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Relato erótico: “Seducido por la niñera de mis hijos, una ex monja 1” (POR GOLFO)

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Tengo que reconocer que desde que murió mi esposa y aunque me había ocupado de mis dos hijos, también había llevado una vida bastante desordenada.  Durante la semana, los chavales vivían conmigo pero en cuanto llegaba el fin de semana los dejaba en casa de mis padres y me dedicaba a salir de juerga con mis amigotes.  Nunca había sido un adonis y con mis cuarenta y cinco años tampoco tenía el cuerpo de un tío de veinte, pero aun así era raro el sábado en el que una mujer no despertaba en mi cama.
Recuperando el tiempo perdido, me había lanzado a la desesperada a vivir la noche.  Visitaba los locales donde se congregaban las separadas y divorciadas de mi edad a encontrar compañía que me hiciera olvidar lo solo que estaba. Si en un principio me resultó difícil ligar, poco a poco, fui mejorando y al final con solo verla, sabía que historia necesitaba una mujer escuchar para poder llevarla a mi alcoba.
Mi desmadre llegó a tal punto que incluso recibí una sonora reprimenda de mi padre. El viejo me citó en su casa y después de decirme que comprendía que buscara una compañera con la que compartir mi futuro, me soltó una bronca por que ese no era el modo:
-Así no vas a encontrar una esposa, las tipas con las que te acuestas lo único que buscan es un revolcón.
Sus duras palabras, me indignaron y pegando un portazo, salí de su casa.
Mi madre en cambio, fue más sutil y un buen día, me llamó para hablar. Al igual que su marido estaba preocupada por mi “desubicación” y tocándome la fibra sensible me habló de mis hijos:
-Adela y Manuel necesitan una madre y viendo que tú eres incapaz de encontrarla, he decidido ayudarte y que al menos tengan una figura femenina decente en sus vidas y no las pelanduscas como con las que te diviertes.
Descojonado e incrédulo por igual, le pregunté:
-¿Me has buscado una esposa?
-Tú eres tonto- respondió- ¡Estoy hablando de una niñera!
Parcialmente aliviado, dejé que me explicara que tenía una candidata. Por lo visto le habían hablado de una monja que acababa de colgar sus hábitos y que andaba buscando un trabajo:
-Es perfecta. Mientras tú te dedicas a golfear, ella les dará los principios morales que los niños necesitan. Es una chica joven y sana, que creé en la familia y no como esas desvergonzadas con las que sales.
La idea me jodió desde un principio pero no pude negarme cuando mi querida vieja me informó que no volvería a recoger nunca más a los críos a la salida del colegio.
-Mamá, ¡No puedes hacer eso! ¡Son tus nietos!
La muy ladina con una sonrisa en sus labios, contestó:
-Teresa estará encantada haciéndolo…
Me trae a esa mojigata a casa.
Tal y como me había amenazado, mi vieja me trajo al día siguiente a esa mujer. En cuanto la vi entrar con sus ropas holgadas y su tono monjil, me di cuenta que era una mujer muy guapa. Sin rastros de maquillaje, su cara era bellamente dulce. Lo único que me preocupó fue su juventud porque al fijarme en ella, solo pude pensar que podría perfectamente ser mi hija.
“No me jodas”,  mascullé entre dientes, “ya tengo bastante con dos para tenerme que ocupar de una tercera”.
Llevando a mi madre a otra habitación, me quejé de su edad:
-Esa niña es incapaz de educar a mis hijos. Debería seguir en el colegio en vez de estar trabajando.
-Te equivocas- respondió- aunque no lo parezca, Teresa es licenciada en Pedagogía y es perfectamente válida para cumplir su labor. Es mayor de lo que parece…
Interrumpiéndola, pregunté:
-¿Cuántos? Veintidós, ¿veinticuatro?
Soltando una carcajada, contestó que nuevamente me había pasado de listo y que la ex monja acababa de cumplir los treinta.
-No lo parece- reconocí todavía no creyendo sus palabras.
La confirmación de mi error vino de la propia boca de la aludida. Sin que me hubiese enterado,  Teresa había llegado a la habitación llevando de la mano a mi hija. Desde la mitad del salón, me informó:
-Su madre tiene razón, nací en el ochenta y cuatro.
Aunque eso me dejó sin armas, lo que verdaderamente me convenció fue ver a mi chavala con ella.  Más que me pese, Adela es una cría huraña con los extraños. Le resulta difícil entrar en confianza y sabiendo sus pocas dotes sociales, que esa mujer se la hubiera ganado en cuestión de minutos, era una muestra clara de su capacidad.
No teniendo más que decir, le pregunté cuando empezaba. La mujer, sonriendo dulcemente, contestó:
-Había creído que podía empezar hoy. Me he traído toda mi ropa.
La ternura que manaba de su voz, me dejó alelado y ya completamente convencido, le di la bienvenida llevándola hasta la que iba a ser su habitación. La antigua religiosa al entrar, empezó a protestar diciendo que no podía quedarse allí. Creyendo que no le gustaba, me comprometí en pintarla y arreglarla a su gusto pero entonces la muchacha contestó:
-No me ha entendido. Es demasiado. ¿No tiene una habitación más pequeña?
 Me quedé de piedra al escucharla. Me parecía inconcebible que alguien prefiriera un sitio menor. Menos mal que mi vieja intervino y negándose de plano a que la niñera de sus nietos durmiera en el área de servicio.
-Tienes que estar cerca de los bebés.
Sus razones anularon las reticencias de Teresa y dando las gracias, se fue al piso de abajo por su equipaje.  En su ausencia, mi madre susurró en voz baja:
-Lo ves, es perfecta.
No pude contradecirla. Realmente estaba impresionado. Con solo recordar como mi hija huía cuando le presentaban a alguien nuevo, tuve que reconocer su valía. La tal Teresa no solo era podía resultarme útil para la educación de mis críos sino que y en contra de lo que había previsto, no era una amargada con la vida. Donde me había imaginado una solterona de gesto adusto, me encontré una joven dulce y cariñosa.
Por eso, a partir de ese día, Teresa empezó a vivir con nosotros….
Mi vida con Teresa.
La presencia de esa mujer fue cambiando mi vida sin casi darme cuenta. Al comienzo fueron cambios tan sutiles que me pasaron inadvertidos. Desde la muerte de mi esposa, el mero hecho de despertar a los niños resultaba una pelea diaria que provocaba que antes de salir de casa, ya estuviera cabreado.  Con Teresa, eso cambió. No solo se ocupaba ella de sacar de la cama a mis hijos sino que usando artes de magia, conseguía que los enanos se levantaran rápidamente y de buen humor.
Otro ejemplo aún más revelador, fueron las notas de los chavales. Aunque estaban en los primeros cursos de primaria, desde que me quedé viudo, no sobresalían en la escuela por buenos sino por todo lo contrario pero desde que esa monjita se ocupó de acompañarles en sus tareas, cambiaron por completo y empezaron a sacar excelentes calificaciones.
Como un virus, su influencia se fue extendiendo por mi casa sin que hiciera nada por evitarlo. Una noche cuando estábamos en la mesa, mi hijo me preguntó si podía bendecir la mesa. La pregunta del enano me hizo reír y como yo mismo fui educado así, le pedí que lo hiciera él mismo. Con siete años y sin que yo se lo hubiese enseñado, el pequeñajo bendijo la cena diciendo:
-Jesusito cuida de nuestra familia, de papá, de Adela, de Teresa y de mí, para que siempre nos queramos como ahora.
Esa fue la primera vez que oí que incluían a  esa mujer dentro de su universo cerrado pero no la última. A partir de entonces, cualquier plan que se nos ocurriera tenía ella que venir o de lo contrario no les apetecía. Si les preguntaba si querían ir al zoo, los dos pigmeos salían corriendo a buscar a Teresa para contarla que al día siguiente iríamos los cuatro a ese lugar. Si un día les llevaba a cenar a un burguer, rápidamente preguntaban a esa mujer si le gustaba ese tipo de comida. 
En menos de dos meses, esa recién llegada se hizo un lugar en sus corazones y cuando quise reaccionar tenía perdida la batalla. Sin misericordia, fui reemplazado por ella. Si antes corrían a darme un beso por las mañanas, ahora era a Teresa a la que colmaban de caricias. Si anteriormente cuando tenían un problema buscaban mi consejo, desde que esa dulzura llegó a nuestro hogar, ella era quien les resolvía sus dudas.  Daba igual lo que pasara. Si se les estropeaba la consola, acudían a ella. Si necesitaban ayuda para recoger un balón, llamaban a Teresa.
Reconozco que me dejé llevar por la comodidad que eso representaba. Con mis hijos a buen recaudo, me dediqué a mi negocio y a mis juergas. Si ya de por sí las cosas me iban bien en la empresa, al poder dedicarle más tiempo mejoraron y al tener las espaldas bien cubiertas, eso me permitió dedicar más dinero a mis conquistas.
Llevaba casi seis meses con nosotros cuando llegó el verano y teniendo que elegir un lugar donde pasarlo, se me ocurrió preguntar a esa muchacha cuando iba ella a querer que le diera las vacaciones.  Su respuesta me dejó anonadado. Os juro que me quedé de piedra cuando esa criatura, me contestó:
-Había pensado llevarme a los niños a casa de mis padres. Madrid es muy seco y caluroso, les vendría bien el clima de Asturias.
En vez de negarme de plano, su tono tierno y su preocupación por mis retoños, me desarmó y por eso solo pude preguntar donde vivían sus viejos.
-En Barres, un pequeño pueblo cerca de la ría de Ribadeo- contestó y antes de que me diera tiempo a buscar una excusa, prosiguió:  -He hablado con ellos y están encantados de recibirnos a los cuatro en su casa.
Mientras trataba de analizar ese “los cuatro”, llegó Adela y preguntó de qué hablábamos. Al contestarle Teresa que me acababa de decir que podíamos pasar el verano en Barres, mi cría con los ojos como platos, respondió:
-¿Es ahí donde aprendiste a ordeñar una vaca y donde hay esos bosques  que nos has contado?
-Sí- respondió con una sonrisa sin mirarme a la cara.
Mi hija dando saltos de alegría, me rogó que fuéramos hasta esa aldea perdida de la faz dela tierra y por eso, aunque sabía que poca diversión encontraría allí, acepté la invitación. No había terminado de dar mi brazo a torcer cuando ya me había arrepentido al escuchar que esa cría del demonio me lo agradecía diciendo:
– Manuel, ¡No sabes la ilusión que me hace que mis padres conozcan a mis niños!
Oír esas palabras junto con ese “los cuatro” me hizo sentir como un preso en el patíbulo. Lo quisiera o no, esa muchacha había tomado posesión de mi feudo  y sintiéndose parte  de nosotros, hacía y deshacía a su antojo.
“¿De qué va esta cría?”, maldije entre dientes, “es la niñera de mis hijos y se comporta como mi novia.
A raíz de esa noche, todo fue a peor. Teresa se había dado cuenta que me tenía agarrado de los huevos y eso le dio los arrestos suficientes para dar otro paso más en mi reeducación.  Lo creáis o no, eso sí, utilizando una sutil y manipuladora estrategia se puso a cortarme las alas y a recortar mis salidas. Os preguntareis cómo; la muy ladina  usó a mis hijos de un modo tan refinado y perspicaz  que no lo advertí.
Una clara muestra de su nueva táctica ocurrió a los dos días mientras me preparaba para irme de copas. Estaba afeitándome para salir cuando mis dos renacuajos entraron en mi baño con cara de tristeza. Al preguntarles que pasaba, la niña me contestó:
-Papá, como mañana es sábado queríamos que nos llevaras al parque de atracciones pero Teresa nos ha dicho que mejor lo dejemos para otro día porque hoy vas a llegar tarde.
La expresión de sus rostros me quitó las ganas de juerga y cediendo de mala gana, llamé a mis amigos y me excusé inventándome un dolor de cabeza. Desconociendo que era una batalla nuevamente ganada por esa arpía con cara de santa, accedí a llevarles al día siguiente a ese lugar.
Reconozco que me lo pasé como un enano con mis hijos en esas atracciones y creyendo que tendría una nueva oportunidad de desfogarme al siguiente fin de semana, no le di importancia.  El problema fue que a los siete días ocurrió lo mismo. Ya no me acuerdo siquiera de la excusa que esa  bruja usó para desbaratar mis planes, lo cierto es que ese viernes y los siguientes cuatro me tuve que quedar en casa para acompañar a mi parentela al día siguiente.
Acostumbrado como estaba a desahogar mi apetito sexual al menos una vez a la semana, resultó que después de cuarenta y cinco días de abstinencia estaba que me subía por las paredes. Solo veía tetas y culos por la calle. Estaba tan jodidamente caliente que incluso veía guapa a la gorda de mi secretaria.
“Dios necesitó una mujer”, me dije una mañana que me descubrí tratando de adivinar si, bajo la falda que le llegaba a los tobillos, Teresa  tenía un buen par de piernas. “No puedo más”, sentencié y aunque era un miércoles, rompiendo mi norma, decidí que esa noche saldría de marcha.
Habiendo tomado la decisión al terminar de desayunar, llamé a la niñera de mis hijos y le comenté que esa noche no me esperaran a cenar y que llegaría tarde. La muchacha me escuchó en silencio y aunque no dijo nada supe que le había molestado.
“¡Qué se joda!” pensé y sin dar importancia al gesto serio que lucía en su cara salí hacía el trabajo.
Ya en mi oficina, llamé a un par de amigotes y organicé una quedada. Mi llamada les cogió de improviso y ambos se mostraron sorprendidos porque pensaban que mi súbita desaparición solo se podía deber a que me había echado novia.
-¿Novia yo? ¡Qué va!- respondí al segundo, molesto de que me repitiera la misma cantinela- ¡Esta noche me voy a follar a dos!…
Al salir del trabajo me junté con ese par de cabrones y tras un par de copas, nos fuimos directamente a un club de alterne. Nada más llegar la madame hizo pasar a las muchachas y sin saber por qué elegí a una que me recordaba a Teresa. Tras tomarme un par de whiskies con ella, la sucedáneo de mi niñera resultó ser una sosa descarada y dopado como estaba por el alcohol, busqué el alegrar la noche llevándomela a un reservado.
Ya en ese oscuro y tétrico habitación, la putilla me hizo sentarme en la cama y cumpliendo con su trabajo se sentó sobre mis rodillas. Mis manos al recorrer su trasero descubrieron que esa minifalda no mentía y que bajo ella, había un culo duro y bien formado. No me hizo falta su permiso y tumbándola sobre el colchón, desabroché su blusa. Tras un sujetador de encaje negro, sus pezones me esperaban completamente erguidos mientras su dueña no dejaba de gemir como si realmente me deseara. Como un obseso, la despojé del resto de la ropa y separando sus rodillas, pasé mi mano por su entrepierna. Mis dedos completamente empapados dieron fe de la excitación que dominaba a esa cría y sin más prolegómenos, me terminé de desnudar.
Desde la cama, la zorra pellizcándose los pechos me pidió que la pagara antes, rompiendo cualquier encanto. Sabiendo que era justo, saqué mi cartera y pagué su tarifa. Entonces y ejerciendo como su momentáneo dueño, le ordené:
-Arrodíllate.
Ella se quedó pálida e intentó protestar, pero sin hacerle caso, llegué hasta ella y dándole la vuelta, le espeté:
-Te he pagado para follar, ¿no es verdad?-.
-Sí-, me contestó abochornada.
-Pues no te quejes-, le dije mientras me metía en su interior.
La muchacha gritó de dolor por la violencia de mi estocada pero no hizo ningún intento de separarse, al contrario, tras unos segundos de indecisión se empezó a mover buscando mi placer. Cuando se suponía que me iba a encontrar un dilatado y sobre usado chocho, sorprendido  me topé con un sexo estrecho que dio alas a mi pene y cogiéndola de sus pechos, empecé a cabalgarla. Acostumbrada a ese trato, la muchacha me rogó que la tomara sin compasión.
-Eres una putita pervertida-, susurré a su oído, penetrándola una y otra vez.
Cada vez que la cabeza de mi glande chocaba con la pared de su vagina, berreaba como loca, pidiendo más. Su completa entrega elevó mi erección al máximo y sin ningún reparo, azoté sus nalgas al compás de mis movimientos.
-Sigue, ¡Me encanta!- chilló al sentir la dura caricia.
Contrariamente a lo normal en alguien de su oficio, la joven se excitó al ser usada de ese modo tan canalla y pegando un gemido el flujo que manaba de su interior, anticipó un raro orgasmo. Al oírla, aceleré mis movimientos, de modo que no tardé en escuchar como esa putilla se corría. Con los cachetes colorados y gritando ordinarieces, me dio a entender que no tenía bastante. Eso fue la gota que colmó el vaso, y cogiendo su espesa cabellera como si de riendas se tratara,  forcé su cuerpo con fiereza. La dureza de mi trato consiguió perpetuar su clímax y totalmente desbocada, mi montura me exigió que continuara.
Su calentura era tanta, que no se quejó cuando cogiendo parte del líquido que anegaba su sexo, embadurné su esfínter y casi sin relajarlo, introduje en él mi extensión.
-¡Qué cabrón!- aulló de dolor al ver invadida su entrada trasera y reptando por las sabanas intentó separarse.
No la dejé y sabiéndome su dueño durante una hora,  la atraje hacia mí, rellenando con mi sexo su interior. El escarmiento con el que estaba castigando su culo se convirtió en desenfreno y bramando sin parar, se dejó caer sobre la cama. Nuevamente, la incorporé y metí mi pene hasta que sus nalgas no dieron más de sí y con mis testículos rebotando en su sexo, no paré hasta que sacándole un nuevo orgasmo, derramé rellenando con mi simiente sus intestinos.
Agotado, me tumbé a su lado. La zorra me recibió en sus brazos y pasando su pierna sobre las mías, me dijo:
-Si quieres repetir, tengo toda la noche.
-¿Cuánto?- pregunté sonriendo.
La cría muerta de risa me miró y cogiendo mi pene entre sus manos, intentó reanimarlo, mientras me decía:
-¿Trescientos?
Soltando una carcajada cogí nuevamente mi cartera y pagué mientras la chavala se embutía mi verga en su boca.
Todo se desencadena.
Esa  noche era tanta mi necesidad de un buen polvo que no solo me follé a esa guarra otras dos veces sino que al hacerlo me bebí media botella de su whisky y por eso aterricé absolutamente borracho en mi casa sobre las seis de la mañana.
Lo que no me esperaba fue que, sentada en el hall y envuelta en una bata que le parecería anticuada a mi anciana madre, me encontrara a Teresa al llegar. Al verla despierta a esa horas, me preocupé pensando que les había pasado algo a mis hijos y con la voz trabada por el alcohol, pregunté qué había ocurrido.
La muchacha comportándose como una esposa celosa, me contestó:
-¿No te da vergüenza llegar en este estado? ¡Menudo ejemplo para mis niños! ¡Un padre tan borracho que ni puede hablar! ¡Menos mal que están dormidos!
Sus gritos me sacaron de las casillas y cogiéndola del brazo le contesté fuera de mí:
-Mira niña. Lo  que haga yo no es tu problema. Tú eres solo su niñera y yo su padre- ya embalado, no me mordí la lengua y proseguí diciendo: – y mientras consigo una madre que se haga cargo de ellos necesito de tu ayuda, pero no te permito que me sermonees. Aunque me veas como un viejo, soy un hombre todavía joven con necesidades y si para satisfacerlas contrato a una puta es mi jodido asunto, ¡No el tuyo!
Teresa escuchó mi perorata con lágrimas en los ojos y al terminar, me contestó antes de salir huyendo:
-¡Nunca he dicho que sea un viejo!
Mi estado etílico impidió que asimilara el significado de sus palabras y completamente fuera de mí, subí hasta la habitación donde caí hecho una piltrafa sobre la cama.
Al día siguiente me levanté con un dolor de cabeza de los que hacen época pero sobre todo con un sentimiento de vergüenza total al darme cuenta que me había pasado dos pueblos con esa muchacha.
“Aunque se lo merecía, fui muy bestia”, reconocí mientras me duchaba, “solo espero que no me dimita. No sabría que hacer sin ella”.
Al bajar a la cocina, Teresa estaba dando de desayunar a mis enanos. Nada más entrar, me acerqué hasta ella y preocupado por las consecuencias de mi actos le pedí perdón. La niñera sin siquiera mirarme y con tono hosco, me respondió:
-No tiene por qué disculparse, solo me puso en mi lugar y me hizo ver cuál era mi verdadero papel en esta casa.
Sus palabras me dejaron acojonado y si antes creía que era posible que dejara su trabajo, al salir de casa estaba convencido que al volver de la oficina me encontraría con sus maletas en la puerta. Mi preocupación se vio incrementada cuando a la hora de comer, me llamó mi madre hecha una furia.  Sin dar tiempo a defenderme, me acusó de haberla maltratado y de tener muy poco sentido común:
-¿Qué te costaba ser discreto?- preguntó enfadada.
Por mucho que traté de explicarle mi versión, ni siquiera me escuchó y solo tras echarme otra bronca, soltó:
-Teresa quería irse hoy mismo pero he conseguido que te dé otra oportunidad. ¡Por el amor de Dios! ¡Sé un poco cariñoso con ella! ¡Se lo merece!
Aliviado porque no me dejara tirado, al salir de la oficina paré en una tienda a comprar una caja de los chocolates que le gustaban a modo de desagravio. Durante todo el día me había preparado para múltiples situaciones con las que me podría encontrar pero lo que nunca se me pasó por la cabeza, fue que al entrar en casa me encontrara a esa chavala vestida únicamente con un pantaloncito corto y un top jugando con mis hijos en mitad del salón.
Desde la puerta y sin atreverme a respirar, descubrí que Teresa no solo tenía unos pechos de campeonato sino que la naturaleza la había dotado con dos piernas espectaculares.
“¡No puede ser!”, exclamé mentalmente.
Petrificado, comprobé que no solo se había pintado sino que incluso se había cambiado el peinado.
“No parece ella”, sentencié al advertir que durante más de ocho meses me había ocultado su figura de modelo, “¡Está buenísima!”.
Desde el día que la conocí fui consciente que tenía una cara bellísima pero los siniestros trajes que había llevado durante todo ese tiempo, me habían impedido comprobar que además de una cintura de avispa, tenía un culo maravilloso. Sin saber que decir, toqué a la puerta antes de entrar.
Teresa al levantar la mirada y verme con el paquete en mis manos, se incorporó y con una sonrisa en los labios, preguntó:
-¿Son para mí?
Al escucharme decir que sí, se acercó y pegándome un beso en la mejilla, me los arrebató de las manos y dándose la vuelta, les dijo a mis chavales:
-Mirad lo que nos ha traído papá.
Como no podía ser de otra forma, los renacuajos se lanzaron sobre los chocolates mientras yo me sentaba en el sofá tratando de calmarme porque, al darme ese beso, esa condenada cría se había pegado a mi cuerpo dejándome comprobar la dureza de sus pechos.
“Manuel, ¡Tienes quince años más que ella!”, repetí continuamente buscando que se me bajara la calentura que su mero contacto me había provocado. “Encima no sabe nada de la vida. ¡Ha sido monja hasta antes de ayer!” me dije anonadado por la fuerza de mi excitación.
La actuación posterior de esa cría lejos de aminorar el terremoto que sacudía mi cuerpo, solo lo incrementó porque actuando como si fuera algo más que la niñera de mis hijos, se sentó a mi lado y cogiendo una de mis manos entre las suyas, con voz suave, me soltó tuteándome:
-He decidido perdonarte y por eso, he reservado para los cuatro un fin de semana en el hotel de la Manga.
La tremenda erección que dolorosamente crecía en mi entrepierna y el miedo que me daba que ella se percatara de ello, provocó que solo pudiera decirle “gracias” antes de salir huyendo hacia mi cuarto. Ya en mi habitación, decidí darme una ducha pero la acción del agua cayendo por mi pecho no solo no consiguió amortiguar mi desazón sino que la acrecentó hasta límites intolerables.
Todavía no estoy orgulloso de ello pero al salir de la ducha, seguía teniendo mi pene a su máxima expresión e intentando encontrar la tranquilidad que tanto ansiaba, me tumbé en la cama.
No sé cuánto tiempo pasó pero de repente, la imagen de Teresa a mi lado llegó a mi mente y sin poder retener mi imaginación, me vi abrazándola. En mi cerebro, mis dedos se fueron deslizando por su melena mientras ella seguía durmiendo. Con mi corazón bombeando a mil por hora, me vi pegando mi pene a esas dos nalgas que acababa de descubrir. Ella al notarlo se dio la vuelta y luciendo esa sonrisa que tan bien conocía, me soltó:
-¿Qué esperas para follarme?
Desde el primer momento supe que todo era producto de mi imaginación y que la muchacha seguía en el piso de abajo con mis chavales pero, aun así, cerrando los ojos me dejé llevar.
Visualizando  una quimera, la vi desnudarse y antes de que me diera cuenta, la niñera de mis hijos se puso sobre mí y cogiendo mi pene entre sus manos se empezó a empalar mientras me decía:
-¿Acaso no soy más guapa que las putas a las que te follas?
En mi sueño, sentí como mi extensión se hundía hasta el fondo de su vagina y sin poderlo remediar, me corrí dejando las pruebas de mi pecado sobre las sábanas…
Descubro su plan y el de mi madre.
A partir de ese día, la vestimenta de Teresa cambió por completo. Las faldas hasta las rodillas fueron sustituidas por minifaldas, las blusas holgadas por tops y por camisas escotadas, incluso cambió las sandalias tipo monja por zapatos de tacón. Reconociendo que esa transformación me debía haber alegrado, lo cierto es que me preocupó al no entender el motivo.
Pero lo que realmente me trastocó fue el modo de tratarme. Si antes era una mujer dulce pero distante, a partir de esa bronca, la muchacha no paraba de tontear conmigo. El colmo de su descaro ocurrió un día en que mi madre estaba visitando a sus nietos. Obviando su presencia, cuando llegué a casa, se levantó del suelo donde estaba jugando con mis hijos y con una sonrisa en su rostro, me besó en la mejilla mientras me decía:
-Mira lo que me ha regalado Doña Susana- y sin darme tiempo a reaccionar, me modeló el cinturón ancho que llevaba puesto.
Cortado miré a mi vieja, para descubrir en sus ojos el brillo de una extraña satisfacción. Os juro que me extrañó que el único escandalizado por semejante exhibición de piernas fuera yo y mirando de reojo sus adorables muslos, no pude más que preguntarme:
“¿Qué coño pasa aquí?”
La reacción de mi madre debía haber sido la contraria. Por lógica, se debía de haber indignado de semejante comportamiento, no en vano, había seleccionado ella a esa chiquilla por sus rígidas normas morales. Sabiendo que entre esas dos había gato encerrado, aprovechando que Teresa iba a preparar la cena de mis enanos, cogí por banda a mi madre y a bocajarro le solté:
-¿Qué te traes entre manos con la niñera?
En un principio intentó negar lo evidente pero al decirle que no creía que ese cambio de look fuera casualidad, soltando una carcajada, me espetó:
-Se lo dije yo y si te parece mal, te fastidias.
-No entiendo nada. ¿Por qué le has dicho que se vista como una guarrilla? Ese no es tu estilo.
Fue entonces cuando realmente se explicó:
-El otro día Teresa llegó llorando por tu amenaza de echarla de casa…
-¡No fue así!- interrumpí porque eso no fue lo que dije.
-Tú te callas y me dejas terminar- protestó de muy mala leche y como una ametralladora, prosiguió diciendo: -La pobre estaba destrozada porque se había dado cuenta que por primera vez sentía que tenía una familia y  no podía soportar la idea de perderos.
-¿Perder a quién?- pregunté interesado.
-Eso mismo pregunté yo- respondió- y soltándose a llorar, me reconoció que a los tres y que aunque en un principio se había encaprichado con mis nietos, al conocerte en profundidad, se había enamorado de ti.
-No te creo, ¡Es una cría para mí! La llevo quince años.
Bastante cabreada, mi vieja me llevó la contraria diciendo:
-Deja de decir tonterías que ya acabo. Viendo lo destrozada que estaba le pregunté porque no luchaba por ti. La pobre niña creía que nunca la verías como mujer y por eso tuve que acompañarle a comprar ropa. Sé que tuvimos un éxito rotundo o ¿Crees que no me he dado cuenta como la miras?
La confirmación que mi madre se había unido con esa chiquilla con el propósito firme que me sedujera, me terminó de indignar y dejándola con la palabra en la boca, salí del chalet. Durante dos horas, estuve meditando entre echarla de casa o pasar de ella y solo cuando estaba a una manzana de mi hogar, se me iluminó mi cara al decidir:
-Si quiere seducirme, me dejaré seducir. ¡A ver cómo responde cuando sus famosísimas reglas morales choquen contra mi lujuria!
Y siguiendo ese pérfido plan elaborado sobre la marcha nada más entrar, fui a la cocina y sin importarme que mis hijos estuvieran presentes, me acerqué a ella y con tono meloso susurré en su oído:
-Perdona pero no me atreví antes a reconocer frente a mi madre lo guapísima que estás- recalcando mis palabras con un suave magreo sobre su culo.
La pobre ex monja pegó un corto chillido al sentir mi mano recorriendo sus nalgas. Mi plan había sido retirarla de inmediato pero no pude porque al sentir bajo mis dedos su duro trasero, esa sensación me cautivó. “Menudo culo tiene la condenada”, pensé sin dejar de sobarla por lo que tuvo que ser ella, la que disimulando se zafara de mis caricias diciendo:
-Tengo que dar de cenar a los niños.
Había previsto que se enfadara pero contraviniendo mis ideas, advertí en su boca una ligera sonrisa mientras servía la cena. Su alegría lejos de hacerme cambiar de opinión, afianzó mi decisión y mientras miraba el profundo escote de sus pechos, pensé:
“Va a ser divertido jugar con esta mocosa. Si se espanta, será su problema y si consigo doblegarla, disfrutaré aún más”.
Curiosamente, mi insistencia en admirar sus tetas tuvo dos consecuencias, una previsible, la muchacha al percatarse de la caricia de mis ojos se puso como un tomate pero otra impensable: De improviso, vi emerger debajo de su top dos bultos que me hicieron saber que se le habían puesto duros los pezones.
“¡Vaya con la monjita!”, exclamé mentalmente y sabiendo que por esa noche, la pobre chavala tenía suficiente, me concentré en disfrutar de mis dos enanos.
Ya en mi cuarto, me puse a repasar lo sucedido. Aunque mi intención era planear mis siguientes pasos, tengo que confesar que la situación me sobrepasó al recordar el tacto de su culo. Recreándome en su dureza me puse a imaginar a Teresa cayendo en mis brazos durante ese fin de semana que junto a mi madre había planeado.
Sin poder reprimir mi calentura, me vi llevando a los críos a unas clases de natación para acto seguido, irme con ella en la playa. En mi perversa mente, la bella niñera dejaba caer su vestido sobre la arena, luciendo un diminuto bikini que me hizo reaccionar. “Viene con ganas de guerra”, me dije y actuando como tenía previsto, le solté:
-Eres una diosa- para acto seguido rozar con mis yemas uno de sus pezones.
En la vida real, Teresa se hubiese enfadado pero en mi sueño suspiró dejándose hacer y con la respiración entrecortada, se tumbó sobre la toalla a echarse crema. Ya medio excitado, me la quedé mirando mientras sus manos esparcían el  líquido por su escote. Sin retirar los ojos de esa sensual visión, sonreí mientras cogía de la nevera una cerveza. La ex monja fue entonces cuando debajo de mi bañador una enorme protuberancia producto de la excitación que me corroía.
-¿No te estás pasando? ¡Deja de mirarme así!
-No puedo- contesté. –Tienes unos pechos maravillosos.
En mi mente, no quiso o no pudo responder a mi insolencia y tratando de provocarme aún más, dándose la vuelta, me rogó que le esparciera la crema por donde ella no llegaba. No  que decir tiene que lo hice al instante y cogiendo un buen puñado del bronceador en mis palmas, me puse a frotar su espalda.
Teresa al sentir mis dedos recorriendo su cuerpo, cerró los ojos gimiendo calladamente cada vez que sentía que mis yemas se apoderaban de otra parte de su piel. Aunque estaba tumbado en mi cama, en mi mente, mi yo estaba retozando con esa cría en mitad de la playa y cogiendo mi pene entre mis manos, me puse a pajearme mientras soñaba que estaba a punto de llegar a su culo con la crema.
Al toparme con el obstáculo de la parte de abajo de su bikini, en mi sueño pregunté:
-Si sigo más abajo voy a mancharte el tanga. ¿Quieres que siga?
Fue entonces cuando debí caer en que todo era producto de mi imaginación porque en vez de seguir ella, quitándose esa prenda, me pidió que lo hiciera yo. Excitado hasta decir basta, me encontré con sus duras y desnudas nalgas a mi disposición y sin creerme la suerte, recomencé a untar su piel con esa crema.
-Dios, ¡Como me gusta!-berreó al sentir que mis manos se hacían fuertes en su trasero.
La calentura que demostró la cría me hizo ir más lejos y abriendo sus cachetes descubrí, un esfínter sin usar que me dejó impresionado con su belleza. Incapaz de soportar esa tentación recorrí con mis dedos sus bordes, Teresa al experimentar la sensación de sentir esa sutil caricia, comportándose como una puta, cogió sus nalgas entre sus manos y me rogó que no parara.
-Si sigo, no respondo- amenacé sin dejar de toquetear su ojete.
La imaginaria niñera recalcó su disposición poniéndose a cuatro patas sobre la toalla y diciendo mientras se empezaba a masturbar:
-Es todo tuyo.
Azuzando su deseo, terminé de introducirle mi dedo en su culo mientras usaba mi otra mano para pellizcarle un pezón. La muchacha impactada por lo que estaba sintiendo, rugió de deseo diciendo:
-Fóllame.
Al oír su ruego, cogiendo mi pene entre las manos, forcé su entrada de un solo empujón. Ni siquiera me hizo falta moverme: la monjita al sentir su conducto ocupado y mi glande chocar contra el final de su vagina, se corrió pegando gritos. La facilidad con la que mi pene entró en su sexo, me convenció que no era virgen y dando un sonoro azote en su trasero, le solté:
-Eres una puta que va de santurrona. ¡Has follado antes!
-¡No esperarías ser el primero- ladró convertida en perra.
Vengando mi decepción, di a mis caderas una velocidad creciente y mientras esa zorra me pedía más,  apuñalé sin descanso su sexo. Esa mujer respondió a cada incursión con un gemido, de forma que la playa se llenó de sus gritos al son de mis movimientos.
-¡Dios! ¡No pares!- chilló dominada por la lujuria.
La entrega que demostró, rebasó en mucho mis previsiones y cuando le informé que estaba a punto de correrme, me pidió que eyaculara en su interior porque quería quedarse embarazada.
-¡Serás guarra!- indignado le solté en mi sueño.
-Lo soy y ahora, quiero que me preñes.
Decidido a evitar que con eso consiguiera su propósito, cambié de objetivo y sacando mi pene de su sexo, lo coloqué en su culo y de un empujón, se la embutí por completo.
-¡Me duele!-chilló al sentir su ojete violado.
Sin compadecerme de ella, la cabalgué sin piedad hasta que derramé mi simiente por sus intestinos. Una vez saciado aunque fuera mentalmente, me di la vuelta en la cama y mientras pensaba en como castigarla, me quedé dormido…
 
 

Relato erótico: “Erika Garza, el infierno compartido (11)” (POR RAYO MC STONE)

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Erika Garza, el infierno compartido con otras 3 diosas de la lujuria
El detective Ricardo había dejado su auto en el Aeropuerto de Monterrey ya que solo había salido un par de días al DF para unas diligencias de uno de sus tantos trabajos actuales. Lo abordo y activo el GPS que de manera oculta había colocado en la camioneta  Audi de la exquisita y rica Erika Garza, ya quería contactarla para empezarla a chantajear y sobre todo beneficiarse con su escultural y monumental cuerpo de diosa.
A esa hora el tráfico es incesante del Aeropuerto al centro de Monterrey, que es donde tiene su pequeño pero muy bien acondicionado departamento. Casi brinca de gusto cuando después de unos quince minutos de conducción, el indicador le muestra que está cerca de dicha unidad. Se extrañó por el hecho de que estuviera cerca, ya que es una zona que no debiera estar frecuentando la rica hembra y más por el día y la hora.  Agradeciendo su fortuna, se dispuso a seguirla. Unos diez minutos más de conducción fueron suficientes para estar ya cerca de la lujosa unidad. Se sorprendió aún más de que el conductor fuera el anterior Gerente del Zanzíbar a quien conocía sobradamente al ser cliente asiduo y confidente de algunas investigaciones que tenía que  realizar por su trabajo. ¿Qué lo conectaba con Erika Garza? Avispado se propuso seguirlo hasta donde llegará.
Mientras tanto en la afiebrada mente de Felipe que ya pensaba donde dejar la camioneta varada, se maquinaban mil y una cosas, sabía que de esta operación se volvería prácticamente rico, ya no tendría que volver a empezar desde cero, ya tendría una muy buena base para catapulsarse.
En ese momento el demonio le dictaba venganza, venganza hacia las dos mujeres que le habían hecho perder su privilegiada posición como prestanombres del ahora muerto empresario Don José Treviño. Sabía dónde vivían y como se llamaban. Eran unas suculentas y exquisitas hembras, las hermanas Cristina y Gabriela. El relajo que semanas atrás le habían endilgado en su añorado Zanzíbar fue de tal magnitud que hasta su viejo compinche de Cipriano también salió muy raspado. Podría aprovechar esta coyuntura para ver como  vengarse de estas buenísimas viejas. Sabía que debía tener cuidado con Pedro, su ambición por el dinero podría hacerle pensar que él solito podía con lo del secuestro, en ese sentido Cipriano no era tan materialista, sin duda que tendría que invitarlo a su plan. Una razón de ello es para tener una defensa en caso de que se quisiera pasar de listo Pedro y otra para poder desquitarse de las hembras, sobre todo le tenía ganas a Cristina, buenísima la trigueña que se ve fue la que ideo todo el tinglado y que según sus fuentes seguía frecuentando el bar como si fuera la gran estrella. La última noticia que recibió le hablaba de que había tenido otra noche de éxito en su show al lado de una espectacular extranjera pelirroja. Sabía que podía controlar más a Cipriano que a Pedro. Aunque en realidad cada uno de ellos era un tipo de cuidado.
Aparco el auto en una callecita  aparentemente tranquila y semivacía en el llamado Barrio Antiguo que en antaño era un lugar que la gente solía frecuentar, pero con los actos de inseguridad, ahora lucía desolado. Solos unos novios a lo lejos se estaban metiendo en un zaguán un faje de aquellos. Así que ni cuenta se darían. En el extremo unos niños aun con la luz de las farolas jugaban una cascarita. Se bajó para hablarle por celular a Cipriano y ver si lo podía venir a recoger en un Centro Comercial cercano… un auto se acercaba.
En otra colonia muy parecida a esta, cercana a la casa del difunto Rogelio Bautista, en un taller mecánico llamado “Pie Grande”, un taciturno viejo, ya a medios chiles, meditaba y recordaba momento a momento como la desgraciada hermana de su Gabriela le armo el desmadre que la alejo de ella para siempre…Pinche vieja y cabrona de Gaby, bien que me la hicieron, hasta al buey de Felipe lo desgraciaron…como me gustaría desquitarme de ellas. Esa pinche hermanita me la debe, pensaba para sí…
Mientras todo eso pasaba, en otra colonia un poquito más alejada del “Pie Grande”, pero por el mismo rumbo…de patitas al hombro Don Pedro le estaba poniendo una fenomenal copula a una desmadejada Erika que ya solo gemía como ramera en celo, pero sin entregarse por completo con sus palabras, solo había pronunciado las necesarias para dar su reconocimiento tácito al enculamiento. Su cabellera rubia junto con su carita cuya expresión de gozo es imposible de describir se movía de un lado a otra de la sucia cama: ayyyyyyyyyyyyyyyy, hummmmmmmmmmm, yaaaaa sueltammeeee me duelleenenn las manosss y brazoss…..fueron las únicas palabras que prodigo.
Te voy a soltar para que nos agasajemos mamacita chula, pero al primer intento de querer pasarte de lista, te pongo una madriza de aquellas….ehhh cabronnna putaaaa….vocifero el gordo y fuerte macho que se la estaba cogiendo.
La desamarro  pero estando en esa posición, a la mujer le resultaría difícil librarse, amén de que con la salvaje copula que estaba recibiendo no se le había pasado ya por la mente hacer alguna acción, esperaría a terminar.
Ufffffff, hummmmm…Erika suspiro al sentir ya libre sus manos y brazos, no teniendo de otra y sin querer entregarse por completo, estrujar con sus manos las viejas y sucias sabanas de la cama que se hundía al peso de ellos, crujiendo junto con los barrotes de metal golpeando la pared.
Don Pedro la estaba talandrando con todo, Erika ya estaba en el séptimo cielo, pero estaba consciente de que era una violación, por ello no cedía en cuanto hacerle ver al desalmado que prácticamente se las estaba dando con todo.
Mientras la rica rubia estaba siendo empalada….
Ricardo: ¡Qué tal Felipe! ¿Qué haciendo? ¿Quieres un raid?
Felipe a punto  de hacer la llamada por su celular a Cipriano, bajo la guardia un tanto, por ello brinco de susto y extrañado de ver quien le llamaba frente a su cara con familiar tono por su nombre.
¿Qué onda mí Richy? ¿Qué haciendo?
Pues aquí no más, y ¿tu?
Pues nada, vine a visitar a alguien de por aquí, pero ya estoy por ir a ver a otro cuate en su taller está cerca de aquí…se llama “Pie Grande”.
Al detective Ricardo, no le pasó inadvertido el leve nerviosismo que denoto su colega: Anda súbete, yo te llevo allí, de hecho lo conozco.
A Felipe le pareció bien, así le caía al Cipriano y de ahí ponerse de acuerdo para salir rumbo a su casa. Así no perdería el tiempo, ya que estando en el taller le pegaban duro para donde Pedro.
Bueno, okey, déjame marcarle a mi cuate de que le voy a caer. Felipe le marco al taciturno viejo diciéndole que lo visitaría para una buena movida.
Ricardo: Entonces que….¿de que se trata esa movida?
Felipe: Nada, nada,  una cosa de arreglar un carro, mi cuate es mecánico.
Ricardo: Ahhhh….se tratará de la lujosa camioneta que dejaste estacionada atrás.
Felipe: ¿Cuál?….
Ricardo: Vamos, no te pases de listo conmigo, te vi estacionar la Audi…
Felipe: Ahhh, pues si es de un cliente mío
Ricardo: Entonces, ¿Por qué la dejaste estacionada allá? ¿ Por qué no la llevas directo con tu cuate, el mecánico, el tal Cipriano que mencionaste.
Felipe: heeeee , es que el cliente me pidió que esperaría en la camioneta, siendo lo primero que se le ocurrió decir….pendejo, se estaba poniendo nervioso y más que este cabrón de Ricardo si se podía chingar si quería a él, a Cipriano y al Pedro juntos…éste si era un cabrón de miedo. Todos estos sujetos sin entrañas, en el fondo eran simples cobardes, vividores, aprovechados de las circunstancias, sin entrañas.
Ricardo, ya sabedor de su oficio se mascullaba algo truculento en esto, así que decidido lanzo su as de inmediato: Así, que mi protegida Erika Garza te pidió eso…
Felipe casi da un brinco en el asiento del copiloto y más cuando vio la pistola que su acompañante saco y que apuntándole repetía: Haber, pendejo, como esta esto, ¿dónde está la Sra. Erika?
Mira Ricardo, lo que pasa es que…no sé cómo decírtelo…
Espera buey ya llegamos al Pie Grande…Felipe había escogido un lugar para abandonar la Audi de la secuestrada rubia muy cerca del taller de su compinche…craso error.
Bájate con cuidadito.
Toc, toc, toc..¿Si…? la apagada voz de Cipriano se dejó escuchar…
Soy yo, Felipe, abre…
Al abrir la puerta, Ricardo empujo a Felipe y encañono a ambos hombres.
Haber buey, ahora si explícame como si fuera un niño todo esto….jajajaja Oye, este buey fue el pendejo del otro día en el Zanzíbar que fue humillado por la tal Cristina, cabrona vieja que chinga les acomodo a ustedes dos, jajajaja fueron el hazmereir de todos, jajajajajajaja Semejante viejón que se le puso y no se le paraba,, jajajajaja pobre buey…ayy que darl un frasco de viagra…jajaja
Esa cabrona de Cristina se volvió la reina del lugar, jajajajaja miren, miren, que está pasando, ¿Dónde está mi protegida Erika?
Felipe: Mira compadrito, lo que pasa es que un camarada la tiene en mi casa, ese cabrón la secuestro y por eso…vine por mi cuate porque es muy peligroso y pensaba liberarla. Felipe sabía que con el detective Ricardo no se podía andar con jueguitos…ni hablar la suerte de Pedro ya estaba hechada, se lo tendrían que chingar.
Jajajaja, eso ni tú te lo crees, no será que venías por refuerzos…y cuidadito de andar jugando con Erika, juegas con gente de verdadero nivel, su suegro es terrible…heeee, esperen…su celular empezó a sonar…
Rinnnn, rinnnn Siiii, no me digasss….hummmm
Haber,  acaban de encontrar al poderoso José Treviño muerto en su carro. Es el suegro, ¿Qué onda? ¿Qué me dices, Felipe? Es la noticia del momento en todo Monterrey y de México.
Mientras tanto el cerebro de Erika maquinaba y lograba separar sus pensamientos profundos de sus sensaciones y sentimientos, la estaban violando y a pesar de que gozaba, no se entregaba….como carambas había caído en esto…una mentira tras otra, el caer en las garras de su suegro orillo esto…ahora estos sujetos que la secuestraban, sabía que eran de peligro y no dudarían en matarla…De una cosa era consciente, una cosa era gozar, sentir como se la cogían y otra muy distinta era aceptarlo tal cual…no era tan pendeja e ilusa como otras mujeres que sin ton ni son se entregan de manera indiscriminada. Esto era el infierno, porque quieres y no quieres.
Yaaaa….me cannnsseee, dejajjjammee montartteee….siiiiiiii? Realmente lo estaba, la posición era incomoda al soportar el peso del otro y haber estado flexionada sobre sí misma.
Jajaja, ya vez bien que querías…tomándola fuertemente de sus muñecas y bajándole las piernas de sus hombros, el gordo hombre se volteó para que ahora la mujer lo cabalgara…todo esto sin salirse de su envainada pucha, demostrando una vez más su fuerza.
Erika estaba gozando a su pesar, así que lentamente se fue metiendo ese viril y erecto miembro para de inmediato pasar a moverse cadenciosamente sobre el sujeto…estaba la suerte a punto de favorecerla con todo, ya que para mayor fuerza al sentir como ese hombre le estaba llegando a lugares recónditos que no había experimentado, se agarró con fuerza de sus dos manos de la cabecera de metal. Ahora la copula ya era totalmente con su consentimiento corporal, era ella misma la que se estaba clavando con todo….hummmmm, ayyyyyyy, pappppaitototooto fueron las primeras palabras de varias que pronunciaría.
Mientras tanto, una vez que Felipe tuvo que explicarle a Ricardo como estaba el asunto, este se ofreció a apoyarles siempre y cuando tuviera tajada económica más grande que la de ellos, los tipos eran inexpertos en esos menesteres, pero no así él…para el sería el 70 % del monto del secuestro y el restante 30 % se lo tendrían que repartir Felipe, Cipriano y Pedro. Aprovecharían aún más el descontrol que seguramente ocasionaría en la familia la súbita muerte del suegro empresario.
Queriendo hacer más grande el asunto en cuanto a lo económico, valentonado ya por contar con el apoyo de un verdadero experto, además de ambicioso como ellos y en su sed de venganza Felipe le propuso involucrar a las hermanas  Cristina y Gabriela…fácil asunto para Ricardo. Así el festín, la orgía de sexo sería completa y el pastel de marmaja a repartir sería mejor. Todos saldrían ganando. Aunque por estas dos hembras claro que pedirían mucho menos dinero, jajaja que la tirada de la piedra fuera de acuerdo al sapo, como dice el refrán popular mexicano. Ellos conocían a las mujeres y ya se les había metido el pingo por completo para armar una orgía en toda la extensión de la palabra.
La idea era ir a casa de Cristina, por el horario tal vez contarían con la suerte de que no estuviera el marido, un tal Pablo que solía trabajar de noche, por eso las salidas nocturnas de esa bella hembra…Ricardo la tenía bien checada también y de ahí jalar a la juvenil y despampanante rubia hermana. Someter a las dos hembras y llevársela para la casa de Felipe. La tenía vigilada porque también se había impresionado de como desenmascaro a Felipe y Cipriano el otro día en el Zanzíbar, aunque no imaginaba que estaba también ligada al desmadre en el mismo lugar con el suegro y la rubia Erika. Esa canija de Cristina se había fácilmente maquinado dos home runs en el mismo lugar. Pero su impresión era mayor por lo suculento de su cuerpo y más por su fuerte eroticismo y sensualidad que proyecto en sus shows ofrecidos. A este cabrón de Ricardo cuando una vieja o algo se le metía entre ceja y ceja, con sus artimañas y su oficio investigaba a fondo.
A tal efecto, Ricardo se las sabía muy bien, así que dejaron su auto en el “Pie Grande” y tomando un taxi se fueron para otro rumbo, en donde la idea era robarse una camioneta y en ella hacer toda la maniobra. En una raída y sucia maleta que le facilito el mecánico Cipriano, coloco varios implementos que saco de su auto. Eran máscaras de luchadores, algunas de ellos, pistolas, navajas, esposas, y cosas de esas. Aunque les aclaro a los otros dos que él guardaría el parque para las pistolas.
A Ricardo le fue fácil llegar a la casa de Cristina, con habilidad inusitada hacerse pasar como un representante de la empresa del marido y ver que solo estaba ella…no tenía aún hijos, a diferencia de su hermana Gabriela, que tenía un niño que más bien parecía mujercita.
La sometió con cierto grado de dificultad, pero al final logro su cometido y la obligo a llamar a la hermana con un pretexto cualquiera para que acudiera de inmediato a la casa. En eso hizo pasar a los otros sujetos, que se admiraron una vez más de la belleza y escultural figura de la desprotegida y temerosa mujer que no sabía quiénes eran los sujetos, ya que los dos entraron con máscaras y por lo que se ve el otro sujeto, el primero que la sometió entro disfrazado ya que también se había colocado otra máscara. Aunque ya razonando con más calma, al tranquilizarse, pensó que las conocían ya que el primer sujeto pidió de inmediato trajera a su hermana, y hasta la conocía de nombre. Cristina estaba en una batita y abajo solo tenía un coqueto conjunto de bikini y brasier, inclusive estaba en liguero. En una parte entre su pierna y cintura logro ocultar un celular.
La hermana no tardó mucho en llegar, a esa hora ya no había tanto tráfico entre las dos colonias en donde habitaban las mujeres. Gabriela llego toda asustada, en una bermuda ceñida que le llegaba un poco más arriba de la mitad de sus poderosos y torneados blancos muslos y una blusita ajustada con generoso escote  que le llegaba al ombliguito. Gabriela, una vez más había superado con mentiras sutiles a su marido Cesar de tener que salir a esa hora de su casa para ir con su hermana Cristina. Con ella ya fue fácil la operación. Muy orondos se dirigieron a la casa de Felipe con esas dos suculentas hembras sometidas en la parte trasera de la camioneta en donde Ricardo y Cipriano se estaban dando un festín metiendo mano como tiburones, como pulpos humanos, mientras Felipe era el que mascullando manejaba hacia su casa. Él se tuvo que quitar la máscara del “Místico” para poder manejar sin levantar sospechas, pero se puso un sombrero y gafas grandes. Atrás sus colegas estaban a sus anchas. La camioneta que eligieron robar lo permitía, además de que como suele ser en las unidades del norte de México, llevaba vidrios polarizados que impedían al externo ver que sucedía dentro. Además llevaba en las ventanillas cortinillas.
Cipriano no podía delatarse ante Gabriela, por lo que con su máscara del “Santo” no hablaba ni un segundo dedicándose a magrear a Cristina, por su parte Ricardo atendía diligentemente, pero sin descuidarse a Gabriela que era la más asustada y no atinaba a adivinar que el otro sujeto que acariciaba toscamente las piernas y nalgas de su hermana no era otro que su viejo valedor y cogedor de Don Cipriano, al que por cierto muy a su pesar extrañaba sobremanera. La recatada forma de ser de Gabriela no le había impulsado aún, a pesar de los intentos de Cristina por buscarse en definitiva un nuevo amante a la altura de su elegancia y distinción y no un palurdo patán, interesado y sin escrúpulos como el tal viejo y cuyo único mérito era saber coger como dios manda. Amén de que en el fondo aún amaba a su esposo Cesar, lo único que le faltaba como a muchas mujeres casadas era ser bien atendida, bien cogida, como debe ser.
Por su parte Cristina aún mantenía su infiel relación con Armando, el amigo de la juventud de Cesar, el marido de su hermana. Pensaba en la primera oportunidad marcarle a su celular, mantenía aún la calma y ya creía adivinar que esos sujetos eran muy conocidos de ella, sin duda alguna eran del Zanzíbar, eran el antiguo Gerente y el viejo amante de su ingenua y candorosa hermana…sin duda buscaban venganza por lo del otro día.
El sujeto que llego a su casa, ahora con una máscara de “Blue Demon”  y que le metía mano a su hermana con total descaro le era también conocido, pero aún no lo asociaba del todo. Por ello guardaba calma, porque sabía los podían someter fácilmente, al ser tan solo unos cobardes en el fondo.
Estaba a punto el universo de juntar diversos egos, intereses, objetivos y anhelos en donde el posible agasajo de sexo y dinero, sería trastocado quizás por uno de sangre y muerte. Otra vez la mano invisible de Dios todo poderoso colocaría a cada quien en su lugar, en su justo contexto, en una lógica en donde ni todo es bueno, ni todo es malo, sino todo lo contrario. Un amasijo de encuentros, de vanidades en donde este tránsito por la vida a veces es de lo más paradójico, pero que al final de cuentas transcurre normal.
¿Cómo puede una bella mujer “enamorarse” de un torvo sujeto? ¿Solo porque es buen amante? Es posible, aunque en otros casos no. ¿Cómo es posible que una hermosa hembra que en su pasado era indiferente al sexo, ahora fuera una desquiciada, que con un solo botón dejara sacar su más lado oscuro?
¿Cómo puede a un sujeto torvo salirle todo bien? En el corto plazo es posible, aunque en el mediano y largo, por lo general no. Es como los políticos o embaucadores de todo el mundo, ¿Será posible que siempre se salgan con la suya? Nadie sabe el fondo de la olla, ni lo que viven, tal vez no son felices del todo y la vida y Dios les cobra de otra manera.
¿Cómo tres mujeres bellas y bien ubicadas en la vida, pueden solo pensar en su sexo? Tal vez por lo que mencionaba Freud, el sexo es un poderoso motor en la vida del ser humano. Al tener aparentemente lo demás controlado, esa poderosa arma se vuelve más necesaria.
Todos estos cuestionamientos ya pasaban en mayor o menor grado por la mente de las tres mujeres, siendo dos de ellas ya madres, una de las misiones más fundamentales en la vida de toda fémina.
Erika ya musitaba palabras cachondas alentada por el placer que le daba ese viejo y feo hombre…ayyyyy cabrrrronnnnnn fuerrrtttetee,, asisisisi, asiisisiissi, siiiiiiiiiiiiiiiiiii, hummmmmmmmm, ppapappaaciiiittooooooo y por las palabras soeces, burlonas que le daba su nuevo enculador.
En eso vio que uno de los barrotes de metal ya estaba muy flojo, sin pensar y más por curiosidad lo tomo de la mano derecha para ver que ya de plano lo tenía en su poder, a través de su pelo ya enmarañado y sudoroso pudo ver que ahora si el gordo estaba por completo descuidado, así que sin dudarlo que le mete un buen golpe con todas sus fuerzas con la barra, que le reventó el oído lanzando un gran chorro de sangre, que le alcanzo a salpicar todos sus senos y vientre. De inmediato le puso otro aún más fuerte mandarriazo a la cara del sujeto que ya descuidado, sorprendido y desmadejado recibió de lleno ese segundo golpe. A ese golpe le siguió otro, otro y otro, ahora ya desenchufada la hembra de ese pene de gloria, siendo presa del cúmulo de todo lo vivido en ese largo día…Don Pedro sangrando de cara y dorso se desmadejo en su cama quedando inmóvil, pero evidentemente respirando.
Rápido la mujer se fue a limpiar la sangre y sobre todo su vagina, no teniendo de otra que ponerse el uniforme de las gloriosas y actualmente alicaídas “Chivas” del Guadalajara, ya que su vestido estaba muy arrugado y no era apto para moverse a plenitud en esta casa para huir. Uno de los detalles que no se ha conocido de la vida de esta mujer es que una de sus extrañas aficiones dada su cultura y posición es precisamente el futbol soccer nacional. Su equipo favorito, obvio son los “Rayados” del Monterrey, pero sabía a detalle que los malos manejos tanto administrativos como de dirección deportiva de ese otro equipo, el más popular de México, lo tenían en ese lastimoso lugar actual. Ese tipo, su dueño, el tal Vergara era un buey en toda la extensión de la palabra para las cosas del futbol.
El uniforme “pirata” de las chivas le quedaba muy estrecho haciéndola lucir ante un pequeño espejo de uno de los despintados muros de esa recamara tal cual si fuera una de las “porristas” o “vedetes” que lucen en posters de cualquiera pared de algún aficionado, pero necesitaba moverse con rapidez.
Destrabo la puerta, para ver de inmediato que el cabrón viejo desmayado había colocado una trampa para que en la puerta principal al entrar alguien se le clavara un gran puñal que estaba colocado en una ingeniosa forma, así mismo al lado de la puerta estaba un bat de beisbol. Seguramente el viejo pensaba apostarse en la puerta y con ello descontar aún más al otro. Lo que hace la ambición desmedida a las personas, pensó Erika, asociando ese pensamiento una vez más a los de su profesor preferido de la Universidad, el Maestro Raymundo. No sabía porque extraña sensación desde que todo se desencadeno en DF, sus pensamientos volaban una y otra vez hacía ese gran ser humano que tuvo como mentor en el Tec de Monterrey y que en su pasado reciente ya ni recordaba.
Ágilmente busco por todo el lugar cuerdas con las cuales amarrar al sujeto de la cama. Procedió diligentemente, ahora sí, aplico todo su entrenamiento para hacer unos amarres que ni el mismo Mago Houdini hubiera podido librar. El sujeto aún no se despertaba de su desmayo, así que también procedió a amarrarle la boca para que no pudiera emitir sonido alguno.
Luego busco las llaves para poder ver si abría la puerta principal pero ahí si no tuvo suerte, sin embargo si encontró su celular. Le marco a Esteban, pero no contesto. Por lo cual, sin dudarlo le marco la señal clave que indicaba que se encontraba en peligro, que había sido secuestrada. De inmediato recibió la indicación en su lujoso y exclusivo celular, un Samsung Galaxy S4, el más avanzado del mundo, de que el equipo de su guardaespaldas personal ya lo había recibido. No quiso marcar al marido, seguramente ya se sabía de la muerte de su padre y no quería enfrentar tal situación con Carlos.
Busco salir del lugar o algún indicio que le indicara donde estaba, pero nada. Los minutos se le hicieron largos, de pronto su celular sonó…era Esteban, le explico lo que pasaba. El profesional le dio algunas indicaciones y le comento que lo más rápido que se imaginaba llegaría a salvar la situación.
Mientras tanto, la hábil Cristina, sin que se dieran cuenta los hombres en la camioneta ya  activa su celular privado que ocultaba muy bien para mandarle un mensaje a su amante Armando, incluso desactivo el sonido. Para tal efecto, lo que hizo fue acomodarse en las piernas de su secuestrador, pararle de plano su glorioso y majestuoso culo al mecánico Cipriano para que este se aplicara en esas carnes de campeonato y gemir ya cachondamente, con lo cual el otro no se dio cuenta cómo maniobraba. Esta Cristina era muy segura de sí misma y por ningún motivo permitiría que estos tipos se salieran con la suya. También sus celulares estaban enlazados para ubicarse en la ciudad. En estas épocas de violencia e inseguridad, los ciudadanos del norte de México han tenido que extremar sus cuidados y tomar providencia ayudándose de cuanta tecnología hubiera. La clase media y alta cuenta en su mayoría con seguros, equipos de vigilancia, más de un celular, protocolos, capacitación, juntas de vecinos, etc.
El celular que le habían quitado a la mujer no era el único que tenía, este otro era el privado para sus “movidas”. La doble vida que llevaba la tenía super controlada. Armando le envió un mensaje mencionándole que no se preocupara, que iría a por ella y su hermana.
En una de las más lujosas residencias de todo San Pedro Garza García, Nuevo León, un pensativo y  desolado Carlos, al lado de su madre, solo contesto con un monosílabo cuando su especializado empleado  Esteban le menciono que su esposa hablo para decirle que la recogiera en el centro de Monterrey, ya que su camioneta se había descompuesto, que salió tarde del evento del Hospital San José. Esteban había decidido al escuchar la narración de Erika de que él solo podría con la fácil situación de su fallido secuestro. A todas luces, se trataba de gente inexperta, como muchos pendejos de la clase baja que se meten a eso, pensando que es fácil. No quería dar más tribulaciones a la familia que ya velaba el cuerpo del empresario que lo contrato. Tío Alberto siguió sigilosamente al joven Esteban que en un apartado de un pasillo exterior discretamente saco su celular.
Esteban hizo una llamada más, con indicaciones que si alguna persona las hubiera escuchado se hubiera dado cuenta  de que se preparaba para un rescate.
Todo esto lo escuchaba el ladino de Tío Alberto, que también era un psicólogo y conocedor de la especie humana. Él también era experto en comunicaciones y tenía aparatos colocados por toda la casa de su sobrina Erika y Carlos, de su cuñado, el muerto Don José Treviño. Esos aparatos ni los más expertos de seguridad los habían podido detectar. Así que se dispuso a seguir a discreción al guardia y ver que estaba pasando en todo esto. Nadie notaría su ausencia, la familia y allegados estaban como en un trance, en donde cada quien estaba sumergido en sus pensamientos y tribulaciones. Era un extraño velorio, poco usual en el país, en donde se suele estar hablando, hasta contando chistes, comiendo y bebiendo. No, aquí no, todo era silencio.
Al mismo tiempo, hacia la casa de Felipe, llegarían los ambiciosos y lujuriosos hombres con las dos suculentas mujeres, Armando, Esteban y el Tío Alberto. ¿Quién llegaría primero, que pasaría?
Los primeros en llegar, fueron los viejos secuestradores y el detective Ricardo, que sabedor de estos menesteres, procedió a tener a las hembras en la camioneta. Ordeno que los otros dos abrieran el portón. Para hacer esto, primero hay que abrir la puerta principal, ya que la de la cochera no tiene acceso en sí.
Igual, Felipe sabía que su compinche Pedro se la jugaría, así que mañosamente al abrir, dejo que Cipriano entrara…entrando este, lo primero que sintió fue un calorcito fuerte en el abdomen y ver como salía sangre de su abultado vientre y luego un batazo que le entró de lleno en la cara trastabillando hasta caer. Su máscara lucia ensangrentada. Felipe entro y logro parar con su brazo el siguiente batazo. Con el impulso sorpresivo al ser dos personas, Erika trastabillo para caer con el obeso cuerpo del otro sujeto que yacía en el piso.
Felipe saco una navaja que tenía oculta y sometió a Erika. Ricardo vio todo esto. Así que al ver que no había nadie en la calle, arriesgo para apuntar discretamente a las dos hembras para que se bajaran.
En ese momento Cristina lo recordó, había escuchado varias conversaciones acerca de él en el bar Zanzíbar, no dudo de que las fuera a matar en ese instante, así que viendo que ya solo eran dos sujetos y una mujer más las que estaban en la casa, obedeció jalando incluso a la temblorosa Gaby.
Ya dentro, Cristina con asombro vio que la otra mujer con el minúsculo uniforme de las Chivas era su recién conocida Erika Garza. El otro viejo seguía en el piso con leves movimientos, el madrazo fue durísimo y bien colocado.
Aún no se reponían, cuando el timbre sonó, brincando todos. Ricardo con la mirada le indico a Felipe que fuera a ver quién tocaba.
Siiii?  Una voz de niño se escuchó…Dice mi papa que vive más adelante que tiene que salir ya que unos chavos se están robando nuestras llantas y luego van a ir sobre la de ustedes, tiene miedo y sabe que usted es una persona muy valiente…que los asuste, no importa que se pierdan nuestras llantas.
Esto avispo a Ricardo que ya no estaba tan seguro, otra vez con los ojos le indico a Felipe que se asomara.
Felipe se asomó con cuidado, recibiendo de lleno un fuerte golpe experto de arte marcial que lo logro derrumbar, Armando había llegado, asestando un buen primer ataque, una de sus habilidades es imitar voces, la del niño le había salido de maravillas, pero en su apresuramiento, entro a la estancia para ser apuntado por Ricardo que tenía ahora encañonado a las tres mujeres y a él.
Ricardo: Muy bien palomitas y palomo, pegaditos si no me los quiebro. Con cuidado cerró la puerta, empujando a Felipe que yacía ahora junto a Cipriano, pegándoles levemente con el pie para ver si reaccionaban. A ver, tú, dirigiéndose a la rubia Erika, amarra a estas viejas y al cabrón este con esas cuerdas que están ahí…eran las que habían sobrado, de las que ocupo para amarrar a Pedro, que ya estaba despierto para descubrir que había sido sometido.
Erika procedió pero sin hacer un amarre fuerte en Gabriela, guiñándole a ella y a los otros dos. Esa voz se le hizo conocida.
Ricardo: no me hagas enojar culona, dándole un fuerte manotazo en su casi desnuda nalga por el shorcito que tenía, haz bien los amarres.
Erika, descubierta empezó pero lentamente. Esa voz era la del hombre del Zanzíbar que fue el premiado. Sin duda alguna.
Cristina ya analizaba con calma  la situación, así que muy segura empezó a hablar: Ya sé quiénes son ustedes…son el antiguo Gerente del Bar Zanzíbar, tu eres un detective privado al que le dicen Richard o Richy, el otro es un….
Ricardo: ya, mamita, ya sabes y ¿qué?  Nada te va a servir, le cruzo la cara de una bofetada y ya no le dejo terminar. Yo sé más cosas de ti que te pueden destruir, pero en su momento lo platicamos. Tu esposo se llama Pablo y nada sabe de tu doble vida, así que cálmate reinita.
Afuera de la casa ya estaba Esteban que analizaba la situación al ver una camioneta que inspeccionaba con esmero. Emitió una señal de su celular para ver cuál era la situación dentro. Si no recibía respuesta, sin duda, algo pasaba. Tío Alberto, estaba como a dos cuadras. Ya lo había localizado.
Erika vio cómo su celular emitía la luz violeta que indicaba que Esteban había llegado. Sus protocolos de seguridad son muy detallados.
AL zorro de Ricardo no le paso de largo ello, por lo cual la apresuro y con gritos ya buscaba que sus dos tirados colegas se aprestarán. Todo se estaba complicando.
Como pudo Felipe fue el que se medio enderezo. Ricardo le pido que tomara una de las pistolas del maletín y le paso un cargador. Ya más recompuesto, eran ahora Ricardo y Felipe quienes encañonaban a las dos mujeres ya amarradas.
De pronto la puerta fue proyectada hacia adentro con una leve explosión que incluso no hizo mucho ruido. El humo era espeso y no dejaba ver, se oyeron varios disparos y los gritos de las tres mujeres e incluso se escucharon voces masculinas gritando de dolor.
Cuando el humo se disipo, después de que esos angustiantes minutos eternos terminaron, lo primero que Erika, Gabriela y Cristina vieron, fue que eran ellas las únicas personas en pie y demasiada sangre en el piso.
Afuera ya estaba Tío Alberto que apresurado al escuchar balazos llego lo más rápido que pudo. Se dirigió sin meditar hacia la derrumbada puerta.
Erika desamarro como pudo a las otras dos mujeres. Cristina se dirigió a Armando que caído, dejaba ver que tenía un balazo en el hombro izquierdo. Erika hizo lo propio para con su empleado Esteban y ver que en esa acción temeraria había recibido un balazo en la sien y otro en el brazo, pero también vivo.
En eso estaban cuando una vez más fueron encañonados por Ricardo que era el que había salido bien librado de todo esto. Felipe también tenía sangre en una de sus manos y estaba medio de pie ya.
Tío Alberto fue recibido por un golpe de Ricardo que de inmediato lo descontó. A lo lejos se escuchaban patrullas. Ya se había desmadrado todo.
Ricardo: rápido busca a tu otro compinche y ayuda a levantarse al Cipriano que ya medio se despertaba.
Al escuchar Gabriela, sin saber porque corrió hacia el gordo sujeto y le quito la máscara casi gritando al ver quien era.
Hola…culona, mamita…mira lo que me haces hacer…
Felipe ya sacaba todo maltrecho a Pedro. Sabía que en estos casos no se podía andar perdiendo el tiempo.
Ricardo: Muy bien, todos afuera y tú elimina todo rastro de tu nombre aquí…
Felipe: Pierde cuidado, el contrato de renta está bajo otro nombre.
Ricardo: Ustedes dos, jalen con las tres viejas…vámonos pero a la de ya….
Quedaron en la estancia el desmayado Tío Alberto y los heridos Armando y Esteban.
Ahora sí, tanto Erika como Cristina no llevaban nada consigo ya que Ricardo las reviso a fondo. Gabriela en si no llevaba nada de cuidado.
Una vez en la camioneta, quitándose ya las máscaras los que las tenían, no tenía caso seguir, ya habían sido identificados por la trigueña Cristina, Ricardo maquinando a mil, le pidió a Felipe hiciera la llamada del rescate, le paso un celular de muchos que había en la maleta. Tenían que buscar un lugar para esconderse a plenitud. ¿Dónde coños podremos ir?
Felipe obedeció poniendo al tanto al marido de Erika, después se haría la de las otras dos mujeres.
Cipriano y Pedro no podían hablar ni intervenir, ya que evidentemente estaban seriamente heridos y lastimados. Su labor solo era encañonar a las mujeres.
Ricardo: ¡Ya!…Ahora que estemos seguros, los curo…no chillen, pinches maricas.
Fue Felipe el que dio la aparentemente brillante idea: Hace unas semanas atrás Don José Treviño cerró el Zanzíbar. La última noche fue cuando esta cabrona hizo su show junto a una pelirroja extranjera. Con lo de su muerte, es un lugar que su familia nunca sabrá que es de su propiedad. Je, je, je, quedo por decir sin dueño.  Por lo tanto nadie se acercará por ahí…que mejor que estar en ese sitio. Tal cual si fuera un caballo de Troya.
Las tres mujeres con escalofríos recordaron situaciones vividas en ese lugar. Las tres lo conocían de sobra y nunca en sus remotos sueños, al menos Erika y Gabriela pensarían que pudieran regresar.
Belcebú jugo a favor de los torvos sujetos ya que hasta eso, no tardarían en llegar.
Lo que no contaban es que  Esteban ya curándose a sí mismo y recuperado,  jalándose al Tío Alberto y a Armando, al cual le aplico un buen torniquete  estaban ya  listos para salir en su búsqueda y sobre todo porque al inspeccionar la camioneta le coloco un dispositivo de seguimiento. Esteban había calculado bien su jugada, pero fue Armando el que la rego, ya que sin saberlo fue el que le disparo…pero en fin, ya estaban prestos a seguir en el rescate, con la salvedad de que Esteban ya activaba otro código de seguridad para solicitar refuerzos.
Armando actuó temerariamente tal vez confiado de que en la ocasión que conoció a Cristina en el Zanzíbar su actitud fue muy valiente, atrevida y luego cuando la repitieron al rescatar a la millonaria Erika Garza de Treviño.
Eso era lo que transcurría. Sin embargo, en esta ocasión no sería tan fácil para Esteban…ya que Ricardo sabía muy bien su negocio…así que llegando a una esquina freno de inmediato e hizo dos llamadas que los demás no entendieron…a los pocos minutos, de pronto llegaron dos taxis Nissan que aparentemente salieron de la nada…
Ricardo: jálenle todos para los carros…las viejas en uno solo y tú Cipriano vas a manejar. Felipe y Pedro váyanse en el otro. Otro  sujeto se subió con ellos…llevaba una bata blanca, era un Doctor que trabajaba para el crimen organizado. Ricardo se las sabía del todo…los curaría en el trayecto. Todavía restaba un poco de tiempo para llegar a la zona roja de Monterrey que se encontraba en otro extremo. Tiempo necesario para curarlos. Cipriano si tenía una herida en un costado de su abdomen, producto del cuchillo que se le enterró, pero nada de cuidado, unos puntos de sutura y antibióticos, así como limpieza era todo lo que requería. Por su parte Pedro, no requería de sutura, pero sí de vendajes en las partes contusionadas de su oreja, cara y torso.
Esteban se maldijo, la señal los condujo a una calle en donde la camioneta lucia abandonada. El rescate se había vuelto una encrucijada.
Ricardo: Doctorcito llévate los taxis, ya sabes, todavía me debes dos…así que acuérdate…
Entraron todos al Zanzíbar, una vez que Felipe sin necesidad de nada, ya que uso un juego de llaves que tenía.
Ricardo: Muy bien, jajaja ya ven tuve que componer la plana. Haber quien jija de su chingada madre fue la que avispo a aquellos pendejetes, dirigiéndose amenazante a las tres mujeres que veían sus posibilidades de rescate ya minimizadas a cero.
De pronto se volvió y le puso un bofetadón a Pedro: Pendejo, como fue que una vieja te sometió, el pobre ya lucía un vendaje en su rostro y en la parte media de su torso, esto va para todos, no estamos jugando aquí, lo que nos estamos jugando es más allá de unos días de sexo y festín con estas viejotas, es la vida misma, he bueyes, pinches inexpertos…quieren lana, pues va a costar, así que de ahora en adelante ni un solo error, ya que yo mismo los mando al infierno, oyeron pendejos, para darle otro madrazo, pero ahora a Felipe….queda claro, aquí el jefe soy yo…
Volviéndose a las ahora si asustadas, por lo inédito del hecho (yo creo que cualquier persona ante un secuestro no sabe actuar, por más entrenamiento que haya recibido): Ustedes, cuidadito y se quieran pasar de listas, además a ti  y a ti, señalando a Erika y a Cristina, les tengo buenas noticias, pero eso será en privado, jejeje…ándele, váyanse a asear y vístanse como putas, que eso es lo que son, unas pinches putas que en este putero se van a comportar como eso, como putas…tu Felipe llévalas a los vestuarios que ya debe empezar la primera función…ustedes, o se recuperan ya o quedan fuera de la fiestecita, ándele vaya a ayudar al otro cabrón y tú vas hacer las otras llamadas….jejejeje y Felipe, que se vistan como verdaderas pirujas…
Una vez que hicieron las llamadas a los pobres concuños de Pablo y Cesar que todos asustados y azorados recibieron el impacto del secuestro, dándose a la de ya buscar reunir la cantidad de dinero solicitada. Les costaría trabajo reunirlas, pero de que lo harían, lo harían.
Carlos Treviño por su parte ya estaba notificado por Esteban y Tío Alberto, la jauría por rescatar de manera discreta eso sí, se desataba ya. La cantidad solicitada no era problema, pero se sabe que en estos casos, las negociaciones pueden durar meses, inclusive años. Mientras no encuentren a los secuestrados el proceso sigue abierto. La presencia de muchos soplones y traidores tanto en el crimen como en la policía misma, hace que esos eventos se den de esa manera. Por lo tanto, tal vez el confinamiento de Erika que acarreaba el de las otras dos diosas del amor sería para largo.
En algunos casos, la víctima llega sana y salva, eso sí lo más probable mancillada, tal cual el caso de las hermanas de la actriz mexicana Thalia; pero en otros caso no es así, tal cual la muerte del hijo del empresario de tiendas deportivas Martí y del exdirigente deportivo Nelson Vargas. Acuérdense del famoso: ¡Si no pueden, renuncien! Que lanzo el enojado empresario Martí al gobierno de Felipe Calderón.
Las hermosas mujeres secuestradas estaban en una especie de vestidor como en el de los estadios, que tienen regaderas comunes. Se bañaban ya, el agua caliente mitigaba sus nervios crispados…su conversación no podía estar exenta de dudas. Era el área de limpieza destinada a las teiboleras del otrora antro. Las mujeres no podían evitar en su innata competencia femenina comparar sus desnudos cuerpos, encontrando que simplemente no existía diferencia alguna en cuanto a la calidad de sus figuras, de sus carnes firmes. Las diferencias de edades, Erika de 33, Cristina de 29 y Gabriela de 27 no se notaba. Eran unas diosas del amor tomando su ducha juntas, como si estuvieran en un gimnasio, solo que estaban contra su voluntad y muy alteradas.
Cristina: Pinche Richard, todos aquí sabían que es un cabrón de primera. Esta super contactado con lo peor del país…no podemos jugar con él, oye gacha, se ve que me tiene “agarrada” con información para mi Pablito…no puedo permitir eso…y a ¿tí?
Erika estaba impactada, ya que antes de entrar a bañarse, el sujeto solo le enseño las tarjetitas que recibía cada vez que le llegaba un arreglo floral y esa foto en donde siendo enculada en un cuarto de Hotel céntrico de Monterrey por su “amiga” Natalia volvía el rostro…entonces, entonces, su suegro no era el….Carajo…una vez su compleja vida sexual le hacía estar en todo este enredo…Solo atino a casi musitar…siiii también me tiene bien “agarrada”….es un cabrón, en un tonito como si no se lo creyera aún y azorada del todo.
Gabriela, solo suspirando alcanzo a intervenir: Pero y Don Cipriano, ¿qué hace aquí?  Sé que tenía deudas, pero porque esta con esos sujetos…ella sí, no conocía de nada a Ricardo y a Pedro lo conocía de vista. Era un sujeto que a veces acompañaba a su joven vecina Evelin. Solo a Felipe si lo conoció como el dueño de este lugar, pero nunca supo que el vejete de Cipriano la otra noche tenía la intención de “venderla” a ese sujeto en saldo a sus deudas con él…pero con la intervención de la hermana todo se trastoco.
Cristina le contesto: Ayy hermanita, no te conté todo lo del otro día, porque deje que te “liberaras” con tu “cliente”, esa “experiencia” fue demasiado fuerte para ti, hacer el sexo delante de toda la gente, ufff hermanita de acordarme se me pone la piel chinita, en el fondo tal vez si somos putas, porque esa vez…ufff…tú estabas que lanzabas fuego. Pero ese viejo de Cipriano te vendería con el tal Felipe, ya que tenía sus deudas con él…no seas tan ingenua, ese cabrón lo único que te enseño fue a coger como se debe….pero es un mal tipo, igual que los otros, pero el de temer es Richy, ese si se dedica a chingar a quien se deje. ¿Te acuerdas Erika? Tú también te luciste.
Una vez que se bañaron las mujeres sabían que tenían que obedecer, se dirigieron al amplio closet que tenía un sinfín de ropa, aunque toda era de puta, de vedete, de cabaretera, de teibolera…sin más y en un extraño silencio las tres desnudas mujeres empezaron cada una a elegir su atuendo. No había de donde sacar al menos verse no tan así, como una suripanta, todas las piezas dejaban ver su anatomía haciéndola lucir con todo, ya que empezaron a probarse como toda buena mujer diversas opciones de vestimenta.
Mientras tanto, reunidos los cuatro incipientes secuestradores se ponían de acuerdo, abriendo aparentemente ya todas sus cartas.
Ricardo: miren ya se complicó esto, lo más seguro es que van a buscarnos como “locos” por mar y tierra. En este lugar le doy a lo sumo dos o tres días.  En el fondo ya no albergo esperanzas de salir bien librados de esto, tal vez el dinero de las dos viejas si se pueda tener, pero la tajada principal ya se nos cebó…estamos jugando con el poder verdadero en México y ahí si no nos podemos meter, hasta el pinche Peña Nieto va estar enterado de esto, pero el de temer es el esposo al desatar a lo peorcito que existe en el país…Vamos a necesitar ayuda de alguien de afuera para la lana de las otras dos…ya ni modo, nos tendremos que dividir a partes iguales. Tengo información de cómo Erika y Cristina se tendrán que dejar de todo a todo y no hacernos nada saliendo de esta. No pondrán en peligro sus matrimonios, ni su doble vida, eso está claro y es nuestra única verdadera carta contra ellas, lo demás, lo del secuestro, créanlo ya no cuenta, se chingo feo esto. Conozco a su guardaespaldas y créanlo es el mismo diablo y está muy conectado con puro gallo fuerte. Si nos agarran no nos la vamos a acabar.
Tú, Cipriano, ¿puedes o tienes evidencia contra la otra viejota? Había captado que esa otra mujer estuvo ligado a este.
Cipriano: Pues sí, tengo manera también de mandar al demonio su matrimonio e incluso de traumar a su hijito de por vida. A lo mejor hasta con eso, se vuelve ya marica desde ahora. Al fin de cuentas parece una niñita más que un hombrecito.
Jejejejejm los otros tipos solo se rieron como lunáticos.
Pues bien, no habrá de otra, nos las agasajamos, mientras vea yo como está el negocio afuera con la búsqueda y las tendremos que liberar aquí mismo y nosotros pelarnos de aquí. De llamar al empresario ya nada, no podemos andar jugando con ellos, si queremos salir bien librados de esto y no tener que huir hasta del país, solo los grandes carteles o grupos bien planeados pueden hacer este tipo de negociaciones, nosotros la neta no….entienden cabrones. Debemos estar bien unidos, nada de pendejadas de querer sacar partido cada quien, estas viejas no tan fácil las vamos a tener, tendremos que empedarlas o drogarlas o algo así. Cada quien podrá gozar a cada una, a placer y si queremos darle entre todos a cada una, pues también. Por ese lado no debe haber pedo.
Pedro que es muy ambicioso todavía intento disuadirlos, pero los otros no se la quisieron jugar.
Incluso Felipe le comento a Cipriano: Mira con esto ya que quede todo saldado, al fin de cuentas no era mi deuda, era la del difuntito…mejor salir con lana y con vida que nada.
Ricardo: Eso es lo que complica, nos pueden relacionar con esa extraña muerte. Felipe y Pedro, en ese instante, casi al unísono: Es cierto, mejor que ahí muera, al fin sacaremos una buena lana y nos cogeremos a estos mujerones, eso sí lo bailado nadie nos lo va a quitar, ay que armar una orgia y aquelarre de poca madre.
Ricardo: “Bien, bien, bien”  imitando al famoso luchador lagunero “Dr. Wagner”, yo no puedo meter a nadie de afuera, porque corro el riesgo de que me chinguen, tiene que ser alguien muy limpio, ingenuo que nos sirva de “mula” para traer la lana y que incluso nos de una mano aquí…necesitaremos alguien que pueda salir y entrar sin levantar sospechas, de preferencia una vieja, ya que estarán buscando a alguien de nuestras características. Entienden, que terminando esto, se deberán “perder” por un buen tiempo, ¿he? ¿Tienen candidatas? Tiene que ser alguien a quien también tengan “amarrado” por alguna cuestión para que la podamos manipular a placer.
Cipriano: No pues esta mi sobrina, pero ya no quiero pedos con mi familia, con esta lana ya es seguro que mejor me largue de aquí para el otro lado. Esta el Chango, que es mi ayudante, pero es muy buey.
Felipe: No pues menos yo, quede bien quemado con todo este desmadre que me provoco perder esta chamba, me costó trabajo entrar al hospital, albergaba esperanzas de acercarme a Don José, pero muerto este, tal vez solo me quede la opción de pedirle ayuda a su cuñado, el Sr Alberto que ya sé que me metería de guardia en Le Barón, el mejor putero de super lujo de todo el país. Tal vez me convenga guardarme un buen rato en ese lugar y empezar desde abajo, ni pedo, pero con lana.
Pedro: Jajaja no se preocupen yo tengo una viejota igual de buenota que esas otras tres putonas que manejo a mi antojo, así ya también serían cuatro viejas y nosotros cuatro. Así nos rolamos a todas las viejas, tú me prestas a la tuya y yo a la mía y todos vs todos….jajajaja buen desmadre que se va armar. Igual, esta Evelin que es mi quelite, me la puedo chingar con su familia, la tengo bien cogida con varias evidencias.
Bien, bien, bien…volvió a musitar Ricardo como si fuera el “Dr. Wagner”…vamos organizando esto mejor, ya ven cabroncitos, todo se puede componer, nada más debemos cuidarnos. Déjenme hablar a solas con Cristina y Erika, tú Cipriano habla con tu mujer Gabriela y tu Pedro jálate de inmediato a esa morra. Nos juntamos a ver como reaccionaron las potrancas y que les parece que empiezan con un show privado para nosotros, ¿he?
Ricardo: Otra cosa, me quiero chingar primero a Erika, de acuerdo bueyes? Ya le traigo muchas ganas
Felipe: Yo quiero joderme a  Cristina, esa vieja me la paga.
Pedro: Bueno, Don Cipriano creo que nos toca intercambiar mi cuate, para variar no? Ya verás que te vas quedar con el ojo cuadrado cuando veas a Evelin. No le pide nada a esas hembras. Seguro que serás su segundo hombre. Gabriela esta que se cae de buena, vas a ver que te la voy a dejar bien calibradita.
Cipriano que también es un lujurioso de primera acepto de inmediato: Ja, pues tú serás también casi el segundo de mi Gaby, ya que su maridito no cuenta. Bueno, bueno, pero yo quiero acostarme con todas, para que vean que soy cuate les presto a mi Gabriela y me la dejan al último para que le recuerde que yo soy su verdadero macho, a ver de qué cuero salen más correas.
Ricardo: a poco, a poco, una apuesta bueyes, a ver quién se culea mejor a su vieja.
Pedro: jajaja no saben con quien se meten, me los voy a fregar a todos…soy una verga en esto de culear.
Felipe: va pendejos, apostemos un 10 % de cada uno, sobre el valor de la recompensa. Que les parece…que sean las mismas viejas quienes decidan quien se las cogió mejor…¿no se rajan, culeros?.
Ricardo ya escribía en una hoja de libreta, haciendo una matriz:
COGEDOR/MUJER
Erika
Cristina
Gabriela
Evelin
Ricardo
Felipe
Pedro
Cipriano
Miren bueyes, aquí cada vieja después del acostón pondrá una calificación del 1 al 10, jajaja solo debe haber un ganador.
Cipriano: Oigan y si escogemos que vieja fue la que mejor culeo…Solo para picarles el orgullo y pues le daremos un premio como la mejor vieja del Zanzíbar.
Ya Felipe traía botellas de licor, refrescos , hielo…el lugar se había quedado tal cual, Don José pensaba reabrirlo, inclusive en sus oscuros pensamientos pensaba poner a trabajar a su nuera en venganza por todo lo que le había hecho pasar…ufff, todo quedo en pensamientos, ya no era nadie en esta vida.
Ricardo: Bueno vamos a cenar primero, no queremos que estas mujeres se nos debiliten, vamos a prepararles algo, al fin, que vean que no somos tan culeros, yo sé lo que les digo, con lo que voy a platicar con ellas, solitas van aflojar las nalgas, sin que las presionemos, eso si hay que ponerles un poco de alcohol en su sangre para que no se nos agüiten.
Mientras eso pasaba, en el vestuario las mujeres indecisas no atinaban a seleccionar algo, todo lo que se habían probado en definitiva era muy sensual, casi no dejaba nada a la imaginación y las hacía lucir como verdaderos putones, por lo que dejando de lado eso, mejor se estaban maquillando y arreglando el pelo.
Erika, ya más relajada, les decía a las otras mujeres: Miren por dinero no se preocupen, el chiste es no correr riesgos de más y estar en peligro de que nos maten. Yo no quiero perder mi prestigio, ese desgraciado de Ricardo me tiene con posibilidades de chantajearme. Esperare a ver que quiere, pero me imagino ya que será. No veo como pueda salvarme de que se quiera meter conmigo, pero no quisiera estar con los otros, ocultando que ya Pedro se la había estado cogiendo.
Cristina: ay mana, pues a mí también me tiene agarrada ese cabrón. A ver que nos dice. Si descubre que el otro día también lo fregué, más la va a agarrar conmigo…se ve que te siguió el hijo de la chingada…
Gabriela: a mí Cipi es el que me puede perjudicar, de hecho me había estado chantajeando, hasta que paso lo del otro día, pero no creo que sea capaz de querer algo así…
Cristina solo se le quedo viendo como diciéndole mentalmente: Ay manita, tu sí que no aprendes, eres bien pendeja e ingenua, ese es un pedazo de mierda, igual o peor que los otros.
Ellas no sabían aún que los otros tipejos ya en consenso habían decidido su suerte.
Todavía tardaron un buen en arreglarse, tiempo en que Ricardo tomando el liderazgo volvió a llamar a los pendejos e incrédulos maridos de Cristina y Gabriela manejándoles aún más la trama e ideando como sería el detalle de recoger el dinero. Les dieron de plazo 3 días.
De igual manera, Pedro llamo a Evelin y bajo amenazas intimidatorias hizo que la pobre muchacha tuviera que urdir un plan para salirse de su casa a esa hora tan avanzada ya de la noche. Otra vez, lucifer jugo a favor de los degenerados sujetos, ya que se encontraba sola en su casa. El abuelo y la madre habían visitado a una Tía en otro extremo de la ciudad. Incluso a instancias de Ricardo le mando un taxi ya pagado. La hembra sería citada en el bar que se encontraba más delante de este y de ahí la harían llegar aquí.
Las mujeres salieron del vestuario, simplemente era maravilloso ver a esas tres diosas blancas. Dos rubias, una trigueña de pelo negro.
Las tres son altas, la más alta es Erika pero no le saca mucho a Cristina y a Gabriela, en ese orden.
Obedientes, sin una razón clara, las tres se maquillaron más de lo que suelen hacer, por lo cual sus bellos rostros lucían de otra forma, por decir, más sensuales, lujuriosos. Coincidían en unos labios rojos intensos que invitaban a besarlos con furia y desenfreno. El pelo largo de las tres estaba también peinado de tal manera que caía sobre sus hombros de una manera coqueta, arrebatadora y que cualquier hombre en sus cabales hubiera querido tener de crin a la hora de estar cabalgando esos enormes, parados, perfectos, simétricos, curvilíneos culos 100 % naturales. También se asemejaban en las zapatillas altas que las hacían lucir imponentes. Otra igualdad era que habían elegido conjuntos de dos piezas, es decir sus planos y bien trabajados vientres lucían desnudos como invitando a esos hombres a tomarlas de ahí para impulsarse sobre ellas o detrás de ellas cuando las estuvieran empalando en unos momentos más. Estos pedazos de suertudos que casi babeando no se la creían de tener a su libre disposición a esas beldades y que con los ojos a punto de salirse de sus orbitas proyectaban un deseo insano, de una vitalidad que hizo que las tres ligeramente temblaran, incluso a la más experimentada que era Cristina.
Gabriela lucía un minúsculo tanga de esos que tienen moñitos a los lados que se medio ocultaba por unos olancitos que asemejaban a las bailarinas del viejo oeste, de igual manera la parte superior que medio cubría sus melones perfectos y erguidos, de los cuales ya se adivinaba las aureolas. La combinación era en rojo y negro. Su blanca piel, su rubia melena, la  cara expectante que buscaba una y otra vez la de Cipriano como buscando auxilio le daba un aire de desprotegida y más cuando buscaba la de su hermana o la de la otra mujer que reconoció identificar en el velorio de su amigo y del de su hermana, el profesor Rogelio Bautista. Pero aquellas también estaban en lo suyo. Al parecer su hermana la conocía mejor.
Cristina era la más segura, con la mirada y la pose retaba ya a esos hombres, lucía imponente. Imagínense estar entre dos rubias, claro que destacaba y más porque era la más atrevida de todas. Su ajuar era simplemente otro tanga de brochecito a los lados, color azul cielo, así como un minúsculo aditamento en sus senos, dejando ver que estos eran también la obra de un escultor de primera. Evidentemente se depilaba su vello púbico ya que en esa parte  solo se veía como los muslos se le juntaban como representando un buen logro el separarlos y hundirse en ese paraíso que se adivinaba.
Erika se vistió como colegiala. Una minúscula faldita que al igual que la de Gabriela solo medio tapaba el tanguita blanco que tenía. La faldita es la típica de cuadritos rojos, grises y en otros tonos afines. Una blusita blanca que también medio tapaba el minúsculo brasier blanco.
Fiuuuuuu, fiuuuuuu guuuauauauuaa…como si fueran jauría de lobos o coyotes. Aplausos y vivas salieron de la garganta de esos desaforados que se darían un festín de carne humana como tal vez nunca ya lo tendrían en su mísera vida.
Los canijos ya habían dispuesto una mesa bien servida. Copas y vino tinto. Los canapes y bocadillos que prepararon evidenciaron la experiencia en esos menesteres de Felipe. Pedro había mentido en el sentido de que no cocinaba, era todo lo contrario.
Muy diligentes los tipos las condujeron a esa mesa en donde estaban 4 sillas. Ricardo se sentó con ellas y de una manera clara, concreta y sencilla les hizo ver a Cristina y Erika que tenía con que destruir su matrimonio y sobre todo a la rica mujer toda su imagen. Gabriela era testigo como esas dos mujeres, siendo una su hermana, al igual que ella, habían caído en las garras del chantaje. Ricardo se paró para avisarle a Cipriano que era su turno. Este no tan diplomáticamente, le hizo saber a Gabriela su misma situación que las otras. El trato era sencillo, nada de grabar lo que sucediera en esos tres días, todos los hombres se pasarían por las armas a cada una de ellas y se valdría de todo, ellas tendrían que obedecer,  les darían todas las evidencias a ellas, prometiendo nunca más chantajearlas y las liberarían. Nada les dijeron del dinero.
Una vez que las dejaron cenar a gusto e incluso poner música orquestal. La gran orquesta de Paul Muriat empezó a amenizar la velada, Erika y Gabriela comentaron que por ningún motivo querían perder sus matrimonios, no así Cristina, que al no tener hijos se la estaba pensando, aunque quería seguir así con Pablo, le ponía a mil llevar una doble vida, quería a su esposo, pero sentía que sería un gran precio meterse con estos fulanos por su estatus de casada infiel. Al ver el miedo, sobre todo de su hermana, ese sentimiento filial le gano más y pues aceptando ese destino en esos tres días, de cualquier manera comento que había que estar atentas y concentradas por si podían zafarse de ellos. Las tres mujeres hicieron un tácito acuerdo, de seguirles la corriente y ver que se podía hacer.
Pasado un cierto tiempo, vieron que uno de los tipos abría una puerta para dejar pasar a una bellísima y asustada joven que al ver a Don Pedro fue a su encuentro cual si fuera su jefe. Hablaron unos minutos, en los cuales, pudieron ver que la jovencita casi lloraba como suplicando, pero toda cabizbaja irse al vestuario.
Al poco tiempo, ya casi terminando de cenar,  reconociendo que la comida y el vino estaban deliciosos vieron entrar a la otra mujer vestida como si fuera una sensual enfermera. También el atuendo era de una suripanta.
Ahora Felipe desde la sala de control, puso otro tipo de música y con una voz cual si fuera el responsable del sonido invitar a las tres mujeres a juntarse con la otra jovencita que temblando y muy nerviosa se encontraba en el área de tubos en donde las teiboleras daban sus shows jugando con ese artificio.
Al llegar a los tubos,  Gabriela reconoció a Evelin.
Evelin: Sra. Gabriela, su esposo debe estar muy preocupado. Malditos, como fue que la secuestraron.
Gabriela: ¿Y tú chiquita? ¿Qué haces aquí? ¿De que conoces al tal Don Pedro? ¿Tú abuelo sabe dónde estás? ¿Qué quieren de ti?
Evelin: ayy Gaby si supieras, ese desgraciado me ha hecho mucho mal. Oiga, esa es la Sra. Erika Garza, soy un admirador de ella…también es secuestrada?
Gabriela: siii y esa otra es mi hermana Cristina.
Cipriano: yayyaya muchaa pláticaa, que empieccee el showwwww
Pedro: Asisisi ess aa  moverrseeeeee
Felipe: por el altavoz….y el Zanzíiiibabaaaaarrrr en una exclusivaaaaaa de miiiiil, tiene en su pasarela a estas cuatro beldades, órale a bailar “La Reta” (amigos americanos, españoles, sudamericanos y del Centro y Sur de México, aquí en el Norte de México, hay un programa regional de TV en un canal local, “Las noches del futbol” en donde el locutor Ernesto Chavana se la pasa haciendo puro desmadre, invitando conjuntos musicales típicos norteños, haciendo juegos, concursos, hablando de futbol, de todo, pero al relajo, sobre todo sacando unos mujerones de atractivo visual, “Las chicas de las noches”, en youtube podrán ver varios cortos de dichos programas y el tipo de hembras que salen, “La reta” es una de sus canciones que utiliza con un bailecito muy característico).
Las cuatro conocían la citada canción y el bailecito, sobre todo Evelin y Cristina. Una porque al ser joven es de las preferidas en los bailes estudiantiles y la otra al ser la más desmadrosa de ellas y frecuentar fiestas. Gabriela si veía de vez en vez ese programa y la identificaba. Erika, solo en una ocasión la vio en TV y una más cuando sus pequeñas alumnas se pusieron a bailar en su trabajo.
Las notas empezaron: “La reta, ella lo que quiere, ella lo que quiere,   ella lo que quiere que le den,  la reta…Dale , dale, dale, duro, duro…Por arriba, por abajo…por arriba, por abajo…Por delante, por detrás, por delante, por detrás….brincan las nenas, brincan las nenas…las chiquitas, las nenotas, chiquititas o  grandotas, las flaquitas o las gordotas, naturales o plasticotas”.
Las cuatro beldades sabían bailar muy bien, así que sin llorar se pusieron a realizar el cachondo y caliente baile al son de esa repetitiva, calenturienta y pegajosa canción y de los aplausos de los cuatro hombres que ya se aprestaban a una larga noche, a un encerrón de locura orgásmica.
Era maravilloso ver a esas cuatro estatuas femeninas bailar pegadas una atrás de la otra, repegarse en sus culos, que la de adelante sintiera los senos grandes y duros de la de atrás. Ver como brincaban coquetamente para ver balancearse esos senos de campeonato y más que son naturales 100 %.
A la mitad de la canción, Felipe paro…Ricardo en una bandeja se acercó a ellas para que se empinaran un vaso jaibolero de un trago que les preparo. Estaba cargado. Por el altavoz: vamoooss, vamos, muchaachass esto es para que se relajen un poquito.
Continuaron con el baile hasta terminarlo y una vez más les dieron de beber.
En este punto, ya Felipe estaba abajo, dejando una pista musical interminable de música electrónica en el sonido. Junto con los otros dos tipos sacando sendas pistolas que ya Ricardo había distribuido, dichas pistolas con las que las amenazaban sumados al recordatorio de las evidencias que el detective, Don Pedro y Don Cipriano tenían, les hacía una rara combinación en donde sentían que se les subía y se les bajaba al mismo tiempo el alcohol ingerido.
Los tipos amenazantes se acercaron también: Más vale que se pongan flojitas y coopereeennn, sino de una buena vez nos las entumbamos.
A las pobres imitantes de vedetes no les quedo de otra que tomarse ese otro trago de Hidalgo (chingue su madre el que deje algo) bajo la inquisidora y lujurienta mirada de los cuatro.
Ricardo encendió aún más el acalorado sentimiento que ya fluía por las venas de esas mujeres al sentir correr el fuerte licor…vamos que se les ocurre a esta honorable audiencia para estas diosas del sexo….vamos, vamos, pidan.
Los cuatro como si se hubieran puesto de acuerdo al ver el bailecito de la Reta gritaron: Que se perreen entre ellas…como las putas gringas lo hacen…vaaamoosss…
Otra vez, las únicas que sabían a qué se refería ello, eran Evelin y Cristina, por lo que sin remedio alguno, Cristy tomo a su Gaby de su breve cintura y empezó a simular como si se la estuviera cogiendo. Mismo acto que realizaba ya Evelin con la estupefacta Erika que sintió como la chiquilla que era alta como ella le repegaba su vacía ingle, pero sintiendo con claridad la suavidad de sus piernas y los senos que se le pegaban de vez en vez en su espalda…
Los tipos reían y animaban aún más: ráaaapidddooo, mmmáaasss fuerrrtetee, dallelee, dallelee, dalleleee….cammmmbiiooooo
Ahora Erika era la que se culeaba a Evelin y Gabriela  a su hermana Cristina…..
Caammmbiooo….cambbioooo, empinenessee más, assssíiii, binenenen cabrroonansss puttatssss
Así estuvieron un buen jale, en donde todas se dieron a todas. Ya sudaban dándoles a sus cuerpos un brillo aún más candente.
Fue Pedro, el que dio la idea de que se dieran un faje entre ellas…que iniciaran un acto lésbico. Siempre había querido ver uno en vivo y a todo color.
Cipriano rugió como fiera…siiiii….las hermanitas juntas y la experta con la jovencita….guuauauuauua
Ricardo se puso a aplaudir como desaforado, siiiiii, vamooosss Erikkakaa con Eveliiiinn y Gabrielallaa con Cristttiinnanaa…..vamooososs besenssseee
Tímidamente las mujeres obedecieron para medio abrazarse y solo atinar a mirarse con miedo y un poco de ¿asco?…pero los viejos no se quedarían con eso, así que Ricardo le puso una seguidilla de nalgadas tanto a Erika como a Evelin, mismo acto que realizaban Felipe y Pedro con las hermanas. Cipriano de inmediato reacciono y se fue sobre Erika para nalgearla a placer. Del otro lado, ya Felipe se tenía de encargo a Cristina y Pedro a Gabriela…el sonido era fuerte, ya que las palmadas de plano eran con todo. Ayyyyyy, ayyyyyyy, bruuuttooosss, cabronneess, espeerrenenenen, esperrreeen, desppacciiiittotoo, yyyayaaaa, pororrr favroorororr, noooo, yaaaaaa, yayayaaa,  las palabras, frases, gimoteos se confundían en las angelicales vocecitas de las cuatro beldades.
El desquiciado de Felipe fue el que grito a pleno pulmón: Putas, pónganse en hilerita y empinen el culo que les vamos  a poner una buena zurra para que obedezcan a la primera e incluso se jalo a las hermanas y las puso una junta a la otra….Ricardo por inercia hizo lo mismo. Ahora los cabrones como en un carrusel se pasaban de una a otra mujer para hacerles sentir la dureza de sus palmadas, parecía que estaban compitiendo por quien se zurraba mejor y con mayor fiereza a las nalgotas paradas de esas hembras que ya no veían lo duro sino lo tupido, incluso Evelin y Erika tomadas de sus manitas y que estaban juntas casi se desmoronan cuando voltearon a ver y apreciar que Cristina ya lloraba a lagrima viva y es que era a ella a quien más fuerte le serruchaban, sobre todo Felipe que era  quien más ganas le tenía.
Después de unos buenos empalmes en esos culotes que ya lucían rojizos y de darles de beber otro trago grande que les quemo la garganta y las entrañas…casi al mismo tiempo los cuatro demonios gritaron, yaaaaa, entendieronnn, ahorraa a fajarseee…ya sabennen quien con quieeeenn
Las hembras obedecieron. De igual forma, como ellos les ordenaron, ellas se abrazaron fuertemente. Como por inercia se empezaron a sobar sus nalgas. Pronto descubrirían que al ser manos femeninas, suaves, dulces y estar tratando de aliviar el dolor de su pareja, empezaban a sentir hormigueo por todo el cuerpo, haciendo que el tímido beso que se empezaron a darse de piquito, se empezara a convertir de a poco en una batalla de lenguas, de labios, de chupetones, de sorvidas de saliva. Esto se acrecentaba con los gritos de los hombres, el juego de luces, en donde a veces se veían a plenitud y en ocasiones solo se adivinaban las figuras de las hembras besándose y comiéndose, ya sus respiraciones eran totalmente agitadas. Para las cuatro era la primera vez que besaban a otra mujer. Su figura se compenetraba al ser casi de la misma estatura. La belleza de sus labios hacía más fácil la labor. La dulzura y quizás la proyección del temor que tenían les hizo jugar una mala pasada, ya que aunada a las caricias que solo una mujer puede hacer hizo que hasta empezaran a meterse mano por todo el cuerpo…e incluso los gritos por inercia las llevaría hacia lo desconocido, hacia una escalada de nuevo placer que descubrirían delante de esos hombres. También el alcohol ingerido, ya que al terminar de perrearse les dieron a beber otro vaso completo, jugaba a favor de ese lésbico acto.
Vamos….vaaammmosss metansee mano bieeenn, mettelelele el dedooo, chiquitteeeattellaa
Ya Erika amasaba las nalgotas de su amante joven y está ya dedeaba a la otra, solo susurrándole al oído con cachondería: Perdon, Sra Erika, yo la admiro mucho, es usted una mujer muy elegante y guapa, pero es queee esososo tipos me dan mucho mieedodoo
Ya chiquita, cálmate, tienes un cuerpo estupendo y eres muy bonita, pierde cuidado, tenemos que obedecer, si no nos pueden matar, adoptando de inmediato un rol de mayoría de edad, recordando una vez a su querido profesor de la Universidad.
Las hermanas no se quedaban atrás ya furiosamente se dedeaban, obedeciendo a los gritos y mandatos. Incluso Cristina ya se estaba encuerando a su hermana para maniobrar mejor, incluyendo que bajaba incluso a mamar sus pechos que ya erguidos recibían los lengüetazos y caricias que con su boca fina le prodigaba.
Las otras al ver, con esa competencia innata que se da en las hembras se empezaron a encuerar y a chupar una a la otra de manera extraordinariamente coordinada.
Los gritos y vítores de los otros no se dejaron disminuir y al contrario enardecidos por la iniciativa de esas calenturientas diosas, las invitaban a seguir en ese camino de lujuria y deseo.
Sin saberlo o sentirlo ya las cuatro hembras estaban encueradas y ya sus gemidos eran evidentes, parecía que se ponían de acuerdo y competían las parejas por hacer un nuevo movimiento, una nueva caricia, sus manos, bocas, inglés, piernas, brazos, cabezas, pelo entraban en juego para darle placer a la otra…incluso las palabras empezaron a brotar. La música electrónica pegajosa, repetitiva, sonora, llamativa no hacía más que contribuir a ese acto de 100 para esos afortunados cabrestos que aplaudían y que ya también se habían quitado su ropa de poco a poco para empezar a compararse con sus virilidades totalmente erectas y que se las estaban pelando, cascando, delante de ellas. La orgía que se avecinaba era de pronóstico reservado.
Cristy: Hummm,, ayyyyyyy Hermmammiittatat queuue buennnnaa estttassss
Gaby: Ricccooooo, asiisisisi,asiisisisis
Evelin: Ayyyyyyyyyyyyyy, hummmmmmm
Erika: Chiiiiquiiiiittaaaa herrmoooossaaaaaa
Esas y otras tantas palabras, eso si dentro de la cordura de ser mujeres, sin nombrar grosería alguna.
Los ayyyyyyy, hummmmm, chiquiiittaaa, mmammamitttatatat, perororo queuee ricococoo ess essosotooooo enardecían a los cuatro que ya desesperados se jalaban sus fuetes fuertes y listos para entrar en acción al primer llamado, al primer grito que surgiera….pero esperaban pacientes, ya que la escena ante sus ojos de pronto cambio.
Con una inercia que la  fiereza con que ya se estaban fajando esas hembras, sin estar tan conscientes de ello y ayudados por todo el contexto: alcohol, gritos, miedo, asombro, música y lo que se les pueda ocurrir las hembras ya estaban en el suelo metiéndose un cachondeo de aquellos, sus cuerpos giraban, a veces una estaba arriba de la otra y viceversa.
EL detonador para el 69 que se darían lo activo un maravillado Cipriano que veía como su Gabriela gemía y se encendía con su hermana y es que de plano ya estaba junto a ellas jalándole el pescuezo a su grande ganso. Felipe estaba cerca de Cristina, de alguna manera cada lobo estaba acercándose a su presa elegida.
Don Pedro muy cercano a ellos se había acercado a donde Gabriela estaba ya a punto de orgasmar y es que quería verla de cerca y a todo color. En sí, las dos parejas de hembras estaban casi pegadas una a otra. En su cerebro hacía cuentas: ya se había chingado a Erika y  a Evelin y ahora le tocaría esta rubia de infarto. Sabía que sería el ganón, ya que los demás aún no probaban a dos viejas de estas y él ya, es decir repetiría, al menos en eso ganó, ya que era más el afectado físicamente por la madriza que le metió Erika.
A si mismo Ricardo ya estaba cerca de Erika y se sobaba las manos por el festín que se avecinaba.
Una vez más los cuatro como si se leyeran la mente: Orrallllee a chuppaparrr vagginnananaa, hagannn unnn 69.
Las hembras ya estaban a punto del orgasmo y obedientes ya que los tipos seguían con sus sendas pistolas viraron sus cuerpos para entrar al quite…de nueva cuenta en esa noche de descubrimiento, iniciaban un nuevo aprendizaje, mamarle la vaina a otra hembra…..el instinto puro les hizo hacer el acto con maestría inusitada….ahora si las contorsiones y malabarismos que se hacían con sus cuerpos era de temerse….los gemidos estaban a millllll…..
Yyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyyyyyyyy, hummmmmmmmm
Ricardo fue el cabrón que les pidió ahora cambiarse: que las rubiass se dennn ahora y Cristina con Evelin….
Ese fue un descanso que interrumpió abruptamente el inminente orgasmo al que estaban llegando. Al pararse para irse a acoplar a su nueva pareja, los hombres no perdieron la oportunidad de meterle unas buenas nalgadas a cada una de ellas.
En su nueva pareja, la batalla continuo primero de pie un tanto y luego al suelo….ya que los hombres luego, luego empezaron a gritar: suelelelo,,suuueleleoo, sueleleleo.
Ayyyyyyy, hummmmmmm, aahhhhhhhhhh, hummmmmmmmmmm
Sin saber quién fue la primera y tal vez en una catarsis integral que abarcaba sus miedos y ansías de hembra empezaron a pedir verga….
Yyyaaaaa neececececsiiiiitoooo uuuunnn hommbreee, verggggaaaaaaa
Quiieerrrroooo vergggaaaaaa
Piittttototoo dammmeeee pittootooot
Yyaaaa metanlllalalla, cabrroorooneesss
Las palabras altisonantes empezaronnnnn
Igual los hombres como con un resorte en sus labios y burlones lo cual sabemos a las cuatro les enerva aún más la lujuria: ¿Quéee quieireenn?
Vergagaaaaaaaaaaaaaa, las cuatro como si también gritaran bingo o lotería en un juego de azar….y es que ya llevaban buen tiempo siendo sometidos a este lésbico juego y ya estaban calientes, listas para hornearse.
La verdad es que estas beldades se merecen una historia cada una, se asemejan en lo escultural de sus cuerpos, en la belleza de sus rostros, en su voz angelical, en su sexo subido a mil, pero cada una de ellas tiene un perfil propio con identidad específica, aunque se asemejen en algunos puntos, sin embargo, el destino les tenía deparado esta aventura en conjunto.
¿Por qué se habían calentado tanto? Primero, la vestimenta que tuvieron, el bailar para ellos, el vino y el alcohol, el lugar y saber que estaban jugando el rol de putas, muy en el fondo les sacaba esa esencia de mujer a plenitud en el terreno sexual y luego los besos, caricias, lamidas, palabras que se dijeron una a otra, estaban a punto del orgasmo y ya sus cuerpos demandaban más allá de las sabias caricias de otra mujer, necesitan lo que estaban pidiendo ya a gritosssss
Fue Ricardo el que en su rol de jefe de la manada tomando de los pelos a Erika se la jalo para otra mesa con rudeza, diciéndole:
Entonces que, ahora si vamos a ponerle y a completar lo que me gane la otra noche, ¿quieres vergaa?
Ese lapso fue como un remanso que las saco de la desquiciante locura que estaban pidiendo
Nooo…por favoroorr,, nooooo
Jjjajaja, ahora te amuelas….poniéndola con sus manos sobre la mesa, y accionando sus piernas regordetas pero fuertes para abrirles las piernas y acomodarla a su estatura le empezó a pasar su pene erecto y gritar: orrralllee cabroonness cada quien agarrree a suuu viejjaj y a darlrllee, recuerreeen que  hayayy premmmiioooo
Don Cipriano  tomo de un brazo a una asustada Evelin que empezó a gritar: Donnn PEdrrroo no me  dejejej con estttee viejejjooo. Don Cipriano fue a sentarse en una silla en  otra mesa, sabía que tenía que guardar fuerzas para no quedar en mal con sus colegas para jalarse a la niña que gimoteaba ya a pecho abiertooo.
Don Pedro a viva voz: Sabiiaiss Evelinn que  tarde que temprano esto pasaría, además ese viejo me está regalando a su noviecita santa y le tengo que devolver el favor, jajjaja
Gabriela a su vez: Cipiii no me hagasss  esttooo, yyooo te dijjjee que sollo contigogogoo, Donnn, Donnn y es que el canijo de Don Pedro que también deseaba empezar la refriega con calma, había juntado dos mesas cuadradas, colocado varios manteles y acostado se había colocado a Gabriela encima de él. ¿Qué cómo le había hecho para que la otra fuera tan dócil? Porque seguía encañonándola y se había aprovechado de que estaba más reclamando que no se la enculara y hablándole a un Don Cipriano que ya enajenado y enervado por el mujerón que probaría con la chiquilla no la escuchaba más.
Don Cipriano ya no le contesto ya que le estaba dando un tallón y repasón sentado con su vergota a la palpitante vaina de una sollozante Evelin que ya solo gemía quedamente.
Gabriela veía con ojos desorbitados como ya estaba encima de ese viejo panzón y como ese pene le apuntaba directo en su jugosa vagina que le empezaba a jugar la mala pasada de querer ella metérselo, sus ojos todavía se abrieron aún más cuando noto el leve movimiento de caderas que hacia Erika como invitando que por detrás su hombre por fin se decidiera a metérsela. También observo que la chiquilla de Evelin respiraba agitadamente sudando y que como hipnotizada veía y se dejaba hacer por Don Cipriano que a risa y risa le tallaba su pene, viro su rostro para ver que su hermana se encontraba acostada en el área de tubos con el otro sujeto encima de ella también repasando con una fuerte virilidad. Su hermana se agitaba y sus gemidos también le retumbaban los oídos.
A Erika le quedaba de frente toda la acción, ver a sus amigas en desgraciada gimiendo, vencidas, como hechizadas ante el influjo de todas esas vergas, fuertes, paradas, en sí, todas estaban cerca una de las otras y todas en su mente estaban empatando al apreciar que los cuatro sujetos coincidían en que eran feos, con panza, pero con una potencia de erección, con una grandeza de sus penes, que en sus parejas formales, incluyendo el noviecito de la para ellas niña no tenían pero ni de cerca.
Cristina quería no doblegarse, pero su calentura era mucha y sin más remedio empezó a relamirse ante los toqueteos de ese vergón.
Felipe gritaba, calienteelllas como los putoneess que son, que nunca se les olvide quienes serán sus macchoosoos cabrrriosos.
Cipriano vociferaba:…UUUuuaaaattta se vvveee queue estta apreeetaaadiittat, pinche Pedro pues ¿no que ya te la habías cogido? Pinche pitiiitotoot que has de tener, veo que con dificultad le va entrar la puntita.
Respondiendo un ufano y seguro Pedro: a tu vieja no las vas a poder reconocer de lo abierta que la voy a dejar, pinche bueyyy..
Buen rato estuvieron tallándole, amasando, acariciando y magreando sus carnes. De a poco los gemidos de las mujeres competían entre sí en volumen, intensidad y calor.
Las palabras locuaces de minutos atrás que las mujeres mencionaron volvieron a escucharse opacando la música electrónica que seguía y seguía…yaaaaaaaa, yayyayaya, metteteeelllala, cabrrrrponnn, pinnccnhhheee perrrorooro, yayayaya pappappiitotooootot,, yayyayayaya hazzzz lo quueuue quierrasss peroror yyyayaya metetteteellala, Donnnnnn yayyaayaaaaa
Palabras más o menos, pero cada una de ellas en su estilo y en su propia historia lo decían…Erika que se había habituado a las malas palabras junto con Cristina eran las que más utilizaban. Evelin la de papito, papi que en su aun inocencia utilizaba y Gabriela, el consabido Donn
Finalmente el jefe de la pandilla, Ricardo grito: órale cabrones, a la de tres…..unannana, dosoosos, treessss
Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, hummmmmmmmmmmmmmmmmm
Paaaaaapppppiiiiiiitooooo
Riiiiiicoooooooooooo
Asisiissssssssssssssssssssssssiiiiiii caaaabrrooooonnnnnnnnn
Y es que las cuatro por la posición podían verse una a la otra, las cuatro empezaron a recibir caña de manera fuerte, constante, seguida, intensa, haciendo que el plaaaacc, palalalallcc, plaaccc, plaaaccc de sus carnes se combinara con la rítmica música…iniciaba con todo su cautiverio…¿Qué pasará? ¿Seguirá esa orgía con todo?
Ya nada podían pensar, solo coger y recibir y empezar a moverse.
Erika paraba ya sus nalgotas y se removía al unísono de los fuertes embistes que por detrás le ponía Ricardo. Las otras al verla supieron que era igual de caliente que ellas.
Evelin ya se daba sus sentones y se movía con maestría. Las otras al verla supieron que esa chiquilla era igual de experta que ellas.
Gabriela se tallaba con fuerza, se movía como odalisca, haciendo lucir su cabellera, sus senos sobre esa mesa en donde el acostado Don Pedro le hacía sentir su curvo pene. Parecía que la mesa se podría caer en cualquier momento, pero el viejo con maestría la conducía cual jinete que amansa a una corriosa yegua. Las otras al verla supieron que la noche sería larga y que indudablemente gozarían como cerdas.
Cristina con sus piernas en los hombros de Don Felipe se agitaba y ella misma se impulsaba para recibir el embiste de su hombre. Cada vez que su carita se agitaba y se volteaba para ver a sus amigas las veía copular con todo. Las demás al verla supieron que habían sido conquistadas. Que la Ley del Deseo que tanto usa Pedro Almodovar en sus películas les había jugado una vez más y de alguna manera también gozarían.
Las cuatro vencidas y ganadoras supieron que esa experiencia juntas las uniría de por vida y las llevaría a caminos insospechados. Sin embargo, una vez más el giro del destino les tenía deparado a todos unas últimas jugadas que nadie en sus cabales hubiera podido imaginar.
Ayyyyyyyyyyyyyyy, hummmmmmmmmmm, pppapappapppiitootototot, cabrororornn, perrorororo,mdqallelellele, dalellelle, asiiiiiiiiii, riciocococooco
Las palabras y el empalme continuaba, las cuatro se veían y se escuchaban. Los cuatro se envidiaban y competían, gozaban y daban con todo.
Continuara
 
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Relato erótico: “Seducido por la niñera de mis hijos, una ex-monja 2” (POR GOLFO)

