Quantcast
Channel: PORNOGRAFO AFICIONADO
Viewing all 8049 articles
Browse latest View live

Relato erótico: “Las Profesionales – Casa de marionetas esclavas 1” (POR BLACKFIRES)

$
0
0

En un exclusivo barrio residencial a las afueras de la ciudad, donde las mansiones son de dos a tres niveles, con muchísimas habitaciones, rodeadas de muy cuidados jardines y árboles frondosos al frente, a los costados y sin dejar de lado la elegante piscina trasera de la mansión, la agitada vida de una familia continúa sin novedades aparentes. James Baxter esta sentado a la mesa de la cocina leyendo el periódico del día, mientras todo el lugar se llena con el aroma del café mañanero preparado por su empleada Rossana que ahora viste su usual uniforme blanco y negro de empleada doméstica mientras termina de preparar el desayuno para Susan Baxter que se ocupa apuntando cosas en su agenda electrónica justo antes de salir para comenzar un nuevo día de trabajo.

Escaleras arriba el murmullo de sus hijas llena la casa pues ambas se preparan a irse de fin de semana a las montañas nevadas donde sus amistades darán una fiesta de despedida de vacaciones.

– Niñas a desayunar, es la tercera vez que les llamo, no estoy para perder el tiempo.

La voz de Susan llena la casa al tiempo que mirando a Rossana le ordena.

– Ve y diles que bajen de una buena vez pues si no, no podré despedirme de ellas, debo salir ya o llegaré tarde a la oficina otra vez.

– Si señora.

Rossana sube al primer piso y tocando la puerta de la habitación de Melissa, Rossana toca dos veces más y luego de murmullos y cuchicheos una muy molesta Melissa abre la puerta gritándole a la cara a Rossana

-¿QUÉ?

– Señorita Melissa su madre dice que por favor baje a desayunar por que…

– No me jodas…

Rossana no ha terminado de hablar y la puerta del cuarto se cierra con un sonoro golpe. Melissa camina descalza hacia su cama vistiendo un cortísimo “baby doll” casi transparente, lo que dificulta sobremanera ocultar sus hermosos senos y sus muy bien torneadas caderas y nalgas, justo antes de llegar a la cama, la puerta del baño de su habitación se abre y una hermosa chica de cabellos castaños oscuros y brillantes ojos miel sale solo envuelta en una toalla blanca, camina hasta el borde de la cama donde Melissa ya esta sentada y le pregunta.

-¿Qué fue tanto alboroto?

– La estúpida desubicada de la empleada que viene a tocarme la puerta, ¿Quién se cree ella para venir a apresurarme en mi propia casa? La deje hablando con la puerta en las narices y le dije que no me jodiera la mañana.

Valeria sonríe al ver irritada a Melissa y sin decir nada suelta el nudo de su toalla, la cual cae libremente al suelo revelando su cuerpo desnudo en el cual destacan sus preciosos y redondos senos con aureolas rosadas, su abdomen planísimo, su depilado coño, que junto a su trasero respingo, sus delineadas caderas y su carita de muñeca aun tienen la piel húmeda después de la ducha mañanera. Melissa la observa a los ojos y va bajando su mirada hasta su coño mientras entre risas Valeria le comenta.

– Muy bien Mely en esta casa las únicas con derecho a joder somos nosotras.

Sin decir más Melissa se levanta sonriendo y rodeando la cintura de Valeria con sus brazos la atrae hacia ella y la besa apasionadamente, mientras Valeria con extrema destreza desliza sus dedos índices debajo del baby doll de Melissa y con un movimiento practicado mete sus dedos debajo del elástico de las bragas de Melissa y esta última abriendo ligeramente las piernas hace caer al suelo la tanguita a juego con el baby doll, justo después Valeria se va arrodillando frente a Melissa y recibe en su nariz el delicioso aroma proveniente del coño de Melissa, que sin intercambiar palabras recibe la lengua de la chica desnuda recién bañada en su coño mientras con sus manos acaricia los cabellos castaños de su amiga.

En el pasillo Rossana camina el corto trecho que separa las habitaciones de las chicas y casi esta por llegar al cuarto de Samantha. Dentro de la habitación Samantha conversa con su novio que no ha visto en meses, en su computadora personal esta abierta una sesión de webcam y ella conversa con el a través de un micrófono audífono inalámbrico.

– “… pero es que mis padres han estado fastidiando con esto de estar más tiempo juntos y sus tonterías de ser una familia feliz… “

– “Oye estoy fastidiado con eso Samantha, desde que nos vimos en Roma no he estado contigo y sabes cuanto me cabrea eso”

– “Lo sé muy bien baby ¿pero que quieres que haga?, mi madre presiona mucho y mi padrastro es una verdadera molestia… ya pronto inician las clases y tendremos tiempo para ambos, en la fiesta tendremos tiempo… te apetece, tengo para ti una muestra de todo lo que podrás disfrutar los próximos meses…”

Diciendo esto Samanta desliza por sus hombros las dos pequeñas tiras de tela que sostienen una minúscula blusita sin mangas que cubre sus redondeados senos que se mueven libremente sin sostén, lentamente va tomando con sus manos los hermosos senos y la blusa cae enrollada en su cintura mientras sus manos cubren sus pezones

– “Ummmmm Sammy ya me había olvidado lo grande que son esos senos y las ganas que tengo de mordértelos”

– “Yo no olvido lo rico que es sentir tu boca en ellos mientras me llenas el coñito”

– “Masajéalos, aprieta los pezones nena…”

– “Eres un pervertido… por eso me encantas…”

Samantha empieza a masajear sus senos y a apretar sus pezones mientras pone su mirada más puta y saca la lengua sugestivamente hacia la cámara. Una de sus manos abandona sus pechos y haciendo hacia atrás la silla de escritorio que ocupa separa sus piernas dejando a la vista su depilado coño sin bragas debajo de la minifalda azul que usa. Rápidamente mete dos dedos en su boca y los llena de saliva, llevándolos a sus labios vaginales los cuales igualmente húmedos reciben sus dos dedos dejándoles entrar y salir rápidamente de aquel hermoso coño, mientras con su otra mano acaricia esos pechos que ya muestran unos duros pezones frente a la cam.

– “¿Así te gusto baby o me quieres mas puta?”

– “Eres una zorra con esa boquita… date más fuerte y más rápido, así te daría yo…”

– “Si baby así quiero que me des… “


Samantha sigue metiendo y sacando sus dedos de su excitado coño y gotitas aperladas de sudor aparecen bañando su frente y sus pechos, su excitación aumenta a cada segundo y empieza a llegar a su anhelado orgasmo mientras cierra los ojos y escucha como su novio le dice lo puta zorra que es, ese trato que el le da es tan humillante pero a ella siempre le había gustado ser tratada así, claro todo esto solo entre su novio y ella, pues ella es la hija de los Baxters y debe cuidar de su imagen pública. Una especie de descarga eléctrica recorre su espalda y siente que por fin esta por llegar a aquel orgasmo que la tiene loca de tanto buscarlo, hacia más de tres semanas que por alguna maldita razón siempre terminaba frustrada masturbándose sin llegar al orgasmo, empieza a temblar mientras escucha “Eso putita..”, “mira que mojada”, “Sigue…” y…

Tres golpes en la puerta la traen de vuelta a su realidad y antes de atender la puerta se empieza a ajustar la ropa, avanza a la puerta y se encuentra con Rossana.

-¿QUE?

– Disculpe señorita Samantha pero su madre dice que la esta esperando para desayunar.

Esta vez Rossana pudo entregar el mensaje completo antes de casi recibir en la nariz la puerta del cuarto de la mayor de las niñas Baxter.

Unos 20 minutos después Samantha baja lista para salir, seguida por Melissa y Valeria igualmente listas. Susan Baxter esta sentada a la mesa y mira incrédula como sus hijas entran a la cocina y toman un vaso de jugo de naranja y una o dos tostadas, y se disponen a irse.

– Un momentito señoritas yo no estoy pintada en la pared.

– Hola Mom, estamos retrazadas y no queremos llegar tarde.

– Su padre y yo las hemos esperado por lo menos tengan la amabilidad de despedirse niñas.

– Bye mon…

Michael Baxter no aparta la vista de su periódico mientras escucha la usual discusión madre hijas, escucha a las chicas ir abandonando el cuarto.

– Niñas su padre esta aquí también…

– Mom estamos retrazadas…

Susan Baxter se levanta de la mesa y las observa con su mejor rostro de “Hagan lo que yo digo o…”, desde que se había casado con James Baxter cuando las chicas eran adolescentes las cosas habían cambiado, unas para bien otras para mal. Las relaciones entre padrastro e hijas siempre fueron tensas, la frase “el no es mi padre” siempre se escucho en las discusiones, pero por otro lado Mr. Baxter les había dado a ellas posición social, estabilidad económica y lo más importante muchísimo poder, por lo que ellas cambiaron su apellido; ambas chicas se detienen y justo en la puerta de la cocina ambas dicen en coro.

– Bye Jimmy…

Mr. Baxter sin siquiera apartar la mirada de su periódico levanta una mano a modo de saludo y las chicas salen de la casa y suben a la camioneta todo terreno de Samantha, Melissa sube al asiento del acompañante del conductor, mientras Valeria se instala en el asiento trasero de la camioneta. Las hermanas para variar discuten sobre el disco compacto que escucharan en el viaje, finalmente el auto avanza mientras ahora la discusión gira en torno a cual es la vía más rápida para salir de la ciudad y llegar a las montañas.

– Te dije que tomaras la ruta del parque, vamos a estar atascadas aquí por horas Sammy.

– No creí que estaría tan mal este maldito tráfico y ya deja de decirme lo que tengo que hacer.

– Niñas, niñas basta… acepte viajar con ustedes pero no para escucharlas pelear todo el camino.

Rato después la camioneta esta casi inmóvil ante una fila de autos, en una de las vías que sale de la ciudad.

– Así nunca vamos a llegar a… ufff Sammy que tal si te digo que tenemos que volver a casa.

– Que tal si te digo que te bajes de mi auto y vuelvas caminando.

– Noooo en serio Sammy necesitamos volver, por favor, por favor…

Varios minutos después y varios gritos histéricos de Samantha luego de que Melissa la convenciera de volver a casa y de sortear el tráfico de la ciudad en dirección contraria a su destino, una enfadada Melissa baja del auto frente a su casa y camina rápidamente hasta la mansión y abre la puerta trasera de la casa, toma las escaleras subiendo a su cuarto donde bajo su cama tiene guardada una bolsa de papel de donde extrae un nuevo consolador con correas para ajustarlo a la cintura. Este nuevo juguete le proporcionaría horas de diversión junto a Valeria… La misma Valeria que en ese mismo momento aburrida de esperar a Melissa se acomoda en el asiento trasero del auto de Samantha, apoyándose en el respaldar del asiento del conductor y con su mano derecha la lleva hacia delante y acaricia sin rodeos el abdomen firme de Samantha que con una mano en la cabeza esta contando hasta 10 antes de perder completamente la calma por el enfado.

– ¿Se puede saber que intentas?

– Nada yo solo te veo demasiado tensa y tu cara enfadada pues no le hace justicia a tu belleza.

– Déjate de idioteces y siéntate a esperar OK

Valeria desliza su mano desde el vientre de Samantha y rumbo al sur pasa por su cadera y la coloca debajo de la minifalda de la chica acariciando el muslo de la mayor de las hermanas Baxter.

– Por favor Sammy tú sabes que no me gusta verte enfadada, me gusta más verte reír o… gemir.

– Aun no me explico como mi hermanita no se ha dado cuenta lo puta que eres Valeria.

– Si soy tan puta como dices no sé por que entonces te dejaste hacer tantas cosas aquella noche, aun recuerdo lo rico que la pase mamándote ese delicioso coñito y esas tetas hermosas.

Samanta toma la muñeca de Valeria justo en el momento que la mano de esta última empieza a entrar más y más profundo en su entrepierna rumbo a su coño, tomándola con fuerza la retira de sus piernas y la lanza a un lado con total desprecio.

– Tu lo dijiste “me deje hacer” pues ese día estaba ebria y a parte de todo eso solo fue una vez y fue hace un año, igual no soy lesbiana y mucho menos puta como tu, así que deberías superarlo nena.

– ¿Olvidarlo? Como crees si desde que volvieron solo pienso en el momento de meterle mano y comerme esas deliciosas nuevas tetas que tienes Sammy, no sabes lo apetitosas que te han quedado.

Dentro de la casa Melissa baja del primer piso y decide salir por la puerta del frente, avanza por el pasillo y al acercarse a la cocina escucha ruidos y voces, le es extraño por que a esa hora solo la empleada quedaría en casa, en su mente le viene la idea de que pudiera ser que su putita empleada luego que todos se vayan reciba compañía. Lenta y silenciosamente se aproxima a la puerta de cristal que separa la cocina del resto de la casa, en primer lugar puede ver a Rossana acostada en la mesa de la cocina, sus piernas abiertas de par en par mientras con sus manos masajea sus grandes pechos. Las sospechas de Melissa son confirmadas, un hombre se deleita comiéndole el coño a aquella zorra justo en la mesa donde sus padres desayunaban hacia solo una hora.

– “Así que esta es la forma en que pasas tus ratos de ocio en casa zorrita, ya veras cuando mi mami se entere de esto”

Mientras Melissa la observa repara en lo bien formado del cuerpo de su empleada, hermosas y largas piernas, pechos perfectos y por lo que se ve una completa golfa en la cama, seria posible que antes de decirle a su madre sobre la conducta de la empleada, pudiera ella chantajearla y pobrar si así de bien como se ve también es una buena comedora de coños, ummmm no, eso seria demasiado bajo y ella es una Baxter, jamás se involucraría con una zorra del servicio de su casa… Aunque la morbosa idea le resulta tan caliente que tanto sus pensamientos como la escena empiezan a hacer que su coño se humedezca. Rossana sigue gimiendo y se aprieta los pezones y Melissa delicadamente empieza a acariciar su coño sobre sus bragas que momento a momento se van empapando con esa nueva experiencia vouyerista, un segundo después el hombre levanta el rostro mojado en jugos vaginales y el mundo se detiene para Melissa al ver a James Baxter saborear los jugos de su empleada.

– “Maldito hijo de perra… como puede hacerle esto… a mi madre”

Mr. Baxter continua lamiendo el coño de su empleada y ahora desliza dos dedos en el canal húmedo de Rossana la cual responde con una serie de descontrolados gemidos mientras su cuerpo se convulsiona de placer sobre la mesa del desayunador, en la mente de Melissa las ideas se estrellan con la realidad de ver a su padrastro siéndole infiel a su madre en su propia casa con nada más y nada menos que con la puta de la empleada

“Que original, que original ya sabia yo que este idiota se traía algo entre manos, nunca me termine de creer lo buena persona que decía ser”

Los intensos gemidos de Rossana la sacan de sus pensamientos y su coño termina de encharcarse de sus propios jugos mientras Mr. Baxter solo con sus dedos y su lengua hace que Rossana se corra una y otra vez al llegar a un número incontable de orgasmos, los cuales la tienen tan caliente que su exquisito cuerpo tiembla sin control y toda su piel que ahora es visible gracias a que su uniforme de empleada esta enrollado en su cintura esta cubierto de una fina capa de sudor que la hacen casi brillar. Melissa nunca hubiera imaginado ese cuerpo de infarto de su empleada debajo de aquellas horrorosas ropas de doméstica, los dedos de Melissa sigue jugando con su coño y no se decide a entrar y detener aquella escena pues en realidad todo esto le resulta de lo más morboso.

Rossana deja de temblar por un momento y Mr. Baxter como si fuera la cosa más común del mundo le da a lamer sus dedos a Rossana que los limpia con presteza y luego él se dispone a terminar su café y leer las últimas paginas de su periódico. Rossana sigue sobre la mesa con sus piernas separadas ofreciéndole su coño a Mr. Baxter mientras ella misma se masturba con sus dedos mientras con la otra mano levanta sus senos y lame y muerde sus pezones. Esto es casi demasiado para Melissa que siente que esta a punto de correrse por todo lo que ve.

Melissa ahoga un grito al sentir como una mano la toca desde la espalda, al voltear observa a Samantha que aun la toca sin mirarla pues también observa la escena que se esta dando en la cocina. Hablando en voz baja ambas hermanas comentan entre ellas.

– Vaya susto que me has dado Sammy… ¿puedes creer esto?…

– Lo veo y no lo creo, que mierda es esto como puede hacer… este hijo de puta desgraciado…

– Baja la voz o nos descubrirán.

Ambas chicas sigue mirando la escena y ahora Mr. Baxter aun sentado se separa un poco de la mesa y Rossana simplemente se sienta sobre él y empieza a subir y a bajar siendo empalada en la verga erecta de Mr. Baxter que ahora se deleita lamiendo y mamando los senos de Rossana, mientras que con sus manos acaricia su espalda y a ratos toma su cintura para marcarle el ritmo de la cogida que cada vez se hace más y más rápida mientras la cocina se va llenando de los gemidos de Rossana que a todo esto solo puede abrir su boca en busca de aire y cierra sus ojos mientras su patrón se la coge, Melissa y Samantha se agachan casi hasta el suelo mientras observan como su padrastro lleva a su empleada una y otra vez al orgasmo, todo esto no hace más que calentarlas de una forma tan extraña. No es como ver una porno en la TV o en las fotos del Internet, es ver a dos personas reales coger frente a ellas verlas y oírles, casi sentir ganas de ser parte de todo eso, sus senos se ponen tan duros y sus coños se mojan más a cada segundo y ya Samanta no puede contenerse más, nuevamente coloca su mano en el hombro desnudo de su hermana para ordenarle que se vayan de allí tan pronto como puedan y Melissa voltea hacia ella.

– Melissa… tenemos… tenemos que irnos…

El rostro de Melissa queda a centímetros del rostro de Samantha y la escucha hablar sin entender mucho de lo que dice pues un calor se esparce por su cuerpo como fuego por combustible desde su hombro donde la mano de Samantha aun la toca, ambas se miran a los ojos y Melissa aproxima su rostro a su hermana y la besa delicadamente en los labios, el cerebro de Samantha prácticamente se desconecta y en vez de rechazar el beso, deja que la lengua de su hermana explore su boca mientras su mano lentamente se desplaza del hombro a la nuca de Melissa y se funden en un beso, Melissa coloca sus manos en el torso de Samantha acariciando su piel sobre la suave y fina tela de la blusita de su hermana. Sus cuerpos se van uniendo y sus pechos se aplastan unos contra otros sintiendo los duros pezones de una y otra mientras sus manos se acarician y sus lenguas danzan en sus bocas.

James Baxter sostiene la cintura de Rossana que empieza a temblar y a gemir y finalmente se desploma sobre el cuerpo de Mr. Baxter que la sostiene desnuda aun penetrándola y con una mano la toma del cabello y separa el rostro de Rossana de su propio hombro donde había caído al acabar el orgasmo de la chica. Como si de un juguete que se le acaba la cuerda se tratara y casi como una marioneta jalada por los cabellos la besa mientras ella solo se deja hacer, los besos de Baxter pasan a su cuello y lentamente bajan a sus senos donde atrapa con su boca su pezón izquierdo y lentamente empieza a morderlo a lo que Rossana responde con un fuerte gemido, el gemido que saca a Melissa y a Samantha de su apasionado encuentro en el suelo de la antesala a la cocina. Las chicas se apartan y sus cuerpos siguen calientes y sus respiraciones pesadas mientras sus bocas y sus coños están empapados. En sus caras se puede ver la vergüenza de la situación pues sus mejillas se han puesto tan rojas como un par de cerezas, voltean ambas a mirar desde donde proviene el gemido de Rossana y lentamente se van reincorporando sin hacer ruido.

– Tenemos que irnos ya…

El la cocina pueden ver como Rossana se levanta desnuda y se aleja un poco de la mesa donde Mr. Baxter aun sigue sentado, Rossana se coloca recostada a uno de los muebles de la cocina y sigue acariciándose lentamente su cuerpo cubierto de sudor y sus propios jugos humedecen su coño, James Baxter se empieza a levantar de la mesa y con una mano toma el extremo de una cadena de perro, poco a poco va apartándose de la mesa y desde abajo de la mesa a cuatro patas va saliendo a gatas la señora Susan Baxter, que aun vestida justo como la dejaran sus hijas, ahora lleva al cuello el collar de cuero negro de donde se engancha el otro extremo de la cadena que sostiene su esposo, ella camina siguiendo con su mirada y su lengua la verga de Mr. Baxter que asoma por fuera de sus pantalones a través del cierre. Con dos jalones a la cadena Baxter hace que Susan se levante del suelo y la coloca al lado de la desnuda Rossana, Mr. Baxter hace que Susan se arrodille y empiece a mamarlo hasta que esta a punto de correrse, saca su verga de la boca de Susan y hace que su semen caiga en chorros sobre el depilado coño de Rossana la cual toma parte de ese semen que mancha su piel y con sus manos lo esparce sobre su propios pechos.

– Hora del desayuno Sussy…

Susan se levanta y empieza a lamer y limpiar con su lengua los hermosos pechos de su empleada mientras su esposo la toma de la nuca apretando su cabeza contra esos senos y con la otra mano le acaricia su firme y redondeado trasero cubierto por el momento con una elegante falda ejecutiva.

– Así Sussy… buena chica, lame todo y deja muy limpios esos hermosos senos, buena chica, muy buena chica.

Susan solo sigue lamiendo mientras bajo su falda sus medias se van humedeciendo por los jugos que salen de su coño que arde en ganas de ser penetrado. Mr. Baxter, aun sosteniendo el collar de perro de Sussy, con sus manos presiona los hombros de su dócil esposa que simplemente reacciona arrodillándose hasta quedar a la altura del coño de Rossanna, Mr. Baxter ahora toma por la cintura a Rossana y la gira hasta que sus nalgas quedan frente al rostro de Sussy.

– Roxy ofrécele el culo a mi putita y tu putita has un buen trabajo con esa lengua.

Rossana toma sus redondeadas nalgas con ambas manos y las separa ofreciéndole su rosado esfínter a Sussy. Sussy saca su lengua y empieza lentamente a lamerle el culo a quien hasta hace un tiempo era solo su empleada doméstica.

Las dos hermanas permanecen de pie como dos estatuas de piedra al ver a su madre siendo usada como un juguete sexual en su propia casa, no atinan a moverse y cuando ambas son sacadas de su estado de shock por los sonidos de la bocina del auto de Samantha. Mr. Baxter mira hacia a la puerta y ambas se agachan para no ser vistas y corren a la salida más próxima y no paran de correr hasta llegar al auto.

– ¿Donde mierda estaban metidas se hace tarde, por que tardaron tanto?

Samantha pone a andar el auto y ni ella ni su hermana contestan a las preguntas de Valeria. Todo el camino las chicas no se atreven ni a mirarse y en sus mentes lo único que da vueltas y vueltas una y otra vez es ver aquella escena en la cocina donde su madre es participe como una dócil mascota sexual, una mascota obediente de los caprichos de su padrastro.

– Si me hubieran dicho que me iban a ignorar todo el camino hubiera pedido que me enviaran un chofer desde mi casa, ok, ¿que mierda les pasa acaso les comió la lengua el gato?

Ambas hermanas siguen en silencio y cada una recuerda cosas muy específicas de lo visto y vivido. Por su parte Melissa no puede dejar de pensar en el cuerpo de infarto de la perra de su empleada y en la forma en que su padrastro la hacia correrse una y otra vez, y al igual que Samantha no puede dejar de recordar la cadena y el collar de perro que su madre usaba ante ellos.

Horas después las chicas finalmente llegan casi al caer el sol a las montañas nevadas donde se dará la fiesta a la cual han viajado, al llegar a la pequeña ciudad se hospedan en el lujoso Hotel de Montaña Crowell propiedad de la familia de Valeria. Valeria baja del vehiculo hastiada por el viaje y al salir se encuentra con un botones que le saluda amablemente.

– Buenas tardes Srta. Crowell.

– No se que le ves de buena Jaime, sube a mi suite mis cosas y no tardes.

– Si señorita, soy Erick.

– Whatever… no tardes.

Diciendo esto entra rápidamente al hotel sin esperar siquiera que las hermanas Baxter bajen o se instalen en su habitación. Tres botones se encargan de bajar las maletas de las chicas mientras estas aun sin mirarse siquiera se dirigen a la recepción del hotel donde una hermosa chica pelirroja les atiende con una sonrisa.

– Bienvenidas Señoritas Baxter estábamos esperándolas, esta es su habitación ¿que tal estuvo el viaje?

– Bien… heeee creo que hay un cambio de planes.

– ¿Algún problema señorita Melissa?

– Sí. Quiero una habitación sencilla para mí, con vista a las canchas de esquiar

– Me temo que eso será imposible señorita… todas nuestras habitaciones están llenas por el festival de invierno y la fiesta de despedida de los DeLucca.

– Creo que tendrán que hacer un arreglo pues quiero una habitación para mí.

– Disculpe pero eso no puede ser, le repito que todo esta lleno.

– Creo que se te olvida con quien estas hablando… o me consiguen un cuarto o me cambio a otro hotel.

Quince minutos después, varias llamadas histéricas a otros hoteles, una recepcionista llorosa y un par de gerentes a punto de perder su amabilidad, las maletas de Samantha y Melissa son depositadas en la misma habitación que previamente habían reservado para ellas desde hacia 2 semanas.

Aun si hablar entre ellas ambas chicas se alistan para la famosa fiesta y horas después llegan por separado a una de las casas de montaña de la familia DeLucca, quienes son los anfitriones de la mega fiesta de despedida de vacaciones. Al llegar a la fiesta el ambiente es todo celebración con música animada, bailarines y luces como si fuese una discoteca. Muchísimos jóvenes están presentes, sin que falte el licor y por el momento discretamente el consumo de drogas, chicas en la improvisada pista de baile moviendo sus cuerpos sensualmente al compás de la música y pegándose tanto a sus compañeros de baile que casi pueden fusionar sus cuerpos.

Melissa es la primera en llegar y se dirige directamente a la barra donde le sirven un trago doble con el que quiere olvidar su extraño día. Samantha llega unos minutos después y justo al llegar es capturada por su novio Kevin DeLucca que tomándola por la cintura la besa apasionadamente al borde de la pista.

– Hola sexy, no sabes las ganas que tenia de verte, vamos a la pista.

– Hola… yoo…. también…

Kevin la arrastra a la pista donde empiezan a bailar, al principio Samantha se siente totalmente fuera de lugar pues su mente sigue vagando en los recuerdos de la mañana en su casa, pero poco a poco se va animando y el ritmo de la música empieza a hacerla olvidar sus pensamientos. Kevin aprovecha para deslizar sus manos por el cuerpo excitado de su novia y Samantha se deja hacer en medio de la pista de baile repleta de parejas y semioculta por las sombras de la noche que a ratos desaparecen cuando las luces de colores y reflectores iluminan el lugar.

Al otro extremo de la pista en una esquina oscura Melissa esta sentada en un cómodo sillón y sigue bebiendo queriendo olvidarse de todo lo visto esa mañana pero los tragos empiezan a tener un efecto inverso al que ella buscaba y cada vez más y más el recuerdo se hace más fuerte al recordar a Rossana. En serio podía ser tan buena esa perra, que tan delicioso sería ponerla a mamarle el coño, es un asco que su madre este involucrada en todo eso y peor pues ya no tiene siquiera algo con que presionar a Rossana y obligarla a mamarle el coño. En esos distraídos pensamientos la hacen desconectarse de la realidad y solo vuelve a ella cuando siente que alguien se sienta muy cerca a su lado.

– Hola Mely finalmente te encuentro.

– Hola Valeria, llegue hace un rato.

Valeria se sienta mucho más cerca de ella y por el ruido de la música le habla casi al oído.

– Sabes que había esperado esta fiesta por mucho tiempo, no sé por que estas actuando tan extraña pero me gustaría pasar un rato rico contigo…

Diciendo esto desliza una mano detrás de la espalda de Melissa y con la otra mano acaricia la pierna derecha de la chica que sigue mirando distraídamente a la gente bailar mientras acaba su tercer trago de la noche. La mano de Valeria empieza a deslizarse bajo la minifalda de Melissa acariciando la parte interior del muslo internándose en busca de la entrepierna, mientras Melissa mira la gente bailar una silueta que se mueve sensualmente capta su atención, sus caderas y sus brazos moverse al ritmo de la música y sus pechos subir y bajar. Las luces encienden y apagan y en un movimiento la mirada de lujuria de la bailarina se encuentra con la misma mirada de lujuria de Melissa que la observa como un gato que mira a su siguiente víctima, Samantha detiene su baile y solo continua cuando la luz que iluminaba su rostro se apaga.

– Puedes decirme ahora que mierda es lo que les pasa a ti y a tu hermana.

– Disculpa… pero no estoy de humor para hablar…

– ¿No estas de humor, pase todo el día ignorada en el asiento trasero de un auto como si fuera parte del equipaje y ahora me dices que no estas de humor?

– Puedes dejarme sola un momento.

– ¿Sola un momento? No te preocupes quédate sola. Vete a la mierda.

Valeria se levanta hecha una verdadera furia y se aleja de Melissa rumbo al baño, de camino va tropezando a todas las parejas que bailan al borde de la pista y un camarero la esquiva antes de que lo derribe, la chica sigue su rumbo perdiéndose en dirección al baño.

En la pista de baile Kevin tomando de la mano a Samantha la saca de la pista a toda prisa y se dirigen a un área del segundo piso de la casa donde pueden estar más cómodos y solos en improvisadas salas VIP. Kevin rápidamente empieza a besar a Samantha que no deja de acariciar los brazos y abdomen de su novio, Kevin no pierde el tiempo y colocando a Samantha contra la pared desliza sus manos debajo de la falta de su excitada novia que empieza a gemir y a mover sus caderas rítmicamente al compás de los dedos de su novio que se van mojando rápidamente con los fluidos vaginales.

– Vaya Sammy en verdad que me has extrañado, nunca te había sentido tan mojada

– Por favor.. te necesito dentro… necesito que me cojas…

– Así me gusta nena ya te voy a coger no desesperes.

Las manos de Samantha desesperadamente buscan soltar el cinturón y abrir los pantalones de Kevin que ya presenta una dura erección que Samantha toma con sus manos y empieza a masajear, siguen besándose y ya la blusa de Samantha esta abierta revelando sus hermosos senos que Kevin inmediatamente toma en sus manos besándolos y lamiéndolos, la voltea y la presiona contra la pared mientras le levanta la falda descubriendo sus redondeadas y carnosas nalgas que empieza a acariciar besar y hasta morder suavemente, lo que hace que la ya excitada Samantha casi pierda el control de su cuerpo, pues necesita con urgencia que le hagan el amor… No, no, ella quiere que se la cojan, en su mente ella no necesita que la traten con cariño ella necesita que su macho le coloque una mano en el hombro y la arrodille frente a el y le coloque su verga en su boca y que use su boca como una vagina. Necesita que le cojan la boca, que la usen, su novio sigue acariciándola y ella gime con deseo de estar a cuatro patas ante su macho chumándole la verga o estando en el suelo con la cara en la alfombra y sus pechos aplastados contra el piso con sus manos abriéndose las nalgas ofreciéndole su culo y su coño a su macho.

– Cojeme por favor.

Valeria entra al baño de damas hecha una furia y solo dos chicas conversan animadamente en el baño y al verla entrar rabiosa la miran con extrañeza.

– ¿Que me miran estúpidas? lárguense de mi vista.

Ambas chicas salen aprisa del baño y Valeria queda sola mirándose en el espejo del baño super molesta por la actitud de desprecio que recibe de Melissa. ¿Cómo se atreve a tratarla así?, espero por ella tanto tiempo que volviera de su viaje a Europa y luego su indiferencia las semanas después de volver. Entra en uno de los baños y se saca las bragas con ganas de mear, sentada en el retrete aun su rabia no baja solo de pensar en como a sido tratada todas estas horas. Escucha ruido dentro del baño y repentinamente la puerta de su privado se abre y ella intenta levantarse pero es tomada por el cuello y la cintura y es estrellada dentro de una de las paredes del minúsculo lugar. Valeria no puede reaccionar con sus bragas en sus rodillas y su asombro en la cara mientras Melissa la presiona mirándola a la cara.

– No vuelvas a tratarme como si fuéramos iguales.

– Pero que te pasa…

Plaff

Una bofetada deja aun más atontada a Valeria y sin quererlo se humedece mientras Melissa la toma por la barbilla y le dice:

– Recuerda que aquí tú eres mi puta y yo soy a quien le perteneces perra.

– Si…

Plaff

– ¿Si, qué mi puta?

– Si ama.

– Asi me gusta putita.

Melissa baja el escote de Valeria y toma los senos de la chica con una mano y acaricia y aprieta sus pezones para luego bajar la mano y meterla en su entrepierna y empieza a masturbarla mientras la besa apasionadamente, Valeria aun no sale del shock inicial y siente como la lengua de Melissa sondea su boca mientras la separa de la pared y lentamente se sienta en el retrete y con sus manos guía a Valeria hasta el suelo donde la arrodilla y abre sus piernas dejando su coño al alcance de la boca de Valeria que sin mediar palabras empieza a lamer y penetrar con su lengua el rico y depilado coño de Melissa que empieza a gemir y a contorsionar su cuerpo en el reducido espacio del privado.

– Aaaaaaggg sigue perra… así usa tu lengua… uffff necesito correrme sigue…

Valeria sigue con su cara metida en el coño de Melissa mientras la ve cerrar sus ojos y apretarse los senos con sus manos, Melissa no deja gemir y en su mente empieza a aparecer una imagen, su excitación aumente al imaginarse de rodillas en el piso y frente a ella el coño húmedo y depilado de Rossana. La lengua de Valeria se movía en su coño y ella empezó a mover su propia lengua, imaginando que lamia un coño pero no cualquier coño, era el coño de Rossana, ella necesitaba mamar ese coño pero ella nunca antes había mamando un coño. ¿Cómo se le ocurría mamar el coño de una simple empleada?, era humillante, una locura… pero era tan excitante…

Kevin sigue acariciando y besando las nalgas de Samantha y ella sigue pensando por que su novio no le da un par de nalgadas y unas buenas cachetadas para luego tirarla al suelo y cojérsela tan duro como pueda hasta que ella grite y se corra como una perra, Kevin la voltea y se levanta mirándola a la cara la va a besar y Samantha reacciona apartándole.

– ¿Pero que te pasa?

– Nada no me pasa nada… lo siento no puedo seguir.

– Pero no me puedes hacer esto Sammy… yo necesito…

– Disculpa debo irme.

– Samantha… espera… Samantha

Samantha se aleja de Kevin arreglando sus ropas mientras Kevin intenta seguirla pero sus pantalones y sus interiores en sus tobillos le hacen tambalear. Samantha sale de la habitación abotonando su blusa y arreglando su falda, baja a la fiesta y se dirige a la calle sin voltear atrás dejando muy lejos los llamados de Kevin.

La lengua de Valeria sigue moviéndose en el coño de Melissa y cuando sus manos empiezan a acariciar los muslos de Melissa ella simplemente la aparta con sus manos y se levanta del retrete. Sin decir palabras sale del privado mientras Valeria intenta reincorporarse y la ve arreglar sus ropas sus cabellos y desbloqueando la puerta del baño sale del lugar

– MALDITA PERRA.

Unos minutos después Melissa avanza por el pasillo del hotel rumbo a su habitación, en su mente hay muchísima confusión al recordar su reacción ante Valeria imaginando a Rossana. Detestaba estar tan caliente y lo peor era estar tan excitada pensando en el coño de la empleada de su casa. Abriendo la puerta de la habitación entra y se dirige al armario de donde saca una pequeña maleta de viaje, un segundo después escucha la puerta del baño y ve salir del baño a su hermana Samantha vistiendo una pijama de seda y encaje.

– Hola… pensé que estarías en la fiesta

– No… yo… no me sentía bien.

– Entiendo

Melissa sigue buscando su pijama en la maleta mientras Samantha la observa.

– ¿No encuentras tu pijama?

– Estoy segura que la guarde aquí.

– Déjame ayudarte.

– No por favor.

Samantha se aproxima a Melissa y ambas sujetan la maleta pero al Melissa apartarse de su hermana termina por volcar la maleta en el suelo de la habitación, todo su contenido queda desperdigado sobre el suelo.

– Lo siento.

– Déjalo así, ok.

Melissa se agacha a recoger sus cosas y Samantha también le ayuda metiendo la ropa en la maleta y poco a poco recogen todo. Finalmente solo queda el pijama perdido que estaba en el fondo de la maleta y al tomarlo ambas sienten que debajo de la suave tela algo más esta en el suelo, al levantarlo descubren el consolador con correas que Melissa trajera al viaje.

Samanta sostiene la verga de plástico mientras Melissa sostiene las correas y ambas se observan un largo momento y sus rostros se van acercando poco a poco hasta fundirse en un beso. Samantha siente como Melissa avanza hacia ella haciéndola caer de espaldas al suelo mientras se coloca sobre ella besándola y acariciándola sobre la delgada tela de su pijama. Las mutuas caricias se propagan como fuego y ambas chicas dejan sus cuerpos desnudos en poco tiempo besándose y acariciando sus senos y sus nalgas, finalmente se suben a la cama. Melissa se acuesta de espaldas y Samantha se coloca acostada de dándole la espalda casi sobre ella, sintiendo los duros pezones de los senos de Melissa en su espalda, las manos de Melissa acarician los senos de Samantha mientras sus lenguas juegan en sus bocas. Melissa va deslizando su mano desde los senos hasta el coño de Samantha y empieza a penetrarla primero con uno, luego dos y finalmente tres dedos que la hacen estar tan caliente que no puede parar de gemir.

Poco a poco Samantha se va volteando hasta quedar frente a frente con Melissa, que le coloca sus dedos llenos de los jugos de Samantha frente a la boca. Samantha simplemente abre la boca y con mucha practica limpia con su lengua todos los jugos de los dedos de Melissa, luego va besando el cuello de Melissa y sus besos van bajando hasta encontrarse con los exquisitos senos de Melissa los cuales empieza a acariciar lamer y besar, para luego dirigirse beso a beso por todo su abdomen pasando por su ombligo hasta llegar al delicioso coño de Melissa que no ha necesitado estimulación para estar completamente mojado. Su lengua y boca se apodera del coño de Melissa y esta no puede parar de gemir al sentir la lengua de su hermana entrar en su coño o hacer círculos sobre su clítoris. Samantha desliza la lengua hasta la entrada del ano de Melissa que sigue gimiendo mientras Samantha sigue mojando su coño de placer, Melissa agarra el consolador que esta tirado en la cama y mirando a Samantha le ordena masturbarse. Samantha se coloca a 4 patas y con sus dedos se bombea el coño que palpita con ganas de ser atendido, se estremece de placer y empieza a gemir más y más fuerte.

Los gemidos de Samantha van excitando muchísimo más a Melissa que la observa en cuatro patas sobre la cama, en su mente solo puede pensar en el momento en que Rosanna este a 4 patas justo como lo esta su hermana ahora ante ella. “Necesito cojerme a Rosanna, lo necesito tanto, necesito comerme ese coño… ¿Pero qué locura es esta, cómo pudo estar pensando en comerle el coño a la sirvienta? Estoy tan caliente”. Se coloca el dildo de plástico, sacando los dedos de su hermana del coño mete los suyos y cuando los siente muy húmedos los saca y empieza a humedecer el dildo con los jugos que escurren de sus dedos para luego lentamente ir introduciéndolo en el encharcado coño de Samantha que no logra dejar de gemir y simplemente va sintiendo como poco a poco es penetrada por el dildo de Melissa.

Finalmente Samantha se siente llena, se siente usada, se siente una puta, solo una cosa haría ahora que se sintiera aun más puta y es el collar de perro y la cadena que vio en su madre esa misma mañana, pero eso es demasiado pedir. Melissa ahora empieza a bombear, al principio lento pero luego más rápido y fuerte el coño de Samantha.

Melisa continúa penetrándola y luego de un momento la hace voltearse y acostarse en la cama y empieza a mamarle y lamerle los senos mientras la penetra, ambas se besan y acarician casi llegando al orgasmo. Samantha se saca el consolador y empieza chuparlo y limpiarlo, lo quita de la cintura de Melissa y Melissa la agarra de la nuca y entierra el rostro de Samantha en su coño y Samantha sumisamente empieza a mamarla.

Hacia unos minutos la puerta de la habitación se había abierto y una persona había entrado sin hacer ruido, sentándose en un cómodo sofá se dedico a ver el espectáculo de las hermanas arrechas y zorras. Melissa voltea un poco y con ojos bien abiertos ve a Valeria masturbándose y lamiéndose los labios. Melissa con una sonrisa de lujuria parece como si la llamara a la cama y Valeria se coloca detrás de ella y agarrándole los senos la besa y la acaricia. Mirando a Samantha comerle el coño, Valeria le comenta al oido a Melissa:

– Samantha necesita una mamada de coño tanto como tu…

Samantha esta tan ocupada que no dice nada y sigue mamando. Valeria se ubica detrás de Samantha y empieza a comerle el coño y Samantha esta a punto de explotar de placer. Valeria se coloca el arnés con el dildo y empieza a lamerle el ano a Samantha y Samantha pierde control, Valeria le mete un dedo luego dos y finalmente cuando Samantha gime sin control entre lamida y lamida al coño de su hermana menor, Valeria le va metiendo poco a poco el dildo. En la saturada y convulsa mente de Samantha solo hay un pensamiento “Soy una puta perra que solo necesita que se la cojan y que la hagan sentir una mascota sexual… justo como mi madre, soy una verdadera hija de puta… esto es tan excitante”

Ambas chicas se cojen a Samantha, Melissa sosteniendo la nuca de su hermana mientras la hace enterrar su lengua en el coño y siente cada bombeo que recibe de la excitada Valeria que sin tregua mete y saca, una y otra vez el dildo en el ano de Samantha que ya a estas alturas a dejado de pensar agotada de tanto placer que ha recibido, finalmente Melissa no puede más y empieza a correrse en la cara de su hermana bañándole los cabellos de sus jugos y convulsionando de placer al imaginar la lengua de Rosanna metida en su coño.

Samantha se queda aturdida y Valeria le saca el dildo del ano y al ver a Melissa levemente repuesta se aproxima a ella y se entrelazan en un beso que se prolonga hasta quedarse aturdidas. Samantha reacciona un momento después y descubre a ambas chicas aturdidas junto a ella en la cama y simplemente se acuesta sobre las piernas de las chicas y se deleita mamando intercaladamente el coño de Valeria y el de Melissa y así se va quedando dormida.

Fin de la Primera Parte

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
blackfires@hotmail.com


Relato erótico: “Prostituto 11 Una policía y su gemela me chantajean” (POR GOLFO)

$
0
0
POLICIA portada3
La teniente Blair:
Acababa de terminar el cuadro que me encargó Mari, una de mis clientas, al mirar la hora descubrí que eran las dos y como no tenía nada más que hacer, decidí salir a comer al restaurante de la esquina. Mientras salía de mi edificio, tengo que reconocer que estaba bastante satisfecho con el resultado porque había conseguido plasmar sobre el lienzo sus deseos. Para los que no os sepáis la historia, conocí a esa mujer gracias a que el idiota de su marido me contrató para que me acostara con ella mientras él miraba y con el ánimo de recordarle su infamia, me rogó que le hiciera un retrato. Fue ella la que me dio la idea, me pidió que dibujara su desnudo visto desde el ojo de una cerradura y así lo hice.
“Coño, ¡Qué hambre tengo” pensé mientras entraba en el local.
El maître me conocía y por eso al verme haciendo fila, me llamó y saltándose los turnos, me llevó a una mesa alejada de la entrada. Cansado como estaba, me dejé caer sobre la silla y cogiendo la carta, me puse a elegir mi comida. Entretenido con la elección de la comanda, no la vi venir hasta que sentándose frente a mí, dijo:
-Hola, Alonso-
Levanté mi mirada para ver quien se había sentado en mi mesa. Mi sorpresa fue total al comprobar que quien me había saludado era una extraña.
-¿Te conozco?- pregunté un tanto mosca porque estaba convencido que nunca me había cruzado con ese estupendo ejemplar de mujer.
La tipa en vez de contestarme, llamó al camarero y pidiéndole una cerveza, se puso a leer la carta.
“¡Qué descaro!” exclamé mentalmente ya interesado. Esa geta sabía que estaba buena y por eso se permitía esos lujos. Mirándola le eché unos veintiocho años. Rubia de bote, llevaba una melena rizada de peluquería que no cuadraba con lo informal de su atuendo. Vestida con una camiseta y unos pantalones vaqueros rotos, iba demasiado peinada.
Creyendo que las intenciones de esa muchacha eran ligar, sonreí al ver al empleado del restaurante trayéndole su bebida. Fue después de darle un trago cuando me preguntó entornando sus ojos:
-¿Qué decías?-
Solté una carcajada al percatarme de su total ausencia de vergüenza.
-Te había preguntado si te conocía-
-Tú no pero yo sí-  respondió muerta de risa- y al verte entrar, decidí que me ibas a invitar a comer-.
Contra toda lógica, la caradura de esa mujer me encantó y por eso  resolví que ya que tendría que pagar la cuenta, iba a disfrutar tomándole el pelo aunque reconozco que también me vi influido por  el tamaño de sus pechos. Vestida de modo informal, la naturaleza había dotado a esa rubia con un par de espectaculares melones.
-¿Me vas a decir tu nombre o tendré que averiguarlo?-
-Me llamo Zoe pero, para ti, soy la teniente Blair- me soltó cambiando de tono. Si antes era todo dulzura y simpatía en ese momento se volvió arisca y dura.
Todavía creía que el propósito de esa mujer era seducirme y por eso sin medir las consecuencias, le respondí:
-Huy, ¡Qué miedo!, te apellidas como la bruja-
Mi chiste, además de malo, debía de haberlo oído mil veces pero en esa ocasión, tuvo que dolerle porque hecha una furia, me espetó:
-Y tú, ¿Cómo prefieres que te llame?: Alonso el Gigoló, Alonso el Prostituto o simplemente el vividor-
Como comprenderéis, no me esperaba que esa mujer conociera mi doble vida y menos que a voz en grito, me descubriera en mitad del restaurante. Cabreado hasta la medula, le cogí de la mano y acercándola, le susurré al oído:
-¿Se puede saber a qué coño juegas?. A lo que me dedique no es tu puto problema-
-En eso te equivocas, no te aclaré antes quien era: Soy la teniente Blair de la policía metropolitana de Nueva York-
Su respuesta me dejó acojonado, ya que el mayor de los problemas a los que se puede enfrentar un prostituto no es otro que la policía. Por eso y tanteando el terreno, me defendí diciendo:
-Pues te han  informado mal, soy pintor, pago mis impuestos y para nada me dedico a eso-
La puñetera muchacha soltó una carcajada al oírme y sacando de su bolsa un dossier, lo dejó encima de la mesa. Al ver que no hacía ningún intento por cogerlo, me ordenó:
-Léelo-
Temblando abrí la carpeta para descubrir que esa puta no solo tenía un completo informe de mis finanzas sino que se había tomado la molestia de seguirme durante un mes. Entre los papeles, había multitud de fotos con mis clientas. En ellas, se me podía ver alternando en bares, discotecas y hoteles. No tuve que ser muy espabilado para comprender que estaba en un aprieto y que todo lo que dijera podía ser usado en mi contra. Por eso, al terminar de leerlo, lo dejé en la mesa y me quedé callado.
-¡Te tengo cogido por los huevos!-
La seguridad con la que lo dijo me produjo escalofríos porque aunque me había asegurado de declarar mis ingresos, difícilmente mi versión se sostendría ante una investigación oficial. Ella, al comprobar el efecto de sus palabras, dulcificó el gesto y cogiéndome de la mano, me soltó:
-Necesitas protección y yo te la puedo dar-
“¡Hija de perra!” pensé al advertir sus intenciones y soltando su mano, le pregunté:
-¿Qué es lo que quieres?-
-Poca cosa: el diez  por ciento de tus ingresos y que me ayudes en una investigación-
Lo primero me lo esperaba pero fue lo segundo lo que me dejó aterrorizado porque supuse que si esa zorra necesitaba de la ayuda de un gigoló, solo podía significar que iba a ponerme en peligro.  Cómo no podía negarme de plano, pensé que lo mejor era que me explicara que quería que hiciera porque siempre podía coger un avión y huir a España.
-¿Qué tengo que hacer?-
-Algo muy fácil, necesito que seduzcas a una mujer y que cuando lo hayas conseguido, me avises-
“¡Será puta!” exclamé mentalmente al percatarme que esa petición tenía gato encerrado y que no podía ser tan sencillo.
-¿Quién es la afortunada?-
Por respuesta, la policía sacó una foto y me dijo:
-Mi hermana Jane-
Reconozco que suspiré aliviado al enterarme que era un tema personal y que nada tenía que ver con drogas o mafia. Al mirar la foto descubrí que la tal Jane, además de su hermana, era su gemela. Imaginé que se trataba de un tema de herencia y por eso solo le pregunté dónde podía localizarla:
-La encontrarás cualquier noche en “Le Souk”-
Una vez aclarado ese extremo, solo me quedaba averiguar que era exactamente lo que quería que hiciera:
-Follártela-
-¿Nada más?- reiteré.
Click en la foto para cerrar...Mi insistencia la hizo dudar y tras unos momentos de vacilación, me respondió:
-Me vendría bien que la filmaras mientras te la tiras. Esa puta va de estrecha pero a mí no me engaña y sé que es un zorrón pero quiero demostrarlo-
Después de eso nada me retenía ahí, pero cuando me levanté para irme, esa puta no me dejó y no me quedo más remedio que aguantar su charla toda la comida. Fue una hora espantosa, sin saber qué hacer ni que decir,  soporté en silencio el monólogo de la arpía sin quejarme. Así me enteré que desde niñas, las dos hermanas se odiaban y que durante todo ese tiempo se habían dedicado a joderse la una a la otra.
-¡Imagínate!: esa zorra se tiró a mi novio cuando ya tenía fecha de boda- se quejó en un momento dado la policía.
No me cupo duda que se quería desquitar. Era tal su rencor que en cuanto supo de mi existencia, advirtió que podía usarme para completar su venganza. Por lo visto, Jane se acababa de casar con un ricachón y ni siquiera la invitó a la boda.
“Quiere joderle el matrimonio” sentencié mientras pagaba.
Al estar en sus garras, le prometí que tendría pronto noticias mías y cabizbajo, volví a mi apartamento. Estaba tan desesperado que pensé en pedir consejo a Johana, mi madame, pero tras meditarlo decidí no hacerlo no fuera a ser que se espantara y dejara de surtirme con clientas. Tratando de tranquilizarme salí a correr. Al cabo de una hora, estaba agotado pero feliz porque  había analizado mis posibilidades y comprendí que si solo me pedía una comisión y que me tirara a su hermana, no era tan desesperada mi situación.
Su hermana gemela:
Nada más llegar a mi apartamento, me duché y tras afeitarme, me puse a bucear en internet a ver si de casualidad salía algo de mi supuesta víctima. No me costó hallar información de la susodicha. Tal y como me había anticipado su hermana, Jane se había casado con un vejestorio podrido de dinero y se rumoreaba que la boda no era más que un paripé porque rara vez se les veía juntos.
Siguiendo las instrucciones de la teniente, esa misma noche me acerqué al bar donde se suponía que alternaba. No tardé en localizarla. Sentada con una negrita en un apartado, tenían un séquito de admiradores que no las dejaban en paz:
“Mierda” pensé al percatarme de lo complicado que tendría para llegar hasta ella.
Afortunadamente y cuando ya pensaba en claudicar, recordé que según su hermana, esa perra no aguantaba que nadie le hiciera sombra y que encima tenía por costumbre, envidiar lo ajeno.
“Su amiga es la vía”  pensé.
Aprovechando que la morena se había levantado al baño, me hice el encontradizo  y tras una breve charla, me enteré que se llamaba Liz y conseguí llevármela a mi mesa. Acababa de llamar al camarero para pedir una copa para la negrita, cuando vi de reojo que Jane se acercaba a donde estábamos. Fue entonces cuando me vino a la mente el plan y cogiendo a su amiga de  la mejilla, le di un beso. La muchacha respondió con pasión y  frotando su sexo contra el mío, buscó saciar su calentura.
-¿Qué haces Liz?- preguntó nada más llegar a nuestro lado, celosa quizás de que su amiga hubiera conseguido rollo antes que ella.
Al oírla, me hice el sorprendido y poniendo cara de angustia, exclamé:
Click en la foto para cerrar...-¡Zoe!, ¡No es lo que piensas!-
Mi reacción la dejó helada y tras unos breves instantes, vi que su semblante cambiaba y que tras la sorpresa inicial producto de haber sido confundida por su hermana, creyó que a buen seguro que podía usar mi error a su favor y me soltó:
-¿Y qué es entonces?-
Siguiendo con mi papel, respondí que la zorra de su amiga se me había tirado encima. Indignada, Liz me dio un bofetón, tras lo cual se fue. Jane no cabía de gozo. Sin pedirme permiso se sentó a mi lado, diciéndome:
-Para empezar no soy Zoe sino su hermana y ahora mismo voy a llamarla-
-Por favor, ¡no lo hagas!- respondí con un tono desesperado.
-¿Quién eres?-
-Soy Alonso, un amigo-
-No te creo. Por tu reacción debes de ser su novio y acabo de ver cómo le pones el cuerno-
Simulando un estupor que no sentía, le rogué que no se lo dijera y que en compensación, haría todo lo que ella quisiera. Estaba encantado por el modo en que se estaban desarrollando los acontecimientos, esa mujer no solo era clavada a su hermana sino además tenía la misma voz de su hermana.
-Bien para empezar, dame tu número de teléfono-
Como comprenderéis se lo di inmediatamente mientras seguía disculpándome. Jane, tras anotarlo, me llamó para comprobar que era el verdadero y al oírlo sonar, me dijo:
-Ahora, vete de aquí – la dureza de su voz no enmascaró la alegría que esa bruja sentía por la posibilidad de joder a su hermana nuevamente – Mañana te llamo con lo que he decidido-
Ocultando mi satisfacción, me despedí de ella con la cara desencajada y salí del local. Al pisar la acera, solté una carcajada porque aunque ninguna de las hermanas lo supiera, acababa de cambiar mi suerte. Si no estaba confundido, el odio, que esas dos se tenían, iba a ser la herramienta con la que me libraría del chantaje al que me tenía sometido la corrupta de la teniente Blair.
La gemela muerde el anzuelo:
Esa mañana me levanté temprano y sin pensar en otra cosa, salí de mi casa a comprar una serie de artículos que estaba convencido esa misma tarde iba a necesitar. Eran poco más de las once cuando  llegué de vuelta. Confiando en mi plan, me puse a pintar un retrato de Zoe, usando como modelo una foto que saqué subrepticiamente a su gemela en el bar. Con toda la intención del mundo, plasmé a la chantajista semidesnuda con uniforme de policía. Había terminado de esbozar su rostro con gorra cuando recibí la llamada de Jane.
-Alonso, quiero verte a solas- me dijo con un tono autoritario que me recordó a su hermana.
Tartamudeando por unos fingidos nervios, le respondí que porque no venía a mi estudio. La mujer se sorprendió al saber mi profesión y con voz firme tras pedirme mi dirección, me dijo que me veía a las seis.
“Cojonudo” exclamé mentalmente mientras me despedía de ella “tengo todavía cinco horas para terminar el puto cuadro”
Con la confianza que da el saberse al mando, me dediqué en cuerpo y alma al retrato. Si normalmente trataba de ocultar el rostro de mis modelos, esta vez pinté no solo  con precisión sus rasgos sino que me di el lujo que  dibujarla en una pose cuasi pornográfica. Pincelada a pincelada fui cerrando la soga alrededor del cuello de Zoe, de forma que cuando su querida hermana tocó el timbre de mi casa, ya casi había acabado.
Al abrir la puerta y dejarla entrar, me percaté que esa zorra venía en son de guerra. Vestida con un ajustado traje de cuero, sus pechos quedaban realzados por un rotundo escote.
Click en la foto para cerrar...“Está buena la cabrona” pensé mientras la llevaba hasta el salón donde tenía el estudio.
Todo estaba calculado. El cuadro que teóricamente era de su hermana en mitad de la sala y sobre una silla, el uniforme de teniente de policía que había comprado esa misma mañana. Jane nada más entrar, se fijó en ambos y aprovechando que, sumida en sus pensamientos,  se acercaba a mirar el retrato más de cerca, le pedí que me esperara un minuto, aduciendo que tenía que quitarme los restos de pintura.
Tranquilamente, me metí a duchar sin olvidar poner en funcionamiento  la cámara que grabaría todo lo que sucediera en esa habitación. Cuando volví recién duchado y tapado únicamente por una toalla, supe al instante que todo marchaba según lo planeado. Jane creyendo que iba a putear a su hermana, se había puesto el uniforme y me esperaba adoptando la misma postura del cuadro.
-¿Qué haces?-  pregunté con tono de sorpresa al verla vestida con la gorra de lado y con la chaqueta de policía abierta sin sujetador y con solo un brevísimo tanga negro cubriendo su entrepierna.. 
La zorra de Jane sonrió al verme tan alterado y mordiéndose los labios mientras se pellizcaba un pezón, me respondió diciendo:
-Esta mañana he hablado con mi hermanita y le he preguntado si salía con alguien-
-¡No se lo habrás contado!-
-No- contestó riendo- la muy puta me ha mentido, negando que tuviese pareja-
Lancé un suspiro aliviado ya que por un momento creí que todo se había ido al traste. La mujer malinterpretó mi suspiro y acercándose a donde estaba, tiró de mi toalla, diciendo:
-Lo tuyo con mi hermana debe de ir en serio porque si no esa guarra se hubiese jactado del bombón que se estaba follando-
Completamente desnudo, intenté taparme con las manos pero entonces Jane, susurrando en mi oído, me preguntó:
-¿No querrás que mi hermanita se entere que el capullo de su novio le pone los cuernos?-
-¡No conoces a tu hermana! ¡Me mataría!- respondí asustado.
Su sonrisa me avisó que se había tragado el anzuelo. Ni siquiera se quitó la gorra: sin hablar, se arrodilló a mis pies y acercando su boca a mi sexo, lo fue engullendo mientras con su mano se empezaba a masturbar. No sé si fue la sensación de sentir a esa puta mamando o la certeza de que me iba a librar de su hermana pero la verdad es que mi pene no tardó en adquirir su máxima extensión.
Viendo mi erección me llevó a empujones al sofá y en cuanto aposenté mi trasero, me soltó:
-Te voy a demostrar como la policía hace  buenas mamadas-
Agachándose frente a mí, me obligó a separar las piernas y sin más prolegómeno, se fue metiendo mi pene en su boca. Disfrutando del momento, dejé que esa rubia fuera  engullendo con suavidad mi extensión  mientras con sus manos acariciaba mis testículos. Tuve que reconocer que Jane era una artista, jugando con su lengua recorrió todos los pliegues de mi glande antes de comenzar realmente con la felación. Excitado como estaba, tuve que acomodarme en el asiento cuando la boca de esa mujer se convirtió en una aspiradora.
¡Fue increíble!.
Con mi verga clavada hasta el fondo de su garganta, succionó mi miembro de manera que este se vio aprisionado en su interior. Ya creía morirme de placer cuando esa zorra se lo sacó de la boca y mirándome, sonrió.
-¿A qué nunca te han hecho esto?- me soltó volviéndoselo a empotrar y repetir la misma operación.
Tenía razón, nadie jamás había usado esa técnica. Sin pausa fue introduciendo, comprimiendo  y sacando mi falo hasta que explotando dentro de su boca, bañé con mi esperma su interior. Satisfecha, Jane no perdió la oportunidad de darse un banquete y como si fuera maná caído del cielo, esa zorra siguió masturbándome hasta que consiguió ordeña hasta la última gota de mi maltrecho pene.
-¿Soy una buena mamadora?- preguntó con voz de puta.
-¡Buenísima!- respondí sin faltar a la verdad.
Mi entrega le dio alas y convencida de que se estaba tirando a su futuro cuñado, se levantó y meneando su trasero, me ordenó:
Click en la foto para cerrar...-¡Fóllame!-
No me lo tuvo que repetir dos veces, colocándola de espaldas, la apoyé sobre la mesa del comedor y bajándole las bragas, la ensarté de un solo empujón.
-Ahh- chilló de placer.
Lentamente fui sacando y metiendo mi verga en su interior mientras con las yemas de mis dedos, pellizcaba sus pezones. Increíblemente, esa mujer se corrió tras unas cuantas embestidas lo que me dio la suficiente confianza de decirla:
-¿Te gusta? ¡Putita!-
Absorta en sus sensaciones, Jane no contestó mientras su cuerpo convulsionaba de placer.
-¿Te gusta? ¡Zoe!-
Al oír que la llamaba como a su hermana, creyó desfallecer de gusto y moviendo sus caderas, gritó descompuesta:
-¡Sí!- y creyendo que era parte del juego, chilló: -Dale duro a tu teniente-
No hizo falta más y azuzándola con una nalgada, di  comienzo a su doma. Jane protestó al sentir mi dura caricia en su cachete pero impelida por un deseo hasta ese momento desconocido para ella, berreó y como posesa me rogó que siguiera follándomela así. Marcando su ritmo con azotes, la obligué a acelerar.
-Zoe, follas mejor que las ricachonas que me tiro. Si quieres, un día le digo a alguna que mire mientras lo hacemos-
-Sí- aulló -¡Me encantaría!-
Ajena a estar siendo usada para desbaratar los planes de su hermana, Jane siguió contestando afirmativamente a todo lo que le decía. Sin darse cuenta de sus respuestas, confirmó que sabía que era prostituto, que cobraba comisión de mis tarifas e incluso llegó a decir que ella también cobraba. Satisfecho por la información recabada, me dediqué entonces a aliviar mis propias ansias y agarrándola del pelo, tiré de su melena y susurrándola mis intenciones, me lancé en busca de mi orgasmo.
Mi liberación:
Al día siguiente me levanté eufórico, no solo había le echado un buen polvo a una preciosidad sino que gracias a ella, me había liberado de su hermana chantajista, aunque la teniente Blair no lo supiera todavía. Nada más terminar de desayunar, la llamé.
Zoe se sorprendió de mi llamada porque no esperaba que hubiese tardado solo un día en cumplir con la misión de seducir a su parienta.
-¿Te la has tirado ya?- insistió extrañada.
-Sí- contesté- ¿No era lo que querías?-
-Y ¿la has grabado?-
-También, tienes que ver como berreaba- solté en plan de guasa con el ánimo de picarla.
-¡No te creo!-
Como había previsto esa reacción le dejé escuchar unos segundos en los que su hermana gritaba de placer pidiéndome que la azotara.
-¡Eso tengo que verlo!- respondió sin creerse su suerte -¡Voy para tu casa!-
Estoy convencido que esa perra llegó con el chocho empapado por el gusto de tener por fin un arma con la que destruir a Jane porque nada más entrar, me pidió ver lo grabado.
-¿No quieres una copa?- pregunté para incrementar sus ganas de ver cómo me había follado a su gemela – Te la aconsejo, lo que vas a ver es bastante fuerte-
Click en la foto para cerrar...Refunfuñando, me pidió una cerveza. Mientras se la servía, aproveché para darle un buen repaso. Era acojonante, la poli y su hermana eran clavadas. No solo iban peinadas igual sino que mirándola con detenimiento, comprobé que ambas tenían el mismo culo e incluso los mismos pechos. Estaba convencido que nadie podría poner en duda que era ella la mujer que aparecía en el video. Previendo su contraataque, había grabado a su hermana desde lejos y con música de fondo, de manera que le resultara imposible demostrar que no había sido ella la protagonista.
Zoe, entretanto y sin hacer mención al asunto, revisó la habitación con la intención de comprobar que no la grababa. Acostumbrada por su profesión, no le costó hallar la cámara y al ver que estaba apagada, sonrió aliviada.
-No soy tan capullo- le dije haciéndole saber que me había dado cuenta de su maniobra.
Al darle la bebida, me fijé en que estaba nerviosa, se podía decir que estaba inclusive excitada con la idea de asestar un golpe definitivo a su querida hermanita. Os parecerá increíble pero no pude dejar de observar que bajo su camisa, sus pezones la delataban. Sabiendo que de nada servía prolongar la espera, le pedí que se sentara frente a la televisión y sin más, encendí el reproductor.
Sin ser consciente de lo que se avecinaba, soltó una carcajada cuando vio que su hermana disfrazada se arrodillaba a hacerme la mamada:
-Será puta, fíjate, se ha disfrazado de poli- señaló muerta de risa.
-Eso no es nada- respondí colocándome a su espalda –espera y verás-
Ensimismada mirando la escena, no dijo nada cuando llevando mis manos a sus hombros, le empecé a hacer un masaje. A Zoe tampoco le importó que lentamente estas bajaran por su cuerpo y sin ningún disimulo empezaran a acariciarle los pechos:
-Sigue que me gusta- me dijo sin separar sus ojos de la tele.
No me cupo duda de que esa zorra se creía al mando y que por eso, admitió sin reservas que la víctima de su chantaje incrementara el palpable deseo que ya le dominaba. No tardé en oír sus primeros gemidos cuando introduciéndome bajo su blusa mis yemas aprisionaron sus pezones. Valiéndome de que no perdía detalle de cómo Jane se estaba introduciendo mi falo, desabroché sus botones y después de liberar sus senos, me introduje uno de ellos en mi boca.
-¡Qué rico!- suspiró y adoptando el papel de dueña de mi destino, me espetó: -Creo que además de pagar mis honorarios, te voy a follar a mi antojo-
-Lo que tú ordenes- le contesté sumisamente mientras llevaba mi mano a su entrepierna.
-Para ser prostituto, eres muy manejable- dijo ya excitada abriéndose de par en par el pantalón para facilitar mis caricias.
“¡No sabes cuánto!” exclamé mentalmente sin descubrir todavía mi juego.
La arpía gimió al notar la acción de mis dedos sobre su clítoris.
-¡Dios!-aulló de placer imbuida en deseo.
Entre tanto, la reproducción seguía su curso de modo que Zoe no tardó en observar como su hermanita se tragaba mi semen.
-¡Se va a cagar cuando le enseñe el video!- espetó al ver y escuchar que Jane a voz en grito me pedía que la follara –No creo que le guste mucho al ricachón de su marido ver lo zorra que es su mujercita-
 
Click en la foto para cerrar...Concentrada en su venganza, no se percató que abriendo un cajón saqué unas esposas. Sin darle tiempo a reaccionar, llevé sus brazos a la espalda y cerrando los grilletes sobre sus muñecas, la dejé inmovilizada:
-¡Qué cojones haces! ¡Quiétamelas!- gritó como histérica al comprobar que estaba a mi merced.
Aproveche que estaba indefensa para quitarle la pistola que llevaba en el sobaco y pegándole un tortazo, le ordené que se callara. Disfruté de sobremanera, verla llorando de la impotencia:
-No me puedes hacer esto. ¡Soy policía!-
-Sé que eres policía pero ambos sabemos que eres corrupta- le solté y sentándome a su lado, le dije: -Tranquilízate y sigue viendo la grabación-
Con el último resto de rebeldía, se negó y cerró los ojos pero no tardó en abrirlos cuando recogiendo entre mis dedos uno de sus pezones, se lo pellizqué dolorosamente mientras le susurraba al oído:
-Te he dicho que mires, ¿No querrás que me enfade?-
Chilló de dolor pero obedeció de forma que durante los siguientes diez minutos ni siquiera pestañeó no fuera a ser que volviera a castigarla. Es difícil de describir la satisfacción que sentí al observar que a medida que veía la cinta, esa mujer se iba encogiendo al ser consciente del embrollo en el que se había metido. Las lágrimas afloraron a su rostro cuando escuchó como su hermana se hacía pasar por ella y reconocía una serie de delitos que sin duda no solo acabarían con su carrera sino que la levarían a pudrirse en una cárcel durante una larga temporada.
Al terminar, me levanté y mirándola a los ojos, pregunté:
-¿Qué te parece?-
Con odio en su rostro, me contestó:
-No te saldrás con la tuya. Obligaré a mi hermana a confesar que fue ella-
Soltando una carcajada, la levanté del sofá y llevándola hasta la mesa del comedor, la obligué a apoyarse sobre ella.
-Eso no te lo crees ni tú. ¿Realmente me crees tan idiota? Nunca lo reconocerá porque eso significaría que el viejales con el que se ha casado la abandonara dejándola sin un duro-
Supe que ella opinaba igual porque ni siquiera hizo el intento de rebatir mi argumento. Viendo su desolación, me puse tras ella y lentamente le fui bajando tanto el pantalón como las bragas sin que ella pudiese hacer nada por evitarlo.
-¿Qué vas a hacer?- chilló aterrorizada cuando mis manos le abrieron las nalgas.
Parafraseando sus propias palabras cuando en el restaurante me chantajeó, le contesté:
Click en la foto para cerrar...
-Poca cosa: Ahorrarme el diez por ciento de mis ingresos y aliviar mi cabreo en tu culo-
Zoe trató de patearme pero entonces, tirando de sus esposas, la inmovilicé mientras le decía:
-Te aviso que he mandado copia de este video a unos amigos en España y si me ocurre algo, no solo lo harán llegar a la jefatura sino que lo colgaran en internet para asegurarse que llega a la opinión pública.
Al oír mi advertencia, dejó de debatirse y llorando a lágrima viva, esperó lo inevitable. Su castigo no tardó en llegar porque acercando mi glande a su entrada trasera, lo introduje sin intentar siquiera que se relajara. El dolor que sintió fue tan intenso que la impidió moverse ni reaccionar, de manera que con tranquilidad terminé de penetrar su hasta ese momento virgen esfínter, consumando la violación.
-¿Sabe mi teniente que tiene un culito irresistible?- me mofé mientras empezaba a moverme – Creo que te voy a estar follando hasta que consiga que ladres y aúlles como la perra policía que eres.
-¡Por favor! ¡Me duele mucho!- rogó entre gritos mi victima al sentir mi verga hoyando sus intestinos -¡Haré lo que quieras! Pero ¡Sácamela!-
No hice caso de sus ruegos y afianzándome sobre ella, aceleré mis penetraciones. Zoe creyó desfallecer por el atroz sufrimiento al que la estaba sometiendo. Apretando su mandíbula, intentó dejar de gritar pero entonces sintió en sus nalgas mi primer azote:
-Muévete puta-
Furiosa por mi trato, quiso rebelarse pero su insumisión solo le sirvió para acrecentar su castigo y tras una media docena de dolorosas cachetadas, afrontó su destino sin quejarse.
-Así me gusta- le susurré al percatarme de su rendición – Si te comportas como una buena cachorrita quizás te permita correrte-
Click en la foto para cerrar...-¡Vete a la mierda!- gritó indignada porque le hubiese insinuado que podría obtener placer de esa violación.
Sacando fuerzas de la desesperación, la rubia policía intentó zafarse pero entonces cogiéndola del cuello, la inmovilicé. Al sentir mis manos estrangulándola, buscó con ansiedad respirar. Jadeando  se desplomó sobre la mesa, momento que aproveché para llevar la velocidad de mis incursiones al límite y fue entonces cuando se produjo un efecto que no había previsto: Al constreñir su respiración, se elevaron los niveles de CO2 en su cerebro por lo que las venas y la arterias de la mujer se dilataron, y eso multiplicó sus percepciones y sus sensaciones mientras yo seguía machaconamente penetrándola.
Zoe, luchando por su vida, sintió que todo su cuerpo se revelaba y cuando la adrenalina acumulada se juntó con la acción de mi pene, desde su interior y como si de un terremoto se tratara, todas y cada una de sus defensas se vieron asoladas por el maremágnum de placer que recorriendo su anatomía se concentró en su sexo:
-¡Me corro!-consiguió gritar antes de que de su vulva un manantial de flujo confirmara con hechos sus palabras.
De improviso, la rubia convulsionó sobre la mesa, gritando y aullando por el orgasmo que estaba devastando su mente:
-¡Sigue!, por favor- me suplicó llorando.
Su sometimiento  pero sobre todo el deseo que traslucía por su tono me hicieron saber que había ganado por lo que le di la vuelta. Directamente la senté sobre la mesa y sin pedirle su opinión, puse sus piernas sobre mis hombros y de un certero empujón, le clavé toda mi extensión en el interior de su vagina.
-¡Animal!- aulló al sentir mi glande abriendo el camino en su conducto.
En ese momento, había dos Zoes. Una orgullosa que todavía peleaba por no claudicar y otra entregada que imploraba que no parara. Usando mi pene como mazo, fui derribando sus postreros reparos de manera que en menos de un minuto y cuando ya sentía aproximarse mi propio clímax, escuché que me decía:
-Haz conmigo lo que quieras pero ¡Sígueme follando!-
Encarrilado como estaba, no puse objeción a su ruego e incrementando tanto la velocidad como la profundidad de mis incursiones, conseguí nuevamente que se corriera pero en esa ocasión, me uní a ella y vaciándome en el interior de su vagina alcancé la victoria. La otrora orgullosa teniente se desplomó agotada mientras sentía que su alma era elevada al cielo carnal de las elegidas. Aproveché su debilidad para descansar durante unos minutos, tras lo cual le quité las esposas y con la certeza de que esa mujer ya era de mi propiedad, me fui por una cerveza a la cocina.
Al volver me encontré a Zoe, ya vestida, sentada en el sofá. Con el rímel corrido, su rostro era un poema. Se notaba a simple vista que esa mujer estaba deshecha, había llegado a mi casa suponiendo que gracias a la información que tenía de mis actividades, por fin había vencido en su rivalidad con su hermana pero desgraciadamente para ella, todo se le había torcido. Su visita triunfal había supuesto su derrota más dolorosa.
 -¿Me puedo ir?- preguntó sin ser capaz de sostenerme la mirada.
-Por supuesto- le respondí – tenemos un trato: yo no distribuiré el video si tú te comprometes a tirar ese dossier a la basura-
-¿Nada más?- reiteró con un deje de tristeza que no supe interpretar.
-¿Qué más quieres?- respondí tanteando el terreno- Vete ahora porque si sigues aquí cuando me termine la cerveza, te volveré a tratar como la perra que eres-
Mis duras palabras, le hicieron reaccionar y cogiendo su bolso, salió despavorida por la puerta. Solté una carcajada al verla huir, haciendo aún más ominosa su espantada. Satisfecho y contento por el modo en que había resuelto el problema, me tumbé en el sofá mientras terminaba mi bebida. Estaba a punto de levantarme para ir a por otra cuando escuché el timbre de mi casa.
Al abrir, me topé con Zoe en el zaguán.
-¿Qué haces aquí?- le dije solo parcialmente sorprendido.
La mujer me miró indecisa y tras unos instantes de vacilación, respondió:
-Vengo a ver a mi amo-
-Pasa- le dije y al hacerlo, la besé suavemente.
Desde entonces, tengo una perra policía que me protege y me cuida pero también una amante dulce y cariñosa que se desvive por hacerme feliz. Amante a la que no le importa a lo que me dedico siempre y cuando al llegar a su casa, le haga recordar nuestro primer encuentro.


Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
Click en la foto para cerrar...

Relato erótico: “La guerra de Troya” (PUBLICADO POR SIBARITA)

$
0
0

 

Hoy hemos conocido a Héctor, me refiero en persona, porque ya habíamos hablado alguna vez por internet y hoy venía a la ciudad para asuntos personales. En realidad hacía ya algún tiempo que habíamos hablado de encontrarnos, pero ninguno había puesto especial interés en ello, hasta que hace un par de días nos avisó que debía solucionar algunos problemas en esta zona y, como sus asuntos le llevarían poco tiempo, sería un buen momento para encontrarnos y comer juntos. Quedamos en un restaurante que no le gustó nada con solo ver su aspecto, y nos llevó a otro en el que comimos estupendamente, para después ir a nuestra casa a tomar café y continuar una muy agradable conversación en la que tratamos gran variedad de temas, entre los cuales llegamos al trabajo de mi compañera y las dificultades qué para una actriz, tiene la interpretación.

Al respecto y siendo ajeno totalmente al tema, él es bastante escéptico, no acababa de aceptar que interpretar y simular no son la misma cosa, y que una interpretación para ser creíble, debe acercarse lo más posible a la realidad. Mi compañera, picada en su amor propio, decidió por su propia cuenta hacerle una demostración y para ello salió del salón en el que estábamos, para al cabo de unos pocos minutos, volver completamente transformada en su vestimenta. Se había puesto una simple minifalda negra, sin medias, y una camisa blanca, de hilo muy fino, bajo la cual era obvio que no llevaba sujetador alguno, y con algunos de los botones abiertos de forma que, sin llegar a desnudar sus pechos, los dejaba entrever con bastante claridad.

De inmediato comprendí lo que se proponía pero él no pudo captarlo y solo se fijó en lo que era evidente, más aún cuando ella se sentó en el sofá a su lado y retomó la conversación que veníamos manteniendo, pero con evidentes y notorias variantes en su actitud y forma de dirigirse a Héctor; le miraba fijamente a los ojos, se inclinaba hacia él, de forma que su escote se agrandaba para que los ojos de él se vieran atraídos a sus pechos, llevó el tema de conversación a hablar sobre la interpretación de los actores y actrices en las escenas de amor y sexo, y al hacerlo aumentó su provocación apoyando su mano sobre el muslo de él, hablándole más bajito y más cerca, para seguir como al descuido, acariciándole sobre el pantalón y llegando cada vez más cerca de su zona más sensible. En un momento ella había desabrochado otro botón de su camisa, con lo cual él ya tenía al alcance de su vista dos tetas que lucían muy apetecibles, coronadas por unos pezones inhiestos que parecían reclamar sus caricias.

Le hablaba de que, una actriz como ella, debe llegar hasta el mismo acto sexual si lo necesita para dar veracidad a una escena de amor o de cama, y como él todavía porfiaba de que tal cosa no era posible y que nadie lo haría, ella avanzó su mano hasta tomar una de las de él y llevarla hasta envolver con ella uno de sus pechos ya descubiertos totalmente, al tiempo que le besaba en la boca y su lengua se ligaba con la de Héctor. Aquello ya fue ponerle realmente en el disparadero. Sin reparo la retiró la blusa y su boca descendió hasta sus pechos comiéndolos, besándolos, lamiéndolos con ansia. Se había calentado a tope y ya no tenía contención alguna así que a la camisa le siguió la falda, continuó acariciando sus caderas, su vientre, sus muslos, retirando la braguita para, tumbándola sobre el sofá, pegar su boca a los labios vaginales y buscar el clítoris con su lengua. Tampoco ella tenía ya ningún reparo, había llegado demasiado lejos en su juego y las ardientes caricias de él la estaban poniendo a tope, hasta que casi suplicó que se desnudase y en un instante toda la ropa de los dos estaba por el suelo.

No podría decir quién de los dos buscó primero la penetración, ambos parecían estar igual de ansiosos. Sobre el sofá tan pronto estaba uno sobre el otro, como a la inversa, y si él sacaba su verga era para tomar el puesto con la boca, con la lengua o los dedos, para avanzar sobre ella para que pudiera tomar la verga con la boca y hacerla llegar hasta casi su garganta, para moverse ambos hasta situar sus cuerpos en un 69 perfecto, hasta el momento en que ya, ninguno de los dos pudo aguantar más y ambos se corrieron volcando en la boca del otro su semen y sus jugos.

Tuvieron lógicamente que ducharse y con un Héctor bastante avergonzado por lo ocurrido, se sentaron nuevamente en el sofá, tratando de reiniciar una conversación que se presentaba difícil; se había auto convencido de que lo que acababa de suceder no tenía nada que ver con la interpretación de una buena actriz, sino a un calentamiento puramente físico y llevado al extremo. La discusión se acaloraba por momentos, sobre todo cuando ella le dijo que, lo que acababan de hacer, había sido solo una demostración sobre el tema, a lo cual él respondió que no podía aceptarlo puesto que fríamente, como él lo interpretaba, nadie sería capaz de llevar a cabo una relación sexual. Nuevamente y de forma aún más evidente se lo demostraría. Se puso en pie ante él, muy despacio desabrocho su camisa, dejó caer su falda y la braguita, totalmente desnuda se avanzó hacia él y comenzó a desnudarle totalmente. Estaba como petrificado, incapaz de moverse ni de hablar siquiera, solo la obedeció para que ella pudiera quitarle su pantalón y el calzoncillo. Pese a su inmovilidad, su verga había crecido hasta alcanzar su máximo tamaño cuando ella avanzó aún más tomándola en sus manos, le cabalgó y sin soltarla se dejó descender sobre ella hasta que ya no le cupo ni un milímetro más; solo entonces la soltó para abrazarse a él, que ahora ya recuperaba el movimiento y lentamente, de forma acompasada, trataban de que la verga la llegase hasta lo más profundo, para desatarse totalmente después dando inicio a una impresionante cabalgada. Cambiaron de postura, aún con los pies sobre el suelo, la hizo volcar sobre el sofá casi obligándola a clavar su cara en el asiento, se colocó tras ella y nuevamente clavó con fuerza la verga en su vagina; estaba incontenible y ya no tenía limites, sacó su verga chorreante y la colocó en la misma entrada de su ano, hacía presión tratando de meterla y cuando ella se quejó la ripostó diciendo que si aquello era interpretación, el momento formaba parte de la escena, todo ello sin cesar de presionar hasta que, ahora más despacio y con cuidado, consiguió meterla y avanzar hasta que sus testículos llegaron a tocar sus nalgas. A ella ya no parecía dolerle nada, estaba totalmente concentrada en lo que hacían.

La escena era impresionante, los dos completamente desnudos, ella boca abajo y vencida sobre el sofá mientras él la sodomizaba sin parar de gritar, en una extraña mezcla de rabia y disgusto de su parte por lo que estaba haciendo, por haberse dejado llevar a aquella situación, pero en busca de un éxtasis que los dos veían muy cercano y que, en efecto, no tardó en llegar. Si bien a él le causó un efecto desastroso porque se disculpó y salió poco menos que corriendo.

No volvimos a saber de él hasta pasados unos meses. Un día en el qué por teléfono, recibimos una invitación para encontrarnos en una sala de baile, a la que fuimos, intrigados, por conocer sus planteamientos después de su desaparición.

El encuentro fue cortés, pidió disculpas por su espantada e iniciamos una conversación en la que no se tocó el tema de la reunión precedente después de las disculpas. Tomamos unas copas y la invitó a bailar, con lo que el ambiente se fue animando un poco porque cuando volvieron a la mesa, un par de botones del camisero blanco que ella vestía, estaban abiertos.

Es cierto que hacía bastante calor en el local, quizás fuera el motivo por el que seguían soltándose botones, y encima ella no era muy aficionada a usar sujetador, con lo que nuestro héroe se fue animando a meter las manos donde creyó que podía y donde en efecto pudo. El camisero ya la dejaba mostrar íntegramente sus pechos y las manos de él se aprovechaban de ello, porque eran ellas quienes lo habían desabrochado.

Cambiamos de mesa para situarnos en otra más discreta, a la que no llegaban las miradas de la gente que ocupaba la sala. Ni nos habíamos sentado cuando ya las manos de él abarcaban las tetas de ella, la hicieron darse la vuelta y su boca se apodero de la de ella. La sentó sobre sus piernas al tiempo que mordisqueaba sus pezones y trataba de meter sus manos entre sus muslos. Tampoco ella estaba quieta, había comenzado por abrazarse estrechamente a él, pero poco después estaba acariciándole sobre el pantalón y comenzó a desabrocharle la bragueta; debía ser incómodo para ella, porque en un momento le había desabrochado también el cinturón y metido su mano bajo el hasta alcanzar su verga y comenzar a acariciarla.

Se habían medio tumbado en el sofá, ella con la camisa totalmente desabrochada y la falda subida casi hasta la cintura. Él, de rodillas en el suelo y con la cabeza metida entre sus piernas, con su boca y sus manos trataba de quitarle la braga y, una vez conseguido, pegó su boca al sexo de ella a la búsqueda de su clítoris y metiendo sus dedos en su vagina.

Habíamos corrido las cortinas que aislaban el medio reservado en el que estábamos, aunque ello no impedía que alguna cabeza curiosa apareciese de vez en cuando entre las cortinas, para quedarse con la boca abierta al ver a la pareja, desnudos totalmente, metiéndola su verga en la vagina y agitándose como posesos hasta correrse ambos. No hubo disimulos, ninguno se molestó en retirarse antes de la corrida, como puestos de acuerdo se corrieron juntos y dentro de ella, como después se dieron vuelta para iniciar un magnífico 69 en el que ella parecía tratar de aspirar la polla de él hasta tragarla por entero.

Se vistieron, casi se vistieron, porque además de no llevar sostén, ahora ella tampoco llevaba braga y su camisa apenas si tenía un par de botones cerrados. Un brazo de él la abarcaba por los hombros y no tenía reparo en acariciarla las tetas, ahora ya a la vista de todo aquel que quisiera mirar, puesto que habían abierto las cortinas. En pocos minutos el pequeño espacio se había poblado de espectadores y alguno de ellos se atrevió a avanzarla una caricia sobre el pecho descubierto, aunque Héctor le retiró la mano rápidamente.

Siguieron con el juego, la camisa de ella casi completamente abierta, las manos de él sin cesar de acariciarla y con sus bocas que parecían atornillarse a cada momento.

Salieron a la pista a bailar nuevamente, y al momento, un amplio circulo se formó en torno a ellos, todos los hombres querían presenciar el espectáculo de sus tetas moviéndose al son de la música y como Héctor se refregaba contra ella cada vez con más descaro y con sus manos hacía subir su falda hasta que todos se apercibieron de que no tenía braga, con lo cual el circulo se estrechó sobre ellos. Él ya estaba lanzado y sin vergüenza, con una de sus manos avanzó entre sus piernas hasta llegar al sexo, presionó entre sus labios para abrirlo y meterla varios dedos; al sentirlo ella paró su baile y se apretó contra aquella mano que la penetraba. En medio de la gente le desabrocho el pantalón y le agarró su verga que de inmediato condujo hasta su vagina, con rapidez dio un pequeño salto colocando sus piernas en torno a la cintura de él y se empaló sobre la verga literalmente, en medio de la pista ante los aplausos y gritos de todos.

Conseguí rescatarlos y salimos de allí. Como pudimos llegamos hasta el coche, pero seguían teniendo ganas de juerga, así es que nos dirigimos hacia otro local; un antiguo jakuzzi al que habían suprimido la piscina y puesto camas por todos los salones.

Apenas habíamos tenido tiempo para recoger las llaves de las taquillas cuando ya se habían desnudado mutuamente y se dirigían corriendo a una de las camas, en la que empezaron a revolcarse como si nunca hubieran follado antes.

Habiín organizado tal revuelo que todos los clientes del local estaban revolucionados. Dos de ellos, sin duda los más atrevidos y lanzados, se juntaron a ellos sobre la cama formando un auténtico maremagnun de manos, piernas, sexos y cuerpos que se buscaban. Me di cuenta, de pronto, que sobre nosotros y pegado al techo, había un enorme espejo que reflejaba nuestra imagen. El cuerpo desnudo de Héctor estaba entre sus piernas abiertas, y por sus movimientos se constataba que su polla estaba totalmente metida en su interior; estaba sentada sobre ella que la sentía latir y llegar hasta lo más profundo. También observé unas manos que la empujaban para tumbarla sobre Héctor, aunque su fin no era el de aumentar el contacto con él, sino hacer que la postura pusiera su culo en pompa, sin por ello hacer que su verga la abandonase; ella sentía el peso de otro cuerpo sobre el suyo, y la presión de un intruso que pugnaba por meterla su polla por el culo, lo cual no le costó demasiado esfuerzo porque ya estaba dilatada por todos los lados. El efecto fue inmediato, sentir las dos vergas en su interior fue el detonante para que la viniera un orgasmo monumental

 

“Millonario y dueño de un harén, gracias a un ladrón” (LIBRO PARA DESCARGAR POR GOLFO)

$
0
0

Sinopsis:

Nuestro protagonista estaba con un amigo y dos mujeres cuando la madre de una de ellas le abofetea al considerarlo como el causante de todos sus males. En un principio, no reconoce a su agresora y eso le enfurece. La propia hija es la que le informa que años antes y durante una auditoría, había sido él quien acusó al marido de esa loca de haber hecho un desfalco y creyendo en la inocencia de su padre, le pide que descubra quien había sido el verdadero culpable.
Intrigado por el asunto e interesado en la muchacha, investiga y descubre que no se había equivocado en acusarlo pero lo que realmente trastoca su vida es descubrir veinte millones de euros a nombre de la cría en un paraíso fiscal.
Esa situación les pone en un dilema, él sabe donde está ese dinero pero no puede tocarlo y la muchacha es millonaria pero desconoce como hacerse con su herencia.
Entre los dos llegan a una solución….

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

https://www.amazon.es/dp/B078RN7N83

 

PARA QUE PODÁIS HACEROS UNA IDEA OS INCLUYO EL PRIMER CAPÍTULO:

 
CAPÍTULO 1

La ausencia de papeles amontonados sobre la mesa de mi despacho, engaña. Un observador poco avispado, podría suponer falta de trabajo, todo lo contrario, significa que 14 de horas de jornada han conseguido su objetivo, y que no tengo nada pendiente.
Contento, cierro la puerta de mi despacho y me dirijo hacia el ascensor. Son la 9 de la noche de un viernes, por lo que tengo todo el fin de semana por delante. El edificio está vacío. Hace muchas horas que la actividad frenética había desaparecido, solo quedaban los guardias de seguridad y algún ejecutivo despistado. Como de costumbre, no me crucé con nadie y mi coche resaltaba en el aparcamiento. En todo el sótano, no había otro.
El sonido de la alarma al desconectarse, me dio la bienvenida. Siguiendo el ritual de siempre, abrí el maletero para guardar mi maletín, me quité la chaqueta del traje, para que no se arrugara y me metí en el coche. El motor en marcha, la radio encendida, el aire acondicionado puesto, ya estaba listo para comerme la noche. Durante los últimos diez años, como si de un rito se tratara, se repetía todos los viernes: ducha, cenar con un amigo y cacería.
Iríamos a una discoteca, nos emborracharíamos y si había suerte terminaría compartiendo mis sabanas con alguna solitaria, como yo.
Las luces de la calle, iluminan la noche. Los vehículos, con los que me cruzo, están repletos de jóvenes con ganas de juerga. Al parar en un semáforo, un golf antiguo totalmente tuneado quiso picarse conmigo. Sus ocupantes, que no pasaban los veinte, al ver a un encorbatado en un deportivo, debieron pensar en el desperdicio de caballos; una piltrafa conduciendo una bestia. No les hice caso, su juventud me hacía sentir viejo. Quizás en otro momento hubiere acelerado, pero no tenías ganas. Necesitaba urgentemente un whisky.
Las terrazas de la castellana, por la hora, seguían vacías. Compañía era lo que me hacía falta, por lo que decidí no parar y seguir hacia mi casa.
Mi apartamento, lejos de representar para mí el descanso del guerrero, me resultaba una jaula de oro, de la que debía de huir lo más rápidamente posible. Además había quedado con Fernando y con dos amigas suyas, por lo que tras un regaderazo rápido salí con dirección al restaurante.
El portero de la entrada sonrió al verme. Me conocía, o mejor dicho conocía mis propinas y solícito, me abrió la puerta. Mi colega ya estaba esperándome en la mesa.
―Pedro, te presento a Lucía y a Patricia
Todo era perfecto. Las dos mujeres, si es que se les podía llamar así ya que hace poco tiempo que habían dejado atrás la adolescencia, eran preciosas, su charla animada y Fer, como siempre, era el típico ser que aún en calzoncillos seguía siendo elegante y divertido.
No habíamos pedido el postre, cuando sin mediar palabra, apareció por la puerta una mujer y me soltó un bofetón:
― ¡Cerdo! No te bastó con lo que me hiciste a mí, que ahora quieres hacerlo con mi hija.
Estaba paralizado. Aunque la mujer me resultaba familiar, no la reconocía. Fernando se levantó a sujetar a la señora y Lucía, que resultó ser la hija, salió en su defensa.
― Disculpe pero no tengo ni idea de quién eres― fue lo único que salió de mi garganta.
―Soy Flavia Gil. ¿No tendrás la desvergüenza de no reconocer lo que me hiciste?― contestó.
Flavia Gil, el nombre no me decía nada:
―Señora, durante mi vida he hecho muchas cosas y siento decirle que no la recuerdo.
La sangre me empezó a hervir, estaba seguro que estaba loca, si hubiera hecho algo tan malo me acordaría.
―¡Me destrozaste la vida!― respondió saliendo del brazo de su hija y de su amiga.
Fernando se echó a reír como un poseso. Lo ridículo de la situación y su risa, me contagiaron.
― ¿Quién coño es esa bruja? ― preguntó ― Ya ni te acuerdas de quien te has tirado.
―Te juro que no sé quién es.
―Pues ella sí y te tiene ganas― replicó descojonado ― y no de las que te gustaría. ¿Te has fijado en sus piernas?
―No te rías, cabrón. Esa tía está loca― respondí más relajado pero a la vez intrigado por su identidad.
Decidimos pagar la cuenta. Nos habían truncado nuestros planes pero no íbamos a permitir que nos jodieran la noche, por lo que nos fuimos a un tugurio a seguir bebiendo…

Estaba sonando un timbre. En mi letargo alcoholizado, conseguí levantarme de la cama. Demasiadas copas para ser digeridas. Mi cabeza me estallaba. Mareado y con ganas de vomitar, abrí la puerta. Cuál no sería mi sorpresa, al encontrarme con Lucía:
―¿Qué es lo que quieres?― atiné a decir.
―Quiero disculparme por mi madre― en sus ojos se veía que había llorado―nunca te ha perdonado. Ayer me contó lo que ocurrió.
No la dejé terminar, salí corriendo al baño. Llegué a duras penas, demasiados Ballantines para mi cuerpo. Me lavé la cara. El espejo me devolvía una imagen detestable con mis ojos enrojecidos por el esfuerzo. Tenía que dejar de beber tanto, decidí sabiendo de antemano la falsedad de esa determinación.
Lucía estaba sentada en el salón. Ilógicamente había abrigado la esperanza que al salir ya no estuviera. Resignado le ofrecí un café. Ella aceptó. Esta maniobra me daba tiempo para pensar. Mecánicamente puse la cafetera, mientras intentaba recordar cuando había conocido a su madre pero sobretodo que le había hecho. No lo conseguí.
―Toma― dije acercándole una taza: ― Perdona pero por mucho que intento acordarme, realmente no sé qué hice o si hice algo.
―Hermenegildo Gil― fue toda su contestación.
Me quedé paralizado, eso había sido hace más de 15 años. Yo era un economista recién egresado de la universidad que acababa de entrar a trabajar para la empresa de auditoria americana de la que ahora soy socio cuando descubrí un desfalco. Al hacérselo saber a mis superiores, estos abrieron una investigación, a resultas de la cual, todos los indicios señalaban al director financiero pero no se pudo probar. El directivo fue despedido y nada más. Su nombre era Hermenegildo Gil.
―Yo no tuve nada que ver― le expliqué cuál había sido mi actuación en ese caso, cómo me separaron de la averiguación y que solo me informaron del resultado.
―Fue mi madre, quien te puso bajo la pista. Ella era la secretaría de mi padre. No te lo perdona, pero sobretodo no se lo perdona.
―¿Su secretaria?― por eso me sonaba su cara ― ¡Es verdad! Ahora caigo que todo empezó por un papel traspapelado que me entregaron. Pero no se pudo demostrar nada.
―Mi padre era inocente. Nunca pudo soportar la vergüenza del despido y se suicidó un año después― contestó llorando.
Jamás he podido soportar ver a una mujer llorando, como acto reflejo la abracé, tratando de consolarla. E hice una de las mayores tonterías de mi vida, le prometí que investigaría lo sucedido y que intentaría descubrir al culpable.
Mientras la abrazaba, pude sentir sus pechos sobre mi torso desnudo. Su dureza juvenil, así como la suavidad de su piel, empezaron a hacer mella en mi ánimo. Mi mano se deslizó por su cuerpo, recreándose en su cintura. Sentí la humedad de sus lágrimas al pegar su rostro a mi cara. Sus labios se fundieron con los míos mientras la recostaba en el sofá. Ahí descubrí que bajo el disfraz de niña, había una mujer apasionada. Sus pezones respondieron rápidamente a mis caricias, su cuerpo se restregaba al mío buscando la complicidad de los amantes. La despojé de su camisa, mis labios se apoderaron de su aureola y mis dedos acariciaban sus piernas. Éramos dos amantes sin control.
―¡No!― se levantó de un salto― ¡Mi madre me mataría!
―Lo siento… no quise aprovecharme― contesté avergonzado, sabiendo en mi interior que era exactamente lo que había intentado. Me había dejado llevar por mi excitación, aun sabiendo que no era lo correcto.
Se estaba vistiendo cuando cometí la segunda tontería:
―Lucía, lo que te dije antes sobre averiguar la verdad es cierto. Fue hace mucho pero en nuestros almacenes, debe de seguir estando toda la documentación.
―Gracias, quizás mi madre esté equivocada respecto a ti― respondió dejándome solo en el apartamento. Solo, con resaca y sobreexcitado.
Por segunda vez desde que estaba despierto entré en el servicio, solo que esta vez para darme un baño. El agua de la bañera estaba hirviendo, tuve que entrar con cuidado para no quemarme. No podía dejar de pensar en Lucía. En la casualidad de nuestro encuentro, en la reacción de su madre y en esta mañana.
Cerré los ojos dejando, como en la canción, volar mi imaginación. Me vi amándola, acariciándola. Onanismo y ensoñación mezcladas. Sentí que el agua era su piel imaginaria, liquida y templada que recorría mi cuerpo. Mi mano era su sexo, besé sus labios mordiéndome los míos. Nuestros éxtasis explotaron a la vez, dejando sus rastros flotando con forma de nata.
Al llegar a la oficina, solo me crucé con el vigilante, el cual extrañado me saludó mientras se abrochaba la chaqueta. No estaba acostumbrado a que nadie trabajara un sábado:
«Algo urgente», debió de pensar.
Lo primero que debía de hacer era localizar el expediente y leer el resumen de la auditoría. Fue fácil, la compañía, una multinacional, seguía siendo cliente nuestro por lo que todos los expedientes estaban a mano. Consistía en dos cajas, repletas de papeles. Por mi experiencia, rechacé lo accesorio, concentrándome en lo esencial. Al cabo de media hora, ya me había hecho una idea: la cantidad desfalcada era enorme y el proceso de por el cual habían sustraído ese dinero había sido un elaborado método de robo hormiga. Cada transacción realizada, no iba directamente al destinatario, sino que era transferida a una cuenta donde permanecía tres días, los intereses generados que operación a operación eran mínimos; sumados eran más de veinte millones de dólares. Luego, esa cantidad desaparecía a través de cuentas bancarias en paraísos fiscales.
La investigación, en ese punto, se topó con el secreto bancario imperante a finales del siglo xx pero hoy en día, debido a las nuevas legislaciones y sobre todo gracias a internet, había posibilidad de seguir husmeando.
El volumen y la complejidad de la operación me interesaron. Ya no pensaba en las dos mujeres, sino en la posibilidad de hacerme con el pastel. Por ello me enfrasqué en el tema. Las horas pasaban y cada vez que resolvía un problema aparecía otro de mayor dificultad.
Quien lo hubiera diseñado y realizado, debía de ser un genio. Me faltaban claves de acceso y por primera vez en mi vida, hice algo ilegal: utilicé las de mis clientes para romper las barreras que me iba encontrando. Cada vez me era más claro el proceso. Todo terminaba en una cuenta en las islas Cayman y ¡sorpresa! El titular era Lucía.
¡Su padre era el culpable! Lo había demostrado pero tras pensármelo durante unos minutos decidí que no iba a comunicar mi hallazgo a nadie y menos a ella, hasta tener la ventaja en mi mano.
Reuní toda la información en un pendrive y usé la destructora de documentos de la oficina para que no quedara rastro. Las cajas de los expedientes las rellené con informes de otras auditorias de la compañía. Satisfecho y con la posibilidad de ser rico, salí de la oficina.
Eran ya las ocho de la tarde y mientras comía el primer alimento sólido del día, rumié los pasos a seguir: al menos el 50% de ese dinero debía de ser mío y sabía cómo hacerlo.
Cogí mi teléfono y llamé a Lucía. Le informé que tenía información pero que debía dársela primero a su madre, por lo que la esperaba a las nueve en mi casa. Ella, por su parte, no debía llegar antes de las diez.
Preparé los últimos papeles mientras esperaba a Flavia, la cual llegó puntual a la cita. En su cara, se notaba el desprecio que sentía por mí. Venía vestida con un traje de chaqueta que resaltaban sus formas.
No la dejé, ni sentarse:
―Su marido era un ladrón y usted lo sabe.
Por segunda vez, en menos de 24 horas, me abofeteó pero en esta ocasión de un empujón la tiré al sofá donde había estado retozando con su hija. Me senté encima de ella, de forma que la tenía dominada.
―¿Qué va a hacer?― preguntó asustada.
―Depende de ti. Si te tranquilizas, te suelto.
Con la cabeza asintió, por lo que la liberé:
― He descubierto todo y lo que es más importante, donde escondió su dinero. Si llegamos a un acuerdo, se lo digo.
―¿Qué es lo que quiere?― replicó con la mosca detrás de la oreja.
Su actitud había cambiado. Ya no era la hembra indignada, sino un ave de rapiña ansiosa hacerse con la presa. Eso me enfadó .Esperaba de ella que negara el saberlo pero por su actitud supe que había acertado.
―Antes de nada, me voy a vengar de ti. No me gusta que me peguen las mujeres― y desabrochándome la bragueta, saqué mi miembro que ya estaba sintiendo lo que le venía: ― Tiene trabajo― dije señalándolo.
Sorprendida, se quedó con la boca abierta. Cuando se dirigía hacia aquí en lo último que podía pensar era en que iba a hacerme una mamada pero, vencí sus reparos, obligándola a arrodillarse ante mí. Su boca se abrió, engullendo toda mi extensión.
Ni corto ni perezoso, me terminé de quitar el pantalón, facilitando sus maniobras. Me excitaba la situación, una mujer arrodillada cumpliendo a regañadientes. Ella aceleró sus movimientos cuando notó que me venía el orgasmo, e intentó zafarse para no tener que tragarse mi semen. Con las dos manos sobre su cabeza, lo evité. Una arcada surgió de su garganta pero no tuvo más remedio que bebérselo todo. Una lágrima revelaba su humillación pero eso no la salvó que prosiguiera con mi venganza:
―Vamos a mi habitación.
Como una autómata me siguió. Sabía que habían sido dos veces las que me había abofeteado y dos veces las que yo iba a hacer uso de ella:
― Desnúdate― exigí mientras yo hacía lo mismo.
Tumbado en la cama, disfruté viendo su vergüenza. Luego, la muy puta, me reconocería que no había estado con un hombre desde que murió su marido. La hice tumbarse a mi lado y mientras la acariciaba, le expliqué mi acuerdo.
―Son 20 millones, quiero la mitad. Como están a nombre de Lucía, me voy a casar con ella y tú vas a ser mi puta sin que ella lo sepa: tengo todos los papeles preparados para que ella los firme en cuanto llegue.
―No tengo nada que decir pero tendrás que convencer a mi hija― contestó.
Mis maniobras la habían acelerado. De su sexo brotaba la humedad característica de la excitación. Sus pechos ligeramente caídos todavía eran apetecibles. Sin delicadeza, los pellizqué, consiguiendo hacerla gemir por el dolor y el placer. Era una hembra en celo. Sus manos asieron mi pene en busca de ser penetrada. La rechacé, quería probar su cueva pero primero debía saborearla. Mi lengua se apoderó de su clítoris mientras seguía torturando sus pezones. Su sabor era penetrante, lo cual me agradó y usándola como ariete, me introduje en ella con movimientos rápidos. Para entonces esa madura estaba fuera de sí. Con sus manos sujetaba mi cabeza, de la misma forma que yo le había enseñado minutos antes, buscando que profundizara en mis caricias. Un río de flujo cayó sobre mi boca demostrándome que estaba lista. Con mi mano, recogí parte de él para usarlo. Le di la vuelta. Abriendo sus nalgas observé mi destino y con dos dedos relajé su oposición.
―¿Qué vas a hacer? ― preguntó preocupada.
―¿Desvirgarte? Preciosa.
Y de un sola empujón, vencí toda oposición. Ella sintió que un hierro le partía en dos y me pidió que parara pero yo no le hice caso. Con mis manos abiertas, empecé a golpearle sus nalgas, exigiéndole que continuara. Nunca la habían usado de esa manera, tras un primer momento de dolor y de sorpresa se dejó llevar. Sorprendida, se dio cuenta que le gustaba por lo que acomodándose a mi ritmo, me pidió que eternizara ese momento, que no frenara. Cuando no pude más, me derramé en su interior.
― Déjalo ahí― me pidió: ―Quiero seguir notándolo mientras se relaja.
No le había gustado, ¡le había encantado!
―No, tenemos que preparar todo para que cuando llegué tu hija, no note nada― dije satisfecho y riendo mientras acariciaba su cuerpo: ―¿Estás de acuerdo? Suegrita.
―Claro que sí, Yernito.

Relato erótico: “De plebeyo a noble 6 – Rescatados (final)” (POR AMORBOSO)

$
0
0

Así estuvimos tres o cuatro meses, pues perdimos la cuenta al resultar inútil hacerlo si nos acordábamos de actualizar el calendario un día cada tres o cuatro.

Sobre ese tiempo, salimos Jessy y yo a dar la vuelta a la isla (ya sólo salía con ella) cuando encontramos el cuerpo de un hombre sobre la arena, que al acercarnos pudimos comprobar que estaba vivo, aunque muy mal. Estaba helado y con gran cantidad de agua en su cuerpo. Le hice soltar toda el agua que pude y lo abrigamos con todo lo que teníamos, permaneciendo ambos uno a cada lado de él, dándole calor con nuestro cuerpo.

Cuando recuperó la temperatura, hice unas parihuelas y lo subimos en ellas, llevándolas yo de un extremo y arrastrando el otro, quedando libre Jessy para prestarle atención. Por la arena no era difícil llevarlo, pero por las rocas, tenía que ayudarme.

Ya en el campamento, fue atendido por las mujeres durante varios días en los que la fiebre lo dominaba. Cuando ya pensábamos que iba a morir, desapareció la fiebre y en pocos días se encontró lo suficientemente bien como para moverse por todos los sitios.

Ante este hecho, recomendé a todas que se pusiesen alguna prenda encima, hasta que conociésemos mejor al hombre. Hasta yo me puse una.

Nos enteramos de que se llamaba Tasos y era marinero en un barco hundido durante una tormenta. Que consiguió asirse a unos maderos y que las corrientes le habían traído a la isla.

Su físico no era muy agraciado, bajo, gordo de barriga prominente, calvicie superior y pelo largo hasta los hombros del que le salía por los lados y bajo la coronilla. Le faltaban dientes, y los que le quedaban estaban negros, se adornaba con una nariz aguileña y su cuerpo estaba cubierto de pelos negros a corros.

A él le había asignado un pequeño cobertizo que hicimos en su momento pero que lo teníamos en desuso, y desde donde observaba el trajín nocturno en mi choza.

Durante bastantes días, no hubo problemas. Colaboró en las tareas de pesca, recogida de fruta y arreglos de nuestro campamento. También salí con él a varias vueltas a la isla, donde recogimos mucha madera que dejamos secando.

Como casi toda ella se encontraba en el primer tramo, hicimos varios viajes para llevarla al campamento, que dejamos aprovisionado para mucho tiempo.

Un día, me encontraba preparando una pequeña presa en el hilillo de agua que era nuestro río para acumular más cantidad cuando oí fuertes gritos.

-Maldita puta. Estate quieta que vas a saber lo que es un hombre, no ese maricón de mierda con el que os acostáis cuando él quiere.

-Zassss. Zasss –Se oían golpes.

-No, por favor. No me pegues…

En ese momento estaba intentando sujetar uno de los apoyos en los que se enganchaban los laterales y dudé un momento entre dejarlo o sujetarlo antes de ir a ver lo que ocurría.

-AAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGG.

El grito me decidió, solté todo, que cayó y se desmoronó y fui corriendo a la playa para ver qué pasaba.

Cuando llegué, Rachel estaba, tumbada en el suelo, las ropas rasgadas, con la cara ensangrentada y con este elemento sobre ella, con los pantalones bajados y violándola.

Salté sobre él y lo agarré del pelo, tirándo fuertemente hacia atrás. Aunque al principio ofreció resistencia, terminó separándose de ella y revolviéndose contra mí, se puso en pié, con los pantalones en los tobillos y amagó un puñetazo que esquivé con facilidad. No en vano había practicado la lucha, aunque hacía tiempo que no lo hacía, pero seguía en forma gracias al trabajo diario.

Le solté una patada en los cojones, que si llega a pillarle de lleno, lo mata directamente, sin embargo, le pilló con las piernas cerradas y solo fue un golpe frontal, que aunque doloroso, no es lo mismo que si le hubiese dado de lleno. No obstante, el golpe hizo que se doblase por el dolor, recibiendo un puñetazo en la barbilla que lo echó al suelo sin sentido.

Mientras habían aparecido todas las mujeres y entre todas la tendieron primero y luego yo la llevé hasta su lecho donde lavaron sus heridas y la dejaron descansando.

Como era cerca de medio día, nos pusimos a comer y en ello estábamos cuando apareció Tasos con un cuchillo en la mano y medio corriendo y renqueando hacia mí, a la vez que murmuraba “Maldito cabrón. Te vas a acordar, pero en el otro mundo…” y cosas parecidas.

Cuando llegaba ya a mi lado, me puse de pie, tomé su brazo con rapidez elevándolo al tiempo que le daba la espalda, haciendo que el brazo quedase más alto sobre mi hombro y bajándolo de golpe con intención de partírselo.

No lo conseguí, pero el terrible dolor que le produjo, le hizo soltar el cuchillo. Un nuevo giro con el puño preparado me permitió darle otro en su mejilla que hizo crujir su mandíbula y al apartarme, le volví a soltar otra patada en los cojones, con mejor fortuna, que lo hizo caer redondo al suelo totalmente sin sentido.

-¿Lo has matado? –Pregunto Jessy.

-Todavía no…

Até sus manos a la espalda y los pies juntos, mientras tomaba una decisión.

-¿Alguna de vosotras está dispuesta a ser su pareja o queréis compartirlo entre varias?

Todas dijeron que no.

Eso planteaba unos grandes problemas: si todas se acostaban conmigo y ninguna con él, íbamos a estar en peleas continuas. También implicaba que correríamos riesgos. Las peleas y ataques podrían derivar en muertes intencionadas o accidentales. Y sobre todo, el riesgo lo corría yo. Para él, lo mejor sería deshacerse de mi, por lo que podría matarme en cualquier momento que me encontrase distraído o durmiendo.

Decidí que no iba a vivir el resto de los días con la espalda pegada a un árbol y las noches con un ojo cerrado y otro abierto.

Cuando terminamos de comer, preparé la mochila de viaje, mientras todas me miraban expectantes.

-¿Vamos a salir a dar otra vuelta ahora? –Preguntó Jessy extrañada.

-No, solamente voy a llevar a Tasos a otro lugar de la isla y le prohibiré venir por aquí si no quiere que lo mate.

Cuando me volví, vi que me estaba mirando con gran odio que se veía reflejado en sus ojos y cara, también vi que me había oído.

-Pero es tarde ya. ¿No sería mejor que salieseis mañana? –Dijo Caitlin.

-Cuanto antes me libre de él, mejor para todos. Podría soltarse y atacarnos a cualquiera.

Solté la cuerda de sus pies y se la até al cuello. Lo hice levantarse y partimos. Durante todo el camino no paró de insultarme, rogarme y hasta proponerme que no tocaría a ninguna si le dejaba mirar solamente. No le hice caso

Estuvimos andando toda la tarde y parte de la noche, aprovechando la luna, hasta que consideré que estábamos lo suficientemente lejos para que no se nos oyera. Entonces, me desvié hacia la espesura y me preparé el cuchillo y un machete, que utilicé para ir abriendo camino varios metros entre la maleza.

Cuando me pareció suficiente, me giré con rapidez y clavé el cuchillo en el pecho de Tasos, a la altura del corazón. Sólo tuvo tiempo de mirar sorprendido el mango sobresaliente de su pecho y levantar su mirada hacia mí, que ya estaba preparado otra vez.

-Lo siento, amigo, pero eres tú o yo.

Y descargué el machete con fuerza sobre su cuello, cortándolo hasta la mitad o algo más. Cayó al suelo como un pesado objeto.

Me retiré a un lado, busqué un sitio donde colgar la hamaca y dormí hasta el día siguiente. Cuando desperté, cubrí el cadáver con arena y piedras, comí algo y volví al campamento, al que llegué a media tarde.

Me preguntaron, pero solamente contesté que lo había dejado lejos y que no volvería.

Todavía pasaron como unos dos meses más, hasta que una mañana vimos un barco en el horizonte. Rápidamente encendimos la hoguera que teníamos preparada y la estuvimos alimentando con todo lo que pudiese producir más humo y más fuego.

El barco vino hacia nosotros y ancló cerca de la costa, arriando un bote que trajo a varias personas hasta nosotros, que nos habíamos reunido en la playa para esperarlos con el corazón en un puño por la emoción, la alegría de que venían a rescatarnos y un cierto miedo de no saber si serían buena o mala gente.

Nuestra alegría se desbordó cuando vimos que en el bote venía Peter haciéndonos gestos con las manos, a los que respondíamos con gritos, saltos y agitar de manos también.

Cuando desembarcaron, la madre y las hijas se abrazaron a un hombre, ya mayor, al que no conocía y que adiviné era el marido y padre por las lágrimas que derramaban todas. Iba escoltado por un negro enorme y un blanco demasiado pálido para mi gusto y muy amanerado.

Peter y yo nos fundimos en un abrazo emocionado, sobre todo por mi parte, que no podía decirle una sola palabra porque mi garganta estaba cerrada, como las de las mujeres, según contaron más tarde.

Rachel, tímidamente y llorando, se fue acercando a nosotros hasta que abrimos los brazos para que se uniese a nosotros. Luego, ya más tranquilos, fueron las presentaciones y una sustanciosa comida con víveres del barco y frutas y pescado nuestro, durante la cual Peter contó su historia.

Salieron de la isla sin problemas los cuatro. Cuando llevaban como medio día de viaje, les pilló algo de viento y la mar se puso bastante picada, sacudiendo la barca, aunque aguantó bastante bien. Allí perdieron a la tutora.

-Si, ya vi que te habías deshecho de ella. Apareció su cadáver en la playa.

Todas me miraron extrañadas, pues no les había informado de este hecho, pero Peter me rebatió.

-No, no le hice nada. Hubo un momento en que tuvimos muy mala mar, con grandes olas y con temor a que nuestra balsa no aguantase. Ella anduvo moviéndose por la balsa, a pesar de mis recomendaciones y de los vaivenes. De repente escuché sus gritos entre el ruido de las olas, pero no podía dar la vuelta si no quería que nos ahogásemos todos si nos pillaba una ola de costado. Tenía que mantener la balsa frente a las olas, que aunque no eran grandes, si podía destrozarnos. En mi descargo, también tengo que decir que las chicas no me avisaron en ningún momento, aunque tampoco tengo muy claro si fueron ellas las que la ayudaron a caer.

Transcurrida la comida, plagada de risas y anécdotas, cargamos el barco con todo lo que habíamos recogido de valor en estos años, joyas, un montón de barriles llenos de monedas y un cofre con unos papeles que resultaron ser pagarés por varios miles de libras y abandonamos la isla.

Una vez elevadas anclas y con proa a nuestro destino, vino corriendo Caitlin para avisarme de que nos habíamos olvidado de Tasos.

-No te preocupes-le dije- él está descansando…, y qué mejor lugar que ese. –Y no le di más explicaciones, pero ella debió de imaginar lo que pasaba.

De los días siguientes, tengo pocos recuerdos, aunque si los más importantes. Peter tenía alquilada una casita pequeña, donde nada más desembarcar, llevamos todo lo acumulado durante los años de la isla. Hicimos recuento de la mitad de lo que habíamos recogido y nos encontramos con más dos millones de libras en monedas, billetes y pagarés, sin contar el resto de barriles con monedas, que repartimos a medias.

Al día siguiente envié un mensajero anunciador de mis intenciones y fui a casa de Jessy a pedirle formalmente su mano a su padre, acompañado de una buena botella de whisky. Me recibieron en una gran sala, donde el padre estaba sentado en un sillón y Caitlin en uno doble junto a él. Cuando el mayordomo salió, me invitaron a sentarme junto a ella, en el espacio libre. No tuve ningún problema con la petición. Me la concedió encantado y empujado por su mujer. Lo celebramos con la botella de whisky, de la que mi futuro suegro dio buena cuenta casi en su totalidad.

En la misma petición manifesté el deseo de Peter y mío de adquirir tierras, a lo que me informó de unas concesiones cercanas, pendientes de asignar propietarios y que, en nombre del gobierno, nos las cedía al precio oficial de 1 libra, siempre que las explotásemos al menos durante 25 años, cosa que acepté sin dudar.

Cuando mi futuro suegro terminó la botella, se puso a alabar, con voz pastosa, las tierras, el ganado, la familia, sus maravillosas hijas, su mujer hasta que poco a poco fue bajando la cabeza y se quedó dormido soltando potentes ronquidos.

Caitlin no perdió tiempo. Se abalanzó sobre mí, desabrochó mis pantalones y liberó mi polla, que solamente vio la luz un instante, porque se la tragó entera de una sola vez.

-MMMMMMM Estabas con ganas eh! –Le dije.

Se sacó la polla de la boca, lo justo para decirme:

-No sabes cuantas, pero me voy a desquitar.

-¿Y si no llego a traer la botella?

Se separó un poco de mí y, señalando la repisa de las bebidas dijo:

-Tenía preparadas esas dos.

Y siguió chupándomela y poniéndomela como una piedra. Cuando la tuve totalmente dura, la hice levantarse y la llevé hasta una mesita redonda, donde dejaban el correo y algunas otras cosas, que fueron al suelo directamente, para acostarla boca abajo sobre ella y remangar faldas y refajos, echándolos por su cabeza.

No llevaba calzones ni nada, A mi disposición quedaron su culo y su coño, brillante hasta los muslos de los líquidos de su excitación.

Froté mi polla, recorriendo su raja de un extremo a otro, un par de veces, pero ella directamente me interrumpió diciéndome:

-Vamos, métemela ya. Estoy caliente desde que esta mañana me han anunciado que venías. No pierdas más tiempo.

Sin esperar más, se la metí de golpe hasta que nuestros cuerpos chocaron. Ella emitió un gemido de placer y dolor por la rápida dilatación, siendo ella la que empezó a mover su cuerpo atrás y adelante para follarse, sin esperar a que yo lo hiciera.

Unos azotes en su culo volvieron a hacerla gemir y detenerse, pasando a ser yo el que se movía dentro de un coño cada vez más rezumante.

Poco después se corría con fuertes espasmos y un grito que acalló los ronquidos de su marido. Tras unos segundos, la saqué para metérsela por el culo, aprovechando la abundante lubricación. La apoyé en su ano y fui empujando despacio, a pesar de que entraba con mucha facilidad. Una vez toda dentro, empecé a moverme con suavidad, y llevé mi mano a su coño donde unas veces metía un poco los dedos y otras acariciaba su clítoris, al tiempo que también aceleraba mis movimientos.

De vez en cuando, dejaba caer un buen churretón de saliva para seguir moviéndome con comodidad, aunque ella no se quejó en ningún momento. Y no solo eso, sino que pedía más y más.

Un buen rato después y creo que con un par de orgasmos más, anuncié mi corrida inminente, pidiéndome que aguantase un poco más por que estaba a punto. Aguanté como pude hasta que me anunció su corrida, acompañándola con la mía.

Tras unos segundos de relajo, yo me subí los pantalones que estaban en mis tobillos y ella se acomodó faldas y refajos.

Ambos salimos de la habitación como si nada y Caitlin mandó llamar a Jessy para que la informase del resultado de la entrevista y pasear por los alrededores de la casa como una pareja de novios normal, siempre a la vista de los criados para evitar maledicencias.

En ese paseo, fijamos las visitas a su casa y las salidas de ella a caballo hacia puntos de encuentro más íntimos.

Cuando volví casa, informé a Peter de la adquisición, imaginando que la concesión sería de unos pocos acres de tierra, donde podríamos hacernos casas y vivir, mientras adquiríamos otros terrenos donde criar ganado.

Cuando nos enteramos de lo que habíamos comprado, casi nos desmayamos del susto. ¡Más de 20.000 acres cada una! ¡Eran mayores que muchos condados de Inglaterra! Las habíamos elegido al azar y la mía resultó algo más grande que la de Peter.

Estaban separadas por otra gran finca, perteneciente a Mr. Mcgregor, un hombre autoritario, de nariz ancha y roja, jugador, borracho, putero y pendenciero. Casado con una mujer delgada y plana, con una cara angelical que pocas veces dejaba entrever las penas y disgustos de su matrimonio.

Los Mcgregor tenían una hija de unos 17 años, a la que el padre tenía totalmente sometida y del que recibía algunas de las palizas de las que conseguía escapar su madre. Hablándolo con Peter, comentamos que sería un buen partido para él, pues era la heredera del terreno entre ambos, prácticamente tan grande como los nuestros, y podría tener una de las más grandes fincas de allí.

Al principio, Peter alegó la diferencia de edad, pero después de hablarlo, considerar las ventajas y hacerle ver que también había diferencia de edad entre nosotros y las pupilas, sin que fuera un problema para acostarnos con ellas, cambió de opinión y se propuso cortejarla.

Como buenos futuros vecinos, pasamos a visitarlos una mañana, cerca de mediodía, para presentarnos y entablar buenas relaciones. Mcgregor, que ya llevaba alguna copa, nos presentó y obligó a comer con la familia, empujándonos con fuertes palmadas en la espalda y los hombros que nos hacían a avanzar más rápido para evitar que nos partiese algún hueso.

Durante la comida, sentados en el extremo de una larga mesa, fuimos atendidos por la madre, Martha y la hija Eloise, pues como nos comentó nuestro anfitrión, no consentía que los criados lo hiciesen, porque la obligación de las mujeres era estar a disposición de los hombres y servir la mesa.

Cuando nos despedimos, besamos las manos de ambas mujeres. Como puestos de acuerdo, yo primero besé la mano de la hija y Peter la de la madre, cambiando después y permaneciendo Peter más rato de lo normal sujetando la mano de la hija, mientras alababa su belleza con la sonrisa más seductora.

Los nervios de la muchacha evidenciaron que había hecho efecto, lo que nos hizo marchar con alegría, al ver que había posibilidades.

El momento del cortejo fue un mes después, en la fiesta de anuncio de mi compromiso con Jessy. Como es normal, todas las familias importantes de la zona estaban invitadas a la fiesta, incluidos los Mcgregor, durante la cual, tanto Caitin y Jessy, que estaba informadas de todo, como yo, estuvimos pendientes del matrimonio. Yo sacando a bailar a la madre, ellas con el padre, a pesar de los múltiples pisotones, con breves descansos cuando lo acompañaban junto a su padre para que bebiesen juntos.

Pronto ambos hombres se retiraron a una de las salas dela casa para dar buena cuenta de un par de botellas y quedarse dormidos en los sillones.

La madre, libre de su marido y agasajada por mí, Caitlin y Jessy, que la llevaban de uno a otro de los corrillos que formaban las otras mujeres, donde podía escuchar los cotilleos del momento y participar sin ser importunada por su marido, estaba radiante de alegría, eufórica más bien, incluso más que si hubiese bebido.

Con todo esto Peter tuvo vía libre para cortejar a Eloise, que no tenía la más mínima oportunidad de escapar.

Una mujer maltratada por un padre que tampoco la dejaba relacionarse con nadie, que por tanto no tenía amigos entre los hombres de la sociedad, y acosada por un hombre guapo como Peter y con facilidad de expresión para adular y conquistar, no le quedó más remedio que rendirse cuando, acabando la fiesta, le pregunto si le daba permiso para pedirle a su padre la autorización para visitarla.

Según me contó después, no le salían las palabras, y tuvo que asentir con la cabeza. Tras la declaración y aprovechando que se habían situado fuera de la vista de todos, la tomó de la mano, se la besó y, aprovechando la cercanía, dejó otro beso sobre sus labios.

Ella, sofocada, vino corriendo hasta el grupo donde se encontraba su madre con otras mujeres y yo.

-¿Qué te pasa, que estás tan sofocada? –Le preguntó.

– … Es que he bailado mucho…

La fiesta terminaba ya y uno de los invitados, amigo de la familia, fue a buscar a los maridos durmientes que salieron poco después dando tumbos. Durante la espera, Martha y Eloise cuchichearon en un aparte, echando miradas fugaces a Peter.

Al día siguiente enviamos a un criado con una nota para el padre, solicitando que Peter fuera recibido con la intención de pedir relaciones con la hija. El padre aceptó, pues le habíamos caído bien, porque éramos familia del Gobernador, teníamos mucho dinero y grandes extensiones de tierra. Lo que se dice un buen partido.

No sé lo que le contó, pero fijaron fecha de la boda para seis meses después. Pero la alegría duró poco, pues una semana después, el gobernador anunció la boda de Diana con un viejo rico y tan borracho como los demás de 75 años. Viudo hacía años, había hecho una gran fortuna negociando con todo, legal o no, y que quería una mujer que le diese un hijo.

El disgusto de la muchacha fue tremendo. Estuvo varios días llorando, hasta que, entre su hermana y yo, pudimos convencerla de que a un hombre tan mayor, no tendría que aguantarlo mucho y sería la heredera de su fortuna. Mientras, podría formar parte más activa en nuestros juegos de cama.

-¡Pero tendré que darle un hijo! -Alegó

Dudábamos que se le levantase, por lo que le propusimos que fuésemos Peter o yo quienes la dejásemos embarazada. Por fin asumió su futuro y todo volvió a la normalidad.

El día de mi boda llegó y la pequeña iglesia se llenó de gente importante de la ciudad y otra venida desde sitios lejanos. El vicario que nos casó ni se quién era, ni de qué religión, ni lo he vuelto a ver.

Se celebró una fiesta por todo lo alto en la finca del gobernador. A la salida de la iglesia nos esperaba un carruaje descubierto para llevarnos hasta ella, donde nos montamos mi flamante esposa, sus padres y yo.

De camino, nos cruzamos con una cordada de presos que acababan de llegar e iban pasando por mi lado, sin que les prestase atención. De repente, uno de ellos, saltó al carruaje, echando sus manos a mi cuello e intentando ahogarme.

Su debilidad y mi mayor fuerza me permitieron retirar sus manos sin esfuerzo y sin que llegara a hacerme daño. Los guardias se abalanzaron sobre él y lo redujeron a culatazos con sus fusiles.

Cuando estaba en el suelo, sin sentido, el oficial ordenó que le clavasen las bayonetas hasta que muriese. Entonces lo miré y supe que lo conocía. Era el carcelero de Southampton. Extrañado por su presencia, pedí que no lo matasen y que lo encerrasen porque quería interrogarlo. El gobernador convirtió mi petición en orden y se lo llevaron mientras nosotros seguíamos nuestro camino.

Cuando llegamos ya estaban la mayoría de los invitados. Comimos, bailamos, hubo juegos para damas y caballeros, cenamos, bailamos y seguimos bailando hasta agotarnos.

A altas horas de la noche, nos escabullimos y nos fuimos a lo que sería nuestra casa temporal, pues había mandado construir una casa pequeña, de madera, para vivir mientras nos construían la nuestra, mucho más grande, de tres plantas, la superior para el servicio, la intermedia para las amplias habitaciones y la inferior, con grandes salones que nos permitiesen dar fiestas y otros más pequeños y más acogedores para diario, además de la cocina.

Cuando llegamos a nuestra casa, Rachel nos recibió levantada. Nos había estado esperando despierta hasta entonces. La mandé acostarse, abracé a Jessy y entre besos y caricias, la llevé hasta la habitación. Nos detuvimos un momento en la puerta para darnos un largo beso. Al separarnos, echó mano a mi pantalón, notando mi polla dura ya como una estaca. Jessy me tomó de la mano y riendo me arrastró hasta la cama.

-Pensaba ser yo el que te trajese hasta aquí, pero parece que tienes prisa en estrenar nuestro matrimonio.

-Por lo que he tocado hace un momento, más bien parece que seas tú el que tiene prisa.

Nos besamos. Primero con suavidad, pero poco a poco fuimos incrementando la pasión, hasta que mis manos empezaron a soltar sus botones.

-¿Desea la señora que le ayude a quitarse el vestido?

No me había dado cuenta, pero Rachel había entrado tras nosotros y esperaba cumplir con su misión de doncella personal de mi flamante esposa.

-Sí, le dije, ve desnudándola.

Y seguí besándola, sujetando su cara para evitar la ligera oposición inicial, mientras la doncella soltaba enganches y cintas a su espalda.

Cuando ya estaba en ropa interior, me desnudé yo y terminé de quitarle las últimas prendas. La abracé y caímos sobre la cama. Estuve un rato besándola y disfrutando con las caricias a su cuerpo, pasando mi mano por su cuello, sus hombros, su costado, sus brazos, sus muslos, su cuerpo desde su pubis hasta el borde de sus pechos. Luego me dediqué más a fondo a su excitación.

Colocado sobre ella, con sus piernas abiertas y mi polla sobre su vientre, cambié sus labios por su oreja, bajé por su cuello sin dejar de besar cada milímetro, mientras mi mano estrujaba su pecho. Recorrí su hombro, bajé por su canalillo a tiempo que bajaba también mi cuerpo y mi polla quedaba apoyada en su coño. Su respiración era agitada, y sus manos no dejaban de acariciar mi pelo.

Mientras mi mano seguía acariciando su pecho, fui besando el otro, recorriendo su contorno en círculos cada vez más pequeños hasta llegar a su pezón donde, además de depositar mi beso, abrí mis labios para darle un ligero toque con la lengua que le arrancó un gemido.

De ahí pasé a darle el mismo tratamiento al otro pecho, cruzando con mis besos el valle que los separa. Mientras ella hacía movimientos con la pelvis para que mi polla recorriese su raja, cosa que yo evitaba todo lo que podía.

Chupé sus pezones y lo fui lamiendo alternativamente, arrancando gemidos de deseo y más movimientos de su pelvis. No dejé sus pechos hasta que consiguió colocar bien mi polla, señal de que se estaba abriendo. Entonces continué mi camino bajando hasta su coño, al que di un primer repaso recorriendo los bordes, bajando por un lado, subiendo por el otro para meterle un recorrido central de arriba abajo y de abajo arriba con rápidos lengüetazos durante el trayecto.

-Mmmmm. Siiii. Sigueeee. –Decía entre gemidos.

Puse bajo su culo un par de almohadones para levantar su pelvis y sujeté sus piernas bien dobladas y abiertas. Su coño y debajo su ano, quedaron expuestos a mi vista y se ofrecían palpitando al ritmo de las contracciones pélvicas de su dueña.

No me hice esperar mucho, y me lancé a lamer desde su clítoris a su ano, donde deposité abundante saliva. Subí a su clítoris de nuevo, lo rodee con mis labios y lo chupé y lamí. Ella gemía muy fuerte y pedía más.

-Mmmmmmm. No pareees. Ohhhh. Siiii.

Bajé varias veces recorriendo toda su raja, metiendo la lengua en su coño y mojando su ano, para luego subir de nuevo a su clítoris, hasta que ya no pudo más y cuando se lo estaba chupando empezó a gritar.

-No pareees. Me voy a correeer. Más fuerte, más, máaasss. Siii. Me corrooo, me estoy corriendoooo.

Yo dejé su clítoris cuando acabó su corrida, pero seguí pasando la lengua desde la base hasta meterla en su vagina todo lo que podía, hasta que volvió a recuperar la excitación. Entonces dejé que apoyase sus talones sobre mi espalda y dejando que siguiera bien abierta, volví a lamer y chupar su clítoris, al tiempo que metía dos dedos en su coño y la follaba con ellos. Sus gemidos eran tan fuertes que parecía casi gritos.

Retiré mi boca de su clítoris para sustituirla por mi pulgar, con el que lo frotaba en círculos a distintas velocidades, extrayendo más gemidos de ella.

Me pareció oír eco en ellos, y cuando miré por la habitación vi que Rachel se encontraba a los pies de la cama, con la mano bajo sus faldas, masturbándose furiosamente. No dije nada y seguí con mis manipulaciones sobre Jessy, consiguiendo que se volviese a correr poco después.

Cuando se recuperó, intenté metérsela por el coño, pero estaba muy sensible y tuve que desistir. Pero ella se puso a cuatro patas y me ofreció su culo, moviéndolo en círculos ante mí. Ensalivé bien mis dedos y eché más saliva sobre su ano, para ponerme a dilatarlo con suavidad, un dedo, dos, tres. Mientras se dilataba, hice una señal a Rachel para que me la chupase y ensalivase bien.

