llevó hasta allá. Me estaba bajando cuando caí en la cuenta que no sabía nada de mi salvador y por eso dándome la vuelta, le agradecí el favor y le pregunté su nombre.
-Fernando- contestó mientras dejaba en mis manos una de sus tarjetas de visita, tras lo cual me dio un beso en la mejilla y despareció entre el tráfico.
Todavía con los nervios a flor de piel, subí en el elevador y abrí la puerta. Pensando que no habría nadie en casa, directamente me fui a mi habitación mientras no dejaba de pensar en ese hombre que me había salvado. Tuve que reconocer que la virilidad que me transmitió, me había puesto cachonda y por eso abriendo mi armario, saqué de él una minifalda y un top color melón que sabía que me sentaba de maravilla.
Satisfecha me miré en el espejo. Allí descubrí que el pensar en ese moreno me había alterado y que la muchachita delgada  que devolvía ese cristal, tenía mis pechitos en punta. En ese momento decidí que iba a llamarle esa misma tarde y que intentaría quedar a cenar con él.
Fue entonces   cuando de pronto un ruido me hizo comprender que no estaba sola y fui a ver quién estaba a esas horas en mi casa. Imaginaros mi sorpresa cuando al llegar a la cocina me encontré a  mi madre con  Mario, el hijo del portero. Si por si eso no fuera poco, me quedé lívida  al comprobar que esa mujer educada a la antigua y de la que nadie nunca ha murmurado siquiera un chisme, estaba besando a ese chaval. Paralizada, me escondí y desde el quicio de la puerta, me quedé espiando la escena. Pegando mi cuerpo a la pared, saqué la cabeza para mirar sin ser vista.
En la habitación y vestida con un traje negro, mi madre llevaba su blusa medio abierta y lo sé porque pude ver como Mario metía su mano bajo la tela y cogía entre sus manos los enormes pechos con los que la naturaleza la había dotado. Dándole lo mismo,   no puso reparo a sus toqueteos y con un extraño fulgor en sus negros ojos, dejó que se los sacara dejándome admirar que la edad había hecho poco daño en ellos y que venciendo la gravedad, se mantenían duros u firmes.
Justo cuando el hijo del portero se estaba metiendo un negro pezón en su boca, mi madre buscó sus besos diciendo:
-¿No prefieres que te la chupe?.
La lujuria sin límite que proyectaba mi vieja convenció al muchacho el cual bajándose los pantalones, sacó su miembro del encierro y  le dijo:
-Cómetela, ¡Puta!.
Creí que mi madre iba a responder con una cachetada a semejante insulto pero completamente ruborizada, se arrodilló frente a él y obedeciendo, lentamente se la fue introduciendo en la boca hasta que sus labios tocaron su base. Satisfecho su amante le presionó la cabeza con sus manos forzándola a proseguir su mamada. No pude evitar quedarme petrificada al comprobar que ese pene se acomodaba perfectamente en la garganta de mi mamá.
-Eres una vieja mamona- alegremente Mario le gritó al sentir la humedad de su boca.

 

Su madura pareja incrementó la velocidad de la maniobra buscando como loca el conseguir el anhelado alimento  y no contenta con ello, con sus dedos comenzó a acariciar los huevazos del muchacho. Para entonces, mi sorpresa había menguado y viendo la maestría con la que estaba mamando esa verga, me empecé a calentar.
Todavía no estoy muy orgullosa, pero  la cachondez con la que mi amada madre la comía provocó que llevara una mano bajo mis propias pantaletas y sin perder ojo, me pusiera a masturbarme. Acariciando con delicadeza mi clítoris, disfruté de ese incestuoso espectáculo cada vez más alterada. Mi pubis me recibió lleno de flujo al admirar a la que siempre había considerado una mojigata mamando sin parar. Descubrir que era al menos tan caliente como yo, me excitó e introduciendo un dedo en mi coñito, gemí calladamente.
Para entonces, los mimos de esa felación había llevado a Mario al borde del orgasmo por lo que gritando le informó que se iba a correr. Mi madre sorprendiéndome nuevamente le pidió que lo hiciera en su boca y acelerara el  compás de su boca hasta que el hijo del portero explotó en su interior. Ella no le hizo ascos a ese semen y prolongando su mamada, consiguió beberse toda la blanca simiente del chaval sin que por ello ni una gota manchara su inmaculado traje.
La cara de deseo que descubrí en mi madre me llevó a un nada filial clímax y con mi entrepierna empapada, hui de allí mientras Mario la colocaba a cuatro patas y cogiéndole de su cintura, le levantaba la falda aireando un culo prieto y bien puesto. Solo me dio tiempo de observar su glande recorriendo los pliegues de mi vieja antes oír que le decía:
-Fóllame, por favor.
No me podía creer que mi madre le estuviese poniendo los cuernos a mi padre.
-Dame lo que mi marido no me da- insistió olvidando que era una señora casi de cincuenta años y que al menos le llevaba treinta al crio,
Cumpliendo sus deseos, Mario cogiéndole su lisa melena negra, la usó como riendas y metiéndosela de un golpe, empezó a cabalgarla. El modo tan brutal con la que apuñaló su sexo la hizo gemir y comportándose como si estuviera en celo, le rogó que no parara.
Ya no pude oír más porque salí del apartamento, incapaz de soportar la calentura que me producía el saber que mi padre tenía una cornamenta descomunal.
Ya en la calle, agarré un taxi que me llevara hasta la clínica odontológica en la que trabajo. Durante el trayecto, la imagen de la zorra de mi  madre y la de mi moreno salvador hicieron que me fuera poniendo aún más cachonda. Por eso al llegar a mi destino tras pedir perdón por mi retraso, entré directamente en el baño.
Sofocada y con mi respiración entrecortada, me senté  y bajándome el tanga, llevé mi mano hasta mi sexo.
“¡Que bruta estoy!”, me dije al recorrer los pliegues de mi vulva y descubrir que estaban húmedos y calientes.
Dejándome llevar, traté de visualizar que se escondía debajo de los pantalones de Fernando y a tenor de su tamaño, me imaginé que ese hombre tenía entre las piernas una hermosa verga coronada con un enorme glande.
No sé si fueron las extrañas circunstancias que me habían pasado pero en cuanto  puse forma a ese aparato deseé hundir mi cara en él y abriendo mis labios, dejar que me entrara hasta la garganta. Os reconozco que sentí como me licuaba con solo pensarlo y dando uso a mis deditos, intenté complacer mi calentura.
Muchas mujeres se niegan a mamar una buena herramienta pero a mí, os confieso que me pone burrísima. Hay pocas cosas que me gusten más que sentir una polla en mi boca mientras mi pareja me dice burradas al oído. Por eso me imaginé que al recogerme a la salida de mi trabajo, ese moreno iba conduciendo cuando sin más prolegómeno aprovechaba un semáforo para bajarle el cierre de su pantalón.
Y que al hacerlo, ese desconocido sonreía y sin dejar de conducir, me cogía de mi negra melena y llevando mi cabeza hasta su entrepierna, me decía:
-Flaca, ¿A qué estas esperando?

 

Su permiso me dio alas y retirando mi cabello, me permití contemplar su atrayente aparato. El aroma a macho que desprendía me hizo relamerme mis labios anticipando el banquete que me iba a dar en su honor y sacando la lengua me puse a lamer con sensual lentitud cada centímetro de su verga.
En mi imaginación, Fernando comportándose como un exigente amo, me ordenó que separara las piernas y que usara una de mis manos para masturbarme. Ni que decir tiene que fue el modo en que mi mente buscó una explicación para el par de dedos que ya tenía clavados hasta el fondo de mi sexo y por eso, todavía con más ardor, seguí pajeándome.
Cada vez más cachonda, me vi lamiendo dos sabrosos huevos antes de abriendo los labios, introducirme toda su extensión hasta el fondo de mi garganta. Ya sentía la acción de su pene contra mis mofletes cuando escuché que una compañera entraba en el baño. Con disgusto comprendí que debía dejarlo para otro momento y bastante acalorada, me vestí y salí del cubículo.
-Martha, ¿Te sientes bien?- preguntó mi amiga al ver mi cara totalmente colorada.
-¿Creo que me voy a poner enferma?- respondí buscando una exclusa creíble para el color de mis mejillas-
Lupe creyó mi versión y sin darle mayor importancia, me dijo que tenía que cuidarme y siguió maquillándose. Roja de vergüenza fui a mi  despacho, deseando que con el trabajo se me pasara el sofoco.
Desgraciadamente, durante toda la mañana, dejé que mi imaginación volara con cada uno de mis clientes. Si era una mujer la paciente a la que tenía que arreglar los dientes, me inventaba que era la zorra de mi madre la mujer que se sentaba en mi consulta y que los instrumentos de dentista con los que trasteaba en su boca, eran la verga de mi salvador. Si por el contrario era un hombre, le cambiaba de cara y me imaginaba que era ese moreno, quien descansaba esperando mis caricias.
De esa forma, al llegar la hora de comer, lejos de tranquilizarme estaba dominada por una brutal lujuria y sin tomar en cuenta las consecuencias, agarré la tarjeta de visita de ese desconocido y le llamé.
Reconocí su voz en cuanto descolgó y temiendo que no se acordara de mí, le dije:
-Fernando, Soy Martha. La boba que esta mañana salvaste.
-Sé quién eres- respondió y muerto de risa, me soltó: -No todos los días están a punto de partirme la cara y menos por culpa de una preciosa flaquita de largas piernas.
El piropo me encantó y más segura de mi misma, comenté:
-Quiero agradecerte el favor y he pensado en invitarte a cenar esta noche.
Mi petición le hizo gracia pero haciéndose el caballero, me respondió:
-Acepto si me dejas elegir el restaurante y pagar la cena.
Su respuesta me satisfizo y con mi coñito rebosando de humedad, le pregunté únicamente como debía ir vestida.  El maduro tonteando descaradamente conmigo, contestó:
– Quiero que esta noche te esmeres y cuando te recoja en tu casa, la mujer que entre en mi coche sea una diosa.
Como imaginareis,  prometí sorprenderle y colgando el teléfono, me puse a planear la forma en que me llevaría a ese gigante a la cama….
La cena donde realmente le conozco.
Tal y como habíamos quedado, Fernando pasó a por mí, lo que nunca me esperé fue que respetando unas costumbres que creía ya anquilosadas, tocara al timbre y se plantara en mi casa. No os podéis imaginar la cara de mi madre cuando vio que esa masa de músculos de más de uno noventa era mi pareja de esa noche. Alucinada por la diferencia de edad, me fue a buscar a mi habitación diciendo:
-Hija, abajo hay un tipo que dice que viene a buscarte.
Por su tono comprendí que estaba molesta pero recordando la postura en que la había pillado esa mañana, decidí castigar su maternal preocupación diciendo:
-Verdad que es impresionante. ¡Está buenísimo!
Cabreada por mi descaro, me exigió que guardase al menos la compostura frente a él y que no notara lo mucho que me atraía. Muerta de risa por su hipocresía, seguí profundizando en una nada inocua rebelión diciendo:
-No me esperes. Si todo sale como espero, ¡Mañana despertaré en sus brazos!
Ni se dignó a contestar mi impertinencia y dejándome sola en mi cuarto, bajó a hacer compañía a Fernando. Creyendo que había ganado esa batalla, tranquilamente terminé de arreglarme. Como deseaba conquistarle, me vestí con un escueto traje de negro bastante sensual y muy escotado que  dejaba también al aire la mayor parte de mis piernas. Encantada por la imagen sexi y elegante del espejo, me eché perfume y bajé a encontrarme con mi cita.
El guapetón que me esperaba recorrió con sus ojos mi cuerpo mientras me deslizaba por las escaleras meneando mi pandero. En su rostro descubrí que había acertado con la vestimenta pero cuando realmente confirmé que le atraía, fue cuando me dijo:
-Nunca creí que con mis años vería a un ángel recién caído del cielo.
Ese educado piropo tan diferente a los que estaba habituada, consiguió sonrojarme y devolviendo su lisonja, le respondí:
-Si yo soy ese ángel, tú eres mi Zeus.
Fernando soltó una carcajada y asiéndome de la cintura, me dio un suave beso en los labios mientras me decía:
-Me podías haber avisado que tu madre nos acompañaría.
La tersura de sus labios y el aroma a macho que desprendía no me dejó asimilar su queja hasta que vi en la puerta a mi vieja lista para salir. La muy pérfida con una sonrisa en su cara, comentó:
-Como tu padre está de viaje, me he auto invitado. ¿Verdad que no te importa?
“¡Será zorra!”, pensé, “¡No le basta con ponerle los cuernos a su marido que encima quiere chafarme los planes!”
Disgustada por partida doble con la mujer que me había traído al mundo, tomé mi bolso y abracé a mi pareja mientras mi madre nos seguía unos pasos atrás. Fernando debió notar mi encabronamiento porque susurrando me preguntó:
-¿Por qué estás tan enfadada con ella?
No pude confesarle la verdad y en vez de ello, pegándome a su cuerpo, respondí:
-Deseaba divertirme contigo esta noche.
Os juro que mi respuesta no tenía un sentido sexual pero mi  pareja de esa noche, me malinterpretó y rozando uno de mis pechos, me dijo al oído:
-No te preocupes, tu madre no tiene por qué enterarse.
Esa robada caricia hizo que mis dos pezones se pusieran como piedras y mi coñito se empapara mientras galantemente Fernando me abría la puerta del copiloto. Rápidamente me subí, no fuera a ser que mi vieja quisiera ocupar el lugar que por derecho tenía reservado. Al ver su gesto de disgusto, comprendí que esa había sido su intención y por ello, sonreí mientras se sentaba en la parte trasera.
Ajeno a ello, el enorme maduro cogió el volante y como si fuera algo normal en él, nos informó que había reservado una mesa en el mejor restaurante de la ciudad.

 

-¿Cómo has conseguido mesa?- pregunté porque era famoso por estar siempre lleno y que si querías ir al él tenías que pedirlo con dos semanas de anticipación.
Muerto de risa, contestó:
-Es mío.
Fue entonces cuando caí en el apellido de su tarjeta y descubrí que estaba con un afamadísimo millonario que no solo era dueño de una cadena de restaurantes sino que era el propietario del casino de mi ciudad.
“¡Dios!, es Fernando Legorreta.
Saber que muchas mujeres hubiesen dado la mitad de su vida por disfrutar de su compañía, me dejó alelada al no comprender que había visto ese hombre en mí. Mientras mi mente rulaba a mil por hora, ese don Juan charlaba animadamente con mi madre.
Un pelín envidiosa de las atenciones con las que trataba a esa zorra, agarré una de sus manos y la puse sobre mi muslo. El maduro no se mostró sorprendido por mi acción y antes de que me diera cuenta me estaba acariciando sin importarle que la mujer que tenía detrás fuera mi madre.
Azuzada por sus caricias, separé mis piernas y levantando mi falda, le dejé clara mi disposición. Él al percatarse de mi entrega, disimulando fue subiendo por mis muslos desnudos acercándose poco a poco a mi sexo. La sensación de estar siendo acariciada con ese público tan selecto, me terminó de excitar y moviendo mis caderas hacia delante busqué el contacto con su mano.
-Señora, ¿sabía que su hija en un poco aventada?- preguntó mientras uno de sus dedos se abría camino bajo mi tanga.
-¿Por qué lo dice don Fernando? – preguntó mi vieja sin saber que en ese momento su hijita estaba siendo gratamente recompensada.
Y mientras le narraba la difícil situación en la que me había conocido, se apoderó de mi clítoris con una de sus yemas. Os reconozco que me creí morir al sentir su dedo hurgando en mi sexo y mordiéndome los labios deje que ese casi desconocido me masturbara mientras a pocos centímetros mi madre conversaba con él, cómodamente aposentada en el sillón trasero.
“¡No puedo ser tan zorra!” pensé mientras todas las células de mi cuerpo ardían por la lujuria.
Mi calentura era máxima cuando sentí que como si fuera un pene, su yema se introducía en mi interior y comenzaba un delicioso vaivén de fuera a adentro y viceversa.
“Me voy a correr”, adiviné al notar que una maravillosa corriente eléctrica asolaba mi anatomía.
Reteniendo las ganas de gritar, sufrí un gigantesco orgasmo mientras mi madre me recriminaba el haberme puesto en riesgo con esos albañiles.
Al maduro no le resultó indiferente comprobar que sus dedos se impregnaban de la pringosa prueba de mi placer e incrementando sus toqueteos, me llevó a la locura mientras su propio pene se alzaba bajo su pantalón. No os tengo que decir que si no llegamos a tener compañía me hubiera lanzado golosa contra su verga porque en ese momento, lo que me hubiese apetecido hubiera sido incrustar ese manjar entre mis mofletes.
En vez de ello, me tuve que conformar con ver que Fernando retiraba su mano de mi entrepierna y llevándosela a su boca, lamía con gusto el flujo que había quedado entre sus dedos. Al verlo, casi me vuelvo a correr y fue entonces cuando decidí que de esa noche no pasaba que yo catara la simiente de ese macho.
Cinco minutos después llegamos a nuestro destino, como el caballero que es, ese maduro nos abrió la puerta y nos llevó a un elegante apartado dentro del restaurante. Al no estar habituada a tanto lujo, tanto mi vieja como yo nos quedamos impresionadas con el detalle de reservar la mejor mesa para nosotros.
Educadamente, nos hizo sentar a cada lado, de forma que yo quedé a su izquierda mientras mi madre se sentaba a su derecha. Comportándose como el perfecto anfitrión, nos preguntó que queríamos beber y en vista que tanto las dos queríamos vino, llamó a su sumiller y le pidió uno de los caldos de su bodega personal.
Al oír que su elección era un Petrus, me quedé nuevamente impresionada porque una botella de ese tinto francés bien podía costar los tres mil quinientos pesos. Al protestar porque me parecía muy caro, Fernando contestó:
-Los buenos vinos están para las grandes ocasiones y qué mejor que estar acompañado de dos bellezas.
La puta de mi vieja quedó encantada con el piropo y luciendo conocimientos, se puso a comentar con él las virtudes de los vinos de Francia contra los de origen español. No sabiendo nada sobre ese tema, me tuve que quedar en silencio y dándole vueltas al placer que ese hombre me había dado, despertó mi lado salvaje y por eso llevé mi mano bajo el mantel.
Mientras mamá y Fernando charlaban posé mis dedos sobre su musculoso muslo y viendo que no repelaba, fui recorriendo la tela de su pantalón hasta llegar a su bragueta. Al hurgar en su entrepierna, me encontré con una enorme verga que confirmó mis previsiones: ¡Fernando estaba magníficamente dotado!. Por eso importándome un carajo que mi vieja estuviera hablando con el, comencé a jalar de ese maravilloso instrumento, devolviendo parte de la vergüenza que me hizo pasar.
Mi maduro estaba aguantando estoicamente el tipo sin quejarse cuando mi madre afortunadamente preguntó dónde estaba el baño y tras recibir las indicaciones se levantó y salió del reservado. Ya solos, Fernando acomodándose en su silla, me preguntó si no prefería mamársela.
¡No me lo tuvo que pedir dos veces!
Cumpliendo mi sueño, me arrodillé bajo la mesa y al amparo del mantel, desabroché su pantalón y saqué de su encierro su aparato.
-¡Es enorme!- exclamé al coger por primera vez esa belleza entre mis dedos.
Larga, gorda y con un capuchón a modo de champiñón  me dejó extasiada y disfrutando como una perra, acerqué mi lengua a esa maravilla. La fuerza de su virilidad era evidente y no solo por los más que llenos huevos que con gozo absorbí sino por el tamaño de las venas que decoraban esa extensión.
Recreándome en la mamada, embadurné con mi saliva todo su pene antes de abriendo mis labios, meterlo hasta el fondo de mi garganta. Fernando al sentirlo, presionó mi cabeza con sus manos forzando aún más esa profunda felación e increíblemente noté que no solo era capaz de absorberla por completo sino que mis labios entraban en contacto con la base de su sexo.
-Supe en cuanto te vi que eras una putita y que te tendría en esta postura- satisfecho, mi maduro me informó.
Ese insulto lejos de cortarme, me azuzó y con más ímpetu, fui metiendo y sacando su miembro de mi boca a la vez que con mis dedos acariciaba la bolsa de sus gordos testículos. Los golpes de su verga contra mis mofletes y garganta, me indujeron un trance lujurioso donde el mundo desapareció y solo existía para mí,  esa polla que rellenaba todo mi ser. Necesitada de hacer la mamada de mi vida, cumplí sus deseos fielmente hasta que el placer se acumuló en sus huevos y pegando un grito, se derramó explosionando en mi boca.
Fue increíble, golpeando mi paladar ese semen se me antojó un manjar solo al alcance de los dioses y no sabiendo si tendría otra oportunidad, devoré su semen como si me fuera la vida en ello, no fuera a ser que nunca beber de ese alucinante manantial y por eso no desperdicié ni una gota. Recorriendo su piel con mi lengua limpié su falo hasta que quedó inmaculado y solo entonces, escuché que mi madre había vuelto y que preguntaba a Fernando por mí:
-Se encontró con un amigo y ahora vuelve- respondió salvaguardando mi honor pero sobretodo evitando el escándalo de que mi vieja se enterara que su hija era una zorrita mamona.
Increíblemente, la mujer que me había dado a luz aprovechando mi teórica ausencia, empezó a tontear con el maduro de una forma tal que apenas tuve tiempo de meter su verga dentro del pantalón y cerrar su bragueta antes que esa guarra pusiera su mano sobre el muslo de mi adorado mientras le decía:
– Don Fernando, ¿Qué ha visto en mi hija?, no le parece que es demasiado joven para usted.
“¡Maldita hija de perra!”, pensé al ver que con todo descaro los dedos de esa puta se acercaban a la virilidad del tipo. No me podía creer el marrón en el que estaba. Despatarrada y con mi coño encharcado bajo la mesa mientras mi madre manoseaba al hombre que me volvía loca.
Disfrutando del momento, el maduro le contestó:
-Piense que su hija es igual que usted pero con veinte años menos. Y viendo como de guapa es usted, me garantizó que con los años no pierda atractivo.
Mi vieja cogiendo ya su instrumento, contestó:
-¿Y no prefiere alguien con más experiencia?
La escena curiosamente me empezó a calentar pero temiendo que esa mujer quisiera también meterse bajo la mesa, pellizqué uno de los gemelos de Fernando para que buscara el modo de que pudiera salir de ese problemazo. Mi maduro comprendió el dilema y soltando una carcajada, le soltó:
-Me encantaría- y haciendo como si buscaba un anticipo, acarició uno de sus pechos, derramando “involuntariamente” la copa de vino sobre su vestido.
Pidiendo disculpas Fernando la ayudó a secarse. Mi madre un tanto molesta, le dijo que no importaba pero que tenía que limpiar esa mancha si no quería que le quedara un cerco y por eso, desapareció rumbo al baño.
Nada más irse, salí de  debajo del mantel mientras muerto de risa, ese Don Juan  se reía de mí diciendo:
-¡Menudo par de putas están hechas la madre y la hija!
Su vulgar exclamación me hizo gracia y siguiéndole la corriente, respondí:
-¿Te imaginas tirarte a la mamá mientras su hija os mira?
Mis palabras cayeron como un obús en su mente y tras pensarlo durante unos segundos, me contestó:
-Paso, tu vieja no me gusta. Pero te propongo otra cosa: ¿Qué opinas de que te encule mientras observas como otro tipo se la folla?
La idea me resultó cautivante y por eso no dudé en aceptar, diciendo:
-Me gustaría pero dudo que pueda ser. ¿Cómo vas a conseguirlo?
Descojonado, me respondió:
-Fácil, tu vieja va a creer que soy yo quien la folla cuando realmente mi verga estará incrustada en tu  culo- y recalcando sus palabras, me pellizcó un pezón diciendo: -Mientras cenamos la voy a poner tan cachonda que no va a poder negarse a que me la tire con una venda en sus ojos.
De esa forma y mientras mi coñito se anegaba de flujo, anticipando el placer que ese millonario me iba a dar esa noche, esperamos a que mi madre volviera del baño.
 
 

 

 Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 


Relato erótico: “Dos muchachitas en situaciones de infortunio” (POR PERVERSO)

$
0
0

DOS MUCHACHITAS EN SITUACIONES DE INFORTUNIO

Sin título—————————

En la residencia Fuentes un día después de los anteriores hechos……………

En la dicha mansión una vanidosa chiquilla se arreglaba para asistir a la escuela, una universidad particular a la cual asistían los hijos de las familias más acaudaladas de la zona y ciudades circunvecinas y en donde el uso de un uniforme escolar no era obligatorio así que tanto jóvenes como señoritas aprovechaban para sacar a lucir sus mejores y más caros atuendos procedentes de las más reconocidas tiendas departamentales.

La apetecible nena encendía su televisión con la finalidad de encontrar un canal con algo de entretenimiento para distraerse, cambiaba y cambiaba constantemente pasando por uno en donde un noticiero informaban sobre un supuesto asalto a un motel ubicado a orillas de la ciudad, la muchachita no prestó atención a lo que se decía y siguió cambiando de canal hasta encontrar lo que buscaba.

La jovencita, de cuerpo curvilíneamente formado a base de gimnasio, aerobics y bajo una estricta y demandante dieta supervisada por su propia madre, adornaba su excelsa figura con una delgada blusa blanca de esas que se amarran de la parte de atrás y que por enfrente solo sobresalen dos tiras de telas las cuales apenas y alcanzaban a tapar sus mayúsculos pechos tan grandes que uno solo era capaz de abastecer a una mano masculina, la jovencita no llevaba sostén por lo que parte de sus melones podía ser apreciada sin dificultad alguna por ambos laterales y como era de esperarse ante el menor movimiento presentaban un bamboleantemente infartante movimiento capaz de hacer desatender a los varones de cualquier tarea que en ese preciso momento estuviesen realizando.

Con esta misma prenda la chiquilla dejaba en claro su gusto por lucir su bien formado y femeninamente marcado vientre sin el más minúsculo rastro de grasa ni piel de naranja, exhibiendo esa hipnotizante curva que se forma solo en las estilizadas cinturas femeninas y que cada vez se va ampliando más hacia abajo para formar las tremendas caderas de hembra en perfecto desarrollo.

La adinerada chiquilla se colocaba un calzón muy sexy que se ajustaba perfecto a su orgulloso trasero y a ese depilado tesoro que la nena resguardaba entre sus muslos y en esas semidesnudas condiciones buscaba y se agachaba sin cuidado alguno (pues sabía que nadie la veía) tratando de encontrar los complementos perfectos para su insinuante vestuario sin imaginarse el tremendo culo de diosa que se le formaba, las tremendas nalgas lucían a simple vista duritas y suavecitas pudiendo provocar un daño craneoencefálico a aquel que tuviera la dicha de verla en esas precarias condiciones ya que su tremendo culo solo hacía ver aún más breve de lo que ya era su estrecha cintura, la nena a pesar de no estar acostumbrada a usar en la calle ropas tan insinuantes pues sabia de lo plebeyos que podían resultar los hombres que conformaban el fáunico ambiente allá fuera lo hacia esta vez no solo porque quisiera verse ese día más llamativa de lo que ya era.

La razón era que esta chiquilla había quedado junto a algunos amigos incluidos su novio, un joven y apuesto galán con un físico atlético que atraía las miradas de casi todas las féminas del instituto, de ir a un recién inaugurado antro según muy fino y sin restricciones y querían comprobar lo dicho, para esto la nena ya había pedido permiso a sus padres siendo concedido por estos (para sorpresa de ella) y fiel a su vanidad quería verse muy llamativa, sus padres habían cedido al permiso pues consideraban al novio de su hija Dulce Lissette como un muchacho serio y responsable, pero sobre todo con un futuro próspero y asegurado por venir de buena familia sin imaginar que este muchacho como muchos de estos jovencitos que no cuentan con una supervisión paternal adecuada había comenzado en secreto a consumir drogas, cosa que su adorada novia ya sabía pero no se atrevía a contar ni a sus padres ni a los de él, lo que si es que esta condición ya había causado algunos problemas en la joven pareja de enamorados, a pesar de ser algo libertina la muchachita Dulce aun no contraía este mal visto hábito.

La recién bañada y semivestida chiquilla se terminaba de retocar por demás meticulosa, pintaba sus uñas cuidadosamente, planchaba su dorado cabello hasta que no se sintiera que este fuera casi de seda, un poco de rímel alrededor de los ojos y un combinado juego de sombras dándole más vista a sus modestos ojos azules, no había necesidad de usar pestañas postizas para resaltarlas ya que hasta en eso esta nena era perfecta, con esa brocha que utilizan las mujeres colocaba maquillaje en toda la superficie de su rostro para que este no brillara en ningún momento, perfumaba su cuerpo con las esencias más caras y deliciosas que su padre le pudo haber conseguido, todo debía de ser perfecto ese día como cualquier día en que salía a divertirse sin la presencia de sus padres, observaba en un espejo su por demás bello rostro heredado de su hermosa madre (ahora modelo retirada pero quien veía en su hija su viva imagen), Dulce era una copia exacta de cuando su madre tenía esa edad y ese cuerpo que por mucho tiempo exhibió orgullosa en las pasarelas (lugar donde conquistó al viejo de Gustavo).

De hecho la muchachita tenía dos años que se dedicaba al modelaje, no al modelaje profesional pues solo participaba como edecán en eventos de alcurnia en las empresas donde su padre, pero ya su mamá aun con contactos en este glamoroso mundo había estado forjando los cimientos de lo que sería el inicio formal de la carrera de su hija, además de que en dichos eventos la jovencita había logrado acaparar las miradas de los viejos empresarios interesados en disponer del “talento” de tan jugosa chiquilla y de igual modo interesados en patrocinar la despegante carrera de tan hermosa promesa.

Pero toda esta perfección física y todo este mundo novelesco, todo este encantador rostro y sugerente cuerpo pertenecían a una nena por demás altanera y berrinchuda. La jovencita Fuentes siempre, desde pequeña, fue una niña presumida, siempre por lo general grosera con la servidumbre a disposición de su familia, incapaz de valorar el trabajo de los demás, despreciar o criticar a las personas solo porque estas no tenían los mismos lujos y oportunidades para salir adelante, negándose rotundamente a considerarlos como semejantes, todo esto alentada por su padre quien desde pequeña le dejó bien en claro que ellos pertenecían a una estirpe superior, su madre si bien no enseñaba ese tipo de cosas a la chiquilla tampoco le importaba inculcarle valores como el respeto, era una mujer que aún no reconocía sus responsabilidades como madre aun cuando su nena ya contaba con recién cumplidos 19 añitos.

En materia sexual la joven Dulce no era muy activa, no había tenido muchos encuentros amorosos con su novio (único en su vida) debido que al pertenecer a tan reconocida y pudiente familia la cual siempre estaba presente en las más selectas reuniones y exquisitas congregaciones no dejaban tiempo suficiente para que la nena saliera muy seguido a distraerse como una jovencita de su edad lo demanda, su vida se limitaba a aburridos simposios de familias honorables las cuales se reunían para discutir el porqué de sus logros y el cómo hacerse más ricos, a los cultos llegaban personalidades tan reconocidas como miembros de la política en servicio al pueblo o jubilados, importantes accionistas o algún inversionista extranjero interesado.

La nena además de estudiar en tan distinguida institución también contaba con maestros particulares que ocupaban más tiempo que bien podría ella utilizar para dedicar a alguna actividad propia de su juventud, incluso también sus padres pareciera que querían convertir a la nena en una especie de máquina traductora pues pagaban exageradas cantidades de dinero a maestros idiomáticos quienes atareaban a la niña con extenuantes clases principalmente de inglés, alemán, italiano y la siempre favorita de ella, el francés.

Todo esto no dejaba mucho tiempo a la joven pareja para entretenerse en cuestiones amorosas, limitándose a solo besos, abrazos y apapachos con su prometido, en alguna ocasión el joven macho tuvo la oportunidad de llegar hasta el coito pero debido a las prisas y a su inexperiencia en estos campos, a su duda si con su arma podría lastimar a su doncella, al estrés que le brindaban sus desgastantes estudios y su participación directa en los negocios de su (de él) padre ni siquiera recuerda bien si llegó a desvirgar a su novia como se debe, cosa que después de una serie de complicados acontecimientos y mitos machistas llevaron a una casi desintegración de la pareja, en estos momentos buscando la reconciliación.

La nena una vez terminada de vestirse, habiendo escogido una minifalda compuesta aparentemente por lentejuelas rosas que le daban un aspecto brilloso, bajó para despedirse de su madre quien se encontraba en la sala tomando un café y pensando en cual sería ahora la excusa que su esposo le daría por no haber llegado a dormir la noche anterior, no era la primera vez que el viejo no llegaba a dormir pero esta vez la joven esposa se notaba seria y enojada.

-mamá ya me voy- bajaba la chiquilla con ese atuendo muy llamativo, esto no era molesto para su madre ya que se veía en su hija recordando sus buenos tiempos, no es que la señora Fuentes fuera un cuerpo ya en decadencia, a sus 40 años (ella inició en el modelaje muy joven, después de tener a Dulce no abandonó las pasarelas) lucia lo suficientemente joven y bella como para dar la impresión de ser una hembra de 30, y eso hablando de una treintañera de muy buen ver, aparentando de esta manera que el viejo Gustavo le llevaba más de los veintitantos años de los que en realidad era mayor que ella.

-hija que crees, tu padre otra vez no llegó a dormir anoche- decía la voluptuosa señora.

-umm, lo anormal sería que hubiera venido a dormir- respondía la nena al tiempo que veía como su madre al parecer tenía un compromiso pues estaba vestida para una situación elegante, la nena tomaba una postura insinuantemente coqueta, posturas que le salían naturalmente y solo resaltaban lo mejor de su anatomía.

-lo llamé pero nunca contestó, debió de haberse ido de fiesta con sus amigos- Mónica (la señora de la casa) sabía muy bien los gustos de su esposo, conocía de sus mentiras e infidelidades pero se mantenía en silencio para evitar un escándalo mayor.

Este tipo de familias suelen ser objeto de observación por parte de algunos metiches quienes se valen de eso para sacar algo de provecho o simplemente para vender alguna noticia que interese a los medios, además de las repercusiones que esto tendría y los desprestigios que se generarían en el seno de la familia Fuentes, que si bien todas las demás familias tenían cola que les pisaran en este tema solo esperaban a que una cayera para demostrar su hipócrita repudio ante tales situaciones, de por si Mónica no se casó con el viejo por amor, y si en algún momento le faltara amor y el viejo no se encontrara para proporcionárselo no hacía falta quien quisiera darle un poco de cariño.

-umm, sí que ha de ver estado buena la fiesta como para no llegar a dormir- decía la chiquilla en forma de sarcasmo, pues ya intuía en donde posiblemente se encontraba su respetable padre al tiempo que recargaba sus manos en un sillón y femeninamente sacaba más el tremendo culo que poseía, su faldita se subía a niveles infernales ya que se detenía a escasos centímetros de enseñar el nacimiento de sus carnosas nalgas, considerando que sus elevadas zapatillas también aportaban a la causa.

-sabes que hija?, hoy voy a ir a visitar a tu abuela y posiblemente no llegue a dormir, ¿si tu padre puede porque yo no?, ¿tengo entendido que vas a salir con tus amigos después de la escuela verdad?- dijo la señora.

-si mamá, acuérdate que voy a ir con mis amigas al antro, llegaré tarde- respondía la nena.

-ok, bueno hija me voy, cualquier cosa molesta a tu padre quieres- decía esto la señora saliendo por la puerta principal dejando a su hija en la sala esperando a su novio quien pasaría por ella.

 ——————————-

En un pequeño cuarto ubicado justo detrás de una cantina una discrepante pareja dormía plácidamente, ambos cuerpos desnudos y sudorosos se recuperaban después de una ardua noche de pasión en donde a base de gritos e insultos la pareja demostró su amor mutuamente, de esos dos el que más llamaba la atención era un tremendo cuerpo femenino que había quedado prácticamente desecho, un gigantesco gordo era el primero en despertarse para contemplar la visión de una verdadera belleza cuya melena castaña yacía revoloteada por todo su hermoso rostro, sus párpados aún se cubrían con ese juego de sombras con la cual fue maquillada la noche anterior, de igual manera sus labios aún se cubrían, aunque en menor medida, de ese atractivo color rojo que utilizó para adornarlos y reforzarlos como arma de seducción, dichos labios se veían extremadamente jugosos y muy carnosos, dignos de tener una verga entre ellos.

El gordo escuchó como la nena prolongaba una de sus respiraciones y emitía una especie de suspiro ronroneante al tiempo que ella misma cambiaba de posición y dormida acurrucaba su curvilíneo cuerpo aún más cerca del gordo mientras uno de sus bracitos se aferraba a la voluminosa bola de cebo de Pancho, quedando abrazada de este pelmazo.

El troglodita veía ese blanco y femenino bracito descansar arriba de su morena y grotesca panza completamente peluda y grasienta, dejándolo nuevamente empalmado con esa impactante visión de hembra desnuda y recién cogida contrastando tonos de pieles y apariencias anatómicas, aunque la barriga del porcino le imposibilitaba que pudiera verse su verga en esa posición, podía sentir el poderío de esta manifestándose en sus máximas prolongaciones, repegada a su cuerpo de lo rígida que se encontraba, todavía a partir de fuerza en su pelvis jugaba a moverla escuchándose el sonido de esta cuando caía y chocaba contra su grasoso vientre bajo sobrepoblado de pelos.

-Panchoo, Panchoo- alguien tocaba la puerta, el viejo escuchó y con toda la lentitud que lo caracterizaba se levantó buscando sus sucios pantalones dejando a la desnuda chiquilla aun dormida tendida en la cama para dirigirse a ver quién lo llamaba.

-que vergas quieres pendejo, no ves que estoy descansando- se trataba de su compañero Lucio quien venía a buscar al cetácico.

El otro bribón asomaba por la puerta su horrendo rostro de descendencia equina alcanzando a observar la acostada silueta de Margarita, quien aun semitapada la sábana no podía disimularle el tremendo culo que se gastaba esta otra chiquilla recién conocida por él, su mente no lograba razonar como este viejo gordo de Pancho tenia o pudo haber tenido la suerte de toparse con una jovencita de ese calibre y más encima de todo verla dormida y desnuda y a él todo sudado y apestoso a sexo y comprender como es que una nena tan hermosa como esa pudo haber tenido sexo con ese viejo tan repugnante, sin embargo el pensar las posibles cochinadas que este par pudo haber hecho en la intimidad no hacía más que pararle la verga a todo lo que esta daba y mantener viva la llama de la esperanza de poder lograr algo con esa hermosura, ya que si se acostaba con Pancho que estaba viejo y obeso lo más seguro es que también podría acostarse con él, eso es lo que pensaba este otro vejete considerándose no tan gordo ni viejo como el primero.

Y es que el deforme cuerpo de Pancho aún se impregnaba por los jugos vaginales que de la nena se escaparon como manguera y cuyo olor llegaba a las narices de este otro viejo despertándole una ganas tremendas por meterse ahí mismo y cogérsela hasta caer prácticamente muerto, del cuarto un reconocible y muy penetrante olor a sexo se escapaba por entre la puerta y la nena dormida boca abajo dejaba ver lo despeinada que se encontraba corroborando las posibles porquerías que se pudieron llevar a cabo en tan desgastante noche pasional, lo que indicaba que había tenido una noche muy agitada.

El verla toda despeinada y destrozada no causaba más que acrecentarle su morbo a este extraño hombrecillo, digo extraño por su formación corporal que más tarde relataré más a detalle, era un estímulo extra verla ahí acostadita recién cogida, admirar su perfección y justificar que el tipo de hembras como Margarita nacieron exactamente para lo que seguro Pancho le hizo, darle verga hasta por las orejas, hablando de Pancho este se empezaba a molestar al ver como Lucio, con su vista clavada en la chiquilla, comenzara a babear aparentemente solo por la calorosa visión y a reír de forma retorcida.

-y vienes a decirme algo o vienes a hacerte chaquetas mentales con mi vieja??- dijo Pancho quien veía enojado como Lucio no le quitaba sus lujuriosos y lagañudos ojos de encima a su atractiva hembra quien volvía a acomodarse ahora de lado adquiriendo una posición fetal lo que hacía marcar poderosamente sus caderas las cuales sobresalían más que notoriamente por sobre su cintura, además de exhibir aún más descarada la tremenda redondez de su provocativo culo.

-eehh…………………  jejejejeje……………… este……………… Felipe, te quiere ver- dijo Lucio quien en verdad estaba hipnotizado con la visión, hubiera pagado a Pancho para que este solo lo dejara ver como la nena dormía y masturbarse ahí al lado de esa pletórica ninfa sacada de alguna novela élfica, el gordo supuso que Lucio al parecer no traía ningún otro mensaje además de que ya casi atravesaba por él mismo la puerta así que se dignó a retirarlo.

-dile que en un momento voy- el oso volvía a meterse a su cuarto cerrando la puerta y dejando a Lucio con ganas de ver más, Lucio estaba atravesando por una crisis sexual, tenía algo de tiempo que no cogía y sus huevos reventaban en leche, estaba tan feo el pobre que ni siquiera las putas todas gordas y viejas aceptaban echarse un palo con él, aun ni pagándoles, este viejo solo tenía sexo violando a alguna pobre alma desamparada y hacía meses que no había tenido mucha suerte, y el ver a Margarita en semejante estado solo lo perturbaba aún más recriminando su maldita suerte.

Pero el chaparro viejo no se desanimaba y creía fervientemente que el día de su próxima cogida estaba cerca, y que esta afortunada señorita debía de ser nada menos que la voluptuosa Margarita.

“esa pinche vieja esta rebuena, me la tengo que coger si o si, me vale verga que el puto Pancho me corte los huevos, vale verga que sea una vil puta que se deje coger por dinero, esa hembra lo vale, es más, con el dinero que me den por mi participación en el secuestro me la trabo y me desaparezco jejejejeje” decía para sus adentros el empalmado Lucio ya masajeándose su verga de forma descarada por encima de su pantalón como si esta le picara, solo quedaba desearle a Margarita que saliera ilesa ante las depravadas intenciones de Lucio o de cualquier otro viejo que parece solo pensaban en cogérsela nada más con verla.

El delincuente de Pancho salía para reunirse con Felipe en su oficina.

———————–

Mar se despertaba después de la desgastante cogida que el viejo Pancho le había pegado la noche anterior, toda adolorida de su rico cuerpo (principalmente de su pelvis) abría sus hermosos ojitos un poco rojos por efecto del alcohol, era tarde, casi las diez de la mañana, había dormido unas seis horas que en nada le habían ayudado, su cuerpo literalmente molido se revolvía tratando de incorporarse, podía sentir el colchón de la cama donde descansaba aun húmedo por toda clase de fluidos corporales tanto de ella como del gordo así como una esencia pegajosa y olorosa cubriendo toda su sensual anatomía, su vagina estaba muy apestosa a lubricantes y verga sucia así como unos cuantos vellos púbicos del viejo yacían pegados a sus labios vaginales, además sentía en su boca un raro sabor, su cabeza le dolía como respuesta después de haber ingerido alcohol toda la noche.

Después de expresar un profundo bostezo la jovencita se dio cuenta de su completa desnudez, así que con toda la femineidad que caracterizaba cada uno de sus movimientos se enrolló con la sucia sábana para cubrir su esbelto cuerpo, con una de sus manos llevó un extremo de la sabana para tapar sus apetecibles senos y con otro delicado movimiento logró cubrir sus prominentes caderas junto a su formidable trasero, buscó con su verde mirada al viejo pero este no estaba, nuevamente la había dejado encerrada, buscó su vestido negro pero al igual que el blanco estaba hecho un harapo.

Aprovechó el momento de soledad para darse un baño, se sentía asquerosa, ultrajada y no pudo evitar llorar mientras el agua de la regadera limpiaba su imponente cuerpo, con sus delicadas manitas refregaba su cuerpo y golpeaba su cabeza en la pared por haber sido tan estúpida y haberse dejado nuevamente coger por el desagradable y ruin villano “como pude ser tan estúpida”, decía la tremenda y encuerada chiquilla con el agua de la regadera resbalando por sus potentes nalgas.

A pesar de haber estado borracha la jovencita aun recordaba parte de la fogosa escena, y por supuesto recordaba algunas de las frases con las que ella misma alentaba a su grasiento compañero de cama a darle más, “yo no quise decir eso” decía la desconsolada chiquilla en una forma de autojustificarse por lo que había acontecido horas atrás mientras las ganas de llorar parecían derrumbarla.

Sin embargo, así como recordaba todas estas frases también recordó haber sentido ¿una especie de atracción hacia tal sujeto?, recordó las sensaciones tan placenteras que este le proporcionaba mamándole y masturbándole la panocha, cada orgasmo recibido y nunca antes sentido que la llevaron hasta la locura, a experimentar convulsiones y a chorrearse de una forma nunca antes disfrutada por ella, lo llena que se sentía al tener esa vergota dentro y como ella reaccionaba moviéndose ondulatoriamente secundándolo hasta el grado de rendirse ante un viejo que sin duda en otras condiciones vomitaría con solo imaginárselo penetrándola.

Si bien recordaba todo esto ella se negaba a reconocerlo, pero su sexo la hizo entrar más en confusión o le hizo ver lo inevitable, mientras recordaba todo esto ella se humedecía, se llevó su mano a su concha solo para ver como esta estaba mojada, muy mojada, y pensando en la posibilidad de que nada de esta excitación era cierto y solo se trataba del agua que caía de la regadera en una desesperada opción por constatar lo dicho por ella se talló su panocha y se llevó su mano a su nariz para comprobar como efectivamente lo que le escurría era lubricante vaginal.

-estoy mojada- dijo la nena sin creer hasta donde podía llegar su cuerpo, estaba nerviosa corroborando como su cuerpo se estaba excitando con solo pensar como el viejo le hacia el amor.

Intentó calmarse, quizás si pensaba en otras cosas su calentura desaparecería pero no pudo, las imágenes de Pancho arremetiéndola mientras sonreía victorioso se aclaraban casi al realismo y no hacían más que mojarla más, para colmo sus pezones se empezaron a erizar como púas así que llevándose un dedo a su boquita pensó.

“quizás solo sea una reacción normal por haber tenido sexo hace rato, quizás si me…. (la nena se abochornaba de su carita)rasco un poquito se me pase” dijo Mar cruzando sus piernas, colocando una por delante de la otra y comenzando con un delicado y muy femenino movimiento de fricción de sus muslos sobre su escurrida panochita.

Muy pronto Margarita comprendió que así nunca iba a lograr su propósito, así que separando un poco sus piernas y volteando a todos lados como si se sintiera observada por millones de ojos comenzó a llevar su manita cada vez más abajo, dejaba ver que no lo hacía muy decidida pues su manita avanzaba unos cuantos centímetros para retroceder otros pocos llegándose a quedar estancada haciendo un círculo sobre su ombligo mientras con su otra mano peinaba a mas no poder su cabello.

Al fin se decidió y con toda la pena del mundo comenzó a deslizar sus dedos muy levemente mientras su vista se dirigía a cualquier parte, como si le diera pena lo que estaba haciendo pero era más que nada la incomodidad de estarse tocando en una casa distinta a la suya, pero al parecer esto se le olvidó cuando muy sonrojada ya deslizaba uno de sus deditos por toda le extensión de su húmeda zanja.

“¿pero que estoy haciendo?” decía la nena ya una vez que su dedo se enterraba en tan gloriosa y deseada fuente de su mujeril néctar capaz de asosiegar a las bestias más salvajes sin embargo no paró ahí, a pesar de todo estaba sintiendo tan rico así que sin preocupación alguna ahora se dedicaba a masajearse la concha como lo dictan los cánones, la nena aún se encontraba en el baño, por un momento pensó en irse a tirar a la cama y abrirse de patas para seguirse tocando pero allá no podría alertar de la presencia del gordo en caso de que este entrara sino hasta que ya lo tuviera enfrente por lo que decidió continuar y terminar su labor adentro de ese descuidado baño todo sucio y con limo creciendo bajo las paredes.

La nena acomodó su cuerpo recargando su esbelta espalda en una de las dichas paredes, la que vio más limpia de esa verde esencia natural, manteniendo su cuerpo ligeramente angulado, comenzó a realizar los movimientos masturbatorios que ella ya conocía, primero con una mano pero después se fue incorporando la otra, ante sus vanos impedimentos comenzó a emitir cada vez más reconocibles y alargados gemidos a tal punto que estos en cuestión de minutos ya resonaban con todo y eco dentro de ese cuartito.

Fue aquí donde su mente volvió a ser asaltada por las deformes muecas de gozo que expresaba el porcino cada que tenía el placer de someterla, la conchita de Mar reaccionaba ante tales desequilibrados eventos y se escurría como pocas veces lo había hecho, los ríos de jugos recorrían buena parte de sus muslos bañando todo lo que encontraban a su paso, llegando hasta sus rodillas, algunos cayendo en forma de gotas a partir de ahí, otros bajando hasta sus carnosas pantorrillas femeninamente porporcionadas, y es que Mar no se daba tregua metiéndose ahora dos dedos, penetrándose como si de una verga se trataran, quizás la nena lo que quería era que una caliente y pulsante verga estuviera en esos momentos ocupando el lugar de sus delgados deditos y precisamente eran estos retorcidos pensamientos los que estaban haciendo que Mar no dejara de escurrirse.

Mar abrió por un momento sus ojitos, le pareció escuchar algo pero al comprobar que era un clavo lo que se cayó volvió a cerrarlos y siguió en lo suyo, sacó su jugosa lengua que recorría sus apetecibles labios mientras ahora movía su mano en forma de círculo justo arriba de su clítoris para continuar ahora con ligeras pero sonoras palpadas que daba sobre su colorada conchita, si bien la noche anterior aclaró al viejo no ser una puta en estos momentos se estaba comportando como una, su carita de pequeña viciosa salida era prueba de ello.

La mente de Mar siguió siendo atacada por horrendas imágenes cada vez más lúgubres y asquerosas, pero que asco era lo último que a esta nena le causaban, ella se imaginaba ahora en tales momentos y completamente poseída por una insana calentura comenzó a realizar movimientos copulatorios sin importar que en estos minutos careciera de pareja, pero en su mente imaginaba que la presencia del gordo estaba con ella acompañándola en dichos ajetreos, por un momento llegó a sentir, como si esto fuera cierto, la verga del gordo abriéndose paso por su reducido y cuidado conducto, sintiendo como el pesado cuerpo del hombre que la cogía la aplastaba hasta hacerla pegar su cuerpo a la pared, incluso llegó a pronunciar el nombre de tan despreciable ser que hasta hace poco la había secuestrado a ella y a su querido padre, la sencilla jovencita estaba imaginándose el ser cogida nuevamente por quizás la persona más repugnante para ella en estos momentos.

-Don Panchooo!!- dijo la nena en voz alta y sin recriminarse por eso siguió dándose ella misma hasta que su cuerpo comenzó a sentir las contracciones orgásmicas a las que estaba a punto de sucumbir.

Por nada del mundo paraba, estaba caliente, completamente en estado de celo y deseosa por terminar con tan gratificante tarea que estaba realizando debido a una repentina aparición periódica que liberaba hasta los niveles más insanos su sexualidad más mórbida.

El orgasmo que vendría sería terrible, casi al grado de doblarle las piernas haciéndola caer, por eso esa obsesión de terminarse ahí mismo, estaba en eso, su panochita ya empezaba a dejar descargar las primeras gotas de tan anhelado elixir pero justo cuando estaba por vaciarse un ruido en la cerradura de la puerta se escuchó, era el viejo quien había regresado.

El viejo, que traía cara de perro debido una fuerte discusión con Felipe, entraba asomándose como primera instancia hacia esa desgastada cama y al no ver a su hembra en ella solo atinó a gritar

-¿en dónde estás hija de tu puta madre?!!!!!!- pensó por un momento que su bella rehén se había escapado.

En milésimas de segundos Margarita reaccionó acomodando su cuerpo y apretando sus manos en contra de su sexo, queriendo impedir a toda costa que su orgasmo saliera y de este modo evitar también sus escandalosos gemidos que saldrían de su boca, alcanzó a gemir pero casi en silencio así que tratando de recomponer su voz habló, no muy audible pero si lo suficientemente entendible.

-ahhh, ahhhaaquie estoy, en el baño, no entre por favor- el gordo quien ya casi se estaba dando la vuelta para salir a buscarla a la calle sintió como su cuerpo inmediatamente dejaba de sudar.

La nena volteó para todos lados y afortunadamente para ella una vieja camisa colgaba de otro clavo así que sin pensarlo mucho la tomó para cubrir su cuerpo y no exponer sus desnudas carnes ante las pervertidas miradas de Pancho, pero el viejo no traía intención de acoplarse en estos momentos, estaba muy emocionado pues ya le habían dado el pitazo de que la hija de Gustavo estaría en un evento social sin supervisión de sus padres, ¿Cómo se enteró?, quien sabe, pero al parecer la explicación más lógica seria que los tantos muchachitos que trabajaban o tenían contacto con el gordo y podían mezclarse con tan distinguidos y adinerado personajes o que mantenían una constante vigilancia de estos a partir de lo que publicaban en sus redes sociales, posiblemente habían visto el estado o biografía del Face de tan despampanante chiquilla donde hacia descripción con lujo de detalle del lugar que se encontraría a tal hora del día, el día de la reunión y con cada una de las personas que la acompañarían, cada una (o) respectivamente etiquetada (o).

Así que el contento viejo se vestía, aunque aún no era la hora pronosticada para tales eventos quería verificar por el mismo de la misma boca de sus jóvenes secuaces si lo que decían era verdad, él no le entendía mucho a eso de las redes sociales, era como un cavernícola en los tiempos actuales pero quería que le explicaran más a detalle cómo se enteraron de eso, estos muchachos seguían a detalle cada movimiento de la jovencita Fuentes, estaba claro que por su hermosura y sus ganas de tenerla desnuda en la cama, pero sabían que Pancho estaba por mucho, niveles arriba de ellos, era como el macho alfa de una manada de leones cuyo propósito se remonta únicamente a fertilizar a las jóvenes leonas para así perpetuar la especie hasta que llegue otro miembro de la plantilla y lo destrone de su puesto.

-a dónde va?- dijo Mar pues veía al viejo metiéndose a su bolsillo la llave de su coche así como guardándose una pistola dentro de sus pantalones, justo a la altura de sus partes.

-que te importa pendeja,- respondió el viejo con su tenebrosa voz.

-usted me dijo que cumpliría su promesa, maldito viejo mentiroso- dijo Mar pensando que el viejo se dirigía a despacharse a su papacito y tímidamente se acercaba al viejo como si pudiera detenerlo, cabe mencionar que esta niña aun no sabía lo de su papacito.

-cállate puta asquerosa!!!, no voy a donde tú crees, voy a tratar otros asuntos,- dijo el viejo sacando de su refri una lata de cerveza, devorándola solo de tres tragos y arrojándola al piso.

-que asuntos??- preguntó Margarita frunciendo el ceño y retirando con una de sus manos un mechón de su fleco que yacía sobre su frente.

-uuuuggggggggg- Pancho lanzaba un tremendo eructo.

-jejejejeje, me da gusto que quieras involucrarte en los asuntos personales de tu macho pero son cosas de hombres, cosas que a ti no incumben, tu solo dedícate a limpiar en el día y a coger durante la noche, nada más, está claro??-

-a propósito porque no has limpiado?!!!!!!- bramó el viejo con la intención de amedrentar a la débil señorita.

-ya le dije, ya le dije que yo no soy su chacha- dijo la nena notándose cada vez más molesta pero sin dejar de sentir extrañas cosquillitas en su panochita debido al estar entablando una conversación precisamente con el hombre con quien había estado fantaseando y hasta masturbándose, ¿o será que las cosquillitas eran debido a que no se pudo consumar el orgasmo y por esta causa es que le comía tanto su sexo?, la mente de la nena se debatía entre estas dos posibles hipótesis.

El viejo vio como la nena le rezongaba, al parecer de tanta amenaza incumplida ya se sentía segura de que el viejo no le haría nada, que era pura boca, apretó el puño con la intención de dejarle bien en claro quién manda pero el notar algo inusual en ella lo hizo calmar, al parecer el viejo había notado en el aire como la pequeña hembrita estaba deseosa de contacto carnal, veía como su carita seguía enrojecida y como sus labios parecían apretarse como si fueran a soplar una vela (el viejo hizo un cambio drástico en su voz, de enfurecido a cachondo).

-yo no quiero pegarte mi amor, pero a veces me obligas, sabes, en este momento me dirigía a ver a un amigo que me debe dinero para cambiarlo por ropa para ti para que ya no andes con esos trapos, para que vistas como solo una hembra de Pancho merece vestir- dijo Pancho acercándose a su hermosa prisionera, esta se volteó dándole la espalda pues lo veía abultando sus asquerosos labios pidiendo beso, el viejo posó sus enormes manos sobre los hombros de ella y terminando de decir su frase le regaló una sonora nalgada que incomodó y sonrojó a la chiquilla pero que no hizo nada para mostrarle al viejo su incomodidad.

La nena al contrario, aprovechando lo romántico que andaba el viejo y al sentir sus caricias sobre sus posaderas (pues el viejo le estaba masajeando la nalga castigada) se atrevió a realizar una solicitud.

-Don Pancho, tengo mucha hambre- dijo la nena volteándose para impedir que el viejo la siguiera tocando y tomándose su estómago.

-mmm, veré que puedo hacer, si me haces el favor de limpiar el cuarto claro- el viejo al parecer había decidido cambiar su táctica de mandón por comenzar a tratar a la nena como un organismo pensante, una persona con garantías individuales y no como un par de agujeros que sirven solo para desestresarse (pues aun no le ocupaba el tercero).

-sí, lo haré- dijo la nena, a decir verdad estaba tranquila que ahora la tarea no consistiera en ofrecer a algún viejo alguna de sus lúbricas cavidades.

-bueno te lo encargo-, el viejo salía del cuarto dejando a la nena otra vez encerrada.

-oiga perooo!!- la nena desconsolada veía como nuevamente sus posibilidades de escapar se reducían, así que no le quedó más que ponerse a realizar la tarea que le dejó encomendada el viejo gordo.

Solo pasaron unos cuantos minutos cuando en eso tocaron a la puerta.

-¿Quién es?- respondió Margarita.

-soy yo, Silvia, abre la puerta-

-no puedo, est…………… no tengo la llave-

-te traigo algo de comer, como te lo paso entonces??- preguntó la joven bailarina.

-por acá, por la ventana- Margarita abría una de las ventanas, la otra chiquilla pasaba el alimento por entre los barrotes, Silvia ya había escuchado pláticas sobre el porqué de la estancia de Mar sin embargo decidió sacarse la duda por ella misma.

Por un momento dudó sobre los chismes que Lencha imprudentemente se había encargado de hacer correr entre las chiquillas que servían tragos en la cantina pues vio como la nena realizaba la limpieza como cualquier ama de casa, como cualquier esposa que quiere mantener limpia su estancia nupcial al lado de su marido, pero se aventuró a preguntar pues era raro que Pancho la dejara encerrada cada vez que salía.

-entonces es cierto?, estas secuestrada?- Margarita solo asintió con la cabeza mientras devoraba el alimento como desesperada, rápidamente vio en esta chiquilla si bien no un medio para escapar si la posibilidad de enviar un recado al exterior, veía como esta otra niña tenía total libertad de andar para acá y para allá, así que sin más se arriesgó.

-Silvia, por favor, necesito que me ayudes-

-no amiga olvídalo, créeme que me indigna tu caso y que de ser posible te ayudaría a salir pero me metería en problemas, de hecho tengo prohibido estar aquí platicando contigo- la joven cantinera incorporaba su cuerpo para hacer acto de abandono cuando en eso fue detenida nuevamente por Mar.

-noo, no te vayas espera, no pido que me ayudes a salir- dijo Mar.

-entonces- respondió Silvia.

-tienes un lápiz y algo donde escribir??- por azares del destino la chiquilla contaba en ese momento con un lapicero y la libretita donde tomaba las órdenes aunque no eran horarios de servicio, prestándoselos a la bella rehén quien escribía y escribía lo más rápido que podía hasta que terminó, arrancando la hoja y devolviendo las cosas a su dueña.

Lo que ambas niñas no sabían era que estaba siendo acechadas por el buitre de Lucio quien había visto como Pancho se retiraba en su cacharro y veía la oportunidad exacta para colarse y hacer suya a la castaña ojiverde, refiriéndose a lo más vulgar posible al decir hacerla suya.

-mira, porfa, solo quiero que lleves esto a la dirección que esta anotada ahí, porfa, es para mi papá, debe de estar preocupado, por favor dime que puedes-

-asu es que- era de pensar lo que le pedía Margarita a Silvia.

-mira te pago pero por favor- dijo la nena y sacó de la cartera de Gustavo (que aún estaba en su poder) dos billetes de 500, total ella no los ocupaba y sabía que algo así de arriesgado merecía un incentivo más que el solo agradecimiento.

-bueno te los aceptaré, a ver dame eso- Silvia al estar tan acostumbrada a recibir dinero de otras personas era algo común aceptarlo, tenía un niño y era hasta cierto punto un poco interesadilla, sin pensarlo los tomó pero le curioseó la procedencia de dicho dinero.

-y este dinero, no es de Pancho verdad?- dijo revisándolo de atrás y adelante.

-noo!!, ayer parece que debuté con esos depravados y pues Don Francisco me recompensó-

-jijijijiji, Don Francisco, que chistoso, debiste de haberle hecho una chamba muy buena a Pancho para que te pagara- dijo Silvia poniendo más que colorada a Margarita.

-oye y porfa, podrías comprarme algo para arreglo personal ya sabes, cepillo de dientes, pasta y…………… algo para ahí abajo- dijo la apenada de Mar.

-jijijiji sí, eso sí es más fácil, bueno ya, déjame y regreso, en la noche te aviso- justo en ese momento Lucio abordaba a Silvia.

-jejejeje, así que quieres ayudar a escapar a esta zorrita verdad, le voy a decir a Pancho- dijo Lucio más que nada por decir algo pues era pendejo hasta para hablar, lo único que quería era entrar y trabarse a Margarita quien lo traía caliente desde que la vio, cuantas manuelas quiso hacerse pero se había jurado que su leche no sería desperdiciada a menos si esta rellenara algún orificio de la joven castaña.

-usted que hace aquí viejo rabo verde?- preguntó Silvia.

-que te importa puta, porque mejor no te largas mientras yo y tu amiguita nos conocemos un poco más íntimo- dijo Lucio agarrándose su verga por encima de su pantalón.

-lárguese viejo cochino- Margarita trataba de ahuyentarlo desde adentro.

Lucio había visto que las nenas se pasaron algo, quizás un papel, y este seguía en las manos de Silvia, así que dio un manazo con la intención de arrebatárselo pero Silvia fue más rápida y sacando una navaja de bolsillo amenazó temblorosamente al horrible viejo quien al parecer venia envalentonado por exceso de caña.

No hubo necesidad de que Silvia dijera más, puesto que Lucio venia desprovisto y al verse en situaciones de desventaja optaba por retirarse.

-maldito viejo, es un depravado, ten cuidado Maguito, lo he escuchado en la cantina platicándole a otros que te trae unas ganas, que te va a…. ya sabes- dijo Silvia guardándose el punzocortante objeto.

Que tan peligroso debía de ser este barrio como para que una joven madre de 23 años tuviera que portar una navaja como defensa personal, hasta que nivel tan bajo de incompetencia, corrupción y descrédito habían caído nuestras “autoridades” como para que los mismos ciudadanos tuvieran que buscar la justicia por su propia mano.

-ja, ni que estuviera tan urgida, mejor un perro, pierde cuidado Silvia esas pulgas no brincan en mi petate- dijo Margarita.

Ambas féminas se despedían y regresaban a sus labores pero Mar estaba contenta de que su papá, a quien ya llevaba casi tres días sin ver, sabría algo de ella e intentaría alertar a las autoridades ya que en la nota Mar había escrito algunos datos suficientes para dar con su paradero, era una chiquilla inteligente, había memorizado el nombre de las calles, el nombre y número del establecimiento (la cantina) y algún negocio que referenciara, a todo esto Silvia le daba confianza pero aun así había maquillado el mansaje para que ni ella sospechara, sin saber que la nota no llegaría a su destino.

—————————————————–

Pasado prácticamente todo el día el monstruoso sujeto regresaba con unas bolsas, se elevó al ver como su hembra le había hecho caso y tenía la casa prácticamente limpia, ahora sí podría presumir que era su hembra y quizás esta noche le sacaría un rato de pasión ahora sin obligarla o tenerla bajo el efecto del alcohol o alguna droga.

Como todo un hombre de la casa llegó y se sentó en su sillón, encendió la tele y para su disfrute había una sensual escena con jóvenes actrices ataviadas en sexys vestidos, el viejo sacó su tremenda verga y sin disimulo comenzó a masajearla.

En tanto la chiquilla intentaba no prestar atención al viejo, ya sabía que se estaba masturbando sin pudor alguno y le incomodaba desviar la vista hacia esa posición, aunque podía escuchar los asquerosos sonidos que la verga del viejo hacía en cada una de sus despescuezadas debido a la exagerada humedad que de esta brotaba.

-oye tú!!, Margarita!!!- gritaba el viejo, no tanto por intimidar sino porque estaba medio drogado pues traía una rara bolsita aspirándola y eso le hacía encrudecerle la voz notoriamente.

-mande- respondió la nena sin mirarlo.

-ves esas bolsas, es ropa para ti, porque no te pruebas un vestido, anda modélamelo- dijo el viejo, estaba caliente por ver como las hembras de la televisión enseñaban pierna y quería ver a su musa hacer lo mismo, vestida de la misma manera.

-ora, y si me concedes ese favor mañana te llevo a ver a tu papacito jejejeje- dictó el viejo.

La jovencita no pudo evitar sorprenderse al escuchar como este viejo decía que le había comprado ropa y más aún, el decirle que la llevaría a ver a su papá, aunque esto último no se lo creyó pero aun así su rostro se iluminó y llevada por tal emoción dirigió su coqueto caminado hacia donde las bolsas. Aunque Margarita ya se imaginaba lo corto que debían de ser las prendas no dejaba de ser ropa para ella y aparte nueva, la camisa del viejo apestaba a sudor y eso la incomodaba pero mejor así que andar desnuda enfrente de tan baboso sujeto.

Tomó la bolsa y la abrió, en su interior un conjunto de cinco vestidos yacían muy bien doblados, los sacó y empezó a medírselos por encima, demostrando su gusto por uno negro al parecer con aberturas que quedarían en uno de sus costados, si bien reconocía que eran muy bonitos y que la calidad era pues no muy buena pero tampoco para quejarse también notó que eran extremadamente cortos y por su escote predecían que nuevamente enseñaría todo, exactamente como a este porcinesco sujeto le gustaba.

-ponte uno- ordenó en viejo, en sus ojos no había más que lujuria y morbosidad, aumentó sus movimientos manuales para de esta manera darle casi vida propia a su moreno instrumento.

La sensual chiquilla comenzó a desabotonarse la camisa, estaba muy nerviosa pues lo estaba haciendo enfrente del viejo quien no le quitaba su caliente mirada de encima, hasta ella se preguntaba porque se cambiaba ahí enfrente de él y no se había ido en primera instancia al baño, el temblor en sus deditos y lo colorado de su rostro eran prueba de su nerviosismo, si bien la noche anterior se había portado como toda una puta esto fue más que nada por el alcohol en su cuerpo y las exquisitas sensaciones que la verga del viejo le hicieron experimentar, pero ahora ya recuperada de sus sentido sentía que debía de moverse de manera graciosa y cachonda y en momentos se mostraba risueña pero sin atreverse a mirar al viejo, fue cuando las cosquillitas en su panocha aparecieron de nuevo recordando que no terminó su labor masturbatoria en cuanto el viejo se fue.

El viejo en tanto estaba con su asquerosa boca abierta, mostrando sus amarillos dientes y llenos de comida atorada entre ellos, su cabello lucia tremendamente seco y se esponjaba tipo afro, solo que con un enorme hundimiento en su coronilla y con visibles faltas de pelo en muchas partes.

Poco a poco Margarita iba dejando al descubierto más carne, su monte venus junto con su sexo se podían apreciar a la vista pues ella había empezado a desvestirse de abajo, la nena en un movimiento rápido se sacó la vieja camisa por sus hombros cayendo esta hasta sus tobillos y escogió el vestido que le había gustado.

La nena se colocó el prostivestido quedando su infernales curvas muy bien delineadas, se podría decir que su físico hasta resaltaba más, sus senos se apretaban escandalosamente ante ese apenas cubriente escote, no tenía tirantes así que el vestido se sostenía solo apretándose de sus enormes senos y dejaba a la vista sus hombros desnudos y ligeramente pecosos, y sus caderas eran comprimidas a tal grado que al vestido no se le hiciera ningún pliegue y se trazaran perfectos tanto sus muslos como su vientre, para desgracia del viejo las aberturas u orificios que el vestido tenia al costado hacían ver pieles de Margarita que con cualquier otro vestido convencional no se verían, a todo esto el viejo babeaba con sus ojos desorbitados y su verga derramando líquido preseminal, la nena sin fijarse en eso se calzó con unas exageradísimas zapatillas de plataforma también compradas, una vez lista se dirigió a modelar para el viejo.

-ya- dijo la nena equilibrándose pues la altura de los tacones era exagerado, además de jalar el vestido hacia abajo pues se le subía escandalosamente.

-pero qué bárbaro que mujeeer!!!!!- el viejo no se cansaba de admirar el cuerpo de Margarita, era tan perfecto que admirarlo era una bendición, era como estar en el paraíso y contemplar a un modelo mucho muy mejorado de lo que debió de haber sido Eva, con todos los errores corregidos y con la voluptuosidad mucho más aumentada.

Veía con sus ojos de sapo esas imponentes piernotas que se cargaba la nena, esas moldeadas pantorrillas tremendamente carnosas que parecieran pertenecer a una gimnasta olímpica, las curvilíneas caderas que se gastaba junto a su cintura perfecta le daban la silueta casi de una guitarra, el viejo se incorporaba para poder apreciar más de cerca los voluminosos pechos y como estos hacían creer que en cualquier momento saltarían ante sus depravados ojos, acercó su rechoncha nariz al cuello de tan espectacular hembra y dio una inhalación tan fuerte llevándose a sus nasales fosas todo ese olor natural de Margarita.

-ahhhhhhhh (al parecer casi tuvo un orgasmo con solo aspirar a la chiquilla), que rico hueles niña,- dijo el viejo mientras ella solo se mordía sus coquetos labios.

La chiquilla lucia algo sumisa, ya no respondía como solía hacerlo antes, no le contestaba al viejo de mala manera, evitaba las groserías y apodos hacia su obesa persona y evitaba también mirarlo con desprecio, ¿será qué se estaba acostumbrando a él?.

-ahora niña, me voy a ir unas horas pero cuando regrese quiero encontrarte así vestida entendiste, jejejeje, otra vez nos vamos a divertir tu y yo esta noche, está claro??- el viejo no dejaba de morbosearla principalmente a sus pechos mientras Margarita daba vueltas intentado proteger a sus gemelas de las pervertidas miradas, lo traían loco ver como estos se apretaban cada vez más, parte de ellos sobresalía carnosamente sobre el vestido a partir de donde terminaba la tela evidenciando que la parte contenida debajo del escote estaba siendo forzada a permanecer ahí.

-si Don Pancho,- respondió la nena desviando la mirada y cerrando sus ojitos pues el viejo ya estaba olfateándola en sus orejas, tocándolas con su grasosa nariz que solo le embarraba en su piel una sustancia aceitosa productora del brillo en la cara del viejo.

Margarita sentía ricas cosquillitas pero aun negaba reconocerlo, fue en esto cuando recordó que no traía puesto calzones pues su vagina nuevamente estaba escurriendo, el gordo la tomó de las nalgas sintiendo la suavidad y dureza de cada una de ellas, enterrando sus grotescos dedos entre las suaves pieles de ella y dando un fuerte apretón jalándola hacia él, juntando ambos vientres en ese movimiento, ella dobló sus bracitos y emitió un leve quejido mientras el viejo ya lamia su cuello de manera asquerosamente morbosa.

Los bracitos de Margarita poco a poco se iban enrollando entre las grasosidades del viejo quien se mostraba orgulloso de que la nena estaba sucumbiendo pues podía sentir el tremendo calor que brotaba de su cuerpecito y que indicaba que en pocos minutos la tendría abierta de patas, además de que su exquisito vestido que en este momento portaba no hacía más que alterarle las hormonas hasta la depravación absoluta, comenzando con una serie de punteos en contra de la grácil anatomía de tan esplendida joven quien yacía aferrada del marrano con sus ojitos cerrados y suspirando tratando de sacar toda su calentura acumulada sutilmente para que el viejo no se diera cuenta, calentura que contrario a eso, se acumulaba más.

El vestido poco a poco comenzó a elevársele debido a la posición y a los cada vez más bravos apuntalamientos, el despreciable y ruin villano dejó de lamerla solo para dirigir su alcohólica boca hacia los frescos y carnosos labios de la nena, por un momento estuvieron luchando en un juego por demás erótico en donde la boca del marrano intentaba alcanzarla pero la de la jovencita se escabullía, el viejo para esto había levantado uno de los potentes muslos de ella y lo tenía aferrado con una de sus manazas recorriendo todo su candor de arriba a abajo y viceversa, ella en tanto se aferraba cada vez más a tan abundante humanidad, llena de llantas y tatuajes por doquier y con las tetas más caídas que se habían visto.

Por fin la boca del viejo logró atrapar a la de Margarita para ambos comenzar a realizar dentro de ellas excelsos y muy profesionales movimientos linguales en donde más que nada la del viejo se encargaba de abarcar todo el espacio de ambos, la nena podía sentir todo el aliento apestoso a cerveza y a comida de la calle muy encebollada pero esto no hacía más que acrecentar su mórbida calentura, incluso no se disgustó al retirar de las amarillentas piezas dentales de Pancho un pedazo de cilantro que por ahí se encontraba.

La nena comenzó a hacer lo propio y con suaves ondulaciones empezó a secundar al viejo en una simulación coital más que perfecta, la desnuda vagina de ella chocaba directamente con el pantalón de él sintiendo como su verga ya estaba en las condiciones ideales como para proporcionarle el placer que una hembra de su distinción se merece, estaba por dirigir una de sus delicadas manitas para ser ella misma la que desabrochara el pantalón de su amante cuando el viejo, ajeno a estos movimientos que le nena se concentraba en realizar, decidió por parar con el caliente faje pues su modesto celular lo alertó de lo tarde que se estaba haciendo, así que sin despedirse de la nena solo la separó de ella y salió por la puerta dejándola nuevamente encerrada y más caliente que antes.

La nena tremendamente agitada y completamente colorada solo veía como su macho dueño de esa potente protuberancia saliente de entre sus piernas se retiraba dejándola a medias, pero recomponiendo su cordura acomodaba su cabello y vestido para ponerse a limpiar el exceso de humedad de su brilloso sexo, si bien podría Margarita justificarse que la noche anterior había estado borracha y por eso se dejó llevar por la emoción, ahora que explicación podría darse ella misma viendo como en pleno uso de sus facultades mentales reaccionaba cachonda ante cualquier insinuación por parte de Pancho y más que nada haberse masturbado pensando en él.

———————————————

La jovencita Fuentes bailaba muy pegada con otra de sus coquetas amigas, en el lugar había una concentración muy grande de chiquillas de muy buen ver, excelsas, hermosas, todas unas diosas luciendo sus más inmorales vestimentas utilizadas para embobar a algún chiquillo afortunado dispuesto a llevarlas a la cama, chiquillos precisamente de la misma estirpe del que hace unos días Margarita se disponía a conquistar con un coqueto vestido blanco.

-no mames wey me uuurge un piquete- decía Daniel o Dan, el novio de Dulce, a uno de sus amigos, quienes recargados en la barra veían como sus novias movían el culo muy sensualmente, se abrazaban entre ellas a veces realizando poses meramente para parejas heterosexuales pero que realizadas en dos niñas tan sabrosas como ellas no hacían más que alterar hormonalmente a todos los ahí presentes.

-jaja, pues yo te lo doy- dijo el también agraciado compañero adornado en ropas como un verdadero retrasado pero con la seguridad que le daba su autoestima y las descarriadas chiquillas de que se veía como todo un artista pseudocantante.

-no chingues, en verdad wey que no sé qué voy a hacer si no consigo una ahorita, vale madre lo que me dijo Dulce yo quiero una- el joven ya desesperado por su buena dosis comenzaba a sudar y exaltarse, cosa que lo ponía violento.

-mira wey, ¿ves esto?, (el otro muchacho enseñaba unas pastillas), es para alocar a las chavas, la voy a usar con Cindy, tu deberías aprovechar con Dulce, aprovecha que sus jefes no están y porque no te la clavas en su casa we- dijo el otro joven, Dan observó como este otro jovencillo guardaba la bolsita dentro de su chaleco.

-no mames donde, donde conseguiste eso?- preguntó el apuesto jovencillo.

-ohh, por ahí,- respondió.      –Cindy!!!- el muchachito gritaba a su novia, esta se separaba de su amiga Dulce quien seguía bailando ella sola mientras muchos no le quitaban la calorosa mirada de encima así como algunos celulares.

-que pasó amor- la nena llegaba donde su novio, recibía un vaso de whisky por parte de él sin saber lo que en realidad contenía, su novio veía muy risueño como la hueca chiquilla bebía hasta terminárselo.

Dan veía sorprendido como en pocos minutos esta parejita estaba en un semioscuro rincón comiéndose a besos y casi cogiendo con la ropa puesta, quiso poner a prueba eso que le dijo su amigo pero mientras se dirigía a este con la intención de pedirle una de esas mágicas pastillas fue accidentalmente tropezado por otro etílico chamaco, el muchacho se tomó a reto tal osadía y embravecido comenzó a tirar golpes por doquier sin impactar a su adversario, pero fue en uno de sus golpes que al no controlarse él mismo se dirigió colisionándose contra su inadvertido combatiente quien no se había percatado de nada hasta que sintió el empujón cayendo al suelo con todo y copa, ambos muchachos se levantaron solo para protagonizar una pelea alcanzando a deteriorar parte del inmueble del establecimiento hasta que fueron detenidos por personal calificado en este tipo de circunstancias.

La artística señorita pintada como toda una putilla se molestó, su novio le había prometido que sería una noche inolvidable, además le había asegurado que él no iba a tomar, no iba a drogarse y por supuesto no iba a pelear, así que el ver como su novio era dirigido junto con otro a responder por los daños se decepcionó y dio por terminada para ella la velada, además de que ella estaba un poco tomadilla y alguno de los empleados domésticos a su servicio viéndola llegar en tales condiciones le podrían contar a su madre quien la tenía extenuantemente cuidada para el futuro que le auguraba, ya habría tiempo para fiestas le decía ella.

Dulce buscó con la vista a sus demás compañeros pero no los halló, veía como un grupillo de hombres un poco mayores y con vestimentas extrañas adornados a mas no poder con cadenas y lujos estrafalarios, cinturones con hebillas grotescas y chistosos sombreros de los cuales asomaba una colorida pluma no dejaban de verla a ella y sus comestibles redondeces, así que optó por salir antes de que descubrieran que estaba sola, total que cerca estaba la carretera y podría pedir un taxi, era tarde pero confiaba con poder encontrar uno a estas horas, pudo haberse llevado el coche de su novio pero no contaba con las llaves y este no bajaba de donde lo llevaron, y no bajó por unos buenos minutos mientras ella muy nerviosa veía como uno de esos hombres, un negro, bailaba solo, pero con la reconocible mirada de que pensaba acercarse a ella.

La jovencita salía por la entrada principal, llevándose una buena cantidad de piropos por algunos muchachos que ahí se encontraban, caminó más deprisa pues uno se aventuró a seguirla unos metros pero gracias a ella eran jovencitos de su misma edad y se supone alguno de su mismo estatus social, así que ni eran muy leperos ni eran muy insistentes.

Pancho, quien había estado esperando algunas horas afuera alcanzó a divisar como la suerte estaba más que de su lado, el verla caminar sola y expectante para todos lados solo le indicaban lo desprotegida que se encontraba, era el momento para este gordo quien sin perder tiempo encendió su auto y se apresuró a alcanzarla, nunca pensó que la suerte y la casualidad fueran a convertirse en sus mejores amigas.

Dulce se detuvo y esperó unos minutos, siendo vigilada a lo lejos por el viejo, ella en tanto esperaba ver algún taxi pero para su suerte no fue así, aunque sin perder la esperanzas se dijo que posiblemente sea porque estaba alejada de la autopista, quizás si llegaba allá a lo mejor encontraría uno, era un verdadero manjar ver a esta voluptuosa nena vestida de esa manera caminar despacio por las oscuras calles de una ciudad insegura, el ruido de los tacones delataban la posición de la chiquilla al sonar con el concreto, fue el momento en que su mente le dictaminaba regresar a espera a su novio, “quizás ya salió” pensaba la futura modelo, pero ella había abandonado por decisión propia y era muy orgullosa para regresar derrotada, para ella no encontrar taxi seria la derrota.

Fue entonces cuando, mientras caminaba observó un viejo auto alcanzarle el paso, se asustó y apretó su andar pero le era imposible dejarlo atrás, apenas iba a gritar cuando en eso el viejo Pancho habló

-jovencita, no te parece muy tarde como para que una niña como tu ande sola, estas calles son muy inseguras, si me permites yo podría llevarte a tu casa- dijo el viejo mientras por su parte agarraba su astronómico paquete, estimulado ante la impactante visión de esta chiquilla sola, el escuchar como sus tacones resonaban y el verla vestida como esperando a algún cliente.

“estúpido viejo y que dijo, está ya se subió” –eso a usted no le incumbe señor, y por favor déjeme tranquila, aquí tengo mi cel y no dudaré en hablarle a la policía si usted no me deja en paz- dijo la nena deteniéndose en el acto, mostrando su lujoso celular al gordo mientras una de sus manos se apuñaba en su desnuda cintura pero a la vez inclinando ligeramente su cuerpo, dejando ver al gordo uno de sus hipnotizantes bamboleos de pechos.

El viejo en tanto recorría con una de sus manos su barbilla, había sido un monumental acontecimiento poder disfrutar por un momento de esos perfectos pechos, tan blancos y carnosos, se imaginaba lo rosado de los pezones y como estos debían de estar paraditos pues la noche estaba fresca, así que sin dejar que la nena avanzara continuo gruñendo.

-oye chiquilla, yo no te he faltado al respeto para que me contestes así, yo solo te ofrecía llevarte a tu casa o adelantarte por lo menos a que pasaras esos tipos que están allá enfrente y que parece ya te echaron el ojo- dijo el viejo encendiendo un cigarrillo.

-¿cuáles tipos?- preguntó la nena, detenidamente observó hacia la dirección que apuntó el gordo, ella, por ir pensando en sus cosas no advirtió la presencia de al parecer cinco sujetos recargados en una barda pero alejados aun como para poderla escuchar tanto a ella como a sus tacones, pero aun así el viejo no la convencía de subirse a su coche, y más por las fachas de vago con las que este contaba, con todo esto no pasaba ningún taxi por lo que decidió regresar con su novio para que este la llevara pero justo cuando había volteado a ver el camino por donde venía notó más presencia extrañas que se acercaban caminado en dirección a ella.

Estos traían un escándalo brutal, venían todos locos, por lo que asustaron a la chiquilla quien hasta esos momentos se daba cuenta de que estaba completamente indefensa, sola y en una de las calles más oscuras de la ciudad, en estos momentos la veía muy oscura.

-bueno yo ya me voy- dijo Pancho en un intento por presionar la decisión de la nena.

-noo!!, espere por favor, no quiero que me lleve a casa, puedo irme sola, pero por favor déjeme entrar a su auto en lo que pasan esos tipos de allá atrás, por favor solo entrar- dijo la nena escuchando como la marcha del casi destartalado coche de Pancho se había encendido.

El pervertido secuestrador se sentía como todo un robachico enseñándole una paleta a un niño, no cabía de gozo pero tuvo que guardar su estimulada verga la cual había sido masajeada todo este tiempo en que duró la plática aprovechando la oscuridad que lo favorecía, tanto que la nena ni siquiera alcanzó a contemplar muy bien lo feo de cara que era.

La jovencita observando que el viejo no tenía intención alguna por bajarse a abrirle la puerta se dignó a abrirla ella misma, ofreciendo en cada detalle cualquier cantidad de estéticos movimientos féminos como si estuviera en una pasarela, que igual a su caminar, eran perfectos, la jovencita entró por una de las puertas trasera, sentándose como toda una dama de sociedad, cruzando elegantemente las piernas y depositando sus manos en el lugar exacto donde se hacía un hueco que pudiera hacer evidente el color de su ropa interior.

Una vez dentro se dedicó a esperar que los tipos de atrás pasaran pero estos se habían detenido, estaban al parecer dialogando entre ellos y rebuznando cualquier cantidad de estupideces, aventaban botellas a donde sea exhibiendo su circo callejero, Pancho veía desde el retrovisor que la nena estaba asustada, era obvio pues a pesar de sus altanerías aún era una niña, pero se veía más maleada que la caliente Margarita, así que caballerosamente le ofreció un cigarro para calmar su temperamento.

-relájate chiquilla, en un momento se irán y podrás seguir tu camino-

-gracias- dijo la nena aceptando el cigarro y el fuego y poniéndose a fumar con mucha sutileza, una de sus manos echó para un solo lado el abundante y dorado cabello de la señorita modelo.

————————————————————-

Pero mientras el gordo esperó a que la nena saliera del antro, que pasaba en su cuarto que una joven cantinera se metía nuevamente a sus dominios…………..

-Mar, Maaaar- decía Silvia, había ido a verla con la excusa de volver a dejarle comida por órdenes de Pancho, con esto se quitaba a Lencha de encima.

Margarita yacía recostada y vestida exactamente como Pancho la había dejado, solo que ahora para cubrir su intimidad se había puesto una de las tangas que el viejo le había conseguido, o más bien unos pedazos de hilos que solo se cruzaban alrededor de sus caderas y entrepierna.

-amiga que pasó, viste a mi papá?, le diste la nota?- preguntaba la nena, pero Silvia primero decidió chulearla un poco por lo exclusiva que se veía.

-pero mira nada más que guapa jijijiji, como no te va a pagar Pancho así, pero ya……… a lo que vengo, Mar lamento decepcionarte pero no entregué la nota- dijo la otra chiquilla.

-pero como, Silvia tú me prometiste que- la chiquilla se molestaba, había pagado por eso y merecía una explicación lógica y creíble.

-si amiga, si fui, pero por más que toqué no salió nadie, (a partir de aquí la voz de Silvia se convirtió en un susurro) pero siento que hay algo raro en todo esto, pregunté a algunos vecinos y nadie me supo dar respuesta sobre tu papá, dicen que no lo han visto, además hay rumores en la cantina de que Pancho tiene a un hombre secuestrado en un edificio abandonado de Felipe, aquí a la vuelta, a media cuadra, pasando una llantera, no sé qué esté ocurriendo la verdad, nadie quiere dar más detalles- la ataviada Margarita escuchaba atenta.

-pero eso no es todo amiga, aquí va la parte fea, escuché a Lencha quejarse con Atilano (el viejo ayudante de Felipe quien le preparó a Margarita una bebida semenergética) que algo de llevarle de comer ya le estaba cansando a un tal papá de la zorrita esa, algo así escuché, te lo juro, ¿Desde cuándo Lencha es llevadora de comida?, ¿Por qué no envía a una de las chiquillas?, todo esto es muy raro, nada más que yo me hice la desentendida porque se dio cuenta de que yo andaba por ahí, la Lencha es mala, cuídate de ella, tiene toda la protección de Felipe y Felipe está hasta el cuello enredado con unos tipos que vienen cada mes, gente mala, amiga no será tu papá del que hablaba la bruja?- preguntaba la conmocionada Silvia.

-no, eso no es cierto, debiste de haber escuchado mal, ese hombre del que hablas posiblemente se trata de Gustavo, un viejo que secuestraron utilizándome como sebo- respondía Mar.

-ay amiga, la verdad no quise preguntar porque esas son cosas mayores, cosas donde ya no podría ayudarte, no sabes cuantas personas han matado últimamente por estos alrededores por andar de hocicones y preguntones, la verdad me da miedo, a veces quisiera irme pero a donde, y yo sola, si dicen que todo el país está igual- dijo Silvia.

-si amiga te entiendo, gracias-

-de que, si no te pude ayudar en nada- dijo Silvia enculillándose y recargándose en la pared de la casa, observando con sus negros ojitos como las estrellas adornaban el firmamento, cerrando muy bien sus también potentes muslos pues llevaba una faldita demasiado corta, de manera que Margarita perdía la visión de ella pero seguía escuchándola.

La mente de Mar reflexionaba, primero se preguntaba sobre su papá, posiblemente Silvia había ido cuando este se encontraba trabajando por lo que preguntó la hora y coincidió con su premisa, además su papá no era muy sociable con los vecinos, y por lo que respecta al hombre secuestrado estaba segura que se trataba de Gustavo, además no había lógica en lo que Silvia contaba, para que quería Pancho a su papá si ella ya había aceptado quedarse con ellos a cambio de dejar en paz a su progenitor, así que se resignó a pensar que la casualidad no le había favorecido en estos momentos.

-lo que si te traje son tus cosas, toma- dijo Silvia incorporándose, notando en Margarita ganas de llorar compadeciéndose de ella.

-que tienes amiga, no llores,-

-Silvia yo lo que quiero es salir de aquí, quiero irme a mi casa pero este…… gordo no me deja, bueno gracias como quiera, en verdad, te lo agradezco- dijo Mar volviéndose a acostar como toda una doncella que espera la llegada de su apuesto príncipe a rescatarla.

-espérame- Silvia desaparecía por un rato para después aparecer con una maceta y un cincel traídos de la bodega de Felipe a escondidas.

-toma, es lo mejor que te pude conseguir- dijo la joven cantinera, Margarita observó las herramientas y su carita se iluminó, con esto bien podría romper la puerta entera, con algo de trabajo pues era tan delicada que hasta le costaba levantar la bolsa donde venían dichos materiales.

-bueno yo me voy, no digas nada nadita, cuídate amiga- la cantinera se despedía.

-gracias amiga, tú también cuídate mucho-

Mar veía que era de noche, estaba oscuro y posiblemente el viejo regresaría pronto y podría encontrarla a ella ocasionando destrozos a su patrimonio y esto lo encabronaría sin duda alguna, así que la jovencita decidió por el momento esconder los utensilios en un lugar seguro y esperar a que amaneciera, la otra opción que rondaba la mente de tan apetecible ya mujer era que posiblemente el viejo regresaría muy tarde o con suerte no regresaría, quería huir pero aun recordaba los peligros que vagaban el barrio en las noches.

——————————————————————-

Mientras tanto en el coche de Pancho…………

La nena ya se había terminado su cigarrillo pero los sujetos no se iban, veía desesperada como los minutos pasaban y la situación de estar en un auto todo oxidado y oliendo a mugre junto a un obeso desconocido con la cara del mismo diablo la tenían muy nerviosa, para colmo todo el asiento trasero del coche estaba en deplorables condiciones, el viejo notó la femenina incomodidad y le ofreció pasarse al asiento del copiloto, ella dudó un poco pero la aparición de una cucaracha sobre uno de sus bracitos la hicieron brincar y pegar un grito y sin darse cuenta ya estaba sentada al lado del gordo.

-señor por favor lléveme a mi casa,- dijo la chiquilla después de pasar por la inesperada escena, limpiándose su blanco bracito con un clínex mientras sus cabellos se le iban para adelante enseñando una apariencia muy llamativa.

El viejo lobo solo sonrió mientras encendía nuevamente el auto, pero antes de lograr esto hizo como que accidentalmente se le caía algo, dicho objeto cayó del lado de la principiante modelo quien educadamente comenzó con la realización de la búsqueda para dárselo al viejo pero justo cuando esta agachaba su azulada mirada fue asaltada por él, quien valiéndose de su fortaleza y de un trapo húmedo en cloroformo logró someter a tan encantadora fémina.

Pero que fácil había caído la nena, tantas veces en donde sus intentos fueron en vano y ahora cuando menos se lo esperaba estaba ahí, con el cuerpo de la inerte hembra acurrucado en su viejo auto, se la hubiera violado ahí mismo pero tenía otros planes y había muchos presentes.

————————————————————–

La encantadora Dulce se despertaba, después de haber estado acostada en un viejo sillón incorporaba su exquisito cuerpo para darse cuenta de que se encontraba en un lugar completamente desconocido, oscuro, muy sucio, y más se asustó cuando escuchó los chillidos de unas ratas que por ahí deambulaban, pero su temor fue mayor al contemplar a tres hombres exageradamente horribles parados al lado de ella y cada uno expresando una mirada y sonrisa casi satánica.

-quienes son ustedes??!!!- gritó la intimidada y joven promesa del modelaje al verse rodeada por tan desagradables sujetos.

-shhh, no grites ricura, solo queremos jugar un ratito contigo, se buena con nosotros y te prometemos que nada malo te va a pasar- dijo uno de los sujetos, la nena recordó entonces esa fea y cachetona cara, se trataba del gigantesco Pancho, volteo a ver a su segundo captor, un viejo feo y con una dentadura que sobresalía de su boca, dientes extremadamente chuecos y desnivelados, se trataba del anciano Felipe quien a sus casi 70 años aun tenia energías para coger, para su edad se notaba muy lleno de vitalidad, y por último un hombrecillo panzón y de cara alargada, el joven Lucio, joven comparándolo con estos otros dos antagonistas ya que su edad rasguñaba los 50.

La nena miraba con terror a estos pervertidos seres, quienes esperaban que la nena entrara en un ataque de pánico, suplicara por su seguridad o de plano intentara arremeter contra uno de ellos, pero ninguna de estas opciones ocurrió, la nena se tomó la situación de la manera menos pensada por este trio de malhechores.

-jaja…. Jajajaja…….. jajajajjajajajajajjajajaja- la jovencita Fuentes comenzó con un serio ataque pero de carcajadas para sorpresa de los tipejos quienes se veían extrañados el porqué de la reacción de la señorita.

-jajajajajajaja, esperen jajajaja, ya en serio, jajajaja, discúlpenme de verdad jaja, o sea, la verdad que que buena broma eh, miren hasta con disfraz de pordioseros y toda la cosa, y quien se supone que eres tu eh, cuasimodo?? jajajajja (decía la nena refiriéndose a Lucio), ya en serio amigos díganme, a donde está la cámara para sonreírle- la nena se ponía de pie en toda su perfecta y delineada carnación.

-te atreves a burlarte de nosotros perra estúpida- dijo el gordo y avanzó hacia la risueña chiquilla quien llevaba una de sus manitas a su carnosa boquita para disimular las ganas de seguir riendo, creía que el lenguaje soez era parte de la actuación.

-señor, no se haga, está más que obvio que esto se trata de una broma, o si no, no me explico que haría yo, Dulce Lissette Fuentes Ruvalcaba, heredera única de la fortuna Fuentes, una verdadera promesa del mundo del modelaje, o sea, cual Adriana Lima, cual Bar Rafaeli, yo!!!, Dulce Lissette, que haría en un lugar tan……. cochino como este y compartiendo el escenario con unos pordioseros como ustedes, o sea, sin ofender eh, es más tome, mi pañuelo, se lo obsequio, más adelante valdrá una fortuna- dijo la nena sin ofenderse por la forma vulgar de Pancho refiriéndose a su encantadora persona.

El viejo se encolerizó, como era posible que una muchachita se estuviera burlando de él tratándolo como un payaso, siendo él uno de los secuestradores más peligrosos y “buscados” por el Estado, así que sin más decidió dejar bien en claro la posición de ella.

-así que eres modelo chiquilla pendeja, más bien pareces actriz porno-

-sabias que el modelaje y la pornografía van de la mano?- dijo el marrano.

-a que se refiere?- preguntó la chiquilla.

-si pendeja, me refiero a que si no sabías que muchas modelos son también actrices pornos, de la misma manera muchas actrices pornos empezaron o siguen modelando-

-primero son edecanes en las empresas de sus papis, más tarde representantes de alguna marca de prestigio, se lanzan como modelos, después reciben una oferta para posar en alguna revista para caballeros primero de entretenimiento y luego nudista para posteriormente terminar haciéndole favores orales a patrocinadores para seguir en vigencia, y cuando ya pasaron sus añitos de inocencia debutan en alguna película porno de bajo presupuesto jejeje,- decía el pervertido sujeto, la nena escuchaba las parloteadas del viejo empezándose una discusión entre ellos.

-bueno, eso creo yo…… se da dependiendo de los gustos de cada una- decía la nerviosa chiquilla, se estaba empezando a inquietar pues veía la depravada mirada que el gordo le mandaba a cada curva que conformaba su cuerpo, como esa nariz de cerdo se expandía para llevarse hasta sus fosas nasales la mayor cantidad de perfume femenino y olor a mujer que de la nena se desprendía.

-nada pendeja, si te dedicas al modelaje llegará un momento en que tendrás que aflojar para que tu carrera suba, si no te estancas, pierdes terreno, te olvidan y terminas siendo desplazada por alguna de esas otras zorritas más jóvenes que vendrán detrás de ti, así es esto- Lucio escuchaba atento como el gordo croaba, pero a la vez no podía evitar recorrer de pies a cabeza la descomunal figura de la atractiva chiquilla, estaba tan caliente que ya comenzaba a masajearse su verga por encima de su pantalón, se decía que hoy volvería a probar carne tierna mientras le daba otro trago a su mula de caña y sonreía maliciosamente.

-eso no es cierto, hay muchas que……- apenas y la nena iba a mostrar su descontento cuando fue interrumpida por la superior y carrasqueña voz de Pancho.

-a mí no me rezongues!!!!, jejejeje, se nota que te hace falta mucha disciplina, y si no me crees lo que te digo porque no se lo preguntas a la puta de tu madre, ella cuando empezó a modelar tuvo que hacer ciertos favores a algunos productores para mantenerse vigente aun después de que te tuvo a ti, por lo visto no te dio pecho pues no se le han caído la chiches jejejejeje, no te dio pecho ti pero que tal a su representante- dictaminó el gordo, la nena se quedó sorprendida, al parecer estaba ante sujetos que la conocían a ella y a su familia.

-oiga y usted como sabe que mi mamá fue modelo?-

-jejeje, yo conozco mucha gente chiquilla……. Lo que yo te digo es cierto, así que porque mejor no empezamos para que te vayas acostumbrando al tipo de favores que a futuro tendrás que realizar, anda, ven, chúpamela, quizás y en una de esas tu carrera se desvíe a actriz de telenovela- decía el viejo mientras sacaba sus 22 centímetros de dura carne morena y recorrida por centenares de venas y arterias.

La nena al ver los vulgares comportamientos del viejo y que esto iba en serio decidió escapar, pero la única entrada y salida estaba justo detrás de estos animales, así que sin importarle nada trató de huir como si pudiera atravesarlos pero su cuerpecito chocó con la gruesa y grasosa mole de Pancho.

-a dónde vas putita?-

-iiiuuuu, viejo cochino suélteme está sudado, apesta!!- dijo la nena librándose de las garras de Pancho, retrocediendo un poco mandando manotazos.

-mi celular, mis cosas, dónde están?!!!!, dónde están???!!!!, auxilio!!!!!, auxilio!!!!!!, alguien que me ayude por favor!!!!!!!!!!!!!- gritaba la histérica nena, comenzó a temblar de todo su cuerpo, al parecer estaba entrando en un ataque de pánico, y como no, estaba a punto de ser violada y la habían despojado de sus posesiones de valor.

Pero pancho con toda la calma del mundo se acercó a ella y de una fuerte y sonora cachetada la hizo volver en sí.

-mira pendeja, puedes gritar todo lo que quieras que nadie te va a escuchar, pero eso sí, grita cuando no esté yo quieres, tengo mucho dolor de cabeza como para estar soportando tus berridos así que…….. Si en verdad aprecias esa carita de muñequita que tienes lo mejor será que te calles y seas obediente, entendiste?- dijo Pancho sacando una navaja y pasándola por el cuello de la mujercita, la nena al sentir el frio filo solo asintió con la cabeza, como por arte de magia sus lágrimas desaparecieron.

-sí, sí, pero por favor, por favor, no me haga nada, no me haga nada, mi familia tiene mucho dinero y puedo darles lo que quieran pero no me hagan nada- la nena hablaba demasiado rápido.

-shhhh, shhhhh, tranquila princesita, tranquila, nadie va a hacerte daño, lo único que tienes que hacer es chupar algunas vergas y dejar que estas te penetren hasta que se vacíen y ya, es más ni siquiera puede que seamos nosotros quienes te violemo…. Jejeje perdón juguemos contigo- dijo Pancho tallando los dorados cabellos de la casi modelo.

-ustedes no?, si ustedes no entonces quiénes???- preguntó la chiquilla.

-mira chiquilla, escucha bien, en este juego hay dos grupos, uno está conformado por nosotros tres y el otro son solo dos gentes, ahora sin ver al otro grupo tu tendrás que decidir, fíjate, hasta te estoy dando a escoger, tendrás que decidir quiénes serán los afortunados de iniciarte formalmente en el mundo del modelaje jejeje, recuerda nosotros somos tres, el otro grupo solo son dos personas- dijo Pancho, la nena podía aspirarle todo su apestoso aliento.

La nena se quedó aterrada, sería violada, de eso no había duda, utilizando al máximo sus conocimientos matemáticos dedujo que muy posiblemente sería más fácil contener a dos personas que a tres, ya que si Pitágoras y los deditos de su mano no le fallaban tres era un número mayor que dos, además veía a estos tres viejos extremadamente pervertidos y asquerosos, apestaban a sudor y estaban re feos, en especial el chaparro (Lucio) quien parecía el duende maldito, además ya de reojo había visto la verga de Pancho y estaba enorme, la partiría pensaba ella considerando la medida vergal de su apuesto y drogadicto novio, así que sin dudarlo escogió su decisión.

-el otro, si, el otro grupo- dijo la nena pensando que alguien más asqueroso que estos tres era imposible de encontrar, la nena no dimensionaba que estaba escogiendo a una pareja de hombres para que ¿la cogieran?, que desequilibrada está la juventud de hoy en día.

-segura chiquilla?, es tu decisión final?- preguntaba Pancho.

-sí, convencida, los otros dos, el otro grupo- decía la asustada chiquilla.

-qué pena, me hubiera gustado estar en el grupo ganador, Lucio!!, has pasar a los apuestos caballeros, ¡¡¡¡la reina ha escogido!!!!- ordenó Pancho.

La chiquilla veía con horror como por esa puerta entraban dos seres los cuales dudaba si estos podían calificar como humanos, se trataba de dos vagabundos que ya llevaban algunos meses deambulando por la zona, usaban ropas muy desgastadas y rotas, sucias, llegándose a ver como si estas fueran de color café o negro como tonos originales, uno de ellos era tan gordo y casi tan alto como Pancho, traía colgada una maleta en donde metía todas las latas y botellas que se encontraba y aplastaba en los basureros, usaba unos pantalones arremangados y unas chanclas de las cuales una ya estaba partida a la mitad, tenía una pata demasiado hinchada lo que hacía verlo caminar de manera dificultosa, chueca, hablando de su rostro era feo y no se podía distinguir cual era en realidad el color natural de su tez pues estaba cubierto por tanta mugre hasta el punto de parecer negro, con solo el desagradable olor de este sujeto la dulce fragancia femenina de la chiquilla se desvaneció, era tal el apeste que muy posiblemente cualquier animal doméstico hubiera huido de la zona despavorido, la razón de su olor se debía en mayor medida a que tomaba mucho y con frecuencia vomitaba en sus mismas ropas o limpiaba el vómito en su cuerpo con sus prendas, podía apreciarse algo parecido a camarones y papilla impregnadas en su extenso pecho, pero si este era asqueroso el siguiente estaba en otro nivel.