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Tal y como os relaté en el primer capítulo, mi  madre me buscó como niñera de mis hijos a una ex monja. Teresa que en teoría llegó a mi casa para que sus nietos tuvieran una figura feme
nina decente en su vida, tras una discusión cambia su forma de vestir y de comportarse conmigo. Cuando antes era todo discreción y rectitud, a partir de entonces se transmuta en una joven coqueta y desinhibida.
Al analizar los motivos de ese cambio, descubro que de acuerdo con mi madre ha decidido seducirme.
Ese fin de semana fue mi perdición.
Al día siguiente, Teresa lucía radiante. Se notaba a la legua que estaba contenta y queriendo que se le quitara ese gesto de la cara, la saludé con un beso en la comisura de los labios mientras mi mano repetía la misma operación que la noche anterior. Pero si hacía unas horas mi magreo la había sorprendido, esa mañana no hizo ningún intento de retirar mis dedos de su trasero y mientras yo seguía acariciándolo, me dijo:
-Cariño, ¿Qué quieres que te prepare de desayunar?
Su tierna respuesta y que para colmo se dirigiera a mí de esa forma frente a mis hijos, me cabreó al darme cuenta que iba a ser una presa dura de vencer y con tono duro, le pedí un café. La muy ladina no se dio por enterada y mientras me lo servía, con voz dulce, me soltó:
-¿Qué te pasó anoche? No parabas de dar vueltas en tu cama- y poniendo un tono pícaro, preguntó: -¿Acaso soñaste conmigo?
Ni siquiera contesté y cogiendo el puñetero café, salí de la casa cabreado por mis pobres resultados. Ya en el coche, decidí incrementar la presión y recordando que en dos días nos íbamos a la Manga, decidí hacer trampas y que la presa fuera ella. Nada más llegar a mi trabajo, cogí el teléfono y cambié la reserva. Teresa había reservado dos habitaciones con dos camas, suponiendo que ella dormiría con Adela en una y en la otra, Manolito y yo pero por la promesa de una buena propina, quedó registrada en el ordenador solo una y encima con cama de matrimonio.
Disfrutando de ante mano de mi venganza, pensé el bochorno que sentiría esa monjita al tener que dormir conmigo y creyendo que se negaría de plano, me puse a planear que le diría a mi madre cuando esa arpía me dimitiera.
Durante el resto de la semana, esperé con impaciencia que llegara el día de irnos. Ajena a lo que le tenía preparado, cada vez era más evidente que iba a la caza y captura mía. Acostumbrada a que aprovechara cualquier oportunidad para pasar mi mano por su cintura o su trasero, ponía su culo en pompa en cuanto me veía.  Cómo lejos de mostrar embarazo, cada vez se ponía más contenta al recibir mis caricias, comprendí que en su fuero interno pensaba que estaba a punto de caer en sus brazos.
Ese viernes, la recogí al medio día con mis hijos a la salida del trabajo. En cuanto la vi, supe que me estaba echando un órdago porque además de venir con un escote de lo más sugerente, me saludó con un breve beso en los labios. Al ver mi cara de sorpresa, se rio de mí diciendo:
-Perdona pero la culpa es tuya por mover la cara.
Asumí directamente que había metido directa y que en su inexperta mente, ya se consideraba casi mi novia.
“Lo lleva claro”, pensé, “menudo chasco se va a llevar”.
Al estar nuestro destino a cuatro cientos setenta kilómetros, decidí ir preparando el terreno y que cada vez estuviera más nerviosa. Por ello en cuanto se ató el cinturón y salimos rumbo a la autopista, posé mi mano sobre su pierna. Nuevamente su comportamiento me descolocó, porque en vez de quejarse, me sonrió y como si fuera algo a lo que estaba habituada, puso la suya sobre mi muslo.
No sé si fue el tacto de su piel desnuda bajo mis yemas o el sentir su palma sobre mi pantalón, pero lo cierto es que el que se puso incómodo fui yo al notar que me estaba empezando a excitar.
“Esta niña está jugando con fuego”, me dije cuando Teresa no contenta con ello, discretamente me empezó a acariciar la pierna.
Sobre estimulado mi pene se alzó bajo mi bragueta, Teresa al ver el enorme bulto que había hecho su aparición de improviso, aprovechó para decirme:
-No sabes lo feliz que soy desde que estoy contigo.
Sus palabras me recalcaron sus intenciones y por algún motivo, no cortaron de cuajo mi excitación sino todo lo contrario. Al imaginar mi vida con ella, sonreí y de pronto empecé a preocuparme por la trampa que le había preparado.
“No puede ser”, me dije al darme cuenta que podía estar enamorado de esa mojigata y acojonado por esos sentimientos, se me hizo eterno el viaje hasta el hotel.
Eran las ocho cuando aparcamos en su parking. Como no podía hacer nada para deshacer mi plan, le pedí que fuera a inscribirnos mientras yo me ocupaba de bajar el equipaje. Deliberadamente me retrasé y por eso cuando me uní a ellos, vi que Teresa discutía con el conserje.
Al llegar a su lado, me miró y supe por su expresión que me había descubierto pero en vez de tomárselo a mal, me soltó:
-Recuerdas que te enseñé la reserva, pues resulta que en el ordenador es diferente y solo tenemos reservados una habitación con cama de matrimonio.
-¿Y qué hacemos?- pregunté haciéndome el inocente.
Con una sonrisa, me contestó:
-Somos adultos y frente a los niños, no creo que intentes violarme.
Tras lo cual meneando su trasero cogió a mi hijos y fue hacía el ascensor dejándome, a mí con el equipaje. La desfachatez con la que se tomó la noticia, me alivió en parte pero también me preocupó porque nunca había previsto realmente compartir la cama con ella. Por eso respiré cuando llegamos a la habitación y comprobé que al menos era una King-size donde íbamos a dormir. Al menos no tendríamos que estar tan pegados.
Después de dejar la ropa, buscamos un restaurante donde cenar. Cómo dice Murphy todo es susceptible de empeorar, cuando íbamos rumbo al que nos habían recomendado, mi hija al ver a unos padres con sus hijos, con voz tierna me dijo:
-Papá, ¿Por qué no podemos ser una familia?
-¿A que te refieres?- pregunté.
-Van todos abrazados.
La bruja de su niñera cogió su sugerencia al vuelo y pasando su mano por mi cintura, le contestó mientras cumplía el deseo de Adela, pegando su cuerpo al mío:
-Cariño, por supuesto que somos una familia. No lo dudes, tu padre me quiere muchísimo- si de por sí su cercanía ya era excitante, ese engendro del demonio incrementó mi turbación llevando mi mano hasta su trasero y susurrando en mi oído, me soltó:-¿o no es verdad?
Conociendo su juego, no pude quedarme callado y murmurando  para que no lo oyeran mis hijos, le respondí:
-Te estás pasando. Luego no te quejes si me paso- y tratando de escandalizarla, proseguí diciendo: -Recuerda que esta noche dormiremos en la misma cama.
Lejos de molestarla mi insinuación, esta tuvo el efecto contrario y soltando una carcajada, contestó:
-A lo mejor soy yo quien te sorprende….
 Sus palabras me confirmaron que de no mediar la suerte, podía caer en mi propia trampa. La ex monja me estaba provocando descaradamente y tal y como se estaban viendo afectado mis neuronas, era previsible que se saliera con la suya. Defendiéndome como gato panza arriba, le di un suave mordisco en la oreja mientras le decía:
-¿Vas a violarme? O ¿Tendré que ser yo quien lo haga? 
Teresa luciendo la mejor de sus sonrisas y mientras dejaba caer su mano por mi culo, me respondió:
-Antes tendrás que pedirme que me case contigo.
La respuesta de esa mujer me dejó estupefacto y separándome bruscamente de ella, comprendí que aunque lo había soltado medio en broma que nos casáramos era su intención desde el principio y que para colmo tenía como socia a mi propia madre.
Durante la cena, tanto ella como yo nos mantuvimos en un incómodo silencio, solo roto brevemente por las preguntas de mis chavales. Se le notaba a la legua que al igual que a mí, la perspectiva de dormir juntos la estaba poniendo nerviosa. Poco a poco, me fue contagiando de su nerviosismo y por eso al llegar a la habitación estaba como un  flan.
Al entrar y aprovechando que Teresa estaba poniendo el pijama a mis hijos, me metí en el baño a cambiarme. Aunque os parezca imposible, me sentía profundamente perturbado por la idea de acostarme en la misma cama y tras asearme un poco salí a enfrentarme con ella.  La escena con la que me encontré no pudo mas que incrementar mi desasosiego porque aprovechando mi ausencia, la muchacha había conseguido que le subieran otro colchón y en vez de obligarme a mí a dormir en él,  estaba acostando allí a mis críos.
Al levantar la mirada y ver mi sorpresa, con voz pícara, me soltó:
-Éramos muchos para una sola cama.
Tras lo cual, cogió una bolsa y se metió con ella al baño. Reconozco que los cinco minutos que tardó en salir, fueron un suplicio para mí pero nada que ver con el estado en que me dejó al verla salir ataviada con un picardía rojo casi transparente.
“¡Diós! !Cómo está!”, exclamé mentalmente al comprobar que lejos de ocultar la belleza de su cuerpo, esa tela la realzaba. Aunque ya sabía que la ex monja tenía un buen par de pechos, nunca imaginé el tener la oportunidad de verlos tan claramente a través del encaje. Era tan tenue la barrera que creaba ese camisón que pude distinguir a la primera el color negro y el tamaño de sus pezones.  
“¡No puede ser!”, pensé babeando al percatarme que producto de la caricia de mi mirada esos dos botones se contraían excitados.
-¿Te gusta?- Teresa me preguntó coquetamente.
-Mucho- respondí  mientras seguía deleitándome con el resto de su cuerpo.
Si su delantera era de infarto, al bajar mis ojos por su anatomía, me encontré con un tanga tan pequeño que no dejó duda alguna de que se había depilado las ingles al completo. Mi curiosidad se vio recompensada porque dando una vuelta completa, la joven me lució su modelito.
“¡Menudo culo!”, me dije al admirar la perfección de sus nalgas.
Duras y respingonas eran el sueño de todo hombre y tenerlas al alcance de mi mano fue más de lo que pude aguantar y acercándome a ella, las acaricié brevemente mientras le preguntaba de qué lado prefería dormir. Teresa sin rehuir mi contacto, respondió:
-Te he espiado dormido muchas noches y como quiero que me abraces, dormiré a tu derecha.
El descaro con el que me reconoció que me había espiado me dejó perplejo por chocar directamente con la idea que tenía de esa mujer pero más aún que me admitiera que deseaba que yo la tomara entre mis brazos. Sin saber que hacer me acosté del lado acostumbrado y esperé a que Teresa se uniera a mí.
La joven se entretuvo tapando a los críos y con ellos ya medio dormidos, se acercó y me susurró mientras se tumbaba en la cama:
-Te doy permiso que me toques pero, si quieres algo más, ya sabes mi precio.
La seguridad con la que me hablo me indignó y sobre reaccionando a su afrenta, le solté:
-¡No estás tan buena!.
Soltando una breve carcajada, me dijo en voz baja:
-Mañana a estas horas estaremos comprometidos.
Cabreado apagué la luz y me dispuse a dormir sin siquiera tocarla. La niñera al notar que me apartaba de ella, se pegó a mí y en silencio, me empezó a desabrochar el pijama:
-¡Qué haces!- exclamé escandalizado de lo que esa bruja con cara de ángel estaba haciendo.
Muerta de risa, me contestó:
-Tu madre me dijo que a lo mejor necesitaba darte un empujoncito- tras lo cual empezó a acariciarme.
Tratando de mantener la cordura, cerré los ojos y me puse a pensar en el trabajo. Desgraciadamente me resultó imposible de concentrarme en otra cosa al sentir sus labios recorriendo mi pecho.
-¡Déjame!- supliqué en voz baja al notar que bajo el pantalón mi pene empezaba a reaccionar.
La maldita de ella  sonrió al percatarse de mi involuntaria reacción y levantando sus ojos me miró. No me costó reconocer en su mirada que esa mujer estaba resuelta a doblegarme pero también y por primera vez, descubrí deseo. Paralizado tuve que soportar el experimentar que obviando mis quejas, Teresa incrementara sus caricias mientras ponía una de sus piernas sobre mí. Al hacerlo, me quedé cortado porque era imposible que no se hubiese percatado de mi erección.
Sonriendo me confirmó que se había dado cuenta al decirme:
-¿No tienes algo que preguntarme?
“Será puta”, pensé al saber a qué se refería justo noté que me empezaba a pajear con su pierna: “¡No le importa que estén mis hijos en la misma habitación!”
Su acoso era tal que intenté separarla de mí pero al irla a empujar, Teresa aprovechó para llevar mis manos hasta su pecho mientras me decía:
-Pueden ser tuyos para siempre.
Os juro que intenté rechazarla pero al sentir la dureza juvenil de sus tetas bajo mis yemas me entretuve un poco más de lo necesario y eso fue mi perdición. La niñera gimió de gusto al notar que dando un suave pellizco a sus pezones firmaba mi claudicación.
-Tócame- ordenó metiendo mi mano bajo su camisón.
Como un zombi sin  voluntad cumplí su mandato recorriendo el borde de su areola. Esta al sentir mi caricia se contrajo poniéndose dura mientras su dueña pegaba su sexo contra el mío y lo empezaba a frotar contra mi erección.
-Ummm- escuché –  ¡No sabía que era tan agradable!
Supe por su cara que  nunca había sentido ese tipo de sensaciones y eso lejos de disminuir mi morbo, lo incrementó al saber que sería yo el primero. Enfrascado en un camino sin retorno, llevé mis manos hasta su culo y empecé a acariciarle las nalgas mientras la ex monjita sollozaba al restregar su clítoris contra mi pene.
-¡Me encanta!- exclamó en voz baja al sentir que su cueva se encharcaba.
Cada vez más rápido y olvidando cualquier recato se movió sobre mí buscando liberar esa rara tensión que se iba incrementando en su entrepierna. La urgencia con la que Teresa ansiaba descubrir el placer me volvió loco y sacando mi miembro de su encierro, le quité el tanga. La niñera haciendo un breve movimiento evitó mi ataque y aprisionando mi pene entre sus piernas, sollozó descompuesta por el placer que la invadía.
-Respétame- me imploró mientras seguía forzando con sus movimientos mi extensión.
Su doble discurso, pidiéndome cordura cuando su cuerpo buscaba exactamente lo contrario, consiguió enervarme y apretando sus nalgas con mis manos, le susurré al oído:
-Vas a ser mía.
Si para mí fue un suplicio el sentir su humedad recorriendo la base de mi pene, para ella, mis palabras fueron la gota que esa mujer necesitaba para correrse y restregando su coño con más fuerza contra mi  verga, se corrió regando con su flujo mis piernas. La fuerza de su orgasmo fue tal que su cuerpo empezó a convulsionar mientras Teresa se mordía los labios intentando no gritar. Supe en ese instante que de no estar mis niños durmiendo en la cama de al lado, esa mujer hubiese dejado salir su excitación con un berrido pero al recordar su presencia buscó mis labios diciendo:
-Amor mío, ¡Bésame!
Respondí con pasión a su beso y mientras mi lengua jugueteaba con la de ella en el interior de  su boca, mi pene no pudo más y descargó mi simiente contra sus muslos. Teresa, al sentir mi eyaculación, sonrió y poniendo su cabeza sobre mi pecho, murmuró:
-Gracias cariño pero, si quieres más, mañana le tendrás que decir a nuestros hijos qué te casarás conmigo.
-¡Jamás!- respondí hecho una furia.
Levantando su cara, me miró diciendo:
-Hasta tú mismo sabes que lo harás- tras lo cual acomodándose a mi lado, se quedó dormida…
El día de mi crucifixión.
Como comprenderéis y sobretodo disculpareis, esa noche apenas dormí. El tener a ese bombón a mi lado sabiendo que sería mío si le prometía unirme a ella de por vida, fue una tentación que impidió que conciliara el sueño. Por eso sobre las ocho de la mañana y viendo que me resultaba imposible seguir junto a ella, me levanté a dar una vuelta por el pueblo. Aunque intenté no hacer ruido, estaba a punto de salir cuando Teresa despertó y desperezándose sobre la cama me preguntó a donde iba.
Cabreado le contesté que a buscar una mujer. La muy guarra, quitando la sabana, me contestó:
-Tú mismo pero recuerda la que te perderías.
Si por la noche estaba preciosa, esa mañana su belleza era dolorosamente insoportable a plena luz y sin contestarla, salí huyendo de la habitación mientras llegaba a mis oídos el sonido de su carcajada. Con la imagen de su cuerpo casi desnudo torturando mi mente, tomé el ascensor.
-No pienso ceder- dije en voz alta sin importarme que dos alemanes viajaran conmigo en ese habitáculo.
Los turistas se miraron entre ellos creyendo que era un loco peligroso y apartándose de mí, buscaron el refugio de una esquina. Con mi sangre hirviendo de ira, me escabullí como pude y salí a la calle. Hoy sé que ya sabía en mi fuero interno que era cuestión de horas que cediera ante esa arpía pero entonces fui incapaz de reconocerlo y buscando que me diera el aire, me puse a desayunar en una terraza.
Ya en la mesa, no pude dejar de recordar el sabor de sus labios y la exquisitez de su cuerpo mientras me tomaba un café:
-Todas las mujeres son unas zorras- mascullé al recordar la actuación de mi propia madre.
Al  cabo de una hora ya me había tranquilizado y asumiendo que podía enfrentarme con ese mal bicho sin sucumbir a sus encantos volví al hotel. El desayuno me sirvió para hacerme la vana ilusión de creer que podría mantenerme firme en mi decisión de no claudicar ante ella pero mi supuesta resolución se desvaneció como un azucarillo al entrar en la habitación.
Nada más cruzar la puerta, oí las risas de mis dos críos en el baño y queriendo ver de qué se reían entré sin llamar a la puerta para encontrarme a Teresa con ellos en el jacuzzi jugando. La imagen de esa mujer desnuda muerta de risa mientras Adela y Manuel la mojaban me resultó además de atractiva, extremadamente tierna y por eso me quedé en silencio observándola. Ese demonio no solo era bellísimo sino que tenía de su lado a toda mi familia.
Teresa, sin ser consciente de que la estaba viendo, se reía mientras devolvía el ataque con el teléfono de la ducha. Desgraciadamente en ese momento, Manolito me descubrió y pegando un grito me pidió que me metiera con ellos dentro de la enorme bañera. La niñera se intentó tapar mientras, avergonzado de mi actuación, me excusaba con el niño diciéndole que estaba vestido. Aunque en realidad lo que me impedía acompañarlos, era que me veía incapaz de no excitarme con esa mujer en pelotas y desapareciendo del baño, les esperé en el cuarto.
Al cabo de cinco minutos, los tres salieron listos para ir a la playa. Fue entonces cuando la ex monja, divertida, me preguntó mientras me modelaba el provocativo bikini que llevaba:
-¿Encontraste lo que buscabas?
No pude ni contestar. Mi ojos se habían quedado prendados en su figura y mi mente solo podía soñar con tenerla a ella y a nadie más.  La visión de su cuerpo apenas cubierto por tres triángulos de tela era tan increíblemente provocadora que me quedé babeando ante ella y tuvo que ser la propia Teresa la que me despertara diciendo:
-Ponte el traje de baño para que podamos ir a la playa.
Mascullando una breve protesta, me fui a cambiar y ya con él, salimos los cuatro rumbo a la playa. La cabrona de la niñera sabiendo que no podía quejarme aprovechó para nada más salir a la calle, pedirme que le pasara el brazo por la cintura diciendo:
-Manuel, recuerda que somos una familia.
La mirada de mis retoños me impidió contestarle una fresca y refunfuñando la agarré de la cintura. Sabiéndome en su poder, llevó mi mano hasta su trasero diciéndome al oído:
-¿No lo echas de menos?
La dureza de su nalga y la suavidad de su piel elevaron mi temperatura de golpe y poniéndome la bolsa con las toallas tapando mi entrepierna, intenté ocultar mi erección. La risa de esa mujer me informó que a ella no había conseguido engañar y con tono sensual, me susurró:
-¿Con qué te vas a tapar en la playa cuando eches crema en mi culito?
Indignado contesté en voz baja intentando que mis chavales no se enteraran:
-Deja de comportarte como una zorra.
Alegremente, esa mujer educada en un monasterio me contestó:
-No soy una zorra sino una mujer que sabe lo que quiere- tras lo cual, disimulando cogió mi pene entre sus manos y dijo: -Seré tu esposa ante Dios y la sociedad pero también si quieres me convertiré en tu puta en la cama.
El breve apretón que pegó a mi miembro con sus dedos estuvo a punto de hacer tropezar. Descojonada, me miró a los ojos con picardía y me dijo:
-He contratado a los niños una clase de vela, así que tenemos toda la mañana para nosotros solos.
Si antes de conocerla alguien me hubiese dicho que recibiría con espanto la noticia de quedarme solo con ese pedazo de hembra, me hubiera reído de él pero os reconozco que en ese instante fue como si un jarro de agua fría cayese sobre mí. Sin nada que objetar, acompañé a mis hijos a sus clases sabiendo que sin ellos iba a ser presa fácil de ese engendro de los infiernos.
Ya una vez ella y yo solos, me preguntó que quería hacer. Temiéndome que si iba a la playa, Teresa cumpliría su amenaza de obligarme a echarle crema, sugerí dar una vuelta por la ciudad.
-¿Así vestida?- su tono jocoso me obligó a mirarla y ella sabiéndose observada se dio la vuelta para que admirara que el enanísimo tanga dejaba al desnudo todo su trasero.
-Comprendo- contesté pero para mi fortuna había a pocos metros un tenderete donde le compré un pareo con el que taparse.
Una vez resuelto ese problema no pudo ni intentó negarse a dar una vuelta y pegándose a mí, riendo me dijo:
-¿Dónde vamos?
La cercanía de esa mujer hizo que retornara mi excitación y tratando de zafarme de su acoso, comencé a andar por el paseo marítimo. Curiosamente el llevar a Teresa colgada de mí lejos de molestarme, me empezó a gustar y paulatinamente fui olvidando el rencor que sentía por ella. Al cabo de los diez minutos de caminata, la joven quiso entrar a una tienda a ver unos trapos. Viendo su sonrisa mientras revisaba la mercancía de ese local, no pude  dejar de pensar en cómo había cambiado esa mujer.
Cuando llegó a mi casa, no le importaba la moda e iba hecha un desastre pero desde la intervención de mi madre, disfrutaba viéndose guapa.
“Realmente está como un tren”, estaba pensando cuando vi que un dependiente se le acercaba y empezaba a hablar con ella.
Si en un principio me pareció normal, no tardé en darme cuenta que el muchacho estaba tonteando descaradamente con ella. Excediéndose en su labor, el maldito crio bromeaba sin parar con ella. Involuntariamente me empezó a cabrear pero el colmo fue cuando señalándome, le preguntó si era yo su padre.
“¡Será cretino!”, maldije mentalmente al muy capullo.
Mi humillación se vio incrementada cuando Teresa, muerta de risa, cogió una de las prendas y me llamó  diciendo:
-Papá, ¿Te gusta?
Ni me digné en contestarla y hecho una furia salí del local. Ya en la calle, me di cuenta que esa sabandija lo había dicho para molestarme y que mi reacción era una victoria más en su haber. Cuando ella salió, mi cabreo en vez de disminuir se incrementó por culpa de un montón de adolescentes que al verla, empezaron a decirle burrada y media mientras Teresa no dejaba de sonreír. Totalmente iracundo, la agarré del brazo y con tono serio, le solté:
-Deja de tontear con todos.
Sonriendo dulcemente, contestó:
-Todavía soy una mujer libre- e incrementando mi enfado se dio la vuelta y dirigiéndose a los chavales, les lanzó un beso.
Ese nutrido grupo respondió al beso con nuevos piropos mientras yo me la llevaba de allí casi a cuestas. La ira me nublaba la mente, me sabía y  reconocía en sus manos y eso no hacía más que incrementar mi enfado. Todo mi ser anhelaba disfrutar de sus caricias y lo que había empezado como un reto, se había convertido en una auténtica necesidad. Lo único que me retenía era la sensación de sentirme un pelele y que a partir de mi claudicación, esa hembra del demonio además de convertirse en mi esposa, se transformara también en mi dueña.
Mi silencio alertó a Teresa del sufrimiento que estaba asolando mi cerebro y cogiéndome de la mano, me llevó hasta el hotel sin que me diera cuenta. Al entrar al Hall, me la quedé mirando al no saber que se proponía. Entonces y imprimiendo un tono dulce a su voz, me dijo:
-Necesito hablar contigo a solas.
Sin quejarme, la seguí hasta la habitación. Una vez allí, me obligó a sentarme en la cama y poniéndose a mi lado, se echó a llorar. Hoy sé que esas lágrimas fueron la gota que colmó mi vaso y creyendo realmente que la cría estaba angustiada, la abracé mientras intentaba consolarla.
Teresa al sentir mis brazos y llorando a moco tendido, me confesó como mi madre la había convencido de seducirme y como al aceptar, no había previsto los problemas que esa solución le iban a acarrear:
-Perdóname que te haya presionado para casarte conmigo pero desde que te conozco, me has hecho sentir viva y necesito ser tuya.
Fue entonces cuando levantando su cara, llevó sus labios hasta los míos y me besó. Ni que decir tiene que respondí con ardor a sus besos y antes de que ninguno de los dos nos percatáramos de lo que estábamos a punto de hacer, nos tumbamos en la cama mientras nuestras manos recorrían sin pudor nuestros cuerpos. La urgencia con la que esa mujer buscaba mis caricias, demolió mis últimas defensas y quitándole la parte superior de su bikini, hundí mi cara entre sus pechos.
Aun sabiendo que me iba a excitar y que era un camino sin retorno, lo hice a un ritmo lento, disfrutando de la tersura de su piel y de la rotundidad de sus formas. Tanteando los acontecimientos, fui acercando mi boca a sus pezones mientras acariciaba con mis manos esos dos monumentos. Eran preciosos, duros al tacto, pero suaves bajo mis palmas. Sus negras aureolas se contrajeron al sentir la acción  mis dedos, de forma que cuando las toqué, ya estaban erectas.
Quizás debía haber recapacitado antes, pero al hacerlo, mi pene reaccionó irguiéndose debajo de mi traje de baño. Por eso, no caí en que la ex monja había apartado su cara para que no viera como se mordía el labio por el deseo.
-¡Qué bella eres!- exclamé al mamar por primera vez de esas maravillas.
Teresa gimió calladamente al sentir mi boca jugueteando con sus pezones y en voz alta, me rogó que la hiciera mía. La necesidad de sus gritos curiosamente me calmó y deslizándome por su cuerpo, me fui acercando hasta su pubis. Ni siquiera me hizo falta ser yo quien le quitara el tanga porque la niñera al experimentar la caricia de mis besos, se excitó de tal manera que fue ella misma la que se desprendió de esa prenda. Tal y como había anticipado, la mujer llevaba su sexo exquisitamente depilado.  
“¡Dios! ¡Qué maravilla!”, pensé al comprobar que su dueña se había afeitado todo el vello dejando solo un pequeño triangulo que parecía señalar el inicio de sus labios.
Pasmado ante tanta belleza, me entretuve acariciando los bordes de su cueva sin hollarla. Mis lento avance fue calentando de sobre manera a Teresa que no paraba de gemir. En un momento dado, cuando mis dedos rozaron su botón del placer como si fuera por accidente, La mujer no pudo más y golpeando con sus puños sobre el colchón me imploró que la tomara.
-Tranquila, mi amor- le dije sonriendo, tras lo cual reinicié mi ataque.
Reconozco que siendo consciente de que su falta de experiencia y de sus rígidos valores morales, me debía de haber detenido pero la tentación de acariciar a ese pedazo de hembra era algo que no pude aguantar y menos cuando al alzar la cara y mirarla, descubrí que la ex monja se estaba pellizcando los pechos mientras me devolvía la mirada con deseo. Esa visión fue el banderazo de salida, sin poderme ya retener, acerqué mi cara hasta su entrepierna y sacando la lengua, me apoderé de su clítoris:
-¡No puede ser!- chilló descompuesta mientras separaba las piernas para facilitar mis maniobras.
El sabor agridulce de su coño invadió mis papilas y mientras  recogía parte de su flujo, no tardé en escuchar sus gritos de placer.
-¡Cómo me gusta!
La humedad que manaba de su entrepierna me confirmó que esa ex monja  realmente estaba excitada y prolongando su tortura metí mi lengua dentro de su abertura con cuidado porque al separar sus labios me encontré con su himen intacto. La certeza de que era virgen y que sería yo el primero en hollar su interior, me indujo a ir más despacio mientras mi víctima se retorcía sobre el colchón, presa de una inusitada pasión. Lentamente mis húmedas caricias se hicieron más profundas y más rápidas al son marcado por la respiración entrecortada de la mujer.
Al sentir que se aproximaba su clímax, me concentré en su botón del placer y sustituyendo la lengua por los dientes, empecé a mordisquearlo suavemente. Teresa incapaz de retener el cúmulo de sensaciones que estaba asolando su cuerpo se dejó caer sobre la almohada y pegando un alarido se corrió. Satisfecho y deseando que fuera inolvidable esa primera vez, comí y bebí de su coño mientras ella unía sin pausa un orgasmo con el siguiente. No paré de saborear el flujo que manaba del ardiente río en el que se había transmutado su sexo hasta que su dueña pegando un último chillido se desplomó sobre la cama.
Reconozco que me asusté al ver que se había desmayado y temiendo que le pasaba algo grave intenté despertarla. Por mucho que lo intenté, Teresa tardó unos minutos en volver en sí. Cuando lo hizo, abrió los ojos y me dedicó la más maravillosa de las sonrisas diciendo:
-Ya puedo decir que soy mujer.
La alegría de su cara no disminuyó cuando llamándome a su lado, me pidió:
-Desnúdate, ¡Quiero ser tuya!
La rotundidad de sus palabras me destanteó al recordar que ella misma me había puesto como condición anteriormente el habernos casado y queriendo confirmar ese extremo, le pregunté:
-¿Estas segura?
-Sí, bobo. Para mí, ya soy tu mujer- y recalcando sus deseos llevó sus manos hasta mi pene para darle un pequeño apretón mientras me soltaba: -Sé qué harás lo correcto.
Tras lo cual sin mediar palabra, me besó la cara y sin dejar de hacerlo, bajó por mi cuello, recreándose en mi pecho. Comprendí que no me iba a poder negar y con mi pene totalmente erecto esperé su llegada. La delicadeza con la que se fue deslizando por mi cuerpo me terminó de excitar y babeando ya  totalmente dominado por sus caricias, sentí su aliento sobre mi extensión.  
La ex monja jugueteó con mi miembro unos segundos como indecisa. Supe que no estaba segura de lo que hacer. Cuando estaba a punto de explicarle como se hacía, sentí que sus labios se abrían y como si fuera un chupa-chups empezaba a lamer los bordes de mi glande. La satisfacción que leyó en mi cara, le dio nuevos ánimos y mientras con sus dedos acariciaba mis testículos, se introdujo mi polla en el interior de su boca.
Como comprenderéis, no hizo falta mucho tiempo para que mi sexo alcanzara su máximo tamaño. Al comprobarlo y actuando como posesa, se fue metiendo y sacando mi talle cada vez más rápido. Mis gemidos ratificaron que lo estaba haciendo bien y ya convencida de su pericia, abrió los labios y usando su boca como si de una vagina se tratara, se lo introdujo hasta el fondo de su garganta.
La placentera sensación  que sentí al ver absorbida toda mi extensión elevó mi excitación hasta límites insoportables y pidiendo que parara, la levanté en mis brazos y la tumbé sobre la cama.  Teresa comprendió lo que iba a suceder y con una mezcla de deseo y de temor, me miró al ver que separando sus piernas acercaba mi pene a su pubis.  
Al hacerlo, vi su himen todavía intacto y cuidadosamente empecé a jugar con él, al saber que esa sería la única posibilidad que tendría de hacerlo porque a partir de ese día, esa tela blanquecina habría desaparecido para siempre. Los primeros gemidos de la mujer no tardaron en llegar a mis oídos.
Retorciéndose como una anguila,  Teresa me rogó que la hiciera mujer. Entonces, levantando sus piernas hasta mis hombros, acerqué la cabeza de mi pene a su sexo y rozando con mi glande su clítoris antes de penetrarla, conseguí que se volviera a excitar entre sollozos. Sabiendo que estaba dispuesta, lentamente superé sin dificultad ese obstáculo, haciéndola mujer. El breve dolor que sintió al ser desgarrada fue intenso pero paulatinamente se fue diluyendo al experimentar el suave vaivén de mi pene en su interior.
Gradualmente fue desapareciendo al irse relajando  sus  músculos y entonces fue cuando aceleré la cadencia de mis incursiones hasta ser un ritmo desbocado. La ex monja, por su parte, no se podía creer como el placer la estaba poseyendo y cerrando sus manos, comenzó a berrear su pasión al comprobar que le faltaba la respiración.
-Por favor, ¡No pares!-.
Sus palabras solo sirvieron para que acelerase aún más mi ritmo y  usando sus pechos como agarre, me lanzara en galope en busca de mi placer. La nueva postura elevó todavía más su calentura y gritando se corrió al sentir que regaba con mi simiente su sexo.  El esfuerzo fue demasiado y se desplomó sobre las sabanas mientras mi pene terminaba de eyacular en su interior. Agotado y desgraciadamente totalmente subyugado por esa mujer, me tumbé a su lado.
Durante unos minutos ninguno de los dos habló. Teresa había cedido a ser mía sabiendo que aunque todavía no habíamos pasado por el altar, había conseguido su objetivo y yo me había olvidado de mis reparos a volverme a casar. Ese extraño silencio, se rompió cuando acercando su boca a mi oído me susurró:
-Cariño, ¿Te importaría la próxima vez usar un condón? No quiero que salir embarazada en las fotos de la boda.
Debí de sentirme ofendido al oírla pero reconociendo que estaba colado por esa mujer, la besé mientras la contestaba:
-¡Ni lo sueñes!, ¡Haberlo pensado antes de quitarte las bragas!.
 

Relato erótico: “Un yate repleto de mujeres (3)” (POR BUENBATO)

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A la mañana siguiente comenzaron a presenciarse los primeros inconvenientes de viajar, tantas mujeres, en una relativamente pequeña embarcación. Una de las desventajas era la escasez del agua que solo permitía un baño no muy riguroso y las tareas de higiene más básicas. Esto no fue una buena noticia para las jovencitas, acostumbradas a los baños en tinas. Otro de los inconvenientes era el calor que, durante el día, se generalizaba en ambas embarcaciones.

Para Kimberly, Gina, Tiffany, Susan y Kayla no había mucho problema pues sus prendas, pantalones y camisas cortas, eran mucho más frescas que los brumosos y elegantes vestidos del resto de las tripulantes. Sin mayor opción, las chicas decidieron utilizar, durante las horas de calor, vestidos muy ligeros, pantalones de telas delgadas o simplemente batas para dormir. Al inició fue un tanto difícil perder el glamour pero el hecho de que solo hubiese mujeres durante aquel viaje volvió relativamente sencillo llevarlo a cabo.

Paula y Sandy, las hijas de la norteamericana millonaria, Miss Jennifer, habían pasado toda la noche en vela platicando de mil temas con las hindues: Mary y Lucy, como se les había nombrado en lugar de sus, algo complejos, nombres indios. Mary y Jenny eran gemelas, tenían tan solo dieciocho años pero se comportaban con la rigurosa educación de las mujeres de la alta sociedad inglesa. No obstante, habían vivido en la India durante sus primeros catorce años de vida y, por lo tanto, no olvidaban sus tradiciones y su cultura natal. Paula y Sandy, por otro lado, eran dos jovencitas impregnadas con el mismo espíritu aventurero de su madre y la oportunidad de conocer a dos hermosas chicas indias les pareció digna del mayor de los intereses.

Las cuatro chicas habían estado despiertas hasta altas horas de la noche, habían hablado de todo pero el principal tema terminó siendo la manera en que los hindúes veían al erotismo; las gemelas contestaron que había varias interpretaciones, la más común estaba tan llena de tabúes como la cultura occidental pero había otras formas de vida entre la vasta cultura india entre las que destacaba el kamasutra. Las norteamericanas, ávidas lectoras, no desconocían lo que significaba aquello pero les pareció tan interesante que preguntaron por los detalles. “Quienes practican el sexo libre – comentó Lucy – saben de la enorme libertad y placer que un hombre puede provocarle a una mujer, o a otro hombre; o como dos mujeres pueden llegarse a darse todo el placer”. La conversación pareció bloquearse al tocarse el prohibidísimo tema del lesbianismo, al punto que las gemelas notaron la incomodidad de las occidentales y prefirieron marcharse a su recamara con la explicación de que tenían mucho sueño. No obstante, a pesar de que se habían ido, las norteamericanas quedaron pasmadas con aquella idea del sexo entre mujeres, especialmente la menor, Paula, que no lograba, ni con todos sus conocimientos de anatomía, como aquello podía ser posible.

De modo que la curiosidad hizo presa de la mente de las occidentales que a la mañana siguiente lo primero que les vino a la mente fue aquello. Las chicas indias habían terminado de almorzar y escuchaban algunas indicaciones de su patrona, la Baronesa Michelle, y al terminar sus tareas fueron a platicar con normalidad con sus amigas estadounidenses. La plática comenzó con temas irrelevantes hasta que fue Paula quien se armó de valor para preguntar sobre aquello que la tenía tan interesada: ¿cómo es el sexo entre mujeres? Sin embargo, las norteamericanas se llevaron una decepcionante y hueca respuesta: “con besos y caricias – respondió Lucy sin mucho afán – es algo que viene en algunas versiones del kamasutra”. Las norteamericanas no se atrevieron a indagar más en el asunto y se quedaron con las mismas o más dudas.

Dos horas después había comenzado una comida y reunión sobre el yate grande y las tripulantes del yate de provisiones abordaron el yate mayor para participar en el convivio. Ambos yates se anclaron aprovechando el oleaje tranquilo. Las cuatro tripulantes del Little Girl llegaron en una pequeña barcaza y se unieron al convivio, Kimberly estaba encantada con aquella extraña combinación de la aventura y la elegancia. Apenas llegaron al barco, las dos parejas de hermanas subieron a la barcaza.

– Señorita Tiffany – exclamó Sandy – por favor, déjenos usar un momento su barcaza.

Tiffany aceptó, estaba de muy buen humor aquella mañana, las cuatro chicas subieron a la barcaza y comenzaron a remar; las gemelas propusieron el reto de llegar al Little Girl y de inmediato las cuatro comenzaron a remar con todas sus fuerzas. Tardaron casi cinco minutos en llegar y, bastante agotadas, subieron y cayeron rendidas sobre la popa del yate. Caminaron a la proa, donde había más sombra, y se sentaron a descansar. Volvieron a platicar, pero esta vez sobre cómo eran los Estados Unidos. Sandy, la mayor, dominó la conversación y felizmente comenzó a explayar todo lo que sabía sobre su país.

A Paula le aburría todo aquello y mejor se puso a recorrer el yate, seguida de Lucy. Mientras Sandy y Mary conversaban, las otras dos subían a la cabina de mando, revisaban los almacenes y entraron a la recamara del yate. Adentro era muy diferente al Women, que era mucho más amplio y elegante. Tenía solo tres camastros y tenia aire de buque pesquero. Paula revisaba todo con curiosidad mientras Lucy la miraba.

– Paula – dijo Lucy de pronto – perdón por el atrevimiento, pero, ¿les molestó la conversación sobre lo del…kamasutra?

– No, para nada – respondió un tanto consternada Paula – es solo que, jama habíamos escuchado sobre eso, al menos no de la manera en que lo describiste.

– Entiendo.

– Aun me quedó la duda sobre, tú sabes, el sexo entre mujeres.

Lucy soltó una risa, le parecía un tanto divertido la inocencia y el escándalo de la estadounidense, Paula estaba un tanto tensa pero la dulzura de Lucy le tranquilizó.

– ¿Con que duda te quedaste? – pregunto Lucy, acercándose lentamente a su amiga.

– No muchas, quizás solo la manera en que se consigue el placer por ese medio, supongo que de alguna forma debe incluir el kamasutra.

– ¡Oh si!, lo incluye. ¿No te gustaría saber cómo es en la práctica?

Paula se ruborizó inmediatamente, pensó en salir ofendida de ahí pero algo le indicaba que lo mejor era quedarse inmóvil. Quiso sentirse ofendida pero no podía lograr enojarse dada su propia curiosidad. Volteó hacia todos lados y se pregunto por qué Lucy le había dicho aquello. Quedo tan consternada que ni siquiera se dio cuenta cuando la chica hindú se apoderó de sus tiernos pechos y con una sospechosa habilidad los sobó y acarició de tal manera que Paula no pudo más que sucumbir a un placer que la dejó indefensa aun cuando una de las manos de Lucy comenzaban a desabrochar los botones de su vestido; dejando entrar un aire frio sobre la espalda de la joven rubia, más grande fue su inquietud cuando sintió la mano de la hindú sobre su espalda bajando hasta llegar a sus nalgas cubiertas por la bombacha hasta las rodillas que en aquella época era usada como ropa interior. Paula comenzó a sentirse perturbadoramente incomoda y esto lo comprendió Lucy, de modo que decidió acelerar aquello; abrazó fuertemente a la rubia y le estampó un beso en la boca a una Paula que, o no pudo o no quiso, no puso más resistencia.

Fue un beso suave, dulce, pero firme; que Paula interpretó como algo indebido pero tan atractivo, tan distinto, que admitió su derrota y se entregó por completo a todos los placeres que Lucy pudiera enseñarle. Los besos de la hindú guiaban a los torpes labios de la rubia; sus manos apretujaban las nalgas de Paula mientras esta misma se retiraba su vestido y comenzaba a deshacerse también del de su nueva amante. A los diez minutos ambas estaban en bombachas, también las manos de Paula habían aprendido a recorrer a través del místico cuerpo de su acompañante. Separó sus labios de Lucy por un momento y preguntó, casi sin aliento:

– ¿Es así? ¿Así se hace el amor entre mujeres?

– No – respondió sonriente Lucy – apenas vamos como a la mitad.

Paula no supo que pensar y sus labios se estamparon en los de Lucy de manera automática. Sus manos acariciaban el cuerpo de la hindú con una pasión y una fuerza que parecía haberse acumulado por años. Disfrutaba como los dedos de Lucy tocaban y estrujaban sus nalgas; de pronto su mente se detuvo en un pensamiento que le llego de golpe: su entrepierna se había humedecido; estaba excitada.

Su curiosidad despertó y una pregunta le pasó dando vueltas por la cabeza: ¿estaba excitada Lucy también? No quería preguntarle pero tampoco quería quedarse con la duda así que, cegada o impulsada por el contexto de morbo del que era presa en ese momento, dirigió su mano al vientre de la hindú y, atravesando fácilmente la barrera de tela de la bombacha, llevo sus dedos hasta el coño de aquella chica y magreó apasionadamente la vulva de Lucy que agradeció gimiendo. Sí, la respuesta era sí: Lucy también estaba excitada.

Relato erótico: “Mi don: eli y la fiesta – previa e inicio (5)” (POR SAULILLO77)

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Hola, este es mi 5º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos.Estos hechos son mezcla de realidad y ficcion, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real.Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.

Mi nombre es Raul, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis ultimos años de Instituto, 17-18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre , hermana mayor , mandona pero de buen corazon, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era. Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al futbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rapido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavia no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante.Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte.Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena.Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio.Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba.Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.

Ademas, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme.Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención , solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón.Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría dieces, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es informacion inútil que pasado el examen no volvere a necesitar.

Con el paso de mi infancia empece a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningun medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escaneó y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello.Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operacion, gracias a dios todo salio bien y con el apoyo de mi familia y amigos todo salio hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.

Después de la operacion, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales.Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinacion y razonamiento, y despues físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no queria, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi fisico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados,se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algun celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.

Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, ademas de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas.Pero las situacion con ella, no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital. Después toco poner en practica la teoria y Eli, la fisioterapeuta que me estaba ayudando con un problema en el pie, me la confirmo. Ahora era mi profesora y me enseñaba todo lo que se podria necesitar, y con unas amigas llego la magia.Después de mis 2 primeras semanas de aprendizaje y teoria, llegaba la hora del examen practico.Ahora de mi aprendizaje,  Eli me invito a una fiesta que quiso usar de examen.

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Ya he leído algunos comentarios, gracias por los consejos, tratare de corregir.

En especial a Sonia o “Moonlight”, realmente vomito sobre el teclado las ideas-recuerdos en mi cabeza, y por eso no repaso la ortografía bien, luego he empezado a pasarle correctores y releer varias veces, espero con eso subsanar esos fallos graves, aunque alguno siempre caerá. Aun así considero que resaltar las conversaciones y ciertos puntos pueden ayudar a entender la diferencia en la lectura, cambiar de una descripción o situacion a un dialogo o un cambio de día/escenario. Amen del inició, es cierto que quienes sigan la serie, es una lata, pero la 1º parte casi no cambia, con bajar un poco la rueda del ratón se soluciona, de ahí que ponga estas pequeñas anotaciones separadas del resto, Y así los que empiecen un relato sin seguir el orden, tener una idea general rápida.

Y si, es una deformidad de polla, pero tenia que ser así.

Pido disculpas, se me colo el 1º día de la 3º semana en el final del relato 3º, copio y pego en el 4º. También pido disculpas por los tochazos que escribo, estos primeras experiencias llevan mucha informacion, y es importante a mi entender.Alguno mas así y os prometo que los siguientes no serán tan grandes.

Pero la historia debe continuar.

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LA PREVIA.

 

Despues de  casi hacer desvanecer en el baño a Eli, salio a charlar conmigo.

 

ELI: ¿recuerdas que te dije que forme parte del equipo nacional de gimnasia? pues bien, tengo a una compañera de aquella epoca que es seleccionadora actual y va a mucho a fiestas de alto copete para pedir y recaudar fondos para sus chicas, me invita con la esperanza de que la ayude, pero no suelo hacerla caso, pero esta vez es perfecto, vendrás conmigo y haremos tu examen final.

 

YO: ¿y en que consistirá?

 

ELI: un estoy perfilando, es el domingo, y es de alto nivel ¿tienes algun traje?

YO: si, bueno, el de mi graduación de hace 2 años, me quedara enrome, como toda mi ropa.

ELI: pues eso no puede ser………………………..hacemos esto, tengo un viejo conocido que es sastre, mañana sábado quedamos y te traes el traje, a ver si lo puede arreglar, si no, te dejara alguno solo con que lo lleves en la fiesta y luego se lo devuelvas.

 

Me pareció correcto y me acerco a casa en el coche comentándome comos seria mas o menso la fiesta y que cosas no hacer para quedar como un imbecil. Se despidió de mi con un beso y una sonrisa.

 

ELI: mañana las 11 de la mañana te recojo aqui. – y se marcho.

 

Entre en casa y vi a mi padre sentado e su sillón del salón con la TV apagada, me acerque a preguntarle.

YO: para llevas unos días muy raro, ¿que te pasa?

 

PAPA: hijo siéntate , tenemos que hablar.- así hice.

 

YO: papa ¿por que estas tan raro, por que me preguntas eso de mis cambios físicos todo el tiempo?

 

PADRE: mira no quiero mentirte mas y eres mayorcito. De joven tuve un problema en…………….mis partes. – adiós¡¡¡¡¡¡¡¡ que lo mio era hereditario¡¡¡¡¡¡¡¡ pensé – en la revisión de a Mili, me detectaron fimosis, ya sabes, carne excedente del capullo, y ya puestos me lo operaron.

 

YO joder papa, ¿y a que viene esto?

 

PADRE: viene a que cuando me opere, el tema …….me creció, no mucho pero si notorio.Pasado el tiempo no volvi a pensar en ello, hasta el día de tu operacion.

YO: ¿¿¿¿perdona???¡¡

 

PADRE: si, no se por que, pero se me clavo en la cabeza la idea, y ya que estabamos a operar, decidimos……….

 

YO :¿DECIDIMOS?, ¿¿¿como que en plural???¡¡

PADRE: si a tu madre se lo explique, hablamos con los médicos y durante la operacion firmamos un consentimiento, todavia eras menor así que no necesitábamos tu permiso, te operamos de fimosis tambien.

 

YO: ¿no me jodas?¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

 

PADRE: mira pase mucha verguenza de joven con el tema y despues mozas de mis compañeros, me dijeron que lo mismo tu lo tenias, y es una cirugía leve, cuando saliste de la UCI nos dijeron que ya no se te notaria, ni te darías cuenta.

 

YO: me voy a cagar en todo lo que se menea ¿es por eso que me ha crecido tanto?

PADRE: osea que si ha cambiado.

YO: joder que si ha cambiado papa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ que me voy dando con las rodillas, hostias…………..

 

Mi padre se echo a reír, me lo explico con mas calma, tenia esa capacidad de explicar las cosas de forma simple y lógica, hasta el punto en que te convencía. Yo ya no sabia si era mi propio cuerpo, el dichoso tumor, las hormonas y ahora, encima, esto. Me calme un poco y recrimine no haberme avisado pero termine claudicando, mentalmente pensé que en realidad me habían hecho el favor de mi vida. Avise en la cena de mis planes del día siguiente y mi madre se volvió loca buscando el traje de la gradación y al encontrarlo en un armario, se puso a repasar, recoger y limpiar, típico de madre, ¿no?.

Dormí como un lirón con sueños en los que solo estabamos Eli y yo. Desperté me duche prepare el traje y salí a la hora acordada, Eli ya estaba esperando con el móvil en la mano para llamarme, lo se por que me vibro el móvil y era ella, no lo cogí , solté un buen silbido para llamar su atencion. Me subí al coche con ánimos renovados y sin mediar palabra la bese en los labios, sin pasion ni cariño, somo un gesto de costumbre, como si fuera un saludo normal.Arranco el coche y me llevo a una zona industrial, al almacén de su amigo el sastre. Mientras nos acercábamos a la puerta me hablo de el y de sus rarezas.

ELI: no se si es gay o no, es modista, y raramente le he oído hablando de otra cosa, ha tenido líos con las grandes marcas de moda por su manera de trabajar, pero es muy bueno.

YO: a ver si es cierto, lo mismo me palpa el rabo a través de la tela y se emociona jajajajajja

 

ELI: eso te quería comentar …..los problemas que tenia…eran….. bueno el trabaja sobre el terreno y para eso debe ver…………… el terreno.

 

YO: vamos , que me tiene que ver desnudo.

ELI: exacto, ¿algun problema?

 

YO: mientras sea profesional no veo ninguno.

 

Entramos y nos presento, se llamaba Eric. no era su nombre real, me contó que se llamaba Herciano, nacido en Badajoz, pero que no quedaba muy comercial en la jet set, me callo bien de inicio.Nos paso a un sala con un pedestal en medio, y miles de utensilios y telas al rededor, sentó a Eli en un silla, me subió al pedestal y me cogió el traje de las manos y llamo a gritos a una tal Paula.

 

ERIC: Paula querida, estamos listos aqui abajo……..Pauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, perdonan chicos es sorda como un tapia pero es la mejor arreglando ropa que he visto.- se oyeron pasos rápidos.

PAU: voy voy, tranquilo- se oyó de lejos, Eric miro mi traje con cara da asco.

 

ERIC: mira nena – miro a Eli- traes una hamburguesa de fabrica a un restaurante francés, que quieres que hagamos con esta basura fabricada a granel………-Eli no respondió y sonrio, me miro y Eric hizo lo mismo- tu no sonrías mocetón y empieza a desnudarte.

Mire a Eli con busca de aprobación y ella asintió.

ERIC: vamos que no tenemos todo el día.

 

Me desnude con rapidez y me deje el calzoncillo, mi polla era evidente, pero ni miro, solo miraba mi cuerpo analíticamente. Se acerco y me levanto los brazos, me giro y me hacia agacharme o moverme.

ERIC: vamos, slip fuera tambien, necesito medir bien la pernera.

 

Algo cortado accedí, mi pene estaba lo mas pequeño que había sentido en semanas, aun así era grande, pero el seguía sin percatarse de ella, o no le parecía relevante. Me relaje un poco a ver su actitud profesional y mi mirada se clavo en Eli, eso me levante el animo un poco.De golpe se abrió una puerta y apareció una cabeza de mujer por allí, era Pau.

 

PAU: dime pesado ¿que coño quie………….- y planto sus ojos en mi polla unas décimas de segundo- ………..res?

Eric sin mirarla siquiera.

ERIC: toma este trapa prefabricado y mira que puedes hacer con el para que el quede decente a este señor.- se lo tiro a los pies de mala manera.

 

La chica reaccionó sacudiendo su cabeza, abrió la puerta y entro a recoger el vestido, llevaba una cinta métrica en el cuello, empece a notar un recurrente paralelismo con ese objeto en mi vida. Pau era una chica de 26-27 años calcule, alta, andaría por el 1,73, y sobrada de kilos, mas de lo que estaba Carla pero mucho menos de lo que era yo hacia 4 meses, la altura la hacia mas esbelta, y se podía reconocer unos pechos enormes, morena de ojos negros y pelo muy corto y rizado, vestía de forma poco elegante, mas practica supongo, con un pantalones de tela y una camisa blanca, o beige, no me fije mucho en el color por que al agacharse a coger el traje la camisa se abrió un poco y asegure que sus pechos eran considerables, atisbe parte de un sujetador enorme color carne.Al levantarse se dio la vuelta mientras miraba la ropa en su manos y se fue hacia la puerta, su trasero era amplio, con 10 kilos menos pasaria por un bombon a lo Carla.(coste que este tipo de descripciones las hago por recrear la situacion y ayudaros a visualizar, no critico nada y menos siendo como era hacia unos meses, nadie para criticar a nadie.).Las formas redondeas de esa mujer me llamaron la atencion lo suficiente para quedarme mirando el contoneo de su trasero.

 

Mientas Eric se separo, y se puso a anotar unas medidas que paso a Pau antes de irse, casi cerrando la puerta pude notar un vistazo rapido a mi polla de Pau antes de cerrar.Yo lo note pero Eli se percato de todo y se levanto hacia mi.

ELI: ¿que has visto que te ha puesto tan feliz? – era cierto sin darme cuenta me la había puesto algo morcillona.

 

YO: curvas , muchas jajajajajaja

 

ELI: ¿y de lo otro?, hazme un analisis.

 

La entendí, recordé y cerré los ojos.

 

YO: no estaba nada arreglada, su pelo estaba sin peinar y la ropa no es nada provocativa en si, llevaba demasiados botones abrochados para querer enseñar sus pechos, su mejor arma, y se le notaban de forma clara las bragas a través de la tela del pantalon, amplias , seguramente con algo de altura en forma de faja reductora, se le notaba un cambio brusco en su figura en la cintura, calzado cómodo.

 

ELI: muy bien ¿conclusiones?

 

YO: no estaba preparada ni se ha arreglado para nada, no tiene intención de salir con nadie o quedar en breve, obviamente ha venido al trabajo cómoda sin importarle el aspecto, pero el hecho de que aun así use las braga fajas indica que quiere esculpir su figura, no se encuentra cómoda con su fisico, y pese a estar muchos botones abrochados, la camisa es ceñida, quiere que la gente sea consciente de sus pechos.

 

ELI: BRAVO¡¡¡¡¡¡¡ ni yo lo hubiera dicho mejor.¿entonces tienes posibilidades de follártela hoy? ¿ahora?

 

YO: en si, no creo, no viene predispuesta pero tiene ciertas debilidades que puedo aprovechar, y las miradas a mi polla la han debido de generar pensamientos que ahora mismo vuelan por su cabeza.

 

ELI: estoy jodidamente orgullosa de ti.Veo con no eres tan tonto como parecías.- me lo dijo mientras me ponía la mano en el estomago.

 

ERIC: si si, muy bien, pero aqui uno tiene que trabajar, aparta bonita.- el siguió admirando mi cuerpo, no mi polla. Muy profesional empezó en una mesa, coloco una tela amplia y comenzó a dibujar en ella un contorno de traje, al hacer los pantalones si se dio la vuelta y miro mi polla.

 

ERIC: oye bonita, ¿esta preciosidad de aqui, cuanto crece? – pregunta seria, y respuesta seria.

ELI: las ultimas mediciones están en 34-35 de largo y unos 9 de ancho.

 

 

El abrió los ojos como platos y sin cambiar la mueca se giro a la tela y dibujo una pernera algo mas grande.

 

ERIC: bien, queremos que se note – cogió la tela y nos la enseño señalando una pernera igual a a la otra – o que no- señalo la otra linea dibujada con un ligero abombamiento en la zona de la pernera izquierda, el tío era bueno , con verme desnudo ya sabia hacia donde cargaba.Mire preguntando a Eli.

 

ELI: que si, es un día especial.- le guiño un ojo.

 

ERIC: me parece que este traje te lo vas a quedar………..- dijo mientras se giraba para poder poner la tela en la mesa- ya te puedes poner los slips pero nada mas.

 

Asi lo hice y me quede allí de pie, de vez en cuando venia y ponía mi tela encima , haciendo un calco y volviendo a la mesa, piernas , brazos, torso, espaldas……

ERIC: joder vaya macho, va a ser un milagro cuadrar estas espaldas.

Era cierto y ademas, mi cuerpo había cambiado algo, la hora de ejercicio diaria con Eli y lego nuestras ultimas semanas de “ejercicio intenso” me habían tonificado el cuerpo, no estaba ni mucho menos marcando musculo, pero si toda la piel de naranja que me colgaba se había ido, y gracias a unas cremas recomendadas por Eli, las estrías ni se notaban ya en mi estomago.Al paso de 1 hora o así, Eric llamo Pau, ya tendria que haber hecho ajustes iniciales.Bajo con rapidez, entro y miro directamente a mi polla ahora encerrada bajo la licra. Le dio el traje casi sin miar a Eric y este le dio las telas marcadas.

 

ERIC: toma boba, corta y pega como sabes.- se fue sin dejar de mirar mi paquete y antes de irse pude notar que se había desabrochado un botón de la camisa, algo que Eli me enseño a fijarme. “cada cambio significa algo, si no, no cambiaria.”¿por que había abierto un botón su camisa?

 

ERIC: toma esta……cosa y mira a ver que tal. – me dio el traje y me lo puse, me quedaba bastante mejor, se notaba las puntadas nuevas, pero en cuando me movía se arrugaba y doblaba de forma fea.

 

ERIC: ¡¡¡¡¿¿esto???’!!!! ni para tomar por culo sirve.- y se lió a intentar hacer ajustes con la ropa puesta, no hubo manera y en un gesto se rompió de la entrepierna. Eric se desespero y me dijo que me quitara eso antes de que me quemara con ello puesto.

 

ERIC: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PAU¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ se lió a repasar notas en al mesa.

 

Eli se acerco y me hablo de pau, le comente el cambio del botón.

ELI: ¿que crees que significa?

YO: esta claro, quiere lucir su mejor arma, bueno, las 2.Esta mostrándose disponible conscientemente, o no, sus continuas miradas a mi rabo no son casuales.

 

ELI: ¿¿te has fijado en sus labios?? se ha mordido el labio inferior.

 

YO: joder, como se me pasan los labios siempre.

ELI: por que hasta a mi me ha costado quitar la mirada de sus tetas.

 

YO: eso muestra deseo entonces.

 

ELI: si y me va a venir bien, con Carla………. fuera de combate no pude enseñarte a manejar a una mujer de curvas y ella puede ser perfecta.

YO: ¿que hago?

 

ELI: ¿tu sabras? – mi miro con sorna y me beso el pecho.- yo me voy Eric que tengo cita con Zinthia, para el traje de mañana y mañana peluqueria y sesión de belleza antes del guateque.

 

YO: ¿¿me vas a dejar aqui??

 

ELI: si, tranquilo cuando Eric acabe Pau te puede acercar en su coche……..si lo logras.Te llamo para que mañana quedemos a las puertas de la fiesta.

 

 

 

ERIC: dile a la zorra de Zinthia que mañana voy a arrasar yo con este. – y me señalo

Me dejo allí tirado con ese pirado de la moda y una moza bien dotada de curvas a la que tener que amansar.Al rato de irse Eli, volvió a la sala Pau, con partes del traje recién salidas de la maquina de coser, como un puzzle muy simple.

ERIC: vamos bonita ayúdame, que con este morlaco yo solo no puedo.

 

 

Se pusieron uno a cada lado y empezaron a vestirme, la sensación del traje hecho a medida es increible, y mas si un tía de tetas enormes que se ha desabrochado un botón por ti, o eso crees, te esta metiendo mano claramente, y restregando sus voluptuosos senos por el brazo.

 

Me quede gilipollas al contemplar mi imagen, en el espejo, casi parecía un sueño que hace 5 meses fuera el gordo gracioso que casi siempre iba en chandal, y ahora, a mis ojos estuviera aquel joven alto, apuesto y bien estilizado.Solo faltaba unir las piezas…….creia.

 

ERIC: con esto ya se puede trabajar……..

YO: ¿trabajar? ¡¡¡¡¡¡¡Si estoy hecho un pincel!!!!!!

 

ERIC: querido ahora pareces un ser humano, peor para mañana tienes que salirte del mapa, anda vamos a quitárselo con cuidado y me lo llevo.

 

No entendía nada, pero me deje desvestir con cuidado para no dañar las telas, mientras Eric me quitaba el chaleco, por ahora ya que que seria la parte central de la chaqueta, por la espalda, Pau, se agacho ante mi y me pidió que fuera levantado las piernas para sacarme las perneras del pantalón. Ni que decir tiene que mientras llevaba la pierna hacia delante, ella cogía con sus manos ambos extremos de la tela e iba dando pequeños tirones para sacarla sin arrugar, y para ello debía de poner los brazos estirados y muy juntos, apretado sus enromes tetas entre ellas, y a cada tirón, desde mi privilegiada posición, podía ver sus pechos vibrar, no le perdía detalle, y no se si se dio cuenta o no, pero mientras estiraba la 1º pernera, ya fuera, se medio tapo el escote, y se lió con la 2º, su amago quedo inútil y al segundo tirón su camisa se volvió a abrir lo suficiente para ver sus senos rebotar contra si mismos.Era una imagen simple pero que me puso a tono, se empezó a hacer mas evidente mi bulto en los slips, y vi como, despues de cada gesto para sacar la tela, ya no había ritmo, hacia un par y se paraba a mirar de reojo, seguía un poco y lo volvía a hacer, hasta que saco la prenda del todo.Al levantarse volvió mirar y mientras preparaba las ropa en la mesa y hablaban con Eric, se volvió repetidamente.

 

ERIC: bien, aqui te quedas un rato, voy a mi taller ha hacer magia con esto. Vístete si quieres , tardare un rato. – cogió las piezas de tela y se marcho por una puerta.

 

La oportunidad era clara, y si no queria volverme en trasporte publico tenia que estar vivo. Lo inicial era no alejarme mucho de Pau para no dejarla razonar en frió, amago con salir por la puerta….

 

YO: oye, muchas gracias por todo, no se ni si podre pagaros.

 

PAU: ¿que? ah si, no pasa nada, no tienes que pagar ¿no te lo ha explicado Eli?

YO: no – mentí, no solo no se fue si no que se acerco un poco desviando la mirada hacia cualquier sitio pero siempre terminaba en mi rabo.

 

PAU: veras, en la lata costura, es habitual que la gente vaya a fiestas con ropa regalada o prestada de modistas, así ellos tienen ropa de calidad sin pagar y nosotros publicidad gratis.

 

YO: osea que si voy a la fiesta con su traje no tendre que pagar, pues vaya “enorme” chollo. – trucos de recordatorio mental.

 

PAU: ……si ya, las cosas funcionan así……….oye….tienes tu ropa por allí, ¿no? – señalo a la silla donde estaba, queria que me vistiera, evitar la vision directa o que la pillara haciéndolo.

 

YO: ah si gracias, no me molesta estar así, llevo casi 2 horas jejeje, ¿y tu que? ¿eres modista? – desvié su intención.

 

PAU: bueno, en ello estoy, aprendo un montón con Eric aunque aveces le mataría jejeje es tan…..suyo.

 

YO: pues te ha puesto por las nubes antes, cuando intentabas arreglar mi ………..¿traje? ¿es herejía llamarlo así? – sonreí mientras le di un pequeño codazo al bajarme del pedestal.

 

PAU: jajaja la verdad es que si lo es, al menos para nosotros, es ropa prefabricada, y era enorme, no se como podía ser tuyo. – sin querer había usado mi misma palabra.

 

YO: bueno he tenido algunos cambios ultimamente en mi vida, si quieres me visto y te lo cuento tomando un café.- asintió con la cabeza, queria que me vistiera, y yo lo sabia, use eso para que aceptara el café de forma implícita. Joder, Eli me había enseñado bien.

 

PAU: voy a por los cafés ahora vengo.- y salio despedida de allí.

 

Momento critico, que debía hacer, si me vestía podía hacerla pensar en frió y si no me vestía quedaría como un mentiroso y un poco gilipollas.Tome el camino del medio, me quite el slip y me puse solo el pantalon del gym algo ajustado. Me la acomode de forma que fuera notoria si se miraba pero no evidente la intención de ello y guarde los slips. Cambie de posicion el cuerpo un par de veces intentando buscar una pose natural, Pau regreso un par de minutos despues con los cafés, y al verme así, se quedo algo paralizada, pero complacida.Se sentó a mi lado y me pidió que el contara mi historia. Le hable de la operacion, de mi vida antes y de los cambios físicos que me habían producido. Incluso el enseñe algunas fotos en el móvil de mi yo previo, Intentaba dar algo de pena.

PAU: lo siento mucho, lo has debido de pasar mal, pero si todo fue bien , la verdad es que te va genial, estas muy bien físicamente….- y callo en la cuenta de que la frase era algo ambigua -….vamos que estas mucho mejor que antes quiero decir…………vamos que no es que antes estuvieras mal……a mi también me sobran kilos …. – se había liado, y lo provocara yo o no debía aprovecharme.

 

YO: si tienes razon, era un adefesio……y las chicas ni me miran, pero tu estas bien, no puedes comparar

PAU: claro que si, siempre me lo dicen que me sobran kilos, se como te sientes, pero eso va a cambiar, te lo aseguro. – había reconocido que se sentía rechazada o poco atractiva y que yo estaba muy bien físicamente. Antes ni me hubiera percatado de ello, supondría que era condescendiente, pero ahora no, y ataque.

 

YO: ¿que dices? pero si eres una delicia de mujer…….

 

PAU: mira tu que galán , no seas bueno conmigo solo por que sepas como me siento.

 

YO: no es por halagarte, realmente me pareces una pedazo de mujer, de hecho…….- deje la duda en el aire y fingí callar.

 

PAU: ¿que?

YO: bueno, que….durante la prueba del traje… jo que verguenza….- se la puse botando

 

PAU: ¿que paso? – estaba expectante y yo me tense para enrojecerme mas de lo que ya estaba, era mi 1º prueba con fuego real, sin trucos.

 

YO: ……no ….es que… ha habido roces…y cuando te has agachado…..¿no has notado…..que crecía ……mi……….. cosa? – estaba bordando el papel de pobre incomprendido.

 

PAU: jajajajaja ¿en serio?, no lo había notado – los cojones que no, se puso algo roja y dirigió la mirada al bulto de mi pantalon levemente – me halagas.

 

Me lance a la piscina, o había agua y nadaba o me estrellaba contra el suelo. Fingi rabia

 

YO: el frote de tus pechos era una imagen demasiado fuerte, ¿¡vale?! – me gire un poco y espere su reaccion.

Tardo algunos segundos en emitir palabra, y cuando lo hizo, con una mano en mi hombro, me giro un poco hacia ella.

 

PAU: oye oye, tontorrón, no pasa nada, no eres el 1º que se sube a ese pedestal y lo pasa mal con estas – se llevo la mano al pecho.

 

YO: es que vaya mar de preciosidades, ……….¿creo?……- añadir duda sobre sus mejor arma, nunca fallaba, o eso me habían dicho.

 

PAU: ¿creo? ¿como que crees?

 

YO: bueno, las he intuido por encima de la blusa y he visto algo por el escote, pero poco mas….y solo con eso ya me he calentado, supongo que tendrá que ver que vieras la polla colgando la 1º vez que entraste. – note cierto asombro en su cara, abrió la boca como no creyéndose lo que había dicho.

PAU: bueno, si, la vi por accidente, pero no dudes de mi delantera majo, he empalmado a mas de un modelo ahí subido – señalo al pedestal.

 

YO: pues a mi no, pese a desabrocharte un botón.

 

PAU: ¿como? que no si acabas de decir que…….¿te has fijado?

 

YO: me la has hinchado, peor no me la has empalmado del todo. – se quedo de nuevo perpleja por mi comentario, y se noto que recordo el momento, ¿seria cierto?

PAU: pero si era enorme , ¿todavia crece mas? que jodía la Eli, ya se por que te quiere a su lado.

 

YO: pues si, la verdad es que ella si me la ha puesto como una piedra muchas veces – generar competitividad- pero no tiene tus curvas. – usar su complejo como halago.

 

PAU: ¿te gustan las curvas?

YO: mucho, y tu eres el ejemplo de mujer de verdad, no esas escuálidas de las pasarelas.

Se hizo un silencio, yo no sabia ya por donde tirar, ella saco la artillería.

PAU: ¡¡¡verdad que si!!, esas zorras vienen aqui cada día a restregar sus esqueléticas piernas y su brazos huesudos luciéndose como amas del mundo.

YO: tienes razon ……..y …….. y………

PAU: dime….

YO: quiero besarte. – allá vamos.

 

PAU: ¿de verdad?

YO: ¿te crees que alguien con mis complejos se lo va diciendo a todas?

Sopeso lo dicho y se callo.Dudaba algo en su cabeza, así que aproveche, y le tire un pico sin avisar, un beso corto y rapido, para acercarme a ella y ver su reaccion de cerca.

PAU: yo………

 

Lance otro beso, algo mas largo, ella ni se retraía ni aparta.

PAU: no se……

 

Esta vez fui con todo, me puse de rodillas delante de ella y la bese con dulzura, con ternura, durante unos segundos no se movía, pero con cada gesto de mis labios ella empezó a seguirlos, al minuto ya me agarraba la cabeza y yo su cintura, nuestras lenguas se cruzaron y llego un frenesí de pasion.

 

YO: quiero verte las tetas, pro favor, sin camisa ni sostén, solo admirarte.

 

Pau dudo y miro a la puerta de Eric, me miro de nuevo y sin pensárselo se puso de pie, se quito los botones de la camisa, me dejo su vientre a la altura de mi cara y mientras la iba besando el ombligo, baje mis manos de su cadera a su enrome trasero, buscando el punto débil de Eli, por probar…..

PAU: ummmmm

 

Se termino de quitar la camisa y mire hacia arriba, no le veía la cara, solo un par de tetas enormes entre nosotros, se llevo la mano a a la espalda y se quito el sostén, cayeron de golpe un par de centímetros, lo justo para rozaros yo con el pelo de la cabeza, me separe un poco y la admire, como prometí, eran tremendas, le colgaban un poco pero aun estaban firmes y con unos aureolas rosadas.

 

YO: vaya espectáculo de pechos, me moriría si me dejaras tocarlos y chuparlos.- miro de nuevo a la puerta de Eric.

PAU: todas tuyas.

Me abalance como un perro rabioso, pegue mi cara a una de ellas mientras chupaba y lamia con fuerza su pezon, mientras la otra mano no abarcaba tanta enormidad, solo mensajeaba con calma pero sin parar.No tardaron en aparecer gemidos en Pau, mientras me agarraba, o aplastaba la cabeza contras sus pechos mirando al techo, la abundancia de aquella mujer me las puso como un mastil, me puse en pie, y con un gesto hábil deje mi pantalon en los tobillos, repasando con mis labios cada milímetro de piel hasta que volvi a su labios.

YO: ahora, si – pegue mi cuerpo al suyo mientras mantenía mi polla erecta hacia arriba, para que la notara bien.

Bajo la mirada de golpe, sonriendo con la boca abierta, me miro a los ojos incrédula y bajo la mirada entre nosotros, no veía nada, había 2 enormes masas de carne aplastadas en medio, se sentó, o se tiro mejor dicho, de espaldas sobre la silla y mi polla cayo a plomo sobre su cara, se balanceo un poco ante la mirada de asombro de Pau.

 

YO: ¿se las has puesto así a algun modelo guaperas?

PAU: ni de coña, vaya pedazo de polla nene, ¿la puedo tocar?

 

YO: toda tuya. – ¡¡!logrado!! la tenia en el bote.

Empezó a tocar la punta con cuidado, y su atrevimiento fue subiendo hasta que tenia mi polla agarrada con ambas manos y me masajeaba la piel de arriba abajo.En su vida vio algo así.

 

YO: si me acercas luego a casa te dejo hasta que me la chupes. – eso me sonaría a egocéntrico o contra sentido hace tiempo, se suponía que era un favor que ella me hacia a mi al chuparmela, no al revés.

 

PAU: claro encanto, y mas que te haré.

 

Agacho su cabeza y se arranco a comerme la punta del glande, chupando con ansia y luego lamiendo con pasion, sin dejar de masajeame la polla.La sensación de éxito era mayuscula y excitante. Pasado un buen rato, me pidió que me tumbara en el suelo, así lo hice y ella se quito el pantalon, allí estaba la braga faja comprimiendo su cintura, se tumbo encima mía pero mas por debajo, dejando sus tetas a la altura de mi polla y se frotaba de delante a atrás sobre mi cuerpo, con sus tetas engullendo mi polla por momentos, !!!que delicia¡¡¡. Se puso de rodillas encima mía y metiendo su polla entre las tetas me hizo una cubana deliciosa, la mejor hasta la fecha, sus pechos hacian desaparecer mi miembro, y el aumento de ritmo me mato, eyacule rápidamente sobre ella, y se hecho a reír

 

PAU: joder, como me has puesto.

 

YO: me toca. – me incorpore y l acogí con mucha fuerza, la senté en el pedestal y saque su trasero hacia el borde, levante sus piernas y de un fuerte tirón arranque su prenda intima, la abrí de piernas y vi un coño delicioso, cuidado de bello púbico, y una mancha brillante entre sus labios vaginales. Hundí mi cara en sus entrepierna y no pare de lamer, separar, chupar y succionar, los gemidos de Pau eran claros y cuando empecé a meter mis dedos en su coño, buscando el punto G, se corrió la 1º vez, sentí su cuerpo tensarse y recaer sobre el pedestal, pero sin fluidos, había que ordeñar, seguí con la masturbación y jugueteando con mi lengua en su enrome e hinchado clítoris. El ritmo de mi mano subió, frotando sus entrañas, los fluidos empezaron a encharcar mi mano, Pau ya no gemía, se retorcía sobre si misma

 

PAU: no pares…no pares..OHHHHH¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ NO PARES¡¡¡¡¡¡¡

Aumente mas el ritmo, hasta que un gran silencio lleno la sala, solo se oía el chapoteo de mi mano en su intimidad, despues una explosion de jubilo de ella, echando un chorro de su interior. La deje descansar y me vencí sobre su cuerpo hasta llegar de nuevo a sus pechos, me pase un buen rato jugueteando con ellos, hasta que ella volvió un poco en si.

PAU: Eli los elige bien.

 

Se levanto de mi lado y me levo a una zona con unas duchas, nos restregamos un poco allí juntos, pero sin pasar nada relevante. Salimos, nos vestimos, ella, yo solo me puse los slip, y nos quedamos esperando a Eirc. Tardó algunos minutos y se me paso la idea de volver a por Pau, pero me calme y simplemente agradeci su comprensión y la experiencia.

PAU: a mi no me la juegas, nadie logra que una mujer se corra así, siendo un papanatas. – se había dado cuenta pero me daba igual el logro estaba ahí.

 

YO: jejeje me has pillado, pero que conste que todo lo dicho era cierto, eres una mujer de bandera.

 

Salio Eric con el traje ya listo, me puso en la pasarela, recién secada de nuestros fluidos, me dio la ropa y se sentó junto a Pau. Me vestí, Eric había terminado su obra, uso algun tipo de tela reflectante para las solapas de la chaqueta, un ribete rojo encima del bolsillo del pecho de la misma y atisbe algun tipo de filigrana de color gris en las juntas del pantalon, casi imperceptible pero allí estaban.Cuando acabe de vestirme, Pau se levanto atónita, Eric se levanto y se fue dando un sonoro portazo.

 

ERIC: ¡¡¡joder!!! si es que soy la puta hostia…….- no lo volvi a ver.

 

Me mire en el espejo y si antes me parecía un galán ahora era un espectáculo, me sentaba como guante, y me quedaba de cine, me moví haciendo gestos pero no se arrugaba, ni me tiraba de ninguna zona, salvo la pelvis claro, así lo había decidido Eli. Entendí al instante la diferencia entre parecer un camarero de restaurante caro , e ir bien vestido. Pau solo admiro, y me pidió que me moviera de cierta forma para asegurar el buen trabajo, estaba a la perfección.

 

PAU: venga, vamos a quitártelo, lo metemos en un porta tarjes y te acerco a casa…. te lo has ganado.

 

Feliz por todo en general, accedí y avise a Eli de mi éxito con un mensaje, ella me felicito y me dijo donde y cuando quedar al día siguiente. Iríamos por separado ya que ella debía ir al salon de belleza antes.Al llegar a mi casa, me bese apasionadamente con Pau, ella me frotaba la polla por encima del pantalon y yo sus pechos a través de su camisa.Y así nos despedimos, cogí el traje y fui a mi casa.La tarde la pase con algunos amigos y por la noche mi madre me obligo a hacerle un pase de modelos con el traje puesto, me asegure de ponerme los slip mas ajustados para disimular y al salir se quedo blanca.

 

MADRE: ¡¡¡¡¡¡ay mira que preciosidad de hijo tengo!!!! – me tocaba por todos lados asegurando la ropa- ¿pero de donde has sacado este traje? es a medida.

 

YO: ¿joder como lo sabes?

 

MADRE: por que soy madre, ¿de donde ha salido.?

YO: de un amigo de Eli, me lo deja si voy a la fiesta con el.

 

MADRE: pues ya te lo estas quitando, no vaya a ser que lo manches.De esta monada me ocupo yo.

 

Me cambie en mi cuarto y se le di el traje, mi madre sabia de moda y como tratarla, trabajo de costurera algunos años.Dormí plácidamente, consciente de que Eli no me había hecho perder el tiempo, Pau me lo había asegurado.Paso el día y yo era un pelele ante mi madre, totalmente maniática sobre como moverme, que hacer en la fiesta, que ese traje era genial y que no lo rompiera ni manchara por que me caparía, madres….Me vestí bajo su adoctrinamiento casi militar, le dio un golpe de plancha final al traje, y saco unos zapatos de vestir que me regalo, elegimos entre unas corbatas a juego que Pau me había dado y al salir de mi cuarto casi se echa a llorar de la emoción.Supongo que se le junto todo de golpe al ver a su hijo tan mejorado, despues de haberlo pasado muy mal.Me puso algo de gomina en el pelo, y me baño en una colonia de olor bastante fuerte.

 

Obligo a mi padre a acercarme y a mi a ir casi tumbado en el coche para no arrugar nada.Era una fiesta de alto copete, se hizo en una sala de reuniones de un hotel de gran nivel en Madrid capital, al llegar mi padre se despidió consciente de la importancia de aquello.

PADRE: a por ellas, avisame si no tengo que recogerte luego.- guiño un ojo y se marcho.

 

EL EXAMEN: LA FIESTA.

 

Me acerque hacia el hotel y aguarde en la puerta la llegada de Eli, ya que no la veía, note que muchos ojos se plantaron en mi, llame para saber si ya estaba dentro ya Eli, pero me dijo que no, que estaba justo bajando unos escalones para llegar allí. Me gire hacia las únicas escaleras que por allí había y entre la marabunta de gente, la vi.

 

A estas alturas pensaba que en un mes viéndola desnuda, masturbándonos, haciendo sexo oral y follando como animales los ultimos días, seria extraño, mucho, que pudiera sobresaltarme verla de cualquier forma, bien, me equivoque de nuevo, siempre la había visto sin arreglar excesivamente y en chandal o ropa ajustada deportiva, con zapatillas. Bien, como en las películas malas, el tiempo se ralentizo mientras bajaba los escalones, algo torpe, supuse que por que llevaba unos tacones de vertigo, zapatos color azul marino con guirnaldas brillantes, nada grotesco, llevaba el pelo totalmente liso, y todo con un peinado que hacia que su cabello estuviera caido del lado derecho de su cabeza, como una cortina, del lado izquierdo levaba algun tipo de pinza para el pelo, o no se como llamarla, muy elegante, con unos pendientes que colgaban un poco de sus lóbulos, plateados, una especie de consecución de bolas creciente.Vestía un un traje que me hizo verla como una diosa, un traje azul oscuro, con un solo hombro, en el izquierdo, coronado por un broche brillante, caía por delante hasta cubrirla mas abajo de las rodillas, en forma de espiral, rodeaba su cuerpo, del hombro bajaba hasta sus pechos y seguía rodeandola por detrás, tapándola el trasero, para volver a salir por delante y taparle lo justo la zona vaginal, con una gran obertura en la pierna izquierda, que dejaba ver unas medias de encaje, dejando gran parte de su espalda al aire, y de sus costillas, hasta se atisbaba el nacimiento de sus pechos pegados al cuerpo, maquillaje ligero, no necesitaba mas, algo de efecto ahumado que me comento en nuestras clases, para realzar sus preciosos ojos color miel. y unos labios cuidados con un color rojo granate.La pobre se iba agarrando con una mano en una barandilla y con la otra, al la vez, sujetaba un pequeño bolso y se levantaba algo el vestido para no pisarlo.

 

Rápidamente corrí hacia ella para ayudarla a bajar los ultimos escalones, entre varios pretendientes que ya la habían echado el ojo, ella bailo un poco en el aire cuando la agarre con firmeza la mano de la barandilla.

 

YO: tranquilos chicos, ya la llevo yo. – el resto de pretendientes se apartaron, ella sonrio ampliamente al levantar la mirada y reconocerme. Agradeció con la mirada mi apoyo y la baje con el mas sentido respeto y admiración los ultimos escalones, bajando de espaldas a las escaleras, no paraba de comentarme lo dificil que era andar con eso en los pies.No obstante en el ultimo, donde ya te confías, se medio tropezó y cayo de golpe sobre mi pecho, la sujete con fuerza, teniéndola casi suspendida en el aire.

 

YO: hey, cuidado princesa…. no me querrás estropear la noche.

ELI: perdona, ¡¡¡dios!!, como duelen los pies.

 

YO: ya te lo dije, la explicacion que me diste sobre el hecho de sufrir con los tacones no me convenció jejejejeje

 

ELI: ahora mismo no estoy convencida ni yo.

 

YO: no hace falta que lo diga, pero si no lo hago reviento, te has perdido, el Olimpo no esta por aqui. – sonrio gratamente levantando la cabeza, se apoyo en mi y recupero su propia verticalidad.Se planto sola y me separo de ella, haciéndome dar una vuelta sobre mi mismo, que hice con cierta gracia.

ELI: vaya con el viejo Eric, todavia sabe lo que se hace, tu estas arrebatador – se acerco a mi oido- y lo vas a necesitar.

 

YO: a su entera disposición.

Me puse a su lado izquierdo, y ofrecí mi brazo para que ella se apoyara, así lo hizo y sin soltar la parte baja de su vestido con la otra mano rodeo mi brazo e iniciamos el camino a la entrada. Eli se encargo de todo el tema de presentaciones, y protocolos.Una vez dentro me suplico que le acercara a la barra para poder sentarse y descansar sus pies.Desde allí, observamos toda la sala, un par de barras de bar pequeñas y dispersas, una grande, en la que nos encontrábamos, un montón de mesas desperdigadas por todo el espacio y una gran pista de baile en medio, con un DJ en una mesa de mezclas, poniendo musica chill out.

En cuando la vio, Eli saludo con la mano a alguien, y de un grupo de mujeres se acerco una, vestida de arriba abajo de chandal, me sorprendió así vestida allí. Al acercarse vi que llevaba una chapa identificadora, Mariana no se que, no recuerdo bien, pero ponía, “seleccionadora española de gimnasia.”.Tenia que ser la amiga-compañera de Eli.

 

MARIANA: vaya, por fin te has atrevido a aceptar una invitación. – y se saludaron con un abrazo fuerte, lejos de protocolos.

 

ELI: así es, me apetecía un poco de jarana, ¿que tal te va?

MARIA: bueno, como siempre, intentando sacar dinero a esta gentuza para poder entrenar en un pabellón propio, no alquilado y con goteras

 

ELI: mira, te presento a mi amigo, Raúl, esta es Mariana, la vieja compañera de la que te hable.

 

YO: encantado. – la salude, y me abrazo con algo mas de cordialidad.

 

MARIANA: oye de vieja nada, todavia soy capaz de ganar a esta petarda.- se echaron a reír las 2.

 

ELI: bien , por que este hombretón te va a ayudar. – lo dijo mientras colocaba su mano sobre mi hombro.Me quede extrañado.

MARIANA: es mono pero va a estar dificil, ademas esta la matahari, hoy de bandera patria..

 

YO: gracias, pero vengo preparado para lo que sea.estoy de examen ¿que debo hacer?

Ellas se miraron de forma cómplice unos segundos.

 

MARIANA: ¿tu como te crees que les sacamos pasta estos mierdas?.

 

YO: pues no se, pidiéndola.

 

MARIANA: ya claro, muy efectivo.

ELI: esto no va así, si no darían dinero a cualquiera, montan estas fiestas para inhibirse de sus vidas y darán dinero a quien mejor se lo lo haga pasar.

 

YO: no jodas, y yo que creía en el altruismo……

 

MARIANA: que inocente, esto esta lleno de tíos buenos, modelos, actores y deportistas que quieren abrirse paso, y pasa ello hacen lo que sea, aqui se trabaja de todo, sexo, influencias, chantajes, vamos lo mejor de cada casa.

 

YO: ¿y yo soy vuestra apuesta de hoy?

 

ELI: exacto, Maria suele tratar con tíos de la federación para conseguir fondos, pero el problema es que hay partes claves y, casi todas son mujeres, y tenemos que influir en ellas.

 

YO: de puta madre, encima con presion.

MARIANA: nada de eso, pero si se agradece cualquier ayuda externa. Eli me ha hablado muy bien de ti y creo que das el perfil.

YO: bueno, un reto es un reto, ¿no? – mire a mi acompañante y note que capto mi indirecta, le dije lo mismo cuando empezó el aprendizaje. Sonrió muchisimo y me abrazo.

MARIANA: bien os dejo, voy a comerle la oreja al presidente de la federación de hockey. – y se marcho, el cuerpo de Mariana era curtido, de gimnasta retirada pero no aprecie nada en ella, el chandal no dejaba.

Eli se incorporo, me atrajo hacia la mesa de la barra y me comento la situacion.

 

ELI: mira , esto esta lleno de gente desando fiesta y otro desando darla para sus beneficios, tenemos personas clave a las que intentar llegar.

 

1º Tenemos a la duquesa, es aquella del moño con un flor amarilla, es la mujer del presidente de la federación de futbol , el que mas dinero tiene y si cede puede dirigirlo a otra federación.

 

2º Tenemos a la hija del alcalde, es aquella del vestido negro, sentada en la mesa central.Dicen que su padre destina dinero al ejercicio que su pequeña admire.

 

3º La presidenta de la federación de tenis, aquella embutida en un vestido verde pistacho 2 tallas mas pequeño que su talla real. Tiene mucho poder en las asignaciones anuales.

 

4º La entrenadora de futbol femenino, ex jugadora, se dice que se zumba al presidente de la federación masculina y por ello recibe mas dinero, si cae , lo hará el presidente por efecto domino, y podemos pillarle por la duquesa

 

y 5º, La joya de la corona, -busca con la mirada – mira, a aquella mujer, la del vestido rojo.

Era una preciosidad, despampanante, con una coleta altísima que dejaba caer su largo pelo en la espalda, un traje palabra de honor con la silueta de sus buenos pechos, de color rojo chillón, un cinturón amarillo y un vuelo en la falda del vestido dejando una raja que iba desde mas arriva de su cintura, habiéndose sin parar hasta el final del vestido, en sus pies.Con unas medias de rejilla que se veían terminar a la altura de su pelvis y cuando se movía se llegaba a atisbar su ropa interior, roja a juego. Rubia de ojos azules y con unos tacones altos, se movía de forma clamada y con clase mientras se contoneaba sexualmente, dejando que la raja de su vestido luciera.

 

ELI: esa , es la mayor amenaza.

 

YO: ¿y quien es? ¿la matahari?

ELI: si, una puta, de alto standing, solo la contratada para esto eventos, le dan unos objetivos, como a ti, y se los termina follando en una noche a casi todos, nadie se le resiste, y como tal consigue ganarse o mantener a todos los hombres importantes de las federaciones, no te exagero, hay pocos hombres en esta sala que no la hayan catado y por lo oido, es puta con ganas.

 

YO: ¿un profesional y yo un novato? ¿como lo haré?

 

ELI: ve a por ella de inicio, no te conoce y te rechazara mientras ajusta su mira en algun objetivo, tu insistente, hasta que te rechace de forma evidente, eso nos hará ganar tiempo.Son las 22:00 y esto acaba a las 5-6 de la mañana.

YO: ser rechazado, eso se hacerlo. – plante un beso en los labios de Eli para ganar confianza y me lance.

 

Me coloque cerca de la pista de baile, en el tumulto de gente de pie, que miraba bailar al resto, donde estaba mi objetivo, me fui acercando, olía a hembra, un perfume de olor a cerezas, queria insinuar o crear la asociación de ideas, que estaba para comérsela, y era cierto, antaño solo con verla me hubiera empalmado.Vi que su copa andaba algo vacía, y que le prestaba mucha atencion a un hombre de bastante edad que tenia enfrente suya, de espaldas a la pista de baile, cada vez que el hombree torcía la mirada para mirarla, ella se movía mas obscenamente, con su reluciente copa vacía poniéndola cerca de su cara.

 

YO: ¿hola guapa, que haces aqui tan sola? – frase que había repetido mil veces en mis escarceos en fiestas adolescentes y un seguro para ser rechazado. Me miro de arriba abajo, y puso la cara de asco mas grande del mundo, me ignoro, ibamos bien.

YO: ¿perdona te molesto?

 

MATAHARI: apártate de mi, insecto.

YO: oye perdone usted señorita, pero no creo que se muera solo por contestarme.- se empezó a poner nerviosa mirando al hombre y a mi.

 

MATAHARI: que te apartes te he dicho.

YO: oye mira, solo he visto tu copa vacía, y he pensado, bueno,¿por que no ayudarla?, no creo que sea grave.

 

MATAHARI: estoy bien, gracias, ahora vete. – dijo de forma secante.

 

YO: no pasa nada mujer yo me voy, perdona que te molestara, dejame que te vaya a buscar otra copa – y lance mi brazo a su copa, forcejeamos un poco…subiendo el volumen de nuestras palabras

 

MATAHARI: aparta joder que no quiero copa- el forcejeo y sus palabras centraron la atencion de los cercanos, incluido el hombre/objetivo.

YO: pero dejame, que no es molestia. – gire la muñeca y el poco liquido que quedaba en la copa le cayo encima. Se hizo el silencio.

MATAHARI: ¡¡¡¡¿¿pero tu eres imbecil?!! – dijo gritando mientras se trataba de secar.

YO: huy perdona deja que te ayude……

MATAHARI: APARTATE DE MI, ya has hecho bastante – y con bastante enfado se fue al baño, yo fingi seguirla confundido, mientras se oían risas a mi alrededor.

 

Busque con la mirada a Eli en la barra, la vi tronchándose de risa, se levanto y camino hacia mi con calma, la gente no paraba de darme las enhorabuena por mi captura o sornas similares, note que Mariana paso por mi espalda.

MARIANA: buen trabajo.

Cuando Eli llego a mi lado me abrazo, rota de risa, con un pañuelo secándose alguna lagrimilla para no correr el rímel.

 

ELI: has estado de cine, en serio.

YO: ha sido facil, algo así me paso en mi 1º cita, pero le tire un cubata entero a Marina Fernandez, de 3º curso.

ELI: no me digas jajajaja eres todo un caso, anda sácame a bailar……- extendió su brazo con orgullo.Yo recogí su ofrecimiento y la saque con gusto, al verme con ella mas de una sonrisa cercana se apago.

Iniciamos un baile lento, nada sexual, solo nos moviamos dando vueltas por la pista.

 

ELI: esta bien, 1º objetivo hecho, esa zorra estará en el baño al menos 1 hora y tardara al menos otra en que un tío se le acerque.

 

YO: hacer el tonto se me da bien, pero ahora llega lo dificil.

 

ELI: si, ¿que ves?.

Pensar, razonar y analizar.

YO: veo a muchas mujeres esperando a que las saquen a bailar, mucha pareja ya consolidada y unos cuentos tíos desesperados por llevarse a alguna a la cama.Vamos, lo que es una fiesta.

 

ELI: ¿y de los objetivos?

Dimos una par de vueltas mas.

YO: la duquesa esta sola allí, de pie, su marido estará muy ocupado, supongo que con la entrenadora de futbol, también veo a la hija del alcalde, sentada en la mesa central, o no puede o no quiere moverse de allí, quizá no la dejen.De la del tenis no tengo noticias.

 

ELI: creo que ha subido a las habitaciones a cambiarse, casi no podía ni respirar con ese vestido.¿que toca ahora?

 

Me quede en blanco, de pronto todo se me había ido de la cabeza, incluso casi piso a Eli, me retraje, pensar en todo de golpe y luego en anda.Ella me agarro y me zarandeo un poco.

ELI: eeee, no te vayas , tranquilo, razona usa la cabeza, no es dificil y estas preparado.

YO: si si, es solo, el 1º paso, no se a donde darlo.

ELI: yo iria a por la hija del alcalde, es de tu edad, y hay que saber si se puede acceder a ella o no.Si no funciona, a por al duquesa.¡¡¡¡ANIMO TU PUEDES!!!! – y dando un par de giros sobre si misma salio de la pista de baile.

 

Me llene el pecho de aire un par de veces, temple los nervios, y fije con la mirada a la hija del alcalde.Me acerque con cuidado por un lateral, y me pare a unos metros.Sentada era dificil saber su fisico, llevaba una blusa algo abombado por estar sentada, estaba casi solo en la mesa, un par de adultos lejos de ella, estaba siendo ignorada.Cualquier tipo de conversación seria mejor que eso. Me acerque mas de lo debido y la salude…..

 

YO: hola, me llamo Raul, y veo que eres de las pocas de mi edad, ¿podemos charlar?

 

Ella alzo la mirada algo confusa, se señalo a si misma como preguntando si me dirigía a ella…..

 

YO: claro, a quien mas me voy a…..

 

De la nada salio un armario empotrado vestido con un traje negro, se me planto en medio y me “sugirió” que me fuera de allí.Yo ni corto ni perezoso le rodee con la cabeza y la pregunte

YO: ¿que?¿amigo tuyo?- sonrio, atenta a mi situacion.

 

El tipo se movió volviendo a taparme la vista directa, alce un poco al vista, yo era grande y el tambien, pero seguramente ese tío fuera policia o escolta privada, no era cuestion de montar un numerito. Me aleje un poco hasta que se aparto y cuando la vi nuevamente, la grite

 

YO: ¡¡¡en otro momento sera!!

 

El tipo se volvió a poner en medio, y medio avanzo hacia mi con cara de pocos amigos alzando el brazo. Me fui al trote mirando a la chiquilla que se reía de mi cobardía, allí era imposible.Tocaba ir a por la Duquesa. Me fui a su posicion, seguía de pie, sola, apoyada en una mesa alta de bar, bebido algun tipo de bebida con sombrilla.De vez en cuando alguien la saludaba pero muy fugazmente se iban.Nuestras miradas se cruzaron un par de veces, y cuando ya era obvio me acerque.

YO: buenas tardes señora , me deja que la acompañe, parece un sitio tranquilo.

DUQUESA: no, para nada joven , no me vendrá mal compañía.

YO: sepa que soy muy buen conversador, y necesito escondite.

DUQUESA: que habrá hecho un joven como usted…..¿se llama?

 

 

YO: me llamo Raúl.

DUQUESA: encantada, soy la Duquesa de benavente, Julia Agustina De la tierra y Mingote.

 

YO: contundente nombre.

 

DUQUESA: y muy tedioso, llámame Duquesa por ahora, ¿y de que te quieres esconder?

 

YO: en mi primer intento de la noche, al parecer, le he tirado los tratos a un señorita que resulto ser prostituta de alto nivel, y la cosa ha terminado mal.

DUQUESA: ahhhh has sido tu el valiente que ha ido a por Matahari.

 

YO: el mismo que viste y calza.

 

DUQUESA: pues vaya ojo tienes majo.

 

YO: uno, que no esta acostumbrado a una fiesta de tanta alcurnia, que tal si usted, una señora hecha y derecha, tiene la amabilidad de darme unos consejos para no hacer mas el ridículo.

 

Se giro a mirarme sorprendida, sonrio muy feliz y me invito a colocarme a su lado, yo puse mis manos hacia delante cogidas delante de mi estomago y cara de atencion, ella metió una mano a través de uno de mis brazos, como en forma de paseo, y empezó.

 

DUQUESA: mira, allí tienes al grupo de empresarios, babosos que dejan a sus mujeres en casa para venir a ver que cazan.Allí las mujeres acompañantes de sus maridos, que cuando se cansan de ser floreros a su lado se reúnen a cuchichear del resto.La mayoría de parejas estables estan bailando o en las barras del bar, allí un grupo de viejas como yo que nos creemos las mas del mundo pero solo somos mayores…………

 

Siguió dándome indicaciones mientras yo le prestaba atencion a ella.Era cierto era mayor, rondaría los 55 años, y se le notaba en la cara, llevaba un moño llamativo y un traje del mismo color amarillo, se le pegaba bastante al cuerpo, en sus tiempos fue una buena moza, pero ahora solo quedaban rescoldos.

 

DUQUESA: …………y luego estoy yo, harta de todos ellos, vengo por mi marido, pero anda de picos pardos con sus ligues.

 

YO: y sabiéndolo, ¿viene aqui?

 

DUQUESA: es mas por sobrellevar la imagen publica de mi marido, pero cada día me cansa mas, creo que anda liado con la entrenadora de futbol femenino.- aquella mujer no era tonta, ni una borracha, era una mujer para mantener las apariencias , curtida en la vida.

 

YO: no me parece nada justo.

 

DUQUESA: últimamente nada lo es, me paso los días viéndole ir y venir, sin apenas hablar y aqui, sola, todos saben de sus escarnios y me tratan de evitar.

 

YO: pues hoy no – me moví hacia la pista de baile, me agache haciéndole un gesto de saludo antiguo, y le ofrecí mi mano.

 

DUQUESA: ¿que haces muchacho?

 

YO: invitar a un señora de verdad a bailar, como se merece usted.

 

Dudo, dudo muchisimo, miraba al rededor, pensando en el que dirán, era un joven fornido y bien plantado. Me miro y le debí trasmitir seguridad con alguna mueca.Alargo su mano y me la cogió, la lleve del brazo a la pista de baile, justo antes de entrar se paro.

DUQUESA: antes, dime algo.

YO: lo que quiera.

 

DUQUESA: ¿ese traje es de…Eric? – sonreí reconfortado.

YO: del mismísimo, es un artista ese loco.- sonrio orgullosa de su acierto y se lanzo ella a la pista de baile conmigo de la mano.

 

El baile empezó un poco tosco, le podía la verguenza, pero me reafirme, cogí postura y la lleve por toda la pista, con calma dejándonos ver, de vez en cuando le regalaba algun giro sobre si misma, y poniamos poses raras, como si fuera una competición de baile, luego nos juntábamos y reíamos.

DUQUESA: jajja de verdad que te agradezco el gesto, ¿como es que nunca te había visto por aqui.?

 

YO: en realidad soy un novato en este mundillo, soy amigo de Eli y Mariana, de …..

DUQUESA: ahhhh Mariana, la chica de la gimnasia, me gusta su forma de ser, no sea arruga y dice las cosas a la cara.

YO: es cierto, y por lo visto gran entrenadora, si tuviera algo mas de apoyo….

DUQUESA: así que es eso, me has traído a bailar por eso. – me quede pillado.

 

YO: bueno, soy amigo suyo y no me duelen prendas en decir que le vendría bien el apoyo de una mujer tan poderosa como usted.

 

DUQUESA: siempre hay algo detrás, supongo.

 

YO: eso no cambia que todo ese grupo de mujeres estén hablando de usted y estén verdes de envidia.- la gire para que viera que, enefecto, el grupo de casadas abandonadas se moría de envidia al verla a ella con un hombre como yo.

 

Al recogerla del giro se quedo de espaldas a mi, agarrados de las manos la rodeaba ampliamente, en esa postura no pudo si no notar a mi miembro, en reposo sobre su cadera, se alejo de golpe dándose la vuelta.No la deje irse mas lejos y me acerque bailando.

YO: ¿que ocurre?

 

DUQUESA: ¿lo que he notado…..?

YO: si, eso era.

DUQUESA: virgen del cielo, ¿y te la he puesto yo así?- sopese la respuesta, creia que la tenia empalmada y no era cierto, si decía que no, que aun estaba en reposo se podria llegar a asustar o sentir ofendida, pero si decía que si, la podía llenar de orgullo, me pareció mejor opción.

YO: bueno Duquesa, un hombre tiene sus limites, y usted se mueve muy bien en la pista jejejeje

 

Se me abrazo enrojecida, y seguimos bailando, con continuos toques “accidentales” de ella con mi polla. Pasado un buen rato la acompañe a la barra, y la pedí algo de beber, estaba muy acalorada.

 

DUQUESA: muchas gracias por todo amor, me he divertido mucho, pero ya es tarde y quisiera pedirte un favor.

YO: el que usted me pida.

DUQUESA: he visto como nos siguen mirando esas cotorras de “mis amigas”, sin duda irán con el chisme a mi marido y ya que lo van a hacer, quiero llevarme algo a cambio.

 

Hinque una rodilla al suelo, apoyándome en ella, baje la cabeza como para ser hecho sir.

 

YO: dígame lo que quiera y removeré cielo y tierra para lograrlo.- se rió a carcajadas y me pidió que no hiciera mas el tonto y me levantara, así lo hice.

 

DUQUESA: quiero un beso, tuyo, aqui y ahora, nada de en la mejilla o un piquito de furcia, un señor beso, que me vean y cuando vayan a mi marido hierva por dentro de verguenza.

 

YO: hecho.

 

Se quito el moño con la flor amarilla, se soltó un poco el pelo y me agarro la cara, yo me deje hacer, planto sus labios en los míos, note las arrugas de su piel y empazó a mover su boca con gracia y salero, yo la seguí el juego, y justo antes de separarse de mi, hasta intuí su lengua en mis labios.Me desmaye, o eso hice parecer, caí al suelo un poco a broma mientras ella no paraba de reír. Llego a agacharse y fingir una RCP. Al 2 intento fue a hacerme el boca a boca y yo fingi despertarme de golpe, como para evitar sus “mortíferos” labios.(soy muy payaso para estas cosas, me gusta hacer el ridículo y sacar sonrisas con ello). Casi se cae al suelo de la risa, la sujete para que no ocurriera, y los de alrededor no paraban de reír, lo mejor fue al levantarnos ver al grupo de cotorras fuera de si, no dando credito a lo ocurrido.Se despidió de mi.

 

DUQUESA: muchas gracias, ojala hubiera mas gente como tu en este mundo.

YO: ha sido un autentico placer, ojala hubiera mas mujeres como usted en en gym de Eli. – nos sonreímos una ultima vez , la bese la mano de forma gentil, y se marcho, pasando por delante de sus “amigas” con una actitud altiva y desafiante, con la flor amarilla en la mano.

 

 

Tuve una sonrisa tonta en la cara mientras la veía marcharse que no se me quito hasta que aparecieron Eli y Mariana rotas de risa, felicitándome por mi actuación.

 

ELI: te las has encandilado como pocos podrían, y no me has hecho caso en nada de lo hablado en todo el mes.

 

YO: es que para tratar con damas de esa edad, no necesito ayuda, siempre se me han dado bien. Mi problema era con la jovenes.

 

MARIANA: pues de cine, por que así la tendremos de nuestro lado cuando lo de su marido estalle, algun día le pillaran con la entrenadora.

 

 

YO: y hablando de jovenes, la hija del alcalde sigue allí, en un torreón, asilada del mundo.

 

ELI: si, y el dragón que la custodia no deja acercarse ni a las moscas.

 

YO: por poco me calza una hostia solo por saludarla.

 

MARIANA: Habrá que ingeniárselas, Matahari saldrá en breve saliendo del baño, la he visto arreglarse allí, y ya hemos cumplido con la Duquesa, con la presidenta de la federación de tenis perdida, solo queda ella, por ahora.

 

YO: creo que ella desea quitárselo de encima, no puede estar mas aburrida.

 

ELI: pues por el baño de mujeres hay una salida de emergencia, si la metemos por allí la podemos sacar.

 

YO: pero eso, si ella quiere.

MARIANA: ya se, montamos un numerito Eli y yo para que te acerques a ella, y lo confirmes.

 

Así acordamos, me fui dando un rodeo por el lado donde no estaba el mostrenco del seguridad, y Eli se paseo por delante de el, haciendo tropezarse y cayendo a sus pies enseñando pierna a través de la ranura del vestido. Ningún hombre hetero perdería tiempo en mirar las torneadas piernas de aquella preciosa mujer.

 

ELI: hayy me hecho daño, malditos tacones, ¿me ayuda? – y levanto las manos a modo de suplica.El tipo accedió sin dejar de escanear sus piernas, al ponerse en pie siguió la actuación, no podía apoyar la pierna la pobre, y Mariana entro en acción trayendo un silla y actuando como medico, pidiendo continuamente al guardaespaldas que la sostuviera.

 

Aquello me do un margen corto de tiempo, y me acerque por detrás a la muchacha.

YO: parece que ha llegado nuestro momento, me llamo Raúl, y es un placer conocerte al fin ¿como te llamas? – se sobresalto un poco pero al reconocerme del intento previo sonrio mirando a su protector distraído. Me agache a su lado rodeandola entre mis brazos apoyándolos en la mesa y el respaldo de su silla a a la vez.

 

ELLA: ¿ que haces?, ¿estas loco? como te vea te parte en 2.

YO: merece la pena si logro saber tu nombre. – sonrió de nuevo.

ELLA: me llamo Laura, aunque mis amigos siempre usan Lau.

YO: ¿y yo como puedo llamarte? – volvió a mirar al armario empotrado que andaba embobado con los muslos de Eli.

LAU: llámame como quieras, pero vete, si se da cuenta……..

YO: pues debes de estar muy aburrida si ese mono no deja que andie se acerque a charlar. – Ella no paraba de intercalar miradas, a mi y a el, esperando el momento que se diera cuenta.

 

LAU: bueno si, pero no es un mono, es mi amigo, es por mi seguridad………. o eso dicen…….

YO: y que te parecería salimos fuera a charlar un rato, yo estoy algo cansado de tanta pomposidad.- me miro “ojiplatica”, dudo de si debía, o no, se le noto que queria pero tenia miedo, podía ser un perturbado, pero creo que finalmente la emoción del momento la pudo.

 

LAU: esta bien , ¿como?

 

YO: ve al baño de aqui a 5 minutos.

LAU: los revisara antes de entrar yo.

YO: tu tranquila, ya me ocupo yo.

 

El guardaespaldas ya se olio la tostada y se giro a mirar a su protegida, me vio agachado a su lado, y yo le vi a el mirarme.Salio corriendo hacia nosotros, me dio tiempo a coger la mano de Lau y mirándola a los ojos…….

YO: te espero.

 

Salí por patas antes de que el tipo llegara a mi, y se quedo preguntándola a Lau que quien era o que queria. Debio darle evasivas, ya que le monto un pollo de cuidado.La 1º parte del plan ya estaba, ella queria salir de allí, tener una aventura, darle emoción a una noche aburrida.La 2º parte del plan debía ser rápida. Como habíamos quedado, Eli y yo nos citamos en la entrada del baño de mujeres.

ELI: ¿que tal? ¿esta dispuesta?

YO: si, en 5 minutos estará aqui, seguro.

ELI: pues a lo nuestro.

 

Se abalanzo contra mi empotrándose contra la pared y me beso de forma pasional, evidente, me sorprendió, pero no por ello no la correspondí, empezamos a restregarnos uno contra otro, a los pocos minutos se alejo de mi agarrándome por la corbata y me arrastro hacia el baño, nos colamos delante de la cola de mujeres. Entramos en el baño como adolescentes , yo lo era, y me llevo con fuerza a uno de los cubículos. Allí debía parar el truco, pero no lo hizo, seguimos unos segundos de mas, en los que su arranque me había puesto a tono, notaba mi polla palpitando en los slips, apretando contra el cuerpo de Eli, que debía de notarlo, poco a poco bajo el ritmo de sus besos terminado con uno , entre risas, en mi barbilla.

ELI: joder como te he puesto

YO: como no pares me va a reventar el pantalon

 

ELI: jaajjaj no tonto, me refiero a la cara, de pintalabios.

 

Saco una toallitas húmedas del bolso y me limpio como un madre a su hijo hasta que no se notaba nada.

ELI: vendrá en breve.

YO: el grandullón revisara antes.

ELI: subete al inodoro.

Así lo hice y ella, con cierta maestría, se levanto el vestido y bajo sus bragas, cuando entro el hombre se oyó el asombro en las demás mujeres del baño, le dio igual y reviso de arriva abajo y al ver nuestro cubículo cerrado, se agacho para mirar, debio de ver los pies y bragas de Eli, no le pareció nada raro y le oímos darle permiso a Laura, entro y se dio la vuelta.

 

LAU:¿¿ puedes por un segundo dejarme mear tranquila??

 

Entre regañadientes salio del baño, Laura dejo pasar un tiempo prudencial….

LAU: ¿hola? …….. ¿estas aqui?

Salí yo solo mientras Eli se arreglaba el vestido, cerré rapido para que no la viera Laura.

YO: aqui estoy princesa, he venido a rescataros. – rió confusa, con una mano en al cara.

 

La ofreci mi mano, ella la agarro y la abrí la puerta de emergencia para que saliera, de reojo vi a la Matahari todavia secándose el vestido, la guiñe un ojo con sorna, y seguí a Laura, la deje guiar para que sintiera control sobre la situacion y la huida. Miro en busca de una salida rápida y subimos por unas escaleras, no paraba de farfullar y reír por lo que estaba haciendo. Iba delante de mi, hasta llegar a una terraza del hotel.

Durante la fuga, puede ver su ropa e intuir su figura, hasta ahora las prisas no habían ayudado. Laura era joven, tendria 19 años, pelo moreno y liso un con el flequillo a modo de tazón , pero el resto del pelo le caía una medio melena alrededor de la cara, era delgada, y con unas cuencas de los ojos profundas y oscurecidas por el maquillaje, labios finos pintados, o mejor dicho, perfilados con un color rosa chicle, el aspecto de su cara era algo calaverico, iba con una blusa grande, bastante sencilla y clásica, ceñida al pecho, de manga corta en los brazos, nada estridente, sin escote ni enseñando carne, aunque la fina tela dejaba calcar su sujetador, le llegaba a la altura del trasero, donde nacía un pantalon vaquero gris, con uno de esos cinturones que no lo son, finos y brillantes, solo ocupan ese espacio en la prenda, su trasero era algo escaso, se le notaba al subir las escaleras que no llenaba los vaqueros ni de lejos, terminando sus piernas en unos botines negros con algo de tacón, no mucho.

 

Cuando llegamos a la parte de la terraza hubo algo mas de luz y mientras ella respiraba rápidamente entre la huida y la emociona, reía sin parar, llevándose la mano al pecho.

LAU: dios , Mario me va a matar cuando se entere

 

YO: ¿el guardaespaldas? no le dejare.

 

LAU: ¿a ti? a ti como te vea no se sabrá mas de ti, es un ex del ejercito, guardaespaldas profesional, lleva casi 5 años con mi familia como mi escolta personal.

YO: vaya bestia, y no me asusto facil pero su cara cuando me acerque a ti acojonaba.

LAU: le gusta intimidar pero es buena gente, me ha cuidado mucho, por ejemplo en unas vacaciones a Canarias, por mis 18 cumpleaños, llego a romperle la camara a unos paparazzi que me pillaron en la playa en biquini.

 

YO: si es mejor no enfadarle, ¿por que me has seguido entonces?- se quedo pensativa.

 

LAU: no lo se, estaba cansada, llevo 2 horas sentada siendo ignorada por esa apanda de ególatras, estaba harta¡, mi padre em arrastra a estas fiestas cada fin de semana.

 

YO. te entiendo perfectamente, esta siendo un poco decepcionante, pero oye, hay que saber divertirse.

 

LAU: es dificil siendo quien en mi padre – la miraba con atencion, buscando alguna ranura en ella, quizá su relacion con su padre, estaba de brazos cruzados, frotandose los brazos con las manos, me di cuenta de que ya eran mas de las 12 y en la terraza, de noche, hacia algo de frió.

YO: toma, ponte esto – me quite la chaqueta y la rodee con mis brazos para ponérsela , cuando se la puse no quite mis brazos de ella, y note como ella olía profundamente, la colonia en que me inundó mi madre apareció en escena.

LAU: gracias, hace frio aqui, ¿tu no lo sientes?.

YO: tranquila, yo estoy curtido, lo importante eres tu. – y frote su espalda y uno de sus brazos con energía, para hacerla entrar en calor – ¿y quien se supone que es tu padre para tal vigilancia? – me miro sorprendida.

LAU: ¿no lo sabes? es el alcalde.

YO: ¡¡¡hostia!!!!, ¿no fastidies? ahora si que estoy jodido jajajajajja

 

LAU: pues un poco, el ultimo chico con el que salí un día, le cambiaron hasta de comunidad autónoma.

YO: solución efectiva, desde luego, pero ya eres tuda un mujer, debe entender que has crecido.

LAU: ya, si eso le digo siempre, pero me pone a Mario encima como una lapa, ¿que crees si te digo que nunca he besado a nadie.?

 

YO: pues me costaria pensarlo, eres muy guapa, y no me creo que nadie lo haya intentado. – coloque mis dedos en su barbilla y levante su cara un poco, ella se quedo un segundo así, y luego aparto la cabeza.

LAU: no es que no lo hayan intentado, pero muy pocos chicos, casi nadie, se acerca a mi y quien lo hace sufre alguna reprimenda, ya sea del colegio o instituto, de Mario o de mi padre…………..- se le noto en la mirada la tristeza y que queria cambiar de tema- ¿y t que haces aqui?

YO: peus me ha invitado una amiga, no se si al conoces Elisabeth, me ha estado ayudando ah….. mejorar mi fisico, y como premio me ha querido traer

LAU: ¿premio? – me miro de arriba abajo – ni que te pasara nada.- Saque el móvil con mis fotos de antes, y se quedo atónita.

LAU: no puede ser, pero si estabas gordisimo………- se dio cuenta de lo dicho -……..perdona , pero es que, vaya cambio.

 

YO: ya ves, y todo gracias a ella y su gym, de deberías probar, la gimnasia es casi adictiva – lance la sonda.

 

LAU: lo he pensado un para de veces pero no se si me gustaria. – tenia que empezar a tirar de las rindas, aquella no era una experimentada señora, era un cría con profundos traumas afectivos.

YO: que tal si te enseño un poco de lo que hacemos y tu ya decides.

LAU: no se…….me a verguenza.

 

YO: sin sacrificio no hay victoria, puedes seguir como estas o mejorar, tu decides. – me la jugué, la insinuaba que estaba mal físicamente, pero Eli me enseño el efecto de las preguntas guiadas.

 

Extendí de nuevo mi mano y ella accedió encantada, nos metimos por una puerta hasta llegar a otra sala adjunta vacía. Allí la quite mi chaqueta y la coloque con cuidado en un mueble, la invite a quitarse los zapatos para los ejercicios, lo hizo algo nerviosa, mientras me remangaba las mangas de la camisa me coloque a su lado.

YO: tu sígueme y haz lo que yo haga.

LAU: vale.

 

Comenzó la rutina de calentamiento, tobillos, brazos, giros de cadera, al inicio le daba vergüenza pero al ver mi insistencia y seguridad, me seguía, de vez en cunado me acerba a ella y corregía con mis manos en su cuerpo alguna posicion, y volvía a mi zona, a su derecha.En uno de los ejercicios de agacharse hacia delante, fingi enfadarme.

YO: no no, así no, con atajos no vale, tienes que agacharte sin doblar las rodillas, con las piernas bien separadas y la espalda recta, hasta que toques el suelo. – me coloque a su lado , me llegaba su cabeza a la altura del cuello, la puse sus brazos rectos hacia arriba y plante una mano en su vientre y otra en su espalda – y ahora ve bajando, recuerda , separa bien las piernas, no dobles las rodillas, ni la espalda.

 

Así lo hizo un par de veces realmente lo hacia bien pero yo no estaba allí para hacerla una buena gimnasta.

 

YO: mejor, pero tienes que hacerlo mas lento, para que los músculos se tensen. – me pegue a su espalda, con las manos la doble con cuidado pero haciendo el ejercicio completo, la posicion era excitante, con su trasero totalmente ofrecido a mi pelvis, la hice bajar y subir 20 veces, en 4 tandas de 5 , sin separar mi cuerpo del suyo ni dejar de poner mis manos en ella, cada vez que bajaba la hacia rebotar un poco contra el suelo, antes de levantarla. Esto, sumado a que su blusa, en cada bajada se le caía hacia su cara, dejando gran parte de su vientre y espalda al aire, no hizo mas que hacer reaccionar a mi polla.

 

Ahora era ella la que al subir y quedarse en pie con los brazos levantados, rebotaba contra mi cuerpo, y tardaba alguna decima de segundo de mas en volver a bajar, su movimiento empezó a ser rítmico en la 3º tanda, y sus gluteos atrapaban mi polla con cada subida y bajada.Estaba siendo excitante, y decidí parar de golpe.

 

YO: y veinte, para y descansa. – me separe de ella y la aplaudía felicitándola.Ella se quedo cortada, clavada en la posicion, con cara de disgusto por su termino.

 

YO: ¿lo has notado no? – doble sentido, ella se dio la vuelta mirándome roja y acalorada.

 

LAU: si, bueno… es que , te has acercado mucho, me has puesto las manos encima, y con el movimiento………….- la corte

 

YO: exacto, has notado tus músculos reaccionar. – se quedo de nuevo paralizada

 

LAU: ah …..si……….. eso ……… – la hice pensar mal a propósito, para que pensara que era culpa suya y de su mente, no mía.

 

YO: ¿y te sientes mejor?

LAU: bueno………..la verdad ……………es que me he…………….. desahogado……… un poco. – estaba confusa, sin duda mi argucia le pasaba por la cabeza.

 

YO: creo que con esto te puede hacer una idea de lo que se trabaja en los gym, te aseguro que en poco tempo, esto que sientes ahora no es nada comparado con lo divertido que es. – jugaba a 2 bandas, lo que el decía era perfectamente lógico y normal, pero sabia que ella no estaba pensando en el ejercicio y si en mi polla creciendo en su trasero, y que mis palabras también eran aplicables.

 

LAU: pues si que os lo debéis pasar bien.

 

YO: mira te doy el numero de Eli, que es quien me enseño todo, y tu ya decides si vas o no. – se lo di, pero haciéndome el duro – luego no vayas a ir y no trabajes “duro” ehh, que te he mandado yo.

 

LAU. y siempre haceis este tipo de……ejercicios. – curiosa, al menos, parecía.

 

YO: no siempre, hemos implementado bailes, por parejas, ¿te atreves?

 

LAU: ¡¡¡¡claro!!! – y se me acerco ansiosa, la manejaba como un títere, era arcilla y yo moldeaba sus acciones.

 

YO: 1º terminemos algun ejercicio mas para no hacernos daño luego. – vi desilusión en sus ojos pero se le paso cuando los ejercicios eran de los ideados para lucir mi polla, se me marcaba bastante a través de la tela, y yo no disimulaba nada, su mirada se clavo en mi y perdió el paso de los ejercicios, pero me dio igual, su mirada clavada en mi miembro era lo que buscaba, detecte que se mordía el labio cuando creía que no la miraba, estaba hecha puro deseo.

 

Cuando acabamos, de lucirme, me acerque a ella despacio, sin parar de hablar.

 

YO: mira, yo empece con bailes suaves para gente mayor, pero tu y yo no somos ancianos decrépitos, somos adultos con fuerza, por ello el baile que haremos sera movidito, yo te guiare, a ver si puedes seguirme, ¿estas de acuerdo? – toda la frase eran pequeños retos disfrazados.

 

LAU: claro claro, tengo que saber a que nivel estoy.

 

YO: ¿preparada?

 

LAU: si

YO: ¿SEGURO?

LAU: ¡¡¡¡que si!!1

YO: mira que yo no me controlo eh………- la hice desearlo

 

LAU: que si hostias . y se me coloco furiosa en posición de baile a escasos centímetros de mi.

 

YO: recuerda que tu lo has querido.

 

Sin dejar acabar de salir las palabras mi vi boca, la agarre con firmeza, nuestras manos se unieron en el aire y ella paso la otra por encima de mi hombro, y yo la rodee por la cintura, pegando su cuerpo al mio, dejando mi pierna izquierda, la huésped de mi mejor amigo, entre sus piernas. Se sorprendió de la rudeza, pero respondió con firmeza.

LAU: empieza.

 

Al inicio era suaves, la musica del DJ se colaba por al puerta, solo girábamos sobre nosotros mismos, poco a a poco fui aumentado el ritmo, y moviéndonos por toda la sala, dejaba que sus piernas chocaran contra mi cuerpo, también algunos giros sobre el eje de ella, la separaba un metro la sostenía la mano en el cielo para que diera el giro, y la volvía a pegar a mi, acortando cada vez la distancia de mi y llegando el punto de que al girar se frotaba con mi entrepierna.Cuando ya note que le había cogido el truco al baile, lance mi ataque, la hacia volar pro el aire con movimientos de baile clasicos, no me costaba y la indicaba como colocarse, despues de unos cuantos haciéndola ganar confianza, me la jugué de nuevo, un movimiento clasico de baile es poner a la bailarina de rodillas sobre el muslo del bailarín, le indique como debía hacerlo y probamos un par de veces en la pierna sin abultar, hasta que le salia perfecta.

YO: bien ahora toca bajar, dos giros sobre ti misma, delante mía, hasta que llegues a mi otro lado y allí te agarro y repetimos.- sin dejarla pensar lo hice, dio los 2 giros y salto en el aire dispuesta a ser agarrada, lo hice con seguridad y como era inevitable, al colocar sus rodillas en mi muslo, golpeo la punta de mi glande.Sabia que dolería, pero seria efectivo y no fue tan duro como pensé.

 

YO: arhrgggggggg !!!!DIOS!!! – la hice bajar despacito, cuando ya estaba en el suelo, puse rodilla en tierra.

LAU: ¡¡¡¡dios!!! ¡¡¡perdona perdona!!!!, he ido muy fuerte, me he girado, ¡¡¡dios¡¡¡, ¿estas bien?

 

YO: si si, tranquila, ya me ha pasado alguna vez, dame un segundo y retomo aire….

LAU: ¡¡¡ dios!! lo siento de veras, si es que es normal que te vayas dando golpes con…………. – se dio cuenta de lo que iba a decir, pero ya era tarde y evidente.No quise avergonzarla mas, pero era el camino.

 

YO: ufff, si, tienes razon, mas de una vez, eso me pasa por hacerlo sin venir preparado. – queria darle normalidad a la situacion.

 

LAU: ¿como que preparado?

YO: si, no llevo la ropa adecuada, normalmente lo hago algo mas sujeto. – se hizo el silencio, ella no sabia que decir, la había picado el anzuelo y no sabia quitárselo.

 

Me levante exagerando el dolor un poco, agarrándome un poco la ente pierna, la sonreía mientras la veía con ambas manos en la boca, rogando disculpas con los ojos, me fije en ellos por 1º vez, eran negros, mirada profunda y sentida. Amague con volver a estar preparado para seguir pero me senté de nuevo.

 

YO: no, todavia no estoy bien. – hacia como que me mareaba.

LAU: ¿aviso a alguien?

YO: no mujer, como te digo ya estoy acostumbrado……….pero un masaje en el muslo ayudaría. – me apreté con los dedos la zona del muslo, justo por debajo del bulto de mi polla.

LAU: ¿eso ayuda?

 

YO: si, relaja los vasos sanguíneos y deja que la sangre fluya de nuevo – me lo invente – es lo maximo que puedes hacer sin……….

 

LAU: ¿sin que?

 

YO: bueno, sin dar un masaje directo a la zona afectada.- se quedo helada, pensativa , ¿realmente lo estaba sopesando?

 

LAU: no, no , es culpa mía, yo lo arreglo.

 

Acerco sus manos con cuidad y poso una encima de mi bulto, yo gemí exageradamente de dolor, eso la acelero sus movimientos, y poso la otra mano, abarcaba a penas toda mi extensión.

LAU: ¿y ahora?

 

YO: ufff con cuidado aprietala y suéltala, como amasando harina.

 

No dudo y lo hizo, con calma, y abriendo los ojos bastante, siguió el masaje unos minutos donde con su aumento de ritmo yo gemía menos de dolor. Aguante lo que pude pero aquello me estaba poniendo a tono y se me empezó a hinchar, sus agarres eran mas fuertes ante el crecimiento de mi polla, y la mirada de ella no perdía detalle, se mordía los labios repetidamente, mientras dejaba la boca entreabierta.

 

YO: puffff mucho mejor, creo que deberias ir parando.

 

LAU: no no, esto se esta hinchando, tengo que seguir o se inflamara. – se lo acababa de inventar.

 

YO: no no, por dios, para ………..o no respondo, eso no es del golpe.

