








Sinopsis:
Es difícil de explicar cómo una llamada de teléfono puede trastocar una vida. Tampoco es fácil asumir como maduro que una mujer mas joven se sienta atraída por tí. Todo esto y mas le ocurrió a Alberto Morales, un ejecutivo cincuentón, al que un amigo le pide que acoja a una activista de los derechos humanos que tiene que huir de su patria porque la buscan unos narcos. Debido a los favores que le debe no puede negarse y acepta que la hispana se vaya a vivir con él.
Desde que esa mujer entra en su vida, al peligro del cártel se le suma un comportamiento irracional rayando en la sumisión de la latina, el interés del CNI por sus actividades en Madrid, la vuelta de un antiguo amor y finalmente la vigilancia del Gobierno Americano a través de una pelirroja.
Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:
Para que podías echarle un vistazo, os anexo los tres primeros capítulos:
Cuando echo la vista hacia atrás en un intento de comprender la presencia de dos hembras dispuestas en mi cama, sé que todo tuvo un origen y un desencadenante. El origen vino motivado por una llamada. Una conversación telefónica de un amigo destinado en América Latina, pidiéndome ayuda para sacar de allí a una activista de los derechos humanos cuya vida corría peligro. Todavía recuerdo esa conversación en la que Jacinto me comentó que Lidia Esparza, una conocida suya, debía salir urgentemente de su patria por las amenazas que recibía de un poderoso cártel de drogas. Ya que para esos mafiosos esa mujer representaba un estorbo al no parar de denunciar el dominio que ejercía sobre la zona en las redes sociales y que, a pesar de las múltiples advertencias que le habían hecho todos los que la estimaban, seguía enfrascada en su particular cruzada; la lucha contra el tráfico que estupefacientes con el que esos líderes de pacotilla se enriquecían a costa de los indígenas.
-Alberto, básicamente necesita un sitio donde esconderse.
Aunque personalmente me la traía al pairo la situación que sufrían los habitantes de esa área boscosa, no pude decir que no a su petición al deberle muchos favores.
El desencadenante cuando un día de junio, me vi en compañía de mi señora recibiendo en el aeropuerto a la hispana. Reconozco que me sorprendió descubrir que la tal Lidia no era una mujer entrada en años, sino una preciosa chavala de poco más de veinte años. Cuando la vi con su melena larga a la altura de la cintura y su diminuto pero proporcionado cuerpo, creí que despertaría los celos de mi mujer. Juro que no comprendí para que Raquel viera en ella la hija que nunca habíamos tenido y menos que al enterarse que le había buscado acomodo en un piso de la administración autonómica, construido exprofeso para acoger a los peticionarios de asilo que llegaban a Madrid, se negó de plano y le ofreció que se quedara en casa. Como nuestra relación no estaba en el mejor momento, preferí no decir nada y aceptar su imposición con la esperanza que fuera algo temporal.
En un principio, esa muchacha se negó diciendo que no quería ser un estorbo, por lo que Raquel me pidió que la convenciera. Sin ganas y molesto, cogí las pocas pertenencias que se había traído huyendo y comenté:
– Me comprometí a ayudarte y eso voy a hacer. ¡Te vienes a casa!
Ante esa imposición, Lidia bajó la mirada y cedió sin rechistar. Al verlo, mi esposa sonrió y tomándola del brazo, la llevó hasta el coche. De camino hacia nuestro hogar fue la primera vez que me percaté de que algo extraño le pasaba a esa criatura. Y es que por extraño que parezca con Raquel charlaba animadamente, pero en cuanto yo le dirigía la palabra, se ruborizaba y contestaba con monosílabos. Esa sensación se incrementó con el paso de los días debido a que, mientras se hacía uña y carne con mi señora, su relación conmigo seguía distante.
Un claro ejemplo de lo que le pasaba conmigo fue al día siguiente cuando al llegar a casa, me la encontré enseñando a Raquel a bailar salsa. La sensualidad de sus movimientos no me pasó desapercibida y durante casi un minuto, observé obnubilado su movimiento de caderas mientras intentaba inútilmente que mi señora la imitara.
«¡Menudo ritmo tiene la condenada!», comenté para mí mientras revelaba mi llegada.
Al verme en la puerta, sus mejillas se llenaron de rubor y excusándose, desapareció hacia su cuarto. Para colmo, recibí una bronca de Raquel cuando pregunté qué coño le pasaba a esa joven conmigo.
-Eres un insensible. Deberías esforzarte para que se sienta en casa- me espetó cabreada como si yo fuera el culpable del aberrante comportamiento de la tal Lidia.
No queriendo buscar un enfrentamiento, me quedé callado y me refugié en el despacho a resolver unas cuestiones que había dejado abiertas mientras ella se iba a intentar calmar a la muchacha. Esa sensación de ser un apestado se incrementó a la hora de la cena, cuando ante mi pasmo nuestra invitada no solo fue la que cocinó sino también la que nos sirvió, todo ello, sin que Raquel se quejara.
-Quiere demostrar que no será una carga- fue la respuesta que me dio al preguntar.
Preocupado por si mi amigo se enteraba, traté de hacerle ver que no era correcto, pero cerrándose en banda mi señora me soltó que yo podría mandar en la empresa pero que en casa mandaba ella. Como ya comenté, por entonces nuestro matrimonio era un desastre y de nuevo preferí callar mientras la morenita me servía un guiso de su tierra. No reconociendo el plato, lo probé y reconozco que lo hallé delicioso. Al comentarlo y preguntar su nombre, Lidia colorada me contestó que era guiso de conejo, una comida típica de su país natal.
-Está buenísimo, princesa- exterioricé sin darme cuenta del apelativo con el que me referí a ella.
Afortunadamente, tampoco mi señora se percató de ello y menos de la reacción de la morena, ya que a buen seguro le hubiese extrañado al menos la sonrisa de satisfacción que lució la joven al oírme. Sonrisa que rápidamente desapareció de su rostro para ser sustituida por vergüenza al reparar en mi mirada.
«¡Qué tía más rara!», pensé y sin dar mayor importancia al hecho, seguí cenando mientras Raquel comenzaba a alabar a nuestra visita comentando la labor que había desarrollado en la selva. Interesado en la razón por la cual había decidido ocuparse de los más desfavorecidos cuando, según mi amigo, esa chavala había sido la primera de su promoción en la universidad, directamente lo pregunté.
-Mis paisanos están sufriendo el acoso de los cárteles que han venido a sustituir para mal a los antiguos terratenientes- fue su respuesta.
Asumiendo que la activista debía de ser crítica con la conquista guardé silencio, pero entonces la joven se extendió diciendo:
-Hasta que los narcos los echaron, el dominio de los criollos era total pero benéfico. Creyéndose dueños de sus vidas al menos intentaban que tuvieran una existencia digna. Cuando esos desalmados llegaron, los indígenas vieron en ellos unos libertadores, pero no tardaron en echar de menos a los dueños de las haciendas cuando los narcos impusieron el terror como método de asegurarse el control de las plantaciones de marihuana. Muerte y más pobreza es lo que ahora hay.
Tanto a Raquel como a mí nos extrañó su planteamiento, pero fue mi pareja quien se atrevió a preguntar qué solución veía para su gente. La joven abrumada por la pregunta, contestó algo políticamente incorrecto desde nuestro punto de vista:
-Mi patria necesita una dictadura. Un mando fuerte que eche a esa lacra y que garantice la supervivencia y el bienestar de la gente.
Como no podía ser de otra forma, mi señora protestó, no en vano, el régimen franquista había purgado a su padre haciéndole caer en la depresión y alzando la voz, le pidió que se retractara.
-Me gustaría que hubiese otra solución, pero siempre será preferible servir a un presidente fuerte que busque el bien de sus ciudadanos a vivir en este caos.
Mi esposa dio por sentado que la joven hablaba de una revolución socialista al estilo cubano y no deseando entrar en una discusión sin fin, dejó el tema y empezó a hablar con ella de temas triviales. Mientras eso ocurría, me quedé pensando en lo jodidos que debían estar en esa zona para que una joven del siglo XXI soñara con un dictador.
Durante las siguientes semanas se incrementó mi soledad y es que, a raíz de la llegada de la hispana, Raquel empezó a hacer cosas que no había hecho en los treinta años que llevábamos casados. Impulsada por una nueva juventud, comenzó a acudir a clases de baile mientras dejaba la casa bajo el cuidado de Lidia. Confieso que jamás dudé de ella y aunque cada día alargaba sus salidas, nunca pensé que hubiese encontrado en uno de los asiduos a esas clases a un hombre que la comprendiera.
Por ello, me sorprendió cuando una tarde al volver al trabajo me planteó el divorcio. Cayendo del guindo en el que estaba subido, comprendí que nuestro matrimonio había terminado hace mucho y que solo nos quedaba un profundo cariño, pero no amor. Asumiéndolo, no hice nada para evitar que se fuera a vivir con su amante y curiosamente, por lo único que discutimos fue por la morena. Aunque suene a insensatez, ésta se encontraba tan a gusto bajo nuestro techo que pidió quedarse ante mi incomprensión. Para mí, era algo aberrante y sin sentido, ya que seguía mostrándose recelosa de entablar incluso una conversación conmigo.
-Te comprometiste a ayudarla y ahora debes apechugar con ella- fue la respuesta que me dio mi ex al mostrarle mis reparos a que se quedara: -Aunque no es capaz de demostrártelo, cosa que no comprendo, esa muchacha te adora.
Reconozco que creí que la verdadera motivación de Raquel era tener una espía en mi casa, pero como mi alimentación y la limpieza de la casa había mejorado desde que Lidia vivía con nosotros no puse ningún impedimento a que lo continuara haciendo.
«Al menos no tendré que preocupar de tener la ropa planchada», me dije viendo el aspecto práctico de su permanencia y por ello, nada más desaparecer mi ex, lo primero que hice fue pactar un salario con ella.
-Si te vas a quedar, no quiero que pienses que te exploto- recuerdo que comenté tras una larga, pero pacifica discusión, ya que la joven mantenía que con darle cobijo y comida se daba por satisfecha.
Los primeros días de nuestra convivencia apenas varió nada, ya que la ausencia de Raquel apenas la noté al llevar años sin sexo. El único cambio visible fue que esa joven dejó de tutearme y me hablaba de usted. En un primer momento, intenté que me volviera a hablar de tú hasta que dándola por imposible permití que continuara con esa muestra de respeto tan genuinamente hispana. Lo que me costó reconocer mucho más tiempo fue la alegría que Lidia mostraba todas las tardes al recibirme en casa con todo listo, al seguir reticente de entablar conmigo la mínima charla.
Mi ex llevaba casi un mes fuera de casa, cuando al día siguiente de haberle pagado su nómina, esa morena me sorprendió con el uniforme de una criada de las de antaño. No es fácil de describir lo que sentí al verla con cofia, con ese vestido anudado al cuello y esos guantes almidonados. Al preguntar por qué se encontraba vestida así, su respuesta me dejó helado:
-Me lo he comprado para recordar cuál es mi puesto en esta casa y que el día que mi patrón decida traer compañía femenina, su acompañante no me vea como competencia.
Juro que sus palabras me parecieron una completa memez y así se lo hice saber a la chiquilla, pero a pesar de mis intentos no se dejó convencer y se negó a quitárselo. Viendo en ello parte de su educación, no creí conveniente forzarla para que volviese a vestirse como siempre había hecho:
«Ya tendrá tiempo de percatarse de que no es necesario», me dije extrañado, pero todavía tranquilo.
No fue hasta la hora de cenar, cuando realmente advertí que su mentalidad había abierto una brecha entre nosotros y es que rompiendo la rutina habitual en la que se sentaba a mi lado, Lidia se negó a hacerlo y se mantuvo de pie mientras daba buena cuenta de su estupenda cocina. Como siempre, tras probarlo, alabé la sazón de su guiso, pero esa noche su reacción me dejó perplejo y es que, luciendo una sonrisa de oreja a oreja, la morena suspiró diciendo:
-Ser buena cocinera es lo mínimo que debo hacer para que mi señor esté contento con su princesa.
No supe contestar porque en ese momento me pareció intuir en ella una extraña excitación y creyendo que veía moros con trinchetes, terminé de cenar en silencio. Durante la media hora en que tardé en hacerlo, Lidia se mantuvo atenta a todo lo que necesitaba y si veía mi vaso medio vacío, corría a rellenármelo con una diligencia rayana en la sumisión. Consciente de su mimo, le dije muerto de risa que dejara de comportarse así o terminaría acostumbrándome.
-Su bienestar es mi única prioridad- con tono dulce, contestó sin dar importancia a lo que decía mientras recogía los platos.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escucharla. Sin llegarlo a exteriorizar, me pareció que estaban fuera de lugar la docilidad y satisfacción que demostraba al servirme. Pero temeroso de preguntar, no fuera a ser que no me gustara su respuesta, decidí obviarlo y me dirigí al salón a ver la tele. No llevaba ni dos minutos, sentado en el sofá cuando de pronto llegó con un whisky y poniéndolo en mis manos, se sentó a mi lado… ¡pero en el suelo!
Juro que estuve a punto de levantarla y si no lo hice fue porque Lidia con una sonrisa en sus labios, comentó lo dichosa que se sentía al tener un patrón del que cuidar y que la cuidara. Con todos los vellos erizados, miré a la chavala y para mi estupefacción, descubrí que lo decía en serio. Totalmente confundido, queriendo entablar una conversación con ella, hice una tontería y llevando mis dedos a su mejilla, la acaricié. La morena recibió ese inesperado gesto con un sollozo y posando su cabeza sobre uno de mis muslos, comenzó a llorar dándome las gracias por ser tan bueno con ella.
La angustia que leí en Lidia no me permitió reaccionar y levantarme, en vez de ello, mesé su larga cabellera con mis yemas:
-Desde que oí su voz en el aeropuerto, supe que mi búsqueda había terminado y que, junto a usted, sería feliz- oí que balbuceaba entre lloro y lloro.
Conmocionado hasta decir basta, dejé que se desahogara durante casi media hora porque bastante tenía con tratar de asimilar lo que acababa de ocurrir. Debo confesar que, aunque en ningún momento se me había insinuado, di por sentado que ante cualquier avance de mi parte esa criatura se entregaría a mí y por ello agradecí que, levantándose de la alfombra, me dijera hasta mañana y se marchara hacia su cuarto.
Lleno de vergüenza por si algo en mi actitud le hubiera dado pie a sentir que la deseaba sexualmente, serví otro whisky en el vaso y me fui a la cama con la esperanza que al día siguiente todo hubiese sido un sueño.
Como es lógico, esa noche apenas pegué ojo. En cuanto trataba de conciliar el sueño, Lidia aparecía en mi mente desnuda impidiéndolo. Por ello cuando a las siete de la mañana, me despertó el ruido de la bañera llenándose, tardé unos segundos en reaccionar y totalmente agotado, fui a ver qué ocurría. Casi me caigo de espaldas al verla arrodillada junto a la tina, cantando una canción de su tierra que no me costó catalogar como de amor.
-Señor, espero que esté a su gusto- luciendo la mejor de sus sonrisas comentó para, sin darme tiempo a protestar, desaparecer rumbo a la cocina.
Sabiendo que no debía postergar una conversación con ella, me desnudé y sumergí en el jacuzzi que con tanto esmero me había preparado mientras intentaba acomodar mis ideas y plantear lo que le iba a decir.
«Debo hacerla comprender que esto no ni correcto ni necesario. ¡No estamos en el medievo donde el dueño de la casa tenía derecho de pernada!», me dije impresionado por la manera en que esa joven deseaba servirme, al ver las semejanzas con el “benéfico” dominio que, según ella, los criollos habían ejercido sobre su gente.
Con ello en mi mente, me terminé de bañar y volví al cuarto donde me encontré con la novedad que la morena no solo había aprovechado para hacer la cama, sino que encima había elegido la ropa que ponerme. Viendo el traje, la camisa, el calzón e incluso la corbata que había cogido del armario, los metí de vuelta y cogí otros, para hacerle ver que entre sus atribuciones tampoco estaba el vestirme y ya listo para enfrentarme a ella, bajé a desayunar.
El alma se me cayó a los pies cuando esa monada se echó a llorar al ver que no me había puesto lo que había seleccionado para mí y comportándome como un pánfilo, en vez de echarle la bronca, intenté calmarla diciendo que al día siguiente me pondría su elección. La felicidad de su rostro al escuchar mi promesa me impidió atajar el tema y creyendo que tendríamos tiempo de hablar, me tomé el café y las tostadas para acto seguido salir huyendo de ahí.
Ya en el coche, lamenté mi blandura y buscando un motivo a su actuación, decidí comentar el problema a un buen amigo, psiquiatra de profesión, no fuera a ser una loca. Debido a la hora, Pablo estaba pasando consulta y por ello, su enfermera no me lo pasó, prometiendo eso sí que, en cuanto pudiera su jefe, me devolvería la llamada. Sabiendo que no podía hacer nada hasta que me llamara, llegué a la oficina y me enfrasqué en el día a día olvidándome de ella. No fue hasta las doce cuando mi secretaria me lo pasó. Como era lógico, mi amigo intuyó que la llamada se debía a mi reciente divorcio y por ello, le sorprendió enterarse que no quería hablar de mi ex, sino de la joven que él había conocido durante una cena. Sin ahorrarme detalle alguno de lo sucedido, le expliqué la fijación que sentía Lidia por servirme, pidiéndole consejo sobre cómo actuar.
Dejando de lado nuestra amistad, el psiquiatra y no Pablo fue quien me escuchó atentamente permitiendo que me explayara en profundidad sobre la actitud de Lidia, preguntándome únicamente qué era lo que había sentido en cada momento. Como no puede ser de otra forma, me escandalizó que pensara que había hecho algo por provocar ese comportamiento y ante mi propia sorpresa, reconocí molesto que me había excitado sentir que tras tantos años alguien se desvivía por mí.
-Querido amigo, ¡tienes un problema! – dijo al terminar mi narración: -Por lo que me has contado, los sufrimientos pasados han hecho mella en esa cría y sufre el clásico síndrome de estrés postraumático que en su caso ha salido a la luz creando en ella una dependencia emocional por ti.
Comprendiendo la gravedad del tema y a pesar de ser ambos términos de uso frecuente, pedí que me explicara su alcance para saber a qué atenerme. Actuando de profesor, me contó que ese tipo de estrés era más frecuente de lo que la gente pensaba y que se podía resumir en que, producto de un trauma, las personas que lo sufren ven sus defensas desbordadas y son incapaces de afrontar de manera normal su vida. Y que en el caso que estábamos hablando, eso había llevado a Lidia a sentir la necesidad que yo asumiera el mando de su vida.
-Ha visto en ti un castillo en el que guarecerse y lo único que puedes esperar es que, temiendo quedarse sin tu amparo, esa cría intente agradarte siempre… aunque eso signifique anularse como persona.
– ¿Qué debo hacer? – pregunté buscando su consejo.
Tras meditar durante unos instantes, contestó:
-Algo le ha ocurrido que quiere olvidar, por ello intenta comportarte tal cual eres y abstente tanto de tratarla como pareja como de preguntarle por su pasado para no darle un motivo que profundice su patología. Además, oblígala a venir a verme. Dado su problema, no creo que sea capaz de rehusar una orden directa tuya.
Con la certeza de que con su ayuda esa chiquilla recuperaría el equilibrio mental, pedí que le diera una cita. Mi amigo comprendiendo la urgencia me dio la primera hora que tenía, quedando con él en que la llevaría a los dos días a su consulta. Ya más tranquilo tras colgar me dediqué a mis asuntos, relegando a un rincón de mi cerebro la existencia de la muchacha. Como no podía ser de otra manera, al salir de la oficina retornó con fuerza mi problema y cuando llegué a la casa, dudé en entrar. Solo al recordar que no debía variar un ápice mi comportamiento, decidí abrir la puerta y con el ánimo encogido, pasé.
Una vez en el chalet, Lidia me recibió y sin que se lo tuviese que pedir, puso en mis manos una copa de vino mientras me decía lo mucho que se había esmerado ese día para que todo estuviese a mi gusto. Siguiendo el consejo de mi conocido, sonreí y sin decirle nada, me fui a hacer ejercicio en el gimnasio que había instalado en una de las habitaciones tal y como hacía todas las tardes. Ya sobre la cinta de andar, supe de la fragilidad de la joven cuando sin ningún tipo de vergüenza y viéndolo como algo normal, preguntó si podía darse una ducha porque se sentía sudada. Que preguntara esa cosa tan nimia, me perturbó y dándole permiso, aceleré el ritmo de mi carrera.
Lo que confieso que nunca esperé fue que la morena se dejara la puerta abierta del baño de invitados mientras se desnudaba, a pesar de que debía saber que desde donde me ejercitaba nada impediría que la viera haciéndolo. Es más, creo que de reojo se percató de la mirada que le eché al ver caer su uniforme y mi sorpresa al comprobar que no llevaba ropa interior.
«¡Por Dios! ¡Qué buena está!», no pude dejar de exclamar para mí al contemplar la perfección de los glúteos con los que la naturaleza le había dotado y a pesar de los años transcurridos desde que había acariciado el último, vi a mi lengua recorriéndolos mientras la joven de mi imaginación reía.
Mi embarazo se acrecentó hasta límites insospechados cuando girándose me pilló observándola y lejos de escandalizarse, esa diminuta pero maravillosa criatura hizo como si nada pasara y entonando una melodía, comenzó a enjabonarse disfrutando de la calentura de mi mirada. No tardé en reconocer una canción de Alejandro Fernández. Sabiendo que su título era “contigo siempre” decidí irme a mi habitación. Mientras recorría el pasillo, me asustó de sobremanera que, alzando el volumen de su voz, llegara a mis oídos el estribillo:
Y yo quiero estar contigo siempre
Y es que cada día que pasa, más crece
Este sentimiento por ti, mi amor
Lleno de estupor me encerré en el cuarto, pero ello no evitó que el recuerdo de esos pechos que había estado espiando siguiera torturándome. Tratando de evitar soñar con lamer los delicados y negros pezones que los decoraban, me di una ducha fría con la esperanza que eso me sirviera para apaciguar la calentura que amenazaba con achicharrar mis neuronas tristemente otoñales.
«No se dará cuenta de que puedo ser su padre», medité mientras sentía que el traidor que tenía entre los muslos se despertaba: «¡Por Dios! ¡Le llevo treinta años!».
De poco sirvió la gélida agua y con una erección que ya no recordaba que fuera posible, salí de la ducha. Para mi mayor estupefacción, Lidia estaba esperándome fuera apenas cubierta por una toalla y sin decir nada, se la quitó y comenzó a secarme mientras me recriminaba que no le hubiera avisado de lo que iba a hacer:
-Solo porque escuché el ruido, supe que me necesitaba. Si no me lo dice, ¿cómo va a saber su princesa que debía acudir en su ayuda?
Juro que no sé qué me confundió más, si su desnudez, la profesionalidad que ejerció al ir retirando las gotas de agua sobre mi piel, o que se autonombrara nuevamente con ese apelativo. Lo cierto es que ya tenía mi tallo entre sus manos y lo estaba empezando a secar cuando reaccioné y molesto, le pedí me dejara solo y se fuera a preparar la cena. Sin mostrar ningún tipo de apuro, echó una última mirada a mi erección y sonriendo despareció del baño, dejándome totalmente confundido y por qué no decirlo, cachondo.
Ya solo en el cuarto, no pude evitar que el recuerdo de sus yemas recorriendo mi hombría me hiciera masturbarme y soñando que era su mano la que me ordeñaba, llené de semen las sábanas mientras intentaba decidir qué le diría para evitar que una situación tan incómoda como esa se repitiera. El indecoroso acto no sirvió para relajarme y lleno de furia, me vestí y fui a reprochar a la joven su actitud. Nada me hacía suponer que la encontraría cocinando tal y como había llegado al mundo. Por un segundo, mis ojos quedaron prendados en su entrepierna, al descubrir que llevaba exquisitamente depilado su coño, dejando un bosquecillo decorándolo.
– ¿Qué haces todavía desnuda? – exclamé chillando cuando girándose me pilló observando.
Con una dulzura que me dejó apabullado, contestó:
-Cumplir las órdenes de mi patrón. Por si no lo recuerda, al echarme de su cuarto, me ordenó que me fuera a preparar su cena y eso hago.
Derrumbándome en una silla, comprendí que su mal había crecido desmesuradamente y que la morenita era incapaz de discernir ya cómo afrontar sus decisiones y que implícitamente, me estaba dejando el completo mando de sus actos. Mi desesperación fue total cuando, de rodillas en los baldosines de la cocina, la joven me comenzó a dar de cenar en la boca creyendo quizás que esa era la intención que me había guiado al sentar.
«Tierra trágame», dije para mí absorto mirando el tamaño que habían adquirido sus areolas al verme abriendo los labios y aceptando así, su nuevo mimo.
El colmo fue que, como si fuera algo habitual entre nosotros, la chavala siguiera alimentándome mientras me contaba lo que había hecho durante el día A pesar de que eso me importaba un pepino y sin querer reconocerlo, seguí absorto su explicación ya que estaba prendado con la belleza de su pubis e inconscientemente, en mi mente, me vi poseyéndola allí en la cocina. Sé que Lidia intuyó mis deseos al ver que cerraba las piernas en un intento de evitar que contemplara la humedad que se había apoderado de ella, pero fue tarde y ya sabiéndolo, no pude más que intentar llegar a un acuerdo con ella.
-Bonita, esto no puede seguir así. Debemos comportarnos. No soy tu novio, ni tu amante, solo tu amigo o como mucho tu jefe y no es lógico que andes en pelotas por la casa o que intentes seducirme cuando te doblo en edad.
Las lágrimas que afloraron en sus ojos me informaron de su dolor y por ello estaba preparado a contestar cuando, presa de la histeria, me rogó que no la echara de mi lado.
-No me he planteado hacerlo y te ayudaré siempre, pero ahora sé una niña buena y vete a vestir.
Secando con una servilleta los goterones que caían por sus mejillas, la joven salió corriendo a cumplir mis deseos. Mientras tanto, se me había quitado el hambre y llevando los platos a la pila, los dejé en agua y me fui al salón a ponerme un copazo. Ya estaba cómodamente instalado en el sofá, cuando la vi llegar enfundada en un coqueto picardías que dejaba poco a la imaginación al transparentársele todo.
Tan cortado estaba con su indumentaria, que no protesté cuando se acurrucó a mi lado diciendo:
-Sé que no soy su novia ni su amante, solo su princesa- tras lo cual, cerrando los párpados, apoyó su cara en mi muslo y se quedó dormida…
A pesar de la reprimenda de la noche anterior, Lidia siguió con la rutina de prepararme el baño. Al verlo a la mañana siguiente, pensé en volver a decirle que no hacía falta, pero en vez de hacerlo, no rechisté y únicamente le pedí que se fuera para poder desnudarme. Creí que había entendido que me daba corte que me viera desnudo y por eso respiré tranquilo cuando haciéndome caso desapareció. Ya solo, me quité el pijama y tras comprobar la temperatura del agua me metí en el jacuzzi. Estaba pensando en la gozada que era despertarse de esa manera cuando de improviso escuché un ruido a mi vera y abriendo los ojos, comprobé no solo que había vuelto, sino que se había traído un taburete.
– ¿Qué coño haces aquí? – pregunté al verla sentada mientras intentaba taparme.
La puñetera chavala, sonriendo de oreja a oreja, respondió al tiempo que cogía una esponja:
-Disfrutar bañando a mi señor.
Lo lógico hubiera sido el echarla de ahí, pero la ternura de su mirada y el cariño con el que se puso a enjabonar mis hombros me lo impidieron y curiosamente relajado, le comenté que no entendía qué placer podía sentir al mimar a un viejo.
-Mi señor no es viejo, sino maduro y su princesa es feliz cuidándolo.
Su insistencia en autonombrarse como mi princesa era algo que me mantenía inquieto, ya que con ese término se daba a entender que entre nosotros había una relación que no existía y de la que ya habíamos hablado la noche anterior. Recordando que en dicha conversación parecía que le había dejado claro que no era mi novia y menos mi amante, se me ocurrió preguntar qué sentía exactamente por mí. La morenita, sin dejar de pasar la esponja por mi pecho, respondió:
-Usted es el timón que fija mi rumbo, el ancla que me amarra a la vida y la boya que me mantiene a flote.
Cómo esa cursilada coincidía con el diagnóstico que de ella había hecho Pablo, quise seguir indagando y le pedí que me dijera quien creía que ella era para mí. Nuevamente, no dudó en contestar:
-Su princesa, la cachorrita que ha rescatado y que sin exigirle nada a cambio, mima, cuida y quiere.
Que diera sentado que había desarrollado unos sentimientos hacía ella, despertó mis alertas y tratando de reconducir su actitud hacía mí, le hice saber que, dada nuestra diferencia de edad, si la quería era como a una hija. Esa afirmación hizo aflorar sus lágrimas, pero por extraño que parezca esas gotas que amenazaban con recorrer sus mejillas eran de alegría y reanudando mi baño, replicó:
– Cuando me hablaron de usted y me dijeron que me acogería en su casa, no me lo podía creer. En mi vida anterior, aprendí que todo tenía un precio y por eso rogué a su amigo que me informara qué tendría que dar en pago. ¿Sabe lo que Jacinto me contestó?
Negué con la cabeza, totalmente intrigado.
– ¡Mis sonrisas! … Me dijo que el pago serían mis sonrisas y nada más.
Colorado, respondí que no podía ser de otra manera ya que mi ayuda había sido desinteresada.
-Por eso lo amo desde antes de conocerle y Raquel, su ex, lo supo nada más ver cómo lo miraba y por eso me animó a quedarme con usted cuando ella se fue.
Que mi ex hubiese dado su visto bueno a lo que seguía considerando una aberración me indignó y endureciendo el tono, exclamé que ella y yo nunca seríamos pareja.
-Lo sé- contestó sin inmutarse: – ¿Sabe usted cual es el recuerdo más feliz de mi vida?
Al decir que no, añadió:
– El de anoche cuando me dejó acurrucarme a su lado y me quedé dormida sabiendo que estaba a salvo.
Temblando de ira, quise que me bajara del altar al que me había subido y por eso aproveché esa conversación para explicarle que no era un santo y que ese instante que para ella había sido tan feliz, para mí fue una tortura:
-Mientras dormías, utilicé tu descanso para disfrutar de la belleza de tus pechos, de tu cintura de avispa y de tu maravilloso culo y que, aunque finalmente no me atreví a acariciarte, varias veces lo pensé.
Habiendo soltado semejante obús, creí que iba a salir corriendo, pero sin dejar de enjabonarme esa morenita contestó:
-No se preocupe, anoche me di cuenta de la calidez de su mirada y eso hizo que mi amor por usted se acrecentara.
Tamaña cretinez, lejos de calmar mi furia, consiguió encabronarme y poniéndome de pie en la bañera, le mostré mis pellejos diciendo:
-Tengo cincuenta y cinco años. ¡Treinta más que tú! Y aunque intento mantenerme en forma, mi cuerpo ya no es el de un joven.
Ese desesperado acto tampoco consiguió su objetivo. Mi intención había sido que se sintiera repelida, pero su reacción fue otra. Regalándome una de sus sonrisas, musitó entre dientes lo mucho que le apetecía sentir mi piel. El deseo que intuí en ella fue la gota que derramó el vaso de mi paciencia. Tomándola en volandas, la saqué del baño y dejándola en mitad del pasillo, cerré la puerta. Supe que no había entendido el mensaje, cuando la escuché decir que me había elegido la ropa de ese día y que la había dejado lista sobre la cama.
-Vete y prepárame un café- hundido en la miseria, rugí.
hola lectores sigo con mi vida de vampiro para aquel que haya leído todas mis aventuras . Nadia y yo llegamos a Bucarest una ciudad grandiosa y muy animada y hay mujeres bellísimas en Bucarest pasamos unos días en un hotel pregunte a una camarera si conocía Transilvania y a donde estaba el castillo situado del conde me dijo que Transilvania era un lugar de supersticiones y todo sobre lo sobrenatural se creía que nacía allí.
Ella no había estado allí pero había oído a gente que desaparecía y se la veía por la noche convertida en fantasmas y que allí pasaban cosas raras y me aconsejo no ir ni a mí ni a Nadia, conseguí un mapa donde estaba Bistreta que estaba cerca del castillo aunque el castillo no salía en ninguna parte y bien Nadia estamos a punto de llegar a nuestro destino qué opinas veremos que tal es ese conde vale cogimos un tren para Transilvania unas 8 horas procedente de Bucarest.
La gente que iba en el tren se presionaba haciendo la señal de la cruz cuando yo pregunte porque lo hacían me respondieron que era una región maldita procedentes de criaturas de otro mundo cogimos u carruaje después de llegar a Transilvania por cierto Transilvania t era una ciudad de bosques y ríos y lobos, la gente era muy supersticiosa eran aldeanos había varias razas entre los magiares eslovacos después cogimos un carruaje y llegamos a Bistreta que es la ciudad que estaba en el mapa cogimos un hotel creo que es la corona de oro se llamaba y pregunte por el conde Drácula.
Toda la gente se asustó y me contesto con evasivas que no sabían nada y que allí no había ningún castillo.
– perdone –dije- yo voy al paso del burgo allí he quedado para que nos recojan un carruaje y llevarnos al castillo.
El posadero y la mujer dijo que l allí no había ningún castillo aunque yo no me lo tragaba lo veía muertos de miedo.
– aquí paso algo raro, ese ser de mi especie tiene que tener a toda esta gente atemorizada.
Ellos se fueron a la cama y no me dijeron nada pero tenían una hija muy bella que me dijo:
– cuándo se vayan mis padres a la cama hablare con ustedes.
Efectivamente la joven llamo a nuestra puerta y nos dijo:
– mis padres no quieren que comenten nada por eso no quieren hablar pero a mí no me da miedo, allí si hay un castillo pero dice la gente que desaparece por el día y aparece por la noche. Tendrían que ir por la noche y ningún carruaje les va a querer llevar.
– iremos por el día y compraremos un carruaje para ir hasta allí después por que esa obsesión por ver a ese hombre él es maligno según dicen tengo negocios con el pero cómo te llamas-
– me llamo Esther.
– bien Ester tú me gustas y a mi hermana también te apetece sin que se enteren tus padres pasar la noche con nosotros.
– señor yo nunca he estado con un hombre soy muy joven solo he venido advertirles.
Yo la bese y Nadia también ella. Era muy bella morena con el pelo largo unos 20 años.
– quieres saber lo que es estar con un hombre.
– me da un poco miedo señor.
– tranquila gozaras mucho y te gustara.
Nadia la desnudo despacio y nos desnudamos los dos.
– te gusta mi cuerpo y el de Nadia.
– si son ustedes muy bellos.
– ven aquí toca mi poya.
Ella toco como era la primera con delicadeza y empezó a crecer.
– te gusta.
– es enorme señor.
– chúpala ya verás cómo te gusta.
Nadia la cogió y la hizo que me la chupara junto con ella. Esther empezó a chupar .
-esconde los diente y chupa con la lengua y la boca.
Nadia la enseño.
– te gusta Esther.
– me encanta es muy dulce tiene un sabor salado pero es muy rica.
– ahora Esther y tu Nadia chuparme los huevos.
Nadia la enseño a meterse mis huevos en la boca y a chuparlos a Esther le encantaba.
-ahora Nadia cómela el chocho.
Esther estaba excitada con las palabras con la lengua de Nadia que la devoraba su raja.
– así así señorita, que gusto que placer.
– pues eso nos es nada ya verás cuando te meta la poya en el chocho, te morirás de gusto, ya lo veras.
– no me hará daño.
– no pequeña gozaras mucho y querrás más.
Nadia la preparo con cuidado y yo empecé a meterle toda la poya en el chocho, Esther se volvía loca de gusto:
– más señor mas fólleme señor que gusto.
Mientras yo la follaba Nadia la comió las tetas y termino corriéndose con mi poya dentro.
– ahora te modere el culo y ya no podrás vivir sin sexo.
Nadia la metió los dedos mientras yo la chupaba el coño Esther estaba en la gloria luego la di bien por el culo Nadia se puso cachonda al verlo y dijo:
– rómpela el culo a esta pequeña zorra- mientras la comía el chocho y la metía los dedos.
Esther estaba en el paraíso no hacía más que correrse y pedir más.
– bien Esther qué opinas del sexo -dije yo después de haberse corriendo varias veces.
– es maravilloso.
– bien Esther aquí no tienes futuro quieres venirte con nosotros al castillo.
– pero mis padres que dirán.
– te prometo que estarán encantados de que te vengas con nosotros y nos acompañes al castillo.
Al día siguiente Esther estaba resplandeciente por la noche que había pasado, yo hable con sus padre y con un poco de convencimiento mental y mirándoles a los ojos dejaron que viniera su hija conmigo y llevara los caballos y el carruaje.
Se pregunta el lector porque me la lleve, bueno aparte de saber el camino hacia el paso del burgo Nadia y yo podíamos alimentarnos de ella y follar con ella. por supuesto cogimos el carruajes y Esther cogió los caballos fuimos al paso del burgo.
Ningún carruaje paraba allí, salían como el alma que lleva el diablo de allí azotando a los caballos nosotros sentados allí alimentándonos de Esther en un prado muy bello y follando con ella esperamos la noche ya que el castillo no se veía de día.
Al llegar la noche vimos un inmenso castillo y nos dirigimos allí vino un carruaje sin caballos y nos llevó hacia el castillo. Esther estaba temblando de miedo le dije:
– tranquila con nosotros no tienes nada que temer, nos perteneces a nosotros y somos tus señores cuidaremos de ti.
Esther enseguida me echo mano a la poya como señal de agradecimiento mientras besaba a Nadia llegaos a un patio y los caballos se detuvieron Y una puerta del castillo se abrió dejando paso a un viejo que dijo:
– soy el conde Drácula sean ustedes bienvenidos a mi humilde morada.
Le describiré era con pelo blanco y bigote manos con uñas largas como garras una gran capa tenia las orejas algo puntiagudas y le sobresalían los colmillos de vampiro por supuesto él no sabía que Nadia y yo éramos vampiros como el pero más poderosos ya que él era convertido de vender el alma al diablo según me entere más tarde mientras yo era puro ya que había sido mordido por murciélagos vampiros auténticos y mi sangre era pura de vampiro murciélago.
Drácula no sabía que era yo aunque mande mi espíritu y él lo noto, oculte mi identidad él dijo:
– la cena esta lista son ustedes mis invitados.
Esther comió con apetito ya que allí sus padres en la posada eran pobres y dijo que la cena estaba maravillosa. nosotros nos disculpamos como que habíamos comido en la posada al igual que el conde dijo que ya había comido, luego nos acompañó a la habitación a cada uno.
A las mujeres las puso juntas mientras a mí me puso separado en otra estancia a media noche estábamos durmiendo cuando en habitación aparecieron unas mujeres bellísimas como por arte de magia casi desnudas solo llevaban un Chad trasparente por todo el cuerpo mientras en la otra habitación oí como se le aparecía Drácula a Nadia y a Esther para poseerlas y hacerlas suyas. yo las seguí el juego a las mujeres y las obedecí cuando me dijeron que me desnudara y se desnudaron ellas.
Mi poya se puso a tope eran tres mujeres rumanas bellísimas, sus nombres eran Katia Tatiana y Luzmila. Yo sabían que ellas no podían hacerme daño aunque me mordieran así veremos que pasaba.
Ellas eran Katia rubia con ojos verdes, Tatiana morena con ojos azules y Luzmila castaña con ojos marrones levantaban la poya a un muerto.
– cuantos pobrecitos viajeros habrán muerto por estas zorras seduciéndoles.
Me desnudaron y empezaron a mamarme la poya, estaba en la gloria mientras Drácula trataba de poseer a Nadia y a Esther.
Primero Nadia le sigue el juego aunque a Esther si la hipnotizo mentalmente.
Mi poya entraba en el chocho de las vampiras y las volvía locas de gusto, ellas pensaba que iba desfallecer como los demás para luego morderme. las di por culo hice que se follaran entre ellas y las volví loca ya que mi potencia sexual había crecido como vampiro y no desfallecía .
Ellas no se lo explicaban:
– cómo es posible que no estés cansado de follar con nosotras, como aguantas tanto -me dijeron y las volvía locas de gusto- más queremos más. Nuestro señor ni nos toca ni nos folla hace mucho siglos.
yo las hacia correrse una y otra vez.
– quien eres tú no eres humano es imposible.
Mientras Nadia Drácula solo pensaba en morderla y chuparla la sangre pero de sexo nada. Nadia se cansó de seguir le el juego y le dijo:
– pero tu quien te crees que eres aquí el único que mee posee es mi señor y a Esther igual.
A lo que Drácula se quedó alucinado pues sus poderes no habían funcionado.
– soy el señor de los vampiros, como es posible. Quien sois vosotras que mis poderes no sirven con vosotras.
A lo que yo me reí y salí de la habitación:
-vuestras las vampiras estaban reventadas de tanto follar – y le dije a Drácula- un vampiro más poderosos que tú.
Veo que lo del prologo se esta haciendo pesado así que lo elimino, cualquiera que quiera seguir la historia puede leer algún relato de los primeros, respecto a los errores ortográficos trato de que no haya muchos pero ya no se que mas hacer, le paso varios correctores, y releo bastante, así que siento si no puedo mejorar mas.
Os agradezco a todos los comentarios positivos y negativos, así mejoro, pero oye, los positivos me suben el ánimo.
————————————-
Habían pasado 3 días desde que me tiré a Liliana, Lili, la hermana de Eleonor, 3 largos y tensos días con sus noches, la situación en casa era tan asfixiante que pasaba gran parte del tiempo fuera de ella, con cualquier excusa, Lili se paso 1 día entero ida, recuperándose, casi se apartaba de mi camino o evitando una línea visual directa, no fuera a ser que me apeteciera mas sexo, apenas hablaba y siempre era con Eleonor y a solas. Eleonor por su parte, después de echar el resto y ofrecerme compartir su desorbitado patrimonio con ella, a cambio de dejar mi relación con Ana para ser suyo, y de rechazar dicha oferta, se mostró fría y distante, orgullosa e hiriente en su forma de expresarse, los únicos momentos de relax que tenia eran las llamadas de Ana, su dulce voz era un cálido abrazo entre tanta amargura, se la oía feliz y contenta, ajena a todo el remolino de ira que se cernía en casa, no le hizo ninguna gracia saber que me había tirado a Lili, pese a darme su permiso, no quería, solo la reconfortó saber que Lili aun estaba atontada de solo un par de polvos seguidos. La echaba de menos, dios, no sabéis cuanto, ni siquiera las advertencias de mi madre sobre aquellas mujeres ni las palabras llenas de odio de Eleonor en la discusión que tuvimos, “no sabes lo que te esta haciendo”, habían logrado turbar lo mas mínimo mi amor ciego por ella, Eleonor parecía mucho mas enfadada que sensata en el momento de gritarme esa frase, como para tomarla en serio. Saber que en una semana Ana volvería a estar en Madrid para celebrar mi 21 cumpleaños, me llenó el corazón de alegría, hacia casi 2 meses que Eleonor le había pagado el viaje adelantado a casa, yo creía que fue Ana la que lo precipitó ante la imposibilidad de convivir con Lili, y quiza fuera cierto, pero ahora Eleonor me dejó ver claramente que ella fue la que lo impulsó para ver si ante la distancia yo flaqueaba y caía en sus brazos.
La apuesta le salió mal y lo pagamos todos, Ana estaba lejos de mi, y yo de ella, yo ahora no tenia sexo con nadie, Eleonor sentía desprecio por mi y Lili pánico, me tenia que poner los slip y un pantalón por encima si quería tener una conversación de mas de 3 palabras con ella y siempre sin contacto físico, si lo hacia era como si al tocarla se empequeñeciera. Yo soy una persona social, abierta y con tendencia a la felicidad, y ese ambiente no me agradaba en absoluto, hasta ir a trabajar por las mañanas el fin de semana me despejó un poco la cabeza, tenia los músculos cansados de pasarme mañanas enteras corriendo o con la bici dando vueltas por los parques de Madrid, todo con tal de volver a esa casa lo mas tarde posible, me tiraba horas hablando con un grupo de chicas deportistas que, como no, me había echado el ojo, las primeras veces eran coincidencias pero muchas veces las veía a lo lejos, en grupos, buscándome, los nº de teléfono y papelitos con notas me llegaban a diario, directos al cajón, con el resto.
Llegó el lunes y al 5º día Lili salió a la piscina donde estaba tomándome un baño refrescante, se sentó en la hamaca bien lejos de mi y tapada de forma exagerada para el pleno verano en Madrid, pantalón corto de pijama, top ceñido sin sujetador, un blusa amplia y con un albornoz de ducha siempre cerca, esta vez sobre los hombros, sentía el calor abrasándola por dentro, su cara roja y el sudor en su frente la delataban, pero creo que tenia mas miedo a despertar mi apetito sexual que a que la diera un golpe de calor.
-LILI: hola Raúl, ¿como andas?- desde que tuvimos sexo siempre me llamaba Raúl, en vez de apodos cariñosos como solía hacer.
-YO: pues aquí, tomando un baño, me he cocido sobre la bici esta mañana, que calor…- el clima y Lucia, una de las deportistas que tuvo un “ligero accidente” delante de mi, la ayudé y llevé en mis brazos varios kilómetros hasta un centro medico donde le curaron unos rasguños apenas visibles, en el trayecto sus duros pechos exhibidos entre la licra elástica y sus leggins ajustados, unidos a mi falta de sexo, me provocaron una fuerte erección que ella sintió, y disfrutó, golpeando en su trasero-…….¿y tu?
-LILI: ¿yo……… que?- se cruzo de brazos defendiéndose de algo.
-YO: ¿que tu como andas?, mujer, que no te voy a hacer nada desde aquí, que estoy lejos.- quería romper el hielo.
-LILI: pues bien podrías con tu ”cosota” …..- sonrió un poco relajándose, apenas fue un susurro pero lo oí-……bien, algo tensa, pero mas animada.
-YO: me alegro llevas un par de días muy rara, siento si lo que pasó fue demasiado- chapoteaba sin el menor interés en salir del agua.
-LILI: no pasa nada, Raúl, es solo que……… me pillaste desprevenida.
-YO: ya me habías visto con Eleonor, no soy ningún blando, eso lo sabias.
-LILI: una cosa es verlo y otra sentirlo………..- dejó unos segundos de respeto, casi la podía ver sus pensamientos, recordando lo que debió de sentir al tenerme dentro, de lejos intuía como sus piernas cerradas se rozaban y su labio inferior era sujetado por sus dientes, como a tantas otras, después del susto inicial, mas tarde o mas temprano, volvían a por mas-………pero ya estoy mejor, solo espero no decepcionarte……..la próxima vez.- estaba claro ya estaba lista para mas.
-YO: no habrá mas veces……- ahora fui yo el que dejó unos segundos de cortesía, quería ver sus reacciones ante diferentes escenarios, con el paso del tiempo su rostro se iba haciendo más agrio y triste-……hasta que tu te veas preparada. – sonreí dejándola ver mi artimaña, su risa inundo su bello rostro.
-LILI: ¿entonces……..podremos seguir…….ya sabe…….?- me parecía estúpido su repentina vergüenza.
-YO: te partiré en dos siempre que gustes.- salto de la hamaca llena de alegría, dejando caer el albornoz al suelo, y corriendo de un movimiento hábil salto al agua, con el pantalón de pijama, la blusa amplia dejando ver un hombro y al caer el aire se la levantó dejándome ver su top rosa ceñido sin sujetador.
Emergió ante mi, a unos palmos de mi cara, el agua se esforzaba por bajarla la mata de pelo rubia de bote, abultada y rizada, mientras recorría su rostro, con una mano se apartó de la cara el liquido para ver mejor y localizarme, la blusa se infló hasta quedar como un nenúfar, una flor preciosa con su cara en medio nadando lentamente hasta mi, sus ojos negros como el carbón clavados en mi rostro, al alcanzarme se sacó la blusa y la tiró contra le muro que nos separaba de la caída de 10 pisos, me rodeó sensualmente con los brazos por la nuca, apretándome contra sus labios, la besé levemente, luego tiró de mi pelo con fuerza para besarme en los labios, de inicio besos cortos y dulces, elevada sobre mi sin tocar el suelo de azulejos con los pies, hasta que me llevó a una de las paredes de la piscina y allí su pasión fue creciendo, su lengua luchaba por abrirse paso en mi boca, acariciando con sus manos mis brazos y mi pecho, dejándome a mi su espalda y su trasero, tuvo que bajar una de sus manos entre risas para agarrar mi polla y ponerla mirando al cielo, de lo contrario no se podía acercar la suficiente para seguir besándome, era eso o penetrar por el ombligo, fue cuando se dio cuenta.
-LILI: eres un cerdo ¿y tu bañador?- sonreí al besarla.
-YO: no lo se, según he llegado de correr, me he quitado la ropa y me he metido aquí.- me besó con energía, usando una mano en mi espalda como apoyo para elevarse, y la otra mano en mi nuca jugando como mi pelo húmedo.- que tal si jugamos en igualdad de condiciones, desnúdate.- la susurré al oído antes de mordisquear y chupar su cuello, tembló solo de notarlo.
Se giró con sensualidad, la rodeé fuertemente hasta sentir mi polla abrirse paso entre sus mulos y sobresalir por delante de ella, ella movía la pelvis con un vaivén divino, mis manos buscaron la parte baja del top y fueron metiéndose por el separando la tela húmeda de su piel, para llegar a sus senos, no eran nada del otro mundo pero si tersos, jóvenes, estaban mojados y aprisionados por la tela del top empapada, casi se podía hacer un dibujo del calco de sus pezones en el top, me costó ante la fricción de la tela, pero llegué a ellos y los acaricie con dulzura, sin dejar de comerme su cuello, en un hábil gesto hice fuerza y del tirón salió la prenda de arriba, ahora mis manos fueron abajo, el pantalón de pijama era tan amplio y tenia la goma tan floja, aparte del agua, que mis dedos entraron sin oposición hasta su clítoris, donde empezaron un masaje lento y cordial, tan dentro llegaron mis dedos que acariciaba su ano con las yemas, su respiración se agitó, una mano fue a mi nuca para negarme alejar los labios de su cuello, la otra a uno de mis costados, apretaba mis costillas al ritmo de mis manos en su interior, la haba metido un dedo sin dificultad, el 1º igual y la masturbación llenó el agua de sus emanaciones, se corrió apenas unos minutos después, se alejó un poco para quitarse el pantalón, me lo tiro a la cara, al apartado la tenia de nuevo encima, me rodeó con las piernas y me besó con desenfreno, la giré un poco y cogiéndola del culo la alce hasta sacarla del agua y sentarla en el borde de la piscina, metí mi cabeza entre sus mulos y hundí mi lengua en su coño, me agarró del pelo como si fuera una cabeza cortada y me aferro a ella, lamiendo sus labios menores y chupando con suavidad su hinchado clítoris, mis dedos apretaban contra sus orificios de forma indiscriminada, 2 en el coño, 1 en el ano, de poco le servia tirar de mi pelo para alejarme, estaba dispuesto a que me arrancara la cabellera antes de dejar lo que estaba haciendo, el olor a humedad y hembra me llenaban las fosas nasales, y sus gemidos y movimientos tensos me la pusieron a reventar.
-LILI_ ay si papi, que rico, como me lo come, siga, no pare……- clamaba mientras repetía estas palabras, no siempre en ese orden ni concordancia.
Estaba muy cachondo, 5 días sin sexo, la bestia en mi interior era peligrosa, la tuve que encerrar en una mazmorra para asegurarme de que no saliera, por ahora. Terminé mis labores de sexo oral cuando se corrió por 2º vez, se pellizcaba los pezones, y trataba de contener los gritos, pero sin duda Eleonor, en el piso de abajo, debía de estar oyéndonos hacia rato. Tiré de su cuerpo hasta tenerlo en vilo sobre mis brazos, reía feliz antes los giros en el agua, la sujetaba de los sobacos casi 1 metro por encima de mi, con sus pies rozando mi verga, la fui dejando resbalar contra mi cuerpo, dejando que su cabello, algo mas seco que antes, acariciara mi rostro antes de besarnos y que ella notara mi polla rozarla desde los tobillos hasta la entrada de su cueva, me volvió a rodear con las piernas pero esta vez su mano agarró mi rabo y se lo metió con cuidado , solo la mitad, girando el cuello con los ojos cerrados saboreando el momento, me apretaba contra su pecho mientras lamía y chupaba uno de sus pezones, mis manos la acariciaban las nalgas mas como sujeción que como caricias, los “¡¡OHHH!! ”, que soltaba al notar cada centímetro de mi poderosa polla abriéndola era deliciosos, apenas rozar pubis con pubis se elevó para repetir toda la operación, una y otra vez, logrando un ritmo lento pero continuo, esta vez no se iba a dejar impresionar de golpe y fue abriéndose las paredes interiores poco a poco, hasta que ya follábamos a gran velocidad, su fuerza en los muslos la hacia elevarse y bajar con alegría mientras que mis brazos la mantenían en la posición, el agua burbujeaba y se traslada a nuestro alrededor, formando unas pequeñas olas de pasión, los varios orgasmos que tuvo los acompañaba de tirones de mi pelo, besándonos alocadamente, para después seguir aguantando entre gemidos y suspiros según la velocidad que ponía.
Lo estaba disfrutando pero tenia un problema, incluso en ese estado, Lili no era suficiente, llevaba mucho trote acumulado y aunque Lili soportara 3 de mis corridas, algo improbable, no me iba a ser su suficiente, solo me quedaba hacer participe a Eleonor, pero ella me tenia ……..asco esos días, y solo por oírme follar no podría ser suficiente, hacia cábalas en mi mente mientras Lili subía y bajaba de mi sin descanso, de poco le sirvió que me corriera dentro de ella de forma sorpresiva para mi, aunque teniendo en cuenta mi letargo, tampoco era raro bien pensado, una serie de besos y caricias me volvieron a poner a tono, la idea en mi cabeza era clara, la giré bajándola de mi y la llevé al borde en dirección a la puerta abierta de la terraza, puse a Lli de cara a esa puerta penetrándola el coño por detrás, besando su cuello, su hombro y su espalda, aferrándome al borde de cemento y comenzado a follar como mejor sabia, el sonido y la fuerza eran mayores a cada paso, Lili se contenía a duras penas pero logré que gritara, y cada vez mas, sus alaridos de pasión eran repetitivos y continuos. A golpe de cintura sacaba medio cuerpo de Lili del agua antes de volver a caer a plomo sobre mi verga llenándola, de vez en cuando descasaba haciendo giros totalmente empalada, mientras la susurraba al oído frases bien pensadas. ”que buen coño tienes” “que pedazo de hembra”, ”follas mejor que tu hermana”, ”ella no se mueve como tu”, ”eres la diosa de esta casa”……ella se reía y gozaba de mis palabras, la tenia convencida de que follaba mejor que Eleonor, cuando era una vil mentira, todo estaba planeado.
-YO: ¿quieres que te folle tu precioso culo? Llevo soñando con él varios días.- besaba su cuello como refuerzo.
-LILI: si papi, hágame lo que quiera, ábrame mi culito.- movía las caderas de forma amplia, deseaba follar mas que yo.
-YO: grítalo, fuerte, haz que lo oiga toda la calle, – dudo un poco, así que paré de moverme- hazlo. – sus gritos llenaron la estancia, el piso y creo que hasta los del 2º piso lo oyeron, fue una salvajada hiriente de sexom palabras groseras y halagos obscenos sobre mi y mi verga, volvía a follármela a un ritmo lento pero continuo, – llama a tu hermana – dudaba de nuevo y de nuevo paré, entendió que si hacia la que pedía aumentaba el ritmo y si no, paraba.
-LILI: Eleonor, ven, te necesito.- la susurraba al oído cada cosa que tenia que decir mientras la besaba el cuello – Eleonor ven, por favor, este semental es demasiado- aumente el ritmo- por dios, venga, no aguanto mas, ¡me esta matando!- la saque de su coño y la metí en su ano con una facilidad inhumana- ¡¡ ahhhhh….por favor apúrese………….dios!!…………. ¡¡¡QUE VERGA!!!- golpeaba el césped con fuerza al sentir como no llegaba a bajar de las acometidas en su ano- ¡¡¡dios mío, me esta abriendo el culo, por dios, ayúdeme!!!………….¡¡¡¡ELEONOR!!!!!.
Mas de 10 minutos se pasó gritando y como me obedecía solo podía seguir aumentando el ritmo, hasta que las suplicas de Lili ya no eran ordenadas, eran reales, clamaba un descanso que se le negaba , a cada orgasmo que le daba le propinaba un punto mas de velocidad temiendo que la bestia llegara a entrar en escena, fue cuando de la puerta salió Eleonor, mirándome vencida, apenas con un tanga acompañado de un pareo, un sujetador puesto y sus eternos tacones, al verla desaté a la bestia, sabiendo que estaba allí, mirando, y que me correría pronto, Lili salió despedida del agua, tuve que salirme y ponerme de rodillas detrás de ella, colocándose a 4 patas, para volver a follármela por el coño, el agujero de su ano era tan grande que la entraría un tren de golpe sin dificultad, Lili sollozaba entre lagrimas de placer y dolor, entre gozo y sufrimiento, clamando por que su hermana viniera, ni se había dado cuenta de que ya había venido, cerraba los ojos tan fuerte que parecía que no los volvería a abrir, al correrme sentí como el cuerpo de Lili acompasaba los espasmos de mi semen arqueando la espalda, abofeteé su trasero para salir de ella y dejarla allí, con el culo en pompa, clavada como una estatua, tosiendo el aire que lograba ingerir.
Me puse de pie, con la polla medio tiesa, y el cuerpo brillante del sudor y el agua, los músculos marcados de forma clara debido al ejercicio reciente, Eleonor me miraba con desdén, pero sus ojos eran para mi, y su rictus serio solo denotaba en sus labios mordisqueados que deseaba ser follada, me acerqué a ella con paso firme, al sentir mi cuerpo casi rozándola, y notar el calor que emanaba de mi lazó la vista con deseo, se le escapo un beso tierno y suave en mis labios, temblaba solo de mi sombra tapándola el sol.
-YO: veo que acudes a ayudar a tu hermana.
-ELEONMOR: eres un desgraciado, la has hecho gritar para hacerme venir.
-YO: que bien me conoces, pero aun sabiéndolo aquí estas……..- metí mi mano entre sus nalgas apretando su cuerpo contra mi, apartando el hilo del tanga, me agarró de la mejillas y me besó con pasión, mi polla rozaba en su vientre, pese a los tacones le saca 15 centímetros de altura, tiré del sujetador hasta sacárselo, sentir sus enormes y duros pezones clavándose me llevaron a meterle un dedo por el ano, suspiró negándose a disfrutar.
-ELEONOR: eres un mal nacido……….fóllame, carbón, fóllame como si no hubiera un mañana.
-YO: eres una mujer muy complicada.- sonreí al chupar de su cuello dado que había echado la cabeza haca atrás aferrándose a uno de mis brazos.
Se arrodilló sin decir nada, agarró mi polla y la chupó hasta ponerla tiesa de nuevo, tragando semen y fluidos de su hermana, la hice una coleta con la mano para llevar el ritmo, pero ella sabia muy bien que hacer, como lamer, y donde chupar, se metía mis huevos en la boca jugando con la lengua en ellos, sin parar nunca de masturbar, no vi como lo hizo pero al ponerse en pie ya ni llevaba el pareo ni el tanga, la acaricié los pechos apretándolos, llevándola a la hamácala resonando sus tacones en el suelo, la tumbé boca arriba y me metí entre sus piernas pegando las pelvis y dejando caer mi gruesa y larga polla desde su coño hasta por encima de su ombligo, era increíble que se la pudiera meter entera, me lamí los dedos y la forté el clítoris ligeramente, echándome para atrás iba hundiendo lentamente mi polla en su coño. Me sujetaba la cara para besarme cuando la lujuria le daba un respiro, la bestia había salido de su jaula y andaba suelta, lo pagó Eleonor con una media hora inicial donde se corrió 5 veces, cada una mas intensa y fuerte que la anterior, trataba de cambiar la postura y ladearse, metí un dedo en su ano para usarlo de ancla y me desaté otros 20 minutos, la hamaca se movía dando saltos, el sonido de mis huevos golpeando sus muslos interiores era hipnótico y Eleonor puso los ojos en blanco al notar mis 5 minutos finales, por poco se desmaya al sentir mis semen caliente manchando su útero, pero era mucha hembra como para eso, se recuperó tan rápido como yo, y se puso a 4 patas, metiéndose 3 dedos en el ano, se preparó para mi verga, que sin pausa la introduje hasta el fondo, gritó tato como su hermana, agarrándose a los reposa brazos de la hamaca, la agarré de las tetas y tiré de ella hasta dejarla de rodillas pegada a mi pecho, tirando de sus pezones y penetrando lentamente su culo, era mas hacer el amor que follar eso la quería hacer creer, cuando se movió lo mas mínimo disfrutando de la cama, desaté a la bestia de nuevo, ella abría la boca y luego se mordía el labio, pero al llegar al orgasmo anal casi se desvanece, solo tenerla sujetada la mantuvo erguida, mas de 40 minutos abriéndola el ano hasta que la solté, cayó rendida con al cara apoyada en la hamaca y el culo en popa siendo ultrajado por mi falo, planté los pies en el suelo, agarré sus amplias caderas y al correrme aceleré hasta un ritmo animal, la hamaca crujía ante cada envestida y Eleonor volvió en si de la impresión, levantó el torso que rebotó contra mi pecho y volver a estar a 4 patas, la di tan fuerte que me dolía el glande de percutir, pero sin dejar de hacerlo, entraba a matar, y la hamaca cedió, se partieron las 2 patas de delante , por suerte tenia a Eleonor cogida de la cadera, como una bisagra, y aguantaba su peso, pero ahora sin que ella se pudiera apoyar en nada, avasallé aquel ano hasta venirme entre gritos y tirones eléctricos por la columna. Solté a Eleonor con cuidado, no se sostuvo en pie y cayó torpemente al suelo, al rebotar su culo contra la madera casi se desmaya de la impresión, se vio reflejada en el cristal de la puerta corredera, el agujero en su ano era del tamaño de una naranja.
Eleonor desvariaba en sus movimientos, quería levantarse pero solo lograba gatear, había perdido uno de sus tacones y no se como, trataba de volver a poner las patas de la hamaca en su sitio cuando se habían partido de cuajo, me di la vuelta para ver a Lili tumbada de lado, en poción fetal, mirándome y riendo, alargó su mano para que la ayudara a levantarse, lo hice y la levanté en mis brazos hasta tenerla cogida como a una princesa, me besó con ternura, la metí en casa y la subí a su habitación, me agarraba para que me quedara con ella, pero la di un fuerte besó que la relajó, bajé a ayudar a Eleonor, que seguía intentando unir las piezas de la hamaca, “ya me he cargado 2 de estas, voy a tener que poner una queja al fabricante” pensaba entre risas, Eleonor me miró abstraída, aun no se había podido levantar, la ayudé y la metí en brazos hasta sentarla en el sofá, se movía inquieta, le ardía o le dolía el culo y el coño, la di algo frío de beber que al recompuso, yo me metí media botella de agua entre pecho y espalda, pensaba que, si Eleonor era la mujer que mejor follaba que había tenido ensartada, y estaba así, después de follármela con 5 días de abstención, dejando también rota a su hermana, la ex puta, ¿como seria tirarse a una novata después de 1 semana?, la idea me erizó la piel. Una vez Eleonor respondía con seriedad a mis cuidados, me fui a la cama de Lili y me acosté con ella para dormir, estaba exhausto, me recibió encantada y se rodeó con unos de mis brazos, pese al terrible calor del verano me mantuve así un tiempo hasta quedarme dormido.
Los siguientes días fueron raros, incómodos pero al menos tenia sexo, Eleonor parecía un perro al que habían puesto en su lugar con una reprimenda, acudía a mi llamada sin rechistar y follábamos con pasión, pero poco mas, Lili tardo 1 día en ponerse en pie, en cuanto lo hizo volvimos a follar, fui mas cortés y cariñoso, pero esa mujer no estaba entrenada, se corría tantas veces y era tan hipersensible en su coño y su cuello que no duraba mas de 2 corridas mías, daba igual como lo hiciera, tenia que ir a por Eleonor si quería mas, no querían hacerlo juntas, siempre por separado, no puse objeciones y así me mantenía activo. Eran como el sol y la luna, tan opuestas que costaba creer que fueran hermanas, una todo clase y glamour, la otra pura pasión y desenfreno, orígenes muy diferentes, pero de ambas sacaba placer y ellas de mí. Era ya fin de semana, trabajo por la mañana y por la tarde acudía al piso de estudiantes, necesitaba relacionarme con gente de mi edad, y volver a ver a Teo y Alicia en la misma sala sin que hubiera una guerra me gustaba, habían roto en Navidades, sabia de escarceos leves entre ellos, rescoldos de una vieja llama, pero se había acabado y lo entendieron como un paso mas en sus vidas, no como algo hiriente y reprochable. Cenábamos, jugábamos e íbamos a alguna discoteca de noche, el domingo fuimos a la piscina después de comer y pasamos al tarde entre risas y bromas, Alicia seguía con su espectacular trasero y sus caderas de cine, Lara algo mas descarada con sus enormes tetas, se me insinúo un par de veces sabiendo que Ana no estaba, y lo mejor fue ver a la estudiante canaria, Naira, una belleza de escandallo, rubia que brillaba con el sol, con melena hasta los antebrazos y de ojos azul cielo, su acento era cerrado de las islas, pero su cuerpo era de modelo, tetas bien colocadas sin ayuda, los biquinis eran de cordones que no sujetaban ni elevaban, y aun así estaban erguidos, una cintura fina y una cadera prominente, hacia algo de yoga o tai-chi, así que estaba tonificada sin exageraciones, de esas mujeres que no entiendes como no están ganando millones en pasarelas, y están allí, tumbadas a tu lado comiéndote con los ojos como hace tu con ella. Ya algo bebida la noche anterior fue mi pareja de baile hasta que Lara se apoderó de mi apartando a cualquiera que osara acercarse, a estas alturas ya ni me molestaba atraer de esa manera, estando gordo y el primer año después de la operación, me enfadaba ser tan popular y lo superficial de la sociedad, ahora, desde el otro extremo de la sala, todo parecía diferente.
Me mantuve sereno y no caí en las continuas tentaciones de muchas, tengo el dudoso poder de lograr que las camareras cachondas que suelen poner en los bares y se pasan la noche quitándose babosos de encima, me den su numero, al igual que otras tantas borrachas y salidas, todo al cajón de mi casa. Llegó el lunes y fui a buscar en coche a Ana al aeropuerto privado, Eleonor le había pagado la ida y la vuelta, y en camino hacia allí, recordé su advertencia sobre Ana, la oferta que me puso en la mesa y las palabras de alerta de mi madre, me sacudí la cabeza esperando a mi amada, eran cosas que ahora no tenían relevancia, estaba a punto de encontrarme con Ana, la vi salir por una de las puertas con otro grupo de gente, al verme soltó la maleta, las bolsas y salió corriendo hacia mi, estaba preciosa, un top blanco, una mini falda amarilla con algo de vuelo en el muslo y unos zapatos cómodos, acudí en su busca con un abrazo del cual se colgó en mi cuello dando vueltas como enamorados que éramos, me besó tanto, tan rápido y por tantas zonas que no podía acertar en sus labios, la tenia cogida por los sobacos con las piernas dobladas hacia atrás, en el aire.
-ANA: hola amor, ¿que tal?, ¿me has echado de menos?- por fin se estuvo quieta y la besé, admirando sus bellos ojos mezcla del marrón mas dulce y el verde mas liviano.
-YO: peque, cada segundo, de cada minuto, de cada hora, de cada día de estas largas semanas, te quiero.- sonrió de forma inocente, se aferró a mi cuello y me rodeó con las piernas sin importarla que se la viera medio culo por la mini falda.
-ANA: eres un bobo, eres mi bobo- me besó de nuevo, ahora con lengua, ahora de cerca pude apreciar el tono de su piel, ella de por si ya tenia un color acaramelado, casi como la miel, pero las vacaciones en Granada y el sol de Andalucía le hacia cambiar de raza, estaba negra como una africana.
-YO: discúlpeme, me he confundido, yo venia a buscar a mi novia, Ana, no se si al conoce, ¿habla usted mi idioma?- bromeé haciéndola forzar una pose entre ofendida y graciosa.
-ANA: oye, que me vuelvo……- amenazo con sorna, la rodeé con mis brazos y la apreté tanto que la oí suspirar.
-YO: tu no te alejas mas de mi, anda, vamos a por tus cosas que si las llegas a dejar así tiradas en un aeropuerto publico ya no estarían.- se bajó dándome otro tierno y suave beso, se dio la vuelta con un giro demencial que hizo que todo varón clavara los ojos en sus piernas con la esperanza de que el vuelo de la falda se levantara lo suficiente, la di un cachete fuerte en el culo para dejar claro al resto que esa “res” estaba marcada.
El viaje de vuelta fue como ir con radio Granada, Ana hablaba sin parar de su familia, de sus amigos y de las fiestas que montaron allí, de lo bien que se lo pasó y de lo que echaba de menos a su madre y a su abuela, se puso algo triste al recordar como se despidió de ellas, había entendido por fin al diferencia entre la universidad y en instituto, la familia pasa al 2º plano, una prueba de madurez que todos hemos de pasar, hasta que dejó de hablar, yo iba con el mute puesto pero al ver su cara sabia que algo me tenia que decir sobre su familia, y no sabia como empezar.
-YO: que te pasa, peque, ¿echas de menos a tu familia?- me miró agradecida por darle el pie.
-ANA: no es eso amor, es que………..veras, mi abuela ha estado todas las vacaciones buscándome “esposo”, dice que no puedo seguir siendo una solterona, con lo guapa y bonita que soy, y me ha estado buscando parejas, yo las rechazaba como podía, discutíamos un poco, pero un día volví algo borracha a casa, y me pillo con la guardia baja……….- se sonrojó.
-YO: ¿que la dijiste? – atendía claramente.
-ANA: pues que ya tenia novio, en Madrid, y que no quería que me buscara chicos, se puso tan pesada que al final……le he contado lo nuestro.- me quedé blanco.
-YO: ¿y por que no me has avisado por teléfono?- mi tono sonó mas rudo de lo que pretendía.
-ANA: no te enfades, fue sin querer, quería quitármela de encima y luego me daba pánico tu reacción.- me agarró la mano de la palanca de cambios, me miraba como un cachorrillo que quiere ser adoptado, pedía perdón, no quería enfadarme, y la verdad, pensando unos segundos, no tenia motivo alguno para estar enfadado con ella.
-YO: no pasa nada peque, ¿que te dijo?- se alivió su mirada.
-ANA: pues imagínate, despertó a mi madre a gritos y se lo contó, me echaron una bronca enorme, parecían fuera de si, no me hacían caso y solo me decían que era una loca y que tu eras un degenerado, trataba de decirles que en realidad no somos primos, pero eso solo las enfurecía mas.
-YO: pobre niña mía, tu sola allí, tenias que haberme avisado y te huebra apoyado, no tenias que pasar por eso sola.
-ANA: la verdad es que iba tan pedo que no me acuerdo de mucho – sonrió denotando una mentira piadosa- pero eso fue hace una semana, no saben que hacer ni como proceder, querían llamar a tu madre pero las convencí de que nos dejaran hablar a nosotros antes, mi abuela dice que o cortamos o me cierra el grifo de la universidad, jajajjaja como si eso me importara ahora……..en fin, que no se que hacer.- ese silencio me dio que pensar.
-YO: pues nada, hablaré con mi madre y que ella se encargué, tiene mucha mano izquierda, quizá les haga entrar en razón, pero tienes que prepararte.- me miró poniéndose seria- es probable que no traguen, y te presionen, puede ser duro y difícil, y tienes que tener claro hasta donde quieres llegar.
-ANA: hasta le final, me da igual todo, ellas, la universidad, el dinero, solo te quiero a ti y no lo perderé por nada, ahora lo se.- sentía que había tenido una revelación en ese viaje.
Aparqué el coche en el garaje del edificio de la casa del ático, Ana permanecía inmóvil y triste, me miró con oscuridad en los ojos.
-YO: ¿y ahora que te pasa?
-ANA: no quiero vivir mas aquí- me pilló de sorpresa.
-YO: ¿aquí? Pero si fuiste tu la que……- me cortó con un beso rápido.
-ANA: lo se, pero no me gusta, vayámonos, podemos volver al piso de estudiantes, ahora no esta Teo con Alicia, y no pondrán reparos, por favor.