A diferencia del primero cuyo rostro aparentaba una edad de por lo menos unos 40 años, este segundo era un viejo, un anciano, traía en su cabeza un pasamontañas, barba ceniza y muy poblada, su rostro lleno de arrugas y verrugas, pero lo más espantoso era su boca, casi en su totalidad desprovista de dientes, solo se alcanzaban a visualizar cuatro piezas adornando su boca, de esta escurría baba y no solo eso, de sus fosas nasales escurría también una gran concentración de mucosa verde, este no era tan gordo, su cuerpo más bien tenía la forma de una pera, poco pecho y algo de panza, e igualmente vestido con ropas andrajosas y acompañado de un perro que no dejaba de ladrar, la razón por la que este otro viejo también apestaba era que venía cagado de sus pantalones, y una superpoblación de moscas tanto en sus nalgas como arriba de su cabeza adornaban a tan repulsivo sujeto.

-señor por favor creo que ha habido una confusión, permítame escoger otra vez quiere- la chiquilla se había echado para atrás al contemplar la inmunda atrocidad que le esperaba, hasta experimentaba un tip nervioso en su ojo izquierdo.

-nada chiquilla, tú escogiste, ahora cumple, bueno caballeros ustedes han sido los ganadores, ahora preséntese ante la señorita-

-la verga, yo vengo porque a mí me prometieron comida- dijo el más gordo.

-no seas pendejo Culandro, yo te decía que solo nos llamaron pa´ corretearnos con agua fría por lo de la otra vez- dijo el moquiento, aspirando su asquerosa mucosidad.

Don Culandro (el gordo) y Don Penesio (el anciano), no eran sus nombres reales pero así se hacían llamar y así les pusieron los vecinos, eran dos vagabundos que también tenían la maña de robar a quien vieran no pertenecía a los alrededores, acompañados de su fiel Rintintín, un aberrante y enorme perro negro sarnoso, pulgoso y rabioso, de raza desconocida o aun no clasificada, hasta por momentos se dudaba que eso en realidad fuera un perro.

-se equivocan caballeros, están ustedes aquí presentes para disfrutar de un dulce manjar, ven a esta niña, pues pueden hacerle lo que quieran, es una puta que hemos rentado para ustedes, como un obsequio por ser tan buenas personas y limpiar estas calles de toda la basura que arroja la gente, no se preocupen está domesticada, así que adelante, se vale meterle la verga, mamarle la panocha y vaciarse donde ustedes quieran y cualquier berrinche o negación por parte de esta francesilla pendeja se analizará para su respectivo castigo, así que adelante, sírvanse- invitaba el obeso de Pancho mientras él tomaba asiento en una silla ubicada enfrente del sillón donde esperaba la nena, ya Lucio y Felipe había tomado sus respectivos lugares.

-ohh, apoco es francesa?- preguntó Culandro.

-no, pero parece- dijo Pancho.

Los viejos errantes observaron detenidamente a la preciosidad ahí sentada, tenían mucho tiempo que no cogían, al menos Culandro, Penesio tenía mucha más experiencia en el ámbito sexual pero solo con perras pulguientas y así sin lavárselo guardaba su aparato entre sus pantalones cubierto por cualquier cantidad de extrañas fragancias y enemas caninos, ya que no había hembra humana en el mundo que quisiera tener un momento de lucidez con tan desagradable y cagado sujeto.

Por eso con el simple hecho de ver en primera fila a una perfecta ejemplar de hembra de su ahora sí misma especie no pudieron evitar experimentar una rara sensación en sus pantalones, algo entre sus piernas cobraba viva y se erigía poderosamente mientras iba casi desbaratando los trapos esos que ellos mismos llamaban pantalones así como desprendiéndose de costras de mugre que literalmente formaban una armadura que cubrían sus miembros y que se partían conforme las vergas resucitaban.

Los desagradables viejos se acercaban a la nena quien veía aterrada el aspecto visual y edades de los sujetos que disfrutarían de sus servicios, sus manitas comenzaron a sudar y su cuerpo se puso extremadamente tenso, cuando los viejos se sentaron junto de ella no pudo evitar expresar un gesto de vómito, y es que el olor era insoportable que hacia llorar sus ojitos, sintió como una de las tantas manos se posó sobre uno de sus pechos y comenzó a masajearlo, ella intentó retirarlo con su mano pero le fue inútil, otra mano había asaltado ese salvador bracito y de paso se lo había cubierto de suciedad, la futura modelo podía escuchar el zumbido que venía a partir del aleteo de todo el enjambre de moscas que revoloteaban para allá y para acá y que ya empezaban a pararse sobre su cuerpecito y friccionar sus patitas.

La cochina mano seguía masajeando ese perfecto, redondito y paradito seno mientras otra se posaba sobre la torneada y carnosa pierna de la fémina y principiaba un calloso recorrido hacia arriba dejando una impregnosa marca de suciedad y algunas flemas, Dulce sentía como ya eran tres manos las que tallaban su cuerpo, se preguntó por la cuarta, que estaría haciendo, así que desvió su azulada mirada para contemplar con terror como esta cuarta mano masturbaba una imponente verga, la verga de Don Culandro era enorme, gigantesca y muy gorda, de nada había servido que hubiera rechazado la de Pancho si esta estaba en igualdad de condiciones y longitudes.

-vamos zorra muéstranos tus chiches, anda!!- el pervertido de Penesio con todo y mocos en la cara y barba ordenaba, su aspecto era de lo más repugnante e intimidaba a la nena con solo saber que existía.

La nena conmocionada solo volteaba a ver al trio de depravados quienes bebían cerveza sentados como si estuvieran disfrutando de algún entretenimiento televisivo, pero a la vez veía una moruna en las manos de Felipe y recordaba sobre el supuesto castigo que tendrían sus negaciones, así que esperando unos minutos en donde disputaba sus sentimientos dentro de su avara cabecita llevó sus manitas atrás de su nuca, lentamente deshacía un nudo para de esta manera el sugerente escote fuera deslizándose hacia abajo hasta que aparecieron ante todos los presentes los carnosos pechos de la joven modelo, los cuales se mantenían exquisitamente levantados en una muestra por ofender o faltarle al respeto a la gobernante fuerza de gravedad.

A Lucio hasta le salió la cerveza por la nariz, nunca había contemplado en su vida unos senos desnudos tan perfectos, tallados por las mejores y más profesionales manos escultoras, lucían muy blanquitos, limpios, sin ninguna mancha o arruga o señal de flacidez, grano, verruga o algún vello o lunar que pudiera aparentar paño, adornados por un par de finos pezones y rodeados por unas hermosas y cautivantes aureolas rosadas y completamente erguidos ya que a raíz de que el escote fue retirado estos conservaban su misma posición en un afán por mentarle la madre a la poderosa fuerza de atracción; Pancho, al ver como esto empezaba a tomar formas decidió mandar a Lucio a cuidar la entrada del edificio por cualquier cosa que pudiera solicitársele tanto a él como a Felipe y de esta manera no subiera alguien más que pudiera interrumpirlos.

Lucio reclamó pues por nada del mundo quería perderse ese inigualable espectáculo tan insólito, y eso que apenas iba a sacarse la verga para masturbarla, pero fue silenciado por el portentoso sujeto.

-mira pequeña sabandija, está claro que no pueden ir ninguno de los invitados que en estos momentos disfrutan de la piruja esa, tampoco puede ir Felipe porque es el dueño del edificio y tiene ese derecho, así que solo quedamos tu y yo, dime, como podemos decidir quién de nosotros dos irá a cuidar y se perderá de este momento…………….. anda dime- dijo el descomunal sujeto levantándose de su asiento y sacando todo su pechaje, quitándose la camisa y mostrando cualquier cantidad de cicatrices y tatuajes, tantos que era casi imposible colocar uno más.

Lucio comprendió entonces que nada tenía que hacer allí, así que derrotado y humillado en cuanto a condiciones corporales salió cabizbajo por la puerta, maldiciendo al gordo y a su inferior genética corpórea.

La pornográfica escena se reanudó, como becerros ambos vagos se pegaron a cada uno de los senos, lambiéndolos, pasándoles sus asquerosas lenguas y de esta manera comenzar a impregnarlos con un maloliente brillo, mientras Culandro jugaba con su lengua revolviéndose en un pezón, Penesio con su babeante y chimuela boca succionaba el otro como si quisiera absorberle toda la carne que en él se encontraba, llegando a enterrar uno de sus venenosos dientes en esa suave y tersa piel.

La nena reaccionó con un grito e intento de evadir la horrenda cara, pero el solo ver al viejo le daba hasta asco tocarlo, le provocaba nauseas tocar esa cara incluso para retirarla mientras esto era aprovechado por el viejo para darse el mejor festín de su vida y devorar chiche como si esto fuera la única y exclusiva razón por la cual fue enviado a este mundo, estaba tan concentrado que ya comenzaba a ejercer movimientos representativos del acto carnal, impulsaba su pelvis y esta comenzaba a friccionar su babeante instrumento en las tremendas caderas de la joven hembra.

Ella se incomodó y alejó su cuerpo del desalmado y caliente viejo que se restregaba en su escultural figura próxima Miss México pero este movimiento solo hizo que se acercara al otro sudado sujeto que ya, junto con su compañero, habían agriado el ambiente con olores propios de las trocadas y zurradas provenientes de ambos.

-noo!!!, basta, esto es demasiado!!!- la nena se incorporaba ante el asombro de los presentes.

-que pasa puerca, apenas y te iba a dar un besito jejejeje- dijo Culandro.

-no puedo, por favor, esto es tan asqueroso, ustedes realmente apestan, moriré si respiro otros segundos más su hedor- decía la joven mientras tapaba con sus manitas sus babeados senos.

-por favor señor, no habrá otra forma de arreglar esto- decía la nena dirigiéndose a Pancho pero la verdad es que, ¿Qué era lo que la nena quería arreglar?, no les debía dinero, no estaba involucrada en nada, su único “pecado” se podría decir era haber salido tan buena, sentirse superior a los demás y haber caído en las malvadas garras de Pancho.

-así que nos dices apestosos, nosotros no tenemos la culpa de no ser finos como tú y poder bañarnos todos los días, si yo tuviera agua me bañaría, así que ven y siéntate con nosotros o si no Rintintín te enseñara a respetarnos- dijo el panzón de Penesio, mientras el amarrado Rintintín comenzaba a ladrar como el mismísimo Cerbero, tiraba de su cadena intentando liberarse llegando a mover el pesado mueble de donde yacía aprisionado.

-que te sientees!!!!!!!!- Culandro jaló a la desescotada nena de una de sus manitas y fue a caer nuevamente en medio de ellos.

-ahora vamos a darnos unos buenos besitos entendiste, y si me muerdes la lengua te suelto al Rintintín, que mira que él también tiene un tiempo que no ha probado hembra jejejeje- la nena era amenazada por el putrefacto de Penesio, quien se quitaba su camisa para estar parejo con Dulce.

La nena al escuchar esta aberrante amenaza se puso fría de todo su cuerpo, llegándose a ver hasta azul de su carita, y es que el simple hecho de pensar que la echarían a coger con ese perrote le ocasionaba un trastorno muy fuerte que quizás ni el mejor psicólogo con sus terapias propias podrían aliviar, el perro en cambio también tenía su roja verga bien parada, al parecer hasta él disfrutaba del momento.

El viejo Penesio dejaba contemplar a su preciosa amante una figura fofa, el viejo era moreno de la cara y brazos pero al liberarse de su atuendo dejó ver que de su cuerpo era más claro, en la parte que era cubierta por su trapo, un abundante bosque selvático adornaba solo en medio de sus pechos y una caída y arrugada panza bajaba hasta tapar el mecate que servía como cinturón de su pantalón, así fue como comenzó un forcejeo entre este viejo y Dulcecita pues él quería meterle su sucia lengua en su boca y ella por razones obvias lo impedía, mientras Culandro se dedicaba a lamer a la nena de sus magistrales pantorrillas; Dulce no era una modelo delgada, era más bien de esas modelos vulgarmente voluptuosas y cuyo cuerpo o mejor dicho caderas hacían estirar esa pequeña falda hasta el desgarro, notándose perfectamente donde acababan las nalgas y donde comenzaban las piernas.

-nooo, suélteme malditoo- la nena se resistía, pero vanos fueron sus intentos pues en poco tiempo el asqueroso de Penesio metió hasta dentro su por demás repulsiva y vomitoria lengua y comenzó con un remolinesco movimiento acaparando toda la fresca extensión bucal que pudiera conquistar de la señorita.

Ella tosía pues sentía su boquita llenarse de babas, las cuales comenzaban a escurrir por las barbillas de ambos amantes, desesperada luchaba ante la aberrante situación pues sumada al hedor le estaba resultando psicológicamente traumante, su boquita pronto se volvió a llenar de saliva pero ahora no podía escupirla pues los labios del viejo formaban un sucio tapón en sus rojos labios de actriz porno así que por reflejo no le quedó otra que mover su lengua, que más que para lograr algo era más que nada para estar en movimiento pues Culandro ya le había sujetado de las piernas, la lengua de Dulce se encontró con los pocos sobrevivientes dentales del pervertido, eran más grande de lo normal y pudo sentir como en cada roce de su órgano lingual se desprendía una rara concentración de algo por parte de estos.

En poco tiempo se comenzó a escuchar un desquiciante sonido húmedo, proveniente del constante choque de ambas lenguas cortejándose, que solo puso bien duros tanto a Felipe como a Pancho al imaginarse la fuente que producía dicho sonido, para esto el viejo Penesio con una de sus manos había aferrado la barbilla de la nena para de esta manera poder darle sus mejores y más obscenos besos de lengua, la nena mantenía un rostro entre asustado y asqueado pues era heroico estar soportando a ese viejo que muchas veces fue corrido de la cantina por andar faltándole al respeto a las empleadas de Felipe, la falda de la nena se había levantado hasta casi la mitad de su ejercitado trasero y dejaba ver los blancos y apretados calzones de la chiquilla formados por finos encajes en los laterales, Pancho y Felipe no daban crédito a lo que su cerebro procesaba mediante sus calientes miradas y empalmados masturbaban sus grotescas vergas listas para entrar en acción.

Culandro al ver la infernal imagen de esos blancos calzones apretarse exageradamente en ese ejemplo de culo bien hecho comenzó a realizar movimientos perrunos, rozando su monstruosidad entre las carnosas nalgas de dulce quien podía sentirla aun sabiendo que esta volvieron a refugiarse entre los pantalones del tipejo, de repente sintió como algo húmedo había chocado con su espalda, Culandro había arrojado un cuantioso y pegajoso escupitajo en ella y esta asquerosa secreción venia resbalando por toda la zanja y algunos músculos que se marcaban ligeramente en la femenina espalda de la joven edecán.

-no, no haga eso- decía la chiquilla quien para hablar tuvo que liberarse de la sucia boca de Penesio, pero este otro depravado volvió a llevar su boca hasta esos tentadores labios para volver a fundirse en un malsano beso de lengua, la nena poco a poco se iba sonrojando de su carita pero más que por sentir bonito era por la situación de alcanzar a observar a los otros dos viejos masturbarse con la visión de su cuerpo, llegándose a sentir como una especie de instrumento exclusivo para disfrute de machos, que ha decir verdad, eso es lo que representa esta nena en las pasarelas pero visto desde un punto más maquillado.

De repente la nena mordió el labio de su improvisado amante, este se emputó y le pegó una cachetada por tremenda osadía, Dulce no lo había hecho por asco, no fue esa su intención, fue porque Culandro había hecho a un lado su calzón, se había ensalivado dos de sus dedos todo con la finalidad de lubricar a la cálida chiquilla y había comenzado con un morboso refrego sobre su conchita, pero el viejo se llevó la sorpresa de que la nena estaba mojadita, su sexo se sentía calientito, así que continuo pues la experiencia para él era enloquecedora, ya ni recordaba cómo es que se sentía un sexo femenino en proceso de lubricación y este además estaba ausente de cualquier vellosidad por lo que su piel era tan suave casi comparado como acariciar un durazno.

-zorra hija e puta, me vuelves a morder y te muelo a golpes entendites- dijo el satanizado viejo mientras desabrochaba su mecate.

-ora si vas a ver hija e puerca, esta me la pagas- decía el dañado sujeto.

El viejo bajó sus sucios pantalones dejando ante la mirada atónita de Dulce su verga de 23 centímetros, morada tirándole a negra de su glande, lucia tremendamente brillosa, de su punta colgaba un hilo de una rara sustancia parecida o de consistencia similar a la clara de un huevo, su glande apestaba a verga no lavada en meses, estaba atascada de suciedad, era posible visualizar tremendos restos de cosas blancas y algunas amarillentas que muy posiblemente habrían sido blancas con anterioridad pero ahora estaban añejadas.

-no por favor eso no- dijo Dulce pues sabia las claras y maquiavélicas intenciones del dueño de sus besos, Penesio la iba a poner a mamarle la verga.

Pero la esculpida nena pronto se sintió desprendida de otra de sus ropas, y es que el bribón de Culandro había tomado sus finos calzones de cada uno de sus laterales y aprovechando que la nena se distrajo reverenciando la amenazante verga jaló la ajustada ropa interior de ella sacándosela por completo, ni siquiera le dio tiempo a esta chiquilla de cerrar sus muslos, cuando sintió ya enseñaba a este otro vago su cajeta completamente desprotegida.

El chueco Culandro tomó los calzones de la nena y los enseñó levantando la mano, como si este hubiera sacado de la piedra encantada a la mismísima Excalibur, y emitió un grito vencedor, pero Penesio quiso reclamar para sí tan anhelado trofeo, así que comenzó una serie de fuertes jaloneos por parte de los viejos peleándose por las pantaletas de la fémina y es que cada uno quería ser el primero en aspirar la caliente y lubricada esencia de hembra humana.

Era tal su desesperada contienda que ya habían roto la suave prenda de uno de sus elásticos, Dulce por lo tanto seguía en medio de estos dos animales, había adoptado una postura casi de perrito pues una de sus piernas se apoyaba del suelo, de esta manera podía sentir empellones en su culo por parte de Culandro en su riña, mientras la verga de Penesio al estar parada chocaba, punteaba y cacheteaba su carita debido a los bruscos movimientos del vejestorio, la nena no se daba cuenta que su hermoso rostro digno de aparecer en las portadas de las más reconocidas revistas estaba siendo embarrado por muchos de esos sedimentos blanco-amarillentos que escurrían de la verga de Penesio.

Fue en esta competición por conocer quién sería el ganador en donde ambos viejos totalmente desesperados jalaron la prenda y esta se estiró tanto del otro de sus elásticos que salió disparada de las manos de ambos, los viejos veían como esta deliciosa prenda casi en cámara lenta llegaba hasta los territorios de Rintintín, rápidamente el perro le puso una de sus patas encima y comenzó a olfatearla por un buen rato, con su espumoso hocico mordía y estira dicha prenda, jalándola y sacudiéndola como si hubiera atrapado algún tlacuache y sin más comenzó a masticarla mientras gruñía y enseñaba sus fieros colmillos ante la intención de alguno de los presentes por quitársela de sus fauces.

La señorita Fuentes, ahora solo vestida con sus tacones y su falda, aprovechó la distracción de los viejos para escurrirse como alimaña bajándose del sillón pero sus movimientos fueron advertidos por Culandro quien fue a su captura, agarrándola de los pelos casi queriéndole arrancar el cuero cabelludo.

-a donde hija de puta!!!!!!!, pendeja zorra creites que te nos ibas a escapar!!!- dijo el viejo mientras empezaba a jalarla como cual trapo viejo o jerga para trapear el piso hasta llevarla de nueva cuenta al viejo sillón nido de tarántulas.

-por favor suélteme, me duele- la nena solo pataleaba y aferraba sus delicadas manitas de princesa en contra del gordo brazo del recolector de botellas, una vez en el sillón el gordo Culandro sentenció.

-ahora pedazo de perra, me vas a dar las más sabrosas de tus mamadas o de lo contrario te echo a Rintintín pa´ que te coja, entenditeeessss!!!!!- rugió el depravado Culandro quien la miraba con sus ojos completamente sulfurados mientras la nena lo miraba con su carita de niña asustada y ojos vidriosos, temblando ante su visible inferioridad.

Mientras Culandro se iba desvistiendo la nena observaba como Penesio, con verga de fuera, se sentaba al lado suyo mirándola de manera retorcida, sonriéndole y enseñándole sus podridos dientes y como a partir de su sonrisa se escapó una putrefacta esencia que le llegó hasta su pequeña naricita. La nena apartó su mirada de tan horroroso sujeto solo para darse cuenta de que Culandro ya estaba listo, su ruda verga de 22 centímetros y apestando a rayos apuntaba directo a su boquita, esa boquita que tantos muchachos admiraban, que muchos llegaron a imaginarse pegada entre sus labios, intentado prefigurar el sabor de sus besos y que ahora dicha boquita sería mancillada por una verga que, para que describirla, si el lector ya anticipará las sépticas condiciones en que se encontraba.

-chúpamela perra, anda, chúpamelaaaaa!!!!!- decía el exasperado gordo ligeramente inclinado hacia un costado debido a su rara malformación en una de sus extremidades inferiores.

Dulce se resistía a realizar tan desatornillada labor, esto no era para nada estimulante ni gratificante, su panocha estaba mojadita pero era porque de por si siempre se humedecía debido a una extraña anomalía en cuanto a su lubricación, no porque estuviera excitada, la chamaca al ver como el viejo levantaba uno de sus brazos para darle una cachetada solo atinó a alegar.

-no espere, está bien, ya se la chuparé, pero por favor no me pegue-

-pues qué esperas!!, anda!!!, o te echo a Rintintín!!!!- el perro no dejaba de ladrar en cada momento en que era mencionado, como si también estuviera pidiendo su parte.

La nena tímidamente abrió su boquita, pero no llegó a engullir tan fétido aparato, retrocedió, volvió a abrirla pero de igual manera se echó para atrás, estuvo así otras cuatro ocasiones, en donde solo abría su boquita, que lo único que hicieron fueron impacientar al viejo Culandro, este tipejo al ver que la nena estaba de zorra calienta vergas decidió tomar cartas en el asunto, así que con un fuerte envión que tomó a Dulce por sorpresa mientras ella abría otra vez su boca, logró meterle más de tres cuartas partes de su cochambroso miembro hasta casi tocarle la campanilla.

Dulce peló los ojos pues el viejo prácticamente la había desvirgado de la boca, la entrada fue violenta, de no ser porque su verga se dobló hacia la garganta esta le hubiera salido por la nuca, Culandro la tomó ferozmente de su cabecita y comenzó a descargar todos sus años de sequía sexual en contra de la boquita de la joven modelo, los brutales azotes que el viejo proporcionaba a su bella sometida eran perturbantes, para poder tener mejor acomodo y de esta manera sus embestidas fueran más potentes apoyó uno de sus pies sobre el sillón dejando la pata mala apoyándose del suelo, para así continuar con su barbarie.

La pobre y malaventurada niña solo se limitaba a recibir las tremendas embestidas, sus modestos ojos azules apenas y podían apreciarse pues cada empellón los obligaba a cerrarlos, la nena solo podía abrirlos para contemplar como la grotesca panza del viejo se dirigía velozmente hasta su carita al punto de chocar con ella, sintiendo como esa grasosa bola de pelos raspaba su cuidado cutis, sintiendo como algo verdaderamente grueso hacia expandir su conducto esofágico, la nena comenzaba a experimentar una apresurada inundación producto del estanque salival que se estaba formando dentro de su boquita y que comenzaba a derramarse en forma de densas y enormes gotas de babas que caían hasta el precipicio.

-gluuppp!!!, ahhhgggggg!!!!,- la nena se ahogaba ante tales fieros movimientos sumados a la desmesurada medida vergal que se enterraba hasta lo más profundo de su garganta, cosa que la estaba haciendo casi desfallecerse.

El poseído sujeto estaba en un sueño epopéyico al estarse cogiendo la boquita de tan agraciada chiquilla, sus poderosas irrupciones hacían vibrar todo el potente cuerpo de la joven hembra, sus cabellos, sus manos, su cabecita, y más notoriamente sus senos eran sacudidos ante las salvajes acometidas de un hombre en completo estado de abandono racional, el anciano de Penesio no quiso quedarse sin su parte así que incorporándose hizo a un lado a su desnivelado amigo, si bien Culandro era gordo y este otro era un abuelo panzón, se podría decir que el nivel de fortaleza entre ambas bestias era similar.

Cuando Culandro sacó su barreno de esa boquita se impidió que Dulce pudiera cerrar su boca, ya que al contrario, su boquita quedó despilfarrando saliva y completamente abierta como si estuviera esperando que la verga que la mancilló se alojara nuevamente, en su interior podía verse su lengua revolviéndose entre las mezclas de babas y líquidos aceitosos, una gran cantidad de pelusas y residuos yacían naufragando entre dicho océano viscoso y muchos de estos desperdicios caían por efecto de catarata que adquiría la saliva una vez que llegaba al final de los labios de la nena.

El viejo Penesio se acercó a divisar tal hecho, o al menos esto se pensaba cuando acercó su feo rostro a la boquita de Dulce, pero lo que hizo este depravado enfermo fue mandarse uno de sus mejores y más potentes escupitajos el cual entró limpio dentro de la cavidad bucal de la edecán, la nena estaba tan desconcertada que no atinó a mostrar signos de repugnancia, se quedó toda selemba hasta que la nueva y aún más pestilente verga se alojó entre sus labios.

De esta manera el puerco anciano empezó de igual forma a masacrar la dulce boquita de la muchachita, sus manitas no luchaban, solo se mantenían asentadas en las piernas de su verdugo, hubo un momento en que Dulce sintió como algo muy pesado había caído en su pelo y bajaba a velocidades contantes por su frente y nariz, al principio se creyó que era baba del viejo lo que venía bajando debido a su emoción de meter esa verga (que por cierto era la verga que penetraba perras y recién no tiene mucho había penetrado a una) pero cuando a la acaudalada chiquilla se le ocurrió mirar hacia arriba para comprobar su teoría se dio cuenta de que se trataba de otro tipo de líquidos, una enorme cantidad de mucosa verdosa se había desprendido de la nariz del chimuelo y venia corriendo hacia abajo, la nena sentía como esta asquerosidad poco a poco se acercaba a su pulcra boquita pero cuando estaba analizando esta situación esa patógena sustancia ya se había fusionado con las babas que batían dentro de su boca, la verdosa esencia dejó en todo su recorrido un rastro similar al que dejan las babosas cuando se arrastran.

Por un extraño instinto de supervivencia o de defensa la adinerada modelo cerró sus labios, apretándolos contra la sucia herramienta, todo esto quizás en un intento por evitar que entrara más de esa mezcla proveniente de la nariz del viejo, ya que de sus fosas nasales se advertía un segundo e igualmente cargado desprendimiento, pero esta acción fue muy bien aceptada por parte del viejo, ya que sentía extremadamente delicioso que su verga entrara y saliera mientras era friccionada por los carnosos labios de Dulce, los cuales habían perdido toda prueba de su brillo labial, por el contrario habían adoptado una capa blancuzca, formada a partir del atoro de los desechos espermáticos que formaban el antihigiénico sedimento.

El viejo loco reclamaba y reconocía esa boca como suya y en un intento por completa colonización apretó con una fuerza demoledora la carita de Dulce contra su barriga peluda, la nena en un acto reflejo quitó sus manitas de las piernas del viejo para subirlas aún más llegando hasta las peludas y planas nalgas del sujeto pero sintiendo una rara consistencia amasada, espesa, impregnada en el trasero de Penesio ahora adhiriéndose en sus deditos, la pobre chiquilla no sabía que el anciano venía zurrado.

Pero Culandro quiso tener aún más de esa boquita de diosa y no estimando que la boca de dulce estaba albergando la descomunal barra de Penesio metió a marchas forzadas su desmedida vaina, con mucho esfuerzo el trozo de Culandro se iba abriendo paso entre los apretados labios de la nena los cuales se negaban a recibir dos vergas al mismo tiempo, posiblemente no le cabrían debido al inimaginable grosor de ambas, pero con mucho esfuerzo el gordo logró su cometido otorgándole a Dulce un agudo dolor en su mandíbula casi al grado de llegar a la dislocación, la nena ahora daba asilo a dos terribles y muy apestosas vergas que la ultrajaban a partir de severas estocadas proporcionadas de manera humillante y sincronizada, ahora la moquienta era ella pues de sus fosas nasales escurría este tipo de secreción.

Varios minutos más pasaron para que los viejos pordioseros pudieran estar fuera de la boquita de Dulce, la vejada chiquilla yacía sentada en el sillón con su mirada perdida, de sus labios se apreciaba que mucha saliva fue expulsada, de sus ojos bajaban muchas líneas negras debido a su rímel corrido, su cabello estaba más que alborotado pareciendo una peluca mal puesta, sus chiches al aire y sus piernas muy bien cerradas mientras aún conservaba tanto su falda como sus tacones, de la joven modelo de hace unas horas solo quedaba el potente cuerpo, mientras tanto los viejos estaban parados frente a ella, ya desnudos, con las piernas de ambos cascorvas, sus vergas señalando a la niña y cubiertas por una gruesa capa de saliva en donde varios colgajos de la misma formaban algo similar a estalactitas cavernarias

-bueno pues quien va primero- preguntó Culandro refiriéndose a la penetración vaginal.

-yo, yo iré, apártate gordo- Penesio se le adelantó, el viejo solo se mantenía vestido con su gorro pasamontañas.

Cuando la nena vio que uno de los viejos se acercaba nuevamente se dio a patalear y suplicar misericordia como si fuera el mismo Dios el que estuviera presente, pero el viejo poco le importaba, según ellos esta era una puta alquilada y se les había pedido una cooperación para su participación, dicha cooperación no era nada en comparación a lo que pedían las prostitutas gordas de allá afuera y con el rendimiento de que esta puta estaba mucho mejor que cualquiera de esas que cobraban exorbitantes cantidades por mercancía mallugada y agujeros en pésimas condiciones, sin mencionar lo viejas, gordas y feas.

El anciano mandó una de sus más fieras cachetadas para asosiegar a la nena, aprovechó el momento de desconcierto que en ella había causado el golpe para despojarla de su falda de la manera más bruta, colocó su mórbido cuerpo entre las esculpidas piernas de la modelo, acomodó su babeado instrumento en la entrada de la conchita de ella y sin más se dignó a mandarse el primer empujón, al parecer el viejo tendría un privilegio mayúsculo, que nadie sabía, de lo contrario el mismo Pancho hubiera reclamado para si ese derecho, y esto se constataba en la estoica defensa que la panocha de la nena estaba realizando en contra de tan nauseabunda verga.

-jejejeje, según tu muy vergas Penesio, y no puedes metérsela a esa putilla- decía en forma de burla Culandro.

-es que esta perra está bien apretujada, mi verga ni va a cabeeeeerrrrr!!!!!!- bramó el viejo al sentir como su glande empezaba a resbalar hacia adentro, al parecer los vaginales labios de la nena empezaban a sucumbir.

Por un rato el viejo Penesio estuvo en su faena penetrante, comenzó a sudar cantidades industriales y estas bañaban el cuerpo de la también sudada Dulce quien se aferró del viejo mientras su carita mostraba que efectivamente la verga hacia su entrada trigarante, hubo un momento en que la ya también mugrosa Dulce expresó un rostro de espanto, la pestilente verga de Penesio había entrado en toda su dimensión.

Felipe y Pancho, y más que nada Culandro, quedaron como unos pendejos al escuchar la escandalosa noticia que de los labios del viejo barbón se parloteaba como si se hubiese hecho el más grande descubrimiento científico, y es que lo que a continuación relató el anciano moquiento era algo que rebasaba todas las expectativas lógicas de la libertina chiquilla considerando precisamente eso, su libertinaje.

-jejejejejejejeje, jejejejejejejejejej, jejejejejejejejejejeje- primero una risa macabra proveniente del más bajo nivel del inframundo se escuchó pero después vociferar a todo pulmón lo virginal de la nena.

-es virgen (en voz baja), es virgen (un poco más fuerte), esta zorra era virgeeeeeennnn!!!!!!!! (Berrido)-

-esta zorra era virgen jajajajajaj!!!!!!!, y yo fui el primero!!!!!!!!!!- gritaba Penesio con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Ninguno de los ahí presentes creían tan presumida afirmación así que sin más se acercaron para constatar lo dicho por el panzón anciano, a medida que se acercaban podían apreciar como efectivamente el viejo aun clavado pero mostrando parte de su aparato ensangrentado tenía razón, decía la verdad, ¿pero cómo si todos creían que Dulce era una zorrita que asistía a antros y fiestas?, la apenada y ruborizada Dulce mantenía sus dos puños cerca de su carita y pensaba en esa vez que su novio según la había desvirgado pero que ocasionó una fuerte pelea puesto que Dulce no sangró, llevando a esta pareja al borde de la separación debido a que el macho de Dulce desconocía que muchas veces una hembra no sangra en su primera vez, o quizás su arma era muy pequeña y no alcanzó a ocasionar tal daño.

El tener sus manitas tan cerca de su cara llevaron a Dulce a aspirar una rara y fétida fragancia, volteó a ver de qué se trataba comprobando que había mierda en sus deditos, “iiiiiuuuuuuu que asco, maldito viejo asqueroso” pensó y rápidamente los talló en el viejo sillón como si quisiera desprenderse de su misma piel.

Aun así Dulce sentía dolor, y más lo sintió cuando el viejo Penesio comenzó a embestirla, una fuerte punzada nacía en su vagina en cada uno de sus vulgares empalamientos y se extendía como si recorriera un gran nervio por todo su vientre, senos y así hasta llegar a su cabeza y manifestarse en forma de punzada, en pocas palabras, un doloroso camino que la surcaba a la mitad de su cuerpo, algo que la partía por dentro.

Y así con estos tres envidiosos viejos observando la penetraciones tan cerca que podían sentir el olor de la sangre virgen emanando de esa rajita es como continuaron una serie de desconsideradas y salvajes picadas de verga en contra de la suave y delicada vagina de Dulce, pero esto no solo era observado por Culandro, Pancho y Felipe, el cuarto donde se encontraban estaba cerrado con una pesada puerta metálica pero cerca de ella había un orificio lo suficientemente grande como para que un ojo humano pudiera evidenciar toda la pervertida escena, y esto era lo que precisamente estaba aconteciendo, había otra persona observándolo todo.

Pancho y Felipe regresaron a su posición, decepcionados, enojados y vencidos.

-puta verga Pancho para que vergas invitaste a estos pendejos, mira que desvirgar a Dulce no chingues-

-yo que vergas iba a saber, esa chiquilla se veía tan puta que yo pensé que ya le habían dado hasta por las narices- alegaba Pancho.

Mientras tanto Penesio seguía taladrando a la pobre y maltratada Dulce quien ya abandonada de toda esperanza se dedicaba a que todo pasara de la manera más rápida, recibía verga por su papaya por parte de este animal sintiendo como sus paredes vaginales se abrían forzadamente para recibirlo, por lo tanto la sangre se iba mezclando con los caldos lubricantes que escurrían bajando por las nalgas de la nena, el viejo tomaba dichas posaderas y las levantaba para tener mejor embiste, ahora si Dulce sentía todos los centímetros vergales en su acalorada y ensangrentada vagina.

Por acción natural el clítoris de la nena empezó a drenarse de sangre y de esta manera aumentó en tamaño y sensibilidad, los movimientos del viejo a pesar de ser inhumanos llegaban hasta tal lugar, llenando de extrañas sensaciones a la nena nunca sentidas con anterioridad cuando con su novio, dicha percepción estaba empezando a aumentar la temperatura en una nena que se negaba a aceptar que se estaba calentando, no por cómo era sometida, pero si en respuesta a una reacción natural por parte de su cuerpo debido a estar expuesta a los placenteros roces que la verga del viejo mantenía cerca de su clítoris.

-nooo, pare por favor- solicitaba la afamada edecán pues experimentaba algo inusual formándose en su vientre.

El viejo no hacía caso, solo estaba ahí embistiendo a la nena, con su horrible rostro sudado y regurgitando palabras obscenas en contra de la rubia chiquilla que tenía debajo, la cual yacía ahora patiabierta, con sus muslos bien expuestos en donde acoplaba como mandado a hacer el cuerpo del anciano, la nena aún conservaba sus tacones, única pernada que la acompañaba puesto que había sido despojada hasta de sus finos aretes, pulseras, cadenas y esclavas de oro por Pancho y Felipe cuando ella llegó aquí.

Pero las blasfemas palabras no era lo único que soltaba el viejo, además de sudor el viejo volvía a soltar una cuantiosa cantidad de mocos los cuales caían hasta el bello rostro de la chamacona llenándoselo por completo, quedando casi irreconocible, pero el viejo ajeno a este asco llevó su viciosa lengua hasta la boquita de la nena aprovechando que esta la tenía abierta y comenzó con una aguerrida lucha lingual en donde la perdedora siempre era la boquita de Dulcecita.

La aristócrata chiquilla sentía eso caliente formándose en su vientre casi de fuera, era una sensación rara y nunca antes experimentada por ella, sus vanos conocimientos la llevaron a deducir que se estaba meando y que si no hacía algo por impedir las penetraciones terminaría haciéndose, esto sería muy vergonzoso para ella pues todos la verían y se burlarían, así que empezó con sus manitas a querer librase de tan desagradable sujeto.

Pero este no cesaba, parecía no cansarse, ya llevaban un buen rato cogiéndosela y este viejo no bajaba su velocidad, al contrario la había aumentado pues el bollo de Dulce había aceptado el cortejo vergal de Penesio, de repente la joven se tensó de todo su cuerpecito, arqueó un poco su espalda exhibiendo toda la potencia y uniformidad de sus pechos, sintió como su vagina se cerraba dejando atrapada la verga del viejo ahí adentro para después destensarse y soltar una importante cantidad de líquido por su conchita.

-ayyy no, me meo!!- gritó la nena pero fue corregida por su mancillador.

-no seas pendeja hija de la chingada, te estas corriendo, te estas corriendo como las perras jejejeje-

-nooo!!, yo no soy……… ninguna perraaaaaa!!!! Aaahhhhmmmmm, que es estooooo!!-

-aaahhhhhh cállate!!!, te corres exactamente igual que unaaa!!!!- el viejo dio un doloroso manazo contra uno de los cachetitos de Dulce, pero ella ni se inmutó, estaba en pleno trance orgásmico que a poco le había sabido el golpe, entonces el macabro viejo barba ceniza le dio otro, y otro más, y uno con más fuerza, y ahora su otro cachete mientras esta nena estaba imposibilitada para ejercer cualquier tipo de reclamo o defensa.

Fue lo más tormentoso pero a la vez lo más delicioso que la nena pudo haber experimentado en su vida, a pesar del momento y la compañía disfrutó su primer orgasmo en casi el minuto que este duró, una vez después de que se corrió su cuerpo fue asaltado por una serie de ondulaciones infernales que hacían moverla como si estuviera siendo exorcizada, aun con verga dentro la nena se movía como pescado vivo metido al sartén.

-ya me toca- dijo Culandro quien había observado todo, Penesio accedió pero solo porque ya se estaba cansando.

-oigan!!!,vagabundos hediondos!!!, ni se les ocurra meterle la verga por el culo a esa puta!!!, ya que la desvirgaron de la panocha me corresponde a mi romperle el culo!!!- rebuznaba Pancho.

-que ahí de mí?- reclamaba Culandro.

-tú ya le desvirgaste la boca gordo trocao- relinchaba Pancho observando desde la silla.

-me vale verga, le voy a dar por el culo pinche pelota playera- dijo Culandro retando a Pancho, al parecer se avecinaba una auténtica lucha de colosos, un duelo de titanes, un choque de trenes, una colisión interplanetaria, la misma Laurasia y Gondwana dispuestas a tectonizarse para formar de nuevo a Pangea pues Culandro tenía casi las mismas medidas corporales que Pancho, quizás unos 10 centímetros menos de altura.

Pancho aun sin camisa se levantó, cuadrándose a la hora de caminar, dirigiéndose precisamente a Culandro quien desafiaba sus reglas, la indefensa Dulce, toda babeada y despeinada, veía la descomunal genética de las bestias allí reunidas dispuestas a disfrutar de sus encantos, era como estar en medio de un ambiente jurásico, en cada paso que daba las chiches de Pancho se elevaban como senos femeninos así como un horrísono crujido se podía escuchar en el suelo procedente de cada una de las pisadas del bárbaro sujeto, al fin llegó hasta su destino y se puso en posición intimidante.

-si te acercas más te echo a Rintintín,- el perro al escuchar se nombre comenzó a desgastar su garganta en ladridos y gruñidos, estaba furioso pues veía como uno de sus dueños era intimidado

-que me va a hacer ese cochino perro- dijo Pancho acercándose al can, mientras este lo miraba con ojos desafiantes, gruñía casi aventándosele al desproporcionado hombre con cuerpo de morsa, pero Pancho pegó uno de sus característicos y gorilescos gritos territoriales como ese que lanzó en el cine porno espantando a los presentes teniendo la misma reacción en la sarnosa mascota, la cual agachó sus orejitas y comenzó a chillar como un cachorrito al que le acaban de pegar.

-jejejeje, perro pulguiento-

-bueno ya, te dejamos el culo parado, pero que conste que no me doy un trompo contigo solo porque estoy malo de la pata- dijo Culandro, hasta cierto punto tenía razón.

Ya una vez resuelto el malentendido el chueco de Culandro se dirigió a la nena, la cual estaba desnuda y recostada en el sillón como la misma Maja de Goya, esta ya no luchó pues vio que la escena era casi apocalíptica, así que el viejo con toda la paciencia del mundo se fue acoplando en las carnosas piernas de la chiquilla mientras su miembro se fue enterrando dentro de ella lo más lento y doloroso posible, embarrándose esta también con la sangre que aun salpicaba su sexo, así hasta que ambos cuerpos se tocaron de sus pelvis.

Lo que a continuación sucedió fue una casi réplica de la cogida de Penesio, con la diferencia de que ahora este viejo obligó a la nena a chuparle su sangrienta verga mientras Culandro se la cogía de la manera más humillante posible, tratándola como una vil muñeca de trapo, como si esta fuera un juguete, un entretenimiento para su sádica diversión, un hoyo donde se mete la verga, uno de esos juguetes en forma de vulva que venden para disfrute de los solitarios hombres.

El gordo enterró sus dientes entre los alucinantes senos de la chiquilla los cuales se bamboleaban por los fornicadores movimientos soltando gotas de sudor a cada una de las direcciones cardinales, mientras Penesio literalmente la cogía por la boca, llegándola a jalar de manera que la cabeza de la nena quedara colgando del sillón y Penesio diera la impresión de darse de sentones sobre su carita enterrándole su verga hasta lo más profundo de su garganta, dejándola a un paso del asfixiamiento, que quizás hubiera sido lo mejor ya que era el momento en que el culo de Penesio quedaba lo más cerca posible del rostro de Dulce y recuerden, Penesio era el cagado.

La verga del desdentado se enterraba en esa castigada boquita, por momentos se quedaba mucho tiempo ahí clavándole hasta el fondo toda su irregular vaina mientras sus huevos se aplastaban contra la respingada naricita de la nena, impidiéndole el poder respirar libremente, comenzando ella a manifestarse con visibles arcadas que inflaban sus cachetitos lo que indicaban el alto grado de salivación que ahí se debía de estar creando, y cuando la verga era retirada, como lava emanando de un volcán salían las caudalosas corrientes de saliva regando a su paso el inmaculado rostro de la jovenzuela.

El gordo Culandro tomó a la nena y sin el menor esfuerzo la volteó boca abajo, acomodó su tembloroso cuerpo a manera que adoptara la posición de perra y una vez hecho esto se mandó otro poderoso envión que entró directo en esa adolorida panochita, la torturada chamaquita solo se quejó con un casi mugido, el viejo la tomaba de las caderas para equilibrarse comenzando una verdadera carnicería pues la nena más que gemir gritaba como si la estuvieran desmembrando, al viejo Culandro esto lo excitaba y lo alentaba a seguir, mantenerse constante y aumentar el ritmo de sus frenéticas y ferrocarrilescas embestidas de rinoceronte.

Poco después el viejo ya no se satisfacía en esa posición y ahora tomaba a la nena de su cuello, aplicando una especie de llave de lucha libre como si quisiera hacerla que esta se rindiera en un cuadrilátero, y de nueva cuenta principió con otra serie de mortales apuntalamientos los cuales en cada lanzamiento hacían crujir jugosamente la encharcada vagina, para esto Penesio ya había tomado nuevamente posesión de los terrenos bucales de la apetitosa carne que tenía a disposición, pero regresando a Culandro el muy valiente le había sacateado al trompo con Pancho, pero que tal aplicando llave de luchador con una indefensa y maltrecha muñequita.

Esta pose resultó ser más cansada, puesto que Culandro tenía que hacer mucha fuerza en esos constrictores brazos al aplicar su castigo, mientras la pobre nena ya casi sentía que le era desprendida su cabeza del resto de su cuerpo, un dolor y marca roja en su cuello quedaron como resultado de tan abominable martirio, pero no contó con que el gordo ahora se iría con su fino cabello, el mugriento y grasiento cerdo sin sacar su verga de la panocha de Dulce se aferró de los cabellos de ella, con una mano tomó un abundante mechón y con la otra pues otro, simulando algo parecido a las riendas de un caballo, una yegua, o mejor dicho una potranca a la que le ha llegado el momento para su domesticación.

De este modo se inició la más salvaje de las contiendas jamás vista por Pancho y Felipe, quienes completamente empalmados por los sonidos y olores a sexo reían y brindaban ante la animalesca situación compadeciéndose de ellos mismos de que por lo menos les quedaba disponible el culo de la adinerada, las velocidades de ataque por parte de Culandro aumentaron considerablemente, mientras el pobre bollito de la chiquilla era castigado hasta la saciedad al mismo tiempo que era jalada con fuerza desmedida de sus cabellos, su carita demostraba un aspecto como si no sintiera nada de esto pero claro que lo sentía, solo que el mismo dolor era tan fuerte que se había convertido en una misma anestesia, las nalgas de Dulce estaban al rojo vivo debido al catastrófico choque que mantenían contra la panza del viejo y más rojas se pusieron cuando este animal la soltó de uno de sus mechones para ajusticiársela con lacerantes nalgadas que no se sabían si hacían llorar, pujar o bramar a la hembra.

El que si pujaba era el gordo, se estaba quedando sin energías, su cuerpo estaba tan caliente hierro fundido pero no paraba pues sabía que, hasta quien sabe cuándo podría volver a presentársele una oportunidad así.

-jejeje, así es como tratamos por aquí a las francesitas presumiditas como tú,- bufaba el repugnante sujeto en los colorados oídos de la ocupada muñequita, pero cuando el cerebro de la nena estaba procesando dicha oración pudo distinguir que el que se dedicaba a cogerle la boca también alegaba.

-noooo, nooooo, aun nooooooo!!- justo en ese momento la entrante y saliente verga de Penesio se despanzurró dentro de la boquita de Dulce.

La nena sintió un asqueroso sabor amargo, probaba la flemática consistencia de esa inmundicia cuya capacidad de crear vida aún no se había perdido por completo, la nena se comenzó a trocar, a expulsar esa asquerosa sustancia que sentía le estaba llenando su boquita con su pegajoso hedor, lo que de su boca salió era la cosa más desagradable jamás vista en su joven vida, eso no era blanco, era completamente verdoso, y pensar que un trago de eso se la había ido directo hasta su estómago, volteó a ver al viejo deslechado solo para admirar la retorcida imagen que este poseía en su, si eso se podría llamar cara.

Penesio estaba muy contento, el ver a la nena con su boquita bien abierta y de esta escurriendo su semen era una situación digna de fotografiarse, enmarcarse, mandarle una copia a su madre y pegarla en el refrigerador de su casa, así que chiflando quien sabe que canción se metió su verga dentro de la boquita de la nena para comenzar a revolver el esperma de la misma manera que se revuelve la sopa, desde que la boquita de Dulce había alojado dos vergas esta aún no se había cerrado, para Dulce era imposible realizar esta acción, su mandíbula estaba aparentemente trabada.

Pero el hermoso rostro de la nenita nuevamente se fruncía, pues a pesar de tener impregnada la asquerosa mezcla salida de los testículos del viejo esto no impedía que ella pudiera orgasmearse por segunda ocasión, todo porque el pervertido de Culandro no había dejado de toquetearle el sensitivo clítoris, abriéndose ella de patas para dejar caer su néctar, el cual goteaba desde lo más céntrico de su rajita mezclado con algo de sangre y líquidos lubricantes del viejo.

La nena, como toda una muñeca de trapo, fue volteada a manera que regresara a su posición original o anterior, boca arriba, para nuevamente ser penetrada sagazmente por el despiadado de Culandro quien se había apropiado de ese bollito y más ahora que Penesio se había vaciado dando a entender que estaba fuera de combate.

La nena estaba toda desnuda, su cuerpo estaba muy sucio, lleno de mugre, cochambre, grasas cubriendo su cuerpo, así como vómito pues momentos antes a Culandro lo había atacado una arcada y alcanzó a vomitar llenando de camaroncitos mal desintegrados por sus jugos gástricos los enormes pechos de Dulce y en su rostro mucho semen y flemas embarradas, la modelo no se había dado cuenta cuando una gran cantidad de moscas mascotas de Penesio y Culandro ya la habían aceptado como un cuarto miembro y revoloteaban al lado de ella, aterrizando sobre su antes pulcra piel, pero aun así en estas arcaicas condiciones la nena siguió experimentado en contra de su voluntad repetitivos orgasmos.

Los orgasmos que la joven experimentó a partir de ahí la fueron dejando sin fuerzas hasta el casi estado de coma, miraba a Pancho y a Felipe masajearse sus vergas con la visible intención de unirse a la cofradía y reconocía que no soportaría tanta crueldad, estos viejos la matarían a orgasmos, miró al techo aun con la esperanza de ver algo que la salvara, quizás un ángel bajando del cielo; sintiendo como su vagina era reclamada para Culandro mientras esta reía de forma mórbida y chocaba esos cinco con su amigo Penesio mientras este sorprendentemente y en contra de todo pronóstico le llenaba nuevamente la boquita con su recuperada verga, de pronto un último orgasmo la abordó, la nena se corría al tiempo que gemía ahogando sus berridos en la verga de Penesio, su lengüita apenas y podía ser apreciada asomando tímidamente tallando el grueso mástil.

Sintió como algo caliente chocaba con sus paredes uterinas mientras escuchaba al viejo Culandro gruñir y repetir una y otra vez que se corría, cabe recordarles que Culandro tenía meses que no cogía ni se masturbaba así que tenía dentro de él todo un almacenamiento de esperma en sus testículos tan abundante como para en caso de una extinción masiva poder repoblar el planeta, y la cantidad de semen fue evidenciada al rellenar por completo la fértil vagina de Dulce.

Primero un ciclo de ininterrumpidas pulsaciones pudieron ser apreciadas atacando la verga de Culandro, indicando que en cada una, una potente ráfaga de prolífico semen era velozmente enviada hasta lo más recóndito de la matriz de Dulce, después de unas diez, doce o quizás quince inyecciones el líquido fue tanto que este comenzó a derramarse (la verga aún estaba dentro) debido a que ya había rellenado a la modelo por dentro, cayendo sobre el apestado sillón y formando una gruesa posa del mismo.

Por su parte Penesio hacia presión en su verga mientras esta alojaba solo el glande dentro de la boca de la recién fertilizada chiquilla para, en poco tiempo, comenzar a vaciarse también y nuevamente, demostrando las mismas pulsaciones vergales de su pepenador compinche, de igual modo la boca de Dulce no pudo soportar tanto semen y comenzó a desbordarse en este mismo debido a las regurgitaciones de la nena por mantenerse consiente, teniendo que tragarse ahora más porciones de este, sentía la cuantiosa y espesa secreción bajar lentamente por su garganta.

Los viejos experimentaron la más grande y épica corrida de sus vidas, los niveles espermáticos que expulsaron rebasaban lo convencional, el dolor sentido en sus vientres bajos los obligó a doblarse por la mitad y así tímidamente ambos ogros se fueron acomodando al lado y encima de su hermosa y desvirgada doncella, Pancho y Felipe se acercaban a comprobar si alguno de los tres seguía con vida pues ninguno se movía ni nada, los tres cuerpos amontonados lucían inertes y llenos de moscas que se despabilaban ante el acercamiento de Pancho, el ojo que había observado todo tenia ratísimo que se había ido, pero ¿de quién se había tratado?, ¿Quién había estado observando la enferma escena sin poder haber hecho nada?.

—————————————————

Poco más de dos horas antes, en el cuarto de Pancho…..

La otra despampanante fémina, la Margarita encerrada se había decidido, utilizaría las herramientas que su amiga le dio para abrir la puerta que impedía su libertad, demoró algo pues la nena era tan femenina para sus cosas, delicada y no acostumbrada a este tipo de trabajos consistente en golpear el cincel con la maceta para que este rompiera la chapa, al final lo logró.

Para Margarita poner un pie fuera de su cautiverio debió de haber sido algo parecido a la experiencia que tuvo Neil Armstrong cuando se supone puso un pie en la Luna, avanzó sigilosamente entre las sombras, era de noche y su felino camuflaje negro le ayudaba a pasar desapercibida por donde un grupo de borrachos a lo lejos gritoneaban por algún malentendido.

Aprovechó que la cantina podía ser rodeada por un chapeado caminito cuyo final daba a la calle, una vez allí volteó para ambos lados, casi no había personas pero la verdad era que no sabía en qué parte de la cuidad estaba, esperó un rato a ver si algún taxi pasaba pero nada, al parecer la zona era tan peligrosa que ni los taxis entraba, la calle en uno de sus extremos comenzó a llenarse de vagos malvivientes de aspecto drogado y cholo, lanzando botellas de aquí para allá y golpeando coches y todo lo que encontraran a su paso, era un auténtico caos, algo parecido a cohetones se escuchó aún más lejos, o “¿habrán sido balazos?”pensó la nena.

Estaba pensando en regresar al cuarto, la verdad que no sería muy buena idea caminar por la calle en esas condiciones sumado a la provocativa forma que vestía, parecía una puta en todas sus letras, una actriz porno al inicio de una escena gangbang, en eso desvió su verdosa mirada hacia el otro extremo de la calle y descubrió un local que había servido de referencia para la mejor ubicación de un edificio en donde se supone se encontraba su papacito, aun no lo creía pero solo quería comprobarlo.

Así que valientemente y no importando lo que podría sucederle caminó lo más rápido que pudo, su excelso caminado más que para llegar deprisa a algún lugar parecía más para llamar las miradas de los machos que ahí se encontraban, que en esa esquina eran varios, todos borrachos, y se suscitó una chifladera acompañada de cualquier cantidad de peladeces en donde lo que más se escuchaba eran cosas que podrían hacerle a tan suculenta hembra a la hora de estar en la cama y de cómo sus agujeros podrían ser utilizados de maneras para ella nunca antes escuchadas, una hembra salida de las mismísimas entrañas del infierno y enviada a la tierra a seducir a los machos para de esta manera tenernos asegurados por toda la eternidad en el abismo.

La niña no hacía caso y seguía su camino, bajando su vestido constantemente pues el caminar se lo levantaba, pero Margarita pasaba por un dilema, el vestido era en extremo corto y carecía de tirantes sumado a los cada vez más grandes orificios que se alineaban a un costado de él, había escogido el más emputecido precisamente para salir esa noche, si lo bajaba intentando cubrir sus piernas este se bajaba de sus senos casi exhibiéndolos en su enorme y carnosa totalidad, de la misma manera si lo subía de su escote este se levantaba de la parte de abajo mostrando a todo transeúnte que por ahí circulaba el nacimiento de sus orgullosas nalgas, si se ponía atención, se tenía suerte y una perfecta ubicación se podía apreciar entre sus muslos una tonalidad negra tapando en donde claramente se encontraría ubicado su sexo.

La nena llegó al edificio buscado, veía que una de las puertas de las láminas estaba abierta así que entró, sin saber que el viejo Lucio, aquel que había perdido su derecho a participar en la anterior escena que en estos momentos aún no se llevaba a cabo, se dio por irse detrás de ella; el viejo dejó que la joven se adelantara pues no quería que advirtiera de su presencia, pero aun manteniendo una considerable distancia podía escuchar el desquiciante y alterante sonido que producían sus tacones en el piso de loseta.

La nena llegó hasta donde unas escaleras, algo le decía que debía de subirlas, que su papacito se encontraba arriba, en el último piso, su idea era liberarlo y escapar de ahí como fuera, subió esquivando cualquier cantidad de cajas viejas, aparatos electrónicos, eléctricos y electrodomésticos robados hasta que llegó al tercer piso.

Allí un largo pasillo con varias puertas encontró, colocó muy sensual uno de sus dedos en sus anhelados labios meditando en cual puerta podría ser, se dirigió a la primera, al parecer cerrada con llave, la empujó pero nada, aunque susurró la palabra “papá” nadie le respondió, caminó a la segunda y lo mismo, decepcionada intentó con la tercera y esta si accedió, pero encontró algo parecido a un salón de clases abandonado, un ruido y unos alegatos llamaron su atención, con la respiración profunda elevándole todos sus encantos caminó hasta allá, justo cuando se disponía a abrir la puerta la intimidante voz de Pancho la heló.

El gordo estaba ahí al parecer platicando con otro viejo, después escuchó que se trataba de Felipe y no solo eso, más voces así como un ladrido de perro se escuchaba, pensó que a lo mejor estarían maltratando al pobre animal, ella que tanto apreciaba a los animales en especial a los perros y se indignaba de este tipo de tratos, pensó en socorrer al pobre desamparado, pero como, sus fuerzas eran nulas comparadas con las del viejo quien al parecer tenia compañía, llegándose a pensar que se trataba de toda la banda ahí reunida.

Margarita pensó que sería mejor abandonar el lugar, si los viejos la descubrían posiblemente ahí mismo se la agandallaban, así que entristecida por el pobre animalito decidió irse de ahí, pero justo en ese momento descubría un orificio en la pared, “y si echo un vistazo” pensó, para de esta manera cerciorarse de lo que estaba sucediendo, así que agachándose muy sutilmente regalándole a Lucio una prefecta visión de su espléndido trasero aun virgen y levantado aún más con la ayuda de las exageradísimas zapatillas de plataforma que portaba asomó uno de sus verdes ojitos por ahí y comprobó lo que ya se venía relatando.

Un par de viejos desconocidos para ella maltrataban oralmente a una mujer, después por algunos movimientos de estos que le permitieron observar a la otra fémina se dio cuenta de que se trataba de una chiquilla quizás de su misma edad, muy hermosa, rubia y de cuerpo muy estilizado, por un momento se le vino a la mente el horrible suplicio por el que ella tuvo que pasar cuando llegó aquí, y enojada apretaba sus puños como queriendo meterse ahí mismo y poner en su lugar a todos para librar de ese sufrimiento a su congénere pero se dio cuenta de que nada podía hacer.

Decidió irse pero antes de despegar su ojito de ahí observó como la monstruosa verga de Pancho le quedaba a escasos dos metros, con solo verla la sentía casi adentro de ella, imaginando la última vez que la masacró empezó a sudar de la parte superior de sus labios, continuo en esa sugerente e invitante pose mientras el depravado de Lucio la veía a partir de donde terminaba la esquina de la pared, este desagradable sujeto ya estaba completamente borracho pero lo suficientemente consiente como para saber que hizo, que estaba haciendo y que quería hacer.

El sujeto de por si era espantoso, y en estado embriagado era lo que se podría decir lo más parecido a un zombie, no tenía mucho control en su cuerpo pero su verga estaba tremendamente embravecida, era de agradecer que este tipejo aun poseía su cabellera casi completa pero terriblemente desordenada, enmarañada y grasosa, sus abundantes cejas formaban una sola, contaba con unas piernas muy cortas en proporción a su cuerpo y demasiado rechonchas dando la impresión de poseer la complexión de un enano con una estatura un poco mayor, pues la altura de Lucio era la más corta de toda la banda, incluso la misma Margarita aun sin tacones era 5 centímetros más alta que él y ahora con las zapatillas de plataforma le parecía altísima cuando en realidad la nena apenas rasguñaba el 1.77 mts.

Margarita seguía toda ida, hipnotizada, viendo como Pancho masturbaba su brillosa herramienta, como aun con su callosa mano, que casi era un guante de béisbol, al abarcarla aún quedaba de fuera poco más de la mitad de la longitud de esa barra, de repente sintió su vaginita nuevamente escurrirse, se dio cuenta que aún tenía un orgasmo retenido y que su vagina estaba más sensible que nunca, sus caderas ya habían adquirido un sutil pero perceptible movimiento de balanceo.

Se dijo para ella misma que quizás podría masturbarse ahí, total que nadie la veía, así que tímidamente llevó su delicada manita derecha hasta donde se encontraba ese trastornante y aromático reducto vaginal, cuando la manita tocó su parte íntima fue capaz de experimentar la más caliente y mojada sensación vulval jamás recordada, su tanguita estaba empapadísima.

Sus muslos se abrieron para permitir mejor el acceso, estirando sus músculos y ligamentos al máximo, sus piernas se veían tremendamente trabajadas, como si la nena llevara años ejercitándolas, sus dedos lentamente llevaron a cabo el primer roce, fue exquisito, delirante, destellante, electrizante, y no pudo quedarse solo con ese, de ahí siguieron más, cada vez más recios e intensos hasta que sin darse cuenta, la caliente chiquilla ya se encontraba gimiendo delicadamente, hay que hacer mención que la nena no se masturbaba con la enferma escena carnal, ella tenía sus verdes ojitos fijos en la pulsante y babeante verga de Pancho, no existía otra cosa.

El equino estaba embrutecido, no podía creer lo que veía, la nena quería verga, se estaba tocando su pepa sin disimulo, y algunos gemidos eran tan audibles que llegaban a los llenos de cerilla oídos de este. Sabía que este era el momento que había estado esperando, quien sabe cómo vergas la nena había llegado hasta ahí, lo importante era que estaba, así que decidió salir de su roedor escondite dirigiéndose a esta muy lentamente, caminando de manera torpe debido a su alcoholizado estado y, una vez estando a escasos tres metros de la chiquilla vestida de prostituta dio un último trago a su mula de a litro para dirigirse a la fémina.

-que vergas haces aquí?!!- Margarita reaccionó dejando de hacer lo que hacía, quedándose callada.

-te pregunté, que que vergas haces aquí?!!- la nena veía a este viejo mirándola con cara de pervertido, una de sus manos limpiaba el escurrimiento de caña que de su asquerosa boca bajaba mientras la otra empuñaba una moruna como la de Felipe, el viejo chaparro venia armado.

-Don……… Don Lucio, buenas noches, yo estaba, este…… eh, este- la nena no tenía excusa para defenderse, sabía que venía desarmada y eso la ponía en gran desventaja.

-te voy a decir lo que estabas haciendo puta caliente, te estabas rascando la concha, tienes la concha caliente verdad jejejejeje- el impúdico sujeto le regalaba a la nena su sonrisa mas aberrante, cariada y repugnante.

-nooo, no, este yo- la colorada chiquilla había sido descubierta en una de sus zorrerías.

-me estás diciendo mentiroso??- gruñía el vetusto sujeto.

-no Don Lucio como cree, yo, ay no que pena-

-pues ahora mismo me vas a decir que es lo que estabas haciendo perra caliente, o te rajo el frijol (clítoris) con esto- dijo el viejo enseñando su moruna.

-yo, estaba viendo, solo estaba viendo lo que pasa ahí adentro pero ya me iba, adiós, con su permi..- la nena avanzaba hacia el viejo.

-cállate, eso no es cierto, me estas agarrando de pendejo verdad?- el viejo decía todo esto, pero sin gritar, sabía que ante un levantamiento de voz Pancho podría aparecerse y echarle a perder todos sus sueños e ilusiones.

-no no, Don Lucio por favor, guarde eso antes de que alguien pueda salir lastimado- dijo Mar pues Lucio comenzó a mandar morunazos al aire, escuchándose como el filo de la hoja cortaba el viento.

-así que estabas viendo?, nada más,- preguntaba el bastardo.

-sí, se lo juro-

-te diré algo, te dejaré ver otro poco con la condición de que yo pueda ver contigo, los dos juntitos jejeje,- la risa del viejo era por demás pervertida.

-no, ya me iba, gracias de todos modos-

-calla puta, no he terminado, si tu respuesta es sí, los dos veremos cómo se cogen a la otra puta que está ahí adentro, pero, ahí un pero, si tu respuesta es no, en este mismo momento te acuso con Pancho que andas afuera sin su permiso jejeje, y sabes que te va a hacer, una es que te agarre a cuerazos y la otra es que te ponga a que le ayudes a la zorrita con los apestosos esos, tú decides jejeje, que sea rápido- un silencio sepulcral reinó en el ambiente, un sudor frio comenzó a cubrir el carnoso cuerpo de Mar, una risa macabra atravesaba la caballuda cara de Lucio.

-está bien, puede ver conmigo, pero deje esa moruna ahí- dijo la nena pues no tenia de otra.

-y quien eres tú para poner condiciones, tu solo eres una puta que sirve para darle caña jejejeje- Lucio intentaba meter su sucia mano por debajo del vestido de Mar, ella como era de suponerse se lo negó.

-ahora, sigue viendo, diez minutos tú diez minutos yo y así nos vamos- Mar sabía que debía de obedecer, ya no quería seguir viendo pero si no obedecía al viejo lo más seguro es que este cobarde gritaría el nombre del coloso, así que sin más volvió a inclinar su tremendo cuerpo no sin antes dirigirle una mirada de enojo al hombrecillo centímetros mas chaparro que ella.

El casi enano veía como el cuerpo de Mar al agacharse estiraba todas las fibras del vestido hasta el desgarro, su culo era casi traslucido por el nivel de tensión que se generó en la prenda, veía la casi infantil espalda siendo claramente superada en anchura por las desarrolladas caderas, y que decir de ese medianamente tapado culo, el de Mar era casi comparado con el de una yegua mientras que el de Lucio era solo el final del espinazo, el viejo sería muy pendejo si solo se limitaba a mirar ese cuerpo sabiendo que estaba caliente, así que decidió acercar su rostro al de la mirona chamaca.

-jejeje, que está pasando ahí dentro?- dijo mientras se acercó tanto como para que Mar aspirara su caliente aliento, además de poner una de sus manos en una de las desnudas nalgas de ella, la nena puso cara de asco pero le contestó a su pregunta.

-están dos viejos, uno gordo y otro más panzón, hay un perro muy grande, una chava como ahhh- gimió la nena mordiéndose el labio inferior, Lucio se había atrevido, su mano había bajado por toda su nalga hasta su conchita y se la estaba masajeando, la sensibilidad de todas las yemas de sus dedos unidas en ese punto.

-qué te pasa culo, porque te detienes, sigue contándome- Mar siguió relatando lo que sus ojos veían, cabe decir que a partir de los expertos y vulgares manoseos la voz de la chiquilla se endulzó y sensualizó escandalosamente, y sus labios adquirieron una forma casi de mamadora profesional.

-ohhh, en serio, eso se oye muy sucio, tengo ganas de masturbarme, porque no me masturbas, anda, sácame la verga- dijo Lucio y como si Mar fuera un robot programado dirigió una de sus manitas hasta el abierto cierre del pantalón del casi pigmeo, pero esto lo hizo porque Lucio la invitaba a hacerlo golpeando uno de sus bracitos con la fría hoja de la moruna, veía a Lucio borracho y recordaba a su papá, a un hombre borracho mejor seguirle el juego ya que es capaz de hacer cualquier estupidez que en ese momento su retrasado cerebro puede llevarlo a realizar.

La nena tocó un tubo caliente y gordo, comenzó a inspeccionarlo como si quisiera detectar en el alguna rara tumoración, mientras Lucio estaba feliz sintiendo esos deditos apretujarle femeninamente la verga, según el fino tacto de la hembra la verga debería de ser también generosa así que sin importar todos los malos ratos que este viejo le había hecho pasar sacó la herramienta de tan verde viejo, lo que los ojos de Mar vieron fue algo indescriptible, excepcional, de esas vergas que vienen al mundo cada que termina un ciclo del calendario maya, quedó hasta boquiabierta al contemplar las desgarradoras medidas que se gastaba el más pequeño de la banda, la verga ahí presente debía de medir fácilmente unos 26 centímetros y aprovechando la reducida altura de Lucio y sus cortas piernas esta daba la impresión de llegarle hasta las rodillas.

-jjejeje, te quedaste hasta pendeja verdad?- dijo Lucio quien no dejaba de observar y estudiar cada una de las reacciones de la joven ex cajera.

-este, yo, Don Lucio- decía Margarita, se relamía los labios constantemente, casi babeaba al vislumbrar la bíblica herramienta que el viejo traía pegada entre sus piernas, era como una versión algo diminuta de la trompa de un elefante, pero mucho muy grande para la media de un pene humano.

Margarita después de recobrar la prudencia se dispuso a seguir observando pero sin dejar de mantenerse aferrada a la verga del viejo como si esta se tratara de la mano de su ex novio, Lucio en cambio sentía como esa pequeña manita casi de niña le apretaba su verga de manera exquisita, sintiendo como su palma estaba libre de cualquier tipo de callosidad, pero el viejo casi se vacía cuando esta misma manita empezó a realizar una especie de fricción en su carnal exageración, la nena sentía que esta pesaba aún más que la maceta que cargo minutos atrás, quizás su peso era aproximadamente kilo y medio.

-te gusta mi verga zorra caliente- dijo el etílico sujeto llenando el ambiente con su sudoroso aroma.

-sii- fue lo que sus oídos escucharon para su sorpresa, nunca esperó escuchar esa respuesta, un susurro débil que se constató en la forma de posicionarse de los labios de la fémina, de la caliente zorra, caliente porque Lucio seguía tallándola de su panochita con la tanga en estos momentos a un lado, enterrándose entre el muslo y la carnosa vagina.

-¿qué te parece sin dejamos de ver a estos pendejos, y nos vamos a un lugar más cómodo?- preguntaba el pervertido sujeto casi sintiendo como se le salía el corazón de la emoción de esperar que la respuesta fuera precisamente, después de unos minutos de controversia en la mente de Mar, lo que sus oídos escucharon.

-sí, vamos, lo sigo- el viejo tuvo que hacer un esfuerzo majestuoso para no caer ahí fulminado de un ataque cardiaco, pero con una gran concentración de saliva en su cogote se llevó a la nena de ahí, buscando ese lugar cómodo del que hablaba.

El desesperado sujeto con crisis sexual llevaba de la mano a la nena quien solo se dejaba hacer, caminando de la manera más escandalosamente sensual que su cuerpo pudo representar, su vestido iba subido enseñando parte de sus lúbricos tesoros medio tapados pero a ella poco le importaba, ella en estos momentos solo obedecía a una parte en su cerebro que le decía que debía de seguir y a su vez obedecer al viejo en cada cosa que él le exigiera.

La pareja de amantes llegó a un cuarto muy oscuro, Lucio encendió la luz para dejar ver un baño en deplorables condiciones, al momento de que se encendió la luz toda una localidad de cucarachas huyeron despavoridas ante la presencia de las dos sombras, el baño estaba muy socio, la tasa ya era color verdoso, dentro de ella había algo indescifrable, negro y café, con un olor fuerte y con algunos gusanos típicos de cuando algo se descompone ahí rondando, pero para el viejo esto era una penthouse y la abochornada de Margarita al parecer estaba del todo cómoda.

Lucio bajó el asiento y se mandó la primera orden,

-siéntate zorra, y sácate los calzones- la muchachita obedeció y de la manera mas coqueta y lenta que pudo aplastó su tremendo trasero contra el asiento, juntó sus piernas y metió sus delicadas manitas hasta que estas encontraron los hilos de su tanga, lentamente comenzaron a deslizar la microscópica prenda hacia afuera, recorriendo todo sus muslos, llegando a sus rodillas, todo esto sin separar un solo centímetro sus piernas, y levantando muy coqueta las gimnasticas pantorrillas para terminar el recorrido, hubo un pequeño imprevisto pues uno de los hilos se atoró en uno de sus tacones pero no fue nada que la nena no pudiera remediar.

Debido al constante cambio que Margarita ha sufrido en los últimos días, pasando por situaciones de lo más deplorables, estas han de cierto modo causado estragos en su comportamiento a la hora de aparearse, la nena está confundida a partir de esa noche con Pancho, ni ella sabe que le pasa, quizás se trate del síndrome de Estocolmo, en este momento es llevada por una extraña e inexplicable sensación en su cabecita así como una sarnosa comezón en su panochita solo obedeciendo a su más rústico y malsano pensamiento, algo que ya hizo con Pancho pero borracha, aquí está libre de cualquier toxina……..

-la quiere?- dijo Margarita mientras su tanga giraba en uno de sus dedos, el viejo Lucio hasta se pellizcaba para asegurarse que esto no fuera un sueño o alguna ilusión creada por efecto del alcohol, a él no le importaba la manera tan puta en que la nena se estaba comportando, él lo que quería era cogérsela y quería asegurarse que al aventársele encima la nena no se evaporaría.

El viejo no contestó, solo se dignó a arrebatar la tanga de Mar de sus manos pero esta nena también era más rápida, o Lucio estaba tan borracho que era muy lento, que impidió que el chaparro se la despojara, el viejo pensó que aquí la nena se levantaría y lo mandaría a la chingada, por pendejo se la había olvidado la moruna allá arriba pero su sorpresa fue enorme al ver como la misma chiquilla se metía su tanga a su boca para después decirle.

-guiguemega- dijo con su boca llena de tanga, el viejo se abalanzó desesperado sobre esos carnosos labios fundiéndose en un marrano beso en donde ambas lenguas intentaban encontrarse pero el cacho de tela se los impedía.

Los suspiros de Margarita no tardaron en aparecer mientras que los bufidos de Lucio hacían lo propio, él la tenía buen aferrada de su cintura mientras ella hacia lo mismo de su horrible cara de caballo, ella empezaba a abrirse de patas mientras él iba acomodando su verga en esa celestial entrada que precisamente hoy pasaría a ser una más de sus conquistas, uno de los más perversos y violentos violadores golpeadores de mujeres estaba a punto de disfrutar de los encantos de la bella Margarita.

Margarita recordó lo grande que era eso que se acercaba a su concha pero no le importó, quería experimentar en carne propia que se sentía tener alojada dentro de ella algo así de desmesurado, Lucio sacó victorioso la empapada tanga de la boca de Margarita y le pegó una potente aspiración llevándose hasta sus enfisémicos pulmones todo el aroma de la hembra caliente, casi metiéndose por sus narices la prenda de la nena.

Pero recordó que tenía otro propósito, así que sin perder más tiempo apuntó su tosca longaniza y poco a poco la fue introduciendo en la hecha agua concha de Mar, ella se aferró con sus manitas de unos mohosos tubos que pasaban arriba, en los lados, de donde ella estaba sentada, presentando algunas goteras que sabrá Dios que tipo de sustancia era lo que de allí caía, sin embargo dichos tubos adquirían una posición perfecta como si estos se tratasen de algún instrumento para hacer ejercicio.

-ahí te va zorra!!!.- fue el mugido de Lucio cuando este lanzó un mortal arponazo en contra de ella, la verga de Lucio atravesó a Mar como si esta fuera de algodón pero casi a la mitad de su larga extensión esta se quedó atorada, y es que en esta parte el miembro se hacía más grueso y venudo, era tal la cantidad de venas que quedaban encimadas unas de otras, Lucio no podía permitirse esto y juntó tanta fuerza en sus caderas para después sacar un poderoso ataque que envió esa verga hasta el fondo de la rebelde cuevita.

Mar pegó un grito apocalíptico, salpicando muchas gotas de saliva en ese berrido, y es que la irrupción había causado en ella prácticamente un segundo desquintamiento, resultaba increíble que esta no le hubiera traspasado el útero, Lucio comenzó a mover su protuberante arma, con secos movimientos pélvicos sacaba de ahí unos 17 centímetros para después volver a meterlos con más fuerza, cada nuevo embiste aumentaba en fortaleza, aferrándose de la cintura de su pareja para que estos fueran más fuertes, mientras tanto, en cada golpe, toda la zona pélvica y monte venus de Mar se sacudían, en el vientre de esta podía apreciarse un tumor que crecía cada que el viejo metía hasta el fondo su mortífera carne.

La pobrecita chiquilla sentía como si estuviera siendo corneada por un toro, a esto ayudaba que el viejo bufaba y esto hacia más realista su alucinación, el rostro de la bella señorita quien solo había venido a ver si era cierto que aquí se encontraba su papi lucia desbaratado, su cabello rápidamente se vino hacia adelante por más que ella lo echara para atrás, y cada nueva acuchillada se movía y gemía desesperada.

Lucio decidió apoyarse ahora de los tobillos de la nena, separándoselos lo más que pudo, en esta posición los muslos de ella era exhibidos en su máxima expresión mientras el viejo con un suave movimiento en donde solo pendulaba su pelvis lograba meter gran parte de su venuda verga, quizás solo faltaban tres centímetros, Margarita gritaba en cada penetración, pero sentía riquísimo esa verga del macho que tanto asco le daba, ese macho que se excitaba hasta con ver gente agonizando, por un momento pensó que demonios estaba haciendo ahí atravesada por tan repugnante sujeto pero cuando se decidía por avisarle al viejo que era suficiente este la regresaba a su lugar con otro fiero apuntalamiento.

Uno de los golpes fue tal que se pudo escuchar como el cuerpecito de la nena había chocado con la parte trasera del excusado, pero también tuvo repercusiones en las facetas pervertidas de Margarita, sus ojitos se pusieron blancos así como sus cejas se fruncieron exageradamente mientras sus labios se abrieron intentando gemir pero al perecer este sonido se quedó atorado en su diafragma, la gruesa verga de Lucio seguía atravesando a la delicada conchita.

Mar liberó una de sus manitas y la llevó hasta su masacrado sexo, comenzó a realizar esos movimientos de representación fiel que llevó a cabo en la regadera de su casa (la de Pancho) embarrando en esa parte tan íntima y cuidada de su cuerpo una rara concentración de algo de apariencia oscura proveniente de la tubería, que, por las ininterrumpidas penetraciones de Lucio se empezó a batir por todo el territorio vaginal tanto externo como interno pues la verga del viejo se encargó de llevar lo más profundo que pudo parte de esa inmundicia.

Margarita había dejado de tocarse, ahora solo se dedicaba a ser una simple espectadora de como se la cogían, miró al viejo que se encargaba de hacerla hembra, estaba sudado, se había quitado su camisa mostrando un cuerpo mitad fofo mitad marcado, muy moreno y con algunos tatuajes en su cuerpo, la depravada de Margarita incorporó de su cintura para arriba para poder llenar de besos, mordiditas y lamidas el descuidado cuerpo del viejo llevándose a su boca todo tipo de salados sabores.

Lucio decidió cambiar de posición, ahora se sentaba en el retrete mientras Margarita se sentaba arriba de él y de frente y lentamente fue bajando sus caderas, su vagina literalmente iba devorando esa tiesa verga hasta que quedaron perfectamente acoplados, nunca pensó que su cuerpo pudiera comerse algo de semejante manufactura, obviamente después de mucho sufrimiento; la sensual chiquilla se aferró de la nuca del viejo mientras este hacía lo propio de la cintura de ella porque lo que se venía se veía descomunal, y así fue, Margarita hizo a un solo lado todo su cabello para comenzar con un legendario movimiento de caderas que sepa Dios o el Diablo donde aprendió a realizarlo, movía sus caderas como una auténtica batidora para después cambiar estos endemoniados y ordeñadores movimientos por severos sentones tan agresivos que el mismo Lucio estaba sintiendo que posiblemente no podría controlar a tan salvaje yegua relinchando arriba de él.

Y es que la casi desfallecida Margarita comenzó a ensartarse cada vez más fuerte, las piernas de Lucio estaban siendo demolidas por la desquiciada chiquilla quien no dejaba de gemir y gritar como una posesa, los espeluznantes sonidos que hacían ambos cuerpos al chocar espantaban a todas las alimañas que por ahí se entretenían mirando a unos seres muy lejos de parecer humanos así como los violentos sentones hacían cimbrar toda la planta en que se encontraban.

La nena estaba que ardía, su calor quemaba a su chaparro amante, este estaba casi con los ojos de fuera soportando a la hembra convulsionándose sobre de él, por momentos le era imposible sostenerla con todas sus fuerzas pues los meneos eran tales que superaban la fortaleza que este viejo poseía, en un sentón tan poderoso que la nena se dio este pobre hombre casi sintió que se le habían caído los huevos al suelo, posiblemente no hubiera aguantado mucho antes de caer muerto pero fue gracias a que Margarita tuvo un orgasmo que pudo descansar, Lucio había subestimado a Margarita, una nena que le había dado ciertos problemas en la cama hasta al mismo Pancho por la forma tan ruda de moverse cuando llegaba a su límite.

Nuestra nena se había corrido y se meneaba como si estuviera retorciendo por dentro la verga del viejo, a nadie sorprendería que si Mar se levantaba la verga de Lucio saldría formando alguna figura exactamente como las que hacen los payasos globeros, la nena aun moviéndose comenzó a besar el pecho de su hombre, subiendo esos carnosos labios hasta el sudado y percudido cuello de este, lamiéndolo y mordiéndolo como una vampiresa, para después besarlo en la boca con fogosos enredamientos linguales, solo así el viejo mostró signos de vida, estaba todo desparramado y respirando agonizantemente pues los movimientos habían sido brutales.

Aun así el recuperado Lucio quiso más, experimentó por vez primera como la vagina de Mar mordisqueaba las vergas que la penetraban y eso le había gustado, lo que Pancho contaba y presumía en la cantina era cierto, la nena comenzó a moverse de nuevo, ahora más lento y masajeándose sus pechos, al verlos Lucio se les mandó como perro hambriento, comenzó a estrujarlos, apachúrralos, aplastarlos uno contra el otro, juntándolos hasta que el par de pezones se unía y ahí fue donde su lengua comenzó a darse el mejor banquete de su podrida vida, completamente desubicado mamaba esos pechos saboreando el sazón que estos tenían, su asquerosa lengua se revolvía feliz pasando de uno a otro, los mordía enterrando sus dientes como si en verdad se los fuera a digerir, se separó de ello para verlos como le regalaban la mejor danza jamás vista.

-escúpeme perra- dijo el demente abriendo su bocota

-que?- preguntó Margarita quien acariciaba su rostro y cabello (de ella) al tiempo que no dejaba de ensartarse.

-que me escupas, aquí en mi boca,- dijo Lucio sacando su lenguota.

Margarita no estaba en sus cinco sentidos como para extrañarse por tan raras solicitudes, así que juntando en su boca la mayor cantidad de saliva que pudo lanzó el cuantioso escupitajo en contra de la boca de Lucio, pero al no ser muy buena para realizar esta actividad de mal gusto su escupo quedó colgando de su barbilla, aunque esto no fue impedimento para que esas babas llegaran a su destino pues Mar las recogió con una de sus manitas y la llevó hasta tan fétido lugar.

-ahora voy yo, te voy a enseñar cómo se escupe!!!, abre la boca perra mal parida!!!- dijo Lucio ya con las babas de Margarita y las suyas mezclándose dentro de él.

Ella obedientemente separó sus canosos labios lo más abiertos que pudo para recibir de la manera más repugnante posible una mezcla de sus babas con las del apestoso sujeto, sintiendo claramente la chiquilla cuando estas chocaron contra su lengua.

-no te las tragues, junta más saliva y escúpeme ahora tú, hazlo bien- dijo Lucio a una escupida chiquilla, la sudada pareja había detenido un poco su acalorante labor para poder comunicarse con claridad.

Margarita escupía ahora una mayor cantidad de saliva, esta vez lo hizo bien, prácticamente llenado de babas la boca del viejo y aun dándose el gusto de que algunos hilos colgaran de su barbilla (de ella), Lucio hizo lo propio y juntando una gargarea cantidad de babas tan grande que inflaban sus cachetes se mandó esa repulsiva mezcla hasta lo más fondo de la garganta de la nena, escupiéndole a bocajarro, así continuo la pareja con este extraño ritual de apareamiento, al final una muy estructurada y sofisticada red de hilos de saliva en todos los grosores formaban una compleja telaraña de cristalinas uniones entre el feo y rasposo rostro de Lucio y el suave y hermoso rostro de Margarita, y aun así la pareja se seguía escupiendo, solo pararon porque Margarita comenzó a vaciarse otra vez pues el bribón nunca dejó de pellizcarle el clítoris.

El borracho de Lucio la orientó para que ella quedara de espaldas a él, y así comenzaron a acoplarse otra vez, una posición muy excitante en donde la morena verga de Lucio se veía desaparecer entra las rosadas pieles de la nena, primero fue Lucio el que comenzó a taladrarla para después secundarlo la chiquilla con enloquecidos movimientos de pelvis, la nena terminó por recargar su cuerpo contra el de su macho, no tardaron en aparecer una negras manos que se apoderaron de sus pechos, cacheteándolos o jalando de sus pezones mientras ella se comía esa desabrida boca, la nena dejó de besar al depravado solo para gemir más fuerte y en pocos minutos volver a venirse expulsando un pequeño chorro de jugos desde su vagina, dejándole una clara sensación de ir al baño.

La nena no haciendo caso a lo que su cuerpo le dictaminaba siguió ensartándose en la agraciada y completamente babeada verga de Lucio, la nena aceleró sus drásticas ondulaciones mientras intentaba ver, con sus ojitos casi cerrándose, cuál era el procedimiento utilizado por su bollito para poder albergar tanta carne, pero al parecer después de un rato la posición no fue lo bastante cómoda, ambos cuerpo se resbalaban debido a tanto sudor teniendo que acomodarse en varias ocasiones así que la nena decidió regresar a la pose anterior.

Lentamente se desacoplaba mientras veía como la verga del viejo a raíz que salía de ella se iba acostando en la panza de este, por la forma en que le iba saliendo casi parecía que Margarita estaba dando a luz a una verga, ella se acomodó con sus potentes piernas ya temblándole y procedió a enclocharse de nuevo, la pareja de amantes continuo en lo que estaba, los gritos y grosería hacia la persona de ambos era tales como:

-zorra de mierda!!! Sabía que eras una hija de la gran puta!!!!!- obviamente esto era gritado por el cincuentero.

-si- la nena suspiró esta afirmativa palabra, ella estaba atravesando por un estado emocional algo retorcido que haría que comenzara a desgastar su garganta en groserías que en sus cinco sentidos nunca diría.

-sí que perra asquerosa!!!!!- ladraba el repugnante.

-sí, si soy mmmmm- decía la agitada chiquilla.

-si eres que ramera barata!!!,- el viejo soltaba a la nena de su cintura y comenzaba con todo un ciclo de fieras nalgadas, en donde el sonido de la según última no hacia otra cosa que animar al viejo a mandarse una más, ella simplemente arqueó su cuerpo y paró más el culo.

-si, siiii, siiiii Don Lucito, soy una perraaaa, una perra asquerosaaaaa, soy la perra de todoooossss!!!!!- el viejo quedaba hasta con la boca abierta a raíz de las fuertes declaraciones y confesiones que su puta en turno realizaba.

-jejejeje, demuéstramelo ahhhhhh, ensártate más duro, házmela polvo!!!- bramaba el imperdonable.

-siii, ssiiii, uuhhhhgg su verga es miaaaa!!!, miaaaaa!!!!, aayyyy dioooosss que ricaaaaaa!!!!!!- la nena obedecía al sacrílego sujeto para mandarse sus más yegüinas empaladas en contra de la astronómica barra.

-es la más grade que he probado en mi asquerosa vida de putaaaaaaaa!!!!!!!!- gritaba la nena, o quien sabe quién lo hacía por ella, sin embargo estaba tan fuera de sí que quería algo más…………. sádico.

-Don Lucio uuhhhhggg, escúcheme, óigame!!!!!, escúcheme maldito violador de mierdaaaaa!!!!- la nena se expresaba con diálogos propios de las mujerzuelas.

-perra caliente, estas tan cachonda que no te mides en tus palabrotas!!!!!- de más está decir que Lucio con esto se ponía mas duro.

-escúcheme hijo de su puta madre viejo cabrónnnn!!!!,- ahora la endemoniada era la nena, estaba tan embravecida que ese sencillo grito había implementado un temor en Lucio creyendo que esta perra en cualquier momento se lo despacharía a cachetadas.

Pero la nena en vez de eso pidió su sádico tormento.

-péguemeeee!!!, péguemeeeee!!!, agárreme a cachetadas por haber salido tan putaaaaa!!!!- la aun ensartándose nena agarraba al viejo de los pellejos que colgaban terminando su cuello y lo azotaba ferozmente contra el retrete.

-estas segura zorra hija de puercaaaaa!!- bramó Lucio adolorido de esa parte, la cual la nena ya había comenzado a amoratarle por tan severos pellizcones.

-si segura, péguemeeeeee!!!, no le gusta eso viejo pendejo?!! (la nena le mandaba otro escupo impactándolo contra su equina cara), no vive de pegarle a las mujeres??!!!, que acaso no le excita pegarle a una mujer?!! Péguemeeeeeeeeeeeeee!!!- gritaba la nena.

-pues hay te voy puta!!!- gruñó el desequilibrado sujeto y con la palma de su mano mandó una aberrante cachetada que le dejó fotocopiada la mano en todo el pómulo de la nena, tan bestial que pudo haberle sacado algunos dientes, por fortuna para la belleza de esta nena su dentadura quedó intacta.

-más fuerte viejo marica, que no tiene fuerzas!!!- gritaba la caliente Margarita presa de una calentura nunca antes experimentada, Lucio desde luego se ofendió y encolerizado mandó uno de sus mejores golpes pero esta vez a puño cerrado, la nena veía como esa apuñada mano venia acercándose cada vez más a su rostro hasta que después de sentir un tremendo impacto su visibilidad quedó a oscuras.

El impacto fue tan brutal que dejó a Margarita en un cercano estado al knockout, la cabeza de la nena se balanceó como si esta estuviera hecha de goma, de una de sus fosas nasales comenzó a rodar una gota roja, a pesar de que Lucio era el más débil de la flotilla su fuerza en los puños era aún muy superior a la de la nena, quien había dejado de mal hablar a partir del golpe.

La pareja siguió en lo suyo, a estas altura Mar ya no mostraba coordinación en su cuerpo, menos en su cabeza, ni siquiera en sus labios, o al menos eso parecía pues una de sus manos subió a limpiarse esa gota de sangre que rodaba por ellos, la nena comenzó a sentir el nacimiento de otro orgasmo pero también sus ganas de orinar ya estaban casi de fuera, el viejo se dio cuenta y comenzó a castigar el clítoris de ella con fuertes golpes de dedo, tanto hasta que terminó vaciándose primero en líquidos agridulces, apretando sus labios con sus dientes tan fuerte que casi hace sangrar a estos también, mientras que sus ojos no se unieron solo porque tenían el nacimiento de su nariz en medio.

Ella misma quizás tan acostumbrada a que la dejaran encuerada cada que se la cogían intentó desgarrar su vestido, pero no pudo, sus fuerzas no eran tantas, pero aun no pasaban las contracciones orgásmicas del todo cuando sintió como una gran cantidad de orines venían bajando sin la menor intención de detenerse, así que rápidamente quitó a Lucio de donde estaba sentado para ella misma levantar la tapa del retrete, liberando el mefítico aroma de esas extrañas y agusanadas formaciones, se abrió de patas lo más que pudo de la misma forma que abrió con una de sus manos sus labios vaginales, apreciándose lo rojo y abiertos que estos estaban, para comenzar a dejar salir ese dorado líquido.

Los meados caían chocando contra las porquerías de ahí abajo, en dicho choque varias gotitas de algo negro brincaban y alcanzaban a pegarse en los blancos y temblorosos muslos de Margarita, ella en tanto mantenía su frente levantada para evitar que le saliera más sangre mientras Lucio veía ese par de nalgas liberadas del yugo del vestido y como de en medio de sus abiertos muslos caía el líquido.

Una vez que la nena terminó de mear dirigió su hermosa mirada al viejo, dicha mirada ya no era de esa niña viciosa y desfallecida que hace poco mero se telelea arriba de él, esta vez su mirada era tan inocente, tan tierna, tan distintiva de Margarita que hacía imposible creer que esta niña hace poco estuvo gritando tantas obscenidades y moviéndose como un remolino, debido a que ella aun portaba las zapatillas es que había una notable diferencia de altura entre ellos.

Sin que el viejo emitiera palabra alguna Margarita se agachó, tomo la verga de Lucio y se la metió a la boca, pero el gran error de esta nena fue creer que se metía la de Felipe o la de Taco, ella empezó muy alegre metiéndose esa monstruosidad, alojó lo más que pudo dentro de ella pero no pasaron ni cinco segundo cuando ya estaba trocándose en saliva, aun así se lo tomó a reto, volvió a engullirla lo más que pudo para comenzar a realizar movimientos en su cuello propios de sus mejores mamadas de verga pero de igual forma se volvió a vomitar en saliva, de nueva cuenta esta nena se metió otra vez casi un total de 22 centímetros, lo que medía la verga de Pancho, comenzó a chuparla como toda una puta pero esta vez la arcada no pudo ser controlada y se vomitó expulsando lo que Silvia le había llevado de comer algunas horas antes.

-ay- dijo la nena completamente apenada.

-ahh que puerca eres, deja eso, abre la boca que te los voy a echar todos- dijo Lucio, la nena solo sonrió mostrándole sus dientes superiores e inferiores muy juntos, esta vez no blancos pues estaban cubiertos de residuos de vómito.

La señorita abrió la boca lo más que pudo y sin más el viejo, después de haber tenido muchos meses sin coger, se desparramó en semen dentro de la boquita de Mar, la llenó completamente no viéndose dentro de ella otra cosa que no fuera líquido marfilesco, solo su lengua por momentos alcanzaba a salir a la superficie de ese mar de semen.

La nena con las piernitas muy juntas y sus manitas descansando en la rodilla de estas jugueteaba con el apestoso líquido, al parecer le había gustado el sabor pero después la sensación cambio a algo más desagradable por lo que recordando que el semen en la boca no se desperdicia sencillamente se lo tragó junto a los mal digeridos restos de su trocada comida.

Unos minutos después……………………

El viejo Lucio veía como la nena se acicalaba en el espejo del baño, al parecer para ella ya todo había terminado, peinaba su sudado cabello, tarareaba una dulce melodía, acomodaba su arrugado vestido y mantenía pegado en su nariz un pedazo de papel que ya se estaba llenado de sangre, pero el viejo aún seguía duro, lo suficiente para aguantarse otro raund, lentamente el viejo se acercaba por detrás, azotaba el rostro de la nena en el espejo del baño, por suerte este no se rompió sino los resultados en el hermoso rostro de Mar no hubieran sido tan hermosos, la nena por reflejo paró el culo, el viejo intentó nuevamente la penetración vaginal.

Sus largas e imponentes piernas aunadas a sus tacones imposibilitaban que Lucio pudiera penetrarla en dicha posición, su mediana estatura no era suficiente, no le llegaba, enojado el hombrecillo buscó algo para el ganar altura, por suerte encontró un par de blocks de construcción los cuales acomodó a manera que le pudiera llegar a la jugosa papayita de Mar, el viejo era capaz de quitarle los tacones a Margarita para ponérselos él con tal de llegarle, Lucio iba a mandar el primer empujón pero ya con verga en mano observó como el anal y virginal puntito de Mar pulsaba como pidiendo guerra, entonces preguntó.

-jejeje, te lo han hecho por el culo?- entonces la asustada Margarita defensora de su trasero dijo.

-no, por favor, por ahí no, dicen que duele mucho-

-ahh, eso no es cierto, no duele tanto, depende si el que te la coge te la sabe meter y yo si se jejeje- decía el viejo.

-es que, no sé, me va a doler- dijo Margarita, aún seguía caliente e inconscientemente comenzó a menearle el culo al viejo, una hembra cortejando al macho.

-no, no duele, anda, vamos a intentarlo- dijo Lucio ya punteando la entrada rectal de la chamaca.

-jijiji, no se Don Lucio- Mar también seguía el juego, ella hacía para atrás su culo para que ano y glande tuvieran un mejor contacto y así empezaran a conocerse, así estuvieron unos minutos en donde el culito de Mar ya se estaba acostumbrando a los besitos que le regalaba la verga del viejo, este pervertido al tener mayor altura apretó las nalgas de Mar en contra de su desmesurada verga, chaqueteándose su palanca con las carnosas posaderas de la niña, la tierna chiquilla ya suspiraba casi de amor con esos sucios movimientos, Lucio se dio cuenta y decidió preguntar de nuevo, caliente como un burro profetizaba que esta vez la nena aceptaría.

-entonces que putita, intentamos romperte ese culo que te cargas-

-ayyy Don Lucio jijijiji, romper es una palabra que se oye muy fea- dijo la coqueta nena.

-bueno, entonces, te gustaría que probáramos ese culito- Lucio le hablaba casi metiéndole la boca al oído, el viejo ya estaba casi que se volvía a vaciar en mocos.

-jijijiji, pero me promete que si me duele mucho, la va a sacar- decía la zorra de Margarita.

-si pendeja, si sientes que te está doliendo mucho me dices y te la saco- decía el viejo derritiéndose en sudor de la emoción de estar a punto de desvirgar un culo, y vaya culo.

-ehh, este, no puedo creer que vaya a decir esto pero si, está bien, quiero calar que se siente- dijo la nena arqueando su cuerpo, sacando aún más su culo y apretando sus dientes para resistir el seguro dolor que se avecinaba.

Pero justo cuando Lucio comenzaba a ejercer presión sobre ese culito la puerta del baño se abría, la pareja volteaba observando una enorme sombra negra, era Pancho quien miraba enojado como uno de sus compinches estaba disfrutando de su mercancía sin pagar y de cómo su mercancía le estaba dando el culo a este viejo, ¡¡¡¡¡le estaba ofreciendo la virginidad de su culo de a gratis!!!!!, algo que para el obeso sujeto era inconfesable, imperdonable.

-que se supone que están haciendo ustedes dos aquí!!!!!!!!- era como si el mismo Satanás los estuviera regañando.

Lucio parecía camaleón cambiando constantemente de color, mostrando casi todas las tonalidades en menos de medio minuto, mientras la pálida Margarita se acomodaba su vestido y se colocaba la babeada tanga.

-Pancho yo- dijo Lucio, a quien hasta lo borracho se le quitó, estaba más sobrio que nunca.

-nada cabrón hijo e puta, les dije muy claramente que tenían prohibido cualquier tipo de contacto con esta zorra, pero como veo que ya te me la disfrutaste tendrás que pagarme hijo e puta!!!, en este momento me pagas 15 000 mil pesos ya con intereses por haberlo hecho a mis espaldas, si no te corto los huevos aquí mismo- sentenció el viejo.

-y tu puta!!, que no te dejé encerrada!!, dime como vergas te saliste!!!, te ayudó este pendejo verdad!!!,- el viejo la jaló tan bruscamente de los cabellos tirándola al suelo y arrastrándola por todo donde se le podía, Lucio aprovechó el momento para salir corriendo completamente desnudo, como si lo fuera persiguiendo el mismísimo Diablo queriéndoselo coger por el culo con una verga de medio metro, dejando a la nena sola con el problema.

-esta si me la pagas escuchaste perra caliente, esta si me la pagas!!!!!- gritaba el endiablado sujeto echando lumbre por los ojos y engrosando las venas de su cuello, el viejo salió del cuartito pero no demoró en regresar con un cacho de tieso cable doblado a la mitad, aunque con voz más tranquila.

-en este mismo momento me vas a explicar cómo vergas te saliste o quien te ayudó a salir- dijo Pancho abarcando con su cuerpo toda la puerta y levantando el brazo en donde sostenía el cable, perdiéndose para los ojos de Mar en el brillo del foco, Margarita solo veía en el viejo toda la intención de darle la cueriza de su vida.

Continuara………………

Relato erótico: “Erika Garza, volver a empezar (Entrega 12°)” (POR RAYO MCSTONE)

$
0
0

Sin título

Las palabras y el empalme continuaban, las cuatro se veían y se escuchaban. Las cuatro beldades, Erika, Cristina, Gabriela y Evelyn  se envidiaban como buenas féminas, competían, gozaban y se dejaban dar con todo, moviéndose frenéticamente al movimiento de sus enculadores. Ellos igual, se veían, competían, se sonreían, se extasiaban al verse y seguían a plenitud.

La música electrónica interminable, repetible, contagiosa, rítmica se mezclaba con los gemidos, palabras entrecortadas, sudores, sonidos corporales, los glup, glup, plac, plac, hacían una esplendorosa sinfonía que no daba para acabar.

En el mundo exterior, Esteban contactaba, negociaba, movía los hilos para dar con el paradero de su patrona. Ya contaba con retrato hablado de los sujetos. Los había visto con claridad a pesar del intercambio de balazos. Los cuatro prácticamente estaban a punto de ser ubicados. En las grandes esferas del poder en México todo se puede resolver de un plomazo. Desafortunados los que no cuentan con dinero y caen en garras de algún conflicto legal porque lo más probable es que se los lleve la tía de las muchachas, no en este caso. Por eso mismo, activo la alarma verde para hacer público el suceso, ya que la orden de muy arriba llego para que esto se aproveche como un acto mediático de que el nuevo gobierno estaba listo para combatir la inseguridad y la impunidad del crimen organizado. Estaban seguros de poderla hacer. No había antecedentes de esos cuatro sujetos, por lo que se trataba de inexpertos que estaban en su primer caso.

Carlos y su familia estaban en un shock tremendo, la muerte inesperada y rara del jerarca y ahora esto. La autopsia revelo un paro cardíaco fulminante, pero lo extraño es que si fuera manejando hubiera chocado, tal vez se estaciono al sentir dolor y ahí quedo, fue la explicación a la que llegaron los especialistas. Claro que encontraron restos de viagra, pero eso por discreción ya no se le comento a la familia, sabedores del prestigio que se cargaba el extinto empresario.

Por otro lado, Pablo y Cesar, los atemorizados esposos de Cristina y Gabriela estaban a punto de conseguir el dinero.

Armando, el supuesto amigo fiel de Cesar ayudo, pero sin mencionar que sabía quiénes eran los secuestradores. Claro que ubico a Felipe y a Cipriano en la balacera inicial, sabía que era una venganza contra su Cristina, la hermana de esta, Gabriela y contra Erika Garza de Treviño, por lo de los otros días en él Zanzíbar. No identifico a Ricardo, aunque se le hizo conocido, ni conocía a Pedro.

Por ello de manera anónima en un principio, activo a Esteban cuando por los medios y las redes sociales se pedía ayuda. Cuando supo que había una recompensa, urdió todo un rollo para describir a esos dos tipos sin comprometerse, lo cual ayudo muchísimo, ya que con lo que Esteban había captado lograron concretar aún más las pesquisas.

Con esa ayuda, para Esteban fue muy sencillo rastrear que el lugar probable donde estuviera Erika secuestrada era el Bar Zanzíbar, también descubrió que era propiedad del difunto José Treviño. Pinche viejo, tenía sus movidas perronas, ya que supo que también era dueño del afamado Le Barón, el mejor putero de lujo para la clase alta y extranjeros adinerados de todo México, incluyendo incluso los del DF y de Guadalajara. No tuvo tiempo de avisar, solo vio que la heredera de esos dos negocios era Erika.

Precisamente en el DF, la transexual escort Natalia se enteraba de que su amiga había sido secuestrada y de la muerte del suegro; así como el sacerdote Iñigo Cantú de la Garza y el negro Luis en el pueblito cercano a Veracruz. Incluso el amigo albañil de Pedo y de Felipe, el verdadero albañil, el chaparrito Chido también vio por la Televisión toda la nota. Simplemente era la noticia del momento.

Tío Alberto, descansaba, el golpe recibido si le causo un leve daño que requería dada su condición física, de reposo. Explico que se había accidentado en su casa. Lo raro, es que no lograba tener erección alguna. El fuerte golpe fue en esa zona. En tres días lo revisaría un especialista. No estaba preocupado, ya que pensaba que era algo temporal, lejos estaba de imaginar que este resultado era parte de las consecuencias de todo este tinglado de encuentros. El destino estaba por jugarle un cambio drástico en su manera de ver, sentir, escuchar y vivenciar en general uno de sus gustos preferidos: el sexo.

Esteban solo solicito el apoyo pequeño de unas escoltas especializadas directamente de la Guardia Presidencial, ya rodeaba el Bar. Todo se veía oscuro. De alguna manera, él se lanzaba como punta, arriesgando su pellejo, ya que algo en el fondo le indicaba que así debía hacerlo.

