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Relato erótico: “Descubriendo a Lucía (6)” (POR ALFASCORPII)

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– Desnudaos – les ordené.

Después de cuanto acababa de ocurrir, los chicos habían perdido cualquier rastro de vergüenza o timidez. Pedro y Luis se deshicieron de sus prendas, y el primero nos guio a ambos al dormitorio de su madre. Los dos entraron, pero yo me quedé a la puerta al ver que Carlos no nos seguía.

– ¿Tú no vienes? – le pregunté-. Cuento contigo – le dije utilizando un tono meloso que ni yo misma sabía que podía tener.

Sabía que con Luis y Pedro ya tendría suficiente. Aunque su juventud e inexperiencia les hiciera correrse con rapidez, su capacidad de recuperación (precisamente por su juventud casi adolescente) era casi igual de rápida. Y aunque ya me hubiese tragado una corrida de cada uno, sabía con certeza (porque yo también había sido un chico de 19 años), que serían capaces de darme unas cuantas más turnándose para regalarme algún orgasmo que aplacara mi fogosidad. Pero este otro chico también me gustaba, y quería saber qué cantidad de placer sería capaz de proporcionarme. Tres mejor que dos, pensaba en aquellos momentos.

– Tengo novia. Irina… – me contestó Carlos subiéndose la ropa y tratando de vestir su desafiante erección.

Me acerqué a él, y viendo que aunque lo deseaba con todo su cuerpo, el chico no quería llegar más allá por un sentimiento de fidelidad. Estuve tentada de contarle la verdad, pero estaba segura de que tarde o temprano la descubriría por sí mismo, y su reticencia me estaba incendiando más de lo que podía soportar. Le deseaba como se desea una fruta prohibida, y tenía que ser mío.

– Te has corrido en mi boca – le susurré eróticamente en el oído-. ¿Ahora no te gustaría follarme? – añadí pegando mi cuerpo al suyo para sentir la dureza de su falo.

– Jodeeerrrr – resopló cogiéndome de la cintura.

Con la punta de mi lengua acaricié sus labios y mis manos volvieron a soltar el único botón de sus pantalones que había abrochado, para hacerlos caer hasta los tobillos.

– Ella no está – seguí susurrándole-, pero yo sí, y estoy deseando que me folles….

Ya no respondió, era completamente mío. Me tomó con violencia y metió su lengua en mi boca hasta la campanilla, dándome un beso apasionado y visceral. Tiré de su ropa interior, y le ayudé a quitarse la camiseta. Se deshizo del calzado y se dejó guiar de mi mano al dormitorio, donde los otros dos esperaban sentados en el borde de la cama. Le dejé tras de mí, acercándome a él para que volviese a cogerme por la cintura mientras mi culito se apoyaba en la dureza de su asta de bandera.

– Ahora sí que os tengo a los tres… – les dije-. ¿Por dónde queréis empezar? – añadí levantando mis brazos para ofrecerles todo mi cuerpo.

A Luis se le había bajado un poco la erección por la espera, pero con esa invitación, se le puso la verga otra vez como una pértiga. Pedro, que había sido el último en darme su leche, ya se había recuperado, y su reacción fue exactamente la misma que la de su amigo.

– Divina juventud – pensé.

Sentí cómo las manos de Carlos recorrían mi cintura desde atrás, mientras apretaba su dureza contra mis nalgas. Sin girarme, yo le cogí por la nuca, y le ofrecí mi sensible cuello para que depositara en él unos besos que me produjeron escalofríos. En esa posición mi culito se restregaba contra su verga, haciéndome sentir toda su longitud y contundencia. Con mis brazos en alto sujetándole la cabeza, mis pechos se mostraban alzados, aún más prominentes de lo que ya eran, y con sus duros pezones marcándose en mi precioso vestido como el colofón de dos magníficas montañas.

Pedro se levantó, y se acercó a mí para poner sus manos sobre mis tetazas y recorrerlas como si fuera una escultura. Luis se le unió, y poniéndose a mi lado derecho, recorrió mi silueta de perfil metiendo una de sus manos entre la cadera de Carlos y mi culito para agarrarme con fuerza de una nalga.

Me sentí en el paraíso del tacto. Seis manos recorrían mi anatomía acariciando todas mis formas para transmitirme una mezcla de agradables y electrizantes sensaciones. Esos chicos me trataban como a una diosa a la que reverenciar, y yo estaba dispuesta a ser su afrodita para que derramasen en mí el néctar y ambrosía que su mortal juventud podía ofrecerme, volviéndome terrenal con el poder de sus pasiones desatadas.

Mientras sus manos acariciaban todas mis curvas memorizando cada una de mis femeninas formas, sus voces alimentaban mi vanidad regalando mis oídos con toda clase de apreciaciones: “Pero qué buena estás”, “qué pedazo de tetas tienes”, “eres preciosa”, “tienes un culito riquísimo”, y un largo etcétera de piropos de chiquillos excitados ensalzando mi anatomía.

Estaba flotando en un cielo de suaves caricias, pero en mi interior me estaba consumiendo en un infierno de rugientes hogueras de lujuria. A pesar de haber mancillado mi boca y garganta con sus orgásmicos fluidos, parecía como si ninguno de los tres jóvenes se atreviera a dar el siguiente paso, como si me fuera a desvanecer siendo tan sólo un sueño que se esfuma cuando trata de alcanzarse. Por lo que tuve que tomar la iniciativa y tirar del borde de la falda de mi vestido para sacármelo por la cabeza. Me quité también el empapado tanguita, pero no me saqué los zapatos, ya que los tres eran más altos que yo y los tacones me propiciaban la altura perfecta para ser más fácilmente accesible. Cogiéndome de una mano, Pedro, que ya había disfrutado de la visión de mi cuerpo desnudo dos días atrás, me hizo dar un giro de 360 grados para que sus amigos se embebiesen de mi desnudez.

Mi coñito estaba tan lubricado que, sin el tanga, mi zumo de mujer excitada corrió por la cara interna de muslos, inundando el dormitorio con su aroma. El inconfundible perfume de hembra excitada pareció sacar de su ensoñación a los tres jóvenes, haciéndoles ver que era muy real, lo que provocó que me atacasen los tres a la vez como si fueran lobos que rodean a su presa. Pedro me atacó desde el lado izquierdo, punzando con su lanza mi cadera mientras con una mano me cogía de una nalga, y con la otra se llevaba mi pecho izquierdo a la boca. Luis me abordó por el lado derecho, me hizo gemir cuando sentí que dos de sus dedos penetraban en mi vulva y exploraban la humedad de mi entrada vaginal mientras su otra mano me sujetaba del hombro, y su boca atrapaba con voracidad el pecho libre. Carlos me atacó por detrás, sujetándome con una mano por la cintura y atenazando la nalga libre con la otra. Se pegó a mí, y colocó la cabeza de su polla entre mis glúteos, empujando para presionarme con ella, abriéndose paso por la raja que tanto la mano de Pedro, como la suya, abrían estrujando mis redondas posaderas.

Estaba totalmente inmovilizada, y no podía más que disfrutar de las múltiples y excitantes sensaciones que estaba experimentando, dejándome hacer. La boca y mano de Pedro exprimían mi pecho izquierdo, y su forma de mamar de él con gula, llenándose la boca con cuanto volumen podía succionar, conseguían hacer que el sensible pezón ardiese y vibrase cada vez que su lengua lo lamía. Como ya ocurriera la vez anterior que había tenido mis pechos a su alcance, el chico mamó como si quisiera extraer de mí la leche maternal. Su fijación por comerse así mis tetas me hizo pensar que tal vez le recordasen a los bonitos pechos de su madre, Alicia, transformando el innato instinto de ser amamantado en un fetichismo sexual que debía satisfacer.

Luis chupaba mi otro pecho con más suavidad, rodeando el pezón con sus labios y lamiendo la erizada cúspide, dándome unas deliciosas y húmedas caricias, Su mano derecha exploraba mi coño, acariciándome la vulva, masajeándome el clítoris y metiéndome la primera falange de un par de dedos a través de mi abertura. Me hacía gemir con sus íntimas caricias, y a la vez me hacía desear con mayor intensidad el ser penetrada con más profundidad, manteniéndome en un placentero limbo.

Carlos me sujetaba por la cintura mientras su otra mano masajeaba mi glúteo derecho. El izquierdo era propiedad de Pedro, quien me lo acariciaba concentrado en saciar su apetito por mis tetas. La verga de Carlos empujaba con su cabeza la raja entre mis nalgas, alojándose entre ellas para darme la magnífica impresión de tener algo duro introduciéndose por mi trasero, lo cual se había convertido en una de mis sensaciones favoritas, especialmente desde la experiencia con mi cuñado. Los dedos de Luis en la parte delantera me hacían moverme con el placer que me proporcionaban, pero ese atrevido ariete que se friccionaba entre mis carnes, era el que me hacía empujar con mi cadera hacia atrás para que su punta incidiese sobre mi angosta entrada. Deseaba que esa polla me empalase por el culo, pero la ausencia de lubricación lo hacía casi imposible, por lo que disfruté de las continuas presiones sobre mi ano mientras mis manos tiraban de su nuca tratando de atraerlo más hacia mí.

Luis abandonó mi pecho dejándome el pezón listo para rayar cristal, sacó los dedos de mi lubricada cueva de placer, y descendió por mi anatomía acariciando mis muslos con sus manos, mientras su legua recorría el valle de mi vientre tomando rumbo sur.

– Essso essssss – susurré-. Que no puedas volver a beber con: “Yo nunca le he comido el coño a una tía”.

Se puso de rodillas en posición de samurái, y yo abrí mis piernas ligeramente, franqueándole el acceso. Sus labios se acoplaron a mis labios mayores besándolos y haciéndome estremecer, y cuando la punta de su lengua se introdujo entre ellos, suspiré de gozo:

– Uuuuuuffffffff…

Se llenó la boca acariciando mi vulva con sus labios mientras su lengua exploraba la entrada produciéndome un delicioso cosquilleo. Lamió la raja arriba y abajo con algo de torpeza (sólo tenía como referencia la exquisita comida que me había hecho mi amiga Raquel), pero al agradarle mi sabor se aventuró a introducirme su escurridizo músculo cuanto pudo, arrancándome un gemido. Su suave lengua cobró vida propia, y empezó a retorcerse en la antesala de mi vagina, con lo que esta le obsequió manando su zumo en respuesta. El chico aprendía rápido.

Carlos recorrió toda mi espalda con sus manos, provocándome un escalofrío que me obligó a arquear la columna incrustándome la punta de su barrena con tanta fuerza, que ésta venció levemente la resistencia de mi pequeño orificio dilatándomelo para asomarse a su interior. Me ardió el ano, y sentí un calambre que me dejó sin respiración por un segundo.

– ¡Joder! – se me escapó, y ante su reacción retirándose asustado, suavicé el tono-. Así no…

– ¡Lo siento! – contestó-, tienes un culito tan rico que no podía pensar más que en follármelo…

– Uuuuummmm– gemí antes de poder contestar.

Luis seguía mejorando su técnica lingual en mi coñito, y Pedro se estaba dando un festín con mis tetazas, moldeándolas con manos de alfarero y alternando succiones y leves mordiscos de un pezón a otro.

– Dessspuéeeessss – dije entre jadeos-. Uuuuufffff, lubricaaaaahhhh…

Los otros dos me estaban consumiendo de gusto y, para mi sorpresa, Carlos se tomó mi sugerencia/orden al pie de la letra. Se arrodilló tras de mí y sentí eróticos mordiscos en mis sensibles nalgas. Sus manos abrieron el camino y su rostro se situó entre mis redondeces para que la punta de su lengua alcanzase a acariciar la suave piel de mi ojal.

– ¿Ummm? – gemí con sorpresa.

Esa lengua en tan recóndito lugar me brindó unas maravillosas cosquillas afanándose en lamer la estrecha entrada, embadurnándola de saliva, y estimulándola de tal modo, que toda mi piel se puso de gallina con mi espalda arqueándose para ofrecerle a Carlos todo mi culito.

Aquellas tres bocas comiéndome como un manjar de dioses me estaban transportando hacia el nirvana. Mi piel respondía febrilmente a las caricias de aquellas escurridizas lenguas y el incesante masaje en mis pechos, acelerándose mi respiración. Cerré los ojos dejándome llevar por las sensaciones, y agradecí al cielo el haberme convertido en una sensual mujer y brindarme la oportunidad de experimentar aquello. El placer recorría cada una de las fibras de mi ser, hasta que se hizo tan insoportable, que alcancé el clímax en el instante en que la inquieta lengua de Luis dio con mi clítoris haciéndolo vibrar con un lametazo.

– Oooooooooohhhhhhh – grité orgásmicamente descargando la tensión sexual que llevaba toda la noche acumulando.

Inundé la boca del cunilingüista con mis cálidos fluidos y agarré a Pedro de la cabeza para separarle de mis pechos, y unir mis labios a los suyos con el irrefrenable deseo de besar y ser besada. Carlos se levantó, y me abrazó desde atrás cogiendo mis liberados pechos mientras su verga se apretaba contra mi culo haciéndome sentir toda su longitud.

Luis abandonó mi vulva y, succionando el labio inferior de Pedro, aparté a éste con dulzura para tomar a Luis y poder degustar de su boca el intenso sabor de hembra orgásmica, satisfaciendo así a lo poco de hombre que quedaba en mí.

– Eres la cosa más deliciosa que he probado jamás – me dijo tras compartir mis propios jugos conmigo.

– ¿Te has corrido? – preguntó Carlos dándome sensuales besos en el cuello.

– Mmmm, sí – le contesté-. Me habéis puesto malísima entre los tres… aprendéis rápido. Ahora sí que me alegro de haberme quedado.

– ¿Entonces, hasta aquí hemos llegado? – preguntó Pedro mostrando decepción.- Yo quiero follarte…

Su decepción me pareció totalmente injusta, puesto que no sólo había podido disfrutar toqueteándome o comiéndome a placer, sino que también había gozado del sexo oral igual que los otros dos. Es más, él ya me había tenido montada sobre él dos días atrás, por lo que ya había obtenido mucho más de lo que jamás habría imaginado. Sin duda, yo no tenía ninguna intención de dejarlo en ese punto. Una vez que me había lanzado, estaba dispuesta a llegar hasta donde pudiese para descubrir mis propios límites, puesto que cada nueva experiencia no hacía más que abrirme puertas hacia nuevos mundos llenos de placeres. Tenía a tres chicos para mí sola, dispuestos a darme cuanto gustase, y era una oportunidad que no debía desperdiciar.

Su ansia por volver a tenerme, por un lado me resultaba halagadora y estimulante, pero por otro, me indignaba el que pudiese pensar que podía disponer de mí cuando quisiera. Aunque yo hubiera fomentado la impresión de que estaba allí para satisfacer sus deseos y los de sus amigos, la realidad era que quien tenía el control era yo. Esos tres yogurines estaban allí para satisfacer mis propios deseos, por lo que tomé la determinación de dejárselo claro.

– Ni mucho menos hemos terminado. Pero tal vez tú seas el menos indicado para exigir nada – le contesté con el autoritario tono de Lucía “La jefa”.

Pedro se sonrojó como un niño al que han echado una reprimenda, y los otros dos le miraron sin entender nada. Su reacción fue exactamente la que esperaba, su rubor me indicó que seguía respetándome.

– Ahora me voy a follar a Luis – continué cogiendo la dura polla de éste-, y Carlos podrá tocarme… pero tú no.

A Luis se le dibujó una enorme sonrisa en los labios, y Carlos asintió apretándome levemente los pechos. El tono rojizo del rostro de Pedro se hizo más patente.

– Y después voy a follar con Carlos – proseguí-, y Luis podrá tocarme… pero tú no.

Luis se relamió y Carlos me dio un excitante y succionante beso en la sensible zona de mi clavícula derecha.

– Sólo podrás mirar – continué-. Y no podrás masturbarte, porque si cumples estas sencillas órdenes, podrás follarme. ¿Entendido?.

– Sí, señora – respondió dando un paso hacia atrás.

Ejercer ese dominio sobre él me resultó de lo más gratificante. Una cosa era que me comportara como una puta, y otra muy distinta que lo fuera. Yo era dueña de mí y de mis actos, y lo que quería hacer era por mi propia voluntad, aunque me dejase llevar por las circunstancias.

– Vamos, lengua juguetona – le dije a Luis-. Quiero montarte – sentencié empujándole sobre la cama.

Se quedó tumbado boca arriba, con las piernas colgando de la cama y la polla erecta esperándome. Me despegué del cuerpo de Carlos y le hice soltar mis pechos cogiéndole la mano para invitarle a seguirme. Subí a la cama colocándome a horcajadas sobre Luis, y cogí su duro miembro para que apuntase hacia mi húmedo coñito. Carlos, desde atrás, se tomó la molestia de quitarme los zapatos para que estuviera más cómoda, lo que le agradecí agarrándole la cabeza para que mis jugosos labios tomasen los suyos dándole un tórrido beso. Y poco a poco me fui dejando caer, viendo la cara de salido que en ese momento tenía el chico que tenía debajo, y sintiendo cómo el que tenía tras de mí me cogía de la cintura para ayudarme a bajar lentamente. La redonda cabeza rosada que me había hecho tragar más leche que ninguna, fue abriéndose paso entre mis pliegues y penetrándome con suavidad para que mi conejito engullera pausadamente la zanahoria, hasta que se la tragó entera.

– Uuuuufffffffff – suspiré de gusto con Luis haciéndome el coro.

Me quedé sentada sobre él, completamente ensartada, disfrutando de esa sensación, y volví a agradecer al cielo el haberme convertido en una mujer.

– No te imaginas la cantidad de pajas que me he hecho imaginándome que una mujer como tú me montaba así – me dijo.

– ¿Ah, sí? – le pregunté levantando los brazos para echar hacia atrás mi melena – ¿Y qué te parece la realidad?.

– Ufffff… ¡Mucho mejor!. Estás tan caliente y mojada… Y las vistas desde aquí son espectaculares… ¡Joder, es que no me puedo creer lo buena que estás!.

– Gracias – le contesté con una sonrisa-. Pero ahora es cuando empieza lo bueno…

Moví las caderas de atrás hacia delante, recreándome en el gustazo de tener una dura polla dentro de mí. El chico gruñó, y mis potentes músculos vaginales se contrajeron apretando esa dureza que les estimulaba. Comencé un suave vaivén hacia atrás y hacia delante, disfrutando del movimiento de esa verga deslizándose en mi interior como una anguila en una gruta, con mis labios mayores frotándose sobre su suave vello púbico.

– Uummmm – gemí mordiéndome el labio.

– Joooodeeeerr, Lucíaaaa… – verbalizó el muchacho atenazando mis muslos.

De pronto sentí cómo unas manos recorrían mi cintura desde atrás, acariciaban mi región lumbar, y proseguían descendiendo para masajear mi culo en suave movimiento. Con la satisfacción de ser penetrada, me había olvidado por completo de Carlos, que permanecía a un paso de la cama.

– No te cortessss, mmmm… – le susurré girando la cabeza hacia él mientras me clavaba la estaca de Luis en lo más profundo – …acércate.

Se acercó aún más quedándose al borde de la cama, y pude sentir el contacto de su glande en mi espalda. Se agachó un poco, y cogiéndome las tetas me metió la lengua en la boca para enredarla con la mía y devorar mis suaves labios con los suyos. Ese chico besaba realmente bien. Sus besos eran eróticos y apasionados, unos besos que aceleraron el ritmo de mis caderas y que saboreé follándome a su amigo. Sus manos acariciaban mis pechos, recorriendo su contorno, sopesándolos, apretándolos, masajeándolos y estimulando mis pezones con sus dedos.

Las manos de Luis recorrieron mis muslos y caderas para, finalmente, cogerme de las nalgas y tirar de mí consiguiendo que el extremo de su falo me punzase en la máxima profundidad.

Mis gemidos se ahogaban en la boca de Carlos, y este liberó mi lengua y labios para oírlos con claridad:

– Ummm, mmmm, ummmm…

Miré hacia mi izquierda, y me di cuenta que, concentrada en mi gozo de follarme a un jovencito mientras el otro le complementaba con caricias y besos, me había olvidado de Pedro. Mi amigo se había sentado en una silla, y contemplaba la escena haciendo un auténtico esfuerzo por no agarrarse el obelisco con el que me apuntaba.

– Muy bien – le dije-. Sigue aguantando y tendrás tu premio.

– Eres mala – contestó -. Verte follar es el mejor espectáculo que he tenido jamás delante… pero no poder hacer nada…

– ¡Oh! – exclamé de gusto al sentir cómo Luis elevaba su cadera taladrándome con su pértiga – . A este ya le queda poco, sé paciente…

Efectivamente, Luis me apretaba del culo con fuerza. Ya no podía soportar la lenta cabalgada con la que yo me estaba deleitando mientras mis músculos exprimían su miembro, y su cuerpo empezó a pedir más intensidad dándome golpes de cadera con los que me hizo botar sobre él.

– Ah, ah, ah, ah – expresé mi placer con interjecciones.

– Lucía, Lucía, Lucía… – apelaba mi empalador.

Su polla me presionaba una y otra vez con un delicioso repiqueteo en el fondo de mi coño, consiguiendo que la sintiese más intensamente para mi propio disfrute. Aunque para mí era demasiado pronto para llegar al orgasmo, él ya estaba a punto.

Carlos seguía aferrándome los pechos, que ahora botaban en sus manos, y comenzó a susurrarme al oído:

– Haz que se corra, haz que se corra, haz que se corra…

Me hizo saber cuánto deseaba follarme apretando su rabo contra mi espalda, aumentando mi deseo de querer follármelo a él también, así que le aparté las manos de mis pechos y se las entrelacé tras su nuca junto a las mías, de tal modo que me estiré completamente arqueando un poco la espalda para apoyar mi cabeza sobre su pecho. Mis tetas se alzaron y botaron libres subiendo y bajando. Aquello fue lo máximo para Luis, mientras mi coño estrangulaba con crueldad la dura barra de carne que se movía en su interior, los ojos del muchacho se llenaron con la contemplación de mi cuerpo respondiendo a su pasión, grabándosele a fuego en el cerebro la imagen y las sensaciones para explotar en una gloriosa corrida.

– Lucíaaaaaaaaaaaaahhhhhh… – gritó.

Sentí un estallido de calor en mis entrañas, y el placer de su leche escaldándome por dentro fue tal, que a punto estuve de irme con él. Pero el polvo en sí había sido corto, y aún necesitaba más para llegar al clímax.

– Cabrón con suerte… – oí que comentaba Pedro desde su silla.

Mi montura bajó la cadera y todo su cuerpo se relajó mientras resoplaba. Me separé de Carlos y me tumbé sobre Luis para darle un dulce beso en los labios.

– Muy bien, tigre – le susurré al oído-. Ahora deja sitio al siguiente.

Me levanté poniéndome a cuatro patas sobre la cama para que el chico saliera de mí. Obedeciendo mi orden, se deslizó hacia el cabecero de la cama pasando todo su cuerpo ante mis ojos. Cuando sus caderas estuvieron a la altura de mis manos, el aroma procedente de su verga llegó a mi olfato estimulándolo. Olía deliciosamente a sexo, y cuando siguió subiendo la vi aparecer, aún erecta y recubierta de mis fluidos y los suyos; no me pude reprimir, y me sorprendí a mí misma acercando mi boca a ella para envolverla con mis labios y succionarla.

– ¡Diosssssss! – exclamó Luis sintiendo la succión como un placer cercano al dolor.

Me saqué la polla de la boca dejándosela limpia y degustando su corrida mezclada con mi jugo. Una delicatesen que satisfizo a mis papilas gustativas.

– ¡Qué tía! – oí exclamar a Pedro.

Carlos esperaba su turno, pero la impaciencia empezaba a adueñarse de él, así que sentí como me tomaba por las caderas y su glande comenzaba a abrirse camino entre mis glúteos. ¡Cómo me gustaba esa sensación!.

Luis por fin salió de debajo de mí y fue junto a Pedro.

– Ha sido la hostia… – le dijo -. Me voy a pasar toda la vida agradeciéndote el que me hayas invitado hoy a tu casa y me hayas presentado a Lucía. ¡Es una diosa!.

– Lo sé… Pero cállate, que ya estoy sufriendo bastante con sólo mirar…

La lanza de Carlos abrió mis nalgas y su punta alcanzó mi ano. Le resultó fácil, aún tenía la rajita húmeda por su saliva, y cuando sentí que presionaba para perforarme el agujerito, me gustó tanto, que tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para reprimirme y no ayudarle yo misma empujando hacia atrás con mi culo para que me lo penetrase salvajemente. Estaba lubricada por su trabajito lingual de antes, y mi ojal estaba relajado por la cabalgada que le acababa de dar a Luis, por lo que me encontraba preparada para una rica enculada, pero mi coñito se había quedado a medias y pedía más polla que le llenase, así que miré hacia atrás y dije:

– Por el culo aún no… Si quieres cabalgar, antes tendrás que aprender a montar…

– ¡Apunta más bajo, chaval! – le dijo Pedro con envidia e impaciencia.

Carlos no dijo nada, es cierto que tenía mi culito a punto y dispuesto, y a pesar de mi negativa podría habérmelo perforado y yo lo habría aceptado con gusto, pero aunque me tenía a cuatro patas, a su entera disposición, su voluntad se doblegó a la mía.

Sentí cómo su glande se deslizaba hacia abajo y encontraba mis abultados labios mayores. Penetró suavemente a través de ellos, y estos lo envolvieron invitándole a continuar con su avance.

– Uuuuffff – suspiró sintiendo la humedad y el roce en su suave piel.

Su cadera sucumbió a la placentera sensación y, con un espasmo reflejo, arremetió repentinamente haciendo que todo el tronco de su dura verga me invadiese, clavándomela entera con un delicioso azote de su pubis en mis nalgas: “¡Plas!”.

– Uuummmm – gemí de puro gusto acompañado de un gruñido suyo -. Eso essss, móntame.

El chico de la novia rusa no necesitaba más indicaciones. Sacó lentamente su sable de la vaina que era mi cuerpo, arrastrando por mi interior su longitud y estimulando con su gruesa punta una rugosa región de mi vagina desconocida para mí, proporcionándome tal placer, que llegué al borde del orgasmo. Los brazos me flaquearon y tuve que apoyar mi cabeza sobre la cama, quedando todo mi coñito expuesto a él para su deleite y el de los dos espectadores que observaban con muda fascinación. Resoplé por la fuerte impresión de esa sobreexcitación tan repentina, y sentí cómo las manos de Carlos subían de mis caderas a la parte más elevada de mi culo en pompa, agarrándome de las nalgas como si fueran unas riendas a las que aferrarse antes de incitar al galope…

Y me arreó. Me dio una embestida con tal violencia que su polla me penetró salvajemente hasta que se clavó en mis profundidades y su pelvis me golpeó el culito, empujándome para que mi cara quedase pegada al colchón mirando hacia los otros dos chicos.

– ¡Aaaaaaaaaaahhhh!h! – grité extasiada.

– Joder, ¡qué bestia! – exclamó Luis mirándome alucinado, con Pedro a su lado mordiéndose los labios y haciendo un sobrehumano esfuerzo por no masturbarse a conciencia.

No tuve tiempo de reponerme, porque Carlos me cogió con ganas y empezó a bombearme el coño repetidamente, a un ritmo tan frenético que me hizo jadear mientras me tenía postrada con mi rostro hundido en la cama, sintiendo cómo su ariete entraba y salía de mi chorreante coñito en endiablado frenesí.

El cabrón follaba como un conejo, y me estaba matando. Mis pechos rebotaban como locos sobre la cama, su cadera golpeteaba mis nalgas mientras sus manos casi me clavaban las uñas en ellas, y su glande repercutía insistentemente en mis adentros, haciendo que mi goce fuera in crescendo hasta hacerme explotar en un brutal orgasmo con el que aullé como una loba en celo en noche de luna llena. El clímax alcanzó unas cotas a las que aún no había llegado, siendo increíblemente intenso, pero a la vez, extremadamente corto.

– Qué pedazo de cabrón – comentó Luis-, ha hecho que Lucía se corra. Claro, como ya se la había dejado yo a punto…

– Calla – le contestó Pedro-, que al final veo que no llego a mi turno. Y yo sí que voy a hacer que se corra…

Carlos no me dio tregua, y siguió follándome al mismo ritmo, reiniciando mi ciclo de placer para ir entonándome nuevamente.

Conseguí hacer fuerza con las palmas de mis manos sobre la cama y pude estirar los brazos para incorporarme y quedarme nuevamente a cuatro patas, guiñándole un ojo a Pedro, con lo cual casi se me derrite. Al levantarme, mis músculos vaginales estrangularon con tanta crueldad la barra de carne que los abría, que mi particular conejito de pilas alcalinas no pudo soportarlo, y se corrió dentro de mí llenándome con su cálido semen en una última embestida que me obligó a esforzarme para no volver a dar con mi cara contra el colchón.

Al sacarme la polla, tuve la sensación de vacío que me indicaba que seguía excitada y necesitaba más para estar completamente satisfecha. El chico se había portado bien, y aunque, al igual que su predecesor, se había corrido bastante rápido, me había provocado un intensísimo aunque breve orgasmo, por lo que ya estaba lista para más, y Pedro estaba mordiéndose las uñas esperando su turno para dármelo. Sin duda, el poder disponer de esos tres casi adolescentes para satisfacerme y complementarse, era un auténtico lujo que debía aprovechar.

Me giré poniéndome de cara a mi jinete, que resollaba mirándome con su instrumento aún erecto a mi alcance, recubierto por nuestros fluidos mezclados. Así que, como ya hiciera con su amigo Luis, no pude reprimirme en degustar esa selecta mezcla de sabores en mi paladar, por lo que me metí toda su verga en la boca haciéndole gruñir mientras se la chupaba, dejándosela totalmente limpia.

Me puse en pie para dirigirme al que me faltaba, mi postre tras un ligero entrante y un buen segundo plato. Al recuperar la verticalidad, sentí cómo el néctar que acababa de paladear sobre la piruleta de Carlos, rebosaba de mi coñito y resbalaba por mis muslos. Tomé al jovencito de la cabeza, y tirando de él hacia abajo le susurré: “Cómetelo”. Obedeció sin dudar, arrodillándose para lamer la cara interna de mis muslos produciéndome un maravilloso escalofrío que se transmitió por toda mi columna vertebral. Recorriendo el rastro dejado por la mezcla de zumos de fruta de la pasión, subió hasta mi carnosa vulva besándola e introduciendo su lengua entre sus pliegues para libar de ella.

– Mmmmmm – gemí.

Tuve que sujetar su cabeza y obligarle a detener su trabajito oral tirando de él hacia arriba, podría hacer que me corriese en su boca, y tenía una dura polla esperando con impaciencia para penetrarme. Se levantó obedeciendo mis deseos.

– Sería un buen esclavo – pensé-, si yo quisiera ser su ama…

La imagen de una explosiva Lucía dominatrix ataviada con sugerentes prendas de cuero negro se materializó en mi mente, y como consecuencia, el resquicio masculino que en ella quedaba, confinado en un oscuro y distante rincón de mi ser, se corrió con sólo contemplarla.

Mis labios fueron al encuentro de los de Carlos, y nuestros sabores se fusionaron en un tórrido beso. Qué bien sabían nuestros orgasmos en su boca, cómo me ponía su forma de besar…

– Lucía – oí la voz de Pedro a mi derecha-. No puedo más, levántame el castigo…

Aparté suavemente a Carlos a un lado, e invité a Pedro a acercarse a mí para ocupar su lugar. Agarré su tremenda erección con una mano, y le susurré al oído para que los otros no lo escuchasen:

– El otro día te follé yo a ti… Ahora quiero que seas tú quien me folle a mí.

– Es lo único que quiero desde que te conocí – me contestó agarrándome del culo con firmeza.

Me atacó con fiereza, atrapando mis suaves labios entre los suyos para devorarlos y meterme la lengua hasta casi tocarme la campanilla. Rodeé su cuello dejándome llevar por su ímpetu, y su cuerpo se pegó al mío hasta aplastar mis pechos contra su pecho e incrustar su asta en mi abdomen haciéndome sentir toda la extensión de su empalmada. Mientras nos besábamos, me restregué contra su mástil, posicionándolo y sintiendo su dureza en mi vulva, hasta que él directamente lo agarró y apuntó con la gruesa cabeza para acariciarme el clítoris con ella y recorrer toda mi entrada embadurnándose con mi jugo. Esa agradable sensación me hacía pedir más de él, aunque no me fue necesario decírselo. Me tomó de un muslo obligándome a levantar la pierna y ponerla sobre su cadera mientras esta empujaba para que su glande penetrase entre mis labios vaginales, alojándose entre ellos. Intentó metérmela entera así, pero la postura lo impedía, así que tiró de mi otro muslo para que me subiese sobre él.

Me colgué de su cuello y él me alzó del suelo abriéndome de piernas y colocándomelas alrededor de su cintura. Aguantó mi peso flexionando ligeramente las rodillas y poco a poco me fue dejando caer para que me deslizase sobre su barra de carne clavándome en ella. Suspiré sintiendo cómo el grosor de su polla expandía las paredes de mi coño, y una carcajada de satisfacción se me escapó al corroborar con mis propias carnes que Pedro tenía una verga más gruesa que la de los otros dos.

– ¿De qué te ríes? – me dijo con el esfuerzo de seguir aguantándome en vilo.

– De lo que me gusta tu gorda polla – le susurré al oído-. ¡Clávamela! – grité para que también lo oyeran los otros dos.

Me dejó caer más y estiró sus piernas para, por fin, ensartarme completamente.

– Uuuummmmm – gemí mordiéndome el labio.

– Joder, tío, se la ha metido de pie – le comentó Luis a Carlos.

– Y mira cómo goza ella – le contestó éste-. Qué cara de gusto…

– A mí ya se me empieza a levantar con sólo ver cómo se muerde el labio… – concluyó Luis.

Me quedé mirando fijamente a los ojos de Pedro, y éste me hizo dar un pequeño salto sobre su lanza, dejándome sin respiración. Él jadeó e intentó repetir el movimiento, pero atenazando mis piernas a sus caderas se lo impedí.

– Me encanta – le dije-. Pero si no nos apoyamos en ningún lado acabarás haciéndote daño en la espalda. Túmbame en la cama y fóllame a gusto.

Sin que saliera de mí, bajé mis piernas por las suyas, pero no pude llegar al suelo, pues era unos diez centímetros más alto que yo, así que seguí colgada de su cuello hasta que, de pronto, me hizo caer sobre la cama y terminé arrastrándole conmigo.

– Aaaaaauuuuhhhh – aullé de gusto.

Sentí todo el peso de su cuerpo sobre el mío aplastándome, pero lo que me hizo aullar fue el magnífico gustazo de su pértiga dando con el fondo de mi gruta. Nos acomodamos, levantándose él con los brazos para dejarme respirar, y empezó a empujarme suavemente con las caderas.

Me encantaba cómo su polla me dilataba y se movía dentro de mí estimulando mi cueva para que ésta acogiese al invasor estrangulando su longitud. Su pelvis me masajeaba el clítoris con cada empujón, proporcionándome destellos de placer que me hacían aferrarme a sus caderas con mis piernas para sentirlo con más intensidad.

Agarré su joven y duro culo, y clavé mis uñas en él, incitándole a que me empujara con más fuerza, que me incrustase su verga más adentro, que me hiciera sentir toda su longitud sacándola casi entera de mí para volver a metérmela a fondo, invitándole a compartir conmigo la deliciosa sensación de toda esa pétrea carne deslizándose por mi cálido interior como una anaconda en su húmedo refugio. Y así le marqué el ritmo de un pausado sube y baja de sus caderas con el que me deleitó haciendo que la gruesa punta de su taladro apareciese de entre mis rosados labios vaginales para volver a perforarme con ella, recorriendo el túnel y frotándose por su paredes hasta tocar fondo y presionarlo.

– Uuuuuummm, aaaaah, uuuuuuummmm, aaaaah… – me hacía gemir y jadear con cada entrada y salida.

Con mis uñas marcándose en la piel de sus glúteos en cada bajada, y relajándose en la subida, le di la pauta que debía seguir para follarme lentamente y que el placer se acumulara en nuestros cuerpos experimentándolo en su máxima extensión. Tras dos polvos más o menos apresurados, quería recrearme en el hecho de ser penetrada, quería sentir claramente la forma del glande entre mis labios y cómo iba entrando lentamente, con mis músculos recibiéndole en una oleada de placenteras contracciones mientras toda la longitud de esa gruesa polla era acogida en mi interior para llenarme.

Pedro estaba demostrando tener más aguante que sus compañeros para poder proporcionarme lo que en ese momento necesitaba. No es que fuera más diestro en el sexo o superior físicamente a los otros, era prácticamente igual de inexperto e impetuosamente joven, pero yo ya tenía claro que ese día se había dado un homenaje manual pensando en mí, y eso estaba propiciando el que pudiera regalarme varias penetraciones tan lentas y profundas, que yo podía disfrutar cada una de ellas individualmente.

Luis y Carlos nos observaban en silencio, sabiendo que el severo castigo al que yo había sometido a Pedro, acatándolo este estoicamente, le concedía el privilegio de tenerme para él solo en ese momento.

Tras un glorioso tiempo de pausado y profundo mete-saca, los dos ya necesitábamos aumentar el ritmo de las penetraciones para empezar a descargar la adrenalina que se había ido acumulando en nuestros cuerpos con ese relajado sube y baja de caderas. El chico se incorporó sentándose sobre sus talones mientras me sujetaba firmemente de las caderas, tirando de ellas sin sacar su miembro de mí. Esto hizo que su músculo hiciera de palanca en mi interior, presionándome en mis más recónditas profundidades con tal intensidad, que me dejó sin aliento por la impresión y el increíble placer que me proporcionó. Estuve nuevamente el borde del abismo, aunque sólo fue un atisbo fugaz.

– Te ha molado, ¿eh? – me preguntó desde las alturas al ver mi cara de sorpresa y gusto.

– ¡Uuuuufffff!, me ha encantado… Por un momento he pensado que podías levantarme con la polla. Ha sido increíble…

– Eres la tía más cachonda que he conocido nunca … ¡Cómo me gusta follarte, Lucía!. Quiero matarte a polvos…

– Pues hazlo – sentencié mordiéndome el labio.

Sujetándome por las caderas, comenzó a manejar mi cuerpo para que su palpitante verga me penetrase una y otra vez, haciendo que nuestros pubis se fusionaran atrayéndome hacia él. La postura hacía que sintiese el golpeteo constante en mi vulva mientras su glande me perforaba hasta el abdomen, por lo que no podía parar de jadear con cada embestida como si estuviese corriendo en una maratón. Era un juguete en su poder, un instrumento que utilizaba para darse satisfacción marcando él el ritmo de las embestidas que a ambos nos hacían vibrar.

Mi culito estaba sobre sus muslos, frotándose adelante y atrás, y mi espalda arqueada de tal modo, que sólo mis brazos, hombros y cabeza permanecían apoyados sobre la cama. Sentía mis pechos bailar como dos grandes masas de gelatina coronadas con puntiagudos pezones que, desde mi perspectiva, se asemejaban a las cumbres del Himalaya apuntando hacia el cielo. Cogí las dos bamboleantes masas, y me las acaricié y masajeé descubriendo que eso exacerbaba el placer y lo extendía por cada fibra de mi cuerpo.

– Joder, cómo me mola cuando las tías se soban así las tetas – oí que comentaba Luis.

Pedro estaba aumentando el ritmo de sus acometidas, atrayéndome hacia él con una violencia y velocidad que me estaban haciendo enloquecer en un maremágnum de gemidos, jadeos e incluso pequeños gritos. Mis manos se afanaban estrujando frenéticamente mis pechos, y las contracciones de mi vagina se sucedían tan rápidamente, que todo mi coño ardía extendiéndose su calor por cada milímetro cuadrado de mi piel en febril delirio. Estaba a punto, estaba tan a punto, que ya necesitaba liberarme de la carga de placer que saturaba todos mis sentidos. El mundo giraba en torno a mí y sentía que me despegaba de la realidad, hasta que, de pronto, Pedro detuvo su vertiginoso ritmo, me dio tres violentas y profundas estocadas, y gritó:

– ¡¡¡Diooooooossssssss, Lucíaaaaaaaaaaa!!!.

Su corrida escaldó mis profundidades, y actuó como un perfecto catalizador para desencadenar la reacción que me elevó hasta los campos elíseos del orgasmo femenino. Sin voz, en mudo grito de satisfacción, mi columna vertebral se contorsionó, y me corrí por tercera vez aquella noche.

Me relajé apoyando toda mi espalda sobre el lecho, y Pedro salió de mí dejándome tumbada. A cuatro patas subió por mi cuerpo, y cuando su polla, aún dura, llegó a la altura de mi rostro, bajó la cadera, me colocó la brillante punta sobre los labios, y me penetró la boca sin contemplación. Degusté la mezcla de fluidos sobre su piel, y al succionar mientras me la sacaba de entre los labios, me obsequió con un leve lechazo que regó mi lengua para alimentar mi recientemente descubierto vicio.

Estaba haciendo realidad las fantasías que como hombre había deseado cumplir con una mujer. Ahora yo era esa mujer, y mi nueva realidad estaba superando con creces a cualquier fantasía.

CONTINUARÁ…

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Relato erótico: “EL LEGADO (12): La familia Vantia.” (POR JANIS)

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La familia Vantia.
Estoy dedicado a preparar el almuerzo, cuando Maby llega de su sesión de preparación. Se acerca, me agarra una nalga y me besa dulcemente. Huele a aceites exóticos. La verdad es que las sesiones están dando buen resultado. Puedo ver los cambios en ella, aún siendo una jovencita. ¿Qué harán esas sesiones en modelos con más edad? Maby se muestra más dinámica, más fresca. Su cuerpo está tonificado y entrena sus músculos a diario. El preparador hace hincapié sobre el equilibrio y la importancia de los estiramientos. Así mismo, las somete a baños depurativos y tratamientos naturales para su piel.
Parece que los socios de la agencia han decidido invertir en su verdadero activo, sus chicas.
―           He recibido una llamada de Víctor…
―           ¿Víctor? – pregunto, sin comprender, mientras pruebo el caldo de la paella.
―           Víctor Vantia, el búlgaro con el que salía cuando nos hicimos novios – me dice Maby, mirándome con intensidad.
―           Algo de eso me contó Pam, pero no me acordaba del nombre.
―           Rompí con él, pero quedamos como amigos. Le hablé de ti.
Dejo la cuchara y la miro. Espero que termine.
―           Está interesado en conocerte. Nos ha citado este fin de semana en su casa.
―           ¿Un trabajo?
―           Seguramente, pero no tengo ni idea de lo que puede ser. Víctor es un tío muy cerrado con sus negocios. No sé en que está metido, aunque te puedes hacer una idea. Está rodeado de tipos duros del este.
―           Bueno, iremos a ver que tiene pensado – le digo.
―           Tienes que estar guapo vestido como un gangster – se ríe ella.
Pone la mesa para nosotros dos y abre una lata de cola Light para compartirla. Llevo la pequeña paellera hasta la mesa.
―           Tiene una pinta magnífica – la alaba Maby, sentándose.
―           Sabe mejor, ya verás.
Charlamos sobre lo que puedo esperar que Víctor me ofrezca. Le digo que no me importa, mientras no sea demasiado ilegal. Me comenta los rumores que corren en la agencia sobre nuevos proyectos. Puede que haya algo de Dior para febrero. Finalmente, tocamos el tema candente: Pamela y Elke.
La gira por las estaciones de esquí termina la semana que viene y regresaran. Pam nos llama todos los días, sobre todo después de habernos confesado su relación con Elke. Se lo ha contado todo a la noruega, pero aún no se decide. Le he aconsejado que inicien la cuenta a partir de su vuelta a Madrid, pues comprobarán los pros y los contras realmente.
Es lo que Maby y yo comentamos: las implicaciones. Lo cierto es que todo sería mucho más fácil, para ellas, si se decidieran a vivir juntas, pero, en ese caso, perderíamos a Pam totalmente. No veo más salida. Tendré que inmiscuirme, lo siento por Elke.
Esa misma tarde, merendando como siempre en casa de Dena, Patricia me da una sorpresa que no esperaba lo más mínimo. Mientras arrebaña con un dedo el sirope de chocolate que mancha su plato, nos dice, a su madre y a mí:
―           He quedado con una amiga de clase para ir al parque.
Dena y yo nos miramos. ¿Una amiga? Patricia no tiene amigas.
―           Se llama Irene y las dos… nos escondemos en los recreos – me mira al decirlo. Sonríe suavemente. – Se ha incorporado a clase en este trimestre. Es de Albacete…
―           … y es como tú, ¿no es eso? – acabo la frase.
―           Si. Nos caemos bien.
―           Llévate el abrigo, hace frío – le dice su madre.
Patricia se levanta de su silla, recoge los platos y los pone en el fregadero, y, entonces, viene la sorpresa. Se acerca a su madre y se inclina, mirándola a los ojos.
―           Te quiero, mamá – y le da un pico lento en los labios.
Dena se queda inmóvil, sin saber qué hacer. Finalmente, contesta:
―           Yo también, cariño.
Patricia rodea la mesa y se para ante mí.
―           Creo que he sido muy egoísta. No os dejado tiempo a solas. Lo siento – y me besa también, mordiendo fugazmente mi labio inferior.
Cuando la jovencita se marcha, su madre y yo no sabemos qué pensar. ¿Una nueva táctica? ¿Se ha rendido? ¿Ha visto la luz? Es pronto para decirlo.
Víctor Vantía vive en Aravaca, un distrito periférico de Madrid, lindando con Pozuelo de Alarcón. Maby me hace tomarla A-6, en direcciónLa Coruña, y tras media hora, abandonamos la interurbana y nos alejamos del área habitada. Pronto me encuentro con una alta valla metálica, toda sembrada de cipreses y altos setos. La longitud de la impenetrable cerca es kilométrica, pues se sale de mi vista. Maby me indica el camino asfaltado que desemboca en la carretera. El camino corre paralelo a uno de los costados de la enorme finca, de la que solo se puede ver setos por fuera, y tupidos árboles en el interior; árboles ancestrales que ocultan una gran estructura, de la que se apercibe un enorme tejado rojizo.
El solitario camino me lleva ante un pórtico con una gran verja doble. Hay un vídeo comunicador bajo una cámara, a la altura de la ventanilla de la camioneta. Puedo ver más cámaras desplegadas, así como las he ido viendo a lo largo de la valla metálica. Esto parece Fort Knox, madre mía…
―           Dale al botón – me dice Maby, colocando su rostro sobre mi hombro. – Tenemos una cita con el señor Vantia. Sergio Talmión y Maby Ulloa.
Dos minutos después, con un crujido, las grandes puertas de acero se abren lentamente. Una voz surge del altavoz: “Conduzca sin salirse del camino asfaltado y aparque donde le indiquen.”
―           ¡Este tío está podrido de dinero! – le susurro a Maby.
―           Uufff – agita ella su mano. — ¡Ni te imaginas!
Sigo las indicaciones. El camino está recién asfaltado, liso y suave como el culito de un bebé. Atravesamos un bosque totalmente cuidado por la mano del hombre. Finalmente, desembocamos en un gran aparcamiento asfaltado, que, en pleno centro, tiene una gran H pintada en el suelo. Un helipuerto. Un tipo bien vestido, nos indica un lugar para aparcar. Cuando me bajo de la camioneta, me doy cuenta que el hombre es tan grande como yo. Lleva uno de esos transmisores en el oído, con el cable metido dentro de la chaqueta.
La gran mansión, a sus espaldas, atrae mi atención. Es enorme, colosal y antigua. La mayoría de la fachada, al menos en el primer piso, está recubierta de serpenteante hiedra, que le presta un cierto aire victoriano. La planta baja no tiene ventanas, sino grandes pórticos acristalados. Cuento diez de estos, solamente en la cara que podemos ver.
La mansión tiene un piso superior – el cubierto con la hiedra – y el piso abuhardillado, bajo las pendientes tejas. Las bocas de las chimeneas erizan los diferentes planos del tejado. Al menos, hay veinte ventanas en el primer piso, y la mitad de estas en el segundo. ¿Cuántas habitaciones tendrá este palacio?
Maby tironea de mi manga, mostrándome lo que se encuentra a mi derecha y que no había visto, atraído por la mansión. Estatuas, setos recortados, parterres de flores, bancos, fuentes, un estanque, y no sé que más, porque mi vista no abarca la mayoría.
―           Los jardines – dice ella, simplemente.
―           ¿Cuántos jardineros emplea? – jadeo.
Ella se ríe.
―           Detrás de la mansión, está el cenador al aire libre, la piscina y el invernadero – me señala con un gesto. – Al otro lado, el campo de golf y el campo de tiro.
―           ¡Esto hace dos granjas como la mía, por lo menos!
―           Víctor me contó que compró todo esto a causa de una deuda que un noble tenía con él. No sé quien es ese noble, ni quiero saberlo – me dice, al subir los escalones que realzan la gran entrada, bajo el escudo de armas. Sería fácil averiguar a que rama de la nobleza española pertenecía este palacete.
El enorme vestíbulo es apoteósico, al menos para mí. Una doble escalera, con un ramal a cada lado, asciende a los pisos superiores. Baranda de roble y pasamanos de ébano. Peldaños de buen mármol de Macael. Dos enormes lámparas presiden el techo, a diferentes alturas, entre los dos tramos de escaleras. Las grandes y curvadas paredes están pintadas con frescos debidamente cuidados. No sé mucho de artistas, pero quien fuera el artista, era bueno, muy bueno.
Seguimos la espalda del elegante armario. El vestíbulo da paso a una larga galería, cuyas paredes aparecen salpicadas de pequeños retratos y elaboradas escenas de la vida nobiliaria de antaño. A cada docena de metros, en ambos laterales del imponente pasillo, se abren puertas de oscura madera que encierran supuestos salones o, quizás, misteriosas bibliotecas. La galería parece cruzar y dividir la mansión, hasta desembocar en las instalaciones traseras, o sea, lo más reservado de la finca, ya que varias estructuras – sin duda antiguas cuadras y cobertizos – amparan el lugar de miradas indiscretas.
Un grupo de hombres se inclinan ante las patas de un llamativo pura sangre, de pelo alazán. Palpan sus músculos y opinan. Dos de ellos parecen expertos, pues llevan calzado apropiado. El que sujeta la brida del caballo es, sin lugar a dudas, un mozo. Así que Víctor Vantia tiene que ser uno de los dos que quedan. Me inclino por el barbudo.
¡Bingo!
El hombre de la barba levanta la cabeza, ve a Maby y abre los brazos, sonriendo. Avanza hacia nosotros, a grandes zancadas.
―           Maby, querrida – pronuncia con un gracioso acento eslavo.
Se besan las mejillas y yo le examino.
Tendrá unos cuarenta y cinco años y está cercano al metro ochenta. Es delgado pero parece fuerte. Tiene algunas canas en las sienes y patillas de su oscuro cabello y su barba, bien recortada, presenta un mechón blanco en el mentón. Viste informalmente, pero con elegancia.
―           Este es Sergio, mi novio – nos presenta Maby.
Víctor me estrecha la mano y aprieta, mirándome fijamente con sus oscuros ojos. Si espera verme torcer el gesto por su apretón, va dado. Me abstengo de apretar, vayamos a joder la oportunidad.
―           Tu herrmosa novia me ha contado grrandes cosas de ti – me dice, mientras indica, con un gesto, que se lleven el caballo.
―           ¿Ah, si?
―           Por supuesto – nos empuja hacia el interior de la mansión. – Vayamos dentrro y tomemos un aperritivo.
Nos conduce al que debe de ser su despacho, porque hay un gran cuadro de él sobre la gran chimenea; un Víctor Vantia posando con las manos sobre la empuñadura de un bastón. Viste un traje de levita Príncipe Alberto y el artista ha sabido captar su mirada inquisitoria. Me giro, contemplando la estancia. Buenos muebles, muchos libros, un gran escritorio con muchos papeles. El lugar rebosa trabajo y dinamismo. Víctor no parece un mafioso del este, tiene más pinta de rico inversor.
Nos sentamos ante el escritorio y la puerta se abre. Una sonriente chica, vestida de doncella, trae una bandeja con finas copas. No sé en que momento el hombre ha dado esa orden. Víctor levanta su copa.
―           Na zdrave! – exclama.
―           Na zdrave! – repite Maby, por lo que supongo que será el brindis búlgaro, así que hago lo mismo.
―           Bien, vayamos al grrano. Maby me cuenta que buscas trrabajo – dice finalmente el búlgaro, entrando en materia.
―           Así es, señor Vantia.
―           Pero no tienes experriencia en trratar con el público. Provienes de una grranja.
―           Así es, pero aprendo rápido.
―           Eso es bueno – sonríe. – Maby me ha comentado también que tomas decisiones muy rrápidas y acerrtadas, que no te pones nerrvioso y sabes actuar en ocasiones difíciles.
―           Bueno. No sé exactamente a qué se refiere, pero me he criado en una granja, llevando prácticamente el peso de ello yo solo. Soy joven, pero tengo experiencia. En una granja, cuando necesitas arreglar algo con rapidez, dependes más de tu imaginación que de las herramientas necesarias. Soy bueno con eso.
―           Parra mi es suficiente que Maby te recomiende. Valorro mucho su opinión y buen juicio. Tengo varrios negocios en Madrrid y necesito alguien de confianza para controlar la rentabilidad del último local estrrenado.
Asiento, indicándole que estoy interesado.
―           Se trrata de un club temático en Aluche, en el distrrito Latina. Todo para clase alta. Se llama “Años20”. Tengo a todo el personal necesarrio, pero no dispongo de contrrolador.
―           ¿Qué hace un controlador?
―           ¡Contrrolar por supuesto! – se ríe el búlgaro. – Es un espía, un inforrmador.
―           Comprendo. El chivato del dueño.
―           ¡Exactamente! El encarrgado del local prroviene de otrro país. No está acostumbrrado ni al idioma, ni a las costumbrres. Me dicen que es de confianza, pero necesito que le vigilen. Ahí entrras tú, Serrgio. Serras el interrmediario entre él y los distrribuidores de licores. Ya sabes, pedidos, pagos, entrregas. Tu decides y él firrma.
―           Si, no hay problema.
―           No tendrras acceso al librro de registrro, pero quierro que anotes todo lo que pides y lo que llega al almacén. También quierro que apuntes las cantidades de las posibles facturras que lleguen. La mayorría se harrá mediante talones de caja, así que no tienes que preocuparrte por eso. Pero, sé que, de vez en cuando, algún distrribuidor vendrrá a cobrar en perrsona y tendrrá que ponerrse en contacto contigo, porque vas a ser el chico del gerrente.
―           Quiere una especie de doble contabilidad.
―           Si, burrda, pero efectiva.
―           Si no se fía de él, ¿porque no le despide? – me arriesgo a preguntarle.
―           ¿Por qué crrees tú?
―           Mmm… es un compromiso ineludible – está claro.
―           ¡Chico listo! ¡Me gusta tu novio, Maby! – se ríe, mirándola.
―           ¡A mí también! – se ríe ella, en respuesta.
―           Ahorra comprrendo porrque me dejaste solo…
―           No estás solo, Víctor. Tienes a tu esposa.
―           Si, cierrto, Maby. Anenka, mi bella esposa rrusa… y ahorra también está Katrrina…
―           ¿Katrina? – el nombre no parece sonarle a Maby.
―           Es mi hija, mi única hija. Estaba estudiando en Parris, pero la he trraído conmigo. Mi ángel Katrrina – musita finalmente, mirando su copa vacía. No sé yo, pero, por su tono, me parece que la vida de Víctor no es demasiado alegre.
―           Volvamos al trabajo, señor Vantia – le llamo a la realidad. – Así que debo ocuparme de los pedidos de almacén e intentar controlar, fuera de libro, lo que se consume y lo que se paga.
―           Si, si, así es.
―           ¿Algo más?
―           Con eso es suficiente. Erres muy joven y prretendo hacerte pasar por otro comprromiso. Quizás el hijo de una amiga o de un pequeño asociado… ya sabes…
―           Si, haciéndome el favor de darme una ocupación.
―           Has dado en la diana. De ese modo, erres el último mono en el negocio. Nadie se prreocupa por ti y tú podrrás fisgonear. No te prreocupes del tema de las chicas. El hombrre que las tiene a su carrgo es de toda confianza. Perro si me gustarría que prrestaras atención al tema de la segurridad del local y de los clientes.
―           Está bien. No se preocupe.
La verdad es que yo imaginé cosas peores de los negocios de Víctor Vantia. Me vi, por un momento, rompiendo dedos y cobrando créditos. Pero, al parecer, Vantia está en el negocio de los clubes nocturnos, y, por lo visto, de los de lujo. Así que todo iba a ser legal… ¡Mejor!
Nos estrechamos la mano y me dice que me incorpore el lunes.
―           Maby, ¿Por qué no enseñas mi casa a tu novio? Así mi secrretario puede prreparar tus papeles. Los firrmarás antes de irte y Basil te darrá la dirrección y lo que necesites.
―           Gracias, señor Vantia. No le defraudaré.
―           Eso espero, chico – dice, dando media vuelta y saliendo de su despacho.
―           Bueno, cariño, ¡ya tienes trabajo! – exclama Maby, saltando a mi cuello.
―           Si, y es mejor de lo que esperaba.
―           Umm… no sé… tú, metido en un puticlub… ¡qué peligro! – entrecierra los ojos.
―           No seas mala, Maby. No iré a divertirme, sino a trabajar.
―           Ya veremos. Vamos a explorar todo esto. Yo tampoco la conozco entera – me incita.
¡Por todos mis muertos! ¡Es enorme! ¡Tan enorme que resulta demencial! Hay escaleras principales y secundarias, un enorme salón de baile, con parqué natural y espejos en las paredes. Una sala de música, y otra para los aperitivos. Dos bibliotecas, un gimnasio profesional, dos despachos personalizados, un enorme salón comedor, con una mesa de una docena de metros, y una cocina capaz de alimentar a un regimiento de cosacos. Dios, ¿he dicho cosacos?
Arriba tiene dormitorios para ilustres y dormitorios para criados o vasallos, o como se diga. Los más rimbombantes tienen ventanas al exterior. Los más simples, se encuentran en el interior, cercados por los pasillos, sin ventanas. Cada dormitorio ilustre tiene su propio baño y los menos ilustres comparten baño, uno para cada cuatro habitaciones.
En el piso bajo, hay varios “toilettes”, o sea, cuartos de baño, sin baño, jeje. Solo para refrescarse o desaguar… El piso abuhardillado es verdaderamente interesante. Las ventanas de cada fachada constituyen una sola habitación, enorme, larguísima, con suelo de madera y una separación de yeso y cañas. Ninguna de las cuatro habitaciones está amueblada, ni contiene objeto alguno. Según Maby, Víctor piensa dedicar el último piso a acoger huérfanos de guerra del este. Está pendiente de los permisos necesarios, para reconvertir todo eso. Pienso en un dormitorio colectivo, para una veintena de niños, o bien dos, si hay también niñas. Otra sala para estudiar. Otra para comedor y la cuarta como ocio. Todo el espacio interior, junto a las dos escaleras que suben, está dedicado a desván, lleno de cajas de cartón. Aquí se podrían instalar unas duchas y unos aseos. Espacio hay de sobra.
Tengo que reprimir mi mente con las posibilidades. Con dinero y espacio, se puede hacer lo que se quiera. Pero piensa mal y acertarás. ¿Huérfanos de guerra? ¿Por qué sacarlos de sus países, ahora que las cosas se han calmado? ¿No sería mejor y más barato invertir en ayudas sociales in situ?
Maby me lleva de nuevo al piso medio, pasando por los dormitorios principales y se detiene ante una puerta cerrada. La miro, intrigado.
―           Es el boudoir de Anenka – me dice, y llama suavemente con los nudillos.
¿Qué coño es un boudoir? Pero, inmediatamente, se me viene a la cabeza un recuerdo. Parece un recuerdo mío, pero sé que no lo es. Es del viejo, seguro. Es anacrónico, muy viejo, como polvoriento, pero intensamente vivido. Veo muebles torneados y bellos y livianos cortinajes. Una mujer quitándose una elaborada bata verde con filigranas doradas. Lleva el pelo recogido, cayéndole en ondas y caracoles sobre un lado de su cara. ¿La zarina? Creo que sí.
―           Adelante – contesta una voz ronca pero femenina, con otro marcado acento, pero diferente al de Víctor.
Bueno, este boudoir es algo diferente del que he recordado, pero su función es la misma. Es una mezcla entre camerino, sala de relax, y despacho para la dueña de la casa. Un amplio diván, un pequeño sofá, un par de sillas junto a un mini escritorio, un biombo de seda, una gran bañera antigua en un rincón, con grifería al aire, un antiguo comodín con un enorme espejo… A todo eso hay que sumarle cortinas vaporosas, una alfombra, un espacio con muchas perchas donde cuelgan batas, negligés, y largos y sensuales camisones, pequeños estantes con perfumes, cremas, polvos cosméticos, abanicos, y bisutería varia. Libros y revistas descansan en cualquier rincón, un Ipod libera suaves notas musicales, y, en medio de todo ese maremagno de detalles, una auténtica diva, escultural y libidinosa, nos sonríe.
Anenka Vianta, la joven esposa rusa de Víctor.
¿Qué deciros de Anenka?
¿Qué puedo decir de una mujer que es capaz de enloquecer a un magnate de la prostitución y de la pornografía?
¿Qué clase de temperamento y que grado de seducción maneja una mujer así?
Por mucho que Maby me hubiera advertido, no habría sido capaz de prepararme para la impresión que deja en mí.
Debe de haber estado montando a caballo, porque aún se está quitando las altas botas de equitación, sentada en una de las sillas. Ya se ha despojado de la chaquetilla rojiza, dispuesta en el respaldar. Los ajustados pantalones de montar ponen de manifiesto sus poderosos muslos.
―           ¡Maby! – exclama alegremente. — ¡Me alegro de verte, pequeña!
Mi morenita se le acerca, se inclina sobre ella y le da un muerdo en los labios. ¡Impactante! ¿Cuánto se conocen estas dos? Maby la ayuda a tirar de la bota.
―           ¡Este hombretón es Sergio? – pregunta, poniéndose en pie.
―           Si, mi novio Sergio. Ella es Anenka – nos presenta Maby.
―           Dame un abrazo – exige ella, cordialmente.
La estrecho entre mis brazos. Capto su aroma a hembra, mezclado con el sudor y un acre olor animal. Su cuerpo voluptuoso esconde una dureza que no me espero. Es un cuerpo trabajado hasta la saciedad, aunque no lo parezca. Hay algo en ella que me pone nervioso. Debo de tener cuidado y paciencia, me repito.
―           Ahora me explico que te alejaras de nosotros, pequeña. Con un tiarrón como este, tienes más que suficiente – la cosquillea la mujer. Maby se aleja, entre risitas.
Me guardo para después las preguntas que cruzan por mi mente. Es evidente que Maby tiene muchas cosas que contarme. Anenka se desabotona la camisa mientras sigue hablando con mi chica, sin importarle que yo esté delante. La examino mejor, más de cerca.
Posee una de esas cabelleras alabastrinas, largas y ensortijadas, de princesa de cuento, o puede que de gitana zíngara. La lleva recogida en un alto moño que casi se ha disuelto. Por el contrario, su piel es muy clara, no blanca, ni pálida, sino clara, como si fuera algo genético. Sus ojos, que no dejan de mirarme de reojo, son muy azules, casi violetas, de un tono muy raro que me recuerdan los de Elizabeth Taylor. ¿Lentillas?
Realmente es hermosa, con unos pómulos marcados y una nariz respingona, que no revelan nada de su herencia étnica. Una boca pequeña, de labios perfilados, sonríe con confianza. Cuando se quita la camisa, muestra su torso, igualmente blanco, de piel inmaculada, en el que el sujetador rosa destaca suavemente. Tiene unos senos pequeños y puntiagudos, que se mantienen firmes sin necesidad de aprisionamiento.
Anenka se cuela detrás de uno de los biombos, tras escoger una larga bata de seda anaranjada. Maby sigue hablando con ella, con el biombo de por medio.
―           Víctor me ha hablado de Katrina – le dice.
―           ¡Oh, mi bella ahijada Katrina! Ha venido de París…
―           No sabía que Víctor tenía una hija.
―           Es fruto de su primera esposa – Anenka aparece a nuestra vista, atándose el cordón de la bata. Sabe como lucirla, no hay duda. – Se casó con la jefa de un clan albanés, Sasha. En aquellos tiempos, Víctor estaba interesado en asumir territorios. Era joven e idealista. Esa boda fue un arreglo de poder para unir fuerzas. Aún así, Sasha quedó preñada y acabó volviéndose loca.  A los dos meses de tener a Katrina, Víctor tuvo que meterle una bala en la cabeza, cuando la sorprendió intentando asfixiar al bebé.
―           ¡Joder! – exclama Maby.
Anenka nos invita a sentarnos en el sofá mientras ella desliza su cuerpo sobre el diván. Sigue contando la historia.
―           Víctor no ha tenido más hijos que Katrina. Siempre dice que los hijos son puntos débiles. A Katrina no le ha faltado de nada. Desde pequeña, ha tenido ayas y madrinas que se encargaban de criarla, sirvientas que la vestían y la bañaban, verdaderas esclavas. Su padre la visitaba cada día, durante una hora, hasta que la envió a Paris, a un internado privado muy exclusivo, de donde la ha sacado hace apenas un mes.
―           Toda una princesa – digo.
―           Si. Malcriada, egoísta, muy altiva, y mucho más cruel que su padre. Es lo que ha mamado desde pequeña – sonríe Anenka. – Como comprenderéis, Víctor se ha casado más veces. Conmigo, cinco veces. Es doblemente viudo y doblemente divorciado. Intento convencerme de que seré la última, pero no hay nada seguro. Sin embargo, Katrina me ha asegurado de que, de todas sus madrastras, yo soy a la que más odia.
―           ¡Por qué? – pregunta Maby.
―           Porque no le consiento nada.
“Porque Anenka es aún peor que ella”, me digo. Tenía razón en mi primera impresión. No solo es hermosa, es manipuladora y imaginativa. Una perfecta estratega.
―           Pero, basta de hablar de la familia. ¿A qué se debe esta visita, pequeña?
―           Sergio va a trabajar para Víctor.
―           ¿De verás? ¿En que, si se puede saber?
―           En el club Años 20. De seguridad.
―           Oh, estarás muy bien. Ese club es muy selecto. Nunca hay problemas graves, todo lo más algún político borracho – se ríe deliciosamente. – Entonces, quizás nos veamos en más ocasiones.
―           Posiblemente, debo informar al señor Vantias regularmente.
Noto como su mirada cambia sobre mí. Eso de los informes no le ha gustado o le ha sorprendido, una de dos.
―           Yo quería pedirte que le echaras un vistazo cuando esté por aquí – me sorprende Maby, poniendo una de sus manos en mi muslo. – El chico se ha criado en una granja y no conoce mucho de la etiqueta social, ya sabes.
―           No te preocupes, Maby, estaré muy pendiente de él…
No me gusta nada como me ha mirado al decir eso. Esta tía es peligrosa, lo noto. Deberé tomar precauciones. Tras otra charla de chicas, nos despedimos y bajamos hasta encontrar a Basil. Este me hace firmar un par de compromisos legales y me entrega una carpeta con documentación del club que debo aprenderme, y varias tarjetas: tarjeta sanitaria, tarjeta de identificación, llave electrónica, y una tarjeta de crédito a nombre de Staxter.
―           Es el nombre del grupo de empresas que dirige el club – me dice el hombre, que es el otro que estaba al lado de Víctor, cuando examinaban el caballo. Su hombre de confianza.
―           Perfecto – le digo. En verdad, es todo legal.
No me ha contratado legalmente, primero por mi edad, y segundo para no infringir ninguna ley si tengo que actuar con dureza. Así me llevaría toda la culpa y el club saldría limpio. A cambio, pagan una buena sanidad privada y cubren todos los aspectos legales. Algo muy típico de las organizaciones criminales. En verdad, ya me lo esperaba.
Maby y yo esperamos, en la T4, la llegada de Pamela y Elke. Estamos de pie ante una de las cristaleras. Abrazo por detrás a mi novia, cubriéndola completamente con mis brazos. Mucha gente nos mira al pasar, pensando que somos una extraña pareja. ¡Que les den!
He empezado con mi trabajo. No está mal. Tengo que acudir un par de veces entre semana, sobre las ocho de la tarde. Reviso el almacén y hablo con las camareras, así estimo los pedidos necesarios. Después, dejo una nota para Konor, quien no suele llegar hasta las diez de la noche, al menos.
Konor Bruvin, un albanés con mala leche. Cincuenta y tantos años, bajito y robusto, con pequeños ojos crueles que no dejan de evaluar. Lleva un peluquín de pelo natural que le tapa la frente y coronilla, ocultando así dos grandes cicatrices sobre las que no crece pelo alguno. Cuando me presenté, el primer día, me miró con fijeza, vio mi juventud y mi inexperiencia, y sonrió con desprecio, comprendiendo el motivo por que se supone que he conseguido el empleo. Es lo que me dio a entender la chica que siempre va con él, como traductora, Mirta.
Se que tengo que tener cuidado con ese tipo. En el momento en que sospeche que soy un informador del jefe, mi vida peligrara.
Me incorporo como refuerzo de seguridad a partir de los viernes, que es cuando el club se llena. La verdad es que es un buen local, con mucha clase y lujo. Ocupa un edificio de tres plantas, con más de quinientos metros cuadrados cada una, y el almacén y los camerinos, acaparan lo que queda de manzana. En el primer piso, se sitúan la barra, el pequeño restaurante, el escenario, la pista de baile, así como los baños, la cocina, el almacén y los camerinos. El club tiene un aforo de casi 500 personas. En el segundo piso, están los reservados. Penumbrosos, cómodos y cálidos, con mirillas de cristal estratégicamente situadas en el suelo para poder disfrutar de los shows, y con amplios divanes sobre los que retozar con las chicas.
En el tercer piso, se encuentran las habitaciones de tales chicas, donde duermen, viven, y trabajan.
Para comprender el espíritu de tal club, debo hablaros más de las chicas. Todas ellas proceden de Hungría, Rumania, Albania, Polonia, Checoslovaquia, la antigua Yugoslavia, e incluso Rusia. Todas sacadas de los países del este. Muy bellas y espigadas, con cuerpos tremendos y muy bien educadas. Son carne de primera, realmente. Víctor Vantia solo quiere lo mejor. Las prefiere universitarias o más o menos cultas, chicas que conocen su potencial, y como superarse ellas mismas. Verdaderamente, mima a sus chicas, tengo que decirlo. Eso no quita que las explote y que las consiga de forma ilegal, pero no trafica con ellas.
Las chicas que acaban en poder de Víctor disponen de unos años para pagar su deuda y se les permite escoger a qué se quieren dedicar: prostitución o show. Como prostitutas, pueden escoger especializaciones: masajistas, acompañantes, expertas en vicios, e incluso camareras… dependiendo de su físico y aptitudes. Como showgirls, también pueden escoger varios caminos: actrices porno, bailarinas sexuales, strippers, y sexo en directo.
Sea como sea, estas mujeres disponen de su habitación, de sus horas de ocio, pueden salir de compras, a peluquerías, al cine… Claro que todas están controladas con chips implantados para que no escapen. Pasan una revisión médica una vez cada quince días y están muy bien alimentadas. Víctor no permite drogas entre sus chicas. A lo sumo, unas copas cuando deben alternar. También disponen de una orientadora que vive con ellas, una especie de psicóloga que las ayuda con sus ocasionales traumas.
El club Años 20 se inspira en la loca década que conmovió la sociedad mundial con el Charleston, los cortos vestiditos con flecos, la liberalización femenina, y toda la juerga superficial y alocada que trajo. Los trajes de las chicas están muy bien diseñados y ellas hacen muy bien su papel. Los espectáculos que se dan en su escenario son subidos de tono pero, en absoluto, burdos ni procaces. Aunque son una minoría, algunas amantes y acompañantes de clientes, frecuentan el club, pero, evidentemente, la mayoría de la clientela es masculina. El cenador se abre a partir de las ocho de la tarde, y muchos clientes prefieren cenar allí, en compañía de sus amigos o de alguna chica elegida, que en sus propias casas.
El mobiliario y la decoración están cuidados al detalle, con calidad cinematográfica, y el sonido, aunque actual, resuena como si proviniera de una gramola.
Las normas de seguridad del local son bien sencillas. Las chicas no pueden follar en él, ni siquiera en los reservados. Se admiten pajas y mamadas, pero no más. Para ello, las chicas deben invitar a los clientes a sus habitaciones, con un procedimiento y un precio adecuado, claro. En el club, se baila, se magrea, se hacen stripteases, y, en la penumbra de los reservados, algún trabajito rápido. Todo ello, tiene otro precio.
 No se permiten gritos, ni altercados. Si algún cliente desea celebrar una fiesta más ruidosa, disponemos de reservados adecuados. Tampoco se permiten discusiones acaloradas, ni conatos de pelea. En ese caso, todos los implicados van al callejón de atrás. Estas son las normas básicas.
Desde el primer momento, me he trabajado a las chicas de la barra y las de la cocina, así como el chef. Ha sido fácil hacer que confíen en mí, pues, en verdad, lo único que he hecho ha sido ofrecerles mi amistad y mi posible ayuda en caso de cualquier necesidad.
Por el momento, no tengo acceso al tercer piso, pero estoy entablando amistad con Pavel, un viejo homosexual a cargo de las chicas, y con Irina, la madura orientadora. Sin embargo, sonrío a las camareras y a las chicas que andan desocupadas, cada vez que me cruzo con ellas.
Hay que darle un tiempo a todo, pero creo que pronto tendré mi propia red de confesiones allí dentro, red que Konor no podrá controlar.
―           Va a aterrizar – me dice Maby, sacándome de mis pensamientos.
Miro el panel informativo y asiento. Tendremos que esperar aún un rato.
―           Tengo muchas ganas de estar con ella.
―           Yo también, Maby.
―           Pero estará Elke. ¿Qué haremos? – me dice, girándose y mirándome a los ojos.
―           No lo sé. Pamela nos ha dicho que se lo ha contado todo lo que hacemos y lo que somos. Además, Elke compartió nuestra cama en Año Nuevo. Supongo que todo depende de ella…
―           Entonces, ¿Beso a Pam cuando la vea, o no?
―           Tú actúa con naturalidad, niña. Si la has besado siempre, ¿Por qué no hacerlo ahora?
―           Tienes razón, corazón – dice con una sonrisa y pegando su cabecita a mi pecho.
Pero yo me pregunto lo mismo. ¿Cómo debo actuar con mi hermana? Ahora trae novia. Una novia que me conoce, que sabe de nuestra relación. Me encojo de hombros. La respuesta que le he dado a Maby sirve también para mí. Habrá que esperar a ver. Lo mismo ocurre con Dena y Patricia. Estamos en la fase de esperar reacciones.
La niña ha cambiado su actitud, parece más comprensiva, más participativa, aunque no sé a que es debido este cambio. Le hemos pedido que traiga a su nueva amiguita a casa, para conocerla, pero, por el momento, se niega, y cuando lo hace, me mira a mí.
¿Tendrá miedo de que impresione a su amiga, o de que esta vea algo impropio hacia su madre? Tengo que garantizarle a Patricia que no haré nada extraño ante su amiga si decide traerla.
―           ¡Allí están! – exclama Maby, saltando y agitando la mano.
Me he perdido en mis cosas de nuevo. Pamela y Elke, junto con otras dos hermosas chicas morenas arrastran sus maletas. Destacan poderosamente entre los demás viajeros. Nos han visto y sonríen. Bueno, al menos Pam sonríe.
Maby se arroja materialmente sobre mi hermana. Funden sus labios, sin importarles que la gente las mire. Elke se queda al lado, confusa. Intervengo y, con una mano, atrapo a Maby por la chaqueta, apartándola de Pam, y con la otra tomo a Elke de la cintura, para darle un suave beso en los labios.
―           Bienvenida de nuevo, Elke – le digo.
Su sonrisa me anima. Es una jovial sonrisa, amplia y amistosa. Buena señal. Un torbellino rojizo se cuelga de mi cuello, besuqueándome por todas partes. Freno a mi hermana por un segundo y miro a Elke.
―           ¿Puedo? – ella asiente, enrojeciendo.
Entonces muerdo la boca de Pamela, con ansias, largamente, hasta hacerla jadear.
―           ¡Eso es un beso! – chilla Maby, dándole una palmada a Pam en las nalgas. Después de eso, se acerca a Elke. Las dos parecen no saber que decirse. — ¿Puedo besarte? – le pregunta, poniendo cara de niña buena.
―           ¡Pues claro! ¡Somos amigas y compañeras! – responde Elke, abriendo los brazos.
Maby la besa tiernamente, pero metiéndole la lengua, por lo que puedo ver. Cuando se separan, Elke sigue confusa. Maby aún sigue abrazada a ella.
―           Eres la novia de mi amante. ¿En qué nos convierte eso a nosotras? – le dice bajito a la noruega.
―           Aún no lo sé… espero averiguarlo pronto.
Sus palabras me dan buenas vibraciones. Creo que podré influir con facilidad, solo necesito una ocasión perfecta. Atrapo las maletas y todos nos dirigimos a los aparcamientos, donde espera la camioneta.
―           Dejamos primero a Elke en su piso – nos dice Pam, desde el estrecho asiento trasero, con Elke a su lado.
―           ¿Te quedas con ella? – no puede aguantarse Maby.
―           No. Hemos decidido que seguiremos un tiempo más así, como novias. Cada una en su casa y quedando para salir.
―           Elke, sabes que puedes quedarte en nuestra casa cuando quieras. Podemos separar las camas e incluso volver a quitar el vestidor…
―           Gracias, Sergio – me contesta, poniendo una mano sobre mi hombro. – Ya hemos decidido que así estará bien. Si tengo que quedarme en vuestro piso, dormiré con vosotros. De todas formas, ya lo hemos hecho, ¿no?
―           Claro, claro. Está bien. ¡A casa, señoritas!
Al llegar a nuestro piso, tras dejar a Elke en el suyo, Maby hizo la pregunta que nos quema los labios.
―           ¿Qué pasa con nosotros? ¿Elke te deja acostarte con nosotros o te ha pedido limitaciones?
―           Me ha pedido que le comunique cuando lo haga con Sergio. Es extraño, creí que se disgustaría, pero no lo hizo.
―           ¿Ah, no? — sonreí.
―           Sabe que me va a ser muy difícil. Así que yo le he prometido, por decisión propia, que esta noche voy a follar con vosotros, pero que no lo haré más hasta que no lo hablemos más a fondo.
―           ¿Solo esta noche? – Maby hizo un puchero.
―           Es lógico – intervengo. – Creo que Elke ha sido muy comprensiva. Te deja que tengas una buena bienvenida y, a la misma vez, una despedida.
―           Si… una despedida – el tono de Pam es triste.
―           Veo que estás enamorada – le digo, abrazándola.
―           Si, Sergio. Lo estamos, pero… te pertenezco, lo sabes. No quiero alejarme de ti. No sé si podría… Solo tienes que pedírmelo…
―           ¿Pedirte que te quedes con nosotros? ¿Qué no la vieras más?
Pam asiente, bajando los ojos. Su cuerpo tiembla entre mis brazos, esperando.
―           No pienso hacerlo. Es decisión vuestra – le digo, con toda hipocresía. No pienso dejar que mi hermana me abandone, cuando toda esta historia empezó con ella.
―           Pero, ¿tenemos que esperar hasta esta noche? ¿Por qué no empezamos ya? Son las cinco de la tarde y yo llevo lista todo el día – sonríe Maby, con picardía, tocándonos el trasero.
Es una noche para recordar, para enmarcar en el recuerdo. Tomo a mi hermana en brazos y Maby se sube a mis espaldas. De esta guisa, recogiendo besitos en mi cara, las llevo al dormitorio.
―           Estarás hambrienta, ¿verdad? – le pregunta Maby a mi hermana, cuando la deposito sobre la cama.
―           Llevo a régimen de esta polla desde hace un tiempo – se ríe, aferrando mi bulto, aún cubierto por el pantalón. – Solo almeja al vapor…
―           Pues esta noche te vas a hartar – susurra Maby, reptando hacia ella y besándola. – Te voy a ceder mis turnos…
―           No es necesar…
―           Calla y dame tu lengua.
Me desnudo mirándolas. No hay nada más bello en el mundo. Son mis chicas y me aman, y se aman entre ellas. ¿Acaso se puede pedir más? Jamás, en mis ensoñaciones solitarias, allá en mi desván, hubiera llegado a imaginar una ocasión similar, lo que el futuro podía depararme. No sé a quien dar las gracias… ¿a Dios? ¿A Rasputín? ¿Al diablo?
Me da igual, si hay que pagar al final de la experiencia, lo haré con mucho gusto. Siento que me estoy poniendo intenso y filosófico, y no es el momento adecuado. Las chicas ya se están revolcando, sin mí. Pero no puedo dejar de mirarlas y de pensar en ello. Me doy cuenta que ese es mi privilegio como su dueño y, en una súbita inspiración, me reafirmo con mi plan sobre Elke. ¡Quiero que se una a nosotros! ¡La quiero en mi cama! ¡Por el bien de Pam y por mi propio y egoísta placer!
Aprovecho que se están besando, una sobre la otra, para colocar mi miembro entre sus bocas. Lo acogen con risitas y mimos. ¡Viva la armonía!
Maby deja que mi hermana siga con el trabajo bucal y ella se coloca a mi espalda, besando y acariciando. Pellizca mis pezones y soba mis testículos, admirando, a su vez, la tarea de Pam. Es cierto, parece hambrienta de mi verga. Intenta abarcarla con sus labios como nunca ha conseguido antes. La noto estremecerse mientras traga centímetros, ignorando las arcadas. Cuando no puede más, se saca el pedazo y escupe sobre él las babas que se han creado en su garganta, y vuelta a empezar.
―           Dios, como chupa la mamona – susurra Maby en mi oído.
Yo solo me estremezco, apoyado contra su pecho. Pam está succionando mi glande con fuerza. Le da mordisquitos, poniéndolo cada vez mas morado. Maby abandona mi espalda y busca las piernas de mi hermana, comprobando que está muy mojada. La prepara para mí, con una diligencia y un cariño inigualables.
―           Ven – me dice, a los pocos minutos. – Ya está a punto de chillar…
Siento la ansiedad de Pam cuando me retiro de su boca. Me abarca entre sus blancos muslos, jadeando de impaciencia. Sus manos acarician mi vientre, mi pecho, mi cuello, y, finalmente, mi rostro, al deslizarme sobre ella. No aparta sus ojos de los míos mientras me hundo en ella. Veo sus pequeñas expresiones de dolor, de tensión, de placer. ¡Dios, como la amo! Bufa como una gata al llenarla toda. Intenta apretarse más contra mí, con su primer orgasmo. No la dejo recuperarse. Empiezo a moverme, casi fuera del todo, lento, y luego adentro, con empuje. La hago chillar a cada embiste, pero ella sigue mirándome. Le tiembla el labio inferior y tiene los ojos muy húmedos, pero no deja de musitar: “te quiero… te amo”.
Maby, que está tumbada a nuestro lado, no se pierde ni un solo detalle de nuestros roces, miradas y susurros. Ella también lagrimea, emocionada. Me pide que le deje sitio. Se abre el coñito sobre la boca de mi hermana, arrodillándose de cara a mí. Yo me quedo de rodillas, penetrando aún a Pam, con sus caderas sobre mis muslos. Maby y yo nos miramos y sonreímos, felices de estar juntos los tres.
―           ¿Echabas mi coñito de menos, amor mío? – le pregunta Maby a mi hermana.
Pam solo gruñe, su boca atareada en comerse ese dulce coñito.
―           Él a ti, si te ha echado en falta. Necesitaba nuestros despertares, las caricias matutinassss… nuestras sesiones de rasurados… las confesiones…
Las manos de Pam suben hasta abarcar los pechitos de su amiga, atormentándolos.
―           He tenido a Sergio para mí solaaa… durante este mes, pero… aún siendo mi Amo… aún queriéndole más que a mi vida… te he echado mucho de menos… Pamelaaaa…
Escuchar aquella declaración de puro amor de labios de Maby, me retuerce el corazón. Casi me siento indigno de ellas. Casi, por un segundo… luego, se pasa.
―           Córrete, mi amor… vacíate en mi boca… méame, si lo deseas – gime mi hermana, apartando un poco su boca. – Soy tuya esta noche…
Atrapo a Maby por la cintura cuando me doy cuenta que se está corriendo como una loca, sin sujeción, agitada por las palabras de Pam. Sus uñas se clavan en mis antebrazos. Maby se queda abrazada a mi cuello, levantando sus nalgas de la cara de Pam, mientras yo me muevo con urgencia en su coño, buscando eyacular.
―           Así, así… campeón… riégala entera – jadea Maby en mi rostro, animándome. — ¡Préñala!
Me corro con fuerza, gruñendo y mordiendo los labios de mi morenita. Siento como el coño de Pam se contrae, alcanzado de nuevo por el placer extremo de sentir mi descarga contra su útero.
―           Algún día – susurro. – Algún día, la preñaré…
                                                CONTINUARÁ
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¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!/


 

Relato erótico:” La cuñada de mi compañera” (POR ELMISMO)

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LA CUÑADA DE MI COMPAÑERA

La cuñada de mi compañera se llama Mercedes y tiene 33 años, y una hija de 15 años que se llama Ainara, por supuesto esta casada, y su marido Francisco, tiene 37 años.