-YO: es una locura peque, estamos a un mes de que empiecen las clases, no podemos hacer otra mudanza y si tu familia nos corta le grifo no podremos pagar la habitación del piso.- soltó un bufido de desesperación.
-ANA: esta bien pero prométeme que en cuanto podamos nos iremos de aquí, o echa a esas 2 “sudacas”, no las soporto mas.- su tono era de desprecio absoluto, no era habitual esa falta de respeto en ella, entendía el por que a Lili, al irse era un desastre de convivencia, pero con Eleonor siempre ese había llevado bien.
-YO: ¿que te pasa con ellas ahora?
-ANA: nada.- no hacia falta lince para saber que esos “nada” en una mujer significan mucho, apagué el coche, me giré hacia ella, acariciando su cara con mi mano para hacerla que me mirara.
-YO: no pasa nada, dime que te ocurre, buscaremos una solución juntos, te quiero, y nada cambiara eso, solo se sincera conmigo, confía en mi.- me miró deseando explicarme algo.
-ANA: nada……….. déjalo, son cosas mías.
-YO: por favor Ana, yo solo….- abrió la puerta del coche y salió bruscamente, tardé unos segundos en salir del coche.
El silencio se apodero de ambos al subir por el ascensor y al llegar a casa a Ana se le agrió el carácter, y el rostro, saludó con corrección a Lili, que la pidió disculpas por el pasado y la prometió un mejor comportamiento ahora que yo le había ayudado. A Eleonor casi ni la miró cuando la abrazó, la tensión se cortaba en el ambiente, fuimos a nuestro cuarto y ayudé a colocar las cosas a Ana, explicando detenidamente mis andanzas con Eleonor y Lili, las caras que ponía eran de desprecio, la dije que si me lo pedía no volvería a tocarlas, en silencio sopesó la idea, pero en vez de eso me dijo que no la importaba, una mentira. Cenamos, dormimos y follamos gran parte de la noche, Ana lo tenia algo cerrado de no estar conmigo, pero aun así aguantó 3 polvos ella sola, los 2 primeros fueron hacer el amor, de forma lenta y sensual, el 3º ya fue por el culo y un poco brusco, pero a Ana le gustaba tanto como a mi.
Por la mañana repetimos otros 2 aprovechando mi empalme mañanero, se montó sobre mi y me cabalgada durante 2 horas, demostrando que no había perdido sus facultades en el sexo, al salir a beber algo dejando a Ana algo magullada, fui a la cocina donde estaba Lili, totalmente desnuda agachada sobre la encimera, no se cuanto llevaría allí, pero seguro que la situación y la pose no fue casual, me dio igual, acudí a si trasero y riendo la penetré por el coño desde atrás, empotrándola contra la nevera y follándomela de forma salvaje, la destrocé, saltaron por los aires todos los imanes y notas del frigorífico, y al correrme, Lili se hizo un bola timorata en el suelo. Me bebí lo que encontré y dándonos una ducha rápida nos fuimos a la piscina Ana y yo solos, a la publica no a la de casa, en plan parejita, disfrutando de un día solos, Ana era dulce, cariñosa y amable, lejos de esa casa, disfrutaba de nuevo de la compañía de mi novia, y en el agua la pasión casi me lleva a follármela delante de media piscina, ni a ella ni a mi nos hubiera importado si no nos hubiera interrumpido un grupo de niños de 9 años con una pelota perdida, por la tarde acudieron Alicia y las demás chicas a la llamada de Ana, quería hablar con ellas y volver a sus amistades, también acudieron Teo y Manu, junto a un par mas de chicos del grupo, algunos con sus novias, otros a la caza de las chicas libres. Reía y bromeaba con ellos, pero solo tenia ojos para Ana, estaba enamorado hasta el tuétano de esa muchacha, me pillaba mirándola y ponía alguna pose sexi y tonta, se acercaba a darme un beso y se alejaba jugando, al volver fuimos a cenar a casa de los estudiantes, Ana quería alejarse el mayor tiempo posible de esa casa, así se mantenía feliz, pero al volver a casa se ponía un escudo imaginario y era un ser frío, distante y hosco. No se apartaba de mi y en cuanto podía me llevaba al cuarto, me alejaba de las demás, podíamos estar follando o no, no quería que saliera de esas 4 paredes, le tenia un pánico irreal a alejarse de mi, temía algo, no decía el que, quizá a perderme, quizá a que supiera algo, quizá a que sin ella a mi lado me pasara algo, no decía nada, pero se leía en sus ojos.
No me lo pidió, pero no hacia falta, no volví a tocar a Lili ni a Eleonor, eso la calmó, pero insistía en buscar la manera de irnos o que presionara para que Eleonor acelerara la cesión del piso a mi nombre, nos dijeron 6 meses y ya íbamos para 11, Eleonor me decía que los abogados le daban largas, mas de una vez venia a los 2 abogados por allí, notando el brillo de la lujuria en los ojos de la abogada clavados en mi, no era raro, iba en casa o desnudo o con unas bermudas, y su numero hacia tiempo que estaba en el cajón con el resto. Aun así la cosa se demoraba y llegó mi cumpleaños.
Por experiencias previas le tenia un miedo lógico a esa fecha, los 18 los pasé en el hospital recuperándome de la operación, los 19 fueron cuando dejé a Irene, mi 1º novia, los 20 fueron cuando Ana me quiso regalar a Alicia y estallé de collera rompiendo un armario y forzándonos a irnos del piso, al final para nada, con el ambiente tan caldeado no presagiaba nada bueno para los 21.La noche previa la pasamos con los amigos de fiesta, al día siguiente fuimos a comer a casa de mis padres y al volver a casa montamos una pequeña fiesta para celebrarlo, nada opulento pero si con bastante gente, durante todo ese día y el anterior Ana insistió en que no tuviéramos sexo, que me tenia una sorpresita para el día de mi cumpleaños. la miré con dudas, la ultima sorpresa en mi cumpleaños no fue muy bien, pero le concedí la petición, iba tan cargado y salido que solo con ver a Eleonor riéndose con las tetas botando me ponía como una moto, la fiesta pasaba y la gente iba abandonando la casa, los mayores primero y luego los que tenían pareja para quedarse los mas jóvenes y alocados, hasta altas horas de la mañana no se fueron todos, de las ultimas Helena Mara, la hermana de Alicia, que desde Navidades andaba muy preocupada de retomar nuestra vieja relación, pero se vio superada, casi como 3 leonas, Lili, Elonor y sobre todo Ana, la echaron con palabras dulces y ojos en llamas. Yo observaba a carcajadas como ocurría todo, tenia unas ganas enormes de partir a Helena por la mitad, no estaba mal físicamente pero solo por ver su cara al sentirme dentro y oírla gritar diría todo mi dinero, esa mujer había pasado de mi, y de mi forma de ser estando gordo, como de la mierda, y ahora era una mas del montón que jadeaba por tenerme entre sus piernas. Al irse, Ana se sentó a mi lado frotándose y besándome con dulzura.
-ANA: ¿ya estas listo para mi regalo?- asentí con un beso cariñoso.- súbeme a la habitación grande.- no cuestioné, sabia que le gustaba sentirse como una princesa en mis brazos, así que la cogí entre ellos y la llevé a la habitación de Eleonor, había perdido de vista a las colombinas, últimamente me importaban poco.
Al llegar se bajó y como una azafata de TV abrió la puerta, de lejos vi en la cama a Lili y Eleonor comiendose una a la otra, desnudas y brillando por un aceite corporal en que se habían bañado por completo, me acerqué un poco a la cama para ver mejor aquel espectáculo, sus cuerpos se movían al compás de una danza que sonaba de fondo en la cadena de música, ritmo hindúes, se movían como serpientes enroscándose una en la otra, besándose, chupando y acariciando cada centímetro de piel, con las luces apagadas y solo una velas aromáticas llenando el ambiente de una sensualidad asfixiante. Ana se abrazó mi espalda, no necesitaba darme la vuelta para saber que estaba ya desnuda, sentí sus pechos erguidos en mi espalda y el roce de sus muslos en mis piernas, me besaba un hombro y el brazo mientras su cabello me hacia cosquillas, sus manos me rodearon hasta donde pudieron, me acariciaba el vientre y el pecho por dentro de la camiseta.
-YO: ¿este es tu regalo?- la miré algo decepcionado, al fin y al cavo solo era sexo con mujeres a las que ya me tiraba.
-ANA: si, ¿no te gusta?- sujetó mi polla a través de a bermudas, algo tiesa ante las miradas furtivas de Lili y Eleonor cuando me llamaban a la cama.
-YO: creía que estabas furiosa con ellas- lo solté sin importarme que estuvieran delante.
-ANA. Hoy solo importas tu, y esta noche vas a tenernos a la 3 para ti solo.- alzó las manos para quitarme la camiseta, de repente la idea no me pareció mal, casi un reto, Ana y Eleonor ya me costaban solas, incluir a una inexperta como Lili, podría tener su punto, y después de 2 días sin nada, tenia ganas y energía para las 3.
De un tirón me sacó las bermudas para dejarme desnudo con una polla a la que le faltaba poco para estar tiesa, Eleonor le estaba comiendo el coño a Lili haciéndola jadear como si fuera yo mismo el que la devoraba, Ana se colocó delante de mi tirando de mi cabeza, para besarla, sabían de cine sus labios, y su olor a coco me incendiaba, podría haberme quedado solo con ella, me daba igual, aun así, ella sacó el bote de aceite y me lo dio para que la embadurnara como a las otras, arranque el tapón de plástico con el dosificador dejándolo abierto de todo, agarré de la cintura de Ana pegándola a mi y desde arriba fui dejando caer una cantidad enorme de aceite entre nuestros cuerpo, bañándonos la cara, el cabello, el pecho y dejándolo caer por el cuerpo, casi vacié un bote nuevo, una vez cubiertos las manos de ambos se afanaron en recorrer el cuerpo del otro, el tono de su piel, esa luz y el aceite la estaban embelleciendo a cada paso, mis manos jugaban entre sus piernas para lubricarla bien y ella masturbaba mi enorme polla para llenarla del liquido, al igual que mi vientre marcado de músculos y mis enormes pectorales, la di la vuelta para pegarla a mi y hacerla sentir mi verga, dura ya, abriéndose paso entre sus muslos, movía la cadera suavemente mientras mis manos recorrían todo su torso y sus senos, acariciar su vientre la hizo gemir. Al alzar la vista Lili rompía en un orgasmo de los suyos, tan sensible era que Eleonor se lo arrebató sin necesidad de malabarismos, se fundieron en un largo beso húmedo, para llevar sus ojos a Ana y a mi, gatearon adoctrinadas hasta nosotros, se tiraron al suelo, comenzaron a acariciar y besar las piernas de Ana, casi desde lo pies hasta su coño, allí mi polla sobresalía bastante, el glande y parte del tronco, acariciaron, besaron y chuparon la punta de mi verga a la vez que presionaban y jugaban con el coño de Ana, que a su vez estaba recibiendo un masaje en los senos de mi parte, suspiraba entre jadeos al tirar de sus erguidos pezones y al sentir la lengua de Eleonor entre sus muslos, la levantaron una pierna y Eleonor se comía su coño mientras Lili luchaba por meterse parte de mi polla en la boca, se iban intercambiado como si fuera una hidra de 2 cabezas, Ana gemía y se sonrojaba mientras que el placer que yo sentía era relativo, si, me gustaba, pero a mi sin una masturbación continua, podían estar chupándomela días sin correrme, como lo sabían pasaron a la acción, fueron subiendo, besando y lamiendo el cuerpo de Ana y el mío, Ana se dio la vuelta sacándose mi rabo de entre las piernas, y se pegó a mi cuerpo de nuevo, torciendo la polla hacia un lado sin dejar de masturbar, besándonos con lengua y saboreando sus labios, Lili se puso a un lado besándome el brazo y Eleonor al otro acariciando mi espalda y mi pecho, indistintamente fui intercambiando besos con las 3, Eleonor sabia muy bien como besar, era mucho mas paciente, daba varios besos largos, abriendo bien la boca y jugando con los labios, sin necesidad de babear con la lengua, Lili conocía como calentar, daba largos besos clientes y al acabar deba un lametón dejando la lengua como un gancho tirando de mi labio superior, Ana se sentiría aburrida así que se arrodilló para chuparme la polla como a mi me gustaba, cogió con ambas manos, lamiendo el glande y chupando con cuidado, masturbaba a buena velocidad, y eso ya me sacó los primeros jadeos, ahogados por los besos de las hermanas, que notaban mis manos hurgando en sus muslos, buscando el 1º orificio que encontraba y penetrándolos con las falanges. Pasados unos minutos Ana se elevó con la boca llena de semen, casi ni había notado mi corrida, era la 1º después de varios días y fue fácil para ellas, la compartió con los 3, nos besamos y compartimos ni simiente caliente, jugando con ella, Lili ya volvía a temblar de sentir mis dedos penetrándola el coño, era tan novata, tan delicada, que me daba pena, me cansé de preliminares, estaba ardiendo de sexo y los ojos y risas de esas 3 me estaban pidiendo guerra, abracé a la tras de golpe, elevándolas del suelo como si fueran niñas de colegio, rieron sorprendidas y sobrepasadas por mi fuerza bruta, me giré sobre el borde de la cama y me dejé caer con ellas tres encima, fue una delicia de tetas, aromas y risas, Ana quedó encima de mi aprisionándome la polla, besándome con descaro, Eleonor casi encima de ella, un poco de lado y Lili al otro lado totalmente.
-YO: quiero que sepáis, que no habrá piedad, voy a ir con todo y de aquí salgo con los pies por delante.- las colombianas rieron, Ana me miró y sonrío sabiendo que la amenaza era lo mas real que podía ser.
-ELONOR: a ver si puedes con las 3, o nosotros podemos contigo…..- fue una apuesta, mientras sacaba mi polla dura de entre las piernas de Ana para chuparla, masturbando con una mano.
Mis manos fueron al trasero de Ana, jugando con su ano y forzando hasta llegar a su coño empapado, Lili aprovechó que Ana se incorporó para pasar una pierna por encima y ponerme su vagina en la cara, lamí con fiereza, se apartó solo de notar mis labios, pero volvió a bajar y se dejo hacer. Estaba tan concentrado como para sacarme un graduado en ingeniería biomecánica, Eleonor me dedicaba una mamada de escalado masturbando con una mano haciendo resonar sus pulseras, y jugando con la otra en mis huevos, Ana se abría las nalgas para dejar que mis manos llegaran mejor para perforar su ano y su coño, y Lili se frotaba el clítoris cuando mi boca no lo estaba tapando, la que mas gemía y la que 1º se corrió, estaba al punto de nieve y solo con no parar se correría infinitamente, así que no pare, provocándole orgasmo tras orgasmo, comiéndome sus emanaciones como si fuera ambrosía. Noté como Eleonor dejaba de masturbar y chupar, lo agradecí, me estaba volviendo loco, pero apretó contra el coño de Ana y la penetré de golpe media polla, que al 2º esfuerzo entro toda, Ana se estremeció, pero al instante movió las caderas de forma circular dejando que me acoplara perfectamente, Eleonor se pegó como una lapa a su espalda, la acariciaba los pechos y la besaba el cuello, mientras acompañaba los giros de cintura de Ana, susurrándola cosas guarras suponía, Lili no sabia como ponerse, si a 4 patas o de rodillas, daba igual se corría cada 3 o 4 minutos, pero soportaba encima como de un toro mecánico, admirar sus giros de cabeza y sus rizos rubios goteando sudor y aceite me aceleraban mas la lengua que ya parecía dormírseme en la boca. Para cuando quise darme cuente Ana me estaba cabalgando como la mejor de las amazonas, entraba y salía de mi por competo ayudada por los brazos de Eleonor, Ana, ya castigada por mis manos, rompió en un orgasmo animal que la obligó a levantarse y bañar mi cintura, pero se arrodilló de nuevo metiéndosela entera y volviendo a cabalgar aun con mas fuerza, notaba las uñas de Eleonor en mi vientre de frotarle el clítoris a Ana, que gemía abrumada. Alguien le soltó un azote a Lili cuando se volvió a correr al sentir mis dedos, ahora libres, en su ano, esta vez levantó una pierna y se corrió como una fuente en mi cara, casi me atraganto, cuando acabó se negó a seguir siendo ultrajaba y se agachó para besarme y lamer sus fluidos, dejándome sus senos al alcance totalmente erectos y con la piel roja de la excitación, Ana se volvió a correr pasados unos minutos y de la fuerza salió dispara hacia mi vientre, mi polla fue engullida por la boca de Eleonor, mientras Ana seguía con el ritmo en la cadera como si aun estuviera teniendo sexo, agarré de la cintura a Lili, y la puse con el coño abierto de cara a Ana, que empezó a comérselo, acariciándola con sus dedos, yo a su vez giré el cuello y me comía su ano, rompió en 4 orgasmos seguidos que la hicieron desvanecerse, quedó de rodillas de nuevo con el coño en mi cara, siendo martirizado, pero ahora de cara a Ana que se puso igual, cara a cara, se besaron y se acariciaron como 2 quinceañeras. Sin saber como dio de si mi cuerpo, Eleonor se arrodilló detrás de Ana y se metió mi polla entera soltando un bufido de animal, follándome con su rítmicos gestos de cadera, tan hábiles y rápidos que esta vez si note como mi semen salía disparado a sus paredes vaginales, hecho que a su vez la sacó un orgasmo leve a Eleonor, yo mordía y besaba las nalgas de Lili de rabia, me habían sacado ya 2 corridas y aun ni había empezado a follar yo.
Era mi regalo, e iba a disfrutarlo, ya habían tenido suficiente “dulzura” de mi parte, azoté el culo de Lili hasta que se pegó tanto a Ana que sus senos se apretaba, quedó a la altura de mi pecho, Ana en el de mi vientre y Eleonor aun empalada en mi cintura, rodeé a las 3 con mis brazos y agarré las caderas de Eleonor, con una fuerza enorme planté los pies y elevé a la 3 por el aire, a Lili unos centímetros apenas, pero ella hacia de tope para que no se vinieran las 3 encima de mi cara ante la pendiente que hacia mi cuerpo, las 3 sabían que la bestia había llegado, la solté sin mas, como cuando en la películas sueltan al animal para que sea libre un rato y se divierta, fui aumentando el ritmo de las penetraciones en Eleonor mientras las otras sonreían entre besos y caricias, todo se volvió silencio cuando Eleonor rompió en un orgasmos descomunal que no dejé pasar, aumente de nuevo, y mas aun al notar su siguiente corrida, la bestia desatada se estaba cobrando a su 1º víctima, y Ana y Lili se miraban asombradas, Lili casi con pánico, al 3º orgasmo Eleonor se salió de mi cayendo de espaldas con las piernas abiertas y soltando chorros de su interior, sin dar tiempo a nada me erguí con las 2 chicas aun encima, tan fuerte que la inercia llevó a Ana a caer de espadas sobre Eleonor que a duras penas la logró recibir sin un golpe, y Lili cayó a 4 patas sobre ellas 2, conmigo de rodillas detrás de ella, la penetré el coño de tal forma que sentí como si la rompieran el himen otra vez , me aferré a sus senos y bombeaba con virulencia sacándola tantos orgasmos que no merecía la pena contarlos, se besaba con Ana, o se comía sus tetas mientras Eleonor acariciaba el coño de Ana, algo confundida aun, Lili no soportó mas de 10 minutos, me la folle por el culo un rato mas, pero fue casi peor, al 1º orgasmo anal se desvaneció en la nada cayendo semi desmayada sobre Ana, la apartamos entre los 3 y la dejamos en una esquina de la cama, tiritando y con temblores.
-YO: ¿una menos quien es la siguiente?- sonreí con autentica dedicación, Ana me miró con lujuria levantando un dedo a modo de orden.
Me eché para atrás su metro y tiré de los pies de Ana, la di la vuelta y la cuadré a 4 patas, Eleonor se colocó para que Ana pudiera comerla el coño, cosa que hizo encantada al sentir mi polla abriéndose en su útero, siendo Ana, me desaté ferozmente, de vez en cuando Ana se erguía ante al impresión para acariciarme retorciéndose pero sus orgasmos la tumbaban a la lona, para seguir comiéndose el coño de Eleonor que rezumaba fluidos, semen, sudor y aceite, sus orgasmos se hicieron mas rápidos, Ana sabia donde tocar y le penetraba el coño o el ano de forma alternativa o a la vez, sin dejar de lamer y chupar el clítoris enorme, creo que la localizó el punto G, y esto la llevó a una cadena de sensaciones que la revolcaba entre las sabanas gritando obscenidades, Ana hacia fuerza contra mi y su aguante sacó sus frutos, me dediqué en cuerpo y alma a meterle mi semilla lo mas dentro posible a una velocidad infernal, antes de venirme la saque´2 orgasmos mas antes de caer tumbada sobre la cama, riendo de pura congoja, se apartó y me deje caer sobre el cuerpo de Eleonor, comiéndome sus preciosas tetas y sus pezones casi deformes y erguidos, no eran naturales, pero atraían mis labios, mi polla se encendió ante las caricias de Ana, y penetré a Eleonor, parecía la mas entera, así que haciendo flexiones llame al animal indómito y me centré en hacer pedir clemencia a Eleonor, nada fácil, metía y sacaba mi rabo por completo para medir distancias y luego ir aumentando el ritmo hasta sacarla improperios con cada golpe de cadera ,se quería acariciar pero solo llegaba a taparse la boca con los puños al mordérselos, me besaba pero me mordía los labios de tensión, luego clavó las uñas en mi espalda haciéndome marcas y mordiendo mis hombros y mi pecho, trataba de que eso contuviera sus gimoteos pero tras media hora así se cayó como un castillo de naipes, casi rendida, la conocía bien, si la dejaba así, en 20 minutos estaría de nuevo en pie, la saqué de su coño, use sus fluidos para meter varios dedos en su ano, y eso al sacó del trance, antes de recobrar el sentido la empalé por el culo hasta el fondo de su ser, soltó un alarido que hizo reír a Ana, que permanecía a mi lado acariciando y besándome cuando le dedica algo de tiempo, estaba centrado en matar a Eleonor, las penetraciones eran tan largas y profundas que notaba la piel del recto estirarse y contraerse con cada una, Eleonor se acariciaba el coño mientras otra mano la tapaba la boca, estaba roja y con las venas hinchadas y la boca abierta con aspecto de soltar un alarido horrible, pero sin decir nada, respiraba entre jadeos y mi verga era alabada, como si tuviera orejas para sentirse halagada, abriéndola bien de piernas y follándola con placer. Otros 20 minutos así bastaron, y menos mal, nos estabamos quedando si cama de los empujones que la daba, tras el 3º orgasmo anal pidió clemencia entre susurros y me corrí dándolo todo en un sprint final que la lleno de semen el culo, su cara al saber que había terminado fue el alivio mas absoluto, se echó a un lado respirando tan agotadamente que las gotas de sudor la recorrían el cuerpo a zancadas.
-ANA: creo que Eleonor ya ha sacado la bandera blanca, solo quedo yo, ¿aun te ves con fuerzas?- la abracé besándola con pasión, mi gesto era de confianza y suficiencia, una mera fachada, iba a por el 5º de la noche, Lili era fácil, Eleonor difícil y aun me quedaba Ana, la mujer que amaba y con la que mas tiempo me había estado acostando, follaba pero que Eleonor, tenia menos aguante, pero aun así era de lo mas temible.
Saqué fuerzas de donde no tenia, me dejé caer para que Ana se abalanzara sobre mi, me la chupó un rato hasta ponerla bien dura, la verdad, le costó un poco, pero una vez tiesa me obligo a sentarme en el borde de la cama, ella se pusó en pie y dándome la espaldas se sentó sobre mi vientre, acariciando mi miembro para dirigirlo a la entrada de su coño, el cual penetré, y una vez dentro se dejó caer hasta sentirla toda dentro, con los pies en el suelo y la espalda arqueada, Ana comenzó un vaivén glorioso con sus caderas, un ritmo aprendido y bien aplicado, sus nalgas rebotaban contra mi y se movían en contra de la dirección que ella ponía, mi rabo aparecía y desaparecía entre sus muslos, agarré de sus pechos y tiré de ella hasta quedar tumbado boca arriba, con ella aun empalada, se apoyó en el borde de la cama con sus pies para ganar espacio y los mios en el suelo de palanca, fueron generando un ritmo alto que la hacia gemir y sollozar, ni hacia falta que se apoyara en la cama con los brazos hacia atrás, mis manos en su cadera la sostenían y mi polla frenética la martirizaba como para no dejarla bajar, se corrió un par de veces pero la posición era muy incomoda, se salió y buscando algo de ángulo, se apretó mi glande contra su ano, costó un poco pero entró al fin, sentir su calor y la presión me mataron, tenia un dulce escozor en la punta del pene, pero era ahogado por un placer inconmensurable, Ana dominaba el ritmo de la penetración hasta bajar del todo, sus pies dejaron de apoyarse y por unos instantes se mantuvo solo con mi polla entera como mástil, dando coces con una pierna y respirando entre impresiones, como al meterse en una piscina de agua fría poco a poco, se fue clamando hasta caer a un lado, la abracé por detrás, sujetándole del vientre y de un pecho, comenzando un vaivén lento y pausado, lo agradecía con una sonrisa, pero sus uñas se marcaban en mi muslo, apretaba tanto al sentir la penetración que me dejó otra marca, cuando salía me daba palmadas en el mismo sitio, todo repetido hasta que las penetraciones se volvieron fluidas y Ana gritaba de lujuria y pasión, me costaba físicamente mantener un ritmo pero ni hacia falta, 30 minutos follándomela mal, la sacaron 3 orgasmos anales que la ataron por completo, reía nerviosa, soltando despacio un moño que había formado al apretar las sabanas, babeado de usarlo como mordedor, sentir mi semen dentro la reconfortó, se giró como pudo para besarme, con un brillo en los ojos especial.
Supongo que quería decirme algo, lo buena amante que era, lo semental que demostraba, lo fuerte y grande de mi polla o mil cosas mas, pero no los necesitaba, solo con verla sonreír y mirarme así, me bastaba, era feliz, me olvidaba del mundo a nuestro alrededor, de Eleonor aun con espasmos en el culo, de Lili perdida hecha un bola en una esquina, de la cama, del lujo de esa casa, de su familia y de la mía, de mis amigos, abandonaría todo por tenerla así, entre mis brazos, sonriendo y clavando sus bellos y extraños ojos en los míos par siempre, quiero pensar que en ella la sensación era similar. La apreté un pecho mientras la besaba con rabia.
-YO: gracias por el regalo.- no pudo responderme con la educación típica ella, estaba exhausta, al igual que yo.
Bajé a la cocina tambaleándome, me fallaban las piernas, sentía que se me iba a subir un gemelo en cualquier momento y no conseguí mantener una respiración normal, como era habitual, me tragué una botella de agua entera y parte de otra, podía oír a mi madre en mi cabeza diciéndome lo peligroso que era eso, y su eterna historia del rey, que después de una larga jordana de cacería, pidió que le trajeran agua fresca, y de tanta y tan rápido que bebió, murió allí mismo. Subí la otra botella, Ana bebió un poco, y se tapó, tenia escalofríos pese a estar a 30 grados, y la verdad, hasta yo me sentía raro, Eleonor, algo mas en si, también bebió, pero Lili permanecía quieta, casi se podía notar aun los tirones en los músculos de su pelvis. Me acosté al lado de Ana, abrazándola y quedando detrás de ella, como cuando empezó toda aquella locura, eran cerca de las 10 de la mañana y la fiesta había terminado a casi las 7, estaba agotado, Eleonor gateó torpemente para quedar a mi espalda, sentí sus pechos pegados a mi columna dándome un suave beso en el cuello, y así nos dormimos todos, debo reconocerlo, con una sonrisa enorme en mis labios, feliz de que por fin, en un cumpleaños, no hubiera pasado nada malo, y mas que eso, por un ligero halo de esperanza en el futuro de la convivencia en esa casa, no era lógico que hicieran el amor así de bien juntas y luego no se soportaran, si yo debía ser su nexo, lo seria encantado.
Pase mala noche, o madrugada, todo sea dicho, amagos de rampas en las piernas, el calor asfixiante, tener a Eleonor y Ana rodeándome y un estado de nervios que no me dejaban conciliar el sueño, me palpitaba el corazón tan rápido que solo el paso de los minutos fue calmándome hasta que mi mente dijo basta y me dormí, cada cierto tiempo me despertaba sudando y alterado, pero me volvía a dormir, no se cuanto tiempo paso, serian cerca de las 3 o 4 de la tarde, en uno de los amagos de rampas me desperté y no vi a Eleonor, no le di importancia y seguí remoloneando un hora mas, Ana hacia lo mismo que yo, se movía levemente y soltaba un ronroneo de gatita, se levantó y fue al baño, su andar era tosco y torpe, evitando rozar los muslos, al volver se echó encima de mi pecho, acariciándome y besándome con ternura en el cuello, la mejilla y mas tarde, la boca, al mirar a mis pies allí seguía Lili, apenas se había movido desde que la folle. Tenia la polla dura de mis empalmes mañaneros, pero me dolía todo, tenia agujetas y Ana no se mostraba nada dispuesta a nada, me fui al baño, me di una buena ducha y los típicos rituales de un hombre, como mear y dejar irse un pedo al finalizar, o al menos eso hago yo cuando estoy solo o hay confianza, Ana se había vuelto a quedar dormida, era como un ángel, desnuda apenas cubierta por una sabana fina de verano, boca abajo con una pierna encogida y todo el pelo a lo largo de la almohada como un abanico, me agaché para besarla en la mejilla mientras le hacia cosquillas en su espalda al aire, se movió haciéndose una bola para que la dejara en paz. Me puse las bermudas y bajé con dificultad, sentía en los muslos y en la cintura un presión constante, al ir a la cocina me encontré a Eleonor de pie, de espaldas a mi no me había oído llegar, totalmente desnuda, apoyada con la cintura en la encimera, tomando una taza que olía a café recién hecho, se rascó un gemelo levantando una pierna y pasándose las uñas cuidadas de los dedos, me sacó una sonrisa, aun sin nadie mirándola y siendo lo mas burda que podía ser, destilaba sensualidad y clase en sus movimientos. Me acerqué apartándola el pelo hacia un lado y pegándome a su espalda, besándola el hombro y el cuello, ella sonreía al girar el rostro y llevar sus labios a mis mejillas, la abracé con fuerza rodeándola por la cintura y disfrutando del aroma de la taza, no bebo café pero su aroma siempre me ha gustado.
-YO: buenos días – le dio un sorbo a la taza.
-ELEONOR: buenas tardes ya, amor mío.- quise rebatirla, no era su amor, o mejor dicho, yo no la amaba, pero pretendía hacer que todo volviera a un punto de paz y tranquilidad, así que guardé silencio.
-YO: ¿que tal has dormido?- desvíe el tema.
-ELEONOR: como nunca, me siento renovada, creo que fue buena idea lo de esta mañana, ¿a ti te gusto?- se me escapó una carcajada.
-YO: apenas……- la ironía era clara, volví a besarla en el cuello, eso la provocó un escalofrío que la recorrió todo el cuerpo.-….me duele todo. – río nerviosa.
-ELOENOR: a mi igual, al despertarme no sentía nada de cintura para abajo, menos mal que se me pasó, eres un animal peligroso.- se movía levemente, casi nada, pero se frotaba un poco.
-YO: por favor, quieta, me duele hasta la polla de tanto meterla dentro de vosotras.
-ELEONOR: no creo que pudiera complacerte, me arde el interior he intentado ponerme algo de ropa interior pero me escuece, jajjaja no se que me pasa, pero es sentir tu cuerpo, tu calor, y me enciendo………..- se giró dejando la taza en la encimera, me agarró de la cara y me besó de forma lenta y pasional, sabia a café y lujuria, pero enseguida se apartó recordando algo-……..será mejor que nos vistamos, ¿podrías quedarte hasta que venga la abogada?.
-YO: claro, ¿a que viene?- la miré a los ojos con curiosidad.
-ELEONOR: ah……. es una sorpresa.- sonrío con gentileza, antes de coger la taza y salir de allí con un silencio cómplice.
Supuse que seria algún regalo, no me había dado nada por mi cumpleaños el día anterior, no la pedí nada, de hecho la sugerí que ya me había dado suficiente y no necesitaba nada, pero no era de las mujeres que no tenían detalles, en el de Ana le regaló una pulsera de oro blanco de la que no quiso decir el precio, y hacia un año me regaló un coche de alta gama como si fuera una bolsa de pipas, además, que necesitara a la abogada me hacia pensar que por fin el papeleo de la casa ya había acabado y por fin me cedería legalmente ese ático de sueño de hadas, en el que podría vivir con Ana a solas para siempre. Soñando en esos pensamientos me preparé algo de comer, un batido energético que solía hacer antes de salir a hacer ejercicio, y restos de la fiesta de noche, canapés y algo de ensalada, mientras comía Ana apareció apenas cubierta por una bata de seda abierta, sin nada debajo, bebió algo y picó de mi ensalada un poco, nunca había sido de comer demasiado, solo nos mirábamos, sin compartir palabras, no hacían falta. Hacia tanto calor que al terminar de comer salimos a darnos un chapuzón en la piscina y nos quedamos tumbados en el poco césped de la terraza, donde ya estaba Eleonor en una hamaca recién comprada después de haber roto la ultima hacia poco.
-YO: ¿y Lili?
-ANA: ahí estaba en la cama aun tirada, cuando me he levantado la he visto en el baño, pero se ha vuelto a acostar jajaja- su risa fue compartida por Eleonor, yo no le veía la gracia del todo.
-ELEONOR: esa muchacha tiene mucho que aprender.
-YO: pobrecilla, no es mas que la 4º o 5º vez que me la tiro y ya ha sentido a la bestia matándola, alguna no ha durado tanto.- mis palabras provocaron un silencio algo incomodo que duró un rato.
-ANA: Raúl, ¿por que no nos vamos ahora al piso de Alicia? iban a ver unas películas y nos invitaron anoche.
-YO: espera a que venga la abogada de Eleonor, y nos vamos.- se le cambió la expresión de la cara como si la hubiera dicho que se había muerto su perro.
-ANA: ¡¡¿que?!!
-YO: Eleonor me ha pedido que me quede para hablar con ella, dice que es una sorpresa……- quise rebajar su miedo con un tono de broma, pero no le cambio el rostro.
-ELEONOR: no se preocupe Ana, lo tengo todo bien pensado.- esa expresión sonó mucho mas temible en los iodos de Ana que en los míos.
-YO: si quieres ve tú con Alicia y luego voy yo.- Ana negó fuertemente con la cabeza, totalmente seria.
-ANA: ni de coña, yo me quedo contigo.- Eleonor se levantó de la hamaca entrando en el piso.
-ELEONOR: no se apuren, mañana acabará todo.- según se metió en casa Ana se pego a mi y me besó, sus ojos brillaban a punto de echar lagrimas.
-ANA: amor, por lo que mas quieras, no te quedes, vayámonos ahora.
-YO: ¿que te pasa?, ni que la abogada me fuera a matar……..
-ANA: no me gusta como Eleonor esta comportándose, quiero irme.- la acaricié la cara con dulzura.
-YO: no pasa nada, seguro que es algún regalo sorpresa o algo.
-ANA: sorpresa si, pero que nos guste…………. si quieres quedarte, de acuerdo, pero prométeme que no dejaras de amarme.- giré el cuello sin comprender del todo la unión de los hechos, ¿que tenia que ver que viniera la abogada con que dejara de amar a Ana?
-YO: peque, solo hay una persona que puede hacer que deje de amarte, tu, si eres complementaste sincera y leal conmigo no dejaré de amarte.
-ANA: es que me temo que no lo he sido.- una lagrima cayo por su mejilla.
-YO: dímelo, sea lo que sea, aun estas a tiempo, por feo y horrible que sea, puedo soportarlo todo, todo menos que me mientas.- mi vehemencia era clara, aun así Ana permanecía en silencio.- ¿tienes algo que contarme?
-ANA: ……..no…………es solo que……. me da miedo que Eleonor te aparte de mi. – mintió, yo lo sabia y ella sabia que lo sabia.
-YO: Eleonor no tiene poder para apartarte de mí, solo tú puedes evitarlo.- nuestras miradas se cruzaron fuertemente, hasta que Ana la apartó mirando al suelo, se secó las lágrimas y besándome se levantó y se fue.
Tarde unos minutos en volver adentro, Eleonor ayudaba a Lili a bajar las escaleras, Lili al verme casi se cae por las escaleras, la llevó a la cocina y allí volvió en si un poco, luego nos vestimos un poco mas seriamente, Eleonor y sus eternos vestidos ceñidos, Lili con vaqueros y camiseta blanca y Ana con unos shorts cortos amarillos y una blusa blanca, no dejaba de acariciar ala gargantilla en su cuello, aquella que le regalé en su ida y que dijo que era la muestra de nuestro amor. Yo con una camiseta de maga corta y las bermudas veraniegas hasta las rodillas me bastaba, para cuando llegó la abogada el ambiente en el salón era tenso, Lili estaba medio ausente, Ana miraba con odio a Eleonor y esta me miraba con una sonrisa que no denotaba nada, era fría e impenetrable, Eleonor la saludó cordialmente y la invitó a pasar y sentarse delante de nosotros en un sillón junto a una mesa rodeada de sofás donde nos colocamos los demás, iba arreglada, como abogada que era, con un traje de mujer, azul marino, con camiseta blanca algo escotada, chaqueta y una falda de vestir hasta la rodilla, con unos zapatos algo altos, fue sacando papeles hasta que haciéndole un gesto a Eleonor indicó que ya estaba todo.
-ELEONOR: bien, siento la intriga del momento, lo 1º es confirmar que por fin, soy la dueña y propietaria de todos los bienes de mi ex, el ultimo el piso de Tokio, así como de su cuentas bancarias, salvo una que no puedo tocar, de la cual se irá dando el dinero que a mi ex que le corresponde según el juez, todo es mío.
-YO: felicidades, os ha costado eh….- le guié un ojo a la abogada, que sonrío apenas un segundo…..- miré a Eleonor- ahora podrás invitarme a unas copas……….. – la broma cayó en el silencio, todos parecían saber algo horrible que yo desconocía.
-ELEONOR: y para mas que tengo, pero vamos por partes, y déjeme acabar – su tono fue el mas serio que la había oído jamas.- lo 2º es que ahora que tengo todo, he decidió sobre a quien conceder mis bienes, casi todo ira para mi y mi hija, como os dije mi intención era dar este ático a Raúl……….pero he cambiado de idea, ahora el piso es mío.
-ANA: ¡¡¿que?!! ¿¡¡¡Como eres tan zorra!!!?- Ana se puso en pie gritándola.
-ELOENOR: y no solo eso, si no que os voy a echar de aquí.- sonrió con seguridad, me miraba buscando algo, alguna reacción algún gesto, pero solo obtenía atención y poco mas.
-ANA: nos dijiste que nos darías el piso, me dijiste que si……-rectificó-…….que era nuestro.
-ELEONOR: digo muchas cosas mi niña, pero ahora tengo el control yo, y pienso tomar lo quiero.- Ana me miró atónita.
-YO: me parece justo, en el fondo es tuyo y tienes el derecho a decidir, ¿cuando nos tenemos que ir?- mi reacción la sorprendió, le pidió a la abogada la carpeta con los papeles y me los dio.
-ELEONOR: no es una broma, mira, el piso esta a mi nombre.- cogí y pase las pagina lentamente leyendo atento partes importantes, mire el nombre del titular del piso, sonreí, lo cerré y se lo devolví.
-YO: están perfectos, y no los cuestiono, como digo, eres la dueña, ¿cuando nos tenemos que ir?- de nuevo suspiro de impotencia, esperaba una reacción en mí que no obtenía.
-ELEONOR: no quiero que os vayáis.- fingí sorpresa, no era nada difícil adivinar que quería Eleonor, me quería a mi, y si tenia que chantajear con el piso, lo haría encantada.
-YO: entonces ¿por que haces esto?
-ELEONOR: por que te quiero, y deseo que seas mío.
-ANA: y una mierda so´ guarra, ¡¡RAUL ES MIO!!- sonó tan brusco que hasta me sacó una carcajada.
-YO: ya la has oído- me cruce de brazos.
-ELEONOR: sea listo Raúl, podrás quedarse a vivir aquí conmigo y con mi hermana, incluso Ana podrá venir y podrás tomarla cuanto quieras, pero has de cortar con ella, y ser mío, es lo único que pido, te daré todo lo que pidas, pero solo si dejas a Ana.- mi granadina la miraba con furia, con la boca abierta y apunto de echarse encima de ella.
-YO: una oferta así solo un loco la rechazaría- aludiendo a cierto película, Ana me miró consternada.- pero la respuesta es la misma, Eleonor, no te amo, nuca lo haré y esto solo sirve para que el poco cariño que te tengo, se esfume, ahora mismo prefiero estar solo que contigo y tu dinero, si tengo que irme con Ana debajo de un puente, lo haré.- Ana clavó sus ojos en mi con orgullo, y se cruzo de brazos ante Eleonor.- bien, ¿cuando nos vamos?- me puse en pie para iniciar cuanto antes la salida de allí, Eleonor puso cara de disgusto, pero aun tenia un AS.
-ELEONOR: bien, no quería llegar a esto, pero suponía que no aceptarais por el amor que le procesas a esta niña, ¿la amas verdad?- el tono era obvio, guiaba la conversación.
-YO: con locura.
-ANA: y yo a el.
-ELEONOR: y no hay nada que pudiera hacer que dejaras de amarla.
-YO: tu no, solo ella – agarré de la mano a Ana, ignorando a Eleonor- este es el momento, ¿tienes algo que decirme?, no podré hacer nada de aquí en adelante.- Ana me miró sollozando, miró a Eleonor de reojo.
-ANA: nada.
-YO: Ana, ¡¡por favor!!- apreté su mano.
-ANA: te lo juro, no es nada.- esta vez fui yo quien soltó una lagrima.
-ELEONOR: ¿seguro?- prosiguió con su estudiado dialogo mientras Ana lloraba mirándome a los ojos, sentía mi rabia y mi dolor, pero no sabia cuanto.- por que tengo aquí en el portátil unos videos muy llamativos- Ana la perdonó la vida con la mirada.
Nos puso el portátil delante me enseño videos, videos de Ana, videos de Ana con otros hombres, teniendo sexo oral, y alguno con penetración, se notaban que eran videos a escondidas, mal gravados sin consentimiento, pero se veía a Ana, llorando mientras se dejaba follar por uno o por varios hombres distintos. Cuando terminaron los videos Ana rompió a llorar desconsolada, gritaba y chillaba, maldecía a Eleonor y se volvió hacia mí, admirando mi frío y serio rostro.
-ANA: no es lo que piensas amor, te lo juro, ella me obligó.- señalo a Eleonor que admiraba la escena con gesto altivo.
-ELEONOR: yo no te obligué a nada cariño…….
-ANA: si, me ofreciste dinero, me dijiste que así pagaría mi universidad, que ayudaría a mi familia, que tendría dinero para cuidar de Raúl, me has dado mucho dinero por acostarme con esos hombres, dinero y promesas de este piso que ahora has incumplido- sus gritos entre sollozos penetraban hasta el oído interno.
-ELEONOR: yo solo te ofrecí el dinero, tu lo aceptaste- se giró hacia mi- ¿lo ves Raúl?, no te quiere, solo se aprovecha de ti, como lo hacia de mi, es una puta, cara pero un puta, me ha costado mucho dinero pero te lo he demostrado.- todas las de la sala me miraban en silencio, solo las lagrimas y sollozos de Ana rompían ese momento.
-YO: tenías que habérmelo dicho Ana, te lo dije, si me lo hubieras dicho le hubiéramos desplumado hasta el último euro, ¿por que no me lo has dicho?
-ANA: lo siento amor mío, se que hice mal, pero pensé que no te gustaría, que me rechazarais solo de decírtelo, no sabia como reaccionarias, tenia miedo y necesitaba el dinero, mi familia no es rica y la universidad es cara.- se sentó a mi lado tirando de mi cara, me negaba a mirarla directamente.
-YO: eso me duele aun mas, Ana, que no me conozcas lo suficiente como para no confiar en mi, yo me acuesto con varias mujeres por que tu me dejas, no me hubiera importado, o lo habría sabido llevar, pero tuviste que ser sincera conmigo, te lo dije antes y te lo dije cuando regresaste de Granada, pero no me has hecho caso………..- me levanté dirigiéndome a la puerta, Ana quedó sentada llorando sobre un gran cojín, Lili admiraba la escena sin llegar a comprender del todo lo que ocurría y Eleonor se me acercó como un serpiente.
-ELEONOR: ¿lo ves?, todo es mentira, ella no te quiere, no como tu a ella, pero yo si, mirra de lo que soy capaz de hacer………..por ti.- me giré con rostro feroz.
-YO: ¿por mí? ¡¡¿POR MI?!! Esto lo has hecho por ti – la señalé con ira, con tal energía que dio un paso atrás. – ¡¡POR TI!! Me deseabas, solo tenias envidia de lo que Ana y yo teníamos, ya te dije que no era tuyo, que no lo podías tomar, y aun así nos has destrozado la vida, eres una arpía cruel que odio.
-ELEONOR: se que duele, mi amor- solté un bufido al oírla esas palabras, trató de agarrar de mi rostro.- pero con el tiempo se pasará, será solo un recuerdo del que nos reiremos en el futuro, si te place se puede quedar con nosotros verdad- miro a Ana buscando ayuda.
-ANA: si, lo que sea, me apartare, pero déjame permanecer a su lado.- imploraba entre lagrimas.
-ELEONOR: claro que si, ¿que dice usted?
-YO: me da igual, me marcho de esta puta casa, quédatela, y quédate con la loca de tu hermana, y con Ana, con tu dinero y tu mísera vida llena de lujo.
-ANA: por favor Raúl, piénsalo, podemos seguir viviendo juntos y felices aquí, hazla caso.
-ELENOR: no se ira, te ama, se quedara aquí………..- se penso otra amenaza-………. y si no es por el será por ti, si se va echaré a Ana de casa, y la demandaré hasta sacarla el ultimo € que la di, y mas aun, arruinaré a su familia si hace falta, me da igual todo, será mío de una forma o de otra, quédate y no la haré nada.- me tensé como nunca, si no hubiera sido una mujer la hubiera pegado allí mismo, cerré el puño con energía y me calmé.
-YO: ¿estáis seguras de que queréis hacer esto?
-ELEONOR: SI.- asintió con firmeza, miré a Ana.
-ANA: por favor, hazlo, me da igual, que gane, si puedo quedarme a tu lado.
-YO: me duele mucho Ana, no que te hayas acostado con otros, si no tus mentiras, lo siento, no accederé a esto.
-ELEONOR: lo are, no dudes de mi, si no eres mío la destrozaré la vida.
-ANA: Raúl te lo ruego, por mi familia.- se arrodilló en el suelo.
-YO: no seré tuyo nunca Eleonor, pero no puedo dejar que la hagas daño, te lo advierto, si sigues adelante será pero para ti, sabes de lo que soy capaz.
-ELEONOR: lo se, y aun así me arriesgaré.
-YO: última oportunidad, por favor, te lo pido desde el fondo de mi corazón, para esto.
-ELEONOR: ya esta hecho.- agaché la cabeza rendido, rojo de rabia, dolor e ira, cerré ambos puños hasta hacerme daño en las palmas.
-YO: esta bien, pero recordada que todo esto, es culpa vuestra……-suspiré-……Isabel – alcé una mano llamando, las 3 se miraron extrañadas, la abogada se puso en pie y se acercó a mi, la rodeé con el brazo y la di un beso pasional y grotesco, obligando a doblar la espalda, su falda corta de vestir la impedía los movimientos.- bien, empecemos, esta es Isabel, me la estoy tirando desde hace 4 meses.
-ANA: ¡¡¡serás cabrón!!!
-YO: cállate, tu te has tirado a todos los mierdas que Eleonor te ha puesto en la cara, y desde antes de las fechas de los videos de Eleonor.- la verdad la cerró al boca.
-ELEONRO: bien, te tiras a mi abogada, nada raro, ¿y que?- sonreí con fuerza, mientras Isabel, la abogada, me acariciaba el pecho.
-YO: me ha estado informando de todos tus movimientos, Eleonor, de todos- se quedó blanca.
-ELEONOR: de ……¿de todos?- caminó hacia atrás hasta sentarse.
-YO: de todos, de hecho, ¿te has molestado en leer la cesión del piso que me has dado firmada por ti?
-ELEONOR: no yo solo lo firmé y…………..- sintió terror al comprenderlo, cogió la carpeta y se puso a leer en voz baja- …….El estado, por orden de Eleonor xxxxxx.xxxxxxxxx, en pleno uso de sus facultades le cede la propiedad del piso xxxxxxxxxx en la calle xxxxxxxxx desde el ida xxxxxxx a …..- aumentó el tono de su lectura – ¡¡¡¡RAUL XXXXXXX XXXXX!!!!! ¿¡¡pero como has podido?!!
-YO: el como no lo se, eso fue cosa de aquí mi amiga.- abracé ladeando a Isabel, la abogada.
-ISABEL: en realidad es fácil – sacó una grabadora y al ponerla se oyó la voz de Eleonor dando el lacrimógeno discurso el día que Ana le pido nuestro piso – entre esto, y el papeleo inicial que se inicio ese día, todo ha ido seguido, el estado no hace preguntas.
-ELEONRO: pero te fui a ver, te pedí que cambiaras la propiedad a mi nombre……- la interrumpió.
-ISABEL: si, además me pediste que hablaramos a solas, en una habitación apartada y que nadie mas supiera nada……- el rostro de Eleonor era indescriptible.-……te falto firmar en blanco, que tonta.
-ELEONOR: ¡¡¡pero no puedes hacer eso, eres mi abogada!!!
-ISABEL: si, por lo tanto nadie se cuestionará nada, incluso lo dijiste delante de otro abogado del bufete la 1º vez, que me confirmará tus palabras, fue sencillo, estando ya advertida por Raúl solo te puse un papel delante y lo firmaste sin leer, a escondidas y sin testigos jajajajajaja.- era tan despiadada en los juicios como en la vida real.
-ANA: pero eso es imposible- replicó ella por que a Eleonor no le salían las palabras.- ¿como podías advertir a la abogada antes de que hiciera el cambio?- sus palabras hicieron retomar el hilo a Eleonor.
-ELEONOR: eso, no se lo dije a nadie hasta ahora, ¿como podías saberlo?
-YO: en eso tenéis razón, es imposible que lo supiera, nadie podría sospechar nada, ahora mismo estaría en tus manos………….nadie lo vio, ni siquiera yo……nadie…..salvo mi madre.- me miraron como si estuviera loco.- mi buena señora madre en Navidades me advirtió, me dijo que se olía algo, deseché la idea, no podía entender que me la fuerais a jugar, pero mi madre nunca me había fallado, así que el día que volví de su casa, que follamos hasta el alba, y baje por la mañana, mientras dormíais, fui a mi cuarto, recogí parte del equipo de espionaje que use con el ex de Eleonor, y puse un par de cámaras y micros por la casa, nada ostentoso, solo por si acaso, si no había nada serio la confirmación de que mi madre se equivocaba, pero esta vez, para mi desgracia, no fue diferente.- me acerqué al mueble de la entrada y saqué uno de los micros de debajo de un jarrón decorativo, enseñándoselo.
-ELEONOR: pero entonces……..lo sabes………..todo.- se tapó la boca abstraída.
-YO: todo, desde tu llamada a la abogada hoy para montar el circo y tu plan maestro, no debiste traerla para hablar con ella, como has manipulado a Ana desde el día que puse micros para que cediera a tu dinero, supongo que desde antes de gravaras por como discutíais por que la pagaste para que empezáramos a acostarnos contigo, ya me olía que andabais aliadas, pero no sabia hasta donde, cada grabación me iba llenando de ira, si, lo tengo todo, hasta como llamaste para ofrecer 3 millones de € por Ana en nuestro viaje a Egipto, fingiendo ser un jeque, ¿que esperabas? ¿Que aceptara la oferta o que algún pobre desgraciado la secuestrara para vendértela y luego abandonarla? –Eleonor se echó a llorar mientras que Ana la miró asustada- he esperado pacientemente, no se si para saborear mejor este momento, o con la esperanza de que abandonarais esta locura, y de que Ana me revelara sus infidelidades, verla como se la follaba los tíos que traías cada noche de fiesta me partió el corazón – empecé a llorar mirando a Ana- pero ver como se vendía para que la follara el cerdo de Lili, ese tío que nos daba asco a todos, eso me mató.- Ana rompió a llorar, seguro que recordando cada momento que sintió a ese cerdo follándosela medio drogado.
-ANA: yo………….
-YO: tu nada, ¿cuanto dinero la has sacado?, espero que traicionarme así, y sobretodo venderte de esa forma, te haya sido lucrativo, ¿como?, ¿como pudiste ceder ante el camello drogado de Lili?…………..ahhhhhhhhhhh si, se me olvidaba, ¿Lili?, ¿o Carolina?- la cara de Lili se sumo al horror de las demás.- si, Carolina xxxxxxx xxxxxx, natural de Colombia, y del barrio en que naciste Eleonor, la abogada me contó que tu hermana falleció de sobredoras a los 21, y que toda la historia de tu pobre hermana y el circo del aeropuerto, todo era un montaje para darme pena y forzarme a ayudarte, ¿Cuánto te costó el pariré del avión y la policía en el aeropuerto privado? ¿Quien es en realidad? ¿Una amiga de tu infancia o solo una puta que contrataste?
El silencio llenó la sala, los llantos de Ana se agotaron y Eleonor y Lili, o Carolina, se quedaron blancas, mientras Isabel me besaba el cuello de forma lasciva ante los ojos de las demás. Isabel había sido la mas sencilla de todas, desde que destapé al ex de Eleonor me dio su numero, y pasé de ella hasta que vi el 1º vídeo de Eleonor chantajeando con dinero a Ana, entonces cogí su numero del cajón y la llamé para quedar un día en su despacho, no hizo falta mas, según llegué me llevó a un archivo cerrado con llave y allí mismo me besó, con lujuria al ver mi rabo tieso, se lanzó a chuparlo, casi ni le entraba en la boca mi glande, la alcé y la pegué de cara a la pared, la levanté la falda lo justo para echar sus bragas a un lado y penetrarla el coño con fuerza, ella misma se tapó la boca para no gritar, sollozaba al sentir la fuerza de mis embestidas, y para asegurarme un control total, a los 20 minutos y después de 3 corridas suyas, saqué a la bestia que desató hasta levantarla por los aires con cada golpe de cadera, gritando sin reparo alguno, para cuando me corrí Isabel ya era mía, “avísame con cualquier cosa que haga Eleonor y volverás a sentirme entre tus piernas, haz lo que te diga y te follaré cuando quieras, intenta engañarme y me iré para jamas volver.”- asintió entre temblores, desde ese día me llamaba avisándome hasta del detalle mas obvio y tonto, alguno se lo inventaba o lo repetía, solo para volver a follar conmigo, pero para tenerla contenta acudía encantado, mas de una vez al ir a hacer ejercicio por las mañanas iba a su oficina, o me recogía en el coche para ir a su casa. Era una mujer rubia de pelo rizado y corto, apenas le llegaba a los hombros, con los ojos color marrón, de unos 34 años, buen tipo, con un trasero de calidad y tetas algo pequeñas, su forma de vestir con faldas y de traje siempre me excitó, pero una vez que era mía me desahogaba con ella, cada vez que iba a casa y tenia que actuar con Eleonor o Lili, hasta con Ana, trataba de llevarlo lo mejor que sabia esperando que todo pasara de largo, que fuera un arma que nunca querría usar, pero no me habían dejado, al final quisieron llegar hasta el final, y gracias a la advertencia de mi madre ahora tenia el control.
-ELEONOR: es una vieja amiga de mi hermana, fue la que estuvo con ella………… hasta que murió, le debía sacarla de allí, al menos eso.
-YO: me alegro por vosotras, ahora, quiero que sepas que tengo montones de cintas de viendo y baudios sobre nosotros, con pruebas para encarcelar a Lili, o como coño se llame, por consumo de drogas, a ti por estafa, ofrecer dinero por otra persona o suplantación de identidad a la seguridad social , elige o todo junto – temblaba ante mis amenazas veladas- aparte de horas y horas de sexo salvaje conmigo y con otros hombres, que sin ser legalmente denunciable, destrozarán tu cara publica, incluso puede que tu ex quiera usar algo contra ti para recuperar ciertas propiedades………- Eleonor bajó los brazos derrotada, había jugado con fuego y se había quemado.
-ELEONOR: ¿Qué es lo quieres?- asumió que era dinero.
-YO: lo que yo quería era vivir feliz con Ana, y me daba igual donde, pero ahora no lo podré tener.
-ANA.: ¿por que no?, ahora la casa es tuya, podemos ser felices juntos, echarlas y será nuestra casa.- planificaba alegre poniéndose de pie, viendo una rendija de esperanza, pero la eché una mirada que la fulminó, viendo como las lagrimas me llenaban los ojos.
-YO: ojalá pudiéramos, te he dado la oportunidad todo este tiempo…………. si me lo huebras contado…………………. incluso ahora, antes de ver los videos, te hubiera perdonado, te amo tanto que me hubiera dado igual, pero no has podido ser sincera conmigo, no confío en ti, y tendré que aprender a dejar de quererte.
-ANA: Raúl por favor, te quiero……….- la corté dejando de mirarla.
-YO: ahora lo que ordeno es que hagáis el equipaje, y os llevéis vuestras cosas cuanto antes, Eleonor puede llevarse a Li…a esa, consigo a cualquiera de sus casas, no quiero volver a verlas nunca, y si quieres seguir manteniendo tu posición, seguirás pagando los gastos de esta casa, comunidad, seguro de hogar y desperfectos, ninguna locura para ti, yo ya se cuidarme solo, no necesito tu asqueroso dinero así que no temas mas chantajes en adelante, a Ana la dejarás en paz, creo que te ha sacado suficiente dinero para pagarse los estudios donde quiera, y no tomarás represalia alguna sobre ella o seré yo quien te hunda la vida a ti. Si sigues estos pasos, no volverás a saber de mi, ni yo de ti, es lo mejor para ambos, si no lo haces despídete de todo ¿queda claro?
-ELEONOR: como el agua………….pero podríamos………
-YO: no, se acabó, búscate a otro imbécil que te folle.- se levantó y se fue al piso de arriba, con Lili/Carolina detrás, que permaneció callada a riesgo de meter la pata y que la repatriaran.
-ANA: ¿y nosotros?- preguntó con miedo.
-YO: no hay un nosotros, lo dejamos aquí y ahora, preferiste el dinero a mi, así que coge todo ese dinero que con tanto esfuerzo te has ganado, y lárgate de mi vista, ni se te ocurra intentar ir al piso de estudiantes, no te quiero volver a ver en mi vida, seguro que con unos incentivos puedes volver a Granada y matricularte allí lo que te queda de estudios, supongo que eso agradará a tu familia ahora que ya lo saben y te lo exigieron, pero en el fondo, me da igual, haz lo que quieras, todo, menos ponerte en mi camino.
-ANA: pero yo te quiero………..- fue un lamento entre lagrimas, más que un argumento.
-YO: y yo a ti, pequeña, adiós.
CONTINUARA…………..
No era posible que tuviéramos tanta mala suerte… Guille me diría después que era el karma que teníamos por la manera en que empezamos la relación Mili y yo… ella poniéndole cuernos a Javier y yo a Viví… el destino nos estaba haciendo pagar las libertades que nos dimos y el dolor que causamos.
En este punto, me importaba más el dolor que podía causarme el padre de Mili, tenía entendido que era un moreno de casi 2 metros, ex militar… razón por la cual los pocos enamorados que tuvo Mili temían acercarse a su casa… ya entendía porque Javier huía de conocer al padre de Mili.
Ahora imagínense la reacción de un gigante así al encontrar a su niña atorada contra natura, con su vestido replegado en su cintura, casi como violada… sus senos al aire, su pubis desnudo, lo lógico sería con mi verga en su vagina, pero lo chocante que sería a cualquier padre ver a su bebita con una verga incrustada en el ano y una morbosa expresión de placer en ese mujeron que siempre seria su niñita.
No soy racista, pero obvio que ese negro se iba a engorilar mismo King Kong… y una cosa es que le ceda un golpe al cornudo de Javier, pero ¿qué haría con el viejo de Mili?… dejar que me golpee sin responder o intentar defenderme… en ambos casos iba terminar en el hospital o en los anuncios de defunciones.
A todo esto, las nalgas de Mili se habían contraído por el miedo, apretando a más no poder mi verga que se deshinchaba, reduciéndose a su mínima expresión, mis huevos eran dos bolitas peludas y arrugadas… ríanse si quieren pero seguro ya les ha pasado en alguna oportunidad…
Mili giro su rostro de pánico hacia la escalera, seguro ensayando una excusa para su papi. Yo no podía hacer mucho mientras Mili no se parase y me dejase salir o huir. Estaba agotado, por el partido, la fiesta, la pelea y todo lo que me exprimió Mili, apenas si tenía fuerzas… quise levantar su enorme trasero para librarme, pero no pude… lo único que pude hacer fue, al menos, subirle el vestido, cubrirle los senos y agazaparme detrás de ella… quizás su viejo no notaria mi presencia, pensé absurdamente.
Mientras la sombra sin hacer ruido iba creciendo en la escalera. El viejo de Mili era sigiloso como buen militar… Caraj… ¿y si tenía un arma y esperaba matar un ladrón?… el único ladrón que mataría en esa cochera seria al que le robo salvajemente la virginidad anal a su nenita… hasta que escuchamos su voz…
– Miauuu….
¿Qué? ¿No era gorila era tigre?, pensé… luego vi la silueta del felino… Gata de mierd… casi me da un infarto por su culpa, era la mascota de Mili, una gata angora. Ambos nos reímos y respiramos aliviados…
Mili ahuyento con señas a su gata para que no se acerque, machistamente pensé: las perras y las gatas no se llevan bien… pero estaba bien que la ahuyentara, tampoco era para que la gata venga a hacer más ruido y despierte al viejo de Mili… shu, shu, vete michi… le decía.
Una vez que la gata huyo, Mili se paró, dejando caer mi reducida verga llena de mi leche que caía de su ano abierto. Ella lo miro con gracia y ternura, adivino que el estrés del momento lo dejaron así…
– Uy pobrecito como quedaste… dijo risueña arrodillándose frente a mi verga, para darle su respectiva limpieza, un ritual que parecía haber adoptado.
Una vez que termino su labor, abandono mi verga semi erecta. Mili no quería exponerse más de la cuenta a ser descubierta en su casa… tomo un trapo y limpio como pudo las huellas de mi semen en sus nalgas y muslos, luego en mi pantalón… Mientras yo la miraba complacido y ella me sonreía satisfecha.
Yo estaba desparramado entre el piso y el mueble, dejando que Mili hiciera todo, yo estaba molido… ella en cambio parecía repuesta, se empezó a acicalar, se cubrió todo y se atrevió a modelar provocativa y juguetonamente para mi… pero tanta payasada nos pondría nuevamente en evidencia…
Mili se paseaba al lado del auto, sus pies aun desnudos por momentos parecían resbalarse, robándome sonrisas… pero en una de esas resbalo por lo que parecía parte de mi leche que se le escapó de sus intimidades cuando se paró. El asunto es que el resbalón la hizo caer de lado, obligándola a apoyarse en el auto, lo que a su vez… activo la alarma del coche… si, con sirenas, luces y todo…
– Por la put… madr… dije, ahora sí que me jodi completamente, pensé.
Con todo ese ruido no tardaría en venir el viejo de Mili y darme la tunda de mi vida. No podía esconderme en ningún lado, no podía salir por la puerta sin hacer ruido y exponerme a un tiro en mi huida, tampoco podía presentarme con mi pantalón manchado con mi propio semen.
Solo me quedaba ofrecerle al viejo de Mili mi mejilla izquierda, ya que la derecha estaba maltrecha… me encontraba resignado, mientras escuchaba el ruido que venía de encima de nosotros, de la casa…. Eran pasos ruidosos, de gigante, apresurados por llegar a la cochera…
Mili nuevamente horrorizada me miraba, por más que ella retuviera a su viejo en las escaleras, el militar bajaría a ver si es que su hijita vino con algún novio aprovechado… pero esta vez Mili me sorprendió, me hizo rápidas señas para que me meta debajo del auto… era mi última opción, me metí arrastrándome debajo del auto, mientras Mili presurosa subía la funda para dejarme entrar…
– ¿Quién anda ahí?… era la voz grave del viejo de Mili, venia de la escalera…
A la mierd… hasta acá llegue, pensé, terminando de meterme bajo el auto, mientras Mili dejaba caer la funda para cubrir el auto y a su amante que la satisfacía analmente…
– Papi, soy yo… dijo Mili asustada mientras escuchaba en las gradas a su viejo bajando.
– ¿Estas son horas de llegar?, ¿entrando a escondidas por acá en esas fachas?… se le venía la reprimenda a Mili, mientras yo apenas respiraba bajo el auto.
– Ay papi, lo siento, es que se me paso a hora, no quise despertarte, pero tropecé y active sin querer la alarma del auto… con esa vocecita de niña engreída que ponía, me daban ganas de empalarla con su vestido de escolar.
– Ok, mi niña, está bien, pero sabes que no me gusta que te vistas así, te expones a mañosos…
– Papi se defenderme, aprendí del mejor, aparte quien se va querer meter con la hija de un gran militar… dijo alimentando el ego de su padre, mientras yo esperaba que se lo lleve de ahí.
– Jajaja… si… pero… dijo el viejo zorro dudando y empezó a olfatear… acá huele raro…
Ay caraj… sentía que me orinaba… claro que olía raro, su hija olía a mi semen, me la tire 3 veces esa noche, tenía impregnado mi olor a esperma… su nenita tenía su enorme culo meloso por mi leche…
– Buenooo papi… tu sabes que estuve en una fiesta… se me debe haber pegado el olor del trago y los cigarros… tu sabes ese humor se impregna… se justificó mili medio nerviosa.
– Puede ser… pero huele como a cloro… sentencio el viejo, me jodi pensé se va dar cuenta que es olor de leche que aun tenia mili en su esfínter ajustándolo seguro para que no salga.
– Debe ser el cloro que mama usa para limpiar el piso… explico Mili miedosa.
– Si, puede ser… ¿Que se mueve ahí?… dijo nuevamente serio.
A la mierd… yo estaba tieso, pero la funda del auto parecía moverse… a mis pies veía la gata de Mili paseándose cerca al neumático… Que carajos tengo que se me pegan las perras y las gatas!… pensaba mientras veía la luz entrar debajo del auto, el viejo estaba subiendo la funda y Mili estaba helada seguro.
En mi nerviosismo me di maña para empujar con mi pie a la gata hacia afuera… la que salió maullando y pegándose a la pierna de ese gigante que parecía pie grande…
– Esta gata tuya… decía el viejo mientras aliviado veía la funda nuevamente caer y cubrirme… ven hija, vamos a dormir…
– Papi no tengo sueño… quiero quedarme un rato viendo tele… dijo caprichosamente Mili.
– Ok… pero no te desveles y ponle seguro a la puerta de la cochera…
Yo respiraba aliviado bajo el auto, escuchando en las gradas los pasos del viejo de Mili, me quede un rato… escuche unos pasos más suaves en la escalera, pensé que era la vieja de Mili…
– Dany… ya puedes salir, ya le puse seguro a la puerta de arriba.
– Que cerca estuvo eso… creo q perdí un par de kilos…
Algo precavidos y cansados por todo lo hecho, solo estuvimos un rato en su sofá dándonos besos, esperando que el militar se duerma de nuevo. Varias veces Mili me jalo de la puerta de su casa para volver a llenarme de besos, hasta que me permitió irme, tome un taxi a mi casa. Caí rendido en mi cama.
Al día siguiente Guille me conto que en la fiesta solo hubieron rumores de que Javier me atrapo besando a Mili y por eso se armó el lio… bueno si solo piensan que la bese, estamos bien, me dije… es que también tengo perfil bajo sin fama de pendejo, Mili se viste apretada pero no da pie a que se le acerquen mucho… más bien lo que comentaron más fueron las fachas de Vane, que normalmente vestía bien pero no tan provocativa, era como si pasara de monja a puta… más de uno le quería caer…
Al día siguiente, lunes, empezaban los exámenes en la facultad, así que la gente estaría más distraída en eso. Mili y yo solo teníamos examen el martes de la materia que llevamos juntos y del que estábamos en la cuerda floja. El buen Guille que era delegado del curso, me informo que el lunes en la noche había opción de sustentar nuevamente nuestro trabajo para recuperar los puntos que perdimos aquella vez que sustentamos mal por la tensión que había entre Mili y yo tras desvirgar su ano.
Ese domingo Mili y yo optamos por darnos libre ese día y estudiar por separado, era mucha tentación estar juntos… le avise del trabajo, me dijo que pase a recogerla una hora antes de la clase.
El lunes después de almorzar tarde me di una siesta, y me levante casi a la hora de la clase… Diablos… mi viejo al verme apurado, se compadeció de mí y me dio las llaves de su auto… caraj… o me aprecia mi viejo o piensa que más caro le sale pagarme de nuevo el curso… en fin, salí volando a buscar a Mili…
Mili también tomo una siesta y me recibió soñolienta sin noción de la hora… en una malla negra y una chompa suelta que le cubría buena parte de su deliciosa anatomía…
– Espérame que me cambio… me dijo
– No hay tiempo que nos agarra el tráfico… replique.
– Al menos déjame lavarme… me dijo.
Salió unos minutos después, subimos al auto, mientras ella se peinaba y terminaba de maquillarse, yo buscaba la ruta más corta, pero nada, tráfico en todos lados… el curso era de 6 a 8, y ya eran las 7pm…
– Ay Dany… como me haces venir así… que vergüenza, esta malla está rota… me dijo.
Baje la vista, Mili había abierto sus piernas y me mostraba el agujero que tenía su malla a la altura del pubis, lugar propicio pensé, mientras me imaginaba como aprovechar ese agujero… hasta que un claxon me devolvió a la realidad… semáforo en verde, avancemos…
– No es tan grande el hueco, aparte está ahí abajo y no se verá (a menos que necesites levantar la pierna para evitar que nos reprueben)… le dije calmándola.
Llegamos a las 7.30… como ya no había gente, el profesor preparaba sus cosas para irse… aquí ayudo el ruego de Mili, si este profe como cualquiera se deleitaba viéndola con sus ropas apretadas, al menos un favor le debía permitir a una alumna cumplida como Mili…
Expusimos soberbiamente, el domingo estudiamos bien, e igual que en el sexo nos complementamos muy bien… incluso el profesor nos felicitó. Nos faltaba poco para aprobar el curso, el examen al día siguiente seria puro trámite… Mili parecía una niña feliz… saliendo del salón, me planto un beso…
– Nos van a ver… le dije, pero el pasillo estaba vacío solo había gente en los salones en exámenes.
– No me importa… eres mío y tarde o temprano lo sabrán… dijo orgullosa y quizás marcando territorio, ya que Vane se me regalaba quería evitar que otra tentara suerte conmigo.
En realidad nunca tuve una chica en la facultad, desde que ingrese siempre evite enredarme con chicas de la facu para evitarme distracciones. Viví era de otra universidad, a Jeny la conocí estudiando inglés, a Angie trabajando en una tienda (casi en simultaneo con la anterior, otro enredo que algún día contare), luego una relación filial camuflada con mi prima Anita y otra relación dando clases de matemáticas a una escolar (Cinthya)… ese era mi prontuario de mi época universitaria… todas lejos de las aulas…
No había pensado como seria eso de tener enamorada en la facu, como actuar… bueno faltaba poco para terminar la carrera… así que solo dejaría fluir las cosas, permitiría que Mili se deje llevar por la alegría del momento, bajamos a buscar el auto. Por los exámenes, las cocheras cercanas a la facultad estaban llenas, tuve que estacionar en otra facultad donde había pocos autos y era algo oscuro…
Entramos al auto… había dejado una luna posterior semi abierta, lo que hizo que uno de los rollos de planos de arquitectura de mi papa, que estaban sobre el asiento de atrás, se desenrede y por el viento el papel cubría la luna posterior, no me dejaría ver por el retrovisor….
– Mili hazme el favor de sacar eso de ahí… le dije señalando los planos.
– Si me lo pides… te hago cualquier favor… me dijo coquetamente mirando mi entrepierna.