 

LAU: ahhh…………AHHHHHHHHHHHHHHHHH – tardo algunos segundos en soltármela.

Me puse un poco de lado para hacer que disimulaba.

YO: muchas gracias, ya no me duele nada pero creo que debemos dejar la clase, por que no creo que aguante mas tiempo sin lanzarme a tus labios.

 

La frase era certera, directa, y buscaba una reaccion en ella.

 

LAU: ¿en serio?……………por que me esta gustando la clase.- era mía.

 

Me incorpore un poco, la mire a los ojos y me cerciore de sus palabras.

YO: esto no es un juego, no quiero hacerte daño.

 

LAU: no lo harás.

 

Se abalanzo sobre mi, se arrodillo a mi lado y me beso, de la misma forma asquerosamente inocente y tierna con la que bese por 1º vez a Raquel en el hospital.La agarre la cabeza y la separe un poco de mi.

YO: ¿estas segura?

LAU: mas que nunca – y volvió a mis labios.

 

Me incorpore un poco mas y la senté sobre mis piernas de forma lateral, rodeandola con mis brazos, ella coloco los suyos a modo de pared entre nuestros pechos, pero no dejaba de besarme, besos cortos y suaves, inocencia pura.Quise acelerar, poco a poco, el ritmo de los labios y como tal abría la boca, ella hacia de espejo y repetía los gestos con su boca.Baje una de mis manos a sus piernas y masajeaba uno de sus muslos por encima del vaquero.Inicie el movimiento de mi lengua introduciendola en su boca, ella se aparto medio milímetro y sonrio, volvió al ataque haciendo lo mismo, de forma torpe pero segura, fue acompañado los movimientos, y sus manos pasaron a acariciar mi cabeza y espalda, dejando acceso libre a sus pechos. Despues de unos minutos de ardiente deseo, moví su cuerpo de forma que quedamos enfrentados, la subida en mis piernas, y acariciaba su vientre y la espalda por debajo de la tela de la blusa, sin dejar de besar, le estaba cogiendo el gusto, ella paso sus brazos por encima de mis hombros.

YO: Laura, o paramos o esto va a acabar mal.

 

LAU: que sea o que tenga que ser, – se tiro a mi cuello.

Aproveche la posicion y subí mis manos a su sostén, por la espalda, lo desabroche rapido – gracias Eli- y se lo saque por debajo de la blusa dejándolo en el suelo.La separe de mi un poco y con las manos metidas debajo de su blusa solo tuve que tirar hacia arriba, y la blusa salio casi sola, ella ayudo terminando de sacarla de sus brazos, y quedaron ante mi un par de tetas de gran nivel para una adolescente, con unos pequeños y erectos pezones, a los que me lance a chupar y masajear, comenzó a gemir suavemente, agarrándome la cabeza con pasion apretándomela contra su pecho.Con la boca trabaja uno de sus pechos y con una mano en su espalda la estrujaba contra mi, mi polla estaba a reventar y me dolía debajo del slip, el bulto golpeaba la pelvis de Laura, baje la mano libre a su trasero, mas que por disfrutarlo, para mete mi mano por debajo de su culo, y colocarme la polla de forma que no me doliera, pero despues dejándola allí, frotando por encima del vaquero la zona de su coño.

LAU: madre mía la tienes enorme, la siento en mi piel, ¿eso es normal?

 

YO: no , la verdad es que tengo un problema con ella, es demasiado grande y asusta a mas de alguna que la ha visto.

 

LAU: yo quiero verla.

YO: no se, no queiro estropearlo y que huyas.

LAU: te prometo que no lo hare.

 

YO: esta bien.

 

La levante casi a pulso y la puse de pie, yo hice lo mismo, y me quede solo con los slips, apenas aguantaban mi polla dentro de ellos.

 

YO: si tu ves yo quiero ver, fuera los pantalones los 2 o no hay trato.

 

Ni contesto, se quito el pantalon a la vez que yo, dándome un poco la espalda, por verguenza pero regalándome la imagen de su trasero siendo desnudado mientras se agachaba.Coloque el pantalon de forma doblaba en el suelo y fui a por ella cuando aun estaba sacándose las perneras de los pies.La agarre por detrás y mientras besaba su cuello pegue mi polla a punto de reventar dentro del slip a su trasero, solo protegido por unas bragas, nada soberbio, solo iban a juego con el sostén, eran negras y parecían juveniles.

 

La sensación de mi polla en su trasero la hizo erizar, se tenso muchisimo, yo no dejaba de apretar con mis manos en su cadera su culo contra mi, incoando hasta un movimiento circular con nuestras caderas acompasadas.Lleve una mano a sus pechos, dios, sus pezones podían rayar diamantes, la cogí de la mano, la di una vuelta de baile para dejarla cara a mi.

 

YO: no te asustes, vale, no pasara nada que tu no quieras, pero me lo has pedido, y aqui esta.

De un tirón me baja el slip, mas bien de 2 tirones, el 1º quedo varado por mi abultada polla. Por poco se cae de espaldas, se alejo de mi varios pasos mientras mi polla aun buscaba su posicion natural en ereccion.

LAU: ma………dre……….mi…….a…………pero si es mas grande de lo que……

 

YO: ya lo se, y lo paso fatal, las chicas lo notan y se apartan de mi. – generar pena, empatía.

 

LAU: bueno es que vaya tranca, he visto algunos vídeos con amigas pero, nada así.- me sorprendió,¿ las chicas también ven vídeos porno?

 

YO: pues es culpa tuya, yo solo queria charlar y enseñarte gimnasia y me la has puesto así, y no es justo, lo que se empieza se acaba.

 

Me fui de nuevo a por ella, la arrase cogiendola en volandas hasta llegar a una pared y allí nos besamos de nuevo, yo frotaba todo su cuerpo y ella se dejaba hacer, mentiras mi polla aplastaba su vientre, rozando alguna vez sus pechos.Metí mi mano por su trasero, por debajo de sus bragas, y masajeaba la zona a conciencia, la otra mano fue a por la otra pierna, y acariciando su terso muslo la levante un poco doblando la rodilla, así, mi polla se frotaba directamente contra su pelvis.

 

LAU: dios,……………ufffff ………..que calor…….. no pares……..

 

No solo no pare si no que mi mano dentro de sus bragas se abrió paso hasta que empezó a frotar su coño, lo hacia por encima y con cuidado, estaba empapada, no tardo mucho en correrse, dio un pequeño grito sordo y se tenso todo su cuerpo.Baje el ritmo de mis caricias, dejándola respirar pero sin dejar de restregarle mi miembro por su cuerpo.

LAU: eres maravilloso, ni tocándome yo he logrado esta excitación , me has puesto muy caliente , gracias.- decía con la respiración entrecortada.

 

YO: tu ya estas, me toca a mi.- me separe algun metro de ella, casi se desvanece contra la pared, pero miro mi polla palpitante señalándola.- una buena paja no estaría nada mal para acabar ¿no crees?

 

LAU: nunca … he hecho…..una.

 

YO: yo te enseño, ven acércate y ponte de rodillas. – lo hizo con paso lento y dubitativo, algo cansada, la ofreci mi mano de apoyo y cayo ante mi, mirando mi polla , que no aguantaba mas.Le explique como se hacia con palabras y gestos haciéndolo a la vez.

 

YO: mira no es nada del otro mundo, bueno solo por el tamaño, pero solo tienes que agarrar con una mano y tirar de la piel de adelante a atrás.- yo lo hacia pero con una mano tapaba gran parte de mi polla.Ella se acerco y puso la mano sobre la mía, siguiendo el gesto un par de veces, hasta que yo retire mi mano y quedo ella solo pajeándome con cuidado.

 

LAU: guau, que sensación mas rara, pesa, ¿te hago daño?

 

YO: que va princesa, si quieres usa las dos manos- asi lo hizo, de nuevo esa imagen, mi polla en manos de otra, siempre era igual, la comparación me la hacia gigantesca – ve aumentado el ritmo poco a poco, pero sin perder velocidad, y si te atreves hasta puedes darle algun besito a la punta, es el glande y la zona mas sensible.

 

LAU: no no, por dios, que asco.

YO: esta bien, si no quieres nada, pero date prisa por que tus caricias me van a hacer efecto.

 

No paraba de admirar lo que estaba haciendo, su ritmo se volvió alto y ya tiraba de toda la piel hacia atrás con ambas manos, no tenia todo el día así que empecé a recordar imagenes de Eli, de Lara, de Pau y sus enormes tetas y de las ultimas semanas, me tense.

 

YO: pequeña, esto a reventar, ten cuidado a donde apuntas.

 

Se aparto un poco pero sin bajar el ritmo y llego mi corrida, grande y hacia todos lados, la manche un poco las tetas pero la mayoría acabo en el suelo y sus manos.

 

LAU: vaya, ha sido muchisima mas cantidad de la que creía.

 

YO: no hay victoria sin sacrificio – recordé nuestras palabras previas.

 

La ayude a levantarse, nos aseamos como pudimos, y nos vestimos.Al salir de la habitación volvimos a la terraza y allí estaba el guardaespaldas, al verlo me cague encima, su cara era de odio absoluto, me había llevado a su pequeña mas de una hora y media. Laura se puso en medio rápidamente intento calmarle.

 

LAU: tranquilo Mario, me he fugado del baño sola, estaba harta de la fiesta y me he quedado aqui charlando con el.- Mario la miro cabreado, la cogió del brazo.

 

MARIA: ¿a que coño te crees que estas jugando?¿podía haberte pasado algo?¿y si no llego a estar yo?

 

YO: ya la hubiera ayudado yo.- craso error meterme.

 

MARIO: tu, pedazo de mierda, cierra lo boca antes de que te la parta.

 

LAU: déjale, solo me ha hecho compañía, ¿para una vez que me divierto tienes que estropearlo? – las palabras apaciguaron algo su animo.

 

MARIO: tu padre a preguntado por ti, no sabia donde estabas, le he tenido que mentir, sabes que odio hacerlo, esto se ha acabado nos vamos a casa.- tiro de ella y la arrastro por la escalera increpando su actitud.

 

Me tranquilice un poco al ver que se iba sin partirme algo, gracias a Laura, me temblaban las piernas de la adrenalina de imaginarme teniendo que zafarme de aquella mole.Deje pasar un rato para que se marcharan sin tener que cruzarme con el , no fuera a ser que cambiara de idea. Cuando lo hice pase por el baño de señoras, ante mi insolencia alguna palabra fuerte pero lo que no vi fue a Matahari, sin duda había vuelto a la fiesta hacia tiempo. Salí al gran salon buscando a Eli o Mariana, encontré a la 2º dándole la chapa a un hombre, me acerque y la di un toque en el brazo para llamar su atencion, se percato y despidiéndose amablemente del caballero me me acerco.

 

MARIANA: ¿donde narices estabas?

YO: pasando un rato con la hija del alcalde ¿por?

 

MARIANA: ¿habrá quedado satisfecha? por que si no estamos jodidas.

YO: ¿pero que pasa?

 

MARIANA: al rato de irte con esa niñata ha entrado el musculitos a por ella, sacado a todas del baño , se ha vuelto un poco loco, pero lo importante es que no salio Matahari, debía estar dentro pero cuando hemos ido a entrar no estaba, y no había vuelto al salon, hemos estado investigando y parece ser que la muy zorra ha subido a la zona de las habitaciones a buscar al de la federación de futbol.

 

YO: ¿el marido de la Duquesa?

 

MARIANA: si , y es el premio gordo de la noche, he mandado a Eli a ver si descubre algo, pero lleva un rato sin aparecer, y no me coge el teléfono.

 

YO: ¿y el resto de objetivos? no he visto a ninguno aqui, son las 2 casi, se acaba el tiempo y solo llevamos 2.

MARIANA: la entrenadora femenina de futbol esta perdida, nadie la ha visto aqui, suponemos que junto al de la federación de futbol al que ha ido a buscar Matahri, la de tenis no ha bajado desde que subió al inicio de la noche …………………..oye te agradezco todo esto, la verdad es que es mas de lo que esperaba de ti pero si no hacemos nada tendrán un año de subvenciones y ayudas las de futbol femenino y como la maldita puta se haga con el de futbol estamos jodidas, no sabemos para quien trabaja, puede unirse a al fiesta para sus beneficios y chantajearles si les pilla.

YO: esta claro que aqui ya no hay nada que hacer, tenemos que subir a las habitaciones, toma mi numero y nos escribimos mensajes, quedate aqui por si hay noticias.

 

Salí corriendo hacia los ascensores, segun el panfleto de la fiesta en la planta 3º estaba totalmente reservada para los asistentes a la fiesta.Al llegar llame a Eli, daba señal pero no me lo cogía.Busque por los pasillos y habitaciones, se oían murmullos y ruidos de sexo por muchas de ellas, me vibro el móvil, era un mensaje de Eli.

ELI: “no puedo hablar ni hacer ruido, tengo el móvil en silencio, estoy escondida en un armario empotrado con el de la federación follando delante de mi.” – ¿como había acabado allí?

 

YO: “¿que habitación?”

ELI: “la 203”

 

Me puse a buscarla, tarde un tiempo, putos pasillos de hotel, encontré la fila de los 200, estaba algo apartada, me acerque con cuidado a la puerta. Se oían gritos de sexo dentro, con un hombre jadeando como un cerdo.

 

YO: “¿estoy en la puerta que hago?”

 

ELI: -en varios mensajes – “¿y yo que coño se? llevo media hora aqui encerrada, seguí al de la federación de futbol y se metió aqui, salio al poco y me metí a ver que pasaba, pero solo atine a ver a un mujer en la ducha antes de que el volviera a la habitación , sin tiempo de salir me escondí. Le esta metiendo caña, supongo que a la entrenadora de futbol femenino”

 

YO: “¿entro a sacarte?”

ELI: “no no, aléjate un poco, creo que han acabado y el se va.”

 

Así lo hice, me escondí en una esquina y le vi salir, no se quien se había follado pero le había dejado cara de felicidad para un mes.Cuando paso de largo corrí hacia la puerta de la habitación, cuando iba a abrir, salio de golpe Matahari con una cámara en la mano, se sorprendió al verme.

MATAHARI: llegas tarde encanto.- y se fue.

 

Con cuidado abrí, estaba oscuro, entre, vi los pies de un mujer en la cama, se movió, me quede inmóvil, quien fuera se levanto y fue a abrir el grifo de la ducha, intente acercarme a la puerta del único armario empotrado que había, pero la mujer volvió del baño, casi me ve, se agacho y vi como recogía algo de la cama, se adivinaba su silueta, era baja y poco esbelta.Espere unos segundos a que se oyera como se duchaba, y fui al armario, al abrir me encontré a Eli hecha una bola, medio tapada por unas sabanas.Susurramos.

 

YO: ¿que coño haces aqui?, sal rapido.

 

ELI: ayúdame joder, me duele todo de estar aqui metida.

 

La ayude a salir y cuando me iba a la puerta Eli tiro de mi.

ELI: tenemos que saber quien es

 

YO: ¿estas loca y si vuelve el otro?

 

ELI: shhhhh – paso de mi.

 

Se cerco con cuidado, asomando la cabeza por la puerta del baño, había bastante vapor de agua, pero debio ver algo, se dio lo vuelta y salio correteando de puntillas con cara de subidón. Me agarro la mano y me saco de la habitación , nos alejamos lo suficiente.

 

YO: ¿quien coño era?, no era la puta, la he visto salir depsues…..

ELI: ya, no era Matahari, pero si era puta ¡¡¡¡¡¡¡¡era la de tenis!!!!!!

 

YO: ¡¡¡¡ NO JODAS!!!!

ELI: yo no, pero no veas ella jajajajajajajja y ahora Matahari lo tiene tondo en video.

 

Nos echamos a reír, y le conté mi escarceo con Laura, me felicito de nuevo, mientras note mi móvil vibrar, era Mariana avisando que el de la federación de fútbol había vuelto a la sala, y pidiendo explicaciones.La llamamos para contarle los hechos.

 

MARANA: pero sera mala guarra, la del tenis me dijo que ella nunca se rebajaría a estas cosas, deben estar quitando fondos al tenis y esta no quiere perdonarlos.

 

YO: bueno, eso resuelve varias dudas, la cuestion es, ¿donde esta al entrenadora de futbol,femenino?, ¿por que no esta aqui cumpliendo con su querido?, ¿y para que quiere el video Matahari.?

 

ELI: por lo poco que han hablado, creo que la entrenadora se ha hartado y ha cortado por lo sano, Mataharri ha grabado desde la puerta que daba a otra habitación, el no se ha enterado de nada pero estaban “compinchadas”, supongo que para no tener que seguir follándoselo.

 

YO: ahora puede hacer con ese video lo que quiera, chantaje o destruir su reputación, no ha ganado al batalla.

 

MARIANA: no si nos hacemos con el video.

 

ELI: ¿como? lo tiene ya esa guarra.

YO: tenia la camara, pero yo no vi la cinta – corrí de nuevo a la habitación, como no había caido, si estaban “compinchadas” la cinta se la quedaría la de tenis, era de esas antiguas con VHS y había visto la carcasa abierta al salir Matahari, no seria dificil encontrarla.

 

Entre de nuevo con algo de rapidez, no debía de tardar en salir de la ducha, busque por encima, no la veía, recordé, cuando entre se agacho a coger algo a la cama, ¡¡¡¡LA CINTA!!!.Tenia que entrar al baño, me asome, la vi de espaldas, intente ser rapido y mirar por el baño, vi una cinta enciam de un neceser, fui a cogerla………..

 

PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE TENIS ESPAÑOL: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHH FUERA DE AQUI PERVERTIDO SOCORRO ME VIOLAN SOCORRO!!!!!!!!!!!!!!!

Me asusto el grito, pero racione rapido.

 

YO: calla mala zorra o lo de esta cinta aparecerá , pixelado el hombre, y quedaras como un puta barata, por cierto, gracias por ducharte y destruir todas las pruebas físicas.- cogí la cinta y salí corriendo.

 

Ella salio corriendo detrás, empapada y desnuda con jabón en el cuerpo por el pasillo, me dirigí corriendo hacia Eli, que estaba como loca al lado de un ascensor dándole al botón y animándome a llegar a ella, yo la enseñe la cinta en la mano.El ascensor llego antes que yo, Eli entro y trato de aguantar las puertas abiertas, fue de pelicula de acción, segun entre en el ascensor cogí a Eli al vuelo y la di la vuelta en el aire, rebote con fuerza contra la pared del propio ascensor con mi espalda para amortiguar el golpe y a Eli, ella se volvió loca pulsando el botón del vestíbulo, la puerto se llego cerrar antes de que aquella masa abstracta de mujer, carne, desnudez maldiciones, insultos, agua y jabón nos alcanzara.

 

Asfixiado caí al suelo con Eli partiéndose el pecho de risa.

 

ELI: que carajos ha pasado allí arriba.

YO: la tengo, tengo la cinta, esa zorra esta loca.- entre respiraciones.

Se agacho y me recostó sobre un lateral del ascensor, se acerco y me dio un beso de cine, que yo correspondi como puse.

 

ELI: vaya examen llevas.

 

YO: para suficiente me da, ¿no? jajajaja

 

Llegamos al vestíbulo, me levante del suelo con Eli del brazo y salimos triunfantes de allí, como a camara lenta, orgullosos ,se debio ver ridículo por que nadie mas allí sabia lo ocurrido, pero a mi me aprecio genial. Apareció Mariana preguntado.

 

MARIANA: ¿la tienes, la cinta?

 

YO aqui mismo – la enseñe

 

MARIANA: guarda eso, lo que tienes es oro puro, una mina de diamantes, tenemos que ver que tiene, venid………

 

Nos llevo a una sala anexa, parecía a un cuarto de trastos pero había un mueble con un TV con video, lo pusimos y nos quedamos a cuadros, estaba………..

 

YO: ¿vacía?, no hay nada, no es posible, yo mismo la he cogido de su dueña, tenia que ser.

 

ELI: ¿se abra estropeado?

MARIANA: no creo, Matahari suele usar material de calidad – caí de golpe.

 

YO: ¡¡¡¡¡¡¡¡la puta que la pario, Matahari cambio las cintas, le ha dado una vacía a ella, la grabación era para otra persona!!!!!

 

Se me cayo el alma a los pies, tanto esfuerzo para nada.

 

MARIANA: esa zorra siempre ha estado trabajando para otro, ¿quien sera?

ELI: da igual, ya no se puede hacer nada, en breve le entregara al cinta al que la pagaba, si no lo hizo ya.

 

YO: ¿quien puede ser Mariana? ¿quien haria esto?

 

MARIANA: tenemos muchos candidatos, el presidente de futbol es muy importante, tenerle pillado es alcanzar el cielo.

 

YO: joder alguno habrá muy enfadado para hacer esto

 

MARIANA: Mi apuesta es que los de atletismo, estaban muy jodidos ultimamente, les quito una cesión de parte de las ayudas hace unos meses.

YO: ¿tienes el móvil de Matahari?

 

MARIANA: si, ¿pero para que?

 

YO: esto puede funcionar, mándala un mensaje privado, que no vea tu numero, dile que eres de atletismo y que se cambia la zona de entrega, pon alguna habitación de arriba.

 

ELI: y de que sirve, lo mismo ya la entrego, o no son lo de atletismo, o que no se fié.

 

YO: en todos esos casos ya hemos perdido la cinta, como ahora, pero ¿y si cuela?

 

MARIANA: daría igual aunque la pillemos, esa loca no soltara la cinta, y puede que ni la lleve encima.

 

ELI: bueno…………tenemos a Raúl.

 

MARIANA: ¿y que va ha hacer, darla una paliza? seguro que alguno ya lo ha hecho, esa no soltara prenda.

ELI: creeme, podemos intentarlo, con el, si la metemos en una habitación aislada, cantara.

 

 

CONTINUARA……………….

Relato erótico: “La tormenta perfecta” (POR GOLFO)

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 El fin del mundo. La tormenta solar perfecta.
“¡Malditos hijos de puta!, ¡no me hicieron caso!”, pensé cuando desgraciadamente las predicciones se hicieron realidad. El mundo se había ido a la mierda, aunque por suerte, ¡yo estaba preparado!.
 
Cap. 1.- Me alertan de lo que se avecina
Para narrar lo ocurrido, os tengo que explicar cómo y cuándo me enteré de la amenaza que se cernía sobre la humanidad.
Desde el punto de vista teórico, todo empezó hace más de treinta años, cuando John Stevenson y Larry Golsmith alertaron al mundo de los efectos que tendría sobre la civilización una hipotética tormenta solar de grado 5. Según su teoría, una llamarada de proporciones inauditas de la corona del Sol provocaría la destrucción de todas las redes de comunicaciones y de las redes de energía del planeta. Sus ideas de finales del siglo XX eran aceptadas en mayor o menor medida por toda la comunidad científica.
Las que no compartieron de ese consenso mayoritario cuando fueron enunciadas, fueron las predicciones de Zail Sight y sus díscolos discípulos de la universidad de Nueva Delhi. Estos científicos indios alertaron hace cinco años que según sus cálculos cada ciento cincuenta años aproximadamente se producía una que era capaz de sobrepasar esa cifra y llegar a ser de grado seis, lo que provocaría que todo aparato eléctrico conectado a cualquier fuente de energía se viera destruido por la acumulación del magnetismo proveniente de nuestro astro rey.
Si ya entonces fueron llamados catastrofistas, cuando hace dos años anunciaron que habían conseguido calcular la futura evolución de la corona solar y que la tan temida tormenta iba a tener lugar a finales del 2015, les tildaron de locos de fanáticos.
Recuerdo todavía el día que la jefa de ingeniería de mi empresa, Irene Sotelo, me llamó una mañana para alertarme de los problemas que eso ocasionaría en nuestra corporación. Estaba tan asustada que debía ser serio el asunto y mirando mi agenda, vi que tenía un hueco libre en dos semanas, por lo que le ordené que cuando viniese a verme, lo hiciera no solo con las consecuencias que tendría en la compañía, sino que lo ampliara su radio de acción a España, Europa y el mundo.
-Jefe, es una tarea inmensa-, protestó al comprender que lo que le pedía le venía grande y que para darme un informe coherente, necesitaría de la ayuda de expertos en muchas materias.
-Ya me conoces Irene,- le contesté,-no acepto que me vengas con los temas a medias, si tan grave es, necesito verlo a nivel global. Si necesitas contratar a más especialistas, hazlo, pero quiero una respuesta. Tienes dos semanas-.
-De acuerdo, creo que no se arrepentirá de escuchar lo que quiero decirle. Si no me equivoco, nos acercamos al fin del mundo, tal y como, hoy lo conocemos-.
Al colgar el teléfono, me sumergí en Internet a enterarme de que coño hablaba porque si de algo me había servido el pagarla puntualmente un sueldo estratosférico, fue saber que esa mujer no hablaba nunca a la ligera. Reconozco que cuando la contraté además de su brillante curriculum, me atrajo que tanta seriedad y talento estuvieran envueltos en una belleza desbordante, no en vano el mote que le habían puesto en Harvard era el de Miss Brain, es decir Miss Cerebrito en español. Con sus veintinueve años y su metro setenta y cinco de altura, Irene podía perfectamente haber tenido una carrera en las pasarelas. Era la unión perfecta de hermosura e inteligencia.
Volviendo al tema, cuanto más leía, mas acojonado me sentía y por eso llamando nuevamente a mi empleada, le ordené que no reparara en gastos y que si debía de tomarse un mes, que se lo tomara pero que cuando viniese a verme quería una visión global y las posibles soluciones.
-Entonces ¿me cree?-, preguntó al escuchar mis directrices.
-No, pero no he llegado a donde estoy siendo un ingenuo. Si hay una posibilidad de que eso ocurra, quiero estar preparado-.
-No esperaba menos de usted-, contestó dando por terminada la conversación.
—————————-

Permítanme que me presente. Quizás mi nombre, Lucas Giordano Bruno, no les diga nada porque me he ocupado de ocultar mi vida al público en general desde que en el 2003 y con veinticinco años, me convertí en millonario gracias a las punto com. Desde entonces mi fortuna se había multiplicado y puedo considerar sin error a equivocarme que desde 2010 era uno de los cincuenta hombres más ricos del planeta. Tenía intereses en los más variados sectores y si de algo me vanaglorio es que me anticipo al futuro, por eso y queriendo asegurarme de tener varios informes, llamé al rector del MIT (Massachusetts Institute of Technology) la más prestigiosa universidad de ingeniería del mundo, ubicada en Boston. Mr Conry me conocía gracias a diversas donaciones, por lo que, no solo contestó la llamada sino que se comprometió a darme, en ese mismo plazo, sus conclusiones.

 
A los quince días, Irene llegó a mi oficina puntualmente. Su gesto serio me anticipó los resultados de su informe. Sabiendo que esa conversación iba a ser quizás la más importante de mi vida, dije a mi secretaria que no me pasasen llamadas. Cortésmente, cogí a la rubia del brazo y la senté en una mesa redonda de una esquina de mi despacho.
-Por tu cara, creo que no traes buenas noticias-, dije para romper el incómodo silencio que se había instalado entre las cuatro paredes donde trabajaba.
-No son malas, son peores. Aunque no es una posición unánime, la gran mayoría de los físicos que he consultado ven correctas las predicciones del científico hindú y ninguno de los que discrepa me ha podido explicar dónde están los errores de la teoría. Creo que llevan la contraria por el miedo a lo que representa-.
-De ser cierto, ¿Qué pasaría?-.
-Imagínese dentro de dos años y durante setenta y dos horas una corriente de viento solar sin parangón va a barrer la superficie de la tierra, destruyendo todo aparato eléctrico. Los primeros en caer serían los satélites, luego las redes eléctricas y para terminar las fábricas, los coches, los ordenadores etc. Va a ser el caos. Piense en una ciudad como Madrid: ¿cómo narices se alimentarían sus cinco millones de personas?, si los camiones, los trenes, que diariamente les traen la comida, no funcionaran al estar destrozados todos sus sistemas eléctricos-.
-Se arreglarían-, dije tratando de llevarle la contraria.
-Pero, ¿Cómo?, si las fábricas estarán igualmente inutilizadas e incluso si se pudiera traer por carromatos a la antigua, no habría forma de cosechar los campos porque los tractores estarían igualmente estropeados-.
-Entonces, ¿qué prevés?-.
-Vamos a retroceder a una sociedad pre-industrial con el inconveniente que en vez de mil millones de personas en la tierra hay actualmente siete mil. Sin electricidad de ningún tipo, no habrá fábricas ni alimentos, ni nada. Ni el ejército ni la policía van a poder parar el caos y la violencia y el hambre se adueñaran del mundo-.
-¿Cuántas víctimas?-, pregunté para cerciorarme que coincidía con el informe que tenía en mi cajón.
-Los cálculos más optimistas creen que la población mundial se reducirá en menos de dos años a una décima parte como en el siglo xv de nuestra era, pero los hay que rebajan esa cifra a los trescientos millones de personas en todo el planeta. Piense que tras el hambre y la guerra, vendrán las epidemias…-.
-¿Qué soluciones existen?-.
-Solo una, desconectar todos los sistemas eléctricos durante un periodo mínimo de tres meses, ya que no es posible precisar cuándo va a ocurrir con mayor exactitud. Y aun así, sería un desastre, habrá cosas que será imposible de salvar como los satélites o las centrales nucleares-.
-Lo comprendo y lo peor es que lo comparto. Como te habrás imaginado, no me he quedado esperando a que me trajeses los resultados de tu análisis y he pedido otros. Todos desgraciadamente corroboran en gran medida tus predicciones-.
-Y ¿qué haremos?-, dijo, echándose a llorar, hundida por la presión a la que se había visto sometida.
-No dejarnos vencer. Tengo, mejor dicho, tenemos dos años para sentar las bases del resurgimiento de la humanidad. Aunque voy a tratar por todos los medios de convencer a los gobiernos de lo que se avecina, no espero nada de ellos. Por lo tanto, me vas a ayudar a desarrollar un plan alternativo. De hecho, previendo este resultado me he comprado una isla deshabitada de 10.000 hectáreas frente a las costas de África de sur-.
-No comprendo-, respondió levantando su cara.
-Quiero que te hagas allí cargo de la construcción de una ciudad para mil doscientas personas, cien por cien independiente, con sus fuentes de energía, sus fábricas indispensables y que cuente con reservas de todo tipo para tres años. Deseo que todo esté listo para que, cuando pase la tormenta, la pongamos en marcha. ¡Tienes dos años!-.
 
Cap. 2.- Los preparativos.
Esa misma semana me había desecho de mis empresas y con el dinero en efectivo, contratamos a los mejores ingenieros y contratistas para que se hiciera realidad mi sueño. Y lo hicieron, vaya que lo hicieron. En la superficie, construyeron un pequeño pueblo que se podría confundir con un complejo hotelero compuesto de cerca de doscientas chalets pero, bajo tierra, a más de cien metros de profundidad, se hallaba el verdadero objeto de mi inversión. Según los científicos a esa profundidad, los sistemas que mantuviésemos allí no se vería afectados por el viento solar y aprovechando una antigua mina de sal, habíamos ubicado en su interior un sistema de ordenadores que competía con el del pentágono. Usando a los mejores informáticos del mundo sin que ellos supieran el objetivo, habíamos hecho una copia de todo el saber humano. Todo libro, todo ensayo o toda investigación que se hubiese realizado hasta el apagón, quedaría resguardado en la memoria cibernética del complejo.
Pero mi sueño iba mas allá, al saber que la guerra y el hambre reducirían el material genético humano, decidí preservar lo mejor del mismo. Por lo que publicité que se iba a crear la mayor base genética del mundo y que se iba a seleccionar lo mejor de la humanidad. Y aprovechando la vanidad de hombres y mujeres, estos con gusto cedieron su material al saber que eran de los elegidos y en menos de un año, en esa isla alejada del mundo, me encontré con que tenía en mi poder el esperma y los óvulos de las mejores cabezas que poblaban la tierra en ese fatídico tiempo.
Por otra parte, construimos enormes almacenes y muelles que llenamos además de con comida, con cientos de vehículos, barcos y aviones, convenientemente desconectados y con sus baterías a buen recaudo bajo toneladas de hormigón hasta que pasase la tormenta solar. También y contraviniendo las normas internacionales, hicimos un acopio de armas de guerra que no se limitaban a fusiles o ametralladoras sino que nos aprovisionamos de misiles y demás armamento pesado.
Y todo ello en menos de dos años.
Lo más difícil fue seleccionar a los habitantes de “la isla del Saber”, tras muchas dudas y gracias a una conversación con Irene, llegué a la conclusión del método de elección. Tenía claro que debían de ser todos jóvenes sin enfermedades y con una capacidad mental a la altura de las circunstancias pero fue mi ayudante la que me dio las bases de la sociedad que íbamos a formar:
-Jefe-, me dijo con su aplomo habitual, -seamos claros: partiendo que usted viene y que espero que también yo sea una de las elegidas, tenemos que considerar que tendremos que maximizar el potencial de crecimiento de la población-.
-Si te preocupa el hecho de acompañarnos, no te preocupes. Cuento contigo pero no he entendido a que te refieres con eso de maximizar el crecimiento-, contesté siendo absolutamente sincero. Su presencia entraba en mis planes pero respecto a lo otro estaba en la inopia.
-Verá, aunque resulte raro, debe haber una desproporción entre hombres y mujeres. Si vamos a disponer del banco de semen y de óvulos, no es necesario que haya igualdad de género e incluso no es deseable porque como los hombres no pueden parir, necesitamos mas vientres que den a luz la nueva raza. Por lo que le propongo que haya un hombre por cada cinco mujeres-
-Me niego. Eso causaría problemas a corto plazo. Imagínate como se podría articular una sociedad básicamente femenina. Sería un desastre, los problemas por tanta diferencia de sexos convertirían a la isla en insoportable-.
-Se equivoca. En primer lugar, sería solo durante una generación porque a partir de los nacimientos la proporción se equilibraría. Si disponemos de mil mujeres a cinco hijos por mujer, en veinte años seríamos un pueblo de cinco mil personas. En cambio, si llevamos a quinientas difícilmente pasaríamos de las dos mil-.
-Tienes razón y estamos buscando el resurgir de la humanidad-, contesté,-¿pero cómo vas a arreglar ese desajuste inicial?, ¿vas a llenar el pueblo de lesbianas?-.
-No, jefe-, me contestó, -alguna habrá que llevar pero estaba pensando en una rigurosa selección psicológica por medio de la cual, las elegidas acepten con agrado dicha desproporción. Tanto los hombres como las mujeres serán seleccionados como si de familias de seis miembros se tratase, deben de compenetrarse. Habrá que escoger los candidatos en función de esa futura sociedad marital, de forma que antes de llegar a la isla, sabremos que personas vivirán en cada casa-.
-¿Me estás diciendo que ya, desde el inicio, habrás formado paquetes de seis personas, cien por cien compatibles?-.
-Sí, las nuevas técnicas de análisis psicológico lo permiten. Recuerde que durante siglos a los hijos se le decía con quién casarse y no fue ello un problema. Hoy en día es posible seleccionar estas familias pluri-parentales. De igual forma, los hombres que elijamos deben de estar a la altura físicamente. Piense que dispondremos de menos de doscientos para las labores duras y de defensa por si algo nos amenaza, por eso creo que el perfil de los mismos debe ser físico y el de las mujeres intelectual -.
-De acuerdo lo dejo en tus manos- respondí sabiendo que eso llevaría a un matriarcado, -el mundo ha ido de culo cuando han mandado los hombres-.
Sin saber a ciencia cierta cómo me iba a afectar eso en un futuro, decidí que a nivel humanidad era lo acertado. Y como en mi caso yo no disponía de pareja, me traía al pario las candidatas que el sistema informático me colocase en casa porque en teoría serían compatibles.
-Y por último-, me explicó, – como no quiero sorpresas y si a usted le parece bien, deberíamos aplicar en nuestros futuros compatriotas los métodos experimentales que nuestra empresa ha venido desarrollando de fijación de normas de conducta…
-Me he perdido-, tuve que reconocer.
La mujer haciendo una pausa, bebió agua y recordándome unos experimentos ultra secretos que habíamos realizado para el ejército, me dijo:
-Tras el desastre se va a producir un gran estrés en todos. Debemos evitar cualquier tipo de conato de insumisión y por lo tanto, creo necesario que grabemos en sus mentes una completa obediencia a nuestras órdenes-.
Con todo el descaro del mundo, se estaba nombrando la segunda líder de nuestra futura sociedad, adjudicándose además una lealtad que yo quería solo para mí y por eso, levantándome de la mesa, le solté:
 

-¿Y como me garantizo yo tu obediencia?. Si acepto tu sugerencia, podrías darme un golpe de estado-.

-Jefe, creo haberle demostrado en estos años mi absoluta subordinación-, contestó Irene, echándose a llorar. -Jamás he discutido una orden suya incluso cuando me mandaba hacer algo poco ético como este plan. Si usted quiere, puede mandar a analizarme por los mejores psicólogos y si aún le queda alguna duda, no pongo inconveniente en ser la primera en someterme al tratamiento-.
-Lo haré-, dije despidiéndome de ella, cortado al darme cuenta que tras esas lágrimas se escondía una demostración de afecto que hasta ese momento desconocía.
Al verla marchar, me quedé mirando su culo y por vez primera desde que la contraté, pensé que sería agradable compartir con ella, no solo el mando de la “isla del Saber” sino mi cama y rompiendo los límites que siempre había respetado en nuestra relación, la llamé. Una vez la tuve nuevamente a mi lado, forcé sus labios con los míos. Tras la sorpresa inicial, Irene se pegó a mi cuerpo y respondiendo al beso con una pasión inaudita, buscó con sus manos mi entrepierna. Satisfecho con su entrega, me separé de ella y diciéndole adiós, le informé que quería que formara parte de las cinco mujeres que me adjudicaran.
La mujer, que en un principio había recibido mi rechazo con dolor, sonrió al escucharme y desde la puerta, me contestó con voz alegre:
-Ya lo tenía previsto, jefe. Y como lo ha descubierto, no me importa decírselo. Llevo enamorada de usted desde el día que me contrató, pero esa no es la razón por la que espero ser una de ellas. El verdadero motivo es que, según nuestros especialistas, somos una pareja perfecta. Sus gustos se complementan con los míos y si no me cree, no tiene más que leer el informe que he dejado sobre la mesa-.
Sorprendido por sus palabras, abrí el sobre que me había dejado y alucinado, reparé que era una advertencia de mi departamento de seguridad datada dos años antes, donde me informaban de la peligrosa sumisión que esa mujer sentía por mí. En ese documento detallaban con absoluta crudeza que Irene estaba obsesionada conmigo y que, además de empapelar su piso con fotos nuestras y haber revelado a sus amistades su enamoramiento, varias veces al mes contrataba los servicios de un prostituto que resultaba una copia barata mía y al que obligaba a vestirse y a actuar como si fuera yo. Si ya eso era revelador, más lo fue leer que en sus encuentros sexuales, ella se comportaba como sumisa, dejando que el vividor la usara del modo que le venía en gana.
“Menuda zorra”, pensé mientras repasaba el dossier. No solo había conseguido evitar que llegara a mis manos sino que usando mi propio dinero había obtenido un completo perfil mío y de mis preferencias, descubriendo que, fuera de la oficina, yo también practicaba a menudo el mismo tipo de sexualidad. Lejos de enfadarme su intromisión en mi privacidad, me divirtió y soltando una carcajada, decidí que esperaría a estar en la isla para poseerla.
“Me queda solo un año para disfrutar de las mujeres del mundo antes que la tormenta asole la civilización y cuando ello ocurra, me recluiré en la isla donde tendré todo el tiempo para moldearla a mi antojo”
 

Cap. 2.- Mi llegada a la isla del saber.
 
Puse mis pies por vez primera en esas tierras el doce de octubre de 2015. La fecha la elegí por dos motivos: el primero y más importante fue que ese día empezaba el margen de seguridad que nos habíamos dado y aunque estaba previsto para principios de diciembre, no quería correr el riesgo de quedarme fuera, siendo además el 523 aniversario del descubrimiento de América, lo que le daba un significado especial: Si la hazaña de Colon marcaba, para la cultura hispana, el inicio de la edad moderna por el encuentro de dos mundos, esa fecha marcaría también en el futuro, el hundimiento de la sociedad tal y como la conocíamos y el resurgir de una nueva era.
Como habíamos acordado, Irene me esperaba en el helipuerto. Desde el helicóptero que me había llevado hasta allá, observé que esa mujer venía enfundada en un vestido de cuero negro totalmente pegado, lo que le dotaba de una sensualidad infinita. Al verla recordé la cantidad de veces que durante el último año estuve a punto de llamarla para disfrutar de su cuerpo pero siempre, cuando ya tenía el teléfono en mi mano, cambié de opinión al saber que ella estaría esperándome a mi llegada.
Sabiendo que cuando se marchara el piloto con la aeronave, nada ni nadie saldría de la isla y que en lo que a mí concernía, el mundo ya había desaparecido, decidí que era el momento de tomar lo que era mío y por eso tras responder a su saludo, la cogí entre mis brazos y pasando mi mano por su trasero, le ordené que me mostrara las instalaciones.
Ella, al sentir el posesivo gesto con el que la saludé, puso cara de satisfacción y rápidamente me dio un tour preliminar por el pueblo y demás edificaciones, dejando para lo último el bunker bajo tierra.
Al llegar a la antigua mina, me sorprendió el buen trabajo que mi asistente había realizado. No solo se palpaba que la obra estaba acorde con las especificaciones sino que una vez en el terreno, no me costó advertir que había realizado mejoras sobre el proyecto inicial. Irene me fue detallando todos los detalles y el dinero que había invertido, explicándome los ahorros que había conseguido. Al oírla, no pude evitar el reírme. Ella confusa por mi reacción me pidió que le explicase la razón de mi risa:
-No te das cuenta que en menos de dos meses, el dinero que me sobra no valdrá para nada-, contesté.
-Se equivoca. Usando los poderes que me dio, no solo me he gastado el resto de su fortuna sino que le he hipotecado de por vida-, respondió con una sonrisa.
-No te alcanzo a entender-, dije bastante molesto por que, como de costumbre, me llevara la delantera.
-Usted sabe que durante toda la historia de la humanidad, ha existido un valor refugio-.
-Claro. El oro, ¡pero que tiene eso que ver!-.
-Desde el primer día he estado acumulando todo el oro que he podido y cuando se gastó su dinero, pedí a los bancos que nos financiasen mucho más, usando lo comprado como garantía-
-¡Serás puta!, me has arruinado-, contesté sin parar de reír, -¿Cuánto has conseguido?-.
-Veinte toneladas-.
Al escuchar de sus labios, la cifra hice cálculos y comprendí a que se refería. Mi brillante asistente había acumulado oro por valor de setecientos millones de euros. Sabiendo que si todo fallaba, me había metido en un broncón considerable pero si la tormenta tenía lugar, eso daría a nuestros descendientes una herramienta con la cual canjear toda serie de productos con el exterior, dije:
-Bien hecho, pero que sea la última vez que me ocultas algo tan importante. Si vuelves a hacerlo, no tendré más remedio que castigarte-.
-¿Y no podría darme un anticipo?-, respondió poniendo un puchero, -llevo un año esperando y además tengo que reconocerle que le esperan más sorpresas-.
Su descaro me volvió a divertir y cediendo a sus ruegos, le di un fuerte azote en sus nalgas mientras que con la otra mano acariciaba uno de sus pechos. La muchacha gimió sin cortarse por la presencia de público y sonriendo, me dio las gracias.
-Lo necesitaba-, exclamó pasando su mano por el adolorido trasero y volviendo a su cometido inicial, me pidió que tomáramos el ascensor para bajar a la zona de ordenadores.
Encerrado en el estrecho habitáculo, solo con ella, mientras bajábamos los cien metros que nos separaban de la sala a la que íbamos, no pude dejar de fijarme que bajo su vestido, dos pequeños bultos revelaban a la altura de su pecho la excitación que dominaba a la muchacha al saber que en pocas horas, iba a hacer realidad su sueño de tenerme. Forzando su sumisión, le pedí que se quitara las bragas.
-¿Ahora?-, me preguntó confundida.
-Sí y no quiero repetirlo-.
Sonrojada al máximo, Irene se levantó el vestido, dejándome disfrutar de unas piernas perfectamente torneadas que esa noche iba a poseer, y despojándose del coqueto tanga rojo que llevaba, me lo dio. Al cogerlo, me lo llevé a la nariz y por vez primera, olí el aroma dulzón de esa mujer. Mi sexo reaccionó irguiéndose por debajo del pantalón, hecho que no le pasó inadvertido a mi acompañante, la cual, para reprimir su deseo inconscientemente juntó sus rodillas.
-Hueles a zorra-, le dije poniendo sus bragas a modo de pañuelo en mi chaqueta. –no sé si voy a aguantar las ganas de poseerte hasta esta noche-.
-Soy suya-, respondió acalorada, -pero, antes de que lo haga, debo de enseñarle el resto de la Isla-.
Afortunadamente para ella, en ese momento se abrió el ascensor. Una enorme sala pulcramente recubierta de mármol blanco apareció ante mis ojos. No tardé en comprender que estábamos en la zona de cómputo. Multitud de cerebros electrónicos aparecieron ante mis ojos y tras una mampara, apareció una belleza oriental que me dejó sin hipo con su cara aniñada y su cuerpo menudo. Irene sonrió al descubrir mi reacción al ver a la japonesa y llamándola dijo:
-Akira, ven que quiero presentarte al jefe-.
La muchacha, bajando su mirada, se acercó a donde estábamos y haciendo una reverencia tan usual en su país de origen, esperó a que mi empleada hablara. Irene ceremonialmente me presentó a la cría, explicándome que era la ingeniero jefe de sistemas y que tenía bajo su mando todo el mantenimiento de los equipos informáticos.
-Encantado de conocerla-, dije dándole un beso en su mejilla. Ese gesto terminó de ruborizarla al no ser común en el Japón que un jefe saludara de esa forma a una ayudante.
-Señor, no sabía que usted venía-, dijo tartamudeando, -Siento no haberle recibido como se merece-.
-Así está bien, me gusta conocer a la gente en su lugar de trabajo-.
-Pero es que no he tenido tiempo de arreglarme y quería causar en usted buena imagen-, respondió casi entre lágrimas.
No comprendí su reacción hasta que vi a Irene, consolándola con un beso en la boca, le informó que esa noche la cena era a las ocho. El haber visto a esas dos mujeres morreándose me había excitado, pero también me había revelado que esa monada era una de las cuatro ocupantes de mi casa que no conocía. Satisfecho por la acierto de la elección, me despedí de ella, con otro beso pero esta vez en la boca y forzando sus labios con mi lengua mientras mi mano comprobaba la exquisitez de sus formas. La muchacha se derritió entre mis brazos y boqueando para respirar, me dio las gracias entre sollozos.
-¿A esta que le pasa?-, pregunté a mi asistente nada más entrar al ascensor.
-No se preocupe, jefe. Esta feliz por la calidez de su recibimiento, el problema es que es muy emotiva y comprenda que he tenido tres meses para hacerla comprender quien es usted y que espera de ella-.
-He adivinado que es una de las otras cuatro pero dime: ¿quién le has dicho que soy yo?-.
-Pues quien va a ser, ¡su amo!-, respondió poniendo sus piernas entre la mía, -jefe, como sabía de sus gustos, la he adiestrado a conciencia. No todas sus mujeres comparten nuestra manera de amar, pero le aseguro que ninguna le va a defraudar y menos yo-.
Su mirada me reveló la excitación que la consumía al tenerme tan cerca y por eso, le dije:
-Desabróchate un botón-.

La muchacha me obedeció y eso que no comprendía todavía que mi intención era irla calentando a medida iba pasando el día. Al hacerlo me dejó entrever un discreto escote pero, aun así, lo poco que revelaba se me antojaba apetecible.
-Tócate los pechos para mí-, ordené interesado en forzar sus límites.
Avergonzada pero excitada, recorrió sus aureolas con sus dedos mientras las palmas me dejaban calcular su tamaño al sopesarlos.
-Tienes unas buenas ubres-, dije con deseo, -Esta noche te prometo que si te portas bien mordisquearé tus pezones-.
Mis palabras hicieron mella en la muchacha que, sin poderlo evitar, se restregó contra mi cuerpo diciendo:
-Jefe, ¿no cree que haber elegido a Akira hace que me merezca una recompensa?-.
Su entrega me cautivó y bajando mi mano a su entrepierna, alcé su vestido y con un dedo recorrí los pliegues de su sexo. Irene soltó un pequeño gritó al sentir mis yemas acariciando su clítoris e involuntariamente separó sus rodillas para facilitar mis maniobras. Su completa sumisión estuvo a punto de hacerme parar el ascensor y tomarla allí mismo, pero comprendiendo que era una guerra a medio plazo, estuve acariciando unos segundos más su pubis y cuando ya consideré que era suficiente, la separé diciendo:
-¿Ahora adónde vamos?-.
-Al área de reproducción-, me contestó totalmente acalorada y mordiéndose los labios para reprimir sus ganas de correrse.
-¿Alguna sorpresa?-, le susurre al oído mientras le daba un pequeño azote.
-Sí-, respondió comprendiendo al vuelo mi pregunta,- Adriana Gonçalvez, además de ser la responsable del Banco de Genes y jefe médico de la isla, es otra de las mujeres con las que vamos a compartir casa-.
-Por lo que veo, haz seleccionado a esas mujeres tanto por su compatibilidad con nosotros como por su valía, de manera que las responsables de las áreas vitales de la isla serán las que formen parte de nuestra sui generis familia-.
-No podía ser de otro modo, así tendremos controlado lo que ocurra-.
-Bien pensado-, respondí dándome cuenta de la inteligencia que esa mujer tenía y sobre todo de su sentido práctico y, con nervios, esperé a que se abriera la puerta del ascensor para conocer a mi siguiente novia.
El área sanitaria estaba compuesta de un pequeño hospital con un área anexa donde se ubicaban nuestras existencias genéticas. Al entrar vi con desilusión que la mujer que estaba sentada en la mesa era una insulsa castaña de aspecto nórdico. Cabreado pensé que al lado de las otras dos, esta era una birria y con paso cansino, me dirigí a saludarla. Cuando ya estaba a punto de presentarme, oí a Irene decir:
-Gertud, te presento a nuestro presidente-.
La mujer poniéndose de pie y adoptando un aire marcial, me extendió la mano, diciéndome que era un honor el conocerme. Lo adusto de sus modos me repelió pero no dije nada y fue entonces cuando mi asistente le preguntó por su superiora de un modo al menos chocante:
-¿Dónde está la zorra de tu jefa?-
Sin poder reprimir una risa de gallina clueca, respondió que estaba en la sala de frío pero que enseguida la llamaba y chocando sus tacones al estilo nazi, desapareció por la puerta. Al cabo de tres minutos, salió del interior un pedazo de mujer. Adriana resultó ser una mulata alta pero bien proporcionada. Al acercarse a mí, caí en la cuenta que era de mi estatura y que aunque desde lejos no se notaba, esa mujer tenía además de unos pechos grandes, lucía un culo aún más enorme.
Al verme, sonrió y andando como si bailara, se acercó a mí y pegándome un besazo en los morros, dijo con su característico acento:
-Encantado de conocerte, ¡mi amor!. No te haces la idea de las ganas que tenía de conocer al tan nombrado Lucas-.
Su simpatía innata me cautivó desde el primer momento y siguiéndole la broma, le solté que no sabía que era tan famoso.
-No joda, primor. La perra de Irene no ha hecho más que nombrarte durante los últimos dos meses-, respondió sonriendo con una dentadura perfecta,- pero pase a mi despacho-.
Casi a empujones me llevó a su cubículo y dejando pasar a mi asistente, cerró la puerta. Al hacerlo, se quitó la bata, dejándome comprobar que no me había equivocado al pensar que estaba estupendamente dotada por la naturaleza. Me quedé absortó al percatarme que bajo la blusa de tirantes que vestía, sus pechos bailaban desnudos sin la incómoda presión de un sujetador pero más al observar que tenía los pezones completamente erizados. Mi cara debió de ser de órdago porque enseguida advirtió la lascivia de mi mirada y soltando una carcajada, me dijo:
-No creas que me he puesto cachonda al verte. Es el puto frio del congelador donde tenemos el semen-.
-¡Qué bruta eres!-, repeló Irene un tanto molesta por el poco tacto de la mulata.
-Tienes razón, perra mía. Disculpa Lucas no fue mi intención molestarte-.
-No lo has hecho-, respondí, descojonado con el desparpajo de esa hembra.
-¡Qué bueno!, por fin alguien con sentido del humor y no estas guarras con las que vivo-, dijo y cambiando su semblante, bajó la voz para preguntarme: -Como ya estás aquí, se supone que el desastre se aproxima, o ¿no?-.
-Calculamos que en menos de dos meses-, explicó Irene al comprobar que me había quedado paralizado al enterarme que esa mujer sabía lo que se avecinaba y dirigiéndose a mí me confirmó que todas las habitantes de la casa estaban informadas del asunto.
-Recuérdame que te castigue-, dije, aliviado, al no tener que exponer a ellas el futuro y que era lo que íbamos a hacer ahí.
-¡Puta madre!, primor. Ya era hora que llegaras y le dieras una buena tunda. No sabes las veces que he tenido que sustituirte. Esta guarra cuando estaba triste, me pedía que le comiera su chichi y paqué… cuando se corría en vez de oír mi nombre era el tuyo, el que salía de sus labios. Además estoy harta de tanta teta, lo que necesita este cuerpo es una polla que le dé un buen meneo-.
La imagen de esa mulata comiendo el coño a la rubia, me terminó de excitar y entonces decidí que era el momento de comprobar hasta donde llegaba el acatamiento de mis órdenes, por lo que mirando a Adriana a los ojos, le dije:
-Eso quiero verlo-.
-¿Aquí?-, respondió extrañada pero al ver que con la cabeza lo confirmaba, me miró divertida y empezando a desabrochar el vestido a mi asistente, exclamó: -Si lo que quieres es ver a esta guarra corriéndose, la verás. Solo te pido que si necesitas desahogarte, lo hagas con tu mulata-.
Irene, completamente abochornada por su papel, se quedó quieta mientras la mulata terminaba de despojarla del vestido. Casi desnuda y con un coqueto sujetador como única vestimenta esperó con el rubor cubriendo sus mejillas el siguiente paso de Adriana. Esta al ver que no llevaba bragas, pasó uno de sus dedos por los pliegues de su sexo y mirándome, me dijo:
-Lucas eres un cabronazo, ¡mira como tienes a la pobre!. Cachonda y alborotada-.
Al ver que le devolvía una sonrisa como respuesta, la brasileña comprendió lo que esperaba de ella y dando la vuelta a mi asistente, le quitó el sujetador y cogiendo sus pechos en sus manos, me los enseñó diciendo:
-Menudo par de pitones tiene la perra. Se nota que estás mirándola porque casi no la he tocado y ya está verraca-.
Aumentando la calentura de su pobre víctima, le pellizcó los pezones mientras le susurraba que era una guarra. Irene suspiró al notar la acción de los dedos de la morena sobre sus aureolas y sin dejarme de mirar, llevó la boca de Adriana hasta sus pechos. Esta se apoderó de los mismos con su lengua y recorriendo los bordes rosados de su botón, los amasó sensualmente entre sus palmas. Mi asistente, incapaz de contenerse, gimió mientras intentaba despojar a su captora de la blusa. La mulata no la dejó y de un empujón, la sentó sobre la mesa del despacho.
-Abre tus piernas, putita mía. Quiero que el patrón disfrute de la visión de tu coño mientras te lo como-, ordenó bajando su cabeza a la altura del pubis de la rubia.
 

Desde mi posición, pude observar que llevaba el sexo completamente depilado y que Miss Cerebrito se estaba excitando por momentos. Queriendo participar, me puse al lado de ambas mujeres y mientras acariciaba el culo de la morena, me entretuve acariciando por primera vez el cuerpo de mi bella asistente. Irene excitada era más atractiva de lo que me había imaginado, sus ojos presos del deseo tenían un fulgor que jamás había conseguido vislumbrar en una mujer. No solo era una belleza sino que todo en ella era seductor, incluso el sonido de sus gemidos tenían una dulzura que me cautivaban.

Adriana, más afectada, de lo que hubiera querido demostrar, se retorció cuando mi mano, levantando su falda, se introdujo bajo la braga y cogiendo parte del flujo que ya empapaba su sexo, lo llevé hasta la boca de la rubia.
-Chupa mis dedos-, ordené a mi asistente. – y comprueba si está lista-.
Con gozo, se los introdujo en su boca y casi chillando, me contestó que sí. Colocándome detrás de la mulata, me bajé los pantalones y sacando mi pene de su encierro, puse la cabeza de mi glande en el sexo de la morena. Al comprobar que incapaz de soportar los celos porque ella no iba a ser la primera, Irene había cerrado sus ojos, le dije:
-Quiero que abras los ojos para que veas como me follo a una verdadera mujer y mientras lo hago, te prohíbo el correrte-, dije a Irene y dirigiéndome a la mulata, le solté: -Si consigues que me desobedezca, te la entrego durante una semana-.
Adriana, estimulada por la recompensa, aceleró las caricias de su lengua mientras torturaba los pezones con sus dedos. Pude ver que luchando contra el deseo, mi rubia apretaba sus manos y con la cara desencajada, de sus ojos brotaban unas lágrimas. Aprovechándome de la lucha de ambas mujeres, separé las nalgas de Adriana y con gozo descubrí que su negro ojete parecía intacto.
“Poco le durará la virginidad”, pensé mientras de un solo empujón, clavé mi miembro hasta el fondo de la brasileña.
Esta gimió de gozo al notar que mi glande chocaba con la pared de su vagina e metiendo dos dedos en el interior de Irene, empezó a retorcerse buscando su propio placer. Con satisfacción, comprobé que mi sexo discurría con facilidad dentro del estrecho conducto de la morena y cogiéndola de los pechos, fui apuñalándola con mi estoque. Acelerando lentamente mi ritmo, conseguí sacar de su garganta la comprobación genuina que estaba ante una mujer fogosa y no tardé en escuchar que sus suspiros se iban trastocando en berridos, mientras su dueña sin perder el ritmo de mi galope, no paraba de intentar que su amiga se corriera.
Supe que Adriana estaba a punto de correrse, cuando sentí sobre mis piernas la humedad inmensa que brotaba del interior de su sexo y cogiéndola de su melena, arqueé su espalda para preguntarle:
-¿Suficiente meneo?-.
-Sí, cabrón. ¡Como necesitaba una buena polla!-, gritó desplomándose sobre el cuerpo de la rubia.
Esa nueva posición, me permitió gozar por completo de sus glúteos y soltándole un azote, le ordené que se corriera. Completamente fuera de sí, empezó a jadear mientras su cuerpo temblaba preso del placer. Su orgasmo fue el detonante del mío y derramándome en su interior, alcancé el primero de los clímax que esa isla pondría mi disposición.
No había terminado de eyacular cuando miré a Irene. Ella me devolvió la mirada con un ligero reproche pero, reponiéndose al instante, alegre comentó:
-Hace un año, le prometí que nunca desobedecería sus órdenes y no lo he hecho, esta puta no ha conseguido su objetivo por lo que soy libre-.
-Te equivocas-, contesté,-eres de mi propiedad y esta noche te has ganado compartir mi cama-, respondí y atrayéndola hacia mí, deposité en sus labios un beso como recompensa.
Mi asistente, abrochándose el vestido, soltó una carcajada y dirigiéndose a la morena, dijo:
-Teniendo a mi jefe en casa, ya no te necesito. ¡Cacho guarra!-.
Adriana, en plan de broma, frunció el ceño y haciendo como si llorara, rogó que no la abandonase. La rubia, muerta de risa, contestó que lo pensaría mientras le ayudaba a ponerse la blusa y mirando el reloj, me dijo: -son las seis, debería descansar porque he quedado con las demás a las ocho -.
Fue entonces cuando me percaté que esas mujeres habían forjado una maravillosa relación y que lejos de competir, se complementaban tal y como habíamos previsto. Me alegró comprobarlo porque eso significaba que mi vida en esa isla tendría al menos placer a raudales y comprendiendo que tenía razón respecto a la hora, miré a Adriana y le pregunté:
-¿Nos acompañas?-.
-No, mi amor. Tengo cosas que terminar. Piensa que ha llegado el capullo del presidente y querrá que durante la cena le informe de los progresos de mi departamento-.
-Creo que a ese capullo no le importará que lo dejes para mañana-, contesté porque me apetecía la compañía de esa mujer tan descarada.
-A él quizás no pero a mí sí, no me gusta dejar temas pendientes-, susurró a mi oído mientras me daba un beso.
Sabiendo que era correcto por la gravedad de lo que se avecinaba, no insistí y cogiendo de la cintura a mi asistente, me dirigí hacia la salida. Acabábamos de cerrarse el ascensor, cuando pegándose a mí, Irene dijo:
-¿Verdad que es encantadora?-.
-Sí, espero que también hayas acertado con las otras tres-.
-Por eso no se preocupe. Ya conoce a Akira y como le dije es una princesita sumisa. Adriana es un torbellino y las otras dos no le defraudarán-.
-Cuéntame quienes son-.
-Johana es la responsable de seguridad y lo que tiene de bruta en su trato con sus subalternos, lo tiene de encantadora dentro de la casa. Le parecerá imposible cuando la vea. Cuando la elegí era la comandante más joven de los Navy Seal. Como buen marine es físicamente una bestia pero, con usted, se comportará como un dulce corderito. Le prometo que le encantará-.
-¿Y la última?-.
-Suchín. Ella es la encargada de hacer producir los campos. Como experta en agricultura y ganadería es excelente pero lo que me inclinó a elegirla es que como cocinera no tiene paragón. No solo domina la cocina de su país natal, Tailandia, sino que es una verdadera experta en todas las demás-.
Que no me hiciera referencia a su físico ni a su carácter, me mosqueó y sin más preámbulos, le pregunté el motivo de ese silencio. La mujer, entornando sus ojos, me contestó:
-Jefe, ¡a las mujeres siempre nos gusta tener un secretito!. Pero no se inquiete, quedará complacido con la elección-.
Confiado de su buen juicio, determiné que si quería guardarse un as en la manga, no iba a ser yo quien la forzara y sacando un collar de mi bolsillo, se lo regalé. La mujer se quedó sorprendida al recibir una joya y casi sin mirarlo, me pidió que le ayudase a ponérselo.
-No lo has visto bien-, dije acariciando su trasero.
Irene me miró extrañada y leyendo la pequeña inscripción del broche en voz alta, sonrió:
-Propiedad exclusiva de Lucas Giordano-.
 
Cap. 3.- En la casa, sigo conociendo a la familia.
 
Al llegar a la casa que sería mi hogar lo que me restara de vida, descubrí que era la única diferente de la isla. Pintada en color ladrillo, su tamaño hacía que sobresaliera sobre todas las demás. No me hizo falta preguntar el motivo de la desproporción entre ella y el resto, era la casa del mandamás y debía quedar claro desde el principio. En su interior descubrí nuevamente el buen gusto de Irene, manteniendo la sobriedad, sus estancias rezumaban clase y practicidad por igual. Decorada con un estilo minimalista, no faltaba ninguna comodidad. Una sección de oficinas daba paso a una serie de salones amplios y luminosos.
-Esta es la parte para uso oficial. Espero que la privada también le guste-.
Sin saber adónde ir, seguí a mi asistente por una escalera de mármol y en cuanto traspasé la puerta que daba acceso a nuestras dependencias, comprendí a que se refería. Era una copia de mi piso de Madrid, solo que más grande y que en vez de tener un solo dormitorio, del salón salían al menos una docena. Alucinado porque hubiese recreado hasta el último de los detalles, me dirigí hacia mi cuarto y al entrar descubrí que no solo había hecho traer todos mis muebles sino que todas mis pertenencias y mis fotos estaban ubicadas en el mismo lugar que en el departamento al que ya no volvería.
-Quería que se sintiera en su hogar-, dijo al ver mi desconcierto y señalando la cama, comentó:-Lo único que es diferente es esto. Si va a tener que acoger ocasionalmente a seis personas que menos sea de tres por tres-.
-Eres maravillosa-, le dije con ganas de estrenar tanto la cama como a ella.
La muchacha percatándose de mis siniestras intenciones, se escabulló como pudo y desde la puerta, me informó:
-He dispuesto que tuvieran su baño preparado, luego me dice que le ha parecido-.
Cabreado por quedarme con las ganas de poseerla, me quité la chaqueta y depositándola sobre un sillón me dirigí hacia el baño. Al entrar me quedé paralizado al descubrir que, de espaldas a mí, había un negrazo de más de dos metros totalmente desnudo. Solo me dio tiempo de mirar la tremenda musculatura de su espalda antes que indignado y sin medir las consecuencias, le espetara:
-¡Qué coño hace usted aquí!-.
El sujeto dio un grito por la sorpresa pero, al girarse descubrí, que no era él sino ella quien estaba en cueros sobre las baldosas de mármol. Cortado por mi equivocación, no pude más que pedirle perdón por mi exabrupto y ya tranquilo, le pregunté que quien era. La muchacha, con una dulce voz que chocaba frontalmente con el tamaño de sus antebrazos, ya que, parecía una culturista, me contestó:
-Soy Johana. Irene me ha pedido que le ayude a bañarse porque venía cansado del viaje y necesitaba un masaje, pero si le molesta mi presencia me voy-.
-No hace falta, quédate-, respondí y aunque estaba cabreado con la rubia, la pobre cría no tenía la culpa.
Johana sonrió al escucharme y cuando lo hizo su cara se trasformó, desapareciendo la dureza de sus rasgos y confiriendo a su rostro una ternura que derribó todos mis reparos. Dándose cuenta que no estaba enfadado con ella, la mujer se aproximó a mí. Cuando la tuve cerca, avergonzado, descubrí que mi cara llegaba a la altura de sus pechos, no en vano posteriormente me enteré que la pequeñaja medía dos metros diez.
“Soy un pigmeo a su lado”, pensé asustado por su tamaño.
Si se dio cuenta de mi asombro, no le demostró y llevando sus manos a mi camisa, me empezó a desabrochar los botones sin dejar de mirarme a la cara. Yo mientras tanto no podía dejar de observar lo desarrollado de los músculos de la dama y sin darme cuenta, llevé mi mano a uno de sus pechos. Al posar mi palma sobre su seno, descubrí que, lejos de ser pequeño, era enorme y que lo que me había hecho cometer el error de pensar que era plana, era que al ser ella tan musculosa, parecían a simple vista enanos. Inconscientemente, pellizqué su negro pezón. Al hacerlo, como si tuviese frío, se encogió poniéndose duro al instante.
Su dueña debía estar acostumbrada a provocar esa reacción en los hombres, porque con lágrimas en los ojos, dijo sollozando:
-Soy una mujer, no un monstruo-.
Avergonzado por mi falta de sensibilidad, le pedí perdón y alzando mi brazo, cogí su cabeza y bajándola hasta “mi altura”, deposité un suave beso en sus labios. La muchacha al sentir mi caricia, abrió su boca dejando que mi lengua jugara con la suya y durante un minuto, nos estuvimos besando tiernamente.
Fue una sensación rara sentirme un juguete entre sus brazos. Nunca se me había pasado por la cabeza que una hembra tan alta y musculosa pudiese ser tan dulce y menos que me atrajera, pero lo cierto es que bajo mi pantalón, mi pene medio erecto opinaba lo contrario. Johana, dejándose llevar por la pasión, me terminó de desnudar y después de hacerlo, me abrazó y alzándome, me llevó hasta el jacuzzi. Protesté al sentir que mis pies abandonaban el suelo y que ella como si fuera un niño me hubiese levantado sin ningún esfuerzo.
-Deje que le cuide-, respondió la mujer, haciendo caso omiso a mis protestas y depositándome suavemente dentro de la burbujeante agua, prosiguió diciendo: -aunque ya me lo había dicho Irene, no la creí cuando me contó que el jefe me iba a conquistar con su mirada-.

Acojonado por la profundidad del afecto que leí en sus ojos, no puse reparo cuando acomodándose en la enorme bañera, me cogió con una sola mano y con cariño me colocó entre sus piernas. Sin esperar nada más, comenzó a darme besos en el cuello mientras presionaba con sus pechos mi espalda. Me retorcí de gusto al sentir sus caricias y ya convencido, apoyé mi cuerpo contra el suyo. Johana lentamente me enjabonó la cabeza dándome un suave masaje al cuero cabelludo. Estuve a punto de quedarme dormido por sus caricias pero, antes que lo hiciera, la mujer empezó a recorrer mi pecho con sus manos. La sensualidad sin límite que me demostró al hacerlo, hizo que dándome la vuelta, metiera uno de sus pezones en mi boca y mordisqueándolo con ligereza, empezara a mamar de su seno como si de un crío me tratara. La negra no pudo reprender un sollozo cuando sintió mis dientes contra su oscuro pecho. Envalentonado por su entrega, bajé mi mano hasta su entrepierna y separando los pliegues de su sexo, me concentré en su clítoris. Como el resto de su cuerpo, su botón era enorme y cogiéndolo entre mis dedos lo acaricié, mientras miraba como su dueña se derretía ante mi ataque. Sus gemidos se hicieron aún más patentes cuando ahondando en mis maniobras, aceleré la velocidad de los movimientos de mi mano. Temblando como un flan, la enorme mujer me confesó:
-Nunca he estado con un hombre-.
-¿Eres lesbiana?- pregunté extrañado porque no me cuadraba con la pasión que hasta entonces había demostrado.
-No, pero nunca me han hecho caso porque les doy miedo-, me respondió llorando.
-A mí, no me das miedo-, le dije dándole un beso mientras mi mano seguía torturando su sexo y señalando mi pene ya totalmente excitado le dije: -Lo ves, está deseando tomarte-.
La mujer se quedó de piedra, tras lo cual, colmándome de besos, me dio las gracias por verla como una mujer. Sabiendo que no podía fallarle, me levanté sobre el jacuzzí y le pedí que me aclarara. Johana no se hizo de rogar, de manera que en pocos segundos ya había quitado cualquier resto de jabón de mi cuerpo. Al comprobar que estaba limpio, le solté:
-Llévame a la cama-.
Johana, sin estar segura de que hacer, se quedó mirando. Comprendí que debía aclararle que quería y por eso, dije:
-Si fueras del tamaño de Akira, te llevaría en brazos hasta la cama-.
Soltando una carcajada, levantó mis ochenta y cinco kilos sin ningún tipo de esfuerzo, de forma que en pocos segundos me depositó sobre las sábanas e indecisa sobre cómo comportarse se quedó de pie, mirándome.
Aprovechando sus dudas, apoyé mi cabeza sobre la almohada y me puse a observarla. Johana estaba enfrascada en una lucha interior, el deseo le pedía tumbarse a mi lado pero el miedo al rechazo la tenía paralizada. Yo, por mi parte, usé esos instantes para evaluarla detenidamente pero sobre todo para pensar en cómo tratarla. Físicamente era impresionante, no solo era cuestión de altura ni siquiera de músculos, lo que verdaderamente me acojonaba era que la mujer de veintiocho años que tenía enfrente solo había sufrido rechazos por parte de los hombres. Si quería que ese pedazo de hembra se integrase en la extraña familia que íbamos a formar, debía de vencer sus miedos y por eso, valiéndome de su pasado militar, le pregunté:
-¿Cuál era tu rango en los Navy?-.
-Comandante-, contestó poniéndose firme.
Verla en esa posición marcial, me dio morbo porque siempre había querido tirarme a una uniformada. Retirando de mi mente la imagen de poseerla vestida con botas y correas, le ordené:
-Comandante, túmbese a mi lado-.
Al escucharme, se le iluminó el rostro porque si entendía ese lenguaje e imprimiendo una dulzura extraña en alguien tan enorme, respondió.
-Sí, señor-.
En cuanto la tuve a mi vera, la besé mientras recorría con mis manos su negra piel. Ella, al no estar acostumbrada a recibir caricias, se mantuvo quieta sin moverse como temiendo que todo fuera un sueño y que ese hombre que recorría sus pechos desapareciera al despertarse. Su pasividad me dio alas y bajando por su cuello, recogí uno de sus pezones entre mis labios mientras el otro disfrutaba de los mimos de mis dedos. Los primeros suspiros llegaron a mis oídos y ya con confianza, descendí por su torso en dirección a su sexo. Cuando estaba a punto de alcanzar mi meta, los miedos de la mujer volvieron y asustada, juntó sus rodillas. Ya sabía cómo manejarla, esa mujer necesitaba ser tratada alternando autoridad y ternura. Por eso, levantándome de su lado, le grité:
-Abra inmediatamente sus piernas-.
Adiestrada a obedecer sin rechistar, Johana separó sus piernas, de manera que, desde mi posición, pude contemplar por primera vez su coño abierto y húmedo. Si en vez de esa virgen, la mujer de mi cama hubiera sido otra, sin dudar, me hubiese lanzado como un kamikaze, pero en vez de ello, bajé hasta sus tobillos y con la lengua fui recorriendo sus pantorrillas con lentitud estudiada.
Trazando un surco de saliva sobre su piel, fui jugando con sus sensaciones.
Cuando sentía que se acaloraba en exceso, retrocedía unos centímetros y en cambio cuando percibía que se relajaba, aceleraba mi ascenso. De esa forma, todavía seguía a mitad de sus muslos, cuando advertí los primeros síntomas de su orgasmo.
-Tiene permitido tocarse-, dije al notar que la mujer luchaba contra sus prejuicios.
Liberada por mis palabras, pellizcó sus pechos y separando sus labios, me pidió permiso para masturbarse.
-Su coño es mío y le advierto que no admito discusión-.
Mi orden causó el efecto esperado y Johana, al escuchar que reclamaba la propiedad de su sexo, se retorció sobre la cama, dominada por un deseo hasta entonces desconocido para ella. Satisfecho, recorté la distancia que me separaba de su pubis. Con la respiración entrecortada y el sudor recorriendo su cuerpo, esperó a que mi lengua rozara sus labios, para correrse ruidosamente.
Acababa de ganar una escaramuza, pero tenía que vencer en esa batalla, asolando todas sus defensas y obligarla a aceptar una rendición sin condiciones, por eso, sin darle tiempo a reponerse, tomé su clítoris entre mis dientes mientras que con un dedo, recorría la entrada a su cueva. Sollozó al notar mis mordiscos y reptando por las sábanas, intentó separarse de mi boca.
-No le he dado permiso de moverse-, solté sabiendo que su huida era producto de un miedo atroz a lo que se avecinaba. Deseaba ser tomada pero le aterraba no estar a la altura y defraudarme.
Al volver a su sitio, directamente la penetré con mi lengua, jugando con su himen aún intacto y saboreando su flujo, conseguí profundizar en su deseo. Su coño ya se había convertido en un pequeño manantial y recogiendo con mi lengua su maná, lo fui bebiendo mientras ella no paraba de gemir como una loca. Su segundo orgasmo cuajó al llevar una mano hasta mi pene y hallarlo completamente erguido. El placer de la mujer fue in crescendo hasta que gritando como posesa de desparramó sobre la cama.
Sin darle tregua, me levanté y poniendo mi glande en su entrada, la miré. En su cara pude adivinar un poco de miedo y mucho deseo. Por eso sin esperar a que recapacitara y que nuevamente se echara atrás, la penetré lentamente rompiendo no solo su himen sino el último de sus complejos. Johana sollozó al sentir su virginidad perdida. En cambio a mí, me sorprendió tanto la calidez como lo estrecho de su conducto.
“Una mujer tan enorme con un coño tan pequeño”, pensé mientras dejaba que se acostumbrara a tenerlo en su interior.
Tumbándome sobre ella, mordisqueé unos de sus pezones hasta sacar de su garganta un gemido. Cuidadosamente empecé a moverme, sacando y metiendo mi extensión de su coño mientras no dejaba de mamar el néctar de sus pechos. Johana que se había mantenido a la espera, lentamente imprimió a sus caderas un ligero ritmo que se fue incrementando a la par que mis penetraciones. Poco a poco la cadencia de nuestros movimientos fue alcanzando una velocidad de crucero, momento en que decidí que forzar su entrega y levantándome sobre ella, convertí mis penetraciones en fieras cuchilladas. Ella chilló descompuesta al notarlo y estrechando mi cuerpo con sus piernas, se clavó hasta el fondo de sus entrañas mi pene erecto.
Asumiendo que no iba a durar mucho y que no tardaría en derramar mi simiente en su interior, la di la vuelta y obligándola a ponerse de rodillas, la volví a tomar pero esta vez sin contemplaciones. La nueva posición le hizo experimentar sensaciones arrinconadas largo tiempo y gritando a voces su sumisión y entrega, se corrió dejándose caer sobre las sábanas. Alargué su clímax, con una monta desenfrenada hasta que explotando de placer eyaculé rellenando su sexo con mi semen.
Agotado, me tumbé a su lado. Rendida a mis pies, sus ojos me miraron con cariño mientras me decía:
-Me dejaría matar por usted-.
Estaba a punto de besarla cuando oí un ruido en la puerta, al levantar la mirada, me encontré que Irene y Adriana estaban de pie mirándonos.
-Has perdido la apuesta. Ya te dije que Lucas haría que esta estrecha se comportara como un cervatillo-, escuché decir a mi asistente antes de salir corriendo de la habitación con su amiga.
Comprendí que esa sabionda, no solo me había preparado una encerrona sino que conociendo de antemano mi modo de actuar, se había apostado a que yo vencía los miedos de Johana. Mirando a la mujer que yacía a mi lado, cabreado, ordené :
-Abrázame durante unos minutos, me apetece sentirte, pero luego quiero que me traigas Irene. Si se niega, usa la fuerza que consideres oportuna. La quiero aquí-.
La gigantesca mujer se acurrucó posando su cabeza en mi pecho. Se la veía feliz por haber mandado a la basura, en una hora, complejos que la tuvieron subyugada durante toda su vida. Por mi parte, me debatía entre la satisfacción de saber que aunque el mundo se fuera al carajo, esa isla iba a ser un oasis a salvo de la devastación mundial y el cabreo por sentirme una marioneta en manos de Miss Cerebrito.
Habiendo descansado, me di cuenta que era tarde y como quería llegar temprano a la cena, me levanté y me empecé a vestir. Johana protestó al sentir que deshacía nuestro abrazo y remoloneando, me pidió que volviese con ella.
-Comandante, tiene órdenes que cumplir-, le recordé mientras me ponía los pantalones.
La mujer obviando que estaba desnuda, se incorporó ipso facto y saliendo por la puerta, se fue a cumplir con lo que le había mandado. Al cabo de unos minutos, escuché unos gritos provenientes del pasillo, para acto seguido, ver que Johana entraba en la habitación portando en sus hombros a una indefensa Irene. Se notaba que la rubia no estaba muy de acuerdo con el modo tan brusco con el que la negra estaba llevando a cabo su misión.
-Señor, ¿dónde deposito este fardo?-, dijo marcialmente la militar.
La propia Irene había trasladado mis pertenencias y por eso, abriendo el cajón donde en mi antiguo piso tenía mis juguetes, sacando una cuerda y un bozal, contesté:
-Hasta nueva orden es una prisionera, después de inmovilizar al sujeto, amordázalo. No me apetece oír sus gritos-.
Johana, comprendió al instante lo que quería y desgarrando su vestido, se puso a cumplir mi pedido. No teniendo más que hacer allí, me alejé mientras oía las protestas de la que se consideraba mi favorita.
 
Cap. 4.- Akira y Suchín.
Como todavía quedaba media hora para la cena, me dirigí directamente hacia el salón a servirme un copazo. Me apetecía un Whisky para celebrar que había puesto a Irene en su lugar.
“Aunque se lo merece, solo espero que Johana no sea demasiado dura con ella”, pensé sin dejar de sonreír.
Aprovechando ese momento de tranquilidad, me puse a repasar los siguientes pasos que tenía que llevar a cabo. Lo primero era verificar el plan de contingencias si al final se confirmaban los negros augurios., sin olvidarme que tendría al día siguiente que juntar a los habitantes de la isla y comunicarles la inminencia del desastre. Aunque nos habíamos cuidado y mucho que ninguno de ellos dejara atrás familia, debía mentirles respecto a cuándo nos habíamos enterado de lo que iba a ocurrir. Tenía que ser fortuito que coincidiera en el tiempo con la fundación de nuestra colonia. Supe que tarde o temprano todo se sabría, pero cuando tuvieran constancia del engaño, estarían agradecidos de haber sido salvados por nosotros.
Estaba pensando en ello, cuando escuché que se abría la puerta y al mirar quien entraba, me costó reconocer que era Akira la que se acercaba. Vestida y maquillada al estilo de sus abuelos, la mujer venía ataviada como una antigua geisha.
“A esto se refería con lo de recibirme como me merecía-, recapacité sin levantarme del sillón, “en su mentalidad, ella debía servirme y que mejor ejemplo, que vestida como una de las famosas acompañantes japonesas”.
Sabiendo de antemano lo que se esperaba de mí, sonreí cuando se arrodilló a mis pies y besando el suelo que pisaba, dijo:
-Amo, vengo a presentarme a usted. Quiero que sepa que acepto plenamente las condiciones de mi contrato y que desde ahora solo existo para servirle-.
Su aceptación era algo que conocía, por eso, fríamente, rebatí sin darle otra opción:
-Todavía no he decidido si eres digna de mí-.
La oriental, interpretando a la perfección su papel, sumisamente me preguntó qué era lo que su dueño le exigía como prueba.
-¡Cántame!-, ordené, empleando mis profundos conocimientos sobre la mentalidad nipona.
Para los habitantes del Japón, las Geishas eran ante todo damas de compañía con una extensa preparación orientada a satisfacer los requerimientos de sus clientes y el primero de ellos era que valoraban ante todo una amplia educación musical.
Akira, esbozó el inicio de una sonrisa antes de tomar aire y comenzar a entonar una dulce melodía. Subiendo el volumen de su voz, interpretó una tierna canción de amor mientras mantenía sus rodillas juntas, con la cabeza erguida y sus manos extendidas hacia arriba en honor al dueño de su destino. No me costó reconocer su postura, la muchacha había adoptado la posición de alabanza, glorificando las bondades de su superior con su canto. Su prodigiosa voz se hizo dueña de la casa y respondiendo a su llamado, Adriana y Johana se vieron forzadas a entrar en la habitación.
Al verlas, le ordené silencio y los tres, sin quererlo, nos sentimos avasallados por la emoción que emanaba de la garganta de la pequeña oriental. Ni la casquivana brasileña ni la musculosa americana pudieron constreñir su llanto al disfrutar en sus oídos ese canto ancestral y tampoco pudieron evitar aplaudir a la muchacha cuando terminó. Molesto por su demostración, les devolví una dura mirada y dirigiéndome a la intérprete, le recriminé un par de notas fuera de lugar.
Aunque las otras mujeres lo desconocían, mis palabras para Akira fueron un piropo porque, en sí, no había criticado el conjunto sino una ligerísima parte de su canción y por eso, con la reducida alegría que le estaba permitida manifestar una sumisa, me besó la mano y volviendo a su posición, esperó.
-Te has ganado el derecho a darme de comer-, le solté sin demostrar ninguna emoción, -pero todavía no te has hecho merecedora de compartir mi lecho-.
-Ya es suficiente el honor que me hace-, respondió bajando su mirada.
-Tu voz ha complacido mis oídos pero mis ojos han permanecido ciegos. ¡Baila!-.
Siguiendo los acordes sordos de una insonora canción, se levantó del suelo y sin pausa interpretó con armonía los pasos de una antigua danza de unión. No hizo falta que sonara música alguna, todos los presentes nos vimos imbuidos por su danza y siguiendo uno a uno sus sensuales movimientos nos vimos zambullidos en su actuación. Miré de reojo la reacción de mis acompañantes. Adriana seguía con la cabeza el discurrir de la nipona sobre la alfombra mientras Johana babeaba, incapaz de controlar su sensualidad recién adquirida. Yo mismo me estaba viendo afectado pero, disfrazando mi beneplácito, le dije al terminar:
-Sin negar tu armonía, me veo incapaz de valorarte aún. Te doy permiso de poner tu cabeza en mi pierna-.
Akira, asumiendo que había pasado la prueba, se arrodilló y posando su negra cabellera sobre mi muslo, suspiró encantada. Acariciándola, la dejé en segundo plano y dirigiéndome a la militar, dejé caer:
-Me imagino que has cumplido mis órdenes-.
-Señor, no tiene por qué dudarlo. Su prisionera está convenientemente inmovilizada esperando que usted llegue-, respondió con un deje de complicidad que no me pasó inadvertido.
Adriana, al enterarse de que Irene yacía atada en mi habitación, soltó una carcajada diciendo:
-¡Que se joda!. Ya era hora que alguien la pusiera en su lugar-.
-Ten cuidado-, respondí mientras metía mi mano por el escote de la mujer que tenía a mi vera, -cada una de vosotras tiene un papel en esta opereta, pero no tengas creas que vacilaré en cambiar el reparto si me provocas-.
Asustada por mis palabras, se quedó en silencio. Silencio que rompió con un gemido, la oriental al sentir que acariciaba su pezón con fuerza, momento que usé para aclararle de una vez por todas mis intenciones.
-Nuestra familia está compuesta por individuos especiales. Yo soy el nexo, Akira es la sumisa, Johana la protectora, Irene la maquiavélica y tú la divertida. Todos somos complementarios-.
-Patroncito mío, ¿y dónde deja a Suchín?-, respondió con su desparpajo tan característico.
Se me había olvidado la cuarta y reconociendo mi error, respondí:
-Ni puta idea, deja que la conozca para saber cómo catalogarla-.
-Pues eso no puede ser-, exclamó, -acompáñanos que la cena está servida-.
Levantando a la japonesita del suelo, la cogí por la cintura y de la mano de la comandante, seguimos los pasos de una Adriana que, abriendo el camino, ya ha había salido de la habitación. Al llegar al comedor, comprendí a que se refería Irene cuando me dijo que me esperaba una nueva sorpresa porque las viandas que esa noche íbamos a comer estaban cuidadosamente dispuestas sobre el cuerpo desnudo de una preciosa tailandesa.
Con un cuerpo menudo que me recordó al de Akira, en cambio su piel era morena y su cara tenía una expresión libertina que nada tenía que ver con la candidez de la otra oriental. Todo en ella era morbo.
-Espero que la cena sea digna de la vajilla-, respondí mientras me sentaba en la silla.
-No lo dude-, contestó con una carcajada la brasileña, -Esta pervertida es un hacha cocinando-.
-Veremos-, farfullé mientras cogía con mi boca un trozo de sushi de uno de los pezones de la mujer.
-Amo, permítame-, dijo Akira recogiendo un poco de arroz que se había quedado en la rosada aureola, imprimió un duro pellizco al recipiente, antes de llevarlo a mis labios.
Desde mi puesto, tenía un perfecto ángulo de visión del coño de la mujer y con morbo, aprecié que cada vez que una de mis futuras compañeras cogían un pedazo de comida se las arreglaban para ir calentando a su igual con sus caricias. La brasileña, que era la más cuca, se hizo cargo de una deliciosa gamba que estaba depositada entre los rojos labios de la cocinera, dándole a la vez un dulce beso, la mojó en la salsa de soja de su ombligo. Johana, aún inexperta en estas lides, cogió un pedazo de pollo de su escote, mientras le acariciaba la cabeza. Akira, en cambio, fue más directa y removiendo una especie de salchichón encajado en el sexo de la mujer, lo sacó y tras cortar un trozo, lo acercó a mi boca y me lo dio a probar.
-Lleva una salsa tailandesa muy especial-, soltó mientras volvía a incrustarle el sobrante nuevamente.
Al verse penetrada, las piernas de Suchín se tensaron. Sonreí al comprobar que lejos de permanecer inmutable, esa mujer se estaba excitando. Sus ojos desprendían llamaradas de deseo cada vez que una de sus compañeras recogía de su piel una pieza de la estupenda cena que ella había cocinado. Disfrutando del juego, decidí incrementar la apuesta y vaciando el resto de mi copa sobre el pecho de la mujer, ordené a mi sumisa que limpiara mi estropicio.
Akira, con una voracidad inmensa, fue absorbiendo el líquido con su boca mientras confería a su acción una lascivia creciente. La pasión de la japonesita contagió a Adriana, la cual, colocándose a un lado, cogió entre sus manos el embutido encajado en la entrepierna e incrementado la avidez de la mujer, le imprimió un rápido movimiento. Los gemidos de su víctima no se hicieron de rogar e incapaz de aguantar, gimió de placer. Viendo que Johana se mantenía al margen pero que en su gesto se adivinaba que también se estaba viendo afectada, le pregunté:
-¿No tienes hambre?-.
-Sí, pero me da vergüenza-.
Levantándome de mi asiento, cogí del brazo a la enorme mujer y llevándola a los pies de la oriental, separé a Adriana y quitando el embutido, la forcé a bajar su cabeza. Poniendo en contacto sus labios con el sexo de tailandesa, le ordené:
-Come-.
La negra probó el néctar con su lengua y al comprobar que le gustaba, ya completamente convencida, separó los pliegues de Suchín y como posesa se puso a beber de su flujo. La oriental recibió la boca de su compañera con gozo y temblando sobre la mesa, se corrió.
-Sigue hasta que desfallezca-, ordené a la comandante.
Siguiendo mis instrucciones con gran diligencia, la musculosa mujer penetró el interior de la vulva con su lengua mientras pellizcaba con sus dedos los glúteos indefensos que tenía a un lado. Adriana buscando su propio placer, se quitó las bragas y subiéndose a la mesa, puso su sexo en los labios de Suchín.
Viendo cómo se estaban desarrollando los acontecimientos y que esas dos hembras bastaban para complacer la sexualidad de la fetichista, llamando a Akira, fui a ver a la mujer que estaba atada en mi cama. La japonesa me siguió sin oponer resistencia y solo cuando estábamos a punto de entrar en mi habitación, bajando su mirada, me preguntó:
-Amo, Irene me dijo que esta noche iba a compartir lecho con ustedes dos en cuanto la desatáramos. ¿Cuál va a ser mi función?-.
-No te entiendo, ¿Cuándo te dijo eso?-.
– Hace una hora la sorprendí cenando en la cocina. Al preguntarle que hacía, Irene me contestó que usted iba a castigarla y por eso estaba comiendo algo-, me aclaró.
-¿Y que más te dijo?-.
Asustada, al darse cuenta que, con su pregunta, había descubierto a la mujer, balbuceando me contestó que mi asistente le había anticipado que esa noche, después de cenar, iba a acompañarme a liberarla.
“Será perra”, pensé. “Conoce tan bien mi forma de pensar y de actuar que para ella soy como un libro abierto”.
Meditando sobre ello, decidí no seguirle el juego y dirigiéndome a la sumisa, pregunté:
-Durante esto tres meses, me imagino que te habrá dicho alguna vez como esperaba que fuera nuestro primer encuentro-.
-Sí-, con rubor en sus mejillas, me respondió, -soñaba con que usted la tomara violentamente-.
“¡Hija de puta!, eso es lo que me apetece realmente pero ¡no es lo que voy a hacer!. Si quiere violencia, no la va a tener”, resolví.
No iba seguir su juego.
Al entrar en el cuarto, descubrí con agrado que Johana se había extralimitado. No solo la había atado sino que dando un buen uso a mis juguetes, le había incrustado un consolador en su sexo y otro en su ano.
-Desátala-, ordené a la oriental.
La muchacha se acercó a la indefensa mujer y quitándole el bozal, se puso a deshacer los nudos que la mantenían inmovilizada. Con atención, me fijé en el estupendo cuerpo de mi asistente. Siendo delgada de complexión, estaba dotada de unas curvas que harían las delicias de cualquier hombre. Lo que más me gustaba de ella eran la firmeza de sus senos y la perfección de su trasero, sin dejar de apreciar que era toda una belleza.
Una vez liberada, me senté junto a ella en la cama y acariciando su pelo, la besé mientras le decía:
-Pobrecita, debes de haber sufrido mucho. Descansa, mientras me ocupo de Akira. Ya tendremos tiempo de disfrutar uno del otro- y dirigiéndome a la oriental, le ordené que se desnudara.
De reojo, observé el desconcierto de Irene. Había supuesto que, todavía enfadado por su afrenta, la tomaría sin contemplaciones y en vez de eso, me había comportado con ternura.
Olvidándome de ella, me concentré en la sumisa que obedeciendo mis órdenes, acababa de soltarse el pelo. Su cuerpo menudo se me fue revelando lentamente. Mientras deshacía el nudo del grueso cinturón que sostenía el vestido, la japonesita mantuvo la cabeza gacha al ser incapaz de mirarnos.
-¡Levanta la cara!, quiero que seas consciente de ser observada-, ordené.
La muchacha se ruborizó al comprobar que eran dos, los pares de ojos que la examinaban. Abriendo el kimono, se lo quitó, quedando en ropa interior en mitad de la habitación. Al verla así, se me hizo agua la boca al comprobar la perfección de sus medidas. Francamente baja, la oriental estaba dotada de unos pechos de ensueño.
Sin esperar que se lo mandase, desabrochándose el sujetador, lo dejó caer al suelo. Con satisfacción observé que sus senos se mantenían firmes sin la sujeción de esa prenda y que sus rosadas aureolas se iban empequeñeciendo al contacto de mi mirada. Tampoco necesitó que le insistiera para despojarse del diminuto tanga, de manera, que permaneció completamente desnuda para ser inspeccionada.
-Acércate-.
Akira, se arrodilló y gateando llegó hasta mis pies, esperó mis órdenes.
-Quiero ver tu dentadura-.
Avergonzada por el trato que estaba recibiendo frente a su compañera, abrió su boca sin rechistar al comprender que su dueño tenía que inspeccionar la mercancía antes de dar su visto bueno.
-Limpios y perfectos-, determiné después de comprobarlo.
-Gracias amo-, le escuché decir.
-No te he dado permiso de hablar-, recriminé, -date la vuelta y muéstrame si eres digna de ser usada por detrás-.
Con una sensualidad estudiada, se giró y separando sus nalgas, me enseñó su ano. Metiendo un dedo en él, comprobé tanto su flexibilidad como su limpieza, y dándole un azote, le exigí que nos exhibiera su sexo. Satisfecha de haber superado la prueba de su trasero, se volteó y separando sus rodillas, expuso su vulva a nuestro examen. Completamente depilada, su orificio delantero parecía el de una quinceañera.
-Separa tus labios-, ordené.
Obedeciendo, usó sus dedos para mostrarme lo que le pedía. Al hacerlo, me percaté que brillaba a raíz de la humedad que brotaba de su interior. No tuve que ser ningún genio para comprender que, el rudo escrutinio, la estaba excitando.
Levantándome de la cama, fui hasta el cajón donde guardaba mis juguetes y sacando un antifaz y unas esposas, ordené a mi esclava que se incorporara. Cumpliendo lo mandado, la muchacha se puso en pie y en silencio, esperó mi llegada. Sin hablar, le tapé los ojos y llevando sus brazos a la espalda, la inmovilicé.
-Irene, ven y acaríciala-, dije dirigiéndome a mi asistente que hasta ese momento había permanecido al margen.
Con ello, buscaba un doble objetivo. Privada de la visión, los sentidos de la oriental se agudizarían y por otro, le dejaba claro a la rubia que esa noche no iba a haber violencia. Respondiendo a mi pedido, Irene se acercó y usando sus manos fue recorriendo la suave piel de su compañera, consiguiendo que de la garganta de Akira salieran los primeros suspiros.
-Improvisa-, le pedí, -que no sepa que parte de su cuerpo vas a tocar ni si vas a usar la lengua, los dientes o tus dedos-.
La mujer comprendió mis intenciones, al estar cegada, a su víctima se le incrementaría el deseo al ser incapaz de anticipar los movimientos de su contraparte y sin más dilación, fue tanteando todos y cada uno de los puntos de placer de la oriental. Con satisfacción, fui testigo de cómo le mordía los pezones, para acto seguido lamer su cuello mientras introducía un dedo en su lubricada cueva.
-Amo, ¿quiere que la fuerce a correrse?-.
-Si-, contesté y dirigiéndome a Akira, en voz baja le susurré al oído: -tienes prohibido hacerlo-.
Viendo que la rubia, arrodillándose, introducía su lengua en el sexo de la pequeña, decidí que era el momento de desnudarme. Irene buscó que su partenaire se corriera torturando su ya inhiesto clítoris. No tardé en observar que de los ojos de Akira brotaban unas gruesas lágrimas, producto de su frustración, Necesitaba alcanzar el clímax pero se lo tenía vedado. Forzando su deseo, me puse a su espalda y separando sus nalgas, tanteé con la punta de mi glande su orificio trasero. Ella no puso objeción alguna a mis caricias y creyendo que lo que deseaba era tomarla por detrás, forzó la penetración con un brusco movimiento de su trasero. Mi pene entró sin dificultad por su estrecho conducto, pero entonces sacándolo, le pregunté:
-¿Confías en mí?-.
-Sí, amo-, respondió casi llorando.
Solo quedaba confirmar su entrega ciega, por lo que acercando una silla, la puse en pie sobre el asiento, ante la atenta mirada de Irene. Comprendí que Akira estaba aterrorizada al verse en esa posición, ya que, con las manos esposadas a su espalda, si perdía el equilibrio, se golpearía contra el suelo.
-Déjate caer hacia delante-, ordené.
Durante unos instantes, la pequeña oriental se quedó petrificada porque jamás ningún amo le había exigido algo semejante. Asumiendo que si no cumplía mis órdenes, iba a fallarme, pero que si lo hacía, se iba a estrellar contra el suelo, llorando decidió obedecer y lanzándose al vacío, se temió lo peor.
Nunca llegó al suelo porque antes que su cuerpo rebotara contra el parqué, la recogí en mis brazos y besándola, le informé que había superado la prueba y que se merecía un premio. Completamente histérica, me devolvió el beso. El miedo acumulado se transmutó en deseo y como si hubiera abierto un grifo, de su sexo brotó un espeso arrollo mientras sus piernas se enlazaban con la mía.
Decidí que era el momento de cumplir con mi palabra y sentándome en la silla, la senté en mis rodillas.
-Abre las piernas-, le pedí dulcemente y cogiendo la cabeza a mi asistente, la llevé hasta su sexo.
–Tienes permiso de correrte-, le informé mientras la empalaba por detrás.
La oriental al sentir su entrada trasera violentada por mí, mientras su clítoris era lamido por Irene, gritó como posesa y presa de sus sensaciones, se corrió. Dejé que disfrutara el orgasmo sin moverme, tras lo cual, le quité las esposas y el antifaz. Ella, al sentir libertad de movimientos, cogió a mi empleada del pelo y autoritariamente, le exigió que le comiera los pechos. En cuanto sintió la boca de la mujer sobre sus pezones, reanudó sus movimientos y cabalgando sobre mi pene, buscó mi eyaculación diciendo:
-Soy suya-.
Su sumisión me dio alas y cogiéndola de la cintura, empecé a izar y a bajar su pequeño cuerpo, de manera que mi pene recorriera su interior a cada paso. Nuevamente, escuché sus gemidos, muestra clara que estaba disfrutando por lo que acelerando mis movimientos la llevé otra vez a un orgasmo que coincidió con el mío.
Agotada por el esfuerzo, se dejó caer contra mi pecho y gimoteando, comentó:
-Amo, nunca había sentido algo así. Creí morir cuando me exigió arrojarme al vacío pero se lo agradezco. Ha conseguido que comprenda que es mi dueño y que junto a usted, nada malo me pasará-.
-Esa era mi intención-, respondí y dándole un suave mordisco en el lóbulo, la levanté en mis brazos y depositándola sobre las sabanas, me tumbé a su lado.
Fue entonces cuando caí en que Irene permanecía arrodillada a los pies de la silla. Durante la media hora que llevaba en la habitación, a propósito, le había otorgado un papel secundario y era el momento de explicarle los motivos:
-Ven-, le dije haciendo un hueco en la cama. –Aunque no te lo mereces, no quiero que cojas frio-.
El rostro de mi asistente mostró la alegría de que le permitirá compartir mi lecho y como gata en celo, me abrazó restregando su cuerpo contra el mío.
-Te equivocas si crees que te voy a hacer el amor. Sigo enfadado. No creas que voy a permitir que juegues conmigo. Que sea la última vez que siento que me manipulas. Si vuelves a hacerlo, le pediré a Suchín que te busque acomodo en las pocilgas-, y forzando su boca con mi lengua, pregunté: -¿Has entendido?-.
-Sí… señor-, me respondió posando su cabeza en mi pecho mientras abrazaba con su brazo a su compañera, -No volverá a ocurrir-.
 

No me cupo duda que iba a ser imposible que cumpliera esa promesa. Su naturaleza maquiavélica la traicionaría, pero allí estaría yo para castigarla cuando lo hiciera. Pensando en ella y en las otras cuatro, me dormí sin darme cuenta, al estar convencido de que si el desastre anunciado se terminaba produciendo, al menos, a mí, ¡me encontraría preparado!.

“Cuando no tenía futuro, aparecieron ellas” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

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SINOPSIS:

Cuando su carrera en el banco estaba más estancada y su trabajo corría incluso peligro, Pablo tuvo que aceptar lo único que le propusieron, si no quería pasar a engrosar la lista del paro: ¡un puesto en el pueblo de sus padres!
Sabiendo que era un paso atrás en su profesión, dijo que sí a la propuesta de recursos humanos pensando que en Luarca no tendría que pagar alojamiento, ya que podría vivir en el casón familiar sin saber que María vivía allí.
Cuando se enteró, ya era tarde.
No la había visto desde hacía muchos años y el recuerdo que tenía era el de un bombón, que había inspirado sus sueños de adolescente. Asumiéndolo como mal menor, empaquetó sus cosas y se mudó a Asturias, donde se encontró con una mujer amargada que odiaba a los hombres tras un penoso divorcio.
Aunque en un principio chocó con ella, todo cambió cuando por casualidad descubrió su punto flaco…

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Para que podías echarle un vistazo, os anexo los TRES primeros capítulos:

1

Lo que en teoría debía de haber sido una putada de las gordas, resultó ser un golpe de suerte que cambió mi vida para siempre. Todo comenzó un día de junio en el que tuve una reunión con el jefe de recursos humanos. Habituado a considerar a los demás como números, nada más entrar a su oficina el muy cabrón me informó que, debido a la crisis, iba a haber una criba brutal en el banco y que, si no quería ir a engrosar la lista del paro, tenía que aceptar un traslado. Contra la pared, pregunté a dónde me tendría que desplazar. Luciendo la típica hipócrita sonrisa de un burócrata sin escrúpulos, contestó que había un puesto vacante en la sucursal de Luarca y que, si lo quería, sería mío.  Reconozco que respiré y aun sabiendo que eso significaba un retroceso en mi carrera, decidí aceptar porque mi madre y sus hermanos mantenían la antigua casona familiar.

            «Al menos, no tendré que pagar un alquiler», pensé. Al preguntar cuando tenía que incorporarme, ese capullo sin escrúpulos respondió con su peculiar tono de hijo de puta que el día uno, lo que me daba quince días para la mudanza.

Esa misma tarde, hablé con mi madre. La pobre se quedó triste al oírme, pero se comprometió a hablar con mis tíos para que pudiera vivir en ella. Al poco rato, me llamó y me dijo que no había problema, pero que tendría que compartir la casa con mi prima. Reconozco que al escuchar que iba a tener que vivir con ella, extrañado pregunté:

―Pero ¿María no vivía en Barcelona?

―Eso era antes― contestó: ― Se divorció hace dos años y tratando de rehacer su vida, volvió al pueblo.

Pensando en ella, caí en que hacía muchísimo que no la veía. Siendo tres años mayor que yo, los únicos recuerdos que tenía de ella eran su timidez y su tremendo culo. Era tal la perfección de sus posaderas que tanto mi primo Alberto como yo siempre habíamos fantaseado con verla desnuda, pero jamás lo conseguimos y eso que lo intentamos. Todavía me rio al recordar cuando nos pilló escondidos en su armario y enfadadísima, nos cogió de las orejas y de esa forma nos llevó a ver a nuestro abuelo. El pobre viejo al enterarse de nuestra travesura se echó a reír en un principio, pero al ver el cabreo de su nieta no tuvo más remedio que castigarnos. Desde entonces habían pasado veinte años, por lo que mi prima debía de tener ahora unos treinta y cinco años.

«Ojalá siga tan buena», rumié mientras me trataba de consolar por la guarrada de tener que enterrarme en el pueblo, «al menos tendré un monumento que admirar al llegar a casa».

Las dos semanas que quedaban para mi incorporación pasaron rápidamente y antes que me diese cuenta estaba camino de Luarca. Al llegar a la casa de los abuelos, María me estaba esperando. Al verla me llevé una desilusión, la estupenda quinceañera se había convertido en una mujer desaliñada y amargada. Con su pelo poblado de canas y vestida como una monja me recibió de manera amable pero distante. Nada en ella me recordaba a la cría que nos había vuelto locos de niños. Su cara era lo único que conservaba de su belleza infantil pero el rictus de amargura que destilaba, le hacía parecer una vieja prematura:

―Te he reservado la habitación de tus padres― dijo al verme cargado de las maletas.

Decepcionado por el cambio que había experimentado, la seguí por las escaleras. Su falda gris por debajo de las rodillas y su blusa blanca abotonada hasta el cuello me parecieron en ese momento una premonición de mis días en esa casa. Mecánicamente, me mostró el baño que podía usar y antes de darme tiempo a acomodar mis cosas, se sentó en una butaca y me expuso sus condiciones:

―Me han dicho que te vas a quedar al menos un año, por lo que creo que es conveniente dejar las cosas claras desde el principio. En esta casa se come a las dos y media y se cena a las nueve, si no vas a venir o vas a llegar tarde, hay que avisar. He abierto una cuenta en tu banco a nombre de los dos para el mantenimiento de la casa. Vamos a ir al cincuenta por ciento, por lo que tienes que depositar quinientos euros para equilibrar lo que yo he ingresado. Todos tus caprichos las pagas tú. Y al igual que las dos habitaciones del fondo son en exclusividad mías, ésta y la contigua serán las tuyas, el resto serán de uso común. ¿Te ha quedado claro?

―Por supuesto, mi sargento― respondí en broma.

Por la mirada asesina que me devolvió supe que no le había hecho gracia. La dulce cría se había vuelto una mujer huraña:

«Lo mal que debe haberle ido en su matrimonio», me dije al ver que se iba sin despedirse.

Como no tenía nada que hacer al terminar de desembalar el equipaje, decidí dar una vuelta por el pueblo. El centro de Luarca no había cambiado nada desde que era un niño. Los mismos edificios, la misma gente y sobre todo el mismo sabor a pueblo marinero que tanto me gustó esos veranos. Al ver el café Avenida, un bar al que mi abuelo solía llevarnos al salir de misa, decidí entrar y pedirme una sidra.  No llevaba diez minutos en él cuando vi llegar a un grupo de gente de mi edad montando un escándalo. Tanto los hombres como las mujeres venían con alguna copa de más, de manera que me vi marginado a una esquina de la barra.

Cabreado por tanto bullicio, decidí volver a casa. Al llegar, María me estaba esperando ya en el comedor. Por suerte no había llegado tarde y tras saludarla, me senté en la mesa. Contra todo pronóstico, mi prima resultó además de un encanto una estupenda cocinera. Todo estaba buenísimo y por eso al terminar y tratando de agradarla, le solté:

―Como me sigas cebando así, no me voy a ir de esta casa en años.

María al escucharme, se soltó a llorar. Incapaz de comprender la reacción de la mujer, traté de consolarla abrazándola. Comprendí mi error cuando, levantándose de la mesa, me soltó llena de amargura:

―Te irás como se han ido todos los hombres de mi vida.

Completamente alucinado, la vi marcharse. Una frase inocua había desatado una tormenta en su interior, recordándole el abandono de su marido. Sin saber qué hacer, cogí los platos y ya en la cocina me puse a limpiarlos:

«Amargada es poco, esta tía esta de psiquiátrico», sentencié mientras terminaba de ordenar la cocina, «lleva dos años sola y todavía no se ha hecho a la idea». Esa conclusión se cimentó aún más cuando pude escuchar sus lamentos desde mi cuarto.

 Encerrada en su habitación, mi prima dejó que su angustia la dominase y durante dos horas no dejó de lamentarse por su suerte. Sabiendo que nada podía hacer, me puse los cascos y metiéndome en la cama, busqué que el sueño me impidiera seguir siendo testigo de la desazón de la mujer que dormía a unos metros.

A la mañana siguiente, María tenía el desayuno listo cuando salí de la ducha. Sus ojos hinchados eran prueba innegable que se había pasado llorando toda la noche. Al verme, me puso un café y tras dar los buenos días, me pidió perdón:

―Disculpa por anoche, pero es que era la primera vez que cenaba con un hombre desde que me dejó mi marido.

En ese momento no me percaté que se había referido a mí como un hombre y no como su primo. Por eso, quitándole hierro al asunto, contesté:

―No te preocupes. Ya se te pasará.

―Eso jamás― gritó, fuera de sí:  ―Nunca podré olvidar la humillación que sentí cuando se fue con una más joven.

Mirando sus fachas, no me extrañó que hubiese salido huyendo. Aunque se había cambiado de ropa, seguía pareciendo una institutriz. Con una blusa almidonada y ancha, no se podía saber si esa mujer era plana o pechugona. Todo en ella enmascaraba su femineidad, la falda gruesa casi hasta los tobillos podía ser el uniforme de una congregación de monjas. Sabiendo que si le decía algo se iba a enfadar, decidí callarme y al terminar de desayunar, me despedí de ella con un beso en la mejilla.

―Nos vemos a las dos― dije mientras salía por la puerta.

Ya en la calle, me di cuenta que se había sentido incómoda por esa muestra de cariño. Soltando una carcajada resolví con mi mala leche habitual que, si eso la perturbaba, debía seguir haciéndolo. Durante el camino hacia mi nuevo puesto de trabajo, no dejé de pensar en la mala fortuna que había tenido esa mujer y que, siendo una belleza en su juventud, la experiencia de su matrimonio la había echado a perder. Ya en el banco, perdí toda la mañana conociendo a mi nuevo jefe y a los que iban a ser mis compañeros. Don Mario, el director, resultó ser un viejo entrañable que viendo su jubilación cercana apenas trabajaba y se pasaba todo el día en el bar. Acostumbrado al hijo puta de José, no llevaba dos horas en esa sucursal cuando ya había comprendido que, al exiliarme a ese remoto pueblo, me había hecho un favor.

«Aquí se vive bien».

No me di cuenta del paso de las horas, de manera que me sorprendió saber que había que cerrar el banco e irnos a comer. Al llegar a casa, descubrí a mi prima limpiando de rodillas la escalera. Lo forzado de su postura me permitió percatarme que, aunque oculto, María seguía conservando el estupendo trasero de jovencita que nos había hecho suspirar a toda la pandilla.

―No comprendo porque se tapa― exterioricé sin darme cuenta.

― ¿Has dicho algo? ― preguntó dándose la vuelta.

Me sonrojé al pensar que me había oído y haciéndome el despistado, le respondí que no.

― ¿Tendrás hambre? – dijo, poniéndose en pie, sin reparar que tenía dos botones desabrochados.

Su desliz me permitió disfrutar de su profundo canalillo entre sus pechos. El sujetador de encaje que llevaba le quedaba chico, de manera que no solo se desbordaban, sino que me dejó vislumbrar el inicio de unos pezones tan negros como apetitosos. Contra mi voluntad, me vi mordisqueándolos mientras se corría entre mis brazos. Cortado por la excitación que me produjo descubrir que esa hembra asexuada disponía de unos senos que serían la envidia de cualquier estrella del porno, le dije que me iba al baño y tras cerrar la puerta, no tuve más remedio que masturbarme pensando en ellos. Ya dominado por el deseo, me imaginé a esa estrecha entrando en el baño e implorando mis caricias, caminar a gatas a recoger su premio. Esa imagen tan deseada hacía veinte años, volvió con fuerza a mi mente y desparramando mi lujuria sobre el suelo del aseo, me corrí mientras pensaba en cómo haría para follármela.

Al salir, la mojigata de mi prima se había vuelto a cerrar la blusa y con una sonrisa en su boca, me pidió que fuésemos a comer. Una vez en la mesa, me resultó imposible dejar de mirarla buscando en ella algo que me diera pie a un acercamiento, pero tras media hora de charla comprendí que era absurdo y que esa tía era inaccesible. Como en el banco teníamos horario de verano, después del café, decidí salir a correr un poco, porque llevaba una semana sin hacer ejercicio y sentía agarrotados mis músculos.  Aprovechando que la casa estaba en las afueras del pueblo, recorrí durante dos horas los caminos de mi juventud, de manera que, al volver a la casona, estaba empapado.

Cuando entré, mi prima estaba tranquilamente sentada leyendo en el salón.  Al levantar su mirada del libro, pude descubrir que fijó sus ojos en mi camiseta que, completamente pegada por el sudor, mostraba con claridad el efecto de largas horas en el gimnasio. Sin darse cuenta, recorrió mi cuerpo contando uno a uno los músculos de mi abdomen. Cortado por su escrutinio, le dije que me iba a duchar. Ella volviendo a la novela ni siquiera me contestó. No me hizo falta, sonriendo subí por las escaleras y tras desnudarme, me duché.

«Joder con la amargada», pensé mientras me enjabonaba, «¡menudo repaso me ha dado!».

Recordando su mirada, me sequé y bastante más afectado de lo que para entonces reconocía, fui directamente a la habitación a vestirme. Acababa de terminar cuando me percaté que no había recogido la ropa sucia y que la había dejado tirada en el baño. Consciente de que si entraba mi prima y la veía en el suelo se iba a enfadar, decidí ir corriendo a recogerla.  Al llegar no estaba en el suelo. Comprendí al instante que ella la había cogido y avergonzado, bajé al lavadero a disculparme. No tuve que tocar, la puerta estaba abierta. Ni siquiera entré. Desde fuera observé como María apretándola contra su cara no dejaba de olerla mientras sus manos se perdían en el interior de su falda. No supe que pensar cuando mi querida prima, la puritana, completamente alterada por mi sudor, buscó un placer vedado torturando su sexo con sus dedos. Sus gemidos me avisaron que ya estaba terminando. Impresionado por la lujuria de sus ojos, me retiré sin hacer ruido asumiendo que si la descubría iba a sentirse humillada.

Al volver a mi cuarto, me tumbé en la cama intentando calmar la calentura que me había dominado al sorprenderla. Como por entonces no tenía pareja con la que aliviar mis necesidades, no pude dejar el tema y completamente excitado, pero sin prisas me puse a planear el acoso y derribo de esa mujer. Meditando sobre ello, supe que no podía ir de frente y que, para tener éxito, tenía que actuar con inteligencia. Desechando un ataque directo, cuando me llamó a cenar ya tenía el método por el cual esperaba tenerla en poco tiempo bebiendo de mi mano. Con todo ello en mi mente, me senté en mi silla y buscando el momento, esperé para preguntarle donde le parecía mejor que pusiera mis aparatos de gimnasia. Tras unos breves instantes, me contestó que la mejor ubicación era al lado del salón.

«Menuda zorra», pensé al percatarme que, desde el sillón donde había estado leyendo, iba a tener una visión perfecta de mí cuando me ejercitara. Satisfecho porque eso le venía de maravillas a mi plan, le dije que al día siguiente los montaría.

―Si quieres te ayudo después de cenar― contestó incapaz de contenerse.

Sabiendo que lo decía porque así desde el día siguiente iba a poder espiarme, acepté encantado. De forma que esa noche cuando me metí en la cama, la trampa estaba perfectamente instalada esperando que mi victima cayera. Y por segunda vez en el día, me masturbé pensando en María y en cómo sería tenerla en mi poder.

2

Siguiendo la hoja de ruta que me había marcado, mis siguientes días fueron una repetición de ese día. Al llegar del trabajo comía con mi prima, tras lo cual y durante dos horas me machacaba duramente en ese gimnasio improvisado bajo la atenta mirada de María. Sabiendo que ella observaba, hacía pesas sin camiseta para que poco a poco mis músculos y mi abdomen la fueron subyugando. Como si fuera una rutina de años, al terminar me secaba el sudor con el polo y dándole un casto beso me iba a duchar. Tras lo cual deliberadamente dejaba olvidada la ropa empapada en el baño. En todas y cada una de las ocasiones, al salir esta había desaparecido. Impresionado por la facilidad en que esa amargada iba cayendo en la trampa, no quise presionarla hasta que ese jueves, viendo que no paraba de mirarme, le dije:

―Porque no lees aquí y así me haces compañía.

Mi propuesta cayó como un obús en su mente. Por unos momentos dudó, pero tras pensarlo no pudo negarse y trasladó su sillón a la habitación que donde hacia ejercicio, firmando con ello su derrota. Y es que nada más entrar, dejó el libro a un lado y en silencio se dedicó a comerme con los ojos. Verla tan entregada, hizo que mi pene saliera de su letargo irguiéndose dentro de mi pantalón. María no tardó en darse cuenta de mi repentina erección, pero en vez de cortarse su cara se iluminó con la visión. Haciendo como si no me hubiese enterado, la vi morderse el labio mientras cerraba sus piernas tratando de controlar la calentura que la atenazaba. Dando un paso de gigante, esa tarde la premié con un regalo. Sabiendo que lo recogería, antes de ducharme, me masturbé eyaculando sobre mi pantalón corto.

Ya vestido estaba tan interesado en ver si mi semen había cumplido su objetivo que me acerqué sin hacer ruido al lavadero. Ni siquiera me hizo falta llegar al mismo para saber que así había sido cuando desde la cocina escuché sus gemidos. No queriendo perderme ese momento, sigilosamente la observé. No pude más que sonreír cuando la vi apoyada con el pico de la lavadora contra su culo mientras con la falda a media pierna introducía los dedos en su sexo. Sí esa imagen ya de por sí era cautivadora, más aún fue oír cómo se retorcía diciendo mi nombre mientras con su lengua recogía el semen que le había dejado. Sabiendo que debía seguir forzando su deseo paulatinamente, me retiré sonriendo.

Durante la cena, María estaba feliz. Sus ojos tenían un brillo que no me pasó desapercibido. Al mirarme desprendía un fulgor que supe interpretar. Esa mujer amargada se había despertado, convirtiéndose en una hembra hambrienta de sexo. No me quedaba duda de que caería como fruta madura ante cualquier acercamiento por mi parte, pero esa no era mi intención. Quería obligarla a dar ella el paso, a que venciendo todo tipo de resentimiento o tabú viniese a mí implorando que la tomara.  Era una carrera de medio fondo, no podía ni debía de acelerar el paso.

Casi en el postre y como quien no quiere la cosa, dejé caer que me dolía la espalda y que me urgía un masaje. Mis palabras fueron un nuevo torpedo contra su línea de flotación y gozando su próxima captura, la vi debatiéndose entre el morbo de tocarme y su aprensión a que me diese cuenta de que secretamente me deseaba. Durante unos minutos no dijo nada, pero cuando me levantaba a dejar mi taza en el fregadero, oí que me decía:

―Si quieres yo puedo hacértelo.

Disimulando, le contesté que no sabía a qué se refería. Bajando su mirada, sumisamente, María me aclaró:

―El masaje.

            ―De acuerdo. ¿Te parece que, mientras lavas los platos, me desnudé? ― contesté sin darle importancia.

Mi prima no pudo evitar dejar caer los platos que llevaba al lavavajillas al oírme. Con el estrépito de la loza rompiéndose en mis oídos, la dejé con sus miedos mientras subía a mi cuarto.  Una vez ahí, cuidadosamente fui preparando el escenario. Completamente desnudo y tapando únicamente mi trasero con la sábana, esperé tumbado boca abajo. Sus complejos la mantuvieron durante quince minutos dizque limpiando la cocina y por eso cuando entró, estaba adormilado.

― ¿Te parece que comience? ― preguntó con las mejillas coloradas.

Al escuchar que decía que sí, casi de puntillas, se puso a mi lado y embadurnándome con la crema que había traído, empezó a recorrer tímidamente mis hombros.  Mi mutismo permitió que sus manos fueron perdiendo el miedo poco a poco y tomando confianza fue bajando por mi espalda, sin parar de suspirar. Encantado con la excitación de mi prima, me mantuve con los ojos cerrados. Sus dedos apretaron mis dorsales mientras sentía como se le aflojaban las piernas. Tratando de mejorar la postura, se puso a horcajadas sobre mí con una pierna a cada lado de mi cuerpo. En lo que no reparó fue que su braga quedaba en contacto con mi piel por lo que pude comprobar que la humedad envolvía su coño. Abstraída en las sensaciones que estaba sintiendo, María ya había perdido todo reparo y furiosamente masajeaba con sus palmas mi columna.

―Más abajo― dije sin levantar mi cara de la almohada.

Se quedó petrificada al oírme. Durante unos instantes no supo reaccionar por lo que tuve que forzar su respuesta quitándome la sabana. Por primera vez, me veía completamente desnudo. Indecisa, fue tanteando mi espalda baja luchando contra su deseo. Mi falta de respuesta, la tranquilizó y echando más crema sobre mi piel, reinició el masaje.   No tuve que ser un genio para interpretar su respiración entrecortada. Mi prima estaba luchando contra su deseo y éste estaba venciendo. Cuando sentí que estaba a punto, insistí:

―Más abajo.

La mujer, obedeciéndome, acarició mi trasero con sus manos sin atreverse a incrementar la presión de sus dedos.

―Más fuerte.

Con sus defensas asoladas, se apoderó de mis nalgas. Sus palmas estrujaron mis glúteos sintiendo que su corazón se desbocaba. Absolutamente entregada, empezó a llorar cuando sus dedos recorrieron mi trasero. Al percatarme de su estado, no quise forzarla y tapándome con la sábana, le dije que había sido una gozada el masaje, pero que ya estaba relajado. Ella al oírme, comprendió que le estaba dando una salida y sin levantar su mirada, se despidió dejándome solo en la cama.

―Hasta mañana― se despidió entrando directamente en su cuarto.

No tardé en escuchar a través del pasillo, sus gemidos. María dando vía libre a sus sentimientos se estaba masturbando pensando en mí.

Satisfecho, pensé:

«Ya falta menos».

3

Al despertar, comprendí que ese fin de semana tenía que dedicarlo en exclusiva a mi prima. En el comedor María me esperaba envuelta con una bata. Sonreí al darme cuenta que debido a su lujuria esa mujer no había dormido apenas y por eso no había tenido tiempo a vestirse antes de levantarse a preparar el desayuno. Dando otra vuelta de tornillo, tanteé sus defensas con un beso en su mejilla mientras distraídamente mi mano le acariciaba el trasero. Tal y como preví, mi prima suspiró al sentir mis yemas recorriendo sus nalgas, pero no dijo nada.