Son un matrimonio casi perfecto, por que solo cuenta y se hace lo que ella quiere y como quiere.
Mercedes, es una mujer, que va de progre, liberal y sexy. Pero es una autentica caprichosa, que solo disfruta siendo ella el centro de todo y cuando todo se hace según ella quiere y decide, cuando a ella le apetece y como le apetece.
Ya he dicho, es muy sexy, es algo natural en ella, y cuando se esfuerza, es una calienta pollas excepcional; no puedes quedarte indiferente a sus “coqueteos”
Como mujer no esta mal, mide unos 165 cm, cintura de avispa, pechos grandes y culo muy bien formado, piernas largas y torneadas. Guapa de cara con unos ojos claros que ni son grises, ni verdes, ni azules, su color es indefinido, pero oscila entre esas tonalidades y su boca casi grande para el ovalo de su cara, destaca entre unos pómulos muy marcados y una barbilla alargada; resulta sobretodo atractiva.
Viste muy convencional, aunque resulta muy sexy, faldas normales siempre con aberturas, si son amplias, dos y si son estrechas una, que siempre dispone muy estratégicamente, de forma que los ojos se van y están pendientes de la abertura. El pecho y la cintura siempre muy prietos, yo diría que con una o dos tallas menos en el sujetador y los jerséis sobretodo, pero luego siempre por encima, camisa o chaqueta amplia, una o dos tallas mas, de forma que se disimula y solo aparece cuando ella decide mostrarlo. En invierno siempre con zamarras o chaquetas largas o abrigos muy largos bastante amplios; que pocas veces se quita, pero siempre por debajo enfundada en prietas mallas de licra y tops, jerséis o sudaderas muy ajustadas. Muy pocos hombres le negarían un favor, incluso mas de una mujer tampoco.
La miran, o se hace mirar, eso si con gran naturalidad, igual por hombres que mujeres.
Pero como he dicho es muy caprichosa.
Yo soy dominante por naturaleza; de hecho he tenido una relación dominante con mi anterior pareja, mujer ya que estuve casado, aunque ahora mi relación es de lo mas normal. Pero a ella no la puedo aguantar, por que siempre, para conciliar la vida familiar, hay que hacer lo que ella quiere.
No nos resultamos mutuamente simpáticos, por no decir que nos somos claramente antipáticos. Yo lo disimulo todo lo que puedo, pero ella se esfuerza por todo lo contrario. Menos mal que yo, por carácter, paso olímpicamente de mujeres como ella. Y eso a ella la saca de quicio y se esfuerza todo lo posible para machacarme, y hacer evidente que le caigo mal y que soy una mierda; cuestionando mi hombría y dejando entrever que si estoy con su cuñada es por que a ella le doy pena, y yo no tengo otra cosa.
Así después de cuatro años de relación, de esto hace ya 7 años, en Navidades, durante la cena de Nochebuena, surge el contacto o se abre la puerta de la forma mas extraña y antinatural, para que ahora ella se haya convertido en mi sumisa, en mi esclava, que solo hace aquello que yo deseo y le mando o incluso solo le tengo que insinuar.
Por que cuento esto ahora, pues bien, por que lo mismo que antes, cuando una relación de esclavismo o sumisión sexual, llega a los limites mas extremos acaba estallando y haciéndose visible, es decir acabando al ser de conocimiento publico, y teniendo que cambiar de aires, por que todos te dan la espalda, por que has conseguido todo lo que ellos, muchas veces, ni consiguen soñar aunque lo deseen con toda su alma; y por otro lado, aunque desearían ser tus aprendices, están aterrorizados, con la idea de que puedas someter a las mujeres de su entorno mas próximo.
Pues como decía, durante la cena de Nochebuena, a Mercedes, se le ocurrió, hablando de su tío, en aprovechando las fiestas, hacerle una visita y pasar unos días con el.
Su tío vive en Gerona, es soltero y tiene muchísima pasta, tiene una masía en la zona de Roses, hacia las ultimas estribaciones del pirineo que es un primor y un piso esplendido en plena rambla de Gracia en Barcelona. Un hombre mayor, en aquella época ya tenia 77 años.
Y todo surge al decir mi compañera que yo tenia que ir a Barcelona una semana, por motivos de trabajo, la semana siguiente de Reyes.
Se le ocurre la brillante idea de ir a visitar a su tío como regalo de Reyes, y volver con un buen regalo ella.
Hace todos los planes, tema monográfico en la cena; aunque su marido, le dice que el no puede ir por motivos de trabajo, y lo mismo le pasa a sus padres, que son otros de los fieles lacayos de ella; ya que aunque no es hija única ya que tiene dos hermanos, hermano y hermana para los efectos es como si no existieran.
Mercedes a lo suyo, planifica el viaje y sin mas, toda la noche su película. Va a hablar con su tío, y decidirá si sale el día 27 y esta hasta el día 2 de enero, ya que Francisco la ira a buscar el día 31 y pasaran allí la Noche vieja; o ira el día 2 y estará hasta el día 7 de enero, que la ira a buscar su maridito el día 6 que no tiene que trabajar. La niña ya es mayor y su madre, es decir la abuela la cuidara; que hablara con el tío el día de Navidad y cerrara el calendario. Con el tío, no es caprichosa, pero si muy mimosa, dice su madre, ya que el es muy bueno con ella y le hace regalos impresionantes, pero rechaza profundamente a la gente caprichosa.
El día de Navidad, sigue con su película. Ya ha hablado con su tío; el esta ahora y hasta la despedida de año en la masía, ya que le encanta la nieve y esta todo nevado, casi completamente aislado, el en la Masía y el matrimonio que se la cuida en la casita de jornaleros, para cuidarle en lo que se le antoje y cuando se le antoje, que para eso paga, pero sin que le molesten, a su disposición, pero lejos, que ni lo escuchen, ni que les escuche. Así lo describe Mercedes.
Y por supuesto, Mercedes, esta toda contrariada, por que sus planes del día anterior se han estropeado, ya que el acceso a la Masía es en coche, y el tío no se ha ofrecido a ir a buscarla a Gerona. Y el pobre Francisco, no puede trabajar y llevarla, pues desde Santander hasta Gerona ida y vuelta sin parar, no le da, para desde que sale de trabajar volver a la hora de trabajar otra vez.
Ella, yo no se porque, la toma conmigo, como si yo fuera el culpable, solo porque yo digo, que si no puede ser la alternativa A del día anterior, ella ya había previsto la alternativa B también. Así que queda, el 2 de enero se va y vuelve el día 7 y en paz; incluso y de la forma mas inocente digo: que la puede llevar Francisco el día 1 de Enero y así aunque este en la masía el tío, ella puede ir con el, aunque no la valla a buscar a Gerona. Y, por la boca muere el pez, nunca digas nada dándolo por hecho, para que se vuelva irrealizable, ni des algo por desecho, para que sea completamente realizable al instante siguiente.
Hubo de todo, menos tiros, la comida fue mas un funeral que una celebración. Tuvimos que aguantar a la niña, y digo niña, por que y le saco 15 años de diferencia, toda la comida y encima quedarnos a la tarde para consolarla; y todos eran pocos a consolarla, su madre, su hermana, sus cuñadas, mi compañera incluida.
Y como los imposibles, o desgracias no vienen solos, a mi que estaba de vacaciones, el día 27 me llega un correo electrónico cambiándome la fecha del viaje, del 7 de enero, me lo adelantan al 3 de enero, para concluir el día 5 y sino continuar el día 7.
Yo cuando recibo el correo, me pillo un cabreo, ya que me jode las vacaciones navideñas, y además Nieves mi compañera no podrá acompañarme, ya que empieza a trabajar el día 2 de enero.
Cuando se lo digo a Nieves, lo primero que me dices, que no se puede uno reír de las desgracias ajenas, que después se convierten en las nuestras.
Yo que ni entiendo ni me imagino de que va;  me quedo todo extrañado, y le digo de mala leche, ni que lo estuvieses deseando, para quedarte sola a complacer a la borde de tu cuñada. Y ella con una carcajada, me responde: haber si el que va a tener que complacerla eres tu.
La semana, sigue de fiesta, y de putamadre, de compras, de comidas, de cines y de reuniones, no da para mas. Estoy mas relajado cuando estoy trabajando; y eso que me suele decir que con mi trabajo la mayoría, acabarían reventando como una olla exprés sin válvula de escape.
Y llega el gran día, Noche vieja, con los amigos, desde primera hora de la tarde, hasta las 10 de la noche del día de Año nuevo, nos hemos cogido una casa rural en Fuente De, desde el día 30 hasta el día 2.
Primer tropezón, Nieves, me dice que el día 31, ya que no vamos a estar a la noche, el 30 tenemos cena con su hermano y sus suegros.
Segundo tropezón, llegamos a cenar, perdiendo un día con los auténticos amigos, y Mercedes esta de un humor de perros, por que su tío, ha decidido continuar en la masía hasta el día 7 u 8 de enero, disfrutando del aislamiento que es casi total en la masía. Y ella no puede ir, ya que el tiempo es malísimo y Francisco, su marido, no se atreve a llevarla en el coche, y ella tampoco se fía de el, porque es un inútil conduciendo, que se pierde hasta con GPS y además su coche es pequeño y no esta preparado para viajar con este tiempo de temporal.
Tercer tropezón, como el ambiente esta como esta, y viendo como va a estar en Nochevieja y en Año Nuevo, Nieves, me suplica delante de todos que nos quedemos a hacerles compañía, ella sufriendo por su hermano, al imaginarse lo que van a ser esos dos días para el. Comiéndome los cojones y esperando que Nieves reaccione, a mi no se me ocurre otra cosa que decir: lo que quieras cariño, y mirando a Mercedes claramente y a Nieves a la vez, no vallas a enfadarte y me des puerta, haber que va a ser entonces, solo y en la calle, y esto era cierto, ya que vivíamos en casa de Nieves, y sin una mujer que me haga caso, ni siquiera que me mire. Nieves con una sonrisa maquiavélica, y eso fue uno de los desencadenantes de mi comportamiento posterior, dijo, bueno nos quedamos a haceros compañía estos días, para hacerle las fiestas mas alegres a Mercedes y compartir su desengaño.
Cuarto tropezón, durante la cena de Nochevieja, a Nieves, no se le ocurre mejor cosa, que comentar el cambio de mis fechas de viaje al día 3 de enero en lugar del 7 previsto, fastidiándome la semana de vacaciones, el descanso previsto, y lo que mas me fastidiaba a mi que era el romper la planificación hecha. Y todo para consolar a Merceditas, que estaba dándonos la noche, con el desconsuelo de su viaje cancelado.
Se desata la tormenta, y viene la caída en vertical.
El día de Año Nuevo, Mercedes estaba feliz y radiante en la comida, tanto, que le comente a Nieves, tu hermano merece un monumento, menudo polvo que le ha echado a su mujer esta noche, la ha puesto en la gloria, mira que cara trae, y además esta de un cariñoso subido, dando besos a diestro y siniestro, acompañados de dulces palabras; haber si hay suerte y acaba el año como lo empieza. No acababa de decirlo cuando se acerco a nosotros y me planto dos besos en la cara, bueno uno en todo el morro y con boca abierta, debido a mi sorpresa, y a pesar de que de un modo reflejo, yo bese su boca, sorprendiéndola también, en aras a que todo era algo inocente y no premeditado, no dijo nada, ni mostro señal de disgusto.
Nieves se apresuro a decirme que no me podía quejar, que la reina casi me había dado un beso de tornillo, ella no se había dado cuenta de que aunque era una situación fruto de la casualidad, yo de manera refleja, le había dado un carácter sexual profundo, aunque no intencionadamente.
Quinto tropezón, y como colofón de los postres. Mercedes, le pregunta a Nieves, si ella tendría inconveniente en que ella, Mercedes, y yo pasásemos 2 ó 3 días juntos. Y Nieves, de mala pipa, le respondió, le había tocado la fibra mas sensible, que ningún inconveniente, como si era si salir de la cama; que el que podía poner o no inconvenientes era yo
Mercedes, toda cariñosa y muy mimosa, le respondió, en vez de dándose por ofendida, disculpándose y pidiéndole perdón, por la pregunta, mejor dicho, según ella, por la forma de plantear la pregunta. Yo intuí el temporal, la catástrofe y  trate de mediar, diciendo que no tenia importancia, que el destinatario de la puya era yo y que estaba suficientemente acostumbrado para tomármelo a mal.
Mercedes, como si yo no existiera, se levanto de la mesa y se acerco a Nieves y le dio un beso y le hizo cuatro carantoñas, añadiendo, no me he explicado bien, lo que yo quería decir Nieves era:
Si podrías convencer a tu novio, que ya que tiene que ir a Barcelona el día 3, para que me acercara a la masía del tío, que esta entre Camprodon y la Alta Garrotxa, cerca de Figueres y Rosas  y me recoja a la vuelta, el día.
Nieves, muy hábil, pero con algunas personas nunca se es lo suficientemente hábil, le dijo, seguro que ni yo ni el tendríamos ningún inconveniente, pero para ese “pequeño” desvió o rodeo, necesitaríais salir ya, ya que Miguel tiene que estar en Barcelona el día 3 antes de las 10 de la mañana de mañana.
Y la muy zorra de Mercedes, me pregunta, ¿Ya me llevaras?; y añade, yo ya lo tengo todo preparado.
Francisco tímidamente dice, eso es mucho esfuerzo, además el tiempo es de perros, hay un temporal de nieve impresionante, incluso no se si podréis llegar, y a buen seguro que harán falta cadenas.
Y la cosa se complica, Nieves me mira y dice cómplice, a José se le da muy bien la nieve y el frio, los maneja por igual de bien, aquí esta la prueba, y seguro que no tiene ningún inconveniente.
Me coge del brazo y me separa y dándome un beso, me dice en plena boca, llévala por favor, hazlo por mi, dame esa satisfacción, una semana tranquilos todos, y si vienes dentro de 2 semanas mejor que de una, ya te recompensare.
Y como frase lapidaria, me dice y si la jodes bien jodida, eso si que no proteste, no diré nada y te dejare que la jodas todo cuanto quieras, como si quieres embarazarla, esto ultimo era en referencia a que le respondiera a sus pullas, dejándola incluso en ridículo, algo que yo ya le había comentado a Nieves que me gustaría hacerle a Mercedes, y Nieves siempre me respondía con lo mismo, si la jodes y se da por jodida, tu y yo acabamos.
Volví a decir, lo que quieras cariño, y mirando a Mercedes claramente y a Nieves a la vez, no vallas a enfadarte y me des puerta, haber que va a ser entonces, solo y en la calle, y sin una mujer que me haga caso, ni siquiera que me mire. Nieves con una sonrisa maquiavélica, añadió, cariño vete a preparar las cosas y no te hagas de rogar, a ver si la dejas en casa del tío hoy a la noche, que ya se que tu puedes.
Francisco añadió, no creo que podáis llegar a la noche, parar en Vielha, si vas por la Seo de Urgell o en Toulouse o Ax les Thermes si vas por Puigcerda, aunque lo mas seguro seria ir por Perpiñán y Figueras; ya que en los otros sitios no es seguro que tengan los alojamientos abiertos. Por lo que se ve Francisco sabia muy bien de lo que hablaba. Incluso, en un aparte me dio las gracias, diciéndome que se había pasado toda la noche haciendo los planes con Merceditas, bueno la que hacia los planes era ella, hasta la hora de la comida.
Cuando volví listo para salir, eran las 6 de la tarde, Francisco, con unas copas de mas y en un arranque de solidaridad y de compasión hacia mi, me dijo que fuese con mucho cuidado, que la mayor parte del recorrido desde Andorra, no había cobertura de teléfono, y que no le hiciese caso para nada a Mercedes, por que cuando se le metía una cosa en la cabeza era insoportable, que el había lamentado muchas veces, no haberle dado un par de tortas o incluso una paliza, la primera vez que se puso así, para que no fuera costumbre como ahora.
También me pidió perdón , por que no llegaría a Barcelona para las 12, ya que según el era Imposible y que si llegaba para el día siguiente igual era mucho, que seguro que nos quedábamos tirados en mitad de ninguna parte, con la tormenta un par de días, que ese era el pronostico del tiempo. Me recomendó que fuera por Francia, por la autopista de los pirineos, y que hasta la frontera en Bagneres de Luchón o Llivia, tendría “bien” el viaje, ya que los franceses se curraban mucho la zona de esquí, y solo en contados casos los desbordaba la naturaleza. Y volvió a insistir, en que fuera por Perpiñán y Figueres, a pesar de hacer muchos mas kilómetros.
COMIENZA EL VIAJE
Salimos de viaje, con toda la familia despidiéndonos, eran las 18:30.
Mercedes toda simpática, diciendo que íbamos a tener un buen viaje y que llamaríamos si había algo o sino cuando llegáramos.
Nada mas arrancar, se puso a enredar en la radio, y cambio a la música, como todo lo que encontraba, nada le gustaba paso a enredar de nuevo en la radio, despotricando todo el rato y dedicándome comentarios a cada cual mas despectivo e incluso humillante; yo soportando la tentación cada vez mas fuerte de parar y tirarla del coche, incluso, sin gran esfuerzo, tirarla sin parar el coche.
Al cabo de un par de horas y cerca de San Sebastián se durmió, llego la calma, se durmió profundamente, quedando toda despatarrada en el asiento, con el abrigo abierto, y la falda se le fue abriendo poco a poco, hasta mostrar las bragas, la muy cabrona, se había puesto una falda larga con dos aberturas casi, o sin casi, hasta la cintura, que cuando andaba, le permitían exhibir sus largas y torneadas piernas, pero en esa posición desmadejada, lo que permitían era enseñar los muslos y sobretodo la parte baja de sus braguitas, que apenas tapaban su coño, que parecía estar casi rasurado, ya que no se veía, ni un solo pelo en los laterales, a pesar de lo exiguo del triangulito de trapo.
Puse la radio y me relaje, 2 horas después, ya pasado Bayona, tuve que renunciar a oír la radio, y puse música, una música, no se porque, Relajante y romántica, muy sensual; y digo que no se por que, ya que yo conduciendo, siempre pongo música muy rítmica, ya que me ayuda a mantenerme despierto, activo y dinámico, alejando sueño, distracciones y cansancio.
Pero que cierto es que las cosas buenas duran poco; después de pasar Tarbes y llegando a Lannemezan, la ventisca arrecio, casi no se veía la autopista y el piso ya tenia casi 5 cm de nieve, decidí, parar y poner las cadenas, unas cadenas textiles con clavos, muy buenas, que me compre en Suecia, hace un par de años que estuve allí en un trabajo. Pero para eso debía de parar, y a poder ser sin salir de la autopista, porque corría el riesgo que me encontrase con algún coche de la gendarmería, que me aconsejase parar hasta el día siguiente, ya que eran casi las 2 de la madrugada. Y como los males nunca vienen solos, Merceditas se despertó, consciente de su postura, arremetió contra mi diciéndome que era un pervertido, que me iba a enterar, que le iba decir a su marido y a Nieves que me había aprovechado de ella, y que la había tocado mientras dormía. Yo no me había dado cuenta, pero por lo que ella decía, se había puesto cachonda con la música y estaba toda mojada.
Calmada un poco me pregunto, donde estábamos, y que hora era, le dije que estábamos llegando a Saint Gaudens, y que eran casi las 2 de la madrugada. Me dijo que saliéramos en Montrejeau y que iríamos a dormir a Bagneres de Luchón, justo llegábamos al indicador de a 1000m sorti Montrejeau.
Salimos y en el peaje ella se entendió con la del peaje, y esta le dijo que el acceso de Bagneres de Luchón a Vielha, estaba impracticable desde hacia 2 días, que tendríamos que ir por Melles.
La frustración de no poder ir por donde quería, la frustración de no poder hacer lo que le daba la gana, la hizo ponerse insoportable e insultarme sin parar, el tiempo empeoraba y mi malhumor también; a la vez que la carretera se complicaba, impidiéndome darle una buena hostia como respuesta a su actitud. Pero el coche se me iba de un lado a otro de la carretera. Trate de parar en Fos, pero se puso histérica diciendo que si parábamos, no podríamos arrancar, y allí no había ni posada.
Seguimos rumbo a España, en Melles unos cuantos kilómetros mas adelante me salí de la calzada, delante de una casa, llamamos, llamamos en dos o tres puertas mas, pero nadie nos hizo caso. No se como conseguí volver a la calzada y continuar. Seguía el rosario y cada vez peor.
Yo me puse a pensar, que tranquilos se habían quedado todos, ya que nadie se había molestado en llamar, ni para preguntar que tal íbamos, y mi cabeza mas negra, continuaba pensando que bien se quedarían todos, si no volvíamos.
Sin darme cuenta estábamos en la que había sido la antigua frontera, las edificaciones de la Gendarmería, parecían resguardadas de la nieve y con una especie de nave abierta. Se me encendieron las luces a la vez que el coche me daba varios bandazos. Dirigí el coche a la nave, entre y lo detuve, en el fondo, no había nieve y parecía muy iluminado, ya que la luz del coche reverberaba en la pared.
Era una oportunidad única, para poner las cadenas, para poder seguir con un mínimo de seguridad, hasta la primera población española, que seguro que encontraríamos alojamiento hasta que pudiéramos continuar.
Me baje, Mercedes seguía chillando e insultándome, saque las cadenas, así como el gato y demás herramienta, y procedí a poner las cadenas, primero en las ruedas traseras, el coche es un A8 Tracción Total, por eso lo del día anterior con Francisco y la diferencia de coche. Puestas las cadenas en las ruedas traseras, procedo a ponerlas en las ruedas delanteras; entonces me fijo en Mercedes, colocada delante del coche, abierta de piernas, en una postura agresiva y desafiante, que no para de insultarme, con la melena alborotada; y pienso, esta impresionante, que a gusto la violaba ahora y la sometía. Sigo poniendo las cadenas. Ya solo me falta una, suelto la rueda, la rodeo con la tela de la cadena y la cierro, cojo la rueda para poner y se me escapa rodando, tengo que ir a buscarla barios pasos mas allá, al fondo de la nave.
Mercedes, grita mas, gesticula, me insulta y cuando me doy la vuelta con la rueda, lo que veo me deja sin aliento, la polla me causa dolor contra el pantalón, y mi cabeza grita, fállala, viólala, demuéstrale quien manda, menuda hembra mal alimentada tienes delante.
Sigo coloco la rueda, ni le hago caso a mi cabeza, ni le hago caso a Mercedes. Acabo de colocar las cadenas, recojo la herramienta y la guardo.
Me doy cuenta que estoy chorreando de sudor, por que debido al frio, noto el sudor que se esta quedando helado en mi cuerpo.
Rápidamente, abro una maleta y cojo una toalla y ropa interior seca que llevo allí, y cojo también un cobertor, tipo edredón que tengo siempre en el maletero, para cualquier contingencia, picnic, siesta campestre, siesta en el coche en pleno viaje etc.; y miro alrededor y me fijo que hay una pequeña puerta que da a una especie de pequeña habitación.
Cojo la linterna y me dirijo allí para cambiarme. Mercedes sigue con su letanía, cada vez mas enfadada, cada vez mas excitada viendo que no le hago caso.
Estoy desnudo secándome enérgicamente con la toalla, cuando entra Mercedes, no se si me ve o no, pero se calla de pronto; y enseguida se pone a chillar, que no la vaya follar, que no va dejarme que la viole. Me doy cuenta de que tengo la polla como un hierro; me acerco a ella, cuando ella trata de escapar, la cojo de la melena, le doy una bofetada, luego otra; Mercedes, se calla, esta aterrorizada; yo la contemplo en su máxima expresión, al contraluz, parece desnuda, se marca una figura perfecta. La tiro encima del edredón, forcejamos, le arranco  la braga y noto que no esta depilada del todo, le doy una nueva bofetada; y al tratar de escapar ella, teniéndola sujeta del pelo, le doy una palmada en el culo, con todas mis fuerzas, ella se queda quieta, desmadejada, suplicándome que la deje.
Yo le respondo, Merceditas, te voy a follar, por las buenas o por las malas; voy a disfrutar de tu cuerpo y me vas a hacer disfrutar, como desagravio a todo lo que me has hecho sufrir; tu elijes como lo hacemos; si por las buenas, o te muelo a palos primero, y lo hacemos después; Si me vas a dar placer tu disfrutando, o yo disfrutando contigo y a cuenta tuya, y la verdad es que cada vez que te doy una bofetada o zurra, casi me corro; podemos probar cuantas te tengo que dar y donde antes de correrme.
Mercedes, dejo de suplicar, paso a decir que no le haría daño, que ella no se resistiría, pero que por favor no le hiciera daño, ni le dejase marcas. Se tumbo en el edredón y se abrió de piernas en una clara invitación a que la penetrase.
La cogí de un pie le di la vuelta y le volví a dar una zurra en el culo, que a mi me dolió la mano, diciéndole, tu harás lo que yo diga, hasta que me canse, y no te marcare la cara mientras me obedezcas y me des placer,  es lo único que te voy a garantizar; y te vas a desnudar inmediatamente y te sentaras encima de mi polla y te la clavaras hasta que ter salga por la boca.
Mercedes, me dijo, pero estoy seca, me va a doler y no te voy a dar placer. Me levante la levante del pelo y le volví a pegar otra zurra en el culo. La solté y me tumbe boca arriba, y no es por presumir, pero a la luz de la linterna, mi polla, parecía una de esas estacas, que Vlad el Empalador, usaba para empalar a sus enemigos.
En esa guisa, mire a Mercedes y ella sin dudarlo ni un solo segundo, gimiendo y llorando a moco pleno, se dirigió hacia mi, se coloco y se la aboco, se la metió poco a poco, que dolor, era como meterla entre ropa de lo mas áspero, para ella tenia que ser dolorosísimo. Con un grito se la clavo hasta casi el final, a la vez que se levantaba de golpe fruto del gran dolor que debía de haberle producido.
Sin piedad, la sujete delas caderas y se la hundí de golpe de nuevo, pero esta vez completamente, Mercedes aulló, y se la casi saco de golpe, cosa que yo aproveche para volverla a empalar, así, hasta una docena de veces.
Me escocia la polla, que no aguantaba, a ella debía de arderle su coño; así que con ella completamente clavada, con Mercedes chillando como una loca; pare y le dije lo mas cariñoso que pude; Merceditas, si quieres seguimos así un par de horas, hasta que me aburra, o me corra por equivocación, o te la saco y me la mamas, hasta que me corra en tu boca o con ella bien lubricada decida volverte a follar y correrme en tu asqueroso coño. Tu decides de nuevo. Ella tratando de sacarse el hierro que la abrasaba el coño, sin dejar de llorar, me dice que me la chupara, pero que nunca lo ha hecho. Que intentara tragar la corrida, pero que no me corra en su coño, que no toma anticonceptivos, que los ha dejado hace mucho tiempo, por que la hacían engordar. Y que con Francisco solo lo hace con condón, desde que dejo los anticonceptivos hace ya casi 14 años.
La suelto y se arrodilla y me la empieza a mamar, no tiene ni puta idea, de cómo se mama una polla, ni como se da placer a un hombre, pero la chupa y se la mete en la boca. No aguanto el dolor de huevos; este placer hace años que no lo sentía, desde que deje a mi mujer y su familia concretamente.
Lo decido en un instante, lo mismo que decidí follarla, decido someterla.
Le guio la cabeza, le doy instrucciones básicas de cómo chuparla, como dejarla entrar en su boca cada vez mas, guio su cabeza, la acaricio, trato de calmarla, de relajarla, cosa que parece que va consiguiendo, desde que se la quite del coño.
Se la clavo mas profundamente en la boca sujetándole la cabeza; le digo que estoy para correrme, que lo hare en su boca, que si derrama una gota que la próxima corrida se la daré en el coño, y que no será la única; esta aterrorizada con quedarse preñada. Le digo que voy a empezar y que si me muerde en el intento de quitársela de la boca, le daré una paliza hasta matarla. Me meo, poco a poco primero, mas fuerte después, se la clavo profundamente y se la tengo que retirar, por que con las arcadas casi se ahoga.
Ha devuelto, le doy los restos de su braguita para que se limpie. Me siento y la invito a continuar chupando, le retiro la boca y le digo que se siente en ella, acede dócilmente, esta llorando en silencio. La polla se desliza en su interior con mas suavidad de la esperada, sus babas son mas abundantes y ella parece mas relajada. Le como la boca, le como los pechos, mientras entro dentro de ella suavemente, en una postura tan forzada para ella, que no puede hacer casi resistencia.
Comiéndole las lagrimas, le digo, Merceditas, eres una niña consentida, que ni sabe follar, ni sabe mamarla, y que con este amanecer se va a quedar preñada, por que tal y como la tengo, antes de que salgamos de aquí me correré en tu interior media docena de veces y no habrá pastilla del día después hasta después de 24 horas, y probablemente haya alguna corrida mas. Mercedes llora con mas fuerza, y yo termino diciéndole, salvo que como imagino tu culo sea virgen y me lo ofrezcas para taladrar; aunque tengo que decirte que lo de la anterior penetración, no habrá sido nada comparado con lo que te espera.
Me responde, mas en un gemido que en otra cosa, lo que tu quieras.
Mercedes gime, ha notado el crecimiento, que con su respuesta, ha experimentado mi polla en su interior.
 La levanto, extrayendo mi polla de su interior.
La pongo de rodillas, se deja hacer.
Abro sus nalgas, escupo en su ano.
Escupo en su culo.
Escupo en mi polla.
Escupo en mi polla, una, dos , tres veces.
Vuelvo a escupir en su ano, se deja hacer.
Se la acoplo en el agujerito y empiezo a presionar.
Intento clavársela de golpe.
Merceditas aúlla como un perro, cosa que le evita oír mi grito de dolor.
Tanto es mi placer que se la he hundido de golpe en el culo casi hasta la mitad, pero parece que mi prepucio, fuera a romper, por no poder entrar.
Mercedes, grita a voz en cuello, gime chilla, y forceja por soltarse.
Yo sigo penetrando milímetro a milímetro, cada vez mas empalado por la excitación del momento.
Al cabo de no se cuanto tiempo, Mercedes esta desmadejada, no se mueve, quieta y abandonada a mis instintos y deseos; mi polla la ha taladrado completamente y estoy a punto de correrme, derramándole toda mi leche, que tiene que ser mucha, dada la presión de mis huevos, cuando suena su teléfono, suena en su abrigo al lado de nuestras cabezas.
Yo dejo de penetrarle, fijo mi polla en lo mas profundo de su culo dispuesto a regarle los intestinos. Es lo único que se me ocurre.
Mercedes extrae el teléfono del bolsillo, lo mira y dice, es Francisco y son las 8 de la mañana.
Se acaba la llamada.
Mercedes dice: creo que había tenido que haber cogido la llamada.
Yo le agarro los pechos, estrujo sus pezones por primera vez, y le digo; lo que tienes que hacer es dar muestras de normalidad; al menos si quieres salir de esta.
El Placer, con mayúscula, me rompe.
Suena de nuevo el teléfono.
Mercedes responde, diciendo, que quieres a estas horas, empezando una bronca con su marido, que se disculpa apresuradamente, diciéndole de su preocupación.
Yo deslizo la polla, que no he dejado de moverla, de su culo a su coño, y mordiéndole el lóbulo de la oreja, le digo, sigue hablando, que me voy a correr en tu coño puta, te voy a hacer un hijo de puta, en las mismas narices del cornudo de tu marido; y me vacío dentro de ella.
Mercedes sigue la conversación, con suspiros, con su marido, diciéndole que esta muy jodida, mas que jodida, que la situación la desborda como un embarazo y llora suavemente.
Mi polla que se había vaciado y perdido su tamaño, estaba casi fuera despierta y empieza a coger tamaño y volver a introducirse dentro de Mercedes. Y yo le digo: zorra, sigue así que voy por el segundo intento.
Mercedes, sigue desahogándose con su marido, que ni se imagina por lo que ella acaba de pasar, y esta pasando.
Le doy la vuelta, le recojo las piernas, y la penetro lo mas profundo que puedo; esta perfecta, súper lubricada con mi corrida anterior. Le muerdo los pechos y le digo, si no quieres que te arranque los pezones, sigue, sigue hablando hasta que me vuelva a vaciar dentro de ti zorra, que garanticemos un hijo de puta; y me vacío de nuevo dentro de ella.
Le quito el teléfono, me hecho encima de ella y se la meto en la boca, la tengo a reventar, de ganas de mear, juego con su clítoris, y vacío mi vejiga en su boca mientras no paro de jugar con su clítoris.
La dejo, y le digo, vístete, te quiero vestida como una puta, no se cuanto tiempo tendremos que estar aquí, hay medio metro de nieve y encima esta helada.
Te quiero con falda corta y sin bragas; y el mas pequeño de tus sujetadores te lo pones de sostén, es decir, por debajo de las tetas, sujetándolas bien altas y con los pezones en oferta.
Mercedes me replica, que hace mucho frio, que esta casi helada; y me doy cuenta que con el ardor de los polvos ni me he dado cuenta del frio.
La tumbo sobre el capot del coche y le doy media docena de azotes en la nalgas, poniéndoselas a punto de sangre, y le digo eres mi juguete, hasta que salgamos de aquí, así que sufres complaciéndome o te hago sufrir para complacerme.
Entramos en el coche y pongo la calefacción a tope; y le digo ábrete de piernas y mastúrbate, juega con tus tetas y tu coño, que yo lo vea bien.
Son las 10 de la mañana.
Se masturba y enseguida alcanza un orgasmo, me quedo sorprendido, solo acierto a decirle, sigue, ya te diré yo cuando pares; y ante la duda de ella, le retuerzo un pezón de forma brutal, arrancándole un grito bestial.
No se lo piensa y continua masturbándose, segundo orgasmo, tercer orgasmo, cuarto orgasmo, quinto orgasmo, son las 11:00 y caemos rendidos de sueño.
A las 12:00 suena el teléfono y me despierto, estoy de nuevo empalmado y me duelen los huevos, tengo necesidad de vaciar, tanto las pelotas como la vejiga.
Mercedes se despierta y coge el teléfono todavía medio dormida, es su madre.
Me hecho encima de Mercedes y la penetro, ella sigue hablando con su madre, pero Toñi, nota algo raro en su hija y empieza a preguntarle si esta bien y demás zarandajas.
Mercedes esta empapada, mis anteriores corridas pugnan por salir; la obligo a darse la vuelta y la penetro por el culo, le entra mucho mas fácil, mitad por el desfloramiento, mitad por la lubricación; pero todavía se le escapan unos grititos de dolor, y vuelve a llorar, cuando le digo, perra, mas que perra, primero delante de tu marido, te dejas preñar y ahora delante de tu madre, te dan por el culo; no se si disfrutarías mas así comiéndole el coño, a la Toñi, o haciéndole a ella que te coma el coño a ti mientras ofreces su culo. Perra, mas que perra.
Mercedes, me sorprende, replicándole a su madre, como quieres que este, follada, y no solo por el coño, sino mas que nada por el culo y con riesgo eminente de quedarme preñada, aquí en mitad de ninguna parte, con el estomago lleno de leche y siendo un juguete para el placer de alguno.
Yo asustado, se la deslice en el coño y me corrí profundamente, de nuevo dentro de ella.
Y Mercedes continuaba diciéndole a su madre, y a cada minuto que pasa, mas atada, mas sometida, y con mas posibilidades de quedarme embarazada.
Yo estaba a reventar, no podía mas y encima su conversación donde me estaba denunciando, me excitaba mas y mas.
Le dije para de hablar, y trágate la polla, que me acabe de vaciar en tu boca, y que no caiga una gota que te deslomo puta zorra. Que a gusto, se lo hacia también a tu madre, aunque a ella no la podría preñar como a ti; podríamos incluir a tu hermana y preñarla a ella; que es mas inútil que tu, y no vale ni para tener hijos.
Mercedes, con calma y recochineo, le dijo a su madre, espera un momento, que me van a dar de beber ahora y no se me puede caer ni una gota, si no quiero que me rompan.
La ahogue con mi meada, todavía devolviendo, le dijo a su madre, que la tenia que dejar, pues se había derramado la leche y que se tenia que cambiar.
Salió del coche y se puso a cambiar, justo en el momento que un gendarme asomaba la cabeza y nos preguntaba si estábamos bien
 
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

 

 

Relato erótico: “MI DON: Raquel – El despertar con la enfermera” (POR SAULILLO77)

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Hola, este es mi 1º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos.Estos hechos son mezcla de realidad y ficcion, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real.Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.
Mi nombre es Raul, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis ultimos años de Instituto, 18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre , hermana mayor , mandona pero de buen corazon, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era.Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al futbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rapido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavia no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante.Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte.Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena.Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio.Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba.Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.
Ademas, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme.Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención , solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón.Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría dieces, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es informacion inútil que pasado el examen no volvere a necesitar.
Con el paso de mi infancia empece a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningun medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escaneó y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello.Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operacion, y gracias a dios todo salio bien y con el apoyo de mi familia y amigos todo salio hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.
Después de la operacion, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales.Me subieron a planta y pasadas una semanas empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinacion y razonamiento, todo ok, físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no queria, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi fisico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados,se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algun celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.
Raquel no era una top model, pero el rollo enfermera, mi pubertad y el tiempo sin desahogarme la hacian preciosa, en realidad era una chica normal , quizá hasta algo escuálida, sin muchas curvas, de un 1,70, rubia teñida con raíces morenas, media melena que siempre llevaba recogida, el uniforme no le hacia justicia la verdad, siempre de blanco impoluto, muy tapadita, salvo algun día caluroso que no llevaba camisa debajo y con el movimiento dejaba ver algo de su sujetador, y con esas sandalias con agujeros, muy cómodas pero por estilizadoras. se le adivinaba buen culo, mas de una vez al agacharse a coger algo se le notaba, iba corta en pechos, no llegaría ni a una 84, tenia gafas de cerca, unos preciosos ojos marrones y una boca enorme, de esas sonrisas que enseñan encía por todos lados.Era muy graciosa, y tenia muchas tablas con los pacientes , tenia 28 años.
Ella misma fue la que me en una de tantas visitas que me hacia, yo ya casi me movía solo y me comento:
RAQUEL: mírale que chulo, que bien te mueves ya.
YO: gracias , me encuentro mucho mejor y cada día me cuesta menos moverme
RAQUEL: voy a tomarte unas medidas para el seguimiento
a lo que cogió unas cintas métricas y un cuaderno de notas, y la verdad es que era increible, el crecimiento acelerado había parado, seguía por el 1,90 pero lo importante era que había bajando de peso, en 94 kilos estaba , unos 30 kilos perdidos en 1 mes y medio, donde ya había cumplido los 18 en el hospital con fiesta y tarta en al 3º planta jajaja había perdido muchisimo volumen en el estomago y gracias a la rehabilitación aquello no colgaba, estaba lejos de una buena forma física y de marcar tableta pero el cambio era impresionante en todos los aspectos, hasta que……en un descuido al bajar los brazos , y con Raquel terminado de tomarme las medidas de la cintura, se me cayo la bata al suelo quedándome desnudo, muriéndome de verguenza me tape como mas rapido pude y me di la vuelta, esperaba alguna sonora carcajada , y deseaba alguna actitud profesional restandole importancia al asunto, pero no hubo nada, solo silencio y mi cara roja, me disculpe y con mas miedo que otra cosa me di al vuelta y lo que vi me asusto, Raquel totalmente pálida con la boca abierta y tapándosela con una mano, no lo entendía, acaso había visto algo raro, algo medico???, tan absorta la vi que decidí preguntarla
YO. estas bien? Raquel, si me pasa…… algo………… dimelo
tras un par de segundos volvió en si
RAQUEL: si ……perdona…….. nada, no he visto nada………malo.
Me la tomE a risa, esa ultima palabra me lo parecio, pero termino de recoger y se fue.Los siguientes ultimos días fueron algo extraño, Raquel seguía con sus rutinas pero la notaba algo mas distante, incluso oí que había pedido algun cambio de turno, pero en mi higiene diaria se tomaba mas tiempo del habitual y ya no eme gastaba bromas ni me las concordia, el penultimo día, preocupado por el tema, la pregunte.
YO: oye, no se se he hecho algo malo, o si te he ofendido pero llevas unos días muy rara y distante y no se por que.
algo sorprendida
RAQUEL: Si bueno, siento que lo hayas notado pero ando algo cansada ……
al sonarme a excusa insistí
YO: esta es de las veces en que las mujeres decís nada pero es algo??
algo hastiada y pensando mucho lo que iba a decir
RAQUEL: oye mira, no es que me importe pero no te hagas tan el loco, se que te diste cuenta
totalmente perdido respondí
Yo : de que? te juro que no se de que me hablas
deputes de pensarse seriamente si responder de nuevo , me dijo
RAQUEL el otro dia, cuando se te cayo la… bata
recordé el instante y me puse como un tomate pregunte
YO si??? que ocurrió?
RAQUEL: pues que te puede ver ……..todo y…….mira soy enfermera he vito de todo pero eso no es normal.
despues de unos segundos que me parecieron horas , y viendo mi cara de bochorno, ella siguió
RAQUEL: no digas que no te has dado cuenta o no eres consciente de lo que tienes ahí?? es enorme
algo confuso balbuce
YO: pues la verdad es que ….no, osea no se, no me he parado pensar, siempre he ido con mucha verguenza por mi aspecto y la verdad es que no he ido por ahí comparando, nunca me pareció nada raro
siendo cierto , si que siempre me pareció un pene normal, pero despues de la operacion y la perdida de peso, mi pene había sufrido las consecuencias de las hormonas y en comparación a mi cuerpo actual, no el de antes, se veía grande, algo que tenia que haber visto yo mismo, pero que por algun motivo, hasta que ella no lo dijo, no le di importancia.
YO: de verdad dices eso? por que la verdad es que nunca…….. la use
viendo mi cara de verguenza, retomo el hilo
RAQUEL: pues eso, ya lo sabes, y desde que lo vi , se me han pasado por la cabeza cosas, no se, te lo has debido de pasar muy bien con eso jaajjajajja
y allí estaba de nuevo la Raquel dicharachera y graciosa que me había cuidado tanto tiempo, empezamos hablar y la comente que por mi fisico, mis escaramuzas sexuales eran casi nulas, mas que algun beso robado o algun baile caliente, y si, obviamente era virgen.El tono de la conversación , mas que caliente, que lo era, fue un descubrimiento para mi, ella no paraba de hablarme de novios parejas y de cosas de mujeres que para mi eran un misterio hasta entonces y de como ella había tenido sexo con hombres que no gastaban la mía ni de lejos.la conversación dio un vuelco cuando me pregunto
RAQUEL: tu nunca te has medido el pene o has comparado con amigos, o vídeos???
YO: si, bueno no, nunca le di importancia, mi aspecto no me deja llegar a mas, me da verguenza ir a vestuarios con los demás chicos, realmente nunca me importo, lo veía como una herramienta que algun día usaría, pero no sabia cuando.
RAQUEL pero habrás, no se, sacudido el pájaro no??
YO jajajaja si es cierto que todo adolescente lo hace y mas hombres pero ese tipo de juegos, no se, no me servían de nada, cuando empece con 13 años a tocarme lo probe y andaba muy corto no se si 7-8 cm de largo…..
me sorprendí a mi mismo hablar con tanta naturalidad de ello.
RAQUEL: pues eso va a cambiado, ya eres todo un hombre…..
Se levanto cogió la cinta métrica y me pidió que me pusiera en pie, yo sin entenderla el todo , aun, empezó a tomarme las medidas de control, todo igual, y por algo que no entendía el casi metro de hombro a hombre , de espalda, me hacia enorgullecerme , de peso andaba ya por los 87 kilos, la masa corporal había bajado muchisimo pero tenia carne flácida, cuando se disponía a medirme las piernas, se agacho y sin mas tiro de la bata, aquello me descoloco, sujete como pude la prenda , no sabia que hacer , me tenia muy confuso, pero era un novato y aquella cara que me puso me congelo
RAQUEL: venga dejame, suelta la bata y vamos a ver que tenemos.
lo hice con clama , solté la bata despacio y cuando cayo, mi polla empezó a retraerse, si, maldita, mi 1º experiencia y la jodida se empequeñecía. ella se dio cuenta, y con una sonrisa tonta me dijo que así no se podía hacer, que tenia que medirla en reposo y en exitacion para ser………… rigurosa
os juro por dios que no hubo hay ni habrá manera de decir la palabra “rigurosa” con mas entonación sexual.solo con eso se me paso el acojone, me relaje lo que pude, mientras ella se fue a asegurarse de cerrar la puerta de la habitación, contoneando aquel trasero que mas de una vez me pillo mirándole, cuando se dio la vuelta, se soltó el pelo de forma muy sensual , jugueteando con la cinta métrica se acerco con tanta calma que no soporte mas y me lance a por ella, la medio estampe contra la pared como si fuera un lobo ante carne fresca, y sin saber muy bien que hacer me queda a 1 milímetro de sus labios y deje que ella decidiera…..
RAQUEL: antes hay recabar datos……
se acerco a mi oido y soltó un delicioso y exquisito.
RAQUEL: te voy a medir la polla.
se deslizo contra la pared de espaldas y quedo a la altura de mi miembro, sin estar en ereccion, cogió con su mano la punta del capullo, con prisa y sin miedo, casi como admirando, me espeto algo que me dejo frió
RAQUEL tienes bastante bello púbico, y aun así parece enorme, deberías depilartelo y seria aun mayor la impresión.
Nunca le preste mayor importancia al pelo en mis partes hasta ese momento. ella sabia lo que hacia, o a mis ojos parecía una experta, se echo la cinta a la boca y con ambas manos me sostuvo el pene lo mejor que pudo, cogió la cinta y con la mano derecha puso el 0 en la base de mi polla y empezó a estirar con la mano izquierda la cinta por todo mi miembro, sentí cada centimetro, hasta que con cuidado llego a la punta y espeto….
RAQUEL joder, y aun esta en reposo, calzas unos……….19 cm de largo, a ver de ancho.
La miraba pasmado por como en comparación con ella, y no con mi fisico, el único con el que había tenido vision directa en la comparación, , realmente parece enorme y sus palabras me llenaban de algo, no se de que, pero de algun sentimiento que aun no sabia que era. cogió la cinta y la puso de lado para medir el ancho
RAQUEL en el lado mas grande esta en unos 4 cm
la cosa se complico, yo ya mas que relajado estaba empezando a notar sus “caricias medicas” y aquello empezó a levantarse, le dio tiempo a Raquel a levantarse de nuevo, aprisionada entre mis brazos apoyados en la pared, me miro a los ojos y pregunto que tal estaba
YO bi…bien hu…huh…uhu…hu
Ella sonrió, y yo asentía con la cabeza como un cachorro ante un juguete, la pregunte que venia a continuación , deseando un arranque pasional ,pero nada mas lejos, ahora tocaba medir con el “miembro en estado erecto”, y se volvió a deslizar hacia abajo .que pese a lo erótico de todo siguiera usando palabras tan tecnicas me encandilaba
Esta vez sin miramientos cogió con ambas manos y empezó a pajerame muuuuy lentamente, aquello me aprecia la gloria, inocente de mi, sin demasiado meneo se me empezó a poner como una piedra, si no lo estaba ya era de milagro, no si cabe era la 1º persona que me estaba haciendo una paja que no era yo. durante el corto proceso de endurecimiento no paraba de escuchar a Raquel bufar, como no dando credito, y al final cuando estaba como una estaca se paralizo medio segundo y como recordando para que estaba allí, cogió la cinta métrica y de nuevo cogió medidas, algo mas acelerada esta vez.
RAQUEL largo……….joder 25 cm¡¡¡¡¡¡ y de ancho casi 7, la virgen¡¡¡¡¡
Casi no me lo creía, como era posible que no me hubiera dado cuenta?? al ver el pene erecto a poco espacio de su cara no me lo creía, de donde había salido aquello, las putas hormonas??? la perdida de peso?? herencia? pubertad??? la verdad es que me daba igual, cuando me quise dar cuenta tenia a Raquel de nuevo de pie entre mis brazos y con algo de guasa me soltó.
RAQUEL: ten cuidado, con eso vas a asustar a mas de alguna, no te digo ya jovencitas de tu edad que no estén preparadas y las vas a destrozar.
todo aquello me parecía perfecto, era como un sueño, como si un genio de lampara me hubiera concedido un deseo, y si no fuera por ella hubiera tardado mucho tiempo en darme cuenta y quise agradecérselo, queria que fuera la 1º mujer, MI 1º mujer, y pensado rapido y mal para insinuarme solté una insinuación demasiado obvia
YO: tienes razon …..pero……….. que puedo hacer ahora?? no tengo ni idea……. ni experiencia………
He de reconocer que en esa frase había mas suplica y deseo de lo que quiero pensar.Ello torno los ojos y por unas décimas vi duda en sus ojos, se quito las gafas y me beso, un simple beso, sin mas un pico mal llamado, corto suave y delicioso y el 1º que alguien me daba sin verse obligada por el juego de la botella.aquello me electrifico la espalda, y cuando ella se retiro avance en búsqueda de sus labios de nuevo, de inicio retiro la cabeza, pero entre mis brazos , apoyados en al pared desde hace tiempo, no había mucho margen de movimiento, nuestros labios se volvieron a juntar y junto a la ternura que me pareció, ella sonrió.
YO que pasa?
RAQUEL nada , es que besas como un periquito, jajajaja no mueves los labios, ni nada, eres como mi 1º beso.
molesto con su insinuación la reprendí sobre mi poca experiencia, y arremetí de nuevo esta vez intentando recordar besos en películas y demás, muy grotesco debio parecer, ella me separo y se hizo cargo de la situacion , me cogió la cabeza y me dijo
RAQUEL: así…..
Acerco lentamente sus labios a lo míos, cerrando los ojos, y empezó un beso , normal al inicio, yo la iba siguiendo en sus movimientos, pero fue acelerando y termino en un beso de tornillo que casi me deja seco, abrió al boca y guiado por ella hice lo mismo, empezó a meter la lengua y se choco con al mía , un poco torpe pero empece a cogerle el ritmo, a cada beso me acercaba con mi cuerpo al suyo , hasta que llego el punto en que no había mas sitio y “ensarte” mi enorme polla recién descubierta en su vientre, ella aprovecho, y con una mano la coloco de tal manera que iba desde su pelvis hacia su pecho y termino de pegar mi cuerpo al suyo, empezó un sube y baja muy leve con el cuerpo, mi altura la ayudaba, despues de un rato glorioso me separo y me llevo a la cama aun cojeando , podria estar muriéndome sin piernas que ni un ejercito armado hubiera evitado que la siguiera, un dolor en el tobillo no seria un impedimento para seguir aquella maravilla de culo, me sentó al borde de la cama, ella empezó a quitarse la parte de arriva del uniforme , dejándose el sujetador, era granate, sin florituras, y que realmente adornaba, ya que no tenia demasiado pecho ni tampoco necesitaba de sujeción, bien plantados sus senos, no tenían peso para que la gravedad los hubiera afectado, los vi mejor al agacharse para bajarse el pantalón, unas bragas de dibujos, cómodas pero no muy sexys se plantaron ante mi, me fije en su contorneadas piernas. a mi me daba igual todo era una diosa, en ese momento lo era para mi.
se acerco mordiéndose un dedo con lujuria y me volvió a besar con pasion, como alumno aventajo ya sabia como funcionaba aquello, entre besos, la atraje hacia mi cogiéndola de la cintura, , y con una mano la acariciaba la mejilla y la otra arqueaba su espalda hacia mi, mientras ella , con una mano sujetaba mi cabeza y se enredaba en mi pelo, ya libre de vendas, la otra mano de ella bajo hasta mi miembro palpitante y empezó a masturbarme como calma y acoplando con sus movimientos, cada embestida entre nuestros cuerpos era correspondido con una movimiento de su mano, me puso a mil, una de mis manos cogió vida propia y fue cayendo por su espalda hasta que acabo en su espectacular trasero , realmente estaba tenso, las horas de pie por las rondas en el hospital la tenían en forma, empece s sobar sus glúteos con ansia por encima de las bragas, y viendo la celeridad d ela situacion, probe a meter mi mano por dentro de ellas acariciando con cierta dosis de fuera su culo, ya piel con piel, sin dejar de besarnos, y con tanto tiempo sin evacuar, y ante una primera experiencia de ese tipo, tan centrado en gravar aquel momento en mi cabeza, no me percate de mis propias reacciones . eyacule como un animal, sin avisar ni nada, ella apenas se aparto y esparcí todo mi semen por mi vientre la cama y parte de su pecho, casi hasta la barbilla
YO lo…..lo siento , no puede……….. ohh dios……… es que………
ella me corto, y mirándose a si mismo pringada de mi semilla
RAQUEL: no pasa nada, tranquilo es normal, bueno, no, tanta cantidad, no, llevabas tiempo sin tocarte no??
algo avergonzado respondí que si, a mi entender desde la operacion, tenia otras cosas en que pensar y centrarme.
RAQUEL pues esto no va a quedar así
dijo mientras miraba mi pene que se volvía a retraer ante mi precocidad, se limpio lo que pudo con unas servilletas, igual que a mi me tumbo boca arriba y se subió encima mía, a horcajadas, se quito el sujetador y me dio ver sus preciosos aunque pequeños senos, me lance a ellos, eso se ve en vídeos porno y sentía un debe con ella, eso le gusto y continué hasta que mi pene volvió a estar en reposo, mezclaba sus senos con su cuello y labios , ella empezó a notar entre sus piernas que mi nuevo mejor amigo estaba tono de nuevo, y empezó a bajar, suavemente me iba besando desde mi frente hasta el ombligo y una vez allí me miro, sonrió y adivinado que iba hacer, aguante la respiración, no se por que, pero lo hice, y cogiendo mi polla morcillona, con ambas manos. empezó a darle besitos, cortos y suaves a la punta de mi pene, si antes me parecía el paraiso ahora estaba desando que el mundo se parara, que aquello no acabase, empezó a lamer, pajear, succionar e introducir mi polla, todo a la vez, o por separado o combinando varias a la vez, estaba de nuevo con toda mi sangre concentrada en un solo punto y a ella le empezó a costar introducirse mi falo en su boca, cada cierto tiempo paraba , separando algo su boca de mi polla y mientras seguía masturbándome cogía aire y se lanzaba de nuevo al ataque,, la imagen era tremenda, yo tumbado con el respaldo algo subido de la cama, con las piernas abiertas y una mujer con solo unas bragas chupándome la polla como nunca creí posible, su espalda al aire arqueada hacia sus piernas, que tenia flexionadas, lo que le hacia tener el culo en pompa, esa imagen jamas se borrara de mi cabeza, yo aveces ponía mis manos en su cabeza , mas que por que querer guiarla, no lo necesitaba, es que me sentía estupido con ellas, no sabia que hacer y no llegaba a acariciarle nada, mientras que ella se canso de la postura y se tumbo boca abajo con las piernas levantadas , como una colegiala escribiendo en su diario, ya que la cama no daba mas de si, por 1º vez entendí que lo que se ve en los vídeos no siempre es tan hermoso y guionizado, esto es dificil pero era maravilloso
esta vez me vi venir y logre avisarle antes de que me diera un latigazo la espalda, electricidad pura, ella alejo algo su cabeza y siguió acelerando el ritmo de su mano con mas fuerza hasta que de nuevo explote, manche casi todo lo que había cerca, Raquel hasta se tapo la cara con la otra mano mientras sonreía.Cuando acabe, agotado , ella se volvió a poner a mi altura, a horcajadas y me beso, algo que por estupido que sea, me hubiera parecido asqueroso hace 30 minutos, que me besara un mujer manchada de mi semen despues de comerme la polla, en ese momento me pareció lo mejor del mundo, se coloco de lado mientras seguíamos besándonos y literalmente la restregaba contra mi.
YO ha sid ………..no se…….pufffffffff
atinaba a decir entre besos.al final ella se sentó de espaldas a mi, recostando su espalda sobre mi pecho, la rodee con mis brazos, teniendo que recolocar mi pene, flácido, para no hacerme daño, nos quedamos así unos minutos, lo que me aprecio la posicion mas romántica y sexy que pueda existir, dándole besos en el cuello , la mejilla o su oreja de vez en cuando, mientras olía su pelo, repitiendo la palabra gracias demasiadas veces, mientras mi mente volaba, ya pensando en que había encentrado al amor de mi vida, las citas que tendiéramos, como la presentaría a mi familia, las noches de sexo, en una vida juntos, tenia 18 años y había tenido mi 1º experiencia sexual, tan perdido estaba que no me di cuenta de que ella tambien estaba pensando pero su cara no era de felicidad.
al final se levanto nos duchamos por turnos en el baño de la habitación , nos vestimos , arreglo la habitación y todo lo hizo en silencio, con cierta pena en sus ojos, yo no sabia como proceder, así que pregunte
YO que te pasa? estas rara otra vez
RAQUEL no es nada, es solo que….mira no quiero hacerte daño, pero tengo novio, eres mi paciente, te saco 10 años, esto……………esto no esta bien.
aquello me partido en dos, durante todo el tiempo nunca la había preguntado, ni me había importando la verdad , si tenia o no pareja, temas de médicos o la moralidad de la situacion, despues de la pasion llega la reflexión y la calma donde caes en la cuenta de estas cosas.
YO lo siento, no sabia…. joder, pero …. y ahora ……..que???
pregunte con miedo a la respuesta, ella se sentó en el sillón de la habitación y cogiéndome la mano , levanto su cabeza y me miro fijamente
RAQUEL ahora nada, tu te iras pasado mañana, yo volvere a mi vida, esto no puede salir de aqui, me entiendes??
de nuevo una mujer me daba plantón , me dejaba de lado, se iba con otro y de nuevo tenia la sensación de que yo podria ser mejor que el para ella.me vine abajo, me senté en el mismo sitio donde minutos antes aquella mujer me estaba masturbando, y ella lo noto, se acerco , se puso de rodillas delante de mi, y me suplico por el bien de su trabajo y de su vida, no podía saberse.yo entendí que era correcto pero no por ello dolía menos, casi a la desesperada pegunte.
YO pues si estas tan bien con tu vida por que ha pasado esto??
RAQUEL: lo siento, se que no es justo, pero por eso te andaba evitando, desde que te vi con eso colgando se me ha pasado por la cabeza mil cosas y las cosas en casa no andan bien, se ha mezclado todo, y lo siento por ti, pero creeme, soy mujer y eres un encanto de hombre, chicas de tu edad se pelearan por ti en cuanto salgas de aqui, tu vida va a cambiar a partir de hoy.
YO si??? supongo , no se – conteste con rabia- pero has sido tu, tu me has hecho feliz, de que me sirve ser delgado o tenerla de caballo si no tengo lo que quiero.
Se hizo un silencio de los que se hacen cuando no hay mas que decir, solo comprender. asentí con la cabeza.
YO: tranquila, por mi parte esto no ha pasado, y aunque lo diga nadie me va creer…….. – queria darle algo de sorma pero allí estaba de nuevo mi yo del pasado, el que usaba las bromas para enmascarar un complejo claro.
RAQUEL: tranquilo, eres joven y aun no sabes lo que quieres, creeme, como te digo , soy mujer y esta (agarro mi polla de nuevo a través de la bata) esta te va a traer muchas alegrías, solo tienes que ……..dejarla notar………mira, como yo caí como una boba, solo al verla.
se puso en pie, me beso una ultima vez, con sabor a despedida y se fue. Seria verdad? la rabia no me dejo pensar en esas palabras hasta que salí del hospital, pero eso ya es otra historia.
continuara…………
espero sus comentarios y tratare de mejorar lo que se pueda. gracias¡¡¡¡
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Relato erótico: “Una noche en un cine porno” (POR PERVERSO)

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Antes que nada hola a todos, soy un autor primerizo que pretende incursionar en el mundo de la literatura erótica, estoy inspirado por varios autores que aquí he leído y por las historias que podría desarrollar ayudado por mi imaginación y las características tan peculiares que presenta la zona donde vivo, la cual está plagada de hombres maduros lujuriosos y muchachitas provocativas que parece importar poco la edad y aspecto de los hombres; espero tener una buena aceptación por parte de ustedes.
Margarita, Maguito (como le dice su padre, único familiar con el que vive) o Mar (como le dicen sus amigos) es una chica muy hermosa, acaba de terminar la preparatoria donde era la sensación  de alumnos y maestros, no porque sea una chica fácil, pero si por vestirse sexy y poseedora de una belleza inigualable así como de un cuerpo que cualquier hombre admiraría y se imaginaria desnudo en una cama, es tal su popularidad que le llueven invitaciones a salir por el Facebook por la gran cantidad de muchachos y hombres maduros que la mandan solicitud de amistad día a día, tanta es su fama que apenas con un perfil de menos de 5 meses en esta red social ya supera los 1000 amigos, cada foto que sube recibe más comentarios y “me gusta” que cualquier otra muchacha que ella conozca, si algo le gusta a esta chica es que los hombres admiren su belleza.
Margarita, así como posee un bello rostro, también tiene un cuerpo muy bonito, desarrollado, y nos complace al mostrarlo usando shortcitos de mezclilla, cortas minifaldas, entallados vestidos y blusas pegaditas, haciendo voltear a más de uno, o más bien a todos cuando sale a la calle, vive sola con su padre, quien trabaja como empleado de una fábrica de la zona donde recibe un sueldo bajo como para mantenerse los dos, por eso es que Mar tiene que ayudar a la economía.
Ella trabaja como cajera en una tienda de conveniencia, una plantilla de siete personas de las cuales todas son mujeres y en donde la que recibe la mayoría de los piropos, saludos y presentes por parte de clientes y empleados de negocios vecinos es ella.
Cierto día, Mar venia entrando a trabajar, en la tienda se encontraban doña Claudia y Mary, esta última, joven también y muy fiestera, famosa por ponerse una borracheras y amanecer en la cama del primero que se la encuentra en los bares en tales condiciones, y eso que no es muy bonita, y de cuerpo algo gordita, no tiene nada que hacer si se le compara con Mar, existe una enorme distancia entre ellas.
Pues sí, Mar llego a la tienda y se encontró a Mary platicando a Doña Claudia una de sus aventuras del día de ayer, rápido Mar pregunto qué de que se trataba la plática a lo que Mary respondió:
-le estoy contando a doña Claudia que ayer fui con Cruzito a un cine porno- Cruzito es un gay que se lleva mucho con Mary, amigo de todas sus aventuras
-queeee- respondió sorprendida Mar, pues era la aventura más loca que le había escuchado a Mary
-un cine porno Mar, pero nada más a ver, asu pero no manches está bien fuerte- decía Mary
-porque, fuerte en qué forma?- pregunto Mar
-bueno, pues al que fuimos es así como un cine normal, con sus butacas y toda la cosa, solo que más pequeño, hay unos tipos en la entrada que no supe su función, solo están ahí parados, entré con Cruzito y no había mucha gente solo uno que otro viejo, pero no manches se están masturbando ahí enfrente de ti, lo bueno que fui con Cruzito y no yo sola, sino hasta me violan,-
-ay qué asco, imagínate que te coja un viejo de esos; y va puro hombre?- decía Mar mientras se ponía su uniforme
-pues al principio si, había puro hombre, creo que yo era la única mujer, asu pero me sentía bien incomoda, pero después llego una muchacha que pensé que era muchacha- seguía contando Mary
-como, no era?- pregunto Mar mientras la ayudaba a Doña Claudia a hacer su corte
-pues mira, yo estaba sentada junto con Cruzito hasta atrás, en una esquina, cuando en eso vi que entro una chava, en una faldita muy chiquita, su blusa bien escotada y unas zapatillotas, nombre parecía mujer pero era un choto,-
-apoco, y como te diste cuenta?- Mar empezó a reírse tapando su boca muy educadamente
-pues no manches, se sentó como a dos asientos de nosotros y de repente un señor llego y se saco su “ese” y se lo puso a la altura de la boca y el choto se la empezó a mamar, hay enfrente de nosotros, y después el señor se sentó y el choto se sentó arriba de el y se lo empezó a coger, y ahí  me di cuenta que era choto porque no traía calzón y se le veía su cosa, ay no, y sabes que fue lo peor, que el choto traía su cosa también bien parada- decía Mary
-jajajajajajajajajaja, solo te fijas en eso verdad?- Mar exploto en risa al igual que doña Claudia
-es que solo a ti se te ocurren esas locuras Mary- dijo doña Claudia
-asu no, deberás que yo no veía la hora de salir de ahí, es que no manches nada mas entras y te llega el tufo de viejos ahí masturbándose y cogiendo, ay no deberás que esta fuerte, casi me vomito-
-no regresarías otra vez?- pregunto Mar
-pues no, o al menos no sola, a lo mejor acompañada, porque? Quieres ir?, vamos nosotras dos solas un día- preguntaba Mary
-ay no, yo que voy a andar haciendo, donde me violen,- contesto Mar
-pues ya te dejas, imagínate que te quiera violar un chavo como el del poster que tenemos pegado en el baño, así hasta vas a querer regresar- dijo Mary
-pues sí, ojala y fuera uno de esos pero dices que va puro anciano, yo así no- respondió Mar
-no, pues yo pienso que para eso están los hombres esos parados en la entrada, por si pasa algo, porque no se sientan, ni se meten, ni siquiera te hablan ni nada, hasta se salen pero siempre se queda uno adentro- dijo Mary
-ay niñas- decía doña Claudia
 
 
Ya de regreso a su casa, Mar todavía llevaba ese pensamiento en su mente, se imaginaba como debía de verse el lugar, como seria esa clase de hombres, y se imaginaba ella ahí presente rodeada de hombres morbosos con sus vergas de fuera, babeando semen a chorros, llego a su casa, y después de comer y hacer sus quehaceres, se durmió no sin antes masturbarse, a pesar de que los viejos morbosos le daban asco su mente había estado en sus 5 minutos de perversión.
Pasaron los días y llego una tarde en que Mar se había quedado de ver con un chico que la contacto precisamente por el Face y la había convencido de invitarla a salir, se arreglo muy bonita pues le gustaba llamar la atención, además el muchacho estaba muy guapo y quería causar una buena impresión, Mar estaba en la tienda donde trabajaba esperando al muchacho, le había tocado descansar ese día y lo cito hay porque hacía mucho calor afuera y en la tienda hay aire acondicionado además de bancas para sentarse.
Mar se fue muy coqueta, llevaba unas zapatillas de tacón para estilizar su ya de por si estética figura, y un vestido blanco ajustadísimo y muy corto, mostrando mas pierna de la que se debe, debajo de ella una sexy tanguita de hilo estrenada para la ocasión además gustaba usar este tipo de prenda interior, en fin ese muchacho debía de ser la envidia de todos, Mary no dejaba de chulearla y de decirle que se portara bien, además de que le enseñaba una caja de condones, lo que hacía reír a Mar.
Mar veía que Mary también andaba maquillada, y le pregunto que a donde iba, lo que gano como respuesta que iba con su amigo Cruzito a dar la vuelta, pero ese dar la vuelta que para nosotros significa salir a pasear, para Mary significa ir a tomar a algún antro o centro botanero.
Desafortunadamente Mar recibió un mensaje de última hora por parte del muchacho, diciendo que no iba a poder ir pues le había salido otro compromiso, era uno de esos chavos riquillos que se creen que están por encima de los demás y que le hacen un favor a las mujeres al salir con ellas, Mar a pesar de ser tan hermosa como para que algún chavo la cancelara, para este tipo de muchachos no dejaba de ser solo una simple cajera y un pedazo de carne que sirve solo para pasar un buen rato.
-o sea, puedes creerlo Mary, que clase de compromiso puede ser más importante que yo- decía enojada Mar con justa razón, pues se había demorado toda la mañana arreglándose en vano.
-ay amiga, que mala suerte, no estés triste, si quieres ven con nosotros para que no arruines tu día- le dijo Mary
Mar dudo, pues ella sabía que ir con Mary era despertar en quien sabe donde, además no había avisado a su padre que llegaría algo tarde, y pues Mar asistía a antros,  no a bares o cantinas, lugares muy frecuentados por Mary, pero estaba tan enojada que acepto, a lo que Mary decía:
-eso amiga, lo que no aprovecha uno, que otro lo disfrute- Mar solo se le quedo viendo raro a Mary.
De todos modos aviso a su padre que se quedaría en casa de Mary, Mary por su parte avisaba a sus padres que se quedaría en casa de Doña Claudia, Doña Claudia por su parte ponía cara enojada pues pensaba que el día que le pasara algo a Mary ella se metería en problemas por alcahueta.
Llego Cruzito en su camioneta y se subieron las féminas, ya del otro lado de la cuidad, los chicos fueron a un cine (normal), vieron una película, se fueron a dar la vuelta por la costa, pararon a comer algo, a cualquier lugar que iban Mar robaba cámara por su vestimenta, Mar se veía tremendamente sexy capaz de levantarle la verga a cualquiera, incluso en el lugar donde estaban comiendo una mesera le llevo una bebida diciéndole que se la mandaba el caballero de la mesa 4, los tres amigos voltearon y vieron a un hombre maduro quien le cerraba el ojo a Mar, haciendo que la chica se pusiera roja de pena y sus compañeros la codearan y se burlaran de ella.
-Mar, salúdalo- decía Mary
-ay no maches, como crees, me da pena, es un viejo,- contesto Mar
-ay mana, esos son los mejores,- decía el choto
-los mejores para sacarles dinero,- decía Mary
-pues sí, pero va a querer que le de otra cosa a cambio de dinero- decía Mar
-amiga, pero por lo menos salúdalo, y agradécele el detalle- dijo Cruzito
Mar no sabía qué hacer, pero con mucha pena le mando una sonrisa al viejo y se levanto de su mesa, camino muy coqueta hacia la mesa del viejo, sentía que la tanguita le ajustaba perfectamente su sexo, además de la parte de atrás se le había metido completamente en la raya del culo.
Llego a la mesa y el viejo rápidamente se levanto y le cedió una silla
-buenas noches, vengo a agradecerle por la copa- dijo Mar con la copa en mano
-no tienes por qué bonita, cómo te llamas?- pregunto el viejo
-Margarita, pero me dicen Mar- contesto la joven
-mucho gusto Mar, vienes aquí seguido?- volvió a preguntar el viejo
-no, lo que pasa es que no soy de por aquí- respondió la joven
-quiero ser directo Mar, eres bellísima, me gustaría que saliéramos- dijo el viejo mientras colocaba su arrugada mano sobre la suave piel de las manos de Mar
-no creo que se pueda señor, soy casada- dijo eso Mar para haber si así el viejo se desilusionaba
-pero el que salgamos a conocernos no tiene nada de malo, solo depende hasta donde quieras que llegue jejeje- dijo el señor mientras reía algo lujurioso, así como su mano recorría ahora el brazo de Mar
-claro que sí, no me gustan los malos entendidos, en caso de que alguien que me conozca me vea con usted me metería en un gran problema- decía Mar mientras se cruzaba de piernas
-seriamos discretos Mar, me gusta las relaciones a escondidas, me gusta la adrenalina, a ti no?,- dijo el viejo lanzando una mirada seductora
Mar solo se le quedo viendo sacada de onda, sabía que estaba ante un viejo morboso que solo quería sexo, no podía entender cómo es que a pesar de que dijo que era casada a este viejo parecía no importarle, era claro, quería llevarse a alguien esta noche a su cama.
-en verdad me alaga su oferta señor pero no, gracias-
-de todos modos te doy mi tarjeta, llámame cuando quieras preciosa, me gustaría mucho platicar un día contigo- dijo el viejo sacando de su bolsillo una tarjeta
Mar volteo para su anterior mesa y vio que sus amigos ya no estaban, entonces se levantó y se despidió del viejo,
-bueno señor, hasta luego- dijo Mar guardando su tarjeta en su cartera
-hasta luego preciosa, llámame, espero verte pronto- dijo el viejo, lo malo para el es que ya no la vería mas, Mar estaba destinada esta noche para otro viejo, mucho más repugnante que este.
Salió de ahí lo mas apenada y lo más rápido que sus tacones le permitían, su sexy andar llamaba poderosamente la atención de los demás clientes, los empleados y sobre todo del viejo, pero más el exquisito meneo de su culito y la forma en que este se marcaba perfecto en su vestido, ya arriba de la camioneta Mary y Cruzito se burlaban ininterrumpidamente de la pobre mar, después de haberse llevado un momento muy apenado para ella.
-bueno y ahora a donde vamos- dijo Mary viendo que apenas eran las 8 de la noche
-ya vámonos- dijo Mar
-qué tal si vamos al cine porno para que conozcas- dijo Mary
-ay no, no maches- decía Mar insistiendo en que ya se quería ir
-sí, vamos, ahora que somos tres- dijo Mary
-no, no manches Mary, no ves como ando vestida- decía Mar esperando convencer a Mary
-con más razón, te van a llover hombres- decía Cruz
-pero no de los hombres que me gustan, ya me imagino la clase de hombres que han de ir, puro viejo, ay no que asco- decía Mar
-entonces porque te fuiste a sentar con el viejo de hace rato- pregunto Mary
-pues ustedes me obligaron- contesto Mar
-ay mana y tu bien obediente- respondió Cruz
-me dio su número- dijo Mar
-márcale,- decía insistente Mary
-um, todavía, ni que estuviera tan guapo, pinche viejo rabo verde- se quejaba Mar
-ay mana déjame contarte algo, tengo una amiga que es putísima y se ha acostado con viejos más ancianos que ese que te dio el numero, ese es un niño a comparación de con los que se ha acostado mi amiga- decía Cruz
-qué asco- decía Mar poniendo cara de fuchi al igual que Mary
-pero me ha dicho que, se verán ancianos y feos pero pegan unos mamadones de bollo que terminas buscándolos, además de que te dan una buena propina por un ratito en donde no haces nada, solo dejar que te laman el tamal-
-yaaa, que va ser, deja de decir eso, vas a hacer que me vomite- decía Mar
-pues no creerás tu, pero mi amiga orita jala un celular que dice que se lo regalo el viejo con el que anda ahorita, la otra vez fui a Coppel y vi que ese celular estaba en $5 999.00, imagínate- decía Cruz
-enserio- pregunto Mar
-claro que si mana, así se mueve el mundo, solo los viejos con dinero tiene acceso a nuestros cuerpos perfectos- decía Cruz enseñando su obeso cuerpo, haciendo reír a las dos jovencitas
-bueno niñas, díganme vamos a ir a putear sí o no- volvió a ganar la palabra Cruz
-sí pero primero vamos al cine- dijo Mary
-no, no hay que ir allí- volvía a decir Mar
-ay Mar, ya me chocaste, mira, nosotros vamos a ir, así que si tú no quieres te quedas encerrada en la camioneta y se acabo- dijo Mary ya chocada por la negatividad de su amiga
Partieron rumbo al cine porno, llegaron, y Mary y Cruzito se bajaron y después de pagar su entrada se perdieron ante la vista de Mar, la sensual chica se quedo adentro de la camioneta, no quería salir, pero también se estaba incomodando al estar ella sola, y más por que se veía un lugar muy inseguro, había una bolita de muchachos todos rapados ahí afuera y al parecer estaban provocando a otros muchachos, además un viejo muy borracho estaba orinando un coche enfrente de ella, sin mencionar los viejos que se estaban masturbando al aire libre viendo una revista para hombres, un coche delante de la camioneta de ella se movía de un lado a otro de forma sospechosa, parece que sus ocupantes la estaban pasando muy bien.
Pero donde se asusto fue cuando un viejo de apariencia de vagabundo golpeo el vidrio de la ventanilla con su rostro, asustando a la chica, y ya que estaba ahí lamio el vidrio de arriba hacia abajo viendo a Mar a través del cristal y dejando un camino de saliva con su lengua, el viejo hacia movimientos como si se estuviera masturbando con la imagen de Mar, expresaba un rostro orgásmico, como si estuviera a punto de correrse, además su boca al estar abierta se veía asquerosa y mostraba muchas ausencias dentales.
 
Mar no aguantó más y salió de la camioneta para alcanzar a sus amigos, caminó lo más rápido posible logrando dejar atras al viejo que la asusto ya que el pobre hombre estaba tan borracho que caminaba como un zombie, mientras los demás viejos que tenían el privilegio de que les pasara cerca le decían obscenidades como
-ay cosita rica, ven que te voy a ensartar-
-ey putita, estas buscando quien te de tu leche antes de dormir jajajajajaja-
-ey, putita, somos dos, yo por la panocha y mi amigo por el culo-
-tengo mucha leche guardada para la primera puta que pase, ah mira, ahí va una, jajajajaja-
Hasta que en eso otro tipo que parecía vagabundo se le paro enfrente y le dijo,
-mira como me tienes hija de tu puta madre- y acto seguido abrió su gabardina vieja y enseño a Mar su miembro completamente erecto, Mar no pudo evitar ver esa verga de tamaño considerable, lo que la hizo ponerse roja, además de lo asustada que estaba, aun así se armo de valor y se abrió paso entre el viejo, llego a la taquilla y pago su entrada no sin antes regalarle al taquillero un panorama de su provocativo escote.
Avanzo hacia las salas pero al llegar se dio cuenta de que había tres, pregunto a un hombre de esos que fungen como seguridad que si no vio a una muchacha gordita entrar con un muchacho que se ve gay, a lo que el señor respondió que sí, que parece que habían entrado a la sala A, así que Mar se metió a esa sala sin saber que era la equivocada.
Abrió la cortina roja de tela semitransparente que cubría la entrada de la sala, apenas y traspaso esa barrera y le llego un fuerte olor a tufo nauseabundo, tal y como le había explicado Mary, se acomodo el vestido pues al caminar se le subía de mas, trataba de reconocer las siluetas de las personas sentadas pero por la oscuridad y el reflejo de la luz que emitía la película no pudo.
La película estaba en una de sus escenas mas fuertes, un poderoso negro se cogía a una sexy y delicada rubia, y su macanón que parecía una culebra mazacuate se incrustaba en lo más profundo del castigado culo de la actriz, quien a pesar de estar acostumbrada a ese tipo de trato, este negro la hacía pegar unos gritos desgarradores.
Mar se sentó en una zona donde no había gente, de por si no había mucha en toda la sala, se incomodó pues la butaca aparte de estar floja, como si en vez de sentarse se le montaran, también estaba muy pegajosa, estaba muy incómoda pues sentía ese pegamento en sus desnudos muslos, ya que el vestido era tan corto que sentía la tela que cubría el asiento en sus glúteos, se cambio de lugar pero el asiento de al lado estaba en las mismas condiciones.
Se dispuso a disfrutar un poco la película, pensando que cuando esta acabara podría ver a sus amigos, aprovecho lo corto de su vestido para tocarse disimuladamente su sexo por encima de su pequeña tanguita, la cual rápido se empezó a mojar, al estar en esas condiciones nauseabundas no sabía cómo es que se podía excitar, recordaba a su ex novio, lo recordaba imaginando cuando él la tocaba.
Estaba a punto de irse pues un viejo había pasado cerca de ella y se le había quedado viendo muy descarado, regresaría a la camioneta pues pensaba que los vagos ya se habían ido, cuando en eso entro otro señor, viejo como de unos 54 años, su aspecto era de lo mas asqueroso, sudado y sucio como de grasa de automóvil, con la camisa abierta y algo rota, y enseñando una prominente barriga peluda y unas chiches caídas, su cabello era chino y muy esponjado, el tipo era muy moreno de piel, su cara grasosa, papada, labios gruesos, en fin, parecía un sapo.
Se paro en la puerta y lanzo un grito territorial, esto hizo que los pocos hombres hay presentes salieran de la sala con miedo, dejando la sala vacía, quedando solo el viejo panzón y Mar quien se escondía entre las butacas pues al ver que todos corrieron se asusto pero al querer salir de ahí se le cayó la cartera junto con su celular y por la oscuridad no los encontraba.
El gordo avanzo y para desgracia de Mar la vio, y al ver que no corrió como los demás, se sentó a su lado, el viejo se rio cuando la miro de cerca, Mar en cambio estaba asustada, la figura del viejo intimidaba, tenía muchas cicatrices de golpes en la cara, traía la camisa arremangada, mostrando unos brazos peludos y muy fuertes, el viejo se sentó haciendo que la butaca casi se rompiera.
-mira nada más, que haces aquí tan solita putita mía-
Dijo el viejo, estirando su brazo por el hombro de Mar, llegándole a la joven un fuerte olor a sudor proveniente de la axila peluda, también su otra callosa mano se fue a depositar sobre la suave y tersa piel de una de las piernas de mar, comenzó a pasarla por toda su pierna, Mar estaba más que asustada, nerviosa, no se explicaba como había acabado en esa situación, si no le hubiera hecho caso a la loca de Mary, seguramente estaría en casa descansando y no allí, ante un viejo desconocido de lo mas asqueroso y que imaginaba que le haría daño.
El cochino viejo le abrió las piernas y con su dedo medio tallo la depilada conchita de Mar, pasando ese maestro dedo por sus labios vaginales, Mar al principio se resistió, intento cerrar sus piernas pero aun así el viejo tenía más fuerza en su mano que Mar en sus dos piernas juntas, pero al sentir el cosquilleo rico sumado al miedo, inconscientemente empezó a emitir sus primeros gemidos de la noche, arqueando sus brazos para recargarlos en el respaldo de la butaca,
-señor por favor déjeme ir- decía débilmente Mar
-no perra, acabo de romperle la jeta a tres cabrones allá afuera y cada vez que le rompo la madre a alguien me dan ganas de cogerme una puta, y además putas como tú no vienen todos los días, jejejeje, traigo la verga bien caliente- decía el viejo con su vos rasposa y que mostraba leves efectos del alcohol
El viejo hizo a un lado la tanguita de Mar, y empezó a penetrarla con el dedo, comprobando la excitación que la envolvía pues estaba muy mojada por haberse autocalentado momentos antes, Mar gemía más fuerte, a pesar de la situación, estaba excitada, en parte ayudaba a que no podía ver bien al viejo, pues estaba algo oscuro, además el viejo la estimulaba de manera profesional, y como no, si prácticamente toda su vida se la había pasado cogiendo putas, logrando hacer que estas se vinieran que se podía esperar de una muchacha más decente.
El viejo se acerco a ella para besarla, metía su babosa lengua dentro de la boquita de mar, quien no hacía otra cosa que tragar saliva para no ahogarse, el brazo que antes rodeaba el hombro de la joven ahora manoseaba un seno, el cual era castigado por una mano muy callosa, en esos mismo momento el dedo medio del viejo estimulaba el clítoris de la joven que ya estaba hinchadísimo, Mar gemía cada vez más fuerte, su cuerpo se culebreaba en la butaca, sudaba y seguía tragando saliva, su vestido se había subido tanto que mostraba sin ningún pudor su cuerpo semidesnudo.
-te gusta de verdad puerca?, por eso veniste para que te cogieran verdad?, puta, eres una puta- dijo el viejo y arrojo un escupitajo que fue a caer al rostro de Mar
-no señor, noooo, pareeeeee, por favoooooooor, ohhhh,- decía la nena refiriéndose a la manoseada que le estaba dando, la cual estaba por robarle un orgasmo,
El viejo se seguía dando gusto, babeaba a la pobre Mar, hasta que saco su asquerosa lengua, esto fue aprovechado por Mar para tomar aire, parecía que se estaba ahogando pues jalo aire como desesperada, el viejo la tomo de la cara, Mar abrió sus labios y el viejo aprovecho para meter su lengua dentro de la boca de Mar en forma circular, Mar gemía de asco pues el viejo lanzo un eructo cuyo gas se metió todo en la boca tan fresca hasta ese entonces de la chica, su ex novio nunca fue tan asqueroso a la hora que hacían el amor.
El viejo seguía masturbándola con su dedo, le arrancaba suspiros y gemidos, la pobre Mar temblaba como si tuviera frio, pero en realidad estaba por venirle un orgasmo ya que el viejo logro estimular como se debe el clítoris de la nena, de pronto el viejo metió dos dedos dentro de su vagina y comenzó a moverlos muy rápido, tanto que se podía escuchar lo mojado del sexo de la muchacha, mientras Mar se perdía en gritos y pujidos.
Mar temblaba y se retorcía, su nivel de temperatura corporal subían a grados exagerados, abrió las piernas lo mas que pudo exponiendo su intimidad apenas cubierta por un semitransparente triangulo de tela a un viejo desconocido.
De pronto Mar apretó lo mas que pudo las piernas para después venirse en un descomunal orgasmo que le arranco un gemido tan intenso que nunca con su ex novio había tenido uno así, el orgasmo fue tan bestial que hasta lagrimas y mocos le saco, así como hilos de saliva salían por los extremos de sus labios, el viejo se llevo sus dedos empapados en jugos vaginales hacia su boca para chuparlos, degustando el mejor sabor vaginal que su paladar había saboreado.
-ahhh, que rico te sabe la concha, la tienes deliciosa, creo que te la voy a penetrar- dijo el viejo
-no por favor- decía Mar entre suspiros, aun no se recuperaba del orgasmo
El viejo prosiguió a desabrochar su pantalón y saco una poderosa herramienta venuda y completamente babosa, Mar se recuperaba de ese orgasmo, estaba exhausta recostada en la butaca, respirando entrecortada, el viejo toma a la chica y la medio incorporo, le puso su verga en la boca pero Mar se negaba a abrirla, entonces el viejo tomo su nariz y se la apretó impidiéndole la respiración, lo que obligo a Mar a abrir la boca.
La apestosa verga del viejo se alojo dentro de esa fresca boquita, el color rojo con el que Mar había pintado sus carnosos labios se había corrido, parte de ese color estaba embarrado en la boca del viejo y ahora se embarraba en el pedazo de carne morena.
-mámamela puta, chúpame la verga, anda- decía el viejo al tiempo que tiro otro escupitajo al rostro de Mar,
-mámamela o te rompo tu madre a ti también, hija de puta- volvió a decir el viejo muy enojado
Mar no tuvo otra que empezar a pasar su lengua por la cabeza de ese miembro, su lengua recorría cada centímetro de esa babosa cabeza, Mar saboreaba el liquido lubricante proveniente de esa pestilente verga, la verga olía a rayos, picaba la nariz el aspirar ese hostil aroma, sin embargo Mar aguantaba todo eso por miedo a que el viejo la pegara, pues se veía muy convincente a la hora de amenazarla, de pronto Mar empezó a llorar, esto encabrono mas al viejo.
-porque lloras?-dijo muy enojado el gordo
-señor déjeme ir, yo solo estoy buscando a mis amigos, por favor déjeme se lo suplico- decía Mar en medio del llanto y con saliva saliendo de su boca.
-mira hija de tu puta madre, todas las que viene aquí es para buscar verga, así que ahora no me salgas con pendejadas, o me mamas la verga o te rompo tu madre- y dicho esto el viejo saco una navaja de su bolsillo y la paso por uno de los cachetes de la asustada chica, era la primera vez en su vida que vivía una experiencia así que casi se desmaya.
-tienes una carita muy bonita y ambos queremos que siga a si de bonita, o no?- volvió a decir el viejo
Mar no contesto nada, sabía que nada podía hacer, miro hacia la entrada esperando ver a un guardia de seguridad o a uno de los tipos que decía Mary que estaban afuera pero nada, así que ante una segunda advertencia del viejo se dispuso a continuar con su desagradable labor, Mar de vez en cuando se sacaba el miembro de su boca para dejar caer una gran cantidad de saliva combinada con liquido preseminal, para después reanudar su labor, la verga apestaba demasiado y al estarla chupando poco a poco el aliento a menta de la boca de Mar fue desapareciendo para impregnarse de ese aroma asqueroso.
Hay estaba Mar, arrodillada, mamándole la verga a un viejo repugnante, no era tarea fácil así que trataba de imaginar que ese descomunal tronco era la verga de su ex novio, aunque no había comparación en tamaño y grosor, la misma Mar reconocía eso, después de un buen rato de estar así Mar con la mandíbula adolorida, sus pómulos enrojecidos y un enorme charco de saliva en el suelo Mar chupaba la verga del viejo se podría decir que voluntariamente, excitada, como si lo estuviera disfrutando.
Al poco tiempo tres sujetos mas entraron a la sala, uno de ellos vestido de policía fue quien llamo por su sobrenombre al viejo, a quien Mar le seguía mamando la verga
-los del cine quieren que te vayas, otra vez les estas causando problemas,- decía el joven policía
-yo no he hecho nada, y a ti quien te dijo que dejaras de mamar- dijo enojado a Mar, quien a pesar de la presencia de tres sujetos mas seguía mamando golosamente ese pedazo de carne sin hueso,
-está usted bien señorita?- dijo el policía gentilmente
-ella está bien, viene conmigo- dijo el viejo en un tono altanero
-le pregunté a la joven, está bien señorita?- volvió a preguntar el policía
-anda dile, dile que vienes conmigo, que pague por ti, es una puta, le gusta que le den por el culo- decía el viejo a los presentes
Mar saco el pedazo de carne llena de saliva de su sexy boca, estaba asustada, pero sin embargo tenía la oportunidad para librarse de esa situación, sin embargo el viejo le había causado temor, pero también le había regalado el mejor orgasmo de su joven vida.
-sí, vengo con el- dijo Mar mientras volvía a meterse el miembro del viejo a la boca, ante la mirada atónita de los presentes, incluso del mismo viejo a quien se le dibujo una gran sonrisa para explotarla en una sonora carcajada
-ves que es una puta, me salió cara como para que tú te la lleves, y es de primera, que rico me la esta mamando,- decía el viejo de la manera más patán que podía haber dicho
 -de todas maneras tienes que irte, podría arrestarte a ti y a la muchacha por hacer esto en lugares públicos, para eso están los moteles-dijo el policía
Pero los muchachos del cine ni se quejaban, miraban mas atentos esta amateur exhibición que la de los actores de la películas que todavía se proyectaba en la sala, se les podía ver que estaban más excitados que el mismo viejo, pues en sus pantalones se levantaba un pequeño bulto al igual que en el del policía.
-bueno, me voy- dijo el viejo rompiendo el silencio
-pero me voy con mi puta, y esto no impide que regrese a este puto cine hediondo otro día,- amenazaba el viejo
El viejo saco su verga de la boca de Mar y se abrocho su pantalón, al mismo tiempo Mar se levantaba mostrando su espectacular figura cubierta por el ajustadísimo vestido, además estaba tan subido que se podía apreciar su tanga a la vista, así como saliva que en vez de caer al suelo había caído en sus muslos, incluso su bello rostro se veía mojado, esto por la saliva que de la verga del viejo se pegaba a su cara y por los escupitajos que el viejo le había tirado, Mar se acomodo el vestido bajándolo un poco, acomodándose su cabello que aunque no lo usaba tan largo si se la había alborotado.
-queee, ehh, que vergas me ven- decía al viejo enojado a los empleados del cine que acompañaban al policía mientras avanzaba por el pasillo con el mujeron a su lado bien agarrada de la cintura.
El viejo y Mar desaparecieron por la cortina de la entrada,
-pero que pedazo de hembra lleva ese cabrón- decía el policía
-si no mames, ha de ser mas chica que tu- dijo uno de los empleados a su compañero, un muchacho de apenas unos 20 años
Ya afuera el viejo subía a Mar a un coche tan viejo casi como él, mientras el permanecía parado afuera del vehículo.
-oiga por favor ya déjeme ir, le mentí al policía para que no lo arrestara, le hice un favor, ahora déjeme ir por favor, se lo suplico- decía Mar desesperadamente
-nada, no me vengas con chingaderas, apoco crees que me iba a arrestar ese pendejo, tú te vas conmigo, todavía no acabamos y cuidadito y gritas que te rompo el chipo hasta dejarte sin dientes,- dijo el viejo golpeando la lamina de otro coche tan fuerte que la sumió.
El viejo encendió el auto, el coche comenzó a lanzar una humazón así como explosiones provenientes de su escape, la pobre Mar estaba asustada, volteaba a ver si de casualidad veía a sus amigos pero nada, el viejo le tomo de sus piernas y comenzó a manosearlas.
-suélteme, pare por favor- suplicaba Mar
-que buena estas, tú no eres de aquí verdad?, lo primero que voy a hacer llegando es cogerte y vaciar toda esta leche rezagada que tengo en mis huevos adentro de ese panuchon que te cargas jajajajajaja, nos vamos a divertir mucho- dijo el viejo mientras pasaba su babosa lengua por toda la extensión de sus asquerosos labios.
Continuara………
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Relato erótico “Forzando a Paulina” (POR ROGER DAVID)