Por un momento pensé que había liberado nuevamente a la fiera anal… pero parecía más un juego suyo, ya que no dio pie a que le conteste nada… solo vio mi cara de sorpresa, sonrió y salió y entro por la puerta de atrás, por el retrovisor la vi sentada forcejear con el plano… mientras yo veía la hora…
Luego escuche un ruido del rasgar de una tela, pensé que Mili había roto el asiento y ahí si mi viejo me mata… levante la vista y vi como Mili se había subido al asiento de atrás, en 4 patas con las rodillas sobre el asiento y los codos en el respaldar… en esa acción el hueco que tenía en la malla se hizo más grande…
– Ay no… que vergüenza… no voltees… no me veas por favor… exclamo.
Lo que vi por el retrovisor quise verlo mejor y voltee, era un espectáculo inusual y excitante: Mili en cuatro con sus gordas nalgas abiertas casi en mi cara, la malla descocida entre su pubis y su ano, su pequeña tanga se metía entre sus labios vaginales, que parecían empezar a mojarse con esa fricción…
No me importo que estuviéramos en la universidad, aposte porque las lunas polarizadas del auto nos cubrirían de cualquier curioso que pasase por ese desolado estacionamiento. En ese momento no lo pensé dos veces, simplemente tome los bordes de esa descocida malla y tire a los lados abriéndola más.
– Queee… Dany no… ummm… gimió Mili, mientras sentía que mi lengua incitaba su vagina.
Nunca me había provocado tanto hacerle sexo oral a una chica, claro que lo había hecho, pero esta vez por la posición y el espectáculo que me daba Mili, me abalance sobre su conchita y la lengüeteé ferozmente, mientras con mis manos estrujaba sus enormes nalgas… y ella se estremecía…
– Para ya… no… no pares… sigue… se desdecía al sentir mi lengua en su clítoris.
Me di maña para liberar mi verga que ya votaba líquidos… baje como pude el asiento de al lado, mientras Mili se quitaba su polera que con la calentura la hacía sudar. Ahora tenía el pecho desnudo, solo con el brasier negro conteniendo sus grandes melones… y claro su malla, negra rota de par en par, con su hilo dental a un lado, mientras ella arqueaba la espalda esperando recibirme…
– ¿Qué esperas?… vamos… me decía enloquecida de excitación.
Pase como pude atrás, para esto el auto ya rebotaba en sus amortiguadores, por suerte no veía a nadie y tenía la alarma apagada… la bondad de ese auto era su espacio posterior y su altura, fácilmente entramos los dos en el asiento de atrás, ella con sus gordas nalgas apuntándome…
– Uhmmm… gimió al sentir mi verga hundirse en su húmeda vagina… no ahí, no, después no habrá tiempo para este… dijo apuntando su ano y agrego… y por acá es más rico…
– Como gustes… le dije tomándola de la cintura y apuntando a su ansioso ano.
La fui empalando lentamente, tomándola por la cintura y atrayéndola hacia mí, mientras ella me empujaba su enorme rabo a mi entrepierna. Mili que antes apoyaba sus codos en el espaldar, ahora tenía clavada sus garras en el asiento… así como yo me la clavaba a ella…
– Ay… no puede ser q me guste tanto estooo…. como me encanta ser tu perra… vociferaba enloquecida por el placer que le causaba tener su ano invadido por mi verga hasta la raíz.
Nuevamente la imagen parecía propia de una violación, un sometimiento salvaje… Mili con la malla rota mostrando su raja y sus nalgas a medias, yo martillándole el culo salvajemente mientras tomaba de riendas lo que queda de su malla, su brasier y sus cabellos… esa era también la excitación del momento, nuevamente al borde de ser descubiertos hasta expulsados.
Por Mili estaba excediendo los límites de la cordura y el exhibicionismo, una cosa era someterla en mi casa vacía… pero en el cine, en la biblioteca, en el coliseo, en el baño de la casa de Guille, en la cochera de sus padres… y ahora en el estacionamiento de la facultad!!!
Quien diría que Mili, esa morena apetitosa pero que mantenía a raya a los que querían propasarse, que se hacía respetar con sus gestos y miradas… terminaría siendo una esclava de sus pasiones, una adicta al sexo anal… algún viejo familiar me dijo cuando yo era adolescente: toda mujer tiene una puta en su interior, depende de cada uno hacer que aflore… y parece que le había dado en el punto exacto a Mili…
– No pares por favor… más fuerte… me rogaba, pasando sus brazos por atrás y tomando los bordes de su malla para abrirlos más, para que vea sus gordas nalgas.
Eso no fue todo, acto seguido, ella misma tomo sus redondas nalgas y las abrió, como para que mi verga se le hunda hasta el fondo… yo se la incrustaba tan fuerte como podía y ella resistía, mientras el auto se movía como poseído dentro del estacionamiento, ya comenzaba a chirriar pero no nos importaba.
Por momentos le besaba el cuello y la hacía temblar, o tomaba de los pelos a Mili jalando su cabeza para atrás para que me bese, dándole a entender que yo mandaba en ese castigo anal a la que la sometía… ella no se quejaba, como loca buscaba mi lengua… mientras sus senos ya habían saltado de su brasier, sus duros pezones rebotaban contra el asiento…
– Dany… ya no… ya no… que me matas… ohhh…. Uhmmm… decía Mili desfalleciente.
– Aguanta un poco… ufff ufff… le pedía sintiendo que me faltaba poco.
Apure mis movimientos, viendo a ella más cerca al orgasmo que yo… hacia retumbar sus redondas nalgas contra mí. Me invadió el morbo de ver ese enorme trasero temblar con mi verga abriéndola en dos… ella volteo y me miro con una expresión de placer, por momentos de niña violada, sometida, castigada… viendo de lado sus enormes melones vibrar con mis embestidas…
Esas imágenes terminaron por excitarme más y hacerme llegar mientras le hundía mi verga a más no poder dividiendo sus abultadas nalgas y ella contraía todo su bronceado cuerpo, mis dedos se hundían en sus gordos glúteos transmitiendo mi éxtasis… luego le vinieron los temblores y las contracciones de placer, con cada inyección de semen de mi pene a sus intestinos…
– Ay Dany… no puedo…ufff… no puedo respirar… lo disfrutó tanto que se estaba sofocando, también era porque teníamos las lunas cerradas.
No podíamos abrir las ventanas porque nos verían, solo me dedique a calmarla, acariciar sus cabellos… ella me tomo la mano y la dirigió a sus senos, sentía su corazón palpitar a mil al borde de la taquicardia… resignada a esperar que pase, apoyo sus brazos y cabeza contra el asiento… hasta que…
Escuchamos pasos afuera… a través de la luna polarizada pude ver la imagen de un hombre en traje… mierd… debe ser profesor… abrió la maletera de su auto y metió algunos documentos, ahí lo pude ver bien… era el mismo profesor que minutos antes nos aprobó y ahora estaba a unos metros de mi auto, si nos descubría no solo nos reprobaban, nos expulsaban.
Mili yacía deshecha debajo mío con mi verga aun clavada en su ano palpitante, recuperando su respiración, no sospechaba del peligro… pensé que ese profesor se subiría a su auto y se iría… pero poso su vista extrañada en mi auto, cerro su maletera y comenzó a caminar hacia nosotros…
La put… que te pario!… ¿por qué mierd… vienes?… vete caraj… murmure intentando ahuyentarlo.
El profe habrá visto el auto moverse, rebotar sobre los neumáticos, eso despierta cualquier sospecha. Mili no reaccionaba, estaba casi desmayada. Luego recordé las palabras de Guille respecto a que estábamos pagando nuestros errores…
Maldito karma… pensé.
Continuara
A raíz de una película, el protagonista descubre que su compañera tiene entre sus fantasias el sentirse dominada. Aunque en un principio se escandaliza, poco a poco se deja contagiar por el morbo de ser su dueño y a través de el sexo, su relación se consolida y juntos descubren sus límites.
Bajatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:
http://www.amazon.es/%C2%BFMe-dar%C3%ADas-azote-Descubriendo-sumisa-ebook/dp/B00ZDDQQO8/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1434704096&sr=1-1
Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:
« ¿Me darías un azote?».
No creo que exista ningún hombre que no se haya imaginado alguna vez que una mujer le hiciera esa pregunta. Todos sin distinción, deseamos experimentar nuevos horizontes sexuales. Pienso que es difícil encontrar a alguien que no haya barajado saber que se siente teniendo atada en su cama a una persona del sexo opuesto. Pero como casi todas las fantasías, o bien nos ha dado miedo el realizarla o bien no hemos encontrado con quien hacerla realidad.
Hasta hace seis meses, yo era uno de esos. Aunque se me había pasado por la cabeza el intentarlo, sabía que era un sueño casi imposible de cumplir. El que encima fuera Susana quien me lo preguntara, no entraba ni en mis más descabelladas utopías. Las razones son muchas, en primer lugar porque por entonces tenía novia y esa rubia además de ser mi compañera de piso, era pareja de un buen amigo, pero lo que más inverosímil lo hacía era que esa mujer es un bombón espectacular mientras que yo soy un tipo del montón.
Ya de por sí, que viviera con esa rubia se debía a un cúmulo de casualidades. Todavía recuerdo cómo llegamos a compartir ese apartamento y sigo sin creérmelo. En septiembre de hace dos años, el muchacho que era mi compañero suspendió todas y sus padres le hicieron volver a su ciudad, dejándome tirado y por mucho que busqué alguien con el que dividir el alquiler, me resultó imposible. Estaba tan desesperado que me planteé volver a un colegio mayor o irme a otro más alejado de la universidad. La casualidad hizo que a la novia de Manel, un chaval de Barcelona, una semana antes de empezar las clases el piso de al lado donde vivía se incendiara y dejara hecho cenizas todo el edificio.
Cuando me enteré y dejé caer a mi amigo, que me sobraba un habitación. La verdad es que nunca creí que ni siquiera se lo planteara pero ese culé, no solo vio la oportunidad de que su chica se ahorrara unos euros sino que al ser yo, no pondría inconveniente en que él se quedara en casa las noches que quisiera. Por lo visto, me reconoció que había tenido problemas con las compañeras de Susana porque no veían bien la presencia de un hombre en un piso habitado solo por mujeres.
Como a mí, eso me daba igual, le insistí en que se lo preguntara en ese momento porque me urgía dar una solución a mi precaria economía. Lo cierto es que cogiendo el teléfono, la llamó y en menos de cinco minutos, la convenció de venirse a vivir a mi apartamento. Como comprenderéis no me importó que ese cabrón me cobrara el favor pidiendo dos copas porque los veinte euros que me gasté valieron la pena por los que me ahorraría teniéndola a ella. Lo que ni mi amigo el catalán ni yo imaginamos mientras nos la bebíamos era las consecuencias que su presencia tendría en nuestros mutuos noviazgos.
Os anticipo que mi novia me dejó y al él lo mandaron a volar.
Susana llega a casa.
Como nunca había vivido con ninguna mujer que no fuera mi madre, pensé que iba a resultar más difícil de lo que fue y eso que no pudo empezar peor, porque la que entonces era mi novia me montó un escándalo cuando se enteró:
― No me parece bien que esa tipa se quede en tu casa― me dijo María al conocer de que iba a ser mi nueva compañera.
― Si no la conoces, además es la novia de Manel― dije tratando de que no me jodiera el trato.
Tras más de una hora discutiendo, aceptó pero a regañadientes y eso que no la advertí de que Susana era un maravilloso ejemplar de su sexo. Sé que si se lo hubiera dicho, nunca hubiera cedido y pensando que cuando la conociera y se diera cuenta de lo enamorada que estaba de mi amigo, cambiaría de opinión, se lo oculté
Lo cierto es que aunque el día que la vio por primera vez, se volvió a enfadar, gracias al comportamiento afable de la muchacha y a la continua presencia de su novio en la casa, su cabreo no fue a más y al cabo de una semana, ya eran amigas.
Para mí, no fue tan sencillo. Aunque Susana desde el primer día se mostró como una persona ordenada y dispuesta y nunca tuve queja de ella, os tengo que confesar que por su belleza empezó a ser protagonista frecuente de mis sueños. La perfección de su rostro pero sobre todo los enormes pechos que esa cría lucía, se volvieron habituales en mis oníricas fantasías. Noche tras noche, saber que esa preciosidad dormía en la puerta de al lado, hizo que su culo y sus piernas se introdujeran a hurtadillas en mi mente y que olvidándome de María y de Manel, soñara con que algún día sería mía.
Si lo que os imagináis es que el roce la hizo descuidarse y que un día la pillé o me pilló en bolas, os equivocáis. Como teníamos dos baños, nunca tuve ocasión de que ocurriera y es más, esa chavala siempre salía perfectamente arreglada de su habitación. Durante los primeros seis meses en los que convivimos, nunca la vi en pijama o en camisón. Cuando ponía el pie fuera de sus aposentos, ya salía pintada, vestida y lista para salir a la calle. Curiosamente, su costumbre cambió incluso mis hábitos porque no queriendo parecer un patán, adopté yo también ese comportamiento, llegando al extremo de siempre afeitarme antes de desayunar.
Por lo demás, Susana era perfecta. Educada, simpática y ordenada hasta el exceso, hizo que mi piso que antaño cuando convivía con hombres era un estercolero, pudiese pasar incluso la inspección de la madre más sargento. Ni un papel tirado en el suelo, ni una mota de polvo en los muebles e incluso mejoró sensiblemente mi alimentación porque una vez repartidas las funciones, se cumplieron a rajatabla y como ella se pidió la cocina, no tardé en comprobar lo buena cocinera que era.
Su comportamiento, tal como prometí sin creerlo, derribó las suspicacias de María y se hicieron íntimas enseguida, de forma que al cabo de un mes era raro el fin de semana que no salíamos juntos a tomar una copa. Mientras eso ocurría, poco a poco me fui encoñando con ella:
« No puede ser tan perfecta», me decía una y otra vez buscando un defecto o fallo que la bajara del altar al que la había elevado. Estudiante modélica, culta, graciosa y bella. Era tal mi obsesión que incluso traté de hallar infructuosamente en la ropa sucia unas bragas usadas por ella, para al olerlas, su tufo me resultara desagradable. Limpia y pulcra hasta decir basta, mi compañera de piso lavaba sus braguitas en el lavabo antes de llevarlas a la lavadora.
A lo que si me llevó esa búsqueda, fue a comprobar que bajo su discreta vestimenta, Susana usaba unos tangas tan minúsculos que solo con imaginármela con ellos puestos, me excitara hasta el extremo de tener que encerrarme en mi cuarto a dar rienda suelta a mi lujuria.
Aprovechando un día que había salido con su novio, me metí en su cuarto y tras revisar su ropa interior, elegí el tanga más sexi que encontré y tumbándome en mi cama, me lo puse de antifaz. De esa ridícula manera y mientras aspiraba el aroma a suavizante, me imaginé que la hacía mía.
En mi mente, Susana llegaba borracha y caliente a nuestra casa. Olvidándose de Manel, se ponía uno de los sensuales camisones que había descubierto en sus cajones y se acercaba a mi cuarto. Sin pedirme permiso, se acurrucaba a mi lado mientras me decía si estaba despierto. Os parecerá raro pero incluso en mi sueño esa mujer me imponía y en vez de saltar sobre ella, me hice el dormido.
Dejando correr mi imaginación, la vi desabrochando mi pijama y bajando por mi pecho, sacar de su encierro mi pene. En mi mente, con su boca fue absorbiendo toda mi virilidad mientras con sus dedos acariciaba mis testículos.
― Despierta que te necesito― me susurró al oído buscando que me excitara.
No le hizo falta nada más para que mi sexo alcanzara su máximo tamaño, tras lo cual, recorriendo con la lengua mi glande, la exploró meticulosamente. Tan perfeccionista como en la vida real, lamió mi talle estudiando cada centímetro de su piel. Ya convencida de conocerlo al detalle, abrió los labios y usando su boca como si de una vagina se tratara, se lo introdujo hasta la garganta.
« ¡Qué maravilla!», pensé al soñar que sus labios llegaban a tocar la base de mi órgano.
Sin darme tiempo a reaccionar, esa rubia empezó a sacarlo y a meterlo en su interior hasta que sintió que lo tenía suficientemente duro. Entonces se sentó a horcajadas sobre mí, empalándose lentamente. Fue tanta su lentitud al hacerlo, que pude percatarme de cómo mi extensión iba rozando y superando cada uno de sus pliegues. Su cueva me recibió empapada, pero deliciosamente estrecha, de manera que sus músculos envolvieron mi tallo, presionándolo. No cejó hasta que la cabeza de mi glande tropezó con la pared de su vagina y mis huevos acariciaban su trasero. Olvidándome de que en teoría estaba dormido, la sonreí.
Al verme despierto, se empezó a mover lentamente sobre mí, y llevando mis manos a sus pechos me pidió por gestos que los estrujara. En mi sueño, Susana no dejaba de gemir en silencio al moverse. Sus manos, en cambio, me exigían que apretara su cuerpo. No me hice de rogar, y apoderándome de sus pezones, los empecé a pellizcar entre mis dedos. La ficticia rubia gimió al sentir como los torturaba, estirándolos cruelmente para llevarlos a mi boca.
Y gritó su excitación nada más notar a mi lengua jugueteando con su aureola. La niña perfecta había desaparecido totalmente, y en su lugar apareció una hembra ansiosa de ser tomada que, restregando su cuerpo contra el mío, intentaba incrementar su calentura.
Al darme cuenta que mi fantasía no se ajustaba a la realidad, intenté reconducir y que su personaje fuera más tierno pero mi mente decidió ir por otros caminos y me vi con mis dientes mordiendo sus pechos. Su berrido fue impresionante pero más aún sentir como su coño se anegaba. Sin poder aguantar mucho más, y apoyando mis manos en sus hombros forcé mi penetración, mientras me licuaba en su interior.
Mientras mi pene se vaciaba en su cueva, me di cuenta de la hora y temiendo que Susana volviera, devolví su tanga al cajón sin dejar de saber que volvería a usarlo.
Una película trastocó a Susana
La tranquilidad con la que ambos llevábamos el compartir piso sin ser pareja se rompió por el motivo más absurdo. Un sábado en la noche, los dos con nuestras respectivas parejas nos quedamos en casa para ver una película que trajo Manel. El novio sin saber que acarrearía esa decisión fue a un videoclub y alquiló “la secretaria”, una cinta que narraba la truculenta historia de Lee: Una chica peculiar que cuando se siente superada por los acontecimientos se relaja auto agrediéndose. Tras excederse en uno de los castigos que se inflige a sí misma, pasa algún tiempo en una clínica psiquiátrica.
Si ya de por sí ese argumento no era precisamente romántico, a su salida, consigue un trabajo en un despacho de abogado y su jefe resultó ser al menos tan especial como ella y ante sus fallos la regaña de una forma humillante.
Acabábamos de empezar a ver que la joven descubre en ello una forma de placer muy superior a sus autoagresiones cuando tanto mi novia como mi amigo nos pidieron que dejáramos de verla porque era demasiado dura. Tanto Susana como yo, al principio nos negamos pero ante la insistencia de nuestras parejas tuvimos que ceder y salir a tomar unas copas.
Esa noche al volver a casa fue la primera vez que oí sus gritos al hacer el amor con su novio. Sin todavía adivinar el motivo, mi rubia compañera no se contuvo y con tremendos alaridos de placer, amenizó mi noche.
― ¿Qué le ocurre a esta?― preguntó María destornillándose de risa al escuchar la serie de orgasmos con las que nos regaló: ― ¡Nunca gritaba!
Por mi parte, tengo que confesar que sus berridos me calentaron aún más y deseé ser yo, quien estuviera entre sus piernas.
A la mañana siguiente, la casualidad hizo que Maria y Manel se tuvieran que ir temprano. Por eso, Susana y yo comimos juntos en comandita sin que nadie nos molestara. Fue en el postre cuando tomándola el pelo, le conté que la había escuchado a través de las paredes. Muerta de vergüenza, me pidió perdón. Habiendo obtenido carnaza, decidí no soltar la presa y por eso le pregunté que le había pasado.
― No lo sé― contestó –quizás esa película me afectó más de lo que creía.
Como había visto que su novio se la había dejado olvidada, le pregunté:
― ¿Te parece que al terminar de comer, la veamos?
Aunque se hizo de rogar, adiviné por su mirada que le apetecía y por eso, después de recoger los platos, no la di opción y la puse en el DVD. Si bien habíamos visto los primeros veinte minutos, decidí ponerla desde el principio. Nada más empezar, Susana se acomodó en el sofá y se concentró de tal forma viéndola que pude observarla sin que ella se diera cuenta.
« Dios, ¡está excitada!», exclamé mentalmente al percatarme de los dos bultos que aparecieron bajo su blusa.
En contra toda mi experiencia anterior con ella, descubrí en su mirada un brillo especial que no me pasó inadvertido y olvidándome de la película, me quedé observando su comportamiento al ver que los protagonistas empiezan a rebasar los límites de lo profesional. Cuando en la cinta, el jefe, enfadado, llama a la muchacha a su despacho para reprenderla, la vi morderse los labios y cuando, ese tipo la ordena inclinarse sobre la mesa y comienza a leer la carta, propinándole un sonoro azote por cada error, alucinado, la observé removerse inquieta en su asiento.
« No puede ser», pensé al darme cuenta de que esa cría tan perfecta estaba pasando un mal rato intentando que no advirtiera su calentura.
Lo peor o lo mejor según se mire, todavía no había llegado porque Susana se quedó con la boca abierta cuando la muchacha, al llegar a casa, echa de menos las palizas de su jefe y se golpea a sí misma con un cepillo. Os reconozco que al verla, me contagié de su excitación y tuve que tapar mi erección con una manta. Lo creáis o no, esa rubia que nunca había dado un escándalo no pudo retirar su mirada de la tele mientras la actriz y el actor incrementaban su relación de dominación y sumisión con un fervor casi religioso y ya al final cuando tras una serie de vicisitudes, se quedan juntos, como si hubiera visto una película romanticona, ¡lloró!
― ¿Te sientes bien?― tuve que preguntar al ver las lágrimas de sus ojos.
Pero Susana en vez de contestar, salió corriendo y se encerró en su cuarto, dejándome perplejo por su comportamiento. Tras la puerta, escuché que seguía llorando y sin comprender su actitud, la dejé que se explayara sin acudir a consolarla. En ese momento no lo supe pero mi compañera al ver esa película, sintió que algo se rompía en su interior al descubrir lo mucho que le atraía esa sexualidad. Su educación tradicional no podía aceptar que disfrutara viendo la sumisión de la protagonista.
Pensando que se calmaría, la dejé sola en casa y me fui a dar una vuelta con mi novia. Como era domingo y al día siguiente teníamos clase, llegué temprano a nuestro apartamento. No me esperaba encontrarme con mi amiga y menos verla tumbada en el salón viendo nuevamente esa cinta. Cuando la saludé estaba tan concentrada en la tele que ni siquiera me devolvió el saludo. Extrañado, no dije nada y me fui a la cocina a preparar una ensalada para la cena.
Al cabo de diez minutos, habiéndola aliñado, volví al salón y me puse a poner la mesa. Aunque siempre Susana me ayudaba a colocar los platos, en esta ocasión siguió pegada a la pantalla.
« ¡Qué cosa más rara!», pensé mientras acomodaba el mantel, « ¡Le ha pegado fuerte!».
Con la mesa ya puesta, esperé a que terminara el film. Fue entonces cuando mi compañera advirtió mi presencia y se levantó a ayudarme. Reconozco que cuando observé que tenía las mejillas coloradas, supuse que estaba sonrojada por que la hubiese pillado viéndola nuevamente y no como luego supe por la calentura que sentía en todo su cuerpo.
Mientras cenábamos, se mantuvo extrañamente callada y al terminar, me pidió si podía yo ocuparme de los platos porque se sentía mal. Como siempre ella se ocupaba de todo, le dije que no se preocupara. Susana al oírme, sonrió y directamente se encerró en su cuarto. Todavía en la inopia, metí todo en el lavavajillas y me fui a acostar.
Nada más cerrar la puerta de mi habitación, escuché a través de la pared, unos gemidos callados que si bien en un principio, los adjudiqué a su supuesto malestar, al irse elevando la intensidad y la frecuencia de los mismos, comprendí que su origen era otro:
« ¡Se está masturbando!».
La certeza de que ese bombón estaba dando rienda suelta a su lujuria, me excitó a mí también y aunque resulte embarazoso, os tengo que reconocer que pegué mi oído a la pared y sacando mi pene, me hice una paja con sus berridos como inspiración. Si pensaba al escucharla llegar al orgasmo que esa sinfonía había acabado, me equivoqué por que al cabo de un pequeño rato, escuché que la rubia reiniciaba sus toqueteos.
« ¡Ahí va otra vez!», me dije al oírla e imitándola llevé mi mano a mi entrepierna para disfrutar de sus suspiros.
Sin llegarme a creer que lo que estaba ocurriendo, acompasé mis movimientos con los que alcanzaba a distinguir del cuarto de al lado. Increíblemente, Susana bajando del altar en la que la había colocado, gritaba de placer con autenticó frenesí. Mi segunda eyaculación coincidió con unos sonidos secos que no me costó reconocer:
« ¡Son azotes!», advertí.
Ese descubrimiento fue la gota que colmó mi vaso y derramando mi placer sobre las sábanas de mi cama, obtuve mi dosis de placer imaginado que era yo quien se los daba. Francamente alucinado, fui testigo de que esa serie de azotes se prolongaron unos minutos más y de que solo cesaron cuando pegando un auténtico alarido, esa intachable niña se corrió. Tras lo cual, sus gemidos fueron sustituidos por un llanto que me confirmó su sufrimiento.
Con sus lloriqueos como música ambiente, intenté dormir pero me resultó difícil ya que su dolor me afectó y compartiendo su dolor, supe que aunque fuera una locura estaba enamorado de ella.
« ¡Su novio es mi amigo!», sentencié y ratificando mis pensamientos, decidí que jamás contaría a nadie lo que había descubierto esa noche. Esa decisión me sirvió para conciliar el sueño y con la cabeza tapada por la almohada para no escucharla, me dormí.
Susana se deja llevar por su descubrimiento.
A la mañana siguiente, mi compañera se quedó dormida. Aunque eso no era típico de ella, vacilé antes de despertarla. Dudé si hacerlo pero recordando que cuando eso había ocurrido al revés, ella había tocado a mi puerta, decidí imitarla. Con los nudillos toqué en la suya. A la primera, escuché que se levantaba y todavía medio atontada, me abrió preguntándome qué hora era. Tardé en responderla porque esa fue la primera vez que la vi despeinada. Os reconozco que me quedé absorto contemplando sus pechos a través de la translucida tela de su camisón, afortunadamente su propio sopor le impidió darse cuenta la forma tan obsesiva con la que mis ojos acariciaron su anatomía y tras unos segundos, la respondí riendo:
― Son la ocho, ¡vaga! Tienes el desayuno preparado, daté prisa y te llevo a clase.
Con su rostro trasluciendo una inmensa tristeza, me dijo que no la esperara porque no iba a ir a la universidad. No le pregunté la razón y despidiéndome de ella con un beso en la mejilla, la dejé sola con su sufrimiento. Ya en el ascensor, su aroma seguía presente en mi mente y estuve a punto de rehacer mis pasos para hacerle compañía pero supe que debía de pasar ese trago en soledad. Molesto y preocupado, salí rumbo a clase mientras una parte de mí se quedaba con ella.
Sobre las doce, la llamé a ver como seguía y al no contestarme, decidí volver a casa. Aunque no fue mi intención sorprenderla, al llegar abrí la puerta con cuidado. Desde el recibidor, escuché que la tele estaba puesta y al asomarme me encontré con Susana desnuda viendo por tercera vez la jodida película mientras con sus manos entre las piernas, se masturbaba con ardor. Os parecerá extraño pero al descubrir a esa mujer que tanto había soñado con ella en esa situación, lejos de ponerme cachondo, me preocupó y no queriendo hacerla sufrir, di la vuelta y en silencio, me fui del piso.
Necesitaba airearme y por eso deambulé sin rumbo fijo hasta la hora de comer, mientras intentaba asimilar lo ocurrido y buscaba qué hacer.
― ¡Susana necesita ayuda!― comprendí.
El problema era como hacerlo. No podía llegar y decirle de frente que sabía lo que ocurría y menos contárselo a su novio. Si lo hacía tenía claro que no solo perdería un amigo sino también a la persona con la que compartía el alquiler y por eso, zanjé el tema decidiendo darle tiempo al pensar que se le pasaría.
Al volver al apartamento, llamé primero para avisarle que llegaba porque no quería volver a encontrarla en una posición incómoda. Supe que había hecho lo correcto porque reconocí a través del teléfono que Susana no estaba lista y por eso tardé unos quince minutos en subir del portal.
Entrando en la casa, saludé desde el recibidor antes de atreverme a pasar. Al no obtener respuesta, pasé al salón y me lo encontré desordenado. Sin decir nada, recogí la taza y los restos de su desayuno pero al pasar por delante de su puerta y ver que ni siquiera había hecho la cama, entendí que el asunto era serio y que mi compañera seguía igual.
― Tengo que sacarla a comer, no puede quedarse encerrada― dije entre dientes apesadumbrado.
Justo en ese momento, salió del baño Susana y al verla, fortalecí mi decisión: ¡Seguía en camisón!
Haciendo como si no tuviese importancia, me reí y le dije que se fuera a vestir porque quería invitarla a un restaurante. Al principio la rubia intentó negarse pero entonces, y os juro por lo más sagrado que no fue mi intención, jugando con ella le di un azote en su trasero azuzándola a obedecer. Su reacción me dejó pálido, pegando un aullido, se acarició la nalga en la que había soportado esa ruda caricia y sonriendo, me pidió cinco minutos para hacerlo.
« ¡Pero que he hecho!», maldije totalmente confundido.
Estaba todavía reconcomiéndome por lo sucedido cuando mi compañera salió. La Susana que apareció no fue la depresiva de las últimas veinticuatro horas sino la alegre muchacha que tan bien conocía por lo que olvidando el tema, la cogí del brazo y la llevé a comer.
La comida resultó un éxito porque mi compañera se comportó divertida y atenta, riéndome las gracias e incluso permitiéndose soltar un par de bromas respecto a Manel, su novio. Muerta de risa, se quejó de lo serio y tradicional que era. Como el ambiente era de guasa, no advertí la crítica que estaba haciendo de su pareja ni que escondía un trasfondo de disgusto por no comprenderla.
Como había quedado en pasar por María, me despedí de ella en la puerta del restaurante, ya tranquilo. Creía firmemente que su mal rato se le había pasado y por eso, no me preocupó dejarla sola. Lo cierto es que cuando ya estaba con mi novia, me entraron las dudas y disimulando en el baño, la llamé para ver como seguía. Susana me respondió a la primera pero justo cuando ya la iba a colgar, me dijo que llegara pronto a casa porque había alquilado una película. Os juro que al escucharla se me pusieron los pelos de punta y tartamudeando le pregunté si Manel iba a acompañarnos.
Su respuesta me dejó aterrorizado porque bajando el tono de su voz, me respondió:
― No porque no creo que le guste.
No me atreví a insistir y averiguar el título de la misma, en vez de ello, le prometí que llegaría pronto y casi temblando, volví a la mesa donde María me esperaba. Mi novia se olió que me ocurría algo pero aunque quiso saber el qué, desviando el tema, no se lo dije.
¡No podía contarle lo que sabía de mi compañera de piso! Por eso el resto de la tarde fue un auténtico suplicio porque aunque físicamente estaba con mi novia, la realidad es que mi mente estaba en otro lado. Deseando pero temiendo a la vez, lo que me encontraría al llegar a casa, me hice el cansado para dejarla rápido en su casa. Admito que en el camino, estaba nervioso y dando vueltas continuamente a aquello. En mi mente las preguntas se me amontonaban:
« ¿Qué película será? ¿Por qué quiere verla conmigo? ¿Cómo debo actuar?…».
Si ya eso era suficiente motivo para estar acojonado, mi turbación se vio incrementada cuando al entrar en casa me encontré con que Susana no solo había preparado una cena por todo lo alto sino que había movido los muebles del salón para que desde los dos sillones orejeros pudiéramos ver la tele como si en un cine se tratara.
― ¿Y esto?― pregunté al ver el montaje.
Con una sonrisa en los labios, me contestó:
― Quería que estuviésemos cómodos.
Fue entonces cuando me percaté en un detalle que me había pasado inadvertido, mi compañera de piso obviando su tradicional modo de vestir, se había puesto un jersey rosa súper pegado y unos pantalones de cuero negro, tan ajustados que marcaban a la perfección los labios de su sexo.
« ¡Viene vestida para matar!», me dije al admirar su vestimenta y con sigilo, quedarme observando la sensualidad de sus movimientos. Contra lo que era su costumbre, esa mujer se movía con una lentitud que realzaba su belleza dotándola de una femineidad desbordante. Si ya de por si esa mujer era impresionante, en ese papel, era un diosa.
« ¡Qué buena está!», pensé mientras admiraba su culo al caminar. Como si fuera la primera vez que lo contemplaba, me quedé entusiasmado con su forma de corazón y relamiéndome, comprendí estudiando la segunda piel, que eran esos pantalones, que era imposible que llevara ropa interior. Admito que me puso verraco y tratando de no evidenciar el bulto bajo mi bragueta, me senté a la mesa.
Sé a ciencia cierta que se dio cuenta porque sus ojos no pudieron reprimir su sorpresa al ver mi erección, pero no dijo nada y con una sonrisa en sus labios, me preguntó si quería algo de vino. Antes de que la contestara, sirvió mi copa y al hacerlo, dejó que sus senos rozaran mi espalda. Sin entender su actitud pero completamente excitado, soporté ese breve gesto con entereza, porque aunque lo que me apeteció en ese instante fue saltar sobre ella y follármela sin más, me quedé callado en mi asiento.
« ¿A que juega?», me pregunté al sentir que estaba tonteando conmigo, no en vano esa preciosidad era la novia de un amigo. Durante la cena pero sobre todo al terminar, no me pasó inadvertido otro sutil cambio que experimentó Susana. ¡Sus ganas de agradar rayaban la sumisión! Un ejemplo de lo que hablo fue que cuando acabamos, se negó a que la ayudara a recoger los platos. Si eso ya era raro, más lo fue cuando estando en la butaca sentado, llegó ella y para ponerme la copa, se arrodilló junto a mí. Tengo que confesar que aunque me puso como una moto, pensé que estaba jugando y por eso de muy mala leche, le pedí que se dejara de tonterías y pusiera la película.
Susana, al oír mi tono seco, reaccionó entornando los ojos con satisfacción y levantándose del suelo me obedeció. Tras lo cual y mientras empezaba los tráileres de promoción, se acurrucó en la otra butaca tapándose con una manta.
« ¿Por qué se tapa? ¡Si hace un calor endemoniado!» me dije, pero entonces la película empezó y nada más ver la primera escena, supe cuál era: « ¡Ha elegido El Juez!».
Mi sorpresa fue total porque aunque me esperaba y temía una película algo fuerte, nunca creí que fuera esa la que eligiera. Tratando de recordar el argumento de esa producción belga, palidecí al acordarme porque era la historia de un juicio al que someten a un juez, cuyo único delito es que su mujer le confiesa décadas atrás que deseaba experimentar lo que se siente en una relación sadomasoquista y le convence de probar. El pobre tipo es reacio en un principio pero como no quiere perderla, termina cediendo y juntos se lanzan a una vorágine de azotes y castigos que me impresionó cuando la vi con dieciocho años.
Pensando que se había equivocado, le pregunté:
― ¿Sabes de qué va?
― Sí y ¡Nos va a encantar!
Su respuesta prolongó mis dudas. No me entraba en la cabeza que hubiese seleccionado a propósito una cinta tan dura pero además ese “NOS VA A ENCANTAR”, significaba que compartía de algún modo su nuevo gusto por ese tipo de sexo. Aunque alguna vez había fantaseado con ello, la dominación era algo que no me atraía y menos aún la sumisión.
Llevaba apenas cinco minutos puesta cuando mirando a Susana, advertí que se estaba empezando a excitar:
« Y solo acaba de empezar», mascullé entre dientes al ver que bajo su jersey dos pequeños montículos eran una señal evidente de su calentura. Intrigado hasta donde llegaría, me olvidé de la película y me concentré en observar a mi compañera. Con curiosidad morbosa, me fijé en que el sudor había hecho su aparición en su frente al escuchar a la protagonista reconocerle a su marido que desde niña había disfrutado con el dolor. Confieso que me sentí como el Juez, un tipo que jamás pensó en practicar ese tipo de sexo y que escandalizado se negó.
La temperatura interior de esa rubia se incrementó brutalmente cuando la actriz convenció a su pareja que la azotara y mordiéndose los labios, me miró diciendo:
― ¿No te da morbo?
No supe que contestar porque aunque lo que ocurría en la tele no me lo daba, verla excitándose a mi lado, sí.
― Mucho― respondí mintiendo a medias.
Susana sonrió al escuchar mi respuesta y concentrándose nuevamente en la escena, pegó un suave gemido al ver que el juez ataba a su mujer desnuda y con los brazos hacia arriba a un soporte del techo. Para entonces bajo mi pantalón mi pene me pedía que le hiciera caso pero el corte de que esa mujer me viera, me lo impidió. Si ya me resultaba difícil permanecer sin hacer nada, cuando llegó a mis oídos el sonido de su respiración entrecortada, quedarme quieto me resultó imposible y tuve que acomodar dentro de mi calzón, mi polla.
« ¡Voy a terminar con dolor de huevos!», intuí al ser incapaz de darle salida a esa lujuria que iba asolando una a una las barreras que mi mente ponía en su camino. Entre tanto, no me cupo duda alguna de que mi compañera también lo estaba pasando mal al ver que se iba agitando por momentos. Removiéndose en su sillón, debía de estar luchando una cruenta batalla porque observé que intentando que no advirtiera su excitación, la rubia juntó sus rodillas mientras sus pezones se erizaban cada vez más.
― ¡Dios!― escuché que susurraba cuando en la pantalla el juez cogía una fusta y daba a su mujer el primer azote.
Comprendí que mientras su cerebro se debatía sobre si se dejaba llevar, su cuerpo ya le había tomado la delantera porque siguiendo un impulso involuntario, sus muslos se empezaron a frotar uno contra el otro intentando calmar el picor que sentía. En ese instante para mí, lo que ocurriera en la tele sobraba y como un auténtico voyeur, me quedé fijamente mirando a lo que ocurría a un metro escaso de mí. Me consta que Susana trató de evitar tocarse porque sus manos se aferraron al sillón intentando calmarse.
Pero fue inútil porque para el aquel entonces en la tele, los protagonistas pedían ayuda a un profesional y con su colaboración, empezaba a aprender los rudimentos con los que dar inicio una sesión. Disimulando la vi entrecruzar sus piernas y ladearse hacia la izquierda para dificultar que me diera cuenta de que había llevado una de sus manos hasta sus pechos.
« ¡Se va a masturbar!», pensé en absoluto escandalizado.
Tal y como había previsto, Susana agarró entre sus dedos un pezón cuando el juez hacía lo mismo en la película con el de su mujer, haciendo mi propia excitación insoportable. Mi pene me exigía que lo liberara de su encierro y por eso cogí una manta y me tapé porque no sabía cuánto tiempo iba a aguantar. Mi movimiento no le pasó inadvertido a la muchacha que sonriendo me dijo:
― ¿Verdad que hace frio?
Ni siquiera la contesté porque de cierta manera, mi compañera de piso me estaba dando permiso para pajearme yo también. Aunque no lo sé a ciencia cierta, creo que fue entonces cuando ella llevó sus dedos a la entrepierna porque vi que realizaba un gesto raro bajo su manta. Mirándola de reojo, vislumbré sus pechos bajo su jersey y creí morir al descubrir el tamaño que habían adquirido sus areolas mientras una de sus manos lo acariciaba.
Un profundo gemido que escapó de su garganta fue el detonante por el cual me atreví a bajar mi bragueta. Con mi miembro fuera del pantalón, seguía sin poder tocarlo porque quisiera o no, me seguía dando corte pajearme en su presencia. Aun sabiendo que en ese momento Susana tenía sus dedos dentro de las bragas, me parecía incorrecto masturbarme ante la novia de mi amigo y por eso, sufrí como una tortura no caer en la tentación.
Justo cuando en la pantalla, el juez estaba dando una tunda al culo de su mujer, advertí que la espalda de Susana se arqueaba mientras a intervalos irregulares sus piernas se abrían y cerraban bajo la franela, los continuos suspiros que llegaban a mis oídos, me hicieron asumir que en su sexo comenzaba a gestarse una explosión.
Sintiendo que si prolongaba más el suplicio de mi pene, me lanzaría sobre esa mujer, lo cogí y con una mano, empecé a pajearme. Tan concentrado estaba en la búsqueda de placer que no me percaté que Susana se había corrido y que ya más tranquila, se había dado la vuelta y con sus ojos fijos en mí, me miraba. Ajeno a ser objeto de su examen, con mi extensión bien agarrada, mi muñeca imprimió un ritmo creciente. Todo mi cuerpo necesitaba llegar al orgasmo y por eso, cerré los ojos totalmente abstraído. Esa fue la razón por la que no advertí que mi compañera se mordía los labios mientras mi mano subía y bajaba sin pausa bajo la franela y que tampoco reparara en el brillo de su mirada cuando en silencio derramé mi simiente sobre la misma.
Ya saciado, me relajé y al volver a la realidad, no noté nada raro porque disimulando la muchacha se había puesto a ver la película otra vez.
« Soy un idiota. ¡Me podía haber pillado!», maldije para dentro mientras me cerraba la bragueta y trataba de hacer como si no hubiera pasado nada.
Dos metros más allá, Susana estaba en la gloria al saber que conmigo podría hacer realidad sus fantasías. Su única duda es como lo conseguiría y cuando. Por mi parte, seguía sin comprender las intenciones de la cría, quizás porque si durante seis meses ese bombón no me había hecho caso, me costaba asimilar que a raíz de una película lo hiciera.
Al terminar y cuando ya nos íbamos cada uno a su habitación, mi compañera se acercó a mí y sonriendo, me preguntó poniendo su culo en pompa:
― ¿Me darías un azote como “buenas noches”?
Creyendo que era una broma producto de lo que habíamos visto, solté una carcajada y se lo di. Pegando un grito de alegría al sentir mi mano sobre sus nalgas, me dio un beso en la mejilla, diciendo:
― Por hoy, me basta pero mañana quiero más.
Tras lo cual, entró en su cuarto dejándome en mitad del pasillo, totalmente aterrorizado.
A pesar de ser consciente de que el acoso en una organización siempre se debe de atajar ante los primeros indicios, he de decir que en el caso del que protagonizó Patricia mi comportamiento no fue o no tuvo la diligencia que exigía a los colaboradores bajo mi mando. Y es que su actitud traspasó los límites que en otro caso hubiera supuesto su despido inmediato. Si alguien me preguntara porqué lo permití la respuesta fue una suma de factores:
El primero de todos fue su sexo, estaba habituado a combatir el abuso de hombres intentando llevarse al huerto a una mujer o en el caso de un homosexual a otro hombre, pero fue la primera vez que me encontré con que un miembro del mal llamado sexo débil hostigaba a alguien del que catalogamos como “fuerte”.
El segundo, y no menos importante, fue su belleza. Nadie podía prever y menos creer que una mujer como ella fuera capaz de faltar a cualquier norma o ley para conseguir acostarse con un hombre cuando era evidente que, de haber llegado de frente, a buen seguro su víctima no hubiese dudado en darse un revolcón con ella.
También afectó a mi análisis que en contra de lo normal fuese un subordinado quien atentara contra la dignidad sexual de su jefe. Pero el último y más inconfesable, fue que me dejé engañar por el carácter creciente del mismo. Y cuando digo qué me dejé engañar, habréis anticipado que el objeto de la insana fijación de esa belleza fui yo.
Tras confesar que cometí errores de apreciación, he de decir a mi favor que tardé en reconocer las señales y que cuando fueron tan evidentes que no pude obviarlas, la incredulidad y el miedo a que mi reputación se viese afectada me paralizaron. Por mucho que me cueste confesarlo, tengo claro que en ese momento temí que nadie me creyera y que una queja por mi parte se me diese la vuelta y terminara para la opinión de todos, en especial para un juez, siendo yo el acosador y Patricia la acosada…
——————-
Todo comenzó cuando María, mi esposa y socia, puso sobre la mesa que quería divorciarse y no solo desde un punto de vista personal sino también societario. Como nuestro matrimonio llevaba años siendo una unión monetaria más que sentimental, dejamos todo en manos de un abogado amigo en el que ambos confiábamos y tres meses después firmamos un divorcio amistoso donde los flecos más difíciles de resolver fue la división del pequeño emporio que habíamos creado juntos. Afortunadamente mi ex insistió en quedarse con el patrimonio inmobiliario, dejando para mí la empresa de consultoría que era la parte que yo consideraba más interesante y con más futuro, aunque también la conllevaba mayor riesgo.
Curiosamente una de las cosas que más me jodió no fue que se quedara con la casa, sino que se llevara como su segunda a Merche, la secretaria que habíamos compartido desde nuestros inicios y la cual nunca creí poder sustituir al haberle cedido todas aquellas pequeñas rutinas que consideraba un estorbo. Cuando se fue con ella, me vi abocado a buscar por mí mismo un piso donde vivir, una criada que la limpiara y hasta un taller donde llevar mi coche, ya que ella era siempre la que se había ocupado de ello. Tal fue mi desesperación y sobre todo mi incapacidad para ocuparme de mis temas personales, que Joaquín, mi director financiero―contable, vio necesario o conveniente presentar a su hermana como la ayudante que se podría encargar de esas minucias. Sin otra candidata y viniendo de un hombre cuya fidelidad no ponía en duda, la acepté sin el típico proceso de selección previo.
Ese quizás fue mi primer fallo, pero no me pareció necesario al venir recomendada por un empleado que sentía una estima por mí que rayaba con la adoración.
―Siendo de tu familia no me hace falta mirar más, ¡está contratada! ― ilusamente decidí.
Aun así, antes de comunicárselo a ella, insistió en que leyera su curriculum. A regañadientes accedí y no porque me hiciera falta, ya que pensaba que cualquier persona con un mínimo de conocimientos podía desempeñar ese puesto. Así me enteré que, a sus veintiocho años, esa joven había tenido tiempo de estudiar dos carreras, hablar otros tres idiomas y trabajar en una empresa de la competencia.
― ¿No crees que está demasiado capacitada para ser solo mi secretaria? –pregunté.
―Sí y no― respondió: ―Como dices podría optar a un puesto de analista, pero no es lo que quiere. En cuanto se enteró de que el puesto de asistente de mi jefe estaba libre, quiso que se la recomendara porque deseaba trabajar codo con codo contigo.
No me pasó inadvertido que entre las motivaciones de esa cría debía estar y estaba el comportamiento que tuve con él cuándo, a raíz de un enfrentamiento con su superior, este aludió a la condición homosexual para despedirlo: no solo le mantuve en su puesto, sino que lo ascendí por su valía, mandando a la mierda a su antiguo jefe.
―Perfecto, pero si tal como preveo ser mi secretaria le queda corto le haré que asuma otras funciones.
―Sé que no le defraudará y si encima le da más cosas de las que ocuparse, aceptará encantada― cerrando la conversación con una sonrisa, desapareció de mi despacho.
Al irse me di cuenta de que ni siquiera habíamos tratado el tema de su salario, pero partiendo de que como encargado de la contabilidad debía saber cuánto había pagado a Merche, di por sentado que esperaba que la tal Patricia cobrara lo mismo. Siendo alto, no era desorbitado. Por eso, no le di más vueltas y me concentré en resolver los problemas del día a día, olvidándome del asunto.
Esa misma tarde, a la vuelta de comer, me encontré a una esplendido ejemplar de mujer de raza negra sentada en la mesa de la que sería mi asistente e incrédulo observé como ese bombón había tomado posesión de puesto sin que nadie me la presentara. Confieso que creí que desde recursos humanos la habían mandado sin saber que ya había contratado a una y por eso, plantándome ante ella, le pregunté educadamente qué era lo que hacía allí.
Levantando la mirada de su portátil, la morena contestó:
―Soy Patricia Meléndez, su nueva secretaria.
La expresión de mi rostro al escuchar que era la hermana del rubiales la hizo reír y haciéndome ver que mi reacción no era nueva para ella, explicó sin necesidad de que preguntara que era adoptada. La sonrisa franca que me dirigió me hizo sentir confianza y pidiendo que pasara a mi oficina, le dije lo primero que iba necesitar de ella:
―Llevo dos semanas en un hotel y ya no lo aguanto. Preciso de un piso donde vivir.
Lejos de incomodarle una petición tan de carácter personal, me comenzó a atosigar con los detalles que debía de cumplir la vivienda como era precio, habitaciones, metros… Como no tenía tiempo ni ganas de responder, únicamente le di lo que consideraba un presupuesto máximo, dejando que ella decidiera el resto. Cualquier otra se hubiera sentido sobrepasada por la responsabilidad, pero la negrita no y volviendo a su silla, se embarcó el resto de la tarde en la ingrata tarea de conseguirme un techo donde vivir. Es más solo habían pasado dos horas, cuando tocando en mi puerta y con un casco de moto bajo el brazo, me informó que se iba a visitar tres posibles ubicaciones de mi nuevo hogar.
Al estar liado con una presentación que debía hacer llegar a un cliente, sin quiera mirarla, le dije que me parecía bien y que cerrara la puerta al salir. De esa forma y no siendo consciente del alcance de mi decisión, dejé en sus manos esa parte tan importante de mi futuro pensando que al menos tardaría un par de días en conseguir algo que me satisficiera.
¡Qué equivocado estuve! Acababa de terminar el documento cuando recibí su llamada preguntando si podía ir a ver el chollo que había encontrado por que de ser de mi gusto debíamos darnos prisa para cerrar el alquiler, no fuera a ser que otro cliente se nos anticipara.
Sin demasiadas ganas ni tampoco excesivas esperanzas, pero asumiendo que cuanto antes me fuera de mi actual alojamiento mejor, pedí la dirección del sitio y quedé con ella en media hora. Al aparcar comprendí que al menos esa monada había acertado en el barrio al ser céntrico, pero lo suficiente alejado para no sufrir el bullicio de la gente. Ya caminando hacia donde nos habíamos citado, descubrí que Patricia me estaba esperando subida a un scooter de color rojo tan femenino y coqueto como ella.
Confieso que no fue ni prudente ni ético, pero aprovechando que esa morenaza estaba hablando por teléfono le di un repaso nada consecuente con la mínima ética laboral:
«Hay que reconocer que está buena», me dije impresionado por el tremendo trasero del que era dueña, pero fue al acercarme cuando reparé en su altura, «debe medir casi el metro ochenta».
Ajena a mi examen, la joven me saludó y presentándome al empleado de la inmobiliaria pasamos a ver el piso. Si de por sí la zona y el edificio me habían gustado, su distribución, la calidad de sus baños y las impresionantes vistas desde la terraza me entusiasmaron. Sin llegarme a creer que entrara en mi presupuesto, pregunté si había hablado ya del precio:
―Aquí tiene el contrato que he redactado dado que asumí que le gustaría.
Mirando la cifra del alquiler comprendí sus prisas en que lo viera y firmándolo sobre la marcha, lo único que señalé fue que al estar vacío tenía que pensar en amueblarlo.
―Por eso no se preocupe, yo me ocupo y mañana mismo, le haré llegar cuanto le costaría amueblarlo.
― ¿Mañana? ― dudé.
Luciendo una de sus sonrisas, la joven contestó:
―Como sabía que le iba a gustar, he quedado con un amigo decorador para enseñarle el piso y que me diera al menos una idea de presupuesto y del tipo de decoración que propondría. Si quiere esperar, puedo presentárselo y que usted mismo le haga saber lo que desea.
Como había quedado con dos amigotes y viendo su versatilidad, respondí que eso era algo que me aburría y que se lo dejaba a ella. Nuevamente, Patricia no se quejó y tomando la responsabilidad sobre sus hombros, accedió a ser ella quién lo atendiera.
Con su sonrisa diciendo adiós, me subí al coche y no me cuesta confesar que pensé que era una lástima que fuera una empleada porque de haberla conocido en otro lugar, no me hubiese importado olvidar a mi ex entre sus brazos. Por eso cuando llegué al bar y vi que mis colegas me llevaban al menos dos rones de delantera, tratando de calmar la excitación de mis neuronas, rápidamente les di alcance.
―Joder, Luquitas, vienes sediento― observando la facilidad con la que mi gaznate dio cuenta de los primeras, comentó Juan, un pequeñajo malo como el mismo demonio.
―Si alguien no puede presumir de ser de secano, ese eres tú― contesté mirando a ese vividor que conocía desde niño y cuyo contacto recuperé a raíz del divorcio.
Al notar que algo me traía nervioso, dio por sentado que era un asunto de faldas y me preguntó a quién había conocido. Sin decir que era mi nueva secretaria, insinué que esa tarde me habían presentado a una veinteañera que era una autentica preciosidad.
―Si tiene esa edad y te hace caso, o es puta o está loca― despelotado respondió mientras disimuladamente señalaba a tres hembras más apropiadas a nuestros años que habían hecho su aparición por el bar: ―Volvamos a la realidad y ataquemos lo que realmente está a nuestro alcance.
Sin reconocerle que además de ser casi una niña era mi empleada, bajé de las alturas y acompañando a Juan, fuimos a invitar a las recién llegadas a una copa. El destino hizo que esas mujeres viniesen en son de guerra y por ello tras un breve intercambio de elogios mutuos, me encontré besando a las más guapa ante el cabreo y la desesperación de mis compañeros de juerga. Esa rubia de pechos recauchutados que, en un principio, se mostró ansiosa por acompañarme el resto de la noche, en cuanto supo que iba a llevarla a un hotel cambió de actitud y creyendo que era el típico casado poniendo cuernos a su mujer, me mandó sin cortarse directamente a la mierda.
―No salgo ni me acuesto con infieles― dejando caer sobre mis pantalones el vodka que la había invitado, bufó antes de coger su bolso y desaparecer hacia el baño.
Los que jamás hayan pasado la vergüenza de lucir una mancha así en su entrepierna quizás no entiendan que, plegando velas, me marchara a la francesa, pero aquellos que la hayan sufrido sé que no solo aceptarán, sino que ellos mismo hubieran actuado igual y se hubiesen ido de ahí sin despedirse.
«No puedo seguir viviendo en un hotel, tengo que mudarme a toda prisa», concluí encolerizado…
A la mañana siguiente, todavía no se me había pasado el cabreo y por ello al llegar a la oficina, pregunté a Patricia si me había impreso el documento que mandé a su email de madrugada.
―Lo tiene sobre su mesa, don Lucas.
Su eficiencia me calmó y llegando a mi despacho, descubrí que, sin cambiar una coma del texto, la morena había incluido una serie de gráficos sacados de las tablas y mejorado el conjunto reemplazando el tipo de letra y añadiendo color.
―Está muy bien― reconocí cuando me trajo el café que me había habituado a tomar cada mañana y conociendo mis manías, pregunté si le había echado azúcar.
―Tres cucharadas bien colmadas y una nube de leche. Tal y como, se lo ponía Merche.
― ¿La has llamado?
―Claro, don Lucas. Puedo ser eficiente, pero no soy telépata. ¿De qué otra forma me podía enterar de cómo quiere las cosas?
― ¿Qué más te ha dicho? ― hasta cierto grado divertido, insistí.
Jamás esperé que volviendo a su escritorio cogiera una lista de dos páginas que le había hecho llegar mi antigua asistente y menos que la leyera al pie de la letra:
―Tu nuevo jefe es ante todo un hombre y por eso es un desastre. Piensa que es un niño al que hay que hacerle todo ya que es incapaz de valerse por sí mismo. Obligaciones Diarias: 1.― Servirle un café, si no se lo pones estará de mala leche todo el día y te aviso que puede ser cargante. 2.― Correo, deberás pedirle las cartas que ha recibido en su domicilio, mientras le entregas las que llegaron a la oficina en riguroso orden de importancia porque con seguridad solo leerá las cinco primeras dejando que seas tú la que contestes al resto. 3.― A pesar de sus quejas, deberás sentarte frente a él y repasar la agenda del día para que luego no diga que no lo sabía, que no se lo habías dicho o que incluso se lo habías ocultado….
― ¿Cuántos puntos te faltan para acabar? – interrumpiendo, pregunté.
―De los que debó convertir en rutina diaria dieciocho más, aparte de los que debo cumplir los diferentes días de la semana. Por ejemplo, los martes como hoy hay otros doce que debo sumar a ellos, empezando por que a las 10.30 truene, nieve o relampagueé deberá llamar a su madre porque si no doña Lucía va a ser quien telefoneé preocupada. A las 11:00 si está libre deberás empezar una ronda de llamadas a todos los delegados territoriales, cortando las mismas si sobre pasan los 12 minutos de duración…
―Ya lo he captado. Sé que soy un poco obsesivo, pero no quiero ni deseo cambiar― protesté cortando esa interminable lista.
Sin demostrar reparo alguno, sonriendo se sentó frente a mí y poniendo el correo en mis manos, lo tachó del procedimiento que llevaba escrito:
―A las 9.30, ha quedado con D. Luis Zubiaga, el notario, para firmar unos poderes. A más tardar, tendrá que salir de allí a las 10:15 porque a las 10:30 su madre estará esperando su llamada y a las 11:30 el concejal de hacienda vendrá a visitarlo para discutir el nuevo contrato. A las doce y cinco, deberá ya haberlo despedido porque ….
Por entonces dejé de escuchar, al saber que esa rata de escritorio se ocuparía de hacerme cumplir a rajatabla la agenda:
«No creo que eche de menos a Merche. Con un poco de tiempo, Patricia será quizás todavía más eficaz», me dije ocho minutos después cuando finalmente levantó su culo del asiento y volvió a su mesa.
Mirando de reojo ese estupendo trasero, comprendí que hasta visualmente salía ganando:
«Con su marcha, la decoración de la oficina ha mejorado», en plan machista, pensé mientras me lanzaba en picado a revisar el correo.
A pesar de intentarlo, tal y como había previsto no llegué siquiera a leer la sexta y molesto dejé las no atendidas en la bandeja con su nombre que había sobre mi mesa. La validez de la morena quedó ratificada cuando a los pocos segundos, entró y sin perturbar mi trabajo, se llevó las cartas que había dejado para ella con un meneo de caderas que en mi mente traduje como que tenía un jefe de lo más previsible.
Enojado y con ganas de darle una lección, ya se estaba yendo cuando le pregunté cuando tendría la estimación de cuanto me costaría amueblar el piso:
―Ya la tengo, pero he pensado incluir también los elementos que necesitara en su casa, como vajilla, lencería y otros.
― ¿Cuándo los tendrás? ― insistí.
―A la vuelta de comer― respondió con una seguridad impropia de alguien recién contratado.
Decidí incrementar la presión sobre ella para ver de qué pasta estaba hecha y señalando que tenía la tarde ocupada, pedí que adelantara la entrega y que quería recibir todo a la una y media. Cualquier otro hubiese buscado una excusa, ella no y aceptando el reto, contestó que así sería. Aunque me sorprendió gratamente su capacidad, lo que realmente me dejó anonadado fue percatarme que ese cambio de hora, lejos de molestar, la había estimulado y que producto de ello involuntariamente los pezones se le habían erizado bajo la blusa.
Por unos momentos no pude evitar acariciar con la mirada esos gruesos botones mientras intentaba buscar otra explicación, achacándolos incluso a la acción del aire acondicionado. Esa última causa ella misma la hizo inviable cuando se quejó del calor que hacia mientras se iba a su escritorio.
«Le ponen cachonda los desafíos», alucinado concluí mientras lo anotaba en mi cerebro.
Extrañado por esa reacción tan poco habitual, y porque no decir tan fuera de lugar, la observé a través del cristal y así pude comprobar que con ese adelanto no se lo había puesto fácil al verla discutir airadamente al teléfono con los proveedores que había elegido y que por lo visto le estaban fallando, pero también confirmé que reaccionando a las dificultades ese peculiar fenómeno volvía a quedar reflejado bajo la tela de su camisa.
«Cuando discute, también se le empinan los pitones», deduje admirando embobado la perfección de sus atributos.
Desconociendo que con el tiempo se convertiría en uno de mis mejores pasatiempos el retarla continuamente para conseguir que esas escarpias aflorasen bajo su ropa, seguí espiándola. De forma que cuando acalorada desabrochó uno de los botones de su camisa, su desliz me permitió disfrutar a la distancia del oscuro canalillo que discurría entre sus senos.
«Por dios, ¡qué tetas!», exclamé para mí, lamentando únicamente no tenerla a mi lado.
Jamás en mi dilatada experiencia me había sentido atraído por alguien bajo mi mando y por ello, venciendo la tentación, decidí dejar de mirarla. Reconozco que lo conseguí a medias, ya que, aunque simulaba leer un informe toda mi atención estaba centrada a lo que ocurría fuera de mi despacho. Eso hizo posible que la oyera susurrar que había terminado y levantando la cabeza de los papeles, pude ver cómo levantándose de la silla marchaba al baño.
Aunque sospeché que de alguna manera se había ido a liberar la tensión, me costó interpretar el color de sus mejillas cuando retornó y en ese instante, aduje que era producto del calor. Hoy sé que esa criatura se había ido a desfogar la tensión sumergiendo los dedos en su entrepierna y que no había salido del servicio hasta que el placer hubiere exorcizado los demonios que amenazaban con paralizar su cuerpo.
― ¿Se puede? ― preguntó ya de vuelta y con los presupuestos bajo su brazo.
Por su sonrisa, comprendí que estaba contenta por el resultado de sus esfuerzos y que a buen seguro confiaba que los aprobase. Aun así, confieso que quedé alucinado con lo que extendió sobre mi mesa cuando vi que además de una suma de conceptos, venía una recreación de cómo quedaría el lugar que había alquilado.
―Esto debe ser carísimo― exclamé sin fijarme en el resultado final solo con admirar las diferentes fotos y dibujos.
―Se pasa un poco del dinero que me dio― bajando la voz hasta hacerla casi inaudible, reconoció.
― ¿Cuánto? ― quise saber mientras intentaba no mirar sus pechos.
―Quince mil euros― respondió por primera vez insegura desde que la había contratado.
Sin ser una cifra inasumible, al ver que por arte de magia volvían a marcarse bajo su blusa los pezones, contesté:
―Imposible, debes recortar en algo.
―Puede haber otra solución, pero no sé si le va a gustar.
Intrigado en saber que se le había ocurrido que no fuera prescindir de algún elemento de decoración, le pedí que continuara:
―Henry, el interiorista, me insinuó que, si lo llevaba a cabo, le gustaría publicarlo en una revista para aprovecharlo en su favor.
― ¿Y?
Tomándose unos segundos en pensar lo que iba a contestar, me soltó:
―Si me lo permite y confía en mí, puedo intentar que nos descuente el exceso sobre el precio que me dio, a cambio del permiso para que use las fotos como reclamo.
Sin medir las consecuencias, tomé su mano mientras le decía que, por supuesto, confiaba en ella y que, si lo conseguía, quedaría en deuda. El gemido que brotó de su garganta al sentir mi palma sobre la suya fue de suficiente entidad para saber que jamás debía repetir ese tipo de gesto y creyendo que se había sentido acosada, le pedí perdón por tocarla.
En vez de responder, tomó el móvil para llamar a su conocido conmigo de testigo. La facilidad y picardía que usó para sacar ese descuento me maravilló, pero sobre todo me dejó tranquilo ver que sonreía:
«Se ha dado cuenta que fue algo involuntario y que no fue mi intención el perturbarla», pensé y por eso cuando al terminar comentó que lo máximo que había conseguido era que bajara doce mil, lo autoricé y solo pregunté cuanto tiempo tardaría en poder mudarme.
Sacando su agenda, la veinteañera señaló:
―Me ha dicho que doce días, pero lo hará en diez, ¡eso déjelo de mi parte! Como hoy es martes y aprovechando que la próxima semana está en la feria de Frankfurt, cuando vuelva el viernes 15 me comprometo a que saliendo del aeropuerto vaya directamente a casa.
Como eso era menos de lo que había previsto, le di las gracias y por segunda vez cometí un error que luego lamentaría al decir muerto de risa que, de seguir mostrándose tan eficiente, llegaría el momento en que no pudiese vivir sin ella.
―Eso espero…― luciendo una sonrisa comentó, pero percatándose de inmediato de lo que podría interpretar si lo tomaba textualmente, añadió: ―… y por eso me paga.
Tan entusiasmado estaba con la futura mudanza que no reparé en ese detalle y mirando el reloj, comenté que llegaba tarde a la comida.
―Lo sé y por eso pedí al chofer de la empresa que le sacara el coche para que no tuviese que perder el tiempo― despidiéndose de mí hasta la tarde, contestó.
———————————-
Lo cierto es que no volví, ya que mi cita era un amiguete con el que tenía un par de negocios y producto del vino que bebimos al estar celebrando un contrato, la situación se desbordó y tras unas cuantas copas, decidimos terminar la tarde en un tugurio de altos vuelos del que Manuel era cliente. La cantidad de tiempo y de euros que había invertido entre esos muros quedó de manifiesto cuando al llegar a ese chalet del Viso, la madame lo saludó con más cariño que a alguien habitual mientras le informaba que había conseguido nuevas chicas con las que podríamos pasar el rato.
―Me parece cojonudo para que mi amigo se dé cuenta que en cuestión de putas se puede confiar en mí― declaró mientras pedía que nos trajeran unas copas.
Conociendo cómo funcionan esos establecimientos, seguimos charlando esperando a que la camarera nos las sirviera sin elegir a nadie del grupo de “señoritas” que discretamente iban apareciendo por esa especie de bar. Aun así, desde casi el inicio del desfile supe quién iba a ser la elegida por mí cuando vi de reojo a Nefertiti, una diosa de ébano cuyo parecido con Patricia no pude dejar de advertir.
«Con otros dos whiskies hubiese creído que era ella al compartir no solo su misma altura y complexión sino incluso la misma forma de andar», me dije sin exteriorizar las razones de mi predilección a mi colega. Manuel en cambio eligió a una antigua conocida, una rumana de culo tan inmenso como sus tetas y que según él follaba como los ángeles.
Al sentarse, la negrita me agradó desde el principio y no solo por su indudable belleza, sino también por su simpatía y su acento caribeño. Queriendo afianzar su presencia a nuestro lado, no fuera a ser que otro cliente requiriera sus servicios, pedí que las trajeran una botella de cava.
―Joder, Lucas. ¡Estírate un poco! ¡Que sea de champagne! ― corrigió sobre la marcha.
No puse impedimento alguno a ese nuevo esfuerzo de mi cartera, al contemplar la sonrisa de la cubana. Es más, mientras conversaba con ella, ya tenía claro que alquilaría sus encantos y comencé a visualizar en mi menté qué tipo de amante resultaría. Realmente la joven me hizo dudar: lo marcado de sus músculos me hacía sospechar que sería salvaje y apasionada, pero la dulzura y el extraño temor de su rostro decían lo contrario:
«Es como si fuera nueva y tuviese miedo de quedar mal con la madame dejando insatisfecho a un parroquiano», terminé decidiendo sin saber a ciencia cierta a qué atenerme y si mis sospechas tenían o no fundamento.
Un nuevo indicio que me hizo asumir su inexperiencia me lo dio durante la conversación cuando pregunté si conocía la historia de la reina de Egipto de la que había tomado el nombre.
―Fue la esposa de Akenatón, uno de los faraones que más poderosos de su tiempo― respondí y pensando en que debía llevar poco usando ese alias, saqué de mi móvil la foto del busto de Nefertiti que había llegado hasta nuestros días, para acto seguido dejar caer que se parecían.
―Ella fue más blanca, pero yo más guapa― contestó encantada con el nombre que sin lugar a dudas alguien de ese lupanar había elegido para ella.
―Fue considerada la mujer más hermosa sobre la tierra― aclaré.
―Eso no es nada. Para mi niño, soy la mejor y la más bella― insistió sin darse cuenta de que acababa de revelar un dato que las “profesionales” solían obviar.
―Y tiene razón, ¡eres bellísima! ¡Quién pudiese ser tu faraón!
Desde su asiento, Manuel se metió en nuestra conversación:
―Por trescientos euros la hora, lo puedes ser.
Al escuchar a mi amiguete, la muchacha de alterne se removió incómoda y bajando la mirada, intentó que no me percatara de su nerviosismo.
― ¿Y por la noche entera? ― tomándola de la mejilla, pregunté.
El temblor de su voz al contestar mil euros ratificó la idea de que era nueva en la profesión. Por ello me abstuve de negociar a la baja su tarifa y sacando de mi cartera diez billetes de cien, los puse en su mano mientras observaba su reacción. Tal y como había previsto, la negrita cogió el dinero y levantándose de su silla, fue a hablar con la encargada para que esta le diera permiso de ausentarse el resto de la velada.
Siendo amigo de un asiduo, la cincuentona no vio problema y pidiendo su parte, la autorizó a irse. Ya con el beneplácito de la jefa, Nefertiti o como coño se llamara realmente, me rogó que la esperase unos minutos mientras se cambiaba.
―Tranquila, mi reina, no me voy a ninguna parte― despelotado, contesté.
El cabronazo de Manuel se echó a reír al ver la forma en que la miraba y hurgando en la herida, me alertó de no enamorarme de una puta. Ni siquiera respondí y terminándome la copa, aguardé su llegada. Habiéndola conocido ataviada con un picardías casi transparente que dejaba poco a la imaginación, el típico uniforme de su trabajo, casi se me cae el whisky de la mano al verla volver ya de calle.
«No puede ser», musité para mí, impresionado por el cambio.
Mientras de fulana era una hembra que destilaba sexo, con ese vestido blanco era una cría a la que daban ganas de proteger y mimar. Malinterpretando mi reacción, la vi dudar y casi temblando preguntó si había cambiado de opinión y que si quería podía llevarme a otra. Tardé unos breves momentos en responder, segundos que para la novata resultaron una eternidad.
―Por nada del mundo te cambiaría― repliqué mientras me despedía del cabronazo con el que había llegado.
Ya en el parking, sus miedos retornaron al notar que no intentaba aprovecharme de ella y que ni siquiera la abrazaba. Comprendiendo su angustia, la tomé de la cintura y depositando un beso en su mejilla, quise tranquilizarla:
―He comprado la compañía de una reina, pero me dieron el cambiazo. Olvídate de que soy un cliente y acepta que te lleve a cenar.
Al ser esa invitación algo que no se esperaba, casi tartamudeando, musitó un “gracias” lleno de dudas y únicamente quiso saber dónde pensaba llevarla.
―Será una sorpresa.
Y vaya que lo fue, porque sin medir el hueco que haría a mi cartera, la llevé a Goizeko, el afamado restaurante vasco ubicado en los bajos del hotel Wellington.
―Esto es carísimo― murmuró sin llegárselo a creer mientras el maître la ayudaba a sentar.
―Nada es suficiente para la madre más bella que los siglos han contemplado― exagerando mi caballerosidad, respondí a escasos centímetros de su oído.
―Eres bobo― totalmente colorada, contestó mientras una sonrisa le iluminaba la cara.
Siguiendo la máxima de tratar a una puta como dama y a una dama como puta, no solo fui educado sino hasta cariñoso consiguiendo que la joven se fuera olvidando de nuestro acuerdo monetario y terminara sintiéndose en una cita.
―Nadie me va a creer cuando diga que he cenado en el mismo restaurant que Carmen Lomana― en un momento comentó al descubrir a esa habitual de los platós de televisión sentada a pocos metros de nosotros.
Mirando a la ricachona, la comparé y comenté que ni por todo el oro del mundo la cambiaba por ella. Al oírme, nuevamente el rubor tiñó sus mejillas y dando un paso de gigante, se atrevió a tomar mi mano:
―Deja de tomarme el pelo y permite que disfrute del momento.
Dándole el tiempo que necesitaba para digerir donde estaba, llamé al camarero para ordenar la comanda. Al llegar a tomar nota, comprobé que la negrita estaba a punto de echarse a llorar y enternecido, pregunté qué le ocurría.
―No sé pedir. No entiendo la carta.
Echando un vistazo, comprendí sus dificultades al leerme ella algunos de sus platos:
―Ni siquiera me suenan, “Tártaro de salmón, su lomo en sashimi y lágrimas de tempura”, “Kiskillon del norte” “Kokotzas al pil―pil”.
Riendo, la pregunté si prefería carne o pescado. Al decir que comía de todo, le ofrecí ser yo quién ordenara su cena.
―Por favor― aliviada contestó.
No queriendo arriesgar, pero decidido a que probara las especialidades del lugar, pedí al camarero que le pusieran unas gambas en gabardina y un entrecot de rubia gallega.
―Puedo ser negra, pero no caníbal― comentó al oír este último plato.
―Es la raza de la vaca― respondí.
