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Relato erótico “Sexo, droga y rock and roll.” (POR SARAGOZAXXX)

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Sexo, droga y rock and roll, bueno tal vez no sea ese el orden, pero el resultado es el mismo.
Estos hechos sucedieron durante el concierto que los Rolling Stones ofrecieron el pasado 25 de junio del año pasado en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid. Mi marido había logrado hacerse con un par de entradas, y a pesar de que el concierto era en miércoles, habíamos decidido desplazarnos desde nuestra ciudad en coche para disfrutar del espectáculo. Mi esposo intentó que le dieran un par de días de fiesta en su trabajo, pero al final sólo logró que le dieran el jueves siguiente al día del concierto. El motivo es que tenían una reunión importante esa misma mañana en su empresa con un grupo inversor, y no podía faltar de ninguna de las maneras posibles. Aún con todo nos propusimos salir a media tarde y llegar a tiempo para el concierto. Eran unos cuantos kilómetros, sonaba a paliza, pero merecía la pena por un concierto de los Rolling. No teníamos nada planeado, íbamos a la aventura, disponíamos de todo el día siguiente para descansar. Así que no había tanto problema.
Para los que no me conozcan decir que me llamo Sara, tengo treinta y un años, y estoy casada desde hace algún tiempo con mi marido. Aunque no todo es como yo quisiera en nuestro matrimonio. Como en muchas otras parejas todo es rutina y monotonía. La vida nos va bien, así que ya estamos acomodados en nuestra zona de confort. Tenemos un hijo en común, y aunque en alguna ocasión he tenido las ganas de serle infiel a mi esposo con otros hombres, siempre he preferido sacrificar mi apetito sexual, con tal de no romper con marido y defraudar a mi hijo. En parte porque mi marido trabaja mucho y apenas me presta la atención que necesito. Yo soy una mujer muy caliente, y la mayoría de las ocasiones tengo que conformarme con imaginarme un amante más apasionado mientras lo hago con mi esposo.
Me gusta vestir sexy, provocar no solo a mi marido sino también a otros hombres, intentar ponerlo celoso. Me encanta que me miren, sobretodo cuando salgo con mi esposo, aunque éste no se da cuenta la mayoría de las veces. Y en  la soledad de mi intimidad me consuelo pensando que podían pasarme cientos de aventuras.
Bueno, que si quieres saber más sobre mí, puedes consultar mi blog, cosa que me haría muchísima ilusión que visitases:
saragozaxxx.blogspot.com
Allí encontrarás alguna foto mía, y alguna sorpresa más. Espero que te guste.
A lo que estábamos…
Nada más salir mi marido de la oficina salimos de viaje hacia Madrid. Tuvimos suerte al encontrar aparcamiento por la calle Jiloca, muy cerca del estadio, por lo que sólo teníamos que recorrer parte de Avda. Concha Espina para llegar andando al Bernabéu. Para los que no son de Madrid, decir que son calles pequeñitas, con muchos recovecos, zonas verdes, y en general poco iluminadas, pero ideal para nuestro propósito.
El caso es que a pesar de la paliza del viaje, mi marido quiso que nos acercásemos con tiempo por las inmediaciones del estadio, ya sabéis el ambiente que se respira siempre en este tipo de conciertos. Yo le sugerí que descansase un poco, pero él quiso entre otras cosas ojear y comprarse alguna camiseta de la gira por los alrededores. De esta forma pudo deshacerse de la camisa y corbata del traje que había llevado durante todo el día, y camuflarse un poco entre la gente tan variopinta que había.
Por mi parte, sabiendo que los del tiempo daban una media de treinta graditos para esa noche en Madrid, y el calor que se pasa en los conciertos, había decidido salir de casa con algo más cómodo, unos shorts vaqueros y una camiseta de tirantes finos por arriba. Por cierto, que los shorts, como bien dice la palabra me venían muy cortos, pues me puse unos que eran ya algo viejos, y de milagro que no asomaban mis nalgas por la parte inferior. En la parte superior decidí no ponerme sujetador, no me agrada que se noten los tirantes, opté por la comodidad, y por suerte aún conservo unos pechos álgidos y turgentes.
Mi esposo quiso tomar una copa en la famosa esquina del Bernabéu antes de acceder al concierto, y lo que en principio iban a ser un par de cañas y alguna tapa para picar, se convirtieron en un par de jarras de cerveza, que bebimos con cierta prisa debido a las ganas por entrar. He de decir que yo no estoy muy acostumbrada a beber cerveza, y mucho menos tan rápido, así que reconozco que lograron entonarme ya un poquito.
Nada más entrar ya estaba la  pista bastante llena de gente, intentamos situarnos lo más cerca posible del escenario, pero tuvimos que conformarnos  con quedarnos a media pista. Todavía quedaba casi una hora para que comenzase el concierto, así que decidimos esperar pacientemente. Yo que me conozco en estos casos lo que ocurre al beber cerveza, le dije a mi marido que prefería ir al servicio antes de que comenzase el concierto, no fuese que luego me entrasen ganas de orinar a mitad concierto. Mi marido me sugirió guiñándome un ojo que a mi regreso pidiese otro litro de cerveza en la barra. Me despidió con un beso en la boca y una palmada en el culo.
Yo sabía perfectamente, que cuando se pone así de tontorrón quiere decir que tiene ganas de beber hasta entonarse. Acepté seguirle el juego debido a la euforia del momento, y el ambientazo que hacía presagiar un gran concierto.  Me hice a la ilusión de que terminaríamos durmiendo en algún hotelucho, haciendo el amor como la ocasión se merecía, y logrando que la noche fuese verdaderamente inolvidable a pesar de la resaca. 
Tuve que esperar mucho tiempo para acceder al baño de chicas más cercano que pude ver, y luego otro rato hasta que me sirvieron el litro de cerveza en la barra, por lo que transcurrió bastante tiempo desde que abandoné a mi marido en la pista. A mi regreso a la zona en la que dejé a mi esposo, pude ver como la gente se había sentado en el suelo haciendo algún que otro corro.
Pude ver desde lejos que mi marido estaba sentado y rodeado de un grupo de gente, que parecían amigos entre ellos, aunque desconocidos para nosotros. Serían unas diez personas en total, tres parejas y unos cuatro hombres a los que se les veía solteros. Todos ellos tendrían alrededor de cincuenta o cuarenta y tantos años, esto es, parecían algo mayores que nosotros. Tenían pinta de auténticos rockeros, camisetas negras, prendas de cuero, y tatuajes en sus cuerpos. Nada que ver con nosotros.
.-“Madre mía cómo se pondrá mi marido el pantalón del traje de sentarse en el suelo” pensé nada más verlo. “Ya lo puedo llevar mañana a la tintorería”.
En lo que logré alcanzarle pude percatarme que se encontraba rodeado de otros chicos, seguramente los desemparejados, y que conversaba sobretodo con uno de ellos sentado a su derecha, desde mi posición no lograba verle bien la cara pues me daba la espalda a mi posición. Sólo podía ver que llevaba la cabeza rapada o era calvo y que era bastante grueso. En el otro extremo del corro se veían a las parejas que estaban como en otro tipo de conversación, más a lo suyo. Antes de alcanzarlos observé también que entre todos se pasaban litros de cubatas y se liaban algún porro. No lograba entender que hacía mi marido en medio de ese tipo de gente.
Tuve que ver como el nuevo compañero de mi esposo le ofrecía beber de uno de los cubatas, y como incluso después de dar un pequeño sorbo mi marido por simple cortesía, éste le incitaba a que bebiese más, por lo que mi marido terminó por dar un buen trago a la litrona. Por unos momentos pensé que la intención de su nuevo amigo era emborracharlo.
.-“Hola” dije nada más llegar por su espalda sorprendiendo a mi marido.
.-“Hola cari” dijo mi marido incorporándose para darme un pico en la boca y hacerme sitio entre su posición y la de su nuevo amigo. “Este es Mikel, te presento” dijo al tiempo que me hacía señas para que me sentase en el suelo en medio de ambos. Yo por mi parte me concentré en no caer y derramar el litro de cerveza que ocupaba mis manos.
.-“Encantada” dije nada más sentarme entre mi esposo y el tal Mikel, con el que intercambié dos besos de cortesía y agradecí con un gesto por ayudarme a no caer.
Fue entonces cuando pude apreciar que Mikel era el típico tío regordete, calvo y con barba, las orejas perforadas, y sus flácidos brazos llenos de tatuajes. Por supuesto vestía unos pantalones de cuero, y llevaba para la ocasión una camiseta negra con el insolente emblema de los rolling sacando la lengua. Parecía el típico motero de Harley Davinson.
.-“Déjame que te presente al resto de la banda” dijo Mikel en jerga rockera con cierto acento entre vasco y navarrico, como si el resto de amigos fuesen un grupo de rock. Por sus primeras palabras pude apreciar que Mikel era indudablemente el líder del grupo, mejor dicho, el que llevaba la voz cantante.
.-“Este es Cors. Cors es productor. Hace películas, ha venido desde holanda” dijo concediéndole cierto aire de importancia y señalando al tipo que estaba al otro lado de mi marido. Cors levantó la mano a modo de saludo indio, y yo asentí con la cabeza correspondiéndole.
Hasta entonces no me había fijado en Cors, pero nada más presentármelo sentí que era de esas personas por las que sin saber porqué experimentas cierto magnetismo. Su forma de mirarme era distinta. Sus rasgos también. Tenía ese aire de extranjero que lo hacía distinto al grupo de españolitos que le rodeaban.  Apenas presté atención y pude recordar el resto de nombres que saludaba de manera autómata entre la gente que terminaba por conformar el corro.
Mi mente se había detenido en la presentación de Cors. No lograba entender porqué. Tampoco es que fuese muy guapo, pero supongo que caí atrapada por su forma de mirarme desde que llegué. Es más, desde que lo miré a los ojos ya no pude pensar en otra cosa que no fuese esa inquietante mirada clavada en mí como centro de atención y novedad dentro de aquel grupo de amigos.
Una vez terminadas las presentaciones sentí la necesidad de volver a mirar y sonreír a Cors. Él, que no me quitaba ojo de encima ni un segundo,  me devolvía la sonrisa una y otra vez.
Cors vestía como el resto del grupo de negro, llevaba media melena, y barba de tres días. Al observarlo detenidamente pude fijarme en su look dejado y descuidado. Detrás de esa apariencia de rockero, se escondía un tipo misterioso con una mirada inquietante y cautivadora para mí. Me sentía atrapada por su mirada, todo el rato observándome y sonriéndome.
¿Porqué me miraba así?. Pude fijarme en algún detalle, por ejemplo en su tímido tatuaje, sus anillos en los dedos y que tenía un piercing en la boca, concretamente atravesando su lengua. Nunca logré entender porque la gente se agujereaba el cuerpo de esa manera, y mucho menos en una zona tan sensible como la lengua. Fue mi marido quien me despertó de mi ensoñación mientras contemplaba embobada al tal Cors.
.-“Mikel tiene una tienda de tatoos” dijo mi marido mientras me daba un codazo, para acto seguido arrebatarme el litro de cerveza de mis manos y darle un buen trago.
Ahora pude entender el interés de mi marido en conocer a Mikel. Mi esposo es representante de una marca farmacéutica, y entre otras cosas comercializan material esterilizante. Seguramente se estaba preguntando si podría tener mercado en negocios de tattoos.
.-“No me decías que querías hacerte un tatuaje” dijo mi marido “pues pregúntale a nuestro amigo todas las dudas que tengas” terminó por explicar.
Yo no supe que decir, me puse colorada, pues lo del tatuaje era algo que pensaba hacerme chiquito cerca del pubis y que solo se lo había comentado a mi marido, ni tan siquiera a mis amigas. Menos mal que Mikel era un tipo bastante comprensivo y algo dicharachero.
.-“Lo primero que tienes que tener claro es el dibujo que quieres hacerte, luego el lugar. Yo siempre recomiendo cierta discreción para empezar, y luego si te va el rollo seguir decorando tu cuerpo. Aunque ya verás como si te animas y pruebas, esto engancha y acabas dibujando todo tu cuerpo” mientras aquel tipo me hablaba pude darme cuenta de los tatuajes que decoraban todo su cuerpo.
.-“¿Y cuántos tatuajes puedes hacer en un día?” le preguntó mi marido como si nada, pero evidentemente interesado en la respuesta.
.-“Depende” respondió Mikel “en fin de semana puedes llegar a hacer veinte tatuajes o así por día, según lo que te muevas. También depende de la época del año. Hacia la primavera tienes más trabajo que en invierno, por ejemplo” concluyó nuestro nuevo amigo al tiempo que le pasaban un litro de cubata al que dio un largo trago, y que luego me cedió esperando que yo también bebiese.
No me hizo mucha gracia compartir litro con un desconocido y mucho menos con esas pintas, pero imagino que estaba acorralada y no tenía otra salida que darle un trago. Al terminar de beber mi mirada se cruzó con la de Cors que no dejaba de observarme. Como mi marido continuaba con nuestro litro de cerveza, yo le cedí el de cubata siguiendo la ronda al tal Cors, quien al recogerlo se las ingenió para que  nuestras manos entrasen  en contacto.
Guauuu, un escalofrío recorrió mi cuerpo al notar su tacto. Era como si hubiesen saltado chispas a causa de electricidad estática. Cors aceptó el litro sonriente, y sin dejar de mirarme a los ojos. Madre mía que mirada tan penetrante tenía el tipo. De estar soltera seguro que le hacía un favor, pero debía controlarme. No sabía muy bien por qué, pero me gustaba  que me mirase.
Cors le proporcionó un trago al litro y lo pasó al compañero siguiente de su izquierda, quien este a su vez le cedió un porrito al amigo holandés. Cors le dió una tímida calada y enseguida se lo ofreció a mi marido. Yo me quedé de piedra al contemplar como mi marido le daba una calada y se tragaba el humo como si fuese lo más normal del mundo. Antes de conocerlo sí que fumaba, ¡Pero él nunca había fumado porros!. Al menos eso me había dicho. Mi marido trató de ofrecerle el porro a Mikel, saltando intencionadamente mi turno, pues sabe que no fumo. Es más, sabe que odio el olor a tabaco en la ropa.
Mikel por su parte rehusó aceptarlo y le hizo señas a mi marido para que me lo diese a mí. Pude notar la mirada expectante de los tres hombres que me rodeaban cuando el cigarrillo de marihuana llegó a mis manos. Yo miré fijamente el cigarrillo y en un acto de sensatez se lo traté de ofrecer a Mikel siguiendo la ronda y argumentando:
.-“Lo siento pero no fumo” dije tratando de que lo cogiese él mismo.
.-“Vamos mujer, pruébalo. Ya verás, que esta hierba es muy buena, sabe como a chocolate con naranja” insistió Mikel.
Yo negaba con la cabeza al tiempo que se lo ofrecía, pero Mikel también se negaba a cogerlo.
.-“Nunca he fumado un porro” dije tratando de que mi argumento tratase de hacerle entender mis motivos. Aunque más bien sonó a niña pija.
.-“Bueno” dijo como alegrándose por escuchar mis palabras” siempre tiene que haber una primera vez, ¿no?. ¿Cómo vas a saber que no te gusta si no lo has probado?”, dijo poniendo carita de niño bueno tratando de convencerme
No sé por qué lo hice, supongo que el alcohol, la rabia contenida contra mi esposo, y la euforia del momento me animaron a probar. En circunstancias normales nunca hubiera imaginado que le daría una calada a un porro en mi vida, pero quiero pensar que estaba lo suficientemente envalentonada por el comportamiento de mi esposo que me decidí a intentarlo.
Aspiré profundamente y me tragué el humo. Tuve que toser nada más probarlo, me picaban los pulmones. Nuestros nuevos amigos se echaron a reír mientras intercambiaban una mirada cómplice entre ambos al ver mi reacción. Era evidente que nunca había fumado un porro. En mi pequeño sentido del ridículo me preguntaba a qué venía ese juego de miradas entre ambos.
Por mi parte malhumorada por la situación, y como queriendo demostrar mi orgullo, volví a darle una nueva calada al cigarrillo. Esta vez pude apreciar su sabor recorriendo mi garganta. Efectivamente dejaba un sabor parecido al chocolate con naranja. Luego exhalé airosa el humo sin toser ante la atenta mirada de mis compañeros, y con cierta mirada desafiante traté de pasárselo a Mikel.
.-“Ten, bebe algo. Se pasa mejor” me dijo Mikel ofreciéndome un litro de whisky con coca cola rechazando el porrito que aún tenía en mis manos. Agradecí que el líquido corriese mojando mi garganta reseca por el humo.
.-“¿Qué?, ¿a qué te ha gustado?” me preguntó. Yo afirmé con la cabeza mintiéndole.
.-“Pues anda acábatelo que queda ya poco, enseguida me pasan otro” me dijo observando atentamente mi reacción.
De nuevo pude sentir la mirada expectante de los hombres que me rodeaban. Mi mirada se cruzó por instante con la del holandés, esperaba impaciente que fumase, y de alguna manera no quise defraudarlo. Me dejé llevar, no sé porque representé un papel de mujer fatal ante ese tipo que no dejaba de observarme, seguramente porque no quería que pensase que era una niñata pija.  Si hay algo que no soporto es que me desafíen. Me considero una mujer bastante competitiva y acepto cualquier reto, así que aspiré de nuevo profundamente el humo del cigarrillo. Esta vez apenas me produjo picor al pasar por la garganta, y pude apreciar algo mejor su sabor. Luego se lo pasé a mi marido.
.-“Toma acábatelo tú” le dije algo enojada, y como dándole a entender  “tú me has metido en esto, pues ahora te lo tragas”. Mi esposo le dio una última calada y luego lo piso contra el suelo.
El resto del tiempo de espera transcurrió de la misma forma. Los litros de alcohol circulaban en un sentido alrededor de las personas que conformábamos el corro, y los porros circulaban en sentido contrario al alcohol.
Al principio aún seguí el hilo de la conversación entre mi esposo y Mikel, para un rato podía estar bien, pero luego me aburría de sobremanera. Sé que estuvieron un tiempo hablando acerca de formas de esterilizar el material y cosas por el estilo. Así que atrapé un litro circulante de lo que creí era ron con cola cola, y prácticamente me lo bebí yo sola escuchándoles todo tipo de comentarios técnicos mientras trataba de encontrar alguna distracción.
Además con el paso del tiempo, mi cruce de miradas con el tal Cors, al que sorprendía mirándome en silencio una y otra vez, eran cada vez más frecuentes. Estaba claro que le gustaba, y prácticamente se me follaba con la vista. No tenía el más mínimo disimulo en sus intenciones. Sé podía adivinar a través de sus ojos lo que  su mente imaginaba, se relamía observándome, y a mí me gustaba sentirme deseada de esa manera tan lasciva, tan directa, tan salvaje, sin tonterías. Nunca antes nadie me había mirado de esa forma y me derretía por dentro al ser observada y desnudada con la vista.
El caso es que el tipo me estaba poniendo algo nerviosa.                                                    
Todos estábamos sentados en el suelo, con las piernas cruzadas, estilo indio. Mi marido estaba sentado a mi izquierda y Mikel a mi derecha. En el transcurso de la conversación entre ambos, Mikel dejaba como por descuido su mano en mi pierna, acariciándola inconscientemente. Yo no le dí mayor importancia, parecía algo normal en Mikel, era de esos tipos algo tocones y por eso no dije ni hice nada.  Era la primera vez en mucho tiempo que otro hombre me acariciaba la pierna así. Sorprendí a Cors mirando fijamente como la mano de su amigo recorría mis muslos desde la rodilla hasta el estrecho trozo de tela en el que se unían mis shorts vaqueros. Creo que sobretodo advirtió mi pasividad ante tales caricias, baza que aprovecharía hábilmente más tarde, y estaba claro que el holandés tenía envidia de su amigo.
Nunca antes nadie me había dicho tan claramente con la mirada que deseaba acostarse conmigo. Al holandés no le hacía falta hablar para decírmelo. Su forma de mirarme era suficiente.
Sus miradas comenzaban a inquietarme, y como nunca me doy por vencida, quise desafiarlo, como retando su atrevimiento por mirarme así. No sé porqué me apeteció provocarlo, y comencé a coquetear con él. Tal vez porque estaba aburrida e ignorada por mi marido en medio de aquel grupo de gente, y él era el único que me prestaba atención. Se trataba de un divertimento con el que pasar el rato hasta que comenzase el concierto.
El caso es que me senté en varias posiciones mostrándole a mi nuevo amigo generosamente cuanto mis shorts permitían. Primero abrí mis piernas todo cuanto pude, imitando la posición de flor de loto que tanto realizaba en clases de yoga. Creo que debido a lo estrecho que eran mis shorts vaqueros en mi entrepierna pudo llegar a verme incluso las braguitas negras que llevaba puestas debajo. Desde luego sus ojos se clavaban en esa zona tan íntima de mi cuerpo. Además las manos de Mikel casi alcanzaban esa misma zona, y él no se perdía detalle de las caricias de su amigo y de mi actitud pasiva.
Luego me senté doblando las piernas en alto y rodeándolas con mis propios brazos, desde su posición debía parecer que no llevaba nada puesto, pues le debía estar mostrando hasta el inicio de mi culo. A esas alturas el holandés me miraba como advirtiendo mi pequeña travesura, conocedor de mis intenciones, participando del juego, y siendo plenamente consciente de que él era un mero instrumento en mi pasatiempo. Y todo, pese a que mi marido no se enteraba de nada aún  estando sentado en medio de los dos.
Por último me recliné de cuerpo apoyándome sobre las manos atrás. Al principio con las piernas dobladas en alto. En esta posición podía abrir y cerrar mis piernas provocándolo. Ambos nos sorprendíamos mirando al otro. Más tarde estiré mis piernas hacia su posición, de tal forma que incluso llegué a contactar con mis tobillos en sus rodillas.
Las miradas lo decían todo. Se atrevió a acariciarme con sus manos en las pantorrillas. Otro escalofrío recorrió mi cuerpo nada más notar sus manos en mi piel. Sus manos eran cálidas y agradables. Intercambiamos un par de miradas que lo decían todo.
“¿Puedo acariciarte?” me preguntaba con sus ojos.
“Lo estoy deseando” le respondía solo con la mirada sin hablarnos, no hacía ninguna falta entre los dos, hablábamos el mismo idioma.
Por suerte, hubo movimientos en el escenario, ya quedaba poco para el comienzo, y un tumulto de gente provocó que tuviésemos que levantarnos sino queríamos que el gentío nos pisase y aplastase. Ya sabéis lo que ocurre en estos casos, que fuimos empujados hacia el escenario por la masa.
Tuve que agarrarme de la mano de mi esposo para que no nos separasen a causa de la avalancha. El caso es que estábamos algo más apretujados. El amplio círculo en el que antes estábamos sentados todos se redujo considerablemente, de hecho se redujo a tres personas: mi esposo, Mikel y yo.
.-“¿Así que estabas pensando en hacerte un tatuaje?” me preguntó Mikel en el pequeño corro que habíamos formado mirando alternativamente a mi marido y a mí con un litro en la mano.
.-“Bueno, no lo descarto” le respondí.
.-“¿Y en que habías pensado?” insistió Mikel.
.-“No sé, algo pequeñito, un corazón, un delfín o algo así” le comenté.
.-“Y has pensado ¿dónde?” continúo preguntándome.
Yo dudé si responderle con sinceridad o no, supongo que todavía razonaba con cierta lucidez y trataba de evitar la respuesta.
.-“Vamos díselo, no te cortes” dijo mi marido con signos evidentes de haber ingerido más alcohol y fumado más de lo que debería durante este tiempo.
.-“Bueno…, esto…, yo…había pensado hacérmelo por aquí, justo para que me lo tape la braguita o el bikini” le respondí introduciendo mi dedo índice por la parte superior del short y señalando una zona muy próxima a mi pubis, “pero me dá mucha vergüenza, la verdad” terminé argumentando bajando la mirada.
.-“Vergüenza ¿de qué?” replicó Mikel, “supongo que si te haces un tatuaje es porque quieres que te lo vean, ¿no?” terminó por razonar.
Justo en ese momento nos empujaron a todos desde atrás, y alguien aprovechó la confusión y los apretujones para tocarme el culo. Traté de girarme para descubrir quien había podido ser el caradura, y solo pude ver la cara de nuestro amigo holandés a mi espalda sonriéndome como si no fuese intencionado, sino a causa de los apretujones. En ese momento me dí cuenta de que Cors había estado todo este tiempo situado justo detrás de mí y se estaba enterando de nuestra conversación.
.-“Sorry“, pronunció con su particular acento holandés, tratando de disculparse y culpando al tumulto por lo ocurrido y las circunstancias. No sé porqué me relajó saber que era él quien me había tocado el culo. Mejor que él que cualquier otro, aunque fuese de manera fortuita. Además agradecí sus disculpas. Ambos sabíamos que era una excusa para no perder la atención el uno en el otro.
Lo lógico hubiese sido tratar de evitar por mi parte el contacto entre su mano y mi culo, pero creo que lo sorprendí. Fui yo la que agarrada de la mano de mi esposo, traté de buscar de nuevo el roce producido y la caricia echando mi cuerpo hacia atrás.
.-“¿Y qué problema hay?” me preguntó Mikel tratando de retomar la conversación una vez cesaron los empujones.
-“Pues como entenderás no me hace ni pizca de gracia bajarme las bragas y enseñarlo todo bien espatarrada al primer desconocido que monta un chiringuito”, pronuncié de un tirón casi sin respirar y algo irritada.
Mi interlocutor rompió a reír. Yo no entendía que le había provocado tanta gracia.
.-“Mujer” dijo tras calmarse de la risa, ”es como ir al médico, piensa que te pones en manos de un profesional” dijo tratando de quitarle hierro al asunto.
.-“Si, sí” dije insinuando que no daba crédito a cuanto me decía “me quieres decir que se te pone una tía ahí, con todo expuesto, y que ni te inmutas… ¿no me lo creo?” dije tratando de desenmascararle.
.-“Lo que más me preocuparía en ese caso es la higiene. Por lo que me dices, deberías afeitarte bien, evitando cualquier posibilidad de infección” dijo insinuando que debería rasurarme mi pubis por completo si al final me decidía a tatuarme en esa zona.
.-“Oh, en eso no hay problema” pronunció mi marido con una sonrisa de oreja a oreja sonriendo como un imbécil y con signos evidentes de su embriaguez.
Se segura que nuestros nuevos amigos  se miraron una vez más entre sonrisas de complicidad. Yo por mi parte creí morirme de la vergüenza en ese mismo instante, y mi marido parecía no enterarse del secreto que acababa de desvelar.
“Será metepatas este idiota” pensé en esos momentos de mi marido “a qué coño  tenía que decir nada acerca de cómo llevaba mi coñito” miré a mi alrededor tras el comentario de mi marido y tuve que aguantar la mirada triunfante del holandés a mi espalda.
.-“Mira…” me dijo Mikel tratando de quitar hierro al asunto, ”tan solo puedo decirte que de las tres amigas que ves aquí con nosotros, a una le hice un tatuaje más o menos en el mismo sitio que dices tú”. Yo quise interrumpirle preguntándole quien era, pero no me dejó terminar.
.-“A otra de las que ves hablando con mis colegas le hice un piercing en el pezón”. Yo miré al resto de chicas que había en el grupo tratando de adivinar quién podría ser quién.
Para mi sorpresa Mikel terminó diciendo: “y te puedo decir que la tercera lleva un piercing en el clítoris”.
Mi boca se abrió asombrada por lo que acababa de escuchar mientras observaba al resto de las chicas del grupo allí presentes hablando y charlando como si nada entre lo que parecía el grupo de amigos. Las contemplaba tratando de adivinar cuál podía ser cada una. No lograba entender como no se morían de vergüenza cada vez que Mikel las miraba. Además seguro que lo sabían el resto de colegas. Mi interlocutor, como adivinando en el silencio mis dudas pronunció:
 .-“Piensa que normalmente, la gran mayoría de los clientes o son amigos, o conocidos, o sus parejas, o alguien recomendado. El piercing de Cors se lo hice yo, por ejemplo” dijo Mikel señalando a su amigo holandés que estaba a mi espalda, justo enfrente suyo, y dicho esto llamó a una de las chicas que estaban con nosotros en el grupo.
.-“Ya veréis” nos dijo antes de que la chica llegase a nuestra posición “a Itziar le encanta presumir de mi trabajo en su pezón” dijo tratando de ponernos en antecedentes.
La chica llegó y Mikel nos presentó a Itziar. Esta pudo intercambiar dos besos únicamente con mi marido cuando nos presentó debido a los apretujones.                                                                                                                                            
.-“Itziar lleva un piercing en el pezón” dijo Mikel al tiempo que le tocaba un pecho por encima de la camiseta tratando de resaltar el piercing entre la tela de su camiseta.
Yo estaba alucinada de ver la naturalidad con la que Mikel le acababa de tocar una teta a su amiga como si nada. Era como si fuese de lo más habitual entre ellos, y lo peor  de todo es que ella estaba encantada de dar a conocer el hecho.
Justo en ese momento alguien aprovechó mi asombro y desconcierto para tocarme el culo de nuevo. Me volteé tratando de encontrar al osado. Me encontré de nuevo frente a frente con Cors. Quien volvió a sonreírme y a disculparse de nuevo:
.-“Lo siento” pronuncio de nuevo tratando de hacerme entender que le habían empujado y que todo había sido un accidente. Me volteé de nuevo dándole la espalda  y dándole a entender que no me importaba que lo intentase más veces.
Traté de retomar la conversación, y con una increíble estupefacción escuche como Mikel le decía a mi marido…
.-“Tócala y compruébalo si quieres” le dijo a mi marido al tiempo que lo agarraba de la muñeca de su brazo y le guiaba la mano hasta la teta de Itziar.
.-“Eso es monada, comprueba, comprueba. Tócalas tú mismo” le animaba Itziar quien parecía disfrutar como pez en el agua presumiendo de piercing.   
.-“¿Y no te duele?” preguntaba alucinado mi marido al tiempo que le tocaba el pecho a Itziar, la cual a su vez parecía divertirse con el manoseo de mi marido.
Yo contemplaba atónita la caricia tan atrevida de mi esposo, al mismo tiempo que una voz a mi espalda con un inconfundible acento holandés pronunciaba cerca de mi cuello…
.-“Créeme, en contra de lo que piensa la gente las sensaciones que provoca un piercing son maravillosas” pronunció Cors en mi espalda al tiempo que me sujetaba por la cintura evidenciando que nos había estado escuchando y observando.
Yo no supe que decir o que responder, me quedé paralizada por completo. La situación me parecía surrealista. No sabía si por contemplar atónita como mi marido le sobaba las tetas a un putón verbenero, o por notar el aliento de aquel tipo que me provocaba con su mirada clavado en mi nuca.
.-“¿Es tu primer concierto de los Rolling?” me preguntó esta vez mi amigo holandés cuando me giré para verlo, a la vez que me ofrecía un litro de ron con coca cola.
Estaba claro que la pregunta era algo ingenua, y que lo que realmente buscaba era mantener una conversación conmigo.
Acepté el litro e hice lo posible para que iniciara una conversación conmigo. En realidad estaba deseando hablar con él desde que lo ví.
.-“Oh si” dije aún aturdida por los acontecimientos.
.-“Y ¿qué canción es la que más te gusta?” preguntó con su particular acento holandés tratando de derivar las preguntas en una conversación.
.-“No sé, tal vez sea el I can´t get no satisfaction” me esforcé por pronunciar bien mi inglés. Cors soltó a reir.
.-“Ja, ja, ja. ¿Lo dices por algo en concreto?” preguntó con cierta ironía al tiempo que su mirada se perdía descaradamente por mi escote.
Yo quise contestarle, pero nuestra recién iniciada conversación se vió interrumpida porque se apagaron las luces del estadio. Todo el mundo comenzó a gritar y silbar hasta que salió Leiva al escenario y tras el saludo de rigor comenzó a cantar.
Todos mirábamos ahora hacia el escenario. Mi marido me agarraba de la mano y trataba de tararear unas canciones que apenas conocía. A su lado permanecían Itziar y Mikel en una acalorada conversación entre los tres. Debido al ruido de la música no podía escuchar nada de lo que decían. Así que me dediqué a disfrutar del concierto que Leiva ofrecía como telonero.
Cors se situó al otro lado de mi marido dejándome en medio, de vez en cuando me pasaba una litrona compartiendo su bebida conmigo. Muy de vez en cuando me hacía alguna pregunta, se notaba que eran una excusa para no perder la conversación iniciada conmigo. Hablábamos de cosas sin importancia, aprovechaba cualquier excusa para pasarme su brazo por mi espalda, y de vez en cuando me ofrecía algún litro que le pasaban para que le diese algún trago. Saltamos y bailamos con los temas más conocidos de Leiva.
Reconozco que lo pasé bien, desde luego prefería saltar y bailar disfrutando del concierto junto a Cors, que tener que aguantar las conversaciones de Mikel con mi esposo. El roce y el contacto entre Cors y yo eran inevitables. En alguna ocasión me golpeó con el codo en mi teta, sobretodo cuando subía o bajaba los brazos para aplaudir en alto, pero supongo que todo a causa de las circunstancias.
 Me quedé estupefacta cuando en uno de los momentos me giré para ver que és lo que hacía mi esposo, y para mi asombro tuve que aguantar como Itziar hacía un flashing de sus tetas mostrando su piercing en el pezón. La cara de mi marido fue todo un poema, parecía que nunca hubiese visto una teta en su vida. Me indigno de sobremanera que se comportase así, y a partir de ese momento decidí ignorarlo por completo y dedicarme a coquetear con Cors a ver si se daba cuenta del desprecio que me estaba haciendo. Así que poco a poco me rozaba más contra el cuerpo del holandés buscando el contacto entre ambos.
Por suerte, al poco se encendieron las luces. Leiva se despedía del escenario agradeciendo nuestra presencia y nuestra paciencia.
Nada más encenderse las luces del estadio, y para la mayor de mi sorpresa, mi marido me dijo que tenía que ir al aseo, pues se estaba orinando. No era de extrañar dada la cantidad de alcohol que llevaba ingerida. Además parecía bastante mareado.
No me lo podía creer pero estaba dispuesto a dejarme sola en medio de la pista rodeada de desconocidos, y lo que es peor, dudaba de que en su estado encontrase el camino de regreso. Para colmo tuve que escuchar como Itziar una vez se enteró a dónde se dirigía mi marido, pronunció a voz en grito:
.-“Espera te acompaño” como asegurándose de que yo también la oía, y al mismo tiempo que decía esto, cogía a mi marido de la muñeca mientras desaparecía tras él entre el gentío. Aquello me enfureció mucho más aún, no conocía de nada a esa tal Itziar pero me caía como el culo. ¡¡Será guarra la tía!! Pensé para mis adentros. ¿Por qué tenía que acompañar a mi marido agarrada de su brazo?.
Para colmo escuché de mi alrededor un comentario que no me hizo ninguna gracia:
.-“Seguro que se lo folla”  no sabría precisar de quien provenía el comentario, pero me dejo notablemente intranquila de pensar que podían referirse a mi marido y su eventual acompañante al servicio.
.-“No te preocupes, volverá” pronunció Cors a mi lado como adivinando mis pensamientos siguiendo mi mirada. Yo me giré para mirarlo, y antes de que pudiera decir nada se adelantó a decirme:
.-“Si yo fuese tu marido regresaría por una chica tan guapa como tú” pronunció sonriéndome. Estaba claro que sabía perfectamente lo que estaba sucediendo entre mi marido y yo, y pretendía aprovechar sus bazas.
.-“Oh, gracias” le dije agradeciendo su cumplido.
.-“¿A qué te dedicas Sara?” preguntó tratando de distraerme y por hablar de algo mientras preparaban el escenario para que saliesen los Rolling.
.-“Oh, ahora mismo estoy en el paro” le respondí al tiempo que apuraba el último trago del litro de ron “¿y tú?” le devolví la pregunta tras acabar de beber como por cortesía.
.-“Soy productor” dijo, “tengo una pequeña empresa en la que hacemos películas” me dijo al tiempo que sacaba un porro ya preparado del bolsillo de su pantalón y lo encendía ante mi atenta mirada y mi expectativa.
.-“Es verdad, no lo recordaba, lo dijo antes Mikel. Dime…, ¿qué tipo de películas hacéis?” le pregunté algo intrigada tratando de darle conversación.
.-“Oh bueno, un poco de todo” respondió con su típico acento holandés dando una calada al porro, y ofreciéndomelo para que me lo fumase con él. Yo estaba enfurecida de la actitud tan imbécil de mi marido y envalentonada le dí una calada al porro que me ofrecía.
Observó atentamente cómo aceptaba sin rechistar su ofrecimiento, y me tragaba el humo.
.-“Tal vez puedas darme trabajo, como algún papel en tus películas” le dije inocentemente. 
Mi acompañante se echó a reir.
.-“Si tu quieres” dijo entre risas, “desde luego que pagaría por verte” concluyó riéndose.
.-“¿Por qué te ríes?, ¿qué te ha hecho tanta gracia?” le pregunté sin entender porqué se reía y algo lenta en pensamientos a causa del alcohol y los porros.   
.-“Digamos que por decirlo de alguna manera realizamos películas para un público adulto” y nada más decir esto le dio una nueva calada al porro esperando mi reacción.
.-“¿El qué?!!!” pregunté totalmente estupefacta.”¿hacéis pelis porno?” creí deducir de sus palabras.
De nuevo provoqué la risa de Cors.
.-“Dijiste que te gustaría ser la protagonista” pronunció entre risas tras expulsar el humo de su boca.
.-“Nooooh” le respondí yo totalmente enojada al saber que se estaba burlando de mi.
.-“En realidad estamos especializados en videos demostrativos, publicidad, y cosas así…¿qué te habías imaginado?” me preguntó entre sonrisas.
.-“No sé” le mentí ahora más serenada, porque en realidad me había imaginado un montón de cosas y nada buena. “Sigo sin entender” le dije movida por la curiosidad.
.-“Digamos que nuestros clientes son sex shops y páginas de internet especializadas. Hacemos desde anuncios publicitarios tanto de eventos como de material erótico, videos demostrativos, doblaje de películas, .. en fin imagínate todo el material audiovisual que puede necesitar esa industria”  dijo ahora en un tono más profesional y tratando de explicarse.
No sé porqué sentí cierto alivio al escuchar sus explicaciones. Argumentaba siempre con total profesionalidad a pesar de tratarse de temas delicados. Me daba todo tipo de detalles y de explicaciones técnicas. Así que estuvimos un rato hablando.
El caso es que entre el porrito que nos estábamos fumando, y la conversacioncita de marras, y mis insinuaciones, que yo misma me estaba poniendo algo cachonda. De su conversación deduje que había estado con muchas y bellas chicas, y en cierto modo sentí envidia de todas ellas. Me fijé en sus dedos, largos y gordos. “Madre mía como su polla sea igual que sus dedos, y lo que tiene que saber este tío en la cama, seguro que me llevaba a la gloria” pensaba para mí aturdida por la marihuana mientras hablaba con él.
Entre otras cosas me dijo que él era de Amsterdam. Yo le hice saber que era una ciudad que me gustaba muchísimo, ya no solo por sus museos y los mercadillos de flores, sino por la libertad con la que vivían los holandeses. Estuvimos intercambiando impresiones culturales de su país y del mío.
Durante la conversación nos fumábamos el porrito a medias, irremediablemente salió a conversación el tema de los coffee shops y del barrio rojo. Yo notaba que mientras hablábamos, no dejaba de mirarme el escote, incluso durante algunos instantes de la conversación perdía su mirada en mi canalillo. Yo animada por la marihuana trataba de provocarlo, incluso busqué en alguna ocasión el roce casual de mis pechos con sus brazos o su torso al hablar. Ese tío tenía algo que me ponía. Aunque todo comenzó como un juego tratando de provocar a mi marido, lo cierto es terminó por agradarme coquetear con aquel holandés. Me ponía su mirada, me excitaba su forma de hablar como si nada de temas relacionados con el sexo, y para colmo no podía resistirme a provocar el contacto entre nuestros cuerpos. Creo que además él trataba de presumir e impresionarme con su trabajo, sus conocimientos, y como dando a entender que lo mejor que podía pasarme en mi vida sería tener una aventura sexual con él. Vamos que se le notaban las ganas por acostarse conmigo. Mirada tras mirada e indirecta tras indirecta.
De nuevo se apagaron las luces. Ahora sí el estadio entero comenzó a chillar de forma ensordecerá. Se produjo una nueva avalancha de gente. Yo tuve que agarrarme de la mano de Cors para no caer empujada. Todo eran empujones y avalanchas humanas a nuestro alrededor.
El caso es que mientras sonaban los primeros acordes del “Jumpin´ Jack Flash” el destino quiso que la muchedumbre nos separase al holandés y a mí del resto del grupo. Quedamos aplastados entre la gente. Era una locura, todo el mundo parecía estar histérico cuando los rolling saltaron al escenario. Cors se situó detrás mío entre el gentío protegiéndome con su cuerpo y con sus brazos.
Recuerdo que me faltaba el aire rodeada por hombres todos ellos más altos que yo. Además todas las personas a mi alrededor levantaban los brazos tratando de saludar a sus satánicas majestades, por lo que ni veía ni podía respirar. En un momento me vi rodeada de varios torsos de hombres desnudos a mi alrededor que se habían quitado sus respectivas camisetas dispuestos a sudar en el concierto  haciendo el bruto. Solo respiraba a sudor humano acorralada entre tanto energúmeno.
Agradecí el contacto de mis brazos en alto con los de Cors, rodeando mi cuerpo y tratando de protegerme del tumulto. Fue un gesto de caballerosidad por su parte tratar de defenderme de los empujones del resto de gente, irremediables por otra parte. De esta forma me rodeaba con sus brazos a la altura de mi cintura o los alzaba protegiéndome el rostro de codazos de otros fanáticos.
Todo el mundo cantaba a voz en grito las letras de las canciones. Por suerte a mitad canción del “You got me rocking”, la segunda del concierto, las avalanchas y los tumultos remitieron, y las posiciones quedaron más o menos estabilizadas.
Cors continuaba a mi espalda protegiéndome con sus brazos. No sé que hubiera sido de mi de no estar el allí detrás para protegerme. Agradecí su actitud porque de lo contrario no hubiese podido disfrutar del concierto, seguramente hubiese resultado incluso lastimada. Una vez más relajada, comencé a saltar y tararear los estribillos de las canciones y tratar de disfrutar del concierto.
Lo malo es que el saltar me apoyaba con mi espalda contra el torso de Cors para no perder el equilibrio. A ninguno de los dos pareció importarnos el evidente contacto de nuestros cuerpos. Además cada vez que Cors levantaba los brazos yo me sentía algo más protegida.
Estuve saltando y cantando durante la siguiente canción, el “It´s only rock and roll”. Solo que durante esta canción la adrenalina inicial del concierto fue desapareciendo y era como si me tornase más consciente de lo que sucedía a mi alrededor.
Sin darme cuenta todo este rato mientras saltaba y gritaba había estado restregando mi culo por el miembro de Cors, al que parecía que nuestro roce había surgido efecto. ¡El tío estaba empalmado!.
Me dí cuenta precisamente porque pude notar claramente su miembro duro clavado entre mis cachetes del culo. Hasta entonces no me había percatado de ello en absoluto. Además también me dí cuenta que tras saltar durante todo este rato nuestros cuerpos habían comenzado a sudar como el del resto de la gente que nos rodeaba, y por primera vez pude apreciar el olor corporal de Cors.
Recuerdo que me pareció muy agradable a pesar de ser olor a sudado. Yo también lo estaba y a él tampoco le importaba pues seguro que también apreciaba mi olor corporal. Todo había sucedido muy deprisa, yo estaba como en una nube, cuando pude percatarme y ser consciente de todo lo ocurrido hasta ese momento.
Mientras volvía a mi realidad, pude sentir los brazos de Cors rodeando mi cuerpo. Se apretó a mi por la espalda en plan romántico, y logré comprobar de nuevo su dureza en mi culo. Me abrazaba por la espalda cuando susurrándome en la nuca comenzó a cantar la letra de “Angie”, la canción que sonaba en esos momentos. 
  “LET ME WHISPER IN YOUR EAR; 
ANGIE, ANGIE, WHERE WILL IT LEAD US FROM HERE? 
OH, ANGIE, DON´T YOU WEEP, ALL YOUR KISSES STILL TASTE SWEET, 
I HATE THAT SADNESS IN YOUR EYES, 
BUT ANGIE, ANGIE, AIN´T IT TIME WE SAID GOOD-BYE?…”
.-“¿Te gusta esta canción?” me preguntó abrazado a mi espalda, y retirando mi cabello a un lado detrás de mi oreja para poder hablar conmigo sin tragarse mis pelos. Su gesto me pareció tremendamente enternecedor. Por algún extraño motivo necesitaba sentirme querida, era como si necesitase de su cariño y delicadeza. Supongo que sería el resultado afrodisiaco de la marihuana que comenzaba a hacer efecto.
.-“Uhm, uhm” asentí con la cabeza  al tiempo que me recogía el pelo, y aprovechaba que tenía mis brazos levantados hacia atrás para acariciarle la cara en señal de agradecimiento. Me gustó comprobar el tacto de su barba de tres días con mis manos, mientras me apoyaba en su cuerpo hacia atrás.
Ohps, mi maniobra quiso que de nuevo pudiera sentir su miembro duro clavado en mi culo. Era la tercera vez en poco rato. Lejos de retirarme y evitar el contacto, esta vez quise notar su bulto rozándose por mi trasero.
El también se dio cuenta y continuaba susurrándome la canción sobre mi nuca recién desnuda tras recogerme el pelo.
 “Todos los sueños que abrazamos con fuerza 
Parecen haberse esfumado 
¿No es eso tristeza en tus ojos? 
Pero, Angie, aún te quiero, nena 
Allí donde mire, veo tus ojos 
Ninguna mujer puede compararse a ti…”
Y tras cantar esta última frase me abrazo fuerte entre sus brazos y me dio un tímido beso en la nuca. Se me erizaron los pelos de punta al notar su aliento en mi cuello. Yo no hice nada al respecto, simplemente me dejaba llevar por el momento y las emociones.
Esta vez fue él quien ante mi impasibilidad me refrotó claramente su paquete por mi trasero.
.-“¿Te gusta?” volvió a preguntarme con un susurro en mi nuca al tiempo que me propinaba otro tímido besito en mi hombro desnudo, que provocó un escalofrío que recorrió mi cuerpo de arriba abajo.
¿Qué me estaba pasando?. Aquel tipo estaba tratando de iniciar algo de lo que no sé si estaba segura de querer empezar. Supongo que debía haberle cortado en ese momento cualquier esperanza, y sin embargo no fue así, permanecí quieta, paralizada por los efectos de la marihuana y entregada a sus caricias.
De repente comenzó a jugar con su lengua en mi cuello, pude notar el contacto de su piercing en mi piel. Todo sucedía de manera muy rápida para mí. ¡¡Dios mío!!, que era todo eso tan extraño que me estaba sucediendo. Me temblaban las piernas, mi corazón latía más fuerte que de costumbre, mi rajita comenzaba a humedecerse…
No, aquello no estaba bien, debía pararlo.
Juro que me giré para decirle que no, quería decirle que debía cesar en sus caricias, y sin embargo, nada más girarme, Cors me abrazó fuerte entre sus brazos y acercando sus labios a los míos me besó. Fue algo más que un pico en los labios. Me pilló por sorpresa. No pude negarme.
.-“¿Te ha gustado?” me preguntó mirándome a los ojos con su particular acento.
Yo no supe cómo reaccionar. Hacía tiempo que no me sentía de esa manera, tan confusa, tan extraña, todo era nuevo para mí. Al no decir nada, y dada mi pasividad el tipo volvió a besarme.
Esta vez introdujo su lengua en mi boca. Era un beso francés en toda la regla. Yo solo acerté a corresponderle entreabriendo mis labios y permitiendo que su lengua explorase cada rincón de mi boca. Besaba muy bien, para colmo podía sentir su piercing en la lengua cuando se entrelazaba con la mía. Era una sensación tan cautivadora para mí. Reconozco que me gustó besarlo movida por la curiosidad y las ganas de juguetear con ese piercing en su lengua. Era como algo adictivo, que te incita a seguir y continuar.
Ahora fue el holandés quien detuvo nuestro beso para mirarme a los ojos y decirme con ese acento que tanto me seducía a los oídos:
.-“Deseaba probarte desde el primer momento en que te ví” y nada más pronunciar estas palabras fui yo quien acercó esta vez mis labios a los suyos buscando de nuevo ese contacto tan hipnótico en su lengua para mí.
Cors al no verse rechazado me abrazó con fuerza contra él. Esta vez pude apreciar su dureza en mi vientre. No pude evitarlo, necesitaba sentirla a través de nuestras telas. Me gustaba comprobar su estado. Me sentía igual que una adolescente. En ese momento creo que los dos éramos puro deseo. Ambos buscábamos el máximo contacto de nuestros cuerpos.
Nos daba igual el concierto y todo cuanto pudiera suceder en el escenario y a nuestro alrededor. No sé durante cuánto tiempo pudimos estar besándonos sin separarnos jugueteando con nuestras lenguas. Sólo sé que me temblaban las piernas, y que comenzaba a manchar mis braguitas. Mi respiración era agitada y mi corazón latía a toda prisa.
Las manos de Cors pronto descendieron de acariciar mi cintura hasta tocarme el culo. Tiraba todo el rato de mi cuerpo contra el suyo aferrado a mis nalgas con fuerza tratando de conseguir el mayor contacto entre nuestros cuerpos. Mis pechos aplastados contra su torso, y su paquete en contacto con mi vientre.
Creí morirme de gusto cuando sus manos estrujaron mis nalgas. Me apretaba los cachetes del culo entre sus manos con fuerza, provocando que mis labios vaginales se abriesen al estirarse la piel y facilitando la secreción exterior de mis fluidos. Podía notar como empezaba a mojar mis braguitas.
Recuerdo que pensé para mí misma “Joder Sara pero que guarra estas hecha” y todo era como si mis propios pensamientos me excitasen aún más. Me acordé de mi marido. Sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien, y eso me excitaba aún más. El morbo era indescriptible.
Por un momento temí que pudiera descubrirme. Pobrecito no sé si se merecía lo que le estaba haciendo, aunque por otra parte se lo tenía bien merecido por imbécil.
NoO!!!, no sé, tal vez debía detener esa locura.
Joder aquello no estaba bien, le estaba poniendo los cuernos a mi marido con un desconocido. Debía parar.
Uhhhm, pero este tío me pone tanto, besa tan bien. ¿Qué puedo hacer?. Pensaba mientras me dejaba besar y acariciar.
Justo en el momento de mis dudas la mano de Cors se deslizó por debajo de la tela vaquera de mi short alcanzado el elástico de mi braguita por la parte inferior. Fue directo al grano, sin dejarme tiempo a pensar. Introdujo con habilidad un dedo por debajo de mis braguitas que buscó enseguida la zona más húmeda de mi cuerpo.
Creo que el mismo se sorprendió de lo mojados que estaban mis labios vaginales.
:-“UUuuhhhmmmm” un gemido ahogado se escapó de mi boca en el interior de la suya cuando sus dedos alcanzaron mis intimidades.
Por suerte la tela del short y la posición impedían que pudiera introducirme su dedo hasta el fondo. Tuvo que contentarse con juguetear con la yema de sus dedos entre mis pliegues más íntimos.
¿Qué me estaba sucediendo?, pensaba aturdida para mi mientras Cors me besaba y me manoseaba a su antojo tratando descaradamente de hacerme un dedo.
“No, no, nooooh” gemía al notar sus dedos tratando de abrirse camino entre mis labios más íntimos.
“Ufffh, esto es demasiado, este tío me pone un montón, debo parar esto antes de perder el control por completo. No puedo, no puedo hacerle esto a mi marido” me repetía una y otra vez mientras nos besábamos.
Decidí separar mis labios de los suyos. Cors me miró extrañado preguntándose porque me había detenido.
.-“Vamos a ver el concierto” dije dándole la espalda y tratando de recuperarme del calentón.
Respiré aliviada al darle la espalda. “Ha sido un calentón y nada más” me dije a mi misma a la vez que trataba de distraerme mirando el concierto.
 Cors me abrazó desde la espalda respetando mi decisión, cosa que agradecí muchísimo. Los Rolling estaban tocando  “Out of control”. Recuerdo que pude ver el concierto tranquila durante un rato, mis piernas dejaron de temblar, mi corazón volvía a recuperar el pulso, y mi “fuentecita” ya no emanaba fluidos descontroladamente.
“Menos mal que no nos ha visto nadie” pensaba para mí mientras me recuperaba y trataba de asimilar lo sucedido. Miré un par de veces a mi alrededor y por suerte no se veía a nadie del grupo ni a mi marido. Para mi alivio nos habíamos quedado solos.
Cors me cedió un nuevo porro que se había encendido durante este tiempo de búsqueda infructífera por mi parte de caras conocidas. Esta vez no pude resistirme, me apeteció probarlo. Conforme le daba caladas, recuerdo que me dije a mi misma que me estaba perdiendo un montón de cosas buenas que tiene la vida por temor al que dirían mis amigas o mis familiares. En esos instantes me sentía libre, fuera de ataduras morales, y quería aprovechar el momento.
Le dí una buena calada tragándome el humo cuanto pude. Luego se lo pasé a Cors de nuevo. Al poco tiempo volvió a cederme el porrete. De nuevo otra calada y de nuevo se lo volví a ceder a mi compañero.
Me encontraba bien, me sentía en la gloria, completamente relajada. Me importaba un pimiento lo que pudieran pensar de mí en ese momento mis amigas y mi esposo si me viesen abrazada a un desconocido que me hacía sentir extraordinariamente bien. Estaba como en una nube, donde todo era paz interior por carecer de temores.
De nuevo pude apreciar la dureza de Cors en mi culo. Yo me apoyaba de espaldas contra su torso y dejaba que me rozase con sus partes por mi trasero. Me gustaba sentir su dureza, saber que era yo quien se lo provocaba. Sentirme deseada como hacía tiempo no me sentía. En el fondo aquel tipo se me comía con la vista desde el primer momento en que me vió. Me hacía sentir una mujer viva, libre, y en armonía con sus deseos.
Decidí que aquella noche debía ser inolvidable para mi, quería tener un recuerdo imborrable en el que me demostrase a mi misma que era capaz de  cualquier cosa en esta vida si me lo proponía. Una experiencia secreta que me guardaría para esos momentos de desesperación y soledad. No sé porque se me vino a la cabeza la película de los puentes de Madison que tanto le gustaba a mi madre, y en ese momento entendí un montón de cosas que tiene la vida.
Así que decidida, quise comprobar con mis propias manos el bulto de los pantalones de Cors. Nunca tendría una oportunidad igual para acariciar una polla que no fuese la de mi marido, así que deslicé mi mano entre su cuerpo y el mío y busqué deseosa su paquete. Hacía ya un rato que dudaba si atreverme o no, y decidí que no debía quedarme con la duda de intentarlo.
Logré alcanzar mi objetivo. Acaricié con mi mano su miembro por encima del pantalón. Caray, me pareció algo más gorda que la de mi esposo, no sabría precisar si más larga. Me daba igual, resultaba delicioso poder acariciar su miembro.
Cors se alegró por mi caricia, era la señal que esperaba, yo había aceptado continuar con nuestro juego, y me correspondió dándome besitos de nuevo en la piel de mis desnudos hombros y en mi cuello.
UUUhhhhm aquello era demasiado para mí. Estaba en la gloria. Me preguntaba cómo sería ese miembro que ahora mismo me encontraba acariciando. Jugaba a adivinar sus formas recorriendo con mis dedos y tratando de averiguar los detalles.
Cors deslizó sus manos por debajo de mi camiseta, al principio se entretuvo jugando con sus manos bajo la tela de mi prenda en la zona de mi ombligo, como obteniendo permiso para ascender a acariciarme los pechos. Desde luego no perdía el tiempo.
Casi me corro de gusto cuando una de sus manos alcanzó uno de mis pechos por debajo de la camiseta. Al observar mi reacción aprovechó enseguida para que fueran sus dos manos las que empleaba a fondo para sobarme los pechos a conciencia.
No sabría como describir esa sensación, simplemente era alucinante estar acariciando la polla de otro tipo que no era mi marido mientras me sobaban las tetas en medio de un estadio de fútbol repleto de gente y rodeada de cuerpos desnudos de hombres, al menos de cintura para arriba.
.-“¿Te gustan?” giré levemente mi rostro para preguntarle a Cors mientras nos acariciábamos mutuamente.
.-“Son estupendas” me respondió mientras me besaba por la nuca y el cuello y me estrujaba los pechos en cada una de sus manos.
.-“¿Lo dices en serio?” le pregunté sin creer lo que me decía, pues tras mi embarazo siempre cavilé que ya no eran lo que fueron, y pensé que tan solo  me lo decía por quedar bien.
.-“Me muero por verlas” pronunció al tiempo que sus dedos jugueteaban con mis pezones. Yo soy muy sensible en esa zona, y de nuevo mojaba mis braguitas del gusto.
.-“¿Te gustaría verme los pechos?” le pregunté.
Comenzaron a sonar los acordes del “Honky Tonk Women” por los altavoces.
.-“Me encantaría” dijo mientras sus dedos se movían a un lado y a otro de mis pezones torturándome de placer. A mi sus palabras tan directas debo reconocer que me excitaban.
.-“¿De verdad quieres que te enseñe los pechos?” le pregunté una vez más comprobando por sus palpitaciones que el tipo se moría de ganas.
.-“Seguro que son más bonitos que los de Itziar” pronunció tratando de picarme, y al decir esto pude apreciar que su miembro alcanzaba un estado más que considerable.
.-“¿Aquí en medio de todos?” le susurré excitándolo con la posibilidad de cometer semejante locura mientras le acariciaba su miembro a la vez que el también me excitaba a mi acariciándome los pechos.
.-“Igual que hizo Itziar con tu marido, por qué tú no te atreves que si no…” dejó en el aire provocándome.
.-“Estás loco….” le dije mientras me dejaba manosear.
.-“No tanto como tú. Sara, reconócelo, te sentirías mejor contigo misma” dijo dejando de acariciarme los pechos.
.-“¿Qué quieres decir?” le pregunté cesando yo también en mi maniobra.
.-“Vamos Sara, hazlo, necesitas demostrártelo a ti misma. Lo ví en tu cara cuando observabas a tu marido mirando como Itziar le enseñaba las tetas. Tú también puedes” y antes de que pudiera rebatirle nada, se arrodilló en el suelo y metiendo su cabeza entre mis piernas se incorporó de inmediato alzándome sobre el resto de gente.
No sé cómo describir ese momento. No me lo pensé dos veces, levanté mi camiseta y mostré mis pechos a todo el mundo allí en medio de la muchedumbre. Fue algo increíble, los muchachos de mi alrededor comenzaron a silbarme y a gritarme cosas de todo tipo. El mundo se detuvo y el tiempo transcurría a cámara lenta para mi. Pude ver cientos de ojos a mi alrededor deseosos al verme con las tetas al aire. Era algo indescriptible, se que cuantos miraban deseaban poseer mi cuerpo, era algo salvaje e irracional. Me hizo sentir como una diosa que elige al héroe al que entregarse en sacrificio.
Cors me bajó casi al unísono tras bajarme la camiseta.
Nada más tocar suelo lo miré a los ojos.
.-“¿Cómo te sientes’” me preguntó con una sonrisa, no le dejé decir nada más, lo abracé y lo besé.
Me sentía pletórica, nunca antes en mi vida había descargado tanta adrenalina en tan poco tiempo. Sé que el holandés me rodeaba con sus brazos a mi cintura y que algún otro tipejo de alrededor aprovechó para tocarme el culo por la espalda. Seguramente se pensaría más de uno que era una zorra de aupa, y sin entender muy bien porqué, me excitaba que pensasen eso de mi al igual de que tratasen de aprovecharse. Al contrario de molestarme no me importó en absoluto. Estaba en la gloria rompiendo toda clase de tabús en mi mundo.
Es más me gustó ser manoseada por algún que otro desconocido mientras me entregaba en cuerpo y alma en besar y acariciar a mi acompañante.
De nuevo perdí la noción del tiempo. Sólo quería besar y besar a ese hombre que me hacía sentir tantas cosas y de forma tan diferente. Las manos de mi hombre acariciaban todo mi cuerpo. Me encantaba. Le hubiese hecho el amor allí mismo de no ser porque estábamos rodeados de gente.
Lo dicho, de vez en cuando más de uno se beneficiaba de nuestra dedicación para aprovecharse y tocarme el culo, pero me daba igual, solo quería sentir las manos de Cors acariciándome, su lengua recorriendo cada rincón de mi boca, y mi mente entregada por completo a ese hombre. Mis braguitas debían de estar ya no mojadas sino empapadas. Estaba cachonda perdida, fuera de control. Sin duda estaba siendo la experiencia más salvaje de mi vida, nunca había llegado a tal punto de éxtasis y paroxismo.
Dejamos de besarnos cuando comenzaron a sonar los acordes del “Sympathy for de Devil”.
.-“Esta canción me gusta mucho” dijo Cors mientras miraba al escenario. A mi me daba igual lo que sucedise en el escenario, sólo quería seguir abrazada al cuerpo de Cors. Sabía que pronto terminaría el concierto, yo volvería a ser la recatada esposa de mi marido con el que regresaría tras acabar el concierto, y todo volvería a ser como antes. Mientras, me había sucedido una de las mejores experiencias de mi vida, a la que me resistía a terminar.
Cors pasaba sus manos por mi espalda conocedor de mis dudas y mis temores. Pronto sonó Brown Sugar y al acabar los Rolling desaparecieron del escenario.
Todo el mundo comenzó a chillar, yo la primera, chillaba como una loca porque no quería que aquella bonita aventura terminase, deseaba con todas mis fuerzas que los Rolling regresasen al escenario y poder despedirme de Cors con otro beso mientras sonaban sus acordes.
Mis suplicas y las de miles de espectadores se vieron satisfechas. Sonaron los acordes del “You can´t always get what you want” como si fuese algo premonitorio. Mi holandés favorito parecía ahora preferir contemplar el concierto que mis arrumacos.
Yo sabía que era su forma de despedirse, de hacerme entender que todo llegaba a su final, y en cierto modo agradecí sus gestos, aunque yo quería disfrutar hasta el último momento. Sabía que nunca encontraría a un hombre que entendiese perfectamente como Cors lo que estaba sucediendo, ni tendría otra oportunidad en la vida de experimentar algo parecido.
De nuevo me apoyé con mi espalda contra su cuerpo. Parecía no hacerme caso hasta que cogí una de sus manos y la guié hasta la parte superior de mis shorts, en mi vientre.
Luego respiré profundo, encogí la tripa, y le indiqué con gestos que deseaba que me acariciase.
No se hizo derogar, desabotonó con habilidad y a una mano el botón de mis shorts, su mano busco ávidamente introducirse por el interior de la tela de mis braguitas, guiado por el tacto de la piel. Sin apenas dificultad logró alcanzar sin problemas mis labios mayores.
.-“Uhhhmmmm” gemí agarrándome con mis dos manos a su brazo que se perdía en el interior de mis pantaloncitos.
Se dedicó a juguetear con sus dedos anular e índice en mis pliegues más íntimos, mientras su dedo corazón buscaba la entrada más placentera a mi cuerpo.
No le fue difícil introducirme su dedo central, estaba mojadísima. Yo debía agarrarme a su brazo para no caer del gusto. Me tenía totalmente entregada a sus caricias, y para colmo comenzó a jugar con el piercing de su lengua y el  lóbulo de mi oreja. Aquello era demasiado. Yo incliné mi cabeza a un lado para facilitarle la labor. Recorrió con su lengua parte de mi cuello.
Un primer espasmo sacudió mi cuerpo de arriba abajo. Cors se detuvo pensando que me había podido hacer daño.
.-“No pares, continua” le suplique entre gemidos de placer agarrada a su cuello, y nada más decirle esto introdujo cuanto pudo su dedo en mi interior.
.-“UUufh, que rico” suspiré aferrada con una mano a su brazo, mientras deslizaba la otra en busca de su miembro. Necesitaba acariciar su polla aunque fuese por encima del pantalón. Tenía necesidad de ese hombre que me estaba llevando hasta límites insospechados de placer.
.-“¿Lo notas?” me preguntó entre beso y beso por mi nuca.
.-“Si. Muévelo, por favor” le supliqué. Y obedeciendo mi orden Cors comenzó a meterme y sacarme su dedo como buenamente podía con tan solo el movimiento de su falange. Suficiente para arrancarme suspiros de placer.
.-“No pares, me corroooh” jadeaba al notar las primeras descargas eléctricas recorrer mi espina dorsal.
Al escuchar mis jadeos justo el tipo que tenía enfrente, y que había permanecido ausente todo este tiempo a nuestras caricias, se giró hacía mi tratando de averiguar lo que podía suceder, luego dirigió su mirada hacia mi vientre y abrió unos ojos como platos cuando observó el movimiento frenético de la mano de Cors en el interior de mis pantalones. Cuando reaccionó de su asombro  me miró a la cara. Su mirada lo decía todo, me despreció con los ojos como si fuese una putilla de tres al cuarto, una fulana que se deja manejar.
Yo lo miré desafiante, no estaba dispuesta a dejar pasar la oportunidad que tenía entre mis piernas por un espectador aturdido como podía ser semejante gilipollas que me observaba. Cors se dio cuenta de la situación y aceleró el ritmo de su dedo.
Yo cerré los ojos y me dejé caer de espaldas contra el cuerpo de Cors. Estaba totalmente entregada a sus caricias y pronto llegaría mi esperado orgasmo. Me concentré en acariciar la polla de mi amigo. Necesitaba tocarla, me imaginaba como sería tenerla dentro. Estaba convencida de  que me quemaría por dentro. La imaginaba mucho mayor que la de mi marido.
Una primera sacudida sobrevino en mi cuerpo. Era evidente lo que estaba pasando. Abrí los ojos tan solo un segundo, lo justo para ver como el tipo de enfrente continuaba observándome descaradamente. Yo le aguanté la mirada cuanto pude. Me fijé bien, tenía el torso desnudo, estaba sudado, tenía un cuerpo musculado, marcaba abdominales y bíceps de gimnasio, y tenía gran parte de su cuerpo desnudo tatuado. Una segunda sacudida por mi cuerpo hizo que de nuevo cerrase los ojos y me abandonase a las sensaciones que mi cuerpo me transmitía. Se sucedieron un tercer y cuarto espasmo ante la atenta mirada de los dos hombres que me rodeaban, acompañado de algún apagado gemido.
Abrí los ojos de nuevo.
Todo se sucedió a cámara lenta en mi cabeza. Pude contemplar atónita como el desconocido de enfrente que nos observaba, dirigía lenta pero decididamente su mano hasta  alcanzar uno de mis pechos. Lo estrujó un par de veces sopesando su tamaño y su dureza.
.-“AAAaaaaahh, siiii, si” justo en ese momento me corrí sin poderlo evitar.
El tipo aparto su mano al escuchar mis gemidos, pero no se perdió detalle de mis muecas en la cara de placer. Cors aceleró el ritmo de su mano, y yo me sobrevine en un brutal orgasmo que me hacía perder el equilibrio de no ser porque me encontraba ensartada como un garfio por el dedo de Cors, y apoyaba contra su cuerpo.
Después de varias convulsiones recuperé la normalidad. Fue entonces cuando me percaté que estaban tocando el “ I can´t get no satisfaction”. Cors retiró su mano de mi interior al verme restablecida, y a mi me salió de dentro saltar y chillar como una loca mientras cantaba la letra de la canción….
I can´t get no satisfaction….
I can´t get no satisfaction….
I can´t get no satisfaction….
Cors y yo nos reímos mientras cantábamos la canción.
El tipo de enfrente se giró una vez más para vernos. Yo le lancé un beso y Cors se rió por mi gesto tan descarado. Yo también reía mientras cantaba de nuevo una y otra vez…
I can´t get no satisfaction….
I can´t get no satisfaction….
Al final los acordes cesaron. Mike Jagger y la banda se retiraron dentro. Las luces del estadio se encendieron. Todo había terminado.
De repente el mundo se me vino encima.
.-“Debo encontrar a mi marido” le dije temerosa a Cors.
.-“Tranquila” me dijo Cors mientras la gente de alrededor se dirigía hacia las salidas “estará con alguno de estos” dijo tratando de transmitirme calma.
Cuando la pista se despejó un poco más nos movimos hacia la zona en que habíamos dejado al resto del grupo. No vimos a nadie. Cors sacó su móvil del bolsillo e hizo una llamada. Yo comenzaba a ser un manojo de nervios. No sabía que le iba a decir a mi marido. No sabía si sería capaz de mirarlo a la cara siquiera después de lo sucedido.
.-“Me dice Mikel que están fuera ya del estadio, están con tu marido en la esquina del Bernábeu, nos están esperando” dijo cogiéndome de la mano para guiarme hacia la salida.
Yo respiré aliviada, al parecer mi marido estaba bien. Temía que le hubiese ocurrido algo.
Una vez fuera del campo de fútbol, pude ver a algunas de las personas del grupo de amigos de Cors sentados en el bordillo de una acera. Entre otros pude ver a  Mikel y la tal Itziar. Luego me dí cuenta que mi marido yacía totalmente inconsciente en un banco de detrás.
.-“¿Está bien?” le pregunté a Mikel dirigiéndome hacia mi marido.
.-“Esta mejor que nosotros, lleva un rato durmiendo la mona” y me hizo indicaciones como de que no tenía porque preocuparme mucho.
.-“Tranquila se le pasará” me dijo Mikel al verme nerviosa junto a mi esposo.
.-“¿Cuánto tiempo lleva así?” le pregunté.
.-“Llevamos aquí medio concierto” me respondió la tal Itiziar “tu marido se desplomó redondo al salir de los baños y los de seguridad lo sacaron del estadio, como no te localizaba me salí con él. Creo que tu hubieses hecho lo mismo, no podía dejarlo tirado. Me debes una” dijo guiñándome un ojo.
De alguna manera respiré aliviada al escuchar sus palabras, por lo que me contaba era imposible que mi marido me hubiese sorprendido, y al parecer después de todo, Itziar era una tía muy legal.
Que mi marido estuviera inconsciente, no me hacía sentir culpable, de momento no tenía porque darle explicaciones.
.-“¿Dónde os habíais metido?” preguntó Mikel a Cors mosqueado.
.-“Nos empujaron hacia delante y después fue difícil salir de allí, había mucha gente” se explicó Cors ante sus amigos.
.-“Bueno, nosotros nos abrimos, vamos a pillar un taxi” dijo Mikel poniendo al resto de gente en pie en busca de su taxi. Cors también hizo el ademán de marchar.
.-“Espera” le dije a Cors “ayúdame por favor a llevar a mi marido hasta el coche, está aquí cerca, no puedo dejarlo así en la calle” le pedí que me echase una mano.
Cors me miró a los ojos y me preguntó:
.-“¿Estás segura?” cuestionó lo que le pedía.
.-“No puedo con él, ayúdame a llevarlo por favor” le supliqué que me ayudase.
El holandés pasó uno de los brazos de mi marido por su hombro y arrastró a mi esposo colgado a sus espaldas rumbo al coche. Por suerte este no estaba muy lejos.
Llegamos al coche, abrí las puertas y traté de ayudar a Cors a dejar a mi esposo totalmente inconsciente en el asiento del copiloto. Se las apañó él solo para dejarlo bien sentado contra el respaldo.
.-“Gracias” le dije una vez terminó de acomodar a mi marido apoyada por el cansancio contra el coche en la puerta trasera al copiloto.
.-“No hay de qué” me dijo Cors situándose enfrente mío y cogiéndome por la cintura.
.-“Supongo que ha llegado la hora de despedirnos” pronuncié bajando la mirada al suelo.
.-“Supongo que sí” pronunció Cors acercando su cuerpo peligrosamente al mío, al tiempo que levantaba mi rostro con su mano acariciándome en la barbilla.
Sus labios estaban muy próximos a los míos y sus intenciones también. Yo no sabía qué hacer o que decir, en el fondo no quería despedirme de él. Fue Cors quien se dio cuenta de mis sentimientos y tomó la iniciativa.
.-“Un último beso” susurró abrazándose con su cuerpo al mío y con sus labios a apenas un par de centímetros de mi boca.
Yo entreabrí los labios en silencio y él me besó en la boca. Juro que me era imposible evitar no corresponderle cada vez que me besaba. De nuevo tenía esa necesidad imperiosa de juguetear con su lengua y la mía, de dejarme explorar cada rincón de mi boca atrapada por la suya, y de notar el acero quirúrgico de su piercing provocándome sensaciones maravillosas.
 Me abrazó con fuerza y me apretó con su cuerpo contra la ventanilla del coche en el que ya estaba apoyada. Me besó con más pasión aún si cabe. Yo era incapaz de negarme a sus besos y sus abrazos. Sus manos se deslizaron sin pensarlo de mi cintura a mi culo. Lo estrujó a dos manos, como si fuese la última vez que pudiera hacerlo. Menos mal que estábamos en el cristal del asiento trasero, justo detrás del puesto de copiloto en el que yacía inconsciente mi esposo, de lo contrario de haberse despertado hubiera podido ver como Cors me estrujaba los cachetes del culo sin piedad con sus manos.
No sé cuánto tiempo estuvimos besándonos de esa manera, sólo recuerdo que Cors me empujaba cada vez más con su cuerpo contra la puerta del coche, hasta el punto que pude notar su dureza otra vez clavada en mi vientre.
Aquello terminó por hacerme perder el control.
.-“Uuhhm” un tímido gemido se escapó de mi boca y quedó atrapado en la suya.
De nuevo había traspasado el límite de lo decente. Pude notar su paquete apretándose contra mi vientre.
Cors se percató de ello, y buscaba descaradamente el contacto entre nuestras intimidades mientras me besaba y me acariciaba el culo. Tuve la necesidad imperiosa de comprobar por última vez el tamaño de su polla por encima del pantalón. Introduje mi mano entre los dos cuerpos y no dudé en acariciar esa polla que tanto me gustaba imaginarme.
.-“Guuuauh”, cada vez que lo manoseaba me parecía enorme. Movía mi mano arriba y abajo por encima de su pantalón comprobando su erección.
Cors envalentonado por mi maniobra deslizó una mano por mi cuerpo hasta acariciarme un pecho por encima de la tela de mi camiseta, mientras con la otra mano continuaba estrujándome el culo.
En esos instantes éramos todo pasión y desenfreno. Estábamos desbocados.
Cors metía su mano por debajo de la camiseta hasta amasarme uno de mis pechos a conciencia.
.-“Uuummmh” de nuevo otro gemido se escapó de mi boca y quedó atrapado en la suya.
Dejó de besarme para recorrer mi cuello desnudo con su lengua y jugar con su piercing en el lóbulo de mi oreja.
.-“Uuufh, para por favor“ le dije “eso me pone muy cachonda” le susurré mientras su lengua jugaba con mi cuerpo. Y él, haciendo caso omiso a mis palabras, introdujo ávidamente sus dos manos por debajo de mi camiseta acariciándome ambos pechos a la vez.
Se dedicó a amasar y estrujar uno de ellos, mientras que la otra mano jugaba a mover a un lado y a otro la punta de mi pezón con la yema de sus dedos.
Aquellas caricias me estaban volviendo loca. Yo por mi parte no podía evitar acariciar su miembro por encima de sus pantalones. Era como una droga para mi.
De repente me subió la camiseta por encima de mis pechos desnudando mis tetas en plena calle. Las contempló goloso por un instante, y antes de que pudiera decir o hacer nada, comenzó a recorrer cada centímetro de piel de mis pechos con su lengua hasta que se dedicó a juguetear con su piercing en mis pezones.
.-“Noooh” gemí de placer. Temí perder el control y dejarme hacer en medio de la calle. No respondía de mis actos.
Recuerdo que me agarré al pelo de su cabeza para no caerme, y tratando de evitar que se le ocurriese incorporarse y detener  sus lametones.
Yo soy muy sensible en esa zona. Estaba entregada a las emociones que me producía.
.-“No!, para, pueden vernos” le susurré en un atisbo de lucidez.
En el fondo estábamos en plena calle, alguien podía estar observándonos, o mi marido podía despertarse. Cors continuaba relamiendo mis pechos como si de dos flanes se tratase.
.-“No, por favor, para, pueden vernos” le repetí entre gemidos mientras me agarraba a su cabellera con fuerza para no caerme del gusto.
Cors se detuvo, se incorporó para mirarme a los ojos, tiró de mi hacia él, lo justo para abrir la puerta del coche y empujarme dentro sobre el asiento trasero de mi propio coche.
Antes de que pudiera incorporarme el tío se había abalanzado entre mis piernas cerrando la puerta tras de sí y hundiendo de nuevo su rostro entre mis pechos.
Traté de incorporarme. Me dio un morbo increíble contemplar recostada sobre mis brazos en el asiento trasero como Cors me devoraba las tetas mientras mi marido continuaba totalmente inconsciente en el asiento delantero. Fue algo indescriptible para mí. Se lo tenía bien merecido por gilipollas.
Cors comenzó a recorrer con su lengua no sólo la zona de mis pechos, sino que poco a poco fue bajando hasta besarme por la zona del ombligo y lamer todo mi cuerpo con su lengua.
Yo me dejaba hacer, hasta que en un momento dado se entretuvo en darme pequeños besitos en la zona por debajo a mi ombligo, se arrodilló sobre el suelo del coche y se deshizo del botón de mis shorts mientras me miraba fijamente a los ojos.
.-“¿Qué haces?” le dije tratando de evitar que me quitase los pantalones.
.-“Imagínatelo” dijo mientras tiraba de mis pantalones hacia abajo con la intención de sacármelos.
.-“Mi marido puede vernos” le susurré mientras trataba de resistirme tímidamente a que me quitase los shorts.
.-“No creo que te importe” pronunció Cors mientras daba un último tirón a mis pantalones y lograba deslizarlos por mis piernas hasta los tobillos.
Luego acomodó cada una de mis piernas sobre sus hombros e introdujo su cabeza entre mis muslos.
Comenzó por darme algún besito sobre mi pubis por encima de la tela de mis braguitas y a lamerme con su lengua por la carne desnuda de mis piernas. Me gustó sentir su barba raspándome la delicada piel de mis muslos. Se le notaba concentrado en aspirar mi aroma más profundo de mujer. Luego retiró la tela de mis bragas a un lado y me besó por primera vez sobre mis labios vaginales.
Se regocijó al comprobar que llevaba mi pubis depilado.
.-“Esto hay que verlo bien” dijo tras varios besitos incorporándose y tirando por los laterales de mis braguitas deslizándolas por mis muslos. Luego se entretuvo un rato en sacarme por completo tanto el pantalón como mis braguitas, atascadas en mis tobillos, desnudándome de cintura para abajo.
Yo me acomodé sobre el asiento dispuesta a disfrutar de lo que estaba a punto de suceder. Esperaba que por primera vez en mi vida me comiesen el coño como es debido, y no con el pudor con el que lo hacía mi esposo. Ahora podía  verlo inconsciente por el retrovisor central de nuestro coche. Siempre que trataba de hacerme el cunnilingus  a su manera, no terminaba por convencernos a ninguno de los dos.
Miré por última vez a mi esposo sonriendo antes de cerrar los ojos y entregarme a la comida de Cors.
Enseguida pude notar como la lengua de Cors recorrió mis labios vaginales de abajo arriba separándolos entre sí. Se notaba que el tipo disfrutaba haciéndolo, como quien saborea un cucurucho. Repitió la acción un par de veces antes de localizar mi clítoris con su lengua. Una vez tuvo claro el punto que buscaba comenzó a mover su lengua a un lado y a otro estimulando mi cuerpo hasta límites insospechados. Tuve que morderme los labios para no gritar cuando pude sentir por primera vez el frío del acero quirúrgico de su lengua tililando sobre mi clítoris
.-“UUuuufhh” traté de reprimir varios gemidos evitando no hacer ruidos sospechosos que pudieran despertar a mi esposo.
.-“Ya te dije que te gustaría” interrumpió Cors su maniobra para mirarme a los ojos sabiéndose triunfador. Yo por mi parte lo agarré por el pelo y le hundí su cara entre mis muslos a la vez que hacía fuerza con mis piernas para que no se lo ocurriese interrumpir otra vez lo que había empezado.
.-“Joder, siiih” suspiré cuando una primera sacudida recorrió mi espina dorsal con su lengua jugando alrededor de mi punto de placer. ¡¡Apenas llevaba nada comiéndome el coño y ya estaba a punto de correrme!!. Era magnífico, maravilloso, indescriptible.
.-“Buuufff” resoplaba aferrada a su pelo y aprisionándolo entre mis piernas para que no parase. Creo que hasta la parte más alta de mis muslos estaban enrojecidos de apretar mis piernas contra su barba de tres días.
.-“Uffh, para, me corrro” le informé cuando un segundo y tercer espasmo sacudieron mi cuerpo. El también pudo comprobar en su boca las convulsiones de mi cuerpo.
.-“Si sigues, me corroo” le advertí casi por última vez mientras sucedía lo inevitable, mi cuerpo comenzaba a tener pequeñas descargas eléctricas por su espina dorsal.
De repente Cors se detuvo.
Se incorporó sobre sus rodillas a pesar de tenerlo bien sujeto entre mis piernas. Detuvo en seco sus lamidas y desabrochándose a una mano el botón de los jeans de su pantalón, rebuscó por unos instantes, que a mi me parecieron eternos, su polla entre su bragueta, y extrajo un miembro espectacular que lució orgulloso ante mi vista.
.-“¿Pero qué haces?, ¿por qué te detienes?” le pregunté sorprendida sin poder dejar de admirar su poderosa polla asomar entre la cremallera de su pantalón.
Cors no dijo nada, tan solo me miraba sonriente mientras se meneaba unas cuantas veces su miembro ante mi atenta mirada.
Sin decir nada me arrancó mi camiseta de tirantes por la parte superior. Ahora sí que estaba completamente desnuda. Tiró de mis nalgas con sus manos para disponerme de frente a él. Se acomodó de rodillas sobre el suelo del coche entre mis piernas una en cada hombro. Me agarró fuerte de nuevo esta vez de las caderas, y me situó sobre el asiento de tal forma que mi coño quedó a la altura de su polla.
Luego en silencio aproximó su miembro hasta mis labios vaginales, y comenzó a restregarme hábilmente su polla entre mis pliegues más íntimos, buscando estimular mi clítoris con su prepucio.
Yo contemplaba atónita como esa maravilla se abría paso entre mis encharcados labios. Creí que me penetraría de un momento a otro, y sin embargo demoraba el momento intencionadamente.
Creí morirme de gusto cada vez que notaba el contacto de la tela de sus pantalones por mis muslos. Ambos en silencio. Yo no podía negarme, es más, acompañaba sus vaivenes con pequeños movimientos circulares de mi cadera. Era evidente que estaba deseando que me penetrase tanto como él. Yo solo podía mirar esa polla descomunal deslizándose entre mis labios vaginales, y el observaba mi cuerpo moviéndose deseoso porque lo penetrasen.
.-“Vamos Sara, pídemelo por esa boquita tan linda que tienes” me dijo mirándome a los ojos arrodillado como estaba. Sabía perfectamente que yo me encontraba cachonda perdida, que mi esperado orgasmo anterior había quedado interrumpido intencionadamente y que necesitaba correrme como fuese.
.-“Métemela cabrón” ni yo misma creía lo que acababa de decir.
.-“¿Estás segura?” me preguntó al tiempo que continuaba con su particular tortura.
.-“Vamos, métemela” dije completamente desesperada y tratando de ser yo misma quien agarrando su miembro facilitase la penetración, pero él me apartó las manos de mi intento.
.-“Pídemelo como es debido” dijo recreándose de mi sufrimiento.
.-“Fóllame por favor” le supliqué al tiempo que trataba de empalarme yo misma.
Cors me sujetó con las dos manos fuerte por la cintura. Estábamos frente a frente el uno contra el otro. Yo recostada sobre el asiento trasero, y el de rodillas en el suelo del coche. No se perdió ni un detalle de mi rostro cuando decidió penetrarme con su polla. La introdujo despacio, gozando cada milímetro que me insertaba, comprobando cada mueca y gesto en mi cara mezcla de satisfacción y dolor, hasta que le fue materialmente imposible avanzar ni una sola micra más.
Creí morirme del gusto al sentir como me dilataba y me llenaba por completo. Permaneció quieto sin moverse y sin dejar de mirarme. Yo comencé a mover mis caderas en circulitos tratando de animarlo a que se moviese, pero él me tenía bien sujeta por las caderas y se regocijaba de mi desesperación. Estaba encantado de si mismo al contemplar cómo era yo la que trataba de follármelo en tan dificultosa posición por mi parte.
.-“Vamos que haces, muévete” le supliqué al tiempo que trataba de mover sus caderas con mis manos. Pero el permanecía impasible a mis súplicas.
.-“Vamos, cabrón muévete, quiero que me folles” le suplicaba por enésima vez.
 .-“Joder Sara, que puta que eres, cuanto vicio tiene ese cuerpo” y comenzó a moverse aunque muy despacito. Su ritmo lento me desesperaba. Mi cuerpo tenía urgencia.
.-“Más deprisa cabrón, vamos, muévete, más deprisa, vamos, vamos…” le animaba a aumentar el ritmo.
.-“Sabía que las españolitas eráis calientes, pero ninguna tan zorra como tú. Debo reconocerlo Sara, eres la más puta de todas” pronunciaba burlándose de mí.
Yo le intenté arrear un guantazo, se había pasado de la ralla. Sus comentarios no me gustaron. El detuvo mis manos a punto de impactar contra su cara, inmovilizó mis dos manos con una sola mano suya sobre mi vientre, y comenzó a moverse a un ritmo trepidante, con rabia y violencia en cada empujón.
.-“Ah, ah, ah, …” no podía evitar quejarme de placer con cada una de sus embestidas. Ahora se movía a toda prisa, era como un perro en celo. Jamás me habían follado de esa manera, era increíble, delicioso.
Se movía tan aprisa que llegaba incluso a lastimarme ligeramente el movimiento de mis propios pechos con cada una de sus embestidas.
.-“Joder siiih, me corrroooh” y mientras le decía esto me sobrevino un primer espasmo de placer. Cors seguía moviéndose con toda su fuerza e ímpetu observando las reacciones de mi cuerpo.
.-“Aaah, siiih” mi cuerpo se tensaba, estaba a punto de estallar en un brutal orgasmo.
De repente Cors se detuvo de nuevo en seco de sus movimientos para mi desesperación.
.-“Noooh, ¿qué haces?, sigue, sigue joder, no pares” abrí los ojos suplicándole que continuase. No entendía porque se detenía de esa manera haciéndome sufrir tanto. Porque mis manos continuaban inmovilizadas por la suya a la altura de mi vientre, que si no hubiese intentado arrearle otro bofetón.
.-“Vamos cabrón, fóllame, quiero que me folles, muévete de una puta vez” le suplicaba desesperada mientras era yo la que intentaba moverse en vano.
.-“Eso es Sara, quiero escucharlo de tu boca” me decía regocijándose de mi desesperación.
.-“Fóllame, fóllame por favor, quiero que me folles…” le repetía una y otra vez implorándole.
Y ahora sí el holandesito volvió a moverse a un ritmo infernal.
.-“Joder siiiih, que gusto, eso es, muévete, que bien follas” le animaba para que no se detuviese.
.-“No pares ahora por favor, no pares, cabrón” le repetía entre gemidos.
Me sobrevino un orgasmo brutal, primero fue un espasmo tras otro sacudiendo mi cuerpo, lo menos diez o doce a cual más placentero levantando mi cuerpo del asiento en cada sacudida. Cors no dejaba de embestirme en ningún momento y en lo que parecía que mi orgasmo había concluido, de nuevo más y más sacudidas que hicieron estremecer mi cuerpo de placer.
.-“Mmmmmhh” Ahogué mis gritos en cada convulsión mordiéndome los labios. Creo que era la primera vez en mi vida que experimentaba un orgasmo tan largo y tan intenso. Dudo si fue un orgasmo múltiple, pero estoy segura de que disfruté como nunca.
Cors observaba atento cada gesto de mi rostro, cada sacudida de mi cuerpo, cada contracción de mis músculos pélvicos alrededor de su polla que ahora me quemaba por dentro. Debí de ser un espectáculo apoteósico para su regocijo.
Cuando me atreví a mirarlo a los ojos pude entenderlo todo. Aquel experto amante sabía que retrasando mi orgasmo lograría correrme varias veces, y así había sido. Lo miré totalmente satisfecha por su saber hacer. Una vez recuperé la respiración le pregunté:
.-“¿Y tú?, ¿te has corrido?” le pregunté extrañada porque su miembro no perdía vigor en mi interior.
.-“Bueno, ya sabes…lo que pasa en estos casos, el alcohol y la marihuana retrasan el momento” me dijo como disculpándose.
A mí me dio lástima. Sentí la necesidad de corresponderle, el me había llevado al mejor orgasmo de mi vida, y yo quería que él al menos también se corriese.
.-“Ven, siéntate tú” le dije haciéndole indicaciones para que se sentase cómodamente en el asiento trasero al tiempo que su miembro se salía de mi interior, “vas a saber lo que es una españolita de verdad” le dije sentándome a horcajadas sobre él.
Agarré su polla algo flácida en esos momentos entre mis manos, y la acomodé a la entrada de mis labios vaginales. Ahora era yo la que se movía adelante y atrás recorriendo toda su longitud entre mis pliegues evitando intencionadamente la penetración. El me agarró de la cintura y acompañaba el movimiento de mis caderas.
Sujete su cara con una de mis manos y lo besé en la boca. Nuestras lenguas comenzaron a jugar de nuevo. Introduje la otra mano por el interior de su camiseta y jugué con una de sus tetillas. Se notaba que le gustaban mis caricias. Luego mientras continuaba sujetándole el rostro con la otra mano, comencé a lamerle por el cuello y a jugar con el lóbulo de su oreja. Podía notar los espasmos de su polla entre mis piernas.
.-“Sabes… “ le susurré en la oreja al tiempo que chupeteaba su cuello y su lóbulo, “nunca me han follado tan bien como tú” le confesé para su satisfacción. Pude apreciar como su polla daba un respingo.
.-“Lo sé” dijo él.
.-“Tienes una polla que me vuelve loca” le susurraba tratando de realzar su ego como macho.
 .-“Lo sé” repitió él en actitud arrogante. No sé porque me gustaba en él su actitud chulesca. No tenía nada que ver con mi marido.
.-“Quiero volver a sentirla dentro de mi” le susurraba mientras le comía la oreja.
Su miembro ahora estaba totalmente duro y en su máximo esplendor, así que decidí que había llegado el momento. Agarré su miembro con una mano y la guié hasta la entrada de mi coñito. Luego, poco a poco fui sentándome sobre su polla, comprobando como me dilataba al penetrarme.
Era una gozada sentir todo eso dentro de mí. Como había dado clases de danza del vientre, comencé a moverme sobre su polla haciendo el llamado dromedario. Pude apreciar los espasmos de su polla que crecía aún más en mi interior. Me llenaba por completo.
.-“Sabes…” le susurré de nuevo en la oreja mientras lo torturaba con mis movimientos ”te voy a follar como nunca te lo han hecho antes” lo provocaba.
.-“Joder Sara, estas echa una auténtica puta” me dijo tratando de alcanzar uno de mis pechos con su lengua, dándome a entender que le gustaba chuparme las tetas
Yo le acerqué uno de mis pechos a su boca para que pudiera lamerme los pezones.
.-“Eso es amor, cómeme las tetas” le susurré en la oreja al tiempo que alternaba mis pechos en su boca para que jugase con ellos.
Yo me movía ahora de tal forma que cuando me echaba para atrás no alcanzaba a chuparme los pechos, y cuando me movía hacia delante si lograba chuparme el pecho que le acercaba. Alternaba cada teta en cada vaivén.
El me sujetaba fuerte de la cintura y trató de aumentar el ritmo de mis caderas con su fuerza.
.-“Vamos, puta, muévete” me dijo al tiempo que me daba una cachetada en mi culo. La nalgada resonó dentro del coche.
.-“Ssscht” le chisté, “no hagas eso, puedes despertar a mi marido” le advertí.
.-“Estoy seguro de que tu marido no sabe utilizar este culo tan rico que tienes” pronunció al tiempo que me daba otra nalgada y acercaba peligrosamente uno de los dedos de su mano que me acariciaban el culo hasta mi esfínter.
Yo abrí unos ojos como platos cuando noté su dedo recorriendo el anillo de mi ano. Él, que era un tipo listo, se percató de mi reacción.
.-“¿No me dirás que nunca te han partido el culo?” me preguntó mirándome a los ojos atento a mi reacción cuando su dedo presionó ligeramente mi ano.
Yo desvié la mirada evidenciando que nunca lo había intentado.
.-“Esto sí que no me lo esperaba” dijo relamiéndose como lobo feroz dispuesto a devorar a caperucita.
Acto seguido me agarró del pelo y me obligó a reclinarme contra su torso haciendo que mi culito quedase en pompa y más abierto a sus intenciones.
.-“Relájate, quiero ser el primero en romperte el culo” me susurró al oído a la vez que presionaba sobre mi esfínter con la yema de uno de sus dedos.
Me dejé hacer. He de decir que no me dolió mucho notar como su falange comenzaba a dilatar mi ano y lograba abrirse camino en mis entrañas. El morbo mitigaba el ligero escozor que me producía.
Decidí agarrarme a su cuello con una mano, y acariciarme yo misma con la otra mi clítoris, buscando contrarrestar con mi propio placer, el miedo y el temor que inundaba mi cuerpo.
.-“Si prietas el culo es peor, relájate, no va a dolerte” me susurró de nuevo en la oreja al ver que mi cuerpo estaba tenso al tiempo que introdujo su dedo corazón todo cuanto pudo.
.-“Lo ves, ya está del todo dentro” me susurró de nuevo en la oreja y poco a poco comenzó a moverlo.
Hasta el momento no sentía dolor, tal vez alguna molestia.
.-“No me hagas daño, por favor” le supliqué aferrada a su cuello.
Aumenté el ritmo de mi mano con el que yo misma me machacaba el clítoris, cuando pude notar como un segundo dedo del holandés se abría camino en mi ano.
Para mi sorpresa tampoco dolió tanto. Es más, resultaba incluso placentero. Cors como adivino de mis pensamientos, comenzó a mover sus dedos relativamente deprisa en mi interior. A parte de un leve picor en mi esfínter, se puede decir que se apoderaba el placer de sentirme llena por su polla en mi coño y el movimiento de mi mano en mi clítoris.
El experto holandés no se lo pensó dos veces y enseguida introdujo un tercer dedo en mi ano. Aquello ya era demasiado en mi cabeza, notaba cierto dolor al comprobar cómo se dilataba a la fuerza mi esfínter, pero aún con todo se me hacía soportable.
Yo permanecía ahora con los ojos cerrados abrazada a su cuello concentrada en las sensaciones que experimentaba mi cuerpo. Era como si estuvieran forzando mi mente y mis prejuicios en vez de mi culo. No sé durante cuánto tiempo estuvo jugando con sus dedos en mis entrañas, pero abrí los ojos cuando me dijo:
.-“Será mejor que me la chupes antes de que te rompa el culo, debe estar muy lubricada si no quieres que te duela” pronunció para mi sorpresa sacando de mi interior tanto su polla como sus dedos y haciendo fuerza con sus manos para que me arrodillase en el suelo.
Lo obedecí sin rechistar, me dejaba guiar temerosa y complaciente. Así que me arrodillé a sus pies, lo miré a los ojos mientras le desabrochaba los jeans por completo y tiraba de sus pantalones y de sus calzoncillos hasta dejárselos a la altura de los tobillos. Luego agarré a una mano su polla, y procedí a lamerla de abajo arriba con mi lengua una y otra vez.
Pude comprobar el sabor de mis propios fluidos, y el olor intenso de los dos sexos mezclados. No sabría cómo describir esa sensación. Me sentía como una autentica guarra chupando esa polla y a la vez me gustaba.
Lo miré a los ojos desde esa posición y pude comprobar su cara de impaciencia porque me  introdujese de una vez su polla en la boca. No le hice esperar, traté de introducírmela todo cuanto pude. Apenas el prepucio y poco más. Luego recorrí su forma con mi lengua mientras la tenía atrapada entre mis labios, y más tarde acompasé mi movimiento arriba y debajo de mi cabeza con el de mi mano.
.-“Joder Sara, que mal la chupas, se nota que no estás acostumbrada. Será mejor que te reviente el culo cuanto antes” me dijo incorporándome con sus manos por debajo de mis brazos.
Luego me giró de espaldas a él. Me manejaba a su antojo. Yo quedé mirando hacia la luna delantera del coche prácticamente entre los asientos de delante. En esta posición podía verme a través del retrovisor, y a mi marido completamente inconsciente en el asiento del copiloto.
Cors me abrió las nalgas del culo con las dos manos y me ordenó:
.-“Ven siéntate despacio” pronunció mientras guiaba mi culo hasta su polla.
Enseguida pude sentir su capullo presionando contra mi esfínter. Cors se agarraba el miembro con una mano, mientras me hacía indicaciones para que me sentase poco a poco sobre su polla.
.-“Hay!!” grité cuando noté que mi ano se dilataba a la fuerza presionado por su polla. Aquello me dolió un poco, y me incorporé apoyándome en los reposacabezas de los asientos delanteros. Mi mano derecha contactó con el pelo de mi esposo que yacía en el asiento del copiloto.
Cors me hizo indicaciones para que lo intentásemos por segunda vez. Repetimos la maniobra, solo que esta vez, una vez introdujo tan solo la puntita de su polla en mi ano, me agarró con fuerza por la cadera impidiendo que pudiera hacer fuerza hacia arriba y salirme.
.-“Si te quedas quieta te dolerá menos” me dijo a mi espalda, tratando de inmovilizar mi cuerpo. Yo le hice caso y me quede quieta esperando los acontecimientos.
.-“Eso es, vamos, siéntate, lo estás haciendo muy bien” me dijo al tiempo que yo dejaba caer mi cuerpo poco a poco sobre su regazo y me ensartaba su polla en lo más profundo de mis entrañas.
Había entrado hasta el fondo en una sola vez. Me produjo cierta sorpresa notar sus huevos contra la piel desnuda de mi culo, pero también el dolor que ahora surgía de esa zona. Dudé si salirme o no, pero fue Cors quien comenzó a moverse despacio dilatando mi esfínter lentamente.
Yo permanecía agarrada a los reposacabezas de los asientos delanteros, atenta a todo cuanto sucedía en el interior de mi cuerpo.
Recuerdo que mi marido se movió ligeramente, por un momento temí que se despertara, pero su movimiento únicamente sirvió para verificar el estado de inconsciencia en el que se encontraba. El caso es que su mano izquierda cayo por el hueco del freno de mano y mi vista se fijó irremediablemente en la alianza que relucía en su dedo anular.
.-“Pobrecito” pensé al verlo inconsciente “si supieras que tu querida mujercita le está entregando el culo a otro tipo en tu mimado cochecito no dormirías tan a gusto”.
Cors tiró de mi pelo obligándome a quedar recostada de espaldas contra su torso. Una de sus manos se dedicó a acariciarme las tetas, mientras la otra la dirigió directamente a mi coñito.
.-“Te va a costar olvidar esta polla” me dijo desde la espalda al tiempo que uno de sus dedos se abría camino en mi vagina.
Aquello era increíble, pude notar como su dedo alcanzaba a rozarse con su polla a través de mis tejidos. De repente el dolor había desaparecido y solo lograba experimentar oleadas de placer recorriendo mi cuerpo.
.-“Te estoy rompiendo el culo… ¿y a que te gusta?” escuché desde mi espalda.
 .-“Eso es, si, clávamela” le dije al tiempo que agarraba sus dos manos con las mías y las guiaba en sus caricias.
Ahora era yo la que le incitaba a que me pellizcase el pezón que tenía atrapado con su mano, y a que introdujese un dedo más en mi vagina.
  .-“Oh sí, como follas cabrón” le dije una vez se dejó guiar sus manos por las mías.
.-“Lo estas disfrutando, ¿eh guarra?” me dijo retorciendo uno de mis pezones con su mano.
.-“Oh si, por Dios, fóllame más, rómpeme el culo” le incitaba. Cors comenzó a moverse al igual que antes me follaba por el coño, a un ritmo vertiginoso.
.-“Eso es cabrón, dame fuerte, rómpeme el culo” le dije al comprobar que una corriente eléctrica comenzaba a recorrer mi columna vertebral.
.-“Te estoy rompiendo este culito de niña pija que tienes” me dijo con su voz entrecortada que me hacía presagiar estaba a punto de correrse.
.-“Córrete”, le dije volteando mi cuello para tratar de besarlo “quiero que te corras dentro de mi”. Sabía que poco tardaría en hacerlo.
.-“Joder, Sara, menudo culito más rico que tienes”, y al decir esto pude comprobar cómo su polla comenzaba a tener algún espasmo.
.-“Es todo tuyo” le dije, y preté el culo tratando de provocarle el máximo placer, aunque a mí me dolió un poco contraer el esfínter.
.-“Eso es Sara, tú sí que sabes, menuda puta estas hecha” dijo ya con la voz temblorosa.
.-“Vamos cabrón, correte, quiero que me llenes el culo de tu lechecita” le dije refrotándome con mi cuerpo contra el suyo, clavándome su polla hasta masajearle los huevos con la piel de mis nalgas.
.-“Oh, siih, siiih, me gustaaah” pronunció al tiempo que se corría en mi interior.
Pude apreciar sensiblemente cada contracción de su polla en mi interior, y como un líquido caliente inundaba mis entrañas. Yo continuaba con mi cuerpo recostado sobe el suyo, exprimiendo cada gota que derramaba en mi interior, hasta que poco a poco su miembro fue perdiendo dureza, momento en el que se salió de mi.
Permanecimos un rato los dos recostados el uno en el otro.
.-“¿Te ha gustado?” me preguntó acariciando mi cuerpo en un plan muy romántico que para nada me esperaba, y que agradecí de sobremanera.
.-“Uhm, uhm” asentí con la cabeza.
.-“A mí también” dijo al tiempo que me apartaba a un lado del asiento trasero y se subía los calzoncillos y los pantalones.
.-“Por tu bien, espero que no nos volvamos a ver” pronunció al tiempo que se recomponía las ropas. Yo buscaba aturdida mis braguitas, mis shorts y mi camiseta que debían estar por algún lado en el suelo del coche.
Cors encontró antes que yo mis braguitas y encerrándolas en su puño dijo:
.-“Déjame que me las lleve de recuerdo, las guardaré junto a mis camisetas de los Rolling Stones” y dicho esto me dio un pico en la boca, abrió la puerta del coche y se bajó cerrando tras de si.
Ni supe, ni me dio tiempo a reaccionar. Me quedé desnuda y sola, aunque acompañada por la presencia de mi marido, en el interior de nuestro coche.
Recuerdo que me puse aturdida, confundida, y con dificultad los shorts y la camiseta, y me quedé adormilada en el asiento trasero.
Me desperté con un dolor de cabeza tremendo y un frío interior en mi cuerpo espantoso. Mi marido todavía dormía en el asiento del copiloto. Pude ver que el asiento trasero estaba manchado del semen de Cors que había escurrido de mi cuerpo.
Decidí dejarle una nota a mi esposo indicándole que me llamase, que había ido a desayunar y le indicaría la cafetería en la que estaba.
Así lo hice, no sé si intencionadamente o no, la primera vez que vería a mi esposo después de lo sucedido sería en un sitio público.
Caminé hasta encontrar un bar de desayunos, me tomé un café con leche y algo de repostería. Más o menos a la media hora llamó mi esposo preguntando dónde me encontraba. Le dí indicaciones y al rato apareció en el bar.
Tenía mejor pinta de la que esperaba. Nada más acercarse me dio un pico en la boca y me preguntó si quería tomar algo más, como si fuese lo más natural de mundo. Yo le dije que no. Me dio la espalda para pedir en la barra. En esos momentos dudé si decírselo o no. Si romper o no. Pero cuando regresó con su café y su tostada a la mesa, me dí cuenta que nuestra vida volvía a estar inmersa en la rutina de siempre.
.-“¿Qué tal el concierto?” me preguntó.
Yo solté a reír y le dije: “Increíble, una pasada, lástima que te lo perdieras”.
 