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Forzando a Paulina
Edgar era un muchachón que recién había cumplido los 18 años, de carácter huraño e introvertido.
Su aspecto tampoco lo acompañaba mucho, era extremadamente gordo y mórbido, que lo obligaban a siempre vestir camisetas deportivas de talla extra grande, con zapatillas deportivas, y pantalones de mezclilla también grandes para su porte como todo un rapero, un poco bajo de estatura 1,55 mts., a lo más, con una cara llena de acnés de volcanes enrojecidos y amarillentos en sus cráteres dando la impresión que estos en cualquier momento erupcionaban su asquerosa materia orgánica.
En la familia y de entre todos sus primos era el menos popular, ya que a pesar de su edad este aun no terminaba sus estudios secundarios.
En clases la cosa no era muy distinta, el insociable joven era incapaz de llevar una buena y sana convivencia con sus pares, eran muchas las ocasiones en que mandaban a llamar a sus padres para notificarles su mala conducta y por andar agarrándose a trompadas con sus propios compañeros, o por intentar tomar fotografías bajo las faldas de sus compañeras de aula, y por distintos tipos de faltas de respeto hacia sus profesores, además que sus malas calificaciones ya evidenciaban que nuevamente iba a perder el año escolar, pero esta situación al joven le daba exactamente lo mismo.
Lógicamente tras esa notoria hosca personalidad y a pesar de su edad el muchacho continuaba con las hormonas más que alborotadas ya que no paraba de masturbarse impulsiva y frecuentemente.
A cualquier hora del día se encerraba en su cuarto para hacerse una o dos chaquetas consecutivas, sin mencionar que incesantemente por las noches sufría acalorados sueños húmedos, que en un principio estos tenían como protagonista principal a la única chava que había tenido por novia y que tras un traumático y fallido intento de mantener relaciones sexuales con ella y debido a la brutalidad e inexperiencia del salido muchacho la pobre chamaca  termino su noviazgo con él dejándolo con la calentura que se le salía por los ojos.
Pero estos sueños ya eran pasado, últimamente la única dueña de sus deseos y sus pajas era ni más ni menos que con una hermosa hembra hecha y derecha, desde su niñez siempre la vio como una joven muy bonita y de modales agradables, que lo regaloneaba con caramelos y con innumerables presentes ya sea para navidad o para su cumpleaños.
En el tiempo en que el gordito Edgar ya era todo un jovenzuelo e hiso la primera comunión fue esta atractiva joven de entonces 18 años quien quiso ser su madrina. El chamaco en esos tiempos no cabía de gozo al saber que la más jóvenes y atractivas de sus tías y la misma que desde siempre lo había consentido en todo ahora era su propia madrina, sentía que esta situación lo conectaban aún más a ella, incluso en forma inocente aun ya veía como si la curvilínea chica realmente le perteneciera.
Ya en esos años la joven tía, hermana de su madre, era dueña de una belleza desbordante, y el  gordo sobrino ya se daba cuenta de ello, pero la felicidad le duro poco, la hermosa y consentidora hembra al año se casó y se fue a vivir con su marido a otra ciudad.
Si efectivamente, Edgar ahora ya con 18 años era con la misma hermana de su mamá que ya estaba de regreso con quien ahora en forma desvergonzada se pajeaba la mente y la tranca.
Después de todo no era del todo raro, pues el chamaco en el momento de saludarla al momento de su primera visita desde su llegada vio que su agraciada tía Paulina volvía convertida en toda una hembra, la veía igual de hermosa que antaño, pero ahora con un cuerpo mucho más atrayente, en esa oportunidad la tía Paulina llevaba puesto un vestido blanco con tonalidades floreadas para nada provocativo y que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas,  el caliente chamaco tras hacer sus comparaciones con el recuerdo de una hermosa joven de 18 años y con esta otra deliciosa y potente mujer de unos 27 años lo dejaron casi babeando de una extraña y prohibida calentura, dictaminando que su tía-madrina recién llegada estaba extremadamente buena.
Edgar tras el beso de saludo y el notar que su tremenda madrina no había hecho el menor gesto de asco ni nada debido a sus notorias y asquerosas espinillas se dio a estudiarla mientras ella le hacía preguntas sobre si tenía novia, y que como le iba en el colegio, que ya con 18 años era todo un hombrecito y que su conducta tenía que cambiar, y cosas por el estilo, en donde el salido chamaco solo contestaba entre balbuceos, ya que sus ojos y su mente estaban preocupados de poner atención en cada centímetro del endiablado y curvilíneo cuerpo de su atrayente familiar, notando así que era de piel canela clara, y que esta debía ser extremadamente suavecita debido a esa extraña forma de relucir, de cara bonita como lo fue siempre, con unos preciosos ojos color miel y con una naricita bien hechita perfecta para adornar su cara, de cabello castaño oscuro y lacio, y con un lujurioso físico que invitaba a cualquiera que se la comieran, fuese quien fuese, y Edgar pensaba que él no era la excepción para catar aquel cuerpo de 1.68 mts., de estatura y muy bien distribuidos, tetas bien paradas y grandes que para nada discordaban con su figura.
El obeso joven seguía mirando hechizado aquella diabólica conjunción de curvas y carne de hembra, todo ello embutido en aquel exquisito vestido blanco con flores, veía un vientre plano con una cintura pequeña y caderas pronunciadas, el vestido parecía estirarse aún más en aquella exquisita parte de su cuerpo se decía el muchacho para sus adentros, recorría  y no se cansaba de admirar esas piernas torneadas, imaginando abiertos aquellos soberbios muslos que debía tener su tía-madrina y para terminar se dio admirar un espectacular par de nalgas que se notaban duras por donde se les mirara.
Y así fue pasando el tiempo, si bien el muchacho tenía esa fantasía desde la llegada de su tía, sentía remordimientos por ello, pero ¿cómo no hacerlo?, pues ahora era asiduo a quedarse a dormir en casa de sus tíos pues ellos a su llegada habían comprado una gran casa con piscina, y era en  esas ocasiones en las que el aprovechaba para darse un “taco de ojo”, con el suculento manjar que era su tía.
Incluso en una de las tantas ocasiones en las que se quedaba a dormir en la casa de sus tíos, el muchacho se despertó a media noche con esa sed que te seca la garganta y te fuerza a ir a la cocina por un vaso con agua, pues resulta que regresando a su habitación, escucho unos ruidos extraños que venían de la habitación matrimonial, curioso, medio caliente y lleno de intriga se acercó a la puerta que estaba cerrada y se puso a escuchar lo que debía estar sucediendo al interior, los sonidos y crujidos que hacia la cama evidenciaban que sus tíos estaban en lo suyo, los sonidos de cuerpos que se sobaban y resortes que subían y bajaban continuaban en forma enloquecedora.
Edgar estuvo escuchando durante varios minutos su verga rápidamente se le había parado, escuchaba y sentía la potente cacha que se llevaba a cabo dentro de la habitación, con sus ojos cerrados y apoyado en el muro imaginaba aquel voluptuoso cuerpazo al desnudo que se gastaba su madrina, ya creía ver su bien formada figura, unas inmensas ganas de él también probarla se iban instalando en una parte de su mente, Edgar prácticamente se la estaba comiendo en su mente imaginándose que era el quien la cogía en forma desenfrenada, una de sus manos ya se refregaba la verga por sobre el pantalón del pijama.
Mientras aquel matrimonio seguía en su faena al interior de la habitación matrimonial el joven escucho la voz de su tío como empezaba a decir:
-Me corro Pauli…, me corroooo, te voy a llenar de lecheee!!!
-Avísame para salirme José… recuerda que aún no quiero quedar embarazada, le escuchaba decir entre jadeos a la excitada mujer a su esposo…
-Solo falta un poquito amor… yo te aviso para echarlo afuera…
El joven escucho como en esos momentos los movimientos debían ser más desenfrenados ya que por los sonidos que hacia la cama daba la impresión que está en cualquier momento se quebraba, pero Edgar solo seguía escuchando con los ojos bien cerrados y con un rictus en su cara como si el pobre chamaco estuviese sufriendo, de pronto escucho que su tío gruño de placer y que le decía a Paulina,
-Salte Paulina me corroooo!!!, el joven imaginaba a aquel pene dejando caer intensos chorros de esperma en el aire, a la vez que pensó que en cualquier momento la pareja se daría cuenta de su presencia al otro lado de la puerta y que podrían verlo, de inmediato se dirigió nuevamente a su habitación para encerrarse y tirarse al colchón mientras sacaba su pene erecto de entre sus pijamas y empezó a masturbarse como un desquiciado a salud de su tía.
Después de aquella gratificante experiencia, estuvo toda la noche masturbándose y divagando de lo grandioso que podría ser cogerse a su tía-madrina, mientras imaginaba que era el quien follaba a aquella suculenta hembra, el cansancio lo fue venciendo hasta que se quedó completamente dormido.
A la mañana siguiente y después de levantarse ya cerca del medio día el caliente y obeso sobrino bajo las escaleras para dirigirse a la cocina, de inmediato se percató de que su tía estaba sentada en el sofá, de espaldas a él y  viendo en su laptop, seguro que estaba trabajando desde la casa, ya que su tía era secretaria ejecutiva en una prestigiosa y renombrada corporación.
El resto del día transcurrió con normalidad como así mismo el resto de aquel prendido fin de semana, sin embargo unos días después al llegar desde la escuela a su casa se llevó la sorpresa de que cuando entro a su vivienda vio a su madre platicando con su tía Paulina, el joven nuevamente cayo en aquel erótico estado de ansiedad sexual en el cual quedaba por cada oportunidad en que estaba cerca de su deseada tía, y sobre todo en esta ocasión, ya que la hembra aquel día traía puesta un sugerente vestido amarillo de esos con tirantes al cuello, su largo pelo castaño lo traía tomado con una traba dándole un aire más fresco y jovial de lo que ya era, y para terminar este endiablado vestido era un poco más corto de los que habitualmente usaba, dejando ver a quien quisiese una buena parte de sus relucientes muslos color canela, la imagen de ver aquella monumental Diosa hecha para el pecado hicieron que su corazón y presión sanguínea del pobre chamaco se aceleraran a mil por hora.
Pues bien, resulta que ese día su tía había ido a verlo a él porque tenía fama de ser muy bueno con las computadoras y ella tenía problemas con su laptop personal, y por consiguiente quería que alguien le ayudara y quien mejor que una persona de confianza como su sobrino.
Edgar acepto ayudar a su tía gustosamente, al recibir en sus manos el notebook no pudo dejar de admirar aquellos magníficos melones que se escondían debajo de la parte superior del vestido, la imagen del nacimiento de aquellas suaves tetazas escondidas y que estaban solo a centímetros de su calentona mirada casi lo hacen soltar el ordenador y lanzarse hacia el cuerpo de aquel monumento de mujer para liberar el mismo aquellas tetotas para chuparlas y morderlas cuanto el quisiese, sin embargo el pobre chamaco tuvo que tomar aire y recomponerse, solo le dijo que tardaría algunos días en tenerla lista pues tenía que revisarla bien para evitar cualquier problema futuro, su tía sin problema alguno acepto y despidiéndose con un beso de su hermana y de su sobrino  paso a retirarse.
Después de cenar Edgar olvido por completo la computadora de su amor platónico y tras correrse una buena paja en honor a su tía y al vestido amarillo simplemente se durmió sin más.
Al día siguiente después de la escuela acompañado por su compañero de salón y compinche de andadas David, justo después estar varias horas escuchando Megadeth y fumando hierva a un lado de la ventana para no ser sorprendidos, la mama de Edgar entro a su habitación para recordarle que tenía que arreglar la laptop de su tía, sabiendo que no era nada grave, Edgar le dijo a David que encendiera otro porro mientras el arreglaba la laptop,  después de un rato y de haberla depurado, al muchacho le dieron muchas ganas de ir al baño, por lo tanto se dirigió al W.C.
Al regresar  vio como David ya estaba revisando la laptop de su tía, para Edgar no era nada malo, por lo cual no le dio importancia, sin embargo David rápidamente llamo la atención de Edgar diciéndole:
-¿Tu tía se llama Paulina?
-Sí, ¿porque?, contesto Edgar algo extrañado.
-dejo su Facebook abierto…
-Ah! déjalo así, mi tía es muy descuidada…
Sin embargo David no dejaba la laptop y permanecía en silencio, al menos hasta que nuevamente se dirigió a su amigo diciéndole:
-No mames cabrón…! tu tía ¿es estaaa?… si es así… esta buenísima…!!!
Edgar sabía que su tía era más que suculenta y muy apetecible, pero no imaginaba que por unas fotos de Facebook David se pusiera así, lentamente se fue acercando al ordenador y hacia su único amigo, y en efecto David miraba las fotos de su tía, con algunas amigas en donde efectivamente la hembra más llamativa era Paulina, o en las que aparecía en traje de baño en alguna playa con su flamante marido y en donde notoriamente ella estaba más joven, así estuvieron por espacio de unos buenos minutos admirando y comentando la buena que estaba la hembra, fue David quien nuevamente rompió el silencio que se había formado mientras ambos jóvenes calenturientos miraban las imágenes.
-Edgar tu tía esta que se cae de buena, maldito sátiro, seguro te la jalas pensando en ella…
Edgar por su parte no dejaba de mirar las imágenes, mientras su amigo continuaba el dialogo,
-Ni me haces caso viendo a tu tía pinche Edgar…
Pero David a pesar de tener la misma edad que Edgar y el ser también un joven problema en el colegio y en su hogar este era mucho más perverso y mal intencionado que su amigo, por lo que de inmediato tuvo lo que para él era una brillante idea, y de inmediato a sabiendas que necesitaría la complicidad de su amigo le dijo:
-¿Que pensarías si te digo que tenemos una oportunidad de culearnos a tu tía?
De inmediato Edgar volteo a ver a su amigo y con cara de incrédulo le contesto:
-No digas pendejadas imbécil, solo que la droguemos y nos la cojamos… y tal vez ni así.
Edgar al tener en aun en su mente el recuerdo de los exquisitos gemidos de placer de su tía favorita, como también las salidas palabrotas de su amigo, en su cabeza una lujuriosa necesidad de hacer verdad sus fantasías abrió una brecha para por lo menos intentar hacer realidad sus morbosas y desequilibradas ansiedades…,
-Y cual se supone que es tu idea…?, la morbosa idea que le había dicho su amigo a Edgar le había encantado, -No lo digo porque de verdad quiera hacerlo es solamente para saber, jejeje…
Para luego con una cara y una sonrisa triunfal David le revelo a su amigo su plan:
-No, eso de drogarla no será necesario, con lo que ya tenemos es suficiente para convencerla de que nos tiene que dejar cogérnosla… Edgar escuchaba atento los planes que tenía su amigo, David continuaba, -Mira con las mismas fotos de su face y con las otras que están en las carpetas podemos hacerle creer a tu tío, que su esposa le ha estado poniendo el cuerno…  desde tu pc harás un perfil de Facebook falso y comenzaras a mandarle mensajes a tu tía y yo desde la laptop de tu tía te contestare haciendo aparentar que tenemos algo y para que parezca real tú me pedirás fotos y yo te mandare estas en las que sale en traje de baño, tu sabes que días sale tu tío de viaje así que esos días serán los indicados para mandarle mensajes, incluso yo te mandare el primero para aparentar que tu tía quería verga, ya con eso le tomaremos capturas de pantalla a las conversaciones falsas con fotos y todo… Y con ese material chantajearemos a tu tía para poder cogérnosla un ratito, jejeje que tal te parece mi plan?
Edgar no podía creer lo que decía David, era un plan virtualmente perfecto al menos eso pensaba, pero el si es que cabía la posibilidad de chantajear y acostarse con su madrina no estaba dispuesto a compartirla, o no al menos por ahora así que de inmediato le dijo a su amigo:
-Tú si serás estúpido… estás loco de remate… mi tía está muy buena pero no por eso me la voy a violar contigo… creo que lo mejor por ahora es que te vayas… Le dijo finalmente Edgar a su amigo haciéndose el sentido,
-Pero amigo… no seas pendejooo… si tu tía está muy rebuena… yo pienso que deberíamos…
-Nadaaa!!! Fuera de mi casa hijo de putaaaa!!!…, Edgar no lo dejo terminar,
-Está bien… está bien… es que yo solo pensaba que tú también te la querías tirar…
Edgar había adoptado muy bien una actitud de hacerse el sentido con su amigo, pero la verdad era una sola, el llevaría a cabo el plan ideado por David pero lo haría solo, y si todo le resultaba como él quería y logreaba concretar la violación recién vería la posibilidad de pasarle a su tía a su amigo para que también la probara en honor a la amistad que existía entre ellos.
Una vez que David abandono la casa de Edgar el gordo muchacho se puso manos a la obra, con la insana idea en la cabeza de tener a su tía desnuda y abierta de piernas y decidido a llevarla a cabo a penas se le diera la oportunidad, el desquiciado muchacho se puso en campaña y empezó a crear aquella sórdida conversación apócrifa en la que haría aparentar que Paulina estaba deseosa de la verga de otro hombre que no fuera su esposo.
Las palabras que Edgar ocupo poco a poco se hacían más calientes, mientras las ideas fluían en su mente las  escribía, ocupaba las que le gustaría que le dijera su tía y cosas por demás sucias:
P-Ya tiene tiempo que no vienes a verme, necesito que estés aquí me siento sola,
F-¿Que tienes pedazo de zorra?, ¿quieres verga como la otra vez?,
P-Sí, quiero más, necesito que me cojas, como el otro día con esa tranca tan grande que te cargas,
F-No te creo, necesito pruebas, mándame algo para que me caliente,
P-¿Cómo qué?, dime que quieres ver,
F-Unas fotitos tuyas para que se me pare y me motives a ir a metértela.
En ese momento el salido joven puso las fotos de su tía en las cuales aparecía más ligera de ropas, escogió una que se había tomado especialmente para su marido, o sea en el caso que este ultimo las viera y que comprobara que efectivamente su mujer las había ocupado para enviárselas a otro hombre, este enloquecería de los celos, Edgar pensando en esto ya terminaba de enviar las fotos al Facebook falso que había creado haciendo aparentar que Paulina seguía las órdenes que le daban sin chistar.
La conversación falsa continuaba y el chico se explayaban poniendo cosas de cómo fue el último encuentro entre la hembra y aquel hombre que no existía, ocupando estratégicamente las fechas en que su tío no había estado en casa.
Después de eso a Edgar ya solo le hacía falta afinar detalles de cómo sería el momento en que le dieran la pesada noticia a la infortunada mujer que era el objeto de sus  insanos deseos.
El caliente muchacho estuvo durante toda la noche pensando en el asunto y decidió que ese mismo fin de semana era el idóneo, su tío no estaría pues habría salido de viaje de trabajo, y su tía Paulina  estaría sola, por eso mismo Edgar le llevaría la laptop y aprovecharía el momento para abordarla.
Tal como lo había pensado el ansioso muchacho fue a la casa de su deseada familiar, eran como las dos de la tarde y el joven sabía que su tía solo trabajaba hasta el mediodía de los días viernes.
Ya en la casa de Paulina Edgar le dio la laptop a su tía y le pidió permiso de quedarse a disfrutar la piscina, después de pensarlo durante un momento la suculenta y desprevenida  hembra no tuvo argumentos para decirle que no a su sobrino.
La idea no le parecía mucho a Paulina, se le hacía algo raro, estaría ella sola con su sobrino, de las oportunidades en que el chico se había quedado a dormir había estado su marido presente, pero sabía que era un simple adolecente que se encontraba algo desorientado, sin embargo durante toda la tarde no dejaba de sentirse incomoda pues se percataba de la forma lasciva en que este no la dejaba de mirar, lo había notado desde hace algún tiempo y ya creía sentir como su sobrino la desnudaba con la vista.
Por su parte el caliente muchacho al estar a las puertas de lo que sería un chantaje o una violación en todas sus letras, esta misma situación lo tenía en un angustiante  estado de nerviosismo, se comía el cuerpazo que se gastaba su tremenda tía quien en esos momentos estaba vestida con unos ajustados pantalones de mezclilla que daban la impresión que en cualquier momento se reventarían por lo ajustados que le quedaban, sumado a esas hermosas sandalias con taco que la hacían ver el culo más parado de lo que ya lo tenía, y que también mostraban en forma esplendorosa los hermosos deditos de sus pies.
Sin embargo el día transcurrió sin ninguna novedad, Paulina estaba convencida que debido a los ímpetus juveniles del gordo jovenzuelo este era el real motivo de su enajenante mirada hacia su cuerpo, además que el niñato ya llevaba un buen tiempo quedándose en su casa y nunca había demostrado tener alguna mala intención como se lo habían advertido algunos familiares.
Ya en el atardecer y mientras el salido mocoso se hacia el que veía películas, este vio cuando su tía estaba sentada en la mesa conectada a Facebook posteando con su marido, mientras miraba con ojos atónitos la belleza de aquella mujer que aún estaba lejos de realmente también el probarla, admiraba cada detalle de su cuerpo en tanto su excitación crecía, el deseo y la impaciencia  lo hacían de la misma forma, poco a poco aquel muchacho con características de Nerd  enojón decidió que una vez que ella saliera y se desconectara de la red seria el momento propicio para darle conocimiento de lo que él por pura casualidad se había enterado, y que mediría la reacción de la hembra para ver hasta donde él podría sacar provecho personal de aquella situación, sino se haría el loco, y le bajaría el perfil.
Paulina lo vio venir a sentarse a la mesa, le llamo la atención que este se sentó a un lado de ella, hasta que lo escucho hablarle,
-Tía… necesito que hablemos de algo…
Paulina solo lo quedo mirando extrañada, por lo general Edgar ya con 18 años de edad no era de los chamacos que hablaban, y ella muy bien lo sabía, por algo lo había hecho su sobrino favorito, su carácter tímido y retraído desde su  niñez la habían hecho sobreprotegerlo de los pergenios más brabucones, lo que no sabía la hermosa mujer de 27 años era el cambio de 180° grados que había sufrido el muchacho en estos últimos años y que ella no había visto debido a su larga ausencia, esa situación la había hecho confiarse.
-Dame unos minutos, termino de postear con tu tío y podremos hablar…
Una vez que Paulina  se despidió de su marido y se aprontaba a desconectar el face, escucho la vos de Edgar,
-No lo cierre tía… La mujer se lo quedo mirando extrañada, -Quiero mostrarle algo, continuo el muchacho. Paulina pensó que tal vez su sobrino quería mostrarle algún video cómico, o alguna publicación de importancia, pero más curiosa se puso al ver como el chamaco tomaba el mouse y se ponía a buscar en su lista de amigos, hasta que por fin lo escucho hablar nuevamente, -Explíqueme esto…
Paulina en un momento no entendía nada, solo leía con sus ojos a la vez que tomaba el mouse y hacia correr la conversación que supuestamente ella había tenido con un hombre extraño a su matrimonio, y que no sabía por qué lo tenía en su lista de amigos, la hembra no entendía nada, eran diversas conversaciones y en distintas fechas en donde ella había conversado como si fuese una puta con aquel indeseable, y para rematarla le había enviado fotografías de todo tipo a ese supuesto amante, Edgar había tomado la precaución de configurar y alterar las fechas del equipo, para que estas parecieran que esa adultera relación ya venía desde hace unos buenos meses.
Tragando saliva y tomándose la cabeza con sus dos manitas pudo decir al fin,
-Pero que significa esto Dios mío…!!
-No se pues tía… Encontré esto en su Face, y quería enseñárselo…
-Pero yo no conozco a ese hombre… no sé quién es…, la mujer no podía quitar su mirada de la pantalla y releer lo ahí escrito,
-Ya tía… no se haga la mensa conmigo está claro que desde hace un tiempo le pone los cuernos a mi tío… Tiene que ser más cuidadosa con su face para la próxima y cerrarlo… se imagina esto lo encuentra mi tío…?, el caliente chamaco estudiaba todas las reacciones de la hembra y ya la veía muy alterada,
-Gracias Edgar… gracias por avisarme… pero… pero de verdad que yo no he hecho nada malo… no sé de qué se trata todo esto…
-Jajajja como que no ha hecho nada malo, si ahí dice clarito que estaba deseosa de su verga, jajajaja…
Paulina dándose cuenta de la insolente forma en que su sobrino le estaba hablando, lo quiso frenar en el acto,
-No me hables así… recuerda que yo soy tu tía… además que la mujer que escribió eso no soy yo… es más bloqueare al instante a ese hombre…
-Bloquéelo… pero yo ya respalde todas las zorrerías en que Usted anda metida con quien sabe quién… además que yo mismo le diré a mi tío la forma en que puede desbloquear a su “amigo”, para que el mismo se dé cuenta de la puta que tiene por esposa, jejeje…
-Que no me hables así mocoso insolente!!!, Paulina no estaba dispuesta a dejar que su sobrino se sobrepasara con ella con su vocabulario, si hasta lo del Face como que pasaba a segundo plano al escuchar las groserías en que se estaba refiriendo ese mocoso, -Quien te hadado derecho para ha…
El niñato ataco al instante para no dejar pasar esa oportunidad,
-Y cómo quieres que te trate tía… si yo mismo vi y leí como le enviabas fotografías en traje de baño a tu amante, y se leía claramente que lo invitas a culear contigo cuando mi tío no está en casa… por eso hoy te la pensaste para que yo me quedara no es cierto…!? De seguro hoy tenías planeado acostarte con el…, jejejeje… pues bien me voy… pero desde casa llamare a mi tío y le contare todo, jajajaja!!!!
Paulina quien con todas las peladeces que le decía su sobrino ya estaba en estado de shock, lo vio dirigirse a la puerta de salida, automáticamente se interpuso entre él y la puerta en donde quiso explicarle que ella le decía le verdad, que lo que ahí estaba escrito no lo había hecho ella…
-Edgar!!… espera un momento… que le vas a decir a mi marido!!?
-Le diré la verdad… que cuando él se va a trabajar tú te pones a culear con el primero que va pasando, o eso fue al menos lo que entendí yo en tus conversaciones, y sé que él también lo captara al instante…
Paulina viendo las catastróficas consecuencias que todo aquel embrollo le traería a su matrimonio, dejo de lado sus primeras impresiones, además que pensaba que su sobrino con justa razón pensaba así de ella debido a lo que ya había leído también en su face, pero ella estaba dispuesta a aclarar la situación, después arreglaría cuentas con él por lo de su soez vocabulario,
-Mi niño… te lo juro… de verdad que esa no soy yo…
-Naaaaa de mi niñoooo!!! Ya no me digas así… ya no te creo nadaaa… solo eres una putaaa…! una autentica fulana sedienta de vergaaa!!! Jajajja!!!!
-Edgar no me trates así… yo no soy así como tú lo dices…, Paulina cambiaba de humor debido a la situación, ahora estaba enojada, para luego casi suplicarle al mocoso que la entendiera de una buena vez,
-Pus se nota lo contrario… pero ese no es mi problema… es problema del cornudo de mi tío… déjame pasar que ya me quiero ir…
-Edgar por favor no se lo digas…
-Ves! Ves cómo eres de puta… ahora me pides que no se lo cuente…, jajajaj…
-Te he dicho la verdad…!!!, le grito la hembra casi en su cara, -Es solo que nos ocasionarías un grave problema… como no entiendes!!??
-Pus no puedo entender lo inentendible, jejejeje…
-Dime necesitas dinero! Es eso acaso? Yo te puedo dar dinero pero no le muestres a José eso que dices tener…
-Ahhhh veo que podemos llegar a un acuerdo, le dijo el caliente muchacho quien ya estaba preso por la lujuria que se veía venir…
-Solo dime la cantidad… y este… este mismo lunes te hare un deposito…
-La verdad tía… Mmmm si quiero algo de ti… pero no es precisamente dinero, o al menos no por ahora…
-Solo dímelo Edgar… que es lo que quieres!?
El obeso y espinilludo chamaco se la quedó mirando de pies a cabeza, veía como esas tetas de concurso subían y bajaban producto del nerviosismo de su dueña, por lo que estimo que ese era el momento propicio para su desvergonzada propuesta,
-Escucha tía… de verdad que desde hace tiempo que te encuentro muy bonita…
-Ehhhh… Gracias… pero no entiendo que tiene que ver eso con lo que estamos hablando…
-De eso se trata madrinita que estas bien buena…
Edgar veía la expresión de su atractiva tía, de como ella lo miraba como no creyendo lo que el chico le estaba diciendo, así que finalmente y ya no habiendo más que hacer, se la soltó,
-Te prometo guardar el secreto… pero como ya te lo imaginaras… yo también quiero acostarme contigo… me conformo con hacértelo en las oportunidades en que mi tío debe viajar,
Paulina aun no creía estar escuchando aquellas infames palabras, y aun incrédula le pregunto,
-Que fue lo último que dijiste…!?
-Eso que escuchaste pues tía, yo también quiero cogerte… así de simple… tu culias conmigo y yo guardo en secreto todas tus puteadas, es justo no?
La hembra quien en su momento estaba muy preocupada por aquella extraña situación, en la cual su expresión de inquietud y pesadumbre se fue transformando poco a poco en la de una fiera en llamas, llena de cólera y enfurecida hasta mas no poder se paró en frente del obeso muchacho para violentamente asestarle una fuerte cachetada en el mofletudo rostro de su sobrino:
-Plaffff…!!! -Cómo te atreves a solicitarme semejante estupidez… chavo de mierdaaa!! Con quien crees que estas tratando pendejo desgraciado… si no te has dado cuenta soy tu tía, la hermana de tu madre y me debes respetooo!!!
El chamaco a quien la cachetada le daba lo  mismo ya que su agraciada tía no tenía las fuerzas necesarias como para amedrentarlo, más le causo gracia la actitud de la enajenada hembra, eran cuantiosas las ocasiones en que se había trabado a trompazos con sus enemigos del colegio, y a veces con más de uno, este sin inmutarse si quiera, le contesto,
-Entiendo… entonces me retiro… y vaya pensando en que le dirá a mi tío… llegando a casa le contare todo…
-Pues diceloooo… es más mira lo que hago, Paulina rápidamente se fue a su ordenador y cancelo su cuenta de Face, -Y ahora que le dirás chulito… no te crees tan vivo… si no hay cuenta… que le mostraras!?
-Jajajajaja!!!, A parte de puta… usted es tonta tía…, le dijo el caliente sobrino a su tía con un rictus de burla en su acnosa cara, -Le dije que yo tengo respaldos de todo lo que se decía usted con su amante… además que cree usted que pensara mi tío al saber que extrañamente y sin motivos usted cerro su cuenta después de yo darle a conocer la información que poseo?, o sea… si su situación ya era más que comprometedora ahora con lo que usted solita acaba de hacer esta peor, pero bueno Usted sabe lo que hace, me iré a casa caminando, piense en mi propuesta, o si no aténgase a las consecuencias, tengo todos los correos electrónicos de su trabajo y este mismo lunes todos sabrán lo zorra que es Usted cuando su marido no está en casa… Adiós…
Paulina viéndose ya sola en casa, solo se dejó caer en el sofá en donde había estado ubicado su sobrino regalón, sentada con las piernas juntas, con su espalda inclinada hacia adelante, y con una de sus manitas en la barbilla meditaba con todos sus sentidos alterados en lo extraño de toda esa situación, fugazmente pensó que tal vez había sido el mismo chamaco quien había intervenido su ordenador con semejantes atrocidades, pero no estaba segura que Edgar tuviera los conocimientos necesarios para armarle toda esas patrañas, y mientras seguía analizando su situación estimo que el chamaco tenía razón ahora que explicación le daría a su marido del motivo real de haber cerrado su cuenta de face en forma tan abrupta, se decía que inconscientemente ella misma se estaba incriminando y ahora sería más difícil dar las explicaciones si es que al endemoniado muchacho se le ocurría irle con chismes a su esposo.
Estando en eso la asustada hembra escucho claramente el sonido de su celular, como pudo se puso de pie y fue a contestar la llamada, con sumo nerviosismo entre las burbujas azules de su Galaxy comprobó que se trataba de su marido, intentando dejar de lado su preocupación se dio a contestarle a su esposo poniendo todo de su parte para que el no notara algo raro en su voz…
-Hola?, contesto Paulina de una buena vez,
-Hola cariño… que tal has estado?
-Ehhh… estoy bien… pero porque me llamas…? si acabamos de postear por el face?
-Y que tiene de raro que te llame… o acaso esperabas la llamada de otro hombre?
Un silencio sepulcral quedo en la línea telefónica, solo la pesada respiración de la hembra se escuchaba al otro lado de la línea…
-Jajaja… te la creíste… tu sabes que yo no soy celoso…jajaja… Mira me acaba de llamar Edgar dice que necesita hablar urgentemente conmigo, y cuando ya iba a seguir con su conversación se le corto la llamada… podrías llamarlo tú y ver qué es lo que necesita?, seguro que quiere algo de dinero para salir con alguna chava, así que si puedes ayudarlo en lo que necesite por favor apóyalo, me da pena ese chamaco…
Paulina pensaba en la situación, estaba claro que Edgar estaba dispuesto a cumplir con sus amenazas, en un momento pensó en contarle toda la situación a su marido, pero temió que este no le creyera ya que las pruebas que la condenaban aunque injustamente eran contundentes, en esas nebulosas, solo se dio a contestarle,
-Está bien José, le llamare para ver qué es lo que necesita…, pero ella ya creía saber que era lo que necesitaba ese condenado chamaco, si el mismo se lo había dicho sin asco, -Así que tú no te preocupes yo me encargo de la situación…
-Está bien cariño, ese chamaco está necesitado de afecto, y como tú eres su madrina eres la más indicada para sacarlo adelante…, Paulina pensaba con rabia como su marido hablaba como si aquel pendejo de mierda fuese una víctima, a la misma vez que se decía que ella también hasta hace poco rato pensaba lo mismo, pero fue su marido quien nuevamente la sacaba de estas extrañas cavilaciones, -Por cierto amor… después de colgarle a Edgar intente ubicarte por face, pero al hacerlo no me apareces en mi lista de agregados…
-Ehhh que extraño… no sé a qué te refieres (primera mentira), me conectare y veré cual pudo ser el problema…
-Ok mi vida… ve una buena película… recuerda que yo llego el lunes en la tarde…
-José…, Paulina a pesar de ella no haber hecho nada ya se sentía culpable con toda aquella situación…
-Qué pasa?, le contesto el marido a su mujer,
-Te amo cariño…
-Lo se… yo también te amo… Bueno estoy cansadísimo, así que te dejo… mañana a la noche te hablo por celu, o nos conectamos… revisa tu face…
-Así será amor… adiós…
Paulina una vez que toco el botón del celular para cerrar la llamada, su primera medida para normalizar su situación fue ir a intentar restablecer su cuenta de face, pero fue inútil, le aparecía un mensaje que le indicaba que no había posibilidad de restablecer la cuenta pasado 24 horas, así que ya no le quedó más remedio que aceptar la situación y ponerse a pensar como lo haría para hacer entender al muchacho que ella no se podía acostar con el bajo ninguna circunstancia.
(En una plaza algo retirada)
Mientras el nervioso muchacho cortaba maliciosamente la comunicación para ver cuál sería la reacción de su tía al momento en que su tío José la llamara para decirle que él le había llamado, solo se dio a sentarse a esperar en un banco de la plaza y a fumar, tenía unas leves esperanzas de que la buenota de su tía se desesperara y accediera a lo que él le había solicitado, ya estaba seguro que la hembra no sería capaz de abrir la boca diciendo que todo era una farsa, ya que aun así la más perjudicada seria ella misma.
Ya había pasado más de media hora desde que Edgar le había colgado la comunicación a su tío, las amarillentas luces de los focos de la plaza en la cual se encontraba ya lo iluminaban todo, y cuando el chamaco ya empezaba a pensar que quizás el plan de su amigo no había funcionado el zumbido de su móvil en el bolsillo de sus pantalones le avisaba lo contrario, al sacarlo y ver de quien se trataba, nuevamente su corazón empezó a latir a mil por hora, era su tía Paulina.
-Hola…? Veo que mi tío ya te hiso la llamada que yo pensé que te iba a realizar…
-Así es Edgar… y dime de una buena vez por todas… que es lo que pretendes con todo esto?
-Pus ya te lo dije tiita… tú estás muy rebuenota y quiero hacértelo, el muchacho ni él se la creía de la vulgar forma en que gradualmente ya se comenzaba a dirigir a aquella hembra de sus sueños, pero ya no había vuelta atrás…
-Edgar intenta moderar tu vocabulario por Dios!… además que eso que tú quieres hacerme es imposible… como no lo entiendes…, el muchachón recordando los consejos que le daban los unos viejos calientes con los que el conversaba los días domingos cuando iba a la cancha, determino que esta era unas de esas yeguas orgullosas y altaneras que necesitaban doma, según recordaba cómo le habían dicho, y siguiendo sus consejos se dio a contestarle,
-Escúchame zorra… tu sabes muy bien el tipo de material que poseo, y ya te habrás dado cuenta que soy capaz de hacérselo saber a toda la familia y en tu trabajo, con una simple llamadita a tu esposo y te cago la vida… así que si me estas llamando para continuar con tus zorrerías de poca monta no te hare caso, lo más bien que te acuestas y te refriegas la concha con otros tipos y no veo la razón por que no puedes hacerlo conmigo, así que decide… o me dices ahorita mismo que vaya para tu casa para que lo hagamos o simplemente cuelga y yo sabré cual habrá sido tu decisión…
Paulina quien no se atrevía a cortar la llamada sentía como las piernas le temblaban al imaginarse a ella en las catastróficas situaciones que le anticipaba su sobrino, pero aún no estaba dispuesta a darle en el gusto al muchacho,
-Edgar… debe haber otro tipo de solución… pídeme lo que quieras pero no me pidas que nos acostemos, es imposible soy tu tía por Dios!!!
-Eres mi tía, jajajja pero no estas muerta y con ese físico que te cargas es normal que un chico como yo quiera probar tus agujeros, jajajjaj…
-No me hagas esto Edgar… yo siempre te he querido mucho… Sniffsss!!!, La hembra viendo que su sobrino no cejaba en sus acaloradas y desquiciantes demandas sexuales simplemente se largó a llorar por el teléfono…
-Bien… me doy cuenta con tus lloriqueos que estas empeñada en salirte con la tuya… así que ya no hay nada más que hablar… adiós tía…
-Edgar!!! Esperaaa… no cuelgues… te lo repito… si de verdad alguna vez me quisiste algo piensa bien en lo que harás… te ofrezco lo que quieras… pero menos eso…
El muchacho por alguna razón sentía lastima de su tía, pero también sabía que ya casi la tenía lista, así que pensando a mil por hora en todas sus posibilidades le dio su dictamen,
-Me dices que harás lo que yo quiera?
-Siii… pero menos eso de acostarnos…
-Bien te daré una oportunidad…, el muchacho tomo aire y se dio a exponerle a su tía su extravagante solicitud, -Pues quiero que apenas me cuelgues el teléfono te vayas a tu dormitorio y escojas el mejor vestido que tengas en tu armario, te ducharas y te arreglaras como si fueras a ir a una cita con algún hombre que te caliente, como si tu misión fuese seducirlo a bajo cualquier costo, luego de eso saldrás a una dirección que yo te voy a dar,
Paulina quien no entendía nada, limpiándose las lágrimas de los ojos se dio a anotar las indicaciones que le daba su sobrino, aun así quiso preguntar,
-Pero para que quieres que yo haga eso y que vaya a esta dirección…
-Simplemente saldremos de juerga los dos solos, y tú actuaras como si fueses mi novia de toda la vida… si no me convences al final de la noche te arruino la existencia, si me dejas conforme me olvido del asunto y tu vida continuara normal como hasta ahora,
-Pero… pero… como voy a hacer cuenta que soy tu novia… si te conozco desde chamaco… no podre lograrlo…
-Tienes una hora para arreglártelas y superar tus traumas, jajajaja… si no llegas tú ya sabes. Con eso ultimo el desequilibrado muchacho simplemente corto la llamada y se fue a esperar sentado en la misma plaza en donde se realizaría el encuentro.
Paulina en total estado de conmoción una vez más pensó en el costo injusto que tendría que pagar por el silencio del muchacho, pero se conformaba el saber que si hacia bien las cosas al menos no se vería en la necesidad de tener que acostarse con él, solucionaría el rollo con el muchacho y después investigaría de como llego a su ordenador esa conversación que supuestamente ella tuvo con otro hombre.
Una vez que se bañó, se puso un hermoso vestido negro también con tirantes, medias color carne haciéndole ver sus torneadas piernotas aún más apetecibles de lo que ya eran, el vestido no era tan corto este le llegaba justo hasta la mitad de sus lustrosos muslos, pero si era lo suficientemente ajustado para hacer de su figura una femenina y despampanante imagen de hembra en todas sus letras.
Después de haber cepillado su cabello y estando al frente del espejo maquillando su cara se sintió como una verdadera idiota al estar tan esmerada en verse apetecible para la caliente mirada de un degenerado jovenzuelo de 18 años que aún estaba lleno de espinillas, y que para rematarla era su propio sobrino y ahijado.
El chamaco ya no daba más de la ansiedad, se paseaba de un lado a otro, ya eran cerca de las 10 de la noche, los minutos pasaban lentos y eternos en su angustiante espera, pero cuando se percataba que ya habían pasado 45 minutos y en el momento que levanto su mirada vio claramente que en la misma esquina de la plaza se acercaba una tremenda mujer con vestido negro a medio muslo, no lo podía creer, esa imponente hembra que irradiaba femineidad por todos sus poros que se acercaba a paso lento pero decidido y que llamaba la atención de casi todos los machos que a esas horas deambulaban por la plaza, era su misma tía Paulina… su Paulina!!!, se gritó para sus adentros.
Edgar viendo que la mujer de sus fantasías ya estaba solo a unos metros de él, tomo aire para no demostrarle nerviosismo ni pendejadas parecidas, le demostraría que él era todo un macho, tal como le enseñaban sus cincuentones amigotes futboleros, y que el también se la podía perfectamente con una hembra de su calibre y categoría.
Una vez que Paulina estuvo frente a frente con el obeso jovenzuelo, enojada con ella misma y mirando hacia cualquier parte, le dijo cruzada de brazos y con voz irónica,
-Bien aquí estoy… y ahora que desea el señor…
Edgar quien estaba apoyado en el respaldo de uno de los bancos que adornaban la plazoleta, y ya no aguantando más la necesidad de tocar con sus propias manos aquellas duras carnes que enfundaban aquella mística tela negra las poso tomando firmemente a su tía y atracarla contra su cuerpo…
-Esto es lo que he deseado desde hace mucho tiempo zorrita… jajaja… le dijo mientras con sus ojos cerrados tocaba y palpaba esas suaves y duras carnes por vez primera…
-Suéltame imbécil… acaso no te das cuenta que alguien nos puede ver!?, Paulina en forma desesperada miraba en todas direcciones intentando separarse del muchacho, y roja como un tomate, nunca espero que su caliente sobrino la tomara de aquella forma…
-No te preocupes tía… esta plaza está lejos de donde vivimos ambos, nadie nos conoce por aquí… así que tranquila… y recuerda que por esta noche somos novios… o en otras palabras eres mi zorra, jejeje… que hay con mi beso de bienvenida, jejejej…
-Edgar…por favor entiende… eso que tú quieres ahora tampoco puedo cumplírtelo… la hembra sentía como su sobrino la tenía agarrada firmemente desde su cintura, a la vez que lo miraba fijamente a sus ojos, ambos estaban muy juntos, para los ojos de cualquiera que los viera pensarían que ellos eran una pareja de novios disfrutando del frescor de la noche en aquella plaza…
-Paulina ya déjate de pendejadas… tu sabias muy bien a lo que venias, así que ahora me darás un apasionado beso en la boca o simplemente te subiré el vestido y te agarrare el culo delante de todos estos viejos que nos están mirando, jajaja!!!
-No… no lo hare!, además que no creo que seas capaz de…
La hembra sintió como en forma automática las regordetas manos de su sobrino bajaron para tomar su vestido y comenzar a subirlo, lo que la llevo muy en contra de su voluntad a cerrar sus ojos y estamparle un tímido beso en los labios, claro que sin abrirle su boquita, el beso duro solo unos 5 segundos, lo que para el feliz chamaco fue suficiente como para soltar el vestido y afianzarla contra su pecho en forma apasionada.
Una vez que Paulina se separó de la boca de su sobrino solo se dio a decirle,
-Ya está… ya te di lo que me pedias… ahora me podrías dejar tomar un poco de aire… la mujer sentía como el chamaco recorría con desesperación sus espaldas, sus manos regordetas parecían los tentáculos de un pulpo, para luego volvérselas a sentir que estas bajaban peligrosamente hacia sus caderas, pero cuando ya temía lo peor notaba como el muchacho volvía a subir por su espina dorsal recorriéndola toda.
Edgar por su parte sentía como el fresco aliento de su tía-madrina le impregnaba sus fosas nasales, no quería separarse ni un centímetro de ella, sus tetas se aplastaban contra su pecho, el chamaco estaba en la gloria, pero sabía que las cosas pintaban para bien así que después de agasajarla entre sus brazos todo lo que quiso por fin aflojo y se separó de ella,
-Uffff ese besito estuvo algo flojito, pero me gusto, le decía Edgar a Paulina pasándose su resbalosa lengua por los labios intentando retirar de ellos restos del brillo labial que había dejado su tía en estos.
-Qué bueno que te gusto… y espero que lo hayas disfrutado porque ese beso será el primero y el ultimo, me oyes!?, le dijo con semblante serio a la vez que de su bolso de mano sacaba un cigarrillo y lo encendía, la hembra intentaba parecer seria y que era ella quien dominaba la situación, pero en el fondo estaba muy nerviosa por todo lo que le estaba sucediendo en aquel extraño día.
-Te equivocas zorrita… esto es solo el comienzo, ya verás que dentro de un rato si nos estaremos besuqueando como Dios manda, este primer beso fue solo un preámbulo a lo que será esta noche, jejejjeje…
-Edgar…!, Paulina nuevamente se estaba comenzando a exasperar con las insolencias de su aprovechado sobrino, -Esto que estamos haciendo está mal… muy mal…, y yo ya no te daré pie para que tú te salgas con la tuya…
-Escúchame tía Paulina…, le corto el chamaco no dándole opción para que ella se empoderara de la situación, -Tú tienes un trato conmigo… debes olvidarte que yo soy tu sobrino y actuar como si fueras mi puta… ahora si no quieres que nos besemos en público perfectamente nos podemos ir a tu casa y acostarnos, jejejeje allí nadie nos vera y tu estarás más tranquila y así tu reputación estará a salvo,
La tía Paulina engalanada como estaba solo se dio a fumar su cigarrillo en silencio, pensaba que el chamaco se estaba poniendo de lo más odioso, ya no encontraba las palabras necesarias para hablarle, ya que por cada intento que hacía este le salía con una salida blasfemia aun peor,
-Está bien!, le dijo finalmente, -Hare todas las pendejadas que se te ocurran, pero solo será por esta noche, pero ni se te ocurra llegar más lejos de los besos y corridas de mano… si yo cumplo con mi parte de aquí a lo que termine la noche… me dejaras en paz?
-Por supuesto que sí “Paulina”…, el chamaco recargo su voz al pronunciar el nombre de su tía para luego continuar, -Escúchame bien… te lo repetiré nuevamente, desde este minuto te comportaras conmigo como toda una zorra, te olvidaras que soy tu sobrino consentido y me harás todas las puteadas que a mí se me ocurran, si lo haces bien… te doy mi palabra que toda esta pesadilla para mañana ya será pasado, jejejej tenemos acuerdo?
La hembra aun desconfiando lo quedo mirando de pies a cabeza, ahí estaba su sobrino regalón, con la misma polera que lo había visto desde su llegada ya casi hace 6 meses atrás, con los mismos desgastados pantalones y con unas viejas zapatillas.
-Me das tu palabra?, le dijo la joven familiar al caliente sobrino a la vez que le daba una última aspirada al cigarrillo que se estaba fumando…
-Ya la tienes, le contesto Edgar quien ya a esas alturas su mirada era de calentura absoluta…
-Y bien que se supone que haremos ahora?, le consulto Paulina a Edgar mirándolo a la cara, ella estaba puesta aun lado del chamaco también apoyada en el respaldo del banco, esta era la primera vez que se fijaba en las repulsivas y amarillentas espinillas que el muchacho tenía en su cara por doquier.
-Iremos a un pub… nos tomaremos unos buenos tragos y bailaremos, recuerda actuar en todo momento como si fueses mi mujer, y para estar seguro de ello quiero que ahorita mismo y aprovechando que ya tienes muchos admiradores nos besemos en forma apasionada por algunos minutos, cuando me sienta satisfecho nos largaremos, jejeje…
El muchacho se había percatado que ya eran varios los señores que merodeaban alrededor de ellos ya sean de la mano de sus esposas o haciéndose los que iban pasando por ahí, la verdad era que aquel monumento de mujer que estaba acompañada de un muchacho gordo los tenían en el verdadero limbo de una exquisita calentura, aquella atractiva mujer que vestía un ajustado vestido negro y de zapatillas con taco tenía un cuerpazo inigualable que rayaba en la perfección según estimaban con sus calientes miradas cuando pasaban cerca de ellos.
Paulina quien ya vislumbraba que no tenía otra alternativa, en forma muy desganada se puso al frente del chamaco posando sus dos manitas en los hombros del que sería su seudo macho por esa noche, para luego de cerrar sus ojos e imaginando cualquier cosa reclino su cabeza uniendo al fin sus sensuales labios con los gruesos labios de su mórbido sobrino.
El beso entre tía y sobrino en un principio fue desganado, Edgar quien se sentía en el séptimo cielo al estar en aquella plaza y en tales condiciones con la hermana menor de su madre y que estaba para comérsela, a los pocos segundos empezó a abrir su boca intentando meter su lengua en la fresca boca de ella, por su parte Paulina sentía como su sobrino en forma desesperada intentaba invadir su cavidad oral con aquella caliente lengua que ya se paseaba por sus labios, ella se negaba a abrirle su boca, pero cuando sintió como el atrevido jovenzuelo posaba sus dos manazas una en cada nalga, intento ponerse a reclamar ocasión que el intrépido chamaco aprovecho para inundarle la boca con sus propias salivas y pasear su lengua desde el paladar hasta las mismas amígdalas de la chica.
Paulina viendo que esa batalla ya la había perdido y que el joven al tomar por asalto su boca este subió sus manos hacia sus caderas, la pobre simplemente dio un suspiro de angustiante aceptación y dejo que aquel caliente y degenerado mocoso se saliera con las suya.
Estuvieron besándose deliciosamente (al menos para Edgar) por espacio de unos 10 minutos, en los cuales el chico de vez en cuando dejaba la boca de Paulina para dedicarse en forma apasionada a recorrer con sus labios el perfumado y desprotegido cuello de quien era su mujer en aquellos momentos.
La aun asqueada hembra solo se dejaba hacer, y cuando notaba que el entusiasmado muchacho peligrosamente se acercaba con su bocota hacia sus tetas era ella misma quien en protección de estas buscaba con sus complacientes labios la boca del chamaco en donde nuevamente se fundían en otro apasionado besuqueo en el cual la mujer notaba claramente el intercambio de salivas que su sobrino le imponía con sus frenéticos y ardientes besos.
A Edgar le costó trabajo separarse de la boca de su tía, pero sabía que aún quedaba mucha noche por delante así que una vez ya separado de ella pero siempre teniéndola bien agarrada de su esbelta cintura, le dio conocimiento de lo que se venía a continuación,
-Bien… antes que nada besas exquisito Paulina, jejeje… ahora nos largaremos a un local que queda por aquí cerquita, allí seguiremos con nuestra fiesta… vamos?
La tía quien aún sentía el repugnante sabor de la boca de su sobrino no lo quedo más remedio que acompañarlo adonde él quisiese llevársela, abrazados tal cual como si de una pareja de enamorados se tratara juntos caminaron hacia el local en donde seguiría la juerga.
Paulina solo caminaba dejándose llevar, su mente lidiaba con un sinfín de emociones encontradas, se preguntaba adónde iba a parar todo aquello, de lo que si estaba muy clara era que una vez que pasara la noche por fin se libraría de las idioteces que la estaban obligando a realizar, como también había sentido las tremendas ganas de agarrarlo de las mechas y darle una buena zurra por mal enseñado, pero ya a estas alturas que iba a hacer si ya hasta se habían besado en la boca y con harta lengua.
Luego de caminar unas cuantas cuadras la suculenta hembra comenzó a notar el notorio cambio de ambiente, los locales que estaban abiertos y que habían en aquellas sórdidas calles por donde la llevaba su sobrino solo eran ordinarios antros de mala muerte, en donde la música imperante solo era de cumbias y pachanga, como así mismo Paulina también se daba cuenta que los locales que a esas horas ya estaba cerrados solo eran de repuestos automotrices, de bicicletas y diversos talleres ya sean mecánicos y de toda índole.
-Edgar… tú conoces este sector…!? Yo nunca había andado por estos lugares, le decía con sus ojos bien abiertos y mirando la gran cantidad de puestos de fritanga que habían en las veredas, como a si mismo veía que en cada esquina por la que pasaban en estas habían numerosos grupos de jóvenes con aspecto de ser maleantes y que más encima se drogaban a diestra y siniestra, como si por aquellos lugares no existiera la policía, por cada paso que daba la asustada mujer se afianzaba más al grueso cuerpo de su sobrino, como si realmente necesitara de su protección,
-Cállate zorra tu solo camina yo sé lo que hago, Edgar aprovechaba de dirigirse de la forma más ordinaria y vulgar posible a la persona de su tía, ya que la veía asustada y sabía que esta era una oportunidad única, y si todo no le salía como él lo estaba planeando quizás nunca más se le iba a dar una oportunidad más o menos parecida.
Hasta que por fin llegaron al local escogido por Edgar, este era tan ordinario como los otros que habían visto en su recorrido según lo que los ojos de Paulina corroboraban, y muy popular por cierto, el ambiente era festivo y en aquellos momentos tocaban una tanda de música reggetonera, el piso era de baldosas antiguas y la gran mayoría estaban quebradas, las mesas eran cuadradas y con las típicas silla plásticas de color rojo que tenía el logo de Coca-Cola en sus respaldos, una vez que llegaron a una mesa desocupada y cuando por fin ya estuvieron sentados el salido chamaco se ubicó a un lado de ella poniendo una de sus grasientas manos en uno de los relucientes muslos de quien era su mujer por aquella noche, su tía quien se quedó mirando la mano de su sobrino puesta en una de sus piernas y entendiendo de que aquello era parte de la tarifa, simplemente y con un rictus de molestia en su cara poso una de sus manitas sobre la de él.
Estuvieron sentados por algunos minutos mirando el ambiente, la ensimismada hembra veía que la pista de baile estaba repleta de parejas que se meneaban al ritmo de Américo, y que tras la barra del antro un negrito con cara de simpático preparaba tragos moviendo la coctelera como si también estuviera bailando, mientras sentía como el chamaco con uno de sus brazos la mantenía bien abrazada y con su otra mano no se cansaba de masajearle las suavidades de sus piernas enfundadas en medias,  a la espera de ser atendidos por uno de los mozos.
Ya varios hombres que andaban solos en aquel tugurio en busca de acción con alguna chiquilla suelta de cascos, estos ya habían puesto atención en la atrayente y llamativa mujer que había entrado al lugar acompañada de un gordito.
Hasta que por fin un mozo se acercó a atenderlos, el desprevenido hombre quien llego algo molesto por la gran cantidad de pedidos que tenía, ya que el local estaba abarrotado de clientes, este se quedó boquiabierto viendo a aquel ángel que tenía ante sus ojos, el hombre que era flaco y de pómulos salientes con una camisa blanca y corbatín negro cambio su semblante de enojo y molestia en el acto y los atendió como si fuese el mismo rey de la simpatía, pero por dentro dictaminaba que esa tremenda hembra que estaba ante sus ojos era mucha mujer para el pendejo barrigón que la acompañaba.
-Que vas a tomar Paulina, le consulto Edgar a su tía en su perfumada oreja…
La pareja debía hablarse y casi gritarse en el oído uno del otro, la música ya era muy fuerte,
-Solo tomare un agua mineral… yo bebo solo para divertirme y te digo que en estos momentos no lo estoy haciendo, si he venido a este antro es solo por seguirte el juego en tus estupideces,
-Jejejej no te preocupes tiita yo hare que te diviertas…, le volvió a decir el muchacho junto al oído,
-Lo dudo!!!, le volvió a contestar Paulina de la misma forma al muchacho.
El mozo quien ahora esperaba pacientemente juraba de guata que aquella extraña pareja se estaban poniendo de acuerdo en que tragos pedirían para beber, sin disimulo alguno miraba aquellas fabulosas piernotas de ensueño que se cargaba la fantástica mujer
-Tráigase un Chivas Regal de 12 años y una hielera…, le soltó el muchacho que acompañaba a semejante beldad…
Mientras la tía y el sobrino esperaban que le trajeran el pedido, el caliente muchachote a sabiendas que eran varias las miradas masculinas que le estaban tasando el curvilíneo pedazo de carne que él tenía por compañera, se daba a besuquearla en el cuello y en la boca para que todos lo vieran, y los que efectivamente estaban al pendiente de ellos se extrañaban de ver como la mujer se dejaba hacer todo lo que quisiese aquel regordete muchacho.
Una vez que el mozo trajo la botella solicitada por Edgar este puso la cuenta en la mesa en el lado de Edgar, el chamaco separándose de su “novia” tomo la boleta y viendo el total a pagar, simplemente le dijo a su mujer…
-Acá está la cuenta hay que pagarla…
Paulina lo quedo mirando extrañada cayendo en cuenta que más encima seria ella quien tendría que pagar las locuras de su descocado sobrino…
-O sea… me traes a este tipo de lugares y más encima andas sin dinero…
-Pues si no lo recuerdas puta… yo no trabajo… y aun voy a la escuela… además que tú tienes dinero de sobra… y por ultimo pagaras esta botella porque yo te lo estoy ordenando!! Te queda claro zorra!!??
Paulina quien ya no daba más de cólera, de malas ganas tomo su bolso y saco dinero para cancelar el consumo, el joven casi se lo arrebato de sus manitas para luego dárselo al mesero y con aires señoriales le dijo,
-Quédese con el cambio…
La primera media hora de la pareja en aquel vicioso y vulgar antro, se la paso sentados en su mesa, Edgar casi forzó a su tía a que bebiera wiski junto con él, Paulina sentía bajar por su garganta el ardiente brebaje, además de sentir los continuos manoseos del caliente muchacho en cualquier parte de su cuerpo…
-Esta cosa es asquerosa Edgar… por lo menos me hubieses pedido un trago más suave, decía Paulina pasando una de sus manitas por su garganta,
-Ya te acostumbraras zorrita, jajaja… que tal si vamos a bailar!?
La notable tía del muchacho a sabiendas que estando en aquel lugar por lo menos sus partes íntimas no correrían peligro alguno acepto a regañadientes la invitación de su sobrino, se pusieron de pie y juntos se encaminaron a la pista de baile que en esos momentos la alegre música le daba con todo a una tanda de merengues de Juan L. Guerra.
En un principio la hermosa y curvilínea Paulina bailaba como una autómata, pero poco a poco se dio cuenta que el muchacho a pesar de su aspecto sebosamente sedentario era muy ágil para llevar ese tipo de baile, la daba vuelta como él quería y cuando ella creía que en cualquier momento salía volando para ir a azotarse a cualquier lado ahí estaba el brazo de su sobrino para recibirla y devolverla a la pista de baile, recordó del largo tiempo que no bailaba este tipo de música, ya que su marido si bien le hacía empeño no era un gran bailarín y se aburría rápidamente.
Una vez que la tanda termino tía y sobrino quedaron frente a frente, ella con sus brazos entrelazados en el cuello del gordo Edgar, y el con sus grasientas manos en la cintura de ella, ambos agitados por los frenéticos zangoloteos que se habían mandado en los casi 30 minutos de bailoteo, muertos de la risa y descubriendo que ambos si tenían algo en común se encaminaron hacia la mesa, el muchacho se sorprendió al ver que era su misma tía quien llenaba ambos vasos con hielo para luego hacer lo mismo pero ahora con wiski, y cuando ya comenzaba ahora otra nueva tanda de salsa, fue Paulina quien de un puro trago vació su vaso y agarro de la mano al chamaco para llevárselo a la pista de baile, Edgar noto al instante que por ahí tal vez estaba la clave para poder encamarse esa misma noche con su tía.
Comenzaron a bailar aquella sensual danza, Edgar ya se había percatado de la excelente bailarina que era su tía, pero aparte de estar pasándosela muy bien bailando salsa con Paulina, lo que él quería verdaderamente era llevársela a bailar otro tipo de danza, pero esta debía ser encuerados y acostados en una cama.
Mientras se sucedía la tanda de salsas, Paulina quien se lo estaba pasando realmente bien con su sobrino noto como de vez en cuando su esbelto cuerpo se rozaba involuntariamente con la mórbida figura de Edgar y cada vez que eso sucedía un extraño escalofrío recorría su espalda. No sabía si era por lo bien que bailaba el muchacho o porque el alcohol le estaba causando estragos en su mente, pero en aquellos momentos le apetecía muchísimo arrimarse y bailar más apretada junto al grotesco cuerpo de Edgar.
Después de estar bailando un poco más acaramelados durante unos diez o quince minutos decidieron regresar a la mesa, ya que estaban algo cansados, la hora avanzaba y las luces dentro del local las habían bajado, situación que el acalorado chamaco aprovecho para nuevamente darse a probar aquellos sabrosos labios que tenía su tía.
Paulina no entendía el porqué, pero mientras sentía como su sobrino la besaba y manoseaba como un desesperado y por donde él quería, la situación era que ya no le molestaba tanto, además que sabía que en un par de horas ya todo habría terminado y estaría en su casa ya sana y salva, por lo que simplemente debido a esta sensación de seguridad, dejo que Edgar tocara todo lo que quisiese.
Entre besuqueos, fumadas de cigarrillos y manoseadas por doquier la pareja le había ido dando el bajo a la botella, o al menos eso era lo que creía Paulina, ya que el astuto chamaco cada vez que su tía miraba para algún lado este mequetrefe botaba el contenido de su vaso a un lado de la mesa, para hacer creer a la mujer que él estaba bebiendo a la par con ella.
Estando Paulina algo estimulada por la bebida y por un extraño acaloramiento en su cuerpo, nuevamente tomo al muchacho y le dijo que quería bailar con él, esta vez bailaron algo más arrimados uno al otro, los roces eran muy frecuentes y Edgar pensaba que estos roces ya no eran por pura casualidad, pero Paulina a sabiendas que si ella como la mujer adulta que era no ponía atajo a las ricas sensaciones que ya creía sentir en los brazos del aprovechador de su sobrino quizás qué tipo de barbaridad podría resultar de todo eso, se acercó a la oreja del muchacho para decirle,
-Edgar aunque no me lo creas lo pase muy bien contigo… te deje tocarme y nos besamos tal como tú lo querías… ya he cumplido con mi parte… y creo que ya es hora que volvamos a nuestras realidades, diciéndole esto último se separó del muchacho y regreso a donde estaban ubicados.
El chamaco quedo estupefacto mirando como ese perfecto cuerpo de mujer lo dejaba plantado en la pista y volvía a la mesa, el creía que ya casi la tenía lista, con una angustiante pesadumbre volvió a la mesa en donde la encontró sonriente y esperándolo…
-Qué te pasa campeón… porque esa cara?, acaso creíste que la noche no iba a tener un final?, -Jijiji… como te dije en la pista, yo ya cumplí con mi parte y espero que tu hagas lo propio. Paulina se lo decía mirándolo a los ojos y bebiéndose otro vaso de wiski que ella misma se había preparado mientras esperaba a su sobrino para medir la reacción de este, Edgar se daba cuenta de la seguridad en que le hablaba su tía Paulina, pero también sabía que esta misma ya estaba algo alcoholizada, y justo en el momento en que el chamaco le iba a contestar cualquier cosa para dilatar la estadía de su tan deseada familiar, una ronca voz interrumpió a la pareja,
-Discúlpeme señorita… Usted sería tan amable de querer bailar conmigo!?, aunque se lo estaban pidiendo por favor, la voz se notaba entre chulesca y autoritaria.
Edgar y Paulina quedaron mirando al extraño que se les había acercado a la mesa, era un negro con pinta de chulo y que a lo lejos se notaba que estaba drogado, el mal viviente había estado oteando a la pareja desde su mesa, y el cuerpazo que se gastaba aquella tremenda hembra lo tenían más que caliente,
-No gracias estoy muy cansada y con mi novio ya nos retirábamos, contesto Paulina en forma de recompensar al muchacho por lo bien que lo había pasado bailando junto a él, Paulina era de esas típicas mujeres que se vuelven locas bailando y como que pierden los sentidos.
-Jajajajaj así que este gordo con cara de tarado es tu novio!?, pues eso a mí no me importa… Vi que te comportas como toda una zorra, de seguro que eres una puta camuflada…, así que agarra tus cosas porque te vas conmigo, jajajaja… le dijo a la vez que la tomaba fuertemente por unos de sus brazos…
Paulina quien con ese brusco cambio de personalidad de aquel siniestro hombre quedo paralizada y sintió con las fuerzas desmesuradas en que este la tomo y la levanto de su asiento haciéndole daño,
-Suéltala pendejo…! Fue lo primero que atino a decirle Edgar al delincuente que pretendía llevarse a la que había sido su mujer aunque sea por un rato…
-Jajajaja… así que te la vas a dar de machito conmigo!!?? a ver muéstrame de lo que eres capaz bola de manteca, le dijo el negro sacando de entre sus ropas una afilada cuchilla, Paulina quedo aterrada y temía por la integridad de su sobrino, Edgar que tampoco era un santo cuando salía de andadas con sus amigotes, sin pensársela dos veces tomo la misma botella de Chivas que estaba en la mesa y sin más se la planto en plena cabeza al negro quebrándosela y dejándolo automáticamente fuera de combate, pero en ese mismo momento sintió una fuerte patada en su espalda que lo hicieron irse al suelo, pero como él era gordito prácticamente reboto en el piso de baldosas, y cuando su nuevo agresor ya se le venía encima lo esquivo como obra de magia y aprovechando el mismo impulso de este lo tomo desde sus ropas y lo azoto contra el canto de la mesa, esa le salió de pura suerte, pero la cosa fue que este otro negro que era aún más horripilante que el primero y compinche del mismo quedo sangrando y llorando como una Magdalena.
Paulina quien vio todo en primera fila fue a socorrer a su sobrino que aún estaba arrodillado en el suelo, pero fue Edgar quien reacciono más rápidamente que ella…
-Toma tu bolso zorra…!! Nos largamos…!!!, junto con esto al ponerse de pie la tomo de la mano y aprovechando la batahola que se formó en el tugurio prácticamente saco a rastras a su tía de aquel tugurio…
-Como estas Edgar… te duele tu espalda… vi que te pegaron una patadaaa… estas bien…?, le consulto mientras caminaban rápidamente alejándose de aquel tugurio, Paulina aparte de estar bajo los efectos del alcohol también estaba muy preocupada,
-Solo camina putaaa…! no ves que nos pueden seguir…!
Cuando ya estaban algo alejados del local en donde ocurrió la pelea, la mente de Edgar trabajaba a mil por hora, sabía que ya estaban a salvo y que nadie los siguió, pero él no quería separarse de aquel portento de mujer que caminaba a su lado media ebria y muy agarrada de su brazo.
Paulina vio que el chico de pronto se había quedado parado y con los ojos fuertemente cerrados llevando una de sus manos a su espalda en señal de dolor,
-Qué te pasa Edgar…te sientes bien!?
-Dueleee!!, se quejó el chamaco ahora apoyándose en un árbol…, y volviendo a actuar para confundir aún más a su apetitosa familiar,
-Pero si yo misma vi cómo te patearon en la espalda… puedes caminar!?, Paulina a pesar de ir algo ebria ahora estaba más preocupada que hace un rato…
-Necesito recostarme… me duele muchooo…
-Caminemos a tomar un taxi… debe haber alguna calle más o menos concurrida por aquí, no?
-No… no la hay… y menos a estas horas…
-Y entonces que hacemos?
-Yo creo que lo mejor es que busquemos un lugar donde quedarnos…, el caliente chamaco ya hasta cruzaba los dedos de sus pies para que la treta le resultara.
-Pero… pero… tú dices quedarnos juntos!?…pero adonde?
-En un hotel… donde más…?
-Hay… no creo que sea una buena idea…, le contestaba le hembra mordiéndose los labios de puro nerviosismo, lo que para Edgar resulto fascinante,
-Además que estaremos más seguros recuerda que esos drogos en cualquier momento nos pueden salir a buscar… Auchhh mi espalda… me dueleee…!
-Vale…vale… busquemos uno… pero solo será para que te recuestes Ok…
-Y para que más podría ser, si tenemos un acuerdo no?, esto último el calculador chamaco solo lo dijo para que la mujer se confiara y no le hiciera problemas al momento de entrar a cualquier pocilga de las que por allí habían. -Caminemos por aquí cerca debe haber uno… Auchhh… mi espaldaaa…
Paulina media lucida y media ebria nuevamente se puso en camino hacia donde el chamaco quisiera llevársela, sabía que estaba haciendo mal y muy mal, pero su sobrino con sus últimas palabras le había dejado en claro que el también estaba presto en cumplir con lo acordado, así que tal vez no era tan malo que ella estuviera en camino a ir a encerrarse a un hotel con el muchacho, si lo estaba haciendo era solamente porque él estaba adolorido, y más encima por defenderla a ella.
Edgar había hecho muy bien el papel de estar adolorido al extremo de no poder caminar, pero la verdad en aquellos momentos era una sola, y era que estaba más que recaliente y ansioso por llegar lo antes posible a cualquier motel que pillara por el camino, sabía que estaba solo a minutos de estar a solas con su tía y adentro de una habitación con una cama para el poder descansar, reía para sus adentros.
Tras caminar solo una cuadra de donde estaban llegaron a una ancha calle de dos vías con un bandejon central, los ojos de la hembra veían que por ambas veredas habían numerosos letreros con luces rojas o amarillas que parpadeaban con la vistosa palabra “Motel”, u “Hotel”, aparte de ver que en las veredas de ambos lados habían muchas mujeres que vestían en forma escandalosa y que por cada auto que se detenía estas se acercaban a él como abejas a un panal, Paulina se sintió aterrada era la primera vez en su vida que veía en vivo y en directo a verdaderas meretrices de todas las edades ejercer su inmemorial y sacrificada profesión.
-Edgar adonde estamos…? quienes son todas esas mujeres?, le consulto a su sobrino con un dejo de preocupación en su voz, mientras caminaban por la misma vereda de las putas,
-Jajaja… estamos en la calle de las putas por si no te habías dado cuenta,
-Y por qué me traes para acá!?
-Es la única calle en donde encontraremos donde quedarnos, pero tranquilízate, yo conozco este sector…
-Mejor busquemos un taxi…, la muy nerviosa mujer ya se estaba arrepintiendo de ir a quedarse con su sobrino, pero por más que buscaba con sus ojos algún taxi no pudo ver ninguno,
-Tranquila… si ya llegamos…, le dijo Edgar al casi adivinar lo que estaba pasando por la mente de su mujer…
Cuando por fin la hembra vio que su sobrino la introdujo dentro de uno de esos hoteles escucho la rancia voz de un viejo pelado y de lentes que solo se dirigía a Edgar,
-Solo me quedan habitaciones simples…
-Está bien tomaremos una…
-La puta que lo atenderá anda con sus papeles al día?, no quiero problemas con la policía…, consultaba el vejete mientras abría un libro de registros,
Cuando Paulina quiso hablar para poner en su lugar a ese viejo desgraciado y decirle que ella no era ninguna puta, Edgar contesto rápidamente,
-No se preocupe… anda con todos sus papeles al día y también tiene sus vacunas…
-Bien… necesitare su identificación y también la de la puta… para registrarlos, Paulina nuevamente quiso poner en su lugar al viejo, pero viendo que este ni siquiera se limitaba a mirarla, simplemente le paso su identificación muy de malas ganas.
Una vez ya dentro de la habitación y cuando Paulina una vez más tuvo que pagar por adelantado la estadía de ambos en ese otro antro pero ahora con una cama, la hembra recriminaba al muchacho,
-No tenías para que haberle corroborado que yo era una puta, según creía ese viejo!
-Ja…! solo fue una broma… Auchhh mi espalda dueleeee!!!
-Recuéstate… recuéstate un rato… se te pasara de a poco…
Paulina ya más relajada y tranquila se sentó a un lado de la cama, el muchacho estaba recostado mirándola,
-Edgar… ehhh… quería darte las gracias… lo que hiciste allá en el antro fue muy atrevido… esos tipos pudieron lastimarte…, le dijo a la vez que se servía uno de los tragos que les habían llevado a la habitación como atención por cuenta de la casa…
-No es nada… tenía que hacerlo… si se querían llevar a mi zorra…!!
-Ya no me llames así… yo cumplí con mi parte ahora tu cumple con la tuya…
-Yo te hablo como quiero puta… el trato era por toda la noche y recién son las 3.30 am, así que recuéstate un ratito… y no te preocupes… mi espalda está muy mal… en este estado no veo que sea capaz de hacerte nada…
Tras la atrevida solicitud Paulina se dio a estudiarlo, el muchacho era bastante ancho de pecho y espaldas, su panza subía y bajaba como la de un animal en reposo, y al mirarle su cara llena de espinillas le dio risa tenerlo ahí tirado todo adolorido y por culpa de ella, extrañamente se sentía protegida por el chamaco, y algo en su confundida mente le decía que en el fondo la situación de como su joven sobrino la había defendido de dos delincuentes le había gustado… y mucho, por lo que decidió que en forma de agradecimiento seguiría un ratito más con el jueguito del mocoso, así que dándole otro sorbo a su vaso, le consulto…
-Así que se querían llevar a tu zorra!!??, le pregunto poniéndole a propósito una cara de picardía… y que más harías por tu zorra!?
-Lo que me pidas…!! Le contesto el chamaco tragando saliva, no sabía si su tía Paulina estaba diciéndole esas guarradas por encontrarse ebria  o por querer tomarle el pelo…
La mente de Paulina más se confundía a medida que pasaban los minutos, ella solo quería jugar con el niñato, tal como lo había hecho muchas veces cuando los hombres se creían que a lo mejor tendrían alguna oportunidad con ella, pero ahora era distinto, el ver con la vehemencia en que le contestaba su sobrino, esa forma en que la había tenido en sus brazos cuando bailaron, de cómo la defendió y ese extraño brillo de desesperación que veía en sus ojos por querer tocarla, sabía que aquel brillo eran de deseo, pero ella era casada y para rematarla el pendejo ese era su sobrino, hasta que ya bombardeada por tantas emociones, le dijo…
-Me recostare un ratito a tu lado… pero nada de cosas raras… solo puedes tocar…, y a penas empiece a aclarar nos vamos… ok?
-Pierde cuidado tía Paulina… le contesto el caliente muchacho haciéndole un lado a aquella curvilínea hembra que ya estaba presta a recostarse a su lado en la cama.
Apenas Paulina estuvo recostada en el viejo camastro, con su cabeza y sus cabellos desordenados apoyados en una de las amarillentas almohadas de aquella inmunda habitación de motel mirando fijamente a los ojos del exaltado muchacho, este mismo no hallaba que hacer ni como comenzar, a pesar que su papel de macho dominante le había salido espectacular en el transcurso de los acontecimientos de la noche, la verdad era una sola, él nunca pudo hacérselo a la única novia que había tenido, en otras palabras se podría decir que a pesar de los motivos y el condicionante que había solicitado esta nueva ninfa, esta era la primera vez que el pobre y nervioso chamaco estaba meramente acostado con una hembra de verdad.
Recostado a un lado de la desorientada mujer, por culpa del alcohol ingerido, y que ahora ella prácticamente se le ofrecía sin remilgos para lo que él quisiera hacerle, pero menos eso otro, Edgar casi se sobaba las manos por al menos intentar hacérselo, y agradeciéndole a los Dioses por su buena suerte se dedicó por algunos minutos a contemplar por unos momentos la figura de la mujer que tanto había estado deseando.
El caliente sobrino contemplaba de muy cerca aquellas perfectas y proporcionadas tetas que ya casi se asomaban por debajo del vestido negro de su tía, en donde estas parecían estar esperando ser manoseadas y chupadas por alguien y que ese alguien seria el mismo, se decía ya casi babeando el caliente chamaco, mientras la hembra aun esperaba ver cuál sería su primera reacción.
Edgar ya no aguantando más se lanzó a besarla tal como lo había hecho en las ocasiones anteriores de aquella acalorada noche, mientras la besaba sentía aquella boquita ahora tibia y con un fuerte aliento a hembra y a alcohol, por lo que supo que su tía aún estaba ebria, dictaminando así que si realmente sabía calentarla como corresponde ella le cedería eso que el tanto deseaba.
Paulina se dejó nuevamente besar por su sobrino-ahijado, al tiempo de ir ella entregándose cada vez más a ese ardiente y desesperado beso que el chamaco le estaba brindando, por lo que ella misma subió su otra mano para abrazarlo y mover sus manos sobre su mantecosa espalda, intentando en forma cohibida acariciarlo para hacerlo sentir bien y que captara de lo muy agradecida que estaba ella por haber sido defendida hace algunos momentos.
Así pasaban los minutos hasta que de pronto y sin darse cuenta la semi confundida hembra estando ya casi extasiada comenzó a abandonarse entre los brazos y los ardientes besuqueos de su sobrino, con su lengua buscaba e intentaba en forma desesperada juntarla y enredarla con la de él, mientras ahora le acariciaba sus desordenados cabellos en una forma más que maternal.
-Ohhh tía estas tan buena le decía el caliente chamaco en uno de sus oídos casi comiéndoselo, provocándole a Paulina una serie de exquisitas sensaciones las cuales se traducían en oleadas de escalofríos que la recorrían entera, mientras sentía como su sobrino ya le sobaba las tetas por sobre el vestido, pero cuando ella quería poner cierta resistencia su mente le acordaba que ella tenía un trato con el chico, y que aún no amanecía.
Edgar notando la pesada respiración de su compañera de cama y dándose cuenta de la pasividad de esta para el poder hacerle lo que quisiese, de un momento a otro le soltó la boca para comenzar a rozar con sus labios su aromático cuello y empezar a lamerlo y besarlo en forma exasperada  a sabiendas de ambos que su camino era uno solo, este era hacia sus tetas.
A todo esto Paulina seguía entregándose cada vez más y poniéndole menos restricciones al chamaco,  además que ya eran tantas las emociones del momento que ella por cada minuto que pasaba se sentía menos culpable por lo inapropiado de aquel tipo de tocaciones que ahora su sobrino intentaba sobre su cuerpo ya que este poco a poco le iba subiendo el vestido, este lo hacía de a centímetros para no espantar a la mujer, pero ella animada quien sabe por qué cosa sentía que todo aquello le estaba gustando demasiado y sin querer proponérselo le notifico su aprobación en el cometido dejando salir de sus labios un suave y genuino gemido de calentura que el muchacho capto al instante.
Enardecido por aquel erótico mensaje que le había emitido Paulina, Edgar dejo para luego lo del vestido y dirigió su boca a la de ella  abriéndosela y metiéndole nuevamente su lengua lo que más pudo como si literalmente se la estuviera comiendo, fueron intensos minutos de salivoso besuqueo, el chamaco la recorría entera, desde su boca, su cuello y el nacimiento de aquellas montañas de carne y viceversa dejándola vistosos y brillosos caminos  de saliva, para luego volver a un frenético atraque de bocas en donde Paulina le correspondía los besos como si ya verdaderamente le perteneciera al gordo de su sobrino.
La temperatura en aquella habitación de motel por cada minuto que pasaba era más intensa, por ahora solo se escuchaba el sonido de bocas que se comían y de lenguas que se probaban y enredaban una contra la otra, acompañados de tímidos rechinidos de la cama debido a los leves movimientos que hacían sus ocupantes para acomodarse mejor.
Mientras todo esto ocurría al interior de la habitación, Paulina sin tener muy en claro que ya estaba caliente, muy caliente, situación que le impedía pensar de una forma más clara y sensata, simplemente parecía estar ya en otra dimensión de la cual ella no quería salir, le estaba permitiendo a su sobrino que hiciera cuanto quisiese, mucho más de lo que ella horas atrás había acordado, pero estaba sintiendo todo aquello tan rico que se dio a permitirle a su cuerpo que mandara sobre su mente solo un ratito más, sabía que si el chamaco intentaba intensificar sus avances ella sabría como detenerlo.
Pero el obeso muchacho por cada momento que pasaba, por cada tocación de suaves y tibias carnes femeninas este se iba calentando cada vez más, su joven virilidad ansiosa por entrar en combate ya rosaba en forma más que sugerente la cadera de la casi entregada hembra, o al menos así le parecía a él, mientras que Paulina por su parte ahora empezaba a sentir como la dura apéndice del muchacho se incrustaba en su cuerpo, pero ella sabía que aún estaba protegida por su vestido, a sabiendas que todo aquello apuntaba a una sola cosa la embriagada mujer abría sus ojos para mirar hacia la ventana y viendo que el cielo por ahora se negaba a clarear y que todo estaba oscuro sencillamente cerraba sus ojos y se daba a seguir sintiendo todo aquello que le estaban haciendo en forma tan deliciosamente prohibida y a la vez enajenante.
El muchacho notando las lamentables condiciones en que se encontraba su tía, termino por decididamente ahora si subirle el vestido, sus temblorosas manos tomaron la tela negra y la fue corriendo hacia arriba descubriendo y desenfundando aquella endiablada figura llena de curvas lujuriosas, sus ojos se quedaron clavados en aquel atrayente y pequeño triangulo blanco que protegía la sagrada intimidad de aquella Diosa entregada, todo eso cubierto por las finas medias transparentes que llevaba puesta la joven mujer, el chamaco siguió subiendo el vestido hasta pasarlo por encima de las tetas de la pasiva y lujuriosa Diosa, sus ojos y su mente se llenaron con la imagen casi desnuda de aquella hembra que solo lo miraba sin saber cómo atinar ante aquel anti natural y erótico momento.
No dándole tiempo de reacción a su tía Edgar nuevamente se abalanzo a besarla ahora con más frenesí, a la vez que su nerviosa mano se posó en el tibio vientre de ella sobándoselo despaciosamente a la vez que alternaba sus caricias con los enfundados muslos de la mujer, haciéndose estas cada vez más atrevidas ya que su mano centímetro a centímetro se iba acercando a la zona prohibida.
En un momento de lucidez Paulina quiso poner término a toda aquella deliciosa locura, entre susurros le dijo a su sobrino…
-Ed…gar… esto… esto no está biennn…
El muchacho solo se dio a chuparle su oreja a la vez que le decía,
-Tranquila putita…slurpsss… slurpssss, así sonaban los sonidos de lengua en la oreja de la aturdida mujer, -Si no te estoy haciendo nada, solo te estoy… slurpssss… besando y tocando…slurpsss…tal como tu dijiste… slurpssss…
Paulina estando con sus ojos cerrados sentía como esa cosquilleante lengua bailaba en su oído otorgándole ahora oleadas de escalofríos que la hacían sentir más rico que antes, mientras advertía como la sudorosa mano de Edgar bajaba por su vientre en franca dirección hacia lo más íntimo de su ser, a la vez que ahora este le apuntalaba la cadera con más ímpetus que antes, y en el momento en que noto que al chamaco solo le faltaban centímetros para tomar posesión de su fisura prohibida apenas cubierta por su pequeña ropa interior blanca y las medias, rápidamente bajo sus manitas para protegérsela a la vez que le decía…
-No Edgar… por favor… ahí nooo…
-Tranquila zorritaaa… le dijo el caliente chamaco que ahora se movía en su cadera como si verdaderamente ya la estuviera culeando, -Tu dijiste que podía tocar todo lo que quisiera, y hasta el momento es lo único que he hecho, jejeje solo estoy tocando, le decía a la vez que el mismo le retiraba las manos de su zona intima, y estando esta ya nuevamente desprotegida, poso su sebosa mano en aquella erótica curvatura para comenzar a mover su dedo medio en la caliente rayita que el chico ya creía sentir…
Paulina quien escucho la explicación del muchacho pensó erróneamente que este tenía razón, solo estaba tocando por lo que simplemente lo dejo y envalentonada por la caliente morbosidad del momento se atrevió a recoger sus piernas e ir abriéndoselas para que su sobrino la tocara más a gusto, Edgar por su parte ya hasta se babeaba sin darse cuenta de ello, llevaba unos buenos minutos masturbando y besando a su tía, la fricción que hacían sus dedos en aquella exquisita parte lo tenían en la estratosfera, sentía en sus dedos el suave roce de sus medias contra sus calzones, e increíblemente sintió la erótica humedad que expelía desde la más recóndito de aquella sabrosa curvatura.
Por su parte la excitada Paulina solamente emitía unos ricos gemidos de placer, pero cuando salido muchacho intentaba meter la mano por debajo de la fina tela de las medias ella se lo impedía con sus dos manos, pero él quería más y sabía que tenía que ser moderado, su tía en cualquier momento podría caer en la cordura y ahí sí que todo se podría ir al traste sin el haber concretado lo que tanto deseaba, así que estratégicamente retiro la mano de la íntima hendidura de quien ya con seguridad iba a ser su mujer, simplemente se montó sobre aquel curvilíneo y semi desnudo cuerpo de Diosa.
Paulina sintió el peso del muchacho sobre su delineada figura quien no le dio tiempo para cerrar sus muslos, así que ahí estaban con ella abierta de piernas y con Edgar montado sobre ella y aun vestido, cuando la confundida chica quiso saber que era lo que pretendía el chamaco este nuevamente la asalto con su boca, a lo que ella se entregó casi al instante al tener en cuenta y solapando su calentura en que el muchacho aún estaba vestido así que no podría hacerle nada.
Edgar mientras la besaba en forma asquerosa, como pudo metió sus manos por debajo de sus espaldas para destrabar el sujetador, Paulina por más que quiso poner resistencia a esto no lo pudo lograr, ya que al estar bajo el pesado cuerpo del muchachón nada pudo hacer para impedirlo, solo vio cuando su brassier salió volando y fue a caer a una esquina de la habitación, para luego ver al frente de sus ojos como el muchacho le subía el vestido hacia los hombros para terminar de retirárselo haciendo que ella, sin oponer mucha resistencia, levantara sus brazos, este fue a caer a cualquier parte.
-Ohhhh tiaaa…!! tienes las medias tetasssss!!!!, le dijo el chamaco cuando se separó de la boca de Paulina para admirar aquellas enormes y duras chichotas que estaban a solo a segundos de que el mismo se las comiera, y volviéndose a acomodar sobre las abiertas piernotas de la hembra, poniendo sumo cuidado que su ya bien parada verga aun cubierta por sus ropas quedara apoyada en la misma vagina de su tía con la intención de que ella se la sintiera, vagina que también ya estaba solo a minutos de quedar al aire.
Edgar se lanzó a lamer esos duros melones de ensueño ensalivándolos y apretándolos con sus dos manos, no dándole tiempo de reacción a la mujer que como podía miraba extrañada como su mismo sobrino la tenía con las tetas al aire y chupándoselas como si de verdad quisiera sacarle leche de estas,
-No Ed…gar no ha…gas eso… no me chu…pes las te… tas… le decía con un hilillo de voz y en forma entre cortada…
-Solo disfruta zorraaa… estas tetas son mías… le dijo a la vez que se las volvía a zampar y comenzaba a moverse sobre su cuerpo paseando su duro paquete por toda la zona vaginal…
-Nooo… no te muevas así… no… que haces…!?
Pero el ya encendido chamaco no le contestaba nada y no le hacía caso simplemente se movía en forma ondulatoria sobre su esbelto y tonificado cuerpo, Paulina quien todavía estaba en el limbo, solo le decía todo eso como parte del ritual erótico en donde la hembra debe oponer cierta resistencia antes del momento del apareamiento.
Edgar quien ya estaba decidido a culearsela si o si, con una teta en la boca bajo sus manos hacia su paquete y comenzó a desabrocharse los pantalones, una vez que lo pudo lograr como pudo se los fue bajando, el trabajo era de por si infructuoso debido a su obesidad, la mismo hiso con sus calzoncillos, y ya con su verga afuera simplemente comenzó a moverla de arriba y hacia abajo por sobre las delgadas telas que aun protegían la entrada intima de su tía.
Paulina quien estaba tan caliente como aterrada por todo lo que estaba sucediendo y tal vez también por lo que ya casi era un hecho inminente no hizo nada por detener a su sobrino.
En el sulfurante momento en que sintió el roce de la verga de Edgar con sus dos únicas prendas íntimas y comprobando ella misma como estas hacían contacto directo con la piel de su vagina fue invadida por una extraña sensación de eroticidad que la animaban a que lo hiciera con su sobrino, y no supo cuál fue el momento en que se vio a ella también moviendo su pelvis para buscar con esta la cabeza de aquella herramienta que tan gratificantemente le friccionaba su ya muy mojada ropa interior con las carnes de su ya bien mojado coño.
Ya ambos sudaban moviéndose tal cual como si ya estuvieran culeando, se besaban y se recorrían con las manos, el gordo Edgar sentía que en cualquier momento era su último minuto, así que ya decidido de una buena vez por todas a hacérselo a su tía, nuevamente bajo sus manos hasta las caderas de la hembra quien se mantenía con los ojos cerrados dejándose hacer.
Paulina sintió las dos manos del muchacho puestas cada una a un lado de sus caderas y como este intentaba retirarle las dos últimas prendas que protegían su esbelta humanidad, inexplicablemente y notando el nerviosismo del chamaco que le costaba trabajo llevar a cabo aquella ardiente tarea fue ella quien voluntariamente junto sus piernas y apoyo la punta de sus pies en la cama elevando sus caderas para que el chico pudiera más fácilmente despojarla de las dos últimas prendas que le quedaban puestas en su cuerpo, que también una vez que se las sacaron medias y calzones fueron a dar a otra esquina de aquella viciosa habitación, para luego ella volver a abrirse de piernas y quedar lista para el incestuoso acoplamiento. A Paulina la tenían totalmente desnuda y entregada.
Fue en ese preciso momento en que una leve chispa de cordura la hicieron ver la cruda realidad, estaba totalmente encuerada y solamente a minutos de que su propio sobrino se la metiera, y cuando vio a este enderezarse y quitarse la camiseta dejando a su vista sus rollizas carnes y tetillas caídas todo el pudor que hasta ese momento había estado ausente le volvió la conciencia de sopetón para semi inclinarse en la cama y decirle,
-No Edgar… ya basta… esto… esto no es correcto… salte de encima que me voy a vestir…
El muchacho que estaba con sus ojos enrojecidos por la lujuria que se veía venir se la quedó mirando incrédulo, pero consiente de las condiciones en que la tenía, su tía aún estaba debajo de el con sus muslos bien abiertos, Paulina quien ya sabía que si no hacía algo rápido ya sería tarde intento mirar si había algo de su ropa al alcance de su mano, hasta que su vista se topó con la verga del chamaco, esta era mucho más grande que la de su marido, nacía desde debajo de la panza del chamaco donde todo era oscuro debido a un enjambre de pelos negros, era una cosa larga y gorda que tenía un grueso nervio interior que la cruzaba en toda su extensión llegando hasta el glande que en esos momentos estaba semi cubierto por el forro de piel, esta grotesca cosota palpitaba ágil e impaciente de arriba y hacia abajo, estando ella accidentalmente casi ensimismada estudiándole la terrible herramienta a su sobrino sintió como este nuevamente se echaba sobre su cuerpo aplastándola y haciéndola quedar tirada de espaldas…
El chamaco dándose cuenta que su tía ni pestañeaba al momento de estar mirándole su tranca se dio a decirle,
-Te gusta mi verga zorraaa, jajajaja… mide 24 centímetros exactos cuando está bien parada, ya me la medí en los baños del colegio y soy uno de los que la tiene más grandota… jajajaja!!!!
-No Edgar… no… no por favor… no me lo vayas a hacer…, esa cosaaa… esa cosaaa… no me cabraaa!!!, le exclamaba ahora en forma suplicante Paulina a su sobrino, o sea no si quiera tenía que hacer comparaciones, ya que las medidas vergales de su sobrino eran simplemente animalescas,
-Jajajaja… Si tía… te la voy a meter… si mira no más como estamos…, le decía el salido chamaco mientras se seguía acomodando para llevar a cabo la penetración entre medio de esos brillosos muslos de ensueño,
-Esto es un error Edgar por favor salte de encima mío… de verdad que yo no quiero hacerlo, le decía Paulina lanzándole manotones en el pecho…
-No te creo, jajajaja si recientito no más te movías como una fulana, le decía el chamaco mientras ya con una de sus manos se agarraba la verga y paseaba la cabeza de esta por toda la línea vaginal de su tía recordando que en su única experiencia de esta naturaleza en aquella ocasión le había ganado la ansiedad, pero ahora sería cuidadoso no estaba dispuesto a dejar escapar a esta nueva zorrita, y menos sabiendo de quien se trataba…
-Noooo sácala de ahí… no debemos hacerloooo!!!, le gritaba Paulina notando como la cabeza de aquella monstruosidad hacia leves contactos con su expuesta vagina…
-Si lo haremos putaaaa!!!, yo no te obligue a estar en las condiciones en la que te encuentras, además solo hace unos minutos nada más estabas meneándome la zorra buscando la punta de mi verga… ya no te hagas…
-Pero… peroooo ahora yo ya no quiero hacerlooo…!!!
-Jajajaja… me da lo mismo, si es así entonces tendré que hacértelo a la fuerza, jajajaja!!! -Ohhhh!!!!, bufo el chamaco casi en la misma cara de su tía, -Los pelos de tu zorra son suavecitos putaaa!!!, le dijo cuando sintió en su glande las sedosidades de los pelitos íntimos de la que muy pronto iba a ser la primera mujer de su vida.
-Ya bastaaa…! –Edgar… te juro que si me lo haces te voy a denunciar por violación!!!…
-Jajajaja…! -Déjate de decir webadas puta de mierda…!!! Si no te has dado cuenta estas metida en un motel en donde solo se culean a las putas, quien va a creer que una decente mujer de familia se la van a venir a encamar en forma obligada a un antro como este, recuerda que aquí hay cámaras y tu entraste solita y hasta te identificaste en la recepción… así que ahora relájate y déjame meterte la verga…
En el momento en que el muchacho se levantó para echarle un último vistazo a la preciosa flor que él se iba a comer con su verga sus ojos vieron un precioso triangulo de finos pelos negritos, bien encrespados y brillosos que parecían estar bordados a la piel de su hembra, este momento lo aprovecho Paulina para intentar levantarse de la cama y poder vestirse, pero fue tomada por Edgar quien no estaba dispuesto a dejar pasar esta oportunidad, y viendo como forcejeaba la desesperada mujer tratando separarse de la cama no le quedo más opción que echarse sobre ella con todo su cuerpo, Paulina nuevamente sentía el peso del muchacho sobre su anatomía,
-No Edgarrr… ya párale si… por favor nooooo me lo hag…
El chamaco haciendo caso omiso a las demandas de su tía acomodo su vibrante verga en la entrada de la vagina, Paulina quien ni siquiera alcanzó a terminar de decirle lo último cuando exhalando un suspiro, la angustiada tía sintió la firme y caliente carne del miembro abusivo de su sobrino entrar en contacto con su entrada intima, pensó que ya la tenían lista para metérsela,
-Ya estoy listo mi vida… prepárate que te la voy a meter…
-Noooooooo…!! Grito Paulina en forma desgarradora cuando sintió el accionar de las fuerzas de Edgar violando su tajito que hasta ese día solo había sido abierto por la verga de su marido, -Noooooooooooo… no me la metas imbécil… sacalaaaa… soy tu tiaaaaaa!!!!. Fue lo último que le grito Paulina a Edgar cuando sintió que la barra de carne caliente de su sobrino iba deslizándose y entrando hacía en interior de su cuerpo, queriendo lograr con esto que el muchacho se detuviera, siendo que contrariamente a sus pretensiones que ella fuera su tía era lo que más le calentaba al enardecido chamaco, que era a la misma hermana menor de su madre a quien se lo estaba metiendo.
Edgar seguía metiendo su miembro con los ojos cerrados no haciendo caso a los empujones y arañazos que Paulina le daba, sintiendo por primera vez en su vida como su gruesa verga en esos momentos estaba siendo abrazada y recibida por las tibias carnes y caldos interiores de una mujer y que estas eran las de su atractiva tía materna, ella por su parte en forma forzada dimensionaba como su cuerpo albergaba una nueva verga que no era la de su esposo sino la de su propio sobrino y ahijado, a los pocos segundos la desesperada hembra en contra de su voluntad caía en cuenta que su vagina había terminado por comérsela entera, la sentía grande y gruesa, palpitante y caliente.
Edgar al sentirse clavado en lo más profundo del cuerpo de su tía Paulina, y ayudándose con los dedos de sus pies le mando un fuerte empalamiento para que ella supiera que se la tenía metida hasta las bolas,
-Ahhhhhhhhyyyyy…! Aaaaahhhhgggg!!, gimió Paulina con su boca abierta y con su mirada puesta en el techo de la habitación, sentía como le tenían abierta su entrada vaginal, y en esta ya estaban ensartados casi 25 cms., de gruesa verga, el caliente chamaco sin proponérselo ni pensando en el estado de la mujer que estaba torturando con su animalesca herramienta estaba casi partiéndola en dos, se la había abierto casi hasta la última instancia que aguantarían las femeninas e íntimas carnes de Paulina sin llegar a rajárselas.
-Estooo… esto es el cielooooo…! Decía Edgar que sus ojos estaban bien abiertos y enrojecidamente resquebrajados por estar sintiendo valga la redundancia todo ese femenino calor que el interior de la vagina de Paulina le brindaba a su verga por primera vez en su vida, para luego pensar que lo que tenía aquella hembra entre medio de sus piernas no era una vagina, era fuego… un exquisito fuego que lo abrazaba desde su verga y que lo consumía entero.
Por su parte la hembra se había quedado estática, sintiéndose empalada y clavada hasta lo más recóndito de su ser, el muchacho se la había metido de una y sin consideraciones, la tenía agarrada por debajo de los hombros afianzándose así con más ímpetus a su figura, solo sentía su agitada respiración a un lado de su cara, sentía unas tremendas ganas de llorar por la tremenda estupidez que ella misma había permitido que ocurriera, si bien su estrecha vagina estaba adolorida y maltrata ante la bestial irrupción, su mayor dolor en aquellos momentos era la falta cometida, la imagen de su trabajador marido le machacaban la mente, el honor de la familia y todo eso, a todo esto se sumaba que no importando el motivo ni como se sucedieron los acontecimientos, la cosa era que ella estaba en un motel acostada desnuda y a segundos de que se la empezara a culiar un hombre que no era su esposo, y lo más estúpido de todo aquello era que ese hombre que prácticamente ya se la estaba cogiendo era su mismo sobrino y ahijado.
Estando en estos pensamientos la desdichada Paulina sintió como su sobrino empezaba a mover la verga dentro de su cuerpo, la sintió deslizarse hasta la mitad de su extensión para nuevamente volver a experimentar como se la metían con más fuerzas que la primera irrupción, para luego volver a padecer el mismo tratamiento pero ahora con más energías e igual de doloroso y lacerante, el cual al paso de los segundos estos se volvían mas repetitivos.
Mientras el chamaco se movía haciendo entrar y salir su verga en el curvilíneo cuerpo de su tía, este ponía todo de su parte para alargar el momento de eso tan rico que estaba sintiendo, tal cual como lo hacía cuando se masturbaba, pero esto… esto era mil veces mejor se decía mientras volvía a empujar hacia adentro experimentando todas aquella más que gratificantes sensaciones que le otorgaba aquella sabrosa y resbalosa rajadura que poseía Paulina en lo más íntimo de su anatomía.
Edgar metía, sacaba, empellaba y volvía a meter como un verdadero animal, sus movimientos se habían ido haciendo cada vez más acelerados a medida que creía que por cada fuerte estocada que plantaba en las carnes de su tía su tranca parecía ser succionada por aquella caliente y jugosa vagina, hasta que acordándose que aquel hoyo vaginal tenia dueña levanto la parte superior de su cuerpo, para ponerle en conocimiento todo aquello que estaba sintiendo…
-Ohhhhh… Tía… eres… eresss… estassss… muy bue… naaaaa!!!, le decía entre jadeos y arremetidas, los cuales Paulina recibía con sus ojos cerrados y en señal de dolorosa y no consentida aceptación, (no sé si entiende) –Te gus… taaa!!?? Te gus…taaaaa!!??? Le preguntaba ahora intentando metérsela lo más profundo que podía…
Paulina quien escuchaba todo lo que su sobrino le bufaba en su misma cara solo se mantenía con sus muslos bien recogidos y abiertos ya que debido al peso de semejante animal este la tenía prácticamente inmovilizada, deseaba con todo su ser que el muchacho terminara lo más rápido posible con aquella incestuosa tortura para poder ella por fin tomar sus ropas, vestirse y largase de aquel mugriento y barato hotel en donde la estaban mancillando, pero el chamaco no daba muestras de cansancio y seguía dándole batalla como un enajenado.
Casi 30 minutos ya llevaban desde que el chamaco se lo había metido a su tía, en la habitación solo se escuchaba el rítmico crujir de la cama productos de los bruscos movimientos que hacían sobre ella, acompañados de unos leves y quejumbrosos gemidos de hembra usurpada que se entremezclaban con sonoros gruñidos de placer desesperado por parte del joven y gordo macho, pero la bestial cacha que le estaban pegando continuaba, la hembra quien ya estaba toda sudada producto de los frenéticos movimientos que hacían sobre su cuerpo, y también por estar ella aguantado el peso de toda aquella mole de masa corporal, fue en eso que sintió lo que menos esperaba sentir en aquella desquiciada copulación, era testigo de cómo su propio cuerpo empezaba a reclamarle los placeres que ella se negaba a reconocer, sentía como su almeja se mojaba a cantaros por cada distención de esta misma ante las brutales apuntaladas que le estaban propinando.
Sin siquiera ella misma darse cuenta creyó comenzar a sentir como el  miembro de su sobrino palpitaba y crecía en su interior llenándola toda conforme a como el caliente y obeso muchacho aumentaba la profundidad e intensidad de sus embestidas al interior de su tajo íntimo, con todas estas acaloradas sensaciones a la hembra no le quedó más remedio de comenzar a moverse al mismo ritmo que lo hacia su chamaco regalón.
Edgar debido a su inexperiencia aun no era consciente de que aquella tremenda hembra que era objeto de deseo de muchos hombres ahora gemía y meneaba su cintura en busca de su verga, pero si lo fue cuando Paulina ya no se resistió mas de tanta calentura que le estaba haciendo sentir esa tremenda cosa que se gastaba su sobrino, simplemente comenzó a balbucear,
-Mmmmmm… me… te… me…laaa…! mas…!! me… te… me…la más a… den… trooo!!
La hembra sentía como el chamaco en cualquier momento terminaba por rajarla y se preguntaba que hacia ahí ella animándolo a que tal vez lo hiciera, pero el gusto que le estaba haciendo sentir era extraordinario, aquel enorme tronco entraba y salía de su cuerpo en una forma resbalosamente exquisita estremeciéndola y queriendo que aquello no acabara nunca, que esa verga monumental y que ella ya había comprobado que su vagina se la podía perfectamente con su largo y grosor no la abandonara nunca.
Paulina seguía sintiendo esa caliente verga como lo violaba todo en su interior y ya era consciente de como su zorra se había adaptado perfectamente relamiendo y aceptando su largura, notaba como esta entraba entera en su estómago, sintiendo los testículos del muchacho como estas chocaban en la parte baja de sus nalgas, a la vez que admitía que nunca en su vida había sentido tanto placer en toda la extensión de su cuerpo como así mismo tampoco en su alterado sistema neuronal. 
Fue en eso que su propia y femenina naturaleza la iba a poner a prueba, y esto era que por cada relación sexual que ella mantenía con su marido tomaban la precautoria medida de que este acabara fuera de ella para no dejarla embarazada, ya que por ahora no querían tener hijos pero en este momento y sintiendo que su propio orgasmo se acercaba al igual que el del muchacho debido a los bufidos de desesperación que este pegaba, esa natural medida anticonceptiva para ella simplemente en estos momentos no existía, es más ni siquiera le importaba,
-Aahhhhhhhhhh…!!! Uuuuuuuuuffff !!!!, Paulina gritaba como loca, le estaban taladrando las entrañas y a ella le encantaba, a la vez que por cada segundo que pasaba y por cada apuntalamiento de carne que le ponían ella creía que era su último momento, el placer que le daba aquella caliente y gruesa vergota era verdaderamente mayúsculo, sentía que un violento orgasmo se  aproximaba y esto le llegaba a poner la piel de gallina,
-Uuuuuuufffff…!! Ayyyyyyyy…!!! Edgar dale…!!! Dale… más… fuerte…!!! Más fuerte que me corrooo!!!!, me corrooooo!!!! Métela más para adentroooo!!! Dios… Dios… me estoy corriendoooo!!!!
La hembra se meneaba como una poseída, aminorando los movimientos de a momentos para luego con su pelvis ella misma volver comerse la gruesa verga del chamaco que la culeaba tan exquisitamente, para otra vez volver a calentarse más y más, y así corriéndose ella misma una y otra vez, bañándole la verga con sus jugos íntimos, y una vez que experimentando en su curvilíneo cuerpo múltiples orgasmos se atenazo desesperadamente con brazos y piernas al grotesco cuerpo de su sobrino que en esos momentos estaba dando su vida en perforar lo más profundo que podía el cuerpo de aquella celestial y caliente Diosa que le había enseñado los placeres de la carne.
Edgar quien mientras seguía perforando a su tía con fuerzas descomunales sintió como ella se afianzaba a su cuerpo abrazándolo fuertemente con brazos y piernas, y sintiendo en su verga una plena sensación de felicidad soltó un ronco bufido de placer como jamás en su vida lo había dado, ni siquiera cuando como gritaba celebrando un gol,
-Arrrrrrrggggggggghhhttttttsss!!!!!! Fue el atarzanado grito de excelso placer que sintió el enardecido chamaco, mientras seguía bombeando bestialmente el entregado cuerpo de quien había sido su hembra, sintiendo sus tremendas y resbalosas tetas como se comprimían contra su pecho, metiendo y sacando toda la extensión de su tranca en el cálido agujero de su tía Paulina, quien también ella le exprimía la verga al momento de recibirle su duro y gigante miembro, hasta que estando ambos cuerpos, femenino y masculino bien pegados y solamente moviendo sus pelvis, los músculos del muchacho  se tensaron y en un último vaivén de adentramiento dejó toda la ardorosa vergota metida hasta el fondo de aquella mística e íntima grieta de amor que le habían ofrecido, y tuvo una larga y potente corrida de condensado e hirviente semen, llenando todo el interior de la mujer con su vigoroso simiente.
Paulina quien con sus ojos cerrados y con una viciosa cara de vulgaridad  notaba como su sobrino eyaculaba semen a raudales al interior de su cuerpo, por cada espasmo en que este le inyectaba una buena cantidad de prolífica esencia, ella comprimía sus músculos vaginales con la insana intención de exprimirle desde la verga hasta la última gota de mocos que este tuviera en su conducto vergal, soltándole ella misma de sus jugos a la vez en que él la apretaba contra su pecho, sus cuerpos sudaban y brillaban uno pegado al otro con la respiración agitada producto del inmenso placer experimentado por ambos, ya todo había acabado, a Paulina se la habían culeado en toda ley.
Era cerca del mediodía cuando una adolorida Paulina se despertó desnuda sobre la cama de un mugriento cuartucho de hotel con un inmenso dolor de cabeza, hasta que su mente se comenzó a aclarar y le vinieron los estremecedores recuerdos de lo que había sucedido solo hacia unas horas, lo primero que recordó fue la imagen de la sudada cara de Edgar subiendo y bajando sobre sus tetas junto con esto percibió un intenso dolor en su vagina, con espanto cayo en cuenta que había fornicado con su sobrino y ya casi adivinando lo peor llevo una de sus manitas hacia su vagina en donde con espanto sintió en ellas unos cuantiosos restos de semen ya coagulado y que se había estado secando a la entrada de su violada hendidura, estos eran los que había escurrido hacia afuera luego de ella caer en un profundo sueño después de la bestial cacha que le habían plantado.
Así pudo comprobar que el infeliz de su sobrino aparte de habérsela culeado estando ella ebria, mas encima el pendejo mal nacido había acabado en su interior, en su mano tenía  la muestra de ello el semen ya estaba casi seco.
Con su mente en total estado de conmoción se dio a recoger sus ropas que aún estaban tiradas en los rincones de la habitación, cuando ya se disponía a ponerse su prenda interior vio que desde sus tetas hasta su vagina el muy sinvergüenza había escrito con su mismo lápiz labial: “Esta zorra es mía”, con una significativa flecha apuntando hacia su vagina, fue en ese momento que cayó en cuenta que el desgraciado de Edgar a parte de haberse aprovechado de ella, el muy hijo de puta se había ido dejándola a ella en aquel antro de putas.
Sintiéndose humillada y vejada hasta mas no poder la joven mujer de 27 años se vistió, con su cara bañada en lágrimas hiso abandono del “Hotel”, siendo vista por una gran cantidad de hombres que a esas horas de la mañana ya habían abiertos sus locales y talleres para iniciar otra jornada laboral, en donde al ver la suculenta yegua que venía saliendo de aquel vicioso antro la agasajaron con todo tipo de peladeces e invitaciones indecentes convencidos todos que ella era una puta en plena finalización de sus servicios sexuales, Paulina simplemente se alejó de ese sector hasta que por fin pudo tomar un taxi que la llevaría hasta la seguridad de su hogar.
(Continuara) 
 
 
 
 

Relato erótico: “Dos Gemelos me follaron en mitad de un parking” (POR GOLFO)

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La verdad es que no sé cómo empezar a contaros la historia de cómo caí en los brazos de esos maravillosos, malvados y descerebrados  cerdos. Ahora mismo estoy tirada en mi cama, pensando en ellos y os tengo que reconocer que me pongo cachonda al rememorar mi caída. Recordando las noches en Madrid, no he podido evitar que mis dedos se deslizaran por  mi cuerpo y se apoderaran de mis pechos  tal y como esos dos lo hicieron. Sin darme cuenta, metí una mano por mi escote y cogiendo uno de mis pezones, lo pellizqué soñando que eran sus dientes quienes lo mordían.
-Os echo de menos, cabrones – grité excitada al recordar como todo empezó….
Aunque fui educada en una escuela católica y  tengo unos padres muy tradicionales, nunca he sido mojigata y he disfrutado dando y recibiendo sexo pero jamás pensé que a raíz de ese viaje a España encontraría a dos hombres por los cuales mis pantaletas se mojaran solo con oír sus nombres.  Os juro que hasta que mis viejos me regalaron ese tour por ese país, siempre había llevado el mando en la cama y mis amantes me obedecían sin rechistar  pero todo cambió el mismo día que llegué a Madrid.
Acababa de inscribirme en el Hotel, cuando decidí ir a tomarme una copa al bar de ese establecimiento. Ni siquiera el mesero me había preguntado que quería tomar,  cuando ya me había fijado en un tipo que en la otra mesa hablaba por teléfono. No es que fuera guapo, lo que realmente me cautivó fue su voz profundamente varonil. Experta en estas lides,  me lo quedé mirando mientras terminaba la conversación.
Debió de ser tan clara mi fascinación que se percató que le espiaba y por eso nada más colgar, se acercó a donde yo estaba y con una sonrisa en sus labios, me preguntó si podía acompañarme.
-Estoy sola- contesté sabiendo que le estaba implícitamente dando entrada.
Ese desconocido soltando una carcajada y mientras se sentaba junto a mí, me respondió:
-Lo estabas. A partir de ahora, estás conmigo- tras lo cual con dos besos, me dijo su nombre.
Aunque debí de sentirme escandalizada por su descaro, algo en mí me impidió reaccionar cuando como si fuera amigo mío de toda la vida, me tomó de la cintura y acariciándome el cuello con sus yemas, me soltó:
-Tengo reservada una mesa en el Gaztelupe, ¿Me acompañas?
La seguridad con la que me lo dijo me hizo decir que sí y levantándome del asiento, dejé que me llevara hasta su coche.  De camino a su auto, el aroma a macho que manaba de su cuerpo me terminó de convencer y con una inocencia que todavía hoy me deja pasmada, me metí con él en su BMW.
“No puedo ser tan zorra” pensé todavía indecisa pensando en que acababa de llegar a esa ciudad y ya estaba buscando acción,  pero justo en ese momento Fernando se sentó en su asiento y mirándome, me dijo mientras me ponía el cinturón de seguridad:
-En España es obligatorio el llevarlo- al hacerlo, ese tipo rozó con sus dedos mi pezón y quizás por la sorpresa, pegué un gemido de placer.
Mis pechos reaccionaron al instante poniéndose duros y traicionándome bajo la tela, dos pequeños bultos dejaron al descubierto mi excitación.  Sé que se dio cuenta porque luciendo una sonrisa, susurró en mi oído:
-Primero vamos a comer.
Que diese por sentado que iba a tener algo conmigo, me encabronó y por eso sacando fuerzas del espanto que sentía, protesté diciendo:
-Solo he aceptado que me invitaras a comer, ¡Nada más!
Fue entonces cuando pasando una mano por su nuca, acercó mi cara a la suya y dándome un beso en los labios, respondió:
-Niña, desde que te vi mirándome, me di cuenta que eres una putita. ¡Aunque tú todavía no lo sepas!.
Al oír el modo tan brutal con el que se dirigía a mí, se despertó en mí algo desconocido e involuntariamente, noté que mi entrepierna se mojaba como nunca antes. Pálida por descubrir que me había gustado su falta de tacto, solo pude murmurar:
-No soy una puta.
-Si lo eres- contestó y recalcando sus palabras con hechos, me separó las piernas mientras me decía: -Estás empapando la tapicería. Quítate las bragas y sécala.
Increíblemente, obedecí y sacando mis pantaletas por mis pies, me las quité y me puse a secar el cuero beige de mi asiento. Cuando hube terminado, ese desconocido me exigió que se las diera y nuevamente cedí, poniéndoselas en sus manos. Fernando al tenerla en su poder, se las llevó a la nariz y tras olerlas, divertido, me soltó:
-Si sabes cómo hueles, voy a disfrutar mucho contigo.
La mera idea de que ese cabrón metiera su cabeza entre mis piernas hizo que mi sangre hirviera y que todo mi trabajo no hubiese valido para nada porque de mi sexo volvió a  emerger mi excitación dejando un charquito bajo mis nalgas.
“Estoy cachonda”, exclamé mentalmente.
Al mirar a mi acompañante descubrí que él también se había visto afectado por la situación y que la enorme hinchazón que mostraba bajo su bragueta era la muestra palpable. Relamiéndome de gusto al admirar su tamaño, supe que a buen seguro sería mía y por eso  sonreí deseando que después del restaurante, Fernando me llevara a su casa.
El trayecto hasta el restaurant fue corto y en menos de cinco minutos aparcó frente a su entrada. Bajándose,  me abrió la puerta del coche y me cedió el paso. Sus modales me hicieron sonreír y tratando de congraciarme con él, le dije:
-Todavía quedan caballeros.
Mi acompañante al escucharme, soltó una carcajada diciendo:
-No pienses tan bien de mí, ¡Solo quería verte el culo!
La desfachatez con la que reconoció que si me había dejado pasar antes no era por educación sino porque le apetecía mirarme el trasero, lejos de molestarme, azuzó mi coquetería y por eso decidí imprimir un movimiento sensual a mis nalgas para dejarle claro que si de algo me sentía orgullosa era de mi culo.
-Cómo sigas meneándolo así se te va a marear- me soltó encantado.
Girándome, le contesté:
-Está acostumbrado a mucho meneo.
La lujuria que desprendieron sus ojos me confirmó que, esa misma noche, ese hombre iba a querer gozar de mi pandero y no queriendo que perdiera su interés en el resto de mi cuerpo al sentarme en la mesa, dejé que mi falda se me subiera descaradamente, dándole una espléndida visión de mis muslos.
-Me gustan tus patas-  susurró en mi oído mientras se acomodaba a mi lado.
-Todo en mí es perfecto- contesté sin dejar de sonreír.
Mi falta de humildad le hizo gracia y riendo me preguntó:
-¿Estás segura?
– Lo estoy- respondí.
Justo cuando esperaba que Fernando me contestara con una frase ingeniosa, escuché a mi espalda:
-No sabía que íbamos a tener compañía.
Al mirar al recién llegado, me topé con un tipo exactamente igual que mi acompañante. No tuve que ser muy lista para comprender que me hallaba ante su hermano gemelo. Su aparición me dejó perpleja y más cuando oí que decía:
-¿No me vas a presentar a esta preciosidad?
Fernando hizo las presentaciones diciendo:
-Indira, Ricardo- tras lo cual y sin cortarse un pelo, prosiguió diciendo:  – Es una mexicanita que esta noche quiere descubrir el lado salvaje de Madrid.
Con el mismo descaro que su hermano, Ricardo mirándome a los ojos, preguntó:
-¿De Madrid o de los madrileños?
Sabiendo que me estaban poniendo a prueba, contesté:
-No creo que seas salvajes, más bien os veo como dos gatitos bastantes domésticos.
El reto nada velado que escondían mis palabras picó a ambos pero sobre todo a Fernando que siendo el primero que conocí, ya sabía de qué pie cojeaba, y por eso tomando la palabra, soltó:
-Mira niñita, no nos duras ni un asalto.
Encantada por haberles tocado la fibra sensible, quise ahondar en su herida y con voz autosuficiente, les respondí mientras les tomaba de la mano:
– Ningún español ha sido nunca capaz de sorprenderme.
Mi menosprecio azuzó su hombría y los dos al unísono, me miraron como si estuviera loca y Ricardo, bastante enfadado, soltó:
-Te debes haber encontrado con puro marica.
Estaba disfrutando del cabreo de esos hermanos y dando un paso más, llevé la mano que tenía asida de ambos hasta mis desnudos muslos, diciendo:
-¿No será que yo soy mucha mujer?
Al poner sus palmas sobre mi piel les estaba desafiando y Fernando tomando el guante, susurró en mi oído:
-Tú te lo has buscado- y dejando claras sus intenciones, llevó mi mano hasta su entrepierna, diciendo: -Toca con lo que te voy a forzar ese culito que tienes.
Sin dejarme amilanar tanteé su bragueta. Mis maniobras hicieron que bajo su pantalón su pene se pusiera erecto y fue entonces cuando comprobé que ese tipo tenía una verga impresionante. Su hermano al observarlo, no quiso ser menos y llevó mi otra mano hasta la suya.
“¡Dios! ¡Menudas trancas calzan!”, pensé al tener sus dos pollas entre mis dedos y ser incapaz de decidir cuál era más grande.
Mis pezones se me pusieron duros como piedras al imaginar el placer que con semejantes aparatos podrían darme y queriendo un anticipo, separé mis rodillas mientras les bajaba la bragueta aprovechando que estábamos en una mesa apartada. Los hermanos entendieron mis deseos y mientras sacaba sus penes, con sus dedos empezaron a subir por mis muslos.
Valoré en su justa medida  el grosor y la longitud con los que la naturaleza les había dotado y  relamiéndome de gusto por anticipado, comencé a pajearles por debajo del mantel. Ellos al sentir el ritmo con el que jalaba sus miembros, se pusieron de acuerdo para sin pedir mi opinión y aprovechando que seguía sin bragas, comenzar a acariciar mi sexo.
“Seré una puta pero ¡Esto me encanta!”, exclamé mentalmente al notar que uno de los hermanos se había apoderado de mi clítoris mientras el otro metía una de sus yemas dentro de mí.
Mi calentura ya era tal que si no llegamos a estar en ese local, me hubiese agachado a mamársela a uno mientras le pedía al otro que me la metiera. Como eso era imposible, no me quedó más remedio que acelerar el compás con el que les estaba masturbando, deseando que ellos hicieran lo propio con mi coñito. Dicho y hecho, cuando los gemelos  notaron mi excitación incrementaron el placer que estaba sintiendo al competir con sus dedos dentro de mi sexo. Al sentir que eran dos o tres las yemas que llenaban mi conducto, no pude reprimir un gemido. Fernando al oírlo, pegando un suave pellizco en uno de mis pezones, me informó:
-Estoy deseando oír tus gritos cuando te esté dando por culo mientras Ricardo te folla.
La imagen de ser poseída a la vez por aquellos dos hombres elevó mi excitación y olvidando cualquier cordura, me deslicé bajo la mesa y llevé mi boca a su miembro mientras seguía pajeando a su gemelo. El morbo de estar mamando a uno y masturbando al otro en público fue tan intenso que en cuanto incrusté su verga en mi garganta, sentí que mi sexo se licuaba y cerrando mis labios sobre ese hermoso miembro, me corrí en silencio.
Algo parecido debió pasar a los gemelos porque en menos de un minuto noté que Fernando explosionaba dentro de mi boca  y tras saborear su semen, cambié de pene y devoré el segundo. Ricardo aunque aguantó más, tampoco duró mucho y por eso, no tardé en disfrutar de la blancuzca y dulce semilla del segundo. Habiendo limpiado con mi lengua cualquier rastro, guardé sus pollas y saliendo de debajo de la mesa, les sonreí diciendo:
-Gracias por el aperitivo, ¿Qué vamos a cenar?
Los hermanos soltaron una carcajada y mientras llamaban al mesero, insistí diciendo:
-Espero que no me dejéis con hambre.
Ricardo, muerto de risa, contestó:
-Te prometo que mañana cuando te despiertes, no podrás ni andar ni sentarte.
Esperanzada por esa promesa, decidí que cuando viniera el camarero, no pediría mucho de comer porque estaba segura que esos dos me regalarían un banquete lleno de leche y de sexo.
Esos dos cabrones me llevan al parking

.