―Hasta eso llego, era broma― riendo abiertamente por vez primera contestó.
La gracia de la cubana reponiéndose al abismo que para ella suponía estar en ese lugar, vedado a las clases medias o bajas de la sociedad madrileña, me cautivó y acariciando con un dedo su mejilla, pedí que me dijera su nombre real.
―Altagracia.
Satisfecho de poder dirigirme a ella como si fuera un amigo y no un cliente, pedí su opinión del vino que había elegido.
―Está buenísimo.
Al oír que le gustaba, rellené su copa.
―Tú lo que quieres es ajumarme.
―Ahora soy yo quién no ha entendido.
Traduciendo del argot cubano al castellano usado en Madrid, contestó:
―Bobo, he dicho que intentas emborracharme.
La belleza de su sonrisa nuevamente me fascinó y muerto de risa, comenté que era lo único que se me ocurría para que no saliera corriendo y me dejara solo cenando.
―Por nada del mundo me iría sin probar la cocina de este sitio.
―Hay que joderse― desternillado, respondí: ―Y yo que pensaba que te agradaba mi compañía.
Saltándose la norma básica de su oficio, la cubana se acercó a mí y me besó:
―No hace falta que seas tan chévere conmigo.
Ese breve roce en mis labios despertó mi lujuria y mientras su boca se alejaba de la mía, sentí como el traidor crecía entre mis piernas. Mi erección no le pasó inadvertida y como una adolescente pillada en un renuncio, se bebió la copa de un trago al notar que los pezones se le erizaban.
«¡Qué buena está!», pensé mientras tapaba con la servilleta la erección.
Siendo conscientes ambos de la atracción que sentíamos uno por el otro, ninguno habló y fue el camarero el que rompió el silencio trayendo el primer plato. Altagracia mirando sus gambas y los canapés de angulas con salmón que me había puesto, pidió permiso para probar el mío.
―Por supuesto, mi morena.
Tomando entre sus dedos el pequeño aperitivo se lo metió en la boca. La sensualidad de ese gesto me impidió escuchar qué decía:
―Despierta, te he dicho que está buenísimo― se rio al ver mi cara.
―Nada comparable a la diosa que tengo sentada a mi lado.
El piropo la desarmó y no sabiendo cómo actuar ni qué decir, completamente abrumada, me preguntó dónde vivía. La confianza que sentía me hizo reconocer tanto que vivía en el hotel que estaba encima del restaurante como también que mi esposa me había dejado.
― ¡Dios le da pan a quién no tiene dientes! ― exclamó indignada: ― ¡Hay que estar loca para abandonar a alguien como tú! – y cayendo en la cuenta de lo que se había permitido el lujo de decir, añadió totalmente colorada: ―Yo, al menos no lo haría.
No tuve que ser un genio para saber que su reacción se debía a las dificultades que la habían abocado a convertirse en puta y no queriendo que siguiera reconcomiéndose, cogí una de sus gambas y la metí en su boca. Tras comérsela y después de repetir lo rica que estaba, siguió exteriorizando su cólera con mi ex:
―Nunca he entendido a las españolas y su manía en ser independientes. Cuando una de mi país consigue un hombre bueno, no deja que se le escape.
Tanteando el terreno, cometí el error de meterme en arenas movedizas e ingenuamente, pregunté qué había ocurrido con el padre de su hijo:
―Murió en una balacera nada más llegar a España y eso fue lo mejor que nos pudo ocurrir… Jonathan era un borracho que, cuando no me ponía el cuerno, llegaba a casa y me pegaba.
La tristeza de esa mujer quedó patente cuando dos lagrimones recorrieron sus mejillas y comenzó a sollozar. Sabiendo que necesitaba sentirse apoyada, la abracé sin saber que para ella ese gesto iba a convertirme en una especie de caballero andante y que entre lloros me pidiera que por esa noche no quería ser mi “jinetera”.
―Nunca te he tratado así― reaccioné acariciando su melena.
―Lucas, por unas horas, déjame ser tu… novia.
Atónito con la angustia que traslucían sus palabras, susurré en su oído:
―Soy tu enamorado, pero ahora negrita mía come.
Su cara radiando felicidad me confirmó que había acertado con esa frase y cogiendo el tenedor le robé una gamba. Durante el resto de la cena, Altagracia no dejó de bromear conmigo y de aprovechar cualquier excusa para pegarse a mí en busca de un beso. Lo que nunca le dije y me guardé fue que, mientras le comía los labios, era en otra mujer muy parecida en la que pensaba.
«Por dios, deja de soñar en tu secretaria y concéntrate», me dije al saber que la muchacha estaba poniendo todo de su parte para agradarme.
Cuando pagué la cuenta y la tomé de la cintura para irnos, noté su nerviosismo y murmurando en su oreja, comenté que no hacía falta que subiera conmigo al hotel, que con las horas que había disfrutado con ella me daba por pagado.
―Llévame a tu cuarto― contestó ruborizada.
Sin insistir, la saqué de Goizeko y recorriendo los escasos metros que nos separaban de la entrada de mi alojamiento, no reparé en una vespa roja pasaba por la calle y entré con ella. El lujo de cinco estrellas con el que se topó la dejó anonadada y temblando de arriba abajo, buscó mi protección pegándose como una lapa sintiéndose una princesa de cuento y temiendo quizás, que sonaran las doce y que como a Cenicienta ese sueño se desvaneciera antes de empezar.
Admitiendo por fin que me atraía, me olvidé de Patricia y al salir del ascensor, cogiéndola entre mis brazos, la llevé hasta la habitación. En el pasillo y mientras sentía su cara contra mi pecho, no paró de reír. Su alegría me resultó algo embriagador y tras abrir la puerta, dulcemente la dejé sobre la cama e indeciso, me empecé a desnudar. Desde el colchón, la clon de mi empleada no perdía ojo de mi striptease mientras con una estudiada sensualidad me imitaba.
― ¿Qué vas a hacer con tu negrita? ― preguntó dejando caer su vestido.
―Lo que llevo deseando desde que te conocí― contesté acercándome a ella.
Ya en la cama, esperé a que se quitara las bragas y fue entonces cuando descubrí que la cubana no llevaba el coño depilado. La belleza de su sexo y el aroma dulzón que manaba de su interior me hicieron meter la cabeza entre sus piernas. A pesar de haber cenado, con renovado apetito, comencé a disfrutar de la cubana. La humedad que encontré en su poblado tesoro me ratificó que la calentura de esa mujer y desando incrementarla, recorrí con mi lengua los carnosos labios que daban entrada a su vulva.
― ¡Me encanta! ― gritó al notar mi caricia sobre el botón escondido entre sus pliegues.
Azuzado por esa confesión, cogí su clítoris entre mis dientes. No llevaba siquiera unos segundos mordisqueándolo cuando la morena empezó a gemir como loba en celo. Satisfecho por sus gemidos, seguí degustando ese manjar y sabiendo que mis caricias eran bienvenidas, me permití el lujo de meter metí un dedo en su interior.
― ¡Dios! ― sollozó moviendo las caderas.
Su entrega se vio maximizada cuando incrementé la dureza de mi mordisco sobre su botón. El grito que pegó me hizo ver que estaba disfrutando y que su excitación era real. Asumiendo que necesitaba ser tratada como una dama y olvidando de su profesión, seguí amándola con manos y lengua hasta percibí los primeros síntomas de que se iba a correr. Decidido a compartir con ella unos momentos de pasión, aceleré la velocidad de mi ataque. Como había previsto, la cubana se dejó llevar y aullando de placer, empezó a convulsionar sobre la cama mientras su sexo se licuaba.
Al continuar bebiendo del flujo que manaba de su interior, profundicé y alargué ese imprevisto clímax, haciéndola unir un orgasmo con otro mientras hasta ella olvidaba los mil euros que la habían llevado a mi cama. Y estallando sobre las sábanas dejó de ser una puta para convertirse en mi amante.
― ¡Por la virgen de la caridad! ¡Tú sí que sabes lo que es comerse un bollo! ― aulló descompuesta al experimentar un placer que su marido nunca le había dado y presionando con sus manos mi cabeza, chilló con voz entrecortada: ― ¡Necesito que te folles a tu negra!
Su tono me alertó no solo de que estaba lista a ser tomada, sino que era algo que deseaba y por eso, incorporándome sobre el colchón, cogí mi pene entre las manos y lo acerqué a su vulva.
― ¡Fóllame! ― gritó al sentir mi erección jugueteando en su entrada.
Incapaz de contenerme de un solo empujón, lo hundí en su interior. La facilidad con la que su estrecho conducto absorbió mi estoque reafirmó su disposición y por eso, sin darle tiempo a acostumbrarse, comencé a hacerle el amor. El olor que manaba de su sexo y que impregnaba ya el ambiente me terminó de cautivar y mientras ella no dejaba de chillar, incrementé la velocidad de mi ataque.
― ¡No pares! ¡Me siento tuya! ― aulló sincronizando su cuerpo al mío.
Con un ritmo feroz, golpeé su vagina con mi glande buscando tanto mi liberación como la suya y es que mientras la cría deseaba sentirse amada, yo necesitaba dar carpetazo a mi vida con María. Los gemidos de la muchacha me llevaron a un nivel de excitación brutal y oyendo su nuevo orgasmo, deseé unirme a ella.
― ¡Eres preciosa! ― dije con voz dulce mientras mis dedos pellizcaban sus negros pezones.
― ¡Y tú, mi rey! ― descompuesta por mi cariño, no pudo dejar de suspirar.
Su entrega me entusiasmó y poniendo sus piernas en mis hombros, me lancé a conquistar lo que sabía que era mío, aunque fuera por solo una noche. La nueva postura la volvió loca y pegando un alarido, se volvió a correr. Ese enésimo orgasmo, tan poco frecuente en alguien de su profesión, fue el último empujón que necesitaba y sin poder contener más tiempo la excitación, mi pene explotó regando su sexo con mi semen. La negrita al sentir su vientre bañado con mi leche, chilló de placer y pegando un nuevo berrido se dejó caer sobre el colchón.
Agotado, me tumbé junto a ella en la cama. Altagracia, obviando que era solo un cliente, se acurrucó sobre mi pecho y se quedó dormida. Aproveché ese momento de calma para pensar en que, a pesar de que mi elección se debía al parecido con otra, su dulzura me había hecho olvidarla y con una rara satisfacción, cerré los ojos y disfrutando de su calor, caí en brazos de Morfeo…
Charo queda deslumbrada, se acerca a su amiga, coge sus manos para darle un giro y poder admirarla.
–¡Isabel, estás preciosa!
Las miradas entre ellas lo dicen todo. Realmente es una mujer muy bella y está enamorada de Charo, se ha acicalado para ella.
El bar de copas no estaba muy lejos, vamos andando y provocando miradas y silbidos de admiración por donde pasamos.
Al llegar, nuestras amigas nos están esperando en una mesa, el ambiente agradable, la música suave permite la conversación, sin gritos.
Al encontrarnos, la alegría de Lara y nuestras amigas es desbordante. Hacía muchos años que no se veían. Al fin las cuatro juntas, después de tanto tiempo.
Carmen está gordísima. Y preciosa. La melena roja alrededor del rostro la embellece. Lara no deja de abrazarla y besarla.
–Dios mío, Carmen, estas para comerte. ¡Qué tetas tienes! Son pornográficas.
–Anda que no tenéis guasa. Estoy gorda como una foca.
–Si, pero como una foca preciosa. ¿Vendrás esta noche con nosotras a casa?
–No me lo perdería por nada del mundo. Ya le he dicho a mi marido que no me espere, que pasaré la noche en tu casa. Y ¿Sabes que me ha dicho, el muy cabronazo? ¡Que se queda tranquilo! ¡Preñada ya no me van a dejar! El muy hijode…
Nos reímos, mucho. Las tetas de la preñada, saltaban al ritmo de las carcajadas.
Les recomiendo que pidan caipiriña, la preparan muy bien. La muchacha que atiende la barra nos sirve amablemente.
Me llama la atención la entrada de una pareja, chico y chica, de unos treinta años, con atuendo deportivo. Venían en bici. Ella se sienta en un taburete en la barra. Piden unas bebidas, él entre sus piernas, tontean, se dan piquitos en los labios, el chico roza su paquete por la entrepierna de ella.
Ella se levanta y va al servicio de señoras, el disimula unos segundos y la sigue. Desde donde estoy, puedo ver que el muchacho entra también por la misma puerta, no en la del servicio de caballeros, que está enfrente.
No me cabe duda que están liados, pasan unos minutos, pocos. Se produce un silencio entre dos temas musicales y escuchamos unos lamentos muy significativos.
Nos miramos unas a otras y no podemos evitar la carcajada, amortiguada por la entrada del nuevo tema musical. Poco después, reaparecen los dos tortolitos, se sientan donde tienen las copas y siguen charlando de sus cosas, mirándose a los ojos, como si nada.
Y es que el amor aparece en los lugares más insospechados. Noto mi entrepierna húmeda. Lara me mira fijamente, de esa forma que yo sé, como cuando se tiene fiebre, los ojos ligeramente entornados, los labios entreabiertos.
Me levanto y tiendo mi mano hacia ella, la toma y nos dirigimos las dos al mismo servicio, de donde acaba de salir la parejita. Estrecho su cuerpo, apoyada tras la puerta, nuestras bocas se buscan con frenesí. Sin palabras, no son necesarias, subo su vestido, mi mano busca su vulva, sobre el pequeño triángulo del tanga.
Desprende calor, arde de deseo, como el mío que es atrapado por las manos de mi amor. Nuestras lenguas luchan por penetrar la otra boca. Aparta la tela de mi braguita y cuela dos dedos en el interior de mi mojada rajita. Cuando roza mi botoncito, no puedo evitar un respingo y un suspiro, contraigo las nalgas y empujo mis caderas para aumentar la presión sobre mi coño y el suyo.
Mi mano, busca las profundidades de su carne, apartando la ligera tela. Saco los dedos empapados de su néctar para llevarlos a mi boca, ella hace lo mismo y saboreamos nuestros jugos mezclados, el olor a sexo nos invade y enloquece, seguimos frotándonos los coños hasta explotar, las dos, casi al mismo tiempo, en unos orgasmos brutales. Las piernas no nos sostienen y estamos a punto de caernos. Apoyadas en la puerta, nos acariciamos y besamos hasta normalizarnos.
Al salir, las chicas nos miran sonriendo y moviendo la cabeza significativamente. La pareja, desde la barra, también nos mira y sonríe, asienten con la cabeza. Lara, extrañada.
–¿Hemos hecho mucho ruido?
Carmen se ríe.
–¿Tu qué crees? Menos mal que hay música, los golpes en la puerta y los gemidos nos han dicho todo lo que habéis hecho, sois unas guarrillas. Lo habéis pasado bien ¿No?
Me dejo caer en el sillón.
–Lo necesitábamos, llevamos veinte años de retraso. Chicas ¿Vamos a cenar? Aquí cerca hay un lugar que os gustará. ¡Vamos!
Al acercarme a la barra, para pedir la cuenta, paso al lado de la chica de la bici, se acerca.
–El nuestro ha sido un polvete rápido, pero lo vuestro ha tenido que ser genial ¿No?
— Hace muchos años que nosotras no hacíamos algo así. Es muy morboso ¿Verdad?
Vamos en busca de la cena, paseando, charlando y riendo.
La cena, los chupitos de ron miel con nata y canela. Limonchelo, vodka caramelo… Carmen no podía, fingía enfado por no poder beber, nos reíamos.
Cuando llegamos a casa estábamos pedo, excepto la barriguita e Isabel, que había bebido poco. Nos desnudamos entre risas y bromas, caricias y besos.
Isabel estaba algo cohibida. Por señas le indiqué a Charo que se la llevara a otra habitación, se marcharon las dos. Las demás nos quedamos acariciándonos. Lara se dedicó a Carmen, el embarazo le fascinaba. Acariciaba una y otra vez la enorme tripa, brillante, tendida boca arriba, con las piernas flexionadas, las rodillas separadas y ofreciendo el abultado sexo a quien quisiera lamerlo.
Pasábamos una tras otra por el ara, donde se ofrecía el sacrificio de nuestras bocas y lenguas. La barriga se ponía tensa con la excitación y se sucedían, moviéndose, los abultamientos en distintas partes, de los miembros del bebé. Sentir como se movía dentro de aquella panza, tenía a Lara como hechizada.
Pero no había lascivia en su rostro, la mirada era de una profunda tristeza y lloraba. Me puse a su lado y la rodeé con mis brazos.
–¿Qué te pasa Lara? ¿Por qué lloras?
Me abrazó, su cara entre mis pechos, cada vez lloraba más amargamente. Nos apartamos y fuimos a otra habitación. Cuando se calmó me lo explicó.
–Eva, no te lo dije, no puedo tener hijos. Cuando supe que estabas embarazada sentí envidia y supe que debía apartarme.
Quedé embarazada con quince años y lo oculté. Sentía vergüenza, no podía decir nada en mi casa. El padre era de mi misma edad, tuvo miedo y me dejó sola, dijo que podía ser de cualquiera, que yo era una puta, harta de follar con los chicos del colegio. No era verdad, solo lo había hecho con él, pero ya daba igual. Intenté quitármelo. La edad, la inexperiencia, no poder contar con nadie. Alguien me dijo que emborrachándome lo conseguiría y bebía, bebía mucho, me emborrachaba, pensando que así provocaría el aborto y se produjo, pero no por el alcohol. Un mal día me fui con unos chicos a un edificio en ruinas, yo bebía cualquier cosa que tuviera alcohol, cuando estaba medio inconsciente se aprovecharon, a mí me daba todo igual, hicieron barbaridades conmigo, me follaron por todos lados, cuando quise impedir que siguieran, me golpearon. Me caí, me tiraron, no lo sé, lo cierto fue que desperté en un hospital. Como consecuencia, aborté, tuvieron que extirparme la matriz, dejando los ovarios, para no tener problemas hormonales. Informaron a mi familia y me abandonaron. Me dejaron sola, tuve que apañármelas para sobrevivir. Conocí a un chico con el que me inicié en el porno, lo demás ya lo sabes.
Carmen y Nati, habían escuchado todo desde la puerta. Nos llevaron de nuevo a la cama, nos tumbaron y se dedicaron a provocarnos un orgasmo tras otro hasta quedar exhaustas. Ellas ya conocían la historia de Lara. Carmen la besaba.
–Hemos venido a divertirnos, a pasarlo bien y no a contar historias tristes. Además, esta niña va a ser tuya también, serás su madrina y tal y como lo veo, quizás tengas que ayudarme a criarla. Las cosas con mi marido no van bien, no sé si aguantaremos hasta el parto, es posible que nos separemos antes. Ahora, comédmelo, estoy deseando correrme, lo necesito, me habéis puesto cachonda.
Y se lo comimos de nuevo. Escuchábamos los gemidos de Charo e Isabel. Y así hasta el amanecer, entonces nos quedamos dormidas.
Me desperté, eran las once. Estoy detrás de la espalda de Lara que tiene una teta de Carmen en su boca, mamando como un bebé, su mano entre los muslos de la preñada, abarcando su vulva. Una mano de Nati, a mi espalda, acaricia mi pecho. Lo hace dormida. Su respiración en mi nuca, me provoca agradables escalofríos. Acerco mi mano a la cara de Lara para apartar un mechón de pelo, suelta el pezón de Carmen y se gira hacia mí. Nos fundimos en un dulce beso. Susurra.
–Buenos días, amor.
–Buenos días, mi vida. ¿Has dormido bien? O mejor ¿Has mamado bien?
–Las dos cosas. ¿Sabes que tiene leche? Sabe bien, por eso mamaba, me gusta.
–Eres como una niña pequeña, Lara. Por eso te quiero más. Pero tienes que perdonarme.
–¿Por qué, amor?
–Por ponerme celosa.
–¿De Carmen?
–No….De mi hija. De Gaby.
–No te entiendo, Eva. ¿De Gaby? ¿Por qué?
–Por como la mirabas cuando os conocisteis. Creí…..
–No sigas, mi vida. Te envidiaba, tienes una hija preciosa y….
No dejé que terminara la frase. Uní mis labios a los suyos, en un largo y cálido beso.
Nuestras queridas amigas nos miraban. Carmen acarició su pelo.
–Lara, creo que Eva estará de acuerdo conmigo. Nuestras hijas son también tuyas. Compartiremos amor, placer, amistad y también hijas. Todo depende de la importancia que le des. Mira a Nati, ella puede tener hijos y no quiere. Para ella es más importante su libertad y yo respeto su deseo. Pero vamos a levantarnos. Llegaréis tarde a la estación.
Nos levantamos y entramos sigilosamente a la habitación donde están Charo e Isabel. Duermen, desnudas, abrazadas, forman una deliciosa imagen, para ser inmortalizada en un cuadro. Sus curvas suaves, la morbidez de la piel. Mantienen los muslos entrelazados entre ellas. Nos acercamos las cuatro, rodeando la cama. Acariciándolas suavemente, despiertan, sorprendidas, se miran a los ojos, sonríen y se besan. Les hablo sonriente.
–Buenos días, dormilonas. ¿Cómo lo habéis pasado?
Charo, sin dejar de mirar a Isabel.
–Es lo mejor que me ha pasado desde hace mucho tiempo. ¡Es tan dulce!
–Te entendemos Charo. Eres una buena persona y mereces ser feliz. Isabel también se lo merece. Ahora vamos, levantaos, tenemos que comer algo, Lara y yo nos iremos pronto ¿Y tú? ¿Te quedaras con Isabel?
Se miran las dos. Isabel anhelante, esperando la respuesta de Charo.
–¿Qué si me quedo? ¡¡No pienso separarme de Isa nunca!! Esta noche ha sido nuestra noche de bodas. Hemos sellado un pacto…de amor.
Se besan, les gastamos bromas, cosquillas, nos reímos. Nos faltan Gaby y Silvia para compartir un momento tan sublime.
–¿Qué le digo a tu hija, Charo?
–No te preocupes. Se lo diré por teléfono, tú solamente le tienes que decir cómo me has visto.
–¿Desnuda, después de follar toda la noche con Isabel?
–¡No, tonta! Feliz, muy feliz. Dile que Isabel me ha dado vida. Nada más.
Nos arreglamos para bajar al bar de Alfredo, que nos atiende con la amabilidad de siempre. Aunque es tarde y ya no sirve desayunos, hace una excepción con nosotras.
En el bar, Carmen y Nati se despiden de todas nosotras y se marchan. Charo e Isabel nos acompañan a la estación de Santa Justa, hasta la partida del tren que nos lleva a nosotras a Barcelona. La tristeza de la despedida, se ve compensada con las miradas amorosas que se cruzan entre las dos. Mentalmente les deseo mucha suerte, la merecen.
Llegamos a Barcelona, Gaby y Silvia nos esperan en la estación. Tras los abrazos y besos, las explicaciones. En el camino a casa, en el taxi, Silvia a punto de romper a llorar.
–Eva ¿Por qué se ha quedado mi madre en Sevilla? ¿Qué ha pasado? Ella me ha dicho que está bien, que encontró una persona, Isabel, con la que espera ser feliz, pero ¿Es verdad?
–Si, cariño. Tu madre está mejor que nunca. Apenada por qué no estás con ella, pero feliz. Ha encontrado a otra persona, que conoció hace mucho tiempo, una compañera de colegio, algo así como tú con Gaby. Y no quiere separarse de ella. Creo que pueden ser muy felices las dos. No debes preocuparte. De todas formas piensa que estas a menos de seis horas de viaje en tren, una en avión, cuando quieras puedes ir a verla y cerciorarte de lo que te decimos.
Pensativa, se refugia en los brazos de mi hija, que la acoge cariñosamente. Se besan. La taxista, una mujer, mira por el retrovisor y sonríe.
–Perdónenme, a lo peor meto la pata, pero las jovencitas ¿Son pareja?
Nos hace gracia y reímos.
–No tiene que disculparse. Si, ellas dos son pareja y nosotras dos también. ¿Por qué?
–Pues, por qué me alega mucho ver a mujeres que se quieren y no les importa demostrarlo. Yo vivo desde hace cinco años con mi chica. Lo pasamos muy mal antes de salir del armario. Cuando lo hicimos, la familia, los amigos, todos, nos dieron la espalda. Rompimos con todo y lo afrontamos solas, eso nos dio fuerzas. Y cada día que pasa, nos alegramos más de haber tomado aquella decisión. Hoy estamos juntas, tenemos nuestro taxi, que llevamos las dos, somos independientes y felices, muy felices. Estoy deseando terminar cada turno, para volver a casa y estar con ella.
–Sabemos, por experiencia, de lo que hablas. En esta sociedad la intolerancia está muy extendida. Ellos establecen las normas, en base a unos principios caducos y todos debemos acatarlas. Si no lo hacemos, se nos castiga con la marginación. Pero antes aún era peor, lo castigaban con la cárcel.
Llegamos a casa. La chica del taxi, baja para despedirse de nosotras con dos besos y desearnos suerte.
Carlos y Ainoa salen a recibirnos, tras los abrazos y besos de rigor, Carlos me mira. Lara es una desconocida para él. Hago las presentaciones. Carlos se muestra algo reticente, pero acepta lo inevitable.
–¿Qué ha pasado con Charo? ¿Se ha quedado sola en Sevilla?
–Si, se ha quedado en Sevilla, pero no está sola. Vive en casa de una “buena amiga”. No te preocupes. Estará bien y lo ha hablado con su hija.
–Bueno, siendo así. Espero que le vaya bien.
–Carlos, traigo los documentos, que tienes que firmar, para el divorcio.
–¿Estás decidida? ¿No te arrepentirás?
–No, Carlos. Lara está conmigo y la quiero mucho. Me iré a vivir con ella. Nosotros podemos ser buenos amigos, te quiero, no estoy enamorada de ti, pero te quiero y Gaby también, ella te necesita, le haríamos mucho daño si nuestra separación se complicara. Lee el convenio de separación y sabrás que no pretendo aprovecharme.
— Lo comprendo, y tienes razón, Eva. No voy a pelear contra ti, también te quiero y no voy a haceros daño a ninguna de las dos.
Las chicas han preparado la cena. Nos sentamos todos, Silvia esta algo triste. Se siente sola, es la primera vez que se aleja de su madre. Tiene su mano sobre la de Gaby. Ahora es su principal apoyo.
Tras el postre nos sentamos en el jardín trasero, junto a la piscina. Gaby y Silvia preparan unas copas para todos, pero Carlos, tras disculparse, se retira a descansar. Lara hace gestos para marcharse.
–Llamare un taxi que me lleve a casa.
–Ni hablar, Lara. Estamos cansadas y esta noche nos quedamos aquí las dos. Mañana ya veremos lo que hacemos.
–Si, mi vida. Tú mandas y yo obedezco.
Lo dice acompañando con gestos teatrales. Nos reímos. Ainoa me mira con curiosidad.
–Mañana no tengo que madrugar. Trabajaré por la tarde hasta la noche. Podemos estar juntas hasta el mediodía.
Gaby me mira y sonríe. Asiento con un ligero movimiento de cabeza. Como yo, también ha comprendido lo que quiere Ainoa.
Seguimos charlando, tengo sueño, Lara también.
–Lara ¿Vamos a dormir?
–Bueno, si es a dormir, vale. ¡Pero a dormir!
–Déjate de indirectas y vámonos. Estoy muy cansada.
Subimos y nos acostamos en las camas unidas que compartía con Charo. No sé por qué, su recuerdo me excita. Abrazo a Lara.
–¿Vamos a dormir?
–Si, vida mía. No puedes imaginar lo feliz que me hace tenerte a mi lado, aunque solo sea para dormir. Te quiero.
Así, abrazadas, mirándonos a los ojos, en la semi penumbra, nos dejamos seducir por Morfeo.
Un nuevo día. La claridad, me ofrece la visión del rostro de Lara dormida, ¡Qué hermosa es! Me atrae un hilillo de saliva que baja desde la comisura de sus labios hasta la almohada. Acerco mi boca a la suya y con la lengua le arrebato ese trocito de mi amada.
Se ha despertado, no deja que me separe, con su mano tras mi nuca, me atrae hacia ella hasta depositar un delicioso beso que comparto con deleite. ¡¡Cómo quiero a esta mujer!! ¡¡Mi mujer!! Mi amada. La deseo. Acaricio su rostro, no me canso, estaría horas admirando, acariciando, su cuerpo. Mi mano se desliza hasta su cintura, levanto, ligeramente la sábana. ¡Está desnuda! Su rajita se adivina entre los pliegues de las ingles, la piel suave, cálida, me enciende, siento una contracción en mi vientre.
No puedo evitarlo, ver su cuerpo desnudo me excita, una oleada de calor me invade, sigo acariciándola, ella responde con más caricias, besos. Retiro la sábana y cubro su cuerpo con el mío.
Necesito sentir el mayor contacto posible, piel con piel, los dedos de mis dos manos entrelazados con los de las suyas, los brazos extendidos. Con los pies, acaricio los suyos. Besos, muchos besos. Amor, mucho amor. ¡Quiero gritar, amor!
La puerta no está cerrada, se abre un poco, hay alguien, veo su sombra. Miro e invito a entrar, con la mano. Es Ainoa. Entra avergonzada, es muy tímida. Habla muy bajito.
–Carlos se ha ido, os he escuchado y necesitaba hablar contigo Eva.
–Entra y cierra, siéntate aquí y mira lo que hacemos.
Lara un poco extrañada se deja hacer. Sigo con mi asalto a sus posiciones, que poco a poco se van debilitando. La batalla alcanza su momento álgido, cuando me sitúo entre sus piernas y le como el tesoro.
No dejo de observar a la chica que, nerviosa, lleva sus manos a los pechos, pellizcándolos. Me acerco a ella para empujarla con suavidad y acostarla junto a Lara, que comprende lo que quiero hacer y colabora.
Entre las dos acariciamos a la chica, sobre el camisoncito de dormir. Su calentura aumenta hasta el límite. Tiembla como un pajarillo asustado. Su boca me atrae como un imán. Miro a Lara que asiente, dándome permiso y beso sus labios. Ainoa se mantiene estática, el temblor de sus piernas delatan su excitación, los ojos cerrados, la boca entreabierta. Percibo un ligero estremecimiento al posar mis labios sobre los suyos.
–Ainoa, no temas, solo queremos que vivas una experiencia, que te abrirá nuevas puertas al placer. Sé que necesitas saciar tu curiosidad, por eso hacemos esto. No estás obligada a nada que no quieras hacer. Cuando quieras me lo dices y me detengo.
–Ahora no paréis, por favor. Sigue Eva, quiero saber si soy o no…..
–¿Gay? ¿Lesbiana? No cariño, no lo eres. Nosotras tampoco, bueno, no del todo. Somos bisexuales. Los gritos que oímos, cuando estas con Carlos, no son fingidos, disfrutas con él. ¿Estás enamorada de Carlos? ¿Es lo que quieres averiguar y lo que te ha traído hasta aquí? Necesitas asegurarte de que lo amas. Pero eso es algo que solo tu corazón puede decirte. Con nosotras, solo encontraras sensaciones, placer, nada más.
Mientras hablamos, no dejamos de acariciarla. Suspira, con sus manos coge mi cara y la atrae hacia ella. El beso es largo, su boca se abre para deleite de mi lengua, que la explora en profundidad. Lara toma el relevo. Se devoran la boca mutuamente.
Quiero ser la primera que saboree su coño, le bajo las braguitas para descubrir un monte de Venus cubierto por una ligera pelusilla, clara, los labios mayores, poco abultados y cerrados, no dejan ver los menores.
Con mis manos abro la flor y me deleito con su belleza. Su interior deja caer un hilillo de líquido transparente y al acercarme y pasar la lengua sobre su tesoro, reconozco su olor y sabor. Para mí es inconfundible. Es semen de Carlos con un nuevo componente, el sabor de la chica. Me gusta. Su sexo huele a lavanda. Debe utilizar algún producto con ese aroma.
Le hago un tratamiento completo, masaje lingual desde el ano al ombligo. Parada en el bultito del placer. Estremecimiento, intenta cerrar las piernas, estoy preparada y lo evito para seguir excitando su delicioso rincón.
De pronto un grito. Un movimiento brutal de su cuerpo que me aparta de ella y cae desvanecida sobre el lecho. Nos apresuramos a acariciarla y mimarla. Entre las dos, estrechamos su cuerpo. Lara está muy excitada.
–¡Te necesito! ¡Ahora!
Y atiendo su petición. Me dispongo a mordisquear y lamer su deliciosa vulva, los pliegues internos de su fruta. La cama se mueve, unas manos acarician mis nalgas, no dejo de lamer.
Veo a Gaby sobre Lara, mordiéndole un pezón, mientras pellizca el otro. Debe ser Silvia quien me ataca por la retaguardia. Su mano en mi coño provoca sensaciones deliciosas.
Lara no lo soporta más y se corre de gusto, libero mi cabeza de la deliciosa prisión que la retenía. Me tiendo a su lado, Ainoa es quien ahora se acerca y se acurruca junto a mí. Me besa. Acaricia mi pelo. Gaby y Silvia no se detienen, siguen liadas conmigo, me acarician por todos lados, me comen, no puedo más.
No sé quien, de las dos, me está martirizando el garbancito. Prefiero no saberlo, pero sí, lo sé. Es mi hija. Un dulce orgasmo me hace vibrar, temblar de gozo.
Tengo a mi lado, sobre mí, estoy rodeada de las personas a quien más quiero. Y además me dan un placer inmenso. ¿Qué más puedo pedir?
Gaby me mira apenada, suplicante. Me incorporo para atraerla hacia mí. Me abraza con fuerza, nos besamos, las demás nos miran, se acercan y nos abrazan a ambas.
Se renuevan las caricias, me dedico a mi niña. Silvia intenta apartarse, se lo impido. Quiero compartir con ella este momento. Se tiende junto a su amada, se besan. Lara abre sus piernas y se dedica a ella, yo a mi hija.
Ainoa, maravillada por lo que está presenciando, ayuda con caricias. Un amasijo de cuerpos sudorosos, el olor a sexo invade la habitación, una sinfonía de gemidos, culmina, con una sucesión de orgasmos.
Descansamos. Soy yo quien primero se levanta para preparar algo de comer. Se disputan las duchas, me suenan a gloria las risas de las chicas jugando como niñas, sobresalen las cristalinas carcajadas de Silvia. Me siento muy feliz.
–¡Niñas, a la mesa!
Bajan en tropel y se sientan a desayunar. Ainoa esta retraída. Me acerco, paso un brazo por su espalda y la atraigo.
–No te sientas mal por lo que ha sucedido, cariño. Tienes mucha suerte de haberlo disfrutado…
–Sí, me siento mal, he engañado a Carlos, él no sabe lo que he hecho.
–¿Y se lo vas a decir? Si quieres hacerlo, sincerarte con él, puedo ayudarte. Dile que fui yo la culpable. Que tú no querías.
–Pero eso no sería verdad. Yo lo deseaba. Y me gustó, mucho. ¿Cambiará esto mi relación con él? ¿Qué pasará ahora entre nosotros?
–No creo que pase nada chiquilla. Hablaremos las dos con él y lo entenderá. No quiero que te ocurra lo mismo que a mí. Dejar que pasaran veinte años para contarle mi locura. Ahora come algo, estarás agotada, por qué esta mañana, antes de irse te…
–Sí, ¿Cómo lo sabes? No hicimos ruido.
*Me he propuesto que este sea mi 1º relato sin fallos ortográficos, al menos grave o medio, salvo palabras inventadas, nombres y el tema de las exclamaciones y mayúsculas, creo que no hay ninguna. Pero seguro que las hay.
YO: que no, no insistas……..- desesperado ya me senté en la cocina.-…..por que no, no quiero ni voy ha hacerlo…….- el teléfono móvil me pesaba una tonelada en la mano de tanto tiempo de llamada-….¿y a mi que mas me da?…….- bufé de desesperación dejando el móvil en la mesa y recostando mi cabeza sobe el-………..pero a ella le gusta y a mi no……….- Dani se partía el pecho de risa mientras terminaba de hacer la comida en la encimera……..- pues se lo preguntaré pero no se si ella tiene peso para pedirlo……vale pues en cuanto la veo se lo digo …………..adiós……………….si………….hasta luego………..va, un beso………….va……..adiós mama. – por fin colgué.
Solté un suspiro que Dani reconoció como exasperación, se acercó a dejarme un plato de ensalada, riéndose aun.
-DANI: ¿otra vez madre?
-YO: si……….gracias por la comida.- descubrí en esos días que Dani tenia buena mano con la cocina, y aunque no la tuviera mi educación no me permitía que me hiciera la comida y me la sirviera sin agradecérselo, pese a se runa empleada.
-DANI: ¿otra vez querer que tu salir TV?
-YO: si, desde que me vio va por el barrio como la madre de un premio Nobel, presumiendo ante las amigas.
-DANI: ¿y ahora que querer?
-YO: pues le ha dado por decirme que le pida a Eli que sea uno de sus monitores y salga en antena con ella a diario.
-DANI: jajajaa ¿y tu no gusta?
-YO: pufff paso, Eli me ha dicho que cobran muy mal por el programa y es mucho lío, prefiero apartarme de las cámaras lo mas posible por ahora.
-DANI: ¿y que querer que tu preguntar?
-YO: que le pidiera entradas para acudir como publico al matinal de las mañanas, ¡yo que se!, esta como una cabra.- Dani me rascó la cabeza con cariño.
Apenas había pasado una semana desde que volví en mi, desde que la enfermera me sacó de mi apatía y Eli me vació lo suficiente como para poder controlarme, y desde ese día a las 10:45 tenia a Eli llamando a la puerta de casa, venia cada día después de su clase en antena y como le pillaba camino al gim, subía a ducharse mejor allí que en el camerino, obviamente follábamos un par de veces en cada visita, estrenamos la piscina y cada dormitorio, Dani se sonrojó las primeras veces que nos vio desnudos o follando por la casa, o al bajar a beber algo y ver su cara consternada por oír gritar a Eli, la 1º vez acudió en su auxilio con una bolsa de hielo, me reí tanto que me dio hipo. Después de unas cuantas veces Dani comprendió lo que pasaba y su papel en esa casa, quería un ancla, alguien que me recordara por que estaba en esa casa, pero sin perderme, una persona de confianza, y Dani encajó a la perfección, era buena, amable, sonriente y algo inocente para haber sido puta tanto tiempo, pero me gustaba su presencia, y en tan poco tiempo la cogí cierto afecto.
-DANI: yo marchar ya.- recogía sus cosas, después de hacer la comida se marchaba.
-YO: muchas gracias por todo.
-DANI: no querer molestar, yo no ver a señorita Eli hoy…….¿pasar algo?
-YO: si, resulta que le ha venido el periodo, y no anda con muchos ánimos para hacerme una visita.
-DANI: si tu triste yo follar- me reía ante sus ofrecimientos, los soltaba como si ofreciera caramelos.
-YO: no, gracias preciosa, tengo planes para no terminar el día solo, aun así, te lo agradezco, y el día que lo desees, ya sabes, no tienes mas que pedírmelo.- asintió con cariño.
-DANI: si- se acercó a darme un beso en la mejilla y se fue mientras comía, no quería tirarme a la Dani puta que se ofrecía sin mas, si no a la Dani persona, y del afecto que la estaba cogiendo no sabia ni si , dado el caso, seria capaz.
Tan cierto era que tenia planes como que no sabia con quien, Eli me tenia muy contento así que había aplazado unos días mis objetivos, dios mío como se movía aquella mujer, pero le llegó la regla, se puso algo arisca y justo en ese fin de semana se iría de viaje al norte del país a inaugurar otro centro de los suyos y hacer promociones por la zona, así que estaría mínimo 1 semana sin ella, y eso no podía pasar, llegó el momento en que tenia que elegir a mi 1º víctima. La idea de contestar alguno de los mensajes o numerosas llamadas de Mariluz, la presentadora MILF, me tentó pero se puso tan pesada que dejé de contestarla solo para hacerla rabiar y acrecentar su deseo, por lo que me dijo Eli tenia un marido periodista de prestigio en Alemania, pero casi no se veían y Mariluz se follaba a cualquier jovenzuelo que le entrara por el ojo, y yo era su nuevo juguete, pero yo no era un novato que se ponía nervioso ante una foto de sus tetas enviada al móvil, por contundentes que fueran, la dejaría rebanarse los sesos para tenerla loca de pasión. Así que imaginé quien seria la siguiente, en el trabajo Adriana y la jefa se pusieron muy contentas cuando les dije que corté con Ana, de hecho se quedaron una hora mas de su turno para estar hablando conmigo, inventé, o las dejé ver, algo de dolor en mi rostro, aun me escocía pero Ana era una herida cerrada. El hecho de acostarme con compañeras de trabajo me podía poner en una situación delicada, así que descarté la idea por el momento y siempre podría hacerlo en el trabajo. ¿Llamar a Lara?, follaba bien y ya nos conocíamos pero la verdad, me atraían cosas nuevas y tenia planes para ese piso de estudiantes.
Así que después de comer, y una buena siesta, salí a correr por el parque, retomé algunas rutinas de ejercicios leves para volver a estar al 100%, y había quedado a esas horas con algunas de las mujeres del parque, aquellas que me acosaban cuando estaba con Ana, se alegraron mucho de mi regreso y todas muy interesadas en saber de mi ruptura con Ana, solo se lo dije a una y al día siguiente había 10 mujeres mas preguntando, todas corrían y estaban esperándome para que las marcara el ritmo, sin saber mucho, o al menos algo mas que ellas, les hacia de monitor, aunque alguna sabia mas que yo y fingía lo contrario. Era de todo, desde una chica de 17 años hasta una adulta de 52 años, se formó como una especie de grupo de apoyo entre ellas donde yo era el único tío, algunas se cansaban de esperar y se iban a buscar a otro de los tíos buenos del parque, las mas guapas y exuberantes en su mayoría, pero parecían mas aves en busca de presa que interesadas en el entrenamiento, eso si, tenia 8 o 9 fieles, entre ellas 2 muy apetecibles, 3 en realidad, la chica de 17 años tenia un polvazo, pero era menor y hasta su mayoría de edad no pensaba tocarla.
Estaban Lucia, Lucy, una mujer de 33 años, madura y con 2 hijos de 6 y 4 años, pero que se mantenía a base de ejercicio y yoga, rubia con pelo corto, lo justo para hacerse una coleta, de ojos negros y con muy buenas tetas, tenia el culo plano pero una cintura de avispa que le alegraba las caderas, de 1,72 de altura y piel curtida, seria y muy fuerte mentalmente, imponía respeto.
Jennifer, Jeni, una mujer de 24 años, morena con larga melena, se hacia 2 coletas hasta que bromeé un día de eso, al día siguiente una sola coleta hasta tocarse la espalda, ojos marrones y guapa, físicamente era la mas atractiva de todas, bien proporcionada, no destacaba en nada exageradamente, tetas normales y trasero respingón, con las curvas justas, una chica normal pero hermosa y atractiva, 1,67 de altura y con un lunar en la mejilla muy coqueto y un tatuaje en la zona del omóplato del yin y el yang, era la mas divertida y con la que mas conexión tenia, quizá de la edad tan cercana a la mía, y el día que faltaba la echaba de menos.
Lola, la menor, que en realidad se llamaba Casandra, pero todas la llamaban lolita por su aspecto y su forma de ser, tanto que al final se quedó en Lola, era una muñequilla preciosa, rubia, pelo largísimo hasta la cintura, iba sin coleta, solo al correr se hacia un moño de forma graciosa, con una cinta de pelo y un bolígrafo, de ojos azules y un cuerpo diminuto pero repleto de curvas que se desarrollaban, senos bien formados, enseñando gran parte del ombligo, con un piercing en el, y la espalda al aire, con los leggins bien bajos en la cintura y el culo prieto y firme que su edad le concedía, si pasaba del 1,60 era de milagro, con los pómulos llenos de pecas, una cabra loca en su forma de comportarse y actuar, una de esas crías que son buena gente pero que parece que no tenían padres que la educaran, hablaba de forma barriobajera, mascaba chicle sin parar, no se, cosas como meterse la mano en el culo para sacarse el hilo del tanga mientras decía abiertamente que la picaba el culo, poco refinada por así decirlo, se comportaba como una adolescente rebelde, Lucy y las demás la tenían tiesa como una vela, al ser la mas joven todas hacian de madre, parecía que la estaban educando ellas con continuos rapapolvos, habían conseguido que dejara de montar lios, ya que a la mínima se ponía hecha una furia, y que mostrara respeto y algo de educación.
Tenia mas que claro cuando me dirigía al parque que esa tarde Lucy o Jeni vendrían conmigo a casa, Lola se me había insinuado ya varias veces de forma obvia y grosera, como colegial que era, le había rechazado de pleno pero al volver la dije que me enseñara el DNI para saber su fecha de cumpleaños, sonrío encantada al ver como me puse una alarma en el calendario del móvil, no era en mucho tiempo. En cambio Lucy, como mucho, intentó la treta de lesionarse para ir en mis brazos, no se atrevía a más, Jeni no parecía interesada en tener sexo, sino más bien compañía al correr, pero un día me dio su móvil en un papelito repleto de corazones.
Iba maquinando cuando llegué al parque, el grupo de mujeres estaba en la entrada de siempre, estirando o charlando, la mujer de 52 años me había visto en la TV como mi madre, y estaba loca de felicidad, me hice fotos con ella para calmarla, saludé a todas y como monitor que me habían erigido, fui haciendo unos ejercicios de estiramiento delante de ellas que iban siguiendo mi cuerpo con los ojos, sus miradas eran ya de confianza pero no sutiles, desde que volví a mis rutinas me dio igual ir marcando polla en el pantalón sin nada debajo, o músculos con camisetas muy ceñidas, mi eterna barba de 3 días y mi espeso cabello negro, corto pero lo justo para poder agarrarlo, y mis profundos ojos marrón oscuros con una caída ensayada, eran mis armas, y ellas encantadas, mas aun cuando hacían los ejercicios mal y las metía mano para corregirlas, algunas lo hacían mal adrede y otras por que sus físicos no daban mas de si, pero yo jugaba con todas, a Jeni casi nunca la corregía, estaba convencido de que sabia mas que yo, era monitora o algo, pero alguna era todo lo contrario, se equivocaban mucho, demasiado para ser provocado, eran personas torpes, pero se iban haciendo con todos los ejercicios. Cuando por fin estiramos comenzamos la marcha, un trote simple, a ritmo bajo, dar vueltas en grupo y así apoyarnos unos a otros y esas cosas, íbamos aumentando el ritmo cada vuelta hasta que a partir de la 4º o 5º llegaban los abandonos, no se forzaba a nadie, quien no podía mas se hacia a un lado, para la sorpresa de todos, la señora de 52 años aguantaba mas que muchas jóvenes, 2 de 40 eran las primeras, luego una de 35, y allí si, la buena señora de 52 años cedía, pero mantenía un pique con Lola, la “benjamina”, que acababa de empezar en esto, aun sin fondo físico, pero hasta que no la veía pararse a la cincuentona, no paraba. Al final quedábamos los 3 de siempre, Jeni, Lucy y yo, a Lucy correr se le daba bien, llevaba mucho tiempo haciéndolo, desde que tuvo a su 1º hijo, para conservar la figura, y a fe que lo lograba, aun así iba con la lengua fuera cuando Jeni y yo apretábamos el paso, pero esta vez decidí ir mas despacio para poder hablar con las 2.
Si bien tenia el cajón lleno de aspirantes, no seria tan fácil como llamar y abrirlas de piernas, ni seria, ni me gustaría que lo fuese, tenia ganas de cazar, y mi encontronazo con Mariluz, la presentadora MILF, me recordó lo excitante que es el cortejo, aunque me hubieran puesto delante a Jessica Biel, si se hubiera abierto de piernas a la 1º no me interesaba, ya me cuidaba yo de ir a por las que ofrecían un reto, y ahora estaba rodeado de 2, tenia que tener cuidado de no estropearlo, y comencé el casting sin que ellas lo supieron, hablando con ellas entre jadeos y respiraciones por estar corriendo.
-YO: ¿como vamos?
-JENI: bien.
-LUCY: muy bien, a esas alturas otros días estoy fuera.- normal, estaba ralentizando la marcha por ti, te necesitaba allí, te quería allí.
-.YO: bien, me alegro, por que yo estoy con la lengua fuera – en parte falso, podía seguir, pero en parte cierto, aun no estaba en forma y ya íbamos por 40 minutos corriendo.
-JENI: ¿en serio? Ya te dije que no forzaras tanto después de parar.- por esas cosas intuía sus conocimientos.
-YO: me da igual, si me ganan 2 mujeres tan guapas se va a reír de mí el resto del parque.
-JENI: ¿que pasa, que por ser monas no podemos ganarte?
-LUCY: eso, te vamos a dar una paliza.
Ambas aumentaron el ritmo, predecibles como siempre, ahora solo tenia que hacer mi papel, aguanté un rato su ritmo, pero cuidadosamente fui dándolas metros, las oía reír y vitorear, mas cuando pasamos al lado del grupo de las que ya se habían rendido y las animaban, allí hice mi jugada, al ser alto tenia mas zancada y apretando el paso las alcancé, no sin bastante esfuerzo, y las sobrepasé como un avión, me costó mas de lo esperado, pero estaba donde quería, delante de ellas, con sus ojos clavados en mi, lejos del resto ya, entones cada ciertos pasos fui dando uno torpe, claramente, fui aminorando la marcha y antes de que me alcanzaran me apoyé en un árbol agachado y sujetándome la cabeza. De inmediato se pararon a mi lado, Jeni me sentó en el suelo y Lucy me puso la mano en la frente, como madre que era.
-JENI: ¿estas bien?
-LUCY: tienes la frente ardiendo.- no te jode, me he marcado un sprint de la hostia, a 30 grados.
-YO: si, si, solo se me ha ido la cabeza un segundo.
-JENI: ya te he dicho que no fuerces, pero eres un cabezón.
-LUCY: ¿no nos podías dejar ganar o que?, mira como estas.
-YO: no, tranquilas, estoy bien, pero por hoy se acabó, me rindo jajajaja- demostré algo más de control sobre mí.
-LUCY: eso no importa bobalicón, toma, bebe agua.- me dio de su botella colgada de la mochila donde tenia de todo, seria deportista pero era madre, tiritas, spray muscular, pañuelos, agua……
-YO: gracias preciosa.- le di un trago corto.- puffff me voy a casa me encuentro algo mareado.- hice ademan de levantarme para volver a sentarme de golpe.- ufffffffffff,
-JENI: así no te puedes ir, no solo.- contuve mi sonrisa.
-LUCY: es verdad, yo te acompañaría a casa pero tengo que ir a por los niños al colegio.- miró a Jeni.
-JENI: deja, ya le acompaño yo a casa.- BINGO, ya tenía ganadora.
-YO: no por dios, tendrás cosas que hacer, no te molestes, ya voy solo.- me puse en pie con cierta dificultad apoyado en ellas.
-JENI: no es nada, no tengo nada que hacer y vives cerca, ¿no?- asentí.
-YO: si, pero………
-LUCY: ni pero ni pera, te acompaña y punto.- era madre, no había duda.
-YO: vaaaaale, de verdad como sois, si estoy bien.- di un par de saltos y me eché algo de agua en la cabeza para despejarme antes de devolverle la botella. El agua mojó mi camiseta que se pegó aun mas, pillé a Lucy mirando mi torso mordiéndose el labio, pensé ”lo siento, tienes críos, otros día será, sin saberlo me has servido a Jeni en bandeja.”.
-JENI: vale, tu vuelve con las otras y dilas que se acabó por hoy – me miró- ¿por donde es tu casa?
-YO: pues mira, casualmente es por esa 1º salida.- casualmente mis cojones, no me iba a arriesgar a hacerlo delante de otras o lejos de la salida a mi casa para que se ofreciera otra a llevarme.
Caminé apoyado en ella hasta la salida del parque, allí la solté un poco y me probé sabiendo perfectamente que estaba bien, insistí tenuemente otra vez en que se fuera, pero se negó alegando que Lucy le cortaría la cabeza habiéndome dejado ir solo, pero sus ojos contaban otra historia, me comía con ellos, la camiseta ceñida y mojada realzaba mi pecho o mi vientre, y mi polla rebotaba claramente bajo el pantalón. Charlamos un poco, guiando el tema, ya sabia que estaba soltera, o eso me lo dijo en cuanto regresé y se corrió la voz de que dejé a mi novia, andaba de forma lenta y pausada, apoyándome en papeleras o postes en cada semáforo, estabamos cerca de mi casa cuando se la indiqué, abrió los ojos como platos.
-JENI: ¿vives ahí?
-YO: claro ¿por que os extraña a todos?- no era la 1º que me lo decía.
-JENI: no lo se, no pareces un niño pijo.- se sonrojó al instante.- perdona no quería decir eso……
-YO: jajaja tranquila, si no me ofendes, no lo soy, solo tuve suerte y ahora vivo en el 10º, solo, ahora que Ana me dejó.- les había dicho que cortamos de mutuo acuerdo, pero a ella y Lucy, en privado, las quise diferenciar del resto y las dije que me dejó por otro, así me ganaba su confianza separándolas del resto haciéndolas sentir especiales y le sumaba el factor cotilla, querían saber como, por que y que motivos tendría para dejar a un chico tan guapo y bien dotado como yo, y sobretodo, como poder evitar hacerlo ellas El pajarillo herido también podía funcionar en este caso.
-JENI: pues ya casi hemos llegado, si hasta tienes botones en la puerta.
-YO: ya ves, Jorge un soso, solo saluda como un robot, veras, entra en el portal conmigo.- sonreí cogiéndola de la mano.
-BOTONES: buenas tardes, Don Raúl- agachó la cabeza, mientras abría la puerta.
-YO: buenas tardes Jorge, ya te he dicho mil veces que no me llames así, ese es el futbolista, yo Raúl, a secas.
-BOTONES: lo siento señor, es la costumbre.- sonrió con algo de falsedad.
-YO: mira, te presento a Jenifer, una amiga del parque en que salgo a correr.
-JENI: ho…..hola- estiró la mano, el botones se la cogió he hizo una suave reverencia.
-BOTONES: bienvenida al edificio, mi señora.
Entramos tronchándonos de risa, ella por el botones, pero yo por que ya la tenía dentro del edificio, en concreto delante del ascensor.
-YO: ¿lo ves?, pues así todos los putos días, si salgo a las 12:57 de casa “buenos días” y cuando vuelvo a las 13:05 “buenas tardes” y a partir de las 19:00, “buenas noches”.- la imitación de la voz solo la hizo sonreír mas.
-JENI: por dios, pobre hombre, si parece que le hayan metido un palo de escoba por el culo jajajajajaja- reí con ella, lo suficiente para que llegara el ascensor.
-YO: jajaja anda pasa- la indiqué el interior del ascensor, su sonrisa se calmó y vi dudas – no vas a volver a salir según entras, ¿que va a pensar el botones?- asintió y entró serenándose.- anda dale al 10º piso.- se giró hacia el panel buscándolo sin encontrarlo, normal, no estaba.
-JENI: no……no lo encuentro jajaa- me pegué a su trasero pasándole un brazo por el hombro.
-YO: ah coño, siempre se me olvida, pasa del 9º al ático- pulsé el botón del ático, se giró sorprendida.
-JENI: ¿vives arriba del todo?
-YO: eso quiere decir ático.- respondí restándole importancia, pero la tenia con la boca abierta incluso antes de ver el piso.- dios que ganas tengo de darme un chapuzón……….
-JENI: ¿¡¡¡¡ Tienes jacuzzi!!!?- reí dando unos segundos de tensión.
-YO: si………. – estaba el de la habitación grande con baño de hidro masaje -……….. pero prefiero la piscina……………- si fueran dibujos animados hubiera oído su mandíbula chocar contra el suelo.
-JENI: no es…..no es buena idea, que te metas en una piscina ahora.
-YO: ¿y eso?
-JENI: ¿y si te da otro mareo dentro?- joder, se me había pasado eso, es difícil recordar tantas cosas cuando manipulas, pero visto de otro modo, ahora tenia un motivo para hacerla entrar en casa.
-YO: pues yo me lo voy a dar igual, si quieres pasa y me hechas un ojo.
-JENI: ya claro, y yo y mis 59 kilos te van a sacar del agua a ti jajajajaja- su gesto con las manos media el ancho de mis espaldas.
-YO: tú misma, si pasado mañana aparezco en las necrológicas, ahogado en la piscina, te las tendrás que ver con Lucy………- joder, para improvisarlo me había salido genial.
-JENI: vale………- aceptó a regañadientes de mentira, tenia unas ganas locas de ver el piso por dentro.
Al llegar arriba, (ese ascensor tardaba un mundo en subir y bajar), paso delante mía, pude notar las marcas se sudor en sus pantalones deportivos y la chaqueta que tenia puesta por encima de un top deportivo con el ligero escote empapado en su transpiración. Quedó parada ante la enorme puerta blanca, y le abrí como si fuera un sueño, la luz la entrecerró los ojos, para cuando se acostumbró al sol ya estaba dentó con la puerta cerrada.
-YO: anda pasa, es tu casa.- fingía no mostrarla atención mientras dejaba las cosas en el mueble de la entrada y me descalzaba.
Estaba perpleja, admirando el amplio salón, andaba lentamente, como con miedo a romper algo, la ofrecí algo de beber que aceptó ensimismada, “agua……..agua fría, por favor” susurró, se la traje, bebimos un trago largo ambos y la mostré la gran puerta corredera de cristal, menos mal que Dani le había dado un repaso por que si no las enormes tetas de Alba, la enfermera, seguirían allí marcadas, el reflejo del sol aun era fuerte, el agua brillaba con fulgor. Abrí la puerta y fui corriendo a saltar a la piscina, oyendo su voz riéndose de fondo, al salir estaba en el borde mirándome cruzada de brazos, sonriendo.
-YO: dios, que gustazo.- nadaba en círculos.
-JENI: que bestia, ni siquiera llevas bañador.
-YO: ni que fuera una piscina publica.- me acerqué a ella salpicando algo de agua, eso es inevitable cuando uno esta en el agua y otro esta en la orilla.
-JENI: jajaja para, que me vas a calar.
-YO: perdona, llevas algo encima que se pueda estropear, ¿el móvil o la cartera?- se palpó entera.
-JENI: no, lo dejé todo en la entrada, pero me vas a resfriar jajajaja.
-YO: perdona, anda ayúdame a salir- hice casi todo el esfuerzo para salir y extendí mi mano, agarró y cuando la apreté, entendió mi idea.
-JENI: ¡¡NO!!- gritó cuando ya estaba volando por los aires entre risas, se zambulló en el agua ante mi tirón, lo fuerte que tenia que ser para echarla al agua pero lo delicado para que cayera de pie sin peligro.
-YO: ¿que, esta buena el agua?
-JENI: jajaja que carbón, ¿y si no se nadar?
-YO: te hubiera tenido que rescatar y hacerte el boca a boca, una idea que me atrae.- sonrió sacándome la lengua y salpicándome agua.
-JENI: pues te jodes, por que si se.- se quitó las zapatillas de deporte encharcadas y me las tiró cerca de la cabeza sin peligro alguno, para sacarlas del agua, al igual que los calcetines o la chaqueta.
-YO: vale, perdona…….- sonó a disculpa falsa, lo que era, estaba jodidamente preciosa, más aun cuando se soltó la coleta del pelo y su cabello húmedo la caía por el rostro.
-JENI: no pasa nada, pero ahora tengo la ropa empapada.
-YO: ¿y que?
-JENI: que no me puedo ir de aquí con esta ropa ajustada empapada, que se me va a marcar todo el potorro, capullo.- se rió para darle el tono de broma que era.
-YO: va, pues quítatela y déjala al sol.
-JENI: ya y me quedo en pelotas delante tuya,………….y aun así, las zapatillas no se secan así – esa aclaración me dio la pista clave, si las zapatillas se secaran así, ¿estaba dispuesta a quedarse desnuda delante de mi?
-YO: tenemos una lavadora con secadora, pero no tengo ni puta idea de cómo funciona, eso lo sabe Dani, la sirvienta.- mentira, sabia perfectamente como funcionaba, me había ocupado de enterarme de todo antes de dar el palo a Eleonor.
-JENI: ¿tienes sirvienta?
-YO: bueno, no exactamente, es una mujer que viene por las mañanas y recoge mis estropicios, buena gente.
-JENI: pues ya me dirás que hacemos.
-YO: podemos probar a intentar poner la lavadora.
-JENI: y dale, no me voy a quedar desnuda delante tuya.
-YO: aunque sean solo las zapatillas, pero veo un absurdo poner la lavadora solo para eso, teniendo albornoces……….- su cara se volvió a iluminar.
-JENI: a bueno, puedo ponerme uno mientras se seca todo.- parecía ilusionada con la idea.
-YO: de puta madre, así tomamos un rato el sol tomándonos algo.
Salí del agua de un tirón quedando ante ella con el pantalón y la camiseta envasando al vacío mi cuerpo, estiré de la zona de la pelvis para hacer que disimulaba, ella ofreció su mano para salir del agua, la cogí y la ayudé a subir, cuando estaba arriba tiró de mi con fuerza para echarme al agua, casi lo logra, pero la diferencia de peso y mis piernas aguantaron, de hecho una vez bien plantado, tiré del ella sacándola del agua de un salto, quedó de pie a medio metro de mi, sonriendo y secándose la cara con las manos, chorreando agua los 2 por todos lados, si ella estaba comiéndome con los ojos, yo a ellas mas, el cuerpo femenino húmedo siempre me atontaba. Entré a por un albornoz mientras ellas se esforzaba por sacarse el agua de los recovecos de sus senos y entre pierna, escogí el mas corto que encontré, parecía uno de niña pequeña, seria de Yasmine, la hija de Eleonor, de antes de dar el estirón supuse, al salir con el, lo cogió y me miró.
-JENI: ¿donde quieres que me ponga esto?
-YO: yo que se, el que he encontrado, esta ese y el mío, pero no se si te dará grima…- giró la cabeza “si no hay mas remedio” se leyó en su rostro.
-JENI: te importa si……..- hizo un gesto claro con el dedo para que me diera la vuelta, accedí disculpándome, pero me conocía bien la casa, el reflejo en la puerta corredera era como un espejo.
Se quiso poner el albornoz normalmente pero era absurdo, le quedaba como una chaqueta larga y no cerraba del todo, de forma hábil, se puso el albornoz a modo de toalla, y con movimientos circenses se sacó el top, el pantalón y un tanga diminuto, no llevaba sujetador, no necesitaba para realzarlas pero el top hacia sus funciones, así que, mirando de reojo por si me daba la vuelta, ató las mangas del albornoz y se hizo una especie de vestido que le tapaba lo justo, desde la línea del escote hasta el comienzo de sus piernas, tiraba hacia abajo pero casi se le salían las tetas, aun así había visto a mujeres de fiesta con vestidos mas descocados. Así que con cierto estilo se agachó a coger las prendas, metió en tanga escondido entre lo pantalones y me avisó.
-JENI: ya esta.- sin darme la vuelta.
-YO: vaya, algún día las mujeres tendréis que enseñarnos a los tíos esos trucos.- miró extrañada sin entender nada hasta que se vio reflejada en el cristal y me vio mirándola directamente en el rebote.
-JENI: eres un mamón.- me sacudió en la espalda con una sonrisa dibujada.
-YO: y tu una acróbata rusa, que manera de desnudarse sin enseñar nada……….- abrió al boca con una indignación inexistente- …….una lastima……..- me volvió a sacudir y esta vez me pegó en el pecho con su ropa sucia.
-JENI: anda, vamos a ver como funciona esa lavadora.- la vi andar enseñando el inicio de su culo por debajo, con clase.
Fuimos hacia la cocina, yo sabia como funcionaba la lavadora, pero busqué el manual de intrusiones, estuve bromeando con ella mientras se esforzaba por agacharse a leer el cuadro de mandos sin que se le viera nada, fuimos dando botones al azar, leyéndola las instrucciones, fui indicándola con palabras mas certeras, de hecho solo había que darle a 2 botones pero di mil vueltas para que fuera ella la que “descubriera” como funcionaba, cuando estabamos listos echamos el jabón, metió su ropa y fue a darle al botón.
-YO: espera, agonías, ya puestos meto la mía también- tiré del cuello de mi camiseta pero entre lo ceñida que era, que así salía fatal y que estaba mojada, era difícil, si hubiera querido de un tirón la sacaba pero la dejé “ahogarme” pidiendo auxilio entre carcajadas.
Sentí sus dedos en mi piel cuando cogió de la parte de abajo y fue ayudando a que saliera, cuando la saqué de mi cabeza aun tenia sus dedos en mi pecho y me hacia una radiografía del torso mordiéndose el labio, “es mía”, sujeté del borde de mis pantalones.
-YO: esto…podrías- la hice su mismo gesto para que se diera la vuelta.
-JENI: ¿que pasa?, ahora te va a dar vergüenza que te vea en calzoncillos.- rió altiva.
-YO: me lo daría………. si los llevara.- se sonrojó dándose la vuelta, avergonzada.
-JENI: pero como sales a correr así………..con eso……..al aire.- me quité el pantalón y lo metí todo en la lavadora, cogí unas bermudas que había en un montón de ropa planchada la lado de la tabla, donde Dani solía dejarme las cosas y me los puse.
-YO: ya claro, y que me hagan rozaduras con el sudor, así voy mejor…- una pequeña pausa cogiéndome el rabo, exhibiendo, para colocarlo bien antes de meterlo dentro de la ropa -….ya esta, puedes mirar.- se giró con un gesto veloz y sensual, tanto ella como yo sabíamos que la puerta del armario de enfrente, negra y de cristal, le habían regalado mi reflejo desnudo, aunque ella no sabia que yo lo sabia.
-JENI: bien, pues en marcha.- con alegría pulsó el botón y se quedó mirando por si aquello funcionaba mal, mi ropa y la suya con sus zapatillas.
-YO: pues tu me dirás que quieres tomar…..- abrí la nevera, de inmediato ella se puso entre el frescor que salía y yo.
-JENI: a ver que tienes…….- removió un par de cosas, sacó el cajón de congelados y dio palmas de felicidad al ver una caja de helados de nata.- ¿puedo coger uno?- puso cara de cachorro.
-YO: lo que tu quieras, es tu casa.- me sonrió y se abrazó de mi cuello, sentí el frío del helado en la espalda, al separarse se recolocó el albornoz con cuidado mientras desprendía la envoltura y la tiraba a la basura.
Fui detrás de ella con un refresco de cola, intentaba quitarme ese vicio pero era el único que tenia, ese y el sexo salvaje, dudamos si sentarnos en las hamacas o en el césped, pensé que el césped seria mas adecuado por el sol que aun daba en esa zona, degustó el helado de nata con pasión, y yo disfrutaba al ver sus buenos lametones, imaginado lo que ya sabéis, reímos y charlamos, ella se aseguraba de forma constante que no se le viera nada, pero al cambiar de posición sus muslos evocaban la feminidad.
-YO: en la gloria estoy, tumbado en el césped boca arriba, tomando el sol, con un refresco en la mano y con una bella mujer a mi lado.- coño, si hasta rimaba.
-JENI: pufff vives como un rey, aunque……..
-YO: dime.
-JENI: te estoy poniendo perdido el albornoz con el césped y me voy a quemar jajaja, se que esta feo quejarme pero……
-YO: mira a ver en ese armario de la pared, a ver que encuentras.- dije con cierto desdén.
Con habilidad se puso en pie sin enseñar nada, sujetándose el escote, no evitó que se le viera medio culo desde mi posición al andar, al abrir el armario encontró crema solar, unas cuantas gafas de sol y unas toallas enorme colgadas junto a 2 albornoces de adulto.
-JENI: ¡que carbón!, mira lo que hay aquí.- miré confuso, al verlo me eché a reír, de verdad, no me acordaba de lo que había allí, eran cosas de la piscina, gafas de agua, cremas, manguitos, flotadores……etc.
-YO: hostias, jajajaja pues no lo sabia, perdona.
-JENI: ya, claro….- no me creyó, casi la única verdad, o no manipulación, que le había dicho y fue la que no se tragó, ironías.
-YO: pues trae la toalla y ponla debajo para no marcharse con el césped, y la crema y así no me quemo yo también.
-JENI: ¿puedo coger una de las gafas de sol?
-YO: todas tuyas- se giró mirándolas
-JENI: ¿cual cojo?, es que son todas de Armani y no quiero romper ninguna buena.
-YO: ¿de Armani?, ¿eso no hacen ropa?
-JENI: si tonto, pero también gafas, estas son de mujer todas, y de las caras, ¿cual cojo?
-YO: pues las que te de la gana…….. y quédatelas, yo no las necesito.
-JENI: ¿que dices? Si valen una pasta.
-YO: ¿y a mí que?, son de mujer, ¿me las voy a poner yo?
-JENI: no jajajaja pero no puedo……..
-YO: pues ya esta, la que mas te guste y te las quedas.- me tumbé de nuevo restándole importancia y zanjando el tema, un buen regalo ayudaría, Eleonor se fue y me había dejado un dineral en complementos y botellas de vino por lo visto, ¿que mas habría por la casa de valor?
Jeni escogió unas tardando unos minutos, mujeres, se puso unas y saltó hasta el césped, estiró la toalla y se tumbó encima poniendo poses preguntando como la quedaban las gafas, dándose crema en los brazos, los hombros y las piernas, no se si era consciente pero la miraba todo el tiempo, como se frotaba los gemelos y el pecho, hasta se remangó un poco el albornoz para dejar que el sol la diera calor, me asombró poco que no cogiera uno de los albornoces grandes del armario y se cambiara, si ya estaba cómoda y confiada ¿para que andar hacia atrás?. Yo hice lo propio y remangué las perneras de las bermudas hasta sacar mis poderosos muslos a la luz, oía como Jeni se estiraba en el suelo y ronroneaba disfrutando de aquello.
-JENI: dios, podría vivir así.
-YO: jajja tu y cualquiera.
-JENI: ¿y tu novia te dejó teniendo todo esto, y a ti?- la pregunta no me pilló por sorpresa, estaba esperando que ella diera el paso, no iba a alargar mas aquello.
-YO: algo así, supongo que tendría sus motivos.
-JENI: pues no se me ocurren cuales.
-YO: ni a mi, pero cuanto antes pasara mejor, así puedo volver a ser libre.
-JENI: ¿y no tienes a ninguna detrás de ti?- el tono era de amistad, pero quería información.
-YO: a unas cuantas, detrás, delante y donde se quieran poner mientras me las tiro …………- soltó una carcajada ante mi burrada-……………ayuda tener la vasectomía hecha, puedo llenarlas sin que haya problemas………… – eso por si aun no lo sabia.- …………….. por ahora estoy en una fase rara en que no busco nada serio……………- era arriesgarme a que se cerrara pero la dejé claro que yo no me iba a atar con nadie, ella incluida.
-JENI: ya imagino……- sin duda ahora pensaba en mi cuerpo y mi polla follándose a alguna, quizá a ella misma.
-YO: ando en una etapa algo confusa, así que no busco líos largos, solo sexo.
-JENI: como todos los tíos.
-YO: si, pero a diferencia de ellos, yo lo logro.- el silencio llenó la terraza, ella se dio la vuelta y se quedó boca abajo, apoyada sobre las palmas de las manos cruzadas, mirándome a través de las gafas de sol.
-JENI: un poco creído te lo tienes.
-YO: si, pero no mas que algunas con las que he estado, pero cuando es una mujer lo llaman auto confianza.
-JENI: dios, me estoy tostando la espalda.- desvió el tema con brusquedad, pero me alegré, había entrado en una vía muerta.
-YO: déjame que te eche crema.
-JENI: si, por favor.- me alcé para coger la crema y me arrastré hasta ella, la crema la reconocí, era la que Eleonor se metió en el coño la 1º vez que Ana me habló de incluirla en nuestros juegos, sonreí mientras me echaba en la mano un poco y la extendía por la parte alta de la espalda de Jeni.
-YO: te va a quedar horrible la marca del albornoz así.
-JENI: ya, y tu idea es que me lo quite ¿no?- esa mujer tenia tablas, y los escudos activados, planeé bajarlos de un ataque feroz.
-YO: mujer, ni que te fuera a violar.- me enfadé ante su desconfianza, era real, pretendía tirármela, pero me ponía de los nervios su coraza, me separé y me tumbé boca abajo, con rostro serio.
-JENI: perdona…….no quería molestarte.- sonó sincera, suspiré para jugar mis bazas.
-YO: no pasa nada Jeni, estoy muy raro desde lo de Ana.- calmé mi tono a medida que hablaba.- llevo 2 años sin entrarle a una chica que me gusta y estoy haciendo el ridículo.
-JENI: ¿te gusto?- sonrío mordiendo el anzuelo, sin saberlo.