Una vez dilatado, procedí a metérsela con calma.

-Agggg Duele un poco, pero me gusta.

Detuve mi avance y le iba a preguntar si lo dejaba cuando insistió.

-Pero no pares, hazlo con cuidado, pero no pares.

Y seguí avanzando hasta que entró entera y me detuve a esperar. Ella misma fue moviendo su cuerpo adelante y atrás para ir follándose, al tiempo que me decía:

-Muévete de una vez. Dame fuerte.

Comencé mis movimientos entrando y saliendo, entre tanto, Rachel se metió desde atrás entre mis piernas para ir lamiendo y chupando mis huevos, cada vez que sacaba la polla.

Jessy llevó la mano a su coño y noté que se lo acariciaba. Primero con suavidad, pero poco a poco fue creciendo en ritmo, transmitiendo a su vez fuertes sensaciones a mi polla. Cuando anunció su corrida, ya estaba preparado para hacerlo en cualquier momento, por eso, sus gritos coincidieron con los míos en un orgasmo común

-Aaaaaaahhhhh. Siiii. Me corroooo.

-Aaaaaaahhhhh. Siiii. Yo tambieeeen.

Rachel se retiró rápidamente y nosotros caímos rendidos en la cama. Hice una señal para que se retirase Rachel y nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente, fue una boca la que me despertó, lamiendo y chupando mi pene. Era Jessy, que cuando consiguió ponerla dura, se subió encima de mí y ella misma se empaló y empezó a moverse en una cabalgada unas veces con movimientos circulares de cintura y otras moviendo la pelvis atrás y adelante conseguía unas veces rozar su clítoris contra mi pelvis y otras el roce continuo de mi polla cuanto entraba o salía.

Acaricié sus tetas, froté sus pezones, recorrí su cuerpo y acaricié su culo, que tanto me gustaba, mientras ella me iba llevando al orgasmo. No obstante se corrió dos veces antes de que le anunciase que estaba a punto y pidiese que la esperase para corrernos juntos más tarde.

Ese día fuimos a casa del gobernador, donde comimos todos juntos, incluido Peter y por la tarde, mientras las mujeres se encerraban en una habitación para hablar, los tres nos fuimos hasta el cuartel para interrogar al ex carcelero. Nos llevaron hasta su celda, donde se encontraba encadenado de pies y manos, pero que permitían su movilidad. Nada más verme, volvió a abalanzarse sobre mí gritando:

-Maldito cabrón, hijo de puta. Por tu culpa estoy aquí…

Cuando llegó a mi altura le solté en plena cara, el puñetazo que llevaba preparado, haciéndolo caer al suelo, sangrando profusamente por la nariz.

-Te haré unas preguntas y quiero que contestes rápido y con la verdad. Si abres la boca para otra cosa que no sea responderme, vas a pasar un mal rato. ¿Me has entendido?

-Zii –Contestó sujetándose la nariz para evitar el sangrado.

Le pregunté por lo que había ocurrido al marcharnos y contó que nada más irnos, su esposa mandó a la hija que contuviese la hemorragia con un paño, mientras avivaba el fuego y ponía al rojo el atizador.

Cuando lo estuvo, cauterizó su herida y el perdió el sentido.

-Dezpedte cuato diaz despuéz, zin polla, zin huevos. ¡Maddito hijo de puta. Te matadé aunque zea lo utimo que haga!

Toda la conversación se produjo con las dificultades propias de pronunciación al tener la nariz tapada. En respuesta a su salida de tono, le di una fuerte patada en las tripas que lo hicieron doblarse de dolor.

-Te he dicho que solo respuestas. Si quieres más, ya sabes lo que tienes que hacer. ¿Por qué estás aquí?

-Al principio mi mujer se comportaba normalmente conmigo. Me decía que no le importaba si no podíamos hacer el amor plenamente, que se conformaba con que le siguiese comiendo el coño y follándola con los dedos, pero poco a poco fue gustándole cada vez menos hasta que llegó un momento que dejamos de hacerlo.

Un día, le quité a un preso un medallón de oro y decidí regalárselo a ella cuando iba a salir de la prisión, vi por la ventana que ella salía de casa. Dudé entre esperar para dárselo o ir a buscarla y cuando decidí ir, ella ya había avanzad mucho.

La seguí, pero antes de alcanzarla entró en la posada. Cuando entré yo, no la vi y cuando pregunté al posadero, me dijo la habitación donde estaba y que lo hacía en compañía de un oficial de la guarnición militar.

Entré en tromba encontrándolos desnudos, cogí lo primero que encontré, que fue el sable del oficial y los traspasé a los dos con él. Al oficial le llegó al corazón y murió en el acto y a mi mujer le traspasó el pulmón y aún vivió algunas horas. A mí me detuvieron, me juzgaron y enviaron aquí.

Cuando terminó su historia, decidí comprarlo y enviarlo a mi finca, donde su misión es recibir cualquier polla que quiera encularlo. Estuvo encadenado al principio, pero luego asumió su situación y ahora disfruta siendo la puta de los obreros.

Los días fueron pasando y dos meses después se celebró la boda de Diana. El viejo fue tan desconfiado que, antes de la boda, mandó a unas mujeres a comprobar su virginidad, porque quería una mujer pura.

Durante la fiesta procuramos que bebiese, y antes de irse a la cama con su esposa, Jessy le ofreció una última copa que llevaba mezcladas unas gotas de un fuerte somnífero, mientras nosotros nos escondíamos en su habitación.

Cuando entraron, la llevó directamente a la cama, se desnudó él y más que desnudarla a ella, le arrancó la ropa. Se acostaron y la estuvo besando y acariciando, sin darse cuenta de los gestos de asco que hacía ella, esperando que se le pusiese dura.

Al no conseguirlo, la cogió del pelo y llevó su cabeza hasta su maloliente polla y la estuvo chupando entre arcadas hasta que consiguió una dureza suficiente. Entonces la hizo acostarse y abrirse de piernas para colocarse entre ellas y metérsela sin ninguna preparación.

No hizo más que colocarse y apuntar su polla con la mano, cuando empezó a cerrar los ojos, dejándose caer sobre ella, aplastándola con su peso y poniéndose a roncar desaforadamente.

-Por favor, ayuda. Quitadme a este cerdo de encima.

Enseguida salimos Peter y yo y se lo quitamos de encima.

-Joder, como huele. Además de alcohol, no se ha debido lavar en años.

-Pues si queréis algo asqueroso, tenéis que chuparle esa mierda de polla. Huele y sabe a orines y suciedad.

Dejamos entrar a Jessy, que venía con una botella y cuatro vasos, y le dimos una buena dosis para quitarse el mal sabor de boca.

Nos pusimos a besarla y acariciarla, uno a cada lado, quedándose Jessy mirando. Mientras yo me dedicaba a un pecho, Peter atendía al otro y ambos alternábamos para compartir su boca. Cuando empezó a gemir, Jessy se situó entre sus piernas y empezó a comerle el coño.

Al momento estaba gimiendo de placer y poco más tarde se retorcía de gusto. Pronto sujetó la cabeza de Jessy contra su coño mientras alcanzaba su primer orgasmo. Ella misma impedía que Jessy se separase, para que siguiese comiéndole el coño y mantener su excitación.

Cuando sus gritos y gemidos avisaban de la proximidad de un nuevo orgasmo, pedí a Peter que se la follase. Dudó al principio entre ser él el primer que la desvirgara o que fuera yo, pero le dije que era mi cuñada y que como éramos familia, le correspondía a él.

Jessy se retiró y Peter ocupó su lugar. Se arrodillo ante ella y puso una almohada bajo su culo. Con el coño más levantado y aprovechando que tenía lo tenía encharcado de flujo y saliva, puso su polla a la entrada y fue metiéndola poco a poco. Yo alternaba entre sus pechos y Jessy se puso a pasar la lengua por su clítoris y la polla de él.

-Mmmm. Qué apretadita está. –Comentó.

Cuando encontró el obstáculo de su himen, pidió que nos aplicásemos más a fondo y se la clavó con un golpe de riñones.

Diana emitió un grito de sorpresa y dolor, que volvió a ser de placer al empezar a moverse. Dos orgasmos después, Peter se corrió en su coño coincidiendo con el tercero de ella. Mantuvo su polla dentro hasta que quedó totalmente flácida. Ella quedó rendida sobre unas sábanas manchadas por su virginidad perdida y la lefa que escurría de su coño, por lo que decidimos marcharnos, no sin antes lavar bien la polla del viejo cerdo y darle instrucciones para que le hiciese beber mucho durante el día siguiente y el otro para que, al llegar la noche, estuviese dormido. Al tercero, tenía que prohibirle la bebida hasta media tarde con la excusa de que si no, no rendía en la cama.

Entre el viaje a nuestra casa y desahogar nuestra calentura, era cerca de mediodía cuando nos quedamos dormidos.

Dos días después, repetimos la operación. Ella lo llevó a la cama con la bebida complementada con las gotas de somnífero correspondientes, y nos abrió cuando estaba dormido. Repetimos la operación, la excitamos entre los tres, y cuando se corrió, Peter la folló por el coño, solo que añadimos algo más, la pusimos boca abajo y volvimos a excitarla de nuevo, al tiempo que dilatábamos su culo.

Cuando estuvo preparada, la mojé con un par de envestidas en su coño para ponerla en su ano e ir metiéndola poco a poco. La follé despacio, mientras acariciaban sus tetas y su coño. Jessy estaba muy excitada, y al darse cuenta Peter, me pidió permiso con su mirada y tras dárselo, se dedicó a comerle el coño hasta que le sacó dos orgasmos.

También Diana se corrió un par de veces, casi seguido a las de su hermana, hasta que le dije que le iba a llenar el culo de leche y se corrió de nuevo, siendo seguida por mí a los pocos segundos.

El viejo aceptó que cuando estaba bebido, rendía más que un joven en la cama, aunque no se acordase de nada, pero las sábanas manchadas y su pollita reluciente le hacían creer que se había portado mejor que a los 20 años.

Esta escena se repitió todos los días, hasta que Diana anunció que estaba embarazada de dos faltas. Después de a nosotros, se lo dijo al feliz cornudo, que se fue al club a celebrarlo y tardó una semana en volver. Y encima borracho hasta la inconsciencia.

A partir de entonces, Diana prohibió relaciones al vejete de su marido, con la excusa de podría malograrse el embarazo y perder a la criatura. Así, fue Peter el que la visitaba de vez en cuando, mientras el marido estaba emborrachándose.

El cornudo no llegó a conocer a su hijo. Falleció mes y medio antes del parto, ahogado con uno de sus propios vómitos, una noche de borrachera hasta la inconsciencia.

Entre unas cosas y otras, llegó la fecha de la boda de Peter, celebrada por todo lo alto durante el día y en la intimidad por la noche. A los pocos días, me contó que su esposa era sumamente obediente. Hacía cualquier cosa por extraña, rara o cualquier otra cosa que pudiese parecer.

Le había dicho de participar en sesiones de sexo con nosotros, y había aceptado, si era lo que él quería.

A los nueve meses de estar casados, Eloise dio a luz un bebé. Un precioso y grande varón, que su orgulloso padre nos ha ido mostrando cada vez que podía. Ahora, mientras espero a que sea mi mujer la que dé a luz a mi heredero, porque las mujeres que entienden de esto dicen que es niño y muy fuerte y grande por las patadas que da, voy acabando este relato, que empecé después de la boda de Peter, porque quiero enviarlo a Londres para que lo conviertan en un libro.

Termino ya, porque me acaban de anunciar que he sido padre de una preciosa niña. Si no continúo, espero que le haya gustado a quienes lo lean, y comprendan que si son valientes y arriesgan, y sobre todo, si tienen un amigo que les ayude, pueden triunfar en la vida y llegar a donde quieran. Tampoco me importaría que me enviasen comentarios sobre mi libro y su valoración

John Smit

Relato erótico: “la nueva asistenta 3” (POR XELLA)

$
0
0
Silvia se había puesto el despertador para despertarse antes que su ama. No quería comenzar el día con una azotaina.
Se acercó gateando a la cama y apartó lentamente las sábanas. Ivette estaba completamente desnuda. La visión de su cuerpo y el pensamiento de lo que iba a hacer hizo estremecer a Silvia (¿Durante cuanto tiempo tendré que hacer esto?).
Acercó su boca al coño de su ama y comenzó a lamer, lentamente, acariciando cada pliegue de su raja, saborenado, a su pesar, un sabor qe empezaba a agradarle. Los ligeros gemidos que emitía Ivette indicaban que comenzaba a despertarse, así que
aumentó el ritmo.
Mientras se tomaba su “desayuno” Silvia no podía dejar de pensar que le depararía el día. En las dos anteriores jornadas su vida había dado un vuelco, pero no estaba segura de estar descontenta con ello. Nunca había estado tan cachonda en su vida, y nunca había tenido unos orgasmos tan intensos. Se le venía a la mente la idea de que a lo mejor no era tan malo seguir así… (¿Que no sería tan malo? ¡Soy una esclava!).
Ivette interrumpió sus pensamientos sujetando su cabeza y corriendose sobre su boca. Como parece que era habitual, siguió lamiendo durante un rato hasta que Ivette pensó que era suficiente.
– Veo que te has adaptado a tu papel esclava. ¡Posición de inspección!
Silvia se levantó rapidamente y se colocó en la postura requerida. Ivette rodeó su cuerpo, observandola.
– Parece que las marcas de los azotes van desapareciendo… Espero que haya sido suficiente para que aprendas tu lugar, si no, no dudaré en volvertelos a hacer, y esta vez no serán sólo 15…
Ivette comenzó a toquetear con el plug anal de Silvia. Ésta soltó un quejido. Llevaba toda la noche con ello puesto y le dolía el culo.
– Espero que te hayas acostumbrado bien. Más tarde te pondrás uno más grande. Voy a dilatar ese ojete poco a poco. Dentro de un tiempo me pedirás tu misma que te dé por el culo… Vamos a la cocina, quiero desayunar algo.
Silvia caminó detrás de Ivette hasta llegar a la cocina. Cuando llegó, se puso automáticamente a hacer el desayuno.
– Hazme un café esclava, tu tomarás esta infusión nada más, quiero que hagas una dieta especial que yo supervisaré. – Dijo, tendiendole un sobrecito con las hierbas de la infusión.
Mientras la esclava preparaba el desayuno, Ivette sacó dos cuencos de perro. Uno lo lleno de agua, el otro lo dejó al lado. Una vez estuvo preparada la infusión, vertió el contenido en el cuenco que quedaba libre.
– Ese es tu lugar perra, hasta que te ordene lo contrario no volverás a usar las manos para comer. Lo harás de rodillas, como la perra que eres.
Silvia se resignó. Se arrodilló y se bebió la infusión como pudo. Ivette sonreía satisfecha. Se estaba acoplando a todas sus peticiones sin rechistar, además a partir de ahora, gracias a las drogas que iba a suministrar a la esclava a través de la infusión que acompañaría todas sus comidas sería más fácil. Esa droga, aumentaba las sensaciones de placer y haría más
fácil y llevadero el aprendizaje de su nuevo rol.
– Tienes la ropa preparada en el salón, esclava. Te quiero preparada en 10 minutos. – Dijo Ivette
– ¿V-Voy a salir mistress?
– Claro que vas a salir imbecil, ¿No te dije que seguirías yendo al gimnasio? Y ahora ¡corre! No quiero que me hagas esperar. ¡Ah! Te permitiré no llevar el plug anal. – Silvia respiró, aliviada. – En su lugar llevarás esto en el coño.
Ivette tendió a Silvia una cuerdecita con un par de bolas atadas. ¡Quería que llevase unas bolas chinas!. Nunca había usado unas, pero sabía cómo funcionaban… Con el movimiento del gimnasio estarían estimulándola en todo momento…
Silvia llegó al salón y vió la ropa que le tenía preparada. Se quedó paralizada. Eran unas mallas que casi casi parecían unas bragas de lo pequeñas que eran, un tanga de hilo y un top cortisimo… ¡Y no había sujetador! Con ese top se notaría perfectamente que no llevaba nada, ¡No podía salir así!
– Ehh… Mistress… No… No puedo salir con esto… Por favor…
– ¿Estás diciendo que no quieres obedecerme, perra? ¡Si no quieres salir con esto, saldrás sin nada! Tu eliges.
Silvia agachó la cabeza y comenzó a quitarse la escasa vestimenta que llevaba. Cuando extrajo el plug anal, sintió un vacío en su culo que la dejo una sensación extraña… Estaba aliviada de quitarselo, pero… No era tan desagradable…
Empezó a introducirse las bolas chinas una a una, sólo para darse cuenta de que le era sencillísimo, ¡Estaba empapada!
Cuando estuvo completamente vestida y se miró al espejo se asustó, ¡No podía salir así! Pero… sabía que no tenía otra opción…
– Perra, después llamaré al gimnasio y preguntaré por tí, como me digan que no has ido, lo lamentarás…
Y con esas, Silvia salió de casa camino del gimnasio.
Mientras Silvia estaba fuera, Ivette comenzó a repasar su plan. Todo estaba saliendo perfecto. Silvia estaba comiendo en la palma de su mano y los pocos conatos de rebeldía que había tenido los había cortado de raíz con los castigos físicos. Silvia no tenía ni idea, creía que había tenido mala suerte, que una serie de casualidades le habían ido en contra y se había generado esta situación. Nada más lejos. La esclavización de Silvia estaba prevista desde hace tiempo…
Ivette, en realidad, no era una asistenta. Era una “empleada” de una corporación que, entre muchas otras cosas se ocupaba de capturar y domar a esclavas y esclavos, ya fuese para uso propio de la organización, o por algún pedido expreso de sus socios o clientes. Sus métodos eran muy variados, desde chantaje, hipnosis, drogas, modificación del pensamiento hasta nanorobots, cirujías y otras prácticas algo más oscuras…
Peter había tenido “problemas” con esa corporación y comenzaron a ir detrás de él. Para salvar su culo, Peter les puso en bandeja de plata a su esposa… Llevaban varios meses planeandolo ya. Todo empezó cuando contrataron a Ian en la casa, un cuerpo irresistible para que la madura mujer cayese en la tentación. Ian también formaba parte de la corporación pero, a diferencia de Ivette, él era un esclavo. No le costó mucho hacer que Silvia mordiera el anzuelo, al poco tiempo se la estaba llevando a la cama. El paso que significaría el comienzo de la fase final para la captura de Silvia era la contratación de Ivette.
Desde entonces, la asistenta había medido sus jugadas perfectamente y además, Silvia se había mostrado más predispuesta de lo que esperaban. Esa zorra sería una esclava estupenda…
En el gimnasio, Silvia no podía soportarlo… Cuando entró en el gimnasio se dió cuenta de que las miradas de deseo y envidia que le dedicaban normalmente hombres y mujeres había cambiado… Ahora eran… otra cosa… Era desprecio y chanza. La gente pensaba que iba como una puta y ella no podía negarlo… También lo pensaba…
Las bolas chinas estaban haciendo su trabajo y simplemente con el camino hasta el gimnasio la tenían con una calentura extrema. Pensaba que el más ligero roce haría que se corriese allí enmedio. Se le ocurrió la idea de meterse al vestuario y dejar pasar el tiempo, en un par de horas volvería a casa e Ivette no se enteraría de nada, pero no sabía porqué, la idea de contrariarla la asustaba… Era imposible que se enterase pero, ¿Y si lo hacía? Lo pagaría caro…
Comenzó haciendo ejercicios de pecho. Tenía que coger dos abrazaderas y moverlas haciendo un arco hacia delante. No le pasaban desapercibidas las miradas de los hombres, sus pechos sin sujetador debían ser un reclamo espectacular para ellos. No le gustaban esas miradas, la hacían sentirse sucia… y caliente… No sabía porqué reaccionaba así, ¡Se odiaba a sí misma!
Esas miradas la hacían sentirse como la puta que parecía… A ella, que siempre le había gustado llevar las riendas en temas sexuales, le estaban pasando ideas nuevas por la cabeza. Se imaginaba forzada por aquellos hombres, indefensa, dominada. Y eso le gustaba. Estaba descubriendo nuevos pensamientos que nunca había tenido… y le gustaban. Se imaginaba de rodillas, en el suelo en… posición de ofrecimiento… mientras notaba como una polla durísima comenzaba a taladrarla. La follaba duro, no la daba tregua y cuando miraba a su dominante compañero era… ¡Ivette!
Abrió los ojos de golpe, ¡Todo el mundo la miraba! Se le había ido la cabeza, y entre la caentura de las bolas chinas y de la situación se había dejado llevar. Estaba sudando. Se levantó y se secó con la toalla. Se dirigió a la otra punta de la sala y fue a las máquinas de correr. Estaban algo apartadas, así que podría evitar las miradas de la gente.
Cuando empezó a correr algo la sobresaltó. El ritmo de la carrera ¡Hacía que las bolas chinas intensificasen su efecto! Dios… No iba a poder aguantar… ¡Estaba muy caliente! Se bajó de la maquina y se fué a mojarse la cara. Se miró al espejo y se vió a si misma roja como un
tomate. ¿Que iba a hacer? Le daba miedo irse pero no podía volver a salir ahí…
Cinco minutos después, Silvia se iba del gimnasio mirando al suelo, andando lo más rápido posible para irse de allí.
– Vaya vaya… – Dijo Ivette colgando el teléfono. – Así que esa pequeña zorra ha huido…
Inmediatamente, subió a la habitación a preparar el castigo de su esclava.
Cuando Silvia entró a casa, todas las luces estaban apagadas. Había estado escondida cerca de su casa antes de entrar para hacer tiempo y que no se notase que había evitado el gimnasio. Estaba convencida de que Ivette no se enteraría.
– ¿Hola? ¿Mistress? – Preguntó tímidamente Silvia.
Comenzó a avanzar lentamente. Cuando llegó a la cocina, vió a Ivette sentada a la mesa, esperandola.
– ¿Que haces con esa ropa, perra? ¿No te dije cual era la vestimenta que deberías llevar en casa? – Espetó Ivette
– P-Perdón Mistress, ahora mismo me cambio. – Dijo Silvia, que no había previsto aquello.
Subió directa a su cuarto y cuando llegó a la puerta se quedó helada. ¡Un completo arsenal de bondage estaba distribuido por toda la habitación! Había correas, latigos, fustas, dildos… ¡Incluso había argollas en el techo! Estaba asustadísima, ¿Como había llegado a esto?
Cuando fue a retroceder para salir de la habitación se encontró de bruces con Ivette, que inmediatamente le dió un bofetón que la tiró al suelo.
Antes de que Silvia pudiese reaccionar, Ivette ya le había puesto unas argollas en las manos y otras en los pies. Tirando de unas cuerdas, y a través de unas poleas, las argollas comenzaron a hacer que Silvia se incorporase, quedando sujeta en forma de x en medio de la habitación,
de espaldas a la puerta. Silvia vió que Ivette llevaba un cuchillo en la mano y comenzó a gritar. Otro bofetón la hizo callar.
Con el cuchillo, Ivette arrancó la ropa de Silvia, dejándola sólo con las bolas chinas.
– ¿Que tal en el gimnasio, esclava? No parece que la ropa esté muy sudada… ¿Has acabado tus ejercicios? – Preguntó Ivette, agarrando a Silvia de la cara.
– N-No, mistress. – Contestó la mujer, aterrorizada.
PLAFF.
– ¿Cómo te atreves a desobedecerme? ¿Creías que soy estúpida? ¿Que podrías engañarme?
– No, yo no..
– !Calla! – Ivette recogió el tanga de Silvia. Estaba empapado. Obligando a su esclava a abrir la boca se hizo tragar. Con él en la boca, introdujo un ballgag, asegurándolo con unas cintas en la parte de atrás de la cabeza.
– Mmmmm – Gimoteaba Silvia. Sus propios flujos le llenaban la boca.
– No quiero oir ni un ruido, zorra. Vas a recibir un castigo tal que no se te ocurrirá volver a desobedecerme.
Ivette había colocado cámaras alrededor de la habitación y comenzó a encenderlas. Cogió una cámara digital y comenzó a hacer fotos ella misma, desde todos los angulos. Fotografió al detalle cómo le iba extrayendo las bolas chinas una a una y como, poco a poco, comenzó a introducirle un nuevo plug anal, algo más grande que el anterior. Para acabar, colocó un antifaz a Silvia. No poder ver haría que sufriese psicológicamente al no saber lo que estaba haciendo la dominatrix.
Cogió una fusta y, rodeándo a su esclava, comenzó a repartir azotes por igual entre sus pechos y su culo. Silvia se agitaba y gritaba con cada golpe, pero la mordaza impedía que los gritos se escucharan.
Media hora de azotes después, el cuerpo de Silvia estaba lleno de marcas rojas y la esclava estaba derramando lagrimas. Ivette apartó la mordaza y preguntó:
– ¿Has tenido suficiente?
– Ss-si, mistress… Por favor… Más no… Haré lo que quieMPpfff. – Ivette introdujo de nuevo el tanga y la mordaza en la boca de Silvia.
– Todavía no hemos acabado con la sesión. Ahora voy a recolocarte.
Ivette comenzó a atar y desatar las cuerdas de Silvia, colocándola con el culo en pompa sobre la cama, con los brazos bajo el cuerpo y atados a las cuerdas de los tobillos. Estaba inmobilizada.
La dómina comenzó a jugar con el plug anal, provocando un pequeño atisbo de placer a la esclava después de la azotaina recibida.
El plug entraba y salía del culo de Silvia con facilidad. Su ojete rosado se adaptaba perfectamente al falo de plástico que la chica deslizaba suavemente dentro y fuera de él. Parece que a Silvia tampoco le desagradaba nada el tener su culo lleno, poco a poc empezó
a gemir, ignorando que hace escasos dos minutos había recibido una paliza con la fusta.
DING DONG
Silvia quedó paralizada, del susto, su ojete se cerró y atrapó el plug dentro de él, Ivette lo dejó dentro.
– ¡Parece que ya ha llegado el pedido que he realizado!. – Dijo Ivette con un tono alegre.
La chica salió de la habitación y dejó a Silvia sola, atada y con los ojos tapados. La señora de la casa estaba sufriendo, ¿Quién había venido? No podía ser Peter… No podía entrar nadie y verla así…
Oyó la puerta cerrarse y poco después Ivette entró en la habitación. La oyó dejar una caja en un lado.
– Ya que ayer hice limpieza en tu armario, te he comprado algo de vestuario. Más apropiado para tu nueva condición.
Silvia se tranquilizó un poco… Parece que el mensajero había dejado el paquete y se había ido… La mujer relajó el ojete, dejando a Ivette proseguir con su cometido. Estaba dispuesta a dejarse llevar por el placer que la consumía. Llevaba todo el día deseando
correrse… ¡Nunca había estado tan cachonda! ¡Estaba enferma!
– Como comprenderás, yo no he pagado nada de la compra. – Continuó Ivette. – Así que… tendrás que hacerte cargo del pago. – Extrajo el plug de un tirón. Un sonoro BLOP salió de su culo cuando se quedó vacío y su ojete abierto fue objeto de varias fotos más.
Unas manos grandes agarraron a Silvia de las nalgas, que después del castigo estaban demasiado sensibles. Soltó un grito, mitad por el dolor mitad por la sorpresa. ¿Quién era?
– Venga chico, es toda tuya. Espero que te sirva como pago.
Una enorme polla entró de golpe en el culo de Silvia. ¡Era enorme! ¡La iba a partir por la mitad! Lo que Silvia no sabía es que el dueño de esa polla era Ian. Ivette le había traido para seguir entrenando la sumisión de Silvia, además de su culo.
Ivette le quitó la mordaza a Silvia y se tumbó delante de ella, llevando su cabeza a su coño la obligó a comérselo, tarea en el que la esclava se afanó con ganas. Los gemidos comenzaban a llenar la habitación, Ivette estaba disfrutando del trabajo de su esclava
y Silvia de la sodomización del extraño mensajero.
Ivette levantó ligeramente el culo ofreciendo a su esclava el culo, en vez de el coño. Silvia dudó un segundo, al notar el diferente sabor, pero ahora mismo no estaba en condiciones de razonar. La lengua de la mujer jugueteaba con el agujerito de su ama e Ivette lo disfrutaba, estaba haciendo un buen trabajo con ella, sería un gran ejemplar de esclava.
– Ahora te voy a quitar las ataduras perra. – Dijo Ivette separandose de Silvia. – Pero te voy a dejar el antifaz. Si intentas quitartelo o hacer algo raro el castigo de antes te parecerá un juego de niños. ¿De acuerdo esclava?
– Si mistress. – Contestó Silvia, alterada por la tremenda sodomización que le estaban proporcionando.
Ian sacó la polla de golpe, dejando a Silvia con una sensación de vacío en su culo y se pusó a retirarle las ataduras.
– Ahora vas a tratar a nuestro amable repartidor con mucha amabilidad, ya sabes a que me refiero. Tienes que pagarle el servicio. Primero ponte de rodillas y abre la boca. Exclamó Ivette.
Silvia obedeció.
– Saca la lengua. – Ordenó la joven.
Ivette no perdió detalle con la cámara de la postura de Silvia y de cómo la enorme tranca negra de Ian se iba acercando a sus labios.
Al notarla, Silvia comenzó a lamer el glande, y poco a poco a juguetear con él dentro de su boca. Hizo caso omiso al sabor de la polla después de estar en su culo.
Ian puso una mano en la nuca de la esclava, guiándola en su labor. Poco a poco se la tragaba más adentro hasta que consiguió introducirla toda.
Las manos de Silvia se acercaban a su coño, ¡Estaba cachondísima!
– ¡Ni se te ocurra masturbarte esclava! Solo podrás correrte cuando yo te dé permiso.
A una señal de Ivette, Ian apartó la polla de la boca de Silvia, que quedó durante unos segundos en una graciosa posición, intentando mamar el aire. Ian se tumbó en la cama boca arriba.
Móntale esclava. – Dijo Ivette, guiándola sobre el jardinero.
Silvia, reconociendo el terreno con las manos, se sentó de golpe sobre la polla que tenía debajo, insertándosela de un golpe. ¡Necesitaba sentirse llena de polla!
Comenzó a cabalgar como una loca. Sacaba la polla casi hasta el final y volvía a metersela de golpe. A este paso no tardaría en correrse… Pero no debía…
Ivette estaba haciendo un book estupendo. Silvia lo estaba dando todo.
Cuando Ian estaba a punto de correrse levantó a la esclava y volviendola a poner de rodillas se vació sobre su cara y sus tetas. Silvia, con la boca abierta, recibía sin inmutarse toda la corrida del negro. Deseando correrse ella también. ¡Necesitaba correrse!
Estas serían las mejores fotos. Silvia con la boca abierta y la cara llena de semen.
– ¿Crees que has pagado la deuda esclava?
– Lo que usted considere, mistress. – Ivette se sintió complacida por la respuesta.
– Entonces hemos terminado. Vistete y date una ducha, tienes pinta de cerda con el semen por la cara.
– P-Pero… Mistress… Yo…
– ¿Que quieres zorra?
– N-Necesito correrme… Por favor… Mistress…
– ¿Quieres correrte? Tendrás que hacerlo tú misma. Metete esta polla por el culo hasta que te corras. – Dijo, tendiendole una enorme polla de plástico.
Silvia, al agarrarla se tendió inmediatamente sobre el suelo y se la insertó de golpe en el culo, iniciando una follada desesperada por correrse. No tardó mucho, con el calentón que tenía en seguida comenzó a gritar de placer, corriendose por primera vez gracias a su culo.
Silvia quedó tendida en el suelo.
– ¡Ni se te ocurra esclava! ¡Cada orgasmo que te sea permitido debe ser agradecido debidamente! Si no, supongo que no querrás seguir teniendolos…
Silvia, se levantó inmediatamente, temerosa de no volver a correrse en un tiempo por el enfado de su ama y se arrodilló a lamer las botas a su ama.
Ivette ordenó a Ian que se marchase. Unos minutos después ordenó a Silvia que era suficiente, apagó las cámaras y ordenó a su esclava darse una ducha y asearse. Cuando terminó, le introdujo el nuevo plug más grande que había preparado.
 
PARA CONTACTAR CON LA AUTORA
http://losrelatosdexella.blogspot.com.es/
 

Relato erótico: “Prostituto 12 Ayudo a Zoe a vengarse de su gemela” (POR GOLFO)

$
0
0
POLICIA portada3
Hay un viejo proverbio árabe acerca de la venganza que dice:
 
“Siéntate a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar
 
La moraleja de esa frase se puede resumir en que el tiempo pone a cada uno en su lugar y que no siempre es necesario actuar porque muchas veces es el destino quien te brinda la posibilidad de vengarte. Eso fue lo que le ocurrió a Zoe en su eterna lucha con su hermana Jane.
Estaba desayunando con una marchante de arte, intentando exponer, cuando recibí la llamada de mi amiga. La teniente Blair, mi perra policía, estaba nerviosísima y casi a gritos me pidió verme:
-¿Te ocurre algo?- pregunté preocupado.
-No, pero tienes que ayudarme-
Cómo no tenía nada que hacer esa mañana,  quedé con ella en mi casa a las doce, tras lo cual,  colgué y me dediqué a convencer a la dueña de la galería para que me permitiera colgar mis cuadros en una muestra colectiva.
Al terminar y llegar a casa, estaba feliz porque había conseguido que esa mujer hiciera un hueco para mi obra. Sé que no fue muy ético pero os tengo que confesar que en contraprestación, me había tenido que tirar a esa cincuentona en el baño del restaurant. Cuando abrí la puerta de mi apartamento, me encontré con Zoe, tranquilamente sentada en el sofá del salón.
-Hola cachorrita- dije a modo de saludo.
Mi amante, tal y como habíamos acordado siempre que estuviera en casa, estaba desnuda y poniéndose en posición de sometimiento, aguardó  mi caricia. Tengo que reconocer que me gustaba verla así: de rodillas, con los brazos extendidos y la frente pegada al suelo. Esperó inmóvil hasta que pasé mi mano por su lomo y levantándole la cabeza, mordí sus labios.
-Puedes hablar- dije satisfecho por su entrega.
-Dueño mío, necesito su ayuda- contra lo que suele ser usual en una pareja como la nuestra, no me gustaba la palabra amo y por eso desde el inicio le obligué a referirse a mí como su dueño.
-¿Cuéntame?- contesté mientras me sentaba frente a ella y le hacía una seña que significaba que quería poseerla.
La rubia sonrió al ver que iba a tomarla y sin esperar nuevas instrucciones, me abrió la bragueta. No hizo falta que me motivara con su boca porque nada más liberar mi miembro, este se hallaba completamente erecto. Al percatarse de ello, mi zorrita se puso encima de mí y sin más dilación se fue ensartando lentamente. Zoe, sabía que me gustaba lento y por eso ralentizó su penetración. La lentitud de su empalamiento me permitió apreciar cada uno de los pliegues de su sexo y solo cuando sintió que mi glande chocaba con la pared de su vagina, me dijo:
-Uno de mis soplones me ha informado que esta tarde venden a mi hermana-
-¿Y?- contesté interesado a donde quería llegar porque antes que ella lo supiera, yo ya estaba informado porque desde que me la había tirado, había estado en contacto con ella. Nunca se lo dije a mi amante pero, Jane, al descubrir conmigo nuevas sensaciones, se quedó impresionada por esa forma de placer y contra mi opinión,  había seguido experimentando con la dominación y el sado.
-Me gustaría que la comprara – dijo mientras empezaba a incrementar su cabalgar.
-No lo comprendo- le respondí dando un azote a su trasero, ¿Para qué quieres que me haga con esa esclava?-
-Aunque es una hija de puta, también es mi hermana y temo por ella, mi dueño. Según mi contacto, puede ser comprada por una red de tráfico de blancas-
Supe que mentía descaradamente, le importaba una mierda lo que ocurriera con ella, lo que realmente quería es ser su dueña. Como con anterioridad ya había decidido hacerme con ella, le prometí que lo intentaría mientras con mis dedos le pellizcaba uno de sus pezones.
-Gracias- chilló de dolor al sentir la dura caricia e imprimiendo mayor velocidad a sus caderas, buscó corresponderme con un orgasmo.
La brutal excitación mostrada por mi cachorrita al oírme que iba a tomar como sumisa a su parienta, le traicionó.  Con sus pezones erectos como nunca, Zoe se puso a gemir como poseída al imaginarse a su hermanita siendo tomada por mí. Era tal su calentura que mordiéndole la oreja, le amenacé:
-Te prohíbo correrte, zorrita-
Mi veto la sacó de las casillas y casi llorando, me imploró que le diera permiso:
-¡No!- solté disfrutando de su angustia –ya tienes bastante premio con la puta que te voy a conseguir-
Zoe, asintió, consciente de que si quería colaborar en el adiestramiento de Jane, tenía que complacerme y por eso apretó sus mandíbulas en un intento de evitar que su cuerpo se dejara llevar por el placer. Al percatarme de sus esfuerzos, busqué su tropiezo diciéndole al oído:
-Me encantará ordenar a Jane que se coma tu coño. Estoy seguro que mi perrita estará feliz al sentir a su hermanita lamiéndole el chochito-
-Por favor- gritó desesperada, -¡No siga!-
La humedad que brotaba de su entrepierna me advirtió de la cercanía de su fracaso y decidido a que me obligara a castigarla, le detallé el modo en el que iba a jugar con mi nueva adquisición:
-Lo primero que voy a hacer es atarla desnuda a una mesa y pedirte que relajes su esfínter con la lengua-
La imagen de Jane a su merced terminó por asolar sus últimas defensas y sin poderlo evitar se corrió en silencio. Su fracaso y el saber que me había dado un motivo para azotarla fueron suficientes para que explotando en su interior, bañara con mi semen su vagina. Zoe, recibió mi simiente sin hablar y tras comprobar que me había vaciado, se levantó y caminando a gatas  hasta la cómoda del salón, sacó de uno de sus cajones mi fusta:
-Mi dueño tiene que aleccionar a su perra- dijo al llegar a mi lado.
Siguiendo el estricto protocolo aprendido para esos casos, le pedí que me pasara sus esposas. Al hacerlo, llevé sus brazos a la espalda y cerrando los grilletes en sus muñecas, la puse de pie con las rodillas estiradas. Entonces tirando de sus brazos, la obligué a bajar la cabeza de forma que puso su culo en pompa esperando el castigo. Esa era mi postura favorita ya que la sumisa al temer perder el equilibrio, experimenta un correctivo doble. Por una parte, sufre el dolor de los azotes pero por otra, al tratar de evitar la caída, ve forzado su columna por la acción de las argollas.
-¿Preparada?- pregunté.
-Sí, mi dueño-  contestó con un deje de alegría en su voz.
No tuve que ser ningún genio para conocer que tras esa aceptación, existía el convencimiento que el castigo iba a ser nimio en comparación con el placer que ver a su odiada hermana en mis manos le iba a proporcionar. Por eso en esa ocasión no me cohibí y dando inicio a su correctivo, le solté un duro latigazo.
-Ahh- aulló al sufrir el escozor del cuero sobre sus nalgas.
-No te quejes o esta noche será Jane quien lo haga-
Mi amenaza surtió efectos y a partir de entonces, mi cachorrita asumió sin protestar todos y cada uno de los flagelos que propiné sobre sus preciosos cachetes. Cuando terminé, sus nalgas mostraban un color rojizo producto de los golpes recibidos pero su cara delataba su satisfacción:
“Esa noche culminaré mi venganza” pensó sonriendo.
Adquiero una nueva cachorrita:
Había quedado con Zoe a las nueve en su casa. Al subirse en mi porsche, me satisfizo comprobar que había obedecido mis instrucciones y que bajo su gabardina, venía desnuda con el único adorno de su collar de esclava:
-Estás guapísima- le dije mientras acariciaba uno de sus pezones.
Gimiendo como una gata en celo, se retorció sobre el asiento del copiloto y separando sus rodillas, puso su sexo a mi disposición para que lo inspeccionara.
-Bien hecho- solté al comprobar que tal y como había dispuesto, llevaba alojado en el interior de su vulva un conjunto de bolas chinas.
-Lo que agrade a mi dueño, me hace feliz- respondió orgullosa de haber cumplido.
-Me alegra saberlo y como la casa donde vamos está retirada, me apetece relajarme-
-¿Puede su cachorra complacerle con una mamada?-
-Puede y debe- respondí sin retirar la mirada de la carretera.
La que puertas a fuera era una orgullosa teniente de la policía de Nueva York se agachó sobre mis rodillas y deslizando sus manos por mi entrepierna, sacó mi miembro de su encierro y me empezó a masturbar. Cuando comprobó que mi pene estaba erecto abrió sus labios y tras dar una de serie de besos a mi glande, se lo fue metiendo lentamente mientras con los dedos me daba un suave masaje a los testículos.
-Como no te esmeres más, va a ser la puta de tu hermana la encargada de las mamadas- le solté mientras forzaba su garganta presionando su cabeza contra mi sexo.
Temiendo verse desplazada usó la boca como si de su sexo se tratara, imprimiendo un ritmo feroz a su felación.  La  profundidad con la que se embutió mi pene en su interior hubiese provocado a cualquier mujer, no adiestrada para ello, dolorosas arcadas pero Zoe en cambio resistió impasible las violentas incursiones. Al cabo de unos minutos, no pude más y descargando en su boca mi placer, me corrí. Mi perrita no perdió la oportunidad de saborear hasta la última gota y después de lamer a conciencia mi pene, dijo sin levantar su mirada:
-¿Está mi dueño relajado? o ¿Desea acaso usar el culo de su propiedad?-
Solté una carcajada al escuchar sus palabras.
-Me gustaría pero tengo que reservarme para mi nueva perrita- le respondí sabiendo que al decirlo se consumiría de celos.
-Mi querido dueño, siento ser yo quien se lo diga pero deberá fijarse bien antes de hacer una oferta. ¿Quién sabe cuántas pollas ha tragado esa zorra?. Estoy segura que tendrá el coño escocido y el esfínter desgarrado de tanto usar-
-Y ¿Qué me sugieres?- pregunté viendo por donde iba.
-Deje que sea yo quien la inspeccione. Me dolería  que malgastara su dinero pagando demasiado por esa perra sin pedigrí-
Me hizo gracia que tratara de menospreciarla aduciendo a una supuesta falta de linaje, sobretodo porque ella y Jane compartían hasta el último de los genes al ser univetilinas y provenir ambas del mismo cigoto pero sabiendo que estaba influenciada por el odio, no dije nada y le permitir ser a ella quien la examinara. 
-Se lo agradezco, mi dueño amado- contestó temblando de la emoción.
Para entonces, acabábamos de llegar al chalet donde iba a ser la subasta por lo que le ordené que se pusiera una máscara que tapara su cara por completo-No quería que al ver que era la gemela de la subastada, subieran el precio artificialmente ya que en ese mundillo, una pareja de gemelas esclavas era algo infrecuente y por eso se valoraba en exceso.
Zoe se la colocó y bajándose del coche, me abrió la puerta. Tranquilamente, aguardó en posición de quieta. De pie, con las piernas abiertas, las manos a la espalda y la cabeza baja esperó a que saliera y cuando lo hice, puso en mis manos una correa que até a su collar.
-Vamos- ordené.
Mi perrita se dejó llevar y moviendo su trasero en señal de alegría, entró tras de mí en la casa. Tras unas breves presentaciones, donde obligué a Zoe a demostrar lo aprendido, nadie en ese lugar tuvo duda de hallarse frente a un amo estricto y dominante.
-¿Dónde está la carne?- pregunté al encargado de vender el lote.
El susodicho era un gigantesco negro con cara de pocos amigos que al oír mi tono, se me encaró exigiéndome respeto:
-¿No entiendo a qué se refiere?- respondí sin saber qué ley había infringido.
-No es carne sino ganado selecto- contestó con gesto serio –Nuestra mercancía  está al menos tan adiestrada como la suya-
-Veremos- dije aliviado por no haber metido la pata.
Acto seguido, me llevó a ver el género. Una docena de hombres y mujeres permanecían sobre una tarima, esperando que alguien del público pidiera inspeccionarlos. No me costó encontrar a Jane. La rubia se alegró al verme entrar pero al percatarse que su hermana me acompañaba, cambió de actitud y con gesto huraño, bajó la cabeza. Cómo no quería que nadie supiera de mis intenciones, me entretuve examinando lo expuesto antes de decirle a mi ayudante que inspeccionara a una preciosa negrita de grandes pechos.
Zoe no se hizo de rogar y cogiéndola de la coleta, la puso de rodillas y llevando sus manos tras la nuca, le obligó a poner recta su espalda, tras lo cual le abrió la boca y contándole los dientes, se dio la vuelta y me dijo:
-Amo, esta zorra parece sana. ¿Qué quiere que compruebe?-
-Dime que tal sabe- respondí como si nada mientras charlaba con un parroquiano interesado en mi asistente.
Zoe, tras meter sus dedos en el interior del sexo de la negrita, se los llevó a la boca y me contestó:
-Fuerte pero dulce, ¿quiere probarlo?-
-Sí, dame un poco-
Esta vez, mi ayudante forzó la elasticidad del sexo de la sumisa al introducirle tres dedos. La negra gimió al ver horadado su sexo pero sobre todo cuando deleitándome en su sabor, dije en su oído:
-Si no sales cara, esta noche dormirás conmigo-
El rostro de la esclava reflejó que dicha perspectiva sería de su agrado y obviando que estaba ante un público extenso, la morena adoptó la posición de esclava del placer por si me apetecía hacer uso de ella.
Solté una carcajada pero pasando a la siguiente sumisa que no era otra que Jane, le levanté la cabeza y mirándole a sus ojos, le pregunté su nombre:
-Mi nombre no importa, será el que mi nuevo amo me ponga- contestó altanera.
Su hermana aprovechó su arrogancia para  castigarla con un doloroso pellizco en los pezones. No se midió, cogiendo ambos entre sus dedos, se los estrujó y retorció hasta que con lágrimas en los ojos, Jane me pidió perdón diciéndome su nombre.
-Si llego a comprarte te llamaré “Chita”, no te mereces tener nombre de persona”- y dirigiéndome a Zoe, le pedía que la revisara.
Mi cachorra sonrió y poniéndose unos guantes, abrió las nalgas de su hermana y sin mediar palabra, forzó su esfínter introduciéndole todas las yemas de su mano.
-Me duele, puta- chilló quejándose del maltrato.
Su chillido provocó el silencio de los presentes y tuvo que ser su dueño de entonces,  el que pidiéndome perdón, le soltara un guantazo por la falta de respecto a un posible comprador.
-Amo, ¡Usted no comprende!- se trató de defender Jane, insistiendo en su desobediencia.
Su dueño cabreado porque tal actitud bajaba el precio que podría conseguir, trató de aminorar el daño, ofreciéndome usarla gratis.
-Yo no, pero le importa que sea mi perra la que la pruebe-
-Sí, claro- contestó el propietario porque un show lésbico podría hacer olvidar lo sucedido.
Tendríais que haber visto las caras de ambas al escuchar el permiso. Zoe no cabía de gozo, se la veía excitada y no pudo reprimir un grito de alegría cuando le ordené que se pusiera un arnés. En cambio su hermana estaba desolada. Con lágrimas en los ojos, esperó postrada sin poder hacer nada por evitarlo que la rival de su niñez llegara a su lado y abriéndole las nalgas, empezara a sodomizarla con violencia.
-¡Argg!- gritó de dolor al sentir campear al enorme pene de plástico por sus intestinos.
Mi sierva no se compadeció de ella e incrementando la velocidad de sus embates, la cogió de la melena a modo de riendas.
-Muévete puta. Demuestra lo que sabes hacer- le gritó a la vez que tiraba hacia atrás de su melena.
Temiendo una nueva reprimenda, Jane se mantuvo en silencio mientras su hermana disfrutaba de su posición y solo cuando forzando aún más su entrada trasera la agarró de los pechos, su propia calentura hizo que empezara a gozar. Al darme cuenta, obligué a mi cachorra a bajarse del estrado y volver a mi lado.
-¿Por qué me ha parado?- molesta, me susurró al oído.
-¿Eres idiota o qué?- contesté – Si la gente  se percatara de su orgasmo, subiría el precio-
Asintiendo con la cabeza, se arrodilló a mi lado y agachando la cabeza, me besó los zapatos en señal de obediencia. Su actitud servil consiguió la aceptación unánime de la concurrencia, llegando incluso uno de los amos presentes a decirme si estaba interesado en venderla:
-¿Cuánto pagarías?- pregunté ante la horrorizada mirada de Zoe.
El tipo tras pensárselo unos instantes, me respondió:
-Veinte mil dólares-
Solté una carcajada al descubrir que tenía un pequeño tesoro pero haciéndome el ofendido, contesté:
-Por ese precio, te la alquilo una semana-
Contra toda lógica, el fulano me pidió mi email para permanecer en contacto y como en ese momento nos avisaron que iba a dar inicio la subasta, quedamos en seguir hablando al terminar la misma. Para quien no lo sepa, en esos ambientes al primar la privacidad, todos los tratos se hacen por correo electrónico para evitar problemas con las autoridades.
-¿No pensarás venderme?- me susurró Zoe en cuanto el posible comprador se fue a ocupar su silla.
-Depende. En esta vida todo tiene un precio- respondí muerto de risa.
Mis palabras consiguieron inculcar el miedo en ella y temblando de terror, se mantuvo postrada a mis pies mientras el encargado subía al estrado con un altavoz.
El primer sujeto en ser subastado fue un culturista. Por sus músculos se notaba que dicho sujeto había invertido muchas horas en su cuerpo y eso se tradujo en el precio. De todos los presentes solo dos personas licitaron por él: una cincuentona con cara de mala leche y un mariquita escuálido. Al final fue el homosexual quien se lo llevó a casa por siete mil dólares ante el cabreo de la señora. En cambio, el rubio se mostró alegre al ser adquirido por un hombre.
La segunda liza consistió en dos mujeres de pelo castaño. Aunque a mi parecer eran insulsas y de segunda calidad, al ser bisexuales y mostrar un adiestramiento ejemplar, hubo un reñido  pugna por ver quien se las agenciaba y al final el comprador tuvo que pagar trece mil euros por incorporar a esos dos especímenes a su harén.
Como los siguientes lotes tampoco eran de mi agrado y quería que todo el mundo creyera que estaba interesado en la negrita, estuve alabando de sobremanera su belleza ante mis tertulianos.
Un árabe vestido de occidental, refutando mi gusto, adujo que la morena no era de su agrado porque la veía poco instruida.
-Eso es lo bueno. En las manos de alguien como yo, se puede convertir en una obra de arte. Fijaros en mi cachorra, cuando llegó a mí, no sabía siquiera hacer una mamada y ahora es una experta- y sin pedir opinión a la rubia que tenía a mis pies, le pregunté si quería una demostración.
El sujeto en cuestión aceptó mi sugerencia y ante la mirada pasmada de Zoe, la llevó hasta su silla y le obligó a hacerle una felación.
-No me falles o te arrepentirás- amenacé a mi perrita al ver el desinterés con el que se arrodilló frente al norafricano.
Mi advertencia espoleó su ánimo e imprimiendo todo su saber en la mamada, levantó el aplauso de los presentes. Al volver a mi lado, me preguntó con ira en sus ojos si estaba complacido con mi sierva. A modo de respuesta, le contesté en voz alta que sí y que a modo de premio, le permitía elegir entre el ganado a alguien para ser su esclavo:
-Dueño mío. Me gustaría que compraras a la tal “Chita”-
Indignado, recriminé su mal gusto, aduciendo que era un ejemplar del que difícilmente se podría sacar nada provechoso.
-Lo sé pero aun así la quiero. Deseo castigarla por el modo en qué se ha dirigido a usted-
Dirigiéndome al fulano que tenía al lado, soltando una carcajada, dije casi gritando para que todo el mundo se enterara:
-Por eso sigue siendo sumisa, le falta eso que diferencia a un instructor de un verdadero amo. Es acojonante que entre todo el grupo subastado le guste esa zorrita desobediente-
Todo el mundo me dio la razón.
La subasta seguía mientras tanto y por eso, cuando el organizador llevó a la mitad del estrado a la negrita, fui el primero en pujar:
-Dos mil dólares-.
La morena sonrió al ver que cumplía mi palabra. Se veía a la legua que deseaba ser adquirida por mí pero desgraciadamente para ella y en gran parte gracias a mí, su cotización subió como la espuma llegando el árabe a pagar por ella casi treinta mil dólares. Su antiguo dueño estaba como en una nube, ya que, ni en su mejor sueño pensaba recibir por ella más de cinco mil euros.
Fue entonces cuando sacaron a Jane a subasta. Increíblemente la concurrencia la recibió con pitos, de forma que al final conseguí comprarla por apenas mil quinientos pavos. La gemela se mostró desolada al enterarse que era yo su nuevo dueño y llorando dejó que su hermana le ajustara un collar con mi emblema.
-Tráeme a “Chita”- ordené sin descubrir todavía mis cartas.
Zoe arrastró a mi nueva adquisición hasta mí y obligándola a adoptar la postura de esclava del placer, me mostró orgullosa la captura.
-Aquí la tiene- dijo mientras le soltaba un azote en el trasero.
Lo que no se esperaba mi cachorra fue que en ese momento, le dijera:
-¡Quítate la máscara!-
Sin darse cuenta de mis intenciones, la teniente se despojó de su careta de modo que todo el mundo se percató que eran iguales. Lo que empezó siendo un murmullo se convirtió en un clamor cuando alzando la voz, pregunté al organizador si admitían nuevos lotes. Me contestó que por supuesto y ante la desolación de las gemelas, las puse a la venta advirtiendo que de no alcanzar el precio que creía justo por ellas, me las quedaría.
Como comprenderéis la venta de ese par de rubias alcanzó un precio desorbitado ya que todos querían quedarse con esos ejemplares tan extraños en ese mundo.  Alucinado contemplé la pelea que protagonizaron cinco amos por agenciarse a las dos muchachas. Cuando la subasta llegó a su fin, el precio se había elevado hasta los doscientos mil dólares. El postor no era otro que el árabe ricachón que había disfrutado de la mamada de Zoe. Fue entonces cuando el subastero me preguntó si estaba de acuerdo con esa suma.
-Todavía, no- respondí y dirigiéndome al tipo,  dije: -Si acepto me quedaría sin esclava. Si añades la negrita a esa cifra, ¡Son tuyas!-
El tipo cerró el trato con un apretón de manos. Como último favor le pedí que me dejara despedirme de las hermanas, a lo cual no puso ningún impedimento. Estaban todavía llorando cuando me acerqué a ellas.
-¿Por qué lo has hecho?- preguntó Zoe, completamente desecha.
-No creeréis que he olvidado vuestro chantaje. Como dicen en México: “perdono pero no olvido”-  e intercambiando esclavas, salí del local con mi morena sin mirar atrás.


Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre las modelos que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

Relato erótico: “MI DON: Raúl – EL CAMINO AL CIELO ES TORTUOSO.(29)” (POR SAULILLO77)

$
0
0


No habrá descripción, solo una advertencia, SI LO QUE QUIERES ES UN RELATO CORTO Y SEXUAL PARA UNA PAJA, NO ES TU RELATO.Para no haceros perder el tiempo, pero si lo leéis, os prometo disfrutar de una buena historia.

No se que mierda me pasaba a mis cumpleaños, los 18 los cumplí en la cama de un hospital, los 19 dejando a mi 1º novia y los 20 habían empezado con un desastroso intento de Ana por regalarme a Alicia, rompiendo la pareja de mi mejor amigo y enfadándome de tal manera que abandoné la habitación con Ana , Lara y Alicia desnudas suplicando sexo, la sensación ahora, visto con espacio y tiempo de por medio, es que desaproveché una grandísima oportunidad, como la gente que aparece en los telediarios “un joven se encuentra un maletín con 1 millón de € y la devuelve a su dueño”, sin duda un ejemplo de honradez, carisma y sobriedad, pero os aseguro que ese chico se pasará el resto de su vida soñando con que hubiera hecho con ese dinero, ese era mi caso, después de curarme la mano, (al romper el armario de un puñetazo, era una herida mas importante de lo que pensaba, en el ambulatorio me dieron 5 puntos en el dorso), y hablar con Ana, me di cuenta de que no podíais seguir viviendo todos juntos, después del esfuerzo y el trabajo que me costó esa casa, sin llegar a hacer el año dentro, ya tenia que marcharme, era por el bien de Teo y Alicia, mi forma de vivir con Ana no era compatible con mujeres emparejadas, quería tanto a Alicia y respetaba tanto a Teo que estaba dispuesto a sacrificarme por ellos, e irme de esa casa. Ana y yo lo hablamos , largo y tendido, me quería convencer de que Alicia y y Teo iban a dejarlo, ¿que mas daba irnos?, pero para mi no había vuelta atrás, me creía culpable e iba a evitarlo a toda costa, y si yo me iba Ana dejó claro que me seguiría, pese a que el piso le venia perfecto para las universidad, aunque fuera debajo de un puente o volver a casa de mis padres, lo hablábamos solos, sin que Lara supiera nada, era otra a la que le debíamos devolver su vida, era un mero coño para mi, y quizá imponiendo mi criterio groseramente, decidí que ella también merecía tener una relación normal y debía dejarlo con ella, era demasiado joven para conformarse con las migajas. No se por que pensaba que mi forma de pensar era la correcta y daba igual la opinión de ellos, si Alicia quería dejar a Teo o si Lara quería seguir siendo el perro al que le das las sobras, ¿quien era yo para decidir por ellos?

Pues era el causante, el fallo de base de toda la estructura, mientras las mujeres pudieran verme, oírme o intuir como follaba y como la tenia de grande, era una provocación imposible de evitar, no quiero dármelas de chulo o prepotente, aunque por aquel entonces creo que lo era, pero había un hecho innegable, Alicia era la mujer mas sensata, lista y recta que había conocido, amaba y quería con locura a Teo y le había sido fiel hasta cuando muchos tíos de mejor porte o físico la habían intentado separar de el, Teo era mono y muy divertido, pero físicamente no era nada del otro mundo, un tío normal, y si analizamos la belleza exterior de ambos, Alicia eran un 8, y Teo un 6 raspado. Y si ella, después de todo eso, en menos de 11 meses viviendo juntos, había sucumbido, cualquiera lo haría.

El plan era claro, Ana y Lara se volvían a Granada en unos días a pasar el final del verano con sus familias antes de volver para el inicio de la universidad, para cuando volvieran yo debía encontrar algo donde vivir con Ana, a ser posible no muy lejos de allí por su cercanía a la universidad donde Ana iba a seguir estudiando, también quería seguir manteniendo a mis amigos cerca, evitar la tentación de vivir bajo el mismo techo, pero no cortar de raíz la relación con mis mejores amigos. Aparte debía buscar gente para ocupar la habitación vacía que íbamos a dejar, y así cubrir el piso, aunque de eso se podían ocupar ellos mismos, el piso se vendía solo y habría cientos de estudiantes desando pagar por esa habitación. Pero todo eso era prematuro, nadie sabia nada aun, y así debía ser, hasta que tuviera al menos un principio de idea de lo que demonios fuera ha hacer.

Estudié la 1º opción, volver a casa de mis padres, la idea original al saber que Ana vendría a estudiar a Madrid, pero era inviable, era a las afueras, mas de hora y media en transporte publico a mis amigos y la universidad para Ana, y aunque ahora tenia coche y moto, era un gasto en combustible casi peor, sin nombrar que en casa de mis padre no podríamos follar como ya estabamos acostumbrados, rechazada esa idea, sopesé mirar pisos de 1 dormitorio o estudios por la zona, pero todo se iba de precio y las condiciones eran horribles, la verdad, acostumbrados ya a nuestra gran y cómoda casa, meternos en una caja de zapatos con goteras no nos atraía, Tenia los casi 50.000€ que me quedaban de Madamme, pero si tiraba de ello ¿cuanto duraríamos? ¿y que pasaría cuando terminara el dinero? Ni yo ni Ana queríamos eso, así que me puse a buscar ideas, ¿pisos compartidos solo de chicos?, ¿volver a la prostitución ?, ¿pedir dinero?, todo nos sonaba o muy mal, o rematadamente mal, hice llamadas, sacando la vieja agenda, pero nadie me daba soluciones, hasta mi leona, a la que después de tantos meses llamé para quedar, se presentó con un hombre a la cita, su actual marido, por aquel entonces prometido, me pillo de sorpresa, pero tampoco esperaba que una mujer ya de unos 38 años estuviera en su casa encerrada esperándome de por vida, había hecho su vida como cualquier mujer y tenían planes de casarse pronto, bastante lío tenían como para ayudarnos. Eso si, en un momento a solas me susurró.

-MERCHE: tranquilo, sigo siendo tu leona, lo seré siempre, solo tu me dominas, el solo me hace el amor, tu me follas como jamas el soñaría.- nada que no supiera ya.

La sonreí por cortesía, su mirada echaba fuego al palpar mi polla por encima de la ropa, pero fue fugaz, y yo no estaba para fiestas, llevaba 1 semana follando a desgana, Ana me mataba y hasta Lara se sentía poderosa ante mi, no recuerdo ni si llegué a tirármelas de nuevo juntas. Mi ultima bala, la que seria el suicidio, era llamar a Madamme y que me ayudara en lo que fuera, pero eso conllevaría varias cosas, lo 1º volver a la prostitución, seguro, y lo 2º y peor, sacar a Zeus del abismo donde le dejé, y eso era lo ultimo que quería, pero aun había un halo de esperanza, acudí a la única persona con dinero y recursos que nos podía ayudar, Eleonor, la madre de mis colombianas, era la mujer florero de un magnate millonario, a la que me folle junto a su hija en su día, desde que me las tiré a ambas justo antes de la mudanza, dejándolas una nota, no había tenido contacto con ella, si con Yasmine, que había encontrado un buen chico y según tenia entendido les iba bien. La llamada la pilló por sorpresa, y nos invitó encantada a su casa, a Ana y a mi, la comenté un poco de que iba la historia pero insistió en quedar para vernos, así que quedamos en ir a verla el viernes previo a que Ana se marchara a Granada el lunes, ni tuvimos que coger el coche, la casa de Eleonor estaba a 2 o 3 paradas de metro, no mas de 20 minutos andando como comprobamos al ir. Al subir Ana alucinaba con el edificio, era de alto copete, y nos dirigíamos al ático donde Eleonor vivía, opulencia y clase por donde miraras, al abrir la puerta nos recibió con una sonrisa enorme y pidiéndome un abrazo dándome una serie de besos en la mejilla, totalmente ilusionada, Ana fingió cortesía saludando, al recibir también una serie de halagos protocolarios de Eleonor, Ana sabia mi historia con ella y al verla tenia motivos para andar celosa, seguía siendo una diosa latina, embutida en un vestido azul brillante, ceñidísimo, elástico, que no pasaba de medio muslo y poco escotado para lo que la recordaba, de cóctel casi, totalmente arreglada, incluso demasiado maquillada para mi gusto, y con unos buenos tacones, como si estuviera grabando un anuncio o una telenovela.

-ELEONOR: venga pasen, no se queden ahí como pasmarotes, por favor, que delicia de joven, mire que Yasmine me hablo de usted, pero Ana, sois hermosa y venís preciosa.- su forma de hablar y de tratar a al gente siempre era así de abierta y extrovertida

Tampoco mentía, sabiendo donde íbamos, Ana se puso un traje blanco, con pantalones algo ajustados en su culo pero de campana en las perneras, con un chaqueta abierta a juego, y una de sus blusas rosas chillonas escotadas, con unos buenos tacones, bien peinada, con un ligero maquillaje y un bolso de mano que le daban un aire a hija de famosa, no se si es que no quiso desentonar o pretendió no desmerecerse ante Eleonor, pese a no verla mas que en alguna foto, mis palabras sobre ella siempre fueron de respeto hacia una mujer con clase, elegancia y bien arreglada, puede que hasta la sobre estimara, o que al hablar de ella me brillaran los ojos, Ana no quería ser menos. Las 2 eran un escándalo de bellezas, cada una a su manera, mientras que yo…..bueno, digamos que no iba preparado, en bermudas y una camiseta vieja y zapatillas, siempre he tenido mucho calor y en pleno verano no iba a arreglarme para sudar como un pollo, siempre he sido mas practico que coqueto. Nos hizo pasar hasta pasar al gran salón donde nos sentó ofreciéndonos algo fresco de ver que aceptamos gentilmente, sedientos de la caminata bajo el sol, y sentándose enfrente, cruzándose de piernas y cogiendo una postura tan elegante como sensual, empezamos ha hablar.

-ELEONOR: mírenlos, que parejita mas bonita, agarrados de la mano como primerizos jajaja, ¿que tal les va todo?

-YO: bien, la verdad es que estamos en un momento precioso y la quiero con locura- mirando a Ana a los ojos queriendo hacerla ver que aunque estibaremos allí, con Elonor, en mi cabeza solo estaba ella.- y quiero pensar que ella a mi también, aunque no se por que si soy un desastre.- rieron ambas.

-ANA: es un bobo, pero es mi bobo, le quiero mas cada día, cuando creo que no me puede enseñar mas, me sorprende, y me hace mejor persona.- me la quedé mirando, no parecía una frase hecha, si no algo que realmente sentía, la besé la mano con ternura.

-ELEONOR: ainns que gusto da ver que el amor sigue en este mundo.

-YO: ¿y tu que tal?. No he hablado mucho con Yasmine, y no suelta prenda de tu vida jajajaja.

-ELEONOR: bien, muy contenta por que mi hija por fin tenga a un chico tan amable y tal dulce, es un cielo de hombre y la esta haciendo feliz, – se abrió de ojos mirándome -aunque no quiero decir que…….- me miró y a Ana, sin saber muy bien como seguir, yo la entendí.

-YO: tranquila, Ana sabe todo, y cuando digo todo, es todo lo que ocurrió entre nosotros- Ana asintió con una medio sonrisa mientras Eleonor tenia su risa de cara de póker, le sorprendería que le hubiera hablado de todo, de hecho estaba sentada en el sofá contra la que la folle por 1º vez.

-ELEONOR: bueno, pues sin querer parecer muy atrevida, tu hombre nos dio mucho cariño a las 2 cuando mas lo necesitábamos, y la verdad es que lamentamos mucho su marcha.- vaya forma mas dulce y delicada de decir que me las había follado hasta reventarlas, que fueron tan sodomizadas hasta ser su macho dominándolas con la mirada, y que echaba de menos mi polla abriéndola en 2.

-ANA: jajajaja ya supongo, es muy especial cuando se pone.- se había dado cuenta perfectamente de lo que quería decir.

