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Relato erótico: “Bienvenida” (PUBLICADO POR PEDRO)

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cuñada portada3

Tenia dos años de casado, vivo en un pueblo muy cercas de Sevilla, mi esposa siempre me espera con el desayuno al volver de 12191516_435361433335546_6176233857151909212_nlos viajes del trabajo, llegaría más temprano de lo de siempre, tenía ganas de hacer el amor con ella, seguro estaría acostada, sería una sorpresa, al llegar el sorprendido fui yo, al entrar en mi cuarto un tío se follaba a mi esposa, solo fueron unos segundos los que los vi,  la penetraba desde atrás a lo perrito, ella gritaba cuando dijo

    ese pendejo de tu marido te hace gritar como yo

  – no

Fue escuchar eso, le pegue en la espalda baja, gruño, ella dijo

-no, aun no te corras, espera casi llego

 Lo tire al suelo, le pegue muy fuerte, lo jale del pelo, así sin ropa lo baje a la calle, llame a la guardia para que lo detuvieran, se metió a robar, violaba a mi esposa, cuando entre me esperaba ella

  • es mi amante pendejo, desde hoy te va ir muy mal

Me quede aturdido, fui a trabajar, al llegar mi jefa, resulto ser su prima de mi esposa, con razón no me molestaba días después de regresar, no solo eso, el presidente de la empresa era su tío hermano de su mama muerta, perdí el trabajo, no me importo, un amigo me daría trabajo, resulto ser su primo, hermano de mi jefa, perdí todo, tuve que irme del lugar, a Sevilla en una urbanización de clase media, un chalet, conseguí  un trabajo, me vengaría, ahora tenía esa ilusión, todo estaba planeado, mi jefe me mandaba lejos, para que ella follara con quien quisiera, mi amigo me preguntaba a qué  hora regresaba, seguro él también le dio un repaso, mi jefa seguro esos días no me molestaba,  su prima estaba de buen humor, paso  un año, conocí a mi esposa, nos casamos, cumplimos un año, me dijo estar embarazada, en el trabajo me cambiaron de puesto, fue cuando se acercaron unos compañeros a decirme

  tu primer año y en un mes recogerás tu primera empresa

    esto te lo diré para que no lo tomes a mal

    Manuel  fue a una empresa se follo al tío  que la dirigía lo emputesio, se quedó con la mujer y el hijo, tiene algún folleteo de vez en cuando, es un cabron

   conocen a Juan, ese lo violo la tía que llevaba la empresa,  saben él era muy tímido, regreso  cambiado

    es por si te toca con tío o tía

Paso un mes, fuimos a la empresa, como dijeron, se follaron a un tío, yo no participe, los tíos no me van, me avisaron que en poco iba a donde estuve trabajando, pasaron las fiesta de fin de año, nació mi hijo, fue niño, fui por la empresa de mi exjefe, yo fui por los archivos, mientras ellos con el presidente, fue cuando me vio

    “Oscar” que haces aquí

  – trabajando Rocío

  – se a que vinieron

   ¡tú qué haces aquí!

   trabajando

   Lourdes embargaran todo, no tenemos nada

   este pendejo no hará nada

   unos tíos están con tu padre,  yo quiero hacer un trato contigo

   a mí los pendejos no me gustan

Fui a la oficina entre sin muchas ganas, por suerte habían terminado

    tío es una gozada  follar  a estos pendejos, los dejamos con el orto roto y lleno de leche

    las tías ponen pegas, con estos aflojaron sin problema

   tienes la información

    si

   vámonos, terminamos aquí

    yo me quedo, quiero sacar algo de pasta con estos putitos

Salimos de la oficina, me hablo Rocío, los otros se fueron sonrieron, con miradas maliciosas

  • Oscar no quiero que esos pendejos me follen, seré tu mujer, te daré hijos, pero ayúdanos 

  • Lo siento, pero tengo todo

  • Me dejare follar solo por ti, igual mi prima, no tenemos nada, vi cómo se follaban a mi tío, primo, novio

-yo no me dejare follar por él, merezco algo mejor

– prima estamos sin nada 

  • Sabes que te follare, cuando yo quiera

  • Si

  • Entonces que te folle a ti

  • En una semana nos vamos, pero primero te follo, también el ano

  • Estas muy pendejo, yo no soy de esas

  • Que te follen esos tíos

  • Aceptamos, vi como lo hacen, tú serás más comprensivo

    Pasaron unos días, fui con Rocío a un hotel, quería besarme, la tire a la cama, levante el vestido, no tenía bragas, tampoco tanga

    -se bueno con migo si

    – todo depende de ti

    Se quitó el vestido, no trae sujetador, vi unas tetas muy hermosas, no grandes tampoco chicas, justo al tamaño de mis manos, las bese, chupe como un lactante , ella se dejo

  • Come te las, son tuyas

    Gemía mucho, masturbe un poco, no la tenía como caballo pero si un poco más de lo normal creo, se la metí poco a poco

  • Me estas abriendo otra vez, no recordaba que la tuvieras así, con cuidado, hace mucho que nadie me llenaba

    No dije nada, siempre me decía que era un bruto, que ni para follar serbia o fingía estar cansada,  tenía un mal día, eran sus días, siempre ponía pretextos, hoy regresaba a casa como nunca lo hice, comencé con el mete y saca, chupaba las tetas, los pezones sin dejar de moverme, tuvo un orgasmo, me dé tuve un momento, pero seguí muy lento, no dejo de gemir

  • Quiero otra vez, pero ahora hazme un hijo, no pares hasta que me dejes panzona

    Lo dijo como si fuera una orden, aun salían sus jugos con un dedo lo unte de su corrida y jugué con su ano

  • Espera dicen que duele, nadie deje entrar  por ese lugar

  • Siempre hay una primera vez

  • Solo no seas muy bruto, como esos  pendejos

    Me sorprendió que aceptara, seguí con el mete y saca hasta que se volvió a correr aproveche para meter varios de dos en su ano no deje de follarla, hasta que los dos nos corrimos, ella creo se orino, mojando toda la cama, cae rendida

  • Te amo Oscar, esto lo hubieras hecho antes

    Se quedó dormida casi, al instante, un día antes de irnos, folle con su prima, la verdad no era la gran cosa,  le metí la cabeza de mi polla, me dijo

  • Hijo de puta, cabron, pendejo…………………………………………

     Muchos insultos, me fui al baño a limpiarme la polla, al salir me esperaba

  • Perdóname, es que yo no quería, pero me dolió mucho, no dejes que me follen esos pendejos, me portare bien, dame un hijo, no tomo pastillas, son mis días fértiles.

    Me la agarro, la beso, se puso otra vez dura, creo que más de lo normal, con ese cariño la volví a follar, hasta corrernos los dos, un compañero me vendió su chalet, se fue a ocupar  de la empresa, desde ese día viven en mi chalet, como me fue bien, tenía euros, unos días después fui al chalet donde viven

  • Oscar amor, que haces por aquí tan temprano

  • Pues vine de una escapadita

  • Quieres follar

  • Sí, pero tu cola, quiero hacerlo

  •  hoy me duele el estomago

  • Lo hare con Lourdes

  • Salió de compras

    Me senté a esperarla, cuando regreso, me vio, le cambio la cara

  • Quieres follar con migo

  • Si, la cola y no me digas que te duele el estomago

  •  es verdad

  • Vine  a follar y no me voy sin follar

  • Mañana, tengo que ir con amigas

  • Mejor así vas muy contenta

  • Por favor, sabes que duele mucho

    La abraso, la cargo, la llevo al baño, le quito la ropa

  • Para, mañana lo hacemos, me preparo para ti

  • Bien, solo follamos

    Ella se deja, colabora para follar, se abre como una flor, la penetro, juego con su ano, meto un dedo, su lubricación es abundante la uso en mis dedos, meto un segundo dedo, ella tiene un orgasmo, aprovecho para meter mi polla completa, no siente nada, el orgasmo es más fuerte, cuando se recupera me dice

  • Sácala cabrón, me duele mucho, sácala

  • Cálmate ya está toda dentro

    La masturbó para que se relaje, beso y chupó sus tetas, esas con las que se alimentara nuestro hijo

  • Eres un hijo de puta, me ensartaste completo, que me haces, Me  está  gustando

  • Tu solo disfruta

Comenzó a gritar, como si la estuviera matando, tuvo un orgasmo, provoco el mío, caímos rendidos,  ella se agarraba de mi, no hablaba, solo trataba de recuperarse, paso un rato, ahí en el baño, me beso, nos acariciamos, la bañe, ella hizo lo mismo conmigo, salimos, me puse la ropa, regrese al trabajo, tres días después, hice el amor con Lourdes, sin pretextos creo que ese día quedo preñada, pasaron unos días, encontré a Lourdes

  • Quiero hacer el amor, no follar me dejas  feliz, sabes que estoy preñada

  • Esa es una sorpresa,   

    En eso llego Roció, fui al trabajo, solo me vio, me esperaba al salir del trabajo, me agarro del brazo, marchamos al carro, subimos, al llegar al chalet bajamos, entramos, me lo dijo

  • Se supone que yo soy tu esposa, la que debería darte el primer hijo, pero no, follas y preñas a mi prima,

    Comienza a llorar, la  beso  

  • Te dolía el estomago

  • Pero yo soy tuya, nunca deje de ser lo

  • Me engañabas con ese tío

  • Hazme el amor, como a mi prima

    Nos besamos, vamos a su cuarto, hacemos el amor hasta caer rendidos, me recupero ahora me dice

  • Hazme la cola, préñame, dame un hijo

    Volvemos, hacer el amor,  le meto un dedo en el ano, después otro, hasta que lo tiene abierto, casi al tamaño de mi polla, se la meto lenta mente, ella suspira

  • Se lo hiciste a si a ella

  • Si te refieres a tu prima, no

  • Hazme gritar como a ella, quiero disfrutarlo juntos

    Lo hice como me dijo, con calma, disfrutando, ella gritaba muy fuerte, sin miedo a que los vecinos la escucharan, creo que alguno vino, salió Lourdes, decía que no era nada malo, pe no paro hasta que vino una patrulla, nos cortó el polvo, follamos otro día, no gritaba tan fuerte,  tres días después me lo dijo

  • Mi amor, estoy preñada, tendremos un hijo, talvez hija.

     Tuve un hijo con cada una, a veces les follo la cola,  sepan quién es el que paga todo lo que tienen, solo para recordárselos, no me preocupa que me engañen, las tengo bien servidas, vivo feliz con mi esposa, tengo la parejita  y no tuve que planear venganza fue más bien bienvenida.

  • : mi mujer me pone los cuernos la cojo con su amante al cual le pego, me dice que me va mal su tío es el director de la empresa, su prima mi jefa, el hermano de mi jefa es su primo, marcho a Sevilla con sigo trabajo un chalet, la empresa encontró malos manejos donde antes trabajo todos buscan su parte es cuando la encuentro me promete ser fiel igual su prima mi exjefa, les follo también con los días el ano, tengo un hijo con ellas algunas veces las follo el ano con eso demuestro que son mías
 

Relato erótico: “Mayo y yo” (PUBLICADO POR SIBARITA)

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 DE LOCA A LOCA PORTADA2

Habíamos quedado en la Plaza del Ayuntamiento, y allí estaba esperando mi llegada. Se quedo Sin títulosorprendido por el atrevimiento de mi vestimenta al verme descender del coche, teniendo en cuenta el lugar al que nos dirigíamos. Con toda la intención, mi ropa consistía en una minifalda negra, sin medias, y una chaqueta a juego, cerrada con un solo botón, y sin nada bajo ella.

Sin quitarme los ojos del escote, me saludó con dos besos muy cerca de la boca y entramos en la cafetería. No había mucha gente en ella, unos jovencitos compatriotas y conocidos de Mayo, que me miraron asombrados, y un par de camareros para el servicio de la sala, uno de los cuales acudió enseguida a preguntarnos lo que deseábamos, pero sin mirarnos a la cara, solamente atraído por mis tetas, que se podían entrever por la abertura de la chaqueta.

Mayo, muy lanzado y tremendamente morboso, se sentó frente a mi y comenzó a acariciarme las piernas, a lo cual yo le ayudaba al colocarlas sobre las suyas, subiendo por ellas con descaro. No se cortó para nada cuando llegó el camarero con nuestro pedido y este, absorto como estaba, por muy poco pudo evitar el dejar caer la bandeja sobre nosotros.

Que calor tengo, dije, desabrochando el único botón de mi chaqueta que la mantenía medio cerrada, y con toda tranquilidad la abrí por completo desnudando mi pecho y sin dejar de mirarle. El camarero se quedó alucinando, como si no pudiera creer que aquello le pasaba a él.

Mayo, desde luego, aprovechó la ocasión, comenzó con un dedo a seguir la línea de un imaginario collar sobre mi pecho,  hasta posarlo sobre uno de mis pezones; primero con un dedo, después toda la mano, mientras que, con la otra subiendo por mis piernas, había llegado al lugar donde esperaba encontrarse con la barrera de mi tanga y su sorpresa fue mayúscula a no encontrarla, y poder llegar en su exploración hasta mi sexo. De cara a él, separe mis piernas permitiéndole el acceso. Su dedo se posó sobre mis labios, los acarició presionando hasta lograr que se humedecieran lo bastante como para permitirle el paso sin dañarme; poco a poco iba logrando que se abrieran, con el dedo acarició mi clítoris que respondió de inmediato a la caricia, siguió presionando y yo sentía como se abría camino, como me penetraba con él, hasta sentir el resto de su mano que le impedía ir mas lejos.

Me di cuenta de pronto, que el camarero no había cesado de dar vueltas en torno nuestro, se había colocado tras de Mayo,  desde donde tenía una estupenda vista de mis piernas abiertas, y como la mano de Mayo tapaba mi sexo, el pobre diablo debía estar tratando de ver si llevaba braga puesta.

Le ordené a Mayo, llama al camarero. Cuando acudió le dije que era yo quien le llamaba. Antes, cuando barría el suelo, no vio mi collar de perlas?, le pregunté abriendo completamente mi chaqueta. Lo llevaba sobre el pecho, continué, siempre con la mano de Mayo sobre una de mis tetas y su dedo metido hasta lo mas profundo de mi sexo.

El hombre babeaba literalmente, mientras Mayo se moría de risa. Me respondió que no lo había visto, pero que lo buscaría  y comenzó a hacerlo alrededor mío, entre mis piernas. Como para ayudarle, me puse en pie y abrí mis brazos en cruz, como invitándole a buscar sobre mi.  Avanzó su mano, pero no se atrevió a tocarme aunque yo seguía con la chaqueta totalmente abierta,  el no quitaba los ojos de mis tetas, y Mayo, con el mayor descaro, acariciaba de nuevo mis piernas. Me dirigí a él, has encontrado alguna de mis perlas, pregunté. Acariciándome el clítoris respondió, solo una; continué preguntando, Mayo, recuerdas si en algún momento he ido al baño?.  No lo recuerdo, me contestó él. Es posible, les dije, que haya podido caérseme en el baño, así es que voy a ver.

Voy yo, señora, dijo el camarero, pero no acepté y acompañada de Mayo me dirigí al Servicio, entramos juntos y nada mas hacerlo me abrazó por la espalda  apoderándose de mis tetas. Eres mala, me dijo sin soltarme, que te ha hecho ese pobre hombre?. Es grasiento, respondí, sucio, babea como un perro; ya verás como no tardará mucho en aparecer por aquí para ver lo que hacemos.

Démosle una sorpresa dijo Mayo,  me tomó en brazos hasta sentarme sobre  el mueble del lavabo y abriéndome las piernas se puso de rodillas para simular que me chupaba el coño. Pasaron minutos y no se estuvo quieto, sus manos y su boca dejaron de simular; sentía su lengua sobre el clítoris, lamiéndome, excitándome hasta que se puso en pié sacando una polla enorme, realmente mayor de lo que nunca antes había visto. Con las piernas abiertas, como estaba, se colocó entre ellas, con las manos separé los labios de mi sexo y nada más hacerlo me penetró de un golpe. Sentí que estaba llena, aquella polla enorme me llenaba por completo y hasta parecía crecer dentro de mi, abrazada a su cuello, sin parar de besarnos, nuestro ritmo se aceleraba en busca del orgasmo cuando oímos la puerta, era el camarero. Desde ella el me miraba, había abierto su pantalón y sacado su polla, se estaba masturbando, y yo le miraba a sus ojos, diciéndole en silencio espera, tú tendrás también tu ración.

Mayo se retiró de mi y se volvió furioso hacia el camarero, le había interrumpido con su entrada y estaba al borde de un orgasmo abortado. Imbécil!,  le gritó, agitando aquel miembro monstruoso, ahora eres tu quien me la va a chupar, le dijo. El camarero me miró perplejo, yo estaba sentada sobre la plataforma del lavabo, con las piernas y la chaqueta abiertas, muy seria le dije, busca mis perlas, es el collar de perlas de mi perro, y señalando a Mayo, continué, ya ves como se pone sino lo tiene. El camarero se hincó de rodillas ante mi sin fingir buscar nada, acercando su boca hasta mi sexo, comenzó a lamerlo como si el perro fuera él. Le aparté, y señalando a Mayo, le dije, hazlo, si se la chupas, después yo chuparé la tuya.

Sin dudarlo un instante, el camarero se puso en cuclillas ante Mayo, tratando de meter aquella polla gigante en su boca, no tardó ni un segundo Mayo en correrse, estaba tan caliente que comenzó a arrojar su semen en dirección a la cara y pelo del camarero, poniéndole perdido, para nada más terminar dirigirse  hacia mi; su polla no parecía haber disminuido pese a la tremenda descarga que acababa de tener, abrió más aún mis piernas,  con los dedos mojados de su saliva, humedeció la entrada de mi sexo y la cabeza de su polla que nuevamente me penetró con furia, sin contención alguna. Clavada como estaba me levanto en vilo, con mis piernas rodeando su cintura, chocábamos contra las paredes, contra el lavabo, contra la puerta que se abrió con estrépito mientras un violentísimo orgasmo nos sacudía a ambos.

Recuperada la calma vi como el camarero lavaba su cabeza y me dio asco. Recompuse mi ropa y salí del baño, atrás quedaban los dos, el camarero inmundo y Mayo que había dejado de interesarme, se había convertido en solo una herramienta para ser utilizada, y él, nada tonto, lo sintió. Al día siguiente había desaparecido totalmente y nunca volví a verle, pero antes teníamos que finalizar aquella cita, y nada mejor para ello que los compatriotas de Mayo, que continuaban expectantes en su mesa y sin perder detalle de lo que hacíamos.

Le dije a Mayo que les invitase a nuestra mesa, pero bajo la premisa de que él no se cortase en sus caricias, de modo que no habían terminado de sentarse cuando mi chaqueta estaba de nuevo totalmente desabrochada y con sus manos sobre mis tetas, a la vista de lo cual, sus tres amigos se consideraron también invitados a participar en el festín. Eran bastante desmañados, por lo que Mayo tuvo que actuar como una especie de introductor de embajadores, imponiéndoles calma y mas delicadeza en lo que hacían. Una vez puestos al orden comenzamos el juego, en  el que ya la participación de Mayo estaba limitada a marcar el camino a sus amigos, pese a sus evidentes deseos, su verga ya no daba para mucho mas después del mucho sexo que habíamos tenido.

 

Con las manos de sus amigos en mis tetas, entre mis piernas, desabroché sus pantalones y descubrí sus vergas, a dos les masturbaba con mis manos, mientras la del tercero se había metido en mi boca, pero pronto todo aquello había dejado de interesarme, me molestaba incluso, así que puse fin a todo aquello, recompuse mi ropa y salí del local sin decir adiós a nadie.

  • : Una cita nocturna con morbo a tope
 

Relato erótico: “El club (10)” (POR BUENBATO)

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cuñada portada3EL CLUB 10

Sin títuloSi alguna vez se había sentido preocupado por aquella situación, no se comparaba con ese momento. A veces, Eliseo imaginaba a la policía tocar su puerta y llevárselo directo al juez civil. Entendió entonces lo lejos que había llegado y lo mucho que se había arriesgado. Además de eso, las cosas habían empeorado.

Ahora Blanca no le dirigía la palabra. Y de Santino y Sarah, ni hablar. Ella lo había tranquilizado por teléfono, pero no había sido clara, esperaba que a Santino se le enfriara la cabeza y pudieran hablar ambos. Pero si no, Santino saltaría de inmediato y lo denunciaría. Era todo un embrollo, y Eliseo se había metido en él. Había pasado de convertir su paraíso terrenal en un infierno.

– Creo que Blanca sólo está molesta – dijo Pilar, sacándose su verga de la boca – por el hecho de que hayas invitado a alguien más. Una vez ella y yo platicamos sobre eso, y prometimos que nadie más lo sabría. Ella creyó que todo esto sería sólo entre nosotros, como un secreto.

Eliseo le acarició el rostro. Pilar era ahora lo único que tenía. Le sorprendió escuchar aquello de ella. Parecía como si, en silencio, la chiquilla fuera la única en comprender lo que estaba sucediendo. Acarició suavemente sus mejillas antes de que ella regresara a engullir su glande.

Habían comido juntos, con sus padres, sin que se atrevieran a decir nada. El padre de las chicas intentó animarlos, pero encontró inútil cualquier intento. Rendidos, regresaron a la oficina, preguntándose sin duda qué estaba sucediendo entre sus hijos.

Blanca se dirigió directamente a su cuarto, sin que Eliseo se atreviera a detenerla. No sabía cómo pedirle disculpas por lo sucedido, y ella no parecía estar dispuesta a escuchar nada de él. Estresado, Eliseo se dirigió a la cocina, donde Pilar lavaba los trastes. Se colocó tras ella, abrazándola mientras su entrepierna se acurrucaba sobre el suave culo de la chiquilla.

Pilar adivinó la desnudez en la que se hallaba Eliseo, pero no se atrevió a decir nada y tampoco intentó zafarse. Tranquilamente terminó de lavar los trastes, y apenas terminó, las manos de Eliseo la invitaron a arrodillarse ante él.

Sin la menor duda, ella obedeció. Y recibió en su boca la endurecida verga que su hermanastro le ofrecía. Minutos después, Eliseo tomó asiento en una silla del comedor de la cocina. Llevaban más de diez minutos así, en lo que parecía más un masaje relajante que una mamada. Eliseo sonrío, adivinando que la chica deseaba hacerlo sentir mejor a su manera. Acarició su cabello, antes de empujar su cabeza hacía atrás. Fue cuando comenzaron a hablar de Blanca.

– Quizás tengas razón – dijo Eliseo – Pero es probable que ella no quiera volver a…participar – aún no sabía cómo expresar el hecho de que se follaba a sus propias hermanastras

Minutos después, la hizo ponerse de pie. Y la colocó recargada de sus hombros sobre un taburete alto de la barra de la cocina. De esa manera, se colocó de cuclillas tras ella. Sus manos alzaron su falda escolar sobre su espalda, revelando las bragas rosadas de algodón que cubrían su precioso culo. No tardó en deslizar sus bragas hacia abajo, dejando su trasero desnudo ante él. Eliseo llevó de inmediato su boca hacia la chica, y sus labios chocaron cálidamente sobre las blandas carnes de sus glúteos.

Continuó así largo rato, como si aquel suculento trasero fuera lo único comestible en el mundo. Entonces, enloquecido de deseo, sus manos apretujaron las nalgas, y ayudaron que aquel canal oscuro se abriese para que la boca de Eliseo pudiera deslizarse hacia el canal que se formaba entre ambos glúteos. Pilar sólo pudo cerrar los ojos, ante la extraña sensación que la lengua de su hermanastro provocaba en su esfínter. Era la primera vez que sentía algo así, y deseaba salir huyendo.

Pero no se atrevió. Lo que menos deseaba en aquel momento era disgustar más a Eliseo. Dejó que aquella lengua explorara aquella zona, sintió los lengüeteos desesperados con los que su hermano atacaba la zona de su ano. De pronto, un respiró apareció cuando la boca del muchacho se instaló en su coño. Entonces comenzó a suspirar de placer, sintiendo como su coño se iba humedeciendo más y más conforme la excitación aumentaba su intensidad. A esa altura, ya extrañaba la lengua de Eliseo en el ojo de su culo.

Y entonces la boca de Eliseo regresó a su esfínter. La fuerte lengua del muchacho lograba por momentos deslizarse entre su apretado ojete, que cedía ante la desesperada fuerza del muchacho. Poco a poco, las molestias de Pilar fueron disipándose, y un curioso placer la hacía preguntarse qué era aquella sensación que Eliseo provocaba con su boca. Con el tiempo, comenzó a pensar que la lengua de su hermanastro no estaba siendo lo suficientemente larga. Aquello le empezaba a parecer excitante.

Una pausa interrumpió aquello y, expectante, Pilar aguardo hasta que reconoció el glande de su hermanastro abriéndose paso a través de la entrada de su coño. En segundos, la verga endurecida de Eliseo se encontró dentro de su hermanastra, y Pilar acomodó sus piernas para hacer aquello más cómodo. Los vaivenes de Eliseo comenzaron, y Pilar comenzó a disfrutar entre jadeos los movimientos de su hermanastro. El muchacho lo hacía extrañamente lento, dándole la oportunidad a su hermanastra de sentir cada pliegue y vena dibujados a lo largo del tronco de su falo.

– Te quiero – dijo Eliseo, de una manera tan extraña que Pilar no lo hubiese creído de no ser porque lo repitió – Te quiero mucho.

Pilar no supo qué decir, apenas y se atrevió a girar el cuello, para recibir un beso de Eliseo. Con sus labios unidos, y la verga de su hermanastro dentro de sí, la chiquilla sintió detenerse el tiempo. Entonces sintió el dedo de Eliseo introducirse en su ano; fue tan repentino que esta sólo se percató del hecho hasta que las yema del dedo invasor acariciaba las paredes internas de su culo. El segundo dedo fue más doloroso, pero no hizo nada para detenerlo, porque el tener la verga de Eliseo clavada en su concha ya representaba demasiado.

Sin dejar a un lado sus lentas embestidas, Eliseo comenzó un mete y saca de ambos dedos sobre el culo de su hermanastra. Los había lubricado con sus propios jugos vaginales, pero no se había atrevido a ir más adentro, pues el dolor se dibujó de inmediato en el rostro de la confundida chica.

Sacó sus dedos y después su verga, y dirigió a Pilar a la sala. La sentó sobre el sofá y regresó a la cocina.

– Ve quitándote la ropa – le ordenó, al tiempo que desaparecía hacia la cocina.

La chica obedeció, y un par de minutos después, Eliseo regresó con varios utensilios de cocina y la botella de aceite de oliva. La chica imaginó lo que sucedía, pero no quiso hacer preguntas.

Eliseo dejó las cosas sobre la mesita central de la sala y se acercó a ella, que lo esperaba completamente desnuda sobre el sofá.

– Ponte así – dijo, alzándole las piernas, que la chica después tuvo que abrazar, de tal manera que la zona de su coño y su ano quedaban completamente expuestas.

Su hermana le había rasurado hacía varios días el coño, por lo que su entrepierna estaba salpicada de puntitos oscuros que revelaban el nuevo vello en crecimiento. Su coño manaba los jugos de su excitación, y su ano brillaba por la reciente invasión.

– ¿Qué harás? – preguntó reservadamente Pilar, como si tuviera alguna importancia.

– Romperte el culo – soltó Eliseo, con una serenidad extraña – Pero debo prepararte.

– ¡Ah! – dijo la chica, como si sólo hubiese preguntado la hora.

Eliseo colocó aceite en un pequeño plato de vajilla, de esa manera embadurnó con facilidad la parte posterior de una cuchara. Con el liso mango de la cuchara listo, Eliseo la apuntó a la entrada del ano de la chica.

Entró con relativa facilidad, y no fue hasta que a la punta chocó con las primeras paredes del interior de su ano, a mitad del mango, que la chica desdibujó su rostro para dar paso a una verdadera expresión de dolor. Pero lo soportó, y no tenía otra opción pues Eliseo no detuvo su avance hasta que el mango por completo no se hallo dentro de su culo.

El muchacho inició un lentísimo mete y saca, desde la punta hasta la cuchara completa. La chica soportaba el dolor con fuertes respiraciones, pero al menos Eliseo tenía el suficiente cuidado de no dañarla. La confundida mente de Pilar no distinguía ya la diferencia entre el dolor y el placer.

A continuación, Eliseo dejó sobre la mesa la cuchara, y tomó una espátula. Esta tenía un mango más largo, grueso y curvo de acero inoxidable. Sumergió el mango en el aceite y volvió a dirigirse al sofá, donde el palpitante esfínter de su hermanastra lo esperaba.

Los labios de Pilar se abrieron, soportando silenciosamente el dolor provocado por el abrirse paso de aquel objeto. Era un objeto frío y grueso que le provocó una sensación distinta. Se preguntaba a esas alturas cómo sería entonces recibir la verga de Eliseo.

– ¿Qué hacen? – preguntó, sin inmutarse siquiera de la completa desnudez en la que se hallaban.

No habían escuchado los pasos de Blanca, que se acercaba silenciosamente a la sala. Parecía haber despertado de una siesta; vestía unos pantalones de pijama azul marino con puntos blancos y una sencilla blusa de tirantes blanca que dejaba ver un sostén violeta debajo.

Si Eliseo se sobresaltó por ello, no lo demostró. Alzó la vista sólo para tranquilizar con su actitud serena a la nerviosa mirada de Pilar. Que miraba hacia abajo, evitando a toda costa la mirada de su hermana mayor.

Blanca llegó y recargó sus hombros sobre el respaldo del sofá. Miró lo que Eliseo estaba haciendo, pero ni siquiera se inmutó.

– ¿Qué parece? – preguntó Eliseo, con unas absurdas ganas de discutir.

Blanca se lamió los labios, estaba claro que no quería discutir. Se acercó y se agachó de cuclillas a un lado de Eliseo. Llevó su mano y la colocó sobre la de su hermanastro, que sostenía la espátula.

– ¿Puedo?

Eliseo no supo que decir. Su hermanastra le estaba ofreciendo ayuda para dilatarle el culo a su propia hermana. Pero era una lucha de imperturbabilidad, y Eliseo soltó la espátula como si la estuviese usando para cocinar.

Blanca sacó ligeramente el mango de la espátula, como si evaluara hasta qué grado el culo de su hermana podía soportarlo a aquellas alturas. Pasada aquella indagación, comenzó un mete y saca. Pero lo hizo con demasiada rapidez, a tal grado que Eliseo pensó si debía intervenir por el bien del pobre culo de Pilar, cuyos gemidos ya eran bastante claros. Pero no intervino, en vez de ello, vio cómo Pilar dirigía una mirada de ruego a su hermana mayor que, mirándola fijamente, no paraba la intensidad de sus manos.

Cuando los gemidos de Pilar se estaban convirtiendo en verdaderos gritos, Blanca se detuvo. Pilar suspiró aliviada, su pobre esfínter estaba enrojecido, y su hermana ni siquiera sacó la espátula, sino que la dejó clavada dentro de Pilar, que la sostenía con los agotados músculos de su recto.

– Eliseo – dijo Blanca, sin voltear a verlo

Eliseo ni siquiera estaba seguro de haberla escuchado, por la bajo de su voz.

– ¿Qué? – se atrevió a decir

– No estamos peleados – dijo Blanca, un poco más claro – No somos pareja, no tenemos que actuar como tal.

Eliseo no supo cómo interpretar aquello. Parecía que Blanca no hablaba más que para sí misma.

– Ok – dijo él

Blanca apretó los labios y volvió a tomar la plancha de la espátula; el rostro de Pilar se enrojeció aún más.

Aunque no decía nada; la verga de Eliseo se había endurecido hasta el límite. La escena que se desarrollaba frente a él era tan morbosa que se sorprendió de si mismo al haber logrado mantener de aquella manera la calma. Sus pantalones estaban a punto de estallar, mirando cómo Blanca masturbaba el ano de su hermanita, pero su rostro apenas y mostraba rastros de perturbación.

Blanca se mantuvo metiendo y sacando el mango de la espátula. A veces giraba hacía la mesita, para empapar un poco de aceite el objeto antes de volverlo a insertar en el culo de su hermana. Al menos estaba funcionando, cada vez el esfínter de Pilar se resistía menos a la penetración y en su mirada el dolor iba desapareciendo para dar paso al confuso placer que le comenzaba a provocar.

Entonces Blanca se detuvo y soltó de nuevo la espátula, dejándola otra vez insertada hasta el fondo del culo de Pilar. Eliseo nunca había tenido una pareja con la que durara más de algunos meses, por lo que no alcanzaba a comprender el extraño y sinsentido comportamiento que podía llegar a tener una mujer. Por eso no entendió porque Blanca se enderezó para deslizar sus pantalones y sus bragas a nivel del suelo, antes de acomodar sus rodillas y ofrecerle su culo completamente abierto.

– Bueno – murmuró, tratando de conservar la calma en su voz nerviosa – Si no quieres hablarme no me hables, pero quiero que me hagas lo que le ibas a hacer a Pilar.

Eliseo no supo qué contestar. El ojete de Blanca era de un tono más oscuro que el rosado claro de Pilar. Aunque no parecía haber sido penetrado nunca, al menos daba la sensación de ser menos apretado que el pobre esfínter de la más chica. De alguna manera Blanca logró mover sus músculos para hacer palpitar la entrada de su ano, en una clara invitación para su hermanastro.

Di un paso y después otro, quedando justo por encima del trasero de Blanca, que había regresado a su trabajo con la espátula y el recto de Pilar. Comprendió que Blanca no requeriría un trabajo previo de dilatación. Tomó la botella y con cuidado dejó caer un solo hilillo de aceite sobre la parte superior de sus nalgas, que se canalizó de inmediato hacia su arrugado ojete.

Dejó caer otro hilillo sobre su glande descubierto, y masturbó ligeramente su tronco para embadurnarlo brevemente. Cuando estuvo listo, dobló sus rodillas lo necesario para que la punta de su verga chocara con el esfínter de su hermanastra. Era la primera vez que penetraría a una mujer por el culo, y era también la primera vez que un pene penetraría el virgen ojete de Blanca.

Dejó irse, pero el apretado anillo de la chica le recordó que aquello sería distinto a lo acostumbrado. Fue incapaz de avanzar ni siquiera un centímetro entre los apretados músculos anales. Suspiró, comprendiendo que aquello no iba a ser fácil. Sostuvo las caderas de Blanca, para ejercer contra fuerza en el momento de penetrarla.

Volvió a intentarlo, y esta vez el glande pudo deslizarse hacía su culo. Sintió un dolor por la fuerza con la que Blanca abrazaba la sensible cabeza de su verga, pero lo soportó y siguió avanzando. La lubricación del aceite ayudó mucho una vez que se halló dentro, y era cuestión de tener cuidado de no lastimar a su hermanastra dentro de su interior.

– ¡Ahhh! – se quejó Blanca, cuando Eliseo decidió penetrarla completamente

Pilar se mordía los labios, porque Blanca había perdido las fuerzas de su mano y había clavado dolorosamente la espátula en su culo.

Eliseo permaneció unos segundos inmóvil, parecía querer memorizar para la posteridad la textura y calidez del interior de Blanca. Sólo después comenzó a sacar y a meter en lentos deslizamientos su verga.

– ¡Uhhhhhh! – tembló Blanca, en los primeros movimientos.

Pero el muchacho no se detuvo, parecía buscar el ritmo perfecto para provocar el ano de su hermanastra.

Con el tiempo Eliseo había logrado normalizar los mete y saca con los que arremetía contra el culo de su hermanastra. Blanca había acomodado sus caderas para facilitarle la tarea, mientras externaba el placer que Eliseo le proporcionaba a través de la espátula con la que estimulaba al ano de su hermana.

A veces Blanca alzaba la vista para mirar a Pilar, y esta sólo le compartía una expresión de confidencialidad. Pero la hermana mayor no buscaba eso, e intensificaba los movimientos de sus brazos hasta que provocaba que la boca de la chiquilla se abriera en forma de O del placer provocado. Entonces Blanca sonreía satisfecha, antes de regresar a sus gemidos provocados por las penetraciones de su hermanastro.

Los movimientos de Eliseo fueron intensificándose, y de igual manera, los de Blanca. La cabeza de Blanca comenzó a perturbarse por aquel extraño goce, y a veces buscaba cualquier cosa con la cual distraerse; era entonces cuando su boca descendía para posarse sobre el coño de su hermanita y besar sus labios, y lamer su entre pierna sin dejar de penetrarla una y otra vez con la espátula. Llevó su lengua hacía arriba, y estimuló durante buen rato el diminuto clítoris que se escondía entre los labios superiores de Pilar. La excitada mirada de Pilar era suficiente para que Blanca quedara satisfecha.

Pero tuvo que detenerse, porque entonces las arremetidas de Eliseo aumentaron su velocidad y Blanca ya no fue capaz de otra cosa más que de seguir moviendo torpemente la mano con la que estimulaba el culo de su hermana y de gemir intensamente de Placer. Sus gritos comenzaron a invadir toda la sala, y Eliseo se preguntó si alguien de fuera podría escucharlos. Él mismo se sentía tan extasiado que sus respiraciones eran sonoros jadeos.

Pilar también debió inspirarse en los gemidos de su hermana, y comenzó a atreverse a gimotear cada vez más alto. En verdad había tratado de reprimir sus enloquecidos quejidos de placer, pero ahora que Blanca gritaba descontroladamente se atrevió a unirse al coro. Esto provocó que su hermana mayor aumentara la velocidad de su mano, lo que hizo más intensos los gemidos de Pilar.

– ¡Cabrón! – gritó Blanca, cuando sintió una fuerte embestida de Eliseo

– Joder – era lo que decía Eliseo – Joder, puta.

Aquello provocó que Blanca comenzara a convertirse en una guarrilla, y ordenó a los músculos de su culo a apretar aún más el duro tronco de Eliseo.

– ¡Qué perra eres! – acusó el muchacho, que sabía perfectamente lo que Blanca pretendía.

Por toda respuesta, Blanca continuó apretando su ano y Eliseo siguió aumentando el rigor de sus embestidas. En una lucha de placer que estremecía a ambos por igual.

De pronto los gritos de Pilar aumentaron repentinamente su intensidad; Blanca pudo sentir como el esfínter de su hermanita parecía aflojarse, y unas extrañas convulsiones aparecieron en su coño y en su culo. Blanca sonrió, su mente, dominada por el placer comenzó a soltar improperios inimaginables hacia su hermanita.

– Te estás corriendo – dijo, con la voz entrecortada por las embestidas de Eliseo – Te estás corriendo, puta zorra. – repitió, mientras aumentaba sádicamente los movimientos de su mano.

Pilar abrazó con fuerza sus rodillas, tratando de soportar el terrible placer que recorría su cuerpo.

– Córrete, puta. ¡Córrete! – se unió Eliseo, quien miraba asombrado cómo el coño de Pilar comenzaba a escupir extraños fluidos

Aquella situación era tan morbosa y trastornada que los tres estaban irreconocibles.

– ¡Perra! ¡Perra! – continuaba Blanca, al tiempo que sus manos iban perdiendo fuerza pues ahora su cuerpo comenzaba a traicionarla. Soltó la espátula y colocó su mano sobre el suelo.

Sintió entonces lo que Pilar estaba sufriendo, porque de pronto sintió perder sus fuerzas y su cabeza se desplomó sobre el mojado coño de Pilar. Parecía como si fuese a desmayarse, pero en realidad se estaba corriendo.

Eliseo se percató de ello, por que sintió cómo el recto de Blanca vibraba alrededor de su verga. Justo a tiempo, porque él también tenía unas ganas tremendas de correrse. Desde la espalda hasta las nalgas, la piel de Blanca se estremeció, y de pronto Eliseo se sorprendió al sentir como una ligera brisa liquida salpicaba sus testículos. Bajó la vista y vio cómo una especie de fluido escapaba en pequeños borbotones del coño de su hermanastra.

Aquello fue más suficiente para Eliseo, quien entonces tomó a la chica fuertemente de la cintura, la penetró hasta el fondo y se detuvo para comenzar a manar su leche en su interior. Nunca antes había sentido tanto placer al eyacular, pues el estrecho culo de Blanca parecía extender el placer.

– ¡Mierda! – expresó Blanca, que seguía recostada en la entrepierna de una Pilar que miraba hacía el techo agotada, como si estuviese en pleno viaje provocado por algún hongo alucinógeno – Joder, que bien – agregó, mientras sentía el cálido fluir con que la leche de Eliseo rellenaba su culo.

Pilar dejó caer sus piernas al suelo, agotada, pero sin hacer que su hermana tuviera que alzar su cabeza sobre su coño.

Eliseo también se desplomó sobre el culo de Blanca, sin sacar su falo de su culo.

Recostada sobre Pilar, Blanca comenzó a reír extrañamente. Eliseo y Pilar se miraron extrañados, pero una sonrisa escapo de sus labios y pronto unieron sus enloquecidas risas a la mayor de las hermanas. Era como si estuviesen firmando un acuerdo de complicidad, como si aquel momento estuviera destinado a convertirse en un secreto que sólo ellos tres compartirían.

Entonces el teléfono de la sala comenzó a sonar. Todos voltearon al mismo tiempo, con una extraña sensación de nervios.

– Pásamelo – le ordenó a Pilar, que obedeció tan rápido que ni siquiera se sacó la espátula del culo al ponerse de pie.

Parecía un tierno patito, con la lámina de la espátula a modo de una graciosa colita. La chica respondió rápidamente.

– ¿Bueno?

– ¿Blanca?

– No, soy Pilar.

– Hola, ¿está Eliseo? Soy Sarah, la herma…

– Sí – le interrumpió la chiquilla – Te lo paso.

Se acercó a Eliseo y le entregó el teléfono.

– ¿Bueno?

– ¿Eliseo?

– Sarah, dime.

– He estado platicando con Santino, ya le hice entender las cosas.

Eliseo no entendió a qué se refería exactamente con eso. Se incorporó.

– ¿Cómo es eso? – dijo, al tiempo que sacaba su verga casi flácida del culo de Blanca.

Una pausa apareció, y a Eliseo le pareció escuchar la voz de Santino en el fondo, diciéndole algo así como “que lo sepa de una vez”.

– Él y yo también hicimos, lo que tú haces con Blanca y Pilar – dijo al fin Sarah, como si aquello fuera una revelación prohibida.

Santino sonrió, ¿por qué a todos les costaba trabajo decir aquellas cosas como son? Vio cómo una gota de semen se escapaba del ano de Blanca en el momento en que esta se incorporaba para sentarse al lado de Pilar, quien ya tenía la espátula en sus manos.

– Entiendo – dijo, tratando de no sonar sorprendido – No sé…

– Creo que deberíamos reunirnos – continuó Sarah, como si sólo tuviera el valor de decirlo una sola vez – Todos, nosotros y ustedes.

– ¿Para qué?

Sarah suspiró.

– Imagínatelo.

Eliseo se lo imaginó. Acordaron el fin de semana, en casa de los padres de los gemelos, quienes estarían fuera sábado y domingo.

Cuando Eliseo colgó, las expectantes miradas de sus hermanastras lo esperaban, curiosas.

– ¿Qué te dijo? – preguntó Blanca.

Eliseo las miró, buscando la manera de explicar las cosas.

– Quieren que nos veamos; iremos este fin de semana a la casa de sus papás.

CONTINUARÁ…sex-shop 6

 

Relato erótico: “Mayo” (PUBLICADO POR SIBARITA)

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 SOMETIENDO 4

 Mayo está sobre mí, siento su enorme polla clavada hasta lo más profundo, no me Sin títulopesa, es delgado, joven y fuerte aunque no musculoso; se mueve como un gato, hay mucho de felino en él, aparte de ser el personaje más morboso que nunca he conocido.

Nuestra relación ha comenzado esta misma tarde, en una discoteca bastante concurrida. Bailaba sola cuando se plantó ante mí y sin decir palabra, comenzó a bailar conmigo. No me desagradó, al contrario, lo hacía bien y su baile estaba cargado de sensualidad, como me gusta. Bailamos varias piezas juntos, sin tocarnos, hasta que el Dj puso música un poco más lenta, y entonces me tomó en sus brazos, con la mayor frescura me apretó contra él y me besó en el cuello, nos miramos a los ojos, su boca se acercó a la mía y nos besamos, apenas un roce, otro beso, ahora más intenso, más largo, nuestras bocas se abrieron y nuestras lenguas empezaron a buscarse, a entrelazarse, mientras que sus manos habían descendido de mi espalda hasta mis nalgas. Cesamos de bailar y tomando mi mano me condujo hasta uno de los sofás que rodean la pista de baile, eligió una zona no muy iluminada, donde nos sentamos y pidió unas bebidas. Su conversación era agradable, mitad húngaro, mitad rumano, llevaba poco tiempo en nuestro País, sin papeles y presumiendo de ello, se notaba que, como chico guapo, pretendía vivir de las mujeres y por eso buscaba las maduras. Yo lo soy, tengo 50 años recién cumplidos, y él apenas 24. Puedo presumir de un buen cuerpo, soy bonita, según dicen, y no represento más allá de 40, razones por las cuales se había dirigido a mí, eligiéndome entre todas las mujeres de la sala.

Desde el momento mismo que nos sentamos inició sus avances, repitió el largo beso que nos habíamos dado en la pista, más profundo, más largo. Pasó su brazo por encima de mis hombros, dejando caer su mano que, como por descuido, rozaba uno de mis pechos, le dejé hacer en espera de conocer su táctica. No tardó mucho, la mano que rozaba mi pecho se puso en movimiento, primero el roce se hizo más preciso, más notorio, después ya claramente lo tomó con su mano e inició leves apretones, siempre sobre la tela de mi vestido, fue buscando el escote hasta encontrarlo y, despacio, metió la mano por él hasta apresar mi pecho. No llevaba sostén, de modo que  el contacto fue directo y una vez que lo tuvo en su mano comenzó a sopesarlo, a buscarme el pezón que ya se encontraba inhiesto, a pellizcarlo, mientras su otra mano comenzaba la exploración entre mis piernas, haciendo presión sobre ellas, como pidiéndome de separarlas para tener mejor acceso hasta mi sexo. Le dejé llegar hasta que sus dedos tomaron contacto con mi braga, y cuando intentó apartar el borde para acceder a mi sexo, le detuve para darle una explicación, le conté quien era yo y lo que pretendía. Necesitaba a un chico como él, para preparar unas escenas de amor en una película, si estaba de acuerdo, aparte de cobrar las cantidades acordadas,  tendría un pequeño papel en la película.

Después de hacerme varias preguntas aceptó, pero todavía faltaba saber si realmente sería capaz de hacerlo medianamente bien, si tendría el mínimo de fotogenia necesario, así es que le invité a dejar la discoteca y acompañarme a un club privado, donde podríamos hacer algunas pruebas.

Al llegar, le indique algunos puntos sobre lo que debería tratar de hacer, y lo primero sería mostrarme sus habilidades para conseguir conquistar a una mujer y llevársela a la cama, hecho a su modo y manera, para ver sus virtudes y defectos estableciendo, a partir de ahí la mejor forma de actuar.

Escuchó atentamente las indicaciones, preguntó quién sería la mujer y al saber que iba a ser yo, observé destellos en sus ojos, lo cual era ya indicador de que podía establecerse con él una cierta química.

Nos sentamos en un sofá y sin más preámbulos se inclinó sobre mi estampándome un beso de autentico tornillo, sabía besar, no había la menor duda, iba rápido y al grano, sin dejar por ello de ser tremendamente sensual. Mientras su lengua jugaba con la mía, sus manos no permanecían quietas, en un momento se había abierto camino bajo  mí vestido, para cubrir mis pechos de besos y caricias, tomó mi mano para dirigirla sobre su pantalón, directamente sobre el generoso bulto formado bajo él, abrió la cremallera, siempre con mi mano dirigida por la suya, hizo presión en muda petición de que descubriese su verga y cuando esta hizo su aparición, depositó mi mano sobre ella. Tenía una verga enorme, monstruosa, según fui descubriendo por momentos mientras la acariciaba, su mano que me había abandonado, lo había hecho para proseguir su camino entre mis piernas, nada dejó de lado o sin acariciar, mis muslos, mi vientre, mi vagina, que a esas alturas ansiaba nuevas caricias.

Mayo se había dado cuenta, se puso en pié para tirar de mi y dirigirme sobre una de las camas, antes de llegar a ella ya me había desnudado enteramente, y cuando me hizo caer sobre la cama éramos ya dos cuerpos desnudos. Se colocó sobre mí, humedeció con saliva mi vagina y la cabezota de su verga, la frotó un par de veces a la entrada y sin más preliminares, me la metió hasta que sus testículos chocaron contra mi sexo, de un solo golpe me penetró hasta lo más profundo. No entiendo como, pero no sentí dolor alguno, como reflejo a su embestida, mis piernas se anudaron en su espalda, se movía sin cesar, de un lado para otro, una de sus manos apretaba mi pecho y, con la otra frotaba mi clítoris, no paraba más que para cambiar de postura, me dio la vuelta y volvió a penetrarme desde atrás, tiraba de mis caderas para que adoptase la posición del perrito, nueva penetración, de lado y siempre tras de mío, su mete y saca se aceleraba por momentos, al tiempo que aumentaba el ritmo de sus dedos en mi clítoris, yo estaba a punto de estallar y así fue, mi cuerpo comenzó a vibrar, a estremecerse ajeno a mi voluntad, me sobrevino un orgasmo apoteósico, durante el cual perdí la noción de todo lo que no fuese placer, y cuando decreció pude sentir sus espasmos en el momento en que comenzó a correrse y salió de mi para verter su semen sobre mi vientre. Tomé su verga con mis manos y la dirigí a mi boca para sentir su sabor, aunque ya le quedaban pocas fuerzas, me miró a los ojos y juntos estallamos en una monumental carcajada.

Mayo había superado su examen, con honores, y yo había tenido uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Por esa noche ya no hubo más, aunque él hubiera deseado continuar toda la noche, me propuso ir a un hotel incluso, pero no acepté y quedamos para varios días después, en el estudio, donde darían comienzo los ensayos.

Tres días después se presentó puntual, ya todo estaba preparado en el estudio, se habían preparado los decorados de una casa completa, en la que deberíamos pasar tres días de continuos ensayos. Empezamos perdiendo un poco de tiempo, haciéndole pruebas de cámara en solitario y con una pequeña actriz rumana que él había traído, y que no servía para gran cosa, salvo que para demostrar sus ”habilidades”, la folló ante mis propios ojos, y  después de darse una ducha rápida, nos pusimos a trabajar.