Ya era cerca de la madrugada, cuando Esteban con aparatos especializados y en uno de los techos del lugar, ya que contaba con desniveles, pudo apreciar y escuchar lo que adentro acontecía, estaba solo, no le sorprendió en lo más mínimo que estos tipos estuvieran copulando con esas cuatro hermosas damas. Es muy típico que los secuestradores se metan con sus víctimas, tampoco le causó asombro alguno, que estas mujeres evidentemente estaban cooperando y gozando de lo lindo con la bestial copula que les estaban poniendo.

Adentro, el concierto de gemidos y sollozos era de una gloriosa opera celestial orgásmica, cada una de las cuatro ya había sido cambiada de posición para seguir siendo empalada y ya habían alcanzado para este momento un primer, liberador y catártico orgasmo…las cuatro se seguían observando, en sus miradas había un tácito reconocimiento al hecho de que estaban gozando, pero que no tenían de otra para ello. Las cuatro en el fondo estaban gozando como cerdas, un punto más que compartir entre estas beldades. No sería la primera, ni la última vez que el destino las juntaría. Incluso pudiera ser que en el futuro otras hembras vivieran experiencias juntas o por separado. Nadie sabe lo veleidoso que el infortunio puede ser.

Ricardo y Felipe conocían su negocio. El primero, puso atención y solo movió la cabeza para seguir empujando su virilidad hacia Erika, sabía que eran los últimos empellones, arrimones y metidas de su verga que le daría en esta ocasión. Le estaba gustando tanto, que se prometió a si mismo ver cómo le haría para volverlo a hacer y más que sentía como ese mujerón se rendía ante su genio y destreza en las artes del colchón. Ya había probado y quería más y también quería con las otras mujeres que veía eran igual de buenas y calenturientas que su pareja copulatoria actual, pero al parecer ya todo se estaba desmoronando. Con la mirada le indico a Felipe que pusiera atención al techo.

Felipe se avispo y con un gesto de enfado, ya que tenía las mismas intenciones y ganas que el otro y que si les hubiéramos preguntado a los otros dos, hubieran contestado: si queremos seguir cogiendo, cogiendo y cogiendo con estas hembras, con cada una de ellas. Lo que pasa es que Felipe tenía un control especial en sus manos que activaba cuando alguien se acercaba al Bar, pudo ver que ya estaban rodeados y que en el techo había un sujeto.

Ricardo de pronto en una voz clara les indico a todos: Camaradas, a la voz de ya al redil. No eran tontos, ya se habían puesto de acuerdo de que en caso de alarma, tendrían que correr hacia un túnel especial que el viejo Don José fabrico para la ocasión de huir y que les costaría trabajo encontrar a los que entraran a rescatar, descubrirlo. Para cuando eso sucediera, ellos ya estarían lejos de ahí, ya que incluso el túnel contaba con un pequeño tren que los sacaría de ahí por un buen tramo y luego patas para que las quiero. El túnel llegaba a uno de los costados del Río Santa Catarina, en una zona que antaño tuvo campos deportivos y que ahora ya estaba despoblado, producto de las avenidas de agua que se acumulaban y que ponían en riesgo futuro, el tener asentamientos humanos en dicho lecho. Los cuatro eufóricos aun por probar tan exquisito manjar femenino, solo se lamentaban de no llevarse dinero alguno y de tener que huir ya de la ciudad.

Las cuatro mujeres se sorprendieron, pero en el fondo descansaron de que los tipos extorsionadores se salieran corriendo así como estaban todos en pelotas hacia uno de los extremos de dicho recinto…solo alcanzaron a escuchar como Ricardo les gritaba:

Mijas, en la mesa de la oficina está toda la evidencia, les juro que ya no las buscamos más, ay que muera todo, chao preciosas, lastima del palo, estábamos muy bien…

Esteban escucho todo, por lo que ya entraba por un boquete que provoco con una granada exprofeso y activo la alarma para que entraran los guardias.

Como suele pasar en estos menesteres y al mejor modo del Gobierno Mexicano, uno de los jóvenes de la milicia, supuestos guardias especializados se puso muy nervioso cuando con las luces infrarrojas que por cierto no eran necesarias ya que había suficiente luz visualizo en todo su esplendor a cuatro bellas mujeres que se cubrían con minúsculas prendas y que todas juntas se abrazaban y lloraban. El muy pendejo en su susto acciono su letal arma hacia donde escucho ruido que no era otro que Esteban que solo alcanzo a lanzar una última mirada de su vida que se cortaba tontamente a Erika.

Las mujeres se pusieron a gritar y llorar como histéricas ya sin preocuparse de que los militares las vieran prácticamente encueradas.

Esteban murió de inmediato de un trallazo de balas que le atravesó pecho y cara. Una vez más, él había actuado bien, pero los que lo rodearon y que en teoría debieron ayudarlo en una muy fácil operación de rescate, provocaban no la primera ni la única muerte de todo este evento. Por cierto evento muy cotidiano en el accionar y vivir diario del país. Ya sea en el Norte, Centro o Sur, la población ignora todos los errores y sinsabores que se dan en los secuestros, en los supuestos enfrentamientos entre capos del narcotráfico, entre militares y crimen organizado, en fin solo un corolario más a tanta impunidad y corrupción. Ciertamente cada semana se medio sabe de algún suceso, lo único cierto es que en el actual gobierno han liberado al hermano del expresidente Salinas de Gortari, el afamado hermano incómodo, a la secuestradora francesa y en estos días que corren al capo Caro Quintero y más tarde a su principal lugarteniente, un tal Chucky que vive en la Comarca Lagunera, ambos ya se encuentra prófugos de la justicia….solo en este bendito lugar pueden suceder esta clase de pendejadas. Fácilmente, cualquier Director de Cine o de TV podría realizar esta historia, o como para una serie similar a Capadocia.

Solo separado por unos minutos, caía muerto por un robo a mano armada, el amante de Cristina, así es amigos, Armando que ufano había cobrado la recompensa, sin saber, en su ingenuidad, que dentro del mismo gobierno hay bueyes que pasan el pitazo a los ladrones cuando alguien cobra, ya que buscan tajada. Un simple burócrata, pero corrupto hasta las cachas paso el anuncio de que había un buen candidato para jalarse una lana. Un novato ladrón y un Armando que se negó en la calle a pocos metros de llegar a su auto, provocaron otra tonta y estúpida muerte. Al parecer la  justicia y el orden que a veces la vida acomete, estaba poniendo a cada quien en su lugar. Bien se dice que hay un Dios que todo lo ve y que tarde que temprano todos pagan en esta misma vida.

Pero como se mencionó anteriormente en el “Infierno compartido”, estaba a punto el universo de juntar diversos egos, intereses, objetivos y anhelos en donde el posible agasajo de sexo y dinero, sería trastocado quizás por uno de sangre y muerte. Otra vez la mano invisible de Dios todo poderoso colocaría a cada quien en su lugar, en su justo contexto, en una lógica en donde ni todo es bueno, ni todo es malo, sino todo lo contrario. Un amasijo de encuentros, de vanidades en donde este tránsito por la vida a veces es de lo más paradójico, pero que al final de cuentas transcurre normal.

Las mujeres fueron protegidas de inmediato por cobertores, el Jefe del Comando sabía que  la habían cajeteado y gacho, así que activo un código para que sus superiores controlarán a los medios masivos de comunicación, es decir, Televisa y TV Azteca, así como radio, prensa y revista especializada. Ellos detonaran un especializado comunicado, en donde el público en general nunca sabría la verdad, sino al contrario pusieron como auténticos héroes a este grupo de pendejos que cobraron sin ton ni son una vida.

De inmediato les metieron calmantes a las atribuladas beldades, que solo atinaron a medio saludarse y reconfortarse, sin saber que esta no sería la primera ni la única vez que en sus vidas se relacionarían. En un futuro, tal vez, sus mismas inquietudes y necesidades las volverían a reunir. Por el momento estaban sanas y salvas, pero impactadas por haber sido participes de un secuestro y de una orgía en toda la extensión de la palabra.

Ese secreto, de manera callada, intuían nunca divulgarían esta experiencia a nadie, se habían probado una a la otra, les gusto y se vieron tal y como Dios las trajo al mundo, realizando el acto sexual con cuatro hombres que las supieron llevar hasta el éxtasis. Cada una de ellas, tendría un largo recorrido por los senderos misteriosos y sacros del placer de la carne, su aprendizaje y sus decisiones en relación a la ley del deseo, al arte del kamasutra continuaría, son jóvenes e incluso en su edad madura, cuando la mujer es sabia y no le importa tanto el convencionalismo, volverán a empezar desde cero para tener un interminable camino de lujuria y goce.

No podían, ni debían ser solo mujeres de una opción varonil, su hermosura y su furia pasional no podían ser privativos de una línea aburrida, tediosa, lineal con una sola persona. Los maridos de las casadas no cuentan, la otra, la más joven, incluso tiene más trayectoria que conocer.

El Jefe Militar sabedor de su error; al ser el responsable de su equipo, resguardo todos los sobres, fotos, CD, que alcanzó a ver en un recipiente especial, sellándolo muy bien  y asegurándoselo a la Sra. Erika Garza, reconocía que ya no le permitirían otro fallo de magnitud tal. Su trabajo corría peligro desde ya. Tenía que quedar bien con esa mujer al menos.

Erika solo les comento a las otras, pierdan cuidado, yo lo guardo y lo destruyo. Aquí no pasó nada. Por fin nos liberamos de esos tipos.

Mientras tanto, los cuatro hombres: el detective Ricardo, Felipe, Pedro y Cipriano corrían por el túnel hacia su supuesta salvación, sin saber que el destino les tendría deparada una jugarreta cruel y paradójica.

En ese momento, un humilde albañil en la soledad de su pobre casa, donde solo vivía con su pequeña hermana y su anciana madre, observaba el revuelo que las televisoras hacían con el heroico y magnifico rescate de cuatro hermosas mujeres en su ciudad Monterrey. Una de esas mujeres era muy famosa, él por su parte, nunca había sabido de ella. Era ajeno a las personas afamadas de su ciudad, salvo los jugadores de su querido Tigres, tales como el corajudo DT Tuca Ferreti, Lucas Lobos, Damián Alvarez, Tito Villa, etc. Ese albañil no era otro, que el tal Chido, compañero de trabajo de Pedro. Por las afiliaciones que daban, concluyo que dos de ellas eran muy parecidas a la del oficial de seguridad Felipe y a la de su compañero Pedro, ¿sería que estaban involucrados? Estuvo a punto de llamar por celular a su compinche Pedro, pero desistió, no quería meterse en problemas. Chido pasaba por un pobre buey, cosa que para nada era cierta, pero le gustaba navegar con bandera de pendejo, para que con su ladina actitud sacar partido de su extrema pobreza y de su ignorancia de otro tipo de trabajo más remunerador. Eso sí, no quería saber nada de lo ilegal y del crimen, porque sabía que ello le llevaría a la tumba más temprano que tarde y él apreciaba mucho la vida.

Los cuatro fallidos secuestradores corrían como desaforados una vez que el trenecito si los movió como unos 3 km., caminaban por momentos, el recorrido era como de 5 km. Con subidas y bajadas, pero tenían que salir de inmediato por si se descubría el túnel, aunque era muy difícil ya que era una perfecta obra de arquitectura y muy bien oculta.

Ya solo quedaba una sección en donde tenían que subir unas larguísimas escaleras por un estrecho túnel. Cuando apenas llevaban unos cuantos escalones, vieron que se activó una especie de trampa, dejándolos ya aislados de los anteriores espacios, es decir solo quedaba el túnel, se carcajearon como demonios, ya que la libertad estaba cerca, era un tiempo valioso para salir por patas de la ciudad.

Cuando llegaron a la parte superior, vieron que no podían abrir, la tapadera estaba como trabada, muy dura, por más fuerza que aplicaron no se abría. Si podían escuchar a lo lejos carros, y de pronto una fuerte lluvia se desato. En este verano ardiente, las lluvias inesperadas en la ciudad por lo frecuentes y por lo fuertes eran un hecho inédito para el clima de extremo calor. De pronto con cierto terror vieron que de unos agujeros de la pared empezaba a salir mucha agua. Solo pasarían unos minutos más para que el túnel se llenara.

No teniendo de otra, tuvieron que pedir ayuda. El elegido fue el tal Chido, ya que era un trabajador hábil con sus manos y él vería como sacarlos de ahí. Solo que el factor tiempo jugaba contra ellos. Ya el agua estaba llegando a la mitad del túnel. Su camarada de trabajo tendría que llegar de “balazo” literalmente.

Para cuando Chido llego, era demasiado tarde, como las ratas viles que eran los cuatro perecieron ahogados en el agua. A Chido le llamó la atención que los cuatro estuvieran ahí. Así que taimado como era, solo les robo todas sus pertenencias, logrando juntar un buen billete, sobre todo de otro de los sujetos que no conocía y para no comprometerse, volvió a tapar el túnel y salió como llego del lugar, con discreción y en silencio.

 Los días siguientes ato cabos más cabos. En la televisión dieron cuenta de 3 de los 4 secuestradores. Dos de ellos eran Pedro y Felipe. En el hospital con el incesante trabajo que había, nadie se percató de que había vaciado los lockers del guardia de seguridad Felipe y de su compañero Pedro. El único que no mencionaron, dado que tenía muy bien disfrazada su identidad era precisamente del sujeto cuya cartera tenía su dirección y del cual obtuvo más dinero. Como pasatiempo para su solitaria vida empezó a ir al departamento de dicho sujeto. Era un departamento aislado, casi sin vecinos. En ella se daba la gran vida con todos los aparatos que el difunto tenía. Encontró mucho más dinero, alhajas. Su primer pensamiento fue pasarse a vivir allí. Encontró las escrituras de la propiedad. No sería complicado pasarlas a su nombre. Había referencias a la madre del sujeto, pero no se atrevió a nada con ella, cuando escuchaba que los mensajes que le enviaba por el teléfono eran en el sentido de que se comunicara con ella en cuanto pudiera, que no extrañaba de que no le hablara, por lo visto no se mantenía en contacto frecuente con ella. Vería como solucionar eso, mientras tanto se daba la gran vida, ya no tenía que gastar en buena televisión y confort. Gozaría mientras pudiera. Al revisar las pertenencias de los otros, se maravilló de lo que encontró: Evidencias fotográficas muy evidentes y hasta videos pequeños en los celulares de los otros tipos…en todos ellos estaban las mujeres secuestradas. Con razón las habían secuestrado, había evidencia suficiente para “chantajearlas”…de inmediato su lujuria se desato…solía desahogar su soledad con prostitutas de poca monta, de esas que cobran muy poco, ya que su camino ha sido muy recorrido. Una vez el demonio se apodero de otro sujeto. Las fotos y el video eran más evidentes en el celular de su compinche en donde aparecía la rica Erika Garza de Treviño, ya que el sujeto con que estaba era nada menos que el extinto suegro…al ver la fecha de dicha información saco aún más deducciones, simplemente se estaba sacando la lotería….iría de a poco, su plan ya se estaba maquinando en su calenturiento cerebro. Aún más se acrecentaba porque en periódicos, revistas y en la TV dicha mujer salía a cada rato con lo del secuestro y su rescate…era una hembra deliciosa. Tenía la lámpara de Aladino con él y sería cosa de frotarla despacito para lograr sus propósitos. Pensaba y repensaba como le haría sin correr riesgo alguno y no involucrar a nadie más, quería todo el pastel para él solito.

Por otro lado, los días siguientes fueron atribulados para Erika, los actos por la muerte de su suegro continuaban. Su marido, supo, no es un tonto por completo, que su mujer había sido violentada sexualmente. No fue necesario que hubiera palabras de por medio entre ellos, simplemente lo intuyo, ese hecho lo único que logro fue que su distanciamiento en la cama ya fuera total. El pobre Carlos estaba como sonámbulo, sin saber que era el inicio de un sinuoso camino por descubrir y por encontrar de otra manera los placeres de la carne que siempre le fueron negados o extraños a su persona.

Mientras Erika agotaba su mente y su cuerpo en entrevistas, sesiones con la Televisión, Radio, prensa que le hacían olvidar su necesidad de varón. Estaba como en un letargo y al hacerla pasar como una heroína que no le había sucedido nada era muy bueno para su imagen pública, no así para su privacidad en donde estaba sufriendo de todo a todo. Muchas muertes, mucho dolor, mucho y a la vez poco sexo en su ser. Esa poderosa droga le estaba haciendo falta. No había modo alguno de conseguirla.

Sus sentimientos se acrecentaban y bajaban de acuerdo a su humor y su renacida urgencia sexual. Una vez más se confesó con el juvenil sacerdote Iñigo, estando ahora de por medio la privacidad del confesionario, pero pudo percibir el evidente nerviosismo del ministro religioso. Las consejas de este, todo un lugar común, no le resolvieron nada. Natalia su amiga escort del DF estaba de gira internacional por algunos países del cono sur, estaría lejos cerca de dos a tres meses. Supo que el negro Luis se había tenido que ir a Estados Unidos de “mojado” para subsistir. Su ex esposa, la hermana del difunto Roger  e hija continuaban con ella como personal del servicio. Las semanas ya habían transcurrido, ciertamente de su último encuentro sexual ya ni se acordaba, le parecía tan lejano. Como siempre sus múltiples ocupaciones medio le mitigaban esto, pero había tenido que estar tomando un tratamiento natural para poder dormir, pero más que nada ocultar el encendimiento prácticamente diario que su cuerpo le exigía.

En eso estaba, cuando se acrecentó aún más su actual estado como de depresión y tristeza, viendo un programa de noticieros, cuando se dio el reporte de que en una coladera cercana al Río Santa Catarina habían encontrado cuatro cuerpos ya muy descompuestos. Como en las 48 horas que ya habían transcurrido nadie había reclamado, se les dio por unos muertos más del crimen organizado. A ella como que le dio una corazonada de que eran los sujetos del secuestro. Por las señas claro que eran. Le marco de inmediato a Cristina, a quien no había querido contactar. La conversación le confirmo que también ella intuía que eran esos sujetos. Al menos se sintió reconfortada por un momento.

El reportaje continuo moralizando acerca de la muerte constante de jóvenes a manos y por el hampa, teniendo de telón de fondo la  célebre canción del famoso hombre de negro de USA Johnny Cash:

You can run on for a long time Se puede correr por un largo tiempo 

Run on for a long time Correr por un largo tiempo 

Run on for a long time Correr por un largo tiempo 

Sooner or later God’ll cut you down Tarde o temprano, Dios te hará caer

Sooner or later God’ll cut you down Tarde o temprano, Dios te hará caer

La grave voz del ya muerto Cash le recordó la voz del último hombre que se la estuvo copulando en dos posiciones delante de las otras mujeres y del otro secuestrador que en la primer casa también le estuvo poniendo sus buenos repellones. Se estremeció al recordar que físicamente se les entrego por completo y que gozo como descastada.

Ese chaparro chistoso, el tal Richard y el otro panzón que rápidamente la supieron llevar al igual que sus otros hombres a fuertes cúspides de placer carnal: su marido no cuenta, Roger en muy pocas ocasiones; Rodrigo, Luis, la misma Natalia, su difunto suegro y estos dos una sola vez cada uno. Los dos últimos sin poder terminar el acto, por lo cual estaba como desesperada. En el mullido y lujoso colchón de su amplia cama empezó a remembrar cada momento y sin proponérselo se empezó a meter dedo en su rajada de una manera primero pausada para pasar rápidamente a un frenético movimiento.

 

Go tell that long tongue liar Ve a decirle al que miente lengua larga 

Go and tell that midnight rider Ve y dile a ese jinete de medianoche 

Tell the rambler, the gambler, the back biter Dígale al excursionista, al jugador, al que muerde de nuevo 

Tell ‘em that God’s gonna cut ‘em down Dile que Dios lo hará caer

Tell ‘em that God’s gonna cut ‘em down Dile que Dios lo hará caer

Ya la masturbada era plena, sin reparos, su calentura era tal que empezó a gemir cachondamente incluyendo un largo y sensual murmullo: diiiiooooooooosssssssssssssssss.

Afuera de la recamara, sigiloso, su marido sudaba copiosamente, llevaba buen rato observando como su esposa como que reflexionaba mucho el reportaje que daban en la TV y luego esto….dioosss nunca había mirado a su esposa de esa manera, simplemente era una diosa blanca enorme, se veía majestuosa en la cama, solo con un baby doll y sin ropa alguna  debajo, arremetiendo con sus dedos en su intimidad, su mirada era pérdida, con los ojos entrecerrados y los labios entreabiertos gimiendo como una desposeída, se agitaba y se arremolinaba en la cama. Sin saber cómo, ni por que el flemático Carlos sintió una dureza extrema en su pene. Algo le indico que debía seguir cuidando de que nadie llegará a interrumpir el al parecer éxtasis que estaba experimentado Erika. Cuidaría de que no fueran a llegar los hijos, era una simple excusa para ver.

Well my goodness gracious let me tell you the news Bueno, mi bondad graciosa déjenme decirles la noticia 

My head’s been wet with the midnight dew Mi cabeza ha sido mojado con el rocío de la medianoche 

I’ve been down on bended knee talkin’ to the man from Galilee He estado  doblando la rodilla hablando con el hombre de Galilea 

He spoke to me in the voice so sweet Me habló con esa voz tan dulce 

I thought I heard the shuffle of the angel’s feet Me pareció escuchar el arrastrar de los pies del ángel 

He called my name and my heart stood still Me llamó por mi nombre y mi corazón se detuvo 

When he said, “John go do My will!” Cuando dijo: “John va hacer mi voluntad!” 

La ronca voz del gran Cash, los gemidos y movimientos de la enfebrecida hembra parecían ir coordinados como con una mano invisible, de pronto Erika se despojó de plano de toda su breve y poquísima ropa, para estrujarse los senos, pellizcárselos, incluso pasar sus dedos entre su rubia cabellera que lucía toda desparramada sobre los almohadones. A Carlos se le salían los ojos, siempre había intentado hacer el amor como si estuviera pidiendo permiso de algo, o como si fuera algo difícil o complicado por hacer, como no queriendo molestar a su amada esposa. Era un hecho que a su manera la amaba. No se bañaban juntos, trataba de no verla desnuda, su pudor y costumbres tan arraigadas por su madre, le impidieron en sus tantos años de convivencia verse tal cual son…el sudoroso cuerpo de ella brillaba en la tenue iluminosidad de la amplia alcoba. Dos estrofas de la memorable canción de redención se repitieron, al mismo tiempo que sin saberlo Carlos acariciaba su duro pero pequeñito miembro por encima de su lujoso pantalón de fina seda.

 

Well you may throw your rock and hide your hand Así que usted puede lanzar su piedra y esconder la mano 

Workin’ in the dark against your fellow man Trabajando en la oscuridad contra tu prójimo 

But as sure as God made black and white Pero tan cierto como que Dios hizo el blanco y negro 

What’s done in the dark will be brought to the light Lo que está abajo en la oscuridad, será llevado a la luz 

 

Erika ya agitaba de un lado a otro su carita, el inminente y liberador orgasmo llego por fin, exhalando un fuerte gemido: diooosossssssssssssssssssssss, como que se desvaneció después de haberse revuelto en la cama como si realmente estuviera poseída….Carlos estaba sudando, nunca había visto tal acto en su vida, ni por asomo y lo raro es que quería saber más y no entendía como estaba deseoso de tocar a su mujer.

Simulando que llegaba, Carlos le dio tiempo a reponerse para lo cual: Queriddaaaa….yaaa lleguueeee

Erika solo alcanzo a ponerse el baby doll y una bata para recostarse y simular como si hubiera terminado de bañarse.

Los dos se miraron, se conocían muy bien, Erika creyó ver deseo en los ojos de Carlos, esa mirada que le vio  a sus otros hombres, así que atrevida fue ella la que lo atrajo para besarlo con pasión. Su sorpresa fue tal, ya que el marido le respondió sin emitir reclamo alguno, inclusive fue a más para que con sus pequeñas manos le empezará a acariciar torpemente la espalda y el comienzo de sus nalgas. Ella felina, riendo como tontuela, se levantó para cadenciosamente ir a cerrar la puerta ya desnuda toda.

Carlos enfebrecido se desvistió para mostrarle a su mujer su fuerte virilidad. Erika llegando le toco el miembro sorprendiéndose, nunca lo había sentido tan durito.

Sin más preámbulo, ella se le monto a horcajadas emitiendo un gemido de placer al sentir la dureza de la virilidad de su esposo…hummmmmmmmmmmm, assiiisssssssssiii pappppppitotooooo quuueee fuueueertttteee

Ella vislumbraba un atisbo de que todo podría cambiar, en ese momento, no podía saber cuánto sería…como odalisca se empezó a dar sus sentones y arremolinarse arriba de su marido, solo llevaba como tres o cuatro arremetidas cuando escucho a su Carlos: ayyaaaaaaaaaaayyyyyyayaaaa y sentir como lo durito ya no lo sentía y si una blandenge tripita. Su marido en su placer, se había venido ya….

Erika comprensiva, pero un tanto desilusionada solo atino a elevarle la autoestima pensando que más adelante podría mejorar: Graaciaass queriiidooo muchasss graciasssss, teee neceisiiitoo tanto

Después platicaron como los buenos amigos que eran, pero a Erika le quedo la sensación de que estaba hablando con alguien similar a un hermano y no un esposo.

En los días subsecuentes descubrió algo maravillada, su marido se excitaba en cuanto más atrevida fuera ella con su vestimenta y su forma de ser. Incluso sus devaneos y coqueteos con Tío Alberto lo prendían y más porque vio que ahora ella no surtía efecto en su Tío político que incluso buscaba alejarse de ella lo más posible. Eso le pico el orgullo y cuanta reunión había, lo provocaba para ver como su marido se prendía. Sin embargo los coitos eran breves, aunque más frecuentes, pero ciento por ciento insatisfactorios, el colmo fue cuando ella le dio un tratamiento de masaje por todo el cuerpo y ver que antes de la penetración ya se había venido.

Claro que Carlos si estaba gozando, la descarga más frecuente de su cimiente le tenía de buenas y contento porque su esposa había vuelto a la normalidad. En lo interior, Carlos se hacía mil conjeturas de que había pasado en el secuestro ya que ahora todo era diferente. Se sentía el gran semental, ignorando que sufría de eyaculación precoz y que era un potencial voyeur.

A Erika es como si le hubieran dado unas aspirinas para una fuerte jaqueca, todo esto le enervaba y tenía que hacer grandes esfuerzos por controlar su inminente mal humor. De plano con sus amigas ya no se frecuentaba. Su energía la canalizaba asistiendo a un nuevo gimnasio en donde su deporte favorito era provocar a los hombres. Pero eran muchos gays y más bien provocaba envidia, ya que esos sujetos en el fondo querían ser como ella. Los pocos hombres que al parecer lo eran, no le resultaban para nada atractivos, a pesar de ser hombres que otras mujeres hubieran considerado. Le ponía a mil cuando su esposo la acompañaba, ahora convivían más tiempo juntos y observaba como se ponía mal cuando los otros hombres la miraban, tanto los gays como los verdaderos. Solo ese juego le entretenía y la tranquilizaba un tanto. Ya pensaba en buscarse un viaje a USA para ir a ver al negro Luis o de plano a veces le paso por la cabeza caliente el ir a los dormitorios del Tec a buscar a Rodrigo. Ya necesitaba caña y de la buena…ya habían pasado el verano, el otoño ya casi terminaba y se vendría el invierno y ella nada de nada. Su marido se conformaba al parecer con el estatus actual.

Un día soleado, su adrenalina se disparó a mil. Le llego un sobre amarillo a casa, como los que solía recibir en antaño cuando pensaba que su suegro la estaría chantajeando. Solo que el contenido era diametralmente distinto, eran fotos comprometedoras con su suegro. Alguien la estaba citando en un domicilio céntrico. Tan nerviosa se puso, que ahogo un grito de tremendo susto cuando  su atento y solicito marido, le hablo a la entrada de la recamara. Como pudo reacciono para ocultar el sobre a sus espaldas volteándose muy expectante. El nerviosismo no pasó desapercibido para el marido ni que ocultaba en la superficie del tocador el sobre.

Carlos ahora quería sorprender a su esposa en algún desliz erótico o de provocación hacia otros hombres. Era un juego que la inteligencia de ambos se estaba permitiendo jugar y con todo.

Al rato, Erika le comentó que iría al centro con su viejo guardaespaldas, que era el que tenía antes. Las cosas de inseguridad realmente ya se habían calmado mucho. Pero que la siguiera a discreción porque iría a ver a una vieja amiga que le pedía un gran favor. A Carlos le pareció de maravillas, ya que de pronto tuvo la intuición de que esto tenía que ver con ese misterioso sobre amarillo que su mujer había recibido. Por lo que incluso le comento: No te preocupes, adelántate. Solo le doy unas indicaciones y ya te escoltará.

Erika que estaba presa de muchos sentimientos encontrados y ante la presión de la información recibida, no razonaba nada bien, atinando solo a decir: Okey, me adelanto ya…es que es una urgencia.

La verdad es que Carlos quería saber a dónde iría su esposa, su adrenalina también estaba a mil, presentía algo fuerte. Carlos acompañaría al guardaespaldas solo comentándole que por seguridad se reuniría con ella en un lugar céntrico.

Erika no verifico que su guardaespaldas venía a prudente distancia pero con un acompañante. Tampoco verifico que dicho auto se estaciono a prudente distancia del de ella. Ni mucho menos que el acompañante se bajaba y la seguía a discreción. Simplemente su corazón palpitaba a mil. No sabía a qué se enfrentaba, muy a su pesar, en su ser más íntimo, deseaba ver al tal Richard, no había de otra, el desgraciado había sobrevivido y ahora la buscaba para consumar el pendiente que se les había quedado. Sus sienes palpitaban a mil, con fuerza, sus puños estaban rojizos de tan fuerte que se apretaba sus manos y su intimidad estaba fluyendo a chorros…estaba excitadísima, nerviosa, hecha un manojo de diversos sentimientos. Casi al punto del llanto. Vestía un ligero vestido a un poco más de la rodilla, pero cuando se sentaba se le subía a un poquito más arriba de la mitad de sus poderosos e imponentes muslos. Todo eso lo cavilo cuando venía manejando taciturna, sabiendo que una vez más sería presa del chantaje y que una vez más quizás caería en las garras del sexo, solo que ahora ahogaba sus ansías muy a su pesar…en el fondo quería.

EL domicilio estaba en una de las típicas callecitas cercanas al centro de Monterrey y que cosa curiosa es poco transitada tanto por autos como por personas por lo estrecho que es. Toco el timbre del lujoso departamento que en realidad parecía una pequeña casa en medio de altos edificios, separados incluso de estos por pasillos jardines a los lados. Un moreno chaparrito delgado le abrió, en silencio, con la mirada y ceremoniosamente le hizo pasar. Como en la casa de Roger había un pasillo jardinera para llegar a otra puerta, que era la principal. En su nerviosismo y que también percibió en el otro, no le pusieron llave a la primera puerta, solo la cerraron tal cual.

El lujo adentro era aún más. Música de boleros rancheros se escuchaba. Específicamente el célebre Rey del Bolero Ranchero Javier Solís entonaba una conocida canción:

Angustia de no tenerte aquí 

Tormento de no tener tu amor.. 

Angustia de no besarte más 

Nostalgia de no escuchar tu voz… 

Nunca podré olvidar 

Nuestras noches junto al mar 

El sujeto le hizo pasar a la sala, en silencio la invito a sentarse. Ninguno de los dos, vio que una sombra se proyectaba en uno de los ventanales. El sujeto vestía pantalón y camisa de vestir de marca. Sin embargo su expresión sencilla y humilde denotaba rareza en su personalidad. El canijo Chido se había comprado ropa nueva y otras tantas cosas más, incluyendo un carro nuevo. Simplemente el muerto del departamento tenía muchísima lana y alhajas en el lugar. Se estaba dando la gran vida. Simplemente se sentía como Alí Baba cuando encontró el tesoro de los cuarenta ladrones.

Señora Erika, soy Chido para los cuates. Mi nombre verdadero es Alfredo, pero todos me dicen Chido. Ya verá que seremos muy amigos, poniendo de plano su mano delgada en la rodilla de la atemorizada, callada y sorprendida mujer. Ella esperaba a Ricardo, no a este hombre.

Chido: Mire, señito…yo soy un humilde albañil, me encontré las fotos y un video que la comprometen para con su familia. Yo no quiero hacer daño a nadie. Toda esa información era de una persona que vivía aquí, que seguramente usted conocía, enseñándole la foto, él ya murió. Se ahogó junto con sus compinches. Lo único que  yo quiero es que me ayude a hacer los trámites para que esta humilde casa pase a ser parte de mi propiedad, a encontrar un buen trabajo ya de fijo y pues….no quiero más dinero, pero pues…. (en realidad el pobre hombre, no era un desgraciado, sino un simple mortal al que se le antojo comerse una diosa del amor, una beldad verdadera y luego a las otras). Sin embargo, y ante el pasmo de Erika y más de Carlos afuera que no podía escuchar ya que el hombre casi susurraba, pero si mirar ya como el citado le empezaba a acariciar las piernas sin que su mujer ofreciera resistencia alguna. Mire si me pasa algo a mí, todo esto saldrá a la luz pública. Le digo la pura verdad. Mi madre tiene instrucciones. Mi vida va en juego, yo no quiero problemas con nadie. Su estrategia era muy simple, era decir la verdad y jugársela. Creía conocer la mentalidad de esa rica mujer, la había estudiado mucho en estas largas y agónicas semanas que su mente trabajaba a mil imaginando las mil y una noches que pasaría con ella y con ellas, ya que iría a por todas con las otras mujeres también.

A Erika le resultaba hasta chistoso el tono del hombre, casi como pidiendo un favor, cuando tenía manera de fregársela con todo. Así mismo, veía como hacía esfuerzos por expresarse de la mejor manera.

Erika supo a donde iría el asunto, así que sin saber porque lo tomo de las manos para que dejara de moverlas pero sin quitárselas de sus piernas: ¿Qué Chido? ¿Qué más quieres?

Chido: Pues la verdad señito, es que con perdón de usted, pero es una mujer que nunca en mi vida podría tener, ni con todo el dinero del mundo, estoy como diría…la verdad es que yo….

Erika, sin saberlo empezó a acariciar las manos pequeñas del hombre y sin fijarse a empezar a subir y bajar las mismas a lo largo de sus muslos…y casi como en un llanto….preguntar ¿siiiiisssssii?

Chido al ver el nerviosismo de esa diosa del amor y la lujuria, tomando aire y ya con seguridad: Pues que quiero hacer lo mismo que hacía con su suegro, que en paz descanse…solo le pido que me dé chance, verá que la voy hacer feliz, soy un hombre solo y necesito mujer…

Erika aún en su nerviosismo se dio cuenta que el hombre decía la verdad, lo más probable es que era un pobre tipo que se encontró con los muertos y así pudo llegar a toda la información.

Pero Chido, te das cuenta que me quieres sobornar, eso no es de hombres…soltando ya las manos, pero dejando que el otro siguiera ya recorriendo de una manera ya no suave, si no firme las piernas.

Chido: Pero mujer, no ves que tú también quieres…sabes que eres una fiera en la cama, lo que tú necesitas es alguien que te haga mujer a cada rato y ese soy yo…Chido ya era presa del fervor y ya sus dedos rozaban la vagina de la mujer que ya desparramada sobre el sofá se dejaba hacer…no te quiero hacer daño, más que darte mi amor….es que estoy ya enamorado de ti…Chido estaba diciendo la verdad, ya se había enamorado de esa escultural hembra y más que la veía de todas formas y a cada hora.

Erika: Pero es que soy una mujer decente y casadaaaaa, esto es no es correcto…si quieres te puedo dar el dinero que quiera…ahhhhh no pudo evitar exhalar un suspiro y es que el otro ya le estaba dedeando sabrosamente su vaina.

Chido: Mira tú sabes que tu vida se puede ir al caño…así que es mejor que te lo pienses muy bien…quiero una respuesta mañana mismo…si accedes estaré aquí a las 3 de la tarde…quiero toda una tarde y ya luego iremos viendo…piénsalo muy bien, no quiero forzar nada, pero sabes que tengo razón…no es cuestión de dinero…es cuestión de coger y coger sabroso, que se ve te hace mucha falta…

Erika recobrando la compostura y es el que el sujeto de pronto dejo de manosearla, se veía sorprendida, el tipo hasta le estaba dando un plazo, no se cobraría ahí mismo, ese hecho la desconcertó por completo…además como diablos sabría que el trato amable la desmadejaba, más que el soez y grosero…estaba impactada…

Erika: Mañana vendré, pero piénsalo también tú…si accedo es por el chantaje vil que me haces no por otra cosa.

Chido: Así lo sabré y entiendo, no me gusta andar con rodeos, las cosas como son

Bueno Sr Chido, mañana vendré, pero no estés seguro que te saldrás con la tuya.

Carlos no escuchaba nada, solo veía que el tipo se manoseo a antojo a su mujer y que esta se dejó e incluso al ver las expresiones que hacía dedujo que le estaba gustando. Se sorprendió que ya ambos se paraban como para despedirse. En todo el acto, su pene estaba a reventar y una curiosidad malsana le llenaba la mente y el ser de intrigas…quería ver más. Sigilosamente se retiró de la casa y ya en el carro con el guardaespaldas solo vio pasar unos minutos más para ver a su mujer subirse a su carro.

En el resto de la tarde noche noto muy inquieta y nerviosa a su mujer, pero guardo prudente silencio.

Erika por la mañana fue a visitar al sacerdote Iñigo, una vez estaba siendo presa del deseo, de volverse a sentir mujer, ya había pasado bastante tiempo, los escarceos con su esposo, solo eran eso…meros entremeses que ni siquiera a ello llegaban. Las semanas y luego los tres meses desde que pasó todo la tenían en un tremendo trance de espera, en un compás de tiempo interminable.

El padre Iñigo estaba también agitado, lo que estaba a punto de proponerle a esa bella, pero demoniaca tentación lo pondría en contacto estrecho con ella, en una convivencia que sería continua y por varios días.

Ya había escuchado la confesión de sus infidelidades, aunque no del todo completas, ya que la mujer no se atrevió a decirle toda la verdad de su encuentro con su suegro, sin saber que el sacerdote estaba violentando sus deberes al no obligarle a que confesara del todo, ya que él sabía la verdad de ese tórrido encuentro en donde murió Don José Treviño, aunque esto último no lo asociaba con el infiel que le toco ver.

La propuesta para su pasmo fue aceptada por una jovial Erika que al fin encontraba el pretexto perfecto para irse por unos días del país, pero sobre todo de Monterrey y de su hogar…se trataba de un viaje por varios países de América del Sur, entre ellos Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay y otros para visitar Centros de Espiritualidad Católica en donde se harían labores de beneficiencia pero también retiros de índole sacra en donde podría purgar sus penas y pecados…aún le albergaba un gran sentimiento de culpa y de arrepentimiento, vamos la famosa cruda moral después de cometer algún sacrilegio. EL tiempo era como de tres meses, lo que restaba del año y un poco más. Sus hijos la podrían alcanzar en el último mes y además coincidía con un extenso viaje de negocios que su esposo haría a Europa…así que grata coincidencia del destino. Tal vez lo que necesitaba era refugiarse en su religión para ver si así podía expiar sus culpas y máxime de que estaba a punto de volver a caer…cosa que por supuesto no le menciono al casi risueño sacerdote que no ocultaba su dicha por llevar de acompañante en ese viaje a tan suculenta hembra, claro que irían otras mujeres y hombres, pero ya con esa compañía se relamía porque en el fondo él también quería traspasar un umbral desconocido aún y peligroso por lo que atisbaba, pero solo necesitaba de un “empujón” para probar de la manzana prohibida del paraíso perdido. Tal vez Marisa u otra vieja conocida la acompañarían también. También pudiera ser que se pudiera reunir en alguno de esos países con la escort Natalia, quería también aclarar lo del otro día con ella (él).

A Erika le llevo buena parte de la mañana todo esto del viaje con el Padre Iñigo, por lo que después de comer frugalmente, se tomó una siesta y sin  saber porque se dio un esmerado baño de espuma y un cuidadoso arreglo como si fuera a su primer cita…hasta temblaba cual niña sin su juguete preferido.

Un minúsculo conjunto íntimo negro coronado con un juego de liguero super sensual y medias exquisitas y un vestido entallado del mismo color que le llegaba a media pierna y unas altas zapatillas a tono junto con un maquillaje un poco más exagerado que lo normal, la hacían relucir como una autentica viuda, pero apetecible por donde se le quiera ver. El Pelo se lo recogió por completo, daba un aspecto muy interesante, muy seria, como una ejecutiva, pero muy sensual como una italiana de las películas porno de los 70 y 80´s.

Le extraño la presencia del marido a esa hora, y más cuando en boca de jarro le propuso: Querida, necesito de tu vigilante, ¿me lo prestas? Así podrás ir a donde tienes que ir, ya vez las cosas están muy calmadas ya en la ciudad…además de que ya sabes del trato que tenemos (se refería a un trato que el Gobierno de la Presidencia hizo para que su familia fuera intocable, de hecho con ello ya no eran tan necesarios los guardaespaldas). El hampa el cual que claro que claro que negocia con el gobierno sabía que esa familia ya era de las “protegidas”.

Carlos: ¿A dónde vas? ¿Por qué te pones de negro?

Erika: Ahh…es que voy a un “entierro”…es de una de las conocidas del secuestro…tengo que ayudar a esa gente de alguna manera. Se murió uno de los familiares de una de ellas…

Carlos: Ahhhhh okey, así podrás estar el tiempo que quieras con esa pobre gente

Erika: Si pobrecitos…es que dicen que están muy solos, que necesitan de apoyo moral, veré si puedo ayudarles…casi se sonroja ya que el sentido de sus palabras solo ella las entendía, sin saber que su esposo también urdió un plan para seguirla, estaba seguro de que iría al mismo lugar del otro día y también las medio entendía.

Estaban platicando muy quitados, sin percatarse de que el Tío Alberto que es bienvenido en cualquier de la casa los estaba escuchando, solo hasta que oyeron voltearon a ver al afable “gordito”

Tío Alberto: fiiiiuufuufufufuf estas hecha un cuero manita, así que vas a un “entierro” ¿si quieres te acompaño? Tal vez haga falta, digo por eso del apoyo moral…ya vez que soy muy bueno recogiendo y reconfortando almas en pena. Ahora si quiero ir contigo a ese entierro.

Erika: Milagro Tiiito, me habías rehuido, pero no tiiito es que es otro tipo de gente, de veras que no…bueno chao queridos me voy porque debo llegar…para lo cual beso a ambos hombres…no pudiendo evitar que su Tío Político le diera un abrazo más que fraternal.

El Tío se sorprendió cuando vio que su sobrino natural no teniendo el aplomo y flema de siempre con cualquier excusa lo evadió para salir disparo minutos después de que salió la rubia. Algo se olio el viejo ladino, que sonriendo y dándose su tiempo acciono uno de sus “aparatitos” y sonreír aún más cuando observo en la pequeña pantalla de su “buscador” que Carlos ya seguía a prudente distancia a su mujer y sin guardaespaldas de por medio, por lo cual con calma se dirigió a su vez a perseguirlos.

Tío Alberto perseguía a ambos, algo en su ser le indico que tenía que llegar casi junto a su sobrina antes de que Carlos llegará al sitio. Era un viejo muy mañoso. Se presentía algo grande.

Carlos nervioso manejaba como enajenado, sus sienes a punto de reventar, no se explicaba porque tenía el pene a punto de estallar

Erika manejaba a su vez nerviosa, jovial, a momentos se reía como loca, luego maldecía por el tráfico, ya quería llegar al lugar, muy a su pesar, sabía  lo que esperaba y ya lo quería: efectivamente asistiría a un “entierro” pero de verga, de masacuata, de carne sin hueso y ya su ser y su intimidad fluían como ríos de lava hirviendo, sus sienes también palpitaban. Estaba por llegar a una droga, aunque tenía miedo de que ese flaquito tipo realmente la pudiera satisfacer, pero ya quería probar, a diferencia de las veces anteriores, exceptuando su tórrido romance con Roger, en esta ocasión estaba plenamente consciente de lo que sucedería y ya ansiaba por experimentarlo.

La única vez con el joven Rodrigo, el negro Luis, la escort  Natalia, los dos secuestradores fueron ocasiones en donde el azar la puso en tal circunstancia, y aunque ahora era cierto igual, ella estaba sabedora de lo que pasaría.

Tío Alberto vio cuando Erika toco volteando sospechosamente hacia todos lados y con un sombrero grande negro y gafas de sol. También vio cuando un sujeto bajito y delgado en una ridícula bata le abrió paso y solo puso el seguro sin llave de la puerta principal. Este Chido era muy confianzudo. No había  nadie en la calle y estaba la puerta principal de resguardo.

Sigiloso a pesar de su gordura, tuvo que elegir entre tomar el pasillo izquierdo o el derecho que rodeaban la pequeña casita o departamento en medio de altos edificios. Por pura corazonada y esperando que su sobrino se fuera del otro lado, se introdujo y casi gritando de júbilo vio que al fondo existía un jardín que conectaba los pasillos. La recamara de al final tenía tres grandes ventanas. Por la de su pasillo o por la más larga que daba al exquisito jardín, apreciaba muy bien lo que la amplia recamara tenía. Por lo que se ve de su lado daba al baño y del otro lado daba como a una pequeña estancia o especie de vestidor closet. Pero desde cualquier ángulo se podía apreciar. Nadie estaba en la habitación. Seguramente Erika y el sujeto estaban en otra estancia. Por lo que a punto de desfallecer, su corazón latía a mil, coloco un pequeño banco y se introdujo como pudo en el baño, agradeciendo a los dioses que el cuarto fuera amplio y que tuviera una especie de closet en donde se escondió por si alguien entraba. Todas estas maniobras las realizaba con un cuidado y agilidad pasmosa a su condición, cuando se tuvo que agachar de plano y no gritar porque vio que su sobrino hacía exactamente lo mismo pero del otro extremo. Solo él sabía que en la casa estaban cuatro personas. Solo él sabía que su sobrino Carlos estaba presto a espiar a su mujer y que esta se encontraba sola en esa lujosa casa con un sujeto muy raro.

Por su parte Carlos podía ver y escuchar al igual e ignorando que su Tío Alberto también lo hacía lo que estaba sucediendo en la amplia estancia que funcionaba como recepción, sala, comedor y cocina, al usual estilo de las casa americanas.

Erika de pie escuchaba que ahora el tal Chido le decía: Pues bien Sra. Erika, ¿está dispuesta a cumplir el pacto de caballeros que hicimos? Sonaba muy ceremonioso y extraño, ver a un sujeto de color moreno fuerte, bajito, muy flaquito y vestido con ropas que le hacían ver como algo estrafalario. Tenía puesta una bata de hombre fina y unas sandalias, lo cual resaltaba su extrema delgadez. Tenía evidentes rasgos indígenas, el pelo peinado con bastante gel, negro por completo y muy corto, casi parado, si acaso unas pequeñas canas grises en las sienes…le calculo unos 40 años.

En la casa se escuchaba esa vieja estación de radio que toca canciones muy viejas tanto en inglés como en español, se escuchaba al gran  Sinatra entonando:

When they begin the beguine, it brings back the sound of music so tender,

Cuando ellos vuelven a empezar, me trae el sonido de la música tan tierna, 

It brings back a night of tropical splendor, it brings back a memory ever green.

Me trae una noche de esplendor tropical, que trae un recuerdo siempre verde. 

I’m with you once more under the stars, and down by the shore an orchestra’s playing

Yo estoy con ustedes una vez más, bajo las estrellas, y por la orilla de una orquesta tocando 

Even the palms seem to be swaying, when they begin the beguine.

Incluso las palmas de las manos parece ser oscilante, cuando ellos vuelven a empezar. 

To live it again is past all endeavor, except when that tune clutches my heart,

A vivir de nuevo ha pasado todo el esfuerzo, excepto cuando esa melodía agarra mi corazón,

Ese hecho le recordó su primera y auténtica vez en la casita tan añorada de su Roger, hasta sintió como se le mojaba aún más su ya empapada intimidad y todavía más cuando Chido sorpresivamente y con suavidad le quito su bolso para aventarlo con seguridad inusitada al sofá y tomarla con ambos manos de su juncal cintura y repegarsele para con desconocida y enfebrecida voz: Así es mujer, es volver a empezar, canto begin the beguine, le sorprendió que hablara en inglés perfecto…

Así es mujer, ya vez, tuve que vivir unos años de “mojado” en los Estados Jodidos de Norteamérica, jajjaa volvió a cantar begin the beguin, la llevaba bailando super repegada, de tal manera que sintió con claridad en sus muslos la virilidad del sujeto, ya que por la estatura no le llegaba a la ingle.

Solo atinaba a dejarse conducir y poner sus manitas como con miedo en los flacuchos hombres del sujeto, hasta le dio  miedo que lo podía romper si se lo proponía, rio de ese inusitado pensamiento. Es más si lo abrazaba hasta lo podría exprimir, una vez más rio muy nerviosa.

La pieza continuaba, aprecio que era un muy buen bailarín, pero casi se desmadeja y reacciono cuando el bajito le puso ambas manos en sus glúteos para amasarlos ya con descaro total: Noooo…Sr…Chiiiodoooo, de verrasss que noooo…soy casasddaaa, yayaa noooo Poorr favoorr noo hayyy otrraa formmma de arreglaarrr  esttoooo…porrrr faaavoorrrr

Entonces porque vienes vestida de esa manera, ehhh zorrittaa, si bien qué quieres güerita… ¿a qué no?

Nooo….por quuiiennen me tommaaa, pero dejando que el otro ya le acariciara desde los glúteos hasta la parte que le llegaba de espalda y que empezará a rozar con sus dedos sus senos.

Pues por lo que eres, una zorra muy especial, un cuerazo de mujer, un forro de lujo…hoy nadie te salva, serás mi mujer en todas las formas. Puedes gritar, pero nadie te escuchará ni te salvará.

Noooo, nooo creo que pueddassss, estasss muy, muyyyy flaaacocoooooo, fue lo único que atino a responder la nerviosa y quejumbrosa mujersota.

Jajjajaja, espérate a que realmente veas a mi flaco, separándose un poco de ella, se abrió la bata. Estaba completamente desnudo.  Las otras personas que estaban en ese infernal lugar, casi abren los ojos como platos, su pene parecía una extensión más, era largo y ancho, casi como la del negro Luis…hasta brincaba. Erika no lo había sentido así ya que le rozaba sus piernas, no su intimidad, solo pudo musitar:.Ahhhhhhhhh

Carlos y Tío Alberto tuvieron que taparse la boca ya que el sujeto parecía un monstruo, con ese tamaño de pene inusual para su cuerpecito.

No que no, güerita, ya vez que si te hare una hembra feliz, vendrás a buscarme…cosas del destino ahora se escuchaba al viejo dueto salido del grupo español Mocedades, Sergio y Estivaliz entonar su conocido éxito de “Búscame…

Búscame donde el sol 

donde se acabe el mar 

donde el amor 

se pueda regalar 

donde mi voz 

se escuche más y más. 

 

Solo tres palabras 

pues mi tren ha de partir 

tres palabras cortas 

pero tristes de decir 

adiós, te quiero.

Se te ve el deseo en tu carita de angel mustía, anda tócala, no muerde…mira y se la agito frente a ella…ella como autómata y ante el pasmo de sus familiares se la tomo con una de sus manos y la apretó a la vez que cerraba sus ojos susurrando: Noooo, diooosss no es vollveeer a empezar, no quiero buscar más problemas, noooo,  noooo, pero la empezó a acariciar, a sopesar, a calibrar, a medir e incluso como no la abarcaba toda , también puso su otra mano en la terrible macana de ese mexicanito de clase baja muy bajito y flaquito.

Ya estaba desfallecida, presa de sus propias esperas, de su prolongada sequía. Aunque no quería caer en el pecado, ella se estaba buscando esto, libre ya de culpa alguna, solo alcanzo toda roja de vergüenza…porrr favor Srr. Chiioododoo perro no me hagaga ya más daño, solo busca esto y ya…no quiero volver a empezar a tener más problemas, sollooo hoy yy yyaaaa, pleeasseeeeeee, estaba hasta temblando.

Chido la abrazo asustado de esa reacción y cual si fuera el padre de ella, la empezó a consolar con palabras tiernas, yaaa chatittaaa, si no hacemos mal a nadie, nadie se tiene que enterar, solos tu y yo…así que los demás que chinguen a su madre, si les gusta está bien y si no también, tu relájate que por mi edad tengo mucho aguante y esto te hará bien Erikita…anda güerita, aflójale, te va a gustar, si bien que te encanta, se ve que no te dan caña seguido, ya verás que te va a encantar, aflójate, anda, así…quedito, despacito y volvió a empezar a amasar las nalgotas de la mujer. Anda, ya vez flojita y cooperando y esto pasará, asiii….quediiiotoooo, aflojjaattteee

Ella un tanto más tranquilizada, solo alcanzo a preguntar con curiosidad innata de su naturaleza femenil: ¿Cuántos años tienes Chido?

Tengo 59 años bien vividos y trabajados, toda mi vida he trabajado fuerte al rayo del sol y no tengo vicios señito, estoy bien limpio y aunque flaco pero correoso, toca mis musculos, bien juertes…

Peroooooo,peroroooo nooo creeooo que  sepppassss

Tu tranquila reinita, no juzgues por las apariencias…ven tranquila mujer, se te ve muy necesitada de cariño, ven chiquita y se la llevó al sofá para sentársela en sus rodillas, anda sigue aflojando, coopera chatita…linda potrita, mi yegüita pelos de elote….vamossss, güerita, aflojateeee

Erika pensó que no la aguantaría, pero grande fue su sorpresa al ver que ese viejito ni se inmuto ante su peso…tal vez ella pesaba mucho más que él.

Estando así, el tipo se dio a besarle todo el cuello y amasar sus senos. Al ser sus manos pequeñas, la sensación para Erika era muy diferente a las manos que había sentido de sus otros hombres, era algo muy distinto, era ciertamente volver a empezar a sentir y experimentar.

Cual niña obediente se dejó hacer, pero sin dejar de murmurar: dioooss, noooo, noooo porquueeee

Tío Alberto estaba impactado, veía a su sobrina dejarse hacer y casi vencer por ese sujeto, pero más se impactaba cuando veía su sobrino consentir el acto pegado con sus ojos azules al acto, tal cual fuera un niño con su pantalla de videojuego. En su mente sentía que su pene estaba a punto de estallar, pero extrañado y ya un tanto molesto veía que en la realidad su miembro no reaccionaba.

Pensó que era normal, que más adelante al ver como ya el sujeto le bajaba el vestido a su sobrina se le pararía, más cuando vio que la despojo del minúsculo brasier, más cuando lo vio empezar a chupar como bebe recién nacido de esos pezones que ya erectos al máximo se veían majestuosos, más cuando vio que la rubia agitaba la cabeza de un lado a otro emitiendo fuertes y ya sin inhibición alguna gemidos de hembra en celo, más cuando la hizo parar para bajarle el vestido y ella obediente, coqueta levantaba una a una sus piernas para dejar salir ese vestido que fue arrojado al piso como muestra del mandato divino que vería del encuentro carnal entre un hombre y una mujer.

Pensó que se le pararía cuando vio como el seguro tipo le deshacía los moñitos de a cada lado de las amplias e imponentes caderas y ella riendo y gimiendo cual zorra de primera clase le dejaba hacer e incluso ella se acomodaba moviéndose cadenciosamente para que se lo pudiera quitar.

Pensó que se le pararía cuando vio que el tipo arrodillado ahora le empezaba a besar desde abajo hasta arriba una y otra vez, y vuelta a empezar con boca y manos cada poro de esa blanquecina y perfecta piel tallada en una alta y escultural figura de hembra que bramaba y bramaba al grado de empezar a acariciar el escaso y parado pelo negro de indígena y musitar: ayyyyyyy dioisisiiiittoooo siiiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiii, Chiodoooooooooooo, Chidodooooo

En la radio anunciaron un programa especial de 3 horas con el extinto cantante mexicano Víctor Iturbe, el afamado “Pirulí”…el recital empezó con:

Soy ese vicio de tu piel 

que ya no puedes desprender 

soy lo prohibido 

 

Soy esa fiebre de tu ser 

que te domina sin querer 

soy lo prohibido 

Erika ya se agitaba y contorsionaba cual culebra o pez fuera del agua moviendo y agitando frenéticamente su cabellera rubia ya suelta de una lado a otro, al  punto de casi gritar: Chiiodoodod llevammmee a tu recamamaraa y hazzmmeee hembrraa de una buenaaaa puttaaa vezzzzz…

Tío Alberto temblaba de fiebre, su querida y anhelada Erika estaba a punto de darle las nalgas a un pobre tipo, pensó que se le pararía cuando vio que su sobrino ya de plano se estaba pegando una masturbada con fiereza evidentemente eyaculando ya…pero nada, su mente y su cuerpo sentían, pero su pene no…sin remedio alguno y haciendo acopio de fuerzas y ya con lágrimas en los ojos solo le quedo la resignación de ver ser enculada a esa exquisita mujer que tanto deseaba, pero por otro, no por él, las caricias y jadeos que le provocaba a su sobrina, quisiera ser él quien las estuviera provocando y no es pobre infeliz, sus lágrimas contrastaban con sus pensamientos lujuriosos.

Por su parte Carlos estaba extasiado, maravillado, impactado, su mujer estaba dejándose hacer y estaba gozando ciertamente, él no sabía nada de esto, estaba aprendiendo, pero su mente estaba tan afiebrada que rápido eyaculaba, pero para su sorpresa vio que rápido se volvía a poner “durito”, sintió un placer enfermizo, deseo ver ser cogida a su Erika por otro, estaba gozando también, no sentía culpa alguna, solo estaba aprendiendo de algo desconocido para él.

Chido toma a Erika de su talle y los dos juntos, ella ya encuerada del todo, solo con las zapatillas y el también ya encuerado ya que se quitó la bata aventándola se enfilaron hacia la última estancia del lugar.

Los dos mirones secretos se acomodaron, siendo más cuidadoso Tío Alberto, que otra vez en posición privilegiada podía ver a los otros tres.

Para cuando terminaron de acomodarse vieron que Erika arrodillada, más bien en cuclillas por la diferencia de tamaños le estaba poniendo una mamada de verga al viejillo de campeonato, de primer nivel, el ruido de los glup, glup era muy notorio, ya que el volumen de la música era muy apropiado, ni alto ni bajo, solo moderado.

Los cuatro podían escuchar con nitidez la voz aterciopelada del Pirulí:

Soy esa noche de placer 

la de la entrega sin papel 

soy tu castigo 

 

Porque en tu falsa intimidad 

en cada abrazo que le das 

sueñas conmigo 

Erika ya estaba libre de pena alguna, simplemente estaba probando de nueva cuenta su caramelo preferido, y vaya caramelote que se estaba comiendo, nunca pensó que alguien así tuviera un pene de esas dimensiones y ya para el trato que le estaba dando, el sujeto ni se inmutaba y cual buen peón ni sonido alguno emitía, solo acariciaba su cabeza metiendo sus dedos entre el rubio pelo mostrando una cara imperturbable.

Por alguna extraña razón a Erika se le metió en la cabeza experimentar ser ella quien llevara el control. Por esa misma sensación quería probarle a ese mestizo que ella llevaría el mando, así que dejando de mamar: Chidoooo acuéstate en la cama. Verás de lo que soy capaz. Espero no te rompas, jjjiiiiiiiijii

Soy el pecado que te dio 

nueva ilusión en el amor 

soy lo prohibido 

Chido se acostó en la cama para ver como ella felina caminaba sin dejarlo de mirar con las zapatillas puestas y se le acomodaba encima de él. Con una de sus manos Erika se acomodó a la entrada de su vulva el tan anhelado trofeo…eran meses sin probar de una buena verga de una buena puta vez…la acalorada hembra todavía con una voz extraña a los furtivos observadores casi en un gemido: Yaaaaa neceeesittaabbbaa cañaññaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh Chiiiidoooooo, Chidodooooo, Chiododooooooooo

De un buen sentón la furibunda mujer arremetió con todo como queriendo deshacer al pobre hombre, pensando en sus negros agujeros mentales que lo podría hacer, pero oh sorpresa, para nada, el hombre estoico aguanto la batidora humana que se le vino encima, incluso ella empezó a sudar copiosamente observando admirada que el otro solo empezaba a sudar poquito emitiendo pequeños bufidos, siendo ella la que gemía murmurando palabras hasta altisonantes que impactabas a los extasiados voyeurs: Ahhhhhhhhhhhhh, quuueee riicooooooo ,,, garrraaaññoonn, pottttrrrroooo caabbbrrrrónnn ….quueue durrara y grannanndeeeee, ayyyyyyyyyyyyyyyy miii diososossssiitoototo, ppappappappiiotototo que aguantteeeee, ahummmmmmmmmmmm, ayyyyyyyy

Soy la aventura que llego 

para ayudarte a continuar en tu camino 

 

Soy ese beso que se da  

sin que se pueda comentar 

Soy ese nombre que jamás fuera de aquí 

pronunciaras 

Soy ese amor que negarás para salvar 

tu dignidad 

Soy lo prohibido 

Erika paro un momento, fueron minutos arrebatadores en donde ella literalmente se cogió al otro, se comió su falo hasta el paroxismo. Pensando que ella aún podría ganar, coqueta se salió de esa exquisita funda que le llenaba de fuete su papaya para volteándose moverle como una perrita en celo el culo e invitarlo: ¿A qué no aguantas el ritmo de mi culito? ¿Quieres Chidoo? De esa forma los voyeurs ahora podían verle su expresión a plenitud. La tarde aún era joven y no se ensombrecía aún. Escasos 40 minutos habían pasado desde que llegó puntual a las 3 a esta cita infiel e infernal. Rápido las había dado, en el fondo Erika sabía a lo que pasaría, estaba de acuerdo, ya estaba cansada de andar buscando hombre, este se le había puesto en bandeja y con su humilde honestidad la convencía de que no le haría daño y ella dispuesta a pagar su precio con su cuerpo. Si se negaba al principio era porque aún guardaba restos de moralidad tonta. Sus devaneos mentales con el Padre Iñigo solo la confundían. No busco apoyo de nadie más porque sabría que más daño podría haber, ya demasiadas muertes se habían provocado en sus últimos meses de existencia como para andar buscándole tres pies al gato.

Sonriendo el viejo ladino se arrodillo ante la majestuosa mujer y sorprendiéndola le metió dos o tres fuscazos con la palma abierta que retumbaron en toda la habitación. Ella obediente ahora paraba más el nalgatorio para que le volviera a meter sus nalgazos el otro, diciendo sus primeras palabras: Esttoo te duellee, pero ahora que recibas mi fuerza te sabrá a cielo, veras que el ser flaco tiene sus ventajas, jajajaja

Tomándola desprevenida se le dejo ir con todo e incluso por las estaturas casi poniéndose de pie haciendo que con ese movimiento la mujer abriendo sus ojos con sorpresa y un gozo nunca antes  vivido, sintiera como ese embolo o pistón humano se le introducía con una fiereza increíble, pero también sentía las piernas e inglés del flacucho acompasando el movimiento haciendo que toda su cadera y nalgas recibieran el impacto de las fieras embestidas. Es decir no solo era el pene que entraba y salía de su chorreante fuente de placer y de vida, sino que toda la cadera recibía como miles de penes y contactos porque el tipo al ser de constitución delgada le proyectaba toda su inusitada fuerza. Era como si además de penetrarla la estuvieran nalgeando en toda la superficie de sus paradotas nalgotas que solo retumbaban y estoicas aguantaban el duro pero placentero trance. Un nuevo río de lava hirviendo le recorrio todo el cuerpo haciendo que se arqueara aún más parando su sacro nalgatorio con lo cual la enculada y monta se hacía más profunda y a plenitud.

Solo alcanzo a contestar con un largo : siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, dioosssssssssssss, flaccocooooo, flllaaaaacoooo, flllacooco, Chiiidoodoooo, Chiiiiddoooo, siiiiiii flaquiiiitoooo tienenssss razzzónnnn, uffffffffffffffffff

Y es que Chido, le empezó a decir con una serenidad tremenda: Sabías güerita que el secreto del flaco Agustín Lara y de otros flacos famosos de la historia, un tal Gardel de Uruguay o Argentina y otro buey gringo que no recuerdo su nombre para tener éxito con las viejas, era precisamente que eran flacos, veras así te la puedo meter como yo quiera y a la fuerza que yo quiera…¿sientessss?  Ahiii te vavaa estooooo, ahora más fuerrtettee, sientes mis piernas y mis inglés….¿siennteeessss? Ventajas de ser flacooo, te puedo llegar con todo mi cuerpo, ahhiii te vvvvaaa, tommamaaaa putitititiaaa linddaaaaaa Por esto, esos cabrones flacos tenían muchas viejas….ahhhhhh Por eso te dije que te haría ver el cielo y las estrellas güerita, ¿Qué no?

Siiiiiiiiiiiiiii ppaaappiiiiiiiiiiiiii flacooooooooooooooooo, ayyyyyyyyyyyyy Chiidooddddddd no dejeess de cogeeermemeeee , dioossssssssssssssssssssss, asissssssssssssssssssssssssss, sissiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Plac, plac, plac, la montada de yegua o de perra que Erika estaba recibiendo era toda una lección, toda una nueva catedra, un némesis y un génesis al mismo tiempo. Solo le quedaba recular, gemir y casi llorar del placer que le estaban metiendo. Habían sido muchos días y semanas de ayuno…

Siiiiiiiiiiii, flaaaquiiitootoooo, hazzzzzz lo queuee quierrrrassss cabroooooonnnnn cogeedorororr de mierddddadaaaaa, ahhhhhhhhhhhhhh, perooooooooon no dejeesss de culeeearrrmeeee, soooo cabrorornnnnnnn

Carlos se derramaba ya por tercera vez, cada vez había durado un poco más y el placer y el sudor que tenía le evidenciaban que descubría algo nuevo y placentero.

Tío Alberto había dejado de llorar, resignado a que su virilidad no respondiera, no así el resto de su cuerpo y sobre todo de su mente que gozaban con lo que estaba viendo, también sudaba ya copiosamente y estrujaba la toalla que tenía a su alcance.

Todo esto era vertiginoso, mientras seguía la canción:

 

Soy el pecado que te dio 

nueva ilusión en el amor 

soy lo prohibido 

Soy la aventura que llego 

para ayudarte a continuar en tu camino 

Erika estaba como loca, llegando al extremo de cansarse y caer vencida, humillada pero reconfortada y regocijada cuan larga era en la cama quedando su cabeza por fuera de la cama, pero su cuerpo dentro. Fue tan violenta la caída que su jinete domador se salió, pero actuando rápido y tarareando junto al cantante:

Soy ese beso que se da  

sin que se pueda comentar 

Soy ese nombre que jamás fuera de aquí 

pronunciaras 

Soy ese amor que negarás para salvar 

tu dignidad 

Soy lo prohibido

Levantarla por la cadera y poner un grueso almohadón debajo de ella. Ella solicita y meneándose como perrita le dejo hacer.

Ahora el sujeto se la volvió a mandar hasta adentro y apoyándose en sus pies y tobillos con fuerza desmedida volver a arremeter una y otra vez.

Ambos ya no prestaron atención a las canciones que siguieron del mismo cantante, pero que solo hacían hervir aún más el acto infiel que otras dos personas observaban.

En la misma posición, Chido enterró su carita de indio ladino para preparar el siguiente paso: encularla.

Ayyyyy Chiiidoodooo que ricocococooc, la hembra era la que volvía reculearse hacia atrás para ponerse ella misma la daga humana que le atravesaba el orificio por donde se realizan necesidades fisiológicas de primer orden. Por varios minutos él se la empellaba, por otros largos minutos era ella la que se empellaba, ambos en una sincronía que no requería de palabra alguna para ponerse de acuerdo. A veces estaban acostados, a veces él la ponía de a perrito pero sin dejar de seguir enculándola

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyydisoosiiiiitoooooooooo yaaaaaaaaaaa lleeegaaa

El primer orgasmo de varios de esa tarde de locos, de esa memorable tarde para los cuatro llegó.

Chido ya sudaba pero seguía fuerte, ahora se besaban como desposeídos abrazados ya en la cama que estaba hecha un desmadre de tanto movimiento. Ahora en la posición de Flor de Loto, ellos se arremetían uno al otro con pausas insumisas y arremetidas incesantes y candentes. Erika ya tenía el maquillaje hecho trizas, el pelo todo húmedo pegado a su carita, pero las sonrisas y los besitos a su nuevo valedor le indicaban a los otros dos, que él había vencido, la estaba haciendo suya de todas a todas. Ella vencida, con otro orgasmo casi a punto de llegar, retadora aún le pregunto: ¿ya quieres venirte papito?

Simplemente era descabellado el contraste de la blanca piel, así como de fortaleza física de la mujer para con la piel cobriza y extrema delgadez del hombre. Con agilidad Chido tenía de patitas en sus hombres a una encogida mujer que recibía azarosa el nuevo embite. Parecía un niño cogiéndose a un mujerón, el cuerpecito del cabrón afortunado de Chido es parecido al del duende que sale en el Señor de los Anillos, solo que todo moreno oscuro.

Carlos y Tío Alberto estaban como hipnotizados oyendo y escuchando esa sinfonía de placer, de gemidos y murmullos apagados que ambos musitaban.

Ahora Chido la tenía de cucharita otra vez por detrás cogiéndosela furiosamente: Ahhhhhhhhhhhhhh Cabbrrrroonnnnnnnnnnn fuerrtteeeeeeeeeeeee masaasssssssssssss

Ahora de misionero moviéndose con una rapidez y lentitud desesperantes talandrándole con todo la burrita encharcada de la hembra: ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, pppapaipppitooooooo chulllooooooo estoyyyyyyyyyyyyy eennnnnnnn elellllll ciieeeeeeeloooooooo

Ahora de perrito reculando él y reculando ella acompasadamente y en una nota musical cual si fueran equipo de nado sincronizado que lleva tiempo de calidad y de trabajo juntos: hummmmmmmmmmmm, Chidooooooooooooo

Ahora el de pie y ella de chivito al precipicio al borde la cama cual si fueran batidoras humanas: diossssssssssssssssssssssssssssssss, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Ahora ella de espalda a él montándolo cual jinete que doma su brioso corcel: ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Las posiciones se sucedían unas a otras, llevaba ya como 50 minutos afilándose…en todo ese tiempo, solo dos anuncios interrumpieron el recital que se escuchaba en la radio, no así los gemidos y palabras de la hembra que ya extasiada se las estaba dando de nueva cuenta a su domador: Ayyyyyyyyyyyyyy Chiidoooooo vennddreeeeeeeeeeeee cuannanntaasssssssss vecceessss quieeraaaaaaaaaaaa, teeeee neceeeesiiiiiiiiiiitooooooooo yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa llegando a un glorioso orgasmo liberador al mismo tiempo que por primera vez en todo este infiel coito, el bueno de Chido gritando y doblándose para agarrarse de  los senos sudorosos de la hembra hacer evidente el orgasmo fuerte que le llego al unisono: ahiiiiiiiiiii teeeeeeeeeeee vaannnn missssssssss meeeecossssssssssssss, sacaameeeeee laaa leeeechheeeeeeee ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Erika reculeo aún más también gritando: Echhammeeeee todddaaaaaaa, todaaaaaaa ahhhhhhh queueemmamaa estaaaaa hirvieneennenddoodooood teniendo ya un orgasmo múltiple empezando a moverse como si fuera una muñeca de trapo agarrada fuertemente por su domador.

Los dos cayeron en la cama quedándose inmóviles por un muy buen rato, solo sus manos se acariciaban suavemente…tiempo que aprovecho Carlos para salir sigilosamente, para él ya había sido suficiente. Sabía que su mujer tal vez iría a por más, pero por hoy su descubrimiento le tenía satisfecho. La cara de Carlos le evidencio al Tío Alberto que se iría del lugar feliz, extasiado y que de ahí en adelante funcionaría como un cornudo consentidor.

Por su parte Tío Alberto quería ver más, tal vez con la idea muy arraigada en su ser de querer ver si su virilidad reaccionaba ya que su mente estaba a mil, su sobrina era toda una putona, un putón redomado y él tendría que sacar partido de esto, no estaba como su sobrino satisfecho de solo mirar, quería cogérsela, su deseo solo creció aún más al ver esta infernal  copula infiel.

Tuvo que acomodarse en el closet teniendo ahora solo una visión sobre la lujosa regadera de baño que estaba rodeado de una mampara de vidrio redonda que quedo abierta, ya que el agua del grifo corría para llenar un jacuzzi que se encontraba al lado.

Erika y el tal Chido ya estaban besándose como novios. El sujeto sobre uno de los escalones que daban a esa área de regadera y tina para poder alcanzar a la hembra que ya sin remilgos acariciaba la delgada espalda del hombre.

Erika debía reconocer que la delgadez destanteaba, los músculos del Chido eran muy fuertes, correosos como buen indio.

Tío Alberto volvió a llorar como niño cuando sintió que su alma , su mente se extasiaban con los nuevos gemidos de hembra vencida, conquistada, calentada, llevada al extremo del límite de su lujuria cuando un hábil hombre como ese desgraciado le estaba poniendo una mamada de la “cosita” tierna y rosada de la misma. Fueron largos minutos en los que vio como esa larga lengua que se antojaba hasta rasposa le entraba una y otra vez a la vaina, hasta pudo apreciar los jugos que emanaban de la fuente inagotable de caldos exhumantes de deseo y de pasión de su querida y amada sobrina.

No tuvo otra que extasiarse y sufrir al mismo tiempo, cuando ella sumisa se volteó en la tina ya llena de agua para ponerle el nalgatorio una vez más a ese cabrón que ya con su pene en posición marcial se la dejaba ir con todo volviendo a encender los eróticos sonidos y quejidos que contundentemente mostraban que ese hombre de clase baja le estaba poniendo una buena zurra de sexo a la rica mujer: ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy Chiiiiiidiiiiiiiiiiiiitooooooo despaccciiiitooooo esatatataa muuuuuyyyyyy  grannandeeee,, noooo, nooooo la saaauuuquueess pppaapiiitttotoooo dioosssssssssssssssssssss graciasssssssssssssssss

Tuvo que tragarse otra hora de ver como en diversas posiciones y maneras tanto en la tina como en la regadera a su sobrina le estaban dando una cepillada de campeonato. Ver que gozaba y no era él ni el marido quienes estaban logrando tan necesaria victoria, vamos era como comparar que los chicos de la selección mexicana de soccer en la categoría sub 17 si hacían en el mundial de la especialidad, lo que los pendejos de la selección mayor nunca han podido hacer ante equipos eminentemente inferiores. Derrotado se tuvo que tragar los otros dos orgasmos que el cabrón le pego a su sobrina, así como el que ella ni chistara cuando se volvió a derramar dentro de ella.

Una vez que escucho que ella regresaría mañana, ya que en días subsecuentes se iría de viaje a países de Sudamérica, no le quedo de otra que aceptar que tenía que ir a ver los resultados que el especialista ya le había comentado en el sentido de que eran graves. Por ese hecho no quería ir. Tendría que ir con Erika a ese viaje, ya era necesario, urgente que la hiciera suya. Era toda una mujer en brama, de esas por las que hay que dar la vida, por las que te la juegas todo por un solo palo. Una odalisca, una diosa del sexo y la lujuria en todas sus expresiones

Por su parte Chido acepto que ella regresaría cuando podría. Era un tipo listo y sabedor de su condición se conformaba con este tipo de sesiones en donde se cogería a placer a ese mujerón.

Erika por su parte ya rumbo a su casa meditaba un tanto compungida y empezándole la cruda moral que su aún frágil escala de valores supuestamente morales la sostenían que el viaje a Sudamérica podría ser la solución a todo esto que en tan solo un poco más de un año le estaba pasando, riendo de improviso ya que el tal Chido la hizo gozar con todo, feliz por haber probado de nueva cuenta su droga se concentró en detalles de ese viaje, sin darse cuenta que un auto la seguía a prudente distancia.

CONTINUARA

Relato erótico: “¿Infidelidad positiva?” (POR MARIANO)

$
0
0

Sin título¿INFIDELIDAD POSITIVA?

Introducción. Este relato está basado en la historia que una lectora me pidió que escribiera. Por ello está redactado en primera persona, como si fuera ella misma quien la estuviera escribiendo.

*****************

Eran cerca de las cuatro de la madrugada, cuando por fin me metí en la cama de la lujosa habitación del hotel en la que estaba hospedada con Oscar, mi marido. El breve baño tomado antes de acostarme no había sido lo suficientemente reparador para mitigar el cansancio que arrastraba.

Intenté dormir, pero más que el cansancio físico, me lo impedía el torbellino de sentimientos que poblaban mi mente y una honda preocupación ante un posible embarazo. Tenía muy recientes las placenteras sensaciones vividas apenas unas horas antes, mientras unos fuertes sentimientos de culpabilidad iban creciendo en mi interior, ganando terreno a un ligero y tranquilizador convencimiento de que, en el fondo, todo lo sucedido podía enriquecer mi relación de pareja con Oscar.

Cuando el agotamiento parecía comenzar a vencerme, el sonido del teléfono me sobresaltó. La voz del recepcionista de guardia del hotel me anunció, en un extraño, pero comprensible inglés, que debía acudir con urgencia a un cierto hospital de la ciudad donde, al parecer, había sido ingresado mi marido.

Mi sorpresa fue tal, que no pude articular palabra, hasta que escuché de nuevo la voz del recepcionista, quien, entendiendo posiblemente la situación, se ofrecía a buscarme un medio de transporte. Mientras me vestía de nuevo, la preocupación e incredulidad ocuparon por completo el lugar de mis anteriores reflexiones y hasta dejé de sentir agotamiento físico.

Mientras el taxi avanzaba con rapidez por las desoladas y oscuras calles de Nueva Delhi, yo intentaba hallar una explicación a esa enigmática y a la vez preocupante situación, cada vez más convencida de que todo debía ser un error, pues mi esposo estaba a más de 300 Kilometros de allí.

La casualidad hizo que, en el trayecto al hospital, el taxi pasara por el mismo lugar donde, apenas unas horas antes, mi sexualidad había completado su despertar. Un estremecimiento afloró involuntariamente entre mis piernas, recordando lo que allí había ocurrido, pero no tuve oportunidad de profundizar en esos cercanos recuerdos, pues apenas dos minutos después ya me encontraba en la zona de urgencias del hospital.

Cuando el médico de guardia me confirmó que mi esposo estaba allí y que en ese momento le estaban haciendo unas pruebas por un problema cardíaco, me derrumbé. Un fuerte mareo hizo tambalearme, y sólo la ayuda del médico impidió que cayera al suelo. Me llevó a una salita y, tras asegurarse de que me encontraba mejor, me ayudó a sentarme en un gran sofá, cuyo color verde apenas se distinguía en la penumbra provocada por la luz de una pequeña pantalla de pie.

Allí quedé, acompañada por el silencio de la noche, apenas roto por el suave zumbido que emitía la bombilla de la lamparita, y sumida en mis pensamientos, a caballo entre la obvia preocupación por el estado de Oscar, la confusión que me producía el hecho de que él estuviera allí, y no en Bombay, como yo creía, y, sobretodo, un creciente desasosiego en mi interior por haber culminado esa misma noche una incomprensible y peligrosa infidelidad. Porque, pese a todo, yo quería muchísimo a mi marido, y en lo más hondo de mi ser, comenzaba a nacer la absurda creencia de que lo que me estaba pasando era un castigo por mi traición.

No pude evitar mirar hacia atrás y revivir las últimas 24 horas, en las que mi vida había dado un cambio a priori inconcebible. Era frecuente que Oscar, por su trabajo, viajara al extranjero a revisar proyectos de la compañía en la que trabajaba, la “Sodoged Sociedad Anónima”. Normalmente eran viajes de un par de días, por lo que yo casi nunca le acompañaba, pero en esta ocasión, siendo el viaje a la India, pensamos ampliar la estancia y aprovechar la ocasión para visitar juntos ese exótico y bello país.

Salimos de Madrid un sábado hacia Agra, donde pasamos el domingo viendo el Taj Mahal. Por la noche cogimos un tren que nos llevaría a Nueva Delhi, lugar donde el lunes y martes Oscar debía cumplir con su trabajo, quedándonos el resto de la semana para nuestras apetencias turísticas.

El tren en el que viajábamos a la capital de la India era viejo y destartalado, y el viaje largo y pesado, de modo que, a mitad de recorrido, todos los viajeros intentábamos dormir en los incómodos y arrejuntados asientos de madera que llenaban los vagones. Un brusco vaivén del tren, posiblemente en una curva, me despertó y aunque intenté conciliar de nuevo el sueño, ya no lo conseguí. A mi lado, Oscar parecía dormir plácidamente. Contemplando su rostro, apenas delineados por la tenue penumbra del vagón, afloró en mí una fuerte sensación de felicidad.

Aún atractivo a sus 32 años, dos más que yo, alto y corpulento, Oscar no es precisamente un adonis de hombre, pero tiene muchas facetas personales que hacen que convivir con él sea un auténtico lujo. Es comunicativo, trabajador, cariñoso y atento, pero lo más importante para mí, ha sido siempre su comprensión ante mi postura frente al sexo, que se traducía en una actitud enfermiza hacia todo aquello que pudiera escapar de los cánones más tradicionales.

No rechazaba hacer el amor con él, pero nunca había conseguido disfrutarlo del todo. De hecho las caricias con las que él iniciaba el juego amoroso conseguían excitarme, pero las penetraciones me resultaban primero incómodas y finalmente algo dolorosas, provocando que yo acabara siempre con un fingido orgasmo que Oscar jamás me había recriminado, bien por no percatarse de ello o simplemente por evitar presionarme.

En las pocas veces en las que él me había planteado, en serio, temas como el sexo oral o anal, o hacer el amor fuera del espacio físico de nuestro dormitorio, siempre se había encontrado con un no, más o menos categórico, por respuesta. A pesar de ello él nunca aparecía contrariado por mis negativas. Yo estaba convencida de que lo que Oscar obtenía de mí era suficiente para su propia satisfacción, sin tener que recurrir a otras manifestaciones sexuales ajenas a unas iniciales caricias y posterior penetración, y eso colmaba mi felicidad en el plano amoroso.

La necesidad de ir al baño interrumpió mis pensamientos. Con dificultades, por el traqueteo del tren, llegué al aseo, situado en un extremo del vagón y empujé la puerta, sin pensar que hubiera alguien dentro, topándome con la espalda de una figura masculina, que parecía estar orinando. Ante la intromisión iba a cerrar de inmediato la puerta, cuando observé, apoyada entre la pared y la vieja cisterna, la foto del rostro de una mujer que, pese a la poca luz del aseo, pude comprobar que era rubia y de rasgos claramente occidentales.

El hombre parecía mirar la foto y fue entonces cuando noté que movía rítmicamente su mano y cuerpo. Sobresaltada ante lo que estaba sucediendo quise darme prisa en salir cuanto antes de allí, con la mala suerte de que mi falda se enganchó en el marco de la puerta, lo que me hizo tropezar y golpearme con ella, evitando así que cayera al suelo. Eso hizo reaccionar al hombre, que, hasta ese momento, no se había percatado de nada, se giró hacia mí y al verme intentó guardarse nerviosamente la verga. Yo por mi parte permanecí quieta observando los problemas del hombre para guardarse dentro del pantalón la polla en completa erección.

Por unos segundos mis ojos se cruzaron con los del él. Eran enormes, redondos y de un color café oscuro intenso, casi negros. Me impactaron tanto, que instintivamente bajé la mirada, deteniéndome de nuevo en su entrepierna, mientras él porfiaba por esconder su miembro en el refugio natural. Mantuve esa mirada fija hasta percatarme que él ya no intentaba guardársela, sino que sus dedos la recorrían de arriba a abajo, arrastrando la oscura piel que quedaba por debajo de su circuncidada cabeza. Hipnotizada, era incapaz de quitar la vista de la primera polla en erección que veía al natural.

De repente noté como adelantaba su mano libre a la costura de mi falda, que permanecía enganchada a la cutre puerta de acceso al aseo, y la liberaba. Era el momento de salir corriendo de allí, pero no lo hice. Aún con vergüenza, alcé de nuevo la mirada. Era un chico joven, indio, llevaba una camisa blanca ancha y el pantalón oscuro, y me miraba con un esbozo de sonrisa que, junto a sus ojos negros y las facciones suaves y redondeadas de su rostro, me cautivaron.

Me cogió con dulzura de los hombros, me giró y me sentó en el inodoro, permaneciendo él de pie frente a mí y apoyado en la puerta, para evitar que alguien pudiera entrar. Con un ademán me pidió que bajara mi mirada a su entrepierna y así lo hice, mientras él reanudaba la masturbación que había tenido que interrumpir por mi culpa.

A partir de ese momento la foto de la rubia fue sustituida por el rostro en vivo de una mujer de pelo castaño claro, corto, pero abundante y revuelto, con ojos de color verde botella, coronados por unas cejas finas y recortadas, y labios rosa pálidos. Toda una visión para el disfrute del joven indio que se pajeaba sin miramiento alguno frente a mí. No me importaba ser en ese momento el objeto sexual de ese guapo muchacho, al contrario, la extraña situación en la que me encontraba había comenzado a excitarme de un modo intensamente desconocido, y permanecía concentrada en la polla que tenía erguida a escasos centímetros de mi cara, examinando con detalle la textura del oscuro pellejo en movimiento y la forma del glande al descubierto, que poco a poco se iba cubriendo de líquido pre-seminal.

El muchacho aceleró el movimiento de su mano y comenzó a exclamarse, anunciando la cercana presencia de un orgasmo que me iba a manchar sin remedio. Fugazmente pasó por mi mente la idea de girar la cara, pero en realidad estaba deseosa de que el chico se corriera, con una morbosa y excitante curiosidad por ver como soltaba su leche.

Un gemido más prolongado y un denso escupitajo de semen, que impactó sobre mi nariz, fueron el inicio de su corrida. Embelesada, contemplé como el resto de la leche fue brotando de la boca de su polla con lentitud y continuidad, deslizándose viscosamente por el tronco hasta desaparecer por la bragueta dentro de sus pantalones. Contrariamente a lo que me imaginaba apenas me manchó, aunque noté como el impacto inicial resbalaba de mi nariz hasta mojar mis labios.

Una vez recuperado, el muchacho se limpió y se guardó la verga. Antes de marcharse dijo algo que no entendí, aunque supuse que me daba las gracias por haberme prestado de un modo tan inesperado a ayudarle a hacerse la paja.

Y yo me quedé allí sentada, extrañada y paralizada, con los labios húmedos del semen de ese chico desconocido y con una calentura que no había sentido jamás hasta ese instante. Finalmente reaccioné, me limpié la cara y volví a mi asiento en el tren, dejando allí la foto de la mujer rubia, único e inanimado testigo de la locura que acababa de cometer.

No pude dormir el resto del viaje. Me atormentaba todo lo ocurrido, pero a la vez no me quitaba de la cabeza la imagen de la polla del joven indio y de su esperma resbalando por ella. Comencé entonces a imaginar cómo sería también la polla de mi marido en erección, algo que nunca había visto, aunque sí la había observado, sin interés, en estado normal. Tantas fantasías me llevaron a unos límites de excitación que se fueron haciendo cada vez más incontrolables, en la soledad de un vagón de tren donde todos dormían, ajenos a la humedad que mojaba mi propio sexo.

Cuando llegamos a Nueva Delhi apenas era capaz de mirar a Oscar. Me sentía muy avergonzada, pero estaba tan caliente que quería aprovechar el momento para llevármelo a la cama en cuanto llegáramos al hotel, e intentar por fin disfrutar del sexo y, sobretodo, verle la polla, algo que ya se estaba convirtiendo en una auténtica obsesión.

Por desgracia los hechos no se desarrollaron como yo preveía. El registro y acomodo en el hotel fue muy largo y a Oscar sólo le dio tiempo a darse una ducha rápida antes de vestirse para ir a su trabajo. Pensé en ducharme con él, pero sabía que a Oscar, conociéndome, eso le iba a extrañar mucho, de modo que desistí, aunque sí tuve ocasión de verle con detenimiento por unos instantes, y de soslayo, su pene en estado fláccido, lo que, por cierto, no me desagradó en absoluto.

En fin, que me quedé sola, sin nada que hacer en toda la mañana, y sumamente excitada, y hasta pensé en intentar hacerme el primer dedo de mi vida, pero no tuve la suficiente valentía moral. Traté de recuperar el sueño perdido durante la ajetreada noche en el tren. Mal que bien, conseguí dormir toda la mañana, y desperté más calmada y con los pensamientos más limpios. Seguía algo intranquila, pero las imágenes sucias ya no se me aparecían. Sabía que lo que había pasado no estaba bien, pero, extrañamente, tampoco estaba convencida de haber traicionado realmente a mi esposo.

No quise bajar al restaurante y pedí que me llevaran la comida a la habitación. Una chica preciosa, de raza india, se encargó del servicio, trayéndome todo lo que había solicitado. Comí, no con demasiadas ganas, y luego me duché. Salía de la ducha con mi cuerpo envuelto por una toalla hasta bastante más arriba de los muslos, cuando llamaron por teléfono del servicio de habitaciones para saber si podían retirar el servicio de comida. Les dije que no había problemas y, efectivamente, poco después, cuando me preparaba para vestirme, golpearon a la puerta. Convencida de que sería la misma joven que me había llevado la comida, ni me preocupé por estar en deshabillé, sólo con la toalla, y con un “Ok” accedí a que pasara a la habitación, mientras regresaba al baño a coger un cepillo para el pelo. Cuando salí del baño me quedé de piedra. En lugar de la joven india, era una figura masculina la que, de espaldas a mí, se afanaba en poner en el carrito todos los utensilios del servicio de comida. No me dio tiempo a reaccionar antes de que se girara, y al mirarnos la sorpresa de ambos fue total. Frente a mí estaba el atractivo chico con el que esa misma noche había tenido el encuentro en el tren, mirándome con esos atrayentes ojos oscuros, y tan sorprendido como yo. Permanecí impávida e incapaz de hacer nada, sintiendo cómo de nuevo se apoderaba de mí una sensación de vértigo nervioso ante la situación en que me encontraba, así como un delicioso cosquilleo en mi zona genital.

El joven indio me sonrió y su mirada me desarmó de nuevo. No protesté cuando se acercó a mí y me acarició la cara y el pelo con una de sus manos, algo que electrizó aún más esa nerviosa excitación que se iba apoderando de mí. Sin saber ni cómo ni por qué, me encontré con sus labios en contacto con los míos y con sus dos manos acariciándome el pelo con suavidad. Y con esa misma suavidad empezó a besarme, lentamente, sin prisas, sin usar la lengua, empleando sólo sus labios sobre los míos, en un beso para mí extraño y desconocido, pero mucho más placentero y excitante que los besos de mi marido Oscar, más agresivos y siempre dirigidos a invadir mi boca con su lengua. Ni esa fugaz imagen de mi marido fue capaz de hacerme desistir de ese mágico momento y yo misma me empleé a fondo, moviendo mis labios junto a los suyos, correspondiendo al sensual beso de mi amante improvisado.

Una de sus manos se aventuró a soltarme el nudo que mantenía la toalla arrollada a mi cuerpo, y ésta cayó a mis pies, pero ni a él parecía interesarle aún la visión de mi cuerpo desnudo ni a mí me importaba en ese momento exponerlo, por segunda vez en mi vida, y además de un modo más directo, a los ojos de un hombre. Seguía besándome, y sus manos recorrieron mi espalda de arriba abajo, contornearon las formas de mi trasero, apenas sopesándolos, y luego subieron por los lados de mi cintura, acercándose excitantemente al nacimiento de mis pechos. En ese momento no pensaba en nada que no fuera disfrutar de la dulzura y sensualidad de ese beso y caricias que no había experimentado jamás, y que me hacían sentir cómoda, sin sentimiento de culpa y con una creciente excitación que se reflejaba en la humedad de mi coño. Era como si un ángel me estuviera enseñando unos placeres sexuales nuevos e intensos.

Poco tardé en ser arrastrada a la cama de la habitación por mi joven adonis, quien no dejaba de besarme, excitándome hasta el punto de provocar que yo misma buscara con mi lengua la suya, algo que me costó conseguir, pues él parecía disfrutar más con su técnica de besar sólo con los labios, hasta que finalmente cedió a lo que para mí era más tradicional, aunque sin abandonar el grado de delicadeza que aplicaba a todas sus caricias.

Cuando sus labios abandonaron los míos, se lanzó a besar y lamer mis orejas y mi cuello, y luego ya se fue a mis pechos, de tamaño medio, y más directamente a mis erizados y oscuros pezones, casi como si hubiera adivinado que estos necesitaban ser acariciados y tratados ante mi creciente excitación. Sus sutiles caricias provocaron que un desconocido calor recorriera mi cuerpo desnudo y que las sensaciones placenteras en mi coño comenzaran a alcanzar un grado también inusual.

Cuando metió su cabeza entre mis piernas, me abrí por completo a él y terminé de perder el mundo de vista. Se agarró a mis nalgas, levantándomelas, y dejando sus dos dedos pulgares en disposición de maniobrar libremente por mi coño. Comenzó a lamer alternativamente mis ingles, mientras esos dos dedos traviesos atravesaban mi escasa mata de pelo castaño y jugaban con mis labios, sobándolos, pellizcándolos, abriéndolos y cerrándolos. Yo ya no era consciente de si mis gemidos eran o no audibles, ni de la remota posibilidad de que Oscar adelantara la hora de regreso al hotel y me pillara en una situación tan comprometida e irreal. Lo único que me importaba eran las manifestaciones de placer que sentía en todo mi ser y que llegaron a su máximo cuando mi amante maniobró con sus dedos para abrirme y exponer mi sensible y mojado clítoris a su experta boca. De nuevo fueron sus labios los que tomaron el mando de la situación, prodigándome un masaje sobre mi clítoris que me llevó al límite. El chico se percató de mi situación y culminó su trabajo lamiéndome, con la fuerza justa para provocarme un orgasmo desgarrador, el primero de mi vida, y del que me costó recuperarme por la intensidad del mismo.

Al empezar a recobrar la calma, me di cuenta de que eran mis propias manos las que empujaban con fuerza la cabeza del chico sobre mi chocho. No sabía ni en que momento le había agarrado, pero aflojé la presión, lo que el aprovechó para abandonar lo que para él debía ser todo un manjar. Su cara apareció ante mí, en buena parte impregnada por los líquidos de mi reciente corrida, y, como no, esbozó de nuevo esa sonrisa cautivadora, en la que mostraba parte de unos dientes blancos como la nieve. Se acercó y me besó de nuevo en los labios, empapándome con el aroma de mi propia excitación. Pero mi calentura ya no era la de antes y empezaban a asomar pensamientos menos reconfortantes. Él parecía seguir leyéndome la mente, pues se incorporó y se sentó junto a mí. También yo me incorporé y vi que aquella polla que me hechizó en el tren, estaba de nuevo fuera del pantalón de su uniforme azul, al aire, grande, erguida y desafiante. Aunque no provocaba en mí el mismo impacto que la noche anterior, seguía siendo lo suficientemente cautivadora como para no dejar de mirarla.

Sabía que el chico esperaba algo de mí, una recompensa por el placer recibido, pero los asaltos de las dudas y remordimientos me empezaban a hacer mella. Tal vez en un anterior momento, cuando mis sentidos estaban en plena efervescencia, creo que hasta habría sido hasta capaz de chupársela, pero en ese momento era algo que no me atraía. En cambio, la idea de tocársela y de masturbarle sí era tentadora, y provocaba de nuevo un placentero nerviosismo en mi anterior. Armándome de valor, debo admitirlo, acerqué mi mano a su verga, y le acaricié con mis dedos su glande descubierto y repleto de líquido preseminal, sin sentir asco alguno por ello, al contrario, me agradó observar la manera en la que él cerraba sus ojazos, abandonándose a mis caricias, gimoteando. Tras jugar un rato con su capullo, cerré mi mano alrededor del tronco y la fui desplazando despacio de arriba abajo, intentando ser tan delicada como él lo había sido antes conmigo. El chico no intentó siquiera corregir mi más que segura inexperiencia, pues también era la primera polla que tocaba en mi vida. Simplemente se dejó llevar y yo fui acelerando el movimiento, tal y como le vi hacer a él mismo en el tren. La polla de mi amante se hinchó algo más, hasta que él se arqueó hacia atrás y comenzó a gemir. Consciente de que llegaba su orgasmo, intenté imitar de nuevo la forma en la que él se pajeó la noche anterior ante mí, empujando la piel por completo hacia sus huevos. Allí la mantuve hasta que un ronco bramido anunció su corrida, momento en el que aflojé la presión y su viscosa leche comenzó a brotar, deslizándose hacia abajo, sobre mi mano.

Cuando le solté, mis dedos estaban totalmente llenos de su semen espeso y caliente, mientras el chaval iba recuperando la compostura poco a poco. Al rato, se incorporó, se adecentó y, con rapidez, recogió los restos de mi comida, alejándose a toda prisa hacia la salida, pero antes de alcanzarla se detuvo, volvió sobre sus pasos y me entregó una tarjeta de un llamativo color granate. Señaló la tarjeta y luego a él mismo pronunciando la palabra “Naldori” que intuí debía ser su nombre por lo que yo le dije el mío, Verónica. Dejó la tarjeta sobre la cama y salió de la habitación, no sin antes dedicarme otra de sus sonrisas y darme las gracias en un inglés bastante peculiar.

Desnuda y satisfecha, empecé a darle vueltas todo lo que me acababa de suceder y me costó concienciarme de que todo había sido real. Empezaban a atosigarme los remordimientos por mi incompleta infidelidad, y a la vez mis pensamientos empezaban a maquinar la manera en la que tenía que actuar para mostrar a mi marido Oscar las inquietudes sexuales que acababa de descubrir y ponerlas en práctica y disfrutarlas con él, sin que se extrañara por ello.

Mientras me duchaba de nuevo, fui sintiéndome mejor, pues aunque sabía que había traicionado a Oscar, estaba convencida de que había sido algo pasajero y de que hasta podía mejorar nuestra relación de pareja. Además no habíamos siquiera follado, sólo nos habíamos masturbado mutuamente.

Poco después llamaron al teléfono. Al oír la voz de Oscar, sí tuve una desagradable sensación, fruto del sentimiento de culpabilidad, y casi ni escuché sus primeras palabras. Tuvo que repetirme que un imprevisto laboral le obligaba a tener que estar al día siguiente en Bombay y que debía partir de inmediato hacia allí, de nuevo en un tren. Por un momento pensé en acompañarle, pero allí no tenía hospedaje y no era agradable pasar el día yo sola por las calles de esa ciudad. Cuando nos despedimos me quedé por un rato bastante abatida. Luego, más animada, pensé en dar un paseo por los alrededores del hotel, cenar y dormir toda la noche, algo que realmente necesitaba.

En ese momento observé que sobre la cama permanecía la tarjeta grana de Naldori y la cogí. El nombre “Eros Garden” destacaba en negro junto a la silueta difuminada de una pareja copulando. En inglés aparecía la expresión “Sin límites” y un horario: a partir de las 00 horas.

En mi cabeza aparecieron imágenes oscuras, eróticas y excitantes de lo que podía albergar ese lugar que me presentaba el joven Naldori. Estos pensamientos hicieron que mi cuerpo se estremeciera y pensé que a mis 30 años había disfrutado aún poco del sexo y que tal vez esa era una ocasión irrepetible de descubrir hasta donde era capaz de llegar en mi sexualidad, antes de intentar ponerla en práctica con Oscar para darle todo lo que hasta ese momento le había negado. Durante el resto de la tarde, las dudas y las ganas de acudir a ese misterioso lugar lucharon entre sí, con clara victoria de las primeras. Sin embargo, a la hora de la cena iba ganado terreno la idea de aventurarme en ese misterioso lugar y averiguar que me podía suceder allí.

CONTINUARÁ Y TERMINARÁ EN LA SEGUNDA PARTE

 


Relato erótico: “Mis yeguas y yo. Con Sara, hasta el cielo.” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

$
0
0

Sin títuloSarita estaba deliciosa.

Consciente de que era para mí, que ella lo consentía con aparente buen agrado y de que tendríamos unas tres horas de tranquila intimidad, mi felicidad era un hecho irrefutado. El mundo daba vueltas al compás de la más bella música que jamás habrá escuchado el ser humano. La luz rojiza del atardecer de finales de septiembre, daba a su habitación un halo de intimidad serena y atemporal. Además de dejar pasar el color rojizo de la verdad caduciforme, la ventana situada sobre su escritorio dejaba ver un hermoso cuadro de castaños, naranjos y baja arboleda del parque que había justo enfrente.

–        Siempre me ha encantado la vista de tu habitación.

Se limitó a sonreír. Parecía nerviosa. Tengo que reconocer que, en el fondo, yo también lo estaba. Pero mi decisión era únicamente la de saborear el momento. Y el momento era el de la vida entrando en su habitación a través de su ventana, en forma de ocaso de un otoño cada vez más rojizo.

Ella permanecía observándome desde los pies de su cama, parcialmente sentada sobre el lateral accesible. La cama era alta y más bien pequeña. Por las paredes fotografías de futbolistas e ídolos musicales, alguno de los cuales no conocía. ¿Estaría más anticuado de lo qué pensaba?.

Me acerqué a la ventana y la abrí para respirar aire puro. Hacía fresco, de nuevo la cerré y corrí un poco la cortina para ganar más intimidad. Al volverme de nuevo la observé, ciertamente estaba preciosa:

“muslos al aire por llevar un estrecho pantalón corto, imitando el tejido vaquero. Sin medias, a su recién estrenada mayoría de edad no le hacía falta. Sus piernas eran lo largas que tenían que ser para una chica de unos160 cm. Algo regordetes en su terminación final, desembocando en un trasero que con ropa siempre pareció maravilloso…”

Ese trasero estaba a punto de verlo en todo su joven esplendor. Ese pensamiento me provocó llegar al final de la erección que inicié al abrirme, simpática y sonriente como siempre, la puerta de su casa.

“…..sus muslos aun algo morenos, herencia de la reciente temporada de playa. Más arriba una camiseta de una famosa gatita de dibujos animados, con colores rosa y gris predominando. La gatita de dibujos animados proyectaba sobre ella el hecho de aun parecer una chica al menos un año más joven de su mayoría de edad. Sus pechos, para que engañarnos, era lo que más me había atraído siempre de sarita, amplios sin exagerar; pero amplios y bien colocados: frutos del infierno, que es el verdadero cielo….”

La visión de sus pechos hizo que mi polla luchase por alcanzar una longitud mayor de la que tiene, empezaba a reventarme bajo los pantalones. Estaba demasiado caliente; tendría que haberme hecho una paja, o haberme tirado rápido a su madre cuando la vi por la mañana. Quise llegar en plenitud a sarita, y en plenitud se presentaba dicho monumento ante mí. Mi tercera yegua, ya conquistada a falta solo de la firma final. Era consciente de lo bruto que podría llegar a ser en la cama con una mujer, con Sara intentaría ir paso a paso. Sobre todo quería que le gustase el polvazo. Que yo le gustaba era seguro, en caso contrario no estaría allí esperando a que diera el primer paso, en espeso silencio. Mis horas de gimnasio y buena fama en la cama me ha costado. Sufrir sudando y no tener complejos y ser un puto gran follador y cabrón. Por eso estaba Sara allí, por eso a su madre, mi queridísima primera yegua Manoli, no le había costado demasiado convencerla.

“…..Sus ojos morenos pintados me miraban intentando resultar expresivos. Su pelo moreno planchado y largo caía sobre su frente y resbalaba sobre sus hombros hasta casi media espalda; como el manto divino de un hada madrina”.

Sarita estaba perfecta, deliciosa, inigualable, memorable, imponente, arrebatadora. Su juventud estallaba ante mí como la lejana primavera. Mi polla estaba totalmente preparada. Era el momento de dar el primer paso hacia el cielo, o el infierno; o donde quiera que me llevase esa joven de aspecto tímido, camiseta de gatita de dibujos animados y cuerpo de diosa.

Manoli me había citado por la mañana en casa de mi madre. Como era viernes estaría vacía hasta la noche. No hicimos nada, se sentó nerviosa en el sofá y me comunicó el final del plan:

–        Sara estará sola de seis a nueve, aproximadamente, de esta tarde. Estará esperándote, sabe que vas a ir a follártela. Le he hecho confesar que no es virgen, solo tuvo un par de relaciones con el chico que tonteó durante el verano.