-YO: la verdad, ha sido un placer volver a verte, pero tengo que ser sincero contigo, no he venido por placer, tenemos una situación delicada donde vivo y necesitamos ayuda para encontrar piso, he intentado mil cosas pero no se a quien mas acudir- siendo en parte cierto, la acentué para dar algo de pena.

-ELEONOR: ¿y puedo saber el motivo?

-ANA: la verdad es que es Raúl el que insiste en irnos de donde estamos, vivimos bien pero han surgido algunos problemas de convivencia con las demás chicas del piso y quiere irse de allí.

-ELEONOR: entiendo.

-YO: no te molestaría si no lo creyera importante, me conoces, solo quiero tener un sitio donde poder hacer mi vida sin molestar a nadie por culpa de mi……….carácter.- me salió esa palabra como podía haber salido cualquier otra, en realidad me refería a mi polla, y ambas lo sabían, pero manteníamos las apariencias.

-ELEONOR: ¿y que se supone que puedo hacer por ustedes?

-YO: no lo se, se que eres una mujer rica y con influencias, quizá si fueras tu quien va buscando el piso y no 2 críos como nosotros, podrías encontrar algo mejor de precio o yo que se, la verdad es que he venido con las manos vacías, estoy desesperado.

-ELEONOR: ay cariño, ojalá pudiera ayudarte, pero estoy atada de manos, no soy rica ni tengo influencias, soy la esposa del hombre rico y con influencias, vivo en este palacio encerrada y atormentada por un esposo que ya ni pasa por casa.

-YO: lo siento, no sabia que hubiera ido a peor.

-ELEONOR: jajaja no se preocupe, son cosas de adultos que gracias a dios ustedes no conocen – me levanté y me arrodillé frente a Elonor, a quien se le humedecían los ojos, tratando de aguantar el tipo.

-YO: ¿sigue saliendo de juerga?

-ELEONOR: si solo fuera eso, antes al menos disimulaba en casa, pero ya ni eso, bebe mucho y se pasa meses sin venir, y cuando viene………..déjenlo, son cosas de mayores.- me dio tanta lastima que la fui a acariciar la cara con dulzura, pero ella reaccionó con un gesto reflejo apartando la cara con susto, había visto demasiadas películas y anuncios contra la violencia domestica, que lo reconocí al instante.

-YO: tranquila, no quería asustarte.- me miró a los ojos a punto de echar a llorar, dándose cuenta de que yo me había dado cuenta.

-ELEONOR: no por favor, perdónenme, ando muy tonta jajaja- quiso disimular, pero ya era tarde, hasta Ana se percató y se sentó a su lado abrazándola.

-YO: Eleonor, se que no es de mi incumbencia, pero dime, ¿te ha puesto la mano encima?

-ELONOR: no……….. por dios……….como se le ocurre, jajaja……… no es así – balbuceaba sin admitirlo, tenia que saber la verdad, saqué al macho que ella recordaba en mi tono de voz.

-YO: ¡¡ELEONOR, MÍRAME Y DIME LA VERDAD!!- me observó como un cachorro al que riñen.

-ELEONOR: no es culpa suya………….- le levanté mordiéndome el puño-……..no se enfade con el, es culpa mía, yo el provoco y le hago enojar – sonaba demasiado irreal y típico como para ser cierto.

-ANA: no entiendo, es como cuando estabas con Raúl, ¿algún azote o cachete de mas?- suspiré por que fuera eso.

-ELEONOR: no, bueno, no es esa forma, Raúl es fuerte y viril, mi marido no lo hace en la cama o para jugar, solo quiere que le respete, y le entiendo.

-YO: una cosa es respeto y otra que te pegue, ¿que te ha hecho?

-ELEONOR: nada, si casi no esta por casa, son solo broncas que tenemos, y yo le enfado por que quiero que este mas conmigo y se comporte mejor, pero el me tacha de mantenida y de estúpida, que donde estaría yo sin el, cuantos hombres me estrían montando por unas monedas en Colombia, si no fuera gracias a el, y tiene razón.

-YO: como vuelvas a justificarle el que te cruza la cara soy yo, ¿como permites que ese mierda te pegue? Si se va de putas y todo.

-ELEONOR: es mi marido, no puedo hacer otra cosa.

-ANA: dejarle.

-ELEONOR: cielo, ya lo he pensado miles de veces, pero mi niña necesita tener una buena vida y solo la tendrá si yo sigo con el.

-YO: pero puedes divorciarte, y sacarle algo de dinero, ¿no?

-ELEONOR: ya lo miré, pero al casarnos me obligó a firmar un acuerdo prematrimonial muy estricto, si yo le dejo no veré un solo €, y todo esta a su nombre.

-YO: pero eso es una locura, si se va meses de casa, se va de fulanas y ahora llega a casa ¡¡y te pega!! ¿Me dices que no se puede hacer nada?

-ELEONOR: ya lo hablé con un abogado pero todos le tiene mucho miedo a mi marido, es muy poderoso y controla transacciones de miles de millones, tiene un ejercito de abogados, y nadie se va a enfrentar a el sin tener algo sólido en la mano con lo que poder presentarse.

-YO: vaya mierda de justicia.

Ana fue la lista y desvió un poco la atención, rebajando la charla, usando el piso como objeto para que se lo enseñara y al distrajera, alucinando con el, la verdad, mientras ellas deambulaban por allí yo estaba sentado en el sofá mirando como Elonor se mantenía entera, con su elegancia y su clase intacta pese a su situación. Eleonor se disculpo cortésmente para ir al baño a retocarse, unas pocas lagrimas habían hecho perder la posición a su rímel, se metió en unos de los baños, dándola algo de tiempo prudencial me metí a buscarla, estaba de pie frente al espejo retocándose con algún tipo de esponja con polvos, se dio prisa en terminar al verme, para que no me percatara de su morado, me acerqué y con cuidado ante su silencio me dejo, desmaquillar todo el ojo, no me equivocaba, es increíble lo que logran las mujeres con esos botes y polvos, tenia todo el contorno del ojo morado ligeramente hinchado, con el aspecto de haberlo estado mucho mas grande, y a simple vista no se le notaba nada, al verlo Ana, que entró detrás de mi, lloró, y yo por poco no reviento otra puerta de armario, me calme y fui fuerte por ellas.

Ahora, tan cerca de ella y siendo algo mas baja que yo, vi si exiguo escote, ahora me preocupaba, así que sin mucho disimulo la bajé uno de los hombros del vestido hasta ver como desde su hombro hasta uno de sus pechos había una marca larga, con un dibujo claro, un cinturón de hombre. La tapé con cuidado y respeto, no se si tenia mas marcas pero con eso era suficiente, mis problemas habían quedado en 2º plano, ni prioridad ahora era ayudar a Eleonor a quitarse a aquel hombre de encima, y con una simple mirada Ana no solo me encendió, si no que me dio su apoyo y consentimiento, le brillaban los ojos de rabia mientras acariciaba la gargantilla que le regalé. Puse a Eleonor mirando al espejo, para que se viera, con el ojo hinchado.

-YO: ¿que necesitas para hundir a ese carbón?- se miraba en el espejo empezando a darse cuenta de lo que ocurría de verdad, ese golpe no era un accidente.

-ELEONOR: no lo se, un abogado con valor.

-YO: le tengo, el padre de Teo es abogado y de los buenos.- nos había llevado el tema de Ana con su profesor y pertenecía a un bufete bastante respetable.

Nos quedamos unas horas mas charlando animándola un poco, distrayéndola, me enteré que Yasmine casi no pisaba esa casa ya, harta de que su madre fuera tan pasiva ante su padre, no se había emancipado por no dejar sola a su madre, pero estaba con el novio todo el día, me contó que se enfada mucho con su padre y una vez tuvo que mediar, lo que entendí fue que recibir golpes, para que su padre no pegara a la hija, no se soportaban y discutían gravemente hasta irse de casa días seguidos mientras su padre estuviera en casa. Eleonor se sentía sola y q el marido volvería en unas semanas a casa, no necesitaba mas, nos despedimos con un saludo y la dije que sabría pronto de mí.

La verdad, ese fin de semana fue raro, hice el amor y folle con Ana, era la despedida antes de su marcha, fueron sesiones ambiguas, los 2 con la mente en Eleonor y su problema, hablando mas que teniendo sexo. Incluso me desahogué con Lara un par de veces como despedida, iba a echar de menos aquellas tetas, y hasta Alicia volvió a intentar meterse por medio al oírme con Lara, entró en la habitación pero la saqué sin un ápice de duda. Pero siendo todo erótico, lo dejo pasar sin narrarlo, no era nada que no lleve 2 relatos contando, y me parece mas entretenida la consiguiente trama.

Según me despedí de Ana en el coche del tío que las fue a buscar el lunes a ella y a Lara, con Ana dejándome claro que me quería y que sin ella no me acostara con nadie, incluso Eleonor estaba vetada por mal que estuviera, algo que pese a que me parecía ridículo recordármelo, me pareció correcto y un bonito detalle. Comencé a maquinar, lo 1º fue hablar con Teo, el cual se vio menos enfadado al verme centrado en otras cosas, y con su padre, el cual conocía el nombre y vivencias del esposo de Eleonor, por seguridad y por lógica todos los nombres y detalles son ficticios e irreconocibles, pero por esos azares del destino, resultaba que el bufete del padre de Teo le tenia ganas al esposo de Eleonor, mas que por otra cosa, por que el era principal activo de la empresa de exportaciones que estaba dejando molestos al resto de exportadores, clientes del bufete. No solo aceptaron llevar el caso, si no que contrataron a un par de asesores de divorcios, ya que su bufete no llevaba esas cosas, le pedí una copia de todos los papeles firmados de Eleonor de su boda y los estuvieron trabajando durante días, el resultado era el esperado, no había por donde meterle mano, todo estaba atado y bien atado, Eleonor no podía dejarle sin tener nada en contra suya, y los abogados no se iban a meter en medio de una guerra de ese tamaño sin tener nada sólido, me trataban como si fuera un crío de 13 años, y si, tenia 20 y era un niñato a sus ojos, pero siempre he parecido mas tonto o lento de lo que soy en realidad, así que pregunté, ”¿que necesitáis?”, “pruebas fehacientes de infidelidades o maltrato, el acuerdo prematrimonial esta tan bien cerrado de su lado, que no se preocuparon del lado de el, es tan simple que podemos usarlo en su contra, si le pillan con otras o pegándola, no solo puede divorciarse de el, si no que le podría arruinar y quedarse con todo su patrimonio y su dinero.”. Me dejaron claro que hasta que no tuvieran esas pruebas no moverían un solo dedo. Todo lo llevé yo y a espaldas de Eleonor, no podían relacionarla directamente viéndola pasar por allí, alguien podía irse de la lengua, es un mal ejemplo, pero las horas de cine y series me habían llevado a aplicar conocimientos ficticios a la vida real, no quería que Elonor “desapareciera” el ida que encontramos pruebas y me llamara diciéndome que tenia algo gordo y al acudir no encontrarla. Lo iba a hacer bien y por lo visto, lo iba a hacer solo, los abogados no ayudarían a encontrar pruebas, y no podían contratar a detectives, podrían venderse a la 1º de cambio o hacer ruido que llegar a los oídos de gente no deseada, prácticamente me insinuaron que me buscara la vida yo solito.

Pues así seria, me fui a la tienda donde compré el boli sepia de Ana cuando me temí que su profesor la tiraba los trastos, y me hice con todo un equipo, grabadoras de vídeo y audio disimuladas en bolígrafos, flores, osos de peluche, cajas de cigarrillos……me dejé una buena pasta pero todo merecía la pena, y la verdad, la sensación de 007 gusta bastante, fui a visitar a Elonor con todo aquello, y sin explicarle demasiado fui colocando las cosas, no quería que supiera mucho, si no podía desmoronarse, sobre actuar o mirar a cámara, y eso, no solo podía echar al traste cualquier intento, si no que podía ponerla en peligro si su marido se daba cuenta. Lo dejé todo listo y preparado para la llegada de su marido al día siguiente, dejando en la habitación de matrimonio, el salón y la cocina, gran parte de los aparatos, pero al final tenia toda la casa cubierta de alguna u otra manera, sobretodo con las cámaras que aparte de gravar, emitían en directo a un PC portátil enlazado, no eran tan pequeñas como podía esperarse de cámaras espía, así que las ubiqué bien alto, el marido no llegaba al 1,78, no las vería encima de un armario o de la nevera. Esa era la parte del maltrato, si se daba quería tenerlo documentado, demasiado trabajo para algo que puede que no pasara, según decía Eleonor, pero un instructor de yudo en su día, me enseñó una frase de marketing que se me quedo grabada, “Ten en cuenta todos los escenarios, y una vez analizados empieza preparándote para el peor, así siempre estarás listo si se da.”, así lo hice.

Ahora tocaba la parte del adulterio, menos sufrida en caso de darse, pero mucho mas complicado de probar, pensé e ideé como ponerle escuchas o videos encima todo el tiempo, peor eso no me aseguraba nada.

1º tendría que serla infiel, que podía no serlo, y estar 3 o 4 días detrás de el sin lograr nada.

2º tener aparatos de vigilancia encima, pensar en como ponérselos y que los llevara todo el tiempo.

3º tenía que recuperarlos sin que se diera cuenta, algo difícil si logras que lleve algo encima.

4º lo peor es que yo no podía saber donde y cuando pasaría como para poder reaccionar, tenia mucho tiempo libre y solo trabajaba los fines de semana por la mañana, pero no podía estar encima siempre, inicialmente por que soy un ser humano, necesito comer o dormir, y principalmente por que el podía reconocerme si me ve mas de 3 o 4 veces.

Soluciones, la mas obvia, darle algún regalo que llevara encima siempre, duplicado, así al darle el cambiazo no lo notaria, o bien meter vigilancia en algo que llevara siempre, aposté por los 2, compré 2 plumas bastante elegantes, a una la llevé a la tienda espía para que la modificaran y le pusieran una grabadora de larga duración con enlace a mi PC, la otra idéntica la guardé. Eleonor me contó que el siempre iba con traje, la ropa podía cambiársela, pero su maletín no, llevaría muchos documentos importantes y siempre llevaba el mismo, incluso esposado a la muñeca, tenia que hacerme con el las horas suficientes como para ponerle algo y devolverlo sin percatarse. Eso era lo “sencillo”, ahora tocaba pensar en como pillarle, el principal problema es que no podía saber cuando seria infiel, hasta que me di cuenta de que si podía, como cuando invité a mis chicas a la fiesta donde Madamme me hizo el examen, si bien no podía controlarle a el, si podía controlar con quien, o al menos tentarle en entornos controlados, solo necesitaba a una mujer dispuesta a ligárselo y tirárselo sin reparos.

Tenia claro que 1º obtendría las pruebas y se las llevaría a los abogados y ellos decidirían si eran suficientes antes de descubrirnos, no podía arriesgar a Eleonor antes de estar seguros, presentarnos en mitad del polvo o cosas así no era una opción. Tenia una larga lista de mujeres a las que podía llamar y pedirles que lo sedujeran, pero todas lo harían si me las follaba, o hasta podía formar a una cualquiera de la calle hasta tenerla tan sumisa que aceptara aquello, pero Ana me dejó claro que nada de sexo para mi, eso complicaba las cosas, necesitaba putas, y no había otra mejor que Madamme para ayudarme, de hecho, si era tan putero y adinerado apostaría un dedo a que ya se conocían .Me debatí internamente, mucho, si quería y precisaba de su ayuda debía de hacerlo como Zeus, ordenando, no pidiendo, pero no quería volver a ser el, así que probé con mensajes de texto, si la llamaba me notaria en la voz que no era el.

-“Te necesito”- un mensaje corto y claro.

-“Soy tuya, ¿que puedo hacer?”- parecía que seguía a mi servicio, ni pregunto nada de mi adiós, ni mi tardanza, ni de mi regreso.

-“Tengo que pillar a un marido poniéndoselos a su mujer, necesito un puta que lo seduzca, se lo folle y se vaya, necesito saber donde y cuando con antelación, y el no debe enterarse de nada,”

-“alguna preferencia respecto a al chica”

-“no lo se, ¿conoces a xxxxxxxx?”

-“si, tengo a su chica preferida, de hecho nos ha llamado para decirnos que estaría por la ciudad y que la preparemos, te avisaré con los detalles”

No me extrañó que estuviera en la cartera de clientes de Madamme, pero si la facilidad con la que obtuve lo que buscaba, como era lo que pretendía, no le di mas vueltas.

Preparando un maleta con todo, me fui a casa de Elonor, y me instalé en la habitación de invitados, nunca la habían usado, y el marido jamas entraba allí, solo tenia que hacer poco ruido y ni se enteraría de que estaba allí, así tenia buena conexión con los dispositivos y me daba margen para intervenir si el marido se pasaba de la raya y llegaba a pegarla demasiado, de hecho Eleonor me dio la llave para que cerrara por dentro y evitar sustos, y otra del piso para poder salir y entrar. Conecté todo y me prepara para el show advirtiendo a Eleonor de que no dijera ni actuara de ningún modo distinto, yo no estaba allí a todos los efectos, para bien o parta mal, si queríamos que saliera bien no podía descubrirme, incluyendo Yasmine , que vendría con el novio a ver a su padre los días que estuviera allí.

Llegó la tarde y Yasmine entró en casa con el novio, yo, pertrechado en la habitación de invitados, veía y oía todo desde las cámaras y los micros, con unos grandes cascos puestos en el portátil que tenia todo conectado, después llegó su padre, con una actitud socarrona y de felicidad, la verdad, me sorprendió la farsa de actuación de Eleonor, saludándole como una esposa devota, a Yasmine le costó disimular mas, se sentaron a charlar de trivialidades con algún amago de bronca entre Yasmine y su padre, sofocada por su madre y el novio, las horas fueron pasado, hasta la hora de cenar, todo iba bien, hasta que a Yasmine le dio por levantarse de la mesa antes de que terminara su padre, que habiendo bebido ya alguna copa de vino de mas, elevaba la voz a cada frase, llevándolo a una discusión que no se pudo calmar, Eleonor trataba de sosegar a su marido y solo lograba enfurecerlo mas, dando golpes en la mesa sobre que el era el hombre y se le iba a respetar, me mordía la lengua y me contenía las ganas de salir y darle de hostias, mi padre me enseñó muchas cosas de la vieja escuela, una de ellas era que el respeto se ganaba, no se imponía, y su forma de tratarlas me ponía muy nervioso.

Al final Yasmine se fue al cuarto con el novio y no se supo de ellos hasta el día siguiente por la mañana, vi como retozaban en la cámara que puse en su cuarto, ver su trasero de nuevo desnudo me animo la noche, pero estaba centrado en Eleonor, seguía charlando acaloradamente con su marido, que estaba harto de llegar a casa y que le trataran así, sin dejar de beber, ahora ya pasando al whisky en el salón, se puso algo sobón con su mujer, la bebida y el hecho de que Eleonor era una belleza y su mujer, le daban completo derecho, pero su forma de tratarla era poco delicada y muy burda, la cogió de la mano y metiendo la otra pro debajo des u vestido la subió al piso de arriba casi a la fuerza rebuznando palabras calientes que no encendían nada. Vi la 1º oportunidad, se había dejado el maletín abajo, pero dude en salir, lo que le dio al marido a pedir a Eleonor que bajara a por el, ciertamente no se separaba de el antes de dormirse, al bajar salí a hurtadillas.

-ELEONOR: ¿que haces?

-YO: necesito el maletín y un par de horas para meterle una cámara y un micro.

-ELEONOR: imposible, lo quiere en la habitación ya.

-YO: súbeselo, pero tienes que lograr distraerlo y que se duerma profundamente, me tienes que dejar margen.

-ELEONOR: ¿y como quiere que lo haga?, si se despierta y le ve, nos mata.

-YO: eres su mujer, algo se te ocurrirá, sube ya antes de que sospeche.

Se llevó el maletín andando con dudas, en el PC vi como lo dejaba en una silla cerca de la puerta, ante la mirada de su marido algo tambaleante ante el alcohol ingerido, Eleonor se rascaba la cabeza pensando, hasta que sin mas se bario el vestido y lo dejo caer ante la mirada atónita de su marido y la mía, se echó encima de su marido y comenzó a besarlo como parecía que no hacían hace tiempo, en la cara de su marido se notaba, pero poco le importó, se centro en acariciar y desvestir de ropa interior a su mujer y haciendo lo mismo comenzaron a follar, de inicio con una mamada de escándalo de ella que se la puso dura, era difícil con la posición y la cámara averiguar el tamaño, por las manos de ella deduje que serian entre 14 o 17 centímetros, me costaba ver el capullo ya que estaba siendo engullido con pasión, de eso pasaron a follar, y allí ya no había otra, era mi oportunidad, Yasmine y el novio dormían cansados de su amor y el maletín estaba sin vigilancia, subí como el rayo hasta pegarme al marco de la puerta, e intuyendo los mayores momentos de pasión en los gemidos que oía, abrí la puerta con cuidado, solo un poco, vi a Eleonor montando a su marido que estaba tumbado en la cama boca arriba disfrutando de su mujer mejoro de lo que recordaría, estando de lado a la cama la puerta, no podía hacer mas sin que me viera, así que esperé, Eleonor ayudo, su cadera era fuego y se recostó en al cama, echándose a su marido encima, ahora, dándome la espalda, llevando el ritmo de su cadera. En un instante abrí la puerta cogí el maletín y cerré despacio, creo que Eleonor me vio, pero me daba igual, aquel hombre estaría ocupado unos minutos al menos, baje a mi habitación y allí comencé el bricolaje del maletín, haciendo un fondo falso imperceptible pegándole una especie de grabadora con membrana muy fina y atornillando en uno de los laterales una mini cámara espía diminuta, disimulada metida dentro del forro de piel, quise darme prisa, pero Eleonor llevó a su marido a correrse antes de lo previsto, y sabiendo que el maletín no estaba, se dedicó a chuparle la polla a su marido mas de 40 minutos hasta volver a ponérsela dura, la bebida y su edad no ayudaban a rápidas recuperaciones, pero lo mantuvo distraído una hora mas, Eleonor lo mato, dejándolo destrozado en el final del 2º polvo, cayó dormido y ya no me preocupe, estaría así hasta el día siguiente, su cara me era familiar, de agotamiento al follar.

Para cuando pasaron unas hora y Eleonor bajo, ya tenia el maletín listo, en peso y forma no se notaba nada, había ensañado y visto muchos tutoriales, se lo di advirtiéndole que lo dejara igual y que no actuara de forma diferente, me dio un beso en la mejilla y luego otro en los labios, casi instintivo.

-YO: toma, regálale esto a tu marido mañana, es un pluma de buena factura, invéntate lo que sea pero logra que la lleve encima – asintió sin entender mucho, estaba algo avergonzada y perdida, pero confiaba en mí.

Nos fuimos a dormir, por ahora no pasaría nada mas, lo hice con los cascos puestos, así que con los primeros ruidos de la mañana, desperté con ellos, Eleonor y su esposo hablaban del espléndido sexo que habían tenido, allí aprovechó para regalarle la pluma, algo que le encantó a su marido, ella se invento un historia bastante creíble de por que le quería tanto y de que esa pluma seria su amuleto, y que no se separara de ella, así al menos una parte de ella le acompañaría siempre. Una vez hecho, el día paso largo, se fueron a comer fuera para celebrar algo, aproveche para comprobar el vídeo y audio del maletín que se llevó consigo, perfecto, yo comí también y volví a mi cueva, por la tarde la verdad es que parecían una familia querida y cordial, pero a la hora de la cena otra discusión, mayor que la noche anterior, llegando a agarrar de malas maneras a Yasmine que gracias a su novio se liberó, siguieron gritándose hasta que Yasmine se fue arriba, pero su padre la siguió, empezando a beber de mas otra vez, tanto la gritó que al final se fueron de casa Yasmine y el novio, llorando y llamándole de todo, eso dejo a Eleonor sola con su maltratador, el cual comenzó a gritarla a ella por no poder hacerlo con la hija, bebiendo e increpando a partes iguales, Eleonor esta vez no se cayó al ser su hija la acusada, elevando el tono también, eso chocó con un macho herido que quiso volver a dominar, de forma grosera y animal se echó encima de Eleonor en el sofá, forzándola a besarlo, Eleonor se resistía pero no poda mas que ceder, yo casi me até mentalmente a la cama para no salir disparado a matarlo, la había bajado las bragas e intentaba follársela sin siquiera bajarse los pantalones, le costó un mundo poder tener una erección por la bebida y por que Eleonor no quería, pero estaba aprisionada, entonces levantó la mano con toda la intención de pegarla, ella reaccionó instintivamente, dejando de forcejear, sintiéndose poderoso gritaba que solo era una zorra mas a la que le gustaba que la pegaran para demostrarle quien mandaba, no podía quitarle razón, eso mismo había usado yo con ella, pero el encuadre era distinto, ella quería ser dominada por mi, ahora estaba siendo violada, bueno, no, forzada a follar o la pegaría, aceptando su destino y sabiendo que yo no podía acudir en su ayuda sin descubrirnos, se colocó y dejó hacer al hombre, que seguía intentando follar sin quitarse la ropa, al final logró penetrar y mal follar, puede que ni 10 minutos, antes de correrse, con gestos torpes y mal llevados, daba azotes en el culo pidiéndola que se moviera, que por que no era la puta de la noche anterior y se la comía un rato, esta se negó increpándole groseramente, pero ahora no hubo amenaza, levantó su mano y la dejó caer sobre la cara de Eleonor, ahora si se quiso quitar de encima a ese hombre gritando pero este solo respondía con continuos amagos de bofetadas, tanto insistió que una la dio de lleno, mientras ella temblaba de miedo, el reía jocoso moviendo su polla flácida como si de verdad la tuviera tiesa, no se a vosotros pero a mi me estaba costando un mundo no salir, ni miraba ya a la pantalla, pero era peor oír a Eleonor suplicar que no la pegara, al otro lado de la puerta y no salir, claro que podría haberlo hecho, pero eso desencadenaría muchas preguntas y lo mas probable que hubiera sido peor para todos a la larga, a eso me aferraba como un clavo ardiendo.

Cuando volví a mirar el marido agarraba del pelo a Eleonor y tiraba de el con violencia, gritándola la zorra que era, muchos términos colombianos que no entendía pero el contexto era claro, la agarró el cuello y la soltó un puñetazo que la dejo medio ida, me arrepentiré toda mi vida de no salir en ese momento y descuartizarlos lentamente, tenia lo que había ido a buscar, nadie que viera esas imágenes podría opinar diferente pero hasta tener el si de los abogados no podía actuar sin generar represalias. El marido siguió jugando ahora con el cuerpo medio inerte de Eleonor hasta que se cansó una hora mas tarde, en la que no dejé de llorar de impotencia, el subió la escalera como pudo totalmente borracho y se quedó dormido en la habitación sin llegar a tumbarse del todo. Salí de inmediato y atendí a Eleonor, hasta que recobró el sentido, echándose a llorar, mas que por lo ocurrido, por verme la cara a mi, no se que pinta tendría pero la mezcla de rabia, odio y vergüenza propia de mi cobardía, me llenaba. Fui a por algo de frío para la hinchazón de la cara, le había dado en el mismo ojo que la ultima vez, que tino tenia el carbón, la dejé mas descansada y serena en el sofá de abajo y volví a mi cueva.

Los siguientes 2 días pasaron igual, Yasmine no regresó y su madre pagaba las consecuencias, fueron los dais mas duros que recordaba, discusiones continuas, golpes, sexo forzado y una violación, clara y contundente, no la voy a relatar, se que por aquí gusta, hasta he leído varias muy excitantes en “no consentido”, pero esta no es de esas violaciones, de esas en que la mujer no quiere, se ve forzada por la fuerza o la situación, pero con el paso de los minutos y la excitación ante lo desconocido, una buena polla, un excelente follador o la necesidad de sexo de ella, disfruta de el polvo, aunque se odie, no amigos, la verdad es mucho mas cruda y brutal que eso. Lo que vi no me excitó, no hubo erotismo ni sensualidad por ningún sitio, era su marido pero no había afecto, amor y complicidad, fueron 90 minutos de una mujer pidiendo clemencia, rota de dolor y humillación, y eso cambió algo dentro de mi ser, algo murió, la decisión de no salir a socorrerla me costó tan poco, que me dolió mas que lo que estaba presenciando.

Ya tenia material de sobra para el maltrato, e igual que me quito el sombrero ante la actitud sobria y serena de Eleonor durante aquello, soportando solo sabiendo que yo estaba con ella, confiando en mi ciegamente, me hierve la sangre de pensar cuanto tiempo podría haber aguantado eso si no llego a intervenir, quizá siempre, esto se puede extrapolar a todas esas mujeres que sufren abusos a diario, peores que estos, y aun así se mantienen calladas. Si odio al maltratador, jamas entenderé a la maltratada sumisa, no hablo de sexo ni de que a un le guste un tío con carácter que la haga sentir segura, o sucia, humillada y le ponga cachonda, hablo de mantener una relación en la que eres un saco de boxeo y poco mas, pero contra toda lógica, lo defiendes.

Dejemos ese tema parte, no es el lugar, llegó la parte del adulterio, al 4º día Madamme me mando un mensaje, les había llamado para concertar una cita, me dio fecha, hora, lugar y acceso, una conferencia de Latinoamérica en un hotel, una de la plantas totalmente reservada para putas, o comúnmente conocida, “zona vip”, a la que tenia acceso, me coló como seguridad de las chicas, había 4 o 5 como yo, no era raro, aunque si el único que no era de Europa del este.

No quiero alardear ni alargar, así que simplemente os diré que salió de cine todo, ni hecho aposta, tan predecible como sencillo, según acabó la conferencia medio salón se subió a las habitaciones y casi como en un supermercado elegían chica y follar a la habitación reservada. El marido había ido solo, tenia preferencia y eligió a la chica que Madamme me mostró en una foto, ya se conocían según noté en su forma de hablar, la chica cogió el maletín y guiñándome un ojo pasaron a la habitación, estaba en el ajo y se iba a ocupar de tener un buen 1º plano. Salí disparado a una habitación reservada a mí, y con el portátil lo vi todo.

La chica no podía ser mas distinta de Eleonor, una rusa de 1,80, rubia platino y exageradamente delgada y sin curvas para mi gusto, aun así tenia su aquel, con 2 bonitos ojos azules y buenas piernas. Casi como de cine, sentó al esposo de cara a la cámara y se arrodilló delante a chuparle la polla con gestos tan hábiles como imperceptibles, lograba que se viera claramente la cara de el bebiendo, su polla y como se la comía, luego le tumbó boca arriba y se metió su miembro medio flácido por el alcohol, estuvo casi 50 minutos follándose una polla floja hasta que le hizo correrse casi por aburrimiento, entonces hábilmente le sacó unas cuantas frases, “eres mejor cada día” “la ultima vez lo hiciste mas largo” ”con esta van 4 veces que lo hacemos” “eres la mas guapa de las 3 que me he tirado el ultimo año”, todas admitiendo mas infidelidades y con mas chicas. La sesión de sexo no duró mas, la chica se vistió preparándose para irse, no comprendía, ni lo hago ahora, como ese capullo podía ponerle los cuernos a la pedazo de diosa latina que tenia en casa, por mal follar 1 hora con un puta sin moverse, sabiendo como follaba Eleonor, es mas sangrante aun.

De vez en cuando dios, el universo o como querías llamarlo nos da un premio, merecido o no, nos da la oportunidad de reivindicarnos o nos da justo lo que necesitamos o queremos, esta fue una de esas veces, cuando la chica salía el se puso en pie y se fue a por ella como un poseso, con la mirada de atacar a Eleonor, usando las mis mismas armas y palabras, de nuevo impotente ante aquello viendo como la chica pasaba de quitárselo con clase a pedir ayuda, hasta que me di cuenta de que podía entrar a partirle al boca, era el gorila que vigila a las chicas ¡¡¡estaba para eso!!!. Me levanté como el diablo y corrí hasta abrir al puerta de golpe pillando a la chica suplicando ayuda ante aquel capullo que la estaba azotando, quizá un gorila normal lo hubiera hecho de otra manera, pero preocupándome de tirar el maletín al suelo para que no se me viera, los separé y con toda mi rabia contenida de varios días cerré el puño y lo estampé en su cara, sujetándole de la pechera, dejándole tonto, el 2º le dejo inconsciente, el 3º provocó que la chica me parara el brazo por miedo a que el 4º lo matara, le había abierto una brecha en la ceja, le partí el labio y le estalle 3 dientes, le rematé dándole una patada en los huevos que lo despertó, para luego hundir mi puño en la boca de su estomago, dejando que cayera al suelo sin aire, dándole el cambiazo de la pluma.

Toda mi educación y adiestramiento en arte marciales de crío, me habían enseñado a no empezar peleas, a no cebarme y a ser honorable con el rival, pero fallé, estrepitosamente, durante esos poco mas de 30 segundos no hubo nada de aquello, solo hubo castigo, dejo en manos de ustedes si hice bien o no, lo que se es que sentí como una losa enorme caía por mi pecho dejando de asfixiarme, una sensación que me acompañó esos días y que en ese momento se desvaneció.

Volví a su casa y recogí todo, tenia mas que suficiente y su esposo saldría de viaje en un par de días, que paso en el hospital, cuando se marchó, magullado con la cara hinchada y morada, con la boca mellada y heridas mal curadas, llevé todo a los abogados, me dijeron que me llamarían en unos días, les di lo principal, cortando horas de vacío o escenas innecesarias, como a Yasmine follando con el novio o a mi correteando por la casa o la paliza, Teo ayudó, era muy bueno con los PC.

Madamme me mandó un par de mensajes diciéndome que ya se ocuparía ella de que a su agencia no le afectara y de que a mi tampoco, por la paliza, por la cual me felicitó, no era la 1º vez que se ponía tonto con las chicas, pero si la ultima.

Lo mejor fue que se llevó el maletín tal que estaba, y si bien tenia un numero de horas de gravado seguido limitadas, cuando se llenaba, me mandaban un mensaje el portátil, yo las veía y si no había nada reiniciaba de nuevo, a las 4º o 5º vezes empezaron a aparecer putas, alcohol y drogas duras, algunas reuniones de alto copete con mandatarios de la zona de centro América, no todas muy licitas , todo copiado y pegado, enviado a los abogados, que a la semana me llamaron frotándose las manos, tenían todo lo necesario, maltratos, abusos, evidencia de infidelidades y delitos varios, incluyendo una sorpresa final, siendo consumidor de drogas duras, llevaba cierta cantidad siempre encima, y eso cambiando de país con la valija diplomática, le podían meter un puro por contrabando de drogas, se pasaron otras 2 semanas preparando el caso, no ya de divorcio, el cual hasta contrataron mas personal especializado como recompensa y agradecimiento, es que tenían material para hundirlo en la miseria de por vida si le llevaban a juicio y se sabia todo aquello.

Pero como es la justicia, mucha de esa información, no referente a Eleonor, acabó en manos de la competencia, que le chantajeó y manipuló desde ese día en adelante como le dio la gana, le daba pánico acabar en una cárcel de algún país del 3º mundo como escarmiento. Así que no se llegó a saber nada de eso, ni hubo juicio ni denuncias, en parte me parecía horrible, pero la verdad, si le arruinaba la vida la competencia, no quedaría nada para Eleonor, así que cuando todo estaba por estallar, le plantó la demanda de divorcio, sonó bastante en medios latinos, con los videos y grabaciones el juicio duro 3 días, aun sin ser consentidas por el, al ser ella consciente, se aceptaron como pruebas.

(Algo que nunca entendí de los juicios, si te gravan matado a alguien, ¿no es una prueba valida por que no sabes que te están grabando?, ”liberemos a ese asesino, pobrecillo, no sabia que había una cámara”…………….justicia. )

Resumiendo, para cuando volvieron Ana y Lara de Granada, regalándome un desahogo descomunal de 1 día entero sin salir de la habitación con ellas 2, después de 1 mes y medio sin follar dejando a Ana otro día completo sin poder moverse y a Lara 1 semana ida, Eleonor era la dueña de todo el patrimonio y dinero de su marido, nunca llegué a saber cuanto exactamente, no me importaba, algunos medios decían que cerca de 200 millones, otros que solo 50, algún medio le sumó le dinero negro escondido en suiza o en paraísos fiscales, algunas ciertas y otras falsas, y la cifra llegaba a los 900 millones. Eso solo en dinero, la “pobre” hombre le dieron una paga mínima al mes, lo que entendían ellos, casi 4.000€ al mes, un sueldazo vamos, pero acostumbrado a su mega vida, una miseria, se llegó a pedir cárcel de mas de 6 años por abusos y lesiones, evitó la cárcel por que cedió todo su patrimonio y bienes a Eleonor. El padre de Teo se esmeró, representándonos pero dejando al mando a una abogada despiadada de divorcios, en dejarle en la absoluta ruina, en quitárselo todo, casi hasta parecía disfrutar humillándolo, a esa abogada le gustaba su trabajo.Al final le quedó al esposo una de las casas que tenían en España, en el norte, creo que en Asturias, lo suficientemente lejos como para obedecer la orden de alejamiento de 10 kilómetros, y otra de las casa en Colombia, donde creo que se fue a vivir, el resto fue a parar a Eleonor.

A saber:

3 casas en Madrid

10 en España.

6 repartidas por todo el mundo, la mayoría en Sudamérica, pero 1 en NY y una mas en Japón.

8 coches de alta gama, 1 yate, una lancha motora, un pequeño avión, y ya por meterlo en medios de locomoción, un par de caballos pura sangre.

Obras de arte por valor de millones, y hasta vendió los derechos de su historia a un canal Colombiano que hizo una película y una telenovela, mas una serie de entrevistas y reportajes a prensa rosa latina.

Literalmente estaba podrida de dinero y lujo, pero todo era secundario, aunque parezca tonto, lo mejor fue volver a ver sonreír de forma sincera a Eleonor, cuando pasó un poco todo el boom, volvimos Ana y yo a su casa, nos recibió Yasmine que se me tiró al cuello abrazándome hasta casi ahogarme, llorando a moco tendido dándome las gracias por todo y dándome una bofetada suave por no decirla nada, sabiendo que iban mal en casa ella no sabia hasta que punto la maltrataba hasta ver los videos del juicio, Yasmine casi odiaba a su madre por aguantar a ese hombre sin saber por que, pero viendo como mientras la forzaba, la sometía amenazando con dejar a su hija en la calle, comprendió su error y volvieron a ser uña y carne. Eleonor le había contado lo que sabia de mi actuación, que no era ni la mitad de lo que paso, las dejé solo los detalles bonitos de la trama, ocultando mi trampa con Madamme, por ejemplo. Detrás de Yasmine su novio agradecido aunque mas comedido y al entrar Eleonor se alejó de un par de abogados que reconocí del juicio, se plantó en mitad del salón con los brazos abiertos y los ojos humedecidos, acudí a su petición encantando rodeando su cuerpo con mis brazos, algo apabullado por su actitud, y unos aplausos fríos de los abogados que me ofrecieron suculentas ofertas para trabajar para ellos como detective, “Lo que has hecho por esta mujer no tiene palabras”, repetían como un slogan barato. Aun así la di un fuerte abrazo rodeando su trasero, la levanté del aire dando una media vuelta con ella sonriendo, para evitar mas lagrimas, ya no merecían la pena, ni aunque fueran de jubilo.

-ELEONOR: eres un ángel, me has salvado la vida y la de mi hija.- la bajé al suelo con suavidad.

-YO: solo he ayudado. – ahora se dirigió a Ana, que permanecía en silencio con su eterna sonrisa, agarrándola de la mano.

-ELEONOR: no sabes la suerte de hombre que tienes, ojalá os vaya todo bien siempre.

-ANA: se perfectamente la suerte que tengo.- sonrío torciendo el gesto, de forma dulce, al mirarme.

-ELEONOR: por favor, pasada y sensatos, estamos con los abogados terminando de aclarar las cosas, es un lío del carajo.

Nos pasamos un par de horas por allí, charlando, hablando y distrayéndolas un poco, Yasmine y Ana hicieron buenas migas subiendo a las habitaciones o saliendo a la terraza a tomar el sol, Ana estaba negra, si de por si, su tono de piel era moreno, y en la piscina en verano se había tostado mas, en Granada se acentuó, el contraste con sus ropas de colores vivos y chillones la hacían hasta………..feo. Mientras Eleonor y yo charlábamos con los abogados de temas ya algo mas distendidos, por lo visto el proceso, aunque rápido en las decisiones, aun llevaría su tiempo, unos 6 o 7 meses hasta tener todo bien resuelto, en los cuales, Eleonor debería vivir en esa casa hasta tener el control de todo el patrimonio.

Ya charlando todos juntos en el salón.

-ELONOR: la verdad, no babes cuanto le aprecio, nos has sacado de un agujero, no se como pagárselo.

-YO: no hace falta, solo hice lo correcto, solo espero que ahora que no tienes a su marido encima, puedas echarnos una mano con el tema de ayudarnos a vivir juntos.- pese a que mi motivación inicial era ayudar, tampoco quería perder la oportunidad de lograr mi objetivo de estar con Ana en una casa sin peligro de romper parejas. No ambicionaba más.

-YASMINE: no sea bobo, puede pedir lo que quiera, ahora somos millonarias jajajaja.- que pronto se arrepentiría de esas palabras.

-YO: muchas gracias, pero solo con un poco de ayuda para encontrar piso nos vale.

-ANA: hombre, tampoco vamos a conformarnos, has hecho mucho por ellas.- me miró teniendo algo en la cabeza, la lejanía de ese tiempo separados no cortó el vinculo mental que nos unía, mirándola a sus grises y verdes ojos intuí que tramaba algo.

-ELEONOR: claro que si, no se ponga tímido ahora después de todo jajajaja, pidan.- los abogados la miraban con risa estudiada pero sus ojos echaban fuego temiéndose lo peor.

-YO: en serio no hace falta…..- Ana saltó y me cortó.

-ANA: quiero una de tus casas.- la miré horrorizado por su atrevimiento.

-ELEONOR: hecho, ¿cual?- miré a Eleonor sorprendido de la facilidad con la que aceptó, a ciegas.

-YASMINE: ¡¡¿mama?!!

-YO: no, esperad….- volvió a cortarme Ana apretándome el brazo queriendo que la dejara hablar.

-ANA: no lo se, solo conozco esta.- su desvergüenza iba a mas.

-YO: calla por dios- la agarré la mano con fuerza, volviendo la cabeza al resto – que no hace falta, esto es una locura…..- ahora me interrumpió Eleonor.

-ELEONOR: pues es vuestra, si Raúl la quiere.- Ana casi da un brincó, a la vez que Yasmine, pero por motivos diametralmente opuestos.

-YO: no.

-ELONOR: si.

-YASMINE: que no.

-ANA: ¿por que?

-ELEONOR: que si.- esto empezaba a marearme, una sonrisa tonta se me escapaba, por la situación de teatro cómico, casi dirigido por guión, y por la fugaz idea de quedarme con esa casa.

No voy a ir de buenazo tontorrón, no lo era, y la idea de pedirle algo así, se me había pasado por la cabeza, joder eran estrepitosamente ricas, un diablillo en mi interior quería pedir sin descanso, sabiendo que Eleonor, quizá, no se negaría a nada, por descabellado que fuera, y por lo tanto, un solo piso no seria problema. Uno de los abogados interrumpió el carrusel de afirmaciones y negaciones.

-ABOGADO1: no puedes.

-ELEONOR: ¿por que no?, ahora es mi dinero y mis propiedades, puedo hacer con ellas lo que quiera.

-ABOGADA1: en realidad, aun no es nada suyo, pese a que su marido renunciara a todo, las propiedades son del estado hasta que se tramiten todos los traspasos y el papeleo, por ahora, como vivíais aquí, solicitamos que este piso fuera “alquilado” por vosotras, para residir durante ese proceso.

-ABOGADO1: por lo tanto, aunque quieras, no puedes alquilar o vender el piso.

-ELOENOR: no voy a hacer ninguna de esas cosas, se lo voy a regalar.

-YO: por dios, pensa lo que dices es demasiado.- quería ser correcto, pero la idea me estaba empezando a gustar.

-YASMINE: si, ya pensaremos otra cosa.

-ELONOR: ¡¡ se acabó!! – soltó con voz autoritaria poniéndose de pie- he estado soportando casi 20 años a ese carbón y en los últimos 9 meses me ha follado, forzado, pegado y violado cuanto le ha dado la gana, amenazando a mi hija y llegando a hacerme plantearme el suicidio, solo lo evitó pensar en dejar sola a mi hija con ese mal nacido…… este chico…….- me señaló con mirada firme- ….este hombre, me ha dado todo, y no hablo de burdo dinero o propiedades superfluas, me ha devuelto las ganas de vivir, de seguir soñando y la esperanza de un futuro mejor para mi y mi familia, aquí y ahora decido yo, se acabó ser la tonta y guapa que solo obedece, ahora mandamos nosotras, hija mía, y si lo 1º que hago, no es agradecérselo como es debido a quien nos ha concedido eso, ¿para que quiero esta libertad? Déjenme ser feliz, déjenme hacerlos felices.

(El discurso esta mejor hilado y mas compacto de lo que ella dijo, y aun así no lograré alcanzar el nivel de emotividad y sinceridad que ella alcanzó).

Se hizo un silencio definitivo en la sala, no había reproche alguno ni argumento posible para ninguno, ni siquiera yo encontré palabras, aunque fuera excesivo, quien era yo para negarla su deseo.

-ELEONOR: ¿que puedo hacer? – mirando a los abogados con ojos altivos y resolutiva.

-ABOGADO1: tienes que vivir en esta casa hasta que se solucione todo, una vez que lo este, puedes hacer con las propiedades lo que quieras.

-ELONOR: pues id preparando todo para que cuando sea así, la casa pase a nombre de Raúl, ¿oyeron?- asintieron los abogados apuntándoselo bien claro.- por descontado puedo invitar a mi casa durante ese tiempo a quien yo quiera, ¿no?

-ABOGADA1: claro, eso no tiene nada que ver.- Eleonor se giró a nosotros, como una modelo de concurso de TV, se cuadró en mitad del salón extendiendo uno de su brazos mientras el otro se apoyaba en su cadera.

-ELEONOR: bien, pues bienvenidos a su casa, si Raúl quiere, solo el puede decidir, tampoco les voy a obligar.

Ana casi atraviesa el techo del saltó de alegría, conteniéndose al momento al verme sentado, mirando fijamente a Eleonor, con una sonrisa de……no se muy bien que, que no se me quitaba.

-YO: no esta bien.- chorrada que me salió sin sentido ni concordancia, no sabia que hacer.

-ELEONOR: no estaba bien que mi marido me pegara y solo tú lograste hacer que lo viera, déjame devolver el favor.

-ANA: vamos amor, piénsalo, es la solución a todo, seguiremos viviendo juntos en una casa, incluso mejor, no molestaremos a nadie de tus amigos y viviríamos muy cerca de ellos, de la Universidad y de tu trabajo.

-YO: pero están Elonor, y Yasmine con su pareja.

-NOVIODE YASMINE: bueno, en realidad……- Yasmine lo mató con la mirada, que no tuviera argumentos en contra no significaba que le gustara la idea, el era un chico callado pero buena gente.

-ELEONOR: es cierto, han planeado un año sabático de viajes por todo el mundo, no pasaran por aquí mucho.

-YO: pero estas tu, no quiero molestarte.- Yasmine y Eleonor me miraron con la misma cara desganada con que lo hizo Ana, las 3 conocían de mi pasado sexual con ellas, y que lo que acaba de decir era un jilipollez, si hasta era probable que Eleonor quisiera volver a mi cama. Agachando la cabeza sin más salida, Ana se arrodilló delante de mi, acariciando mi cabello.

-ANA: amor, no quiero empujarte en una dirección que no quieres, pero estamos aquí, y ahora, por que tu has decidido que no puedes mantenerte en esa casa, por Teo y Alicia.

-YO: pero esto no es real, estas cosas no le pasan a la gente, son sueños, aspiraciones inalcanzables, nunca me planteé esto, siempre supuse que trabajaría toda mi vida para mal vivir.

-ANA: todavía puede pasar eso, no te preocupes- levanté la cabeza sonriente ante su genuina sinceridad catastrofista.- pero buscábamos una salida, la que fuera y se nos ha presentado esta gran oportunidad, tu decides.

No había mas que decir, todo mi ser quiera y desea saltar gritando que si, pero una barrera moral que no entendía me lo impedía, me la jugué, miré a Yasmine que me observaba ansiosa, nos entendimos rápidamente, la pregunté con los ojos, era la mas reacia, había sido su casa mucho tiempo, me escudriñaba con la mirada, con cara de enfado y cruzada de brazos, moviendo una pierna de forma nerviosa y moviendo la lengua dentro de su boca de forma pensativa.

-YASMINE: esta bien, toda tuya, a ver si así olvido lo que hizo el cerdo de mi padre aquí.- levantó los brazos con algo mas de animo dándome su consentimiento con un abrazo, me levanté y la rodeé con los brazos dándola un suave beso en la mejilla, mientras Ana aplaudía ligeramente con las palmas de las manos pegadas a sus labios, mientras reía nerviosa dando pequeños botes de emoción.

-YO: pues ya esta, joder, ahora otra mudanza……. ¿y como se lo explico a mis padres?

CONTINUARA…………
PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
poesiaerestu@outlook.es


Relato erótico: “Descubriendo el sexo 5a PARTE” (POR ADRIANAV)

$
0
0

Los pensamientos de Andrea:

Después de haber estado gran parte del día juntas, Rosa me preparó los contenedores con la comida para Arturo y los muchachos (como ella les llamaba a pesar que eran mas o menos todos de la misma edad). Las tenía llevar al plantío en una mochila antes que se hiciera

Una vez terminada esa tarea, Rosa y yo nos despedimos y comencé mi caminata. Como iba a tener un buen tiempo a solas, me puse a repasar la locura de eventos que había pasado mi vida en tan poco tiempo.

Mis padres en la capital esperaban una visa que nos daría la oportunidad de conseguir una vida con mas posibilidades de progresar que en esta mugrosa villa miseria. Mi tío nos iba a dar vivienda en un apartamento extra que tenía vacío en una ciudad vecina a Nueva York. Esta idea de solo pensar que sucedería pronto, me hacía sonreír. Iba a poder tener amigos de mi edad e ir a un colegio en omnibus o cerca. No como aquí que caminaba casi cuarenta y cinco minutos para llegar a la escuela. Mi segundo pensamiento se concentró en estos días. Había perdido mi inocencia en cierta forma y me entusiasmaba hasta el punto de que me hacía sentir más mujer, como que había crecido de golpe. Descubrir la sexualidad había sido algo que marcaba una etapa muy importante de mi vida… lo sabía. Arturo me había enseñado el gran paso de una forma muy placentera. ¡Lo había disfrutado a tal punto que me hacía feliz haber sentido a un hombre dentro de mi! Pero no era que él me había gustado, no. No me parecía atractivo, es bastante mayor, podía ser mi abuelo. Luego de haber analizado esta parte llegué a la conclusión que lo que me gustaba era su sexo, su miembro, el único que había sentido dentro de mi cuerpo. Pero estaba empezando a imaginarme lo mismo en otros hombres y me causaban la misma excitación.

Y ahora, lo que me había pasado con Rosa al principio me causó confusión. Pero luego de analizarlo también, me di cuenta que al final todo se trataba de lo mismo: sexo. Aunque yo no lo había disfrutado de la misma forma que con un hombre, no me desagradaba para nada. Es decir, que se había despertado una nueva Andrea dentro de mí, una Andrea con nuevas fronteras, con deseos carnales, con ganas, cambiando los juegos infantiles para algo que me resultaba más atractivo y más disfrutable. Hasta los pensamientos me cambiaban y lograba vivir imaginaciones con una fantasía más próxima a la realidad. Cosas que tenía la posibilidad de sentirlas si buscaba la oportunidad.

Por ejemplo, ahora iba en camino a un lugar con gran expectativa pensando que iba a poder sentir otra vez algo que me llenaba totalmente de felicidad porque sabía que dependía de mi hacerla realidad. Sabía que los hombres estan listos para ello cuando una mujer lo propone. Y eso solo ya me excitaba, me hacía sentir escozor entre las piernas a punto de mojarme sin tocarme.

Y cuando todo esto iba pasando por mi mente, lo inesperado. ¡Empezó con una llovizna que en pocos minutos fue creciendo en intensidad hasta convertirse en una lluvia bastante fuerte! Pensé en regresar para buscar refugio en un lugar lleno de árboles que había pasado hacía unos minutos apenas. Estaba convencida que había avanzado más de medio camino. Además de mi dependía que hoy cuatro hombres trabajadores se alimentaran bien. No lo dudé un segundo más y alejando mi mente de la negatividad continué como si nada estuviera pasando.

Pasaron alrededor de quince minutos en esa intensidad y así como llegó se fue. Finalmente había parado pero yo estaba ensopada de pies a cabeza. Mi camiseta, el short, los interiores, las medias y los zapatos estaban ensopados. En el camino habían charcos de agua y lodo que incomodaban más mi caminata. Así pasé unos diez minutos más y cuando estaba sintiendo cansancio por el peso de la mochila y la ropa mojada, divisé el plantío de maíz. No veía a nadie cerca de la carretera hasta que llegué a la senda de entrada hacia la casita donde pasaban la noche durante la cosecha. Aquí los charcos eran mayores y debía desviarme en varias oportunidades lo cual aumentó más el peso de mis zapatos con la acumulación de lodo. Ya no daba más. Tenía ganas de sentarme a descansar un rato y cuando ya estaba casi decidida, ¡divisé la torre de agua con el molinete! Sonreí al empezar a ver el techo de la casa y luego la entrada.

En la puerta me quité los zapatos para no ensuciarles con lodo el piso y abrí. Me encontré con Luis Eduardo que terminaba de ponerse una camisa. Los dos nos sorprendimos.

– Hola Andrea!

– Hola!

– Déjame ayudarte con la mochila -dijo apurándose a ayudar a quitármela.

– Gracias! Ya estaba bien cansada.

– Pero… estás ensopada niña!

– Si, me agarró el chaparrón a medio camino.

– La verdad que eres valiente haber llegado hasta aquí con este tiempo.

– Es que no quise regresarme cuando empezó a llover porque les traía de comer y no sería justo dejarlos sin comer.

– Gracias Andrea. Además de hermosa tienes un corazón muy lindo.

Dejó la mochila en la mesada de la cocina.

Luis Eduardo debería tener unos cuarenta años creo. No soy muy buena en eso pero es menor que Arturo. Es bajito, con aspecto de ser fuerte. Tiene una cara bondadosa pero cuando sus ojos se entrecierran hay algo de picardía en ellos. Lo había notado la vez pasada cuando estaba charlando con Arturo el día que vine. Tiene el pelo con muchos rulos y abundante. Con la barba crecida de unos cuatro o cinco días que no se afeita. Su boca es fina que la hace más agradable por esos dientes blancos que se asoman cuando sonríe. Cuello grueso. Manos muy maltratadas con uñas cortas pero un tanto manchadas por la cosecha a pesar de que usan guantes. Estaba vestido con unos pantalones anchos para mayor comodidad mientras trabajan y la camisa de franela para protegerse de vientos un poco fríos cuando va anocheciendo.

Cuando se dio vuelta me dijo caminando hacia mi con sus vivarachos ojos y sonrisa muy agradable:

– Tienes que quitarte esa ropa, está ensopada. ¿Tienes qué ponerte?

– No, no traje nada mas.

– Dejame ver… -dijo cambiando de rumbo para buscar entre su ropa.

Sacó una toalla y una camiseta que me ofreció con una sonrisa amistosa.

– No te va a quedar muy justa, pero te va a servir para que entres en calor y tengas algo seco para ponerte -me dijo midiendola en mi cuerpo- Pero si quieres caliento algo de agua para que te laves un poco. ¿Quieres?

– Bueno… si. Tengo algo de frío.

Tenía las piernas completamente manchadas de lodo y los pies habían cambiado de color! Miré alrededor como algo curiosa y le pregunté:

– ¿Dónde están los demas?

– Ni bien paró la lluvia volvieron a la cosecha. Yo me tuve que cambiar porque estaba más lejos y para llegar hasta aquí me ensopé. Hice lo mismo que tu vas a hacer y me siento muy repuesto ahora. Hazlo, créeme que te vas a sentir bien.

Mientras me hablaba estaba calentando el agua en un contenedor grande que tenía su propio fuego de leña por debajo. Me señaló una palangana grande en el medio de la sala.

– Por suerte el fuego se mantenía encendido y se me hace más rápido poder calentar más el agua. Ahora te ayudo si quieres. Te metes allí y te pongo el agua.

No entendía cómo iba a hacer porque pensé en que pretendía que me desnudara asi nomás. Debe de haber leído el gesto en mi cara porque enseguida agregó:

– Oh, no te sientas mal. Pensaba que te metieras con tu camiseta y el interior y de paso lo lavas para luego colgarlas para que se sequen. Yo te puedo dejar a solas, no hay problema.

Me sonreí pensando que mi mente había sido más mal-intencionada que la de él. Creí que buscaba verme desnuda.

– Esta bien Luis Eduardo, gracias. No tienes que irte.

– Bien. Si quieres quítate el short y te metes. Yo voy agregando baldes con el agua tibia. ¿Si?

– Si.

Me quité el short y las medias y me metí en la palangana. Él me miraba y yo lo miraba para estar preparada cuando me tirara el agua. Cuando se aproximó me recogí un poco el pelo con las manos y empezó a echarme el agua lentamente en la nuca. Recibí esa agua tibia con mucho placer porque finalmente mi cuerpo volvía a su temperatura normal poco a poco. Fue a buscar más y me trajo también un jabón.

– Toma, si quieres lavarte un poco también.

– Gracias -le dije mientras seguía llenando el tanque.

Cuando el nivel llegaba a mi cintura dejó de traer agua.

– ¿Esta bien asi? ¿Te sientes mejor?

– ¡Si! Ahhh… -levanté mi cabeza disfrutando mientras mi mano mantenía el pelo recogido.

El se sentó en un banquito bajo al lado mío:

– Mira, yo me tengo que ir. Pero cuando termines no te preocupes de desagotar la palangana, yo lo hago cuando regresemos.

– Bueno, gracias -dije asustándome cuando el jabón se me resbala y cae dentro.

– Ja, ja, ja! -se rió Luis Eduardo

Yo miraba dentro tanteando con una sola mano porque no quería soltar mi pelo. No quería que se mojara porque no tenía cómo secarmelo rápido.

– ¿No lo encuentas? -dijo metiendo la mano dentro -¿te ayudo?

Me encogí de hombros como afirmando. Buscabamos los dos y él lo encontró casi debajo de mi entrepierna.

– ¡Aquí está!

– Ja, ja, ja, gracias… -dije mirándolo nerviosa al sentir su mano en mi piel tan cerca de mi intimidad.

Otra vez esa mirada pícara se reflejaba en sus ojos sonrientes.

– ¿Te ayudo? -dijo pasándome el jabón en la pierna mas cercana a él, a lo largo en dirección a mi pie,

Me sonreí nerviosa y bajé la vista. Sus ojos me atraían la atención y el contacto de su mano acariciándome con el jabón me estaba gustando mas de lo que debería ser. La situación parecía tomar otra forma en mi mente. El calor que me volvía y me hacía sentir relajada. La tranquilidad del lugar y el ruido del agua resultaban un aliciente. No sé qué me pasaba.

Al bajar la vista me dí cuenta que la camiseta mojada no dejaba nada de mis pechos ocultos. Los pezones se veían clarísimos asi como la aureola. Se marcaban como si no existiera la tela de mi ropa.

Cuando su mano regresaba del pie hacia arriba, levanté mi mirada y encontré sus ojos fijos en mis tetitas. Me miró y nos sonreímos los dos a la vez. Yo con verguenza. Él con deseos. Mi mano seguía sujetando el pelo y la otra posada al borde de la tinaja. Su mano llegaba al destino que sin quererlo me hacía entrecerrar los ojos. Bajé la cabeza inmediatamente para que esa sensación no fuera descubierta, pero no pude. Uno de sus dedos llegó adonde más deseaba que llegara.

Levanté la cabeza apoyando la nuca en el borde y quedé con la boca entreabierta a punto de gemir acompañándolo con un movimiento de mi pecho hacia adelante. Ardía de deseos.

Ahora esa mano volvía a alejarse hasta la rodilla pero yo no abandonaba mi posición. Respiré profundo por la nariz y cuando la mano volvió a subir, esta vez fue mas decidida y la palma completa cubrió mi vulva. En ese momento abrí los ojos otra vez y tenía su cara muy cerca. Le sentía el aliento. Mi boca se abrió automáticamente junto con mis piernas ante un movimiento de su mano que otra vez paseaba la palma de arriba hacia abajo. Y cuando volví a cerrar los ojos, el calor de sus labios presionó los míos y mi lengua saltó para juntarse a la suya. Estaba totalmente fuera de control otra vez!

Esa mano llegó al borde del elástico de mi interior y sin el menor esfuerzo venció la resistencia resbalando por la carne y los vellos púbicos hasta la entrada de mi entrepierna. Una vez pasó hacia arriba otra vez, de regreso el dedo del medio de su mano bajaba presionando entre los labios de mi vulva que no puso ninguna resistencia a que lo fuera metiendo. Sus labios se apretaban más a mi boca y poníamos más fuerza en el contacto de los labios y en los movimientos de nuestras cabezas de un lado a otro, dandole la oportunidad a nuestras bocas para comernos uno al otro. Levanté la pelvis como pude cuando dos dedos se colaban dentro de mí. Gemí en su boca. Solté me pelo y sin hacerme caso, mi mano descontrolada fue a parar a su entrepierna. Se la toqué por encima de la ropa. Estaba durísima y peleaba por salir del pantalón.

– Asi… tócamela asi…

– ahhh… -fue mi respuesta a su movimiento de los dedos en continuo de afuera hacia adentro de mi vulva.

Me ayudó con su mano a desabrocharse y ni bien la sacó fuera me llevé una sorpresa al tocarla. ¡Era mucho mas gorda que la que conocía! Quería mirar pero no lo hice. No quería que ese momento cambiara de energía.

– Asi…! Pajéame…!

– ¿Asi? -le dije mientras mi mano subía y bajaba.

– Si! Asiii! Qué rico me lo haces!

Y volvimos a comernos las bocas. Ahora con más desespero. Su mano me quitó el interior del todo y se levantó del banquito. Me ayudó a levantarme y me quitó la camiseta. Mis pezones lo apuntaban durísimos a lo que no se hizo esperar y me los empezó a chupar. Le abracé la cabeza mientras mis dedos se colaban en su cabello con lentitud. Su boca me hacía sentir ese deseo de que no se detuviera chupándome toda. Pasaba de uno al otro pezón y abría la boca para meterse toda la aureloa entre los labios. Su lengua se paseaba por todo alrededor dejandome las tetas ensopadas de su sabrosa saliva caliente. Ahora mis dos manos y diez dedos le revolvían el cabellos y apretaban su cabeza con un poco más de presión para que me chupara con más insolencia.

Sus manos bajaron hasta mi trasero y agarrándome por las nalgas me levantó en el aire. Su pantalón cayó totalmente al piso y así, parado, sin apoyo atrajo la entrada de mi vulva hacia esa arma dura y erguida que buscaba su víctima. Lo ayudé abrazándolo con mis piernas y colgada con mis brazos alrededor de su cuello. Sus manos me obligaban a avanzar mi pelvis hasta que la punta de esa gruesa y dura carne intentaba penetrarme. Hubo un poco de resistencia porque mi pequeña entrada no había dilatado lo suficiente todavía. Seguimos intentando moviéndonos. Yo subía mi pelvis hasta donde podía, resbalándome hacia abajo y sintiendo esa poderoza verga que resbalaba entre los labios de mi conchita.

Me prendí de sus labios otra vez besándolo con más furia y empujé como pude hasta que la cabeza se esa pija venció la entrada. Me dolió un poco pero él me balanceaba de arriba a abajo con las manos en mis nalgas todavía hasta que las subió a mi cadera y me empujó con fuerza. En ese momento resbaló hacia adentro y me penetró toda de una sola embestida!

– “¡Qué gruesa la tiene…!” -pensé, comparando la situación con la de Arturo.

Mi orificio estaba muy estirado. Sentía un poco de incomodidad en los tendones de donde se abren las piernas. Me quedé abrazada y quietita como si me hubiera paralizado con ese dolor.

– ¿Te duele? -me preguntó.

– Si…! Bastante!

– Cálmate, no quiero que te sientas mal. Quedémonos quieto por un ratito y vas a ver como te acostumbras a mi verga.

– Bueno… -se me salía una lágrima y después otra. Pero eran lágrimas de dolor mezcladas con deseos incontrolables de que me cogiera. Me gustaba este hombre. Me gustaba cómo se había desarrollado este momento tan lindo…

Pasamos así un par de minutos sin dejar de besarnos. Nuestras bocas totalmente mojadas por la saliva que nuestras lenguas emanaban, por abrir las bocas lo más grande posible a cada chupada de labios.

– ¿Todavía te duele mucho?

– No, ya no tanto…

Me moví como pude. Quería sentir. Quería que me ayudara. Y él caminando y sosteniéndome con sus manos en mi trasero, me apoyó la espalda contra la pared y aprovechó a sacarla un poco y volver a penetrarme.

– ¿Asi la puedes aguantar ahora?

– Asihhh… siihh! -gemí.

– Qué rica tienes esa conchita Andrea…!

Lo miré sonriéndole con los ojos y me abalancé contra su boca otra vez. Me encantaba besarlo. Ahora más que estabamos tan apretados de la pelvis. No cabía ni un papel entre nosotros. La tenía muy adentro en esa posición. Me gustaba. Le sentía los testículos contra el orifico de entrada de mi trasero. Se salió un poco y volvió a penetrarme con fuerza. La posición mía contra la pared con las piernas en alto alrededor de su cintura le permitían entrar hasta lo más recóndito de mi vagina. Poco a poco nos empezamos a mover y fuimos aumentando la velocidad. El deseo de coger llegaba a un punto tan desesperado que parecíamos dos furiosos contendientes peleando uno con el otro por sentirse lo más adentro posible.

– Te voy a dar mi leche! -me gritó- ¿la quieres?!!!

– Si!!! Damela!!! -me atreví a gritarle yo a él.

Una embestida más fuerte que las demás seguida de una pausa. Luego otra embestida con otra pausa y sentí el calor dentro de mi cuerpo.

– Tómala! ¿La sientes?

– Siiiiihhh!!! Ahhhh….! Siiihh!

– Te estoy llenando la concha! Qué divina la tienes!

– Llénamela!