Besos,
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Gracias a todos los que dejéis un comentario o una invitación.
 
 
 
 
 

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Relato erótico: “LA FÁBRICA (14)” (POR MARTINA LEMMI)

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Al otro día del incidente en la planta, Evelyn me llamó a su oficina.  Estaba al tanto de lo ocurrido, lo cual me resultaba extraño considerando que prácticamente no se hablaba con Luis desde aquel día en que él decidiera despedirla por no haberse dejado nalguear en su oficina.  El sereno no parecía de demasiadas palabras pero tal vez algo habría contado en la planta y, aun de no ser así, estaba también la posibilidad de que el propio Luis lo hubiera comentado a alguien más: a Hugo, por ejemplo.
“Me… enteré de lo ocurrido ayer – me dijo Evelyn mostrando en su rostro un cierto pesar que, por una vez, no me pareció fingido -.  Quiero decirte que lo lamento profundamente y nunca pensé que algo así pudiera ocurrir.  Es cierto que fue un error tuyo quedarte en la planta fuera de hora y no largarte apenas sonó la chicharra pero también admito mi culpa en haberte asignado tareas en ese lugar; te repito: no pensé en las consecuencias.  En lo sucesivo sólo harás tareas de administración”
No sabía hasta qué punto creerle que no hubiera pensado en las consecuencias, pero sonaba totalmente sincera en su arrepentimiento. Con alivio, sonreí amablemente y asentí con la cabeza en señal de agradecimiento.  Quizás, después de todo, el incidente ocurrido sirviera para apaciguar conflictos y, con suerte y viento a favor, cabía la posibilidad de que la convivencia en el trabajo fuera a ser distinta de allí en más; de ser así, ya no tendría, en el mejor de los casos, que preocuparme por renunciar o por pasar con tanta premura a la esfera de Luis.  Pero, claro, todo ello eran sólo conjeturas demasiado tempranas y no había modo de prever cómo se darían las cosas en adelante: era, claro, un buen comienzo, o recomienzo.  
“Contamos con vos para este viernes a la noche, ¿no?” – me preguntó de sopetón; su rostro volvió a iluminarse súbitamente y hasta creí descubrirle de vuelta esos destellos de malicia por un momento ausentes… o bien podía ser sólo mi imaginación.
“¿V… viernes?” – pregunté, sin entender.
“Tu despedida, Sole – me sorprendió que no me llamara nadita; parecía que realmente intentara apaciguar -.  Este viernes… acá en la fábrica”
“¿Acá?” – pregunté, extrañada y señalando con un dedo índice al piso.
“Sí, ya está todo hablado y tanto Hugo como Luis estuvieron de acuerdo aunque, claro, la despedida es sólo para… nosotras, ja… o mejor dicho para nosotras y aquellos muchachos a los que vayamos a invitar, je”
Remató su risita guiñándome un ojo con cómplice picardía.  La situación, realmente, me superaba un poco pero, por otra parte, ella parecía sonar amable y yo debía corresponderle en consecuencia si realmente quería que nos comenzásemos a llevar bien.
“No… estaba al tanto” – dije, mintiendo en parte; la verdad era que sí había oído hablar de esa loca idea de Evelyn pero me sorprendía el hecho de que fuera a ser en sólo dos días y en la fábrica.
“Claro; seguramente Flori no te dijo nada porque la idea era guardar la sorpresa hasta el viernes”
Asentí nuevamente con la cabeza.  Estaba más que claro que después de lo ocurrido en la tarde anterior, Evelyn quería mostrarme sus mejores intenciones y, como tal, optó por dejar de mantener la supuesta sorpresa.
Instantes después, mientras iba desde la oficina de Evelyn hacia mi escritorio, me quedé pensando en el tipo de despedida que las chicas me estarían preparando; seguramente, y de acuerdo a lo que Evelyn misma había dejado entrever de modo casi casual, iría a ser la clásica reunión de mujeres con mucho alcohol, tal vez algún que otro porrito y un par de strippers de slip atigrado: nada que perteneciera a mi mundo o, al menos, a lo que era mi mundo antes de entrar en esa fábrica ya que ahora no podía ni sabía decir cuál era realmente.  Medio en broma y medio en serio, la reprendí a Floriana por no haberme comentado lo del viernes: se rio y me aclaró que la idea era, ese día, traerme engañada de alguna forma.  A pesar de que parecía aprobar el plan original, no la noté del todo entusiasmada y, por el contrario, parecía esforzarse por sonreír cuando hablaba de mi despedida, pero, claro, ella tampoco pertenecía a ese mundo y digamos que nunca se había caracterizado por ser una chica demasiado fiestera. 
Mi gran problema era qué decirle a Daniel y cómo lo tomaría; en otro contexto hubiera sido perfectamente normal que una chica a punto de casarse tuviese su despedida con su círculo de amigas, pero en este caso había varias cuestiones que hacían algo más turbio el asunto.   En primer lugar, ninguna de ellas era mi amiga a excepción de Floriana, con lo cual iba a sonarle a Daniel raro que, a tan poco de trabajar yo allí, mis compañeras de trabajo quisieran agasajarme de esa forma con vistas a mi cercano matrimonio.  En segundo lugar, la situación entre nosotros dos no era la mejor debido a ese distanciamiento casi involuntario que yo venía mostrando en los últimos días y que a Daniel tanto preocupaba: que en tal contexto yo fuera a tener mi despedida de soltera no parecía, desde ya, el mejor modo de calmar ánimos y provocar acercamientos.  Por último, él nada había mencionado acerca de que sus amigos le estuviesen preparando alguna despedida semejante, de lo cual yo interpretaba que, en caso de habérselo ellos propuesto, Daniel habría rechazado la idea para no generar en mí suspicacias que complicasen aun más la ya alicaída relación.
En efecto, mis cálculos no eran alocados: apenas le planteé, ya en al auto, lo de la despedida del viernes, su rostro se transfiguró por completo.  En un primer momento estalló en ira y, tal como yo preveía, no hizo más que refregarme el hecho de que él no iba a tener ninguna despedida, que se había negado a pesar de que se lo habían propuesto.  Yo le respondí que a mí no me molestaba que la tuviese y creo que eso lo puso más loco aun: había querido generarme culpa y celos pero no le había funcionado; bien podía estar suponiendo (y no se equivocaba del todo) que no me importaba lo que él hiciese.
Más o menos lo calmé: me puse cariñosa, me eché sobre su hombro y le hablé con tono infantil; le insistí en que las despedidas de solteras eran una forma de festejo totalmente normal y que, de hecho, todas mis amigas casadas habían tenido la suya sin que ocurriera en ella nada fuera de lo común.
“No, imagino – protestó, farfulló -, tan sólo alguna que otra verga grande como una tararira.  Además… tus amigas son una cosa; de estas otras no sé nada: se las ve con bastante aspecto de putitas”
Estaba enloquecido y su discurso hasta era contradictorio pues alguna vez me había recriminado diciendo que la única que iba a la fábrica vestida provocativamente era yo; ahora resultaba ser que las demás chicas se veían como putitas.  No le remarqué su contradicción ni intenté seguir el debate;  opté por besarlo varias veces: eso lo sosegaba, aunque yo bien sabía que, si me comportaba de ese modo, era porque yo sí sentía culpa con respecto a esa despedida.  Culpa y además intriga, desde ya.  Y hasta cierto temor…
Al otro día me convocó Luis; lo hizo durante la hora del almuerzo ya que, en realidad, él no tenía condición jerárquica sobre mí y, como tal, no podía requerirme en horas de trabajo.  Me había extrañado que no quisiera hablar conmigo el día anterior ya que los hechos de la planta estaban lo suficientemente frescos como para que él quisiese indagar acerca de cómo estaba yo después de eso  o cómo me sentía ante lo ocurrido.  Seguramente dejó pasar un día para que la cosa se enfriase y yo estuviese algo más calmada.  Como no podía ser de otra forma, Tatiana estaba en su oficina, echado su trasero sobre una punta del escritorio y pendiendo a un lado sus esculturales piernas: ya prácticamente era parte del personal estable de la fábrica aun cuando no tuviera cargo ni función allí dentro.  De hecho, nunca la veía hacer nada que no fuera mirarse las uñas o “atenderlo” a Luis; mis temores acerca de que él estuviese pensando en darle ese cargo administrativo parecían ser bastante infundados.
“¿Cómo está, Soledad? ¿Se siente mejor?” – me preguntó Luis.
“Sí – respondí -; fue… muy duro pero ya estoy mucho mejor”
“Cumplo en informarle que ese despreciable sujeto ya presentó su renuncia”
La noticia me alegró pero a la vez me sorprendió; yo no había dado tan por seguro que el tipo fuese a renunciar como sí lo había hecho, en su momento, Luis.
“Qué… buena noticia – dije -; me… alegra saber eso”
“A nosotros también; es una escoria menos”
Me quedé cavilando un momento sobre sus palabras: había dicho “nosotros”, de lo cual cabía inferir que Hugo sí estaba al tanto de lo ocurrido y que, muy probablemente, hubieran llegado a una decisión consensuada al respecto.
“¿Sigue con esa idea de ir a la justicia? – me preguntó Luis, de sopetón y tomándome desprevenida con su pregunta -.  Sepa que está en su pleno derecho si es lo que quiere hacer”
“N… no – balbuceé, con una leve sonrisa -; creo, s… señor Luis, que usted manejó esto más que bien y eso queda suficientemente probado con que él haya renunciado.  No… me parece que haga falta ir más allá y, como usted dijo, quizás sea una causa difícil de ganar”
“Se hace todo más difícil cuando no llega a haber eyaculación” – apostilló Tatiana en lo que fue su primer comentario, el cual me hizo sonrojar.
Luis, por su parte, asintió, conforme, mientras apoyaba el mentón sobre sus manos entrelazadas.
“¿A qué hora sale, Soledad?” – me preguntó súbitamente.
Lo miré confundida.
“Es decir… – especificó él -, lo que le estoy preguntando, Soledad, es: ¿se retira a las cinco en punto o se queda haciendo horas extra?”
“No – respondí, algo nerviosa -; no me quedo.  A las cinco me voy”
“Es entendible – enfatizó él -, sobre todo después de lo sucedido el otro día, pero no se ponga paranoica, Soledad; no es que algo como eso vaya a pasar siempre y, de hecho, nunca habíamos tenido un caso así de grave en la fábrica”
“No, no es eso.  Es más: ya Evelyn misma me sacó de planta – noté una cierta expresión de sorpresa en su rostro cuando dije eso; era obvio que no estaba al tanto -; es que… simplemente me marcho a horario.  En unos días más voy a casarme, las chicas me hacen una despedida el viernes y…”
“Y necesita hacer buena letra ante su novio” – dijo Luis, adelantándose a mis palabras.
“Sí – dije, con una leve sonrisa -: es eso”
Tatiana dejó escapar una risita.
“Está bien – concedió Luis -.  Es una lástima pero la entiendo perfectamente, Soledad”
Fruncí el ceño; no terminaba de entender lo que me decía o por qué era una “lástima” que yo me retirase a horario.  Luis notó mi incertidumbre al respecto y, al parecer, se sintió en la obligación de explicar aunque, por otra parte, también estaba claro que se salía de la vaina por hacerlo.
“Con Tatiana queríamos invitarla a pasar un rato por la oficina – expuso -; mi pregunta acerca de si se quedaba después de hora apuntaba a que, no siendo su jefe, no puedo obviamente pedirle que venga en horas de trabajo”
Eché un vistazo a la rubia beldad, quien me dedicó una de sus sensuales sonrisas que sólo invitaban a la lujuria.  Luego miré a Luis… y de nuevo a Tatiana; automáticamente acudieron a mi mente las imágenes de aquellas escenas en el toilette cuando ella me había puesto a mil al asearme las nalgas y besarme en la oreja.  Sin poder contenerme, comencé a temblar; no podía entenderlo, pero me invadían unas ganas incontenibles de querer revivir esa sensación.  Saltaba a la vista que tanto ella como Luis estaban algo decepcionados de saber que yo no me quedaría después de las cinco, pero no sabría decir si estaban más decepcionados que yo.  Y ya no se trataba sólo de querer congraciarme con Luis a los efectos de mi posible incorporación a su empresa: era sólo que… ¡Dios, quería estar con esa mujer ya!
“Ahora… estoy en el receso – dije, sin poder detener el temblor de mis piernas, aunque haciendo grandes (y probablemente inútiles) esfuerzos por sonar tranquila -; puedo quedarme un rato más”
Luis abrió grandes los ojos y frunció la boca; Tatiana amplió aún más su sonrisa.
“¿Y su almuerzo?” – me preguntó él.
Sacudí la cabeza.  Sonreí.
“No tengo hambre”
Se produjo un momento de silencio que me provocó aun más nervios.  Tatiana se soltó el rodete del pelo y sacudió un poco la cabeza de tal modo que su larga y rubia cabellera cayó en una cascada de sensualidad sobre su pecho.  No puedo describir lo que subyacía en esa mirada que me clavaba; sólo sé que, en algún momento… sentí que me mojaba. 
De un salto, se bajó del escritorio y caminó hacia mí.  Me llevaba sólo algunos centímetros de estatura pero, aun así,  su presencia era tan imponente que una parte de mí quería retroceder o bien simplemente echar a correr de allí, pero otra parte (otra de las Soledades que luchaban dentro de mí) mantenía mis tacos clavados al piso.  Tatiana se detuvo ante mí; apartó ligeramente sus cabellos hacia un costado y acercó su rostro al mío: cuando se halló a tiro de mi boca, sacó su roja lengua por entre sus labios y aplicó un rápido lengüetazo sobre los míos.  Ahora sí estaba yo segura de estarme mojando.
“Yo sí tengo hambre” – me dijo ella, con una voz que sonó terriblemente fría y átona pero que, paradójicamente, incitaba al más perverso y lésbico deseo.
Deslizó sus manos en torno a mi talle y luego fue ascendiendo: me recorrió las costillas para luego posarlas sobre mis pechos; casi de inmediato comenzó a masajearlos por encima de mi blusa describiendo círculos que fueron estrechándose cada vez más en torno a mis pezones.  Ya el deseo me consumía por completo e impregnaba todo mi cuerpo al punto de sentir el sudor correrme por frente y espalda.  Era como si aquella mujer lograra humedecer todo aquello que tocaba o a lo que simplemente se acercaba.  Uno a uno fue separando los botones de mi blusa sin que yo pudiera hacer nada al respecto y la verdad era que tampoco quería hacerlo; me sentía inmovilizada de la cabeza a los pies, pero esa inmovilidad era en parte involuntaria y en parte buscada: era entrega.
Abrió mi blusa dejando a la vista mi sostén, el cual tomó por la parte inferior e izó hasta ubicármelo por encima de mis tetas, que quedaron al aire.  A través de mis apenas entreabiertos los ojos la vi dirigiéndome otra de sus miradas caníbales para, a continuación, zambullir su cabeza entre mis senos; al principio hizo como si trazase con su lengua un surco por entre medio de ambos: hacia arriba, hacia abajo, hacia arriba, hacia abajo…  Ya para esa altura se me hizo imposible mantener los ojos abiertos, así que, en un acto de entrega más, los cerré y dejé caer mi cabeza hacia atrás como si se me venciese la nuca.  Ella pasó entonces a recorrer cada pulgada de mis pechos, primero uno, luego el otro, con una lascivia que tanto podía ser digna de un demonio como de un ángel: Tatiana era, de hecho, un poco de ambos.  Trazó luego con su lengua círculos alrededor de mis pezones, los cuales se pusieron tan rígidos como mis piernas, que no temblaban sino que estaban como estaqueadas al piso: el temblor, ahora, me iba más bien por dentro.  Succionó primero mi pezón izquierdo y luego hizo lo propio con el derecho; sabedora de que mi calentura no tenía ya freno, me introdujo una mano bajo de la falda y la deslizó por debajo de la tanga hasta encontrar mi sexo.  Me masajeó de tal modo de incrementar mil veces la loca excitación que, ya de por sí, me embriagaba, tras lo cual introdujo un dedo en mi raja y jugueteó dentro del mismo modo que si estuviera cometiendo un pagano acto de profanación.  Se notaba que lo disfrutaba… y yo también.
Llevó su otra mano sobre mi espalda y la deslizó hacia abajo hasta atrapar e izar el borde de mi falda; luego la condujo por debajo de mi ropa interior pero desde atrás, recorriendo con uno de sus dedos la zanjita entre mis nalgas.  Así, toqueteada desde adelante y desde atrás, me sentí como si mis pies perdieran contacto con el suelo y mi cuerpo se elevara hacia el techo de la oficina.  Mis gemidos, en tanto se iban haciendo cada vez más acelerados e incontrolables, del mismo modo que mi respiración cada vez más agitada.
De pronto ella quitó sus manos de mi cuerpo; de todo lo que me venía haciendo, fue éste el primer acto en el que mostró cierta brusquedad y no la delicadeza que hasta el momento le caracterizaba cada movimiento; aun así,  no perdió un ápice de sensualidad: fue un acto, si se quiere, más animal, pero sensual al fin.
La miré.  Ella tenía sus ojos clavados en los míos y pude notar que su respiración también se estaba acelerando; incluso (era mi imaginación, por supuesto, pero así lo sentía) me parecía escuchar los latidos de su corazón dentro de su generoso pecho.  Sin dejar de mirarme ni por un segundo, fue soltando con una sola mano los botones de su propia blusa y me fue imposible no bajar la vista ante el maravilloso espectáculo de sus magníficos senos.  Se soltó el sostén y puedo asegurar que su busto quedó en donde estaba sin bajar un solo centímetro.  ¿Tetas operadas?  No parecía; y si así era, al diablo: ¿qué importaba ante tan perfecta visión?  Yo sólo tenía ganas de sumergirme allí…
Creo que ella también lo entendió así, pues llevó una mano a mi nuca y, empujándome la cabeza suavemente de tal modo de llevarme hacia ella, hizo entrar mi rostro entre sus pechos y así me vi, súbitamente, sumergida entre sus preciosas redondeces sin resistencia alguna.  Como si fuera un bebé lactante, sólo quería atrapar uno de sus pezones entre mis labios y mis dientes para succionárselo hasta dejarla vacía… Ella se dio perfecta cuenta de eso pues, siempre guiándome por la nuca, llevó mi boca hasta su pezón derecho haciendo que el mismo entrara completo en ella.  Como no podía ser de otra forma, chupé… y chupé… y chupé.  No sé durante cuánto tiempo lo hice pero fue la voz de Luis la que nos arrancó a ambas del éxtasis lésbico:
“Muy bien, muchachas – dijo, en tono aprobatorio y aplaudiendo al aire -; lo están haciendo maravillosamente bien.  Ahora: ¿me van a ayudar con esto?”
Lentamente y casi al mismo tiempo, ambas giramos nuestras cabezas hacia él y nos encontramos con que Luis seguía en su silla, pero la había hecho rodar un metro más atrás del escritorio a los efectos de que viéramos bien que tenia los pantalones bajos hasta los tobillos y que nos estaba mostrando una verga tan enhiesta como una lanza…
Era lo de Luis, claro, excitarse viendo a dos muchachas tocarse.  Fue en ese momento cuando alguna duda me restalló en el cerebro y no pude evitar preguntarme qué estaba haciendo ahí.  ¿Hasta qué punto tenía que seguir complaciéndole sus perversos deseos?  Después de todo, no había garantía alguna de que él me fuera a emplear en el futuro y, aun si tal cosa estuviera en sus planes, los últimos cambios en mi relación con Evelyn hacían tal vez inútil de mi parte seguir buscando eso.  Sin embargo una cosa era cierta: Luis me había salvado dos días atrás de una inminente violación y, en algún punto, me sentía en deuda con él.  Nos intercambiamos con Tatiana una lasciva mirada y luego, una por cada lado del escritorio, fuimos en busca de Luis…
Una vez que estuvimos junto a su silla, Tatiana fue, de las dos, la primera en clavar su rodilla en el piso y, desde la derecha, atacar la verga de Luis, a la que comenzó a lamer en un movimiento ascendente desde la base hasta el glande, que repitió varias veces.  Luego de un breve momento de vacilación yo hice lo propio: arrodillándome por la izquierda, busqué con mi lengua el miembro erecto y, al hacerlo, mi temperatura erótica volvió a subir ya que ello me puso también a tiro de la lengua de Tatiana.  Así, mientras ambas recorríamos el tronco y nos deteníamos, como chiquillas golosas, a jugar con el glande, también nos entrechocábamos cada tanto y ello ponía el calor del momento a temperaturas de delirio.  Luis comenzó a jadear y yo, directamente, ya ni sabía en dónde estaba ni qué era lo que tenía en mi boca: por momentos era el miembro de Luis, por momentos era la lengua de Tatiana.  Los jadeos de él se confundieron con los nuestros mientras ella, cruzando una mano por debajo de las piernas de Luis, tomaba una de las mías y la llevaba hacia los testículos para que los masajease.  La escena era una locura en todo sentido: impensada tiempo atrás, pero de un nivel de excitación en el que jamás podría haber imaginado verme envuelta.
Los jadeos de Luis ganando en volumen y era obvio que los tres sabíamos que su orgasmo estaba próximo: cuando finalmente llegó, lo hizo en un blanco géiser que salpicó nuestros rostros y el propio Luis, de hecho, se dedicó a bañarnos con su semental erupción haciendo flamear su pene alternadamente a derecha e izquierda.  Entreabriendo los ojos, pude ver cómo Tatiana se relamía sacando su lengua por entre los labios para barrer cualquier vestigio de semen que se encontrara más o menos cerca de su boca.  Me calentó tanto que yo hice lo mismo y, apenas un instante después, sentí cómo algo húmedo se posaba sobre mis mejillas y pude comprobar que se trataba de la lengua de Tatiana, que estaba lamiendo y tragando los vestigios de semen que pudiera haber sobre mi rostro.  Sin dudarlo, comencé a hacer lo propio con los que se hallaban sobre el suyo.  La calentura  nos llevaba, para esa altura, en un río que parecía no tener fin o, quizás mejor dicho, en un remolino en el cual nos hundíamos irremisiblemente pero con intenso e indescriptible placer…
Una vez que Tatiana hubo “limpiado” mi rostro, se dedicó a recoger y sorber con su lengua cada gota de semen que se hallaba sobre una de las piernas de Luis: más que gotas eran, en algunos casos, charcos de lechosa viscosidad.  Yo ya estaba plenamente decidida a seguir a Tatiana en cualquier cosa que hiciese y, por lo tanto, comencé a hacer lo mismo con la otra pierna, pero tanto ella como yo parecíamos habernos vuelto insaciables: de hecho, en algún momento decidí invadir la pierna que ella “limpiaba” y, en ese momento, nos debimos haber visto como dos perras peleando por su alimento.  Alcancé a oír la risita de Luis, seguramente complacido sobremanera ante tal escena: nos acarició la cabeza a ambas y, a la vez, nos la empujó de tal forma de sumergirnos aun más en los charcos de semen que poblaban sus piernas.  Luego ambas fuimos en busca de sus testículos y allí terminamos nuestro trabajo; los jadeos de Luis evidenciaron que se estaba excitando otra vez y mucho más lo hizo su verga, de la cual pude yo sentir, al roce contra mi rostro, cómo se erguía nuevamente.
Una vez que hubimos terminado con nuestra labor y ya no quedó gota de semen por sorber, ambas levantamos casi al mismo tiempo la vista hacia Luis.  Él nos acarició las cabezas cariñosamente (reafirmando así la imagen de perritas que antes mencioné) y luego, tomándonos suavemente por los cabellos, nos hizo poner de pie.  Quedamos una a cada flanco de él, quien seguía sentado.  Apuntando un dedo índice hacia el piso, trazó en el aire un círculo en una clara señal de que nos giráramos para ofrecerle nuestras espaldas.
Nuevamente nos miramos con Tatiana.  Yo estaba muy nerviosa al no saber lo que se venía pero su sonrisa me tranquilizó: ella parecía decidida a seguir cabalgando el remolino hasta el final sin prejuicio ni límite alguno y su osadía me servía de guía.  Yo no sabía por qué, pero siguiéndola a ella me sentía segura.  Ambas nos giramos y, de inmediato, Luis nos enterró, a cada una, una mano por entre las piernas hasta ubicarla sobre nuestros respectivos sexos.  Comenzó un movimiento de masajeo que nos arrancó a cada una un profundo jadeo que, por lo menos en mi caso, alcanzó rápidamente carácter de grito.  Él deslizó un dedo dentro de mi vagina y, al oír el profundo gemido que salió de la garganta de Tatiana, intuí que debía estar haciéndole lo mismo a ella.  Luego perdí noción de todo: me di cuenta, sí, de que cada vez introducía más dedos, pero nunca llegué a saber si fueron dos, tres, cuatro  o cinco… Sólo sabía que los fluidos me corrían por dentro en un torrente que arrastraba toda la libido que en mí estaba contenida luego de tanta alocada excitación.  Los jadeos de Tatiana se fueron incrementando y el saberla gozando me excitó aún más.  Luis siguió haciendo su trabajo y lo cierto era que nos estaba llevando al mismísimo cielo… o al infierno… y sí que sabía cómo hacerlo.  Tatiana jadeaba y yo también lo hacía; daba la impresión de que Luis hundía sus dedos en una y en otra de manera alternada ya que nuestros jadeos se intercalaban casi a contrarritmo: era como si cada una respondiera a la otra.  Y la explosión finalmente llegó…
Nuestros gemidos se confundieron y nuestros gritos fueron poblando la oficina sin que nos importara en absoluto que era la hora del almuerzo y que la fábrica estaba llena de gente que bien podía estarnos oyendo.  No importaba…  Lo único importante era que Tatiana y yo estábamos explotando juntas, al unísono, como una sola.  Cuando los jugos me empaparon las piernas, no necesité girarme y ver para saber que lo mismo debía estar ocurriendo con ella.
Como si con todo ello no fuera ya suficiente, Luis se inclinó hasta llegar con su rostro a mis tobillos y, una vez allí, sacó su lengua para dedicarse a lamer mis fluidos a lo largo de las piernas: mi excitación se intensificó nuevamente… y en el preciso momento en que se suponía que debía empezar a decrecer.  Un momento después Luis hacía lo mismo con las piernas de Tatiana y no pude evitar girarme para verlo… Y me toqué.  Yo estaba nuevamente a punto de estallar y la verga de Luis estaba otra vez horizontal.
Era tanta mi calentura que me sorprendí a mí misma diciéndome que necesitaba ese miembro, que necesitaba evacuar de algún modo el deseo animal que me socarraba por dentro.  Y me daba cuenta que Tatiana estaba en un estado parecido.  Cuando Luis terminó de lamerle las piernas, echó sus espaldas contra el respaldo de la silla y adoptó una posición relajada aun cuando su erecto miembro parecía decir lo contrario.  Nos miró de manera alternada: primero a una, luego a la otra y así sucesivamente.  Los ojos le brillaban como si un plan perverso estuviera tomando forma en su mente y fuera a aflorar de un momento a otro a través de sus labios.  Llevó la mano a uno de sus bolsillos y cuando la sacó del mismo, sostenía entre sus dedos una moneda.
“Sólo puedo coger a una de las dos – dijo, enseñándonos la moneda en alto -, así que elijan: cara o cruz”
Para contactar con la autora:


(
martinalemmi@hotmail.com.ar)

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Relato erótico: “La difícil decisión de la rica Erika Garza de Treviño 4” (POR RAYO MC STONE)

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PARTE 4
Las sensaciones, sentimientos, olores, vistas, sonidos y la experiencia recién vivida por la rubia Erika la hicieron surgir nuevamente en su círculo…una nueva mujer había nacido. Una mujer que ya no tendría retorno alguno en la espiral de deseo, lascivia y lujuria al extremo para ella y tal vez para otros afortunados que pudieran cristalizar sus sueños más oscuros.
Al momento en que transcurre la vida de esta reconocida mujer de la sociedad regia, no parecía que nada pudiera turbar su nuevo descubrimiento y su recién iniciada relación con el Profesor Rogelio.
Al día siguiente de ese candente primer encuentro, estando en su habitación con su marido Carlos:
Carlos: Guuaa, pero que feliz y guapa se te ve…
Erika: Gracias querido, me está sentando la nueva rutina de gimnasio.
Carlos: Te verás muy linda en la fiesta de recepción de mi padre el próximo jueves…
Erika, pensando para sí misma que ya regresaba su Suegro y que tendría que ser muy precavida para disimular la alegría que evidentemente estaba siendo muy observada por otros, empezando por su marido, Carlos.
El Tío Alberto también ya de regreso de su viaje anual, ya la había llamado para reanudar según él sus sesiones de modelaje y de entrenamiento erótico-sexual. Se escuchaba muy arrepentido por lo sucedido. La rubia ya muy segura de sí misma, confiaba en el Tío, aunque lo había visto en él Le Baron cogiéndose a su amiga Marisa, sin que ambos supieran el uno del otro, pensaba que podría controlarlo, marcando muy bien las diferencias entre ambos. Su mente ya trabaja a mil para tener al menos un encuentro semanal con su Roger.
Erika concluyó que había cometido graves errores al irse a Monterrey a buscar hombre, sin embargo, no  dejaba de darle las gracias a Dios por el final. Siendo una mujer tan planeada, intensa y concentrada en todo lo que hacía, por supuesto que con una finura y tacto increíbles, indago lo más que podía del Profesor, del Ingeniero Rogelio Bautista en la empresa en la que había trabajado. Le empezó a agradar y gustar aún más el hombre. Era sorprendente como estaban hasta fotografiados en una serie de tomas dentro de la misma empresa en la ocasión en que en el pasado, hace como 12 años atrás coincidieron sin saber lo que el futuro les deparaba.
Admiro su responsabilidad, formalidad y seriedad en el trabajo. Su compromiso por ser un elemento valioso en la organización en la que se desempeñó. Todo su currículum avalaba a un mexicano ávido de trascender, de aprender, de superarse…La mujer resumió que si todos los ciudadanos del país, fueran como él, otra sería la realidad de México. En suma, Rogelio Bautista era un gran ser humano, como se lo había prometido la bellísima mujer, si ya tendría “amante” no podría ser cualquier sujeto, tenía que ser alguien “especial”…lo único que no le salió fue que ella lo seleccionaría, fue al contrario, el destino le deparaba tal circunstancia.
La rubia, sonriendo a su pesar se decía: “Si iba a dar las nalgas, no iba ser a lo buey, por calentona nada más, tenía que ser así…” No dejaba de dar gracias y estar  contenta por tan feliz coincidencia.
Gracias bendito Dios por ponerme en mi camino a un verdadero hombre en toda la extensión de la palabra, sin duda aprenderé mucho al lado de él. Entre las varias cosas que le  admiraba era el hecho de que aparentara mucho menos edad de la que realmente tenía…pensaba la regia escultural.
Necesito desahogarme de una manera, esta felicidad no la puedo ocultar así como así, se decía la mujer, y aunque Marisa  se había sincerado con ella no se sentía del todo confiada en poder externar su inmenso descubrimiento del placer carnal con alguien de su círculo…Por lo que decidió buscar a Natalia, su profesora en el DF…para iniciar de manera virtual amistad con ella, en el fondo sabía que podría ser ella una gran “amiga”…busco sus datos en la página de www.travestismexico.com para desde el celular que Roger le había dado buscarla y tener su email o msm y ya con ello desde su PC iniciar ese desahogo de sentimientos, experiencias y orgasmos reales que vivió en apenas el primer encuentro que tuvo con el profesor.
Descubrió en el hombre transformado en mujer, “Natalia” a un extraordinario ser humano, sensible, dispuesto (a) al dialogo, su primera charla duro cerca de una hora, los mensajes que se empezaron a escribir vía electrónica eran largos, con un talante profundo, nada de superficialidades que los mexicanos solemos utilizar en nuestras numerosas relaciones sociales, pero que en realidad no profundizan en los temas que en realidad importan: el amor, la felicidad, el sexo, el bienestar, trascender, convivir.
También, indago con el joven Rodrigo cual era la relación con el profesor Rogelio, de una manera muy sutil, diplomática logro que también este se sincerará del todo, hasta llegar a confesarle que estaba enamorado de ella…supo manejar tal atrevimiento juvenil, no dejando de sentirse halagada por que otro hombre la deseara de una manera fina, sin caer en la lascivia o la lujuria que si detectaba en Tío Alberto o su suegro Don José.
Al tiempo actual en que transcurre esto, ella ya no visitaba la página de “todorelatos” en donde había leído tantas historias, según algunos de hechos reales, o parte realidad y parte fantasía. No dejaba de sorprenderse como podría haber mujeres aparentemente de un nivel de conocimientos y experiencias muy distintas a las de sus amantes, tales que pudieran caer en garras de sujetos feos, horribles y en lugares no del todo bellos. Recordemos ella es Diseñadora Industrial y como tal su inclinación a lo estético es una de sus cualidades más características.
Simplemente no se lo podía explicar, aunque ella experimento con sujetos nada agraciados (hasta incluyendo a un transexual y a su Tío Político), creía sentirse en el control suficiente para no ser parte de una de las tantas historias de mujeres bellas en manos de individuos que por fuera y por dentro representan lo contrario a sus gustos. La analítica mujer estaba dejando de lado en sus elucubraciones, el hecho de que oscilar en los límites del deseo carnal te puede llegar a desquiciar hasta convertirte en un animal insaciable capaz de todo. No podía saber que esas historias que leía eran ciertas, la de Gabriela, Evelin, Claudia y Cristina le llamaron y llamaban poderosamente la atención, sin saber que precisamente en un proceso de psicología inversa: lo que aparentemente te es indistinto, en realidad no lo es. Por ello ya no quería entrar a dicha página a ver si existía continuación a dichas narraciones. Se hubiera sorprendido de ver que también ya estaban escribiendo sobre ella. Hubiera dado hasta un brinco al ver su historia, su proceso en vivo y a todo color.
Nota aclaratoria: Aquí existe un brinco en el tiempo entre las primeras historias originales de Gabriela y las subsecuentes, tiempo en que se supo esta historia de manos de una de las amigas íntimas de Erika.
No se daba cuenta de que ella de ser una ignorante e indiferente en este tema, paso a  probar las delicias del verdadero sexo, con ello ya no existiría retorno en la búsqueda de dicho placebo, de dicha por decirlo así, droga.
Al no ser del estrato social más popular del país no podía saber que los refranes del pueblo muchas veces son aseveraciones llenas de sabiduría y hasta de premonición, tales como estos: “el que con fuego juega se puede quemar” o “cae más pronto un hablador que un cojo”…pero bueno, eso se irá sabiendo ya que se debe tener una narrativa para nada abrupta y que con total lógica en la psique de la mente de este bello espécimen femenino que la irá transformando tal vez de a poco precisamente en una de las mencionadas mujeres de esos relatos.
No por ello con un atisbo de dignidad y de que ciertamente su contexto la fue orillando a ello. Siempre esta ella muy consciente de lo que hace. También estudio más la realidad de su país y al atar cabos no dejo de casi llegar al vómito al inferir que su suegro y otras aparentemente “distinguidas” personas de la sociedad muy probablemente tienen lazos nada profesionales, éticos y mucho menos de valores o moral con ciertos elementos de la política, de la mafia del narcotráfico y la prostitución. Hasta representantes del clero están inmiscuidos en esto.
Erika se hubiera sorprendido y casi hasta muerto del miedo de saber que sus estimaciones no estaban nada lejos de la realidad, el desgraciado José Treviño era uno de los promotores de las más desquiciantes aberraciones que se pudieran imaginar, promotor del consumo de droga, manipulador irrestricto de las voluntades de hombres y mujeres de esa clase alta que susceptibles a sus debilidades caían en las garras maléficas de sus triquiñuelas. Era dueño de casi la mitad de los casinos de la ciudad, que era otro de los vicios de los regios, a parte de la gula y los excesos en el comer y el beber, dando pie a la llamada “ciudad de los gordos”.
Ella estudio a fondo la temática. Se asqueo de la corrupción y podredumbre reinantes en su círculo y en su país. No dejo de sentir rabia e impotencia por estar tan dormida a su edad, ser tan indiferente al dolor ajeno, lo que más le molestaba era su incapacidad de saber cómo actuar para romper con esas estructuras. Esa impotencia que otros buenos mexicanos sienten, que de alguna manera propician mecanismos de defensa, mecanismos auxiliares de evasión. Por eso los extranjeros no entienden que en medio de tantas situaciones críticas, los mexicanos no estallen o propicien una revolución. Nos hemos vuelto expertos en evadir la realidad. Sin saberlo, Erika estaría cayendo en la evasión del sexo.
No entendía porque llegaban a su cabeza esos pensamientos de mujeres bellas como se sabía ella que transitaban a los brazos de hombres que en una lógica no debían estar con ellas…por eso estaba aún más agradecida de que le hubiera tocado un “amante” (al decirse esta palabra, se estremecía y sonrojaba aún, todavía su pudor no estaba violentado del todo) diferente…un hombre, si bien no guapo, si agradable, bueno y sobre todo experto en las artes de la cama y del apareo entre hombre y mujer.
Su semana estaba muy activa, no había el menor resquicio de tiempo para poder salir con Roger, no encontraba forma de poder salirse con la suya, ello aunado a su proceso analítico que no la dejaba hacia que sin que se diera cuenta sus cambios de humor también fueran perceptibles para otros.
El día martes en su acostumbrada reunión de café con las chicas, dos días antes de la fiesta en casa de Don José, volvió de manera discreta a descubrir a las dos amigas traidoras, “orejas” de su suegro murmurar entre ellas en una de sus ya salidas al baño, que casualidad juntas:
Susana: ¡Pinche Erika, ahora si se ve más feliz que de costumbre! Y ¡Más bella! ¿Qué carajos se estará poniendo? Se parece a la cabrona modelo venezolana Gabriela Vergara en sus mejores poses, ¡Muero de la envidia!
Clara: Ayyy pinche Susana, siempre tan pendeja como siempre…por supuesto que a Carlitos ya por fin le salieron unos cuernotes de buen tamaño…seguro, que ya le están dando para sus tunas…si no ves como de pronto como que se enoja también…síntoma de que quiere macho otra vez
Erika, pensaba, pinches viejas somos bien canijas, bien que nos damos cuenta de todo, ya que ella misma y hasta la propia Natalia desde el DF le hacían ver de sus cambios imprevistos de humor.
Clara: Esto lo tiene que saber Don José, pinche viejo nada más estaba esperando esto para irse sobre su presa…hay que reconocerle al viejo que ha esperado casi 13 años, vaya por fin tal vez se le va a hacer con su nuerita, Pinche vieja suertuda, no sabe las vergizas que pone el desgraciado. Te juro que nadie me ha hecho ver las estrellas como ese hijo de la chingada…
Susana: No creo, hay que reconocer también que Erika es muy inteligente y que tiene muy firmes sus valores.
Clara: Pues solo que se alié con su suegra, ya vez es la única que puede poner en juicio al marido.
Erika, agradeció este último comentario, de hecho reconocía que su suegra era otro cantar, realmente era una mujer preparada, impulsora de la cultura, de firmes valores y que había educado muy bien en ese sentido a su Carlos. No se metía con nadie y la tenía en verdadera estima. De hecho en este proceso de reaprendizaje no dejo de admirar a su marido por haberse mantenido limpio ante la figura siniestra de su padre y concretarse al manejo eficiente de las empresas, de alguna manera justifico su proceder de volcarse al trabajo para no tener que lidiar con la cara oscura del supuesto y afamado empresario Don José Treviño. En eso reconoció con humildad y sinceridad a un buen hombre en su esposo.
Erika estimó que debía seguir siendo precavida, por lo que llamo a Roger en otro momento en que ya a solas lo pudiera hacer sin que nadie escuchara…uno de los amplios jardines de la casa fue el lugar propicio para hacerlo.
Erika: Hola Roger, que tal has estado? Me será difícil verte en estos días, pero tengo unas ganas tremendas de estar otra vez contigo…No dejo de agradecer esta coincidencia de conocernos, realmente me la pase muy bien.
Roger: Nena, no te preocupes, casualmente la semana entrante tendré que estar en una población cerca de Veracruz que es donde vive mi única hermana ya que tengo que arreglar unos asuntos personales con ella. Estaré desde el miércoles hasta el domingo que me regresare. Ojala me pudieras acompañar, sería maravilloso estar juntos, sería como estar en una luna de miel, los trámites son solo con mi hermana así que podríamos estar mucho tiempo juntos. Bailar, caminar, platicar y hacer el amor cuantas veces se nos antoje. Es un lugar pequeño, con una playita muy bonita alejada de todo turista. ¿Cómo ves mi invitación, corazón? (Roger ya tenía ese plan de visitar a su hermana y quería aprovechar todo el tiempo que fuera posible para estar con ese monumento de mujer por una razón personal muy poderosa que el destino nos explicará de ello).
Erika, que ya había hecho cálculos de lo difícil que serían los encuentros en Monterrey, vio una puerta maravillosa para darse un completo agasajo por tres días y dos noches, sería más fácil inventar una excusa para realizar un viaje rápido a Veracruz, casi estalla cuando se acuerda de su pareja de conocidos en el evento del DF…podría decir que los va a visitar a su ciudad…en fin, sería más fácil fuera de su entorno, ya vería como agenciárselas para al regreso verse…incluso su ágil mente pensó que con el pretexto de ayudar a Rodrigo en sus clases, el profesor Rogelio visitará la casa para darle las asesorías y preparación personal que le estaba dando al brillante estudiante en la misma casa y ya allí pues vería como se podría dar el encuentro…Llego hasta carcajearse por lo que su cabeza maquinaba para satisfacer el ansía de volver a probar carne humana de hombre. No dejaba de lamentarse a lo que había tenido que llegar para poder cubrir esa pequeña, pero importantísima parte en la vida de todo ser humano.
Erika: Oye, excelente idea, no me será difícil salirme esos días, mira que cada quien se vaya por su lado y nos vemos el día jueves en donde tú me indiques allá en el Puerto de Veracruz.
Sin más se pusieron de acuerdo para el tórrido encuentro que les auguraba a los recién amantes.
La llegada del día jueves exaspero a la mujer que hasta temblaba por lo que podría vivir los siguientes días, fue hasta sencillo armar todo el tinglado con su marido…en esos días las chicas no convivían así que fue prudente de su parte no darles a conocer su plan. Casualmente, otra vez el universo conspiro a su favor (que lejos estaba la mujer de saber que todo en esta vida tiene un precio, se tiene que pagar una factura, como dicen en el norte: “No hay lonche gratis”) para hacer que todas ellas tuvieran otras actividades después de la fiesta cena del jueves de la semana en curso y no habría reunión la siguiente semana (esto era extraordinario, así no tendría que vérselas con ellas)
Nota aclaratoria para los amigos hermanos chilenos, españoles, uruguayos y americanos que me han escrito y que han tenido la amabilidad de aceptar gustosamente el estilo de esta narrativa alejada bastante del gusto mayoritario. Lonche es un término coloquial con el cual se define a un tipo de alimento consiste en carne en medio de pan con verduras diversas y picante. Los mexicanos si sabemos a qué se refiere.
Pues bien, ya estaría todo listo, ansiaba que llegará ya el miércoles de la semana entrante para encontrarse con su valedor Roger en la ciudad de Veracruz.
Dichas ansías le harían vivir experiencias que le llenarían de miedo, de temor y de una inusitada amistad con Marisa  después del día jueves, día en que se celebraría en la más alta esfera de la sociedad regiomontana la llegada del empresario José Treviño.
Se llegó ese tan mencionado día, Erika estaba nerviosa, se sentía débil para poder hacer frente a los seguros embates previa información que Clara y Susana le pasarían a su suegro.
Como siempre su marido estaba distante, las amigas también (todo era parte de un plan), hasta la propia mojigata de Amanda andaba en lo suyo. Amanda fue estratégicamente destinada a organizar una tómbola sorpresa y otras amenidades por Don José para que le dejara el terreno libre y así poder ir sobre su presa. El viejo había esperado mucho tiempo ya para poder agenciarse a su bella nuera.
En la fiesta todo transcurría normal, salvo que la rubia no estaba acompañada por su habituales y parlanchinas compañeras, sitio que presto el Tío Alberto ocupaba otra vez con sus constantes verbalizaciones y rollos largos…el viejo mañoso tampoco desistiría de sus acometidas, seguiría insistiendo en sus sutiles formas hasta lograr conquistar a su sobrina política.
Erika se calmó al ver que el león no es como lo pintan ya que los primeros momentos transcurrieron en una inusitada calma, sin embargo, era la calma que precedía la tormenta.
Al estar tan relajada, reconociendo que es agradable la compañía del Tío Alberto que con su habilidad le hizo olvidar el desliz del otro día, ya ganaba confianza para tomar un poquito más de lo normal, sintiéndose alegre. Incluso acepto la invitación de un  nuevo sujeto que resulto sería su nuevo guardaespaldas. Esto le fue de pronto anunciado por su esposo Carlos y que como parte del plan de escolta dadas las nuevas incidencias de secuestros y violaciones en la ciudad se había decidido por un nuevo personal.
Así que el nuevo guardaespaldas sustituía al anterior, de nombre Esteban. Era un hombre alto, fornido sin llegar a la exageración. De un exquisito traje, de muy buena presencia, reconoció la mujer que de inmediato en su estética y diseñadora mente se hizo un retrato del típico guardia disciplinado y marcial.
Esteban, el guardia tomándola de la mano la condujo a la pista de baile donde algunas parejas bailaban suaves piezas que en el momento un muy completo grupo musical ejecutaba. Eran piezas clásicas, de pronto empezó a ritmo de la vieja orquesta de Ray Conniff, su famosa pieza clásica de “Bésame mucho”…el tipo resulto un gran conversador y mejor bailarín…tomándola del talle la acerco hacia él haciendo parecer todo como si fuera una danza muy bien ejecutada cuando en realidad su misión era empezar a calentar a la bella mujer.
Ninguna de sus amigas se podía percatar de esto, ya que tenían otras encomiendas. El viejo José, astuto como él solo, sabía que en su cuñado Alberto tenía un rival de cuidado. Ambos se conocían a fondo sabiéndose sus verdades, por lo que en una extraña plática de la que después sabría Erika con su amiga Marisa:
Don José: Mira Marisa, está muy claro, tu marido esta hasta el gorro de deudas y ya vez que no sale en su tiempo libre del casino…Pendejo, debía aprender la otra ocasión Dios lo salvo de morir de la quemazón que se dio en el pinche casino, en que pedo se hubiera metido…
Marisa: He hablado con él, le pagaremos hasta el último centavo, solo dennos tiempo
Don José: Lo único que te pido es que seas “amable” con mi cuñado Alberto, ya sabes él tan solo, tan necesitado de “cariño”…lo único es que estés con él, que lo hagas sentir que es alguien importante y ya solo Dios sabrá hasta donde pueden llegar esas muestras de afecto, sobando uno de las bonitos muslos de la mujer. Ambos estaban sentados en un lugar apartado del bullicioso centro de la fiesta.
Marisa, casi llorando: No es justo lo que me pide, que va a pasar si el Sr Alberto quiere llegar a más
Don José, ya sobando con descaro, con una lujuria de los mil demonios, transmitía calor con sus manos al grado de hacer temblar a la pobre Marisa: No serás la primera ni la última que con el culo y tetas que te botas saque al marido de un apuro, así que si eso pasará lo único que lograrás es que se borren como de milagro todos los problemas del buey de tu esposito, así que decide.
De tal manera que la calenturienta Marisa que no era satisfecha por el marido, que incluso visito el exclusivo Le Barón (aunque después se sabría que era otro chantaje precisamente del viejo José, que la orillo a ello) a ser cogida, usada como la más vil de las putas de Babilonia, se resignó a tratar de encamarse al viejo Alberto, no pudo reprimir escalofríos al recordar su visita al lugar al que la mando el desgraciado José que los tenía agarrado del cogote a ella y su marido por culpa de los vicios del juego en casinos de este, recordó como específicamente le indico que tenía que decirle a la Madame que el caballero que la tendría que usar, sería un viejo y gordo, aunque le obsequió en garantía el hecho de que se podría poner mascara y solicitar que su benefactor sexual de esa ocasión también guardará la discreción de su identidad.
Marisa vale señalar era la más guapa de todas las amigas de Erika. Un poco más alta que ella, de hecho en los 1.80 mts. de altura, pelirroja natural. Tal vez los únicos detalles en su anatomía que no le daban el diez perfecto, eran sus senos un tanto pequeños en relación a la altura, por lode más tiene una cintura avispada, nalgatorio pronunciado, grande y parado que se cargaba, así como las largas y bellísimas piernas, así como una nariz un tanto larga y grande en proporción al rostro, aunque para nada era fea…eran solo pequeños detalles…a cualquiera en realidad se le figuraría un cromo de mujer. El rostro era parecido en su mejor época a la famosa gringa Cher. Por supuesto, que el marido era otro calvo prematuro, gordo, aunque guapo, sin ninguna prestancia como varón atractivo.
Así que Marisa estaba con el Tío Alberto en búsqueda de salvar el honor de la familia, aunque este canijo no soltaba ojo ni prenda acerca de lo que su bella Erika hacía con el nuevo sujeto que estaba con ella.
Esteban era un mejor bailarín que Erika que es ya decir mucho, con lo que esta había bebido y con las vueltas, ya estaba un poco mareada, así que cuando empezó a tocarse la pieza tema del guardaespaldas de la ya muerta cantante Houston no protesto cuando ya en un descaro total se le repego por completo aprovechando que en el momento y como parte del trabajado plan las luces casi llegaron a una oscuridad tenue…todo mundo estaba entretenido, nadie reparaba en ellos.
Tío Alberto sabedor de sus tiempos y viendo que la bella Marisa que en sus amatorios encuentros en el pasado fue muy discreta, no teniendo fama o prestigio de nalgas prontas, y que ofreciéndosele de una manera que solo ciertas mujeres elegantes de clase alta (Marisa era una de ellas) pueden hacer con galanura y fineza, pues acepto el aperitivo de agenciarse a tan bella mujer, por lo que ya en otro saloncito y con la luz en esa intensidad ya estaba presto a dar guerra esa misma noche.
Por lo que solo los ojos de escrutinio de José no perdían de vista el sensual baile que ya Esteban y Erika ejecutaban en la pista.
Esteban casi no había murmurado palabra, ante lo evidente no era necesario ya le estaba metiendo un faje de campeonato a la rubia.
¿Por qué la mujer se dejó hacer? Erika pensó que tal vez un poquito de juego no estaría nada mal para el banquete que se daría con Roger en Veracruz, así que al ver que nadie reparaba en ellos, se dijo así misma que calentarse un poquito no estaría nada mal.
Erika sentía palpitar ya la virilidad del sujeto en sus ingles, justo en el medio de su intimidad, de su sagrada rajadura. Sentía también las manos del hombre que de manera exquisita acariciaban ya su cintura e incluso dejo que la empezará a sobar de sus paradas nalgas que sobresalían con el hermoso traje que se había puesto esa noche.
El hombre le empezó a susurrar con voz ronca que él era un guardaespaldas muy completo, que estaría a su pleno servicio en su totalidad. La rubia ya con sus manos también acariciaba los fuertes hombros del tipo.
Bailaron tres canciones completas, el cachondeo estaba en su máximo esplendor, las caricias eran suaves, sin llegar a ser un sobajeo grosero, el tipo era refinado sin duda alguna, estaba bien entrenado, cuando de pronto sintió que el joven guardia se alejaba para que una figura alta, con un muy ligero sobrepeso, en realidad nada notorio tomara su lugar, solo alcanzo a ver que era un tipo con un lujoso esmoquin.
De inmediato se sintió cobijada por un hombre muy fuerte, más alto que el anterior, su olor era exquisito, tremendamente masculino, sin querer emitió un suave gemido que había reprimido con el anterior atacante, sin ver que arrancaba una sonrisa malévola en el hombre, que no era otro que su suegro, Don José Treviño. Ella no lo asocio, ya que había visto que su suegro vestía de manera elegante pero informal. El viejo zorro se había cambiado para el efecto.
La oscuridad aún bajo más, el desgraciado que sabía cambiar el tono y estilo de su voz, le empezó a murmurar al oído palabras halagadoras…el desdichado estaba cambiando de estrategia, se las sabía de todas, todas. Él sabía que por las malas, la mujer se defendería lo más que podría y quería tantear el terreno. El viejo estaba imitando a un español.
La rubia estaba embelesada, la virilidad de este le encajaba mejor, las caricias eran más sabias, por un momento las comparo con las de Roger y la duda le surgió de cuál de las dos era mejor…dudaba, lo cual le dio miedo, significaba que habría alguien capaz de llevarla aún más al placer, creía haber alcanzado el cielo y ahora sentía dudas y la comparación surgía, sin quererlo se abrazó más al hombre ya que no sabía de quien se trataba por la oscuridad.
Sin que notará el hombre, bailando, bailando la fue conduciendo a otro apartado salón, un salón muy especial, ya que de ahí se podía ver hacia el otro salón en donde ya Tío Alberto le estaba dando una mamada de vagina a la desmadejada Marisa que se convulsionaba ante  las sabias caricias del viejo. Ambos no habían perdido el tiempo, ambos sabían a lo que iban…aunque desconocían, aunque comparaban encontrando similitud sin darle mayor importancia, que no era la primera vez que realizarán el acto carnal, de hecho sería la segunda y última vez. Marisa después se enteraría por boca de la propia Erika, que el canijo de Alberto ya se la había disfrutado antes.
Erika estaba mareada, relajada, descuidada y al llegar al ventanal que separaba del otro salón y que con un juego de luces no dejaba ver aun lo que sucedía con su Tío político y su amiga, recibió en su mano otro vaso con una bebida preparada, el hombre la insto a que lo se lo bebiera de sopetón.
El hombre en un tono de voz sensual, ronco y muy varonil le insto a seguir bailando, las dos siluetas se fusionaron en un abrazo fuertísimo, la rubia se estaba desmadejando, atino a preguntar: ¿Quién eres? En un tono muy cachondo, muy erótico.
Hombre: Soy un amigo del Tío Alberto, vengo de Europa, de España precisamente
Erika: Pues que atrevido eres, si te viera mi suegro, Don José aquí en su casa te correría de inmediato.
El hombre sonriendo para sí, al ver que la mujer no se refirió al esposo, si no a él mismo: No te preocupes nena, ¿Por qué te preocupa Don José?
Erika, desconcentrada: Es que me da miedo, es un hombre no se muy por decirlo muy macho.
Hombre: Nena, no te preocupes, él está ocupado en el salón principal, he observado lo que hacen todos los participantes. Yo te cuidare esta noche.
Erika: Pues quietecito de tus manos, soy una mujer casada y decente, solo bailemos y se apretó aún más hacia el hombre que le rebasaba en estatura…
Don José pensaba ir de a poco, pero si tomarla esa misma noche, tenía todo listo, sin que ella se diera cuenta accionó un botón y el salón se cerró dejándolos solos a él y a ella, claro esto no pudo ser apreciado por ella ya que al estar abrazada a él, no observo este detalle.
El viejo empezó a acariciar suavemente la espalda, brazos, talle para poco a poco ir bajando hasta las poderosas y suculentas nalgas de su nuera que ya empezaba a emitir gemiditos apagados pero que eran perfectamente escuchados por el sabio hombre que redoblaba sus caricias de arriba abajo y de abajo hacia arriba. Erika solo se aferraba más al hombretón, sin dejar ya de gemir con un poquito de más volumen y acertar a decirle: Porrrr favooorrr parararaa, soy caassaadddda, ¿cuál eees tuuuu noooombre?
El viejo le contesto casi en ronquido que la estremeció: Soy Sergio, y ya empezando a halagarla con palabras tales como: Eres una mujer muy bella, eres una diosa viva, una escultura viviente, una modelo de pasarela, pero que bien estas..para poco a poco ir subiendo de tono los halagos para empezar a usar palabras más coloquiales, vulgares, llegando incluso a decirle: Pero que buena estas putita, se ve que te encanta que te den, que te den duro y macizo…tú lo que necesitas es un verdadero macho y ese soy yo.
La mujer seguía estremeciéndose ante los nuevos elogios, de alguna manera recordó que algo que le hizo gracia en sus lecturas eróticas fue el hecho de que las mujeres se excitaran al recibir piropos subidos de tono con palabras como esas…Al escuchar que la llamaban putita, que le encantaba la verga, que se la cogerían como a la más vil de las bestias, casi llega al orgasmo, ya que descargas fuertes de adrenalina y un hervidero en su sangre se provocaron…
Erika: Paarrara ya Sergiooo, yaaaaa porrr favooor, alguien puedeee veirrrr…yaaaaa
El hombre aprovecho para empezar a sobar las poderosas y altivas tetas de la hembra, con sus manazas empezó a recorrer…la mujer se sorprendió, el aprovecho para con una habilidad increíble quitarle ya el brasier y bajar el vestido para poder poseer con sus labios los erectos pezones de su nuera, empezando una mamada intercalada, de izquierda a derecha, de arriba abajo, el hombre le transmitía fuego por sus manos y boca, por sus palabras, por su olor.
Erika ya no pensaba, solo sentía y sentía…de pronto un ventanal se abrió para dejar ver a través de su cristal como en el otro salón, Tío Alberto con las piernas de Marisa en sus hombros en una especie de mesa redonda,  la bombeaba fuertemente haciendo que la mujer emitierá unos gemidos tremendamente excitantes, de evidente gusto y placer, sonidos que se escucharon con claridad ya que su suegro activo el dispositivo para que se pudiera ver y escuchar lo que acontecía.
Erika se separó del hombre para dirigirse hacia el ventanal para lo cual tenía que subirse, de hecho arrodillarse a una especie de escalón y poder ver con claridad lo que sucedía, la oscuridad del salón prevalecía, solo dejaba ver con una luz muy tenue lo que sucedía con su amiga Marisa…
Marisa: ayyyy, ayyyy, hummmm, hummm, asssí, asíisiii, sisiisiii, eresss muy buennneooo
Tío Alberto, que acariciaba con suavidad y luego con salvajismo las bellas y largas piernas de pronto la volteo con inusitada agilidad para ponerle de espaldas a él y con sus pies separarle las piernas y doblarla sobre la mesa para volverle a mandar su vergón…Marisa, reculo exhalando ooouugghhhh, brutotoooo….duelellee, ardeeee….ahiiiii,m aaaaa, queiriiriridoooo, hummmm, sigueeeeee, siguuuee cabrrrónnnnnn, eresss unn  cabronnnnazzooooo
Erika exhalo un fuerte gemido, como era posible que por segunda vez Marisa se dejara copular por el viejo Alberto, sin poder evitarlo bajo sus manos a su entrepierna…
El viejo Don José, no perdió el tiempo y llegando hacia ella, le repegó su virilidad justo en el medio de las tremendas nalgas que sobresalían en el entallado vestido de noche que la hembra tenía bajados…el hombre la empezó a puntear, a nalgear de suave a duro, a magrear sus pechos desde atrás, a besar su cuello…ahora, el bombardeo de eroticidad era ver a su amiga y Tío coger como animales, era evidente que su amiga estaba gozando y ella también lo estaba recibiendo…estremeciéndose llego a un poderoso y reconfortante orgasmo, lo cual fue aprovechado por su suegro que alzándole el vestido hasta la cintura empezó a besar ahora las nalgas y piernas de la bella que ya no sabía si retorcerse, gritar, dejar de gemir o qué diablos hacer.
El magreo continuo, no cesaba el tal Sergio ni el Tío Alberto…
El tal Sergio ya la dedeaba, ya la chupaba, ya la nalgeaba, ya le decía palabras subidas de tono en su inconfundible acento español haciendo que la mujer se retorciera, ya expidiendo zumos evidentes de su vagina, incluso le hizo que le chupara uno de sus grandes dedos todo mojado por dichos líquidos…Glupl, glup, glup se escucho al degullir Erika ese dedo como si estuviera ante una verga…de hecho se le vino a la mente que era como si fuera la verga paradita de su marido.
Erika: hummmm, yaaaaa, siiiii, poororr favoorrr, ahiiiii
De pronto el celular del viejo sonó, este contesto con el mismo tono de voz, sin dejar de puntear a la hembra que ya paraba y meneaba su trasero hacia el herramental de este macho sin reparo alguno…
¡Demonioss! Exhalo el hombre para salir inmediatamente de ahí…no sin antes darle una fuerte nalgada a la ya entregada mujer que por el empellón quedo en cuclillas casi sobre el espejo.
Al viejo Don José se le fue viva la presa, una llamada que no podía postergar de ninguna manera, negocios son negocios, pero pensando para sí, que sería cuestión de que su nuera fuera su hembra por fin…
Al escuchar esto la mujer se estremeció de miedo, le dio la impresión que esa expresión y esa voz era la de su suegro…se viró para ya no vio a nadie…con temor se volvió a componer sin dejar de ver como ahora Marisa se daba de sentones mirando hacia el ventanal con un ojos de desquiciada en la humanidad de su Tío que sentado en un sofá solo atinaba a amasar los pequeños senos de su amiga y jalarla de la cabellera peliroja como si fuera una yegua…
Marisa: yaaaaaa,,,ahhhhhh Dioossss eres unn   machooooo
Tío Alberto: ahiiiiii te vanannann, siemrpeeee estoyyy a tu disposicciiión…..ahhhhh
Erika salió presurosamente del salón, investigo de inmediato quien era Sergio pero nadie le supo dar razón.
Cerca de una hora  más se retiraron, al despedirse de su suegro que vestía de la misma manera en que lo había visto la primera vez, se estremeció de un miedo terrible…cuando este acercándose a su oído y sin que nadie se percatara usara la voz de Sergio: Tenemos un pendiente, putita, sé que te encanto y más te encantara cuando te haga una verdadera hembra.
Erika no supo a ciencia cierta que debía concluir de esta experiencia, sabía que podía perder el control, se estremeció al seguir comparando todas sus vivencias, no cabe duda, me falta mucho por aprender. El viaje con Roger debe ser definitivo para aclarar muchas cosas. Debo cuidarme mucho más de mi suegro, se decía la turbada mujer.
Se llegó el día de su viaje, estaba nerviosa, no era para menos, había tenido una larga conversación con Marisa que le confeso que su suegro Don José la chantajeo orillándola a que tuviera sexo con él  en tres ocasiones, asistir a un club de sexo, así como con su Tío Alberto, al deberle una suma muy grande dinero por las deudas de juego de su marido. Lo mejor es que efectivamente estaba en ceros en sus créditos con el viejo. Pero lo que le impacto es la confesión sincera de su amiga en el sentido de que había disfrutado mucho en las cinco sesiones de sexo que tuvo, también le dijo que tuvo dos amantes ocasionales antes sin mucho éxito, que su marido no la atendía y que de alguna manera la orillo a eso. Estaba muy desesperada cuando Don José se relacionó íntimamente con ella, muy decepcionada de haber tenido que salir a buscar hombre sin resultados halagadores, resulto que eran unos vivales y malos en la cama, por lo que de alguna manera se justificaba el hecho de haber gozado tanto con esos cinco encuentros, pero es que la verdad le habían enseñado un camino sin retorno, ella necesitaba un verdadero hombre en su cama. La confesión más abrumadora fue que ella insto a Don José para que fueran amantes de fijo, pero él le aclaro que ninguna hembra era suficiente para él, que le gustaba tomarlas y cuando se aburría pues buscaba un cambio. En otras palabras, la rechazo. Eso a Marisa la decepcionó, ya que pensaba que nunca sentiría lo que sintió con ese hombre. Erika, se maldijo a sí misma, no quería ser parte de la estadística de su suegro, no le gusto saber que ya varias mujeres expresaban que era muy bueno en el sexo, no dejo de estremecerse al recordar el fajesote que le dio, los gemidos que le hizo decir y sobre todo el orgasmo tan brutal que le provoco sin siquiera emplearse a fondo. Maldito viejo, lo odio, se decía a sí misma.
Claro que la entendió, pero se decía que gracias a Dios ella tenía un hombre verdadero en la figura de Roger, lo del suegro fue un desliz estúpido de su parte que no se volvería a repetir de ninguna manera. Sabía que si mezclaba alcohol podría ser peligroso para ella.
A la llegada a Veracruz, el profesor supo con su trato hacerle olvidar hasta de donde estaban. Sinceramente la mujer disfruto mucho de la compañía de este varón. Fueron unos días y noches que nunca olvidaría en su azarosa vida. Comer, bailar, reír, platicar, hacer el sexo como animales en brama le hicieron perder ese enfoque hacia el análisis, se dedicó a disfrutar en cuerpo, alma y espíritu esos días.
Descubrió más cosas de su país. Convivio con una clase social muy distinta a la suya. Conoció a la hermana de Roger y a sus simpáticos sobrinos. Le halago ver como su hombre la presumía como su nueva mujer y no dejaba de notar las miradas llenas de envidia, lujuria y deseo de algunos hombres. Descubrió muchas más cosas. Recorrió prácticamente el kamasutra. Las noches fueron largas, intensas, tórridas, hasta se dijo que tal vez se estaba enamorando de ese hombre tan mayor a ella.
Le cocino, le lavo su ropa, cosas que nunca hizo en su vida, se sintió plena, feliz, realizada.
Veamos algunas de las situaciones que nos fueron narradas de viva voz por su amiga íntima. De Veracruz se trasladaron inmediatamente a un pueblito como a 40 minutos en donde sobresalían las personas morenas oscuras delgadas casi con rasgos africoides, así como mujeres de curvas muy pronunciadas, casi rayando en la exageración. Demasiado francos, de vivaces ojos, llenos de calentura ya que todos sus comentarios, prácticamente todos estaban cargados de alto contenido sexual. Eran expertos en el albureo y el cachondeo.
Erika: Roger, mi amor, quiero que me enseñes todo de la vida, quiero gozar lo más que pueda contigo estos días.
Roger, es un tipo moreno claro, fuerte, con pocas canas en su cabello negro, aparentemente callado ante los demás, pero junto a su amazona se sinceró, se sintió pleno, estando infinitamente agradecido con Dios por esta oportunidad de tener a su lado para amarla hasta la saciedad a esa verdadera estatua humana viviente: Claro mi cielo, mira hoy temprano te llevaré a una playita escondida en donde solo estaremos tú y yo, por la noche te llevaré a un antro, disculpa, no hay otra cosa por aquí, para que bailemos y podamos otra vez regresar a una cabañita de paja que tengo aquí cerca de la playa.
Erika que lucía un conjunto de bikini de un rojo intenso que apenas cubría sus senos y su intimidad, tomada de la mano de su hombre se dirigió a pie hacia dicho lugar, solo llevaba un bolso con dos cambios de ropa, ya que la playa en si estaba como a 15 minutos de la casa de la hermana de su valedor. Si la hubiéramos visto caminar con ese portento de piernas y culo, casi desnudas solo cubiertas mínimamente entenderíamos las miradas torvas y llenas de deseo carnal de los hombres que se atravesaron en su breve camino.
Roger por su parte solo portaba una corta bermuda caqui y una playera polo a rayas que hacia perfecto juego con su moreno y trabajado cuerpo.
Al llegar a la playa, tendieron una manta sobre la superficie para acostarse a tomar el sol, Roger empezó a poner en la bella espalda de su mujer aceite protector solar, aprovechando para recorrer palmo a palmo toda la anatomía de Erika que ya tenía su piel de gallina, toda chinita, toda excitada…las vivencias de la semana pasada fueron impactantes y deseaba estar tranquila, de hecho no recordaba nada en esos momentos. Este era el tercer encuentro a solas con Roger. Lo único que recordaba era lo vivido la noche anterior (el segundo encuentro), la noche de su llegada, otro aprendizaje hacia que se estremeciera, algo revelador había surgido: debía reconocer que era una mujer con cierto grado de perversión…se descubrió a sí misma, en otra enseñanza significativa y de alto nivel de procesamiento para su mente que recordándolo al ser super reciente y estar recibiendo el agradable masaje de Roger…empezó a recordar:
Al llegar a Veracruz comieron en un restaurante en el cual se habían citado para posteriormente ir al pueblo de la hermana de él, en donde convivieron en su pequeña casa. La hermana que tenía dos años de viuda se llama Sofía  y sus tres hijos: Enrique de 15, Rogelio de 20 y Karla de 25 años, así como el nuevo esposo de la hermana un hombre casi negro de nombre Luis, y en compañía de otros vecinos convivieron felizmente hasta bien entrada la noche. Las bebidas por supuesto que no podían faltar, sobre todo los famosos “toritos” que son bebidas alcohólicas hechas en casa en combinación con productos naturales tales como el cacahuate o la nuez. Los albures estuvieron a la orden del día, Erika gozo como nunca una reunión, la sinceridad se notaba, aunque también las miradas lujuriosas de los dos sobrinos y de los vecinos también las notaba, sobre todo las de Luis que incluso entre descuido y descuido le susurro palabras calientes, así como contactar con sus callosas y grandes manos parte de la piel de la hembra que sintió descargas eléctricas, en una de esas hasta le acaricio un muslo diciéndole: “Mi negra santa, sí que eres un mujerón, solo porque respeto mucho a mi cuñado no te meto mi amiguito haciendo señas más que evidentes hacia su paquete masculino, se ve que eres toda una puta en la cama…yo tengo muy buen ojo…negrita”.
Erika para evitar problemas grandes en la recién conocida familia de su hombre solo atinaba a sonreír y tratar de no voltear a ver los ojos de fuego del negro hombre.
Rogelio no podía ver estos escarceos porque por momentos su hermana lo acaparaba a solas para platicar largamente con él.
Ya entrada la noche les fue asignada una recamara que tenía una pequeña cama y una hamaca….en ella hicieron el amor con todo. Erika había tomado un poquito, sabía que estaba segura con su Roger, por eso se le quito lo tímida o recatada que pudo haber sido al estar en una pequeña casa en donde a pocos metros dormían otros. Para Rogelio eso era común, de hecho en su pequeña casa de Monterrey, la construcción de su recamara en la planta alta es reciente, por lo que buena parte de su vida cogía abajo y sus hijos estaban a pocos metros de su recamara matrimonial en donde con Chayo vivió tan gratos momentos.
La recamara no tenía puerta, de hecho ninguna de las habitaciones, sino una simple cortina hecha de tiras de madera de diferentes colores, por lo que fácilmente se podía ver a través de ella hacia el interior de las mismas.
La recamara tampoco tenía cortinas hacia un ventanal que daba al patio, por lo que la luz de la bella luna entraba dando un matiz de iluminosidad a la habitación.
Supuestamente todos se fueron a dormir, por lo que los amantes empezaron a besarse con pasión de pie…Erika aún conservaba un tanto de pudor al inicio de este segundo encuentro con Rogelio.
Erika estaba relajada, tranquila, los detalles experimentados en la semana pasada la tenían en una calentura tremenda, el hecho de observar hombres semidesnudos muy diferentes a lo que ella observaba en la “ciudad de los gordos”, también la excitaba, esos hombres delgados, musculosos, fibrosos de color oscuro, así como el hecho de que era evidente el respeto que le tenían a su hombre y la vanidad y orgullo con que la presentaba como su nueva mujer ya, le hacían que su naturaleza de mujer saliera aún más a flote…estaba caliente, estaba consciente del acto que estaba por cometer. Lo de la casa de Roger fue un tanto sorpresivo, esto era diferente, ya era planeado y estaba dispuesta a aprender, a gozar, a sentirse mujer, a sentirse plena.
El hombre la besaba con una fuerte pasión, las manos le recorrían todo el cuerpo, ella tampoco estaba quieta, también con sus manos le quito la camisa desbrochando uno a uno los botones para usar su boca a plenitud, así fue bajando para desabrocharle ahora el cinturón y bajarle pantalón y trusa al mismo tiempo.
Mientras tanto él le quito la polo que ella llevaba, el brasier no fue dificultad, también uso su boca para succionar, gozar, morder suavemente y acariciar los pezones y todo lo que podía abarcar de los senos de portento.
Siguió para quitarle la casi minifalda que llevaba, solo le dejo el bikini tanga y las zapatillas a su mujer.
La mujer al sufrir el magreo en sus senos, se prendió aún más, ya estaba prácticamente encuerada. Llevo su boca a la erección de su hombre, le gusto arrodillarse delante de él, quería hacerle ver que él era su nuevo hombre ya, empezó a subir y bajar lentamente sus labios rojos de toda la longitud de la virilidad de Rogelio.
Sus ojos los dirigió a su hombre proyectando todo el deseo que en su mente y alma la carcomían, acariciaba con sus suaves manos los fuertes costados de los muslos del varón, acariciaba sus glúteos, mientras ya su boca lambeteaba, degullía, degustaba a más no poder la fuerte erección.
Se entretenía en la cabeza, daba pequeños lengüetazos, no dejaba de lamer los huevos del hombre, así como con sus manos también llegaba a tocar, acariciar, amasar los testículos grandes y pesados de su nuevo varón.
Así estuvieron un buen rato, glugg, gliggg, gluggg, glguugg se alcanzaba a escuchar, así como los ojos ya inyectados de un deseo ferviente de la mujer que nunca dejo de mirar el rostro que en ocasiones cerraba los ojos y las murmuraciones de Roger…hummm, hummm, humm
Roger como ya era costumbre en él, pensaba Erika había puesto música, solo que en este caso era de una estación de radio local que tocaba viejas piezas.
Erika recibiendo el masaje en la playa, recordó que en esa felación de maravilla, la primera con plena conciencia de lo que hacía, la canción que se le quedó grabada fue la de “Piensa en mí” del famoso Agustín Lara, cantada por la recién fallecida Chabela Vargas, según memorizo de parte del locutor que explico la historia de dicha pieza musical:
Recibiendo el masaje en su mente recordó el inicio de dicha canción: “Si tienes un hondo penar piensa en mí; si tienes ganas de llorar piensa en mí. Ya ves que venero tu imagen divina, tu párvula boca que siendo tan niña… “
Estando Erika en la playa acostada sobre la superficie, recordaba ello, el masaje ya era pleno en sus glúteos, sus gemidos ya delataban que estaba preparada para un nuevo escarceo, Roger le dijo: “Ven mi amor, vamos al mar, haremos el amor de pie…” lo que le hizo volver a  recordar lo de la noche anterior:
Roger, con una voz ya ronca y pastosa: Chiquita, que bien la mamas, tu boca es preciosa, para….parara
Erika, sonriendo y poniéndose de pie: Gracias Roger, quería probar esto primero, ¿te gusto, mi rey?
Roger: claro, ven te pagare el favor, para colocarla suavemente en la hamaca (instrumento muy común en el Sur de México, es una especie de cama hecha de tela que queda colgada de dos extremos) de la pequeña estancia, en donde el quedaba de espaldas a la puerta y ella podía ver de frente a la misma. La imagen de la mujer casi desnuda con sus zapatillas era tremenda, la luz le hacía ver como una verdadera diosa de la mitología griega.
Ahora Roger se arrodillo para abrir, no sin acariciar a plenitud las bellas piernas de su mujer, de su diosa rubia, empezó con los pies, tobillos, chamorros, muslos, sus masajes fueron de suaves a violentos, amasaba las fuertes piernas de ella, que ya gemía ruidosamente, en ocasiones se tapaba la boca, nunca la habían acariciado tanto y de esa manera…
Roger fue subiendo hasta llegar a la intimidad de ella, aunque antes le volvió a dar un repaso a las tetas y pezones con boca y manos, la mujer ya estaba colorada y sudorosa, emanaba un olor fino y de evidente excitación, le quito el tanga para pasarlo a través de sus delicados pies, le dejo solamente con las zapatillas, ahora estaba totalmente desnuda y él también, poso sus labios sobre su vagina.
Erika sonrió al recordar al regordete policía del DF, Mario se llamaba que le hizo un oral breve, pero intenso, Diossss, no había pasado mucho tiempo de ello y ya se estaba volviendo toda una experta…
Ayyyyy, ahummmm, DIosoososs, que deliicicicia, paaar., pooroor favoooorr, ahhhhh
En un momento dado, los gritos que la mujer ya pronunciaba, le hicieron pensar con cierta pena que los podría estar escuchando la hermana y la familia de Roger, pero este sin inmutarse continuaba dándole el paraíso….
De pronto, Erika se percató que una sombra acechaba en la recamara, para que confundido con sus gemidos, no pudiera evitar subir el tono de los mismos y ver que se trataba de Luis, el casi negro esposo de la hermana de Roger, que desnudo, dejando ver un atlético cuerpo que la impresiono, aunque aún más ver que se estaba masturbando con su mano tomando el más grande vergón que hubiera visto en su vida, era largo y grueso en extremos, Dioososoosss que es esooooo…(era mucho más grande que el del joven jardinero Rodri…el más grande que hubiera visto en su vida hasta ese momento)
El negro Luis con su enorme sonrisa le hizo ver que se dio perfecta cuenta de la impresión que le había causado, así que con esos ojos de fuego lumbre casi le mando a la rubia un  mensaje de que no dejara de mirar su verga parada, para lo cual hasta se viro un poco para que la imagen quedará nítida en la rubia.
Erika, que estaba llegando al orgasmo solo atino a seguir ya casi gritando: Dioososss.. que ricoccoco, mi amororoorro, meeee cooooorrroooooooo…ahhhhhh
El primer orgasmo de varios llegaría en esa larga, sudorosa, extenuante, reconfortante, sensual noche. Noche de graduación para Erika, noche de confirmación de que era una real hembra que gustaba del buen coger.
Erika se desmadejo hacia la hamaca, con lo cual perdió de vista la entrada de la puerta. Solo sintió como fue levantada por Roger que sentándola de frente a él en la hamaca se prestaba a penetrarla de frente, los dos sentados cara cara.
Roger la penetro despacito: Uffff…chiquita, realmente estas muy apretadita…
Erika: En realidad esta es mi segunndddaaaa vezzzzz , tu erreees el primerroo que realllmenetee me ha cooogiigggooo….ayyyy miii amorrrr, ardeeeee, dueelellelee, pero queeee riiicocooooo.
El hombre estaba  con las piernas abiertas sobre la hamaca, Erika ya penetrada prácticamente arriba de él. Tomándola de las muñecas, Erika se fue relajando hacia atrás hasta caer por completo en la tela ya estaba súper relajada y entregada a la fuerza de su Roger  que la atrae a su cuerpo con sus brazos provocando la embestida necesaria para el coito.
Ahora el famosos cantante ochentero Emmanuel cantaba con su sensual estilo:
Vamos amarnos despacio esta vez
Que hoy ya tenemos el tiempo del mundo
Ya a ningún sitio tendrás que volver
Desde esta noche tu mía y yo tuyo
No habrá que buscar el rincón de algún bar
Para besarnos y unir nuestras manos
No habrá que perderse por la oscuridad
Para jugar al amor y abrazarnos
Vamos amarnos despacio por fin
Con besos lentos, profundos y suaves
Dejando quizá alguna vez de sentir…
Dejando quizá alguna vez de sentir…
Que aun,…
Nos queda mucha noche por delante
Solo sonidos y gemidos ininteligibles del todo se mezclaba, en una de esos embistes en donde la rubia con los ojos entrecerrados, con esa carita dulce llena de satisfacción alcanzo a ver que el negro Luis ahora estaba afuera de la casa justo frente al ventanal completamente desnudo siguiendo con la masturbación fenomenal que se hacía sobre su aparato proyectando esa sonrisa de orgullo con sus ojos de carbón encendido. Roger no podía verlo ya que precisamente daba la espalda hacia ese sitio, pero la rubia claro que veía con claridad al furtivo observador.
La rubia se excito aún al doble, las sensaciones que tenía en esta nueva pose en donde sentía a profundidad la hombría de Roger, más la vista de un fenomenal vergón totalmente erecto en su honor despertaron aún más a la mujer dormida que estaba naciendo…todo ello le hizo redoblar su concentración e intensidad, profiriendo: Ayyyyy pappapaaiiiii eresss lo mejjjjooorrr que he vistttoooo, como queriendo excitar aún más al hombre de afuera.
Lo hizo como un juego que excitara aún al máximo si es posible la tremenda cogida que se estaba mandando, no quería saber de nada solo de gozar hasta el infinito ese presente candente.
Para recibir mayor placer como en un acto natural, Erika permaneció acostada boca arriba en la hamaca con sus piernas abiertas y flexionadas, apoyándolas en sus brazos detrás de sus hombros. De esa manera, Roger recibía los embistes que la diosa regia al elevar sus poderosas y atléticas caderas efectuaba para posándolas sobre las piernas también flexionadas del varón entrar en una fragorosa batalla de cuerpos que hacia rechinar los amarres de la hamaca, rririnn, riririn, riinn parecía que en cualquier momento se podría caer combinándose con música y gemidos de ambos.
Era una postura complicada ya que requiere de flexibilidad por parte de ambos, fuerza y habilidad que ambos de manera que pareciera de toda la vida y tal cual batalla épica no dejaban de penetrarse una y otra vez…una, dos, tres, cuatro….Ahora sonaba una canción del maestro Armando Manzanero:
Voy a apagar la luz
para pensar en ti
y así, dejar volar
a mi imaginación.
Ahí donde todo lo puedo
donde no hay imposibles
qué importa vivir de ilusiones
si así soy feliz
Solo que en la voz de una gran cantante argentina de nombre María Martha Serra Lima, a Erika aún le enervo más esa voz ronca y profunda que le hizo recordar al transexual Natalia del DF
El placer que ella recibe se centra en la penetración profunda y en la particularidad de sentir toda la zona vaginal y abdominal envuelta de la piel del hombre. El cansancio que se experimenta al mantener la posición se ve recompensado con la potencia del orgasmo que puede provocar.
Erika: Ayyy diosss que graannndeeee esssss, eresssss grandeeeee y bellllooo, que rrrricocoococ
Evidentemente quería excitar al negro que afuera se estaba casi arrancando su pene de las fuertes acometidas que se hacia él mismo.
EL orgasmo llegó,,,el mejor de toda su vida….así lo sintió la mujer sin saber que era apenas el inicio de una escalada de placer que la llevaría a tocar el cielo y el infierno en un corto plazo de tiempo…apenas empezaba, pero en ese momento no lo sabía, ni se lo imaginaba.
Erika, recordaba todo esto, acontecido la noche anterior, noche larga, ya que después se fueron a la cama, se bañaron, lo hicieron en otras posturas y formas, se durmieron finalmente abrazados y desnudos, durmiendo a profundidad, por lo cual se pudieron recuperar del todo al día siguiente.
Ahora ya dentro del mar, a lo lejos se veían unos niños jugando, en la quietud de ese cielo azul y de ese infinito que puede proyectar esta naturaleza, la pareja está de pie, desnuda y enfrentada.
Se besaron con todo, dulcemente y con salvajismo, se acariciaron a más no poder, estaban preparándose para una nueva experiencia  juntos.
Erika se  trepa como una felina a su Roger por los hombros y abraza su cuerpo con las piernas. Roger la  toma  del culo y la atrae a su cuerpo para penetrarla. Las olas del mar hacen que el abrazo total sea parte de un sexo pasional y creativo, donde el contacto corporal es muy completo.
El ritmo del coito puede ser de dos maneras: de arriba hacia abajo o de atrás para adelante, dependiendo de la intensidad de placer que ambos experimenten con cada opción. Probaron ambos estilos una y otra vez, estuvieron así largo rato, sus ojos se compenetraron con todo, por primera vez no había música de por medio, solo el sonido de las gaviotas, del mar y de los gemidos cachondos de ella…porrrr favoororor, mi reyyyyy, te nneecicicioto  siemppprrrrreee
Gracias a que en el mar el peso es más liviano, Roger le pudo aguantar el trote a su hembra por largo tiempo arrancándole un orgasmo más.
Él no se vino, estuvieron luego en la playa besándose y acariciándose como si fueran novios de toda la vida. Después ella le preparo la comida junto a su hermana, otra vez convivieron con otras personas.
A la noche fueron a un antro, Roger le aclaro que en el pueblo todos lo conocían y respetaban, pero que no se asustará si en el lugar veía que también había mujeres que evidentemente eran prostitutas y borrachos. No había otra opción de diversión y quería bailar y presumirla. Roger también descubría que le gustaba presumir su gran conquista. Le comento que podía aprovechar para vestirse como quisiera y que ya a la madrugada regresarían a una cabañita que le enseño en su ida a la playa por la mañana, que por cierto le agrado a la mujer por lo ordenada y limpia que lucía, era pequeña, pero suficiente para lo que ellos necesitaban. Solo tenía una estancia con cama y hamaca
Erika estaba excitadísima, solo llevaba un día completo y este pintaba para mejor. Roger ya le había cumplido más de  lo que ella se hubiera imaginado al iniciar su búsqueda de hombre. Ya habían pasado la noche anterior y la mañana cogiendo como si fueran conejos, como si se les fuera la vida en ello, como si ya no tuvieran el tiempo suficiente para hacerlos, como se pinta que se da en las más exitosa luna de miel, fue coger, comer, dormir, reír, platicar y vuelta a coger.
Solo ella paraba cuando por el celular le marco a su esposo Carlos para ver como andaban sus asuntos, sabía que sería frío e indiferente, no así con sus hijos con los cuales platico muy a gusto y sonreía cuando les escucho decir a ambos: Te queremos mucho mamita, que feliz se te oye…que bueno que seas muy feliz, te lo mereces porque eres la mejor mama del mundo.
Para la ida al antro se vestiría con todo, quería que Roger se sintiera orgullosa de su apertura total, pensó que Dios y la vida eran muy magnánimos con ella, recordó la película de Emanuel con Sylvia Kristel y como ella quería que el viejo Mario que la guiaba fuera quien la instruyera él mismo y como ese deseo a ella se le cumplía de alguna manera, aunque debía reconocer que mucho mejor ya que Roger no representaba ser un abuelo, un viejo, al contrario era un hombre con un cuerpo envidiable, estético como a ella le gustaba, pensaba Erika con una gran felicidad. Nada la turbaba.
Eligio un minivestido super entallado, ahora si sus piernas lucían esplendorosas, la tela solo le cubría un poco más allá de la mitad de sus portentosos muslos. El escote era generoso para que pudieran lucir sus senos altivos y orgullosos. Su maquillaje sin ser escandaloso si fue un poco más de lo normal, provocando un resalte diferente y extraño que si cualquiera de sus conocidos la hubiera visto se hubiera ido de espaldas. Las zapatillas eran altas, haciendo que su culo se respingará y sobresaliera aún más. Un tanga, pequeño brasier y un juego de liguero a sus medias completaban el cuadro que impacto a toda la familia y logro la aprobación de Roger y claro que del negro Luis que incluso aprovechando el estupor de todos le mando un beso y un guiño de ojos que turbo a la rubia hasta ponerse colorada.
Luis y la hermana Sofía, así como los jóvenes Karla y el sobrino del mismo nombre Rogelio también irían al baile como le decían. Las vestimentas de las mujeres también eran similares. Karla era una jarocha morena muy curvilínea de bellas facciones. Rogelio, el sobrino también era apuesto, había salido más guapo que el tío. Su por decirlo así, cuñada Sofía era también una mujer muy normal de cara, no era ni fea ni bonita…pero su cuerpo si era de curvas pronunciadas y se conservaba aún muy bien, le calculo unos 45 años.
Todos se fueron al “Congala” que era el nombre del lugar (de hecho un nombre muy típico en todo México para este tipo de antros que funcionan como salas de baile, cantinas y prostíbulos)…Erika estaba excitada por enfrentarse a otro mundo.
Ciertamente el lugar estaba lleno, no todos estaban arreglados, había ya hombres borrachos, había mujeres de todo tipo, la mayoría con fachas de ser de la vida galante, aunque otras como ellas que solo buscaban bailar. De las mujeres galantes debía reconocer que había algunas bonitas y de bellos cuerpos, la mayoría muy jóvenes. En México es muy común que mujeres bellas tengan que tomar ya sea por desidia, por flojera, empujadas por los problemas mismos de sus azarosas vidas el camino de ganarse el pan y la vida con el oficio más antiguo del mundo.
Bailaron, tomaron más de la cuenta una vez más, se sentían plenos y felices. Tal pareciera que no querían desaprovechar ningún momento para estarse tocando y sentirse, ya que en todos los bailes, aunque otros bailaran apartados, ellos lo hacían muy juntos, muy pegados, dándose una comida uno al otro, pareciera que se les fuera la vida en ello. Erika por el calor, lo extraño del lugar, de los comensales, de la música que ahora era tropical, de salsa y una que otra de banda norteña y desconocida para ella la tenían en una sensación como de estar en otro planeta. Estaba ya excitadísima, ya se imaginaba el acostón en la cabaña de la playa con su amor. De hecho ya quería estar ahí, si había aceptado este viaje era para lo que ella quería: para estar cogiendo todo el tiempo, quería recuperar tantos años de ignorancia y de no saber de los placeres carnales que ahora ya la mantenían como si fuera una drogadicta del sexo. Ya quería sentirlo y hacía se lo decía a su hombre: Rogerr,, mi cieleloo ya quierro estar contigo en la playa. Hemos estado muy bien aquí, para ya estoy lista, papito, ya quiero que me hagas tu mujer de nuevo, ¿si papi?
Roger: Con todo lo que hemos hecho no he tenido tiempo de platicar de un asunto personal con mi hermana Sofía, solo déjame charlar con ella y ya nos vamos, ¿Si mi reina?
Erika: Lo que tú quieras, mi rey, tu felicidad es la mía. Si ya espere tanto tiempo para saber de esto, unos cuanto minutos no están nada mal.
En una de las idas al baño, estando en uno de los breves y no tan aseados cubículos, pudo escuchar como dos mujeres que evidentemente eran suripantas se decían:
Una de las mujeres: Ya viste la guerota que se carga el pinche Rogelio, pinche vieja se ve que es de clase, esta super buena, esa vieja no es de estos lugares, que mugre suerte tiene el tal Rogelio y yo que le traía ganas cuando enviudo y pensé que se venía a vivir para acá, ni pez, esos hombres no son para viejas como nosotras
La otra: pues ha de ser bien puta en la cama, porque para haberse agarrado al Rogelio, ya vez que siempre fue muy de su Chayo, y ya vez como todos andan de babosos babeando como perros con la tal guera,,,ni ha de ser original, se ha de pintar la cabroncita, pero de que está bien buena, pues  ni pedo, ni los pedos le han de oler a la putita.
Jajajaja, salieron las ruidosas mujeres. A Erika le causo gracia que todo esto estuviera provocando, A su regreso a la mesa, hasta sintió como un negro que paso junto a ella, le metió mano dándole una sobada a sus nalgas, quiso protestar pero vio muchos borrachos y pensaba que podía provocar un desmán, al fin solo había sido un lleguecito.
En la mesa, no estaban Sofía y Roger que habían salido por un instante. El sobrino Rogelio le comento que tenían que platicar a solas y por el ruido se habían salido, le habían encargado que estuvieran ellos divirtiéndose ya que se tardarían un poco.
De pronto llegó una jovencita también muy bien arreglada. A Rogelio, el sobrino casi se le salen los ojos para casi de manera automática brincar para sacar a bailar a esa chica tomándola de la mano.
Erika se sentó. Ya la sobrina llevaba tiempo bailando con chicos de su edad. Solo estaban en la mesa ella y el marido de su cuñada, Luis.
Un hombre en evidente estado de ebriedad, llego de manera impertinente a querer sacar a la diosa de la sultana del norte pensando que era una puta, ya que su trato fue de tal manera. Luis despacho fácilmente al necio hombre y con la mirada de ojos de carbón encendido mando un mensaje a otros hombres que ya se daban evidentes vueltas por la mesa como haciendo el intento de sacar a bailar a la hembra.
Luis: Ven negra, que si no estos te van a comer viva, tomándola de la mano y con fiereza llevarla a la pista
Erika que realmente estaba impactada con la fuerza bruta que emanaba este hombre y por conocer a la perfección su desenfado y el tamaño descomunal de su virilidad se dejó hacer a sabiendas de que era mejor estar bailando que a expensas de que otros hombres molestaran, observaba que se daban como conatos de pelea en distintos lugares. En otros, de plano, ya las parejas se daban un faje a ojos de los demás.
El primer baile si fue separados, pero el negro fue a lo suyo y al siguiente de inmediato se la repegó haciéndole sentir luego luego su envarado miembro. Erika quiso repeler el hecho de estar así, se acordó de su nuevo guardaespaldas Esteban y se estremeció de miedo al memorizar lo acontecido en esa noche con él y el suegro por lo que sin querer se cobijó en el negro que tenía frente a ella, que sonriendo le dijo como quemándole el oído: Claro que te encanta la verga, si no más veía como ponías los ojos en blanco y gemías como perra en brama cuando mi cuñado te estaba preñando, eres una perrita putita. También supe que te dio bien y bonito en el mar, si no han hecho más que coger. Ya sabes negrita santa, que mi amigo es más grande y esta pa servirte, cuando quieras mi reinita…
Erika, solo alcanzo a gemir y decir: Pero que te crees, Roger es mi hombre y nadie más podrá tenerme, ni te hagas ilusiones. Ya pasado mañana me voy, así que por favor respétame porque soy la mujer de tu cuñado.
El negro sonriendo: Ya te dije que lo respeto, pero eso no quita que te encanta la verga, y una mujer tan buena como tú, un mujerón así por lo general necesita más caña. Por el momento nos contentamos con solo mirar.
Erika: ¿Cómo que nos contentamos? Pues si solo tú nos viste
Luis: Te seguiré con unos compas que convencí de no molestarlos para no hacer pedo, pero tú dices: O esos cabrones arman un desmadre que ni Roger ni yo podemos parar o nos dejas ver cómo te culea el suertudo de mi cuñado haciéndole ver que tres tipos más negros, dos de ellos  muy fornidos, estaban observando socarronamente a la pareja para hacerles señas como de estar cogiéndose entre ellos…
Luis:
Mira esos cabrones son capaces de matar por un mujerón como tú, pero me deben unas, ya los convencí de no hacer pedo, solo queremos mirar, tu encárgate que Rogelio no se dé cuenta, eres muy hábil en la cama y lo podrás manejar a tu voluntad, Jejejeje de hecho lo traes hecho un pendejo, antes no tomaba, ni quería venir aquí cuando viene de vacaciones.
Erika, se maldijo que el aparente paraíso se estaba desmadejando, sopeso de manera rápida, si le decía algo a Roger se podía meter en broncas por este detalle. Ella ya se va pasado mañana y tal vez no regresaría en mucho tiempo. Así que con malestar solo acepto calladamente el trato, no sin decirle: Pero no se metan con Rogelio.
Luis: A él no le harían nada, solo matarlo por una mujer como tú, pero ya te dije que no hay pedo, solo quieren ir a ver una peli XXX en vivo y a todo color, jajajaja
Afortunadamente, Erika vio que Roger ya entraba con Sofía, pudo percibir como un dejo de tristeza y a la vez de alivio en él, no le dio importancia. En el fondo estaba excitada que ahora serían cuatro hombres la que la verían tener sexo, un escalofrío la recorrió cuando reconoció con sinceridad que la idea la estaba calentando sobremanera, ya sin pensar que podría en cualquier momento salirse todo de control y volverse una tragedia.
Todavía bailaron un poco más, Erika volvió a sentirse tranquila con su hombre.
Erika: Ya papi, ya llévame, estoy que ardo, vamos a lo que vine: a tenerte, a saber lo que es ser una verdadera mujer, vámonos..
Erika ya se encaminaba de la mano caminando con cuidado por el empedrado caminito que llevaba a la playa de Roger hacia la cabañita de la playa.
Por esa manera de caminar, su escultural y apetitoso cuerpo sobresalía si se puede aún más a través de su minivestido. El saber que iban a realizar el acto carnal, acto ancestral de todo ser vivo, la imagen era más atractiva para los hombres que evidentemente sabían a lo que esos dos estaban.
Vio con claridad cuando al salir los tres hombres y Luis cuchicheaban entre ellos. Roger estaba como distraído y distante…
CONTINUARA
 