Eso me sorprendió y tranquilizó a la vez. Mejor que no fuera virgen, o al menos que no lo fuera del todo. Seguro que ese chico inseguro de granos, aunque guapetón, no la habría hecho disfrutar ni una décima parte de lo que iba a hacerlo yo. Eso me dejaría más cerca de la doma definitiva de mi ansiada tercera yegua.

Manoli prosiguió, su respiración se entrecortaba algo mientras hablaba. No supe entender si eran nervios o excitación. Tal vez fuera una mezcla de ambas cosas.

–        Ella se queda en casa porque, supuestamente, tiene que terminar un trabajo para el instituto. (Había repetido curso un año antes, aun cursaba en el instituto, no obstante era una buena estudiante; sería una gran universitaria). Intenta irte antes de las nueve, o al menos no hagáis tonterías a partir de las nueve menos cuarto o antes. No creo que mi marido sospechase nada si te ve en casa, inventa una excusa de por qué estás allí si te encontramos.

–        Tranquila, no pienso jugármela lo más mínimo.

–        Cuando salgamos hacia casa, no obstante, intentaré darte una llamada perdida al móvil, calcula unos diez minutos, pues estaremos en el cine. Si vamos antes de esa hora ten por seguro que llamaré a casa, con la excusa de si Sara necesita que le llevemos algo de la calle. Ahí deberías irte cagando leches.

–        Entendido.

Manoli se relajó un poco. Me miró como implorando algo:

–        No sabes lo que me ha costado conseguirte esto. He invadido su intimidad hasta límites que jamás me hubiera imaginado, he hurgado en sus cosas más íntimas, la he interrogado y he simulado enfado severo con tonterías. Todo para pedirle esto. He estado paseando por el filo de un volcán en erupción y he tenido la suerte de no quemarme. Ten cuidado, por favor. Sara es toda una mujer, pero sigue siendo infantil. No tiene mi mente sucia. Lo cierto es que creo que verdaderamente le apetece contigo.

–        ¿Ella sabe que tu y yo nos vemos?

Cabizbaja y seria me respondió que sí:

–        Tuve que dejar que lo descubriera por sí misma. El que se diera cuenta de eso fue mi primer paso. Lo tiene totalmente asumido, aunque su trabajo le ha costado, y a mí.

–        Entiendo……

–        Por favor, dime que no vas a tratarla mal……. Sé bueno con ella.

–        Solo te puedo prometer que haré todo lo posible para que disfrute como nunca.

–        ¡Oh, mi niña chica, que grande se me ha hecho!

Me levanté dando por acabada la pequeña reunión.

–        He de irme a trabajar. Gracias por todo. Nunca podré agradecerte lo suficiente este regalo, cuñada. Es muy importante para mí.

Se fue tensa, con la mirada perdida. No debía ser un paso fácil para ella. Pero así era la vida que había decidido vivir. Ser mi yegua favorita es un privilegio difícil de conseguir y de mantener, y sin duda era sacrificado. Pero el placer que soy capaz de otorgar reduce a la categoría de insignificante todo lo demás. Manoli sabía lo que tenía y yo valoraba, más de lo que ella se imaginaba, el que intentara ser la mejor yegua posible para su amo.

La gran ciudad, con sus millones de habitantes, bullía al otro lado del otoño mientras caía el sol. En este, mi polla hacía lo mismo por una sola persona. Me acerqué más a ella. Olía a perfume juvenil y hacía solo un instante se había desecho de un chicle de fresa.

–        Bueno Sara, dime, ¿estás nerviosa?

–        Sí, tito.

–        ¿quieres seguir adelante con todo esto?, debes estar segura, no quisiera molestarte.

–        Sí, quiero.

Me apoyé en la cama junto a ella, intenté quitar hierro al asunto con un poco de labia, pero realmente, si hubiese sido otra mujer, ya estaría follándola con toda la pasión que pudiese. Miré el reloj, las seis y media, había tiempo.

–        Escúchame una cosa, no quiero que quieras porque tu madre y tú hayáis llegado a un acuerdo, quiero que quieras porque realmente te apetezca.

Se quedó un instante callada, temí haberla cagado con mi último comentario. Era solo palabrería para que fuera más fácil ponerla a cuatro patas y romperle el culo, pero ella pareció dudar.

–        En un principio accedí por ella. Pero realmente creo que eres un hombre que no está mal, ¿sabes?. No sé, pareces fuerte y no eres feo.

–        Oye, ¿Cómo que un hombre?, estoy hecho un chaval. Y solo tengo catorce años más que tú. Mira, mira.

Me deshice de la camiseta y dejé el botón del pantalón suelto. La erección se notaba y dejé que Sarita viera mis músculos y mi buena forma.

–        jajajaja, ya sabes tito. Para mi de treinta para arriba ya sois hombres, y tu ya pasas de la treintena un cacho.

–        Bueno, bueno, pero dime. ¿acaso no tengo mejor cuerpo que tus amigos?

–        No, si bueno estás un rato.

Jerga joven, buena señal. Empezaba a vencer su timidez. Realmente teníamos buena relación, pero la perspectiva a la que nos enfrentábamos era totalmente nueva para ambos.

–        Necesito estar totalmente seguro. No dudes que solo lo hago porque ya no eres una niña, aunque llevas más de un año con cuerpo de mujer. Y lo hago porque me gustas, si fueras fea o tuvieras peor cuerpo ni me lo plantearía. Debe quedar claro que solo es sexo.

–        ¿por qué te tiras a mi madre?

La pregunta me descolocó, empezaba a enfriarse la situación y el tiempo apremiaba.

–        Somos adultos y un día nos atrajimos. Nos lo pasamos bien juntos. Solo lo hacemos por diversión.

–        ¿Y ahora te quieres divertir conmigo?

–        Mucho, y sobre todo quiero que te diviertas tú. ¿vamos?.

–        Sí.

–        Dímelo.

–        Tito, ¿me follas?.

Su voz salió firme y sus ojos taladraron mi mirada. Ahora sí eran expresivos.

–        Por supuesto Sarita, será un honor darte lo tuyo.

Me acerqué a ella y la abracé y besé. Empezamos a enrollarnos. De repente llegó a mí un sabor juvenil. Era como los rollos que me tenía con mis amigas en el instituto. Partiendo de la nada y no llegando muy lejos. Ahora llegaría lejísimos.

Ella empezó a acariciar mis músculos con timidez, mientras no besábamos. Al principio le costó sacar la lengua, lo hacía todo con cierta inexperta frialdad. La acerqué más a mí y la agarré por el culo, pegándome a ella.

–        ups.

Dijo al notar mi polla enorme. Entonces me separé y desvestí por completo. Ella parecía maravillada con mi pene. Yo la observé un instante meneándola.

–        ¿te gusta?

–        Es la más grande que he visto nunca.

–        De eso no me cabe la menor duda. Eres afortunada, vas a encontrar tu mejor sexo al principio de tu vida sexual.

–        ¿eres muy creído verdad?

–        Bastante, y déjame demostrarte que no en vano.

Me acerqué a ella y le di la vuelta, le abrí las piernas. Ella permanecía de pie, ahora incorporada sobre la cama con los codos apoyados. Se dejaba hacer. Le quité los pantalones y ante mí quedó su culazo, mal tapado por unas braguitas rosas.

Le agarré el culo, una mano en cada nalga. Y me acerqué aun más hasta refregar mi polla. Ella dejó caer algo más el culo, justo lo que quería. Me agaché y desde abajo divisé el coñito bajo las braguitas rosas. Las deslicé hacia un lado con sumo cuidado hasta ver la rajita. Estaba completamente depilada. Acerqué mi boca y lamí la rajita despacio y de un extremo a otro. Sarita reaccionó de forma instantánea dejándose caer más en la cama para que mi acceso fuera más fácil.

Entonces le dejé caer las bragas y las tiré hacia el escritorio.

–        Tienes un coño precioso.

–        Gracias, me lo he depilado.

–        Lo sé y es divino.

Me coloqué mejor y volví a lamerlo entero. Luego una y otra vez. Su rajita se abrió como una flor, dejando escapar humedad. Con los dedos lo abrí un poco más y hundí mi lengua. Busqué su agujero, el cual encontré salado y delicioso. Luego el clítoris, que sorprendentemente encontré bastante crecido. Se lo trabajé, desde abajo un rato, mientras no paraba de lamer desde el agujero hasta él.

Sarita gemía y cada vez estaba más tumbada sobre la cama.

Me levanté.

–        Túmbate boca arriba, nena. Creo que voy a seguir comiendo un poco más.

Ella obedeció y se abrió de piernas. Solo llevaba la camiseta de la gatita de dibujos animados y su mirada volvía a ser inocente y tímida, con un atisbo de creciente excitación. Sus ojos pintados me miraban de arriba abajo, estaba guapísima.

Durante un rato aguante sus embestidas de lado a lado, mientras su coño chorreaba. Gemía como una loca, sin duda sorprendida de lo gustoso que era lo que le estaba haciendo. Mi lengua no paraba de moverse en torno a su botoncito y dos de mis dedos, lubricados por sus jugos, entraban con traqueteante movilidad en su sexo. Una y otra vez, una y otra vez.

A veces cerraba las piernas y mi cabeza quedaba prisionera entre sus deliciosos muslos. Otras veces levantaba mucho su tronco, momento que aprovechaba para dejarle los dedos dentro y penetrarla con más holgura.

Al cabo del rato me detuve y me senté en la cama, con la espalda apoyada en la almohada. Sara se abalanzó a mí y me morreó de nuevo. Mientras me besaba su respiración se agitaba, aun gustosa por lo extremadamente bien que acababa de comerle el coño.

Ella sentó sobre mis muslos y se quitó la camiseta de la gatita. Debajo no había más que dos hermosas y amplias tetas. Con perfectos pezones y perfecta tersura. Todo en su sitio y todo muy bien hecho; parecían totalmente simétricas, de catálogo.

Me miró sonriente, segura de sí misma. Lo cual me sorprendió.

–        ¿Te gustan?

–        Me chiflan, Sarita.

Me harté de ellas. Metí la cara entre las dos, las besé y lubriqué con mi insaciable lengua.

–        ¿alguna vez te has comido una de estas?

Le dije al empezar a masturbarme. Estaba demasiado grande, necesitaba empezar a calmarla.

–        No, pero he visto como lo hacen las chicas en las pelis.

Sonreí.

–        ¿te atreverías?

–        Me encantaría.

Me acomodé y ella se deslizó hasta mi paquete. Su cuerpo era majestuoso, verdaderamente bello, se puso de rodillas y se agachó. Sus manos la cogieron algo temblorosas, estaba totalmente erguida así que le fue fácil palparla. En seguida imitó el movimiento de masturbación.

La miraba seria, intuí que le costaba algo dar el primer paso.

–        Solo tienes que darle besos y meterla en la boca, las mujeres nacéis sabiendo cómo hacerlo. Unas mejor y otras peor.

–        Espero que te guste.

–        Si la comes la mitad de bien que tu madre, me encantará.

El último comentario, lejos de avergonzarla, le espoleó. Sus labios recorrieron torpes el capullo. Abrió más la boca y se lo introdujo dentro. Noté su lengua moverse de lado a lado. Intentó seguir bajando pero le dieron arcadas cuando aun no había llegado a la mitad. Entonces, en pleno proceso de aprendizaje, se centró en dar gusto a la parte de arriba.

Su forma de mamar el capullo era bastante buena. Sostuvo un rato el ritmo, algo inconstante. Luego, sin duda por haberlo visto en películas. Dejó deslizar su lengua hasta recorrer la lengua entera. Y, apretando los labios contra su contorno, subió y bajó en una mamada lateral que me supo a gloría.

Ver a Sarita comiéndomela tan aceptablemente bien me conmovió y excitó más de la cuenta. Era mi momento. Miré el reloj, las siete y media de la tarde. Había poco tiempo, solo podría correrme una vez. Me sentía bien, sin peligro de corrida a la vista. Tendría que compaginar la cautela de no correrme rápido con darle la mayor satisfacción posible.

–        Ya está bien de besos, Sarita. Necesito meterla en caliente.

–        Vale tito, vamos. Te adoro.

Su mirada era cómplice. Sin duda había echado atrás los nervios y ahora se enfrentaba al temor de la follada. Buscaba mi complicidad, pero en ese momento solo pensaba en tirarme a esa tía tan buena, sobre su cama.

Me coloqué de pié fuera de la cama. Su altura me permitía una buena postura desde ahí. La agarré por las caderas y la atraje hasta mí. Se la clavé despacio, sintiendo mi polla entrar en ese coño joven y bien cuidado. Ella gimió temerosa de dolor, pero con final placentero. Me miró fijamente y extendió las manos para tocarme el torso. Yo la atraje más aun y empecé a penetrar. Mi polla se estrellaba contra sus carnes, mientras mis manos agarraban sus muslos brillantes y morenos.

Sara gemía mucho, más de la cuenta. Seguro que aquella follada estaba siendo escuchada por algún vecino. Sentí un pequeño temor de que me vieran salir de la casa. Sin duda no esperaría hasta que llegasen sus padres. Me iría corriendo tras correrme.

Me centré en no correrme y la polla empezó a responderme con holgura.

–        ¿Vamos a cuatro patitas, nena?

–        Vale.

Ella se levantó y se colocó con las rodillas y los codos hincados en su cama. Echó el culo hacia arriba, en un movimiento natural del gen femenino, esperando ser montada por su macho. El mismo movimiento que su madre, la misma forma de ponerse en pompa. Pero Sara era más bella y tenía mejor cuerpo. La observaba bellísima desde atrás.

Me coloqué y la follé fuerte y sin miramientos. Mi pene entraba y salía de su coño con más facilidad de la encontrada hasta ese momento. Embestida tras embestida, la chica se fue echando cada vez más encima de la almohada, y su cabeza empezó a dar golpes contra el armario que estaba justo tras ella. Mordía la almohada ahogando un gemido agónico de dolor y placer.

Empecé a sentirme a mil y las embestidas eran cada vez más duras. Ella aguantaba estoicamente con el culo bien alto, eso gesto tan femenino me llenó de orgullo; igualita que su madre pero más joven y con mejor cuerpo. Menudo fichaje, menuda yegua.

Aun me quedaba un poco más de fuelle cuando pasaban siete minutos de las ocho. Me quité de atrás buscando respirar un poco y que ella cogiera algunas fuerzas.

Me senté sobre la cama y le pedí que se acercase. Ella se sentó sobre mis muslos, y ante una indicación mía, colocó sus piernas detrás mina. Entonces la agarré por la cintura y la levanté hasta colocarla sobre mi polla. Sus tetas bailaban sobre mi cara.

Parecía torpona ante la novedad. Hasta que se clavó. Entonces, de nuevo, sacó la hembra que toda mujer lleva dentro.

La rodeé con fuerza y se la clavé desde abajo, ella pronto empezó a moverse de abajo arriba buscando el mejor acople. Nuestros cuerpos sudorosos estaban totalmente abrazados. Y sus pechos acudían a mi boca cada cierto tiempo, como el agua llega a la boca de un sediento.

Sus gemidos los ahogaba besándome y nuestro movimiento se perfeccionó, como dos bailarines experimentados. Las idílica postura se interrumpió por lo inminente.

Me deshice de ella y mientras me masturbaba le pregunté:

–        ¿Has visto en las pelis que algunas veces los chicos se corren en la boca de las nenas?

–        Sí, jajaja.

Se acercó a gatas hasta el borde de la cama, donde esperaba mi polla. Abrió la boca esperando su recompensa.

Me masturbaba mirando su cuerpo pero sus ojos negros, bellísimos, captaron mi atención. Me miraba fijamente. Le devolví la mirada y no dejé de hacerlo hasta correrme. Calculé mal y mi semen llegó a su cara, pelo, espalda, cama, almohada y pared del frente.

Ella se incorporó y me beso un instante.

–        Me ha encantado, tito. Ha sido increíble.

Miré el reloj, las ocho y media pasadas.

–        He de irme, será mejor que limpies todo esto antes de que llegue tu padre.

Su sonrisa me despidió en la puerta y yo avancé con decisión, temeroso de que algún vecino estuviera pendiente de ver al que había hecho gemir a Sara de aquella manera.

Relato erótico: “El ídolo 1: Mi compañera no es puta, es ninfomana”. (POR GOLFO)

$
0
0

 

Os quiero aclarar antes de que empecéis a leer mis vivencias que sé que ninguno me va a creer. Me consta que os resultara difícil admitir que fue real y que en verdad me ocurrió. Para la gran mayoría podrá parecerle un relato más o menos aceptable pero nadie aceptará que un ídolo prehispánico haya cambiado mi vida. Reconozco de antemano que de ser yo quien leyera esta historia, tampoco me la creería. Es más si no fuera porque cada mañana al despertar mi antigua profesora de arqueología me trae desnuda el desayuno a mi cama, yo mismo dudaría que me hubiese pasado….
Para empezar, quiero presentarme. Me llamo José y soy un historiador especializado en cultura Maya. La historia que os voy a narrar ocurrió hace cinco años en lo más profundo de la selva Lacandona (para quien no lo sepa, esta selva está en Chiapas, un estado del sureste mexicano famoso por conservar sus raíces indígenas).
Por el aquel entonces yo era solo un mero estudiante de postgrado bajo el mando estricto de Ixcel Ramírez, la jefa del departamento. Esa mujer era una autoridad en todo lo que tuviese que ver con el México anterior a Cortés y por eso cuando me invitó a unirme a una expedición a lo más profundo de esa zona, no dudé un instante en aceptar. Me dio igual tanto su proverbial mala leche como las dificultades intrínsecas que íbamos a sufrir, vi en ello una oportunidad para investigar el extraño pueblo que habita sus laderas.
Desde niño me había interesado la historia de los “lacandones”, una de las últimas tribus en ser sometidas por los españoles  y que debido a lo escarpado de su hábitat nunca ha sido realmente asimilada. A los hombres de esa etnia se les puede distinguir por sus melenas lacias y sus vestimentas blancas a modo de túnicas, en cambio sus mujeres  suelen llevar una blusa blanca complementada por faldas multicolor. Se llaman a ellos mismos “los verdaderos hombres” y se consideran descendientes del imperio maya.
Me comprometí con Ixcell en agosto y como la expedición iba a tener lugar en diciembre para aprovechar la temporada seca,  mis siguientes tres meses los ocupé en estudiar la zona y prepararme físicamente para el esfuerzo que iba a tener que soportar en ese lugar. Pensad que no solo nos enfrentaríamos a jornadas maratonianas sino que tendríamos que sufrir más de treinta y cinco grados con una humedad realmente insana.  Previendo eso diariamente acudí al gimnasio de un amigo que comprendiendo mi problema me permitió, durante ese tiempo, ejercitarme en el interior de la sauna. Gracias a ello, cuando llegó el momento fui el único de sus cinco integrantes que toleró el clima que nos encontramos, el resto que no tuvo esa previsión lo pasó realmente mal.
Ahora me toca detallaros quienes éramos los miembros de ese estudio:
En primer lugar como ya os he contado estaba la jefa que con treinta y cinco años ya era una figura en la arqueología mexicana. Su juventud y su belleza habían hecho correr bulos acerca que había obtenido su puesto a través de sus encantos pero la realidad es que esa mujer era, además de una zorra insoportable, un cerebrito. Su indudable atractivo podía hacerte creer esa mentira pero en cuanto buceabas en sus libros, solo podías quitarte el sombrero ante esa esplendida rubia.
Como segundo, la profesora había nombrado a Luis Escobar, un simpático gordito cuyo único mérito había sido el nunca llevarle la contraria hasta entonces.
Para terminar, estábamos los lacayos. Alberto, Olvido y y yo, tres estudiantes noveles para los cuales esa iba a ser nuestra primera expedición. De ellos contaros que Alberto era un puñetero nerd, primero de mi promoción pero en el terreno, un verdadero inútil. Su carácter pero sobre todo su débil anatomía hizo que desde el principio resultara un estorbo.
En cambio, Olvido era otra cosa. Además de ser brillante en los estudios, al compaginar estos con la práctica del atletismo resultó ser quizás una de las mejor preparadas para lo que nos encontramos. Morena, cuyos rasgos denotaban unos antepasados indígenas, os reconozco que desde el primer día que la conocí  me apabulló tanto por su tremendo culo como por la fama de putón que gozaba en la universidad.
El viaje hasta el yacimiento.
Todavía hoy recuerdo, nuestro viaje hasta esas tierras. La primera etapa de nuestro viaje fue llegar a San Cristóbal de las Casas, pueblo mundialmente conocido tanto por su arquitectura colonial como por ser considerada la capital indígena del sureste. Esa mañana agarramos un avión desde el D.F. hasta Tuxtla Gutiérrez y una vez allí, un autobús hasta  San Cristóbal.
Haciendo noche en ese pueblo, nos levantamos y pasando por los lagos de Montebello nos trasladamos en todoterreno hasta el rio Ixtac donde tomamos contacto por vez primera con los kayaks que iban a ser  nuestro modo de transporte en esas tierras.
Todos nosotros sabíamos de antemano que esas canoas eran el modo más rápido de llegar a nuestro destino pero aun así Alberto no llevaba ni diez minutos en una de ellas cuando se empezó a marear y tuvimos que dar la vuelta para evitar que al vomitar volcara la barca.
El muy cretino había ocultado que era incapaz de montar en barco sin ponerse a morir. Como os imaginareis le cayó una tremenda bronca por parte de Ixcell ya que su enfermedad le hacía inútil para la expedición. Por mucho que protestó e intentó quedarse con el resto, la jefa fui implacable:
-Te quedas aquí. No vienes.
Sabiendo que entre los cuatro restantes tendríamos que llenar su hueco y que no había forma para reclutar otro miembro, le dejamos en tierra y tomamos los kayacks. Nuestro destino era una escarpada montaña llamada Kisin Muúl  . La traducción al español de ese nombre nos debía haber avisado de lo que nos íbamos a encontrar, no en vano en maya significa “montaña maligna”. Los habitantes de esa zona evitan siquiera acercarse. Para ellos, es un lugar poblado por malos espíritus del que hay que huir.
Tras seis horas remando por esas turbias aguas, nos estábamos aproximando a ese lugar cuando de improviso la canoa en la que iba Luis se vio inmersa en un extraño remolino del que se veía incapaz de salir. Esa fue una de las múltiples ocasiones en las que durante esa expedición Olvido demostró su fortaleza física ya que dejando su kayack varado en una de las orillas, se lanzó nadando hasta el del gordito y subiéndose a ella, remando  consiguió liberarla de la corriente.
Su valiente gesto tuvo una consecuencia no prevista, al mojarse su ropa, la camisa se pegó a su piel dejándome descubrir que mi compañera, además de un culo cojonudo, tenía unos pechos de infarto.
“¡Menudo par de tetas!”, pensé al admirar los gruesos pezones que se adivinaban bajo la tela.
Si ya de por sí eso había alborotado mis hormonas, esa morenaza elevó mi temperatura aún mas al llegar a la orilla y sin importarle que estuviéramos presentes, se despojara de la camisa empapada para ponerse otra.
“¡Joder! ¡Qué buena está!”, exclamé mentalmente al observar los dos enormes senos con los que la naturaleza le había dotado.
Como me puso verraco el mirarla, tratando que no se me notara desvíe mi mirada hacia mi jefa. Eso fue quizás lo peor porque al hacerlo descubrí que Ixcell estaba también totalmente embobada mirando a la muchacha. En ese momento creí descubrir en sus ojos el fulgor de un genuino deseo y por eso no pude menos que preguntarme si esa profesora era lesbiana mientras la objeto de nuestras miradas permanecía ajena a lo que su exhibicionismo había provocado.
Una vez solucionado el incidente, recorrimos el escaso kilometro que nos separaba de nuestro destino y con la ayuda del personal indígena, establecimos nuestra base a escasos metros de la pirámide que íbamos a estudiar. Para los que lo desconozcan, os tengo que decir que en el sureste mexicano existen cientos de pirámides mayas, toltecas u olmecas, muchas de ellas no gozan más que de una protección teórica por parte de las autoridades. Por eso la importancia de la de Kisin Muúl, su remota ubicación nos hacía suponer que nunca había sido objeto de expolio pero también era extraño que nuestros antepasados se hubiesen ocupado de esconderla ya que no aparecía en ningún códice ni maya ni español.
La ausencia de Alberto se hizo notar ese mismo día porque al no tener mas que cuatro kayacks para portar todo el equipo, tuvimos que dejar atrás tres de las cinco tiendas individuales previstas y por eso mientras las montábamos asumí que por lógica me iba a tocar compartirla con Luis. Nunca esperé que la jefa tuviese otros planes y que una vez anochecido y mientras cenábamos nos informase que como necesitaba repasar con su segundo las tareas del día siguiente, yo dormiría con Olvido en la más pequeña.
Ni que decir tiene que no me quejé y acepté con agrado esa orden ya que eso me permitiría disfrutar de la compañía de ese bellezón. Me extrañó que mi compañera tampoco se quejara, no en vano lo normal hubiese sido que nos hubiese dividido por sexos. Esa misma noche descubrí la razón de su actitud porque nada mas entrar en la tienda, la morena me soltó:
-No sabes cómo me alegro de dormir contigo- mi pene saltó dentro del pantalón al oírla al pensar que se estaba insinuando pero entonces al ver mi cara, prosiguió diciendo: -¿Te fijaste en cómo Ixcell me miró las chichis?
Haciéndome el despistado le dije que no y entonces ella murmurando dijo:
-Me miró con deseo.
Muerto de risa porque hubiese pensado lo mismo que yo, respondí tanteando  el terreno:
-Yo también te miré así.
-Sí, pero tú eres hombre- contestó y recalcando sus palabras, me confesó:  – No soy lesbiana y no me gusta que una vieja me observe con lujuria.
Sus palabras despertaron mi lado oscuro y acomodando mi cabeza sobre la almohada le solté:
-Entonces, ¿no te importará que mire mientras te desnudas?
Soltando una carcajada se quitó la camisa y tirándomela a la cara  respondió:
-Te vas a hartar porque duermo en tanga- tras lo cual, se despojó de su pantalón y medio en pelotas se metió dentro del mosquitero y sonriendo, me dijo: -Te doy permiso de ver pero no de tocar.
Su descaro me hizo gracia y cambiando de posición, me la quedé mirando fijamente mientras le decía:
-Eres mala- siguiendo la guasa, señalé mi verga ya erecta y le dije: -¿Cómo quieres que se duerma teniendo a una diosa exhibicionista a su lado?
Fue entonces cuando llevando una de sus manos hasta su pecho, descojonada, comentó mientras uno de sus pezones:
-¿Me sabes algo o me hablas al tanteo?
Como os podréis imaginar, me quedé pasmado ante tamaña burrada y más cuando con voz cargada de lujuria, preguntó:
-¿No te vas a desnudar?
De inmediato me quedé en pelotas sin importarme el revelarle que entre mis piernas mi miembro estaba pidiendo guerra. Olvido al fijarse, hizo honor a su nombre y olvidando cualquier recato, se empezó a acariciar mientras me ordenaba:
-¡Mastúrbate para mí!
Su orden me destanteó pero al observar que la mujer había introducido su mano dentro del tanga y que se estaba pajeando sin esperar a que yo lo hiciera. Aceptando que tal y como se decía en la universidad, esa cría era una ninfómana insaciable y que tendría muchas oportunidades de beneficiármela durante la expedición, cogí mi verga entre mis dedos y comencé a masturbarme.
-¡Me encanta cabrón!- gimió sin dejar de mirarme- ¡Lo que voy a disfrutar durante estos dos meses contigo!
La expresión de putón desorejado que lucía su cara me terminó de excitar y acelerando mis maniobras, le espeté:
-Hoy me conformaré mirando pero mañana quiero tu coño.
Mis palabras lejos de cortarla, exacerbaron su calentura y zorreando contestó:
-Tómalo ahora.
Como comprenderéis dejando la seguridad de mi mosquitero, me fui al suyo. Olvido al verme entrar, se arrodilló y sin esperar mi permiso, abrió su boca y se embutió mi verga hasta lo más profundo de su garganta mientras con su mano torturando su pubis. La experiencia de la cría me obligó a dejarla el ritmo. Su lengua era una maga recorriendo los pliegues de mi glande, de manera que rápidamente todo mi pene quedó embadurnado con su saliva. Entonces, se la sacó y me dijo:
-Te voy a dejar seco esta noche- tras lo cual se lo introdujo lentamente.
Me encantó la forma tan sensual con la que lo hizo: ladeando su cara hizo que rebotase en sus mofletes por dentro, antes de incrustárselo. Su calentura era tanta que no tardé en notar que se corría con sus piernas temblaban al hacerlo. Por mucho placer que sintiera, en ningún momento dejó de mamarla. Era como si le fuera su vida en ello. Si bien no soy un semental de veinticinco centímetros, mi sexo tiene un más que decente tamaño y aun así, la muchacha fue capaz de metérselo con facilidad. Por increíble que parezca, sentí sus labios rozando la base de mi pene mientras mi glande disfrutaba de la presión de su garganta.
La manera en la que se comió mi miembro fue demasiado placentera y sin poder aguantar, me corrí sujetando su cabeza al hacerlo. Sé que mi semen se fue directamente a su estómago pero eso no amilanó a Olvido, la cual no solo no trató de zafarse sino que profundizando su mamada, estimuló mis testículos con las manos para prolongar mi orgasmo.
-Dios, ¡Qué gusto!- exclamé desbordado por las sensaciones.
Sonriendo, la puñetera cría cumplió su promesa y solo cuando ya no quedaba nada en mis huevos, se la sacó y abriéndose de piernas, me dijo:
-Date prisa. ¡Quiero correrme todavía unas cuantas veces antes de dormir!
Hundiendo mi cabeza entre sus muslos, me puse a satisfacer su antojo…
El rutinario trabajo de campo tiene sus satisfacciones.
Esa mañana nos despertamos al alba y tras vestirnos, salimos a desayunar. Ixcell y Luis se nos habían adelantado y ya habiendo desayunado, nos azuzaron a que nos diéramos prisa porque había mucho trabajo que hacer. Los malos modos en los que nuestra jefa se dirigió tanto a Olvido como a mí me extrañaron porque no le habíamos dado motivo alguno o eso creí.
Alucinando por sus gritos, esperé que saliera para directamente preguntar al gordito que mosca le había picado.
-Joder, ¿Qué te esperas después de la noche que nos habéis dado?- contestó con sorna -¡No nos fue posible dormir con vuestros gritos!
“¡Con que era eso! Debe ser cierto que es lesbiana y me la he adelantado”, pensé temiendo sus represalias, no en vano era famosa por su mala leche.
Al terminar el café y dirigirme hacia la excavación, se confirmaron mis peores augurios porque obviando que había personal de la zona y que en teoría estaban ahí para esas tareas, esa zorra me mandó desbrozar la zona aledaña al área de trabajo. Queriendo evitar el conflicto, machete en mano, empecé a abrir un claro mientras dos “lacandones”, sentados sobre un tronco, me miraban y haciendo señas, se reían de mí:
-Menudos cabrones- murmuré en voz baja cada vez mas encabronado.
Uno de los indígenas al advertir mi cabreo, se acercó hasta mí y con un primitivo español, me dijo:
-Hacerlo mal. Mucho trabajo y poco resultado- tras lo cual me quitó el machete y me enseñó que para cortar las lianas primero debía de dar un corte en lo alto y luego irme a ras de tierra.
-Gracias- respondí agradecido al ver que esa era la forma idónea de atacar esa maleza.
El tipo sonrió y sin dirigirse a mí, se volvió a sentar junto a su amigo. Durante toda la jornada y eso que estaban a escasos metros de mí, ninguno de los dos me volvió a hablar. A la hora de comer, le conté lo sucedido a mi compañera, la cual me contestó:
-Pues has tenido suerte porque a mí esos pitufos directamente me han ignorado.
-Mira que eres bestia, no les llames así- recriminé a Olvido porque ese apelativo que hacía referencia a su baja estatura podía ofenderles.
Descojonada, murmuró a mi oído:
-El más alto de ellos, no me llega al hombro- y entornando los ojos, me soltó: -De ser proporcional, tendrán penes de niños.
La nueva burrada me hizo reír y pegando un azote en su trasero, le pregunté porque le pedía a uno que se lo enseñara y así lo averiguaba. Sabedora que iba de broma, puso gesto serio y pasando la mano por mi paquete, respondió:
-A lo mejor lo hago, si dejas de cumplir.
Solo la aparición de nuestra jefa, evitó que le contestara como se merecía y en vez de darle un buen pellizco en las tetas, tuve que tapar mi entrepierna con un libro para que Ixcell no se diera cuenta del bulto que crecía bajo mi pantalón. La arqueóloga tras saludarnos se sentó y desplegando un mapa aéreo de la zona, nos señaló una serie de montículos que le hacían suponer que había otras ruinas.
Al estudiar las fotografías, me percaté que de ser ciertas las sospechas de mi jefa, las estructuras estaban orientadas hacía un punto exacto de una de las montañas cercana.
-Tienes razón- contestó y dando la importancia debida a mi hallazgo, nos dijo: -Mañana iremos a revisar.
Una vez levantada la reunión, nos pasamos las siguientes horas haciendo catas en los terrenos con la idea de buscar la mejor ubicación donde empezar a escavar.  El calor y la humedad que tuvimos que soportar esa tarde nos dejaron agotados y fue la propia Ixcell la que al llegar las cinco, nos dijo que lo dejáramos por ese día y que nos fuéramos a descansar.
“Menos mal”, me dije dejándome caer sobre la cama.
Llevaba menos de un minuto cuando desde afuera de la tienda, me llamó Olvido diciendo:
-Voy a darme un baño a la laguna. ¿Te vienes?
Su idea me pareció estupenda y cogiendo un par de toallas salimos del campamento. Al tener que cruzar una zona tupida de vegetación, nos tuvimos que poner en fila india, lo que me permitió admirar las nalgas de esa morena.
-Tienes un culo precioso- dije sin perder de vista esa maravilla.
Mi compañera escuchó mi piropo sin inmutarse y siguió su camino rumbo a la charca. Cuando llegamos y antes de que me diera cuenta, Se desnudó por completo y se tiró al agua por lo que tuve que ser yo quien recogiera su ropa.
-¿Qué esperas?- gritó muerta de risa.
Su tono me hizo saber que nuestro baño iba a tener una clara connotación sexual y por eso con rapidez me desprendí de mis prendas y fui a reunirme con ella. En cuanto me tuvo a su alcance, me agarró por la cintura pegó su pecho a mi espalda. No contenta con ello empezó a frotar sus duros pitones contra mi cuerpo mientras con sus manos agarraba mi pene diciendo:
-Llevo con ganas de esto desde que me desperté.
No me costó ver reflejado en sus ojos el morbo que le daba tenerla asida entre sus dedos y sin esperar mi permiso, comenzó a pajearme. Mi calentura hizo que me diera la vuelta y la cogiera entre mis brazos mientras la besaba. Hasta entonces Olvido había mantenido prudente pero en cuanto sintió la dureza de mi miembro contra su pubis, se puso como loca y abrazándome con sus piernas, me pidió que la tomara.
Al notar como mi pene se deslizaba dentro de ella, cogí sus pechos con las manos y agachando la cabeza empecé a mar de ellos a lo bestia:
-Muérdelos, ¡Hijo de la chingada!
Sus palabras solo hicieron acelerar lo inevitable y presionando mis caderas, se la metí hasta el fondo mientras mis dientes se apoderaban de uno de sus pezones.
-Así me gusta ¡Cabronazo!
Reaccionando a sus insultos, agarré su culo y forcé mi penetración hasta que sentí los vellos de su coño contra mi estómago. Fue entonces cuando comencé a moverme sacando y metiendo mi verga de su interior.
-¡Me tienes ensartada!- gimió descompuesta por el placer.
Su expresión me recordó que todavía no había hecho uso de su culo y muy a su pesar, extraje mi polla y la puse de espaldas a mí.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó al sentir mi capullo tanteando el oscuro objeto de deseo que tenía entre sus nalgas.
Sin darle tiempo a reaccionar y con un movimiento de caderas, lo introduje unos centímetros dentro de su ojete. Entonces y solo entonces, murmuré en su oído:
-¿No lo adivinas?
Su esfínter debía de estar acostumbrado a esa clase de uso por que cedió con facilidad y tras breves embestidas, logré embutir su totalidad dentro de sus intestinos.
-¡Maldito!- gimió sin intentar repeler la agresión.
Su aceptación me permitió esperar a que se relajara. Fue la propia Olvido la que después de unos segundos empezara a moverse lentamente. Comprendiendo que al principio ella debía llevar el ritmo, me mantuve tranquilo sintiendo cada uno de los pliegues de su ano abrazando como una anilla mi extensión.
Poco a poco, la zorra aceleró el compás con el que su cuerpo era acuchillado por mi estoque y cuando creí llegado el momento de intervenir, le di un duro azote en sus nalgas mientras le exigía que se moviera más rápido. Mi montura al oír y sentir mi orden, aulló como en celo y cumpliendo a raja tabla mis designios, hizo que su cuerpo se meneara con mayor rapidez.
-¡Mas rápido! ¡Puta!- chillé cogiéndole del pelo y dando otra nalgada.
Mi renovado castigo la hizo reaccionar y convirtiendo su trote en un galope salvaje, buscó nuestro mutuo placer aún con más ahínco.  Aullando a voz en grito, me rogó que  siguiera por lo que alternando entre un cachete y otro le solté una tanda de azotes.
-¡Dale duro a tu zorra!- me rogó totalmente descompuesta por la mezcla de dolor y placer que estaba asolando su cuerpo.
Desgraciadamente para ambos, el cúmulo de sensaciones hizo que explotando dentro de su  culo, regara de semen sus intestinos. Olvido al experimentar la calidez de mi semilla, se corrió con gritos renovados y solo cuando agotado se la saqué, dejó de chillar barbaridades.
Con mi necesidad saciada por el momento, la cogí de la mano y junto con ella salimos de la laguna.  Fue en ese instante cuando al mirar hacía la orilla, mi compañera se percató de una sombra en medio de la espesura y cabreada preguntó quién estaba allí.
-¿Qué pasa?- le dije viendo que se había puesto de mala leche.
Hecha una furia, me contestó:
-¡Alguien nos ha estado espiando!. Seguro que ha sido alguno de los lacandones- tras lo cual y sin secarnos, nos pusimos algo de ropa y fuimos a ver si lográbamos pillar al voyeur.
Pero al llegar al lugar donde había visto al sujeto, descubrimos que no eran huellas de pies descalzos las que hallamos en el suelo sino las de unas zapatillas de deporte.
-Ha sido Luis- dije nada más verlas.
-Te equivocas- me alertó y señalando su pequeño tamaño, contestó: -¡Ha sido Ixcell!
Las pruebas eran claras y evidentes. Como en cincuenta kilómetros a la redonda no había nadie calzado más que nosotros, tuve que aceptar que ¡Nuestra jefa nos espiaba!.
-Será zorra- indignada se quejó y clamando venganza, dijo: -Si esta mañana se ha quejado de mis gritos, ¡Qué no espere que hoy la deje dormir!

 

Su amenaza me alegró porque significaría que  esa noche me dejaría seco y por eso con una sonrisa en los labios, la seguí de vuelta a la base.
 
Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 
 

 

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 

Relato erótico: “Sobre un pueblo 1” (POR BUENBATO)

$
0
0

Sin título“La primera de las alrededor de las hasta ahora siete generaciones que han habitado este poblado fueron iniciadas por cinco individuos y sus cinco esposas a mediados del siglo XIX. Los inicios, un tanto apresurados fueron ideados en su totalidad por uno de aquellos hombres, un conde europeo cuyo bajo perfil y su bien guardada riqueza le fue de utilidad para uno de sus mayores deseos: desaparecer para siempre.

El día clave comenzó en una visita a las entonces desconocidas aun costas indias e indochinas y en compañía de su fiel sirviente y algunos esclavos se encontró con una recóndita aldea que aun vivía de la misma forma en que se debió haber vivido en los inicios de la humanidad. El conde, fascinado por esta extraña aldea en la que cocer la carne aun era opcional y en la que la vergüenza por la desnudes aun no existía, no tardó en interesarse por la población al punto tal en que descubrió el secreto no tan celosamente guardado pero inquietante de aquellos pobladores.

Dicho secreto fue descubierto al quinto día de su estadía, cuando se le permitió observar un ritual del cual eran parte la totalidad de los habitantes de aquella población. El ritual consistía en la práctica del coito entre las muchachas y sus padres. Cuando el conde preguntó extrañado el porqué de aquel insólito rito se le respondió que era para confirmar los lazos de sangre pues las mujeres jamás concebían tras el coito con sus padres.

Esto desde luego confundió aun más al conde quien no solo sabía que era posible que una joven quedara preñada de su padre sino que además podía ser problemático pues las deformaciones en este tipo de embarazos eran comunes. Decidió alargar la estadía tres meses y ese tiempo le confirmó que el embarazo no se presentaba en ninguno solo de aquellos casos y descubrió que dicha tradición abarcaba siglos.”

Cuando el alcalde Gonzalo y Federico llegaron a casa de Javier este ya se encontraba con la mayor parte de sus valijas puestas para la mudanza. La mirada seria de Javier estaba seria y se mantuvo en silencio ante la presencia de su hermano y el alcalde. A Federico le preocupaba perder a su hermano y al alcalde, como al resto del pueblo, le preocupaba las consecuencias que pudiera traer el auto exilio de Javier. Finalmente, con la voz entrecortada, Javier se atrevió a pronunciar unas palabras.

– Usted ni se preocupe señor alcalde, de este pueblo nadie se va a enterar. Pero no puedo seguir exponiendo a mi familia a esto.

– Yo confió en usted – mintió el alcalde – pero debería saber que nadie quiere que se vayan, ni tampoco su familia quiere irse.

– Usted no me diga qué hacer con mi familia señor alcalde, de eso me encargo yo.

A Federico le dolía pensar que su hermano se fuera y más aun que se fuera avergonzado de su propio pueblo que le vio nacer a ambos.

– No te puedes ir Javier – dijo Federico, decidido – no te puedes ir porque aquí naciste y aquí fuiste muy feliz. No sé quién te metió esas ideas que tienes ahora pero nada más acuérdate que aquí fuiste y has sido muy feliz. Nada más acuérdate.

– Es diferente Federico, ahora ya es diferente. Tú también deberías entender que esto está mal.

– ¡No está mal Javier!, no está mal y lo sabes. Y lo que haces es nada más quitarle la oportunidad a tu familia de ser igual de felices de lo que fuiste tú.

El alcalde Gonzalo se sentía un tanto incomodo en aquella discusión pero se atrevió a seguir intentando convencer a Javier de que no se fuera.

– Mira, Javier, entendemos que el resto del mundo tenga costumbres distintas, eso lo hemos sabido desde que tenemos conciencia. Pero también deberías recordar que no somos iguales a todos. En este pueblo han trabajado nuestros abuelos y nuestros padres y nosotros también. Nadie más que la gente de fuera te juzgara, solo aquí puedes ser como realmente eres y nadie te va a juzgar, aquí somos igual que tú y aquí tu familia será igual de feliz que el resto.

Javier se quedó en silencio, en el fondo no deseaba irse pero le carcomía la idea de que el futuro de sus hijos e hijas estuviese marcado por una tradición tan distinta al resto del mundo, le dolía también saber que ni su familia ni el resto del pueblo deseaban que se fueran.

– Esta bien, señor alcalde, solo deje pensarlo.

“Tras convencerse de aquello se le ocurrió que resultaba un buen pretexto para borrarse del mapa. Pidió a su fiel sirviente que contrajera matrimonio con una de aquellas mujeres, buscó más personas y finalmente obligó a un esclavo negro y a un peón de origen chino a que desposaran también a una de aquellas mujeres. Él también contrajo nupcias con una de ellas y junto con una joven pareja que ya habitaba ahí partieron de ahí. Con el tiempo logró abandonar Europa para siempre y llego a este país; concedió libertad a los esclavos con la única petición de que jamás abandonaran el pueblo y vivieran como él les dictara. Fueron esos cinco matrimonios quienes fundaron este pueblo y concibieron hijos e hijas y fue entonces cuando el conde pudo corroborar que realmente era imposible concebir bajo el incesto.

Y así, después de más de cinco generaciones el pueblo ha crecido; apartado del resto del país y del resto del mundo trabajando las tierras que heredaron y con una población que supera los mil habitantes.”

Los tres se tranquilizaron pero Javier parecía indeciso a los ojos de su hermano. Federico, desesperado, llamó entonces a sus dos hijas. Las dos muchachas de cabello castaño oscuro habían estado esperando afuera y entraron inmediatamente al llamado de su padre. Leticia, la mayor de diecinueve años, y su hermana Alejandrina de diecisiete, eran dos hermosas mulatas como sus padres. Leticia, de cabello lacio, tenía unos pechos preciosos que no podían disimularse ni bajo el suéter que llevaba aquella tarde y su cintura y nalgas se remarcaban hermosamente en el pantalón blanco que llevaba aquella noche. Alejandrina, por su parte, era una mulatita de facciones delicadas, cabello enrizado y un cuerpo que se encaminaba a ser el de una diosa; en aquel momento vestía de pants y una blusa bajo una bata de dormir pues estaba a punto de recostarse cuando su padre se enteró de la noticia de su hermano y los tres habían salido de prisa a detenerlo.

– No te vayas, tío, no te vayas. – pidió con los ojos llorosos Alejandrina.

Javier sabía que ese debía ser el último intento de Federico para detenerlo y parecía funcionar pues la tristeza de Alejandrina le recordaba la de su propia hija y la del resto de sus hijos. Federico se acercó a sus hijas y tomándolas del brazo las guió hacia su hermano.

– Toma un momento a mis hijas Javier – dijo Federico – Tenlas un momento y piénsalo.

Pero Javier ni siquiera quería voltear a verlas, tenía por su puesto un inevitable sentimiento de lujuria que, combinado con los sentimientos encontrados del momento y su determinación de irse del pueblo, le hacían insoportable aquella situación. Federico y sus hijas estaban también muy inciertos de la decisión que fuese a tomar Javier. El hombre volteó a mirar a sus hijas y con la mirada nerviosa les señaló el sofá; las hermanas entendieron y se dirigieron al sofá. Comenzaron a desvestirse provocando que su tío, atrapado, evitara verlas. Las muchachas continuaron, Leticia comenzó despojándose del suéter y liberando sus preciosos pechos apretujados todavía en un brassiere rosado que venía en conjunto con un precioso cachetero que se iba vislumbrando conforme se desvestía el pantalón con una sensualidad inevitable. Alejandrina, por su parte, denotó la misma sensualidad más una pizca de ternura mientras dejaba caer su bata de dormir y pasaba inmediatamente a deshacerse de sus pants y después de su blusita; Alejandrina dormía sin sostén y sus pechos en desarrollo se veían irresistibles junto con sus rosados pezones; llevaba además un calzoncito infantil que acentuaba su halo de inocencia. Las vergas del alcalde y del mismo Federico se endurecieron sin mayor opción al ver a las dos preciosas chicas en lencería mientras se acomodaban en el sofá para ofrecer sus nalgas a su tío que aun se negaba a voltear a verlas.

Se esforzaba en no mirar aquellos preciosos cuerpos ofreciéndose y estaba a punto de exigirles a todos que salieran de su hogar cuando en un descuido sus ojos cayeron sobre las suaves nalgas de Alejandrina. Aquello lo atrapó y sus ojos continuaron avanzando hasta el culo perfecto de Leticia adornado por aquel sensual juego de lencería. No pudo más y comenzó a acercarse al sofá con una seriedad inquietante. Volteó a mirar su hermano quien no podía esconder su felicidad al saber que su hermano no se iría. Javier llegó por fin con sus sobrinas y su mano se posó sobre el culo ansioso ya de Leticia. Javier soltó una lágrima, apretó con suavidad aquel pedazo de carne y lo soltó para acercarse a su hermano a quien abrazó eufóricamente. Federico lo recibió con la misma emoción mientras su hermano se disculpaba con él.

– Perdóname, Federico, perdóname. – alcanzó a decir – No me iré nunca, Federico, te juro que nunca.

– Yo lo sé, Javier.

Para el alcalde Gonzalo aquella resolución final le cayó de maravilla como una tranquilidad que creía perdida. El abrazo de los hermanos terminó y, sin más, Javier se acercó de nuevo a las hermanas que sonreían conmovidas.

– Gracias por quedarse tío. – no pudo evitar decir con dulzura Alejandrina, provocando la ternura en su tío que se dirigió a ella para caer arrodillado frente a su precioso culo.

Javier, arrodillado, sentía que sus manos se deshacían en la suavidad de aquella piel que acariciaba con pasión. Dirigió sus manos a las orillas de las bragas de la chica retirándolas mientras se descubría la hermosa naturaleza de aquel culito. El ano aun virgen de la muchacha se convirtió en el primer objetivo de su tío que lanzó sus labios y le propinó un beso negro que refrescó aquel hoyito durante aquel momento. Leticia, la otra sobrina de Javier, lo esperaba con cierta impaciencia pues para entonces se encontraba totalmente mojada, pero aquel momento parecía ser solo de Javier y Alejandrina quien seguía disfrutando los labios de su tío ahora en sus labios vaginales. Tras unos momentos Javier se puso de pie y se deshizo de su camisa y su pantalón. Entonces recordó a su hermano y al alcalde quienes sin saber que hacer habían tomado asiento al otro lado del cuarto, evidentemente calientes.

– ¡Sandra! – gritó Javier.

Entonces se escucharon unos apresurados pasos descalzos en el techo de madera. Leticia, impaciente de sexo, aprovechó para dirigirse hacia su tío y, bajando su bóxer, se apropió de su erecta verga; esto sorprendió de veras a Javier quien sucumbió ante la hábil y fresca boca de su sobrina. Entonces bajo Sandra, quien a sus dieciocho años era la hija mayor de Javier.

Relato erotico: “Una desventurada chiquilla en un ambiente muy corrompido” (POR PERVERSO)

$
0
0

Para el estimado lector/lectora.

Sin título«Las ideas y opiniones expresadas tanto en los diálogos de los personajes como en las situaciones que conforman la narrativa de la obra son responsabilidad de los protagonistas y no representan en ningún momento los puntos de vista del autor, por su comprensión, gracias».

UNA DESVENTURADA CHIQUILLA EN UN AMBIENTE MUY CORROMPIDO

Después de haber sido golpeada en su escultural cuerpo con un cacho de tieso cable, jaloneada y casi arrastrada de los cabellos por toda la cuadra (desde el edificio de Felipe hasta la casa del gordo delincuente) en consecuencia a la ofensiva falta a la fidelidad hacia el gordo y humillada a mas no poder por un viejo que la trataba inferior a él solo por la discrepancia de género, la maltratada chiquilla bañaba cuidadosamente su cuerpo procurando que la espuma del jabón no rozara o hiciera contacto en la menor medida con las diversas heridas que surcaban su delicada piel.

La situación se había salido de los preparativos originales, según Lucio después de que los viejos vagabundos disfrutaran de los favores sexuales de la joven Dulcecita tocaría turno a Pancho, Felipe, y por ultimo él, por eso la sorpresa del equino por verse a esa mole cuando pensaba romperle el culo a Margarita, pero una inesperada llamada alertó al gordo sobre un asunto importantísimo el cual debería de tratarse a la mayor brevedad y que adelantó todo lo planeado, quitando eventos en lo ya programado incluyendo la cogida que Pancho y Felipe pensaban darle a Dulce. De este modo Pancho tuvo que modificar su agenda teniendo que ir él a arreglar ese malentendido que había surgido en uno de sus prestamistas dejando a Felipe la tarea de pedir una cuantiosa suma de dinero por el rescate del viejo Don Gustavo y encargarse de asegurar el traslado de Dulce de vuelta a su casa.

Esto generó una fuerte tensión entre los dos vejetes ya que por un lado estaba la desilusión de un senecto por probar las tibias carnes de una hermosa jovencita de ojos azules y de 19 añitos aspirante a modelo y con un cuerpo esculpido por el mismo Diablo y por otro las constantes tomas de decisiones que Pancho realizaba sin tomar en cuenta las ideas de Felipe considerando que el verdadero líder de la célula debería de ser este último, pero debido a su edad era por demás visible que en poco tiempo el gordo heredaría su lugar, aunque el porcino ya se sentía el cabecilla, todo esto había generado que en los últimos días la relación Pancho-Felipe no pasara por su mejor momento.

-aprovecha que en estos momentos esa chiquilla esta inconsciente, llévate a alguien y déjenla lo más cerca de su casa, para esto ya habrás hablado a la vieja esa sobre el dinero, se claro y breve, adviértele solo una vez, que la próxima vez que marques será para avisarle sobre el lugar acordado para la entrega del dinero y que nada de estupideces… no te preocupes por esa pendeja que no dirá nada sobre lo ocurrido, siempre se quedan calladas y con más razón esta que quiere ser modelo jajaja- se mandaba la orden el gordo evidenciando una vez más que ya se sentía todo un jefe de sector, todo esto ocurría antes de que Pancho descubriera a Mar en tan comprometedora situación.

-ahh y tómale fotos, nunca se sabe cuándo nos puedan ser útiles jeje, dile a los vagos que le pongan sus vergas en la carita de puta- decía el gordo abandonando el caliente cuarto con extremo olor a sexo y sudor, sin saber que abajo se encontraría con su prometida ofreciéndole el culo a tremendo esperpento.

Ya después de los latigazos…

La sollozante Margarita recordaba los descarnados azotes que le fueron proporcionados por tan bruto verdugo, uno en su espalda baja, otro un poco más arriba, otro en una de sus piernas para finalizar con un último atravesándola de uno de sus costados, eso sin contar la fiera cachetada que aún mantenía al rojo vivo una de sus mejillas por habérsele puesto pesada en la calle mientras era llevada a rastras de sus cabellos. La impotencia para esta señorita era mayúscula, ni siquiera recordaba a su padre haberla dejado en tan deplorables condiciones, ni siquiera a su ex novio le permitía el menor levantamiento de voz y ni que decir que este la jaloneara, y se encolerizaba que este viejo, a quien no le debería de tener respeto alguno, llegara y le pegara como si ella se tratara de algún objeto de su propiedad, y encima de todo según él, porque ella se había ganado el cruel castigo.

Las heridas estaban tan frescas que la pobre nena sentía mucho ardor y dolor ante el ligero roce del agua fría, pero al mismo tiempo una sensación de frescura que le ayudaba a olvidar lo sucedido y que limpiaba su piel de las sustancias sudorosas que la cubrían, cerrando los ojos  intentaba superar la situación en la que se encontraba.

“maldito viejo, como es que a una persona así se le permite tener contacto social”, cavilaba la imponente chiquilla con sus cejas fruncidas a modo de notar su molestia dejando que el agua fría recuperara su tentador cuerpo.

Mientras tanto el gordo, muy enfadado, miraba las condiciones en que había quedado su puerta.

-pero mira nada más!!, mira nada más, chiquilla atarantada!!, con que vergas hiciste esto??, hija de la gran puta!!!, no si pa´ todo le hayan!!!- el viejo veía si lo ocurrido a su chapa tenia solución, tratando de armarla manualmente.

-hija de la chingada debería de dejarte dormir afuera para que se te quite lo pendeja!!, uno portándose bien contigo, hasta comprándote trapitos para que no andes encuera… y así me pagas!!, pero esto me pasa por pendejo!!- la tierna chiquilla escuchaba desde el baño los berridos y regaños del viejo, no quería salir, tenía miedo, se le podía ver en sus vidriosos y sulfurados ojitos, y en la tierna forma en la que ahora acomodaba sus cejas.

-ora esta maceta que yo recuerde ya se la había regresado a Felipe, maldita mocosa!!-

-y deja de chillar o entro orita mismo y te termino de acompletar!!!, hija de tu peeerra madre!!!- rebuznaba encolerizado el gordo al asegurarse que su puerta había quedado inservible.

El celular del viejo comenzó a sonar, Margarita desde el baño apenas y se asomaba tratando de visualizar los recorridos que realizaba el bastardo, lo veía en toda su rechonchez aun con el pedazo de cable en sus grotescas manos, se había quitado la camisa y dejaba ver su voluminosa panza sudada llena de tatuajes de todo tipo, principalmente de atractivas mujeres. Al verlo no podía sentir otra cosa que no fuera asco, náuseas y un profundo odio hacia esa redonda persona, el viejo tomaba su celular y comenzaba a dialogar.

-si bueno… cabrón que milagro, hasta que das signos de vida… si, si aquí estoy… si, si puedo, ¿dónde estás?, ¿por dónde vienes?… ok, entonces en diez minutos en la cantina de Felipillo… sale te apuras pendejo que tengo otro compromiso- finalizaba Don Pancho para dirigirse a su baño.

El moreno viejo asomó su espeluznante cara de gorila enrabiado dándole a su cautiva un sucio repaso de los pies a la cabeza, degustándose con cada curva tan perfectamente trazada y burlándose de las coloradas líneas que surcaban ese exquisito cuerpo tan finamente moldeado, poniendo una cara tan jacarandosa pero a la vez burlona que no hacía más que acrecentar las ganas en Margarita por tener algún objeto punzocortante cerca y abrirle la panza a tan despiadado sujeto.

-¿qué hace?, sálgase!!- se quejó la niña al ver la gruesa humanidad metiéndose sin permiso alguno en donde ella se limpiaba, ella con una de sus manitas alcanzó a medio cubrir sus amamantables senos y con la otra dio un estirón para jalar un viejo trapo ahí colgado y tapar sus amplias caderas, un trapo tan pequeño que apenas y le daba para conseguir su propósito.

El viejo se calentó con la imagen de la joven hembra semi protegiéndose, el verla a ella con su carita de miedo, su mejilla enrojecida debido al golpe que le dio rato atrás y enconchada en un rincón no hizo más que alterarlo insanamente mientras su verga comenzaba a manifestarse en sus terroríficas dimensiones, pronto este caliente aparato ya presentaba una anormal inflamación debajo de esos viejos y descoloridos pantalones la cual fue vulgarmente frotada por el corpulento sujeto mientras se relamía sus babosas bembas saboreándose el encantador cuerpo que tenía ante su presencia.

-estas rebuena chiquilla, todavía ni yo me la creo que te ande comiendo jeje- decía burlón el viejo.

La diferencia de cuerpos era terrible, una tremenda panza colgaba haciendo apenas posible a la vista de la nena la atroz malformación genital que estiraba la tela mezclilla hasta casi desgarrarla, el obeso cuerpo peludo del bovino se veía aún más moreno de lo que ya era comparado con la blanca y brillante piel de la jovencita, los temblorosos labios de esta chiquilla lucían exquisitamente carnosos y sonrosados debido a la temperatura del agua y deliciosamente mojados por la misma, al verlos el viejo no soportó y se lanzó a querer disfrutarlos nuevamente.

El asqueroso viejo, con la lengua de fuera y la trompa parada, intentaba darle uno de sus mejores besos a la asustada chiquilla quien trataba por todos los medios posibles de impedírselo, en su afán por empujarlo con sus manitas dejó caer el trapo que la cubría quedando completamente desnuda ante uno de los entes más calenturientos que hasta entonces hubiera conocido, como a su vez sus senos, al estar también sin protección, bailaban y botaban ante cada movimiento de defensa para deleite del moreno quien seguía jovial con sus enardecidos ojos la ruta danzante de los pezones.

-nooo!!, aléjese!!!, váyase… no me toque!!!- decía la nena ante los constantes acosos del pervertido, y es que el secuestrador, con la pura panza, ya la había acorralado contra la pared mientras la tomaba de la cintura, caderas o alcanzaba a apoderarse de alguno de los senos.

El viejo sin darse por vencido jorobaba su cuerpo con la finalidad de llenarle la boquita a la nena con su repulsiva y viscosa lengua, y es que así como la diferencia de cuerpos era contrastante también lo era la altura, si bien la nena ganaba mucha altura con las zapatillas de teibolera que el gordo le había comprado en esta ocasión la señorita andaba descalza, lo que hacía que la pobre chiquilla a duras penas llegara al velludo pecho de la fornida bestia.

El viejo desesperó ante lo histérica que se estaba comportando su mujercita y enojado dio otra sanguinaria cachetada mandándola al piso. El impacto que la chiquilla recibió fue tan inhumano que ahora ella misma se confundía observando a dos enormes monstruos viéndola penetrantemente para después, como si esas bestias se reprodujeran por vía mitosis, contemplar como a partir de cada una se despegaba otra en igualdad de proporciones quedando ahora cuatro oscuros hipopótamos tratando de comunicarle algo.

-perra desgraciada, como conmigo no quieres pero bien que te revolcaste con esa rata asquerosa, deja nada más que lo vea- el viejo una vez terminada esta frase tomó los castaños cabellos de la chamaca y los ennudó en su mano, jalándoselos con fuerza excesiva como si se los quisiera arrancar poniéndola de pie y acercándola lo más posible a su batracia cara para advertirle, la desnuda nena como única defensa solo pudo posar sus manitas en la muñeca del brazo castigador.

-como veo que en este momento estás indispuesta y que el tiempo no nos favorece para ponernos a coger como animales, me retiraré a la cantina, te aviso que… una vez que te vistas te quiero allá!!… conmigo!!… a mi lado… como lo que eres!!… mi vieja!!, y cuidadito y me rezongas o desobedeces allá enfrente de mis amigos porque soy capaz de agárrate a patadas ahí mismo!!!!, y si en determinado tiempo no llegas vendré a buscarte con un garrote, y en dado caso de que no estés aquí, saldré y te buscaré hasta encontrarte y en donde te encuentre te agarro a palos hasta cansarme!!, ¿está claro?!!!, jeje, recuerda que sé dónde vives- bramaba el coloso sujeto salpicando pesadas gotas de saliva en el rostro de la asustada muchachita cada que abría su descuidada boca.

La sollozante chiquilla con sus senos elevándose en cada una de sus respiraciones sentía la pesada esencia a aliento rancio y aguardentoso chocando contra su asustado rostro, analizaba la condena del gordo y concluía que, en caso de no ser ella la que recibiera tal castigo, bien podría ser su papacito el que la recibiera, así que con esto entendía que no debía huir ya que en caso de hacerlo lo más seguro era que el viejo llegaría más rápido que ella a su lugar de ex residencia.

-está claro?!!!!- berreó guturalmente el desalmado poniendo una cara más que diabólica, a la nena no le quedó más que asentir temerosa y temblorosa mientras era levantada de sus cabellos aún más alto, llegando a estar solo apoyada del suelo con la punta de los dedos gordos de sus pies.

El viejo salía del baño, se colocaba una camiseta gris y algo manchada de grasa de automóvil y abandonaba la casa, la nena salía cautelosa, volteando a sus alrededores comprobando que se había quedado sola, veía la puerta entrecerrada, sin ataduras que la aprisionaran, pero recordaba las desagradables sensaciones de dolor que sintió en su cuerpecito cuando fue castigada por el porcino y la malvada amenaza minutos antes dictaminada, así que por el momento no era buena idea desobedecerlo y más considerando que no podía intentar volver a escapar puesto que ya casi era la una de la mañana y no era recomendable rondar a esas horas por esos terrenos.

La encuerada muchachita abrió la bolsa que anteriormente trajo Pancho y comenzó a medirse sobre su cuerpo vestido por vestido, intentando descubrir el que más tapara sus provocativas curvaturas ya que sabía que al lugar que asistiría estaría lleno de selectos caballeros, encontró uno que si bien no era para nada lo que buscaba al menos no era tan corto como el anterior, aunque la diferencia fueran unos cinco centímetros, se trataba de un vestido gris de aspecto plisado pero muy entallado y adornado con una par de gruesos tirantes que a la nena le quedaban flojos pues se le resbalaban constantemente por sus pecosos hombros por más que ella se los acomodara, pero quizás ese era el detalle extra del vestido, que los machos admiraran un tirante caído y el coqueto movimiento de una nena acomodándose el tirante en cada momento.

Ni que decir del escote que se gastaba la voluptuosa chiquilla con ese provocativo vestuario, eran estos momentos cuando ella más deseaba no haberse desarrollado tanto mientras jalaba hacia arriba el escote de su vestido a modo que tapara lo mayor posible de sus melones, se calzó con las mismas zapatillas de hace rato y sin perder más tiempo se dirigió hacia donde su hombre le dijo que estaría esperándola.

Si bien la distancia que delimitaba a la cantina de la casa de Pancho equivalía a unos cuantos metros, este espacio fue suficiente para que la chiquilla meditara un poco su vida hasta ahora precisamente pensando en eso, en como el viejo se expresaba de ella como su mujer, la cálida jovencita siempre había pensado en algún día conocer al hombre destinado para ella, un apuesto muchacho que rondara su rango en edad, tierno y cariñoso con ella y que la tratara como toda una princesa, ahora sentía un profundo revolvimiento en sus tripas al pensar que el ganón de tan exuberante mujer sería nada menos que un viejo de casi sesenta años, gordo, extremadamente feo, de batracia apariencia, tosco, ordinario, encima delincuente, al parecer sin oficio lícito pues no recordaba haberlo visto trabajar en algo y que no se cansaba de decirle que para él solo era una puta.

Pero se recriminaba más ella misma con el hecho de reconocer que en algún momento llegó a sentir algún tipo de atracción hacia tal desagradable sujeto a quien se le notaba lo machista hasta en el caminado, aunque después se trataba de convencer de que no existía tal atracción y que todo era producto del drástico cambio de vida a la que fue sometida y el corto tiempo transcurrido para asimilarlo. También considerando que esa atracción bien podría traducirse en un tipo de amparo que el gordo representaba para ella en este nuevo y distorsionado mundo, ya que fue él a quien conoció primero, con quien compartía cama y que había mostrado en pocos momentos (pero los había mostrado) una consideración hacia ella entendiéndola como un organismo con metas y aspiraciones. Pero sobre todo porque él representaba esa protección para ella con los demás, de esta manera se sentía segura el llegar a la cantina y acompañar al gordo, sabía que los intentos por faltarle al respeto por parte de la hambrienta manada de lobos disminuirían con este obeso factor. Para este momento la nena ya estaba a unos pasos de entrar a tan lúgubre lugar.

————————————

Minutos antes en la cantina…

El grotesco animal yacía recargado en la barra platicando con Atilano, el viejo ayudante de Felipe, tan feo como solo él mismo podía serlo, de aspecto rechoncho y chaparro con una gruesa espalda que casi parecía el caparazón de una tortuga. El nulo cuello, la pequeña cabecita y la ausencia total de cabellos en este peculiar sujeto, sumado a la rara forma que presentada en su rostro le daban la apariencia de ser un verdadero quelonio mutado antropomórficamente, y pensar que la bella Margarita ya se había comido sus mocos, sin saberlo.

Los viejos compartían opiniones sobre las hembras mas buenotas que habían visto ese día cuando en eso hizo su aparición entre las puertas de la cantina otro hombre de aspecto rudo y reglamentario así como de apariencia misteriosa, y quien al ver al robusto de Pancho se dejó ir hacia allá.

Una mesa fue rápidamente desocupada por Don Atilano para que Pancho, con el hombre en cuestión, se sentaran, Pancho estaba acompañado de nada más y nada menos que el oficial Climaco, el más alto mando de la justicia y defensor de los débiles por esas inhóspitas y abandonadas regiones que conformaban su sector.

-mi estimado Pancho, un gusto verte, cuéntame, que dice la buena vida?- el gordo conocía a este sujeto desde hace mucho, tenía perfectamente entendido la clase de fruta podrida que era y que por ningún motivo merecía portar el uniforme que representaba, un tipo de lo más ruin y corrupto que no se intimidaba a la hora de tratar con tan repulsivas escorias sociales.

La noche estaba fresca, así que el gendarme venia abrigado con una vestimenta que daba a suponer que no estaba en servicio, pantalón de vestir, botas, camisa de manga larga entreabierta mostrando una enmarañada mata de pelos cenizos, unos lentes oscuros que ocultaban la dirección de sus ojos y una especie de saco completando su fachoso vestuario, una tremenda verruga con tres pelos negros adornaba su rostro en su mejilla derecha.

-cual buena vida?, estoy hasta el culo de deudas, y he andado ocupado con unos asuntos, jeje- reía nervioso el gordo una vez acomodados en la mesa, la presencia y fanfarrona risa de su policiaco amigo no le gustaba mucho que digamos a Pancho, y es que el sargento no se molestaba el andar visitando prófugos de la justicia si no fuera para tratar un asunto de suma importancia.

-y esos asuntos, ¿no incluirán secuestro?- cada que Don Climaco hablaba tenía como costumbre un exagerado movimiento en sus manos, como todo un político que no sabe ni para que las mueve pero que trata de aparentar inteligencia con ello.

-jeje, hombre, que pasó, tiene mucho que me retiré de eso, ya estoy viejo, ahora soy un hombre de familia-

-jajaja!!!!, queee vergas!!!, ¿y quién es la afortuna que logró conquistar el corazón del buen Panchito?, ¿Alguna prima de Lencha? jajaja… bueno ya… dejémonos de chismes que no somos viejas y vamos al grano, acabo de regresar de unas bien merecidas vacaciones y me informan que el número de siniestros ha aumentado, o sea que uno ya no se puede dar lujo de ausentarse un tiempo porque enseguida no faltan los que hagan desorden- el justiciero recargaba su cuerpo en la silla al tiempo que cruzaba sus piernas para ponerse más cómodo mientras llevaba una de sus manos a su partida barbilla golpeándola sutilmente con su dedo índice.

-tengo una larga lista de desaparecidos, la mayoría sin mucha importancia… en estos momentos el que más me interesa es un tal… Gustavo Fuentes, ¿te suena?, al parecer su esposa ha levantado una denuncia a raíz de que el viejo no se ha presentado dos días al trabajo y de que se reportó uno de sus autos en las afueras de un motel en donde precisamente según algunas versiones de testigos una pareja fue… secuestrada, ahora, no me explico al buen Gustavo en un motel de tercera, ¿a qué iría?, ¿tú a que vas a un motel mi buen?-

-pos, a tronarme un culo- respondía Pancho.

-exacto, lo que me lleva a suponer que el buen Gustavo fue a tirarse a alguna mocosa compañera del culito que tiene por hija, ahora, yo sé que al viejo le gustan niñas como a todos nosotros pero… ¿te vas a tirar a una mocosa toda estúpida teniendo a esa yegua por vieja?, no sé tú pero yo después de habérmelo pensado supongo que esto fue planeado- el atento gordo se incomodaba, sabía que este pelafustán vestido de policía ya estaba enterado de todo o bien una parte, sino no se hubiera molestado en ir a debatir con él, seguramente había caído entre sus garras alguno de los tantos mocosos que se juntaban con el gordo y este le había divulgado algo de información, y si fue a verlo a él era porque precisamente le habían dado el nombre de Pancho.

-esa pinche vieja pendeja, en vez de que se abra de patas que es para lo único que sirve, se pone a investigar donde anda su marido, que vergas le importa!!!, ¿y de seguro ya sabes que yo lo tengo?!!!- el gordo levantaba un poco su voz, la estruendosa música al compás de bandas, corridos y narcocorridos permitía que la conversación llevada a cabo entre el gordo Pancho y el oficial Climaco fuera netamente privada, a decir verdad la cantina no estaba tan atiborrada de clientes como en otras noches, aun así, los finos comensales entre pláticas obscenas y juegos de barajas se entretenían sin el mínimo interés por prestar atención hacia la reservada mesa.

-tranquilo Pancho, calmado, ni que viniera a arrestarte, sabes que eso no es de amigos, vengo a hacerte una propuesta, bueno no, propuesta no, es algo que tendrás que hacer obligatoriamente- una risilla maliciosa era manifestada por tan ruin defensor, el gordo acercaba un poco su cuerpo recargando los codos sobre la mesa para poder escuchar mejor la supuesta proposición.

-de que se trata?- preguntaba interesado el gordo, exhibiendo en su cachetona cara un gesto como de perro confundido.

-nada difícil, mira Pancho tú mismo ya debes de saber de todas esas mamadas y noticias que deambulan en los medios sobre la ineficiencia y la corrupción en los cuerpos policiacos, a todos nos tienen como una bola de cerdos corruptos que se venden al mejor postor- oraba el protector.

-jaja, pues no están diciendo mentiras- reía el viejo rechoncho, abriendo una boca casi al estilo de los hipopótamos.

-Panchooo, tú más que nadie sabe que las cosas no son así, si yo quisiera en este momento me comunicaría para que me levanten a toda esta gente y me registren todas estas viviendas, en menos de diez minutos tendrías todo un regimiento volteándote la calle, pero las cosas no son así mi buen, unos necesitamos de los otros para formar esta perfecta simbiosis, todo tiene su contraparte, el bien existe porque existe el mal, la cura existe porque existe la enfermedad, sin la delincuencia ¿existiría la policía?- decía Don Climaco, Pancho intentaba mostrarse sereno pero lo cierto era que ya desde hace rato traspiraba con cerdo, quizás la actividad que más desempeñaba durante el día.

-y en donde entro yo en todo esto??- volvía a preguntar el rechoncho sudando a mas no poder de sus prominentes entradas, cara, axilas y pecho, su vieja camisa adornada con algunos hoyos se comenzaba a humedecer.

-tú mi viejo lobo, no tienes que hacer nada más que sacrificar a uno de tus perros, ¿en qué forma?, te preguntarás, bueno ahí te va… ahora que he regresado he visto mucha presencia militar en mi sector y la verdad mi amigo que eso no me gusta nada, no me gustaría que me dieran de baja por incompetente como han hecho ya con otros en otras partes y sean los militares los que comiencen a beneficiarse con mis territorios, cosa que no me conviene a mí y mucho menos a ustedes, la idea es hacer creer a la gente que la policía trabaja y que no somos ningunos vendidos- discurseaba el buen oficial, adoptando poses en su silla creyéndose el hombre más interesante del mundo, además, sus gestos sumados a su manera de mantener en movimiento sus manos lo hacía ver como si estuviera tratando de lavarle la cabeza a un determinado público con algún tipo de publicidad gobiernera.

-necesito que escojas a uno de tus hombres, el que menos te sirva, y me lo entregues el día del cambio, aquí mismo en este negocio vendría yo a buscarlo, todo esto para presentarlo y dar mi versión de los hechos quedando él como autor intelectual y de este modo la televisora lo presente, así la gente se sentirá un poco satisfecha y tranquila al saberse que un peligroso secuestrador está tras las rejas, ¿Cómo ves?, es algo que pensé ahora que estuve de vacaciones- Pancho escuchaba atento tallándose su gruesa y alijada barbilla así como su batracia papada.

-mm, no está mal, ¿pero que ahí de mi dinero?, estará asegurado??- preguntó el moreno.

-por eso no te preocupes, tú tendrás tu dinero, siempre y cuando se les regrese a su familiar sano y salvo para la gente el dinero pasa a segundo término, tú solo ténmelo todo listo que tu dinero seguirá intacto-

-interesante tu idea, muy ingeniosa, pero da la casualidad que el que menos me sirve por el momento está desaparecido-

-jaja, pues búscalo o consígueme otro porque ese día yo no me voy de aquí sin mi pichón, o si no, no hay dinero mi buen, y serán más de uno a los que me levante-

-¿me estás amenazando? hijo e puta, jeje- rebuznaba el gordo.

-tómalo como quieras mi gordito amigo pero tú y yo sabemos que tiene mucho que debiste haber vuelto a la cárcel- ambos sujetos intentaban intimidarse con burlonas risas amarillentas.

-si quisiera en este momento te metería un plomazo por media frente- la mano del gordo orbitaba arriba de donde, precisamente, se encontraba su arma de fuego junto a su arma de carne.

-sí, pero ya no tendrías la protección de mis muchachos, y con los nuevos elementos que están llegando tendrías que empezar a hacer méritos desde cero, quizás sea un poca más difícil echártelos a la bolsa ya que la nueva policía es, disque incorruptible- el tono del viejo oficial no expresaba más que sarcasmo.

-pero válgame Dios!, Pancho!, ¿y esa hembra?!!- el corrupto policía veía a lo lejos una muchachita castaña que apenada acomodaba su vestido tratando de tapar lo mayor posible sus carnosas piernas tan perfectamente estilizadas.

-jeje, esa mi oficial, es mi vieja, el bollo que me ando comiendo todas las noches- presumía el gordo inflando su grasoso pecho, sintiéndose orgulloso de la mujercita que le pertenecía.

-gordo cabrón, no creo que sea tanta tu dicha de llevarte a la cama a ese pedazo de hembra- dijo el corrupto servidor público recorriendo con su degenerada mirada todo el volumen anatómico que presentaba la muchachita recién aparecida ante él, y que solo podía ser comparada con las musas que se fotografiaban para sugestivos calendarios elaborados con la finalidad de complacer a la clientela masculina más exigente, considerando que en ocasiones dichas musas necesitan retoques pero viendo como esta, en persona, lucía perfecta.

-ahh no me crees?, mira, ehh, este… tú!!… (el gordo trataba de recordar el nombre de la mujer que compartía, desde hace poco, la cama con él), Margarita!!- Pancho hacia una señal con sus dedos, llamándola, como si la nena fuera una mesera dispuesta a tomar la orden de tan distinguidas personalidades.

Era de imaginar el gran desvió de miradas y levantamientos de vergas de todos tamaños, olores y formas que se suscitaron ante el coqueto caminado que la nena realizaba gracias a su escandalosa vestimenta y teibolero calzado mientras intentaba llegar hasta donde su hombre. Su exquisito cuerpo era literalmente devorado por la jauría de embravecidos machos que hace momentos disfrutaba de un rato de sano esparcimiento, la nena se daba cuenta de ello y caminaba muy apenada por la forma en que los viejos se perdían mirando sus curvas, con una de sus manitas se enroscaba un importante mechón de su castaño cabello, tratando siempre de concentrarse en no prestar atención a la bola de pelafustanes que cuchicheaban vulgaridad y media entre ellos, era como si los viejos no hubieran visto una mujer en años.

El grasoso maleante se incorporaba de su respectivo asiento una vez que la nerviosa hembrita llegaba hasta donde él, el viejo con total descaro y como si este fuera en verdad su marido le plantó un asqueroso beso de lengua que llegó a repugnar hasta al mismo poli, este otro caballero veía con esfuerzo pero a la vez con un tremendo morbo como el viejo panzón tomaba a la chiquilla de la cintura, acaparándosela con sus manos casi en su fina totalidad, la pegaba a él y le daba su buen besote con harta lengua, se podía escuchar al viejo manifestando placenteros quejidos a la vez que la nena realizaba ahogados gemidos e intentaba, sin mucho éxito, liberarse de tal asquerosa opresión, podía Don Climaco ver como los labios de la nenita yacían ligeramente abiertos mientras la lengua del gordo se apreciaba revolviéndose dentro de ellos.

Y es que la nena sentía todo el sabor diarreico proveniente de las babas del gordo que le generaban un profundo hundimiento en su estómago mientras estas le eran bombeadas a su boquita, por momentos el gordo movía su cabeza en repetidas oscilaciones reguileteándola para de este modo abarcar con su lengua toda la cavidad bucal de la niña, al tiempo que ella casi moría intoxicada debido al penetrante hedor a tabaco emanado de las podridas encías de Pancho.

Don Climaco prestaba singular atención a la forma en que ambos pares de labios se enfrascaban en una ardiente lucha por momentos siendo los de la nena los que desaparecían completos dentro de la voraz boca del gordo, veía como las callosas manos del viejo ahora bajaban y tomaban a la nena de cada una de sus potentes nalgotas y las apretaban y masajeaban para sentir su tibieza y dureza levantando un poco el ajustado vestido, sintiendo el gordo toda la perfecta tonificación en sus rasposas manos, el oficial veía como las elevadas nalgas daban lugar a unas carnosas y brillosas piernas visiblemente marcadas y estas se complementaban con una perfectas pantorrillas igualmente trabajadas y por demás estilizadas.

La nena por su parte con sus manitas trataba de bajar el vestido pues el gordo se lo había subido descaradamente, sabiendo ella que era más que obvio que estaba regalándole a los presentes una alucinante imagen de sus nalgas apenas surcadas por un diminuto hilo que se perdía entre ellas pero era este mismo rechoncho sujeto con papada de sapo croando quien se encargaba de volvérselo a levantar sin dejar de comérsela a besos, para esto el gordo ya subía una de sus manos y la depositaba en la nuca de la nena para atraerla más hacia él y de paso despeinarla de su cabello.

Don Climaco, junto a quien sabe cuántos más, tuvo la necesidad de meter su mano dentro de su pantalón para de este modo acomodar el bulto que se le estaba formando debido a que el beso que se estaba pegando la pareja de enamorados lo había calentado insanamente, el viejo ya no veía tan asqueroso ese buen morreo, y más porque el gordo ahora masajeaba a su beneplácito las tremendas nalgotas de la chiquilla al tiempo que le estiraba la tanga y seguía despeinando, la chiquillas por el miedo y los golpes recientes tenía que paladear su lengua con la del obsceno sujeto mientras sentía casi a la altura de su sexo la naciente erección del cochino Pancho que la punteaba constantemente. Don Pancho, con sus enormes ojos de sapo cerrados, no paraba de meter su lengua lo más profundo que esta llegara, por momentos gruesos hilos de saliva escurrían de entre ambas bocas hasta que después de una fogosidad de casi 10 minutos de chorreante besuqueo el gordo liberó a su hembra.

La primera reacción de Margarita después del beso fue limpiarse el exceso de babas con su manita así como el acomodo de tanga y vestido para mirar apenada a los alrededores ya que sabía que muchos espectadores no habían perdido detalle de como un viejo de cincuenta y pico años, gordo y feo, se había agasajado por un buen rato a una curvilínea, joven y hermosa chiquilla de hace no mucho haber cumplido sus dieciocho añitos.

-mi buen Climaco, te presento a mi vieja!!- dijo el orgulloso y contento Pancho todavía saboreándose las agradables y frescas sensaciones provenientes de la boquita de tan bella niña, ella en tanto ponía cara de confundida por lo rara que se sentía ante la presentación, y más porque el gordo la agarraba de la mano como un puberto enamorado que lleva a la novia a presentarla a sus padres.

El casi jubilado sargento iba evaluando la mercancía de pies a cabeza, cada una de las femeninas curvaturas eran morbosamente admiradas junto a un sátiro saboreo con la lengua por parte del judicial, se detuvo un poco en los grandes senos que se asfixiaban contra el vestido, Don Climaco casi puso sus manos en forma de querer apropiarse de ellos pero rápidamente recompuso su compostura, era todo un caballero y debía de comportarse como tal. Pero cuando llegó a la carita de la fémina pudo experimentar un jaloneo en su verga sin ni siquiera tocársela, estuvo a punto de correrse a lecherasos después de ver los apretaditos labios sonrosados y ligeramente brillosos por la saliva del gordo que la nena se cargaba mientras los gesticulaba como queriendo escupir, además de admirar esa perfecta naricita, ese cutis tan bien cuidado y sin brillo y eso que a simple vista se veía que la nena carecía de maquillaje. Todo esto, junto a los hermosos y tiernos ojitos verdes además del aire de inocencia de niña que no rompe ni un plato hicieron al viejo imaginar a tan despampanante mujer arrodillada ente él pegándole el mejor mamadón de verga jamás registrado en algún compendio o antología pornográfica mientras lo miraba mimosa con esos ojitos, pensando el viejo Climaco que con esos labios lo más seguro era que en pocos minutos él terminaría vaciándose esparciendo su nauseabunda semilla en toda la carita de la chiquilla con toda la enferma intención de formarle una mascarilla con ella, un bukkake.

-ehh, ejm, cof, cof, disculpen, muy buenas noches, mi bella señorita,- dijo el viejo una vez regresado de su obsceno trance tomando delicadamente la mano de Margarita y besándola salivosamente, más que beso Mar sintió como su mano fue literalmente bañada en babas, era como si un perro se la estuviera lamiendo, algo que obviamente le causó repulsión ya que se hubiera sentido más cómoda si hubiera sido un perro la que la lamiera.

-pendeja, ve y trainos unas cervecitas a mí y a mi amigo, de esas que me gustan, ¿ya sabes de cuáles verdad?, jeje, jeje- dijo el burlón sujeto volviendo a tomar asiento junto a su oxidado amigo, no sin antes dar a la chiquilla una escandalosa nalgada como si ella se tratara de una yegua a la cual esta es la única manera de echarla a andar.

-pero que cacho de culo mi buen, esas son viejas no como la que tengo en la casa jeje, ¿Cómo le hiciste para que esa chiquilla te pelara?, debiste meterle un buen susto- decía el sargento una vez retirada la nena, analizando a la nena entendía que esta mocosa debería de andar entre los mínimo diecisiete máximo diecinueve años, aun así el tema de la edad no le competía.

-lo que le metí fue otra cosa más grande y gorda y de ahí pa´ya no me la quito de encima, todas las noches quiere estar arriba del guayabo, se mueve pa´ya, se mueve pa´ca, me pela el plátano, y pa´que te cuento, hoy no acabo- decía el gordo.

La colorada jovencita se dirigió hacia donde se guardaban las bebidas, en ese momento mientras coqueta caminaba causando nuevamente admiración entre los clientes cruzó su hermosa mirada con la de Silvia quien sorprendida la veía ahí, según apenas no tenía mucho le había dicho lo asqueada que estaba de todo esto, y ahora la jovencita mesera veía como su cautiva amiga se había pegado un fogosísimo beso con un viejo que casi sería abuelo de ambas, hasta hace poco Silvia no pensaba que Margarita ya tuviera tanta confianza con Pancho.

Apenas cuando Mar intentaba sacar las cervezas sintió una caliente y sudada presencia detrás de ella, de pronto algo entre sus nalgas se le metía, algo de aspecto cilíndrico que parecía estar vivo y embonar perfecto entre la raya de su culo, volteó solo para ver la horrible cara bufante de Don Felipe, quien con todo y dientes de fuera (los cuales le eran imposibles esconderlos entre su boca) se le había repegado impúdicamente con la excusa de también él tomar una cerveza.

La nena sintió la mórbida presencia detrás de ella, inmediatamente le llegó un irrespirable hedor a sobacos, genitales, tabaco y aliento alcohólico. Vio como un grueso, peludo y moreno brazo se estiraba a la misma altura que el suyo, una pesada respiración le revolvía los cabellitos que sobresalían cubriendo su nuca.

-zorrita culona, que no se te olvide que tú y yo tenemos algo pendiente- dijo el anciano en voz bajita mientras ladeaba un poco su cabeza casi queriéndole pegar una mordida al cuello de la señorita, era el mismo viejo quien con sus chaqueteras manos acomodaba el tirante de la joven el cual estaba atorado en el bracito de ella, la muchachita pudo olfatear otra rancia esencia emanada de las podridas encías del repugnante vejestorio cuando este dialogaba sus oraciones, era como si este otro tuviera un animal muerto entre sus dientes y se estuviera agusanando.

La jovencita presa del miedo y cada segundo más asqueada hizo lo que tenía que hacer para regresar con los corruptos, Don Pancho ya con cerveza en mano continuó hablando con su viejo conocido, no sin antes sacar un poco las piernas para permitir que Margarita se sentara en ellas, la joven al recordar las llamadas de atención por parte de su actual pareja solo se acomodó arriba de él, Pancho la rodeó de la cintura con su poderoso brazo, depositando su mano en las suaves y tersas piernas de ella, tallándoselas.

-jejeje, Felipe parece chiquillo, ni porque ya casi le pega a los setenta años- dijo el servidor público alardeando de lo bien que se mantenía de salud el dueño de la cantina mientras este platicaba y se mostraba muy cariñoso con Lencha.

-seeee, ahí anda, el que no se le pare la verga es otra cosa, pero de que todavía anda, anda- el vacuno aprovechaba cada momento para darle un buen repaso manual a esas potentísimas piernotas que se le formaban a la nena y que sentada parecía tenerlas aún más potentes de lo que ya las tenía.

Ella en tanto deseaba que esta vergonzosa escena ya pasara, y es que estarse viendo como la vieja, la hembra (o como ella lo entendía, esposa) de un viejo por demás asqueroso no era tarea fácil, otra era tener que estar soportado su olor a sudor y descarados manoseos, por otra parte las atrevidas miradas de un viejo gendarme hasta ese momento conocido por ella que la incomodaban sobremanera, además de estar escuchando las albañilescas oraciones las cuales siempre estaban acompañadas por palabras como bollo, verga, culo, leche y demás, y por si esto fuera poco Don Pancho se atrevía a subirle el vestido hasta el punto donde casi se le viera la minúscula tanga.

Los intentos por detener a este enfermo era vanos, la hermosa muchachita veía como más viejos ahí presentes desatendían sus asuntos para admirarla a ella y principalmente como el viejo se la fajoneaba, algunos casi escurriéndole las babas de sus apestosas bocas, otros disimuladamente masajeándose el bulto escondido entre sus pantalones, pero todos con la misma cara de perros calientes. Ganas no le faltaban a la chica por pararse y darle al viejo una cachetada pero recordaba nuevamente las amenazas que este le hizo antes de venir y sobre todo, aun sentía el dolor en las heridas recién hechas con el pedazo de cable, pero de alguna manera tenía que demostrar su descontento.

-Don Pancho no haga eso, deténgase- dijo la nena, y es que el viejo le había metido sus gordos dedos dentro de la tanga y comenzaba a masajearle sus partes para disfrute del respetable, algunos de ellos ya habían alertado una línea rojiza atravesando una de las piernas de la chamaca.

La nena mostraba su incomodidad, le aborrecía que un viejo que no tenía mucho que la había maltratado ahora quisiera disfrutar de su cuerpo como si nada hubiera pasado, pero más la incomodaba la situación en público, muchos viejos presentes y sobre todo un viejo policía admirando la apretada telita semiprotegiendo su panocha.

-p… por favor Don Pancho, no… no haga eso- la nena se revolvía, bamboleaba su cuerpo y restregaba sus piernas tratando de impedir que el viejo la siguiera tocando, veía desesperada para todos lados buscando quizás alguien que se consternara con su situación y abogara por ella pero se encontraba con los rostros de asnos cachondos que poseían los finos caballeros en ese momento, la gran mayoría, por no decir todos, maduros de cuarenta para arriba y uno que otro fósil viviente.

-acuérdate lo que te dije zorra asquerosa, si sigues con tus mamadas vas a ver llegando a la casa- el viejo escondía su boca en la nuca de la chiquilla mientras repetía estas amenazantes palabras para después pasar a besarle sus pecosos y nuevamente desprotegidos hombros.

En ese momento los verdes ojitos de la exhibida muchacha se cruzaron con los negros de su hasta ahora única amiga, Silvia, quien yacía con una bandeja de meserear entre sus manos impactada con lo que estaba aconteciendo, viendo como Don Pancho literalmente le comía la oreja a su amiga mientras sus manos intentaban escurrírsele hasta lo más íntimo.

Para entonces, el Sargento Climaco podía ver algunos ríos de saliva correr por el cuello de la niña, pero sin perder detalle de como el delincuente no paraba de manosear ese delicioso sexo. Margarita de vez en cuando, en su lucha, se abría un poco de piernas mostrando al corrompido oficial, así como a una parte del público en general, su carnosa panocha apenas tapada por un pequeñísimo triangulo de negra tela, y por momentos el mismo judicial podía apreciar el nacimiento de tan carnosos labios vaginales, esto gracias a que Pancho en ocasiones movía la tanga de su lugar.

-jejej, Pancho como osas comer pan enfrente de los pobres- dijo el viejo oficial quitándose los lentes dejando expuestos unos ojerosos ojos, como si el viejo llevara trabajando de noche toda su vida.

-mira que mis amigos me están observando pendeja, no me hagas una escenita aquí, recuerda que me perteneces y puedo hacer contigo lo que me plazca- dijo el viejo dando una ligera mordida al cuello de la chiquilla.

Pero si bien la mente de la muchachita respondía negativamente ante estos depravados manoseos, su cuerpo decía otra cosa, y es que Pancho era un viejo lobo en estas cuestiones, no por nada llevaba toda una vida de sexo desenfrenado con cantidad de prostitutas y de tanto en tanto algo tuvo que haber aprendido, y es que las inquietas manos del infractor sabían muy bien donde estaban las partes más vulnerables de la chiquilla, que si bien no todas las mujeres son igual de sensibles en el mismo punto, la mayoría tiende a experimentar sensaciones parecidas, y en caso de no ser así el viejo explotaba otras zonas erógenas.

Poco después de que la nena medio asimilara su condición el viejo ya sentía las primeras humectaciones de ese mágico elixir que de la nena brotaba cálidamente desde el interior de su sexo, Pancho pasaba y repasaba sus dedos por toda la extensión de la depilada zanjita, sintiendo lo apretado de dichos labios vaginales y la sensible bolita arriba de ellos mientras dedicaba una mirada jocosa a su compañero de mesa, este le daba un sorbo a su cerveza sin dejar de mirar el exquisito cuerpo de la manoseada potranca, su corrompida mente era asaltada por visiones en donde él sometía genitalmente a la chiquilla mientras esta arqueaba su cuerpo sacando todo su exuberante trasero moviéndoselo sugestiva pudiendo escuchar el resonar de los gemidos de la chamaca como si en verdad se la estuviera culeando.

El corrupto oficial apenas había conocido a la chiquilla y ya estaba maquilando un plan sobre como poder bajársela a su pervertido y gordo amigo, como poder disfrutar de esas selectas carnes que conformaban a esa manzana de la discordia, y es que en ese deshonesto mundo no se podía confiar ni en la sombra propia.

Después de tallarle la concha a sus anchas, el viejo sacó sus dedos y los enseñó a la nena.

-mira puta, y dices que no te gusta, a ver, explícame esto- la chamaca veía dos de los hiperactivos dedos del pervertido empapados en sus jugosas intimidades.

-Don Pancho, por favor- dijo susurrante la acongojada nena.

Sin embargo el viejo volvió a la carga, esta vez tallando aún más descarado sus gruesos dedos por sobre el empapado panuchón, como un auténtico pulpo se enrollaba a modo de formarle con sus brazos una humana prisión a su cautiva, ladeaba su batracio rostro para de este modo lamer depravadamente la limpia orejita de Mar, comenzando con una serie de lamidas en todo el lóbulo y pabellón de la oreja, la nena por más que intentara alejar su rosto del marrano sujeto este siempre lograba alcanzarla, incrustándole su lengua muy dentro de su orejita.

Poco a poco, se fueron uniendo más aficionados al espectáculo, los hombres que después de un arduo día de trabajo desempeñando oficios tan desgastantes como la mecánica, la albañilería, la balconería y uno que otro limpiando el alcantarillado comenzaron a formar un semicírculo alrededor de la contrastante pareja de enamorados.

Margarita, con rostro asustado y cuerpo tembloroso, trataba de cerrar sus carnosos muslos para así evitar el cochino roce de los acorazados dedos del viejo sobre su delicada zona íntima, todo esto era imposibilitado en varias ocasiones pues el grasiento daba algún mordisco o rozaba exquisitamente el botoncito de la joven haciendo que esta sufriera algunos espasmos los cuales relajaban sus músculos logrando que al viejo le fuera posible volver a abrirla de patas.

La nena dio otro vistazo hacia su entorno dándose cuenta de que muchos de los caballeros ya se habían levantado de sus asientos y contemplaban en primera fila como ella estaba siendo masturbada por un tipo de lo más aborrecible y prepotente, y que además la triplicaba tanto en edad como en peso, el gendarme ahí sentado solo se tallaba disimuladamente su arma y de paso le daba otro buen sorbo a su cerveza, mostrando una amarilla risa tan enferma como la del redondo granuja.

Cada vez más público se levantaba de sus asientos para poder apreciar mejor la impúdica escena, y es que los que estaban hasta al fondo tenían que ponerse de pie pues los de las primeras filas les tapaban la acalorante visión. Algunos otros, envalentonados por las copas de más y al ver que el gordo parecía estarles regalando el morboso espectáculo se atrevían de manera zombificada a dar algunos pasos hacia enfrente rebasando la imaginaria línea de tolerancia.

-mira chiquilla, si sigues con tus mamadas de estarte moviendo y no dejarme hacer mi trabajo te echo a esta manada de perros hambrientos jeje, ¿quieres ver que soy capaz?- dijo el viejo aprovechando que su boca casi estaba sepultada en la oreja de Margarita.

La nena se quedó quieta al escuchar esa atroz propuesta no sin antes soportar el tufo a alcohol y cigarro proveniente de la boca del viejo macuarro, ella estaba a punto de pararse y darle una bofetada a tan reprobable canalla sin importar las consecuencias, pero apenas y el gordo sintió el levantamiento de ese cálido y voluptuoso cuerpo enterró con furia excesiva sus grasosos dedos en el bracito de esta casi llegándole al húmero, con esa acción la nena supo que tenía que regresar a su lugar.

-pedazo de puta, ¿no me crees?, orita mismo te echo a los perros- dijo el viejo en voz baja pero con la suficiente intensidad como para que la nena escuchara sus declaraciones.

-a ver bola de pendejos, en vista de lo bien que se la están pasando y de que mi vieja está un poco… caliente, ha decidido obsequiarles…- rápidamente la nena llevó sus sensuales labios hacia las percudidas orejas del porcino para decirle.

-no, por favor señor no, no me eche a esos hombres, por favor- decía la pavorosa muchachita ya casi queriendo romper en llanto, estaba hasta sudando viendo la clase de tipejos y espantapájaros que gozarían de sus servicios.

-muy tarde pendeja, con esto aprenderás que cuando yo digo algo se debe de obedecer a la primera- gruñía el asqueroso sujeto.

-no por favor, estaba nerviosa, por favor no lo haga- la nena, siempre hablado en voz baja trataba por todos los medios de lograr impedir los cometidos del viejo, prefería mil veces ser tocada en su intimidad por tan desagradable pelmazo a ser violada por una bola de malencarados borrachos que sin duda se darían el mayor festín de sus vidas, pero lo que a la nena no la convencía era la notable superioridad numérica que estos presentaban, ella solo era una, mientras que ellos eran alrededor de veinte sujetos.

Entre el público en general había de todo, hombres de apariencia cuarentona y quizás un par de ellos ya demostrando que estaban en los últimos días de su existencia debido a su avanzada edad, pero la gran mayoría siempre con una mirada expectante, un rostro calenturiento, una babeante boca y algo que se estiraba bajo sus pantalones.

-no seas así chiquilla, muchos de ellos no han cogido en meses, apoco los vas a dejar así… ahh ya sé, ¿no quieres que te manoseen ellos?, ¿solo quieres que te toque yo?, ¿por qué te gusta cómo te toco el bollo? jeje, ¿no es así?- la jovencita rápido intuyó que el viejo hablaba en su burlón lenguaje, sabia ella que tenía que seguirle el juego ya que de lo contrario esto derivaría en una noche de sexo desenfrenado con poco más de una veintena de tipos de lo más sucios y viles, y algunos adivinar qué tipo de enfermedad venérea la trasmitirían.

-s… si… si Don Pancho- respondía titubeante una chiquilla que trataba de evitar al máximo que fuera arrojada a los machos, como cual carne se arroja a los perros.

-sí que perra estúpida!!, ya sabes que a mí me gusta que me digan las oraciones completas, así no te entiendo!!, y puedo tomarme como respuesta una que puede ser muy diferente a la que me quieras dar- bramaba el vejestorio, para esto solo se dedicaba a besar el cuellito de la chiquilla.

-s… si… si… Don Pancho, solo usted… me gusta como me toca- dijo la nena.

-jeje, ya sabía, si cada que te toco la panocha pones una cara de puta que ni tú te reconocerías, pero mi niña, ya hice la invitación a todas estas personas, es de mala educación echarse para atrás- dijo el desalmado sujeto apretando a su hembra aún más en su sudado cuerpo.

-no por favor Don Pancho, eso no- los verdes ojitos de la nena ya estaba comenzando a cristalizarse por efecto de sus lágrimas.

-¿te portarás bien a partir de ahora?, pendeja- rebuznaba el caliente sujeto.

-si, si, me portare bien, haré todo lo que usted me diga, todo menos eso, por… por favor, no me eche a los señores esos-

-mm, eso de que harás todo lo que yo diga suena muy tentador, sin embargo creo que ya me lo has dicho antes y no has cumplido, ¿porque tendría que creerte ahora?- la joven tenía ganas de insultarlo, le llegaban a su mente insultos que ni ella había escuchado pero estando en desventaja tenía que guardar la compostura.

-se… se lo digo enserio- dijo la nena y para mostrar su sinceridad ella misma buscó los labios del viejo para fusionarse con él en un viscoso batido de lenguas, ahora era la nena la que trataba de llenarle la alcohólica y antihigiénica boca a ese desvergonzado con su fresco y naturalmente mentolado aliento.

-tóqueme, tóqueme Don Pancho- dijo la aterrada nena llevando ella misma una de las grotescas manos del viejo hacia su sexo para después con sus dos manitas tomar los caídos cachetes del viejo y así poder darle algunas lamidas a las bembas del cetáceo.

No es que la nena quisiera en realidad que el viejo la tocara pero tenía que mostrar su conformidad y su gusto a sus pervertidos toqueteos para así asegurarse que el viejo desechara la idea de ponerla a culear con el conglomerado, además ponía todo su empeño regalando al viejo los mejores y más apasionados besos, más sensuales que aquellos que alguna vez dio a su ex novio.

-te gusta?, te gusta lo que te hago?- preguntaba el porcino mientras estiraba la tanga remarcando escandalosamente los escurridos labios vaginales.

-si, si me gusta- susurraba la nena sin dejar de lamer las negras encías del pervertido.

Los viejos presentes vitoreaban la casi unión marital que se estaba llevando a cabo en tan improvisado tugurio, las chicas que fungían como meseras, entre ellas Silvia, veían incrédulas como esa hermosa chiquilla que las superaba a todas juntas en belleza y porte se pegaba un asqueroso beso con uno de los tipos más feos y viejos del lugar, una de ellas no aguantando el desagradable paladeo tuvo que correr al baño para vomitar.

El suertudo de Pancho nivelaba horizontalmente uno de sus brazos para después levantar el pulgar de esa mano en señal de victoria despertando una notable algarabía, un babelesco bullicio entre los participantes ya que cada uno expresaba sus comentarios al mismo tiempo mientras veían, calientes a mas no poder, como la lengua del gordo realizaba un salivoso y muy pegado movimiento de traslación alrededor de la de la chiquilla, ¿o era al revés?

-Pancho, ¿qué es eso que nos iba a regalar la putilla?- al parecer el público se impacientaba, pero Margarita al escuchar esto comenzó a surtir de besos al viejo tanto en su boca como en sus cachetes de perro bulldog, así como en su mugroso cuello.

-sí, dijites que nos iba a dar algo, jejeje-

-yo le voy por el culo- dijo otro ya dando un par de pasos al frente pensando que la nena ahí enfrente sería de ellos por esa noche.

-jeje, calmados, ¿cómo creen que esta pendeja esté interesada en ustedes?, ¿Qué no ven como me devora a besos como si me estuviera comiendo la verga?, la putilla solo estaba hablando de sus calzones, piensa regalarles el que está usando en este preciso momento, a ver!!!, ¿Quién lo quiere?, con olor a bollo!!- decía el chachalaquero viejo.

-¿solo los calzones?- preguntaba desilusionado uno de los congregados.

-ahh que fraude, yo pensé que nos la íbanos a coger- se quejaba otro.

-yo sí, yo si los quiero!!- dijo uno de los más ancestros estirando la mano como un condenado pidiendo un poco de agua, a partir de que este último habló un nuevo escándalo se apoderó de la pequeña sociedad mostrando el interés de cada uno por un simple pedazo de tela que servía para apenas cubrir el sexo de una curvilínea jovencita.

-mira cuanta fanaticada niña, ¿no pensarás decepcionar a tu público?- decía el viejo aprovechando que sus labios estaban libres pues la chiquilla ahora besaba apasionada el peludo pecho de su hombre.

El conjunto de pervertidos se alteró aún más cuando vieron que la jovencita levantaba un poco sus caderas, juntaba sus brillosas piernotas lo más que podía metiendo ambos pulgares en cada uno de los laterales de la tanga. Admirando, con cara de simios parando la trompa, como esa minúscula prenda iba deslizándose entre los delineados muslos al mismo tiempo que se remolinaba en su camino para terminar quedando enredada entre sus rodillas.