Me desconocía. No me importaba decirle cosas. Quería que me hablara sucio y yo quería hacer lo mismo con él. Y le dije:

– ¿Te gusta?

– Me encanta cogertela!

– No pares! Sigue cogiéndome por favorrrr…!!!

Tenía miedo que no me dejara terminar, pero no me defraudó. Siguió moviendo su verga dentro de mí hasta que me llegaba la explosión de emoción que me daba un orgasmo insolente, un orgasmo que me hacía temblar las caderas y restregarle la vulva muy fuerte contra su pelvis, de arriba a abajo con desespero y gritando mis gemidos tan alto como podía. No lo podía soltar. Mi orgasmo era interminable y todo mi sistema nervioso se volvía loco. La piel se me erizaba y mi boca buscaba seguir chupándole la suya. En pocos segundos mis empujones y restregones eran más espaciados hasta que empecé a calmarme.

Mi mejillas hervían. Entre las piernas sentía deslizarse un poco de semen mezclado con mis jugos orgásmicos. Me transportó hasta el borde de una de las camas y me depositó sacandome la pija lentamente. Finalmente salió toda como escupida por mi vulva, con un poco más de semen derramándose en la frazada de la cama y un poco en el piso.

Sorprendentemente Luis Eduardo se arrodilló levantándome las piernas y me empezó a chupar. Sentía un deseo enorme de ser cogida otra vez. Quería más y él también. Se dio media vuelta y me puso a horcajadas sobre su boca. Me chupó arrastrándome con sus manos en mis nalgas a lo largo de toda mi conchita. No daba crédito del deseo que otra vez me despertaba. Siguío pocos segundos más y otra convulsión me hizo sacudir hasta que caí en otro orgasmo largo apretandole la cara con mis piernas y restregándome en su boca. Él chupaba deliciosamente, su lengua me penetraba y me desesperaba. Otra vez, poco a poco me fui abandonando. Lentamente recobraba mi conciencia normal, volvía a tener un poco más de control. Nos quedamos así por unos minutos. Se puso a la altura de mi boca y le chupé los labios, le pasé la lengua y disfruté de toda esa mezcla de semen con mi venida.

– Bien Andrea! Posees una calentura muy grande. Eres divina cogiendo también. ¡Qué rico como me hiciste gozar!

Me sonreí mirándolo a los ojos.

– Me doy cuenta que te gusta mucho la verga, verdad?

Y me volví a sonreir hasta que lancé una corta carcajada nerviosa.

– Bueno. Me tengo que regresar al campo. Anda, termina de vestirte y trata de secar tu ropa en la estufa de leña.

Luis Eduardo se vistió y antes de irse me dio un abrazo con un beso en la boca.

– Nos vemos mi linda.

– Chau -le dije en punta de pie para llegar a sus labios otra vez.

Se fue y me puse en la tarea de arreglar todo como pude. Vacié la tinaja balde a balde y finalmente me dediqué a preparar la comida para calentarla cuando llegaran.

Me tiré en la cama y quedé dormida mientras pensaba lo rico que me había hecho sentir Luis Eduardo. Pensé en lo que me había dicho Rosa acerca de los hombres que me miraban con deseo. Me di cuenta que de mí dependía que estas cosas sucedieran con quien yo quisiera. EN cierta forma yo ponía las reglas.

– ¿Qué estará haciendo Rosa? ¿Habrá llegado a la ciudad?

Y al rato mis pensamientos se fundieron en un sueño quedándome dormida.

PARA CONTACTAR CON LA AUTORA
adriana.valiente@yahoo.com

Relato erótico: “Prostituto 13 La mulata se entrega a mí por placer” (POR GOLFO)

$
0
0
portada criada2

 

Tara:

Para los que no hayan seguido mis andanzas, me llamo Alonso y soy prostituto de élite en Nueva York. Vender mi cuerpo no me avergüenza porque considero que además de ser un trabajo como otro cualquiera, está estupendamente remunerado. Pero en esta ocasión no voy a narrar mi historia sino la de Tara, un maravilloso ejemplar de mulata que la casualidad hizo que cayera en mis brazos.
Como expliqué en un relato anterior, al vengarme de un par de gemelas, recibí a esa preciosidad como parte del pago. Nunca llegaré a agradecer al árabe que se quedó con las dos hermanas el favor que me hizo al entregarme a esta mujer. No solo era todo un monumento a la belleza femenina sino que tal y como os contaré, resultó ser un filón que aproveché.
Considero primordial describiros a Tara, sabiendo de antemano que por mucho que me explaye será imposible hacer justicia a esa mujer. Mulata de veintidós años, debía su hermosura a la combinación de los genes blancos de un potentado de origen europeo con la herencia de la mujer negra que trabajaba como sirvienta en su hacienda. Su color de piel era apiñonado, para los que no estén familiarizados con ese término, os puedo decir que era negra clara o si lo preferís morena obscura. Pero si de algo podían estar orgullosos sus progenitores era del cuerpo de su retoño.
Delgada pero bien proporcionada, Tara tenía unos pechos pequeños pero maravillosamente formados. Firmes y duros era una delicia el tocarlos pero más aún el metérselos en la boca porque, al hacerlo, sus pezones marrones se encogían como asustados, convirtiéndose en unos deliciosos chupetes.   No sé la cantidad de horas que me he pasado mamando de ellos, lo que si os puedo decir es que ella disfrutó tanto como yo, las ocasiones que me dormí con ellos en mi boca.  Tampoco me puedo olvidar de su espléndido culo en forma de corazón que tantas veces poseí ni de ese coño depilado que la hacía parecer aún más joven. En resumen, Tara era una de esas mujeres que levantan el aplauso unánime de todos los que la ven pasar y para colmo, como persona era dulce, delicada y apasionada.
Todavía rememoro con cariño el siniestro modo en que la conocí. La pobre había caído en manos de una organización de trata de blancas y gracias a un trueque me hice con sus servicios una noche de madrugada. Recuerdo que estaba aterrorizada al no saber qué clase de amo era yo, cuando ese norteafricano me la cedió. No os podéis imaginar cómo temblaba la muchacha cuando siguiendo con el papel de amo estricto, la obligué a montarse en mi coche. Como no podía descubrir que no era uno de ellos, esperé a estar lejos del alcance de esas alimañas para preguntarle cómo había llegado a esa situación.
Debió ser mi tono amable, lo que la indujo a confesar al extraño que acababa de comprarla su triste historia:
-Amo. Nunca deseé ser una esclava pero ello no debe importunarle porque después de dos años y tres dueños, he comprendido que esta es mi vida y he aprendido a asumirlo-
No tuve que ser un genio para saber que era una víctima y por eso nada más contarme que un antiguo novio, en su África natal, la había vendido a esos traficantes, le ordené que se quitara el collar de esclava. Tara creyó que era parte de un malvado juego y que en realidad solo quería reírme de su desgracia:
-Amo, ¿En qué le he fallado para que me torture de esta forma?- respondió con lágrimas en los ojos.
Viendo que tanto maltrato la había convertido en un ser sin esperanzas, tuve que ser yo mismo quien se lo quitara, tras lo cual le dije con el tono más dulce que pude:
-Para empezar, nunca más me llames amo, soy Alonso y a partir de ahora eres libre-
Mis palabras lejos de consolarla, acrecentaron su llanto y completamente histérica, me rogó que no le hiciera eso, que no la liberara.
-No entiendo- contesté acariciándole la cabeza- ¿No me has dicho que no deseas ser esclava?-
Completamente desmoralizada, ya que se veía en la calle, me explicó que solo conocía en los Estados Unidos a sus antiguos amos y que si la echaba de mi lado, volvería a caer en sus garras o lo que era peor, en la de la “Migración americana”.
-Me mandarían otra vez al Zaire y eso sería mi sentencia de muerte porque mis tíos  me matarían para salvaguardar su honor- dijo temblando. -No se olvide que para ellos soy una pecadora-
Conociendo que en esa parte del orbe, seguían matando a las mujeres que por uno u otro motivo habían manchado el buen nombre de la familia, no me quedó otra salida que proponerle que viviera conmigo en calidad de sirvienta. Al oír mi propuesta, me besó emocionada prometiéndome servirme en la casa y en la cama.

-No me has entendido- dije rehusando sus carantoñas- Te ofrezco que seas mi criada y te pagaré un salario mientras conseguimos arreglar tus papeles. Se ha terminado para ti el entregar tu cuerpo. Cuando lo hagas que sea porque es tu deseo-

Le costó asimilar mis palabras porque, en su vida, todos los hombres con los que se había topado habían abusado de ella. Cuando al cabo de cinco minutos, llegó a la conclusión que podía fiarse de mí y que mis intenciones eran sanas, me dijo con voz temblorosa:
-Acepto pero deberá descontar de mi salario, lo que pagó por mí-
Solté una carcajada al escuchar a la muchacha. Con la libertad había retornado el orgullo innato de su etnia y obviando que era imposible que llegara a pagarme los treinta mil dólares en los que la habían tasado, cerré el trato diciendo:
-¿Qué tal cocinas?-
-Estupendamente, le cebaré como solo saben hacer las mujeres de mi pueblo-
Su desparpajo me encantó aunque por mi trabajo no me convenía engordar, no dije nada no fuera a ser que cualquier negativa por mi parte quebrara su recién estrenada autoconfianza y por eso, me dirigí directamente a casa. Ya en mi apartamento, lo primero que hice fue mostrarle su habitación. Tara al ver por vez primera donde iba a dormir, no se lo podía creer:
-Amo… digo ¡Alonso!- exclamó rectificando al ver mi cara de cabreo – no se imagina la jaula donde llevo seis meses durmiendo cuando mi antiguo amo no me requería en su cama-
Las penurias incalificables que esa pobre había sufrido se habían acabado y así se lo hice saber, diciéndola:
-Es tarde. Vete a dormir que mañana tengo que conseguirte ropa-
-Se la pagaré…-  respondió mientras dejándola con la palabra en la boca, me iba a mi cuarto.
Mi despertar con ella en la casa:
Ni que decir tiene que en cuanto apoyé mi cabeza en la almohada, me arrepentí de no haber hecho uso de esa preciosidad antes de liberarla. Tengo que reconocer muy a mi pesar que me pasé toda la noche soñando con ella. Me la imaginaba gateando llegar a mi lado y ya en mi cama, ronroneando, pedirme que la tomara.
“Cambia el chip” me dije mientras cambiaba de posición en el colchón, “no puedes ni debes abusar de su ingenuidad”.
Por mucho que intenté olvidarme de Tara, ella volvía a mis sueños más y más sensual cada vez hasta que, cogiendo mi miembro, me masturbé imaginando que disfrutaba de ese delicado cuerpo entre mis piernas. No sé las veces que liberé mi esperma sobre las sábanas en su honor, lo que sí sé es que al despertarme esa mañana estaba agotado.
Acababan de dar la diez cuando me despertó el ruido de unos platos. Al levantarme a ver que era, me sorprendió descubrir que la mulatita se había levantado temprano y que en contra de lo que era habitual, la casa estaba escrupulosamente limpia. Los papeles y los restos de comida habían desaparecido del salón pero fue el olor a comida, lo que me hizo acercarme hasta la cocina.
Desde el quicio de la puerta, observé como esa belleza se ufanaba cocinando mientras seguía con su cuerpo desnudo el ritmo de la música que salía de una radio. Embobado y aunque sabía que no era ético siquiera el contemplar a Tara sin su consentimiento, no pude dejar de disfrutar de esas curvas perfectas contorneándose siguiendo el compás de la canción.
“¡Es maravillosa!” pensé sin hablar mientras, bajo mi calzoncillo, mi miembro se revelaba contra mí, adoptando una dolorosa erección. ”¡Qué buena está!”.
El maltrato sufrido no había hecho mella en su anatomía. No solo eran sus duras nalgas lo que me cautivó, sino todo ella. Con una cintura de avispa, esa negrita era el culmen de la femineidad. Incapaz de retirar mi mirada, repasé minuciosamente toda su piel buscando un defecto que me hiciera bajarla del altar en la que la había elevado pero no pude encontrarlo. Aunque normalmente me gustaban los pechos grandes, esas tetitas pedían a gritos que mi boca tomara posesión de ellas y tengo que reconocer que si dándose la vuelta, Tara no me hubiera pillado contemplándola, hubiera ido directo al baño a volverme a masturbar.
-¿Cómo ha dormido el señor?- fue su saludo. Su rostro no tenía ni la menor pizca de maldad pero tampoco mostraba la menor señal de sentirse turbada por estar desnuda en mi presencia.
Tratando de tapar la firmeza que había adquirido mi pene al observarla, me senté antes de contestar:
-Bien, pero llámame Alonso. Lo de señor me hace sentir viejo-
Alegremente, me respondió que no volvería a llamarme así y cambiando de tema me contó que ella había dormido en cambio fatal.
-¿Y eso?- pregunté interesado por saber el motivo de su insomnio.
-No estoy acostumbrada a una cama y menos para mí sola- contestó mientras ponía frente a mí un suculento desayuno.

Os tengo que reconocer que ni siquiera me fijé en el plato, mis ojos estaban fijos deleitándose del sensual movimiento de los senos de la cría. Se notaba que nunca había sido madre por la firmeza con la que desafiaban la ley de la gravedad. Tara, al percatarse del modo en que la devoraba con la mirada, se sonrojó y un tanto indecisa, me preguntó por la ropa de mujer que había en su armario.
-Es tuya. Su antigua dueña nunca volverá- contesté obviando que esos trapos habían sido de Zoe, la teniente de policía por la cual la había intercambiado.
La morenita pegó un grito de alegría y pidiéndome permiso, se fue a vestir apropiadamente. Aunque la comida que me había preparado estaba riquísima no pude disfrutar de su sabor porque mi mente estaba pensando en la muchacha que se estaba cambiando a solo unos metros.
“Está para comérsela” pensé mientras introducía en mi boca un pedazo del manjar que había cocinado en vez del clítoris de esa mujer que era lo que realmente me apetecía.
Tara no tardó en volver y cuando lo hizo, no pude dejar de maravillarme de la bella estampa que inconscientemente me regaló. Comportándose como una adolescente, me modeló su vestido dando saltitos sin dejar de reír. El dicho de “como niña con zapatos nuevos” le venía ni pintado. La mulatita estaba en la gloria sintiéndose la dama más feliz del mundo usando esa ropa de segunda mano.
-Estás preciosa- mascullé entre dientes cuando me pidió mi opinión.
Por vez primera, hallé algo de malicia en ella y fue cuando cogió mi mano y me llevó hasta su habitación donde me obligó a sentarme:
-Dime cual te gusta más- soltó mientras se desnudaba y removiendo los percheros, sacaba un ajustado traje de raso rojo.

Perplejo por la visión de esa mujer recién salida de la adolescencia en pelotas sin importarle que su teórico patrón estuviera observándola mientras se cambiaba, me mantuve callado rumiando mi calentura mientras intentaba que no se me notara.

-¡Dios mío!- exclamé en voz alta al descubrir que en contra de la noche anterior ni un pelo cubría su vulva.
-¿Qué le pasa?- preguntó asustada, pensando quizás en que algo me había incomodado.
Al explicarle totalmente avergonzado el motivo, soltó una carcajada mientras me decía:
-Ayer me fijé en su sumisa y creí que le gustaría más con el coño depilado-
Os juro que mi pene se izó como un resorte al escucharla porque aunque no lo dijera esa cría quería complacerme pero previendo que si no dejaba claro nuestra relación, no tardaría en llevármela a la cama aunque fuera a la fuerza:
-Eres una mujer libre, lo que hagas es porque te apetece, no porque me guste a mí más o menos-.
Por mi tono, Tara supo que me había incomodado pero entonces levantando la voz y tuteándome por primera vez, me soltó:
-Sé que ya no soy esclava y por eso si me apetece arreglarme para ti, lo haré y tú no podrás decirme nada-
Tenía toda la puta razón. ¿Quién era yo para ordenarla como debería llevar el chocho? Pero no queriendo perder nuestra primera discusión, me defendí diciendo:
-De acuerdo, pero te tengo que recordar que soy hombre y no te quejes si un día no aguanto más y te violo-
Muerta de risa, se pellizcó un pezón y poniendo cara de puta, me respondió:
-Ten cuidado tú, no vaya a ser que un día despiertes atado a tu cama y con esta mujercita forzándote-.
-¡Te estás pasando!- exclamé y aguantándome las ganas de tumbarla en la cama, salí del cuarto huyendo de ella.
Una carcajada llegó a mis oídos mientras dando un portazo me encerraba en mi estudio.
Tara me pide que la retrate:
 
 
Cómo no tenía que ninguna cita y además tenía suficiente efectivo para tomarme un periodo de asueto, me quedé en casa terminando un par de obras que tenía inconclusas. El pintar me permitió olvidarme momentáneamente de la mulata pero al cabo de la horas, escuché que tocaban a la puerta:
-Alonso, ¿Puedo pasar?-
Incómodo por la interrupción, di mi asentimiento a regañadientes. Al entrar Tara con una bandeja, comprendí el motivo que le había llevado a interrumpirme: la muchacha me traía la comida. Me arrepentí en el acto de haberme enfadado porque esa cría solo estaba cumpliendo con las funciones que le había encomendado.
-Gracias, no me había dado cuenta de la hora- dije a modo de disculpa.

Ni siquiera me contestó, al colocar los platos sobre la mesa, se quedó mirando los cuadros que tenía colgados. Su sorpresa fue patente y cuidadosamente, fue escudriñando uno a uno todos los lienzos. Su cara reflejaba una mezcla de turbación y excitación. Verla tan interesada en mi obra, me dio alas para preguntarle que le parecía:

-Me encanta- respondió en voz baja y tras unos momentos de  duda, me soltó: -¿Quiénes son? ¿Tus amantes?-
-¿Por qué lo dices?-solté extrañado- ¿Tanto se nota?-
-Sí- muerta de risa, me contestó. –Fíjate, aunque sean desnudos has sabido reflejar tanto el carácter de cada una de ellas como el tipo de relación que mantenías con ellas. Por ejemplo, esta rubia no es otra que tu antigua sumisa y se ve a la legua que te desagradaba-
Me sorprendió la agudeza de su inteligencia. Nadie se  percataba de eso sino se lo explicaba yo con anterioridad. Tratando de comprobar que no había sido suerte, le pedí que me dijera que veía en el cuadro de Mari:
-Esta mujer está triste pero te cae muy bien-
-Y ¿Este?- dije señalando el retrato que le hice a la amiga de mi jefa, una estupenda tetona que me dio su leche a probar.
-Solo veo morbo- contestó dando nuevamente en el clavo.
Satisfecho por lo atinado de sus respuestas, le fui explicando una a una mis citas, sin darme cuenta que su rostro se tornaba cada vez más cenizo. Al terminar, con verdadera angustia, me preguntó:
-¿Te acostaste con la mayoría por dinero?, entonces la pintura es solo un hobby-
Más que una pregunta era una afirmación y viendo su disgusto me tomé mi tiempo para contestar.
-Soy un pintor que se mantiene gracias a mujeres- contesté sin mentir pero obviando lo básico –Ahora mismo estoy preparando una exposición pero aún me faltan dos cuadros-
Mi respuesta le satisfizo parcialmente y por eso volvió a insistir:
-Si tienes éxito como pintor; ¿Dejarías de prostituirte?-
-Si- respondí sin tener claro si lo haría.
-Y ¿solo te faltan dos cuadros para poder exponer?-
Sin saber que era lo que se proponía, volví a responderle afirmativamente. Al oírme se le iluminó su cara y sin importarle mi opinión, exclamó:
-¡Úsame como modelo en ambos!-
Agradeciéndole el detalle, le expliqué que solo hacía un retrato por mujer pero olvidándose de lo que era obvio, alegremente, me susurró al oído:
-Alonso, gracias a ti, renací. Puedes pintar primero a Tara “la esclava” y luego a Tara “la mujer libre”-
“No es mala idea” pensé porque podría reflejar dos personalidades de una misma mujer y sin prever lo que esa decisión acarrearía, acepté su sugerencia. Habiendo cruzado nuestro Rubicón particular, no había vuelta atrás y por eso mientras yo preparaba el lienzo y los oleos, Tara se fue a cambiar. Al cabo de unos minutos, volvió enroscada en una sábana y con la gargantilla de sumisa que le había quitado la noche anterior en sus manos:
-Amo: ponga el collar a su propiedad-
Molesto le pedí que no me volviera a llamar así.
-Lo siento, amo, pero si tiene que captar mi antigua esencia es necesario-
Entendiendo a que se refería, no volví a insistir y cogiéndolo, se lo abroché. Lo que no me esperaba fue su reacción, nada más sentir que cerraba el broche, en silencio empezaron a brotar unas gruesas lágrimas de sus ojos.
-¿Qué te ocurre?- preocupado pregunté -¿Te sientes bien?-
-Perdóneme, amo,  sé que  una esclava no debe demostrar sus sentimientos y que ahora tendrá que castigarme- respondió quitándose la tela que cubría su cuerpo y arrodillándose a mis pies, adoptó una posición de típica de castigo.

Con la frente pegada al suelo, de rodillas y con el culo en pompa, esperó en silencio a recibir el duro correctivo. Reconozco que pensé que era un juego y por eso le solté un suave cachete en las nalgas, mientras le decía:

-Ya está bien, ¡Incorpórate!-
Nuevamente me vi sobrepasado por los acontecimientos cuando llorando la muchacha, me imploró:
-Si quiere pintar la realidad de una sumisa, ¡Debe castigarme!-

Su tono me convenció y cogiendo una fusta, le arreé un par de latigazos en el trasero. Esta vez sus gemidos fueron genuinos y totalmente inmersa en su papel, me pidió que siguiera. No sé si fue el morbo de volverla a ver como sumisa o como ella dijo, solo busqué la veracidad del retrato pero la conclusión fue que seguí azotándola hasta que me suplicó que parara.

Temiendo haberme pasado, me arrodillé junto a ella y sin pensar en nada más que consolarla, pasé mi mano por su espalda acariciándola:
-Umm- gimió al sentir mis dedos recorriendo su piel.
Al oír su suspiro, asimilé de pronto que para ella, en ese momento, su amo la estaba premiando y tratando de no defraudarla seguí mimándola mientras le decía que era una buena sumisa:
-¿En serio? ¿Lo soy?- balbuceó con la voz temblando de emoción –¿Mi amo está satisfecho?-
-Sí, estoy satisfecho-
No acababa de terminar de hablar cuando de improviso, pegando un grito de satisfacción, la morenita se corrió a mi lado. No fue parte de su actuación, vi, oí y olí como se retorcía de placer en el suelo mientras de su sexo brotaba un pequeño riachuelo. Asustado por la profundidad de su orgasmo mostrado, me la quedé mirando mientras trataba de adivinar la razón.
“Aunque no lo sepa, está mentalmente condicionada a sentir placer cuando su amo le dice que está contento con ella” pensé.
Queriendo, después de lo que la había hecho sufrir, al menos compensarla, seguí acariciándola mientras le susurraba lo maravillosa que era. Al hacerlo alargué su éxtasis tanto tiempo que sin saberlo, convertí su placer en una nueva tortura. Totalmente maniatada por su adiestramiento, su cuerpo convulsionaba ante cualquier alago. Aunque sea difícil de creer, fui testigo de cómo esa muchacha iba de un orgasmo a otro solo con mi voz. Estaba tan ensimismado por mi nuevo poder que tuvo que ser ella, la que agotada me pidiera que no siguiese.
-Amo, ¡Pare!, ¡No aguanto más!- gritó usando sus últimas fuerzas.
Haciéndola caso, me callé pero Tara seguía corriéndose sobre la alfombra. Francamente preocupado, supuse que estaba histérica por tantas sensaciones acumuladas y recordando que cuando alguien estaba así, lo mejor era soltarle un guantazo, se lo di. En cuanto sintió mi bofetada, se calmó y de repente se quedó dormida.
Al verla sosegada, sonriendo y con cara de felicidad, decidí no despertarla y aprovechando que estaba inmóvil, me dediqué a pintarla. Su rostro reflejaba la felicidad de la entrega de una esclava. Aunque había observado muchas veces esa expresión en la cara de Zoe hasta entonces no supe asignarle su verdadero significado. Al cabo de una hora, mi negrita despertó de su sueño, feliz pero intrigada por lo que había pasado.
-¿Qué me ha hecho?- preguntó con una sonrisa- ¿Nunca había sentido nada igual?-
Dudé si contarle una milonga pero decidí contarle la verdad:

-Yo no te he hecho nada. Alguno de tus anteriores amos era un genio lavando cerebros y te ha condicionado para que cuando portes el collar, tengas que obedecer las palabras del que consideres tu dueño. Como te dejé llegar al orgasmo, seguiste encadenando uno tras otros mientras yo no te decía lo contrario-

-Amo, no le creo- contestó sin darse cuenta que era incapaz de llamarme de otra forma.
-¿Quieres que te lo demuestre?-
Asintiendo con la cabeza dio su conformidad al experimento:
-Sabes que te liberé ayer y que ya no eres mía y por lo tanto no tienes que obedecerme-
-Sí, lo sé-
-Entonces quiero que intentes desobedecerme, ¿Lo entiendes?-
Se quedó callada concentrándose en mis palabras. La dejé que durante un minuto se relajara y cuando ya estaba tranquila, le ordené que se pusiera en posición de esclava del placer.  Por mucho que intentó, no pudo evitar arrodillarse frente a mí con las rodillas abiertas, con la espalda recta y los pechos erguidos, exhibiendo su collar.
-¿Lo ves?-  satisfecho le solté.
Sudando y temblando al darse cuenta que había sido incapaz de llevarme la contraria, sollozó, diciendo que eso no demostraba lo que había sentido mientras me pedía otra oportunidad para demostrar que podía negarse a acatar mis órdenes. En ese instante, mi lado travieso me obligó a jugar con ella y sentándome en el sofá, la ordené que se acercara y que pusiera su cabeza en mi regazo.
Os tengo que confesar que me excitó ver a esa chavala sufriendo al nuevamente verificar que le resultaba imposible oponerse a mis pedidos y por eso cuando apoyó su cabeza contra mi pierna, mi pene ya estaba morcillón.
-Mi única duda es si llevas unido dolor y placer, pero ahora mismo podemos comprobarlo. ¿Te parece?-
-Amo, haga lo que crea conveniente- farfulló muy nerviosa.
Me tomé unos segundo en pensar que era lo que le iba a decir. Quería demostrar sin que pudiera quedar ninguna duda mi teoría y por eso la morenita debía ser únicamente un sujeto pasivo del experimento:
-Quiero comprobar que consigo llevarte al orgasmo con solo ordenártelo. No debes tocarte ni pensar en otra cosa más que en mi voz, ¿Has comprendido?-
-Sí, mi amo-
Su sumisión era total, quizás por ser ella la primera interesada en saber hasta dónde llegaba el control instalado en su mente. Sabiendo que de nada servía prolongar la espera, le dije:
-Tara, una esclava vive para servir a su amo, ¿Lo sabes?-
Ver sus ojos rebosando de lágrimas fue suficiente respuesta y por eso, puse mi mano sobre su cabeza y ordené:
-Es mi deseo disfrutar de cómo te corres. ¡Hazlo!-
Mi mandato cayó como un obús en su cerebro y sin necesidad de ningún preludio, fui testigo de cómo mi preciosa morenita pegó un grito al sentir que desde lo más profundo de su cuerpo se iba acumulando en su entrepierna un calor artificial que intentó combatir durante unos segundos, hasta que aullando como perra en celo, cayó a mi pies diciendo:
-Dios, ¡Qué gusto!-
Fue acojonante observar como sus pezones se erizaron sin necesidad de que nadie los tocara pero sobretodo confirmar visualmente que su clítoris crecía bajo el invisible manoseo de mi voz. Temblando sobre la alfombra, la muchacha separó sus rodillas, de forma que pude ver como la humedad iba calando su sexo hasta que explotando, un pequeño torrente brotó entre sus piernas.
-Amo, ¡Me corro!- chilló histérica.
No me hacía falta continuar con dicha demostración y  como quería verificar los límites de su adiestramiento, corté de plano su orgasmo diciéndole que ya bastaba. Tara se quejó al no poder terminar de liberar la calentura que la dominaba y con gesto triste, me miró en espera de conocer mis designios.
-¿Qué opinas de mí?- le solté porque me interesaba saber si se vería obligada a decir la verdad y en ese caso, cuál era su opinión al respecto.
-Que usted es mi amo- respondió saliéndose por la tangente.
Comprendí que esa cría había contestado de esa forma para no descubrir sus verdaderos sentimientos hacía mí:
“Estará condicionada pero no es tonta” pensé y centrando mi pregunta, le dije:
-Primero quiero que me digas lo que sentiste cuando te compré-
Aterrorizada por ser incapaz de callar, me contestó llorando:
-Cuando usted me habló en la subasta, me excité y desde ese instante, deseé que ese bello amo fuera el que me comprara. Cuando finalmente le acompañé a su coche, estaba encantada y contrariamente a lo que me ocurrió con mis anteriores dueños, me apetecía ser su esclava y compartir su cama-
-Bien y ¿Qué pensaste después cuando te liberé?-
-Amo, me da mucha vergüenza….-
-Obedece-
-Me creí morir porque me di cuenta que usted no me desea y eso para una esclava es lo peor –
Estuve a un tris de sacarla de su error y decirle que no solo la encontraba atractiva sino que todas las células de mi cuerpo me pedían tomarla aunque fuera contra su voluntad pero en vez de ello, le pregunté:
-Si pudieras elegir un deseo, ¿Qué me pedirías?-
Tardó en responder y bajando la cabeza al hacerlo, me dijo:
-Ser suya aunque fuera una única vez-
Oír de sus labios que deseaba ser mía, terminó con todos mis reparos y acomodándome en el sofá, le solté:
-¿A qué esperas?-
Tara me miró alucinada y gateando hasta mí, me preguntó mientras llevaba sus manos a mi bragueta:
-Amo, ¿Puedo?-
-Sí y te ordeno que me vayas diciendo lo que te apetece hacerme o que te haga-
Un tanto acelerada, la morena me desabrochó el pantalón y sacando mi miembro de su encierro, me pidió permiso para hacerme una mamada. Al contestar afirmativamente, se le iluminó su rostro y acercando su boca hasta mi sexo, lo empezó a agasajar con dulces besos. Me encantó sentir los labios de esa cría rozando tímidamente mi glande antes de metérselo lentamente en su garganta.
Comprendí que no tardaría en correrme al ver la felicidad con la que esa mujer se embutía mi miembro. Arrodillada frente a mí, sus ojos permanecían fijos en los míos mientras metía y sacaba mi extensión  del interior de su húmeda oquedad.
-Eres una putita preciosa- le dije mientras acariciaba su melena: -¿Quieres que te toque?-
-Todavía no, amo- contestó y con la respiración entrecortada por la excitación, se puso a horcajadas sobre mí: -Antes necesito sentir su polla dentro-
Tal y como le había ordenado, la mulata me iba retrasmitiendo sus deseos y por eso cuando percibió como su conducto iba devorando mi pene, me rogó que mamara de sus pechos. Tengo que confesar que era algo que estaba deseando y por eso no puse objeción alguna en coger uno de sus senos en mis manos. Llevándolo a mi boca, observé como su pezón se encogía al sentir la humedad de mi lengua recorriendo sus pliegues.
-¡Me encanta!- chilló mientras se empalaba.
Su entrega me llevó a coger entre mis dientes su aureola e imprimiendo un suave mordisco, empecé a mamar. Tara, con una sonrisa decorando su rostro, me imploró que siguiera. Contagiado de su calentura, cogí su otro pecho y repetí mi maniobra pero esta vez, mi bocado se prolongó durante unos segundos.
-Amo, ¡Necesito moverme!. Quiero sentir su verga entrando y saliendo de mi vagina-
Más que satisfecho, le di mi consentimiento. Ella, al oírme, soltó una carcajada y apoyándose en mis hombros, me empezó a cabalgar sin parar de reír. Con una alegría desbordante, la mulatita fue acelerando la velocidad con la que se ensartaba y cuando ya llevaba un ritmo trepidante, me suplicó que la dejara correrse:
-Córrete tantas veces y tan profundamente como quieras- respondí a su petición.
Sus gemidos no se hicieron esperar y mientras ella declamaba su placer, desde lo más profundo de la cueva de su entrepierna un flujo de calor envolvió mi miembro.
-Dios, ¡Cómo me gusta!- aulló al distinguir que cada vez que se hundía mi pene en su interior, la cabeza de mi pene forzaba la pared de su vagina.
Absorta en las sensaciones que estaban asolando su piel, me rogó que la besara. Al sentir mi beso, Tara pegó un grito y dejando que mi lengua jugara con la suya, se corrió brutalmente. Fue tanto el calado de su orgasmo que me sorprendió. La cría retorciéndose sobre mis piernas, lloró de placer al experimentar como su cuerpo se derretía.
-¡No quiero dejar de ser su esclava!- exclamó con sus últimas fuerzas -¡Por favor! No me libere-
Fue entonces cuando imbuido en mi papel de dominante, la cogí entre mis brazos y dándole la vuelta la deposité sobre el sofá:
-Disfruta – le solté justo antes de volverla a penetrar.
La cría berreó de satisfacción cuando sintió mi extensión abriéndose camino en su sexo y moviendo sus caderas, me rogó que la usara. Su devoción era absoluta. Con la cabeza apoyada en el cojín, levantó su trasero y separando sus nalgas, me miró diciendo:
-Amo, quiero ser enteramente suya-
No me lo tuvo que repetir porque al ver su esfínter, se me antojó irresistible y cogiendo una buena cantidad de flujo de su sexo, embadurné con ello su entrada trasera antes de colocar mi glande junto a ella. Mi mulata al distinguir la cabeza de mi pene jugueteando con su hoyuelo, no se pudo resistir y echándose hacia tras, se lo fue introduciendo mientras no paraba de bufar.
-¿Te gusta zorrita?- pregunté al ver la cara de placer con la que recibió la invasión de sus intestinos.
-¡Es maravilloso!- musitó sin dar tregua a su sufrimiento hasta que la base de mi falo recibió el beso de los labios de su sexo.
Fue entonces cuando perdí toda cordura y cogiéndola de los pechos, la empecé a cabalgar desesperado. Tara no solo estaba hechizada con el trato sino que a voz en grito, me rogó que marcara sus movimientos con azotes. Ni primer nalgada coincidió en el tiempo con su ruego y a partir de ahí, imprimí su ritmo a bases de sonoras palmadas en su trasero.
-¡Dele más fuerte!, ¡Lo necesito!- aulló quejándose de lo suave de mis caricias.
Azuzado por su necesidad, incrementé la dureza de mis mimos y ella, al sentirlo, se dejó caer sobre el sofá mientras me agradecía el tratamiento. Una y otra vez, seguí ensartándola con pasión hasta que gritando imploró que necesitaba sentir mi simiente. Su súplica fue el empujón que mi cuerpo precisaba para dejarse llevar y descargando mi lujuria en su interior, me corrí sonoramente. Mi salvas no le pasaron inadvertidas y uniéndose a mí, un espectacular orgasmo asoló hasta el último rincón de su anatomía.
-Amo, ¡Me muero!- chilló mientras se desplomaba agotada.
En trance, Tara no se percató que cogiéndola en brazos, la levanté del sofá y cariñosamente, la llevé hasta mi cuarto. Al depositarla en mi cama, me quedé atontado observando su belleza y fue entonces cuando como un torpedo, me di cuenta que estaba colado por ella. Sin querer perturbar su descanso, me terminé de desnudar y en silencio, la abracé. Ella al sentir mi proximidad, me besó y susurrando en mi oído, me dijo:
-Le amo-
-Yo, también- respondí al reconocer que esa muchachita ya era parte vital de mi existencia.
Os tengo que confesar que jamás había sentido una dependencia tal y creyendo que no era apropiado que la mujer de mis sueños se viera impelida a cumplir mis deseos solo por ser míos, le dije:
-Tengo que quitarte el collar-
Asustada, se levantó de un salto y cogiendo la gargantilla entre sus manos, se negó diciendo:
-¡No quiero! Soy feliz sirviéndole. No me importa ser la esclava del hombre que adoro-
Viendo su negativa, la llamé a mi lado y previendo que tendría tiempo de convencerla de ser libre, le prometí no quitárselo. Más tranquila, mi mulatita se tumbó junto a mí y declarando su eterna fidelidad, me dijo:
-Amo, si me libera, le juro que me suicido- y dotando de un tono pícaro a su voz, me confesó: -Sin usted no quiero vivir pero si al final decide no hacer caso a su esclava, le aviso que antes de terminar con mi vida: ¡Lo mato!-
Soltó tan tremenda amenaza justo antes de, con una sonrisa, buscar con sus labios reanimar mi maltrecho miembro.
-Si eso es lo que quieres, eso tendrás- y deshaciéndome de su abrazo, le informé: -Tengo sed y mientras voy a la cocina, no quiero que te enfríes. ¡Córrete!-
Entusiasmado por la oportunidad que el destino me había brindado, me fui por un vaso de agua cuando desde el pasillo, escuché los primeros gritos de placer con los que mi pobre mulatita iba a amenizar mi casa en el futuro.

 Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

 

 

Relato erótico: “Secreto de Familia: Lorena 2” (POR MARQUESDUQUE)

$
0
0

Cuando cumplí los 18 me fui a vivir a casa de Rita. María y Julio me ayudaron en la mudanza. ¿De verdad te parece bien que viva con tu hermana?, le pregunté a mi “cuñada”, recordando que en mi casa había tenido que fingir que iba a compartir piso con una amiga por aquello de repartir los gastos, para evitar una tragedia. Claro, tú la haces feliz y eres un encanto. Rita tiene suerte. Dicho esto me cogió por la cintura y me dio un sonoro beso en la mejilla. Había que ver que diferentes eran nuestras familias. Los críos esperaban en casa, Sandra, la mayor, de apenas unos meses más que su primo, José, el hijo de Rita, el niño de mis ojos, y Javi, al que María y Julio acababan de adoptar. Cuando completamos la mudanza acostamos a los niños y cenamos todos juntos. Me sentía feliz. Cuando nos despedimos Rita besó en la boca a su hermana y su cuñado, como tenían por costumbre. Julio me besó en la mejilla, pero María me dio un piquito en los labios también, cosa que no solía hacer. No me importó, eso quería decir que nuestra confianza aumentaba, que ya era como de la familia. Durante la cena me había fijado que llevaba un escote muy seductor. María era una mujer preciosa y carismática, de pelo castaño rizado, ojos oscuros y curvas sinuosas.

¿En tu familia siempre os habéis saludado con un beso en los labios?, le pregunté a Rita. ¿Estás loca? Cuando mi padre estaba en casa éramos una familia conservadora, como la tuya. Cuando nos abandonó… bueno, las cosas cambiaron… no de golpe, al principio sufrimos mucho. Luego llegó el desenfreno sexual, Julio se acostó con mi madre, luego con María, luego conmigo, esa época fue un poco loca… recuerdo una película porno que mi padre se dejó, solía verla con María. Sonará un poco raro, pero era de las pocas cosas que teníamos de papa, aunque la pornografía no sea lo que te debe recordar a un padre, je, je… La escena que más nos gustaba, que veíamos una y otra vez, era un trío de dos actrices con un tío. Ya sabes, un pene gigante y cuatro tetas de silicona, pero que las tías se dejaran follar por un tío y a la vez se besaran entre ellas me ponía. Entonces no sabía por qué. Una vez… ya habíamos comenzado el tonteo con Julio, pero las dos éramos vírgenes aún, estábamos viendo la película y, no recuerdo quien tomó la iniciativa, pero de pronto con una manos nos estábamos masturbando y con la otra nos tocábamos las tetas… fue brutal.

La historia me dejó tan cachonda que esa noche tuve tres orgasmos en su boca. Imaginar el despertar al sexo de las dos hermanas, masturbándose juntas, rozando la barrera del incesto, tocándose, ayudándose a llegar al orgasmo, me ponía a mil. Desde entonces cada vez que veía a María recordaba la historia y me excitaba. Ella, además, estaba muy afectuosa conmigo y me abrazaba y besaba a la menor ocasión. Una vez que trajinábamos las tres en la cocina de su casa, preparando la comida, una mañana de domingo en que habíamos quedado a comer con a familia, la ayudé con la ensalada y para agradecérmelo me dio un beso en los labios, esta vez más intenso que otras. Pero que preciosa eres, dijo como en broma. Eh, que es mía, saltó Rita agarrándome por la espalda. Bueno, pero puedes compartirla, dijo María frente a mí. Al fin y al cabo yo compartí a mi marido contigo. Eso es verdad, tuvo que conceder mi novia. Parecía que no hablaban en serio, pero, ¿cómo saberlo? Yo estaba entre las dos, con las tetas de Rita pegadas a mi espalda y sus brazos rodeándome y con su hermana ante mí, muy cerca, aun con el sabor de sus labios en los míos. Que hablaran de mi de esa manera me excitaba muchísimo. Está bien, dijo mi “dueña”, puedes darle un besito, y añadió en mi oído, como en un susurro: ¿quieres que te de un besito? Yo asentí y María me besó. Este fue un morreo en toda regla. Nuestras lenguas se juntaron mientras su hermana me sobaba las tetas desde atrás. Julio pregunto si ya estaba la comida, nos separamos y seguimos a lo nuestro. Ellas parecían muy tranquilas y risueñas, yo anduve como en una nube, torpe y con el chocho hecho pepsicola todo el día. Esa noche no dejé a Rita en paz durante horas, pidiéndole una lamidita tras otra para calmarme.

Unas semanas después Rita me anunció que tendríamos una noche de chicas con su hermana. Después de lo que había pasado no se qué significaba eso exactamente. Julio se quedaría con los niños y saldríamos por ahí, hasta ahí estaba claro, pero, ¿sería una inocente fiesta de amigas o habría algo más? No me atreví a pedirle más explicaciones y me limite a dar mi consentimiento. Esa noche nos pusimos guapas, fuimos a cenar a un restaurante y a bailar a una discoteca. Hablamos de cosas banales, de trabajo, de los niños… y de sexo, siempre terminábamos hablando de eso. En la disco comenzamos modositas, pero poco a poco nos fuimos desatando. Varios chicos nos tiraron los trastos, pero los rechazamos amablemente. Distinto fue cuando nos encontramos con el ex novio y ex alumno de Rita. Me lo presentaron y hablamos un rato. Cuando se fue comenzó lo más fuerte. Nos pusimos a hacer el baile de las falsas-verdaderas lesbianas. Rita comenzó a besarme y yo le devolví el beso. Luego se besaron las hermanas, no un beso casto ni fraternal, se comieron la boca como dos amantes. Se notaba que ya lo habían hecho otras veces. Me excité muchísimo mirándolas. Estaba acostumbrada a las locuras de Rita, por eso la amaba, mi vida se había convertido en una desde que la conocía y era indudablemente mucho más feliz que antes, pero esto me sorprendía de nuevo. La idea de que las hermanas se lo montaran me atraía y asustaba a un tiempo. Cuando acabaron María vino hacia mí. Estaba claro lo que quería y, a decir verdad, aunque me moría de miedo, yo quería lo mismo. Nos besamos apasionadamente. Rita bailaba a nuestro lado. Nuestras bocas se devoraban. Seguimos con bailes sexis y morreos todas con todas un rato, después salimos de allí y cogimos el coche. Rita conducía y María me arrastro con ella al asiento de atrás para enrollarnos mientras tanto. Volvimos a comernos las bocas y nos metimos mano mientras Rita nos decía que le guardáramos algo. Llegamos a casa y fuimos derechas al dormitorio. Las hermanas me desnudaron besándome por todo el cuerpo. No me lo podía creer. Era una locura, pero era maravillosa. Me chuparon cada una un pecho, como compitiendo por ver quién lo hacía mejor. Rita era más diestra, pero María tampoco se las apañaba mal y el morbo que me daba que estuviera allí era superior a todo. Mi chica me agarro las tetas por detrás, como el día del primer beso con María en la cocina, pero esta vez sus tetas desnudas frotaban mi espalda sin oposición y me besaba el cuello. Su hermana me besó como aquel día, acariciando mi lengua con la suya y pegando sus pezones a los míos. Después de morrearnos un rato bajó la lengua por mi vientre hasta mi vello púbico. Rita me acariciaba la entrepierna con la mano derecha mientras con la izquierda seguía restregando mis senos y su lengua iba de mi cuello a mi mejilla, de esta a mi oreja y de ahí a mi boca. María me besó las piernas, luego la cara interna de mis muslos, mis ingles y, finalmente, comenzó a lamerme el coño con entusiasmo. ¿Disfrutas cariño?, me susurró mi amor al oído. Mucho, respondí entre jadeos. Pues ahora veras, amenazó, y bajó la lengua por mi espalda, besándola y lamiéndola hasta que llegó a mi culo. Allí estaba yo, con las hermanas entre mis piernas, una por delante y la otra por detrás, haciéndome disfrutar. Era maravilloso. Acariciaba sus cabellos mientras me metían la lengua por los dos agujeritos a la vez. Supongo que allá abajo ellas se masturbaban la una a la otra mientras chocaban sus pechos y me lamian a mí, no podía verlas bien. Cuando me corrí entre jadeos, con el orgasmo más fuerte que recordaba haber tenido nunca, treparon por la cama hasta tener sus caras junto a la mía. Estuvimos un rato besándonos las tres y acariciándonos el cuerpo. Descansamos unos minutos y Rita me pidió al oído que le comiera el coño a su hermana. Obedecí como una niña buena, poniéndome a ello con el mayor entusiasmo, procurando que disfrutara tanto como lo había hecho yo. Mientras, ellas se besaban y se chupaban las tetas, y Rita le susurraba: ¿te gusta hermanita, te gusta como mi nena te come el chochito? Me encanta, respondía María, me está volviendo loca. Mi chica la abandonó entonces para acercar la boca a mi coño y mi culo y chuparlos alternativamente, frotándome el clítoris con los dedos a la vez. Así me corrí por segunda vez al mismo tiempo que María. Rita se desplomó sobre mi y mientras nos besábamos la masturbé como yo sabía que le gustaba. Su hermana nos miraba sonriente. Cuando terminé con la pajita quedé con los dedos mojados y noté el olor a sexo que inundaba la habitación.

Unos días después a Rita le sonó el móvil: ¿Sí?… hola… a mí también me gustó verte… no sé si sería una buena idea, estoy con alguien… sí, yo también te echo de menos, ja, ja, ja, sí también echo un poco de menos las pollas, pero lo que tengo vale la pena… bueno, vale, te llamaré si cambio de idea, un besito…

¿Quién era?, pregunté enseguida. Mario, respondió, mi ex. ¿Y qué quería?, volví a preguntar. Ella se rió. Pues un polvete supongo, pero tranquila, no voy a quedar con él. Lo normal hubiera sido haber dejado las cosas ahí, pero en nuestra vida ya nada era normal. ¿Y por qué no?, me sorprendí a mi misma diciendo. Es obvio que te apetece. Te dije que podías salir con hombres si querías, con tal de que no me cambiaras por uno. ¿No te acuerdas? Ella me miró extrañada. Sí, me acuerdo, pero aunque pueda, no quiero hacer nada que te haga sentir mal. Sonreí ante esa respuesta y la besé. Te gustan los hombres, tarde o temprano querrás estar con uno, tú misma lo dijiste. No podía creer lo que me estaba escuchando a mi misma proponer. Mejor ahora, luego vuelves y me lo cuentas con detalle. Mientras le decía esto mi mano se había colado en sus bragas. ¡Eres imposible! Me besó y nos reímos. Tal vez solo quiera hablar, sugirió. Sí, y que más, respondí, y reímos de nuevo.

El día de la cita de Rita con Mario, ya no estaba tan segura de que fuera una buena idea. Estuve a punto de volverme atrás y pedirle que no fuera varias veces, pero me contuve. Se arregló como para las grandes ocasiones y nos despedimos con un beso. Estaba guapísima. Mientras la veía marchar pensé que podía estar perdiéndola, pero también era posible que gracias a esto estuviéramos más unidas, que ella sabría que estar conmigo no la obligaba a renunciar a nada, que yo haría lo que fuera para hacerla feliz, como ella me había hecho a mí. Al cabo de un rato sonó el timbre. Al principio creí que era ella, que se había arrepentido, y no me sorprendió darme cuenta que me alegraba por ello. Cuando abrí la puerta, me decepcionó comprobar que no era ella sino su hermana. Hola María. Hola, Rita me pidió que me pasara a hacerte compañía. No hacía falta, pero pasa. La verdad es que no me vino mal que alguien me distrajera de mis pensamientos. Inevitablemente acabamos hablando del trío lésbico de unos días antes. Nunca me habían atraído mucho las mujeres, me soltó, quiero decir que no me repugnan, mi hermana te habrá contado cómo nos masturbábamos juntas viendo la escena del trío, pero me gustan más los hombres, sin embargo contigo no se qué me pasa, que me pones cachondísima… eres tan preciosa… Gracias, murmuré algo sonrojada, entonces ella se me acercó y me besó en los labios. No sé que me paso, pero me lancé sobre ella y le metí la lengua hasta la garganta. Fuimos a la cama y nos desnudamos. Eres tan preciosa, volvió a decir. Tú también eres muy guapa, respondí con sinceridad. Me besó por todo el cuerpo. Para no excitarle mucho las mujeres parecía entusiasmada por estar en mi cama. Llegó a mi coño y me acarició el clítoris con la lengua. No era tan experta como su hermana pero también lo hacía muy bien y me daba muchísimo morbo. Me giré hasta tener su chocho a la altura de mi boca y la retribuí. Fue un sesenta y nueve tremendo. Era extraño tener sexo sin que Rita estuviera presente. Hasta ahora vinculaba el placer sexual a mi relación con ella, pero últimamente parecía como si eso estuviera cambiando. Seguimos retozando en la cama hasta que nos dormimos.

La voz de Rita me despertó a la mañana siguiente: ¿Os lo habéis pasado bien?

¿Y tú?, respondí desafiante. La escena era totalmente la del descubrimiento de un adulterio, su hermana y yo semidesnudas en la cama y ella de pie mirándonos, pero no había tensión, más bien nos miraba divertida, como si todo lo hubiera planeado ella, cosa que, por otra parte, era lo más probable.

Yo particularmente me lo he pasado de muerte, intervino María, muy tranquila. Muchas gracias por una noche maravillosa, me dijo dándome un beso de tornillo que me dejo sin respiración, tras lo cual se levanto, como si la situación fuera la más natural del mundo, le dio un piquito en los labios a su hermana y comenzó a vestirse.

En respuesta a tu pregunta, sí, me lo he pasado bien, pero estaba deseando volver a verte, me preocupaba como estarías, pero veo que estas esplendorosa. Mientras Rita decía esto, María terminaba de vestirse y nos dejaba murmurando: Julio debe estar preocupado, es tardísimo. Viéndonos solas Rita sonrió y se tumbó sobre la cama a mi lado.

– Buenos días – dijo bajito y me besó despacio.

– Buenos días – respondí – ¿Entonces ese semental te ha metido la polla? – pregunté poniendo vocecita de niña buena.

– Sí, hasta el fondo, era algo que echaba de menos.

– Seguro que acabas por dejarme por uno – volví a la carga.

– No digas tonterías. Y tú no iras a enamorarte de mi hermana – contraatacó ella.

– No – respondí convencida – Ella me da mucho morbo, pero te quiero a ti.

– Pues eso es lo que me pasa a mí con los hombres – explicó ella – Me dan mucho morbo, pero te quiero a ti – Y me besó de nuevo.

– ¿Y qué es lo que te da morbo de los hombres? ¿Qué te metan la pollita? – dije riendo y con vocecita cachonda.

– Sí – aclaró ella – y chupársela – ¿Quieres que te cuente lo que he hecho con Mario? – Sí – respondí en seguida

– Pues mira, primero estuvimos un rato besándonos – y comenzó a besarme mientras lo contaba – Luego me besó por el cuello, por las tetas. Yo le saque la polla, y comencé a chupársela, mira, así… – entonces me puso los dedos índice y corazón de la mano derecha tiesos, como si fueran una polla empalmada y se puso a chuparlos, enseñándome lo que había hecho con el chico – Hazlo ahora tu – me dijo poniendo ella los dedos igual. Yo la imité lo mejor que pude y le hice una buena mamada simulada – mmm, muy bien – siguió diciendo – a continuación me metió la pija en el chochito – y me metió los dedos en la entrepierna como si fueran una polla que intentase penetrarme. Me estuvo masturbando así un ratito mientras me susurraba obscenidades al oído que me ponían aún más cachonda. Luego se puso sobre mí, como en la postura del misionero, y frotamos nuestras vaginas como si ella fuera un hombre. Mientras, me besaba y nuestras tetas se rozaban todo el tiempo. Tuve un orgasmo fantástico.

Las siguientes semanas volvimos a la normalidad. Tuve sexo con su hermana un par de veces más en los siguientes años, y ella quedó con hombres en alguna ocasión, pero nunca significó nada y siempre volvimos a estar juntas sin ningún problema. Los niños crecieron y la atípica familia que formamos se consolidó

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
jomabou@alumni.uv.es

Relato erótico: “Prostituto 14 Mi novia me traiciona con un abuelo” (POR GOLFO)

$
0
0
portada criada2
Estoy cabreado, jodido y hundido. Mi novia me ha dejado por un tipo de setenta años y no he podido hacer nada por evitarlo. No tiene puta madre, hacíamos una pareja perfecta pero el destino y mi profesión han querido separarnos. Nunca pensé que mi mulata me traicionaría de ese modo. Siempre creí que el hecho de ser una pareja enamorada era suficiente para ser felices y continuar juntos, pero no fue así. Tara, mi princesa, me abandonó por un anciano. Os preguntareis cómo es posible que esa preciosidad haya preferido las caricias de un vejestorio a la pasión que, con mis veinticuatro años, yo le ofrecía. Sé que yo tengo gran parte de la culpa y que si hubiera cedido a sus ruegos, todavía seguiría conmigo pero aun así duele.
Nuestra idílica relación empezó a entrar en barrena, el día que la convencí de quitarse el collar de esclava. Para los que no lo sepáis, gracias a un trueque me hice con esa belleza. Desde el primer momento intenté liberarla pero ella se negó diciendo que prefería ser la sierva del hombre que amaba a una mujer libre. Tampoco ayudó que juntos descubriéramos que durante su esclavitud, uno de sus amos le había lavado el cerebro, de forma que no pudiera negarse a cumplir las órdenes de quien ella considerara su dueño. Cualquier otro, hubiera usado esa información para abusar de ella y en cambio yo la aproveché para darle placer y más placer.
Quizás fue, aunque ella siempre lo negó, que acostumbrada a sobredosis de orgasmos artificiales cuando solo obtuvo los que con ahínco le proporcionaba, le parecieron poco y por eso buscó a alguien que no tuviera inconveniente en emplear su aleccionamiento para hacerla gozar.
Otro aspecto determinante en su decisión fue que con el paso del tiempo, llevó cada vez peor que nuestro altísimo nivel de vida se debiera a que noche tras noche, la dejara sola y me fuera a satisfacer las necesidades de otras mujeres por dinero.
Y por último tampoco puedo negar que mi querida Tara quería formar una familia. Educada con rígidos conceptos morales, deseaba limpiar su reputación y así poder volver algún día a su casa con la cabeza bien alta.
Vosotros mis fieles lectores, decidiréis al terminar de leer mi historia si Tara me abandonó por liberarla, por mi profesión o por que encontró en ese viejo, la seguridad y el nombre que conmigo nunca tendría.
El collar:
Llevábamos tres meses viviendo juntos cuando una mañana, me despertó Tara con ganas de cachondeo. Aunque eran casi las doce, realmente me acababa de acostar hacía dos horas porque la noche anterior había tenido una cita con una clienta.
-Déjame dormir- le pedí al sentir que cogiendo mi pene entre sus manos lo empezaba a masajear con la intención de reactivarlo.
-Amo, su esclava está bruta y necesita un buen meneo- contestó obviando mi cansancio mientras deslizándose sobre las sábanas, aproximaba su boca a mi miembro –Usted descanse que yo me ocupo de todo-
Todavía medio dormido, sentí sus labios devorando mi extensión mientras con sus dedos masajeaba mis testículos. Su maestría hizo que en pocos segundos, mi pene se alzara completamente recuperado y entonces sentándose sobre mí, se lo fue introduciendo poco a poco hasta absorberlo por completo.
-¡Me encanta!- gritó mientras se empezaba a mover.
Cabreado por perturbar mi descanso, decidí darle una lección y haciéndome el dormido, dejé que me cabalgara sin moverme. Mi mulata cada vez más excitada, imprimió a su cuerpo una velocidad inaudita mientras se pellizcaba los pezones buscando su placer.
-¡Que cachonda estoy!- chilló completamente alborotada sin dejarse de empalar.
No tardé en sentir su flujo recorriendo mis piernas pero en contra a lo que la tenía acostumbrada, seguí haciéndome el dormido
-¡Necesito correrme!- gritó con el ánimo que le dijera que podía hacerlo pero habiendo resuelto castigarla, me mantuve con los ojos cerrados y en silencio.
Tara, totalmente verraca, se metía y sacaba mi falo mientras gemía escandalosamente buscando que diera una orden que la liberara.
-Amo, ¡Por favor!- gritó al sentir que mi pene explotaba regando de simiente su sexo: -¡Déjeme hacerlo!-
Decidida a obtener mi permiso, ordeñó mi miembro al convertir sus caderas en una batidora. Retorciéndose sobre mi cuerpo, buscó inútilmente mi beneplácito. Era tal su calentura que levantándose, volvió a meterse mi maltrecho falo en su boca y tras unos minutos al ver que estaba erecto, sin dudar se lo insertó por el culo.
-¡Ahhh!, ¡Que gozada! Me enloquece cómo mi amo me coge- aulló con todas sus fuerzas mientras rellenaba su intestino con él.
No hacía falta que me lo dijera, a mi querida mulata le encantaba sentir mi falo en su entrada trasera y sabía que reservaba el sexo anal para las ocasiones en las que más bruta estaba.
-¡Dele duro a su zorra!- berreó cogiendo mis manos y llevándoselas a sus nalgas. -¡He sido mala!-
Completamente descompuesta, maldijo cuando se dio cuenta que en vez de darle los azotes que me pedía, dejaba caer mis brazos como muertos sobre la cama. Cada vez más excitada y cabreada, llevó sus manos al clítoris y mientras lo torturaba con sus yemas, gritó creyendo que así me iba a hacer reaccionar:
-Amo, su perversa esclava se está masturbando sin su permiso-
Todo su cuerpo le pedía correrse pero el adiestramiento inducido durante sus años de esclavitud, solo le permitía hacerlo con la venia de su dueño. Reconozco que disfruté viéndola desesperada buscando el orgasmo. Con el sudor recorriendo su pecho y con el coño totalmente empapado, era incapaz de llegar a él por mucho que se lo propusiera.
Casi llorando, me soltó:
-Joder, amo, déjeme correrme-
Fue entonces cuando abriendo los ojos, le contesté sonriendo:
-No puedes correrte porque eres esclava, si quieres te libero para que lo hagas-
-¡Jamás!- chilló desolada con todas sus neuronas en ebullición: -Soy suya y quiero seguir siéndolo-
-Pues entonces termina lo que has empezado y cuando consigas que me corra, comienza de nuevo. Quiero dos orgasmos más antes de desayunar – le solté volviendo a cerrar mis ojos.
Indignada, se calló y sumisamente, obedeció. Una vez había conseguido realizar mi capricho, se levantó de la cama y me dejó dormir.
Eran más de las dos, cuando amanecí. Al ver que mi mulata se había levantado, la busqué por la casa. Fue en la cocina donde la encontré  llorando.
-¿Qué te ocurre?- pregunté al ver las lágrimas de su rostro.
-Amo, usted sabe lo que me pasa y que necesito- contestó enfadada. –Llevo dos horas intentando calmarme pero estoy peor que antes-
Haciéndome el propio, respondí:
-Pues si es así, yo también debería estar cabreado. Te quiero y me jode que prefieras ser mi esclava a mi novia- y metiendo el dedo en la llaga, le solté: -Voy a darte gusto por última vez, la próxima o eres libre o no tendrás más placer –
Tara me miró asustada e incapaz de llevarme la contraria, esperó mi orden.
-¡Córrete!- le grité con dolor al ser consciente de lo artificial de nuestra relación.
Destrozado, la observé llegar al orgasmo sin necesidad de tocarla. “¿Cómo es posible que quiera esto?” pensé maldiciendo mi suerte y dejando a mi querida mulata convulsionando sobre el frio mármol, me puse a desayunar.
Ese día supe que si quería que nuestra relación tuviese futuro, debía convencer a Tara de la necesidad de recobrar su libertad. Era un tema tan importante que decidí que tenía que ser ella quien diera el primer paso. Enfrascado en un encargo, me pasé toda la tarde pintando, olvidando momentáneamente el asunto pero la cuestión volvió con toda su crudeza después de cenar.
Fue la propia mulata quien lo sacó al irnos a la cama. Acababa de acostarme cuando la vi salir del baño, llorando. Al preguntarle qué pasaba, se negó a contestarme y tumbándose a mi lado, me empezó a besar. No creáis que fue algo apasionado, se notaba que mi pareja estaba destrozada y que algo la turbaba.
-Te quiero, preciosa- le susurré al oído tratando de consolarla.
Mis palabras, lejos de apaciguar su llanto, lo incrementaron y durante cinco minutos, no pude más que acariciarla mientras ella se desahogaba.  Interiormente conocía el motivo de su pena pero convencido que era necesario que ella sufriera su propia catarsis personal, no insistí. Un poco más tranquila pero sin mirarme a la cara, me dijo:
-Tengo miedo-
-¿De la libertad?- pregunté dotando a mi tono de todo el cariño posible.
-Sí y no. Me aterra pensar que si me libera después de tanto tiempo, sea incapaz  de ser mujer-
-No te comprendo- respondí.
Reanudando su llanto, me soltó avergonzada:
-Amo, jamás he hecho el amor sin collar y no sé si podría-
Comprendí su temor. Tara, consciente que hasta entonces su adiestramiento como esclava le había permitido gozar, estaba aterrorizada de no ser capaz de sentir placer y deseo sin su ayuda. Por eso y tratando de ayudarla a dar el paso, dije:
-Te propongo lo siguiente: Déjame hacerte el amor sin collar y te prometo que si no consigo espantar tus fantasmas, seré yo mismo quien te lo vuelva a colocar-
Tras unos momentos de duda y con gruesos lagrimones recorriendo sus mejillas, me respondió:
-Me lo promete-
-Si- contesté.
-Amo- dijo llorando- quiero ser suya como mujer libre, ¡Quíteme el collar!-
Por segunda vez desde que nos conocimos, desprendí el broche que la maniataba y sin esperar a que se acostumbrase a no ser esclava, la empecé a besar con ternura. La pobre Tara recibió mis caricias temblando, no en vano desde el punto de vista psicológico iba a ser su primera vez. Asumí que debía ser todo lo tierno y cariñoso que pudiera, ya que, la mujer que tenía entre mis brazos era tan inocente y pura como una adolescente y para ella, esa noche, iba a perder la virginidad.
Cuidadosamente, la fui mimando a bases de caricias, piropos y besos mientras ella esperaba expectante que su cuerpo empezara a reaccionar. Al advertir que se había tranquilizado y que poco a poco iba incrementándose la pasión de sus labios, llevé mis manos a los tirantes de su coqueto conjunto y deslizándolos por sus hombros,   lo fui bajando. Acababa de descubrir sus pechos cuando con alegría observé que sus pezones habían adquirido una dureza impresionante y eso que ni siquiera los había tocado.
Satisfecho por su respuesta, me los llevé a la boca y jugando con ellos, conseguí sacar su primer gemido de deseo.
-Te quiero mi amor- la oí decir cuando sin dejar de mamar de sus pechos, mis manos llegaron a su entrepierna.
Mis dedos al recorrer los pliegues de su sexo, lo hallaron empapado pero en vez de tocarlo, decidí bajar por su cuerpo y con la lengua incrementar su lujuria. Ella al sentirme cerca de su clítoris, me rogó que la tomara pero sabiendo que era su momento y no el mío,  me negué. Tiernamente, le separé los labios y cogiendo su botón entre mis dientes, me dediqué a mordisquearlo mientras mi ya novia se deshacía en suspiros.
-Alonso, hazme tuya- imploró al sentir los primeros síntomas de un orgasmo.
Supe interpretar el incremento de flujo y su respiración entrecortada y asumiendo que era un partido en el que debía de vencer por goleada, aceleré la velocidad de mi lengua. Me alegró escuchar su auténtico clímax y saboreando su placer, me dediqué a beber de él mientras mi amada convulsionaba sobre las sábanas sin la ayuda de su collar.
-Sigue- me pidió sorprendida de poder llegar siendo una mujer libre.
Metiendo un par de dedos en su sexo, prolongué su éxtasis  hasta que agotada me pidió que parara. Tumbándome a su lado, la besé con pasión y fue entonces cuando ella, deshaciéndose de mi abrazo, se puso a horcajadas sobre mí y metiéndose mi pene en su vagina, me pidió que la dejara hacer.
Fue maravilloso, ver su cara de deseo y más aún percatarme que habiéndose empalado por completo, mi querida novia me empezaba a cabalgar mientras reía como una loca al demostrarse que tras largos años de esclavitud, no solo era libre sino que seguía siendo una mujer completa.
Con genuina alegría, buscó su placer y cuando lo obtuvo, cayó sobre mí diciendo con felicidad:
-Gracias- y poniendo un tono pícaro, prosiguió: -pero siento comunicarte que vas a tener que esforzarte, porque esta hembra quiere más de su macho-
Solté una carcajada cuando la escuché porque no me pidió sino me exigió con su recién conseguida libertad que la satisficiera y durante toda esa noche, alimentamos con sexo y más sexo  a nuestro amor.
Los celos:
Una vez vencidos sus miedos, retomamos nuestra relación con más intensidad si cabe. A todas horas dábamos rienda a nuestra pasión sin importarnos cuándo ni dónde. Tara, mi bella Tara, me pedía sexo con una frecuencia tal que de no ser por mi juventud, difícilmente hubiese podido aguantar. Le daba igual que acabase de llegar de estar con otra, al verme entrar por la puerta me esperaba desnuda y sin dejarme descansar, me exigía que le hiciera el amor.
-A la primera que debes satisfacer es a mí- me respondía si se me ocurría quejarme.
Era como una obsesión, si se enteraba que había quedado con una clienta, no me decía nada pero se notaba que le enfadaba. Siempre era igual cuando Johana me llamaba, como presa de un arrebato extraño, se acercaba a donde estuviera y sin mostrar reproche alguno, me rogaba que la tomara. Su actitud fue empeorando con el paso de las semanas y tuvo su culmen cuando coincidimos en un restaurant.
Esa noche, me había contratado una explosiva rubia para acompañarla a una recepción pero, a última hora, cambió de planes y me pidió que la llevara a cenar. Todavía recuerdo que al salir, mi novia con cara larga me informó que aprovechando que yo tenía que ir a trabajar ella había quedado a cenar con unos compañeros de la ONG donde se había puesto a colaborar. El destino hizo que mi clienta eligiera el mismo local que sus amigos.
Todavía recuerdo su gesto de dolor cuando al entrar en el salón, me vio morreándome con esa mujer. Me hubiese pasado desapercibida su presencia de no ser porque pegando un grito, se dio la vuelta con tan mala suerte que se llevó por delante a un camarero con bandeja incluida. El estrepito me hizo mirar y os juro que me quedé helado al ver su rostro. Tirada en el suelo y mientras sus conocidos la intentaban levantar, mi novia lloraba incapaz de reaccionar.
La carcajada de mi acompañante al ver a la cría espatarrada, incrementó aún más su sufrimiento y aunque me levanté a ayudarla, rehusó mi ayuda y con cajas destempladas abandonó el local. Os juro que quise ir tras ella pero no podía dejar tirada a la mujer que había pagado por tenerme esa noche. Lo que sí os tengo que confesar es que me amargó toda la velada, por mucho que me intentaba concentrar en la tipa que tenía a mi lado, su recuerdo me lo hizo imposible.
A la mañana siguiente cuando llegué a casa, Tara no estaba. Preocupado intenté localizarla pero me resultó imposible y por eso hecho un manojo de nervios, esperé  su llegada durante horas hasta que cerca de las dos de la tarde, apareció por la puerta:
-Lo siento- dije nada más verla. –No sabía que ibais a ir a ese sitio- me traté de disculpar.
Por mucho que intenté entablar una conversación con ella, me resultó imposible. Estaba con tal cabreo que se encerró en su habitación y se puso a llorar. Creyendo que se le pasaría la dejé desahogarse y ya en la cena, le pregunté donde había dormido.
-En casa de mi jefe- respondió con arrogancia – si tú puedes pasar toda una noche con otra, no te quejes si yo hago lo mismo-
Os reconozco que al decirme donde había estado, me tranquilicé al recordar que ese tipo era un santurrón de avanzada edad que después de vender su empresa por una fortuna había fundado esa organización para ayudar a emigrantes del tercer mundo. Queriendo hacer las paces, la besé pero ella se negó de plano por lo que ese día fue la primera vez que dormí con ella sin ni siquiera tocarla.
Sé que debí mosquearme por eso, pero nunca imaginé que ese vejete representara peligro alguno porque, aunque se mantenía en forma y en un asilo sería un don Juan, tenía más de setenta años.
El puto viejo:
Desgraciadamente para mí, los hechos me demostraron lo equivocado que estaba. La presencia de John se fue haciendo cada vez más habitual en nuestras vidas y cuando yo salía a trabajar, Tara quedaba con él. Siempre supuse que el cariño entre ellos era como el de un abuelo con su nieta. Tan cegado estaba que cuando ella me avisaba que iba a salir, me reía diciéndole que me estaba poniendo celoso.
-Deberías- me contestó en una ocasión –John es un hombre bueno y varonil que es capaz de hacer feliz a la mujer que se proponga-.
-Qué sea bueno, no lo dudo, pero conozco a muchos eunucos más machos que ese anciano- respondí con sorna sin percatarme de que por él perdería a mi amada.
Tampoco vinculé con John, un extraño ingreso que un día apareció en mi banco. Sin venir a cuento, alguien me había depositado treinta mil dólares en mi cuenta corriente. Al preguntar, el director de la sucursal me informó que había sido un depósito en efectivo y que si nadie pedía la retrocesión del mismo en dos meses, podía considerarlo mío.
Haciendo memoria, recuerdo que al llegar a mi apartamento, le conté a Tara lo ocurrido y ella al oírme, sonrió sin hacer ningún comentario al respecto. Ese día fue la última vez que la vi. Cuando al caer la tarde me despedí de ella con un beso, se pegó a mí y con lágrimas en los ojos, me dijo adiós. Aduje su tristeza a los celos y sabiendo que no podía hacer nada por evitarlos, partí a cumplir con mi trabajo como tantas otras noches.
Al retornar a casa, ya no estaba. Sobre una mesa encontré un vídeo con una carta manuscrita. Al leerla me quedé de piedra, en ella, Tara se despedía de mí diciéndome que cuando la leyera, ya se habría casado con John y que no la buscara porque jamás volvería a mi lado. Hundido en la desesperación entré a su cuarto para descubrir que su ropa había desaparecido.
-¡No puede ser!- grité con el corazón encogido por el dolor.
Fue entonces cuando recordé que junto a su despedida había dejado una cinta y tontamente deseé que todo fuera un órdago y que en ella, Tara hubiese dejado sus condiciones para volver. Temblando, lo cogí y sin pensar en lo que me iba a encontrar lo metí en el reproductor, pero en vez de ser de ella el mensaje, era de su recién estrenado marido:
-Alonso, no me guardes rencor. Yo no te lo guardo- Creí morir al ver que era ese anciano el que aparecía en la televisión. Gracias a ti, he conseguido no solo la mujer más maravillosa del mundo sino la esclava que siempre soñé-.
De estar junto a  mí, lo hubiese matado sobre todo cuando alegremente ese cabrón me informó que hacía un mes que viendo lo mucho que Tara sufría por mi profesión, le había pedido matrimonio y que después de mucho dudar, había aceptado con la condición de que me reintegrara el dinero que me había costado sacarle de las garras del traficante.
-Los treinta mil dólares de tu cuenta son el pago que ella me exigió por ser mía. Disfruta de esa pasta como yo te juro que disfrutaré toda las noches con su compañía y por si tienes alguna duda de mi hombría, he grabado nuestra noche de bodas-
Lo creáis o no, ese malnacido había inmortalizado el momento en el que mi bella Tara se arrodillaba a sus pies y sumisamente le pedía que le pusiera el collar que con tanto esfuerzo, yo quité. En ese instante, el viejo miró hacía la cámara, diciendo:
-Alonso, no te preocupes por ella, la trataré bien y gracias a mi apellido, cuando muera podrá volver a su pueblo con la cabeza bien alta- y dirigiéndose hacia su recién estrenada posesión, le pidió que se corriera.
Mi adorada mulata pegó un grito de satisfacción y berreando como una cierva en celo, se corrió ante mis ojos. Sé que debí de apagar en ese momento la tele pero no sé si fue el dolor o la necesidad de convencerme de su traición, me quedé mirando cómo Tara iba de un orgasmo a otro bajo la atenta mirada de ese capullo.
El sumun de su deslealtad fue verla cómo gateando hacia su nuevo amo, le desabrochaba la bragueta y sin importarla el ser grabada, meterse su falo hasta el fondo de la garganta.  Fui testigo mudo de la forma tan brutal con la que ese viejo, una vez con el pito tieso, la enculó. Pero con gran sufrimiento, también me percaté que en la cara de mi amada, era el placer y la satisfacción de volver a ser esclava lo que se reflejaba.
Henchido de dolor, no resistí ver más cuando habiéndose corrido el viejo, le preguntó si se arrepentía de ser suya y mi querida mulata con una sonrisa en los labios, le respondió:
-No, mi dulce amo-

Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 
 

Relato erótico: “La buena niña 3” (POR LUCKM)

$
0
0

La puta se va a acordar de ti esta noche.