 
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Relato erótico: “Descubrí a mi tía viendo una película porno 2” (POR GOLFO)

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Después de esa primera vez, mi tía se quedó abrazada a mí con una expresión en su cara llena de felicidad y eso que cuando intenté usar su maravilloso pandero, el dolor que sintió lo hizo imposible.

Al tenerla entre mis brazos, me puse a pensar cómo era posible que esa mujer apocada y tímida se hubiese convertido en una ardiente amante en menos de dos días, sobre todo asumiendo que era la hermana pequeña de mi madre.
Al pensar en ella, no pude más que saber que si mi jefa se enterara de nuestra incestuosa relación, pondría el grito en el cielo sin admitir que en parte era culpa suya.
― Fue ella quien insistió que Elena me acompañara― sonriendo murmuré sin percatarme que la aludida podía oírme.
― ¿Qué decías?― levantando su cabeza de mi pecho, preguntó.
Dudé en un principio si revelar mis pensamientos, podría hacerle sentir mal pero al mirarla y ver que sus ojos mantenían ese brillo pícaro de cuando le hice el amor, se despertó mi lado perverso y muerto de risa, contesté:
―Estaba pensando en lo que va a decir mi madre cuando le cuente lo zorra que es su hermana.
En un principio se quedó helada pero entonces comprendió que iba de broma y cogiendo con una mano mis huevos, respondió mientras los apretaba:
―Por tu bien, no te lo aconsejo.
Su nada velada amenaza azuzó mi morbo y siguiendo con la guasa, dije:
―Tienes razón, mejor se lo digo a mi padre. ¿Te imaginas la cara que pondría al enterarse que su tímida cuñada se anda tirando a su retoño?
Descojonada, la muy puta respondió:
―Tú hazlo pero cuéntale también como me encantó mamársela a mi sobrino y así puede que se atreva a intentarlo él también.
Su desfachatez me hizo reír. Saltando sobre ella, le cogí un pecho y mientras me llevaba su pezón ya erecto a mi boca, pregunté:
― ¿Te gustaría que compartiera tus tetas con él?
Fue entonces cuando presionando mi cara contra su seno, mi tía Elena respondió:
― ¿Quién te ha dicho que no las conoce?
El descaro con el que insinuó que mi viejo había disfrutado de esos melones, me puso bruto y usando mis dientes, empecé a mordisquearlo mientras con mis manos separaba sus rodillas. Al pasar mis yemas por su sexo, descubrí que lo tenía encharcado.
―Te he dicho alguna vez que eres una guarra― le solté y llevando mis dedos impregnados con su flujo hasta su boca, forcé sus labios diciendo: ―Fíjate lo mojada que estás y eso que  tu sobrino todavía no te ha comido el coño.
La sola mención de que pensaba hundir mi cara entre sus muslos, la hizo estremecerse y deseando que se hiciera realidad, prefirió jugar conmigo y de golpe cerró sus piernas diciendo:
―Todavía no te lo has ganado. Antes tienes que convencerme. ¡Richard!
Durante unos instantes no comprendí porque me había llamado con ese nombre anglosajón, pero entonces recordé que era el del protagonista de la película porno que había estado viendo.
« ¡Esta zorrita quiere jugar!», comprendí al ver su sonrisa.
Al repasar su argumento, recordé que en ese filme el joven intentaba seducir a la madura pero ella no le hacía caso y que este asumiendo que nunca iba a poder convencerla una noche, usando la violencia,  había conseguido atarla a los barrotes de la cama y con ella indefensa, se había dedicado a calentarla hasta que ya dominada por la pasión, la mujer había cedido.
« ¡Quiere que simule que la violo!», sentencié más excitado de lo que nunca le reconocería.
Decidido a complacerla, me levanté en silencio de la cama y fui al cuarto de baño a por unas vendas. Con ellas en la mano, volví a la habitación pero entonces descubrí que mi tía se había vestido y se había ido. Que hubiese desaparecido justo cuando más caliente me tenía, me hizo desear castigarla de alguna forma:
« ¡Tengo que darle una lección!».
No teniendo nada que hacer hasta la cena, me puse una camiseta y un bañador con los que salir a dar una vuelta. Ya en la calle, estaba paseando con mi mente a cien por hora cuando de improviso me topé contra un sex―shop. Al hacerlo vi en esa casualidad una premonición y sacando mi cartera, entré decidido a comprar los utensilios que necesitaría a mi vuelta.
« Esa zorra no sabe lo que hizo al intentar jugar conmigo», resolví muerto de risa mientras pagaba en la caja.
Con ellos bajo el brazo, volví a la casa a esperar el retorno de mi tía. Mi espera no fue larga porque al cuarto de hora, Elena llegó con una bolsa y saludándome como si nada hubiese ocurrido, me preguntó que quería de cenar.
Acercándome a ella, contesté mientras mis manos se apoderaban de sus pechos:
―El conejo maduro de una madrileña.
Riendo, se trató de zafar de mi acoso justo cuando sintió que cerraba un par de esposas alrededor de sus muñecas.
― ¿Qué coño haces?― exclamó todavía descojonada.
Tomando el mando, la tiré sobre el sofá y ya en él, tras atarla, le coloqué otros grilletes en sus tobillos. La actitud de mi tía seguía siendo tranquila pero cuando le coloqué una mordaza en su boca, noté que se estaba empezando a preocupar.
―No te he contado― comenté― Ayer te pillé masturbándote mientras veías una peli porno y he pensado que te gustaría ser la protagonista de una.
La tranquilidad que había mantenido hasta entonces se disolvió como un azucarillo al oírme y conociendo mis intenciones, intentó liberarse sin conseguirlo. Descojonado, saqué la cámara de fotos y colocándola sobre un trípode, la encendí mientras le decía:
―Con esas dos tetas, a buen seguro me sacaré un buen dinero vendiendo la película.
El sudor que ya recorría su frente, me confirmó que iba por el buen camino y sacando una máscara de latex, me la puse en la cabeza mientras le explicaba que tenía una fama que mantener y no me apetecía que me reconociera al verla en internet. Para entonces los ojos de mi tía ya reflejaban el terror que sentía por verse así expuesta.
Incrementando su turbación, saqué unas tijeras y con parsimonia fui cortando la camisa blanca que se había puesto Elena. Al sentir el filo contra su piel, mi tía se quedó completamente horrorizada y aunque me dio pena, obvié su sufrimiento mientras pensaba en mis siguientes pasos.
Una vez totalmente desnuda y atada de pies y manos, me la quedé mirando y tuve que admitir que asustada, mi tía se veía todavía más guapa. Tanteando el terreno, pellizqué las negras areolas que decoraban sus pechos antes de sacar el siguiente utensilio que usaría. Elena al sentir la ruda caricia de mis dedos sobre sus pezones intentó gritar pero la mordaza que llevaba en la boca se lo impidió y solo surgió de su garganta un suave gemido.
― ¿Te gusta cómo te trata tu sobrino?― pregunté recochineándome de su infortunio.
Indignada, movió de lado a lado su cabeza negándolo. Reconozco que estaba disfrutando y más cuando haciendo como si fuera un mago, saqué de mi espalda un enorme consolador con dos cabezas.
― ¡Chazan!― exclamé y mostrando ambos glandes ante sus ojos, fui recorriendo con ellos su cuerpo hasta llegar a su sexo.
Una vez allí, jugueteé con sus dos entradas antes de embadurnarlos bien con gel porque aunque quería castigar, no me apetecía hacerle sufrir en demasía. Para entonces mi tía lloraba como una magdalena y sus ojos iban de la cámara que estaba grabando a mí continuamente.
―Vas a estar preciosa en todas las televisiones de los pervertidos de este país― le dije mientras incrustaba la cabeza más grande en su coño.
Para entonces, mi tía había dejado de debatirse y mantenía sus ojos cerrados creyendo que así disminuiría su vergüenza pero no pudo evitar abrirlos al sentir que con el segundo forzaba su esfínter.
―No te quejes― me reí obviando que me había resultado imposible usar su culo― ¡Mi pene es de mayor tamaño y bien que me pediste que te lo metiera!
La doble penetración fue solo el inicio porque en cuanto noté que se había acostumbrado a la intrusión de esos dos objetos, encendí ese consolador a la máxima potencia mientras le decía desde la puerta:
―Te dejo sola durante una hora. ¡Qué lo pases bien!― tras lo cual me fui a preparar algo de cenar.
Haciendo tiempo, abrí una cerveza. Con ella en mi mano, me fui a comprobar en mi cuarto como evolucionaba mi víctima a través del monitor de mi ordenador. En cuanto conecté vía wifi con la cámara, me encantó descubrir que mi querida tía se estaba retorciendo de gusto contra su voluntad.
«Tal como preví, le está gustando», mascullé antes de empezar a grabar todo en la memoria de mi pc.
Con Elena gozando y sin nada más que hacer que mirarla, me quedé pensando en cómo había cambiado mi vida en esos días.
« Y yo que creía que mi tía era una estrecha», recapacité más excitado que nunca al comprobar que en la imagen que llegaba desde el salón, esa mujer se estaba corriendo sin parar.
Satisfecho, me terminé mi cerveza y me desnudé antes de volver a su lado. Al llegar, mi tía estaba presa de un gigantesco orgasmo y  decidido a humillarla,  saqué el pene que tenía en el coño y lo sustituí por el mío mientras retiraba la mordaza de su boca.
― ¡Maldito!― gritó al sentir que podía hablar― ¡Pienso denunciarte!
Al escucharla, solté una carcajada y sin hacer caso a sus quejas, comencé a follármela a un ritmo constante. El compás que imprimí a mis caderas, acalló sus maldiciones y paulatinamente se vieron transformadas en gemidos de placer. Una vez se había corrido por enésima vez, saqué mi falo de su interior y chorreando de su flujo, lo acerqué hasta su boca y con tono secó, ordené:
―Cométela ¡Puta!
Incapaz de repeler mi agresión de otro modo, cerró sus labios a cal y canto. Fue entonces cuando le solté:
―Si no me la mamas, tendré que darte por culo.
Mi amenaza cumplió su propósito y de muy mala leche, abrió su boca. Aprovechando el momento, se la metí hasta el fondo y presionando con mis manos su cabeza, evité que intentara sacarla. La violencia con la que la forcé curiosamente provocó que mi zorrita se aviniera a razones y lentamente comenzó a usar su lengua para congraciarse conmigo.
―Así me gusta― comenté mientras acariciaba su melena.
La maestría que demostró en esa mamada aunque no pudiera usar sus manos, fue tal que no tardé en explotar en su interior. Mi tía al saborear mi semen, se comportó como la puta que era y lejos de quejarse me rogaba que siguiera eyaculando en su boca.
― Elena― descojonado le recordé: ―No deberías ser tan zorra, ¡Te estoy grabando!
― ¡Me da igual! ¡Me encanta tu lefa! ¡Regálame más!
La lujuria que demostró consiguió sacar hasta la última gota de mis huevos y ya totalmente ordeñado, la liberé. Sin atadura alguna, lo lógico hubiera sido que esa mujer hubiese intentado huir pero en vez de hacerlo, se acurrucó entre mis brazos diciendo:
―Eres un cabronazo. Realmente pensé que me estabas grabando.
Muerto de risa, me levanté y conectando la cámara a la televisión, le demostré lo equivocada que estaba y que realmente había filmado “su violación”. Acojonada, me preguntó:
― ¿Qué piensas hacer con ella?
Quitando la memoria se la di, diciendo:
― Regalártela para que cuando vuelvas a Madrid, recuerdes los buenos ratos que pasaste con tu sobrino.
Fue entonces cuando realmente descubrí lo puta que era la hermana pequeña de mi madre porque devolviéndomela y con una sonrisa en sus labios, me soltó:
―Todavía le queda espacio para más sesiones― y soltando una risita, prosiguió diciendo: ―¿Qué otras películas tienes en tu biblioteca que podamos ver y luego representar?
Alucinado comprendí que había despertado una bestia y queriendo averiguar sus límites, pregunté:
― ¿Te apetece que veamos juntos una de un trio?
Su respuesta me dejó helado:
― ¡Siempre que sus protagonistas sean dos mujeres y un hombre!
Esa era la opción en la que había pensado pero queriendo conocer sus motivaciones insistí:
― ¿Estas segura?
Con tono pícaro, me contestó:
―Siempre he deseado saber que se sentiría al comerme un coño.
Su confesión me hizo gracia y por eso le pedí que nos sirviera unas copas mientras elegía una.
―Que sea muy morbosa― contestó mientras se levantaba del sofá….
Hacemos realidad su fantasía.
Esa noche, no solo vimos una película sino que ya en la cama reiniciamos lo que habíamos dejado inacabado en la tarde y por fin pude hoyar su trasero con gran satisfacción de su parte. Con su esfínter relajado por la acción del consolador, mi tía no sufrió casi dolor cuando le incrusté mi pene en su trasero. Es más sé que disfrutó como una perra porque al terminar, me informó que al día siguiente y durante el resto de nuestra estancia en Laredo tenía permiso de usarlo.
―¿Entonces ahora te gusta?― pregunté
Elena poniendo cara de puta asintió con una sonrisa y abrazándose a mí,  quiso que le contara con quien pensaba hacer realidad su fantasía.
― ¡Coño! ¡No lo había pensado!― reconocí.
Pero entonces soltando una carcajada y mientras se incorporaba para buscar su móvil, me comentó:
― ¿Recuerdas a Belén? La que fue tu novia hace un par de veranos
― Sí― contesté sin saber a qué venía porque llevaba tiempo sin verla.
Sacándome de dudas, me explicó que se la había encontrado en Madrid saliendo de un tugurio de mala reputación y que al comentarle que iba a pasar el verano en Laredo, le dio su teléfono. Con la mosca detrás de la oreja, pregunté de qué clase de antro salía cuando se topó con ella.
Muerta de risa y mientras agarraba entre sus manos mi pene, respondió:
― Solo puedo decirte que esa niñata me miró las tetas.
Tras lo cual, marcó su número y recordándole quien era, quedó en que al día siguiente pasaríamos a por ella para ir a una cala…
 
A la mañana siguiente, nos despertamos sobre las nueve ya que con buen criterio mi tía había quedado con Belén temprano al saber que tardaríamos tres cuartos de hora en llegar a la playa que habíamos elegido.
Mientras desayunábamos, observé que Elena estaba nerviosa y queriendo averiguar el motivo le pregunté que le pasaba.
-¡Pareces tonto!- contestó: -¡No ves que nunca he estado con una mujer!
En ese momento no quise decirle que por propia experiencia dudaba que esa cría fuera lesbiana y acercándome a ella, pasé mi mano por su trasero mientras le decía:
-Si quieres, cancelamos la cita y nos quedamos retozando los dos solos en el jardín.
Mi tía dejó que le masajeara su culo durante un instante pero viendo que se estaba poniendo bruta, se separó de mí diciendo:
-¿No te estarás echando atrás? ¡Me prometiste hacerlo!
Muerto de risa, le contesté:
-Para nada, ¿Me crees tan idiota de no querer disfrutar en la cama con dos bellezas?
Mi piropo levantó su alicaído ánimo y dejándome en la cocina, me informó que se iba a cambiar. Aprovechando que estaba solo, me puse a recordar la peli porno que habíamos visto la noche anterior y tuve que reconocer que por mucho que mi tía quisiera reproducirlo ese día, veía imposible que pudiéramos seducir a Belén.
«No la veo comiendo la almeja de Elena», refunfuñé preocupado por si además de no aceptar nuestras insinuaciones luego se iba de la lengua y contaba a todo el mundo que me andaba tirando a mi tía.
Mis temores no disminuyeron a pesar que al volver mi pariente estaba impresionante con el bikini que llevaba puesto. Confieso que babeé al admirar sus enormes pechos apenas cubiertos por un triángulo de tela.
-¿Te gusta?- me preguntó mientras modelaba ese conjunto.
-Mucho- reconocí.
Mi cara debió reflejar mi calentura porque riendo esa madura me soltó:
-No te calientes antes de tiempo.
Cabreado me quedé callado mientras salíamos de la casa y solo cuando ya estábamos en el coche, pregunté:
-¿Cómo piensas seducirla?
-No voy a ser yo, ¡Vas a ser tú!- contestó.
-No entiendo- tuve que decir porque aunque fuera hace dos años, yo ya me la había follado y ese día lo que íbamos a intentar era hacer un trio.
Elena viendo mi turbación, me explicó:
-¿Recuerdas que vi a esa morena saliendo de un bar de lesbianas? Pues resulta que la dueña es amiga mía y cuando le pregunté por Belén, me contó que era una cría que todavía no había dado el paso y que aunque cortejó a varias maduras como yo, nunca había culminado por miedo.
-Ya veo- respondí- Como no ha salido del armario, quieres que la seduzca para que luego tú te incorpores.
-¡Tengo un sobrino imbécil!- exclamó: -¡Al contrario! Quiero que le cuentes que descubriste que tu “pobre” tía es calentorra que incapaz de rechazar cualquier insinuación sexual provenga desde donde provenga y que le da lo mismo que sea de un hombre o de una mujer.
-¿Quieres que le cuente que eres una ninfómana?
Partiéndose de risa, me contestó:
-Así es y que te confabules con ella para reíros a costa mía.
-Ahora sí que me he perdido- reconocí.
-¡Estás espeso!– soltó cabreada:- Pídele que te ayude a ponerme bruta. Si mi amiga no me ha mentido, no podrá negarse a hacerlo y ya puestos, nos la tiraremos entre los dos.
Ese plan me parecía un disparate pero Elena parecía tan segura de su éxito que no me quedó otra que aceptarlo y de esa forma, en menos de diez minutos, llegamos hasta el espléndido chalet donde vivía Belén con sus padres.
Al tocar el timbre, fue esa morena quien abrió la puerta y mientras me quedaba sorprendido por el cambio que había dado desde que no la veía (¡Estaba buenísima!), nos hizo pasar diciendo:
-He pensado que, como hasta mañana no vienen mis viejos, mejor tomemos el sol en la piscina.
Estaba a punto de negarme cuando mi tía al comprobar que desde el exterior no se veía el jardín, aceptó diciendo:
-Me parece estupendo.
Tras lo cual, mi antigua novia meneando su trasero nos llevó hasta unas tumbonas donde dejamos nuestras cosas. Mirándola de reojo no me podía creer lo que estaba viendo. Los tres o cuatro kilos que había engordado le sentaban de maravilla sobre todo porque gran parte de ese peso extra se había acumulado en sus tetas. Si de por si Belén era tetona, ahora era una vaca lechera.
Sé que se percató de la forma en que la observaba porque en plan coqueta, me lo recriminó diciendo:
-¿Te parezco gorda?
-En absoluto- respondí- Estás guapísima.
Elena ratificó mi opinión diciendo:
-Tienes un culo precioso. ¿No ves las miradas que te echa mi sobrino?
Me molestó que mi tía me traicionara de ese modo y sin medir las consecuencias, devolví su pulla al contestar:
-Las mismas que tú o ¿Crees que no me he dado cuenta?
Nuestro rifirrafe cogió desprevenida a Belén que tratando de calmar la situación me pidió que le acompañara a la cocina por unos refrescos. Como os imaginareis accedí y la seguí mientras entraba en el chalet.
Estaba abriendo el refrigerador cuando como de paso me dijo:
-Cuando discutías con tu tía, me pareció entender que insinuabas que era lesbiana.
Muerto de risa al saber por dónde iba, contesté bajando la voz:
-Sí y no. Elena tiene un problema…
-¿Qué problema?- preguntó interesada la morena.
Con tono misterioso, contesté:
-Ahí donde la ves, tiene una sexualidad exacerbada. No puede evitar excitarse con facilidad y ya caliente le da igual quien esté cerca, ¡Sea hombre o mujer se lo tira!
-No te creo- respondió: -Me estás tomando el pelo.
Reforzando su interés, me atreví a decir:
-Te lo juro. Si no fuera porque es mi tía, te lo demostraría.
Al oírme, bajo la tela de su bikini aparecieron dos pequeños bultos que me confirmaron su interés por Elena y soltando un órdago, la reté diciendo:
-¿Por qué no lo intentas tú y así nos reímos? – y viendo su cara de estupefacción, insistí: – Estoy seguro que con que la toques un poco, se pondría a gemir como una cierva en celo.
Sus ojos brillando me informaron que la idea le atraía pero creyendo que era broma, contestó a mi burrada diciendo:
-Y mientras la excito: ¿Tú qué harías?
– Ayudarte-contesté.
Al no creerme, no pudo evitar soltar una carcajada y cogiendo los refrescos fue de vuelta a la piscina. Al llegar allí, nos encontramos a mi tía acostada en una tumbona con los ojos cerrados como dormida.
-Tiene unas tetas impresionantes, ¿Verdad?- susurré al oído de Belén al percatarme que no podía apartar sus ojos de ellas: ¿Le pedimos que se ponga en Topless?
Lo lógico hubiera sido que no me hubiese contestado pero para mi sorpresa y mientras se mordía los labios, respondió:
-Me encantaría.
Asumiendo que mi pariente nos estaba oyendo, hice hincapié en la idea diciendo:
-¿Te imaginas que pedazo de pezones debe tener?
Inconscientemente, Belén llevó su mano a su pecho y al notar que los tenía erectos, se puso roja y forzando su calentura, dije:
-Me encantaría hundir mi cara entre ellos.
La cría confirmando las palabras de la dueña de ese bar, cerró sus rodillas intentando que no me diera cuenta que hablar así de esa madura la estaba poniendo cachonda.
« ¡Va a resultar bollera!», sentencié al descubrir una mancha de humedad en su braga.
Que los deseos de Elena fueran posibles, me excitó y poniendo cara de lujuria, me lancé al abismo diciendo:

-Me da vergüenza decírtelo pero no sé qué daría por echarla un polvo.
Al escuchar mi confesión se quedó pensando en ella. Noté su lucha interna. En su mente debía estar debatiendo si me ayudaba con esa increíble madura y de paso ella conseguía su sueño de estar con una mujer. Tras unos segundos de indecisión, en voz baja, me soltó:
-Te voy a reconocer algo que nadie sabe, lleva unos meses rondándome la idea de saber que se siente al estar con alguien de mi mismo sexo.
Justo en ese momento, mi tía hizo como si se despertara y en silencio se levantó y se tiró a la piscina. Mientras nadaba, me acerqué a donde Belén y directamente le pregunté:
-¿Y si la atacamos entre los dos? Ambos haríamos realidad nuestras fantasías.
Turbada por mi pregunta no me contestó inmediatamente sino se quedó mirando a Elena que salía con su bikini empapado. No me costó percatarme en el modo en que admiraba sus pechos.
-¡Fíjate!, el agua fría le ha puesto duros sus pezones- susurré en su oreja.
La morena babeó claramente al oírme e incapaz de mirarme, cogió mi mano mientras me decía:
-Júrame que nunca se le contarás a nadie lo que ocurra.
-Te lo juro- respondí sabiendo que esa zorrita había caído en la trampa.
No queriendo darle tiempo a que cambiara mi idea, le pregunté si tenía crema de broncear y al traérmelo sin pedirle opinión me eché un buen chorro en las manos.
-¿Qué vas a hacer?- me preguntó.
Bajando la voz, le dije:
-Recuerda, mi tía tiene el sexo a flor de piel y estoy seguro que le pondrá como una moto ver cómo te echo crema. De esa forma no corremos riesgos, si no es verdad que sea ninfómana lo único que puede ocurrir es que te haya metido mano un antiguo novio pero si es verdad, ambos disfrutaremos del cuerpazo de esa madura.
Reconociendo el sentido común de mi plan, se acostó en la tumbona diciendo:
-Adelante, ¡No te cortes! ¡Soy todo tuya!
No os tengo que adelantar que le hice caso y haciendo como s mi intención fuera otra,  empecé a untar de bronceador sus piernas. Fue entonces cuando Belén me sorprendió al empezar a gemir al notar mis dedos subiendo por sus muslos.
-¡No exageres!- murmuré: ¡Se va a dar cuenta!
Su respuesta me dejó helado porque mordiéndose los labios, me soltó:
-No estoy exagerando, ¡Me pone bruta que me toques con ella a pocos metros!
Su confidencia me hizo mirar a su entrepierna y allí confirmé sus palabras al descubrir su tanga mojado. Azuzado por sus palabras, mi pene reaccionó bajo mi traje de baño y no queriendo adelantar acontecimientos, seguí untando de crema sus piernas pero ya con un destino fijo que era su coño.
Mientras lo hacía miré de reojo a mi tía y comprobé que seguía atenta mis maniobras. Satisfecho al observar que tenía sus pitones tiesos, murmuré al oído de Belén:
-Elena nos está mirando.
La morena no pudo reprimir una sonrisa al saberse observada y abriendo sus piernas de par en par, me pidió que la masturbara. Desobedeciendo, la besé mientras le decía en voz baja:
-Voy a hacer algo mejor. ¡Veamos cómo reacciona cuando te coma el coño!
Sin preguntar mi opinión, Belén se quitó la parte de debajo de su bikini y dejando su sexo expuesto, contestó:
-¡Te estás tardando!
Descojonado, di por descontado que mi tía se calentaría mientras yo me ponía las botas y por eso, estaba colocándome entre sus piernas cuando tocándome en la espalda, me dijo:
-¿Me dejas hacerlo a mí?
Temiendo la reacción de mi amiga, miré hacía ella pero al contestar con la mirada que la dejara, me hice a un lado y permití que Elena tomara mi lugar. Desde la tumbona de al lado vi que, al contrario que yo, mi tía en vez de abalanzarse sobre su sexo empezaba besando en cuello de Belén:
«Bien pensado, es uno de los puntos débiles de esa zorrita», me dije comprobando también que no se quedaba satisfecha con ello y que mientras lo hacía, llevaba una de sus manos hasta la entrepierna de la morena.
Mi amiga excitada y avergonzada por igual, cerró sus ojos al sentir los dedos de Elena separando los pliegues de su chocho cómo no queriendo saber lo que ocurría. Por su parte, a mi tía la supe nerviosa al observar que una de sus piernas temblaba sin parar.
«Joder, ¡Esto se está poniendo interesante!», exclamé para mí al comprender que aunque Belén no lo supiera para Elena era también su primera vez.
Como buen mirón no me quedó otra que callar y observar mientras esperaba mi turno. Desde mi sitio, fui testigo del profundo gemido que salió de la garganta de Belén al notar el aliento de la madura cerca de su pezón.
-¡Sigue! ¡Me vuelve loca!– gritó descompuesta cuando recogiendo su areola entre los labios, mi tía empezó a mamar de su pecho mientras comenzaba a torturar su clítoris.
Sin dejar de masturbarla, durante unos minutos alternó de un pecho a otro y con la confianza que le daba los berridos de la cría, Elena decidió que era tiempo de probar el sabor de su sexo. En silencio, con lentos besos fue bajando por su torso mientras su víctima se retorcía sobre la tumbona.
-¡No pares!- aulló cuando tomando un descanso, mi tía cesó de deslizarse. La calentura de esa morena era tal que incorporándose y casi llorando le rogó: -¡Necesito que me lo hagas sentir!
Sonreí al comprobar que le costaba decir abiertamente que deseaba que esa madura le comiera el coño y por eso, interviniendo di un azote en el culo de mi tía mientras le ordenaba:
-¡Comételo de una puta vez! ¡So puta!

No sé si fue el azote, la orden o el insulto pero me da lo mismo, descojonado, observé que había conseguido mi objetivo al ver a Elena recorrer los pliegues de mi amiga con su lengua. El agudo chillido con el que Belén nos regaló al experimentarlo fue suficiente estímulo para que mi pariente perdiera los estribos y se lanzase a devorar ese coño como posesa.
Usando sus dedos para follarla mientras su boca se regocijaba entre los labios y el atormentado botón, no tardé en comprobar que mi amiga se corría dando gritos. No queriendo inmiscuirme todavía pero totalmente excitado, me quité el bañador y me puse a pajearme a la vez que esas dos disfrutaban del amor lésbico. Por su parte, mi tía al saborear el torrente de cálido flujo que salía de la vulva de Belén, descubrió que le gustaba y usando su lengua, se puso a recogerlo para que nada se desperdiciara.
Uniendo un clímax tras otro mi amiga estaba haciendo su sueño realidad pero yo seguía a dos velas y viendo el meneo del culo de Elena al comerse ese coñito, decidí que ya estaba bien de esperar y bajándole las bragas, le incrusté de un solo golpe mi pene en su interior.
El chillido de mi tía al experimentar mi intrusión en su trasero, provocó que Belén abriera los ojos para ver qué pasaba y al comprobar mi maniobra, con voz llena de lujuria, me soltó:
-¡Dale duro a esta guarra! ¡Te lo mereces!
Aunque no me hacía falta su aprobación, me alegró saber que nuestro acuerdo seguía vigente y con mayor énfasis, cabalgué sobre mi montura. El ritmo brutal que imprimí a su trasero junto con la excitación que ya acumulábamos los dos, hizo que no tardáramos en corrernos y mientras derramaba mi simiente en su interior, escuché los aullidos de Elena.
No contento con ello, seguí galopando sobre su grupa hasta que ordeñé por completo mis huevos y mi verga perdió su dureza. Agotado, me dejé caer al suelo mientras sobre la tumbona, mi tía y su recién estrenada amante se besaban sin parar.
Os confieso que creí que ya no me quedaba más que hacer en ese chalet viéndolas cuchichear entre ellas pero entonces Belén cogiendo a Elena de la mano, sonriendo, me soltó:
-¿Nos acompañas arriba?
Intrigado, pregunté para qué.
MI amiga soltando una carcajada, me lo aclaró diciendo:
-Quiero comerme el coño de tu tía… y que al terminar, me des el mismo tratamiento.
Imaginaros mi cara y cuando creía que nada me podía sorprender, muerta de risa, me dijo:
-Este día lo recordaré siempre. No solo habré probado que se siente con una mujer sino que también que tras mi primer trío, un ex novio desvirgará mi culito.
   Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 
 
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“En mitad del caos hay que soñar con un nuevo amanecer” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

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Sinopsis.

Rodrigo Legorreta, un distinguido militar de operaciones especiales, es defenestrado por pelearse con un superior. No pudiendo expulsarle del ejército, es sacado de su puesto y enviado a una oscura base de avituallamiento en mitad de la nada. Sin saber que sus jefes le acababan de salvar la vida, el capitán se presenta ante el mando que venía a sustituir mientras al otro lado del mundo se estaba llevando a cabo un experimento que al descontrolarse provocaría el hundimiento de la socie-dad tal y como la conocemos.
El primer indicio de lo que se le venía encima lo recibió mientras veía el telediario y el locutor, ajeno a que estaba dando la noticia mas importante de los últimos milenios, informó de unos problemas que estaban su-friendo en Chile a raíz de unas bacterias que se habían escapado de un laboratorio.
No supo cómo le afectaría esa información hasta que a los pocos días tanto los civiles como los militares presentes en esa instalación fueron confinados dentro de esos muros y conoció de labios de Isabel, una joven bióloga, el alcance del problema.
¡ Su mundo se desmoronaría en pocos días por esas bacterias, bacterias que al nutrirse del cobro omnipresente en todo lo hecho por el hombre, sumirían en el caos y el hambre a toda la humanidad!

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Para que podías echarle un vistazo, os anexo los dos primeros capítulos:

1

El espesor de la nieve caída dificultaba su marcha. Con el frío entumeciendo sus músculos, temió por su vida y con el corazón encogido, pensó en que nunca iba a poder llegar.  Cada paso era una tortura y tras resbalar por la pendiente, tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para levantarse y seguir caminando. A punto rendirse permaneció tumbado esperando la muerte y cuando ya el sopor le empezaba a dominar, haciendo un esfuerzo sobrehumano, se incorporó al recordar que todavía existían esperanzas si conseguía volver.

Consciente de que no podría sobrevivir una noche más al cielo abierto, buscó un lugar donde guarecerse. Las mismas montañas que durante toda su vida le habían acogido entre sus laderas, esa tarde se mostraron ariscas negándole un cobijo necesario.

Quitándose los copos de sus ojos, oteó a su alrededor tratando de encontrar algún sitio lo suficientemente resguardado donde descansar. El desaliento cundió en su ánimo al ser incapaz de hallarlo y reemprendiendo su escalada, rezó para que cuando la parca le tomara entre sus brazos, fuese piadosa y no sufriera.

Resoplando y mientras intentaba evitar la espiral auto destructiva en la que su mente se había instalado, se puso a recordar los sucesos que le había arrastrado hasta esa situación. Todavía le resultaba imposible asimilar que el mundo que conocía y amaba había desaparecido, dejando atrás una pesadilla de violencia y salvajismo. Obligando a sus piernas a soportar el sufrimiento, avanzó con paso errático por la cuesta. Un nuevo tropiezo le obligó a agarrar con sus manos heladas las ramas de un tronchado pino para evitar caerse.

El dolor, que recorrió sus brazos al lacerarse las palmas, le espoleó a dar otro agónico paso:

«Tengo que continuar», pensó levantando su mirada.

El vaho de su respiración le recordó que era el único que seguía vivo y que era su deber volver. No solo era su propia supervivencia lo que le exigía retornar a la base, debía de informar del aciago destino que habían tenido sus cuatro compañeros.

Además, el reducido grupo de hombres y mujeres que cumpliendo con su obligación habían permanecido allí tenía derecho a conocer que la tierra se había sumido en el caos. Todos ellos tenían una familia y unos amigos a los que difícilmente volverían a ver; si no estaban muertos, pronto lo estarían y en el hipotético caso que hubiesen conseguido sobrevivir, habrían cambiado y serían parte de la misma masa sedienta de sangre que les había atacado.

Sabía que esas hordas de salvajes, que con saña había acabado con todo un escuadrón de sus soldados, no eran más que víctimas inocentes de las circunstancias, pero aun así le resultaba imposible el perdonarles. En su cuadriculada mente no comprendía como en tan poco espacio de tiempo se habían dejado sumir en la desesperación.

Todavía le hervía la sangre al recordar que, bajo su mando, esos pobres jóvenes, recién salidos de la adolescencia, habían caído en una emboscada.

No se echaba la culpa.

Nadie podría prever que una pacífica ciudad como Pamplona se hubiese transformado en una trampa de la que solo él hubiese podido escapar. Estaba seguro de que, si en vez de ser Rodrigo Legorreta, el que hubiera estado al frente hubiese sido otro capitán con más experiencia, hubiera acontecido la misma debacle.

Sin otras armas que sus machetes, esos muchachos se habían tenido que enfrentar a docenas de hombres hambrientos que habían visto en sus rutilantes uniformes una fuente de comida con la que saciar sus vacíos estómagos.

Únicamente se había salvado gracias a la propia desesperación de los asaltantes que, habiendo acabado con sus subalternos, les obligó a buscar en los cuerpos caídos sobre el asfalto la carne con la que sobrevivir un día más a esa anarquía.

Sumidos en su desesperación se habían olvidado de que todavía con el cuchillo en la mano una de sus presas seguía en pie. Y escondido en un edificio que había resultado pasto de las llamas, tuvo la desgracia de observar cómo esos hombres que dos meses atrás debían de haber sido gente de bien con sus empleos y sus ordenadas vidas remataban a los heridos.

Lo más duro le resultó ver que, sin importarle que siguiera vivo, al sargento Aguilar uno de sus agresores le había arrancado un pedazo de su cara y cómo sentado sobre el capó de un coche aparcado, ese maldito se había puesto a comer.

En ese instante, deseó tener un fusil ametrallador. Con él en sus manos hubiera matado a esa escoria y a todos los que le acompañaban. Pero indefenso, tuvo que esperar oculto que acabara la orgía de sangre para al amparo de la noche huir.

Habiendo anochecido, las calles se quedaron vacías al imperar un toque de queda auto impuesto. El terror de los supervivientes a convertirse en la cena de quien estuviese lo suficientemente desesperado para romperlo les forzaba a esconderse en la oscuridad.

Al salir del pueblo, se había alejado de los caminos, asumiendo que todo humano que se encontrara era otra bestia perturbada.  Durante los cuatro días que habían transcurrido desde entonces, había sobrevivido gracias a las bayas y a los frutos que el bosque había puesto a su disposición.

Con una herida en el muslo, los ochenta kilómetros campo a través que le separaban del almacén logístico del que había salido, resultaron una prueba brutal que solo había conseguido superar gracias a su formación militar. Sonriendo amargamente, recordó como si hubiese pasado una eternidad que solo unos meses antes había recibido con disgusto su nuevo destino.

Sus jefes, obviando que era el número dos de su promoción y que era el capitán más joven de los grupos de operaciones especiales del ejército, le habían dado el mando de un fortín secreto en lo más profundo de la sierra de Navarra.

Nunca aceptó que, producto de un altercado con un superior, le hubiesen apartado como a un leproso de su regimiento. Reconocía su culpa, pero creía excesivo su castigo.

Él se consideraba un hombre de acción y sin ningún miramiento, esos cabrones le habían relegado a oficinista. Por mucho que le habían hablado de la importancia de los suministros que albergaban esas instalaciones, no se dejó engañar. Ese puesto era el retiro soñado para un chusquero. Una prejubilación ideal para un militar sin formación que gracias a una larga trayectoria hubiese ascendido poco a poco en el escalafón y no para él que, con una brillante hoja de servicio demostrada en Afganistán y el Líbano, soñaba con llegar a general.

«¡Menudos capullos!», escupió mentalmente sobre sus tumbas mientras trataba de orientarse a través de la nevada. «¡Yo sigo vivo!».

Una ráfaga de aire gélido le obligó a cobijarse tras un árbol. Debilitado y enfermo, solo la certeza de saber que, si se quedaba quieto, aunque fuera unos segundos, le sería imposible retomar la senda, forzó al herido a salir y enfrentarse al viento. Sintiendo que le acuchillaba el rostro, paso a paso, respiración a respiración, recuperó su ritmo. 

«Mierda», masculló entre dientes al advertir que arrastrando su pierna izquierda dejaba un rastro que cualquier alimaña descubriría sin dificultad y que por tanto era una presa fácil.

Todo había cambiado, nadie podría haber previsto que el día que llegó a su destino, lejos de ser un destierro, le habían otorgado sin saberlo más tiempo de vida. Añorando tiempos pasados, recordó su viaje desde Levante hasta esas tierras. Con un Audi recién comprado, no pudo disfrutar del paisaje que se le mostraba kilómetro a kilómetro porque no podía dejar de lamentar su mala suerte. Militar de vocación, nunca había previsto que su primer mando en plaza fuera una oscura y gris base de aprovisionamiento en mitad de la nada.

Desmoralizado, humillado y con la sensación de que su carrera había terminado, se presentó al comandante que iba a sustituir. El veterano oficial nunca llegó a apreciar que su reemplazo, en vez de estar encantado con ese destino, estaba hecho polvo y por eso sin poder evitar que su rostro reflejara la satisfacción de ceder el puesto, le fue mostrando las instalaciones.

Para su sorpresa, lo que en teoría era un antiguo polvorín casi sin uso, en realidad consistía en una de las principales áreas de abastecimiento del ejército. Sitas en un paraje alejado de la civilización, habían sido ideadas para ser usadas en caso de invasión. Dotada con las más modernas infraestructuras en su interior, no solo escondía parte del armamento y de la munición de la capitanía del norte, sino las raciones y demás provisiones necesarias para alimentar a miles de soldados durante meses.

«Un tesoro en las presentes circunstancias, pero inútil sino consigo llegar hasta sus muros», recapacitó asumiendo que debía concentrarse en su camino.

Un graznido hizo que levantara la cabeza y mirara al cielo donde una parvada de buitres revoloteaba en círculos sobre un viejo roble a menos de doscientos metros de él. Que esos bichos hubiesen fijado su atención sobre ese árbol era señal inequívoca de la presencia de un cadáver bajo sus ramas. Temiendo encontrarse con los restos de un humano pero esperanzado en que no lo fuera, salió corriendo y gritando espantó a esos carroñeros.

Al comprobar que era el cuerpo de un venado recién muerto, sacó el machete que guardaba pegado al pantalón y con rapidez, desgajó un cuarto trasero. Atando la carne a una cuerda, se la colgó y reanudó la marcha para alejarse cuanto antes de allí.

«Si me ha atraído hasta aquí, puede atraer a otros», se dijo mientras jadeaba por el esfuerzo añadido de llevar ese peso sobre los hombros.

La esperanza de poder hincarle el diente a un trozo de carne le dio los bríos necesarios para cruzar dos tupidos manchones de hayas antes que el cansancio volviera a hacer mella en él. El declive del sol le informó de la llegada de la noche por lo que la búsqueda de un cobijo se tornó cada vez más acuciante. Pero por mucho que escudriñó el paisaje, no había nada que le revelara la presencia de una cueva y desanimado, buscó el amparo de un cúmulo de rocas.

«Al menos me protegerán del viento», pensó, mientras recogía ramas tiradas con las que hacer una fogata.

Durante media hora, fue recolectando toda la madera que pudo y cuando decidió que tenía suficiente para que el fuego durara toda la noche, sacó de su macuto una yesca. No tardó en conseguir que, de la hojarasca, una diminuta llama prendiera y mimándola como un hijo, logró añadiendo ramas más gruesas que se convirtiera una hoguera bastante decente. Al estar seca, el denso humo inicial se fue difuminando y con agrado, reparó en que era casi imposible que alguien pudiese distinguir esa escueta humareda desde lejos, gracias a que el aire que azotaba esas lindes la diluía casi de inmediato. 

Más tranquilo se sentó al borde de la lumbre y esperando que se consumiera un poco para cocinar el venado sobre las brasas, se puso a recapacitar sobre lo poco que sabía del desastre que había asolado el planeta.

«¡Qué puta mierda!», murmuró para sí recordando que llevaba menos de una semana en su destino, cuando tomando una cerveza en la cantina había escuchado una breve noticia en el telediario que casi le había pasado inadvertida.

Sin darse cuenta de que estaba retrasmitiendo la noticia más importante de la historia, el locutor informó que en una alejada región de Chile se había producido un colapso en las comunicaciones. Nada hacía suponer que esa reseña de quince segundos y que pasó inadvertida para el gran público, se convirtiera a la larga en el principio del fin.

Los siguientes informativos, en cambio, dedicaron gran parte de su programación a explicar que en una mina de cobre se había realizado un experimento que se había salido de control. Para perfeccionar el método que la industria minera llevaba quince años usando, habían probado una nueva variedad de bacterias extremófilas para extraer de las menas los restos del mineral. Su función era oxidar los restos de ese metal presentes en los desechos, de manera que su posterior extracción fuera económicamente viable. El problema había surgido al experimentar con una variante genéticamente modificada que sobrevivía en las condiciones normales.

Fuera de los muros del laboratorio, la nueva bacteria había mutado y con una voracidad no prevista, atacaba cualquier elemento que tuviese cobre en su composición, dejándolo inservible. Los comentaristas trataban de tranquilizar a la población, diciendo que el ejército chileno había establecido un cerco a la epidemia por lo que se consideraba que se podía considerar controlada.

«¿Controlada? ¡Mis cojones!», meditó mientras cortaba un tajo de venado.

Al día siguiente, el comandante Ramírez había recibido una orden de confinamiento de toda la unidad. Los altos mandos que usaron los poderes de emergencia previstos en la legislación militar incluyeron a todo el personal civil de la base.

Las órdenes eran tan claras como rotundas:

¡Nadie podía salir o entrar de las instalaciones hasta nuevo aviso!

Todavía recordaba la tensa reunión con ese inepto. El muy cretino, sin ver las repercusiones de la orden, se quejaba amargamente de que le habían jodido sus vacaciones ya que esa misma tarde debía de haberle cedido el puesto. Su jubilación había quedado cancelada, así como cualquier permiso del personal subalterno.

Lo peor fue que, cabreado, se había abrazado a una botella y tuvo que ser él quien informara de la situación al resto de la gente. Asumiendo su ignorancia y antes de convocarlos, pidió a la bióloga encargada del almacén de víveres que le explicara qué narices eran esos bichos y cómo podían afectarles.

Isabel López era una civil recién salida de la universidad a la que el paro le había forzado a aceptar el empleo de analista en ese remoto lugar. Joven e inexperta, la muchacha era un cerebro. Extrañada que el futuro jefe le llamara a su despacho, tocó la puerta antes de entrar. El capitán Legorreta, nada más verla, le informó a bocajarro de la orden de acuartelamiento y sin esperar que asimilara sus palabras, le preguntó que sabía del asunto.

La cría se puso a temblar al ver sus peores augurios confirmados:

― Capitán. Si han tomado esa decisión, se debe a que no se ha podido cercar su expansión. No comprendo… en teoría esas bacterias no se desplazan por el aire, pero esa medida me hace suponer que estoy equivocada.

― No le sigo ― tuvo que reconocer el oficial: ― ¿Cómo puede afectarnos un suceso ocurrido a doce mil kilómetros?

― Me temo que a estas horas hay otros focos de infección. Piense que el mundo es global y que, si un avión se ha visto afectado, el problema ha podido saltar el charco en cuestión de horas.

― ¿Tan grave es?

― No lo sé, pero si somos invadidos por esa bacteria, en pocos días todo lo que contenga cobre será basura.

― Explíquese ― ordenó bastante alterado por lo que estaba escuchando.

― Aunque poca gente es consciente de ello, nuestra civilización está basada en ese metal. En todo lo que tenga que ver con electricidad sus elementos esenciales están compuestos de una aleación de cobre. Suponga que, de la noche a la mañana, toda la maquinaria, los teléfonos y los ordenadores se estropean.

― ¡El caos!

― Exactamente, por eso no me extraña que hayan acuartelado a los miembros de los cuerpos de seguridad. Solo mediante la fuerza van a poder controlar los desórdenes.

Involuntariamente, el militar se llevó la mano a la pistola. La bióloga, con lágrimas en los ojos, le informó que si era tan grave como se suponía, la gran mayoría de las armas serían inútiles.

― ¡No comprendo! ―  exclamó ― Asumo que los misiles e incluso los tanques serán hierros sin valor, pero hay muchas armas que no llevan electricidad. Fusiles, ametralladoras, …

― ¡Deme su cargador! ―  respondió la mujer.

El oficial, sin saber a qué se refería, quitó el seguro y desmontándolo, se lo dio.

― Mire ― le mostró sacando una bala de su interior que el casquillo era de latón.

― ¿Y?

― El latón es una aleación de cobre.

No necesitó más explicaciones, había comprendido la gravedad de lo que se avecinaba y dando por terminada la reunión, pidió a su secretario que reuniera en el comedor a todo el personal.

El olor que desprendía la carne le hizo volver a la realidad y sin esperar que se enfriara, se puso a comer. Saboreando cada bocado, el hambriento militar disfrutó de la primera comida decente en días. Su difícil situación pasó a segundo plano cuando se hubo saciado y previendo el frio de esa madrugada, recargó la hoguera con más leña antes que el sopor y el cansancio lo vencieran.

2

― ¡Puta madre! ¡Qué frio! ―  al salir al raso se quejó en voz alta el teniente Alvear. Desde que el capitán partiera en busca de noticias, el joven oficial cada mañana seguía una rutina a todas luces inútil: en cada cambio de guardia y acercándose al puesto de guardia, preguntaba si había habido novedades.

Los centinelas sabían a qué se refería, pero nadie hablaba de ello. En el fortín, se había instalado un mutismo temeroso sobre el tema porque… ¡todos sabían que algo iba mal!

Todos eran conscientes de que Legorreta y los otros cuatro militares ya debían estar de vuelta. Llevaban casi una semana fuera y antes de irse habían previsto que tendrían novedades desde el viernes. A un ritmo normal, cualquiera de esos soldados debería tardar como mucho tres jornadas en llegar a Tolosa y teniendo en cuenta que quién los dirigía era una mala bestia, nadie dudaba que forzando el paso ese militar habría conseguido hacerlo en dos.

«Algo les ha pasado», refunfuñó mientras se acercaba a la garita: «Si hoy no tenemos noticias, tendré que hablar con el comandante».

La idea de dirigirse a ese bueno para nada no le hacía ninguna gracia. Ramírez en vez de ser un puntal en la moral de sus hombres se había convertido en una jodida rémora. Abrazado a su botella, malgastaba los días sin salir de su despacho. Si durante el año que llevaba el teniente destinado allí, su jefe se había comportado siempre con pasotismo, desde que les habían impuesto el acuartelamiento forzoso, su actitud rayaba en la negligencia.

En cambio, la llegada del capitán había supuesto un cambio. La tropa había visto en ese hombre al líder que necesitaban y por eso estaban tan preocupados por su ausencia. Nadie creía que los hubiese dejado tirados. Desde el día que ese militar había puesto sus pies en las instalaciones ¡había dejado huella!

No solo se había ocupado de reforzar la disciplina, sin ser oficialmente el mando había impuesto un modo nuevo de hacer las cosas. Todo el mundo debía de reportar con él. Su puerta estaba siempre abierta y no ponía reparo en hacerse cargo incluso de tareas que requiriesen fuerza física. Dejó a la tropa con la boca abierta, cuando reparando un todoterreno, este perdió una rueda dejando atrapado a un operario y Legorreta sin esperar que pusieran un gato, lo levantó con sus manos liberando al pobre muchacho.

Si físicamente era un portento, la autoridad que manaba de sus poros no se quedaba atrás. Con solo dirigir una mirada, el soldado más indisciplinado se ponía firme y sin tenérselo que repetir, cumplía sus órdenes. Incluso Ramírez cuando estaba en su presencia se sentía inferior y defendiéndose de un ataque imaginario, intentaba denigrarle. El capitán, sin quejarse del trato absurdo al que le tenía sometido su superior, salía airoso y fortalecido de cada enfrentamiento.

El último tuvo lugar el día que se marchó. Él mismo estaba presente cuando Rodrigo Legorreta entró a ver al comandante:

― Señor, tenemos que hablar.

― Dígame capitán, ¿qué es tan urgente para que venga a importunarme? ―  soltó Ramírez, dejando claro que le consideraba un puto subordinado.

Sin hacer caso a la ominosa forma en que se había dirigido a él, le explicó que debido a que ya hacía un mes que habían perdido contacto con el exterior el personal de la base se encontraba frustrado y nervioso.

Marcialmente, le informó que la tensión había ido acumulando desde entonces y que esa tarde, mientras estaba revisando los almacenes, el sargento Aguilar le había anticipado que se estaba fraguando una revuelta.

― Por lo visto, esta misma noche, antes de cenar, una delegación va a acercarse a hablar con usted.

¿Y qué quieren? ―  contestó.

― La inactividad está haciendo mella en la gente y están pensando en abandonar la base. Quieren volver a sus casas.