El gendarme que compartía mesa con la exhibicionista pareja no pudo más, y caliente bajó el cierre de su pantalón liberando su venuda tranca completamente parada y amoratada, con una enorme gota trasparente coronándola. Y así como él, otro de los presentes también lo hizo, y después otro, y otro más siguió con la reacción en cadena, para comenzar a realizar obscenos movimientos masturbadores. Para esto el número de personas había aumentado, ya eran aproximadamente unas treinta, completándose con los que hace momentos platicaban afuera.

Silvia aun veía como su amiga estaba siendo tratada como un simple entretenimiento, como era usada para saciar las bajezas de un infame, desde luego que no podía hacer nada para defenderla, quiso decirle a Felipe que pusiera orden pero lo vio igual de caliente que el resto de la multitud, incluso restregando su pelvis en la barra como si estuviera penetrando a alguien, y a unos metros de él, el tortuguesco Atilano masturbándose impúdicamente a sabiendas que la barra lo protegía de las miradas indiscretas, para esto también su vaina se encontraba protegida por su viejo mandil, el ambiente se ponía hostil también para la muchachita de cabellos negros quien tuvo miedo, así que dejó la charola en la barra haciendo acto de abandono.

A este tiempo la íntima prenda de la nena ya había llegado hasta sus tobillos, Mar doblaba un poco su cuerpo para alcanzar a quitársela completamente siendo aprovechada esta sugestiva postura por Pancho para admirar las redondeces de la joven y realizara vulgares movimientos de penetración vaginal o anal haciendo gestos en su feo rostro como si la vida se le fuera, siendo reverenciado por una parte de la muchedumbre, movimientos que Margarita al estar agachada con el culo levantado no pudo sentir ni apreciar.

La nena, ya con tanga en mano, intentaba retrasar al máximo la acción a continuación, mientras tanto los viejos se empujaban unos a otros por ganar una mejor posición, era tanta la felicidad carnavalesca que uno de ellos fue a parar al suelo empujado por otro de los que competían por quedar mejor ubicados. Los descompuestos rostros de los ahí presentes hacia dudar que en verdad se trataran de integrantes de la supuestamente inteligente especie humana, ya que Margarita lo último que veía en esas caras de chimpancés jariosos era raciocinio, y mucho menos, respeto hacia la integridad de ella como mujer.

Sin embargo después de otra advertencia del gordo ella tuvo que arrojar su prenda que para los viejos representaba un verdadero tesoro, los levantados brazos se peleaban como si se trataran de mujeres queriendo ganar el ramo en una boda. La tanga cayó entre las sucias manos de uno de los que ahí se masturbaba, de tanta emoción había dejado sus miserias de fuera sin importarle en lo más mínimo que aun hubiera mujeres presentes (pues otras dos meseras junto con Lencha veían atentas la desequilibrada acción, esta última parecía estar excitada). El triunfo de este personajillo no fue respetado por los demás comenzando una serie de jaloneos entre los presentes, escuchándose claramente gruñidos y berridos como si los que pelearan fueran cerdos queriendo acaparan el tazón más grande de techate.

Por otra orden del viejo Margarita se recostaba en él, entrecerrando sus ojos, sensualizando sus labios pero manteniendo sus piernas lo más cerradas posibles, el viejo levantaba el vestido de la damisela evidenciando un vientre tan plano y trabajado, ella intentó detenerlo pero al parecer algo que el viejo le dijo en secreto la hizo dejarlo seguir desnudándola. Los muslos de la chiquilla comenzaron a abrirse lentamente pero antes de enseñar su depilada vagina a todo el ganado ahí reunido llevó una de sus manitas improvisándola como protección vaginal, abarcando completamente su panocha.

Pero rápidamente la morena mano de Pancho se apropiaba de ese jugoso espacio desplazando a la blanca manita e incrustando el dedo medio dentro de la concha de esta, haciendo que la nena se sonrojara y expresara un ahogado gemido, llevando ella a su boca una de sus manitas para ubicar entre sus carnosos labios el dedo medio de esta.

De pronto el dedo anular del viejo acompañó al medio dentro de esa reducida cueva, el periodo de tiempo que precedió la completa penetración vaginal de la chiquilla fue lo suficiente como para que varios admiraran la lenta irrupción que cada dedo realizó, demostrando lo apretada que se encontraba esa delicada vagina, haciendo escurrir a más de uno por probar esas carnes que se enseñaban a pocos pasos de ellos.

El vestido de la nena lucía enrollado más arriba de su cintura, los morbosos sujetos se deleitaban con esa acalorada visión, muchos ya sudaban manchando de traspiración sus ya de por si sucias camisas, otros espumeaban descontroladamente sus bocas como cangrejos, sin embargo la nena se reusaba a abrir los ojos, solo escuchaba a los viejos mugir, expresando palabrotas o insultos hacia su persona, recalcándole su condición de puta, zorra, güila, así como los usos que para ellos tenía cualquiera de sus orificios. La nena también escuchaba el asqueroso sonido proveniente de la viscosa masturbación que muchos de ellos llevaban a cabo, escuchaba la pesada respiración del gordo así como una conversación que este llevaba a cabo con el comandante en donde el voluminoso hacia alarde de las cargadas eyaculaciones que ella podía realizar, despertando el interés del policía por ser testigo de una.

Fue aquí cuando el viejo realizó un movimiento tembloroso con su mano, esa que mantenía dos de sus dedos bien metidos dentro de la concha de la nena, para esto la otra mano se había escurrido por detrás de la espalda de la chiquilla abarcándole todo el trasero con ella. Ella comenzó a contorsionarse entre los brazos de su amante, intentando ahogar sus gemidos en su garganta, el gordo se daba gusto manoseando esas lubricadas partes la cuales en pocos minutos comenzaron a manifestar el clásico sonido húmedo de la concha de la nena cuando era masturbada a tan agresivas velocidades.

Ella en tanto, completamente apenada por saberse como un simple espectáculo para viejos hambrientos de carne, llevaba esa manita que anteriormente cubría sus labios para tapar sus ojitos, su tremendo cuerpo comenzaba a temblar y a transpirar, algunos gemidos también empezaban a escaparse de sus labios, incluso se le bajó todo el volumen a la música para que los caballeros escucharan con mayor calidad los gemidos que realizaba la muchachita.

La jauría se deleitaba escuchando los quejidos de la joven así como el húmedo sonido vaginal que de su caliente concha brotaba, los dedos del gordo lograban sacar por momentos algunas pesadas gotas de un líquido que emanaban de esa cavidad vaginal salpicando el moreno brazo de Pancho, también veían las carnosas piernas de la chiquilla temblando, las gruesas pantorrillas de la misma intentando elevar su cuerpecito, procurando mantener su posición o fruncir sus dedos ante el prolongado acoso de la que era víctima.

El gordo por su parte no dejaba de masturbar a la vez que de admirar el delineado cuerpo que tenía entre sus manos, la esbelta cinturita al aire libre y cubierta por cantidad incuantificable de gotas de sudor, ver como su morena mano se sumía dentro de esa apretada panocha, sentir el pesado culote descansar sobre su otra mano, notaba los erizados pezones casi queriendo agujerear el sugerente vestido, veía esa carita de zorra cada vez más fruncida y considerando el aumento en su temperatura tanto como de su respiración y latidos del corazón predecía que la nena estaba a punto de chorrearse.

Para esto la espasmada chiquilla había enrollado sus bracitos en el cuello de su torturador, abría sus labios para expresar gemidos cada vez más sonoros hasta que sintió como la lengua de Pancho nuevamente se le enterraba hasta su garganta. El obeso pervertido estaba quizás más caliente que ella, y es que disfrutaba ser el más afortunado de toda la manada, veía a esos humildes obreros en su mayoría conformarse con las migajas cuando él podía comerse a la hora que quisiera el pastel entero.

Uno de los viejos no pudo más y terminó vaciando su asquerosa concentración marfilesca, haciendo sonidos y movimientos raros, su mano rápidamente se cubrió de semen el cual caía pesado hasta el suelo.

-ya Don Pancho pareeee, me voy aaaa…!!!- grito la nena liberando su boquita del viejo bembas de bagre, pero con un gruesísimo lazo de saliva aun uniéndoles las lenguas.

-córrete pendeja!!, córrete puta, puta mamavergas!!!- rugía el viejo moviendo tan fuerte su brazo que sentía el adormecimiento de sus músculos, notándose el movimiento de sus grasas ante cada agitación de su brazo.

La nena comenzó a convulsionarse, una de sus manitas intentaba apoyarse de la mesa mientras la otra se estampaba constantemente en la grasosa voluminosidad de Pancho, este pelafustán sacó sus dedos de la vagina de la chiquilla para que de esta fuera liberada una potente eyaculación de calientes jugos agridulces.

Un verdadero aullido fue escuchado mientras la chiquilla se encontraba descargando su mujeril esencia, todos atentos se bebían con la mirada las sendas eyaculaciones que salían pausadas y acompañadas de un espasmo por parte de la jovencita quien se revolvía y casi desmayaba mientras terminaba de vaciarse.

La femenina expulsión dejó una pequeña poza aceitosa justo debajo de donde la niña yacía patiabierta aun jadeante y jalando aire dificultosamente, su acelerada respiración hacía pensar a los aglutinados que los senos de la señorita tenían pulmones propios. La bella niña llevaba una de sus manitas y la pasaba por todo su rostro en una forma de quitarse el exceso de traspiración que le daban un aspecto sensualmente brilloso.

El asqueroso y enfermo sujeto utilizaba los dos dedos, los cuales le habían servido como auténticos vibradores para lograr el lúbrico cometido, como si se trataran de una especie de destornillador, metía y sacaba los dedos de manera lenta pero pesada, con un rotante movimiento que dejaba ver las desquiciadas intenciones de un viejo que deseaba agrandar de una vez por todas el reducto vaginal de la escurrida chiquilla.

La joven no dejaba de gemir ante tal descarado acto, y es que los dedos del viejo estaba tan gruesos que unidos casi formaban la misma envergadura de su miembro, en pocas palabras era como si el viejo se la estuviera dejando ir toda, pronto los gemidos de la hembra fueron acompañados por una serie de sonidos producidos por el cetáceo como tratando de imitar los gemidos femeninos, en una especie de burla o de señal de triunfo del género masculino sobre el femenino, dejando bien en claro entre todos aquellos que dudaban aún que Pancho se comía todas las noches a la despampanante hembra vestida de blanco que hace unos días entró a la cantina robándose el corazón, e infinidad de chaquetas a su salud, de muchos.

La terrorífica anormalidad que se le formó al vejestorio dentro de sus pantalones fue tal que él mismo tuvo que sacar su pistola (el arma de fuego) para poder dejarle el espacio suficiente a su arma de carne, depositándola arriba de la mesa, justo a la vista del defensor de los derechos civiles y protector de la integridad de la comunidad y al cual parecía habérsele olvidado hace mucho haber jurado por la validez de dichos principios.

Regresando con el gordo, este había vuelto a acomodar dos de sus dedos dentro de la encharcada y olorosa vagina, el olor a bollo escurrido era tal que muchos de los ahí presentes se sentía hipnotizados por tan agridulce aroma, otros veían con una sed enferma esos restos de corrida estancándose entre las viejas maderas que conformaban el piso del establecimiento.

El viejo reinició con el suplicio efectuado a la joven martirizada, sus dedos sentían a carne viva las paredes vaginales completamente húmedas y dilatadas, veía a la nena toda colorada de su carita, cerrando los ojos y sintiendo al máximo los movimientos de esos temblorosos y callosos dedos que la penetraban.

El viejo escuchaba ahora más sonoro un acuoso sonido proveniente de la panocha, era tal el elixir expulsado que la aromatiza emanación podía metérsele hasta los pulmones, Don Pancho hasta prolongaba sus respiraciones expandiendo bruscamente sus enormes fosas nasales queriendo acaparar la mayor cantidad posible del afrodisiaco aroma, el viejo pronto fue testigo de las contracciones orgásmicas que nuevamente atacaron a la chiquilla, ella tuvo que enterrar sus dientes en uno de los fornidos brazos de su macho debido a las placenteras sensaciones que la enloquecían.

La alterada chiquilla realizaba un sonido que no entraba en la clasificación de gemido o pujido, era un sonido agudo como de un animal chillando, trataba de retrasar, de aguantar esa quemante sensación entre sus piernas que al mismo tiempo le causaba una rasquiña insoportable. Para esto el viejo guarro aprovechó otro punto a favor que le brindaba el cuerpo de su diosa.

Desde hace poco rato el viejo había notado lo hinchadísimo del clítoris, estaba tan duro que era más difícil no encontrarlo, una risa extremadamente aberrante y pervertida se le dibujó en su grasienta cara. Sumió lo más que pudo los dedos índice y medio de la mano libre entre las carnes que conformaban los externos labios vaginales, en una posición tan perfecta que el clítoris quedaba justo en medio de ambos dedos, esto permitía al viejo sentirlo desde la raíz o hasta más abajo de su nacimiento, y como si dichos dedos fueran unas tijeras el viejo fue juntándolos hasta que estos se unieron, quedando el palpitante botoncito apretado entre ellos.

Una vez hecho esto Don Pancho prosiguió con un sutil movimiento de fricción entre sus dedos, machacando el sensible frijolito, haciendo que la nena pronto jadeara como una verdadera perra, gradualmente Pancho elevaba la velocidad mientras veía el descompuesto rostro de la bella doncella, pronto la ardiente jovencita estaba tan extasiada con semejante y nunca antes experimentado trato que tuvo la necesidad de jadear con lengua de fuera, completamente roja de sus mejillas, envilecida y enloquecida, temblando de sus bracitos los cuales se abrazaban de la robusta bestia, siendo atacada por olas cada vez más grandes de un placer indescriptible, un placer que la había obligado a la buena a abrirse lo más posible de piernas, de este modo su bollo quedaba completamente expuesto e hinchado para los viejos en toda su pulsante y ovalada forma.

El viejo sudaba debido a la presión calorífica que la nena exudaba de su cuerpecito, tan sudado que ya manchaba completamente su camisa y la parte del pantalón que cubría su zona pélvica, llevado por un inmoral deseo más allá de la lujuria apretó aún más fuerte sus dedos casi triturando el pequeño clítoris, y comenzó con un fino movimiento de estiramiento como si lo quisiera desprender, aprovechaba lo sumidos que se encontraban sus dedos para literalmente masturbar el clítoris, haciendo que la chiquilla se retorciera entre sus bazos, se serpenteara, se ondulara y casi se derritiera, los ojos de la chiquilla casi se querían juntar, en estos momentos la jovencita carecía del conocimiento suficiente para advertir en qué lugar se encontraba y con qué clase de personas, con estos movimientos masturbatorios se le había ido toda la información requerida.

Mar no demoró mucho rato para derramarse con cargados chorros de líquido que terminaron por nutrir las pequeñas pozas en el suelo formando ahora un charco mayor, el cuerpo de la nena evidenciaba un ligero temblor cada que un chorro más se escapaba de su intimidad, el viejo había sacado sus manos cuando sintió ese conjunto de néctares liberarse pero era ahora la misma chiquilla quien se metía los dedos para terminar por descargarse, no sabía porque, pero la intensa picazón que sufrió en su concha la obligó a refregarse ella misma, terminando por secundar sus penetraciones con enloquecedores movimientos de cadera y berridos de hembra.

-¿ahora si me van a creer bola de pendejos?!!, todas las noches me ando comiendo a esta zorra!!, todas las noches le doy verga hasta casi matarla!!, pero es tan puta que siempre termina pidiéndome más!!, jajaja!!, solo véanla como ella misma se dedea la muy cochinota, a ver, ¿quién se carga la vieja más buenota? bola de putos!!!- el viejo Pancho reforzaba su orgullo de macho ante las anteriores burlas que los reunidos le hacían debido a que por su obesidad y vejez posiblemente ya no se las podría con una joven hembrita como la que en esos momentos era conocida como su supuesta vieja.

-tu puta madre Pancho!!, préstamela tan siquiera un día, verás que ya no regresa contigo jajaja!!- decía uno de los satisfechos espectadores.

-estoy tan caliente que hasta te chuparía los dedos- decía otro de los ahí reunidos, ante todo esto el oficial Climaco solo reía divertido mientras limpiaba el exceso de sudor en su frente con una servilleta, sin duda era un momento idóneo para desestresarse del papeleo y las continuas fallas que presentaba la efectiva en su tiempo de ausencia.

-a mí me vale verga, yo los voy a probar de suelo- dijo otro y cuando terminó de decir esta frase otro ya se le había adelantado y sorbía los jugos de la nena directamente del piso, hasta se apoyaba de sus abiertas manos para tener mejor posición, parecía un musulmán rezando en una mezquita.

Desde luego que a este festín se unieron mas creyentes, otros se empujaban como si fueran ñus tratando de acaparan el mejor espacio de la rivera, había un viejillo que no daba abasto sacando y metiendo su camaleónica lengua hábilmente, dándole constantes repasos a ese charco que cada vez se hacía más pequeño hasta que desapareció, los depravados sujetos se consumieron hasta la última gota.

-¿A dónde vas hija e´puta?, todavía no te he dado órdenes de retirarte!!- decía al gordo cuando vio que su nena se incorporaba después de haber analizado la enferma escena y en donde verificó que muchos la habían estado grabando desde quien sabe cuándo con su celular, quería llorar pero no tenía que demostrarle debilidad a este montón de puercos, si lloraría por lo menos lo haría donde no la vieran, en la casa del gordo.

-D… Don Pancho, quiero ir al baño- después del brutal estallido la nena no soportaba sus ganas de mear, hasta cruzaba sus piernas señas de las ganas que tenía, y es que algunas gotitas de orines ya resbalaban por sus muslos, y de paso tomaba esto como excusa para volver a “su casa” lo más rápido posible.

-méate aquí, anda- decía el aborrecible personaje.

Para Mar asimilar eso fue peor que dejarse manosear en público, como se le ocurría a este pedazo de asno que ella haría sus necesidades enfrente de todos los tambaleantes viejos verdes deseosos por admirar nuevamente sus partes, además de darse cuenta de que dos de la meseras, las cuales ni conocía, veían aterradas y asqueadas la recién llevada a cabo inmoral escena, sin duda Margarita sería el motivo de pláticas y chaquetas al menos por unas cuantas semanas.

-p… pero Don Pancho- objetaba la señorita.

-que te orines aquí pedazo de zorra que no entiendes!!!, o te hago entender a golpes pendeja!!!, pa´la puta verga cada generación nacen más pendejas!!!- dijo Pancho en un tono tan cruel y estruendoso que hasta hizo callar a la escandalosa jauría.

-Do… Don Pancho es que aquí… aquí no hay donde-

-me lleva la verga escuincla pendeja!!, ¿siempre tiene que ser a tu modo verdad?, a ver bola de putos!!, mi hembra quiere orinar!!, ¿quién de ustedes quiere beberse sus meados?- preguntó el gordo dirigiéndose a la respetable audiencia.

Muchos candidatos reclamaban para si la anhelada vacante, la gran mayoría hasta Atilano conformaban el conglomerado de reclutados de los cuales uno seria el seleccionado para desempañar tal heroica labor, claro que Pancho al ver las condiciones de la nena tuvo que darse prisa en su decisión, repasando minuciosamente cada una de las descuidadas caras de los aspirantes hasta que dio con uno, un viejo de apariencia ochentera completamente desprovisto de dientes, con un delgadísimo cuello en donde se apreciaba una enorme manzana de Adán, llegándole a dar forma de pescuezo de buitre.

Pancho lo llamó y él, feliz (aunque no parecía pues su cara de pocas pulgas no desaparecía) por haber sido el seleccionado analizaba casi cayéndose de borracho las órdenes dadas por el gordo como si este fuera un pupilo recibiendo las estrategias de su director técnico y se colocaba boca arriba en el suelo, con sus manos en forma de cruz como si este fuera un difunto en pleno velorio, con sus ojos bien abiertos y su boca manifestando una destornillada sonrisa completamente rosada pues carecía de piezas dentales observándose los hundimientos en donde tiempos atrás permanecieron las calcificadas piezas, rápidamente el redondo le ordenó a Margarita como colocarse y ella, con toda la pena y humillación del mundo se posicionaba.

Abría ligeramente sus piernas, colocando cada pie en los costados de donde yacía recostada la cabeza del vejete y lentamente descendía doblando sus potentes piernas hasta quedar en una postura conveniente para la micción, arremangaba su vestido para evitar que este pudiera mancharse de orina durante el acto y comenzaba a dejar salir los chorros de líquido dorado que cayeron en la cadavérica cara del viejo, era por demás notoria la incomodidad de la encuclillada chiquilla.

Nadie, absolutamente nadie, perdía detalle de lo que acontecía, para los viejos la nena quedaba de perfil pero se alcanzaba a ver entre sus escandalosos muslos un ligero chorrito amarillo que entraba limpio en la bocota del vejestorio, para este personajillo la delicada panocha de la nena le quedaba en un exquisito primer plano, podía verle los colorados labios vaginales completamente brillosos así como algunas partes en donde pequeños pelitos comenzaba a florecer. Para los de la barra (Atilano, Felipe y Lencha) era indescriptible la forma que el trasero de Margarita había adquirido, una forma estéticamente acorazonada seguida por una delgadísima cintura que se estilizaba aún más debido a la forma en que se le había enrollado el vestido, Pancho y Clímaco tenían la misma visión que los otros viejos solo que de perfil contrario y las jovencitas meseras procuraban hacer como si nada estuviera pasando. Silvia, quien venía regresando, contempló como su amiga le orinaba la cara a uno de los viejos más aberrantes y encimosos del lugar y que tantas veces le había faltado al respeto al ser ella, de entre todas las meseras, la más presentable anatómicamente, por lo que aun más asqueada que antes nuevamente decidió ir a tomar más aire fresco.

El viejo abría lo más que podía su boca, pronto esta le fue atiborrada con la rasposa sustancia desbordándosele de sus secos labios y bañándole toda la cara, la apenada Margarita se sentía morir de la vergüenza, estando ahí encuclillas emborrachando a un viejo desdentado con su orina, una vez incorporada le costaba un mundo mantener su frente en alto, no tenía autoestima para mirar a alguien a los ojos, fue la vez que sintió que más tardó en orinar y cuando acabó fue, para su suerte, retirada por el viejo.

-mira perra, vete para la casa, te bañas porque estás toda apestosa a concha y te pones bien zorra porque vamos a salir, en veinte minutos te quiero lista o ya sabes, habrá cable jeje- dijo Pancho para seguir dialogando como si nada con su benefactor.

-pues si como te decía, ya aprovechando que estás aquí quisiera pedirte un pequeño favor, se trata de una chiquilla que tengo aquí y quisiera pedirte que si podrías ir con Felipe y regr…- era lo que escuchaba Margarita hasta que la distancia le impidió seguir enterándose de los asuntos que tramaba su propietario, caminando mientras los borrachos admiraban su potente trasero pues sabían que iba completamente descalzonada.

La nena salía por la parte de atrás de la cantina, una vez abandonando por completo el recinto fue jalada por unos brazos hacia una parte aún más oscura, una zona que proporcionaba la invisibilidad precisa para pasar completamente desapercibida ante cualquier mirada curiosa.

-Maguito, ¿qué pasó?, ¿estás bien?, ¿te lastimaron?, discúlpame, quise ayudarte pero no pude- dijo la presencia abrazando con hermandad a la masturbada joven, para esto Margarita ya había reconocido la voz, se trataba de Silvia.

-no!!, no me abraces, estoy sucia!!- advertía Mar.

-ay, eso que, además traigo mandil jijiji, ven déjame darte un abrazo, lo necesitas-

-estoy bien, ¿y tú?, estaba preocupada, pensé que alguno hubiera querido propasarse contigo… aprovechando la confusión- decía Margarita mientras se apretaba fuertemente a su amiga, después de que esta la aceptó en esas condiciones, sudada, lubricada y orinada.

-ay mujer, después de lo que pasó tú preocupándote por mí, sabes que se defenderme, vente conmigo, no vivo bien pero ahí nos hacemos espacio-

-no como crees, estás loca, no puedo- respondía Mar, para esto ambas niñas ya habían bajado su voz.

-pero porque, no ves todo lo que se propasa contigo el… sapo ese, vamos agarra tus cosas y orita mismo te vas conmigo, no pienso dejarte una noche más con ese monstruo- dictaba la envalentonada joven.

Si bien estos últimos días la exquisita Margarita había estado muy ocupada en el ámbito sexual, ella lo que en estos momentos necesitaba era que le brindaran un poco de cariño, cariño de verdad, así que viendo la oportunidad de recibir un poquito de afecto se abrazaba a su amiga mientras recostaba su cabecita en el pecho de la otra joven, Silvia solo se dedicó a acariciarle los cabellos.

-te agradezco pero no, quizás la próxima vez que nos veamos tengamos más tiempo para platicar y darte todos los detalles- y así permanecieron las jóvenes, lapso que duró unos cuantos minutos.

-me voy, no tengo mucho tiempo, me va a llevar a quien sabe dónde- dijo Mar para a la poste ir despegando su cuerpo del de la otra chiquilla.

-cuídate amiga, mira toma- la joven cantinera se desprendía de un crucifijo que adornaba su cuello y se lo colocaba a Margarita.

-para que te cuide como me ha cuidado a mí en todo este tiempo- decía Silvia.

-gracias- dijo Mar, reconociendo la forma del adorno con sus dedos.

———————————————

Ya una vez bañada y lista, en el oxidado auto del gordo…

-escúchame bien zorrona, lo normal sería que yo te dejara amarrada en la casa pero como esa opción por el momento no es muy viable que digamos tendrás que acompañarme a todos los lugares donde yo vaya hasta nuevo aviso… otra cosa, en vista de que tú misma dijiste que ibas a realizar todo lo que yo quisiera creo que me deja en posición para mandarme la orden que a mí me dé mi regalada gana, así que como en las últimas horas he estado muy estresado debido a ciertos asuntos que a ti no te incuben y viendo los labios de puta que te gastas a los cuales les traigo unas ganas desde hace rato en el baño quiero que en todo lo que va a durar este viaje me vayas pegando la mejor mamada de verga que hayas dado hasta ahora en tu zorresca vida, entendiste?- croaba el desagradable vejete mientras regalaba un guiño de galanazo de telenovela a su hembra.

La nena no reclamó nada, pero aun así, mantenía su enojada carita viendo fijamente al viejo demostrando rechazo a la desagradable orden pero mucho mas a la desagradable persona que tenía como acompañante.

-anda zorra!!, qué esperas?!!, mámame la verga!!, si bien que sabes jeje- rugía el vejestorio, la nena completamente asqueada veía con terror la espeluznante erección escondida dentro de los pantalones del viejo, además de verle su fea, cachetona y grasosa cara reluciente de brillo.

-p… pero, bájese los pantalones- dijo la chiquilla tímidamente escondiendo su labio inferior detrás de sus dientes superiores.

-la verga!!, eres una perra que no sirve más que para tragar verga, así que anda jeje, se buenita y busca tu propio alimento, además el viaje no será largo, mínimo unos cuarenta minutos jeje- se expresaba la morsa.

La airada señorita, sin dejar de mirar al verraco parlante, llevaba sus manitas para desabrochar el cinturón del vejete, este pelmazo solo la contemplaba triunfante emitiendo una de sus más burlonas sonrisas mientras escuchaba como la hebilla del cinturón sonaba ante las manipulaciones de la jovencita, para esto la jovencita había levantado un poco la percudida camisa del viejo, observando la enorme panza peluda adornada por un ombligo muy salido.

Una vez que Mar destrabó el cinturón, abrió la oxidada cremallera y jaló el pantalón de tan odioso sujeto, pudo reverenciar como la enorme verga de Pancho saltaba como un resorte ante la mirada atónita de sus verdes ojitos, la nena juraba verla más larga, gruesa, venuda y terriblemente inflamada, le daba miedo tocarla porque daba la impresión de que al menor contacto esta se derramaría en la fétida esencia masculina.

-jejeje, siempre que la ves pones esa cara de puta, se nota que le traes unas ganas verdad??, respóndeme o te pego- sentenciaba el viejo ya con su brazo en forma de martillo.

La casi hipnotizada nena asintió con la cabeza, pero sabiendo ella que solamente daba la razón al transpirado puerco para así evitar su castigo, aunque bien reconocía un emanante olor a verga sucia, a verga vieja, a viscosos lubricantes atrayéndola hacia ellos para degustarlos, y es que la verga de Pancho al haber sido tan estimulada momentos atrás estaba completamente embarnizada de lubricantes, sin explicación alguna la boquita de Mar comenzó a producir saliva de manera descontrolada así como su respiración se hizo pesada y su carita colorada.

-anda putilla, no me tortures más y mámamela de una buena vez, mira como la tienes, ¿no te enorgulleces de saber cuál es tu verdadero potencial?, ¿de encontrar tu verdadera vocación?, algo para lo que no necesitaste estudiar y aun así eres más profesional que una putilla que se la pasó años matándose entre libros, anda puta complace a tu macho- dijo el viejo y segundos más tarde sentía como esos sugestivos labios daban la primera y casi mortal chupada a esa tremenda manzana que el viejo tenia por glande.

-siii, siii!!!, que rico, sigue perra, sigue chupándomela, la lengua, usa tu lengua!- dijo el degenerado y entre sus desequilibradas fantasías vislumbraba una gran estatua fálica siendo reverenciada por centenas de mujeres a gatas con dildos en manos, bocas, conchas y culos.

El casi sesentero y sudado gordo encendía su auto después de cuatro intentos en los que su carcacha no arrancaba y salía rumbo a su destino mientras una muchachita de recién dieciocho añitos le iba mamando la verga como condenada, y es que el gordo fue claro al decir que quería sentir la mejor mamada de verga en su vida, la nena solo estaba siendo obediente, pero ¿A dónde se dirigía el gordo?.

——————————————

Yago Apolinar Balcázar Moussa, mejor conocido en el bajo mundo como “El Nigeriano”, era un criminal cuyo principal negocio consistía en una de las más complejas redes de prostitución del Estado que se extendía en casi todos los sectores de las tres grandes urbanizaciones principales y las decenas de localidades alrededor de ellas. El apodo de “nigeriano” se debía en buena parte al color de su piel tan negra como el ébano, aunque si bien este personaje no era o fue habitante de ese país africano lo que si era cierto es que sus raíces provenían del continente negro, era más bien angoleño.

Dicho éxito empresarial se debía en mayor medida a que el macro empresario no tenía mucha competencia puesto que al contar con nexos importantes tenía el poder suficiente como para lograr sacar del camino a sus competidores ya sea desapareciéndolos a ellos o haciéndose cargo de las más selectas materias primas de sus contrincantes, además los poquitos que sobrevivían estaban casi en el olvido puesto que la organización de Yago renovaba sus productos constantemente, muchas veces disponiendo de muchachitas que aún estaban muy lejos de la mayoría de edad, y es que Don Apolinar había logrado acaparar clientes tan selectos o raros para sus compras/rentas que muchas veces le eran llegadas nenas cuyas edades apenas rebasaban los dos dígitos.

Don Apolinar era muy estricto en cuanto a su reglamento, no se les permitía a las chicas intentar hacer vida social con los clientes ya que eran estos mismos los que las acusaban por salirse del programa, derecho que estaba especificado en las cláusulas del contrato. Tampoco se les permitía intimar fuera del horario de trabajo, solamente con aquellos cuyo dueño (en este caso Don Apolinar) estipulara, era casi un pecado el que la chica llegara a presentar aumento de peso, pero mayor el que mostrara signos de embarazo, en cualquiera de los dos casos el castigo era la muerte, una vez que una pobre alma pasaba a formar parte de la mercancía de Don Apolinar ya no había forma de abandonar la organización al menos con vida.

Quizás este punto de los embarazos bien podría evitarse si Apolinar modificara un poco su reglamento, pero era tanta su pasión por el cliente que se le permitía a este último soltar sus prolíficos fluidos en donde él quisiera, además de que el uso de condón era un tema opcional para los consumidores. El buen Polo bien pudo evitar muchas desgracias en donde no solo una joven madre moría, pero consideraba al género femenino como el recurso natural más renovable de todos. Era irónico, ya que para cualquier mujer el saber que está esperando un hijo puede ser la dicha más grande de todas, pero para estas pobres almas el enterarse de tal acontecimiento era saber que su existencia en este mundo estaba contada, la posibilidad de que en cualquier momento pudieran manifestar nauseas o mareos las aterraba.

Pues es precisamente esta clase de gente con quien el gordo, junto con Margarita, estaba obligado a reunirse, una vez que la cogida entre Dulce y los pepenadores finalizó el gordo recibió una llamada por el mismísimo Yago advirtiéndole que tenía que presentarse ante él lo antes posible, el gordo no siendo pendejo decidió posponer todo lo que tenía planeado para reunirse con su prestamista, Pancho sabía que Don Polo solo advertía una vez y que era mucho más razonable cuando se dialogaba con él después de ese primer aviso que obligándolo a ir a buscar a quien le debiera o con quien tuviera algún malentendido, el buen Yago aborrecía distraerse de sus actividades por un boca floja o algún cliente moroso.

Esta era la razón por la que Margarita, aun mamando, podía alertar que el gordo manejaba a exceso de velocidad, se le veía molesto pero a la vez extasiado, en todo este tramo el grasoso sudó mucho más que un jugador de futbol rindiendo los noventa minutos en un clima por arriba de los 40 Celsius, por momentos cuando era detenido por algún semáforo aprovechaba para masajear las piernas o tetas de la chiquilla, o para mandarse un cargado escupo dentro de la boquita de Mar pues notaba que la nena no salivaba en ocasiones lo necesario.

Estando solo a unas cuadras de su destino el viejo pegaba un gruñido de cochino siendo capado debido a las potentes descargas de semen que eras inyectadas de manera limpia y directa dentro de la boquita de Mar, esta trataba de no ahogarse con tanto semen que salía sin comprensión lógica alguna de donde podía brotar tanto esperma, sus cachetes se inflaron mientras expresó un sufrido gesto expectorante que terminó por hacerla regar parte de la apestosa esencia la cual quedaba impregnada entre el enjambre de pelos negros y grisáceos que poblaban la obesa pelvis de Pancho, este sujeto al ver eso puso a la nena a limpiar sus cochinadas y de paso dejarle bien limpia la verga, ¿Cómo iba a presentarse en una reunión tan importante todo oloroso a semen?.

Después de poco más de una hora de viaje, lo cual fue un alivio para la entumida mandíbula de Margarita, la pareja llegaba a una discoteca cuya apariencia era la de cualquier establecimiento lujoso de este giro, lugar donde se supone estaba Don Apolinar, era un sitio de temporada puesto que este prófugo se la pasaba cambiando constantemente de residencia, y claro que este sitio no era en donde se tenía a las chicas. Pero el gordo sabía que este tipo de cosas no se resuelven entrando por la puerta principal así que avanzó, con Mar de la mano casi siendo desprendida de su brazo mientras intentaba equilibrar su coqueto caminado, por un estrecho, oscuro y sucio callejón en donde algunos vagos se habían ya instalado con sus cartones, zarapes viejos y páginas de periódicos para pasar la noche, algunos aun despiertos estaban tan agotados, enfermos y desnutridos que no interesaban en el escandaloso taconeo de la chica enfundada en otro minúsculo vestido.

El par llegó a una pequeña puerta que daba la impresión que el pasillo que conectaba se encontraría debajo del nivel de suelo, y así era. Pancho tocó como si hubiera ido a visitar a un familiar, de la puerta una pequeña rendija en donde solo se visualizaban los ojerosos y rojos ojos del que recibía se abrió y el gordo dio sus motivos de visita tratando de sonar lo más claro posible.

-un momento- dijo el hombre detrás de la puerta cerrado la rendija para unos segundos después volverla a abrir haciendo una pregunta.

-nombre?- preguntó el sujeto, volviendo a desaparecer cuando Pancho emitió su respuesta, Margarita veía que al gordo hasta le costaba tragar saliva.

-las armas se quedan aquí- una vez que la pareja ingresó dijo otro hombrecillo de cuerpo deforme y más chaparro que el que en primera instancia había abierto la puerta, Pancho no hubiera hecho caso a no ser que de unas sombras aparecieran otros tres mastodontes fuertemente armados y con cara de perros rabiosos cuyos ojos rápidamente se fueron a saborear las imponentes curvas de la chica apretadas por la tela del vestido.

Rápidamente uno de los recién llegados elementos de seguridad se colocó detrás del gordo para inspeccionarlo de pies a cabeza, el viejillo chaparro con risa de psicópata inteligentemente se colocó detrás de la señorita para proceder con lo mismo y es que este pequeño pervertido de ojos saltones no dejaba de morbosear y salivar desde que el estilizado cuerpo femenino que tenía enfrente hizo acto de ingreso a su guarida, hasta había salivado su mano para peinar sus quebradizos cabellos con tal de verse presentable.

El afortunado viejo se dio vida con sus temblorosas manos recorriendo el cuerpo de tan estética muchachita considerando que el infractor contaba con un brazo mucho más corto que el otro, las inquietas manos del babeante viejo circulaban lentamente las contorneadas piernas de Margarita según él para no encontrar algún micrófono cuando a simple vista se podía hacer la evaluación de dicha teoría, de repente Margarita tensó su cuerpo y es que el degenerado le había metido las manos por debajo de la falda de su vestido palpando libremente las tibias nalgotas de la joven, todo esto mientras Pancho era revisado por dos sujetos hasta de sus esponjados y secos cabellos mientras otros dos vigilaban a cierta distancia con sus armas listas para cualquier necesidad, pero mirando más que nada el voluptuoso cuerpo de la doncella siendo revisado por un pequeño y barrigón vejete con apenas cuatro pelos en su cabeza quien por momentos se abrazaba con total descaro a la nena para después tomar de las caderas a la joven y hacer ademanes obscenos como si se la estuviera culeando.

-uuuuhh, que suavecitas, y que duras están jejeje- decía el depravado dando severos apretones a las nalgas de la colorada joven, enterrando sus dedos en la vigorosa piel que forraba las más levantadas y potentes nalgotas que el viejillo hubiera visto en su vida y observando este descerebrado como un minúsculo hijo salía de entre ellas para dividirse en dos una vez llegando a la espalda baja de la joven, en la cual también observó una línea roja surcándola en donde casi se le desprendía la piel.

Poco después el viejo subía sus cochinas manos recorriendo la perfecta cintura de la chiquilla, levantándole pausadamente el vestido hasta dejar a la vista la casi enterrada tanga tan ajustada a su sexo para deleite de los presentes quienes descomponían su mirada en algo más sádico, el viejecillo presionaba sobre el delicado cuerpecito como si quisiera encontrar anomalías en su anatomía, llegando a esas chichotas y tomándolas de manera sinvergüenza cada una en una mano y levantándolas en determinados lapsos, no contento volvía a levantar un seno primero para después proceder a evaluar la segunda ubre como quien quiere determinar cuál de las dos pesa más, si la izquierda o la derecha, corroborando en base a sus finos y expertos conocimientos en evaluar chiches que estas que tenía a su manipulación pesaban lo mismo y tenían para él las medidas perfectas.

-óigame pero q…- se expresaba la joven quien desde hace rato hacia lucha por tapar sus intimidades con sus manitas, forcejeaba con el viejo pero este a pesar de su edad y estatura era más fuerte que ella.

-sshhhtttt, calla pendeja, deja que nuestro amigo haga su trabajo sino te vas a tragar una pistola más larga que esta jejeje- dijo uno de los cuidadores quienes miraban expectantes cada movimiento manual de su pigmeo amigo así como las defensivas posiciones que adoptaba la nena y que solo escandalizaban aún más sus curvas.

-tranquila culona, es parte del procedimiento- decía otro ya casi a un paso de masturbarse enfrente de ella, Mar volteaba a ver a Pancho, a quien ya habían terminado de revisarlo lográndole decomisar solamente un revolver y una navaja, la nena quizás esperaba cierta respuesta de su protector pero veía que ni él podía ayudarla en dicha situación, solo recibió un asentimiento por parte del obeso para dejarse manosear, para esto el pervertido que tenía detrás ya repegaba y frotaba como un perro caliente su quasimodesco cuerpo en el de ella apretando los senos lo más que pudiera mientras reía jovial por tal hazaña perpetrada.

De repente Margarita sintió que dejaban de tocarla pudiendo ella al fin reacomodar sus vestimentas, pensó que por fin había terminado su revisión, pero no fue así, el viejo chaparro se agachaba con cierta dificultad debido a la discapacidad en uno de sus brazos y se colocaba en medio de las delineadas piernotas de la joven atreviéndose a mirar por debajo del vestido, observando a primer plano la zona de Margarita donde no le llegan los rayos del sol.

-no que hace, viejo cochino- dijo Margarita cerrando rápidamente las piernas y alejándose un poco.

-espera putilla, abre las patas, creo que vi algo, esta puta trae algo aquí adentro!!- decía el pervertido señalando ahí abajo con su manita deforme.

-abre las piernas, o tendremos que abrírtelas a la fuerza mamita- dijo uno de los custodios.

-ábreles las piernas zorra- decía el mismo Pancho, tratando de defender a su adorada, sabía que esto que decía era lo mas prudente.

Margarita tuvo que obedecer no porque ella quisiera pero si por mayoría de votos, lentamente ambos tonificados muslos fueron abriéndose sin llegar a tanto, el pequeño aprovechador demostró honor a su adjetivo y tallaba su callosa mano (la deforme) en ambos muslos de la jovencita, esta demostraba cara de angustia y asco ante lo vivido pero por una situación extraña en su interior no se sentía tan incómoda como en la cantina, se pensaba la joven “¿será que el viejo hubiera hecho eso allá porque sabía que algo parecido me iban a hacer aquí?”, mientras estaba en esas cavilaciones el enano demostraba una habilidad manual casi equiparable a la de un artesano.

De repente las caricias fueron dando paso a tímidas cosquillitas que se extendían en todo el contorno de la zona acariciada, Margarita se notaba menos seria pero con un gesto torcido en su boquita, fue en eso cuando sintió los inquietos dedos del viejo caliente meterse dentro de su tanguita, por la parte de enfrente, sintiendo este desequilibrado una leve elevación debajo del monte venus seguida por una acalorada zanjita completamente desprotegida de vello, el viejo casi se chorrea al meter sus dedos dentro de esa grieta pasional y descubrir una caliente humedad brotándole dentro de ella, impregnando las paredes internas y se dio gusto en recorrer con su mano dicha rajita mientras la otra masajeaba el culo de la muchachita.

-jeje, esta putilla viene caliente, está bien empapada- dijo el pequeño pervertido, Mar se molestó cuando comenzaron estos ultrajes hacia su persona y estuvo a punto de golpear al pequeño trasgo pero sabía que si hacia eso algunos de los rinocerontes ahí presentes podrían meterse en defensa de su compañero, y reconocía que aun el gordo de su lado este estaba en desventaja al estar desarmado y ser solo uno.

Los compañeros del bienaventurado enano pudieron evidenciar una pequeña pronunciación en los pantalones de este, el viejo, quien ahora de su boca escurría baba como aquel que no logra controlar su propia salivación, sacaba sus dedos empapados en lubricantes para llevárselos torpemente a su boca, degustando de manera asquerosa el embriagante sabor de los caldos vaginales y reemplazando esa agridulce sustancia por fétidas y cargadas porciones de saliva para volver a embutir sus dedos en la delicada vagina.

Mar se ponía más nerviosa y para evitar caerse, pues su piernas comenzaban a temblar, se equilibró tomando como apoyo con una de sus manitas la dromedaria joroba del vejete, este seguía feliz metiendo sus dedos, escuchando ese sonido acuoso escaparse de la concha de la chiquilla, por momentos logrando que tímidos gemidos se escaparan de la boca de ella, escuchando incluso como la respiración de la fémina se hacía cada vez más pesada, volteó solo para darse cuenta que el rostro de la señorita estaba completamente sonrojado mientras sus ojos a veces parecían querer cerrarse, y alentado por esta faceta en la niña siguió hasta que uno de los armados gorilas fue cuestionado por Don Apolinar quien le hablaba por teléfono preguntando porque demoraba Pancho cuando ya se había advertido de su llegada, este gendarme terminó por considerar que ya era suficiente de sobajeos para proceder a escoltar a la pareja a su destino pues después de ese pasillo la construcción se dividía en casi un laberinto, mientras el duendecillo llevaba su mano discapacitada de manera dificultosa hacia su boca para probar una vez más los exquisitos néctares caldosos brotados de la sudadita vagina.

Y es que este viejo, debido a su discapacidad, era el único que no portaba un arma, su único y privilegiado puesto era revisar a las muchachitas con el fin de localizar micrófonos o armas, aunque no contaba con certificado que lo acreditara para esculcar a los machos, de estos se encargaban sus camaradas.

Durante el recorrido Margarita fue testigo de las más viles bajezas y atropellos hacia los derechos humanos, principalmente hacia las mujeres, era como recorrer el pasillo del inframundo, en ese estrecho pasillo por el que era conducida estaban ubicadas muchas puertas en donde se realizaban los cortes a las prostitutas que pertenecían a alguno que otro proxeneta que operaba bajo la bandera de Don Apolinar. Margarita avanzaba muy pegada al gordo pero sin dejar de mirar hacia las puertas que estuvieran abiertas, por cada paso que daba sentía como sus jugos se comprimían y batían en medio de sus carnosos muslos debido a la masturbada que le había pegado el deforme hombrecillo mientras escuchaba dentro de algunos cuartos gritos o gemidos como si estuvieran fornicando ahí adentro, la nena se detuvo en una puerta solo para contemplar como un viejo de vestimenta elegantemente ejecutiva hacia la entrega de una buena paca de dinero a otro mientras acariciaba de la espalda a una jovencita aparentemente drogada a la cual Mar estimó no contar ni con catorce añitos, aun con el excesivo maquillaje en su carita.

Más adelante divisó otra puerta en donde otra joven, esta aparentemente de más edad que ella, era violentamente golpeada con un palo por un cobarde vejete de aspecto casi setentero y quien le reclamaba por las pocas ganancias del día.

-nada más esto, nada más esto!!, así no me sirves!!- berreaba el villano dando otro certero golpe que acabó por noquear (eso quiso suponer Mar), a la muy bien arreglada joven, el castigador al ver que alguien (Mar) estaba observando lo sucedido solo hizo una seña a un sujeto que al parecer se encontraba detrás de la puerta y que no había sido advertido por Margarita, luego un calvo y enorme hombre casi fisicoculturista se asomó al tiempo que cerraba la puerta muy lentamente.

-espérame aquí pendeja- dijo el gordo ya una vez llegados al recibidor de Don Apolinar, un complejo amplio con dos barrigones y sombrerudos hombres que la hacían de guardias, uno de los cuales abrió la puerta para que la pareja hiciera entrada al sagrado recinto.

-mientras arreglo mis asuntos hazte amiga de alguno de esos culos, ahí platíquense sus zorrerías, ya regreso- dijo el gordo refiriéndose a dos hembras de apariencia callejera y visiblemente narcotizadas sentadas en un enorme sofá platicando entre ellas como grandes amigas, riendo a carcajadas a veces sin decirse una sola palabra.

El gordo entraba a la oficina de Don Apolinar…

-el gordo Pancho, tiempo sin verte, me alegra que hayas respondido a mi llamado, así me evitas la fatiga de enviar a mis muchachos tan lejos- saludaba el negro una vez alertada la hipopotámica presencia dentro de su oficina, otros tres mamuts sentados acompañaban al negro en su cubículo.

-bueno negro, he venido porque creo que ha habido una confusión, según mis cálculos el plazo para pagarte el dinero que te debo aun no vence, y si no es por ese asunto por el que me llamas, dime porque me has llamado entonces? jeje- decía un nervioso gordo completamente sudado y cuidándose las espaldas de los tres perros ubicados detrás de él.

-ahh, si, el plazo, estás en lo correcto, aun no vence, te mandé a llamar para dialogar sobre un pequeño comentario que me ha llegado a mis oídos y quisiera que me explicaras este… como decirlo… malentendido, ya que estoy seguro que de eso se trata- explicaba el viejo Polo, a pesar de sus rasgos étnicos el residir buena parte de su vida de este lado del mundo lo calificaban para desenvolverse muy bien al hablar en castellano.

-y cuál es ese comentario?- preguntaba el gordo.

-caballeros, por favor, dejarnos solos, vayan a donde les he encomendado si son tan amables- Don Apolinar despachaba a sus matones, sacaba un par de copas y una botella de Royal Salute.

-toma asiento Pancho por favor- el negro vestía un traje completamente blanco y holgado, un sombrero del mismo color y una larga pluma morada saliendo de este, así como un pequeño moñito haciéndole de corbata, su piel completamente oscura contrastaba con sus cejas, pequeña barba de chivo y un semicírculo de cabello rodeándole la parte trasera de su cabeza ya que estos conjuntos de pelos tenían una tonalidad completamente grisácea.

-verás Pancho, me ha llegado el rumor de que por ahí se dice… que la fecha de algunos pagos que me deben ya se vencieron y que yo no los estoy cobrando, además según los comentarios algunos de mis prestatarios ya no piensan pagarme… de hecho en este preciso momento mis muchachos van en busca de un individuo que se está jactado de haberme mandado a la misma chingada, cosa que es indudablemente falsa y que repercute en mi reputación mi buen Pancho, precisamente estoy en proceso de expandir mi negocio fuera del Estado pero… con esto, con este tipo de atropellos hacia mi buena voluntad como samaritano ¿Cómo voy a poder hacer alarde de conducir mi empresa en otras entidades de esta bella República cuando no puedo controlar lo que pasa en mi propio Estado?, ¿Cómo esperas que grupos asociados quieran invertir en este nuevo proyecto cuando escuchan que mis inversiones no son rentables? ¿Qué pensarán cuando lleguen a sus oídos comentarios de que no mantengo al día mis finanzas y concedo muchas facilidades que podrían poner en peligro sus intereses propios?- se expresaba Don Apolinar, dándose un buen trago después de estas letanías.

-mira, la verdad a mí el dinero no me preocupa, no pienses que le estoy llorando al dinero, yo podría permitir que tú no me pagaras y seguiría viviendo en igualdad de lujos y comodidades que me he ganado por ser tan noble y honrada persona, pero ese no es el chiste, según mis informantes tú eres uno de esos bocones que andan poniéndome en mal con la sociedad, y eso no me hace nada de gracia- el negro se dirigía ahora a una jaula con una especie de pajarillo raro dentro de ella para arrojarle un poco de alpiste, dándole la espalda al gordo.

-¿Qué tienes que decir a tu favor mi gordo amigo?- preguntaba Don Polo.

-ja, sabes… que yo nunca haría algo así mi negro, no sé quién es el que te informó dichas calumnias, ¿que yo ando diciendo tales embustes?, por favor jeje, de ser posible quisiera que me proporcionaras el nombre de esa persona o su dirección para yo también arreglar con él este malentendido, me pone en una situación muy incómoda y para nada agradable el hecho de dejarme a mí como una vulgar vieja verdulera, sabes que me manejo como todo un caballero y más cuando son cuestiones que involucran putas o dinero, sino, no me hubieras hecho ese préstamo cuando yo lo necesitaba- abogaba el gordo.

-así mero mi amigo, siempre has sido una persona derecha y cumplidora, que respeta las normas, de hecho me sorprende que algunos aseguren que algunos comentarios tan ofensivos provengan de ti Pancho, un miembro de la cofradía, un casi hermano para mí, el lazo que nos une es quizás más fuerte que aquel que involucra la propia sangre, siempre has sido una persona prudente y juiciosa, que acata las reglas y que comprende que estas no son perpetuas y que en algún momento pueden ir evolucionando conforme lo exija la situación y los cambios en el entorno, y como tal creo que no objetarás a algunos cambios y recortes de fechas de pago que me he obligado a realizar después de este desagradable sinsabor de boca- todo esto lo decía el negro viendo al pajarito.

-jeje, como que… recortes de fecha, no entiendo- parlaba el gordo, tragando saliva cuando escuchó los vocablos “cambios”, “recortes”, “fechas de pago”.

-te explico mi amigo, después de este enredo me puse a reflexionar y creo que me he vuelto algo suave a la hora de hacer mis cobros, suelo dar muchas facilidades a cambio de la tasa de interés más baja del mercado, quizás a esto se deba que muchos me estén perdiendo un poco el respeto y quiero evitar esto antes de que se vuelva un problema mayor y se me salga de control, muchos se crecerán y verán que el sistema es frágil y que el buen Apolinar es un viejo negro sin autoridad que cualquiera puede venir a mangonear por un simple plazo extemporáneo, así que me vi en la necesidad de recortar algunas fechas de pago, incluyendo la tuya- el negro regresaba a su escritorio y se ponía a ojear una revista para caballeros.

-p… pero negro, ¿cómo se te ocurre hacer eso sin mandar un aviso?-

-para eso estás aquí mi buen, para ponernos de acuerdo-

-e… entonces según tú, ¿cuándo seria ahora la fecha en que te tengo que pagar?- dijo Pancho después de quedarse un buen rato casi en estado de coma, pero pelando sus enormes ojos de sapo aplastado en el pavimento.

-a ver permíteme checar por favor, jeje, son tantos que me es imposible memorizarlos a todos- el negro se ponía unos lentes de aumento y sacaba una libretita.

-a ver… a ver… aquí está, según mi asesor financiero quien me ayudó a reacomodar mis cuentas por cobrar la nueva fecha seria… ahh chingao, según esto ya te retrasaste tres días, pero bueno no tomaré ese pequeño detalle en cuenta puesto que no estabas enterado, hagamos que no pasó nada y… pues bien, que sea hoy, ¿Qué te parece?, hoy es la fecha límite de tu pago- sentenciaba el negro quien jugaba con un pequeño bolígrafo además de escribir de vez en cuando algunas notas.

-hoy!!, pero esto es un ultraje!!, una canallada!!, como que hoy?, e… este… negro, no crees que estás siendo un poco incomprensivo?- dijo Pancho levantándose de su asiento.

-yo incomprensivo!!, en que forma, mira que no te estoy cobrando esos días de retraso, creo que estoy siendo muy ético y flexible considerando que no todos tienen los privilegios que a ti te he dado en su momento- el negro servía una segunda copa.

-mira mi buen, te voy a hablar al chile, siendo sincero he andado un poco corto, justo en estos momentos un camarada mío se está arreglando en un negocio en el que formamos parte y cuya ganancia me dejará los dividendos necesarios para liquidarte esa deuda, solo te pediría un día más- casi rogaba el gordo.

Pancho, si bien podría aventársele al negro y estrangularlo ahí mismo sabía que era observado por tres cámaras que vigilaban con lujo de detalles lo que ocurría ahí dentro, lo más seguro era que una vez teniendo al negro en el suelo luchando y pataleando por su vida Pancho tendría todo un regimiento de mastodontes encima apuntándolo a la cabeza. También Margarita desde su ubicación ya había alertado la presencia de una cámara más.

-un día eh, partamos de ahí para solucionarlo, yo podría darte ese día que me pides pero ¿qué me anticipas a cambio?, en dado caso no estoy dudando a tu palabra de que en un día me tendrás el dinero presupuestado pero… verás Pancho que como te digo a partir de hoy ya no seré tan condescendiente para con mis clientes, claro que refiriéndome a los clientes que piden un préstamo, en este caso tú, no aquellos que vienen por un rato de sano esparcimiento, así que no te irás de aquí hasta que me des un anticipo de por lo menos… un diez por ciento, es un trato justo, un favor por otro, que mira que mis muchachos en este momento van en busca de un pillo a quien no darán ningún tipo de beneficio en caso de encontrarlo, las ratas van a tener que comer hoy- dijo Don Polo moviendo su copa para llevársela a su negra boca.

-bueno negro, la verdad es que no traigo dinero- “esa perra, si no le hubiera comprado sus vestidos, mmm, no traigo dinero pero viene esa putilla” -aunque…- el negro quebraba una ceja ante una posible solución pensada por el gordo.

-aunque qué?- peguntaba interesado depositando su copa en el escritorio y entremezclando los dedos de sus manos, echando su cuerpo un poco hacia adelante.

-bueno, me acompaña una chiquilla que está tremenda, quizás te interese como abono- rebuznaba Pancho, este despiadado ser estaba dispuesto a todo con tal de seguir viviendo quitándonos el oxígeno, en sus planes estaba dejar a Margarita como si fuera una prenda que se empeñara.

-una prostituta eh, o sea, ¿no tienes dinero para pagarle al buenito de Yago pero si tienes dinero para contratarte a una prostituta?- Apolinar ponía cara de decepcionado.

-no claro que no, como crees, no es eso, esta puta no me costó ni un centavo- el buen Pancho sudaba hasta del culo, su enorme trasero ya había empapado la silla.

-ahh, vo´a creer, ¿qué clase de prostituta no cobra por sus servicios?, si al diccionario nos vamos entonces esa perra debería de tener otro adjetivo, en todo caso no me interesa esa panocha sacada de quien sabe que alcantarillado, mira que para no cobrar de seguro la muy puta ni siquiera ha de tener dientes, ¿Por qué meter tu verga en hoyos de dudosa procedencia cuando tienes a tu amigo Yago quien puede proveerte de auténticas diosas que cuentan con todas sus vacunas a precios razonables?, estas hembras no son solo para políticos y funcionarios, con un poco de ahorro hasta un huevón como tú podría hacerse de una por unas horas, pero bueno, la clase trabajadora y sus gustos-

-además, en dado caso de que la hembra esté en condiciones medianamente aceptables ¿qué te hace pensar que yo quisiera intimar con ella teniendo el más grande burdel a mi disposición?- cuestionaba el negro.

-mira Yago, soy un fino espectador, aunque no sea degustador, de tus bellas edecanes, le he visto el culo a todas y cada una de ellas y créeme que cuando te digo esto es porque no miento, ni la mejor carne de tu selecto harén le llegaría a los talones a esta chiquilla, mira te la describo, tiene unas tetas que apenas y me caben en la mano, unas caderas y una cinturita que casi parece guitarra, unas piernotas que casi casi me ahorcan mientras le mamo el bollo, hablando de bollo vieras lo exquisito que te exprime la verga cuando te la estás clavando, la carita de pendeja que tiene adornada con unos labios que nada más los ves y te corres, además de su piel bien suavecita y toda durita de donde la agarres- explicaba Pancho mientras con sus manos trataba de dramatizar las medidas de algunas partes del cuerpo de la bella Margarita.

-mm, interesante tu propuesta mi estimado, y te mentiría si te dijera que tu hembra no me ha despertado cierta curiosidad así como me la describes, pero creo que no te servirá como anticipo-

-Por qué?- preguntaba Pancho.

-ya está usada, mira Pancho aun el diez por ciento de lo que me debes es un precio lo suficientemente alto como para equipararlo con un bollo ya desvirgado; verás, los autos indiscutiblemente pierden su valor cada que salen de agencia o dependiendo del total de kilómetros que estos tengan recorridos, los celulares más anticuados se van devaluando cada que un modelo mejor equipado sale al mercado, es una regla básica, con las hembras pasa algo parecido, en un mundo donde la depreciación está a la orden del día nada se escapa, ni siquiera las mujeres, una vez que una mujer ha probado macho pierde considerablemente su valor, está dicho que su precio puede bajar hasta en un cincuenta por ciento del valor con el que se manejaría si estuviera virgen, una vez que sucede esto el cliente está en todo su derecho de considerar una renegociación en caso de que se le venda gato por liebre, o en su defecto la devolución íntegra de su dinero, estamos?, de este modo y sin necesidad de hacer cálculos si comparamos el monto total del diez por ciento de tu deuda contra lo que puede valer ese bollo me atrevo a profetizar que no sería redituable- dictaminaba Don Apolinar.

-es cierto- el gordo reconocía que las premisas del negro tenían toda la razón.

-así mero es esto mi buen, yo también tardé en acostumbrarme a este sistema pero, ya vez, nosotros no creamos las reglas- dijo el negro recostándose en su sillón, cruzando sus brazos por detrás de su nuca.

-pero ahora que recuerdo esa hembra es virgen del culo, considerando que el valor de un culo es mucho más elevado que el de una panocha, puede que sirva como anticipo- Pancho en realidad no sabía si Margarita seguiría virgen de su ano después de cacharla a ella con Lucio, pero estaba tan desesperado por alargar lo más posible su porcina vida.

-mm, interesante, continua- dijo el negro

-sí, sí, estoy seguro, esa hembra es virgen del culo, bueno al menos ella así lo presume y te doy mi palabra que yo no se lo he profanado, sabía que en algún momento podría necesitar de eso- dijo Pancho, el negro sacaba una pequeña calculadora de bolsillo para proceder a representar una sencilla fórmula y de esta manera obtener la cantidad que correspondería al diez por ciento de la deuda de Pancho para de este modo compararla con el valor nominal con el que se cotiza un culo virgen en el mercado, considerando que la edad de la fémina es un importante factor en esta ecuación pues ante mayor edad mayor será el precio de dicho agujero siempre y cuando este se mantenga puro, claro que también hay un límite de tolerancia en cuanto a la edad, pero Margarita estaba aún a varios años de rebasar esa fecha.

-¿Cuántos años tiene la putilla?- preguntaba Don Apolinar.

-18, así lo dice su credencial de elector- respondía Pancho acercando al negro la identificación oficial de la niña, el negro se daba cuenta de que ya no era necesario desarrollar dicha operación, con la edad de la fémina se daba por sentado que el pequeño trato sobrepasaba el punto de equilibrio.

-mm, que hermosa carita aun sin maquillaje, fíjate, que de un momento para acá me ha interesado tu propuesta, y esta damita está aquí?- preguntaba Don Apolinar.

-sí, le dejé en el recibidor,-

-bueno echémosles una mirada, veamos el cuerpo, aún falta que me convenza con su talle- el negro se incorporaba, hacía un pequeño hueco entre la persiana y visualizaba a la joven hembra más perfecta que en su repugnante vida pudo llegar a contemplar.

Veía a una escultural hembra de escandaloso vestido rosita con su espalda recargada en la pared, con sus bracitos cruzados justo debajo de sus senos, con un gesto de impaciencia que se reflejaba en su chapuda carita, labios y en su taconeo en el piso, y corroborado con el constante movimiento de cabeza mirando hacia todas direcciones, la femenina silueta era tan perfecta que podía apreciarse desde esa distancia unas espectaculares curvaturas demostrando la calidad que Pancho presumía, desde luego que el viejo quedó maravillado con tal mujer y de repente fue abordado por unas insanas ganas por poseerla.

La nena despegaba su cuerpo de la pared para mandarse un estirón de brazos señal de que estaba aburrida mandándose un bostezo que alcanzó a tapar educadamente con su manita, utilizaba una de sus manitas como abanico pues el recibidor de Don Apolinar no contaba con el acondicionamiento adecuado, utilizaba ahora sus manitas para bajar el vestido a modo de cubrirse sus tremendas piernas tan delineadas para posteriormente llevarlas hacia el escote de su vestido y subirlo un poco, evidenciando el buen Yago como las enormes tetas se apretujaban entre ellas y contra el sensual atuendo remarcando el contorno de sus inicios, para finalizar la nena se volvía a recargar en la pared haciendo a un lado el flequillo de su cabello.

-ahh, que hembra!!, que feminidad!!, que elegancia!!, que belleza!!, pero si es la mismísima Venus!!, rápido Pancho hazla pasar, checaremos si es verdad lo que predica esa jovencita sobre su cochino- decía Don Apolinar, Pancho salía en dirección a su hembra.

-el negro te quiere ver, así que ándale, moviendo ese culo, yo te esperaré aquí afuera mientras-

-a mí?- preguntaba Margarita dando otro bostezo, ya iban a dar las tres de la mañana, era normal que tuviera sueño.

-si a ti pendeja, pos a quien más?, anda menea ese culo que ya me quiero ir!!-

Margarita salía en dirección a la oficina de Don Apolinar contoneándose sugestiva ante la envidiosa mirada de las no tan agraciadas féminas que yacían sentadas en el sofá y con quienes desde hace rato había estado compitiendo visualmente en una lucha por demostrar quién era más hembra, una contienda consistente en retantes miradas que para los hombres pasan desapercibida, sin embargo también pensaba sobre lo que el negro querría de ella, era más que obvio que de seguro tendría que prestarle algún agujero de su cuerpo y se aterraba pensando en algunas pláticas con su amiga Mary sobre lo que esta le contaba de… los negros, pensaba ella pero también reconocía que ya se había tragado unas que otras herramientas que no estaban del todo pequeñas. Sin embargo, en su inocencia sobre la idea de que todavía quedaban personas buenas, confiaba que tal vez existiera una remota posibilidad de que el individuo ahí dentro no tuviera esos pervertidos fines.

-adelante- dijo el babeante Apolinar cuando veía como la puerta se abría.

-buenas, e… este… Don Pancho me dijo que… me quería ver- dijo nerviosa Margarita, observando a un enorme hombre negro vestido de blanco, parado y expandiendo sus brazos en el escritorio, con una sonrisa que degenerada.

-adelante chiquilla, ahhhh que hermosa voz, el sonido que produces al hablar es comparado con el canto de un bello ángel, sin lugar a duda chiquilla tu voz sería digna para ser la principal entre un coro formado por los ángeles más bellos y melodiosos- Margarita solo frunció su ceja ante tales palabras, preguntándose qué tipo de droga había ingerido el oscuro individuo.

-ehh, gracias- dijo después.

-mi nombre es Don Apolinar, Don Apolinar Balcázar, y tú, mi Venus, cuál es tu nombre?- preguntaba el negro recorriendo con su mirada el estilizado cuerpo ahí presente, si de lejos era exquisito, de cerca era imponente.

-M… Margarita- respondía la chiquilla, mirando curiosamente la pluma en el sombrero.

-ahhh, ahhh, que dicha!!, que dicha!!, y dime mi bella Margarita, que tal te han parecido mis aposentos?- el negro vejete se había detenido en esas piernotas que apenas y eran tapadas por el delgado vestido, Margarita se dio cuenta de ello y dio un tirón para por lo menos hacer notar su incomodidad.

-ehh, bueno, ahora que lo dice, me han parecido algo…- la nena estaba tratando de armar su oración cuando fue interrumpida por el negro.

-pero acércate criatura y siéntate, voy a comunicarte las buenas nuevas que han ocurrido mientras estabas afuera- el negro comenzaba a poner al tanto a la chiquilla de la situación financiera de Pancho y de cómo se había llegado al acuerdo final, Mar se sentaba notando cierta humedad en la silla, tocando el cojín de la misma con sus manos para comprobar su hipótesis.

-pero qué??!!, ustedes dos están locos!!, o sea señor, en qué cabeza cabe el tratarme como si fuera una p…, ¿porque ese gordo no ofreció el suyo?, ahí si no verdad, ¿sabe qué? yo me voy de aquí- dijo Margarita completamente ofendida por lo que se había enterado medio incorporándose de su asiento.

-creo que eso no sería lo más prudente mi bella dama, ahora que Pancho te ha heredado a ti esa parte de la deuda estás obligada a liquidar el pequeño impuesto requerido, y eso solo se podrá hacer con ese pequeño asterisco que tienes entre esas nalgotas- dijo el viejo mientras casi se saboreaba el pequeño agujero.

-pero que cosa de heredar de que, si ese viejo no es nada mío, yo ni lo conozco!!- dijo la bella, levantándose, apoyándose del escritorio con ambas palmas sacando un poco el culo debido a que la posición así lo ameritaba, haciendo que el vestido llegara apenas a lo de cuatro dedos de mostrar el redondo nacimiento de sus nalgas.

-tranquila chiquilla, no son necesarios los gritos para interactuarnos, ¿en serio no lo conoces?, él me ha dicho que ya se conocen íntimamente, creo que debí haberle entendido mal, pero bueno que más da, así como lo oyes Pancho me ha ofrecido tu culo como anticipo a su deuda, pero para concretar esto y que sea una formalidad necesito saber si eres virgen de ahí, así que vamos, respóndeme, eres virgen del culo?- insistía al vejete.

-qué?, señor como se atreve- Margarita se ponía extremadamente colorada.

-responde anda, no seas tímida mi pequeña Venus, eres virgen del culo?- decía el negro quitándose su sombrero, depositándolo en un pequeño perchero, mostrando su brillosa calva.

-oiga señor, yo no tengo porque responderle eso- dijo Mar, el viejo se levantó y caminó hacia la puerta de entrada para bajar una cortinita y de paso aprovechar para poner el seguro a la puerta.

La desconfiada Mar no perdía detalle del andar del viejo por su oficina, escuchó un sonido similar a unos tacones en el suelo llegándose a pensar que el viejo trajera puestos un par, desvió su mirada hacia los pies de Don Apolinar para contemplar que el viejo complementaba su extravagante vestuario con unos suecos.

-claro que debes, es un dato importantísimo para que esta plática continúe, porque si no, sería una pérdida de tiempo, tiempo que estoy desperdiciando dialogando con una jovencita quien no es capaz de responder una sencilla pregunta y que me está haciendo distraerme de otras actividades que si ameritan mi disposición- oraba el negro acercándose peligrosamente a la joven ojiverde.

-señor, usted me hace una pregunta que es de lo más incómoda, ¿cómo piensa que yo voy a andarle contando mis intimidades a un completo desconocido como lo es usted?, ¿por qué esa insistencia en conocer mi estado?, ¿qué tan importante puede ser para usted el hecho de que una mujer aun siga virgen?- preguntaba Margarita alejándose, posicionándose ahora a un costado del escritorio mientras el negro recargaba sus manos en la silla donde estuvo sentada la jovencita.

-la virginidad significa para muchos pureza y recato, para mí es una ideología moral vendida a las señoritas para mantenerlas aisladas de los verdaderos placeres para los cuales fueron creadas!! (el viejo tomaba una pose como de político romano), encadenadas en esas ataduras que por siglos las han restringido bajo el yugo de la castidad y decencia, valores que no han demostrado servir para prosperar, al contrario, las mujeres que suelen liberarse de esa psicológica prisión son irónicamente las más afortunadas en todos los ámbitos de la vida, hay muchos ejemplos de ello- el negro dejaba su posición y se abalanzó sobre la chiquilla, sin lograr atraparla puesto que Mar alcanzó a reaccionar para ubicarse ahora en la silla donde el viejo estuvo sentado.

“viejo loco” pensaba Mar -y según usted ¿para que fuimos creadas?-

-jaja, mi niña no permito que una dama me haga tantos cuestionamientos debido a que su condición no la dota de tales privilegios, pero tratándose de una belleza como tú mi preciosa Venus, haré una excepción y me ofreceré a responderte, según las santas escrituras la creación de ustedes explica una inversión que ni el mismo Dios contempló en realizar cuando ideaba su máxima obra, la mujer en primera instancia no estaba presupuestada, Dios creó a un joven varón llamado Adán, privilegiado por un extenso paraíso que se extendía hasta donde llegaran sus ojos y encomendado a gobernar a las demás criaturas también creadas, pasado un tiempo el joven explicó a Dios que se sentía solitario y que no veía razón alguna para la cual haya sido provisto de órganos sexuales cuando no tenía hembra con la cual aparearse, fue aquí donde Dios se dio cuenta de su estupidez y fue entonces que creó a Eva para que esta desahogara esas penas por las que el pobre Adán pasaba, algo así lo explica esta… religión, no soy un partidario de la Iglesia cristiana pero me inspiré en esa visión que ellos dan a entender de la mujer para yo formar mi propio paraíso, es un concepto frio el que ellos manejan pero que las mujeres no se han quejado de ello como se quejan de otras cosas, ¿acaso no es una ofensa a nuestro señorial mandato el hecho de que la mujer quiera tener los mismo privilegios que el hombre cuando deberían de agradecer que por lo menos existen?, ¿no va eso en contra de la función para la que fueron desarrolladas en primera instancia?, ¿no se le llama a eso desobediencia o acto de rebeldía hacia las tareas que su mismo Dios les ha encomendado?- el viejo mandaba otro manotazo tratando de alcanzar el brazo de la señorita, pero está nuevamente se escabulló, llegando a donde originalmente estuvo sentada.

-viejo loco, si nosotras no existiéramos ¿cómo se reproduciría la especie humana entonces?-

-a mí no me cuestiones cosas que no van de acorde a mis ideologías, fíjate que yo también he meditado ese planteamiento pero no encuentro respuesta que me satisfaga, llegando a pensar que eso que llaman religión es más falso que la virginidad de tu concha; mi hermosa Venus, ¿piensas estar huyendo de mí toda la madrugada?- preguntaba el viejo.

-de ser posible si, desde que llegué aquí no he visto más que bajezas en contra de las mujeres, ¿es necesario eso?, ¿qué le da derecho a tratar así a las personas?, lo voy a denunciar si llega a ponerme un dedo encima y por permitir todo esto- preguntaba la enfadada joven mirando sigilosamente los movimientos del viejo.

-jajajaja, no me hagas reír mi niña, nunca pensé encontrar tanta ingenuidad en una sola persona, pero ya dejémonos de tonterías y venga, ponernos a culiar, vamos, anda, gatea, gatea para tu macho pedazo de zorra, que voy a dejarte llena de leche, tanta que en tres días exudaras solo semen-

-es usted un monstruo, como puede haber gente tan enferma como usted, prefiero estar muerta antes de permitir que usted me ponga una mano encima- dijo Mar y corrió intentando llegar a la puerta, pero el tiempo que demoró jalándola sin éxito, buscando el seguro y el nerviosismo que hacía temblar sus manitas impidieron que pudiera escapar antes de ser sometida por Don Apolinar.

-¿y morir virgen del culo no te hace tan aborrecible como yo?, cada una de ustedes fue provista de tres exquisitos agujeros los cuales están demandadas a utilizar, la naturaleza es sabia y no se equivoca mi bella Margarita (Don Apolinar daba una potente aspiración al cuello de la nena), seguramente en varias ocasiones te han asaltado las ganas de meterte tus deditos por carecer de una buena verga, y si la naturaleza te dotó de tales cavidades es para que cualquier hombre las reclame y utilice, estamos en nuestro derecho de reclamar lo que por ley nos corresponde, con tu actitud y arrogancia solo estás despreciando y desprestigiando tu propia condición de mujer, y estás demostrando un absurdo repudio hacia tus obligaciones como hembra, por no decir que sientes vergüenza del género al que perteneces, lo que te hace quedar en una posición más degradante de la que a tu juicio me estimas- el viejo había sometido a la chiquilla de ambas muñecas y le hablaba directamente al oído con esa característica voz gruesa propia de la raza negra.

-no!!, usted está loco, suélteme!, Don Panchooo!!!- se movía la chiquilla como pez atrapado en el anzuelo mientras su carita se comenzaba a descomponer por un naciente llanto.

-¿para qué lo llamas?, ¿Qué no entiendes que fue él quien te ha puesto precio porque simple y sencillamente para eso sirves?, pero basta de pláticas mi Venus, vamos a tributar a la sabia creación por habernos provisto de órganos sexuales utilizándolos como ella misma lo dicta, anda que ya desde hace rato me está palpitando la verga- el negro comenzaba a palpar las tibias carnes de la bella doncella.

Margarita al escuchar esto innatamente volteó hacia la zona pélvica del negro viejo para contemplar como una bíblica erección era manifestada aun en esos holgados pantalones. Pancho en tanto estaba tan distraído con las no tan voluptuosas féminas que servían como entretenimiento para las visitas de Don Apolinar, era tanta la bajeza de este tipo que les había dado a esas mujeres una función casi comparable a la de una usada revista, de esas que leemos en las peluquerías mientras esperamos nuestro turno.

-un culo virgen es mi máxima debilidad, mi bella, me da rabia el reflexionar que una buena parte de las musas se niegan rotundamente a hacerlo por ahí sin entender las ventajas y los placeres que esto conlleva, pero hoy será tu día mi pequeña- dijo el negro, peinando con una de sus manos los lacios cabellos de la aterrada jovencita, admirando su brillo y sintiendo su sedosidad.

Margarita trataba por todos los medios de zafarse de las garras de tan despreciable villano, sus uñas se clavaban y rasguñaban la puerta como si fuera una gatita intentando treparla, con su mano libre el negro levantó el vestido de la joven enardeciéndose con la perfecta silueta de esas carnosas y relucientes nalgotas, haciendo círculos con su mano en cada cachete y dándole de nalgadas a cada una de ellas para comprobar si existía flacidez en ese cuerpo de diosa, obviamente no encontró tal cosa.

-excelente, está en su punto- dijo el viejo.

El potente trasero de la chiquilla era hipnotizante, en esa pose su tremendo culo se manifestaba en una perfecta curvatura que lo hacía ver más levantado, el cuerpo de la nena lucía proporcionado a manera de dar a entender que el mayor peso de ella radicaba de sus caderas hacia abajo, mostrándonos de la parte de arriba, una brevísima espalda y unos femeninos bracitos, lo único grande es esa parte eran sus senos.

-en vista de que te estás reservando tu derecho a declarar, me tomaré el atrevimiento de cerciorarme por mi mismo si es que sigues virgen del culo, amada Venus- dijo el negro casi tragándose la orejita de la niña, ella podía escuchar un asqueroso sonido a saliva corriendo por entre los dientes del pervertido precediendo a cada palabra, como si este masticara como cerdo.

-no!!, que va a hacer?- la nena comenzó a sacudirse más enérgica el escuchar al viejo decirle que iba a realizarle su auditoria interna.

Don Apolinar chupaba uno de sus larguísimos y toscos dedos medios y procedía a intentar incrustarlo dentro del virginal conducto, sin embargo se molestó que la chiquilla no quisiera poner de su parte.

-no te muevas tanto perra!!!- gritaba sulfurado el africano, en esa oficina la pareja estaba protegida para gritar todas las peladeces que quisieran sin el temor a ser escuchados.

-no por favor, si soy virgen!!, soy virgen de mi colita!!, por favor no me lo haga por ahí!!!-

-ahhh, pero qué barbaridad!!!, que blasfemia estoy escuchando!!!, que sacrilegio tan mas grande hacia tu propio ser!!!, esto es inaceptable bajo cualquier contexto y por lo tanto no puede seguir así!!!, hay que tomar cartas en el asunto, no puedo permitirme que te vayas de aquí virgen de la cola mi preciosa Venus, eso iría en contra de mis principios, así que vámonos, al escritorio!!- dijo el viejo, pero antes de llevarse a la nena hacia su mueble observó que esta traía algo adornándole el cuello.

-pero… ¿Qué significa esto?, ¿Qué acaso no entendiste todo lo que te acabo de explicar?, ¿Cómo puedes adorar a un ser que te considera un proyecto no relevante y que no cree en tus rendimientos?, esta clase de artilugios están prohibidos dentro de mi morada- dijo el negro y de un tirón despojó a Margarita de la prenda que le había regalado Silvia, arrojándola a cualquier esquina, si bien el negro no la había advertido antes era porque dicha alhaja yacía enterrada entre los hinchados senos de la nena.

Como la prenda, del mismo modo la jovencita fue trenzada de sus cabellos y arrojada al escritorio, quedando boca abajo y con su vestido tan levantado que enseñaba todo el inicio de sus redondas nalgas así como parte de su panocha protegida por la tanga, rápidamente el negro fue en busca de someterla antes de que ella pudiera incorporarse, levantó aún más el vestido de la nena para volver a degustarse con cada centímetro de ese culote, utilizando sus negras manos para sobar las dos piernas desde la mitad del muslo, pasando por las imponentes colinas hasta llegar a la cintura, como si Don Apolinar fuera un masajista calificado.

-señor por favor no me lo haga!- dijo la nena sintiendo la aspereza con que era frotada.

-calla zorra!!, te va a doler más si no te relajas!!, vamos a ver- el negro tomaba la tanga de Mar y la deslizaba hasta las rodillas quedando esta prenda aun con la marca de su concha entre su textura.

-pero que tácticas tan tramposas manejas, pequeña ramera, esta conchita casi pareciera de una quinceañera, hasta podría jurar que la tienes así a propósito y todo por puuuta!!!, porque te gusta calentar a los machos para que estos no soporten tanta lujuria y te partan la concha a vergazos!!!, no puedo resistir la tentación a disfrutártela jeje, solo espero que no se lo digas a Pancho, ¿puedo contar con tu silencio?- preguntaba el sinvergüenza al ver la depilada conchita de la nena dando una asfixiante respiración inhalando el dulce aroma a sexo femenino desprotegido.

-solo… si promete no metérmela por mi colita- dijo la ruborizada nena después de pensársela unos minutos, prefería que se la dejaran ir por la panocha, donde según ella ya podría soportar la imponente y negra virilidad, a sentir esa cosota triturándole el culo (recordar que el buen Lucio estuvo a punto de desvírgarselo con un miembro de similares características, en esa ocasión Margarita aceptó pues además de que estaba caliente el prófugo le había dado su palabra de que al primer signo de dolor, él la sacaría).

-no, ese es un trato que ya está pactado y que maneja dinero de por medio, y por lo tanto no es revocable- dictaba el viejo.

-entonces le diré a Pancho- dijo la nena pensando que con esto se intimidaría el viejo.

-ya zorra, dile lo que quieras, Pancho es tan buen amigo mío que estoy seguro que me disculpara por unos veinte pesos más de descuento, es capaz de venderte por un six de cerveza- dijo el negro al tiempo que se desprendía de su camisa, dejando ver un achocolatado cuerpo para nada atlético, más bien flaco del tronco aunque chichón y barrigón y con una importante comunidad de bolitas blancas en su pecho, consistentes en ásperos pelos completamente canos, aunque de sus brazos mostraba mucha rudeza, los antebrazos llenos de venas estaban más musculosos que sus brazos.

Rápidamente el negro tomó posición en el culo de Mar, acoplando su asquerosa y negra boca en el asterisco de esta, comenzado a lengüetear todo el contorno de dicho reducto anal y virginal mientras con su mano acariciaba la delicada y sensible panocha, Margarita callaba ante las repugnantes lamidas y los caninos sonidos que el viejo realizaba, este desalmado ahora apretaba las caderas de Mar para empujarlas hacia su boca, estaba tan concentrado que daba la impresión de que su boca estuviera cosida al ano de la chiquilla.

Por momentos el negro cernía su cabeza como si quisiera arrancar algo, resoplaba, se detenía por tiempos indeterminados y se volvía a hundir en ese paraíso, Mar solo realizaba gemidos ahogados mirando desde su posición como el negro enterraba su cara entre sus nalgas para volver a regresar su rostro hacia cualquier parte que no fuera esa al tiempo que movía sus muslos como intentando patalear.

Después de lamer el recto a sus anchas y de haber dado una incontable cantidad de lamidas a las esponjosas nalgas, el viejo ahora pasaba a hacer lo mismo con la concha de Mar, desgustándose con todos esos néctares que comenzaban a brotarle a tan suculenta chiquilla, Margarita en tanto se mantenía silenciosa sintiendo las irrespetuosas lamidas hacia sus intimidades, apuñando las manitas arriba del escritorio, aplastando sus pechos en contra de la gruesa madera, y sintiendo como el negro cada vez la iba abriendo más de piernas, pero también sintiéndose tan sucia, como una vulgar prostituta pues lo que el negro le había hecho para ella era indeseable y obsceno, producto de los encuentros carnales más depravados de los cuales ella nunca ideó el formar parte.

Mientras estos pensamientos abordaban la mente de la ya sometida nena, Don Polo sacaba su garrote y se lo meneaba orgulloso exhibiendo su brillosa cabezota que casi parecía un zapote prieto, estuvo así unos minutos hasta que dedujo que su verga había alcanzado los niveles máximos de dureza para pasar ahora a incorporarse e impactar el tiznado trozo contra las frondosas nalgas de la joven. Margarita al sentir estas vergales cachetadas hacia sus nalgas por algo tan duro como el hierro y caliente como un tizón recién sacado de las brasas intentó escabullirse moviendo sus brazos de forma torpe, y es que  esa cosota era tan pesada que la joven sentía que le estaban golpeando las nalgas con un marro, el negro al sentir que su presa mostraba nuevamente rebeldía presionó con todas sus fuerzas una de sus manotas sobre la fina espalda de la chiquilla haciendo que esta casi se sumiera en la madera.

El negro tomó a Mar de su vestido levantándola y dándole la vuelta en el aire dejándola caer nuevamente en el escritorio pero ahora boca arriba, admirándola mientras se desprendía de sus holgados pantalones.

El negro sacó completa la tanga y abrió de piernas a la joven maravillándose con el sudado y sonrosado bollito emitiendo un sensual aroma, Don Apolinar escupía una importante cantidad de babas en una de sus manos para lubricar con esta asquerosa mezcla su tremendo aparato de 30 centímetros y colmado de venas hasta en los lugares donde era mas normal no mostrarlas, con una enorme barba ceniza colgándole de los huevos casi en igualdad de proporciones que la que le colgaba de su barbilla, pero sobre todo, con unos oscuros y taurinos testículos que caían pesados estirando a mas no poder el escroto.

-no por favor señor se lo suplico, no me lo haga!!- decía la bella Margarita al tiempo que con sus manitas entrecruzadas intentaba proteger su vaginal entrada, la nena se movía y retorcía arriba del escritorio tirando papeles, la lapicera, el calendario y hasta un pequeño adorno floral, y aunque por momentos intentaba incorporase el negro a base de empujones la devolvía a su posición.

-deja de moverte perra estúpida!!!- rebuznó el viejo y comenzó a surtirse a Mar con fieras cachetadas que terminaron por aturdirla debido a la rudeza de los golpes, sumados a lo pesadas que Don Apolinar tenía las manos.

-ahora aprieta los dientes que ahí te va jjeje- dijo el viejo golpeando delicadamente con su verga el monte venus de la chiquilla, la aterrada Mar por un momento se quedó hipnotizada al ver el grosor de tan imponente trozo y, haciendo las evaluaciones correspondientes, llegaba a la conclusión de que eso era científicamente imposible que cupiera dentro de ella, eso sin considerar que en cada palpitación el mazacuatón engrosaba un par de centímetros más.

Don Apolinar tomó su animalesco barreno y comenzó con una lenta intromisión de su morenazo aparato el cual rebotó en la entrada de la vagina al intentar la primera intromisión, fueron en total tres seguidos golpecitos glandeales en los cuales la verga del viejo se vio impedida para entrar, la comparación era exagerada, solo a un loco se le ocurriría meter esa boa en un espacio tan reducido.

Pero este viejo estaba lo suficientemente embravecido notando que la resistencia de la vagina era muy superior a la de cualquiera de las tantas que había sometido y casi comparada con la de una verdadera virgen, con una de sus manos dirigía su monstruoso instrumento, el cual parecía una lanza, para después de varios intentos considerar que muy posiblemente se quedaría con las ganas, a no ser que estando en esos reflexivos momentos el ya sudado viejo comenzara a notar que las barreras que impedían la penetración vaginal de la bella doncella cedían dejando que el mayúsculo glande se abriera paso en dicho recinto.

Con solo su glande metido, el viejo tiraba toscamente del escote de la asustada niña dejando al descubierto los formidables y jugosos melones en toda su redonda magnificencia, para arrojársele como un voraz ternero cubriendo solamente el pezón de una de las mamas con su boca y comenzar a succionar como si quisiera arrancarlo para después proceder con la otra y así realizar el cambio cada que lo estimara conveniente, la sollozante Margarita comenzó a sentir asco de ella misma, ¿cómo es que permitía que un viejo con esos ideales estuviera teniendo el derecho de disfrutar de su cuerpo con el mayor cinismo?, ¿Cómo es que a raíz de haber conocido al gordo le hubiera tocado ofrecer su cuerpo a tan despreciables seres? y con sus manitas intentaba retirar la casi calva cabeza de Don Apolinar mientras se quejaba por algunos mordisco en sus pezones.

-suélteme, suélteme, por favor!!- decía la nena pero el viejo no hacía caso, solo se dedicaba a chupar pechos como un malnacido.

El negro por su parte ondulaba su cuerpo, como cobra siendo seducida por la melodía de un pungi, con toda la intención de ir ganando más terreno dentro de ese afrodisiaco reducto, pronto su negro cuerpo se calentó a niveles infernales sudando océanos, gruesos goterones de sudor bajaban lentamente recorriendo las arrugadas pieles que conformaban su diabólico rostro, sus potentes brazos y su deforme tronco y es que el visualizar la candente escena de una jovencita tan curvilínea intentando zafarse del el sin éxito alguno lo calentaba. Margarita en tanto apretaba sus dientes debido a la fuerza de compresión que ejercía el equino instrumento tratando de reclamarla, su carita ya estaba completamente colorada, sus castaños cabellos comenzaban a revolotearse y sus senos y pezones iban adquiriendo una tonalidad roja debido a las chupadas, apretujadas y jaloneos por parte de Don Apolinar, quien los amasaba como cual panadero prepara su mezcla.

Misma tonalidad estaba siendo adquirida por su panochita la cual al estar en constante acoso por la mayúscula verga comenzaba, sin que Mar tuviera control sobre ello, a lubricarse preparándose para el desaforado encuentro carnal.

La nena resistía los apretujones cuando sintió que algo la había atravesado hasta el útero, y es que el negro dejaba irle unos 24 centímetros de gruesa carne maciza sin el menor miramiento para detenerse ahí y darle un sorbo a su copa, las paredes vaginales de Mar hacían un esfuerzo sobrehumano por conseguir adaptarse a tan desmesurada envergadura que le palpitaba dentro de ella, la nena con una carita de terror y dolor alcazaba a visualizar la retorcidamente viciosa cara de Don Apolinar, es aquí donde la nena prestaba mayor atención a ese mulato toro de descendencia africana quien se había a apoderado ahora de su cuello y se lo apretaba como si quisiera estrangularla.

La nena veía el enorme esfuerzo del viejo para asfixiarla notándose un sinnúmero de venas a punto de explotarle recorriéndole tora su taurina cara, veía que las arrugas y facciones le daban a entender que este viejo casi vendría siendo de la misma edad que Pancho, notaba ya con un solo ojo (el otro lo había cerrado) ese esponjoso y grisáceo cabello que el viejo aún conservaba en sus laterales craneales tan esponjado que casi tenía la similitud de algodón de azúcar pero que hacían darle parecido al payaso Eso en su singular melena, como sus labios se descomponían por las fuerzas manuales que el negro estaba realizando y como esa barba comenzaba a regarse con las babas que de la boca de este iban cayendo, fue en eso que Mar no pudo seguir vislumbrando tan horroroso espécimen humano porque este despiadado comenzó a moverse dentro de ella causándole dolores que la hicieron revolverse.

El jovial viejo consideraba que el tiempo para que las medidas vulvales se acostumbraran a su grosor incluso se había excedido, así que comenzó con lentos apuntalazos contra esa frágil vagina que se abría al máximo para recibir al lubricado intruso, rápidamente las aceitosas mezclas provenientes de la verga del viejo empaparon toda la panocha de esta, llegando a embarrar los sitios aledaños a la ya colorada concha de Margarita quedando todo el perímetro completamente embarnizado. Poco a poco la apuntaladas comenzaron a ser más viles e inhumanas haciendo que Margarita tuviera que apoyarse con sus manitas de ambos laterales del escritorio, al ser este mueble un poco corto de anchura le permitía a la jovencita aferrarse a el, estirando sus brazos, para evitar caerse pues eso es lo que presentía que sucedería si no encontraba el apoyo suficiente.

-oohhhgggg!!, muuuhhhh!!!, la sienteeess!!!, la sientesss mi pequeña Venuss!!!- mugía el despiadado negro ante cada nuevo embiste que se mandaba en contra de la indefensa criatura, observándola toda estiradita exhibiendo sus orgullosos senos ya babeados por él.

-esss… es muy grandeee!!!… sáquelaaaaa!!!- decía la pobre muchachita completamente sometida por Don Apolinar, la nena en vez de gemir gritaba ante cada azote vergal del que era víctima, sus ojos parecían volteársele

Pero de igual manera, cuando la nena se quejaba debido a la longitud de esa bestial herramienta, su boquita fue asaltada por la enorme y bembona boca de Don Apolinar quien aprovechó que la nena la tenía abierta para verter el resto de su fino whisky en esa carnosa boca, metiéndole su viscosa lengua lo más profundo para saborear el licor mezclado con las babas de la nena, para después, con este músculo, comenzar a ejercer movimientos de penetración tal como los que su verga realizaba, en estos momentos Mar estaba siendo penetrada tanto de su concha como de su boca.

La mano de negro abandonó el cuellito de esta, dejándole una importante marca roja, para ubicarse en su sexo, comenzando con finísimos movimientos de fricción por encima de su placentero clítoris, el negro remolinaba uno de sus dedos alrededor de esta protuberancia de tal manera que pronto el clítoris se sintió cortejado por los expertos movimientos de Don Polo hinchándose y esparciendo las primeras descargas de júbilo que alteraban la mente de la chiquilla al tiempo que asomaba de su capucha, tanto que está en poco tiempo comenzó a mover su lengua al compás de la de Don Apolinar, chocándolas y batiéndolas llenando de babas todo el escritorio pero sin dejar de moverse tratando de liberarse.

La cara de Don Polo era de un verdadero briago de morbo, estas femeninas acciones solo lo alentaba a seguir empujando con más fuerza, su de por si plano y negro trasero se aplastaba aún más cada que el viejo daba un arponazo en contra de la jugosa panocha, salpicando líquidos vaginales y preseminales por doquier en cada colisión que se pegaban ambos órganos, hasta que llegó a la penetración máxima pues Mar ya se tragaba firmemente los 30 centímetros que media la vara del africano, todo esto emitiendo alargados berrido que duraban mucho tiempo sin detenerse y levantando ella misma su vientre, contorsionándolo mientras el negro la aferraba de su esbelta cintura y la seguía penetrando.

Tanto salvaje golpeteo hicieron que la nena dejara de tener agarre de los bordes del escritorio, por lo que sus bracitos al no tener apoyo de ningún tipo no les quedó de otra que aferrarse de la negra espalda del viejo, que viéndolos de otro modo, era como si la pareja estuviera cogiendo mientras se abrazaban.

Si el viejo solo se hubiera dedicado a mancillarla vergalmente lo más probable era que con esas medidas Mar ya estuviera desmayada pues los verdes ojitos de la nena desaparecían constantemente, pero el viejo trataba de mantenerla consiente. En cada arremetida que el viejo se mandara y viera que la nena cerrara sus ojitos como queriendo desconectarse le mandaba una fuerte cachetada que la regresaba a este mundo o a veces un envión aún más fuerte también ayudaba a despertarla, mientras le chiquilla en cada agresión de este tipo solo veía una sombra negra moviéndose entre sus piernas las cuales ya yacían recargadas en los hombros de Don Polo, el viejo alertaba como los ojitos de la nena se perdían quedando solamente visible la esclerótica.

El viejo sentía como su verga era abrazada por una deliciosa sensación térmica más elevada, indicio de que algo sucedía dentro del cuerpo de la nena, su cuerpo ya se había puesto más buenote a raíz de la preparación que manifestaba la nena cada que entraba en cópula, sus senos por ende aumentaban en volumen debido en gran parte a lo erizado de sus pezones, misma condición en que su estimulado clítoris, el cual no aguantando la tortura manual del vejo loco consistente en pellizcos y jaloneos, terminó por enviar a todo el cuerpo de Mar sendas descargas de éxtasis que terminaron por espasmear su frágil pero voluptuoso cuerpecito, terminando esta por descargarse en potentes maguerazos de néctares caldosos y calientes que salpicaron el deforme cuerpo del viejo.

Durante este intenso orgasmo la niña dejó de aferrarse de la ancha espalda para aferrarse ahora de los marcadísimos y venudos brazos del mulato, este había dejado de embestirla pues tal como lo predijo Pancho la vagina de Mar le había succionado tan rico la verga que estuvo a nada de vaciar toda su añejo líquido dentro de ella, el viejo solo permanecía estático pero con su taladro dentro de la papayita, bufando como toro cansado, echándole ese alcohólico aliento sobre el fino rostro de la nena en cada respiración, con su monstruosa lengua de fuera unida a la de la niña por un grueso cordón de saliva, sintiendo cada uno el pesar de sus respiraciones.

Después de un intenso fogueo de casi 20 minutos en donde la casi nula comunicación entre ambos seres sexuados fueros gritos, gemidos, rebuznos y cualquier cantidad de quejidos el negro se dio por satisfecho con la concha para permanecer inmóvil descansado todo sudado después de la exquisita revolcada que se acababa de pegar con la según él, viva imagen de su diosa favorita, o como este individuo suponía que así sería la Venus en su forma humana.

-ahora mi pequeña Venus, antes de probar tu culo acomodémonos en una posición que a mí, en lo personal, me encanta- dijo el viejo saliéndose de la nena, expresando ella facetas de dolor y gemidos ante el lento desacople.

La verga del viejo salía escurriendo en lubricantes, una vez que terminó de salir en todos sus centímetros una buena cantidad de jugos provenientes del orgasmo recién experimentado por Margarita cayeron al suelo debido a que la verga la había hecho de tapón impidiendo su escape.

El viejo rodeaba el escritorio, jalaba a su pequeña de sus temblorosos bracitos y la acomodaba a medida que ahora ella quedara con su cabeza colgando hacia el precipicio, rápidamente el viejo se trepó con un elástico brinco, quedando encuclillado arriba de dicho mueble con su negro culo a escasos centímetros del rostro de Mar. Don Apolinar con una de sus manos tomó su caliente y húmedo miembro tan negro como el color de un refresco de Cola y lo llevó hasta la boquita de la nena, ella al sentir esa deformidad golpeándole su carita, pues el viejo atinaba a todo menos a sus carnosos y rosaditos labios, ladeó su rostro para evitar concretar las claras y enfermas intenciones del vejete.

-no seas tímida mi pequeña, abre tu boquita o en estos momentos te agarro a golpes, ¿quieres eso perra mamavergas?!!!!- ladraba el viejo.

Pero la nena no hizo caso y seguía esquivando las arremetidas del chuzo, su carita ya estaba bañada de lubricantes debido a las tantas erróneas insistencias del viejo, parecía como si se le hubiera untando aceite en su bello rostro, fue hasta que el viejo, cansado de tanto intento fallido regaló una poderosa mordida a una de las piernas de la joven, lanzando ella un grito abriendo su boquita y ahí, durante ese momento, el negro aprovechó para meterle su verga hasta casi su esófago pelando los ojos la pobre martirizada por tan cruenta tortura.

Velozmente el negro comenzó a dar una rutina de sentadillas haciendo que su verga, por razones más que claras, penetrara salvajemente la fresca boquita de Mar, ella en tanto resistía todo lo que podía, pero a raíz que comenzaron a trascurrir los primeros minutos comenzó a  faltarle el aire. Su carita, de roja, cambio a azul y luego a morada, sus ojitos se inyectaban de una importante cantidad de venas, su cabecita se agitaba al ritmo de las sentadillas y los pesados huevotes del verdugo se balanceaban y chocaban contra su bello rostro, antes de liberarla el viejo sumió lo mas que pudo su verga en contra de ella, haciendo que sus huevos se aplastaran contra de la carita de la nena cubriéndosela casi completa, riéndose el pelmazo a carcajadas pues no sentía la respiración de ella en sus grandes bolas y eso le hacía gracia, hasta que por fin la liberó.

La verga salió tan gruesa como siempre había estado, incluso el cuellito de Mar disminuyó en grosor y es que la carne era tanta que le abultaba en su garganta, Mar expresó una desesperada inhalación costándole un mundo jalar aire, sus manitas yacías enrolladas en las dobladas piernas de Don Apolinar quien se daba un respiro pues la posición para él era un tanto agotadora además de no estar acostumbrado al ejercicio, una vez que el viejo estimó que la nena ya estaría renovada y lista para un nuevo asalto atravesó nuevamente con su aberración los carnosos labios de Margarita.

La vista que el negro tenia de la nena consistía en una estilizada cintura y un perfecto vientre cuyos trazos bajaban y se ondulaban formando las prominentes caderas para después dividirse en dos piernas y justo en medio de ellas un colorado y depilado bollito, esta acalorante imagen despertó unas insaciables ganas en Don Apolinar por volver a devorárselo, así que enrolló sus negros brazos entre las blanquitas nalgas de la joven para levantarlas al punto de tener a centímetros de su boca la concha de la nena, para después pegársele como una verdadera garrapata.

El negro quien devoraba panocha como un condenado a la guillotina se aferraba de los torneados muslos de Margarita, arqueándole la espalda, y en esta pose seguía con sus humillaciones orales a la pobre niña, sintiendo hasta los mínimos movimientos de lengua de la señorita tallándole su verga, las potentes embestidas ya habían hecho que Mar casi se doblara del cuello, su cabeza estaba ya casi oculta en el borde del escritorio, ella ahora se apoyaba con sus dos manitas del suelo estirando sus brazos, el negro de repente comenzó a bufar y a hablar incoherencias según Mar, pero era más bien que Don Polo emitía peladeces, insultos y vulgaridades en su natal idioma que la nena no comprendía.

Lo que Margarita no advertía era que el viejo, aparte de estarla llenando de peladeces, también avisaba que estaba a punto de correrse, sus bolas se hincharon hasta la desproporción y su verga manifestó un grosor indescriptible, y fue el mismo viejo quien tomando los muslos de la joven y apretándolos contra su negro cuerpo enterró su estaca hasta lo más profundo que esta llegara y después de un fuerte mugido casi de buey comenzó a sacudirse descargando violentísimas eyaculaciones de amargo líquido blancuzco dentro de la boca de Mar, solo se necesitaron de tres chorros, cada uno secundado con su respectiva sentadilla, para que la cavidad bucal de la nena se viera inundada en leche, no conteniendo tanta mermelada blanca la boquita de Mar comenzó a derramarse en esa fétida sustancia la cual escurrió por toda su carita, además también de su nariz comenzó a brotar la tan olorosa mezcla para unos momentos más tarde comenzar a brotarle hasta de sus lagrimales.

El viejo, con cara de asno cachondo, comenzó a quejarse y moverse descontrolado, sacando su lenguota y revoloteándola al tiempo que giraba su cabeza como un loco, casi pareciendo que lo estuvieran exorcizando pero en realidad estaba realizando una danza extraña. Margarita, aun con su boquita llena de verga regurgitaba gruesas cantidades de semen, teniendo que hacer varios tragos en contra de su voluntad para no ahogarse con este espeso líquido, hubiera limpiado su carita con sus manos pero justo cuando pensaba en esta posibilidad el viejo se acomodó muy concha, sentándose encima del tronco y senos de la señorita, imposibilitándole el movimiento de brazos con su lampiño, negro y sudado trasero y dejándola con muchas dificultades para respirar.

Don Apolinar se tomaba un descanso después de la agotadora faena, su verga escurría un grueso hilo de leche el cual la unía con el cuerpo de la nena, una vez recuperado tomó a la muchachita de sus cabellitos subiéndola por completo al escritorio para volverla a acomodar boca abajo, ubicándose rápidamente para de nuevo lubricar el ano con su saliva.

-ahora si mi pequeña Venus, probemos ese agujerito- dijo esto para sumir nuevamente su aberrante cara en los cachetes de la nena, ella por reflejo acostó su cuerpo completamente pero el viejo en pocos segundos le había levantado las caderas y por ende el culo, sumiendo entre las nalgas de Mar su oscura cara la cual contrastaba de manera increíble con las blanquitas posaderas de la joven.

El viejo atacó en primera instancia la concha, su lengua se revolvía de manera asquerosa haciendo un intercambio de fluidos con la panocha de la moqueada nena, sus labios casi tan gruesos como los vaginales degustaban en demasía de esa agridulce cuevita, ella en tanto comenzó a sentir otra vez, importantes destellos en su vagina que sensibilizaban todas sus demás zonas erógenas, quería detener eso pero algo dentro de ella le impedía moverse, no sabía si era por miedo o porque en realidad ¿le estaba gustando lo que le hacían?, al pensar esto trataba de nublar su mente pero sin que se diera cuenta ya estaba gimiendo nuevamente. Una vez el viejo desprendiéndose de esa olorosa concha pasó al ano el cual palpitaba de puro gusto pues también había estado recibiendo una estimulación consistente en dedeos, y es que mientras el viejo mamaba concha como desesperado uno de sus dedos realizaba el reconocimiento de la zona anal.

Como primera acción el viejo se dedicó a lamer y morder la suave carne principalmente el gran canal que divide cachete con cachete, la nena, a pesar de lo asquerosa que se imaginaba su situación, el recibir esas lamidas estaban, sin que ella quisiera aceptarlo, calentándola de nuevo, y es que las cosquillitas que sentían eran más que eso, Don Apolinar quiso penetrar analmente a Margarita con su lengua, pero este órgano era demasiado flácido como para profanar esa barrera tan heroica, vanos fueron todos sus intentos pues la enorme lengua de sapo del viejo se quebraba en cualquiera de las direcciones al intentar penetrarla, en todos los esfuerzos dicha lengua terminaba doblándose como si fuera de plástico para disgusto del reprobable, el viejo totalmente encolerizado por el juego sucio que estaba empleando la chiquilla tomó su verga para de una vez por todas romperle el culo a tan preciosa señorita.