Un poco desmañado al principio, se soltó en cuanto se dio cuenta de que cada una de las personas presentes, se dedicaba a su labor específica. Escuchó atentamente las instrucciones sobre lo que tendríamos que hacer durante los tres días próximos, en los que no debería abandonar la piel de su personaje. Terminados los ejercicios de calentamiento, en los cuales para romper el hielo, debíamos acariciarnos con las manos del otro, y en cuanto recibimos la orden de comenzar, saltó literalmente sobre mi tomándome en sus brazos y me tendió en el suelo sobre la gruesa alfombra. Me desnudó despacio, como quien pela una fruta delicada, cubriendo de besos y caricias cada centímetro de piel que iba descubriendo, me lavó de pies a cabeza con su lengua, trabajo que después repitió con sus dedos y su sexo, lo hacía subir rozándome, de mi ombligo a mi boca,  rozaba con él mis labios mientras que sus dedos acariciaban mi vagina hasta lograr que estuviera completamente abierta; una vez conseguido, frotó contra mis mucosas descubiertas la cabeza de su verga, y comenzó a meterse. Lo hacía lentamente, con cuidado, como si fuera la primera vez que me poseía, se detuvo como si hubiera encontrado un obstáculo en su progresión, estaba simulando el primer coito con una virgen, y yo respondiendo como si lo fuera. Aumentó la cadencia de sus movimientos, trataba de conseguir que yo tuviera un orgasmo, pero pese a su habilidad no me conocía lo bastante para lograrlo, mientras que él ya no podía controlarse. Se retiró de mi en el momento y vertió su semen sobre mi vientre, disculpándose por no haber podido evitarlo.

Durante la cena, hablamos sobre el tema, le tranquilicé, nos duchamos y nos fuimos cada uno a su cama, el día había sido largo, estábamos cansados y a Mayo todavía le esperaba en su cama su amiguita rumana, a la que muy pronto hizo estallar en un concierto de auténticos alaridos

A penas me había despertado cuando sentí una presencia extraña en mi cama, unas manos que me recorrían comprobando que duermo desnuda, y un cuerpo que se pegaba al mío, era el de Mayo, se había tomado al pié de la letra los ensayos en continuo durante tres días. Se había despertado con una erección tremenda, y en vez de follarse a Marian, la chica rumana, con la que había dormido, se vino a mi cama  y buscaba meter su cara entre mis piernas. Me costó convencerle para que me dejase asearme primero, estaba pegajosa de la sesión pasada, pero en cuanto me metí en la ducha, no tardó en entrar el también, con el socorrido pero siempre efectivo argumento de lavarme la espalda.

Tengo que reconocer que la hizo a conciencia, me enjabonó de pies a cabeza, lavó mi sexo, y de paso aprovechó para jugar un poco con mi clítoris para ponerme a tono, algo así como un corto juego de calentamiento, pues estaba ansioso por volver a la cama. Nada más hacerlo recomenzó lo que parecía ser su juego favorito, dicho con sus propias palabras, metérmela hasta los huevos, y el condenado lo hacía francamente bien. Lo asombroso es que aquella enorme polla que tiene, cupiera en mí enteramente y sin hacerme daño.

Los juegos en la ducha habían servido para calentarle más de lo que ya estaba, en cuanto me tuvo sobre la cama comenzó a darme otro baño, esta vez con su lengua, haciendo especial hincapié sobre mi clítoris, y provocando que mis piernas aprisionaran su cabeza. Así estuvo largo tiempo haciendo estremecer mi cuerpo, Nuevamente me penetró con fuerza, después, dándole la espalda, buscó mi ano con la cabezota de su verga, lo ensalivó y con cuidado me la fue metiendo. Yo tenía mi cabeza enterrada en la almohada, apenas si podía respirar, y más aún cuando cambió bruscamente de sitio, alternando, sentía la inminencia de su corrida y por ello la metió en mi vagina y un rio de semen me llenó completa.

No había terminado, descansó unos momentos antes de volver a recomenzar, pero lo hizo, después de unos pocos segundos o minutos, su verga había recobrado toda su fuerza, todo su tamaño, la sentía clavada hasta lo más profundo, y todavía él trataba de empujar más, de meterla mas a fondo, de que aquella fuera una corrida salvaje, y lo fue sin duda alguna, porque no dejó ni un solo orificio de mi cuerpo sin meterse por el, y nuevamente lavé su verga con mi boca y yo también me corrí casi gritando.

Era la una de la tarde, habíamos estado follando más de tres horas, y yo estaba realmente agotada. No me dejó vestirme, pedimos por teléfono comida preparada, y mientras esperábamos no cesó ni un momento en sus caricias. Llego la comida pedida y busqué una bata para abrir la puerta, no me dejó, me quitó la bata de las manos y se dirigió a la puerta para abrir desnudo como estaba, pensé que se limitaría a recibir los paquetes en la puerta, y cual no fue mi sorpresa al vele regresar acompañado y charlando tranquilamente con el motorizado. Me di cuenta de que estaba buscando provocarme, y me propuse recortarle un poco las alas, para que no se creyese tan importante. Me puse en pié y me acerqué a ellos, como para ayudar con los paquetes. El chico aluciaba y al mismo tiempo estaba rojo de vergüenza, lo que no evitaba que su pantalón abultase considerablemente, más todavía cuando pasé delante de él rozando su paquete. Me detuve a mirarle y volviéndome hacia Mayo, comencé a reír y le señalé que aquel muchacho era más expresivo que él. Palideció y se dio cuenta de que su juego no le había salido como él esperaba y que ahora, además, le dije de pagar la cuenta. Tuvo un buen detalle al marchar el chico, me pidió disculpas. Este Mayo aprendía a marchas forzadas, así es que metí la mano en la salsa de la comida y después con esa misma mano chorreante, le embadurné la polla para, inmediatamente, dirigir mi cabeza hasta ella y meterla en mi boca; su sexo ahora tenía sabor a curry, le fui dejando limpio con mi lengua, para después continuar saboreándola hasta que se corrió en mi boca, era un estupendo postre.

Esa noche y para variar, decidimos ir a bailar a una discoteca de moda. Me preparé con un minivestido con un gran escote en el frente y que descubría mi espalda por completo. He dicho bailar, y no es totalmente cierto puesto que apenas si bailamos dos piezas. Un inciso, mi vestido se mantiene por una cinta que se ata detrás del cuello, aclaro esto para decir que si un nudo se deshace, un simple nudo, todo mi vestido cae, y ese era el plan que yo presentí iba a hacer Mayo, me di cuenta cuando sentí sus manos sobre mi cuello mientras bailábamos, así es que le dejé plantado y salí rápidamente de la pista de baile en dirección hacia nuestra mesa. Al llegar me volví hacia él y fui yo quien deje caer voluntariamente mi vestido, ante la mirada de los ocupantes de un par de mesas cercanas.

Mayo llegó hasta mi haciendo gestos de estar superado y tapándose la cara, me ayudó a atar los cordones y nos sentamos. A partir de  ese momento fue una lucha de poder entre ambos, pretendía que sacase su verga del pantalón y se la acariciase, trataba de desnudar mis tetas, de morderlas, subía la falda de mi vestido, metía sus manos hasta alcanzar mi braga, se deslizaba bajo ella buscando llegar hasta mi sexo y penetrarme con sus dedos. Yo le iba cortando y permitiendo en cada intento, jugando con él hasta casi desesperarle, hasta ponerle a mil por hora, a tope, hasta el extremo de tener que ir corriendo al baño, de donde regresó ya más calmado.

El   siguiente sería el último de los tres días acordados. Habíamos dormido separados y su primer saludo fue para decirme que no había pegado ojo en toda la noche. No le pregunté la causa, la sabía, Mayo se había enviciado totalmente conmigo, tenía miedo de que aquel fuera el último de tres días de sexo desenfrenado.

Todo estaba preparado, cámaras, luces, decorado…, todo el personal estaba en su puesto, y comenzamos a trabajar como profesionales. La entrada en la casa, la seducción progresiva, la escena de amor en la cama, todo salió perfecto, hubo aplausos al final del rodaje, felicitaciones del Director y de todo el equipo, y es que durante todo el rodaje se había comportado como un actor real, había interpretado.

Mi premio personal se lo daría después, cuando nos quedáramos solos, cosa que no tardó en suceder porque, en medio de las risas generales, me tomó en vilo entre sus brazos y de ese modo me sacó de la sala. No paró de correr hasta llegar a la habitación que yo había utilizado como dormitorio durante los tres días, y depositándome sobre la cama, comenzar a desnudarme y desnudarse.

De lo último que me di cuenta antes de perderme en los brazos de Mayo, fue que la luz de grabación de una de las cámaras, parpadeaba. Alguien nos estaba filmando.

 

 

 

  • : Mayo no es solamente un mes de flores
 

Relato erótico: “Mi mujer y su madre son dominas” (PUBLICADO POR PEDRO)

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Mi esposa su Mamá  son dominas

IMG_0057Estoy feliz mente casado con Luana, tenemos dos hijos,  la parejita, la niña es primero Karina, mi hijo Víctor, vivimos en una urbanización de chalet  en Madrid, hace poco tiempo empezó a regañarme como

  • Carlos, los niños quieren dormir

Fuimos con mis padres, nos reuníamos para celebrar algún cumpleaños,  la cuestión era con vivir, no perder el laso familiar, en esas ocasiones decía

  • Carlos vámonos

  • Pero a un es temprano

  • Si quieres que date, me marcho solo dame las llaves del coche

Me despedía de mi familia, cuando la buscaba, no estaba, esto me lo hacía seguido, sabia a donde se iba, al chalet de sus padres, los dos vivían solos,  sus hijos, hermanos de mi esposa,  fueron a otros lugares a trabajar con sus familias, no se visitan muy seguido,  tal vez sea su enojo

  • Buena tarde,  estará Luana

  • Nos vamos para el chalet

Rápido entrabamos,  igual salíamos, al llegar a nuestro chalet recordaba que olvido algo

  • Tengo que regresar al chalet con mis padres

  • Acabamos de regresar

  • Son cosas de familia

Se marcha, regresaba tarde a veces a la media noche,  solo eran los fines de semana, algunos viernes, miércoles no di mucha importancia, pasaron unos meses,  tuve que salir fuera por mi trabajo, hable a mi chalet pero nada, al de mis suegros fue tan rápido que mejor apure el trabajo para regresar el sábado temprano, fui directo al chalet de mis suegros, me encontré que mi suegro murió

  • Donde estabas,  siempre lo mismo

  • Estaba trabajando,  trate de avisarte

  • Estas sucio, porque vienes así,   ve por los niños

Fui a donde mi suegra ella solo lloraba, trate de consolarla, mi esposa me comenzó a reclamar que fuera por los niños, le di lo que gane, fui al chalet de mis padres,  me baño,  comimos,  revise la tarea del cole, nos marchamos a ver a mi suegra, lo pasamos con ella,  no me volvió a regañar, todo fue digamos normal, después de sepultar a mi suegro, ella se volvió más estricta, por mínimas cosas me echaba la bronca, el lunes regreso al trabajo

  • Regreso tarde, tengo mucho trabajo pendiente

Llego a la media noche, fui a ver la

  • Tengo sueño, vengo muy cansada,  iré al de visitas, duerme

Me dejo sorprendido, ella era la que me mandaba al de invitados, en la mañana fui a buscarla, se fue, lleve a los niños al cole, toda la semana fue raro, se iba temprano, regresaba tarde, paso igual el fin de semana, le avise

  • Tengo trabajo fuera, cuidas a los niños

  • Llévalos con tus padres

  • Dime que pasa

  • Nada, tengo sobre carga de  trabajo

Saco un cigarro lo fumo, ella no fumaba, salió por el olor, claro el humo,  no fumaba nadie en nuestro chalet, no pude hablar con ella, llevo a los niños al cole, los encargue a mis padres, solo sería uno o dos días, todo se complicó,  llamo a mis padres, regreso hasta el viernes por la tarde llego a mi chalet, entre, no hice ruido, lo que vi me dejo sorprendido, mi esposa tenía un traje de cuero ajustado a su cuerpo, lleva una fusta, una pareja hombre mujer, sin ropa los dos, solo un collar con correa los sujetaba con eso, vi a mi suegra viste igual a su hija, con dos mujeres sin ropa tienen collar, el tío las vio, camino a cuatro patas hacia ellas, las olio, fue a chupar la vagina el ano trato de montar a una, mi esposa le dio una patada tirando lo, escuche que dijo

  • No te di permiso de montarla

Eso dijo tiro de la correa

  • yo escojo con quien cruzar la, tu solo eres una perra a la cual pronto montaran, perra esta necesita atención chúpale hasta que no pueda mas

Vi como obedecía, me fui al chalet de mis padres,  llegue directo a bañarme,  para tratar de olvidar lo que vi, al salir olvide la ropa, me puse la toalla en la cintura, nos vimos

  • con razón Luana esta coladita por ti, no eres gordo, menos feo

  • Laura, cuando llegaste

  • Hace dos días, me divorcie

  • Me visto hablamos

Fui al cuarto, me vestí,  baje para saber  el por qué la encontré

  • Hola hermano

  • Laura que paso, esa cría

  • Es mi hija, se llama Elena

  • Hola Elena

  • Puedes hablar,  la reciban en el colegio de tus hijos

  • Claro, dame sus documentos,  la inscribo como mi hija

  • Gracias

  • Claro toma para lo que necesitas, me encargo de todo

  • Buscare un trabajo

En la mañana fui a inscribirla, mi amiga era la directora, le platique el problema, ella la acepto claro la invite a comer para contar lo sucedido, solo hizo una prueba, la inscribió en el grado, todo paso normal, no hubo problema mi esposa, seguía tratándome mal, fue cuando un colega del trabajo se iba a casar, fue una reunión en un puticlub, todos bebíamos,  acosta del novio

  • Carlos que pasa, no te gusta ninguna

  • Nosotros nos vamos

  • Tío espera un poco, pronto regresan compañeras, es hora de entrada, seguro pescas algo

  • Toma pagas cuando te marches y esto para que te lleves a una tía

La verdad tenía pocas ganas de regresar, seguro mi esposa me echa la bronca, fue cuando me tomo del brazo y me dijo

  • Hola amor, quieres que te acompañe

Esa voz era familiar, algo me hacía no  apartarle, volteo a verla, es  mi hermana

  • Laura que haces aquí

  • Debería preguntar lo mismo

  • Pues vine con unos colegas…   tu eres quien debe decir que haces

  • No encuentro trabajo

  • Porque, mejor  nos vamos, toma tus cosas, pago tu salida, no regresas

Pago, vamos para el chalet de mis padres, es algo tarde. Todos están dormidos, vamos a su cuarto

  • Carlos, no me trates como a una cría

  • Pues compórtate como la madre de tu hija,  no una puta

  • No es fácil encontrar un trabajo, tengo problemas, papa, mama me cooperan con la niña no tengo para mis gastos

  • Toma, no regreses, cada semana te daré algo para ti, para la niña 

  • Buscare un trabajo digno

  • Mañana vendré para ir de compras

  • Luana se molestara

  • No, iremos los cinco

  • Está bien

Nos besamos,  salgo para ir a mi chalet, todo va bien, mi esposa se va con su madre,  nosotros cinco de compras, es un gasto,  lo vale, regresamos cargados  al coche, dejamos todo,  vamos  a comer algún lugar, la pasamos los cinco bien, los niños se divierten,  las dejamos en el chalet después a nuestro chalet,  mi esposa no está,  hice algo ligero para cenar, en la mañana,  fui a trabajar, pasaron varios días, ahora parecía que no le importaba a mi esposa, casi no la vemos, en un mes la vi temprano, cuando fui a despertar a los niños,  vi que tenía un golpe, creo que alguien le apretó fuerte el brazo, no me importa, mis hijos están bien, siempre me beso con mi hermana, a tal grado, que una vez tuve que salir, llego al chalet de mis padres, estaba con Julia me vieron

  • Hola,  que haces tan temprano

  • Tengo que salir, por el trabajo, toma es para lo que necesites

  • Falta mi parte, la merezco

Reímos los tres, me marcho, solo pasaron unos días, después de regresar las encontré, salían de compras las tres

  • Hola me das unos euros,  vamos de compras

  • Si, a mi también

  • Papá, quiero un regalo

  • La familia creció rápido

Les di su pasta, a mi hermana, nos besamos, julia me beso, me dejo sorprendido

  • No te enojes, siempre quise hacerlo

Se fueron rápido las tres, paso mi esposa

  • Esa niña, ¿quién es?

  • La hija de mi hermana

Regresamos al chalet, todo fue digamos normal, todo paso por que tuve que salir de improviso al regresar, me esperaban en el chalet

  • Porque tengo que cargar con ella

  • Elena es como mi hija

  • A mi que me interesa, llévatela no la quiero

  • Vámonos Elena

  • Si

Nos fuimos al chalet de mis padres, no vi problema

  • Lo siento, la estamos buscando 

  • Donde estaban

  • Salimos a visitar unos amigos, no pude avisarte

  • Tuviste problemas

No conteste, regrese al chalet, me fui a dormir, desde hace más de dos meses, no duermo con mi esposa,  estar con mis hijos, con Elena, mi hermana,  era suficiente, fue ella quien me lo dijo, un día mientras estábamos en la chalet de mis padres jugamos,  salieron, quede mojado, fui a bañarme

  • Carlos, quiero tener sexo contigo,  te deseo

  •  Recuerda,  somos hermanos

  • Sabes bien ,que no somos hermanos de sangre

  • Siempre te vi como mi hermanita

  • Por favor, no quiero ir de putos

  • Eso si que es nuevo

Me abrazo, nos besamos, los niños siguieron jugando,  mientras nosotros lo hacemos, fue algo nuevo,  diferente, me sentí feliz, regresamos a jugar con los niños,  ese día éramos una familia, tanto que mi esposa no me molesto con regresar al chalet, esa noche, fuimos a cenar fuera , solo los dos, al regresar me dijo

  • Ven, vamos a tu cuarto, mis padres lo tiene igual, que cuando te casaste

  • Tu estas segura

  • Si siempre  quise hacerlo

Hacemos el amor,  no follamos, me sentí raro,  no lo se,  fue una cosa que no podía describir, los niños estaban dormidos,  abrace a mi hermana,  dormimos,  en la mañana, ella se fue rápido a su cuarto, Salí a bañarme,  mi padre me hablo

  • Carlos, que pasa con Luanda

  • Nada, que debería pasar

  • Pasas más tiempo aquí,  que con ella en tu chalet

  • Quieres que marchemos

  • No quiero problemas

Vamos a nuestro chalet el lunes, tienen que ir al colegio,  veo a mi esposa, me dice

  • Mi Mama vendrá a vivir con nosotros,  no te molesta verdad

  • No

  • Sigue cuidando a los críos

Marcho al trabajo, ahora tengo horario de oficina, no tengo que salir, en la mañana dejo a los niños en el colegio, regreso para comer con ellos,  revisar la tarea,  regresar al trabajo,  llevarlos al chalet, así se pasa una semana, creo que es más tiempo, los fines de semana,  vivimos con mis padres, le consigo un trabajo a mi hermana, todo me parece que va bien,  es cuando me lo dice

  • Carlos, marchamos el lunes a Valencia, tengo un problema

  • Es donde antes vivías

  • Si, nada  importante

Me habla Luanda,  tiene problemas,  no puede hablar por teléfono, marcho a donde está detenida junto con su madre,  las saco del problema,  se lo que paso,  no pregunto,  volvemos al chalet, dormimos,  se me hace raro dormir con ella, más por ser fin de semana, en la mañana me levanto entro al baño, en eso entra conmigo

  • Pero que haces,  sal, no cabemos los dos

  • Quiero bañarme contigo, hace tanto que no lo hacemos

  • Si pero, no creo que sea correcto esta tu madre

  • Que importa, eres mi esposo

Eso me callo como cubetada de agua helada, no recordaba,  solo que mis hijos, estaban con mi hermana,  mi familia

  • Tardan en levantarse,  tengo listo el almuerzo

  • Un poco mama, bajamos

  • Mi mama, casi nos pilla

  • Si, mejor salgo terminas, entro al otro

  • Que pasa, aprovechemos que no están los críos, hace tiempo no lo hacemos

Salgo del baño, me envuelvo la toalla, entro al otro, me baño, tengo miedo de que se meta, bajo almorzar ver, como colaboro

  • Tarda Luanda

  • No, estaba terminando

  • Mama, quieres te colabore a servir

  • No, tengo todo listo, quieren algo especial

  • No, esta bien esto, tengo cosas que hacer con los niños

  • Apurémonos entonces

  • Tu vendrás con nosotros

  • Claro, quiero pasar tiempo con mi familia

Terminamos, las espero,  vamos al chalet de mis padres,  marchamos a un parque temático no se  me divierto, como hace mucho no lo hacía, regresamos al chalet, para cenar, marchamos al nuestro, la semana comienza bien, no tengo problemas aparentes, lo que si, es que Luanda viene con su madre a comer con nosotros, creo que acepta a Elena, solo en dos semanas me lo dice

  • Carlos, quiero que vengas con migo, dejare que esa cría viva con nosotros, no me importa que sea tu hija con otra, trago mi orgullo, quiero me acompañes

  • Si no quiero ir

  • Creo que lo mejor es que me marche, no te daré el divorcio

  • que quieres que haga

  • nada,  solo tu trabajo,  eres abogado

  • sí,  pero no de casos,  

  • tu solo no actúes hasta que sea necesario

Marchamos a un piso, donde está su Mama, tiene a los cuatro, tres tías un tío, espero alguna señal me diga algo, nada, en eso suena el timbre, ella abre, veo a un apareja tío, tía, suena de nuevo entran son una pareja,  trabajan en la oficina,  le conozco, es Cristóbal con Yolanda

  • Carlos, tu eres el macho de esta putita, que se pone tan resistente

  • Al suelo, tú no eres más que otra perra como esas

  • Quieres que pase otra vez,  llame a la guardia por agresión

  • Al suelo perra, el amo a si lo quiere

  • Este amo lo domino fácil, en el trabajo no es más que un lame culos

  • No lo creo, no esperes te perdone,  como tengo que hacer tu trabajo

  • Tú con esa perra me van a obedecer

Trata de golpearme,  solo lo empujo

  • Obedece,  no te  gustara lo que te pasara

  • Solo eres un jilipollas, que se deja de esta perra

  • Es tu oportunidad

Se lanza de lleno, lo golpeo tirándolo

  • Eso solo fue suerte

  • Te lo digo, no sigas, no te gustara

  • Tu solo eres una perra más, pasare hacer contigo lo que me plazca

Viene contra mí, le pego un golpe en el estómago, que parezca que solo lo empujo, cae al piso agarrándose la pansa

  • Tu folla lo ahora, tu que te haga correr, hasta que no pueda mas

  • El amo me dejara que me folle

  • Al suelo perra, el amo solo folla con migo, si quiere con ella con ninguna otra

  • Amo que desea, me follara

  • La ama lo dijo,  ahora a obedecer o tengo que aplicar correctivos

Mi esposa vigila, follen bien a Cristóbal, solo observo lo que pasa, a mí eso no me gusta  me acerco a ella

  • Puedo marcharme

  • No hasta que esto termine

Espero que termine, veo a lo que juegan, es como si no estuviera presente, cuando terminan todos me agradecen sea su amo, esperamos para marchar al chalet, al llegar me atienden como si de verdad fuera el amo le pregunto

  • Tengo que asistir otra vez

  • No, esto termino, quiero hacer el amor contigo, también a mi madre

  • Estas loca

  • No, siempre quise que fuera así, pero no se tu si quieres

  • Está bien, follare contigo, después por separado con tu madre

  • Gracias esto se termino

Desde ese día vivo feliz con mi esposa, mi suegra, mis padres marchan a vivir al pueblo, dejan a mi hermana el chalet, a veces vienen de visita, mi hermana espera nuestro primer hijo, mi madre sabe quién es el responsable, mi padre, no sé si lo sabe o sabe disimular bien.

  • : vivo feliz con mi esposa, pasa un tiempo ella cambia su actitud, mi suegro muere, ella sigue igual, mi hermana viene a vivir con mis padres su marido la dejo, trae una niña dice que es su hija, le consigo la escuela, pasa como mi hija, con los días encuentro a mi hermana trabaja de puta, la saco le dejo dinero para ella sus gastos, después hago vida con mi hermana mis ahora tres hijos un día en la noche hablan, mi esposa junto con mi suegra están detenidas , pago la fianza, regresamos al chalet, vi lo que hacían, mi esposa me pide le colabore con uno de sus esclavos se pone rebelde, asisto con ella no participo solo observo cuando llega el tío ese veo que es un compañero de donde trabajo, trata de dominarme, nadie lo sabe, fui algo como de una bandita, solo me juntaba, aprendí, cosas entre ellas no dejarme, lo uso para dominarle, lo golpeo chilla, ordeno a otros que lo follen, espero hasta que terminan, marcho al chalet donde ellas me sirven, follo con mi esposa como nunca, desde ese día se traga su orgullo acepta a mi sobrina, vivo con mi esposa mis dos hijos mi suegra claro hice el amor con mi hermana tenemos un hijo mis padres marcharon al pueblo mi madre sabe que es mi hijo el de mi hermana mi padre no se o sabe disimular
 

Relato erótico: “Cómo seducir una top model en 5 pasos (04)” (POR JANIS)

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SECRETARIA PORTADA2Reflexiones sobre un pene.

Nota de la autora: Comentarios y opiniones a janis.estigma@hotmail.es Prometo contestar a todos.

Sin títuloChessy se despidió de Cristo con un gesto de la mano. Era una sesión de una hora, así que el joven dijo que la esperaría mirando escaparates y paseando porla OctavaAvenida, al igual que una puta, bromeó. Chessy, con su petate al hombro, giró en la 28th, hacia el oeste, que serpenteaba entre los frondosos árboles que rodeaban los apartamentos Futman. Su cliente vivía en el primer bloque. El señor Holler era un buen cliente, uno de los habituales. Chessy ya había estado en otras ocasiones en su apartamento.

Se detuvo a la entrada del bloque y llamó al portero electrónico. Se situó mejor delante de la cámara y se retocó mecánicamente el cabello. Una voz casi metálica le dijo que subiera, que le dejaba la puerta abierta.

Al tomar el ascensor hacia la séptima planta, la joven pensó en el joven español que la esperaba. Cristo le gustaba. Era divertido, exótico, y diferente a cuantos conocía. Si, esa era la palabra, diferente, y eso le gustaba bastante. Poseía una frágil belleza que la atraía sin remedio. Era un hombre, pero no lo parecía; más bien era como un niño, menudito y delicado, con unos rasgos casi femeninos, tan suaves, que su barbilla apenas rascaba.

Por supuesto que le había contado lo de su fallo glandular y Chessy había estado tentada de preguntarle si eso le había afectado a su… masculinidad. Prefirió no hacerlo. No quería que supiera que estaba tan interesada en él. Se ponía muy contenta cuando le sorprendía comiéndosela con los ojos, pero… no era tan sencillo. ¿Se atrevería a decírselo? Cristo parecía bastante inteligente…

Chessy se sentía un tanto sola, últimamente. Hacía más de cinco meses que había terminado con su última relación, que, como las demás, había sido un total fracaso. Había llegado a un extremo en que temía que su propia naturaleza no le permitiría ser feliz; tan solo disponer de un ir y venir de amantes y clientes, con los que desahogarse, y poco más. ¿Dónde quedaba el romanticismo con el que ella soñaba? ¿Esa brutal sensación de pertenencia que trataba de encontrar?

Suspiró al llegar el ascensor a su destino. Tenía que olvidarse de todo eso, por el momento. Ahora, tenía un cliente. Se detuvo ante la puerta marcada con la letra C. Depositando el petate en el suelo, se remangó las mangas de su chaquetilla deportiva, azul y roja, y alisó, con una pasada de su mano, las ajustadas mallas grises que delineaban perfectamente sus esbeltas piernas. Empujó la puerta que, como siempre, la esperaba abierta.

El señor Holler la esperaba tomándose un aromático té, envuelto en un blanco y grueso albornoz. Era un hombre bajito, algo rollizo, que andaba sobre la cuarentena, pero poseía unos bonitos ojos azules y un cabello muy cuidado, bien cortado y sin una cana. Chessy sabía que el hombre era divorciado, sin hijos, y era uno de los técnicos urbanísticos de Manhattan.

― Hola, Frank – le dijo ella, besándole en la mejilla.

― Estás muy guapa hoy, Chessy.

― Gracias. Iré preparando la cama mientras terminas tu té.

― Por favor, querida – le indicó, con un gesto, que pasara al dormitorio.

Chessy sacó del petate una gran sábana impermeable, que extendió sobre la ropa de la gran cama. A continuación, sacó todo un surtido de botes y tarros, que contenían aceites y pomadas, necesarios para su trabajo. Se despojó de su chaquetilla, quedándose con una camiseta de tirantes, roja, que ponía de manifiesto sus erguidos senos, libres de sujeción.

― Quítate el albornoz y túmbate – le dijo a su cliente.

No le dio la menor importancia a verle desnudo. El hombre se tumbó boca abajo, dejando sus grandes nalgas, totalmente depiladas, a la vista.

― Chessy, tengo un pequeño tirón en las lumbares, desde hace un par de días – le informó.

― Le echaremos un vistazo.

Chessy embadurnó sus manos de un suave aceite neutro y empezó a frotar toda la espalda y los hombros del hombre. Después, siguió con las nalgas y descendió por las piernas, con suavidad y esmero, solo buscando untar toda la piel con el aceite. Frank apoyaba una mejilla en una pequeña almohadilla y mantenía los ojos cerrados, disfrutando del roce de aquellas suaves manos. Chessy tomó otro bote y derramó un nuevo óleo, esta vez directamente sobre la piel del cliente. Entonces si empezó a pinzar, sacudir, y pellizcar los diferentes músculos que iba encontrando a su paso. Primero los hombros, el cuello, el trapecio sobre las clavículas…

Al llegar al final de la espalda, buscó, con dedos expertos, el nudo que el hombre le había comentado y lo encontró prontamente. Se dedicó a deshacerlo con suaves pasadas y varios apretones, que hicieron gemir a Frank.

Seguidamente, se saltó las nalgas y se dedicó directamente con los músculos traseros de los muslos y las pantorrillas. Masajeó los puntos tántricos de las plantas de los pies y entre los dedos. Entonces, se dedicó a amasar largamente el trasero del hombre, derramando otro chorro de aceite sobre las nalgas.

Frank gemía de nuevo, pero ya no se trataba de la liberación de un músculo oprimido, sino de puro y simple gozo. Los largos dedos de la masajista se deslizaban entre los glúteos, acariciando el contraído esfínter y el suave perineo masculino.

― Gírate, por favor.

Frank la obedeció, sin reparo por mostrarle su pene endurecido. Más aceite para empapar el torso lampiño y el abultado vientre, que semejaba un terso tambor. Chessy repasó los músculos de los brazos, los pectorales y cosquilleó los tensores de las ingles. Continuó con las piernas, prestando gran atención a las articulaciones.

Frank alargó la mano y apretó suavemente un duro glúteo de Chessy, enfundado en las mallas.

― Siempre me pones muy cachondo, Chessy…

― ¿Eso es malo? – se rió ella.

― No, siempre que sigas…

La chica no respondió pero subió sus resbaladizas manos hasta el sexo del hombre, acariciándolo con delicadeza. No era ostentoso, ni mucho menos. Un pene normal, bien desarrollado y libre de prepucio, sin apenas vello en los testículos, y recortado sobre el pubis. Chessy lo torneó con sus manos, como si estuviera hecho de barro y buscara darle una forma definitiva. No era una masturbación clásica, pero tuvo la virtud de enloquecer al cliente, que acabó apoyando su mano en el hombro de la masajista.

― Vamos, Chessy… no aguanto más… chúpamela… — le pidió, con un jadeo.

Como si lo estuviera esperando, Chessy se sacó la camiseta, dejando sus senos al descubierto. Poseía unos pechos puntiagudos, como preciosos proyectiles balísticos, con unas aureolas pequeñitas y rosadas, que formaban una especie de divino escalón, antes de llegar a los erguidos pezones. Frank los estrujo antes de que ella se inclinara para tomar su falo en su boca.

Aleteó su lengua sobre el glande, consiguiendo que las caderas del hombre empujaran el pene contra su rostro, en un vano intento de introducirlo en la boca. Pero Chessy era una experta en este tema, y no se dejó sorprender. Siguió lamiendo y succionando todo el miembro, sin llegar a meterlo en la boca. Cuando comprobó que el hombre estaba muy excitado, apretó sus testículos con una mano, arrancándole un quejido y frenando así su orgasmo.

― Uufff… gracias… he estado casi a punto – le sonrió el hombre.

― Tomate tu tiempo, Frank. Me desnudaré…

― Si, por favor. Muéstrame tu precioso cuerpo, Chessy.

La hermosa rubia se descalzó, arrojando a un lado sus deportivas, y tras eso, se bajó las mallas de un tirón, quitándoselas completamente. Quedó tan solo con un pequeño tanga blanco que tapó con una de sus manos.

― Déjame verlo… enséñame lo preciosa que eres, cariño – musitó el hombre.

Chessy deslizó el tanga por sus piernas, mostrando su tesoro, su secreto… su pene. Frank se relamió al verlo. Era delgado y blanco, sinuoso como una pequeña serpiente. Casi parecía artificial, dado su escaso diámetro y su aspecto blando, ya que no estaba erecto. No tenía ni un ápice de vello en el pubis, y los testículos estaban totalmente contraídos, casi invisibles a primera vista.

Apoyando las rodillas en el filo de la cama, Chessy dejó que el cliente enfundara con su boca lo que aún la ataba al mundo de los hombres. Le acarició el pelo mientras sorbía felizmente. Notó como su pollita ganaba algo de consistencia con el roce de la lengua y la saliva, pero sin llegar a ponerse rígida del todo; un efecto secundario de todos los estrógenos que se había tomado durante la pubertad.

Sin embargo, la polla de Frank había alcanzado su máximo histórico, propiamente dicho.

― Es hora de cabalgar, Frank – dijo ella, sacando su miembro de la boca masculina.

― Si… si.

Chessy se subió a la cama y se acuclilló sobre la polla erecta, y, con toda pericia, la introdujo en su ano, previamente lubricado de aceite. Con un par de movimientos de su pelvis y de las caderas, la tragó toda, bajando y subiendo con suavidad.

― Aaaaahhh… que bien me lo haces, cariño – jadeaba Frank, aferrándola de la cintura. – Como me aprieta tu culito.

― Todo es… por tu… culpa… eres un toro, Frank – lo animaba ella, agitando su trasero con mucho donaire, entre descaradas mentiras que subían el ego del cliente.

“Todo por la clientela”, debería ser la máxima escrita en su currículum, porque esa era la verdad. Chessy lo entregaba todo a sus clientes, y no solo su cuerpo, sino su amistad, su compasión, y, hasta en una ocasión, su sangre. Mejor no hablar de aquello, era algo desagradable… tener que donar su sangre a aquel hombre que intentó suicidarse delante de ella…

Las cosas más absurdas pasaban por la mente de Chessy cuando llevaba a un cliente hasta el éxtasis. Pensaba en lo que tenía que comprar en el supermercado, en sus clases de Tai Chi, en cuanto tendría que gastarse en el taxi hasta casa… Mil y un detalle para no excitarse con el rabo que estaba montando. Ella era una profesional y tenía que guardar las distancias. Nada de excitarse con los clientes, que luego ya se sabía. Chessy solía perder rápidamente la cabeza tras un orgasmo. Como solía decirla Vieja, se encoñaba sin darse cuenta, y eso no era nada bueno para el negocio.

Frank le aferró fuertemente los senos, demostrando que estaba realmente al borde de la sacudida final. El rostros del hombre estaba encendido, las mejillas brillando a causa de los restos de aceite. La miraba con los ojos entrecerrados, boqueando como un pez bobo ante una concurrencia de gatos. Chessy, con una maravillosa sonrisa, metió dos dedos en la boca de Frank.

― Chúpalos bien, cariño, que te los voy a meter donde tú y yo sabemos, ¿verdad?

― S-siiii… por favor… — la voz apenas le salió del cuerpo. Su vientre oblongo temblaba con el esfuerzo de contener su orgasmo.

Chessy buscó el ano de Frank con aquellos dos dedos rechupeteados a placer, y los introdujo sin ningún miramiento. Meterlos y correrse el cliente, fue todo algo simultáneo. Con un gritito, no muy masculino, Frank descargó varios chorros en el interior del recto de Chessy, la cual tragó saliva para tranquilizarse, porque eso era algo que la calentaba mucho. Sentir la eyaculación de un hombre sobre su piel o en el interior de su cuerpo, la volvía tan loca como para cometer barbaridades, si ya estaba lanzada. En una ocasión, se quedó en una casa de crack y…

Ahora no era el momento de rememorar estupideces, se dijo, cortando el recuerdo y observando como Frank se quedaba estático, con aquella sonrisa vacía que se le aparecía a los tíos después de correrse.

Dejó que el miembro de su cliente saliera de su ano y apretó el culito para que no se escapara ni una sola gota de semen. Limpió los genitales de Frank con unas toallitas húmedas que sacó del petate, y se marchó al cuarto de baño, donde soltó la carga en el váter. Higienizó su sexo y su trasero, y pasó una esponja por sus axilas, su pecho, y su entrepierna, solo para quitarse el tufo a macho. Cuando salió, dispuesta a vestirse, Frank se había puesto de nuevo el albornoz y dejaba su tarifa sobre el petate. Doscientos cincuenta dólares. Era un buen precio por follar sin condón. Eso sí, solo con clientes de confianza, los cuales se hacían una analítica, al igual que ella, una vez al mes. Hoy en día, hacerlo sin preservativo era engorroso y costoso, pero le daba cierto aliciente como profesional.

En verdad, Chessy se ganaba bien la vida. Había días que tenía hasta cuatro clientes, diseminados durante todo el día. Sin embargo, también había temporadas más escasas, en que apenas podía pagar el alquiler, pero no era frecuente este caso. Normalmente, sus clientes sufragaban sus gastos y algunos caprichos, permitiéndole ahorrar algo.

Frank quedó para la semana siguiente, como siempre, y se despidieron con un par de besos en las mejillas. Chessy estaba deseando reunirse con Cristo, que aún estaría en la avenida, paseando arriba y abajo.

______________________________________________________________

Cristo no paseaba. Aún estaba recuperándose de la impresión de ver a su prima del alma, metiéndole la lengua a otra tía en la boca. Había observado, medio oculto tras una cabina de teléfono, como se reían, aún abrazadas a la puerta de la tienda. La rubia señaló su reloj y volvieron a darse unos piquitos, antes de despedirse. Zara se marchó en dirección a una cercana entrada de metro. Casi por inercia, Cristo cruzó la calle y la siguió hasta darse cuenta de lo que hacía. Se apoyó en el murete de piedra que rodeaba las escaleras que conducían bajo tierra, y reflexionó sobre cuanto había visto.

¿Zara era lesbiana? ¡Que pregunta más tonta!, se recriminó. Intentó recordar si había escuchado algo así de alguna de las mujeres del clan y no consiguió nada. Lo mismo que los gitanos no se divorciaban, las gitanas no eran lesbianas. Otra de las sigmas caló.

Había que reconocer que Zara era solamente medio gitana. Podría ser que su otra mitad, la negra, fuese la culpable de esta desviación, ¿no? Pero Cristo intuía que esa lógica, más propia del Saladillo, no podía aplicarse en este maremagno de gente, culturas, y, todo había que decirlo, vicios. Si a Zara le gustaban las mujeres y era feliz con eso, ¿cómo podía él prejuzgarla?

Sin embargo, una pequeña parte dentro de él se rebeló, argumentando, con la voz de pápa Diego, que las mujeres estaban para tener hijos y servir a los hombres, como manda Dios. Morrearse con otras mujeres y renegar de los hombres era antinatural y, antes, cuando el mundo era más sencillo, se las quemaba por brujas.

Cristo estaba confuso. Nunca, en su vida pasada, había tenido que preocuparse de asuntos como estos. Las tradiciones del clan le protegían de opiniones externas, como debía ser. Pero, aún así, Cristo no se consideraba un tipo cargado de prejuicios. Él pasaba e iba a su bola, con lo que consideraba su propia filosofía. De hecho, había visto a Elizabeth y Emily en plena faena y no se había sentido mal, salvo por el dolor de huevos que apañó. Entonces, ¿Por qué le importaba a quien besaba su prima?

Su privilegiada mente le llevó directamente a la respuesta. Por la sangre. Zara era de su familia, sangre directa, sangre gitana. Los valores adquiridos de la sociedad paya formaban un abrigo con el que cubrirse, con el que camuflarse en sus entrañas y vivir en forma de parásito; nada más. Ahora, al enfrentarse a una cuestión que le atañía directamente, ese abrigo se rasgaba, dejando aparecer el atavismo brutal de sus propias creencias, por muy bárbaras y machistas que pudieran ser.

La melodía de su móvil le sacó de sus abstracciones. Se trataba de Chessy.

― ¿Dónde estás? – le preguntó la dulce voz.

― Avenida abajo, en la entrada del metro.

― Vale, te veo en unos minutos.

Pensó que lo mejor de todo era olvidarse de todo ello, por el momento. Ahora, Chessy y él se iban a ir de compras al SoHo, e iba a disfrutarlo. La vio cruzar la calle, petate al hombro, con ese paso elástico y felino que la caracterizaba. Su rubia y larga melena ondeando a cada movimiento de su cuerpo. Cristo sonrió, buscando una puntuación para ella, tal y como hacían en las tardes de verano, allá en el barrio, cuando él y sus primos se resguardaban bajo las sombras de las palmeras del viejo paseo, a ver pasar a las guiris que regresaban de la playa. Uno señalaba y los demás daban la puntuación que creían más óptima, del uno al diez.

Chessy era un ocho, quizás un ocho y medio con aquellas mallas. Una chica de las tres B, como se decía en Algeciras: Buena, Bonita y Besucona.

― Mmmm… hueles a coco – dijo él cuando ella estuvo delante.

― Es el aroma del aceite que uso para el masaje – sonrió ella.

― Bueno, tú diriges.

― Venga, vamos a comprarnos algo bonito.

Chessy le dio la mano y le condujo escaleras abajo. Cristo tragó saliva y descendió, pero no muy convencido. No le gustaba nada meterse bajo tierra, y menos con todo lo que había escuchado del metro de Nueva York. Hoy iba a inaugurarlo y se prometió que juzgaría por sí mismo. Chessy utilizó su Metrocard para permitirles el paso al andén y esperaron unos minutos hasta que llegaron los vagones. Cristo contemplaba con mucha atención cuanto le rodeaba, tanto la gente como la estructura. Sabía que viajar de día era muy diferente a viajar de noche. Solo veía a matronas cargadas de bolsas, hombres y mujeres que salían de trabajar, con maletines o mochilas. Muchos adolescentes, enfrascados en sus consolas portátiles o refugiados tras los auriculares de sus Ipods. También vio muchos ancianos y algunos tipos harapientos. Lo que más llamó su atención es que nadie le devolvía la mirada. Todo el mundo miraba a un punto en la lejanía o al suelo, abstraídos en sus pensamientos. Era como ver una película de zombies, lo que le produjo un escalofrío. Ahora comprendía eso de que la gran ciudad recluía a la persona al interior de si misma. No existía relación alguna entre toda esa masa de gente. Nadie se saludaba, nadie mostraba más cortesía que la de no pisarse.

Acostumbrado a una tierra en donde el “buenos días” y el “hasta luego” era constante y repetitivo, Cristo se sintió solo en un vagón atestado de gente. Apretó con más fuerza la mano de Chessy y ella le sonrió.

El tren les dejó en Canal Street, desde la cual Chessy le señaló la entrada del túnel Holland, por el que se cruzaba a Nueva Jersey.

― Estamos en Garden City, en Long Island – le dijo Chessy. Señaló hacia unos edificios que formaban una especie de triángulo. – Esa es la prestigiosa universidad Adelphi, y allí, en frente, empieza el SoHo.

― Vale – cabeceó el gitano, grabando en su mente cuanto veía.

Chessy, sin soltarle de la mano, le condujo por Grand street, hasta adentrarse entre edificios antiguos, con fachadas recargadas de ventanas, y escaleras de hierro por todas partes. Según Chessy, antes fue un barrio de artistas que usaban los viejos y amplios talleres como estudio. Pero, después, llegaron los yuppies y los fashion victims, y se quedaron con todo, encareciendo mucho la vivienda en el lugar.

Cristo comprobó que había tiendas por todas partes. No tiendecitas en plan “todo a cien”, no… tiendas de renombre y prestigio. OMG, con ropa interior de Calvin Klein y vaqueros exclusivos, Guess Bloomingdale’s en la calle Broadway, con ropa de Diane Von Furstenbers y Marc Jacobs, o Prada, Atrium y Levi’s, más allá.

Cristo la siguió, de tienda en tienda, dejándose llevar por la explosiva energía de la rubia. Se tomaron un descanso en una pastelería, en la que tomaron té de jazmín y tarta de kiwi y lima.

― ¿Qué te parece todo esto? – le preguntó Chessy, meneando con la cucharilla el contenido de su taza.

― Enloquecedor – suspiró.

― Si, puede ser.

― De donde vengo, la gente es de otra manera, más abierta y tranquila. Aquí parece que todo el mundo cobra por horas…

― ¿Cobrar por horas?

― Es una expresión andaluza, algo así como tener siempre prisa – trató de explicarle.

― Si, aquí el ritmo es frenético. ¿Me acompañas a casa? – le preguntó Chessy, echando un vistazo a las diferentes bolsas que llevaba.

― ¿Al Village?

― Si, así verás donde vivo. ¿Te apetece?

― ¡Claro!

Tomaron de nuevo el Subway, que les dejó, quince minutos después, espera incluida, en la parada de Sheridan Square, justo al lado de la calle Christopher.

― Es la calle gay del barrio, archiconocida en el mundo entero – le señaló Chessy, sonriendo. – Ahí se encuentra la posada Sonewall, donde, en 1969, se lió la mayor refriega entre policías y homosexuales acontecida en este país.

― Tipos duros, ¿eh?

― Creo que había demasiada represión entonces.

― Ya, en España los metían en la cárcel, directamente – se encogió de hombros Cristo. — ¿Tienes amigos entre ese colectivo?

― Si, bastantes – asintió ella, mirándole. — ¿Y tú?

― No.

La respuesta fue tan seca que ella tragó saliva, molesta, pero no quiso ahondar más.

― Vivo cerca, en Waverly Place…

― ¿Waverly? ¿Cómo los magos de Waverly, de Disney? – se asombró Cristo.

― Siiii… ¿Los has visto?

― A veces, con mis primos pequeños. ¿Es que ese sitio existe?

― Bueno, la hamburguesería de la serie, por supuesto que no, pero el barrio si. Ahí es donde vivo, y se han rodado exteriores y todo, no creas. Hasta una vez, vi a Serena Gómez.

― Vaya, no tenía ni idea. El Village debe de ser la hostia, ¿no?

― Te garantizo que una no se aburre aquí – le palmeó un hombro ella, indicándole que cruzara la calle. – Es ahí.

El bloque de apartamentos se podía ver desde Brooklyn, al menos, pensó Cristo. Cuadrado, viejo, y… ¡rosa! Ocho plantas pintadas de un rosa fucsia que atraía el ojo como el trasero de Kate Moss borracha.

― ¡Anda que no te pierdes aunque vengas totalmente siega! – se le escapó en español.

― ¿Cómo?

― Nada, nada, me refería al sutil color.

― Ah, eso… fue una decisión de la comunidad – se rió ella, agitando una mano para quitarle importancia. – Vivo en el segundo… vamos.

No solo la fachada estaba pintada en rosa, sino que estaba decorada con elementos que hablaba de la particular sensibilidad de sus moradores. El vestíbulo, ya de por sí, impresionaba, con un suelo de algo parecido a la terracota endurecida y pulida hasta el brillo, y las paredes forradas de cañas huecas de bambú, sobre las que se exhibían diversos cuadros artísticos, creados, sin duda, por artistas locales. Cristo tuvo que reconocer que la sensación que generaba era gratificante.

― Hola, cariño, ¿de vuelta ya? – un hombre de cabello blanco y vestido con elegancia, les detuvo, besando a Chessy en las mejillas.

― Si, Brian. Hemos estado de compras en el SoHo.

Miró a Cristo con detenimiento. El gitano pudo comprobar que el hombre llevaba los ojos ligeramente sombreados y retocados a lápiz. Debía de rondar los sesenta años, pero se conservaba muy bien.

― Eres un chico exquisito. ¿Egipcio? – le preguntó.

― No. Español – contestó Cristo.

― Eres terrible, querida. Siempre encuentras algo exótico – le sonrió a Chessy.

― Solo somos amigos, Brian.

― Ya, ya… en fin, ya nos veremos… ciao, queridos.

― Ciao, Brian.

― ¿Vecino gay? – preguntó Cristo, mirando como el hombre salía a la calle.

― Si. Vive con su pareja encima de mi apartamento.

― No se le notaba amaneramiento alguno, salvo por los ojos pintados.

― No todos son locas con pluma, ni Drag Queens. Hay gente muy seria y normal, desde abogados y arquitectos, hasta médicos y policías. Algunos son más sarasas que otros, pero, ten por seguro, que nadie te faltará al respeto aquí – le dijo ella, subiendo las escaleras.

― ¿Todos son gays en el edificio?

― Si, todos.

Cristo no quiso preguntarle qué hacía ella allí, entonces. Muchas mujeres se sentían seguras entre maricones. Cristo, que se había hecho cargo del petate, la siguió.

El apartamento era pequeño, pero muy coqueto, decorado con mucho gusto y estilo. Cristo quedó gratamente sorprendido, sabiendo que Chessy pasaba muchas horas fuera de casa, de que estuviera tan limpio y tan ordenado. Disponía de un dormitorio, un cuatro de baño, y de una cocina living espaciosa. La habitación que quedaba estaba acondicionada con una camilla de masajes. Disponía de un lavabo y de calefacción, así como un gran espejo y varios estantes con botes de aromáticos aceites y esencias. El cuarto de trabajo de Chessy.

― Muy bonito – alabó él, fijándose en los afiches de las paredes, en su mayoría, denuncias marginales en su mayoría.

― Llevo un año aquí. Antes vivía en Queens.

― ¿Te sientes bien aquí?

― Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?

― No sé… ya sé que a ti no te van a molestar, pero… rodeada de tantos gays… en un barrio gay… — Cristo alzó las manos, dejando clara su postura.

Chessy suspiró y se tapó los ojos con una mano.

― Siéntate, Cristo – señaló un sillón de mimbre. Este se sentó con cuidado, como temiendo partir los juncos. – Spinny no te ha comentado nada, ¿verdad?

― No, que va. Por mucho que le he preguntado…

― Lógico. Debes saber algo sobre mí, Cristo…

― ¿Es que eres lesbiana? – la cortó él, temiéndose algo así, pues era lo más lógico para Cristo. Ella vivía en una comunidad gay…

― No es eso. Verás, yo me siento mujer, pienso como una mujer, y actúo como una mujer. De hecho, vengo haciéndolo desde los ocho años.

Cristo asintió, desconcertado, pero con una sonrisa cortés en los labios.