«¡Qué poco queda para que me pidas que te tome!», concluí mientras sorbía el café.

La mujer, completamente absorta, no dejó de mirarme. Sus ojos seguían cada uno de mis movimientos como si estuviera hipnotizada.  Si lo hubiese querido, con un chasquido de mis dedos, esa mujer se hubiera entregado a mí, pero su sumisión debía ser plena. Aguantándome las ganas de desnudarla y tirármela ahí mismo, terminé de desayunar.

Ya me iba por la puerta cuando volviendo sobre mis pasos, puse en su regazo trescientos euros.

― ¿Y esto? ―, preguntó.

―Como dijiste, cada uno paga sus caprichos. Quiero que vayas a la peluquería y te arregles el pelo. Al salir peinada, deseo que vayas una boutique y te compres un vestido corto con la falda por encima de las rodillas. ¡Estoy cansado que vayas vestida como si fueses a un funeral! ― le dije.

María intentó protestar, pero no cedí:

―No quiero vivir con una vieja. Ya es hora que despiertes―, respondí mientras salía de la casa dejándola sola.

            Disfrutando de antemano de mi triunfo y camino de la oficina, no dejé de planificar mis siguientes pasos concibiendo nuevas formas de afianzar mi dominio sobre la pobre mujer. La propia actividad de mi trabajo evitó que siguiera comiéndome la cabeza con ella, pero, aun así, cada vez que tenía un respiro lo usé para imaginarme qué se habría comprado. Por eso, al abrir la puerta de la casa que compartía con esa mujer, estaba nervioso. Quería… ¡necesitaba comprobar si había cumplido mis órdenes!

La confirmación de su entrega llegó ataviada con un vestido tan caro como exiguo en tela. Asumiendo quizás lo mucho que me deseaba, completamente cortada, me saludó mientras con sus manos intentaba alargar el vuelo de la falda. Teñida de rubia, con un escote que quitaba la respiración y mostrando sus piernas, me preguntó que me parecía:

―Estas guapísima― contesté maravillado por la transformación.

Era increíble, la mujer amargada había desaparecido dando paso a una mujer desinhibida que destilaba sexualidad a cada paso. No solo era bella sino el sueño de todo hombre hecho realidad. Incapaz de contenerme, le pedí que diera una vuelta para verla bien. María, con sus mejillas teñidas de rojo, se exhibió ante mis ojos.

―Tienes unos pechos preciosos― dije embelesado posando mi mirada en sus enormes tentaciones. Sus pezones involuntariamente se erizaron al escuchar mi piropo y totalmente ruborizada huyó a la cocina meneando su trasero. Ya envalentonado, le solté: ―Y un culo estupendo. ¡Me encanta la forma en que lo mueves para mí!

Y es que mi querida prima había sobrepasado todas mis expectativas. Cuando empecé a seducirla no sabía el pedazo de mujer que se escondía debajo de ese disfraz. Reconociendo que lo había hecho por el morbo de tirarme al amor platónico de mi niñez, supe que ahora necesitaba poseerla por ella misma. Era tanta mi calentura que, durante la comida, no pude dejar de recrearme en sus curvas.

«Está buenísima», reconocí al sentir que mi miembro pedía lo que mi cerebro retenía. «No sé si voy a poder aguantar no saltarle encima antes de tiempo», pensé y tratando de calmarme, le pregunté cómo estaba:

―Hoy es el primer día que no he pensado en mi ex marido―, confesó con alegría: ―Tenías razón, tengo que pasar página.

            Satisfecho con su respuesta, me levanté de la mesa y subiendo las escaleras me fui a cambiar. Al entrar al gimnasio, María me esperaba sentada en su asiento. Supe que estaba excitada al comprobar que, bajo su blusa, los pezones la traicionaban. Meditando que hacer, me empecé a ejercitar bajo su atento examen. En un momento dado al mirarla vi que, bajo el vestido, la mujer se había puesto un coqueto tanga y sin cortarme le dije:

―Me encanta verte las piernas, pero más aún esas bragas rojas que llevas.

Completamente avergonzada, cerró sus piernas diciéndome que no se había dado cuenta. Entonces echando un órdago, dije:

―Abre las piernas, te he dicho que me gusta verlas.

Se quedó perpleja al oírme, pero venciendo su vergüenza fue separando sus rodillas, incapaz de mirarme. Cubriendo otra etapa de mi plan, fijé mi mirada en su entrepierna mientras mi prima se agarraba a los brazos del sillón para evitar tocarse. Que la mirase tan fijamente además de incomodarla, la estaba excitando. Su tanga se fue tiñendo de oscuro por la humedad que brotaba de su sexo. Al percatarme de que estaba empapada y de que se mordía los labios tratando de no demostrar el ardor que se le estaba acumulando entre las piernas, busqué sus límites diciendo:

―Tócate para mí.

            María me fulminó con la mirada, pero al comprobar que no cejaba en mi repaso y que iba en serio, se puso nerviosa luchando en su interior su razón contra la tensión almacenada en su sexo. Al fin venció su lujuria y con lágrimas en los ojos, metió sus dedos bajo el tanga y empezó a masturbarse. Su sometimiento era suficiente y dejando que se liberara en privado, salí de la habitación diciendo:

―Voy a ducharme, luego te llamo para que me ayudes a secarme.

Sin esperar su respuesta, la dejé rumiando su calentura. Al entrar al baño, lo primero que hice fue descargar su ración de semen sobre mi pantalón para que cuando ella viniera a mí, ya estuviera dispuesta su ración diaria sobre la tela. Tranquilamente bajo el chorro, me enjaboné mientras mi mente volaba tratando de averiguar si esa noche sería su claudicación. El sonido de la puerta abriéndose, me confirmó que mi presa se había enredado en la red que había tejido. Solo la mampara me separaba de la pobre mujer.  Ahondando en su entrega, corrí la pantalla para que me viese desnudo. Sentada en el váter y estrujando mi ropa con sus manos, devoró con la mirada mi cuerpo. Su expresión desolada no hizo más que incrementar mi lujuria e impúdicamente, me di la vuelta para que viese mi pene en su máxima expresión. Avergonzada se intentó tapar la cara con mi calzón la cara sin darse cuenta que mi semen iba a entrar en contacto con su boca.  Al sentir su sabor recorriendo sus labios, huyó del baño llevándose su regalo con ella.

No pude reprimir una carcajada al verla huir a descargar su excitación y gritando, la informé que en cinco minutos iba a terminar de ducharme y que la quería ahí. Confieso que tenía dudas de que lo hiciera y por eso me alegró comprobar mientras cerraba el grifo que María había vuelto. Al regresar, ella misma había claudicado y sin esperar a que lo hiciera, le pedí que me acercara la toalla. De pie y desnudo aguardé a que me secara. Su sofoco era total, sin poder sostener mi mirada, mi prima fue retirando el agua de mi cuerpo mientras su sexo se mojaba. Al llegar a mi pene, le quité la toalla y levantándole la cara, susurré en su oreja:

― ¿Estaba mi semen hoy tan rico como ayer?

Tras unos momentos de turbación, me respondió sollozando que sí. Buscando derribar uno de sus últimos tabús, la tranquilicé acariciándole el pelo. Ella me miró con los ojos aún poblados de lágrimas y me preguntó:

― ¿Desde cuándo lo sabes?

―Desde el primer día.

Sus piernas se doblaron y sentándose en la taza, estalló a llorar exteriorizando su vergüenza. Anudándome la toalla, la levanté y entrando al trapo, le sonsaqué si se había corrido al masturbarse.

―Sí― respondió.

Al escuchar su rendición, le dije:

―Dame tus bragas y así estaremos en paz.

Incapaz de rechazar mis pretensiones, se las quitó y esperó a ver qué iba a hacer con ellas. Nada más cogerlas, sonriendo me las llevé a la nariz. El aroma a mujer inundó mis papilas y sabiendo que ella lo necesitaba, con mi lengua saboreé su flujo. María tuvo que cerrar sus piernas para no desvelar su deseo, momento que aproveché para decirle:

―Vamos a hacer un trato: Yo, todas las tardes te haré un regalo y en compensación, tú por las mañanas deberás entregarme la ropa interior que hayas usado durante la noche.

Todavía abochornada, vio que era justo y que de esa manera éramos los dos, los que íbamos a compartir ese fetiche por lo que sonriendo me dio la mano sellando el acuerdo. Al verla irse meneando sus caderas, comprendí que podía ser cuestión de días el que ese portento de hembra acudiera a mí. Silbando mi triunfo, me vestí y poniendo su tanga en el bolsillo de mi chaqueta a modo de pañuelo, busqué a mi prima. La encontré en el salón, tarareando una canción mientras barría. Al fijarme en ella, me percaté que se la veía feliz. El saber que no solo no me había enfadado, sino que era cómplice de su fantasía, la liberó. Cuando me vio, paró de cantar y regalándome una sonrisa, me preguntó a donde iba:

―Te equivocas primita, adonde vamos― respondí cogiéndola de la mano.

Muerta de risa, me pidió unos minutos para ponerse unas bragas. Pero cogiéndola en volandas, se lo prohibí y sin que pudiera hacer nada para evitarlo, la metí en el coche.

― ¡Estás loco! ― dijo abrochándose el cinturón: ―La gente se va a dar cuenta de que no llevo nada debajo.

―No lo creo. Solo tú y yo sabremos que tu tanga está en mi solapa.

Sorprendida me miró la chaqueta porque hasta entonces no se había enterado de mi diablura y soltando una carcajada, me insultó diciendo:

―Además de cabrón, eres un pervertido.

―Sí― respondí: ―pero no te olvides que soy ¡tu pervertido!

Lejos de enfadarse, me devolvió una sonrisa mientras ponía en la radio un cd de los secretos. Por primera vez en dos años, María estaba contenta y sabiendo que no debía forzar la máquina decidí salir del pueblo y dirigirme hacia Puerto de Vega. Durante los quince minutos que nos tomó llegar a esa población, no paré de decirle lo buenísima que estaba y lo tonta que había sido enterrándose en vida. Ella sin dejar de sonreír, me miró diciendo:

―Tienes toda la razón, pero gracias a ti he salido de mi encierro.

Viendo que se ponía cursi, paré el coche y tomándola de los brazos, le dije:

―Yo estaré siempre ahí cuando me necesites, pero ahora es el momento que te liberes.

―Te tomo la palabra― contestó y cambiando de tema, me preguntó a dónde íbamos. 

Al decirle que al bar Chicote, protestó diciendo que estaba en el muelle y que de seguro iba a estar atestado.

―Por eso― respondí: ―Quiero que te sientas observada.

―Capullo.

―Zorra.

―Sí, pero no te olvides que soy tu zorra― contestó usando mis mismas palabras mientras una de sus manos acariciaba mi pierna.

Al salir del coche, sus ojos brillaban por la excitación y sin quejarse me dio la mano mientras entrabamos al local. Como había predicho, El Chicote estaba lleno por lo que tardamos unos minutos en llegar a la barra. Al preguntarle que quería, me dijo que un cubata porque necesitaba algo fuerte para pasar el trago.

― ¿Tan mal te sientes? – pregunté preocupado. 

― ¡Qué va! Lo que ocurre es que estoy empapada. Siento que todos saben que voy sin bragas y me encanta.

―Pues disfruta― murmuré en su oído pasando la mano por su trasero.

Al notar mi caricia, se pegó a mí diciendo:

― ¡No seas malo! Si me tocas, voy a terminar corriéndome y… ¡no es eso lo que quieres!

―Tienes razón, todavía no lo deseo. Querré que te corras el día que vengas a mí, de rodillas y pidiéndome que te tome. Ese día, me olvidaré que eres mi prima y te convertiré en mi mujer.

Satisfecha con mi declaración de intenciones, pegando su pubis a mi entrepierna, me susurró:

― ¿Tiene que ser de día?… ¿No puede ser de noche?

―Estoy creando un monstruo― dije mientras disimuladamente apretaba uno de sus pechos: –A este paso, te vas a convertir en una puta.

―Ya te dije, si lo hago será tu culpa y yo, tu puta.

Las siguientes dos horas fueron un combate de insinuaciones y caricias. María se lo estaba pasando en grande, retándome con la mirada mientras se exhibía ante la concurrencia. No paró de bailar ni de beber y ya un poco achispada, me pidió que nos retiráramos a casa. En el coche, le pregunté si se sentía bien, a lo que me respondió que sí, aunque un poco borracha. Fue entonces cuando me fijé que se le había subido la falda y que desde mi posición podía ver el inicio de su pubis. Mi sexo reaccionó saliendo de su modorra y solo el pantalón evitó que se irguiera por completo. Ella se dio cuenta y sonriendo me dijo si tenía algún problema.

―Yo no le respondí sino el camionero― respondí al percatarme que el conductor del tráiler que teníamos a la derecha en el semáforo estaba disfrutando de una visión aún mejor que la mía: ―O bien te bajas la falda, o te la subes para que el pobre hombre no sufra un tirón en su cuello.

Mi prima se giró a ver a quién me refería y al ver la cara del buen hombre, riendo se subió el vestido y abriéndose de piernas, le mostró lo que el tipo quería ver. No satisfecha con la cara de sorpresa, mojó uno de sus dedos en su sexo y descaradamente se lo chupó mientras le guiñaba un ojo. El camionero, tocando la bocina, agradeció a su manera el regalo recibido, pero el objeto de su lujuria se había olvidado de él y mirándome, se destornillaba de risa en su asiento.

― ¡Qué bruta estoy! ― confesó sin parar de reír.

―Por mí no te cortes, si necesitas hacerlo ― respondí enfilando la carretera.

Poniendo cara de niña buena, me dijo que no sabía a qué me refería. Comprendí al instante, que quería que yo le ordenase por lo que, prestando atención al camino, le dije:

―Quiero que te toques para mí.

No se hizo de rogar, y bajando su mano por su pecho, pellizcó sus pezones mientras bromeando no paraba de maullar. Mirándola de reojo, observé como separaba sus rodillas y abriendo sus labios, me pedía permiso con sus ojos:

― ¡Hazlo!

Mi orden desencadenó su deseo y sin prisa, pero sin pausa, recorrió los pliegues de su sexo para concentrar toda la calentura que la dominaba en su entrepierna. Atónito presté atención al modo en que se empezaba a torturar el clítoris. Era alucinante ver a esa mujer apocada restregándose sobre el asiento mientras con la otra mano se acariciaba los pechos. Los gemidos de mi prima no tardaron en acallar la canción de la radio y liberando sus miedos, se corrió sobre la tapicería.  Al terminar, pegándose su cuerpo al mío, me dio un beso mientras decía:

―Gracias, lo necesitaba.

Asumiendo mi victoria, aparqué en el jardín y abriendo su puerta, le dije:

―La señora ha llegado sana, salva y empapada a casa.

Soltó una carcajada al oír mi ocurrencia y meneando descaradamente su trasero, subió por las escaleras de la entrada principal. Al llegar al rellano, se dio la vuelta y plantándome un beso en los morros, me confesó que nunca en su vida se había sentido tan libre y que todo me lo debía a mí. No me quedó ninguna duda que mi prima buscaba con ese beso que le hiciera el amor, pero sabiendo que necesitaba su entrega total, dándole un cachete en su culo desnudo le dije que era hora de irnos a dormir. Poniendo un puchero, se dio la vuelta y sin despedirse se fue a su cuarto…

Relato erótico: “Dos muchachitas en situaciones de infortunio” (POR PERVERSO)

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DOS MUCHACHITAS EN SITUACIONES DE INFORTUNIO

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En la residencia Fuentes un día después de los anteriores hechos……………

En la dicha mansión una vanidosa chiquilla se arreglaba para asistir a la escuela, una universidad particular a la cual asistían los hijos de las familias más acaudaladas de la zona y ciudades circunvecinas y en donde el uso de un uniforme escolar no era obligatorio así que tanto jóvenes como señoritas aprovechaban para sacar a lucir sus mejores y más caros atuendos procedentes de las más reconocidas tiendas departamentales.

La apetecible nena encendía su televisión con la finalidad de encontrar un canal con algo de entretenimiento para distraerse, cambiaba y cambiaba constantemente pasando por uno en donde un noticiero informaban sobre un supuesto asalto a un motel ubicado a orillas de la ciudad, la muchachita no prestó atención a lo que se decía y siguió cambiando de canal hasta encontrar lo que buscaba.

La jovencita, de cuerpo curvilíneamente formado a base de gimnasio, aerobics y bajo una estricta y demandante dieta supervisada por su propia madre, adornaba su excelsa figura con una delgada blusa blanca de esas que se amarran de la parte de atrás y que por enfrente solo sobresalen dos tiras de telas las cuales apenas y alcanzaban a tapar sus mayúsculos pechos tan grandes que uno solo era capaz de abastecer a una mano masculina, la jovencita no llevaba sostén por lo que parte de sus melones podía ser apreciada sin dificultad alguna por ambos laterales y como era de esperarse ante el menor movimiento presentaban un bamboleantemente infartante movimiento capaz de hacer desatender a los varones de cualquier tarea que en ese preciso momento estuviesen realizando.

Con esta misma prenda la chiquilla dejaba en claro su gusto por lucir su bien formado y femeninamente marcado vientre sin el más minúsculo rastro de grasa ni piel de naranja, exhibiendo esa hipnotizante curva que se forma solo en las estilizadas cinturas femeninas y que cada vez se va ampliando más hacia abajo para formar las tremendas caderas de hembra en perfecto desarrollo.

La adinerada chiquilla se colocaba un calzón muy sexy que se ajustaba perfecto a su orgulloso trasero y a ese depilado tesoro que la nena resguardaba entre sus muslos y en esas semidesnudas condiciones buscaba y se agachaba sin cuidado alguno (pues sabía que nadie la veía) tratando de encontrar los complementos perfectos para su insinuante vestuario sin imaginarse el tremendo culo de diosa que se le formaba, las tremendas nalgas lucían a simple vista duritas y suavecitas pudiendo provocar un daño craneoencefálico a aquel que tuviera la dicha de verla en esas precarias condiciones ya que su tremendo culo solo hacía ver aún más breve de lo que ya era su estrecha cintura, la nena a pesar de no estar acostumbrada a usar en la calle ropas tan insinuantes pues sabia de lo plebeyos que podían resultar los hombres que conformaban el fáunico ambiente allá fuera lo hacia esta vez no solo porque quisiera verse ese día más llamativa de lo que ya era.

La razón era que esta chiquilla había quedado junto a algunos amigos incluidos su novio, un joven y apuesto galán con un físico atlético que atraía las miradas de casi todas las féminas del instituto, de ir a un recién inaugurado antro según muy fino y sin restricciones y querían comprobar lo dicho, para esto la nena ya había pedido permiso a sus padres siendo concedido por estos (para sorpresa de ella) y fiel a su vanidad quería verse muy llamativa, sus padres habían cedido al permiso pues consideraban al novio de su hija Dulce Lissette como un muchacho serio y responsable, pero sobre todo con un futuro próspero y asegurado por venir de buena familia sin imaginar que este muchacho como muchos de estos jovencitos que no cuentan con una supervisión paternal adecuada había comenzado en secreto a consumir drogas, cosa que su adorada novia ya sabía pero no se atrevía a contar ni a sus padres ni a los de él, lo que si es que esta condición ya había causado algunos problemas en la joven pareja de enamorados, a pesar de ser algo libertina la muchachita Dulce aun no contraía este mal visto hábito.

La recién bañada y semivestida chiquilla se terminaba de retocar por demás meticulosa, pintaba sus uñas cuidadosamente, planchaba su dorado cabello hasta que no se sintiera que este fuera casi de seda, un poco de rímel alrededor de los ojos y un combinado juego de sombras dándole más vista a sus modestos ojos azules, no había necesidad de usar pestañas postizas para resaltarlas ya que hasta en eso esta nena era perfecta, con esa brocha que utilizan las mujeres colocaba maquillaje en toda la superficie de su rostro para que este no brillara en ningún momento, perfumaba su cuerpo con las esencias más caras y deliciosas que su padre le pudo haber conseguido, todo debía de ser perfecto ese día como cualquier día en que salía a divertirse sin la presencia de sus padres, observaba en un espejo su por demás bello rostro heredado de su hermosa madre (ahora modelo retirada pero quien veía en su hija su viva imagen), Dulce era una copia exacta de cuando su madre tenía esa edad y ese cuerpo que por mucho tiempo exhibió orgullosa en las pasarelas (lugar donde conquistó al viejo de Gustavo).

De hecho la muchachita tenía dos años que se dedicaba al modelaje, no al modelaje profesional pues solo participaba como edecán en eventos de alcurnia en las empresas donde su padre, pero ya su mamá aun con contactos en este glamoroso mundo había estado forjando los cimientos de lo que sería el inicio formal de la carrera de su hija, además de que en dichos eventos la jovencita había logrado acaparar las miradas de los viejos empresarios interesados en disponer del “talento” de tan jugosa chiquilla y de igual modo interesados en patrocinar la despegante carrera de tan hermosa promesa.

Pero toda esta perfección física y todo este mundo novelesco, todo este encantador rostro y sugerente cuerpo pertenecían a una nena por demás altanera y berrinchuda. La jovencita Fuentes siempre, desde pequeña, fue una niña presumida, siempre por lo general grosera con la servidumbre a disposición de su familia, incapaz de valorar el trabajo de los demás, despreciar o criticar a las personas solo porque estas no tenían los mismos lujos y oportunidades para salir adelante, negándose rotundamente a considerarlos como semejantes, todo esto alentada por su padre quien desde pequeña le dejó bien en claro que ellos pertenecían a una estirpe superior, su madre si bien no enseñaba ese tipo de cosas a la chiquilla tampoco le importaba inculcarle valores como el respeto, era una mujer que aún no reconocía sus responsabilidades como madre aun cuando su nena ya contaba con recién cumplidos 19 añitos.

En materia sexual la joven Dulce no era muy activa, no había tenido muchos encuentros amorosos con su novio (único en su vida) debido que al pertenecer a tan reconocida y pudiente familia la cual siempre estaba presente en las más selectas reuniones y exquisitas congregaciones no dejaban tiempo suficiente para que la nena saliera muy seguido a distraerse como una jovencita de su edad lo demanda, su vida se limitaba a aburridos simposios de familias honorables las cuales se reunían para discutir el porqué de sus logros y el cómo hacerse más ricos, a los cultos llegaban personalidades tan reconocidas como miembros de la política en servicio al pueblo o jubilados, importantes accionistas o algún inversionista extranjero interesado.

La nena además de estudiar en tan distinguida institución también contaba con maestros particulares que ocupaban más tiempo que bien podría ella utilizar para dedicar a alguna actividad propia de su juventud, incluso también sus padres pareciera que querían convertir a la nena en una especie de máquina traductora pues pagaban exageradas cantidades de dinero a maestros idiomáticos quienes atareaban a la niña con extenuantes clases principalmente de inglés, alemán, italiano y la siempre favorita de ella, el francés.

Todo esto no dejaba mucho tiempo a la joven pareja para entretenerse en cuestiones amorosas, limitándose a solo besos, abrazos y apapachos con su prometido, en alguna ocasión el joven macho tuvo la oportunidad de llegar hasta el coito pero debido a las prisas y a su inexperiencia en estos campos, a su duda si con su arma podría lastimar a su doncella, al estrés que le brindaban sus desgastantes estudios y su participación directa en los negocios de su (de él) padre ni siquiera recuerda bien si llegó a desvirgar a su novia como se debe, cosa que después de una serie de complicados acontecimientos y mitos machistas llevaron a una casi desintegración de la pareja, en estos momentos buscando la reconciliación.

La nena una vez terminada de vestirse, habiendo escogido una minifalda compuesta aparentemente por lentejuelas rosas que le daban un aspecto brilloso, bajó para despedirse de su madre quien se encontraba en la sala tomando un café y pensando en cual sería ahora la excusa que su esposo le daría por no haber llegado a dormir la noche anterior, no era la primera vez que el viejo no llegaba a dormir pero esta vez la joven esposa se notaba seria y enojada.

-mamá ya me voy- bajaba la chiquilla con ese atuendo muy llamativo, esto no era molesto para su madre ya que se veía en su hija recordando sus buenos tiempos, no es que la señora Fuentes fuera un cuerpo ya en decadencia, a sus 40 años (ella inició en el modelaje muy joven, después de tener a Dulce no abandonó las pasarelas) lucia lo suficientemente joven y bella como para dar la impresión de ser una hembra de 30, y eso hablando de una treintañera de muy buen ver, aparentando de esta manera que el viejo Gustavo le llevaba más de los veintitantos años de los que en realidad era mayor que ella.

-hija que crees, tu padre otra vez no llegó a dormir anoche- decía la voluptuosa señora.

-umm, lo anormal sería que hubiera venido a dormir- respondía la nena al tiempo que veía como su madre al parecer tenía un compromiso pues estaba vestida para una situación elegante, la nena tomaba una postura insinuantemente coqueta, posturas que le salían naturalmente y solo resaltaban lo mejor de su anatomía.

-lo llamé pero nunca contestó, debió de haberse ido de fiesta con sus amigos- Mónica (la señora de la casa) sabía muy bien los gustos de su esposo, conocía de sus mentiras e infidelidades pero se mantenía en silencio para evitar un escándalo mayor.

Este tipo de familias suelen ser objeto de observación por parte de algunos metiches quienes se valen de eso para sacar algo de provecho o simplemente para vender alguna noticia que interese a los medios, además de las repercusiones que esto tendría y los desprestigios que se generarían en el seno de la familia Fuentes, que si bien todas las demás familias tenían cola que les pisaran en este tema solo esperaban a que una cayera para demostrar su hipócrita repudio ante tales situaciones, de por si Mónica no se casó con el viejo por amor, y si en algún momento le faltara amor y el viejo no se encontrara para proporcionárselo no hacía falta quien quisiera darle un poco de cariño.

-umm, sí que ha de ver estado buena la fiesta como para no llegar a dormir- decía la chiquilla en forma de sarcasmo, pues ya intuía en donde posiblemente se encontraba su respetable padre al tiempo que recargaba sus manos en un sillón y femeninamente sacaba más el tremendo culo que poseía, su faldita se subía a niveles infernales ya que se detenía a escasos centímetros de enseñar el nacimiento de sus carnosas nalgas, considerando que sus elevadas zapatillas también aportaban a la causa.

-sabes que hija?, hoy voy a ir a visitar a tu abuela y posiblemente no llegue a dormir, ¿si tu padre puede porque yo no?, ¿tengo entendido que vas a salir con tus amigos después de la escuela verdad?- dijo la señora.

-si mamá, acuérdate que voy a ir con mis amigas al antro, llegaré tarde- respondía la nena.

-ok, bueno hija me voy, cualquier cosa molesta a tu padre quieres- decía esto la señora saliendo por la puerta principal dejando a su hija en la sala esperando a su novio quien pasaría por ella.

 ——————————-

En un pequeño cuarto ubicado justo detrás de una cantina una discrepante pareja dormía plácidamente, ambos cuerpos desnudos y sudorosos se recuperaban después de una ardua noche de pasión en donde a base de gritos e insultos la pareja demostró su amor mutuamente, de esos dos el que más llamaba la atención era un tremendo cuerpo femenino que había quedado prácticamente desecho, un gigantesco gordo era el primero en despertarse para contemplar la visión de una verdadera belleza cuya melena castaña yacía revoloteada por todo su hermoso rostro, sus párpados aún se cubrían con ese juego de sombras con la cual fue maquillada la noche anterior, de igual manera sus labios aún se cubrían, aunque en menor medida, de ese atractivo color rojo que utilizó para adornarlos y reforzarlos como arma de seducción, dichos labios se veían extremadamente jugosos y muy carnosos, dignos de tener una verga entre ellos.

El gordo escuchó como la nena prolongaba una de sus respiraciones y emitía una especie de suspiro ronroneante al tiempo que ella misma cambiaba de posición y dormida acurrucaba su curvilíneo cuerpo aún más cerca del gordo mientras uno de sus bracitos se aferraba a la voluminosa bola de cebo de Pancho, quedando abrazada de este pelmazo.

El troglodita veía ese blanco y femenino bracito descansar arriba de su morena y grotesca panza completamente peluda y grasienta, dejándolo nuevamente empalmado con esa impactante visión de hembra desnuda y recién cogida contrastando tonos de pieles y apariencias anatómicas, aunque la barriga del porcino le imposibilitaba que pudiera verse su verga en esa posición, podía sentir el poderío de esta manifestándose en sus máximas prolongaciones, repegada a su cuerpo de lo rígida que se encontraba, todavía a partir de fuerza en su pelvis jugaba a moverla escuchándose el sonido de esta cuando caía y chocaba contra su grasoso vientre bajo sobrepoblado de pelos.

-Panchoo, Panchoo- alguien tocaba la puerta, el viejo escuchó y con toda la lentitud que lo caracterizaba se levantó buscando sus sucios pantalones dejando a la desnuda chiquilla aun dormida tendida en la cama para dirigirse a ver quién lo llamaba.

-que vergas quieres pendejo, no ves que estoy descansando- se trataba de su compañero Lucio quien venía a buscar al cetácico.

El otro bribón asomaba por la puerta su horrendo rostro de descendencia equina alcanzando a observar la acostada silueta de Margarita, quien aun semitapada la sábana no podía disimularle el tremendo culo que se gastaba esta otra chiquilla recién conocida por él, su mente no lograba razonar como este viejo gordo de Pancho tenia o pudo haber tenido la suerte de toparse con una jovencita de ese calibre y más encima de todo verla dormida y desnuda y a él todo sudado y apestoso a sexo y comprender como es que una nena tan hermosa como esa pudo haber tenido sexo con ese viejo tan repugnante, sin embargo el pensar las posibles cochinadas que este par pudo haber hecho en la intimidad no hacía más que pararle la verga a todo lo que esta daba y mantener viva la llama de la esperanza de poder lograr algo con esa hermosura, ya que si se acostaba con Pancho que estaba viejo y obeso lo más seguro es que también podría acostarse con él, eso es lo que pensaba este otro vejete considerándose no tan gordo ni viejo como el primero.

Y es que el deforme cuerpo de Pancho aún se impregnaba por los jugos vaginales que de la nena se escaparon como manguera y cuyo olor llegaba a las narices de este otro viejo despertándole una ganas tremendas por meterse ahí mismo y cogérsela hasta caer prácticamente muerto, del cuarto un reconocible y muy penetrante olor a sexo se escapaba por entre la puerta y la nena dormida boca abajo dejaba ver lo despeinada que se encontraba corroborando las posibles porquerías que se pudieron llevar a cabo en tan desgastante noche pasional, lo que indicaba que había tenido una noche muy agitada.

El verla toda despeinada y destrozada no causaba más que acrecentarle su morbo a este extraño hombrecillo, digo extraño por su formación corporal que más tarde relataré más a detalle, era un estímulo extra verla ahí acostadita recién cogida, admirar su perfección y justificar que el tipo de hembras como Margarita nacieron exactamente para lo que seguro Pancho le hizo, darle verga hasta por las orejas, hablando de Pancho este se empezaba a molestar al ver como Lucio, con su vista clavada en la chiquilla, comenzara a babear aparentemente solo por la calorosa visión y a reír de forma retorcida.

-y vienes a decirme algo o vienes a hacerte chaquetas mentales con mi vieja??- dijo Pancho quien veía enojado como Lucio no le quitaba sus lujuriosos y lagañudos ojos de encima a su atractiva hembra quien volvía a acomodarse ahora de lado adquiriendo una posición fetal lo que hacía marcar poderosamente sus caderas las cuales sobresalían más que notoriamente por sobre su cintura, además de exhibir aún más descarada la tremenda redondez de su provocativo culo.

-eehh…………………  jejejejeje……………… este……………… Felipe, te quiere ver- dijo Lucio quien en verdad estaba hipnotizado con la visión, hubiera pagado a Pancho para que este solo lo dejara ver como la nena dormía y masturbarse ahí al lado de esa pletórica ninfa sacada de alguna novela élfica, el gordo supuso que Lucio al parecer no traía ningún otro mensaje además de que ya casi atravesaba por él mismo la puerta así que se dignó a retirarlo.

-dile que en un momento voy- el oso volvía a meterse a su cuarto cerrando la puerta y dejando a Lucio con ganas de ver más, Lucio estaba atravesando por una crisis sexual, tenía algo de tiempo que no cogía y sus huevos reventaban en leche, estaba tan feo el pobre que ni siquiera las putas todas gordas y viejas aceptaban echarse un palo con él, aun ni pagándoles, este viejo solo tenía sexo violando a alguna pobre alma desamparada y hacía meses que no había tenido mucha suerte, y el ver a Margarita en semejante estado solo lo perturbaba aún más recriminando su maldita suerte.

Pero el chaparro viejo no se desanimaba y creía fervientemente que el día de su próxima cogida estaba cerca, y que esta afortunada señorita debía de ser nada menos que la voluptuosa Margarita.

“esa pinche vieja esta rebuena, me la tengo que coger si o si, me vale verga que el puto Pancho me corte los huevos, vale verga que sea una vil puta que se deje coger por dinero, esa hembra lo vale, es más, con el dinero que me den por mi participación en el secuestro me la trabo y me desaparezco jejejejeje” decía para sus adentros el empalmado Lucio ya masajeándose su verga de forma descarada por encima de su pantalón como si esta le picara, solo quedaba desearle a Margarita que saliera ilesa ante las depravadas intenciones de Lucio o de cualquier otro viejo que parece solo pensaban en cogérsela nada más con verla.

El delincuente de Pancho salía para reunirse con Felipe en su oficina.

———————–

Mar se despertaba después de la desgastante cogida que el viejo Pancho le había pegado la noche anterior, toda adolorida de su rico cuerpo (principalmente de su pelvis) abría sus hermosos ojitos un poco rojos por efecto del alcohol, era tarde, casi las diez de la mañana, había dormido unas seis horas que en nada le habían ayudado, su cuerpo literalmente molido se revolvía tratando de incorporarse, podía sentir el colchón de la cama donde descansaba aun húmedo por toda clase de fluidos corporales tanto de ella como del gordo así como una esencia pegajosa y olorosa cubriendo toda su sensual anatomía, su vagina estaba muy apestosa a lubricantes y verga sucia así como unos cuantos vellos púbicos del viejo yacían pegados a sus labios vaginales, además sentía en su boca un raro sabor, su cabeza le dolía como respuesta después de haber ingerido alcohol toda la noche.

Después de expresar un profundo bostezo la jovencita se dio cuenta de su completa desnudez, así que con toda la femineidad que caracterizaba cada uno de sus movimientos se enrolló con la sucia sábana para cubrir su esbelto cuerpo, con una de sus manos llevó un extremo de la sabana para tapar sus apetecibles senos y con otro delicado movimiento logró cubrir sus prominentes caderas junto a su formidable trasero, buscó con su verde mirada al viejo pero este no estaba, nuevamente la había dejado encerrada, buscó su vestido negro pero al igual que el blanco estaba hecho un harapo.

Aprovechó el momento de soledad para darse un baño, se sentía asquerosa, ultrajada y no pudo evitar llorar mientras el agua de la regadera limpiaba su imponente cuerpo, con sus delicadas manitas refregaba su cuerpo y golpeaba su cabeza en la pared por haber sido tan estúpida y haberse dejado nuevamente coger por el desagradable y ruin villano “como pude ser tan estúpida”, decía la tremenda y encuerada chiquilla con el agua de la regadera resbalando por sus potentes nalgas.

A pesar de haber estado borracha la jovencita aun recordaba parte de la fogosa escena, y por supuesto recordaba algunas de las frases con las que ella misma alentaba a su grasiento compañero de cama a darle más, “yo no quise decir eso” decía la desconsolada chiquilla en una forma de autojustificarse por lo que había acontecido horas atrás mientras las ganas de llorar parecían derrumbarla.

Sin embargo, así como recordaba todas estas frases también recordó haber sentido ¿una especie de atracción hacia tal sujeto?, recordó las sensaciones tan placenteras que este le proporcionaba mamándole y masturbándole la panocha, cada orgasmo recibido y nunca antes sentido que la llevaron hasta la locura, a experimentar convulsiones y a chorrearse de una forma nunca antes disfrutada por ella, lo llena que se sentía al tener esa vergota dentro y como ella reaccionaba moviéndose ondulatoriamente secundándolo hasta el grado de rendirse ante un viejo que sin duda en otras condiciones vomitaría con solo imaginárselo penetrándola.

Si bien recordaba todo esto ella se negaba a reconocerlo, pero su sexo la hizo entrar más en confusión o le hizo ver lo inevitable, mientras recordaba todo esto ella se humedecía, se llevó su mano a su concha solo para ver como esta estaba mojada, muy mojada, y pensando en la posibilidad de que nada de esta excitación era cierto y solo se trataba del agua que caía de la regadera en una desesperada opción por constatar lo dicho por ella se talló su panocha y se llevó su mano a su nariz para comprobar como efectivamente lo que le escurría era lubricante vaginal.

-estoy mojada- dijo la nena sin creer hasta donde podía llegar su cuerpo, estaba nerviosa corroborando como su cuerpo se estaba excitando con solo pensar como el viejo le hacia el amor.

Intentó calmarse, quizás si pensaba en otras cosas su calentura desaparecería pero no pudo, las imágenes de Pancho arremetiéndola mientras sonreía victorioso se aclaraban casi al realismo y no hacían más que mojarla más, para colmo sus pezones se empezaron a erizar como púas así que llevándose un dedo a su boquita pensó.

“quizás solo sea una reacción normal por haber tenido sexo hace rato, quizás si me…. (la nena se abochornaba de su carita)rasco un poquito se me pase” dijo Mar cruzando sus piernas, colocando una por delante de la otra y comenzando con un delicado y muy femenino movimiento de fricción de sus muslos sobre su escurrida panochita.

Muy pronto Margarita comprendió que así nunca iba a lograr su propósito, así que separando un poco sus piernas y volteando a todos lados como si se sintiera observada por millones de ojos comenzó a llevar su manita cada vez más abajo, dejaba ver que no lo hacía muy decidida pues su manita avanzaba unos cuantos centímetros para retroceder otros pocos llegándose a quedar estancada haciendo un círculo sobre su ombligo mientras con su otra mano peinaba a mas no poder su cabello.

Al fin se decidió y con toda la pena del mundo comenzó a deslizar sus dedos muy levemente mientras su vista se dirigía a cualquier parte, como si le diera pena lo que estaba haciendo pero era más que nada la incomodidad de estarse tocando en una casa distinta a la suya, pero al parecer esto se le olvidó cuando muy sonrojada ya deslizaba uno de sus deditos por toda le extensión de su húmeda zanja.

“¿pero que estoy haciendo?” decía la nena ya una vez que su dedo se enterraba en tan gloriosa y deseada fuente de su mujeril néctar capaz de asosiegar a las bestias más salvajes sin embargo no paró ahí, a pesar de todo estaba sintiendo tan rico así que sin preocupación alguna ahora se dedicaba a masajearse la concha como lo dictan los cánones, la nena aún se encontraba en el baño, por un momento pensó en irse a tirar a la cama y abrirse de patas para seguirse tocando pero allá no podría alertar de la presencia del gordo en caso de que este entrara sino hasta que ya lo tuviera enfrente por lo que decidió continuar y terminar su labor adentro de ese descuidado baño todo sucio y con limo creciendo bajo las paredes.

La nena acomodó su cuerpo recargando su esbelta espalda en una de las dichas paredes, la que vio más limpia de esa verde esencia natural, manteniendo su cuerpo ligeramente angulado, comenzó a realizar los movimientos masturbatorios que ella ya conocía, primero con una mano pero después se fue incorporando la otra, ante sus vanos impedimentos comenzó a emitir cada vez más reconocibles y alargados gemidos a tal punto que estos en cuestión de minutos ya resonaban con todo y eco dentro de ese cuartito.

Fue aquí donde su mente volvió a ser asaltada por las deformes muecas de gozo que expresaba el porcino cada que tenía el placer de someterla, la conchita de Mar reaccionaba ante tales desequilibrados eventos y se escurría como pocas veces lo había hecho, los ríos de jugos recorrían buena parte de sus muslos bañando todo lo que encontraban a su paso, llegando hasta sus rodillas, algunos cayendo en forma de gotas a partir de ahí, otros bajando hasta sus carnosas pantorrillas femeninamente porporcionadas, y es que Mar no se daba tregua metiéndose ahora dos dedos, penetrándose como si de una verga se trataran, quizás la nena lo que quería era que una caliente y pulsante verga estuviera en esos momentos ocupando el lugar de sus delgados deditos y precisamente eran estos retorcidos pensamientos los que estaban haciendo que Mar no dejara de escurrirse.

Mar abrió por un momento sus ojitos, le pareció escuchar algo pero al comprobar que era un clavo lo que se cayó volvió a cerrarlos y siguió en lo suyo, sacó su jugosa lengua que recorría sus apetecibles labios mientras ahora movía su mano en forma de círculo justo arriba de su clítoris para continuar ahora con ligeras pero sonoras palpadas que daba sobre su colorada conchita, si bien la noche anterior aclaró al viejo no ser una puta en estos momentos se estaba comportando como una, su carita de pequeña viciosa salida era prueba de ello.

La mente de Mar siguió siendo atacada por horrendas imágenes cada vez más lúgubres y asquerosas, pero que asco era lo último que a esta nena le causaban, ella se imaginaba ahora en tales momentos y completamente poseída por una insana calentura comenzó a realizar movimientos copulatorios sin importar que en estos minutos careciera de pareja, pero en su mente imaginaba que la presencia del gordo estaba con ella acompañándola en dichos ajetreos, por un momento llegó a sentir, como si esto fuera cierto, la verga del gordo abriéndose paso por su reducido y cuidado conducto, sintiendo como el pesado cuerpo del hombre que la cogía la aplastaba hasta hacerla pegar su cuerpo a la pared, incluso llegó a pronunciar el nombre de tan despreciable ser que hasta hace poco la había secuestrado a ella y a su querido padre, la sencilla jovencita estaba imaginándose el ser cogida nuevamente por quizás la persona más repugnante para ella en estos momentos.

-Don Panchooo!!- dijo la nena en voz alta y sin recriminarse por eso siguió dándose ella misma hasta que su cuerpo comenzó a sentir las contracciones orgásmicas a las que estaba a punto de sucumbir.

Por nada del mundo paraba, estaba caliente, completamente en estado de celo y deseosa por terminar con tan gratificante tarea que estaba realizando debido a una repentina aparición periódica que liberaba hasta los niveles más insanos su sexualidad más mórbida.

El orgasmo que vendría sería terrible, casi al grado de doblarle las piernas haciéndola caer, por eso esa obsesión de terminarse ahí mismo, estaba en eso, su panochita ya empezaba a dejar descargar las primeras gotas de tan anhelado elixir pero justo cuando estaba por vaciarse un ruido en la cerradura de la puerta se escuchó, era el viejo quien había regresado.

El viejo, que traía cara de perro debido una fuerte discusión con Felipe, entraba asomándose como primera instancia hacia esa desgastada cama y al no ver a su hembra en ella solo atinó a gritar

-¿en dónde estás hija de tu puta madre?!!!!!!- pensó por un momento que su bella rehén se había escapado.

En milésimas de segundos Margarita reaccionó acomodando su cuerpo y apretando sus manos en contra de su sexo, queriendo impedir a toda costa que su orgasmo saliera y de este modo evitar también sus escandalosos gemidos que saldrían de su boca, alcanzó a gemir pero casi en silencio así que tratando de recomponer su voz habló, no muy audible pero si lo suficientemente entendible.

-ahhh, ahhhaaquie estoy, en el baño, no entre por favor- el gordo quien ya casi se estaba dando la vuelta para salir a buscarla a la calle sintió como su cuerpo inmediatamente dejaba de sudar.

La nena volteó para todos lados y afortunadamente para ella una vieja camisa colgaba de otro clavo así que sin pensarlo mucho la tomó para cubrir su cuerpo y no exponer sus desnudas carnes ante las pervertidas miradas de Pancho, pero el viejo no traía intención de acoplarse en estos momentos, estaba muy emocionado pues ya le habían dado el pitazo de que la hija de Gustavo estaría en un evento social sin supervisión de sus padres, ¿Cómo se enteró?, quien sabe, pero al parecer la explicación más lógica seria que los tantos muchachitos que trabajaban o tenían contacto con el gordo y podían mezclarse con tan distinguidos y adinerado personajes o que mantenían una constante vigilancia de estos a partir de lo que publicaban en sus redes sociales, posiblemente habían visto el estado o biografía del Face de tan despampanante chiquilla donde hacia descripción con lujo de detalle del lugar que se encontraría a tal hora del día, el día de la reunión y con cada una de las personas que la acompañarían, cada una (o) respectivamente etiquetada (o).

Así que el contento viejo se vestía, aunque aún no era la hora pronosticada para tales eventos quería verificar por el mismo de la misma boca de sus jóvenes secuaces si lo que decían era verdad, él no le entendía mucho a eso de las redes sociales, era como un cavernícola en los tiempos actuales pero quería que le explicaran más a detalle cómo se enteraron de eso, estos muchachos seguían a detalle cada movimiento de la jovencita Fuentes, estaba claro que por su hermosura y sus ganas de tenerla desnuda en la cama, pero sabían que Pancho estaba por mucho, niveles arriba de ellos, era como el macho alfa de una manada de leones cuyo propósito se remonta únicamente a fertilizar a las jóvenes leonas para así perpetuar la especie hasta que llegue otro miembro de la plantilla y lo destrone de su puesto.

-a dónde va?- dijo Mar pues veía al viejo metiéndose a su bolsillo la llave de su coche así como guardándose una pistola dentro de sus pantalones, justo a la altura de sus partes.

-que te importa pendeja,- respondió el viejo con su tenebrosa voz.

-usted me dijo que cumpliría su promesa, maldito viejo mentiroso- dijo Mar pensando que el viejo se dirigía a despacharse a su papacito y tímidamente se acercaba al viejo como si pudiera detenerlo, cabe mencionar que esta niña aun no sabía lo de su papacito.

-cállate puta asquerosa!!!, no voy a donde tú crees, voy a tratar otros asuntos,- dijo el viejo sacando de su refri una lata de cerveza, devorándola solo de tres tragos y arrojándola al piso.

-que asuntos??- preguntó Margarita frunciendo el ceño y retirando con una de sus manos un mechón de su fleco que yacía sobre su frente.

-uuuuggggggggg- Pancho lanzaba un tremendo eructo.

-jejejejeje, me da gusto que quieras involucrarte en los asuntos personales de tu macho pero son cosas de hombres, cosas que a ti no incumben, tu solo dedícate a limpiar en el día y a coger durante la noche, nada más, está claro??-

-a propósito porque no has limpiado?!!!!!!- bramó el viejo con la intención de amedrentar a la débil señorita.

-ya le dije, ya le dije que yo no soy su chacha- dijo la nena notándose cada vez más molesta pero sin dejar de sentir extrañas cosquillitas en su panochita debido al estar entablando una conversación precisamente con el hombre con quien había estado fantaseando y hasta masturbándose, ¿o será que las cosquillitas eran debido a que no se pudo consumar el orgasmo y por esta causa es que le comía tanto su sexo?, la mente de la nena se debatía entre estas dos posibles hipótesis.

El viejo vio como la nena le rezongaba, al parecer de tanta amenaza incumplida ya se sentía segura de que el viejo no le haría nada, que era pura boca, apretó el puño con la intención de dejarle bien en claro quién manda pero el notar algo inusual en ella lo hizo calmar, al parecer el viejo había notado en el aire como la pequeña hembrita estaba deseosa de contacto carnal, veía como su carita seguía enrojecida y como sus labios parecían apretarse como si fueran a soplar una vela (el viejo hizo un cambio drástico en su voz, de enfurecido a cachondo).

-yo no quiero pegarte mi amor, pero a veces me obligas, sabes, en este momento me dirigía a ver a un amigo que me debe dinero para cambiarlo por ropa para ti para que ya no andes con esos trapos, para que vistas como solo una hembra de Pancho merece vestir- dijo Pancho acercándose a su hermosa prisionera, esta se volteó dándole la espalda pues lo veía abultando sus asquerosos labios pidiendo beso, el viejo posó sus enormes manos sobre los hombros de ella y terminando de decir su frase le regaló una sonora nalgada que incomodó y sonrojó a la chiquilla pero que no hizo nada para mostrarle al viejo su incomodidad.

La nena al contrario, aprovechando lo romántico que andaba el viejo y al sentir sus caricias sobre sus posaderas (pues el viejo le estaba masajeando la nalga castigada) se atrevió a realizar una solicitud.

-Don Pancho, tengo mucha hambre- dijo la nena volteándose para impedir que el viejo la siguiera tocando y tomándose su estómago.

-mmm, veré que puedo hacer, si me haces el favor de limpiar el cuarto claro- el viejo al parecer había decidido cambiar su táctica de mandón por comenzar a tratar a la nena como un organismo pensante, una persona con garantías individuales y no como un par de agujeros que sirven solo para desestresarse (pues aun no le ocupaba el tercero).

-sí, lo haré- dijo la nena, a decir verdad estaba tranquila que ahora la tarea no consistiera en ofrecer a algún viejo alguna de sus lúbricas cavidades.

-bueno te lo encargo-, el viejo salía del cuarto dejando a la nena otra vez encerrada.

-oiga perooo!!- la nena desconsolada veía como nuevamente sus posibilidades de escapar se reducían, así que no le quedó más que ponerse a realizar la tarea que le dejó encomendada el viejo gordo.

Solo pasaron unos cuantos minutos cuando en eso tocaron a la puerta.

-¿Quién es?- respondió Margarita.

-soy yo, Silvia, abre la puerta-

-no puedo, est…………… no tengo la llave-

-te traigo algo de comer, como te lo paso entonces??- preguntó la joven bailarina.

-por acá, por la ventana- Margarita abría una de las ventanas, la otra chiquilla pasaba el alimento por entre los barrotes, Silvia ya había escuchado pláticas sobre el porqué de la estancia de Mar sin embargo decidió sacarse la duda por ella misma.

Por un momento dudó sobre los chismes que Lencha imprudentemente se había encargado de hacer correr entre las chiquillas que servían tragos en la cantina pues vio como la nena realizaba la limpieza como cualquier ama de casa, como cualquier esposa que quiere mantener limpia su estancia nupcial al lado de su marido, pero se aventuró a preguntar pues era raro que Pancho la dejara encerrada cada vez que salía.

-entonces es cierto?, estas secuestrada?- Margarita solo asintió con la cabeza mientras devoraba el alimento como desesperada, rápidamente vio en esta chiquilla si bien no un medio para escapar si la posibilidad de enviar un recado al exterior, veía como esta otra niña tenía total libertad de andar para acá y para allá, así que sin más se arriesgó.

-Silvia, por favor, necesito que me ayudes-

-no amiga olvídalo, créeme que me indigna tu caso y que de ser posible te ayudaría a salir pero me metería en problemas, de hecho tengo prohibido estar aquí platicando contigo- la joven cantinera incorporaba su cuerpo para hacer acto de abandono cuando en eso fue detenida nuevamente por Mar.

-noo, no te vayas espera, no pido que me ayudes a salir- dijo Mar.

-entonces- respondió Silvia.

-tienes un lápiz y algo donde escribir??- por azares del destino la chiquilla contaba en ese momento con un lapicero y la libretita donde tomaba las órdenes aunque no eran horarios de servicio, prestándoselos a la bella rehén quien escribía y escribía lo más rápido que podía hasta que terminó, arrancando la hoja y devolviendo las cosas a su dueña.

Lo que ambas niñas no sabían era que estaba siendo acechadas por el buitre de Lucio quien había visto como Pancho se retiraba en su cacharro y veía la oportunidad exacta para colarse y hacer suya a la castaña ojiverde, refiriéndose a lo más vulgar posible al decir hacerla suya.

-mira, porfa, solo quiero que lleves esto a la dirección que esta anotada ahí, porfa, es para mi papá, debe de estar preocupado, por favor dime que puedes-

-asu es que- era de pensar lo que le pedía Margarita a Silvia.

-mira te pago pero por favor- dijo la nena y sacó de la cartera de Gustavo (que aún estaba en su poder) dos billetes de 500, total ella no los ocupaba y sabía que algo así de arriesgado merecía un incentivo más que el solo agradecimiento.

-bueno te los aceptaré, a ver dame eso- Silvia al estar tan acostumbrada a recibir dinero de otras personas era algo común aceptarlo, tenía un niño y era hasta cierto punto un poco interesadilla, sin pensarlo los tomó pero le curioseó la procedencia de dicho dinero.

-y este dinero, no es de Pancho verdad?- dijo revisándolo de atrás y adelante.

-noo!!, ayer parece que debuté con esos depravados y pues Don Francisco me recompensó-

-jijijijiji, Don Francisco, que chistoso, debiste de haberle hecho una chamba muy buena a Pancho para que te pagara- dijo Silvia poniendo más que colorada a Margarita.

-oye y porfa, podrías comprarme algo para arreglo personal ya sabes, cepillo de dientes, pasta y…………… algo para ahí abajo- dijo la apenada de Mar.

-jijijiji sí, eso sí es más fácil, bueno ya, déjame y regreso, en la noche te aviso- justo en ese momento Lucio abordaba a Silvia.

-jejejeje, así que quieres ayudar a escapar a esta zorrita verdad, le voy a decir a Pancho- dijo Lucio más que nada por decir algo pues era pendejo hasta para hablar, lo único que quería era entrar y trabarse a Margarita quien lo traía caliente desde que la vio, cuantas manuelas quiso hacerse pero se había jurado que su leche no sería desperdiciada a menos si esta rellenara algún orificio de la joven castaña.

-usted que hace aquí viejo rabo verde?- preguntó Silvia.

-que te importa puta, porque mejor no te largas mientras yo y tu amiguita nos conocemos un poco más íntimo- dijo Lucio agarrándose su verga por encima de su pantalón.

-lárguese viejo cochino- Margarita trataba de ahuyentarlo desde adentro.

Lucio había visto que las nenas se pasaron algo, quizás un papel, y este seguía en las manos de Silvia, así que dio un manazo con la intención de arrebatárselo pero Silvia fue más rápida y sacando una navaja de bolsillo amenazó temblorosamente al horrible viejo quien al parecer venia envalentonado por exceso de caña.

No hubo necesidad de que Silvia dijera más, puesto que Lucio venia desprovisto y al verse en situaciones de desventaja optaba por retirarse.

-maldito viejo, es un depravado, ten cuidado Maguito, lo he escuchado en la cantina platicándole a otros que te trae unas ganas, que te va a…. ya sabes- dijo Silvia guardándose el punzocortante objeto.

Que tan peligroso debía de ser este barrio como para que una joven madre de 23 años tuviera que portar una navaja como defensa personal, hasta que nivel tan bajo de incompetencia, corrupción y descrédito habían caído nuestras “autoridades” como para que los mismos ciudadanos tuvieran que buscar la justicia por su propia mano.

-ja, ni que estuviera tan urgida, mejor un perro, pierde cuidado Silvia esas pulgas no brincan en mi petate- dijo Margarita.

Ambas féminas se despedían y regresaban a sus labores pero Mar estaba contenta de que su papá, a quien ya llevaba casi tres días sin ver, sabría algo de ella e intentaría alertar a las autoridades ya que en la nota Mar había escrito algunos datos suficientes para dar con su paradero, era una chiquilla inteligente, había memorizado el nombre de las calles, el nombre y número del establecimiento (la cantina) y algún negocio que referenciara, a todo esto Silvia le daba confianza pero aun así había maquillado el mansaje para que ni ella sospechara, sin saber que la nota no llegaría a su destino.

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Pasado prácticamente todo el día el monstruoso sujeto regresaba con unas bolsas, se elevó al ver como su hembra le había hecho caso y tenía la casa prácticamente limpia, ahora sí podría presumir que era su hembra y quizás esta noche le sacaría un rato de pasión ahora sin obligarla o tenerla bajo el efecto del alcohol o alguna droga.

Como todo un hombre de la casa llegó y se sentó en su sillón, encendió la tele y para su disfrute había una sensual escena con jóvenes actrices ataviadas en sexys vestidos, el viejo sacó su tremenda verga y sin disimulo comenzó a masajearla.

En tanto la chiquilla intentaba no prestar atención al viejo, ya sabía que se estaba masturbando sin pudor alguno y le incomodaba desviar la vista hacia esa posición, aunque podía escuchar los asquerosos sonidos que la verga del viejo hacía en cada una de sus despescuezadas debido a la exagerada humedad que de esta brotaba.

-oye tú!!, Margarita!!!- gritaba el viejo, no tanto por intimidar sino porque estaba medio drogado pues traía una rara bolsita aspirándola y eso le hacía encrudecerle la voz notoriamente.

-mande- respondió la nena sin mirarlo.

-ves esas bolsas, es ropa para ti, porque no te pruebas un vestido, anda modélamelo- dijo el viejo, estaba caliente por ver como las hembras de la televisión enseñaban pierna y quería ver a su musa hacer lo mismo, vestida de la misma manera.

-ora, y si me concedes ese favor mañana te llevo a ver a tu papacito jejejeje- dictó el viejo.

La jovencita no pudo evitar sorprenderse al escuchar como este viejo decía que le había comprado ropa y más aún, el decirle que la llevaría a ver a su papá, aunque esto último no se lo creyó pero aun así su rostro se iluminó y llevada por tal emoción dirigió su coqueto caminado hacia donde las bolsas. Aunque Margarita ya se imaginaba lo corto que debían de ser las prendas no dejaba de ser ropa para ella y aparte nueva, la camisa del viejo apestaba a sudor y eso la incomodaba pero mejor así que andar desnuda enfrente de tan baboso sujeto.

Tomó la bolsa y la abrió, en su interior un conjunto de cinco vestidos yacían muy bien doblados, los sacó y empezó a medírselos por encima, demostrando su gusto por uno negro al parecer con aberturas que quedarían en uno de sus costados, si bien reconocía que eran muy bonitos y que la calidad era pues no muy buena pero tampoco para quejarse también notó que eran extremadamente cortos y por su escote predecían que nuevamente enseñaría todo, exactamente como a este porcinesco sujeto le gustaba.

-ponte uno- ordenó en viejo, en sus ojos no había más que lujuria y morbosidad, aumentó sus movimientos manuales para de esta manera darle casi vida propia a su moreno instrumento.

La sensual chiquilla comenzó a desabotonarse la camisa, estaba muy nerviosa pues lo estaba haciendo enfrente del viejo quien no le quitaba su caliente mirada de encima, hasta ella se preguntaba porque se cambiaba ahí enfrente de él y no se había ido en primera instancia al baño, el temblor en sus deditos y lo colorado de su rostro eran prueba de su nerviosismo, si bien la noche anterior se había portado como toda una puta esto fue más que nada por el alcohol en su cuerpo y las exquisitas sensaciones que la verga del viejo le hicieron experimentar, pero ahora ya recuperada de sus sentido sentía que debía de moverse de manera graciosa y cachonda y en momentos se mostraba risueña pero sin atreverse a mirar al viejo, fue cuando las cosquillitas en su panocha aparecieron de nuevo recordando que no terminó su labor masturbatoria en cuanto el viejo se fue.

El viejo en tanto estaba con su asquerosa boca abierta, mostrando sus amarillos dientes y llenos de comida atorada entre ellos, su cabello lucia tremendamente seco y se esponjaba tipo afro, solo que con un enorme hundimiento en su coronilla y con visibles faltas de pelo en muchas partes.

Poco a poco Margarita iba dejando al descubierto más carne, su monte venus junto con su sexo se podían apreciar a la vista pues ella había empezado a desvestirse de abajo, la nena en un movimiento rápido se sacó la vieja camisa por sus hombros cayendo esta hasta sus tobillos y escogió el vestido que le había gustado.

La nena se colocó el prostivestido quedando su infernales curvas muy bien delineadas, se podría decir que su físico hasta resaltaba más, sus senos se apretaban escandalosamente ante ese apenas cubriente escote, no tenía tirantes así que el vestido se sostenía solo apretándose de sus enormes senos y dejaba a la vista sus hombros desnudos y ligeramente pecosos, y sus caderas eran comprimidas a tal grado que al vestido no se le hiciera ningún pliegue y se trazaran perfectos tanto sus muslos como su vientre, para desgracia del viejo las aberturas u orificios que el vestido tenia al costado hacían ver pieles de Margarita que con cualquier otro vestido convencional no se verían, a todo esto el viejo babeaba con sus ojos desorbitados y su verga derramando líquido preseminal, la nena sin fijarse en eso se calzó con unas exageradísimas zapatillas de plataforma también compradas, una vez lista se dirigió a modelar para el viejo.

-ya- dijo la nena equilibrándose pues la altura de los tacones era exagerado, además de jalar el vestido hacia abajo pues se le subía escandalosamente.

-pero qué bárbaro que mujeeer!!!!!- el viejo no se cansaba de admirar el cuerpo de Margarita, era tan perfecto que admirarlo era una bendición, era como estar en el paraíso y contemplar a un modelo mucho muy mejorado de lo que debió de haber sido Eva, con todos los errores corregidos y con la voluptuosidad mucho más aumentada.

Veía con sus ojos de sapo esas imponentes piernotas que se cargaba la nena, esas moldeadas pantorrillas tremendamente carnosas que parecieran pertenecer a una gimnasta olímpica, las curvilíneas caderas que se gastaba junto a su cintura perfecta le daban la silueta casi de una guitarra, el viejo se incorporaba para poder apreciar más de cerca los voluminosos pechos y como estos hacían creer que en cualquier momento saltarían ante sus depravados ojos, acercó su rechoncha nariz al cuello de tan espectacular hembra y dio una inhalación tan fuerte llevándose a sus nasales fosas todo ese olor natural de Margarita.

-ahhhhhhhh (al parecer casi tuvo un orgasmo con solo aspirar a la chiquilla), que rico hueles niña,- dijo el viejo mientras ella solo se mordía sus coquetos labios.

La chiquilla lucia algo sumisa, ya no respondía como solía hacerlo antes, no le contestaba al viejo de mala manera, evitaba las groserías y apodos hacia su obesa persona y evitaba también mirarlo con desprecio, ¿será qué se estaba acostumbrando a él?.

-ahora niña, me voy a ir unas horas pero cuando regrese quiero encontrarte así vestida entendiste, jejejeje, otra vez nos vamos a divertir tu y yo esta noche, está claro??- el viejo no dejaba de morbosearla principalmente a sus pechos mientras Margarita daba vueltas intentado proteger a sus gemelas de las pervertidas miradas, lo traían loco ver como estos se apretaban cada vez más, parte de ellos sobresalía carnosamente sobre el vestido a partir de donde terminaba la tela evidenciando que la parte contenida debajo del escote estaba siendo forzada a permanecer ahí.

-si Don Pancho,- respondió la nena desviando la mirada y cerrando sus ojitos pues el viejo ya estaba olfateándola en sus orejas, tocándolas con su grasosa nariz que solo le embarraba en su piel una sustancia aceitosa productora del brillo en la cara del viejo.

Margarita sentía ricas cosquillitas pero aun negaba reconocerlo, fue en esto cuando recordó que no traía puesto calzones pues su vagina nuevamente estaba escurriendo, el gordo la tomó de las nalgas sintiendo la suavidad y dureza de cada una de ellas, enterrando sus grotescos dedos entre las suaves pieles de ella y dando un fuerte apretón jalándola hacia él, juntando ambos vientres en ese movimiento, ella dobló sus bracitos y emitió un leve quejido mientras el viejo ya lamia su cuello de manera asquerosamente morbosa.

Los bracitos de Margarita poco a poco se iban enrollando entre las grasosidades del viejo quien se mostraba orgulloso de que la nena estaba sucumbiendo pues podía sentir el tremendo calor que brotaba de su cuerpecito y que indicaba que en pocos minutos la tendría abierta de patas, además de que su exquisito vestido que en este momento portaba no hacía más que alterarle las hormonas hasta la depravación absoluta, comenzando con una serie de punteos en contra de la grácil anatomía de tan esplendida joven quien yacía aferrada del marrano con sus ojitos cerrados y suspirando tratando de sacar toda su calentura acumulada sutilmente para que el viejo no se diera cuenta, calentura que contrario a eso, se acumulaba más.

El vestido poco a poco comenzó a elevársele debido a la posición y a los cada vez más bravos apuntalamientos, el despreciable y ruin villano dejó de lamerla solo para dirigir su alcohólica boca hacia los frescos y carnosos labios de la nena, por un momento estuvieron luchando en un juego por demás erótico en donde la boca del marrano intentaba alcanzarla pero la de la jovencita se escabullía, el viejo para esto había levantado uno de los potentes muslos de ella y lo tenía aferrado con una de sus manazas recorriendo todo su candor de arriba a abajo y viceversa, ella en tanto se aferraba cada vez más a tan abundante humanidad, llena de llantas y tatuajes por doquier y con las tetas más caídas que se habían visto.

Por fin la boca del viejo logró atrapar a la de Margarita para ambos comenzar a realizar dentro de ellas excelsos y muy profesionales movimientos linguales en donde más que nada la del viejo se encargaba de abarcar todo el espacio de ambos, la nena podía sentir todo el aliento apestoso a cerveza y a comida de la calle muy encebollada pero esto no hacía más que acrecentar su mórbida calentura, incluso no se disgustó al retirar de las amarillentas piezas dentales de Pancho un pedazo de cilantro que por ahí se encontraba.

La nena comenzó a hacer lo propio y con suaves ondulaciones empezó a secundar al viejo en una simulación coital más que perfecta, la desnuda vagina de ella chocaba directamente con el pantalón de él sintiendo como su verga ya estaba en las condiciones ideales como para proporcionarle el placer que una hembra de su distinción se merece, estaba por dirigir una de sus delicadas manitas para ser ella misma la que desabrochara el pantalón de su amante cuando el viejo, ajeno a estos movimientos que le nena se concentraba en realizar, decidió por parar con el caliente faje pues su modesto celular lo alertó de lo tarde que se estaba haciendo, así que sin despedirse de la nena solo la separó de ella y salió por la puerta dejándola nuevamente encerrada y más caliente que antes.

La nena tremendamente agitada y completamente colorada solo veía como su macho dueño de esa potente protuberancia saliente de entre sus piernas se retiraba dejándola a medias, pero recomponiendo su cordura acomodaba su cabello y vestido para ponerse a limpiar el exceso de humedad de su brilloso sexo, si bien podría Margarita justificarse que la noche anterior había estado borracha y por eso se dejó llevar por la emoción, ahora que explicación podría darse ella misma viendo como en pleno uso de sus facultades mentales reaccionaba cachonda ante cualquier insinuación por parte de Pancho y más que nada haberse masturbado pensando en él.

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La jovencita Fuentes bailaba muy pegada con otra de sus coquetas amigas, en el lugar había una concentración muy grande de chiquillas de muy buen ver, excelsas, hermosas, todas unas diosas luciendo sus más inmorales vestimentas utilizadas para embobar a algún chiquillo afortunado dispuesto a llevarlas a la cama, chiquillos precisamente de la misma estirpe del que hace unos días Margarita se disponía a conquistar con un coqueto vestido blanco.

-no mames wey me uuurge un piquete- decía Daniel o Dan, el novio de Dulce, a uno de sus amigos, quienes recargados en la barra veían como sus novias movían el culo muy sensualmente, se abrazaban entre ellas a veces realizando poses meramente para parejas heterosexuales pero que realizadas en dos niñas tan sabrosas como ellas no hacían más que alterar hormonalmente a todos los ahí presentes.

-jaja, pues yo te lo doy- dijo el también agraciado compañero adornado en ropas como un verdadero retrasado pero con la seguridad que le daba su autoestima y las descarriadas chiquillas de que se veía como todo un artista pseudocantante.

-no chingues, en verdad wey que no sé qué voy a hacer si no consigo una ahorita, vale madre lo que me dijo Dulce yo quiero una- el joven ya desesperado por su buena dosis comenzaba a sudar y exaltarse, cosa que lo ponía violento.

-mira wey, ¿ves esto?, (el otro muchacho enseñaba unas pastillas), es para alocar a las chavas, la voy a usar con Cindy, tu deberías aprovechar con Dulce, aprovecha que sus jefes no están y porque no te la clavas en su casa we- dijo el otro joven, Dan observó como este otro jovencillo guardaba la bolsita dentro de su chaleco.

-no mames donde, donde conseguiste eso?- preguntó el apuesto jovencillo.

-ohh, por ahí,- respondió.      –Cindy!!!- el muchachito gritaba a su novia, esta se separaba de su amiga Dulce quien seguía bailando ella sola mientras muchos no le quitaban la calorosa mirada de encima así como algunos celulares.

-que pasó amor- la nena llegaba donde su novio, recibía un vaso de whisky por parte de él sin saber lo que en realidad contenía, su novio veía muy risueño como la hueca chiquilla bebía hasta terminárselo.

Dan veía sorprendido como en pocos minutos esta parejita estaba en un semioscuro rincón comiéndose a besos y casi cogiendo con la ropa puesta, quiso poner a prueba eso que le dijo su amigo pero mientras se dirigía a este con la intención de pedirle una de esas mágicas pastillas fue accidentalmente tropezado por otro etílico chamaco, el muchacho se tomó a reto tal osadía y embravecido comenzó a tirar golpes por doquier sin impactar a su adversario, pero fue en uno de sus golpes que al no controlarse él mismo se dirigió colisionándose contra su inadvertido combatiente quien no se había percatado de nada hasta que sintió el empujón cayendo al suelo con todo y copa, ambos muchachos se levantaron solo para protagonizar una pelea alcanzando a deteriorar parte del inmueble del establecimiento hasta que fueron detenidos por personal calificado en este tipo de circunstancias.

La artística señorita pintada como toda una putilla se molestó, su novio le había prometido que sería una noche inolvidable, además le había asegurado que él no iba a tomar, no iba a drogarse y por supuesto no iba a pelear, así que el ver como su novio era dirigido junto con otro a responder por los daños se decepcionó y dio por terminada para ella la velada, además de que ella estaba un poco tomadilla y alguno de los empleados domésticos a su servicio viéndola llegar en tales condiciones le podrían contar a su madre quien la tenía extenuantemente cuidada para el futuro que le auguraba, ya habría tiempo para fiestas le decía ella.

Dulce buscó con la vista a sus demás compañeros pero no los halló, veía como un grupillo de hombres un poco mayores y con vestimentas extrañas adornados a mas no poder con cadenas y lujos estrafalarios, cinturones con hebillas grotescas y chistosos sombreros de los cuales asomaba una colorida pluma no dejaban de verla a ella y sus comestibles redondeces, así que optó por salir antes de que descubrieran que estaba sola, total que cerca estaba la carretera y podría pedir un taxi, era tarde pero confiaba con poder encontrar uno a estas horas, pudo haberse llevado el coche de su novio pero no contaba con las llaves y este no bajaba de donde lo llevaron, y no bajó por unos buenos minutos mientras ella muy nerviosa veía como uno de esos hombres, un negro, bailaba solo, pero con la reconocible mirada de que pensaba acercarse a ella.

La jovencita salía por la entrada principal, llevándose una buena cantidad de piropos por algunos muchachos que ahí se encontraban, caminó más deprisa pues uno se aventuró a seguirla unos metros pero gracias a ella eran jovencitos de su misma edad y se supone alguno de su mismo estatus social, así que ni eran muy leperos ni eran muy insistentes.

Pancho, quien había estado esperando algunas horas afuera alcanzó a divisar como la suerte estaba más que de su lado, el verla caminar sola y expectante para todos lados solo le indicaban lo desprotegida que se encontraba, era el momento para este gordo quien sin perder tiempo encendió su auto y se apresuró a alcanzarla, nunca pensó que la suerte y la casualidad fueran a convertirse en sus mejores amigas.

Dulce se detuvo y esperó unos minutos, siendo vigilada a lo lejos por el viejo, ella en tanto esperaba ver algún taxi pero para su suerte no fue así, aunque sin perder la esperanzas se dijo que posiblemente sea porque estaba alejada de la autopista, quizás si llegaba allá a lo mejor encontraría uno, era un verdadero manjar ver a esta voluptuosa nena vestida de esa manera caminar despacio por las oscuras calles de una ciudad insegura, el ruido de los tacones delataban la posición de la chiquilla al sonar con el concreto, fue el momento en que su mente le dictaminaba regresar a espera a su novio, “quizás ya salió” pensaba la futura modelo, pero ella había abandonado por decisión propia y era muy orgullosa para regresar derrotada, para ella no encontrar taxi seria la derrota.

Fue entonces cuando, mientras caminaba observó un viejo auto alcanzarle el paso, se asustó y apretó su andar pero le era imposible dejarlo atrás, apenas iba a gritar cuando en eso el viejo Pancho habló

-jovencita, no te parece muy tarde como para que una niña como tu ande sola, estas calles son muy inseguras, si me permites yo podría llevarte a tu casa- dijo el viejo mientras por su parte agarraba su astronómico paquete, estimulado ante la impactante visión de esta chiquilla sola, el escuchar como sus tacones resonaban y el verla vestida como esperando a algún cliente.

“estúpido viejo y que dijo, está ya se subió” –eso a usted no le incumbe señor, y por favor déjeme tranquila, aquí tengo mi cel y no dudaré en hablarle a la policía si usted no me deja en paz- dijo la nena deteniéndose en el acto, mostrando su lujoso celular al gordo mientras una de sus manos se apuñaba en su desnuda cintura pero a la vez inclinando ligeramente su cuerpo, dejando ver al gordo uno de sus hipnotizantes bamboleos de pechos.

El viejo en tanto recorría con una de sus manos su barbilla, había sido un monumental acontecimiento poder disfrutar por un momento de esos perfectos pechos, tan blancos y carnosos, se imaginaba lo rosado de los pezones y como estos debían de estar paraditos pues la noche estaba fresca, así que sin dejar que la nena avanzara continuo gruñendo.

-oye chiquilla, yo no te he faltado al respeto para que me contestes así, yo solo te ofrecía llevarte a tu casa o adelantarte por lo menos a que pasaras esos tipos que están allá enfrente y que parece ya te echaron el ojo- dijo el viejo encendiendo un cigarrillo.

-¿cuáles tipos?- preguntó la nena, detenidamente observó hacia la dirección que apuntó el gordo, ella, por ir pensando en sus cosas no advirtió la presencia de al parecer cinco sujetos recargados en una barda pero alejados aun como para poderla escuchar tanto a ella como a sus tacones, pero aun así el viejo no la convencía de subirse a su coche, y más por las fachas de vago con las que este contaba, con todo esto no pasaba ningún taxi por lo que decidió regresar con su novio para que este la llevara pero justo cuando había volteado a ver el camino por donde venía notó más presencia extrañas que se acercaban caminado en dirección a ella.

Estos traían un escándalo brutal, venían todos locos, por lo que asustaron a la chiquilla quien hasta esos momentos se daba cuenta de que estaba completamente indefensa, sola y en una de las calles más oscuras de la ciudad, en estos momentos la veía muy oscura.

-bueno yo ya me voy- dijo Pancho en un intento por presionar la decisión de la nena.

-noo!!, espere por favor, no quiero que me lleve a casa, puedo irme sola, pero por favor déjeme entrar a su auto en lo que pasan esos tipos de allá atrás, por favor solo entrar- dijo la nena escuchando como la marcha del casi destartalado coche de Pancho se había encendido.

El pervertido secuestrador se sentía como todo un robachico enseñándole una paleta a un niño, no cabía de gozo pero tuvo que guardar su estimulada verga la cual había sido masajeada todo este tiempo en que duró la plática aprovechando la oscuridad que lo favorecía, tanto que la nena ni siquiera alcanzó a contemplar muy bien lo feo de cara que era.

La jovencita observando que el viejo no tenía intención alguna por bajarse a abrirle la puerta se dignó a abrirla ella misma, ofreciendo en cada detalle cualquier cantidad de estéticos movimientos féminos como si estuviera en una pasarela, que igual a su caminar, eran perfectos, la jovencita entró por una de las puertas trasera, sentándose como toda una dama de sociedad, cruzando elegantemente las piernas y depositando sus manos en el lugar exacto donde se hacía un hueco que pudiera hacer evidente el color de su ropa interior.

Una vez dentro se dedicó a esperar que los tipos de atrás pasaran pero estos se habían detenido, estaban al parecer dialogando entre ellos y rebuznando cualquier cantidad de estupideces, aventaban botellas a donde sea exhibiendo su circo callejero, Pancho veía desde el retrovisor que la nena estaba asustada, era obvio pues a pesar de sus altanerías aún era una niña, pero se veía más maleada que la caliente Margarita, así que caballerosamente le ofreció un cigarro para calmar su temperamento.

-relájate chiquilla, en un momento se irán y podrás seguir tu camino-

-gracias- dijo la nena aceptando el cigarro y el fuego y poniéndose a fumar con mucha sutileza, una de sus manos echó para un solo lado el abundante y dorado cabello de la señorita modelo.

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Pero mientras el gordo esperó a que la nena saliera del antro, que pasaba en su cuarto que una joven cantinera se metía nuevamente a sus dominios…………..

-Mar, Maaaar- decía Silvia, había ido a verla con la excusa de volver a dejarle comida por órdenes de Pancho, con esto se quitaba a Lencha de encima.

Margarita yacía recostada y vestida exactamente como Pancho la había dejado, solo que ahora para cubrir su intimidad se había puesto una de las tangas que el viejo le había conseguido, o más bien unos pedazos de hilos que solo se cruzaban alrededor de sus caderas y entrepierna.

-amiga que pasó, viste a mi papá?, le diste la nota?- preguntaba la nena, pero Silvia primero decidió chulearla un poco por lo exclusiva que se veía.

-pero mira nada más que guapa jijijiji, como no te va a pagar Pancho así, pero ya……… a lo que vengo, Mar lamento decepcionarte pero no entregué la nota- dijo la otra chiquilla.

-pero como, Silvia tú me prometiste que- la chiquilla se molestaba, había pagado por eso y merecía una explicación lógica y creíble.

-si amiga, si fui, pero por más que toqué no salió nadie, (a partir de aquí la voz de Silvia se convirtió en un susurro) pero siento que hay algo raro en todo esto, pregunté a algunos vecinos y nadie me supo dar respuesta sobre tu papá, dicen que no lo han visto, además hay rumores en la cantina de que Pancho tiene a un hombre secuestrado en un edificio abandonado de Felipe, aquí a la vuelta, a media cuadra, pasando una llantera, no sé qué esté ocurriendo la verdad, nadie quiere dar más detalles- la ataviada Margarita escuchaba atenta.

-pero eso no es todo amiga, aquí va la parte fea, escuché a Lencha quejarse con Atilano (el viejo ayudante de Felipe quien le preparó a Margarita una bebida semenergética) que algo de llevarle de comer ya le estaba cansando a un tal papá de la zorrita esa, algo así escuché, te lo juro, ¿Desde cuándo Lencha es llevadora de comida?, ¿Por qué no envía a una de las chiquillas?, todo esto es muy raro, nada más que yo me hice la desentendida porque se dio cuenta de que yo andaba por ahí, la Lencha es mala, cuídate de ella, tiene toda la protección de Felipe y Felipe está hasta el cuello enredado con unos tipos que vienen cada mes, gente mala, amiga no será tu papá del que hablaba la bruja?- preguntaba la conmocionada Silvia.

-no, eso no es cierto, debiste de haber escuchado mal, ese hombre del que hablas posiblemente se trata de Gustavo, un viejo que secuestraron utilizándome como sebo- respondía Mar.

-ay amiga, la verdad no quise preguntar porque esas son cosas mayores, cosas donde ya no podría ayudarte, no sabes cuantas personas han matado últimamente por estos alrededores por andar de hocicones y preguntones, la verdad me da miedo, a veces quisiera irme pero a donde, y yo sola, si dicen que todo el país está igual- dijo Silvia.

-si amiga te entiendo, gracias-

-de que, si no te pude ayudar en nada- dijo Silvia enculillándose y recargándose en la pared de la casa, observando con sus negros ojitos como las estrellas adornaban el firmamento, cerrando muy bien sus también potentes muslos pues llevaba una faldita demasiado corta, de manera que Margarita perdía la visión de ella pero seguía escuchándola.

La mente de Mar reflexionaba, primero se preguntaba sobre su papá, posiblemente Silvia había ido cuando este se encontraba trabajando por lo que preguntó la hora y coincidió con su premisa, además su papá no era muy sociable con los vecinos, y por lo que respecta al hombre secuestrado estaba segura que se trataba de Gustavo, además no había lógica en lo que Silvia contaba, para que quería Pancho a su papá si ella ya había aceptado quedarse con ellos a cambio de dejar en paz a su progenitor, así que se resignó a pensar que la casualidad no le había favorecido en estos momentos.

-lo que si te traje son tus cosas, toma- dijo Silvia incorporándose, notando en Margarita ganas de llorar compadeciéndose de ella.

-que tienes amiga, no llores,-

-Silvia yo lo que quiero es salir de aquí, quiero irme a mi casa pero este…… gordo no me deja, bueno gracias como quiera, en verdad, te lo agradezco- dijo Mar volviéndose a acostar como toda una doncella que espera la llegada de su apuesto príncipe a rescatarla.

-espérame- Silvia desaparecía por un rato para después aparecer con una maceta y un cincel traídos de la bodega de Felipe a escondidas.

-toma, es lo mejor que te pude conseguir- dijo la joven cantinera, Margarita observó las herramientas y su carita se iluminó, con esto bien podría romper la puerta entera, con algo de trabajo pues era tan delicada que hasta le costaba levantar la bolsa donde venían dichos materiales.

-bueno yo me voy, no digas nada nadita, cuídate amiga- la cantinera se despedía.

-gracias amiga, tú también cuídate mucho-

Mar veía que era de noche, estaba oscuro y posiblemente el viejo regresaría pronto y podría encontrarla a ella ocasionando destrozos a su patrimonio y esto lo encabronaría sin duda alguna, así que la jovencita decidió por el momento esconder los utensilios en un lugar seguro y esperar a que amaneciera, la otra opción que rondaba la mente de tan apetecible ya mujer era que posiblemente el viejo regresaría muy tarde o con suerte no regresaría, quería huir pero aun recordaba los peligros que vagaban el barrio en las noches.

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Mientras tanto en el coche de Pancho…………

La nena ya se había terminado su cigarrillo pero los sujetos no se iban, veía desesperada como los minutos pasaban y la situación de estar en un auto todo oxidado y oliendo a mugre junto a un obeso desconocido con la cara del mismo diablo la tenían muy nerviosa, para colmo todo el asiento trasero del coche estaba en deplorables condiciones, el viejo notó la femenina incomodidad y le ofreció pasarse al asiento del copiloto, ella dudó un poco pero la aparición de una cucaracha sobre uno de sus bracitos la hicieron brincar y pegar un grito y sin darse cuenta ya estaba sentada al lado del gordo.

-señor por favor lléveme a mi casa,- dijo la chiquilla después de pasar por la inesperada escena, limpiándose su blanco bracito con un clínex mientras sus cabellos se le iban para adelante enseñando una apariencia muy llamativa.

El viejo lobo solo sonrió mientras encendía nuevamente el auto, pero antes de lograr esto hizo como que accidentalmente se le caía algo, dicho objeto cayó del lado de la principiante modelo quien educadamente comenzó con la realización de la búsqueda para dárselo al viejo pero justo cuando esta agachaba su azulada mirada fue asaltada por él, quien valiéndose de su fortaleza y de un trapo húmedo en cloroformo logró someter a tan encantadora fémina.

Pero que fácil había caído la nena, tantas veces en donde sus intentos fueron en vano y ahora cuando menos se lo esperaba estaba ahí, con el cuerpo de la inerte hembra acurrucado en su viejo auto, se la hubiera violado ahí mismo pero tenía otros planes y había muchos presentes.

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La encantadora Dulce se despertaba, después de haber estado acostada en un viejo sillón incorporaba su exquisito cuerpo para darse cuenta de que se encontraba en un lugar completamente desconocido, oscuro, muy sucio, y más se asustó cuando escuchó los chillidos de unas ratas que por ahí deambulaban, pero su temor fue mayor al contemplar a tres hombres exageradamente horribles parados al lado de ella y cada uno expresando una mirada y sonrisa casi satánica.

-quienes son ustedes??!!!- gritó la intimidada y joven promesa del modelaje al verse rodeada por tan desagradables sujetos.

-shhh, no grites ricura, solo queremos jugar un ratito contigo, se buena con nosotros y te prometemos que nada malo te va a pasar- dijo uno de los sujetos, la nena recordó entonces esa fea y cachetona cara, se trataba del gigantesco Pancho, volteo a ver a su segundo captor, un viejo feo y con una dentadura que sobresalía de su boca, dientes extremadamente chuecos y desnivelados, se trataba del anciano Felipe quien a sus casi 70 años aun tenia energías para coger, para su edad se notaba muy lleno de vitalidad, y por último un hombrecillo panzón y de cara alargada, el joven Lucio, joven comparándolo con estos otros dos antagonistas ya que su edad rasguñaba los 50.

La nena miraba con terror a estos pervertidos seres, quienes esperaban que la nena entrara en un ataque de pánico, suplicara por su seguridad o de plano intentara arremeter contra uno de ellos, pero ninguna de estas opciones ocurrió, la nena se tomó la situación de la manera menos pensada por este trio de malhechores.

-jaja…. Jajajaja…….. jajajajjajajajajajjajajaja- la jovencita Fuentes comenzó con un serio ataque pero de carcajadas para sorpresa de los tipejos quienes se veían extrañados el porqué de la reacción de la señorita.

-jajajajajajaja, esperen jajajaja, ya en serio, jajajaja, discúlpenme de verdad jaja, o sea, la verdad que que buena broma eh, miren hasta con disfraz de pordioseros y toda la cosa, y quien se supone que eres tu eh, cuasimodo?? jajajajja (decía la nena refiriéndose a Lucio), ya en serio amigos díganme, a donde está la cámara para sonreírle- la nena se ponía de pie en toda su perfecta y delineada carnación.

-te atreves a burlarte de nosotros perra estúpida- dijo el gordo y avanzó hacia la risueña chiquilla quien llevaba una de sus manitas a su carnosa boquita para disimular las ganas de seguir riendo, creía que el lenguaje soez era parte de la actuación.

-señor, no se haga, está más que obvio que esto se trata de una broma, o si no, no me explico que haría yo, Dulce Lissette Fuentes Ruvalcaba, heredera única de la fortuna Fuentes, una verdadera promesa del mundo del modelaje, o sea, cual Adriana Lima, cual Bar Rafaeli, yo!!!, Dulce Lissette, que haría en un lugar tan……. cochino como este y compartiendo el escenario con unos pordioseros como ustedes, o sea, sin ofender eh, es más tome, mi pañuelo, se lo obsequio, más adelante valdrá una fortuna- dijo la nena sin ofenderse por la forma vulgar de Pancho refiriéndose a su encantadora persona.

El viejo se encolerizó, como era posible que una muchachita se estuviera burlando de él tratándolo como un payaso, siendo él uno de los secuestradores más peligrosos y “buscados” por el Estado, así que sin más decidió dejar bien en claro la posición de ella.

-así que eres modelo chiquilla pendeja, más bien pareces actriz porno-

-sabias que el modelaje y la pornografía van de la mano?- dijo el marrano.

-a que se refiere?- preguntó la chiquilla.

-si pendeja, me refiero a que si no sabías que muchas modelos son también actrices pornos, de la misma manera muchas actrices pornos empezaron o siguen modelando-

-primero son edecanes en las empresas de sus papis, más tarde representantes de alguna marca de prestigio, se lanzan como modelos, después reciben una oferta para posar en alguna revista para caballeros primero de entretenimiento y luego nudista para posteriormente terminar haciéndole favores orales a patrocinadores para seguir en vigencia, y cuando ya pasaron sus añitos de inocencia debutan en alguna película porno de bajo presupuesto jejeje,- decía el pervertido sujeto, la nena escuchaba las parloteadas del viejo empezándose una discusión entre ellos.

-bueno, eso creo yo…… se da dependiendo de los gustos de cada una- decía la nerviosa chiquilla, se estaba empezando a inquietar pues veía la depravada mirada que el gordo le mandaba a cada curva que conformaba su cuerpo, como esa nariz de cerdo se expandía para llevarse hasta sus fosas nasales la mayor cantidad de perfume femenino y olor a mujer que de la nena se desprendía.

-nada pendeja, si te dedicas al modelaje llegará un momento en que tendrás que aflojar para que tu carrera suba, si no te estancas, pierdes terreno, te olvidan y terminas siendo desplazada por alguna de esas otras zorritas más jóvenes que vendrán detrás de ti, así es esto- Lucio escuchaba atento como el gordo croaba, pero a la vez no podía evitar recorrer de pies a cabeza la descomunal figura de la atractiva chiquilla, estaba tan caliente que ya comenzaba a masajearse su verga por encima de su pantalón, se decía que hoy volvería a probar carne tierna mientras le daba otro trago a su mula de caña y sonreía maliciosamente.

-eso no es cierto, hay muchas que……- apenas y la nena iba a mostrar su descontento cuando fue interrumpida por la superior y carrasqueña voz de Pancho.

-a mí no me rezongues!!!!, jejejeje, se nota que te hace falta mucha disciplina, y si no me crees lo que te digo porque no se lo preguntas a la puta de tu madre, ella cuando empezó a modelar tuvo que hacer ciertos favores a algunos productores para mantenerse vigente aun después de que te tuvo a ti, por lo visto no te dio pecho pues no se le han caído la chiches jejejejeje, no te dio pecho ti pero que tal a su representante- dictaminó el gordo, la nena se quedó sorprendida, al parecer estaba ante sujetos que la conocían a ella y a su familia.

-oiga y usted como sabe que mi mamá fue modelo?-

-jejeje, yo conozco mucha gente chiquilla……. Lo que yo te digo es cierto, así que porque mejor no empezamos para que te vayas acostumbrando al tipo de favores que a futuro tendrás que realizar, anda, ven, chúpamela, quizás y en una de esas tu carrera se desvíe a actriz de telenovela- decía el viejo mientras sacaba sus 22 centímetros de dura carne morena y recorrida por centenares de venas y arterias.

La nena al ver los vulgares comportamientos del viejo y que esto iba en serio decidió escapar, pero la única entrada y salida estaba justo detrás de estos animales, así que sin importarle nada trató de huir como si pudiera atravesarlos pero su cuerpecito chocó con la gruesa y grasosa mole de Pancho.

-a dónde vas putita?-

-iiiuuuu, viejo cochino suélteme está sudado, apesta!!- dijo la nena librándose de las garras de Pancho, retrocediendo un poco mandando manotazos.

-mi celular, mis cosas, dónde están?!!!!, dónde están???!!!!, auxilio!!!!!, auxilio!!!!!!, alguien que me ayude por favor!!!!!!!!!!!!!- gritaba la histérica nena, comenzó a temblar de todo su cuerpo, al parecer estaba entrando en un ataque de pánico, y como no, estaba a punto de ser violada y la habían despojado de sus posesiones de valor.

Pero pancho con toda la calma del mundo se acercó a ella y de una fuerte y sonora cachetada la hizo volver en sí.

-mira pendeja, puedes gritar todo lo que quieras que nadie te va a escuchar, pero eso sí, grita cuando no esté yo quieres, tengo mucho dolor de cabeza como para estar soportando tus berridos así que…….. Si en verdad aprecias esa carita de muñequita que tienes lo mejor será que te calles y seas obediente, entendiste?- dijo Pancho sacando una navaja y pasándola por el cuello de la mujercita, la nena al sentir el frio filo solo asintió con la cabeza, como por arte de magia sus lágrimas desaparecieron.

-sí, sí, pero por favor, por favor, no me haga nada, no me haga nada, mi familia tiene mucho dinero y puedo darles lo que quieran pero no me hagan nada- la nena hablaba demasiado rápido.

-shhhh, shhhhh, tranquila princesita, tranquila, nadie va a hacerte daño, lo único que tienes que hacer es chupar algunas vergas y dejar que estas te penetren hasta que se vacíen y ya, es más ni siquiera puede que seamos nosotros quienes te violemo…. Jejeje perdón juguemos contigo- dijo Pancho tallando los dorados cabellos de la casi modelo.

-ustedes no?, si ustedes no entonces quiénes???- preguntó la chiquilla.

-mira chiquilla, escucha bien, en este juego hay dos grupos, uno está conformado por nosotros tres y el otro son solo dos gentes, ahora sin ver al otro grupo tu tendrás que decidir, fíjate, hasta te estoy dando a escoger, tendrás que decidir quiénes serán los afortunados de iniciarte formalmente en el mundo del modelaje jejeje, recuerda nosotros somos tres, el otro grupo solo son dos personas- dijo Pancho, la nena podía aspirarle todo su apestoso aliento.

La nena se quedó aterrada, sería violada, de eso no había duda, utilizando al máximo sus conocimientos matemáticos dedujo que muy posiblemente sería más fácil contener a dos personas que a tres, ya que si Pitágoras y los deditos de su mano no le fallaban tres era un número mayor que dos, además veía a estos tres viejos extremadamente pervertidos y asquerosos, apestaban a sudor y estaban re feos, en especial el chaparro (Lucio) quien parecía el duende maldito, además ya de reojo había visto la verga de Pancho y estaba enorme, la partiría pensaba ella considerando la medida vergal de su apuesto y drogadicto novio, así que sin dudarlo escogió su decisión.

-el otro, si, el otro grupo- dijo la nena pensando que alguien más asqueroso que estos tres era imposible de encontrar, la nena no dimensionaba que estaba escogiendo a una pareja de hombres para que ¿la cogieran?, que desequilibrada está la juventud de hoy en día.

-segura chiquilla?, es tu decisión final?- preguntaba Pancho.

-sí, convencida, los otros dos, el otro grupo- decía la asustada chiquilla.

-qué pena, me hubiera gustado estar en el grupo ganador, Lucio!!, has pasar a los apuestos caballeros, ¡¡¡¡la reina ha escogido!!!!- ordenó Pancho.

La chiquilla veía con horror como por esa puerta entraban dos seres los cuales dudaba si estos podían calificar como humanos, se trataba de dos vagabundos que ya llevaban algunos meses deambulando por la zona, usaban ropas muy desgastadas y rotas, sucias, llegándose a ver como si estas fueran de color café o negro como tonos originales, uno de ellos era tan gordo y casi tan alto como Pancho, traía colgada una maleta en donde metía todas las latas y botellas que se encontraba y aplastaba en los basureros, usaba unos pantalones arremangados y unas chanclas de las cuales una ya estaba partida a la mitad, tenía una pata demasiado hinchada lo que hacía verlo caminar de manera dificultosa, chueca, hablando de su rostro era feo y no se podía distinguir cual era en realidad el color natural de su tez pues estaba cubierto por tanta mugre hasta el punto de parecer negro, con solo el desagradable olor de este sujeto la dulce fragancia femenina de la chiquilla se desvaneció, era tal el apeste que muy posiblemente cualquier animal doméstico hubiera huido de la zona despavorido, la razón de su olor se debía en mayor medida a que tomaba mucho y con frecuencia vomitaba en sus mismas ropas o limpiaba el vómito en su cuerpo con sus prendas, podía apreciarse algo parecido a camarones y papilla impregnadas en su extenso pecho, pero si este era asqueroso el siguiente estaba en otro nivel.

A diferencia del primero cuyo rostro aparentaba una edad de por lo menos unos 40 años, este segundo era un viejo, un anciano, traía en su cabeza un pasamontañas, barba ceniza y muy poblada, su rostro lleno de arrugas y verrugas, pero lo más espantoso era su boca, casi en su totalidad desprovista de dientes, solo se alcanzaban a visualizar cuatro piezas adornando su boca, de esta escurría baba y no solo eso, de sus fosas nasales escurría también una gran concentración de mucosa verde, este no era tan gordo, su cuerpo más bien tenía la forma de una pera, poco pecho y algo de panza, e igualmente vestido con ropas andrajosas y acompañado de un perro que no dejaba de ladrar, la razón por la que este otro viejo también apestaba era que venía cagado de sus pantalones, y una superpoblación de moscas tanto en sus nalgas como arriba de su cabeza adornaban a tan repulsivo sujeto.

-señor por favor creo que ha habido una confusión, permítame escoger otra vez quiere- la chiquilla se había echado para atrás al contemplar la inmunda atrocidad que le esperaba, hasta experimentaba un tip nervioso en su ojo izquierdo.

-nada chiquilla, tú escogiste, ahora cumple, bueno caballeros ustedes han sido los ganadores, ahora preséntese ante la señorita-

-la verga, yo vengo porque a mí me prometieron comida- dijo el más gordo.

-no seas pendejo Culandro, yo te decía que solo nos llamaron pa´ corretearnos con agua fría por lo de la otra vez- dijo el moquiento, aspirando su asquerosa mucosidad.

Don Culandro (el gordo) y Don Penesio (el anciano), no eran sus nombres reales pero así se hacían llamar y así les pusieron los vecinos, eran dos vagabundos que también tenían la maña de robar a quien vieran no pertenecía a los alrededores, acompañados de su fiel Rintintín, un aberrante y enorme perro negro sarnoso, pulgoso y rabioso, de raza desconocida o aun no clasificada, hasta por momentos se dudaba que eso en realidad fuera un perro.

-se equivocan caballeros, están ustedes aquí presentes para disfrutar de un dulce manjar, ven a esta niña, pues pueden hacerle lo que quieran, es una puta que hemos rentado para ustedes, como un obsequio por ser tan buenas personas y limpiar estas calles de toda la basura que arroja la gente, no se preocupen está domesticada, así que adelante, se vale meterle la verga, mamarle la panocha y vaciarse donde ustedes quieran y cualquier berrinche o negación por parte de esta francesilla pendeja se analizará para su respectivo castigo, así que adelante, sírvanse- invitaba el obeso de Pancho mientras él tomaba asiento en una silla ubicada enfrente del sillón donde esperaba la nena, ya Lucio y Felipe había tomado sus respectivos lugares.

-ohh, apoco es francesa?- preguntó Culandro.

-no, pero parece- dijo Pancho.

Los viejos errantes observaron detenidamente a la preciosidad ahí sentada, tenían mucho tiempo que no cogían, al menos Culandro, Penesio tenía mucha más experiencia en el ámbito sexual pero solo con perras pulguientas y así sin lavárselo guardaba su aparato entre sus pantalones cubierto por cualquier cantidad de extrañas fragancias y enemas caninos, ya que no había hembra humana en el mundo que quisiera tener un momento de lucidez con tan desagradable y cagado sujeto.

Por eso con el simple hecho de ver en primera fila a una perfecta ejemplar de hembra de su ahora sí misma especie no pudieron evitar experimentar una rara sensación en sus pantalones, algo entre sus piernas cobraba viva y se erigía poderosamente mientras iba casi desbaratando los trapos esos que ellos mismos llamaban pantalones así como desprendiéndose de costras de mugre que literalmente formaban una armadura que cubrían sus miembros y que se partían conforme las vergas resucitaban.

Los desagradables viejos se acercaban a la nena quien veía aterrada el aspecto visual y edades de los sujetos que disfrutarían de sus servicios, sus manitas comenzaron a sudar y su cuerpo se puso extremadamente tenso, cuando los viejos se sentaron junto de ella no pudo evitar expresar un gesto de vómito, y es que el olor era insoportable que hacia llorar sus ojitos, sintió como una de las tantas manos se posó sobre uno de sus pechos y comenzó a masajearlo, ella intentó retirarlo con su mano pero le fue inútil, otra mano había asaltado ese salvador bracito y de paso se lo había cubierto de suciedad, la futura modelo podía escuchar el zumbido que venía a partir del aleteo de todo el enjambre de moscas que revoloteaban para allá y para acá y que ya empezaban a pararse sobre su cuerpecito y friccionar sus patitas.

La cochina mano seguía masajeando ese perfecto, redondito y paradito seno mientras otra se posaba sobre la torneada y carnosa pierna de la fémina y principiaba un calloso recorrido hacia arriba dejando una impregnosa marca de suciedad y algunas flemas, Dulce sentía como ya eran tres manos las que tallaban su cuerpo, se preguntó por la cuarta, que estaría haciendo, así que desvió su azulada mirada para contemplar con terror como esta cuarta mano masturbaba una imponente verga, la verga de Don Culandro era enorme, gigantesca y muy gorda, de nada había servido que hubiera rechazado la de Pancho si esta estaba en igualdad de condiciones y longitudes.

-vamos zorra muéstranos tus chiches, anda!!- el pervertido de Penesio con todo y mocos en la cara y barba ordenaba, su aspecto era de lo más repugnante e intimidaba a la nena con solo saber que existía.

La nena conmocionada solo volteaba a ver al trio de depravados quienes bebían cerveza sentados como si estuvieran disfrutando de algún entretenimiento televisivo, pero a la vez veía una moruna en las manos de Felipe y recordaba sobre el supuesto castigo que tendrían sus negaciones, así que esperando unos minutos en donde disputaba sus sentimientos dentro de su avara cabecita llevó sus manitas atrás de su nuca, lentamente deshacía un nudo para de esta manera el sugerente escote fuera deslizándose hacia abajo hasta que aparecieron ante todos los presentes los carnosos pechos de la joven modelo, los cuales se mantenían exquisitamente levantados en una muestra por ofender o faltarle al respeto a la gobernante fuerza de gravedad.

A Lucio hasta le salió la cerveza por la nariz, nunca había contemplado en su vida unos senos desnudos tan perfectos, tallados por las mejores y más profesionales manos escultoras, lucían muy blanquitos, limpios, sin ninguna mancha o arruga o señal de flacidez, grano, verruga o algún vello o lunar que pudiera aparentar paño, adornados por un par de finos pezones y rodeados por unas hermosas y cautivantes aureolas rosadas y completamente erguidos ya que a raíz de que el escote fue retirado estos conservaban su misma posición en un afán por mentarle la madre a la poderosa fuerza de atracción; Pancho, al ver como esto empezaba a tomar formas decidió mandar a Lucio a cuidar la entrada del edificio por cualquier cosa que pudiera solicitársele tanto a él como a Felipe y de esta manera no subiera alguien más que pudiera interrumpirlos.

Lucio reclamó pues por nada del mundo quería perderse ese inigualable espectáculo tan insólito, y eso que apenas iba a sacarse la verga para masturbarla, pero fue silenciado por el portentoso sujeto.

-mira pequeña sabandija, está claro que no pueden ir ninguno de los invitados que en estos momentos disfrutan de la piruja esa, tampoco puede ir Felipe porque es el dueño del edificio y tiene ese derecho, así que solo quedamos tu y yo, dime, como podemos decidir quién de nosotros dos irá a cuidar y se perderá de este momento…………….. anda dime- dijo el descomunal sujeto levantándose de su asiento y sacando todo su pechaje, quitándose la camisa y mostrando cualquier cantidad de cicatrices y tatuajes, tantos que era casi imposible colocar uno más.

Lucio comprendió entonces que nada tenía que hacer allí, así que derrotado y humillado en cuanto a condiciones corporales salió cabizbajo por la puerta, maldiciendo al gordo y a su inferior genética corpórea.

La pornográfica escena se reanudó, como becerros ambos vagos se pegaron a cada uno de los senos, lambiéndolos, pasándoles sus asquerosas lenguas y de esta manera comenzar a impregnarlos con un maloliente brillo, mientras Culandro jugaba con su lengua revolviéndose en un pezón, Penesio con su babeante y chimuela boca succionaba el otro como si quisiera absorberle toda la carne que en él se encontraba, llegando a enterrar uno de sus venenosos dientes en esa suave y tersa piel.

La nena reaccionó con un grito e intento de evadir la horrenda cara, pero el solo ver al viejo le daba hasta asco tocarlo, le provocaba nauseas tocar esa cara incluso para retirarla mientras esto era aprovechado por el viejo para darse el mejor festín de su vida y devorar chiche como si esto fuera la única y exclusiva razón por la cual fue enviado a este mundo, estaba tan concentrado que ya comenzaba a ejercer movimientos representativos del acto carnal, impulsaba su pelvis y esta comenzaba a friccionar su babeante instrumento en las tremendas caderas de la joven hembra.

Ella se incomodó y alejó su cuerpo del desalmado y caliente viejo que se restregaba en su escultural figura próxima Miss México pero este movimiento solo hizo que se acercara al otro sudado sujeto que ya, junto con su compañero, habían agriado el ambiente con olores propios de las trocadas y zurradas provenientes de ambos.

-noo!!!, basta, esto es demasiado!!!- la nena se incorporaba ante el asombro de los presentes.

-que pasa puerca, apenas y te iba a dar un besito jejejeje- dijo Culandro.

-no puedo, por favor, esto es tan asqueroso, ustedes realmente apestan, moriré si respiro otros segundos más su hedor- decía la joven mientras tapaba con sus manitas sus babeados senos.

-por favor señor, no habrá otra forma de arreglar esto- decía la nena dirigiéndose a Pancho pero la verdad es que, ¿Qué era lo que la nena quería arreglar?, no les debía dinero, no estaba involucrada en nada, su único “pecado” se podría decir era haber salido tan buena, sentirse superior a los demás y haber caído en las malvadas garras de Pancho.

-así que nos dices apestosos, nosotros no tenemos la culpa de no ser finos como tú y poder bañarnos todos los días, si yo tuviera agua me bañaría, así que ven y siéntate con nosotros o si no Rintintín te enseñara a respetarnos- dijo el panzón de Penesio, mientras el amarrado Rintintín comenzaba a ladrar como el mismísimo Cerbero, tiraba de su cadena intentando liberarse llegando a mover el pesado mueble de donde yacía aprisionado.

-que te sientees!!!!!!!!- Culandro jaló a la desescotada nena de una de sus manitas y fue a caer nuevamente en medio de ellos.

-ahora vamos a darnos unos buenos besitos entendiste, y si me muerdes la lengua te suelto al Rintintín, que mira que él también tiene un tiempo que no ha probado hembra jejejeje- la nena era amenazada por el putrefacto de Penesio, quien se quitaba su camisa para estar parejo con Dulce.

La nena al escuchar esta aberrante amenaza se puso fría de todo su cuerpo, llegándose a ver hasta azul de su carita, y es que el simple hecho de pensar que la echarían a coger con ese perrote le ocasionaba un trastorno muy fuerte que quizás ni el mejor psicólogo con sus terapias propias podrían aliviar, el perro en cambio también tenía su roja verga bien parada, al parecer hasta él disfrutaba del momento.

El viejo Penesio dejaba contemplar a su preciosa amante una figura fofa, el viejo era moreno de la cara y brazos pero al liberarse de su atuendo dejó ver que de su cuerpo era más claro, en la parte que era cubierta por su trapo, un abundante bosque selvático adornaba solo en medio de sus pechos y una caída y arrugada panza bajaba hasta tapar el mecate que servía como cinturón de su pantalón, así fue como comenzó un forcejeo entre este viejo y Dulcecita pues él quería meterle su sucia lengua en su boca y ella por razones obvias lo impedía, mientras Culandro se dedicaba a lamer a la nena de sus magistrales pantorrillas; Dulce no era una modelo delgada, era más bien de esas modelos vulgarmente voluptuosas y cuyo cuerpo o mejor dicho caderas hacían estirar esa pequeña falda hasta el desgarro, notándose perfectamente donde acababan las nalgas y donde comenzaban las piernas.

-nooo, suélteme malditoo- la nena se resistía, pero vanos fueron sus intentos pues en poco tiempo el asqueroso de Penesio metió hasta dentro su por demás repulsiva y vomitoria lengua y comenzó con un remolinesco movimiento acaparando toda la fresca extensión bucal que pudiera conquistar de la señorita.

Ella tosía pues sentía su boquita llenarse de babas, las cuales comenzaban a escurrir por las barbillas de ambos amantes, desesperada luchaba ante la aberrante situación pues sumada al hedor le estaba resultando psicológicamente traumante, su boquita pronto se volvió a llenar de saliva pero ahora no podía escupirla pues los labios del viejo formaban un sucio tapón en sus rojos labios de actriz porno así que por reflejo no le quedó otra que mover su lengua, que más que para lograr algo era más que nada para estar en movimiento pues Culandro ya le había sujetado de las piernas, la lengua de Dulce se encontró con los pocos sobrevivientes dentales del pervertido, eran más grande de lo normal y pudo sentir como en cada roce de su órgano lingual se desprendía una rara concentración de algo por parte de estos.

En poco tiempo se comenzó a escuchar un desquiciante sonido húmedo, proveniente del constante choque de ambas lenguas cortejándose, que solo puso bien duros tanto a Felipe como a Pancho al imaginarse la fuente que producía dicho sonido, para esto el viejo Penesio con una de sus manos había aferrado la barbilla de la nena para de esta manera poder darle sus mejores y más obscenos besos de lengua, la nena mantenía un rostro entre asustado y asqueado pues era heroico estar soportando a ese viejo que muchas veces fue corrido de la cantina por andar faltándole al respeto a las empleadas de Felipe, la falda de la nena se había levantado hasta casi la mitad de su ejercitado trasero y dejaba ver los blancos y apretados calzones de la chiquilla formados por finos encajes en los laterales, Pancho y Felipe no daban crédito a lo que su cerebro procesaba mediante sus calientes miradas y empalmados masturbaban sus grotescas vergas listas para entrar en acción.

Culandro al ver la infernal imagen de esos blancos calzones apretarse exageradamente en ese ejemplo de culo bien hecho comenzó a realizar movimientos perrunos, rozando su monstruosidad entre las carnosas nalgas de dulce quien podía sentirla aun sabiendo que esta volvieron a refugiarse entre los pantalones del tipejo, de repente sintió como algo húmedo había chocado con su espalda, Culandro había arrojado un cuantioso y pegajoso escupitajo en ella y esta asquerosa secreción venia resbalando por toda la zanja y algunos músculos que se marcaban ligeramente en la femenina espalda de la joven edecán.

-no, no haga eso- decía la chiquilla quien para hablar tuvo que liberarse de la sucia boca de Penesio, pero este otro depravado volvió a llevar su boca hasta esos tentadores labios para volver a fundirse en un malsano beso de lengua, la nena poco a poco se iba sonrojando de su carita pero más que por sentir bonito era por la situación de alcanzar a observar a los otros dos viejos masturbarse con la visión de su cuerpo, llegándose a sentir como una especie de instrumento exclusivo para disfrute de machos, que ha decir verdad, eso es lo que representa esta nena en las pasarelas pero visto desde un punto más maquillado.

De repente la nena mordió el labio de su improvisado amante, este se emputó y le pegó una cachetada por tremenda osadía, Dulce no lo había hecho por asco, no fue esa su intención, fue porque Culandro había hecho a un lado su calzón, se había ensalivado dos de sus dedos todo con la finalidad de lubricar a la cálida chiquilla y había comenzado con un morboso refrego sobre su conchita, pero el viejo se llevó la sorpresa de que la nena estaba mojadita, su sexo se sentía calientito, así que continuo pues la experiencia para él era enloquecedora, ya ni recordaba cómo es que se sentía un sexo femenino en proceso de lubricación y este además estaba ausente de cualquier vellosidad por lo que su piel era tan suave casi comparado como acariciar un durazno.

-zorra hija e puta, me vuelves a morder y te muelo a golpes entendites- dijo el satanizado viejo mientras desabrochaba su mecate.

-ora si vas a ver hija e puerca, esta me la pagas- decía el dañado sujeto.

El viejo bajó sus sucios pantalones dejando ante la mirada atónita de Dulce su verga de 23 centímetros, morada tirándole a negra de su glande, lucia tremendamente brillosa, de su punta colgaba un hilo de una rara sustancia parecida o de consistencia similar a la clara de un huevo, su glande apestaba a verga no lavada en meses, estaba atascada de suciedad, era posible visualizar tremendos restos de cosas blancas y algunas amarillentas que muy posiblemente habrían sido blancas con anterioridad pero ahora estaban añejadas.

-no por favor eso no- dijo Dulce pues sabia las claras y maquiavélicas intenciones del dueño de sus besos, Penesio la iba a poner a mamarle la verga.

Pero la esculpida nena pronto se sintió desprendida de otra de sus ropas, y es que el bribón de Culandro había tomado sus finos calzones de cada uno de sus laterales y aprovechando que la nena se distrajo reverenciando la amenazante verga jaló la ajustada ropa interior de ella sacándosela por completo, ni siquiera le dio tiempo a esta chiquilla de cerrar sus muslos, cuando sintió ya enseñaba a este otro vago su cajeta completamente desprotegida.

El chueco Culandro tomó los calzones de la nena y los enseñó levantando la mano, como si este hubiera sacado de la piedra encantada a la mismísima Excalibur, y emitió un grito vencedor, pero Penesio quiso reclamar para sí tan anhelado trofeo, así que comenzó una serie de fuertes jaloneos por parte de los viejos peleándose por las pantaletas de la fémina y es que cada uno quería ser el primero en aspirar la caliente y lubricada esencia de hembra humana.

Era tal su desesperada contienda que ya habían roto la suave prenda de uno de sus elásticos, Dulce por lo tanto seguía en medio de estos dos animales, había adoptado una postura casi de perrito pues una de sus piernas se apoyaba del suelo, de esta manera podía sentir empellones en su culo por parte de Culandro en su riña, mientras la verga de Penesio al estar parada chocaba, punteaba y cacheteaba su carita debido a los bruscos movimientos del vejestorio, la nena no se daba cuenta que su hermoso rostro digno de aparecer en las portadas de las más reconocidas revistas estaba siendo embarrado por muchos de esos sedimentos blanco-amarillentos que escurrían de la verga de Penesio.

Fue en esta competición por conocer quién sería el ganador en donde ambos viejos totalmente desesperados jalaron la prenda y esta se estiró tanto del otro de sus elásticos que salió disparada de las manos de ambos, los viejos veían como esta deliciosa prenda casi en cámara lenta llegaba hasta los territorios de Rintintín, rápidamente el perro le puso una de sus patas encima y comenzó a olfatearla por un buen rato, con su espumoso hocico mordía y estira dicha prenda, jalándola y sacudiéndola como si hubiera atrapado algún tlacuache y sin más comenzó a masticarla mientras gruñía y enseñaba sus fieros colmillos ante la intención de alguno de los presentes por quitársela de sus fauces.

La señorita Fuentes, ahora solo vestida con sus tacones y su falda, aprovechó la distracción de los viejos para escurrirse como alimaña bajándose del sillón pero sus movimientos fueron advertidos por Culandro quien fue a su captura, agarrándola de los pelos casi queriéndole arrancar el cuero cabelludo.

-a donde hija de puta!!!!!!!, pendeja zorra creites que te nos ibas a escapar!!!- dijo el viejo mientras empezaba a jalarla como cual trapo viejo o jerga para trapear el piso hasta llevarla de nueva cuenta al viejo sillón nido de tarántulas.

-por favor suélteme, me duele- la nena solo pataleaba y aferraba sus delicadas manitas de princesa en contra del gordo brazo del recolector de botellas, una vez en el sillón el gordo Culandro sentenció.

-ahora pedazo de perra, me vas a dar las más sabrosas de tus mamadas o de lo contrario te echo a Rintintín pa´ que te coja, entenditeeessss!!!!!- rugió el depravado Culandro quien la miraba con sus ojos completamente sulfurados mientras la nena lo miraba con su carita de niña asustada y ojos vidriosos, temblando ante su visible inferioridad.

Mientras Culandro se iba desvistiendo la nena observaba como Penesio, con verga de fuera, se sentaba al lado suyo mirándola de manera retorcida, sonriéndole y enseñándole sus podridos dientes y como a partir de su sonrisa se escapó una putrefacta esencia que le llegó hasta su pequeña naricita. La nena apartó su mirada de tan horroroso sujeto solo para darse cuenta de que Culandro ya estaba listo, su ruda verga de 22 centímetros y apestando a rayos apuntaba directo a su boquita, esa boquita que tantos muchachos admiraban, que muchos llegaron a imaginarse pegada entre sus labios, intentado prefigurar el sabor de sus besos y que ahora dicha boquita sería mancillada por una verga que, para que describirla, si el lector ya anticipará las sépticas condiciones en que se encontraba.

-chúpamela perra, anda, chúpamelaaaaa!!!!!- decía el exasperado gordo ligeramente inclinado hacia un costado debido a su rara malformación en una de sus extremidades inferiores.

Dulce se resistía a realizar tan desatornillada labor, esto no era para nada estimulante ni gratificante, su panocha estaba mojadita pero era porque de por si siempre se humedecía debido a una extraña anomalía en cuanto a su lubricación, no porque estuviera excitada, la chamaca al ver como el viejo levantaba uno de sus brazos para darle una cachetada solo atinó a alegar.

-no espere, está bien, ya se la chuparé, pero por favor no me pegue-

-pues qué esperas!!, anda!!!, o te echo a Rintintín!!!!- el perro no dejaba de ladrar en cada momento en que era mencionado, como si también estuviera pidiendo su parte.

La nena tímidamente abrió su boquita, pero no llegó a engullir tan fétido aparato, retrocedió, volvió a abrirla pero de igual manera se echó para atrás, estuvo así otras cuatro ocasiones, en donde solo abría su boquita, que lo único que hicieron fueron impacientar al viejo Culandro, este tipejo al ver que la nena estaba de zorra calienta vergas decidió tomar cartas en el asunto, así que con un fuerte envión que tomó a Dulce por sorpresa mientras ella abría otra vez su boca, logró meterle más de tres cuartas partes de su cochambroso miembro hasta casi tocarle la campanilla.

Dulce peló los ojos pues el viejo prácticamente la había desvirgado de la boca, la entrada fue violenta, de no ser porque su verga se dobló hacia la garganta esta le hubiera salido por la nuca, Culandro la tomó ferozmente de su cabecita y comenzó a descargar todos sus años de sequía sexual en contra de la boquita de la joven modelo, los brutales azotes que el viejo proporcionaba a su bella sometida eran perturbantes, para poder tener mejor acomodo y de esta manera sus embestidas fueran más potentes apoyó uno de sus pies sobre el sillón dejando la pata mala apoyándose del suelo, para así continuar con su barbarie.

La pobre y malaventurada niña solo se limitaba a recibir las tremendas embestidas, sus modestos ojos azules apenas y podían apreciarse pues cada empellón los obligaba a cerrarlos, la nena solo podía abrirlos para contemplar como la grotesca panza del viejo se dirigía velozmente hasta su carita al punto de chocar con ella, sintiendo como esa grasosa bola de pelos raspaba su cuidado cutis, sintiendo como algo verdaderamente grueso hacia expandir su conducto esofágico, la nena comenzaba a experimentar una apresurada inundación producto del estanque salival que se estaba formando dentro de su boquita y que comenzaba a derramarse en forma de densas y enormes gotas de babas que caían hasta el precipicio.

-gluuppp!!!, ahhhgggggg!!!!,- la nena se ahogaba ante tales fieros movimientos sumados a la desmesurada medida vergal que se enterraba hasta lo más profundo de su garganta, cosa que la estaba haciendo casi desfallecerse.

El poseído sujeto estaba en un sueño epopéyico al estarse cogiendo la boquita de tan agraciada chiquilla, sus poderosas irrupciones hacían vibrar todo el potente cuerpo de la joven hembra, sus cabellos, sus manos, su cabecita, y más notoriamente sus senos eran sacudidos ante las salvajes acometidas de un hombre en completo estado de abandono racional, el anciano de Penesio no quiso quedarse sin su parte así que incorporándose hizo a un lado a su desnivelado amigo, si bien Culandro era gordo y este otro era un abuelo panzón, se podría decir que el nivel de fortaleza entre ambas bestias era similar.

Cuando Culandro sacó su barreno de esa boquita se impidió que Dulce pudiera cerrar su boca, ya que al contrario, su boquita quedó despilfarrando saliva y completamente abierta como si estuviera esperando que la verga que la mancilló se alojara nuevamente, en su interior podía verse su lengua revolviéndose entre las mezclas de babas y líquidos aceitosos, una gran cantidad de pelusas y residuos yacían naufragando entre dicho océano viscoso y muchos de estos desperdicios caían por efecto de catarata que adquiría la saliva una vez que llegaba al final de los labios de la nena.

El viejo Penesio se acercó a divisar tal hecho, o al menos esto se pensaba cuando acercó su feo rostro a la boquita de Dulce, pero lo que hizo este depravado enfermo fue mandarse uno de sus mejores y más potentes escupitajos el cual entró limpio dentro de la cavidad bucal de la edecán, la nena estaba tan desconcertada que no atinó a mostrar signos de repugnancia, se quedó toda selemba hasta que la nueva y aún más pestilente verga se alojó entre sus labios.

De esta manera el puerco anciano empezó de igual forma a masacrar la dulce boquita de la muchachita, sus manitas no luchaban, solo se mantenían asentadas en las piernas de su verdugo, hubo un momento en que Dulce sintió como algo muy pesado había caído en su pelo y bajaba a velocidades contantes por su frente y nariz, al principio se creyó que era baba del viejo lo que venía bajando debido a su emoción de meter esa verga (que por cierto era la verga que penetraba perras y recién no tiene mucho había penetrado a una) pero cuando a la acaudalada chiquilla se le ocurrió mirar hacia arriba para comprobar su teoría se dio cuenta de que se trataba de otro tipo de líquidos, una enorme cantidad de mucosa verdosa se había desprendido de la nariz del chimuelo y venia corriendo hacia abajo, la nena sentía como esta asquerosidad poco a poco se acercaba a su pulcra boquita pero cuando estaba analizando esta situación esa patógena sustancia ya se había fusionado con las babas que batían dentro de su boca, la verdosa esencia dejó en todo su recorrido un rastro similar al que dejan las babosas cuando se arrastran.

Por un extraño instinto de supervivencia o de defensa la adinerada modelo cerró sus labios, apretándolos contra la sucia herramienta, todo esto quizás en un intento por evitar que entrara más de esa mezcla proveniente de la nariz del viejo, ya que de sus fosas nasales se advertía un segundo e igualmente cargado desprendimiento, pero esta acción fue muy bien aceptada por parte del viejo, ya que sentía extremadamente delicioso que su verga entrara y saliera mientras era friccionada por los carnosos labios de Dulce, los cuales habían perdido toda prueba de su brillo labial, por el contrario habían adoptado una capa blancuzca, formada a partir del atoro de los desechos espermáticos que formaban el antihigiénico sedimento.

El viejo loco reclamaba y reconocía esa boca como suya y en un intento por completa colonización apretó con una fuerza demoledora la carita de Dulce contra su barriga peluda, la nena en un acto reflejo quitó sus manitas de las piernas del viejo para subirlas aún más llegando hasta las peludas y planas nalgas del sujeto pero sintiendo una rara consistencia amasada, espesa, impregnada en el trasero de Penesio ahora adhiriéndose en sus deditos, la pobre chiquilla no sabía que el anciano venía zurrado.