Como comprenderéis durante toda la cena, no pude dejar de pensar en el meneo que ese para de hermanos me iban a dar esa nochey por eso  estaba deseando que nos marcháramos porque estaba totalmente cachonda.
Al terminar de cenar y habiendo decidido que nos iríamos los tres en el coche de Fernando, nos dirigimos abrazados al parking. Fue entonces cuando todo se desencadenó porque cuando todavía no habíamos llegado a donde estaba aparcado,  Ricardo  sin avisar me cogió de la nuca y empezó a besarme como un loco. Os confieso que me encantó sentir su lengua forzando mis labios mientras sentía sus manos acariciando mis nalgas.
-Serás cabrón. Yo la conocí y me merezco ser el primero.
Al oírlo decidí que tenía parte de razón y como no quería que hubiese una discusión entre los hermanos, me agaché frente a él y llevando mis manos a su entrepierna le bajé la bragueta. Al sacarle su verga la encontré tan dura y erecta que se me erizaron hasta los pelos de mi coño.
-No discutáis, tengo para los dos- le dije sonriendo justo antes de acercar mi boca a ese pollón.
Tal y como deseaba, abriendo los labios, saque mi lengua y recorriendo los bordes de ese maravilloso capuchón, comencé a mamársela mientras miraba al otro hermano con ojos de deseo. Ricardo comprendió que era lo que mi cuerpo anhelaba y lamiéndose los labios, informó a Fernando:
– ¡Tiene razón la putita! ¡Follémonosla los dos!-  tras lo cual se sacó su verga y acercándose a donde yo estaba, me levantó la falda del vestido dejando mis nalgas a su disposición.
Mientras tanto su hermano metiendo su mano por mi escote me sacó los pechos y se puso a pellizcar mis pezones. La calentura que sentí al notar esa ruda caricia fue tal que en cuanto sentí que Ricardo empezaba a jugar con los pliegues de mi sexo usando su enorme instrumento, grité descompuesta:
-¡Fóllame!
Aunque siempre he sido muy puta, jamás pensé que me encontraría en un parking mamando a un hombre a quien apenas conocía  mientras su gemelo frotaba su pene contra mi vulva, pero en vez de cortarme decidí que estaba disfrutando de ello.  
-Complace a  la mexicanita- ordenó Fernando a su carnal mientras presionaba con su mano mi cabeza para embutirla totalmente en mi garganta.
Al notarlo, gemí con la boca llena mientras mi chocho se anegaba por el placer que esos dos me estaban provocando. Cuando creía que nada podría mejorar, Ricardo me agarró de las caderas y de un solo empujón me clavó su pene hasta el fondo de mi vagina.
-¡Me encanta! – aullé al notar mi conducto relleno.
Como había sacado la verga de Fernando de mi boca para poder gritar, este agarrando mi cabeza con sus dos manos me la volvió a meter hasta el fondo .
-¡Dale duro a la putita!- exclamó mientras metía y sacaba su verga de mi boca.
Su hermano no se hizo esperar y dando un sonoro azote sobre mi culo, comenzó a follarme con una velocidad endiablada.
“¡Qué gozada!” , pensé completamente llena por sus atenciones, “¡Hoy voy a dormir poquísimo!”
Justo en ese momento, un ruido no muy lejano nos anunció la llegada de otro coche y con disgusto pensé que tendríamos que parar y por eso me volví a sacar la verga de la boca pero entonces Fernando volviéndome la incrustar, me dijo:
-No te he dado permiso de que pares. Si te da vergüenza que te miren, ¡Te jodes!
 Nada más lejos de la realidad, si había parado era por ellos ya que soy bastante exhibicionista, por eso ya sin importarme si alguien nos veía, me puse a mamar con mayor  intensidad a ese cabronazo.
-Eres una calentorra- muerto de risa a mi espalda, Ricardo me soltó mientras incrementaba aún más el ritmo de sus caderas.
El cúmulo de sensaciones hizo que como si fuera un terremoto y naciendo desde lo más profundo de mi ser, un brutal orgasmo recorriera mi cuerpo. La fuerza de ese clímax me hizo retorcerme como una anguila y eso incrementó el morbo de los dos hermanos de manera exponencial y Ricardo se rio de mí diciendo:
-Mira a la mexicanita, parece que la estamos matando.
“¡Capullo!”, pensé justo cuando escuché a su hermano contestar:
-Date prisa que en cuanto acabes pienso destrozar su culito.
La amenaza me volvió aún más puta y meneando mis caderas, busqué que su gemelo se derramara en mi interior porque lo que realmente me apetecía era que Fernando me sodomizara.
-¡Será zorra!- gritó Ricardo al sentir que mi coño estaba totalmente anegado – ¡En vez de chocho tiene un lago!
Justo en ese instante, su gemelo pegó un grito y forzando con sus manos mi melena, explotó dentro de mi boca mandando directamente su semen hasta el fondo de mi garganta.
“¡Mierda!”, pensé, “¡Con lo que me gusta! ¡Menudo desperdicio!”.
Tras lo cual, sacándola un poco, conseguí que saborear sus últimas descargas mientras mi cuerpo seguía disfrutando del ataque de Ricardo. Fernando satisfecho, me obligó a limpiar su pene con mi lengua. A lo que yo no me opuse porque deseaba reactivarlo para que cumpliera su amenaza.
-¡Abre el coche!- escuché que su hermano le decía.
Aunque yo no comprendí el motivo, Fernando si lo hizo y cumpliendo sus deseos, abrió de par en par la puerta. Ricardo al verlo, se separó de mí y se tumbó boca arriba en la parte de atrás del coche.  Entonces, me llamó diciendo:
-¡Móntate encima!
Con mi coño chorreando, no me costó ponerme a horcajadas sobre él y empalarme con su pene creyendo que se había cansado sin caer en que esa nueva postura dejaba mi culo al alcance de su gemelo. Este no se hizo de rogar y separándome las  nalgas cogió un poco del flujo que ya corría por mis piernas y relajó con él mi esfínter.
-¡A qué esperas!- chillé como alma en pena al notar sus yemas en mi culo cuando lo que me traía loca era sentir su pene en él.
Mi chillido convenció a Fernando de mi entrega y sin más prolegómeno me calvó su estaca hasta el fondo.
-¡Joder!- grité al sentir mis dos agujeros invadidos.
Os confieso que esa cruel invasión no me dejaba ni respirar y menos cuando el hermano que me estaba sodomizando llevó sus manos a mis hombros y usándolas de agarre, inició un salvaje galope conmigo como su yegua.
-¡Muévete puta!- desde debajo de mí, Ricardo me ordenó.
“¡Cómo coño quiere que me mueva!” exclamé mentalmente al no poder articular palabra de tan ensartada como me tenían ese par. Empalada por mis dos agujeros aparte de pestañear solo podía gozar y eso hice. Gozando como una perra, dejé que esos cabrones se regodearan dentro de mí cada vez más rápido. Sintiendo el pollón de Fernando en mi culo y el de su hermano en mi sexo, cerré los ojos mientras todo mi cuerpo disfrutaba con sus ataques.
“¡Joder!”, pensé al notar que me corría.
El que me estaba dando por culo afianzó su dominio con dos sonoros azotes en cada una de mis nalgas y al notar la ruda caricia, mi sexo terminó de inundarse y pegando un grito, sentí que todas mis neuronas estaban a punto de explotar.
-¡No paréis!- aullé descompuesta al notar que mis amantes estaban a punto de eyacular.
Al experimentar que  esos cabrones rellenaban a la vez mis dos conductos con su simiente creí que mi placer iba a terminar pero entonces gracias a la lubricación extras, los gemelos llevaron su ritmo a un nivel increíble y sin poder ni quererlo evitar, uní un orgasmo con el siguiente hasta que ya exhausta no me quedó más remedio que pedir una tregua diciendo:
-¡Necesito descansar!
Ricardo con una carcajada me soltó:
-Ni lo sueñes- e intercambiando su lugar  con el de Fernando, sentí nuevamente como me ensartaban.
La facilidad con la que ambos se repusieron me hizo sospechar que se habían tomado algo y por eso sacando fuerzas y con mi respiración entrecortada, se lo pregunté.
-Así es zorrita. Cómo te creías invencible, nos hemos sacudido un par de viagras.
La dureza de sus penes confirmó por anticipado mi derrota pero lejos de molestarme, me encantó aunque eso supusiera que al día siguiente no pudiera siquiera andar. Queriendo al menos mantener una cierta dignidad, con una sonrisa de oreja a oreja, respondí:
-Soy toda vuestra pero ¿No sería mejor que me llevarais a vuestra casa?
Por toda respuesta, Fernando pellizcó  mis pezones dando inicio al segundo asalto cuando todavía no me había repuesto del primero….
 Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 

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Relato erótico:”Estudiante de psicología” (POR WALUM)

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Hola, soy Roxana, con 25 años estoy terminando la licenciatura en psicología, la carrera que me apasiona, desde de venir desde el interior a esta gran ciudad a estudiar, ya estaba cumpliendo mi sueño, vivía sola en un departamento, cubría mis gastos y estudiaba, en esos momentos estaba por empezar las pasantias así que estaba muy feliz. Como mujer soy bastante llamativa pelo rubio que llega a mis hombros, un proporcionado cuerpo cuidado con el esfuerzo del gimnasio, y mi forma de caminar siempre hincada, como sacando pecho, que era de un tamaño bastante considerable, una cintura bien estrecha y lo que fue mas importante y encantador, que es mi cola, bien redonda, grande y muy parada, siempre estoy haciendo mucho ejercicio y mantengo mi cuerpo bien durito, en la calle siempre causa muchas miradas mi cola, mis amigos siempre me decían en tono de broma, que estaba justa para el crimen.
Llego el día en que se sorteaban las pasantitas, estaba realmente muy nerviosa, pero llego el momento y me toco un gran psicólogo, muy respetado en la ciudad, estaba muy ansiosa por ir, el consultorio era en una casa bien linda mas o menos cerca de mi casa. Después llegando el lunes fui a mi primer día, así conocí al doctor, que era un viejo amable pero gruñón, el me dijo que me sentara y seria su secretaria unos días, fueron pasando los días, y el viejo me usaba de una secretaria, no me hacia participar en ninguna sesión para que aprendiera, ya eso me estaba haciendo enojar bastante, pero nada podía hacer. Una mañana como cualquier otra llamaron del juzgado federal y allí comunicaron por teléfono, que era para el doctor, yo tomé tomo rápidamente los datos, ya que el doctor no se encontraba, me dijeron que era un tipo que sus abogados armaron un lío tan bien hecho que estaban dudando hasta de las pruebas. El sujeto estaba acusado de violación reiterada, con un poco de locura parecía y necesitaban que el doctor lo analizara.
Yo me quede bastante sorprendida y anoté todo lo que me dijeron del juzgado, luego volví a mi casa pensando. Al día siguiente llegaron dos policías bien armados, con un sujeto esposado el tipo era grandote, medio gordo con los pelos cortos casi militar, con unos ojos negros que daban miedo, llevaba puesta una remera negra sucia, unos pantalones negros que brillaban de tanto uso y mocasines marrones. El sujeto me miro fijamente, yo no lo mire y cambie la vista de lugar, mientras que los policías me dieron el expediente y metían al sujeto al estudio del doctor para luego salir y quedarse en la puerta. Yo agarre el expediente y lo leí, estaba acusado de depravación seguida de violación contra una madre y dos hijas. Yo me quede helada, pensando en lo vil y asqueroso del sujeto, de repente el doctor me pidió que si le podía llevar 2 cafés, totalmente idiota, los preparé y los llevé, cuando entre sentí la mirada del sujeto en mi cuerpo. Ese día estaba con una camisa blanca de seda y pantalones grises apretados, que como todos me marcan mi gran y hermosa cola, el sujeto rápidamente se percató de ella y tuvo los ojos clavados en ella todo el tiempo en el que estuve sirviendo los cafés.
Luego de ese día, llegué a mi casa cansada y enojada porque las pasantitas eran nada más que ser una simple secretaria, después de darse un baño para sacarse el enojo se quedo pensando en ese tipo tan extraño y depravado.
Al otro día llegue perturbada como siempre y seguí con la típica rutina, calentar el café, ordenar las citas del doctor. Ese día iba vestida igual que el día anterior, tenía una camisa blanca y un pantalón medio rosado.
El día siguió normal, trajeron al loco al cual el doctor seguía entrevistando, entonces de pronto el doctor me llamo, entré sin saber que quería, el doctor me comento que el sujeto era muy complicado y que le gustaría que lo ayudara, para dar el punto de vista de una mujer, sobre un sujeto tan raro. Yo me puse muy contenta y tome rápidamente mis cosas para anotar todo lo que el sujeto dijera. El doctor le seguía haciendo preguntas sin sentido, hasta que le pregunto sobre su vida sexual en su adolescencia, él tipo le contó con lujos de detalles como fue su primera vez y las siguientes, no me paraba de mirar mientras que contaba sus relatos. Tanto el doctor como yo tomábamos apuntes de todo lo que decía el morboso sujeto, hasta que mencionó algo que los dejo helados a los dos, el sujeto casi baboseando dijo –Debo admitir que me encantan los traseros de las mujeres, es algo que me vuelve loco, lo reconozco, me encanta romperles el culo, penetrarlas bien, metérselo todo adentro, aunque les duela muchísimo, yo no tengo culpa si lo tengo muy grande, largo y muy grueso. Luego de decir eso el sujeto me miro sonriendo, como burlonamente. Ya estaba terminando la sesión, cuando el sujeto le dijo al doctor –Sabe lo que me mas me gusta de venir a terapia? El doctor le pregunto que, y el sujeto le contesto –Ver a su secretaria que es impresionantemente llamativa. Yo me sonroje y me morí de vergüenza, pero no dije nada, ni el doctor tampoco y ahí termino la sesión de ese día.
Llego el lunes y ese día hacia bastante calor, así que decidí ponerme una falda negra, que me quedaba un poco chica pero era mi preferida, aunque me quedara bastante pegada al cuerpo marcándome de manera exagerada mi cola, y me puse un tapado negro arriba para ocultarla. Aunque era imposible ocultarla, se me levantaba el tapado también.
Preparé todo como la rutina diaria, pero ese día el doctor todavía no llegaba, como no tenia que hacer, me puse a ordenar los expedientes de arriba abajo, uno por uno, y por mas que tenia unos altos tacos, tenia que levantarme mucho para llegar al primer estante de la biblioteca, fue justo en ese momento cuando llegaron los policías, junto con el sujeto. Al girar la cabeza, ví como los tres la miraban, seguramente miraban la curva de mi cola con el tapado, rápidamente me salí de esa posición y los saludé, diciéndoles que el doctor ya estaba por llegar. Después de unos minutos, llego el doctor, al llegar me dijo que fuera llevando al paciente al consultorio que el iba al baño y ya iba. Yo obedecí y me paré diciéndole que me siguiera, entré primero que el tipo, camino hacia dentro y pude sentir la mirada penetrante en mi persona, entonces escuche algo que me intranquilizo, el sujeto dijo bajo pero sabiendo que yo lo oía –Sabía que tenías buen culo, pero no imaginé que tenías semejante culo.
Yo permanecí callada esperando al doctor. Luego de ese día de terapia, el sujeto no dijo nada mas, así fueron pasando las semanas hasta que el sujeto quedo absuelto frente a lo que presento el doctor de sus estudios y yo pude terminar mis aburridas pasantias. Después de unos meses decidí ir a la facultad a ver si había algún post grado para hacer, o algo por el estilo, me acuerdo que ese día me vestí muy bien porque después tenia una entrevista de trabajo, me puse una remerita ajustada celeste, junto con un pantalón blanco bien ajustado medio transparente, por lo cual use una mini tanga así no se traslucía y unos altos tacos, unos de los mas altos que tengo, luego de averiguar en la facultad, fui a esa entrevista, en la cual me fue muy bien.
Al estar a unas diez cuadras de mi casa decidí caminar, iba muy feliz por el resultado obtenido en la entrevista, mientras que me percataba de muchas miradas masculinas y algún comentario, yo seguía en mi mundo pensando y contenta por el tal vez futuro trabajo, luego de unas cuadras me empecé a sentir muy observada, no sabia porque, me volteé una vez y veía a mucha gente en la calle, pero algunos hombres mirando mi cola como hipnotizados, poco a poco cada vez que avanzaba hacia mi casa la muchedumbre se achicaba, volví a voltear y quedaban solo algunos hombres, de repente tres cuadras mas y sentí una mirada penetrante, pero no voltee, decidí apurar el paso y traté de perderme entre la gente que la verdad no era mucha por esas calles, yo sabia que los ojos estaban concentrados en mi figura, y mis nervios me empezaban a traicionar, intentaba no ser demasiada obvia así que crucé la avenida y sentí que alguien también hacia lo mismo, un intenso frió recorrió mi cuerpo, con miedo evidente y sin importarme que se me notara, aceleré el paso, quería estar sana y salva.
Ya estaba llegando a mi casa, una mezcla de alivio y temor se apodero de mi, ya que no sabia como hacer para abrir la puerta tan rápido y entrar, así que como pude apuré mas el paso, pero si entraba ahora tenia que arriesgarme mucho, decidí pasar de largo y meterme en un negocio que hay en la esquina, luego de un rato, vi que no paso nadie detrás mío, tal vez estaba un poco paranoica pensé, con un poco mas de alivio volví para mi casa, llegue a la puerta y con algo de nervio abrí la puerta y justo en ese momento fue cuando volví a sentir esa horrible presencia detrás mío, voltee fugazmente y una mano me dio un fuerte empujón hacia dentro de mi casa, yo entre miedo y desesperación intente dar un grito, pero una poderosa bofetada me quito el sonido, caí al piso tendida, llorando de terror. Estaba mi casa en oscuridad por lo cual solo veía una gran sombra, rápidamente sentí una respiración agitada que me decía -¡¡Quedate quieta y callada o te mato a golpes!! Luego me levantó de un solo tirón y tapándome la boca y sujetándome desde atrás me llevo hacia dentro de mi casa, mi corazón estaba muy agitado y mis lágrimas salían por miles, estaba aterrada, cuando llegábamos a mi habitación el sujeto que me tenia fuertemente agarrada, pasó su horrible lengua por mi cuello diciéndome al oído -¡¡Te aseguro que de esta noche no te olvidas mas!!
Yo me estremecí de miedo sabiendo lo que el sujeto buscaba y me empecé a mover intentando safarme, pero era inútil, el sujeto era mucho mas grande y tenia una fuerza impresionante, de pronto el sujeto gritó -¡¡Quédate quieta o te pego hasta matarte!! Yo me estremecí de miedo y me quede quieta, llorando, el sujeto al ver mi docilidad dirigió sus manos hacia delante mío y apretó mis pechos con pasión; los amasaba fuertemente mientras que me decía al oído -¡¡Que buenas tetas tenes, grandes y firmes!! Sentí que su cuerpo se pegaba al mío y que su miembro se apoyaba en mi cola y empezaba a puntearme fuerza. Sus manos me apretaban los pechos y su cuerpo me apretaba la cintura. Estuvo un rato largo estrujando mis pechos y apretando una y otra vez su miembro contra mi cola. Luego bajó una de sus manos y de pronto agarro mi cola y la apretó con bravura, luego dijo con voz fuerte -¡¡Ahora para tu hermosa colita!! Yo con lagrimas en los ojos lo hice, mostrándola en su máximo esplendor, el sujeto se quedo callado y dijo con un tono de euforia -¡¡Eso es, este si que es un enorme y rico culo!! Y me plantó una fuerte palmada en mi trasero. Mi cola se metía bajo su barriga, mientras el me tomaba de las caderas y me apoyaba con mas fuerza, entonces me dijo -¡¡Vamos, pará y mové tu hermoso culo, menéalo como a los hombres nos gusta verlo!! Yo sin oponer resistencia, muerta de miedo lo hice, pare lo mas que pude mi cola, la empecé a moverme de lado a lado, yo me sentía muy humillada con muchísimo miedo, y aumento cuando el sujeto me dio un fuerte empujón, en el cual caí en mi cama, rápidamente me di vuelta y vi al sujeto, no lo podía creer, era el sujeto de la terapia de la pasantia, me quede helada sin saber que hacer, un frió atravesó todo mi cuerpo al recordar su expediente, pero ahora no parecía aquel sujeto, estaba transformado, parecía un loco realmente y con una cara de depravado total, sus ojos estaban rojos, como inyectados de sangre, me dio mas miedo.
El sujeto sin mediar mas se tiró sobre mi, me manoseaba a mas no poder, mientras que me decía -¡¡El placer es dolor vas a quedar llena, vas a sentir mi pija en tu culo por un buen tiempo, te va a doler mucho, pero te va a gustar!! Yo llorando a mas no poder y con un miedo espantoso le suplique que no lo hiciera, que me dejara en paz, pero el estaba como poseído, luego me acomodó en la cama, de rodillas y me hizo apoyar en el respaldo, o sea que mi cola quedo totalmente expuesta para el, se acomodó detrás mío y tomando mi pantalón blanquito lo bajo junto con mi diminuta tanga, yo estaba esperando un milagro, no podía hacer nada, el sujeto me violaría sin piedad, era inevitable, se quedo un rato en silencio y luego dijo -¡¡Que culo tenes!! ¡¡Los de la vieja y las hijas eran gordos, pero con vos me saque la lotería, es como una manzana grande y paradita, diría perfecto y va a ser mío!! Yo lloraba mas por sus comentarios, pensaba en ese asqueroso y depravado sujeto que solo conseguía mujeres violándolas, ese asqueroso que había violado a esas gordas mujeres y ahora tenia un cuerpo mucho más joven y con buenas formas para darse gusto, y el sabia que me tenia impotente entre sus manos, mis pronunciados pechos y mi hermosa cola, en estos momentos eran suyos, suyos para gozarlos a voluntad, suyos para satisfacer cualquier capricho de su terrible desenfreno, yo me voltee y pude ver como el sujeto sacaba su enorme miembro, colorado, no podía creer que existiera miembro así, el sujeto al ver mi cara de sorpresa, tomó su miembro con la mano apretándolo mas, para hacerlo mas exagerado y me dijo -¡¡Desde que te vi el culo en la terapia, no hago mas que pensar en él, no te quisiera asustar pero te lo voy a romper, porque estoy desesperado por penetrarlo!!
Yo me estremecí de miedo y humillación, entonces el sin mediar mas palabras, se escupió un poco la mano, se paso la saliva por la cabeza de su miembro para luego apoyar la cabeza de su miembro en mi esfínter y empezar a presionar, el dolor fue tan intenso que grité lo mas fuerte que pude -¡¡AAHhhhhyyyyyyyyyyy!! Y en un movimiento rápido tire una mano para atrás para frenarlo al maldito, pero el tipo me agarró la mano y me pegó un cachetazo en una nalga diciéndome -¡¡Nada de manotazos y tomá!! Y empujó mas fuerte logrando meter la cabeza adentro, mis ojos estallaron de dolor y como que se me nublaba la vista de dolor, sentí como si me estuvieran metiendo un tronco allí atrás, era brutal el dolor y grité para descargar -¡¡Ahhhhhhhhhhhyyyyyyyyyyyyyyyy!! El sujeto seguía como si nada, presionando mas y su miembro con mucha dificultad empezó a deslizarse en mi interior, haciéndome retorcer del dolor y diciéndome -¡¡Sentila puta, bien adentro de tu hermoso culo, sentí como te lo rompo!! Y siguió empujando, me clavó sin piedad hasta el fondo, sentí que me derrumbaba, que se me partía mi hermosa cola, grité lo mas que pude, era imposible resistir tanto dolor, mientras que el sujeto se quedo quieto, manteniéndome toda enterrada, mientras que me acariciaba la espalda y me decía -¡¡Mirá como lo tengo a tu culo, bien ensartado, desafiándome para que lo rompa, y lo voy a partir!! Después el maldito empezó a sacarla casi toda y empujar con todo para adentro, golpeaba los huevos contra mis nalgas, luego empezó un vaivén mas rápido y mientras que yo seguía apoyada en el respaldo de la cama, el sujeto me bombeaba a todo lo que daba, mientras que gritaba a viva voz -¡¡Que buen culo acabo de abrir, ahora es mío!! Y me tuvo casi una hora a los bombazos por atrás hasta que arremetió con toda la fuerza y quedándose quieto acabo dentro mío. Yo estaba desarmada, no reaccionaba, sentía que mi hermosa cola me estallaba de dolor, lloraba desconsoladamente mientras escuchaba la risa de superación y victoria del sujeto, que me indignaban y me hacían llorar más aun. Siguió metiendo su miembro lo mas que pudo hasta que termino completamente en mi interior gritando de gozo -¡¡Aaaaaaaaaahhhhh!! Luego retiro su miembro, y cayo a mi lado, tendido agitado mientras que sonreía, yo lloraba mientras que me sobaba como podía, tirada en la cama sin fuerzas para levantarme, estaba destruida.
Habrán pasado unos quince minutos, cuando el sujeto se levanta rápidamente, agarra mis piernas y las levanta sobre sus hombros, toma su miembro ya erecto y lo mete en mi vagina grité del dolor al principio, luego me quede quita mientras que el sujeto me bombeaba con una fuerza increíble, yo no hacia nada solo esperaba que terminara, pero el sujeto bombeaba sin parar, no se cuanto tiempo y poco a poco mi cuerpo fue cediendo, y el calor empezó a invadir todo mi cuerpo, por mas que me resistía a aceptarlo, mis gemidos empezaron a ser evidentes y el al darse cuenta aceleraba mas aun su ritmo, yo no podía disimular mis gemidos y quejidos, el al escucharlos empezó a sonreír y dijo -¡¡Pero que puta sos, te gusta que te cojan como a una zorra!! ¡¡Estaba seguro que te gustaba, toma!!… como te gusta!! Yo llorando y completamente humillada igual no podía resistir mis gemidos cada vez mas fuertes -¡¡Ahhhhh… ahhhh…. ahhhhh!! El sujeto después de varios minutos gritó de puro gozo -¡¡AHhhhhhhhh!! Y termino dentro mío, luego la saco chorreando su asqueroso liquido y la puso delante de mi boca, yo no hice nada, solo mantuve mi boca cerrada, entonces el maldito empezó a pasar su miembro mojado por la cosedura de mis labios, manchándome con su asqueroso y oloroso liquido seminal, ya cansado de humillarme, se volvió a acostar a mi lado, descansando y con la respiración agitada, mientras que yo solo lloraba e intentaba limpiarme la cara. Habrá pasado media hora, y el sujeto estaba ya normalizado, yo permanecía inmóvil llorando, esperando que pronto se marchara al haber cumplido con su violación.
De pronto, el sujeto se paró y se sentó en un sillón que hay en mi pieza, desde ahí me dijo -¡¿Quieres que me vaya!? Yo conteniendo mis ganas de matarlo he insultarlo le conteste que si, entonces el sujeto me dijo con mucha arrogancia -¡¡Bueno, entonces venís acá, te arrodillas y me haces la mejor mamada de tu vida y me marcho!! Yo me quede pensando, pero no tenia mucho que perder, así que me levante temerosa, y cumplí con lo que el sujeto quería, primero tomé su miembro que estaba medio flácido y lo moví un poco, para luego meterlo en mi boca rápidamente, intentando satisfacerlo pronto y que se marchara, yo mantenía mi ritmo con los ojos cerrados pensando en otra cosa, entonces el sujeto me agarró de la cabeza con su mano y me dijo -¡¡No, putita, si me la vas a chupar, mirame mientras lo haces!! Yo con una bronca terrible por dentro, pero sin mas remedio obedecí, el sujeto largaba gemidos a cada estocada que daba su miembro en mi garganta, mientras que yo casi me ahogaba y solo lloraba cumpliendo con mi sucia labor, el sujeto gemía fuertemente, gozando de mi boca a su antojo mientras que gritaba -¡¡Zorra si que sabes chuparla!! Yo lloraba totalmente humillada, de pronto el sujeto se paro dejándome de rodillas y teniendo que seguir obviamente, lo hacia lo mejor que podía, pero el sujeto parecía no terminar mas, hasta que el sujeto gimió muy fuerte -¡¡Ohhhaaaaaa!! Me separó de su miembro diciéndome -¡¡Vamos putita, quedate ahí y abrí la boca!! Yo no tenia a donde ir, así que quede totalmente expuesta ante su miembro, el cual el sujeto movía rítmicamente, hasta que empezó a largar su inmundo liquido, los chorros comenzaron a salir con mucha fuerza, dando en mi boca y mi nariz primero, pero luego comenzaron a caer en toda mi cara, mi frente mis ojos, mi barbilla, el pelo, era un mar de semen lo que largaba el sujeto mientras que gemía fuertemente -¡¡OOHHaaaaa!! ¡¡OOHHaaaaa!! ¡¡OOHHaaaaa!! Era lo mas humillante de mi vida, y encima no terminaba, el sujeto tomó su miembro y lo puso en la entrada de mi boca diciendo -¡¡Dale un besito y límpiale el miembro a tu macho que te ha culiado tanto hoy!! El sujeto me humillaba cada vez más sintiéndose poderoso, y degradándome más y más. Yo hice lo que me pidió y luego el sujeto me llevo al baño para limpiarme.
De regreso a mi cuarto, el sujeto venia apretando mi cola fuertemente, yo no sabia que mas pretendía, solo pensé que se estaba divirtiendo, me ataría y me dejaría ahí en mi cuarto, pero de pronto al llegar cerca de mi cama, el sujeto me agarro del cuello y me tiró contra el colchón, manteniéndome sujetada y con mis rodillas en el piso, se puso detrás mío, mientras que yo forcejeaba y suplicaba, el sujeto tomó su miembro y dijo en tono burlón -¡¡Mi putita… ahora es todo o nada… seguramente te dolerá… pero ya no me puedo echar para atrás…quiero reventarte este rico culo otra vez, aunque grites de dolor!! Luego puso su miembro en la entrada de mi cola y tomando un puñado de mis cabellos, tiró para atrás al mismo tiempo que me penetraba, haciéndome gritar desoladamente -¡Aaaaayyyyyyyyy… ooooooooohhhhhhhh… aaaaggghhhh! De nuevo el dolor se hacia insoportable, mientras que el sujeto me embestía siempre violentamente, y tiraba mis pelos, su movimiento salvaje era como si quisiera desarmarme, y yo gritaba de dolor, suplicando que me soltara, pero el sujeto se había subido casi en mi, y mientras que separaba mis glúteos y los apretaba me decía -¡¡Te gusta putita… te gusta que te rompan el culo hasta hacerte llorar!! Yo lloraba intentando no pensar en eso, pero el dolor era tan grande que tenia que ponerle atención, sus embestidas eran cada vez mas fuertes, de pronto sin darme cuenta de mi boca salio un gemido, mezcla de odio y placer -¡¡Ahhhgggg!! El sujeto al escucharlo empezó a burlarse, mientras aceleraba sus embestidas diciéndome millones de vulgaridades como -¡¡Ohhh sii! ¡¡Que culo infernal tenes!! Mientras que me agarraba de mis pechos y seguía penetrándome violentamente, solo podía escuchar sus gemidos y ese horrible ¡plop! ¡plop! ¡plop! por las estocadas salvajes que recibía, el sujeto me tironeaba el pelo fuertemente y aceleraba, hasta que por fin termino en un río de semen en mi interior, gimiendo como un desaforado y sacando su miembro de mi interior, dejándome casi muerta, estaba media mareada, totalmente sin poder moverme, mientras que veía que el sujeto ya estaba casi totalmente vestido para irse, entonces al ver que yo no reaccionaba, el sujeto empezó a reír y con tono de superación dijo -¡¡Como me va a gustar ver ese culito por la calle y saber que fui el primero en romperlo!! Luego en menos de dos minutos se marcho.
Hechos ficticios.
 
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 

Relato erótico: “La musa desnuda” (POR CASIMIRO11)

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Quiero contar esta historia para que sirva de aviso y ejemplo a las chicas que, como yo, tienen el sueño de convertirse en actrices, y para que se planteen antes de nada hasta dónde están dispuestas a llegar para triunfar. En primer lugar, me presentaré, pues hoy no creo que mucha gente me recuerde. Me llamo Elena, tengo 28 años y soy, o mejor dicho era, actriz. Mido 1,75, soy morena y tengo los ojos verdes. Mi cuerpo no es espectacular, lo cual es un problema para la profesión, pero creo que puedo considerarme atractiva: tengo unos hermosos pechos, no muy grandes pero sí firmes y turgentes, y un culete redondo que siempre me ha dado muchos éxitos.
Como he dicho, desde muy joven he tenido el deseo de ser actriz, y desde que salí de la facultad, hace ya 6 años, todos mis esfuerzos han ido encaminados en esa dirección. Pero es francamente difícil triunfar, y hasta la fecha no había pasado de tener pequeños papeles en películas de poca monta o en obras de teatro sin mayor repercusión. Por eso, no podía creer lo que oía cuando Paco, mi agente de todos estos años, me llamó un lunes a primera hora de la mañana excitadísimo “Elena, siéntate, no te lo vas a creer: ¡te he conseguido un papel protagonista con Roberto Salazar en una obra de teatro!” Efectivamente, tuve que sentarme. Roberto era uno de los más prestigiosos actores de teatro del momento. Era un hombre ya maduro, debía rondar los 60, y su pelo blanco y su voz profunda le habían dado fama de galán irresistible. No me lo podía creer, iba a ser protagonista en una obra de teatro junto a él, uno de los ídolos de toda mi vida.
Siguiendo las indicaciones de Paco, me pasé al día siguiente por el teatro donde iba a tener lugar la representación, para conocer al director, Juan, y a Roberto, y para que me dieran una copia del guión para ir estudiando. Ambos fueron encantadores conmigo, especialmente Roberto, que me dijo unos cuantos requiebros y comentó que estaba seguro de que trabajar conmigo iba a ser maravilloso. Sin ni siquiera leer el guión, firmé el contrato, estaba como loca de alegría, me parecía increíble que, después de tanto esfuerzo y dedicación, mi sueño de triunfar como actriz se hubiera cumplido.
Nada más llegar a casa, saqué el guión de la carpeta y empecé a leerlo. Se trataba de una obra de un autor moderno, francés, un tal Jacques Ribery del que nunca había oído hablar. La obra pretendía ser un estudio del impulso creador del arte y un análisis de la relación del artista con sus musas. Una obra simbólica, según la definía su autor. “Puff, un pesado sin duda” pensé, pero no era como para perder la oportunidad. Empecé a leer la descripción de los personajes, éramos solamente tres:
-Roberto Salazar: compositor retirado, su crisis le lleva a refugiarse del mundo en sus musas. Pantalón gris, camisa blanca, va descalzo.
-Cristina Roig: esposa del compositor, intenta ayudarle, pero no le comprende. Lleva un vestido de flores y sandalias.
-Elena Gómez (yo): musa del compositor, le abre un nuevo mundo de creación. Permanece desnuda durante toda la obra.
¡¿Qué?! Tuve que leer tres veces la frase hasta que lo comprendí. Acababa de firmar un contrato para una obra de teatro en la que tenía que actuar desnuda desde el principio hasta el final. No podía creerlo, jamás había actuado sin ropa en ninguno de mis papeles anteriores, y la sola idea de que me vieran desnuda me ponía fuera de mí. Además, era teatro, el público estaría delante y, ¿qué pasaría si mis amigos o familiares iban a ver la obra? ¡Dios mío, mis padres SIEMPRE iban a ver todos mis trabajos! Llamé inmediatamente a Juan, el director, tenía que presentar mi renuncia inmediatamente.
Pero no era tan fácil, Juan había tenido dificultades para encontrar una actriz que quisiera aceptar el papel, y no quería dejarme libre “has firmado un contrato, y los contratos están para cumplirlos” Finalmente, me amenazó con que, si no aceptaba el papel, se encargaría personalmente de que no volviera a trabajar nunca en cine o teatro.
Sin saber qué hacer, lo consulté con la almohada, tratando de convencerme a mí misma de que no era tan terrible: que si es arte, que ya somos adultos, que en los tiempos que corren es de lo más corriente… Pero lo cierto es que iba a estar desnuda delante de 500 personas cada noche, durante dos horas, durante al menos un mes, que es el tiempo que en principio habíamos firmado. Eso suponiendo que la obra no fuera un éxito.
En fin, mi carrera era lo más importante, había trabajado mucho para llegar aquí y no pensaba ahora renunciar a ello, grandísimas actrices habían trabajado desnudas antes que yo, tenía que ser más profesional.
 

 

Así pues, estudié el guión y, el día señalado, acudí al teatro a empezar los ensayos. Teníamos sólo una semana, la dificultad de encontrar una actriz para mi papel había retrasado mucho los ensayos. Al principio todo fue bien, en el escenario nos movíamos Roberto, Cristina (la actriz que interpretaba a su mujer) y yo, vestidos con nuestra ropa de calle, pues era un ensayo. Sentados en la primera fila de butacas, el director y su ayudante (una chica de unos 30 años) nos iban haciendo correcciones. Aparte de ellos, el técnico de sonido y el de iluminación completaban la plantilla. Creo que el primer día fue un éxito por mi parte, al terminar, Roberto me felicitó, especialmente por la última escena, en la que, cubiertos por unas sábanas, ambos simulábamos hacer el amor. También Juan parecía satisfecho con mi actuación, sobre todo teniendo en cuenta que yo era casi una principiante.
Todo transcurrió con normalidad los tres primeros días de ensayos. Pero he aquí que el cuarto, Juan nos dice que la fecha de estreno se acera y quiere hacer un ensayo con el vestuario que llevaremos en la obra. El corazón me dio un vuelco, quizá había tratado de convencerme de que lo que leí en el guión nunca llegaría, pero lo cierto es que ahora estaba aquí, y no podía volverme atrás. Nos fuimos todos a los camerinos a cambiarnos, yo estaba aterrada. Me desnudé temblando y me puse una bata blanca que encontré sobre un biombo. Cuando regresé al escenario, Roberto y Cristina llevaban la ropa que exigía el guión. Las piernas me temblaban, me quedé en medio del escenario, con la bata puesta y sin saber qué hacer.
—Vamos Elena –dijo Juan- se hace tarde, quítate la bata y empecemos.
—Es que… no entiendo por qué tengo que estar desnuda, no añade nada a la obra.
—No empecemos otra vez con eso, somos profesionales y tú has firmado un contrato. Desnúdate por favor.
—Vamos Elena –intervino Roberto con una extraña sonrisa dibujada en la cara- he trabajado con muchas actrices en cueros, Cristina y yo haremos lo posible para que estés cómoda.
—Pero, esto es un ensayo –me defendí como pude- ¿no podemos dejarlo para el día del estreno?
—¡Maldita sea! –se exasperó el director- ¿pretendes estrenar sin hacer un ensayo completo antes? ¡quítate ahora mismo esa bata o estás despedida!
Casi sin saber dónde me encontraba, me quité la bata y aparecí desnuda ante ellos. Me sentí tan indefensa y expuesta que tenía ganas de llorar. Juan y su ayudante me miraban serios, Cristina parecía indiferente, a los técnicos de sonido e imagen no podía verlos, pero seguro que ellos sí me estaban mirando a mí. En cuanto a Roberto, me miraba de un modo que no me pareció nada profesional. Pero ése era ahora el menor de mis problemas. Intenté concentrarme, pero nada era igual. Era la primera vez que yo actuaba desnuda, y no era una simple escena de ducha o pasar fugazmente por el escenario. Tenía que estar en cueros las dos horas que duraba la obra, con un texto larguísimo, y cada vez que hablara yo, cientos de ojos estarían sobre mí.
Juan me regañaba continuamente, no daba una a derechas, y sólo faltaban tres días para el estreno. Finalmente, llegó la escena en que Roberto y yo simulábamos hacer el amor. Nos cubríamos parcialmente con las sábanas, él tumbado, con su pantalón gris y la camisa blanca, yo sobre él, desnuda. Las sábanas me cubrían de cintura para abajo, pero mis pechos quedaban al aire, tan cerca de Roberto que sentía su aliento. Mientras yo simulaba moverme encima de él, noté sus manos abiertas sobre mis nalgas. Iba a protestar, pero estaba tan cansada y deseosa de terminar, que no dije nada y seguí con la escena.
 
Cuando al fin terminó mi martirio, Juan estaba muy descontento conmigo “hoy has estado muy nerviosa y descentrada Elena, tienes que superarlo, los tres ensayos que nos faltan hasta el estreno los harás desnuda”. Sabía que tenía razón, debía superarlo y olvidarme de que estaba en el escenario sin ropa. No dije nada, me puse mi bata y me fui a mi camerino. Cuando pasé junto a Roberto le lancé una mirada de odio, que él respondió con una sonrisa.
Así pues, al día siguiente allí estaba yo, desnuda de nuevo en el escenario. Esta vez, y con el pretexto de que tenía que acostumbrarme, Juan hizo que estuvieran presentes en el ensayo todos los miembros del equipo, maquilladores, encargados de vestuario, etc. Debía haber 20 ó 25 personas viendo mi desnudez. Aun así, conseguí concentrarme y actuar mejor que el día anterior. Salvo las ya acostumbradas manos de Roberto sobre mi trasero en la escena final, el día fue más llevadero para mí. Al terminar, Juan me felicitó y me dio ánimos, sólo faltaba un ensayo antes del estreno.
Esa noche, mi madre me llamó, y me pidió entradas para el estreno. No podía negarme, era absurdo. Le dije que le dejaría dos entradas en taquilla y ella me contestó “no, déjame cuatro, los tíos del pueblo están locos por verte” Casi me pongo a llorar. Pensé en explicarle cuál iba a ser mi vestuario, pero me faltaron las fuerzas, quizá era mejor que las cosas siguieran su curso.
El último día de ensayo estuve francamente bien, conseguí concentrarme en mis frases y olvidarme de todo, incluso de las manos de Roberto, que cada vez se ceñían más a mi cuerpo, ocultas por la sábana. Estaba bastante satisfecha cuando, mientras me ponía la bata, oí que Roberto hablaba con Juan:
—Hay un pequeño problema con el look de mi musa
—¿Qué quieres decir?
—Bueno –carraspeó el galán- se supone que mi musa es alguien angelical, puro, inocente.
—No veo dónde quieres llegar –intervine mientras empezaba a ponerme nerviosa.
—No te ofendas Elena –siguió Roberto como si tal cosa- pero tienes demasiado pelo, creo que para parecer una ninfa auténtica y pura deberías afeitarte el pubis.
No me lo podía creer, estuve a punto de pegarle. Hablaba de mi sexo como si fuera un elemento decorativo, algo que él podía modelar a su antojo. Lo malo es que a Juan la idea le pareció acertada. Chillé y pateleé, pero no hubo manera, al director se le antojó que tenía que salir a escena desnuda y depilada “tienes que ser profesional” me dijo de nuevo.
No podía tirar por la borda todo mi esfuerzo, llevaba tres días ensayando desnuda ante un buen número de gente, sólo podía seguir adelante. Juan puso a mi disposición una peluquera “experta en la materia”. Cuando terminó su trabajo, me miré en el espejo. Estaba hermosa, ésa era la verdad, mis pechos con sus pezones erectos, el vientre plano, las nalgas redondas… y lo labios de mi vagina tan a la vista. Traté de no pensar.
Al día siguiente, en un teatro con 500 espectadores (entre los que se encontraban mis padres y mis tíos), llevé a cabo mi representación, totalmente desnuda y depilada.
Estaba muy nerviosa, por un momento pensé que no iba a ser capaz de hacerlo. No entendía por qué tenía que actuar desnuda, eso de las “exigencias del guión” me parecía absurdo, nunca son mujeres viejas u hombres los que tienen dichas exigencias. La obra me parecía ridícula. Si al menos todos los actores estuvieran desnudos… Pero era yo sola la que tenía que actuar sin ropa alguna.
Se alzó el telón, Roberto tenía un monólogo de cinco minutos en el que se quejaba de su falta de inspiración y reclamaba la llegada de su musa. Entonces, con el centro del escenario a oscuras, aparecía yo. Poco a poco, la luz iba subiendo de intensidad. Primero, apenas se adivinaban mis formas, finalmente, quedaba totalmente iluminada y expuesta. Se oyó un murmullo en la sala, nadie en la promoción de la obra había mencionado mi desnudez, y en los carteles de la taquilla sólo aparecían las caras de los tres actores.
Durante otros cinco minutos, Roberto y Cristina discutían sobre el arte, mientras yo permanecía de pie, en el centro del escenario, quieta y desnuda. Fueron cinco minutos horribles, porque tenía tiempo de pensar, e incluso ver a los espectadores de las primeras filas. ¡Dios mío, allí estaban mis padre y mis tíos! ¡en primera fila! Maldije a Juan, que les había dado tan buenas entradas. Mis padres estaban boquiabiertos, mi madre con una cara que era un poema. Mi tía, hermana de mi madre, estaba coloradísima, mientras mi tío… probablemente nunca había ido al teatro, pero estoy segura de que a partir de aquel día sería asiduo. Lo pasé fatal, saber que tenía que estar allí quieta durante tanto tiempo mientras ellos me miraban… y encima, pensar en mi sexo depilado, algo que siempre es llamativo, y más para gente mayor, aquello me hacía sentir más desnuda incluso.
Fue un alivio cuando tuve que empezar yo también a hablar. Poco a poco, conseguí ir olvidando mi estado y me centré en mi papel. Al final del primer acto, creo que había conseguido una actuación aceptable. Durante los cinco minutos de descanso, Juan vino a vernos. Yo tenía puesta la bata, aunque a esas alturas ya todo me daba igual. “La cosa va muy bien chicos, especialmente Elena está resultando muy convincente. Escuchad, me he enterado de que entre el público está David Cohen, el gran crítico teatral. Por favor, en la escena final quiero pasión, mucha pasión, quiero que parezca que vuestro coito es real. Tenemos que dejarle helado, es nuestra oportunidad de hacer algo grande”.
Empezó el segundo acto. Yo estaba cada vez más tranquila y segura de mí. Sabía que acaparaba todas las miradas del público. Decidí sacar partido de ello, las circunstancias me habían sido favorables, el actuar desnuda hacía que yo fuera la única protagonista de la obra, aunque Roberto fuera el actor consagrado y famoso. Me movía cada vez más suelta sobre el escenario, orgullosa de mi cuerpo. Mis pezones estaban duros como piedras, empezaba a disfrutar de mi trabajo. Incluso llegué a pensar que el desnudo estaba justificado, si el director me hubiera pedido vestirme, me hubiera molestado. Antes de llegar a la escena final, yo tenía un monólogo, de pie, en el borde del escenario. Fijé la mirada en el infinito y empecé, notaba las miradas en mi cuerpo desnudo, especialmente en mi sexo depilado. No me importó, hice el monólogo a la perfección y arranqué un gran aplauso del público. Cuando terminé mis frases, me di cuenta de que estaba húmeda.
Al fin, llegó la última escena. En total duraba diez minutos, durante los cuales, y mientras Roberto y yo fingíamos hacer el amor apasionadamente, Cristina recitaba una absurda poesía acerca del amor y del proceso creativo.
Roberto estaba tumbado, con su pantalón gris y su camisa blanca. Yo me subía a horcajadas sobre él y me tapaba con la sábana. Por primera vez desde mi entrada en escena, el público no podía verme de cintura para abajo, mientras mis pechos seguían descubiertos, próximos a la cara de Roberto, que me miraba con una leve sonrisa. En esta postura, empecé a moverme rítmicamente mientras, bajo las sábanas, Roberto ponía sus manos sobre mis nalgas, según su costumbre.
Estábamos poniéndole más pasión y sentimiento que nunca, de reojo vi la cara de mis padres, era un poema, ver a su hija fingir un coito en un teatro lleno hasta la bandera, mínimamente tapada con una sábana, era demasiado para ellos. De repente, noté que una de las manos de Roberto se retiraba de mi trasero para dirigirse… directamente a mi sexo. Por un momento me quedé paralizada.
Aquello era demasiado, no sabía qué hacer. No podía montar un escándalo, con mis padres mirando, y la escena estaba quedando brutal, además, yo era una profesional y estaba dispuesta a bordar mi actuación, mi futuro como actriz estaba en juego.
Las manos de Roberto eran ágiles y expertas. Ya he dicho que yo estaba un poco excitada al final de la obra. Mi compañero no tuvo problemas para introducir dos dedos en mi vagina y empezar a moverlos, acompasando el movimiento de sus manos al de mis caderas.
No podía creerlo, Roberto me estaba masturbando en público, con mi familia presente y yo, que tenía pánico a actuar desnuda… estaba disfrutando. Los cinco primeros minutos estuvimos así, el silencio era sepulcral en el teatro, sólo se oía a Cristina con su monólogo (creo que nadie le prestaba atención), y los gemidos que Roberto y yo lanzábamos. La diferencia era que, mientras los suyos eran fingidos, los míos eran reales: allí, ante todos, disfruté de un dulce y prolongado orgasmo. Entonces, Roberto sacó lentamente sus dedos de mi cuerpo. Debo reconocer que una parte de mí detestó que lo hiciera, quedaban cinco minutos de escena, el monólogo de Cristina era eterno, y yo hubiese querido seguir con los dedos de mi compañero dentro de mí.
Intenté rehacerme y concentrarme en mi trabajo cuando noté que, otra vez, algo pugnaba por entrar en mi vagina.
¡Dios! No sé cómo, Roberto se las había ingeniado para sacar su miembro fuera del pantalón, y ahora intentaba introducirlo en mi cuerpo. “Oh no –pensé- esto sí que no”, Roberto podía ser mi padre y, hablando de padres, allí estaban los míos, en primera fila y boquiabiertos. Afortunadamente, las sábanas no dejaban ver lo que realmente estaba sucediendo.

 

Traté de resistirme pero, mientras seguía adelante con la escena (era una profesional) en uno de los vaivenes, al bajar mi cuerpo sobre el de Roberto, éste acertó a introducir la punta de su verga en mi vagina. Al notarlo, levanté mi cuerpo enseguida pero, al volver a bajar, mi sexo estaba tan húmedo y abierto que, sin dificultad, la verga de Roberto se deslizó completamente en mi interior.
A partir de ahí perdí el control. ¡Oh señor!, estaba haciendo el amor en vivo y en directo, ante 500 personas y con mi familia asistiendo al espectáculo. Y lo peor de todo es que ya no podía parar, pude comprobar que la fama de seductor de Roberto estaba plenamente justificada. A cada movimiento, un misil tierra aire entraba y salía de mi cuerpo como una sacudida. Oleadas de placer me invadían sin remedio. Con un último resquicio de cordura, comprobé que las sábanas seguían cubriéndonos… y me entregué al placer.
Ahora nuestros gemidos eran tan altos que Cristina, colorada, tenía casi que gritar para que se la oyese, aunque ya nadie prestaba atención a su poesía. Finalmente, Roberto eyaculó dentro de mi cuerpo, su semen me inundó, su orgasmo parecía no tener fin, su rostro estaba congestionado. Yo grité como nunca, mientras tenía el más salvaje e intenso orgasmo de mi vida.
Era el final de la obra. Las luces se apagaron, el telón cayó y yo, a toda prisa, me limpié como pude los restos de semen mientras Roberto se ajustaba el pantalón. El aplauso era atronador, Juan se asomó tras el telón y, mientras me daba mi bata, nos dijo: “habéis estado magníficos, quizá un poco sobreactuados en la escena del coito. Rápido, salid a saludar”.
Tenía la bata puesta cuando pensé “¡qué diablos, es mi momento!”. Volví a quitármela y, totalmente desnuda, salí con Cristina y Roberto a recibir los aplausos. Hasta diez minutos estuvimos allí los tres mientras el público nos aplaudía. Entonces, Roberto y Cristina se retiraron y yo quedé sola en el escenario: debía reconocerlo, mi desnudez me había convertido en la gran triunfadora de la noche. Miré a mis padres y tíos. No sabían si aplaudir o irse, pero se quedaron y disfrutaron de mi éxito (en especial mi tío).
Eso fue todo, la obra fue un éxito (prueba de lo que una mujer desnuda puede conseguir). Durante un mes, Roberto y yo hicimos el amor apasionadamente ante un público que elogiaba el “realismo” de la escena final. Me convertí en una actriz famosa, una actriz a la que nadie había visto trabajar vestida. Tuve éxito pero, cuando al cabo de unos meses descubrí que estaba embarazada, decidí dejar las tablas y dedicarme a mi hijo.
Ahora debo dejaros, tengo que ir a recoger a mi marido Roberto y al niño, espero que mi historia os haya gustado.
***
Los que todavía sepan quién era Casimiro11 tal vez recuerden esta historia, que publiqué en TR hace ya unos cuantos años. Siempre pensé que el tema podía dar para un relato más largo y más elaborado, y finalmente me he decidido a intentarlo. Por si alguien pudiera estar interesado, pongo aquí el enlace (si buscáis me consta que hay muchos gratuitos en internet) de la primera parte de un cuento que narra las aventuras de una desdichada pelirroja, poseedora de un cuerpo espectacular pero terriblemente tímida, que se ve obligada a actuar desnuda en una obra de teatro. Sí, ya sé que soy inconstante y dudaréis de la posibilidad de leer el final de la historia, pero prometo que estoy trabajando en ello.
Gracias a todos los que aún recordéis a Casimiro 11, fue un placer estaR con todos vosotros.
 
 “si te ha gustado esta historia visita los siguientes enlaces con obras del mismo autor”, te lo agradecería.

Y gracias otra vez por tu interés.
 
http://www.amazon.es/Galeote-entre-sus-muslos-Freire-ebook/dp/B00H8RSU8M/ref=sr_1_4?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1422966610&sr=1-4
 

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Para contactar con el autor:

ugly1122@hotmail.com
 
 

Relato erótico: “EL LEGADO (13): Ama Katrina.” (POR JANIS)

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Ama Katrina.
Noto como algunos tíos se interesan por mí, en el gimnasio. Puede que atraiga a alguno, pero no todos van a ser gays, ¿no? Así que algo no va bien. Todos están muy cachas y un par de ellos, muy bien definidos, como para competir. Al final descubro el por qué de tantas miraditas. Me he pasado de kilos en las pesas. Estoy levantando sesenta kilos con demasiada alegría. Debo cuidar los detalles, pero me he despistado, pensando en mis cosillas. Tengo mucho en el tarro.
Dejo el banco de pesas y empiezo a tirar de hombros y omoplatos en otra máquina. Poco a poco, se olvidan de mí, pero el entrenador me tiene fichado. He cometido demasiados fallos.
Por otra parte, mi cuerpo se va endureciendo perfectamente, sin demasiada rapidez, casi de forma normal. Lo único es que no tengo que tirar de dietas especiales, ni esteroides, ni cosas de esas. Mis músculos se alimentan de los depósitos de grasa, incrementando el volumen y desterrando la manteca.
Estoy rebajando centímetros en mi cintura y mis pectorales comienzan a marcarse. Ya no son tetas sebosas, sino finos músculos que se están combando por el ejercicio, aunque aún tengo cúmulos de grasa en los pezones.
Ha pasado semana y media desde que Pamela y Elke regresaron. Mi hermana no ha vuelto a follar con nosotros y Maby está de un humor de perros por ello. He intentado manipular a Elke, pero no encuentro un momento adecuado para ello. Cada vez que viene al piso, lo hace con prisa. No puedo entrar a saco con esa chica, ya está predispuesta y advertida. Debo de ser muy sutil y paciente, pero Maby me contagia de su nerviosismo.
El trabajo va bien. Me integro fácilmente. Las camareras ya bromean conmigo y me tienen confianza. Me conozco el setenta por ciento de los nombres de todas las chicas y Pavel no deja de pellizcarme las nalgas, el muy mamón.
Como Víctor esperaba, Konor no me hace el menor caso, delegando en mí, y en Pavel, casi todas las responsabilidades. Es como un pequeño dictador bien cebado. Solo quiere dormir y follar. La verdad es que me lo paso bien en el Años 20 y aún no he tenido mi primer problema.
A cada día que pasa, Dena insiste más en ser maltratada. Algunas veces, desobedece, a caso hecho, para que la castigue. Busco ser ingenioso y recurrir a métodos nuevos, pero debo tener cuidado. Hay una parte de mí que sugiere castigos excesivos, tentándome con experiencias enloquecedoras.
Pero debo reconocer que jamás he visto una mujer que se corra tan explosivamente con un poco de dolor y humillación. Sus orgasmos van en aumento, tanto en intensidad, como en duración. En más de una ocasión, se ha quedado boqueando, sin aire a causa del enorme placer que siente.
Mantiene su culazo todo el día preparado para mi visita. Siempre está esperando, abierto por una buena sesión matinal de vibrador, y limpio como una patena, gracias al enema diario que Dena se coloca. Puedo entrar en él, casi sin dilatarlo. Es una gozada y Dena se entrega como una perra, casi implorándome.
Sin embargo, Patricia me sigue preocupando. ¿Qué me pasa con esa chiquilla? La deseo y ella a mí, pero ninguno de los dos nos atrevemos a dar el paso final. ¿Es por su edad? ¿Por su madre? No lo sé, pero hay algo en mí que está tirando con fuerza de esos hilos, pero no distingo la dirección. No sé si es para frenarme, o bien para liberarme.
No entiendo el cambio de Patricia. Puede que haya aceptado lo que su madre siente por mí, o bien, tenga que ver con su nueva amiga. Puede que disponer de alguien muy parecida a ella, la haya calmado, de alguna manera.
Pero, ayer mismo, surgió otra imagen más, otra posibilidad sobre la que nunca he pensado. Es retorcida, de una claridad meridiana que jamás he experimentado, y tan perversa que me excita tremendamente. Es como si las tuviera delante. Patricia estaba sentada, como siempre me ha confesado, en el anexo del gimnasio, sobre las apiladas colchonetas. Vestía su conocido uniforme de colegiala católica, con rebequita azul y faldita plisada. Se comía el sándwich. A su lado, otra chiquilla como ella, a la que no podía verle los rasgos. Pero esta no comía, no, que va. Escuchaba lo que Patricia le contaba, sobre mí, sobre su madre, sobre los pecados que cometíamos en casa. Su amiga, con la faldita alzada, metía su manita entre las bragas, jadeando de excitación. Sus dedos se atareaban febrilmente sobre su hinchado clítoris, mirando como la boca de su amiga mordisqueaba el pan blanco, deseando que la mordisqueara a ella…
¿Es eso lo que está pasando con Patricia? ¿Le cuenta a Irene las disolutas entregas de su madre? Tengo que echarle un vistazo a su móvil y a su ordenador, sin falta. Cuanto más lo pienso, más lógico se vuelve. Una chiquilla de su edad buscaría un confesor para compartir esas vivencias, lo que sucede en casa. Pero Patricia no tiene amigos, al menos hasta que aparece Irene. ¿Quién mejor?
¿Es ese el motivo por el cual no quiere traer a Irene a casa?
No hay nada seguro, pero cada vez es más sugerente averiguarlo.
Mis primeros quince días de vida independiente. No es que haya cambiado gran cosa, salvo mi estado de ánimo. Para peor y no sé muy bien a qué es debido.
Mi cuerpo sigue moldeándose a mi gusto. Mi rostro ha perdido aquellos mofletes de niño grande, aquel rubor permanente que se debía a la rotura de los vasos sanguíneos por la presión, la doble papada, y los pliegues de la nuca. Sonrío al espejo y a mí mismo. La verdad es que no soy feo, me tengo que decir. Quizás mi nariz es un poco afilada para estos rasgos más definidos, pero ¿qué más da? He bajado a noventa y cinco kilos y estoy muy satisfecho. Pienso mantenerme en ese peso. Ahora, hay que esculpirlos y endurecerlos.
Maby me atosiga con sus quejas. Pamela nos mira con ojos tristes, cada vez que nos sentamos a comer o a ver la tele, por eso creo que no pasa apenas tiempo en el piso. No deja de salir con Elke con cualquier excusa. Tampoco la noruega aparece demasiado por casa. ¿Por qué no puedo encontrar el momento oportuno para hablar con ellas? ¿Demasiadas obligaciones? ¿Miedo? Puede, pero ¿miedo a qué? En casa ya no follamos de noche. Ni Maby, ni yo queremos hacerlos, pues Pam está al lado, y sería muy desconsiderado. Así que todos estamos nerviosos. Tampoco quiero plantear separar las camas. Sería como echar a mi hermana del piso.
Así que Dena se lleva el pato al agua, todos los días. Me desahogo con ella y la tengo contentísima.
Mañana se cumple un mes de trabajo. Tengo que hacer mi primer informe, y pienso cambiar las cosas. Definitivamente. Es una promesa que hago brindando con vodka ante uno de los espejos del mostrador del Años 20. Suzana, una hermosa rubia de Cracovia, casi licenciada en Arte e Historia, me mira con una pregunta bailando en sus ojos, mientras coloca botellas nuevas en los estantes.
―           ¿Está todo bien, Sergei? – las chicas suelen llamarme a la manera eslava.
―           Si, dulzura. Es solo un recordatorio. Ya sabes, como eso que os decís las chicas tras echar un mal polvo – le digo, con una sonrisa.
―           ¿No olvidar poner el consolador en el bolso?
―           ¡Jajajjaaa! – Suzana es muy graciosa, en verdad. – No, guapa, eso de “nunca más”.
―           Aaah… también, también…
―           Mañana tengo que redactar el informe mensual. ¿Las camareras tenéis alguna queja o sugerencia?
―           Hay que cambiar las bandejas. Son pequeñas y la base no resbala. Derramamos muchas copas por eso mismo.
―           Lo anotaré. Iré a hablar con Pavel, a ver si tiene algo que decir – me despido. Suzana me tira un beso.
Pavel está donde siempre, sentado ante la ventana de su despacho, que mira a las escaleras y al pasillo del tercer piso. Así puede hacer de conserje de las chicas y controlar los clientes que suben. Como la mayoría de homosexuales con mucha pluma, es muy vanidoso y no ha querido decirme su edad, pero yo diría que ronda los sesenta y cinco años. Lleva los ojos delineados con lápiz negro y algo de carmín en los labios. Siempre viste con traje de tres piezas y corbata de fantasía. Es un eterno galán de pelo cano y cuidado, muy en la línea de Sean Connery.
Se levanta al verme subir y me hace pasar a su despacho. Habla muy bien el castellano, con un deje sibilante muy particular. Le comento lo del informe y si quiere añadir algo. Es solo una cortesía, ya que Pavel presenta él mismo otro informe bimensual. Agita la mano hasta acabar colocándola en mi pecho.
―           Todas sanas y perfectas. Pronto recibiremos la nueva remesa y enviaremos parte de nuestras chicas a Alemania – me cuenta mientras me palpa. Lo hace con todos los tíos y ya me advirtieron que es inútil intentar quitarle esa costumbre. — ¿Sabes que tienes una admiradora más entre las chicas?
―           ¿Si?
―           Erzabeth.
―           ¿La rumanita?
―           La misma – se ríe.
―           ¿No crees que es muy pequeña? Podría hacerle daño…
No es que sea una niña, es que solo mide un metro y cuarenta y ocho centímetros. Sin embargo, no tiene ninguna atrofia, ni rasgos de enanismo, solo es muy bajita. Tiene veintitrés años y su esbeltez y sus rasgos finos y hermosos, así como su estatura, le permiten interpretar roles muy jugosos.
―           Eso es lo que crees tú – me dice, pellizcando uno de mis pezones. – Este fin de semana, sube cuando quieras…
―           ¿Estás dándome paso franco, Pavel? – le pregunto, con cara de fingido asombro.
―           Para ti, siempre, ladrón… pero, ya sabes, fuera de horas de trabajo.
―           Por supuesto. Soy un chico responsable.
Otra fase de integración conseguida. Tengo acceso a los dormitorios de las chicas. No es que sea algo realmente importante, pero así dispongo de intimidad cuando la necesite.
Esa noche, para atemperar mi ansiedad, aprovecho que Pam sale, para follarme largamente a Maby, hasta hacerla llorar e implorar que la deje descansar.
Una deliciosa rubita, vestida de criadita, me conduce hasta la biblioteca de Víctor. Me dice que su señor aún tardará unos momentos, que si puede traerme alguna cosa. Son las doce de la mañana, así que solo le pido agua. Víctor Vantia estará ocupado con otro asunto, pero, que conste que fue él quien me ha citado a esa hora. Pero, ya se sabe, donde manda patrón, no manda marinero…
Me entretengo repasando los títulos de los volúmenes expuestos. Me suenan a chino. La mayoría parecen antiguos, al menos un par de siglos. Hay tratados sobrela Revoluciónfrancesa, sobre el franquismo, sobre expediciones a África y a Asia. Encuentro una sección de libros heráldicos. Sin duda, compró todo esto junto con el palacete. Puede que haya verdaderas joyas literarias y ni siquiera es consciente de ello.
Resuenan pasos. Me giro cuando se abre la gran puerta. No es Víctor. No, por Dios, ni se le parece.
Me quedo bloqueado, como si me hubieran atrapado in fraganti. Me siento enrojecer. No puedo apartar mis ojos de ella. De verdad que lo intento, en serio, pero no puedo. Creo que hasta esa parte de Rasputín que tengo en mi interior, queda impresionado.
Es un ángel en plena gloria, un ángel rubio que acaba de entrar en la biblioteca. Es la rubia perfecta, aquella con la que todos soñamos,la Rubiapor excelencia. La acompañan dos chicas, una vestida de criada, con el mismo modelito que la que me ha traído hasta aquí, y la otra viste como una colegiala putona, con coletas incluidas. Las dos se mantienen a dos pasos por detrás, sus miradas en los pies de la perfección rubia.
Me digo que debe de ser Katrina. No, no es cierto. Sé que es Katrina. El destino es así de cabrón. Si ve que estás inmerso en problemas, te aplicala Leyde Murphy, para que te vayas enterando.
No me basta estar jodido con el asunto de Pam, o la sospechosa conducta de Patricia… No, ahora me quedo hechizado con la aparición de esa ninfa.
La hija única de Víctor, la niña de sus ojos, debe estar entre los dieciocho y veinte años. Su cabello aparece recogido en una cola de caballo, que descansa graciosamente sobre uno de sus hombros. Un gran lazo azul adorna el punto por donde el cabello se anuda, casi a juego con el color de sus grandes ojos. Viste informalmente, con unos pantalones estrechos, de pana negra, remetidos en unos botines de piel, de cómodo tacón. Un pull Lacoste, rosa, y una rebeca corta de lana rojiza complementa su indumentaria, poniendo de manifiesto sus femeninas formas.
La miro andar hacia mí y tengo que reconocer que sabe moverse. Es como una gran gata satisfecha, que pretende jugar conmigo, antes de devorarme. La comisura de sus perfectos labios se yergue apenas unos milímetros, componiendo una pequeña mueca despectiva y burlona, que eriza mi piel. Sus ojos me examinan de arriba abajo, como si fuera un mueble mal colocado y que hubiera que mover. Su cola de caballo apenas alcanza la altura de mi mentón.
―           Смятате ли, че това е място, където да се скрие и останалите? (¿Piensas que este es un lugar para esconderte y descansar?) – espeta con una voz muy musical, como si estuviera educada para ser una oradora. No me extrañaría, la verdad.
Pero lo que si me extraña es que entiendo el sentido de lo que me dice. No todas las palabras, pero si su contexto general. Debe de ser búlgaro, supongo. ¿Es que Rasputín entiende todas las lenguas eslavas? Porque yo seguro que no.
―           No – solo atino a responder.
―           Махай се, куче, и не казват нищо за баща ми! (¡Largo de aquí, perro, y no le diré nada a mi padre!) – me grita, esta vez, chasqueando sus dedos fuertemente.
―           Estoy citado aquí con tu padre, Katrina – ni me acuerdo de parpadear, pero, al menos, mi voz es firme.
―           Ah, no eres un perro guardián. Eres un españolito… — cambia de idioma como si se cambiara de zapatos, con facilidad. Apenas tiene acento.
“Españolito”. Me estremezco al detectar el desprecio que late en esa palabra, como si le hubiéramos hecho algo malo, en vez de acogerla en nuestro suelo, en una bella mansión. Anenka tiene razón. Es una víbora con cuerpo de ángel.
―           ¿Y cómo conoces mi nombre? – se planta ante mí, una mano en la cadera, la otra acariciando sus labios. Hasta el momento, sus ojos no se han cruzado con los míos, como si no le gustara mirar de frente, como si yo no fuera lo suficientemente importante como para recibir la atención de su mirada. Pero, parece que ahora si he llamado su atención.
―           El señor y la señora Vantia me hablaron de ti…
Me cruza la cara con una fuerte bofetada. Ya la esperaba, la verdad.
―           ¿Por qué me tuteas, perro? ¿Qué clase de confianza te da trabajar para mi padre?
No respondo. Me quedo quieto, sin alterar mi pose. Trata de hacerme bajar la mirada, acostumbrada a que la gente se humille ante ella, pero mantengo los ojos fijos en la pared de enfrente. Se acerca mucho más a mí, y alza su rostro. Su frente queda a la altura de mis labios. Noto su aliento en mi cuello, cálido y fiero.
―           ¿No respondes, perro?
No lo hago, porque, en verdad, no sé qué responder o hacer. No es cuestión de devolverle la ostia. Se le podría escapar esa rubia cabecita… pero, ¿debo quedarme así, parado como un idiota? Noto como se enfurece, esperando una contestación. Uno de sus botines repiquetea en el suelo, con impaciencia. Su pecho sube y baja, alterado. Detrás de ella, las dos chicas que la acompañan intentan pasar desapercibidas, dando un paso más atrás. El ángel víbora debe de tener un terrible genio, bien conocido por ellas.
―           ¿Me desafías? ¿Te atreves a desafiarme en mi propia casa? ¡Deberás disculparte de rodillas, gorila! ¡Al suelo! – señala con su dedo índice, con autoridad.
La miro un solo momento, antes de clavar mis ojos de nuevo en la pared. Ni caso. Su rostro enrojece por la furia. Por un momento, creo que va a arañarme.
―           ¡Maldito saco de…!
―           ¡Katrina!
El áspero tono de su padre la hace girarse. Víctor Vantia ha llegado, al fin. Rebajando el tono, se dirige a su padre y le comenta algo en voz más baja, que no capto.
―           ¡Limítate a los juguetes de tus dependencias! ¡Deja a mis hombrres en paz! – replica su padre, en voz alta, para que yo también lo escuche.
El bufido de Katrina es antológico, de escuela de arte. Con la barbilla en alto, se gira y se marcha, arrastrando tras de si a las dos pobres y asustadas chicas que, posiblemente, intuyen que les tocará a ellas aguantar su ira.
―           Has batido el record, Sergio. Has conseguido que mi hija te odie en tan solo minutos – se ríe.
―           Todo un carácter – suspiro.
―           Como su puñetera madrre.
―           Tengo entendido que tuvo que ejecutarla – no tengo ni idea de por qué le suelto eso, pero ya no hay remedio.
Me mira, a medio camino de servirse una copa.
―           ¿Entiendes ahora por qué le pegué un tiro?
Esta vez, nos reímos juntos. Se lo ha tomado bien.
―           Le garantizo, señor Vantia, que no he hecho nada para darle motivos.
―           Lo sé, lo sé… lleva todo el día cabrreada. Me ha pedido volver a París y me he negado. Solo estaba buscando brronca… — Remueve el líquido de su vaso, antes de apurarlo. Tiene la mirada un poco perdida. – Katrina es la prrimera y única persona a la que he amado. No he sabido educarla, y se ha convertido, a sus dieciocho años, en una mujer mimada hasta el infinito. Un ser caprrichoso, engrreído, egoísta y vanidoso. Puede llegar a ser incrreíblemente cruel y dañina si no consigue lo que desea.
―           Procuraré recordarlo.
―           Bien. Ahora, los negocios – me indica uno de los sillones.
―           La organización del club marcha muy bien – expongo tras sentarme. – El Chef desearía un horno de inducción un poco mayor, para la repostería, y las camareras solicitan cambiar las bandejas.
―           Eso son solo detalles sin importancia. Encárgate de dar las órdenes. ¿Qué hay de Konor?
―           Se lleva las cajas de Moet Caverné a pares. Directamente del almacén al maletero de su coche. Le he visto sisando más mercancías y hay un pago extraño de siete mil euros a un comercial de sanitarios.
―           Bien, bien – me extraña que se sonría de esa manera.
―           ¿Qué debo hacer?
―           Sigue así. Son prruebas, pero apenas menudencias. Necesito que le pilles en algo más gordo, indiscutible, ¿me entiendes?
―           Algo que no pueda refutar.
―           Exacto. Gordo como para condenarle y ejecutarle. Todo a la vez.
―           Entiendo, señor Vantia. Estaré atento.
―           Dime, Sergio, ¿qué te parecen las chicas del Años 20?
―           Simplemente maravillosas. Auténticas bellezas de los Urales – alabo.
―           Así es, joven. Las mujeres más bellas del planeta – declara, agitando su mano como si abarcara el globo.
―           Yo creía que ese mérito se lo llevaban Colombia y Venezuela. Creo que esos dos países han ganado más bandas de Miss Mundo que ningún otro – disiento solo por el placer de hacerlo.
―           No diré que no, pero sus mujeres son latinas… mestizas, y no puras sangres como nuestras eslavas, descendientes de largas dinastías – proclama con orgullo y amor patrio.
Allá cada uno con sus preferencias. Para mí, una mujer es una mujer, independientemente de si tiene uno u otro color, una u otra casta. Lo que cuenta es su deseo de agradar, su sometimiento, su dol… ¿Qué coño estoy diciendo? ¿He pensado en eso, concientemente, o el viejo sigue pinchando ahí dentro?
Víctor se despide de mí, diciéndome que debe atender otros visitantes, y abandona la biblioteca, dejándome aún pensativo sobre lo que acabo de experimentar. No puedo dejar que se me vaya la cabeza de esa manera. No soy tan hijo de puta… pero cada vez me cuesta más apartar esos pensamientos retorcidos.
Otra de las criaditas de Víctor entra en la biblioteca. Me pide que la siga al primer piso. Levanto una ceja, preguntándole para qué, pero, con una sonrisa, me indica que siga sus ondulantes caderas. La faldita no tendrá ni tres dedos por debajo de la nalga y hay que decir que es todo un espectáculo ver aquella nena menear su culito al andar.
―           Pasa, pasa, querido Sergio – me llama Anenka, una vez que la criada me hace pasar por una gran puerta.
Por el tamaño de la habitación, pienso que debe de tratarse del dormitorio del matrimonio. Es algo más allá de enorme. La cama podría servir perfectamente para rodar “todos los amantes de Mesalina reunidos” y aún cabrían las cámaras sobre el colchón. Cuatro columnas de madera torneada y tallada, sin duda a mano, sostienen firmemente un recargado dosel, del que caen sutiles y casi transparentes visillos.
Anenka, sentada a una gran cómoda, se está peinando ante un enorme espejo, sujeto por querubines de ébano. Pasa y repasa el cepillo por sus encantadores rizos, sin conseguir jamás alisarlos. Me mira a través del espejo y sonríe sensualmente. Se levanta y avanza a mi encuentro, con la misma seguridad que un buen vendedor de coches, sin importarle mostrarme que solo lleva una combinación de satén blanco, que no desciende más abajo de las caderas. Finas medias oscuras, de las de costura y al elástico al muslo, recubren sus largas piernas. Sus sandalias de vertiginoso tacón repiquetean hasta que llega hasta mí.
Me coge del brazo y me conduce amablemente hasta sentarme en la cama. Entonces, ella vuelve a sentarse frente al espejo, y sigue peinándose. Me fijo en que hay más puertas, quizás demasiadas, en el dormitorio. ¿Cuarto de baños? ¿Vestidores? ¿Comunica con el boudoir? Seguramente, todo ello. Una gran chimenea está encendida, frente a la enorme cama. Delante de las llamas, tiradas en el suelo, varias pieles de animales, exquisitamente tratadas, aguardan recibir algún pie descalzo.
―           Me han contado que ya has conocido a Katrina – me dice, algo irónica.
―           Pues si, señora.
―           Tsss tssss – chasquea la lengua. – Nada de títulos en la intimidad, por favor. Yo seré Anenka y tu Sergio, ¿o prefieres Sergei?
―           Como desees, Anenka.
―           Así está mejor. Me gusta escuchar mi nombre en boca de alguien tan… alto – se ríe alegremente. Uuuuy, ¡qué zorra! ¡Qué peligro tieneeeee! – ¿Qué te ha parecido mi hijastra?
―           ¿Con franqueza?
―           Por supuesto.
―           Tiene alma de Ama – le digo, mirándole los pechos que ella pone de manifiesto manteniendo sus manos detrás de la cabeza, haciendo lo que sea que esté haciendo con el cepillo.
―           Si, creo que tienes razón. Es una egocéntrica de postín. Le hubiera venido bien un par de azotes cuando pequeña.
―           Cualquiera se los da ahora – musito y Anenka se ríe.
―           Nunca es tarde si la dicha es buena.
―           Hablas muy bien el castellano, hasta con refranero incluido – le digo, buscando sus ojos con los míos.
Ella no los retira, coqueta. Eso es perfecto. A ver si es receptiva…
―           Ya tenía grandes conocimientos de este idioma antes de venir a Madrid. Estudié varios idiomas en Moscú. Con un poco de práctica, he acabado dominando el castellano.
―           Háblame de ti, Anenka. Me intrigas. Pareces muy joven, pero noto la experiencia en tu interior – la halago.
―           Podría decir lo mismo de ti, Sergei. Según Maby, ni siquiera eres mayor de edad, pero nadie piensa en eso al estar a tu lado. No solo es tu estatura, sino…
―           ¿Mis ojos? – la ayudo.
―           Si, exacto. No me dejas mirar más allá de esos ojos. No veo tu juventud, ni siquiera tus rasgos. Solo importan tus ojos y tu voz…
Ha dejado de peinarse y me observa, más o menos embelesada.
―           Cuéntame de dónde vienes, Anenka…
―           Mi padre pertenecía al Pólit Bureau, un político del Viejo Kremlin; mi madre una secretaria de alta acreditación. Aunque no estuvieron unidos legalmente, mi madre pasó varios años como su amante, por lo que no nos faltó de nada. Demostré mis aptitudes muy pronto, y me enviaron a una escuela especial, en Kiev, que resultó ser una pequeña fábrica de espías adolescentes. Todo coordinado por el KGB.
―           Interesante. ¿Cuántos años tenías?
―           Doce – responde ella, sonriendo.
―           ¿Doce? – me asombro.
―           Aprendí varios idiomas occidentales, sobre sus culturas y tradiciones, a moverme como una chica más de Liverpool o Roma. Me educaron para espiar, robar, asesinar, y huir – su desinhibición es total. Las palabras surgen con facilidad de su boca.
―           Fascinante. Así que no has tenido adolescencia…
―           No. Me desfloró un camarada agente, al inspeccionar mi dormitorio por sorpresa. Dijo que fue una “parada técnica”. Muy gracioso él… — se ríe, sin alegría.
―           Que triste.
―           Pero nunca llegaron a darme un destino, así que, cuando tuve la edad pertinente, me ingresaron en la universidad, para licenciarme en Ciencias Políticas.
―           ¿Eres Doctora?
―           Si. Acabé el doctorado hace cinco años, y, para entonces, Putin ya no sabía lo que iba a hacer con todos nosotros. Así que me puse a trabajar por mi cuenta. Tuve suerte y me convertí en la consultora de un nuevo rico, por medio del cual conocí a Víctor. Nos casamos, hace casi dos años, y vinimos aquí. ¡Ya está!
―           ¿Aún no has cumplido los treinta años?
―           Tengo veintiocho… ¿Aparento más? – pregunta, insinuante.
―           No, por Dios. Es increíble todo lo que has hecho en tan poco tiempo…
―           Sergei… ¿Follamos? – me pregunta, de sopetón.
―           ¿Estás segura de que es lo que quieres? Tu marido está en la mansión.
―           Mi marido tiene otras ocupaciones. Te lo he preguntado por respeto a Maby…
―           Muy considerada – digo con una sonrisa.
Mi mano palmea el colchón, justo a mi lado. Ella se levanta y se acerca. Solo le falta ronronear. Tiene una cara de viciosa que casi me asusta. En ese momento, soy conciente que no he tenido nunca contacto con una hembra así, una devoradora. Se sienta en mi regazo, sin despegar sus ojos de los míos. Le aferro las prietas nalgas, que parecen de piedra.
―           No me había sentido nunca tan excitada – susurra con voz ronca.
―           Eres preciosa, Anenka – le respondo.
Ella lame mis labios, saboreándome. La punta de su lengua asciende hasta la punta de mi nariz, para, seguidamente, lamerme toda una mejilla, obscenamente.
―           Voy a desgastar esa pollita española que guardas en tus pantalones.
Casi me hace reír. Veremos si puede soportar la “pollita”. Se frota contra mi regazo, con ansias, mientras desabotona mi camisa. Trata de parecer sensual y picarona, pero sus manos tiemblan y jadea levemente. Creo que está demasiado afectada desde que clavé mi mirada sobre ella. Lo hice con tanta intensidad que aún tengo un tic nervioso en mi párpado izquierdo. Anenka acaba arrancándome los botones y quitándome la camisa, casi con furia. Si, debe de estar tocada y nerviosa. Por lo que puedo reconocer, es una hembra dominante, controladora, educada para llevar las riendas. Debe ser cerebral y lógica, en todo momento. Mantener bajo control los impulsos primarios es básico, pero, ahora no puede hacerlo y no comprende por qué.
Sus caderas se mueven de forma histérica, buscando el punto de conexión entre nuestros pubis. Con un gemido, se abraza a mi cuello y devora mi boca, con real urgencia. Su lengua se introduce hábilmente, buscando recovecos y profundidades inusuales. Succiono con mucho placer esa lengua ágil y movediza. Aplico la suficiente presión como para aspirarla con fuerza, haciéndola gemir. Deslizo mis dedos por su entrepierna, comprobando que está muy húmeda, tanto que las finas braguitas ya no pueden retener más líquido. Las aparto y, con el mismo movimiento, rozo su clítoris. Gruñe en mi boca y, al mismo tiempo, me devuelve el truco de la lengua, chupando la mía, exprimiéndola. Sacó mi blando apéndice todo lo que puedo y ella la persigue, hasta morderla suavemente.
Pellizco dos o tres veces el clítoris, hasta sacarlo de su capucha de piel.
―           Ooooh… Sergei… que dedos… — suspira, apoyando sus rodillas en el colchón y alzándose más sobre ella, dejando espacio a mi mano, entre sus piernas.
Me dejo caer sobre la cama, dejándola a ella cabalgando mi vientre. Rompo sus braguitas con toda facilidad. Ella se ríe. Mis manos la empujan por las nalgas, obligándola a arrodillarse sobre mi cara. Se estremece cuando comprende lo que quiero hacer. Mi gruesa lengua se apodera de sus labios mayores, recogiendo la humedad que perla su piel y su escaso vello púbico. Al mismo tiempo, Anenka se saca su blanca y sensual combinación por la cabeza, quedando totalmente desnuda, salvo por las medias.
Mi lengua no tiene prisa. Repasa primero los labios externos y luego los menores, siguiendo el rastro de la humedad, al interior de su pequeña gruta rusa. Anenka intenta mirar lo que hago, y, para eso, debe inclinarse hacia delante, colocando una mano en el colchón. Su cabellera cae en cascada, ante su rostro. Con la otra mano, me acaricia el pelo.
Introduzco mi lengua todo lo que puedo, lamiendo las paredes interiores del coño. La hago gemir. Sus caderas responden alegremente. Se nota que es una mujer feliz en ese preciso momento.
―           ¡Jodeeeer!
Le meto un largo dedo en el culo, sin miramientos, mientras que me aplico directamente sobre su clítoris, con largas y lentas pasadas de lengua.
―           ¡Sergeeeeii… cabrón!
La penetro lentamente con el dedo gordo de la otra mano y añado un dedo más a su ano. La siento botar sobre mi cara. Al levantar la mirada, veo como se agitan sus rizos. Tiene los ojos entornados y su nariz palpita. Se mordisquea el labio sin parar. Bellísima.
―           ¡Sigue… sigue! Me voy… correr…aaaah… como nunca… Sergiooo… ¡No paressss!
Sus dedos se agarrotan sobre mi pelo, tirando fuertemente, en el momento en que sus caderas se ven aquejadas de varios espasmos. Un quejido intenso brota de ella, poniéndome aún más cachondo.
―           Lo siento… lo siento… lo siento… — murmura bajito y no sé a qué se refiere, pero pronto lo averiguo.
Sobre mi boca y parte de mi cara, cae con fuerza un chorro de lefa femenina, de líquido orgásmico, que me sorprende. No es que me importe, pero me toma por sorpresa. No sabía que una mujer pudiera soltar algo así en un primer orgasmo. A no ser que…
―           ¿Has estado ocupada antes? – le pregunto, con una risita.
―           Un poco. Mis criadas son tan serviciales… Tenía que hacer hora hasta que estuvieras libre – bromea ella, limpiándome la cara con la sábana. Después, me da dos besitos. – Una increíble lamida, precioso…
―           Gracias. Ahora, te toca a ti, ¿no?
―           Claro que si. A ver ese chorizo andaluz que guardas – se ríe, girando sobre sus rodillas y encarando mis pantalones.
Ahora está más tranquila y atina a la primera a desabrocharlos. Se baja de la cama para poder tirar de mis pantalones.
―           ¿Qué es esto? – pregunta al contemplar el glande brillante y humedecido que brota de una de las cortas perneras. Su tono es de auténtica sorpresa.
―           Mi chorizo… ¿o debería decir una larga y gorda longaniza?
―           ¡Por los santos de Basilea! – se asombra ella al desnudarme por completo.
“Saluda a una compatriota”, me digo torvamente.
Es que ver mi polla, es caer ante ella y adorarla. No falla. Anenka se comporta lo mismo que una niña arrodillada ante el árbol de Navidad, enfrentada a la muñeca que ha deseado durante todo un año. No sabe por dónde meterle mano. Ya tengo la polla casi erecta, se mantiene sola, buscando un suave cobijo.
―           ¿No has visto nunca una así?
―           ¡Jamás! ¿Le metes esto a Maby?
―           Con maña y cuidado, casi entera.
―           Ahora entiendo… — susurra, cogiéndola con sus dos manos.
―           ¿Qué es lo que entiendes?
Anenka se tumba en la cama, sin soltarla, y yo me remonto sobre los codos para ponerme a su altura. La prueba con la punta de la lengua y sonríe, como si el sabor es el que espera.
―           Hace un par de meses, Maby era, digamos, una protegida nuestra, mía y de mi esposo. Antes de que la cosa pasará a mayores, nos dijo que había conocido a un chico y que se habían hecho novios. Cortó la relación que nos unía, aunque seguimos manteniendo la amistad.
―           Ese era yo – comprendiendo donde Maby acudía cada vez que se iba de casa, sin decirnos nada.
―           Si, ese eras tú – le da un nuevo lengüetazo a mi manubrio. – No entendía que una chiquilla, tan extrovertida y traviesa como ella, lo abandonara todo de repente. Fiestas, reuniones, amantes… ¡todo por un novio! Pero ahora lo entiendo…
Nos reímos los dos. De repente, se pone seria.
―           No me va a caber en la boca – dice, mirando la polla fijamente.
―           Poco a poco. Empieza con besitos y lamidas… además, no es obligatorio metérsela en la boca.
―           ¿Estás tonto o qué? ¡Es cuestión de principios! – me mira de reojo.
Me desentiendo del tema. Pongo una mano sobre su cabeza y la animo a empezar. Vierte una buena cantidad de saliva sobre mi glande, que intenta meter en la boca como sea, pero la tiene demasiado pequeña para eso. En verdad, Anenka tiene una boca aristocrática, pequeña, de labios muy bonitos y bien perfilados por la naturaleza; una boca de cuadro, no de mamona. Veo difícil que se meta mi miembro en la boca, a no ser que lo haga mordiendo, y por ahí si que no paso. Está como loca con ella. Se la restriega por toda la cara, la acaricia con las mejillas, con el mentón y el cuello. Frota fuertemente el tallo con sus labios, haciendo ruiditos como los que emite un bebé. Finalmente, la desliza por sus pechos perfectos, de piel muy suave, dibujando arabescos sobre sus pezones. Parece encantada, pero yo me aburro.
―           Otro día me haces una cubana, chica del KGB – le digo. – Ahora, quiero follarte. ¿Debajo o encima?
―           Quédate así, yo llevo la batuta – no deja de sonreír.
Se sube sobre mi pecho, a horcajadas, y, sin apartar sus ojos de mí, comienza a recular y disponer la polla con una mano. Su coño parece tener voluntad propia. Se traga la cabeza de mi pene nada más rozarse con él. Anenka hace una mueca al engullir el glande en su interior. Sus ojos brillan con orgullo. Siento como sus músculos vaginales se acomodan al tamaño del intruso. ¡Joder! Es como desflorar a una virgen, pero sin sangre. ¿Es parte de su entrenamiento? Esta chica puede hacerse pasar las veces que quiera por virgen, con solo apretar los músculos de su coño.
―           ¿Te gusta, nene? – me pregunta, lamiéndose los labios resecos.
―           Eres toda una máquina sexual, Anenka.
―           Bien. No he podido meterla en la boca, pero en mi coño va a entrar toda, ya verás.
―           Cuidado, que a veces muerde – musito, sintiendo como me traga lentamente.
Respira lentamente, vaciando los pulmones cada vez que introduce unos cuantos centímetros en su interior. Ya no aprieta mi polla con esos fantásticos músculos. Los ha relajado para que entre todo el miembro. ¡Que fantástico control tiene sobre su cuerpo! Se muerde el labio con fuerza al empujar más fuerte, tratando de admitir la última porción de polla. Mis testículos reciben el suave tacto de sus glúteos. ¡Lo ha conseguido, la zorra! ¡Treinta y un centímetros en su coño! El día que tenga un hijo, le tendrá que poner un casco minero para que salga de ese túnel… jejeje…
Respira con ritmo, tratando de serenarse. No deja de mirarme, con ese gesto de putona mayor que adopta al follar. Daría cualquier cosa por saber lo que está pensando. Soy consciente de que “el toque de basilisco”…
¿Qué pasa? Así es como he empezado a llamar a la subyugación por la mirada. Me parece mucho mejor que eso de “clavar la mirada”, ¿no?
Como os digo, el toque de basilisco la ha motivado, la ha excitado, viciado, puteado, como queráis llamarlo, pero no he podido manipularla más allá de su propio deseo. Debo tener mucho cuidadito con esta perla, pues aún no sé a que atenerme con ella.
Comienza a moverse de forma muy pausada, al principio solo con las caderas. Después, va tomando impulso sobre sus rodillas, alzando su pelvis y alzándose un poco, para empalarse con cuidado, hasta tomarle las medidas al asunto. Una vez realizado esos cálculos instintivos, se suelta la melena y me folla con toda intensidad, subiendo y bajando como nadie más puede hacerlo. Parece que no tiene tope, que sus entrañas están absolutamente huecas, ya que mi polla parece llegar aún más adentro. Emite un gemidito con cada movimiento que realiza, que tiene la virtud de ponerme malo, malito. ¡Como me excita la puta! Y, sobre todo, no deja de mirarme a los ojos. Pero no os creáis que es como mi hermanita, quien me transmite su amor y su ternura con su mirada; no, que va. Anenka parece estar diciéndome que me va a tener el resto de mi vida atado a la pata de la cama y alimentado por sonda. ¡Solo apto para follar! Tengo la impresión que, en cualquier momento, me va a cortar la polla y la va a conservar en formol, para asegurarse que la va a tener siempre a su alcance.
Su primer orgasmo, el primero en esa posición, quiero decir, no da ninguna señal de aviso, al menos para mí. Se encuentra subiendo y bajando, y, de pronto, sin aumentar más el ritmo, ni más gestos, me pellizca fuertemente los pezones y agita sus caderas, como si estuviera experimentando una pequeña descarga eléctrica.
―           Bestial… — susurra, sonriéndome. — ¿Aguantas aún?
―           Prueba.
―           Oh, Sergei, que talento tan magnífico.
Giro sobre mi espalda, sin sacársela. La dejo debajo de mí. Me aferra con sus piernas, metiéndose casi los huevos en su coño. ¿Dónde tendrá la cerviz esta mujer? ¿En la nuca?
Bueno, me toca a mí rematar la faena. Tengo que demostrarle que en asuntos de cama, soy el que mando. Marco pequeños círculos con mis caderas, y me inclino sobre ella para comerle bien los pezones. No he podido mimar esas bellezas de peras. Me abraza por la nuca con un suspirito de madre superiora putona, de esos que parece que no ha roto nunca un plato, mientras la enculas en el reclinatorio de la capilla. Así suena cuando le muerdo el pezón izquierdo por primera vez. Muerdo con más fuerza y consigo un suave silbido, que dura exactamente el tiempo de mi mordisco.
Anenka lleva las manos atrás, sobre el colchón y por encima de su cabeza, permitiéndome lidiar con sus senos con libertad. Aumento el ritmo de la penetración, mientras succiono, pellizco y aprieto esas gloriosas mamas de un justo y hermoso tamaño.
―           Ooooooohh… oooooooooooooooooooooh… mi guapo y fornido… hidalgo españooool – exclama con un fuerte suspiro.
Hace que me pregunte si me habrá confundido con Don Quijote… Ya sabéis, estos guiris suelen confundir la bailarina sevillana, que se encontraba sobre los televisores de cada hogar hispano, conla Maja Desnuda.
Me araña la espalda al abrazarme de nuevo. Siento que me acerco a mi propio éxtasis, así que embisto fuerte y rápido, con una potencia que ella no ha conocido nunca (eso espero). Anenka abre muchísimo sus ojos, mirándome e intentando descubrir que le estoy haciendo. Tiene la boca abierta, pero parece en shock, incapaz de emitir un ruidito con su garganta. Noto como tiembla, como intenta respirar y, finalmente, sus pupilas giran hacia atrás, mostrando solo el blanco del ojo. Se estremece y un agudo gritito surge directamente de su diafragma.
―           ¡¡iiiiiiiiiiiiIIIIIIIIIIIHHHHHAAAAAAAAA!! – gritito que, en un par de segundos, se convierte en un alarido, al correrse.
Su cuerpo se arquea, apoyado solamente en sus talones y en su coronilla, con tal fuerza que levanta mis cien kilos con facilidad. Este súbito movimiento me toma por sorpresa y me hace descargar en su interior, con ganas, con fuerza. Caemos los dos pesadamente sobre el colchón. ¡Coño! ¡Nunca he visto nadie correrse tan brutalmente!
―           ¿Estás bien? – le pregunto en cuanto recupero el aliento, apartándole rizos de su pelo de los ojos.
Anenka tiene el rostro vuelto, los ojos cerrados. Solo veo su grácil perfil. Respira pesadamente, chupando uno de sus nudillos. De pronto, sonríe y abre los ojos. Busca los míos de nuevo. Su boca me atrapa, embriagándome con su cálido y dulzón aliento.
―           Gracias, Sergio, muchísimas gracias. Hoy has hecho de mí una mujer completa, de nuevo – no tengo ni idea de lo que habla y así se lo hago saber.
Me abraza y se acomoda contra mi pecho, sin intentar sacar mi polla de su interior; una polla que está menguando, aunque no demasiado.
―           Como agente del KGB, me educaron para controlar mi cuerpo. Hacer el amor es una de las tareas más habituales de un agente. Me acostumbré pronto a fingir mis orgasmos. Soy muy buena en eso, muy realista. A lo sumo me recompenso con un pequeño orgasmo, casi siempre al principio del acto, y con eso me conformo para seguir con la puesta en escena, ¿comprendes?
―           Si, Anenka – contesto, acariciándole una nalga. — ¿Has fingido tus orgasmos conmigo?
Se ríe del puchero que compongo con mis labios.
―           ¡No! ¡Ese es el caso! ¡No me has dado ni oportunidad de fingir, ni siquiera de planteármelo! He gozado como una niña, como cuando empezaba a probar el sexo. Me has hecho gozar una y otra vez, cada vez con más fuerza, más excitante… ¡Tres veces! Eres un portento, Sergei, y encima guapo…
―           Gracias, Anenka. Y ahora… ¿puedo darte por el culo?
La pillo descolocada. Me mira como si estuviera loco o algo así. Yo me quedo muy sereno y gentil, como si fuera lo más normal del mundo.
―           ¿Quieres hacerlo… otra vez?
―           Claro. Con Maby lo hago al menos tres veces…
―           Está bien, está bien. Dame unos minutos – ahora si se saca mi polla y se dispone a bajarse de la cama. – Pero… por el culo…
La atrapo de la muñeca, volviendo a subirla al mueble. La atrapo por los mofletes, hinchándoselos.
―           ¡No me digas que una agente como tú le tiene miedo a una sodomía de nada!
―           Nunca me han metido nada tan grande en mi culo, y hoy estoy un poco cansada para intentarlo – se excusa.
―           Está bien, tienes razón – la tranquilizo. – Entonces, ¿uno rapidito, a cuatro patas?
Sonríe, tomando confianza.
―           Espera, voy a limpiarme y…
―           Nada de limpieza. Me gustas así, guarreada. Vamos, bonita, ponte en cuatro… que te voy a partir ese coño de artista – le digo, mordiéndole el lóbulo.
Obedece son una risita. Al colocarse, su coño deja caer parte del semen que retiene. Me coloco detrás y, esta vez, mi polla entra fácilmente, pues está ensanchada y llena de leche.
―           ¡Hala, así, hasta la garganta! – exclamo, dándole una sonora cachetada.
En apenas cuatro embistes, parece una yegua desbocada. Solo le falta relinchar. Se mueve sobre pies y manos, haciéndome seguirla y alcanzarla a base de pollazos; ondula su espalda y sus hombros a cada embestida; sus caderas se agitan, perdiendo todo control. Acelero y la tomo de su espléndida cabellera azabache, tirando de ella como si se tratasen de unas bridas. Mis testículos golpean con frenético ritmo contra sus nalgas.
―           ¡Me estás… mataaandooooo! – gime largamente.
Hundo su cara en la sábana, amorrándola como una perra, y pongo el resto en la jodienda. Tiene que gritar de gusto.
―           ¡Sergei… te quiero… a mi la… lado todos los… días! Quiero que… me… oh, padrecito… me viene… quiero que me folles… todos los díaaaaassss… cabrón…
―           ¿Todos? – le susurró al oído.
―           Siiii…
―           ¿Y que pensará Víctor?
No contesta porque está concentrada en buscar mis huevos con su mano, por debajo de su cuerpo. Cuando los encuentra, los soba, consiguiendo un pequeño descanso.
―           ¡A la mierda Víctor! ¡Él tiene a sus putitas! ¡Yo te quiero a ti aquí dentro… mañana, tarde y noche! – se incorpora hacia atrás y me besa. – Ahora, acaba esto de una vez…
Justo lo que deseo hacer. Pellizco su clítoris con dos dedos y retomo el fuerte ritmo. Noto como su coño me comprime, corriéndose, pero no dejo de follarla y acariciarla. Ya no gime, ahora chilla. Intenta apartarme con una mano. Su cabeza se apoya en una de las almohadas, los ojos fuertemente cerrados, mordiendo el tejido con sus dientes.
―           ¡Sergeiiii! ¡Detenteeee!
Ni caso. Aún no estoy a punto.
―           ¡Para, párate… por Dios!
Incremento más mis embates. Mi polla entra como un pistón bien engrasado. La fricción tiene que ser elevada en el interior de la vagina.
―           ¡Hijo de putaaa! …no voy a poder aguantaaaar…
―           ¿Qué es lo que no vas poder aguantar, reina? – pregunto, con los dientes apretados.
―           ¡LA MEADAAAA, COÑOOOO! – aúlla, casi histérica.
―           Méate en la cama, guarra… hazlo como una puta asquerosa… vamos, meona… — susurro, a punto de correrme.
―           ¡Me corro otra veeeeezzz! – chilla, ya sin control.
Me salgo de ella, dejando caer mi esperma sobre su trasero y espalda, mientras ella suelta un gran chorro de fluido sobre la sábana, mezclado con el semen que aún queda en su interior. En unos segundos, ya sentada sobre sus talones, cierra los ojos mientras encharca el colchón de orina.
Me pongo de pie sobre la cama y me acerco a ella. Sigue sin abrir los ojos y recuperándose. Jadea dulcemente. La palmeo en la cabeza.
―           Límpiamela, anda.
―           ¿Te gusta jugar, eh? – me pregunta, abriendo los ojos.
―           Si. ¿A ti no?
No contesta pero atrapa mi picha, ya floja, y la limpia con unos lametones.
―           ¿Cuándo volverás de nuevo? – me pregunta.
―           Hasta el mes que viene no hay más informes – respondo.
―           Demasiado tiempo. Ya buscaré una ocasión – dice, tumbada y mirando como me visto.
―           Tu mandas – me encojo de hombros.
El viernes llego temprano al Años 20. Todas las chicas están en sus habitaciones, preparándose para la noche. Tres o cuatro camareras se ocupan en adecuar el local. Pura rutina. Le echo un vistazo al almacén y tomo nota de lo que han traído nuevo. Parece que está todo.
Se me va la mente, recordando la juerga con Anenka, hace un par de días. ¿Conseguiré algo con la amistad de esa loba o ha sido solo un gustazo por mi parte? Espero que si. Por muy buena que esté, no me gustaría complicarme la vida con una hembra peligrosa.
Decido subir a ver a Pavel. Puede que tenga más noticias de Erzabeth. Me sorprendo. El viejo mariquita no está en su despacho. Es la primera vez que no le encuentro allí. Pienso que estará en la habitación de alguna chica.
No tengo otra cosa que hacer, así que husmeo un poco. A medido que paseo por la planta (y es grande, os lo digo), las chicas me saludan, me sonríen, y algunas, más atrevidas o más necesitadas, entablan conversación conmigo.
Es el caso de Mariana, una bielorusa rubita y delgadita, que parece padecer timidez crónica. Rondará los veinte años, aunque parece bastante más joven, quizás debido a la indumentaria infantil que viste. Una colegiala católica de principio del siglo XX. Falda larga, marrón, camisa blanca, de manga larga y encajes en la pechera. Zapatos cerrados, planos, y calcetines altos, azules. Su peinado incorpora dos delgadas trenzas que rodean su cabeza como una corona. No sé si su mirada al suelo y su tartamudeo son reales o parte de su disfraz, pero me siento atraído por su indefensión y su belleza.
―           Sergei… ¿podría hablar un minuto? – me pregunta en un castellano demasiado fresco aún.
―           Si, por supuesto. ¿Eres Mariana, no? – le hablo con lentitud y correctamente.
―           Si, yo Mariana. Tener problema.
―           Pavel es quien se ocupa de vosotras.
―           Pero Pavel viejo y maricón.
―           Si – me río, ella me imita.
―           Dos años en España, yo – me indica el tiempo que lleva aquí, levantando dos dedos. – Madre y hermana conmigo, en comuna.
Por lo que puedo entender de lo que me chapurrea, Mariana solicitó que la organización trajera a España a su madre y a su hermanita. Mariana aumentó su deuda por ellas, pero no se arrepiente. Mientras Mariana cumple con la organización, su madre y su hermana viven en una comuna agrícola bielorusa, a una treintena de kilómetros de Madrid, pero no están bajo su protección. Al parecer, han caído bajo las garras de uno de sus compatriotas, un listo que ha empezado a explotarlas. Mariana quiere saber qué puede hacer, a quien dirigirse para exponerle ese problema. Sabe que no tiene dinero suficiente para contratar a un matón que le solucione el asunto, pero podría hablar con alguien de la organización. La pobre está muy angustiada y eso, sin duda, repercute en su trabajo, pero, la verdad, es que esa carita de indefensa me la pone tiesa.
¡Dios! ¿Qué estaría dispuesta esa chica a hacer a cambio de un poco de ayuda? Brrrr… mejor averiguarlo, jejeje…
Le prometo hablar con mi superior a ver que se puede hacer y ella palmotea, para, enseguida, enrojecer. Le pellizco la mejilla y se mete en su habitación.  
En el pasillo opuesto, me encuentro con Erzabeth. Está sentada en su cama, la puerta de la habitación abierta. Se está poniendo unas medias azulonas que completan su disfraz de duende travieso y terriblemente sexy.
Alza la vista y me mira. Sus pestañas aletean y sonríe golfamente. La saludo con dos dedos y paso de largo. Ahora no es el momento, van a empezar a bajar. Pavel está de regreso a su despacho. Me acercó a la ventana que hace las veces de taquilla.
―           ¿Dónde estabas? ¿Buscando novio? – le digo en broma.
―           Una emergencia femenina – responde, sin humor. Ni siquiera me mira.
―           Vale. Mariana, la bielorusa parece tener problemas con su familia, en una comuna.
―           ¿Y?
―           Me ha preguntado si alguien se lo podría solucionar y cuanto le costaría.
―           No es asunto mío – responde Pavel, encendiendo uno de sus cigarros turcos.
―           Ya lo sé, pero tú llevas más tiempo aquí. Una chica como Mariana deja un buen dinero, pero si no se concentra en su trabajo por culpa de sus problemas, pierde rentabilidad, ¿no? ¿Qué se hace en esta situación?
―           Mira, Sergei, será mejor que no te metas en esos asuntos – me mira, al fin. Sus ojos muestran tristeza. – Yo pasaré su queja, como siempre.
―           Está bien. Me voy abajo – le dejo con su malhumor.
El club ya ha abierto sus puertas. Algunas chicas se disponen a empezar la noche, aunque la mayoría bajará un poco más tarde. Los tres hombres de seguridad ocupan sus puestos: uno en la puerta, otros dos en la sala, y yo, de refuerzo. Miro hacia la barra. Suzana no trabaja esta noche. Lástima, me río bastante con ella.
Dos horas más tarde, Konor llega al club, llevando del brazo, como siempre, a su traductora. Me hace una seña para que me acerque. Suelta una andanada que la chica traduce en pocas palabras.
―           El señor Bruvin pregunta si ha solucionado el asunto del sótano.
―           ¿Qué asunto? – pregunto con extrañeza.
―           ¿No sabe nada del robo? – niego al ver la cara de asombro de la joven.
―           Anoche robaron parte del almacén, que se ha debido reponer rápidamente para hoy. Entraron por el sótano. El señor Bruvin ha dado órdenes expresas de reparar el muro.
―           Es la primera noticia que tengo.
Konor Bruvin me habla directamente, señalando sus pies, y creo que me dice que baje y lo compruebe yo mismo. La chica confirma, al segundo:
―           Debería bajar y verlo con sus propios ojos, si aún no sabe nada. Debe tomar medidas rápidamente. Ese agujero no puede seguir ahí.
Asiento y me dirijo a la puerta de acceso al sótano, la cual se encuentra en el área de almacén, fuera de la vista del público. ¿Qué han robado? Y lo que es más importante, ¿por qué no se me ha informado de nada? No me fío de Konor. ¿Es una estratagema para llevarse mercancías?
Desciendo las empinadas escaleras de cemento. El sótano es grande y fresco, con grandes manchas de humedad en las paredes. Allí no hay nada de valor. Se guardan algunas máquinas viejas y utensilios de pintura, así como restos de la decoración del local, pero no veo ningún agujero en los muros, ni cascotes en el suelo. Busco de nuevo, pero nada. Escucho pasos que bajan las escaleras. Me giro para preguntar en qué lugar está ese agujero, cuando un enorme pie cae sobre mi nariz, con mucha fuerza.
La sorpresa, más que el daño, es lo que me tira al suelo. Gruño y me pongo de rodillas. Muevo la cabeza, intentando despejar mis ojos, llenos de lágrimas. Una nueva patada me alcanza, esta vez en las costillas. El tremendo golpe me corta la respiración. Caigo a cuatro patas, boqueando más que una sardina en el Bernabeú. Hay unos pies delante de mis narices, calzados con unos monstruosos zapatos, pero la siguiente patada que me alcanza en la nuca, viene desde detrás, y es un golpe muy técnico y difícil. El impulso del golpe me aplasta contra el suelo de cemento. ¡Ah, son dos!
Intento hacerme una pelota porque sé lo que viene a continuación. Las patadas me llueven, en los costados, en las piernas, en la espalda, sobre los riñones, en los brazos. Intento proteger mi cabeza y mi cara, pero es difícil. Los que hacen esto son profesionales. Me han sorprendido y he perdido cualquier ventaja. No me dejan reaccionar, no…
En un arranque de furia, disparo mis piernas hacia uno de ellos, pescándole casi por chiripa, pero poco consigo, más que empujarle contra la pared. El otro se aprovecha de mi apertura para machacarme el pecho con su tacón. El que he empujado regresa con más bríos, furioso. Toso débilmente con uno de los golpes. Esputo sangre y la tos suena húmeda. ¡Mierda! ¡Un pulmón perforado! Esto tiene mala pinta…
Mientras me debilito y pierdo visión, pienso que Konor ha debido enterarse, de alguna forma, de mi doble juego, y me está dando una lección. Pero esto es más que una lección. Me están destrozando. ¿Piensa matarme?
Entonces, le escucho hablar desde muy lejos y los golpes se detienen. Por una rendija del hinchado párpado, le puedo ver, de pie en las escaleras que llevan al sótano. Me mira y se ríe, ufano y altivo. ¡Cacho cabrón! Entonces, Konor les ladra a los matones que me dejen allí y que llamen a una ambulancia. Le entiendo perfectamente, aún hablando en la puta lengua esa de los cojones. Es como si fuera aprendiendo a medida que la escucho. Aprendiendo o recordando, todo puede ser.
La chica se encuentra en un escalón más abajo, mirándome. Intenta no mostrar sentimiento alguno. No es bueno demostrar que me tiene lástima, pero se atreve a preguntar el motivo de este acto. Es cuando Konor suelta la bomba:
“No es nada personal, pero no es buena idea ofender a Ama Katrina”.
                                                                                                  CONTINUARÁ.
Comentarios y opiniones, si lo desean, a janis.estigma@hotmail.es
 