― No soy lesbiana, las mujeres no me atraen y los hombres me fascinan, como a cualquier mujer… pero… me sobra un detalle para ser una hembra al cien por cien…

― ¿A qué te refieres, Chessy?

― Que no nací como mujer y no tengo una vagina.

Cristo siguió con aquella sonrisa en los labios durante unos segundos más, pero se fue marchitando a medida que la comprensión entraba en su cerebro. ¡No tenía vagina! Aquellas tres palabras rebotaban en el interior de su cráneo, anulando cualquier otro pensamiento.

― Cristo… di algo – le pidió ella tras unos segundos realmente desanimadores.

― ¿Eres un hombre? – preguntó, aferrando fuertemente con sus manos el mimbre trenzado.

― Nací como hombre, pero ya no lo soy. Soy una mujer que tiene un pene, digamos – expuso Chessy, en pie delante de él.

― ¡No puede ser! ¡Eres guapísima!

― Gracias.

― ¿Y tienes polla?

― Si.

― No me lo creo – se empecinó el gitano. – Ya he visto travestis y tíos operados, y se notan a legua. Tú… tú eres perfecta.

Chessy no respondió. Solo había una forma de tratar aquella incredulidad. Con decisión, se bajó tanto las mallas como el tanga, dejando al aire su pene, que, en esta ocasión, más que una serpiente, parecía un gusanito.

― ¡Santa Madre de las Patas Colgando! – exclamó Cristo, clavando sus ojos en aquel anatema.

Chessy volvió a subirse la ropa, ocultando así su secreto, y se sentó frente a Cristo, sobre la mesita baja de madera barnizada.

― Soy un transexual, Cristo, pero no me atrevo a operarme. Acepté mi condición siendo muy joven, y me he medicado y entrenado para convertirme en mujer. No me considero gay… no sé si lo comprendes… soy una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre y casi he conseguido escapar de esta cárcel de carne…

Cristo no respondió. Se limitaba a mirarla y a cavilar. La verdad es que intentaba convencerse de cuanto ella le decía. Chessy le caía genial y no pretendía perder su amistad, pero existía algo dentro de él que le encabritaba el estómago y le aplastaba los huevos, cada vez que la miraba.

― Por eso Spinny no te dijo nada. Tenías que verlo con tus propios ojos. Sé que estas confuso y dolido. Ahora sería mejor que te marcharas y meditaras sobre esto con tranquilidad y objetividad. No es la primera vez que me ocurre – Chessy utilizaba un tono suave y tranquilo, perfecto para moderar su estado de ánimo y el de Cristo. – Solo debes saber que te considero un buen amigo y nunca te obligaría a nada que no quisieras. Por eso mismo, he esquivado tus besos y tus impulsos de tocarme. Tenías que saber antes la verdad, Cristo.

Él asintió y se puso en pie. Se dirigió hacia la puerta, sin decir una sola palabra.

― Antes de que te marches, debes saber que me gustaste desde la primera vez que nos vimos, en el Central. Creo que eres un tío genial y divertido y que podríamos ser… no sé… lo que quieras que sea… buenos amigos, o buena compañía – dijo ella, ahogando sus lágrimas.

Cristo cerró la puerta suavemente y se marchó. Durante unos minutos, Chessy luchó para no abandonarse a las lágrimas. No estaba nada bien que una profesional como ella, cayera rendida a las primeras de cambio. Se dijo que tenía suficiente entereza como para ducharse y preparar la cena, sin perder el control. Sin embargo, bajo el agua cálida, dejó con contenerse y sucumbió a la vergüenza y a la pena. Durante un largo momento, estuvo sentada en el mojado suelo de su ducha, llorando y llamándose tonta e idiota. ¿Cómo se le había ocurrido introducirle en su vida? Por eso mismo, para no dejar a nadie que penetrase en su núcleo más íntimo, iba al parque ha hacer ejercicio y a socializar con sus conocidos. No, pero ella había tenido que invitarle a su casa, al Village, con todo lo que representaba. Se lo merecía…

Ni siquiera preparó la cena y se acostó, totalmente desnuda, en la cama, acurrucándose en ella y acompañada únicamente de la triste música de una emisora de souls & blues.

______________________________________________________

A algunos kilómetros al norte, Cristo estaba también tumbado sobre su cama, pero totalmente vestido. Mantenía las manos detrás de la nuca, y miraba el aislamiento que recubría el alto techo. No sabía qué pensar sobre cuanto le había ocurrido esa tarde. Por un lado, se sentía ofendido y cabreado por la insinuación de Chessy, pero, por otra parte, se reñía a sí mismo, llamándose hipócrita y retrógrado, admirado por la valentía que había mostrado la chica… ¿chico?

Una llave resonó en la cerradura, sacándole de sus negros pensamientos. Hasta el momento, había estado solo en el loft, pero alguna de sus parientes llegaba, aunque inusualmente tarde. Ni siquiera alzó la cabeza, al escuchar los pasos, pues la voz de su prima Zara se elevó.

― ¿Primo? ¿Estás? – preguntó en español.

― Zi – respondió él, también en castellano. – Aquí arriba, en la cama.

― ¿Te pasa algo? ¿Eres malo? – dijo ella, subiendo, con un taconeo encantador, las escaleras de hierro y madera.

― Estás malo, ze dice. Y no, no me paza nada. Solo descanzaba – respondió ásperamente.

― Me llamó mamá y no volver hasta tarde. Hay ensayo intensivo en Juilliard. Así que… ¿qué te gustaría cenar?

― ¿Vas a cosinar? – se asombró Cristo.

― No… ¡No! – se rió a carcajadas. – Si quieres morir… Pediremos algo…

― Me da igual. No tengo hambre. Pide lo que te apetesca… — -dijo, volviendo a mirar el techo.

― ¡Primo! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estas triste? – le preguntó Zara, volviéndole la cara con la mano.

Cristo suspiró. Tenía que hacerlo, quitarse el nudo que sentía en su interior. Así que tomó aire y le preguntó:

― Zara… ¿Qué has hecho esta tarde?

― Pues fui a la academia, como siempre.

― ¿En Chelzea?

― Si.

― Yo también he estado en Chelzea, esta tarde. Y, mira por donde, me paresió verte, prima. Así que desidí zaludarte, zabes…

― Ah, ¿si? ¿Dónde?

― A la puerta de una tienda de antigüedades, creo – Cristo retomó el inglés, porque se estaba calentando y podría descontrolarse. Así, teniendo que pensar lo que tenía que decir, se mantenía en calma. Además, necesitaba que su prima entendiera perfectamente lo que pensaba decirle. – No estoy muy seguro, no me acerqué al ver como besabas a la guapa rubia que salió…

Zara desorbitó los ojos y retiró la mano que mantenía sobre el brazo de su primo, como si hubiera tocado una araña venenosa.

― Primo…

― Déjame terminar, Zara. No te engañaré. Me quedé pillado con la imagen y preferí volver a casa – omitió cualquier referencia a Chessy. – Debes comprender que me he educado en el seno de una familia con tradiciones centenarias, bastante machistas, y, aunque comprendo que aquí, las culturas se entremezclan, adoptando tendencias de unas y otras, yo sigo siendo un neardental.

― Cristo, yo…

― Espera, que ya acabo. Pero me he pasado un buen rato aquí, solo y pensando. Cuando me dedico a ello, con calma y en profundidad, alcanzo a reconocer que nuestro clan está demasiado anclado en el pasado y en costumbres que no han evolucionado lo más mínimo. Sin embargo, en caliente, como cuando te he visto, no tenía más que la puta voz de tu abuelo gritando en mi cabeza, y no es agradable, te lo juro. Pregúntaselo a tu madre y verás. Bastante le he escuchado ya en los veintiocho años que me he pasado a su lado. El caso es que no has salido bien parada en relación a todo lo que ha surgido, de repente, de mi alma romaní…

― Ya lo imagino.

― Mira, prima, hay cuatro cosas que son siempre iguales, en cualquier parte del mundo: la ambición, la ira, el sexo y, finalmente, el amor. No entienden de barreras, ni fronteras. Supongo que los sentimientos son los mismos, sea para un hetero como para un homo, así que si te sientes feliz amando a una mujer, no es, en absoluto, mi problema.

― Oh, primo… ¿de verdad? – exclamó ella, cogiéndole la mano.

― De verdad, Zara. Yo soy un cazurro para esas cosas. Te llevo diez años y seguramente sabrás de sentimientos mucho más que yo. Digamos que soy románticamente virgen – dejó escapar una risita.

― ¿Y eso por qué, Cristo? Eres un hombre gracioso y creo que muy inteligente…

― Quizás por eso mismo. Me ha ayudado a sobrevivir, pero no a experimentar. Pero debo preguntarte… ¿estás segura de tu tendencia?

Zara se arrellanó mejor sobre la cama, subiéndose a ella, y apoyando su espalda en el cabecero. Cristo, a su lado, la imitó.

― Siempre me han gustado las mujeres, Cristo – esta vez, Zara adoptó el inglés, necesitada de muchas más palabras. – Desde jovencita, he sabido ver la belleza en otras féminas. Los hombres nunca me han atraído. Con eso, no quiere decir que les desprecie, en absoluto. Salgo con una gran pandilla de chicos y chicas, y tengo muy buenos amigos, con los que converso y me confieso, pero…

― No te atraen.

― Exacto, ni físicamente, ni románticamente. Sin embargo, he tenido ya suficientes experiencias con chicas, como para saber reconocer lo que más me place.

― ¿Lo sabe tu madre?

― No me he sincerado aún con ella, pero creo que lo sospecha.

― ¿Cómo crees que se lo tomará cuando lo sepa?

― Mamá tiene compañeras de trabajo lesbianas. Algunas de sus alumnas también lo son. En el mundo artístico, las experiencias lésbicas son frecuentes, así que no la tomará por sorpresa, te lo garantizo. De todas formas, es mi elección.

Cristo la miró a los ojos. La joven tenía toda la razón, por mucho que dijera él. Era su vida y, por una vez, alejado de la agobiante firmeza del clan, Cristo veía mucho más humanidad en la preferencia sexual de su prima que en las leyes del patriarca.

― ¿Esa era tu novia? Es muy guapa…

― Es una amiga que conocí en la academia. También intenta ser modelo, pero la tienda es de su familia y tiene que ayudar a veces. Nos lo hemos pasado bien un par de veces, al salir de la academia, pero no hay nada serio. De hecho, tiene novio…

― ¡Vaya! ¿Y a eso, cómo se le llama?

― Que le gusta la carne y el pescado – se rió la mulata, dejando a su primo cortado.

― Anda, prima, pide lo que quieras pa senar, que me ha vuelto la jambre – le dijo, empujándola de su cama.

Al quedar a solas, Cristo se recriminó nuevamente, por hipócrita. ¿Cómo podía perdonar a su prima tan fácilmente y, sin embargo, mantenerse en sus trece con Chessy, cuando era prácticamente lo mismo? ¿Tenía un doble rasero? No, se dijo, era mucho más sencillo. Lo de Chessy le dolía doblemente, porque lo había padecido en carne propia; eso era todo.

Todo aquel que supiera la condición de Chessy le tacharía de absoluto gilipollas o de ser un mariconazo total. Aún sentía el sordo rencor royéndole las entrañas. ¡Chessy era un tío, coño! ¡Le había enseñado la polla, joder!

A pesar de no desearlo expresamente, su mente, como suele suceder al experimentar algo desconcertante y moralmente impactante, empezó a pescar, en el torrente insustancial de los recuerdos, cada una de las veces que él tocó la piel de Chessy, o viceversa. Los imprevisibles roces de las manos, los achuchones amistosos, las decenas de besos en la mejilla… Intentó amplificar y discernir un sentimiento de desprecio y desagrado que no encontró. Resultaba desconcertante.

Mantenía muy fresca la visión de Chessy, bajándose las mallas, mostrándole su… cosa. Se dispuso a aferrarse al asco que le embargó, y jadeó cuando descubrió que, en verdad, no sintió tal cosa. ¿Qué le pasaba? Cuanto más pensaba en ella/él, menos importancia le prestaba al hecho de que le había engañado. Debía mantener su enfado, ¡él era el ofendido!

Por el contrario, la parte racional de su poderosa mente, no dejaba de proyectar imágenes de Chessy, cada una más hermosa que la anterior. ¿Acaso había visto una sola reacción masculina en el tiempo en que la conocía? ¿Una palabra, un gesto, que le hiciera saber que era un hombre jugando a ser mujer? En absoluto. Si ella/él no le hubiese confesado su secreto, no se habría dado cuenta hasta el momento de meter su mano entre las preciosas piernas. Nada en su cuerpo, revelaba su naturaleza. ¡Si ni siquiera mostraba nuez de Adán! Quizás los dedos de sus manos eran demasiado largos para una mujer, pero ¿Quién coño se fija en unos dedos, teniendo aquellas nalgas meneándose ante sus ojos? Y de sus tetitas… ¿qué había que decir sobre esos pujantes pechos? ¿Eran de verdad o pura silicona?

En una palabra, ¿por qué tenía que ser siempre un cabrón? Aquí no tenía necesidad de engañar a nadie, al menos de momento. Necesitaba amigos, buenas amistades que llenasen su vida, y Chessy, fuera lo que fuese, era, ante todo, un amigo, ¿o no?

Él no era nadie para criticar. Cristo sabía que, si hubiera sido mujer, él no la habría podido satisfacer sexualmente con su micropene. Así que no le valía de nada criticar y perjurar, por algo que no obtendría de todas formas. Quizás así era mejor… así no había ningún agujerito que pudiera penetrar… solo una polla que le recordaba a la suya propia… blanquita, pequeñita, y sin vello. Tenía que reconocer que tenía su encanto… ¡Alto! Debía alejar esos pensamientos. Él era un macho, estuviera medio impotente o no. ¡Nada de tocar a otro macho! ¡Anatema! ¡Jujú! ¡Faltaría más!

Aunque… ¿qué decir de ese culo? Eso no podía quitárselo. Mucho mejor que la mayoría de las mujeres. Un culito trabajado, duro y potente, como pocas veces había visto. Un culo es un culo, ¿no?, se dijo. No entiende de sexos, ni de amistades. Es un culo, solo sirve para dos cosas… una entra y otra sale, ya está…

Quizás debía darle una oportunidad… una oportunidad para ambos. ¿Y si la llamaba? No, demasiado pronto. No creía ser capaz de soportar su voz. ¿Un mensaje mejor? Si, mucho mejor. Un mensaje de paz…

Atrapó su móvil y tecleó con pericia: “He sido un capullo. Me pillaste por sorpresa. Perdóname, porfa. ¿Desayunamos mañana?”. Pulsó enviar.

______________________________________________________

Chessy abrió la puerta y sonrió al ver a Cristo sosteniendo una bandejita con el papel de la pastelería de la esquina. Él vestía con unos jeans y un jersey de pico azul, ella un holgado pijama de dos piezas, que se había puesto en su honor, ya que dormía desnuda.

― Hola – dijo él, buscando sus ojos. – He traído bollos.

― Hola – dijo ella, sonriendo casi con timidez. – Pasa.

Cristo depositó los pasteles sobre la mesa, donde ya se encontraba el café esperando, y se giró hacia ella, con un nudo en la garganta.

― Chessy, yo… lo siento mucho.

― No, por favor, no hace falta que te disculpes. No debí presionarte…

― No, quiero hacerlo… necesito hacerlo – dijo él, golpeándose el pecho con una mano.

― Está bien – Chessy se sentó, indicándole que la imitara.

― Verás, ayer las cosas se complicaron un tanto y me superaron. No solo fue tu confesión… sino que, cuando estabas atendiendo a tu cliente, me tropecé a mi prima Zara en la avenida. Ella no me vio. Sé que su academia estaba en la zona, así que quise saludarla, ya sabes, darle una sorpresa. Sin embargo, me la dio a mí. La ví saludar a otra chica, en una tienda, y comerle la boca con pasión.

― Vaya… no lo sabía.

― No es algo para comentar alegremente. Sé que esas cosas suceden, que la homosexualidad es algo corriente en nuestra sociedad, pero no en el círculo en que he crecido. En mi clan, el que es mariquita tiene que ocultarlo o marcharse. No hay otra manera, los gitanos somos así. No nos gustan las cosas que resulten ser diferentes; nos gusta la tradición, lo que sabemos controlar. Cuando aparece algo que es diferente, suele acabar con el cuello cortado…

― ¿En serio?

Cristo asintió y añadió leche a su café, así como tres cucharadas de azúcar. Siguió hablando mientras removía.

― Así que ya llevaba eso en el cuerpo cuando me dijiste lo tuyo. Sentí que todo lo que llevaba construido en Estados Unidos se estaba derrumbando. La familia que me quedaba, una naciente amistad que podía ir a más… Todo era falso e… indigno. Estaba muy molesto, muy cabreado con todos, y me fui a casa.

Chessy tomó uno de los bollos y le atizó un mordisco, antes de asentir.

― Tampoco tuve mucho tacto, que digamos – dijo, después de tragar.

― El caso es que tuve tiempo de reflexionar. Soy bueno haciéndolo. Cuando me pongo a ello, suelo realizar exhaustivas tablas de pros y contras, de forma lógica y desprovista de prejuicios. Al caer la noche, y tras hablar de ello con mi prima, me sentí capaz de entender su postura y darle mi bendición. Y, entonces, empecé contigo…

― Miedo me das… cómete un bollo, que me los acabo…

― Los he comprado para ti. Verás, intenté odiarte con todas mis fuerzas, Chessy. Te lo juro. Me era mucho más fácil anularte que comprenderte. Pero no fui capaz de encontrar algo de ti que me molestara suficientemente. Quise verte como un hombre disfrazado de mujer, pero mi mente no encontraba ni un solo detalle que me ayudara. ¡Si ni siquiera había sospechado cuando te tocaba! Llegué a la conclusión que eres una mujer algo diferente; una mujer con rabo. En ese momento, solo debía enfrentarme a esa palabra que no nos gusta: diferente.

Chessy alargó una mano y tomó al de Cristo, instintivamente. El joven pasó su pulgar por los nudillos de ella y sonrió.

― Entonces, fue como una revelación. Estaba siendo un total egoísta, tal y como me habían educado… Los gitanos son egoístas, todos ellos, porque es el único patrimonio que les legan sus padres. El gitano macho obtiene la supremacía al desposarse. Tiene derechos casi absolutos sobre toda su familia: esposa, hijos, y hasta su suegra, si hace falta. Yo estaba siéndolo, sin acordarme de que también soy diferente. No soy un hombre completo, Chessy, te aviso. Mi trastorno glandular me ha dejado algo mermado como hombre.

― ¿A qué te refieres?

― Al tamaño de mi pene. Es algo inferior al tuyo – confesó él, con vergüenza.

― Oh, ¿de verdad? Vaya, eso tiene que ser duro para una forma de pensar como la que me estás mostrando.

― Si, tienes razón. Es mi lacra, mi vergüenza.

― Pero no es culpa tuya.

― No, pero soy yo el que la arrastro conmigo.

― Debes cambiar el chip, Cristo. Un pene pequeño sigue siendo un pene, peor sería que no tuvieras ninguno.

― Uufff. Es verdad. De todas formas, este detalle me llevó a pensar que yo era otro hipócrita, queriendo seducir a una chica cuando no tenía apenas nada que ofrecerle, sexualmente. Te imaginé delante de mí, si yo hubiera hecho lo que tú hiciste, bajándome los pantalones y enseñándote mi sexo. ¿Qué hubieras pensado?

― Sinceramente, no lo sé. Así, en frío, tal y como yo lo hice, a lo mejor me hubiera reído de ti.

― Exacto. Yo no me reí, pero me mosqueé… y no tenía derecho a hacerlo. No intentabas seducirme, ni ofrecerte, solo me estabas informando, y eso es de agradecer.

Chessy cabeceó, al mismo tiempo que se apoderaba del último bollo.

― ¿Lo compartimos?

― Vale.

― Entonces, ¿qué piensas, Cristo?

― No sé, es algo difícil de explicar…

― Inténtalo, no tenemos prisa.

― Está bien – Cristo inspiró y la miró unos segundos. Intentaba ver, una vez más, al hombre bajo la piel, pero no le encontró, ni le encontraría, se dijo. – Chessy… me gustaste desde que Spinny nos presentó. Creo que eres preciosa y divertida. Puedo hablar contigo de cualquier cosa y congeniamos. Quiero seguir siendo tu amigo y puede que algo más, pero… tenemos que ir poco a poco. Tengo que acostumbrarme a la idea… ¿Me comprendes?

― Si, Cristo, y me parece perfecto – sonrió ella, poniéndose en pie. – ¿Puedo darte un beso?

― Habrá que probar, ¿no? – respondió él, devolviéndole la sonrisa.

Chessy rodeó la mesa y se sentó en las piernas de Cristo, rodeándole el cuello con los brazos. Se miraron a los ojos, azules contra negros, y, muy suavemente, ella se inclinó para posar sus labios sobre los de él. Fue un beso muy suave, comedido, casi casto. Al separarse, Cristo comentó:

― Esto es lo que llamo un beso con condón. Casi no he sentido nada.

Chessy soltó una carcajada e hizo una segunda prueba. Esta vez los labios de ambos se abrieron, dejando surgir sus lenguas exploradoras, ansiosas de saliva ajena. Tras un largo beso de tornillo, Cristo separó la cabeza y le dijo:

― Pues, la verdad, es que no sabes a chico, ni pizca…

― ¿A qué sabe mi boca?

― Necesito una cata más larga… veamos…

Chessy mordisqueó aquellos labios que, poco a poco, la estaban enloqueciendo. Ella tampoco tenía prisa por iniciar una relación; las cosas necesitaban su tiempo, y estaba dispuesta a concedérselo. Le había encantado la sinceridad de Cristo, la confesión sobre su órgano sexual y los prejuicios que sentía. Ella misma poseía muchos esqueletos en su armario, que, de momento, no pensaba revelar. Como tampoco, pensaba decirle nada sobre los servicios especiales que ofrecía en sus sesiones de masajes.

Había que ir poco a poco; Cristo tenía razón.

CONTINUARÁ……..sex-shop 6

 

Relato erótico: “Mayo III. En la autopista” (POR SIBARITA)

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Mayo III

Sin títuloA pesar de que Mayo va en el asiento trasero, yo he preferido el asiento del copiloto, al lado del chofer que, muy profesional y atento a su trabajo, conduce el coche a gran velocidad, con destino a Madrid y sin, aparentemente prestar atención a  mis piernas, largamente descubiertas. Me he dado cuenta del malestar de Mayo, por no haberme sentado a su lado, y me vuelvo hacia él sonriente, haciendo un gesto para que se aproxime y darle un beso en los labios.

El problema con Mayo es que siempre quiere más y posee un fenomenal descaro  (aparte de una verga que mide sus buenos 30 cm. y una resistencia bárbara), así es que no tengo muchas posibilidades de mantenerle quieto, al beso suceden las caricias, pegado al respaldo de mi asiento, me rodea con sus brazos, y sus manos comienzan a buscar bajo mi blusa hasta descubrir mis senos que desnuda.

No es  cosa de tener un accidente, por una distracción del chofer, al que se le empiezan a animar los ojos, así es que le hago parar al borde de la ruta, y me paso al asiento trasero, junto a Mayo que me acoge en sus brazos que se han convertido en más inquietos que los tentáculos de un pulpo. En un momento me ha desnudado por completo y a base de contorsiones ha conseguido llegar con su lengua a mi clítoris, mientras la mía recorre su verga y la apreso con mis labios. Siento su latido en mi boca, a cada envite penetra más profundo, sus manos me recorren, me voltea haciendo que me siente sobre sus piernas, de cara a él; apenas si tiene que hacer un pequeño movimiento para penetrarme y comenzar a movernos buscando llegar y que me llegue hasta lo más profundo con esa verga enorme que me llena, una mano presionando mis tetas y la otra buscando llegar hasta mi ano. No alcanza y me da la vuelta, ahora es de espaldas a él, en equilibrio y sin llegar a sentarme, mientras que la punta de su sexo penetra en mi vagina, en realidad solo buscaba humectarse y una vez conseguido, la saca y busca la entrada de mi ano hasta encontrarla, presiona con cuidado para no hacerme daño, pero esa presión es firme hasta que consigue dilatarme lo suficiente para que penetre su gruesa cabezota. Con cuidado me dejo descender sobre ella, que avanza en mi interior hasta quedar sentada literalmente sobre sus testículos, y cuando el dolor amaina comienzo a mover mis caderas despacio, más deprisa, furiosamente. Movimientos en los que me sigue Mayo descontrolado totalmente.

Empalada como estoy, y no necesitando el apoyo de mis manos, estiro mis brazos hacia delante y tomo con mis manos la cabeza de Vittorio, el chofer, que se estremece a mi contacto y pierde por un momento los nervios y el control del vehículo, que da un gran bandazo, provocando con el brusco movimiento, que Mayo se corra en mi interior incontenible.

Vittorio ha conseguido recuperar el control del coche y aparca sobre el arcén de la autopista, permanece quieto en su asiento mientras trata de recuperar la calma, y cuando recobra el movimiento es para abrir su puerta y salir del coche. No es una fuga, todo lo contrario, abre la mía y tira de mi mano para sacarme de él, totalmente desnuda como estoy.

Me abrazo a él, que se desplaza hasta depositarme sobre el capot caliente; me mira así tumbada, con rapidez desabrocha su pantalón, desnudando una bastante gruesa verga completamente inhiesta, con ayuda de sus largas manos, separa los labios de mi vagina, la humecta con saliva y la ayuda de sus dedos, me penetra de un golpe cuando levanto mis caderas hacia él. A pesar de la violencia del momento, sus movimientos son lentos y profundos, demuestran sentimientos. El roce de su verga sobre mi  clítoris me provoca un placentero orgasmo, y el movimiento sigue, mis piernas le rodean, mis pies se anudan en su espalda, soy yo ahora quien se mueve, trato de hacerle avanzar más, que me penetre hasta lo más profundo, y cuando por fin consigo lo que parecía imposible, él se corre con secos movimientos, y ríos de su semen comienzan a inundarme, provocándome un nuevo y fuerte orgasmo, mientras otros coches pasan velozmente al lado nuestro, haciendo sonar sus bocinas al darse cuenta de lo que estamos haciendo.

Después, tranquilamente, entre Mayo y Vittorio, me ayudan a vestir y seguimos el viaje.

  • : Continúa la serie de Mayo y nos demuestra que no todos los viajes son aburridos
 

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Relato erótico: “La sacristía” (PUBLICADO POR SIBARITA)

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Como la mayor parte de las historias, también esta se inicia de una forma totalmente Sin títulobanal. La tarde no había sido especialmente entretenida en Benidorm, habíamos entrado y salido de varios vares de copas sin encontrar en ellos nada interesante ni original; estábamos en medio de una calle llena de jóvenes en celo, mas en realidad lo que aparentaban que otra cosa cualquiera. No parecía aconsejable el intentar mezclarse en aquel caldo de cultivo para cualquier problema, cuando nos dimos cuenta de que nos observaba un tipo solitario de unos cuarenta años, y que al movernos de un lado para otro nos seguía de cerca y mirando muy fijo. Caminando atravesamos un pequeño parque para llegar a nuestro coche, siempre con el a dos pasos detrás nuestro y sin decir palabra, salvo que al caminar, escribía algo sobre un papel que, contra lo esperado, se acerco a dárnoslo justo cuando ya estábamos cerrando las puertas para irnos.

Leímos el papel en el que nos decía ser muy tímido por no haberse atrevido a acercarse y hablarnos, que hubiera estado loco por bailar aunque fuera una sola vez con ella, seguido por una serie de alabanzas , y nos proponía invitarnos a una copa en un pub que había muy cercano.

Nos hacía gracia la cosa y tampoco teníamos prisa en el regreso, así es que bajamos del coche y aceptamos acompañarle. Muy cortes, educado, empeñado en invitar a copas y mas copas que, por un efecto extraño, conseguían que el escote del vestido se ampliase por segundos y que los ojos de nuestro anfitrión se fueran desorbitando. Siempre cortes, nos invito a conocer un pub especial, y lo era, porque en una casa vieja reproducía el ambiente cargado de una antigua sacristía o iglesia de aldea, en la que aparte de la decoración, bien ambientada, había minúsculos ambientes ubicados entre escaleras, balcones interiores y celosías, equipados por pequeñas mesitas y taburetes de paja y madera, y sobre cada mesa una especie de pequeña palmatoria o velorio apenas suficiente para disimular la penumbra ambiental. Todo un conjunto intimo, agradable y discreto, al cual se accedía por una muy estrecha escalera para el servicio a las dos piezas de arriba.

Tomamos asiento los tres sobre los estrechos taburetes, con lo cual estábamos tan pegados que ella, estando en el centro, soportaba el peso de nuestros brazos sobre sus hombros e inevitablemente que nuestras manos descansaran sobre sus pechos ya descubiertos, no tanto por inercia como por la innegable atracción que ejercían sobre nuestras manos, si bien lo del descanso era un simple eufemismo, nuestras manos no cesaban de apretarlos, de acariciarlos, de estrujarlos, mientras nuestras bocas devoraban la suya. No importa ni se quien dio el primer paso para llevar las manos a sus piernas, su corto vestido se encontraba ya enrollado a la cintura y nuestras manos, de ambos lados, trataban de hacer descender la braga hasta quitársela. Estaba ya desnuda por entero y no parábamos de recorrerla con las manos, con nuestras bocas sobre su sexo o su boca; nuestros dedos chocaban pugnando por penetrarla, mientras sus manos, que hacía tiempo habían desabrochado nuestros pantalones, jugaban con nuestras pollas a punto de explosión. Fue nuestro anfitrión el que tomo la iniciativa de atraerla por los hombros para que su espalda quedase apoyada sobre su cuerpo, con lo que me ofrecía el magnífico espectáculo de su sexo, así pude acercarme a ella, que levanto sus piernas a mi encuentro y al encontrarnos se fundieron nuestros sexos en una ansiosa búsqueda que solo termino con un majestuoso orgasmo conjunto.

Riendo un rato por el esfuerzo hecho, era el momento de que nuestro anfitrión tomase el relevo. Por precaución habíamos recuperado nuestras ropas y muy en plan serios pedido nuevas copas que bebimos mientras echábamos un vistazo a la parte superior del local, ya que antes no nos habíamos fijado en nada. Vimos un amplio balcón cuadricular, que cubierto de celosías permitía ver la decoración de la planta baja llena de estatuas y ornamentos religiosos, y a las inciertas luces mejor aun la perfecta silueta del cuerpo de Maria que tiraba de nosotros. En segundos estábamos sobre ella cubriéndola de caricias. Ahora fue nuestro anfitrión el que al tiempo que la levantaba el vestido, sacaba y buscaba la entrada de su sexo con su verga, mientras a mi me tocaba sostenerles para evitarles caer a la planta baja, dada la precariedad del apoyo existente.

La experiencia había sido de lo más excitante, pero no había terminado todavía. Miguel, nuestro anfitrión, a estas alturas ya sabíamos su nombre, nos invito a conocer la zona, dando un paseo con su coche. No recuerdo la marca aunque si era bastante cómodo, de modo que los dos se sentaron en los asientos delanteros mientras que yo lo hice en el trasero, desde el que mejor dominaba el panorama y además tenía acceso a los cordones que retenían el escote del vestido. El efecto era impresionante, bastó con deshacer la simple lazada para que todo el escote se viniera abajo, con lo cual el paseo aun fue más agradable para nosotros; ella sentada delante con Miguel, una de cuyas manos estaba permanentemente ocupada en su coño, y yo detrás, con las mías acariciando sus tetas libres y al aire. Algunas caras de la gente con las que nos cruzábamos, eran de apoteosis.

Fuimos en el coche hasta una zona bastante elevada y desde la cual se veía toda la enorme bahía, desde luego el lugar era precioso y totalmente solitario, con una gran cadena de hierro para impedir el paso, pero Miguel aparentemente conocía bien el truco, porque la evito y continuamos aun durante un buen trecho. Cuando al fin detuvo el coche y apago el motor, el silencio era casi absoluto, pero a cambio estábamos perfectamente iluminados por las luces de un cielo esplendoroso.

Hacía rato que el vestido de Maria, toda su ropa en realidad, estaba desperdigada por el suelo del coche, lo mismo que la nuestra; basto pues que ella basculase su asiento hacia atrás para que Miguel se colocase encima de ella y con un par de maniobras metiera su polla dentro de ella. Tampoco ella se había quedado quieta, porque con los brazos extendidos hacia atrás tomo mi cabeza para hacer que mi boca apresase la suya; mis manos sin parar de acariciar sus tetas, jugando nuestras lenguas en besos interminables, mientras Miguel bombeaba su sexo como un poseído y ella respondía elevando sus caderas a su encuentro hasta, en un ultimo espasmo, corrernos los tres al mismo tiempo, pero ni siquiera con eso están contentos, en cuanto reponen un poco las fuerzas, se meten los dos en la parte trasera del coche y comienzan una nueva exhibición de contorsiones, sentada sobre las piernas de él y dándole las tetas, vuelta de espaldas mientras él hace esfuerzos por metérsela por el culo sin conseguirlo, en fin, de mil maneras, porque el coche tampoco es una maravilla en cuanto a espacio, pero en esos casos todo vale.  Ni que decir tiene que ese lugar se ha convertido en uno de nuestros favoritos, y que a Miguel solemos encontrarle con cierta frecuencia. Aparte de que nos llama con frecuencia pidiendo nuevas citas.

La última visita que hicimos al Pub fue un poco más animada que los anteriores; el camarero, después supimos que era el dueño del local, se había dado cuenta de nuestras aventuras en el primer piso y aprovechando que esa noche escaseaban los clientes, se decidió a participar en nuestros juegos y, cuando menos le esperábamos, apareció de la nada y la sorprendió a ella agarrándola por la espalda, léase tetas, cuando estaba con el vestido bajado hasta la cintura.

Es ella quien continúa el relato.

Bailamos, mejor dicho, apenas nos movimos, salvo las manos de Miguel sobre mi cuerpo y la presión de su verga aun oculta, sobre mi sexo. Volvimos a la mesa y nada mas sentarme, sus manos me ayudaban a retirar mi braga, apoderándose su mano de mi sexo. En un momento, dos de sus dedos me habían penetrado, los sentía muy dentro y con un frenético movimiento que provoco que a mi vez dejara al descubierto la verga de Miguel, y nada mas hacerlo me tomo entre sus brazos para sentarme sobre el, haciendo que esa verga me penetrase hasta lo mas profundo.

Así estábamos cuando sentí que, desde atrás, dos nuevas manos tomaban  mis pechos. No me volví, creo que lo esperaba, de alguna manera sabía que el camarero no se contentaría con haber visto mis pechos desnudos, Fue bien aceptado por Miguel, que aprovecho su ayuda para desnudarme entera y tomarme en sus brazos mientras el camarero juntaba las dos mesas para depositarme sobre ellas. Al momento, los dos estaban igualmente desnudos y, mientras Miguel se tendía sobre mi metiéndome su verga, el joven camarero acercaba la suya hasta mi boca que le recibió ansiosa. Cada envite de Miguel provocaba que la verga del camarero entrase mas y mas en mi garganta, ya no podía ni paladearla, solo sentir como crecía y como de golpe descargaba potentes chorros de semen que casi me ahogaban. Miguel mientras tanto, iba a lo suyo, había levantado mis piernas y colocado mis pies sobre sus hombros, de tal manera que vagina y ano quedaban a su alcance y largamente expuestos; su verga ya bien lubricada en la vagina, no tardó en hacer presión sobre mi esfínter, y cuando estuvo suficientemente dilatado, se metió como Pedro por su casa.  Tres o cuatro envites y se retiraba para cambiar de sitio, tan pronto la metía por el culo, como por la vagina, y a la vista de ello, el camarero reclamaba su parte.

Se había sentado sobre una butaca baja, su verga bien erguida esperaba su presa, y Miguel, en un acrobático gesto me deposito sobre ella, sin sacarme su verga de la vagina, mientras por el mismo peso de mi cuerpo, la verga del camarero me empalaba.

No sé cuantos orgasmos tuvimos, ni el tiempo que duro, habían cerrado el local, y dejado solos en el, después supimos que el joven camarero era hijo del dueño. Tampoco entonces me dejaron vestirme, desnuda totalmente me bajo Miguel hasta el coche, para depositarme sobre el capot del mismo. No había nadie en los alrededores, y aprovechó  para metérmela de nuevo, aunque esta vez en un polvo rápido, por temor a que pasase una patrulla, de las muchas que vigilan la zona.

A todo esto, el joven camarero había cerrado su local y al vernos se acerco a nosotros. Todavía le quedaban ganas, y nos propuso llevarnos a su casa, teníamos tiempo, de modo que aceptamos no sin que aquello diera origen a un pequeño debate, con quien de los dos hombres yo haría el corto viaje; al final gano Miguel pero solo a medias puesto que el camarero dejo su coche y vino con nosotros. La situación era cómica, los tres íbamos sentados en la parte trasera, yo en medio, desnuda totalmente, con la mano del joven jugando con mis tetas, y las libres de ambos compartiendo  mi vagina. Imaginar las caras de la gente que nos veía, cada vez que debíamos parar ante un semáforo. La verdad es que yo no estaba para fijarme en tales detalles, el trabajo que ellos estaban haciendo sobre mi, me había transportado al séptimo cielo, así es que ni me entere del recorrido hecho hasta llegar a la casa del joven, ni tampoco en ella hubo demasiadas palabras, como por milagro la corte había crecido, una gruesa verga clavada en mi vagina, una segunda en mi trasero, otra nueva en mi boca y dos mas a las que masturbaba con mis manos, suficientes para que en un momento todo mi cuerpo nadase en semen caliente.

 

  • : De lo profano y lo sagrado
 

Relato erótico: “MI DON: Zeus – El trabajo final (22)” (POR SAULILLO77)

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portada criada2EL TRABAJO FINAL

Sin títuloEstaba enajenado, faltaba menos de una semana para el regreso de Ana, llevaba 1 mes casi follando sin parar, habiendo desatado y controlado a un bestia en mi interior y asustándome en momentos ante mi personaje, Zeus, me asustaba de lo que era capaz de hacer, no era yo, era otra personalidad dentro de mi, un tipo dominante, engreído, implacable, egoísta y peligroso si se le enfadaba, después de la fiesta de ricachones quise alejarme unos días de todo, serenarme, volver a sentirme un tipo normal y regresar a mis objetivos, mi mente se dividía, como Zeus quería seguir en la empresa de Madamme, quiera ganar dinero e ir reventando a mujeres por la ciudad, sodomizar aun mas a Madamme, disfrutar de esa parte oscura y excitante de mi vida, pero el era solo un seudónimo, un personaje, o al menos empezó siéndolo, no tenia poder de decisión, ¿o si? yo era Raúl, y tenia que ganarle la batalla, todo me había llevado a esa situación, pero estaba allí por el dinero del piso, aquellos 6.000€ para asegurarnos un sitio donde irnos a vivir mis amigos y yo, con Ana, disfrutar de la compañía de una mujer, y no de forma sexual, si no en una relación de iguales, de respeto y amor, no de sumisión y deseo, pero Zeus era todo lo que un hombre podía soñar, una maquina de follar que además de tener una polla enorme había ganado algo mas de 80.000€ en 3 semanas largas. Me descubrí muchas veces teniendo diálogos mentales o hablando en voz alta, discutiendo Raúl y Zeus sobre mi futuro. Mi madre me miraba como si estuviera loco, pero tampoco es que antes fuera un chico muy normal, mi cabeza siempre fue a una velocidad distinta del resto, mi mente echaba a volar y desaparecía de la realidad minutos u horas. Quise hablar con alguien del tema, quizá Eli me entendiera pero sentía en mi interior que era tema mío, que lo debía solucionar yo, y no podría ser de otra forma, leí artículos de desdoblamiento de personalidad, me tranquilice un poco, no daba el perfil, se han de tener crisis de ausencia, errores en la apreciación del tiempo, lapsus mentales o generalmente oír a los demás hablar de cosas que tu no recuerdas haber hecho, así como dolores de cabeza, arritmias, respiraciones agitadas sin motivo o abuso de alcohol o drogas, nada de eso, yo tenia la mente lucida, recordaba todo, no tenia crisis, ni tomaba nada, simplemente mi cabeza era muy imaginativa, me había creído mi personaje, y mientras fuera solo eso, Raúl dominaría todo.

Me llamo Madamme, tenia mi trabajo final, quería quedar para comentarme los detalles, al parecer era un trabajo especial, pero temiendo mis reprimendas admitió por teléfono que también quería verme en persona, le dije que solo si era en su casa, tenia ganas de ver como seria, obedeció mandado a una de la moles con un coche a recogerme, llegué a su casa, un chalet en una urbanización de las afueras, de esas con nombre propio, vallas y seguridad privada. Me abrió la puerta de su casa donde se quedaron las 2 moles, me recibió con un camisón de satén y una bata de seda, con su actitud altiva, cuando cerro la puerta se le cambio el rictus, agacho la cabeza y junto las manos por delante, totalmente obediente y sumisa. Si ella adoptó sin reparos su papel, yo asumí el mío de Zeus, cambié mi mirada ante si rostro, miraba de reojo, y me fui acercando lentamente, hasta olerla el pelo, la notaba temblar, tiritaba ante mi presencia, esa diosa del sexo, una puta experta que era una mujer de bandera y follaba como los ángeles, se encogía al sentir mi respiración en su cuello, le castañeteaban los dientes y se tenia que morder el labio para evitar el sonido. Sin duda las duras sesiones de sexo que tuvimos, la visión de mi destrozando a la Geisha y la imagen final de mi, humillando a David, totalmente desatado, expresando mi furia, la excitaban y la hacían tenerme miedo, pánico de actuar de cualquier modo y provocarme.

-ZEUS: no tienes por que temerme, si puedo ser temible cuando me enfadan, si te portas bien puedo ser bondadoso y dulce.- la acaricié por el brazo con una mano y la levanté la cara para admirar su mirada, sumisa y de adoración, con los ojos vidriosos.

-MADAMME: si es lo que deseas, ser dulce y bueno, y crees que es lo que merezco, lo acepto, pero no es lo que yo espero.- una lagrima cayo por su mejilla ante esa revelación, ella no quería que fuera así, pero no podía evitar sentirse atraída por mi y mi forma de dominio, como si fuera algo de su pasado que deseaba no echar de menos, pero que ansiaba encontrar, y lo obtenía solo de mi.

-ZEUS: ¿quieres que te castigue por apostar por mi sin mi consentimiento, pese a que se que es lo que quieres y a que después, me avisaras del embuste de David?- asintió rompiendo a llorar.- vaya, me dejas en un dilema, te mereces el castigo, pero se que lo deseas, mi impulso seria no dártelo para hacerte sufrir.

-MADAMME: pero mi señor, quizá no deba castigarme, y si premiarme por lo de David.- negociaba de forma inteligente, sin que pareciera que lo hacia.

-ZEUS: es cierto, pero pese a que te portaste bien- cambie mi cara a enfado- era tu deber para con tu dios, no te portaste bien, hiciste lo que tenias que hacer, ¿o acaso me hubieras vendido?- la bese en el hombro para dar esa sensación de serenidad ante la acusación, eso la hizo temblar de horror.

-MADAMME: no………no, jamas, tienes razón, hice lo correcto y no me merezco premio por ello, siento si os he ofendido al decirlo.

-ZEUS: eso ya es otra cosa, si comprendes que no eres dueña de ti en mi presencia, que todo lo que hagas o digas debe ser lo que yo deseo, ira bien, y te follaré como se que deseas, pero tendrás que ganártelo.- la quite la bata, dejándola solo con el camisón que apenas le pesaba de los muslos, metí mi mano por debajo y agarré el coño por encima de la ropa interior, notándolo encharcado- ves como eres mi perra, aun no te he tocado y estas chorreando de deseo.

-MADAMME: dígame que desea y se lo concederé, haré lo que usted ordene por ganarme el derecho a ser castigada.- su respiración se aceleraba ante los movimientos de mis dedos en su prenda húmeda.

-ZEUS: por ahora, desnúdate, déjate los tacones, y vete a ese sofá de allí, comienza a masturbarte y mientras me vas diciendo los detalles del ultimo trabajo.- obedeció como devota que era, se tumbó boca arriba y abrió de piernas, comenzando a masturbarse de forma rápida y caliente, como si yo no estuviera allí, sentado a su lado, mirándola atentamente.

-MADAMME: es una clienta nueva, es la mujer mas guapa de toda la clientela……….uf…………, la conocí en la fiesta de David, es una modelo de 24 años………….ummmm………esta muy buena y paga muy bien, casi 20.000€.- se estaba calentando con sus dedos hábiles.

-ZEUS: y por que una modelo guapa y rica necesitaría de nuestros servicios, tendría a 40 hombres con solo chasquear los dedos, y menos tan caro.

-MADAMME: es por su forma de ser……..ummmmmmmm uf………..de joven abusaron de ella, empezó muy joven de modelo, a los 16 , y ese mundo es mucho mas grotesco de lo que se piensa la gente, la drogaban y abusaban de ella desde el principio- se metía ya 3 dedos en el coño, acariciándose los senos.- ahora dejo a su mánager y a su padre, que también la desvirgó y violó desde los 14 años, es tan famosa y conocida en el mundo de la moda que ficho por una gran firma y ellos ahora son los que la llevan, sin abusar ni nada, taparon aquello para no dañar su imagen, pero ella ufffffff, ella ya no es una mujer normal, tiene necesidades especiales.

-ZEUS: ¿y que necesidades son esas?

-MADAMME: necesita ser violada, desde que se separo de esa gente ha estado con hombres pero todos la tratan como si fuera de cristal, y es una muñeca rota, necesita sentirse humillada y sucia, abusada para poder disfrutar, esta desesperada y acudió a nosotros al verte follar en la fiesta, ¡¡¡DIOSSS!!!- se corrió, pero como no había dicho nada de que parara, siguió- hemos montado para que este fin de semana este libre, y tu la violes todo el fin de semana.

-ZEUS: no soy ningún salvaje, no pienso follar si no es consentido.

-MADAMME: no es una violación en si, solo un juego, mira la carpeta de la mesa, hay un contrato firmado de consentimiento, con unas fotos suyas, esta todo atado y preparado para que parezca real, pero no lo será, en el móvil tienes un vídeo, como te gusta, con ella firmando el contrato y conmigo comentándoselo todo..- lo hice, vi y leí el contrato, con cláusulas millonarias en caso de que se sepa por ambos lados, firmado por Madamme, nuestro abogado y ella, al ver las fotos no me lo creí, era una famosa modelo nacional, evidentemente no puedo decir quien era, pero la había visto durante semanas en los carteles de las paradas de autobús y en anuncios de tv, acababa de lanzar una campaña de unos grandes almacenes, era una belleza espectacular, rubia de ojos azules y cuerpo perfecto.

-ZEUS: vaya, como son las cosas, ¿esta dulzura y belleza necesita que la violen?

-MADAMME: mas que eso, ella llegará el viernes a casa y tu has de asaltarla en el portal, luego una vez dentro de su casa has de hacer lo que te de la gana, átala, azótala, maltrátala, todo sin pasarte ni marcarla gravemente, vive de su cuerpo, ella actuara como si fuera real y has de hacer lo mismo, durante todo el fin de semana es tuya y puedes hacer lo que quieras, ella aceptó, solo impuso que cuando estés con ella, tendrás que ponerte la colonia de su padre, son las únicas condiciones.- se volvió a correr en su mano pero estaba tan excitada que apenas se le notó- el domingo por la tarde solo has de liberarla e irte. ¿Si es que deseas hacerlo?

-ZEUS: pues así se hará, pero asegúrate de que no me afecte de ningún modo negativo.

-MADAMME: no es la 1º vez que hacemos algo así, no habrá problemas, me ocupare personalmente.

-ZEUS: me gusta lo del vídeo, me lo voy a mandar a mi móvil para asegurarme, esto es portarse bien, me gusta como lo has llevado todo.- sin dejar de masturbarse camino de su 3º corrida, levantó la mirada sonriente ante mis palabras.

-MADAMME. ¿Estas contento?- pregunto ilusionada.

-ZEUS: mucho, has obedecido y me has hecho una buena ofrenda, y eso merece premio, por ahora súbete encima mía y fóllame, no quiero que me beses sin me toques a mi o a ti, solo ensártate mi polla en el coño y viólame tu a mi.- yo ya me estaba masturbando con el rabo fuera ante sus énfasis en el dedo que se hacia, de un bote me cabalgó y se ensartó toda, su mirada era de logro y satisfacción.

Obedeciéndome me violó, su cadera cogió ritmo de crucero apoyada en el respaldo del sofá, al poco de empezar se corrió, pero no dejo de moverse, alternaba movimientos, aveces estaba subiendo y bajando todo el cuerpo y otros solo movía la cadera, quería ganarse el castigo así que no paró hasta verse agotada casi 1 hora mas tarde, justo lo que quería, Zeus podría ser un dios pero yo era humano, si me arrancaba de 0 podría no llegar a matarla, si dejaba que se desfondara 1º seria sencillo, aun así la deje un rato mas cabalgándome exhausta hasta que me corrí dentro de ella, dejándola otro minuto mas subiendo y bajando por mi polla flácida hasta volver a ponérmela dura, había gritado mucho y le había abierto el coño todo lo posible.

-ZEUS: así me gusta, eras un perra buena y obediente, y te has ganado que te destroce como se que deseas.- se le iluminó la cara, la bese dándola permiso para devolvérmelo, su lengua era una maravilla y no aguantaba mas sin probarla, su forma de usar la boca era obscenamente atractiva, seguía sacándome la lengua y chupándomela como una polla, eso me encantaba y le daba azotes continuos en el culo cada vez que dejaba de penetrarse mi miembro, mis manos se fueron a su pecho, trabajándola los pezones, sabia que la volvía loca así que lo hice a conciencia, dejándolos duros y mordidos, eso la aceleraba el ritmo, y se corrió sobre mi otra vez.- vaya, me has dejado bañado, antes de abrirte el culo déjamela limpia con la boca y recuerda no usar las manos.

Me gustó como obedeció, como si le quitaran dinero cada décima de segundo que tardaba en reaccionar, se arrodilló ante mi y poniendo las manos a su espalda engulló la polla hasta ¾, pera seguir apretando poco a poco, casi le saco la mandíbula del sitio, pero logró metérsela toda, con claros gestos de atragantarse, pero aguantó así unos segundos, dejo que su boca sintiera todo mi poder y que fuera babeada por ella, lo hizo varias veces para luego ir trabajando el tronco con sus labios y el glande con su lengua, era una gozada, y aun sin las manos me estaba llevando a mi 2º corrida, en vez de hacerla parar, la agarré la cabeza y me la follé por la boca, al inicio le dejaba la cabeza inmóvil pero después la movía en contra de mis embestidas sacándola una arcada con cada una de ellas, nunca ante me había follado a alguien por la boca, me la habían chupado de 1000 maneras y se lo habían tragado otras tantas, pero eso no era una mamada, era penetrar un agujero, aun así lograba jugar con su lengua y me corrí en su boca explotando en numerosos chorros que cayeron directos a su garganta, ella no paraba de tragar, le moqueaba la nariz, sollozaba pero aun soltándola la cabeza siguió chupándomela hasta volver a ponérmela dura.