Pero Culandro quiso tener aún más de esa boquita de diosa y no estimando que la boca de dulce estaba albergando la descomunal barra de Penesio metió a marchas forzadas su desmedida vaina, con mucho esfuerzo el trozo de Culandro se iba abriendo paso entre los apretados labios de la nena los cuales se negaban a recibir dos vergas al mismo tiempo, posiblemente no le cabrían debido al inimaginable grosor de ambas, pero con mucho esfuerzo el gordo logró su cometido otorgándole a Dulce un agudo dolor en su mandíbula casi al grado de llegar a la dislocación, la nena ahora daba asilo a dos terribles y muy apestosas vergas que la ultrajaban a partir de severas estocadas proporcionadas de manera humillante y sincronizada, ahora la moquienta era ella pues de sus fosas nasales escurría este tipo de secreción.

Varios minutos más pasaron para que los viejos pordioseros pudieran estar fuera de la boquita de Dulce, la vejada chiquilla yacía sentada en el sillón con su mirada perdida, de sus labios se apreciaba que mucha saliva fue expulsada, de sus ojos bajaban muchas líneas negras debido a su rímel corrido, su cabello estaba más que alborotado pareciendo una peluca mal puesta, sus chiches al aire y sus piernas muy bien cerradas mientras aún conservaba tanto su falda como sus tacones, de la joven modelo de hace unas horas solo quedaba el potente cuerpo, mientras tanto los viejos estaban parados frente a ella, ya desnudos, con las piernas de ambos cascorvas, sus vergas señalando a la niña y cubiertas por una gruesa capa de saliva en donde varios colgajos de la misma formaban algo similar a estalactitas cavernarias

-bueno pues quien va primero- preguntó Culandro refiriéndose a la penetración vaginal.

-yo, yo iré, apártate gordo- Penesio se le adelantó, el viejo solo se mantenía vestido con su gorro pasamontañas.

Cuando la nena vio que uno de los viejos se acercaba nuevamente se dio a patalear y suplicar misericordia como si fuera el mismo Dios el que estuviera presente, pero el viejo poco le importaba, según ellos esta era una puta alquilada y se les había pedido una cooperación para su participación, dicha cooperación no era nada en comparación a lo que pedían las prostitutas gordas de allá afuera y con el rendimiento de que esta puta estaba mucho mejor que cualquiera de esas que cobraban exorbitantes cantidades por mercancía mallugada y agujeros en pésimas condiciones, sin mencionar lo viejas, gordas y feas.

El anciano mandó una de sus más fieras cachetadas para asosiegar a la nena, aprovechó el momento de desconcierto que en ella había causado el golpe para despojarla de su falda de la manera más bruta, colocó su mórbido cuerpo entre las esculpidas piernas de la modelo, acomodó su babeado instrumento en la entrada de la conchita de ella y sin más se dignó a mandarse el primer empujón, al parecer el viejo tendría un privilegio mayúsculo, que nadie sabía, de lo contrario el mismo Pancho hubiera reclamado para si ese derecho, y esto se constataba en la estoica defensa que la panocha de la nena estaba realizando en contra de tan nauseabunda verga.

-jejejeje, según tu muy vergas Penesio, y no puedes metérsela a esa putilla- decía en forma de burla Culandro.

-es que esta perra está bien apretujada, mi verga ni va a cabeeeeerrrrr!!!!!!- bramó el viejo al sentir como su glande empezaba a resbalar hacia adentro, al parecer los vaginales labios de la nena empezaban a sucumbir.

Por un rato el viejo Penesio estuvo en su faena penetrante, comenzó a sudar cantidades industriales y estas bañaban el cuerpo de la también sudada Dulce quien se aferró del viejo mientras su carita mostraba que efectivamente la verga hacia su entrada trigarante, hubo un momento en que la ya también mugrosa Dulce expresó un rostro de espanto, la pestilente verga de Penesio había entrado en toda su dimensión.

Felipe y Pancho, y más que nada Culandro, quedaron como unos pendejos al escuchar la escandalosa noticia que de los labios del viejo barbón se parloteaba como si se hubiese hecho el más grande descubrimiento científico, y es que lo que a continuación relató el anciano moquiento era algo que rebasaba todas las expectativas lógicas de la libertina chiquilla considerando precisamente eso, su libertinaje.

-jejejejejejejeje, jejejejejejejejejej, jejejejejejejejejejeje- primero una risa macabra proveniente del más bajo nivel del inframundo se escuchó pero después vociferar a todo pulmón lo virginal de la nena.

-es virgen (en voz baja), es virgen (un poco más fuerte), esta zorra era virgeeeeeennnn!!!!!!!! (Berrido)-

-esta zorra era virgen jajajajajaj!!!!!!!, y yo fui el primero!!!!!!!!!!- gritaba Penesio con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Ninguno de los ahí presentes creían tan presumida afirmación así que sin más se acercaron para constatar lo dicho por el panzón anciano, a medida que se acercaban podían apreciar como efectivamente el viejo aun clavado pero mostrando parte de su aparato ensangrentado tenía razón, decía la verdad, ¿pero cómo si todos creían que Dulce era una zorrita que asistía a antros y fiestas?, la apenada y ruborizada Dulce mantenía sus dos puños cerca de su carita y pensaba en esa vez que su novio según la había desvirgado pero que ocasionó una fuerte pelea puesto que Dulce no sangró, llevando a esta pareja al borde de la separación debido a que el macho de Dulce desconocía que muchas veces una hembra no sangra en su primera vez, o quizás su arma era muy pequeña y no alcanzó a ocasionar tal daño.

El tener sus manitas tan cerca de su cara llevaron a Dulce a aspirar una rara y fétida fragancia, volteó a ver de qué se trataba comprobando que había mierda en sus deditos, “iiiiiuuuuuuu que asco, maldito viejo asqueroso” pensó y rápidamente los talló en el viejo sillón como si quisiera desprenderse de su misma piel.

Aun así Dulce sentía dolor, y más lo sintió cuando el viejo Penesio comenzó a embestirla, una fuerte punzada nacía en su vagina en cada uno de sus vulgares empalamientos y se extendía como si recorriera un gran nervio por todo su vientre, senos y así hasta llegar a su cabeza y manifestarse en forma de punzada, en pocas palabras, un doloroso camino que la surcaba a la mitad de su cuerpo, algo que la partía por dentro.

Y así con estos tres envidiosos viejos observando la penetraciones tan cerca que podían sentir el olor de la sangre virgen emanando de esa rajita es como continuaron una serie de desconsideradas y salvajes picadas de verga en contra de la suave y delicada vagina de Dulce, pero esto no solo era observado por Culandro, Pancho y Felipe, el cuarto donde se encontraban estaba cerrado con una pesada puerta metálica pero cerca de ella había un orificio lo suficientemente grande como para que un ojo humano pudiera evidenciar toda la pervertida escena, y esto era lo que precisamente estaba aconteciendo, había otra persona observándolo todo.

Pancho y Felipe regresaron a su posición, decepcionados, enojados y vencidos.

-puta verga Pancho para que vergas invitaste a estos pendejos, mira que desvirgar a Dulce no chingues-

-yo que vergas iba a saber, esa chiquilla se veía tan puta que yo pensé que ya le habían dado hasta por las narices- alegaba Pancho.

Mientras tanto Penesio seguía taladrando a la pobre y maltratada Dulce quien ya abandonada de toda esperanza se dedicaba a que todo pasara de la manera más rápida, recibía verga por su papaya por parte de este animal sintiendo como sus paredes vaginales se abrían forzadamente para recibirlo, por lo tanto la sangre se iba mezclando con los caldos lubricantes que escurrían bajando por las nalgas de la nena, el viejo tomaba dichas posaderas y las levantaba para tener mejor embiste, ahora si Dulce sentía todos los centímetros vergales en su acalorada y ensangrentada vagina.

Por acción natural el clítoris de la nena empezó a drenarse de sangre y de esta manera aumentó en tamaño y sensibilidad, los movimientos del viejo a pesar de ser inhumanos llegaban hasta tal lugar, llenando de extrañas sensaciones a la nena nunca sentidas con anterioridad cuando con su novio, dicha percepción estaba empezando a aumentar la temperatura en una nena que se negaba a aceptar que se estaba calentando, no por cómo era sometida, pero si en respuesta a una reacción natural por parte de su cuerpo debido a estar expuesta a los placenteros roces que la verga del viejo mantenía cerca de su clítoris.

-nooo, pare por favor- solicitaba la afamada edecán pues experimentaba algo inusual formándose en su vientre.

El viejo no hacía caso, solo estaba ahí embistiendo a la nena, con su horrible rostro sudado y regurgitando palabras obscenas en contra de la rubia chiquilla que tenía debajo, la cual yacía ahora patiabierta, con sus muslos bien expuestos en donde acoplaba como mandado a hacer el cuerpo del anciano, la nena aún conservaba sus tacones, única pernada que la acompañaba puesto que había sido despojada hasta de sus finos aretes, pulseras, cadenas y esclavas de oro por Pancho y Felipe cuando ella llegó aquí.

Pero las blasfemas palabras no era lo único que soltaba el viejo, además de sudor el viejo volvía a soltar una cuantiosa cantidad de mocos los cuales caían hasta el bello rostro de la chamacona llenándoselo por completo, quedando casi irreconocible, pero el viejo ajeno a este asco llevó su viciosa lengua hasta la boquita de la nena aprovechando que esta la tenía abierta y comenzó con una aguerrida lucha lingual en donde la perdedora siempre era la boquita de Dulcecita.

La aristócrata chiquilla sentía eso caliente formándose en su vientre casi de fuera, era una sensación rara y nunca antes experimentada por ella, sus vanos conocimientos la llevaron a deducir que se estaba meando y que si no hacía algo por impedir las penetraciones terminaría haciéndose, esto sería muy vergonzoso para ella pues todos la verían y se burlarían, así que empezó con sus manitas a querer librase de tan desagradable sujeto.

Pero este no cesaba, parecía no cansarse, ya llevaban un buen rato cogiéndosela y este viejo no bajaba su velocidad, al contrario la había aumentado pues el bollo de Dulce había aceptado el cortejo vergal de Penesio, de repente la joven se tensó de todo su cuerpecito, arqueó un poco su espalda exhibiendo toda la potencia y uniformidad de sus pechos, sintió como su vagina se cerraba dejando atrapada la verga del viejo ahí adentro para después destensarse y soltar una importante cantidad de líquido por su conchita.

-ayyy no, me meo!!- gritó la nena pero fue corregida por su mancillador.

-no seas pendeja hija de la chingada, te estas corriendo, te estas corriendo como las perras jejejeje-

-nooo!!, yo no soy……… ninguna perraaaaaa!!!! Aaahhhhmmmmm, que es estooooo!!-

-aaahhhhhh cállate!!!, te corres exactamente igual que unaaa!!!!- el viejo dio un doloroso manazo contra uno de los cachetitos de Dulce, pero ella ni se inmutó, estaba en pleno trance orgásmico que a poco le había sabido el golpe, entonces el macabro viejo barba ceniza le dio otro, y otro más, y uno con más fuerza, y ahora su otro cachete mientras esta nena estaba imposibilitada para ejercer cualquier tipo de reclamo o defensa.

Fue lo más tormentoso pero a la vez lo más delicioso que la nena pudo haber experimentado en su vida, a pesar del momento y la compañía disfrutó su primer orgasmo en casi el minuto que este duró, una vez después de que se corrió su cuerpo fue asaltado por una serie de ondulaciones infernales que hacían moverla como si estuviera siendo exorcizada, aun con verga dentro la nena se movía como pescado vivo metido al sartén.

-ya me toca- dijo Culandro quien había observado todo, Penesio accedió pero solo porque ya se estaba cansando.

-oigan!!!,vagabundos hediondos!!!, ni se les ocurra meterle la verga por el culo a esa puta!!!, ya que la desvirgaron de la panocha me corresponde a mi romperle el culo!!!- rebuznaba Pancho.

-que ahí de mí?- reclamaba Culandro.

-tú ya le desvirgaste la boca gordo trocao- relinchaba Pancho observando desde la silla.

-me vale verga, le voy a dar por el culo pinche pelota playera- dijo Culandro retando a Pancho, al parecer se avecinaba una auténtica lucha de colosos, un duelo de titanes, un choque de trenes, una colisión interplanetaria, la misma Laurasia y Gondwana dispuestas a tectonizarse para formar de nuevo a Pangea pues Culandro tenía casi las mismas medidas corporales que Pancho, quizás unos 10 centímetros menos de altura.

Pancho aun sin camisa se levantó, cuadrándose a la hora de caminar, dirigiéndose precisamente a Culandro quien desafiaba sus reglas, la indefensa Dulce, toda babeada y despeinada, veía la descomunal genética de las bestias allí reunidas dispuestas a disfrutar de sus encantos, era como estar en medio de un ambiente jurásico, en cada paso que daba las chiches de Pancho se elevaban como senos femeninos así como un horrísono crujido se podía escuchar en el suelo procedente de cada una de las pisadas del bárbaro sujeto, al fin llegó hasta su destino y se puso en posición intimidante.

-si te acercas más te echo a Rintintín,- el perro al escuchar se nombre comenzó a desgastar su garganta en ladridos y gruñidos, estaba furioso pues veía como uno de sus dueños era intimidado

-que me va a hacer ese cochino perro- dijo Pancho acercándose al can, mientras este lo miraba con ojos desafiantes, gruñía casi aventándosele al desproporcionado hombre con cuerpo de morsa, pero Pancho pegó uno de sus característicos y gorilescos gritos territoriales como ese que lanzó en el cine porno espantando a los presentes teniendo la misma reacción en la sarnosa mascota, la cual agachó sus orejitas y comenzó a chillar como un cachorrito al que le acaban de pegar.

-jejejeje, perro pulguiento-

-bueno ya, te dejamos el culo parado, pero que conste que no me doy un trompo contigo solo porque estoy malo de la pata- dijo Culandro, hasta cierto punto tenía razón.

Ya una vez resuelto el malentendido el chueco de Culandro se dirigió a la nena, la cual estaba desnuda y recostada en el sillón como la misma Maja de Goya, esta ya no luchó pues vio que la escena era casi apocalíptica, así que el viejo con toda la paciencia del mundo se fue acoplando en las carnosas piernas de la chiquilla mientras su miembro se fue enterrando dentro de ella lo más lento y doloroso posible, embarrándose esta también con la sangre que aun salpicaba su sexo, así hasta que ambos cuerpos se tocaron de sus pelvis.

Lo que a continuación sucedió fue una casi réplica de la cogida de Penesio, con la diferencia de que ahora este viejo obligó a la nena a chuparle su sangrienta verga mientras Culandro se la cogía de la manera más humillante posible, tratándola como una vil muñeca de trapo, como si esta fuera un juguete, un entretenimiento para su sádica diversión, un hoyo donde se mete la verga, uno de esos juguetes en forma de vulva que venden para disfrute de los solitarios hombres.

El gordo enterró sus dientes entre los alucinantes senos de la chiquilla los cuales se bamboleaban por los fornicadores movimientos soltando gotas de sudor a cada una de las direcciones cardinales, mientras Penesio literalmente la cogía por la boca, llegándola a jalar de manera que la cabeza de la nena quedara colgando del sillón y Penesio diera la impresión de darse de sentones sobre su carita enterrándole su verga hasta lo más profundo de su garganta, dejándola a un paso del asfixiamiento, que quizás hubiera sido lo mejor ya que era el momento en que el culo de Penesio quedaba lo más cerca posible del rostro de Dulce y recuerden, Penesio era el cagado.

La verga del desdentado se enterraba en esa castigada boquita, por momentos se quedaba mucho tiempo ahí clavándole hasta el fondo toda su irregular vaina mientras sus huevos se aplastaban contra la respingada naricita de la nena, impidiéndole el poder respirar libremente, comenzando ella a manifestarse con visibles arcadas que inflaban sus cachetitos lo que indicaban el alto grado de salivación que ahí se debía de estar creando, y cuando la verga era retirada, como lava emanando de un volcán salían las caudalosas corrientes de saliva regando a su paso el inmaculado rostro de la jovenzuela.

El gordo Culandro tomó a la nena y sin el menor esfuerzo la volteó boca abajo, acomodó su tembloroso cuerpo a manera que adoptara la posición de perra y una vez hecho esto se mandó otro poderoso envión que entró directo en esa adolorida panochita, la torturada chamaquita solo se quejó con un casi mugido, el viejo la tomaba de las caderas para equilibrarse comenzando una verdadera carnicería pues la nena más que gemir gritaba como si la estuvieran desmembrando, al viejo Culandro esto lo excitaba y lo alentaba a seguir, mantenerse constante y aumentar el ritmo de sus frenéticas y ferrocarrilescas embestidas de rinoceronte.

Poco después el viejo ya no se satisfacía en esa posición y ahora tomaba a la nena de su cuello, aplicando una especie de llave de lucha libre como si quisiera hacerla que esta se rindiera en un cuadrilátero, y de nueva cuenta principió con otra serie de mortales apuntalamientos los cuales en cada lanzamiento hacían crujir jugosamente la encharcada vagina, para esto Penesio ya había tomado nuevamente posesión de los terrenos bucales de la apetitosa carne que tenía a disposición, pero regresando a Culandro el muy valiente le había sacateado al trompo con Pancho, pero que tal aplicando llave de luchador con una indefensa y maltrecha muñequita.

Esta pose resultó ser más cansada, puesto que Culandro tenía que hacer mucha fuerza en esos constrictores brazos al aplicar su castigo, mientras la pobre nena ya casi sentía que le era desprendida su cabeza del resto de su cuerpo, un dolor y marca roja en su cuello quedaron como resultado de tan abominable martirio, pero no contó con que el gordo ahora se iría con su fino cabello, el mugriento y grasiento cerdo sin sacar su verga de la panocha de Dulce se aferró de los cabellos de ella, con una mano tomó un abundante mechón y con la otra pues otro, simulando algo parecido a las riendas de un caballo, una yegua, o mejor dicho una potranca a la que le ha llegado el momento para su domesticación.

De este modo se inició la más salvaje de las contiendas jamás vista por Pancho y Felipe, quienes completamente empalmados por los sonidos y olores a sexo reían y brindaban ante la animalesca situación compadeciéndose de ellos mismos de que por lo menos les quedaba disponible el culo de la adinerada, las velocidades de ataque por parte de Culandro aumentaron considerablemente, mientras el pobre bollito de la chiquilla era castigado hasta la saciedad al mismo tiempo que era jalada con fuerza desmedida de sus cabellos, su carita demostraba un aspecto como si no sintiera nada de esto pero claro que lo sentía, solo que el mismo dolor era tan fuerte que se había convertido en una misma anestesia, las nalgas de Dulce estaban al rojo vivo debido al catastrófico choque que mantenían contra la panza del viejo y más rojas se pusieron cuando este animal la soltó de uno de sus mechones para ajusticiársela con lacerantes nalgadas que no se sabían si hacían llorar, pujar o bramar a la hembra.

El que si pujaba era el gordo, se estaba quedando sin energías, su cuerpo estaba tan caliente hierro fundido pero no paraba pues sabía que, hasta quien sabe cuándo podría volver a presentársele una oportunidad así.

-jejeje, así es como tratamos por aquí a las francesitas presumiditas como tú,- bufaba el repugnante sujeto en los colorados oídos de la ocupada muñequita, pero cuando el cerebro de la nena estaba procesando dicha oración pudo distinguir que el que se dedicaba a cogerle la boca también alegaba.

-noooo, nooooo, aun nooooooo!!- justo en ese momento la entrante y saliente verga de Penesio se despanzurró dentro de la boquita de Dulce.

La nena sintió un asqueroso sabor amargo, probaba la flemática consistencia de esa inmundicia cuya capacidad de crear vida aún no se había perdido por completo, la nena se comenzó a trocar, a expulsar esa asquerosa sustancia que sentía le estaba llenando su boquita con su pegajoso hedor, lo que de su boca salió era la cosa más desagradable jamás vista en su joven vida, eso no era blanco, era completamente verdoso, y pensar que un trago de eso se la había ido directo hasta su estómago, volteó a ver al viejo deslechado solo para admirar la retorcida imagen que este poseía en su, si eso se podría llamar cara.

Penesio estaba muy contento, el ver a la nena con su boquita bien abierta y de esta escurriendo su semen era una situación digna de fotografiarse, enmarcarse, mandarle una copia a su madre y pegarla en el refrigerador de su casa, así que chiflando quien sabe que canción se metió su verga dentro de la boquita de la nena para comenzar a revolver el esperma de la misma manera que se revuelve la sopa, desde que la boquita de Dulce había alojado dos vergas esta aún no se había cerrado, para Dulce era imposible realizar esta acción, su mandíbula estaba aparentemente trabada.

Pero el hermoso rostro de la nenita nuevamente se fruncía, pues a pesar de tener impregnada la asquerosa mezcla salida de los testículos del viejo esto no impedía que ella pudiera orgasmearse por segunda ocasión, todo porque el pervertido de Culandro no había dejado de toquetearle el sensitivo clítoris, abriéndose ella de patas para dejar caer su néctar, el cual goteaba desde lo más céntrico de su rajita mezclado con algo de sangre y líquidos lubricantes del viejo.

La nena, como toda una muñeca de trapo, fue volteada a manera que regresara a su posición original o anterior, boca arriba, para nuevamente ser penetrada sagazmente por el despiadado de Culandro quien se había apropiado de ese bollito y más ahora que Penesio se había vaciado dando a entender que estaba fuera de combate.

La nena estaba toda desnuda, su cuerpo estaba muy sucio, lleno de mugre, cochambre, grasas cubriendo su cuerpo, así como vómito pues momentos antes a Culandro lo había atacado una arcada y alcanzó a vomitar llenando de camaroncitos mal desintegrados por sus jugos gástricos los enormes pechos de Dulce y en su rostro mucho semen y flemas embarradas, la modelo no se había dado cuenta cuando una gran cantidad de moscas mascotas de Penesio y Culandro ya la habían aceptado como un cuarto miembro y revoloteaban al lado de ella, aterrizando sobre su antes pulcra piel, pero aun así en estas arcaicas condiciones la nena siguió experimentado en contra de su voluntad repetitivos orgasmos.

Los orgasmos que la joven experimentó a partir de ahí la fueron dejando sin fuerzas hasta el casi estado de coma, miraba a Pancho y a Felipe masajearse sus vergas con la visible intención de unirse a la cofradía y reconocía que no soportaría tanta crueldad, estos viejos la matarían a orgasmos, miró al techo aun con la esperanza de ver algo que la salvara, quizás un ángel bajando del cielo; sintiendo como su vagina era reclamada para Culandro mientras esta reía de forma mórbida y chocaba esos cinco con su amigo Penesio mientras este sorprendentemente y en contra de todo pronóstico le llenaba nuevamente la boquita con su recuperada verga, de pronto un último orgasmo la abordó, la nena se corría al tiempo que gemía ahogando sus berridos en la verga de Penesio, su lengüita apenas y podía ser apreciada asomando tímidamente tallando el grueso mástil.

Sintió como algo caliente chocaba con sus paredes uterinas mientras escuchaba al viejo Culandro gruñir y repetir una y otra vez que se corría, cabe recordarles que Culandro tenía meses que no cogía ni se masturbaba así que tenía dentro de él todo un almacenamiento de esperma en sus testículos tan abundante como para en caso de una extinción masiva poder repoblar el planeta, y la cantidad de semen fue evidenciada al rellenar por completo la fértil vagina de Dulce.

Primero un ciclo de ininterrumpidas pulsaciones pudieron ser apreciadas atacando la verga de Culandro, indicando que en cada una, una potente ráfaga de prolífico semen era velozmente enviada hasta lo más recóndito de la matriz de Dulce, después de unas diez, doce o quizás quince inyecciones el líquido fue tanto que este comenzó a derramarse (la verga aún estaba dentro) debido a que ya había rellenado a la modelo por dentro, cayendo sobre el apestado sillón y formando una gruesa posa del mismo.

Por su parte Penesio hacia presión en su verga mientras esta alojaba solo el glande dentro de la boca de la recién fertilizada chiquilla para, en poco tiempo, comenzar a vaciarse también y nuevamente, demostrando las mismas pulsaciones vergales de su pepenador compinche, de igual modo la boca de Dulce no pudo soportar tanto semen y comenzó a desbordarse en este mismo debido a las regurgitaciones de la nena por mantenerse consiente, teniendo que tragarse ahora más porciones de este, sentía la cuantiosa y espesa secreción bajar lentamente por su garganta.

Los viejos experimentaron la más grande y épica corrida de sus vidas, los niveles espermáticos que expulsaron rebasaban lo convencional, el dolor sentido en sus vientres bajos los obligó a doblarse por la mitad y así tímidamente ambos ogros se fueron acomodando al lado y encima de su hermosa y desvirgada doncella, Pancho y Felipe se acercaban a comprobar si alguno de los tres seguía con vida pues ninguno se movía ni nada, los tres cuerpos amontonados lucían inertes y llenos de moscas que se despabilaban ante el acercamiento de Pancho, el ojo que había observado todo tenia ratísimo que se había ido, pero ¿de quién se había tratado?, ¿Quién había estado observando la enferma escena sin poder haber hecho nada?.

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Poco más de dos horas antes, en el cuarto de Pancho…..

La otra despampanante fémina, la Margarita encerrada se había decidido, utilizaría las herramientas que su amiga le dio para abrir la puerta que impedía su libertad, demoró algo pues la nena era tan femenina para sus cosas, delicada y no acostumbrada a este tipo de trabajos consistente en golpear el cincel con la maceta para que este rompiera la chapa, al final lo logró.

Para Margarita poner un pie fuera de su cautiverio debió de haber sido algo parecido a la experiencia que tuvo Neil Armstrong cuando se supone puso un pie en la Luna, avanzó sigilosamente entre las sombras, era de noche y su felino camuflaje negro le ayudaba a pasar desapercibida por donde un grupo de borrachos a lo lejos gritoneaban por algún malentendido.

Aprovechó que la cantina podía ser rodeada por un chapeado caminito cuyo final daba a la calle, una vez allí volteó para ambos lados, casi no había personas pero la verdad era que no sabía en qué parte de la cuidad estaba, esperó un rato a ver si algún taxi pasaba pero nada, al parecer la zona era tan peligrosa que ni los taxis entraba, la calle en uno de sus extremos comenzó a llenarse de vagos malvivientes de aspecto drogado y cholo, lanzando botellas de aquí para allá y golpeando coches y todo lo que encontraran a su paso, era un auténtico caos, algo parecido a cohetones se escuchó aún más lejos, o “¿habrán sido balazos?”pensó la nena.

Estaba pensando en regresar al cuarto, la verdad que no sería muy buena idea caminar por la calle en esas condiciones sumado a la provocativa forma que vestía, parecía una puta en todas sus letras, una actriz porno al inicio de una escena gangbang, en eso desvió su verdosa mirada hacia el otro extremo de la calle y descubrió un local que había servido de referencia para la mejor ubicación de un edificio en donde se supone se encontraba su papacito, aun no lo creía pero solo quería comprobarlo.

Así que valientemente y no importando lo que podría sucederle caminó lo más rápido que pudo, su excelso caminado más que para llegar deprisa a algún lugar parecía más para llamar las miradas de los machos que ahí se encontraban, que en esa esquina eran varios, todos borrachos, y se suscitó una chifladera acompañada de cualquier cantidad de peladeces en donde lo que más se escuchaba eran cosas que podrían hacerle a tan suculenta hembra a la hora de estar en la cama y de cómo sus agujeros podrían ser utilizados de maneras para ella nunca antes escuchadas, una hembra salida de las mismísimas entrañas del infierno y enviada a la tierra a seducir a los machos para de esta manera tenernos asegurados por toda la eternidad en el abismo.

La niña no hacía caso y seguía su camino, bajando su vestido constantemente pues el caminar se lo levantaba, pero Margarita pasaba por un dilema, el vestido era en extremo corto y carecía de tirantes sumado a los cada vez más grandes orificios que se alineaban a un costado de él, había escogido el más emputecido precisamente para salir esa noche, si lo bajaba intentando cubrir sus piernas este se bajaba de sus senos casi exhibiéndolos en su enorme y carnosa totalidad, de la misma manera si lo subía de su escote este se levantaba de la parte de abajo mostrando a todo transeúnte que por ahí circulaba el nacimiento de sus orgullosas nalgas, si se ponía atención, se tenía suerte y una perfecta ubicación se podía apreciar entre sus muslos una tonalidad negra tapando en donde claramente se encontraría ubicado su sexo.

La nena llegó al edificio buscado, veía que una de las puertas de las láminas estaba abierta así que entró, sin saber que el viejo Lucio, aquel que había perdido su derecho a participar en la anterior escena que en estos momentos aún no se llevaba a cabo, se dio por irse detrás de ella; el viejo dejó que la joven se adelantara pues no quería que advirtiera de su presencia, pero aun manteniendo una considerable distancia podía escuchar el desquiciante y alterante sonido que producían sus tacones en el piso de loseta.

La nena llegó hasta donde unas escaleras, algo le decía que debía de subirlas, que su papacito se encontraba arriba, en el último piso, su idea era liberarlo y escapar de ahí como fuera, subió esquivando cualquier cantidad de cajas viejas, aparatos electrónicos, eléctricos y electrodomésticos robados hasta que llegó al tercer piso.

Allí un largo pasillo con varias puertas encontró, colocó muy sensual uno de sus dedos en sus anhelados labios meditando en cual puerta podría ser, se dirigió a la primera, al parecer cerrada con llave, la empujó pero nada, aunque susurró la palabra “papá” nadie le respondió, caminó a la segunda y lo mismo, decepcionada intentó con la tercera y esta si accedió, pero encontró algo parecido a un salón de clases abandonado, un ruido y unos alegatos llamaron su atención, con la respiración profunda elevándole todos sus encantos caminó hasta allá, justo cuando se disponía a abrir la puerta la intimidante voz de Pancho la heló.

El gordo estaba ahí al parecer platicando con otro viejo, después escuchó que se trataba de Felipe y no solo eso, más voces así como un ladrido de perro se escuchaba, pensó que a lo mejor estarían maltratando al pobre animal, ella que tanto apreciaba a los animales en especial a los perros y se indignaba de este tipo de tratos, pensó en socorrer al pobre desamparado, pero como, sus fuerzas eran nulas comparadas con las del viejo quien al parecer tenia compañía, llegándose a pensar que se trataba de toda la banda ahí reunida.

Margarita pensó que sería mejor abandonar el lugar, si los viejos la descubrían posiblemente ahí mismo se la agandallaban, así que entristecida por el pobre animalito decidió irse de ahí, pero justo en ese momento descubría un orificio en la pared, “y si echo un vistazo” pensó, para de esta manera cerciorarse de lo que estaba sucediendo, así que agachándose muy sutilmente regalándole a Lucio una prefecta visión de su espléndido trasero aun virgen y levantado aún más con la ayuda de las exageradísimas zapatillas de plataforma que portaba asomó uno de sus verdes ojitos por ahí y comprobó lo que ya se venía relatando.

Un par de viejos desconocidos para ella maltrataban oralmente a una mujer, después por algunos movimientos de estos que le permitieron observar a la otra fémina se dio cuenta de que se trataba de una chiquilla quizás de su misma edad, muy hermosa, rubia y de cuerpo muy estilizado, por un momento se le vino a la mente el horrible suplicio por el que ella tuvo que pasar cuando llegó aquí, y enojada apretaba sus puños como queriendo meterse ahí mismo y poner en su lugar a todos para librar de ese sufrimiento a su congénere pero se dio cuenta de que nada podía hacer.

Decidió irse pero antes de despegar su ojito de ahí observó como la monstruosa verga de Pancho le quedaba a escasos dos metros, con solo verla la sentía casi adentro de ella, imaginando la última vez que la masacró empezó a sudar de la parte superior de sus labios, continuo en esa sugerente e invitante pose mientras el depravado de Lucio la veía a partir de donde terminaba la esquina de la pared, este desagradable sujeto ya estaba completamente borracho pero lo suficientemente consiente como para saber que hizo, que estaba haciendo y que quería hacer.

El sujeto de por si era espantoso, y en estado embriagado era lo que se podría decir lo más parecido a un zombie, no tenía mucho control en su cuerpo pero su verga estaba tremendamente embravecida, era de agradecer que este tipejo aun poseía su cabellera casi completa pero terriblemente desordenada, enmarañada y grasosa, sus abundantes cejas formaban una sola, contaba con unas piernas muy cortas en proporción a su cuerpo y demasiado rechonchas dando la impresión de poseer la complexión de un enano con una estatura un poco mayor, pues la altura de Lucio era la más corta de toda la banda, incluso la misma Margarita aun sin tacones era 5 centímetros más alta que él y ahora con las zapatillas de plataforma le parecía altísima cuando en realidad la nena apenas rasguñaba el 1.77 mts.

Margarita seguía toda ida, hipnotizada, viendo como Pancho masturbaba su brillosa herramienta, como aun con su callosa mano, que casi era un guante de béisbol, al abarcarla aún quedaba de fuera poco más de la mitad de la longitud de esa barra, de repente sintió su vaginita nuevamente escurrirse, se dio cuenta que aún tenía un orgasmo retenido y que su vagina estaba más sensible que nunca, sus caderas ya habían adquirido un sutil pero perceptible movimiento de balanceo.

Se dijo para ella misma que quizás podría masturbarse ahí, total que nadie la veía, así que tímidamente llevó su delicada manita derecha hasta donde se encontraba ese trastornante y aromático reducto vaginal, cuando la manita tocó su parte íntima fue capaz de experimentar la más caliente y mojada sensación vulval jamás recordada, su tanguita estaba empapadísima.

Sus muslos se abrieron para permitir mejor el acceso, estirando sus músculos y ligamentos al máximo, sus piernas se veían tremendamente trabajadas, como si la nena llevara años ejercitándolas, sus dedos lentamente llevaron a cabo el primer roce, fue exquisito, delirante, destellante, electrizante, y no pudo quedarse solo con ese, de ahí siguieron más, cada vez más recios e intensos hasta que sin darse cuenta, la caliente chiquilla ya se encontraba gimiendo delicadamente, hay que hacer mención que la nena no se masturbaba con la enferma escena carnal, ella tenía sus verdes ojitos fijos en la pulsante y babeante verga de Pancho, no existía otra cosa.

El equino estaba embrutecido, no podía creer lo que veía, la nena quería verga, se estaba tocando su pepa sin disimulo, y algunos gemidos eran tan audibles que llegaban a los llenos de cerilla oídos de este. Sabía que este era el momento que había estado esperando, quien sabe cómo vergas la nena había llegado hasta ahí, lo importante era que estaba, así que decidió salir de su roedor escondite dirigiéndose a esta muy lentamente, caminando de manera torpe debido a su alcoholizado estado y, una vez estando a escasos tres metros de la chiquilla vestida de prostituta dio un último trago a su mula de a litro para dirigirse a la fémina.

-que vergas haces aquí?!!- Margarita reaccionó dejando de hacer lo que hacía, quedándose callada.

-te pregunté, que que vergas haces aquí?!!- la nena veía a este viejo mirándola con cara de pervertido, una de sus manos limpiaba el escurrimiento de caña que de su asquerosa boca bajaba mientras la otra empuñaba una moruna como la de Felipe, el viejo chaparro venia armado.

-Don……… Don Lucio, buenas noches, yo estaba, este…… eh, este- la nena no tenía excusa para defenderse, sabía que venía desarmada y eso la ponía en gran desventaja.

-te voy a decir lo que estabas haciendo puta caliente, te estabas rascando la concha, tienes la concha caliente verdad jejejejeje- el impúdico sujeto le regalaba a la nena su sonrisa mas aberrante, cariada y repugnante.

-nooo, no, este yo- la colorada chiquilla había sido descubierta en una de sus zorrerías.

-me estás diciendo mentiroso??- gruñía el vetusto sujeto.

-no Don Lucio como cree, yo, ay no que pena-

-pues ahora mismo me vas a decir que es lo que estabas haciendo perra caliente, o te rajo el frijol (clítoris) con esto- dijo el viejo enseñando su moruna.

-yo, estaba viendo, solo estaba viendo lo que pasa ahí adentro pero ya me iba, adiós, con su permi..- la nena avanzaba hacia el viejo.

-cállate, eso no es cierto, me estas agarrando de pendejo verdad?- el viejo decía todo esto, pero sin gritar, sabía que ante un levantamiento de voz Pancho podría aparecerse y echarle a perder todos sus sueños e ilusiones.

-no no, Don Lucio por favor, guarde eso antes de que alguien pueda salir lastimado- dijo Mar pues Lucio comenzó a mandar morunazos al aire, escuchándose como el filo de la hoja cortaba el viento.

-así que estabas viendo?, nada más,- preguntaba el bastardo.

-sí, se lo juro-

-te diré algo, te dejaré ver otro poco con la condición de que yo pueda ver contigo, los dos juntitos jejeje,- la risa del viejo era por demás pervertida.

-no, ya me iba, gracias de todos modos-

-calla puta, no he terminado, si tu respuesta es sí, los dos veremos cómo se cogen a la otra puta que está ahí adentro, pero, ahí un pero, si tu respuesta es no, en este mismo momento te acuso con Pancho que andas afuera sin su permiso jejeje, y sabes que te va a hacer, una es que te agarre a cuerazos y la otra es que te ponga a que le ayudes a la zorrita con los apestosos esos, tú decides jejeje, que sea rápido- un silencio sepulcral reinó en el ambiente, un sudor frio comenzó a cubrir el carnoso cuerpo de Mar, una risa macabra atravesaba la caballuda cara de Lucio.

-está bien, puede ver conmigo, pero deje esa moruna ahí- dijo la nena pues no tenia de otra.

-y quien eres tú para poner condiciones, tu solo eres una puta que sirve para darle caña jejejeje- Lucio intentaba meter su sucia mano por debajo del vestido de Mar, ella como era de suponerse se lo negó.

-ahora, sigue viendo, diez minutos tú diez minutos yo y así nos vamos- Mar sabía que debía de obedecer, ya no quería seguir viendo pero si no obedecía al viejo lo más seguro es que este cobarde gritaría el nombre del coloso, así que sin más volvió a inclinar su tremendo cuerpo no sin antes dirigirle una mirada de enojo al hombrecillo centímetros mas chaparro que ella.

El casi enano veía como el cuerpo de Mar al agacharse estiraba todas las fibras del vestido hasta el desgarro, su culo era casi traslucido por el nivel de tensión que se generó en la prenda, veía la casi infantil espalda siendo claramente superada en anchura por las desarrolladas caderas, y que decir de ese medianamente tapado culo, el de Mar era casi comparado con el de una yegua mientras que el de Lucio era solo el final del espinazo, el viejo sería muy pendejo si solo se limitaba a mirar ese cuerpo sabiendo que estaba caliente, así que decidió acercar su rostro al de la mirona chamaca.

-jejeje, que está pasando ahí dentro?- dijo mientras se acercó tanto como para que Mar aspirara su caliente aliento, además de poner una de sus manos en una de las desnudas nalgas de ella, la nena puso cara de asco pero le contestó a su pregunta.

-están dos viejos, uno gordo y otro más panzón, hay un perro muy grande, una chava como ahhh- gimió la nena mordiéndose el labio inferior, Lucio se había atrevido, su mano había bajado por toda su nalga hasta su conchita y se la estaba masajeando, la sensibilidad de todas las yemas de sus dedos unidas en ese punto.

-qué te pasa culo, porque te detienes, sigue contándome- Mar siguió relatando lo que sus ojos veían, cabe decir que a partir de los expertos y vulgares manoseos la voz de la chiquilla se endulzó y sensualizó escandalosamente, y sus labios adquirieron una forma casi de mamadora profesional.

-ohhh, en serio, eso se oye muy sucio, tengo ganas de masturbarme, porque no me masturbas, anda, sácame la verga- dijo Lucio y como si Mar fuera un robot programado dirigió una de sus manitas hasta el abierto cierre del pantalón del casi pigmeo, pero esto lo hizo porque Lucio la invitaba a hacerlo golpeando uno de sus bracitos con la fría hoja de la moruna, veía a Lucio borracho y recordaba a su papá, a un hombre borracho mejor seguirle el juego ya que es capaz de hacer cualquier estupidez que en ese momento su retrasado cerebro puede llevarlo a realizar.

La nena tocó un tubo caliente y gordo, comenzó a inspeccionarlo como si quisiera detectar en el alguna rara tumoración, mientras Lucio estaba feliz sintiendo esos deditos apretujarle femeninamente la verga, según el fino tacto de la hembra la verga debería de ser también generosa así que sin importar todos los malos ratos que este viejo le había hecho pasar sacó la herramienta de tan verde viejo, lo que los ojos de Mar vieron fue algo indescriptible, excepcional, de esas vergas que vienen al mundo cada que termina un ciclo del calendario maya, quedó hasta boquiabierta al contemplar las desgarradoras medidas que se gastaba el más pequeño de la banda, la verga ahí presente debía de medir fácilmente unos 26 centímetros y aprovechando la reducida altura de Lucio y sus cortas piernas esta daba la impresión de llegarle hasta las rodillas.

-jjejeje, te quedaste hasta pendeja verdad?- dijo Lucio quien no dejaba de observar y estudiar cada una de las reacciones de la joven ex cajera.

-este, yo, Don Lucio- decía Margarita, se relamía los labios constantemente, casi babeaba al vislumbrar la bíblica herramienta que el viejo traía pegada entre sus piernas, era como una versión algo diminuta de la trompa de un elefante, pero mucho muy grande para la media de un pene humano.

Margarita después de recobrar la prudencia se dispuso a seguir observando pero sin dejar de mantenerse aferrada a la verga del viejo como si esta se tratara de la mano de su ex novio, Lucio en cambio sentía como esa pequeña manita casi de niña le apretaba su verga de manera exquisita, sintiendo como su palma estaba libre de cualquier tipo de callosidad, pero el viejo casi se vacía cuando esta misma manita empezó a realizar una especie de fricción en su carnal exageración, la nena sentía que esta pesaba aún más que la maceta que cargo minutos atrás, quizás su peso era aproximadamente kilo y medio.

-te gusta mi verga zorra caliente- dijo el etílico sujeto llenando el ambiente con su sudoroso aroma.

-sii- fue lo que sus oídos escucharon para su sorpresa, nunca esperó escuchar esa respuesta, un susurro débil que se constató en la forma de posicionarse de los labios de la fémina, de la caliente zorra, caliente porque Lucio seguía tallándola de su panochita con la tanga en estos momentos a un lado, enterrándose entre el muslo y la carnosa vagina.

-¿qué te parece sin dejamos de ver a estos pendejos, y nos vamos a un lugar más cómodo?- preguntaba el pervertido sujeto casi sintiendo como se le salía el corazón de la emoción de esperar que la respuesta fuera precisamente, después de unos minutos de controversia en la mente de Mar, lo que sus oídos escucharon.

-sí, vamos, lo sigo- el viejo tuvo que hacer un esfuerzo majestuoso para no caer ahí fulminado de un ataque cardiaco, pero con una gran concentración de saliva en su cogote se llevó a la nena de ahí, buscando ese lugar cómodo del que hablaba.

El desesperado sujeto con crisis sexual llevaba de la mano a la nena quien solo se dejaba hacer, caminando de la manera más escandalosamente sensual que su cuerpo pudo representar, su vestido iba subido enseñando parte de sus lúbricos tesoros medio tapados pero a ella poco le importaba, ella en estos momentos solo obedecía a una parte en su cerebro que le decía que debía de seguir y a su vez obedecer al viejo en cada cosa que él le exigiera.

La pareja de amantes llegó a un cuarto muy oscuro, Lucio encendió la luz para dejar ver un baño en deplorables condiciones, al momento de que se encendió la luz toda una localidad de cucarachas huyeron despavoridas ante la presencia de las dos sombras, el baño estaba muy socio, la tasa ya era color verdoso, dentro de ella había algo indescifrable, negro y café, con un olor fuerte y con algunos gusanos típicos de cuando algo se descompone ahí rondando, pero para el viejo esto era una penthouse y la abochornada de Margarita al parecer estaba del todo cómoda.

Lucio bajó el asiento y se mandó la primera orden,

-siéntate zorra, y sácate los calzones- la muchachita obedeció y de la manera mas coqueta y lenta que pudo aplastó su tremendo trasero contra el asiento, juntó sus piernas y metió sus delicadas manitas hasta que estas encontraron los hilos de su tanga, lentamente comenzaron a deslizar la microscópica prenda hacia afuera, recorriendo todo sus muslos, llegando a sus rodillas, todo esto sin separar un solo centímetro sus piernas, y levantando muy coqueta las gimnasticas pantorrillas para terminar el recorrido, hubo un pequeño imprevisto pues uno de los hilos se atoró en uno de sus tacones pero no fue nada que la nena no pudiera remediar.

Debido al constante cambio que Margarita ha sufrido en los últimos días, pasando por situaciones de lo más deplorables, estas han de cierto modo causado estragos en su comportamiento a la hora de aparearse, la nena está confundida a partir de esa noche con Pancho, ni ella sabe que le pasa, quizás se trate del síndrome de Estocolmo, en este momento es llevada por una extraña e inexplicable sensación en su cabecita así como una sarnosa comezón en su panochita solo obedeciendo a su más rústico y malsano pensamiento, algo que ya hizo con Pancho pero borracha, aquí está libre de cualquier toxina……..

-la quiere?- dijo Margarita mientras su tanga giraba en uno de sus dedos, el viejo Lucio hasta se pellizcaba para asegurarse que esto no fuera un sueño o alguna ilusión creada por efecto del alcohol, a él no le importaba la manera tan puta en que la nena se estaba comportando, él lo que quería era cogérsela y quería asegurarse que al aventársele encima la nena no se evaporaría.

El viejo no contestó, solo se dignó a arrebatar la tanga de Mar de sus manos pero esta nena también era más rápida, o Lucio estaba tan borracho que era muy lento, que impidió que el chaparro se la despojara, el viejo pensó que aquí la nena se levantaría y lo mandaría a la chingada, por pendejo se la había olvidado la moruna allá arriba pero su sorpresa fue enorme al ver como la misma chiquilla se metía su tanga a su boca para después decirle.

-guiguemega- dijo con su boca llena de tanga, el viejo se abalanzó desesperado sobre esos carnosos labios fundiéndose en un marrano beso en donde ambas lenguas intentaban encontrarse pero el cacho de tela se los impedía.

Los suspiros de Margarita no tardaron en aparecer mientras que los bufidos de Lucio hacían lo propio, él la tenía buen aferrada de su cintura mientras ella hacia lo mismo de su horrible cara de caballo, ella empezaba a abrirse de patas mientras él iba acomodando su verga en esa celestial entrada que precisamente hoy pasaría a ser una más de sus conquistas, uno de los más perversos y violentos violadores golpeadores de mujeres estaba a punto de disfrutar de los encantos de la bella Margarita.

Margarita recordó lo grande que era eso que se acercaba a su concha pero no le importó, quería experimentar en carne propia que se sentía tener alojada dentro de ella algo así de desmesurado, Lucio sacó victorioso la empapada tanga de la boca de Margarita y le pegó una potente aspiración llevándose hasta sus enfisémicos pulmones todo el aroma de la hembra caliente, casi metiéndose por sus narices la prenda de la nena.

Pero recordó que tenía otro propósito, así que sin perder más tiempo apuntó su tosca longaniza y poco a poco la fue introduciendo en la hecha agua concha de Mar, ella se aferró con sus manitas de unos mohosos tubos que pasaban arriba, en los lados, de donde ella estaba sentada, presentando algunas goteras que sabrá Dios que tipo de sustancia era lo que de allí caía, sin embargo dichos tubos adquirían una posición perfecta como si estos se tratasen de algún instrumento para hacer ejercicio.

-ahí te va zorra!!!.- fue el mugido de Lucio cuando este lanzó un mortal arponazo en contra de ella, la verga de Lucio atravesó a Mar como si esta fuera de algodón pero casi a la mitad de su larga extensión esta se quedó atorada, y es que en esta parte el miembro se hacía más grueso y venudo, era tal la cantidad de venas que quedaban encimadas unas de otras, Lucio no podía permitirse esto y juntó tanta fuerza en sus caderas para después sacar un poderoso ataque que envió esa verga hasta el fondo de la rebelde cuevita.

Mar pegó un grito apocalíptico, salpicando muchas gotas de saliva en ese berrido, y es que la irrupción había causado en ella prácticamente un segundo desquintamiento, resultaba increíble que esta no le hubiera traspasado el útero, Lucio comenzó a mover su protuberante arma, con secos movimientos pélvicos sacaba de ahí unos 17 centímetros para después volver a meterlos con más fuerza, cada nuevo embiste aumentaba en fortaleza, aferrándose de la cintura de su pareja para que estos fueran más fuertes, mientras tanto, en cada golpe, toda la zona pélvica y monte venus de Mar se sacudían, en el vientre de esta podía apreciarse un tumor que crecía cada que el viejo metía hasta el fondo su mortífera carne.

La pobrecita chiquilla sentía como si estuviera siendo corneada por un toro, a esto ayudaba que el viejo bufaba y esto hacia más realista su alucinación, el rostro de la bella señorita quien solo había venido a ver si era cierto que aquí se encontraba su papi lucia desbaratado, su cabello rápidamente se vino hacia adelante por más que ella lo echara para atrás, y cada nueva acuchillada se movía y gemía desesperada.

Lucio decidió apoyarse ahora de los tobillos de la nena, separándoselos lo más que pudo, en esta posición los muslos de ella era exhibidos en su máxima expresión mientras el viejo con un suave movimiento en donde solo pendulaba su pelvis lograba meter gran parte de su venuda verga, quizás solo faltaban tres centímetros, Margarita gritaba en cada penetración, pero sentía riquísimo esa verga del macho que tanto asco le daba, ese macho que se excitaba hasta con ver gente agonizando, por un momento pensó que demonios estaba haciendo ahí atravesada por tan repugnante sujeto pero cuando se decidía por avisarle al viejo que era suficiente este la regresaba a su lugar con otro fiero apuntalamiento.

Uno de los golpes fue tal que se pudo escuchar como el cuerpecito de la nena había chocado con la parte trasera del excusado, pero también tuvo repercusiones en las facetas pervertidas de Margarita, sus ojitos se pusieron blancos así como sus cejas se fruncieron exageradamente mientras sus labios se abrieron intentando gemir pero al perecer este sonido se quedó atorado en su diafragma, la gruesa verga de Lucio seguía atravesando a la delicada conchita.

Mar liberó una de sus manitas y la llevó hasta su masacrado sexo, comenzó a realizar esos movimientos de representación fiel que llevó a cabo en la regadera de su casa (la de Pancho) embarrando en esa parte tan íntima y cuidada de su cuerpo una rara concentración de algo de apariencia oscura proveniente de la tubería, que, por las ininterrumpidas penetraciones de Lucio se empezó a batir por todo el territorio vaginal tanto externo como interno pues la verga del viejo se encargó de llevar lo más profundo que pudo parte de esa inmundicia.

Margarita había dejado de tocarse, ahora solo se dedicaba a ser una simple espectadora de como se la cogían, miró al viejo que se encargaba de hacerla hembra, estaba sudado, se había quitado su camisa mostrando un cuerpo mitad fofo mitad marcado, muy moreno y con algunos tatuajes en su cuerpo, la depravada de Margarita incorporó de su cintura para arriba para poder llenar de besos, mordiditas y lamidas el descuidado cuerpo del viejo llevándose a su boca todo tipo de salados sabores.

Lucio decidió cambiar de posición, ahora se sentaba en el retrete mientras Margarita se sentaba arriba de él y de frente y lentamente fue bajando sus caderas, su vagina literalmente iba devorando esa tiesa verga hasta que quedaron perfectamente acoplados, nunca pensó que su cuerpo pudiera comerse algo de semejante manufactura, obviamente después de mucho sufrimiento; la sensual chiquilla se aferró de la nuca del viejo mientras este hacía lo propio de la cintura de ella porque lo que se venía se veía descomunal, y así fue, Margarita hizo a un solo lado todo su cabello para comenzar con un legendario movimiento de caderas que sepa Dios o el Diablo donde aprendió a realizarlo, movía sus caderas como una auténtica batidora para después cambiar estos endemoniados y ordeñadores movimientos por severos sentones tan agresivos que el mismo Lucio estaba sintiendo que posiblemente no podría controlar a tan salvaje yegua relinchando arriba de él.

Y es que la casi desfallecida Margarita comenzó a ensartarse cada vez más fuerte, las piernas de Lucio estaban siendo demolidas por la desquiciada chiquilla quien no dejaba de gemir y gritar como una posesa, los espeluznantes sonidos que hacían ambos cuerpos al chocar espantaban a todas las alimañas que por ahí se entretenían mirando a unos seres muy lejos de parecer humanos así como los violentos sentones hacían cimbrar toda la planta en que se encontraban.

La nena estaba que ardía, su calor quemaba a su chaparro amante, este estaba casi con los ojos de fuera soportando a la hembra convulsionándose sobre de él, por momentos le era imposible sostenerla con todas sus fuerzas pues los meneos eran tales que superaban la fortaleza que este viejo poseía, en un sentón tan poderoso que la nena se dio este pobre hombre casi sintió que se le habían caído los huevos al suelo, posiblemente no hubiera aguantado mucho antes de caer muerto pero fue gracias a que Margarita tuvo un orgasmo que pudo descansar, Lucio había subestimado a Margarita, una nena que le había dado ciertos problemas en la cama hasta al mismo Pancho por la forma tan ruda de moverse cuando llegaba a su límite.

Nuestra nena se había corrido y se meneaba como si estuviera retorciendo por dentro la verga del viejo, a nadie sorprendería que si Mar se levantaba la verga de Lucio saldría formando alguna figura exactamente como las que hacen los payasos globeros, la nena aun moviéndose comenzó a besar el pecho de su hombre, subiendo esos carnosos labios hasta el sudado y percudido cuello de este, lamiéndolo y mordiéndolo como una vampiresa, para después besarlo en la boca con fogosos enredamientos linguales, solo así el viejo mostró signos de vida, estaba todo desparramado y respirando agonizantemente pues los movimientos habían sido brutales.

Aun así el recuperado Lucio quiso más, experimentó por vez primera como la vagina de Mar mordisqueaba las vergas que la penetraban y eso le había gustado, lo que Pancho contaba y presumía en la cantina era cierto, la nena comenzó a moverse de nuevo, ahora más lento y masajeándose sus pechos, al verlos Lucio se les mandó como perro hambriento, comenzó a estrujarlos, apachúrralos, aplastarlos uno contra el otro, juntándolos hasta que el par de pezones se unía y ahí fue donde su lengua comenzó a darse el mejor banquete de su podrida vida, completamente desubicado mamaba esos pechos saboreando el sazón que estos tenían, su asquerosa lengua se revolvía feliz pasando de uno a otro, los mordía enterrando sus dientes como si en verdad se los fuera a digerir, se separó de ello para verlos como le regalaban la mejor danza jamás vista.

-escúpeme perra- dijo el demente abriendo su bocota

-que?- preguntó Margarita quien acariciaba su rostro y cabello (de ella) al tiempo que no dejaba de ensartarse.

-que me escupas, aquí en mi boca,- dijo Lucio sacando su lenguota.

Margarita no estaba en sus cinco sentidos como para extrañarse por tan raras solicitudes, así que juntando en su boca la mayor cantidad de saliva que pudo lanzó el cuantioso escupitajo en contra de la boca de Lucio, pero al no ser muy buena para realizar esta actividad de mal gusto su escupo quedó colgando de su barbilla, aunque esto no fue impedimento para que esas babas llegaran a su destino pues Mar las recogió con una de sus manitas y la llevó hasta tan fétido lugar.

-ahora voy yo, te voy a enseñar cómo se escupe!!!, abre la boca perra mal parida!!!- dijo Lucio ya con las babas de Margarita y las suyas mezclándose dentro de él.

Ella obedientemente separó sus canosos labios lo más abiertos que pudo para recibir de la manera más repugnante posible una mezcla de sus babas con las del apestoso sujeto, sintiendo claramente la chiquilla cuando estas chocaron contra su lengua.

-no te las tragues, junta más saliva y escúpeme ahora tú, hazlo bien- dijo Lucio a una escupida chiquilla, la sudada pareja había detenido un poco su acalorante labor para poder comunicarse con claridad.

Margarita escupía ahora una mayor cantidad de saliva, esta vez lo hizo bien, prácticamente llenado de babas la boca del viejo y aun dándose el gusto de que algunos hilos colgaran de su barbilla (de ella), Lucio hizo lo propio y juntando una gargarea cantidad de babas tan grande que inflaban sus cachetes se mandó esa repulsiva mezcla hasta lo más fondo de la garganta de la nena, escupiéndole a bocajarro, así continuo la pareja con este extraño ritual de apareamiento, al final una muy estructurada y sofisticada red de hilos de saliva en todos los grosores formaban una compleja telaraña de cristalinas uniones entre el feo y rasposo rostro de Lucio y el suave y hermoso rostro de Margarita, y aun así la pareja se seguía escupiendo, solo pararon porque Margarita comenzó a vaciarse otra vez pues el bribón nunca dejó de pellizcarle el clítoris.

El borracho de Lucio la orientó para que ella quedara de espaldas a él, y así comenzaron a acoplarse otra vez, una posición muy excitante en donde la morena verga de Lucio se veía desaparecer entra las rosadas pieles de la nena, primero fue Lucio el que comenzó a taladrarla para después secundarlo la chiquilla con enloquecidos movimientos de pelvis, la nena terminó por recargar su cuerpo contra el de su macho, no tardaron en aparecer una negras manos que se apoderaron de sus pechos, cacheteándolos o jalando de sus pezones mientras ella se comía esa desabrida boca, la nena dejó de besar al depravado solo para gemir más fuerte y en pocos minutos volver a venirse expulsando un pequeño chorro de jugos desde su vagina, dejándole una clara sensación de ir al baño.

La nena no haciendo caso a lo que su cuerpo le dictaminaba siguió ensartándose en la agraciada y completamente babeada verga de Lucio, la nena aceleró sus drásticas ondulaciones mientras intentaba ver, con sus ojitos casi cerrándose, cuál era el procedimiento utilizado por su bollito para poder albergar tanta carne, pero al parecer después de un rato la posición no fue lo bastante cómoda, ambos cuerpo se resbalaban debido a tanto sudor teniendo que acomodarse en varias ocasiones así que la nena decidió regresar a la pose anterior.

Lentamente se desacoplaba mientras veía como la verga del viejo a raíz que salía de ella se iba acostando en la panza de este, por la forma en que le iba saliendo casi parecía que Margarita estaba dando a luz a una verga, ella se acomodó con sus potentes piernas ya temblándole y procedió a enclocharse de nuevo, la pareja de amantes continuo en lo que estaba, los gritos y grosería hacia la persona de ambos era tales como:

-zorra de mierda!!! Sabía que eras una hija de la gran puta!!!!!- obviamente esto era gritado por el cincuentero.

-si- la nena suspiró esta afirmativa palabra, ella estaba atravesando por un estado emocional algo retorcido que haría que comenzara a desgastar su garganta en groserías que en sus cinco sentidos nunca diría.

-sí que perra asquerosa!!!!!- ladraba el repugnante.

-sí, si soy mmmmm- decía la agitada chiquilla.

-si eres que ramera barata!!!,- el viejo soltaba a la nena de su cintura y comenzaba con todo un ciclo de fieras nalgadas, en donde el sonido de la según última no hacia otra cosa que animar al viejo a mandarse una más, ella simplemente arqueó su cuerpo y paró más el culo.

-si, siiii, siiiii Don Lucito, soy una perraaaa, una perra asquerosaaaaa, soy la perra de todoooossss!!!!!- el viejo quedaba hasta con la boca abierta a raíz de las fuertes declaraciones y confesiones que su puta en turno realizaba.

-jejejeje, demuéstramelo ahhhhhh, ensártate más duro, házmela polvo!!!- bramaba el imperdonable.

-siii, ssiiii, uuhhhhgg su verga es miaaaa!!!, miaaaaa!!!!, aayyyy dioooosss que ricaaaaaa!!!!!!- la nena obedecía al sacrílego sujeto para mandarse sus más yegüinas empaladas en contra de la astronómica barra.

-es la más grade que he probado en mi asquerosa vida de putaaaaaaaa!!!!!!!!- gritaba la nena, o quien sabe quién lo hacía por ella, sin embargo estaba tan fuera de sí que quería algo más…………. sádico.

-Don Lucio uuhhhhggg, escúcheme, óigame!!!!!, escúcheme maldito violador de mierdaaaaa!!!!- la nena se expresaba con diálogos propios de las mujerzuelas.

-perra caliente, estas tan cachonda que no te mides en tus palabrotas!!!!!- de más está decir que Lucio con esto se ponía mas duro.

-escúcheme hijo de su puta madre viejo cabrónnnn!!!!,- ahora la endemoniada era la nena, estaba tan embravecida que ese sencillo grito había implementado un temor en Lucio creyendo que esta perra en cualquier momento se lo despacharía a cachetadas.

Pero la nena en vez de eso pidió su sádico tormento.

-péguemeeee!!!, péguemeeeee!!!, agárreme a cachetadas por haber salido tan putaaaaa!!!!- la aun ensartándose nena agarraba al viejo de los pellejos que colgaban terminando su cuello y lo azotaba ferozmente contra el retrete.

-estas segura zorra hija de puercaaaaa!!- bramó Lucio adolorido de esa parte, la cual la nena ya había comenzado a amoratarle por tan severos pellizcones.

-si segura, péguemeeeeee!!!, no le gusta eso viejo pendejo?!! (la nena le mandaba otro escupo impactándolo contra su equina cara), no vive de pegarle a las mujeres??!!!, que acaso no le excita pegarle a una mujer?!! Péguemeeeeeeeeeeeeee!!!- gritaba la nena.

-pues hay te voy puta!!!- gruñó el desequilibrado sujeto y con la palma de su mano mandó una aberrante cachetada que le dejó fotocopiada la mano en todo el pómulo de la nena, tan bestial que pudo haberle sacado algunos dientes, por fortuna para la belleza de esta nena su dentadura quedó intacta.

-más fuerte viejo marica, que no tiene fuerzas!!!- gritaba la caliente Margarita presa de una calentura nunca antes experimentada, Lucio desde luego se ofendió y encolerizado mandó uno de sus mejores golpes pero esta vez a puño cerrado, la nena veía como esa apuñada mano venia acercándose cada vez más a su rostro hasta que después de sentir un tremendo impacto su visibilidad quedó a oscuras.

El impacto fue tan brutal que dejó a Margarita en un cercano estado al knockout, la cabeza de la nena se balanceó como si esta estuviera hecha de goma, de una de sus fosas nasales comenzó a rodar una gota roja, a pesar de que Lucio era el más débil de la flotilla su fuerza en los puños era aún muy superior a la de la nena, quien había dejado de mal hablar a partir del golpe.

La pareja siguió en lo suyo, a estas altura Mar ya no mostraba coordinación en su cuerpo, menos en su cabeza, ni siquiera en sus labios, o al menos eso parecía pues una de sus manos subió a limpiarse esa gota de sangre que rodaba por ellos, la nena comenzó a sentir el nacimiento de otro orgasmo pero también sus ganas de orinar ya estaban casi de fuera, el viejo se dio cuenta y comenzó a castigar el clítoris de ella con fuertes golpes de dedo, tanto hasta que terminó vaciándose primero en líquidos agridulces, apretando sus labios con sus dientes tan fuerte que casi hace sangrar a estos también, mientras que sus ojos no se unieron solo porque tenían el nacimiento de su nariz en medio.

Ella misma quizás tan acostumbrada a que la dejaran encuerada cada que se la cogían intentó desgarrar su vestido, pero no pudo, sus fuerzas no eran tantas, pero aun no pasaban las contracciones orgásmicas del todo cuando sintió como una gran cantidad de orines venían bajando sin la menor intención de detenerse, así que rápidamente quitó a Lucio de donde estaba sentado para ella misma levantar la tapa del retrete, liberando el mefítico aroma de esas extrañas y agusanadas formaciones, se abrió de patas lo más que pudo de la misma forma que abrió con una de sus manos sus labios vaginales, apreciándose lo rojo y abiertos que estos estaban, para comenzar a dejar salir ese dorado líquido.

Los meados caían chocando contra las porquerías de ahí abajo, en dicho choque varias gotitas de algo negro brincaban y alcanzaban a pegarse en los blancos y temblorosos muslos de Margarita, ella en tanto mantenía su frente levantada para evitar que le saliera más sangre mientras Lucio veía ese par de nalgas liberadas del yugo del vestido y como de en medio de sus abiertos muslos caía el líquido.

Una vez que la nena terminó de mear dirigió su hermosa mirada al viejo, dicha mirada ya no era de esa niña viciosa y desfallecida que hace poco mero se telelea arriba de él, esta vez su mirada era tan inocente, tan tierna, tan distintiva de Margarita que hacía imposible creer que esta niña hace poco estuvo gritando tantas obscenidades y moviéndose como un remolino, debido a que ella aun portaba las zapatillas es que había una notable diferencia de altura entre ellos.

Sin que el viejo emitiera palabra alguna Margarita se agachó, tomo la verga de Lucio y se la metió a la boca, pero el gran error de esta nena fue creer que se metía la de Felipe o la de Taco, ella empezó muy alegre metiéndose esa monstruosidad, alojó lo más que pudo dentro de ella pero no pasaron ni cinco segundo cuando ya estaba trocándose en saliva, aun así se lo tomó a reto, volvió a engullirla lo más que pudo para comenzar a realizar movimientos en su cuello propios de sus mejores mamadas de verga pero de igual forma se volvió a vomitar en saliva, de nueva cuenta esta nena se metió otra vez casi un total de 22 centímetros, lo que medía la verga de Pancho, comenzó a chuparla como toda una puta pero esta vez la arcada no pudo ser controlada y se vomitó expulsando lo que Silvia le había llevado de comer algunas horas antes.

-ay- dijo la nena completamente apenada.

-ahh que puerca eres, deja eso, abre la boca que te los voy a echar todos- dijo Lucio, la nena solo sonrió mostrándole sus dientes superiores e inferiores muy juntos, esta vez no blancos pues estaban cubiertos de residuos de vómito.

La señorita abrió la boca lo más que pudo y sin más el viejo, después de haber tenido muchos meses sin coger, se desparramó en semen dentro de la boquita de Mar, la llenó completamente no viéndose dentro de ella otra cosa que no fuera líquido marfilesco, solo su lengua por momentos alcanzaba a salir a la superficie de ese mar de semen.

La nena con las piernitas muy juntas y sus manitas descansando en la rodilla de estas jugueteaba con el apestoso líquido, al parecer le había gustado el sabor pero después la sensación cambio a algo más desagradable por lo que recordando que el semen en la boca no se desperdicia sencillamente se lo tragó junto a los mal digeridos restos de su trocada comida.

Unos minutos después……………………

El viejo Lucio veía como la nena se acicalaba en el espejo del baño, al parecer para ella ya todo había terminado, peinaba su sudado cabello, tarareaba una dulce melodía, acomodaba su arrugado vestido y mantenía pegado en su nariz un pedazo de papel que ya se estaba llenado de sangre, pero el viejo aún seguía duro, lo suficiente para aguantarse otro raund, lentamente el viejo se acercaba por detrás, azotaba el rostro de la nena en el espejo del baño, por suerte este no se rompió sino los resultados en el hermoso rostro de Mar no hubieran sido tan hermosos, la nena por reflejo paró el culo, el viejo intentó nuevamente la penetración vaginal.

Sus largas e imponentes piernas aunadas a sus tacones imposibilitaban que Lucio pudiera penetrarla en dicha posición, su mediana estatura no era suficiente, no le llegaba, enojado el hombrecillo buscó algo para el ganar altura, por suerte encontró un par de blocks de construcción los cuales acomodó a manera que le pudiera llegar a la jugosa papayita de Mar, el viejo era capaz de quitarle los tacones a Margarita para ponérselos él con tal de llegarle, Lucio iba a mandar el primer empujón pero ya con verga en mano observó como el anal y virginal puntito de Mar pulsaba como pidiendo guerra, entonces preguntó.

-jejeje, te lo han hecho por el culo?- entonces la asustada Margarita defensora de su trasero dijo.

-no, por favor, por ahí no, dicen que duele mucho-

-ahh, eso no es cierto, no duele tanto, depende si el que te la coge te la sabe meter y yo si se jejeje- decía el viejo.

-es que, no sé, me va a doler- dijo Margarita, aún seguía caliente e inconscientemente comenzó a menearle el culo al viejo, una hembra cortejando al macho.

-no, no duele, anda, vamos a intentarlo- dijo Lucio ya punteando la entrada rectal de la chamaca.

-jijiji, no se Don Lucio- Mar también seguía el juego, ella hacía para atrás su culo para que ano y glande tuvieran un mejor contacto y así empezaran a conocerse, así estuvieron unos minutos en donde el culito de Mar ya se estaba acostumbrando a los besitos que le regalaba la verga del viejo, este pervertido al tener mayor altura apretó las nalgas de Mar en contra de su desmesurada verga, chaqueteándose su palanca con las carnosas posaderas de la niña, la tierna chiquilla ya suspiraba casi de amor con esos sucios movimientos, Lucio se dio cuenta y decidió preguntar de nuevo, caliente como un burro profetizaba que esta vez la nena aceptaría.

-entonces que putita, intentamos romperte ese culo que te cargas-

-ayyy Don Lucio jijijiji, romper es una palabra que se oye muy fea- dijo la coqueta nena.

-bueno, entonces, te gustaría que probáramos ese culito- Lucio le hablaba casi metiéndole la boca al oído, el viejo ya estaba casi que se volvía a vaciar en mocos.

-jijijiji, pero me promete que si me duele mucho, la va a sacar- decía la zorra de Margarita.

-si pendeja, si sientes que te está doliendo mucho me dices y te la saco- decía el viejo derritiéndose en sudor de la emoción de estar a punto de desvirgar un culo, y vaya culo.

-ehh, este, no puedo creer que vaya a decir esto pero si, está bien, quiero calar que se siente- dijo la nena arqueando su cuerpo, sacando aún más su culo y apretando sus dientes para resistir el seguro dolor que se avecinaba.

Pero justo cuando Lucio comenzaba a ejercer presión sobre ese culito la puerta del baño se abría, la pareja volteaba observando una enorme sombra negra, era Pancho quien miraba enojado como uno de sus compinches estaba disfrutando de su mercancía sin pagar y de cómo su mercancía le estaba dando el culo a este viejo, ¡¡¡¡¡le estaba ofreciendo la virginidad de su culo de a gratis!!!!!, algo que para el obeso sujeto era inconfesable, imperdonable.

-que se supone que están haciendo ustedes dos aquí!!!!!!!!- era como si el mismo Satanás los estuviera regañando.

Lucio parecía camaleón cambiando constantemente de color, mostrando casi todas las tonalidades en menos de medio minuto, mientras la pálida Margarita se acomodaba su vestido y se colocaba la babeada tanga.

-Pancho yo- dijo Lucio, a quien hasta lo borracho se le quitó, estaba más sobrio que nunca.

-nada cabrón hijo e puta, les dije muy claramente que tenían prohibido cualquier tipo de contacto con esta zorra, pero como veo que ya te me la disfrutaste tendrás que pagarme hijo e puta!!!, en este momento me pagas 15 000 mil pesos ya con intereses por haberlo hecho a mis espaldas, si no te corto los huevos aquí mismo- sentenció el viejo.

-y tu puta!!, que no te dejé encerrada!!, dime como vergas te saliste!!!, te ayudó este pendejo verdad!!!,- el viejo la jaló tan bruscamente de los cabellos tirándola al suelo y arrastrándola por todo donde se le podía, Lucio aprovechó el momento para salir corriendo completamente desnudo, como si lo fuera persiguiendo el mismísimo Diablo queriéndoselo coger por el culo con una verga de medio metro, dejando a la nena sola con el problema.

-esta si me la pagas escuchaste perra caliente, esta si me la pagas!!!!!- gritaba el endiablado sujeto echando lumbre por los ojos y engrosando las venas de su cuello, el viejo salió del cuartito pero no demoró en regresar con un cacho de tieso cable doblado a la mitad, aunque con voz más tranquila.

-en este mismo momento me vas a explicar cómo vergas te saliste o quien te ayudó a salir- dijo Pancho abarcando con su cuerpo toda la puerta y levantando el brazo en donde sostenía el cable, perdiéndose para los ojos de Mar en el brillo del foco, Margarita solo veía en el viejo toda la intención de darle la cueriza de su vida.

Continuara………………


Relatos eróticos: “Mis yeguas y yo. Apuntando a Sarita” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

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Pasé un tiempo acariciando a mis dos flamantes yeguas.

Manoli me daba buen sexo, con carácter y dedicación. No quedábamos muchas veces y manteníamos con recelo nuestros secretos encuentros. Ella buscaba gustarme, no me era muy difícil darme cuenta de ello. Eso me hacía sentir a gusto y generoso con aquella hembra. Al fin de cuentas, las pocas veces que quedábamos, nos entregábamos con dedicación.

Mi madre me daba amor. Esa era la palabra, amor. Cuando acudía a sus brazos me recibía con el alma abierta y me entregaba su dulce y maduro cuerpo. Lo hacía con naturalidad y nunca me dejaba indiferente. Sus amplios senos llenaban mi paladar y mi tacto de gloria. Su forma de subirse encima me dejaba agarrado al abismo, haciendo fuerzas por no correrme, Pocas veces tomaba la iniciativa con ella. Pero poco a poco fui entendiendo como imponerme a ella.

Con mamá todo era cómodo y placentero. Era fácil dejarse llevar y engancharse a sus regazos. Ella parecía feliz, y no intuía que el hecho de ser su hijo le importara.

El buen sexo que me otorgaban aquellas dos fenomenales yeguas me hizo estar mejor en casa. Me centré más en mi familia y el trabajo. Hasta empecé a disfrutar algo más del sexo con mi mujer. Mi madre y mi cuñada me hacían saciar la mente enferma e incontrolable; lo cual se traducía en una mayor estabilidad emocional. El león estaba amansado.

Pasaron un par de años con esta calma. Manoli, emocionada aun por haberme ayudado con mi madre, me pedía constantemente poder asistir a una sesión de sexo con ella, y si ambos queríamos contribuir. A veces se desataba y lo pedía con insistencia; todas esas veces tuve que contenerla y pedirle sentido común. Mi madre la conocía, se suponía que todo era un inmenso secreto. No quería hacer nada que pusiese en peligro todo aquello y mi integridad como cabeza de familia.

A veces también me preguntaba por mis futuras yeguas. Mi cuñada era mi confidente. A ella le fui sincero desde el principio, en mi deseo de acostarme con cuantas más mujeres “prohibidas” mejor. Le dije que las llamaría mis yeguas, y que ella, mi cuñada, era la primera de todas. Lejos de sentirse usada le gustó, y gracias a ella pude conquistar a mi segunda yegua: nada menos que mi madre. Había apuntado tan alto que tuve suficiente durante más de dos años. Pero un familiar escozor me empezaba a venir con mayor asiduidad cada vez. El ser guarro, maldito, insaciable, prohibido, que habitaba en mi interior empezaba a pedirme más. Era el momento de conquistar y domar a una tercera yegua. Tenía varias candidatas en mente, y con alguna de ellas Manoli podía ser parte definitiva, nuevamente, en el proceso de amaestramiento.

Físicamente me encontraba muy bien. Había intensificado mis visitas al gimnasio. Mi cuerpo estaba fuerte y los músculos se dejaban ver algo marcados. En la cama era un toro, aguantaba bastante bien las envestidas y podría estar mucho tiempo sin cansarme. Sobre todo en mis segundos polvos, una vez superada la calentura del primero. En ellos era donde verdaderamente me había creado la fama de buen amante y de bestia en la cama. A veces estaba hasta media hora sin dejar de follar, constantemente. Mi madre decía que ella buscaba amor y pasar ratos íntimos con su hijo, pero cuando alcanzaba ese punto sentía como se estremecía y se derretía bajo mis músculos y empuje. Notaba como realmente le encantaba esa forma salvaje de follarla, y gemía como una puerca; realmente como la puerca que es.

Y era, precisamente, esa confianza en la cama, y lo bien que me encontraba físicamente, lo que me hacía estar decidido a ir a por una tercera yegua, y lo que me hacía pensar que todo era posible, que siempre habría opciones de conseguir el objetivo, por difícil y extraño que fuera. Si se hacía bien, hasta un no era salvable psicológicamente. Pero siempre se asumían riesgos. Cuando uno tiene muy claro a quien quiere follarse, si no está dispuesto a arriesgar y a mirar cara a cara al peligro, nunca lo conseguirá.

Una mañana me desperté empalmado después de un dulce sueño. En ese momento tuve claro que mi tercera yegua sería la protagonista del sueño: Sara, la hija de Manoli. La sobrinita de mi mujer había cumplido los dieciocho hacía poco tiempo. Desde que tenía dos años menos ya era una mujer de bastante buen ver. Morenaza de curvas generosas, pechos amplios y una bella y morena mirada tímida. De hecho siempre fue la yegua que más tuve en mente. En su día decidí esperar hasta que cumpliera la mayoría de edad, y ahora, como un grupo de bisontes desbocados, Sara vino a mi mente sin retorno.

Estuve todo un día pensando en cómo podría intentarlo. No encontré forma fácil de hacerlo. No es igual buscarle las cosquillas a mujeres maduras, con falta de sexo en su vida, que a una joven recientemente mayor de edad, pero con una inocencia aparente más propia de una adolescente quinceañera.

Llegué a la conclusión que era un reto más difícil y delicado que incluso el de mi propia madre. Eso no me desanimó, al revés. Quería intentarlo, y quería conseguirlo; no podría flaquear. Un pequeño traspiés y mi vida se podría ir al garete.

Decidí que no podría hacerlo solo. Necesitaba ayuda de alguien. Me costaría mucho trabajo decirlo a su madre. Pero era la única opción, o me ayudaba Manoli o jamás tendría a Sarita entre mis yeguas.

Tras un polvo entre semana con manoli, en casa de mi madre (ausente entre semana por trabajo en una ciudad vecina). Decidí comentarlo…..

–        Manoli, he pensado que quiero seguir indagando en mi sexualidad. Quiero dar un paso más, tengo en mente a una posible yegua que me colmaría.

–        ¡Guau!, ¡por fin te has decidido!. Dime, ¿de quién se trata?

La miré dubitativo. Ella esperaba sonriente, estaba muy guapa con su teñido pelo rubio cayendo sobre su frente.

–        Se trata de Sara….. tu…. Hija

Su sonrisa se congeló. No supe entender si el arqueo de labios denotaba furia o excitación. Hubiera jurado que ambas cosas a la vez. Tardó en reaccionar más de lo que esperaba.

–        Vaya, cuñado, parece que vamos a tener que matarte antes de que te folles a toda tu familia. ¿por qué demonios tienes que meter a Sara en esto?

–        Sé que no es fácil, pero siempre he sido sincero contigo. Cuando aceptastes ser mi primera yegua no se te veía precisamente apesadumbrada. Ni cuando llevastes a mi madre a mi polla. Ahora has de aceptar que me apetece una chica como tu hija. Es maravillosa. Si tuviera su edad estaría enamorado de ella. Es guapa, morena, y no tiene mal cuerpo…. Ni mucho menos.

–        Ella es mayor de edad, no soy quien para obligarte nada.

–        Espero contar con tu ayuda.

–        De eso nada, cabronazo.

Eso último lo dijo fría y seria. Se levantó y se vistió a toda prisa. Yo la observaba en silencio desde la cama, no iba a intentar convencerla, me parecía lógico. Estaba en su derecho de no querer llevar a su hija a la cama de un cabrón como yo.

Cuando se hubo vestido se dispuso a irse. Pero en la puerta de la habitación se quedó parada en seco. Se dio la vuelta y me miró a los ojos. Intenté analizar su expresión: de nuevo furia y excitación.

–        Está bien, te ayudaré. ¿es lo que quieres?, ¿Qué tus yeguas sean buenas contigo?

–        Sería un honor.

–        Pero…….

–        ¿Pero?

–        Si yo hago esto por ti tú tendrás que hacer algo por mí, dos cosas.

–        Soy todo oídos.

–        La estabilidad de mi familia está en juego. Si de verdad quieres que sea partícipe de la locura que me planteas, deberás abandonar a tu familia. Me sentiré mucho mejor si te hundes. Deja a tu mujer y esta yegua se comprometerá más aun.

Me quedé perplejo. Jamás hubiera esperado que me pidiera eso. Me incorporé y me senté en la cama. Mi mente no bullía, no era capaz de pensar. Por un momento tuve la tentación de abandonar el barco y volver a mi casa. Pero no podía pensar.

–        Está bien. Cuenta con ello. Dame tiempo. ¿Cuál es la segunda exigencia?

–        Que me dejes participar en una sesión con tu madre.

Me sentí tan excitado como violado. Manoli empezaba a tomar cartas en el asunto de una forma que jamás habría aceptado. Pero la dulce Sara era quien mandaba.

–        Me parece fantástico, amor. Pero también necesitaré algo de tiempo.

–        No, será este fin de semana. Todos los fines de semana os veis. Ocurrirá el domingo por la mañana. Mi hijo tiene partido a las once y mi marido va a acompañarle. Desde las diez hasta las dos tendré tiempo. Lo haremos ahí.

–        Mi madre te conoce, ella piensa que lo nuestro es secreto, ¿crees que aceptará?, se morirá de vergüenza.

–        Ese no es mi problema. Hasta el domingo. A las diez de la mañana te llamaré, estaré andando cerca de aquí. Si me dices que suba tendrás a tu yegua feliz y estarás más cerca de mi hija. En caso contrario olvídate de ella.

Mi polla estaba demasiado caliente para pensar. Un puto trío con mi cuñada y mi madre era una de las cosas que más me excitaban. Tan excitante que jamás había pensado en ello antes de mi transformación, en una de mis múltiples pajas.

–        Esta bien. Llámame el domingo a las diez. Veré qué puedo hacer.

Cuando se fue me quedé pensando. Al rato me vestí y fui a mi despacho, donde se suponía que tendría que estar. Desde allí llamé al móvil de mi mujer. Le dije que de nuevo habría congreso el fin de semana. Me iría el sábado y volvería el domingo por la noche o el lunes por la mañana. Ella, acostumbrada a mis ausencias, asintió con neutralidad.

Luego llamé a mi madre. Este sábado pasaría toda la noche con ella, pero se suponía que estaría trabajando a quinientos quilómetros de distancia. Ella me besó a través del teléfono. Contaría las horas hasta el sábado por la noche, de eso no me cabía duda.

Dejé las maletas de viaje en el armario de entrada de la casa de mi madre. Nos saludamos dándonos sendos besos en las mejillas. Nuestra relación era muy normal fuera de la cama. Madre e hijo. Nunca nos besábamos fuera de ella y nunca nos acariciábamos. Pero cuando nos íbamos a la cama nos transformábamos. En ese momento mi madre dejaba de serlo y se convertía en hembra, hambrienta y caliente, gustosa del buen sexo.

Tras el saludo me disculpé para darme una ducha. Ella estaba cocinando verduras. Siempre hacía comida poco pesada y en poca cantidad, cuando íbamos a comer o cenar juntos y había la intención de tener sexo después. Le gustaba sentirse bien para rendir en la cama. Yo estaba hambriento pero me pareció bien la cena.

Escondí las pastillas. Recomendadas para poner a una mujer muy caliente. Las mejores del mercado negro, según me dijo un amigo que de vez en cuando las pasaba. Me las dejó a mitad  de precio. Por la mañana le pondría dos en el café del desayuno. La necesitaba plena y desmadrada de ganas de follar, era la única opción de admitir a Manoli. Aun así no las tenía todas conmigo.

Me puse chándal de estar por casa y camiseta de manga corta. Debajo nada. El mes de abril estaba siendo más caluroso de lo esperado, auque rara era la semana que no llovía durante todo un día entero.

Mi madre se fue a dar una ducha mientras yo ponía la mesa, la cena ya estaba cocinada.

Apareció lista para comer. Se había puesto camisón de dormir. Color verde apagado Era sedoso y dejaba un pequeño escote elegante. Le llegaba por las rodillas. Al sentarse, a mi lado, cruzó las piernas y me dejó ver sus cortos y regordetes muslos. Estaba perfectamente depilada y olía a perfume de vainilla.

–        El perfume que usas es nuevo, ¿verdad?

–        Sí, jaja, pensé en que podría agradarte que oliese de forma diferente.

–        Me recuerda al que usaba mi primera novia.

–        ¿Ah sí?. Cenemos y luego me dirás si me sigo pareciendo a ella cuando nos acostemos.

–        Jajaja, cómo eres, ya te digo que no te pareces en nada.

–        ¿Para mejor o para peor?

–        Madre solo hay una.

–        Te quiero hijo.

–        Y yo.

La cena concluyó. Habíamos estado hablando sobre trivialidades. Me había quedado con hambre, pero mejor así; yo también rendía mejor con el estómago vacío. Me disculpé para lavarme los dientes. Ella hizo lo mismo.

Al salir de ambos baños nos encontramos en el pasillo, en la puerta de los dormitorios. Lo hicimos con mucha naturalidad, como si ambos ya conociéramos el procedimiento a la perfección. Ella entró en su dormitorio y yo fui tras ella. Nos acostamos como un matrimonio, cada uno en su lado. Yo descorrí la cortina para dejar entrar la luz de la farola que teníamos justo al lado del balcón.

Me quité el pantalón y me metí en la cama. Era amplia y las sábanas olían a nuevas. Ella se quitó los pendientes y el collar con el que había comido y se tumbó a mi lado.

Yo estaba desnudo de cintura para abajo y solo me tapaba con la sábana. Estaba muy empalmado y con ganas. Ella a veces miraba el bulto sobre las sábanas.

–        Bueno hijo, buenas noches. Gracias por quedarte de nuevo con mamá a dormir.

–        Es un placer. Me agrada mucho tu compañía.

Ella se volcó un poco sobre mi y me besó en las mejillas. Una mano suya me acariciaba el torso sobre la camiseta.

–        ¿No tienes calor?

Me la quité sin decir nada y me arrimé más a mamá. Ella entonces me besó en los labios. Su lengua recorrió mis pechos y mi abdomen. Apartó las sábanas y mi polla salió de un brinco. Enorme y juguetona.

–        vaya madre, siempre me la pones así.

–        Que feliz me haces.

Sonrió con los labios cerrados y la agarró. La masajeó lentamente mientras se iba deslizando hacia la parte baja de la cama. Sus labios recorrieron mi vientre y las tabletas del abdomen. Se acomodó a mis pies y deslizó su lengua por los huevos. Los mordió. A continuación recorrió toda la polla con su lengua. Lo hizo muy despacio hasta llegar al capullo. Echó el pellejo totalmente hacia atrás y se lo metió en la boca. El capullo se la llenó entera. Me miraba mientras movía su lengua. Luego se la sacó y me miró complacida. No era para menos, una enorme polla se desplegaba en todo su esplendor ante ella. Su madura mirada se llenó de anhelo y melancolía. Normalmente me decía cosas cariñosas mientras me la comía y al principio de la follada. Pero esa noche no dijo nada, solo me miraba con amor.

Su boca no avanzaba hasta mucho más de la mitad en cada embestida de la mamada. Lo hizo de maravilla, como siempre. Nunca detuvo el ritmo. Cuando no la comía la masturbaba fuerte, mirándome. Ríos de placer recorrian mi cuerpo. Noté como los huevos fabricaban semen a mansalva y lo empujaban hacia arriba. Estaba muy caliente.

–        Mamá….. creo que…… me viene

–        Tssssssssssss

Se colocó mejor y se la metió en la boca mientras la masturbaba. Sus labios se apretaban en torno al capullo, ahora solo la comía hasta un poco más allá de él. Centrándose en la zona donde más gusto me daba. Su lengua no paraba de pasar por el capullo, como pidiendo que saliese ya el semen. Cuando me vino empezó a masturbarme el capullo con más fuerza, con la boca, siempre y solo con la boca. Se colocó con los brazos abiertos, apoyada a ambos lados de mis caderas y recibió el semen apretando la boca ante la polla erecta que se conectaba con sus labios. Lo tragó todo, o al menos esa impresión me dio. Luego me la limpió con delicadeza. Dándole besos y pasando con cuidado su lengua  por el contorno, lamiendo las últimas gotas en caer.

Luego se tumbó a mi lado y esperó a que me recuperase.

–        ¿te has quedado bien?

–        Uf, demasiado bien. Me has vaciado mamá.

–        Pero… ¿quieres ya dormir?

–        No, antes quiero darte lo tuyo.

–        Eso es lo que quería oir, mi vida.

Su gesto dulce se deshizo y ante mí brotó la hembra guerrera que mi voluptuosa y madura madre llevaba dentro. Me incorporé y la desnudé con violencia. Le rompí el camisón. Su cuerpo se quedó completamente desnudo. Sus pechos amplios y caídos

, sus muslos cortos y regordete, su amplio y hermoso trasero y caderas de diosa.

La abrí de piernas y le comí su cuidado coño. Mi lengua jugó con su clítoris y mis dedos entraban en su amplio y muy húmedo boquete. Mi polla regresó por completo. Me sentía al cien por cien. Esa hembra merecía ser montada de forma ejemplar. Gran yegua.

Se abrió de piernas y entré como un torero al toro que va a matar. Se la clavé rápido y eficaz. Me encantaba como entraba mi polla en ese coño. La tenía enorme, se la clavé hasta los huevos y ella chilló de excitación.

–        Fóllame nene

Pam pam pam. La cama daba porrazos contra el respaldo. Ella cerraba los ojos en cada penetración. Al final de cada cual sacaba la polla entera para volverla a meter. El ritmo no era excesivo. Estuvimos así un rato, sintiéndonos la piel. Es muy gustoso el roce del coño de mi madre cuando tengo la polla verdaderamente enorme, como aquella noche.

Al rato se dio la vuelta y se colocó en la posición del arco. Su cara muy pegada a la almohada y el culo lo más levantado posible. La luz de la farola iluminaba su cuerpo. Menuda yegua, menuda hembra, vaya madura tengo aquí toda para mí.

Me subí en su culo y me escupí en la mano. Se la pasé por ano y coño. Mi madre se movía balanceando el culo de lado a lado mientras giraba la cabeza para mirarme de reojo, pidiendo guerra.

Se la metí en el coño y la taladré con fuerza. Aguanté mucho tiempo la follada. La tenía bien agarrada por la cintura. En ese momento la vi débil y accesible, sentía que podía hacer con ella lo que quisiera. Le agarré con más fuerza y se la clavé en el culo. Me subí más encima y le presioné en la nuca hundiéndola más en la almohada. Le follé el culo con fuerza, ella no decía nada, se dejaba hacer con total entereza. Una puta ejemplar. Sus chillidos dejaron de ser de excitación y dejaron entrever dolor. Se la saqué y la liberé de la opresión. Se quedó jadeante boca arriba. Yo me tumbé a su lado. Se giró hacia mí y me acarició los músculos brillantes por el sudor.

–        Ese es mi macho

Se subió y cabalgó. No era muy elegante en esa postura pues le costaba mantener el ritmo víctima del cansancio. Así que la agarré y la taladré desde abajo. Ella acompañaba la brutal follada con un jadeo constante y estridente. Como un borrego al que están degollando.

Estaba exhausta y mi pene aun tenía más saque. El pedí más y se abrió de patas de nuevo.

–        Acaba aquí, mi amor.

Al entrarle sus brazos me abrazaron tras la nuca y sus piernas se enroscaron en mis caderas. Ahora me miraba fijamente con una luz especial en los ojos; una madre orgullosa de su hijo.

La follé de menos a más, ella fue descolgándose de mí y acabó despatarrada y mordiendo la almohada. Al rato me vino y me corrí dentro.

Nos dimos las buenas noches con la naturalidad de una madre y un hijo. Me fui a dormir a mi habitación.

A las ocho de la mañana sonó el despertador. Me di una ducha y preparé el desayuno.

Media hora más tarde irrumpí en la habitación de mi madre con una bandeja con tostadas, zumo de naranja y una amplia taza de café, en la que acababa de diluir dos de las pastillas que debían ponerla como una moto.

Pensé que tal vez no debía haberla follado tanto la noche anterior. Podría no tener demasiadas ganas y las pastillas no resultar efectivas. Yo siempre tengo ganas, así que por mí no habría problemas. Además, la expectativa de Sara era suficiente como para que mi polla hirviese de ganas y deseo.

Desayunamos y luego mi madre se duchó.

Me puse a recoger la cocina. Mi amigo me dijo que en una hora las pastillas harían todo su efecto, y este se mantendría durante varias horas seguidas.

Cuando recogí toda la cocina miré el reloj. Ya había pasado una hora desde que se tomó el café. Justo en ese momento apareció, con el pelo mojado de la ducha, y vistiendo con el camisón de la noche anterior. Eran las nueve y media pasadas.

Se avalanzó sobre mí. Mi plan estaba en marcha.

–        ¿Vienes a la cama un rato?.

–        ¿Ahora?. Más tarde. Has tardado mucho en la ducha.

–        Me he dado un baño.

Su mirada era diferente, se refregaba contra mí y me besó con lengua.

–        Mama tiene muchas ganas de su nene.

–        Vaya, veo que vas a por todas este fin de semana. ¿Quieres irte bien complacida  de aquí verdad?.

–        Quiero que metas tu pollón en mi coño y lo revientes a follar.

No esperaba esa salida. Miré el reloj de reojo. Las diez menos cuarto. Era el momento.

La levanté en brazos y la tumbé sobre su cama. Le aparté el camisón y empecé a comerle el coño de la mejor manera que sé. Ella se retorcía como una serpiente. Su sexo dejaba emanar ríos de flujos; estaba verdaderamente caliente. Las pastillas habían funcionado a la perfección. Aguanté comiéndoselo hasta que sonó mi teléfono móvil.

–        ¿Quién es nene?

–        Ups, es Manoli, mi cuñada.

Descolgué el teléfono y me fui para hablar al salón. Le dije que había posibilidades, que subiera. Regresé a la habitación, ella estaba de rodillas pidiendo mucha guerra.

–        Dame tu polla amor

–        Lo siento, Manoli dice que tiene que verme; dice que está por el centro y que le ha surgido un problema. Le he dicho que estoy aquí. Va a subir

–        Joder.

Se vistió rápidamente. Pantalón vaquero verde y camisa de manga corta, con motivos florales.

Manoli llamó al timbre y le abrí.

–  Mama, ¿recuerdas a Manoli?

–  Sí, por supuesto. Qué tal estás

– Muy bien. Bueno realmente no lo estoy tanto. Tengo que hablar contigo.

Esto último me lo dijo a mí. Mi madre la invitó a pasar y preparó café con pastas para todos. Fui a la cocina para ver si seguía con ganas. Su mirada era diferente.

–        Lo siento, no sabía decirle que no estaba aquí en tu casa. Me preocupó su tono de voz.

–        Despáchala pronto, tenemos un asunto pendiente. Hijo de la gran puta.

Sin duda no era mi madre. Eso me animó. Le ayudé a llevar las bandejas al salón. Manoli estaba sentada en el sofá (metida en su papel, el cual acordamos el día anterior). Mi madre sirvió café y nos sentamos con ella en el sofá. Me dirigí a ella. Vestía un provocativo vestido corto.

–        Es mi marido, estamos divorciándonos. Por favor, no se lo digas a nadie. No sabía a quien acudir, al pasar por casa de tu madre pensé en ti y te llamé. Ha sido una agradable sorpresa el saber que estabas aquí.

Yo me coloqué junto a ella y le acaricié la rodilla y los muslos. Le miraba los pequeños pechos aprisionados en el vestido. Quería que mi madre se diera cuenta que mi cuñada me atraía, quería que fuera evidente; el tener que consolarla era una ocasión magnífica para arriesgar en el plan. Se suponía que mi madre estaba bajo los efectos de una droga, nada era normal en esa situación. Era el momento de dar todo o nada.

–        No te procupes, estoy aquí para lo que quieras, cuñada.

–        ¿Lo dices en serio?

–        Sí

Entonces me besó. Su lengua se metió en mi boca con mucha decisión, como si hubiera olvidado que mi madre estaba delante. La noté nerviosa, sin duda le estaba costando mucho hacer eso, el plan le tendría que poner demasiado para estar ahí diciendo mentiras y haciendo el ridículo.

Le sostuve el morreo y le acaricié los pechos. Luego me aparté fingiendo estar molesto.

–        Cuñada, creo que te equivocas

–        Por favor, necesito olvidarlo todo un poco.

Miró a mi madre.

–        ¿me prestaría su cama para follar con su hijo?

Mi madre estaba colorada. No tenía cara extrañada, todo lo contrario. Cuando nos miraba es como si mirase al infinito.

–        Por supuesto. Faltaría más. No quisiera…

Intervine indignado:

–        Es una locura, Manoli, sal de la casa ahora mismo.

Me levanté indicándole la puerta y dejando mi paquete justo ante ella. Ella, como habíamos acordado, la sacó y empezó a mamarla. Yo me dejé caer sentado en el brazo del sofá y ella se incorporó de rodillas sobre el asiento. Mi polla estaba enorme y ella le dio una mamada monumental. Entonces miró a mi madre.

–        Espero que no le importe. Su hijo tiene una polla tan deliciosa……

Ambos la mirábamos.

–        En absoluto.

Miraba mi polla encantada. Sonrió un poco. Manoli vio la puerta abierta y me levantó. Me llevó a la cama de mi madre y empezamos a follar. Mi madre, como esperábamos, nos siguió. Manoli se levantó y se acercó a ella. No le dijo nada, solo la besó y la desnudó poco a poco. Mi madre se dejaba hacer.

–        Vamos señora, sé que usted se lo folla todos los fines de semana. Yo también lo hago a menudo. Dice que somos sus yeguas. No tiene nada de lo que temer, soy tan discreta como puta. Venga y pasémoslo bien.

Mi madre se dejó hacer sin decir nada. Ambas se liaron en mis narices, sobre la cama. Yo las observaba masturbándome alrededor de la cama. Luego entré de nuevo.

Me la comieron al unísono y me cabalgaron por turnos. Las tres veces que me corrí, lo hice sobre ellas.

A la una y cuarto de la tarde yacíamos desnudos y acalorados sobre la cama. Yo en medio y mis yeguas a cada lado. Charlamos un rato sobre todo aquello. Mi madre lo aceptó todo muy bien y Manoli se lo agradeció comiéndole el coño y las tetas por última vez. Después se disculpó, a las dos tendría que estar en casa.

La acompañé hasta la puerta para despedirla. Cuando me despedí me dijo susurrando:

–        Ya has cumplido. Cuenta con mi hija. No es necesario que te divorcies. Te quiero.

Se marchó meneando las caderas y taconeando como una puta. Me encantaba verla así, orgullosa de ser mi yegua. Sabe que si se porta bien siempre tendrá mi polla y mi forma brutal de follar. Le encanto, lo sé; pero ella me encanta mucho más a mí.

Mi madre se vistió y me llevó de nuevo a la cama. Me hizo follarla fuerte un rato más. Sin duda los efectos de las pastillas iban dándole los últimos efectos. Cuando cesamos me miró, de nuevo era ella.

–        Gracias por hacerme partícipe de esto. Me sabes hacer feliz. Mi discreción será total y mi dedicación a ti, cuando me lo pidas, será eficaz y absoluta. Quiero ser tu mejor yegua, o al menos quiero que estés orgullosa de mí. Te quiero, nene.

Esa noche dormí feliz, todo había salido a pedir de boca. Ahora mis dos yeguas estaban más agradecidas y entregadas a mí que nunca. Me gustaba el giro que estaba dando mi madre; la quería más puta que madre y lo estaba consiguiendo.

Pero el agradecimiento de Manoli me iba a dar el regalo más maravilloso que jamás me han hecho: Su hija Sarita.

Relato erótico: “Descubro que mi madre es tan puta como yo” (POR GOLFO)

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Mi historia con ese maduro comenzó de la forma más imprevista y para mi desgracia, cambió mi vida. Hasta que le conocí era una mujer preocupada solo por mi profesión y sin tiempo de buscarme una pareja.  No penséis por ello que era un bicho raro, al contrario siempre me he considerado bastante normal.
Antes de nada quiero  presentarme, me llamo Martha tengo 28 años y soy de la ciudad de Monterrey. Físicamente atractiva,  cuando ando por la calle soy objeto de las lisonjas subida de tono de los babosos. Especialmente atraigo a los albañiles y por eso cuando paso por una obra, es raro que no escuchar una serie de piropos. Sé que mi cabello negro junto con mi apariencia elegante despierta en esa gente sus bajos instintos y por eso, llego hasta cruzarme de acera para pasar por enfrente de esos pazguatos. Nunca he comprendido porque lo hago pero reconozco que me resulta reconfortante recibir sus alabanzas quizás porque como estoy soltera y sin novio no tengo quien me las diga.
Muchas veces mis compañeras de la clínica donde trabajo como odontóloga me han recriminado este comportamiento. No les parece sensato ni moral que una bonita flaca  disfrute alegrando la vista a esos trabajadores.   Siempre les había contestado:
-¿Qué hay de malo?
De tanto tentar a la suerte, un día que iba a trabajar un grupo de seis tipos decidió pasar un buen rato divirtiéndose a mi costa. Totalmente despistada no los vi llegar y cuando quise darme cuenta, los tenía encima.
-¿Dónde vas con tanta prisa?- preguntó el líder de esa panda cerrándome el paso.
Por su tono comprendí que estaba en problemas e intenté huir pero sus amigotes me lo impidieron. Muertos de risa, me rodearon mientras me manoseaban de arriba abajo, de modo que en solo unos segundos mi trasero y mis pechos recibieron más “caricias” que durante un par de años.
-¡Dejadme!- lloré sabiendo que si no conseguía que se apiadaran de mí, lo menos que me podía pasar era que esos cabrones me violaran.
El que me cortó el paso me agarró de la cintura y me obligó a pegarme a su cuerpo. Os juro que no sé qué fue más desagradable si su olor fétido o sentir su pene erecto rozando contra mi entrepierna. 
Cuando ya me daba por perdida, apareció un hombretón grande y maduro e interponiéndose entre ellos y yo, me protegió diciendo:
-¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro tamaño?
La seguridad que manaba de su voz hizo que el grupo retrocediera, momento que él aprovechó para llevarme en volandas hasta su auto. La facilidad con la que cargó mis casi cincuenta kilos me hizo comprender que estaba ante un gigante y en vez de aterrarme, hundí mi cabeza en su pecho y me puse a llorar.
El moreno me acunó entre sus brazos sin importarle el hecho de no conocerme y durante unos minutos dejó que me desahogara sollozando. Poco a poco, fui tranquilizándome al saberme segura pero al mismo tiempo al oler su fragancia masculina me percaté de lo rara que era esa situación y por eso, le pedí que me dejara en el suelo.
Soltando una carcajada, obvió mis deseos y en vez de dejarme donde yo quería, me depositó en el asiento del copiloto de su carrazo.  Tras lo cual cerrando la puerta, se puso en el lado del volante.
-Niña, ¿Dónde te llevo?- preguntó mientras me ayudaba a abrocharme el cinturón de seguridad.
-Tengo que ir a trabajar- respondí muerta de vergüenza al notar que los botones de mi blusa estaban sueltos y que ese hombre podía ver en su totalidad el brasier de encaje que llevaba.
Muerto de risa, comentó:
-Tapate y dime dónde vives. Así no puedes aparecer en la oficina.
Comprendí que tenía razón y por eso le di la dirección de la casa donde vivía con mis padres. El enorme y guapo sujeto asintió y sin preguntar me llevó hasta allá. Me estaba bajando cuando caí en la cuenta que no sabía nada de mi salvador y por eso dándome la vuelta, le agradecí el favor y le pregunté su nombre.
-Fernando- contestó mientras dejaba en mis manos una de sus tarjetas de visita, tras lo cual me dio un beso en la mejilla y despareció entre el tráfico.
Todavía con los nervios a flor de piel, subí en el elevador y abrí la puerta. Pensando que no habría nadie en casa, directamente me fui a mi habitación mientras no dejaba de pensar en ese hombre que me había salvado. Tuve que reconocer que la virilidad que me transmitió, me había puesto cachonda y por eso abriendo mi armario, saqué de él una minifalda y un top color melón que sabía que me sentaba de maravilla.
Satisfecha me miré en el espejo. Allí descubrí que el pensar en ese moreno me había alterado y que la muchachita delgada  que devolvía ese cristal, tenía mis pechitos en punta. En ese momento decidí que iba a llamarle esa misma tarde y que intentaría quedar a cenar con él.
Fue entonces   cuando de pronto un ruido me hizo comprender que no estaba sola y fui a ver quién estaba a esas horas en mi casa. Imaginaros mi sorpresa cuando al llegar a la cocina me encontré a  mi madre con  Mario, el hijo del portero. Si por si eso no fuera poco, me quedé lívida  al comprobar que esa mujer educada a la antigua y de la que nadie nunca ha murmurado siquiera un chisme, estaba besando a ese chaval. Paralizada, me escondí y desde el quicio de la puerta, me quedé espiando la escena. Pegando mi cuerpo a la pared, saqué la cabeza para mirar sin ser vista.
En la habitación y vestida con un traje negro, mi madre llevaba su blusa medio abierta y lo sé porque pude ver como Mario metía su mano bajo la tela y cogía entre sus manos los enormes pechos con los que la naturaleza la había dotado. Dándole lo mismo,   no puso reparo a sus toqueteos y con un extraño fulgor en sus negros ojos, dejó que se los sacara dejándome admirar que la edad había hecho poco daño en ellos y que venciendo la gravedad, se mantenían duros u firmes.
Justo cuando el hijo del portero se estaba metiendo un negro pezón en su boca, mi madre buscó sus besos diciendo:
-¿No prefieres que te la chupe?.
La lujuria sin límite que proyectaba mi vieja convenció al muchacho el cual bajándose los pantalones, sacó su miembro del encierro y  le dijo:
-Cómetela, ¡Puta!.
Creí que mi madre iba a responder con una cachetada a semejante insulto pero completamente ruborizada, se arrodilló frente a él y obedeciendo, lentamente se la fue introduciendo en la boca hasta que sus labios tocaron su base. Satisfecho su amante le presionó la cabeza con sus manos forzándola a proseguir su mamada. No pude evitar quedarme petrificada al comprobar que ese pene se acomodaba perfectamente en la garganta de mi mamá.
-Eres una vieja mamona- alegremente Mario le gritó al sentir la humedad de su boca.
Su madura pareja incrementó la velocidad de la maniobra buscando como loca el conseguir el anhelado alimento  y no contenta con ello, con sus dedos comenzó a acariciar los huevazos del muchacho. Para entonces, mi sorpresa había menguado y viendo la maestría con la que estaba mamando esa verga, me empecé a calentar.
Todavía no estoy muy orgullosa, pero  la cachondez con la que mi amada madre la comía provocó que llevara una mano bajo mis propias pantaletas y sin perder ojo, me pusiera a masturbarme. Acariciando con delicadeza mi clítoris, disfruté de ese incestuoso espectáculo cada vez más alterada. Mi pubis me recibió lleno de flujo al admirar a la que siempre había considerado una mojigata mamando sin parar. Descubrir que era al menos tan caliente como yo, me excitó e introduciendo un dedo en mi coñito, gemí calladamente.
Para entonces, los mimos de esa felación había llevado a Mario al borde del orgasmo por lo que gritando le informó que se iba a correr. Mi madre sorprendiéndome nuevamente le pidió que lo hiciera en su boca y acelerara el  compás de su boca hasta que el hijo del portero explotó en su interior. Ella no le hizo ascos a ese semen y prolongando su mamada, consiguió beberse toda la blanca simiente del chaval sin que por ello ni una gota manchara su inmaculado traje.
La cara de deseo que descubrí en mi madre me llevó a un nada filial clímax y con mi entrepierna empapada, hui de allí mientras Mario la colocaba a cuatro patas y cogiéndole de su cintura, le levantaba la falda aireando un culo prieto y bien puesto. Solo me dio tiempo de observar su glande recorriendo los pliegues de mi vieja antes oír que le decía:
-Fóllame, por favor.
No me podía creer que mi madre le estuviese poniendo los cuernos a mi padre.
-Dame lo que mi marido no me da- insistió olvidando que era una señora casi de cincuenta años y que al menos le llevaba treinta al crio,
Cumpliendo sus deseos, Mario cogiéndole su lisa melena negra, la usó como riendas y metiéndosela de un golpe, empezó a cabalgarla. El modo tan brutal con la que apuñaló su sexo la hizo gemir y comportándose como si estuviera en celo, le rogó que no parara.
Ya no pude oír más porque salí del apartamento, incapaz de soportar la calentura que me producía el saber que mi padre tenía una cornamenta descomunal.
Ya en la calle, agarré un taxi que me llevara hasta la clínica odontológica en la que trabajo. Durante el trayecto, la imagen de la zorra de mi  madre y la de mi moreno salvador hicieron que me fuera poniendo aún más cachonda. Por eso al llegar a mi destino tras pedir perdón por mi retraso, entré directamente en el baño.
Sofocada y con mi respiración entrecortada, me senté  y bajándome el tanga, llevé mi mano hasta mi sexo.
“¡Que bruta estoy!”, me dije al recorrer los pliegues de mi vulva y descubrir que estaban húmedos y calientes.
Dejándome llevar, traté de visualizar que se escondía debajo de los pantalones de Fernando y a tenor de su tamaño, me imaginé que ese hombre tenía entre las piernas una hermosa verga coronada con un enorme glande.
No sé si fueron las extrañas circunstancias que me habían pasado pero en cuanto  puse forma a ese aparato deseé hundir mi cara en él y abriendo mis labios, dejar que me entrara hasta la garganta. Os reconozco que sentí como me licuaba con solo pensarlo y dando uso a mis deditos, intenté complacer mi calentura.
Muchas mujeres se niegan a mamar una buena herramienta pero a mí, os confieso que me pone burrísima. Hay pocas cosas que me gusten más que sentir una polla en mi boca mientras mi pareja me dice burradas al oído. Por eso me imaginé que al recogerme a la salida de mi trabajo, ese moreno iba conduciendo cuando sin más prolegómeno aprovechaba un semáforo para bajarle el cierre de su pantalón.
Y que al hacerlo, ese desconocido sonreía y sin dejar de conducir, me cogía de mi negra melena y llevando mi cabeza hasta su entrepierna, me decía:
-Flaca, ¿A qué estas esperando?
Su permiso me dio alas y retirando mi cabello, me permití contemplar su atrayente aparato. El aroma a macho que desprendía me hizo relamerme mis labios anticipando el banquete que me iba a dar en su honor y sacando la lengua me puse a lamer con sensual lentitud cada centímetro de su verga.
En mi imaginación, Fernando comportándose como un exigente amo, me ordenó que separara las piernas y que usara una de mis manos para masturbarme. Ni que decir tiene que fue el modo en que mi mente buscó una explicación para el par de dedos que ya tenía clavados hasta el fondo de mi sexo y por eso, todavía con más ardor, seguí pajeándome.
Cada vez más cachonda, me vi lamiendo dos sabrosos huevos antes de abriendo los labios, introducirme toda su extensión hasta el fondo de mi garganta. Ya sentía la acción de su pene contra mis mofletes cuando escuché que una compañera entraba en el baño. Con disgusto comprendí que debía dejarlo para otro momento y bastante acalorada, me vestí y salí del cubículo.
-Martha, ¿Te sientes bien?- preguntó mi amiga al ver mi cara totalmente colorada.
-¿Creo que me voy a poner enferma?- respondí buscando una exclusa creíble para el color de mis mejillas-
Lupe creyó mi versión y sin darle mayor importancia, me dijo que tenía que cuidarme y siguió maquillándose. Roja de vergüenza fui a mi  despacho, deseando que con el trabajo se me pasara el sofoco.
Desgraciadamente, durante toda la mañana, dejé que mi imaginación volara con cada uno de mis clientes. Si era una mujer la paciente a la que tenía que arreglar los dientes, me inventaba que era la zorra de mi madre la mujer que se sentaba en mi consulta y que los instrumentos de dentista con los que trasteaba en su boca, eran la verga de mi salvador. Si por el contrario era un hombre, le cambiaba de cara y me imaginaba que era ese moreno, quien descansaba esperando mis caricias.
De esa forma, al llegar la hora de comer, lejos de tranquilizarme estaba dominada por una brutal lujuria y sin tomar en cuenta las consecuencias, agarré la tarjeta de visita de ese desconocido y le llamé.
Reconocí su voz en cuanto descolgó y temiendo que no se acordara de mí, le dije:
-Fernando, Soy Martha. La boba que esta mañana salvaste.
-Sé quién eres- respondió y muerto de risa, me soltó: -No todos los días están a punto de partirme la cara y menos por culpa de una preciosa flaquita de largas piernas.
El piropo me encantó y más segura de mi misma, comenté:
-Quiero agradecerte el favor y he pensado en invitarte a cenar esta noche.
Mi petición le hizo gracia pero haciéndose el caballero, me respondió:
-Acepto si me dejas elegir el restaurante y pagar la cena.
Su respuesta me satisfizo y con mi coñito rebosando de humedad, le pregunté únicamente como debía ir vestida.  El maduro tonteando descaradamente conmigo, contestó:
– Quiero que esta noche te esmeres y cuando te recoja en tu casa, la mujer que entre en mi coche sea una diosa.
Como imaginareis,  prometí sorprenderle y colgando el teléfono, me puse a planear la forma en que me llevaría a ese gigante a la cama….
La cena donde realmente le conozco.
Tal y como habíamos quedado, Fernando pasó a por mí, lo que nunca me esperé fue que respetando unas costumbres que creía ya anquilosadas, tocara al timbre y se plantara en mi casa. No os podéis imaginar la cara de mi madre cuando vio que esa masa de músculos de más de uno noventa era mi pareja de esa noche. Alucinada por la diferencia de edad, me fue a buscar a mi habitación diciendo:
-Hija, abajo hay un tipo que dice que viene a buscarte.
Por su tono comprendí que estaba molesta pero recordando la postura en que la había pillado esa mañana, decidí castigar su maternal preocupación diciendo:
-Verdad que es impresionante. ¡Está buenísimo!
Cabreada por mi descaro, me exigió que guardase al menos la compostura frente a él y que no notara lo mucho que me atraía. Muerta de risa por su hipocresía, seguí profundizando en una nada inocua rebelión diciendo:
-No me esperes. Si todo sale como espero, ¡Mañana despertaré en sus brazos!
Ni se dignó a contestar mi impertinencia y dejándome sola en mi cuarto, bajó a hacer compañía a Fernando. Creyendo que había ganado esa batalla, tranquilamente terminé de arreglarme. Como deseaba conquistarle, me vestí con un escueto traje de negro bastante sensual y muy escotado que  dejaba también al aire la mayor parte de mis piernas. Encantada por la imagen sexi y elegante del espejo, me eché perfume y bajé a encontrarme con mi cita.
El guapetón que me esperaba recorrió con sus ojos mi cuerpo mientras me deslizaba por las escaleras meneando mi pandero. En su rostro descubrí que había acertado con la vestimenta pero cuando realmente confirmé que le atraía, fue cuando me dijo:
-Nunca creí que con mis años vería a un ángel recién caído del cielo.
Ese educado piropo tan diferente a los que estaba habituada, consiguió sonrojarme y devolviendo su lisonja, le respondí:
-Si yo soy ese ángel, tú eres mi Zeus.
Fernando soltó una carcajada y asiéndome de la cintura, me dio un suave beso en los labios mientras me decía:
-Me podías haber avisado que tu madre nos acompañaría.
La tersura de sus labios y el aroma a macho que desprendía no me dejó asimilar su queja hasta que vi en la puerta a mi vieja lista para salir. La muy pérfida con una sonrisa en su cara, comentó:
-Como tu padre está de viaje, me he auto invitado. ¿Verdad que no te importa?
“¡Será zorra!”, pensé, “¡No le basta con ponerle los cuernos a su marido que encima quiere chafarme los planes!”
Disgustada por partida doble con la mujer que me había traído al mundo, tomé mi bolso y abracé a mi pareja mientras mi madre nos seguía unos pasos atrás. Fernando debió notar mi encabronamiento porque susurrando me preguntó:
-¿Por qué estás tan enfadada con ella?
No pude confesarle la verdad y en vez de ello, pegándome a su cuerpo, respondí:
-Deseaba divertirme contigo esta noche.
Os juro que mi respuesta no tenía un sentido sexual pero mi  pareja de esa noche, me malinterpretó y rozando uno de mis pechos, me dijo al oído:
-No te preocupes, tu madre no tiene por qué enterarse.
Esa robada caricia hizo que mis dos pezones se pusieran como piedras y mi coñito se empapara mientras galantemente Fernando me abría la puerta del copiloto. Rápidamente me subí, no fuera a ser que mi vieja quisiera ocupar el lugar que por derecho tenía reservado. Al ver su gesto de disgusto, comprendí que esa había sido su intención y por ello, sonreí mientras se sentaba en la parte trasera.
Ajeno a ello, el enorme maduro cogió el volante y como si fuera algo normal en él, nos informó que había reservado una mesa en el mejor restaurante de la ciudad.
-¿Cómo has conseguido mesa?- pregunté porque era famoso por estar siempre lleno y que si querías ir al él tenías que pedirlo con dos semanas de anticipación.
Muerto de risa, contestó:
-Es mío.
Fue entonces cuando caí en el apellido de su tarjeta y descubrí que estaba con un afamadísimo millonario que no solo era dueño de una cadena de restaurantes sino que era el propietario del casino de mi ciudad.
“¡Dios!, es Fernando Legorreta.
Saber que muchas mujeres hubiesen dado la mitad de su vida por disfrutar de su compañía, me dejó alelada al no comprender que había visto ese hombre en mí. Mientras mi mente rulaba a mil por hora, ese don Juan charlaba animadamente con mi madre.
Un pelín envidiosa de las atenciones con las que trataba a esa zorra, agarré una de sus manos y la puse sobre mi muslo. El maduro no se mostró sorprendido por mi acción y antes de que me diera cuenta me estaba acariciando sin importarle que la mujer que tenía detrás fuera mi madre.
Azuzada por sus caricias, separé mis piernas y levantando mi falda, le dejé clara mi disposición. Él al percatarse de mi entrega, disimulando fue subiendo por mis muslos desnudos acercándose poco a poco a mi sexo. La sensación de estar siendo acariciada con ese público tan selecto, me terminó de excitar y moviendo mis caderas hacia delante busqué el contacto con su mano.
-Señora, ¿sabía que su hija en un poco aventada?- preguntó mientras uno de sus dedos se abría camino bajo mi tanga.
-¿Por qué lo dice don Fernando? – preguntó mi vieja sin saber que en ese momento su hijita estaba siendo gratamente recompensada.
Y mientras le narraba la difícil situación en la que me había conocido, se apoderó de mi clítoris con una de sus yemas. Os reconozco que me creí morir al sentir su dedo hurgando en mi sexo y mordiéndome los labios deje que ese casi desconocido me masturbara mientras a pocos centímetros mi madre conversaba con él, cómodamente aposentada en el sillón trasero.
“¡No puedo ser tan zorra!” pensé mientras todas las células de mi cuerpo ardían por la lujuria.
Mi calentura era máxima cuando sentí que como si fuera un pene, su yema se introducía en mi interior y comenzaba un delicioso vaivén de fuera a adentro y viceversa.
“Me voy a correr”, adiviné al notar que una maravillosa corriente eléctrica asolaba mi anatomía.
Reteniendo las ganas de gritar, sufrí un gigantesco orgasmo mientras mi madre me recriminaba el haberme puesto en riesgo con esos albañiles.
Al maduro no le resultó indiferente comprobar que sus dedos se impregnaban de la pringosa prueba de mi placer e incrementando sus toqueteos, me llevó a la locura mientras su propio pene se alzaba bajo su pantalón. No os tengo que decir que si no llegamos a tener compañía me hubiera lanzado golosa contra su verga porque en ese momento, lo que me hubiese apetecido hubiera sido incrustar ese manjar entre mis mofletes.