 
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!/
 

Relato erótico: “Una amarga y repugnante tortura” (POR PERVERSO)

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UNA AMARGA Y REPUGNANTE TORTURA  
Antes de continuar pido una disculpa por la tardanza, también permítanme agradecerles por las más de 25 000 lecturas que la primera parte alcanzó en su primer mes, sé que no es la gran cosa pero son muchas más de las que yo esperaba, también a todos los que comentaron y valoraron el relato, independientemente la valoración y el comentario que fuese, aquí les traigo la segunda parte, como dije, es un poco más cruda y asquerosa, de una vez advierto.
Considero que este relato queda más en la categoría de No Consentido que la de Sexo con Maduros
SEGUNDA PARTE
Mar y el viejo salían del improvisado estacionamiento del cine, durante el transcurso del viaje Mar intentó inútilmente escapar del viejo, para esto se desesperaba tratando de abrir la puerta del copiloto pero esta no cedía, el viejo riéndose de sus fallidos intentos y de su desesperación e impotencia le dijo:
-jajajajaja, ay mamita esa puerta esta atorada, ni siquiera yo he podido desatorarla apoco crees que tu vas a poder con esas manitas tan débiles-
-señor, por favor, déjeme ir, le juro que no diré nada a nadie pero déjeme ir, mi padre debe de estar preocupado- decía Mar, como si esas palabras fueran a conmover al viejo.
-nada, a mi no me vengas con eso, eso debiste de haber pensado antes de salir de jarra, chamaca purija, y luego juran que no son putas, así que vele avisando a tu papacito que vas a llegar tarde porque vas a coger con un verdadero macho- decía el viejo con su rasposa voz.
Mar veía por la ventana con sus ojitos vidriosos y su rostro preocupado como las calles luminosas, pavimentadas y llenas de gente poco a poco iban siendo reemplazadas por calles oscuras, en pésimo estado y en donde pocas almas caminaban muy deprisa buscando la protección de sus hogares.
Llegaron a una zona ubicada en una parte de la ciudad muy peligrosa y desconocida para nuestra protagonista, un lugar que ni los más valientes se aventurarían a ir, las calles sin pavimentar, poco alumbrado y muchas cantinas y bares de mala muerte a los alrededores, mucho vago se veía en las calles, prostitutas en cada esquina, pero no de buen ver, prostitutas gordas usando vestidos tan ajustados que las hacían parecer tamales mal envueltos y hacían verles vientres muy abultados como si estuvieran embarazadas, la autoridad brillaba por su ausencia ya que la zona era controlada por una célula delincuencial de la que el viejo era parte y la misma policía recibía una buena tajada para seguir dejándolos operar.
El viejo estacionó su coche enfrente de una bolita de malandros, estos al verlo bajar y avanzar hacia ellos solo se abrieron pero a la vez contemplaron el pedazo de hembra que sacó del auto jalándola del cabello, pues se le había puesto algo rebelde en el transcurso del viaje, ella forcejeaba con el viejo y aun así no dejaba de caderearse coqueta gracias a sus tacones, Mar intentó liberarse del viejo pero le era inútil, el viejo se enojó y empujó a la joven haciéndola caer de culo sobre el suelo, cuando cayó abrió ligeramente las piernas volviendo a mostrarle su intimidad apenas cubierta por su húmeda tanguita, podía apreciarse todavía restos de jugos vaginales que aun no se secaban, productos del orgasmo que vivió en el cine, el viejo le dijo:
-mira hija de la chingada, si no te portas bien conmigo te dejo aquí afuera con estos pendejos, para que te hagan lo que ellos quieran, tú decides si después de que te metan sus vergas por  todos tus agujeros quieres que tus padres encuentren tu cuerpecito tirado en las vías del tren, así que, ¡o te comportas o te comportas!- dijo el viejo muy convincente, los malandros se acercaron un par de pasos hacia donde se encontraba tirada la joven, amenazando con empezar a rodearla.
Mar volteó tímidamente hacia donde se encontraban los vagos, si bien no eran tan viejos ni gordos si eran lo suficientemente feos y desarrapados como para que una muchachita tan limpia y perfumada se dejase manosear por ellos, y se les veía una cara de arrechos que ni ellos se aguantaban, que le quedaba a la pobre Mar que seguir en posesión del viejo, al menos estando al lado de él estos no se le acercaban, así que dejaría de luchar, se levantó acomodándose su vestido y solita se acercó al viejo mientras miraba asustada a los vagos, sabía que estaba a merced del viejo, escapar era imposible.
Mar sabía que independientemente del bando que escogiera, ya sea el viejo o los malandros, terminaría follada, pensó “el viejo por lo menos es uno, a lo mejor se emborrache y se quede dormido y me dé algo de tiempo para escapar, y en caso de que me vea, como esta obeso debe de ser lento para correr”, veía a los vagos y con la simple intuición aseguraba que ellos posiblemente la matarían durante la copulación, ya que estaban bajo la influencia de drogas, alucinógenos y aspirando líquidos corrosivos, se veían extremadamente agresivos, uno estaba hasta echando espuma por la boca y otro tenía una especie de machete en la mano, el viejo solo estaba bajo el efecto de un par de latas de cervezas.
-que le ven a mi hembra hijos de puta, váyanse a la verga, vayan a verle el culo apestoso a su madre,- decía el viejo mientras tomaba a Mar de su cintura y la pegaba a su obeso cuerpo, una cintura tan fina que casi podía ser abarcada por ambas manos y seguida por unas prominentes caderas y un orgulloso culito marcados perfectamente por el entallado y cortísimo vestido, un vestido de color blanco que ya presentaba algunas manchas de mugre debido a las sucias manos del viejo; los malandros no les quedó de otra que retirarse, a pesar de su estado y su superioridad numérica no eran lo suficientemente pendejos como para meterse con el viejo, sabían que estaba muy bien apadrinado.
-parece que ya vas entendiendo tu papel, putita rica, esta noche eres mi hembra, y si me gusta como coges te quedas conmigo,entendiste- dijo el viejo y plantó un beso asqueroso a la asustada chiquilla, ella lo correspondió pero no porque le gustara, sino por temor al viejo, pensó que si lo rechazaba este la golpearía, o peor aún, la echaría a los vagos, el viejo intentaba dentro de su boca enrollar su lengua con la de la joven pero esta se negaba, ya de por si era mucho estar soportando el pútrido aliento del vejete, el viejo dejó de besarla después de haberle llenado la boca de saliva asquerosa y emitió un sonido como aquel que degusta una bebida refrescante.
El viejo caminó junto con Mar, la había abrazado con uno de sus peludos brazos pasándolo por sus hombros y la llevaba como si se tratara de su pareja, la silueta obesa del viejo al caminar y moverse de manera gelatinosa y amorfa hacia contraste con la silueta perfecta de Mar, al caminar coqueta y mover su cuerpo de una forma tan seductora gracias a la vestimenta que portaba, Mar llevaba una cara de asco, primero por la desagradable sensación en su boca después del beso y segundo por el hedor que salía de la axila del viejo que al llevar el brazo en esa posición quedaba a escasos centímetros del rostro de Margarita.
El viejo y la chica llegaron a una de las tantas cantinas que formaban parte del colorido paisaje de la zona, detrás de este negocio estaba la casa del viejo, para llegar a ella se podía rodear la cantina, pero el viejo quiso atravesarla, sabía que muchos compinches suyos posiblemente ahí estarían y quería impresionarlos con el mujeron que llevaba.
-oiga yo no voy a entrar ahí,- dijo Mar
-como de que no perra barata, si es donde deberías de estar, órale- dijo el viejo y de un empujón la lanzó adentro del malsano lugar.
Adentro todo era desagradable, olor a cerveza, a cigarro, sudor, gritos, risas de cantineras, música de narcocorridos provenientes de un stereo a todo volumen, Mar pudo contemplar sobre la espesa niebla de humo de cigarro muchos borrachos de la misma calaña que su acompañante, gordos, feos y muy repugnantes.
Las meseras que atendía a tan selecta clientela eran chicas jóvenes y de buen cuerpo, si bien Mar reflejaba un rostro de vergüenza y timidez al estar en semejante situación, las chicas reflejaban un rostro de impudor y cinismo al estar atendiendo a los borrachos o estar sentadas junto a ellos, era como si estuvieran orgullosas por desempeñar este trabajo, aunque solo se trataba de un cascaron, por dentro estas pobres chicas guardaban tanto o quizás más asco que el que Mar sentía, pero lo que más indignó a Margarita fue ver entre los clientes un trío de policías, tomando y con una de las chicas en las piernas de uno de ellos, Mar poco a poco comprendía que ese mundo de justicia color de rosa que tanto le hacían creer en la tele y las noticias en realidad no existía.
El viejo y Mar avanzaban hacia la barra, mientras caminaban el viejo era saludado por un número considerable de personas, incluidas las chicas que fungían como meseras, los caballeros se dedicaban a admirar al trozo de carne que llevaba a su lado, digo trozo de carne porque para ellos Mar solo se trataba de eso:
“un trozo de carne, un par de melones para manosear a su antojo hasta que las manos duelan de tanto apretar y salgan cayos, un culo andante que solo sirve para ser penetrado hasta reventarlo, una boquita cuya única función es la de mamar y sacar la leche de vergas calientes y una panocha que su principal uso es el de utilizarla para penetrarla salvajemente hasta vaciarse dentro de ella al punto de quedarse seco, Mar había llegado a un mundo en donde todas sus cualidades, aptitudes y virtudes que hacen a la mujer un ser intelectual no tienen valía”.
Durante el trayecto, Mar pudo sentir sobre su exquisito cuerpo todo tipo de miradas lujuriosas y calientes, uno que otro viejo borracho se atrevía a lanzarle cantidades de piropos subidos de tono, sin importarles la presencia del viejo, además se escuchaban frases como:
-otra Pancho-
-que hembra te cargas Pancho-
-Pancho, porque no me prestas tantito a esa hembrita- dijo uno de los borrachos más ancianos ahí presentes, y aprovechando que Mar pasó cerca de él, le alcanzó a dar un pellizco en una de sus nalgas, haciendo que la chica pegara un brinco y volteara a verlo enojada al tiempo que se sobaba la nalga, varios borrachos comenzaron a reírse y alabar al viejo por semejante acto de valentía, siendo el viejo Pancho uno de los que reían.
-jajajajaja, será mejor que no te me despegues, si te quedas atrás te hacen cachos- decía el viejo Pancho, Mar solo apretaba el paso para alcanzar al que parecía ser su única defensa.
A pesar de que la distancia entre la entrada de la cantina y la barra no superaba los 30 metros, para Mar se le hizo una eternidad atravesar ese camino y fue en ese lapso cuando más veces acomodó su vestido intentando tapar un poco sus piernas, ya que por la forma en que la miraban sentía que caminaba desnuda.
-no te tapes mamita, esas piernas están para comérselas- decía un viejo
-que se lo quite, que se lo quite- decía otro
-me quiero orinar sobre esa zorra- decía uno cayéndose de borracho
En la barra estaba otro viejo, más longevo que el viejo Pancho, de aspecto horrible y vomitorio, era casi calvo, solo unos pocos cabellos canos y largos peinados hacia atrás cubrían su coco, desde que Mar entró la miró con una sonrisa enferma, mostraba dientes amarillos llenos de caries y muy mal acomodados, encimados unos con otros, algunos salían de su boca aun teniéndola cerrada debido a su deforme dentadura, un bigote completamente canoso y mal cuidado, podían apreciarse varios pelos que asomaban de sus fosas nasales al igual que de sus orejas, su pabellón de la oreja estaba lleno de cerilla, sus axilas habían manchado de sudor su vieja camisa, dicho viejo se encontraba limpiando un vaso con una especie de franela sucia y utilizaba escupitajos para despegar las manchas.
El viejo Pancho colocó a Mar entre su cuerpo y la barra, en esta posición podía repegarle todo su paquete es sus carnosas nalgas y lo hacía descaradamente, sentía la suavidad y tersura de ese trasero perfecto mientras que Mar sentía una autentica barra de fierro que no era otra cosa más que la verga del viejo en todo su poderío, en la mente de Mar solo se escuchaba “y todo eso me piensa meter”, el viejo de paso aprovechaba para llenarle de babas su nuca, cuello y todo lo que alcanzara, la pobre Mar solo se movía de un lado a otro intentando zafarse pero era inútil, el viejo la tomó de las caderas y hasta parecía como si estuvieran bailando por la forma en que ambos de culebreaban, el viejo Pancho llamó al viejo de la barra para pedirle un par de cervezas.
-Pancho el jefe me llamó la atención porque no le hemos dado su cuota del mes?- dijo el viejo de la barra (que se llamaba Felipe).
-fíjate que ando sobre una chamaca hija de un empresario, no se pero presiento que a ese si le vamos a sacar una buena feria, como para pagarle al jefe todo un año, además la chamaca esta rebuena, también podemos divertirnos un rato con ella y a lo mejor se le regresamos a su papito con sorpresa dentro- ambos viejo explotaron en una carcajada burlona mientras era vistos con temor y rabia por Mar después de haber escuchado sus maquiavélicos planes.
-y tú que vergas ves, no vas a tomarte esa cerveza,- reclamó el viejo a nuestra protagonista.
-no, no tomo cerveza señor- dijo Mar tímidamente.
-no tomo cerveza (decía el viejo arremedándola), quítate lo mamona y tómatela, ora- y dicho esto el viejo agarró la cerveza y se la empinó a Mar obligadamente haciendo que parte del amargo líquido cayera sobre su blanco vestido.
-y de que putero sacaste a este culito Pancho?- preguntó el viejo Felipe
-estaba en el cine porno de allá del centro, yo pase por ahí y me metí para jalármela un rato y allí me la encontré,- respondió Pancho.
-ahh, y como se llama?- preguntó el viejo Felipe
-no sé, deberás puta, cómo te llamas?- preguntó el viejo Pancho a Mar
-M… Mar….. Margarita- dijo la jovencita con un miedo que la hacía tragar saliva.
-ahh, Margarita, así se llamaba una novia que tuve cuando era joven, que tiempos aquellos, no que ahora estoy viejo y feo, las niñas ya no se fijan en mi, solamente obligándolas a coger conmigo, y dime Margarita, por donde te gusta más que te den, a mi me gusta más por la almeja, porque una vez le metí la verga a una niña casi de tu edad por el culo y se lo desgarré, y que desagradable es eso, que se te embarre de sangre, y luego estar soportando sus chillidos.- dijo el viejo Felipe, mientras Mar se quedó callada tratando de asimilar lo que había escuchado y que seguro era lo que tenían preparado para ella.
-y dime Margarita, cuántos años tienes?- pregunto el viejo Felipe
-dddd… diii….. dieciocho,- respondió Mar tímidamente
El viejo Felipe empezó a hacer cuentas en su mente y movía sus dedos como si estuviera realizando una sumatoria hasta que habló:
-18, osea que naciste cuando yo tenía 49 años, lo que son las cosas a Pancho, jajajajajaja, no cabe duda que ya estoy viejo jajajajaja- casi 70 años se cargaba el vejete y todavía andaba de culion.
-cuanto es de las cervezas?- preguntó el Pancho
-son 50 pesos,- respondió Felipe
-ora tu, Margarita, págale, págame mi cerveza, yo estoy acostumbrado a que las hembras me paguen las cosas- dijo Pancho
-oiga yo no voy a pagar eso- dijo Mar un poco mas envalentonada, sin embargo lo valiente se le fue cuando el viejo nuevamente volvió a amenazarla con golpearla y dejar que todos los presentes la cogieran si no pagaba las cervezas.
-ten, creo que es tuya, la recogí en el cine cuando te acomodabas tu vestido- el viejo dio a Mar su cartera, la pobre chica la creía perdida.
-págamela, o te meto esta botella por el culo- amenazó el viejo Pancho enseñando a Mar la botella de cerveza de 355 ml.
Mar resignada abrió su cartera y se dio cuenta de que estaba vacía, el viejo Pancho le había sacado el poco dinero que la joven llevaba, ese dinero que a Mar tanto trabajo le costaba ganarse, y que a pesar de trabajar en un negocio en donde se vendían bebidas alcohólicas y tener un poco de experiencia en la forma de cómo se comportan los hombres cuando están borrachos, estos no tenían nada que ver con los que ahora estaban a su alrededor, tipos tan despiadados de esos que no se tocan el corazón a la hora de quitarle la vida una persona, y que tenían armas de fuego arriba de las mesas sin importar que estuvieran a la vista de los policía que ahí se encontraban, aun así Mar sacó fuerzas quien sabe de donde para reclamar al viejo por su dinero.
-nooo, no tengo, devuélvame mi dinero viejo ratero,- decía Mar nuevamente rompiendo en llanto ante la impotencia de no poder hacer nada.
-devuélvamelo que es lo único que tengo y es para ayudar a mi papá,- decía insistentemente.
-devuélvamelo o le digo a la policía- decía Mar
-a cuales, a esos que están ahí,- señalo Felipe a los tres policías que estaban hasta el culo de pedos,
-no creo que te hagan caso putita, les estoy invitando las cervezas por protegernos y servirnos jajajajajajajajajajaja- reía el viejo Felipe
-devuélvamelo por favor- decía Mar ya casi sin fuerzas.
-ah que necia, yo no tengo nada, ehh, me dices ratero, quieres que te rompa el chipo perra desgraciada?,- dijo el viejo Pancho con una risa sarcástica y levantó un brazo amenazando con golpearla, rápidamente el viejo Felipe se interpuso y alcanzó a agarrarle el brazo.
-tranquilo Pancho, no te encabrones, espera, con dinero no es la única forma en que esta niña puede pagarme, porque no me la prestas para que me arregle allá atrás con ella,- dijo Felipe que con solo haber dicho esas palabras ya tenía la verga bien parada.
-si llévatela, para que se eduque, ya le pase muchas, ya le hace falta un escarmiento,- dijo Pancho
-jejeje, si no te preocupes yo se lo daré- dijo el viejo Felipe quien llevaba todas las intenciones de penetrarla y vaciarse dentro de ella.
-no me gusta tu risa Felipe, mejor te acompaño, no vaya a ser que te vengas dentro de ella, ese privilegio solo es para mí- dijo Pancho adivinando sus pensamientos pues conocía lo desalmado que podía llegar a ser su amigo.
El viejo Felipe dejó encargada la barra a otro viejo, tomó del brazo a Mar, la chica comenzó a forcejear pero el viejo Pancho que iba detrás de ellos la calmó poniéndole la punta de la navaja en su espalda baja, haciendo que la chica sintiera un escalofrío recorrer toda su columna vertebral y que su presión arterial se bajara hasta casi desmayarse.
-mira niña, acompáñanos y calladita- dijo Pancho
Los viejos y la jovencita atravesaban una puerta a la que solo el personal tenía acceso pero fueron vistos por una señora gorda y chaparra que fumaba un cigarro, la encargada de las chicas que atendían a los borrachos.
El trió llegó a un pequeño cuarto, donde solo estaba un deteriorado sillón, el viejo Felipe se sentó y se desabrocho el pantalón y lo bajó hasta los tobillos, exhibiendo unas piernas muy peludas y delgadas, en contraste con su voluminosa panza, su calzoncillo amariblanco dejaba ver un enorme bulto de color oscuro escondido debajo, además el calzón estaba un poco mojado exactamente en donde descansaba la cabeza de su miembro.
Mar estaba junto al viejo Pancho, intentaba no ver esa desagradable escena pero muy a su pesar y tratando de que ninguno de los dos viejos se dieran cuenta, volteaba tímidamente a ver el bulto que se cargaba el viejo Felipe, también recordaba el grosor del miembro del viejo Pancho cuando se la mamó en el cine, se pensaba que si acaso estaba en un mundo en donde los viejos más repugnantes y morbosos eran los que se cargaban los miembro más grandes y gruesos, sus pensamientos se revoloteaban en su mente y se los imaginaba penetrando los apretados coñitos de jovencitas tan hermosas como ella, hasta que su mente le jugó una mala pasada y la colocó a ella siendo penetrada por uno de ellos y gimiendo como una reverenda puta, Mar no supo en qué momento su sexo se empezó a mojar.
El viejo Pancho dio un ligero empujón a Mar, haciéndola llegar casi a donde se encontraba el otro anciano.
-ora puta, has tu trabajo, para lo que sirves, la única función para la que veniste a este mundo- ambos viejos rieron orgullosos
-ve niña, ya quiero sentir tus labios en mi trozo- decía Felipe
Mar estaba estática, era de suponerse que no debía mostrar su curiosidad hacia lo que el viejo Felipe escondía entre sus calzoncillos, pero el estar ahí parada en medio de ellos y vestida de esa manera hacia que su cuerpo tuviera reacciones tanto de repudio a los dos gordos como de excitación, un calor intenso recorría todo su cuerpo y sentía como si una mano invisible rascara su sensible conchita, el viejo llevaba una camisa sucia y se la había subido a la altura del ombligo, demostrando que también era un hombre peludo.
Mar dio un paso, pero más que por decisión propia fue por haber sentido nuevamente la navaja del viejo Pancho en su espalda, dio otro tímido paso y paró para tragar saliva al mismo tiempo que todo su cuerpo se erizaba demostrando el estado de nerviosismo en que se encontraba.
-rápido puta, si se ve que te estás muriendo por comerte esta verga- gritó el viejo Felipe de forma autoritaria asustando a Mar quien reaccionó del trance en que estaba, Mar avanzó hasta llegar a donde el viejo estaba sentado.
-arrodíllate,- ordenó el viejo Felipe, Mar se resistía a obedecer esa orden permaneciendo parada con una cara de no saber qué hacer y volteando constantemente a los alrededores, en donde no había nada que ver solo paredes y frases groseras escritas con plumón negro.
-que te arrodilles que no oyes,- dijo el viejo Pancho y presionó los hombros de Mar haciendo que se arrodillara ante el otro anciano.
-no por favor señor respéteme, no puedo hacer esto, yo no soy lo que ustedes creen, por favor, se lo ruego, déjeme ir por lo que más quiera, se lo suplico, solo quiero ir a mi casa, por favor- decía Mar en medio del llanto y escondiendo su bello rostro entre las desnudas y peludas piernas del viejo, las lagrimas habían cubierto sus hermosos ojos verdes y pensaba que con esto convencería a los viejos de dejarla en paz, mientras el viejo Felipe veía como la cabecita de la niña había quedado a escasos centímetros de su verga.
-jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja, oye Pancho tu le crees a esta puta, anda exigiendo respeto y mira nada mas como se viste, ora si me hiciste reir; no niña, tu eres una puta y yo te voy a enseñar a reconocerlo, todas las mujeres son unas putas, lo llevan en la sangre, basta con un empujoncito de verga en sus panochitas para que acepten lo que son, por lo que veo eso te falta a ti, por eso sales en las noches vestida de esa manera pidiendo riata verdad?, pues no te preocupes, si no te la han dado yo te la voy a dar, ahora mámamela, y no quiero volver a repetirlo y ya no me salgas con estupideces de que no eres puta, si casi casi lo traes escrito en la frente,- dijo Felipe
-mámasela puta, sino les hablo a todos para que te vengan a coger hasta que te revienten de tanta leche dentro,- dijo Pancho
Mar se secó sus lagrimas con sus muñecas, tenía mucho miedo, pero seguía sin ceder a la orden aun después de la fuerte amenaza y las crudas palabras, entonces el viejo Pancho se enojó y avanzó hacia ella.
-sabes que, ya me canse de esto- dijo Pancho sacando su navaja y apretándola con su mano, agarró a Mar de los cabellos y le puso el objeto punzocortante en su cuello, Mar podía sentir el frio del arma en su piel, un frio que quemaba, sus ojos se nublaron hasta el punto de no ver nada y otro frio intenso se apoderó de su cuerpo, sin duda la muerte la estaba abrazando, sin embargo su cuerpo se recuperó gracias a que dejó de sentir la navaja en su cuello, el viejo Felipe había detenido a su amigo Pancho.
-espera Pancho, cabrón, no mames, no sé cómo esta niña ha sobrevivido contigo, primero que me pague las cervezas, ya después haces con ella lo que quieras; mira niña, no seas orgullosa, se ve que eres una putita muy difícil de domar, pero sé que ante todo esto prefieres chuparme la verga antes de que Pancho te clave esa navaja en la tráquea, verdad, nadie quiere eso y mira que te la estoy poniendo fácil, no hagas las cosas más difíciles, de todas maneras nosotros si quisiéramos ya te estuviéramos cogiendo, y te vamos a coger a la fuerza si no me pagas esas cervezas, y créeme que no te va a gustar por las malas, así que abre la boca y mámamela hasta que me corra, si no lo haces todos los tipos que viste allá afuera vendrán y te llenaran tu panocha de leche,- decía el viejo Felipe mientras con una de sus manos agarraba a Mar de su mentón y le apretaba ligeramente los cachetes, haciendo que los labios de la nena tomaran forma de chipo de pescado.
Mar escuchaba atenta las palabras del viejo, sus bellos ojos miraban fijamente a los de Felipe, sus sensuales labios mostraban un brillo que los hacía ver mojaditos, y sus delicadas manos se apoyaban en las peludas piernas del viejo.
-como se- un par de palabras se escaparon de los sexys labios de Margarita.
-como se que ustedes no me violaran a la fuerza, después de que se la chupe, que garantía tengo Don Felipe,- dijo Mar en un intento de negociar con dos de las personas más tramposas y embusteras de la cuidad.
-jajajaja, eres lista putilla, hasta que conozco a una puta que sabe usar su cerebro y no nada más su culo, bueno niña, de ti depende que me dejes seco, que me pegues una mamada tan intensa que mi verga no vuelva a pararse en días, que me saques unos dos litros de leche, así que todo depende de ti, y por mi parte te prometo que si me mamas la verga, ninguno de esos pendejos de allá afuera se meterá contigo, estarás bien apadrinada te lo aseguro, podrás caminar tranquilamente por estas calles sin que nadie te moleste- dijo Felipe presumiendo que era el representante directo del jefe de la zona, la única persona que conocía en persona al jefe del que tanto hablaban, un grado más arriba que el mismo Pancho, el que podía decir quien vive y quien muere, y por tanto, la única persona que podía dar inmunidad.
-es más, si me mamas la verga, prometo no penetrarte, ni ninguno de allá afuera, ni Pancho, verdad Pancho?- decía Felipe
-ehhh, si, lo que sea- dijo Pancho sin ni siquiera escuchar lo que Felipe dijo
Mar reflexionaba, sabía que el viejo tenía razón, prefería mamar esa pestilente verga que ser abusada violentamente por más de una docena de tipos macuarros y horribles, pero algo dentro de ella sabía que no debía de confiar al 100% en estos tipos, aun así tímidamente tomó con sus manitas el calzón del viejo y poco a poco lo fue bajando hasta los tobillos, ante ella una verga enorme aparecía en estado de semiereccion, rechoncha y arrugada, un glande baboso, brilloso y una peste a esencia de verga sucia, los pelos resecos que cubrían su base eran enormes y canosos, pequeñísimos ácaros negros caminaban entre esa espesa selva blanca.
-vamos putita abre la boca- decía Felipe
Mar tímidamente abrió su boquita, sintió su propio aliento, ese aliento pulcro que tenía cuando salió de su casa esa misma tarde había desaparecido, ahora su aliento apestaba a verga sucia y aliento de viejo, acercó sus sensuales labios hacia esa otra pestilente verga, cuando llegó a ella cerró sus ojos y estiró un poco su lengua, hasta que sintió que había tocado la cabeza del miembro, nuevamente probó el salado sabor del líquido preseminal que se desbordaba de la verga del viejo Felipe, puso cara de asco pero volvió a estirar su lengua.
El viejo Felipe veía esa niña probar su carne, su rostro sin duda era el más bello que había visto en su cobarde y corrupta vida, ni siquiera las chicas que atendían la cantina poseían un rostro tan bello y un cuerpo tan perfecto como el que poseía Margarita, además todas esas putillas rebasaban los 25 años de edad y muchas de ellas con embarazos a cuestas, en cambio Mar recién había cumplido los 18, era casi una niña, su rostro aun mostraba facetas infantiles.
Mar daba ahora tímidos lengüetazos, recogiendo el líquido lubricante que impregnaba la cabeza del viejo, una sensación aceitosa imperaba dentro de su boca, poco a poco las lamidas aumentaban su velocidad y fricción, el viejo Pancho permanecía como un espectador recargado en la puerta, viendo como esa niña se comía la verga de un viejo para nada agraciado, incluso a Pancho le daba asco la escena, para calmar su malestar estomacal volteaba a ver el culo de Mar, quien al estar arrodillada su vestido se le había subido y dejaba ver buena parte de sus nalgas, su tanga había desaparecido entre esos carnosos atributos.
El viejo Felipe estaba que no cavia de la emoción, sentía las lamidas y se daba cuenta de la falta de experiencia de la jovencita, Mar lamia el tallo, la cabeza  e intentaba enrollarla con su lengua, el viejo tomó su verga y la empezó a tallar en el rostro de Mar, la chica no opuso resistencia, el viejo tallaba esa gruesa vara que ya había alcanzado su máximo, unos 18 centímetros de dura carne maciza morena, la verga empapaba de lubricante el bello rostro de la jovencita, quien solo permanecía con los ojos cerrados, su cara se llenaba de saliva y líquido preseminal hasta alcanzar un aspecto brilloso.
-continua- dijo el viejo Felipe
Mar como no queriendo pero teniéndolo que hacer comenzó a lamer nuevamente esa barra caliente, a Mar le llamaba la atención su grosor, su manita apenas y podía abarcar semejante tallo, a pesar de estar lamiendo la verga con una voluntariedad forzada Mar no estaba excitada, se decía ella misma que si iba a estar así los próximos minutos por lo menos tenía que excitarse para hacer más corto su suplicio, así que sin importar que los viejos se dieran cuenta subió un poco mas su vestido y abrió ligeramente sus piernas y con la mano que le quedaba libre se comenzó a estimular su sexo, exactamente los puntos más sensibles y de los cuales ya tenía conocimiento, cuantas veces no se masturbaba en su cuarto arrancándose orgasmos cuando su padre no estaba.
-pero que puta saliste chiquilla- dijo el viejo Pancho, Mar escuchó, pero no puso atención a los insultos, ya de por si había recibido bastantes que ya hasta se estaba acostumbrando, ella debía de concentrarse en hacer correr al viejo lo más rápido posible, que caras le estaban saliendo el par de cervezas.
Mar también sabia que con lamidas nunca se iba a correr el viejo, así que procedió a meterse a su boquita ese grueso mástil, lo enrolló con su lengua y procedió a realizar ese movimiento mamatorio que su exnovio le enseñó pero sin sacarse el miembro de su boca, el viejo echaba su cabeza hacia atrás y ponía sus manos sobre la cabeza de la joven, una sola de sus manos abarcaba por completo el cráneo de Margarita.
-que rico la mamas chiquilla, no cabe duda que las niñas de hoy en día son mejores que las viejas de nuestra época, verdad Pancho?- preguntaba el viejo Felipe
-así es,- respondía el viejo Pancho de forma seca, no había aguantado semejante panorama y ahora se había sacado la verga para masturbarse, a pesar de que al principio sintió asco, ese asco se le había trasformado en auténtico morbo, la situación ahí expuesta nunca la vería en ninguna película porno, un viejo que ninguna jovencita follaría con él ni por todo el dinero del mundo, que solo obligando y chantajeando a las mujeres era como podía disfrutar de ellas y que hasta las putas de la cantina lo veían con repulsión, ahora una muchachita por demás bellísima y con un cuerpo que cautivaría al mismo Papa, estaba arrodillada mamándole la verga a este viejo repulsivo quien gemía y reía altaneramente, y encima la niña se masturbaba, lo que hacía pensar a los viejos, que la joven lo estaba disfrutando.
Igual que en el cine, Mar dejaba caer saliva constantemente, poco a poco los pómulos de Mar se enrojecían, más que por la mamada era por la intensa masturbada que ella misma se estaba dando, incluso empezó a ahogar tímidos gemidos en su garganta ocupada por la verga de viejo, su clítoris se había hinchado y Mar atacaba ese botoncito sin tregua.
-levántate el vestido hasta la cintura perra malparida, enséñame el culo, anda, enséñame el culo de putona que te cargas- dijo Pancho mientras daba otro sorbo a su cerveza que aun la llevaba consigo, Mar obedeció y se levantó el vestido hasta la cintura, enseñando sus carnosas nalgas desnudas, su pequeña tanga había desaparecido casi por completo, solo los hilos laterales y un pequeño triangulo en la parte de atrás era lo único que intentaban tapar ese suculento manjar que la jovencita tenía por culo.
El cuerpo de Mar lucia exquisito, su espalda baja hacia una curva perfecta y daba nacimiento a un tremendo culazo, además había dos hoyitos en la parte baja de su espalda, los cuales vemos a muchas niñas de hoy en día presumir con sus blusitas ombligueras, sus caderas se engrosaban y daban lugar a unas bien cuidadas y firmes piernas, sus pantorrillas se veían carnosas y muy femeninas, el viejo Pancho podía ver la pequeña manita de Mar haciendo esos movimientos masturbatorios, el viejo hacia un gran esfuerzo para no arrojársele ahí mismo y penetrarla.
Mar comenzó a aumentar la velocidad, su boca bañaba de saliva la gruesa verga del viejo, de esta, chorros de lubricante no dejaban de salir, a menudo Mar sacaba esa gruesa verga para jalar aire, o como ya dije, para escupir el exceso de salivación, el viejo Felipe se acercó al rostro de la joven solo para hacer lo mismo que Pancho, lanzar un escupitajo al rostro de Margarita, ella lo recibió con asco, pero ya que le quedaba, el viejo en otro escupitajo junto tanta saliva e hizo un sonido raro con sus fosas nasales para arrojar otro cargado de gargajos, los cuales cayeron sobre el angelical rostro de la joven Margarita, todavía el viejo con su verga comenzó a esparcir esos asquerosos fluidos sobre la suave y delicada piel y así, llena de flemas, se la volvió a meter a Mar en la boca.
El viejo empujaba la cabeza de Mar como queriendo hundirla en su obeso vientre, haciendo que la muchachita se tragara de un solo bocado los 18 centímetros de su trozo, los carnosos labios de la joven llegaban a tocar el abultado y peludo vientre bajo del viejo, y ahí la dejaba hasta que veía que el rostro de Mar cambiaba de rojo a morado, liberando a la pobre chica ya cuando veía que sus ojos se ponían blancos, haciendo que Mar se alejara para jalar aire, tocia a más no poder, de su boca gruesos hilos de saliva caían hasta el suelo, sin embargo a el viejo poco le importaba y volvía a repetir la grotesca acción.
Mar resistía las ganas de llorar, no quería mostrar debilidad a ese par de viejos panzones, asquerosos, marranos, hijos de puta, esos viejos que si llegara a tener la oportunidad de matarlos no lo dudaría, aunque a estas alturas pensaba que hubiera preferido mejor que le ensartaran esa navaja en su cuello, lo único que la mantenía con ganas de seguir era su padre y todo lo que hizo el solo por sacarla adelante.
-abre la boca putita- dijo el viejo Felipe.
Mar abrió su boquita y dejo ver hilos de saliva que unían sus carnosos y mojaditos labios, el viejo le metió la verga dentro de su boca literalmente penetrándola por su cavidad bucal, el viejo elevaba su cuerpo para que la penetración fuera intensa, Mar solo recibía los empujones y movía su cabeza al ritmo de las embestidas, permanecía con los ojos cerrados recibiendo semejantes estocadas, se podía escuchar un sonido de glup glup glup glup, escaparse de la boca de Mar, saliva en forma de burbujas y cayendo por sus comisuras, risas de los dos viejos, y bramidos de toro que hacia el viejo Felipe solo para dejar en claro la superioridad del macho sobre la hembra.
El viejo aumentó su velocidad, una velocidad endiablada que hizo que los ojos de Mar comenzaran a lagrimarse, el viejo no dejaba de escupir sobre el bello rostro de la joven, además cada que sacaba su verga de la boquita de la joven la ponía sobre el rostro de ella, embarrándosele aun mas de saliva, Mar hasta parecía como si estuviera bizca, pues trataba de ver la verga que descansaba sobre su cara, exactamente en medio de sus ojos.
El rostro de Mar estaba irreconocible, lleno de saliva y babas asquerosas, de su barbilla caía una gran cantidad de saliva producto de la rudeza con que el viejo prácticamente se la cogía por la boca, el viejo solo veía a Pancho las risas, y con el rostro sudado a grasoso, pelaba los dientes en señal de la fuerza con la que profanaba la boca de la jovencita, la risa del viejo era asquerosa pues dejaba ver su mal formada dentadura.
-así quiero que me la chupes, te queda claro- decía el viejo Felipe
Mar asintió con un ligero movimiento de cabeza, de manera asquerosa se metió nuevamente dentro de su boca esa verga de viejo agrio en sudor, comenzó a chupar primero lento, pasaba su lengua por todo el glande, dio un ligero respiro para tomar aire y prosiguió con su labor, el viejo solamente veía la cabeza de la chica subir y bajar, la chica se sentía asquerosa haciendo esto, además sentía todas esas babas en su rostro secarse y pegársele como una mascarilla, sentía que apestaba a viejo, tanto asco que le daban los viejos morbosos y mas los desaseados, y ahora le mamaba la verga a uno y le enseñaba el culo a otro, que diría su madre, su padre o su exnovio al verla en esta situación.
Mar aumentó su velocidad, comenzaba a dolerle la mandíbula de tanto mamar, sin embargo en su masturbada había logrado estimular su clítoris de manera muy placentera, y no dejada de manosearse hasta que sintió nuevamente algo que estaba por venir dentro de ella, esa sensación tan deliciosa que le hacía imposible dejar de tocarse, sin importar que ambos viejos estuvieran viéndola hacer algo que solo hacía en su privacidad.
Los gemidos de Mar se hacían cada vez más notorios e intensos, no comprendía como el estar en esta situación y después de soportar tan despiadado trato podía sentir placer al estimularse, a pesar de que sentía asco de ella misma también reconocía que la masturbada tenía algo especial, algo que la estaba haciendo llegar al clímax mas rápido de lo normal, algo que nuca había sentido en su joven existencia, quizás ese algo es lo que se llame morbo, a lo mejor todo este trato estaba despertando en Mar ese morbo que permanecía dormido y que desarrollaría en ella una atracción hacia las personas y situaciones desagradables.
El cuerpo de Mar se calentaba en cada toqueteo, empezó a moverse muy sugestivamente mientras permanecía arrodillada y con la verga del viejo en su boca; continuo hasta que de repente apretó con todas sus fuerzas sus piernas, contrajo todo su cuerpo y sus gemidos comenzaron a salir cada vez más sonoros, hasta que apareció ese gemido que indicaba que Mar se había corrido.
El rostro de Mar se descompuso en un gesto orgásmico, sus cejas se fruncieron,  su respiración se aceleró, sus pómulos estaban colorados, y sacando la pestilente verga de su boquita se derramó en un intenso orgasmo, dejando escapar de sus labios un:
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH-
Y se dejó caer sobre las piernas del viejo, su tanguita goteaba el liquido que Mar eyaculó segundos antes proveniente de sus glándulas de Skene, el viejo Pancho quedó con la boca abierta al igual que el viejo Felipe, una jovencita casi niña se había masturbado enfrente de ellos hasta correrse como una autentica puta, será que después de tantas veces que los viejos la llamaban así, Mar estaba empezando a creérsela, aunque recordar que se empezó a masturbar para darse placer y soportar un poco la desagradable labor a la que fue sometida.
-puta, te has vaciado, no tienes poca madre, y sin que te hayamos metido la verga, desgraciada casi haces que me corra con solo verte, vamos, vamos nenita, sácame la leche, ordéñame, ordéñame- decía el viejo Felipe
-si es que la pide a gritos, ni te conté Felipe, que me la encontré en el cine porno y también ahí se estaba tocando la muy puerca, que puta eres- dijo el viejo Pancho
Mar levantó su rostro completamente ruborizado, su mirada era distinta a la niña tímida que entró a la cantina, se notaba una lujuria que había estado escondida y que se asomaba de sus verdes ojitos, solita agarró la verga del viejo y se la llevó a la boca sin dudar, comenzó a succionarla y chuparla, por momentos casi parecía que quería arrancarla del obeso cuerpo del viejo, manoseaba los huevos del viejo, tan grandes como los de un toro, pesados y bien cargados de leche.
Mar estaba como desesperada, quería acabar con esta inmunda labor, la saliva que escurría desde su boca recorría todo su cuello y bajaba en forma de un pequeño arroyo hasta perderse en medio de sus voluminosos encantos que se asomaban más de lo que debían a través del provocativo escote del vestido, ni en su pesadilla mas retorcida se imaginó que acabaría así después de asistir a un cine porno, recordaba que justamente esa tarde había demorado un chingo para alistarse y arreglarse a manera que ese día fuera el que más radiante se viera, y como no, si quería causar impresión en un chico que era muy popular entre la chamacada femenina.
Ahora ese cuerpo de diosa griega estaba siendo disfrutado por dos perversos viejos panzones, feos, y que se dedicaban al repudiado e infame acto del secuestro, -ahhhhhh- gemía el viejo al sentir los suaves labios apretarle la cabeza de su miembro de forma exquisita, Mar sabía que era cuestión de tiempo para que el viejo se corriera, ya que podía sentir el aumento del palpitar de su miembro en su boca, las venas se habían engrosado y la verga se había puesto caliente hasta el punto de quemar, la boca de Mar apestaba tanto como la verga del viejo si no es que mas.
Mar sacó la verga de su boca y se dedicó a masturbarla con su mano al mismo tiempo que miraba al viejo a los ojos, con su boca comenzó a lamer las bolas del viejo, jalaba el escroto hasta casi arrancarlo, se metía las bolas a la boca y jugaba con ellas, sintiendo su sabor rancio y rasposo, entonces metió su mano hasta casi llegar al culo del viejo y comenzó a dedearlo, la verga del viejo se levantó como un resorte, su piel se estiraba hasta más no poder, con su fino dedo rascaba el culo del viejo y lograba arrancarle auténticas costras de mierda que tenia pegadas debido a su pésima higiene.
Mar nuevamente volvió a meterse la verga a la boca de forma golosa, viciosa, aunque con un odio y asco escondido muy en su interior, pero tenía que fingir para que el viejo se la creyera y se viniera pronto, detrás de ella, el viejo Pancho se masturbaba frenéticamente, su verga estaba tan babosa que se había cubierto de una especie de babilla blanca.
-aahhhh, puta que rico la mamas- decía el viejo moviéndose muy sugestivamente en el sillón, sudaba de su horrible cara, sus manos se aferraban a la tela de terciopelo que cubría el mueble, comenzaba a hacer los clásicos movimientos orgásmicos que hace un hombre cuando esta por correrse, sin embargo la leche no salía.
Mar estaba desesperada, ya quería acabar con esto, así que procedió a meterle el dedo al viejo en el culo, sintiendo como se embarraba de mierda y con todo el asco del mundo comenzó a moverlo en forma de círculo, el viejo no pudo evitar lanzar un suspiro.
-cabrona, quien te enseño eso- dijo el viejo con voz débil, la gruesa e intimidante voz del viejo había logrado ser acallada por una jovencita tan frágil y casi inexperta en cuestiones sexuales, sin embargo había visto uno que otro video en internet y además contaba con la experiencia de su amiga Mary, una verdadera experta en estos temas y quien le había contado que el meterle el dedo a los machos por el culo hacia que se les levantara la verga más rápido y que se corrieran de inmediato, y a quien le debía el estar en esta situación.
Mar movía su dedo en forma de círculo dentro del viejo, logro sacarle una flatulencia tan apestosa que hizo que Mar casi desmayara, sin embargo soportó ese mefítico gas, ya estaba tan cerca de conseguir su objetivo que una flatulencia no debía de desmoronarla,  sin embargo el hedor era tal que lo podía sentir en cada poro del cuerpo, lastimaba su respingada nariz, incluso la del mismo viejo Felipe, incluso Pancho tuvo que salir de ahí para no respirar ese putrefacto aroma a mierda reseca y frijoles agrios con huevo güero.
Mar succionaba el pedazo de carne que se alojaba en su boca, comenzó a chupar solamente la cabeza, sabía que era su parte más sensible, el viejo hacia sonidos extraños, su verga estaba que reventaba dentro de la boquita de la jovencita, las piernas del viejo temblaban sudorosas, en eso Mar movió su dedo dentro del culo del viejo y le causó una sensación tan intensa y electrizante, y como reacción en cadena, la verga del viejo comenzó a escupir semen dentro de la boquita de la joven.
-ahhh puta me corro, recibe tu premio- gritó el viejo
Mar sintió el primer chorro chocar violentamente dentro de su boca, un chorro muy potente y cargado que salió a una velocidad agresiva, como si de una pistola de agua se tratara, los ojos de Mar se abrieron como plato, intentó zafarse pero el viejo alcanzó a agarrarla para que no se sacara la verga de su boca, el viejo reía de manera aberrante y empujaba con más fuerza la cabeza de Mar para que la niña se tragara todos sus mocos, el viejo Pancho ya había regresado y se dedicaba a mirar sonriente y victorioso como esa pequeña putita que tanta resistencia estaba poniendo era vilmente humillada por un viejo mucho más longevo que él, quien le estaba dando su merecido.
Después de ese primer chorro de esperma, salieron otros tres de igual intensidad, seguidos por otros cuantos de menor carga y velocidad, Mar con lágrimas en sus ojos, sentía ese desagradable sabor en su boca, la pestilencia del esperma salía por sus narices, el sabor era desagradable, el líquido estaba muy caliente y espeso, además se pegaba a las paredes bucales y no podía ser quitado solo tragándolo, unas ganas de vomitar la invadieron, las arcadas no tardaron en aparecer y cuando el viejo soltó toda su leche dentro de la boquita de la joven y la liberó, Mar dejo caer una gran cantidad de esperma pestilente de viejo nauseabundo, un esperma que en vez de verse blanco, presentaba una tonalidad amarillenta verdosa desagradable.
El viejo Felipe se enojó al ver a Mar desperdiciar su valioso líquido, Mar tocia y tocia y parecía que se iba a vomitar, incluso logró sacar un poco de vomito al no poder controlar una arcada, sentía ese líquido grumoso pegado a su lengua, intentaba quitarlo con su mano pero solo lo desbarataba y esparcía aun mas, más que semen, el esperma del viejo tenia la consistencia de leche cuajada.
-pero que te crees que estás haciendo puta hedionda, perra asquerosa, maldita hija de puerca, mira nada mas, mira nada mas, que bruta eres,- dijo el viejo levantándose y empujando a Mar con uno de sus pies como si se tratara de un perro.
-que hizo Felipe- preguntó Pancho
-mira nada mas, esta hija de puta, se atrevió a escupir mis mocos, no sabes lo que acabas de hacer, ora si te cargó tu madre pendeja- dijo el viejo y se subió los pantalones para poder quitarse un cinturón desgastado.
-levántala, levántala con tu lengua o te agarro a cinturonasos, ora hija de la verga- amenazó el viejo y dio un cinturonazo al suelo que resonó por todo el cuartito.
Mar no tuvo de otra que sorber del suelo el esperma combinado con saliva y vómito para que el viejo no le pegara, lo hacía de manera asquerosa, con lágrimas en sus ojos, su culito se erigía orgulloso pues el vestido continuaba levantado arriba de su cintura, el viejo no contento con la forma en que Mar levantaba el semen del suelo con su lengua le dio un cinturonaso en sus carnosas nalgas, quedando marcado el golpe.
-levántala, pero que se vea que te está gustando, recuerda que a partir de hoy eres una puta, así que compórtate como lo que eres, Pancho, que pedazo de zorra te has encontrado, mira como le gusta la leche, jajajajajajajajaja- ambos viejos reían parados al lado de Mar, mientras ella seguía arrodillada limpiando el suelo, para mala suerte de Mar, el viejo Felipe se sacó nuevamente la verga y se la empezó a jalar de nuevo, su verga no estaba del todo flácida.
Mar limpio el suelo hasta no dejar ni una sola gota, volviendo a mostrar ganas de vomitar otra vez, pero las aguantaba, sabía que el viejo la obligaría de nuevo.
-que boquita, solo falta que te acostumbres a tragar leche para que no le hagas eso al jefe, si le llegas a hacer lo mismo te corta la lengua, jajajaja-
El viejo Pancho veía sonriente la escena, su verga estaba erecta al máximo y casi reventando, pero aguantaba, su verga únicamente podía reventar dentro de la panocha de Mar, quien a decir de ella, seguía en el suelo, ligeramente arrodillada y apoyada con uno de sus brazos, con su rostro mirando abajo, sollozando.
No así el viejo Felipe que después de meneársela en rato expulsó otra cantidad de semen, aunque menor, sobre el voluptuoso cuerpo que yacía arrodillado, cayéndole sobre su vestido y parte de sus piernas, y quedando el viejo ahora si fuera de combate, hasta sus huevos parecían haberse reducido de tamaño después de las potentes eyaculaciones.
-chamaca puta, quiero que me limpies la verga hasta dejarla como nueva,- dijo el viejo Felipe, en forma de burla, sabía que la chica estaba anímicamente destrozada.
Mar no tenía cara para mirar al viejo, su orgullo y autoestima estaba en los suelos después de hacerle semejante bajeza, Mar movía uno de sus dedos como si estuviera dibujando un círculo en el suelo, el viejo Felipe la miró y al ver que Mar no tenia orgullo ni para negarse optó por retirarse no sin antes decirle:
-eres una puta cualquiera; ah, y la cervezas que me debes, como no me dejaste lo suficientemente satisfecho, solo te descontaré una, jajajajajajajaj- y soltó una carcajada limpia.
-si Felipe, ahora debe tres, porque pienso agarrar otras dos para llevármelas a la casa- dijo Pancho
-si agárralas, la puta paga, jajajajajaja,-
El viejo Felipe salió del pequeño cuarto y Pancho fue a recoger su maltrecha muñequita, Mar lloraba en silencio, sus rostro mirando al suelo y tapado por su castaña cabellera, cubierto de saliva, flemas y semen de cuando lo recogió del suelo, su vestido sucio, su orgullo destrozado, su cabello alborotado y su boca aun con el sabor de semen agrio, pero aun faltaba el viejo Pancho, lo único que podría decirse aliviaría a la joven es que Pancho a pesar de ser agresivo, no sería tal salvaje con ella, este viejo, con ayuda de otro se dedicarían a arrancarle orgasmos a Margarita hasta dejarla inconsciente.
-vamos putita, levántate, que todavía falto yo, y yo si pienso meterte la verga hasta el intestino,- dijo Pancho
Mar reaccionó del estado en que se encontraba y con voz baja y mirando al viejo con unos conmovedores ojos que a cualquiera le inspirarían ternura, dijo:
-p…. pero, me prometieron que si le mamaba la verga a Don Felipe, ustedes no me cogerían- decía Mar
-ay mi amor, se me olvido decirte, yo cruce los dedos, jajajajajajajajajaja-
Continuara…….
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vordavoss@outlook.com
 
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Relato erótico: ” Hércules. Capítulo 19. Joanna.” (POR ALEX BLAME)

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Capítulo 19: Joanna.

—Hola, ¿Cómo te sientes? —preguntó Afrodita mientras se sentaba a desayunar a su lado.

—La verdad es que no muy orgulloso. He mentido y traicionado la confianza de una mujer. Espero que haya valido la pena y los papeles fuesen realmente los que buscabais. —respondió Hércules contemplando el cuerpo de la mujer enfundado en una bata de satén gris perla.

—En realidad era más de lo que pensábamos y no te preocupes por Francesca, ha obtenido un buen trato a cambio de contar todo lo que sabe, que no es poco.

—Me alegro, no me gustaría que se pudriese en la cárcel. Espero que le vaya bien. A pesar de que no era mi tipo, ya sabes a que me refiero, no quiero que sufra y deseo que sea feliz.

—Hablando de felicidad y de parejas disfuncionales, —dijo la mujer untando una tostada— tengo una nueva misión para ti.

—¿Ah, Sí? —Preguntó el dominado por la curiosidad.

—Joanna Sorensen. —dijo chupándose los dedos antes de alargarle una carpeta— Es la hija del embajador Danés; se ha liado con un playboy treinta y pico años mayor que él y vinculado con el tráfico de drogas. El embajador ha intentado abrirle los ojos, pero no hay manera y ha recurrido a nosotros desesperado.

—Mmm, no sé, ¿Qué derecho tenemos a inmiscuirnos en la vida de una mujer mayor de edad?

—No es tu función valorar eso, pero si te sirve de consuelo tu otra función es mantenerla viva. Hemos investigado un poco al novio y últimamente no le ha ido muy bien. Ha perdido un par de envíos y los colombianos están cabreados…

—Entiendo. —replicó Hércules con la conciencia un poco más aliviada— Me pondré en ello.

—No me has contado que sentiste al hacer el amor con un hombre. —dijo afrodita con una sonrisa provocativa.

—No era una mujer, pero tampoco era un hombre, era… Francesca. Al principio pensé que era una putada, luego vi que era una mujer en todo menos por esa mierda que le colgaba y una mujer atractiva dulce y sensual. En otra vida podría haberme enamorado de ella.

—Vaya, es una lástima. Y yo que creía que tenía alguna oportunidad contigo. —dijo Afrodita metiendo las manos por el escote de la bata y frunciendo los labios a modo de despedida.

En cuanto terminó de desayunar se puso manos a la obra. Vigiló la casa de Joanna hasta que esta y su novio salieron a comer por ahí y aprovechó para colarse en su casa y poner micros por todas las habitaciones. Para cuando volvieron, al parecer para cambiarse y salir de nuevo, ya estaba en un piso que había alquilado en el edificio de enfrente con un telescopio terrestre.

Ser una especie de superhombre tenía sus ventajas. En cuanto vio que la pareja salía y montaba en el taxi subió a la azotea y les siguió saltando de edificio en edificio y corriendo por las cumbres de los tejados.

Podía haberlo hecho como todo el mundo cogiendo un coche o una moto, pero la sensación de libertad que sentía cuando saltaba y dejaba que el impulso y la gravedad le llevasen a su siguiente objetivo eran inigualables. Cuando el taxi paró a la puerta de una discoteca del centro casi sintió un deje de desilusión al no tener que seguir haciéndolo.

En la puerta había una cola considerable de gente que esperaba pacientemente ser seleccionada como una res. Sus objetivos pasaron delante y el hombre deslizó un par de billetes en el bolsillo del portero que les facilitó el pase sin tener que hacer cola.

Hércules tampoco estaba dispuesto a esperar así que de un salto se plantó en el techo de la discoteca y tras inspeccionarla un par de minutos encontró un tragaluz abierto por el que se coló sin dificultad.

Acabó en un pequeño almacén lleno de trastos y polvo. Orientándose con la linterna del móvil encontró la puerta que daba a un pasillo estrecho y bastante oscuro que acababa en una esquina de una de las pistas de baile.

Se coló tratando de no llamar la atención y buscó a Joanna y a su novio entre la multitud de cuerpos gritando y contorsionándose. No parecía estar por allí así que atravesó la pista en dirección a la que estaba en el otro extremo. Forcejeó con una multitud de hombres que le miraban con mala cara y mujeres que intentaban seducirle e incluso tocarle, aprovechando los pocos instantes que tenían antes de que se escurriese y siguiese su camino.

Al llegar a la segunda pista, la música cambió. Era más suave y lenta y el ambiente invitaba a la intimidad y a las confesiones. Estaba menos concurrida y no le costó encontrar a sus tortolitos enganchados y meciéndose en el centro de la pista. Procurando no llamar la atención se dirigió a la barra y pidió un bourbon.

Durante la siguiente hora y media se dedicó a beber y a observar como la pareja se dedicaba continuas muestras de afecto. Eran una pareja un tanto extraña. Ella era rubía, alta, con una figura robusta y un rostro angelical. Hércules se detuvo a observar sus grandes ojos azules su nariz pequeña y sus labios gruesos y perfectamente perfilados. Vestía una minifalda de vuelo que le llegaba un poco más abajo de unos muslos gruesos y potentes y una blusa oscura que se cruzaba en torno a un busto grande que temblaba lujurioso con cada movimiento de la joven.

Julio era un poco más alto que ella y a pesar de sus cincuenta y pico años se mantenía en bastante buena forma. Tenía el rostro afilado y moreno y una sonrisa chuloputas que a Hércules le daban ganas de aplastar. Con el pelo oscuro y engominado y la cadena de oro, gruesa como el cabo de un trasátlantico que asomaba por la abertura de su camisa de seda, tenía un aire de playboy ochentero trasnochado que le hacía muy dificil imaginar como una chica joven y sofisticada como Joanna se había enamorado de él.

En fin suponía que el amor era así. Tampoco Akanke y él habían sido una pareja convencional. Observó como se abrazaban y se besaban, preguntándose si alguna vez volvería a sentir una sensación parecida.

Desde que Akanke había desaparecido de su vida había sentido atracción por otras mujeres como Francesca y sobre todo Afrodita, pero en lo más hondo de su corazón sabía que lo que sentía por ellas era puramente físico, nada parecido a la comunión de almas que sintió el corto periodo de tiempo que estuvo con la joven nigeriana antes de que desapareciese de su vida.

En ese momento el hombre le dijo algo al oído de Joanna. La joven negó con la cabeza, pero él se puso serió y la sacudió con fuerza antes de cogerla por el brazo y arrastrarla sin contemplaciones a los baños.

Más curioso que preocupado los siguió con el tiempo justo para ver como se colaban en el servicio de caballeros. La estancia estaba vacía salvo por el ultimo de los retretes cuya puerta estaba cerrada.

Hércules entro en silencio y ocupó el retrete de al lado, cerrando con el pasador lo más silenciosamente que pudo, aunque por las risas y los susurros que emitían los dos enamorados en el cubículo adyacente hubiese dado igual que hubiese entrado un pelotón de infantería.

—Mmm, si. ¡Dios! ¡Como lo necesitaba! Julio, eres el demonio. —oyó decir a la chica con un fuerte acento escandinavo.

—Entonces, ¿Harás eso por mí? —preguntó el hombre sin dejar de besar a la joven.

—No puedo… es un delito. Yo no…

—Vamos, sabes que tienes carnet diplomático. En caso de que te pillasen, que no va a pasar, no podrían hacerte nada. No corres ningún riesgo. —le interrumpió él.

—¡Ja! No conoces a mi padre. Es capaz de enviarme a las autoridades con un lazooooh. —dijo ella a la vez que sonaba un golpe que hacía temblar el mamparo de aglomerado—¡Eres malo!

—Y lo seré más si no haces lo que te pido. —dijo con voz impaciente.

Un nuevo golpe y un apagado gemido de la joven le hicieron temer a Hércules por la seguridad de la joven así que sacó una pequeña cámara espía que iba dotada con un alargador y que manejaba mediante un pequeño joystick y la acercó a una pequeña grieta que había donde la mampara se unía a la pared.

Con precaución la fue introduciendo poco a poco hasta que tuvo una buena visión del cubículo. El hombre se había echado encima de Joanna y rodeaba su fino cuello con sus manos. Hércules estuvo a punto de tirar abajo la endeble tabla de aglomerado, pero se relajó al ver que el tipo acercaba su boca y besaba los delicados labios de la joven con lujuria. Joanna respondió con otro gemido ahogado mientras dejaba que las manos de su novio se colaran bajo su falda y sobaran su muslos pálidos y juveniles.

Aun en la pequeña pantalla de la cámara, Hércules no pudo por menos que volver a admirar la belleza de la joven. Su pálida piel y su melena corta y rubia contrastaban con la tez morena y el pelo teñido y engominado de su amante.

Mientras tanto, Julio seguía insistiendo en que le hiciese el favor, estrujando el culo de la joven y haciéndola gemir excitada.

Joanna le empujó un instante y se arrodilló en el sucio suelo del excusado con una sonrisa de suficiencia.

—Prefiero hacerte otro tipo de favores. —dijo ella bajando la bragueta de Julio y sacando una polla de considerables dimensiones.

Con una mirada de adoración la joven apartó la media melena de la cara y se metió la polla de él, aun morcillona, en la boca, comenzando a chuparla con determinación.

Poco a poco el miembro creció, sobre todo en grosor hasta que no pudo mantenerlo en la boca. Apartándose un instante para coger aire, la joven acarició aquel pene grande, grueso y brillante de saliva.

Continuó jugando unos instantes con él, lamiendo y chupando el glande, haciendo que el hombre gimiese y le acariciase el cabello agradecido antes de obligarla a incorporarse y ponerse de cara a la pared.

El hombre, a pesar de sus cincuenta y pico años sonrió como un chiquillo al levantar la falda de la joven y descubrir un culo blanco, grande y terso. Lo acarició como si fuese un preciado juguete antes de acercarse y golpearlo con su polla.

La joven dio un respingo y separó sus piernas mostrando a su novio una vulva depilada y congestionada por el deseo. El hombre acercó su miembro al jugoso coño y rozó sus labios con suavidad. Joanna gimió y se puso un instante de puntillas tensando sus muslos y haciéndolos aun más apetecibles.

Julio los agarró con las manos y dejando que su polla se deslizase entre los cachetes de la joven una y otra vez volviéndola loca de deseo. Tremendamente excitada giró la cabeza y fijó en él una mirada suplicante que se transformó en una de alivio y placer cuando el tipo metió su miembro dentro de ella, con parsimonia, dejando que disfrutase de cada centímetro.

Joanna se estremeció de pies a cabeza y gimió ajena al mundo exterior. Los empujones del hombre se hicieron más duros y profundos. La joven clavaba las uñas en la pared y gemía desesperada pidiendo más.

Julio se inclinó sobre ella y abriéndole la blusa estrujó sus pechos con fuerza. A continuación deslizó sus manos hasta asir sus caderas y aumentó su ritmo hasta que la joven estuvo a punto de correrse.

En ese momento se detuvo y se apartó con una sonrisa maligna.

—¿Qué haces? —dijo ella dándose la vuelta.

—No sé… estaba pensando. —respondió él balanceando su polla— Ya sabes cómo somos los hombres mayores necesitamos un estimulo para seguir con la bandera enhiesta…

—¿Ah? ¿Sí? —dijo ella apartando la blusa y exhibiendo y acariciando sus pechos— No seas gilipollas y ven aquí.

—¿Me harás ese favor? —dijo Julio acercándose y pellizcando con suavidad unos pezones grandes y rosados.

—Sí, sí. Pero termina lo que has empezado. —aceptó ella poniendo una pierna sobre la cadera de su novio.

Con una sonrisa de triunfo cogió a la joven por las mejillas y la obligó a besarle. Chupó su boca y sus labios disfrutando de la ansiedad de la mujer.

Finalmente fue ella misma la que cogió el miembro de Julio y lo guió a su interior. Esta vez no hubo interrupciones el tipo comenzó a penetrarla con fuerza mientras ella le abría la camisa y arañaba su pecho y enredaba sus finos dedos en las canas que lo cubrían.

Con una mano el hombre cogió a su novia por la nuca mientras que con la otra hincaba los dedos en el muslo que rodeaba su cintura sin dejar de follarla.

El aglomerado crujía y amenazaba con desintegrarse cuando con un grito estrangulado la joven se puso a temblar asaltada por un orgasmo. Julio siguió empujando con fuerza hasta que finalmente se separó instantes antes de correrse sobre su falda.

Hércules recogió la cámara y se retiró mientras los dos enamorados se recomponían la ropa. Cuando finalmente salieron ya estaba de nuevo en la barra, con una cerveza, apartando a una morena bajita que insistía en llevarle con él para hacerle la mamada de su vida.

Afortunadamente a los dos tortolitos se les había acabado las ganas de fiesta y tras un par de zumos para reponer líquidos salieron del local. Hércules se les acercó lo suficiente para escuchar como Julio le daba al taxista la dirección de Joanna, así que sin temor a perderles de vista se dirigió a la parte posterior de un edificio cercano para poder subirse a la azotea y seguir a la pareja a su casa.