-ZEUS: eres muy buena con la boca, pero ahora me toca a mi, y te voy a partir el culo, te voy a meter algún consolador por el coño para que no te relajes, ¿donde tienes?

-MADAMME: en mi cuarto, arriba.

-ZEUS: coño pues vamos a tu cuarto.- me la subí encima y la penetré por el coño, se cruzo de piernas rodeándome y besándonos como posesos, la subí, dándola fuerte en cada descanso contra una pared, y al llegar a su cuarto me la baje de encima, se fue a un cajón a buscar el consolador, la muy animal volvió con uno tan grande como mi polla, yo me fije en el cuarto, era un cama normal pero toda la habitación estaba llena de cadenas, cuerdas, postes y esposas, con trajes de hombre de látex, hasta un columpio.

-MADAMME: ¿este le vale a mi señor?

-ZEUS: perfecto, vaya cuarto, te gusta ser una dominatriz por lo que veo.

-MADAMME: si, desde que deje las calles la única forma de sentirme viva es dominando a hombres.

-ZEUS:y ahora estas a mis pies.

-MADAMME: pero es que tu no eres un hombre, eres un dios, eres mi dios.- se hundió en consolador en el coño hasta metérselo entero.

-ZEUS: pues este dios te va a atar a ese columpio y te va a dar por el culo hasta que ruegues perdón. Se le erizo la piel y se echo a temblar de nuevo, hasta ahora me había contenido, pero me cansé de juegos.

Ella se puso en el columpio y se ató sola, quedo tumbada boca arriba, con las piernas bien abiertas a una altura perfecta de penetración, con el coño abrumado por el con descomunal consolador allí alojado, me acerque y no trabaje su ano, directamente apreté el glande hasta penetrarla, gritó descosida a la que le di un tortazo en un teta, cogí unas pinzas unidas con una cadenita, y se las puse en los pezones, quedaban tirantes y con cada movimiento de las cadenas tiraban mas ,eso la hizo chorrear por el coño, ayudo a que mi penetración fuera mas rápido en el culo, pero cada centímetro que la abría era un movimiento de cadenas y un placer descomunal en ella, la deje dentro hasta notar cierta comodidad, entonces la balancee hacia delante y la ensarte con la vuelta, eso casi la hace desmayar al momento, de gusto, explotó en otro orgasmo haciéndola tirar de las cadenas y tirar de sus pezones, la sujeté un poco de las caderas y saqué a la bestia, ya no habría piedad , quería el castigo, y lo iba a tener, acelere sin parar hasta coger el ritmo de animal salvaje y no paré, se corrió tantas veces que perdí la cuenta y paso mas de 1 hora y media hasta que me volví a correr en su culo, el movimiento de las cadenas la ponían tan excitada que no se desvanecía, disfrutaba como una perra pidiendo mas.

-ZEUS: déjate las cadenas de los pezones pero estoy viendo allí unas maderas, póntelas y túmbate sobre la cama boca abajo, a ver como se te ve así.

Disparada lo hizo, tardo unos segundos, el aparato era complejo, pero se tumbo sobre la cama y se lo terminó de colocar, era una especie de cepo para la cabeza y las manos, pero que al quedar atado, otro madero aprisionaba sus pechos, até la cadena a un gancho del artilugio, y con cada mínimo movimiento le tiraba de los pezones, luego puse la almohada en su vientre para levantar la cadera y até sus piernas con unas esposas, una a cada lado de la cama a unas varillas , dejándola totalmente abierta de piernas, le metí el consolador de nuevo en el coño, se le había medio salido, y admirando el agujero que se cerraba en su ano, la volví a arremeter, totalmente expuesta y estirada de piernas, como las gimnastas en el suelo, recibió mi ira en su culo, la azotaba sin parar cada vez que se corría, que era muy a menudo, sin soltarla, sin dejar de destrozarla el culo, empezó a no disfrútalo, a sufrirlo, a desear que acabara, pero era justo lo que quería, aguantar mi violencia, deseaba ese dolor, y yo se lo di, se lo reventé hasta que se desmayo, allí paré y la abofetee la cara hasta despertarla, para seguir abriendo el culo, rogaba por su vida, lloraba y pedía clemencia, pero sus ojos y su cuerpo decían otra cosa, pedían mas y su cuerpo se hacia fuerte contra mis penetraciones, goteando fluidos sobre la cama, para cundo me corrí en su culo de nuevo la mujer balbuceaba cosas sin sentido, estaba ida y rendida, destrozada, pero sonreía, era lo que quería, le gustaba sentirse arruinada, al sacarme la polla vi sangre mezclada con fluidos y semen.

-ZEUS: eres una buena mujer, y ahí tienes lo que has pedido, tu dios te ha reventado y suerte tienes de que deba irme, por que si no seguiría toda el día – mentira estaba cansado- mándame todo de la modelo cuando lo tengas, y si todo va bien, esta será la última vez que me veas.

-MADAMME: no……yo quiero……….no………..no vayas…………..soy yo……..no……..- la quite unas ataduras, y la deje en ese estado, ida y convulsionando.

Me di una rápida ducha y le dije a una de la moles que Madamme había ordenado que me llevaran a casa, así lo hicieron, una vez cerca de casa descanse todo lo que quedó de día, pensé en mis próximos días hasta el viernes, mi cita con la modelo, para el lunes Ana ya estaría aquí, y tenia muchas mujeres a las que saciar antes de retirarme. Llame a mi Leona, y quede en ir a verla por la tarde del día siguiente, por la mañana quedé con Yasmine, habían vuelto del eterno viaje con sus padres, igual que su madre, estaban ya en casa pero su padre se había quedado por temas de negocios en brasil, me dijo que no había nada bien y que discutieron mucho en el viaje. Se me ocurrió una buena despedida de mis colombianas, la acompañe a su casa donde estaba su madre, y según entré se desnudo avisando a su madre, buscando unos tacones grandes, su madre bajo sonriendo y desnuda, dios, hacia mucho que no las veía, estaban buenisimas, el culo de Yasmine pedía guerra y las tetas de Eleonor aun mas, comentamos algo del viaje de pasada pero yo no tenia tiempo, las azoté un par de veces recordando que yo era su macho, me las llevé a la piscina y allí me ventile a las 2, Yasmine estaba desentrenada y apenas me duro una hora por el coño, pero Eleonor venia de intentar recuperar a su marido, bien entrenada, la tuve que abrir el culo y activar a la bestia para sacarla gritos de dolor y pasión, en menos de 30 minutos cayo agotada e ida, era la 1º vez que sintió a la bestia en su interior, para entonces ataque de nuevo a Yasmine, ya recuperada, y la di su parte de bestia por el culo, era una gozada reventar contra esas nalgas de joven, y la hice comerle las tetas a su madre hasta sacarla aquellos pezones enromes y me volvían locos, estuve toda la mañana follándomelas sin parar, sacando a la bestia de vez en cuando y hacendosas rogar por piedad, pero siempre que terminaba con una la otra le cogía el relevo, me corrí comiéndole las tetas a al madre, estaba deliciosa, y gritaba guarradas sobre lo mierda de su marido y que yo era mucho mas hombre que el. Terminamos los 3 en la cama de matrimonio, fornicando como conejos en celo, Yasmine fue la 1º en irse al país de nunca jamas, fue Eleonor recibió por las 2, sacándola orgasmos que la partían por dentro, y matándola al final, sacando a mi bestia, una fuente de chorros y gritos lleno la cama antes de caer ida, junto a su hija, amabas idas y medio dormidas, con espasmos musculares, y sonriendo de manera inconsciente. Yo aun tenía aguante, pese a disfrutarlas, mis últimas sesiones con Madamme me dieron unas ansias desorbitadas.

Comí en casa de las colombianas mientras dormían en la cama, y me fui sin despedirme, dejando una nota, ya sabrían de mi, me fui directo a casa de mi Leona, que me esperaba desnuda, se me subió encima y me pido que la destrozara como las ultimas veces, no necesitaba pedirlo, iba para ello, su lengua y su boca me la pusieron dura y abriéndola por el culo la destrocé mas de 3 horas, si con las colombianas me coartaba, no lo haría con ella, corte la cadena y deje que la bestia se divirtiera con aquel trozo de carne que tenia delante, tuvo suerte de mi sesión matutina, si no hubieran sido mucho mas cruel con ella, aun así la terminé por dejar agotada y muerta en la cama, dormí con ella para volver a follármela de forma animal al día siguiente, no sabia si me iba a despedir de ella también pero me aseguré de que fuera la follada mas animal que pude darla, la desgarré por dentro, y notaba como ella se derretía, la empotraba contra la pared y la clavaba mi polla hasta el fondo sacándola alaridos que los vecinos oían, fui la fuerza de la naturaleza que sabia que ella soportaba, a duras penas. Al acabar, se sostenía en pie de milagro, la deje irse a trabajar al instituto, pero casi no podía ni con su alma, llamé a un par de chicas mas que andaban detrás de mi y me las tiré en una orgía en casa de la Leona, con ellas no tuve ni que sacar a la bestia, no me duró ninguna mas de 30 minutos a un ritmo normal, las que se dejaban por el culo las hundí hasta el fondo desgarrando y haciendo sangrar a mas de una, tanto yo como ellas quedaron satisfechas, era una buena forma de acabar. Me fui dejándola una nota igual a las colombianas, y pidiéndola disculpas por las chicas de la habitación que se encontraría al volver a casa, y que seguiría siendo mi Leona, siempre que quisiera serlo.

Ya estaba en paz, despedido de todo, de mi vida de cazador, me prepare para una ultima fiesta, una ultima cacería, la modelo, busque y leí en Internet videos y relatos de violaciones, (así descubrí esta pagina), quería información, trucos e ideas. Es asombroso lo fácil que resulta encontrar información de algo delictivo y que estaba tan socialmente repudiado, no es algo que me haya gustado ni haya planeado nunca pero supongo que como todos, he fantaseado con ello, sobretodo antes de la operación, coger a una chica mona llevarla a un lugar apartado y obligarla a follar contra su voluntad, pero yo no soñaba con la violación, no me atraía forzarla, si no que al comenzar la mujer se diera cuenta de lo buen amante que era y terminara dejándose, la violación era solo para romper el hielo, ese hielo que por entonces me aprecia infranqueable, pero jamas paso de allí, ahora tenia que hacerlo, y pese a que fuera consentido, un escalofrío de conciencia repasaba mi cuerpo. También busque información sobre ella, la modelo, llamémosla…..Kira, había estado muy ocupada desde que ficho por una gran forma, antes había hecho trabajos mas esporádicos, pero también me sorprendió la facilidad con la que se puede saber un montón de cosas de gente con cierta fama, el rumor sobre su padre y el manager no era tan secreto, aunque encontré referencias similares a casi todas las modelos que encontré, o todas pasaron por lo mismo o era un rumor extendido entre el gremio. Era una autentica belleza, un mujer despampanante, paso de ser modelo infantil a una mujer de bandera, medidas perfectas 90-60-90, y en alguna web o paginas rosa vi fotos en top-less o descuidos con minifaldas, sesiones de fotos, cosas así, pero ninguna referencia a novios o parejas. Madamme me mando la dirección y la hora del viernes, todo estaba listo.

Llevé una mochila, con algo de ropa y algunas cosas que podría necesitar, me presenté 3 horas antes de la indicada, estudié la zona, revise cámaras, incluso lleve algo de propaganda para meterme en el portal sin llamar la atención, me fue inútil, era un chalet a las afueras, estudie la distribución, incluso me asome por encima de la verja de su casa, pensé en que zona seria mejor atacarla y como hacerlo sin llamar la atención de nadie, no seria difícil eran chalets muy alejados unos de otros, observe el dispositivo de seguridad, la alarma, tenia que esperar a que la desactivara para actuar pero debía hacerlo antes de que cerrara la puerta, pero si venia en coche tendría que meterme detrás de el al abrir la verja y atacarla al abrir la puerta del chalet, amagué e hice tiempos, de cuanto tardaba desde x lugar a la puerta o de x sitio a la verja del aparcamiento, lo tenia todo calculado, me quede agazapado detrás de unos arbustos y a la espera, la sorpresa llegó cuando se presentaron un par de coches y camionetas de agencias de noticias, paparazzis, eso me podía acarrear problemas, no podía abordarla con 10 periodistas en la puerta, pensé en llamar y cancelarlo todo, no podía hacerlo con ellos allí, pero Zeus volvió a escena, me coloqué una gorra hacia atrás, una cinta que llevaba para las llaves me la colgué al cuello y le puse un bono de transporte publico dado la vuelta, con una cámara de fotos que me llevé, salí y me deje ver, daba el palo como fanático o admirador perturbado mas que como periodista y me preguntaron de donde era, solté alguna de las web donde había visto fotos de Kira, y pareció colar, de hecho hasta me felicitaron por los logros de alguna de las fotos de la web de otros personajes, era todo muy falso, se notaba que me adulaban para soltarme la lengua por si tenia noticias frescas. Por lo que yo sabia, esa no era la casa de Kira, si no un chalet de alguien que se lo presto para ese fin de semana, devolviéndoles el favor les sonsaque que alguien de la agencia de modelos les vendió la información del lugar, tácticas habituales, pero era información que solo sabían unos pocos, me preguntaron como la conocía yo, me vi algo pillado, gane tiempo preguntado si aquel coche del fondo era ella, se pusieron como locos a gravar y pedir paso en directo a las tv, falsa alarma, me lo había invitando, luego les respondí que tenia algo comprometedor contra la agencia de modelos, se me echaron encima como buitres acosándome para que les dijera el que, aludiendo al compañerismo y al buen rollo, pero me negué fingiendo soberbia, me hizo mucha gracia como los tenia a todos comiendo de mi mano con solo decir palabras falsas. Por desgracia mi madre se tragaba esos programas de media tarde, programas rosas hablando horas de si a tal famoso se le cae un diente o si a tal famosa la duele un pie, de mas joven lo miraba con ella o lo tenia de fondo haciendo deberes, siempre me parecieron escoria, y ahora que los tenia delante mas, eran basura que se tragaba cualquier bulo, y eso me dio una idea, comencé a inventarme historias como que a tal modelo le pasaba esto, o que tal agencia me había dicho no se que, y a los poco minutos hacían conexiones en directo soltándolo como verdades inamovibles. Me separe fingiendo una llamada, y pese a que me dejaban de lado, notaba sus miradas clavadas en mi, suponían que si yo estaba allí era la mejor conexión con la noticia. Me aparte lo suficiente para hacer una llamada.

-MADAMME: dime, ¿algún problema?

-ZEUS: unos 20 en realidad, esto esta lleno de periodistas, me he hecho pasar por uno de ellos pero nos los tenemos que quitar de encima si quiero actuar.

-MADAMME: mierda, ¿como se han enterado del lugar?

-ZEUS: por lo visto a alguien de la agencia le gusta mas el dinero que la intimidad, eso ahora no importa, lo que interesa es que los tengo comiendo de mi mano, se creen que tengo hilo directo con alguien, y se tragan lo que les diga, tengo que darles algo para que se vayan de aquí.

-MADAMME: te escucho.

-ZEUS: busca en el catalogo, una chica de las tuyas que de el pego como Kira, haz que se vista como una de esas famosas, con gafas grandes y bien tapada para que no de el cante, mándala a aluna cafetería lejos de aquí, sácala unas fotos de refilón, sin que se note el cambio y mándalas a alguna agencia de noticias anónimamente, yo me los trabajare aquí para que se lo traguen, y hazlo rápido, falta poco para la hora 0.

Según colgué, pense fríamente, y volví al grupo, estaban atentos de mi llamada, puse cara de decepción, al instante me preguntaron, me hice de rogar pero al final les dije que lo del piso era información falsa, que nos la habían colado a todos, era un bulo para dejarla irse a su casa tranquila, y hasta que la habían visto en una cafetería de la otra punta, se rieron de mi, se mofaron por que me habían engañado y ellos tenían información de 1º mano de que ella acudiría a esa dirección. Aun así, llamaron por teléfono y preguntaron a sus fuentes, en realidad nadie la había visto desde hacia horas, se quedaron en su sitio, volviéndose locos con cada coche que pasaba siendo todos falsas alarmas. A la media hora les empezó a sonar el móvil a todos, mensajes y llamadas, las fotos de una mujer que se parecía a ella en una cafetería les estaban llegando a todos, eso, y mis palabras bastaron, con una prisa descomunal empezaron a recoger e irse, quise subirme a alguno de los coches pero como ratas que son me decían que me buscara la vida y con sorna me agradecieron el soplo, se iban riéndose a carcajada limpia mientras yo fingía desesperación cuando me estaba tronchando de todo aquello por dentro. Llamé a Madamme.

-ZEUS: ha colado, gran trabajo.

-MADAMME: gracias, pero en cuanto lleguen y la vean sabrán que no es ella y volverán a la casa, no podemos dejar que estén fuera mientras montas el numerito.

-ZEUS: cierto, habla con tu chica, dila que cuando les vea llegar se tape la cara y se suba a un taxi, que no la vean la cara de cerca, una vez en el taxi mándala a la casa de verdad y que repita el proceso, entrando en la casa que se tape, después solo tiene que quitarse el disfraz y salir tranquilamente como una vecina mas, se quedaran a las puertas de su casa vacía todo el fin de semana.

-MADAMME: dalo por hecho.

Di un par de vueltas a la finca, más lejos y más cerca para asegurarme de que no quedaba nadie con una cámara con lente de gran alcance, si fuera cosa mía yo lo hubiera hecho, pero por lo visto esa escoria no tenia presupuesto para ir dejando gente por si acaso. Retomé la situación, guarde mis trastos, me coloqué un pasamontañas en la cabeza, y me escondí detrás del seto, mi corazón se aceleraba con el paso de los minutos, me sudaban las manos y estaba nervioso, cada coche que pasaba casi me daba un vuelco el corazón, hasta dude de mi capacidad de resolución, pero eché rodilla a tierra, me calme y dejé que Zeus se ocupara de esto, seria un carbón peligroso, pero tenia los nervios de acero. Por fin, sobre la hora acordada, paso un coche y se paró enfrente de la casa, se quedó allí parado unos segundos mientras la verja del aparcamiento se abría, y una vez abierta se quedó parado, no se si queriendo darme tiempo o si por que tenia dudas, no podía ver bien desde mi posición el interior del coche, parecía haber solo el conductor, al final aceleró despacio y entró, sabia que tardaría 7 segundos en colocarme en la puerta y que tendría que girar el coche hacia la derecha, eso le dejaba un ángulo muerto al aparcar que tendría que aprovechar antes de que saliera del coche, paso el coche, y eché a correr bajando el pasamontañas, llegué apurado cuando se cerro la verja pero aun así me dio tiempo a pensar 1 segundo antes de entrar, ese segundo casi me cuesta un disgusto, pasé por los pelos y me puse agachado detrás del coche, siguiendo su maniobra hasta que aparcó, aprecié mejor el interior, solo había el conductor y apareció una melena rubia, era ella.

Se quedó unos segundos con el motor en marcha, luego otro minuto con el coche apagado, no quería que me viera a si que no sabia si dudaba o me daba tiempo a actuar, no podía asomarme a ver, la puerta de su casa quedaba de su lado, así que según salió, y ando, yo me moví para quedar siempre en su ángulo muerto, podía adivinar su posición al verla los pies por debajo del coche, se bajó y se quedó parada, veía unos bonito pies metidos en uno zapatos de tacón dignos de la inquisición, eso solo podía generar dolor, y el terreno de gravilla no ayudo a su andar, se dio la vuelta y echó a andar a su puerta, hasta la zona de cemento, allí me asomé con cuidado y vi su andar, era modelo, sin duda, vaya manera de menear el culo, que estilo y que elegancia, su cabello rubio caía hasta su cintura, liso, en un brazo doblado llevaba el bolso y un chaqueta, en la otra mano jugaba con las llaves, el torso lo cubría una camiseta de mujer, azul, de tela fina y reflectante, muy ajustada, y de remate una minifalda rosa, con algo de vuelo, que apenas la tapaba el culo, desde mi poción agachada pude admirar su ropa interior, la parte abultada de su coño y al subir 2 escalones de la entrada, un tanga rosado que la separaba las nalgas, sus andares casi me hacen olvidarme de por que estaba allí, reaccioné a tiempo mientras intentaba abrir la puerta de su casa y me arrastre hasta la parte de los escalones, detrás de una planta, muy cerca de ella, casi la oía respirar, pero no me veía, yo a ella si por los huecos de la planta. Abría la puerta lentamente, lo hacia de forma torpe y adrede, esperando que pasara algo, abrió la puerta y sonó la alarma, me asusté un poco pero la vi abrir la tapa del teclado, marcar el numero, que anote mentalmente, y esperar, recibió el aviso de la centralita pidiéndola la palabra clave.

-KIRA: pradera

-CENTRALITA: muy bien, disculpe la molestia y tenga usted un buen día.- solo el teclado y se puso todo en verde, ella se quedo parada con la puerta abierta, se dio la vuelta y se puso a mirar, me quedé inmóvil.

-KIRA: pues nada, otro que se raja, otra vez será, al menos tengo el finde tranquilo- estaba claro que creía que me había cagado, y no lo iba a hacer.

Se dio la vuelta y fue a entrar en la casa, yo pegué un salto y me puse detrás de ella, no me oyó, así que se dio la vuelta para cerrar y entonces vio mi corpulencia a menos de 1 metro de ella, se sobresaltó, y su 1º instinto fue cerrar la puerta al verme con el pasamontañas, puse el pie mientras ella intentaba cerrarla, a la 3º le di una patada a la puerta que la abrió del todo golpeándola y tirándola al suelo, su cara era de autentico pánico, ya se había dado por rendida y mi sorpresa la abrumó, trato de ponerse en pie pero los tacones no la dejaban, se dio la vuelta gateando, dejándome una visión de su culo al aire de primera, trataba de huir torpemente mientras cerré la puerta, ande despacio hacia ella, dejando que el pánico entorpeciera mas sus movimientos, la alcancé pasado medio pasillo, la agarré del pelo de la cabeza y tire de el, se había sacado el móvil del bolso, pero de los nervios ni lo había desbloqueado, se lo cogí y lo estampe en mil pedazos contra la pared.

-ZEUS: ¿a quien querías llamar zorra estúpida?

-KIRA: por favor, yo no, déjeme…….- ponía las manos en posición de defensiva, tratando de calmarme.

-ZEUS: ¿donde esta el dinero?- se le cambio la mirada- ¿QUE DONDE ESTA EL PUTO DINERO?- quería confundirla, que pensara que era real, que no buscaba violarla, si no robar.

-KIRA: no lo se, no es mi casa, no se si tienen o no, por favor déjeme….- la levante de los pelos poniéndola en pie, la hice caminar, sujetaba mi mano para que no la hiciera daño.

-ZEUS: vamos a dar una vuelta por la casa, me vas a decir donde esta el puto dinero.- lo hicimos, la zarandeaba y la amenaza con golpearla, pero ya estaba suficientemente horrorizada, el no saber si era real o no la tenia confundida, repasé cada habitación rompiendo teléfonos fijos, revisándola el bolso, y mirando por las habitaciones, suplicaba que la soltara, que me daría lo que llevaba en el bolso, pero no la hacia caso.- me cago en tu puta madre, aquí no hay nada.

-KIRA: ya se lo dije, no es mi casa, me la han dejado el fin de semana, suélteme por favor, le daré lo que llevo encima y se podrá ir.

-ZEUS: ¿te parezco un ratero de poca monta?, ya he mirado tu bolso y 400€ no es botín suficiente, quiero joyas, tv, lo que se pueda sacar de esta casa de ricos.

-KIRA: aquí no hay nada de valor, solo estimo nosotros, por favor coja lo que quiera y se podrá ir.- estaba temblando y cada vez que tiraba de su pelo la veía suplica en su mirada, estaba muy confundida.

-ZEUS: mira, mas te vale que saque una buena tajada por que si no me enfadare, y no quieres verme enfadado, te voy a atar a ese radiador, y voy a poner esta casa patas arriba, como no encuentre nada vender a por ti, y te haré daño, ¿entiendes?

-KIRA: si, pero por dios, no me haga daño, soy modelo, puedo pagarle mucho mas, déjeme que salga y vaya a un cajero…- la solté un bofetón.

-ZEUS: puta de mierda, ¿te crees que soy imbécil?, no vas a salir de aquí, ya me has dicho que tenemos todo el fin de semana para nosotros solos, y me lo voy a cobrar de una forma- la metí la mano en el culo- o de otra, modelo.- lamí su cara de forma grosera.

-KIRA: no, no por dios, suéltame desgraciado, no me toques……..- la solté otro bofetón.

-ZEUS: deja de gritar o te arranco el tanga y te lo meto en la boca para después cerrártela con cinta.- se cayo al instante, sollozaba y me miraba tratando de adivinar, realmente no sabia si era el juego o no, había logrado eso, sus maravillosos ojos azules me penetraron.

Cogí unas bridas que llevaba en la mochila, la tire al suelo y la até de pies y manos, dejándola atada al tubo del radiador, me moví por toda la casa, haciendo mas ruido que rompiendo cosas, dejándola pensar, me eché una abundante cantidad de la colonia que me habían indicado, la que usaba su padre, ya había jugado lo suficiente, su mirada era de pánico absoluto, y quería tranquilizarla, hacerla saber sin decírselo que era un juego. Volví cabreado, enfadado moviendo los pesados muebles y sofás delante de ella, haciendo una exhibición de fuerza para amedrentarla, cuando le di la vuelta al sofá de 3 piezas de una brazada, su cara era de horror, se encogió sobre si misma, se hizo un bola sin querer mirarme, totalmente sobrepasada. Me acerqué a ella lentamente notando como con cada paso se pegaba mas a al radiador, la quise levantar la mirada peor hacia fuerza para no hacerlo, temía ver algo para reconocerme, me pegué a ella y la agarre la cabeza para que me mirara, sus ojos azules estaban abiertos, cristalinos y húmedos, algo rojos de haber llorado, o de estar a punto de hacerlo, entonces lo notó, olió la colonia, inspiró fuertemente para reconocerla y cerró los ojos, se tranquilizó al entender que era yo y no otro cualquiera, y a la vez noté como su cuerpo se excitaba, fue un atisbo, su lenguaje corporal cambio ligeramente, sacó un poco la espalda del radiador, y dejó su cuerpo relajado sobre el suelo en vez de estar en tensión.

-ZEUS: aquí no hay nada de valor, nada, salvo tu…….- la agarré del pelo, una cosa es que supiera que era un juego y otra que dejara de jugar, abrió lo ojos de nuevo pero su mirada era de calentura, de hecho notaba como se frotaba los muslos uno contra otro- ….nos lo vamos a pasar bien este fin de semana, pero estoy harto del pasamontañas, y como no puedes reconocerme te voy a poner una cinta en los ojos, y no te la quitarás en todo el fin de semana, si lo haces te mato, ¿me entiendes?- asintió relamiéndose.

Saqué de la mochila una cinta preparada, la eché unas gotas de la colonia y se la puse, la até fuerte y me aseguré de que no viera nada, la solté del radiador y la cogí de la atadura del as manos, la levanté los brazos y la pegué contra una pared, de frente a mi, totalmente estirada sobre la pared, casi colgando, saque un cuchillo, uno de estos de metal sin filo, de los que se usan para untar la mantequilla o cosas así, pero ella no lo sabia, y al notar el frío acero sobre su mejilla se estremeció.

-ZEUS: bien, ahora que he captado tu atención, voy a poner unas normas, si te portas bien, me iré el domingo, te dejaré libre y seguirías con tu vida, esto no habrá pasado, pero si no las sigues te cortare esa bonita cara, y el cuerpo, de forma que no volverás a trabajar, ¿entiendes modelo? -asintió- bien, la 1º es que no gritaras a no ser que yo te lo pida, si entiendo que pides ayuda de algún modo, te cortaré.- jugaba con el filo del cuchillo por su cuello.- la 2º es que vas a ser mi puta, harás y dirás lo que yo quiera y no tendrás opinión ni personalidad, eres mi zorra y harás lo que yo quiera que hagas, o te cortare- le rompí el 1º primer botón de la camisa- si sigues esas 2 normas sencillas, todo ira bien, pero si tratas de huir, si tratas de pedir ayuda, si te quitas la cinta de los ojos, me desobedeces o simplemente no me obedeces inmediatamente, adivina que te haré……..

-KIRA: me cortarás.- le rompí el 2º botón de la camisa, atisbando ya su sujetador, su respiración se agitó.

-ZEUS: bien, puedes hablar y pedir cosas, te dirigirás a mi como “amo”, si quieres ir al servicio o si necesitas comer o descansar puedes pedírmelo, yo decidiré si te portas bien y mereces ser atendida, y ten en cuenta que te voy a violar y vas a saber lo que es un hombre de verdad.- le pegué mi polla semi erecta en el muslo, eso la hizo morderse el labio, eso y oler la colonia en mi y en la cinta, podía notar como se contoneaba para frotarse los muslos.- ¿probamos si lo entiendes?

-KIRA: si……..amo.- la rompí otro botón dejando ya su sujetador rosado a la vista, quedando solo 2.

-ZEUS: bien, me gusta que las zorras como tu colaboren, por que vas a colaborar.

-KIRA: si, amo.- la metí el cuchillo en la boca asustándola.

-ZEUS: no era una pregunta, vas a colaborar- le metí la mano debajo de la falda notando gotas de fluidos cayendo entre sus muslos- y veo que te gusta jajajajjaa, eres una zorra como todas las demás- la rompí con las manos la camisa del todo, dejándola con el sujetador bien a al vista, como si fuera una chaqueta, que preciosidad de tetas, se merecía cada € que cobraba.- dilo, admítelo, que eres una zorra y te gusta esto.

-ZIRA: los soy, amo, soy una zorra, como todas y me gusta ser así.- su cintura se contraía, sentir mis dedos en su coño la encendieron.

-ZEUS: así es, y yo se como tratar a las zorras, ahora mismo te voy a dar una ducha fría, no vas a disfrutar hasta mañana de mi rabo partiéndote, y lo vas a disfrutar, ahora te voy a dejar toda la noche atada a la barra de la ducha, y por tu osadía de contestar sin ser un pregunta, te voy a dejar con los tacones puestos, vestida, empapada, y vas a estar toda la noche así, ¿estas conforme?

-KIRA: si, amo.

-ZEUS: genial, por que me da igual que no lo estés.

La bajé los brazos y como si fuera un perro, dando saltos por la brida de sus tobillos, la llevé a uno de los baños, la dejé orinar, delante de mi, su torpeza me ponía a 100, la metí en una ducha, resbala con los tacones, y la quité las bridas poniéndole unas esposas con terciopelo, para no dejarla marcas, en muñecas y tobillos, la levanté los brazos y se los pase por la barra de la ducha, la esposé y me asegure de que fuera seguro, encendí la ducha, deje el agua tibia y la coloqué en su soporte, mojándola la cabeza y todo el cuerpo, empapando su camiseta, su sujetador, la mini falda y sus piernas, destrozándola los zapatos, serian caros supongo, y me puse de pie a su lado, viendo como no paraba de escupir agua que le caía en la cara, la visión de una mujer mojada siempre me la ponía dura así que me hice una paja allí, delante de ella, sin que supiera si estaba allí o no, la veía tratando de forcejear, soltarse o moverse, pero estaba inmóvil de pies y manos, cada intento la costaba un resbalón, no me siento orgulloso pero reconozco que me corrí como un animal ante esa visión. Después me fui al salón, recogí mis cosas y me instalé en una habitación, me di una buena ducha, estaba empapado en sudor, me fui a vestir, pero pensé. ¿Por que?, así que me quede en pelotas, y no me puse nada mas en todo el finde, se hacia tarde y me fui a acostar, echándola un vistazo antes y durante la noche, me llevé un portátil y pase gran parte de la noche riendo y viendo películas o series, haciendo ruido para hacerme notar y que me oyera de lejos y pasándome en silencio para ver que hacia. Con los tacones era bastante alta, así que le dio para darse la vuelta y sentarse en el borde de la ducha, pero con los brazos totalmente estirados, las ultimas veces la vi dar cabezadas, se dormía de pie, se le cansaban las piernas, no era mi problema, así que me fui a dormir cerca de las 4 de la mañana, me desperté sobre de las 10, últimamente con 6 horas de sueño rendía todo el día y no quería tenerla mas tiempo así, hice algo de ruido para que ella notara mi presencia con mi rutina higiénica y me fui a por ella, la visión era de película de miedo, ella estaba colgada de los brazos, doblada de las piernas y con el agua corriendo por todo su cuerpo, movía la cabeza así que estaba despierta, pero no podía ponerse de pie.

-ZEUS: buenos idas zorra, te has portado bien, así que te voy a quitar las esposas, y te voy a dejar que te adecentes en el baño, pero estaré justo a tu lado ayudándote, no hagas tonterías por que tengo a mi amigo de metal a mano.- se lo pasé por el escote.

Al soltarla las manos cayeron rendidas, la ayudé a levantarse, pese a estar tibia el agua estaba tenia tiritando, la quité la ropa, despegándola de su cuerpo húmedo, la desnude despacio, dejando que se apoyara en mi, de lo contrario se caía, al quitarle el sujetador vi sus tetas al natural, mucho mejor que en fotos, tersas, firmes y bien colocadas, con unos pezones pequeños pero tiesos del agua, la minifalda cayó a plomo al abrirla un poco la cremallera, estaba empapada, me dejo un cuerpo perfecto ante mi, solo con los zapatos, la venda y un tanga diminuto de color rosa, oscuro debido al agua, se lo fui quitando desenrollándolo por sus largas piernas, descubriendo un coño rasurado y un culo que rozaba la perfección, era la perfección hecha mujer, aun así me pareció que le faltaban 2 o 3 kilos para ser perfecta, al menos para mi, se le notaban demasiado las costillas o los huesos de la pelvis. Noté como se estremecía ante mis manos, la sensación de vulnerabilidad era total, y me eché gran parte de la colonia, ella lo olió y se volvió a erizar, lo tenía que pasar muy mal cuando iba por la calle o en el trabajo y alguien mas usaba esa colonia, seguro que con solo ese olor podías tirártela. La dejé sentada en el retrete, y mientras orinaba le quite los zapatos, estaban para tirarlos, ella suspiró de placer, no se si por el alivio en su vejiga o en sus pies. Al volver a ponerla de pie quedó sensiblemente mas abajo que antes, con los zapatos casi era de mi altura, pero sin ellos le sacaba una cabeza, era alta pero yo era mucho mas grande y corpulento, la deje beber de un zumo que había en la nevera, tragó como si le fuera la vida en ello, la volví a meter en la ducha, pero esta vez yo con ella, la cogí por detrás dejando que mi rabo se notara entre sus piernas y encendí la ducha de nuevo, esta vez mas caliente, y nos duché juntos, ya me había duchando pero puesto a sujetarla y sobarla ¿por que no otra?, se sostenía bien ya sin los zapatos, le zumo la dio energías, aun así la apretaba contra mi mientras enjabonaba los 2 cuerpos, me pasé 1º hora repasando todo su contorno, acariciando y frotando sin parar aquella belleza, cuando me centre en su coño la notaba gemir, y cuando le separaba las nalgas con mi mano enjabonada puede notar como se corría en mi mano, la lleve a su boca obligándola a chuparme los dedos, con el cuchillo en su nuca, los chupó temerosa, mas que por lo que el clavaba en la nuca, por lo que sentía entre sus piernas, la tenia durísima, sobresalía y se había abierto paso entre sus piernas, jugaba, con miedo a reprimendas, a apretar los muslos, tuve la tentación de reventarla allí mismo, pero me contuve, dios sabrá como, me centré en el champú y su cabello, no ayudó, con cuidado se lo saqueé todo dejándoselo por fuera de la venda de los ojos, era un rubio platino excitante, mas aun mojado. Al salir de la ducha le acerque su bolso y a tientas saco algunos objetos de higiene personal que vi la registrarlo, delante de mi se secó de la ducha, se cepilló los dientes y se echó crema por todo el cuerpo, me pidió permiso para lavarse la cara quitándose la venda, se lo negué.

-ZEUS: vamos a ir abajo, he preparado un desayuno, unos zumos y cereales con tostadas, yo voy a desayunar eso, tu me la vas a chupar, y si logras que me corra y te lo tragas, antes de que termine, te dejaré desayunar- le puse el cuchillo en el cuello- pero como noté tus dientes no se volverá a saber de ti, ¿has entendido?

-KIRA: si, amo.

-ZEUS: bien, me gusta verte desnuda, no te volverás a poner nada de ropa si yo no te lo mando, y me molesta no poder quitarte la venda, eres realmente guapa, no como esas modelos que viven de fotografías retocadas o maquillaje ostentoso- era cierto- por ahora bastara. Camina delante de mi, te iré dando indicaciones, y si fallas te azotaré en el culo.

Obedeció sin mas, iba palpando las paredes, le iba dando indicaciones y cuando se equivocaba o tardaba en reaccionar la partía mi mano en sus nalgas, las primeras veces gimió de sorpresa o dolor pero después el calor y rojez de sus nalgas se elevó, y disfrutaba, incluso fallaba a propósito. La coloqué al lado de la mesa y la golpee para dejarla de rodillas sobre la silla, tiré de su pelo hasta elevar el torso y me senté en esa misma silla, se apoyó en mis piernas.

-ZEUS: bien, que comiencen los juegos del hambre, te aviso, como muy deprisa, y si no haces que me corra, no solo no comerás si no que te volveré a poner los tacones y no te los quitare.

Mordí un tostada para hacer el disparo de salida, ella palpó con sus manos hasta encontrar mi polla tiesa como una vela por culpa de la ducha, según la palpó se le abrió la boca de forma grotesca.

-KIRA: mi amo, tiene usted una polla enorme.- me eché una gotas de colonia por el cuerpo.

-ZEUS: ya lo se, no necesito de adulaciones de zorras como tu, empieza a chupar o ve pensando en unos zapatos dolorosos.

-KIRA: amo, no se si me entrará en la boca.

-ZEUS: no es mi problema, aunque si quieres, puedo ayudarte- le metí el cuchillo en la boca de nuevo, tirando de su mejilla, si fuera cortante seria hasta peligroso.- ¿te ayudo?

-KIRA: no, muchas gracias amo, pero ya me las apañare.

Y bien que lo hizo, comenzado una masturbación a 2 manos, besaba y chupaba la punta de mi polla, mientras yo desayunaba lentamente, la iba a dejar ganar esa carrera, y ciertamente la visión de una supermodelo con los ojos vendados agarrando con ambas manos y chupando mi polla a duras penas, me estaba encantando. El ritmo de sus manos iba aumentando, y la cantidad de carne que engullía también, dejaba que mi polla chocara de lado con su cara y le penetrara hasta inflarla los mofletes, luego trabajaba mi tronco con su lengua, y al oler las gotas de colonia se volvió loca, se abofeteaba la cara con mi rabo, y no de forma cariñosa, no se muy bien como su boca se abrió mas, engullendo mas de media polla entre arcadas y babas, estuvo 20 minutos fuera de si tragando falo como poseída hasta que me corrí en su boca, ella cerró los labios y dejo que la llenara de semen, cuando terminé se separo y tragó de forma clara, me encantaba ese sonido.

-KIRA: ¿ya me dejas desayunar papa?- se dio cuenta de su lapsus- digo amo.

-ZEUS: no, tranquila, me gusta esa palabra, mejor que amo, que es muy fría, llámame papa.- sonrío ante mi ocurrencia.

-KIRA: este bien, papa, después de haberte comido la polla hasta tragarme tu semen, ¿me dejas desayunar?

-ZEUS: perfecto hija mía, ven y siéntate en el regazo de tu padre, para que te de de comer.

Sonreía mucho, esa mujer no necesitaba ser violada, ahora lo veía claro, no quería dominio de macho, quiera que yo fuera su padre y que su padre abusara de ella, una vez entendí eso, solo era cuestión de manejarla, la senté sobre mi regazo pegando su coño húmedo y su culo enrojecido a mi polla flácida, dándola zumo y cereales, dándola de comer como si fuera mi hija, jugando con ella, Hablábamos como padre e hija y bromeábamos, a mi me costó seguirle el hilo, tenia un jaleo en la cabeza de cuidado, era Raúl, siendo mi personaje Zeus, que hacia de violador anónimo, que fingía ser el padre de una supermodelo. Me centré en ella, en cuidarla y mimarla, y alimentarla bien y jugar de forma inocente pese a que sus movimientos me la estaban poniendo dura y ella lo notaba, como no podría.

-KIRA: oye papa, se que es mucho pedir, pero me gustaría quitarme la venda, se que tu no quieres pero me hace mucho ilusión, hace mucho que no te veo.- no sabia que hacer, ella era consciente del juego, y en el fondo era la clienta, si quería pasar de una violación a una relación con su padre, tenia su derecho, ¿pero me podía permitir dejar que me viera?

-ZEUS: hija, sabes que me incomoda, desde la operación estética parezco diferente.- improvise y probé si seguía el juego.

-KIRA: ya lo se papa, y si no quieres no lo hagas, pero me encanta que me folles mirándome a los ojos, y quiero que me folles ahora mismo.- su cuerpo se echo para atrás y se frotaba contra mi poniéndomela dura hasta el punto de salir disparada entre sus mulos, mientras me besaba la mejilla- venga papa, solo quiero que me abras el coño como antes de separarnos, te echo de menos dentro de mi – sin duda la balanza de poder había cambiado, no era una dulce cría de la que habían abusado, era una despiadada mujer que obtenía lo que quería gracias a su cuerpo, o si alguna vez fue esa niña, ya no quedaba nada de ella, me recordó a Rocio, la zorra del instituto, la mujer que todo lo que creía tener era su fisico y se aprovechaba de los palurdos de los hombres que babeaban por ella, pensé en volver a mi papel de violador, de dominante, de quitarla esa idea de la cabeza, pero me llamó mas la curiosidad de ver hasta que punto su padre a su manager abusaron de ella o ella abuso de ellos.

-ZEUS: mira que sabes que no te puedo negar nada cuando te pones así.- asumí el papel de padre calzonazos.- pero te lo tienes que ganar, te llevo al sofá y se te corres antes que yo te la quito, pero si me corro antes yo, te la quedas puesta.

-KIRA: si papa, eres el mejor- aplaudía y reía mientras se levantaba, tanteó con las manos hasta llegar al sofá y gateo hacia el, moviendo su culo de forma provocativa, la iba dando azotes en el mientras ella echaba la cabeza hacia atrás recibiéndolos encantada, al llegar se tubo boca arriba y se abrió de piernas frotándose el coño mojado de excitación, era una manipuladora nata.- venga papa, ven a follarte a tu hija.

Si era lo que quería, se lo iba a dar, el papel y la lógica me dictaban ello, esa preciosidad de mujer, una modelo que provocaba infartos a su paso estaba desnuda abierta de piernas y masturbándose, pidiendo que la follara como si fuera su padre, hasta Zeus tiene sus limites, me fui a por ella poseído, me dejé caer sobre su cuerpo besándola, y jugando con sus tetas mientras mi polla cabeceaba en la entrada de su coño.

-ZEUS: joder hija mía, me la pones a reventar.

-KIRA: pues fóllame de una vez no seas nenaza, papi.

Metí mi mano en su coño, mientras jugaba con mi lengua en sus pezones, la trabaje y penetre un poco para prepararla, y cuando lo estuvo, la empale como un soldado ataca al enemigo, no me sorprendió que a la 1º le entró toda mi polla, de muñeca de cristal no tenia nada, era una autentica guarra de 1º nivel, y me la folle mas de 1 hora así, besándola por el cuello o los pechos, sin dejar de acelerar el ritmo de mi cadera y sacándola gritos de pasión y lujuria, la sujeté la cadera y aguante un buen ritmo hasta empezar a notar sus espasmos, se corrió sin parar, se frotaba el clítoris mientras seguía siendo percutida.

-KIRA: joder papa, en la operación te agrandaron la polla, me estas partiendo como nunca, sigue así papa. sigue así papa, me he corrido pero aun quiero mas, antes de quitarme la venda.

-ZEUS: te gusta que tu padre te destroce el coño ¿verdad?, tu padre se esta portando bien contigo.

-KIRA: si, no quiero que te alejes de mi, sigue follándome hasta que te vacíes dentro de mi, quiero sentir el semen de mi progenitor bañándome por dentro.

El sexo era más bien normalito, pero la situación era explosiva, sus palabras eran de delirio, realmente estaba trastornada con el tema de su padre, siendo precavido me llevé la colonia y cuando estaba por reventar nos bañé a ambos con ella, ese gesto en si la volvió a sacudir el cuerpo en otro orgasmo esta vez con un chorro de fluidos que me bañó, la metí la 5º marcha casi sacando a la bestia para terminar llenándola de semen, caí sobre ella sudando y ahogando sus lamentos con mi lengua.

-KIRA: joder papa, así da gusto.

-ZEUS: tu padre ya no es ese mierda al que manipulabas, ahora es un hombre de verdad y te va a hacer temblar todo lo que queda de semana. Quítate la venda.- lo hizo, y le costo nos minutos enfocar y ver bien, tenia algo de rímel corrido, pero sus ojos azules era un espectáculo, para cuando me vio, sonrío, yo ya estaba tieso de nuevo y sentándome me la subí a horcajadas encima.

-KIRA: papa, la operación te ha sentado genial, pareces mucho más joven y vigoroso.

-ZEUS: lo soy, no lo parezco, y si no vas a ver ahora lo que es follar de verdad.

La ensarté entera sacándola un gemido de gloria, bajé la cadera y le hice sitio, le regalé mi mejor poción y comenzando suave fui subiendo las embestidas, paulatinamente, cogiendo mesetas de ritmo en las que la hacia temblar, se corrió varias veces mientras se movía como loca encima mía, quería llevar ella el ritmo, dominar a su padre con el sexo, pero yo no era su padre, saque a la bestia y dominé a aquella yegua, aceleré hasta el máximo , hasta que el sonido de las pelvis chocando llenaba la sala y eran tan seguidos que no sabias cual era el final y cual el inicio, una penetración constante a alta velocidad que la abría sin parar, ya no se movía a los 10 minutos, se agarro a mi y soportó el vendaval, con un gemido constante, solo cortado para coger aire, y para sus explosiones en cada orgasmo, pusimos frente con frente y sus mirada de azul cielo, llena de pasión y lujuria me calentó aun mas, tenia que sujetarla para que no saliera despedida con cada embestida, y cuando la electricidad de cada corrida la cruzaba, sus piernas trataban de zafarse de mi, pero no di cuartel, estuve una hora hasta correrme otra vez e ir parando poco a poco hasta notarme vacío dentro de ella.

-ZEUS: así folla tu padre ahora, y mas vale que me respetes, aquí ya no manipularas a nadie.

-KIRA: lo que tú digas papa, si me follas así quien te puede cuestionar, dios, estoy llena de ti, de tu semen, de tu sudor y tus babas, me siento sucia, guarra y feliz.

-ZEUS: pues vamos a la ducha, y allí te pienso abrir el culo.- la di un azote para que se saliera de mí.

-KIRA: papa, con esa polla enorme no se si me va a doler, te la chupo otra vez y…….- la aplasté contra mi besándola y metiendo mis dedos en sus nalgas.

-ZEUS: he dicho que te voy a abrir el culo, soy tu padre, obedece.

-KIRA: si papi, como antes, me abrirás y me harás gritar de placer jijijiji- se fue corriendo, no entendía muy bien la relación con su padre, estaba claro que ella manipulaba, pero no era una femme fatale, solo quería hacer feliz a su padre y solo sabia hacerlo follando.

Cuando subí la visión de su cuerpo desnudo siendo masajeado me la puso dura al momento, entré y me coloqué detrás de ella, besándola el cuello y dejando que mi tronco frotara su coño goteante de agua, semen y fluidos, acariciándola un pecho con un mano, llevé mis dedos de la otra a su ano, con el agua y la excitación se lo abrí sin problemas y le metí el glande sin dificultad, al ir penetrándola es cuando note presión, gritos y tensión, paraba y deja que se acostumbrara, después volvía a penetrar , así hasta tenerla totalmente empalada, de puntillas, suspirado, la deje así hasta que sus pies se colocaron en el suelo el baño, arqueando su espalda y disfrutando de la sensación de plenitud, la agarré por las nalgas las separé, y notando cierto espacio, la bombeaba lentamente sacándola gemidos de gozo, fui aumentando el ritmo hasta volver a sacar a la bestia cuando le entraba toda del tirón, eso la mató, se acariciaba el coño mientras yo la percutía, se movía en contra de mi cadera para sentirse aun mas llena, la dominé del todo, pegándola a la pared del baño, y totalmente recta y estirada sobre ella, la viole el culo sin compasión, en varios momentos me pidió que parara o que su padre no la trataba así, pero no lo hice, fue un martillo neumático que terminó por rendirla al placer y a disfrutar de aquella sensación, Al ir a correrme apreté el ritmo y la fuerza de las embestidas levantándola los pies de la bañera con cada uno de ellos, me vacié en su ano dándola un buen azote en el culo.

-ZEUS: así me gusta ahora, hija mía, y voy a reventarte así toda la tarde y mañana hasta que me vaya, asúmelo ahora mientras me voy a ver la tv, cuando quieras mas, solo has de bajar y pedírmelo educadamente.- me di una agua rápida para dejarme limpio y me fui al salón, dejándola confusa, tirada en la ducha.

No sabia si eso la gustaría o no, si mi forma de actuar la excitaba o la enfriaba, si me había pasado o no, 1 hora estuve viendo la tv, esperando a que ella se decidiera, o se recuperara, la había dado bastante fuerte aunque sin pasarme, ya era por la tarde cuando la oí andar detrás de mi, se puso enfrente y con la cara compungida me miro a los ojos con cara de niña buena.

-KIRA: papa, me gusta que me folles así, me hace mas feliz que me partas con tu enorme polla, y quiero que, por favor, me vuelvas a abrir el culo, ”por fi”- tenia preparado toda eventualidad en mi cabeza.

-ZEUS: esta bien, si es lo que quieres lo haré, pero antes vas a tener que ganártelo, ya no basta con que lo pidas.

-KIRA: ¿que quieres que haga papi?

-ZEUS: hazme un pase de modelos, de ropa interior, ponte unos buenos tacones y demuéstrale a tu padre que sigues siendo mi pequeña.