― Y yo, joder, y yo. No creerá que esté contento dejando a mi esposa y a mis hijos allá fuera. ¿Quién sabe lo que les ha pasado? ― soltó el militar desmoronándose sobre la mesa.

Ver a un hombre, hecho y derecho, llorando como un niño, sacó de las casillas a Legorreta y sin importarle que pudiese llevarle ante un tribunal, le recriminó su falta de hombría:

― ¡Deje de gimotear! ¡Haga algo! Imponga su autoridad.

― Para usted es fácil decirlo, soy yo quien tiene que soportar las presiones. Con gusto le cedería el mando― respondió secándose las lágrimas con la manga del uniforme: ― ¡Qué cojones puedo hacer! ¡Estamos solos!

            ― Mande a alguien al gobierno militar de Pamplona para contactar con el alto mando y de esa forma matará dos pájaros de un tiro. Por una parte, tranquilizará a la gente y por otra, sabrá que ocurre.

― Tiene razón ― respondió sacando del cajón una botella casi vacía: ― Llévese los hombres que considere necesarios y déjeme en paz.

― Comandante, ¡soy su segundo! ― protestó al temer que ese incompetente no pudiera mantener el orden en su ausencia.

― Obedezca y váyase, tengo muchas cosas que hacer.

Sabiendo que no podía negarse a cumplir una orden directa, el capitán se despidió y en el patio esperó a que el teniente también saliera del despacho.

Al ver Alvear que le estaba esperando en la puerta,  se acercó y fue entonces cuando Legorreta cogiéndole de los hombros le dijo:

― Teniente, como habrá oído, salgo de misión. Sin mí, usted va a ser el encargado de mantener la disciplina del personal. No creo que necesite que sea más explícito.

No hizo falta que dijera nada más para comprender que, aunque se quedara el comandante, en la práctica él sería el jefe y por eso, respondió:

― Señor, le agradezco su confianza.

Esa había sido la última vez que lo había visto y aunque solamente llevaba unas semanas bajo sus órdenes, le echaba de menos.

«Malditas bacterias», musitó mientras rememoraba como se habían dado cuenta que el invisible invasor había logrado atravesar el atlántico y llegar hasta esa apartada serranía en los Pirineos.

Lo primero fue la luz eléctrica.

Un miércoles de madrugada, el cabo de guardia le había despertado porque se había perdido el suministro. Siguiendo el protocolo, habían encendido los transformadores devolviendo el flujo a las instalaciones. Si ya eso era grave, más lo fue comprobar la imposibilidad de comunicarse con el gobierno militar en Pamplona.

El aislamiento del exterior fue el segundo indicio, pero lo que determinó claramente que esas puñeteras habían contaminado la base fue cuando todo empezó a fallar. Lo primero en caer fue todo aquello que estaba al aire libre. Las cámaras y los vehículos estacionados en el patio una mañana dijeron basta, negándose a funcionar. Y al cabo de unas horas, la infección se había adueñado de todo y sus efectos fueron devastadores para la moral del grupo.

Sin calefacción y sin luz eléctrica, el personal civil se intentó amotinar y viendo la inactividad del comandante Ramírez, tuvo que ser Legorreta quien pistola en mano lo parara amenazando con arrestar a los alborotadores.

Saliendo de su ensoñación, Alvear se acercó a la garita donde la soldado Jácome hacía guardia. Mirando a la mujer, meditó en cómo había hecho cambiar la emigración al ejército, puesto que en vez de un español de pura cepa era una ecuatoriana de veinte años la que controlaba en ese instante el perímetro.

― Soldado― la saludó mientras se apiadaba de la muchacha por el frio que tenía que haber pasado durante la noche.

― Sin novedad, mi teniente― contestó, esbozando una sonrisa porque su presencia significaba que su reemplazo venía en camino.

Y con una familiaridad impropia de un oficial, le preguntó:

― ¿Qué tal tu turno?

― Helada, Javier. Tengo congeladas hasta las bragas.

― No seas bruta― contestó mientras le robaba un beso: ― Si quieres, te caliento.

― Estaría bien, pero en cuanto me releven me voy a dormir. Estoy agotada― susurró, encantada de la insinuación.

Aunque ninguno de sus compañeros estaba al tanto, llevaban tres meses saliendo. Esa relación no sería bien vista por sus superiores y ambos lo sabían. Por ello y ocultándose del resto, aprovechaban cualquier momento para darse furtivos besos y algún infrecuente revolcón.

― Te quiero, María― dijo el joven teniente acariciando el pecho de la soldado por encima del uniforme.

― Lo sé, pero vete ya. Están a punto de llegar.

Supo que tenía razón y dándose la vuelta, se fue a desayunar. Al llegar al barracón donde habían trasladado la cocina, se percató nuevamente de cómo había cambiado la vida en el cuartel.  Racionando el gas, habían construido una enorme barbacoa y usaban leña recolectada en los bosques circundantes para cocinar y calentar la comida.

El cocinero conocía sus gustos y antes que preguntara, le dio un café:

― Disfrútelo, ¡a este ritmo solo nos queda para dos semanas!

El joven militar supo que ese comentario iba a volverse cada día más frecuente porque, aunque no les faltaría comida por disponer de las raciones de campaña acumuladas en los almacenes, había una serie de productos que terminarían desapareciendo de los anaqueles si no recibían nuevos suministros.

No se había acabado la taza, cuando escuchó un grito proveniente del exterior. Dejándola sobre la mesa, salió corriendo hacia la entrada, al haber reconocido que fue María quien había dado la voz de alarma.

La muchacha había gritado al observar que Legorreta aparecía por el recodo de la carretera, cojeando y sangrando de una pierna. Y contraviniendo las estrictas órdenes, fue a ayudarlo dejando su puesto vacío.

El capitán Legorreta agradeció el apoyo recibido y pasando su brazo por el hombro de la mujer, con gesto de dolor se acercó a la alambrada que bordeaba la instalación. Alambrada donde ya se congregaban todos, buscando respuestas.

El teniente Alvear, al comprobar que venía solo, preguntó por el paradero de los demás soldados.

El herido se negó de plano a responder, primero tenía que informar a su superior:

― ¿El comandante? ―  exigió.

― Borracho como siempre ― respondió un cabo, cometiendo una falta de disciplina que, si el herido no llega a tener prisa, le hubiese supuesto un buen rapapolvo.

― ¡Llevadme con él! Prometo que contestaré después todo lo que queráis preguntarme.

Relevando a su amante, Alvear ayudó al capitán a llegar hasta las dependencias donde tenía su oficina Ramírez.  El teniente esperó a que nadie oyera para decirle:

― No tengo que ser ningún genio para entender que, si usted ha llegado herido, Aguilar y los otros tres soldados están muertos. ¿No es así?

― Así es, teniente. España se ha ido a la mierda, reina el caos. Fuimos atacados y solo yo pude sobrevivir ― respondió el militar.

Y comprendiendo que ese oficial era el tercero en la escala de mandos, le pidió que lo acompañara a la reunión. Como le habían adelantado, el comandante estaba completamente ebrio. Tirado en el sofá de su oficina, intentó ponerse en pie cuando sus dos subordinados se lo encontraron durmiendo la borrachera.

Ver en ese estado lamentable a su jefe, le descompuso e incapaz de contenerse, cogiéndole de las solapas, le abofeteó:

―  Es indigno de su uniforme. Mientras sus hombres morían, usted se ha dedicado a beber.

― ¿Quién ha muerto? ―  preguntó con los ojos rojos y la garganta tomada.

― Los cuatro valientes que me acompañaban.

Parcialmente despierto por la gravedad de la noticia, el comandante le exigió que le diera el parte de lo ocurrido, pero para entonces el poco respeto que tenía su subordinado por él había desaparecido y en vez de contestarle, le soltó:

― Desde este momento y ante la ausencia de un superior, considérese arrestado. Desde ahora y hasta que alguna autoridad me confirme en el puesto, asumo el mando de la unidad. Si vuelvo a verle borracho, será llevado al calabozo y lo trataré como reo.

Cayendo de rodillas, el hasta ese momento cabeza indiscutible del fortín rogó que le explicara qué es lo que había pasado y echándose a llorar, le pidió que le dijera si sabía si al menos en Madrid, donde estaba su familia, había orden.

Legorreta, sin compadecerse del pobre individuo, contestó:

― No se ha enterado. Fuera de estos muros, la gente se ha vuelto loca. Es la ley del más bestia, los débiles son el sustento de los fuertes. El canibalismo se ha extendido por doquier. Si ha tenido suerte, su familia estará muerta y si no, pronto lo estará.

Tras lo cual, dando un portazo, lo dejó solo. La pierna le dolía horrores y encima, tenía cosas más importantes de que ocuparse antes que consolar a ese tipejo. Estaba pensando en cómo plantearlo al resto de la tropa, cuando escuchó que el teniente le decía:

― Bien hecho, capitán. Cuente conmigo. Si hay un consejo de guerra, declararé a su favor.

Con amargura, Legorreta miró al cielo antes de contestar:

― Tú tampoco entiendes lo que ha ocurrido. No va a haber un juicio. El ejército, la policía y el estado han desaparecido. ¡Estamos jodidamente solos!

Haciendo uso de una cordura y un sentido común impropio de su edad, Alvear asintió y poniéndose firme, replicó:

― Señor, pues si es así, con mayor razón. Esta gente necesita una autoridad en quien confiar. Nuestras vidas las que dependen de ello. Seguiré sus órdenes hasta el final.

Estaba a punto de agradecerle su fidelidad, cuando un tiro resonó en el campamento. Sabiendo que el disparo provenía de la oficina del comandante, ambos salieron corriendo a ver qué había ocurrido. El teniente fue el primero en llegar, al abrir la puerta del despacho, se encontró los sesos desparramados del oficial.

Tras él,  Legorreta le preguntó gritando a su subordinado que cómo era posible. Haciendo verdaderos esfuerzos para no vomitar, Alvear contestó:

― Solo ha certificado lo que ya todo el mundo sabía. Era un cobarde.

― ¡Coño! ¡Qué no es eso! Ese hijo de puta me la trae al pario…. ¿de dónde ha sacado la munición? Se supone que toda es inservible.

Poniendo cara de satisfacción, el joven teniente le informó que, durante su misión y revisando el inventario, había descubierto una partida de balas con vaina de aluminio y que, tras realizar unas pruebas, habían determinado que no se habían visto afectadas por la acción de las bacterias.

― No sabía que existían en el arsenal del ejército. Se supone que, debido a su alto coste, fue desestimada su compra.

― Capitán, llevan almacenadas diez años. Algún politiquillo se habrá lucrado con su adquisición.

Sin creer todavía en su suerte, el militar le preguntó:

― ¿De cuantas disponemos?

― De suficientes, hay al menos diez pallets de ellas.

Para aquel entonces, a raíz de la detonación, todo el personal de la base se había acercado a ver lo ocurrido, por lo que haciendo uso de la palabra el recién llegado informó del fallecimiento del comandante, así como del triste destino de sus compañeros.

Todo el mundo había hecho elucubraciones, pero ninguno de los presentes había imaginado la gravedad de la situación y con un temor casi religioso, esperaron que terminara para sin excepción echarse a llorar por la pérdida de su mundo.

Rodrigo Legorreta, con el alma encogida por el dolor que se reflejaba en sus rostros, aguardó a que se calmaran para decir:

― Como máxima autoridad, declaro la ley marcial. Desde ahora cualquier comportamiento contrario al bienestar de la base será considerado lesa traición y llevará acarreado la pena de muerte o lo que es peor, el destierro. Comprendo que muchos de ustedes tienen familias allá fuera, pero desgraciadamente no se puede hacer nada por ellos. Quien lo desee, puede irse. Se les dotará de provisiones, pero no de armas. Eso se debe en primer lugar a que las necesitaremos en el futuro, pero también a que no podemos permitir que caigan en manos del enemigo.

Aizpiri, un soldado con mujer e hijos en el exterior, se levantó y pidiendo permiso para hablar, preguntó:

― ¿Qué enemigo? No hay constancia de ninguno.

El capitán comprendió que de nada servía contemporizar y tomando aire, contestó:

― Te equivocas. El tendero de la esquina de tu casa, tu cartero e incluso la vecina buenorra del sexto…todos deben ser considerados a priori individuos hostiles― y dirigiéndose a todos, prosiguió: ―Pensad que presos de la desesperación y del afán de supervivencia, se han transformado en bestias. Somos unos privilegiados. Tenemos víveres y sin duda, con el paso del tiempo se correrá la voz y mientras algunos vendrán buscando refugio, otros traerán la violencia. Debemos mantenernos preparados. A los primeros le trataremos como hermanos, pero a los segundos deberemos hacerles frente, provocarles el mayor daño y si es posible, matarlos. Debemos pacificar nuestro entorno, si queremos un futuro para nuestros hijos.

― Capitán, con el máximo de los respetos, mis hijos están allí fuera y desde ahora le pido permiso para marchar.

― No es mi deseo el que lo hagas, pero he prometido a quien quiera dejar la base que se vaya. Piensa que desgraciadamente los viejos, las mujeres y los niños habrán sido los primeros en morir.  Fuera de estos muros, hay anarquía. Dentro, hay futuro. Somos casi cien personas y aunque hay una clara desproporción de hombres, desde este momento, somos un pueblo soberano y como tal, defenderemos nuestra vida.

Dando por terminada la asamblea, llamó a un lado al teniente y en voz baja, le ordenó que después de limpiar los restos del comandante le diese sepultura sin honores.

Alvear, poniéndose manos a la obra, mandó a unos soldados que todavía no habían vuelto a sus puestos a hacerlo y volviendo junto a su superior, le dijo:

― Mi capitán, tiene que ir a la enfermería. Su pierna necesita cuidados. No podemos permitirnos perderle.

― Tienes razón― y apoyándose en sus brazos, dejó que le llevase hasta los servicios médicos.

La doctora del campamento al comprender hacia donde se dirigían, se les unió. Abriéndoles camino, ayudó a Alvear y demostrando una profesionalidad extraña en ese caos, limpió y cosió la herida del capitán sin mostrar la procesión que sin duda llevaba en el interior.

Observando el desempeño de la mujer, el capitán, decidió que tenía que evitar que se fuera, su puesto era vital y por eso al terminar, le preguntó:

― ¿Cómo se llama usted?

― Blanca, mi capitán.

― ¿Me permite tutearle? ―   al asentir con la cabeza, envalentonado, prosiguió con el peculiar interrogatorio: ― ¿Estás casada?

La pregunta le pilló desprevenida. Sin saber a qué atenerse y con el rubor decorando sus mejillas, le contestó que divorciada.

― ¿Hijos?

Irritada al ser objeto de un cuestionario tan íntimo, mirándole a los ojos, la mujer contestó todavía no se lo había planteado y que le parecía una vergüenza que, viendo la situación, se tomara esas libertades.

Rodrigo Legorreta soltó una carcajada al advertir que le había malinterpretado y que había creído que tenía un interés personal en ella. Mascullando una disculpa, se explicó tuteándola por primera vez:

― Perdona, no era mi intención molestarte. Como podrás comprender debo velar por el bien de la base y quiero asegurarme de que te quedas. Necesito un médico, no una mujer, a mi lado ― creyó vislumbrar un reproche en los ojos de la sanitaria, pero obviando su significado, insistió: ― ¿Tienes pensado marcharte?

― ¡No estoy loca! Sé por su expediente que formaba parte de un cuerpo de operaciones especiales y si un miembro de élite del ejército las ha pasado canutas para sobrevivir, sería una insensatez pensar que yo podría hacerlo.

― Bien, pues no se hable más. Necesito para esta misma tarde un completo inventario de las medicinas y demás equipo del que dispones.

― Ya lo tengo― respondió la mujer: ― Si quiere puedo darle una copia inmediatamente. Soy médico, pero ante todo militar y por eso nada más contarme Isabel la conversación que mantuvo con usted, comprendí que iban a necesitarlo. Es mi deber decirle que intenté exponerle al comandante las necesidades, pero nunca tuvo tiempo de recibirme.

― Yo si tengo, así que empieza― contestó acomodándose en la silla…

Relato erótico: “Cogiendo con desconocidos 2” (POR INDIRA)

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Antes que nada quiero agradecer todos los correos que he recibido, invitaciones incluso, en especial de una pareja muy linda de monterrey, me encanta leer sus correos, más aún si me mandan fotos de ustedes, cuando lo hacen respondo de igual manera. Gracias por todo y espero seguir relatando mas de mis anécdotas, todas son verídicas. 🙂 Y ya acepté la invitación de alguien que me escribió por este y pronto podré contarles ese relato ya que fue algo lindo también y en un cine, Cinapolis !
… Continuación de Cogiendo con desconocidos 1.
Nos presentamos mientras el vehículo avanzaba, me comentó que era soltero y que trabajaba en la línea de supervisor, etc, etc.
Mme preguntó si quería escuchar música y saco un reproductor, me paso un auricular y él tomó otro, a mí siempre me ha molestado el auricular en la oreja izquierda así que me lo puse del otro lado con la consecuencia que se tuvo que acercar a mí para que el cable alcanzara para ambos.
Me preguntaba cosas triviales y yo respondía cortantemente, al ser de noche un señor de dos asientos adelante nos cayó son el típico “shhh”, me causó gracia y para no hacer tanto ruido Roberto, que así se llamaba me empezó a hablar casi en el oído izquierdo.
Él: Que tipo tan pesado no?
Yo: Mmmm aja, me había hablado soplado en mi oído, y eso me enloquece…
Él: Te gusta esa música o le cambio?
Yo: Esta bien, y en ese momento me acaricié ambos brazos en señal de frío y es que ya comenzaba a sentirse un poco.
Él: Hace frio no? Espera voy por una frazada.
Amablemente se paró por una y  la extendió sobre mí y al acomodarla rozo mis tetas, el audífono se me cayó y me lo volvía  acomodar, el aprovecho para “jalarme” hacia el con el pretexto del cable, yo me dejé y quede de espaldas a él y el abrazándome por atrás, yo esta tapada con la frazada por lo que no se veía nada.
Su boca quedo entre mi cuello y oreja, y me empezó a decir cosas lindas como estas hermosa sabias?
Yo me empezaba a poner caliente y solo pude morderme el labio y decir “aja”, el aprovecho mi sumisión para meter su mano bajo la frazada y posarla en mi vientre sobre mi delgado vestido acariciando mi ombligo, yo recargue completamente mi cabeza hacia atrás y el empezó a subir y bajar su mano por mi vientre, la subía hasta debajo de mis senos y la volvía  abajar hasta sentir mi tanga y de regreso, un vaivén delicioso.
Me encanta tu ombligo dijo en el momento en que la otra mano entraba bajo la frazada, al hacerlo tuvo que ser aplastado su antebrazo por ms tetas, ahora hizo el mismo movimiento con la otra mano, pero al moverla me sobaba la teta derecha con el antebrazo, de inmediato mis pezones respondieron, la tela del sostén me estorbaba quería que me acariciara sobre el vestido solamente, el parece que leyó mi pensamiento porque me dijo: Estorba esto no? A la vez que con sus dientes mordía la parte del tirante de mi sostén.
Me eche hacia adelante y entendió perfecto la señal, con un movimiento de un casanova quito el broche con una mano rápidamente yo saque por el frente el sostén y mis pezones duros se me marcaron en el vestido, me volví a recostar hacia él y no perdió tiempo, inmediatamente empezó a masajear mi teta derecha sobre el vestido, su boca lamia mi cuello y oreja y con su otra mano empezó a acariciarme las piernas.
Dios otra vez estaba en las nubes, sacando jugos, demasiados, el olor nuevo empezó a mezclarse con el viejo y mi tanga seguramente ya estaba empapada y mi panochita palpitando.
Subió lentamente hasta llegar a mi panochita cubierta por mi tanga, yo abrí las piernas y empezó a dedearme encima de la tanga, arriba me lamia delicioso el cuello y ya había bajado un tirante del vestido y acariciaba una de mis tetas al natural.
Por la posición en que estaba empecé a sentir su pene en mi espalda, ah que ganas tenía de que me cogiera, con mi antebrazo empecé a acariciar su paquete mientras en me dedeaba rápido y yo ya no podía más empecé a gemir despacio, gemía cada vez más, mi respiración estaba agitada.
Acomodé mi mano de tal forma que pudiera agarrar su pene sobre el pantalón y al acariciarlo me dijo con lamiditas en mi oído, “te gusta el pito eh?”, yo respondí completamente salida, “me encanta”. El desabrochó su pantalón y yo me recosté lo más que pude para que mi boca mamara ese pito que ya se me antojaba mientras el seguí con su trabajo manual en mi panochita.
Allí estaba yo, con la blusa abajo, mis tetas al aire, con 3 dedos de un desconocido dentro de mi jugosa y muy abierta cosita y mamandole toda la verga.
Me la metía completa hasta llegar a los huevos, mi saliva y sus líquidos mezclados, más el olor de mis jugos hacían del ambiente algo muy especial, algo hipnotizador, a mí siempre me ha encantado el olor a SEXO, cuando lo huelo no puedo evitar ponerme caliente y en esta situación esto me prendió más aún.
Me tomó de la cabeza con una mano y me hizo moverla sobre él, simulando que me cogía la boca, aunque en realidad eso hacía, su pene llegaba hasta mi garganta y con la lengua jugaba sobre él, la sacaba completa de mi boca y me pegaba con él en los labios, en la cara, me la pasaba por todo el rostro y yo abría la boca y sacaba la lengua para sentir ese pedazo de carne.
Por la posición en que estábamos podía yo ver parte del pasillo del camión y vi como el señor que nos había cayado antes estaba completamente volteado intentando ver algo en la oscuridad ya que seguramente había escuchado lo que pasaba, eso me excitó más aún, que alguien me vea mientras me comporto como una puta y se le antoje cogerme me fascina.
Me levante y me puse de frente al señor dándole la espalda a mi amante para que me cogiera, tomé su pene y me lo metí en la vagina mientras el aplastaba mis tetas y me mordía el cuello por atrás.
Bajo una de sus manos a mi clítoris y empezó a acariciarlo muy rico mientras yo me daba sentones en él, el señor me podía ver más de la mitad del cuerpo, me veía con el vestido en la cintura, una teta al aire y la otra siendo manoseada salvajemente por mi amante.
Estaba yo en el cielo recosté mi cabeza hacia mi amante y gemía ya bastante pero por el sonido de la película que habían puesto no se podía escuchar, la escena era bastante cachonda, el señor me veía con la luz de la tele y en un momento yo le miré directo a los ojos mordiéndome el labio. Mi amante no aguantó más y me lleno de leche la panocha, sentí como se infló su pene y empezó a sacar todo, me encanta sentir cuando se vienen en mí.
Yo no había terminado y estaba bastante caliente así que me eche hacia  adelante agarrándome del asiento para que el pudiera moverse libremente y así evitar que se le pusiera flácida. Lo entendió y me tomo de la cintura y me la metió muy rápido, muy rico, sentía como el semen que tenía ya a dentro empezaba a salir cuando entraba su pene nuevamente, me encanta el semen así que no podía desperdiciarlo y baje la mano, tomé con mis dedos lo que salía de mí y me los chupe, es un delicioso manjar producto de ser tan puta, es mi premio así que nunca los he desperdiciado, tal vez después platique quién me enseño a comérmelos, a disfrutarlos. J
De pronto llegamos a la caseta y el me seguía cogiendo muy rápido y rico pero un poco adelante la luz del camión se prendió en señal que subirían pasaje o que bajaría, me dijo me tengo que bajar pero no quiero y me seguía dando, por la ventana vi como un señor se acercaba al camión con una libreta, era compañero de él supongo y subiría al camión a contar el pasaje, así es aquí en mi país.
Cuando saludo al chofer supe que todo había terminado y me zafé de su pene, baje mi vestido y me acomodé los tirantes, mientras el rápidamente se acomodaba la ropa, en cuanto llegó el supervisor a nuestro lugar todo estaba en orden, solo el olor que seguramente era por mucho detectable, SEXO, lujuria.
Se saludaron y le dijo, “ya voy”, se voltea hacia mí y me planta un beso delicioso en la boca como presumiéndole a su compañero que yo era su novia, o faje, o amiga. Su compañero me vio con lujuria y yo me dejé querer por mi amanteJ
El compañero se fue rápidamente mientras mi amante me dijo al oído, “me das tu número, ha sido el mejor sexo de mi vida”. Busqué mi bolso, tomé un plumín que siempre cargo, me alce para poder sacar mi tanga blanca bastante olorosa y manchada de mis jugos y parte de su semen. Le apunté mi número sobre ella con un corazón y antes de dársela me aseguré que los otros empleados que estaban abajo platicando con el supervisor que había bajado (y seguramente les estaba platicando mi) la vieran, sí que vieran que le estaba dando una tanga usada con mi número a su compañero, aún recuerdo la cara que pusieron cunado me vieron contoneándola en mi mano, se codeaban unos a los otros para que voltearan a verla.
Se la entregué a mi amante y le di las gracias, siempre hay que dar las gracias cuando te dan una buena cogida, aunque yo no terminé estuvo bastante rica y fueron más de 40 minutos de cachondería.
Él se paró tomó su cartera y sacó un billete de 500 pesos y me lo dio, yo puse cara de asombro pero me dijo, es para que te compres otra tanga, WoW pensé yo aparte de darme una buena cogida me paga la tanga, esos hombres me agradan, los “responsables”. Le agradecí me paré de rodillas sobre el asiento para darle un último beso, obviamente sus compañeros veían toda la escena desde abajo y el me acarició las nalgas sobre el vestido.
Se fue y me quedé caliente, sin calzones, sin sostén, con 500 pesos y muy cansada.
Solo tomé la frazada, la tomé de almohada y me recosté sobre la ventana a esperar que el camión avanzara,  comencé a sentir como salían de nuevo restos de que alguien me acaba de coger, baje la mano, puje un poquito, y salió el líquido, lo tomé entre los dedos, lo observé, lo olí, y lo saboree.
Intenté quedarme dormida un rato, ya solo faltaba una hora para llegar a mi destino pero sentí una mano en mi hombro, me espantó ya que no había nadie atrás de mí, me volteo y veo al señor que estaba enfrente en el asiento detrás mío, veo lo que trae en la mano y es un billete de 500 pesos.
Menudo cabrón pensé, no sentí a qué hora se pasó detrás y encima ¿me ofrece dinero? Imaginé que se había pasado antes de que se fuera mi amante, es decir que pudo ver cuando le di la tanga y cuando me dio el dinero.
No sabía cómo reaccionar, pero recordemos que estaba caliente y una mujer caliente al igual que un hombre no piensa, solamente quiere sexo así que tomé el billete, lo guarde en mi bolso y me pase a su asiento.
Él ya estaba listo, tenía el pito de fuera y se la estaba jalando, WoW, era enorme,  por fin creo que podré venirme,  pensé.
Me senté a su lado y le pregunte ¿qué quieres?, no contestó solo me tomó de la cabeza y me jalo para mamar su pene, Dios mío, era enorme, muy ancho y largo, lo sentía delicioso, llegaba muy al fondo de mi garganta, hasta me hizo atragantarme un poco.
Se le empecé a mamar muy rico mientras él me dedeaba, el gemía en señal de extrema excitación y yo me puse más caliente aún, comencé a escurrir fluidos, míos y de mi amante anterior y el los tomó entre sus dedos y me los embarro en mi culito, me metía cuidadosamente la mitad del dedo en mi culo mientras otros tres en mi panocha.
Tenía en verdad una verga muy rica y no aguanté más, me paré y me monté sobre él, no tenía calzones así que solamente alcé mi vestido y me ensarté en el de frente a él, podía lamer mis tetas y nalguearme a placer, me movía muy rápidamente ya que esta vez quería terminar yo ya que no lo había hecho la vez anterior y estaba muy caliente.
El me jalaba hacía el mientras yo hacía en la medida de lo posible movimientos de pelvis para sentir su pene más adentro, el me metió un dedo completo en el culo, completito, eso me excitó más y empecé a venirme delicioso me contonee como una puta, gemí bastante, no me importó si me escuchaban, me alce sosteniéndome con mis rodillas en los asientos para dejarlo moverse el ya que yo estaba en un orgasmo total.
El seguía cogiéndome, sentía su dedo en mi culo y mi vagina llena, las mujeres que han estado con un hombre con un buen instrumento saben a qué me refiero, sientes como tu vagina esta estirada y sientes el pene adentro, que te llena.
Mmmmm, ahhh, mmmmm, papi, si…. Mmmmmmm, ahhhhh, cógeme, dame más, papi ……
Tenía muy buen aguante, terminé de venirme y el seguía igual que al inicio, duro y grande, me mordía las tetas, muy fuerte, incluso me dejo marcas, eso me excitó de nuevo, no hay nada más delicioso que venirte varias veces sobre una verga.
Puso ambas manos en mis nalgas y con sus dos dedos medios en mi culo, me lo abrió bastante y yo estaba salida de nuevo, me movía sobre él, y le pedía más.
El jalaba los jugos de mi panocha para lubricar mi culo y me metía los dedos muy rico, me lamía el oído y mientras me dijo, “te quiero coger por atrás”, yo seguía con el movimiento de caderas sobre él y por un momento pensé en decirle que no debido a su tamaño, pero recordé que no muy a menudo encuentro un instrumento come el de él así que no me hice del rogar J
Me zafé de él, sentí como me dejaba un hoyo en la vagina señal de que me metieron una buena verga.
Volteé al pasillo para ver si nadie venía y me pase al siguiente asiento, de al lado después del pasillo, puse mis rodillas sobre el asiento, me quite el vestido y alce mi culo, él se paró y quedó la mitad de su cuerpo en el pasillo, comenzó por poner su cabeza en mi ano, yo apreté fuerte los dientes pes sabía que me dolería bastante, metió su cabeza completa mientras su mano hacía círculos en mi clítoris, empezó a moverse lentamente, tenía experiencia el señor, se lo agradecí bastante, se movía despacio para que mi ano se acostumbrara a su pene.
Era enorme sentía que me partían a la mitad, pero me gustaba, ya había metido la mitad y empezó a moverse de atrás hacia a delante, uyyy, era delicioso, me estaba partiendo el culo, comenzó a dedearme por el frente, sentir dos penes al mismo tiempo siempre ha sido lo máximo para mí, y esto se comparaba por el tamaño de lo que me metía atrás.
Me dolía bastante pero el placer era mayor, me estuvo dando un buen rato, jalo mis brazos hacia atrás y me jalaba hacia el ayudándose de ellos, me sentía toda una puta cogiendo con un señor que me había pagado por metérmela. El placer llegó al máximo en mí, me empecé a venir de nuevo, él lo notó y aceleró sus embestidas, y me comenzó a nalguear, mmmmm, quería que me nalgueara fuerte pero por el lugar no podía hacerlo tan fuerte, se recostó en mi espalda, quedé aprisionada con su peso encima de mí y el asiento del camión, su aliento en mi oído, su respiración y sus palabras ayudaron a que tuviera un orgasmo delicioso.
Eres una puta, ¿te encanta la verga verdad? Te vistes como puta, eres una perra, andas buscando quien te lo meta, ¿me puedo venir en ti?
Ya me había yo venido 2 veces con él se merecía lo que quisiera así que le dije: “donde quieras”.
Me la sacó de golpe dejando entrar aire a mi colita, yo seguía en mi orgasmo y estaba totalmente entregada a la lujuria. Se la empezó a jalar para terminar y yo me voltee abriendo las piernas y acariciándome el clítoris y las tetas.
Empezó a venirse, derramando una enorme cantidad de lechita cobre mi cuerpo, cayó el primer chorro en mi panocha y vientre, el segundo en mis tetas, el tercero en la cara, yo tomaba su semen y me lo embarraba en todo el cuerpo, me sentía una puta completa.
Me jaló hacia él y me la metió en la panocha, sentí como aún salían dos chorros de semen adentro de mí, me cargó y se sentó conmigo encima, yo caí rendida en él.
Me había dado una cogida excelente, tomé la lechita que resbalaba por mi cuerpo con mis dedos y los lamí, mi panocha palpitaba y apretaba su pena aún duro pero comenzaba a ponerse flácido.
Uffff, nos quedamos algo así como 5 minutos y empecé a ver que estábamos llegando al pueblo, se veían casas y las lámparas de la calle alumbraban al pasar el camión junto a ellas, me paré y sentí como escurrí semen, bastante sobre él, no podía dejarlo pasar así que se lo lamí un poquito, limpiándolo de los restos de semen, me los tragaba, lo que cayó en sus piernas lo lamí, le dejé limpio, muy limpio el pene, busqué mi vestido y me lo puse mientras él se vestía también.
Estaba sudando bastante super acalorada así que cogí una botella de agua en mi bolso, él me dijo que era una excelente amante y me dio 200 más, alcé la ceja y me dijo: de propina.
Jaja, vaya puta que soy dije mientras los tomaba y los guardaba.
Indira.
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¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

Relato erótico: ” Descubrí a mi tía viendo una película porno 3″ (POR GOLFO)

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Esa tarde, entre mi tía y yo dimos buena cuenta de Belén. Nuestra recién estrenada amante se comportó como una hembra ansiosa de sexo y no paro de exigirnos más hasta que tuvo sus dos agujeros casi descarnados. No sé la cantidad de veces que o bien Elena, bien yo o bien los dos juntos hicimos uso de ellos. Ya era bien entrada la tarde cuando viendo lo agotada que estaba, decidimos volver a casa.

―¿Os tenéis que ir?― preguntó mi exnovia al ver que recogíamos nuestras cosas.

Fue entonces cuando mi tía acercándose a ella y tras darle un beso tierno en la boca, dijo en su oído:

―Descansa ahora pero mañana te quiero ver en nuestro chalet. Los tres tenemos mucho que aprender y disfrutar.

La muchacha sonrió al escuchar de sus labios que quería prolongar ese trío durante el resto del verano y levantándose de la cama, nos acompañó hasta la puerta. Al salir, Elena me lanzó las llaves y a carcajada limpia me soltó:

―Tenemos que ir de compras.

Al mostrarle mi extrañeza por ese súbito deseo consumista, la hermana de mi madre, pasando su mano por mi entrepierna, contestó:

―Quiero darle una sorpresa a esa putita.

Por su tono supe que estaba pensando en una maldad y al interrogarle por sus motivos, me explicó que tenía muchas fantasías que cumplir y que Belén iba a ser nuestra conejilla de laboratorio. No tuve que ser un genio para comprender que deseaba usar a la morena de todas las maneras posibles y que si jugaba bien mis cartas, ese mes de agosto pasaría a la eternidad. Por ello, únicamente pregunté donde quería que la llevara:

―A un sex―shop ― respondió entre risas….

Tal y como se había comprometido, a la mañana siguiente Belén apareció por mi casa. Curiosamente, al abrirle la puerta, descubrí que estaba nerviosa y avergonzada. Al tratar de encontrar un motivo a esa actitud, comprendí que no habíamos tenido ocasión de hablar de lo que había pasado el día anterior y de cómo se había entregado a los dos en plan putón.

«No sabe cómo actuar después de lo de ayer», pensé, «tiene ganas de seguir pero no se atreve a plantearlo».

Dando tiempo al tiempo, la hice pasar a la cocina donde Elena estaba todavía desayunando. Mi tía nada más verla, la llamó a su lado y forzándole la boca con su lengua, le dio la bienvenida. La cría al sentir ese beso posesivo, se derritió como un azucarillo y casi llorando, le reconoció que tenía miedo que lo ocurrido hubiese sido un sueño y que no se volviese a repetir.

―Cariño, por eso no te preocupes― dijo mientras acariciaba los pechos de la recién llegada― en estas vacaciones, te vas a hartar de comer su polla y mi coño.

El gemido que surgió de su garganta fue una muestra clara que aceptaba el papel que le estaba encomendando y al saberse dueña de los destinos de la muchacha, la cuarentona forzó su entrega diciendo:

―¿Te parece que hoy juguemos un rato fuera de casa?

Al no saber que se proponía, Belén bajó la cabeza y sin mirarla a los ojos, muerta de miedo, respondió:

―Haré lo que me mandes.

Su respuesta, satisfizo a mi tía que cogiéndola del brazo se la llevó a la planta superior mientras yo daba buena cuenta del segundo café de la mañana. Sabiendo el jueguecito que tenía planeado, no me importó quedarme plantado en la cocina mientras ella preparaba a mi ex para lo que iba a acontecer. La media hora que tardaron en bajar y el rubor en sus mejillas me hicieron sospechar que Elena había aprovechado para darse un revolcón con Belén entre tanto.

―¿Listas?― pregunté haciéndome el despistado.

Mi tía supo que la había descubierto y pegando su cuerpo al mío, me pasó unos mandos mientras me decía:

―¿Te gustaría ver cómo funcionan?― tras lo cual, se puso al lado de la morena y levantando las dos faldas, prosiguió diciendo:―No ha sido fácil esconder los dos vibradores en nuestras bragas.

Descojonado, me acerqué a comprobar que ambas tenían incrustados sendos aparatos en el coño pero entonces obligando a que Belén se diera la vuelta, abrió sus nalgas y me enseñó que también le había colocado uno dentro del culo.

―¡Lleváis cada una dos!― sorprendido exclamé.

Muerta de risa, la hermana de mi madre contestó:

―Es hora que los pruebes.

Francamente interesado, sin saber cuál era, agarré el primer mando y tanteando los botones, encendí el que mi tía tenía inmerso en el ojete. El gemido de Elena me hizo saber que era el suyo y poniéndolo a plena potencia, probé el siguiente. Mi ex al sentir que su chocho y su culito se ponían a vibrar a la vez, aulló calladamente mientras se relamía sus labios con la lengua. Durante cerca de un minuto, jugueteé subiendo y bajando la fuerza de los aparatos hasta que la cuarentona con la respiración entrecortada, me pidió que los apagara:

―Si sigues así, ¡no esperaré a que nos lleves fuera de casa!

Comprendiendo que quería cumplir una de sus fantasías, accedí y silencié los suyos, dejando los de Belén funcionando aunque a un ritmo más bajo. Todavía no habíamos llegado al coche cuando percibí de reojo que mi ex estaba empezando a sufrir las consecuencias de esa estimulación dual:

«Está tan cachonda que hasta le cuesta caminar», pensé mientras incrementaba a propósito la velocidad del vibrador de su culo. La morena al experimentarlo, se tuvo que agarrar a la puerta para no caer. El orgasmo que sacudía su cuerpo era tal que tanto mi tía como yo pudimos observar cómo se estremecía y cómo partiendo de sus braguitas, brotaba un riachuelo que manchaba con flujo sus muslos.

―No seas capullo, déjala descansar― me advirtió sonriendo mi tía al ver la tortura a la que tenía sometida a la muchacha.

Sabiendo que tenía razón y antes de apagar los instrumentos, los puse a toda potencia durante unos segundos. El chillido de Belén nos hizo reír y abriendo la puerta del coche, susurré en su oído:

―¿Te ha gustado putita?

Antes de responder, cogió mi mano y la restregó contra su encharcado sexo y mordiéndose los labios, me contestó:

―Me has puesto como una moto. Te aseguro que me vengaré.

Por el tono, más que amenaza, era una promesa y por ello, mi pene reaccionó irguiéndose bajo mi pantalón deseando que hiciera efectivas sus palabras, me instalé en el asiento del conductor. Elena nada más ajustarse el cinturón de seguridad, me pidió que las llevara hacía el centro. Al preguntarle si quería algún sitio en especial, muerta de risa, me confesó:

―Llévanos a uno con mucha gente y a poder ser seria.

Su deseo no era sencillo de cumplir en una ciudad turística pero justo cuando ya me daba por vencido, recordé que había leído un cartel donde se anunciaban unas conferencias sobre historia. Imaginando que podría manipular la excitación de ese par en una sala casi en silencio donde no podrían mostrar los signos de su calentura, decidí dirigirme hacía allá. Al preguntar mi tía donde íbamos, me reí sin aclararle nada. En cuanto aparqué frente a la casa de la cultura, descojonada musitó entre dientes:

―Eres un pervertido. Aquí no podremos gritar.

Sus risas me confirmaron que le gustaba mi elección y por eso cogiéndolas de la cintura, entramos en ese local. La sala estaba casi repleta de público y por eso creí que no íbamos a poder sentarnos juntos cuando desde una esquina escuché que llamaban a Belén.

―¡Mis padres!― nos informó avergonzada.

Nos estábamos acercando a saludar al matrimonio cuando decidí aprovechar la circunstancia para putear a las mujeres y encendiendo los vibradores, les di un par de toques en el coño para que supieran cuales iban a ser mis intenciones.

―Ahora no― suplicó mi ex temiendo que sus viejos se percataran que algo ocurría.

En cambio mi tía no dijo nada y eso que producto de los mismos, sus pezones estaban como piedras bajo su blusa. Para desgracia de ambas, la presencia de los padres de Belén lejos de hacerme parar, incrementó el morbo que sentía y aprovechando que Elena estaba saludando a Don Nicolás, puse a toda potencia tanto el vibrador de su chocho como el de su culo. Para su desgracia, mi tía no pudo evitar gemir calladamente al notar la vibración y para colmo, el tipo creyó que algo le dolía e interesándose por ella, preguntó si le dolía algo.

―Estoy un poco mareada― comentó queriendo pasar el mal trago.

Lo que no había previsto fue que el padre de Belén al ayudarla a sentarse, le mirara el escote dando un buen repaso al canalillo formado entre sus dos peras. El brillo de sus ojos del cincuentón lo delató y ese descubrimiento incrementó su calentura, encharcando sin remedio el tanga que llevaba puesto. La humedad de su coño era tanta que Elena temió que traspasara su falda y que al levantarse todo el mundo pensara que se había meado y por eso se quedó sentada mientras el resto seguíamos charlando de pie. Muerto de risa le ataqué su sexo con una serie de sensuales vibraciones que la hicieron palidecer aún más.

―¿Seguro que te sientes bien?― insistió Don Nicolás al ver que las piernas de mi tía temblaban sobre su asiento.

La mujer se sentía incapaz de dejar de moverse aunque lo intentaba y por eso le contestó que tenía un poco de frio por el aire acondicionado. El hombretón asintió y sin saber que era lo que le ocurría a Elena, caballerosamente le preguntó si quería salir de esa sala tan gélida.

«¡Si supiera que lo que tiene esa zorra es calor!», pensé y sin inmutarme, programé los dos aparatos para que empezaran a vibrar acompasadamente. Cuando uno paraba, el otro comenzaba de forma que en ningún momento mi tía se sentía liberada.

El incremento de mi ataque la hizo retorcerse y creyendo que al salir de la sala, iba a perder la frecuencia y que con eso se pararía la tortura a la que la tenía sometida, nos pidió perdón y levantándose salió del acto. Lo que ninguno de los tres esperábamos fue que Don Nicolás creyendo que realmente mi tía se sentía mal, decidiera acompañarla.

En ese momento, quise acompañarles pero el padre de Belén, me dijo:

―Quédate con tu novia, yo me ocupo.

Que se refiriera a su hija como mi novia, me dejó anclado en mi sitio ya que entre ella y yo ya no había nada más que sexo. Fue entonces cuando su esposa interviniendo, nos preguntó que cuando habíamos vuelto a salir. Estaba a punto de negar esa relación cuando escuché a la aludida decir:

―Llevamos casi un mes.

La sonrisa de su madre me informó que me veía con buenos ojos y no queriendo defraudarla, pasé mi mano por la cintura de su hija mientras accionaba el mando para que sufriera un ataque igual al que había lanzado sobre mi tía. Pero entonces y al contrario de lo que hizo mi familiar, esa zorrita pegando su cuerpo al mío, susurró en mi oído:

―Me encanta que seas tan malo.

Su ronroneo fue una declaración de guerra y aprovechando que el acto empezaba me senté entre ella y su madre para así poder actuar más libremente. La fortuna se alió conmigo cuando al poco de empezar a hablar, el conferenciante apagó las luces de la sala para que viéramos mejor las diapositivas de su charla. La exigua iluminación me dio ánimos para mientras ponía sus consoladores a plena potencia, posar mi mano sobre uno de sus muslos.

Doña Aurora, su madre, ajena al placer que estaba demoliendo las defensas de su hija, me estaba preguntando cuando llegaban mis viejos, justo en el instante que su retoño cogía mi mano y se la llevaba a su entrepierna.

―Este año dudo que vengan. Mi padre está a tope de trabajo― contesté al tiempo que con un dedo separaba la braga de Belén y me ponía a pajearla.

La guarrilla de mi ex al experimentar esa caricia, separó sus rodillas de par en par para facilitar mis maniobras mientras su progenitora charlaba animadamente con el que consideraba su yerno. El morbo de estar masturbando a su hija frente a esa señora me hizo hundir una yema en el interior de su vulva hasta tocar el aparato que llevaba incrustado. Al hacerlo decidí sacarlo y usando dos de mis dedos lo extraje de su interior para acto seguido empezar a usarlo como estoque con el que acuchillar su chocho.

Belén no pudo acallar un gemido cuando notó que la estaba follando con ese dildo pero reponiéndose al momento, siseó en mi oreja:

―Fóllame como tú sabes.

Aunque no me hacía falta su permiso, su entrega facilitó las cosas y al tiempo que contestaba una nueva pregunta de Doña Aurora, comencé a meter y a sacar ese falo de plástico de su coño. LA velocidad que imprimí a esa acción provocó el orgasmo de la morena que sin poderlo evitar se corrió calladamente mientras yo disimulaba mi erección con el folleto de la conferencia.

―Sabes hijo, me encanta que hayáis vuelto a salir― me confesó su madre: ―Últimamente, no me gustaban las compañías de Belén.

Esa confesión me interesó y dejando momentáneamente el sexo de la morena en paz, pregunté a su madre a qué se refería. La señora se dio cuenta que había sido imprudente y por eso tuve que insistir para que exteriorizara sus dudas:

―Las amigas de universidad de mi hija creo que son lesbianas.

Soltando una carcajada, reinicié mi ataque contra el coño de la aludida mientras calmaba a su madre diciendo:

―Le puedo asegurar que su hija no se comporta como tal conmigo.

Esa media verdad tranquilizó a la señora y digo media verdad porque no en vano la noche anterior había sido testigo de cómo Belén hundía su cara entre las piernas de mi tía. Para entonces la morena estaba nuevamente a punto de correrse y llevando mi mano hasta su pecho, di un duro pellizco en uno de sus pezones mientras oía como Doña Aurora me contestaba:

―No sabes cómo me alegra el oírte. No tengo nada contra esas niñas pero prefiero que salga contigo aunque seas un poco golfo.

Al escuchar esa frase me fijé que sin cortarse esa cuarentona estaba señalando el bulto de mi entrepierna y completamente colorado, intenté disculparme pero entonces esa cuarentona murmuro en mi oído:

―No te preocupes. Para mí es un alivio verte calentar a mi hija y que ella disfrute.

«¡Joder con la vieja!», exclamé mentalmente al saber que no había conseguido engañarla pero que en vez de enfadarse alentaba esa actuación. Mi ex novia que ya se había corrido al menos dos veces y que no sabía que su madre se había dado cuenta, llevó su mano hasta mi bragueta y sin cortarse un pelo, la bajó introduciendo su mano dentro de mi pantalón. Doña Aurora al observar que su retoño me empezaba a pajear, no dijo nada y retirando su mirada, se concentró en la charla aunque bajo su camisa, dos pequeños bultos la traicionaron mostrando su propia calentura.

Cortado y excitado por igual, estaba perplejo tanto por la actitud permisiva de esa señora como por la lujuria de su cría y sin poder hacer nada más que dejar que siguiera su curso, me acomodé en mi silla para disfrutar del modo en que la mano de Belén ordeñaba mi miembro. La morena imbuida por la lujuria que sentía, aceleró la velocidad con la que me pajeaba mientras al otro lado su vieja miraba de reojo sus maniobras. La sonrisa de sus labios al notar que me corría incrementó todavía más mi morbo y dejándome llevar alcancé un brutal orgasmo mientras el conferencista terminaba su exposición. Os juro que solo me dio tiempo de acomodarme la ropa antes que encendieran las luces.

Todavía caliente y avergonzado me tocó acompañar a esa señora fuera del local para encontrar a su marido y a mi tía hablando animadamente en una terraza. Don Nicolás al vernos salir, se acercó a su esposa y dando un beso en su mejilla, se disculpó diciendo que se había perdido la charla por la indisposición de Elena. Su señora estaba tan contenta de que su niña no fuera de la otra acera que no advirtió la mancha blanca que su marido lucía en sus pantalones. Mancha de semen que yo sí vi y aprovechando que mi ex novia estaba despidiéndose de ellos, me acerqué a mi tía y haciéndome el celoso, le pregunté:

―¿Te has tirado al padre de Belén?

La muy puta sonriendo, contestó:

―Dos veces.

Su desparpajo al reconocerlo, me hizo reír y aunque resulté extraño de creer, me alegré porque de esa forma la hermana pequeña de mi madre me acababa de demostrar que había conseguido borrar todos sus problemas con los hombres y haciéndole una confidencia, le conté lo ocurrido dentro del salón de actos y cómo Doña Aurora se había sentido encantada de que su hija estuviera con un hombre en vez de con una mujer.

Al terminar de contárselo, Elena soltó una carcajada y cogiéndome de la cintura me llevó hasta Belén. Ya con sus dos amantes bajo el brazo, nos preguntó:

―¿A dónde os apetece ir?

Ni que decir que los dos respondimos al unísono que a follar a casa.

————————————-

Ya en el chalet, Belén me asaltó y en connivencia con Elena, ni siquiera había cerrado la puerta cuando se lanzó sobre  mí. Sin esperar a que mi tía entrara,  izándola entre mis brazos, me quité los pantalones y de un solo empujón la penetré hasta el fondo.

La morena chilló al sentirse invadida y forzada por mi miembro y deseando ese castigo, apoyó sus manos en mis hombros para profundizar la penetración. Mi glande chocó contra la pared de su vagina al conseguir que la totalidad de mi miembro se hubiese acomodado en su interior. Casi sin lubricar,  su estrecho conducto presionó fuertemente mi verga al entrar y sin esperar a acostumbrarse, comenzó a empalarse una y otra vez, olvidado el dolor que le provocaba esa cruel penetración.

Las  lágrimas de sus ojos me hicieron saber que estaba desgarrándola y fue entonces cuando mi tía me pidió que esperara a que se relajara antes de iniciar un galope desenfrenado. Pero Belén contrariando las órdenes de Elena me gritó como posesa que la tomara y que no tuviera piedad.

―Me tienes hirviendo― soltó mientras usaba mi sexo como ariete con el que demoler sus defensas.

Los gemidos y los aullidos de mi ex se incrementaron al ritmo con el que hoyaba su interior y en pocos segundos un cálido flujo recorrió mis piernas.  Mi tía colaboró conmigo mamando de los pechos de la cría mientras su dueña se arqueaba en mis brazos con los ojos en blanco, mezcla de placer y de dolor. No me podía creer lo caliente que se había puesto la muchacha y lo mojada que estaba. La enorme facilidad con la que mi pene salía y entraba de su sexo, me hizo saber pensar que no tardaría en correrse.

Deseando dar cabida a Elena, le pedí que se sentara en la mesa y dando la vuelta a Belén, puse su cara en contacto con el chocho de mi pariente. Mi ex al ver los pliegues de mi tía a escasos centímetros de sus labiós, sacó su lengua y empezó a recorrerlos mientras yo la volvía a penetrar. Esta nueva postura me permitió deleitarme con sus pechos. Grandes y duros se movían al ritmo con el que me follaba a  la morena.

Elena aulló como una loba cuando sintió como los dientes de mi ex torturando su clítoris y totalmente fuera de si,  clavó las uñas en la espalda de la muchacha como  buscando aliviarse la calentura. Ese arañazo consiguió que se incrementara  la lujuria de nosotros dos y  mientras Belén chillaba como una loca,  cogí sus tetas como agarre y comencé a galopar desenfrenadamente sobre ella.

―Dale duro. ¡Que sienta que es nuestra!― pidió mi tía al verme.

Olvidando toda precaución, forcé su coño con mi pene hasta que mis huevos rebotaban como en un frontón contra su cuerpo. Ella al sentir la forma en que eso la desgarraba aulló de dolor y de gozo. Sus lamentos me hicieron explotar y cuando rellené su cueva  con mi semen, ambas mujeres se unieron a mí, azotadas por el placer.

Agotado me desplomé sobre Belén sin sacársela y mi victima hizo lo propio sobre Elena mientras sufría los últimos estertores de su clímax.

Vamos a la cama― nos pidió la cuarentona en cuanto comprobó que nos habíamos recuperado un poco.

De la mano de ellas dos, fuimos  a mi  habitación donde comprobé que mi pariente no nos iba a dejar descansar porque nada más llegar, abrió un cajón y sacando un arnés, se dirigió a Belén diciendo:

―¿Cómo quieres que te follemos tus dos agujeros?…

 

 

 

Relato erótico: “El primer trabajo de Isabel” (POR XELLA)