-YO: pues claro que si, no estoy ciego, ¿sabes?….pero parezco un oso intentando coser, me pones nervioso y me quedo en blanco.
-JENI: no lo sabía, jajaja es encantador.
-YO: pero te echo crema y me sales con esas, soy un patán.- sonaba jodidamente triste.
-JENI: jajaja no pasa nada, es solo que no sabia que te gustaba, perdona, anda, vuelve aquí, siéntate conmigo en la toalla que vas a manchar la ropa con el césped.- daba palmadas al lado de su cuerpo en la toalla, por fin, había logrado que fuera ella la que dirigiera la seducción cuando era yo el que la pretendía.
-YO: no, déjalo, me duele la espalda y estoy cansado.
-JENI: anda tonto, ven, túmbate y te doy un masaje.- sonaba como una madre con su hijo, por dentro me reía a carcajadas, pero por fuera rodé hasta la toalla y me tumbé boca abajo, cruzando las manos bajo mi cabeza como había hecho ella.
Solo que mi espalda era casi el triple que la suya y en esa posición se marcaban bien los brazos y los dorsales, extendió parte de la crema en mi espalda y la distribuyó con la mano, acariciando toda la piel que quiso, se deleitaba y sentía su respiración agitada, se arrodilló en mi trasero abriéndose de piernas para dejarme entre ellas, y con ambas manos abarcando mas espacio se dedicó a darme un buen masaje, sin duda sabia lo que hacia, y de paso me metía mano.
-JENI: ¿mejor?
-YO: como nuevo……puedo…….
-JENI: dime.
-YO: si quieres,….podría…………yo dártelo a ti………osea…….un masaje…….dios……- pareció mas tonto de lo que pretendió ser.
-JENI: claro, bobo.- se tumbó boca abajo y una vez así, tiró del albornoz hasta sacárselo del todo, cubriéndose solo el culo y con toda la espalda al aire.- soy toda tuya.- la sensualidad de su voz me indicó que iba bien.
-YO: dios, gracias.
-JENI: no pasa nada, tu tranquilo.
-YO: eres preciosa y muy hermosa.- sonaba como un crío de 14 años en su 1º fiesta, quería aparentar eso, que ella se sintiera poderosa, que dirigía la situación ante un chaval al que sacaba 3 años, la di el volante del coche pero la realidad es que íbamos a donde yo quería.
Un poco de crema y planté mis enormes manos en su espalda, al sentir el contacto se estremeció, fui acariciando y pasando los dedos por toda la espalda marcando mentalmente los nudos de los músculos, allí donde Eli me enseñó a buscar, localizados fui apretando con los nudillos, masajeando con dedicación y destensando su cuerpo, gemía de gusto al notar como iba desenrollando su espalda, los “oh, si” se le escapaban mientras mis dedos se atrevían a mas con cada pasada, rozando su cuello, sus senos o sus glúteos, los suspiros fueron envolviendo todo y mi polla reaccionaba a ello, se estaba poniendo dura y muy obvia, ¿por que no utilizarla?
-YO: pufff, tengo que parar….- me separé lo justo, ella se dio la vuelta y de nuevo con habilidad se tapó con el albornoz los pechos quedando sentada de lado hacia mi, sin llegar a cubrirse la espalda, sujetándola con los brazos pegados al cuerpo.
-JENI: ¿que te pa ………..- no terminó la frase, mi polla sobresalía de tal manera que se tapó la boca de la impresión.
-YO: lo siento, no se que me pasa, llevo mucho sin sexo – si, en concreto unas 17 horas desde que Eli me dejó seco el día anterior.
-JENI: tran…………tranquilo, es normal, a los hombres os pasa cuando no…….tenéis sexo.
-YO: dios, es que la echo tanto de menos, no se que hacer.- solo un pasito mas, venga, una mención a mis sentimientos la derretiría.
-JENI: yo estoy aquí, no te preocupes- me acarició la cara.
-YO: joder, me recuerdas tanto a ella.- era verdad, era una versión más normalita de la bomba sexual exótica que era Ana, pero nada despreciable, nos miramos unos segundos y me lancé a sus labios y los besé una sola vez, la pilló desprevenida pero no se apartó.- lo siento, no…..- ahora acudió ella a lo míos.
-JENI: no ocurre nada, tu solo déjame llevarte.- volvió a besarme pero ahora con pasión, abrió la boca y sentí su lengua moverse, la seguí el ritmo y pude saborear la victoria trabajada, me había costado mucho, pero por fin la tenia.
Fue gateando mientras nos besamos hasta ponerse encima mía a 4 patas, pero eran solo 3, la otra mano sujetaba aun el albornoz en su pecho, la rodeé con las manos por la cintura sintiendo el tacto de su piel al tener toda la espalda descubierta, los besos subían de nivel, las lenguas entraron en acción, abrimos la boca al máximo y jugábamos con pasión, su larga melena, aun húmeda, caía de su rostro al mío, sus labios carnosos bebían de los míos y se dejó caer aplastando el albornoz entre nuestros cuerpos, noté sus senos en mi pecho mientras que ella agarró mi cara para seguir besándonos, frotando uno de sus muslos contra mi polla, aun semi erecta. En ese momento supe que había hecho bien en llamar a Eli, si hubiera sido así mi regreso, en ese momento la habría abierto de piernas y ensartado violentamente, como me pedía el cuerpo a gritos, pero tuve la calma suficiente para fingir ser un bobo patoso una ultima vez.
-YO: Jeni, te deseo, quisiera……….- me tapó los labios con un dedo.
-JENI: shhhh- mandó silencio mientras sonreía, y llevaba su mano libre de sujetarse el albornoz a mi entre pierna, acariciando mi polla por encima del las bermudas, mordiéndose el labio antes de que sus ojos se abrieran al sentir como aun la tenia creciendo.
Cuando estuvo tiesa del todo no se resintió y metió la mano por dentro de la ropa para cogerla piel con piel, yo repasaba desde sus mulos hasta su nuca con las manos mientras no dejábamos de besarnos, al final tiré de la bermudas y me las dejé por los tobillos, ellas se abrió de piernas dejándola pasar entre nuestros cuerpos y me levanté para quedar sentado en el suelo con ella de rodillas sobre mi, ella seguía masturbándome con una mano y sujetándose el albornoz con la otra, mientras la besaba, una de mis manos se hizo sitio entre los cuerpos y fui apartando el albornoz hasta llegar a su coño, pegó su frente a la mía relamiéndose y clavando sus bellos ojos avellana en los míos, sintiendo junto a ella como acariciaba los labios mayores y con los dedos encontrando un clítoris hinchado, subió unos centímetros la cintura, suspirando al sentir uno de mis dedos penétrala, me besó con deseo antes de echar la cabeza hacia atrás, sin dejar de pajearme, sintiendo como hurgaba dentro de ella y frotaba con cuidado, pasamos así unos minutos, la besaba el cuello y el pecho por encima del albornoz que defendía su posición como un patriota. La oía gemir ante mis caricias cuando posó su mano en mi pecho y me empujó hasta dejarme tumbado, cayó sobre mi besándome, luego fue bajando dando pequeños besos en mi cuello, mi pecho y mi vientre marcado, allí lamió cada parte de la famosa tableta, para llegar a mi polla tiesa, sonrío al agarrarla con ambas manos, y aun sobrara para otra mas.
-JENI: ¡dios mío!, ¿pero esto que es?, ¡vaya polla calzas!- se escupió en la mano para seguir masturbando.
-YO: ¿ahora te das cuenta?, lleváis meses mirándomela a través de la ropa o sintiéndola en cada ejercicio que os explico.
-JENI: ya, pero una cosa es eso y otra esta barbaridad – ni se molestó en negarlo.- no te embales, si te vas a correr avísame, que yo no soporto el semen y bastante que no te pongo condón por lo de la vasectomía y eso….. – se quitó las gafas dejándolas en el suelo.
Lamió la punta con suavidad, mientras se le hacia la boca agua, como había hecho con el helado antes, ahora lamía, chupaba y degustó el sabor, sin llegar a metérselo en la boca, no es que fuera una experta, pero mantenía una masturbación constante, y eso me calentaba, lamió todo, desde el glande hasta los huevos, repasando cada parte del tronco, chupando la punta sin llegar a introducir mas en sus labios, me alcé cuando sus caricias eran repetitivas, de rodillas seguía masturbando con una mano mientras la besaba, me puse en pie y la cogí en brazos ante su sorpresa, la tumbé en la hamaca y la abrí bruscamente de piernas, se sonrojó un poco, pero tenia el coño precioso, brillaban algunas gotas de sudor y otras de excitación, rosado con amplios labios mayores, y un fina línea de bello publico bien cuidado, me saqué las bermudas del todo y de rodillas entre sus muslos, dejé caer mi polla sobre su vientre, sonó fuerte y hizo temblar su piel, ella casi parecía esconderse detrás del albornoz al mirar como mi polla casi la llegaba al estomago, froté con el tronco su coño, separándola los labios mayores, de forma lenta y pausada, luego de un giro me agaché para seguir hurgando con mi dedo en su interior, se encogió al sentir de nuevo la sensación pero ahora eran 2 dedos los que la penetraban, respiraba agitada cuando metí mi boca entre sus piernas y chupé el clítoris que sobresalía, abrió y cerró piernas varias veces al sentir como succionaba y lamía con dedicación, tenia una meta clara, y fui a por ella, me follé su coñito con los dedos frotando el punto G como me habían enseñado y lamiendo sin parar, sorbiéndole la vida por aquel agujero, gemía continuamente y con la mano libre se sujetaba del cabello, la otra, incomprensiblemente, seguía sujetando el albornoz en su pecho, le estaba comiendo el coño mientras la hacia un dedo a la mujer que me la había chupado hacia unos minutos y la tía seguía con vergüenza de mostrarme sus tetas.
No se si se lo habrían comido ya alguna vez, pero pareció la 1º, se dejó hacer de forma torpe mientras se revolvía ansiosa, sentía las oleadas de sensaciones rompiendo entre sus piernas, acompasando sus caderas a mis dedos, clamando a dios hasta que me tapó con el albornoz la cabeza y apretó con fuerza llegando un orgasmo delicioso, chupé y lamí su interior unos segundos mas, al levantarme se volvió a tapar las tetas, me reía de lo hilarante de ese hecho.
-JENI: ¡dios, que gustazo!, que bien lo comes.
-YO: ¿te lo han hecho antes?
-JENI: no….bueno, si, pero no de esa forma, me…me he…………
-YO: te has corrido como una cerda, ¿y sabes que?, eres deliciosa.- me tumbé sobre ella besándola, con alguna reticencia entró al juego y probó algo su propio interior.
Al levantarme de nuevo cogí del dichoso albornoz y tiré tan fuerte que salió despedido de sus manos para acabar a varios metros en el suelo, su gesto fue como si le hubieran quitado un escudo de misiles, me miró con pasión y lujuria, pero con rostro tenso y algo de cautela. Me abalancé sobre sus senos, eran del tamaño idóneo, ni grandes ni pequeños, con unos pezones duros y erectos, con aureolas enormes, los apreté para lamerlos, luego solté uno para chuparlo mientras el otro era acariciado por mi mano libre, la otra la bajé a su sexo frotándoselo de nuevo, sus gemidos eran audibles y se estaba poniendo roja, se aferraba al reposa brazos de la hamaca con una mano y a mi cabeza con la otra.
-YO: tranquila, te la voy a meter despacio.
-JENI: ah….si…….por favor…….me estas matando………- suspiraba entre jadeos de pasión.
De nuevo de rodillas entre sus muslos, cogí parte de sus emanaciones y me mojé la punta de la polla abriendo sus labios mayores con habilidad y apretando la punta la penetré con cierta facilidad, no era virgen ni una mojigata, pero su gesto cambió a mitad de miembro, allí se quiso incorporar abriendo la boca para luego cerrarla junto con los ojos, haciendo fuerza para mantener el grito en su garganta, la saqué un poco para darla un respiro, antes de volver a meterla lentamente, bufé al sentir que la metía casi toda dentro, repetí el proceso hasta que ya los bufidos eran de ella, con cada penetración soltaba uno y cogía aire al sacarla, poco a poco el rimo crecía y las embestidas eran mas fuertes, sus tetas agarradas y pellizcadas por ella misma luchaban por moverse ante la inercia, y su cara congestionada con los ojos cerrados parecía a punto de reventar, no necesitaba la bestia para estar matándola, Eli la había dejado saciada, Raúl se encargaba de llevarla al paraíso y se volvió a correr, ahora como una fuente, gritando como si fuera la 1º vez, quizá lo fuera, acariciándose el coño sin dejar de sentir como la follaba, cuando se dio cuenta estaba bamboleándose de arriba abajo dando cabezazos contra el respaldo de la hamaca, sin dejar de golpearla con la cadera me agaché a besarla, casi ni podía sujetarme la cara entre el vendaval de sensaciones nuevas, no la metía toda pero si gran parte, para la 1º vez era suficiente, su 3º corrida fue muy fuerte, casi se sale de mi, miraba hacia abajo con cara de susto, yo estaba por correrme, me la saqué de su interior y tiré de ella para que mi polla llegara a sus tetas, masturbando mientras las acariciaba.
-YO: me voy a correr en tus tetas.
-JENI: .ummmm………no………por favor, que me da mucho asco.- ella misma se acariciaba los senos.
-YO: venga, será divertido.
-JENI: para ti, pero a mi me da grima.- metí una mano en su coño para que no perdiera calentura.- ummmm…..para…………dios……….- se estremecía de placer.
Me corrí en su tetas, cuando sintió el calor abrió los ojos un poco pero mis dedos la tenia presa en la hamaca, eyaculé bastante golpeándola con el miembro en sus senos, manchándola todo el torso.
-YO: ¿ves?, no ha sido para tanto.
-JENI: eres un carbón, mira como me has puesto.- llevaba sus manos al pecho, riendo nerviosa, pero no tocaba.
-YO: venga pruébalo. – cogí con un dedo unas gotas y las llevé a sus labios.
-JENI: aparta eso de mi- cerró los labios girando la cara.
-YO: no es tan malo.
-JENI: ya claro, como tú no te lo tienes que meter en la boca……… ¿por que no te lo comes tu?- sonreí ante su comentario.
Pase mi lengua desde su estomago hasta su cuello recogiendo gran parte de mi corrida, se quedó atónita y boquiabierta, lo que aproveché para hundir mi manchada lengua en su boca, quiso cerrarla pero era tarde, ya la estaba besando y tenia semen mío en su interior, con algo de asco me devolvió el beso, cuando notó la textura torció el gesto, pero el sabor no era malo, y la 3º vez que cruzamos lenguas me acarició la cara con suavidad.
-YO: ¿que tal?
-JENI: ……..bueno……..no me gusta……..pero no……….no es tan malo. – la volví a besar cuando la mano libre volvió a su coño.
La penetraba con los dedos como sabia, frotando el punto G con las yemas y sin parar, se reactivó de nuevo, se abría de piernas para facilitar mis gestos y la besaba las tetas y chupaba mi semen para volver a besarla y dejarla mi semilla en los labios, al final saboreaba con pasión. La dejé el pecho “limpio” antes de que se volviera a correr, cogí sus emanaciones y me chupé los dedos delante de ella, cogí mas y los llevé a su boca, me miró con algo de rubor, ya no era besarme con restos si no probar su interior directamente, pero ante mi seguridad, chupó uno de los dedos, con los ojos abiertos, el 2º lo sujetó con las manos, el 3º cerró los ojos y lamió hasta dejarlo seco.
-YO: tu tampoco sabes mal, ¿cierto?
-JENI. jajaja no, nunca lo había probado, es algo……… amargo, pero no esta malo.- sonrió golosa.
-YO: pobre mía, que de cosas te tengo que enseñar aun, ¿que más no has hecho con un hombre en la cama?
-JENI: hombre, no soy ninguna monja, bastantes cosas hago, menos por el culo hago de todo.- se relamió con algo de orgullo herido.
-YO: ¿¡eres virgen anal!?
-JENI: si, ¿que pasa?- giró levemente el cuello ofendida.
-YO: nada, que va a ser un placer abrirte el culo.
-JENI: de eso ni hablar, si ya dicen que duele, con tu pedazo de polla me destrozas, no, no, no……- negaba con la cabeza rotundamente, yo sonreía y pensaba. ”y hasta hace nada te negabas a probar el semen”
-YO: tranquila, por hoy dejaremos de innovar.
-JENI: ¿por hoy? Das por sentado que vamos a volver ha hacerlo…..- quiso mostrar entereza en una situación en que no la tenia, a mi se me escapó el comentario de “por hoy”, aunque no era un secreto no tenia pensado sacar el tema aun, mi mano no dejaba de moverse en su coño.
-YO: claro que si, ahora mismo además, en cuanto se me ponga dura de nuevo …….- se mordía un dedo con la sonrisa dibujada en la cara-…….. si hablas de otros días, no se, si quieres, podrías venir después de correr y darte una ducha caliente……- aumenté el ritmo de mi mano en su interior-….conmigo.
-JENI: ya…….uf……..- suspiraba ante la velocidad de mis dedos.- ¿y que seria………..tu zorra de las tardes?
-YO: que va, eres mucho más que eso, y lo sabes, te deseo.- aguante la risa, “mi zorra de las tardes” era justo lo que pretendía que fuera.
Se acabó el dialogo, volvía a tener la polla dura, me senté en la hamaca y tiré de su cuerpo hasta sentarla encima mía a horcajadas, la volví a penetrar y se aferró a mi espalda con ira, pero botando, metiéndose mi polla de golpe y saliendo con avidez, sus tetas saltaban ante mi, solo 1 en realidad, la otra era lamida, chupada o mordida por mi, ella no dejaba de gritar que la follara mas, y eso hacia, se corría alguna que otra vez, agarraba de su culo subiéndola mas alto cada vez, casi se metía y sacaba mi rabo entero, el sudor invadía todo y sus gemidos me volvían loco, para cuando me sentía volver a correrme, decidí darla un escarmiento final para asegurarme de que volvería a por mas, los últimos 5 minutos saqué a la bestia, era del todo innecesario pero me divertía la idea, 5 minutos a gran nivel, ni siquiera al máximo. Al sentir el cambio de ritmo se encogió de piernas y se pegó a mi pecho sollozando de gusto, se corrió 2 veces seguidas, la ultima como una fuente donde gritó arañándome el pecho con las uñas, de golpe paré en seco, ella seguía tiritando, pero continuaba la inercia.
-JENI: ¿que haces mamón?, ¡sigue!- pataleaba queriendo arrancar una moto imaginaria.
-YO: ¿que me dices?
-JENI: ¿de que?
-YO: ¿si vas a ser mi zorra de las tardes?- me miró sorprendida.
-JENI: cállate y sigue follándome….- movía la cadera sin que yo hiciera nada.
-YO: no, no hasta que lo digas.
-JENI: ¡¡no seré tu puta particular, ¿me oyes?!!
-YO: no eres una puta, eres mi amante, y te ofrezco seguir siéndolo.
-JENI: ya, ¿yo y cuantas mas?
-YO: las que me de la gana, esto no es una relación, ya te he dicho, no busco eso, esto es solo sexo, yo me follaré a quien quiera y tu igual, pero necesito saberlo ahora.
-JENI: Por favor, sigue…- sopló largamente, con fuerza-…¿y si me niego? – se mordía una uña de la mano derecha.
-YO: terminaré de follarte, te iras, y no volverás jamas, pero si te quedas……- lamí un pezón mientras la penetraba suavemente una sola vez.- ….además, independientemente de que aceptes o no, esto no saldrá de aquí, no se lo diremos a nadie, ni siquiera a las del grupo del parque.- ”es mas fácil follarmelas si se creen las únicas”, pensé.
-JENI: no se lo diré, pero eres un carbón.- asentí.
-YO: si, y me encanta serlo, ¿que me dices?- dudó, pero comencé unos giros de cadera lentos y constantes, se mordía el labio.
-JENI: vale……- susurró.
-YO: perdona, no te he oído – golpe de cadera que la levantó medio palmo.
-JENI: que si……….ufffff………. acepto.- otro golpe de cadera.
-YO: lo siento, es que ando algo sordo ¿que dices? – reía al subir la velocidad de mis caderas rápidamente.
-JENI: ¡¡Que si, carbón de mierda, fóllame, follaje así, ábreme el coño, seré tu zorra, tu zorra de las tardes, SIIIIIII, AHHHHHHHHHHHHH!!- la volvía a reventar con la bestia, agarrándola de las tetas con fuertes golpes de mi pelvis que la penetraban completamente, seguía gritando que seria mi zorra mientras se volvió a correr, y ya no aguanté mas.
Mis bufidos la resonaban en la cabeza cuando descargué mi esperma fuertemente en su interior, quedamos abrazados sintiendo como mi polla perdía su poder dentro de ella, jadeaba apoyada en mis hombros, la acariciaba el cuerpo sudoroso, repasaba su tatuaje en el hombro con un dedo y me reía a carcajadas sin saber muy bien por que.
-JENI: esto no se hace………….. eres un animal……………..me cago en la puta………. ¡pero como follas!.
-YO: y aun no has visto nada, ese culo virgen tuyo, será mío.- negó fugazmente con la cabeza, alzándola para besarme- no era una pregunta. – sonrió y observó mi pecho sobrepasada.
-JENI: ¿Qué…..que horas es?
-YO: pues son las 20:00 mas o menos
-JENI: dios, que tarde, debería irme…….
-YO: ¿y te vas a ir sin ropa?- abrió los ojos chocando los labios, notando la boca seca.
-JENI: joder es verdad, ¿estará ya la lavadora?
-YO: ya debería de estar.
-JENI: joder, pero si la hemos puesto a las 6, ¿cuando llevamos………?
-YO: pues una hora larga, a ojo.
-JENI: ¡¡no jodas!!, si se me ha pasado volando.
-YO: gracias – soné burlón.
-JENI: cállate, y tráeme algo de agua, estoy seca.- sonreí.
La cogí en brazos y salté a la piscina con gritos y risas, eso la despertó un poco, salpicó agua para alejarme pero la alcancé y la metí mano mientras nos besábamos con lujuria, al rato nos salimos del agua, sequé su cuerpo con dedicación, solo un milagro evitó otro polvo, ella reía y se frotaba, la azoté el trasero con fuerza para dar a entender que ya había terminado de secarla. La lavadora/secadora cumplió, y se vistió delante mía, sonreía como una colegiala al verme desnudo admirándola, se me acercó a darme un suave beso con lengua como despedida.
-JENI: entonces……. ¿nos vemos mañana?
-YO: iré a la misma hora a correr, después nos venimos aquí y seguimos donde lo dejamos.- me dio otro beso corto alegre, acaricio mi pecho y se despidió.
Era una chica normal en todos los aspectos, hasta en el sexual, por como le entró mi polla había follado bastante, pero su forma de chuparla, su asco al semen o que su ano fuera virgen……..me relamía pensando en lo que me quedaba por enseñarla y disfrutar de ella, la miraba el culo, con sus nalgas rebotando bajo el pantalón deportivo cuando salía del piso.
Esto iba cogiendo forma, mi idea era simple pero difícil de ejecutar, así que tenia que andar con pies de plomo, al fin y al cabo, tener toda la semana cubierta de distintas mujeres con las que acostarse, no seria sencillo, esa era mi idea, un reto, por ahora entre semana ya tenia a Eli antes de comer y ahora a Jeni, que seria mi “zorra de las tardes”, quedaba mucho por hacer.
CONTINUARA…………
PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
poesiaerestu@outlook.es
Mis historias, empiezan en los años de 1973 a 1977, durante mis estudios, de ciencias políticas en la UNAM, México D.F.
Mi nombre es Héctor contaba con 18 años, cuando llegue a México. Soy de un país centroamericano, y según las amigas mujeres de mi país.-decían, que gracias a mi altura y físico, era bastante atractivo.-
Pero es mejor pasar a mi historia
Estas tres diosas hechas mujer, tenían edades que juntas, su promedio era de 36 años.
Lucero, viuda, 37 años, rubia, alta 1.74 de estatura ,una piel blanca y un rostro bellísimo, con unos ojos café, tirando a amarillo, una personalidad muy impactante, cuya cualidad mas importante era su amabilidad, y un cuerpo que seria la locura para cualquier artista de las bellas artes , como fuente de inspiración.
Cuando la vi por primera vez, fue en un centro comercial de una cadena de tiendas muy grande de ese país, andaba en la búsqueda de un regalo para mi madre y realmente no se me ocurría nada que comprarle, ya que regresaba, a mi tierra por vacaciones, de fin de mi primer semestre.
La vi pasar frente a mi, me saludo con una sonrisa, que me dejo helado, al mismo tiempo sentí que una descarga eléctrica me hubiera fulminado, cuando esa divina mujer me saludo.
Pude ver su escultural silueta, enfundada en precioso conjunto de tres piezas.
una falda negra ceñida al cuerpo, que le llegaba por debajo de sus rodillas , con una sexy apertura en la parte posterior que dejaban ver sus gruesas pantorrillas y que gracias a sus zapatos, le daba una elegancia muy especial al verla caminar. Esto hacia que su trasero, obligara a cualquier hombre a voltear la vista, y darse el mejor regalo a su imaginación, observando esa voluptuosa cola que provocaba una erección al solo verla.
Si esto fuera poco, su busto era el adorno final de la corona.- Con una talla 36, que sinceramente le daba una extrema elegancia a tan escultural cuerpo de una preciosura hecha mujer.
La observaba a cierta distancia y regreso su vista, y nuevamente me dio esa sonrisa cuando vio o se percato que nos dirigíamos en la misma dirección, se detuvo enfrente del área de perfumería y pude observar que dos muchachas mas jóvenes que ella , se le acercaron para hacerle una consulta y ella inmediatamente las atendió dándoles toda su atención, al ser consultada sobre los productos que se mostraban en los escaparates de esa área, al final me di cuenta que ella era la jefa y experta de ese departamento de la tienda.- Cuando las clientas se fueron yo casi corrí donde se encontraba y se inicio el dialogo.
Yo- disculpe bella dama, la puedo llamar por su nombre.
Lucero me contesto.
Yo-Lucerito ando en búsqueda de un regalo para mi madre y quisiera pedirle su ayuda.
Lucero.-Sera un gusto joven, cuantos años tiene su madre y como la definiría a ella.
Yo.- mi madre es una señora de 45 años, muy refinada y le gusta vestir muy bien.
Lucero.- tu acento no es de aquí, de donde eres?, Soy centroamericano, le conteste, con razón me dijo, y se sonrió de nuevo.
Yo.-Lucerito le puedo pedir un favor, quisiera que usted me escoja el regalo, lo envuelva y que sea una sorpresa, tanto para mi madre como para mi, cuando ella lo abra al regreso a mi país.
Lucero.- cuanto esta dispuesto a gastar, con tal que no pase de los $200.00 dólares esta bien, entonces lucerito me dijo, ya se que escoger y además esta de oferta,
Yo.- entonces regreso en media hora y voy al banco a retirar dinero de mi cuenta, y al regreso me da la factura pero por favor no ponga detalles del producto en el recibo, para no descubrir de que se trata y le diré a mi madre que una bella dama me ayudo a escoger el regalo.- Regrese en media hora y ella me estaba esperando con el regalo , pague la cuenta , y ella me despidió con la mas bella sonrisa y con un gesto muy coqueto al despedirme me dijo , hágame saber a su regreso si le gusto a su madre, le dije adiós pero ella iría conmigo en mis recuerdos.
A mi regreso de vacaciones, llegue a mi departamento y busque un presente que traía en mis maletas y salí en dirección al centro comercial con la intención de darle un regalo que habíamos escogido mi madre y yo, durante mis vacaciones.
Entre a la tienda y al verla mi impacto, fue el doble que la primera vez, ya que en esta ocasión ella vestía un conjunto de dos piezas, un pantalón rojo que hacia sobresaltar todo su cuerpo de la cintura para abajo, y una blusa blanca brillante con lunares rojos que exhibían en todo su esplendor su enorme busto.
Aquella mujer me tenia embrujado, mi excitación, se volvía contra mi, al no poder esconder las sensaciones que esa vista provocaba en todo mi cuerpo, tome un fuerte respiro y fui hacia ella y al verme me volvió a dar esa bella sonrisa y al estar frente, me tome la libertad de acercarme a su mejilla y depositar un tierno beso de saludo como si fuéramos viejos amigos a lo que también correspondió.
Yo – lucerito, quiero decirle que mi madre, quedo encantada, al descubrir que el regalo que usted escogió era un chanel #5, me pregunto que como había averiguado que era su loción preferida, -Yo le conteste que una dama muy refinada me había ayudado a escoger el regalo.- Por esa razón mi madre y yo escogimos este pequeño presente para usted, tomo el regalo y me dijo.
Lucero – como es posible joven si yo, aun no conozco ni su nombre.
Yo- Héctor, respondí, pero quiero que habrá su regalo frente a mí, para saber si es de su gusto.
Lucero- gracias Héctor y procedió a abrir el regalo. Y en el descubrió un juego de aretes y collar del mas fino ópalo que se puede encontrar en ese tipo de piedra preciosa, además un gancho largo con incrustaciones de la misma piedra que sirve como adorno para el pelo.
Yo – este regalo espero que lo use para agradar a su esposo y la hagan lucir aun más bella de lo que es.
Me vio directamente a los ojos y me dijo, SOY VIUDA, cuando escuche esa frase fue como música para mis oídos, inmediatamente le dije, lo siento, no lo sabia. Sino, no hubiera dicho semejantes burradas –
Lucero- no te preocupes Héctor, además mi esposo murió hace casi 20 años, gracias por tu regalo y es bellísimo.
Yo- Lucerito, es un gusto para mi que le guste y ojala, un día tenga la dicha de verlo lucir en usted, me despedí con otro beso y regrese a mi departamento.
Pasaron varios días, para ponerme al tanto de mi bolsa de materias y escoger los maestros con los que tomaría mis clases. De vez en cuando me acercaba al centro comercial , ya que el mismo estaba muy cercano al lugar donde yo residía, trataba de verla cuando iba al supermercado y nos saludábamos con un ademan de manos y a veces salía a mi encuentro , para preguntarme como iba con mis clases y en una forma bien coqueta me decía , ya no vienes ni a saludarme, yo solo me reía y le decía , un día de estos vengo para invitarla a almorzar, y contestaba, que sea cierto aquí estaré esperando por tu invitación.
En realidad no es que yo la evitaba, sino que al contrario era una estrategia, que ella no sintiera que la estaba acosando o presionando en busca de una relación, sino que sintiera que era ella quien llevaba la situación bajo su control y que sea ella la que decidiera, que curso iba a tomar esta simple relación de amistad.
Tenía la paciencia de un pescador y un día, para ser más exacto un jueves, me fui a buscarla con la intención de invitarla, me recibió bien alegre y me dice.
Lucero- vaya al fin te veo. Me preguntaba que te había pasado, si ya te habías olvidado de tu amiga y si ya no me invitarías a almorzar como me lo habías prometido.
Yo-vengo a cumplir mi promesa Lucerito, y si quiere podemos ir hoy, ya sea a la hora de almuerzo o la cena, así que usted decide.
Lucero-que lindo eres y veo que eres todo un caballero que cumple sus promesas , pero discúlpame Héctor , pero hoy no puedo ni mañana , así que pasa por mi el sábado al medio día .
Yo- el sábado a las 12 en punto estaré aquí esperando por usted, que tipo de comida le gusta? Pizza respondió, wao exclame, hasta en eso coincidimos porque es mi comida predilecta.
El sábado me levante temprano. Contando las horas para mi encuentro con tan bella mujer, me vestí de forma elegante de saco y corbata y fui a mi cita con la hembra mas bella, que mi suerte me podía dar y en verdad me sentía afortunado, ya que por fin tendría la oportunidad de pasar con esa bella mujer no un momento sino que varias horas solo para mi.
A las doce horas, ella apareció, estaba despampanantemente bella, era una diosa y pude observar que ella lucia de una forma exquisita, el regalo que le traje
Se sonrió cuando vio mi reacción, y yo solo atine a decir.- Tomaremos un taxi, y ella me dijo, no, iremos en mi automóvil, tenia un pequeño escarabajo, de esos alemanes pero hecho en
México, le di la dirección y llegamos al lugar.
Cuando entramos, yo sentía la envidia de todos los hombres que estaban en el restaurant, como también la admiración en las féminas al observar en esa mujer, con envidia y deseos como ellas podrían lucir, esos atributos en sus propias personas.
Ella reía y se miraba que se sentía muy alegre, me preguntaba por mi familia ,por mi país ,en fin que tenia mil preguntas, algunas muy tiernas y en otras quería saber quien era yo y como pensaba,
Yo le contestaba a casi todas y algunas solo me provocaban risa y ella se hacia la que estaba enojada y volvía a repreguntar o me decía que si no le contestaba no me volvería a preguntar nada jamás.
Yo le quería dejar una pequeña duda en su cabecita y le respondía a medias, y esto yo sabia que la obligaba a tener mas curiosidad por saber aun mas de mi y así yo, preparaba con seguridad futuros encuentros, que haría que esta relación creciera aun mas con el tiempo.
Durante la comida nos tomamos una botella de vino tinto y eso poco a poco logro que el ambiente entre nosotros se volviera aun más familiar y de pronto estábamos relatando cuentos de los más tiernos a un poquitín llegando a coloradillos.
Llegando a casi las 6 de la tarde, pague la cuenta y me dijo que me llevaría a mi departamento. Llegamos al frente del complejo de condominios, cercanos a ciudad universitaria,
Al despedirme me dio un beso mas fuerte que los anteriores en la mejilla y al querer bajarme del auto, ella me dijo, – Héctor espérate un momento, y busco su bolso y saco un pañuelo y me limpio la mejilla que había besado anteriormente, y me dijo que sus labios habían quedado dibujados, por su lápiz labial.
Entonces le dije, por favor Lucerito vuelva a besarme de igual forma, que quiero llevar ese recuerdo, y que me acompañe durante toda la noche y me ayude a soñar con usted y que se borre si es posible hasta mañana a la hora del baño,
Se rio con una sonora carcajada me beso nuevamente, y me dijo cuidado con soñar cosas malas pillín. Arranco su automóvil y fue todo por esa primera vez.
Pasaron dos meses y nuestros encuentros se volvieron mas regulares,
A veces me llamaba por teléfono para invitarme un bocadillo que ella había preparado con sus propias manos y nos reuníamos en un parque cercano y otras veces íbamos a comer hamburguesas a una franquicia de comida rápida cercana a donde ella trabajaba.
Un día la invite al cine a ver una película romántica de esas que le gustan mucho a las mujeres, recuerdo el titulo-MEMORIES- con Robert Bedford , lloraba como una niña y yo la abrazaba y le cantaba una pequeña nota de una canción de Leo Dan que decía- la niña esta triste, que tiene la niña, que puedo hacer para que ella sonría- Lucerito me decía, mejor no cante, porque si se dedica a esa profesión se muere de hambre y me dejaba ver nuevamente esa sonrisa .- Luego le pedí que quería conocer donde vivía y con quienes.
Lucerito me llevo a conocer su departamento, era un lugar con un ambiente muy femenino, con una decoración donde se notaba el excelente gusto en la combinación de colores de las cortinas, las piezas de decoración en la sala , en resumen que su apartamento reflejaba su personalidad , de una dama muy sofisticada.
Le pregunte quien mas vivía con ella y me dijo con nadie y me dejo con la siguiente pregunta a flor de boca,
De pronto ella me pregunto si quería tomar algo y yo le dije que como estaba haciendo bastante frio, lo que se me antojaba en ese momento era un trago de alcohol. Pero que no se preocupara que todo estaba bien. Salió de la cocina y con ella traía una botella de ron y me sirvió un trago saco unas colas e hicimos unas cubas
Se sentó a mi lado en el sofá, pusimos una radio en FM que se especializa en música romántica en ingles, nuestra conversación siguió al servirnos varios tragos más y luego le pregunte.
Yo.- Lucerito, ahora quiero saber más de ti, quiero conocer parte o toda tu historia y creo que tengo derecho a saberlo porque tú conoces la mía.
Lucero.-esta bien Héctor, creo que es justo lo que preguntas , pero hay cosas que no me gusta recordar.- tenia 19 años cuando me case con mi esposo, pase los 6 meses mas felices de mi vida que duro mi matrimonio, ya que mi esposo fue asesinado en una disputa por posesión de tierras
El pueblo donde naci es un lugar de provincia en el norte de México, y las costumbres en esos lugares te hacen llevar un luto rigoroso, y como viuda regrese a la casa de mis padres
Como no pude tener hijos en ese corto periodo, me dedique al cuidado de mis padres y de la casa de ellos
Mi padre goza de una excelente posición económica, lo que hacia que los pocos hombres disponibles no se acercaran a mi, por creerse poca cosa o por temor a mi padre que los mandara por un tubo.
Hace cinco años murió mi madre y mi padre como pretexto de su soledad me dijo que pensaba volver a casarse con una mujer menor que yo y eso no lo pude soportar,
Le pedí a un amigo de mi padre que vive aquí en la capital que me ayudara a salir de aquel lugar y como el es accionista de la cadena de tiendas donde me conociste me dieron el puesto que tu ya sabes que tengo en ese lugar.
Actualmente solo tengo un año de vivir en esta ciudad y como vez yo estoy tan sola como tu, Y tu, eres el único amigo hombre que tengo y una que otra compañera de trabajo.
Cuando me conto todo eso, me sentí en la gloria. Ya que yo era la única persona de mi sexo que podría estar tan cerca de ese monumento de mujer.- La abrase y me atreví a besarla en la frente y le hice la fiel promesa de que ella nunca estaría sola y que solo tenia que llamarme y yo llegaría donde ella estuviera para lo que necesitara de mi y que siempre contara conmigo para lo que fuera.
Debo aclarar, que Lucerito, tenia un fuerte respaldo económico, y que su trabajo le serbia como un lugar donde ella se entretenía y evitar la soledad que produce vivir en una gran ciudad, su guardarropa era increíble, ya que vestía de una manera soberbia y con mucha clase.
Después de esa confesión por parte de Lucerito, nuestro acercamiento se volvió casi diario, me llamaba a las 7 ½ de la mañana para que me despertara para ir a la universidad o me llamaba para invitarme a comer en su departamento, ir al cine, al teatro o ir a ver alguna variedad, algunas veces yo pagaba y en otras era ella la que llamaba al camarero para adelantarse a pagar la cuenta.
Se acercaba el mes de diciembre y me dijo que ella regresaría a su pueblo a pasar navidad, yo, también tomaría vacaciones, y regresaría a mi país.
Un 13 de diciembre me fue a dejar al aeropuerto, para tomar mi vuelo con destino a centroametrica y después de chequear mi boleto de viaje, me dio un tierno beso en los labios, que juro que me sentí que estaba en el cielo, cuando por primera vez sentí esos divinos labios en mi boca
, Se separo de mí y pude ver como sus ojos presagiaban la caída de una lagrima y lo único que le dije fue.
– Lucerito, y le di un beso con todas las de la ley, a lo cual ella también respondió y luego me dijo, se me cuida mi rey y me llama al solo regresar, y se alejo con destino al estacionamiento.
A mi regreso a México, le llame y muy alegre me contesto y me dijo.- Mi rey tengo una gran noticia que darle y solo lo esperaba a usted para celebrarlo. Lo espero en mi departamento a las 7p.m
Puntual como siempre, ella me estaba esperando y me dijo, quiero ir a comer pizza como la primera vez y ahí te cuento.- Llegamos a la pizzería y pedimos lo mismo de la vez anterior y me dice.
Lucero.- Héctor, hace una semana me nombraron gerente de marca de esta marca de perfume, y tengo que viajar por todo el país y mi primer destino será la ciudad de Monterrey, quiero que tu me acompañes ya que te apunte como mi acompañante en calidad de sobrino y de esta manera evitar cualquier comentario, cuando nos vean los distribuidores de esa ciudad.
– De inmediato le dije que si, y tres días después estábamos hospedados en uno de los hoteles mas lujosos de esa ciudad,
Nos asignaron una suite con dos habitaciones en la misma y en mis adentros me dije esta será mi noche o como dicen en México. Esta noche cena pancho.
Lucerito, fue atendida por los ejecutivos de los almacenes a visitar y me presentaba como su sobrino ante los mismos
, Se despidió de mí y me dijo que necesitaba conocer los lugares donde se harían las exhibiciones, Lucerito también iba acompañada de una cosmetóloga y un rarito que se encargaba de los productos para el cabello.
Al despedirse me dice. – se porta bien mi rey, y piense solo en mi, y se fue sonriendo como una colegiala.
En las siguientes horas del día , me fui a la alberca a tomarme un baño , ya que la temperatura en esa ciudad, es igual de cálida como en Centroamérica, me tome 2 o3 piñas coladas y así pase la tarde , a las 7 de la noche apareció Lucerito y yo ya la esperaba bien cambiado en el lobby del hotel y me dijo.- subo a la habitación me doy un regaderaso, me cambio , y nos vamos a cenar porque estoy hambrienta, yo le conteste que la esperaba en el bar del hotel.
Una hora después apareció en el bar y venia vestida de lo mas sexy con una falda corta a rayas negras y blancas y pude ver por primera vez aquellas piernas gruesas y largas, que realmente provocaban un infarto, y que también le daban a esa cola, a ese enorme trasero una majestuosidad al caminar, que daban ganas de silbar por la cadencia del compas de sus caderas,
Su blusa igual, rayas grandes en los mismos colores de su falda pero lo mas divino era su rostro, su cabellera rubia que al parecer el rarito había hecho una obra de arte y para rematar utilizo nuevamente el conjunto de aretes que yo le regale, ya que el ópalo tenia una tonalidad negra con beige.
Se acerco a mi y me dijo, ya estoy lista, yo le conteste, mi reina, usted quiere matarme de un infarto o quiere que estos locos en la barra me maten por la envidia, ella rio y dijo
, Héctor estas loco, pero SOS un ángel mi rey, tu galantería es lo que mas me impresiona de ti, por lo ocurrente y la forma tan seria como lo dices.
Nos fuimos al restaurante a cenar y después de la comida, Lucerito me dice, quiero ir a bailar con música romántica,
Llame al camarero y le pregunte que queríamos ir a un lugar romántico a escuchar buena música y bailar y me contesto.- aquí mismo en el hotel tenemos una disco de las mas exclusivas de la ciudad.
Entramos en el lugar y lo que mas nos llamo la atención , fue la música de Barry White que sonaba en toda ella .- Lucerito me dijo, tomaremos champagne y no te preocupes por la cuenta , ya que todo esta cubierto en mis gastos de representación.
La invite a bailar y al llegar al centro de la pista donde bailaban otras dos parejas , ella me vio a los ojos y su cabeza y su rostro se acomodo en mi pecho, yo la apreté por su cintura y la pegue aun mas a mi cuerpo y de repente sentí como mi miembro viril aumentaba de tamaño al roce de sus piernas .- yo sabia que ella se daba cuenta de lo que pasaba conmigo y el silencio entre nosotros dio lugar a pequeñas caricias que iban aumentando en la medida que se hacían mas fuertes , de repente la llame por su nombre , alzo la vista tome su cara con mis dos manos y le di un beso en la frente , le di otro en su linda nariz y bese cada uno de sus ojos y luego le di un beso en la boca que duro una eternidad, nos miramos a los ojos y nos dimos cuenta que ya no habían mas palabras que decir , ya que nuestros ojos y nuestro cuerpo, hablaban ellos, por si mismos.
Después de tres o cuatro horas, salimos de la disco y abrazados nos fuimos directo al ascensor para ir a nuestra habitación, al llegar a la misma , Lucerito encendió las luces y ahí de pie- LA BESE CON TAL PASION QUE EL MISMO DURO VARIOS MINUTOS, MIS MANOS SE FUERON DIRECTAMENTE A TOCAR AQUEL TRASERO QUE ME VOLVIO LOCO DESDE LA PRIMERA VEZ , REALMENTE NUNCA ME EQUIVOQUE, LA CURVATURA DE SUS NALGAS, SINCERAMENTE UN ESCULTOR, HABRIA HECHO UN PACTO HASTA CON EL MISMO DIABLO CON TAL DE PODER PONER SUS MANOS EXACTAMENTE DONDE YO LAS TENIA.
SUS SENOS, MI MANO DERECHA BUSCO EL ESCOTE DE SU BLUSA Y LA MISMA BUSCABA LOS MAXIMOS ADORNOS DE LA CORONA, LLEGUE HASTA ELLOS Y SU DUREZA Y TAMAÑO ME HACIAN DAR CUENTA QUE EL TAMAÑO DE MIS MANOS Y DEDOS SE QUEDABAN CORTOS POR EL TAMAÑO DE ESOS PITONES EN SU MAXIMA ERECCION.
CAMINAMOS A SU HABITACION, YO ME TIRE SOBRE SU CAMA Y QUEDO PARADA ANTE MI, DANDOME LA ESPALDA,
LA RECAMARA ESTABA LLENA POR UNA TENUE PENUMBRA PRODUCTO DE LA LUZ QUE SALIA DEL BAÑO Y LA LUZ PROVENIENTE DE LA SALA PRINCIPAL,
EMPEZO A QUITARSE LA BLUSA Y AL CAER AL SUELO, ME DEJO VER UNA ESPALDA, MUY HERMOSA POR SU CARNOSIDAD Y SE DENOTABA QUE LA MISMA SERVIA COMO UN BALANCE CON SU PARTE FRONTAL, QUE PERMITIA QUE SUS PESONES SE MANTUVIERAN ERECTOS DESAFIANDO LA GRAVEDAD, PERO FALTABA LA PARTE MAS IMPORTANTE DE MIS SUEÑOS MAS EROTICOS –
-SU TRASERO.–
DESABROCHO SU PEQUEÑA FALDA, Y POCO A POCO LA FUE BAJANDO Y SE NOTABA EL ESFUERZO QUE HACIA, PORQUE LA MISMA, CEÑIA ESE PAR DE GLUTEOS QUE ERAN LA ENVIDIA DE MUCHAS MUJERES Y EL SUEÑO IMPOSIBLE DE CASI TODOS LOS HOMBRES.
LA FALDA CAYO Y EN ESE MOMENTO, BENDIJE A MI SANTISIMO DIOS Y A TODO EL UNIVERSO POR SER EL SEGUNDO HOMBRE QUE PODIA VER SEMEJANTE TRASERO, EN TODA SU MAJESTUOSIDAD,
CAMINO UNOS CUATRO O CINCO PASOS ENCENDIO LA LUZ Y ME DEJO VER, LA ROPA INTERIOR DE COLOR BLANCO, MAS SEXY Y MAS FINA QUE HABIA VISTO EN MI PUTA VIDA.
SE SUBIO A LA CAMA Y ME DICE CON UNA LEVE SONRIZA. TE GUSTO MI REY, ME DESNUDE DE ESPALDAS PARA TI PORQUE TE HE VISTO, COMO MIRAS MI TRASERO Y MIS TETAS.
GRACIAS MI DIOSA, PORQUE ME HAS DADO EL MAYOR REGALO A LA VISTA, QUE UN HOMBRE PUEDE DESEAR, ESTOY LOCO POR TI.
ME LEVANTE COMO UN RAYO Y FUI A MI CUARTO A BUSCAR UNOS CONDONES Y REGRESE DONDE LUCERO, Y ME PREGUNTA
A DONDE FUISTE, A BUSCAR UNOS PRESERVATIVOS, CONTESTE
NO MI REY, ESAS COSAS NUNCA LAS VAS USAR CONMIGO,
POR UN MOMENTO SENTI QUE TODO HABIA TERMINADO COMO UN SUEÑO, PERO LUCERITO ACLARO, QUIERO SENTIRTE EXACTAMENTE COMO ERES ADEMAS ESTA NOCHE SERA COMO MI PRIMERA VEZ, PORQUE HACE 19 AÑOS QUE MURIO EL QUE FUE MI ESPOSO,
Inmediatamente me quite la ropa, quedando solamente en bóxer, ella me dio la espalda, y yo me acerque a ella, metí mi mano bajo su cuello y la abrace y quede pegado a su espalda y trasero, con mi mano libre la izquierda que no me sirve ni para masturbarme, hice lo que parecía imposible como era desabrochar su sostén, no pregunten como lo hice, porque hasta el día de hoy nunca lo supe y no se si lo pueda hacer de nuevo.
MIS MANOS CON TODA LIBERTAD, EMPEZARON A ACARICIAR CADA PEZON Y MI BELLA LUCERITO, CON CADA CARICIA, RESPIRABA MAS FUERTE, MI MIENBRO YA NO CABIA DENTRO DE MI BOXER, CON MI MANO LIBRE ME LO QUITE Y ACERQUE MI GLANDE A SU DESCOMUNAL TRASERO Y LUCERITO SINTIO EL PUNTEO QUE HACIA MI VERGA EN LA UNION DE SUS PIERNAS Y SUS NALGAS
LO UNICO QUE SE INTERPONIA ERA ESA PRENDA, HECHA DEL MAS FINO ENCAJE QUE SE INTERPONIA ENTRE NUESTROS DOS SEXOS.
MI MANO IZQUIERDA , BAJO DE SUS SENOS E HIZO UN RECORRIDO EXPLORANDO Y ACARICIANDO SU PELVIS, SUS PIERNAS , SUS NALGAS LAS CUALES LAS APRETABA COMO QUERIENDO MEDIR SU GRADO DE DUREZA Y AL MISMO TIEMPO LAS MASAJEABA CON LA MAYOR TERNURA ,POR SER LAS CULPABLES DE MIS NOCHES DE INSONMIO CUANDO SOÑABA DESPIERTO , CON TOCAR,Y VER, EL MAYOR ORGULLO DE ESA MUJER.
YA NO AGUANTE MAS E INTRODUJE LA MANO A TRAVES DEL ENCAJE Y LOGRE TOCAR CON MIS PROPIOS DEDOS ESE PAR DE GLUTEOS Y SOLO ESCUCHE UN LEVE GEMIDO DE MI LUCERITO,
EN ESE MOMENTO SUPE QUE ELLA ESTABA GOZANDO, ESO ME PUSO A MIL Y SEGUIDAMENTE QUISE PALPAR SU VAGINA,
MI MANO SE ABRIO CAMPO ENTRE EL ENCAJE Y LOGRE LLEGAR ASU PELVIS DESNUDA,
MIS DEDOS DETECTARON QUE SU ENORME CONCHA, SOLO ESTABA PROTEGIDA POR UNA FINA HILERA DE BELLOS PUBICOS, EN OTRAS PALABRAS ELLA SE DEPILO PARA MI Y EN ESPECIAL PARA ESTA NOCHE CUANDO ELLA SE ME IBA A ENTREGAR COMPLETAMENTE.
BUSQUE SU LABIOS VAGINALES Y AL HACER CONTACTO ACARICIE SU CLITORIS Y SENTI COMO MI LUCERITO ARQUEO COMPLETAMENTE SU ESPALDA, EMPUJANDO SU HERMOSO TRASERO CONTRA MI VERGA QUE EN ESE MOMENTO YA ESTABA SEGREGANDO FLUIDOS SEMINALES A DIESTRA Y SINIESTRA.
SAQUE MIS MANOS Y LLEVE MIS DEDOS EN DIRECCION A MI NARIZ, PARA IMPREGNARME DE SU OLOR Y DESCUBRO QUE EL MISMO TIENE UN FUERTE AROMA, DE SUS FLUIDOS Y SU LOCION, LA CUAL AL PARECER ESTA IMPREGNADA POR TODO SU CUERPO.
VUELVO A INTRODUCIR MIS DEDOS BUSCANDO NUEVAMENTE SU VAGINA PALPO NUEVAMENTE SU CLITORIS, LUCERITO VUELVE A LANZAR OTRO GEMIDO, PERO ESTE MAS FUERTE
SU MANO IZQUIERDA CORRE EN BUSCA DE TOCAR MI VERGA LA CUAL ENCUENTRA, LA APRIETA Y LA ACARICIA DE LA FORMA COMO SI MI VERGA FUERA UN CACHORRITO EN SU MANOS,
SIENTO COMO ELLA BAJA Y SUBE EL PREPUCIO QUE CUBRE MI GLANDE Y DE REPENTE DA LA VUELTA PARA QUEDAR COMPLETAMENTE BOCA ARRIBA Y ME DICE,-
MI REY, TENGO UN POQUITO DE MIEDO PORQUE SU COSA ES MAS GRANDE Y GORDA QUE LA DEL DIFUNTO, LA BESE TIERNAMENTE Y LE DIJE, NO TENGAS TEMOR, SERE LO MAS DELICADO Y GENTIL, Y NUNCA HARE ALGO QUE TE LASTIME.
SOLO AVANZARE CUANDO TU ME DIGAS Y TODO SE HARA COMO TU ORDENES, Y NUEVAMENTE SE COLOCO EN LA POSICION QUE TENIA EN UN PRINCIPIO
MI VERGA ESTABA A MAS NO PODER DESPUES DEL CONTACTO DE SU MANO Y LO PRIMERO QUE HICE FUE, SEPARAR SUS PIERNAS Y COLOQUE MI MIENBRO EN MEDIO DE ELLAS Y EMPEZE A EMPUJAR COMO SI ME ESTUVIERA MASTURBANDO,
ASI ESTUVE UN PEQUEÑO RATO, BESABA SU CUELLO, SUS OREJAS
LUCERITO DESLIZO SU MANO AGARRO MI GLANDE Y LO APRETO CONTRA SU CONCHA AHÍ FUE EL FINAL DE ESA SITUACION.
ME PUSE DE RODILLAS Y PROCEDI BAJAR EL ENCAJE DE MIS SUFRIMIENTOS, MI LUCERO DIO LA MEDIA VUELTA, LEVANTO SU PELVIS Y FACILITO MI LABOR,
MIRE SU CUEVITA POR VEZ PRIMERA, Y MI EXITACION FUE TAL QUE PARECIA QUE QUERIA CONOCER HASTA EL FONDO Y EL MAS DESEOSO ERA MI PANCHITO QUE BRINCABA DE CONTENTO,
PERO ANTES QUERIA BESAR ESE HERMOSO CLITORIS QUE HABIA PALPADO ANTERIORMENTE, –
LE SEPARE LAS PIERNAS Y AHÍ ESTABA ESE PEQUEÑO BOTON, QUE COMO SI FUERA UN RICO CARAMELO ME INVITABA A QUE LO CHUPARA.
SAQUE MI LENGUA, LA ACERQUE , LA MOVI DE ARRIBA Y ABAJO , EN PEQUEÑOS CIRCULOS Y AL CABO DE DOS MINUTOS , SIENTO COMO EXPLOTA , TIEMBLA DE PIES A CABEZA, Y SUS MANOS APRIETAN MI CABEZA, CONTRA SU VAGINA .
SU ORGASMO FUE INTENSO Y CUANDO ABRIO SUS OJOS, SU MIRADA Y SUS LABIOS ME DIJERON, -GRACIAS MI REY-
ME LEVANTE DE LA CAMA Y CAMINE HACIA EL BAÑO, PARA DARLE TIEMPO A QUE SE RECUPERARA DE TAL EMOCION Y REGRESE NUEVAMENTE Y ME ACOSTE A LA PAR.
EN MI REGRESO, LUCERITO NUNCA QUITO SUS OJOS DE MI VERGA Y CUANDO ME ACOSTE A SU LADO ME DIJO.-
SU COSOTA MI REY AHORITA QUE SE LA VI CUANDO VENIA DEL BAÑO, ME DI CUENTA EN VERDAD, QUE ES GRANDE, YO LE ACLARE, NO MI REINA TODAVIA FALTA QUE AUMENTE DE TAMAÑO, CUANDO ESTE TOTALMENTE EXITADO,
VAMOS A VER SI ES CIERTO Y SE PUSO DE RODILLAS Y EMPEZO A LAMER MI VERGA LA QUE AL CABO DE UNOS 45 SEGUNDOS, ESTABA EN SU COMPLETO ESTADO DE BATALLA
, ME DI CUENTA QUE ERA UN POCO BRUSCA, PORQUE ALGUNAS VECES ME ROZABA EL GLANDE CON SUS DIENTES POR LO QUE ALGUNAS VECES ME CONTRAIA
FUE CUANDO ME DIJO, QUE ERA SU PRIMERA VEZ EN CHUPAR UNA POLLA, YA QUE 20 AÑOS ATRÁS ESO ERA UN TABU ENTRE LOS CASADOS DE PROVINCIA Y QUE EL AMOR LO HACIAN CON LA LUZ APAGADA, QUE ERA LA PRIMERA VEZ QUE MIRABA UNA VERGA EN TODO SU ESPLENDOR Y MAS AUN UNA POLLA DEL TAMAÑO DE LA MIA.-
EN RESUMEN QUE CASI ERA VIRGEN EN MUCHAS COSAS REFERENTE AL SEXO, ESA CONFIDENCIA ME HIZO CASI SALTAR DE ALEGRIA PORQUE EN REALIDAD ME DI CUENTA QUE YO IBA A SER SU MAESTRO EN MUCHOS DE LOS DESCUBRIMIENTOS QUE ELLA HARIA A LO LARGO DE NUESTRA FUTURA RELACION SEXUAL,
Le explique.- QUE ME EXITABA, Y, QUE ME PRODUCIA DOLOR, EN CINCO MINUTOS YA ERA UNA EXPERTA Y ESTUVO A PUNTO DE HACERME VENIR.
LA DETUVE, LE DI UN BESO Y LA ACOSTE SOBRE LA CAMA, LE ABRI LAS PIERNAS Y PUSE MI VERGA EN LA MERA ENTRADA DE SU CONCHA, LE SEPARE LOS LABIOS DE SU VULVA Y BUSQUE LA ENTRADA A ESE TUNEL DEL AMOR,
AUNQUE ESTABA BIEN LUBRICADA INTENTE EMPUJAR PERO MI CABEZA NO PODIA ENTRAR Y NO QUERIA FORZAR LA SITUACION PORQUE LE HABIA PROMETIDO NO LASTIMARLA.
TOME LA DECISION DE VOLVERLE hacer SEXO ORAL, PARA LUBRICARLA UN POCO MAS,
AL CABO DE TRES MINUTOS, VOLVI A INTENTAR QUE ENTRARA, ESTA VEZ SI HABIA ENCONTRADO EL CAMINO, LE PREGUNTE SI LE ESTABA HACIENDO DAÑO Y ME DIJO QUE NO, PERO YO MIRABA UN GESTO DE DOLOR Y ME DETUVE CUANDO AUN FALTABA MAS DE DOS TERCIOS PARA QUE ENTRARA COMPLETAMENTE. EMPUJABA MUY DESPACIO Y SENTI QUE FALTABA MUY POCO PARA QUE LA MITAD ESTUVIERA DENTRO, Y MI DULCE LUCERITO ME DICE , HAZLO MI REY AUNQUE ME DUELA QUIERO TENERTE DENTRO DE MI, AQUELLA FUE UNA ORDEN PARA MI ,PEGUE DOS EMBESTIDAS Y PUDE SENTIR COMO MI GLANDE SE HABRIA PASO EN AQUEL ESTRECHO TUNEL, MI REINA MORDIA UN PEDAZO DE LA COLCHA DE LA CAMA Y LE PODIA LEER EL DOLOR EN SU ROSTRO PERO YA NO HABIA VUELTA ATRÁS Y LE DI LA EMBESTIDA FINAL Y MI VERGA ESTABA TOTALMENTE DENTRO BUSQUE LA MIRADA DE MI LUCERITO Y UN PEQUEÑO RIO DE LAGRIMAS BAJABAN DE SUS OJOS, LA BESE TIERNAMENTE EN SUS LABIOS Y LE DIJE, MI REINA , YA ESTA TOTALMENTE DENTRO,
ME QUEDE ASI POR MAS DE UN MINUTO Y POR FALTA DE MOVIMIENTO MI MIENBRO IBA PERDIENDO GROSOR Y ANTE ESTA SITUACION MI CEREBRO , ENVIO MAS SANGRE Y ESTE RECUPERO TODO SU PODER Y COMENCE UN LENTO METE Y SACA Y SENTI QUE MI VERGA YA CASI NO TENIA OBSTACULOS EN SU CAMINO Y QUE EL TUNEL YA SE HABIA ACOMODADO AL GROSOR DE MI QUERIDO PANCHITO, SAQUE LENTAMENTE MI POLLA Y EN LA MEDIDA QUE IBA SALIENDO, PUDE VER UN HILO ROJO DE SANGRE Y ME DI CUENTA QUE EN EFECTO LA HICE SANGRAR, ME ACOSTE AL LADO DE ELLA LA ABRAZE CON TODAS MIS FUERZAS PUSE MI PIERNA DESNUDA SOBRE LAS DE ELLA Y DEJE QUE DESCANSARA Y ME DISPUSE ADORMIR , AL FINAL, ESTABA FELIZ Y TODAVIA FALTABAN DOS DIAS PARA SEGUIR CON NUESTRA AVENTURA QUE APENAS EMPEZABA.
En la siguiente mañana escucho su voz en mi oído que me dice, despierte mi rey, para que me acompañe a desayunar, me levante desnudo y entre al baño, para darme una ducha , al cabo, esta me ayudaría a despertarme de una buena vez.
Me puse una muda de ropa tipo sport y me senté en el sofá de la sala a esperarla, en unos minutos salió bellamente vestida y con una sonrisa de oreja a oreja y al verla le dije. Por favor da una vuelta para mi, quiero verte, y admirar a tan bella mujer que es mi dueña y señora.
Ella giro y luego camino hacia mi, se prendió a mi cuello, me beso con toda la fuerza de una mujer enamorada y me dijo,- al contrario mi rey, tu eres mi amo y señor. Salimos agarrados de la mano y llegamos a la cafetería, ahí nos estaban esperando sus compañeros de trabajo, desayunamos y una hora después llegaron a traerla para ir a montar el evento de la presentación de los productos que ella estaba mercadeando.
Al despedirse me dijo. Regresare una hora antes que anoche, se dirigió al automóvil que la llevaría al lugar de sus presentaciones, me di la media vuelta para regresar a la cafetería, cuando escucho su voz que me dice- Mi rey , deme un beso como el que anoche me dio en la disco, le bese la frente, la nariz , un beso en cada uno de sus ojos y uno tierno en sus labios me sonríe y me dice, coma muchos mariscos que los va a necesitar mucho esta noche y se alejo sonriendo muy coqueta lanzándome besos a la distancia hasta que llego a la puerta de salida.
Durante ese día me dedique a leer los periódicos, fui a la alberca y comí varios mariscos preparándome para la gran batalla cuerpo a cuerpo que se avecinaba y como dicen en guerra avisada no hay muertos y yo me aseguraría que jamás caería en esa batalla campal.
5 de la tarde, me visto nuevamente de saco y corbata, y me preparo para recibirla, llego al lobby del hotel y le pido al botones de la puerta principal que le diga a la señora Lucero, que estoy en el mismo lugar de anoche.
A las 6 con 15 entra el mismo botones y me dice, la señora Lucero subió a su habitación y dijo que sabría donde buscarlo.
A las 7 y minutos entra al bar mas sexy que la noche anterior, con un conjunto blanco, una falda de piel del mismo tamaño que la de la noche anterior, y una blusa de encajes , zapatos del mismo color y su entrada hizo que todos los hombres voltearan a verla y cuando se dirigió a mi, pude ver en todos ellos que hacían gestos de aprobación y mas que alguno me miraban con cara de incrédulos ante el espectáculo que estaban viendo.
Tome su mano, le bese la misma y luego le di un beso en sus labios y todos quedaron con una cara de pendejos, al darse cuenta que yo era el dueño de ese monumento de mujer, ella se rio como adivinando todo lo que pasaba en ese momento y fue ella, la que me beso posando su mano derecha en mi cara en una señal de caricia para que todo mundo supiera que yo, era su hombre.
Le pregunte, que quería hacer esa noche , me dijo , quiero ir a cenar , besarte frente de todo mundo y quiero bailar de felicidad y hacerte sentir que tu eres el dueño de todo mi ser.
A las 10 de la noche llegamos a nuestra habitación , corrimos a su cuarto nos tiramos a la cama y empezamos a besarnos como dos fieras en celo , de repente se paro y me hizo el mismo espectáculo de la noche anterior pero a medida que se quitaba la ropa me dice, esta lencería la compre hoy , especialmente para ti mi rey , cuando cayo su falda sentí que esta mujer si traía muy malas intenciones en volverme loco esa noche , su trasero se veía mas descomunal que la anterior vez , al estar cubierto por una finísima tanga blanca, y al estar de frente a mi su hermosa concha estaba cubierta por un encaje en forma de mariposa sobresaliendo su alas impregnadas de muchos colores pasteles , sus tetas parecían mas grandes aun , al estar aprisionadas por un sostén de copa ancha , con adornos en forma de olas en los mismos colores pastel,
Se quedo riendo , cuando vio que yo tenia la misma cara de pendejo que los tipos del bar , subió a la cama abrió sus piernas y se sentó sobre mi polla y me ayudo a quitarme el saco, la corbata me desabotono mi camisa sin quitarme la vista de mis ojos con aquella sonrisa que me advertía que no sabia lo que me esperaba.
Se levanto de mi , me quito los zapatos , se sentó en la cama a la par mío , quito el cinturón de mis pantalones y empezó a bajarlos, y su mirada fue hasta mis bóxers logrando divisar a panchito que ya mostraba su estado de erección , el cual palpo por encima de la tela y después lo apretó y acaricio y me dijo .- Listo mi rey, y procedió a liberar a panchito dejándome completamente desnudo.
BESO LA PUNTA DE MI VERGA Y EMPEZO A CHUPARLA CON TODA LA DELICADEZA DE NO COMETER NINGUN ERROR Y DE PRONTO TRATO DE TRAGARSELA , POR LO QUE ENTENDI QUE MI REINA QUERIA ANOTAR EL PRIMER TANTO, SUPE QUE SINO HACIA ALGO PRONTO, ELLA LOGRARIA SU OBJETIVO , ME INCORPORE UN POCO , ELLA ME MIRO Y APROVECHE ESA OPORTUNIDAD PARA PEDIR LE QUE ME BESARA EL PECHO Y ELLA OBEDECIO Y EN ESE MOMENTO LA ATRAJE HACIA MI , LA BESE DE LA FORMA MAS APASIONADA Y DI UN GIRO JUNTO CON ELLA EN LA CAMA QUEDANDO ESTA VEZ YO ENCIMA DE ELLA CON MI VERGA EN MEDIO DE SUS PIERNAS APRISIONANDO A SU VES SU HERMOSA CONCHA, Y ME DIJE ES AHORA O NUNCA , MIENTRAS ELLA NO TOQUE A PANCHITO ESTOY A SALVO, EN CAMBIO TU MI REINA TIENES VARIOS SITIOS VULNERABLES E INICIE MI ATAQUE.
LA BESE EN EL CUELLO Y CHUPABA LOS LOBULOS DE SUS OREJAS .- CON MIS DOS MANOS SUELTAS BUSQUE EL BROCHE DE SU SOSTEN Y LOGRE LIBERAR A MIS LOLITAS , LAS ACARICIABA Y LAS APRETABA SUAVEMENTE Y CON LA PUNTA DE MI LENGUA LAS LAMIA POR TODA ELLAS Y LUEGO LAS MORDIA, ELLA ME TOMO DEL PELO Y ME APRETABA CONTRA ELLAS , AL NOTAR SU ESTADO DECIDI HACER MI ATAQUE MAS AGRESIVO , MORDI A Y CHUPABA LA PUNTA DE SUS PESONES Y ESTABA LOCA DE PLACER , EN UN ACTO RAPIDO LE BAJE SU TANGUITA , LE SEPARE LAS PIERNAS Y BESE SU DELICIOSA CONCHA , QUE TENIA EL MISMO AROMA DE LA NOCHE ANTERIOR Y MI LENGUA BUSCO SU BOTONCITO DE PLACER Y MI REINA , PARECIA QUE ESTA VEZ , LA AUSENCIA DE TEMOR Y COMO RESULTADO DEL ORGASMO QUE SINTIO LA ULTIMA VEZ , SU ENTREGA FUE TOTAL , UNA MANO ACARICIANDO SUS PESONES Y LA OTRA CON UN DEDO QUERIENDO INVADIR LA CUEVA DE MI PANCHITO , MI BOCA CHUPANDO Y MI LENGUA LAMIENDO HIZO ESTALLAR A MI REINA , QUE ME JALO LOS PELOS DE LA CABEZA CRUZANDO SUS PIERNAS EN MI CUELLO COMO PARA IMPEDIR QUE MI BOCA Y LENGUA SE APARTARAN DE SU VULVA. LA CUAL ESTABA LLENA DE SUS FLUIDOS VAGINALES SEGREGADOS POR CAUSA DEL EXTASIS DE UN ORGASMO QUE FUE MAS LARGO QUE EL ANTERIOR.
SU ROSTRO REFLEJABA UNA SENSACION DE FELICIDAD Y CALMA , SUBI , BUSCANDO SUS LABIOS Y ELLA ME BUSCO TAMBIEN , ME DIO UN BESO TAN TIERNO COMO QUE SI CON EL ME DIJERA LO FELIZ QUE LA HABIA HECHO COLOQUE MI CABEZA EN MEDIO DE SUS PECHOS Y ESPERE A QUE SE REPUSIERA Y RECOBRARA EL ALIENTO TOTALMENTE.
PASARON UNOS CINCO MINUTOS, SUBI BUSCANDO SU BOCA, MI LENGUA BUSCABA LA SUYA HASTA ENCONTRARSE EN UN ROCE MUTUO LA UNA CONTRA LA OTRA.
MI MANO DERECHA COLOCO MI VERGA A LA ENTRADA DE SU ARDOROSA Y APRETADA CONCHA.- EMPUJE SUAVEMENTE , SENTI COMO ENTRABA EN ESA APRETADA CAVERNA , MI REINA GEMIA CON UN LEVE DOLOR PERO EN MI SEGUNDA Y TERCERA EMBESTIDA YA ESTABA TODA ADENTRO ,MI REINA GIMIO DE PLACER Y ME DIJO AUN ME DUELE UN POQUITO PERO CON EL GUSTO DE SENTIRLA DENTRO PUEDES MATARME CON ELLA MI REY .
COLOQUE SUS PIERNAS EN MIS HOMBROS Y SE LA METI HASTA EL FONDO , MI LUCERO DECIA.- NO PARES MI AMOR, EMPIEZO A BOMBEAR MAS RAPIDO Y SUS GEMIDOS SE VOLVIERON EN VERDADEROS GRITOS DE PLACER ESO PROVOCO QUE YO ME CONCENTRARA MAS EN LAS FRASES QUE SALIAN DE LA BOCA DE ESA SUPER HEMBRA , QUE POR PRIMERA VEZ ESTABA SIENDO DESTROZADA EN SU INTERIOR DE SU ENORME CONCHA Y ESASENSACION DE PODER QUE TENIA MI VERGA SOBRE ESA ESCULTURAL MUJER, ME HACIA SENTIR QUE ERA EN VERDAD SU REY EN TODO EL SENTIDO DE LA PALABRA,
LA EMBESTI AUN CON MAS FUERZA, COMO QUERIENDO ENTRAR MUCHO MAS DENTRO DE ELLA, MI MIENBRO SE ERECTABA CON MAS PODERIO MIS MOVIMIENTOS ERAN MAS FRENETICOS Y ESCUCHABA SUS EXCLAMACINES Y GEMIDOS COMO MUSICA CELESTIAL PARA MIS OIDOS .
QUE RICO PAPITO LINDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
ASI MI REYYYYYYY
DIOS MIOOOOOOOOO
YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
SU ORGASMO FUE ESPECTACULAR , SU S ADORABLES , LARGAS Y GRUESAS PIERNAS SE ENROLLARON EN MI CINTURA PARA MANTENER MI VERGA DENTRO DE ELLA COMO SI ESTA FUERA UNA PARTE QUE LA TERMINARA DE COMPLEMENTAR COMO UNA REAL HEMBRA.