NOTA: Esta es una serie de treinta y seis capítulos, cada uno en una de las categorías de esta web. Trataré de publicar uno cada tres días y al final de cada uno indicaré cual es la categoría del capítulo siguiente. Además, si queréis leer esta serie desde el principio o saber algo más sobre ella, puedes hacerlo en el índice que he publicado en la sección de entrevistas/ info: http://www.todorelatos.com/relato/124900/

PRÓXIMO CAPÍTULO: FETICHISMO

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alexblame@gmx.es

 

Relato erótico: “MI DON: Raquel -Elisabeth Corroborando la teoria (2)” (POR SAULILLO77)

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Hola, este es mi 2º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos.Estos hechos son mezcla de realidad y ficcion, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real.Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.
Mi nombre es Raul, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis ultimos años de Instituto, 18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre , hermana mayor , mandona pero de buen corazon, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era.Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al futbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rapido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavia no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante.Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte.Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena.Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio.Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba.Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.
Ademas, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme.Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención , solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón.Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría dieces, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es informacion inútil que pasado el examen no volvere a necesitar.
Con el paso de mi infancia empece a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningun medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escaneó y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello.Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operacion, gracias a dios todo salio bien y con el apoyo de mi familia y amigos todo salio hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.
Después de la operacion, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales.Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinacion y razonamiento, y despues físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no queria, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi fisico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados,se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algun celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.
Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, ademas de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas.Pero las situacion no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital.
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Lo de Raquel me dejo roto, había tenido mi 1º situacion sexual con una mujer y la ruptura en menos de 1 hora, el hecho de que ella decidiera no repetir o continuar conmigo me tenia perdido, siempre me creí un buen tío y segun parece ahora era atractivo para las mujeres, o eso me dijo ella, quizá para zafarse de mi, pero con la vuelta a mi casa y mi rutina , los días fueron pasando y poco a poco fue disminuyendo mi rabia por lo injusto que me pareció y empece a darle vueltas a sus palabras. “RAQUEL: tranquilo, eres joven y aun no sabes lo que quieres, creeme, como te digo , soy mujer y esta (agarro mi polla de nuevo a través de la bata) esta te va a traer muchas alegrías, solo tienes que ……..dejarla notar………mira, como yo caí como una boba, solo al verla”.
Aquellas palabras empezaron a taladrarme el cerebro, seria cierto? era tan facil? bastaba con salir a la calle con el rabo al aire y las mujeres caerían a mis pies? Esa idea que empezó pareciéndome absurda fue cogiendo forma en mi mente, mientras me recuperaba en mi casa, ideaba formas sutiles o no tan sutiles de hacer que las mujeres vieran notaran o intuyeran el tamaño de mi herramienta, y que fuera ella la que actuara por mi, al fin y al cabo, una mujer con novio y de lo mas profesional, solo con verme la polla en un descuido me había ofrecido una mamada de campeonato.La verdad es que de imaginación iba sobrado para recrear en mi mente situacion propicias, pero entonces viendo una serie, no recuerdo muy bien cual, me recordó un momento que pase con Raquel, la incomodidad, la inexperiencia que tenia, si, la tenia enorme, pero era un novato sexual.La de deducción era simple, Raquel me abrió los ojos, pero tenia que ser yo quien aprendiera a moverme y desenvolverme con las mujeres antes, durante, y si queria mantener varias relaciones con una misma mujer, despues. Lo que paso en el hospital no podía volverme a pasar, no soy un trozo de carne, así que la solución era encontrar a una mujer, que tuviera experiencia, me enseñara a moverme en el sexo, a tratar con las mujeres y usar mi miembro.
Mi aspecto fisico actual era un paradigma del cambio, 1.90 de altura, unos 84 kilos, espaldas enormes y con algo de carne flácida, había perdido mucho peso en poco tiempo.
Tarde algunas semanas en recuperarme del todo y que no hubiera secuelas físicas para poder reincorporarme al instituto, en casa las cosas iban bien, despues de un trance así, volví al colegio con bastante atraso, el curso ya había comenzado, me costo bastante adaptarme, a estas alturas había perdido casi 40 kilos de peso, andaba por el 1,90 con unas espaldas enormes y un reluciente nuevo rabo de 25 cm de largo y 7 de ancho, toda la ropa me quedaba enrome y holgada, algo que me ayudo a disimular mi pene, el problema principal es que ahora no me entraba en los calzoncillos, pese a estar casi todos dados de si por mi aspecto anterior, no había manera de meter aquello en unos slips, así que me compre unos boxer de tela, casi como pantalones cortos, pero casi fue peor situacion, eso no sujetaba nada y me colgaba con el péndulo de un campanario, haciendo obvio cada movimiento al andar, termine con unos boxer de licra que se ajustaban mucho mejor a la piel y mantenían a mi nuevo amigo bien colocado. La situacion en el colegio no podía ser mas hipocrita, esto ya es reflexión personal, todo el mundo, que durante años me había insultado, obviado o degradado por mi aspecto empezaron a acercarse a mi, diciéndome lo bien que estaba y lo bien que había superado el trance, casi me convertí en una figura mediatica de superación, algo absurdo, yo solo había sido operado, no había hecho nada especial.Ciertos grupos de los chicos populares empezaron a invitarme a fiestas, ya les conocía, habíamos crecido juntos pero no era de su circulo de confianza. Las mujeres que siempre me habían tenido como amigo empezaron a acercarse a mi mas de lo que un amigo debe permitirse.Me aprecio de lo mas falso y populista que solo por un cambio fisico pasara de ser el gordo gracioso a una figura de renombre en el instituto.
Aparte de aquello, mi fijación era encontrar una mujer experimentada, yo ya no veía mujeres, si no posibles objetivos.La profesora de ingles? buen aspecto fisico y con 30 años pero si salia mal podía saltarme en la cara. La señora de la limpieza de casa? era demasiado mayor y me conocía demasiado bien de años en mi casa, ademas de una posible denuncia por acoso.Incluso me plantee volver al hospital y pedírselo a Raquel pero aquella no era una opción. En una da tantas clases, nos toco hacer un ejercicio de apoyo grupal o alguna mierda así y lo que paso es que mi empeine se resintió. Me mandaron unas revisiones con un fisioterapeuta, por motivos escolares solo podio ir por la tarde así que al final logramos encontrar a una mujer, Elisabeth, Eli, tenia 36 años y llevaba casi 13 como entrenadora personal y fisioterapeuta, la 1º vez que fui a su gym nada as verla sabia que era ella, un espectáculo de mujer , de 1,67 de altura, y no llegaría a los 66 kilos, morena, pelo largo y con coleta, debido a su profesión vestía con una chaqueta de chándal y unos pantalones elásticos ajustados, nos presentaron y pude notar firmeza en su mirada, se asombro de lo grande que era y me comento que era normal que me hubiera resentido, le habían comentado que no había pasado desde la operacion. Mientras me explicaba los ejercicios que tenia pensados para mi yo no paraba de mirarla a los ojos, algo que siempre me gusta al hablar con las mujeres, tenia unos ojos color miel que con la luz fuerte del gym le quedaban preciosos, tenia la cara curtida por los años y la forma de sentarse y cruzar las piernas denotaba una buena forma física .Casi no atendía a sus palabras.
ELI: la verdad es que no puedo empezar con nada muy fuerte , hay que fortalecer la zona primero así que vamos a iniciar una clase para gente algo mayor, de mantenimiento, para que nos veas movernos y así cuando empieces sepas como va a funcionar.
YO: Me parece bien aunque yo creo que se esta exagerando, solo me molesta al girar el tobillo.
ELI: eso es que no se ha recuperado del todo la zona y tienes que tener ejercicios leves para que los musculosos carguen mas peso y liberen al hueso. Vamos a empezar la clase , ya es hora, tu quedate aqui y fijate bien en los gestos y mis indicaciones para que mañana este preparado.
Aquello me encanto, me dio barra libre para admirarla, ella empezó con ejercicios clásicos de calentamiento, y poco a poco fue subiendo el ritmo, la mayoría de gente de la clase era abueletes o gente que estaba a punto de serlo, pero la verdad es que la seguían el ritmo, los movimientos empezaron a ser mas contundentes, y no podía parar de mirar las piernas de mi instructora, no se si llevaría ropa interior o no pero no se notaba nada, era como una segunda piel y en los giros empezó a enseñar el culo mas de lo habitual, enseguida todos los hombres de la sala se quedaron perplejos, muchos perdían el paso con tal de no perder de vista su trasero.En algunos se agachaba con repeticiones hacia sus pies sin doblar las rodillas, primero una pierna , luego la otra y luego al centro, giro y repetición, cuando le toco de espaldas a mi por poco estallo, no solo se le marcaba el culo si no que al agacharse a la zona mas baja se el marcaba directamente el coño, allí note que llevaría tanga por lo menos, no se le notaba el camel toe, si no el bulto abombado de la tela intima.
Entendí por que había mas hombres que mujeres en la clase, era un espectáculo, y tanto elevo el ritmo que mas de uno se tuvo que apear del ejercicio y sentarse, cansados o queriendo disimular, lo entendía perfectamente, a mi me estaba calentando muchismo, lo mejor llego a la media hora cuando debido al ejercicio empezó sudar y se quito la chaqueta del chándal, aquella prenda no me había dejado ver sus pechos hasta ahora y lo que vi me dejo como un piedra, no solo es que tuviera unos pechos de considerable tamaño, de una 94 para arriba, es que estaban perfectamente colocados gracias a un top, y cuando digo top no me refiero a una prenda que se le ajustaba, era un sujetador deportivo, no le llegaba ni al ombligo, bien formado de gimnasio, sin mangas y con un pronunciado escote.Le ponía las tetas a una altura y colocación perfectas, casi esculpidas, y con la consecución de los movimientos, las parte visible de sus pechos no dejaba de temblar, vibrar y votar ante mis ojos.Yo ya fuera de mi me tuve que medio cruzar de piernas y colocarme la polla ya totalmente erecta para evitar su evidencia, algunos ejercicios que la veía hacer ya no eran simplemente por moverse, era obscenos, de striper de barra en un bar, arqueamientos de espalada, movimientos de cintura, incluso hubo uno en que consistía en tocarse con los codos en el ombligo, algo que no había visto nunca en tablas de ejercicios pero que le hacia apretarse los pechos contra si misma, eso termino por “agotar” a los hombres de la sala y solo quedaron un par de ellos y las mujeres al final de la clase, termino con un sonado aplauso , vítores y las mujeres empezaron a gritar e increpar de forma cómica a los hombres por no poder aguantar el ritmo.
Ella empezó a saludar y felicitar con determinados personas, y despedirse, eso me dio tiempo a calmarme e ir al baño no me masturbe de milagro, me la coloca de nuevo , salí y mientras terminaban de recoger todos ella se acerco a mi y secándose con una toalla, me pregusto que le había parecido.
YO la verdad es que esperaba menos ritmo viendo a los de la clase, no creo que tenga problemas para seguirla pero alguno casi muere aqui- dije señalando a alguno de los hombres.
ELI: si , es cierto que para ellos quizá sea demasiado pero me pagan para mantenerlos en forma y para eso hay que forzarles un poco, bine, creo que por hoy hemos acabado, es la ultima clase y ya toca ir a descansar, mañana vienes entonces??
YO claro, no me perdería este espectáculo por nada.
ella sonrió levemente como sin querer entender mi comentario.
El día paso rapido y antes de ir a clase pasamos por un tienda a comprar algo de ropa deportiva, todo lo que tenia de antes me quedaba enorme.Al final compre un par de camisetas y pantalones de chandal no muy ajustados por que me intuía lo que ocurriría. pero queria o no que se me notara en la clase? tenia que dar el paso si queria saber si de verdad tenia ese poder sobre las mujeres.No arriesgue y fui a la clase.Nada mas llegar ella me coloco en una posicion para tenerme vigilado a través de los espejos del gym, andaba algo nervioso y mientras esperábamos al resto, inicie alguna conversación con los demás de la clase, no se por que pero siempre se me ha dado bien llevarme con las personas de mas edad que yo. Entre alguna risa y broma sobre la presencia de un joven como yo en esa clase todos llegaron y se empezó la clase.
Eli empezó un poco como ayer, ejercicios suaves de calentamiento, los seguía con mas atencion a su cuerpo que los movimientos, hoy venia con un pantalón largo negro mas suelto pero que no disimilaba su trasero, tenia botones a los lados de las piernas, seria de esos que se abrían, tipo baloncesto, otra vez con chaqueta de chandal arriba y se puso una gorra., era increible pero empezaba a notarme cansado, y algun giro con el pie me dolió pero aguante como pude, empezaron lo ejercicios de mayor nivel y los que eran muy eróticos, la repetición con el culo en pompa fue una gozada, y con el paso del tiempo los hombres empezaron a decaer, yo llegue con el objetivo de terminar la clase como fuera, y con el paso del tiempo Eli empezó sudar y se quito la chaqueta , por dios eso no era accidente, otro top-sujetador deportivo igual que ayer, de otro color pero igual de estilizante y sugerente, usando los espejos admire su delantera y mas de una ,y de dos veces, pillo a alguno de los hombres, yo incluido, mirándola con ojos en órbita.Yo me di cuenta pero seguía el ritmo, pasaron los minutos y el ultimo cuarto de hora, no se por que, ella acelero el ritmo, quedaba alguna señora que me dejaba impresionado, y yo , yo apenas podía, creo que Eli se pico y de un tirón se quito el pantalón a través de los botones, me dejo atónito hasta que me percate de que en realidad debajo tenia otro pantalón, un short bastante cortito, amarillo chillón, se le pegaba a la piel de nuevo y no se le le marcaba la ropa interior de nuevo, solo se le separaba algo de la piel en la zona de las cartucheras con unas oberturas.
Eso ya fue demasiado y pase de estar rojo por el ejercicio a estarlo por que mi polla empezó a crecer a gran ritmo, y siendo ya tan pocos los que quedábamos y siendo el nuevo las miradas de ella y mía se cruzaron mas de una vez , yo mirando su cuerpo y ella mis movimientos, o eso creía. Termino por fin la clase y mientras todos aplaudían y silbaban ella se dio la vuelta y aplaudiendo a todos nos felicito, yo entre cansado y temiendo una mirada directa a mi miembro me tire boca abajo fingiendo claramente un desmayo, sacando la carcajada de los presentes.Emitía sonidos de agotamiento, y si, lo estaba, ella se acerco ente risas se agacho y me felicito preguntándome si estaba bien, yo asentí entre respiraciones y se fue a hablar con los demás, me pidió que me quedara despues para hablar de como me había sentido con el pie.Aquello me sonó a excusa de peli o relato porno, y no me calmo en absoluto, siguiendo con al coña me moví a 4 patas hacia mi bolsa entre risas y felicitaciones del resto, cuando llegue me senté y con una toalla me seque y tape lo mas rapido que puse mientras retomaba el aire.Cuando se me paso el empalme me dirigí a las duchas y me lave, hasta me cambie de ropa, estaba totalmente encharcada en sudor, y los slip de licra no ayudaban a la ventilación , así que me duche y cuando salí lo hice solo con los pantalones, sin nada debajo.Al salir Eli me estaba esperando con la chaqueta ya puesta pero sin los pantalones largos, bebiendo alguna bebida isotónica quedando ya solos en el gym.
ELI: que tal?? como lo has llevado todo?
YO: puffff me ha costado mucho mas de lo que creía, no parecen ejercicios difíciles, per oel ritmo me ha matado.
ELI jajajja es normal, es tu 1º clase y llevas tiempo inactivo, con le pase de los días iras cogiendo forma y notaras menos los esfuerzos.como va el tobillo??
YO bien , me ha dolido algun giro al inicio pero aguante bien, pero ojala mejore, por que si no mi orgullo se vera hundido
ELI por que lo dices
YO estas señoras que me triplican la edad y aguantan sin problemas, y casi todos los hombres se acaban bajando del barco, eres terrible jajajaja
ELI bueno es lo que tiene la experiencia………………
ella siguió hablando pero cuando dijo esa palabra, experiencia recordé mis objetivos actuales, y ella la mejor opción no la conocía casi nada, tenia buena 1º impresión de mi y si se lo tomaba a mal solo tenia que buscarme a otro fisio, era preciosa y seguro que tendria mucha experiencia sexual, pero debía asegurarme y como había que tirar el anzuelo me le ne de orgullo y pregunte.
YO oye y como crees que es posible que aguanten las mujeres y no los hombres???
se quedo algo petrificada por la pregunta
ELI pues…. no se, la verdad los ejercicios son igual para todos, y tu has llegado al final.
YO pero casi no lo hago, eso si, tengo una teoria pero no te va a gustar.
ELI pues dímela a ver si me convence.
Era el todo o nada, allá voy, me santigüe mentalmente y….
YO veras, hay muchos mas hombres en la clase que mujeres, y me da que es por ti.
ELI ummmmm sigue
YO eres….. joder, estas buenísima y no creo que les importe pagar por verte 1h moviéndote.
ELI jajaja muchas gracia, me alaga pero no entiendo el por que eso les hace rendirse.
YO bueno mas que rendirse la idea que tengo es que llega un momento en que a todo hombre ….no puede…..mantener la verticalidad……sin que …
ELI se le note la espalmada?
Joder, me estaba constando un mundo decírselo y me dio con ello en la cara.
YO bueno si, no queria ser tan directo, pero es lo que creo.
ELI y crees que yo no me doy cuenta de eso?-dijo mientras se secaba las piernas con la toalla
YO no, mas bien al revés, creo que lo sabes y te aprovechas de ello.
ELI ah si….. y como.
YO pues la verdad muchos de tus ejercicios son normales pero hay algunos en que….. vamos que pondrías caliente hasta a un esquimal.
Ella soltó una sonora carcajada que compartimos y mientras bebía un trago de agua ello me escaneo de arriba abajo.
ELI si lo se y la verdad es que esos ejercicios los planteo así, hay mucha competencia y tengo que ofrecer algo a mis clientes para que vengan aqui y no falten y se vayan.No es muy profesional pero esto es lo que se hacer y de lo que vivo.
YO bueno pues la verdad es que dicho así parece menos emocionante de lo que sonaba en mi cabeza pero me alegro de haber acabado aqui.
ELI: se te ha notado.
YO que????¡¡¡¡¡
ELI digo que si, a ti tambien se te ha notado y me siento muy orgullosa de que aun así has acabado los ejercicios.
como un tomate aunque ya lo intuía, o deseaba, esperaba ese momento desde que salí del hospital.
YO bueno ….no soy de piedra.
ELI ni las señoras de aqui
YO como??
ELI no seas bobo, tu me has estado mirando a mi pero yo miraba a todos y mas de una señora que no falla nunca se ha perdido por estar mirándote
como no había caido, es una ley física que si puedes ver a alguien también pueden verte a ti, había obviado al resto de la clase. sabían que mis bromas solo pretendían disimular mi erección?, mientras pensaba todo aquello….
ELI la verdad es que en incluido algun ejercicio sobre la marcha de pelvis solo para lucirte ante ellas, ha sido muy divertido.
joder realmente era un inocente de cuidado, como no darme cuenta de eso?
YO pues me las has jugado bien, no he caido pero me alegro de haberlas divertido…………..y a ti??
ELI a mi que??
YO ………………..que si a ti te ha divertido ver mi empalme – había que jugarsela ya.
Esos segundos esperando su reaccion me devolvieron a aquella habitación de hospital
ELI bueno la verdad que me he divertido al hacerlo
YO no me refiero al acto, si no, que te aprecio verme con el enorme bulto – si era cierto lo que Raquel me dijo había que empezar a insinuar su volumen, algo difusa pro el adjetivo añadido
ELI bueno bueno, grande grande, lo suficiente para que se notara, pero no te vengas arriba.
me hirió en el orgullo y agarrándome la polla y poniendo cara de duro la solté una chorrada.
YO esta, esta parte yunques – dios visto ahora era un imbecil.
Soltó una carcajada sonora, hasta que agacho la cabeza para mirar mi mano, el pantalon algo suelto y el hecho de no llevar ropa interior hacia que se notara y bien el contorno y tamaño de mi miembro.Se le corto la risa de golpe.
ELI pero… dios en la clase no parecía tan enorme¡¡¡¡
YO y mas que se puede poner, solo esta morcillona
ELI dios…. eso…… pero como….?
YO no se , despues de la operacion he perdido mucho peso y volumen pero esta se ha quedado así de grande……..- viendo su cara de asombro sin despegar la mirada de mi polla- quieres……. verla?
ELI joder clar……….no, espera , no puedes…….- antes de que siguiera la interrumpi, me pues de golpe de pie y me baje el pantalón a los tobillos, mi polla salto como un resorte a escasos centímetros de su cara, se hecho para atrás de impresión y si antes estaba impresionada su cara ahora era de susto, seguido de una sonrisilla boba, aquello me aseguro, la tenia enorme, 2 mujeres como ellas no podían estas equivocadas.
ELI dios mio pero es enorme, y dices que esta solo morcillona??
YO si – dije firme y con orgullo, era cierto que la conversación me puso a tono pero no estaba al 100%
ELI madre mía puedo….tocar – me miro con suplica señalando mi enorme polla colgante, que apuntaba hacia ella.
YO toda tuya
Eli empezó a cogerla con una mano mientras se tapaba la boca con al otra, un gesto que ya vi antes, en el hospital, la levanto y ladeo para mirar mejor, me miro a os ojos y me comento….
ELI y con tanto bello púbico aun, madre mía que pedazo de polla¡¡¡¡¡
Otra vez ese comentario, decidido, me tendria que rasurar, pero otro dio, ahora tenia a una monitora preciosa agarrándome la polla.
ELI pero cuanto mide esta preciosidad??
YO la verdad es que no estoy seguro, cuando salí del hospital andaba en reposo con 19 cm de largo y 4 de ancho, en ereccion unos 25 y 7 de ancho.
Se quedo de piedra volvió a mirar mi polla y con la otra mano me la puso mirando al techo, a su vez con el otro brazo, puso su codo en la base del mimbro y dejo caer mi polla sobre el largo de su antebrazo, le llegaba mas allá de su muñeca, y de nuevo, al ver mi polla en comparación con otra persona me di cuenta de nuevo de la enorme que la tenia, pero aun había sorpresa,
ELI esto no son 25, cuanto ha pasado desde que saliste del hospital??
YO pues un mes largo, casi 2, mi cuerpo se ha ido adaptando a su nueva situacion pero es lo que media, lo juro.
ELI no no, si no es por que…… es que yo conozco mi cuerpo, de antebrazo tengo unos 25 cm
YO pues eso,
ELI no no, del codo a la muñeca, pero tu capullo pasa de largo mi muñeca.
Me extraño tanto que la situacion se fue un poco de las manos, se me relajo.Se levanto cogio su bolsa y saco un cinta métrica, que pasa todas las mujeres llevan una?? empezó a medirmela de nuevo
ELI lo sabia, esta monada esta en 24 CM de largo, y de ancho esta en unos……6 CM¡¡¡¡¡¡¡¡ no puede ser.
Lo corroboro varias veces mientras yo alucinaba, la muy jodida de mi polla sigue creciendo?? pero estaba centrado, tenia que ponérmela erecta y la mejor opción era ella
YO bueno en ereccion sera mas, no se echame un mano, no???
Me miro a sabiendas de mi argucia, pero no por ello dejo de soltar mi polla, se puso de rodillas y sin mas se la metió en la boca, dios allí estaba de nuevo la sensación maravillosa, notaba cada succión en mi pene y me quite la camiseta, me abrasaba, ello hizo lo mismo y se quito la chaqueta, la vision de esa mujer de rodillas comiéndome la polla y con el top y los short tan cortos ayudaron a una ereccion de campeonato. Eli empezó metiéndose gran parte de mi polla en la boca, mucho mas de lo que logro Raquel, pero con la ereccion apenas le entraba el capullo en la boca y lamia como una condenada cada centimetro de mi falo, con las venas hinchadas.
YO creo que ya esta, no creo que esto se pueda poner mas grande.
ELI cofff ufff pues menos mal, por que casi me partes la mandíbula.- dijo mientras chorreaba baba por la comisura de sus labios
Cogió el metro y midió el largo, se cerciono de nuevo, volvió a medir, y callaba, pregunte y sonrió.
ELI nene, esto no es normal, 33 CM de largo, esto es inhumano.
YO y de largo?? – había leído que era tan importante o mas el ancho que el largo.
ELI se agacho de nuevo midió y casi llegaba a los 9CM
YO madre mía, pero ha crecido muchisimo en estos meses
ELI no se, puede que ahora que no tienes el tumor en la cabeza las hormonas se tranquilicen y estén desarrollando tu cuerpo de forma normal, como no pare habrá que hablar con alguien.
YO lo mismo bato un record¡¡¡¡¡
Aquella chorrada nos saco una sonrisa a ambos, cuando la mire de nuevo recordé a Raquel y me lance a besarle, casi la tenia que levantar a pulso para que me llegara a los labios, le sacaba mas de una cabeza.No se separo ni forcejeo, solo se dejo hacer como una muñeca de trapo, me costo al inicio, era otra mujer y otra forma de besar pero logre adaptarme y sin mas empece a restregar su cuerpo contra el mio, siempre le sujetaba la cabeza un una mano, con miedo a que se separara de mi, y con la otra empece a acariciar de forma torpe todo su cuerpo, su espalda, su brazos, su cadera, llegue a su trasero y estaba como una piedra, del ejercicio y de tenerla de puntillas, en un areón levanto una pierna que sujete con el brazo y metí la mano por la obertura del pantalon por debajo,, estaba muy suave y duro, llevaba tanga por que no haba impedimento en el masaje de su trasero pero si lo note al llegar a la separación de sus nalgas.Ella no paraba de agarrarme la cabeza , casi colgando de mi, mi polla estaba a reventar y con la fricción de nuestros cuerpos, no paraba de darla con la polla entre el vientre y sus pechos.
En un movimiento mi glande choco con su top y me hizo daño, me separe de inmediato, me sentó, se quito el sostén con algo de sufrimiento, realmente la sujetaba bien, cuando acabo, sus preciosas tetas colgaban ante mi, habían cedido un poco a la gravedad pero tenia unos pezones enormes.
ELI no eres muy hábil pero sabes como calentarme
YO bueno mucha experiencia no tengo, recuerdas.-Mencione sus palabras para indicarla que en ese caso tampoco era un experto.
Sonrio de nuevo y se subió encima mía, de nuevo me lance a por los pechos de mi compañera, mientras masajeaba uno, chupaba el otro, mi otra mano se fue directa a su trasero, ella se dejaba hacer mientras acariciaba mi pelo.Cuando considero oportuno, separo un poco su cuerpo y me volvió a besar, bajo la mano y coloco mi polla hacia arriva, se subió encima de forma que mi pene era una barra sobra la que ella se frotaba, y empezó a acompasar sus beses con movimientos de pelvis suaves pero evidentes, mi mano en su trasero mas de un vez toco la punta de mi polla, la atravesaba de lado a lado, aquello se prologo una eternidad pero no me corrí, aguante como pude y recordado cantidad de vídeos, decidí que era hora de tomar el mando.
La levante a pulso y la senté con el culo al borde de la silla , me arrodille entre sus piernas y empece a intentar desabrochar el pantalon, al cabo de un minuto ella se reía de mi inoperancia, me parto se puso de pie y con un simple gesto desabrocho todo, se puso de espaldas a mi y se bajo el pantalon como solo saben hacerlo las mujeres cuando quieren presumir, efectivamente había un tanga allí, uno de hilo casi ni se notaba, color amarillo chillón tambien, me acerque con seguridad a su espalda, mientras me pajeaba suavemente, ella me miraba de reojo mientras se levantaba de haberse quitado los shorts, me acomode a su trasero, coloque mi polla entre sus nalgas, queria que la notara, teniendo que agachar mi cuerpo un poco, empece a besarle el cuelo y la espalda mientras su pelo, aun con la coleta, me hacia cosquillas en el hombro, empece a rodeara con mis brazos y masajear de nuevo sus pechos, baje suavemente, hasta tener su retaguardia en mi cara.Me tire como un poseso a morder y besar su trasero, casi la tiro y se tubo que apoyar en la silla algo agachada.Levante los brazos y mientras le comía sus glúteos bien formados, acariciaba sus pechos, ella bajo una de sus manos, mientras se apoyaba con la otra en la silla, y comenzó a frotarse el coño por encima de la tela.Me percate de ello y baje una de mis manos de sus pechos a su mano,no la aparte, deje que ella se tocara mientras la seguía los movimientos con la mía, tenia que aprender.
Al cabo de unos minutos ella aparto su mano y empezó a suspirar con energía, agarrándose con fuerza para no caerse, mientras con una mano atraía su culo hacia mi cara con la otra la masturbaba como me acababa de enseñar, y note como empezaba a empaparse mi mano en su coño
ELI ahh…….. si… ufffffff ………..dios……..
Yo apenas decía nada, tenia la boca llena de carne de un culo que partiría nueces.Me canse un poco de la posicion y la di la vuelta, la senté de nuevo y abriendola bien de piernas empece a darle besos en la cara interior de los muslos, poco a poco me acercaba a su coño, la mancha de fluidos en la tela de su tanga era evidente, y mientras con una mano se pellizcaba los pezones, poniéndoselos como clavos, la otra agarro mi cabeza y me hundió en su intimidad.Al principio lamia sobre al tema, el sabor era algo amargo, y olía a sudor , a hembra, pero aquello no me iba a parar, ella mismo aparto su tanga hacia un lado y por 1º vez en mi vida vi un coño de cerca, su aspecto no me era desconocido, había visto muchos vídeos , le tenia rasurado salvo por una especie de triangulo invertido, como una flecha en dirección a su vagina, pelo muy corto.
Me pare a admirar, recordé muchos vídeos e ideas y empece a lamer sus labios vaginales, como si fuera un helado al inicio, intentando llegar a todas las partes de su coño, ella se abrió con la mano los labios y vi su clítoris por 1º vez, todo era nuevo maravilloso y no podía parar, sabia por Internet que era delicado y había que tratarlo con cuidado, así lo hice y con un arrebato de pasion, acerque mi mano y mientras frotaba una zona lamia otra, ella se volvía loca, ella metió su mano de por medio, no sabia por que hasta que la vi intentando meterse un dedo por su ranura, era obvio, mucha exitacion pero no había hecho mas que sobarla por encima, era la hora, aparte su mano y poco a poco fui metiendo mi dedo corazon en su mojado coño, no sabia que hacer así que metía hasta un punto donde hiciera presion y lo sacaba un poco y volvía a empezar mientras seguía lamiendo el clítoris , ella se agarro con las dos manos al respaldo de la silla que tenia en la cabeza, abría y cerraba las piernas con cierta asiduidad, , los usaba como barómetro, cuando hacia algo y cerraba, es que le gustaba, y cuando se abría, o no le gustaba o no le generaba reaccion alguna.
Lego el momento en que tenia mi dedo corazon penetrándola a buena velocidad sin parar de lamer y chupar su clítoris, tenia claro que antes de nada tenia que logar aprender a hacerse correr a una mujer sin ayuda de mi amigo. Leí lo del punto G por algun lugar , a la altura del dedo corazon hacia arriba, con la mujer puesta boca arriba, me atreví a mas y empece a meter 2 dedos y darle la vuelta a la mano, buscaba algo pero no sabia que, encontré una zona pero no había reaccion, ella cogió mi mano y me guió, con mis dedos metidos en ella, la movió un poco hasta que note una zona muyyy suave, ella paro en seco , decidido, era eso, frote con suavidad pero si parar.
ELI OHHHH DIOSSSSSSS NO PARES¡¡¡¡¡ ES AHÍ¡¡¡¡¡
Cerraba muchos sus piernas por momentos y casi me apartaba la cabeza, pero no paraba, ni me alejaba , ella puso su brazos apoyando los codos en la silla y se elevo, cuando la mire no había rastro de aquella hembra segura y traviesa del día anterior, era una hembra en celo deseosa de explotar, casi había momentos que en que aprecia que iba a echar a llorar cuando me centraba en la zona suave, localizada, sin duda había dado en el clavo.
ELI DIOS¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
con algun lamento ahogado por la pasion , exploto, se movía como una epiléptica, casi no podía contenerla pero no paraba, era como ensillar un caballo salvaje, empezó a expulsar fluidos por el coño, literalmente me aprecio que se estaba meando pero aquello no era orín, me empapo toda la cara pero seguí,estaba allí para eso.En un movimiento propio de una gimnasta olímpica, casi sin apoyo se levanto en la silla, para separarse de mi, ella respiraba profundamente mientras se recogía la piernas,se hacia una especia de bola mientras se tapaba el coño con una mano y volvía a expandirse, repitió la situacion un par de veces.
Cuando me acerque de nuevo
YO para no tener experiencia como ha ido???
ELI madre….. madre mía…. llevaba mucho tiempo sin correrme así, eres un animal, tienes que ir mas despacio
YO no me ha aprecio que te disgustara
ELI no para nada, jajajajaja, pero esto mismo hecho con mas calma y cariño es un gloria, esta rudeza solo le gusta a unas pocas, y en determinados momentos.
anotaba todo aquella en mi cabeza, me estaba dando justo lo que queria.
YO bueno, yo he cumplido, te toca – me puse de pie, mi pene no había sufrido el paso del tiempo, como para bajarse despues del espectáculo que le había montado, ella la miro de nuevo mientras aun se tapaba su orificio,de verdad la había hecho daño??
ELI es cierto, pero se hace tarde – era cierto, paso casi 1 h desde que se acabo la clase, se puso de pie, me beso de una manera obscena, incluso lamia de mi cara sus propios jugos.
temiéndome otra espantada a lo Raquel, me apresure, la cogí por los brazos con firmeza y la aprisione contra mi, dejando que mi polla casi la ensartara por el vientre, me pareció un argumento valido, me agache a su oido y la dije
YO esto no va a acabar aqui, tienes novio o pareja?
ELI no, he dejado a mi novio hace unos meses, me………. me engañaba.
YO vete a la mierda, eso no hay quien se lo crea, que especie de asno dejaría a una mujer como tu??
ELI le dedicaba muchas horas al gym, no se, quizá por eso estoy algo subidita en las clases, quiero sentirme atractiva, de ahí los ejercicios, la ropa, mis movimientos…..
YO pues eso acaba hoy, me vas a enseñar todo, TODO.- No estaba dispuesto a perder a esa joya.
Cuando me separe de ella, la dureza y firmeza de mis palabras le puso las cosas claras, ante su perplejidad, mi seguridad.Recogimos, nos duchamos a la vez, pero no juntos , la imagen de su cuerpo, totalmente empapada en la ducha, entre el vapor de agua, me enloqueció, me costo dios y ayuda no atacarla, en cambio me hice un paja con su vision , yo creo que ella lo noto y se froto de forma provocativa, supongo que se sentía en deuda.No me costo demasiado, despues de lo visto eyacular bastante.
Salimos de allí, la ayude a limpiar y cerrar. Me acerco en su coche a mi casa para evitar preguntas si hubiera tardado aun mas en volver.Se despidió de mi con un beso de tornillo que casi me empalma de nuevo, se separo medio centimetro y me susurro…..
ELI hasta mañana.
 
 
CONTINUARA……
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Relato erótico: “Descubrí a la ingenua de mi tía viendo una película porno”. (POR GOLFO)

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La historia que os voy a contar me ocurrió hace algunos años, cuando estaba estudiando en la universidad. Con casi veintidós años  y una más que decente carrera, mis viejos no podían ningún impedimento a que durante las vacaciones de verano, me fuera solo a la casa que teníamos en Laredo. Acostumbraba  al terminar los exámenes a irme allí solo y durante más de un mes, pegarme una vida de sultán a base de copas y playa. Por eso cuando una semana antes de salir rumbo a ese paraíso mi madre me informó que tendría que compartir el chalet con mi tía, me disgustó.
Aunque mi relación con la hermana pequeña de mi madre era buena, aun así me jodió porque con Elena allí no podría comportarme como siempre.
«Se ha acabado andar desnudo y llevarme a zorritas a la cama», pensé, « y para colmo tendré que cargar con ella».
Mis reticencias tenían base ya que mi tía era una solterona de cuarenta años a la que nunca se le había conocido novio y que era famosa en la familia por su ingenuidad en temas de pareja. No sé cuántas veces presencié como mi padre le tomaba el pelo abusando de su falta de picardía hasta que mi madre salía en su auxilio y le explicaba el asunto. Al entender la burla, Elena se ponía colorada y cambiaba de tema.
―No entiendo que con casi cuarenta años caigas siempre en esas bromas― le decía mi vieja, ― ¡Madura!
Los justificados reproches de su hermana lo único que conseguían era incrementar la vergüenza de la pobre que normalmente terminaba yéndose de la habitación para evitar que su cuñado siguiera riéndose de ella.
Pero volviendo a ese día, por mucho que intenté hacerle ver a mi madre que además de joderme las vacaciones su hermana se aburriría al estar sola, no conseguí que diera su brazo a torcer y por eso me tuve que hacer a la idea de pasar un mes con ella.
Nos vamos a Laredo mi tía y yo.
Tal y como habíamos quedado,  a mediados de Junio, me vi saliendo con ella rumbo al norte.  Como a ella no le apetecía conducir en cuanto metimos nuestro equipaje, me dio las llaves de su coche diciendo:
― ¿Quieres conducir? Estoy muy cansada.
Ni que decir tiene que en cuanto la escuché acepté de inmediato porque no en vano el automóvil en cuestión era un precioso BMW descapotable. Encantado con la idea me puse al volante mientras ella se sentaba en el asiento del copiloto. Ya preparados, nos pusimos en camino. No tardé en comprobar que mi tía no había mentido porque al rato se quedó dormida.
Para los que no lo sepan, entre Madrid y Laredo hay unos cuatrocientos cincuenta kilómetros y se tarda unas cuatro horas sin incluir paradas y viendo que no iba a obtener conversación de ella, puse la radio y decidí comprobar si como decían las revistas, ese coche era una maravilla. Con ella roncando a pierna suelta y aunque había mucho tráfico, llegué a Burgos en menos de dos horas y como me había pedido parar en el hotel Landa para almorzar, directamente me salí de la autopista y entré en el parking de ese establecimiento.
Ya aparcado y antes de despertarla, me la quedé mirando. Mi tía seguía dormida y eso me permitió observarla con detenimiento sin que ella se percatara de ese escrutinio.
«Para su edad está buena», sentencié después darle un buen repaso y comprobar que la naturaleza le había dotado de unas ubres que rivalizarían con las de cualquier vaca, «lo que no comprendo es porqué nunca ha tenido novio».
En ese momento fue cuando realmente empecé a verla como mujer ya que hasta entonces Elena era únicamente la hermana de mamá pero ese día corroboré que esa ingenua era dueña de un cuerpo espectacular. Su melena castaña, su estupendo culo y sus largas piernas hacían de ella una mujer atractiva. La confirmación de todo ello vino cuando habiéndola despertado, entramos al restaurante de ese hotel y todos los hombres presentes en el local se quedaron mirando embobados el movimiento de sus nalgas al caminar.
Muerto de risa y queriendo romper el hielo, susurré en su oído:
―Tía, ¡Debías haberte puesto un traje menos pegado!
Ella que ni se había fijado en las miradas que le echaban, me preguntó si no le quedaba bien. Os juro que entonces caí en la cuenta que no sabía el efecto que su cuerpo provocaba a su paso y soltando una carcajada, le solté:
― Estupendamente. ¡Ese es el problema! – y señalando a un grupo de cuarentones sentados en una mesa, proseguí diciendo: ― ¡Te están comiendo con los ojos!
Al mirar hacía ese lugar y comprobar mis palabras, se puso nerviosa y totalmente colorada, me rogó que me pusiera de modo que tapara a esa tropa de salidos. Cómo es normal, obedecí y colocándome de frente a ella, llamé al camarero y pedí nuestras consumiciones.
Mientras nos las traía,  Elena seguía muy alterada y se mantenía con la cabeza gacha como si eso evitara que la siguieran mirando. Esa actitud tan esquiva, ratificó punto por punto la opinión que mi viejo tenía de su cuñada:
« Mi tía era, además de ingenua, de una timidez casi enfermiza».
Viendo el mal rato que estaba pasando, le propuse que nos fuéramos pero entonces ella, con un tono de súplica, me soltó:
― ¿Soy tan fea?
Alucinado porque esa mujer hubiese malinterpretado la situación, me tomé unos segundos antes de contestar:
― ¿Eres tonta o qué? No te das cuenta que si te están mirando es porque estás buenísima.
Mi respuesta la descolocó y casi llorando, dijo de muy mal humor:
― ¡No me tomes el pelo! ¡Sé lo que soy y me miro al espejo!
Fue entonces cuando asumiendo que necesitaba que alguien le abriera los ojos y sin recapacitar sobre las consecuencias, contesté:
― Pues ponte gafas. No solo no eres fea sino que eres una belleza. La gran mayoría de las mujeres desearían que las miraran así. Esos tipos te están devorando con los ojos porque seguramente ninguna de sus esposas tiene unas tetas y un trasero tan impresionantes como el tuyo.
La firmeza con la que hablé le hizo quedarse pensando y tras unos instantes de confusión, sonriendo me contestó:
― Gracias por el piropo pero no te creo.
Debí haberme quedado callado pero me parecía inconcebible que se minusvalorara de ese modo y por eso cometí el error de cogerle de la mano y decirle:
― No te he mentido. Si no fueras mi tía, intentaría ligar contigo.
Lo creáis o no creo que en ese preciso momento esa mujer me creyó porque mirándome a los ojos, me dio las gracias sin percatarse que bajo su vestido involuntariamente sus pezones se le habían puesto duros. El tamaño de esos dos bultos fue tal que no pude más que quedarme embobado mientras pensaba:
« ¡No me puedo creer que nunca me hubiese fijado en sus pitones».
Tuvo que ser el camarero quien rompiera el incómodo silencio que se había instalado entre nosotros al traer la comanda. Ambos agradecimos su interrupción, ella porque estaba alucinada por el calor con el que la miraba su sobrino y yo por el descubrimiento que Elena era una mujer de bandera.
Al terminar ninguno de los dos comentó nada y hablando de temas insustanciales, nos montamos en el coche sin ser enteramente conscientes que esa breve parada había cambiado algo entre nosotros.
«Estoy como una cabra», mascullé entre dientes, «seguro que se ha dado cuenta de cómo le miraba las tetas».
        
Durante el resto del camino la hermana de mi madre se mantuvo casi en silencio como rumiando lo sucedido. Solo cuando ya habíamos dejado atrás Bilbao y estábamos a punto de llegar a Laredo, salió de su mutismo y como si no hubiéramos dejado de hablar del tema, me preguntó:
― Si estoy tan buena, ¿Por qué ningún hombre me ha hecho caso?
Como su pregunta me parecía una solemne idiotez, sin medirme, contesté:
― Ya que tienes ese cuerpazo, ¡Muéstralo! ¡Olvídate de trajes cerrados y ponte un escote! ¡Verás cómo acuden en manada!
Confieso que nunca preví que tomándome la palabra, me soltara:
― ¿Tú me ayudarías? ¿Me acompañaría a escoger ropa?
La dulzura pero sobre todo la angustia que demostró al pedírmelo, no me dio pie a negarme y por eso le prometí que al día siguiente, la acompañaría de compras. Lo que no me esperaba que poniendo un puchero, Elena contestara:
― No seas malo. Es temprano, ¿Por qué no hoy?
Al mirar el reloj y descubrir que ni siquiera era hora de comer, contesté:
― De acuerdo. Bajamos el equipaje en casa, comemos y te acompaño.
Su sonrisa hizo que mereciera la pena perderme esa tarde de playa, por eso no me quejé cuando habiendo descargado nuestras cosas y sin darme tiempo de acomodarlas en mi habitación, me rogó que fuéramos a un centro comercial a comer y así tener más tiempo para elegir.

 

― ¡He despertado a la bestia!― exclamé al notar la urgencia en sus ojos.
Elena soltando una carcajada, me despeinó con una mano diciendo:
― He decidido hacerte caso y cambiar.
La alegría de su tono me debió advertir que algo iba a suceder pero comportándome como un lelo, me dejé llevar a rastras hasta ese lugar. Una vez allí, entramos en un italiano y mientras comíamos, mi tía no paró de señalar los vestidos de las crías que iban y venían por la galería, preguntando como le quedarían a ella. El colmo fue al terminar y cuando nos dirigíamos hacia el ZARA, Elena se quedó mirando el escaparate de Victoria Secret´s y mostrándome un picardías tan escueto como subido de tono, me preguntara:
― ¿Te parecería bien que me lo comprara o es demasiado atrevido?
Cortado por que me preguntara algo tan íntimo, contesté:
― Seguro que te queda de perlas.
Elena al dar por sentada mi aprobación entró conmigo en el local y dirigiéndose a una vendedora, pidió que trajeran uno de su talla.  Ya con él en su mano, se metió en el probador dejándome a mí con su bolso fuera. No habían trascurrido tres minutos cuando vi que se entreabría la puerta y la mano de mi tía haciéndome señas de que entrara. Sonrojado hasta decir basta, le hice caso y entré en el pequeño habitáculo para encontrarme a mi tía únicamente vestida con ese conjunto.
Confieso que me quedé obnubilado al contemplarla de esa guisa y recreando mi mirada en sus enormes pechos, no pude más que mostrarle mi asombro diciendo:
― ¡Quién te follara!
La burrada de mi respuesta, la hizo reír y mientras me echaba otra vez para afuera, la escuché decir:
― ¡Mira que eres bruto! ¡Qué soy tu tía!
Por su tono descubrí que no se había enfadado por mi exabrupto ya que aunque era el hijo de su hermana, de cierta manera se había sentido halagada con esa muestra tan soez de admiración.
 « No puede ser», pensé al saber que además para ella yo era un crío.
Al salir ratificó que no le había molestado tomándome del brazo y con una alegría desbordante, llevándome de una tienda a otra en busca de trapos. No os podéis hacer una idea de cuantas visitamos y cuanta ropa se probó hasta que al cabo de dos horas y con tres bolsas repletas con sus compras, salimos de ese centro comercial.
Ya en el coche, mi tía comentó entre risas:
― Creo que me he pasado. Me he comprado cuatro vestidos, el conjunto de lencería y un par de bikinis.
― Más bien― contesté mientras encendía el automóvil.
Ni siquiera habíamos salido del parking cuando haciéndome parar, me pidió que bajara la capota ya que le apetecía sentir la brisa del mar. Haciendo caso, oprimí el botón y en menos de diez segundos, el techo se escondió y ya totalmente descapotados salimos a la calle.
― ¡Me encanta!― chilló con alegría,
La felicidad de su rostro mientras recorríamos el paseo marítimo, me puso de buen humor y momentáneamente me olvidé el parentesco que nos unía, llegando al extremo de posar mi mano sobre su muslo. Al darme cuenta, la retiré lo más rápido que pude pero entonces Elena protestó diciendo:
― Déjala ahí, no me molesta.
La naturalidad con la que lo dijo, me hizo conocer que quizás en pocas ocasiones había sentido sobre su piel la caricia de un hombre y por eso no pude evitar excitarme pensando que podía seguir siendo virgen.
« Estoy desvariando», exclamé mentalmente al percatarme que esa mujer que estaba deseando desflorar era mi familiar mientras a mi lado, ella había vuelto a poner mi mano sobre su muslo.
Instintivamente, mi imaginación voló y mientras pensaba en cómo sería ella en la cama, comencé a acariciarla hasta que la realidad volvió de golpe en un semáforo cuando al mirarla descubrí que tenía su vestido completamente subido y que podía verle las bragas.
« ¡Qué coño estoy haciendo!», pensé al darme cuenta que estaba tocando a la hermana de mi madre.
Asustado por ese hecho pero no queriendo que ella se molestara con una rápida huida, aproveché que se ponía verde para retirar mi mano al tener que meter la marcha y ya no volví a ponerla sobre su muslo. Pasado un minuto de reojo comprobé que Elena estaba cabreada pero como no podía reconocer que estaba disfrutando con los toqueteos de su sobrino y más aún el pedirme descaradamente que los continuara.
Afortunadamente estábamos cerca de la casa de mis padres y por eso sin preguntar me dirigí directamente hacia allá. Nada más cruzar la puerta, mi tía desapareció rumbo a su cuarto dejándome con mi conciencia. En mi mente me veía como un pervertidor que se estaba aprovechando de la ingenuidad de esa mujer y de su falta de experiencia y por eso decidí tratar de evitar cualquier tipo de familiaridad aun sabiendo que eso me iba a resultar difícil porque estaríamos ella y yo solos durante un mes.
Habiéndolo resuelto comprendí que lo mejor que podía hacer era irme a dar una vuelta y eso hice. En pocas palabras, hui como un cobarde y no volví hasta que Elena me informó que me estaba esperando para cenar.
― Al rato llego― contesté acojonado que le dijera a mi vieja que la había estado tocando.
Aunque le había dicho que tardaría en volver, comprendí que no me quedaba más remedio que ir a verla y pedirle de alguna manera perdón. Creo que mi tía debió de suponer que tardaría más tiempo porque al entrar en el chalet, escuché que estaba la tele puesta.
Al acercarme al salón, la encontré viendo una de mis películas porno. No sé si fue la sorpresa o el morbo pero desde la puerta me puse a espiar que es lo que hacía para descubrir que creyéndose sola, se estaba masturbando mientras miraba como en la pantalla un jovencito se tiraba a una cuarentona.
« ¡No me lo puedo creer!», pensé al saber que entre todas mis películas había ido a escoger una que bien podría ser nuestra historia. «Un veinteañero con una dama que le dobla en edad».
Ese descubrimiento y los gemidos que salían de su garganta al acariciarse el clítoris, me pusieron  como una moto y bajándome la bragueta saqué mi pene de su encierro y me empecé a pajear mientras observaba en el sofá a mi tía tocándose. Elena sin saber que su sobrino la espiaba desde el zaguán, separó sus rodillas y metiendo su mano por debajo de su braga, separó sus labios y usando un dedo, lo metió dentro de su sexo.
Sabía que me podía descubrir pero aun así necesitaba verla mejor y por eso agachándome, gateé hasta detrás de un sillón desde donde tendría una vista inmejorable de sus maniobras.  Para empeorar la situación y mi calentura, en ese momento, mi querida tía cogió uno de sus senos apretándolo con la mano izquierda mientras  la derecha no dejaba de torturar su mojado coño.
« ¡Está tan bruta como yo», tuve que admitir mientras me pajeaba para calmar mi excitación.
A mi lado, Elena intensificó sus toqueteos pegando sonoros gemidos. Os juro que podía ver hasta el sudor cayendo por el canalillo de su escote pero aun así quería más. Totalmente excitada, la vi cómo se arqueaba su espalda y como cerraba sus piernas con su mano dentro de ella en un intento de controlar el placer que estaba sintiendo. En ese momento, cerró los ojos cerrados y mientras disfrutaba de un brutal orgasmo, mi tía gritó mi nombre y cayó agotada sobre el sofá, momento que aproveché para salir en silencio tanto de la habitación como de la casa.
Ya en el jardín, me quedé pensando en lo que había visto y no queriendo que Elena se sintiera incómoda, me dije que no le contaría nunca que la había descubierto haciéndose una paja pensando en mí.
« Está tan sola que incluso fantasea que su sobrino intenta seducirla», sentencié tomando la decisión de no darle ninguna excusa para que se sintiera atraída.
La cena.
Diez minutos más tarde, no podía prolongar mi llegada y como no quería volverla a pillar en un renuncio, saludé en voz alta antes de entrar.
― Estoy aquí― contestó Elena.
Siguiendo el sonido de su voz, llegué a la cocina donde mi tía estaba preparando la cena. Nada más verla, supe que me iba a resultar complicado no babear mirándola porque se había puesto cómoda poniéndose una bata negra de raso, tan corta que apenas le tapaba el culo.
« ¿De qué va?», me pregunté al observarla porque a lo escueto de su bata se sumaba unas medias de encaje a medio muslo. « ¡Se está exhibiendo!».
La certeza de que Elena estaba desbocada y que de algún modo intentaba seducirme, me hizo palidecer y tratando de que no notara la atracción que sentía por ella, abrí el refrigerador y saqué una cerveza. Todavía no la había abierto cuando de pronto se giró y dijo:
― Tengo una botella de vino enfriando. ¿Me podrías poner otra copa?
Su tono meloso me puso los vellos de punta y dejando la cerveza, saqué la botella mientras trataba de ordenar mis pensamientos. Al mirarla, descubrí que ya se había bebido la mitad.
« Macho recuerda quien es», repetí mentalmente intentando retirar mi mirada de su trasero, « está buena pero es tu tía».
Sintiéndome un mierda, serví dos vasos. Al darle el suyo, mi hasta entonces ingenua familiar extendió su brazo y gracias a ello, se le abrió un poco la bata dejándome descubrir que llevaba puesto el picardías que había elegido esa tarde. Mis ojos no pudieron evitar el recorrer su escote y ella al notar que la miraba, sonriendo me soltó:
― Me he puesto el conjunto que tanto te gustó― tras lo cual y sin medirse, se abrió la bata y modeló con descaro a través de la cocina la lencería que llevaba puesta.
Por mucho que intenté no verme afectado con esa exhibición sentándome en una silla, fallé por completo. Sabía que estaba medio borracha pero aun así bajo mi pantalón mi pene salió de su letargo y como si llevase un resorte, se puso duro como pocas veces. El tamaño del bulto que intentaba ocultar era tal que Elena advirtió mi embarazo y en vez de hacer como ni no se hubiera dado cuenta, acercándose a mí, susurró en mi oído con voz alcoholizada:
 

 

― ¡Qué mono! A mi sobrinito le gusta cómo me queda.
Colorado y lleno de vergüenza, me quedé callado pero entonces, mi tía envalentonada por mi silencio dio un paso más y sentándose sobre mis rodillas, me preguntó:
― ¿Tú crees que los hombres se fijarían en mí?
Con sus tetas a escasos centímetros de mi boca y mientras intentaba aparentar una tranquilidad que no tenía, con voz temblorosa, respondí:
― Si no se fijan es que son maricas.
Mi respuesta no le satisfizo y cogiendo sus gigantescas peras entre sus manos, insistió:
― ¿No te parece que tengo demasiado pecho?
La desinhibición de esa mujer me estaba poniendo malo. Todo mi ser me pedía hundir la cara en su hondo canalillo pero mi mente me pedía prudencia por lo que haciendo un esfuerzo contesté:
― Para nada.
Mi tía sonrió al escuchar mi respuesta y disfrutando de mi parálisis, se bajó de mis rodillas y dándose la vuelta, puso su pandero a la altura de mi cara y descaradamente siguió acosándome al preguntar:
― Entonces: ¿Será que no me hacen caso porque tengo un culito gordo?
Para entonces estaba como una moto y por eso comprenderéis que tuve que hacer un verdadero ejercicio de autocontrol para no saltar sobre ese par de nalgas que con tanta desfachatez mi tía ponía a mi alcance. Como no le contestaba, Elena estrechó su lazo diciendo:
― Tócalo y dime si lo tengo demasiado flácido.
Como un autómata obedecí llevando mis manos hasta sus glúteos. Si ya de por sí me parecía que Elena tenía un trasero cojonudo al palpar con mis yemas lo duro que lo tenía no pude más que decir mientras seguía manoseándolo:
― ¡Es perfecto y quién diga lo contrario es un imbécil!
La hermana de mi madre al sentir mis magreos gimió de placer y con su respiración entrecortada, se sentó nuevamente sobre mí haciendo que su culo presionara mi verga. Entonces y con un tono sensual, me preguntó:
― ¿Entonces porque no tengo un hombre a mi lado?
Si cómo eso no fuera poco y perdiendo cualquier recato, mi  tía comenzó un suave vaivén con su trasero, de forma que mi erecto pene quedó aprisionado entre sus nalgas.
― Elena, ¡Para o no respondo!― protesté al sentir el roce de su sexo contra el mío.
― ¡Contesta!― gritó sin dejar de moverse― ¡Necesito saber por qué estoy sola!
La situación se desbordó sin remedio al sentir la humedad que desprendía su vulva a través de mi pantalón y llevando mis manos hasta sus pechos, me apoderé de ellos y contesté:
― ¡No lo sé! ¡No lo comprendo!
Mi chillido agónico era un pedido de ayuda que no fue escuchado por esa mujer. Mi tía olvidando  la cordura, forzó mi calentura restregando sin pausa su coño contra mi miembro. Su continuo acoso no menguó un ápice cuando la lujuria me dominó y metí mis manos bajo su picardías para amasar sus senos, Es más al notar que cogía entre mis dedos sus areolas, rugió como una puta diciendo:
― ¿Por qué no se dan cuenta que necesito un hombre?
Su pregunta resultaba a todas luces extraña si pensáis que en ese instante, mi verga y su chocho estaban a punto de explotar pero aun así contesté:
― ¡Yo si me doy cuenta!
Fue entonces cuando como si estuviéramos sincronizados tanto ella como yo nos vimos avasallados por el placer y sin dejar de movernos, Elena se corrió mientras sentía entre sus piernas que mi pene empezaba a lanzar su simiente sobre mi pantalón. Os juro que ese orgasmo fue brutal y que mi tía disfrutó de él tanto como yo pero entonces debió de percatarse que estaba mal porque levantándose de mis rodillas, me respondió:
― Tú no me sirves, ¡Eres mi sobrino!― y haciendo como si nada hubiera ocurrido, me soltó: ― ¿Cenamos?
Reconozco que tuve que morderme un huevo para no soltarle una hostia al escuchar su desprecio porque no en vano se podría decir que casi me había violado y que ya satisfecha me dejaba tirado como un kleenex usado. Pero cuando iba a maldecirla, vi en su mirada que se sentía culpable de lo ocurrido.
« Siente remordimientos por su actitud», me pareció entender y por eso, no dije nada y en vez de ello, le ayudé a poner la mesa.

 

Tal y como os imaginareis, durante la cena hubo un silencio sepulcral producto de la certeza de nuestro error pero también a que ambos estábamos tratando de asimilar qué nos había llevado a ese simulacro de acto sexual. Me consta que a ella le estaba reconcomiendo la culpa por haber abusado del hijo de su hermana mientras yo no paraba de echarme en cara que de alguna manera había sido el responsable de su desliz.
Por eso cuando al terminar de cenar, Elena me pidió si podía recoger la mesa, respondí que sí y vi como una liberación que sin despedirse mi tía se fuera a su habitación. Al ir metiendo los platos en el lavavajillas, no podía dejar de repasar todo ese día tratando de hallar la razón por la que esa mujer había actuado así, pero por mucho que lo intenté no lo conseguí y por eso mientras subía a mi cuarto, sentencié:
« Esperemos que mañana todo haya quedado en un mal sueño»…
Todo empeora.
Esa noche fue un suplicio porque mi dormitar se convirtió en pesadilla al imaginarme a mi madre echándome la bronca por haber seducido a su hermana borracha. En mi sueño, me intenté disculpar con ella pero no quiso escuchar mis razones y tras mucho discutir, cerró la discusión diciendo:
― Si llego a saber que mi hijo sería un violador, ¡Hubiera abortado!
Por eso al despertar, me encontraba hundido anímicamente. Me sentía responsable de la metamorfosis que había llevado a esa ingenua y apocada mujer a convertirse en la amantis religiosa de la noche anterior. No me cabía en la cabeza que mi tía me hubiera usado para masturbarse para acto seguido desprenderse de mí como si nada hubiera pasado entre nosotros.
« ¡Debe de tener un trauma de infancia!», sentencié y por enésima vez resolví que no volvería a darle motivos para que fantaseara conmigo.
Cómo no tenía ningún sentido quedarme encerrado en mi cuarto, poniéndome un bañador bajé a desayunar. Allí en la cocina, me encontré con Elena. Al observar las profundas ojeras que lucía en su rostro comprendí que también había pasado una mala noche. La tristeza de sus ojos me enterneció y mientras me servía un café, hice como si no me acordara de nada y fingiendo normalidad, le pregunté:
― Me apetece ir a la playa. ¿Me acompañas?
― No sé si debo― respondió con un tono que traslucía la vergüenza que sentía.
Todavía no me explico por qué pero en ese momento intuí que debería enfrentar el problema y por eso sentándome frente a mi tía, le dije:
― Si es por lo que ocurrió anoche, no te preocupes. Fue mi culpa, tú había bebido y te juro que nunca volverá a ocurrir.
Mi auto denuncia la tranquilizó y viendo que yo también estaba arrepentido, contestó:

 

― Te equivocas, yo soy la mayor y el alcohol no es excusa. Debería haber puesto la cordura― tras lo cual y pensándolo durante unos segundos, dijo:―  ¡Dame diez minutos y te acompaño!
Os reconozco que me alegró que Elena no montara un drama sobre todo porque eso significaba que mi vieja nunca se enteraría que su hijito se había dado unos buenos achuchones con su hermana pequeña. Aunque toda esa supuesta tranquilidad desapareció de golpe cuando la vi bajar por las escaleras porque venía estrenando uno de los bikinis que se compró el día anterior y por mucho que se tapaba con un pareo, su belleza hizo que me quedara con la boca abierta al contemplar lo buenísima que estaba.
« ¡Dios! Está para darle un buen bocado», pensé mientras retiraba mi vista de ella.
Afortunadamente Elena no advirtió mi mirada y alegremente cogió las llaves de su coche para salir al garaje. Al hacerlo me dio una panorámica excelente de sus nalgas sin caer en el efecto que ellas tendrían en su sobrino. 
« ¡Menudo culo el de mi tía!», farfullé mentalmente mientras como un perrito faldero la seguía.
Ya en su BMW, me preguntó a qué playa quería ir. Mi estado de shock no me permitía concentrarme y por eso contesté que me daba lo mismo. Elena al escuchar mi respuesta, se quedó pensando durante unos momentos antes de decirme si me apetecía ir al Puntal. Sé que cuando lo dijo debía haberle avisado que esa playa llevaba varios años siendo un refugio nudista pero entonces mi lado perverso me lo impidió porque quería ver como saldría de esta.
― Está bien. Hace tiempo que no voy― contesté.
Habiendo decidido el lugar, bajó la capota y arrancó el coche. Como Laredo es una ciudad pequeña y el Puntal está a la salida del casco urbano, en menos de diez minutos ya estaba aparcando. Ajena al tipo de prácticas que se hacían ahí, mi tía abrió el maletero y sacó las toallas y su sombrilla sin mirar hacia la arena. No fue hasta que habiendo abandonado el paseo entramos en la playa propiamente cuando se percató que la gran mayoría de los veraneantes que estaban tomando el sol estaban desnudos.
― ¡No me dijiste que era una playa nudista!― exclamó enfadada encarándose conmigo.
― No lo sabía – mentí― si quieres nos vamos a otra.
Sé que no me creyó pero cuando ya creía que nos daríamos la vuelta, me miró diciendo:
― A mí no me importa pero no esperes que me empelote.
Por su actitud comprendí que sabía que se lo había ocultado para probarla pero también que una vez lanzado el reto, había decidido aceptarlo y no dejarse intimidar. La prueba palpable fue cuando habiendo plantado la sombrilla en la arena, se quitó el pareo y con la mayor naturalidad del mundo, hizo lo mismo con la parte superior de su bikini. Ya en topless, me miró diciendo:
― ¿Es esto lo que querías?
No pude ni contestar porque mis ojos se habían quedado prendados en esos pechos que siendo enormes se mantenían firmes, desafiando a la ley de la gravedad. Todavía no me había recuperado de la sorpresa cuando escuché su orden:
― Ahora te toca a ti.
Su tono firme y duro no me dejó otra alternativa que bajarme el traje de baño y desnudarme mientras ella me miraba. En su mirada no había deseo sino enfado pero aun así no pudo evitar asombrarse cuando vio el tamaño de mi pene medio morcillón. Por mi parte estaba totalmente cortado y por eso coloqué mi toalla a dos metros de ella, lejos de la protectora sombra del parasol.

 

Mi tía habiendo ganado esa batalla sacó la crema solar y se puso a embadurnar su cuerpo con protector mientras yo era incapaz de retirar mis ojos del modo en que se amasaba los pechos para evitar quemarse. Aunque me consta que no fue su intención, esa maniobra provocó que poco a poco mi ya medio excitado miembro alcanzara su máxima dureza. Previéndolo, me di la vuelta para que Elena no se enterara de lo verraco que había puesto a su sobrino. Por su parte cuando terminó de darse crema, ignorándome,  sacó un libro de su bolsa de playa, se puso a leer.
« ¡Qué vergüenza!», pensé mientras intentaba tranquilizarme para que se me bajara la erección: « Esto me ocurre por cabrón».
Desgraciadamente para mí, cuanto mayor era mi esfuerzo menor era el resultado y por eso durante más de media hora, tuve la polla tiesa sin poder levantarme. Esa inactividad junto con lo poco que había descansado la noche anterior hicieron que me quedara dormido y solo desperté cuando el calor de la mañana era insoportable. Sudando como un cerdo, abrí los ojos y descubrí que mi tía no estaba en su toalla.
« Debe de haberse ido a dar un paseo», sentencié y aprovechando su ausencia, salí corriendo a darme un chapuzón en el mar.
El agua del cantábrico estaba fría y gracias a ello, se calmó el escozor que sentía en mi piel. Pero no evitó que al cabo de unos minutos tomando olas al ver a Elena caminando hacia mí con sus pechos al aire, mi verga volviera a salir de su letargo por el sensual  bamboleo de esas dos maravillas.
― ¡Está helada!― gritó mientras se sumergía en el mar.
Al emerger y acercarse a mí, comprobé que sus pezones se le habían puesto duros por el contraste de temperatura y no porque estuviera excitada. El que sí estaba caliente como en celo era yo, que viendo esos dos erectos botones decorando sus pechos no pude más que babear mientras me recriminaba mi poca fuerza de voluntad:
« Tengo que dejar de mirarla como mujer, ¡Es mi tía!».
Ignorando mi estado, Elena estuvo nadando a mi alrededor hasta que ya con frio decidió volver a su toalla. Viéndola marchar hacía la orilla y en vista que entre mis piernas mi pene seguía excitado, juzgué mejor esperar a que se me bajara. Por eso y aunque me apetecía tumbarme al sol, preferí seguir a remojo. Durante casi media hora estuve nadando hasta que me tranquilicé y entonces con mi miembro ya normal, volví a donde ella estaba.
Fue entonces cuando levantando la mirada de su libro, soltó espantada:
― ¡Te has quemado!― para acto seguido recriminarme como si fuera mi madre por no haberme puesto crema.
Aunque me picaba la espalda, tengo que reconocer que no me había dado cuenta que estaba rojo como un camarón y por eso acepté volver a casa en cuanto ella lo dijo. Lo peor fue que durante todo el trayecto, no paró de echarme la bronca y de tratarme como un crío. Su insistencia en mi falta de criterio consiguió ponerme de mala leche y por eso al llegar al chalet, directamente me metí en mi cuarto.
« ¿Quién coño se creé?», maldije mientras me tiraba sobre el colchón.
Estaba todavía repelando del modo en que me había tratado cuando la vi entrar con un frasco de crema hidratante en sus manos y sin pedirme opinión, me exigió que me quitara el traje de baño para untarme de after sun. Incapaz de rebelarme, me tumbé boca abajo y  esperé como un reo de muerte espera la guillotina. Tan cabreado estaba que no me percaté del erotismo que eso entrañaría hasta que sentí el frescor de la crema mientras mi tía la esparcía por mi espalda.
« ¡Qué gozada!», pensé al sentir sus dedos recorriendo mi piel.

 

Pero fue cuando noté que sus yemas extendiendo el ungüento por mi culo cuando no pude evitar gemir de placer. Creo que fue entonces cuando ella se percató de la escena y que aunque fuera su sobrino, la realidad es que era una cuarentona acariciando el cuerpo desnudo de un veinteañero, porque de pronto noté crecer bajo la parte superior de su bikini dos pequeños bultos que se fueron haciendo cada vez más grandes.
« ¡Se está poniendo bruta!», comprendí. Deseando que siguiera, cerré los ojos y me quedé callado.
Sus caricias se fueron haciendo más sutiles, más sensuales hasta que asimilé que lo que realmente estaba haciendo era meterme mano descaradamente. Entusiasmado, experimenté como sus dedos recorrían mi espalda de una forma nada filial, deteniéndose especialmente en mis nalgas. Justo entonces oí un suspiro  y entreabriendo mis parpados, descubrí una mancha de humedad en la braga de su bikini.
Su calentura iba en aumento de manera exponencial y sin pensarlo bien, mi tía decidió que esa postura era incómoda y tratando de mejorarla, se puso a horcajadas sobre mí con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Al hacerlo su braguita quedó en contacto con mi piel desnuda y de esa forma certifiqué lo mojado de su coño. El continuo masajeo fue lentamente asolando su cordura hasta que absolutamente entregada, empezó a llorar mientras sus dedos recorrían sin parar mis nalgas.
― ¿Qué te ocurre?― pregunté dándome la vuelta sin percatarme que boca arriba, dejaba al descubierto mi erección.
Ella al ver mi pene  en ese estado, se tapó los ojos y salió corriendo hacia la puerta pero justo cuando ya estaba a punto de salir de la habitación, se giró y con un gran dolor reflejado en su voz,  preguntó:
― ¿Querías saber lo que le ocurre a tu tía?― y sin esperar mi respuesta, me gritó: ― ¡Qué está loca y te desea! – tras lo cual desapareció rumbo a su cuarto.
Su rotunda confesión me dejó K.O. y por eso tardé unos segundos en salir tras ella. La encontré tirada sobre su cama llorando a moco tendido y solo se me ocurrió, tumbarme con ella y abrazándola por detrás tratar de consolarla diciendo:
― Si estás loca, yo también. Sé que está mal pero no puedo evitar verte como mujer.
Una vez confesado que yo sentía lo mismo que ella, no di ningún otro paso permaneciendo únicamente abrazado a Elena. Durante unos minutos, mi tía siguió berreando hasta que lentamente noté que dejaba de sollozar.
― ¿Qué vamos a hacer?― dándose la vuelta y mirándome a los ojos, preguntó.
Su pregunta era una llamada de auxilio y aunque en realidad me estaba pidiendo que intentáramos olvidar la atracción que existía entre nosotros al ver el brillo de su mirada y fijarme en sus labios entreabiertos no pude reprimir mis ganas de besarla. Fue un beso suave al principio que rápidamente se volvió apasionado mientras nuestros cuerpos se entrelazaban.
― Te deseo, Elena― susurré en su oído.
― Esto no está bien― escuché que me decía mientras sus labios me colmaban de caricias.
Al notar su urgencia llevé mis manos hasta su bikini y lo desabroché porque me necesitaba sentir la perfección de sus pechos. Mi tía, totalmente contagiada por la pasión, se quedó quieta mientras mis dedos reptaban por su piel. Su mente todavía luchaba contra la idea de acostarse con el hijo de su hermana pero al notar mis caricias, tuvo que morderse los labios para no gritar.
Por mi parte yo ya estaba convencido de dejar a un lado los prejuicios sociales y con mis manos sopesé el tamaño de sus senos. Mientras ella no paraba de gemir, recogiendo entre mis dedos uno de sus pezones lo acerqué a mi boca y sacando la lengua, comencé a recorrer con ella los bordes de su areola.
― Por favor, para― chilló indecisa.
Por mucho que conocía y comprendía sus razones, al oír su súplica lejos de renunciar me azuzó a seguir y bajando por su cuerpo, rocé con mis dedos su tanga.
― No seas malo― rogó apretando sus mandíbulas al notar que mis dedos se habían apoderado de su clítoris.
Totalmente indefensa se quedó quieta mientras sufría y disfrutaba por igual la tortura de su botón. Su entrega me dio los arrestos suficientes para sacarle por los pies su braga y descubrir que mi tía llevaba el coño exquisitamente depilado.
― ¡Qué maravilla!― exclamé en voz alta y sin esperar su respuesta, hundí mi cara entre sus piernas. 
No me extrañó encontrarme con su sexo empapado pero lo que no me esperaba fue que al pasar mi lengua por sus labios, esa mujer colapsara y pegando un gritó se corriera. Al hacerlo, el aroma a mujer necesitada inundó mi papilas y recreándome en su sabor, recogí su flujo en mi boca mientras mis manos se apoderaban de sus pechos.
― ¡No sigas!― se quejó casi llorando.
Aunque verbalmente me exigía que cesara en mi ataque, el resto de su cuerpo me pedía lo contrario mientras involuntariamente separaba sus rodillas y posando su mano en mi cabeza, forzaba el contacto de mi boca. Su doble discurso no consiguió desviarme de mi propósito y mientras pellizcaba sus pezones, introduje mi lengua hasta el fondo de su sexo. 
Mi tía chilló de deseo al sentir horadado su conducto y reptando por la cama, me rogó que no continuara. Haciendo caso omiso a su petición, seguí jugando en el interior de su cueva hasta que sentí cómo el placer la dominaba y con su cuerpo temblando, se corría nuevamente en mi boca. Su clímax me informó que estaba dispuesta y atrayéndola hacia mí, puse la cabeza de mi glande entre los labios de su sexo.
― Necesito hacerte el amor― balbuceé casi sin poder hablar por la lujuria.
 Con una sonrisa en sus labios, me respondió:
― Yo también― y recalcando sus palabras, gritó: ― ¡Hazme sentir mujer! ¡Necesito ser tuya!
Su completa aceptación permitió que de un solo empujón rellenara su conducto con mi pene. Mi tía al sentir mi glande chocando contra la pared de su vagina, gritó presa del deseo y retorciéndose como posesa, me exigió que la amara. Obedeciendo me apoderé de sus senos y usándolos como ancla, me afiancé con ellos antes de comenzar un suave trote con nuestros cuerpos.
Fue cuando entre gemidos, me gritó:
― Júrame que no te vas arrepentir de esto.
― Jamás―respondí y fuera de mí, incrementé mi velocidad de mis penetraciones.
Elena respondió a mi ataque con pasión y sin importarle ya que el hombre que la estaba haciendo gozar fuera su sobrino, me chilló que no parara. El sonido de los muelles de la cama chirriando se mezcló con sus aullidos y como si fuera la primera vez, se corrió por tercera vez sin parar de moverse. Por mi parte al no haber conseguido satisfacer mi lujuria,  convertí mi suave galope en una desenfrenada carrera en busca del placer mientras mi tía disfrutaba de una sucesión de ruidosos orgasmos.
Cuando con mi pene  a punto de sembrar su vientre la informé que me iba a correr, en vez de pedirme que eyaculara fuera, Elena contrajo los músculos de su vagina y con una presión desconocida por mí, me obligó a vaciarme en su vagina mientras me decía:
― Quiero sentirlo.
Ni que decir tiene que obedecí y seguí apuñalando su coño hasta que exploté en su interior y agotado por el esfuerzo, me desplomé a su lado. Fue entonces cuando Elena me abrazó llorando. Anonadado pero sobretodo preocupado, le pregunté que le ocurría:
― Soy feliz. Ya había perdido la esperanza que un hombre se fijara en mí.
Sabiendo de la importancia que para ella tenía esa confesión, levanté mi cara y mientras la besaba, le contesté tratando de desdramatizar la situación:
―No solo me he fijado en ti, también en tus tetas.
Soltó una carcajada al oír mi burrada y mientras con sus manos se apoderaba de mis huevos,  respondió:
― ¿Solo mis tetas? ¿No hay nada más que te guste de mí?
― ¡Tu culo!― confesé mientras entre sus dedos mi pene reaccionaba con otra erección.
Muerta de risa, se dio la vuelta y llevando mi miembro hasta su esfínter, susurró:

 

― Ya que eres tan desgraciado de haber violado a tu tía, termina lo que has empezado. ¡Úsalo! ¡Es todo tuyo!
 Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 
 

 

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!


 
 

Relato erótico: “Descubriendo a Lucía (9)” (POR ALFASCORPII)

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9

Me senté sobre la cama y acomodé mi melena echándola hacia atrás, pasándome por ella los dedos mientras mis tres mosqueteros me observaban expectantes. Me sentía profundamente bien, relajada, completa y satisfecha, aunque me moría de sed por tanto gemido y jadeo.

– ¿Quién me prepara una copa? – les dije. Me habéis dejado seca.

Luis se ofreció al instante, y salió hacia la cocina para coger hielos y preparar un combinado con la bebida que había quedado en el salón.

– Ufff – suspiré-, y lo que daría por poder fumarme ahora un cigarrillo…

– Alicia siempre tiene una reserva en su mesilla de noche- contestó inmediatamente Pedro mientras abría el cajón para sacar un paquete de tabaco, un mechero y un cenicero.

Me ofreció un cigarrillo rubio, y cortésmente me dio fuego. La calada del cálido y aromático humo me resultó de lo más satisfactoria y relajante al exhalarla a través de mis labios.

Luis volvió trayéndome un ron-cola que apagó la sed de mi garganta, y en cuanto el hielo de la copa rozó mis sensibles labios, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo haciendo que mis pezones volvieran a erizarse por la fría sensación. Mi particular camarero se quedó delante de mí mirándome fijamente, y mientras me llevaba nuevamente el cigarrillo a los labios para contrarrestar el cambio de temperatura, observé cómo su miembro respondía a mí volviendo a llenarse de sangre para engrosarse como una magnífica pieza de embutido. ¡Cómo me gustaba provocar eso!.

Pedro y Carlos salieron del dormitorio para recoger su ropa interior y servirse unas copas, dejándome a solas con aquel que se había quedado plantado ante mí.

– Chico – le dije tras exhalar el humo suavemente hacia él-, se te está poniendo dura otra vez, y yo no he hecho nada…

– Joder, Lucía, es que estás tan buena… -a aquellos chicos les encantaba alimentar mi ego con ese tipo de comentarios, como si el hecho de verbalizar cuánto les gustaba me convirtiese en algo real y no una simple fantasía casi adolescente-. Y tengo que confesar que tengo cierto fetichismo con el que me estás poniendo malísimo ahora mismo…

– ¿Ah, sí?- le pregunté con verdadero interés llevándome el cigarrillo a los labios- ¿y cuál es ese fetichismo?.

Su polla crecía por momentos, y empezó a alzarse para apuntarme directamente a la cara, a escasos veinte centímetros de ella. Sonreí al comprobar que realmente se estaba excitando más, y mis rosados labios soplaron el blanquecino humo hacia su descarada erección.

– Precisamente eso que estás haciendo. Me excita muchísimo ver a una mujer fumando, y más a una mujer como tú, y encima desnuda… – se agarró la tiesa verga y comenzó a acariciársela-. Eres mi fantasía hecha realidad…

Me quedé observando cómo se acariciaba el erecto miembro, contemplando con fascinación cómo se deslizaba en su mano con la punta apareciendo y desapareciendo de su puño y clavando en mí su mirada de un solo ojo. Siendo Antonio, cientos de veces me había masturbado de aquella manera, aferrando mi propia polla con la mano para darme placer como algo completamente natural. Pero ahora, ante mi nueva perspectiva de mujer, bajo la mirada de los azules ojos de Lucía, aquel acto me resultaba hipnótico, cautivador y erótico.

Escuchando cómo Pedro y Carlos parecían haberse enredado en una conversación con sus copas en la mano, me recreé en fumarme mi cigarrillo contemplando cómo Luis se masturbaba ante mi cara, excitándose más y más con cada uno de los besos que le daba a la boquilla del malsano vicio para exhalar suavemente el blanquecino humo, envolviendo la dureza empuñada de aquel jovencito en una cálida bruma.

– ¡Diossss, cómo me ponessss! – susurraba entre dientes aumentando la intensidad de las sacudidas en su polla-. Eres tan sexy…

Apagué el cigarrillo casi consumido, y vi un asomo de decepción en el rostro del muchacho.

– ¿Quieres que me fume otro para ti?- le dije sugerentemente cogiendo el paquete que Pedro había dejado a mi lado.

– Ufffff, si lo haces podría correrme en tu cara…

Con una mirada y sonrisa de picardía encendí otro cigarrillo, soplé el humo hacia el glande que asomaba del puño de Luis y me incliné para besárselo dulcemente.

– Jodeeeeerrrr… – gruñó.

Alterné mis labios entre el cigarrillo y la verga de Luis, combinando caladas con succiones de glande, hasta que el chico apretó los dientes cuando el humo salió de entre mis labios por última vez:

– Me corro en tu caraaaaaaahhhh…

Un chorro de espesa leche salió disparado de su polla para estrellarse contra mi rostro cruzándomelo con un reguero blanco. A pesar de su aviso, ocurrió tan rápido que no tuve más opción que cerrar instantáneamente los ojos para sentir cómo el denso fluido caía en mi rostro surcándolo desde la mejilla izquierda hasta regar mis labios. Como había visto hacer a las actrices de ciertas películas, abrí mi boca y la situé bajo su glande para que cayeran sobre mi lengua las últimas gotas de una exigua corrida, puesto que casi todo había salido en la eyaculación que adornaba mi rostro. Di una última succión a la rosada cabeza, y apuré la última calada del cigarrillo casi consumido.

– Eres una diosa… – me susurró Luis sentándose complacido a mi lado.

– Descansa, fetichista – le contesté con una sonrisa mientras me limpiaba la cara-, tienes que estar seco… Voy a ver qué hacen los otros dos en el salón…

Le dejé allí sentado, aún resoplando, y fui al salón donde encontré a Pedro y Carlos debatiendo. Ambos se habían puesto la ropa interior, y estaban tan enfrascados en su conversación, que no se habían enterado de lo ocurrido en la habitación contigua. Ni tan siquiera se dieron cuenta de mi irrupción en el salón, por lo que aproveché para recoger mi vestido del suelo y ponérmelo, aunque no encontré el tanga. Pedro se dio cuenta de mi presencia al hacer un aspaviento y girarse, momento en el que me encontró ajustando la prenda a mis curvas.

– Lucía, por favor, ayúdame – me dijo casi como una súplica-. Tú tienes más experiencia…

– ¿Me estás llamando vieja? – le aseveré poniéndome en jarras y taladrándole con la mirada.

– No, no, por favor, no quería decir eso… – contestó azorado como el chiquillo que realmente era a pesar de haberme follado como un semental-. Quería decir que tú tienes más experiencia, seguro, en cosas de pareja… Éste –señaló a Carlos-, está rayadísimo con que ha puesto los cuernos a su novia… ¡y sólo llevan un mes saliendo!.

– Era broma – le contesté suavizando mi gesto. Dejando a un lado el sexo, la diferencia de edad y madurez era muy palpable.

– ¿Qué te pasa, Carlos? – le pregunté sentándome junto al chico que apoyaba sus codos sobre los muslos sujetándose la cabeza, visiblemente atormentado.

Carlos estaba sufriendo una especie de depresión postcoito, autoculpándose por haber tenido sexo conmigo, un sexo que ni siquiera había llegado a tener aún con su novia. Yo traté de hacerle entrar en razón para quitarse el peso de la culpabilidad de encima, tal y como llevaba un rato intentando hacer Pedro, pero el joven no quería razonar, y no hacía más que repetir: “Me voy a buscar a Irina, me voy a buscar a Irina”.

Justo cuando Luis se unió a nosotros volviendo del dormitorio con una amplia sonrisa y su inquieta verga ya enfundada en los calzoncillos, mi paciencia llegó a su límite. Ya no podía aguantar más ver a ese muchacho tan dulce, con el que había disfrutado, tan hundido por vivir engañado, así que, de improviso, le solté lo que sabía:

– Deja de culparte por ponerle los cuernos a tu novia. Ella te los pone a ti sin miramientos. No la conozco directamente, pero, créeme, conozco a su jefe, y es un auténtico cabrón al que tu querida Irina le da cuanto aún no has catado tú.

Carlos lo negó, diciendo que era imposible, que me lo estaba inventando para hacerle sentir mejor, pero yo le di datos sobre el jefe de su novia y el pub que le hicieron dudar.

– Y es más –añadí echando más leña al fuego-, dudo que Irina esté ahora mismo trabajando. Más bien se está trabajando a su jefe…

– No puede ser… –contestó con la duda ya en su interior.

– Eso te lo puedo confirmar yo – intervino Luis por primera vez-. ¿Tiene Smartphone?, ¿qué modelo?. Dame su número, y, Pedro, déjame tu ordenador portátil…

Luis era un auténtico pirata informático, y nos explicó que, desde su ordenador, con ciertos programas, podía colarse en el teléfono de cualquiera si conocía el número, el modelo y el nombre y apellidos del titular. Siempre tenía su ordenador encendido, bajándose cosas de internet, y era capaz de acceder remotamente a él desde el ordenador de Pedro.

Asombrados, vimos cómo el pirata por afición entraba en su propio ordenador desde el portátil de Pedro y, partiendo de los tres datos iniciales que Carlos le facilitó, rápidamente fue averiguando más datos del teléfono de Irina, saltando de un programa a otro, hasta que, finalmente, obtuvo las claves precisas que a través de un programa creado por él mismo, le dieron acceso al teléfono de la rusa para tomar el control. ¡Era fascinante!.

Conectó la red GPS del teléfono, y en unos instantes obtuvo las coordenadas de su posición. Las introdujo en una popular web de mapas, y todos pudimos comprobar que señalaban el pub donde la chica trabajaba.

-¿Veis?- dijo Carlos con triunfalismo-. Está en el pub, trabajando.

– Bueno –observó Pedro-, no señala exactamente el pub… Indica un poco más alejado de donde está el local…

– Los GPS no son exactos –intervino Luis-, todos tienen un rango de error de unos pocos metros… Yo diría que sí está en el pub.

– Pues claro- contestó Carlos.

– La verdad es que sí lo parece… -dije yo. Aunque enseguida recordé un dato fundamental-. Pero… Sé bien dónde vive su jefe: en el portal de al lado, y es justo donde señalan las coordenadas…

– ¡Qué interesante se pone esto!- exclamó Luis-. Voy a activar la cámara, a ver qué vemos…

– Pero la pantalla se encenderá, y si lo tiene delante se dará cuenta de que pasa algo raro –dijo Carlos apurado-. Seguro que está trabajando, dejémoslo ya…

– Que no, que no – contestó Luis trasteando con el ordenador-. No se va a enterar de nada. Puedo controlar cualquier cosa del teléfono sin que se enciendan la pantalla o el auricular… Tú no te preocupes…

En la pantalla del portátil de Pedro se abrió una ventana de vídeo, aunque estaba en negro.

– ¡Vaya!- expresó Luis con frustración-. El objetivo debe estar tapado… A ver qué se ve con la cámara frontal…

Cerró la ventana y abrió una nueva. Sólo se veía lo que parecía ser un techo uniéndose con una pared.

– Ale, ya está –dijo Carlos-, no hay nada que ver, seguro que lo tiene encima de una cámara de bebidas del pub…

– A mí me parece que hay mucha luz para ser un pub a estas horas- observó Pedro.

Yo no quise decir nada por el momento, sabía que Pedro tenía razón y, además, recordaba que el color de la pared del pub era mucho más oscuro que el de la pared que estábamos viendo en el ordenador. Pero no me hizo falta verbalizar mis pensamientos, en un abrir y cerrar de ojos, Luis ya había activado el micrófono.

– A ver qué escuchamos… -dijo.

Nada, no se oía nada. Luis subió al máximo el volumen de los altavoces del portátil, y los cuatro aguantamos la respiración sabiendo que, si el teléfono estaba en el pub, tendría que oírse música. Sólo se oía el ruido ambiente que un micrófono de esas características no podía filtrar.

– Se acabó el espiar a mi novia – dijo Carlos-. Seguro que ha dejado el teléfono en el almacén…

No había terminado la frase cuando de pronto oímos algo. Sonó lejano, pero era un claro y breve gemido de tono grave, un gemido masculino.

Carlos me miró a los ojos con la boca abierta, y en ellos vi que la incredulidad había desaparecido para pasar a la expectación.

– Mmmm… -escuchamos nuevamente.

La mano de Carlos fue inconscientemente a mi muslo derecho, y lo aferró con fuerza. Aquello me produjo una electrizante sensación que, unida a lo excitante que estaba siendo pillar in fraganti a la “famosa” Irina, hizo que mis pezones se pusieran duros para marcarse claramente en la fina tela de mi divino vestido.

– ¡Uuffffff! -oímos a través del ordenador-, para ya, que vas a hacer que me corra…

No había duda, era la voz del primer tío con el que tuve sexo siendo Lucía.

Pedro y Luis esbozaron una media sonrisa, y Carlos atenazó con más fuerza aún mi muslo. Noté humedad en mi entrepierna…

– ¡Joder! –sonó en los altavoces-. ¿Serás loba?. Si no te la saco yo eres capaz de succionarme hasta la vida…Te he dicho que sólo hasta que se me pusiera otra vez dura…

– Mi gusta polla –oímos por primera vez la voz de Irina con su marcado acento ruso-. ¿Jefe no da más leche a Irina…?

Observé cómo las vergas de Pedro y Carlos despertaban de su merecido descanso y abultaban con descaro la ropa interior de sus respectivos dueños. Para Luis aún era pronto, pero en sus ojos vi cómo le había excitado escuchar aquello.

– ¿Todavía quieres más? –se escuchó al jefe de la rusa-. Anda, ponte a cuatro patas… Te voy a dar como a la loba siberiana que estás hecha…

Yo ya estaba cachondísima, tanto como mis compañeros de espionaje. Escuchamos con atención los ruidos de movimiento que llegaban a través de los altavoces.

– ¿Así quiere culo de Irina, jefe? –preguntó la chica pudiendo apreciarse su voz mucho más cerca del micro del teléfono.

– Ufffff, qué culazo tienes, lobita… Te voy a hacer aullar…

– ¡¡¡Aaaaaaaaahhhhhhhhhhhh!!! – se saturaron los altavoces con la aguda voz de la novia de Carlos en pleno grito de dolor-placer, indicándonos que su culo acaba de ser brutalmente penetrado.

El cornudo cerró la tapa del ordenador, no necesitaba escuchar más. Y yo tampoco, estaba como una perra en celo y sólo podía pensar en aullar como acababa de oír a la rusa, así que, recogiéndome el vestido, me puse a horcajadas sobre Carlos situando mi húmeda vulva sobre la dureza de su paquete. Él, preso del despecho, la excitación y mi lujuria, me tomó por las caderas y me metió la lengua hasta el esófago. Luis se apartó llevándose el ordenador para apagarlo y observarnos cómodamente desde el sillón situado frente a nosotros. Sin embargo, Pedro, con su erección a punto de reventar el calzoncillo, se puso en pie tras de mí y, apartándome la negra cabellera, comenzó a mordisquearme el cuello tratando de abarcar, desde atrás, mis pechos con sus manos, incendiando aún más mi deseo.

Haciendo diabluras con su lengua en mi boca, a pesar de estar sentado, Carlos elevaba su cadera para hacerme sentir su potente erección presionando mi monte de venus. Su mano izquierda recorrió mi culito para terminar de descubrirlo, y llevó la derecha hasta mi boca haciéndome chuparle los dedos. Yo sabía lo que él quería, lo que deseaba desde el momento en que sucumbió a mis encantos y que, hasta ese momento, le había negado… Y tras escuchar a su sodomizada novia, yo ya estaba dispuesta a dárselo. Embadurné sus dedos con mi saliva, y suspiré con el exquisito placer de sentir cómo uno de ellos entraba suavemente por mi estrecho orificio trasero.

Pedro tiró de mi vestido sacándomelo por la cabeza para dejarme, de nuevo, completamente desnuda. Pude sentir la calidez de sus manos sobre mis pezones mientras apretaba mis generosos senos con pasión y sus labios succionaban el lóbulo de mi oreja derecha. Complementaba a la perfección las acciones de su amigo, que ya se había aventurado a introducirme todo el dedo corazón en mi culito y lo movía dentro y fuera, dibujando espirales, dejándomelo bien impregnado de mi propia saliva y haciéndome gemir en su boca mientras devoraba la mía. Tener dos bocas y cuatro manos para darme placer era una experiencia sublime que me incendiaba y me hacía desear llegar más lejos.

Mi coñito se restregaba sobre el duro paquete de Carlos, empapando su calzoncillo y poniéndole más bruto aún, animándole a penetrarme por detrás con otro dedo para arrancarme una especie de gruñido de la garganta cuando se instaló en mi agujerito dilatándolo, haciéndome incorporar y estirar la espalda hasta el punto de escapar del alcance de sus labios, momento que Pedro aprovechó para apretarme desde atrás los pechos, cuyas cúspides apuntaban hacia el techo, e invadir por sorpresa mi boca abierta con su lengua… casi me corro…

Me atrajo hacia sí, e izándome con la fuerza de su juventud, me obligó a ponerme en pie y girarme para tenerme toda para él. Carlos, cuyos dedos se habían visto obligados a salir del conducto que estaban explorando, no estaba dispuesto a cederme con tanta facilidad, así que también se puso en pie tras de mí, y mientras Pedro devoraba mi boca y apretaba su paquete contra mi cuerpo, sentí cómo sus manos agarraban mis posaderas y su virilidad, retenida por su ropa interior, se colocaba entre ellas, ¡Como me excitaba sentir esa pétrea longitud instalándose en el cañón formado por mis redondas formas!. Bajé el calzoncillo de Pedro, y pude sentir el tacto desnudo de su dureza contra mi vulva y bajo vientre.

Carlos había vuelto a perder su ventaja, pero enseguida la recuperó. Él también se quitó el calzoncillo y, ya libre de la represión, me hizo sentir su varonil potencia entre mis nalgas, atrapando mi cuerpo entre el de su amigo y el suyo, haciéndome suspirar al sentirme como el relleno de un sándwich, con dos marmóreas pollas a las puertas de mis entradas delantera y trasera.

El joven de mi retaguardia estaba ansioso, el haber oído en el ordenador cómo enculaban a su querida novia, le había hecho perder la calma con la que una hora antes me había deleitado. La vez anterior que me tuvo, se quedó con las ganas de darme por detrás, pero en ese momento ya no podía resistirse más. Cogiéndome por las caderas, consiguió separarme del cuerpo de Pedro y acomodar su polla entre mis prietos glúteos, abriéndose paso entre ellos hasta hacerme sentir el grosor de su glande dilatando la entrada trasera de mi cuerpo. Me mordí el labio inferior gimiendo por la característica mezcla de dolor y placer que eso me causaba, y estaba tan cachonda, que antes de ser totalmente consciente, me descubrí a mí misma empujando con mi culito hacia atrás.

– ¡¡¡Aaaaahhhhhh!!! – grité extasiada cuando toda la verga de Carlos invadió la estrechez de mis entrañas.

– ¡Jooooder! – oí que exclamaba Luis desde su sillón de privilegiado espectador-. Le has taladrado el culo…

Ante mí, a dos escasos palmos de distancia, vi cómo Pedro me observaba boquiabierto con la polla tiesa, lo cual me hizo esbozar una sonrisa.

– Eres alucinante – me susurró.

– Diossss… cómo aprietas… – oí que me decía Carlos desde atrás-. Me encantaaaa…

A mí sí que me encantaba sentir toda su erección dentro de mí, y ya estaba anhelando el delicioso mete-saca y continuo azote de su pubis en mis nalgas. No tuve que pedírselo. Puso una mano en mi espalda y me obligó a reclinarme hasta que apoyé mi rostro sobre el pecho de Pedro. Éste me recibió dejando que me apoyase, y aprovechando la ocasión para agarrarme de mis pechos y masajearlos aumentando mi gozo.

– Uuuummmm… – gemí contra el torso de mi amigo al sentir la polla de Carlos liberando la tensión de mis entrañas, retirándose para volver a invadirlas deliciosamente con un golpe de su cadera en mis posaderas.

El empuje me obligó a sujetarme agarrándome a las caderas de Pedro, y al mirar hacia abajo, sólo pude ver su redondeado glande apuntándome hacia la cara. Se veía hinchado, rosado y suave, tan apetecible…

Otro envite por detrás me arrancó otro gemido con el placer de la verga de Carlos abriéndome las carnes mientras su pelvis presionaba mi culito profanado. La sentí tan dentro, que mi cuerpo se flexionó un poco más hasta que mi rostro quedó apoyado sobre los abdominales de Pedro. Su punta de lanza estaba a apenas un palmo de mi alcance, y mi calenturienta mente empezó a plantearse la idea de bajar un poco más para saborearla.

No daba crédito a los pensamientos que en ese momento se agolpaban en mi cerebro. Apenas unos pocos días atrás, la sola idea de contemplar el sexo de otro tío me habría repugnado… Pero en ese momento, me parecía la cosa más atrayente del mundo, un instrumento para proporcionarme placeres que jamás habría imaginado que existiesen, capaz de deleitarme introduciéndose en cada uno de mis agujeros para extasiarme con su sabor, suavidad, dureza, grosor, longitud, esencia… Tenía una de esas herramientas explorándome por dentro, dándome un gusto tan profundo y prohibido, que mi propio sexo vibraba haciéndome estremecer, pero la idea de tener otra dentro… Había descubierto que me excitaba sobremanera chupar una polla, mi coño se hacía agua con ella en la boca, y la sola idea de comerme una mientras otra me penetraba… Mi mente femenina se incendiaba con la posibilidad de tener dos pollas dentro de mí, se desquiciaba con el deseo de ser doblemente penetrada por los polos opuestos… Quería hacerlo, quería responder a ese anhelo femenino, y aquellos dos descarados yogurines me iban a dar exactamente lo que necesitaba…

Para encularme más a gusto, Carlos puso una de sus manos sobre mi espalda:

– Baja – me dijo entre dientes-. Te voy a dar como el cabrón ese le está dando a mi novia…

Presionó con la mano para ponerme perpendicular a él, y gruñó de gusto con la constricción que ejercieron mis entrañas y mi culito en su ariete mientras bajaba. Mi rostro bajó por el abdomen de Pedro, y oí cómo suspiraba ante la perspectiva de lo que ya era inevitable. Soltó mis tetas, que colgaron libres, y me sujetó por los hombros. Yo deslicé mis manos de sus caderas a su joven culito, y lo encontré tenso y duro por la excitación. Su ansiedad dio respuesta a mis deseos, y antes de que terminase de bajar, se puso de puntillas para que su glande incidiese contra mis húmedos labios. La mano de Carlos ya no necesitaba empujarme la espalda para que yo bajase. Mi coñito se hizo agua sintiendo cómo, con una polla metida en el culo, otra se deslizaba entre mis labios y me llenaba la boca de carne.

– Un puente precioso – oí que decía Luis a nuestro lado.

No podía verle por la postura y por tener los ojos cerrados concentrada en las dos estacas que ocupaban dos de mis 3 agujeros follables, pero me imaginaba que estaba contemplándonos con la verga nuevamente engordando en su entrepierna, y me encantó la idea de sentirme admirada en semejante circunstancia.

– ¿Pero en qué clase de puta te has convertido? – preguntó desde algún oscuro rincón mi olvidado ser masculino.

– En la que a ti te gustaría tener… – le contestó mi voz femenina dentro de mi cabeza.

Carlos cogió un lento ritmo de caderas, haciéndome sentir su falo dentro de mí en toda su extensión, abriéndome el culo y golpeándome los cachetes con su pelvis una y otra vez. Con cada una de sus embestidas engullía la polla de Pedro, degustándola cuanto podía, disfrutando de lo excitante que me resultaba tener ese duro músculo palpitando en mi paladar mientras su dueño gemía de aprobación.

Tan brutal era el placer que Carlos estaba dándome al sodomizarme, y tan excitante el comerme otra verga a la vez, que no tardé en alcanzar un orgasmo que me hizo sacarme la polla de la boca y aullar como una loba esteparia mientras mi cálido zumo de hembra corría por la cara interna de mis muslos.

En ese instante, Luis nos sorprendió a los tres uniéndose a la fiesta. Se metió entre mis piernas y, regalándome un delicioso cosquilleo, lamió el fluido que discurría por mis muslos, hasta que llegó a la fuente de la que manaba para beber directamente de ella, sin importarle que los testículos de su amigo Carlos rozasen su barbilla mientras seguía empalándome por el culo con pequeños empujones. Entre los dos, prolongaron mi orgásmica agonía hasta dejarme sin aliento.

Cuando mi clímax declinó, aparté a Luis de mi entrepierna, y obligué a Carlos a salir de mí para incorporarme y tomar aire. Las piernas apenas me sostenían, temblaban con los ecos del placer que había recorrido cada fibra de mi cuerpo.

– Chicos – les dije-, necesito descansar… Me habéis hecho correrme otra vez, y ni me sostengo en pie.

– Tranquila – me dijo Pedro sujetándome entre sus brazos -. Ponte en el sofá.

Manejándome fácilmente con su juvenil fuerza, me instaló en el sofá, pero en lugar de sentarme o tumbarme, me puso de rodillas sobre el asiento y me colocó los brazos sobre el respaldo, situándose detrás de mí.

– Antes me castigaste, y obedecí sin rechistar – me dijo-. Ahora eres tú la que tiene que obedecer… – añadió con tono autoritario

– ¿Mmmm?- gemí. Aquello me calentó de una forma que no era capaz de comprender.

– Te has pasado la noche dándonos instrucciones, pero ya somos mayorcitos y ahora somos los dueños de tu placer.

– ¿Ah, sí?, ¿y qué vais a hacer? – ese nuevo tono me estaba metiendo nuevamente en situación, haciéndome olvidar el cansancio.

– Ahora estás a nuestra disposición. Y harás cuanto te digamos…

– ¡Sí! – corearon los otros dos.

– Yo también quiero follarte por el culo – añadió dándome un cachete que avivó más mi deseo.

– Auummmm… – contesté con voz de gata en celo.

Había perdido el control de la situación, y estaba completamente a merced de aquellos tres muchachos con sus miembros rígidos por mí. Sentí cómo me ardían los pezones y mi sexo volvía a lubricar… Esa situación era tan excitante…

Pedro me sujetó de las caderas, y colocándome la cabeza de su ariete entre las nalgas, me perforó el culo hasta que sentí toda su polla dilatándome por dentro y presionándome las entrañas con el golpe de su cadera en mis glúteos. Me postró contra el respaldo del sofá, con mis pechos rebotando sobre él, aplastándose y produciéndome una descarga eléctrica que recorrió toda mi espalda hasta encontrarse con el placer de haber sido penetrada. Sentí que me partía en dos de puro gusto, y grité:

– ¡¡¡Aaaaaaaahhhhh!!!.

La penetración había sido suave, gracias a que mi saliva embadurnaba su taladro y que el agujero de entrada ya había sido abierto por su amigo, pero la tenía más gruesa que este, y mi culo la estrangulaba con unas contracciones que me hacían jadear en plena gloria.

– ¡¡¡Jodeeeerrrr!!! – exclamó mi empalador- ¡esto es la hostia…!

Y empezó a bombearme sin compasión, penetrándome a buen ritmo y haciéndome desear que tan exquisito placer no parase nunca. Los azotes de su pelvis en mis glúteos se repetían con mis pechos sobre el respaldo del sofá, y su polla dentro de mí se abría camino dilatando y relajando mis entrañas con un calor que me consumía por dentro. Me parecía increíble que el sexo anal pudiera ser tan satisfactorio o incluso más que el vaginal, y lo estaba disfrutando en toda su extensión.

Pero los otros dos no estaban dispuestos a mirar únicamente cómo su amigo daba por el culo a la tórrida madurita que para ellos yo era, masturbándose sin más participación. También querían su parte de mí. Carlos, movió uno de los sillones para colocarlo tras el sofá, pegado al respaldo. Entonces, se puso de pie sobre él, y acercó su congestionado miembro hacia mí. ¡Qué irresistible me resultaba tener una polla erecta ante mí!. Aproveché uno de los empujones de Pedro para que esa verga me penetrase entre los labios y me follase la boca mientras yo me deleitaba chupándola con la satisfacción de volver a tener dos duros falos profanando el templo de mi cuerpo.

Luis ya había recuperado todo su vigor, y pidió a Pedro el turno para probar mi culito. Cuando Pedro se detuvo sacándome todo su miembro de mis entrañas, sentí que me podría derramar sobre él al relajarse todo mi cuerpo. Pero eso no ocurrió, y la sensación de placer y alivio por el breve descanso embriagó mi cerebro.

Tras una profunda succión a la sabrosa polla de Carlos que le hizo emitir un gruñido, giré la cabeza y le dije a Luis:

– ¿Pero ya estás listo otra vez?. ¡Pero si no hace nada que te has corrido en mi boca!.

Estaba realmente sorprendida, aquel muchacho había disfrutado conmigo una vez más que sus compañeros, y ya estaba preparado para darme más. Me había dejado claro que yo le excitaba muchísimo, y me encantaba sentirme deseada así, pero ni en el momento álgido de testosterona de mi adolescencia siendo Antonio, yo habría sido capaz de alzar la bandera tantas veces en tan poco tiempo.

– Me pones tanto – contestó él-, que aún tengo leche calentita que darte…

Sin ningún miramiento, me cogió del culo, pero en lugar de penetrar mi agujerito trasero, introdujo su polla suavemente entre mis labios vaginales y me la metió hasta el fondo.

– Mmmmmm –gemí de gusto, gratamente sorprendida por la novedad del cambio.

– Estás chorreando –me dijo denotando el placer en su voz-. ¡Uffff!, y muy caliente… A ver qué tal por este culazo…

Me la sacó haciéndome suspirar, y con un delicioso cosquilleo y calor, me la introdujo entre las nalgas hasta apretármelas bien con su cadera y hacérmela sentir toda dentro de mí. El paso ya franqueado por sus dos predecesores, y mis propios jugos embadurnando su taladro, me permitieron disfrutar de esa exquisita tortura de ser sodomizada desde que la punta se asomó a mi ojal, hasta que sus colgantes pelotas chocaron contra mi húmeda vulva, y fui nuevamente postrada contra el respaldo del sofá, donde la verga de Carlos me esperaba para llenarme la boca aprovechando el empujón.

Luis me montó como a una jaca salvaje, con precisos y poderosos envites de su cadera para incrustarme su polla en mis entrañas y sentir cómo estas le comprimían haciéndole jadear. Y aunque su ariete era menos grueso que el de Pedro, la estrechez de mi entrada y la ferocidad de sus envites, me hacían sentirlo como una barra de acero al rojo que me rompía por dentro, una auténtica delicia. Sin duda, era el mejor de los tres en esa disciplina, sólo comparable con la fogosidad de mi cuñado, quien en la segunda ocasión en que tomó mi culo me hizo ver las estrellas entregándome la pasión reprimida de años deseando a Lucía.

Estaba a punto de correrme otra vez, y eso me hacía comerme el dulce plátano de Carlos con tanta glotonería que, a pesar de que su aguante había aumentado considerablemente por las anteriores experiencias, tuvo que sacarme la polla de la boca resoplando.

– Joder, Lucía, la chupas tan bien que estoy a punto de correrme… Pero quiero darte más por el culo…

– Venga, cambiamos – dijo Luis arrastrando su falo por mi recto para sacármelo-. Yo creo que esta vez puedo aguantar la mamada bastante más tiempo…

– Pero… – intenté protestar para que fuese Luis quien continuase dándole duro a mi retaguardia.

– Te recuerdo que ahora ya no mandas tú, preciosa – me interrumpió Pedro sentándose a mi lado en el sofá con su dura verga apuntando al techo-. Vamos a hacer que te corras hasta que no te tengas en pie…

Y dicho esto, me cogió de la cadera y una pierna, y me hizo sentarme a horcajadas sobre su miembro. Su glande encontró mis labios vaginales y penetró a través de ellos hasta que quedé ensartada sobre su regazo.

– Mmmmm – gemí extasiada.

Pero su maniobra no había concluido, y se fue dejando caer hacia un lado hasta que quedó tumbado en el sofá, conmigo encima y mis pechos aplastándose contra el suyo.

– ¿Se la metes ahora? – le preguntó a Carlos.

El aludido ni respondió, saltó del sillón y al instante lo tuve en el sofá, de rodillas tras de mí.

– ¿Pero estáis locos? – pregunté asustada-. ¿No creéis que habéis visto demasiado porno?.

Pedro sonrió y alzó ligeramente su cadera para hacerme recordar con gusto que su polla seguía dentro de mí.

– Mmmmm – gemí, y el miedo inicial se convirtió en una tentadora perspectiva.

Siendo Antonio, había visto en varias escenas porno cómo dos tíos se habían trabajado a la vez a una chica por delante y por detrás mientras ella gemía como loca. Pero aunque verlo me había resultado excitante, mi mente me decía que aquello no era real, sólo una ficción. Sin embargo, en ese momento en el que estaba, siendo una mujer, el rememorar esas escenas me puso a mil. El ser yo la protagonista de esa doble penetración, habiendo conocido ya por separado los placeres individuales de tener una polla dura en mi vagina o en mi culito, se convirtió en deseo por probarlo, aunque tenía mis dudas de si eso era posible.

– Joder, chicos, que no lo veo posible… -dije verbalizando mis dudas-. Me podéis hacer daño…

– Si no se intenta no se sabe –contestó Luis mirándonos a los tres con una amplia sonrisa.

Sentí cómo Carlos se posicionaba sujetándome por las caderas mientras su glande se colaba entre mis glúteos.

– Uuuufffff- suspiré.

– Necesito metértela por el culo ya- me dijo al oído.

Su glande volvió a dilatar mi ano y empezó a penetrarlo lentamente. Apenas podía entrar, por la postura y la presión que ya ejercía en mis entrañas la verga de Pedro alojada en mi vagina.

– Aummm, no entra, aummm, no entra… – conseguí decir entre gemidos de placer al sentir una gran presión dentro de mí.

Pedro elevó sus caderas un poco más, consiguiendo que mi culo quedase más en pompa, y Carlos aprovechó para empujar con más ahínco.

– Joderrrrrrr… – proclamé mordiéndome el labio inferior.

Aquella polla entraba justísima, pero entraba, y ya debía de tener dentro la mitad, porque sentía mi interior como si fuese a explotar, pero no una explosión de dolor, sino una explosión de puro placer, aún mayor que el de una simple penetración anal, porque a la vez que mi culo estrujaba la polla de Carlos, mis músculos vaginales se contraían exprimiendo la de Pedro sintiendo cómo se clavaba en el fondo de mí.

– Aahhh, aaahhhh, aahhhh, aaaaahhhhh…

Cada milímetro de duro y ardiente músculo deslizándose por mi interior sin tener apenas espacio para ello, era una oleada de calor y disfrute que hacía que mi cabeza diese vueltas.

– Diosssss, ¡qué apretada estaaaaaássss! – dijo Carlos entre dientes.

Y de pronto, me dio un empujón tan potente, que me la metió entera de golpe, dilatándome las entrañas salvajemente y empujándome con las caderas para clavarme aún más en la verga de su amigo.

Grité, grité de sorpresa y de puro placer. No sentí dolor alguno, como había temido unos instantes antes. Estaba bien lubricada y dilatada por tres pollas distintas que habían hecho sus trabajos de profunda prospección con ahínco, por lo que sólo un placer intenso y vibrante dominaba todo mi ser. Me sentía abierta en canal, llena a punto de rebosar, extasiada de cálidas sensaciones expandiéndose por mis entrañas… Y mojada, muy mojada, como si me estuviese licuando ensartada es esas dos lanzas de acero que incrustaban sus puntas en las raíces de mi lujuria.