Don Apolinar se mandó el primer envión, sin embargo la poderosa embestida a pesar de haber hecho un terrible esfuerzo en donde el viejo perdió gran parte de sus energías, no logró traspasar la resistente barrera anal, después de unos cuatro minutos en que el viejo estuvo presionando con su verga al máximo esta terminó por flaquear en su primer intento desviándose hacia arriba, terminando él y ella, mas cansados en este asalto que con todo el anterior, uno por ejercer fuerza pélvica y la otra por apretar su anal esfínter.

Los cuerpos sudorosos reflejaban la amarillenta luz proveniente de la vieja bombilla que alumbraba la oficina, el negro arrodillado y la nena casi en posición de perrito se preparaban para un segundo choque, nuevamente el viejo herido en su orgullo de macho por no poder penetrar a la primera a esta hembra se mandaba otro fiero empujón aun más viril, la batalla que libraron nuevamente estos dos órganos fue titánica, un enorme y negro barreno empujando apoyado en primera instancia por una de las manos del viejo no podía vencer la resistencia de un ano de dieciocho añitos, después el bufante viejo empujaba con las dos manos haciendo descomunales fuerzas pélvicas que se reflejaban en su descompuesto rostro y ni así.

-aaahhhhh!!!, maldita perra!!!, afloja el pinche culo!!!, no lo pongas duro hija de la gran putaaaa!!!!!- el viejo se le marcaba toda la yugular y dejó escapar gruesas gotas de saliva al emitir este último insulto.

-yaaaa!!!, por favoooorr!!!. No sigaaaaaa!!!, me va a partiiirr!!!, eso estaaa… muy grandeeee!!!!, no va a caber!!!!- se quejaba la nena.

-claro que va cabeeeerrr!!!, tiene que caberrr!!! si no tiene mucho se la dejeeee ir a una putilla mucho más chica que tuuu!!!!!- berreaba el viejo.

-es usteddd un monstruooooo!!!!!-

-calladdd, zorraaaaa!!!, o señorrr, o mi Dios Todopoderosoooo!!!, protector de los indefensoooss!!!, rey de reyeeeesss!!!!, dame la fuerza para romperle el culo a esta putaaaaaaa!!!!, y cumplir con tu mandato divinoooooo!!!!- sin embargo al parecer el Dios al que le rezaba Don Apolinar estaba en el baño pues no escuchó sus plegarias terminado este negro por desistir de su segundo intento.

-maldita perra estás bien dura!!, pero eso me excita, me calienta, cuando te penetre hasta van a tronar tus paredes anales jejeje, y el pensar eso me pone duro a mí también-

Las respiraciones eran tan pesadas tanto de uno como del otro bando, la agotada nena permanecía arriba del escritorio confiada en que este negro no lograría su maquiavélico cometido y terminaría rindiéndose mientras el sudor invadía su escultural cuerpo y ya había empapado completamente su vestido el cual seguía enrollado en su cintura, el extenuado viejo analizaba esa abertura anal y se preguntaba el porqué de su desdicha, Margarita estaba apenas recuperando las fuerzas cuando sintió que algo nuevamente empujaba por metérsele, pero este algo era más delgado.

En un instinto de supervivencia la nena quiso incorporarse ayudada de sus bracitos pero debido al desgaste anterior estos no le respondieron, estaba tan agotada que era un milagro que por lo menos hablara.

El africano trataba primero con un dedo y a este se le fue sumando otro, lentamente y después de un asqueroso escupo con todo y gargajos impactado contra el ano de la señorita los dedos fueron buscando un minúsculo reducto para poder atravesar esa férrea entrada hasta que lo lograron a la altura de la primer falange, ambos dedos en forma de gancho intentaban desgarrar ese cerradísimo conducto, una vez que el viejo divisó un estrechísimo espacio brindado por el ano no lo dudó y metió su lengua en el interior de este.

Este órgano gustativo entró de manera dificultosa, aunque el estar demasiado viscosa le permitió lentamente ir ganando más terreno, Margarita sintió como si un animal estuviera violando su posterior salida, rápidamente volteó y vio al viejo nuevamente enterrándole toda su cara en su exuberante trasero, exhibía una cara tremendamente descompuesta, todo se le arrugaba principalmente su frente, ceño y las arrugas que unen la nariz con la boca. El negro volteaba a verla a ella para regalarle un guiño para después volver a cerrar sus ojos y concentrase en lo suyo.

-no haga eso por favoorrr!!!- dijo Mar y con una de sus manitas intentó ahuyentar al animal golpeándolo en su brilloso cráneo pero este viejo no lo despegaban con nada.

Casi a velocidad luz el viejo sacaba sus ganchos llevando ambas manos a enterrarse entre las carnes de la nena, sus dedos apretaban y se sumían en las nalgas como si estas fueran de manteca a pesar de la dureza que las caracterizaban. Al liberar los dedos, la lengua quedó atrapada pero con la suficiente libertad para moverse dentro de la nena y comenzar con su trabajo, Margarita podía sentir la bufante y caliente respiración del viejo recorriéndole toda su raya, llegándole hasta su espalda, y de paso erizarle todos los casi imperceptibles vellitos que cubrían su femenino cuerpo, y es que la espalda de la nena era muy sensible a las caricias.

En varios intervalos de tiempo Don Apolinar cosquilleaba también el clítoris estimando que este ya debería de estar relajado, esta manipulación sumada a las indescriptibles sensaciones que se estaban despertando en Margarita llevaban a la nena a descomponer muy lentamente su carita, el gesto notablemente incómodo y molesto iba cambiando muy pausadamente al de una auténtica zorrita viciosa.

La mano que anteriormente golpeaba al viejo ahora lo hacía con menos ímpetu, así hasta que abandonó esa actividad para intentar ahora disimular los quejidos, su carita de la nena se ladeaba en la madera del escritorio pegándose a dicho material de uno de sus cachetitos y su otra mano se aferraba de una de las esquinas del mueble, notándose en su fina espalda toda la femenina musculatura. Por su parte, el pervertido negro reía dentro de sí al evidenciar que la nena poco a poco era sometida a los placeres anales y ahora su lengua ganaba más espacio mientras una de sus manos masajeaba la dulce papayita y de repente frotaba el hinchadísimo clítoris como si quisiera sacarle brillo.

El viejo también apretaba y estrangulaba las nalgas que estas, en varias de sus partes, esponjaban sus carnes haciendo que las líneas que dividían los músculos de la espalda baja de Margarita se notaran bastante, incluso ese par de hoyitos ubicados en dicha zona se alertaban escandalosamente cada que el viejo masajeaba de abajo hacia arriba las potentes nalgotas. Poco a poco Mar se iba entregando a las sucias caricias, con sus ojitos cerrados su carita se direccionaba como si estuviera viendo hacia abajo, sus pómulos estaban enrojecidos y una pesada gota de saliva caía de su boca la cual permanecía abierta debido a que ya gemía audiblemente observándose su esponjosa lengüita, transformación que al viejo Polo le fascinaba.

El viejo seguía con sus talladas sobre la colorada vagina de Mar, por momentos sus dedos sentían el pesar de una sustancia viscosa de consistencia melosa cayendo sobre ellos y la utilizaba para lubricar sus dedos y comenzar a penetrarla vaginalmente con estos, de manera lenta y cadenciosa pero rozando donde tenía que rozar haciendo casi derretir a la ya entregada señorita quien no quería aceptar lo que le tocaba, pero que después de mucho rato de estarse moviendo o quejándose ahora estaba quietecita y suspirante.

-ahhh!!!, mmm!!!, afffggg!!, mmmhhggggg- Margarita ya no se limitaba al expresar sus gemidos y no solo eso, su mente la traicionaba pensando oraciones que ella juraba no estructurar.

“ayy que rico, que rico se siente esto, tengo… unas ganas de refregarme mmm”,

“maldito viejo, deje de tocarme o me voy a venir otra vez”

“la quiero, la quiero dentroo” todos estos pensamientos asaltaban la mente de Margarita al punto de que cuando se dio cuenta ya estaba meneando su culo como una gatita en celo, movimiento que también mecía la negra cabeza de Don Apolinar.

Una vez alertados estos felinos movimientos Don Apolinar se dijo que ya era mucho de estar lamiendo ano, sacó su lengua y sin esperar más tiempo llevó nuevamente su verga en contra de esa rebelde entrada, mandó un pegajoso escupo que atinó impecable al recto para ahora mandarse un poderoso envión (no sin antes aprovechar los vaginales jugos de la nena como cubierta para su verga) que de igual manera fue detenido por la titánica resistencia, sin embargo el viejo notaba en su enemiga que tal fortaleza comenzaba a derrumbarse, notando también como ella parecía estar parando mas el culo, y con esta motivadora postura tomó las caderas de ella acercándose el culo para dar más fuerza a su empellón sintiendo como el glande se sumió unos centímetros.

-uuuuhhhggggg- un pujido se escapó de los labios de Mar cuando sentía como el glande iba abriéndose el espacio necesario, casi escuchándose el tronar de sus paredes anales ante cada centímetro ganado, tal como el viejo lo había advertido.

Fue algo más que doloroso para Margarita pues a cada centímetro de verga que se comía su ano le correspondía casi un minuto de sufrida lucha a ese miembro para arrebatárselo, faltando casi la mitad del pepináceo barreno el viejo se la dejó ir toda, a lo bestia, provocando un aullido en la jovenzuela la cual se quebró de su espalda al tiempo que temblaba de su cuerpecito y en su carita sus señales de vida iban desapareciendo, la jovencita no pudo asimilar dicho trato y cayó en un estado de semiinconciencia solo sintiendo un mortífero dolor en su ano y una barra ardiente y palpitante atravesándoselo y es que Mar había sido desvirgada analmente por  una verga de 30 centímetros.

La maniaca risa que se dibujó en la cara de Don Polo era como para pintarla en un cuadro teniendo el efecto de que los santos del Vaticano se derretirían al presenciarla, su risa parecía provenir de los más entraño del infierno, sus mugidos eran de un auténtico toro en plena corrida, mientras resoplaba admiraba el femenino cuerpo que tenía atravesado notando como sus manos abarcaba casi toda la breve cintura de la joven caucásica que yacía mancillada.

Entonces el negro jaló aún más hacia él las nalgas de la nena, y así sin importarle que esta estuviera casi inconsciente comenzó a embestirla sin razón alguna como si no hubiera un mañana, el conducto era muy estrecho pero el negro escupía a cada rato procurando mantenerlo lúbrico. Como si se tratara de un luchador este asno llevó una de sus manos a la nuca de la joven para someterla o jalarla de sus cabellos sin dejar de embestirla con crueldad, rudeza que se notaba en sus satánicos semblantes, en los temblores que atacaban el potente cuerpo de la niña en cada arremetida y en los sonidos que producían los astronómicos choques de los cuerpos en colisión.

-escúchame bien perra asquerosa, en este momento te estás tragando toda mi verga, lo que más te conviene es poner tu culo flojito ya que si empiezas a estarlo apretando puede que cuando te la saque me traiga todo el forro interno de tu recto, ¿quieres andar con el ano de fuera?- preguntaba el negro, la semi inconsciente nena respondía negativamente con un movimiento de cabeza.

-entonces ¿vas a tener tu culo flojito para mi? jeje- volvía a preguntar el negro, la nena esta vez asintió afirmativamente.

El negro bajaba su terrible cara de equino caliente buscado con sus bembas la boquita de la nena, la cual yacían abierta con la carnosa lengua de fuera y con una enorme poza de saliva debajo, para pegarse un repulsivo beso, beso que sorprendentemente la nena correspondió gimiendo y pujando, y beso que al negro le supo a su propio semen pues en la boca de la nena aun había vestigio de esta suciedad, pero con mayor presencia en su rostro en donde sendas costras blancas y pegajosas ya un poco secas cubrían en buena parte el bello cutis de Margarita, incluso la nena parecía estar llorando blanco pero era el mismo semen que escurría de sus lagrimales.

Poco después al parecer la panocha también reaccionaba a los ataques anales con descargas de jugos en cada arremetida hasta el punto en que un gran y viscoso cordón de flujo trasparente colgaba desde la elevada concha de la nena llegando hasta tocar el mueble. Cada empujón, en el que el viejo enterraba hasta el fondo su gruesa vara, iba acompañado de una agridulce expulsión de néctares por parte de la panocha de Mar los cuales salpicaban como si de una regadera se tratara, así hasta que la nena se corrió como Dios manda, casi orinando sus hirvientes caldos los cuales cayeron sobre el escritorio empapando algunas facturas que por ahí se encontraban.

-jejej, perra hija de la gran puta, te corres peor que las puercas- bufaba el viejo.

El bembón viejo, sin sacar su taladro, comenzó a retroceder su cuerpo hasta bajarse del mueble  sin salirse de la nena y al mismo tiempo jalando a su doncella hasta que ambos cuerpos genitalmente pegados como perros abotonados yacían semi encorvados y de pie al lado del escritorio, las carnosas piernas de Mar a pesar de su notable dureza temblaban debido a las energías gastadas en el episodio anterior, en tanto el viejo lucía entero, parecía haber recuperado su poderío, este enfermizo sujeto tenia a Mar sometida de su nuca haciendo encorvar un poco la espalda de ella, mientras ella se apoyaba del borde del escritorio con sus dos delicadas manitas al tiempo que sacaba un poco el clavado culo ya que la posición así la ubicaba.

La jadeante nena estaba terriblemente agitada con su cabello cayéndole hacia abajo cubriéndole toda su carita. El brilloso negro decidió invertir posición, quedando él ahora recargado de espaldas en el escritorio mientras que Mar se recargaba con el culo en el recio y negro cuerpo dejando caer sus bracitos los cuales no le respondían, Tomándola de las caderas e inclinándola un poco de espaldas el negro la atraía hacia él, haciendo que la nena se ensartara en su humeante instrumento.

En cada ensartada, se podía observar la femenina corpulencia marcarse un poco más de lo normal, en sus bracitos, en sus piernas y muslos, y sobre todo en su abdomen, la nena evidenciaba un cuerpo tan tonificado como si fuera de una maestra de yoga, su proporción era tan perfecta que en cualquier posición que fuera acomodada esta terminaría enardeciendo a su macho con sus excelsas curvaturas.

Rápidamente, para gusto de viejo, la pequeña hembrita comenzó a gemir debido a los casi sentones que se pegaba arriba del moreno miembro, Don Apolinar se apoderaba de los danzantes senos volviéndolos a estrujar y aplastar como si quisiera sacarles el relleno, como si quisiera sacarle el merengue a tan apetitosas mamas ya que comenzó a jalar los pezones al más puro estilo como se ordeña una vaca empezando a salir un líquido blancuzco semitransparente a partir de los fuertes jaloneos.

El viejo enrollaba uno de sus antebrazos en el cuello de la nena y de este modo la atraía hacia él, arqueándola a la mitad de  su cuerpo, para esto ladeaba el rostro de la viciosa nena para fundirse con ella en un guarro enredo de lenguas, ella tímidamente aceptaba la cochina acción aunque después podía verse más desinhibida intentando por ella misma anudar su lengua con la del viejo mientras este desalmado se dedicaba a sobajear cada milímetro del esbelto vientre de la chiquilla. Las manos del negro viejo no se daban abasto recorriendo cada centímetro del modelado cuerpo de la blanca chica.

En la caliente oficina de Don Apolinar todo eran jadeos, gemidos y berridos, además de que todo el ambiente estaba aromatizado a sexo con penetrantes aromas tanto a agria verga vieja como a concha húmeda, así como un fuerte olor a sudoración masculina, este hedor a macho caliente, a machos rústico, sumado a los potentes embistes tan certeros y placenteros así como a la forma en que el viejo acariciaba todo su cuerpecito y como le comía la boca, y un poco a los escandalosos sonidos provenientes del choque de los desnudos cuerpos estaban haciendo que la nena llegara a otro clímax tan épico que casi se sintió en el cielo de las vergas, donde las huevotes rellenos con crema blanca crecen de los árboles listos para ser degustados así como las enormes vergas brotan del suelo, y una gran cascada de semen caliente en donde hermosas hembras se bañan todos los días corre de manera perpetua por los siglos de los siglos.

Estando en estos fantasiosos momentos la nena, con carita más que viciosa, se dejaba caer de espaldas siento atajada por la negra bestia fornicadora detrás de ella para desbordarse en otro chorreante orgasmo en donde cada eyaculación fue secundada por un ligero movimiento pélvico como abdominal de la nena, llegando a ondular su cuerpo de manera exquisita arriba de la morena tranca al tiempo que también ella misma se daba de sentones comiéndose la verga completa pegando un berrido en cada sentón, el negro tuvo que sostenerla de sus bracitos para que esta no se derrumbara pues sus piernas, a pesar de verse vigorosas, se aguadaron al sentir el desprender de tan importante cantidad de jugos, primero temblaron para después unirse de las rodillas y terminar perdiendo todo el vigor.

En estas condiciones la nena fue chispada de su culo sin el menor cuidado y arrojada al sillón, donde antes estaban sentados los tres mafiosos que salieron en busca de un briboncillo, quedando acomodada boca abajo a todo lo largo del mueble para después el viejo posarse encima de ella, contrastando pieles a mas no poder, Don Apolinar ubicó su tieso miembro a la altura de las nalgas de Mar para dejársela ir primero por la concha, procurando lubricar su miembro lo mayor posible, para después sacarlo e intentar meterlo en el culo de la nena., nuevamente ejercía presión importante hasta lograr embutírselo por el culo a la nena para después sacárselo y volvérselo a dejar ir por la panocha, y así estuvo el viejo realizando un total de casi veinte repeticiones entre ano y concha hasta que al fin se decidió nuevamente por el coloradísimo culo.

De nuevo la venuda verga entraba a marchas forzadas, notándose un poco de dificultad de esta para sumirse en ese apretado conducto, mientras la nena se ponía hasta bizca al sentir otra vez la violenta entrada de tan desmesurado grosor, teniendo que apretar el descanso del sillón tanto con sus manitas como con sus dientes siendo ahora ella la que casi bufaba.

-uuuhhhgggggggfffffsssssss- Margarita dejaba salir un sonido similar a como si le hubieran sacado el aire una vez que sintió el arponazo con el que el chuzo del viejo entró completamente, casi arrancando ella el pedazo de forro del sillón con una mordida.

Así, acostados, la pareja comenzaba nuevamente a fornicar arriba del sillón, Don apolinar moviéndose como gusano y Margarita intentando mantener su culo lo más levantado posible para según ella soportar mejor las embestidas, las cuales eran tan brutales que después de unos minutos de intensa cogidera las patas del sillón comenzaran a crujir y doblarse así como su asiento a sumirse. Un sinfín de cucarachas huyeron despavoridas debido a los temblores que azotaban el sillón representando para estos bichos una señal apocalíptica de su empolillado mundo.

La caliente Margarita procuraba de vez en cuando voltear a ver al viejo a su cara, mirando las terribles facciones de un ser cuya única aspiración en la vida se limitaba a coger a cuanta jovencita le levantara la verga para, pasados unos segundos, retirar su verde mirada al tiempo que cerraba sus ojitos concentrándose en las arremetidas y gimiendo de manera escandalosa y hasta evidenciando una cómplice risilla mientras su compañero de coito la acompañaba con horrísonos graznidos y mugidos.

Y es que la nena recibía azotes con fuerza taurina, ella misma recordaba al gordo, a Felipe, al Lucio llamándola puta, perra y demás y para su sorpresa esto la calentaba hasta la insania, se sentía tan frágil e indefensa en este nuevo mundo lleno de bestias sedientas de sexo y enardecidas por disfrutar de sus orificios, y ahora con este nuevo macho encima de ella solo se disponía a gemir y aullar más fuerte pero convenciéndose ella misma de su posición, calidad o condición como una simple y vulgar puta disponible para el macho que quisiera tomarla pensaba ella, pero cuando se meditaba esta propuesta su mente le dictaminó que estaba equivocada ya que ni siquiera tenía ese derecho, que en realidad era con quien el gordo le ordenara revolcarse, aceptando la nena esta orden con un meneo de caderas tan excelso que alteraron al negro a tomarla de sus cabellos y enterrarla entre los viejos cojines levantándole el culo para mandarse sus más bestiales arremetidas sin importar que en realidad pudiera hasta matar a su víctima.

La concha de Mar escurría harto jugo, el cual caía pesado desde esa cuevita, que ya había formado un visible charco de néctares arriba del sillón de donde era sometida, el negro también aportaba a la causa pues su barreno dejaba escapar ríos de lubricantes los cuales se fusionaban con los de la concha de la nena para formar un viscoso revoltijo de fluidos.

Después de un lapso de casi cuarenta y cinco minutos en donde el africano nunca dejó de mancillar el rojísimo culo de la nena, este depravado sentía como sus mocos ya estaban a la vuelta, dando inhumanas empaladas a la grácil anatomía femenina que yacía ya casi desmayada y convulsionante por otro agotador orgasmo que terminó por vaciarla y que la dejó en un inminente ataque de espasmos, Don Apolinar sentía los espesos litros de marfilesca nata bajar por sus conductos y estando estos en la punta de su glande enterró lo más que pudo su negra vaina haciendo que la nena despertara pegando un lúgubre aullido al tiempo que le llenaba el culo con su pegajosa y cremosa esencia.

El viejo arrojaba las cuantiosas cantidades de condensada leche hasta el fondo del culo de Margarita la cual sentía como iba siendo inseminada por la apestosa esencia, inexplicablemente a raíz de la fuerte descarga la nena comenzó a emitir una ligera risita como si estuviera disfrutando que un negro le estuviera rellenando el culo, mientras el negro se desgargantaba en gritos y casi se dislocaba la cabeza meneándola de aquí para allá, a la vez que notorios temblores asaltaban su abultado vientre dándonos a entender que en cada uno una exagerada inyección de rancio esperma era arrojada a las entrañas de Mar, llenándole todo el culo y parte de los intestinos, para terminar el viejo, desplomándose arriba de la señorita mientras su verga iba perdiendo dureza dentro de ella y terminaba por vomitarse.

Casi una media hora la pareja de amantes estuvo recostada en el sillón, Margarita debajo y el viejo arriba de ella, asegurándose que su verga la drenara completamente, sacándola muy lentamente después de sentirse que se había quedado seco, quedando la verga unida al ano de la joven por un elástico hilo blanco que simulaba un ondulado puente colgante.

———————————-

Pancho, quien yacía sentado en el sofá del recibidor, veía como el sonriente negro venía a hacerle entrega de su curvilíneo y disfrutado paquete, la jovencita con cara de extremo cansancio, sudada, con su pelito alborotado, vestido mal acomodado y un poco roto de su escote, concha escurrida, culo burbujeante y ardiéndole, y con extrañas marcas semitransparentes haciéndole brillar su cara observaba al gordo tan risueño sentado y aferrando de la cintura, con una de sus manazas, a una de las chicas mientras le pegaba tremendo besote de lengua siendo disfrutado por ella, al mismo tiempo que la otra prostituta, arrodillada, solo movía la cabeza ascendente y descendentemente, entendiendo la Margarita que esta otra puta estaba pegándole una mamada a su macho, la nena experimentó un extraño sentimiento, algo como entre enojo combinado con ¿“celos”?, pero quizás sería más bien repulsión a esa rechoncha persona por utilizarla como un artículo de trueque mientras él disfrutaba tranquilo de la vida, estaba intentando convencerse de eso mientras aferraba su escote con una de sus manitas para no enseñar las chiches cuando vio a la puta que mamaba la verga del gordo acomodarse a manera de cabalgarlo, posición que no duró mucho pues el negro fue a entablar una pequeña conversación con Pancho al tiempo que se estrechaban la mano para proceder a despedirse.

Ya en el coche y con la luz del nuevo día, después de haber pasado nuevamente el improvisado retén en donde ahora la nena no fue manoseada, Pancho se mandaba otra orden, la misma de hace rato, la nena tendría que volver a mamarle la verga todo lo que durara el camino con la diferencia de que la verga de Don Pancho esta vez olía a semen, y estaba impregnada de babas y jugos vaginales procedentes de otra mujer.

-Don Pancho, es que estoy muy cansada- se quejaba la nena una vez enterada de la orden al tiempo que se ladeaba en el sillón del coche pues su culo le incomodaba demasiado.

-ora, ora zorra, solo será unos cuantos minutos y por haberme hecho ese otro favorcito te dejaré descansar todo el día jeje- decía el gordo refiriéndose a la forma en que anticipó a su deuda.

La jovencita aceptaba y nuevamente se pegaba a esa verga como si fuera la última que mamaría en su vida, haciendo retorcer al despiadado viejo con semejantes lamidas, chupadas y succiones que le pegaba, esta vez la nena hasta sacaba su lengua para castigársela con la verga del viejo, y de paso aprovechaba para latigarse su rostro de adolecente con dicho aparato, y es que Mar quería derramar al sudado viejo rápidamente para así dejar de mamar y en su afán por conseguir el sucio propósito lo miraba con carita tierna y mimosa mientras se metía la verga lo más que podía

Ni siquiera ella supo por qué le hacía tales cuestionamientos – ¿así le gusta Don Pancho? ¿Lo hago bien?- decía la nena sin poder explicarse el porqué de su actuar, y cuando recordó que esa verga había sido mamada por otra hembra que no fuera ella se le pegó al glande con los puros labios y comenzó a dar de potentes succiones queriendo sacarle hasta la última gota de leche al sudado viejo, cuya traspiración ya aromatizaba el oxidado cacharro, y es que la nena quería demostrarle a su macho que para mamar vergas nadie como ella.

Por momentos la joven hembra tomaba la apestosa verga de su base con una de sus manitas para proceder a mandarse ininterrumpidas chupadas llegando a realizar entre cuarenta y cincuenta repeticiones en un solo minuto para después parar un poco para darse un descanso mirando media coquetilla al gordo a quien ni así se le quitaba la cara de agrio, hasta procuraba que el gordo viera el fino movimiento labial que ella realizaba y en donde se podía observar era para saborearse los líquidos preseminales.

Mientras tanto el viejo con cara de ogro conducía sin dejar de sentir los exquisitos labios y lengua allá abajo haciéndole maravillas, por momentos movía la palanca para cambiar la velocidad y de paso aprovechaba para tallar la cabeza de la niña de la misma manera que se le hace tal cariñito a un perro mientras ella sentía la pesada mano revolviéndole sus cabellitos.

El viejo no demoró mucho en tener su primera corrida la cual fue depositada completa dentro de la boquita de la nena, dictaminándole que le enseñara su lengua llena de semen para después decirle que se la enseñara una vez que se hubiera tragado tal mezcla, aun así el viejo no dejó que Margarita descansara exigiéndole que no parara de chupar hasta que ellos llegaran a su destino, en el camino la nena tuvo que tragarse otra corrida igual de cargada que la anterior pero según ella más espesa para después casi a unas cuadras volver a tragarse otra dejando la verga del viejo completamente desinflada aunque esto no fue motivo para que su lengua siguiera recorriéndola, fue tal la cantidad de semen ingerido por la nena que las nacientes ganas por probar desayuno desaparecieron con las nutritivas raciones espermáticas.

Una vez que Margarita escuchó al motor apagarse pudo respirar un aire de alivio, llevándose sus dos manitas a la cara, tallándosela y subiéndolas hasta peinar su cabello, esperó a que el pesado viejo se bajara del auto para poder hacer lo propio, unos destellos de luces en tonalidades azules y rojas llamaron su atención y más porque se trataban de dos patrullas estacionadas enfrente de la cantina de Felipe, la cansada nena, recuperando todas sus energías como por arte de magia, alcanzó a gritar.

-nooo!!!, que hacen!!!, no se lo lleven!!!- terminó por salir corriendo hacia las patrullas quitándose los tacones durante el trayecto para poder correr más rápido así como aferrando el escote de su vestido para no enseñar sus pesadas y bamboleantes tetas.

Continuará…

¿Me darías un azote? LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

$
0
0

 Sinopsis:

A raíz de una película, el protagonista descubre que su compañera tiene entre sus fantasias el sentirse dominada. Aunque en un principio se escandaliza, poco a poco se deja contagiar por el morbo de ser su dueño y a través de el sexo, su relación se consolida y juntos descubren sus límites.

Bajatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

http://www.amazon.es/%C2%BFMe-dar%C3%ADas-azote-Descubriendo-sumisa-ebook/dp/B00ZDDQQO8/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1434704096&sr=1-1

Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:

Capítulo 1

 

« ¿Me darías un azote?».

No creo que exista ningún hombre que no se haya imaginado alguna vez que una mujer le hiciera esa pregunta. Todos sin distinción, deseamos experimentar nuevos horizontes sexuales. Pienso que es difícil encontrar a alguien que no haya barajado saber que se siente teniendo atada en su cama a una persona del sexo opuesto. Pero como casi todas las fantasías, o bien nos ha dado miedo el realizarla o bien no hemos encontrado con quien hacerla realidad.

Hasta hace seis meses, yo era uno de esos. Aunque se me había pasado por la cabeza el intentarlo, sabía que era un sueño casi imposible de cumplir. El que encima fuera Susana quien me lo preguntara, no entraba ni en mis más descabelladas utopías. Las razones son muchas, en primer lugar porque por entonces tenía novia y esa rubia además de ser mi compañera de piso, era pareja de un buen amigo, pero lo que más inverosímil lo hacía era que esa mujer es un bombón espectacular mientras que yo soy un tipo del montón.

Ya de por sí, que viviera con  esa rubia se debía a un cúmulo de casualidades. Todavía recuerdo cómo llegamos a compartir ese apartamento y sigo sin creérmelo. En septiembre de hace dos años, el muchacho que era mi compañero suspendió todas y sus padres le hicieron volver a su ciudad, dejándome tirado y por mucho que busqué alguien con el que dividir el alquiler, me resultó imposible.  Estaba tan desesperado que me planteé volver a un colegio mayor o irme a otro más alejado de la universidad. La casualidad hizo que a la novia de Manel, un chaval de Barcelona, una semana antes de empezar las clases el piso de al lado donde vivía se incendiara y dejara hecho cenizas todo el edificio.

Cuando me enteré y dejé caer a mi amigo, que me sobraba un habitación. La verdad es que nunca creí que ni siquiera se lo planteara pero ese culé, no solo vio la oportunidad de que su chica se ahorrara unos euros sino que al ser yo,  no pondría inconveniente en que él se quedara en casa las noches que quisiera. Por lo visto, me reconoció que había tenido problemas con las compañeras de Susana porque no veían bien la presencia de un hombre en un piso habitado solo por mujeres.

Como a mí, eso me daba igual, le insistí en que se lo preguntara en ese momento porque me urgía dar una solución a mi precaria economía. Lo cierto es que cogiendo el teléfono, la llamó y en menos de cinco minutos, la convenció de venirse a vivir a mi apartamento. Como comprenderéis no me importó que ese cabrón me cobrara el favor pidiendo dos copas porque los veinte euros que me gasté valieron la pena por los que me ahorraría teniéndola a ella. Lo que ni mi amigo el catalán ni yo imaginamos mientras nos la bebíamos era las consecuencias que su presencia tendría en nuestros mutuos noviazgos.

Os anticipo que mi novia me dejó y al él lo mandaron a volar.

Susana llega a casa.

Como nunca había vivido con ninguna mujer que no fuera mi madre, pensé que iba a resultar más difícil de lo que fue y eso que no pudo empezar peor, porque la que entonces era mi novia me montó un escándalo cuando se enteró:

― No me parece bien que esa tipa se quede en tu casa―  me dijo María al conocer de que iba a ser mi nueva compañera.

― Si no la conoces, además es la novia de Manel―  dije tratando de que no me jodiera el trato.

Tras más de una hora discutiendo, aceptó pero a regañadientes y eso que no la advertí de que Susana era un maravilloso ejemplar de su sexo. Sé que si se lo hubiera dicho, nunca hubiera cedido y pensando que cuando la conociera y se diera cuenta de lo enamorada que estaba de mi amigo, cambiaría de opinión, se lo oculté

Lo cierto es que aunque el día que la vio por primera vez, se volvió a enfadar, gracias al comportamiento afable de la muchacha y a la continua presencia de su novio en la casa, su cabreo no fue a más y al cabo de una semana, ya eran amigas.

Para mí, no fue tan sencillo. Aunque Susana desde el primer día se mostró como una persona ordenada y dispuesta y nunca tuve queja de ella, os tengo que confesar que por su belleza empezó a ser protagonista frecuente de mis sueños. La perfección de su rostro pero sobre todo los enormes pechos que esa cría lucía, se volvieron habituales en mis oníricas fantasías. Noche tras noche, saber que esa preciosidad dormía en la puerta de al lado, hizo que su culo y sus piernas se introdujeran a hurtadillas en mi mente y que olvidándome de María y de Manel, soñara con que algún día sería mía.

Si lo que os imagináis es que el roce la hizo descuidarse y que un día la pillé o me pilló en bolas, os equivocáis. Como teníamos dos baños, nunca tuve ocasión de que ocurriera y es más, esa chavala siempre salía perfectamente arreglada de su habitación.  Durante los primeros seis meses en los que convivimos, nunca la vi en pijama o en camisón. Cuando ponía el pie fuera de sus aposentos, ya salía pintada, vestida y lista para salir a la calle. Curiosamente, su costumbre cambió incluso mis hábitos porque no queriendo parecer un patán, adopté yo también ese comportamiento, llegando al extremo de siempre afeitarme antes de desayunar.

Por lo demás, Susana era perfecta. Educada, simpática y ordenada hasta el exceso, hizo que mi piso que antaño cuando convivía con hombres era un estercolero, pudiese pasar incluso la inspección de la madre más sargento. Ni un papel tirado en el suelo, ni una mota de polvo en los muebles e incluso mejoró sensiblemente mi alimentación   porque una vez repartidas las funciones, se cumplieron a rajatabla y como ella se pidió la cocina, no tardé en comprobar lo buena cocinera que era.

Su comportamiento, tal como prometí sin creerlo, derribó las suspicacias de María y se hicieron íntimas enseguida, de forma que al cabo de un mes era raro el fin de semana que no salíamos juntos a tomar una copa. Mientras eso ocurría, poco a poco me fui encoñando con ella:

« No puede ser tan perfecta», me decía una y otra vez buscando un defecto o fallo que la bajara del altar al que la había elevado. Estudiante modélica, culta, graciosa y bella. Era tal mi obsesión que incluso traté  de hallar infructuosamente en la ropa sucia unas bragas usadas por ella, para al olerlas, su tufo me resultara desagradable.  Limpia y pulcra hasta decir basta, mi compañera de piso lavaba sus braguitas en el lavabo antes de llevarlas a la lavadora.

A lo que si me llevó esa búsqueda, fue a comprobar que bajo su discreta vestimenta, Susana usaba unos tangas tan minúsculos que solo con imaginármela con ellos puestos, me excitara hasta el extremo de tener que encerrarme en mi cuarto a dar rienda suelta a mi lujuria.

Aprovechando un día que había salido con su novio, me metí en su cuarto y tras revisar su ropa interior, elegí el tanga más sexi que encontré y tumbándome en mi cama, me lo puse de antifaz. De esa ridícula manera y mientras aspiraba el aroma a suavizante, me imaginé que la hacía mía.

En mi mente, Susana llegaba borracha y caliente a nuestra casa. Olvidándose de Manel, se ponía uno de los sensuales camisones que había descubierto en sus cajones y se acercaba a mi cuarto. Sin pedirme permiso, se acurrucaba a mi lado mientras me decía si estaba despierto. Os parecerá raro pero incluso en mi sueño esa mujer me imponía y en vez de saltar sobre ella, me hice el dormido.

Dejando correr mi imaginación, la vi desabrochando mi pijama y bajando por mi pecho, sacar de su encierro mi pene. En mi mente, con su  boca fue absorbiendo toda mi virilidad mientras con sus dedos acariciaba mis testículos.

― Despierta que te necesito―  me susurró al oído buscando que me excitara.

No le hizo falta nada más para que mi sexo alcanzara su máximo tamaño, tras lo cual, recorriendo con la lengua mi glande, la exploró meticulosamente. Tan perfeccionista como en la vida real, lamió mi talle  estudiando cada centímetro de su piel. Ya convencida de conocerlo al detalle, abrió los labios y usando su boca como si de una vagina se tratara, se lo introdujo hasta la garganta.

« ¡Qué maravilla!», pensé al soñar que sus labios llegaban a tocar la base de mi órgano.

Sin darme tiempo a reaccionar, esa rubia empezó a sacarlo y a meterlo en su interior hasta que sintió que lo tenía suficientemente duro. Entonces  se sentó a horcajadas sobre mí, empalándose lentamente. Fue tanta su lentitud al hacerlo, que pude percatarme de cómo mi extensión iba rozando y superando cada uno de sus pliegues. Su cueva me recibió empapada, pero deliciosamente estrecha, de manera que sus músculos envolvieron mi tallo, presionándolo. No cejó hasta que la cabeza de mi glande tropezó con la pared de su vagina y mis huevos acariciaban su trasero. Olvidándome de que en teoría estaba dormido, la sonreí.

Al verme despierto, se empezó a mover lentamente sobre mí, y llevando mis manos a sus pechos me pidió por gestos que los estrujara. En mi sueño, Susana no dejaba de gemir en silencio al moverse. Sus manos, en cambio, me exigían que apretara su cuerpo. No me hice de rogar, y apoderándome de sus pezones, los empecé a pellizcar entre mis dedos. La ficticia rubia gimió al sentir como los torturaba, estirándolos cruelmente para llevarlos a mi boca.

Y gritó su excitación nada más notar a mi lengua jugueteando con su aureola. La niña perfecta  había desaparecido totalmente, y en su lugar apareció una hembra ansiosa de ser tomada que, restregando su cuerpo contra el mío, intentaba incrementar su calentura.

Al darme cuenta que mi fantasía no se ajustaba a la realidad, intenté reconducir y que su personaje fuera más tierno pero mi mente decidió ir por otros caminos y me vi con mis dientes mordiendo sus pechos. Su berrido fue impresionante pero más aún sentir como su coño se anegaba. Sin poder aguantar mucho más, y apoyando mis manos en sus hombros forcé mi penetración, mientras me licuaba en su interior.

Mientras  mi pene se vaciaba en su cueva,  me di cuenta de la hora y temiendo que Susana volviera, devolví su tanga al cajón sin dejar de saber que volvería a usarlo.

Una película trastocó a Susana

La tranquilidad con la que ambos llevábamos el compartir piso sin ser pareja se rompió por el motivo más absurdo. Un sábado en la noche, los dos con nuestras respectivas parejas nos quedamos en casa para ver una película que trajo Manel. El novio  sin saber que acarrearía esa decisión fue a un videoclub y alquiló “la secretaria”, una cinta que narraba la truculenta historia de Lee: Una chica peculiar que cuando se siente superada por los acontecimientos se relaja auto agrediéndose. Tras excederse en uno de los castigos que se inflige a sí misma, pasa algún tiempo en una clínica psiquiátrica.

Si ya de por sí ese argumento no era precisamente romántico, a su salida, consigue un trabajo en un despacho de abogado y su jefe resultó ser al menos tan especial como ella y ante sus fallos la regaña de una forma humillante.

Acabábamos de empezar a ver que la joven descubre en ello una forma de placer muy superior a sus autoagresiones cuando tanto mi novia como mi amigo nos pidieron que dejáramos de verla porque era demasiado dura. Tanto Susana como yo, al principio nos negamos pero ante la insistencia de nuestras parejas tuvimos que ceder y salir a tomar unas copas.

Esa noche al volver a casa fue la primera vez que oí sus gritos al hacer el amor con su novio. Sin todavía adivinar el motivo, mi rubia compañera no se contuvo y con tremendos alaridos de placer, amenizó mi noche.

― ¿Qué le ocurre a esta?―  preguntó María destornillándose de risa al escuchar la serie de orgasmos con las que nos regaló: ― ¡Nunca gritaba!

Por mi parte, tengo que confesar que sus berridos me calentaron aún más y deseé ser yo, quien estuviera entre sus piernas.

A la mañana siguiente, la casualidad hizo que Maria y Manel se tuvieran que ir temprano. Por eso, Susana y yo comimos juntos en comandita sin que nadie nos molestara. Fue en el postre cuando tomándola el pelo, le conté que la había escuchado a través de las paredes. Muerta de vergüenza, me pidió perdón. Habiendo obtenido carnaza, decidí no soltar la presa y por eso le pregunté que le había pasado. 

― No lo sé―  contestó –quizás esa película me afectó más de lo que creía.

Como había visto que su novio se la había dejado olvidada, le pregunté:

― ¿Te parece que al terminar de comer, la veamos?

Aunque se hizo de rogar, adiviné por su mirada que le apetecía y por eso, después de recoger los platos, no la di opción y la puse en el DVD. Si bien habíamos visto los primeros veinte minutos, decidí ponerla desde el principio. Nada más empezar, Susana se acomodó en el sofá y  se concentró de tal forma viéndola que pude observarla sin que ella se diera cuenta.

« Dios, ¡está excitada!», exclamé mentalmente al percatarme de los dos bultos que aparecieron bajo su blusa.

En contra toda mi experiencia anterior con ella, descubrí en su mirada un brillo especial que no me pasó inadvertido y olvidándome de la película, me quedé observando su comportamiento al ver que los protagonistas empiezan a rebasar los límites de lo profesional. Cuando en la cinta, el jefe, enfadado, llama a la muchacha a su despacho para reprenderla, la vi morderse los labios y cuando, ese tipo la ordena inclinarse sobre la mesa y comienza a leer la carta, propinándole un sonoro azote por cada error, alucinado, la observé removerse inquieta en su asiento.

« No puede ser», pensé al darme cuenta de que esa cría tan perfecta estaba pasando un mal rato intentando que no advirtiera su calentura.

Lo peor o lo mejor según se mire, todavía no había llegado porque Susana se quedó con la boca abierta cuando la muchacha, al llegar a casa, echa de menos las palizas de su jefe y se golpea a sí misma con un cepillo. Os reconozco que al verla, me contagié de su excitación y tuve que tapar mi erección con una manta. Lo creáis o no, esa rubia que nunca había dado un escándalo no pudo retirar su mirada de la tele mientras la actriz y el actor incrementaban su relación de dominación y sumisión con un fervor casi religioso y ya al final cuando tras una serie de vicisitudes, se quedan juntos, como si hubiera visto una película romanticona, ¡lloró!

― ¿Te sientes bien?―  tuve que preguntar al ver las lágrimas de sus ojos.

Pero Susana en vez de contestar, salió corriendo y se encerró en su cuarto, dejándome perplejo por su comportamiento. Tras la puerta, escuché que seguía llorando y sin comprender su actitud, la dejé que se explayara sin acudir a consolarla. En ese momento no lo supe pero mi compañera al ver esa película, sintió que algo se rompía en su interior al descubrir lo mucho que le atraía esa sexualidad. Su educación tradicional no podía aceptar que disfrutara viendo la sumisión de la protagonista.

Pensando que se calmaría, la dejé sola en casa y me fui a dar una vuelta con mi novia. Como era domingo y al día siguiente teníamos clase, llegué temprano a nuestro apartamento. No me esperaba encontrarme con mi amiga y menos verla tumbada en el salón viendo nuevamente esa cinta. Cuando la saludé estaba tan concentrada en la tele que ni siquiera me devolvió el saludo. Extrañado, no dije nada y me fui a la cocina a preparar una ensalada para la cena.

Al cabo de diez minutos, habiéndola aliñado, volví al salón y me puse a poner la mesa. Aunque siempre Susana me ayudaba a colocar los platos, en esta ocasión siguió pegada a la pantalla.

« ¡Qué cosa más rara!», pensé mientras acomodaba el mantel, « ¡Le ha pegado fuerte!». 

Con la mesa ya puesta, esperé a que terminara el film. Fue entonces cuando mi compañera advirtió mi presencia y se levantó a ayudarme. Reconozco que cuando observé que tenía las mejillas coloradas, supuse que estaba sonrojada por que la hubiese pillado viéndola nuevamente y no como luego supe por la calentura que sentía en todo su cuerpo.

Mientras cenábamos, se mantuvo extrañamente callada y al terminar, me pidió si podía yo ocuparme de los platos porque se sentía mal. Como siempre ella se ocupaba de todo, le dije que no se preocupara. Susana al oírme, sonrió y directamente se encerró en su cuarto. Todavía en la inopia, metí todo en el lavavajillas y me fui a acostar.

Nada más cerrar la puerta de mi habitación, escuché a través de la pared, unos gemidos callados que si bien en un principio, los adjudiqué a su supuesto malestar, al irse elevando la intensidad y la frecuencia de los mismos, comprendí que su origen era otro:

« ¡Se está masturbando!».

La certeza de que ese bombón estaba dando rienda suelta a su lujuria, me excitó a mí también y aunque resulte embarazoso, os tengo que reconocer que pegué mi oído a la pared y sacando mi pene, me hice una paja con sus berridos como inspiración. Si pensaba al escucharla llegar al orgasmo que esa sinfonía había acabado, me equivoqué por que al cabo de un pequeño rato, escuché que la rubia reiniciaba sus toqueteos.

« ¡Ahí va otra vez!», me dije al oírla e imitándola llevé mi mano a mi entrepierna para disfrutar de sus suspiros.

Sin llegarme a creer que lo que estaba ocurriendo, acompasé mis movimientos con los que alcanzaba a distinguir del cuarto de al lado. Increíblemente, Susana bajando del altar en la que la había colocado, gritaba de placer con autenticó frenesí. Mi segunda eyaculación coincidió con unos sonidos secos que no me costó reconocer:

« ¡Son azotes!», advertí.

Ese descubrimiento fue la gota que colmó mi vaso y derramando mi placer sobre las sábanas de mi cama, obtuve mi dosis de placer imaginado que era yo quien se los daba. Francamente alucinado, fui testigo de que esa serie de azotes se prolongaron unos minutos más y de que solo cesaron cuando pegando un auténtico alarido, esa intachable niña se corrió.  Tras lo cual, sus gemidos fueron sustituidos por un llanto que me confirmó su sufrimiento.

Con sus lloriqueos como música ambiente, intenté dormir pero me resultó difícil ya que su dolor me afectó y compartiendo su dolor, supe que aunque fuera una locura estaba enamorado de ella.

« ¡Su novio es mi amigo!», sentencié y ratificando mis pensamientos, decidí que jamás contaría a nadie lo que había descubierto esa noche. Esa decisión me sirvió para conciliar el sueño y con la cabeza tapada por la almohada para no escucharla, me dormí.

Susana se deja llevar por su descubrimiento.

A la mañana siguiente, mi compañera se quedó dormida. Aunque eso no era típico de ella, vacilé antes de despertarla. Dudé si hacerlo pero recordando que cuando eso había ocurrido al revés, ella había tocado a mi puerta, decidí imitarla. Con los nudillos toqué en la suya. A la primera, escuché que se levantaba y todavía medio atontada, me abrió preguntándome qué hora era. Tardé en responderla porque esa fue la primera vez que la vi despeinada.  Os reconozco que me quedé absorto contemplando sus pechos a través de la translucida tela de su camisón, afortunadamente su propio sopor le impidió darse cuenta la forma tan obsesiva con la que mis ojos acariciaron su anatomía y tras unos segundos, la respondí riendo:

― Son la ocho, ¡vaga! Tienes el desayuno preparado, daté prisa y te llevo a clase.

Con su rostro trasluciendo una inmensa tristeza, me dijo que no la esperara porque no iba a ir a la universidad. No le pregunté la razón y despidiéndome de ella con un beso en la mejilla, la dejé sola con su sufrimiento. Ya en el ascensor, su aroma seguía presente en mi mente y estuve a punto de rehacer mis pasos para hacerle compañía pero supe que debía de pasar ese trago en soledad. Molesto y preocupado, salí rumbo a clase mientras una parte de mí se quedaba con ella.

Sobre las doce, la llamé a ver como seguía y al no contestarme, decidí volver a casa. Aunque no fue mi intención sorprenderla, al llegar abrí la puerta con cuidado. Desde el recibidor, escuché que la tele estaba puesta y al asomarme me encontré con Susana desnuda viendo por tercera vez la jodida película mientras con sus manos entre las piernas, se masturbaba con ardor.  Os parecerá extraño pero al descubrir a esa mujer que tanto había soñado con ella en esa situación, lejos de ponerme cachondo, me preocupó y no queriendo hacerla sufrir, di la vuelta y en silencio, me fui del piso.

Necesitaba airearme y por eso deambulé sin rumbo fijo hasta la hora de comer, mientras intentaba asimilar lo ocurrido y buscaba qué hacer.

― ¡Susana necesita ayuda!―  comprendí.

El problema era como hacerlo. No podía llegar y decirle de frente que sabía lo que ocurría y menos contárselo a su novio. Si lo hacía tenía claro que no solo perdería un amigo sino también a la persona con la que compartía el alquiler y por eso, zanjé el tema decidiendo darle tiempo al pensar que se le pasaría. 

Al volver al apartamento, llamé primero para avisarle que llegaba porque no quería volver a encontrarla en una posición incómoda. Supe que había hecho lo correcto porque reconocí a través del teléfono que Susana no estaba lista y por eso tardé unos quince minutos en subir del portal.

Entrando en la casa, saludé desde el recibidor antes de atreverme a pasar. Al no obtener respuesta, pasé al salón y me lo encontré desordenado. Sin decir nada, recogí la taza y los restos de su desayuno pero al pasar por delante de su puerta y ver que ni siquiera había hecho la cama, entendí que el asunto era serio y que mi compañera seguía igual. 

― Tengo que sacarla a comer, no puede quedarse encerrada―  dije entre dientes apesadumbrado.

Justo en ese momento, salió del baño Susana y al verla, fortalecí mi decisión: ¡Seguía en camisón!

Haciendo como si no tuviese importancia, me reí y le dije que se fuera a vestir porque quería invitarla a un restaurante. Al principio la rubia intentó negarse pero entonces, y os juro por lo más sagrado que no fue mi intención, jugando con ella le di un azote en su trasero azuzándola a obedecer.  Su reacción me dejó pálido, pegando un aullido, se acarició la nalga en la que había soportado esa ruda caricia y sonriendo, me pidió cinco minutos para hacerlo.

« ¡Pero que he hecho!», maldije totalmente confundido.

Estaba todavía reconcomiéndome por lo sucedido cuando mi compañera salió. La Susana que apareció no fue la depresiva de las últimas veinticuatro horas sino la alegre muchacha que tan bien conocía por lo que olvidando el tema, la cogí del brazo y la llevé a comer.

La comida resultó un éxito porque mi compañera se comportó divertida y atenta, riéndome las gracias e incluso permitiéndose soltar un par de bromas respecto a Manel, su novio. Muerta de risa, se quejó de lo serio y tradicional que era. Como el ambiente era de guasa, no advertí la crítica que estaba haciendo de su pareja ni que escondía un trasfondo de disgusto por no comprenderla.

Como había quedado en pasar por María, me despedí de ella en la puerta del restaurante, ya tranquilo. Creía firmemente que su mal rato se le había pasado  y por eso, no me preocupó dejarla sola. Lo cierto es que cuando ya estaba con mi novia, me entraron las dudas y disimulando en el baño, la llamé para ver como seguía. Susana me respondió a la primera pero justo cuando ya la iba a colgar, me dijo que llegara pronto a casa porque había alquilado una película. Os juro que al escucharla se me pusieron los pelos de punta y tartamudeando le pregunté si Manel iba a acompañarnos.

Su respuesta me dejó aterrorizado porque bajando el tono de su voz, me respondió:

― No porque no creo que le guste.

No me atreví a insistir y averiguar el título de la misma, en vez de ello, le prometí que llegaría pronto y casi temblando, volví a la mesa donde María me esperaba. Mi novia se olió que me ocurría algo pero aunque quiso saber el qué, desviando el tema, no se lo dije.

¡No podía contarle lo que sabía de mi compañera de piso! Por eso el resto de la tarde fue un auténtico suplicio porque aunque físicamente estaba con mi novia, la realidad es que mi mente estaba en otro lado. Deseando pero temiendo a la vez, lo que me encontraría al llegar a casa, me hice el cansado para dejarla rápido en su casa. Admito que en el camino, estaba nervioso y dando vueltas continuamente a aquello. En mi mente las preguntas se me amontonaban:

« ¿Qué película será? ¿Por qué quiere verla conmigo? ¿Cómo debo actuar?…».

Si ya eso era suficiente motivo para estar acojonado, mi turbación se vio incrementada cuando al entrar en casa me encontré con que Susana no solo había preparado una cena por todo lo alto sino que había movido los muebles del salón para que desde los dos sillones orejeros pudiéramos ver la tele como si en un cine se tratara.

        ― ¿Y esto?―  pregunté al ver el montaje.     

Con una sonrisa en los labios, me contestó:

         ― Quería que estuviésemos cómodos.

Fue entonces cuando me percaté en un detalle que me había pasado inadvertido, mi compañera de piso obviando su tradicional modo de vestir, se había puesto un jersey rosa súper pegado y unos pantalones de cuero negro, tan ajustados que marcaban a la perfección los labios de su sexo.

« ¡Viene vestida para matar!», me dije al admirar su vestimenta y con sigilo, quedarme observando la sensualidad de sus movimientos. Contra lo que era su costumbre, esa mujer se movía con una lentitud que realzaba su belleza dotándola de una femineidad desbordante. Si ya de por si esa mujer era impresionante, en ese papel, era un diosa.

« ¡Qué buena está!», pensé mientras admiraba su culo al caminar. Como si fuera la primera vez que lo contemplaba, me quedé entusiasmado con su forma de corazón y relamiéndome, comprendí estudiando la segunda piel, que eran esos pantalones, que era imposible que llevara ropa interior. Admito que me puso verraco y tratando de no evidenciar el bulto bajo mi bragueta, me senté a la mesa.

Sé a ciencia cierta que se dio cuenta porque sus ojos no pudieron reprimir su sorpresa al ver mi erección, pero no dijo nada y con una sonrisa en sus labios, me preguntó si quería algo de vino. Antes de que la contestara, sirvió mi copa y al hacerlo, dejó que sus senos rozaran mi espalda. Sin entender su actitud pero completamente excitado, soporté ese breve gesto con entereza, porque aunque lo que me apeteció en ese instante fue saltar sobre ella y follármela sin más, me quedé callado en mi asiento.

« ¿A que juega?», me pregunté al sentir que estaba tonteando conmigo, no en vano esa preciosidad era la novia de un amigo. Durante la cena pero sobre todo al terminar, no me pasó inadvertido otro sutil cambio que experimentó Susana. ¡Sus ganas de agradar rayaban la sumisión! Un ejemplo de lo que hablo fue que cuando acabamos, se negó a que la ayudara a recoger los platos. Si eso ya era raro, más lo fue cuando estando en la butaca sentado, llegó ella y para ponerme la copa, se arrodilló junto a mí. Tengo que confesar que aunque me puso como una moto, pensé que estaba jugando y por eso de muy mala leche, le pedí que se dejara de tonterías y pusiera la película. 

Susana, al oír mi tono seco, reaccionó entornando los ojos con satisfacción y levantándose del suelo me obedeció. Tras lo cual y mientras empezaba los tráileres de promoción, se acurrucó en la otra butaca tapándose con una manta.

« ¿Por qué se tapa? ¡Si hace un calor endemoniado!» me dije, pero entonces la película empezó y nada más ver la primera escena, supe cuál era: « ¡Ha elegido El Juez!».

Mi sorpresa fue total porque aunque me esperaba y temía una película algo fuerte, nunca creí que fuera esa la que eligiera. Tratando de recordar el argumento de esa producción belga, palidecí  al acordarme porque era la historia de un juicio al que someten a un juez, cuyo único delito es que su mujer le confiesa décadas atrás que deseaba experimentar lo que se siente en una relación sadomasoquista y le convence de probar. El pobre tipo es reacio en un principio pero como no quiere perderla, termina cediendo y juntos se lanzan a una vorágine de azotes y castigos que me impresionó cuando la vi con dieciocho años.

Pensando que se había equivocado, le pregunté:

― ¿Sabes de qué va?

― Sí y ¡Nos va a encantar!

Su respuesta prolongó mis dudas. No me entraba en la cabeza que hubiese seleccionado a propósito una cinta tan dura pero además ese “NOS VA A ENCANTAR”, significaba que compartía de algún modo su nuevo gusto por ese tipo de sexo.  Aunque alguna vez había fantaseado con ello, la dominación era algo que no me atraía y menos aún la sumisión.

Llevaba apenas cinco minutos puesta cuando mirando a Susana, advertí que se estaba empezando a excitar:

« Y solo acaba de empezar», mascullé entre dientes al ver que bajo su jersey dos pequeños montículos eran una señal evidente de su calentura. Intrigado hasta donde llegaría, me olvidé de la película y me concentré en observar a mi compañera. Con curiosidad morbosa, me fijé en que el sudor había hecho su aparición en su frente al escuchar a la protagonista reconocerle a su marido que desde niña había disfrutado con el dolor. Confieso que me sentí como el Juez, un tipo que jamás pensó en practicar ese tipo de sexo y que escandalizado se negó.

La temperatura interior de esa rubia se incrementó brutalmente cuando la actriz convenció a su pareja que la azotara y mordiéndose los labios, me miró diciendo:

― ¿No te da morbo?

No supe que contestar porque aunque lo que ocurría en la tele no me lo daba, verla excitándose a mi lado, sí.

― Mucho―  respondí mintiendo a medias.

Susana sonrió al escuchar mi respuesta y concentrándose nuevamente en la escena, pegó un suave gemido al ver que el juez ataba a su mujer desnuda y con los brazos hacia arriba a un soporte del techo.  Para entonces bajo mi pantalón mi pene me pedía que le hiciera caso pero el corte de que esa mujer me viera, me lo impidió. Si ya me resultaba difícil permanecer sin hacer nada, cuando llegó a mis oídos el sonido de su respiración entrecortada, quedarme quieto me resultó imposible y tuve que acomodar dentro de mi calzón, mi polla.

« ¡Voy a terminar con dolor de huevos!», intuí  al ser incapaz de darle salida a esa lujuria que iba asolando una a una las barreras que mi mente ponía en su camino. Entre tanto, no me cupo duda alguna de que mi compañera también lo estaba pasando mal al ver que  se iba agitando por momentos. Removiéndose en su sillón,  debía de estar luchando una cruenta batalla porque observé que intentando que no advirtiera su excitación, la rubia juntó sus rodillas mientras sus pezones se erizaban cada vez más.

― ¡Dios!―  escuché que susurraba cuando en la pantalla el juez cogía una fusta y daba a su mujer el primer  azote.

Comprendí que mientras su cerebro se debatía sobre si se dejaba llevar, su cuerpo ya le había tomado la delantera porque siguiendo un impulso involuntario, sus muslos se empezaron a frotar uno contra el otro intentando calmar el picor que sentía.  En ese instante para mí, lo que ocurriera en la tele sobraba y como un auténtico voyeur, me quedé fijamente mirando a lo que ocurría a un metro escaso de mí. Me consta que Susana trató de evitar tocarse porque sus manos se aferraron al sillón intentando calmarse.

Pero fue inútil porque para el aquel entonces en la tele, los protagonistas pedían ayuda a un profesional y con su colaboración, empezaba a aprender los rudimentos con los que dar inicio una sesión. Disimulando la vi entrecruzar sus piernas y ladearse hacia la izquierda para dificultar que me diera cuenta de que había llevado una de sus manos hasta sus pechos.

« ¡Se va a masturbar!», pensé en absoluto escandalizado.

Tal y como había previsto, Susana agarró entre sus dedos un pezón cuando el juez hacía lo mismo en la película con el de su mujer, haciendo mi propia excitación insoportable. Mi pene me exigía que lo liberara de su encierro y por eso cogí una manta y me tapé porque no sabía cuánto tiempo iba a aguantar. Mi movimiento no le pasó inadvertido a la muchacha que sonriendo me dijo:

― ¿Verdad que hace frio?

Ni siquiera la contesté porque de cierta manera, mi compañera de piso me estaba dando permiso para pajearme yo también.  Aunque no lo sé a ciencia cierta, creo que fue entonces cuando ella llevó sus dedos a la entrepierna porque vi que realizaba un gesto raro bajo su manta. Mirándola de reojo,  vislumbré sus pechos bajo su jersey y creí morir al descubrir el tamaño que habían adquirido sus areolas mientras una de sus manos lo acariciaba.

Un profundo gemido que escapó de su garganta fue el detonante por el cual me atreví a bajar mi bragueta. Con mi miembro fuera del pantalón, seguía sin poder tocarlo porque quisiera o no, me seguía dando corte pajearme en su presencia. Aun sabiendo que en ese momento Susana tenía sus dedos dentro de las bragas, me parecía incorrecto masturbarme ante la novia de mi amigo y por eso, sufrí como una tortura no caer en la tentación.

Justo cuando en la pantalla, el juez estaba dando una tunda al culo de su mujer, advertí que la espalda de Susana se arqueaba mientras a intervalos irregulares sus piernas se abrían y cerraban bajo la franela, los continuos suspiros que llegaban a mis oídos, me hicieron asumir que en su sexo comenzaba a gestarse una explosión.

Sintiendo que si prolongaba más el suplicio de mi pene, me lanzaría sobre esa mujer, lo cogí y con una mano, empecé a pajearme.  Tan concentrado estaba en la búsqueda de placer que no me percaté que Susana se había corrido y que ya más tranquila, se había dado la vuelta y con sus ojos fijos en mí, me miraba. Ajeno a ser objeto de su examen, con mi extensión bien agarrada, mi muñeca imprimió un ritmo creciente. Todo mi cuerpo necesitaba llegar al orgasmo y por eso, cerré los ojos totalmente abstraído. Esa fue la razón por la que no advertí que mi compañera se mordía los labios mientras mi mano subía y bajaba sin pausa bajo la franela y que tampoco reparara en el brillo de su mirada cuando en silencio derramé mi simiente sobre la misma.

Ya saciado, me relajé y al volver a la realidad, no noté nada raro porque disimulando la muchacha se había puesto a ver la película otra vez.

« Soy un idiota. ¡Me podía haber pillado!», maldije para dentro mientras me cerraba la bragueta y trataba de hacer como si no hubiera pasado nada.

Dos metros más allá, Susana estaba en la gloria al saber que conmigo podría hacer realidad sus fantasías. Su única duda es como lo conseguiría y cuando.  Por mi parte, seguía sin comprender las intenciones de la cría, quizás porque si durante seis meses  ese bombón no me había hecho caso, me costaba asimilar que a raíz de una película lo hiciera.

Al terminar y cuando ya nos íbamos cada uno a su habitación, mi compañera se acercó a mí y sonriendo, me preguntó poniendo su culo en pompa:

― ¿Me darías un azote como “buenas noches”?

Creyendo que era una broma producto de lo que habíamos visto, solté una carcajada y se lo di. Pegando un grito de alegría al sentir mi mano sobre sus nalgas, me dio un beso en la mejilla, diciendo:

― Por hoy, me basta pero mañana quiero más.

Tras lo cual, entró en su cuarto dejándome en mitad del pasillo, totalmente aterrorizado.

 

 

Relato erótico: “El ídolo 2: Las nalgas de la profesora fueron mías” (POR GOLFO)

$
0
0

Sin título1

Tal y como había amenazado, Olvido se encargó que esa noche nadie durmiera en el campamento. Cabreada al descubrir que nuestra jefa había estado espiándonos mientras follábamos en la laguna, decidió vengarse y cómo le interesaba tanto nuestra actividad sexual, le regaló una sinfonía de gritos y jadeos que nunca olvidaría.
Polvo tras polvo, me obligó a acompañarla en su lujuria durante horas y solo cuando comprobó que me había dejado seco y que por mucho que lo intentara, se había convertido en un imposible el reanimar a mi alicaído miembro, solo entonces me dejó descansar aunque fuera por poco tiempo.
Agotado como no podía ser de otra forma pero alegre al haber pasado unas de las mejores noches de mi vida, me levanté a desayunar. La jeta con la que nos recibió nuestra profesora fue increíble pero no hizo ningún comentario. Su gesto enfadado me informó del éxito que había obtenido mi compañera.
“¡Qué se joda!”, pensé descojonado al recordar el volumen de los gritos de Olvido y conociendo su lujuria supe que se iba a repetir durante el tiempo que tardara esa expedición.
Por su parte, mi compañera estaba en su salsa.  Sabiéndose victoriosa, demostró su buen humor a todos repartiendo sonrisas y bromas por doquier, lo que hizo todavía más amarga la derrota de Ixcell.
Media hora más tarde y acompañados por nuestros ayudantes nativos, salimos rumbo al punto donde convergían las pirámides. Lo curioso es que si bien en un principio, los lacandones no mostraron su disconformidad en cuanto se dieron cuenta, empezaron a mostrar su rechazo. En un primer momento fueron susurros entre ellos pero, al irnos acercando su malestar, fue in crescendo hasta que en un  determinado lugar se negaron de plano en seguir adelante.
La doctora intentó dialogar con su jefe pero por mucho que lo intentó no consiguió convencerle. Decidida a seguir adelante, Ixcell les pidió que nos esperaran allí pero entonces el nativo le respondió:
-Ese sitio está maldito, ¡No deben de ir allí!
La arqueóloga asumió que sus creencias y supersticiones le hacían actuar así y sin hacer caso a sus avisos, nos llamó  a los miembros de la expedición y tras informarnos, nos preguntó si alguien ponía algún reparo en continuar.
-No- respondimos casi al unísono los tres.
Una vez de acuerdo cogimos nuestras mochilas y reiniciamos la marcha hacía la montaña. El lacandón haciendo su último intento, nos gritó mientras nos internábamos en la selva:
-Los que osan entrar en esa tierra, o mueren o ¡salen cambiados!
Haciendo oídos sordos continuamos sin variar un ápice nuestro rumbo. Si de por sí sus temores me parecían fuera de lugar, no pude dejar de sonreír cuando acercándose Olvido hasta mí, susurró en mi oído:
-Te imaginas que es cierto y al salir de aquí, me ha crecido una polla. ¡Te juro que sería tu culo el primero que desvirgaría!
La burrada de la muchacha diluyó el escaso resquemor que había en mi corazón y ya completamente seguro que habíamos hecho lo correcto, le contesté:
-A lo mejor te sale otro coño. Si es así, podré decir que también yo fui el primero.
Tras lo cual al darnos cuenta que Luis e Ixcell se habían adelantado un buen trecho, tuvimos que correr para alcanzarlos. Al llegar hasta ellos, de muy mala leche, la doctora nos regañó diciendo:
-No hay que echar en saco roto sus advertencias, puede que haya animales peligrosos o trampas por lo que es mejor que vayamos juntos.
Asumiendo que esa rubia estirada tenía razón, procuré a partir de entonces seguir su ritmo. Ritmo atroz que hizo que Luis no tardara en resoplar y nos pidiera que hiciéramos una parada. Nuevamente, nuestra jefa demostró lo zorra que era y olvidando el sufrimiento de su segundo, se negó y le obligó a reiniciar la marcha. Incapaz de rebelarse y sudando a raudales, el gordito intentó seguir su paso pero no pudo evitar pegar un traspié y caer redondo sobre un matorral. Los alaridos que pegó el tipo nos alertó del problema y al aproximarnos con cuidados, Fue Ixcell la que descubrió que había caído sobre una planta que no solo tenía afiladas espinas sino que era venenosa:
-Esperad, es una “Urera baccifera” y ¡Es peligrosa!
Una vez avisado, me obligó a ponerme guantes y con mucho cuidado, ayudarla a levantar al accidentado. El pobre Luis lloraba de dolor pero eso no fue lo que me dejó aterrorizado sino el observar que en los lugares donde se le habían clavado las púas, se había formado de inmediato una pústula.
-¿Qué hacemos?- pregunté preocupado por el estado del accidentado.
Tomando el mando, la jefa vio que a cien metros había un claro y llamando a Olvido, entre los tres conseguimos llevarle a rastras para atenderlo allí. Una vez en ese lugar, lo tumbamos y con mucho cuidado empezamos a retirar una a una las espinas, aplicando al hacerlo un antiséptico en las heridas. La selva fue testigo de los berridos que pegó nuestro compañero. Su dolor fue tal que en un momento dado se desmayó, lo que facilitó nuestra labor y al fin conseguimos extraerle todas.
Acabábamos de terminar cuando al otear el cielo, vimos que se acercaba una tormenta.
-¡Mierda! ¡Hay que buscar un refugio!- gritó la arqueóloga por primera ocasión preocupada.
Fue entonces cuando mi compañera descubrió lo que parecía una cueva en un montículo cercano y señalándosela a nuestra jefa, esta decidió que valía la pena llevar a Luis hasta ese lugar. Con él a hombros, fue una tortura el recorrer ese kilometro porque una vez despierto, no dejaba de llorar. Por eso fue una liberación llegar hasta la entrada de la supuesta cueva, pero justo cuando estaba a punto de entrar en ella, mi jefa me paró diciendo:
-No es una cueva. ¡Es parte de una pirámide!
Alucinado por la noticia, levanté la mirada para descubrir que lo que suponíamos que era una montaña en realidad se trataba de una pirámide de dimensiones colosales. Os juro que me quedé sin habla al verla porque si no me fallaban mis cálculos debía ser la más grande jamás descubierta en tierras mexicanas.
Depositando al accidentado en el suelo, corrí alrededor de la increíble construcción contando los pasos. Al terminar con la respiración entrecortada por el  esfuerzo, la informé:
-Ixcell, ¡Mide unos novecientos metros de perímetro!
La constatación de que estábamos ante el mayor descubrimiento arqueológico de los últimos cien años, la trastornó y olvidándose del herido, nos exigió que empezáramos a documentar todo. Cuando le recordé que debíamos antes de terminar de cuidar a Luis, me contestó:
-Esa planta es dolorosa pero no mortal y como lo único que podemos hacer por él es esperar: ¡Pongámonos a trabajar! – y recalcando su verdadera motivación, me soltó: -¡Pasaremos a la historia!
Por eso siguiendo sus instrucciones, empezamos a fotografiar y medir la pirámide con el conjunto de aparatos que habíamos traído desde el D.F.  De esa forma confirmamos que con sus 72 metros de altura y sus 926 metros de diámetro, ¡Era mayor que la Pirámide del Sol!
“¡Cómo es posible que no se haya descubierto antes!”, estaba pensando cuando de improviso un grito de angustia retumbó en la selva.
Al reconocer la voz de Olvido salí corriendo a auxiliarla pero cuando llegue hasta ella, la encontré llorando arrodillada ante el cuerpo de Luis:
-¿Qué ha pasado?- pregunté pero al fijarme en el herido comprendí, ¡Había muerto!
Fue entonces cuando llegó nuestra jefa y al constatar el deceso de su  ayudante, se permitió el lujo de soltar una lágrima tras lo cual dirigiéndose a nosotros dos, tuvo los santos huevos de soltar:
-Me equivoqué. Luis debía de ser alérgico pero aunque hubiésemos intentado evacuarlo, su destino estaba marcado. Ahora nuestro deber es enterrarlo y honrarlo con nuestro descubrimiento.
Si no llega a ser mi profesora y necesitar su nota para doctorarme, os juro que le hubiese saltado al cuello por hija de puta. Pero en vez de hacerlo, busqué un lugar donde darle sepultura y cogiendo una pala empecé a cavar. Ixcell al ver donde había decidido excavar la tumba, pegándome un grito me obligó a buscar otro sitio más alejado, diciendo:
-Ahí no, está demasiado cerca y puedes destrozar algún vestigio.
“¡Será malparida!”, pensé y en silencio, me puse a localizar otra ubicación. Para evitar que me hiciera parar otra vez, le pregunté:
-¿Te parece bien en el claro?
La muy zorra ni siquiera me contestó porque ya había vuelto a documentar la pirámide. Gracias a que el terreno resultó blando, en media hora tenía lista la tumba y volviendo hasta donde se encontraban ellas, comenté que necesitaba ayuda para trasladar el cadáver. De muy malos modos y quejándose de tener que abandonar su trabajo, me ayudó junto con Olvido a llevar a Luis hasta su sepultura. Una vez allí y tras un breve responso, lo enterramos sin mayor ceremonia tras lo cual y con una sonrisa en su boca, comentó:
-Ahora que hemos acabado, vamos a por nuestro nombre en la posteridad.
“¡Menuda hija de la chingada!”, mascullé en silencio cabreado por su falta de humanidad pero asumiendo que una queja caería en saco roto, las acompañé de vuelta hasta las ruinas. En ese instante la hubiese matado con mis propias manos pero me tranquilizó observar en los ojos de mi compañera que ella también miraba con rencor a  nuestra jefa. Ella misma me confirmó que  albergaba mis mismos sentimientos cuando aprovechando que Ixcell se había adelantado, se acercó a mí y murmuró:
-Esta tía es una completa zorra. Si fuera por ella, nos mataría a todos para llevarse todo el mérito por nuestro descubrimiento.
Dándole toda la razón pero queriendo quitar hierro al asunto, le dije al oído:
-Quizás se lleve una sorpresa y sea ella quién desaparezca.
Aunque era broma, mis palabras la hicieron recapacitar y tras unos instantes, me soltó:
-Dejemos antes que trabaje y cuando ya hayamos documentado todo, hablamos.
Os confieso que me quedé helado al comprender que esa morena se había tomado en serio mi sugerencia y que esa idea no le desagradaba en absoluto. Si ya de por si eso era macabro, más lo fue percatarme pensando en cómo me cargaría a esa puñetera rubia.
El resto del día lo pasamos estudiando el exterior de la pirámide ya que nuestra jefa había decidido que el interior de la gruta lo haríamos al día siguiente. Faltaban dos horas para anochecer cuando Ixcell dio por terminada la jornada y recogiendo sus notas, nos ordenó volver al campamento.
Al llegar al lugar donde en teoría nos esperarían los lacandones, descubrimos que no estaban y creyendo que nos esperarían junto a las tiendas, seguimos camino hasta la base. Cuando llegamos a donde debían de estar las tiendas, nos encontramos con que no solo no estaban sino que habían desvalijado  parte de nuestras pertenencias y lo peor que habían robado nuestros kayacks.
Curiosamente lo único que no tocaron fueron los víveres y el resto de nuestros instrumentos pero lo que respecta a ropa, herramientas y demás, todo había desaparecido. Desmoralizados, nos sentamos y comenzamos a discutir sobre qué hacer. La postura de Olvido y la mía era intentar volver pero entonces Ixcell, halló que no se habían llevado el teléfono satélite y sonriendo, comentó:
-No hay problema, llamaré a la universidad y nos mandarán suministros y ayuda.  
Y tal y como había anticipado, telefoneó a uno de los catedráticos de arqueología y consiguió que se comprometiera en apoyarnos con nuevos recursos pero que tardarían una semana en llegar. Una vez había colgado, nos ordenó volver a la pirámide porque en el interior de la gruta tendríamos refugio. Retornando con los escasos suministros que habían dejado y al recordar la conversación con su colega, caí en la cuenta que en ningún momento le había mencionado nuestro descubrimiento.
“Lo quiere solo para ella”, me dije.
El camino de vuelta fue penoso porque además del peso extra de nuestras mochilas, nos tuvimos que enfrentar con la oscuridad. Por eso si bien habíamos tardado antes una hora en hacer ese trayecto, esa noche perdimos dos en llegar hasta las ruinas. Ya en la pirámide, Ixcell montó el campamento a la entrada de la gruta pero se negó de plano a que encendiéramos la hoguera en su interior, diciendo:
-Podemos dañar los restos.
Sin faltarle razón, no vi que después de seiscientos años a la intemperie que daño podía hacer un poco de humo pero como no quería discutir la prendí al aire libre. La cena como no podía ser de otra forma, fue extraña por una parte estábamos tristes por la muerte de Luis pero también entusiasmados con la idea de conocer el alcance de nuestro descubrimiento. Fue al final cuando comportándose por primera vez como humana, la profesora sacó una botella de ron y poniéndose en pie, nos pidió que brindáramos por el difunto.
No os tengo que contar que tanto Olvido como yo aceptamos de buen grado el alcohol y rellenando nuestros vasos con esa bebida, brindamos por Luis. Lo cierto fue que una vez abierta la puerta, no solo acabamos con esa botella sino que dejándonos llevar dimos buena cuenta de otra. Ese ron nos unió y empezamos a conversar como si fuéramos viejos amigos. Tras media hora y bastante borracha, la jefa nos mandó a dormir.
Asumiendo que iba a disfrutar del cuerpo de mi compañera y sin importarme que Ixcell me viera, me desnudé y metiéndome en el saco de dormir, llamé a Olvido a mi lado. La morena no hizo ascos a mi sugerencia y quitándose la ropa se unió a mí en su interior.  En cuanto sentí su piel contra la mía, la besé. Fue un beso posesivo, mi lengua forzó su boca mientras mis manos se apoderaban de su trasero. Ella, mas alterada de lo quele hubiera gustado reconocer, frotó su pubis contra mi pene, mientras me decía:
-Mira a la zorra de la jefa, ¡No nos pierde de vista!
-Tranquila, quiero disfrutar de ti-, le dije mientras la despojaba del camisón.
Saberme espiado por esa rubia, me terminó de calentar y bajando por su cuerpo, saqué la lengua dejando un reguero húmedo en su piel. Sus pezones reaccionaron incluso antes de que los chupara, de forma que recibieron las caricias de mi apendice duros y erguidos. Olvido gimió cuando pellizcándolos le dije que eran hermosos.
Tener su botón en mi boca, mientras tocaba su culo, era una gozad por lo que prolongué largo rato mi estancia entre sus pechos. Esa noche quería poseerla lentamente pero ella necesitada de ser tomada, separando sus piernas, restregó su pubis contra mi sexo. No tuve que ser un genio para comprender que buscaba que mi penetración pero decidido a dar un buen espectáculo a la puta que desde su saco nos miraba,  la rechacé diciéndole:
-¡Tranquila zorrita!
Con lentitud, seguí bajando por su cuerpo mientras le acariciaba las piernas. Mi compañera gimió al sentir que me acercaba a su entrepierna y deseando que me diera prisa, me avisó que no podía más. El sexo de la morena olía a hembra hambrienta y viendo lo dispuesta que estaba le separé aún más sus rodillas. Estaba a punto de lanzarme sobre ella cuando escuché:
-¡Déjame a mí!
Al darme la vuelta, me encontré a Ixcell totalmente desnuda frente a nosotros.  Sus pechos eran aún mejores de lo que me había imaginado y sin pedir opinión a mi compañera, dejé que ella me sustituyera entre sus piernas. Haciendome a un lado, observé como la rubia separaba los labios a mi alucinada amiga y antes que se pudiese quejar, la ví sacar la lengua y tantear con ella el botón rosado de la morena:
-No quiero- gritó al sentir que la mujer se ponía a devorar su sexo, pero no hizo ningún intento por evitar sus caricias.
Os reconozco que me puso a mil, admirar con mis propios ojos el modo tan sensual con el que esa zorra se empezaba a comer el coño que tenía a su disposición. Alternado lametazos y mordidas, la profesora llevó a mi amiga al clímax en menos de un minuto.  La morena que llevaba gimiendo un buen rato, aferró con sus manos la cabeza  de su jefa en un intento de prolongar el placer que estaba sintiendo mientras de su cueva brotaba un pegajoso arrollo:
-¡Qué rica estás!- soltó Ixcell paladeando su flujo y sin dejar de beber de su entrepierna, me ordenó: -¿Qué esperas para follarme?
Cumplí su mandato, poniendo la cabeza de mi glande en su abertura. Al hacerlo tuve que admitir que esa zorra estaba buena y mientras jugaba con su clítoris, le pregunté:
-¿Estás segura?
-Sí-, me respondió  con la respiración entrecortada por su excitación.
“Seré idiota”, pensé mientras lentamente le metía mi pene en su interior, “¡me podía haber dicho que no y me hubiera quedado con las ganas!”.
Mi pausada forma de penetrarla, hizo que toda la piel de mi extensión disfrutara  de los pliegues de su sexo al hacerlo. La cueva de esa rubia demostró ser estrecha y suave como si casi no hubiera sido usada.  Ixcell sin dejar de dar placer a Olvido y levantando su trasero, me rogó que acelerara diciendo:
-¡Hazme gritar como a está puta!.
Tras lo cual empezó a meter y a sacar mi pene de su interior a una velocidad inusitada. Estaba como poseída, sus ganas de ser tomada eran tantas que incluso me hizo daño.
-Quieta- grité al sentir que si seguía a ese ritmo iba a dejar mi pene inservible durante semanas.
Al ver que no respondía y seguía descontrolada, le di un duro azote en su culo diciéndole:
-O me haces caso o tendré que castigarte.
Ixcell se quedó parada esperando mis órdenes. Al comprobar que se había quedado quieta, le pedí que siguiera comiendo el chocho de una más que excitada Olvido y reinicié mi cabalgata. La profesora relinchó al sentir que me asía a sus pechos mientras mi pene la apuñalaba sin piedad. Escuchar sus gemidos y los de la morena cada vez que mi sexo chocaba contra la pared de su vagina, fue el banderazo de salida para que acelerara mis incursiones. Comportándonos como un engranaje perfecto, mi pene y su lengua dieron cuenta de sendos chochos mientras sus dueñas no paraban de gemir.
-Me corro- escuché que Olvido gritaba cuando la rubia incrementando su placer metió unos de sus dedos dentro del culo de la morena.
Al comprobar que mi compañera había llegado al orgasmo, decidí ir en busca del mío y cambiando de postura, agarré la melena de la rubia y renovando mis azotes, la azucé a incrementar su ritmo. Eso, la cabreó y chillando me exigió que parara.
-¡No me sale de los cojones!- respondí sin dejar de castigar su trasero.
Con su respiración entrecortada por el placer pero todavía indignada, mi profesora intentó separarse de mí. Sujetándola con mi brazo se lo impedí y riéndome de ella, seguí cabalgando su cuerpo mientras mis manos castigaban sus nalgas.
Todavía no quería correrme, antes me apetecía humillarla y sacar de su cuerpo un orgasmo que recordar en el futuro. Por eso ejerciendo una autoridad que nadie me había dado exigí a Olvido que se apoderara de sus pechos y los torturara.  Mi compañera no se hizo de rogar y cumpliendo mi mandato pellizcó duramente los pechos de su profesora mientras yo seguía follándomela sin parar. El doble maltrato llevó a la rubia hasta el límite y obteniendo un placer no deseado se corrió empapando  mis piernas con su flujo.  Su evidente derrota fue demasiado para mi torturado pene y exploté en el interior de su cueva.
Mi jefa, al sentir que mi simiente bañaba su entrepierna, se zafó de nosotros y poniéndose en pie, gritó:
-Os habéis pasado. Cuando lleguen los suministros, ¡Os iréis de vuelta!
Solté una carcajada al oírla porque me daba igual, ya había tomado mi premio y nada se podía comparar con haber violado a esa estirada. Lo que no me esperé fue que Olvido, abrazándose a mí, murmurara en mi oído:
-Cuando lleguen los suministros, ¡Será su cadáver lo que se lleven!
 
 
 Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 

 

 

Relato erótico: “Mi don: eli y la fiesta – fin de fiesta doble (6)” (POR SAULILLO77)

$
0
0

Sin títuloHola, este es mi 6º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos. Estos hechos son mezcla de realidad y ficción, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real. Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.

Mi nombre es Raúl, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis últimos años de Instituto, 17-18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre,  hermana mayor , mandona pero de buen corazón, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de Madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era. Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al fútbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rápido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavía no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante. Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte. Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena. Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio. Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba. Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.

Además, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme. Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención, solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón. Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría un 10 tras otro, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es información inútil que pasado el examen no volveré a necesitar.

Con el paso de mi infancia empece a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningún medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escáner  y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello. Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operación, gracias a dios todo salió bien y con el apoyo de mi familia y amigos,  todo salió hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.

Después de la operación, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales. Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinación y razonamiento, y después físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no quería, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi físico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total, donde cumplí los 18. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados, se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algún celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.

Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, además de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas. Pero las situación con ella, no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital. Después toco poner en  práctica la teoría y Eli, la fisioterapeuta que me estaba ayudando con un problema en el pie, me la confirmo. Ahora era mi profesora y me enseñaba todo lo que se podría necesitar, y con unas amigas llego la magia. Después de mis 2 primeras semanas de aprendizaje y teoría, llegaba la hora del examen práctico. Ahora de mi aprendizaje,  Eli me invito a una fiesta que quiso usar de examen, y se desmadro, Paula,  la Duquesa, Matahari. Laura……ETC.

————————————————————

Ya he leído algunos comentarios, gracias por los consejos, tratare de corregir, debido a varios comentarios paso a quitar en negrita las conversaciones

Shadow, gracias, voy a probar a ver si no le doy tanta patada al diccionario, le paso varios correctores y uso el works, a ver que tal.

Es cierto que quienes sigan la serie, es una lata, pero la 1º parte casi no cambia, con bajar un poco la rueda del ratón se soluciona, de ahí que ponga estas pequeñas anotaciones separadas del resto, Y así los que empiecen un relato sin seguir el orden, tener una idea general rápida.

Y si, es una deformidad de polla, pero tenia que ser así.

Pido disculpas por los “tochazos” que escribo, estas primeras experiencias llevan mucha información, y es importante a mí entender. Alguno mas así y os prometo que los siguientes no serán tan grandes.

Pero la historia debe continuar.

————————————————————

FIN DE FIESTA Y LIBERACIÓN.

Matahari se  la había jugado a la presidenta de la federación de tenis, y a nosotros sin saberlo,  cambio las cintas, suponíamos que ella tenia aun las cintas y debía entregársela a sus jefes, suponíamos también que eran los de atletismo. Todo eran suposiciones, pero no teníamos nada, sugerí tenderle una trampa a Matahari, citarla con un mensaje como si fuéramos ellos para llevarla a alguna habitación donde obligarla a darnos al cinta, Mariana, Eli y yo lo hablamos.

-ELI: es jugársela, pero no tenemos otra Mariana, por probar no perdemos nada.

-MARIANA: se lo olerá, además de que conoce mi número.

-YO: le mandamos el mensaje desde el mío, no lo tendrá.

-ELI: en serio, confía en nosotros,  puede funcionar.

-MARIANA: esta bien, toma el número.

-YO: bien,  las palabras deben ser ambiguas, pero el mensaje claro.

-ELI: date prisa, son las 2 y media  de la mañana,  no podemos dejar pasar mas tiempo.

Le mandamos el mensaje.

“Cambio de planes, ha surgido un problema en la federación de atletismo, quedamos para la entrega en la habitación 132,  en 1 hora.”

Me aprecio convincente y lo mandamos.

-YO: ya esta, solo queda esperar, a ver si pica.

-MARIANA: y como sabremos sin funciono.

-ELI: vayamos a la zona de la barra, delante de los ascensor, son el único acceso a las habitaciones, si aparece y sube,  ha caído.

-YO: pero si llega a la habitación y no hay nadie,  se ira.

-MARIANA: subir vosotros a la habitación, la tengo reservada, y esta algo separada, nadie os molestara, yo me quedo aquí y si la veo subir os aviso. ¡¡¡¡Por favor necesitamos esto!!!

Pareció cuadrar, y despidiéndonos y subimos a la habitación, apagamos luces y mientras Eli se sentaba en la cama con los pies doloridos por los tacones, yo esperaba en la habitación, en una esquina que daba a la puerta de la habitación, para que según entrara, quedara encerrada dentro.

-ELI: has tenido un gran idea, pero no se si funcionara.

-YO: no es cuestión de que funcione o no, ya habíamos perdido, esto es a la desesperada.

-ELI: aun así te lo agradezco, te la juegas por mí.

-YO: ¿por ti? siento decírtelo, no, no estoy aquí por ti, te agradezco tu ayuda estas semanas, pero esto es solo un paso en el camino que yo elegí, además, me lo estoy pasando bomba, parecemos espías jajajja

-ELI: eres de los pocos que harían algo así, pero si esto funciona y aparece, no va a ser fácil hacerla hablar.

YO: no pienso ponerla la mano encima, odio a los maltratadores, ya te lo dije, pero tu me has ofrecido como arma contra ella, y presupongo el por que.

ELI: es cierto, además no creo que la violencia solucione nada aquí, pero quizá con un poco de ayuda de nuestro gran amigo la hagamos hablar.

-YO: si es tan “profesional” en lo suyo, mi polla no será  efectiva, habrá hecho de todo y de todos los tamaños. No se asustara.

-ELI: yo tampoco soy ninguna estrecha y …………..- Era cierto, era una mujer avezada en el sexo, y  la había hecho vibrar,  durante 3 días me la folle, la hice correrse y hasta casi desvanecer en el baño del gym.

-YO: supongo que tienes razón, lo dejo a tus manos.

Pasamos una hora a la espera, hablando de tonterías, y mandándonos mensajes con Mariana, tensos por momentos y con bajón de ánimo en otros. Habíamos perdido la esperanza, eran las 3:30 de la madrugada,  recibíamos menos información de Mariana, y me canse, me senté al lado de Eli, y mientras la comentaba mis experiencias de la noche, pasaba mi mano por uno de sus brazos que tenia apoyado sobre la cama, de arriba a  abajo, mas que sensual, como gesto de cariño.

-YO: creo que nos hemos quedado sin opciones, no va a venir.

-ELI:   ya sabíamos que era difícil, pero te he visto tratar con las mujeres, conmigo incluso, te has desenvuelto bien y creo que ya no puedes sacar nada mas de mi.- sus palabra me hirieron levemente, aguante la cara de póker unos segundos.

YO: ¿ósea que esto es una despedida?

-ELI: no, no tiene por que, seguiremos en contacto y quedaremos, pero esto ha de parar,  tienes de mi lo que querías y lo que te podía ofrecer.

-YO: si eso es cierto, y es lo que piensas, lo acepto,  pero no por ello me gusta. Me encantaría que siguiéramos con nuestras clases, aunque no aprenda estaría contigo,  yo pienso que eso es bueno para ambos.

-ELI: cariño, no esta bien, te saco mucha edad, y debes iniciar una vida normal,  tu propia historia, y yo con la mía, no es solo por ti, estamos estancados,  ¿como crees que serán nuestras vidas si seguimos así? duraremos que….. 3-4 años,  tu tarde o temprano encontraras a otra aunque solo por que sea de tu edad, o te canses de mi…….

-YO: ¡¡¡¡nunca!!! – sonrío y me acaricio la cara.

-ELI: eso piensas ahora, pero ni tu puedes tener una vida conmigo , ni yo una contigo.

Otra vez, rechazado por una mujer,  después de todo lo pasado, no era justo, me infle de rabia, no se como hubiera reaccionado si Mariana no nos hubiera mandado un mensaje.

MARIANA: “creo que esa maldita zorra esta subiendo”- joder ¿como que creo?, la llamamos.

-ELI: ¿Qué pasa? ¿Por que crees?

-MARIANA: estaba hablando con una compañeras, no se, me ha parecido verla subir  a un ascensor, al menos vi un vestido rojo.

-YO: joder muchas gracias por la ayuda.- la colgué- ¿que hacemos?

-ELI: tu ponte en posición, si era ella, vendrá, si lo hace  déjame hablar a mi…….

-YO: ¿Y si intenta huir?

-ELI: ponte en medio de la puerta, no podrá moverte,  ni salir. Cuando empiece la acción la pondré en una situación de elección, podrá irse si quiere, pero si se queda es nuestra.

Se hizo un silencio sepulcral, me tense entero, ¿seria ella o no?, mande un mensaje a mi padre para que no viniera a buscarme, cubriendo todas las opciones. Los segundos pasaron a ser horas, oímos pasos de gente pero  nadie entraba. Cuando empece a relajarme algo, sonó lo puerta, con una serie de golpes muy específicos como para ser aleatorios. Mire a Eli cuestionando que hacer.

-ELI: pasa no tenemos tiempo para tonterías.- lo dijo con una voz varonil bastante cutre, pero efectiva, se abrió la puerta y entro.

No se veía mucho así que entro hasta la zona central, allí Eli encendió la luz, como una madre esperando a su hijo de vuelta de un noche de fiesta, la luz ilumino la habitación,  ¡¡¡era  Matahari!!!.

-ELI: hola guarra, ¿esperabas a otros?- se sobresalto al verla, pero reacciono, y analizo, “¿otros?” eso es plural, se dio la vuelta y me vio, entendió la trampa.

-MATAHARI: ¿Qué coño queréis de mí?

-ELI: la cinta, como no…….

-MATAHARI: pues buena suerte, ya se la entregué a su dueña, esa loca del tenis.- según decía eso avanzo hacia la puerta, yo me puse en medio, y cerré la puerta con pestillo, era físicamente imposible que ella me moviera y abriera la puerta, y aunque no la pegaría, ella no lo sabia.

-ELI: tu no te vas a ningún lado putón berbenero, sabemos de sobra que cambiaste las cintas, el diste una vacía y te quedaste la original, esa es la que queremos.

-MATAHARI: ya claro ¿y como lo sabéis?

-ELI: por que tenemos la cinta que le diste – Eli la saco del bolso y la estampo con fuerza contra la pared rompiéndola en mil pedazos, quería intimidarla y nada mejor que pillándola en una mentira.

-MATAHARI: ¿Cómo la habéis logrado?

-ELI: por que mientras ellos follaban y tú gravabas, yo estaba en el armario empotrado – se quedo blanca- y ahora ven aquí siéntete a mi lado como una niña buena y déjame cachearte ¿o prefieres que te obligue el? – me señalo.

Se vio cazada,  de pie, supongo que pensado en sus  opciones, no era bueno dejarla pensar, asi que di un paso hacia ella.

-MATAHARI: vale vale, ya me siento. – con gesto altivo aun se sentó al lado de Eli en la cama.

Repaso su cuerpo como una policía,  de arriba abajo y le miro en el bolso, la cinta no estaba.

-ELI: ¿donde la tienes?

-MATAHARI: la entregue ya.

-ELI: ¿y si la has entregado por que has venido aquí? De nuevo mintiendo, ¿voy a tener que hacerle venir? – yo entendí que se dirigía a mi y me acerque unos pasos, poniendo cara de malo.- si ya la has entregado no entenderías el mensaje, y no tendrías por que venir  aquí.

Tardo unos segundos en responder.

-MATAHARI: quería saber quien………………

-ELI: ojo, no vuelvas a mentirnos, o no respondo de lo que te pueda llegar ha hacer el.

-MATAHARI: deja ya ese rollo de amenazas, no sacaras nada de mi aunque me parta las piernas.

-ELI: pues dinos donde esta la cinta y podrás irte ilesa.

-MATAHARI: ¡¡¡JAMAS!!!

-ELI: tu lo has querido –  Eli se puso de rodillas sobre la cama, acariciando el perfil de los brazos de aquella zorra – veras, normalmente le dejaría que te destrozara a golpes hasta que te dejáramos en el hospital un tiempo, es muy capaz, pero creo que para una puta loca como tu seremos algo mas delicados – me miro-  ve quitándote la ropa.

-MATAHARI: ¿esa es tu jugada?, este memo con cara de pánfilo ¿me va a violar? Por favor he pasado por hombres perores, algunas veces en grupo, y hasta he sido actriz porno, no me hagas reír, me da igual que me folle, se le nota el bulto, hasta puede que lo disfrute.

-ELI: te digo yo que vas a pasar de pedir  que te folle,  a rogar que pare.

De repente caí, con la fiesta, su ropa puesta y el maquillaje,  no la había reconocido, era Mamanda Hot de unos 29 años, de mis noches de onanismo algún vídeo suyo había caído, lo ultimo que supe es que paso por el mercado  USA sin mucho éxito. Eso me éxito bastante, mientras me desvestía, la visión de Eli colocándose detrás de ellas e iniciando un masaje en sus hombros, con gestos amplios y lentos, ayudaba, me quede solo con los slips y mi polla un tanto morcillona por la situación, me miro la entrepierna.

-MATAHARI: vaya con el tontorrón que me ha tirado la copa…….aun así una buena polla dura no me va a hacer cambiar de idea. – Eli sonrío a su espalda, se acerco a su oído y susurro.

-ELI: es que aun no la tiene dura.

Esas palabras pusieron tensa  la piel de aquella reputada mujer, se le erizo un poco  la espalda entre el masaje de Eli y la visión de mi polla retenida bajo la licra. Eli llevo una de sus manos a la cremallera de uno de los costados del vestido rojo y se lo fue bajando  mientras daba ligeros besos en el cuello de aquella profesional, le bajo la parte de arriba del vestido y dejo al aire un muy buen par de tetas, operadas,  apenas contenidas por un sostén sin tirantes, que salió disparado cuando Eli se lo desabrocho, con habilidad, por el botón que tenia delante. Eli llevo sus dos manos a aquellas tetas remodeladas médicamente y las masacraba con gestos amplios y lentos de nuevo. Aquella visión me la estaba poniendo gordisima, mientras que seguía besándola el cuello, vi como Matahari se agarraba de forma continuada parte de la falda de su vestido.

ELI: que dices, ¿se la vemos? – se dejo al descubierto, mi posición había cambado, ella podía salir de la habitación si quería.

-MATAHARI: ummmmm ¿por que no? – estaba cogiendo el papel de actriz porno, era nuestra.

-ELI: venga, sácate la polla. – me ordeno, y yo obedecí encantado, cuando mi polla se termino de bambolear delante de su  mirada, quedo algo alucinada.

-MATAHARI: no esta mal, nada  nada  mal.

-ELI: y aun le falta.

-MATAHARI: ¡¡¡¿que?!!! Eso tengo que verlo, ven aquí campeón.- me acerque lo justo para dejarle acceso libre a mi miembro.

-ELI: frota al lampara y sacaras al genio.

Sin duda en su mirada y gestos cogió mi polla con ambas manos, la doblo, mas que admirándola inspeccionando, inicio un sube y baja que ya me la puso a reventar.

-ELI: ahora si esta al 100%.

-MATAHARI: ¡¡¡Pero si es……….casi  como la de Jonah Falcon!!! – (Dato real y curioso, Jonah Falcon es el hombre con el pene más grande del mundo, reconocido, el cual mide 24 cms en reposo y 34 cms erecto, no es actor porno,  si no periodista y actor,  pero si ha dejado que hagan moldes con su polla para consoladores.).Según mis ultimas mediciones mas exactas, me sacaba algo de ventaja, 2-3 centímetros,  pero no mucha.

-ELI: y no veas como folla, lleva un mes partiéndome por la mitad – lo decía mientras se ponía al lado de su nueva amiga.

-MATAHARI: normal, vaya pedazo de polla, yo en  USA he hecho videos con actores con pollas bastante grandes,  incluso con Nacho Vidal aquí,  pero este carbón les deja de lado.- mientras comentaba todo aquello y mas cosas con Eli, yo no la escuchaba,  seguía pajeándome sin parar desde que había llegado al empalme, estaba absorto.

-ELI: a mi ya casi me desencajaba la mandíbula cuando me la trago, es un espectáculo, un ejercicio de superación, ¿tu hasta donde te crees que le llegas?-

-MATAHARI: pues no se, habrá que probar.- se escupió en la mano, masajeo mi capullo,  y sin mas, empezó a  meter mi glande en su boca,  a chupar  como toda una profesional que era, en menos de un minuto ya casi me sentía que me corría pero logre calmarme.

Poco a poco fue babeando toda la parte delantera de mi polla, goteaba, y se tragaba una buena porción cada vez que engullía, con cada embestida tragaba un poco mas, tuvo amagos de arcadas pero siguió engullendo, se metía ya media polla, con bastante trabajo ya, bajaba todo lo que podía, y aguantaba, casi notaba  su campanilla en mi glande, se mantenía allí unos segundos y se la sacaba para respirar,  un poco ahogada. Me estaba  encantando, vi como Eli  había metido una mano por la raja del vestido de Matahari, y como su mano se movía por la zona de la pelvis, y con la otra guiaba la cabeza de aquella mujer que se introducía mi miembro con ansia en la boca. En una de las veces que se separo……..

-MATAHARI:  ¡¡¡¡dios, ufff cof cof,!!!, creo que de ahí no paso.- lo comentó mientras un hilo de baba iba de sus labios a mi polla, pero sin dejar de masturbarme con las manos.

-ELI: vaya, esperaba mas de ti y tu fama.-  se debió sentir ofendida en su orgullo o algo, por que  miro a Eli con celos, y volvió al ataque, se metía polla de nuevo hasta mas de la mitad, y ya con arcadas evidentes.

-YO: párala que me la vomita entera.

La cogió de la cabeza y tiro de ella fuertemente hasta dejarla recostaba en la cama, le paso una  pierna por encima quedando de rodillas mirando hacia mi, con  la otra mujer entre sus piernas.

-ELI: esto se hace así. – cogió mi polla de la base , llevo la otra mano a la entrepierna de Matahari, y  trago como venia haciendo desde hace semanas.

No seria actriz pro no profesional, pero la chupaba muchísimo mejor, no solo engullía si no que dentro de su boca su lengua hacia maravillas, volvió a usar el truco de pasar los dientes por el glande mientras Matahari asomaba la cabeza por uno de los lados de Eli, no me había dado cuenta pero había apartado parte del vestido de Eli, y estaba masajeando sus glúteos, algo que sabia que ponía como una burra en celo a la mujer que chupaba mi polla. Aguante lo que pude pero tras unos minuto asi avise de mi corrida.

YO: ¡¡¡agua va!!! – me tense como pocas veces hasta ese momento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

A duras penas pudo Eli sacársela de la boca y apuntar hacia otro lado, pero sin dejar de mover su mano sobre mi polla.

-MATAHARI: vaya un espectáculo, tu que ya estas acostumbrada a el. – Eli torció el gesto a su espalda y le guiño un ojo.

Se movieron casi como ensayado, para quedar una a cada lado de la cama y un hueco en medio.

-ELI: nada ven aquí y siéntate que aun no hemos acabado

-MATAHARI: no no, aquí no se acaba.- golpeo  repetidamente en colchón con la mano.

Me di la vuelta y me senté, Eli no tardo en ponerse a mi lado, agarrarme la polla, algo flácida después de expulsar mi semen,  y mientras iniciaba un leve subí y baja me besaba con pasión, notaba a Matahari acariciándome cambien por el otro lado, su trabajo y el paso de algunos minutos me puso de nuevo la lanza el ristre. Me tumbaron sobre la cama y con 4 manos sobre mi polla empezaron hablar.

-MATAHARI: por favor déjame cabalgarlo.

-ELI:  estas  loca, no sabes lo que pides.

-MATAHARI: si lo se, cuantas veces se tiene una oportunidad así.

-ELI: bueno, tu quieres algo, y nosotros también.  – recordó la cinta.

-MATAHARI: no puedo, no es mía, si os la doy perderé mi crédito.

-ELI: pues es una pena, pero al menos te dejare mirar, para que veas lo que te pierdes.- se levanto de la cama y se pudo en pie, dejando a la otra pajeándome.

Se llevo una mano al broche, lo abrió y su vestido cayo de golpe hasta su cintura, dejando sus preciosas tetas al aire, se dio la vuelta contoneándose y se fue bajando el vestido por la cintura hasta rebelar su espectacular trasero, con un tanga, pero que era algo mas grande que los normales,  casi  bragas, de color azul oscuro, como su traje,   unas medias de encaje, las reconocí, fueron las que se puso cuando me enseñaba como desnudar a una mujer y que provocaron una masturbación en directo y alguna mas en mi casa tirando de memoria. Se saco las medias colocado un pie sobre la cama y bajándoselas de forma evocadora, primero una y luego otra, el remate final fue darse la vuelta y bajarse el tanga poniendo el culo en pompa, por poco  que me levanto a por ella, pero tenia a Matahari pajeándome hábilmente. Se agacho y se puso a gatear sobre la cama, escalando mi cuerpo, dándole un buen lametón a mi polla cuando paso su cara por allí,  hasta llegar a mi altura, me beso con todo su pelo cayendo por un lado de su cabeza, y frotando su cuerpo contra mi y mi pene.

-ELI: no hay nada como la 1º vez ¿recuerdas? – era una indicación clara de cómo debía comportarme.

-YO: la 2º fue mejor. – le subí la apuesta, rió, me beso de nuevo y se puso a horcajadas encima mía, con una pierna a cada lado.