LUEGO VINO EL LLANTO , QUE PASA MI REINA , ABRIO SUS LINDOS OJOS AMARILLOS Y ME DICE ME SIENTO UNA MUJER COMPLETA , ESTOS DOS DIAS ME HAN HECHO VER QUE EL DIFUNTO NUNCA ME HABRIA HECHO SENTIR ASI Y DOY GRACIAS POR HABERTE CONOCIDO Y A LA VEZ LLORO POR MI EDAD Y EL MIEDO DE PERDERTE AHORA QUE TE ENCONTRE , LE DI UN LARGO BESO Y LA DEJE DESCANSAR , CUANDO ME LEVANTE PARA IR AL BAÑO ME DICE , TRAMPOSO YO REI Y LE PREGUNTE , PORQUE ME DICES TRAMPOSO
Lucero.- usted sabe bien mi rey , que yo me prepare para usted esta noche Y CON SEÑAS ME MOSTRO TRES DEDOS, ME SEÑALO CON SU DEDO INDICE , Y ME HIZO UN CERO, yo le conteste,- Yo estoy aquí ,para ti, SOLAMENTE , se levanto de la cama y corrió hacia mi, se colgó de mi cuello me beso con una pasión que hizo que mi miembro se parara nuevamente , mi verga en su erección choco contra su pelvis y me incline un poco, tome sus piernas y la cargue en mis brazos ,no paro de besarme y así la lleve nuevamente a la cama y la penetre nuevamente como un loco enajenado la embestía como nunca, trataba de besar esas divinas tetas que volvieron a coronarse en total majestuosidad la penetraba sin piedad le apretaba sus nalgas y caderas y ante tal embestida sentí como explotaba dentro de ella , esto motivo que mi reina al sentirse inundada por mi semen dentro de su concha ella también lograra otro orgasmo casi al mismo tiempo.
Con mucho cansancio puse mi cabeza sobre su pecho, y una mano sobre una de sus tetas que eran de mi total propiedad cerré mis ojos, ella me acariciaba el pelo y fui quedándome dormido en esa posición.
Al despertarme en la mañana , solo buscaba a la dueña de mis fantasías , pero no estaba en ninguna parte , mire mi reloj y marcaba casi las 10 de la mañana .
En su almohada , en la cual aun podía oler su aroma de la noche anterior , estaba un sobre blanco que decía .- Para ti mi rey , dentro estaba una nota y se leía , llegare mas tarde esta noche , porque es mi ultimo día de trabajo , vaya a pasear o al cine o donde usted quiera ,lo deje descansar ,coma otra tanda de mariscos que la va a necesitar , porque esta noche no caeré en sus trampas , ya vera la sorpresita que le espera por tramposo. TE ADORO MI REY. LUCERO.- Además de la nota encontré $1,000.00 pesos en billetes de a cien.
Una batalla sin cuartel, del tipo en la que no se toman prisioneros, y el único resultado es matar o morir se avecinaba.- Cualquier tipo de armas se usarían y el que ganara dos de tres seria el ganador.
Esa vez si me preocupe , porque yo sabia muy bien , que mi Lucerito tenia armamento hasta de sobra , yo solo contaba con panchito mis manos y mi lengua.- En cambio ella contaba con su pelo, su boca ,sus ojos, sus tetas sus largas piernas , su poderosa concha y para terminar su colosal trasero que me tenia loco, y una que otra sorpresita que se pudiera inventar , no era necesario ser un genio militar en el arte de la guerra para vaticinar el resultado final-ESTABA MUERTO Y SOLO UN MILAGRO DE ULTIMA HORA ME SALVARIA.
Lo único que podría hacer era seguir su consejo y consumir mucha energía para resistir hasta el final y tener una muerte honrosa, en ese momento me dije, y que tal un empate, y me respondí yo mismo, ese seria el milagro, conclusión final. Definitivamente. –ESTOY MUERTO-
Llegaron las 7 de la noche, me vestí con garbo y altivez con mi mejor traje, y me dispuse a enfrentar a mi hermoso y bello enemigo, esa noche caería como un grande en el campo del honor.
Baje al lobby y le di las mismas instrucciones al botones y me encamine al bar en busca de encontrar ahí un poco de valor para enfrentar lo que venia en camino.
A las 9 en punto se presento en el bar, con una media sonrisa en el rostro , a lo largo la vi y estaba horrorosamente bella una falda negra brillante bien ceñida a su cuerpo que dejaba contemplar su enorme trasero con una blusa roja de la misma tela de su falda que le daba un aire bastante juvenil por el diseño de la misma, hacían que su busto se remarcara aun por debajo de la tela en su total majestuosidad y también exhibía parte de sus armas secretas , como ser , que sus largas piernas, venían cubiertas por unas medias negras , tan sexys remarcando unos bellos dibujos que parecían como adornos en sus piernas y para rematar . como que el maricon también había participado en el plan de ataque porque su pelo por un lado de el , estaba sujeto por una bella peineta con incrustaciones de piedras brillantes y una parte frontal de su cabellera , era una cascada de pelo en forma de ondas que se hacia caer sobre su frente, – ESTABA FRITO, NO CABIA LA MENOR DUDA, LO RECOMENDABLE ERA UNA RENDICION INCONDICIONAL PARA EVITAR UNA TOTAL HUMILLACION-.
Se acerco a mi, me dio un pequeño beso, y le pregunte,- Iremos a cenar? Y me contesto, YO NO, PERO TU MI REY, SI LO VAS A NECESITAR, PORQUE NO SABES LO QUE TE ESPERA Y ADEMAS YA ES MUY TARDE PARA ESO Y LO DIJO, CON UNA SONRIZA EXTREMADAMENTE PICARA EN EL ROSTRO, y remato el dialogo con la sentencia final.- NO SABES LO QUE TE ESPERA POR TRAMPOSO.
ENTRAMOS A SU HABITACION Y ELLA ME JALABA DE LA CORBATA Y ME EMPUJO SOBRE LA CAMA, AUMENTO LA INTENSIDAD DE LA LUZ A SU MAXIMO Y DIO INICIO EL ARMAGEDON.
EN LA COMODA SE ENCONTRABA UNA CASETERA, APRETO EL PLAY Y UNA MUSICA DE DONNA SUMMER SE DEJO ESCUCHAR CON EL TEMA DE POPY LOVE.
Lentamente y con una cadencia con sensuales movimientos, desabotono su blusa roja faltando únicamente los botones de sus mangas y el mismo cayo al suelo dejándome ver aquel negro y sexy corpiño , con aquellas enormes copas con adornos rojos que escondían a mis lolas.
Seguidamente hizo lo mismo con su falda , y me dejo ver su escultural cuerpo, por la lencería mas sugestiva, que era una copia exacta de las diosas del cine erótico italiano, de esa época.
SE ACERCO A MI, Y ME AYUDO A QUITARME LA ROPA SIN QUITARME LA VISTA DE MIS OJOS , ME ABRAZO Y ME BESO APASIONADAMENTE , Y SU LENGUA ERA UN COMO UNA SERPIENTE EN MI BOCA , QUE ME HACIA SENTIR TODA SU PASION DE MUJER ENAMORADA, CAIMOS SOBRE LA ALMOHADA Y ELLA EN UNA FORMA TIERNA Y DELICADA, ME BESABA POR TODO EL ROSTRO, EL PECHO ,MORDIA MIS TETITAS INTRODUJO SU LENGUA EN MI OMBLIGO, BAJO A MI PELVIS Y AGARRO A MI VERGA Y ME BESO LA PUNTA DEL GLANDE , ME MIRO A LOS OJOS , ME QUISE INCORPORAR PARA VER LO QUE ME ESTABA HACIENDO , ESTIRO SU MANO Y ME DETUVO Y ME EMPUJO NUEVAMENTE CONTRA LA ALMOHADA .
CON SU BOCA ME CHUPABA LA VERGA, Y SU MANO ME ACARICIABA LOS TESTICULOS, SU LENGUA ME LAMIA LA VERGA DE PIES A CABEZA Y DE PRONTO SENTI COMO SI QUISIERA TRAGARSELA POR COMPLETO, LO QUE MOTIVO QUE POR UN MOMENTO SE DETUVO PORQUE SE ATRAGANTO POR SEMEJANTE MIENBRO,
PERO REANUDO SU LABOR, YO, ME SENTIA EN EL CIELO. MI PLACER ERA INDESCRIPTIBLE Y DE PRONTO ESTALLE, MI SEMEN, INUNDO TOTALMENTE SU BOCA, LA SACO Y VIO QUE UNA PIZCA QUEDABA EN LA PUNTA DE MI GLANDE SACO SU LENGUA Y LO LIMPIO TOTALMENTE,
NO DEJABA DE MIRARME A LOS OJOS Y UNA SONRISA MUY COQUETA Y BURLONA , APARECIO EN SU CARA SE LEVANTO Y SE FUE AL BAÑO , AUN ,CON SUS ZAPATOS ALTOS Y SU ROPA INTERIOR , LA VI CAMINAR, Y LA FORMA COMO SE VEIA Y MOVIA , HACIA QUE SU TRASERO LUCIERA EN TODO SU ESPLENDOR EN AQUELLA REAL HEMBRA.
PASARON UNOS TRES MINUTOS SE SENTO EN LA CAMA, TOMO EL TELEFONO Y LLAMO Y LA ESCUCHE DECIR QUE LE ENVIARAN, EL PEDIDO QUE HABIA HECHO ANTERIORMENTE…
Se acerco a mi, y me besaba con tanta ternura y la escuche decir, LO ADORO MI REY,- Se acostó muy cerca de mi y sus brazos me apretaron fuertemente contra ella y así pasaron varios minutos para descansar en aquella pequeña tregua por el momento.
Pasaron unos 15 minutos y tocaron el timbre, Lucerito , tomo una bata y respondió a la puerta, regreso a la habitación y me dijo.- Venga mi rey, tengo algo para usted, la seguí y tenia una mesa servida con distintas clases de comida para picar con un delicioso pan de ajo cubierto con margarina , de beber una botella de champagne .
Estaba radiante y feliz, nuestra platica se centro en el éxito de ventas que había tenido en esos días y una que otra anécdota en su trabajo. Me enfatizo, que nuestro regreso estaba programado para las 10 de la mañana en el aeropuerto del día siguiente,
Se levanto de la mesa, vino hacia mi y se sentó en mis piernas, me beso de una manera salvaje y yo sentí como mi miembro se erguía al contacto de ese monumental trasero, se puso de pie y con su mano acaricio suavemente mi verga y me susurro al oído, tengo otra sorpresa para ti mi rey, y nos fuimos de nuevo a la habitación.
Aun de pie, nos abrazamos y besamos, yo era un pulpo tocando sus nalgas y sus tetas y me dice. Quíteme las bragas amorcito, yo me hinque y lentamente las baje, su olorosa concha quedo frente a mi y la bese como si quisiera comerla, la hice girar y el trasero de mis mas locuras fantasías estaba tan cerca de mi que comencé a morderlo y a lamerlo,- Ella como una gatita en celo se subió a la cama y se puso en cuatro como invitándome a que la tomara por detrás,
MI VERGA ESTABA A MAS NO PODER, A ME ACERQUE A SUS NALGAS , LAS BESE, BUSQUE MI MIENBRO Y LO COLOQUE ENFRENTE DE SU ANO Y LO PUNTIE UN POCO PARA LUEGO RESTREGARLO EN SU CONCHA, ELLA GEMIA Y EXCLAMABA , QUE HACES MI AMOR ME VUELVES LOCA, EN ESE MOMENTO LO INTRODUJE DE DOS GOLPES Y ELLA GRITO CON UN, HAY YYYYYYYY ME ………BASTANTE PRONUNCIADO, UNA VEZ ENSARTADA HASTA EL TOPE , BESE SU ESPALDA, Y LIBERE A MIS LOLAS , APRETE SUS PESONES Y ME CONCENTRE A DELEITARME CON LA VISTA Y EL TACTO CON SU ENORME TRASERO Y DESLICE UN DEDO Y APRETE SU ORIFICIO ANAL Y ENTRO LEVEMENTE Y SOLO ESCUCHE DECIR,,,,,,,,,ES TUYO MI AMOR,,,,..ME DI CUENTA QUE ESA ACCION LA ESTABA VOLVIENGO MAS QUE LOCA Y PUTA, QUE CAMBIE A MI DEDO MAS LARGO Y LO INTRODUJE POCO A POCO ENTRE GRITOS Y GEMIDOS Y DE PRONTO ARQUEO SU ESPALDA Y EXPUSO AUN MAS SUS NALGAS AL DARME CUENTA COMO LA TENIA DE FRENETICA DE PLACER, CON MI MANO LIBRE BUSQUE SU CLITORIS Y ELLA EXPLOTO EN UN ORGASMO GLORIOSO APRETANDO MI VERGA Y DEDO CON SUS CONTRACCIONES DE SU ESFINTER ANAL,
Saque mis dedos lentamente y la abrase por la espalda besando tiernamente su cuello y sus mejillas y la hice inclinar lentamente y caímos tumbados plenamente sobre la cama con mi miembro aun ensartado dentro de ella, un leve escalofrió recorría por todo su cuerpo y escuche unas dulces frases que decían,-,,, E res divino papi,,, te adoro mi rey….. Saque mi verga, salte de la cama y me fui al baño a darme una ducha,
Llene la tina y me dispuse a tomar un baño dentro de ella , pasaron como cinco minutos cuando mi Lucerito entro también al baño y con una bella sonrisa en sus labios entro a la tina para hacerme compañía , se puso a juguetear con la espuma y luego coloco su bello trasero entre mis piernas y mi glande sintió la presencia de su adorada presa a escasos centímetros para seguidamente acostarse sobre mi pecho.
En esa posición, la abrazaba y le acariciaba sus lindas tetas, y al mismo tiempo le mordisqueaba las orejas y el cuello, y ella apoyándose con sus manos en el piso de la tina, levantaba su hermoso trasero, y con el, yo sentía como lo restregaba contra mi verga lo que produjo que sintiera una enorme erección por lo erótico de la situación, baje mi mano derecha y busque a mi panchito que estaba mas erecto que un soldado en saludo a la bandera.
Lo coloque en medio de sus nalgas y al mismo tiempo lo restregaba contra su vagina y este juego. duro mas de diez minutos, en ciertos momentos ella levantaba su trasero y yo aprovechaba para puntear su orificio anal , lo que hizo que mi Lucerito medio volteara su bello rostro para verme a los ojos y me dice.
Ya se que es lo que mas deseas de mi, pero tu cosa es muy grande y gorda, pero si lo haces con cuidado seré tuya de todas las formas que te haga feliz.
Sin esperar mas coloque mi verga en la mera entrada de su pequeño orificio anal y trate de empujar mi glande para ver si entraba, pero por mas esfuerzo que hacia no lograba ningún resultado, mi Lucerito se dio cuenta de la situación, se levanto de la tina me extendió la mano y me dijo, vamos a la cama mi rey.
Al verla caminar y ver ese hermoso y descomunal trasero que pronto seria completamente mío un deseo incontrolable entro dentro de mi, que hizo que la abrazara fuertemente por la espalda, y mi verga diera fuertes respingos contra sus nalgas , volvió a mirarme y con una voz muy coqueta me dice , quiero ser tuya completamente mi amor ,y con un beso largo y apasionado se separo y busco su neceser y saco un bote de crema y corrió nuevamente hacia mi , tumbándome directamente sobre la cama , me colmo de besos y como una gatita coloco su trasero y con esa sonrisa que sabia lo que me volvía loco me dijo , Estoy lista.
BUSQUE LA CREMA , Y CON LA AYUDA DEL DEDO MEDIO ,EMPEZE A UNTARLO DENTRO Y ALREDEDOR DE SU TIERNO ANITO , CADA CONTACTO DE LA PUNTA DE MI DEDO PROVOCABAN EN ESA BELLA MUJER, UNOS DELICIOSOS GEMIDOS DE PLACER QUE HACIAN QUE SUS NALGAS Y SU ANO SE DILATARA Y SUS HERMOSAS NALGAS SE ENDURECIERAN AUN MAS.
UNTE LA CREMA POR TODA MI VERGA, PERO POR SOBRE TODO, UNA GRUESA CAPA ALREDEDOR DE MI GLANDE, Y ME DISPUSE A INICIAR LA PENETRACION,
SUAVEMENTE Y CON MUCHA DELICADEZA EMPUJE MI MIENBRO Y MI LUCERO DIO UN GEMIDO DE DOLOR , YO ME CONTUVE PERO ELLA ARQUEO AUN MAS SU ESPALDA EXPONIENDO SU COLOSAL TRASERO EN TODA SU MAJESTUOSIDAD , Y ANTE ESA VISION DE LOCURA , YO VOLVI A HACER PRESION Y SENTI QUE LA PUNTA DE MI GLANDE ABRIA EL SURCO DEL CAMINO Y MI LUCERO GEMIA DICIENDO.
DESPACIO MI REY, ES MUY GRUESA Y SIENTO QUE ME PARTES EN DOS, YO, EMPUJE NUEVAMENTE Y MI LUCERITO ME DECIA……..SACALA MI REY ES MUY GRANDE, PERO MI GLANDE ESTABA COMPLETAMENTE DENTRO DE ELLA.
Quería seguir pero sus suplicas eran con una mezcla de dolor y solo pegue dos empujones mas y sentí como me descargaba de mi semen dentro de ese hermoso trasero que al fin fue mío y que en futuras sesiones seria total y completamente de mi propiedad.
Durante toda la noche , hasta casi las dos de la madrugada , estuvimos haciendo el amor en varias posiciones y me dedique a lamerla y besarla por todos los rincones de su cuerpo y al final le conté, como cuatro orgasmos , RESULTADO FINAL…MI LUCERITO TERMINO MUERTA DE PLACER , CUATRO A FAVOR , TRES EN CONTRA, EL SEXO MASCULINO LOGRABA OTRA VICTORIA.
Regresamos al D.F, y casi nos volvimos una pareja inseparable, los días de semana los dormía en mi departamento y de viernes a domingo lo hacia en el suyo.-Al cabo de casi terminar el semestre mi Lucero se ausentaba mas en sus viajes y yo notaba que ella sufría de problemas de estomago y a veces estaba muy feliz cuando estaba en la cama conmigo y después la miraba muy triste y cuando me acercaba a ella me decía,- Lo único que necesito de ti es que me des algo de que sea completamente mío.
Tenia vacaciones de fin de año, me despidió en el aeropuerto y me dijo con lagrimas en sus ojos, – una parte tuya estará siempre conmigo- se alejo de mi sin voltear la vista Y tuve la intención de seguirla, cuando escuche los parlantes del aeropuerto que llamaban a los pasajeros de mi vuelo a revisar pasaportes,
A mi regreso trate de localizarla. Pero ya no vivía en su departamento, llame a su oficina y su secretaria me contestaba que andaba de viaje, después de insistir por más de un mes, entendí su silencio y con mucho dolor acepte su decisión.
Comente mi situación con varios amigos que estudiaban medicina y que vivían en mi condominio y por mis platicas sacaron la conclusión que mi Lucerito estaba embarazada desde antes que me fuera de vacaciones, sentí un dolor aun mas grande y solo me acorde de sus ultimas palabras- UNA PARTE TUYA, SIEMPRE ESTARA CONMIGO-
Pasaron dos largos años, en los cuales me volqué completamente en mis estudios y mi mente de vez en cuando me hacia soñar con mi Lucerito, pero como dice el dicho- un clavo, saca otro clavo.
Y esto paso cuando conocí a PIA MARIA, LA DIVORCIADA.
JIHNM
Al despertar, Altagracia se había ido. Sin saber si lo agradecía o por el contrario lo lamentaba, me levanté para irme a trabajar y ya en la ducha, supe que era una pena que no se hubiese quedado por lo mucho que me hubiese gustado enjabonar sus pechos mientras la mimaba. La tristeza de esa mañana mutó en alegría cuando al irme a vestir, leí la nota que me había dejado sobre la mesilla:
“Gracias por hacerme sentir tu negrita”.
Tras leerlo, sonreí y con renovados ánimos, salí a enfrentarme con el mundo sabiendo que lo quisiese o no reconocer esa cubana de piel morena había calado hondo en mi interior. Al aparcar mi coche en el edificio donde estaba ubicada mi empresa, vi la moto de Patricia en la plaza de al lado y recordé haber visto una vespa igual pasando por el hotel cuando entraba acompañado. Desechando de inmediato la idea, pero recordando su existencia, llamé al ascensor. La sonrisa de mi secretaria trayéndome el café, poniendo en mis manos el correo mientras revisábamos mi agenda, me resultó gratificante y sumergiéndome en el día a día, afronté los problemas y retos de la compañía con alegría.
―Don Lucas, la próxima vez que no vaya a venir, avíseme. Le estuve esperando hasta las nueve― reprochando mi comportamiento, protestó con un deje de amargura la joven.
―No te preocupes, no volverá a pasar. Te lo prometo― sin dar mayor importancia a su queja, respondí.
Aceptando mis disculpas, aprovechó para decirme que había contratado un moderno sistema de seguridad para mi piso y que había quedado en abrir la puerta a los técnicos que iban a instalarlo. Como eso era algo que tenía en la casa que había compartido con mi ex, me pareció bien y únicamente pregunté en qué consistía:
―Es lo último en domótica. Desde el móvil, podrá poner la calefacción, la música ambiente e incluso cuando esté de viaje ver lo que ocurre en las diferentes habitaciones.
―Nena, ¡no sé qué haría si no te hubiese contratado! ― exclamé reconociendo mi torpeza para los asuntos domésticos.
Aun ruborizada por esa afirmación, no perdió la oportunidad de preguntar si había pensado que iba a necesitar alguien que limpiara el piso, planchara la ropa y me diera de comer.
― ¿Te importa que lo deje en tus manos? ― espantado con la perspectiva de tenerme que ocupar de entrevistar una retahíla de candidatas para luego equivocarme, respondí.
―Tu niña se ocupa― luciendo la blanca perfección de sus dientes, respondió y dejándome con los papeles, se fue a su puesto de trabajo.
Espantado reconocí en ese “tu niña” el parecido a “su negrita” de Altagracia, pero pensando que veía moros con trinchetes me olvidé del asunto mientras recibía la visita de Joaquín presentándome los resultados de la consultora. Los números del trimestre no eran lo suficientemente buenos y por eso invertí casi todo el resto de la mañana revisando con el financiero las razones del limitado crecimiento que habíamos conseguido.
―Básicamente, se debe a que la agencia de Barcelona no funciona como debía― sacando un gráfico de su desempeño contestó.
Tras examinar los datos, decidí tomar cartas en el asunto y llamando por el interfono a su hermana, pedí que nos sacara dos billetes para la ciudad condal.
―Don Lucas, ¿cuántos días se van a quedar? Lo digo porque como el domingo se tiene que ir a Frankfurt, es una tontería que vuelva a Madrid cuando puede volar desde allá.
La lógica que encerraban sus palabras me hizo aceptar la sugerencia y centrándome en lo importante, planeé con Joaquín el alcance de la revisión que efectuaríamos en esa delegación. No me quedó duda alguna de que el rubiales había previsto el desarrollo de la reunión cuando sacando del maletín un dossier completo, puso sobre la mesa un programa, programa que no solo incluía lo que él debía comprobar sino también todo lo que me atañía a mí.
― ¿Y esto? ― pregunté haciéndole ver que esos papeles no llevaban el formato que solía usar.
―Como ayer en la tarde no estuvo en su despacho, Patricia se aburría y me ayudó.
En absoluto molesto, pero con una mosca rondándome en la oreja, revisé la planificación que esa monada había preparado. Tras verificar que era un programa de máximos y que me tendría ocupado hasta bien entrado en sábado, supe que era lo necesario.
―Es una pena tenerla de secretaria. Con su valía podría a optar a un puesto de dirección.
―Ella lo sabe, pero no quiere― contestó sin aclarar las verdaderas motivaciones de su familiar.
Intrigado por su secretismo traté de seguir indagando, pero me encontré con su cerrazón y tontamente asumí que esa mujer no deseaba la responsabilidad de comandar un equipo. Por ello volviendo a nuestra visita del día siguiente, estudié a conciencia la cuenta de resultados de Barcelona de manera detallada y escandalizado comprobé que no solo no había crecido, sino que los gastos de representación, marcados en amarillo por Patricia, eran escandalosos. Revisando los diferentes rubros comprobé que todos y cada uno en los que avizoraba problemas habían sido resaltados con anterioridad por ella. Por ello y por un momento, pensé en llevarla con nosotros, pero recordando que si había elegido a Altagracia la noche anterior había sido por su causa, preferí no tentar al diablo y se quedara en Madrid.
«Algo tienen las negras que me traen loco», me dije afianzando esa ´decisión…
Mis peores augurios se hicieron realidad cuando al segundo día de estar en Cataluña, el delegado dimitió al sentirse incapaz de probar las razones del desmesurado gasto y de la parálisis que su gestión había abocado a la agencia. Menos mal que contaba con Joaquín y abusando de él, le pedí que se quedara al frente de esa zona mientras encontraba un sustituto. Al enterarse su hermana y sin que yo hubiese dado la orden, me llamó diciendo que aprovechando mi estancia en esa ciudad me había concertado una cita con un conocido, el cual cumplía todos los requisitos que necesitaba para cubrir la vacante.
― ¿Dónde y a qué hora? ― aliviado y molesto por igual con su intromisión, pregunté.
―He quedado con Jaume Borrás en que cenarían en el restaurant ABaC que está en la avenida del Tibidabo.
Como había llegado a mis oídos la fama de su comida mediterránea, premiada con tres estrellas Michelin, no pude quejarme y únicamente pregunté cómo se las había ingeniado para conseguir mesa con tan poca anticipación.
―Jordi Cruz es amiguete y en cuanto se enteró que mi jefe iba a ser el cliente, movió Roma con Santiago y te hizo un hueco.
Colgando el teléfono, me quedé pensando en las veces que esa morena me había sorprendido en tan poco tiempo y deseando saber algo de ella, metí su nombre en internet. Cual sería mi sorpresa cuando Google me informó que esa cría había creado con solo veinte años una app que luego vendió por cien millones a una empresa americana.
«Por eso, ni siquiera preguntó lo que iba a ganar… ¡es millonaria!».
No entendiendo nada, seguí indagando y así me enteré que según corría el rumor, se había retirado del mundo informático tras un supuesto affaire con un banquero y que había jurado que jamás volvería a confiar en un hombre que estuviese casado. Mirando la foto del susodicho, me quedé alucinado con las semejanzas de ese don Juan conmigo:
― ¡Debe ser de mi edad! ― derrumbándome en el asiento del dimitido, exclamé.
La llegada de su hermano evitó que siguiera martirizándome con ese descubrimiento y dejándolo en un lugar apartado de mi cerebro, comenté que Patricia nos había conseguido un posible delegado.
―Lo sé. Me ha hecho llegar su curriculum― contestó poniendo el perfil del tipo en mis manos.
Repasándolo, comprobé que era ingeniero por la universidad de Barcelona y master por Esade, que era trilingüe y soltero.
―Parece un cerebro― reconocí.
―Es un amor y encima está buenísimo― dejando salir su vena homosexual, no tuvo reparo en comentar.
Asumiendo que entre el candidato y él había habido algún que otro escarceo, solté una carcajada y cerrando el ordenador, le tomé de la cintura mientras, en plan de guasa, preguntaba si debía ponerme celoso.
―Para nada, tú eres mi adoración― rechazando de buen grado ese gesto, pero separándose de mí, respondió.
Por el brillo de sus ojos, comprendí que me había pasado dos pueblos y que de haber tenido duda de que me volvían loco las mujeres, ese rubiales quizás hubiese buscado el acercamiento.
―Perdona, si te he molestado. Estaba de broma― comenté abochornado.
―Lucas, sé que te pirran las faldas y que, aun así, siempre me has apoyado. No te preocupes― desternillado al ver mi cara, respondió.
La confianza que me acababa de trasladar me dio el valor de preguntar cómo era posible que su hermana teniendo las espaldas cubiertas de esa forma, se rebajara a trabajar de secretaría. Comprendiendo que me había enterado de su fortuna, no tuvo reparo alguno en contestar:
―Exactamente por eso. Sin necesidad de un sueldo que llevar a casa y como siempre había envidiado el buen ambiente que le decía que habías conseguido dar a la compañía, decidió que debía dejar de lamentarse y volver al mercado.
Tan obcecado estaba con que era imposible que una mujer así se fijara en mí que interpreté esa vuelta al mercado como volver a trabajar y por ello, dejando definitivamente de pensar en Patricia, me fui con su hermano a cenar.
Ya en el ABaC, no me sorprendió el interés de Joaquín por el tal Jaume, ya que siendo cien por cien hetero, no puedo dejar de confesar que ese adonis de casi dos metros estaba para comérselo y que, de haber nacido mujer, no me hubiese importado que me diera un buen revolcón. Para colmo, durante la cena, el tipo resultó ser no solo brillante sino encantador y por ello, en el postre y tras discutir brevemente sus emolumentos, lo contraté.
La alegría de mi segundo me confirmó que entre ellos había algo, pero como vivirían en diferentes ciudades y por tanto no iban a ser pareja, no me importó.
―Qué os divirtáis― después de pagar la cena, me despedí de ellos asumiendo que lo celebrarían en un fiero combate cuerpo a cuerpo.
―Nos vemos mañana― sin separar los ojos del moreno, Joaquín me dijo adiós.
Supe que nada más irme, lo primero que había hecho había sido llamar a Patricia cuando todavía en el taxi esa monada me llamó y tras asegurarme que el noviete de su hermano no me defraudaría, me informó que me había mandado al hotel una sorpresa. Por mucho que intenté sonsacarle qué era, no lo conseguí. Pero juro por lo más sagrado que lo último que esperé encontrar al abrir mi habitación, fue a Altagracia desnuda sobre mi cama.
―Mi amor, no sabes la ilusión que le hizo a tu negrita cuando tu secretaria me dijo que me echabas de menos y que me esperabas aquí.
La ternura y el cariño de la cubana me impidió reconocerle que no había sido mi idea y decidiendo que al día siguiente tendría que hablar largo y tendido con la responsable, me acerqué sin prever tampoco que esa mujer lo primero que hizo fue arrodillarse ante mí con la intención de hacerme una mamada.
―Déjame― protestó cuando quise levantarla: ― la otra noche me demostraste que sabías comerte un chocho, me toca ahora probarte que yo soy una experta mamando vergas.
No pude decir ni mu, ya que con una rapidez que me dejó descolocado no solo bajó mi bragueta, sino que, viendo mi erección, se la metió hasta el fondo de la garganta con una maestría que solo las hispanas conocen.
―Tranquila, tenemos toda la noche― dije al ver su urgencia.
Extrayéndola brevemente de su boca, me soltó:
―Te equivocas, primor. Tenemos hasta el domingo. Doña Patricia insistió en que debía despedirte en el aeropuerto y por eso, mi vuelo sale después que el tuyo.
Que esa arpía decidiera hasta los detalles sexuales de mi agenda, me sacó de las casillas y aprovechando que se había vuelto a meter mi pene, comencé a follarme la boca de Altagracia, pensando y soñando que era la de mi entrometida secretaria. O no le importó mi brusquedad o, por el contrario, la excitó ya que mientras la tomaba de la cabeza para facilitar la velocidad en que martilleaba su garganta, se las ingenió para llevar la mano a su entrepierna y se comenzó a masturbar. Tan furioso estaba con lo sucedido, que no cejé en mi empeño hasta que mi cabreo detonó lanzando blanca oleadas de leche directamente al estómago de la negrita.
Estaba a punto de disculparme cuando presa de un extraño frenesí la joven madre cayó sobre la alfombra retorciéndose mientras se corría.
―Mi amor, tú sí que sabes cómo tratar a una hembra― sollozó gozando del ruin trato que le había dado.
Tomándola en brazos, la llevé hasta la cama y tumbándome a su lado, dejé caer una duda que me estaba corroyendo:
―Perdona, ¿cómo contactó Patricia contigo?
Avergonzada se echó a llorar y con la cara angustiada, me contó que al irse me había robado trescientos euros y una tarjeta de presentación con los que compró un abrigo a su hijo. Pero que, al día siguiente, se arrepintió y leyendo la dirección de mi oficina, se plantó allí a devolverlos.
― ¿Se los diste a ella?
―Lo intenté, pero su secretaria es una dama y al saber que estaba arrepentida y el uso que le había dado, no solo no los aceptó, sino que dándome otros mil, me informó que llevaba todo el día buscándome porque le habías pedido que me encontrara para que te acompañara a Barcelona.
«Menuda lianta estás hecha Patricia», mascullé entre dientes sin advertir que me había tranquilizado e incluso gustado su “buen corazón”.
― ¿Tú también me perdonas? ― preguntó la cubana buscando mis besos.
Considerando su pecado algo venial, no cedí de primeras. Es más, haciendo que estaba molesto, la puse en mis rodillas mientras le decía que había sido mala y que por tanto se merecía un castigo.
―Lo que tú decidas, estará bien― contestó sin saber a qué atenerse.
Al recibir el primer azote, noté que exageraba el grito y por eso elevando su intensidad, descargué sobre sus nalgas una primera serie antes de darme cuenta de que ese escarmiento no le era intolerable y que la ponía cachonda.
― ¡A esta negra le gusta ser reprendida por su amo! ― gritó confirmando ese extremo.
Ese exabrupto ratificando su gusto por ser tratada con violencia y que se refiera a mí como su dueño me pareció tan raro como excitante y tras dejarle el culo rojo, poniéndola a cuatro patas la ensarté de un solo empujón de caderas.
― ¡Siga castigando a su negrita! ― rugió sintiéndose empalada: ― ¡Se lo merece!
Sus palabras despertaron un lado dominante que desconocía tener, y tomando sus negros rizos con una mano, azucé la velocidad de mi montura reiniciando la serie de nalgadas. Los gemidos que emitió con cada golpe no fueron de dolor sino de placer y por eso no me extrañó sentir que el manantial en que se había convertido su coño se desbordaba por mis muslos, empapando la cama. No dejando que su gozo impidiera el mío, saqué la polla de su chumino y tomando la sábana, sequé ambos sexos con ella, para a continuación volver a embutírselo hasta el fondo.
Nuevamente no se quejó con ese brusco asalto y notando mi glande golpeando la pared de su vagina, sonrió:
― ¡Cómo echaba de menos estos vergazos!
Riendo a carcajadas, la tomé de los hombros mientras aceleraba. Mi nuevo impulso y el cambio de postura demolieron sus últimas defensas y cayendo sobre la almohada, me rogó que la dejara descansar.
―Descansarás cuando consigas que me corra― le grité poniéndola de nuevo en plan perrito.
― ¡Por dios! No entiendo a la loca que te dejó escapar. No solo eres un buen hombre, ¡eres el mejor amante que he tenido!
―Deja de hablar como vieja chismosa y muévete.
Herida en su amor propio, la cubana convirtió su cadera en una batidora. Apenas pude resistir cuando mi pene se vio zarandeado a todos lados de una forma tan brutal como nueva, y por ello agarrando su melena, intenté que esa yegua no pudiera descabalgarme como jinete mientras en su interior explotaba derramando mi simiente.
―Puedo ser masoca, guarra y negra pero no vieja― rugió satisfecha mientras tirándose sobre mí comenzaba a hacerme cosquillas.
La genuina alegría de esa monada al haberme vencido por K.O. me hizo reír y atrayéndola hacia mí callé sus risas, o eso quise, amenazando la virginidad de su trasero.
― ¿Acaso el pervertido de mi señor desea darme por el chiquito? ― mirándome a los ojos preguntó: ― ¡A su negra es lo que más le puede gustar!
Tras lo cual y denotando su predilección por esa clase de sexo, tratando de resucitar mi alicaída herramienta con los labios, me informó que cuando consiguiera resucitarla debía hacer uso de ella analmente:
―Es lo menos que puede hacer por mí cuando he recorrido seiscientos kilómetros para venir a verle.
¡Su petición no cayó en saco roto!…
El sábado me despertó el sonido del jacuzzi llenándose y pensando que Altagracia deseaba empezar el día con un baño, me quedé estirándome en la cama. Supe que quería que ese baño fuera compartido cuando, al verme despierto, me llevó casi a empujones al agua.
―Me apetece mimarte― contestó al preguntarle muerto de risa qué coño hacía y sin dar opción a que me negara se metió conmigo en la bañera.
El desparpajo de esa mujer y el cariño que me demostraba me traían embelesado y cediendo a sus deseos, comencé a enjabonar sus pechos cuando con una dulce sonrisa, me lo pidió.
―También a tu negrita, le gusta que la mimen― estaba comentando cuando de repente sonó un mensaje en su móvil.
Como la confianza da asco, la cubana no pidió permiso y alargando la mano, lo cogió.
―Es doña Patricia― señaló al leerlo.
― ¿Qué quiere esa zorra? ― pregunté todavía molesto con su manía de involucrarse en todos los aspectos de mi vida.
―Pregunta cómo me recibió.
Que hasta allí llegara su interés, me sacó de las casillas y deseando darle una lección, quise saber si no le importaba que la grabara mientras me hacía una mamada. Al preguntar el motivo, le expliqué que estaba hasta los huevos de que mi secretaría se metiera en mis asuntos y qué mejor respuesta podía darle de cómo la había recibido que mandar esa prueba.
― ¿Lo estás diciendo en serio? ¿No te vas a arrepentir?
―Altagracia… jamás se lo mandaría desde mi móvil. ¡No estoy loco! Podría acusarme de acoso, pero llegándola de ti, se lo tendrá que comer con patatas.
Las risas de la cubana mientras se agachaba entre mis piernas fueron el permiso que necesitaba para poner en acción la cámara de su teléfono y durante cinco minutos grabé desde escasos centímetros de su cara la maravillosa mamada que me regaló. Tras revisar la película entre nosotros, ambos decidimos que lo mejor eran dos momentos: el primero era el instante en el que mi pene explotó llenando su rostro de semen y el segundo en el que con los dedos se lo llevó a la boca para saborearlo.
Sin esperar, no fuese a ser que me echara atrás y escribiendo en el teclado “No sabes qué rico pene tiene tu jefe”, Altagracia lo mandó.
Patricia tardó casi cuarto de hora en contestar y cuando lo hizo nos pilló ya desayunando. Juro que pensé que iba a estar echa una furia y así interpreté la carcajada de la cubana cuando vio su respuesta.
―Te equivocas. Lee lo que me ha contestado la doña.
Tomando el móvil, me quedé pálido al ver en su pantalla:
“Cabrona, ¡qué suerte tienes!”.
Indignado con Patricia como nunca, empecé a despotricar de ella, gritando que era una vergüenza la forma en que tonteaba conmigo y jurando que en cuanto volviera la podría directamente en la calle por haber tenido la desfachatez de escribir eso. Altagracia estaba muerta de risa con la cara que ponía enfadado cuando se percató de que le había entrado un nuevo mensaje.
―Si lo que te preocupa es que la doña esté enamorada de ti, ya puedes irlo olvidando. Tu secretaria pierde aceite y es a mí a quién mira.
― ¿Por qué lo dices?
Enseñándome una foto de la que creía que me estaba acosando, desnuda y con la mano entre las piernas, contestó:
―Te leo textualmente lo que me pone: “¿No te doy pena? Tú divirtiéndote y yo sola con mis deditos. Cuando vuelvas llámame y nos tomamos algo”. Definitivamente doña Patricia es bollera y quiere hacérselo conmigo.
Arrebatándole el móvil y tras leer el mensaje por mí mismo, comprendí que tenía razón y que a raíz de salirle rana su ultimo romance, no solo había decidido no ir con casados sino con hombres en general. Pero no por ello se lo devolví y durante más de un minuto, me quedé embobado admirando la impresionante belleza de sus senos y caderas.
«Menudo desperdicio de mujer», ya tranquilo pero decepcionado, sentencié…
Saber que Patricia dirigía sus miradas al otro sexo no evitó que siguiera molesto, pero al menos amortiguó el resquemor que sentía por su intromisión en mis asuntos y comencé a verlo como el precio que debía pagar por su eficiencia. Prueba de su validez fue el mensaje me mandó cuando todavía estaba disfrutando de la presencia de Altagracia:
“Don Lucas, le anexo el link del sistema de seguridad donde podrá verificar el estado de la obra de su casa. Si ve algo que no le gusta, hágamelo saber y me ocuparé de enmendarlo”.
Como mudarme era algo urgente, me metí a ver qué coño habían hecho y tal y como había previsto nada de pude observar me desagradó y compartiendo con la negrita las imágenes, ésta se quedó maravillada con el lugar donde iba a vivir.
―Es un palacio― emocionada comentó, pensando quizás que no tardaría en ser invitada allí.
Estaba sonriendo cuando mi satisfacción se trasformó en preocupación cuando a pesar de ser domingo descubrí a Patricia dando órdenes a un par de “lacayos” para que arreglaran algo que ella no consideraba bien hecho. Cualquiera que lo lea se preguntará por que me preocupó ver a mi empleada trabajando fuera de su jornada laboral. Como respuesta he de decir que no fue eso lo que me acojonó, sino las palabras que dirigió a los decoradores:
―No creáis que voy a aceptar esta chapuza, pensad que soy yo la que vivir aquí y me niego a ver todas las mañanas cuando me levante un cuadro mal colocado.
Exteriorizando mi enfado a la cubana, ésta se echó a reír:
―Joder, mira que eres mal pensado. ¡Es una forma de hablar! En vez de enfadarte, deberías darte con un canto en los dientes. Ya me gustaría tener una Doña en mi vida que me resolviera los problemas.
Reconociendo que quizás había malinterpretado a mi secretaría, lo dejé pasar y nos fuimos a dar un paseo mientras hacíamos tiempo antes de ir al aeropuerto. Dos horas más tarde y con el pase de abordar en mi mano, me despedí de Altagracia y fue entonces cuando ésta me demostró que ya no me consideraba un cliente sino su amante al echarse a llorar desconsolada, diciendo lo mucho que me iba a echar de menos.
Aunque esa mujer me gustaba, no sentía nada por ella y por eso decidí que solo volvería a contactar con ella, si estaba urgido de sexo.
«Cuando pasen un par de semanas sin que la contrate, se buscará a alguien que realmente la quiera», me dije al darme cuenta de que esa mujer se estaba enamorando de mí.
Tras esa dolorosa despedida, tomé el avión y partí hacia Frankfurt, donde Isabel Rufián, una vendedora de la empresa me estaba esperando para acompañarme a la inauguración de la feria. Entre saludar a los conocidos e indagar qué nuevos clientes se había dejado caer por allí pasaron las horas y ya cerca de las diez, llegué a la habitación que Patricia me había reservado. He de reconocer que, mientras pasaba la tarjeta que me daría acceso al cuarto, temí encontrarme con una nueva sorpresa y solo respiré cuando lo único con lo que me topé fue con una cesta de frutas, cortesía del hotel.
Al haber dormido poco las últimas dos noches, esa lo hice de un tirón y a las ocho de la mañana, ya había desayunado y con el maletín en la mano, me dirigí a visitar el stand de la compañía. Por la hora, había poco público y por eso en compañía de Isabel revisamos la agenda y las empresas con la que deberíamos contactar para que fuese un éxito mi ida a Alemania. Lo extenso de la misma y la continua llegada de posibles clientes hicieron que pasara el lunes sin darme cuenta y solo cuando retorné al hotel, tomé mi móvil para echar un vistazo a las obras. Al ver que la cocina estaba lista, me tranquilizó y por eso, decidí ver cómo iba mi cuarto. Allí descubrí que Patricia había metido nuevamente sus manos al contemplar alucinado la plaza de toros por la que había sustituido la cama que teóricamente iría ubicada ahí.
«¿De dónde se habrá sacado que necesito algo así?», me pregunté al ver, por comparación con la King Size de la habitación de invitados, que esa al menos debía medir tres metros de ancho por dos y medio de largo. Siendo un tema menor, moviéndome a través de la pantalla, me dirigí a la terraza donde apenas había habido cambio por lo que cerrando la aplicación me fui a cenar.
El martes fue copia del día anterior y lo único que perturbó mi tranquilidad fue cuando sobre las doce, recordé que no había llamado a mi vieja y que, por tanto, me había hecho acreedor a una de sus broncas. Por ello y sin más dilación, marqué su número y para mi sorpresa, en vez de echarme en cara el olvido, me soltó que era el mejor hijo que una madre podía tener. Sin saber a qué se refería, dejé que se explayara y fue entonces cuando me enteré que Patricia previendo mi fallo se me había adelantado mandándola en mi nombre un ramo de flores con dedicatoria incluida:
“Ni todas las rosas del mundo pueden compararse contigo, mamá”.
No pude cabrearme con Patricia, pero en mi interior se incrementó la zozobra al sentir que como un virus la presencia de esa arpía iba infectando todos y cada uno de los aspectos de mi vida. Fue esa tarde cuando realmente me enfadé, estaba hablando con un prospecto de cliente cuando recibí la llamada de Juan Baños, uno de mis contactos en el Banco de Santander.
― ¿Dime Juan en que te puedo ayudar? ― pregunté dejando de lado al tipo con el que estaba reunido, ya que al ser uno de los más altos ejecutivos de esa firma tenía que darle la importancia que se merecía.
―Lucas, siempre he sabido que eras un crack, pero cuando el viernes te llamé a tu oficina para pedirte un favor y me pasaron con tu nueva segunda, no creí que tu organización fuera capaz de cumplir el último capricho de mi jefa.
―Perdona, me he perdido― reconocí preocupado, pero no angustiado por el tono de su llamada.
―No te preocupes, todo está solucionado y esta misma tarde te mando el nuevo contrato.
―Disculpa, ¿de qué contrato hablas? ― insistí sin importarme ya quedar como un memo.
Si se percató, no lo dijo:
―El viernes a Ana Patricia le entraron las prisas de que debíamos perfeccionar el procedimiento para medir nuestro riesgo medio ambiental y por eso te llamé donde me atendió la señorita Meléndez y se comprometió con que hoy expondría a la junta del banco un plan con el que estaríamos más que cubiertos.
―No me ha dado tiempo todavía de hablar con ella― conseguí disimular, para acto seguido preguntar sobre el desarrollo de esa reunión.
―Desde ahora te aviso que mi jefa le ha echado el ojo a su tocaya y sé que no dudará en contratarla… ¡Menuda fiera! Nos dejó a todos boquiabiertos cuando en poco más de media hora nos hizo ver no solo nuestros fallos sino también la manera de mitigarlos. ¿De dónde coño sacaste a ese bombón? Te juro que, al verla entrar, jamás supuse que fuera un cerebro.
Apenas presté atención al resto de la llamada, el cabreo que sentía lo impidió. Cabreo que no se diluyó siquiera cuando haciendo llegar a mi correo un PDF con el contrato ya firmado.
«No puede ser que se haya sacado de la chistera la mayor operación que nunca hemos tenido sin consultarme al menos», me dije comprendiendo también que, aunque en ese momento sentía ganas de estrangularla o al menos despedirla, no podía hacer nada al respecto ya que el Santander nunca lo comprendería.
Tratando de calmarme, salí de la feria y comencé a pasear sin rumbo hasta bien entrada la noche, cuando al comprobar que no sabía siquiera por qué barrio andaba, tomé la decisión de retornar al hotel y descansar para que al día siguiente estuviera lo suficiente sosegado para hablar con esa puta de piel morena. Desgraciadamente, de qué tamaño sería la ira que llevaba conteniendo que su presencia llegó incluso a mis sueños, durante los cuales me vi azotando su negro culo mientras la sodomizaba.
En la mañana del miércoles mi furia no había menguado y por eso me abstuve tanto de hablar con ella, como de contestar a sus emails donde me notificaba el acuerdo con el banco y en los que hacía hincapié en el prestigio y los beneficios que supondría que se hiciera público que mi empresa había sido seleccionada para llevar a cabo la trasformación de la mayor institución financiera del país. Lo que si hice fue meterme en internet y comprarle un perfume que mandé a la oficina, sabiendo o al menos esperando que captara el mensaje ya que la marca que elegí para ella era “Poison” y que en castellano significaba “veneno”.
O bien no lo captó o no quiso hacerlo. El jueves estaba cerrando un trato con un par de italianos cuando recibí por WhatsApp la contestación a mi regalo:
“Gracias, don Lucas. Yo también le echo de menos”.
Como es normal, comencé a despotricar recordando toda su parentela y nuevamente me tuve que ausentar del stand para evitar echar a la puta calle a todos los empleados desplazados a la ciudad. Ya fuera de la feria comprendí que mi indignación, más que con ella, era conmigo mismo al percatarme de la facilidad que esa monada tenía para sacarme de las casillas.
«Hasta su madre biológica debía saber la clase de demonio que había engendrado y previéndolo, no dudó en darla en adopción», exclamé tirándome físicamente de los pelos antes de conseguir los arrestos suficientes y volver.
El cierre de la feria con la típica cena con mis subordinados era algo obligado y por eso mi última noche en esa ciudad fue al menos rutinaria sin que la sombra de esa morena consiguiera echarla a perder. Tras los típicos agradecimientos a mi gente, los dejé tomándose copas y volví al hotel. Ya en mi habitación, su recuerdo me hizo soñar atándola a una cruz de San Andrés y con especial saña, la torturé sin sacar de ella el mínimo arrepentimiento.
El viernes era el día de mi retorno a Madrid y como mi vuelo no salía hasta las tres, me pasé la mañana haciendo turismo y ya en el aeropuerto, me tomé un respiro usando la app del sistema de seguridad. Increíblemente, sentí como una afrenta que Patricia hubiese cumplido su palabra y que todo estuviese listo para mi llegada.
«Es acojonante, incluso ha tenido tiempo de elegir las plantas de la terraza», desmoralizado al no encontrar nada fuera de su sitio, lamenté.
Las casi tres horas de duración del trayecto me sirvieron para echarme un par de lingotazos y el alcohol me permitió caer en que esa noche dormiría en el que sería mi hogar en adelante. Con una felicidad parcialmente impuesta por la bebida, al llegar a Madrid tomé un taxi que me dejó en el portal. Mi cabreo volvió con fuerza al ver en la acera su vespa roja y fuera de mí, decidí enfrentarme con ella.
El discurso que había preparado para ponerle las cosas claras jamás llegó a salir de mis labios puesto que tras la puerta me estaba esperando, además del objeto de mis iras, otra mujer.
―Don Lucas, le presento a Natacha, la chiquilla que le hará su vida más fácil.
No pude más que babear al contemplar a la susodicha y es que lo que nunca pude pensar es que al buscarme una criada, Patricia hubiese contratado a un bellezón que solo hubiese pasado inadvertido en un desfile de Victoria Secret´s. Competiendo en belleza con la negrita y de su altura, tenía una expresión aniñada en su rostro que hacía de ella una adolescente sin serlo.
―Encantado, señorita― conseguí tartamudear mientras extendía la mano a un primoroso ejemplar del sexo femenino ataviado con el uniforme de las chachas de antaño.
―Es un honor conocerle, mi señor― haciendo una genuflexión impropia de alguien de nuestra época y con acento eslavo, contestó mientras a su lado la pécora sonreía.
―Pase, por favor― me dijo la morena: ―Deje que le enseñe la casa mientras Natacha nos prepara de cenar.
En ese instante, no caí en ese “nos” y como un autómata, seguí a la que teóricamente era mi secretaria por las distintas habitaciones.
―Como podrá comprobar todo está listo, ¡me he ocupado de ello! ― comentó y abriendo un armario que estaba tras el bar, dio prueba de ello al toparme de frente con un surtido de mis botellas preferidas: ―Me he permitido la licencia de comprarle todo tipo de suministros― luciendo su sonrisa, insistió.
Sin una excusa con la que abroncarla, llegamos a mi cuarto y al ver la cama supe que me había quedado corto cuando me pareció exagerada.
― ¡Es una aberración! ― exclamé contemplando horrorizado su tamaño: ―Puedo meter en ella un equipo de baloncesto.
―Femenino, espero― respondió mientras me llevaba al baño.
Si la cama me parecía un despropósito, qué decir de la bañera que vi instalada. No solo era enorme, sino que incluso tenía una serie de extras cuyo fin sexual era evidente al consistir en una serie de agarraderas que me permitirían disfrutar de una pareja de juegos sin que se rompiera la crisma.
Viendo mi cara, se abstuvo de hacer comentario alguno y abriendo camino, se dirigió al comedor donde al ver que había dos lugares preparados, comprendí al fin que se había auto invitado a cenar.
―He pensado que debía repasar con usted lo que ha ocurrido en la empresa para que el lunes no le coja nada de sorpresa― sin hacer caso a mi creciente indignación, explicó.
Nuevamente y mientras la veía sentarse a mi derecha, no hallé un motivo al cual agarrarme para comenzar una discusión y por ello, imitándola acomodé mi culo en la silla principal. Previendo quizás que no debía darme tiempo ni de respirar, sacó dos dosieres y se puso a exponer el contrato del banco. La brillantez de su exposición fue algo que esperaba, lo que nunca se me pasó por la cabeza fueron sus malos modos con la rubia cuando intentó servirla a ella antes.
―Primero y siempre es a tu señor al que debes atender― le recriminó elevando la voz para a continuación, y sin que nada me hubiese preparado para ser testigo de tal cosa, descargó un sonoro azote sobre la muchacha.
―Perdone, señora. No volverá a pasar― fue la única respuesta de la tal Natacha.
Sin llegar a digerir ese manotazo, me percaté que bajo el uniforme de la rusa habían florecido sus pezones y he de decir que eso me alucinó y excitó por igual.
«¿Le irá la sumisión?», medité mientras la morena volvía como si nada al despliegue de datos todos ellos positivos del acuerdo con la entidad bancaria.
― ¿Cuántos recursos prevés que vamos a necesitar para llevarlo a cabo? ― pregunté intentando olvidar lo que había presenciado mientras probaba por primera vez la calidad de la cocina de la chavala.
El prodigioso manjar que tenía en el plato me entusiasmó al llevar la proporción exacta de especias y supe que esa joven nada tendría que envidiar al chef de cualquier restaurante de lujo.
«¿Dónde coño la habrá conseguido?», me pregunté sin conseguir una respuesta mientras a mi lado, Patricia seguía desgranando los pros y las contras del acuerdo.
Tras una cena a la que no pude sacar ningún “pero” y habiéndome soltado lo que deseaba hacerme saber, mi secretaria―asistente―incordio, ya no sabía cómo definirla, se despidió de mí dejándome solo en compañía de Simona.
― ¿Mi señor desea que le sirva una copa en la terraza? ― preguntó dejando traslucir en su tono una extraña adoración que rayaba y superaba la sumisión.
Desconociendo que era lo que había llevado a esa joven belleza a sentir eso por mí, accedí y me fui a contemplar la noche de la ciudad desde el vergel en que habían trasformado ese lugar. Una vez ahí, tomé posesión de un sillón junto a la cual había en el suelo un cojín y pensando que el decorador lo había colocado ahí por si tenía un perro, quedé maravillado con la vista nocturna que se abría a mis ojos. Por eso quizás, no me enteré del cambio de uniforme de Simona hasta que puso el whisky en mi mano y como si fuera natural en ella, se acomodó en el almohadón que seguía a mis pies.
«¿Qué pasa aquí?», me pregunté al ver el escandaloso neglillé que llevaba como vestimenta y que además de maximizar su belleza, dejaba entrever todos sus encantos.
Mi admiración no le pasó inadvertida a la rusa y regalándome el rubor de sus mejillas, posando su cabeza en mis rodillas comentó:
―Don Lucas, todavía no le he agradecido que pagara mi rescate ni que me sacara de ese infierno, dándome la oportunidad de una nueva vida.
―Tranquila, bonita― alcancé a decir mientras la chavala comenzaba a llorar.
―Jamás creí importar a nadie y por eso cuando un día, al despertar, doña Patricia me informó que nunca más iba a ver a mi antiguo dueño porque me había comprado en su nombre, pensé que mi existencia junto a usted sería igual o peor.
El desarrollo de la conversación me tenía paralizado y solo pude reaccionar acariciando su melena mientras intentaba asimilar el dolor y la angustia que encerraban sus palabras. Ese gesto cariñoso que quizás jamás nadie tenido con ella, la hizo continuar:
―Cuando lo primero que hizo fue llevarme a que los médicos comprobaran que estaba sana, debí comprender que mi sueño se había hecho realidad.
― ¿Cuál es tu sueño? ― pregunté sospechando la respuesta.
Levantando la mirada, contestó:
―Tener un amo que se desviviera por mi felicidad y que me dejara cuidarlo.
La constatación que me hallaba en frente de una sumisa y que, para Natacha, yo era el clavo al que se había agarrado para seguir viva, finalmente me hizo actuar. Levantándola del suelo, le busqué acomodo sobre mí y con una ternura que no sabía poseer, la abracé mientras susurraba en su oído que sus penurias habían terminado.
―Lo sé, mi señor. Doña Patricia me dejó claro que al lado de su Lucas encontraría la felicidad al hacer de mí su cachorrita.
No sé qué me perturbó más, sí que esa criatura deseara con fervor ser “mi cachorrita” o que la arpía de piel oscura se hubiese referido a mí como “su Lucas”. Lo cierto es que mientras pensaba en una respuesta, la rusita se acurrucó sobre mi pecho y pegando un suspiro, añadió:
―Quiero que sepa que jamás defraudaré su amor y que dedicaré las veinticuatro horas del día a devolvérselo.
Mientras trataba de contener la furia y terminaba la copa, se quedó dormida como un bebé en mis brazos. Al darme cuenta, izándola con cuidado para no despertarla, la llevé al cuarto de servicio donde con ternura la tapé. Viendo el sosiego con el que dormía, decidí que era hora de hablar en serio con mi secretaria y yendo al salón, la llamé.
Esa negra obsesión aguantó el chaparrón en el que le dije hasta de qué se iba a morir, haciendo especial énfasis en cómo se había atrevido a traficar con la vida de una desgraciada cuando lo que tenía que haber hecho era ir directamente a la policía.
―Eso fue lo que hice― me gritó desde el otro lado del teléfono: ― Como ya sabes vendí mi empresa, pero lo que desconoces es que con el dinero que obtuve fundé una ONG que se dedica a combatir la esclavitud sexual allí donde la encuentra, con independencia de la nación, la religión o la raza de sus víctimas.
Reculando al oír de sus labios eso, pregunté menos airado entonces qué hacía entonces Natacha en mi casa.
―Esa criatura ha sufrido un maltrato que no te imaginas, ya que la habían preparado para ser la ninfa, el objeto sexual, de algún jeque o millonario del Este. Cuando los psiquiatras de mi organización la revisaron. su dictamen fue unánime: el lavado de cerebro al que la habían sometido no tenía marcha atrás. Además, me avisaron que, si la dejaba suelta por el mundo, instintivamente buscaría el cobijo de un desalmado…
―Y por eso no dudaste en meterla en mi casa― sin saber a donde quería llegar la interrumpí.
Molesta como nunca la había oído, continuó:
―Necesitaba encontrar un hogar donde fuera feliz, un techo bajo el cual no fuera forzada pero que también le permitiera desarrollar la personalidad que le habían grabado a fuego en el cerebro.
―Y consideras que ese hogar es el mío― casi chillando la interpelé.
―Sí, aunque básicamente eres un hombre, que cualquier mujer estaría orgullosa de tener como marido, tienes un lado dominante que logras contener. Y pongo la mano en el fuego a que vas a tratar a Natacha como si fuera una muñeca de porcelana, pero también que no dudarás en ejercer la violencia que necesita si ves que se descarría.
―Tú estás loca, ¡el lunes hablamos! ― bufé colgando la llamada.
Al llegar a mi habitación, el alma se me cayó a los pies al ver a la rusita durmiendo a los pies de la cama. Recordando la conversación que acababa de mantener, supe que de nada serviría llevarla de vuelta a su cuarto. Tomando una almohada y una manta, puse la primera debajo de su cabeza y con la segunda, la tapé…
Drácula se quedó pasmado cuando intento morder a Nadia y usar su poder mental con ella al ver que no funcionaba. Drácula grito:
– quien sois vosotros que mis poderes no hacen efecto en vosotros.
Entonces yo salí de la habitación dejando a las vampiras durmiendo de tanto follar y dije:
– yo soy un vampiro como tu pero más poderoso igual que Nadia y Esther es mi sirvienta.
Drácula dijo:
– no es posible yo soy el rey de los vampiros.
– me parece que te equivocas tu eres por lo que veo un vampiro que vendió tu alma al diablo pero yo soy puro de sangre de vampiros murciélagos autentica. corre por mis venas su sangre.
entonces Drácula me dijo:
– tu eres ese que ha estado mandado su espíritu pero que oculto su identidad.
– el mismo.
Drácula dijo:
– yo lo note pero no creía que eras tú pensabas que vendrías volando como vampiro, yo pensaba que erais turistas perdidos.
– si y nos habrías matado como haces con todos. se puede saber porque eres un asesino no puedes hacer olvidar a la gente y después de alimentarte, no matarla la gente.
– no me importa.
– claro así tu demuestras que eres el rey y te temen y todos los campesinos se asustan cuando hablo de ti o de tu castillo.
– hace muchos años esto no era así todos me querían pero sentaros tomaremos algo y os costare mi historia -dijo Drácula.
Entonces me contó la historia que sabe el lector que lucho contra los turcos y todos le apoyaban como su rey cuando vino de la batalla, su mujer Elisabeth se había suicidado engañada por los turcos diciéndole que había muerto. El desesperado por no poder vivir sin ella renuncio a dios y se suicidó antes vendió el alma al diablo haciendo un pacto que con los siglos la encontraría en otra lugar y en otra época.
– no me importa ninguna mujer más que ella por eso las mato y no quiero saber más de ellas la uso solo para alimentarme.
Entonces me enseño la foto de su esposa la verdad era bellísima yo le dije:
– ese mujer la he visto antes cuando mande mi espíritu por Europa pero con otro nombre y prometida a otro hombre.
– estas seguro.
– si ya sé dónde la vi en Londres con un tal Jonathan Harker él trabaja de ayudante en Willy y asociados.
– por favor ayúdame – me dijo.
– bien solo tienes que hacerle venir y preparar tu viaje a Londres.
– os estoy muy agradecido.
– pero escucha puede que esa mujer te lleve a tu muerte.
como ya sabe el lector su historia.
– ella es mía y atravesare tierra y mar para estar con ella.
Drácula me dijo que podía quedarme con sus castillo el tiempo que quisiera y con sus mujeres la había hecho un gran favor y solo quería recuperar a su mujer a la que amaba con todo su ser él se ausentaba en el castillo para preparar su viaje a Londres mientras Nadia y yo y Esther paseábamos por el castillo, las vampiras estaban deseando hacer el amor con todos nosotros ya que su señor ni las tocaba solo pensaba en su amor.
Una noche Drácula se fue y desaprecio durante varios días y nos quedamos los tres en el castillo con Katia Luzmila y Tatiana y las dije os apetece hacer una orgia los 6 las chicas estaban encantadas incluso Esther que ya no era tan pura como antes estaba deseando follar ya que se había convertido en una pequeña zorrita con sus 20 años así que nos desnudamos los 6 y empezamos a follar Nadia cogió a Tatiana y la chupo su chocho mientras Luzmila le comió el culo a Esther y Katia me comía la poya a mi.
Luego Esther estaba deseando que la follara otra vez con mi poya.
– así señor dala fuerte a esa zorra como la gusta ser una puta como nosotras.
A lo que Esther respondió:
– si si quiero su poya señor me encanta cuando me folla y me da por el culo.
Mientras Katia follaba con sus dedos a Luzmila y con su boca a Esther por el chocho Nadia se volvía loca cuando Tatiana la hizo la tijera y follaron chocho con chocho Esther ya había perdido la vergüenza y era ya una puta y la encantaba solo pedía:
– señor soy su putita fólleme todo lo que quiera que gusto, esto es el paraíso, quiero follar a todas las horas.
Me folle a las tres vampiras y la di por el culo ellas estaban encantadas conmigo:
– me gustaría que fuerais mi señor poro no podemos dejarle estamos subrogadas a él.
– si lo siento os hare disfrutar todo lo que pueda mientras este aquí.
Después de unos días vino ya Drácula y empezamos hablar le conté mis historia y se sorprendió y le hable de mis poderes pero Nadia y yo y Esther ya estábamos cansados del castillo y estábamos deseando partir Drácula me deseo un buen viaje a Esther y a Nadia y a mí.
El estaba esperando a un tal Jonathan Harker para su viaje a Londres así que abandonamos el castillos los tres luego me entere como murió mas tarde pero esa es otra historia me dirigí a Budapest a ver a la condesa Elizabeth Bazorit una vampira según decía la gente pero antes en el camino en tren hacia Budapest Nadia y yo y Esther que ven con nosotros como doncella de Nadia hicimos un trio en el vagón privado Nadia me cogía la poya y jugaba con ella mientras Esther me la chupaba menuda zorrita se había convertido quería poya a todas horas y que la follara hasta por el culo señor.
Dijo Esther:
– quiero que me folle mientras Nadia me come las tetas y me morrea.
La di bien.
– toma puta córrete de gusto.
– si soy su puta su zorra -decía Esther- pero no pare de joderme señor, se siente tan rico.
Mientras luego di a mamar a Nadia y luego me la folle mientras Esther la chupaba las tetas y el coño.
– joder- dijo Nadia- como ha aprendido esta golfa, como folla charles.
– si -yo me reí- las ha enseñado bien, Nadia sois unas putas estupendas disfrutemos ahora y luego durmamos lo que queda de viaje.
Cuando termino el trio nos quedamos dormidos bien a gusto los tres el tren se acercaba a Budapest pero eso es otra historia
ola, me presento, me llamo Carlos 36 años, soltero… Vivo solo en el centro de Madrid, y esta es una historia que me paso hace poco, sigue en curso la verdad, tras buscar ideas en los relatos de esta web me decidí a compartir mi historia.
Antes de que me salten encima los odiadores. SIiii, reeditado con correcciones básicamente de ortografía y alguna cosa que me chirriaba. Ah y si, por que así lo leen mas chicas, me alegra que los disfrutéis vosotros pero la verdades que los escribí para conocer mujeres morbosas
Como decía vivo en Madrid, en una zona tranquila conocida como ciudad universitaria, mi edificio tiene unas diez plantas y hay un poco de todo, familias y estudiantes en los apartamentos mas pequeños. Un día volviendo de trabajar vi un camión de mudanzas, un señor de traje cargaba con una caja bastante grande, al entrar en el portal tropezó, se hubiera dado un buen golpe si no fuera por que lo pare yo al ir delante de el. Se disculpo y yo le dije que no pasaba nada, al andar hacia el ascensor se dio cuenta de que se había echo daño en un tobillo, así que me ofrecí a llevarle la caja, subimos a su casa, era una de las mas grandes. Al llegar se sentó, el tobillo le dolía, no suelo ser muy sociable con los vecinos pero ese día me pillo de buenas así que termine acercándolo al Samur donde le pusieron una tobillera, el no paraba de agradecérmelo, me contó que se mudaban de valencia para que su hija pudiera estudiar en un colegio del Opus que había por la zona, el trabajaba en una gran empresa de ejecutivo. Nos despedimos y pensé que menuda perdida de tiempo.
Al cabo de una semana, a las 7 de la tarde llamaron a la puerta. Al abrir me encontré una señora de unos 45 años, realmente guapa, iba vestida muy discreta pero se adivinaba un buen cuerpo bajo su ropa. Se presento como la mujer de Jorge, y me dijo que para agradecerme haber ayudado a su marido me invitaban a cenar esa noche. Yo no tenia ningún plan y la verdad es que mi nevera estaba vacía así que acepte. A las 9 subí a su casa, me abrió la puerta una niña de 18 años digna hija de su madre. Rubia, ojos azules, y bajo su camiseta se notaban dos pechos de buen tamaño, cuando se dio la vuelta y vi su culo olvide cualquier escrúpulo y decidí que tenia que follarmela. La cena empezó bendiciendo la mesa lo que en cualquier otra situación me habría matado pero tenia un objetivo y eso me mantenía a flote. Ellos me hablaron de sus trabajos y yo les comente el mío con ordenadores… fue bastante aburrido la verdad pero me entretuve imaginando como follarian ellos dos, la señora toda dignidad, ¿cómo le chuparía la polla a su marido?. La niña me miraba disimuladamente, le gustaba. Era demasiado mujer ya para como iba vestida pero el aire casi monacal de la casa imponía ese estilo supongo.
Al final de la cena Jorge me pidió un favor. El ordenador de su hija iba mal y ella estaba empeñada en uno nuevo, me pregunto si le podía echar un ojo. La niña dijo que no que no hacia falta que ya iba bien pero el padre la regaño diciéndole que hacia un mes que le daba el tostón pidiéndole uno nuevo, ella cedió y dijo que vale, que el lunes me lo bajaba. Yo al ver su ansiedad decidí que tenia que echarle un ojo antes de que ella pudiera tocarlo, les dije que entre semana imposible, que estaba muy ocupado pero que era pronto y que si me lo dejaban esa noche se lo podía hacer tranquilamente y dárselo al día siguiente. La chica intento resistirse pero su padre le dijo que trajera su portátil al momento, se notaba quien mandaba en la casa. Ella miro al suelo y volvió al minuto con su portátil, era un HP normal con unas pegatinas tontas encima. Me lo tendió mirándome a los ojos.
Tomamos una copa en unos sofás, yo tenia el portátil a mi lado y ponía la mano distraídamente sobre el, ella me miraba preocupada. Al cabo de un rato me despedí y baje corriendo a mi casa. Encendí el portátil y le conecte un disco duro para copiar todo antes de nada. Le instale un par de programas para limpiarlo y con la copia conectada al mío empecé a explorar. Lo primero que busque fueron los log del msn, tenia todas las conversaciones guardadas, esta manía de los adolescentes de guardarlo todo… Hice una búsqueda de fotos y encontré las típicas fotos de familia, con amigos, había unas en palma donde se veía a ella y a su madre en bikini, eran excesivamente grandes pero los cuerpos de las dos eran impresionantes. Volvía imaginarme a papa dándole polla a mama, me encantaba. Explore un poco mas y encontré lo que buscaba, una carpeta con clave, se llamaba “trabajos cole física”, donde nunca buscaría nada sus padres imagino. Saltarme la clave no fue nada difícil.
La chica era ordenada hasta para esto, todo estaba ordenadísimo, había una carpeta llamada “fotis” donde había dos docenas de fotos de ella en ropa interior, sin sujetador, posando frente al espejo o sobre su cama a cuatro patas, ver sus tetas desnudas fue una revelación. Tenia dos hermosos globos con unos pequeños pezones rosaditos. Sonreía en casi todas, ahora iba a sonreír yo. Seguí indagando, tenia algunos videos porno descargados de la red donde se veía chupar pollas, encular, un poco de todo. Había otra que ponía “les”, llena de niñas preciosas desnudas, jugando entre ellas, así que le gustaban también las chicas. Con lo religiosos que eran los padres la homosexualidad no creí que les hiciera mucha gracia. Revise sus conversaciones del msn, tenia dos, uno para sus padres con amigas del cole etc, no había chicos curiosamente, y estaba su padre en su msn, me imagine lo controlada que la debían tener. Y otro para chatear con chicas, en las conversaciones hablaban de sexo, ella era bastante tímida, alguna se subía de tono. Y en un par directamente se habían puesto la cam, busque los videos correspondientes y en uno se veía como masajeaba sus tetas otra adolescente. En la conversación hablaba de los pechos de Eva (se llama así por cierto), quedaba claro que habían jugado a lo mismo. Cerré, no necesitaba mas, ya revisaría lo demás al día siguiente.
A la mañana siguiente como a las once y media llamaron a la puerta. Era Eva con su madre. Se disculpo diciendo que la niña estaba empeñada en que necesitaba el ordenador. Les dije que claro, que me dieran unos minutos que un programa estaba terminando, les ofrecí un café y dejándolas en la cocina fui a mi despacho. Active la cam para que grabara lo que iba a pasar y puse en el reposa pantallas de mi ordenador la galería de fotos de Eva. Tengo un monitor de 20 pulgadas así que se la veía clarísimamente. La llame atento a si venia con su madre para desactivar el reposa pantallas. La madre decidió por lo visto terminar su café tranquilamente. Al entrar Eva en el despacho se quedo pálida mirando mi monitor.
Yo.- y bien Eva?
Eva.- que? Que quieres decir?.
Yo.- Bueno, te haces fotos pornograficas, tienes juegos sexuales con lesbianas y hablas con un lenguaje que no creo que aprendieras en el “cole”. – Ella se puso todavía mas blanca –
Eva. – Por favor no.
Yo.- Por favor no que eva? No tengo otro remedio que decirse a tus padres. No te preocupes, cuando te recuperes de la paliza que te de tu padre te mandaran a uno de esos internados religiosos donde rezaras cuatro veces al día.
Eva.- No, por favor, no lo hagas – Susurraba, su madre estaba cerca y solo teníamos unos minutos.
Yo.- Harás todo lo que te diga?
Eva.- Todo? Que quieres decir?
Yo.- Estate aquí a las cuatro, di que vas a dar una vuelta por el Vips o algo así.
Eva.- Sola? Para que? – Me miraba preocupada.
Yo. – Haz lo que digo o a las cuatro y cuarto tu padre y toda su agenda además de tus amigas, las lesbianas incluidas recibirán una colección de fotos tuyas junto con tus calientes conversaciones, en un par de días con lo guapa que eres te convertirás en la reina de las web de adolescentes.
Yo.- Por cierto, lo borre todo, ahora solo existe mi copia, no queremos que te pillen siendo una niña mala verdad?.