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Isabel estaba nerviosa. Acababa de terminar sus estudios y era su primer día de trabajo. Le había costado mucho pero por fin iba a trabajar en lo que deseaba. Tan solo tenia 23 años, pero el sacrificio que había hecho, dejando de lado amigos y familia le había permitido sacarse la carrera de farmacia por la rama de investigación a la primera.
Había sido un sacrificio enorme, tanto tiempo sin ver a sus amigos había hecho que las relaciones se deteriorasen y, aunque había tenido algún escarceo hace tiempo, tampoco tenía pareja. No es por falta de pretendientes, Isabel era una chica guapa, morena, con el pelo largo y rizado y con un buen cuerpo que, sin ser despampanante llamaba bastante la atención, si no por su dedicación a los estudios.
Y allí estaba ella, a punto de comenzar su primer trabajo.
Era una empresa que destacaba bastante en el campo de la investigación, así que estaba bastante ilusionada. No era fácil conseguir un puesto en Xella Pharma…
Cuando llegó a recepción le sorprendió encontrar allí a una compañera que había acabado la carrera con ella, no tanto por ver a alguien conocido como por la persona que era. La chica había tardado varios años en sacar la carrera, y no lo había hecho con muy buenas notas. Creía que el acceso a esa empresa era más… “elitista”
– ¡Hola! – La saludo animada, nada más verla. – Eres Isabel ¿Verdad?
– Sí, tu eras… ¿Mónica?
– Sí, no sabia que te supieses mi nombre. Estoy un poco nerviosa, ¿Tu no?
– Un poco… – Contestó Isabel, no queriendo demostrar en exceso lo nerviosa que estaba. – ¿Puedo preguntarte como acabaste aquí? Las pruebas de acceso son muy duras…
– Yo tampoco tenía pensado venir aquí al acabar los estudios… Dicen que sólo entran estudiantes de 10… Vamos… Como tú. Pero deben tener algún tipo de beca de acceso porque un día estando en la facultad, vino un representante de Xella Pharma y me dijo que había sido seleccionada para un trabajar en un proyecto piloto… Que habían estado haciendo un seguimiento a todos los alumnos y yo era la que más se ajustaba… ¡Así que aquí estoy!
Isabel se quedó observándola, era una chica guapísima. Más alta que ella, rubia y voluptuosa. Siempre se preocupaba por arreglarse al máximo, hasta para ir a clase.
– Buenos días. – Las sorprendió una mujer. – ¿Sois las chicas nuevas? – Preguntó con una sonrisa.
– ¡Sí! – Se apresuró a contestar Mónica.
– De acuerdo, pues si queréis acompañarme os llevaré con el jefe de sección y el os contará el resto.
Las dos chicas se levantaron y la siguieron nerviosas. La mujer iba impecablemente vestida aunque algo atrevida. Una falda de tubo ajustada, demasiado corta para el gusto de Isabel, y una blusa blanca ceñida que mostraba un profundo escote… Andaba con soltura sobre unos tacones altísimos con los que Isabel no habría podido ni mantenerse de pie. “Debe ser la secretaria” pensó Isabel.
Las dejo a la puerta de un despacho, no sin antes anunciar su llegada.
– Podéis pasar, el señor Pérez os está esperando.
Abrieron la puerta y vieron a un hombre de mediana edad, castaño, aunque con alguna cana sobre su cabeza, completamente afeitado y vestido con un traje gris a rayas sentado en la mesa que dominaba el despacho.
– Buenos días. – Saludaron las chicas al mismo tiempo.
– Buenos días, me alegra que seáis tan puntuales. Eso es empezar con buen pie. Estáis a punto de entrar a formar parte de una de las empresas farmacéuticas más importantes del país. Espero que os deis cuenta de la importancia de ese hecho.
– P-Por supuesto. – Contestó Isabel.
– Lo único que pediremos de vosotras es compromiso, puesto que habiendo pasado las pruebas de selección damos por hecho que valéis para trabajar aquí. Nuestra empresa, aunque sea tan grande, es como una gran familia, todos nos apoyamos por que tenemos la confianza de que todos nuestros compañeros van a dar el 100%, al igual que nosotros.
Isabel escuchaba atentamente , había luchado mucho por un trabajo así y sabía que valía para ello. En en cambio, Mónica no estaba prestando mucha atención… Estaba más atenta a observar el despacho que a las palabras del señor Pérez.
– Bueno, pero dejémonos de charla aburrida y vamos a firmar los contratos. Una vez los hayáis firmado iréis con vuestra responsable a conocer los laboratorios y vuestras obligaciones.
Puso ante ellas los contratos y dos bolígrafos.
– ¿Puedo… Leermelo antes? – Preguntó Isabel.
– Por supuesto, nunca hay que firmar nada sin leer… – Contestó el señor Pérez, mirando como Mónica firmaba directamente.
– Yo lo firmo ya, ¿Qué más da? Es un contrato de trabajo…
Isabel leyó atentamente, no viendo nada fuera de lo común o alguna cláusula extraña. Estaban obligadas a hacer las guardias cuando hiciese falta, tenían contrato de exclusividad y de confidencialidad… Vamos, nada raro.
Después de firmar, las dijo que cogieran el ascensor, que en la tercera planta las esperaría su encargada.
Nada más verla, se quedaron sorprendidas. Una pelirroja despampanante, vestida con una bata de científica cortisima, con las piernas al aire y unos tacones altísimos, sin nada que envidiar a los de la secretaria. Llevaba el pelo recogido en una alta coleta e iba maquillada como si fuese a salir de fiesta. Un enorme escote atraía todas las miradas, hasta las suyas.
– Buenos días, Mónica e Isabel, ¿Verdad? – Preguntó.
– S-Sí, yo soy Isabel, ella es Mónica.
– Parece que ya os han contado un poco como va todo por aquí, así que vamos a pasar a enseñaros las instalaciones.
La mujer comenzó a andar avanzando por el largo pasillo. Había muchas puertas a los lados, todas cerradas. Se cruzaron con algunas mujeres más, todas vestidas igual que su encargada… ¿Es que no sabían lo que era la comodidad?
– Perdone… Señorita… – Comenzó Isabel.
– Rosa. Me llamo Rosa.
– Señorita Rosa. ¿Este es el uniforme que hay que llevar? ¿O se puede llevar algo más cómodo?
– ¿Cómo? Ja ja ja… – Rió divertida. – No, podéis llevar lo que queráis. Cada una viste como se encuentre cómoda.
“¿Con esos tacones? ” Pensó Isabel,” yo ni muerta… “
Llegaron al laboratorio y lo que vieron las maravilló. ¡Tenía de todo! Era enorme y tenía todo el instrumental que se pudiese desear. Estaba lleno de farmacéuticas trabajando, todas vestidas de la misma manera. Más que un laboratorio parecía un desfile de modelos. Isabel comenzó a curiosear por toda la sala, fascinada. Cuando acabó, Rosa les enseñó donde estaba el vestuario para que se pusiesen cómodas y comenzasen la jornada.
– ¿Has visto cómo van todas vestidas? – Preguntó Isabel.
– Sí… Yo… Yo no se si podré trabajar con esa ropa…
– No seas tonta, yo me voy a poner cómoda vaya como vaya el resto de la gente.
Cuando se comenzaron a vestir, Isabel pudo ver de primera mano el cuerpo que tenia su compañera. Por momentos se sintió algo avergonzada, todas las mujeres que había visto en la empresa eran unas bellezas y su compañera no se quedaba atrás. Ella, incluso considerando que tenía buen cuerpo, no llegaba a su nivel…
” ¿Qué estás pensando? Esto es un trabajo, lo que importa no es el físico… “
Las dos se vistieron con unos vaqueros y una bata larga, acompañados de zapatillas planas de farmacia.
Ninguna de las compañeras parecía dar importancia a su manera de vestir. No hablaron mucho con ellas, pero por lo que pudieron oír de sus conversaciones, tenían bastante buen ambiente y quedaban entre ellas a menudo para salir de fiesta.
El primer día fue bastante duro. Sabía que iba a ser difícil, pero no se esperaba que lo fuera tanto. Se quedaba atrás en todos los encargos que le mandaban y no alcanzaba el ritmo del resto de la gente. Era la prueba de que no hay que dejarse llevar por la primera impresión de la gente, todas sus compañeras parecían mujeres objeto pero, pese a ello, eran unas trabajadoras asombrosas.
A la hora de salida, casi todas sus compañeras se quedaron porque les tocaba guardia. Las pocas que no tenían se cambiaron con ellas en los vestuarios. Era asombroso, parecía hecho a posta… ¡Estaban todas impresionantes! Casi más que modelos, parecían conejitas Playboy… Además de ver los cuerpazos que tenían, pudo comprobar cómo todas llevaban ropa a juego con la bata: minifaldas enanas y tops escotados. Además acompañaban su atuendo con lencería sexy. Isabel sólo se había puesto algo tan atrevido el día que perdió la virginidad… y ellas se lo ponían para trabajar. Hizo todo lo posible por esconder sus braguitas blancas de algodón…
Llegó a casa destrozada. “No te preocupes, es el primer día. ” Se decía, pero no conseguía animarse.
El siguiente día comenzó igual de duro, añadiendo una visita del señor Pérez a mitad del día.
– Buenos días chicas. – Saludó alegre.
– ¡Buenos días señor Pérez! – Exclamaron todas al unísono.
– Bu-Buenos días. – Balbucearon Isabel y Mónica.
– ¿ Qué tal lleváis el día? Hola Lucía, ¡Qué guapa estás hoy! – Exclamó, mientras le daba un sonoro cachete en el culo a la tal Lucía. Ésta, ante la sorpresa de Isabel, solo se rió tontamente, coqueteando.
El señor Pérez continuó su ronda de saludos, en la que se acercó a casi todas las chicas para hacerles una caricia, un pellizco, un cachete… Isabel estaba pensando que como se le ocurriese acercarse habría acabado su sueño de trabajar allí, porque no le iba a permitir ese trato, pero no fue así, cuando se acercó simplemente las pregunto si se estaban adaptando bien y si necesitaban cualquier cosa, que lo pidieran. El señor Pérez estuvo dando vueltas por el laboratorio un rato más y después se fué a una reunión con las jefas de sección y con alguna empleada.
Si Isabel estaba teniendo problemas para seguir el ritmo, Mónica lo llevaba bastante peor. No era capaz de seguir el ritmo y no se enteraba de la mitad de las cosas. Al pasar los días además, comenzó a llegar tarde y a perder la ilusión por el trabajo, lo que hacía que realizase sus tareas con desidia.
Una tarde Rosa las abordó mientras se estaban cambiando.
– Buenos días chicas. Creo que después de los días que lleváis aquí, os vais adaptando más o menos a la dinámica de la empresa, cada una a su ritmo. Isabel, tu vas a ser asignada a un nuevo proyecto, están ultimando un nuevo fármaco y necesitan gente. Te he recomendado a ti y están encantadas, así que mañana mismo empezarás. Mónica, tu adaptación esta siendo más lenta, así que de momento vas a hacer un pequeño curso de reciclamiento laboral, que te ayudará a alcanzar el ritmo de tus compañeras. Espera aquí que ahora vendrán a por ti. Pasarás unos días en el curso y después te incorporarás al proyecto con Isabel.
Las caras de las chicas eran totalmente contrarias. Isabel había sido recomendada para un nuevo proyecto, y estaba henchida de orgullo, Mónica en cambio, tenía la decepción escrita en la cara. Le había dicho que no valía, aunque lo hubiese adornado con el tema del curso.
Isabel se incorporó a sus nuevas compañeras, todas tan eficaces, diligentes y preciosas, como las anteriores e intentó seguir el ritmo. Según lo que le habían dicho, estaban desarrollando un medicamento anticonceptivo que sería revolucionario. Tenía que ayudar a formar los compuestos necesarios.
Efectivamente, usaban gran cantidad de hormonas en el proceso, así como algunos componentes usados en medicinas psiquiátricas para relajar la mente. El último componente era el XC-91, un compuesto descubierto por el equipo de investigación que era la piedra angular del proyecto.
Pasaron los días e Isabel no hacía más que quedarse atrás. No llegaba a coger el ritmo y se mataba a trabajar para llegar a las cotas que le exigían. Tantas horas de trabajo la tenían destrozada, y además teniendo una sensación que nunca había tenido, la de sentirse superada en todo. Sus compañeras era más rápidas, más eficientes y más guapas. Todavía les quedaba energía de hacer guardia cuando las tocaba y, por sus conversaciones, dejaban caer que además, salían bastante de fiesta…
El señor Pérez pasaba casi todos los días por allí, charlando de manera bastante “afectiva” con todas sus compañeras, en cambio, a ella la trataba con total educación.
El último golpe a la autoestima de Isabel fue cuando Mónica acabó su curso de reciclamiento laboral… En cuanto la vio aparecer se le cayó el alma a los pies… ¡Iba vestida igual que todas! Una reducida bata que casi no le tapaba nada, unos taconazos de vértigo y un escote interminable “¿tenía Mónica tantas tetas ?”  Isabel estaba confusa.
– ¿Q-Qué te ha pasado? – Preguntó.
– ¿A mi? Nada, ¿por?
– ¿Por qué vistes así? ¿Qué hiciste en el curso?
– No es nada, me siento guapa y quería demostrarlo. ¡El curso ha sido genial! Me han enseñado todos los entresijos de la empresa, como funcionan, como adaptarme… ¡Ahora me siento realmente preparada para estar aquí!
Isabel estaba boquiabierta, pero su sorpresa aumentaría al ver a su compañera desenvolverse en el trabajo. Se manejaba con soltura y rapidez, haciendo más obvia la torpeza que sentía la chica.
– ¿Y sabes qué? – Preguntó Mónica mientras se cambiaban. – ¡Mañana tengo mi primera guardia!
¿Cómo era posible? Se preguntaba Isabel… No podía haberse quedado tan atrás… ¿Será que no valía para eso? No… Eso nunca… Iba a conseguirlo costase lo que costase…
Mientras se cambiaban también le dió la impresión de que Mónica había cambiado en algo… La veía más alta… más… tonificada… Pero seguro que eran impresiones suyas…
Al día siguiente el señor Pérez volvió a pasar por el laboratorio, deteniéndose al lado de Mónica.
– ¡Pero bueno! ¡Qué cambio! – Dijo, mientras le daba un vistoso pellizco en el culo a la rubia. – Veo que te has integrado a la perfección. Sigue así y llegaras lejos.
Isabel no creía lo que veía, ¡Le había pellizcado el culo! Y lo único que había hecho Mónica era poner cara de tonta y soltar una risita…
A la hora de irse, Isabel se cambió sola, puesto que su compañera tenia guardia.
Al día siguiente, se veía a Mónica feliz y despejada.
– ¿Qué tal la guardia? ¿Fue muy duro?
– Para nada.  – Contestó Mónica. – Todas me ayudaron un montón, ¡Y quedé con ellas después de la guardia! Nos lo pasamos genial.
– ¿Ah sí? – Preguntó Isabel, decepcionada, a ella nadie le había dicho nada…
Al acabar el día, Rosa se acercó a Isabel.
– Buenas tardes Isabel, ¿Qué tal has pasado el día?
– Bueno… – Contestó, con voz queda.
– Habrás visto que tu compañera se ha adaptado rapidísimo a sus nuevas funciones.
– Sí… He visto que dado un gran… cambio…
– También ha hecho migas con sus compañeras…
– Sí… También. – Contestó Isabel, cansada de esa conversación.
– Nos hemos dado cuenta de que te estás quedando algo rezagada, así que hemos pensado que hagas el mismo curso de reciclaje que Mónica.
Isabel quedó pensativa. ¿Un curso de reciclaje? Si no había más opción… Si a Mónica le había ayudado… ¿Por qué a ella no?
– Esta bien, haré el curso de reciclaje.
– Me alegra oírlo. Cuando acabes de cambiarte ve a la sala del fondo del pasillo. Allí comenzará el curso.
Obediente, fue a la sala que le habían indicado. Se quedó bastante sorprendida con lo que encontró. Una enorme sala blanca, con música relajante, varias camillas de masaje… ¿ Ese era el curso de reciclaje? Seguro que se había equivocado… Se dió la vuelta para salir cuando…
– ¿Isabel?
Una mujer había aparecido por la puerta del fondo. Una mulata despampanante, como el resto de sus compañeras, se acercaba a ella.
– S-Sí, soy yo…
– Te estaba esperando. ¡Oh vamos! No pongas esa cara, ¿Qué mejor manera de empezar un curso de reciclaje que con un masaje relajante? Así te sentirás más cómoda, liberadas tensiones y te resultará más fácil adaptarte…
Isabel pensó que en cierta manera tenía razón.
– Venga, pasa detrás de ese biombo y desnúdate.
– ¿Qué?
– ¡No esperarás que te de el masaje con la ropa puesta!  Vamos, si te cambias con tus compañeras en el vestuario…
Isabel se metió detrás del biombo, sin ninguna gana de quedarse desnúdate delante de la mujer, pero aún así obedeció.
Avanzó hasta la camilla y se tumbó boca abajo, siguiendo las indicaciones de la mulata.
– Estas demasiado tensa… ¿Te estresa trabajar aquí?
– Un poco… Pero no es el trabajo… Es… La situación… Me siento superada…
La mujer comenzó a extender aceite por su espalda.
– No te preocupes… Después de esto te sentirás mucho mejor…
– Sí… Eso esp…
Isabel recibió un rápido pinchazo en el cuello que la durmió al instante.
– Duerme pequeña… Cuando despiertes todo irá mucho mejor… – Susurro la mulata.
La cabeza le daba vueltas. Se sentía adormecida, relajada. Había bastante ruido en el ambiente, oía… ¿Gemidos? No estaba segura… Intentó incorporarse pero algo se lo impidió, entonces vió el origen de los ruidos. Por toda la sala, había mujeres, muchas mujeres, todas desnudas, encadenadas a la pared y masturbándose con vibradores. Y ella estaba atada y desnuda en ese sillón. En otro momento se habría asustado y escandalizado, pero estaba taaaaan relajada… Realmente le daba igual, se sentía como en una nube.
Una puerta se abrió y un hombre se acercó a ella.
– ¿Ya está preparada? – Preguntó.
– Casi. – Contestó una voz de mujer detrás de ella. – El proceso ha sido iniciado, sólo falta esperar a que termine.
– Excelente. – El hombre se acercó a ella. Entonces pudo reconocer al señor Pérez. – ¿ Qué tal te encuentras, pequeña? – Isabel no era capaz de articular palabra. – No te preocupes, dentro de poco te encontrarás mejor que nunca. ¿No has visto lo feliz que es Mónica ahora?
Entonces Isabel se fijó en ella. De la mano del señor Perez salía una cadena de perro que acababa… en el cuello de Mónica. Esta avanzaba a cuatro patas a un lado del hombre, completamente desnuda.
– Se ha integrado perfectamente en el grupo, y tu también lo harás. – Un pequeño tirón de la cadena indicó a Mónica lo que tenía que hacer. Se arrodilló delante del sillón en el que se encontraba Isabel y comenzó a lamerle  el coño sin prisa, lentamente. A Isabel nunca le habían practicado sexo oral… Era maravilloso… Intentaba asimilarlo todo: las palabras del sr Pérez, el comportamiento de su amiga… pero todo ocurría como en un sueño.
– Espero que te guste tu nueva imagen, vamos a suavizar tus facciones y a aumentar tus tetas unas cuantas tallas. Así podrás realizar mejor tu trabajo. En cuanto acabemos con tu físico, comenzaremos con tu instrucción. Cuando acabe contigo me lo agradecerás, ya verás…
Los gemidos empezaban a acudir a su boca mientras todo comenzó a volverse oscuro.
Isabel estaba deseando empezar la nueva jornada de trabajo. Acababa de terminar el curso de reciclaje y le había ido genial. Mientras se cambiaba, pensaba como era posible que antes fuese con esa ropa tan andrajosa… Con lo bonitas que tenía las piernas… ¡Tenía que lucirlas! ¿Y por qué antes no se ponía nunca escote? Si tienes algo bueno, ¡Enséñalo! Mientras se ponía los tacones, vio llegar a Mónica.
– Holaaaa. – Saludó contenta.
– ¡Isabel! ¡Que guapa estás! ¿Ya acabaste el curso?
– Sí. ¡Ha sido genial! Creo que ahora si que me adaptaré perfectamente. – Contestó, abrazando animadamente a su compañera. – ¿Y sabes qué? ¡Esta noche tengo guardia yo también!
– ¡Es genial! Ya verás qué bien nos lo pasamos.
El curso había dado resultado, ahora no perdía el ritmo con sus compañeras, las cuales ahora sí le prestaban atención.
El señor Pérez acudió a media mañana, saludando a sus compañeras como de costumbre. Isabel estaba deseando demostrarle que se había adaptado perfectamente. Cuando se acercó, la saludó afectuosamente, acariciando su culo de arriba a abajo, llegando a meter la mano por debajo de su bata. En vez de escandalizarse, Isabel se sintió orgullosa.
Cuando llegó la hora de irse, se dirigió con todas sus compañeras a las salas donde se realizaban las guardias. Entraron perfectamente organizadas, en fila india. Nada más entrar, cada mujer se despojaba de su ropa, dejándola en un armario al lado de la sala, avanzaba hasta Rosa, la cuál enganchaba un pequeño collar de perro con una cadena y se dirigía con cada mujer a un rincón de la sala donde era encadenada.
A algunas las decía algo y se las llevaba a una sala contigua.
Isabel entró justo después de Mónica. Cuando Rosa atendió a Mónica le dijo.
– Hoy volverás a atender al señor Pérez… Y tu irás con ella. – Comentódirigiéndosee a Isabel. – Tiene ganas de probaros a las dos juntas.
Al enganchar el collar, las dos se arrodillaron. Rosa acopló un plug anal con forma de cola de animal al culo de cada una de las chicas. El de Mónica era de gatita, el de Isabel de conejito. Como si fuera lo más natural del mundo, las dos chicas siguieron a Rosa, a cuatro patas, sus nuevas enormes tetas colgaban, bamboleándose de un lado a otro.
La nueva vida de las dos estudiantes estaba a punto de comenzar… y eran las personas más felices del mundo.
 
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Relato erótico: “El despertar sexual de cassandra 4” (POR PERVERSO)