Se abrió las piernas y fue recogiendo el semen que salía de su coño con el cepillo, luego lo limpio un poco con la lengua y fue a dejarlo a su sitio.

****************************

Opinar por favor, y votarlo así lo lee mas gente, es la manera de saber si voy bien.

Si alguien quiere agregarme yo encantado

karlos__1980@hotmail.es

Se recomienda leer primero los anteriores, espero que os guste, si es así votar por favor, así lo lee mas gente y se que os gusta. Encantado de que me agregue quien quiera darme su opinión.

http://www.todorelatos.com/relato/79991/

http://www.todorelatos.com/relato/85687/

http://www.todorelatos.com/relato/86597/

A la una de la madrugada del Domingo se conecto Eva al msn.

Eva – Hola amo

Yo – Hola putita.

Eva – Tengo lo que me pidió!

Yo – ¿?

Eva – A mis amigas…

Yo – jajaja, no creí que lo hicieras, las grabaste?

Eva – No, no pude, no se como hacerlo. Pero tengo un programa en el ordenador que dispara fotos cuando alguien pasa por delante y lo active 😀 Además fui haciéndolas fotos con el móvil según podía… pensaban que estaba escribiéndome whatsapp con el capullo del otro día.

Yo – Conecta la cam que te vea zorrita.

La activo, estaba con un pijama un poco infantil, una especie de camiseta larga con tirantes y cuatro botones delante bastante separados…

Yo – Menuda pinta de inocente que te gastas en casa zorra.

Eva – Es lo que a papa le gusta amo.

Yo – Duerme papi y mami?

Eva – Si

Yo – Entonces ya no eres su niña, eres mi guarra, desabróchate los botones que al menos lo parezcas.

Eva – Es peligroso! Y si entran!?

Yo – Asómate y asegúrate que duermen y obedece zorra.

Salió del cuadro un momento, volvió, se sentó y mirándome fue soltándose los botones despacio. Luego separo el escote, sus tetas no se veían enteras pero asomaban.

Yo – Mucho mejor zorra.

Eva – Gracias supongo.

Yo – Ahora veamos como traicionas a tus mejores amigas.

Eva – No lo diga así.

Yo – Jajaja, vas a enseñarme sus tetas y sus coños no? Eso es una traición a lo grande, eres una guarra.

Eva – pero solo por que me lo ordeno.

Yo – Y por que te encanta obedecer verdad? Eres una guarra o quieres seguir siendo la niña buena de papi.

Eva se quedo mirando un momento…

Eva – No se por que me pongo mala cuando me habla.

Yo – Por que eres una guarra, mi guarra, mira elige, no me mandes las fotos y cierra esto y no te molestare mas, o…

Eva – O sigo siendo su guarra?

Yo – Si, ves, elige, la buena niña de papi o mi zorra.

Eva – Claro, y seguirá follandose a la puta de Tina.

Yo – Si, tu puedes salir con tus amigos al cine y que te toquen los pechos con las manos llenas de palomitas… ir al museo con papi o abrazarlo con ese pijama de sosa que me llevas mientras veis una peli.

Eva – Estoy mojada!

Yo – Eso responde a la pregunta no?

Me empezaron a llegar avisos de envió de fotografías.

Yo levántate, súbete la mierda de pijama ese y bájate las bragas despacio, quiero ver tu raja.

Ella se levanto, cuando estaba con las bragas por las rodillas…

Yo – Pásate los dedos por el coño.

Llegaron 5 fotos, le di a abrirlas todas. Salían 3 chicas en el dormitorio que estaba viendo, todas bastante pijas. Eva iba ya en bikini, ellas una con vaqueros y un top blanco y la otra con una falda vaquera y un top rojo que le marcaba perfectamente unas hermosas tetas, tb llevaba unas gafas de esas de pasta negras que le daba mucho morbo.

Yo – siéntate y chupate los dedos mirándome.

Empezaron a saltar mas avisos de envió.

Eva se chupo los dedos.

Yo – A que saben guarra?

Eva – A coño, a que va a saber.

Yo – Sabe a hembra guarra, al coño de mi cerdita.

Eva – Jijiji, si eso tb! Le gustan mis amigas?

Yo – Me encantan, menudas ubres que se gastan.

Eva – Si, son hermanas, luego se las vera bien.

Yo – Cuantas fotos hiciste?

Eva – Unas 100 entre el móvil y el ordenador, hice que se quedaran un rato desnudas hablando de pechos y de depilación para que las viera bien.

Yo – Jajaja, que buena amiga eres!

Eva – A que si!

Yo – Pásamelas por skype, puedes enviarlas todas de golpe y bajan poco a poco, por el msn es muy lento y vas a tener las manos ocupadas.

Eva – Voy!

Entro y le dio a enviar.

Yo – Sigue masturbándote zorra, que te vea bien, lúcete, quiero ver a la niña de la casa.

Eva subió los pies al escritorio, abrió las piernas y se echo un poco atrás, veía su coño con el pijama subido hasta la cintura, metió una mano y saco una de sus tetas.

Se acariciaba el pezón con una mano y con la otra su raja.

Yo – No te corras todavía guarra, cuéntame de ellas, entre otras cosas con quien follan.

Seguían llegando fotos, se las veía hablar, la del top blanco se lo quito junto con un bonito sujetador, tenia dos enormes tetas, era mas fea que la otra pero sus ubres lo compensaban.

Eva – Pues la de las tetas mas grandes es marta, no tiene novio aunque va con varios chicos a la vez, 3 , creo que solo folla con uno mayor, de unos 25, a los otros dos solo se la chupa.

Escribía con una mano, la otra estaba entre sus piernas. Su cara de vez en cuando se tensaba de gusto.

Yo – No puedes dejar de masturbarte cerda? Un respeto, papi esta al otro lado de la pared.

Eva – no, o puedo amo, déjeme seguir porfi.

Yo – Esta bien, pero no te corras aún, sigue…

Eva – La otra se llama cristina, sale con un cachas de esos de bar, no la folla muy bien pero ella esta enamorada, creo que es todavía mas puta que su hermana. Aunque se contiene.

Eva –Joder, me voy a correr, puedo amo?

Yo – No, saca la mano del coño y juega con el agujero de tu culo.

Eva puso cara de contrariada pero obedeció.

La de Rojo se quito el top y la falda, luego las bragas, llevaba el coño completamente depilado su hermana la imito y tb se bajo las bragas, ella llevaba el coño con algo de pelo aunque muy arreglado.

Yo – Ummm, me encanta ver a tus amiguitas en pelotas.

Eva – Se las follara tb?

Yo – Nunca se sabe, si lo hago querrás verlo verdad? Ver como las montan como unas perras.

Eva – Ummmm si, siempre quise ver al gorila que sale con Cristina follarsela, debe ser como un perro.

Yo – Jajaja, que guarra eres!

Unas fotos mas tarde Eva tb se desnudo del todo, se las veía cogerse las tetas y hablar.

Yo creo que ya llegamos a donde hablasteis de tetas.

Eva – Pues luego pasamos a coños amo! 😀

Efectivamente, al poco salía Eva sentada en la cama abriendo las piernas como enseñándoselo, Cristina ponía una pierna en una silla y explicaba algo tb, tenia un coño precioso. Marta tb se toco su coño peludo.

Yo – Que decía las de las ubres?

Eva – Que ella tb se lo iba a depilar completamente por probar.

Yo – Muy bien, vuelve a tu coño zorra, córrete para mi.

Eva puso cara de alegría, abrió mas las piernas y empezó a sobarse mas fuerte el coño. Se frotaba la raja y se metía los dedos, se saco la otra teta, finalmente se subió el pijama hasta el cuello, la veía mover el culo hacia atrás y hacia delante. Sus tetas se movían, los pezones resaltaban como dos piedras, ella los estiraba, estrujaba y los soltaba. Al final se corrió con la boca bien abierta aguantándose un grito.

Yo – Chúpate la mano cerda. Me gusta que tu boca sepa y huela como tu coño.

Eva – Si amo

Pasaron un par de minutos.

Yo – Bien – Mas tranquila guarra?

Eva – Mucho, le llegaron todas?

Yo – Si, muy buenas, eres una buena puta.

Eva – Espere que faltan las del móvil.

Me paso 20 fotos mas, mejores que las del ordenador, en ellas se veía a las dos zorras mucho mas de cerca y con mucha mas calidad, se apreciaba cada lunar, sus pezones, en una salía la de las ubres inclinada, sus grandes tetas colgaban…

Yo – Muy bien zorrita, estas son todavía mejores.

Eva – Verdad!?

Las ultimas eran de las dos hermanas en la piscina posando en plan bien. Se lucían en bikini:

Eva – Las hice posar para ud, se que le gusta el contraste, si esas dos guarras supieran que las iban a ver en pelotas un pervertido!

Yo – jajaja, si, y que era su propia amiga las que las traicionaba….

Eva – me puse muy caliente haciéndolas, no es normal!

Yo – Yo te diré lo que es normal.

Eva – si, como es mayor no? Jijiji

Yo – Y tu dueño.

Eva – Siiiii, soy su perrita!

Bueno, hora de irse a dormir, que mañana tienes cole, por cierto, que móvil es?

Eva – Un iPhone.

Yo – Entra en configuración y…

Eva – Y con eso vera instantáneamente todas las fotos que haga?

Yo – Si.

Eva – joder….

Yo – Mañana a medio vestir hazte una con las bragas bajadas y las tetas por fuera del suje, luego otra ya vestido da para el cole, quiero ver lo que los tíos desearan ver mañana, además así empezaras el día pensando en que eres mi zorra. Me llegaran para el desayuno.

Eva – Alguna mas?

Yo – Si, alguna de la familia desayunando, al llegar a clase… tu día… quiero observarte.

Eva – Ok, lo hare.

Yo – Buenas noches perrita –

Eva – buenas noches amo!

El Lunes decidí quedarme en casa a trabajar, a las 9:15 me llego un mensaje de Tina.

Tina – “casi vomito anoche al usar el cepillo! Y mi marido estaba al lado”

Yo – Lo hiciste?

Tina – No! Tuve que seguir!

Yo – Jajaja, te limpiaste los dientes delante del cornudo con mi lefa? Que guarra eres!

Tina – Volviste a mi casa solo para eso?!?

Yo – No, para algunas cosas mas. Donde estas?

Tina – En casa, tenia nauseas esta mañana! De lo que me hiciste hacer seguro!

Yo – O de tu estado, vete tu a saber… Ven a mi casa.

Tina – Mierda! Tu no trabajas?

Yo – Solo emputeciendo guarras como tu.

A los cinco minutos llamo a la puerta, venia con un vestido de verano de esos de dos tirantes y poca tela.

Yo – Pasa…

Me senté frente a mi ordenador gire la silla y la dije que se acercara.

Yo – Arrodíllate – Lo hizo-

Le baje los tirantes y salieron sus gordas tetas a relucir.

Yo – Nada de sujetadores guarra.

Se lo quite de golpe y se lo saque por la cabeza.

Yo – metete debajo de la mesa y chúpame las pelotas, despacio, no hay prisa, a que hora viene el cornudo?

Tina – No lo llames así! A las 8 de la tarde.

Yo – Perfecto, tenemos todo el día. Trabaja mucho para que tu vivas bien no zorra?

Tina – Si, mucho!

Yo – bien, espero que seas agradecida!

Tina – Lo soy!

Yo – Bien, a lamer guarra.

La mesa era de cristal, la veía pasar la lengua por mis huevos con resignación. Conecte el disco quien el que había copiado su ordenador y empecé a curiosear.

Yo – Bonito el viaje a Praga zorra, se os ve felices, ella me miro con cara de horror.

De que te sorprendes, ayer aparte de follarme a Eva en tu cama me copie tu ordenador.

Tina – Que!!??

Le cogí la cabeza y le metí la polla en la boca, ella lloraba.

Yo – por que te pones así cerda? Que mas voy a encontrar!?

Tina – TODO!!!

Tina – Mi marido es un maniático, lo guarda todo, ordenadísimo!

Yo – Jajaja, que mas hay?

Tina – Pues nuestras fotos desde los 15, quizás de antes… viajes… fotos juntos y con amigos… todos los mail que nos mandamos desde siempre con todo tipo de confidencias… fotos intimas… algún video…

Yo – Follando?

Tina – Si, en algún viaje… la noche de bodas…

Yo – Jajaja, que majo el cornudo.

Tina – Si, le mataría!

Yo – Bien, puedes hacer dos cosas, o te pasas aquí hasta las 19:45 follando y chupándome la polla o me haces un tour por el ordenador del cornudo, follamos un rato y a las 12 estas libre para ir a comprar pañales para el bebe.

Tina – Menuda mierda de trato.

Yo – Es verdad, prefiero tenerte en pelotas todo el día por aquí chupando tragando y follando.

Tina – Esta bien!

Yo – Una cosa mas, te referirás a tu marido como “el cornudo! Y me darás las gracias por las cosas que te diga y que te haga.

Tina – además de perra apaleada?

Yo – Si, ok?

Tina – Que mas da? Ok.

Mientras que me la chupaba un poco mas active la cam del ordenador pero escondí el programa, tape el indicador de cam encendida con un postid y le dije que subiera.

La senté en mis rodillas, estaba medio desnuda con las tetas fuera. La agarre una teta.

Yo – Gracias por darme la clave del ordenador del cornudo putita.

Ella me miro con odio-

Tina – De nada –

Yo – Bien, que hacemos ahora?

Tina – Un tour no? No quieres que te enseñe lo que el tiene en el ordenador?

Le pellizque fuerte un pezón.

Tina – Lo que el cornudo tiene de toda nuestra vida? Toda nuestra vida intima?.

Yo – Y me lo vas a enseñar tu guarra? Todo?

Tina no entendía nada pero siguió – Si, se lo merece por guardarlo –

Seguí jugando con sus tetas a manos llenas. Ella abrió una carpeta.

Tina – Estas sonde l verano que nos liamos, tenia yo 15 y el 18.

Yo – buenas tetas, te follo ese verano?

Tina – No, solo me las intentaba tocar, estaba muy salido el muy cerdo.

Yo – Y tu a el?

Tina – Yo? Era de lo mas inocente!

Yo – No me lo creo!

Tina – Bueno, a el no, pero un chico que vino de Barcelona fue mi primera mamada, y me sobo los pechos todo lo que quiso!

Yo – Jajaja, que guarra, el lo sabe?

Tina – El cornudo? No, ni loca.

Yo – Y a el cuando se la chupaste?

Tina – El verano siguiente.

Yo – Fue el segundo?

Tina – No, el 4.

Yo – jajaja, y el piensa que la primera polla que tragaste era la suya?

Tina – Si, claro!

Yo – Pobre idiota!

Metí la mano en su coño, estaba empapado, le quite las bragas. Ella abrió otra carpeta… yo le sobaba el coño. Me enseño varias fotos mas, de ellos juntos, noches de fiesta, su grupo de la playa…

Paso al verano siguiente, me saco una foto de ella vestida muy mona con unas trenzas, piel muy morena y un traje negro muy bonito.

Tina – Esta noche me desvirgo el cornudo.

Yo – Hay fotos de eso?

Tina – Ni loca!

Yo – Eso fue el verano siguiente? También erais pareja?

Tina – Si, el cornudo y la puta.

Yo – Puta? Por?

Tina – Chupe, 6 pollas mas ese verano, y después de esa noche dos tíos mas me follaron!

Yo – Y el cornudo?

Tina – No le deje, fue muy torpe, me hizo daño.

Yo – y los otros dos?

Tina – Uno fue un desconocido, iba borracha, el otro mi vecino de arriba, le decía al cornudo que mi padre me ponía hora dos horas antes de la real y me follaba todos los días en la terraza de arriba, me obligaba a tragarme la leche como tu.

Yo – peor ambos sabemos que te encanta!

Tina – Sssssss, que no se entere el cornudo

Yo – Jajaja – la levante un poco y puse la polla en la entrada de su coño.

Yo – Quiero follarte, puedo?

Tina – ahora pides permiso?

Yo – Jajaja, quiero que me lo pidas guarra.

Tina – Esta bien, por favor, follame.

Yo –Quieres que te llene el coño de semen un tío que no es tu marido?

Tina – Cerdo, si, quiero tu semen en mi raja, quiero sentir como te corres dentro de mi, es eso lo que quieres oír verdad cerdo?

Le metí la polla despacio, su coño estaba empapado.

Yo – Bien sigue.

Tina que mas quieres saber?

Yo que edad tenia tu folla amigo?

Tina – 27 creo.

Yo – Uno de 27 follandose a una niña de 16, que guarra eras no?

Tina – Todas los buscamos mayores y que sepan, no te engañes!

Yo – Y tu novio? Lo tenias a pan y agua?

Tina – No, se la chupe un par de veces, después de mucho suplicar, era lamentable, sobarme las tetas… algún dedo.

Tina – Algunos días dejaba que me calentara a tope, luego me iba a casa y buscaba a mi amigo para que me follara.

Yo – Mira la buena novia! Sigue…

Tina – Estas son de mi Erasmus en Munich.

Yo – y esos rubios?

Tina – Mis compañeros de piso.

Yo – Solo?

Tina – No!

Yo – Seguías con el cornudo?

Tina – Si, fue a verme varias veces, mira – Me enseño varias fotos del cornudo con los rubios, en un botelleo en el piso, en una cervecería el en el centro y los otros abrazándole, viendo un partido de futbol.

Yo – Te follaron los tres verdad?

Tina – Todas las noches durante 8 meses.

Yo – Todas?

Tina – Se ponían de acuerdo para que uno de ellos estuviera sin novia cada noche, yo debía ir a su dormitorio al dormirse los otros dos con sus respectivas.

Yo – Que organización!

Tina – Organización? Me hicieron un calendario!, lo tenia encima de la cama! Y al lado una lista donde debía apuntar lo que hacia con cada uno cada día, así el siguiente miraba veía que hacia tiempo que no me enculaban y se ponía a ello.

Yo – jajaja, ellos te desvirgaron el culo?

Tina – Si, Mark, lo hizo bien la verdad.

Yo – El cornudo te folla el culo?

Tina – No, le da asco.

Yo – Jajaja, levántate y clávatela en el culo.

Ella levanto las caderas sacándose mi polla que estaba empapada, apunto al agujero de su culo y se dejo caer poco a poco.

Tina – Ufff! Duele!

Yo – Vamos putita, hasta el fondo-

Tina – Hace mucho que nadie usa este agujero, ten paciencia!

Poco a poco se la fue metiendo, finalmente entro toda, ella sudaba, estaba tensa.

Tina –Quédate quieto un poco por favor, deja que me acostumbre.

Yo – Esta bien, como consiguieron follarte esos tres?

Tina – Mark me sedujo, un día que llegue trompa otro de ellos se metió en la cama y yo pensé que era el, por la mañana Mark nos pillo y nos despertó, no pude negarlo, tenia llenas las tetas de semen del otro tio y el estaba ahí borracho perdido con la polla al aire.

Yo – Que paso?

Tina -Mark lo saco de la habitación, volvió y me enculo como a una perra, cuando el otro despertó lo llamo e hizo que me follara otra vez pero sobria, a partir de ahí la cosa fue sola… el tercero se entero y se apunto. Hasta se organizaron para follarme a diario!

Yo – y cuando iba el cornudo?

Tina – Todos eran encantadores, ellos con sus novias y yo con el cornudo. Aunque le hacían ir a comprar comida o bebida y ahí aprovechaban para follarme a diario tb.

Yo – Menudo Erasmus!

Tina – a que si! Lo pase fatal a la vuelta, estaba acostumbrada a tres pollas para mi sola.

Yo – Creo que tu confesión nos va a llevar mas tempo del esperado.

Tina – si, eso me temo! Te importaría follarme? Contárselo a alguien me a puesto mala, y tu polla en mi culo no ayuda!

Yo – Pídemelo, pero bien, como una guarra bien educada.

Tina – Que cerdo eres! Por favor, follame mi culito, hace tiempo que no siento una buena polla en mi agujerito y lo necesito!

Yo – Y el cornudo?

Tina – Que se joda!

Me imagine la reacción de Eva cuando viera aquello, se iba a volver loca!

Yo – Bien. Pero quiero ver tu cara mientras te enculo.

Tina – Como?

Puse el monitor en negro – ven – nos levantamos con mi polla en su culo, pasamos detrás de la silla y la empuje hacia delante, sus tetas colgaban y su cara reflejaba en la pantalla, lo que ella no sabia es que además…

Yo – Asi zorra!

Tina – Dios! Tienes ideas para todo!

Yo – Jajaja – Saque mi polla del todo y se la clave de un solo golpe.

Tina – Ahhhh!! Despacio por dios!

Yo – Ni de coña puta! Eres mi guarra y te follo como quiera!

Volví a sacársela del todo y a metérsela otra vez hasta el fondo.

Tina – Dios!! Si!! Follame el culito.

La cogí fuerte de la cola que llevaba para hacerla levantar su cara, la veía descomponerse de dolor y gusto cada vez que se la clavaba.

Yo – Que guarra eres como me gusta tu culo de cerda!

Segui empujando, tirándola del pelo y llamándola de todo. Ella tampoco se cortaba…

Tina – si, follame el culito cerdo!! Así!!! Ahhhh!!! Dios que puta soy!!! Yo quería ser una buena esposa!!

Yo – Menuda mierda de buena esposa guarra!

Tina – Si, soy una mierda! Pero me encanta tu polla!!

Así seguimos un rato hasta que note que ya me iba a correr.

Yo – Me corro guarra, donde quieres mi leche?

Tina – En mi coño de puta! Vamos, llénamelo!! Eres el único aparte del cornudo que me lo llena de semen desde hace 5 años!!

Saque la polla y se la clave en el coño que era literalmente un pantano, empuje y empuje hasta que al final empecé a llenarla de semen. Ella se corrió a la vez, le agarre las tetas bien fuerte.

Yo – de quien eres puta?

Tina – Tuya!

Se marcho al poco rato después de algunas caricias, ella sentada encima mía besándome toda la cara, los dos sentados en la silla.

Tina – Es increíble como me pones….!

Yo – Jajaja, vamos a disfrutar mucho guarrilla

Tina – si, eso parece!

Se marcho, a los 10 min me llego un mensaje.

“a que no sabes con que recogí lo que dejaste en mi coño! Esta noche me acordare de ti mientras estoy con el cornudo”

****************************

Opinar por favor, y votarlo así lo lee mas gente, es la manera de saber si voy bien.

Si alguien quiere agregarme o escribirme…

luckm@hotmail.es

skype: luckmmm1000

Relato erótico: “Prostituto 15 Dina quiere ser violada” (POR GOLFO)

$
0
0

Sin título1

Mi jefa viene a verme:
Como prostituto sé que cuando la gente deja volar su imaginación y se recrea en fantasías da como resultado las situaciones mas morbosas y raras con la que uno no ha soñado siquiera. Un ejemplo claro fue cuando Johana me llamó una tarde para comentarme la extraña petición de una clienta:
-Alonso, ¿Vas a estar en casa?-
Desde que Tara me abandonó, mi jefa aprovechaba cualquier oportunidad para verme y por eso no me extrañó que me lo preguntara. Por mucho que había tratado de explicarle que estaba bien y que ya me  había recuperado de su traición, no me creía y mirando por su inversión, cada vez que podía se auto invitaba a cenar. Más que harto del marcaje al que me tenía sometido, le contesté que no.  Por mi tono comprendió que no estaba de humor pero como tenía que hablar conmigo, respondió:
-Necesito verte, así que ¿O me esperas o me dices donde vas a estar?-
La firmeza con la que me habló me hizo a regañadientes aceptar verla y cabreado hasta la medula, le contesté que la esperaba hasta las siete, ni un minuto más:
-Allí estaré- me soltó colgando el puto teléfono.
“Esta puta cree que es mi dueña y me trata como a un niño”, maldije enfadado al advertir que me había dejado hablando solo al otro lado del auricular. Aunque gracias a ella vivía como un pachá, interiormente la acusaba de mi separación, ya que, una de las razones principales por las que Tara me dejó era que no soportaba que fuera un prostituto. Las dos horas que tuve que aguardar encerrado entre las paredes de mi apartamento, lejos de calmar mi cabreo, lo hicieron incrementar y por eso decidí hacerle pasar un mal rato.
Desde que nos conocíamos, había surgido entre nosotros una extraña química que hacía que nos atrajésemos y repeliésemos por igual. Johana, en sí, era una mujer pelirroja preciosa. Dotada por la madre naturaleza de unos pechos que harían suspirar a cualquier hombre, me había dado calabazas siempre que había hecho un intento por acercarme a ella. Era consciente que le atraía pero se negaba aduciendo que lo nuestro eran negocios.
“¡Te vas a joder!”, pensé mientras planeaba mis siguientes pasos, “si no sabes si te atraigo o te doy asco, hoy te vas a enterar”.
Aprovechando que siempre que venía a casa, nunca llamaba al timbre sino que usaba las llaves que le había dado para un caso de emergencia, decidí darle un escarmiento y la esperé tumbado en mi cama, totalmente desnudo.
Eran las siete menos diez cuando la oí llegar. Al no verme en el salón ni en la cocina, mi querida “madame” creyó que la había dejado plantada y enojada, gritó:
-¿Alonso?-
-Estoy en mi habitación- contesté desde la cama.
La muchacha, ajena a lo que se le avecinaba, entró en mi cuarto y al verme en pelotas sobre las sábanas, exclamó preocupada:
-¿Estas mal?-
 -¿Tú sabrás?, según las clientas que me consigues, estoy francamente bien- respondí cogiendo mi pene entre las manos y enseñándoselo.
Por su cara, mi exhibicionismo le molestó pero fue incapaz de retirar sus ojos del miembro que perversamente masajeaba frente a ella.
-¿Qué coño haces?- hecha una energúmena me soltó y tras reponerse de la sorpresa inicial, me gritó: -¡Tápate!-
-Lo siento pero no puedo- contesté levantándome y cogiendo un bote de Nivea, me la empecé a untar por mi cuerpo. –Tengo que salir y no querrás que nuestra clientela encuentre mi piel reseca-
Su desconcierto fue total al saber que estaba luciendo mi anatomía con el único propósito de molestarla pero a la vez, sabía que no podía evitarlo porque la razón que le había dado era de peso. Johana esperó callada unos minutos creyendo que sería rápido pero al ver que me eternizaba con la crema, me preguntó:
-¿Vas a tardar mucho?-
-Unos quince minutos- respondí  muerto de risa y poniendo el bote en sus manos, le susurré al oído: -Si quieres que me dé prisa, ¡Ayúdame!-
Mi descaro consiguió sacarla de sus casillas y bastante enfada, soltó:
-¿Te gusta jugar? ¿Verdad?-
Mi jefa obtuvo como única respuesta una sonrisa. Al advertir mi recochineo, me miró diciendo:
-Si quieres jugar, ¡Juguemos!-
Cuando creía que iba a ayudarme con la crema, hizo algo que no me esperaba: imprimiendo toda la sensualidad que pudo, ¡Se empezó a desnudar!. Cómo comprenderéis me quedé acojonado al observar como esa pelirroja dejando caer su vestido al suelo y desprendiéndose de su ropa interior, se quedaba completamente desnuda frente a mí. Creyendo que lo que quería era marcha, me acerqué a ella pero en cuanto vio mis intenciones, dijo:
-Cómo se te ocurra tocarme, ¡Te corto los huevos!-
Sin saber qué hacer, me la quedé mirando. Johana sonrió al ver mi confusión y abriendo el bote, cogió crema y melosamente se la empezó a untar por los pechos mientras me decía:
-¿Te parece bien que hablemos de negocios?-
Os juro que jamás creí que mi estratagema diera como resultado que por primera vez pudiese disfrutar de la visión de sus pechos y menos que esa fría mujer se pellizcara los pezones en mi presencia solo para devolverme la jugarreta. Alucinado y bastante excitado, no me quedó más remedio que reconocer que esa chavala tenía un cuerpo de escándalo mientras veía como sus manos recorrían lentamente y sin ningún pudor toda su piel. Siempre supuse que Johana estaba buena pero al verla así, me di cuenta de mi error:
¡Estaba buenísima!.
No solo era una mujer delgada de grandes tetas sino la perfecta combinación de genes la habían dotado de un culo espectacular que no desmerecía en nada al resto de su anatomía. La pelirroja disfrutando de su nuevo poder, se dio la vuelta y agachándose sobre el sofá, me dejó claro que era una oponente formidable cuando echándose un buen chorro, se embarró sus nalgas mientras me decía:
-Una de mis clientas quiere un servicio un tanto especial y le he prometido que te iba a convencer de hacerlo….-
-¿Qué quiere?- respondí mirando absorto cómo con los dedos se separaba sus dos cachetes y regodeándose en la visión que me estaba brindado, mi jefa untó de crema la raja de su trasero.
-Poca cosa, tiene la fantasía de ser violada- soltó como cualquier cosa mientras se daba la vuelta y separando sus rodillas, me mostró orgullosa un sexo pulcramente depilado – Sé que es raro pero me ha firmado un documento donde te exime de cualquier responsabilidad, afirmando que sería sexo consentido-
Debí negarme de plano pero en ese momento, mi mente estaba deleitándose con la vulva casi adolescente de la pelirroja. La muchacha sabiéndose deseada, separó los labios con sus yemas y mientras acariciaba su clítoris, me dijo:
-Está todo arreglado, me ha dado las llaves de su casa y cómo no quiere saber cuándo vas a hacerlo, me ha informado que va a estar sola todas las noches hasta fin de mes-
Os juro que ni siquiera me di cuenta de que mi pene había reaccionado y que totalmente erecto, se mostraba en toda su extensión. Queriendo alargar el momento, le pedí la dirección pero entonces, Johana cogiendo su ropa se empezó a vestir mientras me la daba. Al terminar y cuando ya salía de mi apartamento, me soltó:
-Aunque seas un prostituto, no puedes negar que eres hombre. Creía que me iba a ser imposible convencerte pero ya ves, con solo enseñarte una teta, has aceptado-
-¡Zorra¡- la insulté.
Ella no se inmutó y cerrando la puerta tras de sí, soltó una carcajada mientras me decía:
-Por cierto, tienes una bonita polla-
Hundido y humillado, me vi en mitad del salón con una erección de caballo mientras mi supuesta víctima se iba victoriosa sin daño alguno. “¡Será una calientapollas pero tengo que reconocer que es brillante!” maldije mientras me  volvía a la cama a liberar la tensión acumulada en mi entrepierna.
 Cumplo su encargo:
Esa tarde por mucho que intenté borrar de mi mente la imagen de mi jefa y la crema, me resultó imposible porque cada vez que lo intentaba, volvía con más fuerza el recuerdo de esa calientapollas. Yo que me creía un halcón resulté ser una paloma en cuanto Johana se lo propuso. Usando mis mismas armas, esa mujer me venció con tal facilidad que me quedé preocupado. “Va a resultar que me gusta esa zorra” pensé mientras tratando de olvidar mi ridículo, abría el dossier sobre esa clienta:
 “¡No puede ser!” exclamé al descubrir que la supuesta trastornada que quería sentir una violación era una primorosa morena de veinticinco años. Cuanto más miraba su foto, más raro me parecía todo al no comprender como una monada cómo esa, deseaba ser follada sin su consentimiento.
“O está como una puta cabra, o lo que le ocurre a esta tipa es que está cansada de los hombres que sin duda la cortejan y quiere probar que alguien la tome sin su consentimiento” sentencié cerrando la carpeta y yéndome a arreglar.
Aunque esa noche no tenía ninguna cita, decidí ir al Hilton a ver si había alguna ejecutiva con ganas de juerga. Mientras me duchaba, seguí pensando en mi jefa de forma que sin darme cuenta, me volví a excitar sin que el agua fría pudiera hacer nada por remediarlo.
“A la que violaría sin pensármelo dos veces es a ella”, me dije al percatarme mientras lo enjabonaba de la erección de mi miembro.
Os juro que si no llega a ser porque debía ahorrar fuerzas por si esa noche triunfaba, me hubiese masturbado nuevamente en su honor. Necesitaba follar para mitigar el calentón con el que esa puñetera pelirroja me había castigado y por eso, me vestí con mis mejores galas y salí a conquistar Nueva York. Esa noche todo me salió mal. Al coger un taxi, pinchó y cuando traté de tomar otro, me fue imposible porque parecía como si toda la ciudad hubiera pensado en lo mismo. Tras media hora soportando en una esquina el calor de Manhattan, decidí irme andando. Para colmo de males, al llegar al hotel, descubrí que todo el ganado medianamente pasable estaba ocupado con mi competencia y tras varios intentos infructuosos, me quedé comiéndome los mocos en una esquina del bar mientras los demás prostitutos hacían su agosto.
“¡Hay que joderse!”, pensé al observar a un jodido italiano de baja estofa saliendo con una rubia espectacular, “si hubiese llegado antes ese culo seria mío”.
Molesto y con alguna copa de más, salí del local al cabo de tres horas. Harto de que durante todo ese tiempo solo se me hubiera acercado una anciana borracha, decidí irme a casa pero cuando ya estaba en la parada del taxi, me di cuenta que al salir de mi apartamento, había cogido las llaves de Diana, la fetichista que quería ser violada. Cómo casualmente su piso estaba a unas manzanas de distancias, solventé hacerle esa misma noche la visita.
“No creo que se lo esperé. Al fin y al cabo, hoy se lo ha pedido a Johana  y según ella tengo un mes para hacerlo” pensé mientras me dirigía a pata hasta su dirección.
Estaba caminando hacia allí, cuando caí en que si se suponía que debía parecer una violación, no podía ir a cara descubierta y por eso al toparme con una tienda de chinos abierta 24 horas, entré y me compré unas medias que colocarme en la cabeza. Ya que estaba en ese establecimiento, también me agencié con un par de bolsas de tela y una cuerda para dar mayor veracidad a mi actuación. Debieron ser las copas pero curiosamente al llegar a su portal, no estaba nervioso cuando lo lógico es que estuviera a terrado con lo que iba a hacer. Entré en el edificio con las llaves de la cría y llamando al ascensor, subí hasta el décimo piso. Ya en el descansillo, busqué la letra D y sin hacer ruido, abrí el apartamento.
Al cerrar la puerta y girarme, comprobé que no había luz en la casa y poniéndome la media, empecé a recorrer la casa. Por el lujo con el que estaba decorada, comprendía que además de estar buena, esa muchacha tenía pasta. Se notaba por todo, desde los cuadros colgados en las paredes hasta los muebles destilaban clase y dinero. Al pasar por la cocina, cogí un cuchillo con el que dar más realismo al asalto y tranquilamente fui en busca de la muchacha.
La encontré dormida tranquilamente en su cama y para evitar confusiones verifiqué que fuera la misma de la foto que tenía en el móvil.
“Es ella” determiné tras comprobar sin lugar a dudas que esa cría era la misma que me había contratado y entonces poniéndole el cuchillo en la garganta, la desperté.
Os podréis imaginar el susto con el que se despertó al abrir los ojos y toparse con un tipo con una media en la cara mientras en su cuello sentía una fría hoja de acero. Tapando su boca con mi mano, evité que su grito despertara a los vecinos y entonces le dije con voz fría:
-¡Zorra!, si no gritas no te va a pasar nada-
Fue entonces cuando comprendí que la muchacha se había repuesto del susto y que había comprendido que yo era el tipo que había contratado porque en vez de llorar, sonrió mientras me decía:
-¡No me violes! ¡Por favor!-
Disgustado por su pésima actuación, decidí darle un escarmiento y soltándole un tortazo, le grité:
-Aunque venía a robar quizás aproveche para darte un revolcón- y sin esperar su reacción, le di la vuelta y cogiendo la cuerda la até.
-¡Me haces daño!- se quejó cuando apretando los nudos, la inmovilicé con los brazos atados a sus tobillos.
Sin compadecerme de ella, la cogí del pelo y tirando de su melena, le pregunté:
-¿Dónde tienes las joyas?-
La morena me miró asustada por primera vez e intentando comprender lo que ocurría me dijo casi llorando:
-Johana no me dijo nada de robar-
Aproveché su desconcierto para darle otro guantazo mientras le decía que  no sabía de qué hablaba. La cría histérica me preguntó si no era el amigo de la pelirroja y al contestarle que no la conocía y que ya podía irme diciendo donde guardaba las cosas de valor, se quedó aterrada.
Incapaz de asimilar lo que le estaba ocurriendo, Dina me rogó que no le hiciera nada y que tenía todo en una caja fuerte en el salón.
-Te voy a soltar para que me la abras pero no intentes escapar o te mato- dije mientras la desataba.
A esas alturas, la cría ya estaba convencida de que yo era un delincuente y mientras la llevaba hacía esa habitación, no paró de llorar.
-¡Cállate!, puta- le exigí retorciéndole el brazo.
Su gemido angustiado me informó de que estaba consiguiendo llevarla a la desesperación y  cuando temblando se puso a introducir la combinación, aproveché la ocasión para contemplar a la morenita.
“Está buena” me dije valorando positivamente el estupendo cuerpo que se podía vislumbrar bajo la lencería negra que llevaba.
Pequeña de estatura, tenía un par de peras dignas de un banquete pero lo mejor era ese culito tierno y bien formado que desde que la vi postrada en la cama se me había antojado.
-¡Date prisa!- le solté con el único objetivo de aterrorizarla.
Hecha un flan, tuvo que hacer dos intentos para conseguir  abrir la caja. Cuando lo consiguió le ordené que metiera todas las joyas en una de las  bolsa de tela, tras lo cual, la volví a llevar a su cuarto.
-¿Qué me vas hacer?- musitó acojonada cuando la lancé sobre la cama.
-Depende de ti. Tienes que ser una zorra de lujo para dormir así- le grité mientras con el cuchillo desgarraba su sujetador.
Dina, pávida, tuvo que soportar que prenda a prenda fuera cortando toda su ropa, Cuando ya estaba desnuda sobre la cama, pasé el filo de acero por sus pechos y jugueteando con sus pezones, le dije con voz perversa:
-¿No querrás que cuando me vaya, te deje una fea cicatriz?-
Esa cría que fantaseaba con ser violada cuando  vio que iba en serio, se meó literalmente.  Incapaz de retener su vejiga, Dina se orinó sobre las sabanas al estar segura de que su vida corría peligro y con voz temblorosa, me respondió:
-No me hagas daño, ¡Te juro que haré lo que me pidas!-
Satisfecho al tenerla donde quería, la obligué a arrodillarse a mis pies e imprimiendo todo el desprecio que pude a mi voz, le ordené que me hiciera una mamada. Reconozco que me encantó verla descompuesta mientras sus manos me bajaban la bragueta y más aún cuando esos labios acostumbrados a besar a hombres con dinero, se tuvieron que rebajar y abrirse para recibir en el interior de su boca el pene erecto de un supuesto delincuente.
-Así me gusta, ¡Perra!. ¡Métela hasta dentro!-
Tremendamente asustada y con su piel erizada cual gallina, mi pobre clienta se metió mi miembro hasta el fondo de la garganta. Sin quejarse empezó a meter y sacar mi extensión mientras gruesos lagrimones recorrían sus mejillas. Tratando de reforzar mi dominio pero sobre todo su humillación, le ordené que se masturbara al hacerlo. Sumisamente, observé como esa niña bien separaba sus rodillas y llevando una de sus manos a su entrepierna, se empezaba a tocar.
-Debiste ser la putita del colegio y ahora estoy seguro que eres la amante de algún ricachón, ¿Verdad?- le solté para seguir rebajando su autoestima y cogiendo su cabeza entre mis manos, forcé su garganta usándola como si su sexo se tratara.
A la chavala le dieron arcadas al sentir mi glande rozando su campanilla pero temiendo contrariarme se dejó forzar hasta que derramándome en su interior, me corrí dando alaridos. Mientras lo hacía le ordené que se tragara toda mi simiente y ella, obedeciendo no solo se bebió toda mi corrida sino que cuando mi pene ya no escupía más, se dedicó a limpiarlo con la lengua.
Viendo su buena disposición, la obligué a ponerse a cuatro patas en la cama y entonces, le pregunté si tenía un consolador. Totalmente avergonzada, la muchacha me contesto que tenía uno en el cajón. Sacándolo se lo di, tras lo cual le dije que si quería seguir viva cuando me fuera, quería verla masturbándose con él empotrado en el trasero.
-Soy virgen por ahí- se quejó en voz baja.
-Tú verás- le informé- ¿o te metes ese aparato o tendré que ser yo quien te rompa el culo?-
No tuve que repetir mi amenaza, cogiendo un poco de flujo de su vulva, la muchacha untó su consolador antes de con gran sufrimiento, desvirgar su entrada trasera. Fui testigo de cómo sufrió al ver forzado su esfínter y de cómo esa cría una vez con él introducido hasta el fondo, se empezaba a masturbar. Poniéndome a su lado, cogí uno de sus aureolas entre mis yemas y dándole un pellizco, me reí de ella diciendo:
-Eres una guarra, ¡Tienes los pezones duros como piedra!-
La morenita gimió al sentir mi caricia y tratando de complacerme, reconoció en voz alta que era una puta. Su sumisión me dio alas y cogiendo el dildo que tenía incrustado, empecé a sacarlo y meterlo en su interior mientras la acariciaba y la insultaba por igual. La combinación de insultos y mimos fueron llevando a la chavala a un estado tal que no sabía si estaba excitada o muerta de miedo. Yo por mi parte si lo sabía, Dina aunque todavía no fuera consciente estaba totalmente dominada por la lujuria y estando al borde del orgasmo, cualquier empujón por mi parte, la haría correrse sin remedio.
-¿Qué prefieres cerda? ¿Qué te preñe o que te dé por culo?-
Dina asumió que era inevitable y confiada por estar tomando la píldora, me rogó que la preñara porque eso significaba mantener medianamente intacto su orificio trasero. Solté una carcajada al escuchar su preferencia y tumbándola en la cama, levanté sus piernas hasta mis hombros y de un solo empujón le clavé mi extensión hasta el fondo mientras la informaba:
-Primero el coño y luego el culo-
-Ahh- gritó al sentir mancillado su sexo.
Al meter mi miembro, descubrí que esa zorra estaba empapada y por eso sin dejar acostumbrarse a sentir su conducto relleno, imprimí a mis incursiones de una velocidad endiablada.
-¡Dios!- gritó al pensar que la partía cuando notó mi glande chocando contra la pared de su vagina.
Sin darle tiempo a reaccionar, cogí entre mis dedos sus pezones y presionándolos, ordené a mi clienta que se moviera. Para el aquel entonces la media que portaba me tenía acalorado. Por eso cogí la otra bolsa de tela y se la puse en la cabeza para seguir representando el papel de violador.
-Por favor, ¡No quiero morir!- chilló al sentir que la apretaba sobre su cuello.
-No te voy a matar, ¡Todavía!. Te la pongo para no verme obligado a hacerlo. Tengo calor y no quiero que me veas la cara-
Mis palabras consiguieron calmarla momentáneamente pero mi acción tuvo un efecto no previsto, al reducir el flujo de aire, su cerebro y la adrenalina incrementaron sus sensaciones de forma que no llevaba ni tres minutos follándomela encapuchada cuando la sentí convulsionar bajo mi cuerpo y aullando desesperada se corrió sobre las sabanas. Era tal la cantidad de flujo que brotaba de su entrepierna que realmente parecía que nuevamente esa muchacha se estaba meando.
-¿Te gusta ¡Putita!-
-Sí- gritó con sus últimas fuerzas antes de caer agotada sobre la cama.
Su entrega era total y yo, todavía no me había corrido, por lo que la obligué a incorporarse y a colocarse a cuatro patas sobre el colchón. Dina, con la visión bloqueada, se dejó poner en esa posición aunque en su interior estaba acojonada. Cuando sintió unas manos abriendo sus cachetes, intentó protestar pero ya era tarde porque, con el ojete tan dilatado como lo tenía, no me costó horadar por vez primera con un miembro humano esa virginal entrada.
Dina gritó al experimentar mi dureza maltratando su ojete pero contra lo que tanto yo como ella esperábamos no hizo ningún intento de apartarse. La tranquilidad con la que iba absorbiendo mi extensión, me permitió seguir insertando mi pene y lentamente pero sin pausa, se lo clavé hasta que su base chocó contra sus nalgas.
-¡Que gusto!- aulló sin darse cuenta que estaba aceptando ser violada y como si fuera un hábito aprendido, empezó a moverse con prudencia.
Cuidadosamente, la cría fue incrementando la velocidad con la que se  empalaba hasta que su cuerpo tuvo que soportar un castigo infernal. Los suaves gemidos fueron aumentando su volumen mientras mi víctima sentía que su esfínter se había convertido en una extensión de su sexo. En un momento dado, Dina berreó como si la estuviera matando al ser desbordada por el cúmulo de sensaciones que iba experimentando.
-¡Me corro!- chilló mientras convulsionaba sobre las sábanas.
Una vez había conseguido que la morenita se corriese, me vi libre de buscar mi propio placer y cogiéndola de los pechos, esta vez fui yo quien aceleró sus sacudidas. Al acrecentar tanto el ritmo como la profundidad de mis incursiones, prolongué su clímax de forma tan brutal que con la cara desencajada, la muchacha me rogó que parara. 
-¡No aguanto más!-
Sus ruegos cayeron en el olvido y tirando de ella hacía mí, proseguí con mi mete-saca `particular sin importarme sus sentimientos. Con la moral por los suelos, Dina fue de un orgasmo a otro mientras su supuesto agresor seguía mancillando y destrozando su culo. Afortunadamente para ella, mi propia excitación hizo que explotara regando con mi semen sus adoloridos intestinos. Aun así seguí machacando su entrada trasera hasta que mi miembro dejó de rellenar su conducto y entonces y solo entonces, la liberé.
La pobre y agotada muchacha cayó sobre el colchón como desmayada. Al verla postrada de ese modo, supe que había realizado un buen trabajo y orgulloso de mi desempeño, me levanté al baño a limpiarme los restos de nuestro desenfreno. Ya de vuelta a la habitación, Dina ni siquiera se había movido. Indefensa esperaba que me hubiese ido, pero temiendo lo contrario ni siquiera se había quitado la capucha.
Nada más sentarme a su lado, se la quité. Asustada metió la cabeza en la almohada, intentando no verme porque eso supondría que la tendría que matar para que no me identificara. Solté una carcajada al saber el motivo y dándole la vuelta, le dije con suavidad:
-Dina, ¿Te ha gustado tu fantasía?-
Al verme la cara y reconocer en ella al prostituto que había contrato, se puso a reír completamente histérica mientras me insultaba acordándose de todos mis parientes.
-¡Serás cabrón! ¡Me has hecho pasar el peor rato de mi vida!-
-¿No era eso lo que querías?- le pregunté sonriendo.
-Sí…-contestó y tras unos momentos pensando, prosiguió diciendo: -Eres un capullo pero ahora que sé que era una farsa, te tengo que confesar que he disfrutado como una perra. ¡Me ha encantado sentirme indefensa! Aunque todavía tengo un sueño que me gustaría hacer realidad-
-¿Cuál?-
-¿Te importaría atarme?-
Muerto de risa, le pellizqué un pezón mientras recogía del suelo la cuerda con la que cumplir su deseo. Dina, al sentir mi caricia, se tumbó en la cama y ofreciéndome sus brazos, me rogó:
-¡Fóllame!-

Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

“Mi secretaria tiene cara de niña y cuerpo de mujer” (LIBRO PARA DESCARGAR POR GOLFO)

$
0
0
portrait of a young student hidden behind a chalkboard

Sinopsis:

A nuestro protagonista lo nombran delegado en Oviedo. Al llegar toda la organización se pone en su contra excepto María, una administrativa a la que nombra su secretaria sin saber que tras esa cara de niña buena se escondía una hembra hambrienta de sexo y menos que esa cría deseara que fuera él quien hiciera realidad sus fantasías.
María no tarda en confesar que desde el momento que desde niña supo que su destino era convertirse en sumisa y que cuando lo vio entrar por la puerta, comprendió que él era el amo que estaba esperando. Para colmo, le reconoce que su madre está de acuerdo.
Tras la sorpresa inicial que una mujer tan joven quiera tenerlo como dueño, Manuel está convencido que su vieja es una zorra que la tiene dominada y decide ir a su casa para enfrentarse a ella. Lo malo es que allí descubre que esa mujer tiene las mismas fantasías que su hija y que en vez de tener que cuidar solo de la chica, también tendrá que ocuparse de esa madura.

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

https://www.amazon.es/dp/B077S23G7C

PARA QUE PODÁIS HACEROS UNA IDEA OS INCLUYO LOS DOS PRIMEROS CAPÍTULOS:

CAPÍTULO 1.―

 

Como no podía ser de otra forma, el día en que tomé posesión de mi nuevo puesto estaba lloviendo. No penséis que una ligera llovizna, os juro que parecía el diluvio universal. Para que os hagáis una idea, en el breve tramo entre salir del taxi que me llevó y las oficinas, me empapé y por ello mi entrada triunfal resultó bastante patética.
Calado hasta los huesos, por no decir hasta los huevos, mis primeras palabras fueron para pedir una toalla con la que secarme.
―Existe algo llamado paraguas― respondió muerta de risa la jovencita que me abrió la puerta.
―Menos cachondeo― respondí molesto por la guasa, no en vano yo iba a ser su jefe― soy Manuel Giménez y he quedado con Alberto Torres.
La cara de la cría palideció al darse cuenta de quién era y roja como un tomate me trajo la toalla que le había pedido, diciendo:
―Disculpé pero pensaba que era un turista y no el nuevo director. Ahora mismo llamo al gerente― tras lo cual, salió corriendo en busca del interlocutor que me iba a presentar al resto del equipo.
Mi llegada había empezado mal pero empeoró cuando al cabo de diez minutos, la misma chavala volvió y sin haber conseguido encontrarle, se inventó la excusa que el ejecutivo en cuestión estaba en mitad de un atasco.
―¡Ni que estuviéramos en Madrid!― contesté con muy mala leche mirando mi reloj y ver que llevaba al menos media hora de retraso.
No tuve que ser un genio para comprender que la relajación era la norma general en esa delegación. Decidido a que eso sería lo primero que tenía que cambiar, le pedí que me enseñara mi despacho.
La muchacha supo que no la había creído y con la cara desencajada, me llevó hasta el lugar que en teoría estaba reservado para mí.
«Menuda mierda de sitio», pensé al ver el oscuro cubículo en el que tendría que pasar tantas horas del día.
Cabreado, le pedí que me mostrara el resto. La niña, obedeciendo, me enseñó las distintas dependencias entre las que se encontraba la oficina del impresentable que me había dejado plantado. Al ver que era un despacho el doble que el mío y con una espléndida vista, me apropié del lugar diciendo:
―Llama al conserje para que se lleve las cosas del señor Torres al otro despacho, ¡me quedo con este!
La morenita no sabía dónde meterse pero asumiendo que no le convenía contrariar al que iba a ser su superior, obedeció de forma que cuando, después de cuarenta y cinco minutos, llegó el susodicho se encontró que le había arrebatado su mesa, su silla y hasta su ordenador.
Por supuesto que intentó protestar pero me mantuve firme en mi decisión y pasando por alto sus quejas, le solté la primera de las muchas broncas que a partir de ese día le echaría hasta que cansado de mí, dimitió.
El segundo problema con el que tuve que lidiar fue con Beatriz, la secretaria que me habían asignado, la cual acostumbrada al ritmo de sus antiguos jefes, no aceptó de buen grado la carga de trabajo que le encomendé y de muy malos modos protestó diciendo:
―Nunca nadie me ha tratado así.
Decidido a dar un escarmiento a toda la oficina, le contesté:
―Ya se ve que no y así va esta delegación― y luciendo la mejor de mis sonrisas, le espeté: ―Como no voy a cambiar, ahora mismo decida. O trabaja a mi modo o tendré que buscarme otra secretaria.
Creyendo que los cinco años que llevaba en la empresa eran una salvaguarda a su puesto, la muy boba se atrevió a decirme que buscara a otra. Sin hacer aspavientos, dejé que volviera a su mesa para llamar a María, la joven que me había servido de guía y le pedí que entrara al despacho.
Una vez sentada, le comenté:
―Me han encomendado salvar esta delegación, para ello necesito a mi lado personas con ganas de trabajar, que me obedezcan y sin limitaciones de horario. ¿Puedo contar contigo?
―Por supuesto― contestó.
―Bien, entonces a partir de ahora serás mi asistente. Tu primera tarea, será redactar el despido de Beatriz. ¿Algún problema?
―Ninguno, en cinco minutos lo tendrá sobre su mesa.

Desde esa misma tarde, comprendí que había acertado eligiendo a esa cría como ayudante. Encantada con su nuevo puesto y sus nuevas responsabilidades, María se concentró en cumplir mis órdenes y ya cerca de las ocho de la tarde, tuve que mandarla a descansar diciéndola que podía terminar al día siguiente.
―No se preocupe― respondió― váyase usted, ya casi acabo― la seguridad de sus palabras me hizo creerla y cogiendo mis cosas, salí rumbo al hotel donde me hospedaba.
No fue hasta el día siguiente cuando al volver a mi despacho y me encontré con todo la información que le había pedido encima de mi mesa, cuando me percaté del volumen de curro que le había encomendado. Estaba todavía alucinando con lo que había elaborado en solo un día cuando escuché que tocaban a mi puerta. Al levantar mi mirada, la vi entrar sonriendo:
―Buenos días, jefe. Le he traído un café, espero que le guste con azúcar.
Reconozco que me gustó su tono servicial y mientras removía con una cucharilla la bebida, pregunté a qué hora había terminado la noche anterior.
―A las once y media― respondió sin que su rostro reflejara queja alguna.
No sabiendo que decir, le ordené que me preparara una reunión con los vendedores para ese mismo día. La chavala asintió y saliendo de mi despacho, se puso a organizarlo todo mientras me ponía a revisar los informes que ella había elaborado.
«Esta niña es una joya», medité al comprobar la calidad de su trabajo. No habiéndoselo pedido, María había desarrollado de manera rudimentaria pero eficaz un pormenorizado análisis de las fortalezas y debilidades de los distintos clientes. «Me ha ahorrado una semana de estudio», sentencié satisfecho.
Estaba todavía revisando esos papeles cuando entrando nuevamente en mi despacho, María me informó que ya había contactado con todos los vendedores y que la reunión tendría lugar a las seis de la tarde.
―¿No es un poco tarde?
Muerta de risa, contestó:
―Son una pandilla de vagos, ya es hora que se enteren que ha llegado un “líder” que les va a hacer trabajar.
La entonación con la que pronunció la palabra “líder” me hizo vislumbrar en ella una especie de adoración que nada tenía que ver con alguien que acababa de conocer. María, confirmó mis sospechas cuando sentándose frente a mí, me dijo:
― Apenas me ha tratado pero desde que me otorgó su confianza, siento que su éxito será el mío y por eso quiero que sepa que puede contar conmigo para todo. Seré su herramienta y jamás discutiré sus órdenes. Llevo soñando desde que entré a trabajar en esta empresa, con que el día que llegara un jefe que supiera valorar en su justa medida mis capacidades― y haciendo una breve parada, sin importarle lo exagerado de sus palabras, prosiguió diciendo: ―Sé que usted es ese guía que necesitaba y que junto a usted, creceré como persona.
Si ya de por sí esa declaración de intenciones era desmedida, lo que realmente me impresionó fue observar en sus ojos que era sincera. Por eso, medio cortado, quise quitar hierro al asunto diciendo en son de guasa:
―Ten cuidado, no vaya a tomarte la palabra y exigirte algo que seas incapaz de dar.
Sorprendiéndome nuevamente, esa morenita respondió con una dulce sonrisa en sus labios:
―Cuando le he dicho que puede contar conmigo para todo, es ¡para todo!― tras lo cual, se levantó dejándome pensando en el significado de sus palabras.
«¿Se me ha insinuado o solamente quería dejar clara su fidelidad como trabajadora?», pensé mientras la veía alejarse rumbo a su mesa. A pesar que de esa conversación no podía deducirse nada fuera de un ámbito profesional, por su tono, deduje que había algo más.
Sin tiempo que perder, dejé de pensar en ello y me puse a preparar mi reunión con los agentes. Estudiando el tema, de nuevo los informes que había preparado esa cría me sirvieron de gran ayuda y antes de las dos, ya me había hecho una idea de todos y cada uno de esos tipos. La mayoría de ellos tenía una buena base comercial pero tras años dejados a su libre albedrío, se habían apoltronado en su puesto y estaban cometiendo el peor de los pecados en un buen vendedor: ¡habían perdido el hambre de nuevas operaciones!
«A partir de hoy, deben saber que eso de quedarse en la oficina, se ha terminado», me dije mientras tomaba el paraguas para salir a comer.
―¿Ya se va?― preguntó María desde su mesa.
Fue entonces cuando hice algo que nunca había hecho hasta entonces, olvidándome que era mi secretaria y mirándola a los ojos, contesté:
―Coge tus cosas que te invito a comer.
Tras la sorpresa inicial, aceptó y cerrando su ordenador, me pidió un minuto para pasar al baño. Ese minuto se convirtió en un cuarto de hora pero os tengo que reconocer que no me importó la espera cuando la vi salir.
«Joder, ¡menudo cambio!», mascullé para mí al darme cuenta por primera vez que, tras esa cara de niña buena, se escondía un pedazo de mujer.
Si os preguntáis por qué la respuesta es muy sencilla, María había aprovechado ese tiempo para maquillarse y sintiéndose guapa, hasta su caminar había cambiado. Dejando atrás a la cría, la María que salió del servicio era una hembra deslumbrante, sabedora de su atractivo.
―¿Nos vamos?― preguntó con alegría.
Más afectado de lo que debería estar, sonreí y abriéndole la puerta, la dejé pasar delante para así poder valorar su trasero.
«Tiene un culo cojonudo», sorprendido confirmé, que a pesar de no haberme fijado antes, era dueña de unas preciosas y duras nalgas.
Si de por sí ese descubrimiento me había alterado las hormonas, mi zozobra se incrementó cuando debido a la lluvia, María se refugió bajo el paraguas que acababa de abrir. Obviando que yo era su jefe, esa bebita pasó su mano por mi cintura mientras se pegaba a mí.
«Tranquilo, macho», tuve que repetir al darme cuenta que me estaba excitando su cercanía.
Aun así, inconscientemente la abracé cuando de reojo un taxi se acercaba. Mi asistente, lejos de molestarle mi gesto, parecía encantada y levantando su mirada, me preguntó dónde la iba a llevar a comer.
«Dios, ¡qué buena está!», exclamé en mi mente al ver su boca a escasos centímetros de la mía.
Juro que estuve tentado de morder esos carnosos labios pero afortunadamente, pude contener mis instintos animales y aprovechando que el taxista había parado, abrí la puerta del coche. María entró en su interior pero en vez de moverse hasta el otro lado, se sentó justo en la mitad del asiento, de forma que nuestros cuerpos quedaron uno junto al otro al sentarme.
―No me has contestado, ¿dónde vamos a comer?― susurró en mi oído sin separarse y tuteándome por primera vez.
Mi pene se despertó de inmediato al sentir su aliento sobre mi piel y dejándome en ridículo se alzó bajo mi pantalón. Fue tan evidente mi erección que no le pasó inadvertida y al advertirla, la pobre criatura no sabía dónde meterse. Totalmente colorada, se movió hacia la ventana mientras haciendo como si no pasara nada, le contestaba que me habían hablado muy bien de la Casa Fermín.
―Es un sitio carísimo― respondió incapaz de girarse.
Cabreado y molesto por mi torpeza, alzando la voz, contesté:
―¡No discutas! Lo he dicho yo y basta.
Mi exabrupto tuvo un efecto no previsto, bajo la camisa de María como por arte de magia aparecieron dos pequeños montículos señal que esa orden tajante la había puesto cachonda. Mi extrañeza se multiplicó exponencialmente al oírla murmurar:
―Lo siento, te juro que no era mi intención llevarte la contraria.
«No es normal la actitud de esta chavala», medité al descubrir una especie de satisfacción al sentirse recriminada, «es como si le gustara que la dirijan».
Asumiendo que tendría tiempo de sobra de indagar en ello, pasé página y me concentré en sus rasgos. Su pelo negro y corto relazaba la palidez de su piel pero no conseguía endurecer sus facciones porque la dulzura de sus ojos oscuros lo impedía
«Es una monada», sentencié enfadado al darme cuenta que al menos le llevaba veinte años, «puedo ser su padre».
Estaba rumiando nuestra diferencia de edad cuando el taxista nos informó que habíamos llegado y tras pagar la carrera, salimos del coche. Esta vez, María mantuvo las distancias y siguiendo mi paso, entramos al restaurante. El maître debió de pensar que éramos familia y que ella era menor porque al pedir una botella de vino, educadamente me preguntó qué era lo que iba a beber mi hija.
Al escuchar esa metedura de pata en boca de alguien que se le supone profesional, solté una carcajada pero entonces María muy molesta, contestó:
―El señor no es mi padre. Mi padre ha muerto.
El dolor que manaba de sus palabras me hicieron compadecerme de ella y cogiendo su mano entre las mías, le dije que lo sentía mucho.
―No hay problema― respondió al tiempo que se echaba a llorar como una magdalena.
Os juro que no me esperaba esa reacción y enternecido la abracé. Ella al sentir ese cariñoso gesto, hundió su cara en mi pecho mientras me decía:
―Le echo mucho de menos. Con él me sentía segura.
―Tranquila― respondí acariciando su pelo― conmigo tampoco tienes nada que temer.
La tristeza de la cría se transformó en alegría al escuchar esa frase y levantando su mirada, preguntó:
―¿Eso quiere decir que quieres protegerme o lo dices por decir?
Alucinado por la pregunta contesté, sin saber bien a que me comprometía, que mientras me obedeciera siempre cuidaría de ella.
Mi respuesta la satisfizo y con genuina felicidad, esa morenita:
―Si te obedezco en todo y no discuto tus decisiones, ¿me aceptarías como tu pupila y serías mi tutor?
Fue entonces cuando caí en la cuenta que la propuesta de María iba más allá de lo profesional y no queriendo asumir un compromiso sin tenerlo claro, quise antes conocer en profundidad a que se refería. Al preguntárselo, contestó:
―Mi madre fue inmensamente feliz mientras mi padre vivía. Nunca se arrepintió de plegarse a sus deseos y que él decidiera lo que había que hacer.
―¿Me estás diciendo que quieres que yo sea una especie de mentor y que deseas formar parte de mi vida fuera de la oficina?― impresionado insistí.
―Sí. Siempre he soñado con maestro al que seguir y creo que tú puedes ser el hombre indicado. Me entregaría a ti en cuerpo y alma― el brillo excitado de sus ojos ratificó sus palabras mientras involuntariamente sus pezones adquirían un desmesurado tamaño.
Ya convencido que María era una sumisa sin dueño y que lo que realmente buscaba era servirme, contesté:
―Pensaré en tu oferta― y llamando al camarero, le informé que comeríamos el menú de degustación mientras frente a mí y sentada en su silla, la morena no dejaba de sonreír asumiendo quizás que era cuestión de tiempo que aceptara su extraña oferta.
Durante la comida ninguno de los dos hizo referencia al tema pero cuando nos trajeron el café, mi asistente dio un nuevo paso en su entrega al decirme:
―¿Tienes visto algún piso donde vivir?
―Todavía no. Sigo viviendo en un hotel porque no he tenido tiempo de buscarlo― acepté.
Nuevamente esa criatura me sorprendió diciendo:
―Te lo digo porque si quieres le pregunto a mi madre si te alquila la habitación de invitados. A ella le vendría bien el dinero y estoy segura que le gustaría el tener de nuevo un hombre en casa.
Tanteando sus verdaderas intenciones, muerto de risa, le solté:
―No lo creo y más si termino aceptando tu oferta.
En ese instante, María me terminó de descolocar al poner un gesto de extrañeza mientras me decía:
―No entiendo, ¿por qué lo dices?
Tanteando el terreno comenté sin ser muy preciso no fuera a ser que hubiese malinterpretado los términos de su propuesta:
―Joder, María. No creo que le guste saber que su inquilino es el “mentor” de su hija.
―Al contrario― contestó― me ha educado para eso y estaría encantada de saber que tengo un amo que me cuida y enseña. Pero antes tiene que aceptarte.
Con una naturalidad increíble, me acababa de confirmar su naturaleza sumisa y eso fue el empujón que necesitaba para decidirme. Ya convencido respondí, al tiempo que cogía su mano entre las mías:
―Si no quiere, tendrás que buscar otra casa donde vivas conmigo.
Tardó unos segundos en comprender que estaba aceptando su oferta y entonces, con un júbilo desbordante, se levantó de la silla y sentándose sobre mis rodillas, me besó mientras me decía:
―Nunca dejaré que te arrepientas de hacerme tuya.
Usando mi poder recién adquirido, dejé caer mi mano por su cintura y por primera vez, acaricié su trasero. María al sentir mis dedos recorriendo sus nalgas, susurró en mi oído:
―Solo espero que mi madre también te acepte como maestro.
No entendí la insinuación que me hizo y creyendo que insistía en la necesidad de permiso de su progenitora, contesté:
―Me da igual lo que diga― y dando un suave azote en ese culito que deseaba desflorar, descojonado, comenté: ―Serás mía cuando y como quiera.
Mis palabras lejos de preocuparla, le hicieron gracia y con un tono pícaro en su voz, respondió:
―Entonces, pronto tendrás dos mujeres que te cuiden y yo no tardaré mucho en cumplir mis deseos.
Tras lo cual, cogió su teléfono y marcando a su vieja, esperó a que contestara para sin ningún tipo de rubor decirle:
―Mamá, como te anticipé anoche, mi nuevo jefe ha aceptado quedarse con nosotras.
Aunque no lo oí, su vieja debió de aceptar porque colgando el móvil, sonriendo, me espetó:
―Después de la cita con los vendedores, mi madre nos espera en casa.