Le di su portátil y la acompañe donde estaba su madre. Eva estaba muy callada, en la puerta la madre me agradeció el favor y le dijo a su hija que me diera las gracias. Eva me miro con odio.
Eva.- Muchas gracias Carlos.
Sonreí y le dije que había sido un placer.
La mañana se hizo eterna, me entretuve colocando mi portail grabando video en el salón y otra cámara de video oculta en la esquina. A las cuatro en punto escuche el ascensor y alguien que llamaba a la puerta con los nudillos. Le abrí , entro rápidamente y cerro la puerta.
Eva.- Y bien, que quieres? Me dijo casi llorando.
Yo.- Es fácil, lo que quieren todos los hombres de ti desde que te crecieron esas tetas.
Eva.- Yo no soy una puta, ya lloraba y moqueaba.
Yo.- Ya, lo se, no eres una puta, eres una niña normal con ganas de probar y experimentar.
Eva.- Si, pero no contigo, eres mucho mayor y un pervertido. Ayer me gustaste pero hoy te odio.
Yo.- Cierto, bueno, entonces vete.
Eva.- En serio? Y que pasara con todo lo que me robaste?.
Yo.- Bueno, tendría que hablar con tu padre, pero quizás lo intente con tu madre, esta casi tan buena como tu y seguramente no tenga reparo en sustituirte para que tu padre no se entere.
Eva.-Me daría una paliza si se entera, y a mi madre también por no evitarlo. Es muy estricto.
Yo.- Mejor, así tu madre no tendrá problema en atenderme.
Eva.- No, esta bien, bastante tiene la pobre, que quieres?.
Yo.- Lo primero lávate la cara, luego regresa, estaré sentado en ese sofá, te pondrás a caballito sobre mi y haciéndome mimos me suplicaras ser mi novia, yo me resistiré pero tu debes intentar convencerme a cualquier precio, lo entiendes?.
Eva.- Me miro con cara de duda y se fue al baño.
Yo puse el portátil de forma que grabara la escena, estaba a menos de un metro, no habría problemas con el sonido.
Ella volvió y se sentó sobre mi, empezó a acariciarme el pelo. Tardo unos diez minutos en asumir su papel pero como yo no decía nada termino por asumir que no le quedaba alternativa.
Eva.- Carlos, por favor, ayer me enamore de ti, quiero…
Yo.- Que quieres Eva?
Eva.- Ser tu novia.
Yo.- que?? Que hago yo con una novia de 18 años? Estas loca?
Ella me miro con cara de sorpresa, se esperaba que me lanzara sobre ella no estos juegos
Eva.- Vamos, se que te gusto, ayer me mirabas mucho.
Yo.- Claro, porque eres una monada, pero yo busco otras cosas en una mujer.
Eva.- Que buscas? Sexo? No se mucho de eso pero aprendo rápido. Mi mama dice que tengo un cuerpo muy bonito.
Yo.- Y lo tienes, y ella también. Ves, debería ir a por ella, seguro que me daba lo que quiero mucho mejor que tu. Tu padre es afortunado, seguro que se la folla a diario.
Ella puso cara de contrariada.
Yo.- Ves, digo follar y te asustas, y si te digo que papi hunde su polla todos los días en el coño de tu mama? Que seguro que están aprovechando ahora que no estas para que le lama la polla y beber su semen?.
Eva se pico, cogio mis manos y las puso sobre sus pechos.
Eva.- Te estoy diciendo que lo que quieras, y no, mi mama no hace esas cosas. Tiene un diario muy detallado escondido, por eso te miraba ayer, eres el primer hombre que no es de la familia o de la iglesia, que dejan que se me acerque. Ella es muy infeliz, mi papa solo se acuesta con ella el día antes de la regla para que no se quede embarazada, y ni siquiera la desnuda. Tiene unos camisones horribles de esos de la edad media. Cuando lo leí decidí que no quería ser tan infeliz como ella.
Yo.- Jajaja, así que al final si querías eh putita!
Eva.- No me llames así! No soy ninguna puta!
Le apreté bien fuerte sus dos tetas… Ella suspiro.
Yo.- Si, si lo eres, eres mi putita, Hare contigo lo que quiera y tu no solo obedecerás, sino que después, me darás las gracias, igual que esta mañana.
Metí las manos dentro de su escote, sus tetas estaban muy calientes y sus pezones duros. Jugué con ellas un rato estrujándolas y acariciándolas. Ella cada vez estaba mas excitada, se lamia los labios y daba algún gemido. Le estaba encantando.
Yo.- Bien, quien eres?
Eva.- Eva
Yo.- quien??
Eva.-Tu putita?.
Yo.- Bien, y hora dime por que quieres serlo.
Eva.- Por que no quiero terminar como mi mama?
Yo.- Y que le falta a tu mama?
Eva.- Hacer mas el amor….
Yo-. Perdón??
Eva.- Que papa se la folle mas?
Yo.- Con que?
Eva.- Con su polla!
Yo.- Bien, y si te digo que te voy a convertir en una chupapollas de primera y que unos de estos días te follare en mi dormitorio, debajo del de tus padres para que te escuchen follar y piensen que estoy con alguna golfa?.
Eva.- Ummmmmmmm
Yo.- Que significa eso?
Eva.- Que me gusta!
Yo.- que es lo que te gusta?
Eva.- Que me enseñes a chuparte la polla y que me folles para que mis padres me oigan gemir como una puta
Yo.- Bien, busca mi polla.
Ella bajo sus manitas las puso en mi cintura y me bajo el pantalón del pijama que llevaba puesto, mi polla que hacia rato que estaba dura salto, ella la agarro muy suave.
Yo.- Agarrala con fuerza.
Ella apretó con una mano me la machacaba torpemente y con la otra me acariciaba la punta del capullo, yo había soltado ya algo de liquido, ella se llevo los dedos a la nariz y lo olio…
Yo.- Chupalos
Ella se los metió en la boca.
Yo.- Que te parece?
Eva.- Huele fuerte y sabe igual, pero creo que me gusta, esto es lo que embaraza?
Yo.- No, eso sale mas tarde. Luego lo probaras tranquila.
Ella sonrío.
Yo.- Bien, agarrame fuerte la polla por la base y con la otra mano acaríciame los huevos, muy suave.
Eva.- Así? Esta muy dura y caliente, me gusta, y esta parte tan suave…
Yo.- Quitate el top y el sujetador, quiero jugar con tus tetas mientras me la chupas.
Se paso las manos por la espalda para desabrocharse y con un movimiento se lo quito todo.
Yo.- Ummm, tienes unas tetas realmente bonitas. – Mientras se las sujetaba con las manos apretándoselas.
Eva.- Gracias, a veces me da vergüenza los hombres me miran mucho por la calle, y sus caras… bueno, a veces dan miedo.
Yo.- Eso es por que les pones la polla dura, quieren follarte como animales. No les importa si eres simpática, o no. Solo quieren follarte.
Eva.- ya, pues no creo que me gustara.
Yo.- Pues mi polla parece que te gusta, no la sueltas.
Eva.- Bueno, la tuya me gusta, que hago ahora?.
Yo.- Ponte de rodillas, y mirándome a los ojos, lame la base de mi polla y mis huevos, muy suave…
Ella se arrodillo y empezó a lamer como una perrita.
Yo.- Estas preciosa de rodillas con tus gordas tetas lamiendo mis huevos putita.
Ella me miro con un brillo de rebeldía en sus ojos y de repente se metió casi toda mi polla en la boca de golpe.
Yo.- Voy averiguando lo que te gusta putita, te gusta verdad? Te gusta que te llame puta – ella chupaba cada vez mas fuerte. – Eres una guarrilla, aquí de rodillas, lamiéndole la polla a un desconocido en vez de estar estudiando – se metió la mano en los pantalones empezó a masturbarse. – Mírala que guarra, masturbándose… que diría papi si viera a su princesita chupando mi polla? Crees que se lo imagino alguna vez?- , ella se sacaba la polla de la boca, y la lamia entera, su mirada ya no era de niña buena. – Quieres que le enseñe a mami a chupar polla igual que a ti? Así tendría dos putas en la misma casa – Si por favor, enséñala, que disfrute igual que yo, su vida es muy triste y ella es tan guapa… – Bien, lo hare y tu me ayudaras, sabes en que convertirá eso a tu padre?. – En un cornudo – y se metió otra vez la polla hasta el fondo. Yo estaba ya apunto de correrme. Le saque la polla de la boca – Bien putita, ahora puedes elegir, puedes levantarte e irte y no te chantajeare mas o puedes seguir chupando mi polla hasta que me corra en esa boca de puta que tienes, tu eliges. – No puedo irme… si me voy después no podría darte las gracias – dijo guiñándome un ojo. – Bien, entonces trágatelo todo y mirándome a los ojos- Mi polla no podía mas, empecé a solar un torrente de esperma directamente en su boquita. Ella pego los labios entorno a mi capullo para que no se le escapara nada, puse la mano en su garganta, notarla como iba tragando era delicioso, cuando termino de salir el semen estuvo un par de minutos mas lamiéndome la polla hasta dejarla bien limpia. Ella también se había corrido, le quite los pantalones y le comí el coño como un poseso, estaba delicioso, un coño virgen, de mi propiedad y de una niña preciosa. Se corrió tres veces mas.
Eva.- Joder! No me lo creo
Yo- Te gusto eh putita
Eva.- Creo que ya hasta me gusta que me llames así.
Yo.- jajaja
Yo.- Bien, debes irte. Hace una hora que estas fuera, se mosquearan no?.
Eva.- Si, mas bien.
Yo.- Bien, duermen la siesta tus padres?
Eva.- Si, por la mañana misa y después de comer duermen un rato.
Yo.- Bien, diles que te vas al cine, mañana te desvirgare este precioso coño y ese culito.
Eva.- El culo? Me dolerá?
Yo.- Si, un poco. Pero una buena puta debe recibir por todos sus agujeros. Te gusto chupar polla no? Pues lo demás te encantara tranquila.
Eva.- bueno, soy tu puta no? Se supone que puedes hacerme lo que quieras no? Esa es la idea.
Yo.- Si, y te encanta
Eva.- Creo que si.
Yo.- Bien, ahora acércate a la pantalla del ordenador y di…
Se sonrojo.
Eva.- Me grabaste?
Yo.- Siempre lo hare, ahora haz lo que te dije.- y le di un azote en el culo.
Se acerco a la pantalla, al mover el ratón salió su cara a pantalla completa, todavía tenia algo de semen en los labios, me miro, se relamió y mirando la pantalla…
Eva.- Hola mama, acabo de aprender a chupar pollas y me han comido el coño como nunca te lo comió papi a ti, espero que dentro de poco estés tu con esa polla en tu coño, te quiero.
******************************************************
Bueno, se agradecen comentarios de todo tipo, [email protected]
Tb me gusta charlar con mis lectoras
skype luckmmm1000
Esa noche mi sueño fue intermitente, varias veces me desperté con la sensación de que alguien me espiaba y tras verificar que Natacha seguía durmiendo, volvía a cerrar los ojos e intentaba descansar. Sobre las nueve, fue la última y en esa ocasión, la impresión resultó cierta al encontrarme a la rusita sentada a los pies de mi cama con una bandeja en sus manos.
―Mi señor, le he preparado el desayuno― la escuché decir.
No sé si lo hizo a propósito o por el contrario fue casualidad, pero lo que tengo claro es que al poner la bandeja en mis rodillas sus pechos rozaron mi boca y al sentirlo esa criatura gimió con la dulzura de un gatito.
― ¿Qué haces desnuda? ― pregunté sin recriminarle directamente ese roce, ya que de hacerlo debería darle un escarmiento para que no volviese a pasar.
Por un breve instante, creyó por mi pregunta que estaba enfadado, pero, al ver que no era así, luciendo orgullosa sus pectorales respondió:
―Se me ha enseñado que, cuando esté en presencia de mi amo, estemos solos y a no ser que medie una orden anterior, no puedo llevar ropa para que él disfrute de mi belleza sin cortapisa alguna
A pesar de ser un poco canijas para mi gusto, era evidente que sus tetas eran de ensueño y por eso deleité la mirada en ellas mientras le preguntaba si se consideraba bella.
―Aunque nadie me lo hubiese dicho, lo sabría… tengo ojos en la cara para mirarme en un espejo.
―Y tienes razón, eres una nena preciosa y como no deseas que tu señor se enfade, vete a poner algo encima.
―No soy una niña, tengo veintiún años― herida al oír que la había llamado “nena”, replicó.
Podía ser novato como amo, pero no tonto y por eso no me pasó inadvertida la tierna rebeldía, pero rebeldía al fin, que mostró. Al ser evidente que había sido deliberada y que la rubita lo había hecho para averiguar cuán estrictos o laxos eran mis límites, supe que debía de reaccionar o perdería “prestigio”. Por eso, tirando la bandeja al suelo, la tomé de la cintura y le di dos duros azotes que evitaran que esa criatura volviese a retarme.
―Cuando te digo que eres una nena, es porque puedo ser tu padre. Ahora, antes que me termines de cabrear, ve a vestirte y recoge lo que he tirado mientras me baño.
Su sonrisa me anticipó que algo planeaba y saliendo de la cama, cuando ya estaba fuera de mi alcance, contestó:
―De acuerdo, papaíto. Su nenita se va a vestir.
En respuesta, le lancé la almohada. Almohada que no impactó en ella, porque previéndolo había salido corriendo. Enternecido por ese juego casi infantil, salí del cuarto hacia la ducha. Estaba todavía bajo el grifo cuando Natacha volvió con el uniforme de la noche anterior. Sin siquiera preguntar si su presencia era bien recibida, se sentó sobre el bidé y se me quedó mirando casi llorando:
― ¿Por qué no me ha esperado? ¿Acaso ya no me quiere? ¿Tan enfadado está con su Natacha que se está bañando solo?
La angustia de su voz me hizo sospechar que esa rusita estaba sufriendo. Con casi plena seguridad, asumí que parte de su adiestramiento se había basado en minar su confianza y que esta se tambaleara cuando su “señor” la ignorara y por eso, sin meditarlo más, repliqué:
―Por supuesto que te quiero, pero tenía prisa y por eso no te esperé.
― ¿Qué vamos a hacer? Es sábado y según Patricia, hoy y mañana los va a dedicar a mí.
Escuchar que esa zorra entrometida se valiera de la cría para tenerme controlado, me jodió y de qué manera. Pero en vez de comenzar a despotricar de ella, decidí imitar su estrategia y devolvérsela con creces.
―Natacha. Hazme un favor, toma mi móvil y busca en la p de Puta, el nombre de Patricia Meléndez y llámala. Cuando te conteste, dile que la esperamos en media hora en la puerta, porque va a acompañarnos de tiendas.
Siguiendo estrictamente mis instrucciones, volvió con el teléfono y en mi presencia, la llamó:
―Señora, su Lucas me ha ordenado comunicarle que quiere verla en casa en media hora para ir de compras.
Sonreí a pesar de ese denostado “su Lucas”.
―Pregunta doña Patricia qué vamos a comprar.
―Ropa para la muñeca de porcelana, ella lo entenderá…
El bufido que pegó a través del altavoz del teléfono fue la prueba. Mientras esperaba que Natacha se vistiera para salir, recordé que la habían adiestrado a que anduviese desnuda en presencia del que considerara su amo. Sabiendo que eso era una pequeña parte nada más de su adiestramiento, llamé a Julián Ballestero, psiquiatra en el Hospital la Paz y un buen amigo. Amigo al que básicamente mentí, diciendo que al colaborar con una ONG enfocada a combatir la esclavitud sexual me habían mandado uno de sus casos más graves que habían dado por perdido.
―Siempre hay algo que se puede hacer― respondió mientras quedaba en pasar por casa esa misma tarde con la idea de ver en persona si era tan profundo el lavado de cerebro de la rubita.
Justo cuando estaba colgando, Natacha salió de su cuarto. El pésimo estado de la camiseta y el pantalón que se había puesto ratificó mis sospechas que había llegado a la casa con lo puesto y elaborando una breve lista, bajamos a encontrarnos con mi secretaria. Esa bruja debía estar con algún asunto entre manos, porque llegó exigiendo que nos diésemos prisa porque era sábado y tenía muchas cosas qué hacer.
―Realmente, lo siento― imprimiendo toda la ironía que pude a mi tono: ― pero como comprenderás en cuanto vi que esta pobre criatura no tenía más ropa que un par de picardías que solo se podría una fulana y su uniforme de trabajo, supe que tenía que comprarle algo acorde a su edad. Te llamé porque lo normal es que quien le ayude a probarse ropa sea una mujer y no un viejo de cuarenta y dos años, como yo.
La rabia que se acumulaba en sus ojos no me inmutó y mientras nos bajábamos del coche en el centro comercial, puse en sus manos una lista de treinta elementos que consideraba necesarios que Natacha tuviera y que iba desde tres pantalones, tres faldas, tres camisas, diez bragas… hasta finalmente llegar a colorete y pinta labios.
―Voy a tardar una eternidad― se quejó.
―No te preocupes. Toma mi tarjeta y cuando terminéis, estaré tomando algo en el Vips del centro comercial.
Si en vez de miradas, me hubiese lanzado cuchillos en ese momento hubiera muerto. Es más, solo la presencia de Natacha babeando ilusionada con las tiendas y con lo mucho que le iba a comprar su amo, impidió que me mandara a la mierda y desapareciera de ahí.
―Ven muñeca, vamos a comprarte un ajuar que hipotecará a tu amo de por vida.
Ilusamente, creí que esa amenaza era baladí hasta que a mi teléfono empezaron a llegar los gastos: «¡Cuatrocientos veinte euros, dos pantalones!», «¡quinientos trece por un abrigo!», «¡Un conjunto de ropa interior, trescientos!». Al cuarto mensaje decidí no leerlo y llamar directamente a Patricia para que cesara ese dispendio. La muy hija de perra debía estar esperando la llamada porque saltó el contestador, informando que su teléfono no estaba operativo.
«Mierda, la tarjeta era la Visa Oro y no tiene límite», asustado ya, exclamé para mí.
Dos horas después y seis mil seiscientos quince euros más pobre, la zorra de mi secretaría me llegó por detrás:
―Don Lucas, le debes cuarenta pavos a Ernesto por las molestias― oí su dulce voz en mi oído señalando un porteador que se había agenciado para que llevara las bolsas.
Al girarme casi me como sus pechos al estar agachada, pero eso no fue lo peor, sino que impresionado me quedé mirando lo erectos que tenía los pezones y ella me pilló:
―Sí, jefe. A su secretaria se le ponen así cuando consigue darle un buen repaso a un incauto― reconociendo tanto el fenómeno como que consideraba que me había vencido.
Es más, pensando que podía irse, se despidió.
―Perdona, se me había olvidado comentarte que os he reservado sitio en una peluquería especializada en peinados africanos para que os hagan a las dos esas trenzas que me dijiste le quedarían tan bien a Natacha― escuchó a su espalda.
Volteándose, me gritó que, en su caso, dos peluqueras iban a tardar al menos cuatro horas:
―Por favor― Natacha le rogó emocionada: ― siempre he deseado que me peinaran así.
Nuevamente, Patricia se sintió obligada a complacerla:
―Vamos antes de que me arrepienta, ¡muñeca!…
Cuatro horas y media después, vi llegar a Natacha y a Patricia con el pelo recogido en múltiples trencitas, todas ellas rematadas por una bola de colores. La belleza de mi secretaría con ese peinado afro me hizo babear y por eso apenas me fijé en que la rusita daba saltitos a mi lado buscando que le hiciera caso. Viendo la decepción de la chavala al no conseguir que me fijase en ella, la zorra de piel morena decidió tomar cartas en el asunto y cogiendo a la cría de la cintura, la besó en los labios mientras le decía que estaba preciosa y que si su “Lucas” no se lo había dicho era solo porque quería hacerlo cuando nos quedásemos solos.
La sonrisa que brilló en su cara me hizo comprender muy a mi pesar que mi empleada había actuado correctamente y por eso cuando la cría se adelantó para ver una tienda, únicamente critiqué que se hubiese referido a mí como “su Lucas”.
―Si usted lo desea, dejaré de llamarle así ante Natacha, pero entonces aténgase a las consecuencias― contestó.
Qué en vez de disculparse, encima se me rebelase poco menos que llamándome imbécil, me cabreó y cogiéndola del brazo, exigí que se explicara.
―Esa criatura está y siempre ha estado sola. En su casa, es la primera vez que siente algo parecido a un hogar. Con ella, he recalcado siempre que usted es mío para que no se frustre intentando convertirse en algo más. Si no lo hiciera, esa pobre se sentiría con derecho a ser su pareja… Ahora que lo sabe, Don Lucas, ¿cómo quiere que hable de usted a Natacha?
―Como tu Lucas― con la cola entre las piernas, respondí.
Lo que no supe prever es que, haciendo valer su victoria, esa mujer esperara a la vuelta de la rubita para meter la lengua hasta el fondo de mi garganta y diciéndonos adiós, pidiera a la criatura que cuidase de “su” hombre hasta el lunes.
―Así, lo haré doña Patricia.
La alegría con la que movía el trasero en dirección a la parada de taxis fue otro plomo en mi ánimo cada vez más hundido, pero lo que realmente supuso un toque de atención fue reconocer lo excitado que me había dejado ese beso.
«¡Cómo se ha atrevido! ¡Voy a denunciarla por acoso y despedirla!», me prometí sabiendo que jamás lo llevaría a cabo.
Para colmo de males, Natacha se me arrimó pegándose más de la cuenta mientras decía:
―Amo, ya ha oído a su señora. Hasta pasado mañana, seré yo quien lo mime.
En vez de contestar, miré el reloj y le rogué que se diese prisa porque en veinte minutos debíamos estar en casa, porque quería presentarle a un amigo.
―Un psiquiatra, ya lo sé. Mientras nos peinaban, Patricia me avisó que uno de estos días iba a recibir la visita de uno de esos médicos porque usted quería comprobar que su muñeca de porcelana no se rompería en mil pedazos.
A pesar de ser consciente de que por medio del sistema de seguridad esa guarra de ojos tan negros como su corazón podía espiarme, en ese momento, di por sentado que conociendo cómo era yo había supuesto que no aceptaría la opinión de sus especialistas y que me buscaría uno, y no que ¡me espiaba! Por eso lejos de contrariarme, lo vi como un favor al haberla preparado para aceptar ser examinada por mi amigo.
Y así fue, cuando Julián llegó, pude dejarle sola con él sin tenérselo que explicar. Lo que había previsto como una charla que duraría media hora, se prolongó casi toda la tarde y eran cerca de las ocho, cuando la rusa llegó a mi despacho diciendo que el médico quería hablar conmigo. Sabiendo que esa conversación era algo que Natacha no debía escuchar, le cerré la puerta en las narices cuando intentó entrar conmigo al salón.
―Cuéntame, ¿cómo la has visto? ― pregunté mientras me servía una copa.
―Mal, francamente mal. Podría mentirte y asegurarte que bajo mis cuidados esta cría mejoraría, pero no sería verdad. Solo podemos encauzarla para que no busque la felicidad autodestruyéndose y por ello, considero necesario que me vea una vez a la semana.
― ¿No entiendo que es eso de autodestruirse? ― reconocí.
―El malnacido que la adiestró elaboró un cruel sistema de adoctrinamiento por el cual grabó en el interior de la paciente una absoluta dependencia hacia el hombre que la adquiriera, de forma que si no consigue el cariño de su dueño se verá abocada al suicidio.
― ¿Por qué alguien haría eso? Lo lógico sería venderla en vez de hacer que se mate haciendo que su comprador pierda todo lo invertido en ella.
Mi pregunta rozó el histerismo al hacerme ver la gravedad de su problema:
―Aunque no veo en ella nada que impida que la vendas, personalmente, creo que el lavado de cerebro que sufrió iba enfocado a que el hijo de perra que la comprara pudiese disfrutar viendo como poco a poco Natacha se iba desmoronando. Te parecerá algo que solo una mente enferma puede planear, pero sé que su torturador le ha dejado impreso que se suicide colgándose de una cuerda.
Cayendo en el sofá, pregunté cómo debía confrontarlo y qué debía hacer con la joven:
―Lo lógico sería cederle en propiedad la chica a un colega para que la interne en un hospital, pero eso solo sería trasladar el problema a otro. Como te conozco y sé que no vas a rehuir tu responsabilidad, hasta el próximo viernes que volveré a recibirla, deberás mostrarte cariñoso con ella y dejar que su sexualidad fluya. Si te encuentras con algo que no sepas interpretar, deberás llamarme.
― ¿Qué has dicho? – chillé creyendo que no había entendido.
―Exactamente, lo que has oído. El que la torturó se ha asegurado de dejar detonantes de actuación escondidas en su mente y debemos irlos descubriendo sin ponerla en riesgo.
― ¿Detonantes de actuación? ― pregunté.
―Sí, acciones o situaciones que pueden parecer inocuas pero que darán inicio a una serie de consecuencias pregrabadas en su cerebro y ante las que deberás reaccionar. Para que te hagas una idea, quizás una palabra que digas la hará lanzarse por la ventana o por el contrario que automáticamente se quede dormida. Solo su torturador y el hombre para el cual la habían diseñado saben en qué consisten.
―Julián…entiendo, pero, no me has dicho cómo debo actuar.
Midiendo sus palabras, respondió:
―Si ves que el detonante ha desencadenado consecuencias dañinas para la paciente, dando una contraorden que mitigue sus daños. Pero si es algo bueno… ¡deberás dejar que fluya hasta el final!
Un escalofrío recorrió mi piel al escuchar al psiquiatra y totalmente abrumado por la responsabilidad, lo acompañé a la puerta y me despedí.
―Cortar e impedir todo lo que consideres negativo, alargar y propiciar lo positivo― me hizo recordar antes de desaparecer por el pasillo…
De vuelta al salón, rellené mi copa y encendiendo la tele, me puse a ver la clásica comedia que programaban los sábados para ser disfrutada en familia. Acaba de seleccionarla, cuando por la puerta y siguiendo lo aprendido, Natacha apareció desnuda. En silencio, apoyó su cara en mi muslo tumbándose a lo largo del sofá. Tras el duro vaticinio de Julián, vi como algo bueno las risas con las que reaccionaba a las previsibles situaciones en las que iban viéndose involucrados los protagonistas y por eso, mientras daba un sorbo al whisky, con la mano libre acaricié a la rubita metiendo los dedos entre sus trenzas.
El profundo gemido que, brotó de su garganta al sentir mis yemas recorriendo con suavidad su nuca, me hizo girar. Al hacerlo, vi que tenía las areolas erizadas y la cara desencajada por el placer. Admitiendo que ese tipo de caricias era uno de los desencadenantes que habían grabado en sus neuronas para afianzar el dominio de su comprador, instintivamente, retiré la mano como si quemara.
Natacha, al verse privada de ese gozo, se echó a llorar con una angustia y un dolor a los que no me pude resistir. Y deseando que cesaran ambos, recorrí con los dedos la parte posterior de su cabeza, volviéndola a sumir en un éxtasis sexual que jamás había conocido.
― ¿Qué me hace mi señor? ― sollozó de felicidad mientras sentía que todas y cada una de las células de su cuerpo gozaban con ese acto tan normal.
―Mimar a mi muñeca― contesté y consciente de lo que ocurría, no me quedó otra que seguir el consejo de Julián alargando el placer de la rubita.
― ¡Me arde todo! ― rugió mientras, separando las rodillas, intentaba refrescar su sexo abanicándose con un papel.
―Déjate llevar y disfruta― comenté con la esperanza de que me hiciera caso y que, con mi ayuda, esa jovencita fuese olvidando sus penurias pasadas.
Lo que nunca adiviné fue que esas tres palabras unidas fuesen otra espoleta oculta lista para detonar y que, pegando un berrido, su sexo se convirtieran en una fuente y que de su interior brotase su flujo en forma de chorro y que tras hacer una media circunferencia en el aire fuese a caer en mitad del parqué.
― ¿Qué le ocurre a su muñeca para no poder dejar mear? ¿Por qué siente tan rico cuando hace pis junto a usted? – sin dejar de retorcerse, preguntó.
No sé qué me impactó más, si el total desconocimiento que esa joven tenía sobre su cuerpo o la peculiar manera en la que se corría. Había leído muchas veces acerca de esa forma de eyaculación, pero siempre la consideré una leyenda urbana y, por ende, jamás la había contemplado. Aun así, no pude contener la curiosidad y atrayéndola hacia mí sin dejar de acariciarle la nuca, repetí en su oído:
― Déjate llevar y disfruta.
Al reiterar sobre el resorte que había grabado en su mente, Natacha se vio lanzada hacia un orgasmo todavía más ruidoso, atronador y húmedo que el anterior y pegando su cuerpo al mío, bañó mis piernas con su esencia mientras gritaba que nunca la dejase de mimar.
―Déjate llevar y disfruta― insistí sin darme cuenta que estaba torturándola y que tanto placer impuesto podía convertirse en dolor.
Afortunadamente, el malnacido que diseñó esas reacciones no creyó oportuno en este caso que su víctima sufriera y por eso cuando su cuerpo fue incapaz de resistir tanta estimulación, directamente y como si fuese algo enchufado a la red, se apagó. Al verla caer inconsciente, temí haberla matado y traté de hablar con el galeno. Cuando no contestó, marqué el número de Patricia. Mi secretaria si lo hizo y avergonzado, le narré lo que había pasado. Algo debía saber sobre la naturaleza del mal de Natacha, porque sin necesidad que le explicara más solo me pidió que le dijera que palabras había usado. Al repetírselas, me rogó que llevara el móvil al oído de la rubita y pude oír que le decía:
―Muñeca, ya basta y ahora descansa.
Como por arte de magia, su respiración se tranquilizó y ese agónico derrumbe se convirtió en un sueño donde su rostro radiaba bienestar.
Al explicar a la morena que la rusa estaba tranquila, la tomó contra mí y el poco seso que había mostrado al violentar de esa manera la resistencia de la cría:
―Don Lucas, la puse en sus manos pensando en que sabría hacerla disfrutar, no en que abusaría de su poder torturándola.
En sus palabras deduje que daba por sentado que necesitaba una mujer y completamente fuera de mis casillas, respondí atacándola y con toda la mala leche del mundo, comenté que, si tanto le interesaba mi bienestar y el de la mujer que estaba durmiendo en el sofá, lo que debía hacer es venir a la casa y meterse desnuda en nuestra cama.
―Desde ahora te digo que algún día lo haré― contestó sin cortarse: ― Pero, no ahora.
Pensando que era una calientapollas y que se conformaba con amenazar, insistí en mi ataque:
―Si no es ahora, ¿cuándo?
―El día que me lo pidas de rodillas mientras pones en mi dedo un anillo.
Por supuesto, ¡la colgué!…
Oír de los labios de Patricia que se sentía con derecho a exigir que le pidiera matrimonio me pareció del todo absurdo y más cuando hasta entonces había dado sentado su predilección por las damas. Con los nuevos datos que había conseguido recopilar esa mañana, encendí el ordenador y busqué confirmar algo que me llevaba rondando como una parvada de buitres alrededor de mi cabeza desde que me habló de la ONG.
«El fin de su romance con el banquero, la venta de su empresa y la fundación de ese organismo benéfico fueron concatenados en el tiempo y eso no fue producto de la casualidad», me dije mientras metía en google el nombre de ese hombre y dos palabras: “escándalo”, “prostitución”. Al no darme un resultado que me resultara interesante, cambié estas por “rumor” y “tráfico de mujeres”. Fue entonces cuando en mi pantalla apareció que a raíz de un soplo anónimo la policía había localizado los cuerpos de tres desgraciadas en una nave que pertenecía al financiero. Por lo visto, las fallecidas eran hijas de gente bien que un día desaparecieron sin dejar rastro. Sus autopsias determinaron que habían sido objeto de torturas y a pesar de no haberse comprobado la participación del susodicho, corría el rumor que la policía sabía que una de sus amantes fue quien dio el chivatazo.
― ¡Patricia! ― cuadrando el puzle, exclamé.
De algún modo, la morena debió descubrir que las actividades ilícitas de su amante y sintiéndose culpable, tras denunciarlo, vendió la empresa y usó el dinero para redimir su pecado. La lógica era aplastante, pero habría a la vez otro interrogante: “¿qué había pasado para que esas muertes le cambiaran la vida?”. Obtuve una pista, investigando las identidades de los cuerpos, al descubrir que una de ellas, una tal Isabel Pérez, había estudiado en el mismo colegio que mi secretaria. Lo único que faltaba por reunir era los flecos que la hubieran llevado a denunciar a su ex.
«O bien se enteró de la muerte de su compañera o lo que es peor, ella misma la provocó», medité valorando ambas opciones.
No me quedó otra que anotar esa cuestión en el largo rosario de dudas que algún día debería resolver con ella, cuando Natacha se levantó y llegó a donde yo estaba preguntando qué era lo que había pasado y por qué se había despertado en mi cama.
― ¿No te acuerdas de nada? ― pregunté.
―Sí, recuerdo que estaba tumbada a su lado y sus dedos acariciándome― sonrió.
― ¿Haz memoria? ¿Recuerdas algo más? ― insistí.
El rubor de sus mejillas me informó que lo había hecho, aun antes de que reconociera entre balbuceos que había experimentado algo muy placentero y que se había meado sobre mis pantalones:
―No te measte… te corriste. Lo que sentiste se llama orgasmo y es totalmente natural. No tienes que avergonzarte de nada.
Mis palabras le dieron qué pensar y tras unos segundos acomodando sus ideas, respondió:
―No me avergüenza, me gustó y me gustaría que se volviera a repetir, pero no sé cómo.
―Basta con que me lo pidas y yo lo haré posible― hundiendo mis yemas entre tus trenzas, respondí.
Saber que su placer iba unido a mis mimos la hizo feliz, pero no la dejó satisfecha y manteniéndose alejada de mí, dejó claro su total inexperiencia preguntando si eso significaba que habíamos follado. Reconozco que debí ser más comprensivo con ella y jamás soltar esa carcajada, pero me pilló con el pie cambiado que un pedazo de mujer tan bella no supiera nada de sexo.
―Perdona― me disculpé al ver sus lágrimas: ―No, no hemos follado, pero lo que has sentido es parte de mi amor.
―Entonces, ¿cuándo me vas a enseñar a follar?
«Y ahora, ¿qué contesto?», medité tan asustado por la responsabilidad como incrédulo y tratando de cambiar de conversación, quise saber cómo era posible que no hubiese hablado nunca con una amiga del tema.
―Nunca he tenido una amiga. Es más, hasta conocer a Patricia, la única persona con la que recuerdo haber hablado desde que me compró a mis padres fue con mi antiguo dueño.
― ¿Qué edad tenías? ― necesité saber a pesar de meterme entre arenas movedizas.
―No lo sé, pero me bajó la regla cuando ya vivía con ese hombre.
Siendo los doce años lo más frecuente, supe entonces que esa joven había estado bajo las garras de su torturador al menos diez años. Bajo esa óptica, adiviné que no solo iba a ser mi deber el hacerla feliz sino también que debía ejercer de maestro para que, sin presión alguna, fuera descubriendo tanto los demás aspectos de la vida como su sexualidad.
Por eso cuando de nuevo, insistió en que deseaba follar conmigo, la abracé y depositando un tierno beso en su mejilla, susurré en su oído que antes de subir una montaña, había que aprender a andar, luego correr, para finalmente escalar.
―Don Lucas, estoy lista para que me enseñe.
―Lo sé, muñequita, lo sé― respondí no tan seguro de… ¡estarlo yo!
Curiosamente, en ese preciso instante, escuché en mi móvil la llegada de un mensaje de Patricia. Al abrirlo, era un artículo en el que un psiquiatra daba consejos de cómo tratar a los niños que habían sido víctimas de abusos. A pesar de que Natacha hacía tiempo que había dejado la adolescencia, reconozco que me enfrasqué en su lectura en busca de un método o procedimiento avalado por la ciencia con el afrontar su enseñanza. La insistencia del especialista en que se debía crear un ambiente seguro alrededor del sujeto que les permita tomar un papel más activo a la hora de abordar la vida, me hizo recapacitar. Ya que, al definir el clima donde debería vivir, repetía continuamente la importancia de que los pacientes se integraran en el grupo bajo la atenta mirada del terapeuta.
Que después de la discusión que habíamos tenido, esa arpía se permitiera aconsejarme a la distancia cómo[fs1] actuar, me cabreó:
―Si cree que es tan fácil, debería venir y hacerlo ella― grité al móvil descargando las culpas en él.
La rusa, que se había mantenido callada mientras yo leía, vio apropiado insistir en cuando iban a empezar sus clases.
―Vamos a hacer algo más divertido, te voy a llevar al cine― respondí escaqueándome del tema en vez de tomarlo por los cuernos.
La mera mención de ir a una sala de cine fue suficiente para hacerla olvidar su propósito inicial y únicamente me rogó que la ayudara a vestirse, porque era la primera vez que podía elegir entre distintas prendas y ahora no sabía cuáles eran las apropiadas. Confieso que no me pareció ser algo difícil y rápidamente comprobé mi error cuando, yendo con ella a su cuarto, elegí para ella un coqueto, pero nada escandaloso conjunto de bragas y sujetador. Tan acostumbrado estaba a verla en pelotas que nunca me esperé que contemplarla vistiéndose me resultara algo tan estimulante.
«Es una joven preciosa», murmuré para mí en vez de reconocer que estaba buenísima y que de habérmela encontrado en una disco hubiese intentado echarle un polvo.
Natacha algo se olió porque con una exagerada alegría me preguntó si la encontraba guapa con ropa interior. Alguien más versado en la vida, hubiese comprendido el motivo del bulto de mi pantalón, pero ella no y acercándose a mí, llevó sus manos a mi bragueta y preguntó qué me ocurría mientras se aferraba mi erección.
―Muñeca, no sigas. Uno no es de piedra― respondí haciéndole ver que me había excitado.
― ¿Eso significa que le gusto?… ― preguntó colorada sin retirar la mano de mi miembro: ―… ¿Qué le gusto como mujer?
Su sorpresa no obtuvo respuesta y dejándola con la pregunta en sus labios, saqué de su armario un vestido que encontré, para a continuación salir huyendo. Ya en mi habitación, completamente abochornado por mi comportamiento, me sentí un mierda, un hijo de perra sin sentimientos al saber lo cerca que había estado de abrazarla y demostrarle lo mucho que me atraía.
Cuando ya vestida vino por mí, la cosa empeoró al quedarme con la boca abierta con su belleza.
― ¿Sabes que será mi primera vez? ― comentó refiriéndose a la película, pero en mi interior fue otra cosa lo que entendí y contra mi voluntad, me vi amando a esa criatura.
La certeza de que, dado su adiestramiento, ante cualquier avance de mi parte Natacha se vería forzada a entregarse a mí no facilitó el tema y de camino al coche, fui tan cerdo de plantearme si al volver del cine abusaría de ella llevándomela a la cama. Por el contrario, la tentación que caminaba a mi lado parecía encantada con mis miradas y sellando mi derrota, al sentarse en el asiento del copiloto, no le importó que el vuelo de su falda dejara al descubierto gran parte de sus muslos. Fijándome de reojo en su sonrisa, supe que lo había hecho a propósito y esforzándome a no seguir acariciándola con los ojos, aceleré rumbo a donde proyectaban el film al que íbamos.
Asumí que ese bombón no iba a dejar de usar el poder que recién había descubierto tener sobre mí cuando en un semáforo retomó el tema de su educación al querer saber, si al volver a casa, iba a comenzar sus clases.
―Quiero que, además de mi dueño, sea mi maestro― con tono incierto, afirmó mientras incrementaba mi turbación posando su mano en mi bragueta.
Mi pene reaccionó de nuevo irguiéndose bajo mi ropa y la rusita al sentir cómo crecía con descaro me preguntó qué tenía que hacer para que su sueño se cumpliera.
―Por lo pronto, ¡deja de tocarme! ― exclamé: ― ¡Estoy conduciendo!
Sus risas retirando los dedos ratificaron mi derrota y preocupado, me percaté de lo mucho que deseaba acallarlas mordiendo sus labios.
«Macho, no te pases», me repetí en un intento de rechazar esa funesta idea, «es solo una niña, aunque tenga un cuerpo de pecado».
Desde su asiento, la chavala siguió presionando como si hubiese leído mis pensamientos:
―Quiero ser la muñeca que cuide a mi amo las veinticuatro horas del día.
Como es lógico, comprendí el significado oculto bajo esa frase y que, con ella, esa criatura celestial se estaba autonombrando para compartir mis sábanas y no solo el techo donde vivíamos. La poca decencia que me quedaba me hizo parar el coche y girándome, quise dejar las cosas claras:
―Natacha, mi responsabilidad es conseguir que olvides el sufrimiento que has pasado y que finalmente seas feliz.
Quizás no quiso o no pudo entender lo que quería decir y malinterpretando mis palabras, se lanzó a mis brazos en busca de mis besos, mientras me daba las gracias por velar por ella. La seguridad que mostraba y el roce de sus pechos contra el mío los sentí fueron un clavo más que cerraba el ataúd de mi condena e incorporándome de nuevo al tráfico de la Castellana, tomé la gran vía.
Al llegar, faltaba casi tres cuartos de hora para la película y recordando que no habíamos cenado, la llevé a un burguer que había a la vuelta. Para Natacha todo era nuevo y por eso ilusionada no dejó de reír y de bromear mientras daba cuenta de su hamburguesa. La casualidad quiso que un matrimonio con un niño se sentara en la mesa de al lado. Eso tan normal a mis ojos, no lo fue a los suyos y con cierta envidia, la rusita sonrió al ver el cariño con el que el padre daba de comer a su retoño.
Entendiendo lo que sentía, tomé una patata y se la puse en la boca sin saber que ese gesto desembocaría en una pregunta que me resultó difícil contestar:
―Don Lucas, ¿por qué su Patricia no vive con nosotros?
Sin una respuesta clara que dar, recordé las razones que mi secretaría me había dado para simular que éramos pareja y evitando desmentirla, no fuera que eso la diera pie a querer ser ella mi mujer, respondí:
―Es una mujer independiente y le doy espacio.
Digiriendo mis palabras, se quedó callada durante unos segundos antes de replicar:
―Cuando me dejó en su casa, prometió que seríamos una familia y que podría contar siempre con ella.
Algo en mi interior, me hizo sospechar que esa criatura se sentía perdida sin una figura femenina y que al igual que el niño que teníamos enfrente, deseaba tener quizás no un padre y una madre sino un hombre y una mujer que le brindaran su cariño.
―Echo de menos poder preguntarle cosas― recalcó bebiendo su refresco.
Mi corazón se encogió al oírla y cometiendo una locura, le aseguré que hablaría con ella para que se pasara al menos una temporada con nosotros. El brillo de felicidad de su sonrisa me impactó, pero lo que realmente me dejó anonadado fue oírle proclamar sin ningún pudor las ganas que tenía de ver a la negrita disfrutando mientras le hacía el amor. Esa imagen tantas veces rechazada al considerar poco ético el acostarme con una empleada volvió con fuerza y por mucho que me revolviera el estómago, deseé brevemente que se hiciera realidad.
«Estás loco, ¡eso nunca debe ocurrir!», mi conciencia dictaminó mientras mi mente soñaba con hundir la cara entre sus oscuros pechos.
La hora me hizo volver a la realidad y tomando la mano de Natacha, nos encaminamos hacia el cine. La alegría de la rusita al entrar me hizo olvidar ese deseo y la llevé hasta su asiento. Desconociendo lo pronto que volverían los problemas, me senté junto a ella. Mi optimismo se transformó en angustia cuando se apagaron las luces y algo hizo “crack” en la dulce damisela que tenía a mi lado. Nada me preparó a hacer frente a los gritos de miedo y terror que comenzó a dar al verse a oscuras. Como sería la cosa que el operario de la sala creyó prudente volverlas a encender y mientras el resto de los espectadores miraban horrorizados hacia nosotros, la vi retorcerse en el suelo con los ojos saliéndosele de las orbitas presa de dolor. Recordando las palabras con las que la morena había conseguido detenerla con anterioridad, las susurré en su oído. Pero para mi desgracia, no evitaron que siguiera convulsionando con sus alaridos resonando a través de las butacas.
El murmullo de la gente se estaba trasformando en ira al dar todos por sentado que era mi culpa y que, amparado en la oscuridad, había abusado de ella. Eso me hizo reaccionar e instintivamente, crucé su cara con un tortazo. El sonido de mi mano impactando contra su rostro incrementó más si cabe la indignación de las personas que había acudido a ver esa película, pero entonces la joven dejando de gritar, buscó mi consuelo abrazándome.
― ¿Qué me ocurre? ¿Por qué soy así? – lloró en mis brazos.
La vergüenza del momento no fue nada en comparación con el dolor que experimenté por ella y cogiéndola de la cintura, desaparecimos de la sala mientras los testigos pedían que viniera alguien de seguridad. El escándalo y la llamada del encargado hizo que al salir nos topáramos con ellos y solo cuando vieron que la cría les pedía disculpas aludiendo a un supuesto miedo a la oscuridad, permitieron que nos fuéramos sin llamar a la policía.
Al llegar a casa y sintiéndose a salvo, Natacha se tranquilizó e intentando simular que nada había ocurrido, me rogó que nos fuéramos a dormir. Destrozado, accedí y sin tocarla para que no se sintiera presionada, la guie hasta mi cuarto. Ya en él, la rusita se desnudó y siguiendo la rutina de otras noches, tomó la almohada y se tumbó sobre la alfombra mientras volvía a sollozar.
Asumiendo que la joven precisaba de cariño, haciendo de tripas corazón, le pedí que por esa noche durmiera conmigo. Como un autómata, obedeció subiéndose a la cama y buscando mi calor, se acurrucó sobre mi pecho mientras me daba las gracias por ser tan comprensivo con ella. La desnudez de su cuerpo pegado al mío me hizo dudar de las motivaciones que me habían hecho invitarla a compartir mis sábanas y cerrando los ojos, deseé que al día siguiente su sufrimiento hubiese desaparecido y no volviera jamás.
―Esta muñequita necesita sentir el amor de su dueño abrazándola― susurró girándose mientras me obligaba a poner la mano en sus senos.
―Duerme, pequeña, duerme― respondí impresionado por la dureza de su trasero rozando mi entrepierna.
La ternura de mi voz fue la nana que necesitó para quedarse dormida y con el sonido de su respiración, cerrando los ojos, la imité. Desconozco cuanto tiempo paso antes de empezar a soñar que estaba con Altagracia y que era ella la mujer que descansaba a mi lado, lo cierto fue que en mi mente fueron las manos de esa fulana las que sacaron mi pene del pijama para colocárselo entre las piernas.
―Le amo, don Lucas― escuché entre sueños y reconociendo en su voz a la rusita, me desperté.
Decidí seguir simulando estar dormido al sentir que, aprisionando mi erección entre sus muslos, se ponía a restregarla contra su vulva. Al principio sus movimientos eran lentos, como si estuviese tanteando cómo se hacía el amor. La humedad que envolvió a mi miembro y el hecho que en ningún momento Natacha intentara hundirla en su interior evitaron que reaccionara apartándome. Su confianza al creerme dormido se incrementó y poco a poco fue acelerando la velocidad con la que buscaba forzar las sensaciones que iba descubriendo. La inusitada dureza de su pezón bajo mi mano me confirmó su excitación. Sabedor de que tenía el deber de dejar que su sexualidad fuera fluyendo sin mi intervención, permití que usara mi tallo como herramienta involuntaria de su lujuria.
El ritmo creciente con el que se masturbaba con mi glande y sus gemidos me cautivaron y nuevamente tuve que esforzarme para no revelar que era plenamente consciente de lo que ocurría al notar en ella los primeros síntomas del placer.
«Deja que lo descubra sola, no intervengas», como un mantra me repetí reteniendo el dictado de mis hormonas mientras la niña iba dando paso a la mujer.
El suave sollozo que brotó de sus labios al caer en brazos del que quizás era su primer orgasmo no impuesto, me obligó a cambiar de estrategia y besando su nuca, la azucé a seguir.
―No quería…― al verse descubierta, comenzó a decir avergonzada.
―Tranquila, muñeca― susurré en su oreja mientras tiernamente regalaba sobre su pecho un pellizco: ―No has hecho nada malo.
Asumiendo mi permiso, se lanzó ya desbocada a por el gozo que experimentaba y girándose, intentó con cierta torpeza empalarse con mi miembro. Rechazando sus intentos, le pedí que continuara frotándose evitando culminar.
―Debo aprender a andar antes de correr― recordando mi consejo, suspiró.
Aferrándome a sus palabras, quise hacerla ver que debía ir paso a paso murmurando que siempre que me necesitara, me tendría. Pero sé que no me escuchó porque para entonces su cuerpo estaba inmerso en una vorágine de sensaciones que la zarandearon con inusitada fuerza y ante mis ojos, su mundo colapsó mientras empapaba el pantalón de mi pijama.
Mi cara al ver la intensidad de su entrega le hizo reír y llena de alegría, me rogó que no la regañara por habérmelo mojado mientras intentaba quitármelo. Defendiendo la única defensa que seguía evitando que la hiciese mía, le di un azote diciendo:
―Ya que esta noche aprendiste a andar, ahora descansa.
Frotando su nalga, respondió sin percatarse de sus palabras:
―Me hubiese gustado que Patricia hubiera estado aquí.
― ¿Por qué lo dices? ― espantado, pregunté.
―También soy su muñequita y quiero que esté orgullosa de mí― cerrando sus ojos, musitó mientras a su lado un estremecimiento recorría mi cuerpo…
Sinopsis:
Un magnate de bolsa, cansado y asustado por los continuos ingresos de su única heredera en clínicas de desintoxicación, ve en las novedosas teorías de Jack Mcdowall, un neuropsiquiatra con un oscuro pasado como agente de la CIA, la única forma de que su hija deje las drogas. No le importa que el resto de la comunidad científica las tache de peligrosas y decide correr el riesgo. Para ello no solo lo contrata, sino que pone a su disposición el saber y la intuición de una joven química, pensando que esas dos eminencias serán capaces de tener éxito donde los demás han fracasado.
Desde el principio existen claras desavenencias entre ellos pero no amenazan el resultado porque lo quieran o nó, sus mentes se complementan…. hasta que el experimento se sale de control.
En este libro, Louise Riverside y Fernando Neira se unen para crear una atmósfera sensual donde los protagonistas tienen que lidiar con sus miedos sin saber que el destino y la ciencia les tiene reservada una sorpresa..
MÁS DE 200 PÁGINAS DE ALTO CONTENIDO ERÓTICO
Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:
https://www.amazon.es/dp/B07G3HDBHN
Para que podías echarle un vistazo, os anexo LOS DOS PRIMEROS CAPÍTULOS:
Capítulo 1
Jack McDowall se había quedado sin trabajo. Hasta que publicó su último ensayo en Journal of Psychology, todo el mundo reconocía su valía como neuro psiquiatra, pero las controvertidas propuestas que se había atrevido a enunciar en esa revista lo habían convertido en un paria, un peligroso iluminado.
«Y si supieran que dichas teorías las desarrollé en gran parte gracias a mi labor en la CIA, querrían lapidarme», se dijo pensando en la mala prensa que tenían todos aquellos que habían servido en Afganistán.
Todavía recordaba la defensa que había hecho del tema cuando el decano de la prestigiosa universidad en la que colaboraba le había comunicado que debía tomarse una excedencia.
―John, no he dicho nada que la gente no supiera― comentó al verse acorralado por la polémica: ―Solo sistematicé una serie de técnicas que se vienen utilizando desde hace años y les di una aplicación práctica en un problema que acucia a toda la sociedad.
―No me jodas, Jack. Siempre te ha gustado provocar y hasta el título de tu artículo “Violencia coercitiva y uso de sustancias en la desintoxicación de drogadictos” es una muestra de ello.
Defendiéndose, el neuro psiquiatra respondió que su ensayo que estaba dirigido a un público informado y no a la plebe.
―Exactamente por eso, ¿no te das cuenta de que lo que sostienes es el uso de drogas sustitutivas y el lavado de cerebro como medio para desenganchar a los enfermos? ¿Qué pasaría si tus técnicas las usara un desaprensivo que se cree un mesías?… ¡No tendría problemas en convertir a sus acólitos en zombis incapaces de pensar!
― ¿Acaso Seaborg o McMillan son responsables de las bombas atómicas por haber descubierto el plutonio? Los científicos tenemos que estar por encima de eso― protestó acaloradamente: ―Por supuesto que los métodos que propongo pueden ser usados en otros fines, pero no por ello dejan de ser menos válidos. Piensa en los millones de personas que dependen de las drogas en nuestra sociedad, ¡les estoy dando una salida a sus miserables vidas!
― ¡Te equivocas! Lo que realmente has hecho es sistematizar y perfeccionar una herramienta con la que se puede controlar a las masas y eso crearía una sociedad cautiva, sometida y sin libertad. ¡Una dictadura perfecta!
Que le acusaran veladamente de nazi le indignó porque no en vano había dedicado dos años de su vida a combatir los estragos que los talibanes habían provocado en la mente de los americanos que habían caído en su poder.
―No acepto una simplificación como esa. Si un presidente quiere un lavado de cerebro en masa solo tiene que coger el teléfono y llamar al dueño de Facebook.
―Esa es tu opinión, pero no la del consejo. Por eso hemos decidido que debes tomar un año sabático mientras todo se calma― sentenció su jefe dando por terminada la conversación.
«Sigo sin poder aceptar que los miembros de la élite cultural de este país sean tan estrechos de mente», murmuró preocupado porque llevaba una semana buscando otra universidad que le diera cobijo.
Y todas con la que había contactado le habían dado largas cuando no le habían rechazado directamente. Por ello esa mañana, estaba en casa intentando hacer algo para romper la monotonía en que se había instalado desde que le habían notificado su cese, cuando escuchó el sonido agudo del timbre.
«¿Quién será?», se preguntó extrañado de que alguien, rompiendo su aislamiento, estuviera llamando a su puerta.
Al abrirla, se encontró con un chofer que tras cerciorarse de quien era, señalando la limusina que conducía, le pidió educadamente que le acompañara porque su jefe quería verle.
La sorpresa no le dejó reaccionar y antes de poder recapacitar, se vio dentro del lujoso vehículo con rumbo desconocido.
«Ni siquiera le he preguntado quién le manda», murmuró para sí mientras decidía si pedirle que parara o dejar que le llevara hasta su superior. La ausencia de otras ocupaciones le hizo comprender que nada tenía que perder y por eso relajándose, disfrutó de la comodidad de su asiento mientras a través de la ventana observaba la ajetreada vida de los neoyorquinos, sabiendo que muchos de ellos necesitaban una pastilla o una dosis de cocaína para levantarse todas las mañanas.
«Si me dejaran terminar mis estudios, ¡podría salvarlos!», se lamentó sintiéndose una víctima de la hipocresía reinante entre la clase pensante de ese país.
Seguía torturándose con lo que consideraba una injusticia equivalente a la que había que había sufrido Copérnico por hablar de heliocentrismo cuando de pronto el conductor paró frente a un impresionante edificio de la Quinta Avenida.
«¡Menuda choza tiene por oficina el que vengo a ver!», sentenció mientras junto al uniformado recorría el hall de entrada.
Si el lujo de esa construcción le había dejado apantallado, más lo hizo el que el sujeto que fuera a ver tuviera un ascensor privado cuyo único destino era su despacho.
«Esto huele a servicio secreto», dijo para sí pensando que quizás algún jerarca de una oscura agencia de seguridad había sabido de sus teorías, y escamado tras su experiencia en la Agencia, pensó: «Si es así, ¡me voy! ¡No voy a trabajar más para el gobierno!».
Los veinte segundos que ese elevador tardó en llegar a la planta superior le parecieron eternos y por eso se animó cuando por fin sus puertas se abrieron. La alegría le duró poco al reconocer al tipo que se acercaba renqueando hacía él.
«¡No puede ser!», murmuró en silencio confundido porque el hecho de que quien casi lo había secuestrado fuera uno de los más famosos magnates de Wall Street, «¿Qué cojones querrá de mí Larry Gabar?».
Su cara y su nombre eran habituales en los periódicos financieros de todo el mundo, pero también en los sensacionalistas por los continuos escándalos que su hija Diana provocaba cada dos por tres. No sabiendo a qué atenerse y tras saludarlo con un apretón de mano, lo siguió hasta su despacho.
«En persona, parece más viejo», sentenció fijándose en las profundas arrugas que surcaban la cara del ricachón.
Acababa de sentarse cuando ese hombre acostumbrado a enfrentarse con tiburones de la peor especie, con el dolor reflejado en su rostro, le soltó:
―Muchas gracias por venir, necesito su ayuda.
Que un sujeto como aquel se rebajara a hablar con un profesor de universidad ya era suficientemente extraño, pero que encima casi llorando le pidiera auxilio le dejó pasmado. Desconociendo en qué podía socorrerlo, Jack espero a que continuase.
―Mis contactos me han explicado que usted está desarrollando una novedosa terapia para desenganchar a drogodependientes.
―Así es, pero todavía está en pañales.
Levantando su ceja, Larry Gabar le taladró con la mirada:
―No es eso lo que me han dicho. Según mis fuentes, solo está a expensas de que alguien financie la puesta en práctica de sus teorías y ¡ese voy a ser yo!… Siempre que acepte mis condiciones.
A pesar de que para él era vital que alguien sufragara los enormes gastos de sus estudios, supo de inmediato que el interés de ese hombre no era mero altruismo, sino que era debido por algo que estaba a punto de conocer. Por eso, controlando el tono de su voz, para no revelar su alegría, Jack le preguntó cuáles eran esos requisitos que tenía que cumplir.
―Como me imagino que sabe, tengo una hija drogadicta. Quiero que la desenganche de esa mierda y que no vuelva a recaer.
El neurólogo comprendió lo peligroso que podría resultar tratar a la hija de uno de los hombres más poderosos de todo Estados Unidos, pero también que, de tener éxito, al hacerlo se le abrirían las puertas que de otra forma permanecerían cerradas.
―No tengo problema en tratarla una vez se haya confirmado la validez de mis métodos― contestó aceptando implícitamente el hacerse cargo de su vástago.
― ¡Mi hija no puede esperar! ¡Cualquier día la encontrarán tirada en un rincón víctima de una sobredosis! ¡Debe usted empezar de inmediato!
Esa era la contestación que más temía. No en vano sus planteamientos seguían siendo eso, planteamientos que jamás habían sido puestos en práctica. Tratando de no perder esa financiación, pero también que el millonario aquel comprendiera lo novedoso de los métodos que proponía, le preguntó si sabía en qué consistía la terapia.
Para su sorpresa y sacando un dosier, se lo dio diciendo:
―Me he informado y si acepto que un antiguo interrogador de la CIA le lave el cerebro a mi pequeña, es porque lo he intentado todo. Me trae al pairo como lo consiga, solo quiero a Diana lejos de las jeringuillas.
No supo que decir. Se suponía que nadie sabía que, además de ayudar a las víctimas de los Talibanes, la compañía lo había utilizado para sonsacar los planes a esos fanáticos. Jack mismo intentaba olvidarlo porque le avergonzaba el haber usado sus conocimientos como torturador.
Que ese hombre estuviera al tanto de ese papel, lo dejó acojonado al comprender que había tenido que usar todo su poder para conseguir esa información. Tras reponerse de la sorpresa, supo que de nada serviría fingir ni minorar el riesgo que ser la cobaya con la que experimentarían por primera vez sus arriesgadas teorías, replicó:
―Es consciente que la llevaré al borde del colapso físico y psíquico para poder manipular su mente y del peligro que se corre.
Con una mueca amarga en su boca, Larry Gabar contestó:
―Lo sé y antes de verla un día más tirada como piltrafa, prefiero correr el riesgo de que muera.
Impresionado por el valor del viejo, insistió:
― ¿Sabe que para ello propongo usar unas drogas que todavía no están plenamente desarrolladas?
―Eso cree, pero no es cierto. Tras leer su artículo, puse a mi gente a indagar y descubrí que existen.
―No es posible, ¡yo lo sabría! ― el neurólogo contestó casi gritando porque, de ser cierto, podría poner en práctica sin más dilación sus teorías.
Apretando un botón, el ricachón pidió a su secretario que hiciese pasar a su otro invitado.
―Jack, le presentó a J.J., la investigadora que ha creado unos compuestos que se adecuan a sus requerimientos.
Le costó creerse que esa joven rubia fuera experta en química orgánica. Por su juventud parecía más una colegiala que una científica y tampoco ayudaba que el jersey de cuello que llevaba fuera el que usaría una militante de ultraizquierda.
―Encantado de conocerla ― aun así, se presentó como si fuera una colega.
La recién llegada masculló a duras penas un hola, tras lo cual se hundió en un sillón como si esa conversación no fuera con ella. Gabar sin duda debía conocer las limitadas habilidades sociales de la muchacha porque olvidándose de la autora, empezó a explicar sus descubrimientos leyendo un documento que tenía en sus manos.
Llevaba menos de un minuto, relatando las propiedades de las diversas sustancias cuando impresionado por lo que estaba oyendo, Jack le arrebató los papeles y se los puso a estudiar en silencio.
El ricachón obvió la mala educación del neurólogo y sabiendo que lo había deslumbrado, esperó sonriendo que terminara.
«No me lo puedo creer, ¡ha modificado la metadona añadiendo unas moléculas que nunca había visto!», exclamó mentalmente mientras repasaba una y otra vez las supuestas propiedades de ese compuesto.
Lo novedoso de ese desarrollo lo tenía alucinado porque saliéndose de la línea que se estudiaba en todo el mundo, esa niña había planteado una nueva vía que se ajustaba plenamente a sus requerimientos.
― ¿Quién es usted? ― le espetó al no entender que jamás hubiese oído hablar de ella, de ser cierto todo aquello, esa pazguata era el químico más brillante que jamás conocería.
―Jota .
― ¿Tendrá apellido? ― molesto Jack preguntó.
―Jota ― sin levantar su mirada replicó ésta con un marcado acento español.
Interviniendo, el ricachón explicó al neurólogo que, en el acuerdo que había llegado con ella, estaba mantener su identidad oculta porque quería seguir viviendo anónimamente una vez acabara su colaboración.
Jack estaba a punto de protestar cuando de improviso escuchó a la cría alzar la voz:
―Como comprenderá, de saberse, los cárteles de la droga llamarían a mi puerta porque mis compuestos se podrían fabricar a una ínfima parte de los que ellos distribuyen. Solo he accedido a desarrollar lo que usted necesitaba porque me interesa que tenga éxito y consiga sacar de las drogas a la gente.
― ¿Me está diciendo que los ha hecho exprofeso para mi investigación? ¡Eso es imposible! De ser verdad, ¡solo ha tenido un mes para conseguirlo!
Levantado su mirada por unos momentos, contestó:
―Tardé quince días. La verdad es que me resultó fácil porque, con su artículo, usted mismo me fue guiando.
El cerebro que debía poseer esa criatura para llevarlo a cabo hizo crecer en una desconfianza creciente porque nunca había escuchado algo igual. Por ello y dirigiéndose al magnate, preguntó:
―Usted se creé esta mascarada. Me parece una estafa. Es técnicamente imposible.
Riendo a carcajadas, Gabar le respondió:
―Jota lleva trabajando para mí desde los dieciséis años y si ella dice que sus compuestos cumplen las condiciones que usted planteaba, le puedo asegurar que es así. Confío en ella y usted deberá hacerlo porque, si acepta mi oferta, trabajarán juntos.
Que esa veinteañera fuera un genio que llevaba en su nómina desde niña le intimidó, pero también le hizo comprender que, junto a ella, su proyecto avanzaría a pasos agigantados y venciendo sus reticencias, se puso a negociar con el magnate las condiciones en las que se llevaría a cabo ese experimento.
Contra todo pronóstico, Larry Gabar no discutió apenas los términos y en lo único que se impuso fue en que quería que la desintoxicación de su hija tuviera lugar en una de sus instalaciones.
Al explicarle que estaba alejada más de cincuenta kilómetros del pueblo más cercano y que Diana no la conocía, Jack aceptó porque era necesario aislar al sujeto de todo lo que le resultara familiar, así como de cualquier estímulo que le hiciera recaer.
Lo que no le gustó tanto fue que, al cerrar el acuerdo, la tal Jota preguntara al magnate si era seguro que se quedarán ellas dos solas ¡con un torturador!…
Capítulo 2
Larry Gabar tenía previsto que aceptara el encargo y por eso, cuando Jack estampó su firma en el contrato que le uniría al magnate, apenas le dejó tiempo para ir a casa a preparar su maleta. Para su sorpresa, la finca donde pasarían los siguientes tres meses ya estaba completamente equipada para la labor.
―Diana llegará en tres días. Para entonces espero que todo esté listo para comenzar su desintoxicación― informó al neurólogo: ―Por lo que, si encuentra algo a faltar, dígamelo y se lo haré llegar.
―Una pregunta, ¿su hija está de acuerdo con internarse?
― ¿Acaso importa? ― replicó el padre.
―Lo digo por mero formalismo legal porque desde el punto de vista del tratamiento, da igual.
El sesentón respiró aliviado al escuchar que no hacía en principio falta el consentimiento de la paciente, pero sacando un papel, se lo entregó a Jack diciendo:
―Diana fue incapacitada por un juez y como su tutor soy yo el que lo autoriza.
Jack ni siquiera leyó el documento porque sabía que en caso de un percance de nada serviría tenerlo al tenerse que enfrentar con los mejores abogados del país. Aun así, se lo guardó. Tras despedirse del ricachón, se percató que Jota le seguía y girándose hacia ella, le preguntó si le iba a acompañar al avión.
La rubia contestó:
―Considero necesario estar desde el principio porque además de crear las sustancias que usted vaya necesitando, mi otra función será informar a nuestro jefe de los avances que vayamos teniendo.
A Jack le gustó que reconociera sin tapujos que era una infiltrada del magnate porque así sabría a qué atenerse. Quizás por ello, en plan gentil, le cedió el paso mientras salían del despacho, sin saber que al hacerlo la muchacha malentendería ese gesto y cabreada le exigiría que fuera esa la última vez que se comportara como un cerdo machista.
―Mira niña, antes me acusaste de torturador y me quedé callado. Pero el colmo es que ahora me insultes tildándome de sexismo sin conocerme. Intenté ser educado, pero ya que lo prefieres así: ¡mueve tu puto culo que tenemos prisa!
Nadie la había tratado jamás con tanta falta de consideración y como no estaba acostumbrada a ese trato, anotó esa afrenta para hacerle saber lo que pensaba en un futuro, pero no dijo nada.
«Si cree que me puede tratar así, va jodido», sentenció sin dirigirle la palabra.
Jack deploró el haberse dejado llevar por su carácter, pero tampoco hizo ningún intento por disculparse.
«Menudo infierno va a ser tener que vivir con esta imbécil. Sería darle la razón, pero lo que me pide el cuerpo es ponerla en mis rodillas y darle una tunda para que aprenda a tener más respeto», pensó fuera de sí…
Una hora después el avión personal de Gabar estaba despegando del aeropuerto de LaGuardia con el neurólogo y la joven química en su interior. La falta de sintonía entre los dos quedó de manifiesto al sentarse cada uno en una punta para así no tener que hablar siquiera entre ellos. Es más, por si le quedaba alguna duda, Jota sacó de su bolso dos libros y se los puso a leer, dándole a entender que no deseaba entablar ningún tipo de comunicación.
Jack reconoció por sus tapas que eran libros de psicoanálisis y eso le dejó perplejo porque lo especializado de su temario hacía que solo alguien versado en la materia pudiera entenderlo.
Tratando de devolver veladamente sus insultos, desde su asiento ofreció a la rubia su ayuda diciendo:
―Si necesitas que te aclare algún concepto, solo tienes que pedirlo.
Levantando su mirada y por un momento, la cría le pareció humana, pero fue un espejismo porque al momento, luciendo una sonrisa de superioridad, esa bruja contestó:
―No creo que me haga falta, solo estoy repasando conceptos que tengo un poco oxidados. Piense que ya hace cuatro años que me doctoré en psiquiatría y desde entonces apenas he tocado estos temas.
No sabiendo que le jodía más, si que ese cerebrito fuese doctora en su misma rama o que lo hubiese dejado caer sin darle importancia, Jack replicó molesto que, ya que sabía del tema, quería escuchar su opinión sobre el método que él proponía para desenganchar de las drogas a los pacientes.
Sin separar los ojos del libro, Jota respondió:
―Es un enfoque que en un principio me escandalizó, pero tras meditarlo, comprendí que podía ser acertado el planteamiento. Hasta ahora todos los psiquiatras han tratado a los drogodependientes por medio de la persuasión, pero usted propone algo más. Mientras ellos se conformaban con se alejen de las drogas, usted desea que piensen y se sientan libres de ellas, aunque para ello tenga que usar la coerción para moldear los flujos de información de sus cerebros.
Al oír sus palabras, esa criatura lo había descolocado porque había sintetizado en apenas treinta segundos su teoría. Por ello, menos molesto, le preguntó qué pasos creía que iba a seguir para conseguirlo.
―Nuevamente, me toma por novata― respondió Jota: ―cualquier estudiante de primero puede responder a esa pregunta: Lo primero que va a hacerle es una revisión física completa mientras sigue confusa por hallarse en un ambiente hostil. Me imagino que además de los análisis normales, le hará unos escáneres para comprobar el daño que las drogas han hecho en su cerebro.
―Así es― confirmó el neurólogo: ― por mi experiencia si sabemos que el estado de sus lóbulos y cómo funcionan, nos resultará más sencillo detectar las debilidades que vamos a usar para manipular su mente.
― ¿Qué espera encontrar en Diana?
―Deterioros en su capacidad cognitiva, memoria dañada, falta de autocontrol… nada que no haya visto antes― contestó.
Confirmando a su interlocutor que conocía a su futura paciente, Jota insistió:
―Diana no es la típica drogata. Además de ser una mujer bellísima, de tonta no tiene un pelo. Se ha llevado a la cama a todos y cada uno de los terapeutas que su viejo ha puesto en su camino.
―No dice nada en su historial― cabreado señaló Jack mientras revisaba su expediente ― ¿Cómo nadie me ha avisado de algo así? ¡Es importantísimo!
―Me imagino porque esos papeles han sido escritos por los mismos que sedujo y nadie es tan honesto de dejar al descubierto sus pecados.
―Sabrás lo importante que es el sexo en el sistema de recompensas cerebrales. El placer puede ser la herramienta con la que hacerla cambiar. Las dosis de dopamina que se producen en cada orgasmo las podemos aprovechar para desmoronar su adicción a otras sustancias.
― ¿Está hablando de hacerla adicta al sexo? ¿Eso sería cambiar una adicción por otras?
―En un principio puede ser, pero cuando ya esté recuperada de las sintéticas será más fácil tratarla y no existen casi contraindicaciones. ¡A todos nos viene bien echar un polvo!
Jota estuvo a punto de protestar porque siempre había tenido dudas sobre los efectos beneficiosos del sexo más allá de los meramente físicos. Además, ella nunca se había visto atraída por otra persona, con independencia de su sexo, pero considerando que su vida personal no tenía nada que ver en el tratamiento, se lo quedó guardado.
«No me interesa que este capullo sepa que soy virgen y menos que nunca he sentido un impulso sexual. Como el manipulador que es, lo usaría en mi contra», decidió en el interior de su mente.
Asumiendo que era una anomalía, no por ello podía negar que la lujuria era común a la mayoría de los humanos. Y dando la razón en principio al neurólogo, aceptó desarrollar un compuesto que incrementara el deseo físico y la profundidad de los orgasmos.
―Por lo que deduzco, quiere una especie de “Viagra femenino” con los efectos que supuestamente produce el “Éxtasis”, mayor sensibilidad táctil, disminución de ansiedad e incremento del deseo.
―Sí y no me vale con un coctel de serotonina. Necesito que pienses en algo que incremente exponencialmente el placer. Tienes cuatro días para diseñarlo y producirlo, quiero usarlo en nuestra paciente en mitad de su síndrome de abstinencia para que psicológicamente su impacto sea mayor.
―Lo que me manda es complicado por falta de tiempo, pero intentaré que al menos ese día tenga algo con lo que trabajar, aunque luego perfeccione la fórmula― respondió la rubia mientras sacaba su portátil y se ponía a trabajar.
Mirandola de reojo, Jack observó cómo se concentraba en la misión mientras se preguntaba cuántos químicos que conocía hubiesen aceptado ese imposible.