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Cassandra y Guadalupe, dos niñas que se conocían desde el preescolar, asistieron juntas compartiendo la misma aula los seis años que dura la educación primaria, de igual modo se vieron en el mismo salón los tres años que conforman la educación secundaria para seguir juntas en esta su educación preparatoria, en otras palabras, los más de diez años de conocerse entre estas chiquillas habían desarrollado una especie de hermandad entre ellas, más que como unas simples amigas estas niñas se veían entre sí como verdaderas hermanas de sangre, y no solo de palabra sino también en el plano emocional, casi siempre lo que afectaba emocionalmente a una era rápidamente detectado por la otra, tal vez fue por el tiempo de convivencia entre estas dos niñas que la mamá de Cassandra permitió que su  desarrollada hija “se quedara a dormir en la casa de su amiga”, además, no era la primera vez que Cassandrita pedía permiso para esto.
Si bien no lo hacía seguido, a Cassandrita le gustaba mucho dormir en casa de su amiguita, esta otra niña (Lupita) vivía en una situación económica de más confort que Cassandra ya sus padres eran personas desempeñadas en algunos de los trabajos mejor retribuidos en el ámbito local, para Cassandra el quedarse a dormir en esa casa era sinónimo de televisión de paga, de poder disfrutar de internet para así revisar los perfiles y las fotos de los muchachos más guapos de la escuela, de aun sentirse niña (que bien todavía lo era pero ya no con la edad de andar jugando con muñecas) jugando con la gran cantidad de muñecas que Lupita guardaba en un pequeño ático ubicado arriba de su cuarto y que ella ya no utilizaba pero que al ver a Cassandra jugando y hablando con los juguetes se le venían a la mente todas las tardes de entretenimiento infantil que compartió con su mejor amiga.
Aparte, Lupita tenía un hermano mayor que ella y quien actualmente ya no vivía con ellos pero que por mucho tiempo dicho joven fue algo así como el amor infantil de Cassandrita (algo que los niños ven más como un juego) en los tiempos en que ella era una infanta, hay que hacer mención que en esa época Cassandrita aún no visualizaba el cuerpo que tendría, y la mayoría de las veces siempre andaba con el cabello todo alborotado y un poco sucia de su carita y ropita por jugar a la intemperie.
Además de todo esto Lupita tenía un perrito que lo cuidaba como si fuera su hijo y que Cassandra gustaba de cargarlo, siendo innumerables las ocasiones en donde el suertudo y chiqueón perro era a veces apretado entre ese par de tremendas y esponjosas glándulas mamarias que se gastaba la condenada chiquilla, momentos que cualquier hombre no desaprovecharía en manosear y lamer.
Debido a su estrecha relación muy posiblemente Lupita en poco tiempo comenzaría a sospechar que su mejor amiga se veía con alguien a escondidas, pero, quizás el error de Cassandrita que dio pie a que esta circunstancia se adelantara fue que después de hablarle a su mamá para pedir dicho permiso prosiguió a marcarle a su amiguita pensando ella que su mamá posiblemente podría marcar a Lupita para asegurarse que Cassandra en realidad se encontrara en donde le dijo, cosa que a su mamá ni siquiera se le había ocurrido. Cassandra era una niña que no decía mentiras, sus padres no la habían educado de esa manera, era la misma Cassandra quien estaba tan nerviosa por la situación en la que se encontraba y por la mentira que se había inventado que se sentía incómoda con ella misma y por más que quería le era imposible mantener su conciencia tranquila, así que sin más marcó a su amiguita echándose ella misma de cabeza.
EL DESPERTAR SEXUAL DE CASSANDRA
EL SEÑOR DE LA TIENDA IV
-pero Cassandra, como me pides eso, ¿en dónde andas?, dime- respondía la todavía uniformada Lupita una vez que Cassandrita solicitaba su solapamiento.
-Lupe porfa, hazme ese favor, en caso de que mi mamá te diga si estoy allá… dile que si, porfiss-
-y si me dice que te pase al teléfono?-
-no se… este… invéntale algo… que estoy en el baño, que me estoy bañando, me avisas y… ya yo de acá le marco de mi cel-
-ay Cassandra, pero si no estás en tu casa y no vas a estar en la mía, dime entonces ¿en dónde andas?-
-jiji, este… e… yo… estoy… en casa… de una amiga,- respondió Cassandrita sin embargo Guadalupe no se tragó el cuento pues notó el nerviosismo con el que Cassandra respondía a las preguntas, tartamudeaba y por momentos como que pensaba mucho las respuestas.
-cuál?- preguntó Lupita por la identidad de la supuesta amiga.
-mmmm, para que quieres saber si tú no la conoces… no es del salón, en una con la que juego voli… y me invitó… a ver… una película- dijo la nena.
Don Marce en cambio estaba expectante a la coqueta pose que Cassandra había adoptado mientras se comunicaba consistente en recargar notablemente hacia un costado todo su deslumbrante cadereo, la nena había alcanzado a ponerse su falda escolar antes de marcar a su madre pero estaba sin blusa ni sostén, en un principio con uno de sus bracitos cubría sus desarrollados pechos pero conforme la plática se alargaba retiró ese brazo dejando a la vista del pervertido su escultural cuerpecito semivestido, principalmente el desquiciante bamboleo que sus danzantes pechos llevaban a cabo ante el menor movimiento por parte de ella, está por demás decir que el viejo se comía con su cochina mirada a la nena, veía morbosamente todas sus carnosidades y redondeces que distinguen un buen cuerpo femenino y aun no se creía que el fuera el dueño y que recién se había cogido a ese tremendo prospecto de hembra que fácilmente sobresaldría de entre algún concurso regional de belleza mientras yacía recostado en la cama tallando su rasposa y descuidada barbilla compuesta principalmente por tiesos pero cortos pelos completamente plateados, moviendo sugerentemente su babosa lengua como si quisiera lubricar sus demacrados labios y adoptando una postura casi helénica, como si Leonardo Di Caprio fuera a inmortalizar su adónico cuerpo en una pintura como las que dibujaba en el Titanic, al viejo solo le faltaba el collar en forma de corazón.
Mientras tanto Cassandrita se había olvidado de que estaba en la casa del viejo rabo verde, por el nerviosismo que la embargaba y lo inaccesible que se estaba poniendo su amiga le daban ganas de colgar el cel y dejarla con la palabra en la boca, pero sabía que de ser así Lupita podría acusarla y entonces se metería ella en un gran problema, y muy probablemente su viejito, pero también sabía que insistiendo otro poco Lupita se chocaría y terminaría accediendo, así era ella, no por nada tenía más de una década de conocerla.
-¿y porque no le dices a tu mamá que estás con ella en vez de conmigo?- dijo Lupita.
-porque a mi mamá no le cae bien, anda Lupita me vas a ayudar sí o no?-
-mira Cassandra, eres mi mejor amiga y te aprecio mucho y sabes que te he ayudado en lo que nos podemos ayudar pero esto… esto no, piensa, te llega a pasar algo por allá dime, a quien le van a echar la culpa?- la otra muchachita sermoneaba a su casi hermana mientras esta torcía sus labios en señal de molestia por las respuestas de su amiga pero interpretada de una manera por demás coqueta por el flaco pero panzón viejo lombriciento.
Don Marce estaba hasta sudando por ver como al parecer la oportunidad se le iba, su verga ya estaba potentísima, no podía permitir que esta oportunidad se le fuera pero lo que más coraje le daba era el hecho de que no podía hacer nada más que seguir recostado, casi violando con la mirada a la tierna colegiala.
-no me va a pasar nada, ora porfis me vas a ayudar sí o no, te juro que es la primera y última vez que te pido esto, porfa cuñis- decía la nena en uno de los apodos con los que hace mucho que no llamaba así a Lupita.
-mmm, está bien, pero me debes una buena explicación de todo esto- accedía Lupita, más que nada porque la plática se estaba alargando demasiado y ya tenía mucho rato estacionada por estar conversando con su amiga, esta jovencita no tenía mucho que había salido de clases y aun se enfundaba en su discreto uniforme escolar, como era recatadita su falda llegaba casi hasta sus rodillas, unos cinco centímetros más larga que la de su amiguita.
-sí, sí, sí, te quiero mucho mamá, adiós- dijo Cassandra en tono de sarcasmo y cortó la llamada para voltear a ver risueña a su malformado hombre.
-ya está- dijo Cassandra subiéndose a la cama como toda una gatita en celo y acostándose al lado de reprobable sujeto quien se había puesto a masajearse la verga sin descaro alguno.
El caliente viejo comenzó a meterle mano una vez que la nena llegó hasta sus dominios, Cassandra era niña muy inocente, tan inocente que ella pensaba que la noche solo consistiría en acosarse con él, el blanco concepto de “acostarse” para Cassandra significaba estar desnudos, tapados y acostados sin necesidad de tocarse, pero para el cochino viejo este vocablo se traducía en algo más pervertido, el viejo tenía pensado seguir cogiendo hasta que su alma abandonara este plano terrenal.
-Don Marce, usted dijo que solo estaríamos acostados- dijo la nena un tanto incómoda puesto que el vicioso viejo se dignó a masajearle sus intimas partes al tiempo que intentaba con su verga putear la delicada concha de la nena, cosa que no podía hacer puesto que la distancia entre ambos cuerpos era aún algo lejana.
-porque le hablates a esa chiquilla??, pensé que solo le avisarías a tu mamacita- decía el viejo babeando como un perro y desfigurando su rostro mientras sus manos se peleaban entre ellas por adueñarse de las partes íntimas de la nena.
-Don Marce, es que, qué tal si mi mami le marcaba, así Lupita ya sabe que decir- decía Cassandrita toda ruborizada y sudada de su carita llevándose una de sus manitas a manera de cubrirse su boca como si fuera a bostezar pero en realidad tratando de cubrir sus nacientes y placenteros jadeos que le remarcaban al viejo lo bien que su hembrita sentía cuando era tocada de sus partes íntimas, sintiendo claramente ella como unos traviesos dedos husmeaban y revolvían su mojada intimidad.
-jejeje, que inteligente mi niña, siempre pensando en todo- dijo el contento viejo ahora pegando su cuerpo con el de la nena, solamente un pequeño hueco ubicado a la altura de las partes reproductoras de ambos era el único lugar donde los cuerpos no se juntaban pero casi uniéndose debido a que la verga del viejo prácticamente hacía en carnal puente entre ellos, este espacio era aprovechado por las arrugadas manos de Don Marce para juguetear a sus anchas con la feminidad de la niña.
Desde que el viejo probó a Cassandra quedó maravillado, era el mejor cuerpo y por mucho del que había podido paladear, ni en su juventud tuvo el atractivo para llamar la atención de féminas de colosal belleza, pero, Don Marce era un fino exquisito en la materia en cuanto a admirar mujeres y a emitir juicios valorativos en torno a la belleza femenina, y Cassandrita, a pesar de ser un ángel encarnado en cuerpo humano, aun poseía un pequeño defecto para el viejo, tenía pelitos cubriéndole su panochita, y esto era notorio cada que el viejo la manoseaba o lamía de ahí, y ese momento no era la excepción. A pesar de que los vellos de la nena apenas y eran imperceptibles al tacto el viejo denotaba cierta incomodidad con esto, estaba tan acostumbrado a admirar al estereotipo de la mujer desde el punto de vista de la pornografía, depilada, que deseaba ver a su musa en igualdad de condiciones, así que le ordenaría, si, ordenaría, pues él ya se sentía su dueño, su gobernante, su propietario, el único con derechos sobre ese potente cuerpo que despertaba las más insanas bajezas que un hombre pudiera manufacturar.
Y es que Cassandrita no se daba cuenta del tremendo potencial que tenía en todo su cuerpecito, sus excelsas pantorrillas tan carnosas como una bailarina de ballet, unas potentísimas piernas y muslos tan carnosos que llegaban a rozarse el uno con el otro en cada paso ella que daba y que la dotaban de un caminar sumamente exquisito, demostrando a cualquiera que la viera lo cerrada que se encontraba llegando a pensar que esta nena estaba aún virgen, un piernaje que casi reventaba cualquier short que la nena se pusiera, dichos shorts hasta parecían que le comprimían las exuberantes caderas que la beneficiaban ante la posibilidad de un embarazo, solamente un pequeñísimo triángulo que quedaba libre entre sus muslos y su sexo se visualizaba y en donde se apretaba la abultaba panocha ya probada por un vejestorio de poco más de cincuenta años, más arriba una cinturita tan breve que el viejo casi podía abarcarla con sus dos hepáticas manos, una espaldita tan breve que casi parecía de niña y enfrente unos majestuosos y muy blanquitos pechos que cualquiera diría que cada uno debía contener unos tres litros de leche de primera calidad, todo esto coronado por una carita de niña quinceañera o incluso más pequeña cuando la nena carecía de maquillaje.
-Cassandra, a partir de hoy tú me perteneces, tu vida me pertenece y tu cuerpo me pertenece, y al incluir tu cuerpo eso incluye todo tu cuerpecito jejee, ¿está claro?- decía el salido viejo sin dejar de masturbarla, para esto la nena ya se había abrazado tímidamente de él, las yemas de sus delicados deditos comenzaban a hacer reconocimiento corporal del sudoroso sujeto.
-si Don Marce, yo… soy de usted- dijo la nena sin entender muy bien el porqué de la oración, ni siquiera sabía por qué ella se lo decía a tan feo viejo narizón y con un ojo más grande que otro, pero que lo feo era algo que pasaba a segundo término cuando la nena sentía la irrupción de tan desmedida herramienta dentro de ella.
-eso quiere decir que harás todo lo que yo te diga- dictaminó el viejo, pasando magistralmente sus dedos por sobre el frijolito de la ruborizada chiquilla haciéndola temblar de todo su majestuoso cuerpo, esto no era una pregunta, era una oración imperativa.
-ahhmmm q… que quiere decir… con eso Don Maaarrrcee- la nena solo entrecerraba sus ojitos, sudaba de su frente y comenzaba a ondular sus desarrolladas caderas como si estuviera danzando acostada, solo escuchándose el roce de sus peligrosas curvas contra las tiesas sábanas de la cama, pero ya sabía que el viejo quería algo, lo presentía en su mandato, en su forma de decirlo, en el brillo lujurioso de sus ojos y en la forma en que este se mojaba sus labios con su ponzoñosa lengua, y el sentir que el viejo deseaba algo de su cuerpecito, sin que se diera cuenta o razonara como lo haría una chica de más edad o experiencia, la calentaba.
-te has depilado alguna vez tu panochita?- preguntó el depravado sudando de la emoción y con una libidinosa sonrisa que surcaba de oreja a oreja su arrugada y brillosa cara llena de manchas.
A la nena le pareció chistosa la palabra panochita aun después de que ya se la había escuchado al viejo, sin embargo una extraña educación sexual insana instalada en su cerebro y hasta hace poco apenas liberada gracias al degenerado le indicó que el viejo se dirigía así a su parte sexual, su vagina o vulva como la llamaban los libros de texto, quizás también pudo entender mejor el significado de ese vulgar término gracias a que el tendero le estaba manoseando esa privada parte y había utilizado la palabra depilar, considerando la vez que se la mamó en plena calle y ahí también se había referido a su sexo de esa manera tan bellaca.
-panochita?- dijo la nena más que nada por no saber qué contestar a la anterior pregunta.
-si mi amor, esto que te estoy tocando, así se llama, panochita, conchita, papayita, sapito, bollito, pepita y demás jejeje, y así quiero que le digas cuando estemos en la cama haciendo cositas ehh- el viejo le hablaba a Cassandra con su asquerosa y mal higiénica boca muy cerca de los carnosos labios de ella al tiempo que la palpaba descaradamente de su sexo.
Ella a pesar del fuerte olor a tufo proveniente de la casi agusanada boca del tendero intentaba acercar sus labios lo más próximo, quizás hasta besarlo, pero el viejo impedía esto, le gustaba tenerla rendida a sus caricias y que fuera ella quien lo buscara, mientras otros soñaban con hacer contacto con los labios de Cassandrita este depravado se daba el lujo de retirar sus despellejados labios de unos casi seguros besos por parte de ella.
-si Don Marce, lo que usted diga, y no, nunca me la he depilado- dijo la nena en tono de susurro y desarrollando una aún más sensual forma en sus labios, unos labios que aun sin pintar se veían rojos como una manzana, el viejo se perdió unos minutos en el cuello de su amada, mordiéndolo y lamiéndolo mientras ella suspiraba y se restregaba en él, sintiendo el sudor de su macho mezclándose con el de ella, casi queriendo oler a él, esto la hacía sentirse más de su propiedad.
Por un momento la pareja se perdió en un apasionado espectáculo consistente en acariciarse el uno al otro, el viejo repasaba con sus chaqueteras manos el ejercitado cuerpo de la colegiala bajándolas desde sus hombros hasta sus caderas para terminar dejándolas puestas en las nalgotas de ella, sentía la dureza de todos los músculos que conformaban a tan bella señorita, como es que el cuerpecito de ella a pesar de verse tan frágil y femenino estaba compuesto por cantidad de músculos que le daban ese aspecto firme y terso en su venerable anatomía.
Ella en tanto no podía decir lo mismo del macho que la desvirgó, sus delicadas manitas recorrían el cuerpo del viejo sintiendo grandes concentraciones de grasas en donde deberían de están unos poderosos pectorales, bíceps o tríceps, o como en otras partes del bofo cuerpo se podía apreciar los descalcificados huesos llenos de hoyos por dentro y en cualquier momento pudiendo troncharse debido a la osteoporosis y a la falta de calcio en la dieta del pequeño comerciante, la nena en un claro ejemplo de feminidad pura suspiraba a los peludos oídos de su macho regalándole ternos y enloquecedores gemidos y de vez en cuando con sus tremendo muslos daba ligeros roces a las delgaduchas y peludas piernas del bienaventurado ya casi queriendo que su hombre le acomodara la verga dentro de su papayita.
-en la tienda vendo un rastrillo rosadito, úsalo, anda mi niña, o si no, no haremos el amor esta noche- dijo el malicioso viejo lleno de ganas por bombardear a la nena con fieros apuntalamientos vergales, Cassandrita abrió los ojos, sintió como las manos del viejo que manoseaban su lubricada vagina y acariciaban todo su femenino cuerpo desaparecían y como el pesado cuerpo de su amante poco a poco dejaba de oprimirla.
Ella lentamente se levantaba de la cama, acomodaba su faldita y su cabello, sus piernitas temblaban y su panocha le comía debido a que el glande del viejo estuvo por un buen rato tocando a la puerta de tan idílica entrada, ella misma sin importar la presencia del viejo comenzó a frotarse ahí parada enfrente de él, comiéndose con la vista el imponente y moreno mástil del pervertido el cual estaba durísimo y circundado por un sinfín de venas de todos colores y grosores, ni parecía que se había vaciado casi un cuarto de vaso hace unas horas pues estaba tan potente como para vaciarse otra cantidad igual, lo que si es que apestaba muy fuerte a semen ya casi seco, aroma que se había tallado en la limpia zona intima de la nena.
El viejo veía los atrevidos manoseos de la nena mientas ella se hacía pendeja buscando quien sabe que, confirmándose él mismo que Cassandrita estaba cada vez más desarrollando unos aires de zorra insaciable y devoradora de vergas en la cual muy pronto, si se llevara la correcta educación, se convertiría. Luego, como si alguien dirigiera los pasos de la potencial ramerita fue saliendo de ese apestoso cuarto, caminado casi de puntitas en un modo de esquivar las bolas de papel de baño que minaban el piso como si el cuarto del viejo se tratara de una trinchera nazi en la cual el mismísimo Hitler se escabullía de los aliados, llamando la nena poderosamente la morbosa atención del viejo debido a la elegante coquetería adoptada con este estilo de caminado, así como el tremendo piernón que se le marcaba a la chamaca, hasta se le podía distinguir la pierna del muslo gracias a una desquiciante división que se le hacía a un costado de sus piernas, para más los bracitos de la nena se escuadraron en una pose muy finamente femenina.
Cassandrita llegó a la tienda, tomó el rastrillo y se dirigió al baño, un cuarto vecino a la habitación donde el pervertido duerme. Ya dentro se despojó rápidamente de su falda dejando ver que su sexo ya escurría en néctares y se abrió un poco de piernas exhibiendo su peludita conchita, no sabía por dónde empezar, nunca había hecho esto, pero para su fortuna fue alcanzada por el viejo quien veía extasiado y casi desarrollando un infarto como la nena lo estaba obedeciendo solo con la amenaza de no hacer el amor (aunque después el viejo explicaría que el concepto de “hacer el amor” no existía en su tumbaburros y solo eran falacias mercadológicas para vender historias de amor) si no hacia lo que él dijera, y también con el temor de que, debido a su inexperiencia, la nena pudiera cortarse.
-Don Marce no sé cómo- dijo la nena con rastrillo en mano y mirada de preocupación, junto a unas mejillas que nunca dejaban de sonrojarse.
-tranquila mi niña, primero tienes que mojarte y enjabonarte un poco tu panochita- dijo el caliente y encuerado sujeto y con su mano talló la delicada entrada vaginal de la nena, la cual estaba muy húmeda, tanto que el olor a humedad vaginal ya habían aromatizado el baño más que el propio ambientador, para esto la nena cerraba sus ojitos y se relamía sus labios.
Después, con ayuda de un utensilio el cual en otra vida había sido una botella de refresco y con un poco de agua el viejo bañó delicadamente esa parte de ella, siempre él con su risa morbosa y ella con un gesto apenado y sonrojado, para posteriormente tomar un usado jabón y hacer espuma con él en sus manos, una vez que la espuma fue lo suficiente para su cochambroso propósito llevó la espumosa mano y comenzó a esparcirla por toda la zona erógena de Cassandra, al tiempo que también aplicaba un ligero y lento masaje sumado a leves pero descarados apretujones de papaya, haciendo que los labios vaginales se abultaran en demasía, algo que le daba gracia al viejo por la forma que adoptaban los labios vulvales externos.
-ahora mi niña, pásalo con cuidado, depílate para mí!!!, mi princesita- dijo el extasiado y casi desfallecido viejo, hasta estaba aplaudiendo, tantas ganas acumuladas que tenía por querer llamar a Cassandrita con adjetivos como mi putita, zorrita o pirujilla, pero debía contenerse, aun no era tiempo, de llamarla así la nena podría ofenderse y enojarse con él y todo lo que había construido se le podría venir abajo, el inmoral viejo estaba consciente de que oportunidades como esta solo llegan una vez en la vida.
La nena comenzó a despojarse de esa fina vellosidad que cubría su sexo, poco a poco y con prudencia, en poco tiempo se dio cuenta de que es más fácil de lo que parece, con finos movimientos sentía claramente cuando su vello era cortado por las filosas navajas del rastrillo, mientras veía a Don Marce parado al lado de ella masturbándose la verga de manera descarada y con una risa por demás enfermiza, babeando como un perro.
Don Marce veía como importantes cantidades de espuma mezcladas con finos y lacios pelitos caían al tiempo que el rastrillo barbechaba otro poco de esos pastizales oscuros que no dejaban al viejo disfrutar de un buena comida de bollo “jejeje, que bueno que esta pendeja se está trasquilando, no que ya parecía gato vomitando bolas de pelos jejeje” si supiera Cassandrita los morbosos pensamientos y todas las burlas del viejo hacia ella, adivinar qué pensaría la niña.
Al final, el calenturiento viejo pajero veía como ese sexo quedaba desprotegido de eso que tanto le incomodaba, veía como la rosadita panocha de Cassandrita ya depilada daba la apariencia de pertenecer a una nena más pequeña, casi infantil, sus labios vaginales estaban completamente cerrados como si la nena aun fuera virgen, su carnosa papayita no presentaba signos ni huellas de batallas coitales y eso que ya había recibido en tres escenas distintas la irrupción de una verga de tamaño desproporcionado.
La nena se sentía rara, como si algo en su cuerpo le faltara, aun así reconocía que una grata sensación de frescura le era brindada por el aire que por sus partes se escudriñaba, miraba la cara de pervertido de Don Marce hacia su desprotegido tesoro y por instinto llevó una de sus manitas a semi protegerlo, volteó la mirada apenada mientras con su mano sentía en su feminidad una extrema suavidad, sentía su panochita tan suave como cuando tocaba la piel desplumada del pollo con el que su mami le preparaba caldo con verduras, además sus mejillas estaban tan rojas que podía sentirlas como si estuvieran ardiendo.
-jejeje, mi niña, que bonita se te ve tu cosita toda depiladita, de ahora en adelante te quiero así siempre, entendites?, si quieres puedes llevarte el rastrillo, solo que recuerda hacértelo bien y con cuidado jejeje- el pervertido sujeto se mandaba órdenes como si este fuera propietario de la nena o de alguna de las partes de su cuerpecito al tiempo que limpiaba con sus muñecas sus escurridas babas.
Ella en tanto solo asintió tímidamente con un leve movimiento de cabeza, pero con su mirada en cualquier otra dirección que no fueran los calientes ojos del degenerado.
-bueno, ahora lo que sigue, vámonos a la cama- dijo el desnudo viejo y acto seguido tomó la suave y cálida manita de la nena sacándola de la regadera.
Ella intentaba proteger su rasurada intimidad de las casi diabólicas ojeadas que Don Marce daba a su figura, en especial a su concha, para el tendero era algo insólito ver como el vientre de Cassandra poco a poco se iba perdiendo hacia abajo para pasar a dar lugar a una abultada y ahora depilada conchita apenas visiblemente dividida por una colorada y sudada línea, la nena en tanto miraba el miembro del viejo, completamente estimulado y apuntando hacia enfrente, subiendo, bajando o moviéndose de derecha a izquierda en cada movimiento que realizaba el viejo por muy leve que este fuera, como si fuera este órgano el que dirigiera los pasos del tendero.
La pareja de enamorados tomada de manos como si fueran caminando por un parque avanzaron con dirección de nueva cuenta al descuidado y oloroso cuarto de descanso del viejo, el contraste era tremendo hasta en las pantorrillas de ambos, un par flacas y peludas mientras el otro par carnosas y sin el menor rastro de vello, el macho llevaba una cara por demás feliz, como si en esos momentos se estuviera dirigiendo ante un sacerdote dispuesto a consagrar y solidificar este retorcido “amor” naciente entre este par ante los ojos de todos los hombres, mientras que en la nena podía verse aún un aire de confusión y/o duda, llegándose ella a pensar todavía si lo que estaba haciendo era correcto.
Y es que la nena meditaba dentro de sí, todo por la curiosidad de ver unas cuantas revistas se había llegado hasta estos momentos de lujuria en donde ya había probado hombre sin que sus padres lo supieran, esto era una falta gravísima pues entendía que los decepcionaría como hija, quizás si ella nunca hubiera aceptado llevarse una ese día nada de esto estuviera pasando, quizás ella aun seguiría virgen, muy posiblemente no hubiera faltado ese día a la escuela y por sobre todo, pensaba en todas las consecuencias que podrían derivar en caso de que sus padres se enteraran de lo que ella andaba haciendo a sus espaldas, y claro, si nada de lo que había pasado hubiera sucedido, hoy en día no tendría estas preocupaciones en caso de que la descubrieran, pero las cavilaciones de Cassandrita fueron detenidas por la clásica voz de un viejo cincuentero.
-llegamos mi niña, anda, anda, siéntate en la camita, jejeje, siéntate y abre tus piernitas- el viejo se moría de ganas por degustar la ahora depilada concha de la nena, casi brincaba, aplaudía y danzaba de gusto encascorvando sus ya de por si arqueadas piernas en donde sus rodillas simulaban un enorme nudo en medio de ellas, relamía sus podridos labios con su jugosa lengua y se frotaba constantemente sus manos señas de lo desesperado que se encontraba.
-Don Marce- el nombre del viejo fue pronunciado por los carnosos y muy coquetos labios de Cassandrita mientras tomaba asiento en la cama.
-Don Marce, espero que no piense mal de mí, yo hago esto solo por usted, porque…- la nena no quiso terminar.
El viejo apenas iba a rebuznar pero al escuchar la frase casi concluir se quedó atónito, ni que decir de los niveles de dureza que alcanzó su verga, la cual se movía como si quisiera chisparse ella misma del enclenque cuerpo de su dueño y metérsele de una buena vez a la nena, entrar y salir por ella misma así hasta vomitarse en grandes cantidades de amargo líquido, si bien un hombre es capaz de mover su verga con un poco de fuerza pélvica, los movimientos que en ese momento realizaba este órgano eran completamente propios, como si fuera un ser vivo con autonomía y libre pensamiento, a todo esto el viejo quiso asegurarse bien que lo que sus encerillados oídos llenos de ácaros habían escuchado era verdad ya que se imaginaba que la nena quiso decir “porque lo quiero”.
-porque tú qué?, mi niña- preguntó el caliente viejo, quien ya sudaba como si estuviera trabajando en una fábrica de fundición de hierro, era tal el sudor que a menudo se le metía entre sus lagañudos ojos ardiéndoles e impidiéndoles una correcta visión.
-ehh, no nada, solo que lo estimo mucho, jijiji, como amigo- la nerviosa nena cambio su oración, le dio penita decirle al viejo los verdaderos sentimientos de ella con respecto a él, si es que en verdad estos existían y no se trataba de una confusión por parte de la chiquilla solo por haber sido con el viejo con quien tuvo su primera vez.
Si bien Cassandrita sentía algo cada que veía al viejo, este sentimiento estaba por mucho lejos de considerarse amor, solo que la nena estaba un poquito confundida y lo traducía de esa manera, tanto como para andarle abriendo las piernas a un “amigo” pasado en años, nunca había tenido novio y por ende nunca había llegado a enamorarse, sin duda Cassandrita solo se dejaba llevar por mera calentura y por lo bonito que sentía cuando el pervertido la tocaba a la hora de estar a solas, pero ella en su confusión y dado que nunca antes había tenido un noviecito trasquiversaba los sentimientos y sensaciones que su cuerpo le dictaminaban.
Al viejo por lo tanto le valían verga los sentimientos desarrollados en la nena, el solo la veía como un objeto de mera satisfacción personal/sexual, veía el hermoso y desarrollado cuerpo de la hembra que tenía enfrente y no pensaba solo dormir con todo eso a su lado, veía que los dulces labios de la niña seguían expresando palabras pero él no las tomaba en cuenta, para este cínico desvergonzado la boquita de Cassandrita no tenía otra función que la de mamar una verga hasta vaciarla, más que para comer o hablar, para el viejo, la boquita de la niña era uno más de sus agujeros dispuestos a ser disfrutados y penetrados por su babeante instrumento.
-Don Marce, es que a mi pareceeuuhhhh, mmmhhhhhuuuuu- mientras la nena hablaba el caliente y malsano sujeto no aguantó más el ver como esos perfectos y sugestivos labios se movían tratando de expresar los ideales de la niña, así que sin avisarle a esta metió su verga dentro de su boquita con el permiso que le daba el sentirse dueño de esa hermosura de niña.
Cassandrita sintió el arponazo chocar directo contra su garganta, comenzó a toser pero esto no fue motivo para que el viejo sacara su maloliente carne, mientras tanto ella daba ligeros golpecitos en contra de la prominente y llena de pelos panza del viejo, pero debido a la feminidad pura de la nena estos no hacían daño alguno en contra de esa gruesa y caída barriga, también ayudaba que dichos golpes solo eran como de aviso, no iban con la suficiente fuerza como para causarle daño al agresor.
El viejo veía desde arriba como la cabecita de la niña luchaba por liberarse, sin embargo él ya se había apoderado con una mano de la nuca y con la otra de la mollera, impidiendo de esta manera que su mujercita pudiera escapar a tan pervertida acción y posición, el caliente anciano sentía como a cada segundo su gruesa verga se iba llenando de las babas de la niña y como ella hacia sonidos como si se fuera a vomitar, además de experimentar por momentos de exquisitos apretones en su verga por parte de los labios de la mocosa que solo lo endurecían más, suponía que, a pesar de que la nena tosía en simultáneos intervalos de tiempo demostrando incomodidad, a ella le gustaba el trato, pues si bien ella hacía por liberarse, de otra forma pudo haberle mordido la apestosa verga desde hace mucho para conseguirlo, pero no lo hizo.
La nena ahora en vez de golpear, intentó con sus manitas mover al viejo, o solo su panza, pero le fue imposible moverla, solo podía sentir como sus deditos se hundían en esa extensa y boluda barriga. El viejo yacía desnudo parado enfrente de ella, aferrando sus manos en su cabecita, sin embargo no desempeñaba ningún otro movimiento, solo tenía su verga enterrada en su boquita, ya habían pasado cerca de diez minutos, la boquita de Cassandra tenía mucho que no podía controlar su salivación y sus babas ya formaban un viscoso charco en el piso, poco a poco los ojitos de la nena comenzaban a sucumbir ante la presión inminente del tremendo barreno, nublándoseles y dejando caer cada uno una tibia lagrimita que surcaban por sus mejillas.
La nena pensó comenzar a chupar, de hecho su lengüita recorría el tronco por donde podía, sintiendo sus palpitaciones y cada una de las venas que lo conformaban, probando el salado sabor del abundante líquido preseminal que la verga escupía, para el viejo, sentir el cálido y mojado roce de esa lengua era mejor que estar en el cielo, con solo sentir esa pequeña lengüita revolcarse entre su moreno trozo e intentar meterse entre la abertura de su glande estaba sintiendo casi que se volvía a derramar en leche.
Fue en ese momento que el viejo sacó de manera brusca su poderoso mástil, haciendo que a la nena casi se le desprendieran los dientes, lo que si sucedió fue que una importante cantidad de saliva saliera lanzada a partir del súbito desprendimiento y quedara impregnada en la panza del vejestorio así como un alargado quejido que puso fin a su momentáneo martirio, la nena comenzó a toser y a limpiar su boquita del exceso de babas, así como sus ojitos de un hilo de lágrimas.
La nena estaba a punto de abogar por ella pero fue adelantada por el viejo quien acercó su horrenda boca apretándole sus cachetitos para fundirse en un malsano beso con la nena sin importar que su verga haya impregnado su apestosa esencia en tan fresca boquita, un beso tan desagradable consistente simplemente en licuar ambas lenguas dentro de sus bocas, podía apreciarse en los cachetes de ambos, principalmente en los de ella, como la lengua del tendero rascaba las paredes bucales por dentro.
A pesar de lo obsceno del beso Cassandrita sentía muy bonito, experimentaba ricas cosquillitas que hacían que su panochita se mojara aún más de lo que ya estaba y que gimiera sin explicación lógica del porque gemía, el beso poco a poco se fue transformando en algo más desagradable, hasta el grado en que Cassandrita solo permanecía con su boquita bien abierta dejando que el degenerado tomara absoluta potestad de su boca remolinando su babosa lengua dentro de esa cada vez más llena de babas boquita de ella, y es que el astuto viejo dejaba caer en ocasiones algunos cargados escupitajos sabiendo que la nena no se daría cuenta de su marrana acción, hasta ella misma sentía como a partir de ese beso parecía haber experimentado un orgasmo debido a lo húmeda que se puso, a medida que el “beso” y los suspiros avanzaban, también lo hacia el viejo subiéndose a la cama, su cuerpo peludo y flaco se recostaba sin dejar de lengüetearse con la nena, así hasta quedar completamente acostado mientras la nena inclinaba su cuerpo sin dejar de besarlo, todavía la ya caliente chiquilla comenzó a masturbarle la verga con una de sus manitas sin que este se lo pidiera.
-chúpamela Cassandrita- dijo el viejo despegando sus brillosos labios de los de su enamorada, labios que se unían por un sinfín de cordones salivales.
-mm- respondió la nena, haciéndose un poco del rogar puesto que desde hace unos minutos que casi se comía la verga con sus tiernos ojitos negros.
-chúpamela, chúpame la verga, anda- el viejo colocaba una almohada bajo su cabeza, acomodaba sus brazos por debajo de su nuca y se hacía más hacia el centro de la cama para dar más espacio de acomodarse a su idolatrada.
La nena en tanto, sin despegar su blanca manita de la correosa e incontenible verga la cual pareciera que cada día veía más grande y gorda, subía delicadamente una de sus rodillitas al colchón, para después terminar de encamarse, acercó ahora ella misma sus labios para darle al viejo un tierno beso en la boca, sus también brillosos labios bajaron para llenar de besos el mugroso y anillado cuello de Don Marce, ahí se detuvo un rato, prácticamente comiéndole el cuello a besos, lamidas y una que otra mordidita como si se tratara de una vampirita hasta que comenzó a descender pero sin dejar de besar y lamer los viejos pellejos de su hombre.
Pasó por el pecho de su amante, peludo y cuyos vellos estaban enroscado y muchos de ellos canosos, ahí se volvió a detener para empezar otra serie de tímidas lamidas y besos, hundiendo su boquita en el pecho del viejo, sintiendo como muchos de esos pelos se le metían en su naricita y de vez en cuando alguno se le pegaba a su lengua, sintiendo además como le raspaban la perfecta piel de su rostro como si se trataran de una fibra de cocina, la nena comenzó a besar una tetilla del pervertido y por momentos parecía chuparla y juguetearla con su lengua, quizás en un intento por igualarlo a él cuando chupaba las suyas, notando como los morenazos pezones del viejo rodeados de pelos aún más largos y gruesos se endurecían aunque en menor medida que los de ella.
La nena al tiempo que besaba el cuerpo de momia seguía masturbándolo, miró por un momento la gruesa y erguida vara y pudo experimentar una sensación térmica muy elevada en su cuerpo y un mojado inusual en su bizcochito solo con la calorosa contemplación de la vaporosa verga de Don Marce en todo su pletórico y humeante esplendor, lucia espeluznantemente gruesa, casi del mismo grosor que el bracito que la masturbaba, así como una superpoblación de pelos gruesos y fibrosos forestando su base, tenía unas ganas enormes por ensartarse ella misma, era como si la verga del viejo fuera una especie de imán para su panocha, o como si esta tuviera poderes psíquicos sobre ella pues cuando la verga comenzaba a palpitar también lo hacia su conchita, sin embargo, como lo obediente que era, debía de complacer la primera orden dada por el emprendedor viejo verde.
La nena llevó esos sensuales labios hasta el por demás brilloso glande, tan asquerosamente lubricado que prácticamente era posible ver su bello reflejo en él como si este fuera un espejo, una vez que su respingada naricita entró al límite territorial aéreo perteneciente a esa desproporcionada verga, la nena olfateó la penetrante esencia de macho viejo, ese olor a verga recién vomitada en semen era extremadamente reconocible e irrespirable, sin embargo para ella, era un olor muy, muy de hombre, de su hombre, de Don Marce.
El viejo, cuando sintió de esos tremendos labios el primer chupetón a su hongo hasta dobló los diez dedos que conformaban sus despellejados pies llenos de sabañones, a partir de ahí, pudo comprobar que la nena comenzaba a adquirir experiencia en cuanto a mamar vergas, chupaba la gruesa vara aplicado los pocos conocimientos que hasta ahora había obtenido en sus encuentros amorosos con él, esto lo llenaba de orgullo, saber que la nena conocía el proceso de mamado de verga gracias a él, los dulces labios frotaban muy delicado el sensible glande del pervertido, sintiendo este que se vaciaba en cualquier momento.
Rápidamente la boquita de la nena intentaba tragarse lo más que pudiera de tan descomunal verga, sus labios se deslizaban lentamente y muy suave sintiendo hasta la mínima rugosidad y vena pulsante que conformaba tan mórbido aparato, sin embargo la chiquilla veía que el miembro del viejo estaba pegado en medio de un enjambre de pelos, si bien el viejo le había dicho que se depilara pensaba ella que lo justo era que él también lo hiciera, recordaba que ese día que vio la película junto a él la mayoría de los actores estaba depilados al igual que las chicas, entonces se expresó.
-Don Marce, ¿porque yo si me tengo que quitar mis pelitos… y usted no?- preguntaba la nena después de darle una buena chupada a la tiesa verga, el viejo al principio no supo que contestar pero sabía que tenía que decir algo aunque le empezaba a molestar que la nena saliera tan preguntona, afortunadamente para él se le vino a la mente algo que bien podría resultar convincente.
-porque el vello en el hombre es prueba de su masculinidad, y la ausencia de vello en la mujer es parte de su feminidad, me entendes??- dijo el pervertido, la nena se quedó pensativa un ratito, con su mirada perdida hacia un costado para posteriormente regresar a de ese viaje a donde se había ido su mente regalándole al viejo una bonita sonrisa, si más dudas por el momento la nena se dispuso a seguirse atiborrando de verga.
El exquisito suplicio para Don Marce era terrible, se retorcía en su propia cama cual gusano lo hace en la tierra, su rostro demostraba el férreo aguante que estaba realizando para no correrse tan rápido, casi queriendo chillar y frunciendo sus ojos al punto de no ver nada, y es que quería seguir disfrutando aún más de la boquita de la niña, sus pies casi se hacían nudo debido a las placenteras sensaciones que la nena le estaba regalando, ella en tanto, se metía la verga lo más adentro que podía, bajaba su cabeza, con verga dentro, hasta que llegaba a esa parte que le indicaba que hasta ahí, ahogándose por momentos, tosiendo dificultosamente y dejando escapar cantidades cuantiosas de burbujeante saliva que iban a regar los matorrales pélvicos ubicados en la base del gran tronco carnal.
Después, pasaba al grueso tallo del ahuehuete, su carnosita lengua lamia el enfierado trozo de abajo hacia arriba mientras su manita lo sacudía, desde la peluda base hasta llegar a la corona del mismo siempre aferrándolo con una de sus manitas mientras la otra hacia a un lado la morena panza del vejestorio, ahí su lengua se batía con las exageradas cantidades preseminales que brotaban sin descanso de la gran abertura uretral y que a ella le sabían riquísimas, un sabor saladito y resbalocito.
Para esta niña no era nada repulsivo el estar remolinando su lengua en contra de la por demás lubricada cabeza vergal, al contrario, el fino y salado sabor producían en ella unas ganas inmensas por devorar hasta la última gota de lubricante natural, en ocasiones se podía ver su gusto a tan olorosa esencia que ella trataba de sorber el grueso tallo como si estuviera tomando una soda directo del popote, el pervertido en tanto miraba de reojo como su nena se comía la verga con unas ganas, comenzó a acariciarla de su cabecita y pelito, esto la hacía sentir a ella muy querida, muy amada, el saber que un hombre estaba disfrutando de sus orales servicios no hacía más que incentivarla que querer seguir haciéndolo disfrutar.
-lo estoy haciendo bien?, Don Marce- dijo la nena, Don Marce solo pudo ver un hermoso rostro acalorado y a medias sudar, y un par de coquetos labios que presentaban una faceta brillosa debido a que el líquido preseminal actuaba en ellos como una especie de brillo labial.
-lo estás haciendo riquísimo, los huevos Cassandrita, lámeme los huevos, anda mi niñaa- decía el desesperado y extasiado viejo, agarrando la cabecita de la niña y dirigiéndola a sus arrugadas bolsas, restregando el bello rostro de la nena en sus sucias y apestosa bolas de carne como si el rostro de ella se tratara de un estropajo.
Ante esta retorcida acción, la nena solo se dejó hacer sin oponer resistencia, sentía en su cuidado y perfecto cutis la sensación rasposa producto de la fricción de su rostro con las arrugada textura testicular, sentía gruesos pelos haciéndole cosquillitas en su piel, pero sobre todo, sentía el calor emanado por esas bolas de carne productoras de la ambrosiaca sustancia que tanto de gustaba.
Cassandrita veía como esas peludas bolas se encogían y expandían como si fueran a reventar, las veía muy arrugadas, casi de aspecto similar a como se ideaba al cerebro humano, solo que con pelos, gruesos y largos pelos encrespados, algunos cubiertos por una extraña sustancia amarillenta. El viejo poco a poco se iba abriendo de piernas, solo abriéndolas pero sin levantarlas exhibiendo sus pesadas peras, en este tiempo, la muchachita vio como en el espacio comprendido entre las bolas y las ingles una buena población de residuos negruzcos y plomizos permanecían adheridos a la aún más morena piel del vejestorio.
-anda mi niña, no siento tu lengua- decía el viejo ya casi al borde del infarto, su voz hasta se había feminizado de la emoción y por una gruesa formación de saliva que no podía bajarle del gañote y no lo dejaba hablar con la claridad que él hubiera querido, Cassandra en tanto, seguía arrodillada pero con su carita muy cerca de la parte íntima del viejo, de esta manera Cassandrita, sin querer, paraba muy coqueto el tremendo culazo que se cargaba.
A la jovencita le llegaba cada vez más fuerte el fétido hedor proveniente de las ingles del viejo, aun así bajó más su carita y sacando un poco la lengua logró darle un tímido pero salivoso repaso a esa cochina zona.
-uuuuuuujjjjjjjjjuuuuuuuu- el viejo casi se le salen los ojos con semejante lamida, que a pesar de haber sido solo una logró brindarle orgásmicas sensaciones que le causaron un escalofrió que le llegó hasta las uñas.
Para la nena, el sabor en un principio fue muy fuerte y rasposo, su boquita tardo para asimilar el rancio sabor al tiempo que sus labios se movían coquetos tratando de hallarle sazón a algo que ella ya hubiera probado, aunque esto no impidió que esa lamida fuera secundada por otra igual de salivosa, llevándose a la boca casi toda la concentración de residuos de esa ingle, por un momento se sumergió en las antihigiénicas partes del viejo para comenzar a saborearle por un buen rato toda la pelucera revuelta con sudor y quien sabe que más, para después, pasar a la otra ingle y hacerle lo mismo, una vez que Cassandrita consideró que las repugnantes partes del viejo ya habían quedado limpias procedió a engullirse las bolas peludas, se las metía a la boca cuidadosamente pues sabía que eran una parte delicada para los hombres, sentía la rasposa y rugosa composición de la piel en esa zona, la nena sin darse cuenta estaba siendo acomodada por Don Marce, quien había estirado sus manos apoderándose de sus nalgas para contraponer el cuerpecito de ella con respecto al de él.
La nena seguía saboreando las grandes pelotas, por momentos se las comía todas, dado que a pesar de la voluminosidad de estas le daba para atiborrárselas completamente, deslizaba sus labios a modo de sacárselas de la boca pero, cuando se las sacaba por completo aún seguían algunos pelos atrapados entre sus rojizos labios, a esta altura todas las sensaciones de asquillo y raros sabores provenientes de las mugrosas partes privadas del viejo ya habían desaparecido al gusto de la niña, quien seguía lamiendo las pelotas como si estas se trataran de un helado de doble sabor, no se cansaba de pasar lenta y sincronizadamente su lengüita por cada uno de los pliegues arrugados y base de estas.
Don Marce, quien seguía acostado, ya tenía el culo de la niña cerca de su cara, miraba los ligeros movimientos que realizaba su cuerpo cada que su carita se acercaba a dar otra lamida a los huevos así como el brilloso trasero que se cubría por centenas de gotas de sudor, algunas rodando cuesta abajo por esas tremendas posaderas, la niña en tanto no paraba de lamer, parecía como si se hubiera enviciado, y es que mientras lamia, su joven e inocente mente sacaba otras conclusiones.
Cassandrita escuchaba al viejo gemir o quejarse placenteramente mientras ella le lamia sus partes, recordaba lo bonito que ella sintió cuanto el viejo se dedicó a darle su primera y muy rica comida de bollo (ella no se expresaba así de su sexo) e imaginaba que el viejo muy posiblemente sentiría igual de exquisito, esto era corroborado por los bestiales gemidos que se pegaba el viejo, gemidos que en ocasiones parecía como si estuviera agonizante, así que la nena, en su intento por regresarle un poquito del placer que el viejo le había dado en estos últimos días, aumentaba sus lamidas y chupadas con toda la intención de dejarle los apestosos huevos al viejo como verdaderas pasitas.
La nena seguía lamiendo las bolas, en ocasiones solo remolinaba su lengüita sobre la áspera piel, o a veces las lamia desde más allá de la base, pudiendo ver el nacimiento de las peludas nalgas del viejo y como estas se fruncían ante cada lamida.
-ahhhhh, abre las piernitas mi niña,- dijo el viejo, después de casi 20 minutos de recibir la mejor lamida de huevos que en su vida jamás imaginó algún día recibir, la ruborizada Cassandrita con sus ojitos cerrados obedeció sin reparo y sin saber que el viejo se la estaba acomodando para acoplarse junto con ella en un 69.
Cassandra abría sus muslos y, como sabiendo lo que le tocaba, depositaba cada una de sus rodillitas en los costados de la fea y pervertida cara de perro caliente del viejo Marcelino, para de este modo, exponerle a escasos 30 centímetros toda la rosada y jugosa belleza de su panochita, por un momento el viejo pareció haber quedado en trance admirando algo que nunca antes nadie más había podido reverenciar, la nena seguía sonrojada masturbando al viejo y de vez en cuando lamiendo delicadamente el glande, sintiendo la pesada respiración del viejo allá abajo en sus partes, el viejo sin pensarlo mas se abalanzó a devorarle el bollo como un desesperado, hasta hacia sonidos perrunos y gruñidos porcinos no porque quisiera verse u oírse asqueroso sino por no poder controlar su propia calentura, estaba fuera de sí mandándose lamidas en cualquier dirección, la panochita de Cassandra sudaba en lubricantes de la misma medida como lo hacían las axilas y pies del veterano.
-mmmm, ahhhhhyyy, Donnnn Marceeeee que ricccooooooooo- dijo la nena cuando sintió los depravados besuqueos sobre su intimidad, besos que después se fueron convirtiendo en cochinas lamidas, lamidas que después se fueron traduciendo en constantes y desesperadas penetraciones linguales.
-ggrrrrr, grrrrrr, grrrrrrrrr- el viejo parecía un verdadero perro al cual no se ha alimentado en días, prácticamente su boca estaba cosida a la panocha de la nena y se movía succionantemente haciendo graciosas formas con su negra boca.
El viejo se aferraba de la cintura y caderas de la niña para de este modo poder levantar su espeluznante cara y llegar a cometer su desequilibrado propósito, prácticamente cogerse con la lengua a una ruborizada colegiala que había dejado de lamer y se dedicaba exclusivamente a gemir como la hembra que era, esto enloquecía al viejo hasta niveles más allá de la insania mas mórbida, el escuchar como esa pequeña jovencita gemía como las putas de las pornos lo calentaba mucho más de lo que lo hacia el Astro Padre, a ella le encantaba esto, era quizás (junto con la penetración vaginal) de toda la relación amorosa con su viejito lo que más le gustaba y sin esperar más, se lo hizo saber.
-mmmm, Don Marce, que ricooo, me gusta, me gusta muchooooo- la inocente Cassandrita se entregaba nuevamente a los sucios y retorcidos planes que el depravado y cochino viejo tenía en mente para esta noche, meterle la verga hasta dentro.
-de veras te gusta? mi niña gggrrrrrhhhhh, mi princesita hhhooooorrrdddddd, mi chiquitaaa rica jejejeje- en el pervertido rostro del viejo no podía verse otra cosa que no fuera lujuria, no paraba de puntear lingualmente a la nena y en ocasiones jaloneaba con sus bembas de sapo los sensibles pliegues vaginales con todo y clítoris como si de a de veras se los quisiera arrancar.
-si Don Marceee, me gustaaaa, todo lo que usted me hace me gustaaaaaaa, ahhhhhhhhhhhhh- dijo la nena pegando un fuerte gemido pues la lengua del viejo le batía exclusivamente el clítoris en ese momento, lo aplastaba con toda su fortaleza lingual y lo lameteaba de la manera más cerda posible, el viejo entonces aprovechó la situación para seguir atacando verbalmente a la nena, sabía que estaba caliente y esto la hacía decir cualquier cantidad de leperadas.
-y que más te gusta?, te gusta cuando te la meto? jejeje- no se media en sus palabras al hablar su cochino lenguaje, pero el muy astuto sabía que la nena estaba lejos de ofenderse o enojarse con la manera tan vulgar en la que él se expresaba en esos momentos.
-mmmmm, si Don Marce, eso también, me gustaaa- la chiquilla trataba de cubrir sus gemidos con una de sus manitas transformada en puño.
-eso que? mi niña- el viejo volvía a zambullirse en ese mar de néctares que ya brotaban como cascada.
-eso, cuando me la meteeeee, y me hace asiiiiii, mmmmm- dijo la nena haciendo un movimiento copulatorio con su pelvis, como si fuera ella la que penetrara a alguien, en realidad estaba demostrando el gusto por las embestidas del viejo pero al hacer esto ella misma le refregaba la concha a tan malnacido sujeto.
-aggghhhh, se nota mi niña, tienes la concha hecha agua- decía el viejo a medias, pues su boca ya se estaba inundando de néctares vaginales.
“me vas a ahogar con tanto jugo, puta caliente” pensaba el casi calvo viejo.
-aaayyyyyyyyyyy, Don Marceeeeeeeeeeee, me venngoooooooooooooo- en ese momento Cassandrita estaba siendo víctima de toda la exquisita maestría lingual del viejo, y esto se vio reflejado en un potente orgasmo que sacudió de pies a cabeza a la señorita.
El viejo, por lo tanto, atrapó las temblorosas caderas de Cassandrita para después ensamblar su cochina boca de manera perfecta en el escurrido bollo, el cual, comenzó a descargar toda la acumulación de líquidos agridulces dentro de las fauces hambrientas del pervertido como si lo estuviera drenando de combustible, mientras este degenerado se dedicaba a sorberlos de la manera más repugnante, pervertida y desequilibrada posible, no dándose abasto puesto que los jugos comenzaron a brotarle y fugársele de su boca cayendo en las sucias cobijas e impregnándose en ellas.
Cassandrita recostó su hermosa carita sobre el peludo y abultado vientre del viejo, esto debido a que no pudo aguantar la exquisitez de las contracciones orgásmicas sumado a las cochinadas que le hacia el viejo allá abajo que terminaron por derrumbarla, sin embargo, su culito permanecía erigido, siendo aferrado por el viejo devorador de panocha quien no se daba abasto con tantos infinitos jugos, su cara se batía, chocaba y salpicaba contra la chorreada vagina que casi orinó jugos, a esto la nena solo gemía con sus semicerrados ojitos casi en blanco mientras de vez en cuando se acordaba que su manita se estaba aferrando de una verga y procedía a darle algunas, pero muy débiles, despescuezadas.
Cuando el orgasmo y los temblores en el cuerpo de Cassandrita desaparecieron, ella pensó que ahora seguiría la también gustada penetración vaginal, sin embargo el viejo volvió a fundir su boca solo para volver a emitir movimientos degustativos con su lengua dentro de la delicada y recién chorreada zona íntima de la chamacona, repasándolo todo, el viejo lograba arrancar algunos restos de tan celestial corrida atorados muy dentro de su panocha.
La nena comenzó a sentir tan rico que ella misma empezó a dar ligeros acercamientos vulvales consistentes en mover ondulatoriamente sus caderas para que estas hicieran chocar o frotar su vagina contra la salida lengua del vejete, él en tanto, abría sus desproporcionados ojos solo para ser testigo de cómo una rojiza y palpitante panocha completamente depilada y brillosa por jugos y babas se acercaba cada vez con más vigor y cuando impactaba contra su lengua podía notar como esta atravesaba un reducido pero a la vez resbaladizo conducto. Una vez dentro el viejo se aferraba con todas sus fuerzas de las caderas de la nena atrayéndola lo mayor posible hacia él, sacaba su lengua lo más que pudiera, como si su lengua se quisiera desprender de su boca, para de este modo intentar reclamar los terrenos vaginales más alejados que pudiera alcanzar y no salirse jamás.
Un segundo e imprevisto orgasmo sacudió a la descarriada chiquilla quien volvió a avisar a su viejito que se vaciaba, esta vez el viejo dejó que toda la lubricante concentración cayera sobre su demacrado rostro, para después remolinar sus dedos dentro de la panocha llenándolos de jugos restantes y llevarlos a su boca para chuparlos como si se estuviera saboreando el más fino de los platillos, pero no acabó ahí, el viejo quería más, para esto Cassandrita había sentido que en esa última corrida se había orinado puesto que la descarga fue tal que fue casi comparada a la cantidad de líquidos que expulsaba cada vez que miccionaba, sin embargo ella misma llevó sus manitas para cerciorarse corroborando que estaba equivocada.
Pero antes de esto, mientras Cassandrita sufría las acaloradas y electrizantes sensaciones que la recorrían de todo su desarrollado cuerpecito y que la llevaron a derramarse, el viejo verde quien estaba debajo de ella experimentaba la caída de la más agridulce lluvia sobre su sudado rostro de violador, primero un pequeñísimo chorro salió disparado procedente desde una zona cercana a donde se encontraba coordenado el botoncito de la potencial zorrita, el viejo fue tomado por sorpresa por dicho chorro el cual impactó con la potencia de una pequeña pistola de agua.
Sin embargo un segundo y poco más potente chorro salió de esa misma ubicación, chocando exactamente en donde los ojos del viejo obligaban a apretarle la piel formando una enorme arruga vertical que casi surcaba toda su frente hasta perderse en el pequeño mechón de pelos grasosos que sobrevivían arriba de la frente del embustero.
Pero el sinvergüenza vejete, premeditando que la joven hembra musloabierta que tenía arriba de él gracias a los auténticos relinchos que esta se pegaba intentándolos ahogar infructuosamente en la peluda panza nuevamente de él volvería a vaciarse, miraba sigilosamente esa zona en donde según sus conocimientos en materia orgásmica femenina se llevaría a cabo el lanzamiento de un tercer chorro que saldría con más potencia que los anteriores.
Y así fue, después de un pequeño tembeleque manifestado en los músculos vaginales de la pequeña Cassandra un violento chorro de jugos y néctares con todo y pulpa salieron eyaculados como si de una manguera se tratara acompañados de un escandaloso gemido por parte de la jovencita quien comenzó a temblar anormalmente hasta que su bullicioso grito se comenzó a entrecortar debido a que los temblores que la nena sufría en el cuerpo le habían alcanzado a sucumbir hasta las cuerdas vocales.
El jubiloso viejo abrió su bocota llena de dientes amarillos y alguno que otro desarrollando una carie que ya prácticamente cubría el 90% de la pieza dental para recibir la cuantiosa descarga nunca antes experimentada por la bella y angelical Cassandrita, el rostro de niña inocente y la pureza que la distinguía desaparecieron en milésimas de segundo, su cándido rostro cambio drásticamente, sus ojitos casi se pusieron en blanco, su lengua se salió hasta casi llegarle a la barbilla, su carita se puso extremadamente roja y sus cejas se fruncieron demostrando el nivel de calentura máxima por el que atravesaba.
Fue en ese momento que la poderosa descarga salió desde lo más profundo de la bella doncella para recompensar al macho dándole a probar sus mejores y más afrodisiacos caldos vaginales los cuales cayeron directo a la sucia boca, Don Marce trataba de no desperdiciar ni una gota de esa milagrosa mezcla vaginal la cual tenía un brillo excelso y plateado que irradiaba a medida que esta iba cayendo como si se tratara de orina, así hasta que la aplicada estudiante terminó de desbordarse aun pegando el alaridoso grito que ya llevaba algunos segundos sosteniéndolo en su diafragma para terminar de desplomarse arriba del degustador de sus curvas número uno.
Después de que Cassandrita volvió en sí, ya que de la debilidad que la sucumbió se le nubló hasta la vista, experimentó una atroz comenzó en su agridulce bollo, tan empapado que los líquidos cubrían hasta sus muslos, podía sentir el deslizamiento de algunas gotas de su corrida por sus piernas y muslos, quería rascársela con algo, la nena bien pudo haberse rascado su panocha con su manita pero en eso sintió que la nariz de mango del viejo rondaba por los alrededores y aprovechó para darse una serie de sus mejores refregadas de concha en contra de la enorme y cacariza nariz, mientras tanto el pervertido evidenciaba en toda la atmósfera que lo rodeaba una apestilencia a jugos y bollo empapado, pero que lejos de incomodarlo lo alentaban a mover su nariz de arriba hacia abajo regalándole a Cassandrita nuevas sensaciones que la volvían a hacer gemir como toda una putita en celo para después de manera lenta ir subiendo su barbilla y sacando su serpenteante lengua con toda la intención de volver a devorar esa humeante panocha.
Ya no había necesidad que el viejo la atrajera hacia él, ahora Cassandrita se ensartaba por voluntad propia en contra de esa infernal lengua que la llenaba de babas y cuya boca se había acoplado como si una estuviera hecha de manera perfecta para encajar en la otra demostrando lo caprichosa que había sido la naturaleza al recrearles las medidas exactas a este par en cuando a boca y concha, después de otro buen rato de estar chupando bollo y jalando pliegues vaginales como un desaforado el viejo detuvo estas femeninas arremetidas debido a que su lengua se estaba acalambrando, una vez que se pudo chispar la boca del viejo seguía unida al sexo de la nena por incontables hilos de lubricantes y babas que impedían a toda costa que ambos órganos se distanciaran.
El pervertido se dedicó a contemplar la feminidad de su niña, con sus dos manos abría la suave papayita como si se tratara de una flor, contemplaba los internos labios vaginales, aquellos que tan rico le apretaban la verga, visualizaba el oscuro y en extremo reducido túnel que lo llevaba al fértil útero o matriz de tan desarrollada señorita y hasta el mismo se preguntaba ¿cómo vergas es que mi miembro puede caber por ese espacio tan estrecho?, así como también, ojeaba o se comía con la vista el estimulado, erizado y colorado botoncito que coronaba el sexo de Cassandrita.
Después de una larga y profunda aspiración al bollito de la nena el viejo daba por sentado que ya era mucho 69 por ahora, y si bien tenía toda la noche para disfrutar de los placeres de la carne, ya desesperaba por meterle hasta el fondo su maloliente verga a la inocente niña.
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Mientras esto pasaba en el caluroso cuarto de Don Marce, lleno de bolas espermatizadas regadas por donde quiera e imágenes sugestivas de mujeres en poca ropa cubriéndolo todo dejando espacio únicamente para los contactos de las clavijas de aparatos eléctricos y electrónicos. Lejos de ahí, en la casa de la nena, el reglamentario padre de la colegiala llegaba después de un arduo día de trabajo, se había llevado a cabo una pequeña reunión informal entre trabajadores a la hora de receso en la empresa donde él laboraba, todos y cada uno de ellos enorgulleciéndose y sacando el pecho platicaban en cuanto a logros académicos alcanzados por sus respectivos retoños, la mayoría varoncitos.
Al respetado señor le daba orgullo extra que su hija, a pesar de lo hermosa que era, también había salido de buena cabeza, mucho más que los herederos de sus compañeros de trabajo ya que Cassandrita tenía más reconocimientos, había aparecido más veces en el cuadro de honor, contaba con el segundo mejor promedio en este semestre de los ahí reunidos, e incluso había representado a la escuela en algo de ortografía, siendo saludada por el mismísimo supervisor de la zona escolar, cosa que la remarcaba del resto de los hijos de los trabajadores con los cuales su señor padre en esos momentos platicaba.
Por esta razón, olvidándose de que en un principio su mayor ilusión era la de tener un primogénito varón, el suegro de Don Marce deseaba llegar a su casa con la ilusión de abrazar a su pequeña e inteligente hija.
-mi amor ya llegué, y Cassandra?- preguntaba el papá, en parte también porque siempre que él llegaba veía a su encantadora hija en la mesita de estudio, al lado de la sala de estar, aunque era viernes, pensó, ese día por lo general estaba en su cuarto.
-habló, que dice que se iba a quedar en la casa de su amiga, Lupita, la niña que luego la viene a dejar en una moto- respondía la señora.
-mm, ya veo, ¿y los padres de esa niña… estuvieron de acuerdo con ello?,-
-no se amor, a mí solo me marcó ella, pero… me imagino que si-
-la llamaré para ver cómo está- dijo su padre sacando un celular de su bolsillo al tiempo que acomodaba una de sus piernas sobre la otra y llevaba dicho dispositivo directo a posicionarse cerca de su oreja derecha.
Unos pocos minutos antes de esto, la risueña Lupita hablaba por teléfono con Armandito, el niño quería saber, por centésima vez, cual había sido la reacción de Cassandra con respecto al peluche.
-y… y… y… cual fue la cara que puso?- el niño emocionado preguntaba hasta por el mínimo gesto en el rostro de su enamorada.
-este… e… se emocionó mucho, dice que le gustó mucho, pero que le gustaría más conocer a la persona que se lo envió- la dulce Lupita le enviaba algunas indirectas y empujoncitos para ver si de una vez este niño se decidía a ir más allá por el mismo, y a ver si ya dejaba de preguntarle siempre lo mismo.
-de veras?, eso te dijo?, asu es que no se… si esté listo- era por demás notorio el nivel de inocencia, por no decir otra cosa, con el que se expresaba el jovencito.
-sí, de veras, ay Armando,- la niña, ya toda enpijamada, hacia un gesto como de desmotivación.
-y… y… pero tú que me recomiendas?, crees que ya es hora de que le diga algo?, y en caso de decirle, que le puedo decir?, ayúdame Lupita, no seas-
-mmm, mira Armando, tampoco puedo interferir por ti hasta el grado de conseguirte una cita con ella, eso tendrás que ingeniártelas tú, yo ya cumplí con hacerle saber que hay alguien que la quiere en serio y estoy cumpliendo aún más poniéndola al tanto de todos los presumidos calenturientos del salón que solo la quieren pero como… en una manera de exhibirla en la calle más como un trofeo… que como una novia-
-ahhh,- el joven se quejaba y desilusionaba un poco, pero casi al instante su mente se iluminaba.
-ya sé, en la tarea de fin de semestre, ahí aprovecharé, pero tendré que ir a su casa, se vería mal que yo la hiciera venir hasta acá, eso no es de caballeros, no… no… no…, Lupita porfa pásame su dirección-
-mejor pídesela a ella, para que no note raro que tú ya te la sabias- decía la tierna jovencita viéndose en un espejo, por un momento envidiando a su mejor amiga en cuanto a belleza así como también notando como de entre su pijama unos pequeños pechitos ya florecían con las medidas no tan voluptuosas como su amiguita pero si llamativas a la vista del público masculino.
-pero ya se la pedí una vez y no me la quiso dar qué y que se sentía mal y sus papás no estaban-
-pues que sea un día que si estén, así te vas familiarizando con tus suegros jijijiji, tu dile, verás que si te la pasa, va a ser para una tarea, además de que te tiene en el concepto de un niño serio-
-ahh si verdad jeje, pero orita no, todavía falta, mientras voy a pensar todo muy bien-
-mm, bueno Armando te dejo porque no demoran en marcarme- dijo Lupita esperando ansiosa e ilusionada la llamada de un muchacho que la había estado cortejando los últimos días mientras Armandito se emocionaba tanto que cualquier canción melosa que escuchara le recordaba a su adorada.
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En la desarreglaba cama de Don Marce, la contrastante pareja ya se había posicionado para llevar nuevamente a cabo una de sus calientes posturas coitales, la nena yacía boca arriba con sus piernitas abiertas y bien levantadas, sus potentes muslos ligeramente flexionados hacia ella para permitirle lo mejor posible el acceso a su macho, este en tanto, mantenía una postura similar a como si estuviera haciendo lagartijas, apoyándose en la cama con los dedos de sus pies y los puños de su mano, o más bien un puño, ya que la otra mano aferraba el caliente y pulsátil instrumento apuntándolo en contra de la entrada vaginal de la nena.
Ella en tanto veía casi con amor, como la concentración era clave en el corrompido rostro del viejo, lo veía sudando, sacando ligeramente la lengua, y con un par de venas sobresaliendo de sus sienes, era por demás visible la cada vez mayor pérdida de capilaridad en su cabeza, el viejo por su parte, veía el hermoso, ruboroso, blanquito y candoroso rostro de la niña frunciéndose cada que el viejo pasaba su oloroso glande por sobre su sensible botoncito, para hacer más contraste entre esta pareja el azulado cabello de la nena era tan abundante que este tapaba completamente la almohada en donde ella descansaba.
Esta vez el viejo no esperó a que la nena le pidiera que la penetrara, él mismo comenzó a ejercer presión sobre la escurridísima conchita, la resistencia que esta ofreció era casi comparada a cuando la primera vez, el sudoroso viejo volvía a sentir las estrechas y casi impenetrables paredes impidiéndole el avance, transpiraba como porcino asustado debido a las importantes fuerzas que se traducían en colosales pérdidas de energía solo queriendo lograr embutirle a la niña su violetáceo glande, hasta que al fin, después de algunos minutos, volvía a sentir como su equino miembro se abría paso lentamente en esa ahora pelada conchita.
A medida que la panocha de la agitada Cassandra se comía lentamente los centímetros de tan gruesa salchicha, el viejo desconfiguraba cada vez más retorcida su ya de por si horrenda cara, viéndose como sus pervertidos gestos aseguraban el placentero disfrute sexual mientras hundía su verga, mientras la nena ruborizaba su carita y la fruncía aún más, así hasta que después de un certero y poderoso empujón la pareja quedó perfectamente ensamblada, y esto se notó debido a que la verga del viejo ya no podía sumirse ni un milímetro más, los babeados y morenos huevos hacían contacto directo sobre la colorada piel ubicada debajo de la abultada panocha.
Toda esta perforación a la nena le pareció casi eterna, el dolor que nuevamente experimentó su panochita fue intenso, pero, ahora que sabía del placer sentido una vez que el viejo empezara a moverse lo soportó con toda la paciencia e ilusión del mundo, en todo el tiempo que duró la lacerante penetración la pequeña princesita nunca pudo juntar sus labios, estos siempre permanecieron abiertos debido a la expectación y el efecto reacción que causaba la lenta perforación.
El viejo acomodó ahora si sus dos brazos formando una prisión con ellos para su amada, y estaba por mandarse sus más descabelladas arremetidas en contra de la dulce papayita cuando, es eso, la caliente pareja fue sacada de su mundo de caramelos por un sonido proveniente de un celular, el empalagoso tonito hacia obvio que no pertenecía al viejo, el celular que sonaba era el de la nena…
La nena veía como la pantalla de su celular alumbraba, quiso desclavarse del viejo pero este no se lo permitió haciéndole esa negativa seña con su dedo índice y riéndose descaradamente, solo le acercó el aparato para que ella pudiera ver quien la solicitaba, la nena veía con un profundo miedo como arriba del dibujito de un teléfono aparecía la leyenda “Papá”.
-¿Quién es?- preguntó el viejo, con un claro indicativo de molestia en su cara aprovechando el tiempo fuera para secarse el sudor de su arrugada frente.
-m… mi… mi papá- dijo la tartamudeante y aterrorizada nena pensando que ya le habían caído en la movida.
-jejejeje, pensé que nadie nos molestaría, mi amor- dijo el viejo, ya más serenado pero terriblemente excitado, tallando los suaves cachetitos de su penetrada amante, para esto la llamada ya había terminado y ahora se exhibía la leyenda de “llamada perdida”.
Pero pronto la pareja fue asaltada por otra insistente llamada, nuevamente el padre de Cassandrita marcaba al número de su hija con la intención de que esta vez su encamable y ya desvirginado retoño si respondiera, la atravesada nena sudando a mas no poder arrebató al viejo su celular pero antes de que realizara cualquier movimiento fue cuestionada por el viejo.
-¿Qué vas a hacer Cassandrita?- decía el viejo, sin regalar ni un centímetro vergal fuera de la enchufada chiquilla, por momentos hundía más su terrorífico falo.
-ahhh, responder, uuuhhh, responderle a mi papá, sino me va a regañar- dijo la nena con el sonoro aparato entre sus delicados dedos, podía sentir la desproporcionada desmedida tanto vergal como glandeal creciendo desincronizadamente dentro de ella, inflándose hasta casi presentir que la reventaría por dentro o le abultaría el vientre con tanta carne brotada de quien sabe dónde, una escalofriante risilla maniaca se formó en la lastimosa cara del pervertido, la lengua del viejo podía verse desplazándose sobre sus amarillos y cariados dientes.
Pero si bien el viejo ya se había botaneado a la dulce chiquilla mientras esta hablaba por celular con su mami, en este momento sus demoniacas intenciones no consistían en hacer lo mismo con el padre de Cassandrita, un señor mucho más joven que él.
-jejeje, déjalo que suene, no le contestes- dijo el viejo encomendándole otra de sus órdenes, no le emocionaba tanto el hecho de cogerse a Cassandrita en las narices de su padre en esas circunstancias, tan cerca pero a la vez tan lejos, en ese momento lo enyamaraba terriblemente la idea de que la niña lo obedeciera más a él, un viejo morboso y feo con quien la mocosa apenas tenía unos meses de haber entablado su primera plática que al hombre que aportó para darle la vida y la cargó entre sus brazos el día de su nacimiento.
-pero… Don Marce- la dulce boquita de Cassandra fue sometida de manera delicada por uno de los dedos del viejo, depositándolo suavemente arriba de sus carnosos labios a manera de indicarle que guardara silencio, este tuvo que implementar todos sus atributos actorales para sacar su mirada más galanesca y su sonrisa más cautivante, pero, a pesar de que sus semblantes eran más falsos que un atún boliviano, para la niña era por demás convincente el rostro novelesco y demostrativo del amor que él sentía (disque) por ella.
-shhh, shhh, Cassandra, no le contestes, hazlo por mí, mi amor- dijo el viejo y volvió a fusionarse en un morboso beso lleno de lengua con su enamorada, ella lo correspondió pues sus besos le sabían como si fuera la miel más dulce, soltando el celular debido a que sus deditos se aflojaron y se dirigieron a acariciar los rasposos cachetes del pederasta llenos de pelos canosos, entregándose completamente a esos pervertidos besos que la hacían suspirar de amor, mientras el aun sonante celular caía delicadamente en el colchón de la cama.
A raíz de esto Don Marce aprovechó para comenzar, ahora sí, con su serie de aserruchadas en contra de la delicada rajita de la nena, era por demás inverosímil como es que ese espacio tan reducido podía albergar tan desmesurado grosor, sin duda Don Marce debía de estar agradecido por estar tan bien equipado por la madre naturaleza.
Los embates comenzaron sin ningún tipo de respeto o consideración hacia su bella amartelada quien yacía con su carita fruncida y sus ojitos cerrados recibiendo todo el amor mientras el viejo tomándola de la cintura, enterraba lo más profundo que podía su venuda espada, ella en tanto levantaba aún más sus muslos, cuidando la posición de estos pues sentía como perdían potencia en cada arremetida, una tercera llamada por parte de su padre se escuchaba, pero Cassandrita estaba tan entregada a la cogida que le pegaba su macho que esto pasaba a segundo término, solo volteó tímidamente a observar el aparato que yacía centímetros de donde se la estaban botaneando abriendo levemente sus ojitos para después cerrarlos y volver a ladear su carita en la posición en que la tenía.
Lo que si hacía la niña, aparte de cuidar la posición de sus muslos, era por momentos acariciar el deforme cuerpo de su lombriciento macho, tallarle su feo rostro o regalarle sus más femeninos gemidos y suspiros dedicados especialmente para él, mientras lo miraba con unos entrecerrados ojitos mitad inocentes mitad cachondos al tiempo que una tierna risita adornaba sus sensuales labios.
El enloquecido viejo dejó caer su cuerpo contra el de su doncella y procedió a comérsela a besos, quedándose quieto en cuanto a penetradas me refiero por un momento pero con su verga bien adentro de ella en un periodo de descanso sugerido por él mismo, estaba por demás sudado y agitado, igual que la muchachita quien su respiración delataba lo adrenalizada que se encontraba, ambos ejercían movimientos salvajes de succión de bocas, juntaban sus labios y los aplastaban contra los del otro (a), se abrazaban y apretaban hasta donde sus fuerzas les alcanzaban, acariciaban todo el cuerpo de su contrincante, el viejo manoseando principalmente esas tetas que tanto abultaban bajo cualquier blusa que la nena se pusiera.
De repente las tomó, cada una en una de sus arrugadas manos, y comenzó a lamerlas desde la base hasta la colorada punta como si estas estuvieran hechas de caramelo, sintiendo su perfecta redondez y saboreando su salado sabor producto del sudor que las cubría, sudor que cubría todo el cuerpo de Cassandrita y que la hacía brillar exquisitamente, y que decir del viejo que chorreaba del salado líquido, sendos ríos de sudor surcaban por su cuerpo buscándose camino entre las arrugas y sumideros que presentaba su desproporcionado cuerpo, el viejo miraba como los pezones de la niña estaban tan puntiagudos que fácilmente le sacarían un ojo, y no pudo evitar engullírselos para después comenzar a succionar como si fuera un pequeño y hambriento ternero.
Después de tanto mamar chiche a lo bestia, el depravado prosiguió con sus ofensivas en ocasiones dejándosela ir con todas sus fuerzas haciendo que sus mayúsculos huevos impactaran una y otra vez en cada aserruchada que se mandaba en contra del espacio que separaba la panocha del culito de la bella princesita, la nena casi se sentía morir cuando el viejo se portaba tan violento con ella, sentía que todas sus femeninas fuerzas abandonaban su cuerpo dejándola a merced del pederasta, pero era esta misma brusca fortaleza lo que la hacía confundirse aún más.
En su joven mente especulaba que, como mujer, debía de portarse sumisa, complaciente, obediente y principalmente muy femenina, y que Don Marce al ser el hombre tenía que mostrar su fortaleza a la hora de intimar con ella, pensaba que esta tosquedad era parte del cortejo efectuado por el macho para demostrar que era digno de merecer a tal hembra, que su fortaleza era lo suficientemente adecuada para protegerla ante cualquier peligro y que dicha fortaleza tenía que ser demostrada a la hora de aparearse con ella, esto, sin que la nena pudiera comprender muy bien o darse cuenta de la situación a la que su joven mente la arrastraba, la hacía sentir y comportarse mucho muy hembra.
Mientras Cassandrita seguía siendo acuchillada por tan profunda y carnosa navaja, el viejo también manifestaba sus propias teorías y después de pensar mucho había llegado a la conclusión de que la nena se sentía coitalmente atraída hacia él, sino no se estuviera revolcando con un viejo de apariencia sesentera y prácticamente pelón, y esto le daba a pensar hasta donde la nena era capaz de llegar con tal de demostrarle el supuesto amor que en ella se había desarrollado, pero el viejo predecía muy bien que esto no se trataba de amor, sino el gusto por una buena verga lo que hacía a la chiquilla comportarse de esa manera, además recordaba esa frase que le produjo cosquillas hasta en su verga y estaba interesado en saber cuál hubiera sido la culminación de dicho enunciado en caso de este haberse consumado.
-Cassandrita ahhh, recuerdas que hace ratito ahahahah, dijites que me querías, hhoooohhh- dijo el viejo, sin embargo la frase estaba complementada con lo que él se imaginaba, ya que la nena la había dejado a medias.
-ahhh, Don Marceeeee, yo nooo me acuuuuuerdooaahhh aaayyyyy, lo que seee, es que estoooo, esto se sienteeee bonitoooooo- dijo la nena sintiendo al máximo las acometidas al tiempo que depositaba tiernamente una de sus manitas en el pecho de su hombre.
-no te hagas oohhhggg, no lo dijites así, perooo por ahí ibaaa, verdad??,  uhhhh que ricooo me aprietas la vergaaaa, mi niñaaaaa- el viejo apretó un poco la velocidad de sus embestidas para que Cassandrita hablara más con la calentura que con su razonamiento, además de no medir su albañilesco lenguaje ante la letrada chiquilla.
Las sucias acuchilladas eran tales que la verga del viejo apenas y se divisaba cuando salía de la jugosa papaya de la niña, llegándose a velocidades tan inverosímiles en donde la verga de Don Marce entraba de dos a tres veces por segundo, el viejo para esto se había abierto mucho de patas sosteniéndose casi con los dedos gordos de sus pies mientras levantaba un poco su desinflado y sudado culo lleno de enroscados pelos negros que le cubrían prácticamente toda la acanelada raya, la pobre panocha de la chiquilla estaba hecha un océano de jugos, el viejo para aumentar su (de ella) calvario y calentura decidió jugar con su hinchado clítoris, bajando una de sus manos y estimulándoselo rítmicamente, y casi estirándoselo desde su lugar, el pervertido casi se lo quería arrancar, esto solo hacía que la nena sintiera corrientes eléctricas recorriéndole hasta los huesos mientras su boquita se movía graciosamente temblorosa al tiempo que sus ojitos se desbordaban en lágrimas.
De este modo el cerdo quería seguir inculcando las lecciones de vulgarización a la nena, y hacer que esta completara esa oración que dejó pendiente, quizás si la atacaba otro poquito podría lograr su malvado cometido, si bien en la cogida anterior Cassandrita ya le había dicho a Don Marce que lo amaba, al parecer el viejo la quería escuchar decirle eso en cada revolcada que se pegaran.
-Cassandrita, anda, dime lo que me ibas a decir, que tú que??, que tú me qué??- el mañoso viejo aparte de que le hablaba muy cerca de su oído se dedicaba a seguirla toqueteando de su sensible botoncito, para esto el celular de la nena ya no volvió a sonar, al parecer el papá de la niña había desistido pensando que si hija muy probablemente estaba entretenida con su amiguita viendo alguna película.
-Don Marce yooo, ahhhh ahhhh, ahhhh- le nena sentía que el corazón se le salía de su pecho, estaba hecha un mar de dudas, quería soltárselo pero le daba mucha pena o quizás aún pensaba que estas emociones no eran normales ni adecuadas para una nena de su edad considerando precisamente la edad del viejo verde, pero el nacimiento de un intenso orgasmo que se formaba en su vientre parece haber sido el estímulo suficiente para decirse ella misma “ay dios, creo que me estoy enamorando
Pensando esto la niña se sonrojaba aún más, miraba al pervertido viejo con sus tiernos ojitos y le dedicaba una hermosa sonrisa con esos labios que estaban para devorarlos.
-dimeeee!!- dijo el oxidado viejo mandándose una de sus más mortíferas apuntaladas de la noche, escuchándose el desquiciante y encharcado sonido de los sexos cortejándose.
La nena arrugó su carita muy placenteramente, se llevó uno de sus deditos a sus labios y sin pensarlo más lo soltó.
-Don Marceee, yo… yo en verdad… lo amooooo, lo amoooooooo!!!- gritó la nena a todo pulmón, si bien ya le había dicho esto la cogida anterior, en aquella ocasión ella misma reconocía que había sido más por calentura, en esta, según ella, se lo decía con todas las fuerzas de su corazoncito, la niña estaba completamente entregada en cuerpo y alma a su viejito.
-jejejeje, de veras mi niña- el orgulloso viejo reía más que nada por lo pendeja que podría llegar a ser la chiquilla, como es que podía pensar todo eso solo con que su bollo se calentara y se llenara de verga, en verdad que era una putilla en pleno ascenso, se decía para si el asqueroso sujeto mientras seguía penetrándola como si quisiera desquebrajarle los huesos de la pelvis.
-siiii Don Marceeee!!!!, en verdad lo amooooo!!!!, estoy enamorada de usteddddd!!!!- gritaba la chiquilla, declarándole los sentimientos a los que ella había llegado después de tanto estar meditando estos últimos días sola en la oscuridad de su cuarto y en el momento en que la actual cogida se llevaba a cabo.
“jejeje, que pendeja chiquilla, se nota que ya no les dan ácido fólico a los niñas de hoy en día, sigue así putilla caliente que las nenas como tú terminan paradas en las esquinas o ficheando en alguna cantina jejeje, voy a dejar de metérsela tantitito a ver cómo me la pide” eran los cínicos pensamientos del viejo.
La chiquilla notó que el viejo había dejado a someterla coitalmente, esto impedía que pudiera sentir rico y que se siguiera formando el riquísimo orgasmo que hace poco amenazaba con llegarle en cualquier momento, así que se atrevió a solicitar que se le siguiera penetrando.
-Don Marce, por favor, siga, sígame haciendo el amor- dijo la nena con sus ojitos brillosos en enamoramiento y sus sensuales labios adquiriendo la forma como de dar un beso, arriba de sus labios y debajo de su respingada naricita podía verse una pequeña concentración de sudor formando un minúsculo lago.
-jejeje, mi niña, tengo que decirte algo- dijo el viejo, sin sacar en ningún momento su fétido taladro, el cual descansaba cómodamente apretado entre la vagina de la jovencita pulsando sincronizadamente con la vagina de la chiquilla.
-que?, Don Marce,- preguntó ella, las embestidas se detenían por completo regalando unos minutos de descanso a la desgastada pareja, en ocasiones sus respiraciones eran más pesadas que las palabras que se decían.
-primero, ¿recuerdas en lo que quedamos hace rato?, que ya no me dijieras Don Marce, que me dijieras mi amor, jejeje- la niña se ruborizaba aún más pero seguía expectante a lo que el viejo le dictaminara, ambos se veían directamente a los ojos, completamente sudados, con respiraciones muy agitadas y aun unidos de sus órganos sexuales.
-y lo otro, yo no suelo decir mucho esas mamadas, lo de hacer el amor, a mí me gusta decir “coger” jejeje- una risilla perversa se dibujó en la espeluznante cara del fogoso viejo quien con su mano quitaba algunos mechones del fleco que cubrían la sudada frente de la nena, sin embargo la nena no se espantaba ante los terroríficos gestos que el viejo exteriorizaba y que intimidaban a casi todos sus compañeritos de la escuela.
-coger?- preguntó Cassandrita, ya anteriormente había escuchado al viejo decir esta palabra pero no le había tomado mucha importancia, hasta ahora que se la decía mirándola a sus ojitos y en una conversación para ella de relevancia.
-siii mi niña, coger, lo que estamos haciendo se llama coger, eso de hacer el amor es solo una frase publicitaria usada por las películas y cuentos infantiles jejeje, lo que en realidad un hombre y una mujer hacen cuando están solos en la cama es cogeeeer- el viejo pervertía su cara a niveles inimaginables, gruesos goterones de babas caían de entre sus cochinos labios producto de la falta de control que tenía sobre su propia calentura, la nena solo lo observaba fijamente tratando de respaldar dentro de sus archivos pensantes tan valiosa información pero aun así su mente generaba más dudas, parecía que el viejo por cada respuesta generadora producía el doble de dudas en la chiquilla.
-Don Marce, entonces eso de… jijijij, hacer el amor… ¿no es cierto?- decía la vacilante chiquilla.
-no mi niña, te voy a preguntar algo, ¿Qué es para ti el amor?- dijo el retorcido vejete queriendo aprovecharse de la situación, queriendo llevar a la nena a la entrada a un mundo netamente sexoso.
-jijiji, ay no sé, siento que… jijiji, es… tomarse de la mano… besarse… platicar, jijiji, ay me da pena, tomar un helado y sin que yo me dé cuenta me tome la mano… regalarnos cosas como globos y así jijij, ya no me vea que me da pena- la nena por momentos esquivaba las calientes miradas del viejo este en tanto se asqueaba con tanta melosidad.
-jejeje, pues no mi niña, el amor así como lo te lo imaginas no es cierto, eso es pura mercadotecnia para hacer gastar dinero a las parejas de novios, el verdadero amor mi niña es precisamente esto, lo que hacemos tu y yo a escondidas, el amor es coger, hacer el amor en realidad es lo mesmo que coger jejeje,- decía el lascivo viejo, ni el sabia en realidad lo que quería expresar pero al mismo tiempo enredaba las ideas de la chiquilla quien todo asimilaba a su entendimiento, y como su experiencia en el amor era casi nula no había mucho de donde apoyarse para verificar las guarras ideas del vejestorio.
“pinche chiquilla caliente tú solo dedícate a coger y déjate de andar pensando mamadas, esos cuentos e historias baratas solo te están oxidando el cerebro escuincla pendeja” pensaba el ilustrado.