No podía moverme, atrapada entre los dos cuerpos de aquellos dos deliciosos jovencitos que habían tenido el descaro de hacerme gozar de esa maravillosa doble penetración.

Carlos se afianzó agarrándome por las caderas y posicionando bien las rodillas, y se echó un poco hacia atrás deleitándome con el arrastre de su taladro por mi estrecho conducto, produciéndome una grata sensación de alivio al liberarse algo de tensión. Esto también me permitió incorporarme un poco y separar mi cuerpo del de Pedro, y la sensación se hizo aún más deliciosa cuando Pedro colaboró sujetándome de los muslos y me elevó para que su inhiesta barrena se moviera dentro de mi vagina para su disfrute y el mío.

– Uuuuuuuuffffff – suspiré.

Pero no tuve más tiempo para el relax porque, inmediatamente, Carlos me dio otra profunda enculada con la que me metió su polla a fondo y me clavó sobre la de Pedro haciendo que mi cabeza diese vueltas en puro delirio de sentirme invadida con tal intensidad. Y Carlos empezó a sentirse cómodo con la postura, gruñéndome al oído con cada golpe de su pelvis en mis posaderas mientras la gruesa anaconda penetraba entre ellas. A la vez, sentía la estaca de Pedro incrustándose una y otra vez dentro de mí, como si quisiera llegar hasta clavarse en mi corazón de lujuriosa vampiresa abriéndose camino a través de mi vagina. Ambos estoques mantenían un titánico duelo de esgrima dentro de mí, haciendo la experiencia tan intensa, que ni siquiera era capaz de abrir los ojos mientras mi boca jadeaba.

No podía soportarlo, era demasiado placer para ser contenido, y exploté en un increíble orgasmo con el que todos mis músculos se contrajeron hasta hacerme pensar que podría partirme en dos. Mis dos amantes rugieron sintiendo la fuerza de mi clímax, pero no se dejaron ir con él, resistiendo mi constricción a duras penas, por lo que siguieron prolongando mi agonía dándome más y más, manteniendo mi orgasmo en vilo con cada penetración en uno de mis agujeros seguido de un inmediato empuje en el otro. Habían cogido un buen ritmo combinando sus embestidas, y ya no tenían ningún miramiento. Me perforaban con rabia animal, haciéndome perder la cabeza sumida en un orgasmo que se prolongaba hasta el infinito, transformando mi cuerpo en un festival de sensaciones que convertían cada fibra de mi ser en una señal de puro placer que destellaba en mi cerebro como un millón de luces de colores dando fogonazos todas a la vez. Y cuando parecía que aquello declinaba, un potente envite de Carlos contra mi culo me hizo sentir su polla entrando en erupción dentro de mí con una descarga de cálido semen que inundó mis entrañas deliciosamente.

Salió de mí, y me sentí liberada para levantarme yo también y tomar un respiro sacándome la verga de Pedro de mi chorreante coñito. Me puse en pie y respiré profundamente, pero ya tenía ante mí a Luis con la polla alzada y una sonrisa de oreja a oreja. La capacidad de ese chico me tenía perpleja.

– Todavía no es momento de descansar – me dijo-. Quiero volver a follarme tu culito, preciosa.

– Y yo estoy a punto – añadió Pedro desde el sofá-. Tendrás que terminármelo.

Antes siquiera de ser consciente de ello, Luis ya me había vuelto a colocar sobre el sofá, a cuatro patas en la postura del perrito, con mi cabeza a la altura de la cintura de Pedro, cuya verga brillante, embadurnada de mis propios fluidos, me pedía a gritos ser devorada. Y así lo hice, bajé mi cuerpo, sujeté el inhiesto pedazo de carne y lo introduje entre mis labios hasta que llenó mi boca para satisfacer mi insaciable apetito.

Dejé que el intenso sabor de mis propios fluidos sobre su piel inundara mi boca y lubricase mis labios para que ese joven y delicioso falo se deslizase entre ellos mientras lo succionaba y acariciaba con la lengua. Me deleité con el auténtico e indescriptible sabor de puro sexo, degustando el exquisito manjar de zumo de hembra aderezado con unas gotas de líquido preseminal sobre suave piel de pétreo miembro viril.

Agachada como estaba, mi culo era una accesible diana, por lo que sentí cómo Luis me tomaba por la cintura para hacer un blanco perfecto con su glande penetrando entre mis glúteos e invadiendo mi ano para arrancarme un gemido con la boca llena de polla:

– Mmmmppffff…

Volvía a estar doblemente penetrada, ¡y cómo me gustaba aquello!, pero esa situación ya no pudo prolongarse más que unas cuantas embestidas de Luis, porque Pedro no era capaz de soportar por más tiempo mis profundas succiones. Sentí su músculo palpitar en mi paladar anunciándome la inminente corrida:

– ¡Joder, Lucía!,¡ joooder, Lucía!, ¡¡¡jooooooooderrrrrrrrrr!!!!.

La leche del muchacho se derramó en mi boca, y un magnífico envite de Luis en mi trasero hizo que el glande de su amigo se introdujese hasta mi garganta haciéndome tragar la corrida casi al instante. Tuve que sacarme la verga de la boca para poder respirar y no atragantarme a pesar de que la eyaculación no era abundante. Apenas tuve tiempo de paladear su dulzor deslizándose por mi garganta, y para terminar, los últimos estertores del orgasmo del muchacho regaron mi cara con pequeñas gotas del blanco elixir.

En aquel instante me sentí dominada, utilizada y humillada, pero eso hizo saltar un “click” en mi cabeza que lo convirtió en algo tan excitante, que tuve la sensación de reiniciarme como una máquina, recobrándome para disfrutar plenamente del excelente sexo anal que Luis me estaba proporcionando.

Ese pirata informático por afición era realmente bueno en la disciplina trasera. A pesar de no tener el grosor o longitud de la polla que acababa de mancillar mi garganta y rostro (tampoco es que Pedro fuese un superdotado, aunque sí estaba ligeramente por encima de la media), Luis manejaba su miembro en mi retaguardia con salvaje maestría, haciéndome sentirlo grande y potente, más placentero en mi culito que cualquiera que hasta entonces había probado. Experimenté con gozo cada penetración del inhiesto músculo a través de mi ano, dilatándolo y expandiendo mis entrañas hasta que la pelvis del chico alcanzaba a azotar mis nalgas, haciéndome desearlo más y más, hasta el punto de que volví a sentirme lo suficientemente fuerte como para retomar las riendas de la situación, desempeñando el papel de la ardiente y autoritaria madurita que se impone sobre el jovencito para aumentar su propio placer.

Tras tanto sexo, necesitaría sensaciones muy fuertes si quería acabar la noche con otro glorioso orgasmo, por lo que ordené a Luis que se sentara. El chico obedeció expectante, con su polla enrojecida y tiesa apuntando al techo.

Mi hermoso nuevo cuerpo me pedía sentirme completamente empalada, por lo que me puse de espaldas al chico y, sujetando su miembro con una mano, volví a colocarlo entre mis redondeces para sentarme repentinamente sobre él y ensartármelo hasta hacerlo desaparecer completamente dentro de mí.

– ¡Ooooohhhh! – gritamos al unísono mientras sus dos compañeros nos observaban sirviéndose unas bebidas.

Él agarró mis tetazas desde atrás estrujándomelas, y comencé a hacer sentadillas sobre él, saltando sobre su pértiga para clavármela a fondo bote tras bote. ¡Qué sensación tan intensa!, ¡qué maravilla de sexo duro y salvaje!. Sin duda, en una primera sesión jamás habría podido realizar esa práctica, pero estaba tan lubricada y dilatada, que la polla de Luis perforaba mi ojal sin ninguna dificultad, haciéndome sentir el fuego de un volcán en mis entrañas que estrangulaban aquel músculo cada vez que me sentaba por completo. Gracias a las corridas anteriores, los dos aguantamos el brutal polvo bastante más de lo que habríamos podido imaginar, y les dimos un magnífico espectáculo a Pedro y Carlos mientras terminaban de emborracharse mirándonos.

Subiendo y bajando, ya estaba a punto, sentía que me iba a correr pero no podía. Hasta que de pronto, Luis me sujetó del hombro tirando de mí hacia abajo y obligándome a clavarme al máximo su polla en mi culo. Sentí su corrida vertiéndose como incandescente lava en mi interior, y mientras él gruñía, noté cómo su otra mano se colocaba en mi coñito y dos dedos como garras lo penetraban con fuerza para hacerme estallar en un repentino e increíble orgasmo doble que casi me deja sin conocimiento.

Cuando conseguí levantarme, vi que mis otros dos amantes habían sucumbido al cansancio y la embriaguez, y dormitaban habiéndose perdido el apoteósico final. Luis se quedó sentado, sin mover un músculo y deleitándose con lo vivido y la contemplación de mi sudoroso cuerpo desnudo.

– Ahora sí que me apetece otro cigarrillo – le dije.

Cogí el tabaco de la madre de Pedro y me fumé un relajante cigarrillo ante el joven que me había confesado que aquello era su fetiche. Con una sonrisa en los labios, él también se quedó dormido.

Aprovechando que los tres habían quedado fuera de combate para un buen rato, me di una refrescante ducha fría en el cuarto de baño de la madre de mi amigo, llamé a un taxi, y me marché a mi casa dejando a los tres sementales dormidos como unos benditos, se lo habían ganado.

Al meterme en mi cama, mientras el cansancio y el sueño me convertían en su presa, un pensamiento afloró en mi cerebro:

– “Aunque sólo fuera por lo experimentado esta noche, merece la pena ser Lucía”.

CONTINUARÁ…

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Relato erótico: “Mi madre y el negro IV: Caída” (POR XELLA)

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La chica no podía ni mirar a su madre a la cara, pasaba los días evitándola. El pensamiento de que habían compartido al mismo hombre la hacía sentir como una zorra, ¿Deberia hablar con ella? No, eso no… No sabría ni como decírselo, además, no estaba segura de lo que sentía… ¿Estaba enfadada consigo misma? ¿Con su madre? ¿Con Frank? Estaba… ¿Celosa?

Lo que si se convirtió en rutina fue la compañía nocturna de Manolo. Cada noche se masturbaba con el vibrador hasta saciarse, a veces incluso se había quedado dormida con el en la mano.
Los días siguientes en la universidad estaba como ausente. Los profesores la llamaban la atención en clase, llegaba tarde y no cogía apuntes. Tampoco había borrado las fotos. Sabía que no debían estar ahí, sobre todo la de su madre, que si alguien le cogía el móvil…
Había recibido varias llamadas de Gonzalo, pero no se las había cogido. Entre la vergüenza de lo que había hecho, y la decepción de después no tenia ganas de hablar con el.
————–
– Esta tarde va a venir Frank a llevarse unos muebles viejos. – Informó Elena el viernes por la mañana.
Alicia se tensó sobre el desayuno y no respondió.
– ¿No te quejas, Alicia? ¿Ni siquiera un mohín? Debes estar madurando por fin. – Le dijo su madre con sorna.
– No quiero molestarme ni en hablar de él. – Dijo Alicia.
Pero mentía.
Se pasó el resto del día pensando en la tarde, no le había visto desde que le hizo la mamada, y no sabia muy bien como reaccionar. Incluso se cambió la ropa interior por algo más… interesante.
Cuando llegó estaba preparada para contestarle cuando se metiera con ella, pero se quedó con la boca abierta cuando la saludó con un simple “Hola, Ali”. No la hizo demasiado caso en toda la tarde, casi ni la miraba. En cambio, a su madre y a su hermana si les prestaba atención. Sobre todo a su madre…
Los cuchicheos, miradas y risas cómplices se repitieron varias veces, incluso vio como la mano del chico se deslizaba por las nalgas de su madre un par de veces sin que ésta hiciera nada por impedirlo.
¿Por que se estaba comportando así? ¿Habia hecho algo mal?
Cuando el chico se fue, Alicia salió detrás, agobiada por la situacion, y le interceptó en la calle.
– ¡Frank! 
El chico se detuvo, pero no se dio la vuelta. Cuando Alicia le alcanzó continuó andando.
– ¿Que quieres? – Preguntó.
– Yo… – No sabía que decir, en ningún momento había pensado en ello. Guardó silencio ybno acabó la frase.
– Si no tienes nada que decir no me molestes, tengo algo de prisa.
– ¡Espera! – Se situó ante él, impidiéndole caminar. – ¿He hecho algo mal? No se por qué te comportas así conmigo…
– ¿Desde cuando te importa como me comporto contigo? Nunca me has soportado.
Alicia bajó la mirada, le gustaría desaparecer, salir de su cuerpo y no escuchar lo que iba a decir en ese momento.
– Es cierto pero… Ya no…
– ¿Ya no? ¿Desde cuando?
– Desde… Desde lo del otro día…
– Cuando, ¿Cuando te tragaste mi lefa? – El chico levantó la cara de Alicia, la obligó a mirarle. – ¿O cuando viste como me follaba a tu madre?
La cara de la chica se puso roja.
– Por favor… Dime que he hecho para que ahora ni me mires…
Frank puso cara de severidad, pero una inmensa satisfacción le embargaba. Estaba esperando que Alicia rompiese la máscara de orgullo que exhibía y fuese ella la que le buscase. 
– Eres una arrogante, siempre lo has sido. Nunca me has soportado y ahora, por que a ti te apetece, ¿Tengo que ir detrás tuya? Las cosas no funcionan así. Puedo tener a todas las zorras que quiera sin despeinarme. En tu propia casa sin ir mas lejos…
Nuevamente esa sensación de indignación y celos embargó a la chica.
– ¿Y que quieres que haga? Dame una oportunidad…
Frank la miró fijamente. Estaba sorprendido de lo rápido que había cedido aunque claro, conociendo como era su madre tampoco debia extrañarle…
– Sólo una. – Dijo. Alicia mostró su sonrisa. – Esta noche iremos de fiesta, según como te comportes veré si has dejado de ser una zorra arrogante.
– No te preocupes. – Contestó Alicia.
– Espero que te lo tomes en serio. Empezando por la ropa de mojigata que sueles llevar. – Diciendo eso, Frank la apartó a un lado y comenzó a andar. – A las once en punto te paso a buscar. No me hagas esperar.
– N-No… A-Adios…
Alicia se quedó en el sitio, algo confusa. Su cabeza estaba hecha un lío, ¿Por que se comportaba de esa manera con aquel cabrón? Hace tan solo unos días le odiaba, pero ahora ejercía sobre ella una fuerte atracción. Pensó en su madre y un atisbo de rabia y remordimiento apareció en su mente, pero lo desechó rápidamente. Estaba decidida.
Un poco antes de las once ya estaba preparada. Se había puesto un vestido negro ajustadísimo que sólo se había puesto una vez por que le parecía demasiado atrevido para ella. Era corto. Muy corto. Solo unos dedos de tela mantenian a salvo su intimidad.  La vez que se lo puso, fue para dar una sorpresa a Gonzalo, y porque no iba a andar por la calle con él, se tiraron toda la noche en una habitación de hotel. 
Se maquilló y se puso un bonito conjunto negro de encaje, sujetador y culotte. No se atrevió a ponerse un tanga con ese vestido. Unas medias de rejilla y unos tacones altos completaban un atuendo que pedía guerra a gritos.
Salió de casa intentando que no la viera su familia cuando vio llegar el coche de Frank.
– H-Hola. – Saludó tímida.
Frank la miró de arriba a abajo.
– Hola. Sientate. 
Y sin decir nada más, arrancó.
P
asaron el trayecto en silencio, Alicia con la mirada baja, con las dudas sembrando su mente. Frank aparcó cerca de un local y rompió el silencio.
– Parece que estás dispuesta a seguir adelante con esto. Espero que te portes bien. Si es así, te aseguro que tu también lo pasarás bien. Dejate llevar y todo saldrá perfectamente. – Salió del coche y abrió la puerta de la chica. Nuevamente la miro de arriba a abajo. – Parece que tenías un fondo de armario mas interesante que la ropa de sosa que sueles llevar… – Guardó silencio durante unos segundos. – Vamos, me están esperando.
– ¿Q-Quien? ¿No vamos solos? – Preguntó Alicia, asustada.
– Si, pero tengo un asuntillo que tratar con mi camello.
El chico se dirigió a un callejón en el que había un enorme negro esperándole.
– Hola, Piernas, ¿Que tal todo?
Saludó al hombre con un afectuoso apretón de manos.
– Genial, y ya veo que a ti también te va bien. – Contestó el Piernas, comiéndose a Alicia con la mirada. La chica se ruborizó e intentó mirar hacia otro lado. Ese vestido la hacia sentirse desprotegida. – ¿Realmente es…?

– Si. – Cortó Frank. – Su hija. – Alicia soltó un extraño ruidito con la boca y miró a los hombres. – Aunque le queda mucho por aprender para ser como su madre.

– Pero ya te encargarás tu de eso, ¿No? – El Piernas se rió de su comentario.
– Si fuese fácil no sería divertido. ¿Has traído lo que te encargué?
– Por supuesto.
El hombre mostró dos bolsitas de plástico al chico que las cambió por algunos billetes.
– Me alegro de verte. – Dijo Frank. – Estaremos en contacto.
El Piernas no dijo nada, solo se dio la vuelta y se fue por el callejón.
– ¿Quien era ese? – Preguntó a Alicia. – ¿Por que hablabais de mi madre?
Frank no contestó. Se limitó a sonreír y entró en el local.
Nada mas entrar Alicia se dio cuenta de que iba a llamar la atención mas de lo que quería. Era un local de musica Funk y el vestido que llevaba llamaba la atención incluso más que normalmente. La hacía parecer una puta.
– ¡Frank! – El grito de una mujer sacó a Alicia de sus pensamientos.
La camarera salió de detrás de la barra y fue corriendo a saludar al chico con un apasionado morreo. Frank rodeó a la chica con sus manos y no perdió la ocasión de manosearle el culo.
Alicia sintió un arranque de celos.
– Me alegro de verte, Mina. ¿Que tal todo?
Alicia observó a la chica, llevaba unos pantalones anchos, de talle bajo que dejaban ver el tanga negro que llevaba, un top cortito, mostrando escote y ombligo y el pelo rubio y corto. Varios piercing adornaban su cara. No escuchaba lo que decían, pero entonces se dio cuenta de que la chica la estaba observando.
– ¿Una chica nueva? – Preguntó. – Es bastante guapa.
– Se llama Alicia. Todavía tengo que decidir si merece la pena…
– Hola Alicia. Soy Mina. – La camarera se acercó a saludar y, sin dar tiempo a ninguna reacción le plantó un húmedo beso en la boca. Alicia no supo como reaccionar ante aquella lengua que la invadía y tardó unos segundos en quitarse a la chica de encima.
– ¿Q-Que haces? – Protestó.
– ¿No ves? Aun está un poco verde. – Se excusó Frank. – Quédate aquí un momento, Ali. Enseguida vuelvo.
Alicia se sentía incómoda, ¿Como había accedido a meterse en ese lío?
– Venga chica, relajate. Mira, vamos a tomar algo, invita la casa.
– No, yo… Yo no quiero nada… – Alicia de planteaba seriamente la opción de irse, pero en seguida tenía un par de vasos de chupito frente a ella y una botella verde.
– ¿Has probado alguna vez el Jager?
– ¿Eh? No… Los chupitos no me suelen sentar bien, así que no los suelo tomar.
– Pues venga, de un trago. – Ante la mirada preocupada de la chica añadió. – ¿Acabas de llegar y ya estas poniendo pegas? ¡Animate!
Y brindando se tomó el suyo de un trago. Alicia la imitó, notando como algo parecido a fuego bajaba por su garganta.
– Aahhhggg. – Se quejó.
– Al principio cuesta, luego le coges el truco. – Llenó de nuevo los vasos. – ¡Para adentro!
Alicia pensó que si seguía así, la noche seria muy corta… Pero imitó a la rubia.
– Es increíble, ¿Verdad? – Preguntó la camarera después de unos segundos. Estaba mirando la botella con aire distraido.
– Yo no lo llamaría así… – Alicia se agarraba la garganta. – Abrasador, mas bien…
– ¿Eh? ¡No, tonta! Me refiero a Frank… 
– Yo…
– Tiene algo… – Cortó Mina. – Absorbente… Su personalidad, su fuerza… Es imposible resistirse…
La chica miraba a la camarera intentando asimilar lo que le decía.
– Y el sexo con él… Buff… Es como una fuerza de la naturaleza…
– Yo… Yo no…
Mina la miró y Alicia pudo ver en sus ojos una sensación extraña. ¿Era compasión?
– ¿No has follado con él?
– Bueno… Mas o menos…
– ¿Mas o menos? En esto no hay medias tintas chica… O si… O no… – Comenzó a acercarse a Alicia. Puso una mano a cada lado de su cuerpo y comenzó a deslizarlas hacia abajo. – Cuando te toca… Cuando te toca puedes sentir que te posee, que eres completamente suya. Sus manos recorren tu cuerpo mientras deseas que no acabe nunca. – Las manos de Mina estaban ya sobre las caderas de Alicia, se había acercado tanto que estaba a pocos centímetros de su cara. Podía notar su respiración perfectamente. – En ese momento podrías hacer cualquier cosa que te pidiese… Venderías a tu madre para conseguir que te hiciese suya…
Alicia se estremeció, ¿Esa mención era casual? Miró a Mina a los ojos, esta se ladeó, vertiendo su aliento sobre el cuello descubierto de la chica, arrancándole un incontrolable suspiro.
– Y entonces viene lo mejor, notas como el monstruo crece poco a poco, lo tocas, lo sientes… Y cuando lo liberas… La maravillosa visión de esa enorme polla… Piensas que no vas a poder, que es enorme, que te va a partir en dos… – Las manos de Mina recorrían el cuerpo de la chica. Ésta recordó esa sensación cuando vio el tamaño del rabo de Frank… Realmente era enorme… – Pero lo deseas, deseas que te parta en dos… Que te taladre… Que te empale…
Mina llevó las manos al culo de Alicia y apretó las nalgas con fuerza, con deseo.
– ¿Eh? – Exclamó Mina, algo confusa. – ¿No te lo dijo Frank? Esto no le va a gustar… 
– ¿E-El que? – Ahora la confundida era Alicia. Empezaba a sentirse algo mareada.
– Chicas, ¿Empezais la fiesta sin mi o que? – Frank acababa de llegar. – ¿Que tal se porta nuestra nueva amiga? – Preguntó a Mina.
– Es muy simpática. Y muy guapa. Siempre has tenido buen gusto.
Alicia se puso algo colorada, le estaba entrando calor.
– Te vamos a dejar sola un rato, preciosa. Vamos a divertirnos un poco, ¿Verdad, Ali?
– Eh… Si, claro… 
Siguió a Frank hacia el centro de la pista mientras se comía la cabeza pensando que podía haber hecho mal. Cuando pararon, Frank se situó ante ella y, sujetándola por las caderas con voz seria dijo:
– Es tu última oportunidad de dar marcha atrás. Sal de aquí y convierte te en una mojigata insatisfecha, o quedare y disfruta.
La chica no dijo nada, miró a Frank a los ojos, recordando las palabras de Mina, notando sus fuertes manos sobre ella. No podía evitar pensar en el estado de excitación en que se encontraba desde su pequeña aventura voyeurista. 
Comenzó a moverse al ritmo de la música. Primero suave, lentamente, casi por inercia. Después, ante la sonrisa de aprobación del chico, comenzó a arrimarse y a marcar mas sus movimientos.
Las manos de Frank pasaron de sus caderas a su espalda y de ahí, bajaron sin preámbulos a su culo.
– ¿Que coño es esto? – Preguntó apartándose de ella.
– ¿Q-Que? – Igual que Mina, Frank veía algo que Alicia no. – ¿Que ocurre?
– Te dije que tendrías que dejar de ser una mojigata, ¿Y traes puestas unas putas bragas?
– E-Es un culotte… Es de encaj…
– Me da igual lo que sea. Si quieres seguir con esto o llevas tanga o no llevas nada. Así que, a no ser que lleves un tanga escondido en el culo solo tienes dos opciones.
Alicia se quedó muda, las lágrimas acudieron a sus ojos, ¿Por que tenia que aguantar eso? Ese cabrón no volvería a verla. Se dio la vuelta y se dirigió a la salida.
Se paró a medio camino a secarse las lágrimas, y al volver a caminar, en vez de a la salida se dirigió al cuarto de baño.
Cuando Frank la vio aparecer con los ojos enrojecidos supo que la noche iba a ser muy divertida.
– Toma. – Dijo secamente Alicia, poniendo sus bragas en la mano del chico. – Y-Ya tienes lo que querías.
Frank se llevó las bragas a la nariz y aspiró.
– Mmmmm. Me encanta el olor a hembra cachonda… Estas caliente, ¿Verdad? Esto te gusta… Te estás comportando como una zorrita y eso te calienta…
Alicia apartó la mirada.
– Llévale esto a Mina y pídele un par de copas. – Dijo, devolviéndole las bragas.

La chica cerró los ojos, respiró hondo y se dirigió a la barra. Sin decir nada, sin mirar a la cara a Mina, le pidió las copas y puso las bragas sobre el mostrador.

– Te dije que no le gustaría. – Dijo, comprensiva. – Pero no te preocupes, en cuanto aprendas lo que le gusta que hagas y lo que no, todo será mas fácil. – Cogió las bragas y, al igual que Frank, se las llevó a la nariz. – No puedes negar que te gusta todo esto, ¿Verdad? – Acarició la mejilla de Alicia, la obligó a mirarla. – No te sientas mal, solo dejate llevar y disfruta.

Después del avergonzante momento de las bragas, todo se puso algo mejor. Las copas volaron y Alicia estaba algo borracha, lo que hizo que se desinhibiera bastante. Estuvieron bailando toda la noche, y las manos de Frank recorrieron entero el cuerpo de Alicia. Ésta estaba cada vez mas caliente, lo que hacia que cada vez buscara más el contacto con Frank, se restregaba contra el, notaba el enorme bulto en su entrepierna y buscaba el contacto.
– Frank… – Balbuceó.
– ¿Que pasa?
Alicia se lanzó al cuello de Frank, devorándolo, casi no era capaz de controlar sus actos, se dejaba llevar por el deseo. Apenas fue consciente de salir a la calle e introducirse en el callejón donde hablaron con el piernas.
– ¿Quieres que te folle, Ali? ¿Quieres que acabe lo que empezaste el otro día? – La mano de Frank se deslizaba bajo el vestido y exploraba el empapado sexo de la chica.
– Frank… No aguanto más… Necesito…
– ¿El que necesitas? ¿Eres una zorra y necesitas polla? ¿MI polla?
– Si… Por favor…
– Dilo.
– ¿El que?
El chico la miró fijamente en silencio, dejando de masturbarla. Alicia movía las caderas buscando de nuevo el contacto con el chico.
– …Soy… Soy una zorra y necesito polla…
– ¿Que polla?
– Tu polla… Por favor…
Frank sonrió pero, en vez de lanzarse sobre ella se aparto y se acercó a un contenedor. Sacó un pequeño espejo y una bolsita y, en unos segundos, se estaba metiendo una raya de coca.
– Toma, aquí tienes la tuya. – Dijo a la chica. – Venga, te gustará.
Alicia, confundida, borracha y con una sola cosa en mente se colocó frente al espejito, dudando. La mano de Frank se introdujo en su entrepierna y comenzó a masturbarla de nuevo.
– Vamos zorrita, no tienes mas que aspirar.
Alicia estaba comenzando a gemir. Se agachó y, sin pensarlo mucho, esnifó entera la droga que tenia enfrente. Dolía. Le dolió la nariz, le dolió la cabeza y le dolió su orgullo. Nunca había probado las drogas, y ahí estaba ahora, a merced de aquél negro que hasta hace tan poco odiaba.
– Eso es, zorrita, ahora vamos a pasarlo bien.
Frank comenzó a besar el cuello de Alicia desde atrás, mientras restregaba su paquete por el culo de la chica. Los gemidos de Alicia cada vez eran mas audibles. Rápidamente comenzó a notar como el efecto del alcohol desaparecía de su cabeza gracias a la coca, pero el ansia por el sexo seguía ahí. Incluso mas fuerte que antes.
Se giró y se arrodilló ante Frank, apresurándose en liberar a la bestia que la esperaba. Miró a los ojos al chico mientras intentaba devorar aquella enorme polla. Le entraban arcadas pero no le importaba. La saliva se acumulaba en su boca y en la polla del chico, y escurría por su barbilla. Un pequeño hilillo de sangre salia de su nariz.
– Para ya. Quiero follarme a mi zorra.
Alicia se levantó inmediatamente, estaba nerviosa. Nerviosa y cachonda.
Frank levantó el vestido hasta las caderas y la obligó a inclinarse sobre el contenedor. La agarró del pelo, obligándola a levantar la cabeza y comenzó a penetrarla sin prisa pero sin pausa.
Los gemidos de Alicia dieron paso a pequeños grititos de dolor. Era enorme.
– No pares… – Decía. – Fóllame, párteme en dos… Fóllate a tu zorra.
Al oír esa palabra, Frank metió lo que restaba de su polla hasta el fondo y comenzó a bombear frenéticamente.
Los gritos de dolor de Alicia se tornaron nuevamente en gemidos mientras la sobrevenía un orgasmo tras otro. Por su ahora lucida mente pasaba un pensamiento tras otro. Se acordó de Gonzalo, pensó que había estado completamente equivocada toda su viva con respecto al sexo. Lo que tenía con el no era sexo, era un juego de niños comparado con ESTO.
Podía notar como la polla de Frank forzaba las paredes de su coño con cada embestida, como sus huevos chocaban contra ella. Se acordó de su madre, volvió a verla apoyada sobre el sofá, recibiendo el mismo tratamiento que estaba recibiendo ella en este momento.
 
Se sintió sucia. Se sintió zorra.
Se sintió SU zorra.
– ¿Te gusta puta? ¿Te gusta que te reviente?
– Mmmmm Siiiiii Ufff… Fóllame cabrón, no paressss.
– Eres igual que tu madre, remilgada al principio pero luego toda una puta. ¿No es así zorra? – Alicia casi no podía articular palabra. – ¡Contesta! – Ordenó, tirando más fuerte del pelo.
– ¡Sí! ¡Si! ¡Soy una zorra! ¡Soy una puta!
– ¿Como quien?
– ¡Como mi madre! ¡Soy una zorra como mi madre! ¡Soy tu zorra como mi madre!
Mientras decía esas palabras una enorme corrida le llenó las entrañas. Sentía perfectamente los espasmos que tenía la polla al descargar dentro de ella. Frank se apretó contra su culo y la penetró lo más profundo posible, soltando gemidos de placer y desahogo. Alicia se derrumbó sobre el contenedor jadeando, estaba agotada.
– No te relajes mucho, ¿Piensas dejarme así?
Frank agarró su polla y la sacudió ligeramente, dando a entender a la chica lo que quería que hiciera. Ésta, obediente, se arrodilló sobre el chico y comenzó a lamer el rabo hasta dejarlo limpio. Se levantó y se apoyó en la pared, le temblaban las piernas, nunca se había sentido tan satisfecha. Notaba como el semen comenzaba a resbalar por sus muslos. 
– Espero que hayas disfrutado de la experiencia, zorra, por que va a ser la primera de muchas. Anda, pasa al servicio y limpiate un poco, no vas a subir así a mi coche.
Alicia le hizo caso y avanzó tambaleándose. No quiso mirar a nadie en el local, pero le dio la impresión de que Mina sonreía con la mirada fija en ella.
Se miró en el espejo. Tenia el rímel corrido y estaba despeinada, el vestido estaba descolocado y seguramente todos en el local la habían visto el culo. Parecía una verdadera puta.
Por un momento, en su reflejo vio a su madre en vez de así misma. Apartó la mirada. ¿Habria pasado por algo similar? ¿Se sentiría igual que ella ahora mismo?
Se sentía tan sucia…. Tan zorra…
Tenía la cabeza embotada por el alcohol y las drogas pero se sentía tan… bien…
————————-
– Ya hemos llegado. – Dijo Frank cuando llegaron a casa de Alicia. – Dentro de poco me pasaré por aquí otra vez, no me gusta dejar a mis zorritas desatendidas. – Alicia agachó la cabeza y se sonrojó. – Me encanta. Tres zorras viviendo bajo el mismo techo.
“¿Tres?”
– No metas a mi hermana en esto. – Replicó Alicia. No fue consciente de que con ese comentario aceptaba su condición y la de su madre.
– ¿Tu hermana? – Frank la miró sonriendo, cadí riéndose. – No tenías ni idea de quien era tu madre y no tienes ni idea de quien es tu hermana.
– ¡He dicho que no te acerques a ella! Por… Por favor… – Añadió, cuando se dio cuenta de que había elevado demasiado el tono.
– Tu hermana es mayorcita, y tiene perfectamente claro lo que quiere y deja de querer. Preocupate de ti misma y dejate de rollos… Anda, baja del coche.
Alicia bajó y Frank se fue. Se quedó unos segundos parada en la calle antes de entrar en su casa, intentando no despertar a nadie. Se quedó mirando la habitación de su hermana, pensando en las ultimas palabras de Frank, pero no le dio demasiadas vueltas. Estaba agotada y se fue a dormir enseguida.
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Relato erótico: “LA FÁBRICA (7)” (POR MARTINA LEMMI)

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Mi más que obvia presunción quedó pronto confirmada.  Sentí el contacto de su húmedo miembro contra mi sexo y cómo el desgraciado lo hacía jugar un poco sobre mi entrada pero aún sin introducirlo.  A pesar de que me resistía a hacerlo, tal situación me hizo excitar y soltar una bocanada de aliento.  Él se dio cuenta y rio: había logrado su objetivo.  A continuación, me entró sin más trámite y esta vez lo que me arrancó fue un profundo grito que no logré contener.  Teniéndome entonces a cuatro patas, Inchausti inició su bombeo sin piedad alguna y sin darme respiro; sorprendente a su edad.   A cada una de sus embestidas, brotaba de mi boca un jadeo y hasta, a veces, un grito; era como si en ese momento no tuviese completo control de mí misma.  Él también jadeaba:

“Aaah, así, Soledad, así… aaah, mmmm, sienta la verga dentro suyo; siéntala… mmm… ¿Imaginó alguna vez ser cogida por un tipo tan feo?  Mmmm, así…”
Era la primera vez que hacía alusión directa a su poco ventajosa condición estética.  Parecía sentir morbo con eso de que yo era la bella y él la bestia y lo peor de todo fue que logró contagiarme algo de ese morbo pues volví a excitarme cuando dijo eso.  Seguía bombeando y bombeando y a medida que lo hacía el ritmo se iba incrementando; suponía yo que, a tal intensidad, la eyaculación le llegaría de un momento a otro pero supuse mal: estuvo un largo rato dándome verga, tanto que yo tuve dos orgasmos antes de que él llegara al suyo.  Cada vez que yo llegué al mío, él se excitó el doble y me entró aun con más fuerza sin parar de insultarme y degradarme:
“¿Se da cuenta de lo puta que es? – me decía al mismo tiempo que me zurraba en una de las nalgas -.  ¡Vea lo que está haciendo sólo por obtener una venta!  Es una auténtica zorra, Soledad, una putita de mierda que, a partir de hoy va a estar bien cogida… Mmm, aaah…”
Lo peor de todo era que tenía razón: yo era una putita o, de lo contrario, ya hubiera renunciado a trabajar en la fábrica sin someterme a cosas tan degradantes.   Cuando alcanzó el orgasmo, me lo hizo saber con un largo y profundo grito que resonó por toda la habitación, precisamente en el mismo momento en que yo llegaba al tercero de los míos.  Se dejó prácticamente caer sobre mí y, debido a su peso, ya no me pude sostener a cuatro patas por lo cual caí de bruces sobre la cama siendo virtualmente aplastada por su cuerpo fofo y sudado.  Su entrecortada respiración contra mi oído parecía propia de un lobo famélico.  Estuvo tanto rato sobre mí que hasta llegué a pensar que se había dormido; me resultaba más atractiva la idea de que estuviese finalmente muerto, tal como él mismo lo había adelantado a modo de broma pero la realidad era que el asqueroso aliento sobre mi nuca me decía lo contrario.  Finalmente se incorporó o, al menos, se arrodilló nuevamente sobre la cama.  Me acarició las piernas y tomó mi tanga, que yo tenía a mitad de los muslos, llevándola hacia mis tobillos para, finalmente, despojarme de ella. 
Me di la vuelta sobre la cama.  Yo también estaba exhausta y aún el pecho me subía y me bajaba pero, aun así, me las arreglé para girarme, intrigada por lo que estaría él haciendo.  Inchausti ya no estaba sobre la cama sino de pie al borde de la misma, sosteniendo mi tanga entre sus manos.  Levantó la prenda como si fuera un trofeo y la llevó hacia su rostro para estrujársela contra el mismo.  Su expresión era la más depravada que se podía llegar a imaginar.
“¿Qué… hace, señor Inchausti?” – pregunté, con cara de asco y frunciendo el entrecejo.
“Éste va a ser mi souvenir – anunció, sonriendo -.  Su prenda me va a ayudar a acordarme de usted cada vez que lo necesite.  E imagino que va a ocurrir seguido”
No puedo describir la repulsión que me produjo el verle pasándose mi tanga por la cara y chupándola como si fuera un caramelo.
“Señor Inchausti… No… puedo dársela – objeté -.  Mi falda ya es demasiado corta.  ¿Cómo se supone que voy a volver a entrar en la fábrica… o en mi casa?”
“Ya resolverá eso – dijo, como desentendiéndose -.  Pero esta prenda… es mía y eso no se discute.  Ya le dije que no habría más concesiones luego de que acepté cortar la filmación”
No se podía ser más repugnante y depravado.  Se mantuvo durante un rato llevando mi tanga de su rostro a los genitales y luego al rostro nuevamente.  Su verga, por cierto, comenzaba a hincharse y erguirse nuevamente; ahora que la estaba viendo, no dejaba de causarme asombro que un miembro en apariencia tan gastado y fláccido, fuera capaz de dar tales demostraciones de virilidad.  La imagen era tan chocante que busqué mirar hacia otro lado, así que fijé mi vista en los dibujos del acolchado.  Por otro lado, el hecho de que su pene estuviese irguiéndose de nuevo me hacía temer de parte suya una nueva arremetida; quería pensar que no, pero era fácil suponer que sí…   Intenté hablarle de otra cosa, desviar el tema:
“Creo que… ya deberíamos volver a la fábrica, señor Inchausti”
“Mmmm… ¿ya? – preguntó él dejando de chupar mi tanga por un instante y echando un vistazo a su reloj -.  Es temprano… y Hugo me la entregó por toda la tarde”
Se me nubló la vista y todo me dio vueltas en la cabeza.  Una vez más, se volvía a hacer referencia a mí como a una propiedad que se presta o se concede para su usufructo.
“Es que… – musité -, yo creo que…”
No me dejó terminar; supongo que ni siquiera me estaba oyendo.  Una vez más se abalanzó sobre la cama y, marchando sobre sus rodillas, avanzó hacia mí, lo cual me obligó a echarme aun más hacia atrás como acto de autodefensa.  Quedé con mis espaldas contra la cama mientras él, clavando en el somier una rodilla a cada lado de mi rostro, se me ubicó por encima.  Un chorro viscoso me cayó sobre el rostro obligándome a cerrar los ojos por un instante; no pude determinar si se trató de semen residual de la cogida que me había dado minutos antes o de líquido preseminal que actuaba como prólogo de lo que vendría.  Por lo pronto, su miembro, húmedo y chorreante, se hallaba a escasos centímetros por encima de mi rostro.
“Abra la boquita, Soledad – me ordenó -.  Ábrala toda que ya sé muy bien que sabe hacerlo”
Una vez más sentí repugnancia hacia Hugo.  El maldito puerco hasta eso le había contado.  ¿Habría dejado a salvo algún secreto, al menos? 
“Ábrala” – me insistió.
Haciendo de tripas corazón, abrí mi boca lo más grande que pude con lo cual su miembro entró limpio en ella, pero yo no estaba dispuesta a permitir más que eso así que le apliqué una buena mordida.  Se me quitó de encima de un salto y retorciéndose todo su cuerpo mientras profería un lastimero alarido que, a mí personalmente, me reconfortó y me arrancó una sonrisa..
“¡Puta de mierda!” – no dejaba él de vociferar mientras se tomaba el dolorido pene -.  Ya mismo voy a llamar a Hugo y que se olvide de su venta…”
Cuando tomó el celular me asaltó un acceso de terror.  De pronto, la realidad mundana volvió a chocar contra mi integridad y mi dignidad: recordé mi estabilidad laboral, los meses de desempleo, mis deudas, el puesto de secretaria…
“¡No! – aullé, implorante -¡No, por favor!  ¡No lo haga!”
Él ya había comenzado a marcar algo en el teclado de su teléfono pero se interrumpió y se quedó mirándome ceñudo y con cara de pocos amigos.
“No… quise morderlo – dije, desesperadamente y con mi voz cargada de angustia -; fue… una demostración de afecto que salió mal… ¡Le pido perdón!  Pensé que una mordida lo… excitaría, señor Inchausti, pero creo que se me fue la mano y mordí con demasiada fuerza.  Le ruego me disculpe, por favor, soy muy tonta…”
“Que es muy tonta es algo que ya sé – repuso.  Para mi alivio pareció dejar definitivamente de marcar en el celular y, en cambio, me mostraba la enrojecida cabeza de su pene -.  ¿Entiende usted esto como una demostración de afecto?”
“Le repito que salió mal; fue un error, señor Inchausti.  Lo siento. Lamentablemente… no tengo tanta experiencia en esto…”
“¿En qué?”
“En… el sexo oral”
“No me joda…”
“Es la verdad, s… señor Inchausti”
“Hugo me contó que se la mamó muy bien… Y creo que si lo hubiera mordido me lo habría dicho.  A lo que voy es a que dudo que, como usted dice, no tenga experiencia”
“Le juro que no la tengo, señor Inchausti.  La de Hugo fue… – yo estaba pálida; me costaba horrores decir las palabras -… la primera verga que mamé en mi vida”
Carcajeó estruendosamente; cuando menos podía alegrarme de que tal vez desistiera de su plan de llamar a Hugo.
“¿Y me va a decir, entonces, que la mía fue la segunda?”
Automáticamente me acordé de Luis y de la mamada que le tuve que dar en el interior de su auto.  Dudé, por lo tanto, unos instantes antes de dar mi respuesta y esa duda fue fatal para el supuesto caso de que decidiera mentir a continuación; para cuando finalmente hablé, ya estaba obvio que mi largo silencio había hablado por sí solo e invalidaba cualquier intento por decir otra cosa.
“N… no, la tercera en realidad” – respondí llena de vergüenza.
“Ja… ¿y está su novio en esa lista?”
Más vergüenza, más dudas, más silencio.  Negué con la cabeza.
“Jaja, lo imaginaba… Las putas de verdad nunca le chupan la verga a sus parejas formales; siempre se la chupan a otros, jeje… Bien, basta de charla; vuelva a echarse sobre la cama y abra la boca… ¡Y cuide sus dientes!”
Yo había conseguido, al menos, que no llamara a Hugo pero, claro, ahora debería atenerme a las consecuencias.  Él, al parecer, había recuperado su confianza en mí lo cual no era para mí poca cosa de cara a mi futuro inmediato: mi excusa acerca de la supuesta buena intención en la mordida había tenido éxito. 
Con resignación, me eché de espaldas nuevamente para aguardar lo peor que, por cierto, no tardó en llegar.  Se desplazó sobre sus rodillas tal como lo haría una araña o, al menos, ésa fue la imagen que me dio en ese momento.  Antes de que yo pudiera darme cuenta de algo ya se hallaba sobre mí.  No necesitó repetirme que abriera la boca; estaba suficientemente claro que si yo no quería volver a perder la confianza recuperada, debía hacerlo…
Una vez que mi boca estuvo abierta en toda su magnitud, su miembro ingresó en ella hasta prácticamente llenarla toda y lo increíble del asunto era que no había perdido su erección luego de mi mordida.  La punta del glande me tocó la garganta produciéndome arcadas y me dio la sensación de que él lo notó y, de hecho, lo disfrutó ya que, tomando la base de su miembro con una mano, lo movió varias veces de tal forma de volver a tocar mi garganta una y otra vez mientras sus testículos se aplastaban contra mi mentón.  Me sentí sofocada; se me dificultaba respirar y comencé a arrojar manotazos hacia los costados como un modo de que él entendiera la situación.  Levanté la vista para mirarlo y distinguí que tenía mi tanga adentro de su boca; en contrario a mis intentos por llamar su atención, jamás pareció él notar que yo no podía respirar o, al menos, no lo demostró…, o no le importó.  No me dejó respiro ni tampoco me dejó oportunidad de trabajar con mi lengua sobre su miembro como en su momento lo había hecho con Hugo o con Luis.  Esta vez fue totalmente diferente: se trató, literalmente, de una salvaje cogida por la boca.  Todo el trabajo lo hizo él: subiendo y bajando, aumentando el ritmo y entrando cada vez más profundo.  Sus jadeos me llegaban algo ahogados ya que tenía su boca ocupada con mi tanga pero aún así se notó que iban en crescendo, lo cual me dio la pauta de que se acercaba al orgasmo y me asaltó la duda acerca de qué debía hacer yo al respecto: Hugo me había obligado a tragar el semen; Luis no lo hizo pero yo lo tragué de todas formas y fui felicitada por eso.  ¿Y ahora?
Lo cierto fue que Inchausti no me dio oportunidad de decidir ni elegir.  En la posición en que yo estaba sólo pude entregarme mansamente a que me cogiera la boca hasta que su semen me invadió hasta la garganta sin que yo pudiera hacer nada al respecto.  Una vez que, ya satisfecho, se me levantó de encima, me tomó la blusa y tironeando de los lados me la abrió arrancándome un par de botones: otra prenda en problemas que necesitaría de excusas y justificaciones.  Llevó mi sostén por encima de mis tetas de tal modo de dejarlas al descubierto, para luego dedicarse a sobarlas sin el menor asomo de delicadeza ni, mucho menos, respeto.  No es mi pecho mi agraciado, pero aun así tengo lo mío.
“Mmm, hermosas tetas – dijo, demostrando una increíble rapidez para recuperarse del cansancio del orgasmo -.  No muy grandes pero sí bien delineadas, finas diría, con clase…., de las que a mí me gustan”
Dicho ello, zambulló su rostro contra mi pecho derecho y hundió su boca en mi pezón dejándolo rígido en cuestión de segundos.  De pronto me propinó una fuerte mordida que me hizo gritar.   Despegué la nuca de la cama y levanté un poco la cabeza para echarle una mirada recriminatoria.  Él había ya soltado mi pezón y me miraba sonriente:
“Una demostración de afecto, Soledad” – dijo, en tono de burla.
Hice un esfuerzo sobrehumano no sólo para no escupirle al rostro sino además para no demostrarle que la mordida en realidad… me había excitado.  Volvió a zambullirse sobre mi pecho y se dedicó a succionar mi pezón sin la más mínima delicadeza ni amabilidad; lo hacía casi como si estuviese chupando el jugo de una fruta y esa “cosificación” de la cual yo era objeto me incrementaba, a mi pesar, la excitación.  En ese momento quería que todo terminase de una vez; no soportaba la paradoja de sentirme asqueada por tener a ese inmundo tipo encima y, a la vez, excitada por lo que ese mismo asco me generaba.
Luego de ocuparse de mi teta derecha se dedicó a la izquierda.  No volvió a morderme lo cual, extrañamente, lamenté: al parecer, él ya consideraba la deuda como saldada.  Lo cierto fue que con todo ese trabajo de succión sobre mis pechos su verga comenzó a ponerse como roca nuevamente, cosa de la cual yo podía darme perfecta cuenta porque la tenía apoyada contra mi muslo.  ¡Dios!  ¿No iba a terminar nunca aquello?  ¿Cómo era posible que un tipo de su edad pudiera volver a poner su miembro en erección tantas veces en tan poco tiempo?  Ni siquiera lo había visto tomar una pastilla de viagra o algún sustituto, ni allí ni en el restaurante.
De pronto se desentendió de mis pechos.  Incorporándose, me tomó por hombros y cabellos, levantándome prácticamente en vilo de tal modo de arrancarme de la cama. Haciendo caso omiso de mis grititos y quejidos de dolor, me llevó prácticamente volando al punto de que mis pies casi no tocaban el alfombrado; una vez que llegamos hasta la baranda de la escalera, me soltó los cabellos pero lo hizo virtualmente arrojándome contra la baranda ya que yo quedé doblada por mi vientre sobre la misma, arqueado mi cuerpo y con mi cabeza y pechos colgando hacia el vacío.  Tuve que tomarme con fuerza de la baranda para no caer.  Un súbito e incontrolable espanto se apoderó de mí: él parecía mostrarse cada vez más violento en sus actitudes y me restalló en el cerebro la inquietante posibilidad de que el tipo fuera un psicópata peligroso y que su real intención fuera arrojarme de la escalera.  De sólo pensar en ello, todo me temblaba, desde mis tobillos hasta mi sien: todo me daba vueltas y comencé a ver borroso, tanto que sentí que perdía el equilibrio y caía finalmente.  Sin embargo, él volvió a tomarme por los cabellos y me hizo llevar la cabeza hacia atrás hasta que mi oreja quedó pegada a su boca.
“Además de no chuparles la pija – masculló, con un desagradable sonido a saliva entre sus dientes -, ¿sabe qué otra cosa no hacen las putas con sus novios?”
Negué con la cabeza.  Yo estaba aterrada y totalmente superada por la situación.  El cuero cabelludo me dolía y mi boca no conseguía articular palabra alguna sino que sólo soltaba interjecciones de dolor.
“Nunca les dan el culo – dijo, acercando aun más su boca a mi oído y deslizando desagradablemente su lengua por dentro del lóbulo de mi oreja.  Me dio una palmada sobre la cola -.  Eso es para cualquier tipo, pero no  para su novio ni su esposo, jeje…”
Di un respingo.  ¡No!  ¡Mi cola no!  Eso sí que no podía permitirlo, pues mi retaguardia era para… Luciano.  No había nada acordado ni Luciano me había dicho nada al respecto, pero yo en mi interior lo sentía así: desde el momento en que me penetró por detrás en la oficina de Hugo, yo ya había asumido que la exclusividad pasaba a ser suya: de Luchi…, quien bien se la había ganado al tratármela con tanto cariño tras la paliza que yo había recibido en la oficina de Luis.  Luciano sí se la merecía; ese cerdo repelente de Inchausti…, definitivamente no.  Pero, ¿cómo frenarlo?  Musité un débil “no” varias veces, pero él dio la impresión de no oír nada.  Teniéndome siempre sobre la baranda, tanteó con un dedo (creo que el mayor) mi entrada trasera y, a juzgar por la facilidad con que lo hizo entrar por entre los plexos, debió habérselo ensalivado.  Lo que menos podía yo adivinar en ese momento era con qué intención hacía eso; su siguiente comentario fue suficiente respuesta:
“Esa colita no es virgen, jeje…”
Me puse de todos colores y agradecí que no pudiera él en ese momento ver mi rostro.
“Y fue hecha hace poco – agregó como haciendo gala de un profundo conocimiento -; las estrías son recientes”
¡Dios!  ¿Hasta eso podía saber?  Yo seguía sin agregar palabra, ¿qué podía decir?
“Bien – dijo él -; eso va a facilitar bastante  la tarea, je”
Al sentir la cabeza de su pene sobre el orificio anal me sobresalté.  No podía permitirlo, no debía dejar que me entrara por allí, pero…, ¿cómo evitarlo?
“Ag… aguarde un momento, señor Inchausti” – dije, sin saber en absoluto qué aduciría a continuación.  Por lo pronto, noté que su pene seguía sobre mi orificio pero al menos ya no parecía intentar entrar en él; de momento, lo había logrado detener.  ¿Y ahora qué seguía?
“¿Sí, Soledad?” – preguntó Inchausti con tono extrañado.
Ya había conseguido la pausa que yo quería.  Ahora tenía que pensar rápido mi estrategia.
“¿No… sería correcto que hiciera eso con… un preservativo al menos?”
“Jaja – carcajeó desdeñoso -.  Ésa sí que es buena.  Soledad… le acabo de dar una cogida que, si no toma usted la pastilla o no recurre a ningún método anticonceptivo, lamento decirle que ya debe tener cuatro o cinco hijitos jugueteando dentro suyo, jeje.  No, Soledad, no sea estúpida…, no la puedo embarazar por el culo – me propinó una palmada en las nalgas al decirlo y, para mi terror, me dio toda la impresión de que se aprestaba nuevamente para penetrarme -, aunque, si tengo que serle sincero, me gusta la idea: suena muy perverso, jiji…”
“Pero… ¡no es higiénico!” – repuse yo desesperadamente.
“Jaja, no me joda, Soledad”
“¡Es verdad!  Siempre se aconseja no hacer sexo vaginal después del anal sin…”
“A cada segundo me sorprende con su estupidez, Soledad.  Es exactamente al revés; lo que no se aconseja es el sexo vaginal después del anal sin usar preservativo o sin cambiarlo.  Eso es porque la vagina podría ser contaminada por bacterias intestinales, pero… jeje, no tenga miedo, no funciona al revés”
Me sentía totalmente vencida; ya no sabía qué decir.  Giré la cabeza por sobre mi hombro y vi que junto a la cama había, sobre la mesita de luz, una caja de preservativos y un pequeño pomo de lubricante que, obviamente, el hotel dejaba allí para los clientes.
“¡Sangré la última vez! – aullé, implorante -.  Por favor, señor Inchausti, le ruego que por lo menos me lubrique…, será mejor para usted y para mí”
Resopló, como hastiado.  Aun así, pareció dispuesto a ceder y, tomándose el pantalón para evitar que le cayera a los tobillos, se dirigió hacia la mesita de luz en busca del lubricante.
“No sabe… cuánto se lo agradezco, señor Inchausti…” – balbuceé, dando gracias al cielo por haberlo siquiera frenado en su intento por un momento.
Él volvió a resoplar; no dijo palabra: más bien, parecía tener el fastidio propio de quien estaba por hacerme un favor para que, simplemente, me dejara de molestar y poder, así, entrarme por el culo de una vez sin más excusas ni ruegos de mi parte.
Ése era mi momento: ahora o nunca.  En mi interior se venía ya librando una batalla interna sin cuartel desde el día en que había entrado a trabajar a la fábrica o, más atrás aún, desde que hice aquella entrevista laboral que, ahora, parecía no sólo lejana sino además casi “light”.  A veces la Soledad que quería mantenerse digna e incorruptible lograba emerger pero las más de las veces venía perdiendo la batalla contra la otra, la sumisa que temía perder su trabajo… Más aún: la cuestión se había complicado porque a veces también me brotaba una tercera Soledad, la cual no sólo era nueva y de algún modo desconocida para mí, sino que además era mucho más baja que las otras dos al punto de encontrar morbo y hasta excitación en las situaciones que me venían ocurriendo: esa tercera Soledad me asustaba, me aterrorizaba, me hacía conocer un costado de mí que me repugnaba.  Pero ahora parecía haber también una cuarta Soledad, aun más reciente que la anterior: era la que había encontrado contención en Luciano y que había decidido, por cuenta propia, hacerlo a él merecedor del preciado trofeo de su cola.  Eran cuatro Soledades, por lo tanto, las que se batían en lucha dentro de mí: la rebelde, la sumisa, la morbosa y la fiel a Luciano.  Si realmente existía todavía una Soledad fiel a su novio, había ido quedando claramente en un quinto lugar.
Una vez que comprobé que Inchausti iba en procura del lubricante, giré mi cabeza en sentido inverso hacia la puerta.  Al diablo todo: tenía que huir de allí.  Eché a correr escalones abajo y, como era bastante previsible, me tropecé con los tacos; los últimos escalones prácticamente los recorrí dando tumbos y golpeando con mi cadera contra la madera hasta que, finalmente, me detuve en el piso, hecha un ovillo y junto a la puerta de la habitación.  Yo no tenía demasiada experiencia en albergues transitorios pero daba por sentado que la puerta no debía poder abrirse desde fuera pero sí desde dentro.  En ese momento Inchausti se asomó desde lo alto de la escalera puesto que, obviamente, el alboroto que yo había hecho, le había alertado acerca de mi tentativa de escape.
“¡Soledad! – rugió -.  ¿Qué hace?  ¡Tenga por seguro que su jefe se va a enterar de esto!”
No era que la amenaza no me doliera ni me intimidara pero ya no tenía la fuerza de un momento antes.  Bastó que mi cola fuera incluida en la negociación para que se dibujara en mi cabeza el rostro de Luciano y no había ya para mí otra prioridad más que huir de aquel monstruo que quería empalarme por detrás.   Poniéndome en pie presurosamente, tomé el pomo de la puerta y la abrí; la luz del día me dio de pleno pasando por entre las ramas de los árboles que jalonaban el patio.  Aún oyendo los desaforados gritos de Inchausti a mis espaldas eché a correr a través del pasillo que corría a cielo abierto pasando, una a una, frente a las habitaciones.  En varias de ellas, un auto estacionados ante la puerta delataba claramente que había una pareja dentro;  pensé en golpear pidiendo ayuda pero no tenía demasiado sentido intentar llamar la atención de gente que seguramente debía estar muy entretenida: más valía correr hacia la recepción y eso fue lo que hice siguiendo la flecha que decía “salida”.  Me quité las sandalias y las puse en mano para poder correr mejor: yo era joven y estaba segura de que Inchausti no tenía la más mínima posibilidad de alcanzarme.
Llegué hasta la recepción, la cual tenía en el medio una caseta con vidrios polarizados que dividía el carril de entrada del de salida de los vehículos.  Golpeé sobre el cristal desesperadamente.  Desde la nada, una voz me respondió.
“¿Qué ocurre, señorita?  ¿Qué le pasa?”
“¡Necesito salir de aquí! – yo seguía golpeando el vidrio con los tacos de las sandalias que llevaba en una de mis manos mientras, con un dedo índice de la otra, señalaba hacia el portón que permanecía, obviamente, cerrado.
“Es imposible – respondió el empleado con toda tranquilidad -. Las normas del hotel nos impiden dejar salir a personas solas.  Entran dos; salen dos.  Lo siento, señorita, no me está permitido hacer eso”
“Pero… ¡tiene que ayudarme!” – exclamé, llena de angustia.
“Está bien, pero para poder hacerlo necesito, por favor, que se calme y me explique qué es lo que está ocurriendo.  Su habitación es la 16, ¿verdad?  Es la que me aparece en este momento en el monitor con apertura de puerta”
Justo en ese momento sentí como si unos garfios me atenazaran el brazo izquierdo y, al girar la cabeza, me encontré con lo que, en realidad, ya temía y suponía: Inchausti estaba allí.
“No pasa nada, señor – dijo sonriente y con total serenidad dirigiéndose al empleado invisible que se hallaba al otro lado del cristal -.  La señorita es joven… y se puso un poco nerviosa porque, ejem…hmm, bueno, cómo decirlo… En fin: le quise hacer la cola”
Una carcajada brotó desde el otro lado del cristal mientras yo hervía de indignación y de vergüenza.  Estuve a punto de ensayar una protesta: hinché mis pulmones y ya estaba por hacerlo cuando los dedos de Inchausti apretaron mi brazo aun con más fuerza que antes.  Lo miré con odio y estaba ya dispuesta a golpearlo con mi brazo libre pero, en ese momento, noté que, siempre luciendo su repelente sonrisa, me estaba mostrando su teléfono celular.  Me sentí morir cuando en la pantalla me vi a mí misma subiendo la escalera de la habitación con un indecente contoneo y mostrando sin vergüenza mis cachas.  Inchausti se acercó a mi oído para hablarme en un cuchicheo:
“Va a ser mejor que se calme, Soledad… Acabo de subir el video”
Otra vez mi rostro se puso rojo de indignación; forcejeé para liberarme de su brazo.
“¿Q… qué?
“Como lo oye, Soledad.  Su video ya está en las redes sociales y será muy popular en unos minutos a menos, claro, que se tranquilice y coopere”
Cada vez más ganada por la incredulidad, aflojé la tensión poco a poco.  No entendía demasiado de lo que él me decía pero por lo poco  que comprendía quedaba claro que ese desgraciado estaba dispuesto a convertirme a hacer pública mi indecencia de un momento a otro.  Cuando notó que yo dejaba de removerme y forcejear, soltó mi brazo.
“Sepa disculpar – dijo dirigiéndose amablemente al empleado de la recepción, quien había quedado algún rato en silencio -.  Ya sabe; son chicas jóvenes… Se desesperó, eso es todo.  ¿No es cierto, Soledad?”
Me sentía perdida.  Sabía que si lo acusaba de intento de violación ya mismo se terminaba todo.  No sería fácil luego ganar la batalla legal siendo que yo había entrado con él a bordo de su auto pero, al menos, lograría zafar del momento y dilatar la cuestión.  Pero, ¿y el video?  ¿Qué era esa amenaza que acababa de hacer acerca de hacerlo público?  Tenía que balancear las cosas y ordenar mi mente.  Si yo lo acusaba abiertamente y le daba la espalda, no sólo tendría que explicar por qué había entrado con él a un hotel alojamiento sino también por qué había brindado para él ese espectáculo en la escalera.  Me quedaría sin trabajo, sin novio y sin la más mínima reputación pues nadie me creería un intento de violación en aquel contexto: a los ojos de cualquiera mi comportamiento sería juzgado como propio de una zorra… y hasta podía entender que así fuese.
“S… sí – musité, con la cabeza gacha -.  Disculpe, por favor: fue… la desesperación”
Al bajar la vista, reparé en mi aspecto.  Faltaban botones en mi blusa, mi sostén estaba por sobre mis tetas: en fin, la peor imagen posible.  Otra vez me volví a sentir baja e indigna.
“Está bien, señorita – dijo el empleado -.  No hay problema; créame que son cosas a las que aquí estamos acostumbrados.  Eso sí: si piensan retomar… en fin… lo que tenían pensado hacer les aconsejo que usen lubricante; sobre la mesita de luz debe haber un pomo”
Cuánta vergüenza.  Hasta el empleado, queriendo ser amable y caballero, me degradaba.
“G… gracias” – dije en un hilillo de voz.
Inchausti también agradeció, con toda cortesía.  Arrancándome las sandalias de mi mano las dejó caer al suelo y me hizo gesto de que volviera a calzarme.  Una vez que lo hice, me tomó por el brazo y me condujo de vuelta hacia la habitación.  Apenas nos hallamos nuevamente dentro de ella cerró la puerta y se encaró conmigo: su expresión era severa e incriminatoria; sin decir palabra alguna me cruzó el rostro con una potente bofetada que me hizo perder el equilibrio y caer sobre mis rodillas, segunda vez que tal cosa ocurría en una misma semana.
“Con esto aprenderá a comportarse, Soledad – me dijo en tono de reprimenda y ya sin sonrisa en su rostro -.  Si se sigue comportando de ese modo va a durar muy poco en su trabajo, téngalo por seguro.  Hugo me dijo que es nueva, ¿es así?”
Desde el piso asentí amargamente con la cabeza.
“En fin – continuó Inchausti -; esperemos que su estupidez sea culpa de su brevísima experiencia porque sólo si es así tiene solución.  Yo puedo comprometerme a no hablar palabra de todo esto pero usted debe portarse bien de aquí en más”
Me sentía vencida del todo; levanté la vista hacia él.
“¿Q… qué es eso que me dijo sobre las redes sociales?” – pregunté con la voz débil y los ojos llenos de angustia.
“Ah, es tal como lo oye, Soledad.  El video está subido a Facebook pero no desespere.  Por ahora sólo yo puedo verlo; eso sí, no tengo más que hacer un clic para cambiar la opción de privacidad y ponerlo público”
Definitivamente él jugaba, y más que nunca, con el as de espadas en la mano.  Ni siquiera podía contar con quitarle su celular, destrozarlo o incluso borrarle el video; era inútil, la imagen mía subiendo las escaleras con mi cola entangada al aire ya estaba en el universo virtual aun cuando, de ser cierto lo que él decía, nadie más pudiese verla.  De pronto, en un gesto de caballerosidad fuera de contexto, me extendió una mano para ayudarme a ponerme en pie.
“Ahora, Soledad, retomemos lo que habíamos comenzado.  Y sin lubricante: usted misma ha desperdiciado su oportunidad”
Una vez que estuve en pie me guió hasta el jacuzzi y me hizo inclinar de tal modo de apoyarme con las manos contra el borde; en tal posición, ni siquiera necesitó levantarme la falda: su verga, después de jugar un rato con mi orificio anal, comenzó a entrar y fue inevitable que me arrancara un grito de dolor.  Por cierto, el dolor anal no era para mí algo nuevo ya que lo había experimentado unos días atrás al ser penetrada por Luciano, pero esta vez era mucho peor: me ingresó por la retaguardia sin la más mínima piedad y tomándome por la cintura se balanceó una y otra vez dando clara impresión de sentirse complacido con cada uno de mis gritos.  Sus jadeos, casi animales, invadieron el aire de la habitación que, aun cuando climatizado y confortable, me resultaba ahora terriblemente espeso.  Me acabó dentro del culo, por supuesto; no tenía sentido que hiciera otra cosa.  Yo sólo podía pensar en Luciano y pensar, con tristeza, que mi cola ya no podía ser sólo para él…
Una vez que hubo acabado (cualquiera sea el sentido de la palabra) puso en marcha el jacuzzi para luego introducirse en el agua burbujeante e instarme con un gesto de la mano a que le imitase.  Parecía increíble pero todavía me daba pudor quitarme la ropa por completo; él ya había visto cada parte íntima de mi cuerpo y, sin embargo, la presencia de alguna que otra prenda, aunque desaliñada, consolaba a mi conciencia con la ilusa idea de que no estaba completamente desnuda.  Pero ahora sí lo estaba, con lo cual bien podía decirse que Inchausti no había dejado plato sin disfrutar: me había cogido vaginal y analmente, me había sometido a sexo oral, me había abofeteado y ahora me tenía desnuda con él dentro del jacuzzi.  Yo no sabía adónde mirar; fijé la vista en algún punto indefinido del techo a la búsqueda de vaya a saber qué respuesta a tanta locura en tan pocos días.
“¿Se puede saber quién es el que le estrenó ese hermoso culo hace poco?” – me preguntó de sopetón mientras su rostro iba asumiendo una expresión cada vez más relajada.
Negué con la cabeza; después de todo él no me había ordenado que se lo dijese y hasta me preguntó si podía saberse.
“¿Es de la fábrica?” – insistió él.
Esta vez afirmé con la cabeza.  Pensé que él estaba jugando a las adivinanzas o tratando de llegar por descarte al autor de mi desvirgue anal.  Sin embargo, para mi sorpresa, no siguió preguntando.  Antes que eso conjeturó:
“Entonces…, debe ser casi con seguridad alguien de la planta.  Las chicas como usted, cuando entregan su parte de atrás, lo hacen con el más ordinario, sucio y repelente…”
Me mantuve en silencio.  No quería afirmar ni negar nada que lo ayudara en sus elucubraciones. 
“Esto no era lo que yo planeaba para mi vida” – dije al cabo de un momento, como si pensara en voz alta.  Me miró, con el ceño fruncido.
“¿Cómo dice, Soledad?”
Sacudí la cabeza y esbocé una sonrisa que, en realidad, era más de tristeza que de alegría.
“Hasta no hace mucho yo era una chica seria y comprometida con un novio con el cual pensaba casarme, una persona totalmente digna y fiel que hubiera sido incapaz de hacer cosas como las que hoy hice… o como algunas otras que hice en estos días”
Inchausti se encogió de hombros.
“No trate de hacerme responsable de su propia decadencia moral, Soledad.  Nadie la obligó a coquetear conmigo como una hembra alzada a través del teléfono”
En otras circunstancias el comentario me hubiera irritado muchísimo pero yo estaba abatida y sin fuerzas; sólo atiné a sonreír una vez más.
“Eso es relativo – objeté -.  Hugo me dijo que para no perder el cliente yo tenía que…”
“Y usted aceptó” – me cortó tajantemente.
“Para no perder el trabajo” – repuse.
“Eso no se lo cree ni usted, Soledad.  Una puta nace, no se hace; en todo caso lo que pueda haber ocurrido es que las circunstancias hicieron que aflorara en usted algo que toda su vida trató de ocultar ante los demás y ante sí misma”
No pude evitar soltar una risa.  Era tragicómico que ese cerdo repugnante pretendiera, súbitamente, hacer alarde de conocimientos de psicología femenina.  Me duró poco el momento divertido; una sombra volvió a cubrir mi rostro.
“No puedo volver así a la fábrica” – dije, desviando el tema.
“¿Así?  ¿Cómo?”
“Estoy semidesnuda, señor Inchausti; sin tanga, con una blusa a la que le faltan botones y con el rostro marcado por una bofetada.  ¿Adónde cree realmente que puedo ir así?
Por pedido mío, Inchausti me dejó en la fábrica ya pasada la hora de salida del personal.  Lo que yo quería, por supuesto, era no cruzarme con nadie.  Previamente había llamado a Daniel para decirle que no me pasara a buscar; puse como excusa que quería dejar cerradas algunas operaciones de la semana que estaba terminando.  Demás está decir que Inchausti disfrutó muchísimo de ese llamado, tal cual lo evidenció en sus gestos y risitas.  ¡Dios!  ¿Eran todos iguales en ese sentido?  Él, por su parte, se encargó de llamarlo a Hugo un rato antes para dar por cerrada la operación; en teoría, eso era una noticia inmejorable para mí, pero jamás había imaginado que el éxito pudiese llegar a saber tan amargo… Me despidió tomándome la mano y estampándome un profundo beso que sólo me provocó asco y que, además, me inquietó sobremanera considerando que estábamos en la puerta de la fábrica; ni siquiera los vidrios polarizados me permitían sentirme tranquila…
Cuando llamé al portero eléctrico, tuve una gran intriga acerca de quién me iría a contestar; por cierto, no reconocí la voz cuando finalmente me llegó la respuesta.  Desde su auto, Inchausti tocó la bocina en señal de saludo; apenas le dirigí una mirada de soslayo pero ello fue suficiente para verlo besar asquerosamente mi tanga, convertida en su trofeo.  Un momento después me abría la puerta un tipo de rostro equino y de expresión algo bobalicona que, por supuesto, me miró de arriba abajo sin el más mínimo disimulo.  Yo me crucé de brazos de tal modo de cubrirme el pecho y, saludando con un ligero cabeceo, entré y fui en procura de mi escritorio.  Permanecí allí un rato sin saber qué hacer; el sujeto me seguía mirando.  Supuse que debía ser el sereno, a quien yo aún no había visto.  Se alejó, finalmente, en dirección hacia la planta y recién cuando lo hubo hecho, me sentí libre de llorar…
                                                                                                                                                                         CONTINUARÁ
 Para contactar con la autora:

(martinalemmi@hotmail.com.ar)

   

 

Relato erótico: “Entrenador de putas” (POR BUENBATO)

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Hace algunos años intenté entrar a la facultad de medicina, pensaba ser medico pero el examen de admisión resultó ser más difícil de lo que esperaba; defraudado por mi mismo intente estudiar otra cosa y que mejor, si de la salud humana se trata, que la educación física, sé que es una gran diferencia la ciencia médica con los deportes pero resultó mucho más sencillo ingresar a la facultad de educación física además que iba a poder trabajar mientras siguiera estudiando, como practicante.
Realmente todo iba bien pero me esperaba otra desilusión, a la hora de repartir las prácticas quería, al igual que la mayoría, ingresar como practicante de entrenador de futbol, cosa que por lo abarrotado que estaba no alcancé lugar. Finalmente no quedó otro espacio más que entrenador de volibol en una universidad privada de dudosa calidad pero muy conocida por ser accesible y ser una opción para los muchos que no lograban pasar los exámenes de admisión de las universidades públicas.
El primer día de clases hubo muchos alumnos, treinta y uno, en su mayoría mujeres. A la siguiente clase las cosas cambiaron, veintiséis alumnos, y ya solo quedaban tres hombres. Comprendí entonces que el cliché sobre que el volibol era solo para mujeres estaba muy arraigado en la ideología de los jóvenes, y esto lo comprobé en la tercera clase cuando se formó lo que finalmente seria el grupo definitivo, veintiún alumnos, solo dos hombres.
A pesar de la poca afluencia de alumnos en mi clase, diferente a las de futbol con más de sesenta alumnos tan solo en la rama varonil o natación con casi cincuenta alumnos, comprendí que al menos venían bien intencionados y que, además, resultaban muy buenas para el volibol.
Las clases, dado que la universidad no tenía canchas propias, se llevaban a cabo en una unidad deportiva pública, por las tardes después de las clases universitarias. De modo que después de la práctica los alumnos se iban en grupos a las plazas o parques cercanos.
Conforme se deban las clases me iba dando cuenta de las verdaderas intenciones de los alumnos, todos eran buenos en volibol y mostraban interés pero, por ejemplo, ambos muchachos estaban ahí con la intención de conseguirse a alguna de las chicas y por otro lado había dos grupos de chicas claramente marcados y que al parecer rivalizaban, ellas eran todas de nuevo ingreso y estaban lideradas, prácticamente, por Grecia de un lado y por Leticia del otro; ambas eran muy buenas jugando volibol y siempre iban escoltadas por su grupo de amigas, ambas también eran muy bonitas, en especial Grecia aunque Leticia era por mucho más atlética y hábil en el deporte que su rival.
Después de la quinta clase me dirigía a mi departamento cuando la voz de una de las alumnas me detuvo. Se trataba de Paola, una de las alumnas de mayor edad, veintiuno como yo, y de las que iban a practicar sin mayor motivo que el gusto por el deporte. Había notado que Paola nunca llegaba ni se iba acompañada de modo que no me sorprendió que esa tarde me preguntara que pensaba hacer. Le respondí que no tenía nada que hacer y de una charla a otra terminamos tomando un café en una de las plazas cercanas. En ese momento no le tomé mucha importancia pero si noté que Paola estaba algo interesada en mi.
Tras la salida me dirigí por fin a mi departamento. Al llegar me encontré con Linda e Ignacio. Ignacio era mi compañero de departamento, juntos nos ayudábamos en los gastos que de otro modo nos resultaría más difícil pagar. El también estudiaba educación física y Linda era una de sus alumnas de las clases de natación que el daba como parte de sus prácticas en otra universidad. En ese momento Ignacio estaba sentado en el sofá con Linda encima de él piernas abiertas y mostrándome su monumental culo, él hurgaba con su dedo índice el aro del ano debajo del blanco calzón de algodón de Linda que le da un toque de inocencia, mientras esta restregaba sus senos desnudos en la cara de él. A pesar de lo poco normal de aquella situación ninguno de los tres se inmutó puesto que escenas como esas eran bastante comunes entre los tres.
– ¿No vas a unirte? – preguntó sonriente Ignacio.
– Si – le respondí – solo me daré un baño antes.
Aunque no tengo la menor idea de cuando hayan iniciado las cosas entre ellos dos lo cierto es que practicamos tríos desde hace un par de meses, este, si no mas recuerdo, debe ser la quinta vez. Ignacio comenzó sus prácticas algunos meses antes que yo y ese tiempo le bastó para conseguirse a Linda y a otras chicas más. Linda es una chica un poco extravagante y bastante abierta, por así decirlo; cuando no lo hace con él lo hace conmigo y otras veces, como les he contado ya, con ambos al mismo tiempo.
Ignacio y yo tenemos un físico muy similar dado la carrera que estudiamos, el es ligeramente más alto y delgado que yo pero en general nos vemos muy parecidos. Linda por su parte, y haciendo honor al nombre, es bastante linda; su cabello castaño oscuro, largo y rizado, le va muy bien a su piel de tono cobrizo, acentuado por los rayos solares durante las prácticas de nado. Sus ojos eran negros y su boca rosada parecía muy pequeña y junto con su nariz un poco puntiaguda formaban una cara delicada y poco común a mi punto de vista. A sus diecinueve años tiene unas tetas no muy grandes pero de una redondez casi perfecta, su culo, sin embargo, es una historia aparte, pequeño y redondo tiene una firmeza perfecta acompañada de una piel suave y lisa, quizás efecto de la natación y el agua clorada. Es delgada y algo alta de modo que parece una especie de Barbie y tiene una cintura tan esbelta que su pequeño culo y tetas se ven voluminosas en su cuerpo de adolescente.
Tras salir del baño vi a Ignacio sentado en el mismo lugar, ya completamente desnudo, disfrutando el sexo oral que Linda le propinaba; ella, arrodillada, seguía vestida tan solo con aquella braguita tan tierna. Ver el hermoso cuerpo de la chica me inspiró rápidamente a una erección completa.
Con mi pene listo me acerqué a ella quien no perdía concentración en darle una buena mamada a mi amigo. Me puse detrás de ella y sin mayor aviso y dado su ligereza le levante tomándola de las caderas y acerque sus nalgas a mi pene, ella volteó rápidamente y me miró consternada pero Ignacio le regresó la cara y junto con dos palmaditas en las mejillas le ordenó que continuara; con mi pie acerqué un taburete y lo puse frente a mí para que ella acomodara sus rodillas ahí. Comencé a sobar sus nalgas y la suavidad de sus bragas de algodón parecían combinar muy bien con la de sus nalgas, metí mi mano y con mi dedo pulgar restregaba el anillo de su ano y mi otros dedos, por su lado, sobaban su vagina húmeda, poco a poco le bajé su calzoncito y en su momento lo saqué de su pierna derecha solamente, de forma que las bragas quedaron colgando de su pantorrilla izquierda. Ya en posición, apunté mi pene hacia su depilada vagina y de un solo golpe se la enterré. Era la primera vez que se me ocurría tal cosa en ella y la escuché soltar un gemido, ahogado por el pene de mi amigo en su boca. Comencé a bombear mientras ella parecía mamar la verga de Ignacio a mi ritmo.
– ¡Más rápido Pablo! – dijo Ignacio, bromeando por que también noto la sincronía entre el bombeo que le daba a Linda y la mamada que ella le propinaba a él.
Tras un par de minutos en aquella posición el pene de Ignacio llegó a su punto de excitación y eyaculó sin más aviso en la boca de Linda, causándole una tosecita que la hizo parecer inexperta, tras aquel accidente se dispuso a limpiar con la lengua todo residuo de Ignacio mientras él se relajaba y yo seguía bombeando la vagina de Linda quien lanzaba a cada rato unos gemidos tiernos.
– ¡Ya! – gritó Linda, lo que para todos había quedado claro desde hace tiempo que era el aviso de su orgasmo – ¡Para, para por favor!
Algo cierto era que mientras más pidiese Linda que paráramos era cuando menos nos deteníamos y llegaba a un punto tal de placer que su cuerpo se dejaba caer por completo, en este caso, por ejemplo, cayó sobre los genitales cansados de Ignacio y este solo se limitó a acariciarle el cabello. Yo seguía fallándola aun cuando sus piernas no paraban de temblar. Ya no gemía sino que sus fuerzas estaban más dedicadas a respirar. Finalmente, cuando comencé a percibir que mi eyaculación estaba cerca me detuve, saqué mi falo de su mojada vagina y tomándola de los cabellos le dirigí su boca a mi pene, aun cansada comenzó a mamar suavemente y con los ojos cerrados, creando en ella un aura de inmensa ternura.
Tras unos momentos mis fluidos invadieron su boca y, tras lamer unas cuantas veces mi pene, se dejo caer acostada sobre el sofá. Ignacio le acarició sus piernas y, finalmente, ella me sonrió complacida.
– Bueno – dijo – ahora si me tengo que ir.
– ¿Tan pronto? – le pregunté.
– ¿Te parece pronto? – respondió – llevo casi dos horas haciéndolo con Ignacio, esto te pasa por llegar tarde – me dijo con una sonrisa picara.
Me pidió que le pasara sus bragas y aun acostada se las puso. Se levantó y conforme recogía sus prendas del piso se iba vistiendo. Se veía hermosa y solo hasta cuando se terminó de vestir fue que se me ocurrió preguntarle.
– ¿Y no te vas a bañar?
Ella no me respondió, tomó su mochila y se acercó a la puerta, la abrió, volteó hacia mí y dijo sonriendo.
– No, me gusta oler a puta.
Salió, cerró la puerta y solo se escucharon sus pasos por las escaleras. Volteé a mirar a Ignacio y este solo me sonrió. Me enjuagué y después Ignacio tomó una ducha. Pedimos una pizza a falta de comida en la alacena y mientras cenábamos charlamos. Platicamos varias cosas pero entre eso Ignacio lanzó una pregunta que ni yo mismo me había hecho.
– Y, en tu clase, ¿no conoces a alguna Linda?
– ¿A qué te refieres? – le pregunté consternado.
– Sabes a que me refiero, a alguna de tus alumnas a quien podamos poner cachonda.
– Estas loco, son mis alumnas no mis putas; Linda es un caso aparte.
– No te creas. – me dijo Ignacio – Linda era prácticamente una monja antes de que la convirtiéramos en lo zorra que es. ¿O acaso crees que las mujeres no tienen sus sueños eróticos?, ¿qué crees que sienta ella al tener un par de hombres a sus pies?
– Estas verdaderamente loco – le dije.
– Piensa lo que quieras Pablo, pero Linda no viene aquí solo porque si, viene porque le gusta y cualquier chica haría eso también, la diferencia es que jamás lo han hecho, necesitan experimentar.
Aquella noche me quedé pensando en lo que Ignacio me había dicho pero de verdad no encontraba en mi memoria algún indicio de que alguna de mis alumnas pudiese ser igual que Linda por lo que mejor concluí que las cosas que decía Ignacio no eran más que tonterías.
Por otro lado, sin embargo, debía admitir que algunas de mis alumnas me atraían bastante; Grecia que parecía una verdadera princesa, o sus amigas gemelas, Dulce y Karla, dos negras con unos culos hermosos y grandes que me daba el placer de mirarlos saltar durante los entrenamientos; Leticia, por su parte, era un caso extraño, tenía un cuerpo espectacular, el mejor de todos pero su cara era básicamente de fea pero que poco importaba con el cuerpo que tenia y que incluso la volvía algo interesante. Incluso Paola, que con su baja estatura y no muy delgado cuerpo tenía la interesante ventaja de tener unos senos enormes y una cara simpática. Sin embargo no podía imaginarme que alguna de ellas actuara algún día del modo que Linda lo hacía.
Para contactar con el autor:

buenbato@gmx.com
 
 

Relato erótico “V de Venganza 2” (POR ROGER DAVID)