Matahari hizo lo propio y sin que la prestarla mucha atención se quito la ropa, realmente sus tetas eran muy llamativas, la operación se las dejo perfectas, pero al quitarse el vestido la vi un tanga minúsculo, de color carne, especialmente indicado para llevarlo con vestidos atrevidos y así parecer que no lleva nada. Al agacharse para quitárselo pude ver algo de celulitis en su trasero, y quedándose medio tumbada a nuestro lado, sin perder detalle, se tocaba su parte intima, por lo que veía, totalmente rasurada, y me acariciaba el pecho a mi.

Eli llevo su mano a mi polla, levanto la cadera con experiencia, abrió su coño con la otra mano, y se la metió poco a poco en el coño, ya estaba acostumbrada así que no hubo alteraciones importantes, bajo sin parar lentamente hasta que la mitad de mi polla desapareció en su interior.

-ELI: ummmmmmmm  – volvió a subir un poco y continuo la bajada, esta vez  ¾ de polla dentro, repitió movimiento hasta que casi estaba totalmente empalada, se paro en esa posición unos segundos – ohhhhhhh siiiiiiiiiiiiii- puso sus brazos en mi vientre, apretando con fuerza, yo estaba en la gloria.

-MATAHARI: joder tronca, vaya animalada, menos mal que tienes el coño acostumbrado.

-ELI: y solo……….. acaba…………. de empezar.

Inicio un leve movimiento circular de cadera, sin subir ni bajar, solo moviéndose con casi toda mi polla dentro, fue aumentando el ritmo y cuando ya se vio preparada, puso las mano en el colchón e hizo fuerza, subía con rapidez y bajaba con calma, un par de veces así y aumento el ritmo de nuevo, subía y bajaba a gran velocidad.

-ELI: ¡¡¡¡dios, ya empieza, dios, que gusta,  me parte,   dios!!!! – era raro oírla así tan pronto, supuse que quería darle celos a mi acompañante que aumentaba el ritmo de su masturbación con el de Eli.

El ritmo de los golpe de cadera de Eli llego a un punto de velocidad  que me llevo al cielo, cuando note que empezaba a descender, lance mis manos a su trasero y lo apretaba y separaba como sabia que le hacia correrse, también movía mi cadera y cogiendo fuerza con los pies nuestras pelvis empezaron a ir en direcciones contrarias y opuestas, provocando el sonido de mis huevos en su coño, del que brotaban fluidos, mi masaje en sus glúteos surtió efecto y Eli cayo sobre mi para besarme de forma animal, ella ya casi no se movía pero yo estaba en pleno desenfreno, bombeaba su obertura totalmente empapada mientras separa sus nalgas, la respiración se le entre cortaba, y cuando la note vibrar aumente un tercio la velocidad, Eli solo callaba y recibía como una leona.

-ELI: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡dios!!!!!!!- exploto de forma obvia, corriéndose abundantemente sobre mi polla, y moviendo la cadera de forma descontrolada, como queriendo sacarse mi  miembro de dentro, pero sin lograrlo.

Cayo mi pelvis a la cama, estaba agotado, pero con un erección de caballo,  una diosa, que se acaba de correr, aun ensartada y una ex actriz porno frotándose de forma obscena a mi lado,  supongo que no aguanto mas se incorporó, paso un pierna por encima de mi, de rodillas mirando hacia Eli, enfrentadas, bajó su cadera y  me planto el coño en la cara, lo tenia ardiente y húmedo,

-MATAHARI: ¡cómemelo por favor!- Ni lo pense y empece a chupara sus labios mayores, jugueteando con mi lengua, lleve un mano a su coño y se lo abrí, y mientras metía un dedo por su vagina con mi lengua lamía con calma su clítoris, totalmente hinchado.

Desde mi posición no podía ver mucho, pero oía como debían de estar besándose,  y recorriendo  todas  las partes de sus cuerpos, pense que hasta estarían chupándose las tetas una a la otra. Pasados unos minutos ya tenia de nuevo a Eli cabalgándome y a Matahari a punto de caramelo, estaba muy excitada, y mis hábiles dedos entrenadas sacaron jugo de aquella hembra, su corrida no fue tan húmeda, como pense, pero si efectiva, casi cayo de lado, y vi la cara de Eli, estaba fuera de si, me cabalgaba como nunca, me incorpore para besarla, pegue mi cuerpo al suyo y entre una mano en su culo y otra en sus pechos, siguió bombeándose contra mi, Matahari se puso detrás de mi, acariciándonos a los 2, yo baje mi cabeza para chupar uno de los pezones de Eli que estaba duro como piedra,  mientras ellas se besaban por encima de mi hombro. Note el calambre en mis riñones, Eli  también, y se separo un poco de mi, para mirarme fijamente a los ojos, sin parpadear, mientras seguía con un alocado movimiento de cadera. Me corrí sobradamente dentro de ella, pero no paro sus movimientos, siguió algún minuto mas hasta que se volvió a correr ella, nuestros fluidos se mezclaron, caían de su interior por mi polla, y nos volvimos a besar de forma ya mas calmada, como fin de una gran sesión de sexo, que había sido.

-YO: no creo que esto se pueda superar. – quería ser un halago para Eli, pero al parecer era un reto para Matahari.

-MATAHARI: de eso nada, yo no me voy de aquí sin follarmee a este semental. – Eli la miro por encima de mí, con cara de logro conseguido.

-ELI: ya sabes lo que tienes que hacer.

-MATAHARI: la cinta esta en mi abrigo, en el ropero, ahora quítate de encima que le voy a dar la follada de su vida.

-ELI: antes nos aseguramos, pero puedes ir divirtiéndote con el un rato mientras lo confirmo.- Eli se desencajo de mi, y mi polla flácida cayo por el peso, totalmente empapada, fue a coger el móvil y llamar a Mariana.

Mientras Matahari se me subió encima,  con una mano me pajeaba y me besaba por todo el cuello, o correspondí con caricias por todo su cuerpo,  pegando su cadera a mi con mi polla en  medio de nosotros.

-ELI: he he, con condón, a saber que mierda tienes tu “so´ puta.” – y saco del bolso una especie de caja de condones, XXL ponía.

 Se los tiro a Matahari que se separo de mi y me puso sentado al borde de la cama  con ella arrodillada entre mis piernas, con cierta habilidad, saco uno condón, lo abrió y lo puso en la punta de mi polla, que debido a su caricias andaba creciendo.

ELI: ¿seguro?, ¿ya la tienes? ¿Mira a ver que contiene?. – confirmaba con Mariana por teléfono.

Aquella mujer que tenia rogándome sexo, puso sus dedos con el condón pillado en  mi polla, luego sujeto por el borde, quito la otra mano y bajo su boca hasta la punta, con una habilidad pasmosa, fue bajando la boca, a la vez engullendo mi polla y la vez poniéndome el condón, cuando no pudo bajar mas, siguió con la mano. Una vez puesto se me subió a horcajadas, se chupo la mano de forma grosera y se la llevo al coño para lubricarlo, abrió sus labios mayores y cuando estaba apunto de ensartarse………..

-ELI: ¿la tienes? ¿Seguro? Perfecto, justo a tiempo, escóndela, nos quedaremos por aquí.  –Colgó- Tu zorra quítate de encima de mi chico.- se acero y la aparto de mala manera, haciéndola caer al suelo.

-MATAHARI: mala puta, me has dicho………

-ELI: te he dicho lo que querías oír, no voy a dejar que te lo folles, con condón y todo le puedes pegar algo, o eres tan mala zorra que lo mismo te quedas embarazada a propósito solo por dar por saco, vístete y sal de aquí,   ya has acabado –  y se dio la vuelta buscando su ropa,  de forma orgullosa.

-YO: joder Eli, ¿me vas a dejar así?

-MATAHARI: eso, deja que pruebe,  por favor, solo hasta que se corra.- Eli se paro en seco, puso cara pensativa, esa frase de Matahari la hizo darse cuenta de algo que yo no entendí, y me miro.

-ELI: ¿quieres follartela?

-YO: hombre, no es por ser ella pero la tengo dura de nuevo.

-ELI: ven al baño. – me cogió de la mano y me llevo al servicio, allí me quito el condón con cuidado y abrió le grifo de la pila, puso el condón debajo como para inflarlo de agua, y cuando se lleno un poco aparecieron unos chorrillos en la punta de condón – no tengas lastima por ella,  esta puta ha pinchado el condón mientras te lo ponía, como te he dicho es capaz de dejarse embarazar solo por joderte la vida, o salir de aquí con tu semen y ADN dentro y denúnciate por violación.

-YO: ¡¡¡¡ será zorra!!! , ¡¡¡¡¿¿Pero como se puede ser tan retorcida??!!! – lo dije mientras salía del baño a buscarla encolerizado, peor la muy fulana ya estaba medio vestida y saliendo de la habitación.

-MATAHARI: si quieres ganar dinero, llama este numero – lanzo una tarjeta al suelo, y se fue.

Eli me sujeto por detrás, agarrándome la polla.

-ELI: déjala,  ya tenemos lo que querríamos de ella, duchémonos y te ayudo con esta. – y empezó a masturbarme. – me fui clamando poco a poco hasta que las caricias de Eli me parecieron mas importantes que el cabreo que tenia.

-YO: esta bien,  pero solo si nos duchamos juntos. – yo no había dicho mi ultima palabra esa noche.

-ELI: esta bien, vamos.

Nos metimos los dos, no sin problemas por mi tamaño, en la ducha, pero también gracias a el,  nuestros cuerpos estaban muy juntos, abrimos el grifo de la ducha y lo colocamos en el soporte por encima de nosotros, , Eli estaba de cara a la pared y yo detrás de ella, acariciando su cuerpo con lujuria y restregando mi polla dura en su trasero, entre el calor del agua cayendo sobre nosotros y nuestras caricias no pasa mucho tiempo hasta que la situación pedía sexo a gritos, Eli se dio la vuelta , echo la espalda  sobre la pared, apoyándose y sujetándome por el culo atrayéndome hacia ella,  con el agua  recorriendo todo sus pechos, su torso  y  cayendo los lados y bajando hasta su obertura.

-ELI: ¡follame!, como el día de las duchas, no pares hasta que te lo ruegue.- y se abrió los labios con una mano  dejándome su coño totalmente ofrecido.

Un regalo por mi trabajo de esa noche supongo, me cogí la polla y se la forte por todo el vientre, mojándomela con el agua, después la coloque en sus labios amyores  y la movía de forma circular, tal como me había enseñado.

-YO: ¿en serio quieres eso?

-ELI: ¡¡¡¡si por, favor párteme en dos, lo deseo!!!! – se hizo rodeando con las piernas la cintura.

-YO: pues prepárate.

Di un golpe de cadera y metí mi miembro en sus entrañas, de inicio dando pequeñas embestidas y dejando que sus paredes vaginales se expandieran, cuando la tenía gran parte dentro, agarre con una mano su hombro y con otra su cadera, plante bien los pies y empecé a bombear, con calma, sin parar.

-ELI: ¡¡¡¡¡ohhhhhhh siiiiiiiiii diossssssss  estoy llena!!!- lo decía entre dientes pero según aumentaba mi ritmo lo hacia de forma mas elevada.

-YO: ¿es lo que querías? ¡¡Toma,  Toma, TOMA!!- repetía entre otras obscenidades, con cada golpe de cadera.

Ya no solo la embestía, sino que pegaba y separaba su cadera de mi con violencia, sus tetas  empapadas rebotaban con  cada arremetida, sin dejar de subir la velocidad, buscando ritmos cómodos que pudiera mantener durante unos minutos, cuando me cansaba bajaba la velocidad pero no cesaba en el movimiento, y retomaba con violencia, note que Eli  vibrara todo el tiempo,  ya no gritaba, solo aguantaba como una pared los martillazos que le daba,  en silencio, soltando algún gemido entre respiraciones, note en repetidas ocasiones como su cuerpo se tensaba y debía de correrse, pero entre el agua y mi fuerza no lo percibía. La lleve a un orgasmo tras otro, durante mas de 15 minutos no pare y eso me llevo a correrme de forma brutal en su interior, descendiendo el ritmo hasta que pare del todo.

-YO: ¡¡eres increíble, una diosa, no  puede haber mujer mejor!!

-ELI: ¡¡¡no te he pedido que pares, dame por el culo bestia mía!!!- bajo sus piernas,  se saco mi miembro,   me beso con pasión mientras se daba la vuelta, echo su cuerpo hacia delante apoyando su cara y sus tetas contra la pared y llevándose las manos al trasero separando sus nalgas- ¡¡DAME FUERTE!!

La obedecí, empape de nuevo mi polla con el agua que caía por su espalda, también moje una mano e inicie una leves caricias por encima de su ano, llegando a introducir con calma un dedo, con firmeza, y haciendo un poco de hueco, para tenerlo lubricado. Cuando la note preparado acerque mi polla a su ano y empece a hacer presión, costo un poco pero había trabajado bien la zona y empujando sus tetas empapadas contra la pared, metí el glande en su culo.

-ELI: ¡¡dios,  me partes!! – pero no se movía un ápice de su posición.

Con clama fui empujando, mi polla que ya estaba dura de nuevo sobre su culo, notando cada centímetro de polla que le introducía, por momentos Eli aprecia perder la consciencia y su cuerpo caía, yo la sujetaba para mantenerla en esa posición., cuando ya había metido mas de la mitad, la saque un poco y volví a hacer fuerza, eso arranco un grito ahogado en ella,  lo hice de forma repetida hasta que notaba la piel del ano hundirse y sobre salir con mis movimientos, acelere de nuevo cuando note algo menos de fricción, Eli se llevo una mano al coño y se lo masturbaba, introduciendo algún dedo en su agujero, yo lleve mis manos a su trasero y le separe los glúteos con fuerza, como le gustaba, sin dejar de percutir en ella. De repente……. Pare.

-ELI: ¿Qué haces? ¡¡¡Por dios no pares ahora!!! – lo decía mientras se seguía masturbando.

-YO: no hasta que me lo ruegues.

-ELI: ¡¡¡¡no seas carbón!!! yo te enseñe eso – no solo llevar a ese  punto a una mujer, si no hacerla reconocer que lo deseaba, eso aseguraba dominación sobre esa mujer.

-YO: solo aplico lo que me enseñas.

-ELI: eres un cabrón de míerda,  párteme el culo por favor, te lo ruego. ¡¡SIGUE!!

Contento con mi logro, empecé las embestidas mas bestias que recordé, cada golpe de cadera la hacia levantarse un poco, haciendo que sus tetas se frotaran contra la los azulejos, eso la hizo correrse de nuevo,  allí estaba de nuevo un caballo salvaje, moviéndose alocadamente, deseando ser liberada, pero sin lograrlo

-ELI: ¡¡¡¡para para por favor!!! La ignore, la estaba metiendo toda de golpe sin compasión, seguí bobeando de forma dura, sujetándola para que no se moviera tanto, no se si se corrió de nuevo o era la continuación de la anterior- ¡¡PARA!!! Yo seguí hasta que mi polla dijo basta y revénte sobre ella, la corrida debió llegarla a los intestinos.La baje con cuidado, sacando mi polla desinflada de su interior, estaba muy floja de fuerzas, pero se sostenía.

-ELI: no te quedas corto, me he corrido como una fuente,  estoy agotada, duchémonos y descansemos,  por favor- lo dijo mientras se llevaba las  manos a su coño y ano, notando el socavón abierto en su  trasero,  algo temblorosa.

La imagen de ella duchándose era lo que mas me ponía, pero después de una gran sesión de sexo duro estaba cansado, nos frotamos uno a otro y salimos desnudos del baño, nos tumbamos en la cama, algo deshecha., yo boca arriba y Eli de lado pasando uno de mis brazos por debajo de su cabeza, recostándola en mi  pecho, pegando su cuerpo a mi,  abrazándome por el pecho con un brazo. Nos quedamos así un par de horas, con ella siento con fuerza, mi respiración y  latidos, yo la acariciaba a ratos el contorno de su piel,  y otras su pelo, húmedo de la ducha, pegado a su cuerpo.

-YO: por favor, no acabes con esto.

-ELI: tiene que ser así, créeme yo tampoco quiero, pero nada ha cambiado, debemos hacer nuestras vidas, esto ha sido un…..maravilloso y divino “impasse”, pero ha de acabar mañana, es neutro ultimo día, estaremos en contacto, te lo juro, no quiero perderte. – me pareció injusto que no quisiera perderme pero no siguiéramos la relación, pero era la única forma de seguir viéndola.

Mire el reloj,  más de las 5 de la mañana, sonó la puerta.

-MARIANA: ¿estáis aquí?

-ELI: si, si, pasa.

-MARIANA: no se como narices lo habéis hecho pero os debo la vida….- mientras  mascullaba preguntado como lo habíamos logrado hasta que nos vio desnudos en la cama, su visión era normal hasta que de forma obvia clavo su mirada en mi relajada polla-……..entiendo, vaya como te lo tenias calladito, has debido de hacerla disfrutar mucho para hacerla hablar, la he visto irse muy enfadada con la ropa mal colocada.

-YO: en realidad ni me la he tirado, Eli no me ha dejado jajajjaja

-MARIANA: pues como os las gastáis, anda vestiros y salgamos de aquí, tenemos que ir recogiendo.

Mientras lo hacíamos nos cuestionamos que hacer con al cinta, Eli quería destruirla para que nadie al usara a su favor, Mariana quería quedársela y sacar tajada, a mi no me aprecia que fuera una decisión nuestra.

-YO: Mariana, ¿puedes averiguar el número de habitación de una persona?

-MARANA: claro –  me levante y le susurre al oído un nombre.

Se marcho con el recado mientras nos vestíamos, ayude a Eli con su vestido, y por poco me la vuelvo a follara, si no hubiera vuelto Mariana tan deprisa.

-MARIANA: la tengo, es la 143, esta aquí cerca., tengo la cinta.

Nos arreglamos bien y con Eli cogida del brazo  y ella con sus zapatos en la mano,   nos acercamos a aquella habitación, con Mariana siguiéndonos,  no contenta del todo. Llame a la puerta con Eli cogiéndome de forma cariñosa el brazo. La puerta se abrió y salude.

-YO: buenas noches,  o ya casi mañanas, Duquesa.- estaba sorprendida, ya sin la chaqueta del traje y con el maquillaje corrido y los ojos enrojecidos, había llorado.

-DUQUESA: aahhh hola encanto, ¿que haces aquí?

YO: solo me pasaba a saludar, ¿que la ha pasado a usted?

-DUQUESA: nada, cosas de mi marido, no le ha sentado bien nuestro beso cuando se lo han dicho- se seco alguna lagrima y trataba de quitarse el maquillaje con la mano.

-YO: ese carbón no se merece a una mujer como usted, vale mucho mas que el.

-DUQUESA: gracias cariño, pero que puedo hacer, es mi marido.

Mire a Eli, note aprobación y orgullo en su mirada, mire a Mariana detrás de nosotros, nos miro seria un par de segundos…..

MARIANA: esta bien, poder esto es una basura – se acerco enfadada y me dio la cinta de  mala manera antes de irse- esto es perder una oportunidad única.- se fue.

-YO: aquí tiene mi señora.- le di  la cinta a ella.

-DUQUESA: ¿Qué es esto?

-YO: una cinta, en la que se ve a su honorable marido teniendo una aventura con la presidenta de la federación de tenis.- puso gesto de disgusto, temiéndose un chantaje – no por dios, me ha entendido mal, lo hemos pasado muy “mal” para recuperarla de las manos de Matahari, es la única copia, y no quiero que acabe en manos equivocadas, aquí la tiene usted decide que hacer.

-DUQUESA: esto es….. muy poco ordinario, podrías haber hecho mucho daño a mi marido con esto.

-YO: y usted de rebote, y eso no me parece bien.

-DUQUESA: muchas gracias, alargó la mano y cogió la cinta, agache mi cabeza y bese su mano antes de soltarla.

-YO: mucha suerte, confío en que hará lo que crea mejor.- Eli me cogió de nuevo del brazo y nos marchamos. Lo ultimo que supe es que su marido inicio  un par de años de “locura económica” ayudando a muchos deportes minoritarios, incluyendo la gimnasia, antes de anunciar que a final de su tiempo de cargo electo, no se presentaría de nuevo y se retiraba de la vida publica, sospeche los motivos de todo aquello.

Eli me acerco con el coche a mi casa, y se despidió con algo de pena.

-ELI: mañana el ultimo día, ahora duerme un poco antes de ir al instituto.- eran las 6 de la mañana y yo entraba a las 9 de no ser así hubiéramos ido a su casa a terminar la fiesta.

La di un beso tierno mientras acaricia su rostro y me baje del coche, la despedí con la mano antes de que se fuera. Subí a mi casa, y al pasar por el pasillo vi a mi padre con una luz encendida, esperándome.

-PADRE: ¿Qué tal hijo mío? ¿Lo has pasado bien?

-YO: no lo sabes tú bien papa, no lo sabes, anda vamos a la cama.- nos sonreímos,  le ayude a levantarse del sillón donde estaba y le abrace antes de irnos a dormir.

Dormí bien un par de horas, estaba agotado, había vivido mucho en una sola noche, desperté de milagro, llamado mi madre, fui al instituto como un zombi, no recuerdo nada de aquel ida, llegue a casa y me eche la siente hasta la hora de volver al gym. Mi padre me acerco y fui comentando los detalles más livianos de mi diversión en la noche previa. Llegamos y entre al gym, con una sensación agridulce,  era nuestro ultimo día. Al entrar me sorprendí, Eli estaba hablando con Laura, la hija del alcalde y con la Duquesa, vestidas de chándal. Me acerqué a preguntar, Eli me vio 1º.

-ELI: hombre, aquí esta nuestro héroe jajajaja- inicio un aplauso que siguió toda la clase.

-YO: ¿que pasa?

-ELI: aquí nuestras nuevas clientas del gym, Laura me ha llamado y se ha apuntado, por allí nada un amigo tuyo- señalo a una esquina donde estaba Mario con ojos inyectados en sangre, pero sin moverse.- La Duquesa se ha puesto en contacto conmigo a través de Mariana, y cambien se ha unido a nosotros.

-YO: es un placer ¿peor por que lo de héroe?

-ELI: les hemos contado a todos tus proezas de ayer, la Duquesa se ha comprometido a pagarme 1 año de alquiler del gym, y con los ingresos de mas de este mes he contratado nuevos monitores, has salvado al negocio.

-YO: joder, y es mi ultimo ida, ¿quienes son los nuevos monitores?

-ELI: allí están sentados para ver la clase y empezar mañana.

Mire y había 3 hombres y 2 mujeres, un rubio,  un moreno y un negro enorme, todos mazados de gimnasio y con ropa ajustada, la chicas eran también carne moldeaba de ejercicios, una preciosidad de muñeca rubia y la otra que tenia aspecto cubano.

-ELI. Venga, demostrémosles de lo que somos capaces, ¡¡¡en posición!!!

Así lo hicimos, 30 minutos de ejercicios para lucirnos y otros 30 de bailes, la Duquesa y Laura estaban atrás y trataban de seguir el ritmo con Lara, mientras miraban, y reían, llego nuestros bailes y mientras la Duquesa se mostraba mas calmada, Laura se restregaba como una stripper en una barra americana.

Termino la clase, y nos despedimos entre saludos, agradecimientos, deseos de suerte y risas, hasta que nos quedamos solos Eli y yo.

-ELI: bueno creo que ya hemos acabado, que te ha parecido la experiencia.

-YO: increíble, no pude elegir mejoro mujer. Pero tengo que decirte que ver a esos rudos gimnastas me ha puesto algo celoso.

-ELI: debí decírtelo, llevo unos días mirando personal,  se acaba tu mes y esto no para de crecer. Me has salvado la vida y el negocio.

-YO: y me lo pagas apartándome de ti.

-ELI: ya lo hemos hablada, y para cortarlo ya,  quiero que sepas que lo de ayer fue el final, no hablara nada hoy. Solo me queda darte unos consejos finales.

1º Ten cuidado, no todas son como yo y puedes hacer mucho daño, no solo con tu pene, si  no por como te mueves, eres un animal.

2º Pasa de las menores, ya tienes 18 años y te puedes meter en líos, no te van a aportar nada que no pueda una de 18.

3º Lo que te he enseñado ya queda en ti, tu sabrás como usarlo, pero por favor te pido que no te vuelvas un imbécil como mi ex novio, se tu, el chico maravilloso que me ha dado esperanzas.

4º Y para acabar, para evitar disgustos, deberías hacerte una vasectomía, podrás follar a pelo, es reversible y así evitaras líos de embarazos hasta que tu decidas tener hijos,  pero ten cuidado con quien, ya te he hablado de las ETS. Es cirugía menor, en 2 días estarás tan tranquilo y yo pediría algún certificado para llevar encima siempre, te podría ayudar.  

Me dolió no poder tener una última vez su cuerpo entre mis brazos siendo consciente de ello. La ayude a recoger y me despedí de ella con un beso de cariño, largo y caliente, pero sin querer ir a mas, dándole un sonoro azote en el trasero.

-YO: hasta luego, princesa. – me fui.

Salí del gym, y decidí irme andando a casa, para pensar por el camino, ataje por un camino de un  parque, era tarde y estaba anocheciendo pero aun había rayos naranjas del sol en el cielo. Era una imagen preciosa, que calmo mis pensamientos, de nuevo, me habían rechazado pero esta vez mi sensación no fue de odio, rabia o desolación , si no de que había acabado una etapa en mi vida, una etapa preciosa y que no olvidaría, pero había concluido, no era el fin,  solo un nuevo comienzo, que daba paso al resto de mi vida, y mientras caminaba esa sensación me fue pareciendo mejor idea, dejando atrás el gym con Eli en su interior y avanzando hacia lo desconocido,  diferente, habían pasado 5 meses largos desde mi operación y ya no era un gordo gracioso que caía bien pero era un cero al izquierda para las mujeres, ese chico estaba enterrado ya, dentro de mi, sin olvidar quien era y de donde venia, pero abriendo las puertas a un chico, seguro, preparado,  moralmente recto y con el mundo a mi disposición

Aquí, en el final del camino del parque, note al universo llamarme, invitarme a una ventura,  a vivir, y esta preparado.

CONTINUARA…….


Relato erótico: ” La revisión” (POR ALEX BLAME)

$
0
0

Odio los médicos y todo bicho viviente que lleve bata blanca, hasta al tipo de la carnicería le tengo ojeriza. Así que os podéis imaginar el ánimo con el que entré en la clínica para hacerme la revisión anual de la empresa.

Sólo hay una cosa que odio más que los médicos y es esperar sentado en una incómoda silla ojeando aburrrrridisimos folletos sobre seguridad en el trabajo,  así que a pesar de estar citado a primera hora ya llevaba diez minutos aguardando cuando una tipa gorda y rubicunda me abrió la puerta con cara de enojo.  Con un gesto de irritación me invito a pasar, me tomó los datos y me dio el mismo formulario que llevo rellenando desde que empecé mi vida laboral en esta santa empresa.

¿Hace ejercicio? ¿Fuma? ¿Toma bebidas alcohólicas? ¿Se droga? ¿Drogas duras o drogas blandas? ¿Con que frecuencia? ¿Se masturba con fotos de Montoro?

Tras quince minutos de tediosa encuesta la recepcionista me llamó y me hizo pasar al despacho del médico.

El tipo era un mozambiqueño muy simpático y más negro que el carbón. Charlamos un rato mientras intercalaba hábilmente las mismas preguntas estúpidas  que ya había respondido en el cuestionario. Me tomó la tensión, observó el interior de mis oídos con atención y me auscultó con detenimiento. En su favor tengo que decir que en los diez años que llevo haciéndome este estúpido reconocimiento fue el primero en detectar un leve soplo que tengo en el corazón desde mi más tierna infancia.

Una vez hubo terminado conmigo me despidió con cordialidad y me indicó con un ademán la consulta de enfermería.

Cuando entré en la consulta unos ojos azules y grandes me miraron un pelín sobresaltados.  Sentada en un pequeño escritorio estaba una enfermera rubia de ojos extraordinariamente azules y de apariencia menuda. Sobreponiéndose a una especie de duda con un carraspeo, me saludó dándome la mano, una mano pálida pequeña y delicada. Sobre la pechera de su inmaculada bata blanca tenía cogida con un clip una tarjeta identificativa con su nombre; Natacha Vázquez Mirto, enfermera.

-Hola Natacha. -dije incapaz de apartar mis ojos de los suyos.

-Hola… Señor Lobos,  -respondió tímidamente –siéntese por favor.

Y de nuevo, otra vez, la misma batería de preguntas absurdas que yo respondía mecánicamente sin poder apartar mis ojos de la joven.

Tras terminar el cuestionario me tomó la tensión de nuevo y me hizo unas pruebas de agudeza visual y auditiva que superé sin demasiados inconvenientes.

-Ahora siéntese aquí y remánguese una de las mangas por favor –dijo indicándome una pequeña mesita con una silla a cada lado.

Yo, para facilitar las cosas me quité el pesado jersey que me protegía del frío mañanero y me quede en camiseta dejándole ambos brazos sobre la mesa para que eligiese.

Abrió un cajón que tenía a su lado y sacó una aguja un par de tubos de ensayo y un porta agujas. Enseguida me fijé en que sus manos temblaban y me di cuenta de que era novata.

-¿Es tu primer día? –le pregunté suavemente  mientras ella montaba la aguja y el tubo en el porta agujas temblando ligeramente.

-¿Tanto se me nota? –Preguntó ella a su vez un poco azorada –nunca he hecho una extracción de sangre sin tener a alguien supervisándome y ayudándome.

-No te preocupes, -le susurré mirándola de nuevo a los ojos –deja todo eso encima de la mesa y respira tres veces profundamente.

La muchacha dudo un momento pero finalmente me hizo caso. Al respirar sus pechos subieron y bajaron haciéndose más patentes bajo la bata y provocándome  un ligero escalofrío.

-Ahora, coge de nuevo ese cacharro y procede. –Continué sin apartar mi mirada de la hermosa enfermera –Si es necesario repite en voz alta los pasos que te enseñaron en la facultad para realizar la técnica correctamente. Confío plenamente en ti.

Natacha cogió mi brazo izquierdo y murmurando algo casi inaudible me puso un torniquete en la parte alta del brazo y mientras me pedía que abriese y cerrase el brazo empezó a palpar el interior de la articulación del codo en busca de una vena adecuada. Después de decidirse por una me desinfectó un poco la zona y con firmeza y sumo cuidado a la vez, introdujo la aguja poco a poco en el brazo, empujó el tubo de ensayo contra la  parte opuesta de la aguja y este comenzó a llenarse inmediatamente de sangre. Natacha levanto ligeramente la mirada, jamás en mi vida había visto unos ojos tan azules irradiando tanta calidez. Con un movimiento preciso sacó el tubo e introdujo el último. Apenas tuvo que hacer una ligera corrección para que la sangre volviese a surgir llenando el segundo tuvo. Una vez acabada la tarea se inclinó para quitarme el torniquete y sin querer rozó la palma abierta de mi mano con uno de sus pechos. Nos quedamos quietos,  con nuestras caras a pocos centímetros uno del otro mirándonos a los ojos.  Finalmente fui yo el que apartó la mano, pero sólo para adelantarla hacia su rostro y acariciarle la cara mientras la besaba con suavidad.

Sus labios eran tibios, suaves y sabían a barra de cacao. Natacha respondió con timidez pero no me rechazó así que aparté la mesita de un empujón y  la abracé mientras continuaba besándola  con suavidad, sin precipitación, saboreándola a ella, saboreando el momento.

Como saliendo de un sueño Natacha puso sus manos entre su cuerpo y el mío apoyándolas contra mi pecho y respondiendo a mi beso con entusiasmo.

No me acordaba haber deseado tanto a u una mujer en mi vida. Quería desnudarla, acariciarla y tomar su cuerpo allí mismo y que ella se derritiese de placer.

-Yo… normalmente no soy así –dijo ella con la voz entrecortada mientras me dejaba que le quitase la bata. –no sé qué demonios me pasa…

Con un beso interrumpí sus torpes justificaciones. Bajo la bata llevaba una blusa blanca semitransparente que no impedía ver un bonito sujetador de encaje y una minifalda negra y sin adornos  envolvía sus caderas y sus muslos ajustada  como un guante.

Sin preocuparme demasiado de sus débiles protestas  recorrí con mis manos su espalda hasta terminar con ellas en su culo. La empujé con suavidad hacía la camilla de observación y sin dejar de besar sus labios, su cara y su cuello tire de su falda hacia arriba. A través del tejido del minúsculo tanga blanco se adivinaba una pequeña mata de pelo rubio y rizado. Absorto en la visión acerqué mi mano a su sexo y rocé suavemente el tejido de la braguita, enseguida noté como su cuerpo respondía.  Natacha, con la respiración entrecortada intentó resistirse mientras miraba con aprensión a la puerta cerrada pero no asegurada.

Ignorando sus miedos seguí acariciándola, sintiendo como los jugos de su sexo mojaban el tanga.

-Eres un loco –dijo ella apartando por fin su mirada de la puerta y fijándola en mis ojos.

-No soy loco, estoy loco…  de deseo. Me faltan ojos para mirarte, manos para acariciarte, labios para besarte, te deseo y deseo tomarte aquí mismo –dije desabrochándome los pantalones y apartando los calzoncillos de mi pene erecto.

Sin dejar de nadar en aquellos ojos azules y profundos levante su cuerpo pequeño y ligero como una pluma para sentarla en la camilla. La bese de nuevo y ella abrió las piernas para acogerme. El contacto de mi pene con sus braguitas mojadas me puso frenético. Por un momento pensé de nuevo en arrancarle el tanga y penetrar con violencia  en todas sus cavidades naturales pero en vez de eso me limité a apartar el tanga  sólo lo suficiente para que nuestros sexos entraran en contacto.

Natacha suspiró y dejó que tirase de ella hacia mí. Yo, aparentando no tener ninguna prisa, le abrí un poco la blusa para acariciarle los pechos a través del sujetador mientras le susurraba al oído sin dejar de frotar mi pene contra su pubis.

Con un movimiento rápido que me cogió por sorpresa me apartó ligeramente y cogiendo mi pene lo introdujo en su interior sin dejar de mirarme a los ojos. Su expresión fue cambiando del anhelo a la satisfacción a medida que mi verga resbalaba sin dificultad en su interior.

Por un momento nos quedamos quietos disfrutando de la expresión de placer que se pintaba en el rostro del otro. Con deliberada lentitud comencé a penetrarla mientras ella ceñía mis caderas con sus piernas.

Nos besamos de nuevo, nos tocamos y nos acariciamos pero nuestras miradas seguían congeladas el uno en la del otro. Mientras la penetraba escrutaba su cara intentando descubrir en ella gestos de placer. Deseaba más su placer que el mío propio.

-Más deprisa –gimió ella mordiéndose ligeramente los labios.

Sin hacerme de rogar separé un poco sus piernas y comencé a follarla con un poco más de dureza. A cada embestida ella respondía con un gemido quedo y una mirada de lujuria satisfecha que me volvía loco. Sólo por un momento logre apartar mi mirada de la suya para ver como mi polla se abría paso en   su sexo húmedo y abierto para mí, empujando hasta hacer tope y conmoviendo todo su cuerpo con cada embestida. 

Consciente de que estaba a punto de correrme me separe y retire mi polla. Natacha hizo un mohín e intento atraerme de nuevo abriendo sus piernas y moviendo provocativamente las caderas. 

Besándola una vez más para acallar sus protestas bajé mis manos e introduje tres de mis dedos en su interior tan dentro como fui capaz. Ella sonrió, jadeó y me mordió el labio con suavidad.

Liberándome por fin de su mirada le bese la mandíbula y  el cuello antes de meter mi cabeza entre sus piernas. El olor a sexo se hizo aún más intenso excitándome aún más. Sin ceremonias recorrí con mi lengua su sexo  y su clítoris sin dejar de penetrar en su interior con mis dedos.

-¡Mas fuerte cabrón!  -Susurraba Natacha entre jadeos – ¡follame!

Yo callaba y chupaba, palpaba, acariciaba….

Me incorporé de nuevo. Estábamos de nuevo frente a frente; sin dejar de mirarla alargué mi brazo y apartando su pelo con suavidad le cogí de la nuca. Con la otra mano guie mi polla a su interior y se la hinque hasta el fondo de un solo golpe. Natacha se estremeció y me abrazo para acercar aún más su cuerpo al mío.

Esta vez no hubo prisioneros, entraba y salía de su coño tan rápido como podía espoleado por su respiración agitada y su mirada velada por el placer.

Ni siquiera en el momento del orgasmo aparto su mirada de la mía, con el cuerpo crispado y arqueado por las oleadas de placer y sus uñas clavadas en mi espalda, luchaba por mantener su ojos fijos en los míos, intentando transmitirme con su mirada el placer que estaba arrasando su cuerpo.

Tras unos segundos, pasado el mágico momento  la besé y  abracé olvidando mi propio placer por un instante. Natacha aún jadeaba y se estremecía levemente entre mis brazos.

Con un leve movimiento involuntario de mi pene en su interior Natacha volvió a la realidad y se deshizo de mi abrazo. Con un ligero empujón me apartó y cogió mi polla entre sus manos.

Con satisfacción notó como yo me estremecía de placer y no pude evitar un suspiro ronco cuando se metió la polla en la boca. Con suavidad chupaba y lamía mi miembro cada vez más duro y excitado sin apartar su mirada de mí.

Incorporándose pero sin soltar mi miembro erecto me volvió a besar y continuó masturbándome. Siguió acariciando y tirando de mi polla con rapidez, golpeando mi glande contra el interior de sus muslos hasta que me corrí entre ellos. Sin decir palabra le cogí la cabeza y  la acerqué contra mi pecho aspirando con fruición el perfume de su pelo.

Natacha se quedó quieta esperando pacientemente mientras mi semen resbalaba por el interior de sus muslos.

Finalmente el momento pasó y nos separamos aturdidos. Natacha se acercó a un dispensador de toallitas desechables y sacó unas cuantas para limpiarnos.

-Creerás que soy una furcia –dijo Natacha un poco compungida mientras se limpiaba la mezcla de semen y sus propios jugos orgásmicos que había en el interior de sus muslos.

-No seas tonta –dije yo bajándole la falda y ayudándole a colocarse la blusa –no sé tú, pero yo no te he follado, te he hecho el amor. He disfrutado tanto con tu placer como con el mío.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Bueno, esa es la diferencia entre los hombres y las mujeres; no sólo nos corremos antes –dije sonriendo – también nos enamoramos antes, y yo, desde que entré por esa puerta sabía que tenías que ser mía, y no hablo de un polvo rápido –continué abrochándome los tejanos – si no fuese porque sé que serias capaz de pedir una consulta en psiquiatría te pediría aquí mismo que compartieses el resto de tu vida conmigo.

-En efecto, pediría una consulta a psiquiatría. La doctora Peñón es muy maja aunque más fea que un babirusa me temo.

-¿Un babi qué?…

Un suave toque en la puerta interrumpió nuestra conversación y Felipe, un compañero que tenía cita un poco más tarde entró en la consulta.

-¡Oh! Hola Lobos –dijo Pipe saludándome –perdona, creí que no había nadie.

-No te preocupes Natacha ya ha terminado conmigo, yo ya me iba –repliqué sonriendo a la enfermera.

-¿Qué tal? ¿Salió todo bien? –preguntó Felipe con curiosidad.

-Sí, sí, aunque creo que probablemente tenga que volver mañana, no sé por qué me da la impresión de que estoy incubando algo –respondí yo viendo sonreír esos ojos azules antes de cerrar la puerta tras de mí.   

Relato erótico: «¿Infidelidad positiva? (y 2)» (POR MARIANO)

$
0
0

Sin títuloTomándome el café, comprendí que todas esas fantasías podían hacerse realidad y decidí finalmente acudir al lugar que me había presentado Naldori, mientras me invadía una sensación de absoluto nerviosismo, no sólo por lo excitante de la ocasión, sino sobretodo porque sabía que dar el paso implicaba completar una infidelidad que había empezado el día anterior en un cutre vagón de tren.

Tras la cena, intenté relajar mis nervios y ansiedad con un largo baño de espuma. Después comencé a prepararme para la insólita velada que me esperaba. No tenía ni idea de cómo debía vestir, de modo que procuré ponerme lo mas sexy posible, aunque mi vestuario era de corte muy tradicional y dejaba pocas posibilidades de lucimiento erótico. Un conjunto de ropa interior de encaje blanco, una blusa de muselina negra y una falda de color beige que me llegaba a la altura de las rodillas acompañada de una chaqueta a juego. Para el calzado pensé en unas sandalias negras de medio tacón. Me esmeré más en el retoque de mi rostro, acentuando el verde de mis ojos y el brillo rosado de mis labios con el maquillaje más adecuado. Unos pendientes dorados de bolitas colgantes completaron el cuadro de mi cara.

Hecha un manojo de nervios, me miré al espejo y me encontré suficientemente guapa, o mejor aún, atractiva. Mi pelo alborotado, aún corto, me daba un aire juvenil que se me antojaba más adecuado a la edad del joven Naldori con el que pensaba encontrarme poco después. Sólo había algo que podía hacer para dar a mi silueta un toque más sensual, desabrochar un par de botones de la blusa más de lo habitual, para mostrar al menos una pequeña porción de mis pechos que, aun sin ser demasiado grandes, quedaban realzados por el sujetador que llevaba puesto. Mal efecto no debía causar, a tenor de las miradas masculinas que recibí mientras atravesaba el hall del hotel camino del taxi que me iba a llevar al infierno o al paraíso.

Fue en el taxi que me llevaba al Eros Garden donde fui consciente de la barbaridad que estaba a punto de cometer. En el hotel siempre estaba a mi alcance cambiar el rumbo, pero en el taxi esa posibilidad ya no existía. Era como cuando te subes a una montaña rusa: en la cola de espera hay nervios, pero sabes que en cualquier momento puedes darte la vuelta, mientras que una vez estás subido en el aparato la adrenalina se dispara porque ya no hay escapatoria. Y aunque podía decirle al taxista que me llevara de nuevo al hotel, algo me seguía incitando a lanzarme a la aventura.

El taxista paró en una pequeña calle, tan desierta como todas las que habíamos recorrido desde el hotel, cosa lógica teniendo en cuenta que eran más de las doce de la noche. No había indicación luminosa alguna del lugar, sólo una pequeña puerta negra custodiada por un hombre voluminoso. Le entregué la tarjeta que me había dado Naldori y, de inmediato, dio tres golpes a la puerta. Esta se abrió y tras charlar brevemente con alguien, el portero me hizo pasar. Una joven india, vestida con un típico sari de color encarnado, me recibió y me hizo señas de que le acompañara a través de un sombrío pasillo, lo que no hizo sino acrecentar mi ansiedad y una creciente sensación de vergüenza por el lugar en el que me estaba metiendo.

Finalmente llegamos al final del pasillo y pasé a un pequeño despacho en el que un hombre hacía anotaciones en un cuaderno. Sin mirarme siquiera, me dijo que esperara un momento. Terminadas sus tareas, alzó la vista y me preguntó, en ese inglés extraño que parecen hablar todos los indios, lo que deseaba. Le enseñé la tarjetita, la miró unos instantes y me preguntó quien me la había dado. Le dije, sin entrar en más detalles, que Naldori, lo que pareció sorprenderle inicialmente, para luego mirarme y mostrar una sonrisa cómo diciendo «¡Qué chico, éste!» Era un hombre maduro, de unos 55 años o más, con el pelo canoso y corto y la tez bronceada. Sus ojos eran tan oscuros como los de Naldori, pero mucho más penetrantes. Se tomó su tiempo para observarme con detenimiento, algo que curiosamente no me molestó, antes de dirigirse de nuevo a mí para saber cual era mi nombre. Le contesté y él me dijo que se llamaba Adazart y que regentaba ese lugar.

Estuvimos charlando unos diez o quince minutos sobre mi estancia en la India y lo que me estaba pareciendo el país. En realidad creo que se había dado cuenta de mi nerviosismo y con esa charla intrascendente logró serenarme lo suficiente para poder preguntarme, ya sin rodeos, si tenía idea de lo que se hacía en el Eros Garden. No pareció sorprenderle tanto mi escueto «no», de modo que me indicó someramente y con firmeza, que ese era un lugar para desarrollar libremente y sin tabúes, ni impedimentos, los impulsos sexuales personales de los allí presentes. No me dijo más y clavó sus ojos sobre los míos, observando mi creciente turbación, cómo esperando que le dijera que mejor me marchaba de allí. Y la verdad es que, por un momento lo pensé, pero, al igual que me sucedía con Naldori, Adazart me hechizaba con su atractiva mirada, y lo peor fue que mi mente se desbocó de nuevo. Empecé a imaginarme como sería su polla en erección y, por supuesto, eso me excitó.

Un casi imperceptible «Ok» fue el detonante de mi aventura nocturna. Adazart llamó a la joven india, le dijo algo y se despidió de mí, con una sonrisa que me pareció reconfortante y encantadora, diciéndome «Luego nos vemos, pásalo bien». Mi anfitriona me llevó a una pequeña salita en la que podía distinguir vestimentas muy diversas. La chica rebuscó en un lugar, me dio un extraño conjunto compuesto por dos piezas, ambas formadas por velos de llamativos colores, y me instó a ponérmelo. Inicialmente me quedé perpleja, porque no me lo esperaba, pero ella insistió con un tono de firmeza tal, que me convenció de que era realmente necesario cambiar de vestuario. Mientras lo hacía me acordé irónicamente de las dificultades que había tenido en el hotel para elegir un atuendo algo atrevido. Ahora llevaba dos estrechos aros metálicos, uno en el cuello y otro a la altura de la cintura, de los que colgaban llamativos velos de seda que cubrían de un modo muy sugerente la mayor parte de mi cuerpo. De mi vestuario original sólo quedaba la ropa interior, porque las sandalias también habían dejado su lugar a unas zapatillas bajas doradas. La chica india me instó a despojarme también de bragas y sujetador, luego completó el atuendo cubriendo mi cabeza con un velo largo y de color verde esmeralda, me miró de arriba a abajo y pareció dar su aprobación. Me acercó a un espejo y, efectivamente, comprobé que tenía un aspecto de mujer musulmana u odalisca realmente sensual. Más por curiosidad que por otra cosa, le hice saber que quería saber su nombre. Me entendió pronto y me dijo que se llamaba Serotcel o algo parecido.

Bien, ya estaba preparada, y la inquietud y excitación, temporalmente aplacados mientras cambiaba mi vestuario, regresaron con mucha más intensidad, ahora que veía inminente lo que me podían deparar las siguientes horas en ese local.

Serotcel me cogió de la mano y me llevó hacia un gran portón blanco. Una pareja entraba delante de nosotras, ella vestida de una guisa muy similar a la mía y él con el atuendo propio de los jeques árabes. La chica india me ofreció una especie de antifaz, algo que de nuevo me dejó sorprendida, aunque pronto comprendí que el objetivo era proteger mi intimidad. Primero dudé y luego decidí ponérmelo, notando que apenas me incomodaba tanto al tacto como a la vista. Tras traspasar el portón blanco me encontré en una sala iluminada tan solo por velas y con una atmósfera envuelta por el humo que desprendían varios cuencos ovalados, cuyo aroma, intenso y penetrante, indicaba a todas luces que en esos recipientes se quemaban especias orientales. Una suave música india terminaba de dar un toque sugerente y a la vez tranquilizador a la estancia. Apenas se distinguían muebles, predominando la tapicería, tanto de pared como de suelo, aunque en la penumbra oscilante de las velas apenas podía distinguir las figuras de tapices y alfombras más cercanos a nosotras.

La joven india me hizo recostar sobre unos almohadones, junto a una de las mesitas que ocupaban los cuencos humeantes, y me dio a beber una copa que contenía un curioso brebaje en el que se mezclaban sabores de piña, manzana y alguna especie de licor alcohólico. En ese momento me sentía como viviendo un sueño, sin asimilar la extraña situación en la que me encontraba. Al poco de estar allí unas luces potentes iluminaron el centro de la sala donde varias mujeres, salidas de la nada, iniciaron un baile erótico, al son de una música mucho rítmica y estridente. La mayor iluminación me permitió saber que en la sala había bastante más gente de lo que yo creía. Las bailarinas nos deleitaron con una hermosa danza del vientre mientras portaban unas velas encendidas sobre las palmas de sus manos, sin que estas cayeran, increíblemente, pese al movimiento de sus cuerpos.

Al terminar la actuación quedamos de nuevo inmersos en la penumbra y bajo los compases de una música india suave y reiterativa. Dos figuras masculinas, ambas también con indumentaria árabe, pasaron frente a nosotras, se detuvieron unos momentos para mirarnos, y se alejaron a otro lugar de la sala. Esa breve, pero inquietante mirada, me sobresaltó y me hizo recordar las palabras de Adazart, cuando me indicó, o así yo lo entendí, que cualquiera podía querer acercarse a mí para tener sexo conmigo.

Serotcel pareció darse cuenta de mi inquietud creciente, se puso a mis pies, e inició un masaje en ellos. Algo incómoda, le nombré a Naldori, al que realmente echaba de menos allí, esperando una respuesta de ella. Me encontré con su sonrisa y un movimiento negativo de la cabeza, lo que no me aclaró si es que no conocía al joven indio o me decía que él no iba a aparecer por allí. Lo que sí empecé a sentir es un agradable gusto con los dedos de Serotcel, que maniobraba con sutileza ya no solo por mis pies sino adentrándolos, piernas arriba. Alternaba movimientos suaves y circulares con pequeñas presiones, todo ellos sin dejar de adentrarse hacia mis muslos, en una caricia que, pese a ser femenina, no sólo calmó mi turbación sino que empezó a despertar de nuevo ese placer que había descubierto con Naldori. Los velos que tapaban mis largas piernas se fueron apartando para dejar paso también a su boca, cuando su lengua comenzó a recorrer ávidamente la parte interior de mis muslos. Estaba descubriendo una nueva faceta en mi vida sexual como era dejarme acariciar por otra mujer y la verdad es que no sentía ningún repulsión por ello, incluso me sentía bien porque de algún modo no me parecía traicionar con ello a Oscar.

El placer que recibía comenzó a mezclarse con los efectos de la bebida que había ingerido y hasta me pareció sentir la música, que sonaba a nuestro alrededor, mucho más dentro de mí. Las manos que Serotcel manejaba como los Ángeles sobre mi sexo, dejaron paso a su lengua húmeda y sabia que recorría todos los rincones de mi coño ardiente, y ya me dejé llevar, abriendo por completo mis sentidos y mis piernas a esa maravillosa experiencia. Cuando ya estaba a punto de correrme, ella abandonó la tarea y subió con sus caricias a mis pechos, rozando apenas con su boca mis pezones, antes de terminar fundiendo sus labios con los míos. Su beso era como el de Naldori, dulce, suave y concentrado en mis labios, mientras acariciaba mis pezones, lo que me mantenía caliente pese a que mi sexo había sido dejado en paz, y con unas ganas tremendas de utilizar la lengua en ese profundo beso. Sentía una presión en mis labios poco común, hasta que caí en la cuenta de que no eran unos labios, sino dos los que recorrían los míos. Abrí los ojos y a duras penas pude distinguir, por la escasez de luz, a la persona que se había unido a la fiesta, cuyos cabellos grises le delataban: era Adazart. Me sorprendió y a la vez me alegró, pues eso significaba que él sentía algún tipo de atracción hacia mí. No sé por qué, tenía la sensación de que siendo el dueño del local debía ser muy especial ser el centro de su atención y en ese momento él estaba allí, dedicándose a mí.

Nos besamos los tres durante un buen rato, sin dejar de recorrer nuestros cuerpos ansiosos de caricias. Yo era reacia a utilizar mis manos con Serotcel, pero en cambio mi deseo hacia Adazart crecía a la par de mi propia excitación. No pude contenerme mucho tiempo sin buscar su polla que encontré erguida y dura y comencé a masturbarle, tal vez con más devoción de la debida, pues a los pocos momentos él me retiró la mano y se incorporó. Serotcel se concentró en besarme mis pechos y Adazart puso ante mi vista una verga delgada y larga, que emergía de una buena mata de pelos tan grises como los de su cabeza. Se la cogí de nuevo y volví a pajearle, pero esta vez con más lentitud hasta que él mismo la agarró por su base y la dirigió a mi boca. Por unos momentos dudé en chuparla, me parecía una excesiva traición a Oscar considerando las veces que él me lo había pedido y yo se lo había negado. Sin embargo la polla de Adazart aparecía atractiva, embriagada como estaba por el licor que había bebido y por las caricias de Serotcel sobre la totalidad e mi piel. Además necesitaba saber que era capaz de hacerlo, antes de intentarlo con mi esposo.

Con timidez, acerqué mis labios al glande de la verga de Adazart, apoyándolos suavemente sobre su resbalosa piel, lo suficiente para notar el sabor amargo de sus líquidos preseminales. Adazart me sujetó la cabeza y apretó suavemente, dejándome claro lo que quería. Abrí la boca y él mismo empujó su polla hacia mi paladar, lo que hizo que instintivamente la cerrara, engullendo la mitad de su vara. No sé si era la propia excitación, pero me encantó sentir el calor que desprendía ese pedazo de carne, no muy grande pero suficiente para llenarme la boca. Utilicé mi lengua para lamer y succionar lo que tenía dentro, mientras Adazart permanecía quieto dejándose hacer, pero sin soltar el velo que cubría mi cabeza, como si temiera que fuera a escapar. Mamársela a ese hombre ya maduro, pero muy atractivo, y sentir la lengua de Serotcel jugar de nuevo con mis labios vaginales y mi clítoris, me llevó irresistiblemente a masturbarle con mis propios labios. Adazart comenzó a acompañarme moviendo su cuerpo en clara intención de follarme la boca. Yo comenzaba de nuevo a sentir los síntomas que había conocido esa misma tarde con Naldori y que anunciaban un cercano orgasmo. Adazart pareció darse cuenta y sacó su polla del recinto que tan ricamente la acogía mientras que Serotcel se apartaba de mi mojado coño. La chica se prestó rauda y veloz a besarme de nuevo en la boca y el dueño del local se situó entre mis piernas. Sabía que era cuestión de segundos ser follada por otro hombre que no fuera mi marido Oscar, pero ya no me importaba y menos cuando, tras ser atravesada por su polla y empezar aquel su movimiento de entrada y salida, no sentí esa desagradable sensación de incomodidad y dolor que aparecía cada vez que mi marido me hacía el amor. Adazart se movía sobre mí con un ritmo pausado y continuado, haciendo que me acercara al paroxismo. No pude evitar que mi lengua buscara la de la chica india que me besaba y ésta no puso objeción alguna. A los pocos instantes crucé mis piernas sobre la espalda de Adazart mientras él arremetía, ya más con fuerza, dentro de mis entrañas hasta que el placer me invadió y exploté en un orgasmo aún más fuerte que el que tuve con Naldori, y en el que mis gritos creo que apenas quedaron ahogados por la música que sin cesar se extendía por toda la sala.

Cuando me calmé noté que Adazart ya no me cabalgaba. Estaba medio tumbado junto a mí y me miraba con esos ojos brillantes en los que se reflejaba el baile de las velas más cercanas. Pese a la escasez de luz sus ojos se manifestaban penetrantes y parecían interrogarme. Miré a la entrepierna de Adazart y vi que su mástil seguía tieso, algo que me tranquilizó pues realmente era peligroso que se hubiera corrido dentro de mí, sin protección alguna. Me propuse complacerlo como a Naldori y busqué su polla, pero Adazart frenó el movimiento de mi mano, me acercó la copa de esa mágica y rica bebida y, tras darme un suave beso en los labios, me susurró «Enjoy», incitándome a disfrutar de la noche. Luego se alejó a otro lugar de la oscura sala en la que, con los sentidos menos ocupados en mis propias sensaciones, ya podía notar como se entremezclaban el sonido de la música india y los gemidos de los allí reunidos.

Busqué a Serotcel y la encontré a unos metros de donde yo estaba, junto a dos hombres vestidos, como el resto de los allí presentes, con el atuendo típico de los jeques árabes. De pie y con su cuerpo inclinada hacia delante, Serotcel era follada, por detrás, por uno de ellos, vestido de blanco, alto y corpulento,, mientras le mamaba la polla al otro, más bajito y algo panzudo y cuyo atuendo negro contrastaba con el de su compañero. Mientras apuraba la bebida me dediqué a observar lo que sucedía entre ellos y pronto me llamó la atención el «jeque» blanco que se estaba follando a la joven india de un modo pausado, lo que me permitió constatar, pese a la distancia y poca luz, que lo que entraba y salía del coño de ella, tenía un tamaño considerable. Instintivamente, y para comparar, me fijé en el otro hombre, intentando observar el tamaño de su polla, lo que no conseguí porque él apenas la sacaba de la boca de la chica, que, conociendo sus habilidades, se la debía estar chupando como una diosa.

Durante unos minutos concentré mi atención en el trío, y sobretodo en ese pollón que destacaba cada vez que salía de la gruta mojada de la chica. Todo ello poco a poco me fue de nuevo calentando hasta el punto de desear estar yo en la misma situación que Serotcel, manoseada y disfrutada por dos hombres al mismo tiempo, algo que apenas un día antes jamás hubiera podido pasar por mi mente y que, sin duda era producto de mi creciente calentura y de los efectos de ese brebaje que ayudaba a vencer mi inhibición natural.

De repente los dos hombres abandonaron su tarea y parecía que iban a intercambiar sus posiciones. Fue en ese momento que el de la polla grande se percató de mi presencia, recostada a escasos pasos de ellos. Por unos momentos dudó qué hacer, mientras un extraño y excitante nerviosismo se apoderaba de mí, al sentir que, tras su máscara negra, su atención parecía querer cambiar de objetivo. Finalmente se acercó a mí. Mi turbación fue tal que se me cayó la copa de bebida que aun no había terminado de apurar, mojando mi piel y los pocos velos que apenas tapaban algunas zonas de mi cuerpo. Se quedó de pie, sujetándose la polla con una mano, esperando mi reacción. Le tenía tan cerca que ahora ya podía admirar la inmensidad de su picha y si con la de Naldori en el tren había quedado prendada, con la de ese jeque blanco sentí auténtica admiración y un instinto irrefrenable de cogerla entre mis manos.

Me arrodillé y, sin dudarlo más, cogí su verga con una mano, sintiendo su grosor, su calidez, su ondulada piel recorrida por gruesas venas. Le comencé a masturbar mientras él se apoderaba de mis pechos y los manoseaba de un modo menos excitante que mis dos anfitriones, pero igualmente placentero. No era capaz de cerrar la totalidad del tronco con mis manos y sentí la necesidad de meterme en la boca ese trozo de carne. Tuve que abrir mis labios todo lo que pude, y aun así me costó engullir el capullo que, curiosamente, no presentaba ningún sabor especial. El hombre me acariciaba el pelo con delicadeza, mientras yo trataba de comerme más ese palo. Cuando vi que no me cabía más, agarré con ambas manos la parte de la verga que quedaba fuera y empecé a pajearle con fuerza, disfrutando con la sensación de estar dando gusto a ese extraño superdotado que, involuntariamente, se veía obligado a intentar follarme por la boca para meterme aún más su pollón.

Estaba teniendo éxito con mi mamada ya que empecé a notar como la gruesa verga comenzaba a desprender líquido preseminal. Sentía su sabor acre, justo en el momento en que noté una lengua sobre mi coño y unas manos acariciando mis muslos. No sabía quien invadía mi intimidad, pero estaba seguro de que no era la chica india, no era tan hábil como ella, y además no me importaba, concentrada como estaba en disfrutar y hacer disfrutar a mi alto amante con mi felación. Pronto sentí una polla invadiendo el interior de mi chocho y me encontré de nuevo follada por otro hombre mientras me comía ese enorme nabo.

Llegó un momento en el que me di cuenta de que la polla del macho que tenía entre mis labios iba a empezar a escupir su semen, pues la corrida parecía inminente, y en un atisbo de lucidez, pensé en Oscar y en que él debía ser el primero que se corriera en mi boca, además de que mi propia calentura, alentada por los manejos en mi coño del otro desconocido, que no podía ver pues me lo impedía el corpachón que tenía frente a mi, exigía una follada salvaje de ese individuo. Solté la polla y me tumbé de nuevo sobre los almohadones con el tiempo justo para ver que quien me follaba era el otro «jeque», el que iba de negro.

Tras un rápido movimiento de ambos, sentí la enorme polla llamar a mi ardiente coño, mientras que la otra se acomodaba entre mis pechos para masturbarse entre ellos. Cuando la gran verga invadió mi canal vaginal, sentí unos momentos de dolor e incomodidad, que no tardaron en desaparecer, seguramente porque mi excitación mantenía muy lubricado mi conejo. Los movimientos de ambos se intensificaron a la par que mi goce, agarré por el trasero al que se pajeaba entre mis pechos y este subió su cuerpo hasta dejar sus huevos sobre mi boca. Los chupé con el frenesí que me proporcionaba el inminente orgasmo al que me llevaba el hombre que me taladraba el coño cada vez con más furia, casi con desesperación, y se afanaba en chupar mis pezones hacia los que se había inclinado mientras mantenía el ritmo de la follada sin cesar. Casi en la cumbre de mi propio placer sentí una ligera sensación y sabor desagradable mientras chupaba y lamía el cuerpo del otro individuo que había apoyado todo su trasero sobre mi rostro, pero eso duró poco, estaba a punto de reventar con las embestidas de mi desconocido follador y sólo pensaba en culminar mi propio placer. Exploté al sentir como el jeque blanco se tensaba dentro de mí y empezaba a correrse. Fue un orgasmo brutal e intenso, en el creo que chillé brutalmente, mientras agitaba mi cuerpo y me aferraba a él, como temiendo que quisiera escapar de mí.

Aún no había terminado de recuperarme del todo, cuando el jeque negro se acomodó de nuevo sobre mí y me intentó meter su polla en la boca. Ya no sentía el pollón dentro de mi coño y con mi excitación en estado decreciente dudé en continuar, pero él se las compuso para introducirla entre mis labios. La noté mucho más pequeña que lo del otro hombre y de hecho el consiguió que entrara en su totalidad, pero, apenas lo hizo, inició un metisaca impresionante que bloqueó mi rostro entre los almohadones y su vientre. Si el jeque blanco me había follado como una bestia por la vagina, el jeque negro me jodía por la boca como un auténtico poseso y pronto me di cuenta de que no iba a poder reservar a mi esposo Oscar el premio de ser el primer hombre que depositara su leche en mi boca. En apenas un minuto de intensos movimientos, él empujó con furia, apretó su pelvis sobre mi rostro y se corrió. No se movía, pero su verga soltó, en varias andanadas, todo la leche que tenía guardada en sus pelotas e inundó mi boca, obligándome a tragármela. Mezclándose con la música ambiental, había podido escuchar perfectamente sus rugidos mientras se corría y hasta me había parecido escuchar un «Toma, zorra» en castellano, que me dejó muy sorprendida.

Cuando el hombre se retiró vi, a cierta distancia, un corro de personas se llevaban a alguien en volandas. Junto a mi apareció la bella Serotcel, como salida del cielo y me susurró al ido «¿Ok?» Vi sus bellos ojos cruzarse con los míos y me percaté de que yo ya ni llevaba la máscara, que probablemente había perdido en el transcurso del bestial orgasmo que había tenido con el alto jeque blanco.

Decidí que no quería más, estaba saciada y comenzaba a estar desorientada ante todo lo vivido en esa loca noche. Le hice una indicación a mi anfitriona de que quería marcharme y ella se prestó a acompañarme hacia la salida. Me hizo señas de si quería bañarme, pero sólo quería irme de allí, regresar al hotel cuanto antes, y pensar, pensar en lo que había experimentado y las consecuencias futuras, sobretodo, por el hecho de que Adazart no se había corrido dentro de mi coño, pero el fornido amante sí lo había hecho, y debía ver cómo solucionar cuanto antes, allí mismo, en Nueva Delhi, y sin que se enterara Oscar, la eventualidad de un indeseado embarazo.

 

Mientras repasaba todo lo sucedido esa noche, el médico de guardia del hospital entró en la salita en la que me encontraba y, con una franca sonrisa, me comentó que todo iba bien y que en unos minutos podría ver a mi marido. Mi alegría, ante la noticia, se disipó cuando tras él distinguí, con sorpresa, una figura conocida. Era Dayron, compañero de trabajo de Oscar, un tipo más bien bajo y regordete que me repelía por su actitud soez y lasciva para conmigo, algo que me había demostrado varias veces con palabras y hechos, empezando en una fiesta de la empresa en la que me había invitado a bailar y había intentado meterme mano mientras me decía al oído lo buena que estaba y lo que le encantaría follarme. Eso se había repetido en varias ocasiones más y nunca le había dicho nada a Oscar para no entorpecer su ambiente laboral con el compañero.

Cuando el médico nos dejó, Dayron me dijo:

– No te preocupes, Vero, Oscar está bien. Sólo ha sido un susto.

– Gracias – contesté – pero ¿qué es lo que ha pasado? ….. ¿Y qué haces tú aquí?

Dayron pareció pensarse la respuesta y luego cambió por completo de tercio.

– Pareces muy cansada, Vero, ¿Has dormido mal esta noche?

Me dieron ganas de darle un sopapo, pero me contuve.

– He dormido perfectamente, hasta que me despertaron para decirme que Oscar estaba en el hospital ¿Puedes decirme qué ha pasado? Anoche me dijo que tenía que ir a Bombay y que viajaría toda la noche en tren, y ahora resulta que está aquí, en Nueva Delhi, y en un hospital. ¿Estabas tú con él?

– Creo que es obvio que yo estaba con él ¿no crees? Pero, sigo creyendo que tú no has pegado ojo en toda la noche.

Su reiteración en ese comentario ya me extrañó. En lugar de decirme que había pasado y por qué Oscar estaba en el hospital, se empeñaba en preocuparse por si había dormido o no. Mi rabia iba en aumento.

– Dayron, no creo que a ti te importe, eso ¿vale? Más bien dime qué es lo que ha pasado y por qué Oscar está aquí, en este hospital.

Dayron volvió a tomarse su tiempo antes de contestar, mientras se encendía un pitillo.

– Mira Vero – me dijo con aire solemne y mirándome fijamente a los ojos – no me gusta decirte esto, pero Oscar me ha hablado de algunos problemillas que tiene en su vida sexual contigo. Sé que te quiere un montón, no te quepa duda, pero los hombre a veces necesitamos … bueno, ya sabes, un poquito más de caña.

– ¿Y? – pregunté sorprendida

– Bueno, he intentado varias veces ayudarle, si no a resolver ese problema, que es cosa vuestra, sí a desahogarse, pero siempre sin éxito.

– ¡Ya! Seguro que has querido llevarle más de una vez a uno de los prostíbulos en los que tú debes aliviarte con frecuencia – contesté con cierta inquietud, ante la constatación del grado de frustración sexual de mi esposo, pero orgullosa de su negativa a dejarse llevar en los sucios manejos de ese repulsivo compañero de trabajo.

– ¿Crees que no tengo buen gusto a la hora de elegir con quien desahogarme? ¿Crees que voy por los prostíbulos más cutres del mundo y con las putas más sucias del planeta? – Dayron me contestó con clara indignación y luego me sonrió de un modo que no me gustó en absoluto – Te diré que yo ya había estado aquí, en Nueva Delhi, en otras ocasiones, y sé a donde debo acudir para buscar una mujer con quien acostarme. Es más, te diré también que, después de mucha lucha, conseguí convencer a Oscar para acompañarme al lugar más refinado de la ciudad para que él también se «desahogara», aunque para ello tuvo que inventarse lo del viaje a Bombay. Es un lugar muy sensual, en el que unas bellas indias e indios saben cómo tratar tanto a hombres como a mujeres, y un lugar al que también acuden parejas liberadas en busca de sexo libre y sin limitaciones. ¿Quieres que siga?

Un extraño presentimiento comenzó a turbarme, mientras Dayron continuaba su explicación, sonriendo cada vez más maliciosamente. Con un ademán le indiqué que siguiera.

– Empezamos picoteando un poco por aquí y por allá, nada serio, Oscar seguía reacio a sumergirse en la infidelidad. La bebida y el ambiente del lugar, con gente follando a nuestro alrededor, rompieron finalmente la férrea voluntad de tu esposo y acabamos haciéndole el amor a una preciosa mujer india. Por cierto, supongo que ya debes saberlo, pero Oscar tiene un rabo de proporciones increíbles, ojalá el mío fuera igual.

Dayron calló mientras seguía dando caladas a su cigarrillo. Yo le daba vueltas a lo que me había contado y las dudas se arremolinaban en mi cabeza. Recordé mi paso por el Eros Garden y los dos hombres que yacían con la india, a mi lado, uno alto y fornido con una polla enorme y el otro bajo y regordete. Cuanto más lo pensaba, más me convencía de que ellos dos habían estado en el Eros Garden y que habían sido ellos los que habían acabado follándome de un modo tan salvaje. Y me acordé de la incómoda sensación que tuve cuando me penetró el hombre más alto, similar a la que sentía con Oscar. Un intenso calor me recorrió de arriba abajo y se concentró en mis mejillas, haciendo que involuntariamente tratara de taparme la cara para disimular mi sonrojo.

– Sé lo que estás pensando, Vero – Dayron intervino de nuevo – piensas en dos hombres disfrazados de árabes y portadores de máscaras negras ¿verdad? Te acuerdas del pollón de uno de ellos, de cómo te lo metía por la boca mientras el otro te comía el coño y luego te follaba a placer ¿no? Y de cómo los dos árabes cambiaban sus lugares, uno te taladraba el coño con su enorme polla mientras el otro apoyaba su trasero sobre tu rostro enmascarado.

Unas fuertes nauseas comenzaron a acompañar a mi rubor, conforme Dayron resumía en pocas palabras mi estancia y la de ellos dos en el Eros Garden.

– También recordarás el brutal orgasmo que tuviste, pero probablemente no recuerdes cómo, mientras te corrías de un modo tan salvaje, yo te quitaba la mascara y así mostrabas tu bello rostro a tus dos amantes, a tu propio esposo y a su colega Dayron. Eso fue un shock para Oscar y por eso está aquí, en este hospital. Para mí, en cambio, fue una bendición saber que te acababa de follar, que me había pajeado entre tus tetas, que habías pasado tu húmeda lengua, en la cúspide de tu placer, por mi ojete, lamiéndolo y besándolo con auténtica devoción. Y te tenía allí, a mi merced. Posiblemente no fui un buen amigo para Oscar, pero en ese momento lo único que quería era correrme, y qué mejor lugar que esa linda boquita sonrosada que tienes. No lo dudé ni un instante y te follé por la boca sin piedad. Puedo jurarte que llenarte la boca con mi lefa ha sido lo más maravilloso que me ha pasado jamás, fue un orgasmazo.

Durante un buen rato me quedé en blanco, sin saber qué decir, aturdida por todo lo que había sucedido en unas pocas horas. Dayron rompió de nuevo el silencio.

– Lo que aún no entiendo es qué hacías tú allí, Vero, pero bueno, eso es algo que tendrás que explicarle a Oscar, no a mí.

– ¡Cerdo! – fue lo único que se me ocurrió decirle en ese momento, justo cuando el médico apareció ante nosotros y me indicó que le siguiera.

Recorriendo junto al doctor el pasillo que me llevaría a la estancia en la que descansaba Oscar, los sentimientos bailaban en mi mente como en un carrusel.

Sentía odio hacia Dayron por haberme disfrutado sexualmente y a la vez asco recordando haber lamido su apestoso ano y haberme tragado su semen cuando se corrió en mi boca. Sentía rabia por la traición de Oscar y a la vez comprensión, ante su frustración sexual, y preocupación por su salud. Sentía remordimientos por la traición mía. Sentía miedo por nuestro futuro como pareja. Sentía una extraña alegría por el hijo que podía llevar dentro de mí, y cuyo padre sería Oscar.

Pero, sobretodo, yo seguía sintiendo un gran amor hacia mi marido y muchas ganas de disfrutar con él y recuperar todo el tiempo que habíamos perdido desde que estábamos juntos.

Al entrar en la habitación en la que yacía Oscar y acercarme a él, tuvimos ese cruce de miradas que unas máscaras habían impedido apenas unas horas antes y que al menos habría permitido evitar algunas cosas. Oscar esbozó una tímida sonrisa y en sus ojos pude apreciar que él me seguía amando tanto como yo a él. Tendríamos que resolver algunos problemas, eso estaba claro, pero yo ya estaba convencida de que nuestras vidas, en el plano sexual, iban a cambiar para bien, después de habernos sido mutuamente infieles.

 

FIN

 

 

Nota del autor.

Como ya dije en la introducción del relato, esta es la historia que una lectora me pidió plasmar por escrito. No sé si es cierta o es una fantasía, ni sé mucho más de su vida personal. Solo sé que en uno de sus E-Mail me decía que no iba a poder celebrar su aniversario de boda porque su bebé estaba malito con fiebre.

Este relato está dedicado a todos los lectores, que tan maravillosamente se han manifestado en esta mi corta experiencia como escritor de cuentos eróticos, y en particular a aquellos que más me han animado a seguir escribiendo o me han ayudado a mejorar mi forma de hacerlo. Sus nombres están más o menos veladamente reflejados en el texto. Muchas gracias a todos.

Relato erótico: «El ídolo 3: la profesora y mi compañera, mis putas». (POR GOLFO)

$
0
0

 

Al amanecer, me despertó el ruido de Ixcell al levantarse. Zafándome del abrazo de Olvido, salí del saco de dormir y cogiendo un pantalón, me vestí al recordar que la noche anterior y motivado quizás por el alcohol, había medio violado a esa profesora.
La rubia al contemplar que me había despertado, ni se dignó a mirarme y obviándome se puso a preparar el desayuno, sin darse cuenta de la sorpresa que nos tenía preparada esa mañana.
En un principio tampoco yo, advertí que a escasos metros de la hoguera, alguien había dejado frutas y un pequeño cervatillo a modo de ofrenda.
-¡No comprendo!- exclamé al saber que quien lo había dejado allí no podían ser más que los lacandones. Que esos hombres que el día anterior habían robado nuestro equipo hubieran dejado todo eso, era algo que no me entraba en la cabeza. Era como si a su modo, nos estuvieran pidiendo perdón.
Mi exabrupto alertó a la arqueóloga de las viandas y acercándose a ellas, su cara mostró también su extrañeza pero tras pensarlo durante unos instantes, se dirigió a mí diciendo:
-Si hubieses estudiado en vez de andar violando mujeres, comprenderías que por alguna razón nos están reverenciando. Y ya que lo único que hemos hecho ha sido sobrevivir una noche en este lugar, deben vernos como seres superiores dotados con algún poder.
-¿Qué poder? ¡Estamos varados en mitad de la selva!- respondí pasando por alto la pulla que me había lanzado.
Con genuina tranquilidad, peló uno de los mangos que nos habían dejado antes de contestar:
-No tengo ni idea pero sé que no tardaremos en descubrirlo.
Confieso que me deslumbró su serenidad pero aún más su mente porque sin dejarse llevar por el pánico, había buscado una respuesta aceptable a ese cambio de actitud de los indígenas.
“Será una zorra estirada pero tengo que reconocer que sabe de lo que habla”, refunfuñé admirando además lo bella que estaba esa mañana.
Tratando de sacar de mi cerebro la imagen de las piernas de esa rubia, volví a donde seguía durmiendo mi compañera y la desperté. Debido a la resaca, Olvido tardó unos instantes en espabilarse y cuando lo hizo, me sonrió diciendo:
-¿Cómo está la lesbiana? ¿Está escocida?
Su burrada me reveló que al contrario que yo, ella no estaba arrepentida por haber forzado a nuestra jefa. Obviando su comentario, le expliqué lo sucedido y tras escucharme con atención, el único comentario que hizo fue al comerse un plátano y decir lo bueno que estaba.
Descubrimos el ídolo y sufrimos sus consecuencias.
Con el hambre saciada, nos pusimos a preparar nuestro equipo. Como esa mañana íbamos a explorar la cueva que se introducía en la ladera de la pirámide, comprobamos las linternas y sus baterías. Hallándolas en perfecto estado, Ixcell nos ordenó seguirla al interior.
La primera estancia que era la única que veíamos desde el exterior consistía en una cavidad sin ningún tipo de adorno. Eso calmó nuestra inquietud al creer que en contra de nuestras expectativas esa gruta no tendría valor arqueológico más que el de estar ubicada en el interior de esa monumento.
Pero nada más cruzar y vislumbrar la siguiente, pudimos observar que estaba profusamente decorada con símbolos mayas. Pero lo que nos dejó realmente impresionado fue un enorme monolito de más de dos metros en el que habían tallado la imagen del dios Kukulkan. Gracias a haber permanecido siempre en el interior de esa cueva todavía conservaba sus colores y por eso la “serpiente alada” mantenía el esplendor de cuando fue tallada.
-¡Qué maravilla!- exclamó la arqueóloga emocionada.
Dejándose llevar por la emoción de sus ojos brotaron unas lágrimas al contemplar tamaña belleza, tras lo cual, empezó a fotografiar la estancia mientras yo intentaba traducir los mal llamados jeroglificos porque en realidad se trataba de un sistema silábico. Centrándome en los esculpidos en el dintel de la puerta,  fui anotando el significado de cada uno pero no fue hasta que había acabado cuando caí en su significado:
-¡Es una amenaza!- grité consiguiendo obtener la atención de mi jefa.
Llegando a mi lado, la arqueóloga leyó:
“Solos los dignos de Kukulcan serán perdonados por perturbar su descanso”
En cuanto acabó, girándose buscó a Olvido con la vista y al no verla se preocupó:
-¿Dónde está esta pendeja?
La respuesta a su pregunta llegó a nuestros oídos cuando desde el fondo de la gruta, oímos gritar a la morena llamándonos. Sin pensar en la maldición cruzamos dos nuevas habitaciones antes de llegar a donde estaba mi compañera. La encontramos en una estancia mucho mayor que las anteriores señalando con la linterna un altar en honor a ese dios.
-Leed- gritó emocionada.
Al revisar el conjunto de grafías, Ixcell las leyó de corrido:
“KuKulcan elige a sus favoritos con gran sabiduría, solos los dignos podrán lucir su emblema mientras los indignos sufrirán su venganza. El poder sobre la vida y la muerte quedará reservado al elegido”.
-¿De qué emblema habla?- pregunté confundido.
La boba de la morena olvidando todas las precauciones y antes de que pudiéramos avisarle cogió del altar un colgante de oro con el rostro de ese dios. Inmediatamente empezó a sufrir convulsiones E Ixcell queriendo ayudar intentó quitarle la joya de sus manos pero por desgracia sufrió las mismas consecuencias.
Sin saber que hacer me las quedé mirando mientras las veía morir ante mis ojos. El dolor que sufrían debía de ser inmenso puesto que sus rostros se retorcían presos del castigo. En ese momento escuché en mi espalda:
-Si no quiere que mueran debe ponerse a KuKulcan en el pecho.
Al girarme, descubrí al jefe de los lacandones mirándome con respeto. Sus palabras me parecieron una locura y así se lo hice saber. No estaba dispuesto a morir por ellas.
-Si han sobrevivido a esta noche, se debe a que uno de ustedes es el elegido. Como podrá comprobar, ninguna de las mujeres ha sido aceptada por mi Dios, luego usted es su predilecto.
Os juro que fueron los estremecedores gritos de las dos los que me hicieron decidirme y temblando de terror, me agaché a coger el colgante.  Al agarrarlo, en vez de notar dolor solo fui capaz de percibir que estaba templado y ya más tranquilo me lo colgué del cuello.
De improviso, vi que se iluminaba toda la gruta y aunque os parezca una mera alucinación, me vi de frente con KuKulkan. Nuevamente aterrorizado, esperé mi final pero entonces esa gigantesca serpiente con la cabeza repleta de plumas me habló:
-Cinco siglos mi pueblo ha esperado un líder que le haga resurgir de sus cenizas. Sabiéndote digno, te ordeno que recuperes su antiguo esplendor.
Sin ser todavía consciente de los designios de ese Dios, KuKulkan desapareció y con el la luz que iluminaba la gruta, dejándome solo con las dos mujeres y con el indígena que permanecía arrodillado a mis pies.
Halach uinik, su pueblo le espera.
Al escuchar que se refería a mí usando el título que los mayas daban a su rey, me percaté también que me había hablado en ese idioma que llevaba teóricamente desaparecido casi medio milenio. Si ya de por sí eso era imposible, aún más el que yo lo comprendiera como si fuera mi lengua materna. Aturdido como estaba, estuve a punto de acompañarle fuera pero entonces recordando a las dos mujeres, le pedí que me ayudara.
Fue entonces cuando me contestó:
-Si es su deseo que vivan, tóquelas. Con ello, el aliento de la serpiente las sanará.
Haciéndole caso, agachándome a su lado las toqué y como por arte de magia, ambas se recobraron recordando lo que había pasado. Asustadas por lo que habían soportado pero sobre todo por lo que habían visto, me miraron con terror al temer que una `palabra mía haría volver su sufrimiento.
Su miedo me quedó claro cuando quise ayudarlas a levantarse y la propia Olvido se retiró asustada. Incluso la jefa de la expedición rehuyó mi contacto y viendo que ya se acostumbrarían salí de la cueva.
En el exterior me llevé una nueva sorpresa porque a la salida de la pirámide, me esperaban unos quinientos lacandones. Sabiendo que solo seguían vivos unos mil, comprendí que la mitad de todo ese pueblo esperaba en silencio mis palabras y dirigiéndome a Uxmal, el jefe, le pregunté cómo era posible.
-Ayer cuando usted entró en la tierra sagrada, llamamos a nuestros hermanos para que vinieran. Solo los viejos y los niños no han podido venir.
Como sabía que esperaban un discurso, me limité a repetir la misión que me había encomendado el dios. Al oírme se echaron a llorar y a reír agradeciendo el favor divino. Fue entonces cuando Ixcell, ya medianamente recuperada, se atrevió a echarme en cara que los mintiera.
La reacción de los indígenas no se hizo esperar y antes de que pudiera intervenir la despojaron de la poca ropa que llevaba y atándola a un poste me preguntaron:
-¿Qué quiere Halach uinik hacer con su ingrata concubina?
Estaba a punto de obligarles a que la desataran cuando la arqueóloga hecha una furia, me gritó que jamás sería mi esclava.
-Darle cincuenta azotes pero que no le quede marca- respondí y dirigiéndome a Olvido, le pregunté mientras dos mujeres lacandonas empezaban a cumplir con el castigo: -¿Aceptas servirme?
Tras unos segundos de indecisión al oír los gritos que pegaba la rubia, la morena se echó a mis pies diciendo:
-Tú me has salvado, tú eres mi dueño.
Su postración dio inicio a la fiesta y mientras en la selva se escuchaban renovados gritos de guerra, uno a uno los miembros de mi pueblo se arrodillaron ante mí reconociéndome como su rey….
Mi primera noche como Halach uinik
Los cánticos se sucedieron sin pausa y mientras las mujeres preparaban la fiesta, Uxmal y un consejo de ancianos me pidieron permiso para ponerme la túnica sagrada. Aceptando de buen grado, descubrí que lejos de ser algo ostentoso consistía en una espléndida camisola blanca muy parecida a la que portaban los lacandones pero confeccionada de un lino espectacular.
Sabiendo que los más viejos llevaban debajo solamente un taparrabos, me desnudé totalmente suponiendo que me entregarían uno. Lo que no me esperé fue ver llegar a Ixcell totalmente desnuda y con la espalda y el trasero enrojecidos portando esa prenda.
-Concubina, cubre la virilidad de tu amo- le ordenó uno de los ancianos.
La pobre arqueóloga sin poderse negar se arrodilló a mis pies pensando que su única función sería ponérmela, pero entonces recibió un nuevo varazo en la espalda y escuchó:
-Límpiala antes con la boca. Nuestro rey debe estar inmaculado para su fiesta.
Por el brillo de sus ojos comprendí que estaba a punto de llorar al saber que se esperaba que me hiciera una felación enfrente de todo el pueblo. Disfrutando del momento separé mis piernas para que facilitar la labor de esa rubia. Ella al advertir que iba a colaborar con semejante felonía, me lanzó una mirada cargada de odio pero viendo que era inevitable, abrió su boca y sacó su lengua para comenzar a despojarla del polvo acumulado durante el día.
Sus lamidas no tardaron en levantar una brutal erección en mi pene. Los presentes empezaron a murmurar sobre mi tamaño y viendo que ya la había embadurnado por completo con su saliva, aproveché para decirle:
-Métetela toda.
Enfurecida por mi orden, separó sus labios y lentamente fue introduciendo mi verga en su garganta. Al sentir que empezaba a sacársela sin haberla terminado de embutir, agarré su cabeza y presionando se la incrusté hasta el fondo. Sin compadecerme de sus arcadas, una y otra vez usé su boca como si su sexo se tratara y cuando estaba a punto de descargar mi semen en su interior, me dirigí a ella, diciéndole:
-Trágate toda mi lefa si no quieres un castigo.
Temiendo que cumpliera mi amenaza, la mujer buscó complacerme imprimiendo a su lengua nuevos bríos e incluso llegando a estimular a la vez con sus manos mis testículos. Su entrega fue el acicate que necesitaba y desbordándome dentro de ella, mi semen se fue directamente a su estómago. Aleccionada mi antigua jefa no cejó en su mamada hasta dejarme seco. Habiendo comprobado que no quedaba nada en mis huevos, supo que había llegado el momento de ponerme el taparrabos y sin levantar la mirada, me colocó esa prenda.
El único vestigio de su antiguo orgullo, llegó a mis oídos mientras los ancianos me ponían la túnica. En ese momento no supe que solo lo había pensado porque lo escuché como si lo hubiese gritado:
-Mataré a este cabrón.
Agachándome donde estaba ella, murmuré en su oído:
-Soy difícil de matar- y actuando como si fuera de mi propiedad, la levanté y lanzándola a los pies de Olvido y ordené a la morena: -Ata a esta furcia. Esta noche le demostraré quien manda, rompiéndole el culo.
Mi compañera asumiendo su papel de concubina y deseando ser mi favorita, agarró a Ixcell de la melena y mientras tiraba de ella, contestó:
-No tendrá queja de mí, me ocuparé personalmente de que esté preparada.
Solté una carcajada al oírla pero sobre todo cuando se la llevó a rastras. Tras lo cual y olvidándome de ambas me uní a la fiesta de mi pueblo, sentándome en un tronco como improvisado trono. Mis nuevos súbditos recibieron mi llegada con alborozo y con canciones me hicieron saber su alegría mientras un nutrido grupo de mujeres empezaba a repartir las viandas entre los presentes.
El banquete consistió en tamales de maíz con frijoles, hongos, venado y mucho pero que mucho balché (para los que no lo sepan es una bebida alcohólica hecha a partir de la corteza del árbol que le da nombre).  Tras varios vasos de ese brebaje sagrado, vi aparecer a Olvido vestida al modo lacandón y sentándose a mis pies, puso su cabeza en mi rodilla mostrando a todos que ella era la favorita de Halach uinik.
Muerto de risa, levanté su cara y le dije que estaba preciosa vestida así. Fue entonces cuando me respondió:
-Mi rey soy suya y por lo tanto lacandona, por lo que le pido que me dé un nombre de nuestro pueblo.
Tras pensarlo unos instantes y alzando la voz para que todos lo oyeran, contesté:
-Nombre me has pedido, nombre te doy. A partir de hoy todos te conocerán como Yatzil.
Emocionada porque hubiera escogido un nombre que significa “cosa amada”, puso nuevamente su cabeza en mi rodilla y empezó a llorar. En ese momento y de no haber estado en mi fiesta de coronación, la hubiese hecho el amor allí mismo pero haciendo honor a mi papel, seguí disfrutando durante horas del acontecimiento.
Ya en los estertores de la ceremonia, se acercó Uxmall y me dijo en voz baja:
– Halach uinik, usted es el primero que debe irse. Nadie se moverá de su asiento mientras no lo haga. Hemos preparado una choza para que usted y sus concubinas descansen.
Asumí de inmediato que tenía que marcharme y levantándome del tronco, dejé que el indígena me llevara hasta donde iba a pasar la noche. No tardé en ver que justo en la entrada de la pirámide, habían construido a marchas forzadas una típica vivienda lacandona. De forma circular y con el techo formado con hojas de platanero, era la más grande que había visto.
Al entrar en ella, vi que de alguna forma se habían agenciado un colchón y que a sus pies permanecía amordazada y atada mi antigua profesora. Satisfecho por la imagen, me acerqué a ella y mientras Olvido-Yatzil me desnudaba, me entretuve acariciando su sexo. Ixcell incapaz de moverse, tuvo que soportar mis toqueteos con lágrimas en los ojos y sin poder hablar.
-Quítale la mordaza-, ordené a la concubina.
Mientras la morena se dedicaba a soltar las hebillas que la mantenían muda, calmé a la rubia acariciándola el pelo. Con palabras dulces, le dije que no le guardaba rencor pero que ella era la culpable de lo que le había pasado. Totalmente aterrada,al sentir que ya podía hablar me imploró:
-Por favor, no vuelvas a violarme. Te juro que nunca te denunciaré.
Sonreí al escucharla y tirándola sobre el colchón, la contesté:
-Un rey no viola, toma lo que es suyo. Tu destino es servirme y eso harás.
Yatzil sabía en cambio que debía hacer y solo estaba esperando mis órdenes. Cuando le hice la seña, le separó las piernas y comenzó a besarle los pies sin importarle los gritos de su antigua profesora. Descojonado mientras mi concubina cumplía mis deseos, me entretuve acariciando sus pechos. Involuntariamente los pezones de la rubia se erizaron y profundizando en su desesperación, bordeé  con mi lengua su aureola.
-No quiero- la escuché decir con su boca pero en su mente descubrí que había despertado su deseo y por eso me entretuve en morderlos suavemente con mis dientes.
-¿Te gusta putita?
-No- me dijo con la respiración entrecortada pero su cerebro empezaba a cambiar.
Mi otra concubina ya estaba a la altura de sus muslos cuando pellizcando sus pechos, pasé mi mano por su trasero. Valorando que esa mujer tenía un culo, bien formado, sin apenas celulitis disfruté de su indefensión y forzando su entrega, le pedí a Yatzil que introdujera su lengua en su vagina.
-Os lo ruego, dejadme- gritó descompuesta al sentir que iba a ser incapaz de resistir mucho tiempo sin correrse.
Dejé que durante un minuto, la morena le comiese el coño hasta que pegando un grito no pudo evitar sufrir un largo e intenso orgasmo mientras derramaba su flujo sobre el colchón.
-Ves que no somos tan malos- me reí de ella.
Sin dejarla descansar, le di la vuelta y separando sus dos nalgas, le informé que iba a cumplir mi promesa:
– Hoy romperé este culito- y dejando mi lugar a la morena le ordené que me preparara ese virginal ojete.
Yatzil con un brillo en los ojos que nunca le había visto, se puso entre sus piernas y dando primero un sonoro azote a una de las nalgas de la rubia, le dijo:
-Será mejor que te quedes quieta.  Aunque no quieras, nuestro rey tomará lo que es suyo y te aconsejo que te relajes- tras lo cual introdujo un dedo en el rosado ano de la mujer.
Esta lloró y se quejó pero no sé si por la imposibilidad de evitarlo o porque las caricias de la morena le empezaba a hacer efecto pero lo cierto es que cuando Yatzil metió el segundo ningún lamento salió de su garganta. Poco a poco observé que la estirada rubia entraba en calor.  Por mi parte el sentirla en mi poder me excitó y cuando comprendí por el movimiento de sus caderas que estaba empezando a gozar, retirando a mi concubina me acomodé entre sus piernas. Tras lo cual, colocando mi pene en la entrada de su ojete, esperé…
La mujer al sentir mi glande, se quedó aterrorizada pero en vez de penetrarla, ordené a Yatzil:
-Pon tu coño en su boca.
La mujer me obedeció, colocando su sexo a la altura de la boca de Ixcell pero sin forzarla a que se lo comiera. Satisfecho al ver que estábamos listos, me agarré a las sogas que la tenían inmovilizada y tirando de ellas, metí la cabeza de mi pene dentro de su ano. La catedrática jadeó al sentir que su espalda se doblaba y que mi extensión tomaba posesión de su trasero.
-¿Quieres que siga?- pregunté sabiendo que me daba igual lo que respondiera.
Sin ser consciente de que eso significaba su entrega, echándose hacia atrás buscó que la penetrara. Su movimiento no por inesperado resultó menos placentero y tirando nuevamente de las sogas, forcé su entrada dolorosamente hasta que sumergí todo mi miembro en el interior de su intestino.
-¡Viólame!- gritó con una mezcla de dolor y placer.
Apiadándome de ella, no quise forzar aún más su ano y esperé a que se relajara, momento que Yatzil aprovechó para presionar la cabeza de la rubia contra su sexo. Ese fue el instante en que todo se desencadenó. Sus barreras cayeron y olvidando su papel de víctima, hizo que su lengua se apoderara del clítoris de la morena mientras yo penetraba su trasero sin piedad. La estirada rubia no tardó en correrse, y con ella, mi concubina. Los jadeos y gemidos de ambas mujeres fueron la señal que esperaba para lanzarme como un loco en busca de mi propio placer y agarrando firmemente las cuerdas a modo de riendas, inicié la cabalgada.
Mi pene apuñaló su culo impunemente mientras ella se retorcía gritando su sumisión. Disfrutando de mi poder, metí y saqué mi miembro cada vez más rápido, cuando de improviso sentí que mi mente se unía a la de ellas. Fue esa la primera vez que experimenté que el colgante que me regaló KuKulcan servía de amplificador y dominando mi cuerpo, empezó a apoderarse de mí algo que  me obligaba a seguir montando a Ixcell sin importarme su destino. Me dio lo mismo que en ese momento estuviera sufriendo y disfrutando de igual forma de una tortura sin igual.
Al estar atada, su espalda se dobló cruelmente pero el dolor se mezcló con el placer y  pegando sonoros aullidos  se corrió una y otra vez. Dominada por una lujuria suicida, se retorcía buscando sufrimiento al saber que eso acarrearía de igual forma un gozo sin igual. La propia Olvido-Yatzil sin saber por qué,  estaba igualmente dominada por la lujuria y se masturbaba con dedos de las dos manos.  
La escena era dantesca, mientras la morena reptaba por el colchón en busca de la boca de Ixcell, yo empalaba a la susodicha. Fue entonces cuando sin dejar de penetrarla, me vi dominado por el placer y explotando en su culo, derramé mi simiente en su interior.
Cayendo agotado, me desplomé sobre el colchón. Tardé un  buen rato en recuperarme y cuando lo hice, vi que mi concubina estaba desatando a la mujer, la cual permanecía postrada babeando y con la mirada perdida.
-¿Qué ha pasado?-, pregunté viendo su estado.
-No ha aguantado tanto placer – contestó la morena y sonriendo, me preguntó:  -¿Desea mi rey hacer uso de su favorita?

Recalcando sus palabras y abriendo su boca, se puso a reanimar mi alicaído miembro… 

Para comentarios, también tenéis mi email:

golfoenmadrid@hotmail.es


 

Relato erótico: «Ni tu, ni yo, los dos» (POR RAYO MCTONE)

$
0
0

«El hombre es un lobo para el hombre.» Thomas Hobbes

NI TU, NI YO, ¿QUIEN DARÁ EL PRIMER PASO?, ¿QUE LOBO GANARÁ?…

 “No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz sino espada”. Mateo 10:34

Sin títuloLizbeth, hermosa hija de 22 años del afamado y adinerado médico especializado en Ginecología, Raúl Orozco Betancourt, escuchaba cabizbaja y curiosa el sermón ofrecido por el maduro sacerdote Chuy Venegas. A lo lejos podía observar a su Profesor preferido, Cosme Iván Alonso Sánchez con su guapa esposa y sus hijos adolescentes. Sabía que su hijo mayor era casi de su edad, por ahí de los 20 años, ya que asistía a unos cursos anteriores a los que ella matriculaba y el otro unos dos o tres años menor. Su mentor, calculo tendría unos 45 años de edad, dicha información se las había dicho desde la primera clase que tuvieron, pero de eso fue el año pasado y no se acordaba. En realidad parecía de unos 35 años.

El padre Chuy entusiasmado, eufórico y emocional como suele serlo, a sus aún 50 años, empezó a contar una anécdota para relacionarla con la explicación del Evangelio de Mateo, no sin antes citar que el filósofo inglés del Siglo XVII, Thomas Hobbes popularizo en su obra de 1651,  –Leviatán- la famosa frase que en su momento acuño el comediógrafo latino Tito Macio Plauto (254 a. C. – 184 a. C.) en su obra Asinaria:

«Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit.», que significa “Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro”, al Padre Chuy le encanta preparar detalladamente su intervención dominical. Con su mejor voz, el sacerdote empezó:

“Un niño de siete años le pregunto a su abuelo: ¿Por qué hay guerras en el mundo?, Su abuelo acomodándose las gafas, le explico que en todo ser humano hay dos lobos peleando de manera constante. Un lobo pugna por la belleza, la bondad, la honestidad, la sinceridad, la fraternidad, el amor, la solidaridad y valores de ese tipo. Con paciencia les explico cada uno. El otro lobo por el contrario, quiere que el hombre luche, aplaste, domine al otro, busque su propio interés. También con palabras adecuadas a la edad de su nieto, les detallo cada uno de esos antivalores. Esos dos lobos siempre anidan en el hombre y buscan predominar sobre el otro, cuando el lobo malo gana, se llega hasta la estupidez de la guerra. El niño le pregunta ahora, ¿Qué lobo ganaría dentro de mi cuerpecito? El abuelo solo contesto: el que tú alimentes…

El sacerdote pregunto a la audiencia: ¿Cómo alimentamos el lobo del bien…? Una viejecita contesto que siendo buenos cristianos, otra señora que alimentándose de la palabra y de buenas acciones.

El Padre Chuy les dirigió una sonrisa afable y afirmando volvió a la carga, efectivamente como en Hebreos 4:12 se menciona, “Porque la palabra de Dios es VIVA y EFICAZ, y MAS CORTANTE QUE TODA ESPADA DE DOS FILOS; y penetra hasta PARTIR EL ALMA Y EL ESPÍRITU, las coyunturas y los tuétanos, Y DISCIERNE los pensamientos y las intenciones del corazón”.

Para de inmediato proseguir: La palabra de Dios es como una espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu, y discierne los pensamientos e intenciones del corazón. Es la mejor ARMA que tenemos.

Por todo esto, debemos estar conscientes que vamos a tener guerra espiritual porque Jesús ya nos lo advirtió. Por lo tanto, la mejor forma de hacer esta guerra es usar la palabra de Dios como espada del Espíritu. Para eso tenemos que conocer bien la Palabra pasando muchas horas estudiando y meditando en ella y así siguió discerniendo y preguntando de vez en vez, incluyendo la pregunta ¿Cómo alimentamos al lobo del mal?….

Para ese entonces, Lizbeth ya estaba toda distraída. Pensaba en la película que iría a ver con sus amigas por la tarde, después de asistir al partido de beisbol de las 12 de la tarde. Todo el domingo para divertirse con sus compañeras y mañana lunes temprano a las 7 am la clase con Iván. Su novio Agustín radicaba en otra ciudad muy lejana, nada menos que el DF, porque estudiaba una carrera que no existía en la localidad. Solo en ráfagas captaba algunos de los conceptos y es que sabía que su papá Raúl le preguntaría al término de la misa. Con lo que agarró estaba segura salir de ese apuro.

De vez en vez, no entendía el por qué,  dirigía su mirada hacia su maduro profesor. Le llamaba la atención lo diferente que lucía ahora de una cómoda bermuda y polo, haciendo lucir su envidiable figura sin artificios ni exageraciones, aún para sus demasiado atléticos compañeros de Universidad. No era nada agraciado del rostro, es decir no era el típico guapo, al contrario era moreno y simple, pero en realidad no es feo, simplemente diferente a las personas de su círculo social.

Sus amigos incluso maldecían como en los juegos de futbol en los que participaban no podían vencer con claridad al equipo de Iván que con otros maestros y algunos refuerzos juveniles del personal administrativo y uno que otro alumno tenía.

Normalmente Iván viste formal sin llegar al uso del traje, un buen pantalón docker y una camisa de marca afín al color, si acaso en Otoño un saco informal, pero ahora lucía como un jugador de golf y se veía muy bien.

Por su parte, Iván con cuidado de que su esposa Janeth e hijos no se dieran cuenta, volteaba y sonreía a una de sus tantas alumnas favoritas. Al parecer sus hijos estaban como distraídos mirando al aire, pero su esposa era muy receptiva y él estaba en su día de descanso como para dar explicaciones. Lizbeth lucía radiante como siempre. Él era muy esmerado en su imagen y aún en ese recinto quería lucir muy bien para esa fémina. A él le encantaba la fama que tenía de inconquistable, ético y de coherencia que proyectaba. Tenía un ego desmesurado. También ponía atención en la charla del sacerdote por si su familia le interrogaba, sabedores de que él no está muy convencido del acto y de que asiste  a la  misa del domingo a pedido de su esposa.

Al terminar la ceremonia, coincidieron las familias presentándose, Janeth le comento un tanto sarcástica: ¡Qué guapa alumna tienes! Como has de sufrir en tus clases…

Iván solo mascullo: ya vez no todas son así, la mayoría están pasadas de peso y no agraciadas…

Janeth: ajjjaaa y menos en la Uni, va cada cromo….

Iván: De que te preocupas, si sabes que solo tú eres la más hermosa para mí, dándole un sensual abrazo y beso delante de todos, que no pasó desapercibido para la joven Lizbeth que a mediana distancia los vio y que por un momento experimento un cierto grado de algo parecido a celos o envidia…que raro sentimiento se dijo para sí.

ELLA: Lizbeth es una joven de tez blanca, muy inteligente, madura y centrada que estudia Mercadotecnia en la mejor Universidad de la afamada Perla Tapatía, la ciudad de Guadalajara. Se podría decir que es de clase media alta, tirándole de plano a la clase alta. Su padre, que si es de extracción pobre, aunque de viejas raíces europeas por el color de su piel, a base de especializarse en su carrera de Medicina ha logrado la movilidad social y económica que todos los que estudian mucho, desean. Su mama es de Durango y ella si es de clase de abolengo venida a menos y de quien heredo su belleza especial. Lizbeth tiene un aire algo muy parecido e incluso mejor a su paisana Marlene Favela que es una actriz mexicana, nacida en Santiago Papasquiaro, estado de Durango en el país México (busquen sus imágenes en google y se darán cuenta de lo esculturales y hermosas que son en ese pueblo sus mujeres). Su pelo negro es largo, sus curvas de infarto son ya de mujer hecha y derecha. Toda su educación es muy católica, tal y como se acostumbra en el sector de clase media de México y de cualquier país latino. Colegios de monjas y círculos muy cerrados a otros ambientes, lo que en un pueblo se da. Aunque parezca mentira, sigue siendo virgen, si bien se mete sus buenos agasajes con su novio de años, Agustín el cual prácticamente lo tiene desde preparatoria y casi ya toda la carrera, ya que este semestre se gradúa. Ambos son de ese pequeño pueblo en el estado norteño de México.

La familia de Lizbeth por el trabajo del padre, radican ahora en Guadalajara, Jalisco que es un centro afamado de Hospitales innovadores y tratamientos nuevos en prueba. Ahí Raúl pudo florecer como ginecólogo de mujeres con problemas para embarazarse y encumbrarse para tener a su familia en una posición privilegiada.

La película que fueron a ver fue muy extraña, se trataba de un cine que pasaba películas de estreno junto a otras no tan recientes. La que vieron se llamaba “La Elegida”, los protagonistas son David Kepesh (Ben Kingsley, el actor que gano el Oscar por interpretar a Gandhi), es un senescente profesor universitario de 62 años bien conservados, y la hermosa estudiante Consuelo Castillo (Penélope Cruz, ¡qué senos, dios mío! y ¡que mirada de hembra en busca de todo!), quien es mucho más joven, de 32 años y poseedora de un sutil poder de seducción que atrae al profesor. Kepesh es un hombre bastante maduro, es divorciado y vive una soledad dura, solo tiene a un hijo quien es doctor, un par de amigos cercanos, entre ellos George, (Dennis Hopper) y a una amante ocasional de casi su misma edad que es Carolyn (Patricia Clarkson) quien solo se aparece en los festivos o cada quince días para dar un paréntesis a la soledad de Kepesh.