«Ninguno», sentenció, «todos me hubiesen mandado a la mierda y llamándome loco, ni siquiera lo hubiesen intentado» …
A pesar de que el sexo con sus hijas era estupendo, a quién yo adoraba de verdad era a Sofía. No solo acostarnos, estar con ella era fantástico. Era una mujer culta, bella, sensible. Me divertía más y aprendía más con ella que con ninguna otra persona en el mundo. Nuestra relación duró 5 años, durante los cuales pasé mucho tiempo pensando que estaríamos juntos para siempre. Incluso estaba dispuesto a casarme con ella. Se lo comenté algunas veces, pero siempre me dio largas. Esto no puede durar para siempre, solía decirme. Tienes que encontrar a una chica de tu edad y formar con ella una familia. Yo me rebelaba contra esa idea. No quería más familia que a Sofía. A partir de los 2 o 3 años de relación, cuando la locura sexual se había ido diluyendo y ya rara vez intercambiábamos las parejas con mi hermano y sus hijas, comenzó a ser una fuente de discusiones habitual. Yo quería que nos dejáramos ver en público, presentarles a mis amigos, incluso a mis padres, que ella me presentara a sus amigas fuera del círculo familiar, en definitiva que fuéramos una pareja normal. También pensé en que viviéramos juntos. Mario se había ido a vivir con Rita en un pisito que se había comprado ella y les iba muy bien. De todo ello Sofía solo accedió a que les presentara a mis amigos de la facultad en una cena de clase a la que asistimos. La noté incómoda toda la noche y no quise insistirle más. El secreto con el que llevábamos nuestra relación y que al principio me parecía emocionante ahora se me hacía insoportable. Pensaba que no teníamos nada de qué avergonzarnos y que por tanto no debíamos ocultarnos. Que mi novia era mayor que yo, pues bueno, era una mujer maravillosa y yo estaba muy a gusto con ella. No veía donde estaba el problema.
Con el paso de los años su actitud me fue pareciendo insufrible. Su falta de fe en nuestra relación me hacía perderla a mí. Las bromas de mis amigos sobre la diferencia de edad que teníamos y que al principio me hacían gracia (ya les hubiera gustado a ellos tener una pareja tan guapa y sexualmente activa como la mía) ahora me molestaban sobremanera, porque por primera vez me parecía que tenían razón y que estaba haciendo el ridículo. Al principio tener una novia mayor me hacia ser especial, interesante, ahora me daba la impresión de que simplemente era rarito.
Un día conocí a Isabel. Estaba acabando la carrera, igual que yo, y era de mi edad. No tengo novia, mentí cuando me preguntó, y quedamos a tomar algo. Había tenido un par de novios, pero mi experiencia sexual era muy superior y la primera vez que lo hicimos se derritió en mis brazos. Ventajas de haber tenido una adolescencia tan especial. Sofía se mostró extraordinariamente comprensiva cuando corté con ella. Me deseó suerte y me besó en los labios. Con ella mantuve el tipo, pero cuando me quedé solo rompí a llorar. Iba a echarla mucho de menos. Isabel me notó raro cuando nos vimos, pero fingió creer mi excusa de que estaba cansado. Tuvimos unos años de relación y luego vinieron las peleas. En aquellos momentos nos estábamos “dando un tiempo” separados, pero confiaba en que resolveríamos nuestros problemas y volveríamos a estar juntos.
Muchas veces he pensado que hice mal dejando escapar a Rita. Era la mujer perfecta para mí. Estar con ella siempre fue una fiesta, incluso cuando nos fuimos a vivir juntos. El sexo siempre fue brutal y la convivencia funcionó sorprendentemente bien. Pero me acojoné. Lo del niño fue demasiado para mí. ¿Cómo podía ser padre tan pronto? Aquello no tenía sentido. Solo porque su hermana se hubiera quedado embarazada no quería decir que se tuviera que quedar ella también. Quizá debí ser valiente, quizá debí seguir adelante con aquello y aceptar tener un hijo con ella. Pero me acojoné. Por primera vez nuestra diferencia de edad se convirtió en una frontera infranqueable. El reloj biológico le estaba pidiendo experimentar la maternidad y yo no tenía la menor intención de experimentar aun la paternidad. Discutimos por eso varias veces. No eran discusiones tormentosas con gritos ni nada de eso. Nuestra relación nunca fue así, nunca hubieron celos (con nuestra imaginativa vida sexual hubiera sido absurdo) ni grandes peleas ni, por tanto, grandes reconciliaciones. Lo nuestro más bien era una complicidad especial. Yo la entendía, pero no estaba dispuesto a secundarla en aquella locura, no me sentía preparado para una responsabilidad como aquella. Ella me entendía, pero no estaba dispuesta a renunciar a lo que quería. La solución lógica comenzó a presentarse ante nuestros ojos de manera evidente. Estábamos juntos porque queríamos, porque era bueno para los dos. Si ya no lo era no tenía sentido prolongarlo. Fue ella la primera en decirlo. No fue un ultimátum ni hubo reproches. Me dijo que era normal, que no era culpa mía, pero que si queríamos cosas distintas lo mejor era dejarlo. Extrañamente estuve de acuerdo. Supongo que no me lo terminaba de creer. En el fondo creía que desistiría de sus planes y pronto volveríamos a estar juntos. Puede que después (mucho después) acabáramos teniendo hijos juntos. Pero eso sería años más tarde, cuando ya fuéramos viejos para irnos de fiesta y tuviéramos una estabilidad laboral y económica clara. Así que sin darme cuenta estaba haciendo las maletas. En los meses siguientes salí con varias chicas, pero ninguna me llenaba como Rita. Poco a poco su ausencia y la certidumbre de que no volvería conmigo se fueron haciendo más grandes. Entonces empecé a echarla de menos de verdad. Echaba de menos el sexo, echaba de menos las conversaciones, echaba de menos la intimidad, tener a alguien con quien compartirlo todo. En las últimas semanas me había dado cuenta de lo solo que estaba. Y entonces me encontré con ella y con su hermana y con su amante lesbiana… ¿Sería el destino?
Me despedí de mi hermano y me fui a casa. Pasé los siguientes días nervioso. La promesa del encuentro con Rita no me dejaba pensar en otra cosa. La noche anterior no pude dormir. Estuve distraído en el trabajo y a punto de cagarla más de una vez. Me arregle para la cita con una ilusión que hacía años que no tenía. Le había vacilado a mi hermano sobre la posibilidad de un encuentro sexual con mi ex novia, pero la verdad es que yo tampoco estaba seguro de que se produjera. La verdad es que no tenía ni idea de lo que iba a pasar y eso me hacía estar más intranquilo. Llegué al sitio en el que habíamos quedado 10 minutos antes de la hora y comencé a dar vueltas como un león enjaulado. Finalmente la divisé caminando hacia mí con calma. Solo se había retrasado los 5 minutos de cortesía habituales. La verdad es que solía ser puntual. Estaba guapísima, radiante. El corazón se me aceleró al verla. Nos dimos dos besos y fuimos a cenar. Al principio estábamos un poco tensos, pero de pronto fuimos los de siempre y la química volvió a fluir entre nosotros como si nada hubiera pasado. Las conversaciones, las risas. Después de cenar fuimos a mi casa. Por el camino nos cogimos de la mano. Parecía que nada había cambiado. Al llegar al portal nos besamos. Le pregunté por su novia, que no había salido hasta entonces en la conversación. Me dijo que a ella no le importaba que estuviera conmigo por una noche. Además María estaba acompañándola, para que no se sintiera sola. Pronunció eso último de manera que dejaba pocas dudas de lo que su hermana y su novia estarían haciendo. Por una parte eso era bueno, porque querría decir que iba a mojar esa noche, pero aun así sentí una punzada de dolor al oírlo. Supongo que en el fondo era una decepción, que lo que yo esperaba era que me dijera que ya habían cortado o que no era nada serio. Bueno, tal vez no lo fuera si estaba allí conmigo.
En cuanto entramos en casa empezamos a besarnos. Su boca seguía siendo irresistible, sus labios me seguían pareciendo un manjar y su lengua seguía igual de traviesa. Nos morreamos, nos mordimos, pude saciar mi hambre de ella, mi nostalgia de sus besos, hasta el final. Nos desnudamos a trompicones, impacientes. Sus tetas seguían siendo perfectas, seductoras, adorables… las lamí, chupé los pezones, creo que nunca lo hice con tanta ansia como aquella noche. Bajé la lengua por su vientre, me entretuve jugando con su vello púbico, besé sus ingles y, finalmente, devoré su coño, empapé de saliva su clítoris, moví la lengua dentro de ella de un lado a otro hasta que se encorvó y me estiró de los cabellos como solía hacer cuando su placer iba a estallar. Frené antes de que eso sucediera y descubrí mi pene. Pasé el glande por los labios de su vulva, le acaricié el clítoris y ella me suplicó que se la metiera de una vez. Lo hice lentamente, recreándome. Cuando ya había entrado toda ella me rodeó con sus piernas y comenzamos a movernos como solíamos tiempo atrás. Mi cuerpo cayó sobre el suyo y nos besamos. Sentí sus pezones clavarse en mi pecho y sus manos agarrarme el culo como si viniera un huracán. Por un momento nada había cambiado: era mi Rita, mi maestra, mi amiga, mi amante, mi amor… Rodamos sobre el lecho y ella quedó sobre mí. Se irguió para poder cabalgarme y lo hizo con brío. Sus tetas se bamboleaban al ritmo de sus botes y mi polla desparecía devorada por su cuerpo para volver a asomar con cada embate. Descargué toda mi ansia y mi semilla en su interior mientras nos besábamos dulcemente de nuevo.
Después del sexo nos quedamos desnudos en la cama viendo la tele y tomando unos cubatas. Rita jugueteó con el mando hasta que encontró un canal en el que ponían video-clips.
-He estado pensando mucho en ti- comencé a confesarle.
– Yo en ti no- dijo y estalló en unas risas que no sabía si eran crueles o inocentes- Es broma tonto, añadió calmándose, claro que me he acordado de ti, pero he estado muy ocupada con todo, el embarazo, el niño, mi relación con Lorena…
-¿Vais en serio?
-Sí, ella es lo mejor que me ha pasado nunca. Estar contigo también fue maravilloso, pero la vida continúa.
-Como te he dicho- traté de recomponerme y seguir el guión que tenía en mi cabeza- he estado pensando mucho en ti. Tal vez me precipitase al negarme a ser padre. He madurado desde entonces y he visto que me equivoqué.
-No- me interrumpió ella- tú tenías razón. No estabas preparado para ser padre, eras demasiado joven. Aun lo eres; pero algún día serás un padre fantástico y harás muy feliz a una mujer y a unos niños afortunados de tenerte.
-Puede ser- reanudé mi discurso- pero por culpa de eso te perdí y no quiero perderte. Me he dado cuenta de lo que significas para mí. Si me dieras otra oportunidad yo estaría dispuesto a cualquier cosa por ti. Tener más hijos, ser el padre del que ya tienes… cualquier cosa.
-¡Qué lindo eres!- me acarició la cara y me dio un breve beso en los labios. Tú sabes cuánto te quiero, pero no puede ser, estoy con Lorena.
-Lorena es una mujer- arriesgué
-¿Y qué?
-Tú no eres lesbiana- seguí arriesgando- Esta noche y todas las que hemos pasado juntos lo demuestran.
-Soy bisexual- explicó ella tranquila, sin ofenderse- Antes de estar contigo estuve con una mujer, ya te lo conté, y tú mismo me viste con mi hermana.
-Eso eran experimentos. Yo sé que no puedes pasar sin un hombre. Por eso estas ahora aquí- mientras lo decía sospechaba que no era cierto, pero quería que lo fuera, porque no quería perderla otra vez- Sí lo tuyo con esa chica fuera en serio no estarías en mi cama esta noche- temí una reacción airada, ofendida, pero en lugar de eso me acarició la cara con ternura.
-Lo siento cariño, pero sabes que no es así. Suponía que lo habías superado. No hubiera venido si hubiera pensado que iba a hacerte daño. Estoy bien con Lorena. No sé lo que pasará mañana, pero pienso que podemos estar juntas toda la vida. Que me deje pasar aquí la noche es una muestra más de amor.
-Pero yo te quiero- me limité a oponer en un susurro, casi una súplica. Ella me sujetó la cara y me besó.
-Yo también te quiero mucho, pero tenemos que seguir con nuestras vidas. No lo hagas más difícil, por favor.
Debía darme por vencido. Había jugado mis cartas y había perdido la partida. No había más que se pudiera hacer. Se lo hice saber con un gesto, la abracé y continuamos viendo la tele, tumbados en la cama.
Estaba adormilado viendo la tele cuando el teléfono sonó.
-¿Sí? Hola Rita. No, tranquila, estaba despierto. Claro, me paso en media hora. Sí llevaré hielo.
Al final parecía que sí que me iba a colar en la cita de mi hermano. Me lavé la cara para espabilarme y me vestí con cuidado. Puede que simplemente se les hubiese acabado el hielo y me utilizasen de pringadillo para llevarlo, pero Rita me había dicho que tenía ganas de verme y yo la creía. Al fin y al cabo yo también tenía ganas de verla. Algo nervioso salí a la calle, compré el hielo en una gasolinera y me presenté en casa de mi hermano. La verdad era que no sabía con lo que iba a encontrarme. A lo mejor Mario y ella solo habían estado charlando y les apetecía que yo me uniera a la conversación sobre los viejos tiempos y todo eso. Respiré hondo y llamé a la puerta.
Me abrió Rita medio desnuda. Esto superaba todas mis fantasías. ¡Bien, hielo!, gritó y arrancándome la bolsa de la gasolinera de las manos me plantó un morreo que me dejó sin aire. Lentamente seguí a mi anfitriona que trotando se había escabullido hacia la habitación de mi hermano. Allí se encontraba él, también medio desnudo, sirviéndose un cubata sentado en la cama mientras la tele emitía videos musicales. Hola hermanito, saludó y añadió el cubito de hielo que le ofrecía Rita al vaso con el ron y la coca cola. Después de servirse también su bebida el objeto de mi deseo volvió a hacerme caso.
-¿Qué tal va todo? ¿Sigues con Isabel?
-Ahora estamos separados. Nos estamos dando un tiempo, pero creo que lo arreglaremos.
-Eso está bien.
Charlamos un rato más, pero a mí se me iban los ojos a su turgente anatomía que ella no trataba de ocultar. A penas llevaba una camisa, probablemente de mi hermano, abierta, de modo que los senos se le escapaban constantemente, y unas bragas mínimas. Mientras hablábamos y Mario nos ignoraba, centrado en las coreografías de las bailarinas de la tele, Rita comenzó a insinuarse, a dejarme ver más de lo necesario cuando notaba que la miraba, a tocarme el brazo, a cogerme la mano… Tanta sutileza cuando me había morreado nada más entrar y cuando en el pasado habíamos hecho las cosas que habíamos hecho, me resultaba más bien cómica, pero aún así me estaba poniendo a mil. Era obvio que mi hermano ya se la había follado y parecía que ahora me tocaba a mí. Pero entonces, ¿por qué estaba él en la habitación? Rita cortó mis divagaciones comentándome lo guapo que estaba y dándome un besito. Se lo devolví mientras mis manos se perdían en sus muslos. Las suyas me desabrocharon la bragueta del pantalón y accedieron a mi miembro que alcanzó sus máximas dimensiones entre sus dedos. Mario reaccionó y se puso a acariciarle las tetas y a besarle el cuello desde atrás. Aquello resolvía mis dudas, íbamos a hacer un trío, como en los viejos tiempos…
Rita y yo nos besamos sin recato. Mi lengua entró en su boca y se unió con la suya. Después giró la cabeza y besó a mi hermano, que había pegado su polla al culo de ella y le amasaba las tetas sin piedad. Mis dedos se deslizaron entre sus piernas y la noté húmeda y dispuesta para la acción de nuevo. Ella me frotaba la verga y acercaba la punta a sus muslos. Estuvimos un rato besándola entre los dos, haciendo mi hermano y yo un trabajo de equipo. Nos gustaba ver como se derretía entre nuestros brazos, comprobar que a pesar del tiempo transcurrido sabíamos lo que le gustaba, lo que la volvía loca. Le mordía los labios, la besaba en la mejilla, le lamia el cuello… Mario desde su posición hacía lo mismo. Agaché la cabeza y le chupé los pezones mientras él la morreaba introduciendo la lengua hasta su garganta. Estuvimos así unos deliciosos minutos hasta que ella se deslizó reptando por la cama hasta tener su cabeza a la altura de nuestros muslos. Nos sacó la polla y empuño cada una con una mano. Acercó sus mejillas y las puso entre nuestros miembros, luego comenzó con los besitos, primero a una y luego a la otra. Se las metió a la vez en la boca, quedando nuestros glandes solo separados por su lengua. Nuestros penes estaban empapados de saliva. Empezó a chupármela mientras a Mario se la meneaba con la mano. Después se la chupó a él y me masturbó a mí. Repitió la operación un par de veces, llevando la boca de una verga a la otra, hasta que mi hermano se levantó y se puso detrás de ella. Rita continuó haciéndome el traje de saliva mientras Mario se la metía y golpeaba sus nalgas con su pelvis en cada embestida. Mi polla dentro de su boca sentía los vaivenes que recibía desde atrás. Se la sacó de la boca y le besó la punta. Luego se la pasó por las tetas. Yo iba a estallar pero ella lo notó y se frenó. Entonces se desencajó a mi hermano de entre sus piernas y vino hacia mí. Me pasó las tetas por el cuerpo y me besó apasionadamente de nuevo. Mi pene rozaba los labios de su vulva hasta que entró en su cueva mojada y dispuesta. Mario colocó la polla en el ano de ella y apretó poco a poco. Noté a Rita estremecerse a la vez que la doble penetración se consumaba. Lentamente empezamos a movernos. Ella gemía exaltada. Nos besamos, nos mordimos los labios. Mi hermano también la besaba. Aceleramos nuestros movimientos. El olor a sexo y el sonido de nuestras acometidas húmedas invadieron la habitación. Rita me tenía fuertemente abrazado, como si temiera que la corriente de placer se la llevara y quedara naufraga. Mario la bombeaba inmisericorde arrancándole gritos en los que se mezclaba el gozo y el dolor. No sé cuantas veces hicimos correrse a Rita, pero fueron unas cuantas. Después nos corrimos nosotros llenándola de nuestro esperma.
Después del polvo quedamos rendidos. Estuvimos viendo la tele un rato más. Cuando vi que ambos parecían dormidos la apagué y e intenté dormir yo también. Creo que pegué una cabezada, pero no fue por mucho rato. Me levanté y fui a la cocina beber algo. Al cabo de unos minutos Rita se despertó y se unió a mí. Necesito hidratarme, comentó, y se sirvió un vaso de agua. Hablamos un rato. Me contó lo bien que estaba con su novia lesbiana y yo mis problemas con Isabel. Luego comenzamos a recordar viejos tiempos. Le pregunté por Sofía y me dijo que estaba como siempre. Inevitablemente acabamos recordando la primera vez que nos vimos, mi actuación de voyeur, observándola con mi hermano, la pelea de después y, por supuesto, su mamada, la primera vez que me la chupaban en mi vida. Mario nunca lo ha sabido, le dije. Fue uno de los momentos más intensos de mi vida, nunca podré olvidarlo. Ella sonrió ante mi confesión, una sonrisa maliciosa, una sonrisa sexy. Solo llevaba las bragas y la camisa de mi hermano, como cuando me abrió la puerta. Yo iba en calzoncillos. Se acercó y me acarició el rostro. Luego se arrodilló, me bajó los slips hasta los tobillos y empezó a mamármela como aquella vez. Se me empalmó en seguida. Cerré los ojos y le acaricie los cabellos. Por un momento fui transportado a aquel día, al miedo, a la tensión, al descubrimiento, al placer inenarrable. Su boca rodeando mi pene, su lengua avariciando su base, sus labios besando la punta… creí que iba a estallar. Antes de que eso sucediera me vi poseído de un deseo irrefrenable de follarla. Ahora ya no era aquel crio asustadizo que había tenido que salvar de una paliza de su hermano, ahora era todo un hombre y se la iba a demostrar. Liberé mi miembro de sus fauces y la puse a cuatro patas apoyada en el fregadero. Le bajé las bragas de un tirón y se la metí de golpe. Aulló como una loba. Tenía el chocho mojado como un pez así que no tuve problemas en bombearla tan fuerte como pude. Sus gemidos ya se estaban convirtiendo en gritos de placer así que le metí los dedos de mi mano derecha en la boca para que no despertara a Mario. Ella los chupó como me había chupado antes la polla. Sentir su culo contra mi pelvis en cada arremetida me volvía loco. Me ha encantado ver como mi hermano te daba por culo, le susurré al oído. Yo nunca te la he metido por ahí. ¡Hazlo ahora!, respondió ella. ¡Clávamela en el culo! Así lo hice. Se la saqué del coño y la introduje por su agujerito de atrás. Ya tenía el ano dilatado por la enculada de mi hermano un rato antes, pero aun así me costó meterla hasta el fondo. Noté como se mordía los labios conteniendo el dolor. No me apiadé y me moví con garra. Le taladré el culo como no se lo habían taladrado nunca. Nuestra respiración agitada y el sonido chapoteante de mis muslos contra sus nalgas y mi polla contra su culo se convirtieron en la banda sonora del encuentro. Sus gritos volvieron a abrirse camino entre los jadeos y los volví a acallar, esta vez enredando mi lengua con la suya. Le agarré las tetas con fuerza y la seguí taladrando. Ella me arañó la pierna y me mordió los labios. En un éxtasis de pasión como no recordaba haber tenido nunca nos corrimos a la vez. Quedamos rendidos. La besé en el cuello, en la mejilla y en los labios. Me devolvió el beso agradecida. Regresamos a la cama en la que Mario dormía ajeno a lo que había ocurrido en la cocina. Nos acostamos y esta vez caímos presa del sueño en seguida.
Vimos la tele un rato, abrazados. Dios, como la quería. Agradecía cada segundo con ella, los de nuestra vida en común y estos, robados a su amante lesbiana y a su nueva familia. Se sirvió un nuevo cubata.
-¿No queda hielo?
-Creo que no, le respondí sin ganas de moverme.
– ¿Cómo está tu hermano?, preguntó cambiando de tema.
-Bien, el muy capullo esta desando verte, no sabía qué hacer para colarse en la cita- Ella rió ante mi revelación.
-Donde querría colarse seguramente sería en mis bragas, como en los viejos tiempos- añadió entre carcajadas- ¿Estará durmiendo?- preguntó en tono intrascendente.
-No creo, se acuesta tarde.
-¿Y si le llamamos? Podría traernos hielo y a mí también me apetece verle.
-¿Te apetece verle o que se cuele en tus bragas?
-No seas tonto. Primero te he follado a ti. Además no hay que ser egoísta. Es tu hermano.
En efecto le llamamos y vino cagando leches al olor del coño de Rita. Como suponía no tardaron en tontear y terminamos haciendo un trío, como en aquella feliz época. Dormimos hasta la mañana siguiente. Me despertó el trajín de Rita vistiéndose y murmurando lo tarde que era. Se despidió de Miguel y vino a despedirse de mí. Te quiero, le volví a decir. Yo también te quiero, respondió ella, pero tengo que irme. Lo entiendo, acepté. Llámame esta semana y hablaremos, siguió ella. Dentro de unos meses es nuestro aniversario, la primera vez que, bueno, que intimamos. Si para entonces no estás con nadie llámame y cenaremos solos tú y yo. Asentí y le di un beso. Nuestras lenguas se acariciaron. No quería dejarla marchar pero no había más remedio.
PARA CONTACTAR CON EL AUTOR
como sabe el los lectores llegamos a Budapest después de haber nos despedido de Drácula en busca del 2º vampiro la condesa Elisabeth Bazthory.
Budapest era una ciudad muy hermosa por el Danubio y sus mujeres eran muy hermosas y según dicen muy calientes así que nos dirigimos a Cacthice que era el castillo y la región donde habitaba la cierta condesa.
cuando llegamos a la región vimos el miedo en la gente entonces pensé será como Drácula en su tierra pero la gente me dijo que varias mujeres habían desaparecido y las que habían ido al castillo no habían vuelto nunca más así que no dirigimos al castillo de la condesa. enseguida nos paró la guardia yo me hice pasar por un noble y solicite alojamiento a la condesa.
la condesa nos recibió, era muy hermosa morena con ojos verdes impresionante.
– que os trae por aquí –dijo- por estas tierras.
– soy un noble soy el barón Olork y mi hermana la baronesa Oliska y esta es nuestra doncella Esther ella se encarga de todo nuestro equipaje etc.
– que os trae por Budapest- pregunto.
– estoy haciendo un viaje por Europa, condesa. gracias por recibirnos.
me di cuenta como la condesa miraba a Esther y a Nadia nos instaló en unas de las estancias del castillo. a mí solo y a Nadia y a Esther juntas. por mis poderes vi que la condesa no tenía nada de vampiro por lo menos como nosotros somos.
– entonces porque ese miedo de la gente y porque desaparecían mujeres jóvenes- me prometí a desentrañar este misterio me levante por la noche y oí un ruido de un grito.
me acerque a la habitación de Nadia ella si estaba pero Esther había desaparecido cómo es posible si dormían juntas las dos por lo que pude deducir había en la habitación de Nadia un corredor secreto moviendo un resorte entrabas en la habitación cuando las mujeres estaban durmiendo y ni se enteraban Esther había sido raptada pero por quien y donde estaba la habían narcotizado a Esther para que no gritara
había un frasquito de Esther para dormir a un caballo si fuera necesario así que Nadia y yo empezamos a vagar por el castillo a intentar salvar a nuestra amiga vimos a varios guardias y nos escondimos.
había algo raro en el castillo había un sótano que Nadia podía pasar y varios pasadizos secretos que conducían a las mazmorras baje a las mazmorras con una antorcha que conseguí y después de abrir la puerta que estaba cerrada con llave con mis poderes y romper la cerradura entre en ese lugar lo que vi me dejo perplejo.
había varios cuerpos de chicas preciosas desangrados las habían extraído hasta la última gota de sangre yo mire sus cuerpos por si había cicatrices de mordiscos de algún vampiro pero nada el asesino o la asesina era humano entre más para dentro y vi una misa con velas negras y un altar de culto al diablo parece que se había celebrado un culto satanista y habían sacrificados esos cuerpos allí.
me volvía la habitación y a la mañana siguiente Nadia pregunto por su doncella la cual la condesa Elizabeth dijo estará por el castillo visitándolo no os preocupéis por ella ya aparecerá pero yo no me fiaba de la condesa por mi oído observe sus latidos del corazón y sabía que mentía.
– esta noche volveremos allí a donde hemos estado a los sótanos y te apuesto a que se celebra -le dije a Nadia -un culto satanista y que la víctima es Esther.
así que cuando llego la noche Nadia y yo nos fuimos a nuestros aposentos pedimos perdón a la condesa y nos retiramos diciendo que estábamos muy cansados y nos fuimos a investigar a los sótanos del castillo serían las media noche cuando bajamos y lo que vimos nos dejó de piedra había varias personas allí en aquella capilla y Esther estaba desnuda y todas las personas llevaban unas túnicas moradas y todas rezaban a satanás.
Esther estaba desnuda gritando iba a ser sacrificado entre los asistentes estaba la condesa Elizabeth que dijo:
– vamos necesito su sangre mi belleza tiene que resplandecer no quiero volver a ser una vieja decrepita, empezar de una vez.
todos los de allí hombres y mujeres después de hacer una misa empezaron a quitarse las túnicas estaban desnudos habían nobles de varias casas por lo que pudimos ver Nadia y yo y empezaron a joder empezó una orgia después del culto satanista unos jodian con otros a las mujeres incluso entre ellos.
se daban por culo todo valía, la condesa estaba follando con otras mujeres y chupándolas el chocho pero ningún hombre se acercaba a ella. me di cuenta de que era lesbiana allí todos jodian no había tregua.
Nadia y yo he también estábamos calientes y me cogió la poya y me la chupo mientras mirando se ponía caliente yo me baje el pantalón y me la jodí y empezamos todos a disfrutar de lo lindo menuda orgia.
tratare de describir al lector la orgia las mujeres se metían mano entre las tetas entre ellas había varias nobles y los hombres algunos se la chupaban a otros luego se daban por culo unos a otros mientras otros daban a las mujeres las mujeres follaban con dos y tres hombres a la vez caray con los nobles dije yo para mis adentros.
la condesa chupaba varios chochos y la comían las tetas pero ella solo quería mujeres como dije antes al lector hicieron todas clase de posturas que se puede uno imaginar Nadia me hizo correr a mí ya que estábamos observando a escondidas cuando termino la orgia iban a sacrificar a un cuerpo el cuerpo era Esther y verter su sangre en un altar para que la condesa se la bebiera y se bañara en ella entonces intervine yo.
– deja a Esther, maldita lesbiana.
– la condesa se asustó
– que hacéis aquí estar aquí, está prohibido. no saldréis con vida del castillo, sabéis demasiado guardias cogerlos- dijo la condesa.
yo y Nadia nos reímos y entonces aparecieron varios guardias con espadas u lanzas con intención de matarnos o cogernos con vida. ellos no sabían nada de Nadia ni de mi ni de mi naturaleza de vampiro.
Esther se reía y lloraba:
– mi señor pensaba que me iba a dejar morir.
– tranquila Esther aquí estamos nosotros no te mas te salvaremos.
la condesa se reía:
– dos contra todos un ejército jajajaja moriréis.
– hay algo con lo que no cuentas so puta -dije yo y me dieron un espadazo y me reí la condesa se quedó con la boca abierta.
– no es posible deberías estar muerto -luego otro me atravesó con la lanza lo cual me la saque y me descojone de él jajajajja y Nadia se partía.
quisieron matarla y Nadia arranco la cabeza a uno sin esfuerzo alguno.
la condesa se asustó:
– quien sois vosotros, no sois humanos. no es posible.
los nobles al vernos salieron corriendo, Nadia mato a varios había una decena de cadáveres y entonces coja a la condesa:
– ven aquí so zorra vas a recibir tu propia medicina vas a saber lo que es una verga.
– no eso no me repugnas- me dijo la condesa.
– zorra chúpamela o te mato como a los demás, so puta lesbiana.
me la folle y luego la día por culo.
la condesa me dijo:
– me lo pagaras maldito te hare que te maten.
y yo me reí:
– pero si yo ya estoy muerto jajajaja.
Nadia saco a Esther del altar mientras yo me encargaba de la condesa.
– quien sois vosotros que me habéis arruinado mi vida, os odio malditos bastardos.
en ese momento el pueblo se estaba revelando y toda la gente ataco el castillo y yo entregue a la condesa a las autoridades, al registrar el castillo descubrieron infinidades de cuerpos desnudos desagrados como era condesa la enterraron en una habitación en una habitación dejando solo una ventana para poder respirar y nunca ver el interior y dejar la comida sin poder salir ya el resto de su vida ya que su rango no le permitía la pena de muerte por todas las mujeres que había matado , bañándose en su sangre.
de pronto su juventud se trasformó en una vieja decrepita que la gente se horrorizó al verla donde estaba su belleza era producto de la magia negra ella dijo:
– todavía tengo un as en las mangas malditos me vengare de todos.
luego me entere que ella conocía a Drácula y le invoco y la mordió y la convertido en vampiro por eso al matar a Drácula se vengó de todos y los mato a todos hasta que la mataron pero eso es otra historia yo cogí Esther y Nadia y salimos del maldito castillo Esther se me echo a los brazos igual que a los de Nadia y nos besó nos dijo:
– soy vuestra mis señores y os amo a los dos.
ya en una habitación Nadia Esther y yo desnudos follábamos sin parar Esther me comía la poya mientras Nadia la comía el chocho y después follaban entre ellas.
– que gusto mi señora no paréis de follarme quiero haceros correr y córreme yo- decía Esther.
– mi señor- decía Esther – venir aquí y dejar que os chupe la poya quiero vuestra leche en mi boca. que poya más rica mi señor. os amo ahora darme por culo mi señor. mi culo necesita vuestra verga. mi señora dejar que os coma las tetas ya veréis como disfrutáis-
ya que Esther como dije se había convertido en una buena putita y la encantaba el sexo luego Nadia me chupo la verga y me dijo:
– os gusta mi señor te gusta charles .
-me encanta Nadia-
– no pares fóllame charles lo necesito- y se me abrió el chocho con sus manos y se la introduje hasta los huevos- así mi amor -dijo Nadia- hasta los cojones méteme quiero sentirte dentro de mi- mientras Esther la comía la tetas a Nadia.
luego di por culo a Nadia la cual se corrió como una puta de gusto-
– así mi amor que gusto rómpeme el culo charles. que poya tienes.
luego me corrí en la boca de las dos y le eche toda la leche lo cual se repartieron como dos putas.
– os amo -me dijeron las dos después de la orgia.
preparamos el viaje a Bulgaria para conocer al vampiro Nosferatu pero eso es otra historia
Con el recuerdo de lo sucedido, me desperté el domingo teniendo todavía entre mis brazos a la chavala. La expresión tranquila de su rostro descansando no evitó que me sintiera mal al saber que su felicidad era producto del maltrato que había recibido desde niña. Y no queriendo que perturbar su descanso, me quedé observándola en silencio. Su belleza eslava y las reacciones que provocaba en mí fueron un siniestro recordatorio de la responsabilidad que la zorra de mi secretaria había puesto sobre mis hombros. Y mientras acariciaba su cuerpo con la mirada, instintivamente mis ojos se dirigieron hacia su sexo. La ausencia de vello me permitió recorrer sus pliegues mientras me preguntaba si en su interior seguía teniendo esa telilla que confirmara su virginidad.
Sin ser algo perentorio que necesitara saber, una insana curiosidad me nubló la razón y comportándome como un bellaco, me agaché y acerqué mi cara entre sus piernas. El olor que desprendían esos labios fueron una llamada que no supe contrarrestar y antes de darme cuenta, con la lengua recogí un poco de la humedad que los envolvían.
«¡Qué estás haciendo!», horrorizado pensé y con el agridulce sabor de la rusita impregnando mis papilas, hui al baño.
La angustia de haber abusado de ella no evitó que entre mis piernas creciera mi apetito y queriendo apaciguarlo, decidí llenar el jacuzzi con la esperanza de que un baño me bajara la erección. Ya con el agua a su nivel, cerré el grifo y me estaba desnudando cuando la chiquilla apareció por la puerta.
―Lo he preparado para ti― mentí al comprobar en su rostro que Natacha sufría al sentirse ignorada.
― ¿Para mí? ― preguntó incrédula pero feliz.
Riendo, la tomé entre mis brazos y a pesar de sus protestas, la metí en la bañera y comencé a bañarla, pensando quizás que con ello podría disolver alguno de sus miedos. Lo que no esperaba es que al sentir la esponja recorriendo su cuello, la rusita se echara a llorar.
― ¿Qué te ocurre? ― pregunté alucinado con sus sollozos.
―No merezco sus mimos― susurró.
―Por supuesto, que te mereces esto y mucho más― añadí llenando de espuma su cara: ―Eres la dulce muñequita que un día llegó a mi vida para que la cuidara.
La rubia recibió mi tierna reprimenda con ilusión y regalándome una de sus habituales sonrisas, me rogó que le hiciera compañía dentro del agua. No pudiéndome negar a su deseo, metí un pie en la bañera sin prever que en plan juguetón esa endiablada criatura tirara de mí haciéndome caer sobre ella y menos que en vez de quejarse de mi peso, con inusitada picardía comenzara a restregarse contra mi pene, riendo:
―Quiero que mi maestro me haga repasar cómo se anda para que luego pueda explicárselo a su Patricia.
Esa extraña fijación con mi secretaria levantó mis alarmas y mientras Natacha subiéndose encima de mí comenzaba a rememorar las lecciones que había aprendido, quise que me contara porque le urgía compartir sus experiencias con la negrita.
―Ella insistió en que la mantuviera al tanto de mis progresos― con ilusión contestó incrementando mi turbación al posar sus juveniles senos en mi pecho.
No queriendo revelar mi disgusto, llevé las manos a sus nalgas y presionándolas, marqué el ritmo de sus movimientos mientras insistía en que me contara si esa maldita le había explicado el porqué de su interés.
―Según ella, debo confesarle todo lo que siento cuando su Lucas me mima, para asegurarse de que soy feliz― suspiró al sentir mi boca acercándose a su pecho.
A pesar de ser consciente de la vileza de la treta que estaba usando para sonsacarle información, eso no fue óbice para que lamiendo su rosada areola siguiera interrogándola:
― ¿Qué crees que diga cuando le cuentes que esta mañana he mordisqueado tus pechos?
El berrido que brotó de su garganta al notar mis dientes torturando con ternura su pezón fue música celestial a mis oídos y por ello no dejé de mordérselo mientras la oía contestar.
―Sé que sentirá envidia de su muñeca y que hubiese deseado estar en mi lugar.
― ¿Te lo ha dicho o lo supones? ― no dando tregua a la inexperta muchacha, pregunté.
El completo colapso de Natacha fue algo que no contaba y por eso no pude insistir cuando de pronto desde la primera hasta la última de sus neuronas entraron en ebullición y ante mis ojos se derrumbó presa de un orgasmo aún más brutal que el de la noche anterior.
«Por Dios, ¡qué narices estoy haciendo!», exclamé para mí al verla babear con la mandíbula desencajada por el placer y sintiéndome a la altura de su torturador, decidí tomarla entre mis brazos y llevarla de vuelta a la cama.
Sobre las sábanas, la cría siguió disfrutando o mejor dicho sufriendo un clímax tras otro sin que yo pudiese hacer nada por evitarlos y asustado cuando comprobé que no paraban, sino que se iban incrementando en intensidad, probé todas las palabras claves que se me ocurrieron e incluso la abofeteé sin resultado visible alguno.
Ya temiendo por su integridad, tomé el móvil y llamé a mi secretaria. La zorra de Patricia escuchó mi problema sin inmutarse y como la vez anterior en que pedí su ayuda, me hizo poner el altavoz en la oreja de la joven:
―Tu amo está satisfecho con su muñeca.
Como por arte de magia, al escuchar a la mujer desde el otro lado del teléfono, Natacha dejó de debatirse y se quedó dormida.
―No era tan difícil― riéndose de mí, declaró la arpía.
Lleno de ira al escuchar su guasa, le ordené que dejara lo que estuviese haciendo y viniera a explicarme qué ocurría y porqué sabía exactamente qué decir y cómo actuar en cada caso, revelando las sospechas que me corroían de que de alguna forma hubiese sido partícipe del lavado de cerebro de la rusa. Entendiendo mi indignación, me informó que llegaría en cuarto de hora…
Con ganas de estrangularla, esperé en el hall de la casa que esa zorra de piel oscura llegara. Cuando el reloj marcó el tiempo que le había dado sin que apareciera, volví a llamarla y sin preguntar cuanto le faltaba, la amenacé con ir por ella y traerla a rastras tirándole de las trenzas. Lejos de intimidarle mi exabrupto le hizo gracia y mostrando su ausencia de moral, comentó que esa idea era tan atrayente que no iba a tocar el timbre para que fuera yo quien la obligase a entrar al piso.
Supo que no había medido bien sus palabras cuando me vio abrir la puerta y cogiéndola de sus greñas, la introduje a la fuerza por la casa hasta mi cuarto donde sin disculparme señalé a la rubia que me traía tan preocupado.
―Te doy cinco minutos antes de llamar a la policía para que expliques tu actuación.
Sin turbarse en absoluto, de su bolso sacó un expediente con el dictamen de los psiquiatras que habían atendido a Natacha tras rescatarla y dijo:
―Léelo antes de levantar infundios sobre mí.
No sé qué fue lo que me enervó más, si su tranquilidad o el hecho que, pasando completamente de mí, se tumbara sobre “mi” cama y abrazando a “mi” muñeca, comenzara a susurrar en su oído que “su” ama había llegado y que por tanto no tenía nada que temer. Indignado cerré el cuarto tras de mí y a pesar de ser solo las once de la mañana, me puse un whisky con el que digerir tanto mi cabreo como las páginas que tenía que leer.
Tal y como me había avisado, el dossier que había puesto en mis manos era el resultado del examen del equipo médico de su ONG, el cual además de los aspectos psicológicos de la rusita incluía todas las pruebas que le había hecho para dictaminar si estaba sana. Pasando por encima los temas de su salud física, me concentré en los de su equilibrio mental y en ellos pude constatar que además de ratificar la opinión de mi amigo respecto a la presencia de “Switches de comportamiento”, incluía una serie de procedimientos y palabras claves que esos traficantes de blancas habían usado con anterioridad en otras víctimas.
Con esa lectura, me enteré porqué ella había tenido éxito mientras yo había fallado, ya que el autor de ese expediente dejó escrito que cuando las pacientes entraban en algún trance o bucle de sufrimiento o de placer se las debía hacer saber que “su dueño” estaba contento con ellas para conseguir su vuelta a la normalidad.
«Si lo sabía, ¿porque se lo calló?» indignado, me pregunté.
Al no hallar respuesta entre esas páginas, preferí dejarlas y sacársela a ella, aunque fuera a golpes. Por ello, volviendo a mi habitación, abrí la puerta. Ni en mis peores pesadillas preví encontrarme a mi secretaria totalmente desnuda acariciando la nuca de la rusa y a ésta, revolcándose en mitad de un orgasmo.
― ¿Se puede saber qué coño haces? ― grité descompuesto sin poder rechazar la tentación de admirar los negros pezones que me traían tan obsesionado.
No mostrando vergüenza ni estupor por sentirse observada, la hija perra continuó provocando el placer de la muchacha al contestar:
―Nuestra muñeca necesitaba sentir los mimos de su ama… así que o bien te quedas y aprendes, o te vas y esperas a que termine.
Lo prudente, sano o, por qué no decirlo, ético hubiese sido el marchar, pero no pude y sentándome frente a ellas, permanecí en el cuarto mientras esa negra tentación incrementaba sus caricias rozando con las yemas el clítoris de Natacha.
―Linda, este botón es el responsable del placer que sentiste con “mi” Lucas― mirándome a la cara, comentó al tiempo que le daba una demostración del resultado que un pellizco provocaba en ella.
La cría pegando un sonoro aullido confirmó que ese pequeño montículo era un resorte que podía y debía usar su amo para premiarla, pero lo que nunca se imaginó la zorra de mi asistente fue que imitándola la joven buscara comprobar si su maestra reaccionaba igual a una caricia suya en el mismo lugar.
―Qué traviesa es nuestra muñeca― sin pudor y permitiendo que continuara al separar las rodillas, Patricia comentó.
La visión de su coño siendo acariciado despertó mi lado perverso y elevando mi voz desde la silla, informé a la que se consideraba mi pupila que le iba a dar otra clase y que siguiera mis órdenes. Como no podía ser de otra forma, Natacha esperó mis indicaciones mientras Patricia me miraba aterrorizada. Viendo su indecisión, cogí mi móvil y comencé a grabar mientras le decía:
―Como te ha dicho tu ama, el clítoris es un detonante de placer que puedes y debes usar para mostrar tu gratitud con “mi negra”. Pero lo que no te ha dicho y por tanto no sabes es que el mejor método de hacerlo reaccionar es usando tu lengua para acariciarlo.
Mi empleada comprendió muy a su pesar que no podía llevarme la contraria porque eso sería contraproducente para la chiquilla y lanzándome una cuchillada con la mirada, añadió:
―Haz lo que te dice, “mi blanco”. Deslízate por mi cuerpo, dándome besos y al llegar a mi sexo, delicadamente descubre mis pliegues antes de intentar lamerlo.
Juro que sus indicaciones rebasaron por mucho las que yo iba a dar y por eso prestando atención, observé cómo Natacha se iba acercando a los impresionantes pechos de la morena dejando a su paso una serie de interminables besos a los que no fue inmune su profesora.
―Lo estás haciendo muy bien, pero sigue― con la respiración entrecortada, pidió al sentir que excediéndose la chavala se había hecho fuerte en los senos mordisqueando las gruesas escarpias que para entonces eran sus pezones.
―No tengas demasiada prisa― interviniendo, añadí: ―Antes de continuar, debes comprobar si a tu dueña le gusta sentir que se los retuerces entre los dedos.
Como en su interior yo era su principal valedor, la joven me obedeció a mí y no a ella. Y con un extraño fulgor en su mirada, llevó sus pálidas manos a las exuberantes ubres de la morena.
―Hazlo― insistí.
Como si fuera algo natural en ella, cogió las excitadas areolas de Patricia y con dos dedos en cada una, comenzó a torturarlas con saña. Supe que estaba imitando a su torturador cuando llevando al límite su resistencia, comentó al oído de la morena que debía exteriorizar a su amo lo que sentía:
―Qué mi Lucas es un pervertido y qué me vengaré― chilló elevando su voz.
Satisfecho, ordené a Natacha que siguiera rumbo a la meta. Increíblemente, observé que la negra entornando los ojos involuntariamente me lo agradecía y sin dejar de grabar lo que estaba ocurriendo, me acerqué y mordí sus labios. Patricia se derrumbó sobre la almohada presa de una excitación que poco tenía de actuación y restregando en su cara lo mucho que le estaba gustando mis clases, volví a mi silla.
―No soy tu zorra― protestó mientras la lengua de la rusa comenzaba a desplegar atenciones entre sus pliegues.
― ¿Entonces quién eres? ― muerto de risa, repliqué.
Sin cortarse ante la cámara, replicó:
―Por ahora tu secretaría, pero pronto seré la mujer de la que estarás enamorado y a la que pedirás que sea tu esposa.
Que confesara sus intenciones tan libremente me dio que pensar y mientras ordenaba a Natacha que pegara un primer lametazo a lo largo del coño de Patricia, comprendí que esa confesión no había sido lanzada por azar y que su intención era demostrar sin rodeos que se sentía tan segura de sí misma que no iba a necesitar aludir a un supuesto acoso para conseguir sus deseos.
―Mete la lengua en el interior de tu ama y fóllatela, como algún día yo haré contigo, pero jamás con ella― exigí a la chavala.
El aullido indignado de mi empleada al escuchar mi negativa a acostarme con ella, coincidió en el tiempo con su placer y mientras la rusita se lanzaba a devorar el sexo de su dueña, ya sin recato alguno está gritó:
―Lo quieras o no, eres tú el que me está follando a través de nuestra muñeca.
Con ira comprendí que esa zorra tenía razón y que Natacha solo había sido un instrumento con el que intenté saciar mis ganas de poseerla, por eso abandonando la habitación, cogí las llaves del coche y salí a recorrer sin rumbo las calles de Madrid…
Llevaba dando vueltas más de una hora sin que las musas se apiadaran de mí mostrándome cómo debía afrontar la fijación que el cerebrito que había cometido el error de contratar sentía por mí, cuando escuché el sonido de un mensaje en mi teléfono. Aprovechando un semáforo lo abrí al comprobar que era de la morena.
―Lucas. He conseguido calmar a Natacha, ya que se quedó muy trastornada por la forma en que nos dejó. Ahora está contenta y feliz esperando la vuelta de su dueño. Por favor, no tardes mucho.
Al leerlo comprendí que en adelante debía tener más cuidado y no jugar con la fragilidad mental de esa chiquilla. Por eso, educadamente, le di las gracias por la advertencia.
Demostrando nuevamente lo puta que era, aprovechó mi mensaje para escribir otro pidiendo que le mandara una copia de lo que había grabado para que le hiciera compañía por las noches.
―Que lo disfrutes― sin visualizar su contenido, fuera de las casillas, respondí adjuntando lo que me pedía.
―Lo haré con mis deditos soñando que son los tuyos― tuvo los santos ovarios de contestar.
Contra todo pronóstico, me encantó sumergirme en ese juego y replicando al instante, pedí que se gravara haciéndolo y que me lo mandara.
―Dame un par de horas y lo tendrás― añadiendo tres besos al mensaje y un corazón contestó.
Con una extraña, pero reveladora, sonrisa en mi rostro, volví a casa a reunirme con “nuestra” muñeca…
Natacha me recibió feliz y exteriorizando su alegría, me informó que al día siguiente antes de irme al trabajo tenía que llevarla al Centro de Educación de Personas Adultas del Distrito Centro, donde Patricia había concertado una cita con su directora.
―Sabía que mi amo quería a su muñeca, pero no que iba a permitir que estudiara― afirmó mientras me abrazaba.
La ilusión que mostraba no me permitió explicar que no había sido mi idea sino la de esa manipuladora de rasgos africanos, pero mentalidad de una agente soviética del KGB y por eso, únicamente pregunté si le había dado tiempo de hacerme de comer.
―Me duele que lo pregunte – contestó y mostrándome el camino hacia el comedor, se fue a traer lo que había preparado.
Al entrar y ver sobre la mesa dos platos, sospeché que iba a recibir la visita de Patricia, lo que extrañamente no me enfado. Sentándome en la silla, me sorprendió que fuese ella misma la que ocupara el sitio libre:
―Su novia me informó que a partir de hoy debía de comer junto a usted― anticipándose a la pregunta, comentó.
Asumiendo que era parte del proceso de adaptación de la chavala a su nueva vida, no vi inconveniente alguno y llené con vino tanto mi copa como la suya.
― ¿Me está dando permiso de beber? ― quiso saber al ver lo que había hecho.
―Una sola, nada más. Se te puede subir al no estar habituada― respondí reparando en que como otras tantas cosas iba a ser su primera vez.
Ver la timidez con la que daba un sorbo al vino, me hizo sonreír y aprovechando ese momento de placidez, conversé con ella acerca de lo que le gustaría estudiar una vez se hubiese sacado el graduado escolar.
―Si usted me lo permite, querría estudiar arte.
A cualquier otra persona hubiese contestado que no necesitaba mi permiso, pero en su caso y conociendo el maltrato al que la había sometido, únicamente pregunté por las razones que le habían llevado a elegir esa opción.
―En casa de mi antiguo amo, había muchos cuadros y cuando me quedaba sola durante días enteros, mi única compañía fueron un cuaderno de dibujo y un maletín con pinturas de todos colores que me regaló como premio.
― ¿Te apetece que vayamos al Prado? ― comenté.
Colorada hasta decir basta, la preciosa eslava me reconoció que no sabía qué era ese lugar. Sin dar importancia a su ignorancia, le expliqué que era uno de los museos más importantes de pintura y que allí podría ver las obras de grandes genios.
―Por favor, ¡necesito que me lleve! ― exclamó dando saltos de alegría sin moverse del asiento.
Enternecido, la azucé a comer, prometiendo que nada más terminar la llevaría. La forma en que se atascó dándose prisa me hizo imitarla y en menos de diez minutos, habíamos acabado incluso con el café. Como anécdota he de contar, que eran tantas sus ganas de salir que no cayó en que seguía desnuda.
―Muñeca, deberías vestirte antes.
Ruborizada comprendió y dejándome solo, se fue a cambiar. Al volver, venía vestida con un vaquero, un top y subida en unos andamios. Mirándola, no solo parecía sacada de un desfile de moda, sino que me llevaba cinco centímetros. Y no queriendo demostrar que no me gustaba sentirme bajo a su lado, usé como excusa para que se quitara esos tacones que no eran apropiados para caminar:
―Vamos a estar dos horas andando por museo. Ponte mejor unas zapatillas cómodas― finalmente, la aconsejé.
Accediendo a regañadientes, me hizo caso y tras cambiarse, salió de mi brazo rumbo al Prado. Como su alegría era contagiosa, aproveché el camino para explicarla que no solo veríamos escenas felices, sino también otras duras.
―Nada comparables a lo que he sufrido cuando no le conocía― contestó al oír esa advertencia.
Reconozco sin rubor, que me estremecí al imaginar lo que había padecido y acariciando su mejilla, repliqué a esa criatura que eso era un pasado que nunca volvería a su vida.
―Lo sé, su Patricia fue lo primero que dijo al hablar conmigo.
Aunque Natacha hubiese llegado a mi casa de su mano, me molestó su obstinación en recordarme a su salvadora y con ganas de incordiar más que otra cosa, escribí a ésta un mensaje exigiéndola que cumpliera la promesa de mandarme un video.
“¿Tanto desea mi jefe y futuro enamorado verme disfrutando?”, inmediatamente, contestó.
Como siempre, esa zorra consiguió sacarme de las casillas y midiendo que era mi empleada y que ese mensaje podía ser usado en un juicio, tecleé en mi teléfono:
“Cuando alguien se compromete en algo, debe cumplirlo”.
No habían pasado más que unos segundos cuando puede leer su respuesta:
“¡Me encanta saber lo ansioso que estás! Pero todavía tardaré media hora. Firmado: tu secretaria y futura esposa”.
Me abstuve de contestar y como estábamos llegando, di por inevitable ese retraso mientras buscaba un sitio donde aparcar. El destino quiso que un jaguar del tamaño de mi bmw estuviese saliendo a una manzana del museo y, por tanto, metí el coche en el lugar que dejó libre. Lo que no sabía es que los escasos cien metros que nos separaban de la pinacoteca iban a poner a prueba mi temperamento y sobre todo mi paciencia ya que, al ir caminando por la acera con Natacha del brazo, un grupo de jóvenes no tuvieron empacho alguno en piropearla:
―Tía buena, ¿qué coño haces con ese viejo? ¡Si quieres diversión, ven con nosotros!
Confieso que estaba a punto de soltar un bufido, cuando la eslava se me adelantó:
―Mi novio es un hombre y no un niñato como otros.
La forma en que se había referido a mí, me dejó acojonado y le susurré al oído que no era su pareja. Luciendo una sonrisa de oreja a oreja, me contestó.
―Yo lo sé, pero ellos no.… y además su Patricia me explicó que nunca debía de decir a nadie que usted era mi dueño.
Admitiendo que tenía razón, no por ello dejó de molestarme que hubiera sido esa zorra la que se lo aconsejara, previendo el problema y cagándome en los muertos de la morena, llegamos a la taquilla. Mientras pagaba, me volvió a aterrorizar que, dado que el manipulador que la había educado le había regalado un kit de dibujo, pudiéramos toparnos con alguno de sus detonantes de comportamiento en el museo. Adelanto que no fue así y la tarde resultó más que agradable, sublime. Fue una delicia comprobar cómo se rio viendo “Los borrachos de Velázquez”, cómo lloró con “los fusilamientos de Goya” o cómo se emocionó con “El descendimiento de la Cruz de Van Der Weyden”. Al ser nuestra primera visita y mis miedos seguían ahí, evité pasar por las salas donde se exhibían las obras que consideraba más peligrosas. Así, en esa ocasión, no le mostré ni la época negra del pintor zaragozano y menos a “Saturno devorando a su hijo”, no fuera a ser que el malnacido hubiera programado una de esas espitas en esas pinturas.
Esa autocensura casi me hace cometer un pecado capital y ya había dejado atrás “El jardín de las delicias del Bosco”, otra de las obras problemáticas, cuando recordé que muy cerca se exhibía uno de los cuadros que más me habían impactado cuando era un crío. Por eso rehaciendo el camino, la planté frente a un retrato de cincuenta y dos centímetros de alto por cuarenta y uno de ancho:
―Muñeca, este pequeño cuadro es para mí una de las obras cumbres de la pintura.
― ¡Es precioso! ― exclamó embelesada y como si hubiese sido hipnotizada, se quedó observando en silencio el virtuosismo con el que Durero pintó su famoso autorretrato.
Justo en ese momento, me entró un mensaje de Patricia y al leer el texto dudé si ver el video:
“Algún día y con este vestido, te haré un striptease”.
Mientras decidía si darle al play o esperar a casa, de reojo observé que Natacha no parecía tener prisa y que todavía se iba a quedar un rato al ver su fascinación la maestría con la que dejó patente su melena de pelo rubio el alemán. Quizás por eso, me atreví a dar inicio lo que había grabado y agradezco haber bajado al mínimo el volumen porque, tras un plano en negro donde solo se oía la marcha nupcial de Mendelssohn, apareció esa impertinente e imprevisible negra vestida de blanco. Sintiéndome burlado, paré el video y preferí terminarlo de ver ya en privado, pero antes de guardar el móvil le mandé un mensaje no muy escueto, pero sí directo:
“Si no quieres que a ese traje se lo coman las polillas sin haber sido usado, búscate a otro”.
Después de lo cual, olvidándome de esa cabrona de exuberantes tetas, me centré en la muchacha que tenía bajo mi cuidado y durante casi dos horas más, la fui guiando de cuadro a cuadro explicándole lo que sabía y lo que no buscándolo en internet.
―Gracias, don Lucas. Ha sido el mejor día de mi vida― me soltó al salir.
De camino al coche, recordé sus palabras acerca de la compañía que le hacían unos pinceles y girando ciento ochenta grados, cruzamos Neptuno con la idea de entrar en una de las tiendas para turistas donde según mi memoria a parte de suvenires del museo vendían todo tipo de material de pintura.
―Mira, ¡hay un libro del Prado! ¡Todo lo acabamos de ver! ― gritó mientras entusiasmada se ponía a ojearlo.
Viendo que la calidad del mismo era escasa, la dejé viendo mientras al empleado le pedía uno de mucha mejor edición. Enseguida me entendió, y cogiendo uno enorme de un estante me lo dio. Al comprobar que era una impresión de lujo y que recorría cronológicamente la colección permanente de la pinacoteca, le pedí que me lo apartara porque pensaba comprarle más cosas. Oliéndose la clase de cliente que era al haberme gastado de primeras cien pavos, preguntó que más quería:
―Yo nada. La niña, todo lo que le pida.
Y cerrándole el pésimo facsímil en sus narices, comenté a Natacha que, ya que quería estudiar arte, deseaba regalarle los instrumentos básicos de pintura y que le fuera pidiendo al hombre lo que viera que necesitaba.
―Le amo, mi señor― chilló buscando mis labios.
Con cariño, no solo la rechacé, sino que le recordé que no debía llamarme así en presencia de la gente.
―Te amo, amor mío― con una picardía que nunca esperé de ella, replicó.
Ese día fui un pésimo amo, ya que en vez de enfadarme me reí. Lo que no me hizo tanta gracia fue verla acumular lápices, acrílicos y hasta oleos mientras el vendedor sonreía. Confieso que era tanta su emoción que no dije nada y solo discutí con ella cuando quiso comprar un lienzo de más de dos metros de ancho.
―Don Lucas, para el cuadro que tengo en mente, necesito que sea grande.
Tras unos dimes y diretes en los que esa criatura sacó a relucir un par de lágrimas, pactamos que fuera de “uno por uno y medio” el que finalmente nos llevamos. Cuando pagué la cuenta, realmente comprendí el verdadero significado de “sales más caro que un hijo tonto” al ver el agujero que la damisela había dejado en mi cuenta corriente. Pero he de confesar que no me importó al considerarlo parte de su recuperación anímica y por eso, subiendo todo al coche partimos de vuelta a casa.
Al llegar, Natacha intentó tomar al asalto mi despacho haciéndolo su taller, pero me negué de plano y dado que su cuarto apenas lo usaba porque dormía conmigo, fue ahí donde finalmente colocó todos los bártulos que habíamos comprado. Una vez puesto el lienzo sobre el caballete, cogió el libro del Prado y olvidándose de mí, se puso a buscar un cuadro que copiar. Como ese interés en ella era nuevo, la dejé sola y me fui a mi habitación donde recordé que no había visualizado todavía el video de Patricia.
Al ser la televisión una de esas inteligentes, las que la gente pervirtiendo nuestro idioma llama “Smart”, decidí ponerme cómodo y ver su contenido en su pantalla.
Ya sin la cortapisa de público, la música de Mendelssohn sonó a todo volumen en los altavoces. Estaba decidido a no dejar que esa zorra se saliera con la suya excitándome y por eso cuando la vi aparecer de novia, me puse a observar con espíritu crítico su vestido.
«Cómo engorde cien gramos antes de casarse, no le va a cerrar», pensé para mí fijándome en lo ajustado que le quedaba.
Parando la imagen, todavía tranquilo, comencé a estudiarla a conciencia. Con su metro ochenta y al igual que Natacha esa tarde, se había puesto unos tacones de más de diez centímetros y eso muy a mi pesar estilizaba su figura, haciendo resaltar tanto su trasero como sus pechos.
«Hay que reconocer que está estupenda», sentencié dando nuevamente al play mientras pensaba en lo que diría Joaquín si algún día se enterara de la forma en que su hermanita acosaba su “admirado” jefe e imaginando su cabreo, seguí disfrutando del video.
Es más, anticipado lo que iba a contemplar, me pregunté si mi secretaria habría sido tan mema de auto inculparse nombrándome. No tardé en comprobar que fue así cuando mirando a la cámara en plan putón susurró:
― ¿Le parezco suficientemente guapa a mi jefe? ¿O sigue pensando que Altagracia lo es más?
Que comenzara haciendo mención a la puta que contraté por ser su clon, me descolocó y contra todo pronóstico me puse a fantasear con que fuera una escena lésbica lo que esa zorra había grabado. Y por eso ya estaba hipnotizado cuando en la televisión comenzó a bailar riendo.
― Me encantó descubrir que mi Lucas, ese hombre atento y educado sentía predilección por las negras como yo― la escuché decir mientras comenzaba a desabotonar lentamente su vestido.
Cuando ya creía que lo iba a dejar caer hizo todo lo contrario, levantándose la falda exhibió sus pantorrillas para a continuación mostrar los muslos que tan obsesionado me tenían.
―Soy preciosa y lo sabes.
Para entonces y aunque no quisiera reconocerlo, deseaba que se diera prisa, que dejara los jueguecitos y se terminara de desnudar. Pero no tardé en darme cuenta que no iba a ser así y que esa loca iba a aprovechar para poner las cartas sobre la mesa.
―Desde que defendiste a mi hermano siendo hetero, me interesé por ti y poco a poco, lo que descubrí, me hizo comprender que debías ser mío― comentó mientras se sentaba y con estudiada parsimonia, se iba quitando las medias.
Las uñas rojas de sus pies me resultaron extremadamente estimulantes y sin querer me vi hundiendo la lengua entre sus dedos.
―El comportamiento con tu esposa al divorciaros y que no convirtieras la separación en una guerra, confirmaron que habías nacido para ser “mi” Lucas y que debía conquistarte.
Excitado y cabreado al mismo tiempo, tuve que hacer un esfuerzo para no parar la reproducción, llamarla y decirle hasta de lo que se iba a morir, pero asumiendo que en ese video mi “secretaria” estaba cavando su tumba decidí seguir viéndolo cuando levantándose finalmente dejó caer su vestido. El contraste de su piel negra contra el encaje blanco de su ropa interior me dejó sin habla al sentir entre mis piernas que el traidor se endurecía.
―No te imaginas lo feliz que me hizo que me contrataras y que al verme sentada en la silla de Merche tu mirada recorriera este trasero― comentó girándose haciendo que me deleitara con sus negras nalgas.
Todavía de espaldas, deslizó los tirantes del sujetador diciendo:
―Supe desde ese momento que no tardarías en babear por mí y que, con un pequeño empujón de mi parte, me harías tu diosa.
Entonces se giró hacia la cámara y acercando la cara mientras sonreía, lanzó una amenaza u oferta que consideré desde todo punto fuera de lugar:
―No tardarás en pedir probar las caricias de tu negra. Pero para que acepte y te las dé, habrás de pedirme antes que me case contigo.
Que esa hija del diablo se vanagloriara en mi cara de la atracción que sentía por ella, me terminó de indignar. Por segunda vez en unas horas, dejé de visualizar el contenido del mensaje, y decidí que, si esa morena tenía ganas de guerra, guerra tendría. Con ese video en las manos como prueba, el acosador iba convertirse en acosador y su víctima en victimario:
―Atente a las consecuencias, ¡mi diosa! ― rugí muerto de risa, apagando la televisión.
Esa noche tuve que pedir que de un restaurante nos trajeran de cenar porque Natacha estaba tan centrada en la pintura que se olvidó de sus obligaciones como criada y ni siquiera se dio cuenta de la hora, hasta que sonó el timbre y descubrió del otro lado de la puerta al motorista trayendo unas pizzas. Su vergüenza fue máxima al verme pagándolas y asustada por lo que pudiese pensar de ella, me rogó que la perdonara.
―No sentí que había pasado tanto tiempo, lo siento y comprendo que deba castigarme― balbuceó completamente sofocada.
―Tienes razón… ¡te mereces un buen correctivo! ― con tono duro y hasta siniestro, repliqué: ―Eres una desvergonzada, una insolente a la que tengo que educar… por eso, inmediatamente, ven a que te enderece.
Dejando las cajas sobre la mesa, se acercó a recibir una dolorosa reprimenda, pero lo que se encontró fue con que su amo comenzó a hacerle cosquillas mientras le decía que fuese la última vez que se atreviera a pedir un castigo cuando no se lo mereciera.
―No le he hecho de cenar― intentando no reír, respondió.
Hurgando con mis yemas en sus axilas, en sus costados, seguí haciéndola sufrir mientras se intentaba liberar.
―Te reprenderé severamente hasta el punto de mandarte exiliada a dormir a tu cuarto.
Viendo que era broma, simulando un dolor que no sentía, comenzó a gritar: ―No, por favor, dormir sola ¡no! ― cuando de repente algo se rompió en su interior y las risas se transformaron en llanto, la confianza en desesperación y la alegría en tristeza: ―No, por favor, no me eche de su lado.
Percatándome que no fingía, que realmente su desolación era real, no me quedó otra que cogerla en brazos y susurrar en su oído, que no se angustiara, que estuviera tranquila porque esa noche dormiría conmigo. Levantando su mirada, la vi sonreír:
―Ya que dormiré con mi amo, ¿finalmente me va a enseñar a follar?
― ¡Serás zorra! ¡Estabas actuando! ― exclamé muerto de risa al reconocer que esa nena me había tomado el pelo y poniéndola sobre mis rodillas, alterné azotes y cosquillas.
Con el culo rojo y agotada de reír, la tomé en brazos y llevándola a la ducha, la metí vestida en agua helada. Sus gritos indignados me sonaron a una sinfonía de Beethoven y prohibiéndola cerrar el grifo, me quedé disfrutando de cómo el frio amorataba sus labios y sus pezones. Cuando ya eran de color azul oscuro, le pedí que se acercara. Al hacerlo, mordí una de sus areolas. Su grito de sorpresa con el cambio de temperatura, me hizo reír y abriendo el agua caliente dejé que se templara.
―La próxima vez que me faltes al respeto, te meteré en hielo durante una hora.
Dejando que se secara sola, me fui a calentar las pizzas. Como diez minutos después, Natacha apareció por la cocina supuestamente arrepentida y pidiendo perdón, pero quizás su tono o puede ser que el brillo de su mirada algo en ella me hizo sospechar que mentía y que a la mínima oportunidad que tuviera iba a revelar nuevamente lo travieso de su carácter. Sus travesuras lejos de molestar, me gustaban y solo la posibilidad de que al descarriarse de lo marcado en su subconsciente pudiese afectarla a posteriori, me hizo reaccionar y mostrarme duro con ella.
―Hoy creo que me he portado maravillosamente contigo y te he concedido todos los caprichos que me has pedido. No hagas que me arrepienta y me obligues a darte una paliza y a quemar todos los útiles de pintura que te compré.
Más que la violencia lo que realmente hizo que se arrepintiera fue la posibilidad de perder los oleos, los pinceles y los lienzos. Para la rusita, era un tema vital y echándose a llorar, juró que no volvería a tentar al destino desobedeciéndome.
―Te creo, muñeca. Ahora cena y luego, me tienes que mostrar lo bien que pintas.
Que, sin haberlo visto, pensara que chavala poseía talento la agradó y olvidando las lágrimas que derramó segundos antes, luciendo una sonrisa, comenzó a comer el triángulo que le había puesto en el plato.
―Me da vergüenza y miedo defraudarle― comentó mientras se servía una segunda ración.
Lo bien que se le daban todas las cosas que se proponía como podía ser desde los idiomas, al hablar un español casi sin acento o la cocina, donde era toda una chef, me hizo asumir que en dibujo también destacaría. Pero jamás me esperé descubrir que la veinteañera que vivía en mi casa era capaz de en apenas un par de hora llevar tan adelantado su primer cuadro.
― ¿Le gusta? ― me interrogó preocupada al ver que tomaba asiento frente al lienzo.
― ¿Seguro que nunca te dieron clases? ― alucinado quise saber viendo que se había atrevido a copiar la maja desnuda de Goya.
―Solo lo que leí en los libros― contestó al no entender la expresión de mi cara.
Si de por sí, la maestría con la que había plasmado tanto los colores como la atmosfera del genio era algo de admirar, la impresionante fidelidad con la que en vez de reproducir a la que supuestamente era la duquesa de alba, había trasladado en pinceladas el rostro, pechos y cuerpo de mi secretaria era algo solo al alcance de unos pocos.
«¡Por dios! ¡Aunque todavía solo la ha perfilado, se ve que es ella!», exclamé para mí mientras esa criatura esperaba mi valoración nerviosa.
Admitiendo que me hallaba ante un portento autodidacta y que en cuanto Natacha recibiera unas lecciones el valor de sus obras subirían como la espuma, riendo le pregunté si podría hacerme el favor de agregar un par de elementos a la pintura.
―Me encanta lo que has pintado, pero sería divertido que a Patricia le añadieras unos cuernos en la frente y una cola de demonio en su trasero.
No cayendo en que la negra no estaría muy contenta al verse retratada como una sensual diablesa, me prometió que así lo haría y llena de felicidad, quiso saber si podía quedarse pintando hasta las doce.
―Te espero en la cama, muñeca…
Tras ver dos películas y que la joven no hubiese venido a mi encuentro, me empecé a preocupar. Al llegar a su cuarto, ahora convertido en taller, la encontré casi al borde de un ataque de nervios.
― ¿Se puede saber qué te ocurre? ― pregunté.
De reojo y sin retirar la mirada del lienzo, respondió:
―No consigo dibujar la dulzura de su rostro cuando le mira pidiendo sus caricias.
Escuchándola, se me ocurrió una maldad. Aprovechando que el decorador había instalado un espejo de cuerpo entero en mi habitación, la llevé allí y poniendo la silla en frente, la senté en mis rodillas diciendo:
―Lo que llamas dulzura, es excitación.
La rusita estaba tratando de asimilar lo que le había dicho cuando de pronto notó mis dedos acariciándola.
―Mírate al espejo― la aconseje mientras comenzaba a rozar sus pechos con las yemas.
El escalofrío de la joven al experimentar esa caricia me azuzó a continuar y acercando la boca, lamí su cuello. Su gemido me informó de que mis maniobras estaban teniendo el efecto que buscaba y mientras Natacha seguía en el cristal lo que le estaba haciendo, deslicé sus bragas sacándoselas por los pies.
―Don Lucas― la oí suspirar.
―Graba tu cara en la memoria― susurré sonriendo.
Liberando mi hombría, dejé que fuera ella quien la colocara entre sus pliegues y recordándola que todavía no estaba lista para recibirla en su interior, incrementé mi acoso restregándola contra su vulva. Con su calentura floreciendo a pasos agigantados, mordisqueé su hombro mientras una de mis falanges se apoderaba de su botón.
―Mira la dulzura de mi muñeca en el espejo― comenté al sentir que la chavala se ponía sin disimulo a frotarse ya sin mi ayuda.
La humedad que para entonces desbordaba su interior facilitó el roce y fluyendo entre sus labios, usó mi pene para estimular su sexo mientras notaba mis manos recorriendo hasta el último rincón de su cuerpo.
―Fíjate en el brillo de tus ojos, mi pequeña putita― insistí previendo lo poco que le faltaba para ser presa del placer.
Dando el empujón que la cría necesitaba, con dos yemas me apoderé de su clítoris. El berrido que brotó de su garganta ratificó que la rubia estaba a punto de caramelo y decidido a que recordara la expresión de su rostro al correrse, la ordené que no retirara los ojos del espejo. Tal y como había anticipado, Natacha comenzó a temblar mientras notaba que el gozo la iba dominando y dando la puntilla, hundí mis dientes en su espalda. Ese mordisco provocó que la chavala perdiera cualquier resto de vergüenza y dando un gritó se corrió mientras me pedía que la hiciera mía.
―Ya eres mía― murmuré intentando rechazar las ganas que tenía de desflorarla.
La rusita se rio al escuchármelo decir y mientras disfrutaba de un tierno, pero rotundo orgasmo me rogó que la llevara a la cama. Su alegría al saber que el hombre bajo cuyo brazo había encontrado cobijo la consideraba suya, me dejó pensando y siguiéndola por la habitación, me preguntó cuándo iba a enseñarle a hacer el amor. Que ya no usara el término follar, me alertó de que tenía que andar con pies de plomo sino deseaba que su entrega incluyera unas emociones ajenas a su naturaleza sumisa. Al llegar a las sábanas, ese temor se incrementó cuando abrazándome, susurró que me amaba. Haciendo un rápido examen de conciencia, comprendí que esa niña me había conquistado y que compartía sus mismos sentimientos.
―Yo también te quiero, muñeca. Ahora duerme.
Poniendo su cara sobre mi pecho, cerró los ojos y suspiró:
―Soñaré con usted y con Patricia…