En vez de ello, me tuve que conformar con ver que Fernando retiraba su mano de mi entrepierna y llevándosela a su boca, lamía con gusto el flujo que había quedado entre sus dedos. Al verlo, casi me vuelvo a correr y fue entonces cuando decidí que de esa noche no pasaba que yo catara la simiente de ese macho.
Cinco minutos después llegamos a nuestro destino, como el caballero que es, ese maduro nos abrió la puerta y nos llevó a un elegante apartado dentro del restaurante. Al no estar habituada a tanto lujo, tanto mi vieja como yo nos quedamos impresionadas con el detalle de reservar la mejor mesa para nosotros.
Educadamente, nos hizo sentar a cada lado, de forma que yo quedé a su izquierda mientras mi madre se sentaba a su derecha. Comportándose como el perfecto anfitrión, nos preguntó que queríamos beber y en vista que tanto las dos queríamos vino, llamó a su sumiller y le pidió uno de los caldos de su bodega personal.
Al oír que su elección era un Petrus, me quedé nuevamente impresionada porque una botella de ese tinto francés bien podía costar los tres mil quinientos pesos. Al protestar porque me parecía muy caro, Fernando contestó:
-Los buenos vinos están para las grandes ocasiones y qué mejor que estar acompañado de dos bellezas.
La puta de mi vieja quedó encantada con el piropo y luciendo conocimientos, se puso a comentar con él las virtudes de los vinos de Francia contra los de origen español. No sabiendo nada sobre ese tema, me tuve que quedar en silencio y dándole vueltas al placer que ese hombre me había dado, despertó mi lado salvaje y por eso llevé mi mano bajo el mantel.
Mientras mamá y Fernando charlaban posé mis dedos sobre su musculoso muslo y viendo que no repelaba, fui recorriendo la tela de su pantalón hasta llegar a su bragueta. Al hurgar en su entrepierna, me encontré con una enorme verga que confirmó mis previsiones: ¡Fernando estaba magníficamente dotado!. Por eso importándome un carajo que mi vieja estuviera hablando con el, comencé a jalar de ese maravilloso instrumento, devolviendo parte de la vergüenza que me hizo pasar.
Mi maduro estaba aguantando estoicamente el tipo sin quejarse cuando mi madre afortunadamente preguntó dónde estaba el baño y tras recibir las indicaciones se levantó y salió del reservado. Ya solos, Fernando acomodándose en su silla, me preguntó si no prefería mamársela.
¡No me lo tuvo que pedir dos veces!
Cumpliendo mi sueño, me arrodillé bajo la mesa y al amparo del mantel, desabroché su pantalón y saqué de su encierro su aparato.
-¡Es enorme!- exclamé al coger por primera vez esa belleza entre mis dedos.
Larga, gorda y con un capuchón a modo de champiñón  me dejó extasiada y disfrutando como una perra, acerqué mi lengua a esa maravilla. La fuerza de su virilidad era evidente y no solo por los más que llenos huevos que con gozo absorbí sino por el tamaño de las venas que decoraban esa extensión.
Recreándome en la mamada, embadurné con mi saliva todo su pene antes de abriendo mis labios, meterlo hasta el fondo de mi garganta. Fernando al sentirlo, presionó mi cabeza con sus manos forzando aún más esa profunda felación e increíblemente noté que no solo era capaz de absorberla por completo sino que mis labios entraban en contacto con la base de su sexo.
-Supe en cuanto te vi que eras una putita y que te tendría en esta postura- satisfecho, mi maduro me informó.
Ese insulto lejos de cortarme, me azuzó y con más ímpetu, fui metiendo y sacando su miembro de mi boca a la vez que con mis dedos acariciaba la bolsa de sus gordos testículos. Los golpes de su verga contra mis mofletes y garganta, me indujeron un trance lujurioso donde el mundo desapareció y solo existía para mí,  esa polla que rellenaba todo mi ser. Necesitada de hacer la mamada de mi vida, cumplí sus deseos fielmente hasta que el placer se acumuló en sus huevos y pegando un grito, se derramó explosionando en mi boca.
Fue increíble, golpeando mi paladar ese semen se me antojó un manjar solo al alcance de los dioses y no sabiendo si tendría otra oportunidad, devoré su semen como si me fuera la vida en ello, no fuera a ser que nunca beber de ese alucinante manantial y por eso no desperdicié ni una gota. Recorriendo su piel con mi lengua limpié su falo hasta que quedó inmaculado y solo entonces, escuché que mi madre había vuelto y que preguntaba a Fernando por mí:
-Se encontró con un amigo y ahora vuelve- respondió salvaguardando mi honor pero sobretodo evitando el escándalo de que mi vieja se enterara que su hija era una zorrita mamona.
Increíblemente, la mujer que me había dado a luz aprovechando mi teórica ausencia, empezó a tontear con el maduro de una forma tal que apenas tuve tiempo de meter su verga dentro del pantalón y cerrar su bragueta antes que esa guarra pusiera su mano sobre el muslo de mi adorado mientras le decía:
– Don Fernando, ¿Qué ha visto en mi hija?, no le parece que es demasiado joven para usted.
“¡Maldita hija de perra!”, pensé al ver que con todo descaro los dedos de esa puta se acercaban a la virilidad del tipo. No me podía creer el marrón en el que estaba. Despatarrada y con mi coño encharcado bajo la mesa mientras mi madre manoseaba al hombre que me volvía loca.
Disfrutando del momento, el maduro le contestó:
-Piense que su hija es igual que usted pero con veinte años menos. Y viendo como de guapa es usted, me garantizó que con los años no pierda atractivo.
Mi vieja cogiendo ya su instrumento, contestó:
-¿Y no prefiere alguien con más experiencia?
La escena curiosamente me empezó a calentar pero temiendo que esa mujer quisiera también meterse bajo la mesa, pellizqué uno de los gemelos de Fernando para que buscara el modo de que pudiera salir de ese problemazo. Mi maduro comprendió el dilema y soltando una carcajada, le soltó:
-Me encantaría- y haciendo como si buscaba un anticipo, acarició uno de sus pechos, derramando “involuntariamente” la copa de vino sobre su vestido.
Pidiendo disculpas Fernando la ayudó a secarse. Mi madre un tanto molesta, le dijo que no importaba pero que tenía que limpiar esa mancha si no quería que le quedara un cerco y por eso, desapareció rumbo al baño.
Nada más irse, salí de  debajo del mantel mientras muerto de risa, ese Don Juan  se reía de mí diciendo:
-¡Menudo par de putas están hechas la madre y la hija!
Su vulgar exclamación me hizo gracia y siguiéndole la corriente, respondí:
-¿Te imaginas tirarte a la mamá mientras su hija os mira?
Mis palabras cayeron como un obús en su mente y tras pensarlo durante unos segundos, me contestó:
-Paso, tu vieja no me gusta. Pero te propongo otra cosa: ¿Qué opinas de que te encule mientras observas como otro tipo se la folla?
La idea me resultó cautivante y por eso no dudé en aceptar, diciendo:
-Me gustaría pero dudo que pueda ser. ¿Cómo vas a conseguirlo?
Descojonado, me respondió:
-Fácil, tu vieja va a creer que soy yo quien la folla cuando realmente mi verga estará incrustada en tu  culo- y recalcando sus palabras, me pellizcó un pezón diciendo: -Mientras cenamos la voy a poner tan cachonda que no va a poder negarse a que me la tire con una venda en sus ojos.
De esa forma y mientras mi coñito se anegaba de flujo, anticipando el placer que ese millonario me iba a dar esa noche, esperamos a que mi madre volviera del baño.
 
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Relato erótico: “¿Infidelidad positiva?” (POR MARIANO)

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¿INFIDELIDAD POSITIVA?

Introducción. Este relato está basado en la historia que una lectora me pidió que escribiera. Por ello está redactado en primera persona, como si fuera ella misma quien la estuviera escribiendo.

*****************

Eran cerca de las cuatro de la madrugada, cuando por fin me metí en la cama de la lujosa habitación del hotel en la que estaba hospedada con Oscar, mi marido. El breve baño tomado antes de acostarme no había sido lo suficientemente reparador para mitigar el cansancio que arrastraba.

Intenté dormir, pero más que el cansancio físico, me lo impedía el torbellino de sentimientos que poblaban mi mente y una honda preocupación ante un posible embarazo. Tenía muy recientes las placenteras sensaciones vividas apenas unas horas antes, mientras unos fuertes sentimientos de culpabilidad iban creciendo en mi interior, ganando terreno a un ligero y tranquilizador convencimiento de que, en el fondo, todo lo sucedido podía enriquecer mi relación de pareja con Oscar.

Cuando el agotamiento parecía comenzar a vencerme, el sonido del teléfono me sobresaltó. La voz del recepcionista de guardia del hotel me anunció, en un extraño, pero comprensible inglés, que debía acudir con urgencia a un cierto hospital de la ciudad donde, al parecer, había sido ingresado mi marido.

Mi sorpresa fue tal, que no pude articular palabra, hasta que escuché de nuevo la voz del recepcionista, quien, entendiendo posiblemente la situación, se ofrecía a buscarme un medio de transporte. Mientras me vestía de nuevo, la preocupación e incredulidad ocuparon por completo el lugar de mis anteriores reflexiones y hasta dejé de sentir agotamiento físico.

Mientras el taxi avanzaba con rapidez por las desoladas y oscuras calles de Nueva Delhi, yo intentaba hallar una explicación a esa enigmática y a la vez preocupante situación, cada vez más convencida de que todo debía ser un error, pues mi esposo estaba a más de 300 Kilometros de allí.

La casualidad hizo que, en el trayecto al hospital, el taxi pasara por el mismo lugar donde, apenas unas horas antes, mi sexualidad había completado su despertar. Un estremecimiento afloró involuntariamente entre mis piernas, recordando lo que allí había ocurrido, pero no tuve oportunidad de profundizar en esos cercanos recuerdos, pues apenas dos minutos después ya me encontraba en la zona de urgencias del hospital.

Cuando el médico de guardia me confirmó que mi esposo estaba allí y que en ese momento le estaban haciendo unas pruebas por un problema cardíaco, me derrumbé. Un fuerte mareo hizo tambalearme, y sólo la ayuda del médico impidió que cayera al suelo. Me llevó a una salita y, tras asegurarse de que me encontraba mejor, me ayudó a sentarme en un gran sofá, cuyo color verde apenas se distinguía en la penumbra provocada por la luz de una pequeña pantalla de pie.

Allí quedé, acompañada por el silencio de la noche, apenas roto por el suave zumbido que emitía la bombilla de la lamparita, y sumida en mis pensamientos, a caballo entre la obvia preocupación por el estado de Oscar, la confusión que me producía el hecho de que él estuviera allí, y no en Bombay, como yo creía, y, sobretodo, un creciente desasosiego en mi interior por haber culminado esa misma noche una incomprensible y peligrosa infidelidad. Porque, pese a todo, yo quería muchísimo a mi marido, y en lo más hondo de mi ser, comenzaba a nacer la absurda creencia de que lo que me estaba pasando era un castigo por mi traición.

No pude evitar mirar hacia atrás y revivir las últimas 24 horas, en las que mi vida había dado un cambio a priori inconcebible. Era frecuente que Oscar, por su trabajo, viajara al extranjero a revisar proyectos de la compañía en la que trabajaba, la “Sodoged Sociedad Anónima”. Normalmente eran viajes de un par de días, por lo que yo casi nunca le acompañaba, pero en esta ocasión, siendo el viaje a la India, pensamos ampliar la estancia y aprovechar la ocasión para visitar juntos ese exótico y bello país.

Salimos de Madrid un sábado hacia Agra, donde pasamos el domingo viendo el Taj Mahal. Por la noche cogimos un tren que nos llevaría a Nueva Delhi, lugar donde el lunes y martes Oscar debía cumplir con su trabajo, quedándonos el resto de la semana para nuestras apetencias turísticas.

El tren en el que viajábamos a la capital de la India era viejo y destartalado, y el viaje largo y pesado, de modo que, a mitad de recorrido, todos los viajeros intentábamos dormir en los incómodos y arrejuntados asientos de madera que llenaban los vagones. Un brusco vaivén del tren, posiblemente en una curva, me despertó y aunque intenté conciliar de nuevo el sueño, ya no lo conseguí. A mi lado, Oscar parecía dormir plácidamente. Contemplando su rostro, apenas delineados por la tenue penumbra del vagón, afloró en mí una fuerte sensación de felicidad.

Aún atractivo a sus 32 años, dos más que yo, alto y corpulento, Oscar no es precisamente un adonis de hombre, pero tiene muchas facetas personales que hacen que convivir con él sea un auténtico lujo. Es comunicativo, trabajador, cariñoso y atento, pero lo más importante para mí, ha sido siempre su comprensión ante mi postura frente al sexo, que se traducía en una actitud enfermiza hacia todo aquello que pudiera escapar de los cánones más tradicionales.

No rechazaba hacer el amor con él, pero nunca había conseguido disfrutarlo del todo. De hecho las caricias con las que él iniciaba el juego amoroso conseguían excitarme, pero las penetraciones me resultaban primero incómodas y finalmente algo dolorosas, provocando que yo acabara siempre con un fingido orgasmo que Oscar jamás me había recriminado, bien por no percatarse de ello o simplemente por evitar presionarme.

En las pocas veces en las que él me había planteado, en serio, temas como el sexo oral o anal, o hacer el amor fuera del espacio físico de nuestro dormitorio, siempre se había encontrado con un no, más o menos categórico, por respuesta. A pesar de ello él nunca aparecía contrariado por mis negativas. Yo estaba convencida de que lo que Oscar obtenía de mí era suficiente para su propia satisfacción, sin tener que recurrir a otras manifestaciones sexuales ajenas a unas iniciales caricias y posterior penetración, y eso colmaba mi felicidad en el plano amoroso.

La necesidad de ir al baño interrumpió mis pensamientos. Con dificultades, por el traqueteo del tren, llegué al aseo, situado en un extremo del vagón y empujé la puerta, sin pensar que hubiera alguien dentro, topándome con la espalda de una figura masculina, que parecía estar orinando. Ante la intromisión iba a cerrar de inmediato la puerta, cuando observé, apoyada entre la pared y la vieja cisterna, la foto del rostro de una mujer que, pese a la poca luz del aseo, pude comprobar que era rubia y de rasgos claramente occidentales.

El hombre parecía mirar la foto y fue entonces cuando noté que movía rítmicamente su mano y cuerpo. Sobresaltada ante lo que estaba sucediendo quise darme prisa en salir cuanto antes de allí, con la mala suerte de que mi falda se enganchó en el marco de la puerta, lo que me hizo tropezar y golpearme con ella, evitando así que cayera al suelo. Eso hizo reaccionar al hombre, que, hasta ese momento, no se había percatado de nada, se giró hacia mí y al verme intentó guardarse nerviosamente la verga. Yo por mi parte permanecí quieta observando los problemas del hombre para guardarse dentro del pantalón la polla en completa erección.

Por unos segundos mis ojos se cruzaron con los del él. Eran enormes, redondos y de un color café oscuro intenso, casi negros. Me impactaron tanto, que instintivamente bajé la mirada, deteniéndome de nuevo en su entrepierna, mientras él porfiaba por esconder su miembro en el refugio natural. Mantuve esa mirada fija hasta percatarme que él ya no intentaba guardársela, sino que sus dedos la recorrían de arriba a abajo, arrastrando la oscura piel que quedaba por debajo de su circuncidada cabeza. Hipnotizada, era incapaz de quitar la vista de la primera polla en erección que veía al natural.

De repente noté como adelantaba su mano libre a la costura de mi falda, que permanecía enganchada a la cutre puerta de acceso al aseo, y la liberaba. Era el momento de salir corriendo de allí, pero no lo hice. Aún con vergüenza, alcé de nuevo la mirada. Era un chico joven, indio, llevaba una camisa blanca ancha y el pantalón oscuro, y me miraba con un esbozo de sonrisa que, junto a sus ojos negros y las facciones suaves y redondeadas de su rostro, me cautivaron.

Me cogió con dulzura de los hombros, me giró y me sentó en el inodoro, permaneciendo él de pie frente a mí y apoyado en la puerta, para evitar que alguien pudiera entrar. Con un ademán me pidió que bajara mi mirada a su entrepierna y así lo hice, mientras él reanudaba la masturbación que había tenido que interrumpir por mi culpa.

A partir de ese momento la foto de la rubia fue sustituida por el rostro en vivo de una mujer de pelo castaño claro, corto, pero abundante y revuelto, con ojos de color verde botella, coronados por unas cejas finas y recortadas, y labios rosa pálidos. Toda una visión para el disfrute del joven indio que se pajeaba sin miramiento alguno frente a mí. No me importaba ser en ese momento el objeto sexual de ese guapo muchacho, al contrario, la extraña situación en la que me encontraba había comenzado a excitarme de un modo intensamente desconocido, y permanecía concentrada en la polla que tenía erguida a escasos centímetros de mi cara, examinando con detalle la textura del oscuro pellejo en movimiento y la forma del glande al descubierto, que poco a poco se iba cubriendo de líquido pre-seminal.

El muchacho aceleró el movimiento de su mano y comenzó a exclamarse, anunciando la cercana presencia de un orgasmo que me iba a manchar sin remedio. Fugazmente pasó por mi mente la idea de girar la cara, pero en realidad estaba deseosa de que el chico se corriera, con una morbosa y excitante curiosidad por ver como soltaba su leche.

Un gemido más prolongado y un denso escupitajo de semen, que impactó sobre mi nariz, fueron el inicio de su corrida. Embelesada, contemplé como el resto de la leche fue brotando de la boca de su polla con lentitud y continuidad, deslizándose viscosamente por el tronco hasta desaparecer por la bragueta dentro de sus pantalones. Contrariamente a lo que me imaginaba apenas me manchó, aunque noté como el impacto inicial resbalaba de mi nariz hasta mojar mis labios.

Una vez recuperado, el muchacho se limpió y se guardó la verga. Antes de marcharse dijo algo que no entendí, aunque supuse que me daba las gracias por haberme prestado de un modo tan inesperado a ayudarle a hacerse la paja.

Y yo me quedé allí sentada, extrañada y paralizada, con los labios húmedos del semen de ese chico desconocido y con una calentura que no había sentido jamás hasta ese instante. Finalmente reaccioné, me limpié la cara y volví a mi asiento en el tren, dejando allí la foto de la mujer rubia, único e inanimado testigo de la locura que acababa de cometer.

No pude dormir el resto del viaje. Me atormentaba todo lo ocurrido, pero a la vez no me quitaba de la cabeza la imagen de la polla del joven indio y de su esperma resbalando por ella. Comencé entonces a imaginar cómo sería también la polla de mi marido en erección, algo que nunca había visto, aunque sí la había observado, sin interés, en estado normal. Tantas fantasías me llevaron a unos límites de excitación que se fueron haciendo cada vez más incontrolables, en la soledad de un vagón de tren donde todos dormían, ajenos a la humedad que mojaba mi propio sexo.

Cuando llegamos a Nueva Delhi apenas era capaz de mirar a Oscar. Me sentía muy avergonzada, pero estaba tan caliente que quería aprovechar el momento para llevármelo a la cama en cuanto llegáramos al hotel, e intentar por fin disfrutar del sexo y, sobretodo, verle la polla, algo que ya se estaba convirtiendo en una auténtica obsesión.

Por desgracia los hechos no se desarrollaron como yo preveía. El registro y acomodo en el hotel fue muy largo y a Oscar sólo le dio tiempo a darse una ducha rápida antes de vestirse para ir a su trabajo. Pensé en ducharme con él, pero sabía que a Oscar, conociéndome, eso le iba a extrañar mucho, de modo que desistí, aunque sí tuve ocasión de verle con detenimiento por unos instantes, y de soslayo, su pene en estado fláccido, lo que, por cierto, no me desagradó en absoluto.

En fin, que me quedé sola, sin nada que hacer en toda la mañana, y sumamente excitada, y hasta pensé en intentar hacerme el primer dedo de mi vida, pero no tuve la suficiente valentía moral. Traté de recuperar el sueño perdido durante la ajetreada noche en el tren. Mal que bien, conseguí dormir toda la mañana, y desperté más calmada y con los pensamientos más limpios. Seguía algo intranquila, pero las imágenes sucias ya no se me aparecían. Sabía que lo que había pasado no estaba bien, pero, extrañamente, tampoco estaba convencida de haber traicionado realmente a mi esposo.

No quise bajar al restaurante y pedí que me llevaran la comida a la habitación. Una chica preciosa, de raza india, se encargó del servicio, trayéndome todo lo que había solicitado. Comí, no con demasiadas ganas, y luego me duché. Salía de la ducha con mi cuerpo envuelto por una toalla hasta bastante más arriba de los muslos, cuando llamaron por teléfono del servicio de habitaciones para saber si podían retirar el servicio de comida. Les dije que no había problemas y, efectivamente, poco después, cuando me preparaba para vestirme, golpearon a la puerta. Convencida de que sería la misma joven que me había llevado la comida, ni me preocupé por estar en deshabillé, sólo con la toalla, y con un “Ok” accedí a que pasara a la habitación, mientras regresaba al baño a coger un cepillo para el pelo. Cuando salí del baño me quedé de piedra. En lugar de la joven india, era una figura masculina la que, de espaldas a mí, se afanaba en poner en el carrito todos los utensilios del servicio de comida. No me dio tiempo a reaccionar antes de que se girara, y al mirarnos la sorpresa de ambos fue total. Frente a mí estaba el atractivo chico con el que esa misma noche había tenido el encuentro en el tren, mirándome con esos atrayentes ojos oscuros, y tan sorprendido como yo. Permanecí impávida e incapaz de hacer nada, sintiendo cómo de nuevo se apoderaba de mí una sensación de vértigo nervioso ante la situación en que me encontraba, así como un delicioso cosquilleo en mi zona genital.

El joven indio me sonrió y su mirada me desarmó de nuevo. No protesté cuando se acercó a mí y me acarició la cara y el pelo con una de sus manos, algo que electrizó aún más esa nerviosa excitación que se iba apoderando de mí. Sin saber ni cómo ni por qué, me encontré con sus labios en contacto con los míos y con sus dos manos acariciándome el pelo con suavidad. Y con esa misma suavidad empezó a besarme, lentamente, sin prisas, sin usar la lengua, empleando sólo sus labios sobre los míos, en un beso para mí extraño y desconocido, pero mucho más placentero y excitante que los besos de mi marido Oscar, más agresivos y siempre dirigidos a invadir mi boca con su lengua. Ni esa fugaz imagen de mi marido fue capaz de hacerme desistir de ese mágico momento y yo misma me empleé a fondo, moviendo mis labios junto a los suyos, correspondiendo al sensual beso de mi amante improvisado.

Una de sus manos se aventuró a soltarme el nudo que mantenía la toalla arrollada a mi cuerpo, y ésta cayó a mis pies, pero ni a él parecía interesarle aún la visión de mi cuerpo desnudo ni a mí me importaba en ese momento exponerlo, por segunda vez en mi vida, y además de un modo más directo, a los ojos de un hombre. Seguía besándome, y sus manos recorrieron mi espalda de arriba abajo, contornearon las formas de mi trasero, apenas sopesándolos, y luego subieron por los lados de mi cintura, acercándose excitantemente al nacimiento de mis pechos. En ese momento no pensaba en nada que no fuera disfrutar de la dulzura y sensualidad de ese beso y caricias que no había experimentado jamás, y que me hacían sentir cómoda, sin sentimiento de culpa y con una creciente excitación que se reflejaba en la humedad de mi coño. Era como si un ángel me estuviera enseñando unos placeres sexuales nuevos e intensos.

Poco tardé en ser arrastrada a la cama de la habitación por mi joven adonis, quien no dejaba de besarme, excitándome hasta el punto de provocar que yo misma buscara con mi lengua la suya, algo que me costó conseguir, pues él parecía disfrutar más con su técnica de besar sólo con los labios, hasta que finalmente cedió a lo que para mí era más tradicional, aunque sin abandonar el grado de delicadeza que aplicaba a todas sus caricias.

Cuando sus labios abandonaron los míos, se lanzó a besar y lamer mis orejas y mi cuello, y luego ya se fue a mis pechos, de tamaño medio, y más directamente a mis erizados y oscuros pezones, casi como si hubiera adivinado que estos necesitaban ser acariciados y tratados ante mi creciente excitación. Sus sutiles caricias provocaron que un desconocido calor recorriera mi cuerpo desnudo y que las sensaciones placenteras en mi coño comenzaran a alcanzar un grado también inusual.

Cuando metió su cabeza entre mis piernas, me abrí por completo a él y terminé de perder el mundo de vista. Se agarró a mis nalgas, levantándomelas, y dejando sus dos dedos pulgares en disposición de maniobrar libremente por mi coño. Comenzó a lamer alternativamente mis ingles, mientras esos dos dedos traviesos atravesaban mi escasa mata de pelo castaño y jugaban con mis labios, sobándolos, pellizcándolos, abriéndolos y cerrándolos. Yo ya no era consciente de si mis gemidos eran o no audibles, ni de la remota posibilidad de que Oscar adelantara la hora de regreso al hotel y me pillara en una situación tan comprometida e irreal. Lo único que me importaba eran las manifestaciones de placer que sentía en todo mi ser y que llegaron a su máximo cuando mi amante maniobró con sus dedos para abrirme y exponer mi sensible y mojado clítoris a su experta boca. De nuevo fueron sus labios los que tomaron el mando de la situación, prodigándome un masaje sobre mi clítoris que me llevó al límite. El chico se percató de mi situación y culminó su trabajo lamiéndome, con la fuerza justa para provocarme un orgasmo desgarrador, el primero de mi vida, y del que me costó recuperarme por la intensidad del mismo.

Al empezar a recobrar la calma, me di cuenta de que eran mis propias manos las que empujaban con fuerza la cabeza del chico sobre mi chocho. No sabía ni en que momento le había agarrado, pero aflojé la presión, lo que el aprovechó para abandonar lo que para él debía ser todo un manjar. Su cara apareció ante mí, en buena parte impregnada por los líquidos de mi reciente corrida, y, como no, esbozó de nuevo esa sonrisa cautivadora, en la que mostraba parte de unos dientes blancos como la nieve. Se acercó y me besó de nuevo en los labios, empapándome con el aroma de mi propia excitación. Pero mi calentura ya no era la de antes y empezaban a asomar pensamientos menos reconfortantes. Él parecía seguir leyéndome la mente, pues se incorporó y se sentó junto a mí. También yo me incorporé y vi que aquella polla que me hechizó en el tren, estaba de nuevo fuera del pantalón de su uniforme azul, al aire, grande, erguida y desafiante. Aunque no provocaba en mí el mismo impacto que la noche anterior, seguía siendo lo suficientemente cautivadora como para no dejar de mirarla.

Sabía que el chico esperaba algo de mí, una recompensa por el placer recibido, pero los asaltos de las dudas y remordimientos me empezaban a hacer mella. Tal vez en un anterior momento, cuando mis sentidos estaban en plena efervescencia, creo que hasta habría sido hasta capaz de chupársela, pero en ese momento era algo que no me atraía. En cambio, la idea de tocársela y de masturbarle sí era tentadora, y provocaba de nuevo un placentero nerviosismo en mi anterior. Armándome de valor, debo admitirlo, acerqué mi mano a su verga, y le acaricié con mis dedos su glande descubierto y repleto de líquido preseminal, sin sentir asco alguno por ello, al contrario, me agradó observar la manera en la que él cerraba sus ojazos, abandonándose a mis caricias, gimoteando. Tras jugar un rato con su capullo, cerré mi mano alrededor del tronco y la fui desplazando despacio de arriba abajo, intentando ser tan delicada como él lo había sido antes conmigo. El chico no intentó siquiera corregir mi más que segura inexperiencia, pues también era la primera polla que tocaba en mi vida. Simplemente se dejó llevar y yo fui acelerando el movimiento, tal y como le vi hacer a él mismo en el tren. La polla de mi amante se hinchó algo más, hasta que él se arqueó hacia atrás y comenzó a gemir. Consciente de que llegaba su orgasmo, intenté imitar de nuevo la forma en la que él se pajeó la noche anterior ante mí, empujando la piel por completo hacia sus huevos. Allí la mantuve hasta que un ronco bramido anunció su corrida, momento en el que aflojé la presión y su viscosa leche comenzó a brotar, deslizándose hacia abajo, sobre mi mano.

Cuando le solté, mis dedos estaban totalmente llenos de su semen espeso y caliente, mientras el chaval iba recuperando la compostura poco a poco. Al rato, se incorporó, se adecentó y, con rapidez, recogió los restos de mi comida, alejándose a toda prisa hacia la salida, pero antes de alcanzarla se detuvo, volvió sobre sus pasos y me entregó una tarjeta de un llamativo color granate. Señaló la tarjeta y luego a él mismo pronunciando la palabra “Naldori” que intuí debía ser su nombre por lo que yo le dije el mío, Verónica. Dejó la tarjeta sobre la cama y salió de la habitación, no sin antes dedicarme otra de sus sonrisas y darme las gracias en un inglés bastante peculiar.

Desnuda y satisfecha, empecé a darle vueltas todo lo que me acababa de suceder y me costó concienciarme de que todo había sido real. Empezaban a atosigarme los remordimientos por mi incompleta infidelidad, y a la vez mis pensamientos empezaban a maquinar la manera en la que tenía que actuar para mostrar a mi marido Oscar las inquietudes sexuales que acababa de descubrir y ponerlas en práctica y disfrutarlas con él, sin que se extrañara por ello.

Mientras me duchaba de nuevo, fui sintiéndome mejor, pues aunque sabía que había traicionado a Oscar, estaba convencida de que había sido algo pasajero y de que hasta podía mejorar nuestra relación de pareja. Además no habíamos siquiera follado, sólo nos habíamos masturbado mutuamente.

Poco después llamaron al teléfono. Al oír la voz de Oscar, sí tuve una desagradable sensación, fruto del sentimiento de culpabilidad, y casi ni escuché sus primeras palabras. Tuvo que repetirme que un imprevisto laboral le obligaba a tener que estar al día siguiente en Bombay y que debía partir de inmediato hacia allí, de nuevo en un tren. Por un momento pensé en acompañarle, pero allí no tenía hospedaje y no era agradable pasar el día yo sola por las calles de esa ciudad. Cuando nos despedimos me quedé por un rato bastante abatida. Luego, más animada, pensé en dar un paseo por los alrededores del hotel, cenar y dormir toda la noche, algo que realmente necesitaba.

En ese momento observé que sobre la cama permanecía la tarjeta grana de Naldori y la cogí. El nombre “Eros Garden” destacaba en negro junto a la silueta difuminada de una pareja copulando. En inglés aparecía la expresión “Sin límites” y un horario: a partir de las 00 horas.

En mi cabeza aparecieron imágenes oscuras, eróticas y excitantes de lo que podía albergar ese lugar que me presentaba el joven Naldori. Estos pensamientos hicieron que mi cuerpo se estremeciera y pensé que a mis 30 años había disfrutado aún poco del sexo y que tal vez esa era una ocasión irrepetible de descubrir hasta donde era capaz de llegar en mi sexualidad, antes de intentar ponerla en práctica con Oscar para darle todo lo que hasta ese momento le había negado. Durante el resto de la tarde, las dudas y las ganas de acudir a ese misterioso lugar lucharon entre sí, con clara victoria de las primeras. Sin embargo, a la hora de la cena iba ganado terreno la idea de aventurarme en ese misterioso lugar y averiguar que me podía suceder allí.

CONTINUARÁ Y TERMINARÁ EN LA SEGUNDA PARTE

 

Relato erótico: ¿Harías un trio con un par de putas como nosotras? (POR GOLFO)

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Una de las fantasías que más se repite entre los hombres es la de realizar un trio con dos mujeres pero, si las candidatas son encima dos compañeras de trabajo, se convierte en una obsesión. Aunque suene a sueño masturbatorio de un adolescente y sea difícil de creer: ¡A mí me ocurrió!
Antes de explicaros cómo llegué a realizar esa fantasía, debo presentarme. Soy Manuel Astorga, un tipo normal. Cuando digo que soy normal, quiero decir que no soy un modelo de revista ni un culturista lleno de músculos y  tampoco puedo vanagloriarme de poseer un miembro de veinticinco centímetros. Con dos o tres kilos de más, mi cintura tiene algún que otro Michelin  pero como nunca he podido ni querido vivir de mi cuerpo, eso es algo que me la trae al pairo.  Ni siquiera puedo deciros que poseo una melena cojonuda porque la realidad es que estoy bastante calvo. De lo único que si puedo estar orgulloso es de tener una mente sucia y lujurienta que unida a una profusa labia, me ha permitido acostarme con la gran mayoría de las mujeres que me han interesado.
Llevo dos años trabajando para una empresa y es justamente entre las paredes de sus oficinas donde me he encontrado con dos mujeres que rivalizan conmigo respecto al sexo.  Lidia y Patricia son lo que usualmente llamamos los hombres un par de ninfómanas. Abiertas a experimentar con el sexo, no dudan en traspasar los límites de la moral si ello les reporta placer. Tampoco tienen tabú alguno, con gracia y maestría practican todo tipo de sexo ya sea en solitario, en pareja o en cualquier otra modalidad. Desde que las conozco me han demostrado que nada les está vedado.
¡Le entran a todo!
Pero volviendo al tema que nos atañe, ya me había acostado con ambas con anterioridad a esa pregunta. Para que os hagáis una idea del tipo de mujer que son, os voy a contar mi primera vez con cada una:
Primera vez con Lidia:
Descubrí que esta rubia es una fiera en la cama, un día que la invité a cenar en mi casa. Aunque hasta ese momento nunca nos habíamos enrollado,  esperaba que tras la cena el hacerlo porque no en vano era clara la química que había entre los dos. Lo que no me esperaba fue que una vez vencida la timidez inicial y quizás gracias al vino, Lidia empezara a contarme las distintas anécdotas que le habían ocurrido en su vida desde el punto de vista sexual.
Sin cortarse un pelo y muerta de risa, me explicó sus gustos por el sexo salvaje y las buenas pollas. Aunque no la tenía por una mojigata, hasta ese momento no supe el tipo de zorrón desorejado que era y por eso, a la vez que ella se iba revelando como una rapaz sexual, la empecé a catalogar como francamente apetecible. Es decir, a los pocos minutos de estar charlando, ya tenía ganas de echarla un buen polvo.
Medio en serio y medio en broma, tanteé que de verdad había en lo que me estaba contando, diciendo mientras pasaba sin disimulo una mano por su culo:
-La verdad es que cualquiera que te vea, desearía ponerte mirando a Cuenca.
Sin quejarse por esa caricia no pedida, me respondió:
-¡Ten cuidado! ¡Me caliento rápido!
Su respuesta me dio alas y subiendo por su cuerpo empecé a acariciar uno de sus pechos con mis dedos.
 
Lidia me respondió con una pasión arrolladora y pegando su cuerpo al mío, dejó que siguiera tocándola. Habiendo recibido su permiso, no tardé en descubrir que debajo de esa falda larga, había un culo duro y bien formado. Los gemidos con los que contestó a mis avances, me dieron la razón y cogiéndola en mis brazos, la llevé hasta mi cuarto. Sin  darle opción a negarse, desabroché su blusa. Bajo un sujetador de encaje rojo, sus pezones me esperaban completamente erguidos. Como un obseso, la despojé del resto de la ropa y separando sus rodillas, pasé mi mano por su entrepierna. Mis dedos completamente empapados dieron fe de la excitación que dominaba a esa cría y sin más prolegómenos, me terminé de desnudar.
 
Desde la cama, la rubia, pellizcándose los pechos, me dijo que esa no era forma de tratar a una dama. Al ver la cara de deseo que tenía, comprendí que era lo que esa mujer necesitaba y olvidándome que era su compañero de trabajo, le ordené:
-Ponte a cuatro patas-
Lidia se quedó pálida e intentó protestar pero, obviando sus reparos, llegué hasta ella y dándole la vuelta, le espeté:
-Has venido a follar, ¿No es así?-.
-Sí- contestó, en absoluto avergonzada.
-Pues entonces relájate y disfruta- le dije mientras jugueteaba con mi glande en la entrada de su sexo.
La humedad de sus labios me indujeron a forzar su vulva de un solo empujón. La rubia gritó de dolor por la violencia de mi estocada pero no hizo ningún intento de separarse, al contrario, tras unos segundos de indecisión se empezó a mover buscando su placer. Lo estrecho de su sexo dio alas a mi pene y cogiéndola de sus pechos, empecé a cabalgarla. Dominada por la lujuria, la muchacha me rogó que la tomara sin compasión.
-Eres una guarra-, susurré a su oído, penetrándola una y otra vez.
Cada vez que la cabeza de mi glande chocaba con la pared de su vagina, berreaba como loca, pidiendo más. Su completa entrega elevó mi erección al máximo y sin ningún reparo, azoté sus nalgas al compás de mis movimientos.
-Sigue, ¡que me encanta!-, chilló al sentir la dura caricia.
El flujo, que manando de su interior, recorría mis muslos, anticipó su orgasmo y acelerando aún más si caben mis movimientos, no tardé en escuchar como la mujer se corría. Con los cachetes colorados y gritando ordinarieces, me dio a entender que no tenía bastante. Eso fue la gota que colmó el vaso, y cogiendo su espesa cabellera como si de riendas se tratara,  forcé su cuerpo con fiereza. La dureza de mi trato consiguió perpetuar su clímax y totalmente desbocada, mi montura me exigió que continuara.
Su calentura era tanta, que no se quejó cuando cogiendo parte del líquido que anegaba su sexo, embadurné su esfínter y casi sin relajarlo, introduje en él mi extensión.
-¡Qué cabrón!-, aulló de dolor al ver invadida su entrada trasera y reptando por las sabanas intentó separarse.
No la dejé y atrayéndola hacia mí, rellené con mi sexo el interior de la mujer. El sufrimiento  de su culo se convirtió en desenfreno y bramando sin parar, se dejó caer sobre la cama. Nuevamente, la incorporé y metí mi pene hasta que sus nalgas no dieron más de sí y con mis testículos rebotando en su sexo, no paré hasta que sacándole un nuevo orgasmo, me derramé rellenando con mi simiente sus intestinos.
Agotado, me tumbé a su lado. Lidia al ver mi estado, me abrazó y pasando su pierna sobre las mías, me dijo:
-¿No estarás cansado? ¡Para mí esto solo ha sido el aperitivo!-.
-No-, le confesé sonriendo.
La cría me miró muerta de risa y cogiendo mi pene entre sus manos, intentó reanimarlo, mientras me soltaba:

-¡Te voy a dejar seco!-.

Primera vez con Patricia:
Si la forma en que me follé a Lidia, da una idea de lo caliente que es, esperad a leer mi vez primera con Patricia. Esta compañera es morena y gordita. Dotada por la naturaleza de unas curvas generosas, para colmo, está permanentemente en celo. Como ambos estábamos en el mismo departamento, solíamos comer juntos pero no fue hasta que un día se me ocurrió contarle que ese fin de semana había triunfado y me había tirado a una negrita, cuando descubrí el furor uterino que escondía.
-¿En serio?- me preguntó y antes que pudiese contestarla, me pidió que le contara como me había ido.
Recreándome en mi conquista, le expliqué que la había conocido en una discoteca y que tras media hora tonteando en mitad de la pista, nos habíamos dejado llevar por la lujuria en los baños del lugar. Sin ahorrar ningún punto y con todo lujo de detalles, le narré nuestro encuentro en ese habitáculo.
-¡Dios! ¡Cómo me gustaría hacerlo algún día!- respondió sin darse cuenta mientras sus pezones la traicionaban bajo la tela de su blusa.
Descojonado y sin saber a ciencia cierta si me iba a llevar una bofetada, la cogí de la cintura y mientras la pegaba a mi cuerpo, le susurré en su oído:
-Vamos al baño-
Al principio creyó que estaba bromeando pero al darse cuenta que no era así, sus reservas iniciales trasformaron en gozo en gozo al percatarse que, si la llevaba al servicio, era para que cumplir su fantasía. Mientras íbamos hacia allí, todavía no sabía lo hambrienta que estaba esa mujer. Os juro que no me esperaba que esa gordita pegándome un empujón, me metiera a la fuerza al baño de mujeres y que nada más cerrar la puerta, se arrodillara a mis pies.
Actuando como una posesa, me abrió la bragueta y sacando mi pene de su encierro, se lo metió de un golpe hasta el fondo de su garganta. Sus ansias no me dieron ni tiempo de prepararme y por eso, para no perder el equilibrio, tuve que sentarme en el váter.
Si creéis que eso la detuvo, os equivocáis de plano porque siguió mamando mi verga como si no hubiese pasado nada mientras yo la miraba alucinado. No  tuve ninguna duda de que estaba más que acostumbrada a hacerlo, ya que, imprimiendo una velocidad endiablada a su boca, fue en busca de mi semen como si de ello dependiera su vida. No contenta con meter y sacar mi extensión, usó una de sus manos para acariciarme los testículos mientras metía la otra dentro de sus bragas.
-Me encanta- chilló del placer que experimentaba al experimentar la tortura de sus dedos sobre su clítoris.
 

El reducido espacio del baño produjo que en poco tiempo llegara hasta mis papilas el olor a hembra hambrienta que manaba de su sexo. Aspirar su aroma elevó mi calentura hasta unos extremos nunca sentidos y sin poderme retener me vacié en su boca. Patricia, al sentir mi explosión de semen, se volvió loca y gritando descompuesta, bañó su cara con los blancos chorros que manaban de mi pene mientras se corría.

Durante unos segundos vi como todo su cuerpo convulsionaba de placer, pensando que había calmado su deseo, pero de pronto la vi levantarse y poniéndose frente al espejo, se levantó las faldas y bajándose las bragas, me miró mientras me decía:
-¿A qué esperas? ¡Necesito que me folles!
Levantandome del wáter, me puse a su espalda y sin más prolegómeno, la ensarté violentamente. La gordita chilló al disfrutar de mi miembro abriéndose camino por su sexo y facilitando mis maniobras, movió sus caderas mientras gemía de placer. De pie y apoyando sus brazos en espejo, se dejó follar sin quejarse. Si en un principio, mi pene se encontró con que su conducto estaba semi cerrado y seco, tras unos segundos, gracias a la excitación de la mujer, campeó libremente mientras ella se derretía a base de pollazos.
 
No os podéis hacer una idea de lo que fue, gritando en voz alta se corrió cuando yo apenas acababa de empezar y desde ahí, encadenó un orgasmo tras otro mientras me imploraba que no parara. Por supuesto queda que no me detuve, cogiendo sus enormes pechos entre mis manos, forcé mi ritmo hasta que su vulva se convirtió en un frontón donde no dejaban de rebotar mis huevos.
-¡Joder!- aulló y encantada con mi brutalidad, me dijo: -¡Fóllame duro!-
No hacía falta que me lo dijera, retirando la tela de su vestido, levanté su trasero y llevando hasta el extremo su deseo, la seguí penetrando con más intensidad. Fue entonces cuando dominada por el cúmulo de sensaciones, se desplomó mientras su cuerpo, preso de la lujuria, se retorcía estremecido. Satisfecho por haberla llevado hasta esas cotas, me dejé llevar y derramando mi simiente en su interior, me corrí pensando que esa gordita estaría saciada.
Patricia no tardó en sacarme de mi error. Al cabo de unos escasos minutos, la vi incorporarse y sin esperar a que yo me recuperara, bajó por mi pecho y dejando un surco húmedo con la lengua, se aproximó a mi entrepierna. En cuanto tuvo a su alcance mi pene todavía morcillón, se lo metió en la boca y con auténtico vicio, lo fue reactivando mientras se volvía a masturbar.
“Esta tía es una ninfomana” sentencié cuando de un empujón, me obligó a sentarme nuevamente en el wáter y poniéndose a horcajadas sobre mí, se volvía a ensartar. Ya empalada, se quitó el vestido dejándome disfrutar por primera vez de su cuerpo al desnudo y moviendo su trasero, buscó reanudar su celo. Yo mientras tanto, absorto en la perfección de sus pezones, llevé mis manos hasta sus pechos y recogiendo sus dos botones entre mis yemas, los pellizqué suavemente. Mi involuntario gesto fue la señal de inicio de su salvaje cabalgar. La morena, usando mi pene como si fuera un machete, se asestó fieras cuchilladas mientras berreando como una loca me gritaba su pasión. Inspirado por su entrega, cogí entre mis dientes sus aureolas mientras le marcaba el ritmo con azotes en su culo. Ella al sentirlo me gritó:
-¡Dame duro!-
Sus palabras me confirmaron lo que ya sabía y por eso tratando de incrementar su morbo, le solté:
-Esta tarde al salir de la oficina, ¡me darás todos tus agujeros!-
La gordita al oír que entre mis planes estaba el darle por culo, rugió de lujuria y sin esperar a que yo tomara la iniciativa, se levantó y poniéndose a cuatro patas, me exigió que la tomara por detrás. Al verla separando con sus manos sus nalgas, me puse a su lado y recogiendo un poco de flujo de su sexo, embadurné con él su ojete.
-¡Cómo me gusta!- bufó mientras colaboraba conmigo, llevando una mano a su sexo.
Viendo la facilidad con la que su trasero aceptaba mis dedos, decidí no esperar y acercando mi glande a su esfínter, con un golpe de mi cadera, la penetré:
-¡Cómo me gusta!- suspiró al sentir a  mi extensión rellenado su conducto.
 
No me lo podía creer lo puta que era. Desde el primer momento, esa zorra estaba disfrutando y retorciéndose en el estrecho baño, me rogó que no tuviera cuidado:
-¡Rómpeme el culo!
Su confesión abolió todos mis reparos y forzando mi penetración al máximo, me puse a disfrutar bestialmente de la entrada trasera de esa mujer. Sabiendo que no iba a lastimarla, usé, gocé y exploté esa maravilla con largas y profundas estocadas. Mi compañera, que de por sí era una mujer calientea, se contagió de mi ardor  y  apoyándose en el lavabo, gritó vociferando lo mucho que le gustaba el sexo anal. Fue al cogerme de sus pechos para acelerar mis embestidas cuando llegó a mis oídos su orgasmo. Aullando Patricia se corrió pero lejos de estar satisfecha me reclamó que siguiera.
“Es incansable” pensé al saber que con mucho menos la mayoría de las mujeres se hubiese rendido agotada y en cambio esa gorda seguía exigiendo más. Temiendo no estar a su altura, comprendí que debía ser todavía más salvaje y por eso azotando duramente  su trasero, me reí de ella diciendo:
-¡Guarra! ¡Mueve tu puto culo!-
La gorda, completamente dominada por el placer, aceleró el movimiento de sus caderas mientras no dejaba de bramar cada vez que sentía que mi estocada forzaba su esfínter.  La violencia de mi asalto hizo que casi sin respiración, me imploró que la dejara descansar. Su rendición me sonó a gloria bendita y negándome a hacerla caso, le grité:
-¡Primero quiero correrme!-
Que no la hiciera caso y siguiese a lo mío, la sacó de sus casillas y haciendo un esfuerzo sobrehumano, levantó su trasero para facilitar mis penetraciones. Para aquel entonces, era tal el flujo que manaba de su sexo que cada vez que la base de mi pene chocaba contra sus nalgas, salpicaba en todas direcciones mojando mis piernas.
-¡Córrete! ¡Por favor!- gritó.
Aunque deseaba seguir, mi cuerpo me traicionó y descargando mi semilla en su interior, eyacule en su interior mientras le declaraba mi triunfo con un mordisco en su cuello.
-Ahh- chilló mientras se dejaba caer sobre mí.
Satisfecho y exhausto, la senté en mis rodillas y abrazándola, la besé mientras con una sonrisa en los labios, la invitaba esa misma tarde a continuar con nuestro asunto al salir de la oficina. Muerta de risa, me soltó:
-¡Espero que tengas en casa viagra! ¡No soy fácil de contentar!
 
Como comprenderéis, el hecho de que me estuviera acostando con las dos fue algo difícil de mantener en secreto. Lo curioso fue que una vez se enteraron que mi relación con cada una de ellas no era la única, ninguna de esas dos mujeres se enfadó sino que empezaron a competir entre ellas, para ver cuál de las dos era más fogosa en la cama.
Tanto Lidia como Patricia tomaron como un juego el explorar los límites de su sexualidad para luego durante las comidas, reírse entre ellas, contando lo que habían experimentado. Lo creáis o no, ese par sin darse cuenta se fueron introduciendo en un camino sin retorno que llegó a su culmen un día en que al salir de la oficina, estábamos tomándonos unas cañas en un bar.
La rubia estaba contando a la morena que el día anterior, habíamos follado en un cine mientras veíamos una película. Lo erótico de la escena, sacó de quicio a la gordita que excitada por las palabras de su compañera y sin pedirle permiso, me preguntó:
-¿Harías un trio con un par de putas como nosotras?
Os juro que estuve a punto de dejar caer mi copa al oírla pero más aún cuando soltando una carcajada, Lidia insistiendo en la idea soltó:
-Aunque no lo había pensado, me encantaría probarlo.
Más excitado de lo que me gustaría reconocer, creí que me estaban tomando el pelo y por eso en plan de broma, contesté:
-Si queréis, podemos ir a mi casa.
Contra todo pronóstico, pidieron la cuenta de forma que en menos de diez minutos, estábamos entrando por la puerta de mi piso. Aunque ambas sabían a qué íbamos y lo deseaban, se mostraron cortadas en un principio. Mientras les servía una copa, me fijé en mis dos amantes.
Rubia y morena, delgada y gordita, ambas eran dos ejemplares diferentes de mujer y no sabía cuál me gustaba más.
Al comprobar mis sentimientos y descubrir que esa era mi fantasía más que las de ellas, sonreí. Mi sonrisa fue el detonante, acercándose a mí, Lidia empezó a acariciarme la entrepierna. Mi pene respondió a sus maniobras y ya totalmente excitado, las llamé diciendo:
-Venid aquí.
Mis dos niñas respondieron pegándose a mí. Con sus dos coños rozando sensualmente mis piernas, las muchachas empezaron a tocarme con sus manos. Las risas se sucedían, las bromas, los recuerdos de cuando nos conocimos y el calor del alcohol en nuestros cuerpos, terminaron de caldear caldearon el ambiente y acariciando sus traseros, me recreé en ellas mientras les decía:
Que suerte que tengo!, ¡Dos pedazos de mujeres para mí solo!
 
La mirada pícara de Lidia me avisó que había llegado la hora, por eso no me extraño, que poniendo música la oyera decir:
-¿Quieres vernos bailar?-.
No dejó que contestara y dándole la mano a Patricia,  la sacó a mitad del saló que se convirtió en improvisada pista de baile.
Observé como con su mano, la obligaba a pegarse a ella. Su cuerpo soldándose con el de la gordita, inició una sensual danza. Sus pechos se clavaron en los  de la morena mientras sin ningún pudor recorría su trasero. Excitado por la escena, la ví besarla en los labios antes de quitarle los tirantes que sostenían su vestido mientras, coquetamente me miraba al desprenderse los corchetes que mantenía el suyo. Piel contra piel bailaron mientras con su pierna tomaba posiciones en la encharcada cueva de su compañera. Sabiéndome convidado de piedra no intervine cuando bajando por el cuello, vi la lengua de mi amiga acercándose a la rosada aureola de la morena. Patricia no pudo reprimir un gemido cuando sintió unos dedos colaborando con la boca de la rubia, pellizcar su pezón, e impertérrita aguantó sus ganas al experimentar  que Lidia seguía bajando por su cuerpo, dejando un húmedo rastro sobre su estómago al irse acercando al tanga que lucía entre sus piernas.
Arrodillándose, le quitó la tela mojada y obligándola a abrir las piernas se apoderó de ese sexo que tenía a su disposición. Con suavidad, la vi retirar los hinchados labios del sexo de la morena, para concentrarse en su botón. Fue entonces cuando con los dientes y a base de pequeños mordiscos, la llevó a una cima de placer nunca alcanzada. De pie, con sus manos en su larga cabellera, mirándome un tanto cortada , se corrió en la boca de la rubia. Lidia, al notarlo, sorbió el río que manaba de ese sexo y profundizando en su tortura, introdujo dos dedos en la vagina. Sin importarle que pensara, gritó su deseo y olvidándose de su papel, levantó a la mujer que le estaba comiendo el coño mientras le decía:
-Eres preciosa.
Desde mi sitio, no pude mas que darle la razón. La piel blanca de Lidia resaltaba su belleza y dominada por la pasión lésbica, su boca disfrutó de un pecho de mujer por primera vez. Aunque para ella  era una sensación rara el sentir en sus labios la curvatura de un seno,  lejos de asquearle le encantó y ya envalentonada, siguió bajando por el cuerpo de su compañera. La rubia dejo que le abriese las piernas y al hacerlo, pude contemplar su pubis perfectamente depilado que dibujaba un pequeño triángulo con si fuera una flecha que me indicara el camino.
Nuevamente el sabor agridulce de su coño, era una novedad, pero en este caso fue un acicate para que sin meditar que estaba haciendo usara sus dedos como si fueran un pene y penetrándola buscara el fondo de su vagina. La rubia recibió húmeda las caricias de la lengua de la gordita sobre su clítoris, y sin pedirle su opinión me exigió que la follase, diciendo:

anuel, ¡Quiero ver como penetras a Patricia!.
Los primeros gemidos de Lidia coincidieron en el tiempo con mi llegada a su lado. Mientras la gordita seguía chupando el clítoris de mi amiga, abrí sus nalgas y satisfecho al escuchar un aullido de deseo, le solté un duro azote. Excitada por mi duro trato, pegando un grito, me exigió:
-¡Tómame! ¡Quiero sentir tu verga en mi interior!
Su lenguaje soez espoleó mi lujuria y colocando la punta de mi glande en la entrada de su cueva, fuí forzándola de forma que pude sentir el paso de toda la piel de mi miembro, abriéndose paso por los labios de su sexo mientras la llenaba.

Lidia exigiendo su parte, tiró del pelo de Patricia y acercando su cara a su pubis obligó que su lengua volviera a introducirse en el interior de su vagina, al mismo tiempo que mi pene chocaba con la pared de la de la gordita. Patricia gimió desesperada al sentir mis huevos rebotando contra su culo. Dotando a mis embestidas de un ritmo brutal, empecé a cabalgarla mientras su boca se llenaba con la riada que emergía sin control de la cueva de la rubia.
Éramos un engranaje perfecto, mi embestidas obligaban a la lengua de Patricia a penetrar más hondo en el interior de su amante y los gritos de Lidia al sentirse bebida, forzaban a un nuevo ataque por mi parte. La rubia fue la primera en correrse retorciéndose sobre la mesa y mientras se pellizcaba sus pezones, nos pidió que la acompañáramos. Al oírla, aceleré y cayendo sobre la espalda de la otra mujer, me derramé regando el interior de su vientre con mi semilla. Lo de Patricia fue algo brutal, desgarrador, al sentir mi semen en su interior mientras seguía penetrándola sin parar, hizo que licuándose al sentirlo, chillara y llorara a los cuatro vientos su placer.
Durante unos minutos, nos mantuvimos en la misma posición hasta que ya descansado me levanté y tomándolas de la cinturas, las llevé entre sus fuertes hasta mi cama.
-Lo teníais preparado, ¿no es verdad?- afirmé mientras las depositaba sobre el colchón.
No, ¡Cómo crees!-, rio descaradamente Lidia mientras besaba los labios de la morena.
Sabiendo que era mentira y que antes de ir esa tarde al bar, ese par de zorras ya lo tenían planeado, les solté:
-¡Sois un par de zorras ninfómanas!.

Muertas de risa, no me contestaron y cambiando de posición, las dos mujeres, se pusieron a hacer un delicioso sesenta y nueve.

 

Relato erótico: “Erika Garza, volver a empezar (Entrega 12°)” (POR RAYO MCSTONE)

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Las palabras y el empalme continuaban, las cuatro se veían y se escuchaban. Las cuatro beldades, Erika, Cristina, Gabriela y Evelyn  se envidiaban como buenas féminas, competían, gozaban y se dejaban dar con todo, moviéndose frenéticamente al movimiento de sus enculadores. Ellos igual, se veían, competían, se sonreían, se extasiaban al verse y seguían a plenitud.

La música electrónica interminable, repetible, contagiosa, rítmica se mezclaba con los gemidos, palabras entrecortadas, sudores, sonidos corporales, los glup, glup, plac, plac, hacían una esplendorosa sinfonía que no daba para acabar.

En el mundo exterior, Esteban contactaba, negociaba, movía los hilos para dar con el paradero de su patrona. Ya contaba con retrato hablado de los sujetos. Los había visto con claridad a pesar del intercambio de balazos. Los cuatro prácticamente estaban a punto de ser ubicados. En las grandes esferas del poder en México todo se puede resolver de un plomazo. Desafortunados los que no cuentan con dinero y caen en garras de algún conflicto legal porque lo más probable es que se los lleve la tía de las muchachas, no en este caso. Por eso mismo, activo la alarma verde para hacer público el suceso, ya que la orden de muy arriba llego para que esto se aproveche como un acto mediático de que el nuevo gobierno estaba listo para combatir la inseguridad y la impunidad del crimen organizado. Estaban seguros de poderla hacer. No había antecedentes de esos cuatro sujetos, por lo que se trataba de inexpertos que estaban en su primer caso.

Carlos y su familia estaban en un shock tremendo, la muerte inesperada y rara del jerarca y ahora esto. La autopsia revelo un paro cardíaco fulminante, pero lo extraño es que si fuera manejando hubiera chocado, tal vez se estaciono al sentir dolor y ahí quedo, fue la explicación a la que llegaron los especialistas. Claro que encontraron restos de viagra, pero eso por discreción ya no se le comento a la familia, sabedores del prestigio que se cargaba el extinto empresario.

Por otro lado, Pablo y Cesar, los atemorizados esposos de Cristina y Gabriela estaban a punto de conseguir el dinero.

Armando, el supuesto amigo fiel de Cesar ayudo, pero sin mencionar que sabía quiénes eran los secuestradores. Claro que ubico a Felipe y a Cipriano en la balacera inicial, sabía que era una venganza contra su Cristina, la hermana de esta, Gabriela y contra Erika Garza de Treviño, por lo de los otros días en él Zanzíbar. No identifico a Ricardo, aunque se le hizo conocido, ni conocía a Pedro.

Por ello de manera anónima en un principio, activo a Esteban cuando por los medios y las redes sociales se pedía ayuda. Cuando supo que había una recompensa, urdió todo un rollo para describir a esos dos tipos sin comprometerse, lo cual ayudo muchísimo, ya que con lo que Esteban había captado lograron concretar aún más las pesquisas.

Con esa ayuda, para Esteban fue muy sencillo rastrear que el lugar probable donde estuviera Erika secuestrada era el Bar Zanzíbar, también descubrió que era propiedad del difunto José Treviño. Pinche viejo, tenía sus movidas perronas, ya que supo que también era dueño del afamado Le Barón, el mejor putero de lujo para la clase alta y extranjeros adinerados de todo México, incluyendo incluso los del DF y de Guadalajara. No tuvo tiempo de avisar, solo vio que la heredera de esos dos negocios era Erika.

Precisamente en el DF, la transexual escort Natalia se enteraba de que su amiga había sido secuestrada y de la muerte del suegro; así como el sacerdote Iñigo Cantú de la Garza y el negro Luis en el pueblito cercano a Veracruz. Incluso el amigo albañil de Pedo y de Felipe, el verdadero albañil, el chaparrito Chido también vio por la Televisión toda la nota. Simplemente era la noticia del momento.

Tío Alberto, descansaba, el golpe recibido si le causo un leve daño que requería dada su condición física, de reposo. Explico que se había accidentado en su casa. Lo raro, es que no lograba tener erección alguna. El fuerte golpe fue en esa zona. En tres días lo revisaría un especialista. No estaba preocupado, ya que pensaba que era algo temporal, lejos estaba de imaginar que este resultado era parte de las consecuencias de todo este tinglado de encuentros. El destino estaba por jugarle un cambio drástico en su manera de ver, sentir, escuchar y vivenciar en general uno de sus gustos preferidos: el sexo.

Esteban solo solicito el apoyo pequeño de unas escoltas especializadas directamente de la Guardia Presidencial, ya rodeaba el Bar. Todo se veía oscuro. De alguna manera, él se lanzaba como punta, arriesgando su pellejo, ya que algo en el fondo le indicaba que así debía hacerlo.

Ya era cerca de la madrugada, cuando Esteban con aparatos especializados y en uno de los techos del lugar, ya que contaba con desniveles, pudo apreciar y escuchar lo que adentro acontecía, estaba solo, no le sorprendió en lo más mínimo que estos tipos estuvieran copulando con esas cuatro hermosas damas. Es muy típico que los secuestradores se metan con sus víctimas, tampoco le causó asombro alguno, que estas mujeres evidentemente estaban cooperando y gozando de lo lindo con la bestial copula que les estaban poniendo.

Adentro, el concierto de gemidos y sollozos era de una gloriosa opera celestial orgásmica, cada una de las cuatro ya había sido cambiada de posición para seguir siendo empalada y ya habían alcanzado para este momento un primer, liberador y catártico orgasmo…las cuatro se seguían observando, en sus miradas había un tácito reconocimiento al hecho de que estaban gozando, pero que no tenían de otra para ello. Las cuatro en el fondo estaban gozando como cerdas, un punto más que compartir entre estas beldades. No sería la primera, ni la última vez que el destino las juntaría. Incluso pudiera ser que en el futuro otras hembras vivieran experiencias juntas o por separado. Nadie sabe lo veleidoso que el infortunio puede ser.

Ricardo y Felipe conocían su negocio. El primero, puso atención y solo movió la cabeza para seguir empujando su virilidad hacia Erika, sabía que eran los últimos empellones, arrimones y metidas de su verga que le daría en esta ocasión. Le estaba gustando tanto, que se prometió a si mismo ver cómo le haría para volverlo a hacer y más que sentía como ese mujerón se rendía ante su genio y destreza en las artes del colchón. Ya había probado y quería más y también quería con las otras mujeres que veía eran igual de buenas y calenturientas que su pareja copulatoria actual, pero al parecer ya todo se estaba desmoronando. Con la mirada le indico a Felipe que pusiera atención al techo.

Felipe se avispo y con un gesto de enfado, ya que tenía las mismas intenciones y ganas que el otro y que si les hubiéramos preguntado a los otros dos, hubieran contestado: si queremos seguir cogiendo, cogiendo y cogiendo con estas hembras, con cada una de ellas. Lo que pasa es que Felipe tenía un control especial en sus manos que activaba cuando alguien se acercaba al Bar, pudo ver que ya estaban rodeados y que en el techo había un sujeto.

Ricardo de pronto en una voz clara les indico a todos: Camaradas, a la voz de ya al redil. No eran tontos, ya se habían puesto de acuerdo de que en caso de alarma, tendrían que correr hacia un túnel especial que el viejo Don José fabrico para la ocasión de huir y que les costaría trabajo encontrar a los que entraran a rescatar, descubrirlo. Para cuando eso sucediera, ellos ya estarían lejos de ahí, ya que incluso el túnel contaba con un pequeño tren que los sacaría de ahí por un buen tramo y luego patas para que las quiero. El túnel llegaba a uno de los costados del Río Santa Catarina, en una zona que antaño tuvo campos deportivos y que ahora ya estaba despoblado, producto de las avenidas de agua que se acumulaban y que ponían en riesgo futuro, el tener asentamientos humanos en dicho lecho. Los cuatro eufóricos aun por probar tan exquisito manjar femenino, solo se lamentaban de no llevarse dinero alguno y de tener que huir ya de la ciudad.

Las cuatro mujeres se sorprendieron, pero en el fondo descansaron de que los tipos extorsionadores se salieran corriendo así como estaban todos en pelotas hacia uno de los extremos de dicho recinto…solo alcanzaron a escuchar como Ricardo les gritaba:

Mijas, en la mesa de la oficina está toda la evidencia, les juro que ya no las buscamos más, ay que muera todo, chao preciosas, lastima del palo, estábamos muy bien…

Esteban escucho todo, por lo que ya entraba por un boquete que provoco con una granada exprofeso y activo la alarma para que entraran los guardias.

Como suele pasar en estos menesteres y al mejor modo del Gobierno Mexicano, uno de los jóvenes de la milicia, supuestos guardias especializados se puso muy nervioso cuando con las luces infrarrojas que por cierto no eran necesarias ya que había suficiente luz visualizo en todo su esplendor a cuatro bellas mujeres que se cubrían con minúsculas prendas y que todas juntas se abrazaban y lloraban. El muy pendejo en su susto acciono su letal arma hacia donde escucho ruido que no era otro que Esteban que solo alcanzo a lanzar una última mirada de su vida que se cortaba tontamente a Erika.

Las mujeres se pusieron a gritar y llorar como histéricas ya sin preocuparse de que los militares las vieran prácticamente encueradas.

Esteban murió de inmediato de un trallazo de balas que le atravesó pecho y cara. Una vez más, él había actuado bien, pero los que lo rodearon y que en teoría debieron ayudarlo en una muy fácil operación de rescate, provocaban no la primera ni la única muerte de todo este evento. Por cierto evento muy cotidiano en el accionar y vivir diario del país. Ya sea en el Norte, Centro o Sur, la población ignora todos los errores y sinsabores que se dan en los secuestros, en los supuestos enfrentamientos entre capos del narcotráfico, entre militares y crimen organizado, en fin solo un corolario más a tanta impunidad y corrupción. Ciertamente cada semana se medio sabe de algún suceso, lo único cierto es que en el actual gobierno han liberado al hermano del expresidente Salinas de Gortari, el afamado hermano incómodo, a la secuestradora francesa y en estos días que corren al capo Caro Quintero y más tarde a su principal lugarteniente, un tal Chucky que vive en la Comarca Lagunera, ambos ya se encuentra prófugos de la justicia….solo en este bendito lugar pueden suceder esta clase de pendejadas. Fácilmente, cualquier Director de Cine o de TV podría realizar esta historia, o como para una serie similar a Capadocia.

Solo separado por unos minutos, caía muerto por un robo a mano armada, el amante de Cristina, así es amigos, Armando que ufano había cobrado la recompensa, sin saber, en su ingenuidad, que dentro del mismo gobierno hay bueyes que pasan el pitazo a los ladrones cuando alguien cobra, ya que buscan tajada. Un simple burócrata, pero corrupto hasta las cachas paso el anuncio de que había un buen candidato para jalarse una lana. Un novato ladrón y un Armando que se negó en la calle a pocos metros de llegar a su auto, provocaron otra tonta y estúpida muerte. Al parecer la  justicia y el orden que a veces la vida acomete, estaba poniendo a cada quien en su lugar. Bien se dice que hay un Dios que todo lo ve y que tarde que temprano todos pagan en esta misma vida.

Pero como se mencionó anteriormente en el “Infierno compartido”, estaba a punto el universo de juntar diversos egos, intereses, objetivos y anhelos en donde el posible agasajo de sexo y dinero, sería trastocado quizás por uno de sangre y muerte. Otra vez la mano invisible de Dios todo poderoso colocaría a cada quien en su lugar, en su justo contexto, en una lógica en donde ni todo es bueno, ni todo es malo, sino todo lo contrario. Un amasijo de encuentros, de vanidades en donde este tránsito por la vida a veces es de lo más paradójico, pero que al final de cuentas transcurre normal.

Las mujeres fueron protegidas de inmediato por cobertores, el Jefe del Comando sabía que  la habían cajeteado y gacho, así que activo un código para que sus superiores controlarán a los medios masivos de comunicación, es decir, Televisa y TV Azteca, así como radio, prensa y revista especializada. Ellos detonaran un especializado comunicado, en donde el público en general nunca sabría la verdad, sino al contrario pusieron como auténticos héroes a este grupo de pendejos que cobraron sin ton ni son una vida.

De inmediato les metieron calmantes a las atribuladas beldades, que solo atinaron a medio saludarse y reconfortarse, sin saber que esta no sería la primera ni la única vez que en sus vidas se relacionarían. En un futuro, tal vez, sus mismas inquietudes y necesidades las volverían a reunir. Por el momento estaban sanas y salvas, pero impactadas por haber sido participes de un secuestro y de una orgía en toda la extensión de la palabra.

Ese secreto, de manera callada, intuían nunca divulgarían esta experiencia a nadie, se habían probado una a la otra, les gusto y se vieron tal y como Dios las trajo al mundo, realizando el acto sexual con cuatro hombres que las supieron llevar hasta el éxtasis. Cada una de ellas, tendría un largo recorrido por los senderos misteriosos y sacros del placer de la carne, su aprendizaje y sus decisiones en relación a la ley del deseo, al arte del kamasutra continuaría, son jóvenes e incluso en su edad madura, cuando la mujer es sabia y no le importa tanto el convencionalismo, volverán a empezar desde cero para tener un interminable camino de lujuria y goce.

No podían, ni debían ser solo mujeres de una opción varonil, su hermosura y su furia pasional no podían ser privativos de una línea aburrida, tediosa, lineal con una sola persona. Los maridos de las casadas no cuentan, la otra, la más joven, incluso tiene más trayectoria que conocer.

El Jefe Militar sabedor de su error; al ser el responsable de su equipo, resguardo todos los sobres, fotos, CD, que alcanzó a ver en un recipiente especial, sellándolo muy bien  y asegurándoselo a la Sra. Erika Garza, reconocía que ya no le permitirían otro fallo de magnitud tal. Su trabajo corría peligro desde ya. Tenía que quedar bien con esa mujer al menos.

Erika solo les comento a las otras, pierdan cuidado, yo lo guardo y lo destruyo. Aquí no pasó nada. Por fin nos liberamos de esos tipos.

Mientras tanto, los cuatro hombres: el detective Ricardo, Felipe, Pedro y Cipriano corrían por el túnel hacia su supuesta salvación, sin saber que el destino les tendría deparada una jugarreta cruel y paradójica.

En ese momento, un humilde albañil en la soledad de su pobre casa, donde solo vivía con su pequeña hermana y su anciana madre, observaba el revuelo que las televisoras hacían con el heroico y magnifico rescate de cuatro hermosas mujeres en su ciudad Monterrey. Una de esas mujeres era muy famosa, él por su parte, nunca había sabido de ella. Era ajeno a las personas afamadas de su ciudad, salvo los jugadores de su querido Tigres, tales como el corajudo DT Tuca Ferreti, Lucas Lobos, Damián Alvarez, Tito Villa, etc. Ese albañil no era otro, que el tal Chido, compañero de trabajo de Pedro. Por las afiliaciones que daban, concluyo que dos de ellas eran muy parecidas a la del oficial de seguridad Felipe y a la de su compañero Pedro, ¿sería que estaban involucrados? Estuvo a punto de llamar por celular a su compinche Pedro, pero desistió, no quería meterse en problemas. Chido pasaba por un pobre buey, cosa que para nada era cierta, pero le gustaba navegar con bandera de pendejo, para que con su ladina actitud sacar partido de su extrema pobreza y de su ignorancia de otro tipo de trabajo más remunerador. Eso sí, no quería saber nada de lo ilegal y del crimen, porque sabía que ello le llevaría a la tumba más temprano que tarde y él apreciaba mucho la vida.

Los cuatro fallidos secuestradores corrían como desaforados una vez que el trenecito si los movió como unos 3 km., caminaban por momentos, el recorrido era como de 5 km. Con subidas y bajadas, pero tenían que salir de inmediato por si se descubría el túnel, aunque era muy difícil ya que era una perfecta obra de arquitectura y muy bien oculta.

Ya solo quedaba una sección en donde tenían que subir unas larguísimas escaleras por un estrecho túnel. Cuando apenas llevaban unos cuantos escalones, vieron que se activó una especie de trampa, dejándolos ya aislados de los anteriores espacios, es decir solo quedaba el túnel, se carcajearon como demonios, ya que la libertad estaba cerca, era un tiempo valioso para salir por patas de la ciudad.

Cuando llegaron a la parte superior, vieron que no podían abrir, la tapadera estaba como trabada, muy dura, por más fuerza que aplicaron no se abría. Si podían escuchar a lo lejos carros, y de pronto una fuerte lluvia se desato. En este verano ardiente, las lluvias inesperadas en la ciudad por lo frecuentes y por lo fuertes eran un hecho inédito para el clima de extremo calor. De pronto con cierto terror vieron que de unos agujeros de la pared empezaba a salir mucha agua. Solo pasarían unos minutos más para que el túnel se llenara.

No teniendo de otra, tuvieron que pedir ayuda. El elegido fue el tal Chido, ya que era un trabajador hábil con sus manos y él vería como sacarlos de ahí. Solo que el factor tiempo jugaba contra ellos. Ya el agua estaba llegando a la mitad del túnel. Su camarada de trabajo tendría que llegar de “balazo” literalmente.

Para cuando Chido llego, era demasiado tarde, como las ratas viles que eran los cuatro perecieron ahogados en el agua. A Chido le llamó la atención que los cuatro estuvieran ahí. Así que taimado como era, solo les robo todas sus pertenencias, logrando juntar un buen billete, sobre todo de otro de los sujetos que no conocía y para no comprometerse, volvió a tapar el túnel y salió como llego del lugar, con discreción y en silencio.

 Los días siguientes ato cabos más cabos. En la televisión dieron cuenta de 3 de los 4 secuestradores. Dos de ellos eran Pedro y Felipe. En el hospital con el incesante trabajo que había, nadie se percató de que había vaciado los lockers del guardia de seguridad Felipe y de su compañero Pedro. El único que no mencionaron, dado que tenía muy bien disfrazada su identidad era precisamente del sujeto cuya cartera tenía su dirección y del cual obtuvo más dinero. Como pasatiempo para su solitaria vida empezó a ir al departamento de dicho sujeto. Era un departamento aislado, casi sin vecinos. En ella se daba la gran vida con todos los aparatos que el difunto tenía. Encontró mucho más dinero, alhajas. Su primer pensamiento fue pasarse a vivir allí. Encontró las escrituras de la propiedad. No sería complicado pasarlas a su nombre. Había referencias a la madre del sujeto, pero no se atrevió a nada con ella, cuando escuchaba que los mensajes que le enviaba por el teléfono eran en el sentido de que se comunicara con ella en cuanto pudiera, que no extrañaba de que no le hablara, por lo visto no se mantenía en contacto frecuente con ella. Vería como solucionar eso, mientras tanto se daba la gran vida, ya no tenía que gastar en buena televisión y confort. Gozaría mientras pudiera. Al revisar las pertenencias de los otros, se maravilló de lo que encontró: Evidencias fotográficas muy evidentes y hasta videos pequeños en los celulares de los otros tipos…en todos ellos estaban las mujeres secuestradas. Con razón las habían secuestrado, había evidencia suficiente para “chantajearlas”…de inmediato su lujuria se desato…solía desahogar su soledad con prostitutas de poca monta, de esas que cobran muy poco, ya que su camino ha sido muy recorrido. Una vez el demonio se apodero de otro sujeto. Las fotos y el video eran más evidentes en el celular de su compinche en donde aparecía la rica Erika Garza de Treviño, ya que el sujeto con que estaba era nada menos que el extinto suegro…al ver la fecha de dicha información saco aún más deducciones, simplemente se estaba sacando la lotería….iría de a poco, su plan ya se estaba maquinando en su calenturiento cerebro. Aún más se acrecentaba porque en periódicos, revistas y en la TV dicha mujer salía a cada rato con lo del secuestro y su rescate…era una hembra deliciosa. Tenía la lámpara de Aladino con él y sería cosa de frotarla despacito para lograr sus propósitos. Pensaba y repensaba como le haría sin correr riesgo alguno y no involucrar a nadie más, quería todo el pastel para él solito.

Por otro lado, los días siguientes fueron atribulados para Erika, los actos por la muerte de su suegro continuaban. Su marido, supo, no es un tonto por completo, que su mujer había sido violentada sexualmente. No fue necesario que hubiera palabras de por medio entre ellos, simplemente lo intuyo, ese hecho lo único que logro fue que su distanciamiento en la cama ya fuera total. El pobre Carlos estaba como sonámbulo, sin saber que era el inicio de un sinuoso camino por descubrir y por encontrar de otra manera los placeres de la carne que siempre le fueron negados o extraños a su persona.

Mientras Erika agotaba su mente y su cuerpo en entrevistas, sesiones con la Televisión, Radio, prensa que le hacían olvidar su necesidad de varón. Estaba como en un letargo y al hacerla pasar como una heroína que no le había sucedido nada era muy bueno para su imagen pública, no así para su privacidad en donde estaba sufriendo de todo a todo. Muchas muertes, mucho dolor, mucho y a la vez poco sexo en su ser. Esa poderosa droga le estaba haciendo falta. No había modo alguno de conseguirla.

Sus sentimientos se acrecentaban y bajaban de acuerdo a su humor y su renacida urgencia sexual. Una vez más se confesó con el juvenil sacerdote Iñigo, estando ahora de por medio la privacidad del confesionario, pero pudo percibir el evidente nerviosismo del ministro religioso. Las consejas de este, todo un lugar común, no le resolvieron nada. Natalia su amiga escort del DF estaba de gira internacional por algunos países del cono sur, estaría lejos cerca de dos a tres meses. Supo que el negro Luis se había tenido que ir a Estados Unidos de “mojado” para subsistir. Su ex esposa, la hermana del difunto Roger  e hija continuaban con ella como personal del servicio. Las semanas ya habían transcurrido, ciertamente de su último encuentro sexual ya ni se acordaba, le parecía tan lejano. Como siempre sus múltiples ocupaciones medio le mitigaban esto, pero había tenido que estar tomando un tratamiento natural para poder dormir, pero más que nada ocultar el encendimiento prácticamente diario que su cuerpo le exigía.

En eso estaba, cuando se acrecentó aún más su actual estado como de depresión y tristeza, viendo un programa de noticieros, cuando se dio el reporte de que en una coladera cercana al Río Santa Catarina habían encontrado cuatro cuerpos ya muy descompuestos. Como en las 48 horas que ya habían transcurrido nadie había reclamado, se les dio por unos muertos más del crimen organizado. A ella como que le dio una corazonada de que eran los sujetos del secuestro. Por las señas claro que eran. Le marco de inmediato a Cristina, a quien no había querido contactar. La conversación le confirmo que también ella intuía que eran esos sujetos. Al menos se sintió reconfortada por un momento.

El reportaje continuo moralizando acerca de la muerte constante de jóvenes a manos y por el hampa, teniendo de telón de fondo la  célebre canción del famoso hombre de negro de USA Johnny Cash:

You can run on for a long time Se puede correr por un largo tiempo 

Run on for a long time Correr por un largo tiempo 

Run on for a long time Correr por un largo tiempo 

Sooner or later God’ll cut you down Tarde o temprano, Dios te hará caer

Sooner or later God’ll cut you down Tarde o temprano, Dios te hará caer

La grave voz del ya muerto Cash le recordó la voz del último hombre que se la estuvo copulando en dos posiciones delante de las otras mujeres y del otro secuestrador que en la primer casa también le estuvo poniendo sus buenos repellones. Se estremeció al recordar que físicamente se les entrego por completo y que gozo como descastada.

Ese chaparro chistoso, el tal Richard y el otro panzón que rápidamente la supieron llevar al igual que sus otros hombres a fuertes cúspides de placer carnal: su marido no cuenta, Roger en muy pocas ocasiones; Rodrigo, Luis, la misma Natalia, su difunto suegro y estos dos una sola vez cada uno. Los dos últimos sin poder terminar el acto, por lo cual estaba como desesperada. En el mullido y lujoso colchón de su amplia cama empezó a remembrar cada momento y sin proponérselo se empezó a meter dedo en su rajada de una manera primero pausada para pasar rápidamente a un frenético movimiento.

 

Go tell that long tongue liar Ve a decirle al que miente lengua larga 

Go and tell that midnight rider Ve y dile a ese jinete de medianoche 

Tell the rambler, the gambler, the back biter Dígale al excursionista, al jugador, al que muerde de nuevo 

Tell ’em that God’s gonna cut ’em down Dile que Dios lo hará caer

Tell ’em that God’s gonna cut ’em down Dile que Dios lo hará caer

Ya la masturbada era plena, sin reparos, su calentura era tal que empezó a gemir cachondamente incluyendo un largo y sensual murmullo: diiiiooooooooosssssssssssssssss.

Afuera de la recamara, sigiloso, su marido sudaba copiosamente, llevaba buen rato observando como su esposa como que reflexionaba mucho el reportaje que daban en la TV y luego esto….dioosss nunca había mirado a su esposa de esa manera, simplemente era una diosa blanca enorme, se veía majestuosa en la cama, solo con un baby doll y sin ropa alguna  debajo, arremetiendo con sus dedos en su intimidad, su mirada era pérdida, con los ojos entrecerrados y los labios entreabiertos gimiendo como una desposeída, se agitaba y se arremolinaba en la cama. Sin saber cómo, ni por que el flemático Carlos sintió una dureza extrema en su pene. Algo le indico que debía seguir cuidando de que nadie llegará a interrumpir el al parecer éxtasis que estaba experimentado Erika. Cuidaría de que no fueran a llegar los hijos, era una simple excusa para ver.

Well my goodness gracious let me tell you the news Bueno, mi bondad graciosa déjenme decirles la noticia 

My head’s been wet with the midnight dew Mi cabeza ha sido mojado con el rocío de la medianoche 

I’ve been down on bended knee talkin’ to the man from Galilee He estado  doblando la rodilla hablando con el hombre de Galilea 

He spoke to me in the voice so sweet Me habló con esa voz tan dulce 

I thought I heard the shuffle of the angel’s feet Me pareció escuchar el arrastrar de los pies del ángel 

He called my name and my heart stood still Me llamó por mi nombre y mi corazón se detuvo 

When he said, “John go do My will!” Cuando dijo: “John va hacer mi voluntad!” 

La ronca voz del gran Cash, los gemidos y movimientos de la enfebrecida hembra parecían ir coordinados como con una mano invisible, de pronto Erika se despojó de plano de toda su breve y poquísima ropa, para estrujarse los senos, pellizcárselos, incluso pasar sus dedos entre su rubia cabellera que lucía toda desparramada sobre los almohadones. A Carlos se le salían los ojos, siempre había intentado hacer el amor como si estuviera pidiendo permiso de algo, o como si fuera algo difícil o complicado por hacer, como no queriendo molestar a su amada esposa. Era un hecho que a su manera la amaba. No se bañaban juntos, trataba de no verla desnuda, su pudor y costumbres tan arraigadas por su madre, le impidieron en sus tantos años de convivencia verse tal cual son…el sudoroso cuerpo de ella brillaba en la tenue iluminosidad de la amplia alcoba. Dos estrofas de la memorable canción de redención se repitieron, al mismo tiempo que sin saberlo Carlos acariciaba su duro pero pequeñito miembro por encima de su lujoso pantalón de fina seda.

 

Well you may throw your rock and hide your hand Así que usted puede lanzar su piedra y esconder la mano 

Workin’ in the dark against your fellow man Trabajando en la oscuridad contra tu prójimo 

But as sure as God made black and white Pero tan cierto como que Dios hizo el blanco y negro 

What’s done in the dark will be brought to the light Lo que está abajo en la oscuridad, será llevado a la luz 

 

Erika ya agitaba de un lado a otro su carita, el inminente y liberador orgasmo llego por fin, exhalando un fuerte gemido: diooosossssssssssssssssssssss, como que se desvaneció después de haberse revuelto en la cama como si realmente estuviera poseída….Carlos estaba sudando, nunca había visto tal acto en su vida, ni por asomo y lo raro es que quería saber más y no entendía como estaba deseoso de tocar a su mujer.

Simulando que llegaba, Carlos le dio tiempo a reponerse para lo cual: Queriddaaaa….yaaa lleguueeee

Erika solo alcanzo a ponerse el baby doll y una bata para recostarse y simular como si hubiera terminado de bañarse.

Los dos se miraron, se conocían muy bien, Erika creyó ver deseo en los ojos de Carlos, esa mirada que le vio  a sus otros hombres, así que atrevida fue ella la que lo atrajo para besarlo con pasión. Su sorpresa fue tal, ya que el marido le respondió sin emitir reclamo alguno, inclusive fue a más para que con sus pequeñas manos le empezará a acariciar torpemente la espalda y el comienzo de sus nalgas. Ella felina, riendo como tontuela, se levantó para cadenciosamente ir a cerrar la puerta ya desnuda toda.

Carlos enfebrecido se desvistió para mostrarle a su mujer su fuerte virilidad. Erika llegando le toco el miembro sorprendiéndose, nunca lo había sentido tan durito.

Sin más preámbulo, ella se le monto a horcajadas emitiendo un gemido de placer al sentir la dureza de la virilidad de su esposo…hummmmmmmmmmmm, assiiisssssssssiii pappppppitotooooo quuueee fuueueertttteee

Ella vislumbraba un atisbo de que todo podría cambiar, en ese momento, no podía saber cuánto sería…como odalisca se empezó a dar sus sentones y arremolinarse arriba de su marido, solo llevaba como tres o cuatro arremetidas cuando escucho a su Carlos: ayyaaaaaaaaaaayyyyyyayaaaa y sentir como lo durito ya no lo sentía y si una blandenge tripita. Su marido en su placer, se había venido ya….

Erika comprensiva, pero un tanto desilusionada solo atino a elevarle la autoestima pensando que más adelante podría mejorar: Graaciaass queriiidooo muchasss graciasssss, teee neceisiiitoo tanto

Después platicaron como los buenos amigos que eran, pero a Erika le quedo la sensación de que estaba hablando con alguien similar a un hermano y no un esposo.

En los días subsecuentes descubrió algo maravillada, su marido se excitaba en cuanto más atrevida fuera ella con su vestimenta y su forma de ser. Incluso sus devaneos y coqueteos con Tío Alberto lo prendían y más porque vio que ahora ella no surtía efecto en su Tío político que incluso buscaba alejarse de ella lo más posible. Eso le pico el orgullo y cuanta reunión había, lo provocaba para ver como su marido se prendía. Sin embargo los coitos eran breves, aunque más frecuentes, pero ciento por ciento insatisfactorios, el colmo fue cuando ella le dio un tratamiento de masaje por todo el cuerpo y ver que antes de la penetración ya se había venido.

Claro que Carlos si estaba gozando, la descarga más frecuente de su cimiente le tenía de buenas y contento porque su esposa había vuelto a la normalidad. En lo interior, Carlos se hacía mil conjeturas de que había pasado en el secuestro ya que ahora todo era diferente. Se sentía el gran semental, ignorando que sufría de eyaculación precoz y que era un potencial voyeur.

A Erika es como si le hubieran dado unas aspirinas para una fuerte jaqueca, todo esto le enervaba y tenía que hacer grandes esfuerzos por controlar su inminente mal humor. De plano con sus amigas ya no se frecuentaba. Su energía la canalizaba asistiendo a un nuevo gimnasio en donde su deporte favorito era provocar a los hombres. Pero eran muchos gays y más bien provocaba envidia, ya que esos sujetos en el fondo querían ser como ella. Los pocos hombres que al parecer lo eran, no le resultaban para nada atractivos, a pesar de ser hombres que otras mujeres hubieran considerado. Le ponía a mil cuando su esposo la acompañaba, ahora convivían más tiempo juntos y observaba como se ponía mal cuando los otros hombres la miraban, tanto los gays como los verdaderos. Solo ese juego le entretenía y la tranquilizaba un tanto. Ya pensaba en buscarse un viaje a USA para ir a ver al negro Luis o de plano a veces le paso por la cabeza caliente el ir a los dormitorios del Tec a buscar a Rodrigo. Ya necesitaba caña y de la buena…ya habían pasado el verano, el otoño ya casi terminaba y se vendría el invierno y ella nada de nada. Su marido se conformaba al parecer con el estatus actual.

Un día soleado, su adrenalina se disparó a mil. Le llego un sobre amarillo a casa, como los que solía recibir en antaño cuando pensaba que su suegro la estaría chantajeando. Solo que el contenido era diametralmente distinto, eran fotos comprometedoras con su suegro. Alguien la estaba citando en un domicilio céntrico. Tan nerviosa se puso, que ahogo un grito de tremendo susto cuando  su atento y solicito marido, le hablo a la entrada de la recamara. Como pudo reacciono para ocultar el sobre a sus espaldas volteándose muy expectante. El nerviosismo no pasó desapercibido para el marido ni que ocultaba en la superficie del tocador el sobre.

Carlos ahora quería sorprender a su esposa en algún desliz erótico o de provocación hacia otros hombres. Era un juego que la inteligencia de ambos se estaba permitiendo jugar y con todo.

Al rato, Erika le comentó que iría al centro con su viejo guardaespaldas, que era el que tenía antes. Las cosas de inseguridad realmente ya se habían calmado mucho. Pero que la siguiera a discreción porque iría a ver a una vieja amiga que le pedía un gran favor. A Carlos le pareció de maravillas, ya que de pronto tuvo la intuición de que esto tenía que ver con ese misterioso sobre amarillo que su mujer había recibido. Por lo que incluso le comento: No te preocupes, adelántate. Solo le doy unas indicaciones y ya te escoltará.

Erika que estaba presa de muchos sentimientos encontrados y ante la presión de la información recibida, no razonaba nada bien, atinando solo a decir: Okey, me adelanto ya…es que es una urgencia.

La verdad es que Carlos quería saber a dónde iría su esposa, su adrenalina también estaba a mil, presentía algo fuerte. Carlos acompañaría al guardaespaldas solo comentándole que por seguridad se reuniría con ella en un lugar céntrico.

Erika no verifico que su guardaespaldas venía a prudente distancia pero con un acompañante. Tampoco verifico que dicho auto se estaciono a prudente distancia del de ella. Ni mucho menos que el acompañante se bajaba y la seguía a discreción. Simplemente su corazón palpitaba a mil. No sabía a qué se enfrentaba, muy a su pesar, en su ser más íntimo, deseaba ver al tal Richard, no había de otra, el desgraciado había sobrevivido y ahora la buscaba para consumar el pendiente que se les había quedado. Sus sienes palpitaban a mil, con fuerza, sus puños estaban rojizos de tan fuerte que se apretaba sus manos y su intimidad estaba fluyendo a chorros…estaba excitadísima, nerviosa, hecha un manojo de diversos sentimientos. Casi al punto del llanto. Vestía un ligero vestido a un poco más de la rodilla, pero cuando se sentaba se le subía a un poquito más arriba de la mitad de sus poderosos e imponentes muslos. Todo eso lo cavilo cuando venía manejando taciturna, sabiendo que una vez más sería presa del chantaje y que una vez más quizás caería en las garras del sexo, solo que ahora ahogaba sus ansías muy a su pesar…en el fondo quería.

EL domicilio estaba en una de las típicas callecitas cercanas al centro de Monterrey y que cosa curiosa es poco transitada tanto por autos como por personas por lo estrecho que es. Toco el timbre del lujoso departamento que en realidad parecía una pequeña casa en medio de altos edificios, separados incluso de estos por pasillos jardines a los lados. Un moreno chaparrito delgado le abrió, en silencio, con la mirada y ceremoniosamente le hizo pasar. Como en la casa de Roger había un pasillo jardinera para llegar a otra puerta, que era la principal. En su nerviosismo y que también percibió en el otro, no le pusieron llave a la primera puerta, solo la cerraron tal cual.

El lujo adentro era aún más. Música de boleros rancheros se escuchaba. Específicamente el célebre Rey del Bolero Ranchero Javier Solís entonaba una conocida canción:

Angustia de no tenerte aquí 

Tormento de no tener tu amor.. 

Angustia de no besarte más 

Nostalgia de no escuchar tu voz… 

Nunca podré olvidar 

Nuestras noches junto al mar 

El sujeto le hizo pasar a la sala, en silencio la invito a sentarse. Ninguno de los dos, vio que una sombra se proyectaba en uno de los ventanales. El sujeto vestía pantalón y camisa de vestir de marca. Sin embargo su expresión sencilla y humilde denotaba rareza en su personalidad. El canijo Chido se había comprado ropa nueva y otras tantas cosas más, incluyendo un carro nuevo. Simplemente el muerto del departamento tenía muchísima lana y alhajas en el lugar. Se estaba dando la gran vida. Simplemente se sentía como Alí Baba cuando encontró el tesoro de los cuarenta ladrones.

Señora Erika, soy Chido para los cuates. Mi nombre verdadero es Alfredo, pero todos me dicen Chido. Ya verá que seremos muy amigos, poniendo de plano su mano delgada en la rodilla de la atemorizada, callada y sorprendida mujer. Ella esperaba a Ricardo, no a este hombre.

Chido: Mire, señito…yo soy un humilde albañil, me encontré las fotos y un video que la comprometen para con su familia. Yo no quiero hacer daño a nadie. Toda esa información era de una persona que vivía aquí, que seguramente usted conocía, enseñándole la foto, él ya murió. Se ahogó junto con sus compinches. Lo único que  yo quiero es que me ayude a hacer los trámites para que esta humilde casa pase a ser parte de mi propiedad, a encontrar un buen trabajo ya de fijo y pues….no quiero más dinero, pero pues…. (en realidad el pobre hombre, no era un desgraciado, sino un simple mortal al que se le antojo comerse una diosa del amor, una beldad verdadera y luego a las otras). Sin embargo, y ante el pasmo de Erika y más de Carlos afuera que no podía escuchar ya que el hombre casi susurraba, pero si mirar ya como el citado le empezaba a acariciar las piernas sin que su mujer ofreciera resistencia alguna. Mire si me pasa algo a mí, todo esto saldrá a la luz pública. Le digo la pura verdad. Mi madre tiene instrucciones. Mi vida va en juego, yo no quiero problemas con nadie. Su estrategia era muy simple, era decir la verdad y jugársela. Creía conocer la mentalidad de esa rica mujer, la había estudiado mucho en estas largas y agónicas semanas que su mente trabajaba a mil imaginando las mil y una noches que pasaría con ella y con ellas, ya que iría a por todas con las otras mujeres también.

A Erika le resultaba hasta chistoso el tono del hombre, casi como pidiendo un favor, cuando tenía manera de fregársela con todo. Así mismo, veía como hacía esfuerzos por expresarse de la mejor manera.

Erika supo a donde iría el asunto, así que sin saber porque lo tomo de las manos para que dejara de moverlas pero sin quitárselas de sus piernas: ¿Qué Chido? ¿Qué más quieres?

Chido: Pues la verdad señito, es que con perdón de usted, pero es una mujer que nunca en mi vida podría tener, ni con todo el dinero del mundo, estoy como diría…la verdad es que yo….

Erika, sin saberlo empezó a acariciar las manos pequeñas del hombre y sin fijarse a empezar a subir y bajar las mismas a lo largo de sus muslos…y casi como en un llanto….preguntar ¿siiiiisssssii?

Chido al ver el nerviosismo de esa diosa del amor y la lujuria, tomando aire y ya con seguridad: Pues que quiero hacer lo mismo que hacía con su suegro, que en paz descanse…solo le pido que me dé chance, verá que la voy hacer feliz, soy un hombre solo y necesito mujer…

Erika aún en su nerviosismo se dio cuenta que el hombre decía la verdad, lo más probable es que era un pobre tipo que se encontró con los muertos y así pudo llegar a toda la información.

Pero Chido, te das cuenta que me quieres sobornar, eso no es de hombres…soltando ya las manos, pero dejando que el otro siguiera ya recorriendo de una manera ya no suave, si no firme las piernas.

Chido: Pero mujer, no ves que tú también quieres…sabes que eres una fiera en la cama, lo que tú necesitas es alguien que te haga mujer a cada rato y ese soy yo…Chido ya era presa del fervor y ya sus dedos rozaban la vagina de la mujer que ya desparramada sobre el sofá se dejaba hacer…no te quiero hacer daño, más que darte mi amor….es que estoy ya enamorado de ti…Chido estaba diciendo la verdad, ya se había enamorado de esa escultural hembra y más que la veía de todas formas y a cada hora.

Erika: Pero es que soy una mujer decente y casadaaaaa, esto es no es correcto…si quieres te puedo dar el dinero que quiera…ahhhhh no pudo evitar exhalar un suspiro y es que el otro ya le estaba dedeando sabrosamente su vaina.

Chido: Mira tú sabes que tu vida se puede ir al caño…así que es mejor que te lo pienses muy bien…quiero una respuesta mañana mismo…si accedes estaré aquí a las 3 de la tarde…quiero toda una tarde y ya luego iremos viendo…piénsalo muy bien, no quiero forzar nada, pero sabes que tengo razón…no es cuestión de dinero…es cuestión de coger y coger sabroso, que se ve te hace mucha falta…

Erika recobrando la compostura y es el que el sujeto de pronto dejo de manosearla, se veía sorprendida, el tipo hasta le estaba dando un plazo, no se cobraría ahí mismo, ese hecho la desconcertó por completo…además como diablos sabría que el trato amable la desmadejaba, más que el soez y grosero…estaba impactada…

Erika: Mañana vendré, pero piénsalo también tú…si accedo es por el chantaje vil que me haces no por otra cosa.

Chido: Así lo sabré y entiendo, no me gusta andar con rodeos, las cosas como son

Bueno Sr Chido, mañana vendré, pero no estés seguro que te saldrás con la tuya.

Carlos no escuchaba nada, solo veía que el tipo se manoseo a antojo a su mujer y que esta se dejó e incluso al ver las expresiones que hacía dedujo que le estaba gustando. Se sorprendió que ya ambos se paraban como para despedirse. En todo el acto, su pene estaba a reventar y una curiosidad malsana le llenaba la mente y el ser de intrigas…quería ver más. Sigilosamente se retiró de la casa y ya en el carro con el guardaespaldas solo vio pasar unos minutos más para ver a su mujer subirse a su carro.

En el resto de la tarde noche noto muy inquieta y nerviosa a su mujer, pero guardo prudente silencio.

Erika por la mañana fue a visitar al sacerdote Iñigo, una vez estaba siendo presa del deseo, de volverse a sentir mujer, ya había pasado bastante tiempo, los escarceos con su esposo, solo eran eso…meros entremeses que ni siquiera a ello llegaban. Las semanas y luego los tres meses desde que pasó todo la tenían en un tremendo trance de espera, en un compás de tiempo interminable.

El padre Iñigo estaba también agitado, lo que estaba a punto de proponerle a esa bella, pero demoniaca tentación lo pondría en contacto estrecho con ella, en una convivencia que sería continua y por varios días.

Ya había escuchado la confesión de sus infidelidades, aunque no del todo completas, ya que la mujer no se atrevió a decirle toda la verdad de su encuentro con su suegro, sin saber que el sacerdote estaba violentando sus deberes al no obligarle a que confesara del todo, ya que él sabía la verdad de ese tórrido encuentro en donde murió Don José Treviño, aunque esto último no lo asociaba con el infiel que le toco ver.

La propuesta para su pasmo fue aceptada por una jovial Erika que al fin encontraba el pretexto perfecto para irse por unos días del país, pero sobre todo de Monterrey y de su hogar…se trataba de un viaje por varios países de América del Sur, entre ellos Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay y otros para visitar Centros de Espiritualidad Católica en donde se harían labores de beneficiencia pero también retiros de índole sacra en donde podría purgar sus penas y pecados…aún le albergaba un gran sentimiento de culpa y de arrepentimiento, vamos la famosa cruda moral después de cometer algún sacrilegio. EL tiempo era como de tres meses, lo que restaba del año y un poco más. Sus hijos la podrían alcanzar en el último mes y además coincidía con un extenso viaje de negocios que su esposo haría a Europa…así que grata coincidencia del destino. Tal vez lo que necesitaba era refugiarse en su religión para ver si así podía expiar sus culpas y máxime de que estaba a punto de volver a caer…cosa que por supuesto no le menciono al casi risueño sacerdote que no ocultaba su dicha por llevar de acompañante en ese viaje a tan suculenta hembra, claro que irían otras mujeres y hombres, pero ya con esa compañía se relamía porque en el fondo él también quería traspasar un umbral desconocido aún y peligroso por lo que atisbaba, pero solo necesitaba de un “empujón” para probar de la manzana prohibida del paraíso perdido. Tal vez Marisa u otra vieja conocida la acompañarían también. También pudiera ser que se pudiera reunir en alguno de esos países con la escort Natalia, quería también aclarar lo del otro día con ella (él).

A Erika le llevo buena parte de la mañana todo esto del viaje con el Padre Iñigo, por lo que después de comer frugalmente, se tomó una siesta y sin  saber porque se dio un esmerado baño de espuma y un cuidadoso arreglo como si fuera a su primer cita…hasta temblaba cual niña sin su juguete preferido.

Un minúsculo conjunto íntimo negro coronado con un juego de liguero super sensual y medias exquisitas y un vestido entallado del mismo color que le llegaba a media pierna y unas altas zapatillas a tono junto con un maquillaje un poco más exagerado que lo normal, la hacían relucir como una autentica viuda, pero apetecible por donde se le quiera ver. El Pelo se lo recogió por completo, daba un aspecto muy interesante, muy seria, como una ejecutiva, pero muy sensual como una italiana de las películas porno de los 70 y 80´s.

Le extraño la presencia del marido a esa hora, y más cuando en boca de jarro le propuso: Querida, necesito de tu vigilante, ¿me lo prestas? Así podrás ir a donde tienes que ir, ya vez las cosas están muy calmadas ya en la ciudad…además de que ya sabes del trato que tenemos (se refería a un trato que el Gobierno de la Presidencia hizo para que su familia fuera intocable, de hecho con ello ya no eran tan necesarios los guardaespaldas). El hampa el cual que claro que claro que negocia con el gobierno sabía que esa familia ya era de las “protegidas”.

Carlos: ¿A dónde vas? ¿Por qué te pones de negro?

Erika: Ahh…es que voy a un “entierro”…es de una de las conocidas del secuestro…tengo que ayudar a esa gente de alguna manera. Se murió uno de los familiares de una de ellas…

Carlos: Ahhhhh okey, así podrás estar el tiempo que quieras con esa pobre gente

Erika: Si pobrecitos…es que dicen que están muy solos, que necesitan de apoyo moral, veré si puedo ayudarles…casi se sonroja ya que el sentido de sus palabras solo ella las entendía, sin saber que su esposo también urdió un plan para seguirla, estaba seguro de que iría al mismo lugar del otro día y también las medio entendía.

Estaban platicando muy quitados, sin percatarse de que el Tío Alberto que es bienvenido en cualquier de la casa los estaba escuchando, solo hasta que oyeron voltearon a ver al afable “gordito”

Tío Alberto: fiiiiuufuufufufuf estas hecha un cuero manita, así que vas a un “entierro” ¿si quieres te acompaño? Tal vez haga falta, digo por eso del apoyo moral…ya vez que soy muy bueno recogiendo y reconfortando almas en pena. Ahora si quiero ir contigo a ese entierro.

Erika: Milagro Tiiito, me habías rehuido, pero no tiiito es que es otro tipo de gente, de veras que no…bueno chao queridos me voy porque debo llegar…para lo cual beso a ambos hombres…no pudiendo evitar que su Tío Político le diera un abrazo más que fraternal.

El Tío se sorprendió cuando vio que su sobrino natural no teniendo el aplomo y flema de siempre con cualquier excusa lo evadió para salir disparo minutos después de que salió la rubia. Algo se olio el viejo ladino, que sonriendo y dándose su tiempo acciono uno de sus “aparatitos” y sonreír aún más cuando observo en la pequeña pantalla de su “buscador” que Carlos ya seguía a prudente distancia a su mujer y sin guardaespaldas de por medio, por lo cual con calma se dirigió a su vez a perseguirlos.

Tío Alberto perseguía a ambos, algo en su ser le indico que tenía que llegar casi junto a su sobrina antes de que Carlos llegará al sitio. Era un viejo muy mañoso. Se presentía algo grande.

Carlos nervioso manejaba como enajenado, sus sienes a punto de reventar, no se explicaba porque tenía el pene a punto de estallar

Erika manejaba a su vez nerviosa, jovial, a momentos se reía como loca, luego maldecía por el tráfico, ya quería llegar al lugar, muy a su pesar, sabía  lo que esperaba y ya lo quería: efectivamente asistiría a un “entierro” pero de verga, de masacuata, de carne sin hueso y ya su ser y su intimidad fluían como ríos de lava hirviendo, sus sienes también palpitaban. Estaba por llegar a una droga, aunque tenía miedo de que ese flaquito tipo realmente la pudiera satisfacer, pero ya quería probar, a diferencia de las veces anteriores, exceptuando su tórrido romance con Roger, en esta ocasión estaba plenamente consciente de lo que sucedería y ya ansiaba por experimentarlo.

La única vez con el joven Rodrigo, el negro Luis, la escort  Natalia, los dos secuestradores fueron ocasiones en donde el azar la puso en tal circunstancia, y aunque ahora era cierto igual, ella estaba sabedora de lo que pasaría.

Tío Alberto vio cuando Erika toco volteando sospechosamente hacia todos lados y con un sombrero grande negro y gafas de sol. También vio cuando un sujeto bajito y delgado en una ridícula bata le abrió paso y solo puso el seguro sin llave de la puerta principal. Este Chido era muy confianzudo. No había  nadie en la calle y estaba la puerta principal de resguardo.

Sigiloso a pesar de su gordura, tuvo que elegir entre tomar el pasillo izquierdo o el derecho que rodeaban la pequeña casita o departamento en medio de altos edificios. Por pura corazonada y esperando que su sobrino se fuera del otro lado, se introdujo y casi gritando de júbilo vio que al fondo existía un jardín que conectaba los pasillos. La recamara de al final tenía tres grandes ventanas. Por la de su pasillo o por la más larga que daba al exquisito jardín, apreciaba muy bien lo que la amplia recamara tenía. Por lo que se ve de su lado daba al baño y del otro lado daba como a una pequeña estancia o especie de vestidor closet. Pero desde cualquier ángulo se podía apreciar. Nadie estaba en la habitación. Seguramente Erika y el sujeto estaban en otra estancia. Por lo que a punto de desfallecer, su corazón latía a mil, coloco un pequeño banco y se introdujo como pudo en el baño, agradeciendo a los dioses que el cuarto fuera amplio y que tuviera una especie de closet en donde se escondió por si alguien entraba. Todas estas maniobras las realizaba con un cuidado y agilidad pasmosa a su condición, cuando se tuvo que agachar de plano y no gritar porque vio que su sobrino hacía exactamente lo mismo pero del otro extremo. Solo él sabía que en la casa estaban cuatro personas. Solo él sabía que su sobrino Carlos estaba presto a espiar a su mujer y que esta se encontraba sola en esa lujosa casa con un sujeto muy raro.

Por su parte Carlos podía ver y escuchar al igual e ignorando que su Tío Alberto también lo hacía lo que estaba sucediendo en la amplia estancia que funcionaba como recepción, sala, comedor y cocina, al usual estilo de las casa americanas.

Erika de pie escuchaba que ahora el tal Chido le decía: Pues bien Sra. Erika, ¿está dispuesta a cumplir el pacto de caballeros que hicimos? Sonaba muy ceremonioso y extraño, ver a un sujeto de color moreno fuerte, bajito, muy flaquito y vestido con ropas que le hacían ver como algo estrafalario. Tenía puesta una bata de hombre fina y unas sandalias, lo cual resaltaba su extrema delgadez. Tenía evidentes rasgos indígenas, el pelo peinado con bastante gel, negro por completo y muy corto, casi parado, si acaso unas pequeñas canas grises en las sienes…le calculo unos 40 años.

En la casa se escuchaba esa vieja estación de radio que toca canciones muy viejas tanto en inglés como en español, se escuchaba al gran  Sinatra entonando:

When they begin the beguine, it brings back the sound of music so tender,

Cuando ellos vuelven a empezar, me trae el sonido de la música tan tierna, 

It brings back a night of tropical splendor, it brings back a memory ever green.

Me trae una noche de esplendor tropical, que trae un recuerdo siempre verde. 

I’m with you once more under the stars, and down by the shore an orchestra’s playing

Yo estoy con ustedes una vez más, bajo las estrellas, y por la orilla de una orquesta tocando 

Even the palms seem to be swaying, when they begin the beguine.

Incluso las palmas de las manos parece ser oscilante, cuando ellos vuelven a empezar. 

To live it again is past all endeavor, except when that tune clutches my heart,

A vivir de nuevo ha pasado todo el esfuerzo, excepto cuando esa melodía agarra mi corazón,

Ese hecho le recordó su primera y auténtica vez en la casita tan añorada de su Roger, hasta sintió como se le mojaba aún más su ya empapada intimidad y todavía más cuando Chido sorpresivamente y con suavidad le quito su bolso para aventarlo con seguridad inusitada al sofá y tomarla con ambos manos de su juncal cintura y repegarsele para con desconocida y enfebrecida voz: Así es mujer, es volver a empezar, canto begin the beguine, le sorprendió que hablara en inglés perfecto…

Así es mujer, ya vez, tuve que vivir unos años de “mojado” en los Estados Jodidos de Norteamérica, jajjaa volvió a cantar begin the beguin, la llevaba bailando super repegada, de tal manera que sintió con claridad en sus muslos la virilidad del sujeto, ya que por la estatura no le llegaba a la ingle.

Solo atinaba a dejarse conducir y poner sus manitas como con miedo en los flacuchos hombres del sujeto, hasta le dio  miedo que lo podía romper si se lo proponía, rio de ese inusitado pensamiento. Es más si lo abrazaba hasta lo podría exprimir, una vez más rio muy nerviosa.

La pieza continuaba, aprecio que era un muy buen bailarín, pero casi se desmadeja y reacciono cuando el bajito le puso ambas manos en sus glúteos para amasarlos ya con descaro total: Noooo…Sr…Chiiiodoooo, de verrasss que noooo…soy casasddaaa, yayaa noooo Poorr favoorr noo hayyy otrraa formmma de arreglaarrr  esttoooo…porrrr faaavoorrrr

Entonces porque vienes vestida de esa manera, ehhh zorrittaa, si bien qué quieres güerita… ¿a qué no?

Nooo….por quuiiennen me tommaaa, pero dejando que el otro ya le acariciara desde los glúteos hasta la parte que le llegaba de espalda y que empezará a rozar con sus dedos sus senos.

Pues por lo que eres, una zorra muy especial, un cuerazo de mujer, un forro de lujo…hoy nadie te salva, serás mi mujer en todas las formas. Puedes gritar, pero nadie te escuchará ni te salvará.

Noooo, nooo creo que pueddassss, estasss muy, muyyyy flaaacocoooooo, fue lo único que atino a responder la nerviosa y quejumbrosa mujersota.

Jajjajaja, espérate a que realmente veas a mi flaco, separándose un poco de ella, se abrió la bata. Estaba completamente desnudo.  Las otras personas que estaban en ese infernal lugar, casi abren los ojos como platos, su pene parecía una extensión más, era largo y ancho, casi como la del negro Luis…hasta brincaba. Erika no lo había sentido así ya que le rozaba sus piernas, no su intimidad, solo pudo musitar:.Ahhhhhhhhh

Carlos y Tío Alberto tuvieron que taparse la boca ya que el sujeto parecía un monstruo, con ese tamaño de pene inusual para su cuerpecito.

No que no, güerita, ya vez que si te hare una hembra feliz, vendrás a buscarme…cosas del destino ahora se escuchaba al viejo dueto salido del grupo español Mocedades, Sergio y Estivaliz entonar su conocido éxito de “Búscame…

Búscame donde el sol 

donde se acabe el mar 

donde el amor 

se pueda regalar 

donde mi voz 

se escuche más y más. 

 

Solo tres palabras 

pues mi tren ha de partir 

tres palabras cortas 

pero tristes de decir 

adiós, te quiero.

Se te ve el deseo en tu carita de angel mustía, anda tócala, no muerde…mira y se la agito frente a ella…ella como autómata y ante el pasmo de sus familiares se la tomo con una de sus manos y la apretó a la vez que cerraba sus ojos susurrando: Noooo, diooosss no es vollveeer a empezar, no quiero buscar más problemas, noooo,  noooo, pero la empezó a acariciar, a sopesar, a calibrar, a medir e incluso como no la abarcaba toda , también puso su otra mano en la terrible macana de ese mexicanito de clase baja muy bajito y flaquito.

Ya estaba desfallecida, presa de sus propias esperas, de su prolongada sequía. Aunque no quería caer en el pecado, ella se estaba buscando esto, libre ya de culpa alguna, solo alcanzo toda roja de vergüenza…porrr favor Srr. Chiioododoo perro no me hagaga ya más daño, solo busca esto y ya…no quiero volver a empezar a tener más problemas, sollooo hoy yy yyaaaa, pleeasseeeeeee, estaba hasta temblando.

Chido la abrazo asustado de esa reacción y cual si fuera el padre de ella, la empezó a consolar con palabras tiernas, yaaa chatittaaa, si no hacemos mal a nadie, nadie se tiene que enterar, solos tu y yo…así que los demás que chinguen a su madre, si les gusta está bien y si no también, tu relájate que por mi edad tengo mucho aguante y esto te hará bien Erikita…anda güerita, aflójale, te va a gustar, si bien que te encanta, se ve que no te dan caña seguido, ya verás que te va a encantar, aflójate, anda, así…quedito, despacito y volvió a empezar a amasar las nalgotas de la mujer. Anda, ya vez flojita y cooperando y esto pasará, asiii….quediiiotoooo, aflojjaattteee

Ella un tanto más tranquilizada, solo alcanzo a preguntar con curiosidad innata de su naturaleza femenil: ¿Cuántos años tienes Chido?

Tengo 59 años bien vividos y trabajados, toda mi vida he trabajado fuerte al rayo del sol y no tengo vicios señito, estoy bien limpio y aunque flaco pero correoso, toca mis musculos, bien juertes…

Peroooooo,peroroooo nooo creeooo que  sepppassss

Tu tranquila reinita, no juzgues por las apariencias…ven tranquila mujer, se te ve muy necesitada de cariño, ven chiquita y se la llevó al sofá para sentársela en sus rodillas, anda sigue aflojando, coopera chatita…linda potrita, mi yegüita pelos de elote….vamossss, güerita, aflojateeee

Erika pensó que no la aguantaría, pero grande fue su sorpresa al ver que ese viejito ni se inmuto ante su peso…tal vez ella pesaba mucho más que él.

Estando así, el tipo se dio a besarle todo el cuello y amasar sus senos. Al ser sus manos pequeñas, la sensación para Erika era muy diferente a las manos que había sentido de sus otros hombres, era algo muy distinto, era ciertamente volver a empezar a sentir y experimentar.

Cual niña obediente se dejó hacer, pero sin dejar de murmurar: dioooss, noooo, noooo porquueeee

Tío Alberto estaba impactado, veía a su sobrina dejarse hacer y casi vencer por ese sujeto, pero más se impactaba cuando veía su sobrino consentir el acto pegado con sus ojos azules al acto, tal cual fuera un niño con su pantalla de videojuego. En su mente sentía que su pene estaba a punto de estallar, pero extrañado y ya un tanto molesto veía que en la realidad su miembro no reaccionaba.

Pensó que era normal, que más adelante al ver como ya el sujeto le bajaba el vestido a su sobrina se le pararía, más cuando vio que la despojo del minúsculo brasier, más cuando lo vio empezar a chupar como bebe recién nacido de esos pezones que ya erectos al máximo se veían majestuosos, más cuando vio que la rubia agitaba la cabeza de un lado a otro emitiendo fuertes y ya sin inhibición alguna gemidos de hembra en celo, más cuando la hizo parar para bajarle el vestido y ella obediente, coqueta levantaba una a una sus piernas para dejar salir ese vestido que fue arrojado al piso como muestra del mandato divino que vería del encuentro carnal entre un hombre y una mujer.

Pensó que se le pararía cuando vio como el seguro tipo le deshacía los moñitos de a cada lado de las amplias e imponentes caderas y ella riendo y gimiendo cual zorra de primera clase le dejaba hacer e incluso ella se acomodaba moviéndose cadenciosamente para que se lo pudiera quitar.

Pensó que se le pararía cuando vio que el tipo arrodillado ahora le empezaba a besar desde abajo hasta arriba una y otra vez, y vuelta a empezar con boca y manos cada poro de esa blanquecina y perfecta piel tallada en una alta y escultural figura de hembra que bramaba y bramaba al grado de empezar a acariciar el escaso y parado pelo negro de indígena y musitar: ayyyyyyy dioisisiiiittoooo siiiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiii, Chiodoooooooooooo, Chidodooooo

En la radio anunciaron un programa especial de 3 horas con el extinto cantante mexicano Víctor Iturbe, el afamado “Pirulí”…el recital empezó con:

Soy ese vicio de tu piel 

que ya no puedes desprender 

soy lo prohibido 

 

Soy esa fiebre de tu ser 

que te domina sin querer 

soy lo prohibido 

Erika ya se agitaba y contorsionaba cual culebra o pez fuera del agua moviendo y agitando frenéticamente su cabellera rubia ya suelta de una lado a otro, al  punto de casi gritar: Chiiodoodod llevammmee a tu recamamaraa y hazzmmeee hembrraa de una buenaaaa puttaaa vezzzzz…

Tío Alberto temblaba de fiebre, su querida y anhelada Erika estaba a punto de darle las nalgas a un pobre tipo, pensó que se le pararía cuando vio que su sobrino ya de plano se estaba pegando una masturbada con fiereza evidentemente eyaculando ya…pero nada, su mente y su cuerpo sentían, pero su pene no…sin remedio alguno y haciendo acopio de fuerzas y ya con lágrimas en los ojos solo le quedo la resignación de ver ser enculada a esa exquisita mujer que tanto deseaba, pero por otro, no por él, las caricias y jadeos que le provocaba a su sobrina, quisiera ser él quien las estuviera provocando y no es pobre infeliz, sus lágrimas contrastaban con sus pensamientos lujuriosos.

Por su parte Carlos estaba extasiado, maravillado, impactado, su mujer estaba dejándose hacer y estaba gozando ciertamente, él no sabía nada de esto, estaba aprendiendo, pero su mente estaba tan afiebrada que rápido eyaculaba, pero para su sorpresa vio que rápido se volvía a poner “durito”, sintió un placer enfermizo, deseo ver ser cogida a su Erika por otro, estaba gozando también, no sentía culpa alguna, solo estaba aprendiendo de algo desconocido para él.

Chido toma a Erika de su talle y los dos juntos, ella ya encuerada del todo, solo con las zapatillas y el también ya encuerado ya que se quitó la bata aventándola se enfilaron hacia la última estancia del lugar.

Los dos mirones secretos se acomodaron, siendo más cuidadoso Tío Alberto, que otra vez en posición privilegiada podía ver a los otros tres.

Para cuando terminaron de acomodarse vieron que Erika arrodillada, más bien en cuclillas por la diferencia de tamaños le estaba poniendo una mamada de verga al viejillo de campeonato, de primer nivel, el ruido de los glup, glup era muy notorio, ya que el volumen de la música era muy apropiado, ni alto ni bajo, solo moderado.

Los cuatro podían escuchar con nitidez la voz aterciopelada del Pirulí:

Soy esa noche de placer 

la de la entrega sin papel 

soy tu castigo 

 

Porque en tu falsa intimidad 

en cada abrazo que le das 

sueñas conmigo 

Erika ya estaba libre de pena alguna, simplemente estaba probando de nueva cuenta su caramelo preferido, y vaya caramelote que se estaba comiendo, nunca pensó que alguien así tuviera un pene de esas dimensiones y ya para el trato que le estaba dando, el sujeto ni se inmutaba y cual buen peón ni sonido alguno emitía, solo acariciaba su cabeza metiendo sus dedos entre el rubio pelo mostrando una cara imperturbable.

Por alguna extraña razón a Erika se le metió en la cabeza experimentar ser ella quien llevara el control. Por esa misma sensación quería probarle a ese mestizo que ella llevaría el mando, así que dejando de mamar: Chidoooo acuéstate en la cama. Verás de lo que soy capaz. Espero no te rompas, jjjiiiiiiiijii

Soy el pecado que te dio 

nueva ilusión en el amor 

soy lo prohibido 

Chido se acostó en la cama para ver como ella felina caminaba sin dejarlo de mirar con las zapatillas puestas y se le acomodaba encima de él. Con una de sus manos Erika se acomodó a la entrada de su vulva el tan anhelado trofeo…eran meses sin probar de una buena verga de una buena puta vez…la acalorada hembra todavía con una voz extraña a los furtivos observadores casi en un gemido: Yaaaaa neceeesittaabbbaa cañaññaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh Chiiiidoooooo, Chidodooooo, Chiododooooooooo

De un buen sentón la furibunda mujer arremetió con todo como queriendo deshacer al pobre hombre, pensando en sus negros agujeros mentales que lo podría hacer, pero oh sorpresa, para nada, el hombre estoico aguanto la batidora humana que se le vino encima, incluso ella empezó a sudar copiosamente observando admirada que el otro solo empezaba a sudar poquito emitiendo pequeños bufidos, siendo ella la que gemía murmurando palabras hasta altisonantes que impactabas a los extasiados voyeurs: Ahhhhhhhhhhhhh, quuueee riicooooooo ,,, garrraaaññoonn, pottttrrrroooo caabbbrrrrónnn ….quueue durrara y grannanndeeeee, ayyyyyyyyyyyyyyyy miii diososossssiitoototo, ppappappappiiotototo que aguantteeeee, ahummmmmmmmmmmm, ayyyyyyyy

Soy la aventura que llego 

para ayudarte a continuar en tu camino 

 

Soy ese beso que se da  

sin que se pueda comentar 

Soy ese nombre que jamás fuera de aquí 

pronunciaras 

Soy ese amor que negarás para salvar 

tu dignidad 

Soy lo prohibido 

Erika paro un momento, fueron minutos arrebatadores en donde ella literalmente se cogió al otro, se comió su falo hasta el paroxismo. Pensando que ella aún podría ganar, coqueta se salió de esa exquisita funda que le llenaba de fuete su papaya para volteándose moverle como una perrita en celo el culo e invitarlo: ¿A qué no aguantas el ritmo de mi culito? ¿Quieres Chidoo? De esa forma los voyeurs ahora podían verle su expresión a plenitud. La tarde aún era joven y no se ensombrecía aún. Escasos 40 minutos habían pasado desde que llegó puntual a las 3 a esta cita infiel e infernal. Rápido las había dado, en el fondo Erika sabía a lo que pasaría, estaba de acuerdo, ya estaba cansada de andar buscando hombre, este se le había puesto en bandeja y con su humilde honestidad la convencía de que no le haría daño y ella dispuesta a pagar su precio con su cuerpo. Si se negaba al principio era porque aún guardaba restos de moralidad tonta. Sus devaneos mentales con el Padre Iñigo solo la confundían. No busco apoyo de nadie más porque sabría que más daño podría haber, ya demasiadas muertes se habían provocado en sus últimos meses de existencia como para andar buscándole tres pies al gato.

Sonriendo el viejo ladino se arrodillo ante la majestuosa mujer y sorprendiéndola le metió dos o tres fuscazos con la palma abierta que retumbaron en toda la habitación. Ella obediente ahora paraba más el nalgatorio para que le volviera a meter sus nalgazos el otro, diciendo sus primeras palabras: Esttoo te duellee, pero ahora que recibas mi fuerza te sabrá a cielo, veras que el ser flaco tiene sus ventajas, jajajaja

Tomándola desprevenida se le dejo ir con todo e incluso por las estaturas casi poniéndose de pie haciendo que con ese movimiento la mujer abriendo sus ojos con sorpresa y un gozo nunca antes  vivido, sintiera como ese embolo o pistón humano se le introducía con una fiereza increíble, pero también sentía las piernas e inglés del flacucho acompasando el movimiento haciendo que toda su cadera y nalgas recibieran el impacto de las fieras embestidas. Es decir no solo era el pene que entraba y salía de su chorreante fuente de placer y de vida, sino que toda la cadera recibía como miles de penes y contactos porque el tipo al ser de constitución delgada le proyectaba toda su inusitada fuerza. Era como si además de penetrarla la estuvieran nalgeando en toda la superficie de sus paradotas nalgotas que solo retumbaban y estoicas aguantaban el duro pero placentero trance. Un nuevo río de lava hirviendo le recorrio todo el cuerpo haciendo que se arqueara aún más parando su sacro nalgatorio con lo cual la enculada y monta se hacía más profunda y a plenitud.

Solo alcanzo a contestar con un largo : siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, dioosssssssssssss, flaccocooooo, flllaaaaacoooo, flllacooco, Chiiidoodoooo, Chiiiiddoooo, siiiiiii flaquiiiitoooo tienenssss razzzónnnn, uffffffffffffffffff

Y es que Chido, le empezó a decir con una serenidad tremenda: Sabías güerita que el secreto del flaco Agustín Lara y de otros flacos famosos de la historia, un tal Gardel de Uruguay o Argentina y otro buey gringo que no recuerdo su nombre para tener éxito con las viejas, era precisamente que eran flacos, veras así te la puedo meter como yo quiera y a la fuerza que yo quiera…¿sientessss?  Ahiii te vavaa estooooo, ahora más fuerrtettee, sientes mis piernas y mis inglés….¿siennteeessss? Ventajas de ser flacooo, te puedo llegar con todo mi cuerpo, ahhiii te vvvvaaa, tommamaaaa putitititiaaa linddaaaaaa Por esto, esos cabrones flacos tenían muchas viejas….ahhhhhh Por eso te dije que te haría ver el cielo y las estrellas güerita, ¿Qué no?