Salió disparada al coche, desnuda y todo, temí que se fuera a escapar, la miré desde la casa, saco una maleta y la metió en la casa, me sentó en un sofá y dejo la maleta en la parte de la cocina, tenia 2 puertas así que iba, se ponía algo sexy y se hacia el paseo como modelo saliendo por una de las puertas, se paraba delante de mi y hacia poses y gestos excitantes, realmente conocía el oficio, luego se daba la vuelta y salía contoneando su culo, elevado por unos buenos tacones, por la otra puerta, me la puso dura desde el principio, los conjuntos eran de ropa interior fina y elegante, pero muy excitante, bragas de encaje, tangas minúsculos, sujetadores que iban decreciendo, ligueros, medias, corsés, camisones y corpiños, sumados a sus hábiles y estudiados gestos, me fui a por la cámara, que ya había usado con ella con los ojos cerrados, y la puse en modo grabación, era un espectáculo memorable, aun así me aseguré de no dejar de gravar y enfocar el sofá, pasado un rato me harté, la tenia muy dura y sabia que solo una mujer me calmaría, y esa supermodelo inestable con una complejo de Electra del tamaño del Himalaya, iba a ser mi víctima, me escondí detrás de la puerta, cuando ella salió a la siguiente, se quedó parada buscándome, la asalté por detrás, la metí mano de mil maneras masturbando la polla con su trasero.

-ZEUS: has calentado a papi, y ahora te va a hacer gozar- sonrío.

La aparté el tanga que llevaba, ni se lo baje, simplemente se lo dejé a un lado y la penetré por el coño desde atrás, la sujete fuerte y la masacré, su posición aprisionada y sus tacones la tenían a una altura perfecta para desatarme y así lo hice, no pare de golpear hasta sacarla un orgasmo que casi la desvanece, empapó sus piernas con su fluidos mientras yo seguía percutiendo, sonando el chop chop de mi polla en su inundado coño, se apoyaba en mi brazo que la tenia agarrada y trataba de subirse a el, ganar espacio para que mis penetraciones no la llegaran tan dentro pero eso solo me calentó mas, gemía gritando que su padre la estaba destrozando y que le encantaba, cuando le arranqué el 2º orgasmo se dejo ir , la tuve que sujetar y dejarla a 4 patas sobre el sofá, me eché gran parte de colonia y deje que eso la reactivara de nuevo, entonces se la saqué del coño y la hundí en su ano, no me costo nada metérsela entera pero ella grito de dolor, la di por el culo lo mas fuerte que pude, sacando a la bestia de mi interior , azotándola sin descanso cuando notaba que me bañaba con su coño, estaba disfrutándolo como una perra, como la zorra que era, y yo también, empalar a aquella modelo me estaba volviendo loco, cada azote era un desahogo, cuando cayó su torso al sofá, exhausta y dejándose violar el ano, pegué el acelerón final corriéndome dentro de su ano de forma animal.

-KIRA: ¿estas contento papi? – hablaba entre suspiros.

-ZEUS: claro que si hija, eres un regalo del cielo, y te has ganado un buen descanso, pero esta noche te voy a volver a follar.

-KIRA: claro que si, quiero que mi padre sea feliz y se sienta orgulloso de mi.

Se dio la vuelta y gateando se me subió encima, estabamos agotados pero aun así nos besamos y chupamos por todo el cuerpo, notaba sus espasmos al notar mi polla creciente de nuevo en su vientre, y la volví a follar por el coño, de cara, clavando nuestras miradas y viendo como disfrutábamos el uno del otro, el ritmo de sus caderas aceleró, su pelvis tomó vida propia, se sacaba casi entera mi rabo y se lo volvía insertar sin descanso, se corrió un par de veces ante el grueso de mi polla y la fricción generada, mientras no dejábamos de besarnos con lengua cuando se paraba a descansar, al final ella no podía mas y tomé yo el mando, la cogí en brazos y me levanté empotrándola en la pared, con ella en el aire, penetrándola hasta rendirla sobre mi, para acabar terminar corriéndome en su coño, bañándola entera, ella me cogía la cara, se relamía de placer entre bocanadas de aire, le encantaba la sensación de que la llenara de leche.

Se nos había echo tarde, comimos algo para retomar fuerzas y seguimos jugando como un padre y su hija, haciendo el tonto, estabamos agotados, nos dimos un ducha rápida juntos, casi la vuelvo a penetrar allí, pero ella jugaba a huir de mi, nos tumbamos en la cama juntos y se me eché encima, mas que de forma sensual, de forma de niña, queriendo sentir el pecho de su padre, su olor, me hablaba, me decía que me echaba de menos pero que sus nuevos jefes no le querían cerca de mi, y que se sentía sola y poco querida, pero que conmigo allí todo cambiaría. Mientras jugaba con su pelo de seda, pensaba en lo rota que estaba la mente de aquella chica, la pena que me daba, no me creía que una cosa tan bella por fuera estuviera tan podrida por dentro. Creí que en algún momento follaríamos, pero se quedo dormida, por momentos se metía el dedo pulgar en la boca, era como un bebé, que al sentir el latido de mi corazón se tranquilizaba, se sentía segura, a salvo, se acurrucaba contra mi, nos tapé a los 2 con un sabana y mi calor corporal la sumió en un sueño dulce e inocente, tener a aquella modelo desnuda sobre mi no me calentó nada, es mas, me generó cierta sensación de bienestar, el hecho de dormir con una mujer sin tener que tirármela me recordó a mis inicios con Irene, mi 1º novia, la que me dio lo que buscaba, esa paz interior que te da la confianza de otra persona en tu vida.

Casi me dormí siendo Raúl, eso se me pasó al despertar, tenia a Kira comiéndome la polla, haciéndome un 69, mi mala costumbre de empalmarme por las mañanas me demostró que todas las mujeres al verme así no podían resistirse a ello, ya me paso con las colombianas, con mi Leona en varias ocasiones, la dejé hacer hasta que me corrí y se lo tragó, tuve la tentación de comerla el coño, ¿pero para que? sin decir nada se volvió a dar la vuelta y se recostó sobre mi pecho.

-ZEUS: así da gusto levantarse.

-KIRA: se que te gusta una buena mamada por las mañanas papa, y a mi me encanta chuparte esa pedazo de polla.

-ZEUS: sabes que esta tarde me he de marchar- me abrazo muy fuerte.

-KIRA: si, pero no quiero, me siento feliz contigo a mi lado.

-ZEUS: pues aprovechemos el tiempo, hagamos lo que tu quieras, pásalo bien y así recordaras este momento cuando estés triste.- yo pensaba en sexo.

-KIRA: claro papa, eres muy bueno conmigo, solo quedémonos así un rato más.

-ZEUS: esta bien…….- le concedí su petición, la verdad es que estaba cansado, llevaba 1 mes a todo ritmo, y la mamada me había dejado relajado, no me dormí pero si entré en ese estado de domingo por la mañana, de saber que no tienes que levantarte y por lo tanto, remolonear, de hecho los 2 lo hacíamos.

Estuvimos así un par de horas, de hecho fui al baño y me volví a la cama, y ella hizo lo mismo minutos después, la recibí con lo brazos abiertos pegando su cabeza a mi pecho, acariciando su cabeza y su espalda, ella solo se dejaba hacer, estabamos disfrutando de esa tranquilidad, ella de mi tórax subiendo y bajando a cada respiración, y yo de la sensación de su cuerpo sobre el mío sin atisbo de erotismo. Me rugieron las tripas pasada otra hora, reímos por ello y me cogió de la mano llevándome a la cocina, allí comimos algo, mirándonos fijamente mientras nos alimentamos, casi no hacían falta palabras, de vez en cuando se echaba sobre mi para abrazarme, solo para sentir mis brazos rodeándola y mi olor. Al cavara de comer nos tumbamos en el sofá, yo detrás de ella, apoyando su cabeza en uno de mis brazos y agarrándome la otra mano con la suya, me la pasó por encima de ella, cubriéndola, protegiéndola, haciéndola sentir segura, al rato se dio la vuelta quedando cara a cara, dormitábamos, nos mirábamos a los ojos, y de vez en cuando nos dábamos algún beso en la nariz la mejilla o la frente. Mis temores se hicieron realidad, no íbamos a follar mas, pero eso, aunque me hubiera gustado un polvo de despedida, me gustó, era dulce, inocente y cariñoso, cosas que llevaba mucho sin sentir, y supongo que ella también. Al final llegó la hora de irme, ella fue un lapa pegada a mi, no se separaba y jugaba a deshacer mi mochila cuando la hacia, la azoté el culo por traviesa, pero su forma de ser había retrocedido en el tiempo, era una cría de 10 años, me vestí con dificultades, ella se propuso ponérmelo difícil, me puse rudo y serio y entendió que aquello debía de acabar, se puso un camisón para no ir en pelotas, y me acompañó a la puerta.

-ZEUS: adiós, mi pequeña, espero volver a verte pronto.

-KIRA: adiós no, hasta luego,……….papa.- se acercó y me dio un tieso, suave y largo beso en los labios, se dio la vuelta y cerró la puerta lentamente hasta que la perdí de vista, me quede parado en la puerta, analizando aquel fin de semana tan raro, a aquella supermodelo que paso de querer ser violada, a ser controlada por el sexo de su padre y terminó siendo una niña que echaba de menos a su padre.

El camino a casa fue extraño, le mandé un mensaje a Madamme, informándola de que todo fue bien y de los gustos especiales de Kira, despidiéndome con un hasta pronto, que no me volviera a mandar trabajos y que hasta que yo no lo hiciera, no se pusiera en contacto conmigo de forma alguna, no tenia intención de volver a trabajar con ella pero nunca se sabe.

Pensaba en ese ultimo día con Kira, en lo a gusto que estuve, no diría felicidad, todo era un juego, pero si una sensación de armonía me arropaba, de haber encontrado en aquella casa una parte de mi, olvidada o aparcada, y me gustó darme cuenta de ello, de que pese a que Zeus era divertido, excitante y peligroso, no lograba llenar ese vacío, o no me hacia alcanzar esa sensación de plenitud que roce esas horas abrazado a aquella mujer, sin malicia ni oscuridad, una mujer por la que pagarían millones, caerían reinos y desataría guerras. Estaba cansado, agotado, hastiado de todo de nuevo, volvió la sensación al salir del instituto, aquella sensación de vacío, pero esta vez seria diferente, Ana llegaría pronto, y eso me iluminó por dentro, recordar que todo lo acontecido ese mes, era solo el camino, y ahora, llegaba a la meta.

CONTINUARA……………….sex-shop 6

 

Mi esposa es mi tia, mi mujer es mi hermana, mi amante es mi sobrina, final

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portada narco3

  • Carlos hazme el amor antes de partir a tu chalet

  • Claro con mucho amor


5Quito poco a poco su ropa,  beso cada parte de su cuerpo, aparece ante mi vita, es un placer esto, ella se estremece, quito su sostén, aparece su pecho desarrollado, lo beso, chupo, succiono, quiero sacar el néctar que no tiene,


  • Para no aguanto más, me tiene en las nubes

  •  Así es como quiero que estés


Sigo besando su cuerpo, tiembla a cada beso ni importa donde sea, me encuentro cercas de su entre pierna creo que espera ataque ese lugar paso sigo con besos por sus bien formadas piernas, se nota que hace ejercicio, ella se asoma


  • Que haces

  • Solo quería hacer suspenso

  • Muero de ganas de ser tuya, no me hagas sufrir mas

  • Claro


Me armo de valor consiente de lo que hago. Le jalo su braga está pegada empapada de sus fluidos un aroma que inunda todo el cuarto


  • No sigas haciendo sufrir, eso no me gusta, no lo hagas

  • Está bien


Subo a su altura, ella me abraza con pies y brazos, no supe cómo,  sentí como la pinga era atraída hacia dentro de ella, solo un poco choco con algo,


  • Coopera no quieras que lo haga todo

  • No me digas que eres v…

  • Sí, me reservo par alguien especial

  • Esto te dolerá

  • Lo sé, lo espero hace mucho. Solo no seas bruto

  • Claro tratare


Trato de ser cariñoso con ella, no logro pasar el himen, ella gime creo que se desespera,


  • No aguanto más, me tienes …


Ella me hace rodar, ella queda en cima, sube lo más posible sin salir, se deja caer encima de mí, grita, cae encima de mí, con una voz casi inaudible


  • No te muevas

  • Si


Así estamos un rato, creo que se recupera


  • Ahora soy una mujer completa, hazme tu mujer


Ella se mueve lenta mente, me agarra de las manos, se incorpora, comienza, sube, baja, lentamente, casi no se nota, después aumenta, cada vez más rápido es algo raro logro controlarme ella suspira, gime, siento algo, moja mi pinga mi entre pierna, sigue sin parar, solo es lento, ahora vuelve hacer rápido, esta vez no soporto, parece que me quiere meter dentro de su cuerpo, no aguanto mi semen sale todo lo que tengo gruño de gusto ella cae sentí como me apretaba, me deja sin aliento, la dejo a un lado me falta el aire, pasa un rato logro recuperarme la veo


  • Eso me gusto, creí que sería menos hermoso, me hiciste tu mujer, te amo, te amo

  • Si Andrea, te amo

  • Que mal

  • Que pasa

  • Tenemos que marchar, quiero que me lo hagas todo el día

  • Moriremos sin remedio

  • Te imaginas, todo el día dale que dale, pegados comiendo, vamos abañarnos juntos

  • No creo que podamos marchar, si lo hacemos otra vez

  • No tonto bañarnos solamente, partimos a tu chalet

  • Si


Nos bañamos. Por separado esa mujer es una fiera, juntamos sus cosa claro nos besamos, marchamos a mi chalet, allegar ella las ve


  • Ellas quienes son

  • Laura su esposa, tu quien eres

  • Hola Andrea

  • Mi nombre es Yolanda su mujer

  • Mi nombre es Aleid mi hija Sanne espero le guste  a Carlos

  • Entonces soy Andrea su amante


No entiendo lo que paso, ellas no pelearon, al contrario se hablaron bien, vivimos como una gran familia feliz, solo pasaron unos días me llamaron mi abuela había muerto me dejo una carta comencé a leer


  • Carlos lamento lo que paso, juro que no lo sabía, encontré hace poco, antes de escribir esta carta, encontré unas pruebas, donde tu abuelo es el padre de Laura, no puedo hacer nada


Mi abuela quiso hacer un bien, le salió mal, continuo con la otra pagina


  • Tu abuelo escribe, tu padre marcho con sus amigos de la infancia, a un lugar, a folla con unas tías, en ese lugar tu padre preño a una tía, su hija es Yolanda, según tu abuelo anoto los datos


Veo que los datos son de, mi ahora mi mujer Yolanda, continuo con la otra hoja


  • Tu abuelo nunca me dijo, junto con tu padre, dieron dinero a una chavala que trabajaba en su chalet, tu hermano la preño, ella desapareció, deja estos datos espero tú la busques, seguro su madre murió tenia una enfermedad mal tratada, después de nacer Andrea


La madre que los pario,  que nos pario mi tia es mi esposa, mi hermana mi mujer , mi sobrina mi amante, en la cena trato de decirlo no me dejan en cabio me dicen


  • Carlos estoy embarazada

  • También estoy embarazada

  • Tengo dos semanas de embarazo


Todas me dicen


  • “ te amo mucho”


No digo nada, me guardo el secreto, vivimos felices…

  • : hago el amor con Andrea, marchamos a mi chalet, me parece raro, ellas no pelean, pasa un
 

Libro para descargar: “Un verano inolvidable” (POR GOLFO)

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verano inolvidable2Sinopsis:

Contra mi voluntad, mi madre me informa que su hermana pequeña, mi tía Elena, me va a hacer compañía ese verano en Laredo. Cabreado intento convencer pero no da su brazo a torcer por lo que salgo rumbo a la playa con ella, sin saber que ese verano cambiaría para siempre el rumbo de nuestras vidas. Junto con ella, seduzco a Belén y a su madre.

A partir de ahí, los cuatro juntos nos sumergimos en una espiral de sexo.

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Para que podías echarle un vistazo, os anexo EL  PRIMER CAPÍTULO:

Capítulo 1

La historia que os voy a contar me ocurrió hace algunos años, cuando estaba estudiando en la universidad. Con casi veintidós años y una más que decente carrera, mis viejos no podían ningún impedimento a que durante las vacaciones de verano, me fuera solo a la casa que teníamos en Laredo. Acostumbraba al terminar los exámenes a irme allí solo y durante más de un mes, pegarme una vida de sultán a base de copas y playa. Por eso cuando una semana antes de salir rumbo a ese paraíso mi madre me informó que tendría que compartir el chalet con mi tía, me disgustó.
Aunque mi relación con la hermana pequeña de mi madre era buena, aun así me jodió porque con Elena allí no podría comportarme como siempre.
«Se ha acabado andar desnudo y llevarme a zorritas a la cama», pensé, «y para colmo tendré que cargar con ella».
Mis reticencias tenían base ya que mi tía era una solterona de cuarenta años a la que nunca se le había conocido novio y que era famosa en la familia por su ingenuidad en temas de pareja. No sé cuántas veces presencié como mi padre le tomaba el pelo abusando de su falta de picardía hasta que mi madre salía en su auxilio y le explicaba el asunto. Al entender la burla, Elena se ponía colorada y cambiaba de tema.
―No entiendo que con casi cuarenta años caigas siempre en esas bromas― le decía mi vieja, ― ¡Madura!
Los justificados reproches de su hermana lo único que conseguían era incrementar la vergüenza de la pobre que normalmente terminaba yéndose de la habitación para evitar que su cuñado siguiera riéndose de ella.
Pero volviendo a ese día, por mucho que intenté hacerle ver a mi madre que además de joderme las vacaciones su hermana se aburriría al estar sola, no conseguí que diera su brazo a torcer y por eso me tuve que hacer a la idea de pasar un mes con ella.

Nos vamos a Laredo mi tía y yo.
Tal y como habíamos quedado, a mediados de Junio, me vi saliendo con ella rumbo al norte. Como a ella no le apetecía conducir en cuanto metimos nuestro equipaje, me dio las llaves de su coche diciendo:
― ¿Quieres conducir? Estoy muy cansada.
Ni que decir tiene que en cuanto la escuché acepté de inmediato porque no en vano el automóvil en cuestión era un precioso BMW descapotable. Encantado con la idea me puse al volante mientras ella se sentaba en el asiento del copiloto. Ya preparados, nos pusimos en camino. No tardé en comprobar que mi tía no había mentido porque al rato se quedó dormida.
Para los que no lo sepan, entre Madrid y Laredo hay unos cuatrocientos cincuenta kilómetros y se tarda unas cuatro horas sin incluir paradas y viendo que no iba a obtener conversación de ella, puse la radio y decidí comprobar si como decían las revistas, ese coche era una maravilla. Con ella roncando a pierna suelta y aunque había mucho tráfico, llegué a Burgos en menos de dos horas y como me había pedido parar en el hotel Landa para almorzar, directamente me salí de la autopista y entré en el parking de ese establecimiento.
Ya aparcado y antes de despertarla, me la quedé mirando. Mi tía seguía dormida y eso me permitió observarla con detenimiento sin que ella se percatara de ese escrutinio.
«Para su edad está buena», sentencié después darle un buen repaso y comprobar que la naturaleza le había dotado de unas ubres que rivalizarían con las de cualquier vaca, «lo que no comprendo es porqué nunca ha tenido novio».
En ese momento fue cuando realmente empecé a verla como mujer ya que hasta entonces Elena era únicamente la hermana de mamá pero ese día corroboré que esa ingenua era dueña de un cuerpo espectacular. Su melena castaña, su estupendo culo y sus largas piernas hacían de ella una mujer atractiva. La confirmación de todo ello vino cuando habiéndola despertado, entramos al restaurante de ese hotel y todos los hombres presentes en el local se quedaron mirando embobados el movimiento de sus nalgas al caminar.
Muerto de risa y queriendo romper el hielo, susurré en su oído:
―Tía, ¡Debías haberte puesto un traje menos pegado!
Ella que ni se había fijado en las miradas que le echaban, me preguntó si no le quedaba bien. Os juro que entonces caí en la cuenta que no sabía el efecto que su cuerpo provocaba a su paso y soltando una carcajada, le solté:
― Estupendamente. ¡Ese es el problema! – y señalando a un grupo de cuarentones sentados en una mesa, proseguí diciendo: ― ¡Te están comiendo con los ojos!
Al mirar hacía ese lugar y comprobar mis palabras, se puso nerviosa y totalmente colorada, me rogó que me pusiera de modo que tapara a esa tropa de salidos. Cómo es normal, obedecí y colocándome de frente a ella, llamé al camarero y pedí nuestras consumiciones.
Mientras nos las traía, Elena seguía muy alterada y se mantenía con la cabeza gacha como si eso evitara que la siguieran mirando. Esa actitud tan esquiva, ratificó punto por punto la opinión que mi viejo tenía de su cuñada:
“Mi tía era, además de ingenua, de una timidez casi enfermiza».
Viendo el mal rato que estaba pasando, le propuse que nos fuéramos pero entonces ella, con un tono de súplica, me soltó:
― ¿Soy tan fea?
Alucinado porque esa mujer hubiese malinterpretado la situación, me tomé unos segundos antes de contestar:
― ¿Eres tonta o qué? No te das cuenta que si te están mirando es porque estás buenísima.
Mi respuesta la descolocó y casi llorando, dijo de muy mal humor:
― ¡No me tomes el pelo! ¡Sé lo que soy y me miro al espejo!
Fue entonces cuando asumiendo que necesitaba que alguien le abriera los ojos y sin recapacitar sobre las consecuencias, contesté:
― Pues ponte gafas. No solo no eres fea sino que eres una belleza. La gran mayoría de las mujeres desearían que las miraran así. Esos tipos te están devorando con los ojos porque seguramente ninguna de sus esposas tiene unas tetas y un trasero tan impresionantes como el tuyo.
La firmeza con la que hablé le hizo quedarse pensando y tras unos instantes de confusión, sonriendo me contestó:
― Gracias por el piropo pero no te creo.
Debí haberme quedado callado pero me parecía inconcebible que se minusvalorara de ese modo y por eso cometí el error de cogerle de la mano y decirle:
― No te he mentido. Si no fueras mi tía, intentaría ligar contigo.
Lo creáis o no creo que en ese preciso momento esa mujer me creyó porque mirándome a los ojos, me dio las gracias sin percatarse que bajo su vestido involuntariamente sus pezones se le habían puesto duros. El tamaño de esos dos bultos fue tal que no pude más que quedarme embobado mientras pensaba:
“¡No me puedo creer que nunca me hubiese fijado en sus pitones».
Tuvo que ser el camarero quien rompiera el incómodo silencio que se había instalado entre nosotros al traer la comanda. Ambos agradecimos su interrupción, ella porque estaba alucinada por el calor con el que la miraba su sobrino y yo por el descubrimiento que Elena era una mujer de bandera.
Al terminar ninguno de los dos comentó nada y hablando de temas insustanciales, nos montamos en el coche sin ser enteramente conscientes que esa breve parada había cambiado algo entre nosotros.
«Estoy como una cabra», mascullé entre dientes, «seguro que se ha dado cuenta de cómo le miraba las tetas».

Durante el resto del camino la hermana de mi madre se mantuvo casi en silencio como rumiando lo sucedido. Solo cuando ya habíamos dejado atrás Bilbao y estábamos a punto de llegar a Laredo, salió de su mutismo y como si no hubiéramos dejado de hablar del tema, me preguntó:
―Si estoy tan buena, ¿Por qué ningún hombre me ha hecho caso?
Como su pregunta me parecía una solemne idiotez, sin medirme, contesté:
―Ya que tienes ese cuerpazo, ¡Muéstralo! ¡Olvídate de trajes cerrados y ponte un escote! ¡Verás cómo acuden en manada!
Confieso que nunca preví que tomándome la palabra, me soltara:
―¿Tú me ayudarías? ¿Me acompañaría a escoger ropa?
La dulzura pero sobre todo la angustia que demostró al pedírmelo, no me dio pie a negarme y por eso le prometí que al día siguiente, la acompañaría de compras. Lo que no me esperaba que poniendo un puchero, Elena contestara:
―No seas malo. Es temprano, ¿Por qué no hoy?
Al mirar el reloj y descubrir que ni siquiera era hora de comer, contesté:
―De acuerdo. Bajamos el equipaje en casa, comemos y te acompaño.
Su sonrisa hizo que mereciera la pena perderme esa tarde de playa, por eso no me quejé cuando habiendo descargado nuestras cosas y sin darme tiempo de acomodarlas en mi habitación, me rogó que fuéramos a un centro comercial a comer y así tener más tiempo para elegir.
―¡He despertado a la bestia!― exclamé al notar la urgencia en sus ojos.
Elena soltando una carcajada, me despeinó con una mano diciendo:
―He decidido hacerte caso y cambiar.
La alegría de su tono me debió advertir que algo iba a suceder pero comportándome como un lelo, me dejé llevar a rastras hasta ese lugar. Una vez allí, entramos en un italiano y mientras comíamos, mi tía no paró de señalar los vestidos de las crías que iban y venían por la galería, preguntando como le quedarían a ella. El colmo fue al terminar y cuando nos dirigíamos hacia el ZARA, Elena se quedó mirando el escaparate de Victoria Secret´s y mostrándome un picardías tan escueto como subido de tono, me preguntara:
―¿Te parecería bien que me lo comprara o es demasiado atrevido?
Cortado por que me preguntara algo tan íntimo, contesté:
―Seguro que te queda de perlas.
Elena al dar por sentada mi aprobación entró conmigo en el local y dirigiéndose a una vendedora, pidió que trajeran uno de su talla. Ya con él en su mano, se metió en el probador dejándome a mí con su bolso fuera. No habían trascurrido tres minutos cuando vi que se entreabría la puerta y la mano de mi tía haciéndome señas de que entrara. Sonrojado hasta decir basta, le hice caso y entré en el pequeño habitáculo para encontrarme a mi tía únicamente vestida con ese conjunto.
Confieso que me quedé obnubilado al contemplarla de esa guisa y recreando mi mirada en sus enormes pechos, no pude más que mostrarle mi asombro diciendo:
― ¡Quién te follara!
La burrada de mi respuesta, la hizo reír y mientras me echaba otra vez para afuera, la escuché decir:
―¡Mira que eres bruto! ¡Qué soy tu tía!
Por su tono descubrí que no se había enfadado por mi exabrupto ya que aunque era el hijo de su hermana, de cierta manera se había sentido halagada con esa muestra tan soez de admiración.
«No puede ser», pensé al saber que además para ella yo era un crío.
Al salir ratificó que no le había molestado tomándome del brazo y con una alegría desbordante, llevándome de una tienda a otra en busca de trapos. No os podéis hacer una idea de cuantas visitamos y cuanta ropa se probó hasta que al cabo de dos horas y con tres bolsas repletas con sus compras, salimos de ese centro comercial.
Ya en el coche, mi tía comentó entre risas:
―Creo que me he pasado. Me he comprado cuatro vestidos, el conjunto de lencería y un par de bikinis.
―Más bien― contesté mientras encendía el automóvil.
Ni siquiera habíamos salido del parking cuando haciéndome parar, me pidió que bajara la capota ya que le apetecía sentir la brisa del mar. Haciendo caso, oprimí el botón y en menos de diez segundos, el techo se escondió y ya totalmente descapotados salimos a la calle.
―¡Me encanta!― chilló con alegría,
La felicidad de su rostro mientras recorríamos el paseo marítimo, me puso de buen humor y momentáneamente me olvidé el parentesco que nos unía, llegando al extremo de posar mi mano sobre su muslo. Al darme cuenta, la retiré lo más rápido que pude pero entonces Elena protestó diciendo:
―Déjala ahí, no me molesta.
La naturalidad con la que lo dijo, me hizo conocer que quizás en pocas ocasiones había sentido sobre su piel la caricia de un hombre y por eso no pude evitar excitarme pensando que podía seguir siendo virgen.
«Estoy desvariando», exclamé mentalmente al percatarme que esa mujer que estaba deseando desflorar era mi familiar mientras a mi lado, ella había vuelto a poner mi mano sobre su muslo.
Instintivamente, mi imaginación voló y mientras pensaba en cómo sería ella en la cama, comencé a acariciarla hasta que la realidad volvió de golpe en un semáforo cuando al mirarla descubrí que tenía su vestido completamente subido y que podía verle las bragas.
«¡Qué coño estoy haciendo!», pensé al darme cuenta que estaba tocando a la hermana de mi madre.
Asustado por ese hecho pero no queriendo que ella se molestara con una rápida huida, aproveché que se ponía verde para retirar mi mano al tener que meter la marcha y ya no volví a ponerla sobre su muslo. Pasado un minuto de reojo comprobé que Elena estaba cabreada pero como no podía reconocer que estaba disfrutando con los toqueteos de su sobrino y más aún el pedirme descaradamente que los continuara.
Afortunadamente estábamos cerca de la casa de mis padres y por eso sin preguntar me dirigí directamente hacia allá. Nada más cruzar la puerta, mi tía desapareció rumbo a su cuarto dejándome con mi conciencia. En mi mente me veía como un pervertidor que se estaba aprovechando de la ingenuidad de esa mujer y de su falta de experiencia y por eso decidí tratar de evitar cualquier tipo de familiaridad aun sabiendo que eso me iba a resultar difícil porque estaríamos ella y yo solos durante un mes.
Habiéndolo resuelto comprendí que lo mejor que podía hacer era irme a dar una vuelta y eso hice. En pocas palabras, hui como un cobarde y no volví hasta que Elena me informó que me estaba esperando para cenar.
―Al rato llego― contesté acojonado que le dijera a mi vieja que la había estado tocando.
Aunque le había dicho que tardaría en volver, comprendí que no me quedaba más remedio que ir a verla y pedirle de alguna manera perdón. Creo que mi tía debió de suponer que tardaría más tiempo porque al entrar en el chalet, escuché que estaba la tele puesta.
Al acercarme al salón, la encontré viendo una de mis películas porno. No sé si fue la sorpresa o el morbo pero desde la puerta me puse a espiar que es lo que hacía para descubrir que creyéndose sola, se estaba masturbando mientras miraba como en la pantalla un jovencito se tiraba a una cuarentona.
“¡No me lo puedo creer!», pensé al saber que entre todas mis películas había ido a escoger una que bien podría ser nuestra historia. «Un veinteañero con una dama que le dobla en edad».
Ese descubrimiento y los gemidos que salían de su garganta al acariciarse el clítoris, me pusieron como una moto y bajándome la bragueta saqué mi pene de su encierro y me empecé a pajear mientras observaba en el sofá a mi tía tocándose. Elena sin saber que su sobrino la espiaba desde el zaguán, separó sus rodillas y metiendo su mano por debajo de su braga, separó sus labios y usando un dedo, lo metió dentro de su sexo.
Sabía que me podía descubrir pero aun así necesitaba verla mejor y por eso agachándome, gateé hasta detrás de un sillón desde donde tendría una vista inmejorable de sus maniobras. Para empeorar la situación y mi calentura, en ese momento, mi querida tía cogió uno de sus senos apretándolo con la mano izquierda mientras la derecha no dejaba de torturar su mojado coño.
“¡Está tan bruta como yo», tuve que admitir mientras me pajeaba para calmar mi excitación.
A mi lado, Elena intensificó sus toqueteos pegando sonoros gemidos. Os juro que podía ver hasta el sudor cayendo por el canalillo de su escote pero aun así quería más. Totalmente excitada, la vi cómo se arqueaba su espalda y como cerraba sus piernas con su mano dentro de ella en un intento de controlar el placer que estaba sintiendo. En ese momento, cerró los ojos cerrados y mientras disfrutaba de un brutal orgasmo, mi tía gritó mi nombre y cayó agotada sobre el sofá, momento que aproveché para salir en silencio tanto de la habitación como de la casa.
Ya en el jardín, me quedé pensando en lo que había visto y no queriendo que Elena se sintiera incómoda, me dije que no le contaría nunca que la había descubierto haciéndose una paja pensando en mí.
“Está tan sola que incluso fantasea que su sobrino intenta seducirla», sentencié tomando la decisión de no darle ninguna excusa para que se sintiera atraída.
La cena.
Diez minutos más tarde, no podía prolongar mi llegada y como no quería volverla a pillar en un renuncio, saludé en voz alta antes de entrar.
― Estoy aquí― contestó Elena.
Siguiendo el sonido de su voz, llegué a la cocina donde mi tía estaba preparando la cena. Nada más verla, supe que me iba a resultar complicado no babear mirándola porque se había puesto cómoda poniéndose una bata negra de raso, tan corta que apenas le tapaba el culo.
“¿De qué va?», me pregunté al observarla porque a lo escueto de su bata se sumaba unas medias de encaje a medio muslo. “¡Se está exhibiendo!».
La certeza de que Elena estaba desbocada y que de algún modo intentaba seducirme, me hizo palidecer y tratando de que no notara la atracción que sentía por ella, abrí el refrigerador y saqué una cerveza. Todavía no la había abierto cuando de pronto se giró y dijo:
― Tengo una botella de vino enfriando. ¿Me podrías poner otra copa?
Su tono meloso me puso los vellos de punta y dejando la cerveza, saqué la botella mientras trataba de ordenar mis pensamientos. Al mirarla, descubrí que ya se había bebido la mitad.
“Macho recuerda quien es», repetí mentalmente intentando retirar mi mirada de su trasero, “está buena pero es tu tía».
Sintiéndome un mierda, serví dos vasos. Al darle el suyo, mi hasta entonces ingenua familiar extendió su brazo y gracias a ello, se le abrió un poco la bata dejándome descubrir que llevaba puesto el picardías que había elegido esa tarde. Mis ojos no pudieron evitar el recorrer su escote y ella al notar que la miraba, sonriendo me soltó:
― Me he puesto el conjunto que tanto te gustó― tras lo cual y sin medirse, se abrió la bata y modeló con descaro a través de la cocina la lencería que llevaba puesta.
Por mucho que intenté no verme afectado con esa exhibición sentándome en una silla, fallé por completo. Sabía que estaba medio borracha pero aun así bajo mi pantalón mi pene salió de su letargo y como si llevase un resorte, se puso duro como pocas veces. El tamaño del bulto que intentaba ocultar era tal que Elena advirtió mi embarazo y en vez de hacer como ni no se hubiera dado cuenta, acercándose a mí, susurró en mi oído con voz alcoholizada:
― ¡Qué mono! A mi sobrinito le gusta cómo me queda.
Colorado y lleno de vergüenza, me quedé callado pero entonces, mi tía envalentonada por mi silencio dio un paso más y sentándose sobre mis rodillas, me preguntó:
― ¿Tú crees que los hombres se fijarían en mí?
Con sus tetas a escasos centímetros de mi boca y mientras intentaba aparentar una tranquilidad que no tenía, con voz temblorosa, respondí:
― Si no se fijan es que son maricas.
Mi respuesta no le satisfizo y cogiendo sus gigantescas peras entre sus manos, insistió:
― ¿No te parece que tengo demasiado pecho?
La desinhibición de esa mujer me estaba poniendo malo. Todo mi ser me pedía hundir la cara en su hondo canalillo pero mi mente me pedía prudencia por lo que haciendo un esfuerzo contesté:
― Para nada.
Mi tía sonrió al escuchar mi respuesta y disfrutando de mi parálisis, se bajó de mis rodillas y dándose la vuelta, puso su pandero a la altura de mi cara y descaradamente siguió acosándome al preguntar:
― Entonces: ¿Será que no me hacen caso porque tengo un culito gordo?
Para entonces estaba como una moto y por eso comprenderéis que tuve que hacer un verdadero ejercicio de autocontrol para no saltar sobre ese par de nalgas que con tanta desfachatez mi tía ponía a mi alcance. Como no le contestaba, Elena estrechó su lazo diciendo:
― Tócalo y dime si lo tengo demasiado flácido.
Como un autómata obedecí llevando mis manos hasta sus glúteos. Si ya de por sí me parecía que Elena tenía un trasero cojonudo al palpar con mis yemas lo duro que lo tenía no pude más que decir mientras seguía manoseándolo:
― ¡Es perfecto y quién diga lo contrario es un imbécil!
La hermana de mi madre al sentir mis magreos gimió de placer y con su respiración entrecortada, se sentó nuevamente sobre mí haciendo que su culo presionara mi verga. Entonces y con un tono sensual, me preguntó:
― ¿Entonces porque no tengo un hombre a mi lado?
Si cómo eso no fuera poco y perdiendo cualquier recato, mi tía comenzó un suave vaivén con su trasero, de forma que mi erecto pene quedó aprisionado entre sus nalgas.
― Elena, ¡Para o no respondo!― protesté al sentir el roce de su sexo contra el mío.
― ¡Contesta!― gritó sin dejar de moverse― ¡Necesito saber por qué estoy sola!
La situación se desbordó sin remedio al sentir la humedad que desprendía su vulva a través de mi pantalón y llevando mis manos hasta sus pechos, me apoderé de ellos y contesté:
― ¡No lo sé! ¡No lo comprendo!
Mi chillido agónico era un pedido de ayuda que no fue escuchado por esa mujer. Mi tía olvidando la cordura, forzó mi calentura restregando sin pausa su coño contra mi miembro. Su continuo acoso no menguó un ápice cuando la lujuria me dominó y metí mis manos bajo su picardías para amasar sus senos, Es más al notar que cogía entre mis dedos sus areolas, rugió como una puta diciendo:
― ¿Por qué no se dan cuenta que necesito un hombre?
Su pregunta resultaba a todas luces extraña si pensáis que en ese instante, mi verga y su chocho estaban a punto de explotar pero aun así contesté:
― ¡Yo si me doy cuenta!
Fue entonces cuando como si estuviéramos sincronizados tanto ella como yo nos vimos avasallados por el placer y sin dejar de movernos, Elena se corrió mientras sentía entre sus piernas que mi pene empezaba a lanzar su simiente sobre mi pantalón. Os juro que ese orgasmo fue brutal y que mi tía disfrutó de él tanto como yo pero entonces debió de percatarse que estaba mal porque levantándose de mis rodillas, me respondió:
― Tú no me sirves, ¡Eres mi sobrino!― y haciendo como si nada hubiera ocurrido, me soltó: ― ¿Cenamos?
Reconozco que tuve que morderme un huevo para no soltarle una hostia al escuchar su desprecio porque no en vano se podría decir que casi me había violado y que ya satisfecha me dejaba tirado como un kleenex usado. Pero cuando iba a maldecirla, vi en su mirada que se sentía culpable de lo ocurrido.
“Siente remordimientos por su actitud», me pareció entender y por eso, no dije nada y en vez de ello, le ayudé a poner la mesa.
Tal y como os imaginareis, durante la cena hubo un silencio sepulcral producto de la certeza de nuestro error pero también a que ambos estábamos tratando de asimilar qué nos había llevado a ese simulacro de acto sexual. Me consta que a ella le estaba reconcomiendo la culpa por haber abusado del hijo de su hermana mientras yo no paraba de echarme en cara que de alguna manera había sido el responsable de su desliz.
Por eso cuando al terminar de cenar, Elena me pidió si podía recoger la mesa, respondí que sí y vi como una liberación que sin despedirse mi tía se fuera a su habitación. Al ir metiendo los platos en el lavavajillas, no podía dejar de repasar todo ese día tratando de hallar la razón por la que esa mujer había actuado así, pero por mucho que lo intenté no lo conseguí y por eso mientras subía a mi cuarto, sentencié:
“Esperemos que mañana todo haya quedado en un mal sueño»…

Todo empeora.
Esa noche fue un suplicio porque mi dormitar se convirtió en pesadilla al imaginarme a mi madre echándome la bronca por haber seducido a su hermana borracha. En mi sueño, me intenté disculpar con ella pero no quiso escuchar mis razones y tras mucho discutir, cerró la discusión diciendo:
― Si llego a saber que mi hijo sería un violador, ¡Hubiera abortado!
Por eso al despertar, me encontraba hundido anímicamente. Me sentía responsable de la metamorfosis que había llevado a esa ingenua y apocada mujer a convertirse en la amantis religiosa de la noche anterior. No me cabía en la cabeza que mi tía me hubiera usado para masturbarse para acto seguido desprenderse de mí como si nada hubiera pasado entre nosotros.
«¡Debe de tener un trauma de infancia!», sentencié y por enésima vez resolví que no volvería a darle motivos para que fantaseara conmigo.
Cómo no tenía ningún sentido quedarme encerrado en mi cuarto, poniéndome un bañador bajé a desayunar. Allí en la cocina, me encontré con Elena. Al observar las profundas ojeras que lucía en su rostro comprendí que también había pasado una mala noche. La tristeza de sus ojos me enterneció y mientras me servía un café, hice como si no me acordara de nada y fingiendo normalidad, le pregunté:
―Me apetece ir a la playa. ¿Me acompañas?
―No sé si debo― respondió con un tono que traslucía la vergüenza que sentía.
Todavía no me explico por qué pero en ese momento intuí que debería enfrentar el problema y por eso sentándome frente a mi tía, le dije:
―Si es por lo que ocurrió anoche, no te preocupes. Fue mi culpa, tú había bebido y te juro que nunca volverá a ocurrir.
Mi auto denuncia la tranquilizó y viendo que yo también estaba arrepentido, contestó:
―Te equivocas, yo soy la mayor y el alcohol no es excusa. Debería haber puesto la cordura― tras lo cual y pensándolo durante unos segundos, dijo: ―¡Dame diez minutos y te acompaño!
Os reconozco que me alegró que Elena no montara un drama sobre todo porque eso significaba que mi vieja nunca se enteraría que su hijito se había dado unos buenos achuchones con su hermana pequeña. Aunque toda esa supuesta tranquilidad desapareció de golpe cuando la vi bajar por las escaleras porque venía estrenando uno de los bikinis que se compró el día anterior y por mucho que se tapaba con un pareo, su belleza hizo que me quedara con la boca abierta al contemplar lo buenísima que estaba.
«¡Dios! Está para darle un buen bocado», pensé mientras retiraba mi vista de ella.
Afortunadamente Elena no advirtió mi mirada y alegremente cogió las llaves de su coche para salir al garaje. Al hacerlo me dio una panorámica excelente de sus nalgas sin caer en el efecto que ellas tendrían en su sobrino.
«¡Menudo culo el de mi tía!», farfullé mentalmente mientras como un perrito faldero la seguía.
Ya en su BMW, me preguntó a qué playa quería ir. Mi estado de shock no me permitía concentrarme y por eso contesté que me daba lo mismo. Elena al escuchar mi respuesta, se quedó pensando durante unos momentos antes de decirme si me apetecía ir al Puntal. Sé que cuando lo dijo debía haberle avisado que esa playa llevaba varios años siendo un refugio nudista pero entonces mi lado perverso me lo impidió porque quería ver como saldría de esta.
―Está bien. Hace tiempo que no voy― contesté.
Habiendo decidido el lugar, bajó la capota y arrancó el coche. Como Laredo es una ciudad pequeña y el Puntal está a la salida del casco urbano, en menos de diez minutos ya estaba aparcando. Ajena al tipo de prácticas que se hacían ahí, mi tía abrió el maletero y sacó las toallas y su sombrilla sin mirar hacia la arena. No fue hasta que habiendo abandonado el paseo entramos en la playa propiamente cuando se percató que la gran mayoría de los veraneantes que estaban tomando el sol estaban desnudos.
―¡No me dijiste que era una playa nudista!― exclamó enfadada encarándose conmigo.
―No lo sabía – mentí― si quieres nos vamos a otra.
Sé que no me creyó pero cuando ya creía que nos daríamos la vuelta, me miró diciendo:
―A mí no me importa pero no esperes que me empelote.
Por su actitud comprendí que sabía que se lo había ocultado para probarla pero también que una vez lanzado el reto, había decidido aceptarlo y no dejarse intimidar. La prueba palpable fue cuando habiendo plantado la sombrilla en la arena, se quitó el pareo y con la mayor naturalidad del mundo, hizo lo mismo con la parte superior de su bikini. Ya en topless, me miró diciendo:
―¿Es esto lo que querías?
No pude ni contestar porque mis ojos se habían quedado prendados en esos pechos que siendo enormes se mantenían firmes, desafiando a la ley de la gravedad. Todavía no me había recuperado de la sorpresa cuando escuché su orden:
―Ahora te toca a ti.
Su tono firme y duro no me dejó otra alternativa que bajarme el traje de baño y desnudarme mientras ella me miraba. En su mirada no había deseo sino enfado pero aun así no pudo evitar asombrarse cuando vio el tamaño de mi pene medio morcillón. Por mi parte estaba totalmente cortado y por eso coloqué mi toalla a dos metros de ella, lejos de la protectora sombra del parasol.
Mi tía habiendo ganado esa batalla sacó la crema solar y se puso a embadurnar su cuerpo con protector mientras yo era incapaz de retirar mis ojos del modo en que se amasaba los pechos para evitar quemarse. Aunque me consta que no fue su intención, esa maniobra provocó que poco a poco mi ya medio excitado miembro alcanzara su máxima dureza. Previéndolo, me di la vuelta para que Elena no se enterara de lo verraco que había puesto a su sobrino. Por su parte cuando terminó de darse crema, ignorándome, sacó un libro de su bolsa de playa, se puso a leer.
«¡Qué vergüenza!», pensé mientras intentaba tranquilizarme para que se me bajara la erección: «Esto me ocurre por cabrón».
Desgraciadamente para mí, cuanto mayor era mi esfuerzo menor era el resultado y por eso durante más de media hora, tuve la polla tiesa sin poder levantarme. Esa inactividad junto con lo poco que había descansado la noche anterior hicieron que me quedara dormido y solo desperté cuando el calor de la mañana era insoportable. Sudando como un cerdo, abrí los ojos y descubrí que mi tía no estaba en su toalla.
«Debe de haberse ido a dar un paseo», sentencié y aprovechando su ausencia, salí corriendo a darme un chapuzón en el mar.
El agua del cantábrico estaba fría y gracias a ello, se calmó el escozor que sentía en mi piel. Pero no evitó que al cabo de unos minutos tomando olas al ver a Elena caminando hacia mí con sus pechos al aire, mi verga volviera a salir de su letargo por el sensual bamboleo de esas dos maravillas.
―¡Está helada!― gritó mientras se sumergía en el mar.
Al emerger y acercarse a mí, comprobé que sus pezones se le habían puesto duros por el contraste de temperatura y no porque estuviera excitada. El que sí estaba caliente como en celo era yo, que viendo esos dos erectos botones decorando sus pechos no pude más que babear mientras me recriminaba mi poca fuerza de voluntad:
«Tengo que dejar de mirarla como mujer, ¡es mi tía!».
Ignorando mi estado, Elena estuvo nadando a mi alrededor hasta que ya con frio decidió volver a su toalla. Viéndola marchar hacía la orilla y en vista que entre mis piernas mi pene seguía excitado, juzgué mejor esperar a que se me bajara. Por eso y aunque me apetecía tumbarme al sol, preferí seguir a remojo. Durante casi media hora estuve nadando hasta que me tranquilicé y entonces con mi miembro ya normal, volví a donde ella estaba.
Fue entonces cuando levantando la mirada de su libro, soltó espantada:
―¡Te has quemado!― para acto seguido recriminarme como si fuera mi madre por no haberme puesto crema.
Aunque me picaba la espalda, tengo que reconocer que no me había dado cuenta que estaba rojo como un camarón y por eso acepté volver a casa en cuanto ella lo dijo. Lo peor fue que durante todo el trayecto, no paró de echarme la bronca y de tratarme como un crío. Su insistencia en mi falta de criterio consiguió ponerme de mala leche y por eso al llegar al chalet, directamente me metí en mi cuarto.
«¿Quién coño se creé?», maldije mientras me tiraba sobre el colchón. Estaba todavía repelando del modo en que me había tratado cuando la vi entrar con un frasco de crema hidratante en sus manos y sin pedirme opinión, me exigió que me quitara el traje de baño para untarme de after sun. Incapaz de rebelarme, me tumbé boca abajo y esperé como un reo de muerte espera la guillotina. Tan cabreado estaba que no me percaté del erotismo que eso entrañaría hasta que sentí el frescor de la crema mientras mi tía la esparcía por mi espalda.
«¡Qué gozada!», pensé al sentir sus dedos recorriendo mi piel. Pero fue cuando noté que sus yemas extendiendo el ungüento por mi culo cuando no pude evitar gemir de placer. Creo que fue entonces cuando ella se percató de la escena y que aunque fuera su sobrino, la realidad es que era una cuarentona acariciando el cuerpo desnudo de un veinteañero, porque de pronto noté crecer bajo la parte superior de su bikini dos pequeños bultos que se fueron haciendo cada vez más grandes.
«¡Se está poniendo bruta!», comprendí. Deseando que siguiera, cerré los ojos y me quedé callado. Sus caricias se fueron haciendo más sutiles, más sensuales hasta que asimilé que lo que realmente estaba haciendo era meterme mano descaradamente. Entusiasmado, experimenté como sus dedos recorrían mi espalda de una forma nada filial, deteniéndose especialmente en mis nalgas. Justo entonces oí un suspiro y entreabriendo mis parpados, descubrí una mancha de humedad en la braga de su bikini.
Su calentura iba en aumento de manera exponencial y sin pensarlo bien, mi tía decidió que esa postura era incómoda y tratando de mejorarla, se puso a horcajadas sobre mí con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Al hacerlo su braguita quedó en contacto con mi piel desnuda y de esa forma certifiqué lo mojado de su coño. El continuo masajeo fue lentamente asolando su cordura hasta que absolutamente entregada, empezó a llorar mientras sus dedos recorrían sin parar mis nalgas.
―¿Qué te ocurre?― pregunté dándome la vuelta sin percatarme que boca arriba, dejaba al descubierto mi erección.
Ella al ver mi pene en ese estado, se tapó los ojos y salió corriendo hacia la puerta pero justo cuando ya estaba a punto de salir de la habitación, se giró y con un gran dolor reflejado en su voz, preguntó:
―¿Querías saber lo que le ocurre a tu tía?― y sin esperar mi respuesta, me gritó: ―¡Qué está loca y te desea! – tras lo cual desapareció rumbo a su cuarto.
Su rotunda confesión me dejó K.O. y por eso tardé unos segundos en salir tras ella. La encontré tirada sobre su cama llorando a moco tendido y solo se me ocurrió, tumbarme con ella y abrazándola por detrás tratar de consolarla diciendo:
―Si estás loca, yo también. Sé que está mal pero no puedo evitar verte como mujer.
Una vez confesado que yo sentía lo mismo que ella, no di ningún otro paso permaneciendo únicamente abrazado a Elena. Durante unos minutos, mi tía siguió berreando hasta que lentamente noté que dejaba de sollozar.
―¿Qué vamos a hacer?― dándose la vuelta y mirándome a los ojos, preguntó.
Su pregunta era una llamada de auxilio y aunque en realidad me estaba pidiendo que intentáramos olvidar la atracción que existía entre nosotros al ver el brillo de su mirada y fijarme en sus labios entreabiertos no pude reprimir mis ganas de besarla. Fue un beso suave al principio que rápidamente se volvió apasionado mientras nuestros cuerpos se entrelazaban.
―Te deseo, Elena― susurré en su oído.
―Esto no está bien― escuché que me decía mientras sus labios me colmaban de caricias.
Al notar su urgencia llevé mis manos hasta su bikini y lo desabroché porque me necesitaba sentir la perfección de sus pechos. Mi tía, totalmente contagiada por la pasión, se quedó quieta mientras mis dedos reptaban por su piel. Su mente todavía luchaba contra la idea de acostarse con el hijo de su hermana pero al notar mis caricias, tuvo que morderse los labios para no gritar.
Por mi parte yo ya estaba convencido de dejar a un lado los prejuicios sociales y con mis manos sopesé el tamaño de sus senos. Mientras ella no paraba de gemir, recogiendo entre mis dedos uno de sus pezones lo acerqué a mi boca y sacando la lengua, comencé a recorrer con ella los bordes de su areola.
―Por favor, para― chilló indecisa.
Por mucho que conocía y comprendía sus razones, al oír su súplica lejos de renunciar me azuzó a seguir y bajando por su cuerpo, rocé con mis dedos su tanga.
―No seas malo― rogó apretando sus mandíbulas al notar que mis dedos se habían apoderado de su clítoris.
Totalmente indefensa se quedó quieta mientras sufría y disfrutaba por igual la tortura de su botón. Su entrega me dio los arrestos suficientes para sacarle por los pies su braga y descubrir que mi tía llevaba el coño exquisitamente depilado.
―¡Qué maravilla!― exclamé en voz alta y sin esperar su respuesta, hundí mi cara entre sus piernas.
No me extrañó encontrarme con su sexo empapado pero lo que no me esperaba fue que al pasar mi lengua por sus labios, esa mujer colapsara y pegando un gritó se corriera. Al hacerlo, el aroma a mujer necesitada inundó mi papilas y recreándome en su sabor, recogí su flujo en mi boca mientras mis manos se apoderaban de sus pechos.
―¡No sigas!― se quejó casi llorando.
Aunque verbalmente me exigía que cesara en mi ataque, el resto de su cuerpo me pedía lo contrario mientras involuntariamente separaba sus rodillas y posando su mano en mi cabeza, forzaba el contacto de mi boca. Su doble discurso no consiguió desviarme de mi propósito y mientras pellizcaba sus pezones, introduje mi lengua hasta el fondo de su sexo.
Mi tía chilló de deseo al sentir horadado su conducto y reptando por la cama, me rogó que no continuara. Haciendo caso omiso a su petición, seguí jugando en el interior de su cueva hasta que sentí cómo el placer la dominaba y con su cuerpo temblando, se corría nuevamente en mi boca. Su clímax me informó que estaba dispuesta y atrayéndola hacia mí, puse la cabeza de mi glande entre los labios de su sexo.
―Necesito hacerte el amor― balbuceé casi sin poder hablar por la lujuria.
Con una sonrisa en sus labios, me respondió:
―Yo también― y recalcando sus palabras, gritó: ― ¡Hazme sentir mujer! ¡Necesito ser tuya!
Su completa aceptación permitió que de un solo empujón rellenara su conducto con mi pene. Mi tía al sentir mi glande chocando contra la pared de su vagina, gritó presa del deseo y retorciéndose como posesa, me exigió que la amara. Obedeciendo me apoderé de sus senos y usándolos como ancla, me afiancé con ellos antes de comenzar un suave trote con nuestros cuerpos.
Fue cuando entre gemidos, me gritó:
―Júrame que no te vas arrepentir de esto.
―Jamás―respondí y fuera de mí, incrementé mi velocidad de mis penetraciones.
Elena respondió a mi ataque con pasión y sin importarle ya que el hombre que la estaba haciendo gozar fuera su sobrino, me chilló que no parara. El sonido de los muelles de la cama chirriando se mezcló con sus aullidos y como si fuera la primera vez, se corrió por tercera vez sin parar de moverse. Por mi parte al no haber conseguido satisfacer mi lujuria, convertí mi suave galope en una desenfrenada carrera en busca del placer mientras mi tía disfrutaba de una sucesión de ruidosos orgasmos.
Cuando con mi pene a punto de sembrar su vientre la informé que me iba a correr, en vez de pedirme que eyaculara fuera, Elena contrajo los músculos de su vagina y con una presión desconocida por mí, me obligó a vaciarme en su vagina mientras me decía:
―Quiero sentirlo.
Ni que decir tiene que obedecí y seguí apuñalando su coño hasta que exploté en su interior y agotado por el esfuerzo, me desplomé a su lado. Fue entonces cuando Elena me abrazó llorando. Anonadado pero sobretodo preocupado, le pregunté que le ocurría:
―Soy feliz. Ya había perdido la esperanza que un hombre se fijara en mí.
Sabiendo de la importancia que para ella tenía esa confesión, levanté mi cara y mientras la besaba, le contesté tratando de desdramatizar la situación:
―No solo me he fijado en ti, también en tus tetas.
Soltó una carcajada al oír mi burrada y mientras con sus manos se apoderaba de mis huevos, respondió:
―¿Solo mis tetas? ¿No hay nada más que te guste de mí?
―¡Tu culo!― confesé mientras entre sus dedos mi pene reaccionaba con otra erección.
Muerta de risa, se dio la vuelta y llevando mi miembro hasta su esfínter, susurró:
― Ya que eres tan desgraciado de haber violado a tu tía, termina lo que has empezado. ¡Úsalo! ¡Es todo tuyo!