David Kepesh es célebre en el ambiente literario y público debido a su sapiencia acerca de la cultura y la literatura; y por sus cercanos que lo conocen por sus intensos instintos seductores, su pasión por las mujeres bellas y por su poca tendencia de establecer lazos duraderos; pero todo esto pierde sentido cuando la joven cubana Consuela Castillo (Penélope Cruz) se cruza en su camino después de la fiesta de graduación.

Después del juego y la seducción, los dos protagonistas empiezan una relación de la que Kepesh parece no poder prescindir. Pero al año y medio de relación pasional, los celos, la diferencia de edad (30 años) y el miedo al súbito abandono traicionan a Kepesh. Kepesh además en las diarias conversaciones con su amigo George se va influenciando por los consejos y puntos de vista que emite este quien pronostica que la relación entre un hombre mayor y una joven no tiene futuro y que solo debe aprovecharla al máximo mientras dure. Kepesh además debido a sus miedos, no interpreta o no oye los mensajes en contrario que Consuela le entrega en sus conversaciones acerca de un futuro entre ellos.

Todo esto desemboca en que Kepesh alimente en él un miedo paranoico atroz a ser dejado por Consuela, en resumen miedo al desamor. La pareja se distancia cuando Consuela intenta presentarlo a su círculo social, otra señal que Kepesh desestima. Kepesh odia admitir que se ha enamorado; pero ya ha hecho daño en la relación sin quererlo, Consuela no lo llama más ni vuelven a verse despúes del desaire. Kepesh vuelve a la vida y a la zona de confort que tenía antes de Consuela pero no la olvida y sus sentimientos permanecen en su alma torturándolo día tras día, momento tras momento.

Sin superar el tener que estar solo, sin Consuela, David Kepesh se refugia en su profesión y su relación casual con Carolyn. Dos años después y tras afrontar la muerte de su mejor amigo George, Consuela aparece en su apartamento para incredulidad de Kepesh y ella se presenta con una petición que hacerle y una noticia: ella tiene cáncer de mama.

La película la inquieto por la relación que se da entre el profesor universitario y la bella Penélope Cruz. Otra vez, sin saber porque, pensaba en el profesor Cosme Iván.

Su noviazgo es de ya casi cinco años. El último año de preparatoria que estuvieron juntos en Santiago y los cuatro años y medio de sus carreras. Solo que Agustín se tuvo que ir al DF y ella y su familia a Guadalajara. Por ese motivo las veces que se podían ver eran contadas en el año. En verano ella siempre estudio o realizaba actividades extra académicas. Claro que su novio quiso hacerle el amor, pero ella supo mantenerlo a raya y no es que no quisiera, sino que sabedora de que su papa estaba sobre ella y más que nada por prejuicios morales que tenía muy arraigada al ser muy provinciana y mantenerse expectante de los riesgos que evidentemente se le presentaban en su vida universitaria. A lo más que llegaron es que ella le practicara la masturbación con sus manitas blancas y tiernas. A estar casi desnudos uno frente al otro en alguna habitación de un lujoso motel en la ciudad, pero con la consigna de no sobrepasarse. El novio se contenía ya que se saboreaba el manjar que el futuro le deparaba. Por supuesto que le llego a acariciar con  sus manos y boca esos suculentos senos que su novia tenía.

Lo que sucede es que en dichos Institutos privados es común que en cada salón de clases se formen grupitos pequeños que poco socializan unos con los otros. El círculo de sus amigas es muy parecido a su perfil, niñas bien de clase media. Chicas católicas, muy de familia, provenientes de otras provincias, de familias “normales”, nada disfuncionales.

Claro que conocían que en otros grupos se movía alcohol, drogas y sexo. Sobre todo los grupitos de mayor riqueza económica es donde más se daban esas situaciones. Su grupo varias veces asistió a fiestas en donde de manera abierta corría cualquiera de esas vertientes. Pero ellas se sabían mover, ya que sus padres las adiestraban de todos los peligros posibles. Eran diestras en cuidar su virginidad, sabedoras de que era necesario para seguir siendo “casables” con buenos partidos, so pena de hacerse de mala fama en esos círculos tan estrechos.

Por otro lado, prácticamente ella y Agustín se habían ya comprometido,  se pensaban casar pasados unos dos o tres años después de que se graduarán ambos. Por supuesto que las familias estaban de acuerdo. Incluso los padres de Agustín aún más, la novia anterior de su hijo les había dado una mala experiencia al destaparse que se trataba de una alcohólica y ninfómana que fue sorprendida in fraganti en la misma casa de ellos, con un “sirviente”…uuufff fue el acabose para los padres del adinerado muchacho. Pero esa es otra historia.

Por lo mismo sabedores de la educación cristiana de su futura nuera, alentaban que su hijo la cuidara y no fuera a cometer una barbaridad. Ellos eran dueños de varios negocios en el pueblo de Santiago y sus recursos económicos eran muy superiores a los de la familia de Lizbeth. El muchacho se había podido contener ante el monumento de novia que tenía porque se daba sus buenos desquites con suripantas y amigas con derechos que no le faltaban en la soledad de su estancia en la capital del país, el DF. Cuando era época de visita a la novia, días antes se daba buenos atracones de sexo para no llegar con tantas ganas a ver a su escultural, deseada y envidiada novia.

En una semana, día a día, Lizbeth viviría un proceso en donde los dos lobos entrarían en pugna por tomar la victoria.

Él: Cosme Iván Alonso Sánchez, en realidad tiene 47 años, pero posee el don de tener una envidiable salud, por lo que representa mucho menos, es lo que se suele decir: “una persona come años”. De extracción pobre, a base de estudio y trabajo desde su adolescencia, llego a tener una Licenciatura en Economía, Maestría en Alta Dirección, Maestría en Educación y Doctorado en Economía. Trabajo muchos años en Dependencias Gubernamentales y en proyectos con la Industria, sin llegar a escalar en demasía en el organigrama, ya que prefería cambiar de puesto e iniciar de nuevo en otra ciudad, cuando veía o le pedían cosas que se salían de su estricto código de valores. Es bien sabido, que entre más subes en el Gobierno, más te debes prestar a actos de corrupción y él no se prestaba a ello, ni a establecer una política de relaciones y convencionalismos para ir quedando bien con determinadas personas que lo apadrinaran y pudiera escalar. Simplemente a él no le interesaba ese juego perverso de la grilla organizacional. Lo que le ocupaba era hacer bien su trabajo. Practicaba el voleibol de manera amateur a un muy buen nivel, sin dejar de hacer otros deportes como el soccer, el beisbol y lo que se organizara en la Universidad, ya que prefirió dejar el trabajo en el Gobierno, para ya dedicarse de unos 10 años atrás a la docencia universitaria. Ya había radicado en diversas ciudades del país e incluso vivió con su familia un año en Guatemala, haciendo una investigación para el Gobierno de Hidalgo. Él nació en un pueblito de la costa de Guerrero, cercano a Acapulco. Tiene 20 años de casado. Nunca le ha sido infiel a su esposa con una dama en particular, aunque en los últimos cinco años, aprovechando viajes por motivos de investigaciones para su Universidad se dio su gustito con “acompañantes de alto nivel”, “escorts de primera”. Una ocasión fue en Guadalajara mismo, la otra en el DF y una más en Monterrey. Pero esas son otras historias candentes por lo tórrido que resultaron. Aprovechando ocasiones en que tenía dinero extra, se dio esa pequeña libertad, ya que es un hombre muy sano, fuerte y como buen costeño, ardiente al por mayor. Sin embargo fue formado por sus padres en la disciplina del trabajo y la cercanía a Dios, por lo que sus valores morales siempre entraban en jaque, cada vez que se le presentaba la ocasión de poder contactar en un plano más íntimo con alguna compañera u alumna mayor cuando le toca dar asesorías a empresas o cursos de posgrado. Es alto, ya que probablemente tiene orígenes africanos, es muy moreno, delgado, fibroso. El típico hombre de costa. Su educación y cultura contrastan con su físico y origen, lo cual hace que llame la atención sin proponérselo. Al subir hasta cierto nivel económico y ya próximo a estar aligerado de la responsabilidad económica de sus hijos, su vida está adquiriendo un muy buen nivel de relajamiento y de confort, aunado al orgullo que siente por su vida y sus logros académicos. Tiene el síndrome de “Hugo Sánchez” (ex jugador mexicano de los 80 y 90 que milito en el Real Madrid de España- y que se le reconoce por su enorme orgullo por su carrera exitosa a pesar de las adversidades), por lo que se luce con sus alumnos, compañeros y familiares, aunque lo hace de tal manera que solo su esposa es sabedora de ese sentimiento de triunfalismo que tiene, nadie más lo percibe, al contrario lo elogian aún más por su bien adoctrinada “humildad y sencillez”.

Nada turbaba la mente de este pensante hombre, solo el seguir viéndose bien, aprender y enseñar más, lucirse ante los demás. En siete días sería puesta a prueba su conciencia y su moral.

PRIMER DÍA, LUNES: El encuentro

En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación. Anónimo.

Lizbeth suele ir a nadar a la alberca de la Uni a las 10 am que tiene tiempo libre y que el lugar se encuentra prácticamente vacío. Sus clases fueron normales. La primera clase con Iván, cansada al ser la primera y a tan temprana hora. Como que el Profe y el grupo se lo tomaron con calma y estuvo muy tranquila. De hecho, cosa rara, Cosme Iván casi no se movió de su lugar en donde se paró e incluso se sentaba de vez en vez. Normalmente es un Profesor que se mueve por todo el salón.

Cosme Iván se maldecía por haberse lastimado al descuidarse en un movimiento en el juego de padres, solteros e hijos que se dio el domingo en el club deportivo al que acudía con su familia. Le dolía el hombro, tendría que acudir al área de rehabilitación deportiva anexa a la alberca. Su única opción de tiempo libre era a las 10 am.

La doctora lo atendió prontamente, dándole una terapia inmediata con el especialista.              La mesa de terapias daba hacia la alberca a través de un gran ventanal de piso a techo, la cortina estaba descubierta por completo, ya que los tratamientos se dan seguido. Para tomar el tratamiento tendría que quedarse en calzoncillos para que el amanerado terapeuta que por cierto era objeto de chascarrillos entre los jóvenes, le aplicara un masaje y tratamiento térmico con aparatos en toda la espalda, pero desde el tobillo y pierna hasta el hombro dañado. No habría problema, entre jóvenes era común andar en esta área casi desnudos. Solo que aquí se trataba de un profesor.

Una vez que del baño de hombres, salía Iván solo en su trusa tipo bikini, casi choca con una distraída Lizbeth que en un conjunto precioso todo rosa de bikini a dos piezas, también casi se cae, por lo que tuvo que apoyarse con sus manos en el pecho de su mentor preferido.

Ambos se rieron tontamente dando cualquier excusa, a pesar de haber estado juntos en otras ocasiones, nunca habían estado frente a frente de esta manera, casi desnudos, en donde solo la imaginación febril de ambos corrió desbocada para minimizar esas pequeñas prendas en este inesperado encuentro.

ELLA:

El sentimiento que tuvo Lizbeth fue muy raro, como cuando tiene hambre y el estómago se contrae. Ayer domingo ver a su pulcro profesor en bermuda y ahora en una minúscula trusa no era algo que se esperara. Sin querer comparo el fornido cuerpo de su novio, rayando en la exageración, ya le había comentado que no le gustaba como se veía, como si fuera un jugador de americano. Además, le parecía chistoso que Agustín tuviera un rostro requemado, aunque blanco y su piel blanquecina, como si fuera de dos colores. Por otro lado, siempre le pareció sospechoso que de buenas a primeras su ya prometido empezara a ponerse musculoso, como que lo sentía artificial, incluso la última vez le regaño amistosamente:¿No te estarás tomando pastillas como lo hacen la mayoría de mis compañeros para ponerte así?….Como crees le contesto un azorado Agustín, esto es producto de mis horas de gimnasia, Ja, nada más lejos de la realidad, al igual que la mayoría de los jóvenes de clase alta en el país, se empastilla para ponerse como si realmente estuviera en agotadoras horas en las pesas y los aparatos. Por el contrario vio que su profesor tenía un cuerpo musculoso que le pareció perfecto, duro, estético y que incluso vestido no se podía adivinar…sin duda su mujer que por cierto era muy guapa y curvilínea estaría feliz de tener a alguien así. Sin saber porque, la curiosidad hacia voltear a ver a su profesor que ya se encontraba tendido en una cama recibiendo un masaje por parte del terapeuta. Recordó a sus amigas que bromeaban con el buen trasero que se cargaba Cosme Iván. Muchas decían que le encantaba lucirlo con sus pantalones semi formales clásicos. Ella nunca dio mucha atención a esos comentarios, ya que por un año fue la asistente de él y se extrañaba ahora de empezar a verlo como un hombre de cuerpo atractivo. Le llamaba la atención la piel morena uniforme que tenía y que contrastaba con la sábana blanca y con las femeniles blancas manos de quien le estaba ejecutando la terapia y que atento a su trabajo y en su incesante parloteo no notaba como tanto el profesor como la alumna que nadaba en la alberca se dirigían de vez en vez miradas.

 

EL:

Cosme Iván quedo impresionado, pocas veces tenía la oportunidad de ver a una alumna tan escultural y bella en bikini, su libido de inmediato respondió, estaba haciendo enormes esfuerzos por no delatar el empalme que estaba teniendo. Afortunadamente estaba boca abajo, disimulando lo mejor que podía para ver nadar  a Lizbeth en todo su esplendor, su bello cuerpo blanco, su pelo negro, esos ojos de inocencia contenida, ese rostro angelical y tierno, esa boca roja que sin coloretes artificiales hacia lucir a ese dulce encanto y que se le quedo en la retina, junto con las espectaculares curvas que sintió a plenitud al estar casi prácticamente abrazados hace un rato. Ahora el estilo de nado de esa mujer joven, hacia sobresalir después de cada brazada su impresionante trasero apenas cubierto por un pedazo de tela rosa que se llegaba a confundir con su piel nívea. En sus clases ya había aprendido a mirar con astucia cuando sus alumnas en sus apretados pantalones de mezclilla, o en el verano y la primavera en sus shorcitos no se daban cuenta para darse sus buenos panoramas visuales, así como en sus descarados escotes o en las vestimentas que usaban sobre todo los días de examen. Claro que le encantaba mirar, pero nunca, nunca había estado así de cerca de ver a este modelo de mujer que tuvo buen tiempo como asistente como la había visto el día de hoy. Siempre le gusto, le llamo la atención, aunque en su código estaba que nunca, nunca se sobrepasaría, pero ahora, simplemente se la estaba comiendo con los ojos y con la mente. Se daba permiso de ese pequeño desliz, al considerar que no hacía daño a nadie.

Como si se hubieran puesto de acuerdo todos, al ir hacia sus regaderas en los baños respectivos de ambos, se volvieron a topar de frente y en el pasillo, de tal manera que su caminar pausado les permitió una vez más observarse a plenitud uno al otro. Sus miradas se cruzaron, pero como buenos jugadores de pokar nada denotaron.

SEGUNDO DÍA, MARTES: La noticia

Se ha comprobado que el celibato no es que alargue la vida, sino que hace que la vida parezca más larga. Anónimo.

Mayte, la mejor amiga de Lizbeth que vivía con ella, no dejaba de llorar abrazada a una también llorosa alma sensible, que no dejaba de abrir sus ojos como platos ante lo contundente de cada revelación que le hacían. Su mente ya no asimilaba la cascada de sentimientos que recibía después de las frases entrecortadas que le mencionaban.

Mayte: ¡Desgraciado, Michel, me lastimo mucho!, Me dijo que no me dolería, y me desgarro toda, no supo hacerlo, yo me había preparado con tanto anhelo, pero él solo fue a lo suyo, sin tenerme en consideración, pero esto no se va  quedar así….te juro que me las va a pagar….ya lo mande a la fregada, pero esto no se queda aquí…

Mayte al igual que Lizbeth era de Santiago, su familia le pidió a los papas de la afligida amiga que le dieran cobijo durante su estancia universitaria. A diferencia de esta, su novio Michel si estudiaba en Guadalajara, siendo de otro pueblo muy cercano al de ellas. También desde antes ya tenían esa relación. Mayte le platicaba que había perdido su virginidad en la Semana Santa, meses atrás, si se había aguantado esa traumática vivencia es porque lo había perdonado, pero ahora se enteraba de que el angelito andaba con un transexual de lujo de la ciudad (Guadalajara es el paraíso de los escorts transexuales que luego emigran al DF y de ahí andan por todo el país e incluso al extranjero, pero una buena parte del producto nacional nacen y se transforman en esta bella ciudad).

Lizbeth, estaba impresionada, la narración de esa primera vez de su amiga no había sido lo que ella esperaba. Michel y Agustín son viejos amigos, de hecho, muy buenos amigos, ya que ambos pueblos de donde son, colindan y su gente se frecuenta mucho.

El hijo mayor de Cosme Iván, Daniel le estaba platicando de unas jóvenes alumnas de su padre, que aparentaban ser unos angelitos, cuando en realidad se trataba de unas empedernidas alcohólicas y ninfómanas que ya se habían metido con todos los chicos universitarios que habían podido. Estaba impresionado, juraría que esas jóvenes no tendrían esas licenciosas conductas, sin duda alguna estaba fuera de tiempo, no sabía distinguir en una joven el bien y el mal. ¿Sería que todas las jóvenes son lobos con piel de oveja?

ELLA:

En la intimidad de su alcoba, Lizbeth reflexionaba: ¿Cómo era posible que Michel hubiera dañado en su primera vez a su amiga? Y lo peor, ¿Por qué la engañaba? ¡ Y con un hombre…! Desgraciado, le preocupaba que era muy amigo de su novio, un ramalazo de celos se le vino de repente, tendría que hablar esto con la mayor discreción con Agustín, pero no quería por ningún motivo ser parte de una de las estadísticas de novias agredidas. Para colmo, en la TV estaban dando un reportaje muy explícito de ese raro fenómeno que se está dando de agresión en el noviazgo en México y sobre todo de parte del hombre hacia la mujer.

De pronto se le vino a la mente el encuentro de ayer con su profesor, le gusto que en su mirada no proyecto algo parecido a  las miradas lujuriosas de sus compañeros, que cuando no tiene otra opción va a nadar en horarios de mucha afluencia. Todos se la comen viva, por eso prefiere ir en esa hora en donde nunca va nadie. Le gusto esa mirada, después el trato caballeroso que siempre tiene, ayyy porque los jóvenes de ahora son tan palurdos, petulantes, sin querer otra vez comparaba con su novio Agustín, del cual le chocaba el tonito para hablar que tiene la clase alta del país, como se dice “fresa” o “cherry” y ciertos ademanes, ahora que en la calma de estos pensamientos lo analizaba. Tuvo un extraño sueño, en donde a la salida de la misa, en lugar de abrazar y besar a su bella esposa, Cosme Iván a quien se lo hacía era a ella. Despertó muy inquieta y sudada.

EL:

Cosme Iván fingiendo leer una revista cualquiera, al lado de la cama de la mujer, daba por terminada una breve charla de un tema del cual ya ni se acordaba. Su mujer había ya terminado  el ritual de belleza que se hacía todos los días y ya se disponía a dormir. Sin duda, conservaba muy buena figura y un rostro también muy conservado. Solo le llevaba unos cuantos años, lo único que si evidenciaba su edad, eran ciertas huellitas de piel naranja o celulitis en los cachetes de sus glúteos o de los muslos de mujer trabajada en el deporte disciplinado, pero que a la luz era difícil que alguien los notara. Qué bueno que ya se dormía, estaba muy inquieto, una plática con otros docentes, en donde guardo discreto silencio, concretándose solo a escuchar, más la breve charla con su hijo, le tenían azorado…se decía que había una red de chavas que se estaban dedicando a prostituir. Ciertamente que en las cuatro o cinco Universidades en las que ha trabajado en el país, siempre de carácter Privado y de muy buen nivel, se corría la leyenda urbana de que algunas y algunos se dedicaban al oficio más antiguo del mundo de una manera sutil, discreta y en donde corría mucho dinero, nunca, le habían parecido ciertas esas murmuraciones, de un círculo muy estrecho y en donde de manera curiosa, nadie de los jóvenes soltaba la sopa. Sin embargo, las revelaciones hechas el día de hoy, le parecían lógicas y de mucha veracidad.

De pronto, pensó en su ex asistente y actual próxima a egresar Lizbeth, ¿Será ella una de ellas? ¿Cómo será su vida sexual?…Juraría que ella es coherente con su proceder e ideología, la conocía muy bien y siempre se le hizo hasta partido para su hijo, pero se cabreaba al ser ella de mejor posición social y económica que ellos….él se sabía, que era un simple profesor con una vida más que digna, pero nunca en los niveles de la mayoría de sus pupilos. Sin saber porque empezó a comparar el juvenil, firme y erguido cuerpo de ella con el de su esposa, así como su nivel de conversación e intelecto. Tuvo un extraño sueño, en donde a la salida de la misa, en lugar de abrazar y besar a su bella esposa, Cosme Iván a quien se lo hacía era a ella. Despertó muy inquieto y sudado.

TERCER DÍA, MIERCOLES: La asesoría

El sexo no son más que emociones que desean ser transmitidas a la otra persona, con tanto cariño y tanto amor, que nos produce placer. Anónimo.

“La mercadotecnia lúdica, como bien recordarán…” De pronto a Cosme Iván se le fue el hilo conductor de su clase, y es que Lizbeth se había puesto una minifalda de mezclilla que en un movimiento imprevisto le hizo recordar el esplendor de esas largas y torneadas piernas, todas ellas en el conjunto de una mujer de pelo negro largo, cara de niña y curvas de hembra derecha y hecha. No era la primera, ni sería la última vez que le pasaba con ella u otra alumna, lo que sucedía es que ya había aprendido a disimular muy bien ese tipo de desliz…nadie se percató, solo Lizbeth que descubría y pillaba por primera vez al profe en esa mirada, orgullosa de vencer de alguna manera a ese maduro hombre con fama de no prestarse a nada, su innata feminidad se desbordo para sonreír también por primera vez de otro modo y aún más victoriosa se sintió cuando vio que él titubeaba.

Lizbeth estaba aplicando para una vacante muy importante en una gran empresa trasnacional de la ciudad, deseaba seguir radicando en Guadalajara. La última entrevista era con un Gerente que había mencionado de muy buen modo al profesor Cosme Iván, ya que lo conocía de otras circunstancias. Le pediría asesoría para tener éxito en ello.

Por su parte, Cosme Iván tenía que hablar con esa tremenda hembra que lo había pescado. Claro que se dio cuenta, pero supo manejarla y sobreponerse. Le estaban pidiendo una candidata confiable de una empresa a la cual había asesorado recientemente. Sin saberlo, dos personas de la misma empresa estaban lanzando sus redes y sin saber que ambas conducirían a una excelente futura profesionista, además muy hermosa, sobre todo joven, dispuesta a aprender y colaborar.

Al término de la clase, ambos se encontraron para solicitar hablar uno con el otro. Se rieron por la coincidencia de estarse buscando. Una vez en la pequeña oficina del maestro, se explicaron y concluyeron.

Lizbeth: Okey, entonces debo manejar con cuidado mi imagen moral en dicha empresa.

Cosme Iván: Ciertamente, en esa empresa hay muchos don juan, solteros, casados, divorciados y su filosofía de trabajo no favorece las relaciones entre el personal, aunque en su currículum oculto se da, pero ya depende de ti…la fama que te ganes, es como en la escuela, ya vez se dicen cada cosas (quería saber la conducta que pudiera tener en el presente, azuzado por sus pensamientos de ayer).

Lizbeth: (quien la capto de inmediato), ¿A qué te refieres Iván? Para lo cual cruzo sus piernas lentamente, buscando primeramente entrenar para ya su futuro manejo profesional para con los hombres, sabía que en una empresa, entraría a la jaula de las jaurías desbocadas. Había tenido muy buenos maestros que tocaban el tema y más sabiendo la cultura organizacional predominante en el medio, de acoso sexual y prebendas gracias a favores corporales, eso no estaba con la filosofía de esta importante Universidad de carácter jesuita.

Cosme Iván, con seguridad, no permitiría salir mal librado de esta de a poco escabrosa conversación: Pues a que pudieras ser de cascos ligeros, a tener falta de valores y meterte por ejemplo, con un casado.

Lizbeth: Ahhh…claro, además anunciare que ya estoy prometida y próxima a casarme en unos dos o tres años, yo sabré poner a raya a los incautos, ja no será diferente a mis compañeros…acuérdate que en una clase se platicó de eso…lanzándole ya una mirada de reto abierto, de coquetería innata como para asegurarle que ella tenía el control de todo.

Cosme Iván: ahhh, bien que te acuerdas de las clases, haber te acuerdas que debemos ser muy prácticos, para también con confianza poner una de sus manos abiertas en el muslo de su alumna y decirle: es una prueba…haber, si de pronto tu jefe te coloca la mano así, y te empieza a acariciar así, qué harías, con descaro y aplomo empezó a acariciar  ese piernón suave y firme al mismo tiempo.

Lizbeth, con ojos encendidos como carbón: Pues, le dejaría un rato, pero después…tomando con su mano, la mano del otro, decirle: Jefe, su mano no debe estar aquí, ya que no le doy motivos de nada, en este momento soy capaz de ir a Recursos Humanos,

De pronto, Cosme Iván forcejeo, como dando a entender que no haría caso…la alumna preferida con seguridad en sí misma, le indica con la mirada que hay cámaras grabando y que ella no va a permitir nada…

Sonriendo los dos, se dan la mano augurando que ella conseguirá el trabajo.

ELLA:

Temblando como una niña desprotegida en el baño de mujeres más cercano, odiaba y agradecía a su profesor la prueba sometida. Sabía que no estaba nada lejos de la realidad la posibilidad de que le sucedería algo así…si algo tenía su maestro era que es muy realista y si busca que sus grupos aprendan. Su temblor le llevo a poner su mano en todo el muslo en donde buen tiempo la estuvo acariciando como nunca en su vida lo había sentido. Sus rubores se le fueron a la cara, había hecho un gran esfuerzo por no denotar su nerviosismo, la catarsis que estaba sintiendo por esos candentes instantes de alguna manera eran gratificantes, ya que de suceder en la realidad, tendría que saberse manejar. Realmente sintió un placer profundo al ser acaricida por esa mano morena, a punto estuvo de emitir un gemido y cerrar los ojos. Sin pensarlo, se acariciaba tal y como él se lo había hecho su profesor y sentía un cosquilleo por todo su cuerpo, tal y como lo sintió momentos atrás.

EL:

Echándose agua en la cara para refrescarse, riendo nervioso al vérsela toda colorada,Cosme Iván sentía un leve temblor en sus manos. Nunca había  llegado a tanto en una prueba tan real con sus alumnas, siempre era muy cuidadoso de no tocar a las mujeres. Tuvo que reunir toda su experiencia y sapiencia para verse seguro y como si estuviera entrenando, cuando en realidad vio la oportunidad de tocar esos muslos de maravilla. Simplemente la sensación corporal que sintió y siente en la dureza y suavidad de esa piel, no se comparaba ya con la ya muy conocida de su mujer. Tuvo que realizar un acomodo en su asiento y no permitir que le vieran la entrepierna, ya que una erección fuerte se le había provocado en toda esta extraña asesoría con su alumna.

Sin pensarlo, se acariciaba tal y como ella se lo había permitido y sentía un cosquilleo por todo su cuerpo, tal y como lo sintió momentos atrás.

CUARTO DÍA: El desengaño

El amor es la respuesta, pero mientras usted le espera, el sexo le plantea unas cuantas preguntas. Woody Allen.

Cosme Iván perplejo le replicaba a su esposa: Pero entonces, ¿es un mes de tratamiento?

Janeth, realmente preocupada: Así es querido, yo sé que siempre tienes ganas, como yo, pero debemos esperar por el bien del tratamiento. Nunca pensé que ya estaría en la antesala de la menopausia. ¿quieres? ¿podemos intentar de otra forma? ¿Tienes ganas así? Colocando su manita graciosa en el instrumento viril de su hombre que de inmediato reacciono.

Cosme Iván, con la mejor cara posible: No es necesario, de requerirse te diría, jajaja. Me preocupa que estés bien de salud. Sé que es lo mejor.  Lo que me encabrita es que en una empresa importante me están pidiendo una candidata y están privilegiando la imagen corporal antes que la competencia. No entienden que no debe estar reñida. A pesar de que les envié una muy buena prospecto, no se están fijando en su desempeño, sino en su físico y me preocupa que en el futuro próximo estén más centrados en eso y no en su desarrollo pleno.

Ayyy querido, siempre tan preocupado por los demás, ya sabrá defenderse y desarrollarse tu alumna.

Lizbeth no podía creer lo que las evidencias contundentes de un video y unas fotografías le indicaban. Su despechada amiga había estado investigando. En esa misma Semana Santa, la pandilla de Agustín y Michel, una vez que las habían dejado después de la ceremonia religiosa de la noche del fuego nuevo, se habían ido a un antro en donde evidentemente estaban tomando y conviviendo con mujeres de la vida galante. No faltaba ser adivino, para suponer como habría terminado todo aquello. Las muestras de “cariño” entre los cinco amigotes y las vulgares mujeres no dejaban nada a la imaginación. Mayte había obtenido ese video de una forma vil, se había acostado con otros de los amigotes…simplemente su venganza era terrible, se había desenfrenado y antes de ir con el amigote, le platico que  se ligó al maduro entrenador de la selección de soccer de la escuela y vivió su segunda experiencia como debe ser, aprendió y reafirmo que el sexo bien hecho  era placer puro y no la fregadera que le hizo su exnovio. Lizbeth estaba impresionada con su amiga. Era muy hermosa y curvilínea, no le fue nada complicado ligarse al afamado exfutbolista profesional que ahora desempeña el cargo de entrenador, le calculaba unos 40 a 42 años. Había jugado con el Club Deportivo Toluca en los años 80 y ahora radicaba en Guadalajara en donde había terminado su carrera profesional con el Club Atlas (pero la historia de Mayte es otra historia por contar). Al amigote, del cual no quiso decir el nombre, ya que Lizbeth se llevaba con todos ellos, que son de Santiago y sus alrededores, le saco el video sin que supiera, ya que lo agarro desprevenido. Los vulgares y prosaicos hasta habían tenido el cinismo de filmarse y tomarse fotos.

Su entrevista fue un éxito. Obtuvo el puesto. Empezaría de a poco, para respetar su último semestre. Lo que le molestaba, es que la mayoría del personal masculino, incluyendo su futuro superior y sus compañeros no le ocultaron en nada sus miradas cargadas de deseo y lujuria. Ese pensamiento le llevo sin querer a la inefable comparación con su profesor que aunque a manera de prueba en su oficina jugo al seductor, no se asemejaba a esas claras señas de que estaría nadando entre tiburones. No le daba miedo, para eso se había preparado, pero todo se le junto para un malestar, un desengaño inquieto. Estaba desengañada de que todo fuera color de rosa en su noviazgo, era muy probable que su novio tuviera una actitud parecida a la de Michel y el otro amigote, del cual su amiga no le comento, solo que tampoco le hizo muy bien el sexo, nada comparado con el maduro ex profesional de soccer del cual prácticamente ya era su amante, sin saber que era el mismo Agustín ese amigote. El desengaño sería más brutal de haberlo sabido en este momento.

ELLA:

Casi sentía lo que Mayte le fue platicando con lujo de detalles. Su segunda experiencia había sido en los vestidores de las mismas instalaciones deportivas de la Universidad. El morbo, el peligro de ser descubiertos, la diferencia de edades, la descripción tan minuciosa que le hizo, le despertó la curiosidad y su libido dormida. El entrenador era  desgarbado, flaco  y alto, de piel blanca, ya casi sin pelo, había jugado de defensa central. En algunas ocasiones vistió la casaca de la Selección Nacional. En Guadalajara, aparte del tequila, los temas sexuales, el otro tema favorito es el futbol. Era muy conocido en el medio. No se imaginaba a ese maduro flaco con el juvenil cuerpo de su amiga. ¿Quién sería el otro amigote?. Quitando a Agustín, solo quedaban tres opciones. No se imaginaba a ninguno con su amiga. Su amiga le platico que con el DT había llegado a tener dos orgasmos en su primer encuentro, se los describió con lujo de pormenores y que con el amigo, simplemente no sintió gran cosa, ¿Por qué? Ella con su novio si se había llegado a encender, ella nunca se había masturbado, aunque sabía cómo se podía hacer, sin proponérselo y pensando en todo esto, empezó ella misma a hacerlo, de a poco a poco se fue encendiendo, sus dedos eran más rápidos y entraban a mayor profundidad en su rajada tierna y que no conocía invasor alguno todavía. Llego a un nivel  en donde empezó a pensar en la caricia sobre su muslo de su profesor, en el cuerpo de este, en el abrazo que le dio a la esposa y sin saber porque se imaginó que era él quien le introducía esos dedos, un largo ayyyyyyyyyyy, antecedió a un casi orgasmo, por lo cual asustada paro en seco para irse a dar un baño de agua fría.

EL:

Trotaba en un parque cercano a su casa, pero le incomodaba que le llegaran pensamientos de las jóvenes mencionadas como escorts de lujo, ya que le dieron nombres y las conocía, estaba impactado, nunca hubiera pensado, le llamaba poderosamente la atención lo bien que fingían y lo discretos que eran los estudiantes con este tema. Estaba inquieto, le habían comentado que se sabía o se sospechaba de otras, ¿será que Lizbeth fuera una de ellas?.

También le incomodaba la plática que tuvo con el personal de la empresa que le solicito una candidata. ¿Cómo era posible que le mencionarán que estaban entusiasmados con Lizbeth, por su físico y no por sus competencias?…Carambas, al paso de los años, las empresas siguen sin cambiar, de hecho consideraba que estaban peor que antes, ya no había formalidad, la palabra no servía de nada, aún a veces con documentos formales por escrito, los jóvenes actuales son demasiado irresponsables. Él era mucho mayor que esos ejecutivos de esta empresa, desaprobaba su visión de trabajo. Una cosa es recrearse la vista con esos cromos humanos, tener hasta malos pensamientos, y otra privilegiar en un trabajo solo la imagen, lo de fuera y no buscar un pleno ejercicio de la profesión, realmente le molestaba ese tipo de conductas, tal vez por eso nunca encontró acomodo alguno en sus trabajos fuera de la docencia, en este trabajo se sentía a plenitud ya que se manejaba en un plano del “deber ser” y no de esta tonta realidad de tomas de decisiones equivocadas. Fiel reflejo de hasta lo que está pasando con la Selección de México de futbol soccer a punto de quedar fuera del mundial, los de arriba deciden muy mal, sin análisis solo pensando en sus beneficios económicos y engañar y manipular a las tontas masas. Dejando jugadores sin pasión por su oficio, pero que “venden” por estar en equipos mediáticos del país o en el extranjero. Esa molestia que sentía, no acallaba la palpitación de su miembro viril, sus pensamientos eran duales: por un lado intelectualizaba todo esto, pero por el otro no dejaba de visualizar la imagen de la suculenta Lizbeth y de la caricia que le dio a su muslo. Tenía que bajar de vez en vez el trote, para acomodarse el short y que no fuera evidente para otros su inminente erección y hacer un esfuerzo grande para mitigar su fuerza. Sin mayor remedio se tuvo que sentar en una banca y de plano acostarse en el jardín, ya que su pene estaba por completo erecto. Llego a un nivel  en donde empezó a pensar en la caricia sobre el muslo de su consentida pupila, en el cuerpo de esta, en el abrazo que le dio a su esposa (que fue lo último de contacto físico con ella, por lo de su tratamiento) y sin saber porque se imaginó que era a la juvenil futura profesionista a quien le abrazaba, de solo sentirlo, su virilidad hasta brincaba,  por lo cual asombrado de su inusual fuerza, descanso a tranquilizarse, se paro en seco para irse a su casa a darse un baño de agua fría.

QUINTO DÍA: El enojo

El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza. Marilyn Monroe.

El viernes se iniciaban los magnos festejos de Aniversario de la afamada Institución. Era un año importante. Se daría un concierto de música mexicana clásica con el afamado tenor Fernando de la Mora en el no menos reconocido a nivel mundial, Teatro Degollado.

El Teatro Degollado es   un edificio de mediados del siglo XIX, ubicado en la ciudad mexicana de Guadalajara. El inmueble es escenario habitual de recitales, conciertos, espectáculos de danza clásica y contemporánea. Asimismo es la sede de la Orquesta Filarmónica de Jalisco, que acompañaría en esta ocasión a de la Mora.

Fernando de la Mora, es un tenor mexicano que nació en León, Guanajuato en el año de 1958. Es muy reconocido a nivel mundial. Gracias a la calidad de su voz, presencia escénica y carisma, el talentoso cantante mexicano ha sido calificado por los críticos como uno de los mejores tenores del mundo. Su repertorio incluye canciones mexicanas como boleros, románticas e incluso clásicas antiguas del país.

A tal efecto y como durarían varios días las festividades, atravesándose unos días de asueto más por uno de los tantos “puentes” que el país tiene (días de descanso obligatorios por Ley o por la Secretaría de Educación), Agustín estaba de visita en Guadalajara.

Lizbeth acompañada de su flamante prometido que incluso vestía de smoking, dado que era una función de gala, lucía imponente con un entallado vestido color bugambilia mexicano que resaltaba todas sus curvas, el escote por supuesto que era generoso, sus zapatillas le resaltaban aún más ese nalgatorio que se cargaba. Su pelo largo y negro contrastaba con el color del vestido, que llevaba entrepierna, por lo cual al caminar o sentarse dejaba ver buena parte de sus exquisitas piernas.

A lo lejos vio a su profesor Cosme Iván sentado solo, sin su esposa. También lucía impecable en su traje de gala.

Una vez sentados, sintió algo que le molestaba en la parte lateral de su pierna, al acorde de la primera canción del tenor, su éxito “Amor del Alma” del compositor Juan Gabriel, de la Mora entraba con todo para de inmediato prender al abarrotado foro que lo recibió con una carretada de cálidos aplausos. Su novio erguido fingía poner atención, ya que en realidad estaba en sus propios pensamientos. Alguien grito: “Bravooo…”

“Es más fácil esperar que tú me quieras,

a que esperes que algún día yo te vea…

Yo daría toda mi vida por mirarte,

y mi muerte por que un día me quisieras…”

Volvía a sentir que algo le molestaba, volteo para ver como en cámara lenta, a su profesor moviendo la cabeza de un lado a otro, al evidentemente estar leyendo algo en su celular. La molestia en la pierna le recordó la caricia en su muslo. Se tocó y vio que era el lujoso celular de su novio que incluso vibraba recibiendo un mensaje. Al ver que se trataba del número de su amiga Mayte, se sorprendió, con una puñalada de celos que le abordo su corazón, curiosa leyó: “Es la última vez que te contesto, no quiero saber ya nada de ti, fui una estúpida por lo de la otra vez, pero entiéndelo, nunca volverá a pasar, nunca más”.

Su primera reacción fue de susto, pero de inmediato el enojo hizo presa de su juvenil corazón. Las palabras y la maravillosa música no hicieron más que enervar su emocionalidad, a punto estuvo de reclamarle a su novio, pero su intelecto ganó, prefiriendo esperar un momento más oportuno. Lo único que evidenciaba su malestar profundo era el temblor repentino de su cuerpo.

“Tú puedes ser la luz de mi camino,

prometo estar contigo hasta que mueras,

simplemente solo dame una esperanza,

que yo sin verte te daré mi vida entera…”

Su novio volteo, le sonrió, no sintió cuando ella le puso su celular en su bolsillo. Otra vez su mirada viro para encontrarse con la de su profesor, supo que estaba muy molesto, lo conocía muy bien. Sintió cuando Agustín la rodeo con sus brazos. Su malestar iba en descarado aumento. Vio que su profesor caminando apresurado, levanto miradas de desaprobación, cuando se puso de pie de improvisto y salir muy rápido de la sección en donde estaba sentado.

“Amor del alma en el silencio de mi obscuridad te veo,

que eres linda, que eres buena, que eres santa,

por qué es simplemente lo que yo deseo…”

Amor del alma, que me importa si jamás he de mirarte,

si es más fácil esperar que tú me quieras…

que yo sin verte te daré mi vida entera,

que yo sin verte te daré…

Como si le hubieran dado una instrucción en su clase, ella en automático y sin pensárselo mucho, también se paró, no soportaba en ese momento que su novio le sonriera, la abrazara, solo le susurro, que tenía que ir al baño, una urgencia de mujeres que de improvisto tenía que atender.

“Amor del alma… amor del alma…

amor del alma… amor del alma…

amor del alma… amor del alma…

amor del alma… amor del alma…”

Cosme Iván había tenido que asistir solo, ya que su esposa por su condición de salud actual no podría ir, sus hijos ya eran grandes y no solían acompañarlo. Estaba muy molesto con su hijo mayor ya que le confeso que se estaba acostando con una de las llamadas escorts de lujo de la Universidad. Él no deseaba por ningún motivo dar pie en su trabajo a murmuraciones. Su primogénito le aseguro que nadie sabía de ello, ya que ella lo hacía de buena onda y sin que nadie se enterara, él se estaba cuidando y solo era parte de su formación como hombre. Lo que le molestaba era la ligereza con su vástago trataba el tema, no era cuestión de cuidarse nada más, eran mucho más cosas implícitas. A su regreso tendría que hablar con mayor seriedad con él. Lo que acabo de rematar su enojo, es que le estaban interrumpiendo su concentración para el concierto, era de su música preferida. Al voltear para ver a Lizbeth, a la cual ya se había comido con los ojos a su llegada, su mirada y su arreglo, no le hizo más que encender su libido que no había podido desahogar en ya casi una semana, no estaba acostumbrado a este tipo de ayuno, es un marido muy gozoso, cumplidor y constante en el terreno de las lides de la cama. La gota que derramo el vaso, cuando en su celular recibe un mensaje de su amigo de la empresa a la cual ingresará esa bella alumna, en la cual lo felicita por el monumento de mujer que les envió…nunca mencionando su competitividad. Fue demasiado para su forma de ser, por lo cual necesita estar de pie, despejarse. Ya escucharía y disfrutaría del concierto de pie a un lado, en el pasillo, sería mejor así…decidido se paró y se dirigió para allá, descubriendo que también se sentía molesto, porque no se había percatado de que tenía ganas de ir al baño.

De inmediato, Fernando de la Mora, se lanzó a cantar Guadalajara, con lo cual ya los gritos y vítores, a pesar de ser la segunda canción, auguraban un apoteósico concierto. “Guadalajara, Guadalajara…”

Cosme Iván detuvo un poco su andar hacia el baño, el éxtasis del momento, al ver a todo el público ya de pie, lanzando sobreros, gritando y cantando junto con el tenor, con gusto y olvidando ya su molestia, el también corear la canción de pie en el pasillo. Al finalizar iría al baño.

Por su parte, Lizbeth también emocionada, al fin joven, olvidando ya el desliz del novio y ya casi dando paso a dos decisiones que se estaban formando en su ser, se detuvo en una de la entradas y también corear la canción.

Una vez que termino esta, se dirigió hacia el baño, maldiciendo por dentro, el hecho de que el de mujeres estuviera clausurado con una señalización…se asomó y pregunto en voz alta, pero la voz de otra mujer diciéndole que una persona se había vomitado adentro. Tendría que caminar mucho hacia el otro extremo, por lo cual viendo que nadie venía y suponiendo que nadie vendría al estar todos en el concierto, se metió al de hombres. Con claridad, aunque lejana se escucharon las primeras palabras de la siguiente canción:

“Un suspiro, una mirada

Dos manos que enlazadas están

Una pregunta enamorada

Los labios solamente amor dirán…”

Se metió al reducido retrete, haciéndosele extraño que fuera tan pequeño, se tenía que sentar para hacer su necesidad fisiológica.

Por su parte Cosme Iván que suele caminar de manera sigilosa, entro al baño sin saber que su alumna Lizbeth también se encontraba en el mismo lugar. Se fue al lugar indicado para orinar y procedió, la canción que le llegaba, le alegro que hasta empezó a tararear junto a de la Mora:

“Y en una fiebre de loca pasión

Un beso ardiente, mi boca sintió

Besos robados, besos de amor…”

Lizbeth, que no escuchaba eso, se salió de repentino al terminar, asustando al desprevenido y cantador Cosme Iván que con el pito en la mano se viro, asustando a la otra que ahogo un grito al verle su “cosa”…los dos no supieron que hacer, solo que cuando oyeron unas voces masculinas que se aproximaban, fue él quien reacciono yéndose hacia el retrete y empujar suavemente a ella para meterse los dos al minúsculo sitio. A ambos les llegaron las siguientes estrofas:

“Bésame con un beso robado

Porque son los que saben mejor

Bésame que al besarme me has dejado

Un perfume de nardos

Y un romance de amor…”

Estaban casi pegados uno al otro, con esfuerzo Iván se acomodó su pene, no sin dejar de notar que los ojos de Lizbeth no perdieron de vista por ningún momento la maniobra. Las voces no las identifico él, pero si ella, era su novio con el exnovio de su amiga Mayte…se estaban poniendo de acuerdo los descarados para irse de farra, vino y mujeres.

Cosme Iván estaba casi empalmándose, por más que no quería, el tener tan cerca ese generoso escote, las piernas casi pegadas, la respiración agitada de ambos, para que no se pudieran ver los pies de ella por si acaso, tuvieron que girarse en el mini sitio, para lo cual quedaron ya casi abrazados, estando casi a nada de caerse, por lo que ella se apoyó en él y él la tomo de su esbelta cintura…la canción seguía:

“Bésame cuando muera la tarde

Bésame si me juras amor

Otras voces entraban, esto se estaba poniendo candente, los dos estaban uno frente al otro, su respiración se agitaba aún más, los labios entreabiertos…

Bésame que tus besos

Me han hecho que se agite

Mi pecho con locura y amor…”

Las siguientes estrofas se repetían, ellos se veían a los ojos muy de cerca, como nuca habían estado de esa forma, sin saber, ni ella o él, quién fue el primero, tal vez al mismo tiempo, se fundieron en un beso sabroso que duro hasta que en el máximo esplendor de la privilegiada, entrenada e imponente voz de Fernando de la Mora terminara:

“brotara en mi pecho un incendio de amooooooor…”

Un raudal de aplausos ensordecedores hizo que reaccionaran, habían cerrado los ojos, ya que el beso fue profundo, bien dado, intenso tal cual sus personalidades, sin necesidad de palabras, sus ojos maravillados por el claro gozo que recibieron se disculparon.

Disculpa Liz…es que….Shsss Profesor Iván, nada paso, nos ganó el momento.

Ya no escucharon a nadie, por lo cual él salió apresurado: Mañana nos vemos, gracias por entender esto…

Una sonrisa nerviosa de ella: Claro, claro, descuida…Ella se fue hacia el lavabo a retocarse y salir discretamente para con su novio al concierto.

ELLA:

Pensaba que fue mejor no haber reclamado nada, ni a su amiga, de hecho la entendía y la justificaba. Simplemente, rompería con Agustín, se daba cuenta muy a tiempo que no sería feliz con él. Incluso de eso daba gracias a Mayte. Se trataba de otro chavo inmaduro, estúpido y tonto. Mejor para ella. Así se concentraría en su inminente trabajo, en el proyecto que a la voz de ya tendría que presentar. En este tipo de organizaciones, desde un inicio te encargan ya trabajos. Ya había agendado el día de mañana con Cosme Iván para que le ayudara en ese tema. Ya tenía un gran avance, no era nada del otro mundo.

Lo que paso en el teatro, no hizo más que  avivar su decisión de romper con el novio. Por la tarde noche cuando se verían lo haría. Por otro lado, simplemente, nunca sintió lo que experimento en esos breves momentos, así que decidida, mañana se lanzaría a conquistarlo, ya había decidido en toda esta larga semana que su proceso de formación como mujer tendría que ser de otra manera, que mejor manera que con alguien que seguramente lo sabría hacer. Ya estaba decidida. Su manera de pensar, se lo indicaba. Solo le frenaba, pensar que él la rechazaría. Bueno no tenía nada que perder y mucho que ganar. Vería si se equivocaba, y él también se lanzaba, su aplomo estaría en jaque, de alguna manera, seguía aprendiendo.

EL:

Estaba ya más tranquilo, su hijo  estaba manejando muy bien su relación de “amigo con derechos”…canijo, de alguna manera estaba logrando lo que el no pudo hacer cuando era joven…andarse comiendo a una compañera de mejor clase social y económica y que mujer, la susodicha hacia honor a la mujer tapatía…de imaginarse a su hijo, se agitaba y más con lo que paso en el teatro…su adrenalina se volvió a poner a mil. De plano, estaba decidido a pasar hacia un umbral que nunca pensó tener en su vida profesional, involucrarse con una alumna. Mañana, se lanzaría con todo a liarse con Lizbeth, se preciaba de juzgar muy bien. En caso de equivocarse con ella, no perdería nada y si ganaría mucho. Estaba seguro, que ella intentaría también algo, vería como se daría todo. También estaba seguro que de equivocarse, no pasaría a mayores con ella. El desojar esas posibles alternativas lo enervaba, no durmió bien.

SEXTO DÍA: La Lucha

No hay amor sin instinto sexual. El amor usa de este instinto como de una fuerza brutal, como el bergantín usa el viento.José Ortega y Gasset.

Después de veinte minutos de trabajo intenso y concentrado de dos almas sabedoras de su disciplina, el proyecto ya estaba. La Universidad lucia sola, las festividades se desarrollaban en los campos deportivos, por lo que el silencio se podía cortar con una espada.

Él estaba como el día domingo, de polo y bermuda. Ella muy parecido, solo que su bermuda era corta y ajustada y su polo le reventaba esplendorosamente sus senos.

Ni ella, ni él, daban el primer paso de lo que sus mentes no dejaban evidenciar el uno para el otro.

Parecía que todo quedaría en sus mentes, no atinaban a dar un paso que mostrara sus oscuros propósitos. Sin embargo, el sonido que a lo lejos llego de una música pegajosa y muy bailable, seguramente una de las empleadas de intendencia haciendo el aseo, que escuchaba música, hizo que la suerte fuera VIVA y EFICAZ.

Se trataba de la celebré canción del venezolano Simón Díaz:

“Caballo le dan sabana porque está viejo y cansao

pero no se dan ni cuenta que un corazón amarrao

cuando le sueltan las riendas

es caballo desbocao

Y si una potra alazana caballo viejo se encuentra

el pecho se le desgarra y no le hace caso a falseta

y no le obedece al freno ni lo paran falsas riendas”

Al escuchar, los dos se sonrojaron al máximo, se volvieron torpes, ya estaban por salir, en su nerviosismo tiraron papeles, al agacharse sus cabezas chocaron levemente, él presto acaricio suavemente la hermosa cabellera de ella. Con solo ese hecho, los dos al levantarse quedaron frente a frente, su mirada se dijo todo, no fue necesario charlar, simplemente se fundieron en un abrazo y en un beso con todo, un faje ya en toda la extensión de la palabra. No se trataba de algo forzado, no hay chantajes de por medio, ni circunstancias de que no quiero y luego si quiero, no sabía y me gusto, de un hecho fortuito que se sale de control, de una situación en donde un enervante, el alcohol o una droga contribuye, o de  que me atraes porque eres feo, bello, violento, distinto o que será, no….aquí los dos fueron germinando su deseo y atracción de poco a poco, su emocionalidad e intelecto les fue preparando para este desenlace, solo un hombre y mujer que se desean, se gustan y se encuentran.

No supieron si fue ella o fue él o quizás al mismo tiempo, pero ella empezó a acariciar con todo la fuerte espalda de él. Él empezó a acariciar a ella, llegando incluso a su nalgatorio. Lo aprisiono, lo estrujo, lo amaso, lo palpo. Ella se dejó hacer e incluso también tocaba a ese hombre de todo a todo. El fundimiento duro hasta que la música ya era muy perceptible afuera de la oficina.

Esa música y ese abrazo era MÁS CORTANTE QUE TODA ESPADA DE DOS FILOS. Jadeando ambos se separaron, él decidido y ya en su postura de mayor edad: Lizbeth, quiero hacerte el amor….ella, decidida: siiiiii, pero aquiiiií nooooo…no estaban para andarse con rodeos.

Iván: ¿traes carro?

Lizbeth: Si, un Susuki guinda…

Iván: Bueno, sígueme de favor. Yo tengo un Cross Fox gris. Tengo un pequeño departamento amueblado que deje de rentar y que ya está listo para ser nuevamente ocupado. Por el momento está libre, ¿vienes?, ¿estás segura? Porque yo te deseo con todo el alma.

Lizbeth: Siiii, Iván, nunca he estado más segura que de esto.

Conduciendo ambos, siguiéndolo ella a él, cual chiquilla descocada, temblando ligeramente, pero plenamente consciente de que esto que haría estaría bien. Su novio la había decepcionado, se consideraba mucho más madura que la gente de su edad y estaba ya dispuesta a dar el paso a lograr su primera vez. Toda la semana, los acontecimientos que le toco vivir, le hacían reafirmar su decisión. Sentía húmeda su intimidad. Contrastaba el cuerpo de su profesor con el de su papá, incluso era mayor a su progenitor por un año, pero no lo parecía así. Nunca había visto un cuerpo casi desnudo de un hombre hecho y derecho y no el artificioso de sus jóvenes compañeros. No por ello dejaba de temblar, de manera discreta manejaba siguiendo a su tutor académico y futuro primer hombre.

Él por su parte, también temblaba ligeramente, sus pensamientos se cruzaban. Deseaba hacer un buen rol de enseñante, pero dudaba, pues pensaba que ella ya era experta en esas lides. Se relamía de gusto, así como una tremenda adrenalina le recorría el cuerpo, al saberse a solas con esa monumental joven mujer. Su imagen en bikini, en el traje de gala entallado, la caricia en el muslo, el beso robado en el Teatro Degollado…no hacían más que avivar su morbo, su erección era fuerte, al grado de hasta dolerle. Iría a por todas, sería un amante excepcional. No por todo ello dejaba de temblar, de manera discreta manejaba para que ella lo siguiera, su futura primera infidelidad en regla.

Una vez que llegaron sin mediar palabra de por medio en todo el trayecto hacia el apartamento, ya que no eran necesarias, se volvieron a fundir en un abrazo largo incluyendo besos profundos e intensos. Sabían a lo que estaban, de poco a poco se fueron quitando una a una sus prendas, sin preocuparse en donde quedaban. Un reguero de ropa se daba en el pequeño apartamento. Primero ella le quito el polo y él a su vez a ella, no sin dejar de besarse como locos  desaforados. Estando así, ella procedió a desabrochar la bermuda de su mentor y este a quitarle con cierta gracia y habilidad la pequeña prenda de mezclilla. Sus zapatos salieron volando. Solo se quedaron en sus vestimentas menos visibles a los ojos de los demás.

Se llegaron a una pequeña recamara, la cama si era matrimonial. Ya solo les restaban sus prendas íntimas. Acostados siguieron con el pleno agasajo, ninguna palabra había salido de sus bocas, solo gemidos callados, como con timidez, las manos de ambos no alcanzaban para cubrir la piel del otro. Se estaban recorriendo con calma, con rapidez, con furia, con suavidad, intercambiando y cual si fuera una pieza de vals cadencioso, ponerse de acuerdo tácitamente en la nueva caricia, en el nuevo recorrido, descubriéndose uno al otro. Esto era plena conciencia, plena entrega, nada de casualidades, todo bien planeado y ejecutado.

Iván despojo del brasier a su joven amada de una manera que le resulto hasta gratificante. Lizbeth empezó a gemir ya con mayor intensidad al recibir los chupetones de su maduro amante, él no dejo ningún milímetro de piel por recorrer, con calma, sapiencia y paciencia fue besando, acariciando desde la cintura hacia arriba, poniendo especial énfasis en las aureolas virginales de esos senos duros, perfectos, ella solo gemía y le masajeaba con descaro y sin tapujo alguno la fuerte espalda y los viriles hombros. La comida de senos que se estaba dando el maduro profesor era de antología. Ella se dejaba hacer dócil, tierna, recatada a la vez, al fin joven inexperta y provinciana.

Él la supo guiar hasta ver coronados en fuertes espigas hacia el cielo las corolas de los pezones juveniles. Ella ya giraba su larga caballera negra que como cascada brotaba de esa angelical carita de un lado a otro, fuertemente apretando los hombros y la cabellera negra de él.

Ahora, Iván fue descendiendo de a poco por ese esbelto y trabajado estomago para llegar al ombligo en donde volvió a aplicarse a fondo  con delicadeza y ternura que acabaron por convencer a Lizbeth, proceder a desamarrar los pequeños moñitos de los lados de su minúscula prenda íntima y cual si fuera un bárbaro invadir su más preciado tesoro. La estaba calentando con todo. A ese momento ya Lizbeth se retorcía como pez fuera del agua y sus gemidos ya eran de mujer gozosa en plena faena. Ahhhhhhhhhhhh, Ivaannnnnnaa, riiiiiicoooooooooooo, noooooooo saaabiiaiaaaaa……ahhhhhhhhhhhh, huuummmmmmmm, huuuummmmm, ayyyyyyyyyy, riiriiicoocooo, siiiiiiiiii, maasssssssssss, siiiiaisiiiiiiiiiiiiiiisiiiiiiiiiiiiii

Ahora los labios y lengua eran las principales armas invasoras de ese bárbaro que llega a la cima más alta de toda hembra, sus lengüetazos, besos, mordiscos, acciones y tareas que ejecutaba con diestra maestría evidenciaban los años de experiencia en estos menesteres. Estaba dictando su mejor catedra. Su obra maestra se estaba conformando: enseñar a una mujer a gozar como dios manda.

El tiempo, ah ese preciado recurso, del que  sabemos tiene un principio y un fin, fue largo, corto, eterno, sin final, rápido, corto, el silencio se podía raspar con la famosa espada de la cual el sacerdote hablaba apenas el domingo pasado. Así el hombre se recorrió las piernas, desde arriba, pasando por esos muslos firmes, suaves, duros, increíbles hasta llegar a las pantorillas y los pies exquisitamente cuidados de esa virginal joven.

Cuando Iván, sabedor de que sus notas estaban dando en el punto exacto, con calma empezó a bajar su trusa, viéndose sorprendido cuando Lizbeth felina, coqueta, retadora y con una chispa de animal endemoniado y lujurioso en los ojos y una sonrisa que hubiera puesto a temblar a cualquiera se acercó y fue ella la que de manera lenta, pero firme y segura le bajo la masculina ropa. Ya una vez Liz le había empezado a hacer una felación a su aún novio, pero el lugar en donde estaban, que era la casa de él, con los padres presentes no permitió que la acción prosperará del todo. De hecho los penes eran muy similares, incluso el de su novio era un poco más largo, pero el de su ya inminente primer hombre más grueso. Le bajo la trusa, le empezó a menear con la manita el duro garrote e incluso poniéndose a tono con la primicia, musitar con voz ronca y sensual a más no poder: queee ricccacaaa ññooongaaaa, seríaaa la enviididaa de másss de unnaaa alumnnaaa

Lizbeth sabía muy bien que su profesor Iván era un tipo ególatra, al cual le gustaba que le enervaran la estima…al ver su reacción no verbal, continuo con su ahora calentamiento hacia ese hombre que podría ser su padre: Sabes que tienes tu pegue…que cualquiera daría lo que fuera por estar aquí….con este “amiguito” en sus manos. Ella estaba poniendo en práctica el poder de su cuerpo y de su mente que son competencias que le serían útiles en su futura vida. En estos días, ratifico eso que tenía latente en su cerebro. Ahora ella era la dominadora, el trabajo manual que hacía, estaba haciendo retorcer al otro, para ello se rozaba con sus senos en el pecho y cara de él, que no alcanzaba a contestar nada.

Ella se acomodó arrodillada para ya pasar sus senos en medio del miembro y fue la inercia lógica la que le llevo a poner sus divinos y naturales rojos labios en el chipote masculino. A lo lejos de escuchaba música de mariachis, conjunto típico de la Perla Tapatía. Shusgg, glupp, glupp glupppp, pero más que nada la mirada de ella mirando hacia la de él que viraba de un lado a otro por el placer que esta endiablada chiquilla le estaba haciendo.

En este punto, Iván no dudaba de que esta hembra era experta en estas latitudes. Su cerebro atinaba a razonar que quizás era una de las mentadas acompañantes de lujo, de una de las llamadas “putas de lujo”…ese solo chispazo de pensamiento le enervo aún más la fuerza de su virilidad, le dolían los cojones. Solo atino a acariciar y meter sus manos en la cabellera reluciente, brillante y negra de ella y musitar con gutural voz:  Liizzzzbethhhh, riiiiccooooo, hummmm, asiiiii, chiiquiiiitttaaa, no sabeesss cuanttasss veceessss pennnnseee en estoooooo…hummmmmm.

Lizbeth por primera vez, pero como si fuera una experta amazona sobre su brioso corcel realizaba el acto de poner aún a punto esa daga, esa espada que la atravesaría por primera vez para hacerla al fin mujer.

Él ya estaba a punto, su alumna resultaba ser una diestra jinete, por lo que suavemente le indicio, le suplico parara y se acomodara sobre de él para con un beso demostrarle que ya serían  uno para el otro sin tapujos, ni falsas posturas, compartiendo sus cuerpos, sus salivas y jugos.

Ahora, él podía palpar a plenitud el glorioso nalgatorio e incluso introducir sus dedos en la vaina. A pesar de ser virgen, esto no se apreciaba ya que al ser una deportista consumada, su himen lo mantenía muy flexible, además al estar por completo humedecida y exhumando su sabia facilitaba la labor de iniciación de su querido Cosme Iván.

El tiempo sin fin transcurría, ahora los gemidos de ella ya indicaban el punto fino en que una mujer sin pedirlo, necesita ser ya penetrada, ya empalada, ya fundirse en un solo cuerpo con el del hombre que sepa conquistar esa montaña, esa cima más alta del mundo.

Girando cual si estuvieran en una desierta y sórdida playa, en la típica posición de misionero, él procedió a pasar su acuoso estilete por la vagina sudorosa que buscaba cual aspiradora succionar ya de una buena vez dicho artefacto humano, no sin musitar con un tanto de miedo y temor: Despaaaaccciiitootoo Iváaannnnn.

La espada humana de Iván acometió su más preciada meta. Inicio su suave vaivén para empezar, disciplinado en lo académico y caballero en todo, obedecer de hacerlo despacio. Ella no aprecio el rostro de sorpresa y de maravilla, un rostro que de retratarlo hubiera reflejado de una manera fiel, fidedigna la mayor felicidad del mundo. Lizbeth era virgen…el mejor regalo que jamás hubiera recibido de estudiante alguna.

La joven pupila estaba a la altura, al ser preparada de la mejor manera posible, con un consciente consentimiento, no experimento más que un ligero dolor al principio y solo pequeñas gotas del líquido rojo fueron los signos de su ya pérdida virginidad. Ahora la espada humana penetra hasta PARTIR EL ALMA Y EL ESPÍRITU, las coyunturas y los tuétanos, Y DISCIERNE los pensamientos y las intenciones del corazón. Las palabras del sermón  dominical sin saberlo ambos les llego a cada una de sus afiebradas mentes. Eso  solo lo sabrían hasta compartir sus sentimientos, después de la tempestad de esta fragorosa lucha.

Ahora el gemía sin recato, ella sin pudor, él con fuerza, ella con intensidad, él con felicidad, ella con gratitud, él entusiasmado, ella optimista, él arremetía en su mete y saca, ella en el recibir y en el dar.

Lizbeth: Hummmmmmm, ayyyyyyyyyyyyyyyy, ahhhhhhhhhhhhhhhhhh Dioossss estooooo esss riqiiiiiisiiimmmmooo , Ivaannnn queriiiiidodoododo, asiiiiiii looooo queeerriiiaiaia,,,, grrararaccciaassss pappappiiittototooo chuuuuullooooooo

Ivan: chiiiquiiiiitttattaa, chiquuiiillallaa miiaaaa,, errressss miiaaaaaaa, ereresss una dioooooosaaaaaa, unaaaa diosssaaaa

La buena copula entre hombre y mujer es como una espada de dos filos. Penetra hasta partir el alma y el espíritu porque logra unir con el cosmos ofreciendo uno de los mayores placeres mundanos, y discierne los pensamientos e intenciones del corazón porque logra conciliar al hombre y a la mujer de manera pragmática. Toda buena relación se fundamente en ese balance de mente y ser, el buen sexo es la mejor ARMA que tenemos para lograrlo.

La inercia de la salvaje copula, hizo que ella abriera aún más sus poderosas piernas y rodeara con ellas a su hombre. Con lo cual él tiene una mayor profundidad de logro, por ello mismo estando en esa postura ahora él para tener mayor presencia inclino las piernas de ella y tener así un mejor agarre, para posteriormente pasar sus piernas en sus hombros entrando más de lleno a ese acoplamiento.

Lizbeth: pappapapiiiii,,,enseññaaaammmmeee tooooodoooooo, hazzzzz lo qquuee quiearttasssss connnnmiiigooooo, perrorooooo quuue nooooo acacccnabbeeeee estoooooooo, Dioosssssss queuue riiicocooooo.

Iván: siiiiii miiii reuyyyynnaaaa saannttttaaaaa, ufffffff, hummmm

Demostrando su gran acoplamiento, él se bajó las piernas de sus hombros y sin sacar su pene y dejarla de penetrar y la otra también de estarse comiendo su garrote, se viraron para que ella fuera la que llevará el control.

Lizbeth inicio un frenético movimiento con su pelvis y cintura pasando de una rapidez a una lentitud como si se dominará de toda la vida la tarea asignada. Definitivamente estaba exentado la materia y con honores.

Ayyyyyyyyyyyyyyy, hummmmmm, asiiiiiiii,, ricoococococo, Ivaananannnn eressss un  suuueeñññooooo, asiiiiiiiii, ayyyyyyyyyyyyyyy, hummmmmmmmmmmmmm, ayyyyyyyy

Iván se recostó para poder besar y amasar esos sudorosos y bamboleantes senos….llevaban ya buen rato cogiendo como desatados.

Lizbeth por un momento paro para acomodarse los cabellos de la frente que ya todos mojados le escurrían su sudor en sus ojos.

Iván aprovecho para que con ese mudo lenguaje que ya dominaban entre los dos, destrabarla con lo cual un sonido extraño se escuchó, dando a la risa de los dos.

Ahora la acomodo de rodillas para que parara esas suculentas nalgotas. Enfilo su envarada, totalmente mojada espada y volverla a partir ahora desde atrás en la clásica postura de “perrito”. La penetración que ambos se hacían ciertamente era una espada que los estaba atravesando de cabo a rabo, sin dejar huella, ni macula alguna. A priori, ellos ya sabían que esto pasaría, que bueno que no se habían equivocado en sus elucubraciones.

Ahora el sonido fuertísimo que se escuchaba en el mete y saca era de antología incluso combinándose con el famoso “Son de la Negra” que otro conjunto de mariachi tocaba ya más cerca. Pareciera que los dos bailaban al compás de tan afamada y distinguida pieza mexicana—Pappapap. Papappaa, papapa, papapappa, papapapa, como si fueran las guitarras y percusiones…galalaapp, galapapa,, glapapa.,, glaapap, galalalao, como si fueran las trompetas y los gemidos de ambos como si fueran las voces de los maricachis….se acerca el culmen de esta verdadera primera vez de ambos….para ella auténticamente la primera, para él, en el sentido de hacerlo fuera de su lecho nupcial y con una joven y sobre todo con su alumna…..paappappa,,glllalaaaoooo, galallaoaoa…..ambos llegaron a un fuerte orgasmo al mismo tiempo, hasta en eso, su acuerdo era mutuo, pleno y de regocijo…..terminaron juntos al igual que la pieza musical.

Esa tarde-noche aún continuaron hasta quedar exhaustos. Ese día Lizbeth ya no vio al novio, ya rompería después con él. Ese día, Iván llego muy tarde pero renovado a su hogar. Pero esos hechos son otra historia.

 

ELLA:

Consciente de que su precoz madurez le indicaba que con nadie de su edad hubiera experimentado lo placentero y rico que fue perder su virginidad. Simplemente la mejor experiencia corporal que se hubiera podido imaginar. Sería su más profundo secreto. Sabría ya cómo manejarse con los hombres, sencillamente se estaba graduando de todo a todo. Se sentía plena, radiante, segura de sí misma, confiada en salir a la vida para vivir, gozar y ser plena. Serúa su más profundo secreto, se lo llevaría a la tumba.

EL:

Consciente de que su serena madurez le indicaba que con ninguna otra mujer, ya sea compañera o alumna hubiera experimentado lo placentero y rico que fue traspasar este umbral de falsa moralidad. Simplemente la mejor experiencia corporal que se hubiera podido imaginar. Sería su más profundo secreto, se lo llevaría a la tumba. Se sentía pleno, radiante, seguro de sí mismo, confiado en salir al paso de esta increíble aventura extramarital para vivir, gozar y ser pleno.

SÉPTIMO DÍA: El acuerdo

Si vas a hacer algo relacionado con el sexo, debería ser cuanto menos genuinamente perverso. Grant Morrison.

Y dios hizo el séptimo día para descansar, el hombre y la mujer para retozar. Ellos retozaron como si fuera su luna de miel y las que siguieron,  pero eso es otra historia por contar.

ELLA:

Las dos mejores decisiones de su vida, en tan solo siete días se habían conformado. Su intelecto le había permitido conocer la gloria y no se arrepentía, simplemente era una mujer moderna, sin trabas morales ya y dispuesta a seguir gozando. En la empresa le daban un año de estancia en México, después se iría al extranjero. Que bien, así estaría un año con Iván, siguiendo su proceso de formación. La discreción de ambos, es algo que agradecía. Era feliz y así seguiría, tan era así que no tendría que contárselo a nadie, nunca más.

EL:

Estaba maravillado y feliz, en una sola semana, logro lo que en su más profundo subconsciente quería desde siempre. Su experiencia y madurez le había permitido conocer la gloria y no se arrepentía, simplemente era un hombre nuevo, sin trabas morales ya y dispuesto a seguir gozando. En la empresa de Lizbeth le daban un año de estancia en México, después se iría al extranjero. Que bien, así estaría un año con ella, disfrutando de esta aventura de maduros. La discreción de ambos, es algo que agradecía. Era feliz y así seguiría, tan era así que no tendría que contárselo a nadie, nunca más.

FIN

«MI ALUMNA SE ENTREGÓ AL PLACER» Libro para descargar (POR GOLFO) HISTORIA TOTALMENTE INÉDITA

$
0
0

Sinopsis:

El email de una desconocida despertó el instinto depredador que llevaba reprimiendo durante años y cómo no podía hacer mía a la causante, busqué a mi alrededor una sustituta. Contra toda lógica descubrí dentro del aula donde daba clases que Almudena, un cerebrito, era la sumisa que estaba esperando.

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:
 

Para que podías echarle un vistazo, os anexo los dos primeros capítulos
 

Capítulo 1

Después de una temporada de relativa calma, me vi inmerso en una vorágine de sexo y perversión como nunca la había tenido. Todo empezó un día recibí un email de una joven de apenas veintitrés años que se declaraba fan de mis relatos.
Al leerlo, mis años de experiencia me hicieron ver que tras los sinceros elogios se escondía una petición de ayuda. En una lectura rápida cualquier otro destinatario solo se hubiese quedado con la fascinación de esa niña por la literatura erótica pero, a mí, me resultó evidente leer entre líneas que su fantasía iba más allá.
«Tiene alma de sumisa», comprendí pero lo que realmente picó mi curiosidad fue advertir por su tono que deseaba de alguna forma conocerme.
Como perro viejo en esas lides, decidí hacer un hueco en mis obligaciones y poniéndome frente al teclado, la contesté cordialmente mientras la regalaba un relato inédito para que fuera ella la primera en leerlo.
«¿Caerá en la trampa?», me pregunté nada más enviar ese mensaje porque si era como yo suponía, no podría evitar responder lo que me daría la oportunidad de lanzarle un anzuelo tras otro hasta que esa cría pasase a formar parte de mi harén.
Mientras esperaba su respuesta, me puse a indagar sobre ella. Cosa que me resultó fácil porque sin saberlo, me había dado mucha más información de la que en un principio estaba dispuesta a revelar al cometer involuntariamente varios errores.
Aprovechando su buena fe, o mejor dicho su inconciencia, busqué el mail desde el que me había escrito en Google. Os juro que al hacerlo no esperaba ningún resultado que me permitiera conocer quién era la remitente, pero fue entonces cuando descubrí que había usado su dirección “oficial”.
«Es mona», certifiqué cuando uno de los enlaces me dirigió directamente a su Facebook.
Así supe de primera mano que mi interlocutora vivía en Puerto Rico, que estudiaba trabajo social en una de las universidades de esa isla, que no había mentido respecto a sus años y que al menos en la red, no tenía pareja ya que en ninguna de las fotos que había colgado aparecía con un tipo que no fuera de su familia.
«Es curioso», pensé, «las personas de su generación han crecido con internet y aun así, no saben cómo proteger su anonimato».
Trasteando en la web, recopilé un montón de información sobre sus hábitos e intereses sin tener que desvelar que era yo quien investigaba. Así me enteré que medía un metro cincuenta, que era blanca de piel y que llevaba el pelo corto pero también salió a la luz su gusto por los animales y su afición a la literatura seria.
«Alguien tendrá que explicarle que no está bien ser tan poco cauto y que al menos debe de tomar precauciones antes de entrar en contacto con un extraño», me dije olvidándome de ella por la llegada de María, una profesora del claustro donde trabajo, la cual desde hace seis meses es mi más fiel servidora.
Aunque no viene a cuento, el caso de esta madura merece un inciso para explicaros de alguna forma que una de las principales características de un amo es ¡estar siempre a la caza!
Todavía recuerdo el día en que conocí. Fue durante una charla informal en la cafetería de mi universidad. Estaba tomando un café con el rector cuando ese buen anciano me la presentó como su última adquisición para el departamento de investigación. Ni siquiera tuvo que hablar, como un libro abierto leí en su actitud, en sus ojos esquivos y en su exagerado mal humor que el destino de esa rubia pasaba por lucir uno de mis collares.
Y así fue, en menos de dos meses, María me rogó de rodillas ser mi esclava y desde entonces, una o dos veces por semana, llega a mi casa, se desnuda y durante cuatro horas se afana en servirme. Da igual que esté casada y que su marido se haya convertido en mi amigo, cuando la llamo corre a cumplir mi voluntad al saber que al final se verá recompensada y obtendrá el placer que ha venido a buscar.
Si os preguntáis porque os cuento esto, la respuesta es sencilla:
“Quiero dejaros claro que todos aquellos que tengáis una faceta sumisa ¡corréis peligro!”. Ya que el primer dominante con el que os topéis sabrá quizás antes que vosotros exactamente que tecla tocar para sacar a la luz vuestra verdadera personalidad y solo dependerá de él, el tiranizaros o el haceros disfrutar sin límite.
Volviendo a la historia de “Pequeñita”, María estaba haciéndome la primera mamada del día cuando desde el otro lado del charco, esa puertorriqueña me contestó. Sin permitir que la zorra se sacara mi verga de su garganta, me puse a leer el mensaje de la desconocida.
Os confieso que no fue ninguna sorpresa que esa monada me explicara su evolución y que siendo apenas una adolescente comenzara a disfrutar con las historias románticas donde el protagonista fuera un hombre dominante.
Tampoco me extrañó que rápidamente se diera cuenta que a esas novelas rosas les faltaba algo ni que fue cuando cayó en sus manos un libro erótico cuando realmente se enteró que deseaba sentirse usada aunque fuera una vez. En plan confesionario, me contaba en el mail que se fue concentrando en relatos de maduros al creer que solo con experiencia podía ser capaz de sacar la ardiente mujer que tenía dentro. De allí pasó a los relatos de dominación y de esos a los de no consentido.
Nuevamente no tuve que ser un genio para saber que esa boricua estaba en cierta forma buscando un escultor que diera forma a su ser y con él descubrir la que yo considero más sublime forma de placer que es la sumisión. Reconozco que lo que realmente instigó a mi lado dominante a seguir con ese intercambio epistolar fue comprobar que era sincera porque sin que yo se lo tuviera que pedir, “Pequeñita” se describió exactamente como aparecía en las fotos sin tratarse de adornar.
― No hace falta ser una Barbie para gustar a un hombre― tecleé respondiendo a su mensaje, harto quizás de la impostura que puebla la red.
Agradeciendo su sinceridad, le pedí que me contara el momento más erótico de su vida para comprobar cuan acertado estaba sobre sus verdaderas inclinaciones. Tras releer mi escrito, di al SEND y me concentré en la sumisa que tenía entre mis piernas.
María había aprovechado que no la miraba para empezarse a masturbar. Me hizo gracia saber que lo había hecho a propósito para que yo tuviera un motivo para castigarla pero la perspectiva que se me abría allende los mares me tenía de buen humor y por ello únicamente esperé a que estuviera a punto de correrse para prohibírselo.
― ¿No me va a castigar?― incrédula me preguntó.
― No te lo mereces― respondí.
Tras lo cual la llevé sobre mi cama y le inserté sendos consoladores en cada uno de sus agujeros. La cuarentona creyó que iba a hacer uso de ella pero poniéndolos a toda potencia, me fui a merendar advirtiéndola que no iba permitir que en esa tarde, me volviera a fallar.
«Tengo vedados los orgasmos», comprendió y humillada esperó a que esos dos enormes falos de plástico cumplieran su labor.
Satisfecho con ese peculiar escarmiento, abrí la nevera y me preparé un bocadillo. Cuando os digo que estaba satisfecho, así era porque si bien los ajenos a este mundo, equiparan sumisión al dolor, eso es falso. Se puede ser el amo más dominante sin tener que torturar a nuestras princesas porque unas necesitan mano dura mientras a otras les basta con sentirse dirigidas.
Con una cerveza en una mano y el bocata en la otra, volví a donde estaba mi sumisa. No tuve que traspasar la puerta para saber que María me había obedecido al ver cómo intentaba a duras penas contener el placer que se iba acumulando entre sus piernas.
«Es una puta bien adiestrada», sentencié mientras me sentaba a observar su sufrimiento al no poder correrse.
La rubia suspiró al verme y con lágrimas en los ojos, me imploró que la perdonara. No le hice caso y masticando lentamente incrementé su zozobra al sentirse observada.
― Amo, ¡no aguanto más!― chilló descompuesta al ser consciente que desde mi asiento podía ver claramente que tenía su sexo anegado.
Disfrutando de su desamparo, metí y saqué el falo que tenía incrustado en su trasero un par de veces antes de humillarla, diciendo:
― Viendo lo gordas que tienes las tetas, es una pena que seas tan vieja. De ser más joven, te preñaría para que así asegurar que mi hijo tuviera leche suficiente con la que alimentarse.
Mi menosprecio caló hondo en ella y con un tono menos sumiso del que debería, protestó:
― Todavía puedo quedarme embarazada.
Su respuesta me sirvió para recordarle que entre los límites que ella misma me había puesto al convertirse en mi esclava estaba el no tener descendencia. María al oír mi réplica comprendió que tenía razón y dando una vuelta de tuerca más a nuestro acuerdo, contestó:
― Si usted lo desea, me gustaría quitar ese término. Sería un honor que usted me preñara.
― Lo pensaré― fue mi escueta respuesta y premiando la extensión de su confianza, le dije: ― mientras tanto, ¡puedes correrte!
Mis palabras desencadenaron su placer de inmediato. Tanta era la presión que llevaba acumulando que en cuando abrió la espita, todo su cuerpo se vio desbordado por un brutal orgasmo cuyos signos más evidentes fueron sus gritos pero como la conocía de sobra, para mí fue admirar su entrega hecha líquida en el charco de flujo que se formó sobre las sábanas.
― Me encanta ser su guarra― berreó al sentir que retiraba el consolador de su ojete.
Sacando mi pene de su encierro, formalicé el nuevo trato empalándola de un solo arreón mientras susurraba en su oído que a partir de ese día tenía la obligación de dejar de tomar anticonceptivos.
Todavía no sé si las lágrimas de sus ojos fueron por el dolor que sintió al romperle tan bruscamente el culo o de felicidad por saber que su vientre albergaría durante nueve meses una versión en pequeño mía. Lo cierto es que no llevaba sodomizándola más que unos pocos segundos cuando un geiser brotó hirviendo de su sexo, empapando mis muslos.
«¡Cómo me gusta que sea tan puta!», exclamé en mi mente para no revelar ante esa rubia esa intima apetencia.
Deseando que se sintiera mi montura y yo su jinete, agarré su melena a modo de riendas y dando una azote en sus ancas, incrementé el compás de mi galope hasta hacerlo desenfrenado.
María, agradeció el nuevo ritmo, relinchando de placer y ya convertida en yegua buscó desbocada otro nuevo orgasmo. Su enésimo clímax coincidió con el momento en que mi pene explotó regando con su simiente los intestinos de mi sumisa.
La felicidad que mostró, me hizo pensar que realmente le apetecía que mis genes sembraran su todavía fértil vientre pero también comprendí que si no conseguía que prendiera mi retoño, tendría que buscarme una sustituta. Recordando a la puertorriqueña, decidí que “Pequeñita” podría ser una buena sustituta…
Acababa de despedir a María cuando una campanilla me informó que acababa de recibir un nuevo mensaje. Al abrir mi Hotmail, sonreí al comprobar que era la chavala de uno cincuenta y pechos medianos quien me contestaba.
Mi sonrisa que se había acrecentado cuando de primeras leí que esa muñeca me confesaba sus deseos de profundizar en el mundo que consideraba mi forma de ver la vida, desapareció de golpe al continuar y enterarme por sus palabras que ya había entrado en contacto con otro amo. “Daddy” fue el término que usó para referirse a él.
«¡Mierda!», mascullé enfadado porque una de las reglas no escritas de la dominación es que uno puede comprar o vender a una sumisa pero nunca inmiscuirse en la relación con su amo.
Mi cabreo se convirtió en indignación al enterarme que tras una primera sesión que incluyó desde azotes, bondage hasta lluvia dorada, ese capullo no había querido volverla a ver por miedo a que sus otras tres sumisas se enteraran y le dejaran.
«Ese tipo no merece que nadie le llame daddy», sentencié al saber que un verdadero amo nunca dice cuántas sumisas tiene y menos, las tiene que rendir cuentas de lo que hace cuando ellas no están.
«Ni siquiera debió explicarle en que consiste el acuerdo de entrega y tampoco establecieron en común los límites que ninguno podía traspasar», hecho una furia comprendí.
Lo de menos era la horterada de “Daddy”, yo mismo a mis sumisas las considero y las llamo mis “princesas” porque al fin y al cabo, mi función es hacerlas gozar descubriendo hasta donde llegan las fronteras de sus tabúes. Lo que realmente me hacía tirarme de los pelos es que ese insensato hubiera podido dañar por ignorancia o maldad un brillante en bruto como parecía ser esa niña.
«De tenerlo enfrente, lo mataba a golpes. ¡Cómo se le ocurre forzar la máquina en la primera sesión!», cada vez más encabronado con el asuntó, señalé: «El primer día sirve para establecer la confianza sumisa― amo, ¡no para experimentar!».
Por mi mente pasaron unas cuantas candidatas que ni siquiera habían podido soportar verse frente a frente conmigo en un cuarto, sabiendo que la razón de estar ahí era entregarse a mí, a un cuasi desconocido.
«¡En qué coño pensaba ese inútil! De haber sido yo, “Pequeñita” hubiese modelado desnuda para mí y poco más. Exagerando al despedirme ¡la hubiese besado!», mi mente no dejaba de repetir mientras seguía leyendo.
La propia boricua confirmó mi opinión al explicarme tal y como se lo había pedido que el momento más erótico que había experimentado en su vida fue durante esa sesión cuando la empujó contra la pared y teniéndola indefensa, forzó su boca con la lengua mientras sentía su presencia.
― ¡Eso fue lo único que hizo bien!― en voz alta recalqué, un poco más tranquilo al darme cuenta que los daños en “Pequeñita” parecía no ser permanentes: ― La chavala es sumisa de corazón y por eso reaccionó al premio que le daba su amo.
Viendo que no todo estaba perdido y que con ese aprendiz de amo no me unía ningún tipo de cortesía “profesional”, decidí explicar a mi interlocutora por qué tenía que cambiar de Daddy y buscarse uno que realmente supiera como eran las cosas.
Ni que decir tiene que ¡me ofrecí a ser yo quién la enseñara!

Capítulo 2

A raíz de ese mail, la boricua desapareció de mi vida. Os confieso que interpreté su silencio cómo una oportunidad perdida. Estaba desilusionado porque me apetecía hacerme con esa carne fresca a la que someter a mi antojo. Para entonces la consideraba un trozo de mármol que mis manos podían ir cincelando poco a poco hasta convertirla en mi puta.
Para mí, “Pequeñita” no era una persona con sentimientos, era un objeto con el que saciar mi hambre de nuevas conquistas. Deseaba poner mis garras en ella y sin que se diera cuenta irla adoctrinando a mi antojo, de forma que al final, esa jovencita respirara, comiera e incluso defecara con un único objetivo: “Servirme”.
Su vida pasaría a ser mía. Por mis planes pasaba que su voluntad se fuera diluyendo como un azucarillo en el café con el objetivo de endulzar mi existencia. Deseaba anularla, convertirla en una zombi que solo deambulara por el mundo con el fin de adornar mi galería de trofeos.
Había previsto, exhibirla ante mis conocidos como un ganadero muestra orgulloso su mejor res. Dejar que mis colegas de perversión pusieran sus sucias manos sobre los pechos casi virginales de esa cría para comprobar lo bien que la había adiestrado.
Tenía muchas esperanzas puestas en esa puertorriqueña. En mi pérfida imaginación, iba a ser yo el que rompiera por primera vez su culo. Bajo mi mando, había planeado que esa angelical muchacha satisficiera solo porque yo se la mandaba a mujeres tan perversas como yo.
Y cuando me hubiese cansado de ella, vendería sus despojos al mejor postor para acto seguido buscar una nueva víctima que anotar en mi lista de éxitos.
Pero desgraciadamente, todo se había ido al traste o eso pensé cuando al tercer día, no había tenido noticias de ella. Interiormente me reconcomía el hecho de haberme excedido exigiendo que dejara a su “daddy”. Por muy inepto que fuera ese imbécil, si la había conseguido convencer de pasar el trance de esa brutal sesión, de alguna forma la tenía en sus manos.
«¡Qué desperdicio!», mascullé mentalmente al haber perdido esa gema, sobre todo porque estaba convencido que en mis manos cual cisne, pasaría de ser un patito feo al más bello de su especie.
Asumiendo mi error, llamé a María. Sin que yo se lo preguntara, esa cuarentona me informó que había dejado de tomar la píldora y que no veía el momento que me dignara a inseminarla.
― A las doce en mi despacho― contesté colgando el teléfono.
La idea de preñar a esa rubia y que el tonto del culo de su marido corriera con los gastos de su educación me alegró el día y terminando de desayunar, me dirigí como todos los días a impartir clases.
Curiosamente al entrar en el aula y enfrentarme a un público mayoritariamente femenino, me hizo recordar a “Pequeñita”.
«¿Cuantas de estas zorritas serán sumisas?», me pregunté mientras acomodaba mis papeles en el estrado, «¿La morena de tetas grandes quizás? o ¿la guarra con minifalda de la tercera fila?».
Una a una fui recorriendo toda la clase. “Pequeñita” había despertado mi instinto depredador y como el ave de rapiña que soy, dejé a un lado mi promesa de jamás buscar putitas entre el alumnado y mentalmente fui anotando candidatas.
Al terminar la clase ya había descubierto al menos media docena de jovencitas que mostraban signos de ser sumisas y cogiendo un bolígrafo, anoté sus nombres en la libreta que tengo para ese fin. No contento con ello, durante la segunda hora hice lo mismo pero en este caso, mi interés se centró en una de las de mayor edad pero no por ello de menor coeficiente intelectual. Al contrario, era un cerebrito que estaba cursando su tercera carrera.
Os preguntareis el porqué. Me resulta muy sencillo de explicar, estaba oteando entre las filas de pupitres cuando la descubrí mirándome embelesada. Al sentirse descubierta, su rostro se tornó pálido y bajó su mirada pero ya era tarde, bajo su blusa dos pequeños bultos me revelaron su excitación.
«¡Coño! No me había dado cuenta que Almudena es otro diamante en bruto», señalé sin margen de error.
Mi seguridad venía motivada porque antes que yo, ella había reconocido en mí a un dominante y siendo sumisa de nacimiento se había sentido atraída.
«Somos polos opuestos», comprendí, «amos y sumisas somos capaces de reconocernos».
Aun así debía constatar que esa cría había nacido para alguien como yo. Impartiendo la materia entre los alumnos, me fui acercando a ella. Su creciente nerviosismo hubiese sido suficiente pero queriendo confirmar sin duda alguna que Almudena terreno abonado donde arar, en un momento dado, puse mis manos a ambos lados de sus hombros. Tal y como había previsto esa castaña, al sentir mis garras sobre su piel, cerró sus piernas en un vano intento por evitar que advirtiera la excitación que recorría su cuerpo. Nadie en todo el aula se dio cuenta de lo que ocurría. ¡Miento! ¡Dos si éramos conscientes! ¡Mi presa y yo!
Recreándome en mi dominio, acaricié levemente su cuello con uno de mis dedos hasta que vi como cerraba sus puños sobre la mesa.
«Se ha puesto cachonda», sentencié y dejándola en paz, caminé hacia el estrado.
El resto de la hora paso sin pena ni gloria, reconozco que tan poco me esmeré en dar una clase magistral porque mi mente estaba ocupada en otras cosas.
¡Iba a cruzar los límites que me había auto impuesto!
Por eso cuando mis alumnos ya salían rumbo al descanso, llamé a Almudena. La chavala al oírme instintivamente tapó sus senos con una carpeta y totalmente colorada, llegó hasta mi mesa. Toda ella temblaba con el mero hecho de estar en mi presencia y hurgando en esa herida, con descaro recorrí sus piernas antes de decirla:
― Ando buscando una ayudante y he pensado en ti.
No era una pregunta, era una afirmación y por ello esa indefensa jovencita no tuvo oportunidad de librarse y ató su destino al mío al contestar:
― Será un honor servirle.
Esa respuesta me reveló que no me había equivocado al elegirla como futura sumisa, ya que su propia naturaleza la había traicionado empleando una frase que solo una puta consciente de sus inclinaciones usaría. En ese momento, me hubiese gustado dar inicio a nuestra primera sesión pero recordé que había quedado con María.
«Un amo debe cumplir primero con sus princesas», medité y asumiendo que al menos estaría una hora ocupado con la profesora ordené a la chavala que fuera a verme sobre la una.
― Allí estaré― contestó la incauta con una alegría que desbordaba todos sus poros.
Tras lo cual, la vi marchar meneando el pandero que no tardaría en usar. Ese sensual movimiento de nalgas fue una muestra más que esa cría era un proyecto de putita porque aunque todavía no lo supiera, involuntariamente su cuerpo mostraba la felicidad de una esclava al conocer a su dueño.
Para entonces mis hormonas habían tomado las riendas de mi voluntad y mirando el reloj, me di cuenta que llegaba tarde.
«Espero que ya esté caliente, ¡necesito descargar!», pensé del vientre que iba a germinar mientras enfilaba el largo pasillo que llevaba a mi despacho.
Felizmente, mis previsiones se vieron superadas porque al llegar a mi oficina, esa zorra de cuarenta tacos se lanzó sobre mí aún antes que pudiera cerrar la puerta con llave. Su hambre era tan grande que, sin ni siquiera saludarme, se arrodilló y sacó mi miembro de su encierro.
Al descubrir que mi pene estaba erecto su cara se iluminó e intentó hacerme una mamada. Como mis intenciones eran otras, agarré su rubia melena y la obligué a levantarse. El tirón de pelo fue doloroso pero no se quejó y permitió que girándola, le subiera las faldas.
«Viene lista», murmuré mentalmente al comprobar que no traía ropa interior y mientras metía un par de dedos en su vulva, forcé a mi sumisa a apoyarse en la mesa con su culo frente a mí.
Cómo ganado que va al matadero esperó que me pusiera tras ella, dando un pequeño grito cuando mi verga rellenó su sexo de un solo empujón. Su mojado conducto absorbió mi primera puñalada sin dificultad y eso me dio la seguridad que podía incrementar mi ritmo sin correr el riesgo de dañarla.
― ¿A qué esperas? ¡Muévete! ¡Puta!― exclamé al tiempo que daba mayor énfasis a mi orden con un sonoro azote.
María deslumbrada por la rapidez en la que se estaban desarrollando los hechos, esperó a notar la base de mi sexo chocando con sus nalgas para rogarme que le diera caña. Haciéndola caso cogí sus pechos entre mis manos y pellizcando sus pezones, le pedí que se masturbara.
No hizo falta que se lo repitiera dos veces, bajando su mano, empezó a acariciar su entrepierna a la par que empezaba a moverse. Moviendo sus caderas mientras el intruso de sus entrañas seguía apuñalándola, fue incrementando sus movimientos hasta que ya completamente cachonda, me pidió un nuevo azote. Al tiempo que rítmicamente iba sacando y metiendo mi pene de su interior, comencé a regalar una serie de nalgadas a sus cachetes mientras la zorra no dejaba de torturar su clítoris con sus dedos.
Sus gemidos se fueron convirtiendo en gritos y los gritos en alaridos de placer al sentir que incrementaba la velocidad de mis embestidas. Era tal mi calentura que con mi presa totalmente entregada le exigí que me contara lo que estaba experimentando.
― Devoción, amor y obediencia por mi amo.
Sus palabras inflamaron mi ego y atrayéndola hacía mí, la penetré sin contemplaciones. Completamente dominada por la lujuria, María chilló a sentir que se volvía a correr y soltando un largo suspiro, me pidió que no parara.
― ¿Te gusta putita?― dije dando el enésimo azote en su trasero.
― Me enloquece la idea que me embarace― contestó al sentir el calor de mi golpe.
Esa confesión había espoleado aún más su ardor y levantando su culo, mordió sus labios al tiempo que se corría. Su orgasmo coincidió con el mío y rellenando su interior con mi simiente, me desplomé en la silla de mi despacho. Exhausto, dejé que me besara. María sin dejar de acariciarme, esperó a que descansara, tras lo cual pasando su mano por mi pelo, me dijo:
― Mi amo me ha dejado el culo calentito pero mi coño sigue listo para recibir otra vez su simiente.
Un ruido fuera del despacho, me hizo sospechar que mi siguiente visita había llegado antes de tiempo y aunque me apetecía un nuevo asalto, le ordené que se vistiera. Como profesora de la misma universidad comprendió mis razones y por ello no puso objeciones. Lo que sí hizo fue cuando ya estaba lista para salir por la puerta, fue preguntarme si esa tarde se podía pasar por casa.
― Luego te llamo.
Como había supuesto, Almudena se había adelantado y permanecía sentada en la sala de espera. Tras despedirme de la cuarentona, me tomé unos segundos en hacer un rápido examen a esa chavala. Por lo coloreado de sus mejillas, comprendí que había escuchado parte sino todo el polvo con mi otra princesa.
Sonriendo de oreja a oreja, volví a mi sillón diciendo:
― Pasa y cierra la puerta.
Sentado tras la mesa de mi despacho, observé el nerviosismo de mi alumna con franco interés. Se notaba a distancia que Almudena apenas podía retener el temblor de sus rodillas. Disfrutando del momento, me quedé callado mientras leía su expediente.
«No parece tener veinticinco años», pensé ya que a pesar de su cara de niña, le había dado tiempo de terminar dos carreras y estaba cursando la tercera. Nacida en un pueblo del norte de España, supe al leer su dirección que vivía en un Colegio Mayor.
«¡Qué raro! A su edad, los universitarios suelen alquilarse con amigos un piso donde vivir», medité anotando ese dato por si resultara importante.
Aunque sabía que era brillante, repasando sus notas comprendí que la castaña era una especie de genio.
«No me extraña que esté becada. ¡Lleva todo matrícula!», dictaminé mientras levantaba mi mirada de los papeles y comprobaba que mi silencio la estaba poniendo histérica.
En su asiento, Almudena se retorció incómoda al saberse observada. Haciendo caso omiso de su turbación, esperé a que la castaña ya no supiera donde mirar o cómo sentarse para decirle:
― Mis exigencias son sencillas, demando una ayudante sin problemas de horario y dispuesta a cumplir mis órdenes tanto aquí como fuera de la universidad.
La castaña asintió con la cabeza. No me costó percibir en mi alumna una especie de satisfacción al escuchar de mis labios que su jornada se iba a extender más allá de lo académico. Indagando en ello, me permití inmiscuirme en su vida privada al preguntar:
― ¿Tienes pareja? ¿Novio? ¿Novia?
Sus ojos reflejaron su sorpresa ante ese interrogatorio pero se recompuso rápidamente y contestó:
― Todavía no he encontrado lo que busco.
No queriendo perder la baza de enterarme si al menos tenía un pretendiente, insistí:
― No quiero que luego me vengas con que no puedes cumplir una de mis órdenes por tener otras responsabilidades.
Mirándome a los ojos y con voz firme, respondió:
― Si usted me admite bajo su tutela, nada ni nadie me impedirá satisfacer sus exigencias.
La seguridad y la completa sumisión que traslucían sus palabras no hicieron más que confirmar mis esperanzas de haber encontrado un espécimen listo para ser pulido. Para entonces, el dominante que había en mí me azuzaba a comenzar de inmediato su adoctrinamiento pero el poco sentido común que me quedaba, me hizo recabar una última prueba sobre su naturaleza y por ello antes de entrar en materia me levanté y poniendo como en la clase mis manos en sus hombros, pregunté:
― ¿Cuánto tiempo llevas queriendo que yo sea tu mentor?
La putita se quedó paralizada al sentir mis dedos sobre su piel y con la respiración entrecortada, tuvo que hacer uso de toda su voluntad para contestar:
― Desde que asistí a una de sus conferencias.
― ¿Cuando fue eso?― insistí dejando que mis yemas recorrieran su cuello.
La muchacha no consiguió evitar un gemido al sentir esa caricia, tras lo cual, muerta de vergüenza, me confesó que hacía más de un año. Su respuesta me permitió profundizar y usando mis dos manos, comencé a darle un sensual masaje mientras le decía:
― No me mientas.. Dime que es lo que buscas en mí.
Tardó unos segundos en contestar. Almudena estaba aterrorizada por mis preguntas. Temiendo estar malinterpretando mi actitud, se giró hacia mí y con la angustia reflejada en su cara, me miró a punto de llorar:
― Su protección.
― ¡Explícate!― le exigí al tiempo que dejaba caer uno de los tirantes que sostenían su vestido.
Sus ojos brillaron al saber que no había sido producto del azar y llevando su boca hasta una de mis manos, depositó un beso en ella para acto seguido contestar:
― Desde que le vi, reconocí en usted a mi dueño.
Satisfecho, observé que al confesar esa cría se quitaba un peso de encima y recreándome en el poder que acababa de darme, mis yemas bajaron por su escote y por primera vez me apoderé de uno de sus pezones. Habiendo revelado su condición, Almudena gimió descompuesta al comprender que la aceptaba y mientras sus areolas eran objeto de mis mimos, directamente me preguntó:
― ¿Puedo llamarle amo?
La urgencia de esa putilla en convertirse en mi sumisa era tan evidente que intuí que había tenido una relación BSDM con anterioridad y por ello levantándola de su asiento, me permití el lujo de liberar sus pechos antes de decir:
― Eso depende de ti.
Aproveché el momento para disfrutar de sus tetas y tuve que reconocer que eran mejores de lo que me había imaginado. Grandes y duras estaban coronadas por dos rosadas areolas que pedían a gritos ser mordidas. Aguantando estoicamente el repaso que le di y sin necesidad que le explicara su significado de mis palabras, cogió mis manos entre las suyas diciendo:
― Soy una mujer libre y como tal, deseo depositar mi vida en sus manos.
Al escuchar que Almudena daba comienzo a la ceremonia de entrega, supe que no era el momento ni el lugar y por ello, corté de plano sus esperanzas, susurrando en su oído:
― Aquí no― y garabateando mi dirección en una hoja de papel, mordí su lóbulo mientras le decía: ― Te espero en mi casa a las seis.
Un tanto cortada por mi brusco rechazo, esa putita acomodó su ropa y con un deje de deseo en su voz, quiso saber cómo tenía que acudir a la cita. Me tomé unos segundos en contestar y recordando que era viernes, soltando una carcajada, contesté:
― Aunque en mi casa no la vas a necesitar, tráete ropa para todo el fin de semana.
― Así lo haré― me informó con una sonrisa de oreja a oreja, tras lo cual, pegando su cuerpo al mío, me besó diciendo: ― Estoy deseando ser suya.
Su descaro me hizo cautivó y acercándola todavía más a mí, correspondí a su arrumaco, dejando que mis manos se apoderaran de su espléndido culo y contento al descubrir que bajo su vestido esa niña tenía un par de nalgas dignas de una modelo, mis hormonas entraron en ebullición por lo que tuve que retirarla para evitar tomar posesión de ella en ese instante.
― Te veo a las seis― repetí despidiéndome de Almudena.
La castaña refunfuñó ante ese nuevo rechazo pero asumiendo que tenía razón, me dijo adiós y desapareció rumbo al pasillo. Acababa de despedirla cuando el sonido de mi Outlook me avisó que acababa de recibir un mail. Al mirar en la pantalla, vi que era “Pequeñita” quien lo había mandado.
Menos urgido de hacerla mía, al tener a mi disposición un nuevo juguete al que echar el diente, comencé a leer su mensaje. En él la boricua me pedía perdón por no haberme contestado antes, mostrándome sus dudas sobre cambiar a su “daddy” por mí pero que a pesar de eso, no quería que dejara de escribirla porque deseaba seguir en contacto.
Os juro que estuve a punto de dejar de leer pero algo me hizo continuar y fue a continuación, cuando contestando a la pregunta que le había hecho sobre cómo sería su encuentro ideal con su amo, leí que había escrito:
― Mi fantasía más recurrente es estar amarrada de las manos sobre mi cabeza y tener las piernas separadas inmovilizadas con un antifaz puesto para no saber qué me va a hacer mi amo. Que me acaricie todo el cuerpo disponiendo de él, que me bese posesivamente, que me chupe las tetas y muerda mis pezones hasta ponerlos duros. Que me masturbe el clítoris y me meta los dedos en el coño. Que no me deje correr hasta que se le antoje. Que me ponga a cuatro como una perra y juegue en la entrada de mi coño alargando el momento de la penetración. Hasta que decida clavarme (todavía no sé si lentamente o de una estocada porque de las dos maneras me excitan) y que siga con un mete y saca sin dejar lugar a dudas quien es el que manda.
Reconozco que aun sin saber si “Pequeñita” algún día sería mía, la elocuencia de sus palabras y la calentura que demostraban me hicieron albergar nuevas esperanzas. Sabiendo que no debía romper con ella antes de empezar por el mero hecho de no estar segura, cogiendo el teclado contesté a su email, diciendo que aunque no compartía su decisión, aceptaba sus motivos. Tras lo cual le pedí que a modo de juego, aceptara seguir mis órdenes sin comentar nada a su daddy.
La puertorriqueña debía estar frente a su ordenador porque casi de inmediato, respondió que la idea le gustaba.
«Será difícil pero todavía esta zorrita puede ser mía», pensé mientras le pedía que mi primer deseo era que se depilara por completo.
― ¿Para qué?― me preguntó.
Sin darle mayor explicación, respondí:
― Hazlo, confía en mí.
Esta vez, “Pequeñita” tardó unos minutos en contestar.
― Lo haré esta tarde.
Al leer su respuesta me despedí, citándome con ella para el día siguiente. Al apagar el ordenador y recoger mis bártulos, descojonado comprendí que tras un periodo de relativa calma ¡se me estaba amontonando el trabajo! No en vano, tenía una princesa que preñar, una que educar y un proyecto que si todo salía bien pudiera a llegar ser mi obra maestra. Pensando en ello, cerré mi despacho y decidí que tenía que darme prisa porque esa tarde iba a incrementar mi harén.

Viewing all 7974 articles
Browse latest View live