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Odette no puso atención que el abogado del señor Pincheira era un negro alto y de labios carnosos, solamente y con extrema elegancia se subió al vehículo dispuesto por el banco para que la trasladaran hasta las dependencias en donde seguramente ella llegaría a un acuerdo comercial para salir de su difícil situación financiera. El vehículo se puso en marcha y tomo rumbo hacia la casa de don Herculano.
V DE VENGANZA 2
El carro dispuesto por el banco se adentró en el camino que conducía hacia la región montañosa, para la mujer esto no era extraño, ya que desde hace un buen tiempo aquella zona era la favorita por algunos millonarios para asentar formidables casonas con fines recreativos o de negocios, seguro que era a una de estas a la cual se dirigían en estos momentos pensaba la confiada aristócrata de 37 años, quien viajaba sentada al lado del buen negro Filomeno.
Luego de unos 20 minutos de trayecto Odette se percató que el vehículo en que la transportaban este se detenía a una orilla del camino al medio de la nada, no había casona ni oficinas de ningún tipo, solo se veían las oscuras sombras que les otorgaban los frondosos árboles que hermoseaban aquel idílico paisaje, totalmente extrañada quiso por primera vez dirigirle la palabra al hombre negro que la acompañaba,
–Que pasa… porque el carro se ha detenido?, le consulto con semblante de extrañeza,
El negro Filomeno se quedó mirándola por unos segundos con su blanca sonrisa que denotaba seguridad en sí mismo, hasta que le respondió a su consulta,
–No se preocupe mi buena señora hemos llegado a destino… mi cliente seguro que la está esperando, y se también que ambos llegaran a un excelente acuerdo, por favor baje del auto,
Odette quien se encontraba algo confundida por el lugar en donde se debía mantener la reunión comercial solo bajo del vehículo en silencio, necesitaba reunirse lo antes posible con el acreedor ya que detestaba tener que dirigirse con aquel mugriento negro que a pesar de ir bien vestido este no dejaba de ser solo un empleado.
Luego de bajar del carro la ya más confundida hembra escucho como el negro que la acompañaba tras entregarle un dinero al conductor este despachaba al vehículo, situación que la puso en alerta,
–Y porque despacha el carro?, no creo que la reunión demore más de 10 minutos. Le dijo cuando ya estuvieron solos y de pie al medio del camino pavimentado,
–Puede que demore un poco más, todo dependerá de que si Usted quiere llegar a un tipo de acuerdo, el negro la admiraba de pies a cabeza comprobando en primera fila que aquella notable hembra estaba realmente más que buena, además de tener un porte y figura imponente, su elegancia y delicadeza eran un condimento que la hacían ver más hermosa aun,
–Donde está tu jefe…!? Quiero hablar con el inmediatamente…, la elegante mujer ya se estaba comenzando a exasperar, además que se daba cuenta de la insolente forma en que ese negro de mierda la estaba mirando.
–Claro que se reunirá con el mi buena señora, por favor acompáñeme… tenga cuidado con las piedras, la entrada a la casa aún no está en buenas condiciones, le contesto finalmente, en su mente pensaba en el favor que le había solicitado su amigo Herculano.
Odette con sus zapatillas con taco como pudo siguió a aquel extraño negro de anchas espaldas que en una de sus manos llevaba un maletín con los documentos a analizar, su refinado atuendo de falda y chaqueta contrastaban con aquel rustico paisaje, nadie se imaginaria en que andaría por esos parajes tan suculenta hembra y que tan distinguidamente iba vestida,
–Oiga…! Escúcheme…!! De qué trata todo esto…? si aquí no hay nada…!, le exclamaba Odette a Filomeno notoriamente molesta debido a lo inadecuado que era aquel lugar para sostener una reunión,
–Ya casi llegamos… mire esta es la casa de mi cliente, le dijo el negro a la extrañada Odette que en esos momentos le era muy dificultoso saltear la piedras que le dificultaban su caminar, y cuando por fin pudo levantar su mirada vio una vieja casa de campo en deplorables condiciones, desde su posición podía ver perfectamente que la casucha esa ni siquiera tenía ventanas, y que en su techo eran numerosos los negros forros de neumáticos que aseguraban a las deterioradas planchas de fonola para que estas no se volaran con el viento.
Fue en esos momentos que la mente de la pasmada mujer recordó que ella en alguna época de su vida había estado en aquel mismo lugar, sus ojos no daban crédito al semejante basural que ornamentaba la entrada de la miserable vivienda, una moderna camioneta Dodge Ram que estaba estacionada a la sombra de un árbol contrastaban con lo miserable de aquel lugar, su mirada luego se posó en el destartalado galpón de madera que estaba a un costado de la desastrosa casa, este aun tenia algunas raídas cintas en las que se podía leer la palabra “clausurado” con las siglas policiacas,
–No es posible, le balbuceo a su negro acompañante, –Aquí no vive nadie… desde hace años…, en su hermosa cara se veían signos de incertidumbre, su mente aun no le aclaraba cual era la situación,
–Está equivocada señora de Aranda, (Aranda era el apellido del tal Julián), mi cliente ya ha esperado muchos años por su visita así que por favor entremos…, le dijo el negro Filomeno a la vez que la tomaba del brazo y la arrastraba hacia el interior de la vivienda, Odette tomada por sorpresa y no sabiendo realmente que era lo que estaba sucediendo solo se dejó llevar.
“Mi cliente ya ha esperado muchos años por su visita…”, esta frase fue retumbando en la ya exaltada conciencia de Odette quien se preguntaba si sería posible… sería posible eso que ya estaba comenzando a tomar forma en su mente?.
Una vez ya adentro de la vivienda por fin lo vio, al principio no lo reconoció, distaba mucho la imagen de aquel gigante y obeso oso de pelo canoso y enmarañado, con el forzudo y moreno muchacho de rasgos afilados que ella hace muchos años le había malogrado la vida de la forma más vil y humillante que alguien se pueda imaginar (leer el capítulo uno), y  que ahora se encontraba sentado en una destartalado sofá mirándola penetrantemente con sus ojos negros, sentado en otro sillón vio que había otro hombre que ella también ubicaba, era un flaco que tenía aspecto de padecer algún tipo de enfermedad terminal, lo recordaba de los tiempos de secundaria con su mandíbula superior exageradamente salida para afuera, para luego caer en cuenta que a ese hombre lo había visto trabajando en el taller que alguna vez funciono en esa misma casa en la cual se encontraba, y fue ahí cuando lo recordó todo.
Odette quien en esos momentos estaba experimentando un nerviosismo nunca antes sentido se sintió aterrada con aquel estridente brillo en los negros ojos de aquel hombre que la miraba directamente a su cara en forma acusadora, si ella lo había dado por muerto pensaba.
Por su parte el viejo Herculano se daba a estudiarla, lo que veían sus ojos eran el porte de una sustanciosa mujer de 37 años, atractiva y elegante, con un cuerpazo de infarto, si ahora estaba mucho más buena que antes se decía para el mismo y relamiéndose los labios después de darle un largo guerguerazo a su botella de cerveza de un litro, sus enrojecidos ojos se posaron en sus imponentes tetas bien paradas que se escondían apretadamente debajo de su chaqueta, su falda hasta una cuarta más arriba de sus apetitosas rodillas dibujaba las líneas de sus caderas que nacían desde una estrecha cintura de mujer bien conservada, y esas largas y potentes piernas enfundadas en medias… Uffff se decía para sus adentros, y lo mejor de todo era ese culo de colección que se gastaba la muy puta, bien delineado y formado que se veía aún más parado producto de los zapatos con taco. Así que ya dándose por satisfecho con lo que sus ojos miraban se dio a ya no andarse con más rodeos,
–Hola Odette… tantos años… estas tan radiante como en los tiempos que fuimos novios…, le dijo con su vozarrón ronco y sin dejar de mirarla a la cara, mientras se mandaba otro trago de cerveza de la misma botella siempre estudiando las reacciones de la impresionada hembra, para luego continuar diciéndole, –Ohh perdón… en los tiempos en que yo creí que éramos novios… claro que ahora te vez más zorra que antes eso sí, jejejeje… No estas contenta de volverme a ver?.
La ya muy escandalizada mujer ante esta tan inusual presentación que ella nunca se habría imaginado, se dio a estudiarlo por espacio de un minuto en donde solo reino el silencio, lo vio tan humilde como antaño, pero ahora con un aspecto de enrabiada ferocidad según noto cuando Her le hablaba. Tras reponerse del primer impacto solo se dio a tragar saliva y responder intentando hacer notar seguridad en si misma,
–Ehhh… yo a Usted no lo conozco…! no sé de qué me habla…!, a la hembra ya hasta se la había olvidado la reunión y menos pensaba de que es lo que hacía en ese lugar.
Don Herculano noto inmediatamente que Odette ya quería empezar con sus zorrerías de antaño, por lo que se dispuso a no permitírselo. Lentamente se fue poniendo de pie, para luego caminar a paso firme a donde se encontraba la contrariada mujer,
–Así que no me recuerdas ehhh!?, le dijo a la vez que se acercaba hacia ella con una mirada de profundo odio, –Pues te lo voy a recordar, le dijo a la vez que sin darle tiempo de reacción con su gran manaza la tomo rudamente desde sus cabellos para llevársela a tirones hacia su ex taller que era el mismo lugar en donde le habían apresado hace ya un poco más de 20 años,
–Noooo!! Suélteme…!! Que hace…!!?? Le digo que no sé de qué me hablaaaa!!!, iba gritando la escandalizada aristócrata a quien nunca antes desde este día nadie se había atrevido a ponerle una mano encima, pero ahora si lo estaban haciendo, y con todo derecho pensaba el viejo Herculano, el flaco Petronilo automáticamente se puso de pie y los siguió, lo mismo hiso el negro,
–Te refrescare la mente putaaaa!!!!, Así que no recuerdas nada ehhh!??, le iba preguntando el sulfurado viejo sin soltarla de las mechas y tironeándola con fuerzas por mentirosa, –Recuerdas este lugar!?, lo recuerdas!!??, Aquí fue donde me cagaste la vida!!!! Por si lo has olvidado perra de mierdaaaa!!!, le dijo soltándola con fuerzas y arrojándola con fuerzas sobre unos viejos casilleros que ya estaban todos oxidados y que en su tiempo habían sido de los mecánicos que habían trabajado para él.
La orgullosa hembra ya con todo su cabello desordenando producto de los mechoneos, tras mirar el taller lo recordó tal cual como lo había visto hace años, pero ahora más lúgubre y con toda su implementación deteriorada, con numerosos bidones de aceites tirados por cualquier parte, tambores de combustible vacíos ya que se habían robado todo en los años de ausencia, herramientas enmohecidas y ya inservibles también estaban tiradas en distintos puntos del taller.
Una vez que Odette recupero algo de aliento, por fin se armó de valor, y le contesto en forma desafiante y altanera como siempre lo había sido ella,
–No sé de qué mierda Usted me hablaaa!, yo no lo conozcoooo!!!, y lo demandare por lesiones, usted no es nadie para tratarme de esta forma,
–Plaffffff!!!!, retumbo el certero tortazo en el rostro de la altiva hembra quien fue dar al piso, sin ni siquiera recuperarse sintió como nuevamente la levantaban de forma brutal desde el suelo, sus finas medias de seda se destrozaron a la altura de uno de sus muslos productos de la violenta caída.
Don Herculano nuevamente la arrastro al mismo punto en donde él había estado tirado y en donde lo habían apuntado con un arma,
–Y aquí…? Lo recuerdas zorra… recuerdas como me tuvieron apuntando con un arma en la cabeza por tu denuncia!!??, Me condenaron Putaaa!!, me condenaron a 7 años por tráfico de drogas y otros 13 luego de que me despache con mis propias manos a dos pendejos que se las dieron de vivos… Ahora recuerdas algo!!??
Odette quien ya estaba aterrorizada por el despiadado trato que estaba recibiendo y al tener frente a frente al hombre que ella misma le había arruinado la vida el cual respiraba agitadamente producto del odio acumulado por tantos años simplemente se largó a llorar,
–Sniffsss… no recuerdo nada… sniffsss yo a Usted no le conozco…sniffss sniffsss,
–Tu sí que la trabajas bien de zorra puta de mierdaaa!!!, el salido viejo nuevamente se la llevo tomada fuertemente de los cabellos al lugar en donde ella había estado abrazada con Julián, –Fue aquí donde me dijiste que te daba asco por la cicatriz de mi cara, plaffff!!! Le chanto otro fuerte guantazo a la vez que también le mando un sendo y salivoso escupo en la cara, el viejo intentaba medirse con sus fuerzas para no dejarles marcas, lo que si el rostro de la hembra estaba bien colorado productos de los fuertes charchazos, y cuando Odette estando agachada y apoyada contra un viejo mueble de fierro ya veía que en cualquier momento le llegaba en el rostro otra cachetada, temblando de miedo y tapándose la cara le dijo,
–Lo sientoooo…!! Lo sientoooo…!! Sniffsss, Her… perdonameee… yo era muy joven y no sabía lo que hacía, sniffss sniffsss…
–Ahhhh ya veo!!!, por fin se te refresco la memoria yegua de mierda…!!??
–Por favor pérdonameee…! perdonameeeee…!! de verdad que al tiempo me arrepentí de lo que te hice pero ya era tarde, y nunca supe adonde te llevaron…
–Pues no te perdonoooo!!! Y no te creo lo del arrepentimiento!!!, hubiera bastado una miserable carta al penal y tal vez te hubiera perdonado, espere tus disculpas por casi tres años y nunca llegaron, hasta que me convencí que solo eras una zorra mal paridaaa!!!! –Petronioooo…!! Trae la colchoneta y las esposas!!!!, grito como un energúmeno hacia donde estaba parado el flaco Petronilo masajeándose la verga, por lo que estaba sucediendo y por su puesto por lo que ahora se venía.
No fue más de un minuto lo que se demoró el flaco Petronilo en volver con lo que le habían solicitado, tras un abismante silencio Odette quien se limpió las lágrimas vio como ese ordinario sujeto que ella bien conocía, lo observo como este ubicaba un desmadejado colchón lleno de manchas de meados secos delante de un grueso pilar de acero, la hembra aún no se imaginaba que en aquel colchón que dormían por las noches diversos perros callejeros, a ella se la iban a servir en pocos minutos.
–Ya está Herculano… en este pilar la esposaremos para que no de problemas cuando la violemos…
Odette quien aún se limpiaba las lágrimas con el puño de su elegante chaqueta color crema, puso atención en lo último que dijo aquel miserable tipejo, –Se la iban a violar!!??
–Queee!? Que es lo que dice ese hombreee!!??, dijo eso preguntándole a los tres hombres que la miraban con una calentura que les brotaba hasta por los poros al verla de rodillas, llorando y con su falda bien subida debido a la posición en que se encontraba, ya las medias estaban notoriamente corridas casi en su totalidad, lo que extrañamente la hacían ver aún más tentadora,
–Lo que escuchaste muñeca, te ha llegado la hora…, Ahorita mismo me las vas a pagar por haber sido tan yeguaaa… y tan perraaa para tus cosas jajajaja!!!!, Odette veía como el negro de dos metros se comenzaba a sacar la corbata para luego continuar con la chaqueta, mientras también veía como el flaco asqueroso de Petronilo la miraba con cara de desquiciado mental frotándose la verga por sobre el pantalón,
–Noooo…! por favor noooo…!! yo no vine a estoooo… yo tenía una reunión por Diosss!!!
–Jejejeje esta es tu reunión putita, con la diferencia de que primero me pagare por la tremenda pendejada que me hiciste… luego hablaremos de cómo me vas a cancelar todo el dinero que me debes, jajajaja…
–Pero de que pendejadas me hablas… yo a ti no te debo un centavo pordiosero de mierda, si me tocan un solo pelo los voy a denunciar…!!!, les grito la asustada mujer intentando hacerse ver firme de lo que decía y amenazaba,
–Jajajajaja!!! te tocaremos todos los pelos que queramos putita… incluidos todos los pelos de tu coño, jajajaja… y claro que me debes puta de mierda… sabias que en la cárcel puedes estudiar cuando mantienes una buena conducta?, pues yo estudie negocio y otras mamadas parecidas, como también me dedique a otros asuntos no tan ortodoxos, pero debía subsistir y prepararme para cuando saliera, y te cuento que me fue algo de bien en donde me hice de un buen dinerito, jajajaja… –Así que apenas llegué al pueblo lo invertí en las propiedades más baratas que habían por la inestabilidad económica de sus dueños, que lamentablemente resultaron ser las tuyas, jajajaja, pero luego hablaremos de cómo me vas a pagar, ahora saldaremos nuestros asuntillos personales, jejejeje –Petronio…!!! Ven a buscar a la yegua y llévala a la colchoneta, jajajaja!!!!
–Nooooo… no se atreva a tocarmeeee…! ustedes no puedennn…,
–Si podemos señora Odette… mejor cálmese e intente poner de su parte… así será más rápido, le dijo el flaco Petronilo mostrándole muy cerca de su cara la notoria deformación de su mandíbula, a la vez que intentaba tomarla de un brazo para llevársela al lugar en donde se lo harían.
Odette quien contaba con un excelente estado físico, comenzó a patalear, arañar, tirar manotazos, mientras el flaco intentaba de alguna forma poder agarrarla y llevársela hasta la colchoneta, el ex presidario y el negro Filomeno reían a carcajadas viendo como la atractiva mujer ya con todo su traje mal trecho y ya despeinada luchaba como una fiera dándole guerra al pobre flaco que intentaba por todos los medios posibles tomarla y poder arrastrarla hasta el mugriento colchón.
Don Herculano viendo semejante lucha cuerpo a cuerpo en donde se notaba a la legua la superioridad de la mujer, decidió ir en ayuda de su buen amigo el flaco, simplemente estiro una de sus manos al medio de la trifulca tomándola firmemente de sus cabellos en donde en menos de 10 segundos la arrastro para lanzarla al colchón, Odette quien intento salir gateando de aquella pulgosa colchoneta no supo cómo fue tomada por detrás de su cuerpo, solo vio unas negras manos que la agarraron firmemente de las tetas impidiéndole la huida,  para luego obligatoriamente quedar acostada de espaldas, y casi en el acto sus manitas ya estaban esposadas contra el pilar de fierro que estaba detrás de su cabeza.
Odette veía a los tres hombres parados, estos se reían en su cara mirándola como ella se retorcía y pataleaba a la vez que movía sus manos detrás de su cabeza intentando de alguna forma escapar de su calvario pero era imposible.
–Jajajaja bien muchachos que tal si nos bebemos una cerveza antes de comenzar, a ver si ahí amarrada se la pasa lo altanera a esta perra, dijo don Herculano invitando a sus amigos a beber, pero antes de dejarla sola, fue este mismo quien se semi agacho hacia el rostro de la esposada mujer para mandarle otro certero escupitajo en la cara, acción que fue repetida por sus compinches, el flaco Petronio recordando los aires de superioridad de la elegante señora desde sus tiempos de estudiantes, llegó hasta a cerrar un ojo para inhalar directamente desde sus pulmones un asqueroso gargajo verdoso que dio entre la perfecta nariz y la boca de la vejada mujer, el cual escurrió por ambos lados de su cutis.
Odette quien se encontraba tirada de espaldas, escupida y esposada contra un pilar de fierro aún se movía en desesperadas contorsiones intentando liberarse, mientras escuchaba como los hombres se reían y se felicitaban por todas las cosas que le iban a hacer, de como estos se referían con soeces palabrotas de lo muy buena que ella estaba, luego de unos minutos viéndose inmovilizada y consciente de que se la iban a violar, simplemente se puso a llorar.
A los pocos minutos de estar sollozando por su desdicha sintió como sus captores venían ya dispuestos a consumar la violación,
–Bien…!! Quien le va primero?, pregunto el flaco Petronilo que era el más caliente de los tres, habían sido años de masturbaciones pensando en este momento,
–Jejejeje tranquilo Petronio, sé muy bien las ganas que le tienes a esta zorrita, pero debido a las circunstancias seré yo quien la pruebe primero, pero ten en cuenta que tú te tendrás lo tuyo y serás el más beneficiado a fin de cuentas, jejejeje…
Odette quien aún no creía como esos tres miserables se ponían de acuerdo en los turnos que ocuparían para cogérsela, se dio a las ultimas fuerzas de flaqueza que le quedaban, con voz llorosa les amenazo,
–Les juro que si me lo hacen los pudriré en la cárcel, tal como ya lo hice una vez contigo mugriento de mierda…!!!, les soltó dirigiendo sus últimas palabras claramente a don Herculano,
–Cállate zorraaaa!, aquí tú ya no tienes derecho a nada…!! Solo te abrirás de patas y recibirás nuestras vergas de buen agrado, porque o si no… la que se va a podrir en cárcel vas a hacer tu sin vergüenza de mierda!!!, le dijo el viejo Herculano con voz amenazante, –O acaso crees que no revisamos tu situación tributaria… –Filomeno trae los documentos y explícale cual es la situación a esta zorraa…!!!
El negro volvió rápidamente con unas carpetas y se dio a explicarle a la esposada señora que ya su falda estaba tan subida debido a sus pataleos que ya casi les mostraba su blanca ropa interior,
–Mi buena señora, antes que nada le pido disculpas por la lamentable situación en que la tenemos, créame que si Herculano no fuese tan buen camarada nunca me hubiera prestado para una situación como esta, pero vamos a lo que nos atañe profesionalmente, la verdad déjeme decirle que su situación es bastante delicada… Odette se extrañaba de lo educado que era ese negro que al hablar casi se le veían los puros dientes, y que más encima establecía una verdadera reunión administrativa con ella tirada de espaldas en un mugriento colchón y a minutos de que se la violaran,–Usted debería ser más desconfiada a la hora de firmar documentos…
–No sé de qué me habla, mi marido era el que se ocupa de los negocios yo solo he firmado uno que otro documento…, le respondió la mujer con sus tetas subiendo y bajando producto de lo agitada que estaba, el nacimiento de estas ya se notaban notoriamente por debajo de la blusa, el negro al igual que sus amigos estaban atentos a esa situación, por lo que siguió,
–Pues la hizo firmar en papeles que meramente evadieron impuestos estatales, él lo ha estado haciendo por más de 5 años, y sumando totales, intereses y costos judiciales ni aunque vendiera todas sus propiedades, que entre paréntesis ya casi no le pertenecen, jejejeje, ni aun así lograría pagar, mi buen jefe Herculano ha iniciado acciones para hacerse cargo de esa deuda con el estado, pero basta con que el haga la denuncia y Usted se va presa por fraude a las arcas fiscales, no se mi entiende cuál es su situación…?
Odette quien leía los documentos que el buen Filomeno le acercaba a sus ojos para que viera cuál era su realidad financiera, entendió que todo aquello era la verdad absoluta, por lo que solo se dio a decirle,
–Pues si eso es así… quien lo hiso fue mi marido…! es el quien que debe irse preso y no yo…
–Pero fue Usted quien firmo todos los documentos, en el caso que Herculano se desentendiera de su situación, aquí la única que se va presa es Usted, y su marido sale libre de polvo y paja, fue un trabajo muy bien pensado el que él hiso,
La esposada Odette pensaba en todo aquello, en su mente quedaron grabados los timbres judiciales que corroboraban la veracidad de lo que le exponía el negro,
–Jajajaja… Suficiente de explicaciones por ahora…!!! Rugió Herculano dirigiéndose al negro, para luego hacerlo hacia Odette, –Entiendes cual es ahora tu situación zorra altanera, jajajaja!!! Así que ahora me pagas en carne todas las molestias que más encima me he tenido que tomar por las estupideces de tu marido, siendo que yo ahora debería estar descansando y disfrutando mí libertad, jajajaja…
Odette se quedó como petrificada ante la cruda realidad que le estaban enseñando, o sea Julián a parte de haber sido pésimo para los negocios y haber despilfarrado casi todos los bienes que ella había adquirido de su padre este más encima la había involucrado en un fraude, el aspecto de su cara evidenciaban que en cualquier momento se largaba a llorar.
El viejo Herculano notando en lamentable estado emocional de la mujer, supo al instante que ella no estaba para negarles nada, por lo que le pregunto,
–Entiende cuál es su situación… señora de Aranda?, jajajaja…!!!, Odette simplemente movió la cabeza en forma de asentimiento,–Jjejejejeje vamos bien entonces… así me gusta, y dime nos darás problemas ahora que queremos jugar un ratito contigo?, y su respuesta fue de la misma forma que antes pero ahora negativa,
–Petronio…!! Súbele la falda… luego bájale las medias y los calzones que ahorita mismo tomo lo que legalmente me pertenece, jajajaja!!!!, ordeno Herculano finalmente mientras que ya en total estado de nerviosa calentura se comenzaba a desabrochar sus pantalones.
De los ojos de Odette asomaron gruesas lágrimas de amargura, ella que lo había dado todo por Julián ahora era víctima de tres facinerosos que estaban a punto de culearsela entre los tres, y todo por culpa del muy miserable, que nunca había hecho nada bien.
La acongojada hembra al ver en el ordinario viejo que se había convertido el joven Her, y que ahora se estaba quitando los pantalones para mantener relaciones sexuales con ella sintió unas tremendas ganas de luchar, de patalear, de impedir que consumaran lo que le iban a hacer, pero que sacaba?, si prácticamente debido a las irresponsabilidad económica de su marido ese horrendo hombre de Herculano, que jamás pensó que volvería a ver, ahora prácticamente era su benefactor o su dueño, que ironías de la vida pensaba, se le había dado vuelta la tortilla, ahí fue que comprendió que todo lo malo que hagas se paga en la vida y ahora ella estaba a punto de pagarle a la vida, pero con su cuerpo.
Las temblorosas manos del flaco Petronilo tomaron la falda color crema de la ahora pasiva mujer y se la fue subiendo hasta la cintura, dejando a la vista de todos los presentes una diminuta prenda blanca que se veía nítidamente debajo de las medias, el viejo flaco estaba que vomitaba de una muy rica y ansiosa calentura al saberse tan cerca de la mujer que para él hasta esos momentos había sido inalcanzable, para luego casi babeando de la emoción tomar las medias y los elásticos de sus albos calzoncitos y con toda la parsimonia del mundo comenzar a bajárselos, los fue retirando centímetro a centímetro, mientras sus ojos se atosigaban de carne femenina y del primer corte, hasta lograr retirárselos por completo, tras también sacarle los zapatos de tacón.
Don Herculano veía con sus ojos enrojecidos el femenino bocado que muy pronto iba a probar con su verga, aquella ninfa causante de sus desgracias ya estaba con su coño al aire expeliendo en todo aquel lugar un cautivante aroma a femineidad desde cada uno de sus poros, el viejo pensó en todas las putas que se cogió en sus años de cautiverio, ninguna le llegaba ni siquiera  a los talones a su hermosa Odette que en estos momentos ya solo estaba a minutos de hacérselo a la fuerza.
Don Herculano ya estaba completamente desnudo masajeándose su gruesa tranca y mirando como la mujer solo lloraba con sus ojos fuertemente cerrados, simplemente se la estaba devorando con su mirada, nuevamente sus ojos fueron bajando por el cuerpo de tan apetitosa hembra para llegar a la amplitud de sus caderas, para luego posarse en aquello que es de todo interés para cualquier macho en pleno estado de calentura sexual, aquella mujer sí que estaba de infarto pensó el vejete al sentir una serie de pulsaciones en su tranca cuando pudo observar una soberbia vagina apenas sombreada por una escasa población de pelitos castaños y casi rubios.
Petronio por su parte más que fijarse en la vagina de Odette, casi enloqueció de excitación cuando por fin pudo rescatar de las medias la diminuta prenda interior y dirigirla a sus narices, aun no se la creía que esta pieza era de la misma mujer que había llegado hace 30 minutos elegantemente vestida, ese fuerte olor a vagina y a hembra lo prendían cada vez más.
Y más se calentó cuando al retirarlo de sus fauces se percató que en los blancos calzones de la atractiva mujer aún estaba pegado el protector vaginal de esos que usan las féminas, este presentaba unas notorias manchitas amarillas de que sabe Dios que cosas, sin pensársela dos veces lo retiro desde su lugar y se lo metió como un verdadero hambriento a la boca comenzando a masticarlo con los ojos cerrados y moviendo su cabeza en señal de agrado, lo sorbía y saboreaba como si este fuese manjar para los dioses, luego de absorber toda la esencia femenina que este le proporciono y que él pudo rescatar del mismo simplemente lo escupió, lo que salió de su boca fue un pequeño lulito de papel mojado y todo comprimido.
El negro que estaba vestido solo con sus pantalones y al ver lo que había hecho el desesperado Petronio con el protector vaginal de Odette se quedó mirando a Herculano quien también vio la operación de su amigo, y juntos se echaron a reír a carcajadas.
–Jajajajaja que me haces reír con tus mamadas mi buen Petronio, le dijo el viejo Herculano una vez recuperado del ataque de risa, –Ahora libérale las tetotas… te lo has ganado mi buen. Termino diciéndole mientras se masajeaba la verga, la pasividad de la hembra y sus lamentosos lloriqueos lo calentaban aún más.
Petronio comenzó a desabotonar la blusa de Odette con extremo cuidado, por la cercanía en que estaba con la hembra no pudo aguantarse de estamparle un beso en la frente, ósculo que recibió la asqueada mujer con sus ojos y boca bien apretados ya que creyó que ese asqueroso sujeto la iba a besar en la boca.
Una vez que ya desabrocho el ultimo botón saco una navaja de sus bolsillos y rápidamente le destrozo el brassier, dejándola con sus apetitosas tetas al aire y a la vista de quien quisiera ver, nuevamente el pobre flaco  no se aguantó las ganas y junto con tomarle una teta se dio a chupársela por algunos segundos, la escandalizada Odette al abrir sus ojos de su posición vio como ese horripilante tipejo con cara de enfermo mental le succionaba uno de sus melones con las mismas ganas en que un corderito se da a mamarle la teta a su mami ternera.
–Nooo…! qué haces flaco mugriento… salte…!!! No me la chupes…!!!, fue lo único que atino a gritar la asqueada mujer…
–Ya basta Petronio… ya la tendrás para ti solo y podrás hacerle lo que quieras, por ahora esta yegua es mía, dame espacio que la voy a probar ahorita mismo, jejejeje… don Herculano ya estaba hincado con su vista puesta fijamente en la entrada intima de aquella fabulosa hembra que se había reído de el en los años de su juventud, el viejo mirándola a su rostro se percató de los gargajos secos que aún estaban pegados en la cara de Odette, –Filomeno hazme el favor de lavarle la cara, mira nada más… esta puta así se ve asquerosa y no podre follarmela tranquilo, jejejeje,
Mientras el viejo Herculano esperaba masturbándose despaciosamente, la muy escandalizada Odette no pudo dejar de poner atención a esa tremenda herramienta carnal que estaban a punto de meterle, las descomunales medidas vergales la dejaron atónita, inevitablemente su cuerpo comenzó a temblar de pavor, la gruesa vergota que se gastaba su vengativo verdugo era sencillamente enorme, bien gruesa y bien larga, jamás había imaginado que un hombre cualquiera pudiera tener aquellas grotescas dimensiones en su miembro, además que aquel grosero aparato masculino era de un extraño color morado oscuro, muy distinto al rosado de su esposo, y todo cubierto por pelos gruesos, negros y algo encrespados, noto también que hasta sus testículos parecían estar pesados he hinchados producto de la calentura de su dueño.
En esas cavilaciones estaba la hembra cuando el negro llego con un balde de agua y una toalla toda mugrienta que era la única que ocupaba su amigo ex presidario cuando se bañaba en el rio, para luego de estar aún lado del cuerpo de la mujer simplemente verterle el balde en el rostro, Odette al sentir en su rostro la gran cantidad de agua termino tosiendo y botando agua por la boca y las narices, una vez que el negro “le lavo la cara” este procedió a secarla con la misma toalla que el viejo Herculano se secaba la verga y el culo cuando se lavaba.
–Jejejejeje así estas más presentable princesa, vez que somos buenitos contigo?, ahora procederé a culearte, así que ábrete de patas y aguanta mira que la tengo bien grandota como ya te habrás dado cuenta, recién te  vi con la cara de puta con que me mirabas la verga, jajajaja… –Luego les tocara el turno a mis amigos… te vamos a coger toda reinita… te vamos a embutir semen por todos tus orificios, a ver si te van a quedar ganas de andar jodiendote a la gente, jajajaja…
El viejo la vio con su mirada puesta hacia a un lado del galpón, como si la mujer no escuchara todas las leperadas que le estaba soltando en su misma cara, y con solo verle esas tetas grandes y paradas que desafiaban a la ley de gravedad, con su falda subida hasta la cintura y con su chaqueta y blusas abiertas para que ellos tomaran de ella todo lo que quisieran, con todo eso ya no se pudo aguantar más,
–Ábrete de patas zorraaaa… te la voy a encajar…!! Nuevamente las lágrimas corrían por la cara de Odette, se sabía inmovilizada de manos, así que ya todo estaba perdido, lentamente fue recogiendo y abriendo sus muslos para pagarle al viejo lo que el reclamaba, –Mmmm que bien te abres zorraaa… esto va a ser como una ofrenda de tu parte por todas las mamadas que tuve que pasar por tu culpa, jejejeje, pero no te preocupes que lo vas a gozar como una endemoniada, ni te darás cuanta cuando estés suplicando por cualquiera de nuestras tres vergas, jajajaja…
Con esto último el gigante y peludo viejo poso su grueso vergon en la castaña entrada vaginal de Odette, quien pareció resucitar de su letargo al sentir una caliente pelota de carne posarse sobre su pliegues vaginales, con solo eso recordó las brutales dimensiones de la herramienta que pretendían meterle por la panocha, por lo que comenzó a luchar en intentar cerrar sus muslos a como dé lugar, el viejo entre risotadas y palabras soeces se las volvió a abrir con sus manazas,
–Jajajaja que te pasa yeguaaaa!!!, le decía mientras que con sus dos manos procedía a abrirla de muslos, –Acaso quieres ir a parar a la cárcel, piensa en tu hija, jajajaja yo me tendré que hacer cargo de ella si eso sucediera, y la tendría que hacer putear por las calles para que logre pagar todo el dinero que me debes, no quieres eso verdad?.
Solo con esas palabras el viejo logro doblegarla ya que sintió en sus propias manazas como la hembra aflojaba nuevamente sus músculos para quedarse con sus muslos abiertos para facilitarle la tarea penetradora.
Don Herculano quien se montó sobre el entregado cuerpo sintió como la punta de su miembro era humedecido por la abertura intima de Odette, junto con esto la miro por espacio de unos segundos en donde la vio tal cual como la había visto hace 20 años, la mujer era realmente hermosa, aun con sus cabellos castaños mojados y alborotados conservaba ese dejo de inocencia con el cual lo había cautivado en su juventud, por un momento sintió la debilidad de apiadarse de ella y liberarla y terminar con todo eso, pero inmediatamente volvió a la realidad, esa mujer solo era una zorra inescrupulosa, por lo que cerro sus ojos, se concentró en las tibiezas de sus carnes del hoyo vaginal y sencillamente le planto un feroz empujón con el cual se la fue clavando sin contemplaciones, su enorme tranca sin cuidados de ningún tipo se fue adentrando en el femenino cuerpo con todo.
Odette sintió la compresión de carne en su vagina y como esa gruesa masa de carne caliente y aceitosa se iba deslizando hacia su interior con todo poderío, y cuando el viejo se detuvo en la mitad del camino para tomar un poco de aire, sin más le mando un segundo empujón con más fuerzas aun, la pobre al sentir la brutal aserruchada dio el grito más fuerte de toda su vida, ni siquiera cuando su esposo Julián la había desvirgado en la adolescencia le había dolido tanto, sentía como si de verdad la estuvieran desgarrando y descartuchando por vez primera…
–Ayyyyyyyyyyyy!!!! Sinfsss Snifssss…!! No la aguanto… saquelaaaaa…!!! le grito en forma despavorida, y llorando en su máxima expresión, –Snifffsss… Snifssss…Noooooo… Snifsssss!!!!
El viejo Herculano mientras la escuchaba chillar como una nena se mantuvo clavado con todas sus fuerzas en aquel cuerpo de fábula, metió sus manos por debajo de los hombros de la que ahora era su mujer, y entre sus mojadas ropas superiores se la afianzo con más vigor contra su pecho a la vez que la agasajaba con su verga apuntalándola hacia a delante con más energía para que ella se la sintiera, sacándole varios gemidos de aguante a la ensartada hembra que ahora solo lloraba en silencio…
–Ayyyyyyy putitaaaa…! Ay putitaaaaa…!, que buena que estas… Así mi Odette aguántala… aguántala…!!! Que luego te hare bufar de calenturaaa!!!, le decía el viejo quien se mantenía con sus ojos cerrados sintiendo en su verga las gratificantes compresiones vaginales que se le ajustaban como un guante de carne sobre ella, para luego seguir notificándole, –He llegado hasta el final de tu pinche zorraaaaa…! creo que te he atravesado mamitaaaa…!! le bufaba con sus ojos hinchados y en el mismo hermoso rostro de la adolorida Odette.
La ensartada hembra sintiéndose muy dolorosamente abierta y empalada, sentía esa gruesa y palpitante verga hasta la misma altura de su cintura. Al abrir sus ojos le vio el rostro a Her, ahora ya un viejo cincuentón y con cara mofletuda, ella también experimentó que era la misma tosca cara del muchacho que ella se había burlado hace 20 años, y sintiendo algo de culpa con todo aquello que le hiso con su esposo Julián, y sumado a lo que ella recientemente se acababa de enterar, simplemente hecho su cara hacia un lado y se dispuso a dejarse que ese hombre hiciera lo que quisiera con ella, el dolor en su vagina era lacerante.
En esto el viejo volvió a retirar su cipote solo unos centímetros para luego volver arremeter con las mismas energías que antes, situación que la hicieron gritar más fuerte de lo que ya lo había hecho, el flaco Petronilo y el negro ya estaban desnudos esperando su turno, la imagen que ellos presenciaban de ver aquella elegante mujer tirada de espaldas, esposada de manos y abierta de patas dejándose culear por un tremendo viejo moreno y peludo era para quedar estampada en los libros de historia como enseñanza obligatoria para alumnos que se inician en los estudios superiores.
De un momento a otro don Herculano comenzó con un frenético mete y saca, en su mente solo tenía la idea de que la mujer a la cual estaba poseyendo era Odette, la misma jovencita con la que había pasado tardes enteras en los tiempos que él creía que era su novia.
La no acostumbrada vagina de Odette a recibir vergas de tal volumen luchaba por escupir el miembro que se había metido hacia su interior, pero el viejo lejos de sacársela cada vez se empeñaba en metérsela lo más brutalmente adentro posible.
La doblegada hembra resistía de la mejor forma en que le permitían sus curvas y su cuerpo, sus muñecas le dolían al estar esposada por sobre su cabeza y contra el pilar, solo se daba a sentir el lujurioso mete y saca de verga que Herculano le propinaba, nunca se había imaginado aquella mañana al salir de su casa lo que le deparaba el destino, veía al hombre que la violaba con su cara tanto de desesperación como de satisfacción lujuriosa, por el inmenso placer que debía estar recibiendo su verga al estar metiéndosela a ella, y cuando su mirada se cruzaba con la de los dos degenerados que esperaban su turno de pie solo cerraba sus ojos y volvía  a llorar.
La caliente cacha que le estaban poniendo a Odette se hacía cada vez más interminable, los minutos corrían y el viejo parecía no estar dispuesto a sacársela, ambos cuerpos ya comenzaban a sudar, y la expresión y las muecas que hacia el rostro de la corporalmente humedecida hembra eran solo de aguante por cada vigoroso empujón que le propinaban a su cuerpo, las facciones de viejo también se contraían por cada feroz impulso de adentramiento que hacía con sus caderas.
Don Herculano sintió en su verga que por cada minuto de cogida que pasaba este podría ser el último, así que decidió desclavársela, junto con enderezarse fue retirando su tranca la cual salió expulsada como un resorte de la jugosa vagina, esta quedo bamboleándose toda aceitada y orgullosa, hasta vapor expelía de su instrumento una vez que abandonó tan selecto reducto de amor.
–Bien… ya la he probado y debo reconocer que no está nada de mal esta yegua… pero creo que te ha llegado el turno mi buen Petronilo, jajaja!!! Yo dejare carne para un rato mas, dijo el viejo mientras se separaba del ultrajado cuerpo de la hembra y terminaba por ponerse de pie.
Odette quien era consiente de todo lo que estaba ocurriendo, cayó en cuenta de la espeluznante experiencia que ahora se veía venir, aquel hombre flaco y desgarbado, de pellejos resecos y caídos, que muchos en el pueblo tildaban de ser un verdadero degenerado, se venía acercando a donde estaba ella, masajeándose su tranca que era tan larga como la del viejo Herculano, pero sí bastante más flaca, pero se la veía tan parada que esta llegaba a encorvarse hacia arriba de lo tan erecta que estaba debido a la ansiedad de su dueño por metérsela.
La hembra totalmente desesperada en intentar que el flaco Petronilo no se la metiera, empezó a chillar y a suplicar,
–Noooooo… Her… no lo permitas… te hare cualquier cosa que me pidas… pero no permitas que ese demente me lo hagaaaa… por favor… snifffss… snifssss!!, lloraba a la vez que cruzaba sus piernas intentando con ello proteger su vagina,
–Nada de Her… maldita putaaaa…!! Para ti soy don Herculano…!!! Me escuchas trola de mierdaaa!!!, y ahora te abrirás de patas para que mi amigo también te pruebe la concha con su verga… desde hoy te comportaras con el como si fueses su mujer… entendiste zorraaa!!!??
–Her…! digo don herculanoooo…!! Por favor no me haga estoooo…!!! Se lo suplicooo…!!! le juro que desde ahora me portare biennn… pero… peroooo…
–Jajajaja eso es indudable zorrita… sé que desde hoy te portaras muy bien conmigo, pero eso no te salvara de también ser la mujer… o más bien dicho la puta de mi amigo el Petronio, jajajjaja así que ahora relájate y apenas sientas en tu coño entrar la verga de él… solo ponte a culear como si lo estuvieras haciendo con tu marido, jajajaja!!!!
Mientras el viejo Herculano terminaba de decirle todas esas leperadas, el desnudo cuerpo del flaco Petronilo ya se estaba acomodando sobre el curvilíneo cuerpo de la desesperada y asqueada hembra, Odette nuevamente y a pesar de estar esposada de manos se dio a darle guerra al buen flaco, que desesperado por la calentura de poseer aquel verdadero cuerpo de Diosa intentaba por todos los medios posibles que ella le abriera sus piernotas, la sudada mujer no se dejaba, esta pataleaba y se contorsionaba impidiéndole la tarea a su violador, los dos espectadores les calentaba más la situación de que la atractiva mujer se defendiera a como dé lugar por no dejarse violar por Petronilo que hasta patadas estaba recibiendo por parte de ella, por lo que don Herculano nuevamente decidió de echarle una manito a su amigo para dejarle a la hembra más domada y sumisa.
–Flaco permíteme… le dijo a la vez que hacía que Petronilo se hiciera a un lado.
Odette se calmó un poco al pensar que era don Herculano el que nuevamente la iba a poseer, en forma extrañada vio como el viejo procedía a liberarla de las esposas, y junto con ponerse rápidamente de rodillas sobre la colchoneta y sobarse sus adoloridas muñecas, se dio a agradecerle al vejete por aquel pequeño gesto de piedad,
–Gracias Her… de verdad Gracias por…
Plafffff!!!, le retumbo otro fiero tortazo en el rostro, haciéndola quedar encogida y en posición fetal sobre la colchoneta a la vez que le daban conocimiento,
–Tu aquí no estas para negar nada zorra asquerosaaaa!!! El flaco te cogerá igual… solo habrán cambios de planes…
La única respuesta que obtuvo el vejete a sus ocurrencias fueron los femeninos sollozos de miedo que emitía la hembra,
–Sniffsss… Snifssss!!!
–Filomeno…!!! Tu turnoooo y déjasela bien domada a mi amigo el flaco… jajajaja!!! Tú ya sabes como…
El negro como todo un experto tomo el poderoso y curvilíneo cuerpo de Odette quien se tapaba la cara al estar llorando amargamente, y en menos de 2 minutos ya la tubo desnuda, comenzó primero con la chaqueta y la blusa, para luego bajar el cierre de la falda y proceder a quitársela por sus piernas, la imagen de ver aquella autentica amazona desnuda tirada en el mugriento colchón de don Herculano era calientemente enajenante, la hembra solo se dejaba hacer, sabía que si oponía resistencia nuevamente le iban a pegar.
El negro una vez que se deshizo de sus ropas tirándolas hacia cualquier parte del mugroso taller simplemente la tomo como si ella fuese una muñeca inflable, la que se puede ubicar y poner como uno quiera para usarla, la posición en que la puso fue en 4 patas, y ella casi daba gracias a Dios que ahora era el negro quien se la iba a meter y no aquel esperpento de la naturaleza que solo hace un poco rato había tenido las infames intenciones de mantener relaciones sexuales con ella, pero cuando ya se preparaba psicológicamente para recibirlo en esa posición y por el coño se percató que el negro simplemente lo estaba alojando en su cerrado orificio posterior, Odette quedo paralizada por el terror con solo imaginar lo que ahora le iba a suceder,
–Noooooooo!!! Eso sí que noooooooo!!!!, les grito presa de desesperación, a la vez que como pudo echo su cuerpo hacia adelante volteando su cuerpo y buscando protección junto al pilar de fierro, fue ahí cuando sus ojos se cruzaron con la monstruosidad vergal que ahora pretendían meterle, o sea esa cosa no era una verga normal, lo que ella veía era solo una gruesa manguera de carne que caía en forma grosera entre medio de las piernas del negro, de una cantidad indeterminada de centímetros, mucho más grande que la de don Herculano, y al recordar el lacerante dolor de cuando Her se la metió por la zorra, la llevaron a pensar que si realmente le lograban meter esa desproporcionada manguera de carne era muy posible que hasta se la despacharan de este mundo.
Pero solo alcanzo a pensar en eso ultimo ya que el negro nuevamente se le fue encima y la arrastro desde las piernas, la muy aterrada hembra a sabiendas de lo que le iba a pasar si no se defendía se dio a lanzar patadas y a luchar con la misma ferocidad de una guerrera camboyana, el negro Filomeno solo reía ante la actitud de fiera que ahora había adoptado la encamable y atractiva mujer.
El viejo Herculano por su parte también se reía ante semejante espectáculo,
–Jajajajaja…!!, Bramaaa…!!! Luchaaaa y grita todo lo que quieras perraaa!!!, jajajajja…!!! Nadie te salvara de tu enculamiento, jajajajaja…!!!!
Mientras el vejete decía todo esto el negro rápidamente la atraía hacia donde él estaba arrodillado con sus más de 25 cm de verga lista para pasar al asalto, las patadas que le propinaba Odette en alguna parte de su musculatura y pectorales solo eran pequeños golpecitos que en nada hacían mella para cejar en sus demenciales intenciones, con una facilidad de como si ella fuese un juguete la volvió a poner en la animalesca posición de perra lista para ser cruzada.
El rostro de la despavorida hembra ya estaba surcado por negras lágrimas mezcladas con el rímel corrido, mientras sentía en su trasero como el negro volvía a  ubicar su tremenda herramienta de carne a la entrada de su conducto anal.
A la primera compresión de apuntalamiento vergal que Odette sintió contra su voluminoso y suave culazo comenzó a aullar de terror, casi convulsionando luchaba y le movía las nalgas al negro intentando que esa gruesa y caliente estaca que urgía por abrirle el ano se le saliera desde el lugar en donde se la tenían alojada,  se la imaginaba y la sentía como si esta fuese el puño de un hombre con las claras intenciones de metérselo por el culo, mientras que a la misma vez su sudado y delineado cuerpo se estremecía de un aterrador nerviosismo, por la mezcla de rechazo y asco de lo aberrante que era eso que le querían hacer, deseaba con todas sus fuerzas evitar ser violada por el ano, pero no podía, es más estaba clara que sus intenciones no serían suficientes para evitar lo que ya era inevitable, su mente ya casi le gritaba que esos tres hombres iban a tomar como quisieran y cuanto quisieran todos los sagrados orificios que ella poseía en su cuerpo.
Odette casi no se dio cuenta cual fue el momento en que estando ella bien sujetada de las caderas por las negras manos de Filomeno, algo grande y poderoso estaba intentando entrar imperativamente por su conducto posterior, hasta que con más espanto aun experimento que la dilatación anal empezaba a ser más prolongada y dolorosa, en ese momento ya todo fue tarde, el negro Filomeno solo tuvo que hacer un pequeño esfuerzo afianzándosela desde sus ancas para que la grotesca punta de su miembro se acomodara y metiera en forma implacable en la entrada de su estrecho y apretado orificio posterior.
–Nooooooooooo…!!!! Ayyyyyyyyyyyyy…!!! Sniffssss Snifffsssss!!!, comenzó a llorar en forma atormentada la apuntalada mujer, sintiendo por primera vez en su vida un dolor extremadamente insoportable en su culo, aun así la suculenta hembra se daba a jadear con todas sus fuerzas intentando por algún medio que la desclavaran situación que no sucedía, con su cara bañada en lágrimas se daba a soportar la inminente perforación  anal a la cual la estaban sometiendo, mientras el negro ya con cara de concentración seguía introduciendo centímetro a centímetro su candente y grueso hierro, así por lo menos lo sentía Odette, hasta que cuando ya estuvo casi al punto de desmayarse la sintió llegar hasta el mismísimo fondo.
La hembra quien temblaba con todo su cuerpo cerro sus ojos fuertemente, y apretando sus dientes y labios sintió como la habían perforado por completo, mientras el negro quien se mantenía bien agarrado a sus caderas empezó con un lento vaivén de entrada y salida regalándose el mismo el placer de los Dioses con el apretado esfínter de la enemiga de su compañero de celdas.
Filomeno se la metía tan profundo que Odette con gritos ahogados pensaba que en cualquier momento se le rajaría el culo y ahí sí que literalmente la partirían en dos, la adolorida mujer jamás en su vida había sufrido tanto, y por cada centímetro que le metían o sacaban esa descomunal tranca de carne le arrancaban sulfurantes destellos de dolor que provenían desde lo más recóndito del interior de sus intestinos, hasta que ya un poco más recuperada comenzó a gritar y a pedir clemencia,
–Noooooooooo…!!!! Por favorrrr ya noooooo…!!! Sniffssss…!!! Ya bas… taaaaaa…!!!! Gritaba en forma aterradora al sentir como le estaban violentamente destrozando el orto, a la vez que su estrecho conducto continuaba dilatándose dolorosamente, hasta que con un extraño sonido de carnes que se rompían su notable culazo comenzó a sangrar.
Pero el negro por muy bonachón que le había parecido en algún momento no tuvo piedad con ella, ahora metía y sacaba su tremenda herramienta con claras intenciones de que a ella le doliera, y hasta que sus azulados testículos no rozaron sus nalgas no quedo satisfecho.
Mientras la seguían enculando en forma desaforada, la hembra no paraba de  sangrar por el ano destrozado, simplemente a estas alturas se lo habían rajado, copiosas cantidades de sangre resbalaban por sus muslos, enrojeciendo todo aquel taladro enculador que le metían sin piedad, ahora la casi desfallecida hembra solo se daba a respirar con dificultad, y al notar y sentir en sus piernas los hilos de sangre sencillamente pensó que se moriría.
–Tomaaaaaaa…!!!,Tomaaaaa!!! Tomaaaaa!!! Tomaaaaa!!! Gritaba el salido negro por cada impulso que le asestaba con fuerzas haciendo justicia en beneficio de su amigo Herculano, quien con su otro amigo el Petronilo veían con sus ojos salidos como el Filomeno arreglaba cuentas con la mala hembra que se había burlado de uno de ellos usando tácticas zorreriles, el negro solo continuaba con su lacerante tortura, se la metía con bravura y como un verdadero poseído,
–Tomaaa…!! Tomaaaaa…!!! Tomaaaaa…!!!! Ahhhh…!!! Ahhhhhhrrggahhh!!!
Su brutal culeada fue interminable, Odette ya estaba entregada y solo se daba a dejarse encular en forma desfallecida, ni siquiera tenía fuerzas para gritar o pedir clemencia todo era inútil, solo aguantaba con su boca abierta y respirando por esta misma, lo único que deseaba en aquellos momentos era a que el negro terminara lo más prontamente posible, pero las fuertes y seguidas estocadas evidenciaban lo contrario, sus tetas se movían en forma escandalosa debido a los bruscos movimientos que hacían con su cuerpo, por un instante poso su mirada en los otros dos aparatos que con toda seguridad esperaban su turno, mientras el negro aceleraba la furia de sus enviones, intentando con esto sacarle la verga por la boca, tomándola de las caderas y empujándola con fuerzas desmesuradas contra su apéndice vergal que dé a momentos hasta la llegaba a levantar de la colchoneta, quedando suspendida y ensartada en el aire en esa tremenda herramienta que la empalaba sin misericordias.
Odette no fue consciente en que momento su cuerpo se comenzó a estremecer extrañamente con semejante culeada que le estaban plantando, la placentera sensación que se estaba instalando en su recto era desconocida para ella, la que dio paso a otra no menor que se instalaba en su rendija vaginal en forma exquisita e intensa, sintió que se estaba mojando toda y sin remedio, y por más que intentaba impedirlo su cuerpo no le respondía, sus hormonas estaban alborotadas y pidiendo guerra, ya que la vergota del negro se deslizaba una y otra vez por entre sus nalgas, localizando y ya reconociendo las partes interiores más sensibles de aquel apretado esfínter.
La ya excitada hembra, muy en contra de su voluntad, sin darse cuenta ella misma y en forma instintiva comenzó a menearse hacia atrás al mismo ritmo que lo hacia el negro Filomeno, sus primeros gemidos de calentura fueron evidentes desde el inicio, y por cada apuntalada que le daban abriéndola por el ano, estos cada vez más se iban haciendo más fuertes y más intensos, llegando a sacar aplausos por parte de los otros dos espectadores.
–Jajajajaja… miren nada mas como se ha calentado la señora, jajajajaj y eso que le acaban de romper el culo, jajajajaja, celebraba don Herculano la excitante proeza de su amigo ex presidiario. –Te gusta zorraaaa!!?? Te gusta cómo te enculannn!!??
Odette simplemente se limitaba a seguir gimiendo en forma escandalosa, mientras el negro con sus ojos cerrados solo se concentraba a seguir destrozándola.
Don Herculano viendo que la mujer ya se había entregado a las delicias de la carne avanzo hacia donde estaba ella para arrodillarse y ubicarse justo al frente de su cara, para simplemente dirigir su aceitoso y palpitante instrumento a la fresca boca de la excitada hembra quien se la recibió como si de verdad hubiese estado esperando por ella.
El vejete solo cerro sus ojos para sentir como aquellos tibios labios se deslizaban apretados por su verga, desde su posición veía como la frondosa cabellera castaña de Odette subía y bajaba sobre su cipote, mientras su curvilíneo cuerpo no paraba  de moverse rítmicamente de atrás y hacia adelante,
–Así zorraaaa… sigue mamando… Ohhhh que bien la chupas putaaaa!!! Te gustaaa!???
Pero la mujer solamente se daba a moverse y a chupar como si estuviese hambrienta de verga, el viejo flaco del Petronilo mientras presenciaba como sus compinches disfrutaban al mismo tiempo a la mujer de sus sueños, este solo se daba a masturbarse impulsivamente con sus pequeños ojos de roedor puestos en cada centímetro de la carne femenina.
–Jejejejeje esta yegua está más que caliente Filomeno, que tal si te sales para que mi buen Petronio también la pruebe, jejejeje…
El negro no haciéndose problemas por nada fue desacelerando sus movimientos para luego retirársela sin más, en menos de 10 segundos, el flaco Petronilo ya estaba en posición, con su verga en la mano y mirando ese perfecto par de nalgas que parecían estar llamándolo para que él también se introdujera en ellas, la pasividad en que Odette le chupaba la tranca a su amigo le dieron cierta tranquilidad, ya que con la fiereza en que la hembra solo hace un rato se había defendido lo había dejado un poco intimidado,
–Esta potranca ya está domada Petronio, jajajaja simplemente métesela, jajajaja!!! Acaso no es eso lo que habías soñado en tantos años, jajajaja!!!
Petronilo vio que la hembra ni se inmutaba con las abiertas peladeces en que hablaba su amigo invitándolo a que el también gozara de sus pletóricas curvas, así que tragando saliva poso una de sus flacas manos en una de las suaves y relucientes nalgas de Odette la cual la sintió tibia y húmeda, junto con separarla un poco de la otra ubico su miembro no tan grueso como el de sus amigos pero si bastante largo y tieso, y tras posarlo en el dilatado punto rosado que aún mantenía restos de sangre, sin esperar nada más simplemente empujo hacia adentro, en donde su delgada herramienta se deslizo perdiéndose toda en aquel glorioso y místico pedazo de culo, notando al instante como la ninfa comenzaba ella solita a moverse para atrás intentando sorberle en su totalidad su tan desesperada verga.
El flaco al notar como su delgada herramienta recibía una ricas contracciones rectales se sintió que estaba en el mismo paraíso, por lo que al igual que sus dos compañeros se afianzo de aquellas suaves carnes femeninas y se dio a comenzar a moverse y cogérsela solo concentrándose en su propio disfrute.
Odette solo mamaba y se movía, estaba consciente de que los hombres se estaban turnando para probarla, pero las sensaciones de sentirse meramente un objeto hecho solo para el deseo de aquellos tres vagabundos, según ella, le eran inmensamente gratificantes, si hasta ya deseaba que el viejo Herculano se volviera a enojar y la zurrara por haber sido tan perra con él en años anteriores.
El Petronilo se movía como un desesperado, sus meneos eran arrítmicos y no tenía las mismas fuerzas que el negro, pero la mujer estaba tan recaliente que aun así disfrutaba con el flaco ensartado en su orificio posterior.
Don Herculano a modo de agradecimiento con su flacuchento amigo por las molestias que se había tomado en los años más grises de su vida, este se había retirado a beber cerveza junto al negro, con la sola intención de dejarle a la mujer para el solo y que la disfrutase cuanto quisiese.
El enloquecido Petronilo no se conformaba con cogérsela solo por el culo, y aunque estaba sintiendo muy rico debido a los acalorados movimientos en que le cooperaba la muy excitada hembra que en esos momentos estaba completamente mojada debido a la traspiración, este en un arrebato de calentura la desclavo y la volteo de espaldas sobre la colchoneta, Odette quien en esos momentos solo era carne para follar, sencillamente se dejó y en forma refleja se abrió de piernas, ella sabía lo que ese asqueroso sujeto deseaba de ella, y ver lo tan caliente que estaba el pobre hombre por probar su otra entrada, sumando su extrema fealdad, la pobre casi se meo de calentura por sentirse penetrada vaginalmente por ese tipejo con pinta de desquiciado.
Finalmente el flaco ya no se aguantó más de tanta tentación, sus amigos ya la habían disfrutado como habían querido y ahora le tocaba a él, como pudo metió sus manos por debajo de las suaves nalgas de la mujer y una vez montado y con su herramienta lista para el ataque fue enterrando su mástil que prácticamente iba ardiendo en llamas a medida que se internaba por las carnes vaginales de la mujer de sus sueños.
Sorprendentemente para él una vez que se sintió enterrado por completo noto como esa cálida vagina lo aceptaba ya que esta empezó a ondular suavemente buscando una unión más integra con sus tiesa verga, como pudo se levantó y con sus ojos de roedor asustado la vio en toda su magnificencia, la hembra yacía debajo de el con sus ojos cerrados y moviendo su coño casi por instinto,
–Jajajajaja ya te lo dije Petronio, esa yegua ya está domada, es toda tuya disfrutalaaa!!!!, antes que se le pase la calentura, jajajajj que ahí es probable que nuevamente se ponga altanera, jajajajaja!!!!, le gritaba Herculano desde su posición solo a un par de metros de la colchoneta.
El flaco empezó a empujar y arremeter como un desesperado, la vagina de la mujer por su parte tampoco había dejado de moverse, ambos aparatos ondulaban y se buscaban con desesperación, Odette simplemente se había puesto a culear con el Petronio llevada por la inmensa calentura en que la dejo el negro con su feroz enculamiento, mientras el desesperado flaco le lamia asquerosamente la cara como si el mundo se fuese a acabar en cualquier momento.
Llevado por su desequilibrado temperamento Petronilo fue bajando sus lamidas por el cuello y los hombros de su compañera de coito, ella solo se dejaba hacer, hasta que sintió como el hombre que la montaba la tomaba de sus dos manos para alzárselas y dejárselas detrás de su cabeza, en eso fue que sintió como el descontrolado tipejo le comenzaba a chupetear los ante brazos para ir bajando por estos en su recorrido, hasta que lo vio como este simplemente se daba a lamerle las axilas con una extraña y auténtica devoción.
El rostro de la caliente mujer casi se desfiguro al sentir la rasposa lengua del horrible hombre hurgando en aquella sensible parte en donde nunca antes nadie le había lamido, las sensaciones para ella fueron deleitosamente indescriptibles, así estuvieron por espacio de unos buenos minutos en donde el enloquecido flaco sin dejar de enterrarle su lanceta, alternaba sin asco alguna entre las femeninas axilas de la hembra que luego de aguantar por varios minutos las exquisitas lamidas en su parte sudoral se derramo en un intenso orgasmo con el cual baño y premio con sus jugos vaginales a la delgada pero muy tiesa verga del buen Petronio que en esos momentos estaba en el cielo, este tras de estar terminado de lamerle una de sus suaves axilas fue Odette quien lo atrapo con su boca para comenzar a besarlo de la misma forma en que lo hace una mujer enamorada, ahora fue el flaco quien saco aplausos de sus compinches.
La pareja culeaba y se besaban en forma más que apasionada, era morbosamente delirante ver aquel disparejo acoplamiento sexual, una mujer de cuerpo perfecto y con clase se estaba revolcando como la más vil de las putas con un hombre que era extremadamente feo y sin ningún atractivo físico, en aquellos momentos ambas bocas se comían una a otra, Odette sentía en sus labios y su lengua la mal formada mandíbula superior del flaco Petronilo, con todos sus dientes amarillentos y montados uno sobre otro, aun así ella con su mente puesta quizás donde lo estaba disfrutado, por lo que luego de recorrer toda esa ensalada de anti higiénicos dientes enredaba su lengua con la de él, como así mismo por primera vez en su vida se daba a la fascinante pero asquerosa tarea de intercambiar sendas cantidades de babas con su amante para luego ser ella misma la encargada de ir tragándoselas todas.
Petronio quien estaba literalmente en el séptimo cielo, con su verga enterrada en lo más profundo de la vagina de Odette y que por ese momento aún no tenía ni la menor intención de desparramarse, como pudo incito a la mujer para que fuese ella quien se montara sobre su verga, la caliente hembra sin hacerse problemas con ello lo secundo en el cometido, y lentamente fueron cambiando de posición, así que ya una vez estando a horcajadas del flaco la acalorada ninfa se dejó caer sobre su tiesa y bien parada verga, sintiéndola bien adentro de ella y quedando casi sin respiración, con los ojos completamente en blanco se sentía como si estuviese ida o como si estuviese en otra dimensión, disfrutando del regalo que le ofrecía su horrendo amante.
Odette apoyándose con ambas palmas de sus manos cada una de ellas a un costado de la cabeza del flaco comenzó a cabalgar deliciosamente sobre él, ondulando pélvicamente y arremetiendo suavemente con las caderas en forma circular, Petronio  la mantenía bien agarrada de su cintura y empezó a moverse siguiendo el ritmo que ella le indicaba con sus femeninos movimientos,
–Ohhhhhh… esto es el paraíso… que no se acabe nuncaaaa!, exclamaba audiblemente el flaco Petronio dándoles conocimiento a sus camaradas, mientras veía a su hembra galoparlo con determinación y con sus ojos cerrados.
Mientras Odette seguía cabalgando, apoyo sus manitas en el flaco pecho del hombre con el cual estaba cogiendo, y fue adquiriendo mayor velocidad por cada minuto que pasaba, moviéndose de forma circularmente enloquecedora sobre aquel ardiente y delgado palo que tanto placer le estaba otorgando. Petronilo por su parte le agarro sus tremendas y duras tetas para comenzar a amasárselas con verdadero fervor, para luego comenzar a chupetearlas y succionárselas con verdadero ahínco.
La aristócrata mujer olvidada por completo de su pedigrí y presa por una calentura sin precedentes ni le importaba que los otros dos hombres la vieran culeando desnuda y en forma desvergonzada con aquel hombre que jamás en su vida había imaginado compartir su cuerpo, en su mente se consolaba que ya daba lo mismo si ellos también ya se la habían metido, y menos se acordaba los motivos por los cuales se encontraba en semejante situación, solo se daba a mirar de reojo a los otros dos hombres. Mientras se meneaba sabía que su vida ya no volvería a ser la misma a partir de ese momento, ya nada sería igual, todo cambiaría tras aquel delicioso sometimiento, su hija y Julián por ahora no existían, todo en el ex taller de Herculano era una mezcla de gritos, jadeos, gemidos y fuertes aullidos de calentura que ahora emitía el flaco mientras seguía mirando al negro y a Herculano como estos se masajeaban la verga ante el excitante espectáculo que la excitada hembra les estaba brindando con sus alucinantes movimientos de caderas.
Empezó así un rítmico mete y saca por parte del Flaco Petronilo sacudiendo el voluptuoso cuerpo de la mujer, Petronio estaba dando su vida en aquella fantástica cacha que se estaba pegando con la aristócrata más connotada de su pueblo, fue en eso que la hembra noto como Herculano y el negro se ubicaban  de pie cada uno a su costado, Odette supo al instante que ellos querían que les chupara la verga a cada uno, y así lo hizo, nunca se había imaginado que alguna vez le tocaría una situación más o menos parecida, pero la realidad en aquellos momentos era una sola y era que tenía dos mitológicas vergotas a su costado mientras ella estaba saltando con otra verga bien metida en su vagina, todo era alucinante para ella pero la verdad era que ahora si quería gozar de la situación por completo, por lo que comenzó a  chupársela al negro que tan bien le había perforado el hoyo y porque la tenía bien grande y gruesa, luego a Herculano que también la tenia de buen tamaño, mucho más grande que la de su marido, la única que había probado en su vida, y así estuvieron por unos buenos minutos con Odette culeando y chupando dos vergas en forma alternada, los viejos por su parte al sentir la boca de la mujer pasarse de una verga a otra se felicitaban entre si dándose la mano y se burlaban de ella, a Odette no le importaba.
Cuando don Herculano y el negro se cansaron de que ella les succionara la verga para que ella culeara más tranquila la pobre se comenzó a mover como una desesperada, saltaba de alegría y lujuria, no quería desperdiciar ningún momento de ese intenso mete y saca, comprobaba que la flaca verga del Petronilo también era mejor que la de su esposo, por lo que perdiendo todo tipo de pudor y razón se entregó ya en forma definitiva a la situación comenzando a animar al Petronilo para que se la siguiera pisando todo lo que él quisiera,
–Ahhhhh…!!, Ahhhhhhh…!!!, Ahhhhhhh…!!!!, Siiiiiii…!!!!, Siiiiii…!!!!, Asiiiiiiiiii…!!!!, Asiiiiiiii…!!!!, era lo único que gritaba la despavorida hembra que no quería por nada del mundo que todo eso acabase, cuando totalmente emocionada sintió que algo le hacían en su otro orificio recién estrenado, como pudo giro su cabeza para ver como el negro Filomeno, en forma desvergonzada y estando agachado estiraba su lengua la cual se la pasaba por el culo, Odette cerro sus ojos y no temiendo a nada nuevamente comenzó a bufar pidiendo más,
–Uuuuuffffff…!!!, Ohhhhhhh …!!! Que ri… coooooo!!!!! Siiiiii!!! Chúpame el mismo hoyito que me abriste!!!! Que ri… coooooo!!!! Exclamaba la salida mujer, –Mmmmmmm, sigueeee…!!! sigueeeee…!!! Lámeme el culoooo!!!!, métemeeee… mé… te… me… la lenguaaaaa, Siiiiiiii!!!!!
Odette estaba descontrolada, sentía que le daban fuertes nalgadas que retumbaban y que rebotaban con firmeza en sus femeninas carnes, sentía el sonido de las palmadas y eso la calentaban aun más,
–Mas… más fuerteeee…! dame más fuerteeee!!!, massss!!!! Masssss!!!, el flaco Petronilo solo se daba a seguir revolviendo su verga en el cuerpo de la mujer manteniéndola sujetada desde sus caderas, –Mas…! mas…! péguenme más fuerteeee!!!!, les gritaba mientras  volvía a sentir la lengua en su orificio posterior, –Ohhhhh mi reyyyy que rico es sentir una lengua ahí en el culoooo!!!!,
Fue en eso preciso momento que aprovechó el negro Filomeno para acomodarse en la entrada del recto de la loable hembra, y ella estando consciente a que se debía todo ese preámbulo nuevamente giro su cabeza pero ahora para solicitar,
–Por favor don Filomenooo… que no me duelaaaa!, y tras decir esto último sencillamente sintió como poco a poco le iban metiendo la verga por el culo, hasta que nuevamente comenzó a dolerle ya que la verga del negro raspaba la herida rectal que había abierto con anterioridad,
–Ayyyyyy!! Noooooo…!!! ya nooooooo!!! Noooooo!!!, Yaaaa…!!! Yaaaaa!!! 
Nooooo!!!, Que me dueleeee…!!! Me dueleeee mu… chooooo!!!, las manazas del negro la tenían firmemente agarrada de sus suaves caderas, las cuales alternaban con fieras nalgadas para que la mujer no se moviera tan violentamente, mientras el Petronio también la inmovilizaba por su cintura, pero la inserción de carne por el recto continuaba sin contemplaciones, Don Herculano fumaba entretenido mirando la función que estaba resultando tal cual como lo habían acordado.
–Despaciooooo…! Por favor más despaciooooo!!! Le pedía con sus ojos cerrados y nuevamente bañados en lágrimas por el lacerante dolor en el culo, aguantando la abertura anal, hasta que el Filomeno de un solo empujón se la metió todita,  –Ayyyyyyyy!!! Nooo…!!, Saquelaaaa…!!! Nooooo…!!!, Noooooo…!!! Ya Saquelaaaa…!!! Noooo!!!, Ya Nooooooo…!!!, pero el negro seguía empujando y agasajándola haciendo fuerzas con su verga, –Ayyyyyyyyy, Noooooo… Por favorrrr nooooo!!!, Asiiii Noooo!!!, Asiii noooo…!!!!, gritaba Odette en forma gritesca y lamentosa.
Pero todo fue inútil, ya la tenía bien metida, o sea la mantenían bien enculada, pero ahora estaba doblemente penetrada, y la que tenía metida en el 
culo era la más grande,
–Relájate zorraaaa y empieza a gozar!, jajajajaja!!! Le grito don Herculano que era quien dirigía todo el show.
Poco a poco, y luego de unos minutos de lentos movimientos de verga por ambos orificios, el dolor para la doblemente ensartada hembra fue pasando y entonces si empezó un movimiento más rítmico que la dilataban,
–Mmmmmffssss…! Uuufff…!!, Uuuuffff…!!!, Uuuffffffff…!!! Era lo único que se escuchaba en el taller, Odette sentía que se la metían cada vez más… y otra vez mas… más hondo… y más profundo.
Fue en eso que don Herculano ya no aguantando más se acercó a la colchoneta para ponerse al frente de la afiebrada mujer para que ahora también se pusiera a mamarle la verga, Odette entendió en el acto cual era la idea por lo que abriendo lo que más pudo su boquita de frambuesa se la trago hasta la mitad, así ya tenía a los tres dentro de ella, por sus dos huecos de abajo y por su boca, sentía que cada uno hacia lo suyo en sus orificios, como así mismo experimentaba que estos facinerosos cada vez se movían más rápido, sentía que se empezaba a calentar más y más, por lo que comenzó a gemir y gritar levemente, saltaba por cada golpe de adentramiento que ellos le mandaban, ya no sabía que hacer, hasta que sintió en cada uno de los poros de su cuerpo el comienzo en una convulsión tremenda, se le venía su segundo orgasmo, por lo que decidió en también ella moverse más y más.
Como pudo se apoyo en la colchoneta con sus manos empujando sus caderas hacia atrás para que la penetraran lo más hondo que pudieran, don Herculano se la afianzo de la cabeza firmemente para que su verga no se le saliera de su boca y le siguiera chupando la verga también en forma profunda, de su boquita llena de verga salada solo se escuchaban acuosos gemidos que claramente eran de calentura,
–Mmmmmfssss…! Mmmffggsssss…!! Mmmmmffggsssss!!!, gesticulaba la hembra con la boca llena de carne salada hasta que ya no aguantando mas sencillamente comenzó a mojarse como una condenada, don Herculano temiendo por la integridad de su verga se la retiro para que no se la fueran a morder, Odette comenzó a gritar como una verdadera fulana,
–Yaaaaaa…!!! Mmmmmmm!!!! Mmmmmm!!!!, Ahhhhhh que ricoooooo…!!! Me corroooooo!!!… Ayyyy que me corroooooo!!! Wouwwww!!!, Aucccccchhhh!!! Ayyyyyy… ya no se muevannnnnn…!!! No doy masssssss…!!! Por favorrrrr…!!!! No se muevannnnn…!!!! Que me voy a correrrrrrrrrr!!!!, y notando que ninguno de los dos hombres paraban de moverse en su interior, y que al contrario de eso estos se movían aún más fuerte que antes, la hembra sin más y arqueando su espalda se le pusieron los ojos en blanco y simplemente sintió que se desintegraba por el culo y por la zorra, a la vez que se daba a orinarse en todas sus letras, salpicando con sus meados a los tres felices hombres, todo eso para ella fue misteriosamente alucinante, a la vez que sentía como su vagina se contraía por cada convulsión que le regalaba aquel fantástico y doble orgasmo, se acababa de correr por el culo y por la zorra al mismo tiempo.
El negro y Petronio que estaban tan mojados como la hembra una vez que fueron conscientes de como los músculos de su compañera de juegos se relajaban fueron deteniendo sus movimientos pero sin sacarle sus aparatos de adentro de su cuerpo, Odette quedo con su respiración agitada recostada con sus tetas aplastadas sobre los pellejos del pecho del buen Petronilo, este se dio a acariciarla para aprovechar la situación de como aun la tenían, si hasta le faltaban manos para recorrerla desde sus nalgas, sus muslos, cintura y por las tetas, hasta que la femenina voz de Odette les indicaba que ella ya estaba de vuelta en este mundo cruel,
–Yaaa… ya fue suficienteee… ya les he pagadooo como ustedes queriannn…, la sudada hembra reaccionaba tras haber sentido un extenuante orgasmo,
–Jajajajaja si en eso tienes toda la razón putingaaa… pero todavía falta que nosotros te demos el vuelto, jajajajja… y recuerda que aun debemos hablar por lo de tus deudas y propiedades… –Nuestras vergas aún están llenas de semen y tu serás la encargada de vaciarlas así que quédate tal como estas, jajajajaja, le bufaba Herculano quien se jalaba la verga a un lado de su cara…
–Noooo… si quieren seguimos otro día… pero otra vez noooo, les contesto con voz agotada e intentando salir de aquella situación…
Pero nuevamente no le hicieron caso, otra vez comenzaron a moverse con rapidez,
–Noooo… otra vez nooooo!, nooooo!, noooooo!, Ayyy…!!, Ayyyyy..!!!, Mfffssssss!!!!, Mmmfssggggg!!!, eran los gritos ahogados de Odette ya 
que nuevamente tenía la gruesa verga de Herculano alojada en la boca, debido a su agotamiento corporal no supo cuánto tiempo la estuvieron cogiendo en esa misma posición, pero ya sabía que la triple cacha que le estaban poniendo ya era bastante larga, sentía que se las metían hasta el fondo de sus tres orificios, y ya las sensaciones para ella eran riquísimas.
Cuando los tres hombres fueron conscientes que la mujer otra vez estaba caliente, repentinamente detuvieron sus movimientos, Odette sintió como el negro la agarraba de las tetas y la comenzaba a desclavar de la estaca del flaco Petronio, a la misma vez que él se iba recostando de espaldas siempre con ella ensartada por el culo en su negro y grueso cipote hasta dejarla recostada de espaldas sobre su musculoso pecho, a la misma vez que bajaba sus brazos para meterlos por debajo de sus muslos y proceder a abrírselos en su totalidad dejándola con su vagina abierta y mostrándola en toda crudeza a quien quisiera mirar para adentro de ella.
Odette quien ya temía lo peor aun así se dejaba, y no oponía ningún tipo de resistencia a lo que quisieran hacerle, fuerzas corporales ya casi no le quedaban solamente su cuerpo estaba dispuesto a seguir orgasmeandose según sus dueños la forzaran, su panocha a pesar de la dilatación y de estar totalmente abierta de patas sujetada por Filomeno, esta nuevamente se le había cerrado, hasta que nuevamente sintió que otro cuerpo se le echaba encima, ahora era don Herculano quien se le montaba por delante, sintió que este sin ningún tipo de problemas se lo mandaba a guardar por la zorra y hasta lo más recóndito de su persona, otra vez estaba doblemente penetrada, el sanguchito que hicieron con ella era de antología, y los hombres ya comenzaban a mover sus vergas al interior de su cuerpo.
Las arremetidas de don Herculano eran tan profundas que la ya adolorida hembra sentía que en cualquier momento la desmembraban,
 
–Don Herculanoooo…! no tan adentrooo por favorrrrr…!!, le solicitaba con voz desfalleciente que se confundía con la de la calentura,
–Cállate zorraaaa y disfruta la vergaaaa…!!!, le contesto el vejete al mismo tiempo que se impulsaba para adelante,
–Her… no tan fuerteeee…ya siento doloressss…!!!, le suplico una vez más,
–Ya verás que luego te calentaras como reciencito lo hiciste putinga, Tomaaaa!!!,
Con decirle esto último el feroz vejete comenzó una acelerada serie de furiosas arremetidas como pagándose el mismo de la vil traición cometida por la mujer, a la vez que bufaba por cada clavada que le mandaba,
–Quioooo…!! Quiooooo…!!! Qiooooooo…!!!! Qiooooooo…!!!!
Esta situación rápidamente hicieron efecto en el sexual temperamento de la hembra que ya en forma tímida nuevamente comenzaba a menearse junto con ellos, el viejo dándose cuenta de ello inmediatamente comenzó a burlarse de ella al notar lo ardiente que era a la hora de participar en aquel desenfrenado bacanal, y el que pensaba que la harían sufrir reía para sus adentros,
–Jajajajaja que rápido que te calientas yegua de mierda, de seguro que el inútil de tu marido, a parte de malgastarse tu dinero, ni siquiera sabía cómo cogerte, jajajaja…!!!!, le decía bañado en transpiración, y siempre intentando meterle la verga lo más adentro posible.
Por su parte Odette estaba sintiendo tan rico que no era capaz de defenderse y dejaba que la culearan y que le dijeran todas la peladeces que ellos quisieran, claro que la voz campante ahí era la de don Herculano,
–Noooo…! por favor Herrrr…! no te muevas tan rapidoooo!!!, le decía haciéndose la desentendida y meneando su cintura al mismo ritmo de la verga que tenía metida por delante, la que tenía ensartada en el culo ya ni la sentía su esfínter se le había dormido,
–Jajajajjaja…!!! Eso… eso… muéveme la zorraaaa…!!! Que buena bienvenida es la que me estás dando yeguaaaa!!! Así… así… muéveme la zorraaaa!!!, jajajajja!!!
–Uffffffsssss…!!! Nooo las metan tan al fon…dooo por fa…vorrrrr!!!, les pedía en forma entre cortada, pero ninguno de los dos le hacía caso, seguían metiéndole más y más, mientras el flaco Petronio tomaba fotografías de todos los ángulos posibles, sobre todo de la cara de calentura de Odette.
Mientras esto sucedía la mujer pensaba que esos hombres le romperían algo por dentro, luego de unos minutos de doble follada, Petronio solo se ubicó a un costado de la cara de Odette y ella sin ningún tipo de remilgos le cazo la verga con su boquita para comenzar a succionarla con dedicación, dispuesta a sacarle la última gota de semen desde sus lacias bolas si es que lograba mandarlo cortado con su lengua, a la vez que sentía las dos vergas moviéndose en su interior.
Las sensaciones dentro del cuerpo de Odette eran gratamente indescriptibles para su sistema neurálgico, múltiples micro orgasmos se iban encadenando en largas sensaciones de placeres desconocidos para ella hasta esos momentos, sentía las dos vergas entrar y salir de su cuerpo únicamente separadas por una frágil tela de carne según ella se lo imaginaba, hasta que el negro golpeando con su verga aceleradamente las entrañas de la hembra anuncio su inminente corrida,
–Prepárate que voy a correrme putitaaaa…!!!
Don Herculano con solo escuchar a su amigo el negro de lo que estaba anunciando, simplemente se la desclavo de una y dejo a su amigo a solas con la mujer para que el hiciera lo suyo, Petronio también libero de Odette para ver qué era lo que pasaba.
El negro rápidamente la levanto para volver a ubicarla en 4 patas, una vez puesta se la metió por el culo lo más profundo que pudo, arrancándole nuevos gritos de placer a la destruida hembra,
–Ayyyyyyyyy… siiiiii…!!! mas fuerteeeee…!!! Más fuerteeeee!!! Métela todo lo que puedasssss!!!!
Junto con gritarle todo eso y notando que la tenía ensartada en su totalidad, supo que ahora ella tenía que terminar con todo eso, así que puso todo de su parte y aunando fuerzas renacidas le hizo unas movidas de caderas de atrás y hacia adelante logrando con ello que el buen negro casi enloqueciera de placer y comenzara una frenética serie de feroces apuntalamientos que la llevaron al desenfreno total al sentir su culo en llamas y totalmente mojado por sus propios fluidos,
–Sigueee…! sigueeee…! Asiiiii…!! papiiiii…!!! sigueeee …!!! asiiii…!!! asiiii…!!! papiiii…!!! Asiiiii…!!!!, le animaba Odette a grito limpio, mientras  le echaba sus caderas hacia atrás buscando penetraciones más profundas, a la misma vez que arqueándose más aun y casi quebrándose toda la espalda le daba su ano a aquella gigantesca manguera negra que tan bien la había cautivado, prácticamente era ella misma quien se la metía hasta el fondo, la enculada de ambos era con furia, y fue ahí en que sintió que se le venía otro orgasmo,
–No paresss…!! No paressss…!!! Sigueeee…!!! Más fuerteeee!!!! Sigueeee… asiiii…!!! Asiii…!!! Asiiii…!!!, Odette estaba recaliente, mientras su gritos suplicantes continuaban, –Métemela massss…!!! masssss …!!! Massss…!!!, solicitaba a gritando abiertamente y con lujuria, echando su cintura hacia atrás en busca de verga, su cuerpo y su pelo estaban empapados de sudor, y su aspecto era irreconocible, en eso sintió extraños temblores al interior de su recto, señal inequívoca que su momento estaba llegando, nuevamente se estaba corriendo por el culo, oleadas de placer le recorrían su sistema nervioso, lo que la llevaban a hacer arrítmicos movimientos de contorsión con su cuerpo, el negro quien también estaba llegando a su momento culmine solamente la agarraba con fuerzas para que no se le desclavara,
–Ahí te voy putaaaa!!!!, bufo el negro Filomeno con su mirada puesta hacia los cielos, a la misma vez que le puso por el culo un largo lecherazo que fue similar a como sale el agua por una manguera cuando le dan la llave, 6 potentes inyecciones de líquido caliente le depositaron en sus intestinos, y otras cuantas de menor intensidad, pero la hembra al estar preocupada de su propia calentura ni siquiera fue consciente de esto, solo sintió que la desclavan y que gruesos goterones de líquido semi transparente caían desde su ano y rodaban espesamente por sus muslos.
No sabiendo muy bien que era lo que realmente le estaba pasando, y aun estando disfrutando de las ultimas sensaciones de placer sintió cuando una mano la tomaba nuevamente desde sus cabellos obligándola a quedar puesta de rodillas en la empapada colchoneta, ahí recién fue consciente de que ahora era don Herculano quien como un desesperado le metía su vergota gorda y venosa en la boca, cascándosela en forma desesperada, Odette sintiendo que esta le llegaba hasta su garganta simplemente empezó a succionársela esperando la corrida mientras los otros dos hombres le ponían sus vergas  en cada una de sus manos, ella las masturbaba como podía, estuvieron así un buen rato, Odette nuevamente se estaba encargando de tres vergas al mismo tiempo, hasta que el negro quien en ese mismo momento nuevamente volvía a ver las estrellas se empezó a correr en su misma cara, el semen impacto con tres fuertes guascazos dejando tres gruesos cordones blancos desde su pelo, su cara y sus tetas, perdiéndose hacia abajo, otras salpicaduras blancas quedaron estampadas en uno de sus ojos y en distintas partes de su cabello castaño claro, en ese momento fue don Herculano quien empezaba a descargar su esencia masculina pero esta vez directamente desde su garganta a su estómago,
–Ahora chupa maldita zorraaaa que me estoy corriendo en tu bocaaaa!!!,
La hembra obediente como una cría se empeñó en controlar su respiración e ir bebiendo a la misma medida que los disparos de líquidos salían desde la hinchada verga de aquel macho que la sujetaba desde la nuca, pero fue tan cuantiosa la cantidad de espermios que como una verdadera marea de ardiente semen esta fue subiendo por su cavidad oral hasta desbordarse y salir expulsada de la comisura de sus labios, el viejo intentando que su simiente se desperdiciara lo menos posible se la saco con cuidado de la boca abierta, el brumoso semen hasta se llegaba a ver celeste de lo condensado que estaba, Odette a la vista de los tres generados cerro sus ojos y se lo trago todo.
–Jajajaja… mira nada más lo guarra que nos salió la putita, jejejeje, y más encima todavía está caliente… toda tuya Petronio, haz tu trabajo…
El flaco Petronilo como un desesperado se abalanzo sobre el desnudo y sudado cuerpo de la sumisa mujer, luego de limpiarle con su misma falda la cara y las tetas del semen recién desparramado, y viendo que la hembra no le hiso ningún tipo de problemas nuevamente se le monto y casi en forma refleja le enterró su verga en la vagina, Odette lo recibió con un enajenante gemido mitad aguante, mitad placer, el flacuchento hombre ya viéndose ensartado hasta las bolas, simplemente se la comenzó a coger, pero ahora para él solito.
Petronio tras esas largas horas de orgia, ya se sentía más seguro de sí mismo, y viendo en la pasividad en que se mantenía la hembra de sus sueños quien simplemente estaba abierta de muslos dejándose recibir, este en forma ya más autoritaria le comenzó a exigir,
–Empieza a mover tu zorra por favor… tal como lo hiciste hace un rato…, le solicito con su cara de roedor, y ella al escuchar que otro macho estaba demandando por sus femeninas atenciones, no importándole quien fuese, sintió una sensación única en su sistema neurálgico, pensó que aún le quedaban fuerzas para darle algo de guerra a ese hombre flaco que aún no se desparramaba, según recordaba, solo con eso comenzó a menearse, sintiendo como poco a poco su panocha se empezaba nuevamente a ponerse resbalosa debido a los jugos que ya estaba manufacturando, permitiendo la entrada de aquel miembro delgado pero si muy largo y tieso.
Odette muy frágilmente comenzó a gemir, aquella apestosa verga que estaba sintiendo como la quemaba por dentro le fue dando paso a un placer increíble el cual iba aumentando cada vez más y más, sentía como ese palo de carne la iba llenando por entera, y Petronilo se daba cuenta de ello
–Te gusta putitaaaa… te gusta cómo te culiooooo?
Odette quien estaba con sus ojos cerrados y escuchando con la vulgaridad en que le preguntaban si a ella le gustaba que la violaran, en forma inconsciente le respondió,
–Si… me en… can… taaaaa!,
–Eres una verdadera putitaaaa calienteeee… demuéstramelo… menéate más rico… le dijo animándola a moverse con mayores ímpetus.
Las palabras del flaco Petronilo ayudaron a Odette a que se perdiera más de lo que ya estaba, por lo que ella se puso a culear con ganas, empujo su vagina hacia arriba y la volvió a empujar hasta sentir cómo las bolas del hombre golpeaban contra sus nalgas.
–Te siento…!! Te siento…!! Por Dios cómo te sientoooo!!!, le decía con su voz entre cortada, –Siento toda tu verga dentro de mí y me encantaaaa…!!!
–Jajajajaja esa sí que es una auténtica zorraaaa!!!!, opinaba Herculano quien junto con burlarse de Odette, ya se había puesto su ropa y bebía cerveza junto al negro quien también ya se había vestido.
Pero la pareja estaban ajenos a los dos hombres ellos solo se dedicaban a coger, la hembra a quien en esos momentos no le importaba que se burlaran de ella con tal de sentirle la verga al flaco se puso a gemir como una condenada y moviéndole su empapada vagina, sus chillidos retumbaban contra las paredes del ex taller mecánico, se sentía completamente empalada por aquella deliciosa lanceta de carne, pensando que hasta le iba a salir por la boca mientras ella seguía moviendo sus caderas de manera impetuosa ayudándole en tan magnífica tarea de apareamiento.
En eso el flaco Petronio se la afianzo contra sus pellejos metiendo sus cadavéricas manos por debajo de los hombros de la potente mujer, para ponerse a culearla con las mismas ganas en que ella se estaba meneando, pero las gratificantes y calientes sensaciones en su verga al estar enterrado en la aceitada concha de tan tremenda hembra, le jugaron una mala pasada, sintió que desde sus testículos ya se disponían a salir abundantes cantidades de semen,
–Ohhhhh creo que me voy a correrrrrr!!!, le notifico mientras seguía apuntalándola con su delgada virilidad. Por respuesta solo obtuvo un rotundo silencio de la hembra que simplemente lo seguía recibiendo con sus ojos cerrados y con sus poderosos y relucientes muslos bien encogidos, sus brazos lo mantenían abrazado contra sus tetas –Si quieres te lo hecho afuera, le propuso nuevamente el Petronio a la vez que todo traspirado contenía sus disparos.
Sus acompañantes, el negro y don Herculano casi se pusieron a vomitar la cerveza ingerida debido a la lujuriosa respuesta de la hembra ensartada,
–Noooo… no la saquesssss!!!, le grito como una desesperada, –Córrete dentroooo…!!!, lléname con tu semennnnnn…!!!!
El pobre flaco casi enloqueció de calentura con semejante respuesta, por lo que explotó al fin y empezó a dejar salir de su verga un torrente de semen hirviente y condensado muy al interior de la vagina de la que en esos momentos era su hembra.
Por su parte Odette con su cara desfigurada por una calentura sin precedentes al estar siendo inseminada por tan aborrecible tipejo, sentía chorro tras chorro de caliente semen golpeando contra sus entrañas, ella misma pudo contar por lo menos 5 poderosas rociadas de espeso semen los cuales invadieron su sedienta vagina, y cuando calculaba las otras cantidades que iban saliendo volvió a correrse con las mismas ganas que en las ocasiones anteriores sintiendo como aquel condensado líquido caliente la llenaba por dentro.
Una vez que ambos cuerpos terminaron de contorsionarse , el flaco fue sacando su verga con extremo cuidado no quería que ni una gota de su simiente se le saliera a la hembra desde su vagina, como pudo llevo su delgado mástil la boca de la mujer quien en esos momentos se hallaba en el cielo gozando de todo lo que le habían hecho en esa brutal maratón de sexo desenfrenado, Odette pudo adivinar cuales eran las reales intenciones del hombre que la acababa de poseer como todo un macho y sin más, se hiso con su complaciente boca de aquella mojada y ya semi fláccida verga comenzando a chuparla con ganas, llena de pasión y deseo, una vez que el flaco vio que la hembra se la dejo bien limpia, simplemente se puso de pie y se fue a donde sus amigos que lo esperaban con una corona heladita.
Odette quedo tirada en la inmunda colchoneta desnuda y toda culeada, su cuerpo apestaba a hombre y a semen, su alborotado pelo estaba lleno de salpicaduras de la prolífica esencia masculina, su orto y su vagina le dolían, y ya al haber pasado una buena cantidad de minutos su conciencia la condenaba por haberse comportado como una verdadera guarra, aún no se explicaba lo reales motivos de lo que la llevaron a ello, y ahora viendo a esos tres hombres que la habían violado y vejado de la forma en que ellos habían querido, y en donde incluso se había hasta bebido una buena cantidad de mocos de uno de ellos, con esto nuevamente se echó a llorar, y cuando en forma borrosa veía al flaco Petronio de cómo le decía a sus amigos de la bien que la había cogido, recordó que este ordinario sujeto había acabado en su interior, y que para rematarla ella misma se lo había solicitado, su llanto era ahora más amargo.
–Yaa yaaa deja de llorar putinga y vístete, que ahora tenemos que negociar la parte de tus deudas, jajajaja… le notifico don Herculano a la destruida mujer.
Odette quien se vistió a duras penas, su imagen distaba mucho de la mujer que ahora estaba vestida con toda la ropa arrugada y cochina, oliendo a cacha y a verga, y con su pelo con sendas greñas de semen seco. La aristócrata hembra que había llegado 5 horas antes no tenía nada que ver con la fulana esa.
Fue el negro quien la llevo a duras penas tomada de un brazo a que tomara asiento en uno de los destartalados sillones del vejete, Odette se tuvo que sentar de lado ya que el culo le había quedado imposibilitado de hacer cualquier tipo de actividad por liviana que fuera.
Don Herculano se la quedó mirando por unos minutos aun en aquellas condiciones Odette no dejaba de verse tentadora, hasta que finalmente le hablo…
–Bien… por ahora estamos al día con la mamada que me hiciste hace 20 años, pero ahora tenemos el problema de tus deudas… dime que tienes para arreglar la situación?
La hembra solo se dio a mantenerse en silencio… luego de pensarlo por varios minutos, le dijo…
–Creo que no tengo nada… solo podría pagarte siendo tu mujer las veces que quieras…
–Mmmmm… creo que noooo… Mira tú estás bien buena y no niego que ha sido un verdadero gusto habértelo hecho, pero tú tienes otra cosa que yo quiero… algo que supera las expectativas que tú me estas ofreciendo, jejejeje, y deseo que seas tú quien me lo de en bandeja…
–No te entiendo… si lo he perdido todo… tu bien lo sabes…, Odette ahora sí que no entendía nada,
–Tu situación la veremos luego… te tengo un estupendo trato para que puedas conservar tu casa y puedas vivir tranquila sin el temor de ir a parar a la cárcel…
–Entonces dime… que es lo que quieres de mí…
–De ti no quiero nada, jajajaja… tu hija si tiene algo que yo quiero… y lo tiene entre medio de sus piernas, jejejej, ella ya tiene 18 años… creo que ya está en edad de que se le trate como a una verdadera mujer, jajajajaja…!!!
La hembra solo se quedó mirándolo con espanto, y moviendo sus labios de como querer contestar algo…
(Continuará)
 
 
 

Relato erótico: “Dulce perla joven para Eugenia” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

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Desde que su sobrina-nieta había salido oficialmente del armario, Eugenia era un alma poseída por fantasías, deseos y ardores.

Su soltería era responsable de una juventud mal aprovechada, con las vistas puestas en su exitosa carrera como abogada. Ahora, a sus cincuenta y ocho años, una crisis personal se acercaba como una inevitable tormenta en alta mar. Siempre se preguntó si su falta de apetito sexual fue motivo de su no reconocida orientación sexual. Admiraba la valentía de la nieta de su hermano mayor. Con sus dieciocho años, Sandra no había perdido el tiempo; y tenía toda la vida por delante. Siempre supo que ella sacó su inteligencia, pues Sandra es una brillante estudiante que iba a estudiar derecho, como ella. Seguramente entre en su bufete, de la que ella solo es ahora la mandamás con la pasión por la profesión perdida, en cuanto acabe la carrera, y seguramente la acabe jubilando por su brillantez e inteligencia.
Desde el momento en el que Sandra se declaró abiertamente lesbiana, Eugenia supo con certeza que ella también lo era. Aunque le faltaba la valentía de su sobrina-nieta para decirlo abiertamente. Tal vez ya no tenía edad para ello. Pero el deseo que poseía le hacía sentir una chica de veinte. Y la ilusión de recuperar el tiempo perdido le hacía sentir feliz, extrañamente feliz. La única lucha mental que mantenía era el deseo que había desencadenado hacia Sandra. Pensaba en ella, soñaba con ella, la necesitaba.
No podía vivir sin tener su primera experiencia con una mujer. Las experiencias heterosexuales le habían hecho perder el apetito sexual durante décadas. Sandra era dulce, morena con el pelo rizado sobre los hombros. Con un cuerpo de miel, pechos bien puestos y grandes. Su sonrisa era amable y afectiva y su mirada de caramelo. Se preguntaba si verdaderamente estaba enamorada de su sobrina-nieta o si solo era apetito sexual. Se preguntaba si llevaba mucho tiempo deseándola. No tenía respuestas a las preguntas, que no paraban de inundar su mente.
Decidió ser valiente consigo misma por primera vez en su vida fuera del ámbito profesional. Un día, al salir de la ducha de su lujoso y céntrico ático, Eugenia se observó completamente desnuda; planteándose si era un cuerpo útil para que Sandra se sintiera seducida:
Los años de gimnasia le habían mantenido algo terso todo su cuerpo. Sus muslos pasarían por los de una mujer de cuarenta y solo tenía un poco de celulitis en los glúteos; los cuales se mantenían más o menos en su sitio. El vientre estaba algo hinchado pero no grueso. Nunca fue una mujer gruesa, y el no haber sido madre la había ayudado a mantener una imagen decente con el paso de los años. Sus pechos estaban caídos, nunca se planteó operárselos pues siempre fueron inmensos. Pero su talla 110 había sucumbido al paso de los años y a la gravedad y ahora le colgaban como las ubres de una vaca lechera.
 
Bien vestida, pensó, soy una mujer de bastante buen ver, y desnuda merezco un respeto. Sumida en sus pensamientos se sintió algo aliviada.
Pidió cita en la peluquería, donde se tiñó entera de rubia, tapándose las canas que asomaban bajo su última teñida del mismo color. Luego fue a comprar algo de ropa, para modernizar un poco su vestuario.
Se sentía emocionada ante la perspectiva, pero se obligó a mantener la calma. Sabía lo que quería y se sentía con fuerzas y paciencia para intentarlo. Había llegado el momento de llevar a cabo un plan que le venía rondando la mente.
Telefoneó a Sandra mostrándose feliz por la elección de estudiar derecho. Le dijo que ella tenía libros en casa que podrían servirle de utilidad. Así que la invitó a pasarse por su casa cuando ella quisiese. Sandra se manifestó contenta por el ofrecimiento y dijo que iría al día siguiente, viernes, a la hora de la merienda; sobre las seis de la tarde.
Eugenia habitaba la última planta de un antiguo edificio de tres alturas, remodelado, de una estrecha calle del centro de la gran ciudad. El ático abarcaba toda la planta. Era muy amplio y soleado. Tenía una cuidada terraza en la que poseía una valiosa colección de plantas de todo el mundo, cada una en una urna que permitía un cuidado exclusivo, afín a sus necesidades de conservación. La botánica era su mayor afición; y en viajes para conseguir plantas exóticas, se había gastado centenares de miles de euros. En cualquier caso su economía era tan boyante, que podría permitírselo sin problemas.
A las seis y cuatro minutos de la tarde sonó el timbre. Eugenia avanzó por la casa camino de la puerta de entrada, donde esperaba Sandra. Vestía un cómodo traje color azul, sencillo a pesar de valer mil euros. Quizá con un escote algo escandaloso, bien cuidado, y con una caída hasta los pies, donde lucía unos preciosos zapatos de tacón rojos. Llevaba toda la tarde depilándose y aplicándose lociones suaves y amables, para inspirar confianza a su alrededor. Bajo el vestido solo llevaba un conjunto diminuto de braguitas y sujetador a juego con los zapatos.
Sandra sonrió al verla y piropeó lo guapa que estaba y lo bien vestida. Le preguntó si tenía alguna cita posterior; y ante la negativa de su tía-abuela, se disculpó por solo llevar ella unos vaqueros ajustados, con una camisa blanca y chaquetilla marrón.
Merendaron sobre la mesita del salón. Eugenia sirvió té y pastas. Charlaron sobre lo bien decorada que estaba la casa y sobre la gran vivienda en que habitaba. Sandra se sorprendió al saber que le costó cinco millones de euros comprarla, y se había gastado otro millón más en reformarla y decorarla a gusto.
Se la enseñó por partes. Tras la puerta de entrada se extendían los 250 metros cuadrados de salón y cocina diáfanos. Con una cristalera que ocupaba toda la pared izquierda, donde estaba la amplia y bien cuidada terraza. Tras una puerta situada frente a la cristalera, justo en la mitad de la pared de enfrente, un pequeño corredor que comunicaba a un baño, una habitación dedicada a gimnasio, otra, muy luminosa con el techo entero de cristal, con cortinilla, ambientada a modo de despacho. Por último estaba su habitación. Que perfectamente podría pasar por la suite de un hotel de cinco estrellas. 300 metros cuadrados entre la estancia, amplia y agradable, y un baño que a Sandra la pareció el más grande que jamás había visto. Todo ataviado con todo tipo de detalles lujosos.
Flipada por la casa, Sandra manifestó a modo de broma que su meta era ser como ella.
“para eso tienes que ser brillante en tu carrera y ganarte buena reputación lo más rápido posible. Mi bufete es el más prestigioso de la ciudad, te vendrá bien como trampolín, si lo deseas”.
Sandra se manifestó entusiasmada con la idea, mientras acababa los últimos sorbos del té rojo que bebía. Eugenia no sabía si estaba delirando o si era real; pero juraría que mientras Sandra apuraba su tacita, ésta la miro demasiado sus piernas y su escote. Eugenia había elegido una posición frente a ella, y se había sentado cruzando las piernas de modo que la parte inferior del vestido se quedara abierta hacia los lados. Dejándole a Sandra una visión inmejorable de sus depiladas piernas, sus brillantes muslos y hasta las braguitas rojas si agachaba un poco la vista.
Se sentía sucia y feliz. Pretendía acostarse con su sobrina-nieta. Tenía un plan y pensaba llevarlo hasta las últimas consecuencias, saliese bien o mal. Parte de ese plan era sentarse en esa posición y justo de esa forma, para que Sandra la viera.
Retirado el té, propuso que se sentasen en un sofá con vistas a la calle, justo en la intersección de la cocina con el salón. El rincón tenía un encanto especial, era una esquina acogedora, con una mesita entre ellas y la cristalera. Eugenia se sentó a su lado, dejando una pila de libros sobre la mesita. Cogió uno y se acercó a Sandra lo más que pudo. Lo abrió y dejó que ella lo hojeara sin levantarlo de su regazo. Cruzó las piernas y de nuevo sus muslos quedaron al aire. Sobre ellos colocó el libro; de forma que la rajita entre muslos quedara visible. Se le veían las braguitas, ella lo sabía y no dijo nada. Sandra tampoco dijo nada, por pudor.
Meneó su pelo para liberar el aroma suave de su perfume más caro y cada vez que comentaba algo sobre los libros se giraba hacia Sandra, colocándole el escote casi a la altura de sus pechos, grandes y bien tapados. Repasaron todos los libros, uno por uno. Poco a poco Eugenia iba consiguiendo vencer la timidez. En varias ocasiones, durante el último libro, exageró los movimientos hasta que sus pechos se encontraron. Notaba el roce con los de Sandra como un ángel nota la suavidad y ternura de una nube blanca y algodonada. Se estaba poniendo muy cachonda y deseaba que a Sandra nada de eso le fuese indiferente.
Confiando ciegamente en su plan siguió adelante con él.
“Ahora que lo pienso, tengo un libro fantástico en la mesita de noche, le estoy dando un repaso cada noche. Me llegó hace una semana, lo pedí por Internet. Acompáñame”.
Cuando Sandra entró en su habitación, Eugenia cerró la puerta, acto que a Sandra no le fue indiferente, pues se quedó mirando la puerta con extrañeza. Al volverse vio a Eugenia con un pié sobre un taburete, quitándose los zapatos de tacón. La observó sin decir nada. Tenía muy levantado el vestido para poder llegar fácilmente. Cuando fue a dejar el segundo zapato en el zapatero, éste se le cayó hacia el lado opuesto en el que se encontraba Sandra. Eugenia se agachó para recogerlo. Se puso de rodillas, cuidando dejar el trasero al aire. Durante unos instantes, Sandra pudo ver una bonita braguita roja medio metida en el culo de su tía-abuela. Y unas nalgas bonitas, sin duda no de una mujer de casi sesenta años.
Sandra se ruborizó. Intentó disimular cuando su tía-abuela se incorporó. Ahora la miraba descalza frente a la cama. Por primera vez la vio de otra forma. La caída de pelos sobre la frente, la belleza de su rostro levemente arrugado, la figura de mujer más joven. Se sintió confusa pero a gusto. Quería estar más tiempo allí. Quería seguir oliendo su perfume y sintiendo las carnes trémulas cerca de ella. Aunque solo fuera su fantasía incipiente, aunque solo fuera sin hacer nada.
Eugenia se tumbó sobre la cama llena de cojines mientras sostenía el libro que acababa de recoger del primer cajón de la mesilla. Siguiendo con el plan, invitó a Sandra a que se tumbara a su lado. Lo que Eugenia desconocía en ese momento, es que su plan ya había triunfado. Ya solo era cuestión de que se diese pie a que pasase lo que inevitablemente iba a pasar sobre aquella lujosa cama.
Sandra se quitó la chaquetilla y los zapatos y se tumbó a su lado. Ambas estaban bastante incorporadas por la colección de cojines que tenían tras de sí.
Le comentaba cosas del libro. Sandra no la escuchaba, solo asentía. Eugenia la sentía más cercana. De reojo podía intuir como los ojos de su sobrina-nieta no se dirigían precisamente al libro. Sentía que miraba sus piernas, el abultamiento de sus pechos falsamente bien colocados. Sandra se arrimaba un poco más cada cierto tiempo. Eugenia escuchaba como la olía; se sentía deseada, ¡no podía creerlo!. Era el momento de la verdad. O lo dejaba estar y huía de posibles arrepentimientos, o gastaba las últimas balas en aquella chica, que tanto le recordaba a ella cuarenta años atrás.
Eligió la segunda opción.
Cerró el libro y lo dejó sobre la mesilla de nuevo. Ambas permanecían tumbadas. “más o menos eso es todo, espero que te sirvan de ayuda, puedes llevártelos todos”.
Eugenia estaba atemorizada, no sabía actuar. Sandra, por su parte, empezaba a arder en deseos de aprender de aquella mujer algo más que no fueran conceptos de abogacía.
Se ladeó un poco hacia la chica y le pasó la mano por el vientre, sobre la camisa. “seguro que vas a ser una gran abogada, eres muy lista y viva”. Sandra se lo agradeció acariciando su mano. Ambas se quedaron así sonriéndose durante un instante. Eugenia se acercó un poco más, manteniendo la mano sobre el vientre plano de la joven. Sandra siguió acariciando la mano y extendió la caricia por el resto del brazo. Eugenia se pegó un poco más hasta abarcarla entera con la mano sobre su cadera. La besó en la frente y bajó la cabeza para mirarla. Sus ojos se cruzaron en silencio. Entonces Sandra cerró los ojos y metió la lengua en la boca de su tía-abuela.
Las respiraciones agitadas ponían la banda sonora al rato durante el que se besaron apasionadamente. Eugenia paseó sus manos sobre los pechos de Sandra, por encima de la camisa. Ésta desabrochó los botones y se quitó el sostén. Eugenia dejó de besarla y se centro en aquel regalo que acababa de aparecer ante sus ojos.
Dos pechos enormes, más grandes de lo que parecían con la elegante ropa con la que solía vestir la chica. Perfectamente distribuidos sobre el busto. Con el mismo tamaño aparente. Cada uno coronado con una oscura y amplia aureola y dos botoncitos simétricos en forma de guinda final de la tarta. Relamiéndose los acaricio. Luego se acomodó para comérselos. Y lo hizo con delicadeza y parsimonia. Saboreando cada poro de aquellos inmejorables pechos. Los primeros que saboreaba en su vida. Más ricos de lo que hubiera imaginado jamás. Suaves y duros. Cuando volvió a besarla, Sandra tenía los melones tan mojados que brillaban como si tuvieran luz propia.
“Ahora me toca a mi”. Entonces se levantó y se colocó sobre Eugenia, descubriéndole los pechos. Estos, al quitar el sostén, cayeron hasta el ombligo. Sandra se agachó para lamerlos. Los levantó con las manos para tener mejor acceso. La acarició y le levantó el vestido por encima de la cintura. Le bajó las braguitas muy despacio dejando el coño al aire, de la que podría ser su abuela. Este estaba perfectamente depilado y era realmente bello.
“tienes un coñito muy bonito tita. Más bonito que el mío”.
La abrió de piernas y se metió entre ellas. Abrió el coño con una mano, lamiéndolo como un higo. Le mordió los labios y se entretuvo con el clítoris. Eugenia se vio inmersa en un mar de gozos y sus gemidos, delicados y profundos, llenaron de satisfacción los oídos de Sandra; la cual, se esmeró en rematar la faena como aquella mujer se merecía. Haciéndola correr varias veces antes de levantarse, desnudarse por completo y acudir al calor de su maduro cuerpo. El cual esperaba, también completamente desnudo, a que la juventud de la otra piel le quitara años de encima.
Se abrazaron y comieron durante largo rato. Eugenia puso a Sandra a cuatro patas y fue a por uno de sus juguetes. Se trataba del clásico consolador con vibración. Sandra se dejo caer manteniendo las caderas arriba, para facilitarle el trabajo. Antes, Eugenia le lamió su coñito húmedo y con no demasiados pelos. Luego se entretuvo pasándole la lengua por el ojo del culo. Se lo dejó todo muy bien humedecido para facilitar la labor al aparato.
Estuvo unos quince minutos trabajándole. Sandra mordía uno de los cojines evitando chillar. Cuando terminó se quedó exhausta sobre la cama, boca arriba y con las piernas abiertas. Eugenia no tenía intención de terminar. Se colocó sobre ella dándole el culo y propuso un 69. Sandra lo admitió de buen grado y se esmeró el coñito de su tía abuela. Ésta se movía a veces intentando conseguir que Sandra la lamiera el culo. Supo entender su deseo y se lo trabajó, metiéndole uno, dos y hasta tres dedos una vez lo dejó bien mojado. Escupiéndole para poder penetrarlos un poco más. Eugenia chillaba desgarrada. El dolor le llegaba en forma de placer y tenía toda la piel de gallina.
Se había hecho noche cerrada y aun continuaban en la cama. Ahora charlando desnudas. Sandra le propuso cenar algo y Eugenia preparó un poco de ensalada. Tras la cena se quedaron viendo una película en el sofá. Al finalizar empezaron a besarse de nuevo. Se lo volvieron a montar sobre el sofá. Eugenia se sentía suelta y desinhibida. Colocó boca arriba a la chica y le restregó todo el coño por la cara, deteniéndose finalmente en la boca. Le dieron ganas de mear u, tras aceptarlo Sandra, se lo hizo sobre la boca y el cuerpo. Sandra acabó empapada y Eugenia, muy caliente y sobre excitada, la beso y lamió para limpiarla un poco.
Finalmente le acompañó a la ducha y allí Sandra le hizo tumbarse en la amplia bañera. Le trabajó el clítoris con la alcachofa. Ayudándose del agua tibia que soltaba le fue abriendo poco a poco y amoldándola a sus labios vaginales. La acabó penetrando salvajemente. Eugenia se sostuvo como pudo, abriendo las piernas al máximo. Tuvo un orgasmo brutal y sus voces se tuvieron que escuchar por todo el viejo edificio:
Se despidieron besándose en la puerta. No hablaron de volver a verse pero ambas sabían que ocurriría en bastantes ocasiones
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