 

Relato erótico: “La Fábrica (33)” (POR MARTINA LEMMI)

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JEFAS PORTADA2LA FÁBRICA 33

Sin títuloEl terror se posesionó de mí a tal punto que di un salto sobre las palmas de mis manos e instintivamente giré la cabeza por sobre mi hombro. Mica me miraba con una mueca siniestramente divertida.

“Tranquila – me dijo, en falso tono tranquilizador, mientras me enseñaba la botella en su mano -. Has tenido cosas peores que esto dentro del culo, ¿o no?”

Coronó sus palabras con un guiño de ojos que sólo destilaba sadismo. Moví mi cabeza a un lado y a otro en señal de negación o, más bien, de súplica.

“P… por f… favor, s… señorita Micaela, s… se lo rueg…”

No me dio tiempo de terminar la frase: antes de que pudiese siquiera reaccionar y siempre manteniendo mi cabeza tomada por los cabellos, introdujo el pico de la botella dentro de mi boca de tal modo que cuando quise cerrarla ya era tarde y sólo sirvió para que me rechinaran y dolieran los dientes al impactar contra el vidrio. El líquido comenzó a correr y, poco a poco, fue fluyendo hacia mi garganta sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo; sólo lograba emitir algunos ahogados quejidos de angustia que eran apenas audibles.

“Vamos – me apuró Mica -: mirá lo buenas y comprensivas que somos Eve y yo: ¡si hasta te permitimos participar de nuestra fiesta! Así que te quiero ver vaciar el contenido de esta botella…”

La cerveza fue bajando dentro de mí en un solo trago y comencé a sentirme mal; experimenté un súbito mareo y tuve náuseas pero, por otra parte, sabía que era preferible cumplir cuanto antes con lo que ella me imponía: abrigaba la esperanza, una vez más ilusa, de que la muy perra se viera de ese modo satisfecha y olvidara finalmente su amenaza de introducirme la botella por el culo; nada más lejos de ello, como no podía ser de otra forma… Una vez que noté que ya no caía gota alguna hacia mi garganta, permanecí en vano a la espera de que Mica retirara la botella de mi boca pero no daba visos de hacerlo; la miré… y ella también me miraba a mí.

“¿Nos mostrás cómo le chupabas la pija a Hugo? ¿Y a Luis? – espetó, burlona -. ¡Vamos, no seas mala! ¡Queremos ver!”

Yo sólo me preguntaba cuándo acabaría todo aquello, cuándo llegaría el momento en que diera por saciada su sed de venganza. Pero no: daba la impresión de que, para ella, la diversión sólo había comenzado. Tal como lo expresara instantes antes, había esperado mucho por ese momento… y no lo iba a dejar tan escapar tan fácilmente ni, mucho menos, hacérmelo llevadero…

Miré de reojo en busca de Evelyn. ¿Qué esperaba de ella? Verdaderamente no lo sabía; por lo pronto, la colorada estaba allí, de brazos cruzados, luciendo en su rostro una mueca igual de divertida que la de su amiga y en actitud de espera muy semejante.

No habiendo por lo tanto ya más caminos para escapar a tamaña humillación, abrí algo más la boca y deslicé mi lengua por sobre el vidrio. Las risas de ambas, como no podía ser de otra manera, llenaron el ambiente. Cerré los ojos para no verlas aunque, por otra parte, sabía que al hacerlo sólo daría la impresión de estar atravesando una especie de éxtasis oral, lo cual ,desde ya, no podía más que complacer a Mica.

“Mmmm, ¿así se la chupabas? ¡Qué pedazo de puta! – dijo, en tono burlón -. No es difícil entender por qué seguís trabajando en esa fábrica”

Las palabras, corrosivas e hirientes, entraban en mis oídos de manera irrespetuosa y lacerante. Quería no oírlas, pero… ¿cómo? Por lo pronto, lo que hice fue hacer aro con mi boca y mamar el pico de la botella yendo hacia arriba y hacia abajo hasta llegar al cuello, tal como si estuviera practicándole una mamada a alguien. Mica rió y movió la botella hacia afuera y luego adentro de mi boca, una y otra vez, imitando claramente el movimiento de un miembro masculino.

“Chupás bien – dictaminó, con fingido tono de admiración -. Interesante: ¿concha también?”

Abrí enormes los ojos pues me causó un súbito espanto el pensar qué pudiese llegar a tener en mente. Por otra parte, acudió a mi cabeza el recuerdo de Tatiana, la bella novia de Luis, con quien yo había tenido mis primeras prácticas lésbicas. Debido a ello, la amenaza de Mica me produjo una extraña mezcla de terror y excitación, pero sabía que no podía dejar traslucir tal sensación pues aún estaba fresco en mí el recuerdo de la bofetada que me había propinado Evelyn al acusarme despectivamente de “torta”. De hecho, bastó la mordaz sugerencia de su amiga para que la colorada se encargase de recordarlo:

“También le gusta – dijo, con un deje de repugnancia en la voz -. Hace un rato estuvo a punto de besarme. No se lo permití, por supuesto”

Mica abría los ojos cada vez más grandes.

“¿De verdad? – exclamó, al parecer atónita -. Mmm, qué interesante…”

“Puaj… un asco” – replicó despectivamente Evelyn al advertir en las palabras de su amiga algo más de tolerancia hacia conductas lésbicas.

Yo no tenía más remedio que seguir mamando el pico de la botella cual si fuera un miembro y sólo dejé de hacerlo cuando Mica, repentinamente, la retiró de mi boca; utilizó tan poca delicadeza que, nuevamente, me hizo doler los dientes. Empujó mi cabeza por los cabellos haciéndola caer hacia adelante.

“A ver ese culo” – dijo imperativa, confirmándome así que no había olvidado su amenaza en lo más mínimo sino que sólo la había dejado durante unos instantes en lista de espera.

Pude sentir cómo giraba la llave del consolador y, de inmediato, cómo el mismo se comprimía dentro de mi recto. Se trataba, desde luego, de un alivio sólo momentáneo pues bien sabía yo que el paso siguiente sería retirármelo de allí pero tan sólo para reemplazarlo por la botella.

Al quitarme el objeto, lo hizo, nuevamente, sin delicadeza alguna, lo cual me arrancó un gritito de dolor. Mi canal rectal estaba, obviamente, abierto, ante lo cual Mica no iba a dejar pasar un instante más para permitir que se cerrara nuevamente. Antes de que yo llegara a percatarme de algo, el consolador ya no estaba allí y en su lugar había introducido la botella, tal como lo delató el frío que me invadió por dentro. Alcé los hombros de manera casi maquinal mientras mi espalda se arqueaba, hundiéndose en su base.

La diferencia con el consolador era brutal; por mucho que éste se expandiera dentro de mí, su contextura símil caucho hacía que mi recto se adaptara a su forma y viceversa. Pero la botella era perversamente fría y rígida, con lo que el dolor era también mayor.

“¿Qué pasa? – preguntó Mica, quien persistía en zamarrearme y en mantenerme tomada por la cabellera, tanto que me obligó a izar la cabeza mientras mi cuerpo se contraía -. ¿Vas a decirme que te duele? ¡No nos jodas! ¡Con tu experiencia y con todo lo que te han metido ahí dentro, esto apenas puede hacerte cosquillas!”

Remató su comentario empujando la botella aún más, con lo cual mi cuerpo se retorció nuevamente. Dos cosas temí en ese momento: por un lado, y no sé bien por qué, me producía espanto la idea de que la botella, de algún modo, pudiese llegar a dañar a mi bebé; por otra parte, la sentí tan en mi interior que comencé a temblar de terror al pensar en la posibilidad de que, quizás, no hubiera luego forma de removerla. Casi como un colofón para mis pensamientos, las palabras de Mica entraron en mis oídos como cuchillos.

“Oh, oh – dijo, mientras parecía ahora tironear de la botella hacia atrás -; creo que no va a salir tan fácilmente. ¿Tan cerrados tenés todavía los plexos con tanta cosa que has tenido allí dentro? – se burló -. En fin: ya conocés la leyenda urbana, ¿verdad?”

Llena de estupor, negué con la cabeza. La realidad era que no tenía idea de qué me hablaba.

“Leyenda urbana – repitió -. Vos sí la conocés, ¿verdad, Evelyn?”

“Dos putitos jugando entre sí con una botella hasta que a uno se le queda encajada dentro del culo y ya no pueden sacarla” – le confirmó la colorada mientras yo seguía envuelta en espanto. Lo comentó en un tono terriblemente frío, como si se tratara de una anécdota cualquiera.

“Así es – dijo Mica -. Y tienen que ir a la guardia del hospital para sacársela”

De pronto entendí todo. Y no puedo poner en palabras los niveles a los que llegó mi terror. En efecto, sí había escuchado esa leyenda urbana una y mil veces, pero… ¿acaso estaban pensando en hacerme lo mismo? ¿Llevarme al hospital? Prefería morir antes que pasar por semejante humillación.

“Pero no temas – dijo Mica, suavizando el tono y como si hubiera leído mis pensamientos -: no vamos a hacerte pasar por semejante vergüenza; llamaremos para que venga la ambulancia”

Estuve a punto de dejar escapar un grito, pero la oportuna intervención de Evelyn hizo que las cosas se encaminaran un poco.

“Olvidate – dijo secamente y como si recuperara súbitamente el papel de líder que, desde hacía algún rato, parecía haber delegado en su amiga -; no en esta casa: de ninguna forma pienso pasar por ese papelón”

Claro. Debí haberlo supuesto. No era mi dignidad lo que preocupaba a Evelyn sino la suya propia; no importaba: de cualquier modo me servía. Mica pareció algo desalentada, pero no demasiado; más bien lo tomó con humor:

“Qué tonta que es esta Eve – dijo acercando otra vez su boca a mi oído -: es una chica a-bu-rri-da – acompañó cada sílaba con un zamarreo de mi cabeza -. No importa: lo vamos a pasar bien igual. Vamos para el baño: voy a tratar de sacarte la botella por mi cuenta”.

Jaló de mis cabellos para llevarme en dirección hacia el baño (¿acaso no iba a soltarme nunca?) y me vi obligada a ir tras sus pasos a cuatro patas. La angustia se apoderó de mí pues, de manera insólita y paradójica, prefería mil veces permanecer allí junto a Evelyn, que era la única de quien podía esperar que en algún momento pusiera algún límite. Por el contrario, yo bien sabía que, una vez en el baño, seríamos sólo Mica y yo, lo cual venía a significar que yo pasaría a estar por completo a su merced para lo que desease hacer conmigo. En eso y mientras iba tras ella, llegó a mis oídos la voz de Evelyn y una débil luz de esperanza se encendió en mí: después de todo, acababa de desautorizar a Mica a llamar una ambulancia; ¿por qué no podía hacer lo mismo ante la alocada idea de llevarme al baño para remover la botella? Mica se plantó en seco y giró sobre sus talones.

“¿Eve…? – preguntó, con gesto interrogativo.

“¿No tenés ganas de hacer pis?” – preguntó la aludida, en un tono que sonaba maliciosamente pícaro y sugerente.

Fue como si me hubiera corrido hielo por la columna vertebral; de hecho, yo entendí más rápido que Mica el sentido de la indirecta. Cómo no iba a entenderlo si, en definitiva, hacía pocos minutos que yo misma había admitido ante Evelyn el haberme excitado al ser meada por Rocío. Y ahora la pérfida colorada utilizaba eso en mi contra. Atónita, incrédula e impotente, bajé la vista hacia la alfombra.

“No te entiendo…” – dijo Mica, y pareció sonar sincera.

“Vas al baño – enfatizó Evelyn, remarcando bien cada palabra -; estuviste tomando cerveza, vas con nadita…”

Silencio. Era obvio que Mica seguía sin entender.

“¿Tengo que ser más explícita?” – preguntó Evelyn imprimiendo a sus palabras una vehemencia que sonaba algo prefabricada.

Debido a que yo seguía con la vista baja y, de hecho, me hallaba de espaldas a Evelyn (o como quiera que se diga cuando una se halla a cuatro patas), no pude ver si acompañó su pregunta final con algún gesto que evidenciara algo más el sentido; fuese como fuese y para mi pesar, Mica, esta vez, pareció entender.

“Ah…je… Entiendo – dijo despaciosamente; era como si paladeara las palabras; sin verla, tuve la sensación de que se estaba relamiendo, pero posiblemente ésa era la imagen que mi mente construía -; entiendo, Eve… Qué perversa sos. Después hablás de Rocío”

Volvió a jalarme de los cabellos para arrastrarme en dirección al baño. Era increíble, pero en ese momento yo deseaba que reclamase la cadena para llevarme por ella o que Evelyn misma se la ofreciese. Cuesta creer que la humillación siempre puede encontrar un peldaño más bajo: de pronto, prefería ser tratada como perra y no directamente como una basura. Por lo pronto, y si era real mi percepción sobre la súbita comprensión de la sugerencia de Evelyn por parte de Mica, me esperaba un destino aun más triste y patético en el baño…

Una vez que estuvimos allì, me dejó prácticamente caer de bruces sobre el bidet y tuve que tomarme desesperadamente por los bordes del sanitario para no romperme la boca contra el mismo. Irónico: había esperado con ansias el momento en que me soltara la cabellera y, cuando finalmente lo hacía, casi terminaba en desgracia para mí. Mis pechos quedaron colgando sobre la salida del agua; ignoro por qué, pero Mica abrió el grifo de tal modo que ésta impactara contra mis senos: viéndolo hoy, creo que no había en ello otro objetivo más que fastidiarme y humillarme; la forma no importaba…

“Levantá más el culo” – me ordenó, a la vez que me propinaba una fuerte palmada en una nalga; no tuve más remedio que obedecer; y así, ella me tenía en la posición que quería.

Pude sentir que aferraba la botella clavada en mi retaguardia y, una vez más, intentaba infructuosamente quitarla de allí tironeando desde la base. Al darse cuenta que no conseguía ningún resultado, optó por hacerla girar, casi como si pretendiese sacarla a rosca. Demás está decir que tampoco sirvió de nada: la botella permaneció allí, clavada entre mis plexos y sin replegarse en lo más mínimo. Pero lo peor del asunto no fue eso, sino que ese movimiento giratorio… me excitó. De manera refleja, me arqueé y crucé una pierna por sobre la pantorrilla de la otra mientras mi boca dejaba escapar un profundo gemido a pesar de mis ingentes esfuerzos por no hacerlo. Me quise morir cuando me di cuenta que el mismo brotó de mi garganta y rogué que Mica no se hubiera percatado de ello.

“Mmm… ¿qué pasó ahí? – espetó la muy perra, dejando así en evidencia que sí había oído -. ¿Te gusta esto?”

Remató sus palabras haciendo girar la botella una y otra vez, primero hacia un lado, luego hacia el otro y así sucesivamente. Cualquiera diría que estaba tratando de abrir una caja fuerte; la realidad era que sólo estaba jugando conmigo… Fue tal el grado de excitación que aspiré una profunda bocanada de aire para dejar escapar, luego, ya no uno, sino una serie involuntaria e irrefrenable de gemidos mientras mi cuerpo volvía a arquearse y mis pies pataleaban contra el piso del baño. Mica rio entre dientes de manera maliciosa: me tenía a su merced, vencida mi voluntad e inexistentes mi orgullo y dignidad.

“Y… sí – continuó Mica, en claro tono de menosprecio -: era obvio que iba a gustarte, putita. Además, esto sí que debe ser nuevo para vos. ¿O acaso ya te metieron por el culo una pija que diera vueltas? Ja…”

Para dejar aun más patente su comentario, insistió en hacer girar la botella pero ahora a mayor velocidad; mi excitación creció a niveles incontrolables y, por primera vez desde que Mica llegara a casa de Evelyn, sentí que perdía el control por completo; estaba viviendo el más intenso e impensado éxtasis de humillación a manos de una chiquilla a quien acababa de conocer pero que siempre me había odiado…

No sé durante cuánto tiempo duró el suplicio y, de hecho, me costaba verlo como tal aun cuando, sí, era alguna forma de tormento: ¿o acaso se puede pensar en una tortura peor que saber que a una le están sacando de adentro la peor parte de sí sin que pueda hacer nada para evitar mostrarla? Mientras seguía haciendo girar la botella, Mica no paraba de reír y de lanzar comentarios hirientes en mi contra. En algún momento pareció cansarse y volver al problema original que, en principio, nos había llevado hacia el cuarto de baño.

“Bien… – dijo, pensativa -. Hmm, a ver: ¿qué hacemos con esa botella? Está evidente que no sale. Ya sé, nadita, que te gustaría que te quedara allí para siempre y creeme que, de corazón, mami te daría el gustito pero… ¿sabés lo que pasa?: es un envase retornable, así que hay que llevarlo de vuelta al mercadito, jiji…”

No paraba de degradarme. Así como cada vez parecía yo encontrar un escalón más bajo en mi humillación también parecía encontrar siempre un nivel más arriba en el grado de malicia y sadismo. Cuando pensé que Evelyn no podía ser superada, asumió inesperadamente protagonismo Rocío… y cuando pensaba que ésta era insuperable, apareció Mica…

En eso sentí que un dedo se estaba deslizando perimetralmente en torno a mi orificio anal, trazando círculos justo en torno al cuello de la botella; patinaba al desplazarse y deduje rápidamente que Mica me estaba enjabonando el culo. El objetivo era, obviamente, facilitar la salida del envase haciendo más resbaladiza mi entrada pero, claro, la botella misma no dejaba que el dedo fuera más adentro, con lo cual sólo lograba enjabonarme de un modo superficial. Aun así, Mica volvió a tironear de la misma y, para poder hacer fuerza, apoyó un pie sobre mi nalga de tal modo que mi vientre se aplastó contra el borde del bidet mientras el agua fría que subía no paraba de bañarme los pechos. No sirvió; o, mejor dicho, sólo sirvió para hacerme doler.

“El problema – dijo, cavilosa y tal como si estuviera tratando de resolver un enigma científico – es que la botella está haciendo de sopapa. Va a ser difícil quitarla así”

La excitación que había sentido unos instantes antes se alejó y volvió a dejar lugar en mí al terror, ya que lo que acababa de decir Mica sólo podía, a mi juicio, ser interpretado como que se resignaba a dejarme la botella instalada allí o que, finalmente, decidía llevarme a un hospital o a una sala de primeros auxilios. Sin embargo, un estruendo de cristales rotos se dejó oír súbitamente a mis espaldas a la par que un intenso dolor me recorrió el ano por dentro: nunca supe de qué se valió Mica para romper la botella, pero lo cierto fue que varios trozos de la misma cayeron por entre mis piernas, las cuales separé cuanto pude a los efectos de que cayeran al piso; tenía, además que cuidar de no cortarme, desnuda y descalza como me hallaba.

“Ya está – anunció Mica, en tono satisfecho -. Te rompí el culo, jaja… Algo de lo que sabés bastante”

Su comentario mordaz, claro, aludía al hecho de que había roto la base de la botella a los efectos de eliminar el efecto sopapa. Supuse que entonces tiraría nuevamente de la botella para comprobar si salía pero, sin embargo, pareció como si intentara ultimar algunos detalles antes de hacerlo y, de hecho, pude sentir que un líquido jabonoso corría por dentro de la botella truncada y, finalmente, se escurría por dentro de mi ano: la muy perra me estaba también enjabonando por dentro y me echaba agua, buscando lograr un efecto semejante al de una enema, sólo que con el particular objetivo de lograr sacar una botella de mi culo. El estruendo de la base del envase al hacerse añicos fue tal que motivó que Evelyn, alarmada, asomase su cabeza por la puerta entornada.

“¿Qué hacés, tarada?” – le refrendó a su amiga Mica; a pesar del epíteto, su tono era más de sorpresa que de verdadera reprimenda. De hecho, su amiga no pareció darle mayor importancia.

“Trato de sacarle esto del culo, boluda” – le respondió Mica, haciendo también uso de una recíproca irreverencia, propia de la confianza entre íntimas amigas.

“Ay, qué retardada que sos – le replicó ácidamente Evelyn -; más te vale que no me dejen todos esos vidrios tirados por el piso porque no quiero cortarme cuando me duche”

“Perdé cuidado – le respondió Mica, en tono despectivo -: nadita se va a encargar de juntarlos todos uno por uno para que no te pinches; ahora… vamos a ver si esto sale…”

De reojo, pude ver que se envolvía la mano en papel higiénico, seguramente a los efectos de protegerla algo más ante la posibilidad de cortarse con la botella rota. Acto seguido, tomó lo que quedaba del envase y volvió a tironear… Para mi alivio, esta vez el cuello de la botella se deslizó mansamente fuera de mi túnel. Ya sé que cuesta creerlo pero una oscura parte de mí lo lamentó, pues supe que ya no volvería a vivir una experiencia como la de momentos antes, cuando Mica hiciera girar el envase dentro de mi cola.

“Bien – dictaminó, conforme-: ya está… Mucho más fácil de lo pensado”

“A ver, cerebrito – intervino Evelyn mientras su cabeza desaparecía nuevamente tras la puerta entornada -; hacé ahora que nadita limpie bien todo”

“Ya te dije que sí – le replicó Mica, con tono de hastío -: no es necesario que lo repitas tantas veces”

Llegó a mis oídos el sonido de los tacos de Evelyn alejándose; de algún modo, lo ocurrido con la botella era una suerte para mí: ahora seguramente yo sería puesta a limpiar y, con suerte, Mica olvidaría la maliciosa sugerencia que Evelyn le hiciera minutos antes. Una vez más y como ya era costumbre, me equivoqué:

“No te olvides de hacer pis” – le recordó desde la distancia, al otro lado de la puerta.

“Eso sí es algo que te agradezco que me lo recuerdes – le respondió Mica a viva voz y como si en verdad lo hubiese olvidado -. Vamos, nadita, a juntar rápido esos vidrios que me estoy haciendo encima”

Me golpeó varias veces en las nalgas para apurarme. Levanté mi tórax del bidet y me giré, aunque sin incorporarme. Miré hacia todos lados y luego alcé la vista hacia Mica con expresión interrogativa.

“Usá esto – me espetó al tiempo que me extendía una escobilla de baño que hasta un instante antes pendía de la pared -; apartalos simplemente y después los barrés. Dale, rápido, que tengo ganas de echarme un meo…”

Abatida y ya sin esperanza alguna, me dediqué a ir apartando uno a uno los trozos de cristal que se hallaban desparramados por el piso del baño e hice un montoncito con ellos junto al lavatorio. Sabía de sobra cuál era la suerte que me esperaba una vez que hubiese finalizado con tal tarea pero, a pesar de ello, nada había sido dicho del todo y, en algún rincón, me aferraba a la posibilidad de que Evelyn no le hubiera querido decir lo que yo sospechaba… o de que Mica no hubiese comprendido a su amiga. La poca esperanza que tenía al respecto, cayó diluida ante la siguiente orden que me dio:

“Bien – dijo -: ahora, te quiero de rodillas, con las espaldas apoyadas contra el inodoro y mirando hacia mí”

Sabiendo que ya mi suerte era irremisible, cumplí obedientemente con lo que me ordenaba y no puedo describir el brillo maligno que vi en esos ojos al elevar nuevamente la vista hacia ellos.

“Ahora – dijo, una vez que mi postura, al final, la satisfizo -: echá la espalda y los hombros hacia atrás y andá deslizando la cola sobre los talones hasta que tu cabeza quede mirando hacia arriba, sobre el inodoro”

Tragué saliva. Otra vez estuve a punto de llorar. Pero, a pesar de todo, hice lo que me decía. Una vez que me fui deslizando hacia atrás tal como ella me había ordenado, quedé mirando hacia el techo del baño exactamente como si mi cabeza fuera el inodoro mismo: mi cabellera pendía hacia adentro y estaba segura que estaba tocando el agua….Vi perfectamente lo que se venía; no era mi cabeza en realidad el inodoro sino más bien mi boca. La siguiente orden de Mica lo terminó de confirmar:

“Abriendo esa boca – me dijo, sonriente y con una mueca burlona -. Grande…”

CONTINUARÁsex-shop 6

 

Relato erótico:”Mi primera vez con Katrina” (PUBLICADO POR AMANTE SINIESTRO)

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JEFAS PORTADA2

MI PRIMERA VEZ CON KATRINA

Esta historia que les voy a relatar sucedió en el cumpleaños de mi hermana.

tumblr_inline_ntqckpWvBg1suixsj_500Como mi hermana (la cual cumplía 30 años) no quería festejar su cumpleaños, fui yo quien decidí junto a mi mamá que lo haga. La verdad es que hasta entonces todo había sido un rollo, pero la situación cambió de forma radical desde que mis padres convencieron a mi hermana de que lo festeje e invite a todas sus amigas y demás parientes.

La fiesta se realizó por la noche. Hacía un día estupendo, no demasiado caluroso. Comenzaron a llegar los invitados. Los primeros fueron Martha y Cleverd, amigos desde hace muchos años de mis padres. Él debe tener unos 50 años, pero Martha es más joven o, al menos, lo aparenta. Es morena, con algunos kilos de más, tetas caídas perfectamente bronceadas y piernas largas y sensuales también muy bronceadas. Se acerca a mí y me da un beso en la mejilla. Se le marcan los pezones en el vestido negro que ha traído hoy (No parece que lleve sujetador). Después de ellos vinieron bastantes parejas más, ninguna demasiado interesante… hasta que llegó Katrina. Katrina es una mujer separada, amiga de mi madre, de unos 45 años. Desde hace años no dejo de hacerme pajas pensando en ella; sólo verla me pone muy caliente. Es una mujer de estatura media, cabello de color castaño claro, labios gruesos muy sexys ( siempre pintados ) con tetas de tamaño medio pero con pezones que miran hacia arriba, del tamaño de un guisante. Tiene caderas anchas y un culito respingón. Siempre está ligeramente bronceada. Había venido con un traje de una pieza, de color crema, con la espalda al descubierto y anudado al cuello. En cuanto entró en la parcela, no pude dejar de mirarla; estaba para echarle unas cuantas cogidas. Después de saludar a las parejas que habían venido, vi como Katrina se acercaba hacia donde yo estaba.

Al llegar, me saludó y me dio un beso en la mejilla. Eso me puso aún más caliente. Sólo pensaba en cogérmela. Hablamos durante unos minutos, pero mi madre vino e interrumpió la conversación. Me dijo que había que ir a casa a coger hielos para las bebidas. Puse cara de enfado, pero no me quedó más remedio que ir y dejar de hablar con Katrina. Entré en casa y me dirigí a la cocina. No podía dejar de pensar en ella. Me empecé a excitar; me dolía la polla pues estaba más dura de lo normal. Me desabroché los botones del pantalón y empecé a masturbarme, pero me detuve ya que alguien podría verme, así que me fui hasta el servicio y me hice una paja tremenda pensando en Katrina en cuestión de segundos, ya que estaba a cien. Volví a la cocina para sacar los hielos del congelador. En ese momento, oí detrás de mí unos pasos. Me di la vuelta, y casi me muero del susto; era Katrina. Se acercó a mí y me dijo que mi madre le había mandado a buscarme. Me ayudó a coger todas las bolsas de hielo del congelador. Salí primero de la cocina y ella detrás. Cuando íbamos por el pasillo noté, de repente, una sensación de frío muy intensa en la espalda: ¡¡¡ME HABÍA METIDO UN CUBITO DE HIELO POR DENTRO DE LA CAMISETA!!! Me giré, y vi su sonrisa pícara. Me levanté la camiseta delante de ella para sacarme el hielo y, de paso, provocarla un poco. Su respuesta no se hizo esperar: No estas nada mal he – me dijo.

Intento cuidarlo lo más que puedo – le contesté.

¿Sabes lo que viene muy bien para mantenerse en forma?- preguntó.

Ni idea – dije, muy excitado.

Follar. Echar una buena cogida es lo mejor que hay para la salud. Sabes, hace un par de meses que no me como una buena polla, y estoy bastante hambrienta.

Me quedé con la boca abierta. No sabía qué hacer. Katrina siempre había sido mi fantasía sexual, pero nunca había pensado en que se hiciera realidad. No estaba ni empalmado del susto que tenía. Sin embargo, ella estaba mucho más activa. Todavía tenía la camiseta levantada, así que se acercó más a mí y comenzó a acariciarme con su mano derecha uno de mis pezones. Me empalmé de nuevo. Me cogió de la mano y me llevó rápidamente a mi habitación, en el piso superior. Cerró la puerta y me dijo que me tumbara en la cama. Me ordenó quitarme los pantalones y bajarme los slips. Yo estaba a cien, y no lo dudé ni un segundo; me quedé totalmente desnudo, con la verga totalmente tiesa y con restos de semen de la paja que me había hecho antes. Ella estaba totalmente vestida. Comenzó a hablar muy excitada: Uuuummm… Vaya tamaño de polla que tienes… nada mal. Me va a dar muuucho gusto tenerla dentro de mí. Veo que estás a cien. Tienes leche en la punta, ¿te has hecho una paja ahora?
Me he hecho una paja hace un poco pensando en ti – contesté.

Ojalá hubiera estado allí para verte. Bueno, da igual, ahora voy a disfrutarte entero. Quiero ser tuya en este instante – respondió.

Se desanudó el vestido color crema por el cuello. En ese momento, sus tetas quedaron al descubierto. Eran preciosas; no muy grandes, semi bronceadas, con grandes pezones que miraban hacia el techo de la habitación, desafiantes. Mi erección creció aún más, me dolía la polla y los testículos de tanta excitación. Katrina se quitó el vestido por los pies: ¡NO LLEVABA BRAGAS!. Tenía el coño depilado; sólo se había dejado una franja de pelitos en el centro, de color castaño claro. Se acercó rápidamente hacia mí y, sin mediar palabra, me cogió la polla y se la introdujo en su caliente y húmeda vagina, quedando sentada encima de mí. Yo la agarré de las tetas y ella comenzó a moverse arriba y abajo. Estaba a mil. Cuando estaba a punto de correrme Katrina se paró y acercó su boca a la mía para darme un beso y meterme la lengua hasta dentro. Quedamos abrazados un momento y después se separó y me dijo que la follara como si fuese una puta. Comenzó, de nuevo, con un sube y baja frenético sobre mi polla. Estaba totalmente ida. Mientras, yo masturbaba con mi dedo índice humedecido con saliva su clítoris, que era pequeñito y sonrosado. Katrina gemía constantemente. Después de un rato, le dije que me corría. Dijo que me corriera dentro, que le gustaba más, y que no había ningún problema. En cuanto lo hice, Katrina se bajó de mi polla y, viendo que estaba llena de semen y fluidos, la cogió con su mano derecha y se la metió en la boca, dando grandes lengüetazos y tragándoselo todo hasta dejarla limpia. Justo después, ordenó que me vistiera, que había que llevar los hielos a la fiesta. Me guiñó el ojo y me dijo que mis padres deberían organizar más fiestas como estas.

 

Espero les haya gustado. Saludos

P. D.: Espero sus comentarios.

 

 

  • : Esta historia que les voy a relatar sucedió en el cumpleaños de mi hermana...
 

Relato erótico: “Marraquest” (PUBLICADO POR SIBARITA)

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Sin título3Estoy en Marraquech, con Chema, y nada es como estaba previsto o como me temía, todo lo Sin títulocontrario. Confieso que durante mucho tiempo fui reticente a aceptar esta invitación, como ya lo había sido con la que me hizo de pasar un par de días en su casa; realmente no la acepté, y sin embargo, cuando a la puerta de de venta de empanadas me preguntó si iba con él, acepté de inmediato. Montamos en su coche que arrancó de inmediato, como si todo lo tuviera preparado de antemano, y en silencio se dirigió velozmente a la autopista. Pensé por un momento que iríamos a Valencia, pero se desvió enseguida en la estación de servicio, y estacionó en una zona parcialmente sin luces; salió del coche y me tendió la mano para que descendiese, lo hice, y sin soltarla me atrajo hacia él para darme un beso en la boca, un beso al que siguió otro, y otro, y otro más, mientras sus manos deshacían el nudo de mi pareo y comenzaban a recorrerme todo el cuerpo, apretaban mis tetas, buscaban mis pezones, me quitaban la braga del bañador, única prenda que me quedaba puesta. Rápidamente me hizo entrar en el coche, con la misma rapidez con la que, nada mas hacerlo, me tumbo en el asiento y me penetró, no había tardado ni un minuto en desnudarse, menos aún en clavarme su verga que ahora sentía presionando con furia en mi interior. Paró de pronto, se retiró de mi y me ayudó a sentarme, me habló de su impaciencia, del tiempo que llevaba soñando con tenerme y de las muchas veces que me había resistido a sus requerimientos, preguntó mis razones, mis deseos, se mostró encantado aunque muy sorprendido de que, esta vez, yo hubiera aceptado y , casi sin darme cuenta, estábamos hablando como dos amigos de largo tiempo. Bromeamos sobre la incomodidad del coche, sobre como sería más fácil, ya que los dos teníamos claro que íbamos a continuar.

No tardamos  en hacerlo, desnudos como estábamos, y sentados el uno junto al otro, estiré mi brazo para hacerle una caricia en la mejilla, como si ese simple gesto fuera el detonante, me tomó entre sus brazos, esta vez suavemente y comenzó a besarme, extendiendo sus besos sobre mi cuerpo entero, reaccioné tomando su verga con mis manos e iniciando un suave movimiento, que le hizo detener sus besos. A duras penas conseguí sentarme sobre sus piernas haciendo que su verga me penetrase profundamente, casi no podíamos movernos, así que hice trabajar a todos los músculos para contraerlo y friccionar el grueso miembro que tenía prisionero en mi interior, nos miramos a los ojos y, tratando de estrechar mas todavía nuestra unión, soltamos la carcajada ambos y  no paramos de reírnos hasta que ambos sentimos la llegada de un fulminante orgasmo.

Todavía le quedaban fuerzas para continuar, a duras penas y siguiendo con las risas, cambiamos de postura, creo que pusimos en práctica todas las posibles posturas y hasta alguna nueva que inventamos, durante casi dos horas estuvimos follando sin parar, y quedamos en que iría a su casa donde pasaríamos juntos el fin de semana.

No fue así, sin embargo, algo me retenía y le fui dando largas con una excusa u otra, discutimos y hubo serias amenazas por parte de ambos, y sin embargo, aquello no tenía sentido, lo pensé seriamente y al fin di una respuesta afirmativa a su propuesta de este viaje, pero poniendo toda una serie de condiciones que aceptó: no sexo anal ni oral, solo sexo con él, sin participación de terceros.

Hoy hemos llegado  a Marraquech, y estamos en la casa-palacio de sus amigo Rita y Léopold, que desde nuestra llegada se muestran adorables: estamos los cuatro en un amplio salón, sentados en cómodas butacas de piel muy suave, Rita viste una especie de túnica azul cielo, de seda natural, bajo ella su cuerpo enteramente desnudo demuestra que pese a sus cuarenta años, tiene una preciosa silueta. Yo tengo puesta la misma túnica, de un azul mucho mas oscuro y, como ella, el cuerpo enteramente denudo bajo la túnica. Los dos hombres son de la misma edad, en torno a los cincuenta, la conversación es fluida, agradable y que se va animado a medida que los sirvientes nos van sirviendo bebidas. El primero en alabar la belleza de Rita es su propio marido que comienza a acariciarla por encima de la suave tela de la túnica. Rita ronronea como un gato y su mirada se dirige a Chema, le sonríe y a continuación fija sus ojos en los míos. La complicidad entre ellos tres es evidente, y su mirada expresa el deseo de que Chema haga lo mismo conmigo, pero este cumple su palabra y no lo hace, soy yo misma que me aproximo a él y muy cerca, hago caer la túnica de mis hombros; los tres me miran asombrados y yo misma lo estoy hasta el extremo de mostrarlo en mi cara, lo que provoca una carcajada general, a la cual me uno.

Nada ha pasado por el hecho de que Rita y yo estemos desnudas, la conversación sigue con fluidez, he perdido la cuenta de la cantidad de copas de vino que hemos tomado cada uno, de las bandejas con canapés o dulces que hemos consumido, de la cantidad de cigarrillos que hemos fumado; la música continúa sonando como fondo y el ambiente es relajado y agradable.

Nuestros anfitriones perciben mi cansancio y nos proponen terminar la jornada, tengo que reconocer que agradezco su gesto, aunque me temo que la sesión con Chema me dejará agotada. No es así, sin embargo, los tres me dejan en la puerta de la habitación que nos han asignado, y las camareras me ayudan a tomar un último baño antes de caer rendida en la cama.

Me despierta el olor de café fresco y me doy cuenta de que estoy sola en la cama, es Rita quien ha entrado, portando entre sus manos una taza con café, que me ofrece; la observo mientras bebo, como el día anterior, tan solo porta una túnica casi enteramente transparente y nada bajo ella. Se da cuenta de mi mirada y riendo me ofrece una idéntica a la suya, que visto después de haberme bañado. Los hombres nos esperan, van a enseñarme Marraquech en vivo y en directo, al tiempo que Rita y yo mostramos nuestros cuerpos desnudos, cubiertos solo por las túnicas que portamos, a todos los viandantes. Al principio siento que a mi cuerpo le queman los ojos y las miradas de la gente, poco a poco la sensación desaparece, borrada por el atractivo de todo lo que me rodea, pero al entrar en un local, que debe ser el equivalente  local a un bar cafetería, siento nuevamente esa especie de quemadura provocada por los ojos voraces que parecieran querer devorarnos a Rita y a mi.

Chema y sus amigo parecen divertirse con la situación, Rita se levanta y siguiendo el ritmo de la música, comienza un lento baile que, por momentos, va creciendo en intensidad, cada vez mas sensual, mas evidente, mas provocativo. Con gestos me invita a bailar con ella, todos los asistentes me miran y no me atrevo hasta que, viendo las caras de burla, me decido a salir al centro de la sala y trato de seguir el baile que hace Rita, ella me aplaude, se la ve muy contenta y sin parar de bailar se acerca a mi, me abraza unos segundos y después, poniendo sus manos sobre mis caderas, me hace bailar con ella. La música, el ambiente, las miradas de todos me provocan extrañas sensaciones, siento el contacto del cuerpo de Rita, sus manos sobre el mío, sus ojos que, de pronto han cambiado y parecieran querer desnudarme, pero es ella la que, sin parar de bailar, hace caer su túnica dejando ver su  cuerpo magnífico, ella la que toma mis manos para depositarlas sobre sus senos, ella la que acerca su boca a la mía, la que hace que su lengua se junte con la mía en un beso salvaje, la que hace caer mi túnica y me conduce fuera de la pista para hacerme caer sobre amplios almohadones, la que busca mis senos y mi sexo con su boca y sus manos, la que hace que sus dedos me penetren y provoca un orgasmo gigante sin dejar de mirarme sonriente. Después, y ya vestidas, regresamos junto a nuestros hombres, que nos esperan sonrientes, y  proseguimos el paseo.

Siento que algo ha cambiado para mi. Detallo con los ojos a nuestros compañeros, los evalúo y me doy cuenta de que, cada uno en su estilo, no están nada mal si bien que Chema es menos estilizado. De pronto me doy cuenta de que, mientras caminamos, Léopold no me pierde de vista, que me recorre el cuerpo con los ojos que me recorren acariciadores. Sin darnos cuenta aceleramos el paso para llegar a la casa, tenemos grandes bandejas de comida y frutas servidas directamente en torno al gran jakuzzi, y después de una ducha nos encontramos los cuatro envueltos en toallas y sentados sobre amplios almohadones.

Es Léopold el primero que, sin dejar de mirarme, tira de la toalla que cubre a Rita hasta desnudarla, toma una botella de vino y la vierte sobre ella para después beber sobre su piel. Chema no se queda atrás, retira mi toalla y tomando un puñado de fresas las aplasta sobre mi cuerpo desnudo, me refriega con ellas para después comenzar a lamerme, siento su lengua sobre mis senos, mordisquea mis pezones, desciende por mi vientre y se detiene sobre mi sexo que abre con la ayuda de sus dedos, comienza a titilar mi clítoris con su lengua, al tiempo que sus dedos me penetran; se arquea todo mi cuerpo y mis caderas avanzan hacia él, mientras siento que otras dos bocas se han apoderado de mis pezones, reconozco los cuerpos con mis manos, siento que una boca, la de Léopold se une a la mía mientras que Rita conduce la verga de Chema hasta mi vagina y le ayuda a penetrarme. Los tres están sobre mi, Léopold es el dueño de mi boca, Rita juega con la suya y mis pezones, mientras Chema bombea en mi interior y siento su fuerte descarga. Toma el relevo Léopold, siento su verga mas fuerte, mas profundo aunque lo hace con dulzura.

Veo que Rita está limpiando el sexo de Chema con su boca, para después sentarse sobre su verga y cabalgarlo, pero mi cuerpo está reaccionando a los impulsos provocados por Léopold, que mi orgasmo está muy cerca, mis piernas le aprisionan mientras acelera su ritmo, mas profundo, mas rápido, y llegamos juntos a la explosión quedándonos exhaustos. No tardamos mucho en continuar, a Chema aún le estaban haciendo efecto las pastillas de Viagra que se había tomado, de modo que fue el primero en recobrar la forma y las fuerzas y ahora se dirigía a mi. No fue muy delicado en un principio, parecía que no le había gustado que estuviera con Léopold, así es que tumbada como estaba, se puso encima mío clavándome su tremendo ariete. Repetía el mismo comportamiento que tuvo unas semanas antes, en su coche, metérmela violentamente, para luego calmarse y proceder con mucha mas delicadeza, y sabía hacerlo a la perfección, porque los dos llegamos al orgasmo de forma simultánea.

Este hombre es un caso especial, desde el primer día de conocernos no ha parado de hacerme proposiciones mas o menos indecentes, si le fuera posible se pasaría los días con su verga metida en mi vagina, me pasea por las calles con solo una túnica transparente sobre mi, de modo que todo el mundo pueda ver que estoy desnuda, me comparte con sus amigos Rita y Léopold, y al mismo tiempo es celoso como un autentico Otelo. Me quiere constantemente a su lado, está claro que desea sea su amante permanente, tenerme a su disposición cuando le plazca y como le plazca, pero todo lo quiere a golpe de dinero, no convence ni seduce, tan solo compra lo que se le antoja.

Ahora mismo está con Rita y yo estoy con Léopold que mordisquea mis pezones, mis piernas en torno a su cintura y me dejo resbalar sobre su cuerpo hasta sentir que su verga hace contacto con mi sexo: él se mueve hasta colocarse en la entrada del mío, presiona sobre él hasta que mis labios se abren dándole paso, poco a poco voy  sintiendo como avanza en mi interior, como me llena, los dos nos guiamos por la mirada del otro, y cuando siento que ha llegado al final, me muevo sobre él provocando el máximo contacto, el mayor placer para los dos, ya que él se preocupa solo del mío.

Todo es distinto de cómo imaginaba, me temía una semana de calvario y sin embargo es una delicia estar aquí. Volveré, no me cabe la menor duda, y no tanto por Chema, sino por esta hermosa pareja de amigos suyos, que ahora lo son también míos, y que, en esta semana, me han colmado de atenciones.

Jamás, antes de ahora, había hecho el amor con otra mujer, y sin embargo el haberlo hecho con Rita, reconozco que solo me ha proporcionado un placer increíble, aunque sigo prefiriendo hacerlo con un hombre, sobre todo si ese hombre es como Léopold, con su delicadeza. No hace mucho rato estaba sobre mi y su peso era agradable, frotaba con la punta de su verga la entrada a mi vagina, mientras mordisqueaba mis pezones, sabía excitarme para que yo misma buscase la penetración, y cuando se metía era incansable. Pocos hombres han conseguido provocarme como él, orgasmos tan magníficos, tantas ganas de tenerle dentro de mi.

Ahora, mientras escribo, está desnudo mirando como Rita y Chema disfrutan en el jakuzzi, tiene una soberbia erección que me provoca el deseo de acercarme a él, cosa que hago sin ningún reparo para tomar su verga entre mis manos, la acaricio y mi boca se apodera de ella por unos momentos, a él no le apetece eso, me coloca de espaldas a él y con esa verga que yo ansío, recorre todo mi dorso, se detiene en mis nalgas, me toma por las caderas, me levanta a su encuentro y siento de nuevo como entra, la saca de nuevo, la coloca a la entrada de mi esfínter, lo humedece con sus dedos empapados de saliva, y colocándola de nuevo, inicia una lenta y suave presión sobre mi ano. No protesto ni huyo del contacto, levanto mis caderas, facilito su intento hasta que siento como comienza a penetrarme, apenas si hay dolor, estoy tan empapada, tan ansiosa de él que le resulta fácil irla metiendo hasta sentir la presión de sus testículos ya pegados a mi. Acelera sus movimientos y cuando siento los chorros de su esperma que golpean mi interior, me corro yo con increíbles espasmos.