Siiiiiiiiiiiiiii ppaaappiiiiiiiiiiiiii flacooooooooooooooooo, ayyyyyyyyyyyyy Chiidooddddddd no dejeess de cogeeermemeeee , dioossssssssssssssssssssss, asissssssssssssssssssssssssss, sissiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Plac, plac, plac, la montada de yegua o de perra que Erika estaba recibiendo era toda una lección, toda una nueva catedra, un némesis y un génesis al mismo tiempo. Solo le quedaba recular, gemir y casi llorar del placer que le estaban metiendo. Habían sido muchos días y semanas de ayuno…

Siiiiiiiiiiii, flaaaquiiitootoooo, hazzzzzz lo queuee quierrrrassss cabroooooonnnnn cogeedorororr de mierddddadaaaaa, ahhhhhhhhhhhhhh, perooooooooon no dejeesss de culeeearrrmeeee, soooo cabrorornnnnnnn

Carlos se derramaba ya por tercera vez, cada vez había durado un poco más y el placer y el sudor que tenía le evidenciaban que descubría algo nuevo y placentero.

Tío Alberto había dejado de llorar, resignado a que su virilidad no respondiera, no así el resto de su cuerpo y sobre todo de su mente que gozaban con lo que estaba viendo, también sudaba ya copiosamente y estrujaba la toalla que tenía a su alcance.

Todo esto era vertiginoso, mientras seguía la canción:

 

Soy el pecado que te dio 

nueva ilusión en el amor 

soy lo prohibido 

Soy la aventura que llego 

para ayudarte a continuar en tu camino 

Erika estaba como loca, llegando al extremo de cansarse y caer vencida, humillada pero reconfortada y regocijada cuan larga era en la cama quedando su cabeza por fuera de la cama, pero su cuerpo dentro. Fue tan violenta la caída que su jinete domador se salió, pero actuando rápido y tarareando junto al cantante:

Soy ese beso que se da  

sin que se pueda comentar 

Soy ese nombre que jamás fuera de aquí 

pronunciaras 

Soy ese amor que negarás para salvar 

tu dignidad 

Soy lo prohibido

Levantarla por la cadera y poner un grueso almohadón debajo de ella. Ella solicita y meneándose como perrita le dejo hacer.

Ahora el sujeto se la volvió a mandar hasta adentro y apoyándose en sus pies y tobillos con fuerza desmedida volver a arremeter una y otra vez.

Ambos ya no prestaron atención a las canciones que siguieron del mismo cantante, pero que solo hacían hervir aún más el acto infiel que otras dos personas observaban.

En la misma posición, Chido enterró su carita de indio ladino para preparar el siguiente paso: encularla.

Ayyyyy Chiiidoodooo que ricocococooc, la hembra era la que volvía reculearse hacia atrás para ponerse ella misma la daga humana que le atravesaba el orificio por donde se realizan necesidades fisiológicas de primer orden. Por varios minutos él se la empellaba, por otros largos minutos era ella la que se empellaba, ambos en una sincronía que no requería de palabra alguna para ponerse de acuerdo. A veces estaban acostados, a veces él la ponía de a perrito pero sin dejar de seguir enculándola

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyydisoosiiiiitoooooooooo yaaaaaaaaaaa lleeegaaa

El primer orgasmo de varios de esa tarde de locos, de esa memorable tarde para los cuatro llegó.

Chido ya sudaba pero seguía fuerte, ahora se besaban como desposeídos abrazados ya en la cama que estaba hecha un desmadre de tanto movimiento. Ahora en la posición de Flor de Loto, ellos se arremetían uno al otro con pausas insumisas y arremetidas incesantes y candentes. Erika ya tenía el maquillaje hecho trizas, el pelo todo húmedo pegado a su carita, pero las sonrisas y los besitos a su nuevo valedor le indicaban a los otros dos, que él había vencido, la estaba haciendo suya de todas a todas. Ella vencida, con otro orgasmo casi a punto de llegar, retadora aún le pregunto: ¿ya quieres venirte papito?

Simplemente era descabellado el contraste de la blanca piel, así como de fortaleza física de la mujer para con la piel cobriza y extrema delgadez del hombre. Con agilidad Chido tenía de patitas en sus hombres a una encogida mujer que recibía azarosa el nuevo embite. Parecía un niño cogiéndose a un mujerón, el cuerpecito del cabrón afortunado de Chido es parecido al del duende que sale en el Señor de los Anillos, solo que todo moreno oscuro.

Carlos y Tío Alberto estaban como hipnotizados oyendo y escuchando esa sinfonía de placer, de gemidos y murmullos apagados que ambos musitaban.

Ahora Chido la tenía de cucharita otra vez por detrás cogiéndosela furiosamente: Ahhhhhhhhhhhhhh Cabbrrrroonnnnnnnnnnn fuerrtteeeeeeeeeeeee masaasssssssssssss

Ahora de misionero moviéndose con una rapidez y lentitud desesperantes talandrándole con todo la burrita encharcada de la hembra: ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, pppapaipppitooooooo chulllooooooo estoyyyyyyyyyyyyy eennnnnnnn elellllll ciieeeeeeeloooooooo

Ahora de perrito reculando él y reculando ella acompasadamente y en una nota musical cual si fueran equipo de nado sincronizado que lleva tiempo de calidad y de trabajo juntos: hummmmmmmmmmmm, Chidooooooooooooo

Ahora el de pie y ella de chivito al precipicio al borde la cama cual si fueran batidoras humanas: diossssssssssssssssssssssssssssssss, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Ahora ella de espalda a él montándolo cual jinete que doma su brioso corcel: ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Las posiciones se sucedían unas a otras, llevaba ya como 50 minutos afilándose…en todo ese tiempo, solo dos anuncios interrumpieron el recital que se escuchaba en la radio, no así los gemidos y palabras de la hembra que ya extasiada se las estaba dando de nueva cuenta a su domador: Ayyyyyyyyyyyyyy Chiidoooooo vennddreeeeeeeeeeeee cuannanntaasssssssss vecceessss quieeraaaaaaaaaaaa, teeeee neceeeesiiiiiiiiiiitooooooooo yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa llegando a un glorioso orgasmo liberador al mismo tiempo que por primera vez en todo este infiel coito, el bueno de Chido gritando y doblándose para agarrarse de  los senos sudorosos de la hembra hacer evidente el orgasmo fuerte que le llego al unisono: ahiiiiiiiiiii teeeeeeeeeeee vaannnn missssssssss meeeecossssssssssssss, sacaameeeeee laaa leeeechheeeeeeee ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Erika reculeo aún más también gritando: Echhammeeeee todddaaaaaaa, todaaaaaaa ahhhhhhh queueemmamaa estaaaaa hirvieneennenddoodooood teniendo ya un orgasmo múltiple empezando a moverse como si fuera una muñeca de trapo agarrada fuertemente por su domador.

Los dos cayeron en la cama quedándose inmóviles por un muy buen rato, solo sus manos se acariciaban suavemente…tiempo que aprovecho Carlos para salir sigilosamente, para él ya había sido suficiente. Sabía que su mujer tal vez iría a por más, pero por hoy su descubrimiento le tenía satisfecho. La cara de Carlos le evidencio al Tío Alberto que se iría del lugar feliz, extasiado y que de ahí en adelante funcionaría como un cornudo consentidor.

Por su parte Tío Alberto quería ver más, tal vez con la idea muy arraigada en su ser de querer ver si su virilidad reaccionaba ya que su mente estaba a mil, su sobrina era toda una putona, un putón redomado y él tendría que sacar partido de esto, no estaba como su sobrino satisfecho de solo mirar, quería cogérsela, su deseo solo creció aún más al ver esta infernal  copula infiel.

Tuvo que acomodarse en el closet teniendo ahora solo una visión sobre la lujosa regadera de baño que estaba rodeado de una mampara de vidrio redonda que quedo abierta, ya que el agua del grifo corría para llenar un jacuzzi que se encontraba al lado.

Erika y el tal Chido ya estaban besándose como novios. El sujeto sobre uno de los escalones que daban a esa área de regadera y tina para poder alcanzar a la hembra que ya sin remilgos acariciaba la delgada espalda del hombre.

Erika debía reconocer que la delgadez destanteaba, los músculos del Chido eran muy fuertes, correosos como buen indio.

Tío Alberto volvió a llorar como niño cuando sintió que su alma , su mente se extasiaban con los nuevos gemidos de hembra vencida, conquistada, calentada, llevada al extremo del límite de su lujuria cuando un hábil hombre como ese desgraciado le estaba poniendo una mamada de la “cosita” tierna y rosada de la misma. Fueron largos minutos en los que vio como esa larga lengua que se antojaba hasta rasposa le entraba una y otra vez a la vaina, hasta pudo apreciar los jugos que emanaban de la fuente inagotable de caldos exhumantes de deseo y de pasión de su querida y amada sobrina.

No tuvo otra que extasiarse y sufrir al mismo tiempo, cuando ella sumisa se volteó en la tina ya llena de agua para ponerle el nalgatorio una vez más a ese cabrón que ya con su pene en posición marcial se la dejaba ir con todo volviendo a encender los eróticos sonidos y quejidos que contundentemente mostraban que ese hombre de clase baja le estaba poniendo una buena zurra de sexo a la rica mujer: ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy Chiiiiiidiiiiiiiiiiiiitooooooo despaccciiiitooooo esatatataa muuuuuyyyyyy  grannandeeee,, noooo, nooooo la saaauuuquueess pppaapiiitttotoooo dioosssssssssssssssssssss graciasssssssssssssssss

Tuvo que tragarse otra hora de ver como en diversas posiciones y maneras tanto en la tina como en la regadera a su sobrina le estaban dando una cepillada de campeonato. Ver que gozaba y no era él ni el marido quienes estaban logrando tan necesaria victoria, vamos era como comparar que los chicos de la selección mexicana de soccer en la categoría sub 17 si hacían en el mundial de la especialidad, lo que los pendejos de la selección mayor nunca han podido hacer ante equipos eminentemente inferiores. Derrotado se tuvo que tragar los otros dos orgasmos que el cabrón le pego a su sobrina, así como el que ella ni chistara cuando se volvió a derramar dentro de ella.

Una vez que escucho que ella regresaría mañana, ya que en días subsecuentes se iría de viaje a países de Sudamérica, no le quedo de otra que aceptar que tenía que ir a ver los resultados que el especialista ya le había comentado en el sentido de que eran graves. Por ese hecho no quería ir. Tendría que ir con Erika a ese viaje, ya era necesario, urgente que la hiciera suya. Era toda una mujer en brama, de esas por las que hay que dar la vida, por las que te la juegas todo por un solo palo. Una odalisca, una diosa del sexo y la lujuria en todas sus expresiones

Por su parte Chido acepto que ella regresaría cuando podría. Era un tipo listo y sabedor de su condición se conformaba con este tipo de sesiones en donde se cogería a placer a ese mujerón.

Erika por su parte ya rumbo a su casa meditaba un tanto compungida y empezándole la cruda moral que su aún frágil escala de valores supuestamente morales la sostenían que el viaje a Sudamérica podría ser la solución a todo esto que en tan solo un poco más de un año le estaba pasando, riendo de improviso ya que el tal Chido la hizo gozar con todo, feliz por haber probado de nueva cuenta su droga se concentró en detalles de ese viaje, sin darse cuenta que un auto la seguía a prudente distancia.

CONTINUARA

Relato erótico: “Mis yeguas y yo. Con Sara, hasta el cielo.” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

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Sarita estaba deliciosa.

Consciente de que era para mí, que ella lo consentía con aparente buen agrado y de que tendríamos unas tres horas de tranquila intimidad, mi felicidad era un hecho irrefutado. El mundo daba vueltas al compás de la más bella música que jamás habrá escuchado el ser humano. La luz rojiza del atardecer de finales de septiembre, daba a su habitación un halo de intimidad serena y atemporal. Además de dejar pasar el color rojizo de la verdad caduciforme, la ventana situada sobre su escritorio dejaba ver un hermoso cuadro de castaños, naranjos y baja arboleda del parque que había justo enfrente.

–        Siempre me ha encantado la vista de tu habitación.

Se limitó a sonreír. Parecía nerviosa. Tengo que reconocer que, en el fondo, yo también lo estaba. Pero mi decisión era únicamente la de saborear el momento. Y el momento era el de la vida entrando en su habitación a través de su ventana, en forma de ocaso de un otoño cada vez más rojizo.

Ella permanecía observándome desde los pies de su cama, parcialmente sentada sobre el lateral accesible. La cama era alta y más bien pequeña. Por las paredes fotografías de futbolistas e ídolos musicales, alguno de los cuales no conocía. ¿Estaría más anticuado de lo qué pensaba?.

Me acerqué a la ventana y la abrí para respirar aire puro. Hacía fresco, de nuevo la cerré y corrí un poco la cortina para ganar más intimidad. Al volverme de nuevo la observé, ciertamente estaba preciosa:

“muslos al aire por llevar un estrecho pantalón corto, imitando el tejido vaquero. Sin medias, a su recién estrenada mayoría de edad no le hacía falta. Sus piernas eran lo largas que tenían que ser para una chica de unos160 cm. Algo regordetes en su terminación final, desembocando en un trasero que con ropa siempre pareció maravilloso…”

Ese trasero estaba a punto de verlo en todo su joven esplendor. Ese pensamiento me provocó llegar al final de la erección que inicié al abrirme, simpática y sonriente como siempre, la puerta de su casa.

“…..sus muslos aun algo morenos, herencia de la reciente temporada de playa. Más arriba una camiseta de una famosa gatita de dibujos animados, con colores rosa y gris predominando. La gatita de dibujos animados proyectaba sobre ella el hecho de aun parecer una chica al menos un año más joven de su mayoría de edad. Sus pechos, para que engañarnos, era lo que más me había atraído siempre de sarita, amplios sin exagerar; pero amplios y bien colocados: frutos del infierno, que es el verdadero cielo….”

La visión de sus pechos hizo que mi polla luchase por alcanzar una longitud mayor de la que tiene, empezaba a reventarme bajo los pantalones. Estaba demasiado caliente; tendría que haberme hecho una paja, o haberme tirado rápido a su madre cuando la vi por la mañana. Quise llegar en plenitud a sarita, y en plenitud se presentaba dicho monumento ante mí. Mi tercera yegua, ya conquistada a falta solo de la firma final. Era consciente de lo bruto que podría llegar a ser en la cama con una mujer, con Sara intentaría ir paso a paso. Sobre todo quería que le gustase el polvazo. Que yo le gustaba era seguro, en caso contrario no estaría allí esperando a que diera el primer paso, en espeso silencio. Mis horas de gimnasio y buena fama en la cama me ha costado. Sufrir sudando y no tener complejos y ser un puto gran follador y cabrón. Por eso estaba Sara allí, por eso a su madre, mi queridísima primera yegua Manoli, no le había costado demasiado convencerla.

“…..Sus ojos morenos pintados me miraban intentando resultar expresivos. Su pelo moreno planchado y largo caía sobre su frente y resbalaba sobre sus hombros hasta casi media espalda; como el manto divino de un hada madrina”.

Sarita estaba perfecta, deliciosa, inigualable, memorable, imponente, arrebatadora. Su juventud estallaba ante mí como la lejana primavera. Mi polla estaba totalmente preparada. Era el momento de dar el primer paso hacia el cielo, o el infierno; o donde quiera que me llevase esa joven de aspecto tímido, camiseta de gatita de dibujos animados y cuerpo de diosa.

Manoli me había citado por la mañana en casa de mi madre. Como era viernes estaría vacía hasta la noche. No hicimos nada, se sentó nerviosa en el sofá y me comunicó el final del plan:

–        Sara estará sola de seis a nueve, aproximadamente, de esta tarde. Estará esperándote, sabe que vas a ir a follártela. Le he hecho confesar que no es virgen, solo tuvo un par de relaciones con el chico que tonteó durante el verano.

Eso me sorprendió y tranquilizó a la vez. Mejor que no fuera virgen, o al menos que no lo fuera del todo. Seguro que ese chico inseguro de granos, aunque guapetón, no la habría hecho disfrutar ni una décima parte de lo que iba a hacerlo yo. Eso me dejaría más cerca de la doma definitiva de mi ansiada tercera yegua.

Manoli prosiguió, su respiración se entrecortaba algo mientras hablaba. No supe entender si eran nervios o excitación. Tal vez fuera una mezcla de ambas cosas.

–        Ella se queda en casa porque, supuestamente, tiene que terminar un trabajo para el instituto. (Había repetido curso un año antes, aun cursaba en el instituto, no obstante era una buena estudiante; sería una gran universitaria). Intenta irte antes de las nueve, o al menos no hagáis tonterías a partir de las nueve menos cuarto o antes. No creo que mi marido sospechase nada si te ve en casa, inventa una excusa de por qué estás allí si te encontramos.

–        Tranquila, no pienso jugármela lo más mínimo.

–        Cuando salgamos hacia casa, no obstante, intentaré darte una llamada perdida al móvil, calcula unos diez minutos, pues estaremos en el cine. Si vamos antes de esa hora ten por seguro que llamaré a casa, con la excusa de si Sara necesita que le llevemos algo de la calle. Ahí deberías irte cagando leches.

–        Entendido.

Manoli se relajó un poco. Me miró como implorando algo:

–        No sabes lo que me ha costado conseguirte esto. He invadido su intimidad hasta límites que jamás me hubiera imaginado, he hurgado en sus cosas más íntimas, la he interrogado y he simulado enfado severo con tonterías. Todo para pedirle esto. He estado paseando por el filo de un volcán en erupción y he tenido la suerte de no quemarme. Ten cuidado, por favor. Sara es toda una mujer, pero sigue siendo infantil. No tiene mi mente sucia. Lo cierto es que creo que verdaderamente le apetece contigo.

–        ¿Ella sabe que tu y yo nos vemos?

Cabizbaja y seria me respondió que sí:

–        Tuve que dejar que lo descubriera por sí misma. El que se diera cuenta de eso fue mi primer paso. Lo tiene totalmente asumido, aunque su trabajo le ha costado, y a mí.

–        Entiendo……

–        Por favor, dime que no vas a tratarla mal……. Sé bueno con ella.

–        Solo te puedo prometer que haré todo lo posible para que disfrute como nunca.

–        ¡Oh, mi niña chica, que grande se me ha hecho!

Me levanté dando por acabada la pequeña reunión.

–        He de irme a trabajar. Gracias por todo. Nunca podré agradecerte lo suficiente este regalo, cuñada. Es muy importante para mí.

Se fue tensa, con la mirada perdida. No debía ser un paso fácil para ella. Pero así era la vida que había decidido vivir. Ser mi yegua favorita es un privilegio difícil de conseguir y de mantener, y sin duda era sacrificado. Pero el placer que soy capaz de otorgar reduce a la categoría de insignificante todo lo demás. Manoli sabía lo que tenía y yo valoraba, más de lo que ella se imaginaba, el que intentara ser la mejor yegua posible para su amo.

La gran ciudad, con sus millones de habitantes, bullía al otro lado del otoño mientras caía el sol. En este, mi polla hacía lo mismo por una sola persona. Me acerqué más a ella. Olía a perfume juvenil y hacía solo un instante se había desecho de un chicle de fresa.

–        Bueno Sara, dime, ¿estás nerviosa?

–        Sí, tito.

–        ¿quieres seguir adelante con todo esto?, debes estar segura, no quisiera molestarte.

–        Sí, quiero.

Me apoyé en la cama junto a ella, intenté quitar hierro al asunto con un poco de labia, pero realmente, si hubiese sido otra mujer, ya estaría follándola con toda la pasión que pudiese. Miré el reloj, las seis y media, había tiempo.

–        Escúchame una cosa, no quiero que quieras porque tu madre y tú hayáis llegado a un acuerdo, quiero que quieras porque realmente te apetezca.

Se quedó un instante callada, temí haberla cagado con mi último comentario. Era solo palabrería para que fuera más fácil ponerla a cuatro patas y romperle el culo, pero ella pareció dudar.

–        En un principio accedí por ella. Pero realmente creo que eres un hombre que no está mal, ¿sabes?. No sé, pareces fuerte y no eres feo.

–        Oye, ¿Cómo que un hombre?, estoy hecho un chaval. Y solo tengo catorce años más que tú. Mira, mira.

Me deshice de la camiseta y dejé el botón del pantalón suelto. La erección se notaba y dejé que Sarita viera mis músculos y mi buena forma.

–        jajajaja, ya sabes tito. Para mi de treinta para arriba ya sois hombres, y tu ya pasas de la treintena un cacho.

–        Bueno, bueno, pero dime. ¿acaso no tengo mejor cuerpo que tus amigos?

–        No, si bueno estás un rato.

Jerga joven, buena señal. Empezaba a vencer su timidez. Realmente teníamos buena relación, pero la perspectiva a la que nos enfrentábamos era totalmente nueva para ambos.

–        Necesito estar totalmente seguro. No dudes que solo lo hago porque ya no eres una niña, aunque llevas más de un año con cuerpo de mujer. Y lo hago porque me gustas, si fueras fea o tuvieras peor cuerpo ni me lo plantearía. Debe quedar claro que solo es sexo.

–        ¿por qué te tiras a mi madre?

La pregunta me descolocó, empezaba a enfriarse la situación y el tiempo apremiaba.

–        Somos adultos y un día nos atrajimos. Nos lo pasamos bien juntos. Solo lo hacemos por diversión.

–        ¿Y ahora te quieres divertir conmigo?

–        Mucho, y sobre todo quiero que te diviertas tú. ¿vamos?.

–        Sí.

–        Dímelo.

–        Tito, ¿me follas?.

Su voz salió firme y sus ojos taladraron mi mirada. Ahora sí eran expresivos.

–        Por supuesto Sarita, será un honor darte lo tuyo.

Me acerqué a ella y la abracé y besé. Empezamos a enrollarnos. De repente llegó a mí un sabor juvenil. Era como los rollos que me tenía con mis amigas en el instituto. Partiendo de la nada y no llegando muy lejos. Ahora llegaría lejísimos.

Ella empezó a acariciar mis músculos con timidez, mientras no besábamos. Al principio le costó sacar la lengua, lo hacía todo con cierta inexperta frialdad. La acerqué más a mí y la agarré por el culo, pegándome a ella.

–        ups.

Dijo al notar mi polla enorme. Entonces me separé y desvestí por completo. Ella parecía maravillada con mi pene. Yo la observé un instante meneándola.

–        ¿te gusta?

–        Es la más grande que he visto nunca.

–        De eso no me cabe la menor duda. Eres afortunada, vas a encontrar tu mejor sexo al principio de tu vida sexual.

–        ¿eres muy creído verdad?

–        Bastante, y déjame demostrarte que no en vano.

Me acerqué a ella y le di la vuelta, le abrí las piernas. Ella permanecía de pie, ahora incorporada sobre la cama con los codos apoyados. Se dejaba hacer. Le quité los pantalones y ante mí quedó su culazo, mal tapado por unas braguitas rosas.

Le agarré el culo, una mano en cada nalga. Y me acerqué aun más hasta refregar mi polla. Ella dejó caer algo más el culo, justo lo que quería. Me agaché y desde abajo divisé el coñito bajo las braguitas rosas. Las deslicé hacia un lado con sumo cuidado hasta ver la rajita. Estaba completamente depilada. Acerqué mi boca y lamí la rajita despacio y de un extremo a otro. Sarita reaccionó de forma instantánea dejándose caer más en la cama para que mi acceso fuera más fácil.

Entonces le dejé caer las bragas y las tiré hacia el escritorio.

–        Tienes un coño precioso.

–        Gracias, me lo he depilado.

–        Lo sé y es divino.

Me coloqué mejor y volví a lamerlo entero. Luego una y otra vez. Su rajita se abrió como una flor, dejando escapar humedad. Con los dedos lo abrí un poco más y hundí mi lengua. Busqué su agujero, el cual encontré salado y delicioso. Luego el clítoris, que sorprendentemente encontré bastante crecido. Se lo trabajé, desde abajo un rato, mientras no paraba de lamer desde el agujero hasta él.

Sarita gemía y cada vez estaba más tumbada sobre la cama.

Me levanté.

–        Túmbate boca arriba, nena. Creo que voy a seguir comiendo un poco más.

Ella obedeció y se abrió de piernas. Solo llevaba la camiseta de la gatita de dibujos animados y su mirada volvía a ser inocente y tímida, con un atisbo de creciente excitación. Sus ojos pintados me miraban de arriba abajo, estaba guapísima.

Durante un rato aguante sus embestidas de lado a lado, mientras su coño chorreaba. Gemía como una loca, sin duda sorprendida de lo gustoso que era lo que le estaba haciendo. Mi lengua no paraba de moverse en torno a su botoncito y dos de mis dedos, lubricados por sus jugos, entraban con traqueteante movilidad en su sexo. Una y otra vez, una y otra vez.

A veces cerraba las piernas y mi cabeza quedaba prisionera entre sus deliciosos muslos. Otras veces levantaba mucho su tronco, momento que aprovechaba para dejarle los dedos dentro y penetrarla con más holgura.

Al cabo del rato me detuve y me senté en la cama, con la espalda apoyada en la almohada. Sara se abalanzó a mí y me morreó de nuevo. Mientras me besaba su respiración se agitaba, aun gustosa por lo extremadamente bien que acababa de comerle el coño.

Ella sentó sobre mis muslos y se quitó la camiseta de la gatita. Debajo no había más que dos hermosas y amplias tetas. Con perfectos pezones y perfecta tersura. Todo en su sitio y todo muy bien hecho; parecían totalmente simétricas, de catálogo.

Me miró sonriente, segura de sí misma. Lo cual me sorprendió.

–        ¿Te gustan?

–        Me chiflan, Sarita.

Me harté de ellas. Metí la cara entre las dos, las besé y lubriqué con mi insaciable lengua.

–        ¿alguna vez te has comido una de estas?

Le dije al empezar a masturbarme. Estaba demasiado grande, necesitaba empezar a calmarla.

–        No, pero he visto como lo hacen las chicas en las pelis.

Sonreí.

–        ¿te atreverías?

–        Me encantaría.

Me acomodé y ella se deslizó hasta mi paquete. Su cuerpo era majestuoso, verdaderamente bello, se puso de rodillas y se agachó. Sus manos la cogieron algo temblorosas, estaba totalmente erguida así que le fue fácil palparla. En seguida imitó el movimiento de masturbación.

La miraba seria, intuí que le costaba algo dar el primer paso.

–        Solo tienes que darle besos y meterla en la boca, las mujeres nacéis sabiendo cómo hacerlo. Unas mejor y otras peor.

–        Espero que te guste.

–        Si la comes la mitad de bien que tu madre, me encantará.

El último comentario, lejos de avergonzarla, le espoleó. Sus labios recorrieron torpes el capullo. Abrió más la boca y se lo introdujo dentro. Noté su lengua moverse de lado a lado. Intentó seguir bajando pero le dieron arcadas cuando aun no había llegado a la mitad. Entonces, en pleno proceso de aprendizaje, se centró en dar gusto a la parte de arriba.

Su forma de mamar el capullo era bastante buena. Sostuvo un rato el ritmo, algo inconstante. Luego, sin duda por haberlo visto en películas. Dejó deslizar su lengua hasta recorrer la lengua entera. Y, apretando los labios contra su contorno, subió y bajó en una mamada lateral que me supo a gloría.

Ver a Sarita comiéndomela tan aceptablemente bien me conmovió y excitó más de la cuenta. Era mi momento. Miré el reloj, las siete y media de la tarde. Había poco tiempo, solo podría correrme una vez. Me sentía bien, sin peligro de corrida a la vista. Tendría que compaginar la cautela de no correrme rápido con darle la mayor satisfacción posible.

–        Ya está bien de besos, Sarita. Necesito meterla en caliente.

–        Vale tito, vamos. Te adoro.

Su mirada era cómplice. Sin duda había echado atrás los nervios y ahora se enfrentaba al temor de la follada. Buscaba mi complicidad, pero en ese momento solo pensaba en tirarme a esa tía tan buena, sobre su cama.

Me coloqué de pié fuera de la cama. Su altura me permitía una buena postura desde ahí. La agarré por las caderas y la atraje hasta mí. Se la clavé despacio, sintiendo mi polla entrar en ese coño joven y bien cuidado. Ella gimió temerosa de dolor, pero con final placentero. Me miró fijamente y extendió las manos para tocarme el torso. Yo la atraje más aun y empecé a penetrar. Mi polla se estrellaba contra sus carnes, mientras mis manos agarraban sus muslos brillantes y morenos.

Sara gemía mucho, más de la cuenta. Seguro que aquella follada estaba siendo escuchada por algún vecino. Sentí un pequeño temor de que me vieran salir de la casa. Sin duda no esperaría hasta que llegasen sus padres. Me iría corriendo tras correrme.

Me centré en no correrme y la polla empezó a responderme con holgura.

–        ¿Vamos a cuatro patitas, nena?

–        Vale.

Ella se levantó y se colocó con las rodillas y los codos hincados en su cama. Echó el culo hacia arriba, en un movimiento natural del gen femenino, esperando ser montada por su macho. El mismo movimiento que su madre, la misma forma de ponerse en pompa. Pero Sara era más bella y tenía mejor cuerpo. La observaba bellísima desde atrás.

Me coloqué y la follé fuerte y sin miramientos. Mi pene entraba y salía de su coño con más facilidad de la encontrada hasta ese momento. Embestida tras embestida, la chica se fue echando cada vez más encima de la almohada, y su cabeza empezó a dar golpes contra el armario que estaba justo tras ella. Mordía la almohada ahogando un gemido agónico de dolor y placer.

Empecé a sentirme a mil y las embestidas eran cada vez más duras. Ella aguantaba estoicamente con el culo bien alto, eso gesto tan femenino me llenó de orgullo; igualita que su madre pero más joven y con mejor cuerpo. Menudo fichaje, menuda yegua.

Aun me quedaba un poco más de fuelle cuando pasaban siete minutos de las ocho. Me quité de atrás buscando respirar un poco y que ella cogiera algunas fuerzas.

Me senté sobre la cama y le pedí que se acercase. Ella se sentó sobre mis muslos, y ante una indicación mía, colocó sus piernas detrás mina. Entonces la agarré por la cintura y la levanté hasta colocarla sobre mi polla. Sus tetas bailaban sobre mi cara.

Parecía torpona ante la novedad. Hasta que se clavó. Entonces, de nuevo, sacó la hembra que toda mujer lleva dentro.

La rodeé con fuerza y se la clavé desde abajo, ella pronto empezó a moverse de abajo arriba buscando el mejor acople. Nuestros cuerpos sudorosos estaban totalmente abrazados. Y sus pechos acudían a mi boca cada cierto tiempo, como el agua llega a la boca de un sediento.

Sus gemidos los ahogaba besándome y nuestro movimiento se perfeccionó, como dos bailarines experimentados. Las idílica postura se interrumpió por lo inminente.

Me deshice de ella y mientras me masturbaba le pregunté:

–        ¿Has visto en las pelis que algunas veces los chicos se corren en la boca de las nenas?

–        Sí, jajaja.

Se acercó a gatas hasta el borde de la cama, donde esperaba mi polla. Abrió la boca esperando su recompensa.

Me masturbaba mirando su cuerpo pero sus ojos negros, bellísimos, captaron mi atención. Me miraba fijamente. Le devolví la mirada y no dejé de hacerlo hasta correrme. Calculé mal y mi semen llegó a su cara, pelo, espalda, cama, almohada y pared del frente.

Ella se incorporó y me beso un instante.

–        Me ha encantado, tito. Ha sido increíble.

Miré el reloj, las ocho y media pasadas.

–        He de irme, será mejor que limpies todo esto antes de que llegue tu padre.

Su sonrisa me despidió en la puerta y yo avancé con decisión, temeroso de que algún vecino estuviera pendiente de ver al que había hecho gemir a Sara de aquella manera.

Relato erótico: “Preñé a mi madrastra durante una noche de verano” (POR GOLFO).

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Si habéis entrado  en este relato por el título esperando un relato de infidelidad, buscando a un hijo maltratado por su padre o a una mujer parecida a la madrastra de Blanca Nieves, os habéis equivocado.
Para empezar no tengo queja de mi viejo. Viudo desde que yo era un niño, se dedicó en cuerpo y alma a cuidarme. Padre cariñoso y atento usó todo su tiempo libre para que, yo, su hijo fuera un hombre de provecho. Nada era suficiente para él; si creía que para mi futuro era necesario un verano en Inglaterra, me lo pagaba aunque eso supusiera que en su vida personal tuviese que aguantar estrecheces. Si por el contrario, veía que me estaba descarriando, no dudaba en llamarme al orden. Fue un padre con mayúsculas y un ser humano todavía mejor. Solo y sin pareja durante la mitad de su vida, esperó a que cumpliera dieciocho años para empezarla a buscar. Si ya de por sí eso es raro, ¡Primero me pidió permiso!
Creo necesario contaros la conversación que tuvimos para que os hagáis una idea del tipo de persona que fue.  Recuerdo que ni siquiera fue él quien sacó el tema, sino yo…
Estábamos tirados en una playa de La Manga cuando en un momento dado me percaté que mi padre no perdía ojo a una rubia que estaba tomando el sol en topless. La mujer en cuestión estaba buenísima y encima lo sabía. Acostumbrada a las miradas de todos los hombres de su alrededor, no solo no le molestaban sino que las buscaba. Por eso,  sintiéndose observada por mi viejo, con gran descaro empezó a tontear con él con las típicas sonrisitas. Fue entonces cuando viendo que progenitor reaccionaba a su ataque bajando la cabeza y poniéndose rojo, le solté:
-¿Porque no vas a hablar con ella? Se nota que le gustas.
Don Raúl, poco acostumbrado a ese tipo de conversación, contestó:
-No me parece apropiado. Soy viudo.
-Papá, ¡No jodas!- reaccioné diciendo- Mamá murió hace mucho tiempo y sigues siendo joven. Tienes que rehacer tu vida porque en pocos años ya no viviré contigo.
Durante un buen rato, se quedó callado. Comprendí que aunque sabía que llevaba toda la razón, estaba tan oxidado que no se atrevía a dar el primer paso y por eso, lo di yo. Levantándome de mi tumbona, me acerqué a ese monumento y le pregunté si quería acompañarnos a tomar el aperitivo. Contra todo pronóstico, la rubia aceptó y cogida de mi brazo, fuimos hasta mi padre, el cual viendo mi jugada solo pudo sonreír y acompañarnos hasta el chiringuito. Ya en ese local, me tomé una cerveza con ellos y viendo que sobraba, los dejé solos y me largué con mis amigos. Esa noche, mi padre triunfó y por primera vez en mi vida, llegó más tarde que yo al hotel.
A partir de ese verano, nuestra vida en común cambió para bien. Mi viejo aunque siguió siendo el padre ideal, empezó a salir con amigos y a alternar. Fui yo también el que viendo como a los dos años que derrochaba buen humor, el que directamente preguntó:
-Papa, ¿Tienes novia?
Colorado como un tomate y tartamudeando, me respondió que sí. Al oírlo, sinceramente me alegré por él y sin pensármelo dos veces, le pedí que me la presentara.
-Es demasiado pronto- contestó- solo llevo saliendo con Carmen un par de meses.
Descojonado porque lo hubiese mantenido en secreto, me cachondeé de su timidez y forzando al extremo su confianza, le espeté:
-No me la presentas porque es un cardo.
Herido en su orgullo, mi viejo respondió:
-Al contrario, es una belleza.
Su respuesta me divirtió y en plan de guasa, le dije que era imposible que siendo así se hubiera fijado en él.
-No soy tan mal partido- protestó muy enfadado y para demostrármelo, prometió que al día siguiente la conocería…
Papá me presenta a su novia.
Tal y como había prometido me la presentó ese día. Mi viejo eligió un restaurante de lujo para hacerlo. Como había quedado  en pasar por ella, fui directamente desde la universidad. Al llegar antes, pregunté por la mesa y pidiendo una cerveza al camarero, me senté a esperarlos. Llevaba menos de cinco minutos en ese local cuando vi entrar a una morenaza unos cinco años mayor que yo.
Confieso que me fijé en ella pero en mi descargo, el cien por cien de los hombres presentes hicieron lo mismo, cautivados por el espectáculo que suponía verla andar.  Embutida en un pegado vestido azul, los dones que la naturaleza le había otorgado se veían magnificados y por eso no pude mas que sorprenderme cuando llegando hasta mí,  se sentó frente a mí.
-Perdona, estoy esperando a mi padre- solté totalmente cortado.
Ese pibón sonriendo contestó:
-Lo sé, vengo con él.
Cayendo en la cuenta que era la novia de mi viejo, tuve que pedirle perdón y metiendo la pata nuevamente, me excusé diciendo:
-Disculpa pero me esperaba otra cosa.
Soltando una carcajada, contestó:
-Te comprendo, a mi misma me sorprende haberme  enamorado de un hombre veinte años mayor que yo.
Me agradó que fuera ella la que sacara el tema y medio mosqueado, le dije:
-Sinceramente, me parece imposible.  
La muchacha con una naturalidad que me dejó alelado aceptó mis dudas diciendo:
-Por eso le pedí a Raúl que llegara media hora tarde. Creo que debía exponerte sola mi versión sobre lo nuestro.
Tras lo cual, me narró que le había conocido hacía más de un año en un congreso de la empresa donde ambos trabajaban. Al escucharlo, creí erróneamente que esa belleza sería una secretaria pero ella me sacó del error cuando me dijo:
-Pero fue hace seis meses cuando me nombraron directora de su departamento cuando realmente empecé a conocer a tu padre y me enamoré de él.
-¿Me estás diciendo que eres su jefa?
Muerta de risa al ver mi cara, respondió justo cuando entraba el aludido:
-Sí, ¡Tu padre tiene buen gusto! ¿O no?
Como comprenderéis no quedé satisfecho pero  comportándome como persona educada  nunca volví a sacar ese tema en su presencia, sobre todo porque los hechos posteriores me terminaron de convencer de la sinceridad de esa mujer.
Curiosamente  mi padre que se había mantenido célibe durante dos décadas, cayó rendido ante Carmen y en menos de tres meses, le pidió que se casara con él. Esa morena le rogó que le dejara pensárselo durante unos días.
¿Os imagináis la razón?
¡A buen seguro os equivocáis!
Nada de inseguridades de última hora, ni la presencia de un tipo mas joven. Lo que retuvo a esa mujer fui yo. Pero no porque secretamente estuviera colada por mí sino porque antes de contestar quería conocer mi opinión.   Ella sabía que debía contar con mi aprobación si quería que mi viejo fuera feliz y por eso quedó en secreto conmigo.
Para entonces, mi aversión a esa unión contra natura había menguado y creyendo que si me oponía eso iba a distanciarme de mi padre, accedí. Mi “permiso” aceleró las cosas y justo el día que hacían un año de novios, se casaron.
A partir de esa fecha, mi vida cambió y no porque esa muchacha se convirtiera en una arpía sino porque con el trascurso del tiempo, la madrastra mala de los cuentos nunca apareció y en cambio gracias al roce diario, la comencé a considerar  una buena amiga que además hacía inmensamente feliz a mi padre.
Paralelamente, su gran sueldo sumado al de mi viejo nos permitió vivir mejor. Nos trasladamos a un chalet de las afueras, cambiamos de coche e incluso entre los dos se compraron una casita de veraneo donde años después ocurriría algo que nos uniría aún más.
Mi  padre fallece.
Cinco años estuvieron juntos, cinco años durante los cuales, terminé mi carrera, conseguí trabajo y me independicé. Su idilio no parecía tener fin, enamorados uno del otro, parecían unos quinceañeros haciéndose continuas carantoñas en público y en privado.
Solo puedo manifestar que fueron felices hasta el día que desgraciadamente un ataque al corazón, separó ese matrimonio. Fue algo imprevisto, mi padre era un hombre sano que se cuidaba y aun así, sufrió un infarto masivo del que no pudo salir.   
Al morir, Carmen estaba deshecha. Según ella, su vida no tenía sentido sin mi viejo y por eso se hundió en una brutal depresión. Viendo cómo se dejaba ir por la tristeza no me quedó más remedio que apoyarla y actuando más como un amigo que como un hijastro, hablaba con ella todos los días y al menos una vez a la semana, quedábamos a comer.
Poco a poco, su destino quedó en mis manos. Con treinta y tres años y siendo una ejecutiva de prestigio, mi madrastra dependía de mí para todo. Yo era quien la llevaba de compras, quien la sacaba a comer e incluso con el tiempo, dejó de frecuentar a sus conocidos y  mis amigos se convirtieron en los suyos.
No pocas veces, tuve que soportar estoicamente los recochineos de mis colegas que, sin faltarles razón, se reían de nosotros diciendo que parecíamos novios. Pero os juro que aunque era consciente de su belleza, nunca se me pasó por la cabeza tener un rollo con ella.
Carmen, era mi amiga y ¡Nada más!
Confiaba en ella y ella en mí. Nuestra extraña relación cada día se hacía más fuerte. Compartía con ella el día a día, las cosas nimias y las importantes pero cuando realmente me demostraba su cariño era  cuando tenía problemas. Entonces esa mujer lo dejaba todo  y acudía rauda en mi ayuda. Daba igual el motivo, ante cualquier flaqueza por mi parte, Carmen se ponía al timón y me rescataba.
Reconozco que también tuvo que mucho que ver el hecho que solo nos lleváramos seis años porque al ser de la misma generación, teníamos puntos de vistas parecidos.
Todo cambió un día del mes de junio que mientras tomábamos unas copas en un bar, mi madrastra me preguntó que iba a hacer ese verano.
-No lo tengo todavía pensado- respondí.
Mi respuesta le dio la oportunidad para decirme:
-Necesito que me hagas un favor. Desde que murió Raúl, no me atrevo a ir a Marbella. ¿Te importaría acompañarme?
Me quedé alucinado al escucharlo ya que hacía dos años que mi padre había fallecido y realmente pensaba que Carmen ya lo había superado. Por eso sin pensar en las consecuencias, prometí acompañarla…
El viaje a Marbella.
Dos meses más tarde, exactamente el primero de agosto, pasé por ella a su casa.  Mi madrastra me esperaba en la puerta con tres enormes maletas. Nuestra relación era tan asexual que en un primer momento no me fijé en ella sino en su equipaje.
-¡Dónde vas! ¿Te mudas?- protesté al temer que no cupieran en el maletero.
Carmen, muerta de risa, respondió a mi exabrupto con una sonrisa mientras me decía:
-Después de los años que me conoces, ¿Te sorprende que sea coqueta?- y dándose la vuelta, me modeló su vestido- ¡Es nuevo!
Fue entonces cuando al contemplarla, cuando realmente empezaron mis problemas porque por mucho que fuera la viuda de mi padre no pude dejar de admirarla. Enfundado en un vaporoso tul, su cuerpo era una tentación para cualquier hombre. Por eso aunque de reojo, me quedé maravillado con su escote. El profundo canalillo de sus pechos no dejaba lugar a dudas:
“Carmen  tenía un par de tetas de ensueño”.
Para mi desgracia, cuando todavía no me había recuperado de la impresión de descubrir que mi madrastra me atraía, entramos en el coche y mientras se ponía el cinturón, observé que la falda se le había subido mostrando con descaro la casi totalidad de sus muslos.
Medio cortado, intenté retirar mi mirada pero era tanta la atracción que producía en mí que continuamente volvía una y otra vez a  deleitarme con sus jamones.
-¿Qué te ocurre?- un tanto extrañada me preguntó al percatarse que estaba en silencio.
Luchando con todas mis fuerzas contra ese descubrimiento, molesto  le solté:
-¡Tápate! ¡Que no soy de piedra!
La morena creyendo que era broma, sonrió y siguiendo la teórica guasa, me contestó mientras incrementaba mi turbación dejando más porción de sus piernas al aire:
-¿No fastidies que te molesta que las enseñe? ¿Acaso no las tengo bonitas?
Hoy comprendo que nunca se hubiera atrevido a tontear de esa forma si hubiera sabido lo que su acción provocaría porque al contemplar el principio de su tanga, mi pene reaccionó con una gran erección. Fue algo tan imprevisto y evidente que mi madrastra no pudo más que cubrirse. A partir de ese instante, se formó una barrera entre nosotros que unos segundos antes no existía. Sé que tanto yo como ella, fuimos por primera vez conscientes que el otro existía, cayendo el velo que nos había mantenido tan alejados como unidos.
En completo silencio, recorrimos los primeros trescientos kilómetros. Silencio que tuve que romper para recordarle que habíamos quedado en visitar a mi abuela aprovechando que pasábamos por cerca de Linares. Creo que mi madrastra agradeció esa parada porque recordando el cariño que su suegra siempre le había mostrado, me preguntó:
-¿Cómo sigue la viejita?
-Un poco ida pero bien. A veces confunde las cosas pero gracias a Dios mantiene su buen humor.
Siguiendo lo planeado, salimos de la autopista y entramos en el pueblo del que salió mi padre siendo un niño. Al llegar a la casa familiar, Doña Mercedes nos estaba esperando sentada en el salón. Nada más vernos me saludó diciendo:
-Ya te vale, ¿Hace cuánto tiempo que no vienes a ver a tu madre?
Me quedé de piedra al comprender que me había confundido con su hijo y no deseando hacer que recordara su muerte, lo dejé estar y con cariño la besé mientras le decía:
-¿Te acuerdas de Carmen?
La anciana sonriendo, respondió:
-Por supuesto que recuerdo a tu novia.
Mi madrastra haciendo caso omiso a la confusión, la abrazó como si nada sin saber que durante la comida, el principio de demencia senil que sufría la viejita nos volvería a poner en un aprieto.
Tal y  como era costumbre en ella, Doña Mercedes se mostró afable y divertida durante toda nuestra visita pero cuando ya estábamos en el postre, de improviso empezó a quejarse del peso de los años y a tenor de ello, comentó:
-¿Sabes Carmen lo único que me mantiene con vida?- la aludida contestó que no, cogiendo la mano de la anciana entre las suyas. Fue entonces cuando mi abuela le soltó: -Me gustaría conocer a mi nieto antes de morir.
Interviniendo exclamé:
-¿Qué nieto?
Muerta de risa, la viejita respondió:
-¡Cual va a ser! ¡El vuestro! Estaré chocha pero no me creo que estéis tan anticuados que no os hayáis ya acostado y dirigiéndose a la viuda prosiguió diciendo: -Cariño, sé lo mucho que le quieres así que olvídate de lo que piense la gente  y ten un niño.
Con una sonrisa, mi madrastra prometió pensarlo aunque interiormente estaba pasando un mal rato. Mal rato que se incrementó cuando mi abuela le pidió que le acompañara a su cuarto dejándome solo en el comedor. Aproveché la ausencia de las dos mujeres para recoger los platos y llevarlos a la cocina. Aun así tuve que esperar cinco minutos a que volvieran. Cuando lo hicieron, Carmen tenía los ojos rojos, señal de que había llorado.
-¿Qué ha pasado? – pregunté extrañado.
Aunque la pregunta iba dirigida a Carmen, fue mi abuela la que contestó:
-Se ha puesto tierna cuando le regalé el broche de mi madre.
Confieso que la creí y tratando de evitarle otro disgusto, cogí a Carmen de la cintura y nos despedimos de ella. En ese momento, me pareció natural ese gesto pero mientras nos dirigíamos hacía el coche fue cuando comprendí aterrorizado que nos estábamos comportando como si fuéramos pareja y que curiosamente, me alegraba que mi madrastra no pusiera ningún impedimento.
Tres horas más tarde, llegamos a la coqueta casa que había compartido con mi padre. Al aparcar, empezaron sus nervios y comprendiendo su angustia, no dije nada mientras bajaba las maletas. Cómo conocía el chalet, directamente llevé su equipaje hasta su habitación dejando el mío en la habitación de invitados. Al terminar, la busqué y me la encontré muy triste en el salón.
“Pobre”, pensé al comprobar su dolor y con ganas de consolarla,  me senté a su lado y la abracé.
Carmen me recibió entre sus brazos y apoyando su cabeza en mi pecho, se desmoronó llorando a moco tendido. Sin moverse y entre mis brazos, esa morena se desahogó durante largo rato hasta que ya más tranquila, limpiándose las lágrimas me rogó que la sacara a cenar.
-¿Estas segura? – pregunté un tanto extrañado.
Con una determinación que no supe interpretar en ese momento, respondió:
-Tu abuela tiene razón, tengo que seguir adelante- y saliendo de la habitación, me informó que iba a cambiarse.
Os confieso que me sorprendieron sus palabras y tratando de asimilarlas, me fui a arreglar:
“¿Qué coño habrá querido decir?”, continuamente me repetí al recordar que de lo único que había sido testigo había sido de la confusión senil de la viejita y suponiendo que debía referirse a algo que le había dicho en su habitación.
El galimatías de mi mente se incrementó al verla bajar por las escaleras ya que la mujer triste había desaparecido dando paso a una versión espectacular de mi madrastra.
-¡Dios!- exclamé admirado.
Carmen sonrió al escucharme y llegando ante mí, se recreó modelando su vestido. Reconozco que babeé mientras daba un buen repaso a su anatomía.
-¡Estás preciosa!- tartamudeando mascullé al admirar el erotismo que manaba esa mujer embutida en ese negro vestido.
Prendado y confundido, me quedé mirando tanto sus pechos como su culo. Mi desconcierto no le pasó inadvertido y soltando una carcajada, me espetó mientras cogía mi mano entre las suyas:
-¡Vámonos de farra!
Su alegría contrastó con el caos de mi cerebro porque al sentir la caricia de sus dedos, mi corazón empezó a palpitar con rapidez mientras bajo mi pantalón, mi pene traicionándome se alzaba dispuesto para la acción.
“Es la viuda de mi padre”, indignado conmigo mismo porfié en un vano intento de espantar la atracción que sentía por esa morena.
Como su restaurante favorito estaba a cinco minutos, dejamos el coche en el chalet y nos fuimos caminando. Carmen comportándose como una chiquilla se pegó a mí durante ese trayecto, acrecentando mi desasosiego al llegar hasta mis papilas su aroma.
“Tío, ¡Tranquilízate!”, rumié entre dientes mientras entrabamos en el local.
Una vez allí, mi madrastra impelida por un renovado fervor no paró de bromear y beber mientras cenábamos. Sus risas consiguieron poco a poco diluir mi turbación y al terminar, nuevamente éramos los dos amigos de siempre, o eso creí, porque ya en la calle, Carmen insinuó que le apetecía ir a bailar.
Aceptando su sugerencia, la llevé a una discoteca donde sin esperar que nos dieran mesa, se puso a bailar. El camarero viendo que mi pareja estaba  en la pista, nos acomodó justo al lado de forma que al sentarme, pude contemplar el baile de mi madrastra sin impedimento alguno.
La sensualidad con la que se movía reavivó los rescoldos nunca apagados de la atracción que ejercía en mí y por eso en cuanto llegó el empleado con las copas, me bebí medio whisky de golpe. Mi exceso no le pasó inadvertido a Carmen, la cual  llegó a mi lado y con una enigmática sonrisa, me soltó:
-Yo también lo necesito- y ratificando lo dicho, vació su vaso sin  respirar.
Tras lo cual, llamó al camarero y pidió otra ronda. Confieso que malinterpreté su deseo de emborracharse y asumiendo que quería ahogar sus penas, permití que  en una hora, diera buena cuenta de otras cinco copas.
Ya evidentemente alcoholizada, me sacó a la pista y mientras ella se dedicaba a mover su trasero con desenfreno, para mi desgracia una rubia se fijó en mí y comenzó a tontear conmigo acercando su cuerpo al mío. Mi madrastra al reparar en las intenciones de la muchacha, se cabreó y pegándole un empujón, la sustituyó  pasando una de sus piernas entre las mías.
-¡Qué haces!- exclamé al sentir sus pechos mientras sus pubis rozaba mi entrepierna
-No digas nada y déjate llevar- me susurró al oído sin para de moverse con descaro.
Como comprenderéis y aceptareis, mi pene reaccionó a sus caricias con una erección. Asustado por que se diera cuenta, traté zafarme pero entonces Carmen con un brillo desconocido en mis ojos, me soltó:
-Por favor, ¡Lo necesito!
Anonadado por su actitud, me quedé paralizado al comprobar que notando mi dureza, lejos de cortarla, la azuzó a seguir frotando sensualmente su sexo contra el mío. Os juro que si no llega a ser ella, la mujer que con descaro estaba calentándome de esa forma, la hubiese llevado al baño y me la hubiese tirado, pero con la poca cordura que me quedaba rechacé esa idea y sacándola de la pista, la llevé  a casa.
Al llegar y al amparo de la intimidad que nos ofrecían esas paredes, mi madrastra incrementó su acoso mordiendo mi oreja mientras con voz suave me decía:
-¿Adivina que fue lo que me dijo tu abuela en la habitación?
No contesté porque era incapaz de articular palabra.
-La astuta vieja me confesó que sabía que no eras tu padre y que nos había soltado lo del nieto para obligarme a reconocer lo que para ella era evidente.
-¿El qué? – pregunté escandalizado.
Cambiando de actitud, se puso a llorar y con lágrimas en los ojos, respondió:
-¡Que estoy enamorada de mi hijastro!
Por si no fuera poca esa confesión, buscó con sus labios los míos. No sabiendo a qué atenerme, respondí con pasión a su beso y olvidando nuestro parentesco, mis manos recorrieron la tela que cubría sus pechos. Carmen al sentir mi caricia, dejó caer los tirantes de su vestido, permitiendo por primera vez que observara su torso desnudo.
La belleza de sus negros pezones me obligaron a acariciarlos, los cuales como si estuvieran asustados se contrajeron mientras su dueña emitía un dulce gemido.
-¡Hazme el amor! – me imploró levantándose del sofá y llevándome hasta su cuarto.
Aturdido por la profundidad de los sentimientos que descubrí al seguirla por el pasillo, no pude reaccionar cuando al llegar a su habitación dejó caer su vestido, dejándome contemplar por entero la belleza de mi madrastra. Tal y como me había imaginado, Carmen tenía un cuerpo espectacular. Sus pechos daban paso a una estrecha cintura, bello anticipo del maravilloso culo con forma de corazón que lucía la treintañera.
Viendo mi indecisión, tomó ella la iniciativa y arrodillándose a mis pies, comenzó a desabrochar mi cinturón. Sentir sus manos abriendo mi bragueta fue el acicate que necesitaba mi verga para conseguir su longitud máxima y por eso cuando mi madrastra la liberó, se topó con una dura erección.
-¡Que bella!- suspiró justo antes de besarla, para acto seguido, sacar su lengua y usándola como un pincel, comenzar a embadurnar mi extensión con su saliva.
El morbo que sentía en ese momento al tener a esa morena a mis pies, fue tal que no dije nada cuando observe a Carmen relamiéndose los labios antes de antes de metérsela en la boca. De rodillas y sin parar de gemir, se fue introdujo mi falo mientras sus dedos acariciaban mis huevos.
Deseando esa mamada, observé como la viuda de mi viejo abría su boca y  engullía la mitad de mi rabo. No satisfecha con ello, sacó su lengua y recorriendo con ella la cabeza de mi glande,  se lo volvió a enterrar en su garganta.
-Joder- gruñí de satisfacción al sentir dicha caricia  y olvidando quien era, presioné su cabeza con mis manos y le ordené que se la tragara por completo.
La morena obedeció y sín ningún recato, tomó en su interior toda mi verga. Entonces mi dulce y bellísima madrastra apretó sus labios, ralentizando mi penetración hasta que sintió que la punta de mi pene en el fondo de su garganta.
-Me encanta- le dije completamente absorto
Dejándose llevar por la calentura que la domina, Carmen separó sus piernas y metiendo una mano dentro de su tanga, se empezó a masturbar mientras me confesaba:
-¡No sabía lo mucho que te necesitaba!- berreó y antes de proseguir con la mamada, me suplicó que la tomara.
Su entrega y mi calentura hicieron imposible que permaneciera ahí de pie y por eso llevándola hasta la cama, la dejé tumbada mientras terminaba de desvestirme. Desde el colchón, la morena no perdió detalle de mi rápido striptease y viendo que ya estaba desnudo, me llamó a su lado diciendo:
-Quiero ser tu mujer.
Al llegar a su lado, empezó a besarme mientras intentaba que la penetrara pero entonces, le susurré que se quedara quieta. La mujer se quejó al sentir que separaba sus manos pero al comprobar que bajando por su cuerpo iba besando cada centímetro de su piel, cumplió mi capricho. Totalmente entregada, experimentó por primera vez mis caricias mientras me acercaba lentamente hasta su sexo. El aroma de una hembra en celo inundó mis papilas al besar su ombligo y disfrutando del momento,  pasé de largo descendiendo por sus piernas.
-No- refunfuño al notar que me concentraba en sus piernas y que mi lengua recorría  sus muslos hasta sus pies.
Sus gemidos me confirmaron que estaba en mis manos y antes de subir por sus tobillos hacia mi verdadero objetivo, alcé la mirada para comprobar que Carmen había separado con sus dedos los labios de su sexo y sin disimulo se masturbaba presa de la pasión. Esa erótica escena había sido suficiente para que con otra mujer me hubiese lanzado contra su clítoris, pero Carmen no era cualquiera y por eso y en contra de lo que me reclamaba mi entrepierna, seguí lentamente  incrementando su calentura. La que había sido durante años  había sido primero  la esposa de mi padre y luego mi mejor amiga no pudo aguantar más y en cuanto notó que mi lengua reiniciaba su caminar por sus piernas, se corrió sonoramente.
-Te amo- soltó gritando.
Su afirmación lejos de acelerar mis pasos, los ralentizó. Habiendo dejado mis prejuicios, todo mi ser deseaba poseerla  pero comprendí que si no quería que a la mañana siguiente se arrepintiera y me echara en cara el haber abusado de su borrachera, debía esa noche usar todas mis artes.
Al aproximarme a su sexo, la excitación de Carmen era más que evidente. Desde el interior de su vulva brotaba un riachuelo mojando las sábanas mientras  su dueña no dejaba de pellizcar sus pezones, implorando a base de gritos que la tomara. Haciendo caso omiso de sus ruegos, separé sus labios para descubrir su clítoris completamente erizado.
-No aguanto más- berreó en cuanto posé mi lengua en ese botón.
Sabiendo que estaba ganando la batalla pero deseando ganar la guerra, me concentré en conseguirlo y por vez primera probé con la lengua su néctar. Su sabor agridulce me cautivó y usando mi húmedo apéndice como si de un micro pene se tratara, penetré con él su interior.
-Me corro- gritó descompuesta.
Durante unos minutos, disfruté de su entrega y solo cuando mi madrastra ya había encadenado un par de orgasmos, me levanté y cogiendo mi pene, lo introduje lentamente en su sexo. La lentitud con la que lo hice, me permitió sentir como mi extensión forzaba cada uno de sus pliegues hasta que  chocó contra la pared de su vagina. Carmen al sentirse llena, arañó mi espalda y me imploró  que me moviera.
Obedeciendo,  lentamente fui retirándome y cuando mi glande ya se vislumbraba desde fuera, volví a meterlo como con pereza, hasta el fondo de su cueva. La morena totalmente entregada, me rogaba que acelerara a base de gritos. Pero no fue hasta que noté su flujo recorriendo  mis piernas cuando decidí  incrementar el ritmo.
Desplomándose sobre las sábanas, mi madrastra clamó su derrota y capitulando, nuevamente obtuvo su dosis de placer. Como su entrega debía de ser total y sin apiadarme de ella, la obligué a levantarse y a colocarse dándome la espalda. Teniéndola a cuatro patas, volví a meter mi pene en su interior y y asiéndome de sus pechos, la cabalgué como a una potrilla. La nueva postura magnificó su gozo y le permitió disfrutar de sensaciones hasta entonces desconocidas.
-Soy tuya- aulló asolada por un nuevo clímax.
Sus chillidos fueron el estímulo que necesitaba y dejándome llevar, me uní a ella explotando y regando su interior con mi simiente. Carmen al sentir mi semen rellenado su cueva, buscó con sus caderas ordeñar hasta mi última gota y solo paró cuando habiéndome dejado totalmente seco, se dejó caer exhausta sobre las sábanas. 
Agotado yo también, la abracé y juntos en esa posición nos quedamos dormidos…
A la mañana siguiente descubro que fui víctima de un engaño.
Aunque nos habíamos acostado tarde, acababan de dar las nueve cuando me desperté todavía abrazado a mi madrastra. Con la luz del día, lo ocurrido la noche anterior me parecía despreciable porque en cierta medida me había aprovechado de una mujer borracha. Acomplejado por mis remordimientos, no pude moverme porque temía que al despertar Carmen descubriera haber sido objeto de la lujuria de su hijastro y que por ello, me echara de su lado. El imaginar mi vida sin ella fue tan doloroso, que involuntariamente un par de lágrimas brotaron de mis ojos. Al darme cuenta de mis verdaderos sentimientos decidí que llegado el caso no dudaría en humillarme para evitar que me dejara.
Estaba todavía pensando en ella cuando de pronto, sonó su teléfono y abriendo los ojos, Carmen me miró con ternura diciendo:
-Buenos días cariño.
Tras lo cual contestó la llamada. Su interlocutor debió de preguntarle algo porque soltando una carcajada, esa morena contestó:
-No te preocupes, te hice caso y todo ha salido perfecto. Tengo a Miguel desnudo en mi cama.
Como podréis imaginar, me quedé pálido y por eso en cuanto colgó, le pregunté con quien hablaba. Muerta de risa, mi madrastra, contestó:
-¡Con tu abuela! Quería preguntarme si había seguido su consejo.
Sus palabras me dejaron alucinado y por eso tuve que preguntar cual era. Carmen poniendo cara de puta mientras aprovechaba a subirse encima de mí, respondió:
-Lo mismo que voy a hacer ahora, ¡Violarte!
 
 
Esa mañana y todos los días durante ese mes, mi madrastra me violó cuantas veces quiso. Por supuesto que no solo me dejé sino que colaboré con ella y  nueve meses después, otra vez en Linares fuimos a ver a mi abuela con nuestro hijo entre los brazos.
Nada más depositar al crío en sus brazos, la que hoy es mi esposa dándole un beso, susurró en su oído:
-Gracias por todo pero ¡No hace falta que te mueras!
 
 
 
 

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Relato erótico: “Sobre un pueblo 1” (POR BUENBATO)

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“La primera de las alrededor de las hasta ahora siete generaciones que han habitado este poblado fueron iniciadas por cinco individuos y sus cinco esposas a mediados del siglo XIX. Los inicios, un tanto apresurados fueron ideados en su totalidad por uno de aquellos hombres, un conde europeo cuyo bajo perfil y su bien guardada riqueza le fue de utilidad para uno de sus mayores deseos: desaparecer para siempre.

El día clave comenzó en una visita a las entonces desconocidas aun costas indias e indochinas y en compañía de su fiel sirviente y algunos esclavos se encontró con una recóndita aldea que aun vivía de la misma forma en que se debió haber vivido en los inicios de la humanidad. El conde, fascinado por esta extraña aldea en la que cocer la carne aun era opcional y en la que la vergüenza por la desnudes aun no existía, no tardó en interesarse por la población al punto tal en que descubrió el secreto no tan celosamente guardado pero inquietante de aquellos pobladores.

Dicho secreto fue descubierto al quinto día de su estadía, cuando se le permitió observar un ritual del cual eran parte la totalidad de los habitantes de aquella población. El ritual consistía en la práctica del coito entre las muchachas y sus padres. Cuando el conde preguntó extrañado el porqué de aquel insólito rito se le respondió que era para confirmar los lazos de sangre pues las mujeres jamás concebían tras el coito con sus padres.

Esto desde luego confundió aun más al conde quien no solo sabía que era posible que una joven quedara preñada de su padre sino que además podía ser problemático pues las deformaciones en este tipo de embarazos eran comunes. Decidió alargar la estadía tres meses y ese tiempo le confirmó que el embarazo no se presentaba en ninguno solo de aquellos casos y descubrió que dicha tradición abarcaba siglos.”

Cuando el alcalde Gonzalo y Federico llegaron a casa de Javier este ya se encontraba con la mayor parte de sus valijas puestas para la mudanza. La mirada seria de Javier estaba seria y se mantuvo en silencio ante la presencia de su hermano y el alcalde. A Federico le preocupaba perder a su hermano y al alcalde, como al resto del pueblo, le preocupaba las consecuencias que pudiera traer el auto exilio de Javier. Finalmente, con la voz entrecortada, Javier se atrevió a pronunciar unas palabras.

– Usted ni se preocupe señor alcalde, de este pueblo nadie se va a enterar. Pero no puedo seguir exponiendo a mi familia a esto.

– Yo confió en usted – mintió el alcalde – pero debería saber que nadie quiere que se vayan, ni tampoco su familia quiere irse.

– Usted no me diga qué hacer con mi familia señor alcalde, de eso me encargo yo.

A Federico le dolía pensar que su hermano se fuera y más aun que se fuera avergonzado de su propio pueblo que le vio nacer a ambos.

– No te puedes ir Javier – dijo Federico, decidido – no te puedes ir porque aquí naciste y aquí fuiste muy feliz. No sé quién te metió esas ideas que tienes ahora pero nada más acuérdate que aquí fuiste y has sido muy feliz. Nada más acuérdate.

– Es diferente Federico, ahora ya es diferente. Tú también deberías entender que esto está mal.

– ¡No está mal Javier!, no está mal y lo sabes. Y lo que haces es nada más quitarle la oportunidad a tu familia de ser igual de felices de lo que fuiste tú.

El alcalde Gonzalo se sentía un tanto incomodo en aquella discusión pero se atrevió a seguir intentando convencer a Javier de que no se fuera.

– Mira, Javier, entendemos que el resto del mundo tenga costumbres distintas, eso lo hemos sabido desde que tenemos conciencia. Pero también deberías recordar que no somos iguales a todos. En este pueblo han trabajado nuestros abuelos y nuestros padres y nosotros también. Nadie más que la gente de fuera te juzgara, solo aquí puedes ser como realmente eres y nadie te va a juzgar, aquí somos igual que tú y aquí tu familia será igual de feliz que el resto.

Javier se quedó en silencio, en el fondo no deseaba irse pero le carcomía la idea de que el futuro de sus hijos e hijas estuviese marcado por una tradición tan distinta al resto del mundo, le dolía también saber que ni su familia ni el resto del pueblo deseaban que se fueran.

– Esta bien, señor alcalde, solo deje pensarlo.

“Tras convencerse de aquello se le ocurrió que resultaba un buen pretexto para borrarse del mapa. Pidió a su fiel sirviente que contrajera matrimonio con una de aquellas mujeres, buscó más personas y finalmente obligó a un esclavo negro y a un peón de origen chino a que desposaran también a una de aquellas mujeres. Él también contrajo nupcias con una de ellas y junto con una joven pareja que ya habitaba ahí partieron de ahí. Con el tiempo logró abandonar Europa para siempre y llego a este país; concedió libertad a los esclavos con la única petición de que jamás abandonaran el pueblo y vivieran como él les dictara. Fueron esos cinco matrimonios quienes fundaron este pueblo y concibieron hijos e hijas y fue entonces cuando el conde pudo corroborar que realmente era imposible concebir bajo el incesto.

Y así, después de más de cinco generaciones el pueblo ha crecido; apartado del resto del país y del resto del mundo trabajando las tierras que heredaron y con una población que supera los mil habitantes.”

Los tres se tranquilizaron pero Javier parecía indeciso a los ojos de su hermano. Federico, desesperado, llamó entonces a sus dos hijas. Las dos muchachas de cabello castaño oscuro habían estado esperando afuera y entraron inmediatamente al llamado de su padre. Leticia, la mayor de diecinueve años, y su hermana Alejandrina de diecisiete, eran dos hermosas mulatas como sus padres. Leticia, de cabello lacio, tenía unos pechos preciosos que no podían disimularse ni bajo el suéter que llevaba aquella tarde y su cintura y nalgas se remarcaban hermosamente en el pantalón blanco que llevaba aquella noche. Alejandrina, por su parte, era una mulatita de facciones delicadas, cabello enrizado y un cuerpo que se encaminaba a ser el de una diosa; en aquel momento vestía de pants y una blusa bajo una bata de dormir pues estaba a punto de recostarse cuando su padre se enteró de la noticia de su hermano y los tres habían salido de prisa a detenerlo.

– No te vayas, tío, no te vayas. – pidió con los ojos llorosos Alejandrina.

Javier sabía que ese debía ser el último intento de Federico para detenerlo y parecía funcionar pues la tristeza de Alejandrina le recordaba la de su propia hija y la del resto de sus hijos. Federico se acercó a sus hijas y tomándolas del brazo las guió hacia su hermano.

– Toma un momento a mis hijas Javier – dijo Federico – Tenlas un momento y piénsalo.

Pero Javier ni siquiera quería voltear a verlas, tenía por su puesto un inevitable sentimiento de lujuria que, combinado con los sentimientos encontrados del momento y su determinación de irse del pueblo, le hacían insoportable aquella situación. Federico y sus hijas estaban también muy inciertos de la decisión que fuese a tomar Javier. El hombre volteó a mirar a sus hijas y con la mirada nerviosa les señaló el sofá; las hermanas entendieron y se dirigieron al sofá. Comenzaron a desvestirse provocando que su tío, atrapado, evitara verlas. Las muchachas continuaron, Leticia comenzó despojándose del suéter y liberando sus preciosos pechos apretujados todavía en un brassiere rosado que venía en conjunto con un precioso cachetero que se iba vislumbrando conforme se desvestía el pantalón con una sensualidad inevitable. Alejandrina, por su parte, denotó la misma sensualidad más una pizca de ternura mientras dejaba caer su bata de dormir y pasaba inmediatamente a deshacerse de sus pants y después de su blusita; Alejandrina dormía sin sostén y sus pechos en desarrollo se veían irresistibles junto con sus rosados pezones; llevaba además un calzoncito infantil que acentuaba su halo de inocencia. Las vergas del alcalde y del mismo Federico se endurecieron sin mayor opción al ver a las dos preciosas chicas en lencería mientras se acomodaban en el sofá para ofrecer sus nalgas a su tío que aun se negaba a voltear a verlas.

Se esforzaba en no mirar aquellos preciosos cuerpos ofreciéndose y estaba a punto de exigirles a todos que salieran de su hogar cuando en un descuido sus ojos cayeron sobre las suaves nalgas de Alejandrina. Aquello lo atrapó y sus ojos continuaron avanzando hasta el culo perfecto de Leticia adornado por aquel sensual juego de lencería. No pudo más y comenzó a acercarse al sofá con una seriedad inquietante. Volteó a mirar su hermano quien no podía esconder su felicidad al saber que su hermano no se iría. Javier llegó por fin con sus sobrinas y su mano se posó sobre el culo ansioso ya de Leticia. Javier soltó una lágrima, apretó con suavidad aquel pedazo de carne y lo soltó para acercarse a su hermano a quien abrazó eufóricamente. Federico lo recibió con la misma emoción mientras su hermano se disculpaba con él.

– Perdóname, Federico, perdóname. – alcanzó a decir – No me iré nunca, Federico, te juro que nunca.

– Yo lo sé, Javier.

Para el alcalde Gonzalo aquella resolución final le cayó de maravilla como una tranquilidad que creía perdida. El abrazo de los hermanos terminó y, sin más, Javier se acercó de nuevo a las hermanas que sonreían conmovidas.

– Gracias por quedarse tío. – no pudo evitar decir con dulzura Alejandrina, provocando la ternura en su tío que se dirigió a ella para caer arrodillado frente a su precioso culo.

Javier, arrodillado, sentía que sus manos se deshacían en la suavidad de aquella piel que acariciaba con pasión. Dirigió sus manos a las orillas de las bragas de la chica retirándolas mientras se descubría la hermosa naturaleza de aquel culito. El ano aun virgen de la muchacha se convirtió en el primer objetivo de su tío que lanzó sus labios y le propinó un beso negro que refrescó aquel hoyito durante aquel momento. Leticia, la otra sobrina de Javier, lo esperaba con cierta impaciencia pues para entonces se encontraba totalmente mojada, pero aquel momento parecía ser solo de Javier y Alejandrina quien seguía disfrutando los labios de su tío ahora en sus labios vaginales. Tras unos momentos Javier se puso de pie y se deshizo de su camisa y su pantalón. Entonces recordó a su hermano y al alcalde quienes sin saber que hacer habían tomado asiento al otro lado del cuarto, evidentemente calientes.

– ¡Sandra! – gritó Javier.

Entonces se escucharon unos apresurados pasos descalzos en el techo de madera. Leticia, impaciente de sexo, aprovechó para dirigirse hacia su tío y, bajando su bóxer, se apropió de su erecta verga; esto sorprendió de veras a Javier quien sucumbió ante la hábil y fresca boca de su sobrina. Entonces bajo Sandra, quien a sus dieciocho años era la hija mayor de Javier.

Relato erótico: “Vacaciones en el pueblo – 1” (Por DEVORARELATOS)

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El pueblo

El pueblo de mis abuelos. Ahí, tuve mis primeras historias sexuales de verdad. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Ahora tengo 28 años, han pasado 10, no, 11 años, madre mía como pasa el tiempo

Yo era la típica empollona, estudiante de 1º de bachillerato, resultona, bueno la verdad es que más que resultona, ya que en esos años tenía casi el mismo cuerpo que tengo ahora, pero con cara de niña tonta.

Hasta ese momento yo no había tenido ningún escarceo, solo besitos con algún chico de mi edad, me habían tocado las tetas, ya que eran un reclamo y poca cosa más, o sea bastante mojigata. Si, me gustaban los chicos de mi edad, y me calentaba pensando en algún chico guapo, pero lo que realmente me ponía, es que alguna persona mayor, me tirara piropos, o me devorara con la vista, o intentara puntearme en el autobús, o en el metro, o a lo mejor era simplemente lo que deseaba y lo deseaba tanto que a veces me pensaba que pasaba en realidad.
La verdad no lo entendía, pero era así, no lo podía evitar. Uno de mis preferidos era cuando hacía de canguro e imaginaba al padre de turno sobándome por todas partes.

Bueno, retrocedamos poco más de 10 años y nos ponemos en situación, había acabado el instituto, era finales de junio, y hacía mucho calor en mi Valencia natal.

Por fin empezaba el verano soñado. Y …

27 de Junio

Acaba de llamar el tío de mi madre, anunciando que a la tía le había dado una embolia el mes de febrero, y estaba mal, se ve que ella preguntaba por si mi madre podría hacerle el favor de subir a cuidarla durante el verano.

Mi madre que es muy solicita, ha contestado que no había problema, siempre que yo pudiera ir con ella, ya que no quería dejarme con mi padre, el tío no puso pegas. A mí me hacia un palo enorme, porque me perdería estar con mis amigos, pero ante la posibilidad de quedarme con mi padre, y estar como una esclava, recogiendo, haciendo la comida, etc., para él, después de que mi madre insistiera y sopesara los pros y los contras, le he dicho que sí.

Los tíos los cuales solo conozco por teléfono viven en un pueblecito muy pequeño de Huesca, en el valle del rio Gállego, o la Galliguera como lo llaman ellos, al cual mi madre va una vez al año, normalmente en invierno. Ellos son la única familia que le queda a mi madre, ella, la tía era la hermana de mi abuela, casi era uña y carne, hasta que se casó con mi abuelo y vinieron a Valencia.
Mi madre siempre ha sentido la obligación y la necesidad de ayudarlos siempre que puede, al igual que lo hacia mi abuela.

Mi madre siempre me ha explicado que es un pueblecito triste, con solo unas cuantas casas, donde solo viven viejos, y si se ve algún joven es porque han ido de visita, o porque se han perdido por los bosques desde un camping que hay en una localidad cercana.

Mi padre odia al tío, por motivos que yo no sé, pero después me enteraría. Aún recuerdo la discusión bastante fuerte entre mis padres, él no quería que ella fuera de ninguna de las maneras, pero ella decía que era por su tía. Por tanto, por ser verano, al haber acabado el instituto y al no tener vacaciones mi padre, acabaríamos haciendo el viaje desde Valencia mi madre y yo.

Al preguntar a mi madre que tipo de ropa llevarme

  •           fresquita ya que hace mucho calor en verano
  •           ¿Traigo los bikinis?
  •           no hay piscina, por tanto, no hace falta que traigas traje de baño, a no ser que quieras tomar el sol.
  •           ¿Habrá algún muchacho de mi edad?
  •          No creo cariño
  •          Bueno, shorts, tops y deportivas, ¿no?
  •           Si, creo que eso es todo

29 de Junio

El viaje no resulta muy tedioso, pero hace tanto calor que no podemos bajar ni la ventana.

Al llegar al pueblecito de marras, me doy cuenta de que mi madre tenía razón, solo son unas cuantas casas y no en muy buen estado, algunas parecen abandonadas, y lo están, solo un par parecen recién arregladas. Unas cuantas calles que dan a una calle ancha, una iglesia cerrada a cal y canto y nada más.

Las calles están vacías, el calor es asfixiante, las únicas almas que hay son de un par de perros husmeando entre unos matorrales

Me pregunto qué narices haré yo, con mis ya diecisiete años, sola, todo un verano en ese pueblo perdido de la mano de dios.

Entramos en la calle de los tíos y me enseña la casa, es bonita, de principios de siglo XX. Mi madre me explica que el año pasado reformaron la fachada, o sea que parecía casi la más arreglada del pueblo. Descargamos el coche, abrimos los portones de la gran puerta y se nos cae un jarro de agua fría. Estaba en un estado deplorable, todo sucio, descuidado, dejado, vaya hecho una porquería, con una peste a cerrado que tira para atrás.

Cuando aparece el tío Vicente, vemos que esta igual que la casa, con la barba de varios días, desaliñado, y hace una peste como si no se hubiese dado un baño en semanas. Tiene una cara de apenado, de desmoralizado, de decaído, que parece enfermo.

Mi madre, enseguida se pone manos a la obra, primero ha enviado al tío a bañarse y afeitarse, que disgustado obedece, después a ver a la tía, que está muy mal, apenas responde

  •           Ha venido el doctor?
  •           Si, anteayer, pero ella estaba mejor
  •           ¿Desde cuándo esta así?
  •           Desde ayer
  •           ¿Y no has vuelto a avisar al doctor?
  •           ¡Para que, vendrá mañana!
  •           Madre de dios. Venga dúchese y vístase con ropa limpia, mañana la llevo a Huesca.

Nos ocupamos de ayudar a la tía, la hemos lavado, le hemos hecho la cama, y mi madre me ha ordenado a limpiar la casa, o lo que pueda, mientras ella acaba de dar los cuidados a la tía y llama al doctor.

Me ha dicho que empiece por nuestra habitación, en el piso de arriba. La casa es la típica casa rural, de finales del XIX o principios del XX, con paredes de medio metro, y fresquísima, y más al tener en cuenta el calor que hacia afuera. La escalera está llena de telarañas por todas partes como el resto de la casa, una de ellas se me engancha en el pelo y decido ponerme moño y un pañuelo para evitar que el pelo me quede hecho una piltrafa.

Al subir la escalera y empezar a asomarme al primer piso, veo que el tío pasa del baño a su habitación totalmente en pelotas, joder, que impacto, no es que yo hubiera visto muchas, de hecho, solo dos, la de mi padre una vez sin querer en la ducha, y la de un escarceo el año pasado con un chaval en el cole, que decidió, bajarse los pantalones para que yo viese como lo ponía, pero a mis diecisiete años yo no había visto nada como aquello, y él ni se dio cuenta de que yo estaba ahí, pero estoy segura que aquello no era normal, era gruesa como un salchichón. La verdad note un hormigueo ya sabéis donde.

Al llegar arriba, aún estaba peor, ya el arriba no subía nunca, la puerta atrancada, bichos por todas partes, sobre todo arañitas y tres o cuatro escorpiones de esos negros pequeñitos, a la empujar la puerta más de lo mismo, intente levantar el colchón, para llevarlo junto a la ventana, ventilarlo y sacarle el polvo, pero era de esos de matrimonio de lana que pesan un montón y yo sola no podía, al hacer gemidos por el esfuerzo, subió mi tío.

Se quedo boquiabierto ya que yo estaba con las piernas abierta intentando levantar el colchón del suelo, y tenia el culo todo en pompa, además con el esfuerzo el top se me subió dejando ver un par de centímetros de mis pechos. Cuando giré la cabeza, lo vi, estaba literalmente babeando, viendo mi culo, totalmente absorto. Le reclamé, y entre los dos sacamos el colchón al balcón. Acabé de hacer la habitación y el se me quedo repasando arriba y abajo todo el rato, la verdad me empecé a calentar, solo de ver como babeaba por mi cuerpo, tanto que cuando me di cuenta del estado de mi top lo dejé tal cual.

Yo ese día llevaba un top i unos shorts fresquitos de color blanco, y después de dejar impoluta nuestra habitación, estos ya transparentaban un poco debido al sudor. Me fui a las zonas comunes, cocina, comedor, durante la ardua faena, el tío no para de mirarme, yo creo que hasta se excitaba al verme fregando platos, barriendo el suelo, recogiendo cosas, hasta creo que en algún momento, involuntariamente, o mejor dicho inconscientemente sacaba el culo o me agachaba sin doblar las rodillas o intentaba alcanzar alguna cosa en la alacena de la cocina, o … para marcar alguna posición indecorosa.

Al cabo de tres horas, la casa ya tiene otro aspecto muy diferente.

El tío ha quedado tan contento, que me ha dado 30 euros, por las horas trabajadas, yo ni me lo puedo creer, estaba muy contenta, ahora encontraba un motivo para estar en ese pueblucho, y más aún cuando mi tío me comenta que tiene varios amigos que, si les limpiaba la casa, estarían igual de contentos.

Yo feliz le di un beso, y él me apretó aferrándose a mi culo como si no hubiera un mañana.

Por la tarde acordamos con mi madre que ella haría el baño y yo el cuarto del tio, que era lo que nos quedaba por hacer.

Al entrar me lo encontré espatarrado en la cama con solo un calzoncillo viejo, donde se le notaba una buena erección, y salía un poco el glande por alguna de las aberturas.

Al cabo de unos segundos me di cuenta de que ahora era yo la que babeada para poder ver otra vez aquello, lo dejé dormir la siesta.

En la cena mi madre nos comenta que ha hablado con el doctor, y que le ha pedido que no se preocupara, que el iría a la mañana siguiente sin falta.

30 de Junio

Ha venido el doctor, y tal y como ha entrado la saluda y le pega un morreo a mi madre, le magrea el culo a consciencia. Mi madre al ver que yo estaba por ahí le saca la mano rápidamente, y lo lleva a ver a la tía. La examina a consciencia, aunque yo diría que la vista la tenía en el traje semitransparente de algodón de mí madre, y mi pequeño top, que deja el ombligo al aire. Le explica a mi madre lo que tiene que hacer, pero que, si sigue así en un par de días, que la lleve al hospital de Huesca o de Jaca. Al irse, le dice a mi tío.

          Que buenas están las dos, no te quejaras, ¿eh?

          No, no me quejo – dice mi tío con una sonrisa socarrona

Abro un paréntesis, para describirme, me llamo Ana, yo mido poco más de 1,70, estoy delgada, pero no seca, o sea que tengo algo de carne, para que se hagan una idea, tengo una 40, aunque también es porque tengo las caderas anchas y un buen culo. De lo que mejores comentarios he tenido es mi pecho y sus pezones. Son una talla 100, y con una buena copa, y los pezones son gruesos como la punta del dedo meñique, una melena casi pelirroja, algunas amigas dicen que el color en la noche es como las llamas de un fuego de campo, entre rojizo y cobrizo, ojos verdes, y carita angelical.

Mi madre se parece bastante de cuerpo, un poco más de culo, ahora un poco caído, una talla menos de pecho, morena y ojos azabache, se llama Sofia.

1 de Julio

Me he pasado dos días aquí metida ayudando a mi madre, acabando de limpiar, haciendo la colada, preparando las comidas, cenas, etc. El tío me persigue allí donde voy y sus miradas son cada vez más de deseo, de lascivia, parece que me desnuda con la mirada, estoy incomodísima, y encima con una erección permanente bajo el pantalón que me roba la mirada de tanto en cuando. Mi tío es, como decirlo, pues panzón, el típico hombretón de campo con barriga cervecera, curtido por el sol, más bien bajo, como mínimo un poco menos que yo, medio calvo, y con canas, mi madre me ha dicho que tiene 66 años, pero aparenta bastante más. Aunque ahora, desde que mi madre y yo le preparamos sus 4 comidas diarias, y se ducha cada día, ya tiene un aspecto mucho más saludable que el día en que llegamos.

Por suerte mi madre tiene que ir a la farmacia, y yo aprovecho para acompañarla y poder salir de casa, además, me resultaría un poco incomodo quedarme sola con el viejo verde este.

Resulta que en el pueblo no hay farmacia, bueno ni farmacia ni tiendas, solo un pequeño colmado, pero claro no llega a los 30 habitantes y tenemos que ir a un pueblo cercano, que está a unos 10 km del nuestro. Las dos nos hemos puesto ligeritas de ropa, ya que hace mucho calor, sin sostén y con un ligero conjunto de verano. Al salir de casa, los dos hombres que hay en la plaza donde tenemos el coche aparcado, nos devoran con la mirada. El otro pueblo solo tiene unos doscientos habitantes, pero ya tiene otro aspecto, gente por la calle, jóvenes de mi edad, tiendas, etc.

Al volver al pueblo mi madre me ve la cara de decepción, y me propone:

  •          Me apetece un helado, ¿Quieres uno?
  •          ¿Pero dónde iremos a comprar uno?
  •          Pasaremos por casa Pepe.
  •          ¿Casa Pepe?
  •          Si, es un amigo, que ha montado una especie de bar en su casa. 

Al mencionar “amigo”, se le iluminado la cara, pero no le hago mucho caso, al entrar en casa Pepe, veo lo que quería decir con “una especie de bar”, realmente era una casa normal del pueblo, pero con un patio precioso, adornado con un Roble en medio del patio y bastantes flores y plantas, unas cuantas mesas de tres o cuatro sillas, y dos barriles con un tablón a modo de barra.

Al entrar notamos todas miradas clavadas en nuestro cuerpo.

Casa Pepe

Casa Pepe era el local donde se reúne la gente del pueblo, no es ni un Bar, es simplemente una terraza de un pueblerino que vende refrescos, vinos y cervezas, para sacarse unos euros, y tiene 4 o 5 mesas para hacer partidillos de domino o tute. Hay una decena de viejos jugando, pero al entrar nosotras, se han levantado, como si tuvieran un resorte, a saludar a mi madre, que a sus 42 años parece una jovenzuela al lado de todos ellos, alguno con el saludo y los besos aprovechan para tocarle el culo con total impunidad y ella se deja como si no pasara nada, hasta le dan algunos picos, bueno más que picos morreos de alta categoría, y ella hasta cierra los ojos, la verdad me da un poco de asco. Cuando cada uno de ellos le ha dado el debido “saludo”, piden por su acompañante, o sea por mí.

Mi madre me presenta a todos como su hija, y evidentemente también me dan unos besos a modo de saludo, por suerte son en la mejilla, no hay roces, ni tocamientos, la verdad me respetan y me alegra mucho, ya que había algunos con una pinta de viejo verdes que tiran para atrás. Aunque lo peor es el aliento a borrachines que llevaban todos.
No tiene helado y acabamos tomando unas Coca-Colas, en un momento dado mi madre entra en la casa, mientras me agasajan, me hacen sentar encima de la falda de uno, se me ponen en corrillo y voy hablando ahora con uno ahora con otro, sus miradas iban del culo a la cara, de la cara al escote, o me repasaban de arriba abajo, ahora al no estar mi madre, tengo todas las miradas clavadas en mi cuerpo y voy notando algo que crece en mis posaderas. La verdad es que, con los conjuntos, sin sujetador, estábamos bastante provocativas y no sé porque me daba morbo y mis pezones lo delataban poniéndose durísimos y marcando la camiseta, cosa que a ellos les encantaba. Ellos estaban nerviosos, algunos de ellos, yo diría que, hasta empalmados, no paraban de intentar mirar el escote, o debajo de la falda, o a través de mis transparencias, haciendo como si se cayesen cosas.

Al rato, calculo que casi media hora, llega mi madre con dos o tres viejitos, me extraña, pero hago caso omiso. Nos ponemos a jugar alguna partida de domino, un par se pusieron de pie, detrás de mi madre. Y yo mirando la partida iba de las piernas de uno a la de otro, me hacían cambiar tanto que ni me daba cuenta.

Un rato después, al levantarme y pasar por detrás de mi madre, me doy cuenta de que el escote es tan amplio, que casi se le ven los pezones, pero como todos están cerca, prefiero no hablar. Me disculpo, voy al baño, y escucho a través de la fina pared, al tal Pepe hablando con alguien por teléfono, diciendo:

  •          La Sofia ya se ha saciado con unos cuantos. Uf, como nos vamos a divertir este verano.
  •          
  •          Por cierto, joder con tu sobrinita, esta rebuena, para mojar pan, ¿cuántos años dices que tiene?
  •          
  •          ¿Diecisiete? Joder, pues tiene un par de melones, mejores que los de su madre. Y has visto los pezones son como aceitunas arbequinas.
  •          
  •          Sí, yo también le daría un buen repaso. Me la follaria bien follada, por todas partes.
  •          
  •          Si, tienes razón, esa boca está hecha para hacer mamadas. Tenemos que preparar alguna cosa, pero la tenemos que hacer caer, como a la madre y a la abuela en su día, recuerda que la Sofia nos lo debe a todos.
  •          
  •          Vale este plan me parece perfecto, avisaré a los otros.
  • Al oírlo, me encierro en el baño, muerta de vergüenza, durante un buen rato no me atrevo a salir, hasta que golpean a la puerta, pidiendo para mear.

Cuando salgo, hay unos cuantos, agasajando a mi madre, tocando todo lo que pueden, pero el Pepe me devora con los ojos a mí, y la verdad del resto unos cuantos también.

Estoy tan nerviosa que le pido por favor a mi madre que nos vayamos, y ella, a regañadientes accede, y volvemos a casa.

  •           Ay, hija eres una sosa, llevas días encerrada en casa, respiremos un poco, un poco de distracción no viene mal.
  •           Pero si te estaban sobando por todas partes.

Se hace la ofendida y anda delante de mí, hasta la puerta de casa. 

Por la noche, mi madre me encuentra contrariada, estoy excitada y asqueada, es un estado contradictorio total y le explico la conversación del teléfono y todos los “saludos” y tocamientos que se ha dejado hacer en Casa Pepe.

Ella me explica que …

  •           es normal que estén tan salidos, ya que la mayoría son viudos, divorciados o simplemente abandonados. Hay pocas mujeres que aguanten las condiciones en este pueblo tan solitario.

          ¿Cómo que normal?, que va a ser normal!

          Si, hija no pasa nada

          Pero si nos han sobado por todas partes – ahora yo exageraba, pues a mí excepto unos besos no me habían tocado

          ¿Cómo que “nos”?

          ¡Bueno, a ti!

          Los hombres tienen necesidades, y en este pueblo van un poco salidos, al no haber casi mujeres. Además, si se contentan con tocar un poco el culo, no pasa nada. Y si miran, que miren, que no hace ningún daño a nadie. Nosotras somos guapas, y claro, es una tentación. En cuanto a los tocamientos, eran inocentes – me dice – no eran para hacerme daño, si no que eran divertidos, y estaban jugando un poco. La verdad, yo me encuentro perfectamente, y no me ha pasado nada, y si volviera a estar otra vez en la misma situación lo volvería a hacer, tampoco es la primera vez. Si fuese Valencia estaría escandalizada, pero aquí … déjalos hija, pobretes, mira hasta te invito a que te dejes tocar tú también si te apetece.

          El tal Pepe dice que te has saciado con unos cuantos, ¿qué quería decir?

          Ay, no se hija – me dice roja como un tomate Cherry.

          ¿Y eso de que tienen un plan para hacerme caer, que?

          No les hagas tanto caso, que hacen el fantoche, mucha boca, y después, nada.

Yo la verdad me quedo un poco de piedra al escucharla, pero claro, la veo tan segura que intento entender el punto de vista de mi madre, aunque la verdad, me cuesta un poco y me da un poco de asco, ver que ella con su cuarentena, se ha llevado al catre a una panda de viejos de setentas.

En cuanto a la conversación de Pepe en su casa, me ha dicho que hablaría con el tío para que me pidiera disculpas, que esa no era forma de hablar, y menos en presencia de una niña, yo le he dicho que no hacía falta, que ya lo había olvidado, pero ella ha insistido.

Empieza todo. 2 de Julio

Era una bonita mañana, después de hacer los quehaceres de la casa, salgo a caminar temprano, después ya en casa, preparando el desayuno, oigo un ruido, me giro, y veo a mi tío, solo con calzoncillos, viejos, desgastados, un poco raídos, claro con la visión del otro día, fijo la vista en ese sitio, y ya la tenía semi empalmada.  Él se ha dado cuenta y encima me ha sonreído, y se ha tocado a gusto sus cojones. Supongo que al ver la cara de asco que le he dado, ha desviado su vista al culo de mi madre. He notado como un hormigueo, al verle tocarse los cojones de una manera tan soez. Momentos más tarde, mientras le servía el desayuno me ha rozado el culo, yo creo que expresamente, y al notarlo he sentido un calambrazo, de gusto, en serio, no lo entiendo.

Estando todos sentados en la mesa, nos dice, así, de improviso, que vendrían unos amigos suyos a almorzar, que traerán todo un costillar, en total seriamos con nosotras dos, unos nueve, todos de su misma edad.

Después de ver un poco la tele, me pongo a cocinar unas migas, y un gazpacho.

No se si por la conversación de mi madre, pero me pongo un top pequeñito, y unos shorts muy ajustados., al bajar las escaleras, noto una mirada de aprobación de mi madre.

A la una en punto como un reloj, van llegando, y tal como llegan, le dan otro repaso a mi madre, y a mi dos castos besos en las mejillas, bueno, castos, castos, me parece que no, porque a alguno se le escapa el beso en todos los morros, pidiéndome disculpas inmediatamente, claro, pero la escena se repite con unos cuantos, hasta hay uno que me levanta la barbilla para plantarme el morreo. Charlamos de cosas intrascendentes, que si el tiempo, que algún, si yo tuviera 40 años menos tú no te escapaba, y cosas así, que si tengo novio, que voy muy fresquita.

Se sientan a la mesa, y empecé a servir la comida. Mientras iban comiendo, preparé unos chuletones con patatas de guarnición, me ayudaron a separar chuletones y entrecotes del costillar, ya que yo no estaba acostumbrada, todos estaban disfrutando, y les gustó mucho.

Al acabar, mi madre les ha pedido que hicieran el favor de recoger la mesa, que yo había sido la cocinera y ya había trabajado suficiente, yo evidentemente decía que no hacía falta, pero al final recogen la mesa.

Mi madre se va al salón, les sirve unas copas, pone música y baila con ellos, ahora uno, ahora otro, manos largas por aquí y por allá. Me proponen para bailar, pero niego con la cabeza y para escapar de allí, me voy a la cocina y me pongo a lavar platos. El tal Pablo entra con la bandeja llena de vasos, este es el más joven de todos ellos, y tiene unos sesenta y pico años, es del tipo de mi tío, barrigón, medio calvo, casi amarillento, aunque un poco más apuesto. Se queda detrás mío, arrimándome y me pregunta casi en la oreja, donde puede dejar los vasos, yo llena de vergüenza se lo señalo y sin salir de su posición los deja donde le he dicho. Se separa y ni corto ni perezoso me da una fuerte palmada en el culo, me quedo perpleja, el al ver que yo tenía las manos ocupadas lavando y no digo nada, me deja su mano ahí, en pleno trasero, abierta, magreando mi culo en su esplendor, yo muevo el culo para sacarla de ahí, pues tengo las manos llenas de jabón, y parece que esto él se lo toma como una insinuación y aún le gusta más, después, por suerte entra Ricardo, Pablo saca la mano y se marcha contrariado, mirando a Ricardo con cara de malos amigos. No he sido capaz de decir nada. ¿Por qué?

Ya se han marchado todos, cansada, me voy a mi habitación, al desnudarme, me doy cuenta de que estoy excitada, muy excitada, ya que tengo la braga chorreando, el morbo de ser, ahora que estoy desinhibida, junto a mi madre, el centro de atención de ocho viejos ha sido alucinante, las miradas, las alabanzas, los comentarios picantes, los roces “involuntarios”, la palmada en el culo, joder, estoy mojadísima, aunque es un poco difícil de asimilar que lo este, con esa panda de viejos, pero no lo puedo negar, estoy excitada. Me estiro en la cama, desnuda, bajo la mano, y empiezo a tocarme muy suavemente, moviendo mis pelitos como si fueran terciopelo. Al cabo de unos minutos tuve un orgasmo largo, intenso, super agradable. Y otros minutos después vuelvo a explotar de una manera brutal, increíble, como pocas veces.

Me he quedado dormida un par de horas, pero al despertar noto una presencia, como si hubiera alguien en la habitación, estaba a punto de desestimarlo, pero lo vuelvo a notar, y opto por entreabrir los ojos muy despacio, y lo veo, al tío con los ojos clavados en mi culo. Yo para dormir me pongo solo un camisón bastante corto, con un grandioso escote, y al moverme este se levanta. Ahora era el caso, mi tío me observaba el culo todo desnudo, medio tapado con la sabana. Yo estaba cabeza abajo, medio de lado con el culo en pompa, cierro los ojos, ya que noto la excitación incipiente, y la verdad me da un poco de morbo, ver que un vejestorio me está mirando el culo, en este momento no sé qué me pasa por la cabeza, y lo dejo, deseo, si, deseo ver hasta donde es capaz de llegar.

Los minutos pasan, se me hacen eternos, parecía, que todo se acababa aquí, que no tendría el valor suficiente, pero no, se acerca a la cama, estoy nerviosa, pero intento aparentar calma, para que no lo note, se sienta al borde de la cama muy despacio, muy suavemente va levantando un poco la sabana, y acaba destapando mi culo del todo, me mira, intenta ver en mi un signo de que me vaya a despertar, pero por suerte me sale mi mejor actuación, y consigo que me crea dormida. Me lo acaricia, primero un cachete, después el otro, me lo huele, pasa el dedo por la línea, y me lo abre un poco. Mete la mano desde atrás, y acaricia con sus dedos, muy suavemente toda mi raja, me besa el culo, se besa los dedos con los jugos de mi raja, entonces, parece, que se despierta de un sueño y vuelve a tapar mi culete con la sabana y se levanta de golpe, cuando está en la puerta, me dice:

  •          Ana, despierta, venía a avisarte que la cena ya está lista, también te quería pedir perdón por los comentarios soeces y picantes de los amigos de Pepe.
  • Y yo pienso y los tuyos ayer con Pepe que, puñetero. Y el sigue diciendo:
  • Es que …, claro …, piensa que …, no vienen muchas chiquillas por el pueblo, y menos tan bonitas como tú, y que somos mayores, y humanos, y estamos solos, y …
  • Mientras habla, empieza a bajar la cabeza, como apenado, como triste, hasta se le quedan los ojos vidriosos, como si fuera a llorar.
  • Tranquilo tío, lo entiendo, no pasa nada
  • La verdad es que me daba pena verlo así.
  • Por cierto, Pablo me ha dicho lo que te ha hecho en la cocina, y le he comentado que no lo vuelva a hacer – y de lo que acabas de hace tú, pienso.
  • Joder, no solo se contentó con darme una palmada, y magrearme el culo, sino que encima se lo cuenta a todos.

En la cena, Vicente, que así se llama mi tío nos comenta, que mañana empiezan las fiestas del pueblo y que durarán un par de días, que harán un campeonato de petanca, y que ellos, sus amigos y el son siete, y siempre se quedaba uno sin jugar, ya que jugaban en parejas, y que como este año estamos nosotras, me pide, si yo o mi madre podríamos jugar con ellos.

Mi madre explica que se quedaba a cuidar a la tía. A mí que me da un poco de corte, le digo evidentemente que no, ya que no había jugado nunca, pero vuelve a la carga y pone su cara de apenado y triste, recordando que no había querido bailar y esta vez conmueve a mi madre, que me insiste una y otra vez, para que me apunte, y como la verdad, no tengo nada que hacer, le he dicho que si, que me apunte. También nos comenta que, por la noche, en el patio de Casa Pepe había baile.

Petanca

Vicente me da a escoger que con quien me gustaría hacer pareja para la petanca, dije que, con él, pero me dijo que él hacía pareja con Pablo desde hacía siglos, y que escogiera otro, le dije que me lo pensaría.

  •           ¿Y para el baile?, comentó
  •           Yo no bailo
  •          Pero si es la única ocasión en que vienen jóvenes, tanto chicas, como chicos, a ver a sus viejos.
  •          Bueno, ya sacaremos la cabeza, dijo mi madre.

Por la noche empecé a repasar sus amigos, para ver con quien me podía tocar jugar:

  1.              Mi tío.
  2.              El fresco de Pablo de unos 65. Es el que me ha dado una palmada en el culo.
  3.           El saleroso de Juan, 72 años, barrigón, muy bajito, y era todo labia, vaya como el Tenorio ese. Te engatusaba de todo. También tenía las manos un poco largas.
  4.            Pepe, 75 años, obsesionado con las tetas, mientras estuvieron en casa, nos pedía agua constantemente a mi madre y a mí, desde el sofá, para que, al dársela, nos agacháramos, y nos pudiera ver el escote. Era enorme, 1,85 y una espalda de más de un metro de ancho
  5.           Pedro, delgado y muy alto, debe medir como 1,90, me parece que dijeron que tenía 68, tenía una voz dulce, pero varonil, como aquellas que escuchamos por la radio, a parte parecía muy elegante, tanto en el vestir, como en la forma de ser y por último muy educado, casi podría decir que el único.
  6.            Francisco, Fran, el vejete del grupo, 85 añitos, al entrar dejo el bastón, y se apoyó en todo momento en mi madre o en mí, para ir de un lado al otro, hasta nos pidió, en un momento que, si lo podíamos acompañar al baño, aún no habíamos llegado al wáter, que se bajaba los pantalones, yo me marche enseguida, mi madre se quedó tres o cuatro minutos más, y volvió a entrar para subirle los pantalones, esta vez se quedó un buen rato, y los dos salieron muy contentos.
  7.           Pero el peor de todos, era Víctor, 79 años, vivaracho, delgado, de alto como yo, y lleno de arrugas, se notaba a la legua, que era un viejo verde, estuvo todo el rato, repasándonos de arriba abajo, casi babeando, y rozando todo lo que podía. Hubo un momento que mientras mi madre preparaba las bebidas que había pedido se puso detrás de ella, le subió la falda del vestido, y la punteo, y yo diría que con la tranca fuera, pero esto no lo puedo corroborar.
  8.          Ricardo, no jugaría a la petanca, pues era de otro pueblo que también estaban en fiestas, y debía cumplir con su familia.

Me decidí por Pedro, que parecía el más inocente, el más educado, limpio y elegante.

3 de Julio

Al día siguiente, me hago la remolona en la cama, hasta las diez, pues a las once tengo que estar en un campo que tiene Juan, donde hay tres pistas de petanca.

Abro la ventana y el calor que entra es tremendo, debemos estar casi a 40 grados, por tanto, opto por ponerme bien fresquita, unos shorts pequeños tejanos, que no me puedo abrochar ni el botón, una camisa fresca anudada por encima del ombligo y unas menorquinas. Cuando me veo en el espejo, me veo demasiado provocativa, ya que no me había puesto bragas, y me marcaba muchísimo el culo. Y la camisa tenía tanto escote que dejaban mis melones casi fuera. Decido cambiarme, pero ya era demasiado tarde. Bajo deprisa las escaleras, y noto las tetas rebotando.

Al bajar a desayunar, a mi tío casi le da un infarto, pues la camisa está mal anudada y casi tengo un pecho fuera, lo veo, me arreglo, pero ya es tarde, está mirándome todo el rato, intentando desanudar la camisa con la vista. 

Desayunamos, y nos vamos al campeonato, mientras vamos hacia allí, se le ocurre poner la mano en mi cintura e ir andando así. Pero el viejo va bajando la mano hasta el nacimiento de mi culo, se la subí dos veces, pero la volvió a bajar por tercera vez, y decidí dejarla ahí.

Cuando llegamos ya tenía la mano en toda la nalga. Nos inscribimos. En total eramos ocho parejas, dos matrimonios y una pareja de jóvenes que no había visto, de unos 30, de pueblos cercanos, un par de vejetes que vi el otro día en el bar de Pepe y nosotros 8.

Se reparten las pistas y nos toca jugar contra los vejetes del bar de Pepe, el juego no se me da muy bien, pero Pedro, era un experto, y me hace prometer, que, si consigue ganar la partida, le concedería un baile, para la noche, acepto y ganamos.

En otra partida esta Pepe con Juan y la pareja de jóvenes, que eran muy malos, pero la chica se contoneaba de tal manera que los vejetes expertos juegan fatal, mirando el culo de la chica y pierden.

Víctor y Fran pierden con el primer matrimonio.

Después está el otro de los matrimonios, que se ve que él es campeón de petanca de no sé qué, supongo que, de su pueblo, y mi tío con Pablo, estos últimos ganan al ser la mujer una negación y en una mala tirada les da la partida.

Se ha improvisado una pequeña barra, me tomo un refresco, mientras todos ellos se toman cervezas a mansalva, hasta me convencen para tomar una pero no me gusta sola, y me la mezclan con limonada. Se habla de las partidas, de cómo ha ido, hasta que oímos a la pareja de viejos eliminados.

  •           Joder si no estuvieras tan obsesionado con los culos
  •           Es que lo tenía delante, tan sabroso, tan perfecto, que ….
  •           ¿Perfecto?, perfecto lo tiene la otra, eso sí es un buen culo y unas buenas tetas

Al oír eso, todos, clavan la mirada en mi culo, en mis tetas, en mi cuerpo, me siento tan incómoda, que me quiero tapar, pedro, mi “pareja” de petanca, me toma de la mano, la levanta y me hace hacer un par de vueltas. Ahora sí, estoy roja como un tomate, alcanzo una cerveza y me la tomo de un trago.

Esperamos a la segunda ronda, y claro después de un par de cervezas bien fresquitas, teniendo en cuenta de que yo no bebo nunca, se me han subido un poco a la cabeza.

El próximo partido nos ha tocado contra el primer matrimonio, y decidí hacer lo mismo que había hecho la chica, contonearme, total con las cervezas, me estaba poniendo cachonda. Al principio el viejo no miraba, pero en un momento que la mujer apuntaba el resultado, aprovecho para enseñarle un poco las tetas, y subirme los shorts, hasta separar los labios mayores. Evidentemente dio resultado, la mujer no paraba de increparle, y el a mirarme el culo, el coño y todo el resto de mi cuerpo. Aquí la promesa era un baile agarrao, y Pedro junto a mi cuerpo han hecho que ganemos otra vez.

Mi tío y Pablo les toca jugar con el matrimonio joven, aquí los dos vejetes, aunque miraban el culito de la chica, no se dejan robar la partida, aunque mirar, miran a consciencia.

Ya queda la final. Un par de cervezas más.

Ya solo quedamos nosotros y mi tío con Pablo, saco todas las armas de mujer, para desestabilizar a Pablo, y lo consigo, aunque tuve que desabrochar un poco el nudo de la camisa, para dejar mis melones un poco sueltos, y es que las cervezas han hecho mucho trabajo.

Hemos ganado el dichoso campeonato, me han manteado y he notado que alguna mano se escapaba y tocaba lo que no tenía que tocar. Después como recompensa me han dado un beso cada uno, más cerca de los labios de lo que yo hubiera querido, excepto Víctor, que me ha dado, por sorpresa un beso en todos los morros. La verdad es que me ha gustado, será por las cervezas, o por la euforia de haber ganado, no sé, repiten y les dejo hacer, me pegan unos morreos, que no veas, cada uno diferente, unos apasionados, duros y fuertes, otros suaves y tiernos, hasta se apuntan los vejetes y el joven y un matrimonio, si he de decir la verdad el beso de la chica fue el mejor. Encima me han hecho prometer, después de pedírmelo treinta veces, un baile con la campeona para cada uno de ellos. 

El baile

Llegué a casa muy cansada, y me fui a la cama, al cabo de unas horas me tomo un café bien cargado, salgo a la plaza, es una suerte porque he visto a un par de chavales de mi edad, bueno deben tener unos veinte años, guapísimos los dos, al verme se han acercado para hablar conmigo.

  •           Que haces por aquí preciosa
  •       Estoy con mis tíos, ¿y vosotros?
  •           Hemos venido por la fiesta, ¿iras al baile con nosotros?
  •           Si me lo pedís, claro que voy, pero no tengo nada para ponerme.
  •           Tranquila que con cualquier cosa estarás divina
  •           Gracias
  •           Somos los nietos de la señora del colmado.

          Le voy a pedir a mi madre si puedo ir con vosotros

Me voy a casa, se lo digo a mi madre. Estoy tan entusiasmada que convenzo a mi madre para buscar algo muy sexy para ponerme, y poder bailar con los chicos de la plaza.

Me pongo un vestido rojo de mi madre, con mucho escote, que parece que mis tetas vayan a salir, con minifalda, de esos que apenas acaba de tapar el culo, se me pega muchísimo, y marca todas las curvas de mi cuerpo. Al caminar se me va subiendo, al tener el mismo número de pie también me deja los tacos de diez centímetros a juego, se me ve espectacular. Decido ponerme un tanga a juego por si las moscas, pero no me pongo sostén, y los pezones se ponen duros, solo de verme.

Mi madre lleva un vestido parecido al mío, con la falda casi hasta las rodillas y sin tanto escote.

Cuando llego a casa Pepe, es una decepción, ya que solo hay una veintena de viejos y viejas, y una oronda joven de unos 25 años, resulta que los chicos tuvieron que volver a Teruel.

Viene el tío Vicente, que ya llevaba, tres o cuatro cervezas, y al verme grita, ¡que empiece la música!, me agarra, y empezamos a bailar varias piezas, incluido el paso doble en cuestión.

Éramos 5 mujeres, dos viejas, mi madre, la joven y yo, para casi 20 viejos.

Mi tío me hace bailar, la verdad que, bastante bien, y conmigo se ha comportado correctamente.

A mi madre, por el contrario, le agarraron el culo, y no se lo dejaron hasta el final de cada canción.

Nunca había bailado clásicos, pero había dos, Pedro y Víctor, que eran casi bailarines profesionales, aquí es como me di cuenta, que, en este tipo de bailes, solo que la mujer sepa moverse un poco, si el sabe, sale perfecto, solo tienes que tener la suficiente confianza como para dejarte llevar. Tanto mi madre como yo bailamos un montón de piezas con ellos, Pedro se comportaba, pero Víctor, era un rufián, metía mano todo lo que podía, que si una teta estrujada, que meter la mano bajo la falda, o subirla del todo, porque llevábamos unas faldas tan ajustadas que para bailar un tango no era adecuadas, y Víctor las subió a medio culo. Mi madre llevaba una braga de encaje negra, pero yo llevaba ese tanga rojo a juego con el vestido, por tanto, estaba enseñando el culo a la concurrencia.

Fueron pasando las horas, llegó un momento en que la mayoría se fue a casa, así todo nos quedamos unos cuentos, mi madre, yo, y unos 9 ancianos.

Al empezar los agarrados se envalentonan y también toman mi culo para reposar sus manos, yo les sacaba las manos cada vez, hasta que me tocó con un vejete que no media ni metro y medio, yo me di cuenta después, pero tengo el escote demasiado abierto y su barbilla coincide con mi canalillo, y sus manos directamente en mi culo, yo no sé si es que me empezaba a excitar, al tocarme culo y sus labios en mis tetas o que ya iba un poco tomada, pero le deje sobarme el culo y melones. Ese ha sido el detonante, a partir de ahí todos han hecho lo mismo, unos más osados otros menos, pero todos me han sobado los cachetes del culo. Algunos me han atrevido a tocarme el culo por debajo de la falda, y al tener tanga, me tocaban el culo a su merced. De tanto en cuanto también me pegaban morreos más o menos libidinosos.

Hubo un momento, bailando con Víctor que me aferro la mano y la puso encima de su paquete, yo me sobresalte, pero después de hacerlo tres veces mientras me decía, no pasa nada, a mí también me gusta que me toquen, como yo te toco el culo. Va tócame un poquito, venga, casi suplicaba, no sé si fue a la cuarta o la quinta vez que lo probo y la deje ahí. Al cabo de 5 minutos tanto mi madre que hacía unos movimientos rítmicos con la mano, como yo estábamos tocando paquetes. Cuando mi madre se dio cuenta de que yo estaba mas o menos igual que ella decidió, no sé si por protegerme o por envidia, que la fiesta con nosotras ya había acabado. La verdad esta vez, soy yo la que no quería irme, pero no le he dicho nada.

Al llegar a casa estaba tan excitada que me he tenido que masturbar un par de veces.

Al día siguiente me lo tomo de descanso, empiezan a pasar muchas cosas y me cuesta digerirlo. Era medianoche, cuando debido al calor que necesito bajar a tomar agua fresca, en el último tramo de escaleras oigo unos gemidos, ¿joder con quien está mi tío, si mi madre está en el hospital desde esta mañana?, me pregunto. Me acerco sigilosamente y al pasar por el comedor, me doy cuenta de que mi tío se hace una paja viendo una peli porno.

Yo había visto algunos videos de XVideos.com con mis amigas, y alguna vez sola en mi habitación, pero son videos de 6 minutos y ya está. Pero este me ha dejado paralizada.

El cabrón está mirando una peli donde una jovencita esta arrodillada mamando dos vergas a dos viejos, y encima la jovencita se parece a mí.

Unas escenas después, uno se la folla por la boca y otro por el culo, y después intercambian, estoy tan ensimismada, que empiezo a tocarme, cuando estoy a punto de correrme, me entra el miedo de que me vea y subo a la habitación.
Cuando ya estoy en la cama me empiezo a imaginar cómo debe ser estar en el lugar de la chica, ella estaba disfrutando con los viejos panzones esos, entonces me vienes a la cabeza el manteo, los besos, el baile, mi culo magreado, y me imagino como debe ser estar con alguno de los siete, que puñeta con los siete a la vez intentando tocarme, acariciarme, no me hace ya tanto asco, si no al revés, me mojo solo de pensarlo, pero claro del dicho al hecho, hay un trecho.

 

 

Relato erótico: “¡Qué culo tiene esa mujer!: La esposa de un amigo” (POR GOLFO Y VIRGEN JAROCHA)

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Este relato lo hemos escrito entre Virgen jarocha y yo. La coautora ha decidido premiaros con otra foto suya. El resto de las imágenes del relato son de una modelo.