Como imaginareis con razón, durante el resto de la tarde, mi mente estuvo dando vueltas al tema y cuanto más pensaba en ello, más extraño me parecía todo. No en vano según María, su madre no solo no pondría reparo alguno a su sumisión sino que la vería con buenos ojos.
«¿Qué tipo de mujer será?», me preguntaba una y otra vez.
Al terminar la reunión con los representantes de Asturias, os tengo que confesar que estaba confuso y por ello cuando nos quedamos solos, la llamé a mi despacho.
―Cierra la puerta― le pedí al no querer que nadie nos interrumpiera.
La cría obedeció de inmediato y tras pasar el pestillo, se acercó con un peculiar brillo en su mirada. Sus movimientos reflejaban nerviosismo pero también la satisfacción de saber que tenía dueño y por ello no pudo reprimir su felicidad cuando le ordené que se sentara en mis rodillas.
Al satisfacer mi deseo, suspiró y confirmando su disposición, susurró en voz baja:
―¿Qué es lo que desea mi dueño?
No siquiera la contesté y llevando mi mano hasta los botones de su camisa, me puse a desabrochar uno por uno mientras intentaba descifrar su reacción. El silencio de María fue total pero su cuerpo mostró involuntariamente una calentura sin igual y por ello cuando terminé de soltar el último botón, esa criatura tenía los pezones erectos.
―¿Te pone cachonda que te desnude?― pregunté al menos tan excitado como ella.
―Mucho― consiguió mascullar presa del deseo.
Su sometimiento me permitió soltar el cierre de su sujetador, liberando por fin sus pechos.
―Tienes unas tetas preciosas― comenté admirado por el tamaño y la forma de esas dos maravillas que tenía a mi disposición.
Reconozco que no pude dejar de admirar la belleza de su juvenil cuerpo. Dotada de un pedazo de ubres que serían la envidia de cualquier mujer, esa jovencita era todo lujuria. Si sus tetas eran cojonudas, su duro trasero no le iba a la zaga. Con forma de corazón parecía diseñado para el disfrute de los hombres. María al advertir el efecto que provocaba en mí, se acercó y llevando sus manos a mi cinturón, comenzó a desabrocharlo. Bajo mi pantalón, mi verga se alzó y por eso cuando me la sacó, ya lucía una impresionante erección.
―Reconoce que me deseas― susurró mientras se arrodillaba y lentamente se la metía hasta el fondo de la garganta.
Me quedé paralizado al notar sus labios abriéndose y recorriendo la piel de mi extensión. Aunque todo me indicaba que era una mujer fogosa, rápidamente comprobé que era toda una diosa. Mi falta de reacción permitió que se la sacara tras lo cual usando su lengua, embadurnó de saliva mi tallo antes de volvérselo a embutir como posesa. Dejándome llevar por su maestría, permití imprimiera un pausado ritmo sin quejarme. Ardiendo en mi interior, me mantuve impasible mirando como devoraba mi sexo con fruición.
Con mis venas inflamadas por la lujuria, sentí su lengua recorrer los pliegues de mi capullo. Cuando la excitación me dominó por completo, ya sin recato alguno, la agarré de la cabeza y presionándola contra mí, le introduje todo mi falo en su garganta. La chavala lo absorbió sin dificultad e incrementando el compás de su mamada buscó mi placer. Mi semen tardó poco en salir expulsado en su interior. Ella al notarlo se lo tragó sin quejarse sin dejarme de ordeñar hasta que consiguió extraer hasta la última gota. Entonces alegremente, me soltó:
―Llevo años soñando con sentir una verga en mi boca.
Queriendo devolver parte del placer que me había brindado, llevé mi boca hasta una de sus rosadas areolas y sacando la lengua, me puse a recorrer los bordes mientras ella empezaba a sollozar.
―¿Qué te pasa?― pregunté sorprendido.
Casi llorando de felicidad, mi asistente contestó:
―Mi madre no mentía cuando me avisó de lo mucho que me gustaría que mi dueño mamara mis pechos.
Atónito comprendí que María jamás había disfrutado de la compañía de un hombre y que era la primera persona con la que estaba. Por ello, tuve que preguntarla si era virgen.
―Sí― respondió orgullosa― sabía que algún día te conocería y por eso me he reservado para ti.
Lleno de dudas, mi excitación desapareció al instante y tratando que no notara mi turbación, ordené a María que se tapara. La niña que no comprendía nada, me miró desconsolada y preguntó en que me había fallado.
―En nada, preciosa― contesté al no poderle reconocer que estaba indignado y que echaba la culpa de todo a su progenitora: ― La primera vez de una mujer es importante y quiero que sea inolvidable.
Mis palabras consiguieron calmarla y creyendo a pies juntillas mi mentira, la felicidad volvió a su rostro. Cabreado por el tipo de educación al que había sido sometida esa morena, decidí encararme con la autora de semejante aberración cuanto antes y disimulando la ira que me consumía, le dije:
―Quiero conocer a tu madre.
Confiada, María sonrió y tras plantarme dulce beso en mis labios, se levantó de mis rodillas y recogió sus cosas sin saber que en ese momento, su supuesto amo no podía comprender como alguien podía aleccionar a su retoño con semejantes ideas.
«Tengo que separarla de su vieja. Si la dejo allí y sin mi cuidado, María será presa fácil de cualquier desalmado».


Relato erótico: “Las Profesionales – Casa de marionetas esclavas 2” (POR BLACKFIRES)

$
0
0

Las Profesionales – La casa de las marionetas esclavas: Parte 2.

La mañana de un nuevo día filtra la luz del sol por la ventana de la elegante habitación que ocupan Melissa y Samantha Baxter en el Hotel de Montaña. El día encuentra a ambas hermanas desnudas y abrazadas en la cama con sus cabellos castaños dorados revueltos y hechas una madeja de piernas y brazos. La habitación es un desorden de ropas y maletas. Melissa es la primera en despertar y poco a poco va rememorando la noche pasada y se da cuenta que esta abrazada a su hermana mayor que duerme con cara de satisfacción total y una sonrisa de alegría. Melissa rápidamente se suelta del abrazo y se va al baño, moja su rostro tratando de despertar de la pesadilla sexual que vivió la noche anterior. Minutos después sale del baño y encuentra a Samantha recogiendo las cosas de la habitación y metiéndolas apresuradamente en las maletas, sin cruzar palabras ni miradas empiezan la tarea de salir del hotel, lo que hacen en poco tiempo y emprenden el viaje de vuelta a casa.

Como es de suponer el viaje de vuelta a casa se hace lo más largo del mundo, casi sin hablar y esperando que todo sea un mal sueño. Por lo menos el tráfico de entrada a la ciudad y el hecho de que habían salido justo al amanecer, hacen fácil y sin escalas el viaje rumbo a la mansión.

Ambas chicas agotadas por el largo viaje y por la cantidad de cosas que pasan en sus mentes, finalmente llegan a su mansión, bajando algunas de las maletas llegan a casa. Ya los últimos rayos del sol dan a todo un color naranja y las sombras de la próxima noche empiezan a aparecer cuando ambas entran a la sala de la mansión encontrándola vacía. Caminan a la cocina donde se escuchan ruidos y esperando no encontrar una escena como la de la mañana anterior ambas entran encontrándose a Rossana.

– Buenas noches señoritas, en un momento les preparare algo de cenar.

Ambas chicas observan a Rossana ocupada en los deberes de la casa y casi no pueden creer que sea la misma puta que sometiera a su madre en esa misma habitación a una humillación tan grande. Samantha es la primera en hablar.

– ¿Rossana donde esta mi madre?

– Señorita Samantha su madre salio con su padre…

– EL NO ES MI PADRE.

– Disculpe señorita Samantha, su madre salió con el Sr. Baxter en un viaje de último momento.

Ahora es Melissa la que interviene en la conversación.

– Eso no es posible pues mi madre nos lo hubiera avisado, ¿Dónde esta mi madre?

– Ya les dije que los señores salieron esta mañana en un viaje de último momento.

Samantha mirando Rossana con todo el desprecio del mundo toma el teléfono más cercano y marca rápidamente el celular de su madre el cual empieza a sonar. Activando el speaker escuchan los tres tonos de marcado y después Susan Baxter contesta.

– Hola…

– Madre soy Samantha ¿dónde estas?

– Hola Sammy como estuvo el viaje, tu padre y yo salimos de viaje.

– Mon el no es mi padre, ¿quiero saber dónde estas? Necesito conversar algo urgente contigo.

– Sammy querida ¿te pasa algo? ya te dije que estoy con Jimmy de viaje, disculpa que no te pueda atender pero me están esperando ahora. No te preocupes, en cuanto estemos de vuelta hablaremos.

Antes de que Samantha pudiera recriminarla por el “Sammy” y preguntarle por tercera vez su paradero la conversación de interrumpe. Melissa esta completamente furiosa y Rossana la observa como si no entendiera nada de lo que esta pasando.

– No sé que esta pasando aquí, pero en cuanto mi madre regrese esto se va a aclarar ¿entendiste?

– Señoritas no entiendo por que esta tan molesta con…

– No te hagas la estúpida Rossana este jueguito se va a terminar ¿Ok?

Diciendo esto ambas chicas salen de la cocina en dirección a sus respectivos cuartos, donde sin cruzar ni media palabra se encierran cada una en su habitación.

Las horas pasan y Melissa esta cada vez más ansiosa, como es posible que Rossana actuara con tal desfachatez ante ellas sin el menor remordimiento, lo peor era escuchar a su madre decirles que estaba con ese infeliz de viaje. No podía ser posible que su madre estuviera de acuerdo en todo este asunto tan asqueroso. Melissa escucha pasos en el corredor, pasos que se alejan y rato después vuelven por el pasillo, unos minutos después alguien toca la puerta de su habitación.

– Señorita Melissa le traje su cena.

– Llévatela no quiero nada ahora.

Melissa no escucha pasos, así que supone que Rossana sigue en la puerta. Tantas ideas y cosas en su mente la habían hecho olvidarse de la cena y ya estaba lista para irse a la cama. Lo piensa un momento y decide que es tiempo de tener “una de aquellas conversaciones” que sabía tener con la servidumbre. Abriendo la puerta hace pasar a Rossana que deja una bandeja en la mesita más próxima y voltea para salir pero es interceptada por Melissa quien cierra la puesta tras de si.

– Es hora de que tú y yo hablemos sobre lo que hay entre James, y… tú y lo que le han hecho ambos a mi madre.

– Disculpe señorita Melissa pero yo no puedo contestarle nada, el señor y la señora Baxter son los que pueden aclararle…

– En primer lugar yo tengo todo el derecho de preguntarte lo que me de la gana ¿entiendes empleada? En segundo lugar tú tienes el deber de contestarme pues soy tu jefa, estúpida igualada. Así que ahora mismo me vas a decir que mierda le han hecho a mi madre o te despido en este mismo instante.

– Lo siento señorita Melissa… pero ya le dije quien puede aclararle sus preguntas y solo el Sr. Baxter puede despedirme.

Estas palabras terminan de enardecer a la ya enfurecida Melissa que se le va encima a Rossana y tomándola por un brazo con su mano libre le da una sonora cachetada mientras le grita.

– ¿Quién te has creído que eres perra igualada, como te atreves a contestarme así?

Rossana sorprendida por la agresión baja la cabeza y Melissa saborea el triunfo de haber puesto en su sitio a la sirvienta de la casa. Rossana lentamente levanta el rostro y la mira sonriendo. Con un rápido movimiento se suelta de Melissa y levantando su mano le coloca dos cachetadas tan fuertes a la chica que hacen que la menor de las niñas Baxter pierda el balance y atontada termine apoyada en la pared. Rossana la agarra por un brazo y la presiona contra la pared. Mirando a su alrededor, toma una bufanda de un perchero y rápidamente amarra las mano de la sorprendida Melissa que no sale de su asombro al verse atacada por su sirvienta.

– Suuuuelta… suéltame, SUELTAMEEEE

Rossana la toma por el rostro y le dice:

– Ninguna niña riquilla hija de puta malcriada tiene derecho a golpearme ¿Entendiste?

Tomándola por el cabello que Melissa se había recogido en una coleta para dormir, la hace caminar a la cama donde la tira boca abajo y Melissa sigue gritando desesperada.

– Cierra la boca estúpida, esta noche te voy a dar una lección para que aprendas quien manda ¿Entendiste?

Diciendo esto Rossana se saca sus propias bragas de debajo de su falda de empleada domestica y haciéndolas una bola espera el siguiente grito de la desesperada Melissa para meterle a la fuerza sus bragas en la boca almorzándola y acabando con sus gritos. Atada y amordazada Rossana la toma de la cintura y forcejeando la coloca boca abajo sobre sus piernas y le baja la pijama y jalándole las bragas le deja desnudas las blancas nalgas que empieza a castigar con sonoras palmadas que van poniendo un tinte carmesí en el blanco culo de Melissa.

Rossana castiga sin compasión el redondeado trasero de la chica que solo atina a gemir con cada nueva nalgada, a medida que las nalgas se tornan más y más rojas su coño empieza a reaccionar de una manera que la misma Melissa tarda en comprender, se esta mojando, cada nalgada la hace sentirse más expuesta y más humillada y poco a poco su coño se va encharcando en sus jugos, mientras los dedos de la mano Rossana, que golpeando con la palma abierta, van dejando marcas rojas en sus nalgas.

Rossana lentamente deja de nalguearla y descubre la humedad creciente en el coño de la chica y lentamente empieza por meterle un dedo y luego dos y hacerlos entrar y salir, a lo que Melissa responde con nuevos gemidos tras la mordaza, pero a diferencia de los primeros gemidos estos son casi de placer, si no fuera por lo humillante de la situación.

“Debo ser una estúpida como me estoy mojando si esta perra me esta violando, aaaaaagggg”. Tres dedos de Rossana ahora entran sin resistencia en el encharcado coño de Melissa que sigue gimiendo y solo siente que es tirada como un saco de patatas sobre la cama y estando boca arriba Rossana se coloca sobre ella y metiéndole los dedos en el coño nuevamente hace que su cuerpo haga presión sobre ella y empieza a besar el rostro de Melissa que ya no para de gemir al sentir el bombeo de los expertos dedos de su atacante, que empieza a besarla sobre la mordaza y poco a poco va besando lentamente su cuello y se desplaza a sus senos donde tomando sus pezones que están duros como rocas los muerde primero para luego chuparlos.

Sin piedad y con casi perversa precisión se desplaza beso a beso hasta el coño de la chica que la recibe con sus piernas abiertas y sacándole los dedos empieza a usar su lengua en el sensible y húmedo coño haciendo que la atada e indefensa chica llegue a un orgasmo tan fuerte que la deja prácticamente inconsciente.

Después de lo que parecen horas una aturdida Melissa se va reponiendo de todo aquello y se encuentra sin ataduras y sin mordaza acostada en su cama, sola en su habitación. Casi no puede creer todo lo que paso y se siente humillada y estúpida por haberse dejado hacer de su empleada, pero lo más horrible del caso es que en otras circunstancias lo hubiera disfrutado. “¿En verdad lo disfrute? Debo estar perdiendo la razón, no puedo creer que me corriera de esa manera”. Melissa intenta levantarse pero no tiene fuerzas suficientes para lograrlo y se va quedando dormida lentamente mientras su coño se va humedeciendo otra vez.

La mañana sorprende a la atontada Melissa que luego de arreglarse un poco baja a la cocina donde escucha voces al ir aproximándose, al entrar descubre a Samantha sentada a la mesa terminando su desayuno mientras Rossana limpia trastos. Todas se mantienen en silencio. Finalmente Samantha se levanta sin mirar o saludar a su hermana y sube a su cuarto, Melissa sentada a la mesa y a diferencia de sentirse indignada por la situación de la noche anterior, no puede dejar de imaginar a Rossana desnuda. Es tan humillante estar allí sentada mirando a la empleada de espaldas y solo imaginar lo excitante que seria comerle el culo y el coño, para ella más denigrante que imaginar hacérselo, es hacerlo con la empleada.

Melissa esta tan nerviosa mirando el culo de su empleada y su desayuno sigue allí a medio comer, un segundo después Rossana voltea y le dice:

– ¿Ya terminaste tu desayuno o ves algo más que se te antoje comer?

Melissa casi puede sentir como toda su sangre se le agolpa en el rostro y a medida que su rostro se torna carmesí su coño se va humedeciendo al punto de mojar las nuevas bragas que esa mañana se había puesto. No puede terminar el desayuno y bajando la mirada se levanta y sale de la cocina y casi corriendo sube a su cuarto para encerrarse en el todo el día. Intenta distraerse mirando la TV o leyendo algo en la red pero por más que lo intenta, termina imaginándose cogiendo con Rossana y masturbándose como si fuera una puta caliente. Las horas van pasando y ella no para de masturbarse, intenta dormir pero es imposible.

La tarde va cayendo y ella esta exhausta y saliendo de la ducha, en su quinto baño de agua fría del día, casi esta por llegar a su cama cuando escucha pasos en el pasillo y alguien llama a la puerta. Su corazón empieza a latir a mil por hora y casi en cámara lenta se ve a ella avanzando hacia la puerta.

– ¿Qui.. quien, quién es?

Tres toques más en la puerta son la respuesta, su corazón se detiene cuando observa su mano girar la manija de la puerta.

Rossana entra a la habitación cargando una charola de plata y la cena servida en la vajilla de porcelana, camina sin decir nada y coloca la bandeja en una mesa cercana a la ventana mientras sumisamente Melissa la observa casi temblando de excitación.

Rossana voltea y Melissa no se atreve ni a mirarla a los ojos, sigue de pie, allí a unos pasos de la puerta con sus cabellos castaños húmedos y su cuerpo envuelto en una bata blanca que atada a su cintura, marca perfectamente el contorno de ese cuerpo delicioso que Rossana hizo suyo. Rossana camina hasta ella y tomando con una mano el nudo de la bata y con la otra usando su dedo índice marca el contorno del escote, desde su abdomen subiendo hasta sus senos y se detiene casi al llegar al cuello de la bata, le dice:

– ¿Hoy quieres discutir algo conmigo?

Melissa temblando de pies a cabeza intenta articular palabra pero solo deja escapar una leve y casi inaudible respuesta, mientras su cabecita se mueve de forma negativa.

– noo…

– Bien, entonces come tu cena y vete a la cama.

Diciendo esto Rossana sale del cuarto cerrando la puesta mientras la humillada Melissa siente como su cuerpo esta ardiendo y en sus muslos corre la humedad proveniente de su coño que solo con la entrada de la empleada al cuarto se puso a soltar babas como si fuera una fuente, sentándose a la mesa termina los alimentos que le han traído a la habitación y unos minutos después se mete a la cama y se va quedando dormida.

La mañana la encuentra desnuda en su cama y Melissa aun sin comprenderlo esta aun mas hambrienta de comerse el coño y el culo de su empleada, es una locura pero es real. La atontada chica se va al baño y lava su rostro y se asea para comenzar el día. Al salir del baño toma una bata de seda casi transparente y mientras se la pone sobre su cuerpo desnudo, asomándose por la ventana descubre el sol en lo alto, lo que le indica que es bastante tarde. Al prestar más atención mirando por la ventana de su cuarto, que da al jardín trasero de la casa, descubre a Samantha tomando el sol en la piscina, sus ojos permanecen cubiertos por un par de lentes de sol mientras sus oídos tienen puestos los audífonos de su Ipod que descansa junto a ella en la mesita cercana, al lado de un gran vaso de jugo de naranja que le refresca en esa soleada mañana.

Samantha aparece acostada boca arriba luciendo ese hermoso par de senos que un pequeñísimo traje de baño de dos piezas intenta cubrir sin éxito, su piel blanca ya luce levemente bronceada por el sol y parece brillar debido a las millones de perlitas de sudor que cubren su piel, su depilado coño esta ligeramente cubierto tanto por la parte inferior del bañador y por una de sus manos que descansa distraídamente sobre el, sus torneadas piernas terminan el conjunto, presentando su pierna izquierda flexionada y la derecha estirada.

Melissa sigue en la ventana mirando con deseo creciente el cuerpo exquisito de su hermana mayor. Casi no puede creer que solo un par de noches atrás ese cuerpo había estado completamente a merced de sus más morbosos deseos, haciendo de Samantha una cuerda de violín que vibraba de deseo a cada toque magistral que Melissa le diera. Ahora no puede creer las ganas de bajar y comérsela en la piscina, se ruboriza al recordar que esa es su hermana mayor pero vaya que su hermana es buena comiendo coños.

Sigue mirando por la ventana y Samantha se acuesta boca abajo dejando ver su espalda y su carnoso y redondo trasero. Melissa empieza a tocarse y ya no puede quitarle los ojos de encima a Samantha y sus nalgas deliciosas. Lentamente todo a su alrededor deja de importar y solo mirar a Samantha es importante. Desearla, tenerla allí en esa misma piscina, colocada a cuatro patas mientras Melissa sentada la observa usar su lengua en su coño y hacer que llegue al orgasmo. Sus pensamientos vuelan y es cuando siente que la agarran por los brazos proyectándola con fuerza contra la pared y Rossana sin darle oportunidad a reaccionar la besa metiendo su lengua en la boca abierta de asombro de Melissa. Melissa después de la primera impresión se deja hacer y Rossana la pone contra la ventana mientras le besa el cuello, le acaricia los senos y deslizando su otra mano al coño, sin necesitad de someter por la fuerza a la atontada Melissa. Rossana le aprieta un seno mientras la coloca justo frente a la ventada donde ambas pueden observar a Samantha que descaradamente en la piscina abre las piernas y empieza a masturbarse.

Melissa no aguantara mucho mientras el ataque sexual de Rossana continua con caricias y besos mientras le habla al oído.

– Que coño tan delicioso tienes Mely, me encanta lo excitada que estas, estas babeando tanto, mira como dejas mis dedos pegajosos. Sammy esta tan excitada como lo estas tú. Ves como bombea su coño mientras yo bombeo el tuyo, seria delicioso que se corrieran ambas a la vez. Mira como se levanta sin sacarse los dedos… Ummmm se esta quitando el bikini… mira como suben y bajan esos senos, se esta apretando los pezones como si lo necesitara para tenerlos más duros.

elissa ya no puede seguir el hilo de lo que le dicen pues no deja de observar como su hermana se masturba como una perra en celo en medio de la piscina.

– Mira que sucia es tu hermana ¿debe ser una tremenda puta en la cama no crees? ¿Te encantaría comerle el coño a esa perra? No. No creo que quieras comerle el coño a esa puta, tú quieres comerle en coño a una verdadera hembra. Una hembra que con solo proponérselo te puede poner a cuatro patas a comerle el coño como tú quieres comerlo.

En la mente de Melissa un destello de cordura la intenta devolverla a la realidad en medio de un orgasmo inminente al ver a su hermana caliente y ser ella el juguete sexual de su empleada.

– No, noooo… yo no como coños…

Rossana sonríe al escucharla intentar replicar y le dice al oído.

– ¿No comes coño? ¿Eres demasiado fina para comer el coño de una verdadera hembra, no puedes estar como una puta viciosa comiendo coños?

– no nooo yo no…

– Sí, claro que lo haces Mely, eres una puta justo como tu hermana…

Melissa no logra entender por que su mente no deja de aceptar las palabras de su empleada y sin darse cuenta hacia menos de un minuto su mano derecha había sido guiada a su entrepierna por la mano de Rossana y ahora se masturbaba a ella misma mientras Rossana lo hacia por igual, el ambiente se va llenando del olor a hembra en celo y Melissa no puede ordenar sus ideas.

– Te demostrare lo puta come coños que eres Mely.

Sacando dos dedos de su propio sexo Rossana los lleva llenos de sus jugos hasta la boca de Melissa y dándoselos a probar la indefensa chica los empieza a lamer con desesperación, con solo el aroma y el sabor de los jugos de Rossana hacen que comience a venirse como una completa puta. Orgasmo tras orgasmo acaban con la conciencia de Melisa que casi pierde el sentido.

Minutos después Rossana pasa sus dedos bajo la nariz de la aturdida Melissa que empieza a reaccionar.

– Ves que sí eres una gran puta. ¿Quieres comerme el coño no es así?

– siiiiiii…

Rossana sostiene con un brazo a la semidesnuda y aturdida chica mientras con la otra mano acaricia su rostro y besa su cuello. Melissa siente el calor del cuerpo de Rossana con sus grandes senos a su espalda.

– Dilo.

– Quiero… quiero comerme tu coño.

La lengua de Rossana recorre desde la base del cuello hasta el oído de Melissa donde le dice:

– En ese caso gánatelo…

Diciendo esto la empuja hacia la cama, y la desconcertada chica la observa alejarse hacia la puerta. Una desesperación se apodera de ella y antes de que Rossana salga le dice casi entre sollozos.

– No sé como ganármelo, por favor no me dejes así…

– Se me ocurre una forma… tráeme a tu hermana tan puta y controlada como tu lo estas.

– Por favor, no puedo hacer eso…

– Claro que sí puedes, si no lo haces no volverás a correrte y tú para vivir necesitas correrte tanto como respirar, ahora tráeme a la otra puta.

Sin más Rossana sale de la habitación dejando a Melissa que, desde la cama como una muñeca de trapo, se ha ido escurriendo hasta quedar sentada en el suelo de la habitación humillada, indefensa y tratada como una puta por su empleada. La bata de seda esta abierta revelando sus redondos senos y sus durísimos pezones, sus cabellos castaños claros caen en bucles desordenados que algunos rizos cubren parte de su busto delicioso. Con su cabeza inclinada hacia el suelo se observa sentada en el suelo con sus piernas desnudas abiertas y sus manos que descansan en sus piernas con las palmas hacia arriba, el coño le palpita y sigue encharcado de sus jugos. Vista desde cierta distancia cualquiera diría que es una muñeca mecánica de carita de porcelana que se le ha acabado la cuerda o simplemente una marioneta a la que le han cortado los hilos. Lo peor de todo era el nivel de excitación que alcanzaba con cada humillación, y las ganas enfermizas de comerle el coño a Rossana y poder venirse como una puta.

El día avanza sin incidentes Rossana continua en los trabajos de la casa y ambas hermanas siguen encerradas en sus cuartos. Por su parte Melissa pasa todo el día masturbándose sin poder llegar a su anhelado orgasmo, ¿cómo era posible no poder llegar si hacia solo unas horas se había venido tantas veces que había perdido la cuenta? Hora tras hora su frustración se hace más y más grande sin poder correrse, usa todo cuanto tiene a mano.

– Esto no puede ser ¿como es posible estar tan caliente por la perra de mierda? Debo estar enferma, solo puedo pensar en el coño de esa estúpida, y tuvo el descaro de pedirme que le entregue a Samantha… ufff necesito correrme, ya casi, yaaaa casiiii, no, no noooooooo, MALDICIÓN… no puedo… no puede ser tan complicado, solo tengo que calentar lo suficiente a Sammy y ella haría cualquier cosa por más sexo… ¿pero se dejaría coger de la empleada?

Solo tiene que levantarse para llegar a la puerta, caminar el corto trecho al cuarto de Samantha, Samantha como siempre en su computadora teniendo una sesión de cibersexo con alguno de sus amigos, la muy puta mirando con cara de zorra la webcam mientras se aprieta las tetas, se mete los dedos en el coño, su lengua moja sus labios y se mueve como una serpiente saliendo de su boca apetitosa.

Al cerrar los ojos y meterse los dedos en el coño no puede ver detrás de ella a Melissa, que solo tiene que tomarla por los brazos y empezar a besarle los hombros, luego el cuello, mientras sus manos capturan sus senos y luego se deslizan por su abdomen hasta llegar a su coño, y cuando finalmente la bese y meta su lengua en su boca, se sentara después en sus piernas y la hará mamarle los senos mientras Melissa le dice lo rico que lo chupa, solo necesita tomarla por la barbilla para mirarla a la cara y ver sus ojos de lujuria para después besarla mientras se pone de pie y sin soltar el beso con una poca de presión en los hombros de Sammy, hacerla arrodillarse y ponerla a comerle el coño… en ese momento recuerda la webcam y saber que esta siendo vista seduciendo a su hermana mayor la vuelven a la realidad…

Melissa esta de pie apoyada en la puerta de su habitación con una mano en la manija de la puerta y en la otra sostiene un vibrador cubierto por sus jugos vaginales, todo había sido un sueño o una pesadilla. Esta en la puerta a punto de salir y seducir a su hermana y entregársela a Rossana, siente como cada músculo de su cuerpo le pide a gritos abrir esa puerta y seducir a Samantha para poder comerle el coño a Rossana y finalmente correrse a gusto.

Angustiada quita su mano de la manija de la puerta y para despertarse la pasa por su rostro, el rastro de fluidos de Rossana que quedo en la manija de la puerta al salir llega a su nariz y casi como si su cuerpo y mente se desconectaran de ella, simplemente se ve avanzar por el pasillo, en piloto automático llega hasta la puerta del cuarto de Samantha abre la puerta y entrando al cuarto la encuentra justo donde la imagino. Sentada frente a la computadora. Melissa se coloca detrás de ella y un video en la pantalla de la computadora capta toda su atención, dos chicas vestidas con trajes de goma y mascara de latex esta atadas a un artefacto donde sus tobillos, rodillas y muñecas están sujetos al aparato que al parecer puede ajustar sus posición facilitando el acceso a sus coños y a sus culos o a sus senos, áreas que el traje de latex deja al descubierto. Un hombre fuera de cámara toma a una de las chica por la cola de caballo que sale de la mascara que cubre su cabeza y empieza a usar la boca de la chica como una vagina mientras otra mujer se coloca detrás de la segunda chica atada y empieza a comerle el coño.

Melissa de pie y Samantha sentada observan atónitas como el hombre y la mujer usan los cuerpos de ambas chicas como si de unas marionetas se trataran pues activando ciertos dispositivos los cuerpos de las chicas son movido adelante o atrás, puesto de pie o colocados en diversas posturas que facilitan al hombre y mujer llegar a los orificios de las chicas que son llenados con lenguas, vergas o vibradores. Las dóciles marionetas solo atinan a gemir al ser acariciadas o penetradas por sus agujeros en aquel bizarro espectáculo de títeres sexuales, ambas a merced de sus amos titiriteros.

Ambas hermanas sienten como sus coños empiezan a hormiguear y sus cuerpos se erizan al ver como ese hombre y esa mujer hacen que ambas chicas lleguen al orgasmo una y otra y otra vez, ya para entonces Samantha y Melissa se masturban descaradamente y poco a poco Samantha que va abriendo sus piernas hace contacto con Melissa. Es cuando ya no pueden contener sus ganas de besarse y masturbarse una a la otra, con maestría calculada Melissa coloca sus manos en los hombros de su hermana mientras se besan y poco a poco va aplicando fuerza suficiente hasta hacerla arrodillarse frente a sus piernas abiertas y Samantha después de acariciar y besar su cuerpo siguiendo el camino al sur termina enterrando su lengua en el encharcado coño de Melissa. Luego de varios minutos Samantha no ha podido hacer que Melissa se corra y Melissa esta frustrada con tantos intentos, una y otra vez la lengua de Samantha entra y sale de entre las piernas de su hermana menor y sus labios atrapan su clítoris que hace que el grito casi animal de excitación escape de la garganta de Melissa, pero no logra hacerla llegar al orgasmo.

Finalmente Melissa toma por el rostro a Samantha y mirándola a los ojos le observa la cara húmeda de fluidos vaginales mientras le dice:

– ¿Que harías por mi putita?

Samantha lamiendo sus labios saboreando los jugos de su hermana contesta sin retraso.

– Lo que tú quieras…

Tomándola por la cintura la levanta del suelo donde estaba arrodillada y la hace caminar al cuarto de Rossana, Melissa abre la puerta del cuarto y ambas son invadidas por el aroma a sexo que satura el lugar proveniente del coño de Rossana, el aroma entra en sus pulmones y su cerebro se va desconectando de la realidad. Ambas chicas están de pie mirando a Rossana acostada en la cama vestida con un finísimo juego de lencería de encaje negro que contrasta con su piel clara, ella sigue masturbándose con un gran vibrador con sus piernas separadas y cubiertas por las medias de seda y sostenidas por ligueros, Rossana sonríe al verlas allí a las dos como dos indefensos ratoncitos hipnotizados por las serpiente que esta por devorarles, se saca el vibrador y las chicas la ven caminar hacia ellas como si flotara en una nube, se para frente a ellas y sonriéndole a Samantha le dice:

– Has sido una muy buena chica, lo has hecho muy bien Sammy.

Sin dejar de mirarle los senos a Rossana, los cuales están casi por desbordarse del ajustado sostén de encaje, Samantha contesta.

– Gracias señora…

El aturdido cerebro de Melissa se esfuerza por entender la situación, nada de esto tiene sentido: “¿Por que le agradece a Sammy, sí yo fui quien cumplió lo que me pidió, yo traje a Samantha hasta aquí? Debe haber algún error…” mientras Melissa intenta razonar esto, las observa y Rossana soltando su sostén deja libres ese hermoso par de senos con aureolas coronadas con unos duros pezones que Samantha no puede dejar de mirar. Rossana tomando por la barbilla a Samantha, la atrae hacia ella y le besa apasionadamente y luego lentamente soltando el beso hace que la cara de Samantha descanse en sus senos y Samantha como una mirada de estúpida solo atina a besar los pechos y sacar su lengua para lamerlos.

– ¿Qué mierda esta pasando aquí yo…

La idea que Melissa lograba ordenar queda incompleta y su cerebro simplemente se apaga cuando aun acariciando el cabello de Samantha que sigue besando y lamiéndole los senos, Rossana extiende su mano que sostiene el vibrador de goma inundado de sus jugos hasta ponerlo frente a la cara de Melissa y Melissa instintivamente abre la boca y engulle el vibrador y su exquisito sabor termina por doblegarla, lame todos esos jugos y mientras sus manos reemplazan la mano de Rossana y sostienen el vibrador que lame y limpia con devoción, va cayendo de rodillas justo frente a Rossana y Samantha.

– ¿Ahora entiendes que tan excitante puede ser la vida Sammy?

Rossana sigue hablando con Samantha que sigue besando y lamiéndole los senos, pero nada de lo que dice tiene la menor importancia para Melissa que luego de limpiar todos los jugos del vibrador, Rossana coloca una mano detrás de la nuca y guía la cara de Melissa hasta enterrarla en su coño. Ella sigue de rodillas con su cara en el coño de Rossana y oleada tras oleada de placer barren el cuerpo en una constante que no termina de llevarla al orgasmo pero le erizan de pies a cabeza, no hace otra cosa que aspirar el aroma de ese coño que finalmente la desconecta del mundo real.

Melissa no se da cuenta de nada de lo que pasa y solo siente el deseo incontenible de seguir comiéndole el coño a Rossana, que en ese momento le coloca un collar de cuero con una argolla y sujeta el extremo de una cadena al cuello de Samantha, mientras la besa en la frente y le acaricia los senos, Samantha baja sus manos recogiéndole el cabello castaño rizado a Melissa y jalándola hacia arriba por el cabello la separa de ese coño, Rossana le coloca otro collar y cadena en su cuello a la indefensa chica lo que le provoca en Melissa un orgasmo infinito.

Fin de la Segunda Parte.

Nota del Autor: Como siempre agradezco infinitamente los comentarios o e-mails que me hacen llegar a mi correo blackfires@hotmail.com o dejan directamente aquí en todorelatos.com. Cada una de sus palabras son bien recibidas y en caso de ser posible contestadas y sus ideas usadas en los relatos.

“Casa de Marionitas 1 y 2” han sido creados intentando complacer a la gran cantidad de lectores que habían solicitado continuara las aventuras de la familia Baxter, sobre todo saber de Sammy, Mely y Sussy Pussy. Este capítulo de la serie es el último publicado fuera de la categoría Control Mental, así que en las próximas entregas “Las Profesionales” volverán a su categoría original.

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
blackfires@hotmail.com

Relato erótico: “Rompiéndole el culo a Mili (05)” (POR ADRIANRELOAD)

$
0
0

Tras esos recuerdos y los sentimientos de culpa que me aquejaron, no solo a mí, también a Mili por lo que veía. Era evidente que debíamos hablar. Nos sentamos en la sala e inicie la conversación que nos habíamos evitado.

Parece que esta situación se nos esta yendo de las manos… le dije, pero no podía apartar mi vista del escote de su blusa.

Si, creo que si… respondió.

Más allá de los encuentros que hemos tenido y de una reciente amistad, nunca hemos tenido un acercamiento mas romántico, por decirlo así, como una pareja normal… agregue, intentando no mirar sus senos, parecían imanes.

Parece que lo nuestro se basa en “eso”… me dijo haciendo referencia al sexo y confirmando mi teoría.

¿Quieres a Javier?… le pregunte para rematar la idea.

Si, bueno, si no fuera así no seria su enamorada… repuso y me devolvió la pregunta: ¿Quieres a tu enamorada?

Si, la quiero, es la primera relación que realmente me dolería perder… le dije y la mire fijamente.

¿Estas seguro?… la forma en que me tomas… no, se me hace dudar de lo que dices… repuso mirándome intensamente.

Hace unos minutos en el taxi estaba seguro de que era lo correcto, ahora con ella frente a mí, no estaba seguro de nada, intentaba estarlo. El cuerpo de Mili, su forma angustiada de preguntar, ese brillo en sus ojos… pero Viviana no se merece esto, me repetía ingenuamente olvidando mi condición mortal, de ser imperfecto.

Si, estoy seguro… conteste fríamente, luego agregue: tal vez encuentres que permitiéndole a Javier hacértelo (por el ano)… disfrutes tanto, como conmigo… sentencie, me sentí como un idiota enviándola a ese mujeriego, pero era su enamorado, ella lo eligió, así como yo elegí a Viviana.

Tal vez sea cierto… quizás si tu se lo haces de la misma forma a tu enamorada encuentres eso que le falta a tu relación… dijo con cierta resignación, devolviéndome el golpe.

Bueno, aclarado esto, creo que podremos trabajar tranquilos… le dije, mintiéndome mas de la cuenta. Prefería llamarle a un taxi, dudaba de mi fortaleza frente a sus atributos físicos.

Si, esta bien, pero… ¿podrías prestarme tu baño?, creo que necesito una ducha… me dijo un poco avergonzada.

La lleve al baño del segundo piso, estaba cerca de mi cuarto y del cuarto de lavado. No quería arriesgarme a que mis padres, si regresaban temprano de su reunión, nos encontraran con esas fachas.

Bueno, era obvio que nuestros encuentros en el baño de la facultad habían dejado más de una huella en sus intimidades, así como en su ropa. Ofrecí meter su ropa y la mía a la lavadora.

Por la puerta del baño me alcanzo su ropa. Camino al cuarto de lavado imaginé que Mili estaría desnuda, con su fenomenal cuerpo siendo acariciado por el agua de la ducha.

Me quite mi ropa, me puse algo mas ligero, un short y un t-shirt, luego metí la ropa de Mili con la mía en la lavadora. En segundos pude ver como nuestras prendas se revolvían en el agua… quizás era un presagio de lo que sucedería con sus dueños.

Danny… me alcanzas una toalla… le escuché gritar a Mili.

Vaya, tan rápido se baño, generalmente las mujeres demoran mas en estas tareas… pensaba mientras le llevaba la toalla. Quise dejar la toalla sobre la puerta, para evitarme la visión y la tentación de sus firmes curvas… pero…

Esta abierto… pasa…

Habrá intuido mi dubitación en la puerta del baño. Aun escuchaba el ruido de la ducha, así que ingrese pensando que ella aun se bañaba. Así era, a través del vidrio opaco pude ver parcialmente distorsionadas sus formas. Hasta su reflejo es digno de armarme una erección… pensaba mientras la sentía mi miembro crecer.

Te la dejo sobre el sanitario… le dije y me dispuse a huir.

En mi camino de regreso observe una toalla limpia en el colgador, me detuve un rato. Seguramente Mili no habrá visto esta toalla ¿o si?, si es así ¿Por qué me haría traer esta otra?. Muy pronto obtendría algunas respuestas.

Escuche el sonido de la puerta de la ducha deslizándose, voltee instintivamente. Mili con su bronceado cuerpo bañado por el agua, sin cubrirse en lo absoluto, sus deliciosos melones al aire, dándome la bienvenida, su aun enjabonado y velludo pubis.

Gracias… dijo sonriéndome coquetamente. Seguro noto la reacción que su imagen causo en mi.

No hay por que… dije, me di vuelta y retome mi fuga.

Solo una cosa mas…

¿Si?

Ayúdame con mi espalda… no llego… me dijo mostrándome al jabón.

Como no reaccione, se volteo un poco para enfatizar su pedido, su espalda no estaba enjabonada, tampoco sus firmes muslos, esa deliciosa raja…

Vamos… que no te voy a morder… me dijo animándome.

Le devolví la sonrisa que me brindaba, el problema era que yo si podría morderla… Sentí que había vuelto la Mili coqueta, la chica provocativa que conocía, aquella menos desinhibida, la que inspiro nuestro primer encuentro. Había enterrado a la Mili dubitativa de las últimas horas que me dejaba las decisiones a mí, ahora ella quería equiparar las acciones.

Me estiro la mano ofreciéndome el jabón, lo tome y ella se puso de espaldas. Intente no bajar mí vista para no caer en tentación, sabia como lucían las nalgas de Mili… solo que…

Un poco mas abajo… me dijo juguetonamente.

¡Maldición!, Me esta tentando, seguro quiere ponerme a prueba. Averiguar si aquella negativa mía a continuar con nuestra “relación” era realmente cierta, quizás su ego femenino no podía entender como yo podía resistirme a sus llamativos encantos. Tal vez se estaba tomando una revancha por lo que le hice en el baño de la universidad, o quizás simplemente quería usarme para vengarse de Javier por su descuido hacia ella.

Intente no distraerme más en estos pensamientos que harían que permaneciera más tiempo cerca a ella y a su juego de seducción. Así que finalmente accedí a su pedido, deslizando el jabón por su espalda, enjabonando más de la cuenta y tratando de mantener mí vista sobre sus hombros.

Hasta que el jabón no pudo bajar mas, ¿Tan grandes son sus deliciosas nalgas?… pensé, no resistí, quise comprobarlo. Vaya si que lo son… las contemple, redondas, carnosas y firmes… se me fue el aliento… y también el jabón… termino en el piso de la ducha.

Mili se dio cuenta, tal vez sonrió al notar lo sucedido. Su jueguito estaba surtiendo el efecto esperado en mí.

No te preocupes, yo lo recojo… me dijo.

Luego se inclino completamente, dándome la espalda, en 4, sus jugosas nalgas se abrieron permitiéndome ver su pequeño ano. Estuvo en esa posición el tiempo que creyó necesario para hacerme sucumbir. Después lentamente volvió a su posición original… giro lentamente y me dio el jabón.

Ay… mírate… el agua te esta salpicando… estas todo mojado…

Bueno… si… dije dándome cuenta, pero por sobre todo tenía una vigorosa y llamativa erección.

Ven… báñate conmigo… me dijo sonriendo y haciéndome un espacio para entrar.

Atónito por aquella audaz propuesta no atine a reaccionar… claro que mientras la enjabonaba había fantaseado con esa idea ¿Quién no lo haría?… pero no que ella me lo propusiese.

Vamos… ya dije que no te voy a morder… insistió juguetonamente jalándome de un brazo.

Esta bien…

No digan ni piensen nada, lo se…

Me quite el short, el t-shirt, mi endurecida verga apuntaba mi camino… tenia la estupida esperanza de que el agua fría de la ducha terminara por someter esa rigidez…

Ya vez… esta mejor así… me dijo coquetamente.

Nuevamente me ofreció el jabón. Lo tome y seguí enjabonando su espalda, mis manos guiadas por mi morbo, pasaron por debajo de sus brazos, hasta sus senos… se endurecieron… me acerque casi abrazándola por detrás, mí endurecida verga se desvió en su espalda… sentí su respiración agitada, luego visiblemente excitada me dijo:

No, ahí no… continúa en la espalda… mas abajo… me pidió.

Seguí su sugerencia, a estas alturas ni saliendo agua helada de la ducha se iba a poder amainar mi erección. No me cohibí de mirar sus voluminosas nalgas, ahora las tocaba con más libertad, tanto que ella se estremeció, me hizo soltar nuevamente el jabón.

Otra vez me acerque a Mili, pensando que ya no tenía sentido enjabonarla, quería lubricar sus intimidades. La abrace por detrás, no me rechazo. Aun de espaldas, volvió un poco el rostro para verme, me beso con ansiedad desde su incomoda posición, yo le acaricie sus hinchados senos. Sintió nuevamente mi verga en su espalda, era evidente que quería sentirla en otro lado… mas abajo.

No te preocupes, yo lo recojo… me dijo en clara alusión al jabón.

Intuía lo que se venia, aquella sugerente maniobra que tiro al suelo mi moral, que mando de vacaciones a mi conciencia. Me aleje para darle espacio a su provocativo accionar.

Aquella seductora inclinación ponía fuera de combate a cualquier atisbo de remordimiento. La aprecie desde sus bien formadas pantorrillas, sus carnosos muslos, sus abultadas pero firmes nalgas… no había marcha atrás, solo hacia delante.

Sin pensarlo, la tome de la cintura. Ella sabia lo que se venia así que dejo de lado la absurda búsqueda del jabón. Así, inclinada abrió mas las piernas y sus manos se apoyaron en los bordes de la ducha. Estaba lista para soportar mi incursión.

Apunte mi verga hacia su ano, que impacientemente latía. Empuje, su esfínter se abría placidamente mientras ella temblaba de placer…

Ohhhh…siiii…

Seguí empujando, notando como ella tercamente resistía desde su posición, no retrocedía. Continué empujando sin avanzar mucho… hasta aquí me lo permite su estrechez, pensé… a partir de aquí necesitamos ayuda… pensé.

Al lado mío había un pequeño altillo con shampoos y esos aceites especiales para jacuzzies, tome el que me pareció más jabonoso y lo unte en nuestros genitales…

No me digas que ya… gimió a manera de protesta, pensando que había eyaculado precozmente.

No, es solo un poco de ayuda… le dije.

Sentí que emitía un suspiro de alivio, quería acallar ese cosquilleo en su interior. Al percatarse de mi nueva arremetida, un temblorcillo recorrió su columna, sintiendo dicho líquido escurrirse, lubricar su estrecho agujero. Sabia que ahora si mi verga le iba entrar hasta la raíz…

Si, ahora si… pidió ansiosa.

Así fue, sin mayor oposición de su arrugado anillo le fui insertando toda mi tiesa verga. Una vez que la tuvo toda dentro arqueo la espalda, su cuerpo se contrajo saboreando ese empalamiento.

Su goloso ano latía en mi pene, degustando su dureza, comiéndose cada centímetro de su rígida musculatura.

Ay que placer… exclamo agradecida.

No tuvo que decir mas, inicie mi cabalgata, alejando y atrayendo su abultado trasero. Imponía mí ritmo con mis manos sujetando su estrecha cintura. Al parecer ella sintió que no era suficiente para sus apetitos, que la gentileza de mis suaves y armónicos movimientos no estaba acallando su picazón.

Más… más… mételo más… mas duro… pidió lujuriosa.

Incremente mis arremetidas, con el agua bañándonos el sonido de sus nalgas rebotando en mi ingle era cada vez fuerte.

Plosh… ploshhh…

Al parecer le encantaba el eco que esto producía en mi ducha, el morbo la invadía, sus gemidos se mezclaban con estos sonidos.

Ahhh… ahhhh… ahhh…

Ya no tenia que sujetarla de la cintura, con una mano sobre su espalda la guiaba, ella misma iba y venia con mayor rapidez, encontrándose siempre con mi recia respuesta que la alejaba, obligándola a empujar su nuevamente su prominente trasero contra mi ingle. Me deleitaba viendo su cuerpo estremecerse, sus nalgas temblar con cada penetración, escuchando sus gemidos y pedidos, casi ruegos:

Así… así… más fuerte… pedía enloquecida de placer.

Hasta que sintió que su posición era incomoda: agachada, con sus manos aferradas a los bordes de la ducha. Mi ímpetu la había hecho avanzar, su cabeza casi chocaba con la pared. Entonces, conocedora de que no faltaba mucho para su orgasmo, decidió disfrutarlo en una mejor posición, que le permitiera profundizar estas emociones.

Se levanto un poco, arqueando la espalda, sus brazos ahora se apoyaban en las manecillas de la ducha (aquellas que controlan el agua). Abrió más las piernas, para que también sus redondas nalgas se abrieran y me permitieran castigar su ano con mayor vehemencia.

Mi verga ahora entraba hasta la raíz, solo faltaba que le insertara mis testículos…

Si… si… asi… Danny asiii… Ohhh… ahhh… ahhh…

No sabia si yo la estaba usando para satisfacer el apetito sexual que su cuerpo me despertaba, para colmar mis instintos carnales, o si ella me estaba usando para acallar los suyos, para vengarse de Javier y su desinterés por ella, o para vengarse de mi, para probarme que no podía resistirme a sus atributos… invadido por estos sentimientos comencé a cabalgarla con furia… la estaba partiendo y ella lo estaba sintiendo…

No tan fuerte… No… ahhh… uhmmm… ahhhh…

Me aferre a su cintura, atrayéndola hacia mi lo mas que pude, sus deliciosas nalgas también se abrieron lo mas que pudieron. Toda mi rabia se fue disipando a medida que mi verga expulsaba su blanquecino líquido. Este torrente la lleno completamente, alucine que mi leche saldría por el otro lado, por su boca… boca que mantenía abierta, su cuerpo en extremo rigor saboreaba este nuevo orgasmo.

Uhmmmmm….

Sus manos en violento espasmo se aferraban a las manijas del agua, con cada borbotón de esperma, su columna se contraía. Hasta que un temblorcillo final indicaba que ya había pasado, su cuerpo lo había disfrutado, y ahora exhausto no podía mantenerse en pie.

Intento apoyarse en las manillas, pero estas cedieron, su mano resbalo, haciendo girar la llave del agua caliente…

Auuu… exclamo adolorida al sentir el agua quemándola.

Quizás era una señal, un aviso de que merecíamos arder en el infierno por nuestras continuas infidelidades… por nuestra deslealtad hacia nuestras parejas formales…

La jale hacia mí, con mi verga semidura aun dentro suyo fue algo doloroso a lo que no preste mayor atención, puesto que el agua caliente también me estaba salpicando.

Nos refugiamos en el otro extremo de la ducha. Solo entonces pude desencajarle mi maltrecha y adolorida verga.

Lo siento… me dijo cariñosamente.

Yo no… le dije.

Entendiendo que no me arrepentía de aquel placentero encuentro, Mili me dio un jugoso beso. Luego me abrazo, apoyando su cuerpo desnudo y mojado contra el mió.

El agua seguía corriendo y yo no podía luchar contra la corriente… Estaba perdido, lo había intentando pero había fracasado clamorosamente… era obvio que no podía resistirme a ella…

Continuara…

Para contactar con el autor:

AdrianReload@mail.com

Relato erótico: “Prostituto 16 La modelo obsesionada con la leche” (POR GOLFO)

$
0
0

Cuando conocemos o nos presentan a alguien famoso, todos sin distinción sufrimos un ataque de envidia y de alguna forma intentamos compararnos para después de analizar porque está forrado o forrada, tratar de justificar su éxito en la suerte y nos olvidamos que al igual que nosotros esos sujetos son personas con sus complejos y sus manías.

Este capítulo va de eso. Os voy a contar el fin de semana que pasé escondiendo en mi casa a una modelo de pasarela que estaba atravesando un momento complicado en su vida.
Lo primero que debo hacer es contaros que al igual que tantas tardes, estaba en mi estudio pintando cuando me llamó una antigua clienta para tomar un café. Como no tenía nada que hacer y esa mujer era un encanto, quedé con ella en un discreto café de la quinta avenida. Ese local era uno de los preferidos de Ann, la ejecutiva de Microsoft que tan buenos ratos me había hecho pasar. Sé que le gustaba sobretodo porque, aunque estuviese en una de las calles principales de  Nueva York, conservaba el aroma siciliano de la patria natal del dueño.
-Un espresso-  pedí al camarero, saboreando de antemano su aroma.
Increíblemente en un país donde llaman café a agua sucia con un poco de color, en ese lugar era cojonudo. Se podía hasta masticar. Negro, amargo y concentrado era el mejor de la ciudad. Aprovechando que mi cita no había llegado, pude deleitar mis exigentes papilas con su sabor. Como dicen en Roma, “il caffé poco ma buono”. Acababa de dar cuenta del segundo cuando vi que la rubia entraba acompañada por una amiga. Extrañado de que no viniera sola, me quedé mirando a su acompañante. Ataviada con una enorme pamela y ocultando sus ojos con un par de gafas de un tamaño aún mayor, la mujer parecía estar escondiéndose de alguien.
-Hola cariño- me dijo Ann dándome un beso en la mejilla –te presento a Adriana-
Me quedé de piedra al reconocerla. La muchacha que tenía enfrente era “ella”. La mujer por excelencia. La más bella de todas las modelos de Victoria´s secret. Su disfraz había conseguido engañarme al principio pero en cuanto se sentó, tengo que reconocer que empecé a temblar como un crio.
-Encantado. Soy Alonso- me presenté dándole la mano.
Como comprenderéis, ni en el mejor de mis sueños pude imaginarme estar compartiendo mesa con semejante monumento y un tanto cortado, les pregunté qué querían tomar.
-Una caipirinha- contestó con un marcado acento brasileño mientras mi conocida pidió un café como el mío.
Por mucho que fuera de incógnito, esa morenaza estaba estupenda o como dicen en mi pueblo “para mojar pan”. No solo era impresionante por su casi metro ochenta, Adriana lo tenía todo, cara, culo, tipo y ojos… muchos ojos. Si la mirabas fijamente te sentías dominado por una sensación de inferioridad como la que debe sentir un mortal ante los pies de una diosa. Era alucinante, vestida de modo “casual”, con una camisa suelta y unos pantalones rotos, la chavala destilaba elegancia por todos sus poros. Era uno de esos seres que intimida sin necesidad de hacer nada pero cuando hablaba su atractivo se multiplicaba por mil, al tener su voz un tono dulce y sugerente que enamora y excita por igual.
Llevábamos charlando solo unos minutos y ya me había percatado que a esas dos les pasaba algo porque no dejaban de mirar a su alrededor buscando o temiendo que alguien apareciera. Era tan evidente que no pude evitar preguntarles que era lo que les ocurría. Tras unos instantes de duda, fue Ann la que tomando la voz cantante dijo:
-Necesitamos tu ayuda. Adriana ha roto con su pareja y necesita desaparecer durante unos días-
Sin saber cómo querían que se las prestara, les prometí mi ayuda y fue entonces cuando pidiendo permiso a su amiga, la brasileña me explicó:
-No puedo ir a un hotel o a casa de alguien conocido porque los paparazzis me encontrarían y al hacerlo ellos, mi novio también- mi cara de estupefacción debió de ser cristalina porque haciendo un inciso, dijo: -Sé a lo que te dedicas pero Ann me ha jurado que eres el hombre más decente que ha conocido, por eso te pregunto: ¿Me puedo quedar en tu casa hasta el lunes?-
Menos mal que me había terminado el café porque si llego a tener la taza en mi mano, de seguro, se me habría caído al decirme ese primor que quería esconderse de la prensa en mi apartamento.
-Te pagaríamos- recalcó mi amiga -si te lo pido es porque sé que además de ser honesto, me has demostrado que de haber dificultades no dudas en defender a tus clientas-
Supe de inmediato a que se refería; La noche que nos conocimos un borracho intentó agredirla y sin pensármelo dos veces, la defendí noqueándolo de un golpe.
-¿Tan agresivo es el cabrón?- pregunté.
Abriéndose la camisa, la modelo me mostró su hombro. Al ver el enorme moretón que lo cubría por completo, supe que no podía dejar que volviera a suceder y por eso contesté:
-Mi casa es tuya pero me niego a que me pagues y si por mala suerte ese tipejo se entera de donde estas, por su bien espero que ni se le ocurra tocar la puerta de mi apartamento-
Mi respuesta debió de ser tan sincera que comportándose como una cría, la morena me dio un beso en la mejilla y sin para de reír, se dio la vuelta y le dijo a Ann:
-¿Te imaginas como se pondría Peter si  se enterara que al dejarle me he ido a pasar el fin de semana con el más guapo prostituto de Nueva York?-
Se arrepintió nada más decirlo y pidiéndome perdón, me rogó que no se lo tomara en cuenta.
-Adriana, ¡Mira que eres bruta!- le regañó mi amiga –Alonso es ante todo un pintor cojonudo que aprovecha el don que tiene con las mujeres para vivir mejor-
Tratando de mediar entre las dos, solté una carcajada diciendo:
-No mientas, soy un prostituto que aprovecha su don para obtener modelos gratis a las que pintar-
Mi descaro pero sobre todo la natural aceptación que mostré sobre mi profesión diluyó su vergüenza y riendo, me contestó:
-Ya que no vas a cobrarme, en compensación, modelaré para uno de tus cuadros –y poniendo cara de inocente, me soltó: -Te juro que no te pediré que me muestres tus otros dones-
-Pues ¡No sabes lo que te pierdes!- exclamó mi amiga pasando las manos por sus pechos –Alonso es una droga, lo pruebas una vez y quieres más-
-¡Por eso!, me conozco y sé que si lo cato, ¡me tendrá modelándolo de por vida!- respondió siguiendo la guasa.
El ambiente festivo y dicharachero se prolongó durante media hora. Treinta interminables minutos que se me hicieron eternos al advertir que los pezones de la modelo se habían puesto duros al hablar de sexo. Mil ochocientos segundos durante los cuales no dejé de soñar despierto con ella. Aunque en teoría seguía atentamente la conversación, mi mente divagó imaginándome a esa mujer entre mis brazos.
Al despedirnos, recordé que la tendría que dar de cenar y por eso le pregunté qué tipo de comida le gustaba:
-Mataría por un buen churrasco con feijoada-
Confieso que me extrañó que alguien que se dedicara al modelaje internacional, se diera el lujo de zamparse una comida tan sustanciosa pero al tener en la esquina uno de los mejores restaurantes brasileños de la ciudad, le prometí que esa noche le cumpliría su antojo. Su cara se iluminó al oírme y diciéndome adiós, me preguntó si podía aparecer por casa en dos horas.
-Te espero- respondí dándole la mano, pero la muchacha obviando las normas de educación americanas, me dio un fuerte abrazo al modo de su país.
Su efusividad permitió que por primera vez me impregnara de su aroma juvenil, la muchacha desprendía un dulce olor a  flores. Un tanto cortado, me separé de ella para que no advirtiera el apretón de mi entrepierna. Mi pene dotado de vida propia había crecido revelando a gritos mi excitación. Sé que ella se dio cuenta porque poniendo una expresión pícara en su cara, le dijo a mi amiga que se dieran prisa para no hacerme esperar.
Como comprenderéis al verlas partir, estaba como en una nube. ¡Iba a pasar un fin de semana encerrado entre cuatro paredes con una de las mujeres más deseadas del mundo!. Sabiendo que jamás tendría una oportunidad como aquella, salí corriendo hacia mi apartamento pero antes de entrar, me pasé por el “Rodizio”. Al verme, la encargada se acercó a saludarme:
-Alonso, mi amor, llegas temprano y tenemos cerrada la cocina-
Su trato tan familiar se debía a que era un cliente asiduo y por eso después de decirle un piropo, le pedí si podían acercarme esa noche a casa la cena.
-¡Pillín!- respondió alegremente – ¿Por qué no te la traes aquí a cenar?, te puedo apartar un reservado-
Supe que había adivinado que era una dama con la que iba a compartir la comida que había encargado y adulando su feminidad, le contesté:
-La única mujer en mi vida eres tú. Esta noche y no te rías, tengo que cenar con un gordo seboso que quiere comprarme unos cuadros-
-Vale, te creo pero no te olvides de esta mulata y ven a comer uno de estos días- satisfecha pero incrédula respondió prometiéndome que a las ocho y media tendría en mi puerta el pedido.