Hoy hemos pasado por una situación delicada, es lo menos que se puede decir, como todos los días, en la mañana salimos de paseo, Rita y yo vestidas únicamente con nuestras túnicas, Chema nos condujo por un laberinto de callejuelas hasta que nos perdimos literalmente, separadas de nuestros hombres en medio de un tumulto de gentes, nos encontramos en una plazoleta en la que un grupo de hombres, sentados en la terraza de un café, nos devoraban con los ojos. Sin darles importancia, nos sentamos y al momento comenzaron a hacernos gestos groseros, les ignoramos y eso parece que provoco su ira, porque tres de entre ellos se levantaron y se dirigieron a nosotras. No se que nos dijeron pero uno de ellos agarró a Rita por los senos y desgarró su bata dejándola con el pecho al aire. Ella no hizo ningún gesto de rebeldía pero si me hizo señales de que no les opusiera resistencia, así, cuando tirando de nosotras nos hicieron entrar en el café, les obedecimos mansamente. El hombre que había desgarrado la bata de Rita, ahora la empujo sobre una pila de almohadones y sacó su verga acercándose a ella, la agarró por los tobillos que llevó hasta sus hombros. En esa posición, el sexo de Rita quedaba completamente abierto y al alcance del bruto que, con un potente golpe de riñones, se la metió de golpe iniciando un incesante martilleo mientras con sus manos engarfiadas estrujaba sus pechos, indiferente a los gritos de dolor de Rita. No se como pude liberarme de los dos hombres que me sujetaban, pero conseguí llegar hasta  ella y sujetar entre las mías, la mano de Rita mientras el hombre la violaba. Algo pasó en ese momento, los ojos de Rita se abrieron y quedaron sujetos en los míos, su cara se iluminó con una sonrisa y nuestras manos se enlazaron fuertemente. No oí los gritos, ni me di cuenta de la llegada de Léopold y Chema con otros hombres, tan solo fui consciente de que estábamos abrazadas, en otro mundo, en otra esfera temporal, que la besé por toda la cara, en la frente, en los ojos, en los labios, mientras ella repetía sin cesar mi nombre,

Después y con todo cuidado nos trasladaron a la casa donde un médico amigo practicó una revisión completa sobre Rita, afortunadamente sin daños. Su mano seguía pegada a la mía y sus ojos se volvían a los míos sin cesar; no quiso que ninguna de sus sirvientas la bañara, y fui yo quien sumergida en la gran bañera con ella, la fui lavando enteramente, sintiendo los estremecimientos incontrolados de ella, cada vez que mis manos rozaban su cuerpo. No hice nada por aliviar su evidente deseo, ni ella hizo movimiento o petición alguna, hasta que manteniendo abierta una inmensa toalla, la ayudé a  salir del baño. Centímetro a centímetro fui secando su cuerpo, sin que ninguna de las dos pronunciásemos una sola palabra, y solo cuando dejé caer al suelo la toalla para depositar un leve beso sobre sus labios, emitió un gemido prolongado y se prendió a mi boca. Esta vez fui yo la que tomé la iniciativa, la que no dejé ni un centímetro de su piel sin recorrer, la que bebió de ella sin llegar a saciarme ni a saciarla. Mas tarde y ya calmadas, nos dirigimos desnudas a donde estaban nuestros hombres, ni siquiera les dejamos decir una palabra, nos abalanzamos sobre ellos, sin distinción de “propiedad”, y ellos respondieron de igual modo, se tal manera que en pocos minutos, éramos un amasijo de cuerpos y de miembros, no sabía, ni me importaba en ese instante, quien era el portador de la verga que me penetraba, ni la boca que lamía mis pezones, o a quien pertenecía la polla que albergaba en mi boca y cuyo semen absorbía gozosa.

Más tarde tuve una discusión con Chema, había hecho balance y, según sus cálculos, yo había follado más veces con Léopold y Rita, que con él, y estaba descontento, era él quien me pagaba y no estaba muy conforme con el producto obtenido. Tenía un ataque de celos y le salía el personaje vulgar que era en el fondo, así es que me propuse amargarle el resto del día.

Para nuestro cotidiano paseo, no me vestí con la acostumbrada bata transparente, sino que lo hice con una minifalda de cuero de color negro, exageradamente corta, y una chaqueta negra, cerrada al frente con un solo botón y que producía un extraño contraste entre mis piernas largamente descubiertas, y la aparente seriedad de la chaqueta. Todos me miraron extrañados, pero se abstuvieron de comentarios, y así salimos a dar nuestro paseo cotidiano. Cuando llegamos al Salón de Té, en el que solíamos tomar nuestro aperitivo cada día, todas las mesas estaban ocupadas, salvo la que nos estaba reservada; por supuesto era Rita el centro de todas las miradas, con su bata transparente, y era llegado mi momento porque, ante todo el mundo y sin que Chema se diera cuenta, desabroché el único botón de mi chaqueta y la abrí por entero, dejando que los ojos de todos los presentes se regalasen y comenzasen los murmullos. De nuestro grupo, Rita fue la sola que se dio cuenta de inmediato, y estuvo a punto de soltar la carcajada sobre todo al ver, un poco más tarde, la cara de Chema al darse cuenta de que mi pecho estaba a la vista de todos y, algunos de entre ellos, especialmente los más jóvenes iniciaban un aplauso hacia mi. A pesar de la furia de Chema, me puse en pié y me dirigí hacia el pequeño grupo que formaban, por supuesto sin abrochar mi chaqueta, me aceptaron alegres y me senté a su mesa cruzando las piernas, con lo que mi falda, ya de por sí muy corta, dejó ver que no portaba ningún tipo de ropa interior. Me reí ante sus expresiones de asombro, que aumentaron cuando les propuse mostrarles lo que yo ya conocía de la ciudad, y que, a cambio nos invitasen a Rita y a mí a cenar, si es que ella estaba de acuerdo en acompañarnos.

Los jóvenes se mostraron encantados, sobre todo cuando Rita se unió a  nosotros y pudieron admirar su preciosa silueta bajo la bata transparente que vestía. El ambiente se caldeó como por milagro, más aún cuando Léopold casi arrastró a  Chema para dejarnos solas con el grupo, y los chicos se dieron cuenta de que estábamos a solas con ellos; dos de ellos me preguntaron si era permitido acariciar aquello que veían, yo continuaba con la chaqueta abierta, y al mirarles sonriente, entendieron la muda respuesta y al momento tenía sus manos en mis pechos. A  una seña de Rita, el camarero que nos atendía, nos invitó a pasar dentro del local, que cerró sus puertas de inmediato, y quedó tan solo para nuestro uso. Al ritmo de la pegadiza música, yo bailaba con mis dos caballeros, cuyas manos no se estaban quietas pues mientras uno sujetaba mi pechos, el otro trataba de bajar la cremallera de mi falda hasta que esta cayó a mis pies quedando desnuda por entero. No era yo sola a estarlo, un rápido vistazo y comprobé que Rita y sus dos caballeros, se habían desnudado por completo y ellos se empeñaban en cubrir su cuerpo de caricias; las exigencias de los míos eran apremiantes, entre los dos me hicieron acostar sobre almohadones y se repartieron el trabajo, uno trataba de comerse mis pezones, y el otro se había empeñado en que mi clítoris, altamente sensible, me convirtiera en una mujer que solo ansiaba el máximo placer.

Tuve mi primer orgasmo en el momento mismo en que mi “comeclítoris” personal, dejó de hacerlo para meterme su polla de golpe y hasta lo mas profundo y descargarme una fenomenal corrida. El segundo no quería ser menos, en cuanto a originalidad se refiere, porque me pidió colocarme boca abajo, sobre manos y rodillas, y de esa forma intentaba perforar mi esfínter anal, consiguiéndolo en pocos segundos, el tiempo justo para que el primero de ellos, ya recuperado, me diera a comer su estupenda verga, si bien, a cada envite que recibía en mi trasero, hacía que la polla que tenía en mi boca, me llegase verdaderamente a la garganta, casi ahogándome cuando eyaculó en ella.

Rita, por su parte, no se había estado quieta, la vi tomada simultáneamente por su vagina y por el culo, cuando sentí sus mano sobre mi pecho, y ese fue el disparador para que se formase una melee de cuerpos en la que todos nos poseíamos y nadie se preocupaba de quien fuera el poseedor.

Mucho mas tarde nos acompañaron hasta la casa, en la que nos esperaban la calma y la tranquilidad de Léopold, y la rabia contenida apenas de Chema, pero él se lo había buscado y así tuvo que reconocerlo en la conversación que mantuvimos los cuatro, poco después y durante la cual Rita, tumbada sobre almohadones a mi lado, había aprovechado para llevar su mano hasta mi sexo y estaba mas pendiente de acariciar y juguetear con mi clítoris, que de la conversación en si. También a mi me estaba resultando muy difícil seguir el tema, las sensaciones producidas por las caricias de Rita me estaban llevando al paroxismo, mientras ella poniendo cara de inocente aparentaba no estar haciendo nada, así que cuando metió sus dedos hasta lo mas profundo de mi sexo, ya no me fue posible mantener control alguno, y mi cuerpo se convulsionó en fuertes espasmos, momento en que ella se avalanzó sobre mi y con su boca recibió mis jugos. Recuperadas y bañadas, un buen rato después, nuestros anfitriones nos hablaron de la sencilla fiesta que habían preparado en secreto para despedirnos, nuestra permanencia en su casa estaba a punto de terminar y yo me había sentido tan a gusto que había olvidado por completo la fecha del regreso.

La cena casi había terminado y llegaba la hora de los postres, previamente yo había saqueado la reserva de Viagra de Chema y después de pulverizar las pastillas, había mezclado el polvo resultante, en la bebida de Chema y Leopold, sin conocimiento de ellos, tenía prevista una sorpresa para ellos. Llegado el momento me ausenté del comedor e instantes mas tarde, los camareros llevaban el postre a la mesa, una enorme bandeja de helado que rodeaba el cuerpo desnudo de una mujer cubierta de chocolate. El asombro inicial dejó paso a las risas y después tres bocas ansiosas iniciaron la terea de hacer desaparecer el chocolate; mi boca, mis tetas y mi sexo fueron dominio de mis tres amigos que, sobre todo los dos hombres, rivalizaban por demostrar quien era mas goloso, así es que, en pocos minutos, estábamos los cuatro cubiertos de chocolate que yo saboreaba en la verga de Léopold, quien a su vez lo tomaba del sexo de Rita, y esta de la polla de Chema. Cuando Léopold eyaculó en mi boca, fui yo quien tome el relevo sobre el sexo de Rita, metiendo mi lengua hasta donde alcanzaba en su vagina, jugando con su clítoris, mordisqueándolo, al tiempo que Chema, ya recuperado gracias a sus eternas pastillas, me clavaba su verga en la vagina y Léopold me lamía las tetas. Fue desde luego el mejor postre que cada uno de nosotros había comido nunca.

Un par de horas después despegaba nuestro avión rumbo a Madrid, no sin antes prometer que volvería.

  • : De como los amigos son para las ocasiones
 

Relato erótico: “Viviana 5” (POR ERNESTO LOPEZ)

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SOMETIENDO 5Viviana 5

Sin títuloLa película alemana era sobre una esclava sexual, aparecía colgada de pies y manos mientras era azotada por un tipo con una capucha que le tapaba la cara, ella tenía también como una máscara de cuero que cubría sus ojos y boca. La calidad de la imagen no era muy buena pero se veía claramente como se iban formando las marcas sobre su piel, debía tener algo en la boca porque sólo se oían quejidos apagados.

Yo había visto hacia años algunos cortos en super 8 pero sólo había gente cogiendo en situaciones más o menos comunes, nada como esto, le pregunté a Viviana si ella lo conocía: “si, pero en vivo, nunca había visto una película”

En la siguiente escena la chica estaba parada, atada de pies y manos a la pared con unas bandas de cuero y seguía siendo castigada por el verdugo, luego este le colocaba en los pezones y los labios vaginales unas pinzas metálicas con dientitos y de estas colgaba pesos que estiraban la carne, continuaba luego con los golpes de fusta.

Así seguía con los tipos de tormentos más diversos, en algún caso cambiaba el torturador por una chica, pero siempre “actuaba” la misma esclava. A la mujer se la veía quemándole con un cigarrillo el perímetro del ano, una vez que completó el círculo se ocupó de introducir de la peor manera posible un consolador de importantes dimensiones y romperle el orto sin ningún miramiento.

Luego se entretuvo “depilando” a la muchacha usando para ello una vela encendida, quemaba su vello púbico dejando la piel enrojecida, también dejaba unos segundos la llama debajo del los labios y del clítoris…

Mientras veíamos estas escenas Vivi, que ya estaba en bolas, se comenzó a masturbar ferozmente, metiéndose los dedos en concha y culo, pellizcándose los pezones, estaba recaliente.

Con el doble espectáculo, el de la tele y el cuadro en vivo, me le tiré encima para cogerla con ganas, pero me paró en seco y me dijo: “antes pégame, haceme doler, insúltame, quiero que me trates como a la perra de la película”. Con las ganas que yo tenía ahí nomás le encaje un par de cachetadas bien fuertes, sabiendo por supuesto que con eso no la iba a dejar satisfecha.

Seguí escupiéndola en la cara, ella abrió bien grande la boca para que le escupa adentro, agarré un cinturón de cuero crudo y le di unos cuantos cintazos en las tetas y en la concha, respondió dándose vuelta y levantando el culo dejando claro por donde quería que le diera. La complací con una serie de latigazos mucho más fuertes que antes, el lugar es menos sensible.

La hice dar vuelta nuevamente, tome el encendedor de cigarrillos y reproduje la depilación “ a fuego” que habíamos visto hace un rato, esto le encantó, gritaba que siguiera cuando ya no quedaban pelitos por quemar, así que busqué alcohol medicinal, froté su concha roja con este y le prendí fuego, las llamas duraron más de lo que esperaba y me asusté, pero ella seguía diciendo: “dame más, puto de mierda, maricón, cobarde, haceme gozar más fuerte o tenés miedo, cagón?”

Nunca hubiera imaginado que me animaría, pero después de lo que había visto que soportaba la chica de la película y el incentivo de Viviana, la hice levantar el orto, puse una almohada debajo para que la concha quedara bien hacia arriba y le eché un chorro de alcohol adentro de la argolla, nuevamente lo prendí con el encendedor, esta vez duró mucho más.
En cuanto se apagó se la metí de una mientras ella gritaba sin parar, no se si de placer o de dolor, no me importaba. Acabé pronto como era lógico, hervía de calentura, ella lo notó, me hizo girar y quedo subida arriba mío mirándome, “¿ aguantas otro sin sacarla ? ” preguntó con una sonrisa, “ yo si, ¿ y vos? contesté al toque, “yo podría seguir todo el día, cada vez me va arder más la concha y eso es lo mejor”, mientras me cabalgaba como una posesa.

El segundo polvo tampoco tardo mucho en llegar, se bajó y me la empezó a chupar, enseguida estuvo otra vez bien dura, se puso en cuatro mirando hacia la tele y se la volvió a meter en la concha. Así que yo seguía cogiéndola y mirando la película al mismo tiempo, estaba terminando con las tetas de la chica atravesadas por cantidad de agujas hipodérmicas y otras más grandes, plateadas, como punzones.

Se la saqué un instante, puse el otro film y volví a mi tarea, la otra película trataba de un viejo que era humillado y torturado por dos minas mucho más jóvenes, vestidas con ropa sexi. El hombre estaba desnudo con un antifaz y las chicas a cara descubierta le hacían todo tipos de atrocidades, se le sentaban en la cara y lo orinaban, le pisaban los testículos, se paraban encima de su pecho con tacos agujas, lo pateaban y escupían. Junto con estas caricias lo insultaban (la película era española por el acento) le decían que era cornudo, que mientras él estaba acá a su mujer se la estaban cogiendo unos negros con una polla enorme y la iban a preñar.

A mi no me gustó, no me calentaba ver al pobre tipo tan maltratado, pero me sorprendió la malicia demostrada por las chicas, no se les movía un pelo cuando realmente hacían sufrir al viejo sin ningún tipo de misericordia. Le pregunté a Viviana si eso no le llamaba la atención y dijo: “ no, para nada, siempre la mujer es mucho más dura en el sado, a mi también, las cosas más fuertes que me han hecho siempre fueron mujeres”

Ese dato si me calentó, le empecé a dar con más energía y a pegarle unos cachetazos en las nalgas, agradeció mirándome con su mejor sonrisa lujuriosa y relamiéndose los labios. Termino la película española que obviamente era casera, tomada con una cámara fija todo el tiempo, duraba una media hora. Nosotros seguíamos cogiendo con nuestra propia calentura sin prestarle demasiada atención a la pantalla, acabamos ambos una vez más y nos dimos el beso más apasionado que se pueda imaginar, estábamos felices.

Dijo: “te amo, estoy loca por vos, me quiero venir a vivir y que pasemos todo el día cogiendo como animales”, me quedé callado como un boludo, no sabía que decir. En realidad yo también tenía con ella una calentura absoluta, cuando no estábamos juntos me la pasaba pensando que podía hacer para agradarle más y muchas veces eso terminaba en una paja furibunda, pero me sorprendió con su afirmación y me asustó: no estaba preparado.

Por suerte rápidamente añadió: “ si no fuera por mi hijo ya lo habría hecho, la estoy pasando muy bien con vos, pero juré cuidar a Maxi antes que nada y voy a cumplirlo”, respire aliviado y le dije: “ya estamos cerca de la hora de salida, lávate un poco y anda a buscarlo”. Cuando salió del baño
pregunté: “¿podrá ir vos a devolver las películas esta tarde?, tengo que trabajar y después facultad”, “ si, el nene siempre duerme una siestita a la tarde, puedo dejarlo un ratito y devolverlas”
Bárbaro, le entregué los dos videos y la dirección del videoclub, cuando salía le ordené: “anda con una mini bien cortita”…

CONTINUARA

 

Relato erótico: “El criadero” (PUBLICADO POR PEDRO)

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DE LOCA A LOCA PORTADA2

El criadero

IMG_0073Termine la facultad, mis abuelos tienen un criadero de cerdos, bueno mi abuela, vive sola en el pueblo, donde solo produce para consumo interno para el pueblo, comencé a trabajar, solo dure un año la empresa cerro, fue cuando

  • Carlos hijo visitaremos a la abuela

  • Papá crees que la abuela quiera darme trabajo

  • Pero Carlos, si producen solo para consumo interno

Vamos al criadero todos, se pelean pero por no cuidar a la abuela

  • Hijos no se preocupen por mi, vivo bien en este lugar

  • Abuela quiero asociarme contigo

  • Carlos hijo, puedo darte trabajo, sabes necesito alguien administre este lugar

  • Abuela te prometo que lo haré lo mejor  como administrador

Desde ese día comencé a trabajar, llevar todo lo que se gastaba, la compra de alimento, el pago de los que trabajan, cuidando los animales, descubrí que el capataz ganaba más de lo que era su paga vi a la abuela entrar a donde era una como ordeñadora de vacas, solo teníamos tres vaquillas ningún toro, se lo dije a la abuela

  • Abuela el capataz cobra mucho, gasta en alimento que no compra, que guardas en la ordeñadora que no puedo entrar

  • Nada que te interese, tu sigue en tu trabajo

  • Bien

Seguí con mi trabajo, pasando cosas a la computadora, vi como mi abuela entraba con tres tíos, era el  anterior administrador, su médico que trabaja en el pueblo, el capataz, vi por una ventana como  ella se quitaba la ropa, mi abuela no es tan vieja como parece, solo tiene creo 70 años, con su traje de cuero con una polla grande, no sé qué les dice, los tres se quitan la ropa, los pierdo de vista, fue mi día de descanso, marche al chalet  de mis padres de visita

  • Hijo como te va

  • bien padre

  • la abuela como esta

  • bien

Platico de cosas sin importancia, vamos a cenar,  después a dormir, en la mañana regreso al criadero, al llegar entro, lo que veo me deja sin palabras

  • zorras estúpida, las follo a reventar

  • abuela que pasa aquí

  • tu eres una perra como estas, me respetas como todos en este lugar

  • abuela no lo hagas

  • toma perra, a cuatro patas al piso

  • a mí nadie me trata así

Le pego, la tiro, la veo, tiene fuego en los ojos el rostro algo rojo, no sé si por el golpe o por lo molesto

  • eres un cabrón, como te atreves a pegar a tu abuela

  • no te levantas,  no sabes lo que te pasara

  • esta es mi casa, perras agárrenlo, le daré una lección, quedara bien domado

  • no se atrevan o sufrirán lo mismo

  • está bien tu ganas

  • vamos abuela  levántate

  • ahora tu eres el amo

  • no tu sigue con lo que haces

  • ellas no me respetaran como antes

  • ella seguirá siendo el ama, no quiero saber que se revelan

  • ahora quiero que te folles a esta perra rebelde

  • no abuela, ella no

  • porque no quieres follar a María

  • la amo, no quiero hacer lo que tú haces con ellas, quiero casarme tener hijos,

  • quiero que me hagas una pansa, darte un hijo, bebas la leche de mis tetas, tal vez montes estas perras, las preñes

  • quiero que no tengas secretos conmigo

  • si , a donde vas

  • hare el amor, con mi futura esposa

Subo con María al cuarto, pasa un mes cuando la abuela vuelve a follar  con sus  tres perras, no sé como pero tiene un ovulo congelado, lo fecunda con mi semen, se lo mete, parece imposible, ella tiene un hijo mío, como prometió bebo su leche, claro que primero se lada a nuestro hijo, con María me caso, tengo dos hijos, la pareja con ella todo es normal, mi abuela sigue jugando con sus perras vivo feliz con mis tres hijos

  • : marchamos a visitar a mi abuela pido trabajo en su criadero, solo produce para consumo interno del pueblo, encuentro que falta comida tiene muchas cosas que actualizar, descanso unos días al regresar mi abuela tiene a sus tías del servicio, como esclavas, no se como me ve quiere someterme, trata de pegarme, no lo logra la tiro termino sometiéndola, me dice lo que esconde en la ordeñadora, ella dice que me dará un hijo, me dejara mamar la leche que deje nuestro hijo, su doctor tiene guardado un ovulo lo fecunda, se lo mete, por increíble que parece, tiene nuestro hijo, quiere hacer con María una de sus juguetes no lo permito, me caso con ella, vivo feliz, con María tengo la pareja, con mi abuela solo el niño, ella sigue jugando con sus perras
 

Relato erótico: “Ucronologia: El comienzo” (PUBLICADO POR ROZAS)

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cuñada portada3He de admitir que escribir mis memorias sería demasiado largo y muy complejo. Nací y viví en lo Sin títuloque hoy se conoce como en la segunda mitad del siglo IV después de Cristo, precisamente en el peor momento de la historia. La caída del Imperio Romano de Occidente, como hijo de un senador me envió directamente al frente, ¡a mí! El menor de las familias, el que a sus quince años se había dedicado a recopilar textos históricos y que nunca le había importado la política. Pero se dio como se dio, en un sentido fue peor que nunca, fuera el único a la vista con un gladio, a caballo, muy patético. Y cayó la ciudad.

A decir verdad tuve suerte, hui, pero la perspectiva era horrorosa. Mujeres violadas, niños mutilados, caían como bolsas de carne frente a los Vándalos. Lo cierto es que estaba al menos feliz, aquella Roma estancada y sobrepoblada desaparecía. Igualmente me escape con todos los textos que pude copiar de la biblioteca romana antes que el fuego les llegase encima, y sin decir más me fui a Egipto antes de que las oleadas de barbaros continuasen.

Al llegar allá me di cuenta al ver las ruinas pre-Agustinas que la idea de inmortalidad del Imperio siempre fue imposible, y me acorde de la quema masiva de archivos. Sin duda tiempos oscuros se acercaban. Pero no me lamentaba, sentía frustración e ira, pero no sentía deseos de vengarme de los germanos. Lo que si deseaba era volver a mi tierra natal, algún dia, y ver las ciudades renacer, puras, carentes de burocracia y de dolores de cabeza. Volver a apreciar las obras como las de Constantino o Augusto, en vez de la decadente y perezosa barbarizacion. Pero eso se había perdido.

Hasta que dos años después de no salir de la biblioteca de Alejandría y hablar con los sabios locales, me encontré con algo maravilloso. Un ritual para la divina inmortalidad, indudablemente era impresionante que nadie más lo haya encontrado, pero no era algo que nadie más podría soportar…¡no se podía tener relaciones sexuales! Se trataba de un ritual de una diosa ante-egipcia, Innana, que le permitiría al portador el crecimiento de una “flor roja” dentro de una zona especifica del corazón para que la “sangre mala” no permita contagiar a la “buena” y el crecimiento se detenía. Me sorprendió, se supone que un tal “Gilamesh” lo invento en su momento como un método para perdurar su vida hasta encontrar un momento, o persona, idóneo para envejecer. No duro diez años. Pero detrás había una misteriosa figura de los cartagineses, Moloch, no me comentaron mucho. Al parecer decían que uno no solo se volvía inmortal, estaba “vivo en la muerte” o algo que no pude entender correctamente.

La gran mayoría que lo probaba eran adultos o viejos, ningún joven como yo. Y ningún joven que por las malditas costumbres de la Roma contemporánea no podía mantener relaciones. Así que, nada que perder, todo que ganar. Lo que note fue que era un proceso bastante siniestro, me llevaron una noche al rio Nilo en una noche de luna nueva, entonces note que estaban acercándose dos fenicios que tomaron a dos niños de no más de ocho años del cuello.

Los pusieron mientras temblaban de miedo sobre una basilla donde se encendió casi por arte de magia, un fuego que alumbraba una estatua.  En ella aparecía una figura aterradora, era Marduk siendo devorado por Moloch mientras este violaba a un niño.  Comenzaron a recitar palabras en un idioma desconocido, me agarraron de los brazos al ver que intentaba huir.

-Tranquilo, esto es la mitad, ya verás el resto.-No pude ver su expresión mientras temblaba de miedo. Y dijo- No escaparas como un mortal de acá.

Desnudaron a los niños y encendieron sus túnicas para tirarlas a un pozo al lado de la estatua. Donde había miles de niños degollados y cadáveres al rojo vivo. Los degollaron y los tiraron con lágrimas en los ojos al pozo. Seguían recitando palabras, me dieron mi gladio, y me desnudaron. Fui arrojado al pozo mientras lo cerraban. Las luces se apagaban, y me encontré con algo salido del infierno.

Moloch, estaba sorbiendo los cadáveres como si de un tifón se tratase, me arrastraba a su enorme boca. Pero me vio tentador. En medio de los cadáveres apareció con una figura horrible, tenía la cabeza y el pene de un burro, y media como cuatro metros de altura. Con espuma en la boca me dijo en mi lengua:

-Te voy a montar.

 Me obligo a ponerme contra la pared, pero con mi gladio le metí una apuñalada en la garganta. Chillo de dolor mientras veía su sangre negra correrse, note que se estaba desasiendo. Como si fuese cera, saco con su brazo delgado una enorme espada de bronce. Pero un golpe certero en su boca le hizo retroceder, no me habían entrenado en plugio para nada. Finalmente alzo los brazos para atacarme, pero le di una apuñalada en el pecho, después lo patee y cayó al piso. Lo continúe apuñalando hasta que cayó de dolor y se fue desangrando.

Comencé a ungirme con su sangre cada parte de su cuerpo, hasta que finalmente estaba un poco más oscuro y rojo que antes. De la cueva entonces se asomo una mujer desnuda con alas, como si de la luz de la mañana se tratase, y me dijo:

-Mataste al cuerpo físico de Moloch. Ahora vas a caminar por los dos mundos, por más que te bañes o te llenes de perfume la sangre te seguirá cubriendo.- Puso mi mano sobre mi pecho, y recito unas palabras.- De ahora en adelante no envejecerás, mientras no sientas la calidez de otro ser humano. Porque eso le demostrara a la muerte que aun podes generar vida.

-¿Y si pido que me castren?

-¿Preferís ser un gordo con voz de falsete el resto de la eternidad? -Claro que no  quería- No obstante podes morir por el fuego y el hierro. Te sanaras más que el resto, pero no te salvara de todas. Si pensas en hacerlo conmigo, olvídate, también cuento.

Así nomas desapareció, para cuando salí ya me había dado cuenta de los cambios, veía sombras que se transformaron en dioses y diosas de miles de religiones. También a demonios y genios, caminando con la gente como si nada.

No me puedo quejar, recorrí todo el norte de África en mis primeros cien años, recogiendo información de todo el lugar, observe el nacimiento del imperio Justiniano y su caída. Después fui hacia el Asia cuando los imperios chinos comenzaban a formarse, recorrí desde Persia hasta la India donde aprendí artes arcaicas y ciencias de diversos tipos. En China me embarque en los diferentes ríos del lugar, consiguiendo diversos secretos acerca de la ingeniería y la química. Aprendí a perfeccionar mis habilidades en artes marciales entre las guerras mongólicas hasta que ningún guerrero a caballo podía atacarme sin morir. Logre aprender diversos idiomas, y los traducía todos al latín que me habían enseñado. En ese momento comencé a transcribirlos en imprenta y depositarlos en específicos lugares para ocultarlos. Estuve cien años.

De vuelta en la India pase años perfeccionando mi meditación mezclándolo con la respiración griega hasta llegar a voluntad a fuerzas físicas superiores, y a poder transmutar mi mente a la de varios animales como aprendí en los persas y mongoles. Conocía toda la historia de los dioses y demonios, hable y me maneje con muchos cada vez que necesitaba algo de plata u oro. Del mas allá conocí inclusive las formas de expandir mis capacidades mentales para retener en mi memoria todo a su perfección, e incluso como transmitir mis pensamientos. Todo eso me tomo doscientos años.

Conocí a personajes que después se volverían ilustres, como Genhis Khan, Marco Polo (al que inclusive corregí en más de una ocasión), Kublai Khan y a diversos emperadores de la Dinastía Chi.

Subí hasta el Tibet donde logre asesinar a decenas de monjes que me negaron a traducir sus textos al chino, pero conseguí hablar a uno y me apropie también de eso.  Así estuve durante otros cien años

Con el tiempo me fui de vuelta a Oriente Medio donde me encontré con el nacimiento del Islam, donde logre ocultar a tiempo los restos del templo de Moloch. Mi fama entre los brujos solo increment. Pero aun así conseguí diversos minerales preciosos que logre usa para transmutarlos en otros. Mi viaje continuo donde mis conocimientos en medicina solo crecieron, así como la lectura de los astros. No solo eso, sino que comencé a comprender mas la economía de los países y ciudades.  Estuve ciento cincuenta años

Continúe por el sur de África, donde me encontré con diversas tribus las cuales poseían una curiosa serie de rituales que rozaban con la más cruda versión de incivilización que vi. Pero también me permitieron mejorar mis artes arcaicas al punto que era capaz de manipular las masas a largo plazo, así como “absorber” la suerte ajena. Con el tiempo aprendí a hacer uso de diversas pieles para poder transfigurar mi forma a los distintos animales hasta volverme cualquier animal que conozca. Allí estuve unos doscientos años.

Al volver al norte me entere de que en China estaban deseosos de armar barcos gigantes para explorar el resto del Océano. A pesar de mi larga vida nunca había sido marino, pero me embarque como polizonte donde pude visitar muchos lugares de Indonesia donde anote acerca de la ingeniería de los barcos, los frutos que tenían, etc. Comencé a hacerme un huerto en una isla donde los deposite, junto a una serie de artículos importantes de las diversas civilizaciones del sudeste asiático, incluyendo una katana. Una pésima arma, muy poco práctica y carente de cualquier clase de técnica real. Donde estuve yendo y viniendo por otros cien años con tal de conseguir hasta el último de los mejores animales y varios arboles prácticos. También en su momento asesine al almirante ya que su armada contaba con 40000 barcos gigantes para “comercio”, le provoque pesadillas hasta que murió de un ataque.

Inclusive lo convertí en un punto de encuentro para que la diversa comunidad de seres sobrenaturales pudiese ir y venir trayéndome cientos de conocimientos. Posteriormente fui en barcos chinos al continente que se bautizo como América, donde explore diversas civilizaciones de cada región. Encontré oro en abundancia el cual me reserve, además de telescopios de jade y un curioso calendario-cilindro que permitía conocer el destino en los aztecas. Aprendí varias lenguas y me lleve diversas verduras a medida que iba avanzando, además de conseguir diversas formas de “iluminación” con drogas diversas. Continúe por el Perú hasta llegar al Imperio Inca. Y llegue a Paraguay donde aprendí de la yerba mate, y me la lleve para mí. Continue hasta llegar al Rio de la Plata, al que encontré casi desierto. Había estado otros cien años, y decidí volver finalmente a Europa.

Por una serie de tratos en lo relacionado al destino, un viejo demonio me pidió que llevase la peste negra a Europa. Lo que colabore, la vi podrida y decidí destruirla por completo. Por lo que cargue con ratas muertas y demonios surgiendo del cadáver cientos de cadáveres a las ciudades. Espere lo mejor, solo los mejores podrían sobrevivir y al menos los cambios sociales se forzarían a ocurrir.  Un Baal mismo me pidió que colaborase con el trabajo y a cambio me otorgo la formula de legendaria piedra filosofal.

En tanto ya me había vuelto legendario en las filas del mal. En tanto me encontré con el Imperio Otomano, donde me bañe, ya que me acostumbre en América y China a hacerlo todos los días. Estuve otros cien años aprendiendo los nuevos aportes en ciencias diversas. Finalmente visite Inglaterra y vi los telares.

Para el 1492 sentí que mi viejo continente estaba retomando su forma. En definitiva las cosas se iban a poner agitadas, así que también era el mejor momento para poder obtener lo único que se me había sido negado desde mis tiempos de mortal: Poder.

La condesa Benigna era una mujer soberbia, en el Reino de Nápoles era la única noble que poseía su ciudad propia. Tenía veintitrés años, pero había enviudado tres veces.

 Venia de una familia noble notablemente problemática, sus tíos  eran guardianes y torturadores. Su madre se había tirado de la ventana cuando la condesa solo tenía cuatro años, su padre tenía la costumbre de violar monaguillos para después matarlos en las afueras del pueblo donde la llevaba a observar. Sus hermanos mayores habían muerto en base de duelos contra caballeros. Su tía materna a corta edad le enseño a la corta edad de doce años varias cosas, desde las artes del envenenamiento, el engaño, la magia oscura, hasta los placeres con otras mujeres.

El vaticano la odiaba y ella al vaticano. Pero era intocable. Aprovecho cada momento de su vida para reírse en la cara de las autoridades vestales, si el papa prohibía un libro, ella lo conseguía y lo divulgaba. Si echaba brujas, ellas las recogía. Si el papa mandaba a matar un sodomita, ella realizaba fiestas con monaguillos sodomitas mientras se masturbaba encantada viéndolos.

Pero un irónico juego del destino hizo que cada vez que se casase su marido muriese a los tres meses, unos dicen que ella mato a uno degollándolo mientras dormía, o el se suicidaron por verse incapaces de conversar con ella sin vomitar. Otro se cayó, tiro, o fue empujado por un acantilado. El tercero se descompuso y murió en el acto, misteriosamente. Y al tercer año ella tenía, en el momento, veinte años y ni siquiera había tenido un hijo. No solo eso, sino que los nobles de los alrededores le tenían miedo, como si estuviese completamente maldita.

No obstante inspiraba una sensualidad que desbordaba, con una piel bronceada propia de las napolitanas, senos grandes con pezones negros y grandes. Unos ojos marrones oscuros, ligeramente almendrados y una melena larga y ondulada de  un  negro azabache harían a cualquiera poner rígido de una forma u otra. Mediría metro ochenta y era particularmente sadomasoquista en el sexo incluido.

-¡Escúchame, puta!- Le dijo mientras le propiciaba una cachetada que le dejo una marca a Carolina, su asistente en el ocultismo.- Hace medio año que te tengo en busca de la solución para mi maldición, ¿y qué conseguiste? ¡Nada!

-Pero señora…-Le propicio otra cachetada que le dejo la cara roja. Lloro un poco por el dolor.- Es difícil, no he visto la causa aun de sus males, tal vez sea solamente su mala suerte…

Esta vez fue un golpe que dejo a la joven bruja contra el piso, se agarro la herida, chillando un poco. Carolina era una joven bastante bella, no vestía más que su uniforme de galena, pero no ocultaba un cuerpo grácil. Tenía el pelo un poco más liso y claro que Benigna, ojos azules y una piel pálida y suave. Con sus diecisiete años media metro sesenta y cinco, y estaba asustada a más no poder de Benigna. Si bien ella había visto un par de cosas turbias, la condesa sí que era peligrosa.

-¡No hay tal cosa como mala suerte!- La agarro de los pelos y se  llevo la cabeza de la joven frente a si-¡¿Te olvidaste quien soy yo?! ¿Qué carajos te va a pasar si te suelto y dejo que esos cornudos de la Iglesia te agarren.

Le arranco la capa negra que traía, dejándola con sus pequeños pero redondos senos al aire, quiso huir. Pero Benigna la agarro y le saco la parte trasera, totalmente desnuda. Benigna la puso en cuatro y la sentó sobre su falda, le dio abofeteadas hasta dejarla con la piel al rojo vivo.  Mientras no paraba de gritar y llorar la bruja. Pero Benigna no se detuvo, comenzó a abrirle los labios de la vulva y a acariciarlos mientras Carolina comenzaba a gemir y cada vez que parecía estar a punto del orgasmo, una nueva nalgada la devolvía a la realidad. A los diez minutos no aguanto más, sus ojos azules llenos de lagrimas vieron a Benigna con un gesto confuso.

-¿Quién es el ama de tu existencia?

-Usted…por favor…

-¿Queres que pare?- Benigna sonrió, la tenia sometida.

-¡Termine, ama mía!

Sin duda Benigna había domado a muchas doncellas, comenzó a pellizcarle los pezones, pequeños y rosados y a masajearle los senos. La irguió frente a ella para facilitar el trayecto, entonces uso su otra mano para comenzar apretarle el clítoris hasta hacerla gritar. Jugaba con el, lenta y duramente, triturándoselo con el pulgar, disfrutando que literalmente controlaba los gemidos de la pálida muchacha. Carolina gemía duramente, como si quisiese retener su venida, sus mejillas rojas y su garganta saca solo incrementaban la excitación de Benigna. Comenzó a soplarle las orejas y a lamerle el cuello, sensaciones eléctricas recorrían a la bruja. Acabo en su mano, poco a poco sus suspiros de placer aumentaron hasta que sintió como su vagina como si de una cascada se tratase, comenzó a desbordarse de jugos vaginales  que le llegaron hasta los muslos y resbalaron por sus piernas. Manchando el piso de mármol.

-Lame- Le ordeno metiendo sus dedos en la boca de Carolina, que chupaba mientras sus ojos lloraban de la indignación. La tiro al piso, con las piernas abiertas y aun caliente.- Debemos conseguir alguien que te estrene, odio limitarme así.

Carolina no dijo nada, comenzó a agarrar los restos de su ropa mientras trataba de tapar sus senos. Con un gesto de vergüenza nada disimulable.

-Encuéntrame un buen esposo, sino te tiro para los monasterios para que el Abad haga lo que se le dé la gana. Sería una lástima.- Le paso el dedo por la raya del culo haciéndola gemir.- Un juguete tan precioso para alguien que no se lo pueda usar.

Carolina quería llorar, sabía que escaparse era imposible, y que la loca esa sobrestimaba la magia. Pero Benigna estaba ocupada con otros asuntos en su ya complicadísima ciudad, uno de sus hermanos había muerto en medio de un duelo, en el que estúpidamente desafío a cinco al mismo tiempo…y gano, con demasiadas heridas. En definitiva la escalada política, social y económica en su familia era más una pelea contra la locura misma que contra enemigos reales.

Pero por los lazos familiares que la unían estaba obligada a adoptar a sus dos sobrinas, y enseñarles cualquier estupidez para conseguir un buen marido o ser independiente…pero el problema es que los nobles de la ciudad estaban todo el santo día matándose entre sí, y con el Reino de Nápoles la alianza política se había vuelto rígida. En otras palabras, los tiempos cambiaban para peor, el dinero se estaba volviendo el único método para tratar de ganar poder.

-Oh, Claudina, Agustina hace años que no las veo. Están crecidas.

Claudia y Agustina conocían perfectamente la mala fama de su tía Benigna, temblaban de miedo. Las dos eran mellizas de dieciséis, pero no gemelas. Claudia media aproximadamente un metro setenta, era de piel un poco oscura, tenía los ojos verdes oscuros y su cabeza estaba finamente cubierta de unos rizos rubios quemados por el sol. Mientras que Agustina era una muñeca de cera que apenas llegaba al metro sesenta, con ojos y pelo muy oscuros, también lo llevaba corto y rizado. El cuerpo era un contraste también, Claudia poseía unos senos medianos y apiramidados, y un culo redondo y suave, en cambio Agustina lo tenía parado y duro.

No era de menos, ir de la bella y civilizada ciudad de Milán a una ciudad casi desconocida de Nápoles que tanto las clases populares como las nobles vivían en edificios del estilo romano arcaico. Lleno de judíos, griegos y otros seres que nada tenían que ver con el Sacro Imperio Romano de donde pensaban sacar marido.

Honestamente era un cambio muy desagradable. Inclusive si semanas antes su padre había muerto y su madre se había tirado de la ventana por razones que ellas no querían explicar.

-¿Qué carajo ven?- Les dijo Benigna con voz bronca. Mientras Carolina llegaba detrás casi cojeando por el ejercicio sexual previo.

-Hola, tía…- Animo a decir Agustina mientras abrazaba a la otra con cierto miedo.

-¿No ven que casi es de noche? ¡Pasen! Que no tenemos todo el día, ¡mañana se les va decir lo que quieran, ahora déjense de joder y pasen.

Pasaron a la entrada mientras unos sirvientes hacían pasar el equipaje. Nadie durmió bien esa noche, como uno de los sirvientes dejo caer sobre el pie de Benigna una maleta, ella lo tiro al suelo y lo azoto hasta hacerle incapaz de levantarse. Agustina y Claudia durmieron juntas esperando lo peor, y Carolina abrazo a su gato negro esperando alguna idea o recuerdo que la salve.

Por supuesto yo había visto esto porque me había transmutado temporalmente en un cuervo. Me decidí, ya había estado en la ciudad meses antes y me di cuenta de la situación, en definitiva Benigna ya era casi la dueña de la ciudad. Y sus dos sobrinas al adentrarme en su mente, las descubrí como excelentes contadoras. Para llegar a ellas solamente necesitaba que Carolina me abriese las puertas a la mansión. En tanto, me encargaría de estimular el deseo entre las mujeres de la casa, porque sabía que desde el punto de vista estratégico, Nápoles era el mejor puerto de comercio hacia las potencias allegadas. Y su estabilidad política podría permitir el crecimiento industrial que vi en Inglaterra.

Así que envía a un par de íncubos, no a los clásicos brutos con una pija del tamaño de su puño. Sino que a los estimuladores del sueño. Me debían un favor por proteger archivos suyos en medio de la Inquisición, así que siempre estaban dispuestos a ayudarme en mis fantasías masturbadoras. Aun convertido en cuervo me dispuse a observar al par de graciosas mellizas.

Era otoño casi invierno, pero Milán es mucho más frio. Vestían apenas camisones blancos, y estaban abrazadas a la luz de la luna, que se filtraba por el vidrio azulado.  A eso de las tres de la mañana envíe a los dos incubos, uno para llevarle una lujuria a esas apetecibles sobrinitas y otro para llevarle un libro a Carolina, porque la pobre bruja me hizo sentir pena, además tenía curiosidad de ver si realmente había un demonio en el lugar.

En cualquier caso mientras Carolina dormía frente a su escritorio, encontraría  uno de mis escritos de ritos, cualquiera serviría para materializar un demonio.  El gran problema es que no tenía ni idea como iba invocar a su campeón para salvarla…

Mientras Agustina comenzó a recordar algo, no lo sabía, como cuervo mis habilidades psíquicas eran menores, pero los íncubos siempre les hacen recordar algo que excite a las mujeres y a las jóvenes.  Claudia comenzó a suspirar pesadamente, también parecía recordar algo que hizo que sudor y suspiros se despierten en ella. Las dos se despertaron y se quitaron el pelo de la cara, mientras se acomodaban en la cama.

-Soñé con mama- Soltó Claudia.

-¿Vos también?

Eso me intereso, sobrevolé cerca del candelabro.

-Creo que me acuerdo de algo que no vi hace mucho tiempo.- Dijo Agustina mientras acariciaba su rizado y oscuro pelo.

-Sí, antes de que ella se haya tirado de la ventana.- Se dijo- En el momento en que la encontraron con la criada. Nosotras nos habíamos escondido detrás de las cortinas por un juego, cuando teníamos como seis, y ¿Qué habíamos visto?

-Era a mama… con la sirvienta.- Agustina se sonrojo al decir eso. Me metí en sus pensamientos y note que Claudia pensaba lo mismo.

Era una escena bastante deliciosa, la sirvienta se trataba de una mujer muy mayor. Tenía el pelo bastante enmarañado y arrugas en la cara, además de unos brazos muy pálidos y delgados. Con unos ojos bastante azules y burlones. En cambio la madre de ellas era una mujer de tez pálida, ojos marrones oscuros y con un pelo negro azabache y armonioso.

Ellas entraban en la habitación y la cerraban con llave. Mientras que la sirvienta con una expresión irónica en su cara le comenzaba a acariciar la cara, mientras que la madre de Claudia y Agustina desviaba la vista con algo de vergüenza. La otra, la comenzó a desnudar. Hasta que únicamente la parte inferior de su cuerpo estaba cubierta por una delgada tela.

“-Siempre volves a mí. ¿Eso no quiere decir algo?

-Sigue siendo chantaje, no penses nada.”

La anciana rio, entonces le comenzó a rascar la barbilla.

“-Ya han pasado casi diez años. Encontrarte con unos cuantos libros de herejía, que simple. La primera vez te lo hice para que yo no avise a tu padre. Después bien me podrías haber matado. Pero una puta como a vos le encantan las viejas con su aliento podrido, su piel rugosa y su vulva bien velluda, ¿no?

-Yo…”

La anciana, le dio una abofeteada, mientras se lamia los labios.  La anciana forzó los labios contra la boca de la joven mujer, mientras el aliento podrido bañaba la boca de la mujer, su lengua llegaba a hacer que vaya gimiendo de placer. Los ojos de la anciana la miraban mientras que los de la joven madre se cerraban de placer. La comenzó a tocar por lo bajo mientras las piernas de la joven mujer parecían querer hacer que los dedos de la anciana quedasen atrapados entre sus muslos. La dejo de besar un momento para que eche un gemido, por lo bajo,  y la vieja le lamio el cuello para después morderle la oreja.

“¿No te encanta ser así de puta?

-No soy una…-Dijo mientras aun trataba de dominar su pasión, pero la vieja agarro uno de sus oscuros pezones y se lo apretó con furia. La mujer abrió sus ojos con dolor. Mientras la vieja la empujaba poniéndola en cuatro.

-¿Qué sos?- Ronco la vieja. Entonces alzo algo de la tela que ocultaba unas nalgas redondas y pálidas. Le propicio una nalgada que le dejo la piel roja. La otra mujer lloro de dolor y humillación. Otra nalgada mientras le comenzaba morder el pezón izquierdo con dureza.- ¡¿Qué carajos sos?!

-Soy una puta.– Pero la vieja, la volvió a nalguear. La joven mujer chillo de dolor. La vieja agarro sus nalgas y le abrió un apretado ano. Entonces comenzó a insertar el mango de un peine, lentamente, mientras su ano se seguía cerrando, tratando de evitar que entre más…o que salga. Aquella madre no paraba de llorar de dolor y humillación , mientras la vieja comenzaba a lamerle los labios de su vieja. Con un viejo apasionado y lento que abrazaba el resto de sus labios.

-¿Qué sos?– Le volvió a preguntar, hablando con su vagina. Volvió a introducirle el mango, que ya comenzaba a sacar hilos rojos de sangre que caían en la nariz de la vieja.

-¡Soy TU puta! ¡Y la de nadie más, ni siquiera de mi esposo!– Gimió mientras la veía por sus senos

Libérate, putita mía– Con estas palabras, la joven mujer tuvo un furioso orgasmo. Su vagina expulso líquidos que mancharon la alfombra, sus pálidos muslos  y la lengua de la anciana mientras caían a forma de cascada. Se derrumbo sobre el piso, cansada y llena de vergüenza. Incapaz de mirarse al espejo que había al otro lado de la habitación. Con lagrimas en los ojos pero con una sonrisa de placer que solo la hacían odiarse más a sí misma.

Con facilidad la anciana la subió sobre la cama mientras se llevaba los fluidos de su amante. Cantando una canción bastante alegre. La joven madre ni la quería mirar.

Querida negar tu goce no es nada sano, por lo menos no físicamente- Rio sarcásticamente

Retírate-Le dijo sin mirarle, sus nalgas estaban expuestas y ella mostraba su espalda pálida- No quiero verte en lo que queda del día. Me siento asqueada por todo.

Seguro que sería demasiado horrible ver tu cara de puta, cuando gemís como loca. ¿No? Eso es malo, es mentirte a vos misma, ¿no?

La anciana salto sobre ella y con unas cuerdas le ato las manos detrás de la espalda. Y mostro un espejo detrás de la cortina. Abrió el armario y apareció un viejo, de la misma edad que la criada. Pero su mirada estaba perdida, no ciego, sino que mirando al vacio. Era un siervo, de piel muy oscura, y con un aura de idiotez.

Linda adquisición, ¿no? Para un sirviente imbécil lo único que hay que hacer es darle de comer. Lo compras y lo matas.

¿Qué pretendes?-No respondió la anciana, le agarro el miembro y comenzó a masturbárselo mientras lo hacía avanzar a donde la madre. El hombre comenzó a agarrarle las caderas, en tanto la mujer estaba viéndose llorar. La anciana en tanto le decía al susurro.

Dale grita, mira que si nos encuentran vos terminas peor que yo ¿no?– En tanto el retardad ya estaba introduciéndole el miembro, la mujer comenzó entonces a gemir y llorar. El bombeo fue rápido y constante, provocando en la mujer suspiros de placer. En tanto la vieja se estaba masturbando de placer, al ver a su alumna suspirando de placer y viendo su cara con culpa al mismo tiempo.-¿Imagínate si este imbécil te preña?¡Que delicioso! ¿Cuál será tu nivel de sumisión?

El nombrado imbécil la cabalgaba con furia, mas por instinto que por ingenio, había logrado hacer que se retuerza de placer. Rozando tanto mente como pared vaginal, que la joven mujer ya no podía mas, estallo en otro orgasmo. Bañando el miembro oscuro del imbécil. Pero este continúo con sus brutales embestidas, al punto que la madre ya había tomado conciencia y lloraba de dolor y culpa. El imbécil tomo una última carga y se descargo. La semilla ardiente baño el cuello uteral de la mujer, haciendo que chille de dolor. Retiro el miembro, y cayo dormido. La mujer también se apoyo, cansada. La anciana, apoyo  su vagina al fondo de la cama. La madre se arrastro para lamerla nuevamente, con pasión.

Un mes después vio su vientre crecer, cuando su esposo llevaba semana de excursión de casa. Y se tiro por el balcón junto a la vieja.

 

 

 

  • : Un romano virgen e inmortal vuelve a su tierra natal después de 1000 años de juntar conocimientos a lo largo del mundo, con una Europa que reconoce como llena de potencial ilimitado para dominar el mundo decide conseguir poder metiéndose dentro de la cama de la Condesa del unico Reino estable de Italia,y ¿por que no? Al del resto de sus familia.
 

Relato erótico: “Maremoto” (PUBLICADO POR SIBARITA)

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Un importante personaje me ha hecho una propuesta indecente, me ofrece 30.000 € por Sin títuloacompañarle, como única pasajera, en un crucero de tres semanas, para visitar todas las islas del Mediterráneo.

Tiene un velero y el capricho, por llamarlo de alguna manera, de tenerme a toda costa, quizás incrementado por las muchas proposiciones que me ha hecho en los dos últimos años, sin haber nunca conseguido nada.