Si quereis agradecerle a esta preciosidad, tanto su relato como su foto, escribirla a:
virgenjarocha@hotmail.com
Lo conocía desde niño porque aunque yo había nacido en España, ambos crecimos en Martínez de la Torre, un pequeño pueblo de Veracruz. Y ahora el hecho de que esté muerto, no afecta a que considere que Alberto era un buenazo. Como amigo no había otro igual. Cariñoso, atento, divertido. Si tenía un problema, era el primero en acudir en tu ayuda. Pero siendo una persona maravillosa, tenía un problema:
“¡Era un auténtico desastre!”
Siendo un tipo inteligente y trabajador, era también derrochador a extremos impensables. Tal y como le entraba dinero, se lo gastaba. Nunca pensó en el mañana hasta el día en que le diagnosticaron cáncer, pero entonces era tarde.
Mientras estaba sano, con su salario bastaba para dar a su mujer un más que digno tren de vida. Linda había nacido en una familia acomodada, dueña de una planta de jugos cítricos pero que desgraciadamente había quebrado. Sabiendo de la manera que había sido educada, se ocupó de que a ella no le faltase de nada: si quería un vestido, iba a una tienda y se lo compraba. Si perdía el celular, le conseguía el último modelo. En pocas palabras la trató como una reina pero malgastando el resto en copas y putas. Por eso cuando cayó enfermo, vivía de alquiler y su cuenta corriente estaba en números rojos.
Todavía recuerdo el sábado en que fui a verle a la clínica. Fue duro contemplarlo conectado a todos esos aparatos. Del hombre vital y divertido solo quedaba una cascara de piel y huesos. Al entrar en su habitación, me pidió que me acercara y tomando mi mano entre las suyas, me confesó que estaba acojonado.
-Te comprendo- contesté pensando que se refería a la parca. Morirse a los treinta años es una putada.
Mi amigo se percató de cómo le había interpretado y susurrando para que nadie lo oyera, me sacó de mi error.
-No me preocupa el palmarla. Lo que me trae jodido es dejar a Linda sin un peso- y haciéndome una confidencia, me dijo: –  Mi vida no me importa pero no sé qué va a ser de ella.
Tratando de quitar hierro al asunto, contesté en plan de guasa que valía más muerto que vivo porque cuando falleciera su mujer cobraría la pensión de viudez. 
-Ese es el problema. No he cotizado los años suficientes y con lo que le va a quedar no puede pagarse ni un mísero cuartucho- respondió casi llorando.
Ver como sufría por el destino de su mujer no fue plato de buen gusto y actuando como un verdadero irresponsable, le solté:
-Alberto, como sabes mi situación económica es buena. Me comprometo en buscarle un trabajo con el que pueda sobrevivir holgadamente.
Mis palabras lejos de tranquilizarle, le alteraron más y levantando el tono de voz, me explicó que su mujer nunca había trabajado fuera de casa y aunque era una buena cocinera, no la veía trabajando en un restaurante.
Me debí de haber mordido un huevo en ese instante pero ya lanzado, le ofrecí que podría darle trabajo yo mismo:
-Ya sabes tengo en el pueblo una vieja hacienda y me vendría bien tener alguien de confianza que  se ocupara de mantenerlo. Los guardeses de toda la vida se han jubilado y por eso vengo poco al no tener nadie que me cocine. ¡Me haría un favor!.  
Al oírme se agarró a mi oferta como a un clavo ardiendo y me hizo jurar que lo haría. Si vivo no hubiera jamás defraudado a ese amigo, en la antesala de su muerte ve vi incapaz de hacerlo y sin saber en el lio que me estaba metiendo, le prometí que cumpliría con la palabra dada. En ese momento no fui consciente que desde el sillón, la aludida no se había perdido nuestra conversación pero al cabo de una hora cuando ya me iba, se acercó a mí y dándome las gracias, me preguntó cuándo tenía que ponerse a trabajar.
Sabiendo su mala situación, contesté:
-Considérate contratada desde ahora mismo- y cogiéndola del brazo, susurré a su oído: -Yo solo vengo los fines de semana pero si es demasiado apresurado, cuida a tu marido y si desgraciadamente fallece, ya tendrás tiempo de empezar a trabajar cuando te recuperes.
La mujer se quedó pensando durante unos segundos sobre que le convenía y tras meditarlo, preguntó:
-¿El puesto incluye la casa donde vivían “los jarochos”?
Supe que se refería a un pequeño pabellón que se hallaba en un extremo de la finca. Aunque tenía pensado convertir ese cobertizo en un garaje y viendo por donde iban los tiros de esa mujer, contesté:
-Está muy deteriorada pero si la necesitas, podrías vivir allí.
Incapaz de mirarme a la cara, me respondió:
-Ve vendría bien porque como le ha dicho mi marido, andamos justos y si me presta esa casa, no tendría que pagar alquiler.
-Por mí, no hay problema- 
-Entonces, D. Manuel: Me gustaría entrar de inmediato porque “La Floresta” está a cinco minutos del hospital y podría cuidar de Alberto sin problemas.
Me di cuenta que me estaba hablando de Usted. Y comprendiendo que era la forma correcta de dirigirse a mí ya que iba a pasar a formar parte de mi servicio, decidí dejar para otro día el corregirla. Me sonaba raro que esa mujer que conocía desde cría no me tuteara pero como era una tontería, le estreché su mano cerrando el acuerdo.
Linda se traslada a vivir a “La Floresta”
Todavía no os he explicado que aunque siempre me refería a la propiedad familiar como el casón, en realidad era una finca de diez hectáreas sita en mitad del pueblo. Entre sus muros de piedra, además de la vivienda de los señores y de la casa de los guardeses había una piscina, un jardín descomunal y una gran huerta. Fue mi padre el que viendo que le sobraba terreno quien decidió vallar una parte para producir hortalizas. Desgraciadamente, al vivir yo en Veracruz, la había dejado caer y por aquellas fechas, no era más que un criadero de malas hierbas.
Volviendo a la historia que os estaba contando. Esa noche cené con unos conocidos y se me pasaron las copas. En pocas palabras, llegué con un pedo a casa de los de órdago. Por eso a la mañana siguiente, cuando tocaron el timbre de la puerta, me levanté sobresaltado y con un enorme dolor de cabeza.
“¡Quien coño será a estar horas! ¡Un sábado!” pensé al ver que mi reloj marcaba las nueve.
Cabreado, me puse una bata y descalzo, bajé a abrir a la inoportuna visita. Fue al ver a la esposa de mi amigo en la puerta, cuando recordé que el día anterior la había contratado. La enorme maleta que traía me hizo saber que Linda venía para quedarse, por lo que dejándola pasar le pedí que me diera quince minutos para enseñarle la casa.
-No me esperaba que vinieras tan temprano- dije a modo de disculpa- me cambio y bajo.
-Por mí no se preocupe, Don Manuel- contestó mirando a su alrededor.
Consciente del desorden, traté de excusar el deplorable estado, diciendo:
-Me da vergüenza que veas tanta mierda pero desde que se jubilaron los jarochos, nadie se ocupa.
-Para eso estoy yo, vaya a ducharse que mientras tanto veré que puedo hacer.
Descojonado porque mi nueva guardesa me mandara a la ducha, subí la escalera y me metí en el baño. Fue bajo el agua cuando me dio que pensar si había hecho bien en contratar a esa muchacha. Aunque fuera la esposa de mi amigo, no dejaba por ello de tener veinticinco años y conociendo la mala leche que se gastaban en el pueblo para inventar un chisme, temí que una vez muerto su marido su reputación quedara en entredicho. Por otra parte, estaba acostumbrado a traerme a mis conquistas de una noche a casa y teniéndola a ella ahí, ninguna de las          del pueblo se atrevería a aceptar por aquello del qué dirán. Esa fue la primera vez que me percaté que su presencia iba a cambiar mi modo de vida, pero como le había dado mi palabra, decidí que si surgían problemas, tendría tiempo posteriormente de tomar medidas.
Ya vestido, bajé a buscarla. Linda había decidido ponerse manos a la obra y por eso cuando la encontré limpiando la cocina, no solo me había preparado el desayuno sino que incluso había echado mi ropa a lavar. Cuando entré en la habitación, mi empleada estaba subida a una escalera tratando de quitar la roña de un estante. La forzada posición me permitió valorar las piernas de esa mujer.
“Está buena la condenada” pensé y disimulando mientras me servía un café, di un buen repaso a su anatomía.
Ajena a ser objeto de mi examen, la muchacha parecía contenta e intentando que siguiera obsequiándome gratis la visión de ese par de muslos, me senté en silencio.
“¡Menudo culo!” valoré desde mi silla. Nunca me había fijado en que la esposa de Alberto tenía un trasero digno de museo. Dos nalgas duras y bien puestas hacían a  esa parte de su cuerpo muy deseable. 
El sentir que mi pene se ponía erecto bajo el pantalón hizo me avergonzara de mi actitud y dejando a un lado esos pensamientos, le dije si quería visitar la casa. Aunque me resultó raro, Linda se mostró encantada de acompañarme.
Cómo la casa es enorme, le pregunté por donde quería empezar:
-Si no le importa, me gustaría dejar la maleta en mi cuarto.
Sonará mal pero agradecí su deseo porque de esa forma vería antes ese sucio cobertizo antes que el resto y no al revés, de forma que no le resultará tan deprimente en relación con donde yo vivía porque aunque no había entrado en los últimos tres años, me constaba que era una mierda. Mis peores augurios se confirmaron nada más entrar, porque al abrir la puerta me encontré con que una parte del techo se había caído, haciéndolo inhabitable.
Si mi cara fue de espanto, la de Linda no se quedó atrás y llorando me explicó que esa mañana había hablado con su casero y le había dicho que en una semana, le dejaba el apartamento que estaba alquilando. Viendo la desolación de su rostro, cometí otra idiotez y con visos de se tranquilizara, le ofrecí quedarse en la casa grande mientras mandaba arreglar esa mazmorra.
-¿Está usted seguro?- preguntó aliviada.
-Por supuesto, aquí no hay quien viva- comenté y haciéndome el bueno, dije: -El casón es demasiado grande para mí solo, no me importa que te quedes ahí mientras consigo que alguien repare el techo y adecente el resto.
La mujer de mi amigo recibió mi oferta con tamaña felicidad que solo el hecho de ser yo un antiguo conocido, evitó que me lo agradeciera besando mis manos. Su gratitud me hizo valorar en su justa medida las dificultades de ese matrimonio y suponiendo que sería cuestión  de un par de meses, no vi problema en ello.
Fue cuando le mostré la habitación de invitados que estaba al lado de la mía cuando percibí la exacta dimensión de mi propuesta, ya que como era una casa antigua tendría que compartir con ella mi baño. Mis padres al remodelarla habían colocado el servicio con entrada a ambos cuartos, de manera que tendría que cerrar la puerta de interconexión para mantener mi privacidad. Reconozco que no dije nada porque me parecía clasismo de la peor especie pero habituado a vivir solo, la perspectiva de que alguien usara mi misma ducha no me hizo ni puñetera gracia.
En cambio, Linda estaba ilusionada porque no en vano al lado del pequeño piso que compartía con su marido, mi herencia le parecía un palacio. Tras dejar su maleta en la habitación, le enseñé el resto de la vivienda mientras en mi fuero interno me iba encabronando conmigo mismo.
“¡Seré idiota!” mascullé para mí al terminar y para tranquilizarme decidí salir a dar una vuelta.
Ya me iba cuando me preguntó si iba a volver a comer:
-No, gracias- contesté aunque no era cierto que había quedado.
Mentir de esa forma tan absurda, me sacó de las casillas y por eso nada más entrar en mi coche arranqué y salí huyendo sin rumbo fijo. No podía concebir que a mis treinta y cinco años hubiese mentido para no reconocer que prefería estar solo. Durante dos horas estuve dando vueltas por la sierra y sintiendo hambre me paré a comer en un bar de carretera.
La mala suerte me hizo entrar en un sitio penoso, la comida era una mierda por lo que dejé la mitad en mi plato. Al volver a mi casa, no vi a Linda y creyendo que debía estar limpiando otra zona de la casa, no le di importancia y me fui directamente a mi cuarto. Como tantas veces, estaba abriendo la puerta que daba al baño cuando escuché el ruido del agua de la ducha. Cortado la cerré y me tumbé en la cama.
A partir de ahí, reconozco mi culpa. Que la mujer de mi amigo se estuviera bañando a escasos metros me hizo recordar la maravilla de piernas con las que la naturaleza le había dotado y comportándome como un cerdo, decidí beneficiarme de esa circunstancia. Cómo ya os expliqué, la casa era antigua y por lo tanto sus puertas. Por lo que aprovechando el ojo de la cerradura, me agaché para espiarla. Lo primero que vi fue a sus pantaletas y a su brasier colocados en el lavabo. Saber que Linda estaba desnuda, fue suficiente para que mi pene saliera de su letargo. Juro que ya estaba excitado aun antes de ver su silueta a través de la mampara transparente de la ducha. Como si fuera una película porno, disfruté del modo tan sensual con el que se enjabonaba.
Si sus piernas eran espectaculares qué decir de los pechos que descubrí espiando. Grandes, duros e hinchados eran los mejores que había visto hasta entonces y ya sin ningún recato me desabroché la bragueta y sacando mi miembro me puse a masturbarme en su honor.
-¡Qué maravilla!- exclamé en voz baja al darse la vuelta y comprobar tanto los negros pezones que decoraban sus tetas como el cuidado coño que esa mujer lucia entre sus piernas.
Desde mi puesto de observación, me sorprendió no solo el tamaño de sus pitones sino también la exquisita belleza del resto de su cuerpo y por ende, desde ese momento envidié a mi amigo. 
“¡Joder! ¡Cómo se lo tenía escondido!”, pensé recordando que Alberto nunca había hecho mención del bellezón que tenía en su cama.
Me quedé con la boca abierta cuando la mujer separó sus piernas para enjabonarse la ingle, permitiendo que mi vista se recreara en su vulva. Linda llevaba el coño completamente depilado, lo que lo hacía extrañamente atractivo. Educado a la vieja usanza, me gustaba el pelo en el chocho pero os tengo que reconocer que mi respiración se aceleró al contemplar esa maravilla.
Si no llega a ser imposible, por el modo tan lento y sensual con el que se enjabonaba, hubiese supuesto que se estaba exhibiendo y que lo que realmente quería esa mujer era ponerme cachondo. Completamente absorto mirándola, me masturbé con más fuerza al admirar con detalle todos sus movimientos.  Para el aquel entonces, deseaba ser yo quien la enjabonara y recorrer de esta forma todo su cuerpo. Me imaginaba siendo yo quien  estuviera palpando sus pechos, acariciando su espalda pero sobre todo lamiendo su sexo. Pero la gota que derramó el vaso y que provocó que mi pene explotara, fue verla inclinarse a recoger el jabón que había resbalado de sus manos. Al hacerlo, me permitió maravillarme nuevamente con su culo y descubrir entre sus nalgas, su rosado y virginal esfínter. Imaginarme siendo yo quien desvirgara  la entrada trasera de la esposa de mi amigo, me terminó de excitar y descargando mi simiente sobre la alfombra, me corrí en silencio.
Temiendo que descubriera las manchas blancas y comprendiera que la había estado espiando, las limpié tras lo cual, bajé al salón, intentando olvidar su silueta mojada. Cosa que me resultó imposible, su piel desnuda se había grabado en mi mente y ya jamás se desvanecería. Esa tarde, Linda se fue a visitar a su marido al hospital, lo que me dio la oportunidad de revisar su habitación. Sé que fue algo inmoral pero esa mujer me tenía obsesionado y por eso cuando la vi marchar, esperé diez minutos antes de entrar.
Lo primero que hice fue asegurarme de que no me sorprendiera y por eso atranqué la puerta de entrada a la casa antes de introducirme como un voyeur en el cuarto donde iba a dormir. Ya una vez dentro, abrí su armario donde descubrí otra muestra más de lo mal que lo estaba pasando esa pareja. Había mucha ropa pero toda vieja. Se notaba que llevaba años sin comprarse ningún trapo. Pero lo que realmente me dejó encantado, fue descubrir en un cajón su colección de tangas. Tangas enanos y casi transparentes. Solo con imaginarme a esa belleza con esas prendas hicieron que volara mi imaginación. Me vi separando esos dos cachetes e introduciendo mi lengua en su interior.
Pero lo mejor llegó al final.  Al revisar su mesilla de noche, me encontré con que Linda tenía compañía por las noches. Daba igual que su marido estuviera postrado desde hace meses en una cama, su querida esposa aliviaba su ausencia con un enorme consolador.
“¡Joder con la mujercita de Alberto!” pensé mientras olisqueaba el aparato.
Fue entonces cuando descubrí que estaba recién usado. Todavía conservaba rastros de humedad y el olor dulzón que desprendía, era inconfundible.
-¡Se acaba de masturbar!- exclamé en voz alta, claramente excitado.
Colocando todo en su lugar, tuve que irme al baño a pajearme y mientras liberaba mi tensión, decidí que de algún modo ese culo sería mío. Aprovechándome de su situación económica y de que a buen seguro, debía llevar meses sin que su marido se la follara, esa mujer quisiera o no pasaría por mi cama. Intentaría primero seducirla pero si resultaba imposible, usaría todo tipo de malas artes para conseguir follármela.
El tiempo que transcurrió hasta su vuelta, lo usé para planear mis siguientes pasos y por eso nada más cruzar la puerta, le pregunté cómo seguía Alberto. Linda se echó a llorar al oírme preguntar por su marido y con lágrimas en los ojos, me contestó:
-Muy mal. Los médicos me han explicado que no le queda más de un mes-
Exagerando la pena que me produjeron sus palabras, la abracé y acariciando su pelo, le dije:
-Lo voy a echar de menos.
Su esposa se dejó consolar durante cinco minutos, sollozando contra mi hombro. Actuando como un buen amigo, actué como paño de lágrimas cuando realmente al sentir su cuerpo contra el mío, no podía dejar de pensar en cómo sería tenerla entre mis piernas. Cuando comprobé que se había tranquilizado, me separé de ella y valiéndome de su dolor, le pregunté porque no salíamos a cenar fuera.
-No estás de humor de cocinar- insistí cuando ella se negó.
-Te juro que no me importa y mira con que fachas voy.
Su respuesta para nada rotunda, me dio ánimos y con voz tierna, le contesté:
-No aceptaré un no. Te espero mientras te cambias.
Dando su brazo a torcer, se metió en su habitación. Satisfecho por esa primera escaramuza ganada, me entretuve pensando donde llevarla. Si íbamos a cualquier lugar del pueblo, su salida nocturna podría crear un chisme pero si la sacaba a otro lugar, podría mosquearse. Por eso, mientras la esperaba, decidí que fuera ella quien tomara la decisión. No me extrañó al verla bajar que esa mujer viniera vestida de forma recatada. Ataviada con un traje gris horrendo, podía pasar perfectamente por una feligresa yendo a un servicio religioso.
“¡Qué desperdicio!” pensé al verla.
Aun así, ese disfraz de monja no pudo ocultar a mis ojos, la rotundidad de sus formas. Su culo grande y duro se rebelaba a quedar enterrado bajo la gruesa falda. Valorando en su justa medida el espécimen que me iba a acompañar a cenar, galantemente, le cedí el paso. Linda me agradeció el gesto con una sonrisa y preguntó dónde íbamos.  Tardé en responder porque mi mente divagaba en ese momento sobre cómo y cuándo atacarla pero cuando ella insistió, contesté:
-¿Te parece que vayamos a Papantla?-
Salir del oprimente ambiente de nuestro pueblo le pareció una buena idea por lo que enfilando la carretera, nos hicimos los veinte kilómetros que nos separaban de ese lugar. Ya dentro del casco urbano, me dirigí  a un coqueto restaurante donde solía llevar a mis conquistas.
-¿Conoces esta fonda?- pregunté mientras le abría la puerta.
La muchacha negó con la cabeza y con paso asustadizo dejó que el Maître nos llevara a nuestra mesa, donde una vez estábamos solos, me soltó:
-¿Por qué no vamos a otro sitio? Esté es muy caro.
Comprendí los reparos de Linda y sin darle mayor importancia, le contesté:
-Por eso no te preocupes. Tú te mereces todo esto y más.
Mi piropo diluyó sus reticencias y por eso cuando llegó el camarero con el vino, no puso inconveniente en que le sirviera una copa. Durante la cena, la rubia se relajó y sin darse cuenta, comenzó a beber más de la cuenta. Tras el vino y la cena, vinieron tres cubalibres, de forma que al salir del restaurante, la mujer ya iba más que entonada. Viendo en su ingesta etílica una más que plausible oportunidad de que la esposa de Alberto hiciera una tontería, le pregunté si quería tomar una copa en otro antro.
-Solo una- contestó ya con problemas de articular las palabras.
Esa fue la primera y tras ella vinieron otras dos, por lo que ya bien entrada la noche, me confesó que estaba aterrada por su futuro y que me daba gracias por acogerla bajo mi brazo. Comportándose como el típico ebrio, me abrazaba mientras me decía que me debía la vida y que contara con ella para todo.
“¡Si tú supieras para lo que te quiero!” pensé en silencio mientras pagaba.
Durante el viaje de vuelta, Linda se quedó dormida de la borrachera que llevaba y por eso al llegar a casa, la sujeté por debajo de sus brazos y subiendo por las escaleras, la llevé hasta su cuarto. Una vez allí, la dejé caer sobre la cama. Absolutamente  inconsciente, se quedó en la misma postura en que cayó. Su falda se le había enroscado permitiendo que mis ojos se recrearan en esas piernas morenas y macizas.   Dicha imagen me impactó porque ajena a mi examen, mi nueva empleada me mostraba su trasero casi desnudo y digo casi porque solo  la tira de la tanga enterrada entre sus cachetes, evitaba que lo contemplara por completo.
Sentándome en un sillón frente a su cama, me la quedé mirando. La tentación de tocar las maravillosas tetas que había visto en el baño era demasiado fuerte y tras cinco minutos donde debatí sobre qué hacer, me animé a mí mismo pensando que si lo hacía con cuidado nadie se iba a enterar. Queriendo comprobar su verdadero estado, me acerque a ella y le propiné unos suaves cachetes en la cara.
“¡Está grogui!” confirmé al ver que no se enteraba.
Sin pensármelo dos veces, le fui desabrochando la camisa botón a botón. Cuanto más la abría, más excitado me sentía al comprobar en persona las dos maravillas con las que le había dotado la naturaleza. Cuando ya tenía la blusa totalmente desabotonada, me deleité tocando esas tetas que me tenían obsesionado. Actuando como un drogata al que la primera dosis no le sabe a nada, llevé mi boca hasta sus pezones y me puse a mordisquearlos. Mis maniobras pasaron totalmente desapercibidas por mi victima que como en trance seguía durmiendo la mona.
Ya  para entonces estaba dominado por la lujuria y moviéndola sobre el colchón, la puse boca arriba y con sus piernas separadas. Solo la breve tela de su tanga me separaba de su sexo y por eso, con cuidado de no despertarla, se lo fui bajando hasta sacársela por los pies. Nuevamente comprobé in situ lo que ya había avizorado a través de la cerradura.
“Menudo coño tiene la zorra” sentencié al contemplarlo.
Completamente depilado, no había pelos que me impidieran observar tamaña belleza y actuando como un cerdo, pasé uno de mis dedos por la rajita que tenía a mi entera disposición. Me resultó sorprendente encontrarme que estaba mojado y por eso me fijé si en su cara había algún rastro de que se estuviera enterando de en esos momentos me estaba sobrepasando con ella. Pero todo me revelaba  que seguía sumida en un sopor intenso por lo que agachando mi cabeza entre sus muslos, pasé mi lengua por sus pliegues.
“¡Qué rico está!” me dije mentalmente y ya más confiado me puse a mordisquear su clítoris. Su sabor a hembra insatisfecha inundó mis papilas por lo que totalmente excitado, me entretuve comiéndole el chocho hasta que bajo mi pantalón, mi pene me pidió más.
El calentón que recorría mis entrañas era tal que hasta me dolía de lo duro que lo tenía. Sin poderme retener, me bajé los pantalones y sacando mi polla de su encierro, me puse a juguetear con ese sexo. La humedad que anegaba esa preciosidad facilitó mi penetración y suavemente, se la ensarté hasta el fondo. Estaba follándomela cuando me percaté que debía de aprovechar aún más esa feliz circunstancia y sacándola muy a mi pesar, me fui a mi cuarto a por mi celular.
Con él en mi mano, le empecé a sacar fotos de las chichis y del espléndido coño de la cría y no contento con ello, realicé varias poniendo mi glande en su boca, como si me lo estuviera mamando. Acto seguido, le separé las rodillas y metiéndome entre sus muslos, inmortalicé el modo en que mi pene se iba haciendo dueño de su interior. En ese momento, Linda suspiró por lo que me quedé petrificado pensando que se había despertado y que iba a descubrirme violándola, pero todavía hoy doy gracias por que fue solo un susto y la esposa de mi amigo seguía roncando su borrachera. A pesar de ello, os tengo que reconocer que mi corazón a mil y sin moverme esperé unos segundos.
“¿Te imaginas que se despierta y me pilla con mi verga dentro de ella?” balbuceé mentalmente asustado.
Al cabo del tiempo y viendo que no se movía, empecé a moverme lentamente penetrando su interior con mi forastero. Lo estrecho de su conducto y mi calentura hicieron el resto y al cabo de cinco minutos, comprendí que iba a correrme. No queriendo dejar rastro, la saqué y eyaculé sobre sus piernas.
Entonces saciado y aunque deseaba repetir, preferí dejar eso para otro día y limpiando los restos sobre su piel, eliminé toda evidencia de mi paso por su cama. Ya estaba casi en la puerta cuando recordé que no le había puesto el tanga, por lo que retrocediendo unos pasos, cogí su braguita. Desgraciadamente para ella, me acordé de su consolador y pensando en el día después, decidí que si amanecía con él en sus manos, cualquier escozor en su coño lo atribuiría a que borracha lo había usado.
Improvisando sobre la marcha, se lo clavé hasta el fondo para que tuviera rastros de su flujo y dejándolo sobre el colchón, lo encendí a nivel mínimo.
“En dos o tres horas, ese zumbido la despertará y creerá que es eso lo que ha sucedido”.
Muerto de risa, cerré su habitación y me fui a mi cama. Ni que decir tiene que cogiendo las fotos que había hecho, las mandé a mi email para que estuvieran a buen recaudo, tras lo cual, las borré y me quedé dormido.
Reconozco que soy un aprovechado…
Esa mañana me desperté temprano y al ir a desayunar, me topé con Linda en la escalera. Olvidándose de que era domingo, esa mujer estaba lavando los escalones agachada, lo que me permitió dar un completo repaso a su escote.
“Esta tía tiene mas que un polvo” me dije recordando cómo había abusado de ella la víspera.
La validación de que no recordaba nada de lo ocurrido, me llegó al oírla saludarme alegremente y diciéndome que tenía el desayuno preparado. Mi tranquilidad se hizo total al reírse de la borrachera que se había pillado y preguntarme como había llegado hasta su cuarto.
Obviamente, le mentí:
-Dando eses-
Mi respuesta le satisfizo y levantándose del suelo, se fue a calentarme el café sin saber que al mirar su culo por el pasillo, era otra cosa a lo que le había elevado su temperatura. Desgraciadamente, después de tomármelo, me tuve que despedir de ella porque al medio día tenía un compromiso.
-¿Cuándo volverás? – me preguntó con tono apenado.
-El viernes- respondí sin caer en que me había tuteado otra vez.
Ya en el coche, estuve a punto de darme la vuelta pero asumiendo que si quería convertir a esa mujer en mi amante, debía ser una labor de zapa. Lentamente iría cerrando su mundo hasta que no tuviera más remedio que abrirse de piernas. A partir de ese momento, no pude sacármela de la cabeza. Los días encerrado en mi despacho no hicieron mas que avivar la necesidad que tenía de volvérsela a meter.
El viernes nada más llegar a mi oficina, la llamé para confirmarle que llegaba a comer. La mujer se mostró encantada con el detalle de que la hubiese avisado y cruzando un límite hasta entonces impensable, me comentó:
-Te he echado de menos. Sin ti no tengo a nadie con quien hablar.
Su confesión me dejó perplejo y sin saber que contestar, quedé con ella a la tres.
-Te esperaré con la mesa puesta-
Mientras conducía hacia el pueblo, me fui calentando. Necesitaba a esa mujer. Aunque la conocía desde niña, nunca me fijé en ella como en una hembra a la que echar mi lazo y por eso ahora estaba descolocado.
-Joder, es solo un coño- grité aprovechando de que iba solo en mi coche.
Pero algo me decía en  mi interior, que si conseguía llevármela a la cama, difícilmente la dejaría irse.
-Me la follo y si te he visto no me acuerdo- sentencié sin llegármelo a creer.
Al llegar a “la Floresta”, estaba temblando como un puñetero crío ante su primer cita. No sabía lo que me esperaba después de ese desliz verbal de la mujer de mi amigo y por eso saludé discretamente desde la puerta.
Linda contestó que estaba en la cocina. Siguiendo su voz, entré en la habitación y me la encontré preparando la comida. Alucinado me la quedé mirando. El calor que desprendían los fuegos, había elevado la temperatura del ambiente y el sudor de su cuerpo hacía que se le pegara la blusa contra el pecho.  La sensualidad de la escena se magnificaba por acción de sus pezones que grandes y duros se marcaban bajo la tela. Me consta de que ella adivinó mis pensamientos al pillarme fijamente observando ese par de maravillas desde la puerta pero lejos de asustarse o de cortarse, me sonrió.
“¡Dios! ¡La tumbaría sobre la mesa!” me dije tratando de retener mis instintos.
Fue la esposa de Alberto quien tuvo que romper el silencio incómodo que se instaló entre nosotros, pidiéndome que me sentara a la mesa. Desde mi silla contemplé a esa mujer, servirme la sopa mientras dejaba que mis ojos se recrearan nuevamente en su escote. Os juro que si llego a tener el valor que hacía falta, me hubiese lanzado a su cuello pero en vez de ello me tuve que conformar con la cuchara. Sabía que Linda estaba jugando conmigo y que dicho cambio de debía deber a algo y por eso, tanteando el terreno, le comenté que yo también le había echado de menos.
Sentándose a la mesa, se puso a comer sin dejar de tontear conmigo de manera que en el postre, ya sabía que iba a pedirme algo. Primero me contó que su marido estaba de mal en peor y que los médicos le habían desahuciado, para acto seguido explicarme que esa mañana al ir a recoger sus cosas a su antiguo piso, el propietario le avisó que tenía dos meses impagados.
-¿Cuánto es?- pregunté.
-Quince mil pesos- y yendo directamente al grano, me rogó que se los prestara pidiéndome que se lo retuviera de su salario.
-Por eso no te preocupes, ya hallaré el modo de cobrarme- solté como si nada.
Entonces la boba sin pensar en mis palabras me abrazó y me dio un beso en la mejilla, momento que aproveché para darle un buen meneo a su trasero.
-¡Qué haces!- protestó al sentir mis manos recorriendo sus nalgas.
-Tomar un anticipo- dije sin soltarla.
La mujer espantada por mi actitud, se rebeló un poco pero viendo que no avanzaba más allá, dejó que magreara su culo durante un minuto, tras lo cual indignada, salió de la habitación.  Solté una carcajada al verla irse y sacando el dinero de mi cartera, lo dejé encima de la mesa. Había levantado mis cartas y ya no me podría echar atrás. De lo que hiciera esa mujer en una hora, iba a depender no solo que me la pudiera tirar sino incluso mi reputación porque un escándalo haría insoportable mis fines de semana en ese lugar.
Dando tiempo para qué pensará, salí al jardín y mientras lo recorría, comprendí que necesitaba unos mayores cuidados. Al volver a casa, Linda no estaba pero el dinero había desaparecido y temiendo que se hubiese ido definitivamente, entré en su cuarto. Al descubrir su ropa en el armario, sonreí al saber que esa mujer había firmado su sentencia.
¡No tardaría en venir ronroneando hasta mi cama!
Decidido a hacerme con las riendas de su vida, llamé al doctor Heredia, el medico que trataba a Alberto en la clínica. Tras presentarme, me reconoció como el viejo amigo de su paciente e interesándome por él, le pregunté por cómo iba el tratamiento del enfermo.
-Mal- respondió- en este hospital poco podemos hacer. He recomendado a su mujer que se lo lleven a una clínica privada donde puedan darle cuidados paliativos. No va a mejorar pero al menos no seguiría sufriendo.
-Y ¿Qué le ha contestado?.
-La pobre me confesó que no tenía dinero para hacerlo.
-¿Cuánto costaría?- pregunté interesado.
-Unos noventa mil-
La cifra era importante pero afortunadamente no era descabellado y por eso tras pensármelo dos veces, le informé que yo me haría cargo pero que le exigía confidencialidad, nadie debía de saberlo. El médico se quedó extrañado pero viendo que era lo mejor para Alberto, aceptó mi explicación. Haciéndome el buen amigo, justifiqué mi decisión en la amistad que me unía con su paciente. Una vez arreglado ese pequeño pero caro detalle, me tumbé en el sofá del salón y puse la tele.
¡Solo me quedaba esperar!
A las ocho y media de la tarde, Linda llegó hecha una energúmena y nada más soltar el bolso, vino a encararse conmigo:
-¿Quién coño te crees para organizarme la vida?
Se la notaba francamente alterada y por eso esperé que soltara toda clase de improperios de su boca y al terminar, sin dejar de mirar la tele, le respondí:
-¿Te refieres a evitar que tu marido siga sufriendo? ¿Quieres que llame a doctor para retirar mi oferta?
Tal como había previsto, fue incapaz de pedirme tal cosa y con lágrimas en los ojos, me preguntó:
-¿Qué quieres a cambio?
Solté una carcajada y levantándome, fui hacía ella. Me encantó ver como temblaba al conocer de antemano mis intenciones. Ya a su lado, la cogí de la cintura y dándole un beso no deseado, contesté:
-Ya lo sabes.
Destrozada, salió corriendo de la habitación mientras oía desde el pasillo mi risa. Cualquier otro hubiese tomado posesión de su propiedad en ese momento pero yo no. Prefería que con el paso del tiempo, mi víctima se fuera haciendo a la idea, que cuando la tomara ya hubiese asimilado que iba a ser mía.
Como es lógico, Linda se recluyó en su cuarto a llorar durante una hora y solo cuando la llamé para que me pusiera de cenar salió de su encierro. Nada mas verla, no me costó reconocer su completa claudicación porque sacando valor quiso mostrarme que su desprecio, saliendo completamente desnuda.
Su descaro me hizo acercarme a ella y cogiendo uno de sus pechos entre mis manos, le pregunté:
-¿Cuántas veces te has tocado esta tarde imaginándote que te poseía?
-¡Ninguna!- contestó sin retirarse pero con un gesto de asco en su cara.
Encantado `por su rebeldía le cogí de la barbilla y la obligué a mirar la mueca burlesca que se dibujaba en mi cara.
-¿Te he dicho alguna vez que eres una putita muy bonita?
Sin hacer caso a mi insulto, se me quedó mirando con desprecio.
-¡Dejaré que me tomes con la condición de que ayudes a Alberto!.
Parecía tener todavía ganas de enfrentarse conmigo y haciendo caso a mis más bajos instintos, llevé uno de sus pezones a mi boca y recorrí con mi lengua todos sus bordes.
-Mi querida Linda, ¿Quién iba a suponer que tenías estas maravillas escondidas?
Tratando de evitar que la tomara, me preguntó si no le había llamado para que me sirviera de cenar pero entonces yo ya estaba excitado y cogiéndola entre mis brazos, la llevé hasta mi cama.
Asustada por lo que se le venía encima, me pidió que no le hiciera daño. Una carcajada fue mi respuesta y obligándola a separar sus rodillas,  me quedé mirando su coño. Llorando de rabia, la rubia vio que me sentaba a su lado en el colchón. Aunque era consciente de lo que iba a pasar, no pudo reprimir un gemido cuando pasé mi mano por uno de sus muslos.
Temblando de miedo, tuvo que soportar que mis dedos recorrieran toda su piel mientras le miraba a sus ojos, en busca de alguna reacción. Manteniéndose impávida, soportó mis caricias sin hacer ningún gesto. Al notar que pellizcaba uno de sus pezones, sacó fuerzas de la desesperación y con voz seca, me soltó:
-Desgraciado, hazlo rápido.
Inclinándome sobre su cara, lamí sus mejillas y forzando su boca, introduje mi lengua en su interior. La ausencia de respuesta de la muchacha me enervó y agarrándola del pelo, susurré a su oído:
-Mañana, me pedirás que te vuelva a tomar. ¡Zorrita mía!
Acto seguido y obviando sus lloros, descendí por su cuello y recreándome en su pecho, mordisqueé  nuevamente esos pezones que me traían obsesionado. Para entonces aunque nunca lo reconocerá, el calor había invadido sus mejillas y sus lamentos se habían atenuado. Comprendiendo que debía mostrarle quien mandaba, pellizqué su aureola con dureza, consiguiendo que de su garganta saliera un alarido.
-¡Por favor! ¡No me hagas daño!
-Hare lo que me venga en gana porque eres una puta y ¡Te he comprado!
Incapaz de aceptar que era verdad, separó su mirada de mí y se concentró en el techo para evitar la mía. Viendo su reacción, no me importó y agachándome entre sus piernas, saqué mi lengua y con ella, recogí un poco de flujo de su sexo. Al sentir la húmeda caricia en su vulva, cerró los puños mientras dos lagrimones caían por sus mejillas.
-¡No!- musitó calladamente al notar que me había apoderado de su clítoris.
Su lamento se intensificó al percibir que su cuerpo no era inmune a mis caricias y cuando me le metí un dedo dentro de su cueva, tuvo que reprimir un gemido para que no me diera cuenta que le estaba empezando a gustar ese insano trato.
-¿Te gusta? ¡Verdad!
-¡¡¡No!!!-  chilló con todas sus fuerzas.
Reanudando mis maniobras, le introduje el segundo. La respiración de la rubia se hizo entrecortada al notarlo. Decidido a conseguir su rendición, lentamente empecé a sacarlos y a meterlos mientras mi boca se ocupaba de su botón.
-Hazlo ya y déjame.
Muerto de risa, llevé mi mano hasta su boca y abriendo sus labios le obligué a que lamiera su propio flujo mientras le decía:
-Eres una guarra y como tal estás empapada. Lo puedes negar de boquilla pero tu coño dice que estás excitada.
Sin poder negar lo evidente, intentó morderme. Como lo preveía, no consiguió su objetivo y lanzándola contra el colchón, le solté una bofetada.
-¿Quieres que sea violento?- pregunté y levantándome de la cama, fui a su cuarto a por su consolador.
Una vez de vuelta, le mostré lo que traía en las manos, diciendo:
-¿Reconoces tu juguete? ¿Crees que no sé qué te masturbas pensando en mí?
Aunque fue un farol, en sus ojos descubrí que había acertado y ya convencido de lo que estaba haciendo, le obligué a abrir su boca.
-Chúpalo y no te hagas la estrecha.
Habiendo sido  descubierta, Linda no pudo hacer otra cosa que abrir la boca y obedecer. Ni que decir tiene que me encantó verla lamiendo ese falo de plástico mientras yo inmortalizaba ese instante con la cámara de mi celular.
-He pensado en mandar imprimir esta foto y ponerla en mitad del salón- le solté al dejar el teléfono sobre la mesilla.
-No lo hagas por favor. Todo el mundo sabrá que soy tu puta- dijo sin percatarse de su significado.
Aunque no se hubiese dado cuenta, la rubia ya asumía su condición y solo pedía que fuera algo entre nosotros. Para recompensarla, le cogí el aparato y encendiéndolo, se lo metí hasta el fondo de su coño. Al sentir la vibración en sus entrañas, la esposa de mi amigo pegó un gemido que no tardé en interpretar como el primero de placer.
-¡Por favor!- protestó suavemente mientras sus caderas la traicionaban, meciéndose al ritmo de mi muñeca.
Su calentura era evidente pero tratando de profundizar en su sumisión, no dije nada y seguí penetrando su cuerpo con el consolador.
-Estás cachonda, ¡Zorrita mía!- susurré en su oído- No tardarás en correrte-
Asumiendo que su rendición no iba a tardar, la besé forzando su boca.
-Reconócelo, Putita. Dime que te gusta que te trate así.
-¡Nunca!- aulló mientras su cuerpo temblaba al ir siendo sometido por las sensaciones que surgían de su entrepierna.
Sacando el aparato de su sexo, lo sustituí con  mi lengua y recorriendo con ella su cueva, la encontré ya totalmente anegada. Por mi experiencia, supe que Linda iba a correrse y por eso, levantando mi mirada, le ordené que se corriera.
Su orgullo la hizo negarlo pero su voz ya sonaba apagada.
-Hazlo, zorrita mía. ¡Córrete para mí!
Linda estaba tan caliente que no pudo articular palabra y retorciéndose sobre la sábana, negó lo evidente aunque en su mente reinaba la confusión. La mujer sabía que la estaba volviendo loca pero seguía siendo incapaz de reconocerlo.
-No me hagas enfadar. Córrete ya.
En ese momento, Linda no pudo más y levantando su cadera, no solo colaboró conmigo sino que incluso se incrustó aún más el consolador. Su orgasmo fue brutal, mordiéndose los labios para no gritar, se retorció en silencio mientras el placer inundaba su cuerpo. Sabiendo que lo había conseguido, aceleré el ritmo con el que metía y sacaba el aparato con la intención de prolongar su clímax.
-Ves cómo eres una putita obediente- dije en su oreja sin dejar de apuñalar su sexo.
Llorando a moco tendido, unió un orgasmo con el siguiente mientras yo me reía en su cara por lo fácil que me había resultado.
-Sigue, ¡Por favor!- olvidándose de mi burla al estar dominada por la pasión.
Al oírla comprendí que había conseguido mi meta y bajándome de la cama, la dejé sola en el cuarto. Desde el pasillo oí sus lloros porque al cesar su excitación, volvió con más fuerza su vergüenza. No solo se había entregado a mí sino que encima ¡Había disfrutado!.
Al cabo de cinco minutos, bajó al salón donde yo estaba poniéndome una copa y con voz temblorosa, me preguntó si me ponía ya la mesa.
-Perfecto. Tengo hambre- contesté siguiéndola hasta el comedor.
La cena:
Satisfecho de cómo se iban desarrollando los acontecimientos, me senté en la mesa mientras mi empleada-puta-amante iba a prepararme la cena. Con mi copa en la mano, me quedé pensando en cómo iba a aprovecharme de mi nueva adquisición y por eso estaba sonriendo cuando Linda llegó con la comida.
Estaba preciosa vestida únicamente con un mandil, sus enormes pechos sobresalían a ambos lados de la tela dándole una sensualidad difícil de soportar. Teniendo todo el tiempo del mundo para someterla, decidí primero comer y luego recrearme con ella. Estaba apurando mi copa, cuando la rubia llegó y al ir a poner el plato en la mesa, se le cayó encima de mí. Supe que lo había hecho a propósito al ver una sonrisa en su cara.
“¡Será cabrona!” pensé.
Sin hacer aspavientos y sentado, separé mi silla y le dije:
-Límpialo con tu boca.
La muchacha no respondió lo suficientemente rápido y tirándole de la melena, le obligué a agacharse entre mis piernas.
-Limpia tu estropicio.
La serena violencia con la que reaccioné la sacó de sus casillas y a voz en grito, se negó a cumplir mis órdenes.
-¡Tú lo has querido!- dije levantándome de la silla y valiéndome de su negativa, decidí usarla para hacer algo que deseaba desde que vi su culo en la ducha. Iba a castigarla rompiéndole ese maravilloso pandero.
Linda no lo vio venir. Todavía conservaba su sonrisa cuando la levanté del suelo pero al girarla y ponerla de pompas contra la mesa, comprendió lo que le iba a suceder:
-No, ¡Por ahí! ¡No!- chilló muerta de miedo.
Mientras la retenía de la cintura con una mano, usé la otra para desprenderme del pantalón y bajarme los pantalones. Mi miembro que ya estaba excitado desde antes, salió totalmente erecto de su encierro y dándole gustó, presioné con él la hendidura de sus cachetes.
Asustada por el tamaño del miembro que rozaba la raja de su culo, Linda empezó a chillar rogándome que no la sodomizara pero obviando sus lamentos, pasé mi mano por su coño en busca de flujo. Al notar en seguida que estaba seco, decidí que eso no iba a ser suficiente para hacerme cambiar de opinión y separando sus dos nalgas, escupí sobre su esfínter.
Mi empleada intentó escapar al sentir mi baba pero reteniéndola con dureza, puse mi glande en su entrada. La cara de terror de la mujer me confirmó que era virgen por ese agujero y recreándome en sus miedos, le solté:
-Puedes gritar: ¡Cuánto más grites mejor!
¡Y vaya si gritó!. Al sentir mi verga rompiendo la resistencia de su ano, sus ojos se abrieron como platos y de su garganta salió un alarido, en consonancia con el desgarrador dolor que le causó mi intrusión:
-Por favor, ¡Para! ¡Me duele horrores!
Sin ceder a sus ruegos, centímetro a centímetro, fui clavando mi estoque en su trasero. La lenta embestida no la permitía ni respirar y cerrando sus puños intentó no cerrar su  orificio pero le resultó imposible.
-¡No!- chilló golpeando la mesa.
Su sufrimiento me dio alas y al sentir que la base de mi falo, golpeaba contra sus cachetes, comencé un doloroso vaivén con mi cuerpo. El dolor se fue incrementando y la esposa de mi amigo en un vano intento de aguantarlo, cogió una servilleta y metiéndola en la boca, la mordió. Su intento de no gritar fue en vano porque entonces presioné con todas mis fuerzas mis caderas y se la enterré hasta el fondo.
-¡¡¡Ahhhhhh!!!-
Su alarido debió de oírse a cuadras a la redonda y con muy mala leche, susurré a su oído:
-A lo mejor hasta tu marido lo ha oído-
Que mencionara al enfermo, la enervó y sacando una entereza de donde no había, contestó llorando:
-¡A Alberto no le metas en esto!
Profundizando en la herida, volví a forzar con violencia su maltrecho trasero y me reí de su desgracia diciendo:
-Él es el culpable de que me hayas regalado tu culo.
Linda no tuvo fuerzas para contestarme, bastante tenía con acostumbrarse a sentir mi grosor desgarrando su esfínter y con soportar el inexpresable sufrimiento que ello la ocasionaba.  Su inacción me permitió agarrarla de las nalgas y comenzar una serie de penetraciones tan furiosas y rápidas que le hicieron rebotar contra la mesa.
-¿Te parece suficiente castigo o quieres más?
La rubia se agarraba al mantel para evitar el intenso zarandeo mientras su ano le ardía como si lo estuviera acuchillando con un puñal. Desgraciadamente y aunque me apetecía seguir sodomizando a esa mujer, la calentura acumulada durante toda la tarde, me hizo llegar al orgasmo con demasiada precocidad. Por eso al sentir que estaba a punto de explotar, la cogí de los hombros y jalando hacía mí, descargué mi simiente dentro de sus intestinos.  El suspiro que salió de sus gargantas al notar como se iba llenando su conducto, me hizo sonreír. Una vez había terminado de eyacular, retiré mi miembro y observé con detenimiento los desgarros que le había producido y a mi semen saliendo de su interior.
Hurgando en la humillación que sentía, la dejé sola y desde la puerta, le ordené:
-Vete a limpiarte, ¡En media hora te quiero en mi cama!

Relato erótico: “Mi don: eli y la fiesta – fin de fiesta doble (6)” (POR SAULILLO77)

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Hola, este es mi 6º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos. Estos hechos son mezcla de realidad y ficción, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real. Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.

Mi nombre es Raúl, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis últimos años de Instituto, 17-18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre,  hermana mayor , mandona pero de buen corazón, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de Madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era. Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al fútbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rápido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavía no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante. Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte. Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena. Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio. Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba. Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.

Además, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme. Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención, solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón. Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría un 10 tras otro, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es información inútil que pasado el examen no volveré a necesitar.

Con el paso de mi infancia empecé a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningún medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escáner  y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello. Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operación, gracias a dios todo salió bien y con el apoyo de mi familia y amigos,  todo salió hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.

Después de la operación, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales. Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinación y razonamiento, y después físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no quería, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi físico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total, donde cumplí los 18. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados, se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algún celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.

Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, además de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas. Pero las situación con ella, no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital. Después toco poner en  práctica la teoría y Eli, la fisioterapeuta que me estaba ayudando con un problema en el pie, me la confirmo. Ahora era mi profesora y me enseñaba todo lo que se podría necesitar, y con unas amigas llego la magia. Después de mis 2 primeras semanas de aprendizaje y teoría, llegaba la hora del examen práctico. Ahora de mi aprendizaje,  Eli me invito a una fiesta que quiso usar de examen, y se desmadro, Paula,  la Duquesa, Matahari. Laura……ETC.

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Ya he leído algunos comentarios, gracias por los consejos, tratare de corregir, debido a varios comentarios paso a quitar en negrita las conversaciones

Shadow, gracias, voy a probar a ver si no le doy tanta patada al diccionario, le paso varios correctores y uso el works, a ver que tal.

Es cierto que quienes sigan la serie, es una lata, pero la 1º parte casi no cambia, con bajar un poco la rueda del ratón se soluciona, de ahí que ponga estas pequeñas anotaciones separadas del resto, Y así los que empiecen un relato sin seguir el orden, tener una idea general rápida.

Y si, es una deformidad de polla, pero tenia que ser así.

Pido disculpas por los “tochazos” que escribo, estas primeras experiencias llevan mucha información, y es importante a mí entender. Alguno mas así y os prometo que los siguientes no serán tan grandes.

Pero la historia debe continuar.

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FIN DE FIESTA Y LIBERACIÓN.

Matahari se  la había jugado a la presidenta de la federación de tenis, y a nosotros sin saberlo,  cambio las cintas, suponíamos que ella tenia aun las cintas y debía entregársela a sus jefes, suponíamos también que eran los de atletismo. Todo eran suposiciones, pero no teníamos nada, sugerí tenderle una trampa a Matahari, citarla con un mensaje como si fuéramos ellos para llevarla a alguna habitación donde obligarla a darnos al cinta, Mariana, Eli y yo lo hablamos.

-ELI: es jugársela, pero no tenemos otra Mariana, por probar no perdemos nada.

-MARIANA: se lo olerá, además de que conoce mi número.

-YO: le mandamos el mensaje desde el mío, no lo tendrá.

-ELI: en serio, confía en nosotros,  puede funcionar.

-MARIANA: esta bien, toma el número.

-YO: bien,  las palabras deben ser ambiguas, pero el mensaje claro.

-ELI: date prisa, son las 2 y media  de la mañana,  no podemos dejar pasar mas tiempo.

Le mandamos el mensaje.

“Cambio de planes, ha surgido un problema en la federación de atletismo, quedamos para la entrega en la habitación 132,  en 1 hora.”

Me aprecio convincente y lo mandamos.

-YO: ya esta, solo queda esperar, a ver si pica.

-MARIANA: y como sabremos sin funciono.

-ELI: vayamos a la zona de la barra, delante de los ascensor, son el único acceso a las habitaciones, si aparece y sube,  ha caído.

-YO: pero si llega a la habitación y no hay nadie,  se ira.

-MARIANA: subir vosotros a la habitación, la tengo reservada, y esta algo separada, nadie os molestara, yo me quedo aquí y si la veo subir os aviso. ¡¡¡¡Por favor necesitamos esto!!!

Pareció cuadrar, y despidiéndonos y subimos a la habitación, apagamos luces y mientras Eli se sentaba en la cama con los pies doloridos por los tacones, yo esperaba en la habitación, en una esquina que daba a la puerta de la habitación, para que según entrara, quedara encerrada dentro.

-ELI: has tenido un gran idea, pero no se si funcionara.

-YO: no es cuestión de que funcione o no, ya habíamos perdido, esto es a la desesperada.

-ELI: aun así te lo agradezco, te la juegas por mí.

-YO: ¿por ti? siento decírtelo, no, no estoy aquí por ti, te agradezco tu ayuda estas semanas, pero esto es solo un paso en el camino que yo elegí, además, me lo estoy pasando bomba, parecemos espías jajajja

-ELI: eres de los pocos que harían algo así, pero si esto funciona y aparece, no va a ser fácil hacerla hablar.

YO: no pienso ponerla la mano encima, odio a los maltratadores, ya te lo dije, pero tu me has ofrecido como arma contra ella, y presupongo el por que.

ELI: es cierto, además no creo que la violencia solucione nada aquí, pero quizá con un poco de ayuda de nuestro gran amigo la hagamos hablar.

-YO: si es tan “profesional” en lo suyo, mi polla no será  efectiva, habrá hecho de todo y de todos los tamaños. No se asustara.

-ELI: yo tampoco soy ninguna estrecha y …………..- Era cierto, era una mujer avezada en el sexo, y  la había hecho vibrar,  durante 3 días me la folle, la hice correrse y hasta casi desvanecer en el baño del gym.

-YO: supongo que tienes razón, lo dejo a tus manos.

Pasamos una hora a la espera, hablando de tonterías, y mandándonos mensajes con Mariana, tensos por momentos y con bajón de ánimo en otros. Habíamos perdido la esperanza, eran las 3:30 de la madrugada,  recibíamos menos información de Mariana, y me canse, me senté al lado de Eli, y mientras la comentaba mis experiencias de la noche, pasaba mi mano por uno de sus brazos que tenia apoyado sobre la cama, de arriba a  abajo, mas que sensual, como gesto de cariño.

-YO: creo que nos hemos quedado sin opciones, no va a venir.

-ELI:   ya sabíamos que era difícil, pero te he visto tratar con las mujeres, conmigo incluso, te has desenvuelto bien y creo que ya no puedes sacar nada mas de mi.- sus palabra me hirieron levemente, aguante la cara de póker unos segundos.

YO: ¿ósea que esto es una despedida?

-ELI: no, no tiene por que, seguiremos en contacto y quedaremos, pero esto ha de parar,  tienes de mi lo que querías y lo que te podía ofrecer.

-YO: si eso es cierto, y es lo que piensas, lo acepto,  pero no por ello me gusta. Me encantaría que siguiéramos con nuestras clases, aunque no aprenda estaría contigo,  yo pienso que eso es bueno para ambos.

-ELI: cariño, no esta bien, te saco mucha edad, y debes iniciar una vida normal,  tu propia historia, y yo con la mía, no es solo por ti, estamos estancados,  ¿como crees que serán nuestras vidas si seguimos así? duraremos que….. 3-4 años,  tu tarde o temprano encontraras a otra aunque solo por que sea de tu edad, o te canses de mi…….

-YO: ¡¡¡¡nunca!!! – sonrío y me acaricio la cara.

-ELI: eso piensas ahora, pero ni tu puedes tener una vida conmigo , ni yo una contigo.

Otra vez, rechazado por una mujer,  después de todo lo pasado, no era justo, me infle de rabia, no se como hubiera reaccionado si Mariana no nos hubiera mandado un mensaje.

MARIANA: “creo que esa maldita zorra esta subiendo”- joder ¿como que creo?, la llamamos.

-ELI: ¿Qué pasa? ¿Por que crees?

-MARIANA: estaba hablando con una compañeras, no se, me ha parecido verla subir  a un ascensor, al menos vi un vestido rojo.

-YO: joder muchas gracias por la ayuda.- la colgué- ¿que hacemos?

-ELI: tu ponte en posición, si era ella, vendrá, si lo hace  déjame hablar a mi…….

-YO: ¿Y si intenta huir?

-ELI: ponte en medio de la puerta, no podrá moverte,  ni salir. Cuando empiece la acción la pondré en una situación de elección, podrá irse si quiere, pero si se queda es nuestra.

Se hizo un silencio sepulcral, me tense entero, ¿seria ella o no?, mande un mensaje a mi padre para que no viniera a buscarme, cubriendo todas las opciones. Los segundos pasaron a ser horas, oímos pasos de gente pero  nadie entraba. Cuando empece a relajarme algo, sonó lo puerta, con una serie de golpes muy específicos como para ser aleatorios. Mire a Eli cuestionando que hacer.

-ELI: pasa no tenemos tiempo para tonterías.- lo dijo con una voz varonil bastante cutre, pero efectiva, se abrió la puerta y entro.

No se veía mucho así que entro hasta la zona central, allí Eli encendió la luz, como una madre esperando a su hijo de vuelta de un noche de fiesta, la luz ilumino la habitación,  ¡¡¡era  Matahari!!!.

-ELI: hola guarra, ¿esperabas a otros?- se sobresalto al verla, pero reacciono, y analizo, “¿otros?” eso es plural, se dio la vuelta y me vio, entendió la trampa.

-MATAHARI: ¿Qué coño queréis de mí?

-ELI: la cinta, como no…….

-MATAHARI: pues buena suerte, ya se la entregué a su dueña, esa loca del tenis.- según decía eso avanzo hacia la puerta, yo me puse en medio, y cerré la puerta con pestillo, era físicamente imposible que ella me moviera y abriera la puerta, y aunque no la pegaría, ella no lo sabia.

-ELI: tu no te vas a ningún lado putón berbenero, sabemos de sobra que cambiaste las cintas, el diste una vacía y te quedaste la original, esa es la que queremos.

-MATAHARI: ya claro ¿y como lo sabéis?

-ELI: por que tenemos la cinta que le diste – Eli la saco del bolso y la estampo con fuerza contra la pared rompiéndola en mil pedazos, quería intimidarla y nada mejor que pillándola en una mentira.

-MATAHARI: ¿Cómo la habéis logrado?

-ELI: por que mientras ellos follaban y tú gravabas, yo estaba en el armario empotrado – se quedo blanca- y ahora ven aquí siéntete a mi lado como una niña buena y déjame cachearte ¿o prefieres que te obligue el? – me señalo.

Se vio cazada,  de pie, supongo que pensado en sus  opciones, no era bueno dejarla pensar, asi que di un paso hacia ella.

-MATAHARI: vale vale, ya me siento. – con gesto altivo aun se sentó al lado de Eli en la cama.

Repaso su cuerpo como una policía,  de arriba abajo y le miro en el bolso, la cinta no estaba.

-ELI: ¿donde la tienes?

-MATAHARI: la entregue ya.

-ELI: ¿y si la has entregado por que has venido aquí? De nuevo mintiendo, ¿voy a tener que hacerle venir? – yo entendí que se dirigía a mi y me acerque unos pasos, poniendo cara de malo.- si ya la has entregado no entenderías el mensaje, y no tendrías por que venir  aquí.

Tardo unos segundos en responder.

-MATAHARI: quería saber quien………………

-ELI: ojo, no vuelvas a mentirnos, o no respondo de lo que te pueda llegar ha hacer el.

-MATAHARI: deja ya ese rollo de amenazas, no sacaras nada de mi aunque me parta las piernas.

-ELI: pues dinos donde esta la cinta y podrás irte ilesa.

-MATAHARI: ¡¡¡JAMAS!!!

-ELI: tu lo has querido –  Eli se puso de rodillas sobre la cama, acariciando el perfil de los brazos de aquella zorra – veras, normalmente le dejaría que te destrozara a golpes hasta que te dejáramos en el hospital un tiempo, es muy capaz, pero creo que para una puta loca como tu seremos algo mas delicados – me miro-  ve quitándote la ropa.

-MATAHARI: ¿esa es tu jugada?, este memo con cara de pánfilo ¿me va a violar? Por favor he pasado por hombres perores, algunas veces en grupo, y hasta he sido actriz porno, no me hagas reír, me da igual que me folle, se le nota el bulto, hasta puede que lo disfrute.

-ELI: te digo yo que vas a pasar de pedir  que te folle,  a rogar que pare.

De repente caí, con la fiesta, su ropa puesta y el maquillaje,  no la había reconocido, era Mamanda Hot de unos 29 años, de mis noches de onanismo algún vídeo suyo había caído, lo ultimo que supe es que paso por el mercado  USA sin mucho éxito. Eso me éxito bastante, mientras me desvestía, la visión de Eli colocándose detrás de ellas e iniciando un masaje en sus hombros, con gestos amplios y lentos, ayudaba, me quede solo con los slips y mi polla un tanto morcillona por la situación, me miro la entrepierna.

-MATAHARI: vaya con el tontorrón que me ha tirado la copa…….aun así una buena polla dura no me va a hacer cambiar de idea. – Eli sonrío a su espalda, se acerco a su oído y susurro.

-ELI: es que aun no la tiene dura.

Esas palabras pusieron tensa  la piel de aquella reputada mujer, se le erizo un poco  la espalda entre el masaje de Eli y la visión de mi polla retenida bajo la licra. Eli llevo una de sus manos a la cremallera de uno de los costados del vestido rojo y se lo fue bajando  mientras daba ligeros besos en el cuello de aquella profesional, le bajo la parte de arriba del vestido y dejo al aire un muy buen par de tetas, operadas,  apenas contenidas por un sostén sin tirantes, que salió disparado cuando Eli se lo desabrocho, con habilidad, por el botón que tenia delante. Eli llevo sus dos manos a aquellas tetas remodeladas médicamente y las masacraba con gestos amplios y lentos de nuevo. Aquella visión me la estaba poniendo gordisima, mientras que seguía besándola el cuello, vi como Matahari se agarraba de forma continuada parte de la falda de su vestido.

ELI: que dices, ¿se la vemos? – se dejo al descubierto, mi posición había cambado, ella podía salir de la habitación si quería.

-MATAHARI: ummmmm ¿por que no? – estaba cogiendo el papel de actriz porno, era nuestra.

-ELI: venga, sácate la polla. – me ordeno, y yo obedecí encantado, cuando mi polla se termino de bambolear delante de su  mirada, quedo algo alucinada.

-MATAHARI: no esta mal, nada  nada  mal.

-ELI: y aun le falta.

-MATAHARI: ¡¡¡¿que?!!! Eso tengo que verlo, ven aquí campeón.- me acerque lo justo para dejarle acceso libre a mi miembro.

-ELI: frota al lampara y sacaras al genio.

Sin duda en su mirada y gestos cogió mi polla con ambas manos, la doblo, mas que admirándola inspeccionando, inicio un sube y baja que ya me la puso a reventar.

-ELI: ahora si esta al 100%.

-MATAHARI: ¡¡¡Pero si es……….casi  como la de Jonah Falcon!!! – (Dato real y curioso, Jonah Falcon es el hombre con el pene más grande del mundo, reconocido, el cual mide 24 cms en reposo y 34 cms erecto, no es actor porno,  si no periodista y actor,  pero si ha dejado que hagan moldes con su polla para consoladores.).Según mis ultimas mediciones mas exactas, me sacaba algo de ventaja, 2-3 centímetros,  pero no mucha.

-ELI: y no veas como folla, lleva un mes partiéndome por la mitad – lo decía mientras se ponía al lado de su nueva amiga.

-MATAHARI: normal, vaya pedazo de polla, yo en  USA he hecho videos con actores con pollas bastante grandes,  incluso con Nacho Vidal aquí,  pero este carbón les deja de lado.- mientras comentaba todo aquello y mas cosas con Eli, yo no la escuchaba,  seguía pajeándome sin parar desde que había llegado al empalme, estaba absorto.

-ELI: a mi ya casi me desencajaba la mandíbula cuando me la trago, es un espectáculo, un ejercicio de superación, ¿tu hasta donde te crees que le llegas?-

-MATAHARI: pues no se, habrá que probar.- se escupió en la mano, masajeo mi capullo,  y sin mas, empezó a  meter mi glande en su boca,  a chupar  como toda una profesional que era, en menos de un minuto ya casi me sentía que me corría pero logre calmarme.

Poco a poco fue babeando toda la parte delantera de mi polla, goteaba, y se tragaba una buena porción cada vez que engullía, con cada embestida tragaba un poco mas, tuvo amagos de arcadas pero siguió engullendo, se metía ya media polla, con bastante trabajo ya, bajaba todo lo que podía, y aguantaba, casi notaba  su campanilla en mi glande, se mantenía allí unos segundos y se la sacaba para respirar,  un poco ahogada. Me estaba  encantando, vi como Eli  había metido una mano por la raja del vestido de Matahari, y como su mano se movía por la zona de la pelvis, y con la otra guiaba la cabeza de aquella mujer que se introducía mi miembro con ansia en la boca. En una de las veces que se separo……..

-MATAHARI:  ¡¡¡¡dios, ufff cof cof,!!!, creo que de ahí no paso.- lo comentó mientras un hilo de baba iba de sus labios a mi polla, pero sin dejar de masturbarme con las manos.

-ELI: vaya, esperaba mas de ti y tu fama.-  se debió sentir ofendida en su orgullo o algo, por que  miro a Eli con celos, y volvió al ataque, se metía polla de nuevo hasta mas de la mitad, y ya con arcadas evidentes.

-YO: párala que me la vomita entera.

La cogió de la cabeza y tiro de ella fuertemente hasta dejarla recostaba en la cama, le paso una  pierna por encima quedando de rodillas mirando hacia mi, con  la otra mujer entre sus piernas.

-ELI: esto se hace así. – cogió mi polla de la base , llevo la otra mano a la entrepierna de Matahari, y  trago como venia haciendo desde hace semanas.

No seria actriz pro no profesional, pero la chupaba muchísimo mejor, no solo engullía si no que dentro de su boca su lengua hacia maravillas, volvió a usar el truco de pasar los dientes por el glande mientras Matahari asomaba la cabeza por uno de los lados de Eli, no me había dado cuenta pero había apartado parte del vestido de Eli, y estaba masajeando sus glúteos, algo que sabia que ponía como una burra en celo a la mujer que chupaba mi polla. Aguante lo que pude pero tras unos minuto asi avise de mi corrida.

YO: ¡¡¡agua va!!! – me tense como pocas veces hasta ese momento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

A duras penas pudo Eli sacársela de la boca y apuntar hacia otro lado, pero sin dejar de mover su mano sobre mi polla.

-MATAHARI: vaya un espectáculo, tu que ya estas acostumbrada a el. – Eli torció el gesto a su espalda y le guiño un ojo.

Se movieron casi como ensayado, para quedar una a cada lado de la cama y un hueco en medio.

-ELI: nada ven aquí y siéntate que aun no hemos acabado

-MATAHARI: no no, aquí no se acaba.- golpeo  repetidamente en colchón con la mano.

Me di la vuelta y me senté, Eli no tardo en ponerse a mi lado, agarrarme la polla, algo flácida después de expulsar mi semen,  y mientras iniciaba un leve subí y baja me besaba con pasión, notaba a Matahari acariciándome cambien por el otro lado, su trabajo y el paso de algunos minutos me puso de nuevo la lanza el ristre. Me tumbaron sobre la cama y con 4 manos sobre mi polla empezaron hablar.

-MATAHARI: por favor déjame cabalgarlo.

-ELI:  estas  loca, no sabes lo que pides.

-MATAHARI: si lo se, cuantas veces se tiene una oportunidad así.

-ELI: bueno, tu quieres algo, y nosotros también.  – recordó la cinta.

-MATAHARI: no puedo, no es mía, si os la doy perderé mi crédito.

-ELI: pues es una pena, pero al menos te dejare mirar, para que veas lo que te pierdes.- se levanto de la cama y se pudo en pie, dejando a la otra pajeándome.

Se llevo una mano al broche, lo abrió y su vestido cayo de golpe hasta su cintura, dejando sus preciosas tetas al aire, se dio la vuelta contoneándose y se fue bajando el vestido por la cintura hasta rebelar su espectacular trasero, con un tanga, pero que era algo mas grande que los normales,  casi  bragas, de color azul oscuro, como su traje,   unas medias de encaje, las reconocí, fueron las que se puso cuando me enseñaba como desnudar a una mujer y que provocaron una masturbación en directo y alguna mas en mi casa tirando de memoria. Se saco las medias colocado un pie sobre la cama y bajándoselas de forma evocadora, primero una y luego otra, el remate final fue darse la vuelta y bajarse el tanga poniendo el culo en pompa, por poco  que me levanto a por ella, pero tenia a Matahari pajeándome hábilmente. Se agacho y se puso a gatear sobre la cama, escalando mi cuerpo, dándole un buen lametón a mi polla cuando paso su cara por allí,  hasta llegar a mi altura, me beso con todo su pelo cayendo por un lado de su cabeza, y frotando su cuerpo contra mi y mi pene.

-ELI: no hay nada como la 1º vez ¿recuerdas? – era una indicación clara de cómo debía comportarme.

-YO: la 2º fue mejor. – le subí la apuesta, rió, me beso de nuevo y se puso a horcajadas encima mía, con una pierna a cada lado.

Matahari hizo lo propio y sin que la prestarla mucha atención se quito la ropa, realmente sus tetas eran muy llamativas, la operación se las dejo perfectas, pero al quitarse el vestido la vi un tanga minúsculo, de color carne, especialmente indicado para llevarlo con vestidos atrevidos y así parecer que no lleva nada. Al agacharse para quitárselo pude ver algo de celulitis en su trasero, y quedándose medio tumbada a nuestro lado, sin perder detalle, se tocaba su parte intima, por lo que veía, totalmente rasurada, y me acariciaba el pecho a mi.

Eli llevo su mano a mi polla, levanto la cadera con experiencia, abrió su coño con la otra mano, y se la metió poco a poco en el coño, ya estaba acostumbrada así que no hubo alteraciones importantes, bajo sin parar lentamente hasta que la mitad de mi polla desapareció en su interior.

-ELI: ummmmmmmm  – volvió a subir un poco y continuo la bajada, esta vez  ¾ de polla dentro, repitió movimiento hasta que casi estaba totalmente empalada, se paro en esa posición unos segundos – ohhhhhhh siiiiiiiiiiiiii- puso sus brazos en mi vientre, apretando con fuerza, yo estaba en la gloria.

-MATAHARI: joder tronca, vaya animalada, menos mal que tienes el coño acostumbrado.

-ELI: y solo……….. acaba…………. de empezar.

Inicio un leve movimiento circular de cadera, sin subir ni bajar, solo moviéndose con casi toda mi polla dentro, fue aumentando el ritmo y cuando ya se vio preparada, puso las mano en el colchón e hizo fuerza, subía con rapidez y bajaba con calma, un par de veces así y aumento el ritmo de nuevo, subía y bajaba a gran velocidad.

-ELI: ¡¡¡¡dios, ya empieza, dios, que gusta,  me parte,   dios!!!! – era raro oírla así tan pronto, supuse que quería darle celos a mi acompañante que aumentaba el ritmo de su masturbación con el de Eli.

El ritmo de los golpe de cadera de Eli llego a un punto de velocidad  que me llevo al cielo, cuando note que empezaba a descender, lance mis manos a su trasero y lo apretaba y separaba como sabia que le hacia correrse, también movía mi cadera y cogiendo fuerza con los pies nuestras pelvis empezaron a ir en direcciones contrarias y opuestas, provocando el sonido de mis huevos en su coño, del que brotaban fluidos, mi masaje en sus glúteos surtió efecto y Eli cayo sobre mi para besarme de forma animal, ella ya casi no se movía pero yo estaba en pleno desenfreno, bombeaba su obertura totalmente empapada mientras separa sus nalgas, la respiración se le entre cortaba, y cuando la note vibrar aumente un tercio la velocidad, Eli solo callaba y recibía como una leona.

-ELI: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡dios!!!!!!!- exploto de forma obvia, corriéndose abundantemente sobre mi polla, y moviendo la cadera de forma descontrolada, como queriendo sacarse mi  miembro de dentro, pero sin lograrlo.

Cayo mi pelvis a la cama, estaba agotado, pero con un erección de caballo,  una diosa, que se acaba de correr, aun ensartada y una ex actriz porno frotándose de forma obscena a mi lado,  supongo que no aguanto mas se incorporó, paso un pierna por encima de mi, de rodillas mirando hacia Eli, enfrentadas, bajó su cadera y  me planto el coño en la cara, lo tenia ardiente y húmedo,

-MATAHARI: ¡cómemelo por favor!- Ni lo pense y empece a chupara sus labios mayores, jugueteando con mi lengua, lleve un mano a su coño y se lo abrí, y mientras metía un dedo por su vagina con mi lengua lamía con calma su clítoris, totalmente hinchado.

Desde mi posición no podía ver mucho, pero oía como debían de estar besándose,  y recorriendo  todas  las partes de sus cuerpos, pense que hasta estarían chupándose las tetas una a la otra. Pasados unos minutos ya tenia de nuevo a Eli cabalgándome y a Matahari a punto de caramelo, estaba muy excitada, y mis hábiles dedos entrenadas sacaron jugo de aquella hembra, su corrida no fue tan húmeda, como pense, pero si efectiva, casi cayo de lado, y vi la cara de Eli, estaba fuera de si, me cabalgaba como nunca, me incorpore para besarla, pegue mi cuerpo al suyo y entre una mano en su culo y otra en sus pechos, siguió bombeándose contra mi, Matahari se puso detrás de mi, acariciándonos a los 2, yo baje mi cabeza para chupar uno de los pezones de Eli que estaba duro como piedra,  mientras ellas se besaban por encima de mi hombro. Note el calambre en mis riñones, Eli  también, y se separo un poco de mi, para mirarme fijamente a los ojos, sin parpadear, mientras seguía con un alocado movimiento de cadera. Me corrí sobradamente dentro de ella, pero no paro sus movimientos, siguió algún minuto mas hasta que se volvió a correr ella, nuestros fluidos se mezclaron, caían de su interior por mi polla, y nos volvimos a besar de forma ya mas calmada, como fin de una gran sesión de sexo, que había sido.

-YO: no creo que esto se pueda superar. – quería ser un halago para Eli, pero al parecer era un reto para Matahari.

-MATAHARI: de eso nada, yo no me voy de aquí sin follarmee a este semental. – Eli la miro por encima de mí, con cara de logro conseguido.

-ELI: ya sabes lo que tienes que hacer.

-MATAHARI: la cinta esta en mi abrigo, en el ropero, ahora quítate de encima que le voy a dar la follada de su vida.

-ELI: antes nos aseguramos, pero puedes ir divirtiéndote con el un rato mientras lo confirmo.- Eli se desencajo de mi, y mi polla flácida cayo por el peso, totalmente empapada, fue a coger el móvil y llamar a Mariana.

Mientras Matahari se me subió encima,  con una mano me pajeaba y me besaba por todo el cuello, o correspondí con caricias por todo su cuerpo,  pegando su cadera a mi con mi polla en  medio de nosotros.

-ELI: he he, con condón, a saber que mierda tienes tu “so´ puta.” – y saco del bolso una especie de caja de condones, XXL ponía.

 Se los tiro a Matahari que se separo de mi y me puso sentado al borde de la cama  con ella arrodillada entre mis piernas, con cierta habilidad, saco uno condón, lo abrió y lo puso en la punta de mi polla, que debido a su caricias andaba creciendo.

ELI: ¿seguro?, ¿ya la tienes? ¿Mira a ver que contiene?. – confirmaba con Mariana por teléfono.

Aquella mujer que tenia rogándome sexo, puso sus dedos con el condón pillado en  mi polla, luego sujeto por el borde, quito la otra mano y bajo su boca hasta la punta, con una habilidad pasmosa, fue bajando la boca, a la vez engullendo mi polla y la vez poniéndome el condón, cuando no pudo bajar mas, siguió con la mano. Una vez puesto se me subió a horcajadas, se chupo la mano de forma grosera y se la llevo al coño para lubricarlo, abrió sus labios mayores y cuando estaba apunto de ensartarse………..

-ELI: ¿la tienes? ¿Seguro? Perfecto, justo a tiempo, escóndela, nos quedaremos por aquí.  –Colgó- Tu zorra quítate de encima de mi chico.- se acero y la aparto de mala manera, haciéndola caer al suelo.

-MATAHARI: mala puta, me has dicho………

-ELI: te he dicho lo que querías oír, no voy a dejar que te lo folles, con condón y todo le puedes pegar algo, o eres tan mala zorra que lo mismo te quedas embarazada a propósito solo por dar por saco, vístete y sal de aquí,   ya has acabado –  y se dio la vuelta buscando su ropa,  de forma orgullosa.

-YO: joder Eli, ¿me vas a dejar así?

-MATAHARI: eso, deja que pruebe,  por favor, solo hasta que se corra.- Eli se paro en seco, puso cara pensativa, esa frase de Matahari la hizo darse cuenta de algo que yo no entendí, y me miro.

-ELI: ¿quieres follartela?

-YO: hombre, no es por ser ella pero la tengo dura de nuevo.

-ELI: ven al baño. – me cogió de la mano y me llevo al servicio, allí me quito el condón con cuidado y abrió le grifo de la pila, puso el condón debajo como para inflarlo de agua, y cuando se lleno un poco aparecieron unos chorrillos en la punta de condón – no tengas lastima por ella,  esta puta ha pinchado el condón mientras te lo ponía, como te he dicho es capaz de dejarse embarazar solo por joderte la vida, o salir de aquí con tu semen y ADN dentro y denúnciate por violación.

-YO: ¡¡¡¡ será zorra!!! , ¡¡¡¡¿¿Pero como se puede ser tan retorcida??!!! – lo dije mientras salía del baño a buscarla encolerizado, peor la muy fulana ya estaba medio vestida y saliendo de la habitación.

-MATAHARI: si quieres ganar dinero, llama este numero – lanzo una tarjeta al suelo, y se fue.

Eli me sujeto por detrás, agarrándome la polla.

-ELI: déjala,  ya tenemos lo que querríamos de ella, duchémonos y te ayudo con esta. – y empezó a masturbarme. – me fui clamando poco a poco hasta que las caricias de Eli me parecieron mas importantes que el cabreo que tenia.

-YO: esta bien,  pero solo si nos duchamos juntos. – yo no había dicho mi ultima palabra esa noche.

-ELI: esta bien, vamos.

Nos metimos los dos, no sin problemas por mi tamaño, en la ducha, pero también gracias a el,  nuestros cuerpos estaban muy juntos, abrimos el grifo de la ducha y lo colocamos en el soporte por encima de nosotros, , Eli estaba de cara a la pared y yo detrás de ella, acariciando su cuerpo con lujuria y restregando mi polla dura en su trasero, entre el calor del agua cayendo sobre nosotros y nuestras caricias no pasa mucho tiempo hasta que la situación pedía sexo a gritos, Eli se dio la vuelta , echo la espalda  sobre la pared, apoyándose y sujetándome por el culo atrayéndome hacia ella,  con el agua  recorriendo todo sus pechos, su torso  y  cayendo los lados y bajando hasta su obertura.

-ELI: ¡follame!, como el día de las duchas, no pares hasta que te lo ruegue.- y se abrió los labios con una mano  dejándome su coño totalmente ofrecido.

Un regalo por mi trabajo de esa noche supongo, me cogí la polla y se la forte por todo el vientre, mojándomela con el agua, después la coloque en sus labios amyores  y la movía de forma circular, tal como me había enseñado.

-YO: ¿en serio quieres eso?

-ELI: ¡¡¡¡si por, favor párteme en dos, lo deseo!!!! – se hizo rodeando con las piernas la cintura.

-YO: pues prepárate.

Di un golpe de cadera y metí mi miembro en sus entrañas, de inicio dando pequeñas embestidas y dejando que sus paredes vaginales se expandieran, cuando la tenía gran parte dentro, agarre con una mano su hombro y con otra su cadera, plante bien los pies y empecé a bombear, con calma, sin parar.

-ELI: ¡¡¡¡¡ohhhhhhh siiiiiiiiii diossssssss  estoy llena!!!- lo decía entre dientes pero según aumentaba mi ritmo lo hacia de forma mas elevada.

-YO: ¿es lo que querías? ¡¡Toma,  Toma, TOMA!!- repetía entre otras obscenidades, con cada golpe de cadera.

Ya no solo la embestía, sino que pegaba y separaba su cadera de mi con violencia, sus tetas  empapadas rebotaban con  cada arremetida, sin dejar de subir la velocidad, buscando ritmos cómodos que pudiera mantener durante unos minutos, cuando me cansaba bajaba la velocidad pero no cesaba en el movimiento, y retomaba con violencia, note que Eli  vibrara todo el tiempo,  ya no gritaba, solo aguantaba como una pared los martillazos que le daba,  en silencio, soltando algún gemido entre respiraciones, note en repetidas ocasiones como su cuerpo se tensaba y debía de correrse, pero entre el agua y mi fuerza no lo percibía. La lleve a un orgasmo tras otro, durante mas de 15 minutos no pare y eso me llevo a correrme de forma brutal en su interior, descendiendo el ritmo hasta que pare del todo.

-YO: ¡¡eres increíble, una diosa, no  puede haber mujer mejor!!

-ELI: ¡¡¡no te he pedido que pares, dame por el culo bestia mía!!!- bajo sus piernas,  se saco mi miembro,   me beso con pasión mientras se daba la vuelta, echo su cuerpo hacia delante apoyando su cara y sus tetas contra la pared y llevándose las manos al trasero separando sus nalgas- ¡¡DAME FUERTE!!

La obedecí, empape de nuevo mi polla con el agua que caía por su espalda, también moje una mano e inicie una leves caricias por encima de su ano, llegando a introducir con calma un dedo, con firmeza, y haciendo un poco de hueco, para tenerlo lubricado. Cuando la note preparado acerque mi polla a su ano y empece a hacer presión, costo un poco pero había trabajado bien la zona y empujando sus tetas empapadas contra la pared, metí el glande en su culo.

-ELI: ¡¡dios,  me partes!! – pero no se movía un ápice de su posición.

Con clama fui empujando, mi polla que ya estaba dura de nuevo sobre su culo, notando cada centímetro de polla que le introducía, por momentos Eli aprecia perder la consciencia y su cuerpo caía, yo la sujetaba para mantenerla en esa posición., cuando ya había metido mas de la mitad, la saque un poco y volví a hacer fuerza, eso arranco un grito ahogado en ella,  lo hice de forma repetida hasta que notaba la piel del ano hundirse y sobre salir con mis movimientos, acelere de nuevo cuando note algo menos de fricción, Eli se llevo una mano al coño y se lo masturbaba, introduciendo algún dedo en su agujero, yo lleve mis manos a su trasero y le separe los glúteos con fuerza, como le gustaba, sin dejar de percutir en ella. De repente……. Pare.

-ELI: ¿Qué haces? ¡¡¡Por dios no pares ahora!!! – lo decía mientras se seguía masturbando.

-YO: no hasta que me lo ruegues.

-ELI: ¡¡¡¡no seas carbón!!! yo te enseñe eso – no solo llevar a ese  punto a una mujer, si no hacerla reconocer que lo deseaba, eso aseguraba dominación sobre esa mujer.

-YO: solo aplico lo que me enseñas.

-ELI: eres un cabrón de míerda,  párteme el culo por favor, te lo ruego. ¡¡SIGUE!!

Contento con mi logro, empecé las embestidas mas bestias que recordé, cada golpe de cadera la hacia levantarse un poco, haciendo que sus tetas se frotaran contra la los azulejos, eso la hizo correrse de nuevo,  allí estaba de nuevo un caballo salvaje, moviéndose alocadamente, deseando ser liberada, pero sin lograrlo

-ELI: ¡¡¡¡para para por favor!!! La ignore, la estaba metiendo toda de golpe sin compasión, seguí bobeando de forma dura, sujetándola para que no se moviera tanto, no se si se corrió de nuevo o era la continuación de la anterior- ¡¡PARA!!! Yo seguí hasta que mi polla dijo basta y revénte sobre ella, la corrida debió llegarla a los intestinos.La baje con cuidado, sacando mi polla desinflada de su interior, estaba muy floja de fuerzas, pero se sostenía.

-ELI: no te quedas corto, me he corrido como una fuente,  estoy agotada, duchémonos y descansemos,  por favor- lo dijo mientras se llevaba las  manos a su coño y ano, notando el socavón abierto en su  trasero,  algo temblorosa.

La imagen de ella duchándose era lo que mas me ponía, pero después de una gran sesión de sexo duro estaba cansado, nos frotamos uno a otro y salimos desnudos del baño, nos tumbamos en la cama, algo deshecha., yo boca arriba y Eli de lado pasando uno de mis brazos por debajo de su cabeza, recostándola en mi  pecho, pegando su cuerpo a mi,  abrazándome por el pecho con un brazo. Nos quedamos así un par de horas, con ella siento con fuerza, mi respiración y  latidos, yo la acariciaba a ratos el contorno de su piel,  y otras su pelo, húmedo de la ducha, pegado a su cuerpo.

-YO: por favor, no acabes con esto.

-ELI: tiene que ser así, créeme yo tampoco quiero, pero nada ha cambiado, debemos hacer nuestras vidas, esto ha sido un…..maravilloso y divino “impasse”, pero ha de acabar mañana, es neutro ultimo día, estaremos en contacto, te lo juro, no quiero perderte. – me pareció injusto que no quisiera perderme pero no siguiéramos la relación, pero era la única forma de seguir viéndola.

Mire el reloj,  más de las 5 de la mañana, sonó la puerta.

-MARIANA: ¿estáis aquí?

-ELI: si, si, pasa.

-MARIANA: no se como narices lo habéis hecho pero os debo la vida….- mientras  mascullaba preguntado como lo habíamos logrado hasta que nos vio desnudos en la cama, su visión era normal hasta que de forma obvia clavo su mirada en mi relajada polla-……..entiendo, vaya como te lo tenias calladito, has debido de hacerla disfrutar mucho para hacerla hablar, la he visto irse muy enfadada con la ropa mal colocada.

-YO: en realidad ni me la he tirado, Eli no me ha dejado jajajjaja

-MARIANA: pues como os las gastáis, anda vestiros y salgamos de aquí, tenemos que ir recogiendo.

Mientras lo hacíamos nos cuestionamos que hacer con al cinta, Eli quería destruirla para que nadie al usara a su favor, Mariana quería quedársela y sacar tajada, a mi no me aprecia que fuera una decisión nuestra.

-YO: Mariana, ¿puedes averiguar el número de habitación de una persona?

-MARANA: claro –  me levante y le susurre al oído un nombre.

Se marcho con el recado mientras nos vestíamos, ayude a Eli con su vestido, y por poco me la vuelvo a follara, si no hubiera vuelto Mariana tan deprisa.

-MARIANA: la tengo, es la 143, esta aquí cerca., tengo la cinta.

Nos arreglamos bien y con Eli cogida del brazo  y ella con sus zapatos en la mano,   nos acercamos a aquella habitación, con Mariana siguiéndonos,  no contenta del todo. Llame a la puerta con Eli cogiéndome de forma cariñosa el brazo. La puerta se abrió y salude.

-YO: buenas noches,  o ya casi mañanas, Duquesa.- estaba sorprendida, ya sin la chaqueta del traje y con el maquillaje corrido y los ojos enrojecidos, había llorado.

-DUQUESA: aahhh hola encanto, ¿que haces aquí?

YO: solo me pasaba a saludar, ¿que la ha pasado a usted?

-DUQUESA: nada, cosas de mi marido, no le ha sentado bien nuestro beso cuando se lo han dicho- se seco alguna lagrima y trataba de quitarse el maquillaje con la mano.

-YO: ese carbón no se merece a una mujer como usted, vale mucho mas que el.

-DUQUESA: gracias cariño, pero que puedo hacer, es mi marido.

Mire a Eli, note aprobación y orgullo en su mirada, mire a Mariana detrás de nosotros, nos miro seria un par de segundos…..

MARIANA: esta bien, poder esto es una basura – se acerco enfadada y me dio la cinta de  mala manera antes de irse- esto es perder una oportunidad única.- se fue.

-YO: aquí tiene mi señora.- le di  la cinta a ella.

-DUQUESA: ¿Qué es esto?

-YO: una cinta, en la que se ve a su honorable marido teniendo una aventura con la presidenta de la federación de tenis.- puso gesto de disgusto, temiéndose un chantaje – no por dios, me ha entendido mal, lo hemos pasado muy “mal” para recuperarla de las manos de Matahari, es la única copia, y no quiero que acabe en manos equivocadas, aquí la tiene usted decide que hacer.

-DUQUESA: esto es….. muy poco ordinario, podrías haber hecho mucho daño a mi marido con esto.

-YO: y usted de rebote, y eso no me parece bien.

-DUQUESA: muchas gracias, alargó la mano y cogió la cinta, agache mi cabeza y bese su mano antes de soltarla.

-YO: mucha suerte, confío en que hará lo que crea mejor.- Eli me cogió de nuevo del brazo y nos marchamos. Lo ultimo que supe es que su marido inicio  un par de años de “locura económica” ayudando a muchos deportes minoritarios, incluyendo la gimnasia, antes de anunciar que a final de su tiempo de cargo electo, no se presentaría de nuevo y se retiraba de la vida publica, sospeche los motivos de todo aquello.

Eli me acerco con el coche a mi casa, y se despidió con algo de pena.

-ELI: mañana el ultimo día, ahora duerme un poco antes de ir al instituto.- eran las 6 de la mañana y yo entraba a las 9 de no ser así hubiéramos ido a su casa a terminar la fiesta.

La di un beso tierno mientras acaricia su rostro y me baje del coche, la despedí con la mano antes de que se fuera. Subí a mi casa, y al pasar por el pasillo vi a mi padre con una luz encendida, esperándome.

-PADRE: ¿Qué tal hijo mío? ¿Lo has pasado bien?

-YO: no lo sabes tú bien papa, no lo sabes, anda vamos a la cama.- nos sonreímos,  le ayude a levantarse del sillón donde estaba y le abrace antes de irnos a dormir.

Dormí bien un par de horas, estaba agotado, había vivido mucho en una sola noche, desperté de milagro, llamado mi madre, fui al instituto como un zombi, no recuerdo nada de aquel ida, llegue a casa y me eche la siente hasta la hora de volver al gym. Mi padre me acerco y fui comentando los detalles más livianos de mi diversión en la noche previa. Llegamos y entre al gym, con una sensación agridulce,  era nuestro ultimo día. Al entrar me sorprendí, Eli estaba hablando con Laura, la hija del alcalde y con la Duquesa, vestidas de chándal. Me acerqué a preguntar, Eli me vio 1º.

-ELI: hombre, aquí esta nuestro héroe jajajaja- inicio un aplauso que siguió toda la clase.

-YO: ¿que pasa?

-ELI: aquí nuestras nuevas clientas del gym, Laura me ha llamado y se ha apuntado, por allí nada un amigo tuyo- señalo a una esquina donde estaba Mario con ojos inyectados en sangre, pero sin moverse.- La Duquesa se ha puesto en contacto conmigo a través de Mariana, y cambien se ha unido a nosotros.

-YO: es un placer ¿peor por que lo de héroe?

-ELI: les hemos contado a todos tus proezas de ayer, la Duquesa se ha comprometido a pagarme 1 año de alquiler del gym, y con los ingresos de mas de este mes he contratado nuevos monitores, has salvado al negocio.

-YO: joder, y es mi ultimo ida, ¿quienes son los nuevos monitores?

-ELI: allí están sentados para ver la clase y empezar mañana.

Mire y había 3 hombres y 2 mujeres, un rubio,  un moreno y un negro enorme, todos mazados de gimnasio y con ropa ajustada, la chicas eran también carne moldeaba de ejercicios, una preciosidad de muñeca rubia y la otra que tenia aspecto cubano.

-ELI. Venga, demostrémosles de lo que somos capaces, ¡¡¡en posición!!!

Así lo hicimos, 30 minutos de ejercicios para lucirnos y otros 30 de bailes, la Duquesa y Laura estaban atrás y trataban de seguir el ritmo con Lara, mientras miraban, y reían, llego nuestros bailes y mientras la Duquesa se mostraba mas calmada, Laura se restregaba como una stripper en una barra americana.

Termino la clase, y nos despedimos entre saludos, agradecimientos, deseos de suerte y risas, hasta que nos quedamos solos Eli y yo.

-ELI: bueno creo que ya hemos acabado, que te ha parecido la experiencia.

-YO: increíble, no pude elegir mejoro mujer. Pero tengo que decirte que ver a esos rudos gimnastas me ha puesto algo celoso.

-ELI: debí decírtelo, llevo unos días mirando personal,  se acaba tu mes y esto no para de crecer. Me has salvado la vida y el negocio.

-YO: y me lo pagas apartándome de ti.

-ELI: ya lo hemos hablada, y para cortarlo ya,  quiero que sepas que lo de ayer fue el final, no hablara nada hoy. Solo me queda darte unos consejos finales.

1º Ten cuidado, no todas son como yo y puedes hacer mucho daño, no solo con tu pene, si  no por como te mueves, eres un animal.

2º Pasa de las menores, ya tienes 18 años y te puedes meter en líos, no te van a aportar nada que no pueda una de 18.

3º Lo que te he enseñado ya queda en ti, tu sabrás como usarlo, pero por favor te pido que no te vuelvas un imbécil como mi ex novio, se tu, el chico maravilloso que me ha dado esperanzas.

4º Y para acabar, para evitar disgustos, deberías hacerte una vasectomía, podrás follar a pelo, es reversible y así evitaras líos de embarazos hasta que tu decidas tener hijos,  pero ten cuidado con quien, ya te he hablado de las ETS. Es cirugía menor, en 2 días estarás tan tranquilo y yo pediría algún certificado para llevar encima siempre, te podría ayudar.  

Me dolió no poder tener una última vez su cuerpo entre mis brazos siendo consciente de ello. La ayude a recoger y me despedí de ella con un beso de cariño, largo y caliente, pero sin querer ir a mas, dándole un sonoro azote en el trasero.

-YO: hasta luego, princesa. – me fui.

Salí del gym, y decidí irme andando a casa, para pensar por el camino, ataje por un camino de un  parque, era tarde y estaba anocheciendo pero aun había rayos naranjas del sol en el cielo. Era una imagen preciosa, que calmo mis pensamientos, de nuevo, me habían rechazado pero esta vez mi sensación no fue de odio, rabia o desolación , si no de que había acabado una etapa en mi vida, una etapa preciosa y que no olvidaría, pero había concluido, no era el fin,  solo un nuevo comienzo, que daba paso al resto de mi vida, y mientras caminaba esa sensación me fue pareciendo mejor idea, dejando atrás el gym con Eli en su interior y avanzando hacia lo desconocido,  diferente, habían pasado 5 meses largos desde mi operación y ya no era un gordo gracioso que caía bien pero era un cero al izquierda para las mujeres, ese chico estaba enterrado ya, dentro de mi, sin olvidar quien era y de donde venia, pero abriendo las puertas a un chico, seguro, preparado,  moralmente recto y con el mundo a mi disposición

Aquí, en el final del camino del parque, note al universo llamarme, invitarme a una ventura,  a vivir, y esta preparado.

CONTINUARA…….

“En mitad del caos hay que soñar con un nuevo amanecer” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

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Sinopsis.

Rodrigo Legorreta, un distinguido militar de operaciones especiales, es defenestrado por pelearse con un superior. No pudiendo expulsarle del ejército, es sacado de su puesto y enviado a una oscura base de avituallamiento en mitad de la nada. Sin saber que sus jefes le acababan de salvar la vida, el capitán se presenta ante el mando que venía a sustituir mientras al otro lado del mundo se estaba llevando a cabo un experimento que al descontrolarse provocaría el hundimiento de la socie-dad tal y como la conocemos.
El primer indicio de lo que se le venía encima lo recibió mientras veía el telediario y el locutor, ajeno a que estaba dando la noticia mas importante de los últimos milenios, informó de unos problemas que estaban su-friendo en Chile a raíz de unas bacterias que se habían escapado de un laboratorio.
No supo cómo le afectaría esa información hasta que a los pocos días tanto los civiles como los militares presentes en esa instalación fueron confinados dentro de esos muros y conoció de labios de Isabel, una joven bióloga, el alcance del problema.
¡ Su mundo se desmoronaría en pocos días por esas bacterias, bacterias que al nutrirse del cobro omnipresente en todo lo hecho por el hombre, sumirían en el caos y el hambre a toda la humanidad!

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:   https://www.amazon.es/dp/B08LCGS5GS

Para que podías echarle un vistazo, os anexo los dos primeros capítulos:

1

El espesor de la nieve caída dificultaba su marcha. Con el frío entumeciendo sus músculos, temió por su vida y con el corazón encogido, pensó en que nunca iba a poder llegar.  Cada paso era una tortura y tras resbalar por la pendiente, tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para levantarse y seguir caminando. A punto rendirse permaneció tumbado esperando la muerte y cuando ya el sopor le empezaba a dominar, haciendo un esfuerzo sobrehumano, se incorporó al recordar que todavía existían esperanzas si conseguía volver.

Consciente de que no podría sobrevivir una noche más al cielo abierto, buscó un lugar donde guarecerse. Las mismas montañas que durante toda su vida le habían acogido entre sus laderas, esa tarde se mostraron ariscas negándole un cobijo necesario.

Quitándose los copos de sus ojos, oteó a su alrededor tratando de encontrar algún sitio lo suficientemente resguardado donde descansar. El desaliento cundió en su ánimo al ser incapaz de hallarlo y reemprendiendo su escalada, rezó para que cuando la parca le tomara entre sus brazos, fuese piadosa y no sufriera.

Resoplando y mientras intentaba evitar la espiral auto destructiva en la que su mente se había instalado, se puso a recordar los sucesos que le había arrastrado hasta esa situación. Todavía le resultaba imposible asimilar que el mundo que conocía y amaba había desaparecido, dejando atrás una pesadilla de violencia y salvajismo. Obligando a sus piernas a soportar el sufrimiento, avanzó con paso errático por la cuesta. Un nuevo tropiezo le obligó a agarrar con sus manos heladas las ramas de un tronchado pino para evitar caerse.

El dolor, que recorrió sus brazos al lacerarse las palmas, le espoleó a dar otro agónico paso:

«Tengo que continuar», pensó levantando su mirada.

El vaho de su respiración le recordó que era el único que seguía vivo y que era su deber volver. No solo era su propia supervivencia lo que le exigía retornar a la base, debía de informar del aciago destino que habían tenido sus cuatro compañeros.

Además, el reducido grupo de hombres y mujeres que cumpliendo con su obligación habían permanecido allí tenía derecho a conocer que la tierra se había sumido en el caos. Todos ellos tenían una familia y unos amigos a los que difícilmente volverían a ver; si no estaban muertos, pronto lo estarían y en el hipotético caso que hubiesen conseguido sobrevivir, habrían cambiado y serían parte de la misma masa sedienta de sangre que les había atacado.

Sabía que esas hordas de salvajes, que con saña había acabado con todo un escuadrón de sus soldados, no eran más que víctimas inocentes de las circunstancias, pero aun así le resultaba imposible el perdonarles. En su cuadriculada mente no comprendía como en tan poco espacio de tiempo se habían dejado sumir en la desesperación.

Todavía le hervía la sangre al recordar que, bajo su mando, esos pobres jóvenes, recién salidos de la adolescencia, habían caído en una emboscada.

No se echaba la culpa.

Nadie podría prever que una pacífica ciudad como Pamplona se hubiese transformado en una trampa de la que solo él hubiese podido escapar. Estaba seguro de que, si en vez de ser Rodrigo Legorreta, el que hubiera estado al frente hubiese sido otro capitán con más experiencia, hubiera acontecido la misma debacle.

Sin otras armas que sus machetes, esos muchachos se habían tenido que enfrentar a docenas de hombres hambrientos que habían visto en sus rutilantes uniformes una fuente de comida con la que saciar sus vacíos estómagos.

Únicamente se había salvado gracias a la propia desesperación de los asaltantes que, habiendo acabado con sus subalternos, les obligó a buscar en los cuerpos caídos sobre el asfalto la carne con la que sobrevivir un día más a esa anarquía.

Sumidos en su desesperación se habían olvidado de que todavía con el cuchillo en la mano una de sus presas seguía en pie. Y escondido en un edificio que había resultado pasto de las llamas, tuvo la desgracia de observar cómo esos hombres que dos meses atrás debían de haber sido gente de bien con sus empleos y sus ordenadas vidas remataban a los heridos.

Lo más duro le resultó ver que, sin importarle que siguiera vivo, al sargento Aguilar uno de sus agresores le había arrancado un pedazo de su cara y cómo sentado sobre el capó de un coche aparcado, ese maldito se había puesto a comer.

En ese instante, deseó tener un fusil ametrallador. Con él en sus manos hubiera matado a esa escoria y a todos los que le acompañaban. Pero indefenso, tuvo que esperar oculto que acabara la orgía de sangre para al amparo de la noche huir.

Habiendo anochecido, las calles se quedaron vacías al imperar un toque de queda auto impuesto. El terror de los supervivientes a convertirse en la cena de quien estuviese lo suficientemente desesperado para romperlo les forzaba a esconderse en la oscuridad.

Al salir del pueblo, se había alejado de los caminos, asumiendo que todo humano que se encontrara era otra bestia perturbada.  Durante los cuatro días que habían transcurrido desde entonces, había sobrevivido gracias a las bayas y a los frutos que el bosque había puesto a su disposición.

Con una herida en el muslo, los ochenta kilómetros campo a través que le separaban del almacén logístico del que había salido, resultaron una prueba brutal que solo había conseguido superar gracias a su formación militar. Sonriendo amargamente, recordó como si hubiese pasado una eternidad que solo unos meses antes había recibido con disgusto su nuevo destino.

Sus jefes, obviando que era el número dos de su promoción y que era el capitán más joven de los grupos de operaciones especiales del ejército, le habían dado el mando de un fortín secreto en lo más profundo de la sierra de Navarra.

Nunca aceptó que, producto de un altercado con un superior, le hubiesen apartado como a un leproso de su regimiento. Reconocía su culpa, pero creía excesivo su castigo.

Él se consideraba un hombre de acción y sin ningún miramiento, esos cabrones le habían relegado a oficinista. Por mucho que le habían hablado de la importancia de los suministros que albergaban esas instalaciones, no se dejó engañar. Ese puesto era el retiro soñado para un chusquero. Una prejubilación ideal para un militar sin formación que gracias a una larga trayectoria hubiese ascendido poco a poco en el escalafón y no para él que, con una brillante hoja de servicio demostrada en Afganistán y el Líbano, soñaba con llegar a general.

«¡Menudos capullos!», escupió mentalmente sobre sus tumbas mientras trataba de orientarse a través de la nevada. «¡Yo sigo vivo!».

Una ráfaga de aire gélido le obligó a cobijarse tras un árbol. Debilitado y enfermo, solo la certeza de saber que, si se quedaba quieto, aunque fuera unos segundos, le sería imposible retomar la senda, forzó al herido a salir y enfrentarse al viento. Sintiendo que le acuchillaba el rostro, paso a paso, respiración a respiración, recuperó su ritmo. 

«Mierda», masculló entre dientes al advertir que arrastrando su pierna izquierda dejaba un rastro que cualquier alimaña descubriría sin dificultad y que por tanto era una presa fácil.

Todo había cambiado, nadie podría haber previsto que el día que llegó a su destino, lejos de ser un destierro, le habían otorgado sin saberlo más tiempo de vida. Añorando tiempos pasados, recordó su viaje desde Levante hasta esas tierras. Con un Audi recién comprado, no pudo disfrutar del paisaje que se le mostraba kilómetro a kilómetro porque no podía dejar de lamentar su mala suerte. Militar de vocación, nunca había previsto que su primer mando en plaza fuera una oscura y gris base de aprovisionamiento en mitad de la nada.

Desmoralizado, humillado y con la sensación de que su carrera había terminado, se presentó al comandante que iba a sustituir. El veterano oficial nunca llegó a apreciar que su reemplazo, en vez de estar encantado con ese destino, estaba hecho polvo y por eso sin poder evitar que su rostro reflejara la satisfacción de ceder el puesto, le fue mostrando las instalaciones.

Para su sorpresa, lo que en teoría era un antiguo polvorín casi sin uso, en realidad consistía en una de las principales áreas de abastecimiento del ejército. Sitas en un paraje alejado de la civilización, habían sido ideadas para ser usadas en caso de invasión. Dotada con las más modernas infraestructuras en su interior, no solo escondía parte del armamento y de la munición de la capitanía del norte, sino las raciones y demás provisiones necesarias para alimentar a miles de soldados durante meses.

«Un tesoro en las presentes circunstancias, pero inútil sino consigo llegar hasta sus muros», recapacitó asumiendo que debía concentrarse en su camino.

Un graznido hizo que levantara la cabeza y mirara al cielo donde una parvada de buitres revoloteaba en círculos sobre un viejo roble a menos de doscientos metros de él. Que esos bichos hubiesen fijado su atención sobre ese árbol era señal inequívoca de la presencia de un cadáver bajo sus ramas. Temiendo encontrarse con los restos de un humano pero esperanzado en que no lo fuera, salió corriendo y gritando espantó a esos carroñeros.

Al comprobar que era el cuerpo de un venado recién muerto, sacó el machete que guardaba pegado al pantalón y con rapidez, desgajó un cuarto trasero. Atando la carne a una cuerda, se la colgó y reanudó la marcha para alejarse cuanto antes de allí.

«Si me ha atraído hasta aquí, puede atraer a otros», se dijo mientras jadeaba por el esfuerzo añadido de llevar ese peso sobre los hombros.

La esperanza de poder hincarle el diente a un trozo de carne le dio los bríos necesarios para cruzar dos tupidos manchones de hayas antes que el cansancio volviera a hacer mella en él. El declive del sol le informó de la llegada de la noche por lo que la búsqueda de un cobijo se tornó cada vez más acuciante. Pero por mucho que escudriñó el paisaje, no había nada que le revelara la presencia de una cueva y desanimado, buscó el amparo de un cúmulo de rocas.

«Al menos me protegerán del viento», pensó, mientras recogía ramas tiradas con las que hacer una fogata.

Durante media hora, fue recolectando toda la madera que pudo y cuando decidió que tenía suficiente para que el fuego durara toda la noche, sacó de su macuto una yesca. No tardó en conseguir que, de la hojarasca, una diminuta llama prendiera y mimándola como un hijo, logró añadiendo ramas más gruesas que se convirtiera una hoguera bastante decente. Al estar seca, el denso humo inicial se fue difuminando y con agrado, reparó en que era casi imposible que alguien pudiese distinguir esa escueta humareda desde lejos, gracias a que el aire que azotaba esas lindes la diluía casi de inmediato. 

Más tranquilo se sentó al borde de la lumbre y esperando que se consumiera un poco para cocinar el venado sobre las brasas, se puso a recapacitar sobre lo poco que sabía del desastre que había asolado el planeta.

«¡Qué puta mierda!», murmuró para sí recordando que llevaba menos de una semana en su destino, cuando tomando una cerveza en la cantina había escuchado una breve noticia en el telediario que casi le había pasado inadvertida.

Sin darse cuenta de que estaba retrasmitiendo la noticia más importante de la historia, el locutor informó que en una alejada región de Chile se había producido un colapso en las comunicaciones. Nada hacía suponer que esa reseña de quince segundos y que pasó inadvertida para el gran público, se convirtiera a la larga en el principio del fin.

Los siguientes informativos, en cambio, dedicaron gran parte de su programación a explicar que en una mina de cobre se había realizado un experimento que se había salido de control. Para perfeccionar el método que la industria minera llevaba quince años usando, habían probado una nueva variedad de bacterias extremófilas para extraer de las menas los restos del mineral. Su función era oxidar los restos de ese metal presentes en los desechos, de manera que su posterior extracción fuera económicamente viable. El problema había surgido al experimentar con una variante genéticamente modificada que sobrevivía en las condiciones normales.

Fuera de los muros del laboratorio, la nueva bacteria había mutado y con una voracidad no prevista, atacaba cualquier elemento que tuviese cobre en su composición, dejándolo inservible. Los comentaristas trataban de tranquilizar a la población, diciendo que el ejército chileno había establecido un cerco a la epidemia por lo que se consideraba que se podía considerar controlada.

«¿Controlada? ¡Mis cojones!», meditó mientras cortaba un tajo de venado.

Al día siguiente, el comandante Ramírez había recibido una orden de confinamiento de toda la unidad. Los altos mandos que usaron los poderes de emergencia previstos en la legislación militar incluyeron a todo el personal civil de la base.

Las órdenes eran tan claras como rotundas:

¡Nadie podía salir o entrar de las instalaciones hasta nuevo aviso!

Todavía recordaba la tensa reunión con ese inepto. El muy cretino, sin ver las repercusiones de la orden, se quejaba amargamente de que le habían jodido sus vacaciones ya que esa misma tarde debía de haberle cedido el puesto. Su jubilación había quedado cancelada, así como cualquier permiso del personal subalterno.

Lo peor fue que, cabreado, se había abrazado a una botella y tuvo que ser él quien informara de la situación al resto de la gente. Asumiendo su ignorancia y antes de convocarlos, pidió a la bióloga encargada del almacén de víveres que le explicara qué narices eran esos bichos y cómo podían afectarles.

Isabel López era una civil recién salida de la universidad a la que el paro le había forzado a aceptar el empleo de analista en ese remoto lugar. Joven e inexperta, la muchacha era un cerebro. Extrañada que el futuro jefe le llamara a su despacho, tocó la puerta antes de entrar. El capitán Legorreta, nada más verla, le informó a bocajarro de la orden de acuartelamiento y sin esperar que asimilara sus palabras, le preguntó que sabía del asunto.

La cría se puso a temblar al ver sus peores augurios confirmados:

― Capitán. Si han tomado esa decisión, se debe a que no se ha podido cercar su expansión. No comprendo… en teoría esas bacterias no se desplazan por el aire, pero esa medida me hace suponer que estoy equivocada.

― No le sigo ― tuvo que reconocer el oficial: ― ¿Cómo puede afectarnos un suceso ocurrido a doce mil kilómetros?

― Me temo que a estas horas hay otros focos de infección. Piense que el mundo es global y que, si un avión se ha visto afectado, el problema ha podido saltar el charco en cuestión de horas.

― ¿Tan grave es?

― No lo sé, pero si somos invadidos por esa bacteria, en pocos días todo lo que contenga cobre será basura.

― Explíquese ― ordenó bastante alterado por lo que estaba escuchando.

― Aunque poca gente es consciente de ello, nuestra civilización está basada en ese metal. En todo lo que tenga que ver con electricidad sus elementos esenciales están compuestos de una aleación de cobre. Suponga que, de la noche a la mañana, toda la maquinaria, los teléfonos y los ordenadores se estropean.

― ¡El caos!

― Exactamente, por eso no me extraña que hayan acuartelado a los miembros de los cuerpos de seguridad. Solo mediante la fuerza van a poder controlar los desórdenes.

Involuntariamente, el militar se llevó la mano a la pistola. La bióloga, con lágrimas en los ojos, le informó que si era tan grave como se suponía, la gran mayoría de las armas serían inútiles.

― ¡No comprendo! ―  exclamó ― Asumo que los misiles e incluso los tanques serán hierros sin valor, pero hay muchas armas que no llevan electricidad. Fusiles, ametralladoras, …

― ¡Deme su cargador! ―  respondió la mujer.

El oficial, sin saber a qué se refería, quitó el seguro y desmontándolo, se lo dio.

― Mire ― le mostró sacando una bala de su interior que el casquillo era de latón.

― ¿Y?

― El latón es una aleación de cobre.

No necesitó más explicaciones, había comprendido la gravedad de lo que se avecinaba y dando por terminada la reunión, pidió a su secretario que reuniera en el comedor a todo el personal.

El olor que desprendía la carne le hizo volver a la realidad y sin esperar que se enfriara, se puso a comer. Saboreando cada bocado, el hambriento militar disfrutó de la primera comida decente en días. Su difícil situación pasó a segundo plano cuando se hubo saciado y previendo el frio de esa madrugada, recargó la hoguera con más leña antes que el sopor y el cansancio lo vencieran.

2

― ¡Puta madre! ¡Qué frio! ―  al salir al raso se quejó en voz alta el teniente Alvear. Desde que el capitán partiera en busca de noticias, el joven oficial cada mañana seguía una rutina a todas luces inútil: en cada cambio de guardia y acercándose al puesto de guardia, preguntaba si había habido novedades.

Los centinelas sabían a qué se refería, pero nadie hablaba de ello. En el fortín, se había instalado un mutismo temeroso sobre el tema porque… ¡todos sabían que algo iba mal!

Todos eran conscientes de que Legorreta y los otros cuatro militares ya debían estar de vuelta. Llevaban casi una semana fuera y antes de irse habían previsto que tendrían novedades desde el viernes. A un ritmo normal, cualquiera de esos soldados debería tardar como mucho tres jornadas en llegar a Tolosa y teniendo en cuenta que quién los dirigía era una mala bestia, nadie dudaba que forzando el paso ese militar habría conseguido hacerlo en dos.

«Algo les ha pasado», refunfuñó mientras se acercaba a la garita: «Si hoy no tenemos noticias, tendré que hablar con el comandante».

La idea de dirigirse a ese bueno para nada no le hacía ninguna gracia. Ramírez en vez de ser un puntal en la moral de sus hombres se había convertido en una jodida rémora. Abrazado a su botella, malgastaba los días sin salir de su despacho. Si durante el año que llevaba el teniente destinado allí, su jefe se había comportado siempre con pasotismo, desde que les habían impuesto el acuartelamiento forzoso, su actitud rayaba en la negligencia.

En cambio, la llegada del capitán había supuesto un cambio. La tropa había visto en ese hombre al líder que necesitaban y por eso estaban tan preocupados por su ausencia. Nadie creía que los hubiese dejado tirados. Desde el día que ese militar había puesto sus pies en las instalaciones ¡había dejado huella!

No solo se había ocupado de reforzar la disciplina, sin ser oficialmente el mando había impuesto un modo nuevo de hacer las cosas. Todo el mundo debía de reportar con él. Su puerta estaba siempre abierta y no ponía reparo en hacerse cargo incluso de tareas que requiriesen fuerza física. Dejó a la tropa con la boca abierta, cuando reparando un todoterreno, este perdió una rueda dejando atrapado a un operario y Legorreta sin esperar que pusieran un gato, lo levantó con sus manos liberando al pobre muchacho.

Si físicamente era un portento, la autoridad que manaba de sus poros no se quedaba atrás. Con solo dirigir una mirada, el soldado más indisciplinado se ponía firme y sin tenérselo que repetir, cumplía sus órdenes. Incluso Ramírez cuando estaba en su presencia se sentía inferior y defendiéndose de un ataque imaginario, intentaba denigrarle. El capitán, sin quejarse del trato absurdo al que le tenía sometido su superior, salía airoso y fortalecido de cada enfrentamiento.

El último tuvo lugar el día que se marchó. Él mismo estaba presente cuando Rodrigo Legorreta entró a ver al comandante:

― Señor, tenemos que hablar.

― Dígame capitán, ¿qué es tan urgente para que venga a importunarme? ―  soltó Ramírez, dejando claro que le consideraba un puto subordinado.

Sin hacer caso a la ominosa forma en que se había dirigido a él, le explicó que debido a que ya hacía un mes que habían perdido contacto con el exterior el personal de la base se encontraba frustrado y nervioso.

Marcialmente, le informó que la tensión había ido acumulando desde entonces y que esa tarde, mientras estaba revisando los almacenes, el sargento Aguilar le había anticipado que se estaba fraguando una revuelta.

― Por lo visto, esta misma noche, antes de cenar, una delegación va a acercarse a hablar con usted.

¿Y qué quieren? ―  contestó.

― La inactividad está haciendo mella en la gente y están pensando en abandonar la base. Quieren volver a sus casas.

― Y yo, joder, y yo. No creerá que esté contento dejando a mi esposa y a mis hijos allá fuera. ¿Quién sabe lo que les ha pasado? ― soltó el militar desmoronándose sobre la mesa.

Ver a un hombre, hecho y derecho, llorando como un niño, sacó de las casillas a Legorreta y sin importarle que pudiese llevarle ante un tribunal, le recriminó su falta de hombría:

― ¡Deje de gimotear! ¡Haga algo! Imponga su autoridad.

― Para usted es fácil decirlo, soy yo quien tiene que soportar las presiones. Con gusto le cedería el mando― respondió secándose las lágrimas con la manga del uniforme: ― ¡Qué cojones puedo hacer! ¡Estamos solos!

            ― Mande a alguien al gobierno militar de Pamplona para contactar con el alto mando y de esa forma matará dos pájaros de un tiro. Por una parte, tranquilizará a la gente y por otra, sabrá que ocurre.

― Tiene razón ― respondió sacando del cajón una botella casi vacía: ― Llévese los hombres que considere necesarios y déjeme en paz.

― Comandante, ¡soy su segundo! ― protestó al temer que ese incompetente no pudiera mantener el orden en su ausencia.

― Obedezca y váyase, tengo muchas cosas que hacer.

Sabiendo que no podía negarse a cumplir una orden directa, el capitán se despidió y en el patio esperó a que el teniente también saliera del despacho.

Al ver Alvear que le estaba esperando en la puerta,  se acercó y fue entonces cuando Legorreta cogiéndole de los hombros le dijo:

― Teniente, como habrá oído, salgo de misión. Sin mí, usted va a ser el encargado de mantener la disciplina del personal. No creo que necesite que sea más explícito.

No hizo falta que dijera nada más para comprender que, aunque se quedara el comandante, en la práctica él sería el jefe y por eso, respondió:

― Señor, le agradezco su confianza.

Esa había sido la última vez que lo había visto y aunque solamente llevaba unas semanas bajo sus órdenes, le echaba de menos.

«Malditas bacterias», musitó mientras rememoraba como se habían dado cuenta que el invisible invasor había logrado atravesar el atlántico y llegar hasta esa apartada serranía en los Pirineos.

Lo primero fue la luz eléctrica.

Un miércoles de madrugada, el cabo de guardia le había despertado porque se había perdido el suministro. Siguiendo el protocolo, habían encendido los transformadores devolviendo el flujo a las instalaciones. Si ya eso era grave, más lo fue comprobar la imposibilidad de comunicarse con el gobierno militar en Pamplona.

El aislamiento del exterior fue el segundo indicio, pero lo que determinó claramente que esas puñeteras habían contaminado la base fue cuando todo empezó a fallar. Lo primero en caer fue todo aquello que estaba al aire libre. Las cámaras y los vehículos estacionados en el patio una mañana dijeron basta, negándose a funcionar. Y al cabo de unas horas, la infección se había adueñado de todo y sus efectos fueron devastadores para la moral del grupo.

Sin calefacción y sin luz eléctrica, el personal civil se intentó amotinar y viendo la inactividad del comandante Ramírez, tuvo que ser Legorreta quien pistola en mano lo parara amenazando con arrestar a los alborotadores.

Saliendo de su ensoñación, Alvear se acercó a la garita donde la soldado Jácome hacía guardia. Mirando a la mujer, meditó en cómo había hecho cambiar la emigración al ejército, puesto que en vez de un español de pura cepa era una ecuatoriana de veinte años la que controlaba en ese instante el perímetro.

― Soldado― la saludó mientras se apiadaba de la muchacha por el frio que tenía que haber pasado durante la noche.

― Sin novedad, mi teniente― contestó, esbozando una sonrisa porque su presencia significaba que su reemplazo venía en camino.

Y con una familiaridad impropia de un oficial, le preguntó:

― ¿Qué tal tu turno?

― Helada, Javier. Tengo congeladas hasta las bragas.

― No seas bruta― contestó mientras le robaba un beso: ― Si quieres, te caliento.

― Estaría bien, pero en cuanto me releven me voy a dormir. Estoy agotada― susurró, encantada de la insinuación.

Aunque ninguno de sus compañeros estaba al tanto, llevaban tres meses saliendo. Esa relación no sería bien vista por sus superiores y ambos lo sabían. Por ello y ocultándose del resto, aprovechaban cualquier momento para darse furtivos besos y algún infrecuente revolcón.

― Te quiero, María― dijo el joven teniente acariciando el pecho de la soldado por encima del uniforme.

― Lo sé, pero vete ya. Están a punto de llegar.

Supo que tenía razón y dándose la vuelta, se fue a desayunar. Al llegar al barracón donde habían trasladado la cocina, se percató nuevamente de cómo había cambiado la vida en el cuartel.  Racionando el gas, habían construido una enorme barbacoa y usaban leña recolectada en los bosques circundantes para cocinar y calentar la comida.

El cocinero conocía sus gustos y antes que preguntara, le dio un café:

― Disfrútelo, ¡a este ritmo solo nos queda para dos semanas!

El joven militar supo que ese comentario iba a volverse cada día más frecuente porque, aunque no les faltaría comida por disponer de las raciones de campaña acumuladas en los almacenes, había una serie de productos que terminarían desapareciendo de los anaqueles si no recibían nuevos suministros.

No se había acabado la taza, cuando escuchó un grito proveniente del exterior. Dejándola sobre la mesa, salió corriendo hacia la entrada, al haber reconocido que fue María quien había dado la voz de alarma.

La muchacha había gritado al observar que Legorreta aparecía por el recodo de la carretera, cojeando y sangrando de una pierna. Y contraviniendo las estrictas órdenes, fue a ayudarlo dejando su puesto vacío.

El capitán Legorreta agradeció el apoyo recibido y pasando su brazo por el hombro de la mujer, con gesto de dolor se acercó a la alambrada que bordeaba la instalación. Alambrada donde ya se congregaban todos, buscando respuestas.

El teniente Alvear, al comprobar que venía solo, preguntó por el paradero de los demás soldados.

El herido se negó de plano a responder, primero tenía que informar a su superior:

― ¿El comandante? ―  exigió.

― Borracho como siempre ― respondió un cabo, cometiendo una falta de disciplina que, si el herido no llega a tener prisa, le hubiese supuesto un buen rapapolvo.

― ¡Llevadme con él! Prometo que contestaré después todo lo que queráis preguntarme.

Relevando a su amante, Alvear ayudó al capitán a llegar hasta las dependencias donde tenía su oficina Ramírez.  El teniente esperó a que nadie oyera para decirle:

― No tengo que ser ningún genio para entender que, si usted ha llegado herido, Aguilar y los otros tres soldados están muertos. ¿No es así?

― Así es, teniente. España se ha ido a la mierda, reina el caos. Fuimos atacados y solo yo pude sobrevivir ― respondió el militar.

Y comprendiendo que ese oficial era el tercero en la escala de mandos, le pidió que lo acompañara a la reunión. Como le habían adelantado, el comandante estaba completamente ebrio. Tirado en el sofá de su oficina, intentó ponerse en pie cuando sus dos subordinados se lo encontraron durmiendo la borrachera.

Ver en ese estado lamentable a su jefe, le descompuso e incapaz de contenerse, cogiéndole de las solapas, le abofeteó:

―  Es indigno de su uniforme. Mientras sus hombres morían, usted se ha dedicado a beber.

― ¿Quién ha muerto? ―  preguntó con los ojos rojos y la garganta tomada.

― Los cuatro valientes que me acompañaban.

Parcialmente despierto por la gravedad de la noticia, el comandante le exigió que le diera el parte de lo ocurrido, pero para entonces el poco respeto que tenía su subordinado por él había desaparecido y en vez de contestarle, le soltó:

― Desde este momento y ante la ausencia de un superior, considérese arrestado. Desde ahora y hasta que alguna autoridad me confirme en el puesto, asumo el mando de la unidad. Si vuelvo a verle borracho, será llevado al calabozo y lo trataré como reo.

Cayendo de rodillas, el hasta ese momento cabeza indiscutible del fortín rogó que le explicara qué es lo que había pasado y echándose a llorar, le pidió que le dijera si sabía si al menos en Madrid, donde estaba su familia, había orden.

Legorreta, sin compadecerse del pobre individuo, contestó:

― No se ha enterado. Fuera de estos muros, la gente se ha vuelto loca. Es la ley del más bestia, los débiles son el sustento de los fuertes. El canibalismo se ha extendido por doquier. Si ha tenido suerte, su familia estará muerta y si no, pronto lo estará.

Tras lo cual, dando un portazo, lo dejó solo. La pierna le dolía horrores y encima, tenía cosas más importantes de que ocuparse antes que consolar a ese tipejo. Estaba pensando en cómo plantearlo al resto de la tropa, cuando escuchó que el teniente le decía:

― Bien hecho, capitán. Cuente conmigo. Si hay un consejo de guerra, declararé a su favor.

Con amargura, Legorreta miró al cielo antes de contestar:

― Tú tampoco entiendes lo que ha ocurrido. No va a haber un juicio. El ejército, la policía y el estado han desaparecido. ¡Estamos jodidamente solos!

Haciendo uso de una cordura y un sentido común impropio de su edad, Alvear asintió y poniéndose firme, replicó:

― Señor, pues si es así, con mayor razón. Esta gente necesita una autoridad en quien confiar. Nuestras vidas las que dependen de ello. Seguiré sus órdenes hasta el final.

Estaba a punto de agradecerle su fidelidad, cuando un tiro resonó en el campamento. Sabiendo que el disparo provenía de la oficina del comandante, ambos salieron corriendo a ver qué había ocurrido. El teniente fue el primero en llegar, al abrir la puerta del despacho, se encontró los sesos desparramados del oficial.

Tras él,  Legorreta le preguntó gritando a su subordinado que cómo era posible. Haciendo verdaderos esfuerzos para no vomitar, Alvear contestó:

― Solo ha certificado lo que ya todo el mundo sabía. Era un cobarde.

― ¡Coño! ¡Qué no es eso! Ese hijo de puta me la trae al pario…. ¿de dónde ha sacado la munición? Se supone que toda es inservible.

Poniendo cara de satisfacción, el joven teniente le informó que, durante su misión y revisando el inventario, había descubierto una partida de balas con vaina de aluminio y que, tras realizar unas pruebas, habían determinado que no se habían visto afectadas por la acción de las bacterias.

― No sabía que existían en el arsenal del ejército. Se supone que, debido a su alto coste, fue desestimada su compra.

― Capitán, llevan almacenadas diez años. Algún politiquillo se habrá lucrado con su adquisición.

Sin creer todavía en su suerte, el militar le preguntó:

― ¿De cuantas disponemos?

― De suficientes, hay al menos diez pallets de ellas.

Para aquel entonces, a raíz de la detonación, todo el personal de la base se había acercado a ver lo ocurrido, por lo que haciendo uso de la palabra el recién llegado informó del fallecimiento del comandante, así como del triste destino de sus compañeros.

Todo el mundo había hecho elucubraciones, pero ninguno de los presentes había imaginado la gravedad de la situación y con un temor casi religioso, esperaron que terminara para sin excepción echarse a llorar por la pérdida de su mundo.

Rodrigo Legorreta, con el alma encogida por el dolor que se reflejaba en sus rostros, aguardó a que se calmaran para decir:

― Como máxima autoridad, declaro la ley marcial. Desde ahora cualquier comportamiento contrario al bienestar de la base será considerado lesa traición y llevará acarreado la pena de muerte o lo que es peor, el destierro. Comprendo que muchos de ustedes tienen familias allá fuera, pero desgraciadamente no se puede hacer nada por ellos. Quien lo desee, puede irse. Se les dotará de provisiones, pero no de armas. Eso se debe en primer lugar a que las necesitaremos en el futuro, pero también a que no podemos permitir que caigan en manos del enemigo.

Aizpiri, un soldado con mujer e hijos en el exterior, se levantó y pidiendo permiso para hablar, preguntó:

― ¿Qué enemigo? No hay constancia de ninguno.

El capitán comprendió que de nada servía contemporizar y tomando aire, contestó:

― Te equivocas. El tendero de la esquina de tu casa, tu cartero e incluso la vecina buenorra del sexto…todos deben ser considerados a priori individuos hostiles― y dirigiéndose a todos, prosiguió: ―Pensad que presos de la desesperación y del afán de supervivencia, se han transformado en bestias. Somos unos privilegiados. Tenemos víveres y sin duda, con el paso del tiempo se correrá la voz y mientras algunos vendrán buscando refugio, otros traerán la violencia. Debemos mantenernos preparados. A los primeros le trataremos como hermanos, pero a los segundos deberemos hacerles frente, provocarles el mayor daño y si es posible, matarlos. Debemos pacificar nuestro entorno, si queremos un futuro para nuestros hijos.

― Capitán, con el máximo de los respetos, mis hijos están allí fuera y desde ahora le pido permiso para marchar.

― No es mi deseo el que lo hagas, pero he prometido a quien quiera dejar la base que se vaya. Piensa que desgraciadamente los viejos, las mujeres y los niños habrán sido los primeros en morir.  Fuera de estos muros, hay anarquía. Dentro, hay futuro. Somos casi cien personas y aunque hay una clara desproporción de hombres, desde este momento, somos un pueblo soberano y como tal, defenderemos nuestra vida.

Dando por terminada la asamblea, llamó a un lado al teniente y en voz baja, le ordenó que después de limpiar los restos del comandante le diese sepultura sin honores.

Alvear, poniéndose manos a la obra, mandó a unos soldados que todavía no habían vuelto a sus puestos a hacerlo y volviendo junto a su superior, le dijo:

― Mi capitán, tiene que ir a la enfermería. Su pierna necesita cuidados. No podemos permitirnos perderle.

― Tienes razón― y apoyándose en sus brazos, dejó que le llevase hasta los servicios médicos.

La doctora del campamento al comprender hacia donde se dirigían, se les unió. Abriéndoles camino, ayudó a Alvear y demostrando una profesionalidad extraña en ese caos, limpió y cosió la herida del capitán sin mostrar la procesión que sin duda llevaba en el interior.

Observando el desempeño de la mujer, el capitán, decidió que tenía que evitar que se fuera, su puesto era vital y por eso al terminar, le preguntó:

― ¿Cómo se llama usted?

― Blanca, mi capitán.

― ¿Me permite tutearle? ―   al asentir con la cabeza, envalentonado, prosiguió con el peculiar interrogatorio: ― ¿Estás casada?

La pregunta le pilló desprevenida. Sin saber a qué atenerse y con el rubor decorando sus mejillas, le contestó que divorciada.

― ¿Hijos?

Irritada al ser objeto de un cuestionario tan íntimo, mirándole a los ojos, la mujer contestó todavía no se lo había planteado y que le parecía una vergüenza que, viendo la situación, se tomara esas libertades.

Rodrigo Legorreta soltó una carcajada al advertir que le había malinterpretado y que había creído que tenía un interés personal en ella. Mascullando una disculpa, se explicó tuteándola por primera vez:

― Perdona, no era mi intención molestarte. Como podrás comprender debo velar por el bien de la base y quiero asegurarme de que te quedas. Necesito un médico, no una mujer, a mi lado ― creyó vislumbrar un reproche en los ojos de la sanitaria, pero obviando su significado, insistió: ― ¿Tienes pensado marcharte?

― ¡No estoy loca! Sé por su expediente que formaba parte de un cuerpo de operaciones especiales y si un miembro de élite del ejército las ha pasado canutas para sobrevivir, sería una insensatez pensar que yo podría hacerlo.

― Bien, pues no se hable más. Necesito para esta misma tarde un completo inventario de las medicinas y demás equipo del que dispones.

― Ya lo tengo― respondió la mujer: ― Si quiere puedo darle una copia inmediatamente. Soy médico, pero ante todo militar y por eso nada más contarme Isabel la conversación que mantuvo con usted, comprendí que iban a necesitarlo. Es mi deber decirle que intenté exponerle al comandante las necesidades, pero nunca tuvo tiempo de recibirme.

― Yo si tengo, así que empieza― contestó acomodándose en la silla…

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