Diciéndola adiós, salí del local y entrando en mi portal, subí hasta mi apartamento. Nada más entrar, me puse a recoger y limpiar porque quería causar una buena opinión en mi invitada. Sudando y angustiado al darme cuenta de la hora, dejé para el final el cuarto de invitados. Una vez allí, cambié las sábanas y poniendo un juego nuevo de toallas, decidí que estaba listo y me metí a duchar.
Mientras me bañaba decidí que esa mujer acababa de salir de una relación basada en el maltrato y que aunque se me pusiera a huevo, lo más sensato sería rechazarla. Una relación con alguien tan famoso me pondría en el candelero y eso no me convenía por dos motivos bien distintos: Como prostituto la publicidad no me vendría bien porque toda mujer que requiriera mis servicios se echaría hacia atrás al saber que en cualquier momento un fotógrafo podía inmortalizar su infidelidad y segundo, si algún día quisiera retirarme y dedicarme únicamente a la pintura, que la gente supiera el origen de mis otros ingresos, no me haría ninguna gracia. Por eso cuando salí del baño, en vez de acicalarme como haría con una clienta, decidí ponerme un pantalón corto, una camiseta roída y las chanclas más cutres y viejas que encontré. Quería que Adriana supiera a simple vista que no pensaba seducirla y que su estancia en mi casa no conllevaría sexo.
De todas formas, os tengo que confesar que esperé nervioso su llegada. No en vano, era un rendido admirador de su belleza. Siempre que salía en una revista, perdía el culo por comprarla y así admirar la perfección de sus curvas. No sé las veces que me quedé prendado mirando sus fotos, su camaleónico rostro pasaba de una dulzura angelical a la sensualidad extrema con solo pasar la página.  Por algo esa marca de lencería la había contratado para ser una de sus ángeles: Adriana era una diva fuera del alcance de la gente corriente.
Estaba todavía pensando en cómo comportarme con ella cuando sonó el timbre. En mi mente se agolparon las dudas mientras abría la puerta. Su actitud al recibirla no ayudó porque, con la mejor de sus sonrisas, me saludó diciendo:
-Hola guapo. Acabo de ver el cuadro que le hiciste a Ann y estoy deseando posar para ti-
Ese piropo lejos de hincharme de orgullo, me dejó helado al recordar que era una de las pinturas más sensuales que habían salido de mis pinceles. En ella, mi amiga estaba desnuda en una bañera mientras en vez de agua era leche lo que recorría su piel.
-¿Te gustó?- pregunté extrañado porque siempre había creído que Ann nunca reconocería ante nadie que ella había sido la modelo.
-Mucho, has sabido calcar su personalidad aunque no se le vea la cara- me contestó y poniéndome en un aprieto, prosiguió diciendo con tono desvergonzado: – Solo espero que no necesites follarme para captar mi esencia-
-No hace falta- respondí apabullado por su franqueza- con conocerte y charlar, me podré hacer una idea de tu personalidad-
-Perfecto- me dijo para acto seguido preguntarme donde se podía cambiar.
Mecánicamente le señalé la habitación de invitados mientras trataba de calmarme. Al verla por el pasillo fue cuando advertí que esa mujer solo traía como equipaje una pequeña bolsa donde difícilmente cabría más que su neceser y un par de camisas. Extrañado le pregunté:
-Adriana, ¿Dónde tienes el resto de tu ropa?-
Muerta de risa, me contestó:
-Traigo lo necesario, dos tops y tres tangas-
Su entrada había hecho trizas todos mis planes y ya solo pensaba en la pesadilla que sería convivir con esa belleza durante tres días. Si su comportamiento me descolocó, el verla salir del cuarto, descalza y como única vestimenta una camiseta de tirantes y bragas, me hizo enloquecer.
“Dios mío, ¡Qué buena está!” no pude dejar de exclamar mentalmente mientras le daba un repaso.
Era una belleza apabullante. La modelo consciente de su atractivo vino hacía mí luciéndose. Adriana no solo tenía unas piernas y un culo de ensueño sino que bajo la tela casi trasparente se podía descubrir que nada cubría los pechos duros con los que la naturaleza le había obsequiado.
“Joder” mascullé  al observar que ese engendro del demonio estaba disfrutando con mi confusión.
Provocando, me abrazó y después de darme un beso en los labios, me soltó:
-¿Tienes champagne? Me encantaría tomarme una copa mientras me enseñas el resto de tu obra-
No pude negarme a cumplir su deseo y yendo a la cocina, volví con dos copas y la primera de las muchas botellas de Dom Pérignom que abriría durante ese fin de semana. Al hacerlo me la encontré, sentada en el suelo frente al cuadro que había realizado para una clienta.
-¿Siempre pintas temas tan eróticos?- me preguntó pidiéndome con la mano que me sentara con ella.
-Casi siempre- respondí poniéndome a su lado- ¿Qué te dice este cuadro?-
Al oír mi pregunta, se puso roja y tras pensárselo bien, me respondió:
-Me pone bruta- y señalando las cuerdas alrededor del pecho de la morena, me dijo: -Todas las mujeres sueñan con ser atadas alguna vez y solo el miedo y la vergüenza hacen que solo unas pocas lo hayamos probado-
Sus palabras incluían un reconocimiento explícito de que había disfrutado de una sesión de bondage, cosa infrecuente pero que concordaba con el tipo de relación que había tenido con su último novio y tratando de desviar el tema, le pregunté cuál era su fantasía preferida.
-Ser fea – respondió terminándose la copa de un trago.
No me esperaba esa contestación y por eso no pude más que insistirla en que se explicase.
-Desde niña los hombres me han deseado. Me gustaría saber lo que se siente cuando un hombre te rechaza-
Acostumbrado a cumplir con las extravagancias de mis clientas, su antojo me pareció nimio e infantil y rellenando su copa, le dije:
-Espera aquí que ahora vuelvo-
Conocía el modo de complacerla y obviando su seguridad, llamé a una amiga maquilladora de efectos especiales. Janeth no tuvo reparo en dejar su tienda y coger los bártulos de su profesión con la promesa de una sustancial suma de dólares en compensación. De vuelta al salón, le expliqué mi plan y sonriendo, me manifestó sus dudas diciendo:
-Yo, hasta fea estoy guapa-
-No creo que nadie te mire cuando ella termine contigo. Es más me apuesto contigo que aunque lo intentes serás incapaz de conseguir que nadie te de siquiera un beso-
-Hecho- contestó divertida- si no consigo un beso, modelaré para ti gratis durante un año, pero si pierdes tendrás que cumplir todos mis caprichos hasta el lunes-
Conociendo la habilidad de mi conocida para crear monstruos, acepté la apuesta mientras volvía a llenar su vaso.
“Con ella como reclamo, mi próxima exposición será un éxito”  pensé saboreando mi triunfo de antemano.
Mientras esperábamos la llegada de la artista del maquillaje, fuimos repasando cada uno de los cuadros que teníamos en mi estudio. La modelo me demostró que la cabeza le servía para algo más que llevar melena y que en contra de lo que normalmente se suponía, esa belleza la tenía perfectamente amueblada. Entre bromas y risas, pasó la media hora que tardó mi amiga en llegar.
Cuando tocó el timbre, salí a recibirla y anticipándole que era lo que quería y a quien iba a transformar, le pedí discreción:
-¡Por quien me tomas!- respondió molesta y llevando a mi invitada al baño, me dijo:- Cuando vuelva, ni su madre la va a reconocer-
Satisfecho por su respuesta, las dejé a solas. Aprovechando que durante al menos una hora estarían ocupadas, me tumbé en el sillón para planear mis siguientes pasos. Confiaba tan ciegamente en sus capacidades que al relajarme, me quedé dormido.
Me había quedado tan profundamente dormido que tuvo que ser el repartidor del “Rodizio” quien me despertara. Tras pagarle, cogí nuestra cena y la llevé a la cocina. Estaba terminando de poner la mesa cuando la vi salir. Janeth ni siquiera tuvo el detalle de despedirse y saliendo del apartamento, me dejó solo con Adriana.
-Estás vomitiva- sentencié al observar el resultado.
La maquilladora había obrado un milagro. El ángel se había convertido en un orco asqueroso que repelía nada más verla. Repleta de acné supurante, el cutis de esa mujer parecía infectado por un virus tremebundo y no contenta con ello, Janeth había conseguido que en vez de una facciones armoniosas, esa mujer aparentara tener un ojo diminuto y hundido mientras el otro se le veía enorme y saltón. El sumun de la crueldad fue observar que le había puesto una camisa mía y bajo la cual, Adriana parecía tener chepa.
-¿Cómo ha conseguido que parezcas el jorobado de Notre Dame?- pregunté maravillado.
Muerta de risa y encantada con su aspecto, me explicó que le había colocado una almohada:
-Pero aun así, ganaré la apuesta- insistió sentándose a cenar.
-Ni de coña- reí convencido – te voy a tener esclavizada enfrente de un lienzo-
-Veremos-
La cena resultó divertidísima, la brasileña no perdió la ocasión de mostrarme el pus de los granos de su cara con el objetivo de asquearme. Pero en vez de eso, os tengo que reconocer que disfruté como un enano con la simpatía innata de esa mujer. Después de acabar con todo y habiéndose cebado como una cerda, Adriana aún tuvo ganas de tomarse un helado.
-Vámonos- le dije señalándole la puerta.
Increíblemente esa chavala acostumbrada a que todo el mundo se diera la vuelta para observar su belleza, no puso reparo alguno en salir hecha un adefesio y cogiendo su bolso, me esperó en el descansillo mientras yo cerraba el apartamento.
-Te pienso explotar cuando volvamos – me susurró al oído esperando al ascensor – ¡No soy fácil de satisfacer!-
Si dos horas antes, me hubiera musitado eso, de seguro me hubiese puesto bruto pero en ese momento al hablarme tan cerca, rozó mi cara con la suya dejándome sentir el pringue asqueroso con el que la habían maquillado y no pude reprimir un escalofrío. Era repugnante.
Al salir fuimos directamente a una heladería cercana caminando y por eso, no tardé en darme cuenta que mi plan iba más que rodado, la gente se daba la vuelta pero ¡Para no verla!. Todos intentaba evitar su vista con mayor o menor fortuna pero el colmo fue cuando un niño le dijo a su padre:
-Papa, ¿has visto?-
Su progenitor avergonzado, tiró de su brazo pidiéndole que se callara pero el chaval incapaz de hacerle caso, insistió:
-Es horrorosa-
Adriana soltó una carcajada al escucharlo y cogiéndome del brazo, alegremente aceleró su paso, diciendo:
-¡Quién ríe el último ríe mejor!-
Contra toda lógica, estaba emocionada. Harta de ser siempre la guapa y levantar la admiración a cada paso durante toda su vida, aparentar ser una cacatúa desplumada era una sensación nueva que quería explotar. Al llegar al establecimiento, no hizo ningún intento por esconderse. Deseando que la gente la mirara, se sentó en una mesa al lado de un grupo de ejecutivos y con todo el descaro del mundo, empezó a coquetear con ellos. Utilizó todas sus armas para llamar su atención, desde alzar la voz a enseñarles las piernas pero al revés de lo que estaba habituada, sus  intentos resultaron infructuosos.
En un momento dado, me resultó incluso duro oír como uno de esos encorbatados decía:
-¡A esa no me la follo ni con pito prestado!-
“Será idiota” pensé “si supiera quien es, estaría babeando por conseguir que lo mirara”. Creyendo que ya era bastante el castigo que estaba experimentando, le pregunté si cancelábamos la apuesta y volvíamos a casa.
-Para nada. Me lo estoy pasando bomba- contestó mientras le lanzaba un beso al impresentable que había soltado la impertinencia -¿Sabes lo que  es no poder salir a ningún sitio sin que un baboso intente hacerse el machito? Pienso disfrutar del momento pero te aviso que voy a ganar y  a cobrar mi premio-
Su seguridad me divirtió y pensando que nadie tendría los huevos de intentarse enrollar con ese adefesio, le dije bromeando con ella:
-Aunque dudo mucho que consigas que alguien te bese, ¿En qué recompensa estás pensando?-
-Voy a putear al hombre hasta sacar al animal que tienes dentro- me soltó descojonada.
-¿No te entiendo?- pregunté al no saber a qué se refería.
Con una sonrisa en los labios, me contestó:
-Eres demasiado perfecto. Alto, guapo y atento. Te voy a demostrar que eres igual que todos los demás, ¡Un perro!-
Sus palabras sacadas de contexto podían parecer un insulto pero la expresión de su cara me reveló que no quería denigrarme y por eso, completamente interesado, insistí:
-¿Y cómo lo vas a conseguir?-
Entornando sus ojos y poniendo cara de puta, me replicó diciendo:
-Has prometido cumplir todos mis caprichos. Una vez te haya vencido, te prohibiré tocarme pero pienso seducirte, excitarte, hasta que faltes a tu promesa y me fuerces a follar contigo-
Reconozco que al escuchar su amenaza, mi pene vibró con la perspectiva de tener a esa hembra pero sacando mi orgullo, dije:
-No tengo la certeza de que no haya un loco capaz de besarte así, pero te aseguro que por mucho que me tientes, jamás te obligaré a tener sexo-
 -Pues lo que tienes debajo del pantalón, ¡No piensa lo mismo!- respondió señalando el enorme bulto de mi entrepierna -¡No vas a durarme ni media hora!-
Avergonzado porque hubiese advertido la traición de mi miembro, intenté defenderme aludiendo a que por mucho que mis hormonas se alborotaran, mi mente era capaz de controlarlas.
-¡No te lo crees ni tú!- me avisó –En cuanto me veas desnuda, me vas a rogar que te libere de tu promesa-
Supe que era ingenuo creer que me resultaría sencillo dominarme al imaginarme a esa diosa en pelotas y tratando de cambiar de tema, le pregunté donde quería ir:
-A una discoteca-
No pude negarme y cogiéndola del brazo, llamé a un taxi. Estaba abriendo la puerta del mismo cuando escuché que, comportándose como unos cerdos, los ejecutivos me gritaban:
-¿Te la llevas al zoo?-
Estuve a punto de liarme a hostias pero cuando me giré, vi que mi acompañante, levantándose la falda, les enseñaba el trasero mientras les decía:
-Seré fea pero tengo un culo cojonudo y esta noche, ¡Será para mi hombre!-
Los rostros de esos idiotas palidecieron al comprobar que ese ser del que se descojonaban tenía el mejor pandero que hubiesen visto y por eso consideré que era suficiente castigo. Ya en el coche le pedí al taxista que nos llevara a  Marquee pero Adriana me pidió que fuéramos a otro sitio porque ese club famoso por ser el más exclusivo de la ciudad también era el local de su ex novio.
-¿Dónde quieres ir?- pregunté.
-A un local de samba, me apetece moverme-
Su sangre brasileña le tiraba y por eso fuimos directamente a uno que conocía en el Soho. Gracias a que me conocían no tuvimos problemas para entrar. Ya una vez dentro, pedí una mesa pegada a la pista. Todavía no había pedido una copa cuando vi que mi pareja me dejaba solo y se ponía a bailar. Desde mi silla, observé que debido a lo grácil de sus movimientos, muchos hombres se acercaban a bailar con ella pero al verle la cara salían huyendo.
“¡Serán gilipollas!”
Confieso que varias veces estuve a punto de levantarme y acompañarla pero me mantuve sentado porque quería que esa preciosidad perdiera la apuesta. Durante dos horas, Adriana solo paró para beber pero daba un sorbo y rápidamente volvía a la pista. Lo extraño fue que en ningún momento hizo intento alguno por ligar, estaba disfrutando de que nadie la importunase. Eran cerca de las tres cuando acercándose a mí me dijo que estaba cansada. Creyendo que se daba por vencida pagué la cuenta y salimos del local, pero justo cuando esperábamos el taxi, me pidió veinte dólares.
-¿Y eso?-
-Son para ese pobre hombre- respondió señalando a un pordiosero tirado en la esquina
Os juro que se los di creyendo que era una buena obra y que esa muchacha, además de estar buena, tenía buen corazón, pero rápidamente comprendí su engaño. Acercándose al borracho habló con él y después de darle el billete, ese viejo maloliente sonrió y cogiéndola de la cintura, la besó.
-Eso es trampa- me quejé al verla llegar con una sonrisa de oreja a oreja.
-Para nada, la apuesta era que con estas pintas nadie tendría las narices de besarme y como has visto, ¡Has perdido!-
-¡Eres una cabrona!- respondí.
La muchacha agarrándose a mí, pegó su cuerpo al mío, diciendo:
-¿No creerás que he llegado donde estoy jugando limpio? Cuando algo me interesa, lo tomo y esta noche deseo divertirme a tu costa-.
-¡Puta!- contesté con tono serio aunque interiormente estaba descojonándome de risa. Había jugado con fuego y me había quemado.
Adriana se cobra la apuesta:
Nada más entrar a mi apartamento, Adriana me pidió que le pusiese una copa mientras iba a su cuarto a cambiarse, por lo que, bastante intrigado por sus planes, decidí que lo mejor era seguirle la corriente. Estaba sirviéndole una piña colada cuando la vi salir de su habitación sin restos de maquillaje y con el pelo recogido. Nunca me imaginé que saldría vestida con corpiño, tanga y medias negras y menos que al darle su bebida, me sonriera diciendo:
-Sírvemela en un plato y déjala aquí en el suelo-
Cumpliendo a rajatabla su capricho, pasé la piña colada a un plato y tal como me había pedido lo dejé en mitad del salón. Admito que me dejó helado observar que esa preciosidad se ponía de rodillas y gateando sin dejar de maullar, se acercaba al recipiente.
“¿Qué coño hace?” pensé alucinado mientras me sentaba en el sofá a disfrutar de la visión que gratuitamente me estaba dando.
Moviéndose lentamente como una pantera al acecho, Adriana se contorneaba dotando a sus meneos de una sensual ferocidad. Se había  convertido en una depredadora cuya presa era yo. Mirándome a los ojos, fue recorriendo centímetro a centímetro la distancia que le separaba de su objetivo mientras mi cuerpo empezaba a reaccionar.
“¡Será hija de perra!” maldije mentalmente al darme cuenta que no podía separar mis ojos del bamboleo de sus pechos y que mi pene había adquirido una considerable dureza solo con los preliminares.
Lo siguiente fue indescriptible, la brasileña al llegar hasta su bebida, agachó la cabeza y como si fuera una gatita se puso a beber directamente del plato. Jamás había visto algo tan erótico, esa mujer lo sujetaba con sus manos mientras sacaba una y otra vez su lengua recogiendo en cada movimiento un poco de líquido. Reconozco que de no ir una apuesta por medio, me hubiese levantado y la hubiese tomado allí mismo, sobre todo al observar como las gotas discurrían por su barbilla.
-A esta menina le gusta la leche- susurró al terminar y mientras se aproximaba a mi sofá, dijo con voz melosa: -tengo hambre y voy a por más-
Haciendo como si olisqueara en busca de su sustento, frunció la nariz hasta llegar a escasos centímetros de mi entrepierna y pasando su mano por la bragueta de mi pantalón, se quejó diciendo:
-Ya la he encontrado pero está fría, ¡Voy a calentarla!-
Aunque sabía que esa princesa estaba usando sus armas para someterme, os tengo que confesar que para aquel entonces, mi corazón bombeaba a toda velocidad. Impotente ante sus maniobras, me quedé paralizado mientras frotando su cuerpo contra el mío, esa chavala se sentaba encima de mis rodillas.
-¡Huy! ¡Qué calor!- exclamó con sus pechos a escasos centímetros de mi boca y antes que pudiera hacer algo por evitarlo, se bajó los tirantes de su sujetador y con una sonrisa en los labios, me miró mientras iba liberando de su encierro sus senos.
Aunque había visto en las revistas miles de veces sus pezones, tengo que admitir que en vivo y en directo eran aún más maravillosos. Grandes y de un color rosado claro, estaban claramente excitados cuando forzando mi entrega, esa mujer rozó con ellos mis labios sin dejar de ronronear. Reteniendo las ganas de abrir mi boca y con los dientes apoderarme de sus aureolas, seguí quieto como si esa demostración no fuera conmigo. Mi ausencia de reacción lejos de molestarle, fue incrementando poco a poco su calentura y golpeando mi cara con sus pechos, empezó a gemir.
-Esta gatita está bruta- maulló en mi oreja.
Como os imaginareis, mi pene había salido de su letargo y comprimiéndome el pantalón, me imploraba que cogiera a esa belleza y la terminara de desnudar: Pero, tal y como le había dicho, mi mente todavía seguía reteniendo a mis hormonas y por eso, permanecí inmóvil. No me cupo duda de que Adriana estaba disfrutando porque imprimiendo a sus caderas un suave movimiento, empezó a frotar su sexo contra mi entrepierna.
Lenta pero segura, incrustó mi miembro entre los pliegues de su vulva y obviando mi supuesto desinterés comenzó a masturbarse rozando su clítoris contra mi verga aún oculta.
-¡Me encanta que te hagas el duro!- me dijo mientras con sus dientes mordisqueaba mi oído -¡Cuánto más tardes mejor para mí!-
Para entonces, su pelvis se movía arriba y abajo a una velocidad pasmosa y por eso no me extrañó que lo que en un inicio eran débiles gemidos se hubieran convertido en aullidos de pasión. Cualquier otro no hubiera soportado esa tortura y hubiese liberado su tensión, follándosela pero yo me mantuve impertérrito y con cara de póker, observé como se corría.
-¡Deus!- gritó en portugués al sentir que, convulsionando sobre mis muslos, su sexo vibraba  dejando salir su placer: -¡Eu vou  ter um orgasmo!-
No me hizo falta traducción, mi brasileñita chilló su gozo mientras empapaba con su flujo todo mi pantalón. Durante un minuto que me pareció eterno, siguió frotando su pubis contra mí hasta que dejándose caer sobre mi pecho se quedó tranquila. En ese momento mi mente era un caos, por una parte estaba orgulloso de haber mantenido el tipo pero por otra estaba contrariado pensando que había perdido la oportunidad de estar con una diosa. Menos mal que Adriana me sacó del error, diciendo con una sonrisa:
-Seu multiorgamica e eu estou gostando-
Tampoco necesité que nadie me lo tradujese, esa chavala me estaba diciendo que ese placer era solo un aperitivo. Sus palabras se convirtieron en hechos cuando dejándose caer, se arrodilló frente a mí y poniendo cara de zorrón, llevó su mano a mi pantalón y desabrochándolo, me lo bajó hasta los pies.
-¡Ñao ha nada mais bonito do que o sexo de um homem!- exclamó en voz baja al librar a mi pene de su cárcel de tela.
Al oírla pensé que se estaba extralimitando porque según lo que me había explicado solo pensaba seducirme pero, como comprenderéis y de seguro perdonaréis, no hice ningún intento por pararla cuando acercando su cara a mi miembro, sacó su lengua y se puso a recorrer con ella los bordes de mi glande. Dejándome llevar, separé mis rodillas y acomodándome en el sofá, la dejé hacer. Adriana al advertir que no ponía ninguna pega a sus maniobras, me miró sonriendo y besando mi pene, me empezó a masturbar.
Quise protestar cuando usó sus manos en vez de sus labios, pero ella haciendo caso omiso a mi sugerencia, incrementó la velocidad de su paja. Admito que para entonces me daba igual, necesitaba descargar mi excitación  y más cuando sin dejar de frotar mi miembro, me dijo:
-Minha boca, ¡em seguida!-
Su promesa me tranquilizó momentáneamente porque en ese instante llevó la mano que le sobraba entre sus piernas y cogiendo su clítoris entre sus dedos, lo empezó a magrear con fiereza. Os juro que no sé cómo no me corrí al ver a esa preciosidad postrada ante mí mientras alegremente nos masturbaba a ambos, lo que sí me consta es que creí enloquecer al observar como volvía a alcanzar un segundo clímax sin necesidad de que yo interviniera. Pero al contrario que la vez anterior, en esta ocasión al terminar de sentir su placer, se concentró en el mío, acelerando aún más la velocidad de sus dedos.
Adriana, poseída por una extraña necesidad, me gritó de viva voz:
-¡Deixe-me saber!-
Aunque formulado en otro idiona, comprendí que esa mujer quería que le anticipara mi eyaculación. Aceptando pero sobre todo deseando mi destino, le prometí hacerlo antes de cerrar mis ojos para abstraerme en lo que estaba mi cuerpo experimentando. El cúmulo de sensaciones que llevaba acumuladas hizo que la espera fuese corta y cuando ya creía que no iba a aguantar más, se lo dije. La brasileña recibió mi aviso con alborozo y pegando su pecho a mi pene, buscó mi placer con más ahínco hasta que consiguió que explosionando brutalmente, descargara el semen acumulado.
Fue entonces cuando pegando un grito de alegría, Adriana me volvió a sorprender porque usándolo como si fuera una manguera, esparció mi simiente sobre sus pechos mientras decía:
-¡Que a quantidade de leite e so para mim!-     
No solo fueron sus palabras sino que al terminar de ordeñar mi miembro, se tumbó sobre el suelo y recogiendo con sus manos mi lefa, la extendió por todo su cuerpo diciendo:
-¡Eu gosto!-
Aunque suene raro, fue entonces cuando descubrí su verdadero fetiche: Adriana tirada en mitad del salón y con su cuerpo estremecido por el placer, se corrió nuevamente al sentir mi semen por su piel. Pero ese tercer orgasmo fue tan brutal que se prolongó durante minutos ante mi perpleja mirada. Pocas cosas se pueden comparar a ver a la mujer de tus sueños, berreando como una cierva en celo y gritando tu nombre mientras tú eres testigo mudo desde el sofá.
“¡Coño con la modelo!” pensé mientras ella seguía retorciéndose frente a mí uniendo un climax con el siguiente “¡En verdad, es multiorgásmica!”
Satisfecho pero sobre todo encantado con mi descubrimiento, esperé pacientemente a que se tranquilizara, tras lo cual cogiéndola entre mis brazos, la llevé hasta mi cama y suavemente la deposité sobre mis sábanas. La brasileña abriendo los ojos me miró con una sonrisa en los labios y me dijo:
-¿Quer me foder?-
-Sí, preciosa, pero antes me vas a hacer una mamada-
No tuve que insistir, con sus ojos brillando de alegría, Adriana me terminó de desvestir y tumbándome a su lado, susurró a mi oído:
-Voce ñao vai se arrepender-
¡Y por supuesto que no me arrepentí!. Nada más de decir esa frase tan sugerente, esa belleza me separó las rodillas e instalándose entre las piernas, se agachó y abriendo su boca, se fue introduciendo mi pene en su interior. Con una sensualidad sin límites, la morena absorbió mi extensión mientras sus manos acariciaban mis testículos. Si cuando me masturbó se había mostrado desatada, esta vez, se comportó con una dulzura y una ternura impresionante. Como si fuera un juego, mamaba mi falo para acto seguido sacárselo y colmarlo de besos antes de volvérselo a meter. Se notaba que acostumbrada al maltrato, mi actitud pasiva le encantaba y por eso eternizó sus caricias. Con una parsimonia que me estaba volviendo loco, la muchacha disfrutaba ralentizando mi placer hasta que sin poder resistir más, le pedí que se diera prisa.
Fue entonces cuando realmente valoré su pericia con las mamadas. Olvidándose de cualquier recato, la morena me miró eufórica tras lo cual abriendo su boca de par en par, devoró mi pene con un ansía difícil de narrar. No solo fue que lo introdujo hasta el fondo de su garganta sino que presionando con su lengua sobre su talle, convirtió sus labios y su boca en un sexo caliente y húmedo con el que me empezó a follar.
Sacando y metiendo toda mi extensión, dotó a sus movimientos de un ritmo infernal mientras sin pedirme permiso con sus dedos jugueteaba con mi esfínter. Una y otra vez, se lo empotraba hasta que sus labios besaban la base de mi pene `para volvérselo a extraer con gran satisfacción por mi parte.
“¡Menuda mamada!” sentencié al sentir que toda mi excitación se comprimía en mis huevos y que como una llamarada, el semen recorría el conducto de salida hasta mi glande. Adriana al percibir la cercanía de mi orgasmo cerró su boca, apretando con su lengua sobre el diminuto orificio de donde iba a brotar mi simiente, de manera que al explotar mi gozo se incrementara.
¡Y vaya si lo consiguió!.
Cuando eyaculé, el tampón formado por su lengua, no solo alargó mi éxtasis sino que lo aumentó de sobremanera, regalándome el mejor orgasmo de mi vida.
-¡Coño!- grité dominado por el placer y obviando mi promesa, cogí su cabeza y forzando sus labios, me derramé en el interior de su boca.
Mi morena no solo se tragó toda mi producción sino que saboreando hasta la última gota, limpió mi miembro con su lengua.  No os podéis imaginar su cara de satisfacción cuando muerta de risa, ese prodigio de la naturaleza me dijo:
-¡Eu preciso de foder!-
Soltando una carcajada, la atraje hacia mí y besando el moretón de su hombro, le pregunté:
-¿Duro o suave?-
-Amanha suave, ¡Agora mais que duro!-
El desparpajo con el que me dijo que dejara la suavidad para el día siguiente pero que, esa noche, le apetecía que fuera rudo me hizo reír y dándole un azote en su trasero, la puse a cuatro patas. Ella, olvidándose del portugués, giró su cabeza y mirándome, me soltó:
-Ves que tenía razón cuando dije que este culo iba ser para ti-
Ni la dejé terminar de hablar porque antes que lo hiciera, la mejor modelo del mundo ya tenía a mi pene retozando por el interior de sus intestinos.
 
Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 —————————————————————-
Posdata: perdonad mi portugués, es “made in Google”.
 —————————————————————–

Relato erótico “Despertar” (POR XELLA)

$
0
0
Se despertó confusa. No recordaba donde estaba ni qué hacía alli. Intentó moverse y se dió
cuenta
que no podía, estaba atada con unas correas en una especie de camilla.
Sobre ella unas luces que la deslumbraban y no la dejaban ver bien el resto de la sala en la
que se encontraba. Distinguía unos monitores al lado de la camilla y una mesa con lo que parecía instrumental de algún tipo. También parece que tenía algún tipo de suero inyectado en el brazo.
¿Que estoy haciendo aquí? Pensó. Parece que no era capaz de hablar.
Entonces oyó pasos que se acercaban. Una puerta se abrió y entraron dos hombres con bata blanca.
– …casi completado, todo sigue los plazos marcados. – Conversaban entre ellos.
– Nos están pidiendo resultados ya, necesitan pasar a la siguiente fase del tratamiento.
Se acercaron a ella, ignorando que estaba despierta y le cambiaron la bolsa del suero.
– No se preocupe, estará lista a tiempo, la fase 2 podrá comenzar en un par…
Sus ojos comenzaron a cerrarse.
Comenzó a tener sueños extraños. Eran completamente distintos unos de otros. En unos, era un hombre un distinguido empresario, en una vida acomodada y casado con una mujer de bandera. Eran sueños tranquilos, felices. En otros, era ella misma. Pero esos sueños no tenían nada que ver con los del hombre. En ellos siempre se encontraba en situaciones de alto contenido sexual, cuando no estaba follando directamente.
Iba recuperando la consciencia de vez en cuando, pero sus periodos de lucidez no duraban mucho. Al poco tiempo aparecía alguien para cambiarle la bolsa de suero y volvía a dormirse inmediatamente. En cuanto perdía la consciencia, los sueños se producían de nuevo.
Volvía a ser el hombre, veía que intentaba huir asustado mientras unos hombres le asaltaban. Una mujer iba con ellos.
– ¡Tu mujer o tu hermana!
Parecía que le gritaba.
– M-Mi mujer. – Contestaba él.
Entonces volvía a ser ella.
Estaba moviendose a cuatro patas. Estaba desnuda y alguien tiraba de ella con una correa que llevaba atada al cuello a través de un collar. La llevaba a través de un pasillo hasta una sala llena de gente. Había hombres y mujeres, todos vestidos, de pié, mirandola.
– Aquí la tienen. Preparada para la sesión de hoy.
Entonces el mundo se desvanecía en una nube de pollas que tenía que tragarse, coños que tenía que lamer, semen que la cubría entera, y placer, mucho placer.
No sabía cuanto tiempo llevaba allí, sólo sabía que cada vez que se despertaba la volvían a dormir, y que aquellos sueños tenían que tener algún sentido…
Poco a poco, los sueños del hombre iban siendo cada vez menos frecuentes, y sus horas de vigilia las ocupaban los sueños de mujer.
En ellos, siempre estaba envuelta en orgías, con hombres y mujeres, la follaban, la humillaban,
pero siempre acababa corriendose como una perra. Se sentía bien con esos sueños, la hacían sentirse en paz consigo misma.
La siguiente vez que se despertó, una mujer iba con los hombre. Le resultaba familiar pero no sabía porque.
– ¿Cómo va el acondicionamiento? – Preguntaba la mujer.
– Excelente. Casi ha olvidado todo lo concerniente a su antigua vida. La aceptación de su nueva personalidad es total y le falta poco para asimilarla por completo.
– Estupendo. Es hora de pasarla a la siguiente sala.
Cambiaron de nuevo la bolsa de suero y entre brumas, vió como empezaban a trasladarla a algún nuevo lugar.
Otra vez era el hombre. Estaba hablando con una joven.
– Entonces, ¿Sólo con darles a mi mujer se acabarán todas mis deudas?
– Exacto. Nuestra corporación es generosa y accede a no tener represalias con usted si nos entrega a su esposa. Si está de acuerdo, comenzaremos a trazar el plan de actuación.
– Estoy de acuerdo.
Era de nuevo la mujer. Estaba follando con un hombre. Bueno, más bien el hombre la estaba follando a ella. Estaba de rodillas con la cara en el suelo y el culo en pompa mientras un hombre de color la penetraba el coño con violencia. No podía pensar, el placer que estaba recibiendo era inmenso.
Unos instantes después, alguien levantaba su cabeza tirandola del pelo y la ofrecía una nueva polla para chupar. Sin dudarlo, se la metió en la boca. El mete saca violento por delante y por detrás era brutal. Estaban acompasados, la penetraban los dos a la par mientras ella no podía aguantar de puro extasis.
Volvió a despertarse. Esta vez estaba más lucida.
Se encontraba sentada en una especie de sillón. Tenía un ballgag en la boca y dos vibradores la penetraban el culo y el coño.
Delante suya, tenía varias pantallas en las que una mujer que se parecía mucho a ella, era dominada por distintas personas. En una pantalla era follada por varios hombres, en otra, una mujer sentada sobre su cara la obligaba a lamerle el ano. Incluso había una en la que a cuatro patas estaba recibiendo las embestidas de un perro, y parecía que estaba disfrutando.
Los vibradores que tenía insertados la tenían en un estado de calentura intensa pero, cuando iba a correrse, se apagaban. Parece que quien quiera que la tuviese allí, no quería permitir que se corriera.
Así pasaron varios días en los que los sueños se alternaban con sesiones de imagenes con ella de protagonista. Todo lo que veía era sexo. Por todas partes. El único descanso que tenía era cuando soñaba con el hombre, y cada vez era menos frecuente.
La siguiente vez que entró la mujer a la sala, se dirigió directamente a ella.
– ¿Que tal vas putita? Ya eres practicamente nuestra…
Ella la miró sin saber exactamente a qué se refería.
– Debes estar muy caliente… ¿Quieres correrte?
Comenzó a asentir con la cabeza, NECESITABA correrse.
– Entonces, chúpale la polla a mis compañeros y trágate su lefa. Si lo haces bien y les dejas complacidos, te permitiré correrte.
Ni siquiera se lo pensó. Se levantó, dandose cuenta de que desde que la pusieron en la nueva sala, en ningún momento había estado atada y se dirigió como un rayo al primer hombre.
Agarró su polla con avidez, tragándosela entera, comenzando una mamada profunda, sin pausa. Se la metía entera y se la sacaba entera. No recordaba haber hecho nunca una mamada, pero no sabía porqué, parece que le salía natural. a los pocos minutos, el primer hombre se derramó sobre su boca.
El segundo hombre no la dejó hacer lo mismo. En este caso fué él el que la aggaró de la cabeza y empezó a follarse su boca con violencia. No sabía como podía resistir sin vomitar, pero ahí estaba, recibiendo entera la polla de aquél hombre hasta que éste se corrió sobre su cara. Diligente, comenzó a recoger con sus dedos el jugo de aquella polla y a llevarselo a la boca.
El tercer y último hombre era más relajado. Al igual que el primero, éste la permitió llevar ella el ritmo pero cuando llegó la hora de correrse, la agarró del pelo apartádo su cara y se corrió en el suelo.
Sin razonar y debido a que si quería su orgasmo tenía que tragarselo todo, comenzó a lamer el suelo allí donde se habíacorrido el hombre hasta dejarlo reluciente.
Cuando acabó se acercó a la mujer.
– Muy bien perrita. – Dijo ésta. – Te has merecido tu premio.
Pulsando un botón, una puerta se abrió. En ella había una mujer rubia, de rodillas con las manos a la espalda.
– ¡Silvia! Esta señorita se ha ganado su premio, ven aquí y cómele el coño hasta que se corra.
La mujer se acercó gateando hasta ella. Llevaba un collar de perro al cuello con una chapita de identificación, pero no alcanzó a ver lo que ponía. Tampoco le importaba. Se tumbó en el suelo de inmediato y se abrío de piernas para darle acceso a su coño. Estaba ansiosa por correrse.
Cuando aquella mujer comenzó a juguetear con su coño, no aguantó mucho, corriendose en su boca hasta tres veces.
– Ya es suficiente.
Al decir esas palabras, la chica con el collar de perro paró y volvió a cuatro patas a su rincón, quedándose allí.
– Ya casi estás preparada Irina. – Dijo, dirigiendose a ella. – Mañana tu acondicionamiento habrá terminado. No volverás a recordar nada de tu antigua vida y te dedicarás en cuerpo y alma a nosotros.
¿Irina? ¿Ese era su nombre? No lo recordaba…
Volvieron a colocarla en el sillón, con sus vibradores y sus pantallas y al poco tiempo volvió a dormir.
Esta vez, su sueño se centró exclusivamente en el hombre. La extraño porque hacía tiempo que no soñaba con él.
Estaba llegando a su casa, después de un viaje de empresa y estaba nervioso. Su plan había funcionado y hoy era el último día. No sabía si le dejarían disfrutar de su esposa antes de llevarsela, pero por lo menos le dejarían
verla.
Eso le ponía cachondo. Imaginarse a su esposa como una esclava…
Cuando llegó a su casa vió a su esposa y quedó extasiado. Estaba amordazada y atada. Desnuda.
Su polla se puso dura al momento. Se acercó a ella y comenzó a decirle algo que no llegaba a entender.
Poco después, Ivette, por detrás, le dió un pinchazo en el cuello y quedó totalmente inconsciente.
Irina se despertó.
Esta vez no estaba en el sofá. Tampoco estaba desnuda. Llevaba un conjunto de lencería sexy con unos tacones altísimos. Llevó las manos a su cuello sólo para notar como, al igual que la otra mujer, llevaba un collar de perro con una chapita.
Se dió cuenta que había un espejo en la sala y, de repente, cayó en la cuenta de que no se acordaba de su aspecto físico. Sabía que la mujer de los videos y los sueños era ella por alguna extraña razón, pero no lograba recordarse.
Cuando estuvo frente al espejo se quedó asombrada. el conjunto de lencería que llevaba, los tacones y el collar hacían una estampa impresionante. Se acercó para intentar ver lo que ponía en la chapita.
Irina
PET GIRL
Propiedad de XC
Leyó.
No sabía que significaba y le daba un poco igual. Al verse en el espejo, se dió cuenta de que algo le asomaba por detrás. Se dió la vuelta y vió que llevaba una cola de animal… Parecía que le habían metido un plug anal que llevaba una cola de zorra colgando. No se molestó en quitárselo, no la desagradaba.
Entonces la puerta se abrió.
La mujer que había estado en su sala varias veces entró y se acercó a ella.
– ¿Ya estás despierta perrita? Bien. Tu condicionamiento ha terminado, ya estás preparada para tu nueva vida. Ahora me acompañarás a la presentación delante de la directiva de la compañía y les demostrarás todo lo que has aprendido.
Irina no sabía qué contestar a eso. La mujer se acercó y le enganchó una correa en el collar.
– A cuatro patas esclava. De ahora en adelante te desplazarás así a no ser que se te diga lo contrario.
Irina obedeció sin rechistar. La mujer la sacó de la habitación y la condujo a través de un largo pasillo. Irina no tenía ni idea de a donde la llevaba, pero ni siquiera se le pasaba por la cabeza la idea de desobedecer.
Cuando la mujer se paró frente a una puerta, Irina se sentó sobre sus rodillas, a su lado.
Ha respondido perfectamente al condicionamiento… Pensó la mujer.
Cruzaron la puerta.
Una sala amplia apareció ante ellas. Y no estaba vacía. Un montón de hombres y mujeres estaba en ella, sentados en sillas, esperándoles. La imagen del sueño que tuvo Irina hace unos días cruzó su mente… Y su coño comenzó a humedecerse… Pero había una diferencia. En un
centro de la sala, había un estrado y, a un lado de éste, la mujer que hizo que se corriera se encontraba de rodillas, mirando al suelo.
Avanzaron hasta ese estrado e Irina se quedó arrodillada a un lado. La mujer que la llevaba

comenzó a hablar.

– Buenas noches. Me alegra veros a todos aquí y espero que salgan satisfechos de lo que vean.
– Después de la espera por fin hemos visto resultados con nuestras nuevas técnicas, por un lado está Silvia. Dijo señalando a la otra mujer. – Era una mujer que no hacía absolutamente nada que no fuese preocuparse por sí misma hasta que la hicimos
ver la luz…
– Por otro lado el hombre que una vez intentó traicionarnos, ya no es tal. Gracias a las nanomáquinas y al condicionamiento ahora es una nueva perrita dispuesta a servir a todos nuestros propósitos. Su transformación es completa. No hay rastro de que alguna vez
fuese un hombre. Las nanomáquinas rehacen en ADN del individuo y lo modifican a nuestro antojo.
– Además, durante la transformación, se ha bombardeado al objetivo con imagenes, videos, sonidos, sueños y recuerdos nuevos para moldear su nueva personalidad.
– Esta nueva técnica supone un avance espectacular que facilitará nuestras nuevos encargos.
– Y ahora, para que vean las nuevas habilidades de nuestras nuevas perras les van a dar un pequeño espectáculo y después, podrán disfrutar de ellas a su antojo.
Diciendo esto chascó los dedos y Silvia comenzó a gatear hasta Irina. Cuando se fijó bien, vió que llevaba entre las piernas un arnés con una enorme polla de plástico. Su sola visión hizo que su entrepierna se estremeciese.
Al llegar a su lado se puso en pie y, dirigiendo la polla con su mano, la acercó a la boca de Irina. Sin que nadie le dijese nada ya sabía lo que había que hacer. Comenzó a lamer el falo, como si fuese de verdad, jugueteando con él, recorriendolo con la lengua.
Imaginandose que de un momento a otro esa polla le iba a llenar la boca de leche.
Mientras mamaba, le llegó el inconfundible olor de humedad que producía el coño de Silvia. No sabía porqué le resultaba tan familiar, como si ya lo hubiese olido más veces…
Unos momentos después, Silvia, agarrándo la cabeza de Irina, comenzó a follarla violentamente la boca, metiéndole la polla hasta la garganta. A Irina, lejos de disgustarle, ese trato la gustaba, le encantaba que la forzasen.
Silvia apartó la polla de la boca de Irina y, tirando de la correa la obligó a ponerse de rodillas, con el culo en pompa, mostrándoselo al público de la sala.
Irina, sintiendose observada, se separó las nalgas para mostrar a la gente lo cachonda que estaba. Entonces, con su objetivo a punto, Silvia introdujo el enorme consolador de un golpe dentro del culo de la chica, que dejó escapar un grito de sorpresa.
Esta vez no hubo suavidad en ningún momento. La enculada fue violenta desde el primer momento. Los jadeos de Irina se confundían con los de Silvia, debía tener un consolador en la parte interior del arnés, pensó Irina.
A Irina le estaba volviendo loca la sodimización. Entre el placer que le daba y el tiempo de abstinencia sexual que sufría se estaba volviendo loca. Cuando estaba a punto de correrse, la maestra de ceremonias detuvo a Silvia, que inmediatamente sacó el falo del culo de Irina con un sonoro PLOP.
– Ya basta. Habéis tenido suficiente follada entre vosotras y es hora que le demostréis a nuestros invitados de que sois capaces de primera mano. Sólo podréis correros si es follandoos a alguno de nuestros invitados y espero que les dejéis satisfechos a todos.
De repente un montón de manos comenzaron a tocar el cuerpo de Irina. Lo que siguió a continuación fue una nube de placer que invadió su cuerpo. Todo el mundo folló cada uno de sus agujeros, con pollas de verdad o con consoladores, tuvo que comer coños y pollas por
igual, y se corrió muchísimas veces.
Su cuerpo ni siquiera le respondía. Hacía lo que la gente la obligaba a hacer sin rechistar. De vez en cuando, se cruzaba con Silvia y entonces se montaban un pequeño juego lésbico, o le limpiaba el semen que recorría su cuerpo con la lengua.
Apartada de todo, Ivette, la maestra de ceremonias, sonreía satisfecha. Su trabajo había sido impecable. Esas dos perras habían sellado su destino sin poder hacer nada por evitarlo.
Ahora eran esclavas para dar placer a los demás.
PARA CONTACTAR CON LA AUTORA

Relato erótico: “Mundo de alegría (1)” (POR BUENBATO)

$
0
0

Nota del autor:

Bueno, estoy tratando de subir varias series más o menos al mismo tiempo. Tengo el problema de que tiendo a ser incapáz de mantenerme en un solo asunto, de modo que me es más sencillo ir trabajando sobre varias historias. Espero les agraden y agradezco mucho su paciencia, como siempre, sus comentarios son de suma utilidad y bienvenidos.

Mundo de alegría, al menos en la primera entrega, empieza algo lento en cuanto acción, pues es más explicativo del contexto de los personajes; pero creo que la paciencia será bien recompensada.

Saludos.

————————————————————–

PRÓLOGO.

A su alrededor, sobre los estantes en las paredes, las viejas muñecas de Julieta parecían observar en silencio la escena que se desarrollaba en la recamara. Eran las seis de la tarde, afuera hacía un calor insoportable pero dentro la temperatura, calor o frio, parecían haber dejado de existir. Tampoco el tiempo daba señales.

Julieta y Joel se fundían en un beso que había durado minutos; él estaba recostado sobre la cama, con ella sobre él. Desnudo de su torso, Joel disfrutaba las suaves caricias que las manos de la chica regalaban a su piel. Cuando terminaron, se miraron durante cinco segundos, antes de que la chiquilla soltara en risas. Joel acarició su rostro, antes de que esta se alejara, deslizándose hacia abajo.

Con serenidad, la chica desabrochó los pantalones y los deslizó, desnudándolo. Con un cuidado ceremonial Julieta liberó la erecta verga de Joel, que descansaba completamente endurecida bajo las suaves telas de sus calzoncillos.

Julieta se puso de pie, y con paciencia descalzó al hombre, y dobló sus pantalones para colocarlos con cuidado sobre una de las sillas del cuarto. Regresó, colocándose suavemente sobre la cama; Joel se sentía en el cielo, mientras miraba como aquel ángel regresaba para sostener cuidadosamente su falo antes de llevárselo a la boca.

La fresca boca de Julieta masajeaba el glande del hombre, lo hacía con tal delicadeza que Joel ni siquiera estaba seguro de si aquello era la lengua de la chica o algún extraño efecto del viento. Por su mente corría el deseo de atraer a la chica hacía él y clavarle su falo erecto hasta el tope; deseaba escuchar las arcadas de la chiquilla, mientras le azotara la cabeza contra su entrepierna, pero ni siquiera se atrevía a tocarla. En vez de ello, Joel permaneció inmóvil, dejando que la chica hiciese lo que quisiera con él.

Julieta era menuda y tierna, se movía con una ligereza gatuna que sorprendía a muchos, tenía unos largos, lisos y hermosos cabellos rubios. Su nariz era perfecta, sus labios gruesos y suaves, su rostro ovalado tenía por encima una frente amplia. Sus cejas eran medianamente pobladas, tan rubias como su cabello. Pero lo mejor – o peor – eran sus ojos, enormes y redondos, tenían un hermoso color grisáceo que era imposible de ignorar y más aún para quien los disfrutaba en medio de una felación.

Ella le había dicho que se había vestido especialmente para él; llevaba una blusa de red roja, con la que se distinguía su clara piel bajo la tela, con mangas largas pero con el vientre descubierto. Era obvio que debajo de aquella blusa, nada más cubría sus pechos.

Debajo, unas bragas blancas de algodón, le daban un aspecto natural y desinteresado. Sus hermosas piernas estaban desnudas, y finalmente sus pies lo habían recibido dentro de unas rojas zapatillas de aguja.

El cuarto era color rosa, las ventanas del cuarto estaban despreocupadamente abiertas y la luz del atardecer iluminaba de lleno aquel ambiente. La clara piel de Julieta se pintaba hermosamente con el crepúsculo, mientras su boca hacía aparecer y desaparecer lentamente el pene de su compañero. Joel aún permanecía incapaz de moverse.

Hacía minutos que había dejado de pensar en la posibilidad de que alguien, o peor, el propio Sr. Galloso los descubriera. Había caído inerte en los encantos de la muchachita, la hija menor de su jefe y protector.

La chica sacó el falo de su boca y dirigió una preciosa sonrisa a Joel antes de desaparecer hacia abajo. Entonces los testículos de Joel disfrutaron de los suaves besos y caricias que los labios de Julieta proporcionaban. A veces se metía uno entero a la boca, y otras veces dibujaba su circunferencia con la lengua. De pronto subió de nuevo, recorriendo con su lengua el interior de su tronco; terminó el recorrido dándole un dulce beso a la cabeza del pene cuando de pronto Joel se puso de pie.

Tanto placer había sido más que suficiente para aquel hombre. Tomó a la chica por la cintura y la colocó en su lugar; ahora era ella quien, recostada sobre su espalda, miraba divertida a Joel desvistiéndole sus calzones.

El hombre deslizó estos hasta las rodillas de la chiquilla. Su cocho precioso y sin vello yacía desnudo entre las piernas de la chica. Con una mano, Joel separo las piernas de Julieta y las alzó, de manera que ella tuvo que abrazar sus rodillas mientras el sujeto se escurría, dirigiendo su boca hacia el manjar que le esperaba entre las piernas de la chica.

En aquella posición, Joel se deleitó con el manjar que aquel coñito representaba. Húmedo, suave y rosado, aquello era aún más fascinante que besarle los labios del rostro a aquella muchacha angelical.

Una cosa llevó a otra, y pronto las piernas de Julieta comenzaron a vibrar de placer mientras la boca del hombre no se detenía en su afán de masajear su entrepierna. La chica sintió perder el conocimiento mientras su mente se nublaba con el placer de aquel orgasmo.

Dejándole un respiro, Joel se sentó sobre la orilla de la cama mientras Julieta se recuperaba. Un minuto después, ella se incorporó, sentándose junto a él. Un semblante serio apareció en su rostro.

– Joel – dijo, con una voz tan suave y dulce que Joel apenas lo percibió – hoy quiero hacerlo.

Joel la miró, con una interrogante en su rostro.

– Me refiero a hacerlo, quiero que lo hagas – insistió la chica

– No creo que sea buena idea – murmuró Joel, como si alguien pudiera escucharlos.

La chica miró unos segundos el suelo, parecía pensativa. Pero insistió.

– Te lo pido por favor – continuó, mientras su voz comenzaba a ennudecerse – Es que realmente quiero hacerlo.

– ¿Sucede algo? – preguntó Joel.

– No sucede nada.

– Tú papá…

– No es eso, sólo que quiero hacer esto.

– Creo que no es correcto.

– Mi papá ha hecho cosas peores – recriminó – Que tú no quieras me hace sentir mal. ¿No me qui…?

– No empieces. Es sólo que no entiendes.

– ¿Qué tengo de malo?

– Nada.

La discusión continuó un par de minutos más, y Joel la perdió miserablemente. Recostó de nuevo a la chica, mientras con su mano abría cuidadosamente sus piernas. Julieta no era virgen, y él lo sabía, pero aún así la trataba como si estuviese a punto de desflorarla.

Era la primera vez que la penetraría; en el fondo, siempre había esperado el momento de que aquello sucediera, pero ahora se sentía extrañamente incapaz de imaginar siquiera lo que estaba a punto de realizarse.

Dejó que su instinto tomara el control, pues la razón sólo lo hacía sentir una culpa cegadora. Su erecto falo se dirigió al borde de la cálida entrada del coño de Julieta, mientras esta lo miraba fijamente, seduciéndolo con sus hermosos ojos grises.

Lentamente, pero sin detenerse, la verga de Joel penetró a Julieta, abriéndose paso entre los apretados labios vaginales de la chiquilla. Joel estaba tan excitado que sabía que aquello no duraría mucho; se arrodilló sobre la cama, alzando a la chica sobre él. Pronto, sin dejar de penetrarla, ambos quedaron en unión de loto, y Julieta no desaprovechó para besar a Joel mientras este deslizaba su falo suavemente dentro de ella.

Aguantó aquello durante poco más de cinco minutos, antes de que la excitación prolongada tuviera sus efectos. Entonces su cuerpo se endureció, mientras por su próstata comenzaba a correr una copiosa cantidad de espesos líquidos.

La chica suspiro, y besó su pecho suavemente mientras sentía la calidez de aquellos jugos cayendo dentro de sí. Gemía suavemente, tratando de no olvidarse de respirar.

Mientras su esperma manaba hacía el cálido coño de la chiquilla, Joel cerraba los ojos, mientras su barbilla sudorosa, descansaba sobre la cabeza de Julieta. Era incapaz de imaginar que aquella tarde sería la última vez que la vería en mucho tiempo.

JOEL I

La lengua de Joel descendía sobre la espalda de Mireya, la chica hacía descender su vestido violeta de hombros descubiertos al tiempo que los labios del hombre se desplazaban tras de sí. Pero este la detuvo, pues prefirió alzarle el vestido para descubrir sus bragas blancas.

Besó el coño de la chica a través de la humedecida tela de la ropa interior, y olió el aroma de excitación de la chica.

La chica era una actriz secundaría de una película juvenil estrenada hacía un par de meses; la película había tenido éxito, y ahora la chica – y su madre – deseaban un papel más protagónico para la joven artista.

Su propia madre la había traído, yéndose en seguida, como quien entrega una ofrenda a sus dioses. Joel la recibió en la puerta, y no dudó en saludarla con un despreocupado apretón de nalgas frente a la señora, sólo para conocer la reacción de esta. No solía comportarse como un patán, pero tampoco era muy afecto a los padres o madres que presionaban a sus hijos para entrar en aquella clase de mundo de la que él mismo había tratado de salir, durante años, sin los mejores resultados.

Cuando se quedaron solos, Joel le invitó un vaso de agua a la chica y la actualizó en las noticias que tenía respecto a su papel en un nuevo programa juvenil.

– Hasta tendrán grupo musical – reveló Joel – Espero que sepas cantar.

La chica lo escuchaba encantada, de obtener ese espacio, sin duda se haría famosa cantando o actuando, o ambas cosas.

Aunque joven, sus anchos hombros y su gran altura la hacían parecer mayor. Sus largas y hermosas piernas se coronaban con un culito respingón que evidenciaba varias horas de gimnasio.

Su rostro no era el más agraciado, tenía una nariz extraña y una cabeza relativamente pequeña, con una gran frente que trataba de ocultar con su largo y frondoso cabello castaño oscuro. Joel sabía que la chica necesitaría siempre de un gran trabajo de maquillaje para lucir bien en pantalla.

Joel era un agente de talento, especializado en los contenidos infantil y juvenil; llevaba más de diez años en aquel ámbito, y se había ganado la fama de lograr colocar siempre a las jóvenes estrellas en papeles más protagónicos. Seis de sus anteriores representadas ya eran completamente famosas, y varias más de ellas seguían en pie de lucha en el inestable mundo de la farándula.

De modo que la visita de Mireya a casa de su representante no era más que la continuidad de la estructura de favores sexuales a cambio de oportunidades de fama que regía en todo aquel ámbito y al que Joel había terminado más que acostumbrándose.

Cuando ambos terminaron sus bebidas, Joel le hizo una seña a Mireya para que se acercara. La chica lo hizo con una sonrisa nerviosa, y al poco tiempo estuvo de nuevo al alcance de las hábiles manos del hombre.

Ahora, colocada en cuatro sobre la cama, la chica ofrecía su culo a los labios y nariz que inspeccionaban tras ella. Sentía la nariz de Joel olfateando su coño y la piel de sus nalgas; un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando las cálidas manos del hombre tomaron sus bragas por los costados y las comenzaron a deslizar hacía abajo, en segundos, la húmeda concha de la chica se asomaba bellamente y a merced de aquel sujeto.

– Estás completamente mojada – murmuró Joel

– Sí – suspiró la chica, quién de pronto sintió como las manos y el cuerpo de Joel se alejaban por unos segundos, sólo para sentir de nuevo sus manos, con más fuerza, colocándose sobre sus caderas,

Joel deslizó las bragas de la chica hacía abajo, sólo lo suficiente para que su falo pudiera abrirse paso a través de sus nalgas y entrara con relativa facilidad en la estrecha entrada de la muchacha.

Mireya se mordió el labio mientras sentía cómo lentamente aquel pedazo de carne la atravesaba hasta su totalidad.

Joel se detuvo cuando la penetró por completo, y aguardó un momento para sentir como su pene endurecido palpitaba dentro de su representada, al mismo tiempo, sus manos deambulaban sobre el torso de la esbelta chica, concentrándose de pronto en sus pechos, que desnudó con cierta desesperación para tenerlos por completo en sus manos.

A Mireya aquello estaba lejos de molestarle; aunque la diferencia de edades parecía abismal, sabía que podría haber sido peor. Después de todo, Joel era bastante bien parecido, un agasajo comparado con los viejos, feos y obesos productores de cine y televisión con los que también tenía que vérselas.

Una vez que el interior de la chica se relajó, Joel inició un lento meneo. Poco a poco, sus movimientos de mete y saca se fueron convirtiendo en rápidas embestidas que aumentaban tanto su intensidad como los gemidos de la chica.

El celular de Joel sonó de nuevo, y aunque intentó alcanzarlo la chica no se lo permitió, en vez de ello se abalanzó sobre él, haciéndolo caer de espaldas sobre la cama.

En cuclillas, sobre Joel, se clavó el erecto falo, y saltó divertida sobre este. Las risas no tardaron mucho en convertirse en profundos gemidos de placer, y Joel se olvidó por completo del teléfono para concentrar sus manos en las tetas medianas y suaves de la chica.

Era el tercer encuentro de ese tipo que tenía con la chica, y era la primera vez que la veía así. Los primeros habían sido con una chiquilla tímida e insegura, hacía casi un año, con una experiencia nula en aquel ámbito.

La chica no tardó en ser víctima de sus propios movimientos, y se detuvo en seco sólo para apretujar los hombros de Joel, que le sostuvo por la cintura para mantenerse dentro de la chiquilla mientras esta disfrutaba de su clímax.

La chica sonrió, mirándolo, y tratando de recuperar el aliento, también Joel respiraba aceleradamente, no porque se hubiese corrido sino por el ajetreo de la propia chica.De pronto el teléfono celular sonó de nuevo. Joel suspiró, con cierta molestia, aunque supo que era mejor saber de qué se trataba.

Se hizo a la chica a un lado y se puso de pie, su verga brillaba embadurnada por los jugos de la chica. Se acercó de un salto a la mesita, justo a tiempo para contestar.

– ¿Bueno?

– ¿Joel?, soy yo, ¿cómo estás?

Era Ignacio. Ignacio era, por alguna misteriosa razón, uno de los mejores amigos de Joel. A pesar de eso, ambos parecían haber tenido una suerte completamente distinta; mientras que Joel había tenido un éxito total en el mundo del espectáculo, Ignacio luchaba para sobrevivir económicamente tras un divorcio que le había dejado devastado.

Se habían conocido hacía años, cuando Ignacio presentó a un joven Joel a diversos productores de teatro, en el tiempo en que Ignacio era un prominente bailarín y coreógrafo.

Sin embargo, un accidente de tránsito había provocado un coma de un mes a Ignacio, y posteriormente más de cuatro meses en hospitalización, debido a una complicación neuronal que terminó en una costosa cirugía que le salvó la vida al tiempo que se la arruinaba financieramente.

Años después terminaría por divorciarse de su ex mujer, quien se llevaría la mitad de sus bienes junto a un hombre completamente desconocido, dejando a Ignacio y a su pequeña hija, a quien la madre ni siquiera se tomó la molestia de exigir la tutela, solos. Ninguno de los dos había vuelto a saber nada de ella.

– Estoy bien Ignacio, gracias, ¿tú cómo estás?

Joel le hizo señas a la chica para que se acercara.

– Bien Joel, gracias. Fíjate que logré inscribir a Fernanda a un casting, no sé si sepas de una telenovela que se va a llamar “Ciudad de la alegría”.

La chica se puso de pie y avanzó hacía él.

– Sí, he escuchado sobre eso, me parece que el nombre es sólo del proyecto, tentativo.

Joel colocó su mano sobre el hombro de la chica, indicándole que se arrodillara.

– Sí, bueno. Te quería preguntar qué tanto sabes de ese proyecto, no sé si puedas apoyar de alguna manera a Fernanda.

La chica, sin necesidad de alguna otra orden, se llevó aquel falo a la boca, que se endureció por completo entre sus labios.

– Francamente, Ignacio, no estoy muy inmerso en ese proyecto. Sólo sé algunas cosas. – mintió

– Yo creo que sí, Fernanda no quedó tan mal en el casting inicial, pasó el primer filtro.

– ¿De verdad?

Joel frunció los labios; Fernanda no tenía muchas esperanzas, pues ya una de las candidatas – y su madre, desde luego – habían tenido un trato con la producción de dicho proyecto. La chiquilla seguiría la vieja tradición y conseguiría el estelar a punta de folladas.

– Fíjate que no pudimos ver a las otras candidatas, las tienen por números, pero si vimos la puntuación. Me preocupa que, aunque Fernanda consiguió el tercer lugar de diez, la que quedó en primer lugar si nos lleva por varios puntos.

“¿Y cómo no?”, pensó Joel, la chica tendrá que chupar muchas vergas para pagar esa puntuación.

– Creo que eso dice mucho Ignacio – respondió Joel, cuidando sus palabras con su amigo – por lo general esas puntuaciones, aunque no son definitivas, difícilmente se modifican. Podría ser muy complicado que Fernanda…

– Oye, Joel, no me digas eso, es decir, ¿no existe alguna manera de hablar con alguien?

– Es una decisión de un jurado, Ignacio, tú sabes bien cómo es esto, depende de la opinión de los productores.

– Me dijeron que el productor principal es un tal señor Galloso.

“Viejo loco y pervertido”, sonrió Joel, mientras empujaba con firmeza la cabeza de Mireya hacia su verga.

– Lo conozco, es productor de muchas…

– Sí, lo sé, por eso me gustaría platicar con él.

– No creo que exista manera…

– ¡Vamos Joel!, sé que lo conoces, tan solo necesito que me permitas hablar con él, sólo para saber que tan probable…

Joel comenzó a sentirse estresado, no sabía cómo explicarle que, aún reuniéndose con el Sr. Galloso, Fernanda no tenía posibilidad alguna. A menos claro que…pero ni siquiera debía considerarlo.

– ¡Ignacio!, por favor, créeme cuando te digo que es imposible.

– Joel – dijo Ignacio, con una extraña serenidad – No soy tonto, sé lo que sucede, y Fernanda y yo estamos dispuestos a competir…a competir de esa manera.

Joel tragó saliva.

– Creo que no te entiendo – mintió de nuevo, pero con menos convicción.

– Yo diría que sí, Joel. Seamos francos, no te preocupes por ocultármelo, si Fernanda tiene que hacer eso que sabes que se debe hacer, te aseguro que estamos dispuestos.

– Es que…

– ¡Por favor! ¿Necesitas que sea más específico?

– Es que realmente no te entiendo. Me gustaría saber de qué me estás hablando. – dijo, simulando una risa confusa.

“¿Cómo rayos se ha enterado?”, pensó. Se llevó la mano a la cabeza mientras escuchaba el relato de su amigo, acerca de cómo se había enterado del funcionamiento de aquel sistema de selección de actrices.

– ¿Entonces te pusiste a investigar y espiar a los productores?

– Sólo algunas cosas, en realidad no sé ni siquiera quien es la otra chica, pero sé que quien sea está haciendo eso. Y su madre lo sabe, o la obliga, no lo sé. Y los productores parecen estar muy satisfechos con eso.

“Me imagino”, pensó Joel.

– Bueno Joel. Yo te puedo asegurar…

– Sólo necesito que me ayudes, sólo una entrevista, para saber qué posibilidades tiene Fernanda. No tienes nada que ocultarme, y yo no tengo nada qué revelar a nadie. ¿Me entiendes?

Joel quiso saber si aquello era una especie de amenaza, pero prefirió no indagar en los pensamientos de Ignacio. Miró a Mireya, quien mirándolo indagadora, pero sin dejar de chupar, parecía haber notado el malestar de Joel.

Aumentó la intensidad de sus movimientos a fin de tranquilizarlo, y aquello funcionó de cierta manera. Joel no tardó en sentir que aquello estaba por terminar y tomo él mismo su falo, mientras la chica, de rodillas y con la boca bien abierta, se preparaba para recibir su corrida.

– Hablaré con el Sr. Galloso – resolvió Joel, mientras su mano apuntaba su falo hacia la chiquilla.

– Te lo agradeceré realmente, Joel. ¿Qué día crees que pueda ser?

Pero Joel no respondió, un silencio inundó el auricular, emitió un quejido ahogado que Ignacio no alcanzó a interpretar. Sobre la abierta boca de Mireya, los brotes de esperma de Joel caían gentilmente, mientras unas cuantas gotas erráticas salpicaban su rostro y su pecho.

Atrajo de nuevo a la chica, quien terminó su faena limpiando el pene de su representante, que iba perdiendo lentamente su dureza, pero sin perder del todo su tamaño.

– Supongo que sabes lo difícil que es que me pidas esto, Ignacio, más para ti que para mí. – rompió el silencio con una voz entrecortada por el placer, una clara molestia y los nervios, todo junto.

– Tú no te preocupes por eso, Joel, sólo necesito una cita.

Joel suspiró.

– No será una cita Ignacio, deben ir preparados.

CONTINUARÁ…

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR

buenbato@gmx.com

Viewing all 8049 articles
Browse latest View live