En esta ocasión se ha pasado y no cabe duda de que la oferta es tentadora, ese dinero me permitiría cancelar todas mis deudas que, en realidad no son tantas, pero agobian, y comprar un montón de pequeñas cosas que necesito. Por otro lado, la idea de recorrer las islas del Mediterráneo no es menos seductora, es una oportunidad única.

Hay sin embargo un pero…, y es lo que me preocupa. Su barco requiere una tripulación de cuatro personas, incluido el Capitán, y esto es lo que me preocupa. La idea de ser la única mujer en el barco, con cinco hombres, no solo es una idea inquietante, sino la preocupación por una posible tragedia. De un barco no hay escape posible y no soy tan ingenua como para no darme cuenta de que existe un peligro y que el factor riesgo es importante; todo ello, por supuesto, sin conocer en absoluto a esas personas…

El Importante, es un hombre de unos 56 años, norteño y con pinta de bruto, es robusto, medirá 1,70 – 1,75, relativamente culto y educado. Está casado y tiene un par de hijos ya mayores. Es un canalla, de eso no me cabe duda, y su obsesión conmigo no la esconde, creo que su virtud es que habla muy claro, aunque eso también sea prepotencia. Su plan consiste en todo sexo, así como suena, otra cosa es que creo debe llevar las bodegas del barco llenas de Viagra, por lo que se promete, pero voy a hacer un recapitulativo porque estoy hecha un lío.

Días antes de iniciar el viaje y para conocernos, tendríamos un encuentro en un piso de su propiedad. Me facilitaría las llaves, previamente, y yo deberé esperarle vestida solamente con un delantal.

Realmente todas sus indicaciones están copiadas de un texto mío, La Secretaria, según parece se ha convertido en un texto fetiche para él, y quiere recrearlo al pié de la letra.

Cuando él llegue, tendré que recibirle como si estuviera realmente enamorada de él y hacer exactamente lo que sigue:

(Fernando, tan apuesto y elegante como siempre, aprieta el botón del timbre. Espera impaciente algunos segundos y la puerta se abre. Sus ojos expresan asombro y admiración. Sonríe. En el dintel de la puerta aparece Sonia. Está radiante y completamente desnuda. Sólo la cubre un gracioso delantal de cocina. Esboza una sonrisa sensual y terriblemente seductora).

SONIA:

        ¡Hola!

FERNANDO:

        Hola.

SONIA:

        Pasa.

 

(Fernando traspasa el umbral y la puerta se cierra tras él, absolutamente fascinado, contempla a Sonia. La recorre de arriba abajo con la mirada).

FERNANDO:

(Sorprendentemente tímido).

Vaya… estás… estás preciosa. Jamás pude imaginar que me recibieras así.

SONIA:

(Sensual).

¿Quieres que te diga la verdad? Yo tampoco.

(Hay música de fondo. Sting).

FERNANDO:

(Totalmente entregado).

¿Bailas?

(Sonia asiente. Él la toma por la cintura y, bailando, atraviesan el lujoso hall y desembocan en el salón).

Siguen bailando suavemente, totalmente entregados. Penetran en el amplio salón).

SONIA:

(Susurrándole al oído).

He preparado una cena exquisita… te chuparás los dedos. Me he tomado el día libre.

(Pícara)Quiero experimentar en la cocina.

FERNANDO:

He cenado ya. Te cuesta tanto cenar conmigo que pensé que era inútil invitarte. Pero no importa. La noche es larga y mi apetito también. Probaré tu cena. Por cierto… además de en la cocina…

(La despoja lentamente del delantal).

… ¿te apetece experimentar en algún otro sitio?

SONIA:

(Muy sugerente).

Puede… ¿por qué no pruebas?

FERNANDO:

(Besándola suavemente entre la oreja y el cuello).

Por ejemplo… ¿qué te parece si experimentamos esta zona?

(Ella ronronea con placer al tiempo que cierra los ojos y ladea la cabeza).

FERNANDO:

Ahora creo que debemos experimentar por esta otra…

(Fernando va descendiendo la cabeza y comienza a besar los senos de Sonia. Se arrodilla y aprieta el armonioso cuerpo de ella contra el de él. Besa su vientre y consigue la máxima excitación. Es un recorrido muy sabio. Sonia le habla con los ojos cerrados y voz entrecortada. [Plano muy corto del rostro]).

SONIA:

Debería… debería ser yo quien te pagara a ti…

FERNANDO:

Te quiero, Sonia. Eres mi locura.

SONIA:

(Entregada).

Yo… yo también te quiero.

(Fernando se yergue de nuevo y ambos se besan repetida y ansiosamente en la boca.)

Aparte de esta escena que desea recrear, se supone que durante el resto del día y de la noche, se lo va a pasar poniendo en práctica conmigo, todo lo que pueda saber sobre sexo, aunque también supongo que vendría con cajas repletas de Viagra.

Después de esa sesión continua de sexo, iniciaríamos el viaje en avión, teniendo como destino Marraquech, donde iríamos a un palacete propiedad de unos franceses, amigos suyos. Por supuesto, su idea es que durante el tiempo que estemos con ellos, tengamos sesiones de sexo a cuatro, y que toda nuestra estadía allá, no sea otra cosa que una permanente orgía. Dice haberle encargado a su amiga, la compra de diversas túnicas de seda natural y trasparentes, que será la única ropa que debo usar durante todo el viaje, por supuesto, cuando se le antoje. Todo esto me confirma la idea de que pretende pasemos los días de estancia en Marraquech como si de un maratón de sexo se tratase, así como lucirme por las calles y a su lado, para que todo el mundo me vea desnuda.

No es esto todo, el crucero en el barco es altamente preocupante, sola, única mujer en el barco, con cinco hombres como tripulantes y pasajero, significa que piensa en que los cinco me follen a destajo, porque nadie podría convencerme de que toda la tripulación, Capitán incluido, van a permanecer inmutables mientras hace que esté a todas horas desnuda y ante todos. Imagino la escena, o al menos una de ellas.

Pasear desnuda por cubierta, sentarme a su lado y comenzar a acariciarme será todo uno, pero no es lo mismo hacerlo a solas en un camarote y en privado, que hacerlo ante la tripulación, eso es una clara provocación, una invitación a que todos participen y que yo me convierta en el alimento de las fieras….

Han pasado diez días, estamos anclados en la bahía de Nápoles,  el barco se mece sobre el agua y yo aprovecho para descansar un poco de las largas sesiones de sexo de los últimos días. Todo muy normal, salvo el hecho de que soy la sola mujer a bordo y que permanezco todo el día desnuda, siento sobre mí, y cada vez más, las miradas de la tripulación, todos hombres de entre 30 y 50 años que tiene el Capitán.

Debo haberme quedado dormida, me despierta el frío de una copa que Chema acaba de posar sobre uno de mis senos, abro los ojos y efectivamente, está de rodillas a mi lado y, junto a él, sosteniendo un par de botellas de champagne está Paolo, el más joven de los tripulantes. No tengo apenas tiempo de beber un sorbo cuando Chema me quita la copa de las manos, su boca se apodera de la mía, juega con mi lengua mientras sus manos me recorren entera. Su boca abandona la mía y desciende hasta mis pezones y mientras los mordisquea siento que su mano abre los labios de mi sexo, me acaricia, titila mi clítoris que se humedece rápidamente, sus dedos me penetran… Abro los ojos y me encuentro con los de Paolo fijos en mi, está sudando y sus manos que sostienen la botella tiemblan. Chema, inconsciente de esa mirada, le ordena que descorche la botella y que la vierta lentamente sobre mi, desde la cabeza a los pies. El frío del vino me hace estremecer. Chema con su boca va bebiendo sobre mi, siento que sus manos separan mis piernas, pero sus manos están sobre mis senos. ¡No son sus manos!, ni es tampoco su boca la que ahora se apodera de mi sexo, es Paolo quien me corta el reflejo de cerrar fuertemente las piernas. Intento hablar, decir que no quiero, pero la boca de Chema cierra mis labios y su lengua penetra en mi boca; la de Paolo hace estragos, ha encontrado mi clítoris que mordisquea tratando de excitarme, y lo está consiguiendo; la presión de su cuerpo entre mis piernas impide que las cierre, deja sus manos libres para que con sus largos dedos me penetre, sin dejar por ello de que su lengua paladee mi clítoris.

Las caricias combinadas de los dos hombres hacen que mi vagina comience a segregar, qué en un momento, mis jugos vaginales inunden la cara de Paolo. Todo se precipita, siento que en oleadas todos mis músculos se tensan, espasmo tras espasmo hasta que un formidable orgasmo sobreviene dejándome agotada, totalmente indefensa.

Los dos hombres se retiran de mi, con un paño limpian entre mis piernas cuidadosamente, con delicadeza. Sin decir palabra, Chema me tiende una copa de champagne que bebo ávidamente, me sirve una segunda y me acerca la suya en un brindis mudo, mientras Paolo se aleja y en mi cabeza las ideas se entrechocan. Me pongo en pié y aún desmadejada desciendo al camarote, necesito descanso y poner en orden mis ideas.

Cuando subo a cubierta lo hago vestida con una gruesa bata de esponja, Chema, recostado sobre una tumbona sostiene entre sus manos una copa y me mira expectante, yo tampoco digo una palabra. Frente a él, desanudo la bata y la dejo deslizar hasta el suelo, estoy desnuda, y al verme su cara se ilumina con una sonrisa. Me tiende su copa, de la que tomo un sorbo y al devolvérsela toma mi mano y me atrae hacia él haciéndome sitio a su lado, sobre la tumbona.

Estaba inquieto, me dice, y es su sola frase porque su boca se adueña de la mía, y sus manos me recorren entera. Yo comienzo a besarle, recorro su torso con mis besos y mis manos encuentran su sexo erecto. Lo tomo, lo acaricio, sin dejar de recorrerle con mi boca, levanto la mirada hasta fijarla en sus ojos, y de allí la desciendo hasta su sexo. Lentamente desciendo hasta él y lo acaricio con mis labios, lo apreso con mi boca, es bastante grueso pero lo hago entrar hasta tocar con mis labios sus testículos, inicio un movimiento de vaivén mientras se deja ir, acaricio su vientre, y sus caderas comienzan a moverse, mete y saca su verga de mi boca, cada vez está más excitado. Al cambiar de postura, siento, otra vez, una presencia extraña, es Paco, el Capitán que nos observa desde cerca, en el mismo momento, a Chema le sobreviene su orgasmo, trago apresuradamente su semen para no ahogarme, mis ojos fijos en los del Capitán que avanza un par de pasos sin dejar de mirarme. Me pongo en pie, con calma enjuago mi boca con el champagne que queda en la copa, lo escupo por la borda y avanzo hacia la estatua de sal en que se ha convertido. Le agarro de la mano y es cuando reacciona, como puestos de acuerdo iniciamos una carrera por la cubierta, hasta su camarote.

Nada mas entrar, sin tiempo apenas para cerrar la puerta, me toma entre sus brazos, me cuelgo de su cuello y con mis piernas abrazo su cintura, siento que sus manos desabrochan su pantalón, y de pronto el roce de su sexo erguido; colgada como estoy voy resbalando mi cuerpo en busca de su falo, no necesita ayuda, húmeda como estoy, rápidamente encuentra su sitio y me quedo totalmente empalada sobre él. Es una unión violenta, ambos nos agitamos como si quisiéramos exprimir completamente al otro, caemos sobre la litera, rodamos sobre ella, él arriba o debajo, yo lo mismo.

Alguien ha entrado, me sorprenden otras manos que desde atrás agarran mis senos, no quiero mirar, tan solo siento el peso de otro cuerpo sobre los nuestros, algo caliente que pugna entre mis piernas desde atrás. Sigo clavada sobre la verga de Paco y con otra que busca mi ano, me contraigo, trato de razonar y ya no puedo, sintiendo esa presión violenta. Quien sea, detiene el movimiento, se vuelve lento, trata con suavidad de penetrarme hasta que lo consigue, y a partir de ahí es la locura, ya no hay control que valga, los tres nos agitamos violentamente, un orgasmo, dos, tres, son incontables, sus descargas me llenan, ríos de semen corren por mis piernas, estoy agotada y me sorprendo a mi misma, no me siento en absoluto arrepentida.

El barco ha fondeado en una pequeña cala de Mikonos, nos preparamos para ir a tierra. Mientras la tripulación apresta la lancha en que lo haremos, me miro al gran espejo que ocupa toda la pared del camarote. Me satisface lo que veo, la túnica  me cubre desde el cuello hasta los tobillos, es casi completamente transparente y a través de ella, veo todo mi cuerpo totalmente desnudo; me pregunto como van a acabar los caprichos de Chema, no creo que, pese a su fijación,  las respuestas de la gente cuando me vean pasear desnuda totalmente bajo esta bata de seda, sean indiferentes, eso puede que pase, como ya ha sucedido, en la casa de sus amigos de Marraquech, pero no creo ocurra lo mismo en las calles estrechas de Mikonos.

Y así es, como me imaginaba, todos los hombres de la isla están revueltos, todos quieren verme mas de cerca, tocarme, poseerme allí mismo, en la calle o sobre la mesa de un bar. Los hombres de la tripulación forman un círculo protector alrededor mío. Y al verlo, los hombres de la isla, jóvenes y viejos, se mantienen expectantes, haciendo comentarios entre ellos mientras Chema, feliz me acaricia descaradamente abriendo los botones del frente de la bata. Ahora ya no es que se vea mi cuerpo desnudo a través del tejido semitransparente, ahora el aire cálido acaricia mis senos enteramente descubiertos, como lo hacen también las manos de Chema erizando mis pezones.

Se ha colocado en pié detrás de mi, y tomando los bordes del escote lo abre enteramente, lo desliza de mis hombros, estoy con todo el torso descubierto y frente a mi tengo a una docena de hombres que me miran hambrientos. A una señal suya Paolo se aproxima, sin mirarme a los ojos, se arrodilla ante mi y pone sus manos sobre mis rodillas. Quiero evitar lo que imagino va a seguir, pero mis fuerzas no llegan a tanto y un instante después mi sexo descubierto recibe la visita de la lengua del joven marinero; bastan unos segundos para que esté mi sexo desbordando, jamás me había sentido tan excitada, con mis manos aprieto su cabeza contra mi, le apreso con mis piernas para no dejarle escapar, su lengua me penetra por unos instantes, enseguida me abandona y se pone en pié para tomar mis piernas y colocarlas en torno a sus caderas. No se como lo ha hecho, pero siento como su verga me penetra de un golpe, el choque de su pubis contra el mío es violento. Alguien me sostiene por la espalda para evitar que caiga, mientras las manos de Paolo sujetan mis caderas y me aprietan contra él, otras manos se adueñan de mi cuerpo, las hay sobre mis pechos que aprietan sin mesura, sobre mi vientre, sobre mis nalgas tratando de abrirlas, consiguiéndolo y, de pronto, un ariete brutal que me penetra. Mi grito de dolor solo se inicia, como si lo estuvieran esperando, otra verga penetra en mi boca y llega hasta mi garganta, pierdo la consciencia de los actos, siento tan solo que si una verga sale del lugar que ocupa, otra ocupa de inmediato su puesto hasta descargar su semen que me inunda por todas partes y corre libremente desbordando de mi boca, de mi ano y mi sexo, semen de  todos los hombres del poblado mezclado con mis propios jugos producto de innumerables orgasmos.

Semi-inconsciente siento que me transportan, que me sumergen en un medio líquido, manos que limpian mi cuerpo, que extienden sobre él cremas balsámicas, que me ayudan a caer en un profundo sueño.

Han pasado varios días, seguimos navegando, desnuda sobre la cubierta y con los ojos cerrados, juego conmigo misma a adivinar de quien es la mano que acaricia mis senos, los dedos que me penetran, los cuerpos que me cubren. Las vergas que siento en mi interior y que tanto placer me producen. Vivo casi en un permanente orgasmo, y no me explico cómo antes de empezar este viaje, pude vivir sin ello.

Pertenece a Paco, el Capitán del barco, la lengua que titila mi clítoris, el dedo con el que me penetra dilatándome, dos, tres dedos. Para de pronto y tomando mis caderas me da la vuelta y me coloca en posición de perrito. No cabe duda, es el capitán por el tamaño de su verga, su ancha cabeza no encuentra resistencia alguna cuando me penetra, estoy empapada y aprovecha para mojar sus manos, para extender esa humedad hasta mi ano y colocar su verga a la misma entrada sin cesar de hacer presión. No le cuesta demasiado, gracias a la dilatación previa, en dos o tres movimientos se abre camino, y de un potente envite la hace entrar hasta su misma raíz. Ambos nos movemos al unísono, despacio, más deprisa, vertiginosamente, hasta que siento un potente chorro de semen que inunda mi interior y mi orgasmo acompaña al suyo.

Algo ha debido tomar porque no se detiene, apenas lo justo para darme la vuelta y colocarme boca arriba, con mis talones apoyados sobre sus hombros. En esta posición mi sexo queda completamente abierto y a su merced, su inmensa verga penetra mi vagina con envites secos y profundos, Por momentos parece que va a salirse enteramente, para penetrarme una y otra vez; el roce de su sexo contra mi clítoris me produce espasmos, contracciones que no me es posible dominar, siento un orgasmo tras otro, como antes jamás había sentido.

Cambiamos de postura nuevamente, me toma en pié, con mis brazos rodeando su cuello, mis piernas en torno a su cintura y su verga clavada hasta lo mas profundo, sus manos?. ¡Otra vez!, otras manos aprisionan mis pechos, pellizcan mis pezones y la presión de ese cuerpo me aprieta aún mas contra el cuerpo de Paco, siento otro sexo que intenta poseerme como este lo hace. No es posible!, me doy cuenta de pronto que tengo al mismo tiempo, alojadas dos vergas en mi vagina hiper-dilatada. Acompasan su ritmo aunque les debe resultar difícil mantenerlo, porque siento que la presión del segundo disminuye y se retira. Sin embargo y como si se hubieran puesto de acuerdo previamente, esa retirada es solo una estrategia para tomar impulso, esta vez es mi ano el que se abre para darle cabida. Los tres nos movemos furiosamente en una carrera en busca del supremo orgasmo, y los tres llegamos casi en el mismo segundo. Después, descabalgados, reconozco a mi último invasor, es Chema el que me sonríe mientras descorcha una botella de Champagne y a gollete, nos la da a beber y la rotamos entre los tres hasta vaciarla.

Se acaba el viaje, han sido quince días en una casi permanente orgía, días en los que he aprendido entre muchas cosas, mi propia ansia de placer, que antes desconocía. Vamos a desembarcar y ya estoy preparada, visto mi preciosa túnica de seda transparente y bajo ella mi cuerpo entero está desnudo; cuando subo a cubierta, Chema y su tripulación me miran admirados. Como has cambiado, dicen, mientras los cinco me acarician y me besan. Yo me despido de ellos, a mi manera, claro, me agacho en medio del circulo formado por los cinco, desabrocho sus pantalones y voy tomando en mi boca, una tras otra, las cinco vergas pero sin darles tiempo a que se corran. Ahora tengo que cuidar mi aspecto, y escoltada por los cinco hombres que no quieren soltarme, llegamos hasta el coche de Chema, que nos espera. Al chofer, al abrirme la puerta, falta poco para que se le salgan los ojos de sus orbitas.

Chema pregunta, donde te llevamos?. A tu casa, respondo, mirando a los ojos del chofer a través del espejo retrovisor….

 

P.S. No he contado los cinco días pasados en Marraquech, esa es otra historia.

 

  • : De un viaje en barco lleno de sorpresas
 

Relato erótico: “La casa de los horrores” (PUBLICADO POR SIBARITA)

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verano inolvidable2

El frio me despierta y al hacerlo aunque entre brumas, me doy cuenta de que estoy en una postura Sin títulomuy forzada. Estoy casi doblada por la cintura, mis piernas levantadas y los pies apoyados sobre algo que no tardo mucho en darme cuenta de que son los hombros de alguien, y que ese alguien tiene su verga metida en mi vagina. Me están follando!.

Poco a poco me voy dando cuenta de mas cosas, que una gruesa polla no para de entrar y salir de mi vagina, siento algo extraño pero no puedo revolverme, y aunque ahora tenga los ojos abiertos, no reconozco el cuerpo que siento sobre el mío; siento sus envites pero no me siento excitada en modo alguno, tampoco me repugna ni hay ningún rechazo por mi parte, como si fuera lo mas normal del mundo el despertar o soñar, no se muy bien lo que es real o es un sueño, con alguien que no se quien es y que me esta follando.

Pasa el tiempo muy despacio, tampoco tengo prisa, ni siquiera en abrir los ojos, pienso que todo es normal, no saber quien está sobre mi, hasta que viniendo de muy lejos, mi cuerpo va llenándose de sensaciones. No se si es esa verga que siento metida hasta mi matriz,  unos dedos que titilan mi clítoris o el mismo golpeteo de la verga, pero mis caderas empiezan a moverse por  si solas, al encuentro de la polla que me excita. Se acelera el golpeteo y cambia todo, ahora son chorros y chorros de esperma los que me van llenando y es al sentirlos cuando todo mi cuerpo reacciona y me sobreviene un orgasmo tal que grito y me aferro con las uñas sobre la espalda del cuerpo que me cubre. He perdido el sentido por unos minutos, y ahora cuando lo estoy recuperando y mis ojos se abren reconozco al violador y recuerdo todo lo que ha pasado. Sin brusquedad él me ayuda a sentarme sobre el sofá en el que estábamos, le miro a los ojos que me sonríen y no entiendo nada aunque rapidísimas imágenes van apareciendo ante mis ojos mientras recupero lentamente mi consciencia, todo ello bajo la mirada de Tony, así se llama, igual desnudo que yo y una de cuyas manos sigue acariciando uno de mis senos. Me pone entre mis manos una copa que bebo con verdadera ansia, es Jerez y sabe que me gusta, al tiempo que me pone en la boca una pastilla un poco amarga y que trago con el alcohol-

No siento ni malestar, ni rabia ni extrañeza; soy consciente de que me acaba de follar sin que mi voluntad estuviera puesta en ello, que acabo de tener un fuerte orgasmo y que su semen desborda de mi vagina; tan solo siento una extraña laxitud que me hace aceptar las cosas sin verme afectada por ellas.

Se pone en pie a mi lado y hace que su polla acaricie mi cara, también lo acepto y hasta abro mi boca para que la ponga en ella, pero en un momento me retiro y él toma asiento nuevamente a mi lado. Me ofrece otra copa, que bebo, me hace apoyar mi espalda en su pecho para con sus manos agarrar mis tetas y me habla al tiempo que juega con ellas y pellizca mis pezones.

Me dice haber llamado por teléfono a mi casa e inventado una excusa cualquiera para que le recibiera, como le invité a tomar un café y mientras lo serví, hizo caer una pastilla, igual a la que acababa de tomar, en mi taza y yo la tomé sin darme cuenta, lo que provocó mi total perdida de consciencia en un par de minutos, y una vez inconsciente me desnudó y me folló hasta el despertarme.

Me explica ahora que las pastillas son de corto efecto, aunque la primera vez que las tomas te hacen un efecto fulminante y la inconsciencia, mientras que ahora, con la segunda, el efecto que logra es la perdida de la voluntad, pero no de la consciencia. Al llegar a este punto y como para corroborar sus palabras, se levanta nuevamente y se pone frente a mi, con su verga a pocos centímetros de mi cara, y sin tocarla siquiera con mis manos y sin que él dijera una palabra, abrí la boca para dejarla entrar aunque no mucho tiempo, pues enseguida me hace acostar sobre el sofá y abrir las piernas para meterse entre ellas, clavarme su polla y comenzar a bombear cada vez mas fuerte. Me está llegando hasta los ovarios y su roce con mi clítoris me excita progresivamente, siento próxima la llegada de un orgasmo, pero él frena de golpe sus envites, saca su polla de mi vagina empapada y la apoya sobre la entrada de mi culo; así cambia de sitio varias veces hasta conseguir que también mi culo esté empapado, y es entonces cuando apoya la cabeza de su polla sobre el y comienza a hacer presión hasta meterla totalmente. Me duele un poco, al principio, pero enseguida ese mismo dolor se convierte en placer. Me ordena que me mueva, y mis caderas responden siguiendo su cadencia, y así durante largo rato, cada vez mas fuerte y mas rápido; está ocurriendo algo que no hubiera pensado nunca, me están follando por el culo y lo estoy disfrutando, hasta el extremo de que echo mis nalgas hacia atrás y lo hago con violencia, es el momento de mi orgasmo y del suyo; le he sorprendido con tan salvaje movimiento y no puede evitar correrse nuevamente dentro de mi, y después le cuesta separarse, aunque al hacerlo lleva de nuevo su polla hasta mi boca y esta vez si, respondo a su invitación y le tomo por entero en mi boca mientras mis manos acarician y juegan con sus testículos. Su polla va creciendo, recobra su vigor y la hago entrar hasta el fondo de mi boca, hasta la misma garganta, soy yo ahora quien le está follando, la dejo salir hasta que mis labios solo apresan su glande, la trago entera nuevamente y así repito y repito el movimiento, hasta que nuevamente se corre dentro de mi boca y le limpio con mi lengua y mis labios.

Descansamos, aunque con los dedos de una de sus manos no cesa ni un momento de masturbarme. Fumamos y bebemos una copa. Le pregusto, puesto que soy consciente de ello, por que me ha drogado, por que no ha parado de violarme, y lleva horas haciéndolo, pero no me responde con palabras, atrae mi cabeza de nuevo hacia su sexo y otra vez me lo mete en la boca, no mucho rato, tiene ganas de ensayar nuevas cosas y me tumba de nuevo, esta vez para meter su cabeza entre mis piernas y con su boca comer de mi vagina, me mordisquea el clítoris y ahí siento que me muero, no me ha hecho daño pero todo mi cuerpo se convulsiona y mis muslos se cierran sobre su cabeza para retenerle allí donde está, pero se me escapa para ahora jugar con su polla en mi vagina, para metérmela despacio o fuerte, a su entero capricho porque no se si será por el efecto de la droga que me ha dado, o por la cantidad de orgasmos que me ha provocado y él ha tenido dentro de mi, que ahora siento que soy suya por entero, que estoy dispuesta para todo lo que él quiera. Ya casi ni le quedan fuerzas, solo las necesarias para dejarse llevar hasta mi cama en la que le acuesto boca arriba, le masturbo con mi boca y con mis manos para que recupere su rigidez o una parte de ella, y cuando lo hace me siento sobre ella y la hago entrar, pero no por mi vagina, sino directamente por el culo y de esa manera me vuelco sobre él y nos quedamos dormidos, agotados.

No se cuanto tiempo habíamos pasado durmiendo, pero continuaba teniendo la misma sensación de pasividad que antes de dormirme, pese a sentirme ahora totalmente despierta. Sencillamente esperaba ordenes, que alguien me dijera lo que debía hacer, y asi que, cuando me dijo que tenía que revisar mis armarios, le llevé al vestidor y permanecí a su lado mientras revisaba toda mi ropa. Seleccionó algo muy sencillo, un vestido tipo camisa, de lino negro y cerrado en el frente por botones; junto con el seleccionó una escueta tanga del mismo color, y me dijo que me lo pusiera y maquillase en consecuencia con el color del vestido. Una vez hecho y calzada con sandalia de tacón alto, del mismo color negro me ordenó ponerme frente a él para revisar el conjunto al que dio su aprobación, no sin antes desabrochar los tres primeros botones lo que le permitió abrir bastante mi escote, de hecho me dejó el vestido abierto hasta casi mostrar las tetas en un escote en V mas que revelador, sobre todo porque mi talla de sostén es la 95, con lo que mis tetas pese a mi silueta estilizada se veían exageradamente. Con esa vestimenta, los ojos pintados de un negro intenso y un toque de rojo en mis labios salimos de la casa y caminando me llevó hasta un pub lleno de hombres centroeuropeos de todas las edades y casi todos los ojos de los presentes se volvieron a mirarnos. Lo primero que hizo al sentarnos fue recordarme que nada podría hacer para revelarme contra su autoridad y sus ordenes y, como para probarlo, desabrocho el cuarto botón de mi vestido si que yo opusiera la menor resistencia y a sabiendas de que mis tetas iban a estar mas tiempo fuera que dentro del vestido.

Sentado en un sofá tomamos mas copas de Jerez, notando cada vez que nos servían que ya mis tetas estaban desnudas, por las miradas del camarero que no me perdía de vista y que se quedó de piedra cuando vio como Tony, con total descaro me mordía los pezones, me subía el vestido hasta casi la cintura, en primer lugar, para seguir después hasta quitármelo  enteramente y  dejarme tan solo con la tanga.

Estaba claro que el camarero iba a montar un número impresionante, pero Tony le llamó y sacando un importante fajo de dinero, se lo entregó y con ello cerró su boca,  y no solo su boca porque vimos como se alejaba un momento para volver con un biombo que colocó de forma que nos ocultase a las miradas de los clientes mas cercanos. Como premio, además del dinero que ya le había dado, Tony le llamó para que yo a mi manera también le diera las gracias, lo que quería decir que yo abriese la bragueta de su pantalón, le sacase la verga y me la metiera en la boca unos minutos; era un juego para él y me refiero a Tony, estaba disfrutando mas que nunca en su vida con el poder que había adquirido sobre mi, se había convertido en mi dueño y maestro gracias a las pastillas que me había hecho tomar, y allí estaba yo, sin importarme nada, tan solo obedecerle y aceptar ahora que el camarero se corriera en mi boca, que tragase su semen y enjuagase mi boca con el champagne de una de las botellas.

Llegó después el turno de quitarme la braga, cosa que me ordenó de hacerlo lentamente, como lo haría una verdadera profesional, pero sin indicar a que clase de profesión se refería, aunque tampoco era muy complicado imaginarlo. Tambada sobre un sofá jugaba con su verga sobre mi clítoris, la metía y la sacaba en mi vagina, me excitaba y mas aún cuando sentí sobre mi otras manos diferentes a las suyas, me dio la vuelta para ponerme boca abajo, levantando mis caderas hasta casi ponerme de rodillas y de espaldas a él, todo para ponerse tras de mi y meterme su verga hasta el fondo de mi vagina y acariciando mi clítoris con sus dedos; cuando me encontró suficientemente mojada a su gusto, sacó su polla y la puso sobre mi esfínter, presionando hasta haberse colocado enteramente dentro de mi. Otra polla se metió en mi boca y como aún había candidatos, ambos se retiraron para buscar nueva postura. Primeros me sentaron sobre la polla de él, que se metió enteramente en mi vagina y sentí que me llegaba hasta los mismos ovarios, su guardaespaldas presionó para hacerme inclinar hacia adelante y poder metérmela por el culo, y el tercero, el camarero, hizo que se la tomase con mi boca hasta que los tres reventaron dentro de mi y me dejaron llena de su semen.

El resto… la rutina que habían instaurado, fueron llamando gente que directamente me follaron, yo no se cuantos fueron, pero fueron muchos.

Era ya tarde cuando salimos del bar, teníamos hambre y encontró abierta una especie de taberna, bastante llena de gente del Este, es en una zona donde conviven mucha gente de países eslavos de distintas nacionalidades pero con varias cosas en común, grandes, ciclados, jóvenes y rapados en su mayoría. Tony, antes de entrar en la taberna, había desabrochado nuevamente varios de los botones de mi vestido, con lo cual mis tetas lucían casi a la vista, lo que hizo que al entrar nosotros, la mayoría de los clientes se volvieran a mirarnos. Nadie hizo comentario que pudiéramos entender, pero las sonrisas en las caras de los presentes ya lo decían todo. Avanzamos hacia una mesa vacía, con un brazo de Tony sobre mis hombros, su mano desabrochando un nuevo botón y abriendo el frente de mi vestido hasta la cintura, su mano ahora apretando uno de mis pechos, y cuando nos sentamos, subiendo la falda hasta descubrir la tanga que portaba.

Se acercó uno de los hombres, no era un camarero, se veía que posiblemente fuera el dueño o al menos un gerente, muy sonriente le preguntó a Tony por el significado de nuestra aparición, cuando este le respondió que era para el disfrute de todos, soltó una sonora carcajada, se acercó a mi y me agarró las tetas tirando de mi hasta hacerme levantar de la silla. Debía esperar alguna respuesta de mi parte y su cara se tensó cuando vio que no la había, que yo alzaba mis manos para ponerlas sobre las suyas y aumentar así la presión sobre mis pechos; aún así reaccionó rápidamente y le preguntó a Tony que tipo de droga me había hecho tomar y sin  esperar respuesta, me cogió en sus brazos para tenderme sobre una mesa de billar, en la que terminó de desnudarme. Directamente sacó su polla para meterla sin miramientos en mi vagina y en ella estuvo bombeando durante mas de media hora hasta que se corrió en mi interior. Después de decirme que me vistiera, lo hizo él también y se sentó con nosotros en uno de los sofás que había en un rincón del local. Parecía creer que yo era un regalo que Tony le hacía, no se por que motivo y ahora le hablaba con bastante soberbia, se dedicaba a mi casi exclusivamente, haciéndome preguntas sobre quien era yo, que había ido a hacer allí junto con Tony. Había comprendido que yo actuaba así, como lo hacía, condicionada por la droga que Tony me había hecho tomar, quería saber cual era y donde la había conseguido, y a pesar del tiempo transcurrido desde la última pastilla, estaba decidido a saber todo sobre ella, el efecto que hacía y cuanto duraba, hasta donde llegaría yo bajo sus ordenes y, sobre todo, el efecto que pudiera hacer no relacionado con el sexo. Le ordenó a Tony que le entregase todas las pastillas que llevase encima, estaba claro que no saldríamos de allí hasta que él lo decidiera, así es que una vez que hubo recibido varias pastillas, envió a Tony a la trastienda acompañado de uno de sus ayudantes, y me dedicó a mi toda su atención.

No se había molestado ni en mandar cerrar las puertas del local, era evidente que él era la autoridad suprema en la zona, y todos se dirigían a él bajo el nombre de Vodia. Seguía entrando y saliendo gente del local, que se guardaban mucho de mirarnos fijamente o de hacer comentarios, pero Vodia quería saber mas sobre el poder de la droga; me puso en pie y desde el centro del local ordenó poner música y que yo bailase para ellos, colocaron varios focos de luz para hacer que mi vestido fuese aún mas transparente, mientras un par de sus acólitos salían del local para vigilar desde fuera. La música era sensual, aunque yo no la conocía para nada, y comencé a bailar lentamente, envuelta en la melodía y moviéndome con toda la sensualidad de la que soy capaz. Por momentos, alguno de los presentes, obedeciendo las instrucciones de su jefe, se dirigía a mi para acompañarme en el baile, al mismo tiempo que hacía descender el escote de mi vestido y desnudaba y acariciaba mis pechos; otros me abrazaban con fuerza y me besaban metiendo su lengua en mi boca, subían el bajo de mi falda hasta por encima de mi tanga, o acariciaban mi vulva bajo ella. Después me dio la orden de continuar bailando al mismo tiempo que hiciera un striptease para todos ellos, y cuando estuve desnuda, apareció alguien con una colchoneta inflable, había llegado el momento de pasar a mayores, aunque antes vi como Vodia sacaba su verga del pantalón y me llamaba a su lado, era para que me sentase sobre sus piernas y así clavarme su polla en mi vagina. La sentía llegar muy alto y no paraba de moverse, la metía hasta los mismos ovarios para luego sacarla casi por completo, no paraba en su juego, ni cesaban sus besos ni la presión de sus manos sobre mis tetas, mordía mis pezones y yo respondía con igual intensidad a todo lo que me daba. Me levantó en volandas, solo quería hacer avanzar mi cuerpo y que su polla, ahora fuera de mi vagina, estuviera en contacto con mi esfínter anal, y ahí sentí por primera vez en mi vida como si me desgarrasen enteramente cuando me dejó caer libremente y me metió todo lo largo y ancho de su verga en mi culo. Grité de dolor, por supuesto, pero no hizo caso de mis gritos, ni de las risas de sus amigos, parecía que deseaba entrar enteramente en mi, en ese momento todo era poco para sus deseos y si la sacó de golpe, fue para hacer que uno de sus amigos se desnudara y tendiera sobre la colchoneta. El mismo me llevó hasta empalarme sobre su polla tiesa, hizo que me tumbase al tiempo que él lo hacía encima de mi y esta vez no buscaba mi culo sino mi vagina ocupada por la polla del otro; buscaba meterme la suya al mismo tiempo, que tuviera las dos pollas dentro de mi vagina y, después de forcejear un tiempo lo consiguió y mi vagina se abrió como nunca antes lo había hecho. No me atrevía casi ni a moverme, ya no sentía el dolor y mi cuerpo reaccionaba a la excitación del momento, los dos pugnaban por lograr meterse mas adentro, por descargar mas cantidad de semen, por meterse enteros en mi vagina si hubieran podido, y en medio de aquella orgía salvaje, Vodia metió en mi boca otra de aquellas píldoras de Tony, y en pocos minutos, el tiempo desapareció por completo, todo era sexo violento, sin limites ninguno, era el tiempo de repetir la entrada de dos pollas pero directamente en mi culo ya dilatado al máximo, de que una tercera se metiera en mi boca, que varias otras descargasen su semen sobre mi cuerpo, de que su violencia fuera también la mía, y cuando ellos cedieron, derrengados, otros tomasen el puesto abandonado y todo continuase con mas fuerza si eso era posible, y sí lo era, porque en el tercer lote mi cuerpo ya no tocaba el colchón siquiera, me mantenían en el aire las manos de todos los que me acariciaban, los que me penetraban por todos los lugares posibles. Fueron mas de veinte los que me poseyeron, y muchas mas corridas las que cubrian mi cuerpo y llenaban mi vagina y mi culo que chorreaban como manantiales sin que yo me sintiera satisfecha y fue de nuevo Vodia el que tomándome en sus brazos me sacó de aque local por una puerta disimulada en el muro, y me llevó hasta un coche que hizo arrancar velozmente mientras se oían sirenas policiales. No nos cruzamos con ninguna patrulla, supongo que por milagro, hasta que paró el coche frente a una casa modesta en la cual entró y volvió a salir rápidamente con un bulto de ropa que puso sobre mi para que me cubriera; no era exactamente un vestido sino una falda y una blusa de color rojo; tampoco era mi talla, la 95 de pecho, con lo que era imposible abotonar la blusa y tuve que improvisar un cierra anudando los panes de la blusa a la altura del ombligo. La verdad es que no me servía de mucho porque era imposible tapar mis pechos que quedaban por entero descubiertos, aunque en el coche solo estuviera él para verme. Salimos de la ciudad y no tardó en salir también de la autorruta para desviarse por una carretera de tierra, sobre la que debió rodar un par de kilómetros, hasta llegar a una gran casa de campo discretamente iluminada pero con varios guardias armados que se movían ante la puerta principal, rodeamos la casa y al fin detuvo el coche en una cochera cuya puerta se cerró detrás de nosotros. Me hizo salir del coche para llevarme a una habitación con una gran cama y llena de espejos por todos los lados; abrió una puerta y me hizo entrar en un baño ordenándome que me duchara y arreglase mi maquillaje del que ya no quedaban restos, y así lo hice, allí había todo tipo de lápices, rimel y maquillaje de las más famosas marcas, lo mismo que ropa femenina en un gran armario de pared. Hizo llamar a dos mujeres para que me ayudaran, y ellas fueron las que me maquillaron y  peinaron, las que me vistieron con una soberbia túnica que dejaba mis pechos al descubierto y se abría largamente al andar, mostrando que bajo ella estaba totalmente desnuda. De esta manera me llevaron hasta un gran salón soberbiamente decorado e iluminado, lleno de gente elegantemente vestida, me subieron a una especie de pista de baile elevada para presentarme a todos los presentes ya que todos los presentes se habían vuelto a mirarme. A mi lado se colocó un hombre, elegantemente vestido, que comenzó a hablar a través de un micro que llevaba oculto y fue en ese momento en que me di cuenta de que todo aquello formaba parte de una casa de subastas ilegales, y que el objeto de la subasta era yo misma. Hubo pujas, varias y bastante elevadas, hasta que terminó la subasta y me llevaron ante un hombre de unos 60 años, en extremo elegante pero con ojos claros y helados, sin expresión alguna lo que le daba un aspecto terrorífico. El hombre, mi nuevo propietarios me recorrió con su mirada de arriba abajo, abrir enteramente la túnica que llevaba, darse por satisfecho y entregarme  a quien supuse, sería uno de sus ayudantes, diciéndole que me divirtiera, que él se ocuparía mas tarde de mi.

El hombre joven me dijo le llamase Ivan, me tendió su brazo y me llevo a otra sala, una especie de gran bar con luces tamizadas y donde alternaban butacas u sofás de piel, mesitas para depositar bebidas etc. Casi todas las mesas estaban ocupadas, por hombres y mujeres en distintos grados de desnudez, que se acariciaban y bebían mientras reían y conversaban. Nos sentamos por fin en una mesa en torno de la cual había varias parejas, chicas bastante jóvenes vestidas tan ligeras como yo, y hombres todos ellos reflejando dinero a espuertas en sus trajes. El ambiente era alegre y todos me acogieron como si yo fuera una habitual del lugar. Ivan les dijo que yo era una nueva adquisición y esa sería mi primera noche entre ellos. Fue quizás eso lo que cambió las cosas, a partir de ese momento todos en la mesa, hombres y mujeres, parecían tener el derecho de tocarme y acariciarme, en un par de minutos ya mis tetas estaban a la vista, si bien cubiertas por bocas y manos que mordisqueaban y besaban mis pezones, otras manos me habían despojado de la túnica y las mías abierto varias braguetas y sacado las respectivas pollas a tomar el aire, el aire y mi saliva, porque la mayor parte de ellas pasaron por mi boca. Nuevamente estaba desnuda totalmente, y nuevamente hubo un primero que llegó con su polla hasta mi alma mientras otro follaba mis tetas y llegaba a correrse entre ellas. Otro después, con una polla gigantesca, tan grande que hasta le costó trabajo conseguir meterla en mi vagina, aunque no paró hasta conseguirlo; el tercero se corrió nada mas metérmela en la boca, cuarto y quinto al unísono, mientras una la tenía clavada en mi vagina, el otro me la había metido por el culo y, ahora como un perro, tenía dificultades para sacarla, pese a que, estoy segura, de que hubiera preferido no sacarla y habérmela dejado metida para siempre. Puede parecer ahora que todo era metódico, ordenado, pero la realidad fue todo lo contrario era una rebatiña en la que todos participaban como podían, manos que me sostenían en el aire o sobre algún apoyo, vergas que buscaban todos mis huecos para meterse por ellos y eyacular sobre o dentro de mi.

Vinieron a buscarme para llevarme con el hombre que me había comprado, tuve que pasar por la ducha, nueva sesión de maquillaje y arreglo de pelo, me vistieron ahora con una larga y preciosa falda de seda tan fina que parecía una tela de araña, y una especie de chaleco de estilo torera adornado con piedras y perlas maravillosas  pero, claro está, los 95 centímetros de mi pecho impedían que la torera pudiera cerrase de forma conveniente y hubo que abrocharla por debajo de mis pechos y a los cuales servía de soporte, cosa que realmente no necesitaba por su misma dureza y rigidez.

Tal como he dicho me condujeron a otra estancia en la que se encontraba mi amo, repantingado en una gran butaca y rodeado de sus amigos o sus fieles; todos aplaudieron mi entrada, sobre todo cuando el Amo tomó mis tetas en sus manos y las mantuvo así como si de un ofrenda a sus súbditos se tratase. Después no hubo preliminares, directamente me despojaron de la ropa para tenderme sobre almohadones, desnudaron al Amo y le condujeron en volandas hasta colocarlo directamente sobre mi, oficiando incluso de mamporreros, ya que fueron las manos de algunos de los presentes quienes oficiaron sobre su polla, tanto para infundirle mas virilidad como para, cuando estuvo preparado, meterle su polla en mi vagina, y parece que a partir de ahí él recobraba su total virilidad porque comenzó a crecer en mi interior mientras no cesaba de moverse y en lo que hacía era terriblemente hábil porque me estaba excitando de una manera impresionante. Me puso boca abajo para poder meterme su polla por detrás en la vagina, con lo que además, sentía el golpeteo de sus huevos contra mis nalgas, humedecía sus dedos para tratar de dilatar mi culo, y aún no lo había conseguido  cuando comenzó a hacer presión sobre mi esfínter y de un fuerte golpe me la metió hasta dentro. Así estuvo durante mas de una hora, alternando de un sitio para otro, sin parar ni un momento pese a las dos o tres veces que se corrió dentro de mi, pese a las veces que yo me corrí debajo de él, y cuando se hartó o ya no le quedaron fuerzas, me dejó sola para ir a jugar una partida de póker.

Ya no podía con mi alma, y aún vinieron para asearme, para bañarme y cambiarme nuevamente de ropa, esta vez era la misma de antes pero de diferentes colores y con una blusa mas holgada para que, ahora si, pudiera tapar mis tetas que llevaban horas descubiertas. Me llevaron hasta el salón de juegos, ruletas, mesas de bacarrá, de póker, todo lleno de gente y de humos de los cigarros. La mesa en la que jugaba mi amo era para un póker de 7, en la que las fichas llenaban el centro de la mesa, así como papeles, luego me di cuenta de que se trataba de talones de banco. Mi amo no pareció ni darse cuenta de mi presencia, ni de las reacciones de los demás jugadores al verme, sin embargo y con un solo gesto ordenó que me sentara a su lado y volviéndose hacia mi desabrochó mi blusa, tres o cuatro botones, lo justo para que a cada movimiento que yo hiciese, por pequeño que fuera, se salieran mis pechos y quedaran a la vista de todos los presentes. Todo me pareció muy claro en un momento, mi presencia allí y la manera en que me habían vestido,  formaba parte de una estrategia calculada. El amo era un tramposo que pretendía usarme para ganar en la partida, se trataba de que los jugadores estuvieran pendientes de mi y no de las cartas de juego que manejaban. A medida que avanzaba la partida aumentaba también el tiempo que mis pechos permanecían descubiertos, pero así y todo la partida parecía complicarse porque el amo ordenó que me quitase la blusa; parecía que con ello la partida se aclaraba, pero había un jugador recalcitrante al cual no parecía impresionarle lo que yo pudiera mostrar. El amo intentó todo, quitarme la falda y dejarme totalmente desnuda ante todos, agarrarme las tetas a dos manos, hacer que me sentase a su lado con las piernas totalmente abiertas mientras él metía sus dedos en mi vagina y me masturbaba, abrir su pantalón y que le hiciera una felación ante todos los presentes, sentarme a caballo sobre sus piernas para que me metiese su polla y ahí llegó el momento sorpresa, el jugador impávido hablo para decir que apostaba todo el dinero que había sobre la mesa a una sola jugada y con las pujas puestas antes de comenzarla. Si él perdía, el amo se llevaría todo el dinero, si ganaba, se quedaría con todo, incluyéndome a mi, y había otra condición, que durante el juego yo estuviera debajo de la mesa haciéndole una mamada y si se corría, tomase todo su semen en mi boca.

El amo no lo dudó un instante, aceptó el envite, me ordenó meterme debajo de la mesa y que hiciese todo lo que su oponente pedía. Jugaron y en la sala solo se oía el ruido que yo hacía chupándole la polla. Jugaron la mano y perdió el amo, en el momento justo que a su oponente le llegaba un orgasmo, descubrieron las cartas y pasé a tener un nuevo amo, mientras el anterior se retiraba soltando maldiciones.

Al nuevo amo, a todos había que llamarles igual, comenzó siendo un poco mas discreto que el anterior, y en vez de empezar su fiesta particular a la vista de todos, mandó que me llevaran a una suite privada en la que nos quedamos con la sola compañía de uno de sus guardaespaldas, y nos sirviesen una espléndida cena, regada con vinos de verdadera calidad. Dijo querer preservar mi intimidad, decía, algo verdaderamente irónico cuando llevaba horas en aquel lugar, y durante la mayoría de ellas había estado desnuda totalmente y no menos de una veintena de hombres diferentes me habían metido sus respectivas pollas y todos se habían corrido en mi interior, tanto por la vagina, el culo o la boca. También era mas sofisticado y parecía no tener demasiada prisa en montarse encima de mi. Hubo largos preliminares, comenzando por comerse mis tetas y lamer todo mi cuerpo, haciendo especial hincapié en mi clítoris que estaba hiper sensible, los juegos con mis tetas tratándolas como si fueran caramelos, el hacer que le masturbase con mis tetas, jugar con mi vagina metiéndome los dedos, sustituyéndolos por su polla mientras que a sus dedos les daba otras funciones, las de dilatarme el ano para poder sodomizarme a su capricho, jugar a caballito, y era él quien me montaba o era yo misma la que lo hacía, para dar comienzo a tareas mas sofisticadas, como llamar a otra pareja para que participase en nuestros juegos, para repetir la hazaña de meterme dos pollas en la vagina o en el culo de forma simultanea. Yo lo aceptaba todo, como si todo aquello fuera natural, y para mi lo era; las pastillas infernales que me habían dado seguían haciendo efecto, diría que cada vez mas acusado y sin que mi voluntad interviniese para nada, llegó un momento en el que ya era un cuerpo totalmente insensible, llegaban uno tras otro, me montaban como querían, eyaculaban y otro ocupaba su lugar de inmediato para continuar con lo mismo.

No se que mas hicieron, perdí el conocimiento aunque supongo que no por eso pararían, ya que al recobrarlo estaba completamente desnuda sobre una cama, y junto a mi había dos tíos desnudos y dormidos, uno de ellos el ultimo amo que me ganó en una partida de póker.

Con dificultad puede levantarme sin despertarlos, y entrando en el baño me zambullí directamente en el jakuzzi, en cuya agua encontré un poco de alivio para todo mi cuerpo que estaba verdaderamente dolorido. El agua y las burbujas me aliviaron lo bastante para dejarme ir en ella y cerrando los ojos recuperarme. Tampoco demasiado porque no tardé en sentir como alguien entraba en el agua y al abrir los ojos me encontré con los del ultimo amo que avanzaba hacia mi y me fue empujando hasta una de las paredes de jakuzzi y una vez allí buscó con sus dedos mi vagina para meterme varios de un solo golpe y al mismo tiempo me di cuenta de que alguien mas había entrado en el agua, alguien que me levantó en vilo para ponerme horizontal en la superficie y permitir que el nuevo amo abriera mis piernas y se colocase entre ellas, que con su verga hiciera presión sobre mi vagina y nuevamente me la metiera sin contemplaciones aunque ya, pese a su golpeteo, no consiguió tener respuesta por mi parte y ni sentí como otra vez mas mi vagina albergaba una nueva corrida.

Después, alguien me sacó de allí. Tan solo se que me desperté en un hospital en el que he pasado casi un mes internada y después de varios meses continuo en tratamiento psicológico.

  • : Los mercados de esclavas existen
 
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