-bueno, creo que ya descansamos un poco, ahora quieres que te siga cogiendo??- decía el pervertido con todo el descaro del mundo en parte para cambiar la plática por si la nena le salía con otra de sus preguntas estúpidas, estaba jugando al filo de la navaja, pero la nena no lo veía de esa manera, para ella estaba inculcándole todos los conocimientos amorosos que poseía.
La nena se quedaba pensativa, sin duda que la vulgar palabra (coger) ya la había escuchado, pero esta era implementada por sus amiguitos en sus codificadas formas de comunicación entre ellos, aunque de alguna manera intuía que su significado iba por esos rumbos, sin embargo nunca lo pudo comprobar pues ella no era de esas niñas que se llevaran a relajo pesado con sus amiguitos, ella sabía que era una mala palabra de esas que no se deben de decir, y menos una señorita decente como ella a quien sus padre la educaron bajo el precepto de que las niñas no deben de andar de malhabladas, pero con Don Marce había aprendido tanto los últimos días que ya no sabía que era bueno y que era malo, así que ella si más por el momento solo atinó a solicitar
-si Don… que diga, si mi amor, jijijijijij, siga… sígame cogiendo- dijo la nena presa de un acaloramiento infernal y una descontrolada sensación de cosquillitas en su estómago con solo decir esa sencilla frase, pero que para ella representaba muchísima vergüenza.
-repítelo mi niña, no te escuché bien jejeje- dijo el viejo haciéndose el tonto, la niña, no muy convencida ante esta obvia tetra del viejo decidió seguirle el juego, pensando que era parte del procedimiento y que a lo mejor esto le gustaba a su hombre pero él tenía que recurrir a sus juegos de palabras para no incomodarla decidiendo ella que a partir de hoy lo secundaria en todo para que este fuera perdiendo la “timidez” con ella, este era el nivel de inocencia de la joven Cassandrita.
-si amor, sígame cogiendo, sígame cogiendo, jijiji, no me vea que me da pena jijiji- la nena no se limitó pero si se apenó un poquito diciendo tales barbaridades, para ella esto era un juego solo entre parejas, algo que no saldría de entre ellos dos, así que por tal motivo no había problema.
El viejo, quien nunca sacó su verga de la panocha de Cassandra, comenzó a bombearla nuevamente, protagonizando una jugosa y enfrascada lucha entre sexos, batiendo tanto líquido preseminal como jugos vaginales llegándose a formar una olorosa y espumosa sustancia que aderezaba los órganos reproductores de ambos y que facilitaba bastante las penetraciones, cada gesto fruncido, gemido, suspiro y demás forma de expresión placentera que la nena hacía era considerada una especie de alimento para el viejo, nutriendo sus ganas de seguirla mancillando, de seguirla penetrando hasta que ella alcanzara otro clímax.
Y no pasó mucho tiempo para esto, la nena estaba tan candente que de su vagina se escapó un potente torrente lúbrico que advertía el desfallecido paroxismo por el que estaba atravesando, su cuerpo como de costumbre se retorcía al mismo tiempo que sus labios dejaban escapar la palabras me vengo una y otra vez, mientras en sus ojitos se visualizaba como si estuviera perdiendo el alma, una tremenda fuga de néctares comenzaron a escaparse de entre la penetrada panocha brotando hacia la superficie y haciendo regazón por toda la zona pélvica de ella principalmente, quien era la que estaba boca arriba.
El charlatán viejo veía a la chiquilla revolverse debajo de él y mostraba un gesto mamarracho al darse cuenta de que aun a su edad todavía conservaba el toque, que si bien en tiempos antaños siempre había cogido con puras señoras gordas, chaparras, feas y uno que otro gay, pero ninguna se podía quejar de lo bien que el viejo se desenvolvía en cuestiones amorosas.
La aun ensartada nena se recuperaba, miraba a su alopécico viejito todo cansado y sudado, pensaba ella que el viejo estaba haciendo muchas fuerzas y poniendo todo su empeño para satisfacerla como mujer y eso se lo agradecía, porque el hacer este tipo de cosas con el viejo la hacía sentirse muy mujercita, este la tenía bien aferrada con una mano de su espalda baja y con la otra de sus hombros, ella comenzó a jugar con los enredados vellos que cubrían el pecho de su hombre, revolviéndolos y enroscándoselos en sus deditos, la chiquilla no sabía el por qué dichos vellos llenaban a su viejito de hombría y masculinidad pero algo de eso ya le había contado el maduro.
-cambiemos de posición mi niña, tu arriba de mí, como ese día afuera de tu casita- dictaminó el viejo, la niña solo asintió afirmativamente, estaba tan enloquecida a estas alturas si el viejo le pedía el culo se lo daba.
Lentamente la feliz pareja se fue desacoplando y acomodándose en la posición solicitada, el viejo ahora se acostaba boca arriba con su potente herramienta viril apuntando al techo, tan erecta que casi parecía el asta de una bandera y cuyos lubricantes que la empapaban bajaban lentamente como la lava lo hace hasta las faldas de un volcán, la nena muy trabajosamente se subía arriba de él, primero se sentó en la lanosa panza como si fuera a cabalgar a un equino, su depilada vagina sentía el cosquilleo que le brindaban los gruesos pelos que tapizaban la rumiante panza del viejo, esta parte, su panza, era lo único que no se acoplaba a las medidas raquíticas del pervertido.
La nena le regaló al viejo tres de sus más románticos roces labiales, uno en su frente de lavadero, otro en sus labios de asno y el último en su pecho caído, el viejo solo veía con morbo absoluto como esos tremendos y sobresalientes pechos se bamboleaban ante sus calientes ojos cada que la nena se dirigió a plantarle un beso.
La nena hizo su cuerpo más hacia atrás, sacando un poco el portentoso culo en este movimiento al sentir una vergal presencia palpándola desde atrás, conocía la posición a la que sería subyugada pues ya la había visualizado en alguna revista que el viejo le había prestado, sin embargo no la había practicado aun ya que anteriormente afuera de su casa el viejo estuvo sentado, esta vez el desvergonzado estaba acostado tan tranquilo como si la vida no le corriera, la nena ubicó la gran y tiesa tranca, tan imponente, dura y pesada como un pedazo de fierro, y caliente como si la hubieran sacado de las brasas, casi evaporaba los fluidos que la cubrían, sus venas pulsaban desincronizadamente, Cassandrita apoyó sus blancas manitas en la panza de su martirizador y descendió muy cuidadosamente mientras su largo, hermoso y azulado cabello se le acomodaba muy sensualmente hacia un solo lado cubriéndole la mitad de su agraciada carita al tiempo que se mandaba una risita al viejo demostrando su total complicidad.
Su femenino sexo hizo contacto directo con el amoratado glande, el viejo hacia un estudio u observación de campo sobre como su cabeza gladeal era absorbida por la panocha de la nena, poco a poco la húmeda conchita se iba abriendo y al mismo tiempo tragando esa bestialidad hasta que el pederasta sintió como su glande estaba completamente alojado dentro de ella, la nena emitió un fuerte suspiro y se detuvo en el momento bajando un poco la vista y sacando sus labios muy sensualmente, respirando por la boca, aunque después siguió con su tarea de seguir bajando, cada segundo la panocha de la nena tragaba más verga así como su rostro se iba descomponiendo, era como si la entrada de ese bestial miembro hiciera que los ojitos de la nena se le ocultaran, el viejo escuchaba el crujir de las paredes vaginales abriéndose ante el intruso invasor, hasta que después de mucho doloroso sacrificio, la nena se la tragó toda, dándose un fuerte sentón arriba del viejo y haciendo gestos como si algo la estuviera devorando desde adentro.
Si bien las irrupciones siempre eran las partes más dolorosas del coito, este suplicio se recompensaba con una ardiente, apasionada y sobre todo placentera lucha carnal, en donde la pareja su fusionaba en cálidos besos y sugerentes movimientos pélvicos demostrándose el “amor” que sentía el uno por el otro, o al menos la nena así lo entendía, mientras el sacrificado viejo casi escupía su secreción seminal solo con ver a la lastimosa Cassandrita arriba de él y saber que su verga yacía encarnada dentro de ese glorificado cuerpo, a la altura del sudado vientre.
-ahhhhhhhhh- fue el grito que pegó Cassandrita cuando se comió los 19 centímetros de morena carne madura que hacían verle a Don Marce un respetable bulto en sus pantalones.
En este momento la pareja volvió a estar unida copularmente, el viejo la mantenía aferrada de la breve y estilizada cintura mientras la nena comenzaba a moverse intentando hacer embonar de manera precisa esa aberración dentro de su delineado cuerpecito, Don Marce en esa posición veía como el abdomen de la jovenzuela se marcaba exhibiendo lo trabajado que se encontraba, lo perfecto, sin el menor rastro de grasa, por el contrario se alcanzaba a distinguir ligeramente los músculos abdominales de la nena contrastando con una bofa e inflada timba en donde no se marcaba nada, ella no sabía qué hacer, si debía de empezar a ensartarse ella o el viejo seria el que comenzaría a moverse, muy fruncida de su carita esperaba a que este le ordenara, desde hace mucho había comprendido la situación a la que le viejo poco a poco la llevaba, el hombre es el que ordena y ella como mujer, obedece.
-ensártate mi niña,- mandó el viejo, apretando sus dedos en contra de la perfecta curvatura de la cintura de ella y haciendo fuerzas en su verga para que esta estuviera excesivamente rígida.
La nena en un principio se movía torpemente, no lograba hilvanar tres sentones cuando paraba debido a un dolor adentro de su vientre, el viejo no se desesperaba, sabía que tenían toda la noche y que nadie vendría a molestarlos así se decidió por auxiliar a su compañera, con su verga bien parada y dentro del cuerpo de la niña tomaba a Cassandrita y él mismo comenzaba a arremeterla desde abajo, de esta manera la niña elevaba su cuerpo y literalmente volvía a caer encima del mástil, dicho movimiento no era tan escandaloso como para levantar a Cassandra hasta el punto de sacarle por completo la olorosa malformación, pero si como para escuchar los fuertes golpes que se daban ambos cuerpos en cada una de las ensartadas, ni que decir de los gemidos por parte de ambos, los cuales resonaban por toda la casa.
El desgraciado pervertido comenzó a subir la intensidad carnal con la que se desempeñaba, a estas alturas el caliente Marcelino levantaba lo más que podía su pelvis para ensartar a la nena con todas sus fortalezas, la cama no tardó en comenzar a rechinar debido a los fuertes empalamientos con los que Don Marce le demostraba a Cassandrita que era digno de poseer tan sabroso cuerpecito.
De este modo y pasados algunos minutos Cassandra comenzó a hallarle la forma a la posición, apoyó sus manitas ahora en el pecho del viejo y sacó un poco más sus carnosas nalgas, inconscientemente la nena se estaba acomodando para desempeñar de una manera más eficiente la coital postura.
-así mi niñaaaa, aaahhhhhh, que ricccoooo!!- bramaba el viejo sintiendo una importante comezón en su verga, comezón que acrecentaba cada que se metía su miembro dentro de la jugosa panocha y esta era raspada por las paredes vaginales, la niña en tanto se concentraba en cada intento superar el record anterior de autoempaladas ininterrumpidas.
-sigueeeee, sigueeeeeeee, que bonita niñaaaaa,- el viejo sin duda sentía muy rico, pero en ocasiones exageraba sus alabanzas para que de este modo la niña se emocionara y pusiera más empeño en su actividad, esto le funcionó, pues la nena al evidenciar lo bien que el viejo se la estaba pasando comenzaba a moverse cada vez más rápido y ondulatorio con la intención de aumentar el jolgorio del veterano.
-en serio… ahhh, le gusta Don Ma… mi amor mmmm- dijo la nena presa de la calentura que no le daba para pensar en otra cosa que no fuera seguirse ensartando, sus movimientos comenzaron a profesionalizarse al grado de parecer una verdadera actriz porno cabalgando la verga de uno de sus machos.
-siiii, me encantaaa, a ti no??, uuuhhhhhgggg- bufaba el viejo y flaco toro teniendo que aferrar con mas fuerza el grácil cuerpo de su mujercita, miraba hipnotizado el impactante bamboleo que tenían las tremendas y carnosas chiches de la niña y como estas, gracias a que la nena seguía aferrada con sus manitas del pecho de su hombre, se apretujaban entre ellas adquiriendo por momentos una voluminosidad mucho mayor de la que ya tenían.
-siiii!!, me encanta!!, me encantaaaa cuando usted me la meteeee!! aahhhhh- la descontrolada nena seguía en lo suyo, Don Marce era testigo de cómo los grandes y tremendamente desarrollados pechos de la jovencita casi parecían que se le iban a chispar de su cuerpo, también anticipaba con alegría que el vocabulario de la nena se empezaría a vulgarizar.
-¿cuándo te meto qué?, mi niñaaaaa!!!- preguntaba el viejo, queriendo llevar la plática a los terrenos de la vulgarización, quería escuchar a su nena decir la mayor cantidad de leperadas posibles.
-cuando me meteeee, su cosotaaaaaaa, uuuhhhhyyyyy que riccoooooo,- el cabello de la nena lucía a estas alturas completamente desalineado, se movía para todos lados, le tapaba completamente su carita, y a pesar de que ella se lo acomodaba en cada ensartada que se daba, por momentos se le hacía tanto para enfrente que casi parecía el Tío Cosa.
-pero como se diceeeee??, como se le dice a mi cosota??, mi niñaaaa!!!- gruñía el viejo con su ronca voz clásica voz de un viejo sesentero.
La nena por un momento no supo que decir, el viejo la había agarrado en curva, trataba de descifrar que era lo que el viejo quería que ella expresara a través de sus carnosos labios hasta que después de pensar un poco una idea vino a iluminar su cerebro.
-vergaaaaa!!!, se llamaaaaaa, uuuyyyyyym siiii, se llamaaaa vergaaaaaa!!!!- gritó la nena, nuevamente despejando su hermoso rostro de los abundantes mechones de su propio cabello, uno de esos mechones se le había metido en su boquita.
-como mi niña!, no te escucho!!!, aaaaggggggggg!!!!! “jeje que pendejo me alburie yo solo”– esta última frase fue pensada por el vejete.
-vergaaaaa!!, se llama vergaaaaaaaa!!!!,- la nena se movía aún más desaforada, como si en verdad quisiera comerse la verga al viejo por su vagina, además el gritar ese tipo de obscenidades la emocionaban muchísimo.
-y te gusta, te gusta la vergaaaa??- el desgraciado viejo sí que se estaba pasando de la raya, aprovechándose de la calentura de la niña para hacerla decir semejantes barbaridades.
-siiii, me encantaaaa,- sin embargo la muchachita parecía no importarle lo bellaco que se estaba comportando el fino caballero con ella, era una completa inexperta en relaciones amorosas, y comprendiendo que lo único que sabía del sexo era lo que veía en las pornos (algunas revistas traducidas o dialogadas en castellano) era de entender por qué también ella se expresaba con palabras tan procaces, o por qué veía normal el decir groserías mientras se amaba.
-¿te encanta queeeeee? mi niñaaaaaa!!!- la cara del desgañotado viejo se derretía en sudor debido a las palabrotas con las que su enamorada le decía que lo amaba, se le salían hasta los mocos (de la nariz), para el viejo esto era mejor que cualquier declaración de amor.
-me encantaaaa, me encantaaaaa su vergaaaaa!!, su vergaaaaaa!!, ahí dios mi amorrrrr su vergaaaa es tan ricaaaaaaaaa!!- gritaba la niña meneando su cabeza de aquí para allá por momentos sin demostrar firmeza en su cuello, y pensar que en estos momentos Armandito ensayaba como poder sacarle la dirección de su vivienda muy emocionado acostado en su camita, mientras este viejo podía sentirle en carne propia lo calientito que tenía su panocha por dentro, pero el viejo iba por más.
-Cassandrita, si me amass, debemos de sellar nuestro pacto de amooooor- dijo el caliente viejo.
-como?- preguntaba la nena, aun ensartándose y escuadrando sus bracitos muy sensualmente al mismo tiempo que apuñaba sus manitas.
-debemos de sellar lo nuestro… con un pacto, comprometiendonosssss uuuuhhhhh hhhhooorrrrhhhhh-
-com… prometiéndonos??- la dulce niña, con los ojos cerrados, se llevaba uno de sus deditos hacia sus coquetos labios.
-siii mi niñaaaa, siendo noviosss tú y yooo- la nena por más que intentó disimular no cabía de gozo por lo que el viejo le solicitaba, ser su novia era un verdadero halago para ella, así que aumentó gradualmente la velocidad de sus arremetidas, sintiendo como otro orgasmo estaba a punto de exprimirle el cuerpo, era el momento en que más quería sentir la verga del viejo alojada en sus entrañas.
-Don… amor, que cosas dice, mmmm, ahhhhh, aaayyyy, se pueden dar cuentaaa, nos pueden veeerrr- la nena se abrazó fuertemente de él, viéndolo a los ojos con una mirada perdidamente cachonda, hasta la lengua sacaba debido a lo ajetreada que se encontraba todo esto sin parar de gemirle directamente a la horrenda cara de violador.
-no nos verán, uuuuyyyyy, seremos novios en secretooooo jejeje, a escondidas- el viejo tomaba la cintura de la nena, apretaba con fuerza desmedida la grácil anatomía de ella y desde donde se encontraba la apuntalaba con soberbios embistes que casi le sacaban el aire a la pobre chiquilla y le marcaban aún más el ejercitado abdomen.
-jijijiji, usted y yo, ahhh, mmmmffffssss- dijo la nena a medias fuerzas, o más bien a un cuarto de fuerzas.
-siiiii, tú y yo, imagínate, tú y yoo jejeje- el acostado viejo tomando mucho vuelo se mandó un par de sus más fieros arponazos que hicieron cimbrar toda la potente anatomía de la nena, uno en cada determinado pronombre personal.
-aaahhyyyy!!, aaahhhhyyyy!!, ricccoooooo, sii, siiii, siii lo quiero!!, lo quieroooo!!!- dijo la nena, pensando que era el viejo el que le estaba pidiendo que fuera su novia, pero el pervertido pronto le hizo ver que con él las cosas eran muy diferentes.
-entonces, jejejeje pídemelo- dijo el viejo mandándose aún más fuertes y profundas embestidas, sacudiendo el sudor en todo el cuerpo de la nena y casi quebrantándole la pelvis.
-qué?- la nena no entendía que era lo que tenía que pedir.
-pídemelo, anda, pídeme que sea tu novio!!!, jejeje- gruñía el sinvergüenza remarcando unas potentes venas atravesando su cuello de buitre, sus ojos se saltaron tanto que amenazaban con salirse de sus cavidades craneales.
-Don Marce… este… que no se supone… aahhhggggg- una fuerte embestida hizo callar a la chiquilla quien apenas iba a recalcarle al viejo que al parecer estaba en lo incorrecto.
“cáaaaallate zorra jija de la verga y pídeme que sea tu puto novio de una buena vez, chiquilla buena para la vergaaaaa”, los pensamientos del viejo estaban muy distantes de las tiernas palabras con las que se expresaba abiertamente en presencia de ella.
La nena estaba más confundida que nunca, esto no era normal, lo correcto según ella era que el apuesto príncipe debía de declararle su amor a la bella doncella tomándola de la mano y besándosela romántica y delicadamente, y no al revés, pero pensaba en la posibilidad de que el viejo así lo quisiera, que ella se lo pidiera, algo raro para ella pero una aún más fuerte apuntalada que le hizo escupir algo de saliva la hizo volver a la batalla, alejando todas esas mamadas románticas que ella veía en las películas, no supo porque se le vinieron a su mente las mujeres que trabajan, las mujeres que ocupan puestos importantes en las empresas, la lucha de la mujer por tener igualdad de condiciones que el hombre, se dijo que si ya su género había logrado todo eso entonces bien podría haber aquellas mujeres que le declaran su amor a un hombre, entonces a lo mejor esto sea más normal de lo que ella pensaba, redundantemente es lo que medio pensaba la nena mientras era ultrajada.
-Don Marceeee-
-que mi niña- la nena tomó las manos de su enamorado, enrollando sus deditos con los de él y llevando esas unidas manos a la altura de su corazón, preparándose para declararle su amor, el viejo seguía embistiéndola pero había bajado su ferocidad, sin embargo aprovecho el momento para acaparar con una de sus manos todo el pecho derecho de la joven enamorada.
-Don Marceee, quiere… ahhh,- de más está decir que la cara de Don Marce era de júbilo total, como si le hubiera negociado la vida eterna al creador.
-Don M… Don Marceeee… usted… usted quiere… le gustaría… este… usted quiere ser mi noviooooo- dijo la nena ya casi vaciándose en jugos, el viejo por lo tanto reía de forma burlona ante la docilidad manifestada por la nena, ante lo pendejita y manipulable que era, inclusive hasta en la forma en que tartamudeo mientras construía la sublime oración.
-estás segura mi niña?- todavía el viejo se dignaba a cuestionarla sobre su decisión.
-siii, siii, segura, quiero que… usted y yoo… seamos noviosssss- la nena comenzaba a revolverse presa de otro naciente orgasmo.
-pero, ¿porque yo mi niñaaa?-
-porque usted… yo a usted… lo amooooo… desde ese día… que lo hicimos… no he dejado de pensar en usted… todos los días me toco pensando en usted… sueño con usted… me gusta cómo me trata… y lo que hacemos a escondidas…- la nena ya estaba que se vaciaba.
-jejeje, acepto preciosa, seré tu noviooooo aaaahhhhhhrrrrgggggg- el viejo soportaba el más crudo aplastamiento vaginal en contra de su verga, el sexo de la niña se cerraba casi triturándole la verga para después aflojar un poco y lanzar una potente descarga de jugos que terminaron por regar la extensa selva amazónica compuesta por pelos negros que poblaban todo el vientre bajo del viejo.
-aaaahhhhh, me venggoooo, me venggoooooo mi amooooooorrr!!!- gritó la destrozada chiquilla sacudiéndose de todo su cuerpecito, llevando sus manos a tapar su carita.
La niña estaba en pleno trance orgásmico, alcanzó a escuchar la aceptación del viejo y eso la hizo abochornarse como nunca antes lo había hecho, dejó caer su perfecto cuerpecito sobre el bofo cuerpo de su momentáneo macho pues el cansancio era tan devastador que terminó por desmoronarla, ambos amantes unieron sus pechos, el de ella adornado con un par de globos que se aplastaban en contra de los caídos y peludos de él. El depravado podía sentir la agudeza de esos rosaditos pezones picándole debajo de su pecho y sin más llevó uno de sus guangos brazos para afianzar de su espalda a su nena, la pareja estuvo unos minutos así, el aun empalmado viejo seguía con su verga bien escudriñada dentro de la chiquilla.
La sofocada nena, quien había estado escuchando los latidos y la ronca respiración del pervertido, sentía como su hombre se incorporaba de la cama, mientras ella, con su respiración terriblemente acelerada y su ritmo cardiaco casi peligrando para su vida solo se acomodó acostándose boca abajo, arreglando su pelito y quitando el exceso de sudor en su chapudo rostro, pero de repente fue jalada bruscamente primero de sus piernas y luego de sus caderas y posicionada a manera que su culito quedara levantado.
Ella entendió la posición, ya la había practicado, así que con mucha dificultad fue levantando sus temblorosos bracitos, se apoyó de la cama con sus rodillas abriendo un poco sus piernas exponiéndole nuevamente al viejo su mancillado sexo y toda la generosidad de su culo, tratando de verle la espantosa cara de viejo verde a su hombre pero dicha posición se lo impedía, lo que si permitía era regalarle al viejo una de las postales más sexys de su enamorada.
El viejo veía a su nena acomodada de perrito y con su hermoso cabello cubriéndole la mitad de su angelical rostro y cayéndole hasta la superficie colchonal, idéntica posición en la que la nena veía expuestas a muchas de las mujeres que adornaban las paredes del cuarto. Don Marce con su lasciva mirada de viejo caliente analizaba la curvatura que había adoptado la espalda de la jovencita, como una remarcada zanja surcaba todo el largo de esta para desaparecer por un espacio muy breve pero resurgir ahora separando cada una de las tremendas nalgotas que se portaba la infernal chiquilla, veía un par de espectaculares hoyitos adornarle la espalda baja así como el ligero asomo de sus omoplatos, el cochino viejo se daba lujo recorriendo con sus chaqueteras manos la espalda de la jovencita, tan sudada, brillosa y muy durita.
Pero lo que lo enardecía hasta la locura era esa colorada papayita que asomaba debajo de ese orgulloso culito, las suaves nalgas daban la apariencia de ser de esponja y con depravados apretones podía valuar la calidad de estas, la nena en tanto suspiraba mientras seguía acomodada caninamente, la noche no estaba muy fría pero en cada exhalación tanto de ella como del viejo podía verse una especie de humo escapando de sus bocas desde hace rato.
Mientras la nena era vulgarmente inspeccionada de su espalda y culo podía admirar los perfectos cuerpos y los atractivos rostros de todas las impresas chicas y sus sensuales vestimentas, veía las estilizadas posturas a las que se sometían casi siempre exponiendo el culo, pensando que muchas de ellas quizás fueran modelos famosas, debía de reconocer que se veían muy coquetas y femeninas, como toda mujer debiera ser, y era esa misma feminidad la que sentía ella al estar en esa pose con el hediondo viejo detrás de ella devorándole el culo con la pura mirada, hediondo porque vaya que de sus boscosas axilas provenía una potente y penetrante loción, sin embargo esto no era impedimento para que ella se sintiera como una de esas mujeres que engalanaban el cuarto de su hombre.
La nena se daba cuenta de que a Don viejo le gustaban las mujeres muy bonitas, que tenía buenos gustos y se sentía dichosa al ser la elegida por este desagradable sujeto para iniciar una relación con él aunque fuera a escondidas, eso significaba que para los calenturientos ojos de Don Marce ella era muy bonita, y si bien se escondían para hacer sus cosas era por el hecho de que ninguno de los dos se metiera en problemas, la nena sabía que la sociedad no aceptaría dicha relación y era esta misma discreción lo que la hacía sentirse casi en su propia telenovela, en su propio cuento de hadas, cuantos cuentos conocemos que tienen como columna vertebral un amor imposible y no aceptado.
También pudo cavilar sobre la vestimenta de cada una de las chicas, la mayoría solo en encajosos brasieres y diminutas tangas que se perdían o se apretaban a sus carnosidades, principalmente a sus remarcados sexos, reflexionó que sería muy posible que Don Marce recortara solamente las que usaban este tipo de ropa interior, o sea que le gustaba que las mujeres usaran ese tipo de atuendos, reconoció que ella era más recatada a la hora de elegir su ropa íntima consistente en muchas ocasiones en calzones que le cubrían todo su exuberante trasero, recordó que el día de su primer encuentro sexual utilizó una tanga, tal vez por eso Don Marce fue seducido por sus encantos, pensó, “tengo que verme bonita para él, a partir de hoy procuraré ir sola a comprarme ropa interior, mi mami nunca me dejaría comprarme calzones tan chiquitos, tengo que acostumbrarme a usarlos porque ese que tengo se me mete mucho jijiji”, la nena estaba completamente convencida de verse lo más comestible posible para los ojos del tendero pervertido.
Cassandrita pudo advertir una de las maniacas risas con las que el viejo amenazaba sus inquisitorias torturas, risas en donde el asqueroso dejaba ver en toda su solemnidad las cariadas piezas dentales que empodrecían su boca, así que ante esta depravada señal ella apretó lo más fuerte que pudo sus finos y brillantes dientes así como la sucia sábana con sus manitas, el viejo se mandó una poderosa cornada que la penetró en dos tiempos y que casi hace que la nena fuera a dar al suelo junto a toda la porquería que ahí se encontraba.
El turbado sujeto penetraba sin ninguna pizca de entendimiento a la tierna chiquilla quien resistía valiente los severos impactos, era desquiciante el sonido que producían los cuerpos al chocar y dicho sonido solo enardecía al viejo a aumentar su fortaleza, la cama se movía muy peligrosamente pareciendo que en cualquier momento se partiría, crujía y chillaba debido a la desencarnada copulación que se llevaba a cabo en estos momentos sobre su espacio, algunos de los muebles mas cercanos también resentían los crujidos y temblaban al compás de ellos, el aberrante microempresario reía y hacia sonidos como un trastornado al mismo tiempo que pasaba sus asquerosa lengua por todo el perímetro de sus repugnantes labios, saboreándose el dulce momento mientras clavaba sus dedos en las curvilíneas caderas de su ahora novia a escondidas y ejercía sincronizados movimientos pélvicos de atrás para adelante.
Cada embestida hacia chocar descabelladamente el vientre del vejete contra el culazo de la nena, moviéndose deliciosamente debido a la potente colisión y esto solo hacía que el viejo se enloqueciera más y se comportara como un trastornado mientras la nena solo se dejaba hacer aguantándolo todo mordiendo uno de los extremos de la almohada más cerca que tenía.
Desde ese ángulo, el viejo pervertido veía su monstruosa verga entrar y salir de esa lubricada vulva, notaba una tenue membrana asomarse tímidamente cada que el viejo reversaba su venuda y rígida herramienta, veía ese apretadísimo orificio anal pulsando como invitándolo a mancillarlo pero el viejo sabía que la nena aún no estaba lista para eso, por el momento se entretendría con su concha y ya después vería el momento propicio para hacer el debut anal de la tierna princesita.
“jejeje, mi precioooso, precioooso, ya te llegará tu hora”, pensaba el repugnante sujeto mientras de su boca viscosos hilos de saliva caían.
La nena, en tanto, sostenía todo su tremendo cuerpo sudado solo con un bracito el cual se veía que no demoraba en fracturársele, pues con la otra mano se tallaba su jugosa panocha, por momentos separaba sus dedos anular y meñique de los índice y medio para poder sentir entre sus dedos los deslizantes y calorosos movimientos de adentro hacia afuera que llevaba a cabo el asnal instrumento mientas ella se abría la concha.
El viejo Marce no se controló más y cegado por la calentura tomó ambos brazos de Cassandrita y a modo de carretilla se ensartaba a su martirizada jalándola de sus muñecas al mismo tiempo que le dejaba ir toda la carne hasta dentro, ella pegaba unos berridos como si la estuvieran descuartizando, sentía la verga del viejo abriéndole paso entre sus entrañas, llegándole lo más profundo posible, la podía sentir revolverse dentro de ella pues a menudo el glande hacia contacto con algo, sintiendo su cuerpo casi partirse por lo demandante de la posición, era tales los decibelios de los rebuznos masculinos y berridos femeninos que permitieron a algunos de los vecinos tener el privilegio de escuchar un poco de la desaforada lucha cuerpo a cuerpo que se llevaba en la casa del tendero.
-pinche viejo cochino, orita mismo le hablo a la poli para que lo calle, que descaro- decía uno de los vecinos más decentes del conglomerado.
-oye vieja, el tendero se contrató a una puta, y que bien lo hace creer la condenada- decía otro a su señora pensando que la quejosa mujer solo actuaba sus gritos, escuchando con claridad los desgargantos femeninos.
-pinche vieja piruja, mira que revolcarse con un viejo por dinero, viejas huevonas que no les gusta trabajar, cállense que la gente decente quiere dormiiiir!!!- decía una de las recatadas señoras, vecina trasera del viejo, aventando una piedra hacia los botes de basura de su morboso vecino,
Lo que los vecinos no sabían era que la escandalosa mujer no era una puta, era una niña de la escuela de enfrente, que no le estaba cobrando al viejo y que no lo estaba engañando a la hora de quejarse. Pronto la nena silenció un poco, la pareja se detenía mientras el viejo acercaba sus bembas al oído de esta y le decía algo en voz bajita sin desclavarse de ella, la casi invidente muchachita asentía con la cabeza y al parecer, obedeciendo a esa inaudible solicitud, enterró su cabecita debajo de una de las almohadas, pero manteniendo el culo bien levantado.
El viejo se secaba el sudor pero también se dedicaba a amasar las esponjosas, firmes y tersar nalgotas que se gastaba la condenada chiquilla mientras la nena se acomodaba como si fuera un avestruz metiendo su cabeza en el suelo, Don Marce la aferraba ahora de sus muslos levantándoselos un poco más, dejando a la nena apoyada solo con las puntas de sus pies y de este modo reinició con su calvario, en esta posición la verga se le encorvaba hacia abajo, por momentos el pervertido escuchaba sonidos tan extraños, como si la nena se estuviera aventando una flatulencia cada que él la barrenaba, en realidad se trataba del aire que entraba cada que el viejo sacaba su verga del abierto y vaginal agujero, permitiendo la entrada del viento y escuchándose ese sonido cuando volvía a sumergirla.
“jejejeje, le estoy sacando los pedos a la mocosa, jejeje” decía en su cochina mente en desequilibrado sin entender la verdadera fuente de tan extraño sonido, para el viejo la nena se estaba despedorrando.
Para esto la nena liberó su sonrojada y fruncida carita, su naricita prácticamente desaparecía pues se camuflajeaba con el rojo pasión que cubría sus pómulos y cachetes, trataba de contener lo más que pudiera sus berridos para que no la escucharan pero era casi imposible, en eso otro orgasmo la asaltó de manera violenta sacándole el aire de sus pulmones, casi por un periodo de tres minutos la nena no pudo respirar, solo se ahogaba entre sus propios gemidos.
Don Marce al ver el estado de su idolatrada no dejó de mancillarla, parecía que la quería matar con tanta verga, reventarle el vientre, sacarle la verga por la boca, eran tales las embestidas que la nena ya no podía apoyarse ni con las puntas de sus pies, sus piecitos se suspendían en el aire ya que el erigido viejo la levantaba de las caderas teniendo que pelvicar hacia arriba para llegarle a su mujercita, y eso que las prominentes caderas de Cassandrita en estos momentos se veían muy superiores en dimensiones a las escurridas del viejo, el viejo era más ancho en cuando a la medida de su cintura y espaldas pero en caderas y culo la nena lo rebasaba, el viejo estaba demostrando unas fuerzas equivalentes a Hércules y la nena se sentía dichosa de ser su Megara, la convulsionante y orgasmeada nena ya en las últimas sacó fuerzas de flaqueza para comunicarse con su verdugo.
-aahhh, ahhh, ahhh, D… aaahhhamor… aahhhhcuando… vaya a sacar… la leche… avísemeeeee… aaaahhhh aggggg- la nena hasta gargareaba la excesiva saliva que se había formado en su boca.
-jejeje, ¿para qué?, mi niñaaaa, aaggghhhhhh, ooooogggghhhhhh, mmuuuuuuuu- el viejo hasta mugía, por momentos su cariada dentadura estaba a milímetros de desprenderse de su boca.
-avísemeee… quiero… que… me los de… en la boca…-
-jejejeje, mi niña, ¿quieres tu lechita antes de dormir?- decía el viejo poniendo más empeño en sus acometidas, el hecho de que la nena deseara su pestilente corrida en su boquita era como si se activara un botón en sus testículos y que abriera una compuerta para liberar las gruesas cantidades de blancuzca semilla que ya hervían dentro de sus huevos.
-siiiiii, peroo sin… vaso… démela directo… en mi boca…-
“putilla mamavergas yo que quería venirme dentro jejeje, ni modo, será para la otra” pensaba el desequilibrado.
-si mi niña, será un placeer aaahhhh Cristooo Benditoooooooo!!!- dijo el viejo casi reventándole las venas de su cuello, bastaron solo unas diez sanguinarias acuchilladas en donde el viejo tomaba la mayor cantidad de vuelo que podía para que este sacara su poderosa herramienta bañada en jugos de la rojísima y acalorada panocha de la nena. El viejo se apretaba fuertemente la verga de su glande para retrasar el mayor tiempo posible su brutal estallada, pero aun así no pudo evitar que un caldoso y magmático rio blanco comenzara a salir por su uretra y a descender por su glande.
-ya mi niña!!!, ya los traigo de fueraaa!!!!!!- bramó el pervertido lo más rápido y sonoro que pudo, sabía que eran cuestión de segundos para que se vaciara completamente, si bien algunas gotitas de caldo blanco se perdieron en el camino sabía que la mayor cantidad aún se mantenía estancado en sus conductos seminales formándole un casi tumor de tanta exagerada concentración de semen en la parte superior de su verga, la cual era brutalmente asfixiada por su propia mano.
Cassandrita al escuchar esta aclaración se levantó como resorte, ni parecía que hace un momento no podía ni moverse, se arrodilló ante su amo juntando bien sus rodillitas, depositando cada una de sus manitas en sus potentes piernas y abrió su boca lo más que pudo cerrando sus ojitos en innata señal de defensa, sacando muy sugestiva su lengua, el viejo en vez de rociar su abono líquido en la cara o en el musculo lingual de la chiquilla decidió embutirle la verga hasta adentro, soltando en el acto su gruesa deformación y liberando de esta manera su corrosiva esencia.
El disparo que Don Marce había retrasado pareció haber aumentado en energía y cantidades, un cargadísimo y grueso manguerazo de semen, el cual llegó a ser más abundante incluso que muchas de las veces en que el viejo orinaba, se impactaba en contra de la garganta de la chiquilla. A partir de esta exageración otros ocho chorros más, casi igual de bestiales, terminaron por inflarle los chachetitos a Cassandra de la natosa mezcla, era tal la exagerada cantidad de esperma que de la nariz de la nena gruesos colgajos blancos resbalaban hacia sus abultados labios, la nena por su parte tragaba lo más que podía tratando de no ahogarse, aguantando unas intensas ganas de llorar debido a lo irritante del hedor e impidiendo que las constantes tocidas dejaran liberar tan repulsiva mezcla la cual estaba amarguísima, el viejo una vez sintiéndose descargado comenzó a retroceder lentamente su tranca.
Eran notorios los bultos que bajaban por la tráquea de tan hermosa criatura, incluso hubo aquellos restos que trababan de escapar de ella escurriendo por las comisuras de sus labios pero la nena los alcanzaba con su lengua, debido a su inexperiencia en esta actividad hubo un momento en que abrió su boquita de más dejando escapar una importante cantidad de semen que la bañó hasta su barbilla, pero ella con su manita se encargó de regresar esa fétida mezcla al lugar donde le correspondía, su boca y de ahí a su estómago.
“jejejej, se me hace que mañana vas a cagar mocos” reía el pervertido aun desollando su macana la cual en cada apretujón seguía expulsando gruesas gotas de semen, la nena comenzó a lamerle el glande con mucha devoción pero a la vez muy repugnantemente, podía verse semen semitransparente uniendo su lengua y labios con el viscoso miembro del viejo, delicadamente ella lo tomaba con su mano y se lo engullía hasta el fondo chupeteándoselo con fervor, seguía escapándosele saliva combinada con semen la cual, afortunadamente para ella, era atrapada por la otra de sus manitas o dedos y de nueva cuenta la regresaba a su boca, en verdad la nena estaba completamente enviciada con el sabor de la leche del viejo.
Los viscosos sonidos provenientes de la boquita de la nena hacían que el viejo no perdiera la dureza dejándole su verga en estado de semi erección, al final el arrugado macho sucumbió a los insaciables chupeteos y lamidas que le pegaba la nena a su pájaro y se derrumbó boca arriba en la cama completamente fuera de combate, sudado a mares y todo tembloroso, rápidamente fue alcanzado por su espectacular hembra después de que esta se tragara hasta la última gota, la pareja estuvo descansando abrazada por un buen rato, el inquieto viejo aún seguía besándola y manoseándola después del desgastante encuentro carnal, claro que en esta ocasión los besos eran apenas leves acercamientos labiales, en un momento se dirigió hacia el cuellito de ella para pegarle un chupetón tan fuerte que casi le arranca el cacho de cuero, la nena se intimidó, había escuchado de las consecuencias de los chupetones en el cuello y de cómo estos habían hecho caer a muchas de sus amiguitas así que se atrevió a solicitar.
-Do… amor, no es que no me guste pero… me va a dejar una marca mañana- dijo entre asustada y excitada.
-shhh, déjame hacértela, como la prueba de nuestro amor, así cada que te la veas en el espejo te acordarás de este momento jeje- el pervertido dijo esto con la delicada piel de Cassandrita entre sus filosos dientes de piraña.
-pero…- la nena repelaba pero el viejo la calmaba con suaves manoseos vaginales hasta que logró someterla por completo, dejándole una enorme marca roja cerca de la yugular, y así estuvo la caliente pareja, contándose cosas en especial ella, sueños y mamadas románticas que veía en la tele y que aburrían al viejo quien ahora dejaba que la nena reposara su cabecita y una manita en su pecho mientas él la tallaba de su cabello, así hasta que la nena se quedó bien dormida con un cachete aplastándose en el cuerpo de su hombre.
“jejeje, lo bueno que ya se jeteó esta putilla, ya me estaba hartando con sus estupideces de mocosa pendeja” decía el viejo corriendo una vieja y olorosa a jugos sábana para de este modo quedar tapados ambos pero desnudos, sintiéndose piel con piel, una vieja y arrugada piel cincuentera sintiendo la firmeza y el calor emanado de una casi dos años menor a los dieciocho.
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Eran aproximadamente las ocho de la mañana, del día sábado, el viejo se despertaba después de la calorosa noche pasional en la que formó un dúo con una de las nenas mas hermosas del plantel educativo de enfrente, vio que la nena no estaba a su lado pero la ropita de esta seguía revuelta encima y debajo de la cama, lo que significaba que la chiquilla seguía en su casa, divisó que el piso de su cuarto estaba completamente libre de las bolas de papel de baño que lo tapizaban y aromatizaban, un cubo con un mechudo dentro ambientaba la habitación a lavanda, el ventanal que estaba en el cuarto lucía abierto llenando de aire fresco la habitación.
Su sabueso olfato percibió algo que se estaba cocinando, fue llevado por tan sabroso aroma hasta la pequeña cocina que él tenía y que nunca ocupaba, de hecho ni recordaba que tuviera gas, la nena había tomado algunas cosas prestadas de la parte donde es la tienda y le preparaba una rica chuleta con arroz blanco y salsa de chile seco al macho que tanto placer le proporcionaba en la cama, la nena le estaba cocinando al viejo además de haberle limpiado su cuarto, ¿en recompensa por la inolvidable noche o será que ya se consideraba su mujercita?.
Esto hizo que al viejo se le parara su verga en seco, el solo ver a la dulce niña cocinarle y moverse de aquí para allá como una experta ama de casa, ya casi la visualizaba como su mujer, le sorprendía que tal jovencita supiera desempeñarse con tal profesionalismo en la cocina considerando la corta edad de esta.
Se vio desnudo pero no le importó ya que estaba en su casa, pero lo que más lo alteró fue ver, desde su posición, a su nena cubriendo su desarrollado cuerpo de hembra veinteañera con una camisa de él y que la alcanzaba a tapar hasta la mitad de sus muslos. El encuerado viejo se fue acercando silenciosamente, deleitándose con el bamboleo de las caderas de su hembra cada que se movía de aquí para allá sin alertar la presencia masculina, caderas que le auguraban un heredero saludable en caso de consolidar esta descabellada relación con un embarazo. Lo ponía como toro bravo cuando la nena se agachaba para buscar algo o para regular la potencia de la flama de la estufa, haciendo que la camisa se le subiera a casi dos dedos de mostrar el redondo inicio de esas perfectas nalgotas, y con lo sugerente que se le pegaba la camisa a su culito hacía pensar al raquítico que la nena estaba desprovista de calzones, lo alteraba hasta la insania ver como Cassandrita abultaba sus labios para soplar a la fama pensando que hace algunas horas esa sugerente boquita le había mamado la verga y se había tragado sus mocos.
“mii, esta putilla sabe hasta cocinar, jeje, apuesto a que esas pendejas que salen en la tele ni siquiera han de saber calentar una tortilla” decía el pervertido sujeto mientras recorría con su caliente mirada cada curvatura que conformaba la grácil anatomía de la bella Cassandra, notoria aun cubierta por la deslavada camisa.
El despeinado viejo le llegó por detrás, tomándola por sorpresa de sus escandalosos melones cuyos pezones se exhibían descarados a través de la camisa y arrimándole lo más posible todo el camarón enterrándolo entre ese par de carnosas posaderas sumiéndoselo con todo y camisa, se dedicó a aspirarle su cuellito y llenarla de besos mientras ella reía coqueta y contenta por sentirse querida sin perder la concentración en lo que estaba haciendo, voltear la chuleta.
-Don Ma… amor, me voy a quemar- dijo la nena arqueando su cabeza para contarle al viejo esto último en su peludo oído lleno de cositas amarillas.
-cosita rica, me estás haciendo el desayuno?- preguntaba el desatornillado viejo, hablándole a la nena al oído con ese repugnante aliento mañanero característico del viejo.
-sip, por?, no tiene hambre?- la dulce nena se dejaba que el viejo le manoseara los pechos mientras ella seguía moviendo la espátula.
-sí, tengo hambre, tengo mucha hambre… pero me quisiera comer otra cosa, jam… jam…- dijo el viejo acariciando la depilada conchita de la nena y dramatizando que le comía el cuello, ahí corroboró que en efecto la nena no tenía puestos sus calzones y que una enorme marca amoratada cubría su blanco cuello.
Ella comenzó a suspirar, dejó lo que estaba haciendo y ladeó su rostro para fundirlo con un asqueroso enredo de lenguas, atrás habían quedado los tiernos besos con los que la nena veía como las parejas de los cuentos de hadas se demostraban su amor, para ella estos marranos batidos de lengua eran la mejor prueba de amor que pudiera recibir por su ahora primer novio.
-D… amor noo, sabe que si me sigue seduciendo… voy a terminar haciéndolo otra vez con usted- dijo la nena en tono de suspiro.
-de veras?, te quedarías a seguir cogiendo conmigo toda la mañana y parte de la tarde?- el viejo ya no se limitaba en su vulgar lenguaje, sabía que la nena lo entendía perfectamente.
-sii, pero ya se me está haciendo tarde, tengo que regresar a mi casa, otro día, se lo prometo-  dijo la nena acomodando su cuerpo a manera de quedar de frente al viejo.
-un rapidín mi niña, solo eso te pido- el caliente viejo ya estaba más que empalmado, le hablaba a su acorralada mientras la acariciaba de su excelsa cintura y caderas, para esto le había levantado la camisa casi a la altura de su ombliguito.
-jijiji, Don Marce, usted no se cansa-
-claro que no mi princesita, como me cansaría de comerme a una niña tan sabrosa como tú jejejej, anda, solo la cabecita y ya- dijo el pervertido acariciando el vientre de la niña ya preparándose para el ensamble.
La nena ya sonrojada por las románticas declaraciones reía sin abrir su boquita mirando hacia el suelo, recargando su cuerpo en una barra que estaba al lado de la estufa al tiempo que doblaba una de sus piernas apoyando la planta del pie en dicha barra, con una de sus manitas enrizaba un mechón de su cabello mientras el pervertido tenía una risa fanfarrona mirándola directamente a su carita con una de sus manos sosteniéndola de su barbilla y la otra sobándole el vientre, tan cerca uno del otro que casi se decían las cosas en silencio y a punto de unirse de sus frentes, los perfiles eran tremendamente contrastantes pues la pequeña y respingadita nariz de la niña no tenía nada que ver con la enorme y atucanada nariz de Don Marce.
-ahora ábrete un poco de las piernitas, anda, anda- el caliente sujeto punteaba el ombligo de la niña con su maloliente verga llena de cositas blancas de la corrida anterior pues en todo el tiempo que estaban hay parados los dos, frente a frente, su verga no dejó de manifestarse, recuperando su vertical con continuas pulsaciones.
La también caliente y sonrojada hembrita comenzó muy coqueta a abrir sus piernitas para permitir el acceso al viejo, este depravado ya babeaba y sus ojos brillaban en calentura al ver como aparecía ante él el más cerrado par de labios vaginales que en su vida hubiera visto, pero justo cuanto se preparaba para mandársela a guardar a la chiquilla esta cerró sus muslos de golpe pues la chuleta le avisaba que necesitaba otra vuelta, sin embargo no dejó de ser manoseada por el viejo todo lo que duró su exhibición de cocina. El viejo, después de manosear un rato a su hembra, se dispuso a comer lo que ella le había preparado a la vez que la nena tomaba una ducha rápida pues estaba apestosa a sexo y sudor.
Ella se alistaba sentada en la cama del vejestorio, estiraba sus estilizadas piernas para ponerse sus finas calcetas que llegaban hasta sus rodillas así como sus zapatitos, se colocaba su tableada falda y su ajustado short debajo de esta, dejaba su calzón en la cama del viejo como cual pañuelo dejado por una doncella para su gendarme y por último se ponía su apretado brasier y su ajustada blusita que solía usar debajo del uniforme, guardando la blusa de su escuela en la mochila, peinó un poco su cabello y decidió no llevarse el listón pues no le combinaba a su blusa, y salía, después de despedirse del viejo con su respectivo beso a esos labios llenos de aceite y esa boca que aun masticaba comida, con rumbo a su casa, completamente satisfecha y con su estómago atascado en semen, no sin antes memorizar en su cabecita como había quedado la cama después del romántico momento llevado a cabo hace algunas horas.
“No puedo creer, tengo novio, tengo novio”, se decía la emocionada chiquilla, y no paró de repetírselo durante el transcurso de ese reflexivo fin de semana en donde el viejo dejó que la nena reflexionara lo sucedido.
“Tengo que disimular, que nadie se dé cuenta, pero a la vez, tengo que verme bonita para él”, ya en su cuarto la dulce chiquilla se medía blusas, se pintaba su carita, trataba de buscar sus mejores combinaciones para regalarle así hermosas postales y más fotos de ella mostrando su hermoso rostro, sin embargo, en un momento en que acercó su bello rostro para verse en el espejo observó una mancha amoratada en su cuello.
-ehhh!!!, no puede ser… Don Marce… jijijiji, como me vino a hacer esto… mire nada más… ahí Cassandra tú también que te dejas… mensa… mensa… mensa…- la nena se daba de cocotazos en su frente, se apanicó un poco pero tranquilizó al instante al darse cuenta de que si su cabello estuviera siempre en la posición correcta quizás sus padres no se dieran cuenta de nada, y así lo hizo.
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La siguiente semana escolar trascurría con normalidad para la recién pareja de enamorados, en la entrada de la tienda se podía ver al viejo guarro echándose sus tacotes de ojo con las deslumbrantes siluetas de las jóvenes estudiantes, al ver a su hembra llegar a la hora de entrada se atrevía a mandarle mensajitos de amor aludiendo lo bella que se veía en ese momento, ella en tanto veía el mensaje y automáticamente su semblante cambiaba a un gesto risueño y en ocasiones se atrevía a contestarlo, la nena había cambiado de look ahora usaba un peinado que consistía en echar casi todo su cabello hacia un solo lado.
Fue por el horario de clases, por el poco tiempo que duraba el receso, porque ambas niñas siempre tenían acompañantes y porque Cassandra siempre evadía las interrogaciones de su amiga que esta otra niña nunca pudo sacar la información pertinente para descubrir en donde había pasado la noche del viernes su comestible amiguita. Aun así, Lupita notaba la llegada de mensajes más de lo normal en el celular de Cassandra, veía como ella en ocasiones los respondía con una sonrisota de oreja a oreja siempre procurando que nadie se diera cuenta de lo que escribía o de lo que leía, por momentos no prestaba atención a la clase dada por el profesor en turno todo por estar leyendo una y otra vez un mensaje de texto o por responder uno de tantos que le llenaban su bandeja de entrada.
De primer momento Lupita pensó que a lo mejor Armandito ya había comenzado a desarrollar su plan para conquistar a su amiga pero, en una ocasión tuvo la oportunidad de ver como Cassandra respondía suspirantemente un mensaje y en donde sus ojitos casi adoptaban la forma de un corazón, Lupita sin perder tiempo volteaba a ver a Armando quien se encontraba sentado en su silla, pensó que era él el dichoso destinatario de tales epístolas electrónicas pero nada, el joven no sacaba su celular para nada mientras a Cassandrita no le daban los dedos para escribir en el pequeño teclado, ¿con quién se mensajeará tanto Cassandra?, se preguntaba la otra chiquilla.
Fue en eso que, mientras estaba sentada en una de las gradas reflexionando sobre quien podría ser el anónimo galán fue abordada por la practicante Asdany, quien desde hace rato veía como la niña solicitaba respuestas a su entorno, la formadita maestra había dejado una plática pendiente con su novio por entablar una conversación con la pensativa niña.
-bueno amor te marco luego, besos, te amo- dijo la maestra y cortó la llamada para dirigirse a donde la nena, el novio de la maestrita todavía no se iba a donde trataría de cumplir su sueño.
-hola niña cómo estás?, ¿porque tan solita?, me llamo Asdany y tú?- la joven y sensual maestra había visto a la niña un poco pensativa, así que suponiendo que posiblemente tenía algún problema intentó socializar un poco con ella.
-hola jijij, me llamo Karla… Karla Guadalupe- respondía la niña, quien ya había visto a esta joven institutriz deambular por los pasillos de la escuela sin saber muy bien cuál era la función que desempeñaba.
-te noto pensativa, te ocurre algo?, tal vez pueda ayudarte- dijo la joven residente siempre hablándole de una manera que inspirara confianza y regalándole bellas sonrisas con ese par de labios que desquiciaban a cualquiera, si bien el socializar con los educandos entraba en sus actividades serviciales, en esta ocasión ella lo hacía con toda la intención de ayudar a una niña que a su juicio se encontraba en un dilema.
-noo, es solo que…- la nena dejaba pasar un lapso de tiempo en lo que analizaba a esta maestra, y como si hubiera detectado un entorno de amistad prosiguió.
-bueno mi mejor amiga, al parecer… está saliendo con alguien- la inocente Lupita se sinceraba con la hasta entonces desconocida para ella, pero le daba un cierto aire de confianza quizás por su cercanía en edades, diferencia de poquito más de cinco años.
-ahh, ya veo, tu amiguita está saliendo con alguien y eso está provocando en ti cierto miedo al distanciamiento, tal vez se trate de temor el pensar que tu amiguita ya no va a estar contigo el tiempo que antes tenían juntas, ay mi niña eso es parte de su crecimiento,- la joven estudiante se iba por el camino fácil, además de que Lupita no le brindó la información completa, le faltó decir a la niña que su amiguita había faltado a dormir un día a su casa y además se mensajeaba con, hasta ese momento, un desconocido para ella, con esta información quizás Asdany hubiera reflexionado mejor la situación.
-cree que sea eso?- preguntaba la niña.
-claro, mira, cuando yo tenía tu edad, uuuuuuu hace como… un año jijijij, tenía una amiguita, era mi mejor amiga también, sin embargo ella comenzó a salir con un muchacho y si, al principio nos distanciamos un poco pero, no por eso dejó de ser mi amiga, nos seguimos viendo y saliendo como lo hacíamos antes, obvio no tan seguido, la verdad a mí me daba gusto verla con alguien que en verdad la valorara y yo también comprendí que ella necesitaba tiempo para estar con su pareja y pues al crecer te haces de más compromisos, una crece y pues va adquiriendo otras responsabilidades, esto es parte de la vida Karlita, es parte de dejar de ser niña y convertirse en toda una mujercita- a la dulce maestrita le comenzó a entrar un poco de nostalgia recordando años que ya se habían ido.
-si, tal vez sea eso, jijiji- la encantadora niña, sin embargo, también daba un poco de razón a la maestra, quizás Cassandrita se mensajee con algún enamorado de por sus rumbos y apenas esté en planes de presentárselo, entonces le daría tiempo a su amiga, lo que si es que se compadecía del pobre Armandito pero pues él había tenido la culpa por no ponerse las pilas, pensaba la niña.
Las jovencitas siguieron tratándose y charlando temas afines y de interés, rápidamente surgió una química entre estas dos señoritas quienes en pocos minutos ya reían como buenas amigas, hasta que el horario advirtió a Asdany que era tiempo de regresar a sus labores.
-bueno Karlita, me despido, tengo que seguir con mis actividades, cualquier cosa aquí tienes una amiga- dijo la maestra dándole un tierno beso en la frente a la jovencita mientras se la acercaba juntándola de su hombro.
-sí, gracias- la chiquilla decidía que no se iba a entremeter en los asuntos amorosos de la chichona de su amiga, pero no por eso no iba a tratar de seguir ayudando a su Armandito, hasta que no hubiera algo formal entre Cassandra y el enamorado misterioso aun había esperanzas.
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Pasadas algunas horas y en diferente sitio, el obeso de Pepe platicaba a gusto con el raquítico de Teo, maestro de Laboratorio, de unos 45 años, casi chimuelo, casi calvo y tan flaco que tenía que utilizar pantalones fabricados a la medida de jovencitos para que estos pudieran medio ajustárseles a sus desnutridas caderas, dichos pantalones al ser para personas más jóvenes y algunos de menor estatura le llegaban apenas a media canilla dejando ver todo el flojo calcetinaje del viejo químico fármaco, su cuerpo era tan delgado, tan seco, tan maltratado que muchos alumnos lo habían sobrenombrado bajo el apodo de Señor Burns, y cuando se juntaba o caminaba acompañado del redondo de Pepe eran apodados como El Diez, en representación del uno como el maestro Teo y el cero como el marrano humanoide de Pepe.
Pues sí, el maestro Teo era tan flaco pero presentaba una abultada pancilla, bien podría representarse mejor como una serpiente recién alimentada ya que a estos animales se les forma un bultito cuando acaban de devorar a algún roedor aunque los niños preferían el término de “la cuerda parada con un nudo en medio”, poseía un cuerpo deforme y alargado, unos brazos flaquísimos y larguiruchos que se aganchaban de sus muñecas y cuyos dedos de ambas manos se extendían filamentosos y siempre se acariciaban entre ellos.
Ambos maestros platicaban a gusto y de forma sana, sin molestar a nadie, sobre lo bien que se les marcaba el culo a muchas alumnas y algunas maestras cuando en eso apareció con toda la intención de alborotarlos la que en ese momento estaban analizando mentalmente, la maestra Asdany. La joven psicóloga llamaba la atención de los viejos mentores con su escandaloso taconeo y femenino cadereo, llevaba bajo el brazo unas hojas para pegarlas en el semanario de la escuela, como estaba haciendo su servicio en esta institución muchas veces era ocupada para realizar labores que no venían en su plan de trabajo sin embargo como buena alumna y principalmente para no tener problemas con su asesora y evaluadora tenía que realizarlas de la mejor manera.
Pero los viejos no veían los papeles que la joven portaba entre sus delicadas manos de largas uñas coquetamente pintadas, ellos veían las estilizadas piernas remarcadas en unos infernales pantalones negros tan ajustados que parecían mallones, tan pero tan ajustaditos a sus piernas, muslos, culo y entrepierna que se podía notar con solo vérselos el momento de dificultad que tuvo que pasar la maestra para lograr embutírselos en su cuerpecito rico, así como también admiraban la blusita tal delgada que portaba y que intentaba bajar para taparle un poco el imponente trasero que se le remarcaba, llegándole apenas a media nalga, la joven docente sensualizaba su pasó así como sus piernas, demostrando lo cerrada que se encontraba con su apretado caminado, despertando unas manías insaciables en este par de buenos hombres por abrirla de patas.
Los viejos quedaron hipnotizados con la impactante visión de la joven hembra contoneándose exquisitamente como modelo en pasarela, su carita de muñequita y pintorrajeada sutilmente a manera de verse más atractiva de lo que en exceso ya era despertaba en ellos sus más bajas insanias y deseos perversos por ir y desvestirla en esos momentos y darle una cogida como solo una hembra de esas latitudes se merece, al grado de hacerla relinchar de tanta verga como una verdadera yegua y dejarla desnuda y tirada en el pasillo con sus ojitos desorbitados, su lengua de fuera, sus agujeros escurriendo en leche y ligeros tics nerviosos atacando sus extremidades.
-jejeej, ira quien va ahí, mi flaco amigo- decía el grasoso recomponiendo su posición en la silla para poder apreciar mejor la suculenta carne.
-pero que cacho de culo se carga esa pendeja, su novio le ha de dar unas verguizas todas las noches, sería un pendejo si desperdicia todo eso- suponía el maestro Teo tallándose su alijada barbilla filosofando sus enunciados, valorando la mercancía que en esos momentos sus sumidos ojos veían.
-ja… jajajajaja, ese chamaco??, si se ve que es puto!!, ¿apoco no lo has visto?, y utilizando mi ojo clínico te diré mi buen que con ese caminado la zorrita esa está más apretada que una tuerca- preguntaba y deducía el gordo.
-sí, es un güerillo lleno de esteroides que viene luego por ella, pos que pendejo- el viejo y flaco maestro cruzaba sus huesudas piernas, era tan flaco que en su pantalón solo se remarcaban sus rodillas, sus piernas al parecer no existían.
-ese mismo, ¿no lo ves cómo se viste?, con sporcitos y shorcitos, según para presumir sus músculos llenos de aires, y ora sus aretitos que se pone en cada oreja, que ¿se cree vieja o qué?, aretes solo usan las viejas!!!, nooo si los muchachos de hoy en día salen bien raros, mucho maricón, con razón las putitas prefieren volverse lesbianas jajaja- decía el viejo gordo para coronar sus veredictos pegándole una mordida de burro a la torta de jamón cargada de aguacate, harta cebolla y escurriendo litros de mayonesa.
-ja… entonces esas pendejas (Asdany y Diana) se han de dar unos mamadones de papaya entre ellas cada que se encierran en el cubículo de la güerita- decía Teo, saboreándose la respuesta de su colega así como la forma que debían de tener los bollitos mencionados.
-no creas que no, con lo maricones que se ven sus novios, el de Diana hasta se depila la ceja, dime tú que puterías son esas, por eso esas viejas mi amigo, si no les damos una buena cogida se nos van a confundir de camino, hay que hacerlas comprender el verdadero propósito para el cual la madre naturaleza las dotó de papaya entre las piernas- el grueso viejo de tres mordidas se había jambado la torta y ahora utilizaba un palillo para quitar los abundantes restos de comida entre sus coloridos dientes.
-bueno y como lo podemos hacer?- preguntó el flaco.
-primero hay que hacerlas distinguir entre un hombre y un maricón, hay que dejarles en claro que todavía habemos hombres y voy a hacer lo que un verdadero hombre haría en estos casos, en este mismo momento voy a ir y le voy a decir a la güerita ojimiel que tengo unas ganas de pegarle un mamadón de bollo hasta dejarla seca, que si quiere nos podemos ir a tu laboratorio, viejo desnalgado, y coger ahí jajajaja- dijo el bodrio.
-jejeje, gordo pendejo, no creo que seas capaz de ir y decirle eso, se te arruga el culo- decía el flaco sin pestañear siquiera pues la maestrita seguía expuesta a su degenerada mirada.
-como que siento que no me crees, a que sí, puto viejo culo de pastilla, ¿quieres apostar?- el gordo maestro utilizaba una servilleta para limpiarse su oreja del exceso de cerilla al mismo tiempo que peinaba sus secos cabellos con una de sus grotescas manos echándoselo para atrás, acicalándose y tratándose de ver lo más presentable posible por que en verdad pensaba ir y faltarle al respeto a la jovencita de esa manera tan ordinaria.
-jaja, ¿de cuánto estamos hablando?, bola de manteca- preguntaba el flaco Teo, toda esta conversación los viejos maestros la llevaban a cabo sin dejar de admirar con sus calientes miradas el estilizado cuerpo de la maestra.
-no sé, ¿qué te parece la quincena?- respondió el gordo, echándose un poco de su aliento en una de sus manos para verificar que estuviera presentable.
-ehh, estás loco, ¿piensas perder toda la quincena?- debatió el chupado viejo, ya que era una cantidad considerable en efectivo en caso de que el rechoncho se animara.
-bueno que sean 500 pesos pendejo, sii 500- dijo el gordo sabiendo que su acabado amigo no se retractaría dos veces.
-ora, 500 pesos, jajaja viejo rabo verde mejor ya vémelos dando porque sé que no te vas a parar- el maestro Teo ya casi se sentía con el dinero en su bolsa, aunque reconocía que cuando supo lo que el gordo tenía planeado para recitar a tan bella niña pudo experimentar un acalorante endurecimiento en su verga, una parte de él deseaba ver ese glorioso momento.
-mira mi esquelético, si me pagaran 500 pesos por cada vez que le he dicho alguna leperada a una zorrita como ese culito que está ahí (señalando a Asdany), en estos momentos estarías mamándome la verga por dinero jajaja, mira y observa- el viejo maestro se paraba con mucha dificultad puesto que, debido a su volumen, parecía haberse quedado atascado en la silla, la pobre silla casi agradeció el liberarse de ese peso cuando el ballenato pudo desencajarse de ella.
Avanzó lentamente y de manera gelatinosa hacia donde Asdany se encontraba mientras el maestro Teo veía atento con cara de psicópata desequilibrado y con la verga parada los movimientos de ambos y visualizaba la futura escena antes de que esta sucediera, ya casi veía al gordo regresar a donde él antes de llegar con la curvilínea estudiante universitaria pero a su vez anhelaba ver la reacción de la jovencita ante tal acto de valentía por parte de su colega.
Pero para su sorpresa el maestro Pepe llegó a su destino, a lo lejos Teo miraba las calientes apreciaciones y evaluaciones que Pepe realizaba al sugestivo cuerpecito de la chiquilla, incluso el caliente y gordo viejo aprovechando que la practicante no lo veía le mandaba una seña a su amigo dándole a entender que la carne era de primera, y más porque ella estiraba sus brazos con la finalidad de poder pegar una de las hojas en la parte de arriba (lugar que le correspondía al tríptico), tan arriba que le se le complicaba mucho aun con sus zapatillas del quince puestas, en esta postura su cuerpo se estiraba, sus piernas se torneaban aún más, sus senos se remarcaban a mas no poder debajo de su blusa, su blusa se levantaba un poco más dejando a la vista el culo apretado por el pantalón, además su culo se erigía portentosamente, los ojos del viejo casi se le salían de su rostro, y más al contemplar otro detalle que a lo lejos no se veía, la blusita lila que Asdany llevaba puesta era semitrasparente, dejando entrever un top negro debajo de esta apretando un par de excelentes melones, pero al mismo tiempo dejando apreciar el fino y ejercitado abdomen que se cargaba la estudiante, abdomen con todo y ombligo, la nena era sensual hasta de su ombligo.
Teo observó al maestro Pepe, este al parecer había llegado en son de paz pues Asdany volteó a verlo mientras seguía estirándose, poco después ella recompuso su posición y fue el maestro Pepe quien ahora pegaba el papel, al tener una altura mucho mayor no se le dificultaba llegar a donde la tierna y delicada maestra no podía. Empezó a argumentarle algo, al parecer intentando sacarle plática, de hecho Asdany se atrevía a responderle algunos comentarios, a lo lejos se veía tranquila pero en eso el viejo dijo algo que le hizo brillar la cara de coraje a la rubia nenita, Asdany se mandó una sonora cachetada que pudo ser escuchada hasta donde estaba el otro pervertido y se retiró del lugar lo más rápido que su coqueto y fino caminar se lo permitía, el viejo Pepe en tanto no perdió detalle en observar ese despampanante meneo de cintura y cadera que Asdany realizaba porque ya era algo común en ella, aunque ella tratara de evitar caminar así.
El maestro Pepe regresaba con su endeble colega, todo adolorido y sobándose el colorado cachete de puerco viejo.
-ahhh, pega duro la putilla esa-
-jejeje, que le dijiste, que le dijiste?,- preguntaba el impaciente Teo casi burbujeando de su sumida boca, tan sumida que sus labios no existían.
-pues en lo que quedamos, no ves cómo me dejó, ahora paga- dijo Pepe, Teo aceptaba su derrota y sacaba el billete de la cartera, exigiendo que se le contara la plática con lujo de detalles, gestos y hasta si la maestra traía tanga o calzón, por la dimensión de la cachetada que se traducía en una rojísima pero pequeña manita estampada en el cachete del viejo suponía que Pepe había cumplido con lo que dijo, de lo que Teo se enteró fue de lo siguiente:
El viejo Pepe llegaba hasta donde Asdany, ella tratando de alcanzar a colocar uno de los papeles consistentes en efemérides y eventos semanales le mostraba sin querer al viejo toda la sugestividad de su anatomía, además el viejo debido a la distancia tan corta en que se encontraba con respecto a la hembra podía aspirarle la esencia femenina así como admirarle el coqueto par de labios rojos que se portaba, esos labios que lo volvieron loco desde que la conoció, tan carnosos y apretados entre ellos que daba la suposición de que su grotesca herramienta no cabría por ahí, sin mencionar el cacho de culo y como el pantalón se pegaba a su panocha sin respetar el espacio de esta, remarcando la estratégica ubicación de esta.
-muy buenos días mi bella maestra, veo que tiene problemas con el papeleo- saludaba el viejo que ya sudaba a mares sin dejar de apreciar las carnes que tenía enfrente.
-buenos días- contestaba Asdany solo por educación y sin voltear a ver al porcino, ya que lo último que deseaba en el día era entablar una conversación con el único viejo que venía molestándola desde días atrás, el maestro Teo solo se la comía con la mirada y se masturbaba a su salud pero no le decía guarradas ni le pegaba de nalgadas.
-si me permite puedo ayudarla, ande- el maestro estiraba su mano no para pedir un saludo, sino más bien el dichoso papel, Asdany al ver que un poco de ayuda no le vendría mal aceptó.
Mientras el viejo se estiraba para llegarle a la posición ahora era Asdany quien escaneaba al redondo maestro, veía su gruesa papada dividida en varios gajos colgándole de su cuello, su obeso cuerpo todo sudado principalmente de las axilas puesto que el viejo cuando levantó los brazos permitió que se le viera la escandalosa humedad empapándole hasta la parte donde las costillas se cubrían de exageradas cantidades de manteca de cerdo, miraba la grotesca panza que abultaba la vieja y percudida camisa que el viejo portaba, además veía como parte de esa panza sobresalía por debajo de la camisa, tres grotescas lonjas circundaban el cuerpo de tambo llegándose a ver como si el viejo portara tres gruesos salvavidas de esos que se ponen las personas en la cintura cuando se meten a aguas profundas sin ser expertos nadadores pero era la última y más peluda de las lonjas la que caía desparramada cubriéndole completamente la hebilla del cinturón, su respingada nariz no demoró en ser atacada por las esencias sudoríparas del macho viejo, Asdany lo analizaba y lo veía más como un conserje sucio que como un docente, aunque la nena ya sabía que era el educador físico de la escuela.
-listo, ya está- dijo el profe, Asdany continuo pegando los papeles y trípticos que le quedaban pensando que el viejo se retiraría, se empezó a sentir nerviosa e incómoda al ver que el viejo no se iba, podía escuchar su pesada respiración de perro flemático eso considerando que estaban a dos metros de distancia, de repente volvió a escuchar la batracia voz.
-sabe maestra, he dialogado con otros compañeros todos llegando a la conclusión que su rendimiento en esta institución ha sido más que sobresaliente, me enaltece que usted haya escogido esta escuela para realizar aquí su servicio social y créame que estoy en todas las facultades de apoyarla incluso de apelar por usted para que se quede a laborar aquí con nosotros, como maestro con mucha antigüedad y altas influencias en el magisterio sería fácil para mí lograr que usted ocupe un cargo como educadora sin necesidad de contar con la maestría, bien podría asistir a su escuela en las mañanas y venir a laborar en las tardes,- croaba el vejestorio, la joven psicóloga escuchaba lo que el viejo rebuznaba sin voltear a ver su cachetona cara, ella se apresuraba con su actividad pues sabía que el viejo no dejaba de morbosearla, lo conocía y lo tenía bien referenciado, además se limitó a responderle al viejo sobre la solicitud que le hacía.
-sépase que también, antes contábamos con una psicóloga, ya sabe, orita que está tan de moda el bulliyng y todo eso el Estado educativo ha implementado un programa de que cada escuela cuente con su propio psicólogo y veo que usted al ser tan trabajadora debe de estar a estas alturas lo suficientemente preparada para desempeñar tal labor ehh, además esto le ayudaría a ganar independencia e ir forjando experiencia laboral para cuando encuentre un trabajo mejor remunerado, que me dice?- el viejo maestro se mandaba una de sus sonrisas más fanfarronas mientras recargaba uno de sus brazos en la pared, volviendo a mostrar su encharcada axila, nuevamente la maestra ignoraba al viejo concentrándose en lo suyo, escuchaba todo lo que chachareaba el cuerpo de sandía pero se limitaba a responderle.
-mire, sé que a lo mejor este enojada conmigo por lo de la otra vez pero… le juro que fue un accidente, ya le dije que me tropecé y en mi desesperación por apoyarme de algo pues… le toqué la nalga, jejejejej, además se está viendo muy altanera para con alguien que está hablándole con el mayor respeto posible- decía el sinvergüenza, esto abochornó a la joven universitaria quien enterró con fuerza desmedida la chinchilla que servía para atorar los papeles así como una visible vena saltó por una de sus sienes.
-por favor maestro… Pepe… o como se llame… no toque ese tema, si bien ese día no lo reporté es porque la verdad no quiero tener problemas, ni con usted ni con nadie, así que le pido que me deje en paz, agradezco el haberme ayudado y el proporcióname la información pero no, no estoy interesada por el momento, con lo que me envían mis padres es más que suficiente para asistir a la escuela y trasladarme hasta acá, gracias- sentenció la rubia universitaria.
-me sorprende su reacción pero tengo que reconocer que no esperaba menos de usted- decía el viejo quien no solo sudaba de sus axilas, ahora había aparecido otras dos enormes manchas de humedad, una formándole una T en el pecho y la otra una O en su robusta espalda.
-a que se refiere?- ambos se veían ahora directamente a los ojos, más bien ella ya que el viejo enseguida dirigió su pervertida mirada a cada una de las curvas que construían un excelso cuerpo femenino parado enfrente de él pero principal y descaradamente a su repintada panocha, de más está decir la breve cintura que se le marcaba a la chica, el viejo ya se imaginaba apoyándose de ahí mientras se la clavaba hasta el fondo.
-sí, el que usted se sienta de mejor posición económica no le da derecho como para sentirse superior a todos nosotros- dijo el profe, Asdany se ofendió pero en vez de abandonar el lugar se quedó a arreglar esa imagen que el viejo tenia de ella, si algo le molestaba era que la tacharan de fresa altanera, aunque en ocasiones así era como se comportaba.
-a ver… a ver… a ver, yo solo soy así con los que me han faltado al respeto, osease usted, y ya no siga, ya le dije que no quiero tocar ese tema, ¿que no tiene cosas que hacer?, porque yo sí y me está haciendo perder mi tiempo-
-mamita rica, yo no te estoy agarrando las manos para evitar que sigas pegando los semanarios- la maestra se puso roja de vergüenza.
-por favor modere su vocabulario conmigo que no está hablando con una cualquiera, no le permitiré que me vuelva a llamar así, está claro, viejo morboso- la curvilínea maestra intentaba verse fuerte ante su contrincante pero la realidad era que se ennerviaba cuando estaba cerca del viejo por la forma en que la veía.
-ja… quieres que modere mi vocabulario y tú me dices morboso, sabes todos los sinónimos que tiene esa palabra, casi casi me estás diciendo pervertido, cochino, asqueroso-
-oiga yaaa, se me escapó, además no estaría diciendo mentiras- la dulce maestra se atrevía a mirar pícaramente a los ojos a su oponente verbal, lanzándole una mirada como dando a entender que ella había ganado, levantando muy singularmente una de sus cejas dejando la otra en su posición normal.
-sabes chiquilla, tienes razón, soy un morboso, un caliente, un rabo verde, y he estado morboseandote tu cuerpecito rico todo este rato que he estado platicando contigo jeje, tienes un cuerpo muy cogible y la verdad que que rico se te marca la panocha con ese pantaloncito jejeje, hablando de panochas hace rato estaba platicando con mi colega sobre las ganas que tengo de pegarte un mamadón de bollo- el viejo se descaraba, hacia un círculo con los dedos índice y pulgar de su mano derecha mientras metía de manera asquerosa la legua dentro de estos.
La dulce maestrita se quedó sin ideas y su cuerpo parecía no responderle, se paralizó viendo como esa serpenteante lengua se movía entre ese agujero formado por los gruesos dedos del viejo y que simulaban una vagina, su vagina, viéndola también como entraba y salía de este y viendo ahora como el viejo, con sus labios, realizaba asquerosos movimientos de succión.
-no se te antoja esto en tu panochita??, chiquilla, jeje,- dijo el viejo enterrando hasta el fondo su lengua en el círculo que formaban sus dedos.
-sabes, el laboratorio está abierto, que tal si dejas esos papeles por ahí y nos perdemos un ratito jeje-
Desde luego la encolerizada Asdany no podía quedarse así como así, sentía que hervía su sangre, apretó una de sus manitas y sin ni siquiera voltear a ver que alguien pudiera observarla obsequió al viejo una tronada bofetada que le cimbró todo el cachete de perro mientras le decía:
-porque no va y le propone sus porquerías a la más vieja de su casa, viejo puerco!!, idiota!!- dijo la güerita alejándose lo más rápido que pudo sin terminar lo que estaba haciendo, sintiendo como el viejo no paraba de mirarle el culo, incluso intento caminar lo menos sugestiva posible pero eran infructuosos sus intentos, sabía que estaba regalándole al viejo una de las mejores vistas de su anatomía y esto la enojaba más, por más que trató de disimularlo su caminado no dejó de ser coqueto e hipnotizante.
-que rico lo mueves muñeca, muaccckkkk- dijo el agredido viejo lanzando un tronado beso al aire mientras veía como se bamboleaban las nalgas de la maestra en cada paso que daba, haciendo que Asdany se fuera más que colorada y rectificando que Asdany estaba más apretada de lo que presumía.
-y así fue como sucedió mi buen Teo- sentenciaba el gordo maestro ya terminando la plática con su huesudo amigo, quien no se masturbaba ahí mismo porque de veras.
-jejeje, eres un hijo de puta cabrón, pinche Pepe, eres la mera verga, como dicen los españoles eres la ostia, pero dime, ¿apoco no te da miedo que un día de estos esa pendeja culona te acuse con el director?-
-y quien dice que no me ha acusado, claro que me acusa, de hecho el mismo director me ha dicho que le baje, pero yo no me voy a comportar, grábate esto mi flaco ojo alegre, yo… allá arriba… estoy bien parado… tan parado como una verga jajajajaa- ambos maestros reían mostrando sus hipopotámicas bocas una de ellas casi desprovistas de dientes (la de Teo), saboreándose la dulce victoria obtenida por el momento sobre la altanerilla maestra, el gordo se sabía inmune ante los reportes que pudiera recibir.
-y tu pendejo, ¿qué has hecho?, ¿has armado algo con la Cassandra?, ¿le has pellizcado el culo por lo menos?- preguntaba Pepe.
-y como vergas quieres que haga eso si siempre está ahí toda la bola de pendejos (alumnos) que no dejan hacer nada, pinches chiquillos de hoy están bien pendejos, basta con quitarles un pelo a uno y ponerlo en el microscopio y allí están todos entretenidos como si hubieran descubierto una enzima-
-no seas puto y no me cambies la conversación, te hice una pregunta viejo lamevergas,-
-lamevergas mis huevos!!, ya te dije que no, así como para agarrarle el culo no-
-¿como?!!- preguntaba el grueso educador.
-iraaaa, jejeje- el flaco maestro se apretaba su armamento por sobre su pantalón.
-jajaja, eres un pendejo, te voy a enseñar cómo se hace, antes de que acabe esta semana voy a tener a esa mocosa en mi cubículo mamándome la verga, si vieras los shorcitos que usa en las prácticas la condenada hija é puta, flaco yo se reconocer cuando una chiquilla quiere verga y esa, apuesto mis dos huevos que la quiere, la pide a gritos, sino es que ya la esté probando la condenada- el marrano parlante se sacudía su camisa en un intento por descalentar su sudada corpulencia.
-estás pero bien pendejo pinche wey, una cosa es acosar a esa güerita culona, pero otra mucho más seria es pasarse de listo con una de estas mocosas, se pueden malinterpretar las cosas, yo por eso mejor ni me meto, solo veo culos e imagino papayas-
-dame la razón, tu porque eres un puto miedoso, yo sé lo que hago, además esas chiquillas no dicen nada, jejeje, no creo que se atreva a acusarme sabiendo los chismes que se arman, siempre ellas llevan las de perder, esa mocosa no sabes cómo me calienta, ya hasta sueño con ella, me la chaqueteo a su salud, neta que he soñado que me la cojo bien cogida y si hasta en sueños me aprieta la verga imagínala en la realidad, ya ni mi vieja se me antoja por culpa de esa putilla, yo no sé tú pero yo ya estoy cansado de pajearme como puberto con videos pornos y con las fotitos de la güerita piernuda que le robo de su face y que ya te he pasado algunas pa´que te pajees, con el solo recrearme sus shorcitos de esa escuincla apretándole las nalgas ya tengo la verga que me revienta- decía el sátiro y reverendo asno de Pepe.
-ahhh, siii, esa güerita que sale en falditas y shorcitos con una carita de limosnera de verga que ni ella se la aguanta, pero eres un puto culero porque me dijiste que tienes una conversación con ella muy cachonda y no me la quieres pasar, ya pinche Pepe deja de mamar y pásamela- parloteaba el flaco.
-ya te dije que si mamo pero panochas, lástima que es de lejos sino ya me la hubiera culiado, pero para que pensar en putas foráneas si aquí tenemos dos que se cargan unos putos culos que muero por reventárselos, me come la verga por tronármelas- dijo Pepe refiriéndose a Asdany y a la inocente Cassandrita haciendo una forma en sus manos como si estuviera aferrando las caderas de una de ellas y la impactara contra su grasosa pelvis, dramatización que hacia sentado en la silla de hace un momento.
-su momento llegará mi amigo, pero bueno ya, cambiando un poco de tema, ¿traía tanga la maestrita?- preguntaba el flaco.
-para mí que sí, porque el calzón se marca y no se le marcaba nada, aunque yo pensé que esos pantaloncitos que se cargaba eran de esos elásticos que se les pegan hasta en la panocha pero no, eran como de tergal, pero aun así lo único que faltaba que se le remarcara era el clítoris jejejeje, ese pantalón casi se le mete a al bollo- los viejo pervertidos seguían conviviendo entretenidamente bajo la sombra que les proporcionaba un almendro.
Unos minutos después, en la oficina que se le había asignado a la joven aspirante para el desarrollo de sus actividades…
-de veras eso te dijo ese hijo de… ay perdón- decía Dianita llevando una de sus manitas a sus carnosos y rojísimos labios después de enterarse de las plebeyas palabras utilizadas por el viejo para hacer enojar a tan preciosa muchachita.
-sí, puedes creerlo, que poco hombre!!, si es que a eso se le puede llamar hombre- la sulfurada Asdany casi gruñía y partía el bolígrafo por el vergonzoso momento que la había hecho pasar el desequilibrado maestro, sin embargo la segunda reacción de su libertina amiga la desconcertó.
-mmm, que rico- dijo Diana sentándose en el escritorio de su amiga, cruzando sensualmente sus potentes piernas.
-queee?- la maestrita Asdany pareció no haber entendido que era lo rico.
-sí, que rico que te hagan eso- dijo Diana pasándose la lengua por sus labios.
-a que te refieres?- preguntaba Asdany un poco confundida, nuevamente levantando una de sus perfectas y cuidadas cejas.
-a que te den… uno de esos jijijij- la maestra Diana se friccionaba sus muslos.
-de veras que estas pero bien loca Diana, o sea, ayy no sean cochina- Asdany intentaba concentrarse en llenar unos formatos propios de su universidad, la rubia maestra había entendido las ideas de su amiga.
-jijijiji, ay amigaaa, pero yo no me refiero a que te lo de ese sapo de Pepe, sino a… ¿mujer apoco tu novio no te ha hecho sexo oral?- peguntaba Diana levantándose del escritorio y estirando todo su voluptuoso cuerpo cubierto por una ajustada blusa blanca y unos sugestivos mallones negros.
-noooo, no seas asquerosa amiga ¿apoco a ti si?- la abochornada Asdany no cabía de la vergüenza, sin embargo preguntó más que nada para distraer a su libertina amiga y que esta se entretuviera contándole sus aventuras para de este modo evitar que a la rubia se le siguiera entrevistando.
-siii, y se siente riquísimo, mmm, sentir una babosa lengua recorriéndote allá abajo ahí dios, casi me estoy mojando- Diana se llevaba una de sus manos y la acercaba peligrosamente a su sexo.
-iiiuuuu, Diana ya… para, tú también estás bien pervertida, no me extrañaría verte un día platicando con esos locos degenerados- Asdany por un momento pensó que su amiga se tocaría ahí enfrente de ella así que desvió su mirada como muestra de pudor, sin embargo ella reconocía que este tipo de pláticas prohibidas, entre chicas, la estaban acalorando.
-jajaja, eso estaría bueno, imagínate, si saben de eso, deben de saber muchas otras cosas ricas que hacernos a la hora de estar en la cama, no crees?- la alocada maestra lanzaba una mirada pícara a su amiga psicóloga.
-ay nooo, que asco, esos viejos- Asdany mostraba un gesto de desagrado, sin embargo en vez de seguir con sus labores estudiantiles había dejado estos por poner más atención a la caliente plática que estaba dirigiendo su candente amiga, muy en su interior el tema del sexo oral le curioseaba.
-jijiji, asco porque, apoco no te gusta morbosear, imaginarte la lengua de ese viejo rabo verde entre tus piernas, enterrándotela hasta el fondo, pasando su caliente lengua jijiji por ahí- la alocada maestra Diana se estaba calentando, su sexo ya estaba húmedo.
-nooo, deja de decir esas estupideces por favor o me voy a enojar contigo también- dijo Asdany quien a decir verdad estaba interesada en conocer un poco más la vida íntima de su amiga, pero tenía que aparentar desacuerdo en todo lo que estaban relatándole, fiel a su imagen de niña conservadora y recatada.
-uuyy que sensible, estás sentimensual?-
-jajaja, Diana que payasa eres-
-amiga ya… cambiando de tema, sabes, me han contado por ahí que el maestro Pepe se carga un animalón entre sus piernas, que es casi lo de un pepino- Diana intentaba recrear las medidas vergales del viejo con sus manos.
-pero… que dices?- la joven practicante se ponía más que colorada, más roja con lo que le contaba su amiga que con las leperadas del viejo.
-sii, y yo no me he quedado con la duda, siempre que lo tengo cerca me fijo en su bulto y si, a veces yo creo lo trae parado porque se la marca un culebrón- la mente de Asdany le jugó una mala pasada imaginando por un breve periodo de tiempo la entrepierna del marrano toda abultada y caía en la cuenta de que hace poco estuvo tan cerca de tan despreciable sujeto, aunque ella misma trataba de poner su mente en blanco no encontrando como, así que sacó su celular para distraerse con algo, aunque fuera con el Face.
-Diana, que te dije, deja de estar pervirtiendo mi mente con tus cosas-
-ahh, ora resulta que la que coge a cada rato con su novio es una santita y yo soy la pervertida,- las maestras seguían platicando de sus cosas, sin embargo lo que Diana no sabía era que Asdany le había mentido un poquito a la hora de presumir las condiciones sexuales de su novio.
Si bien si era cierto que la joven pareja había tenido varios encuentros amorosos la semana pasada, estos no eran forzosamente de todos los días, esto había sido una táctica de la joven psicóloga por demostrarle a su amiga Diana que su novio no era tan aburrido como ella pensaba, considerando la animalesca forma con la que Diana se expresaba del sexo, Asdany intentaba hacerle ver que su novio también tenía lo suyo en un intento por asegurar que su libertina amiga dejara de invitarla a los antros de perdición, pero la realidad con respecto al vigor sexual del joven Michael (novio de Asdany) distaba mucho de eso.
¿Cuántas mujeres habrá en el mundo que no han podido experimentar eso que se le conoce como orgasmo?, ¿Qué en su vida no logran experimentar tan siquiera uno?, ¿cuántas mujeres viven reprimidas sin ser satisfechas como se debe debido a la poca cultura sexual, a los mitos o tabúes en sus parejas considerando o entendiendo que solo ellos son los únicos que deben de sentir placer?, o que la mujer basta solo con penetrarla para que esta se sienta satisfecha, o aquellas quienes sus parejas conservan una sólida educación basada en principios y valores que ven el placer carnal como algo enfermizo, sacrílego y hasta satánico. El novio de Asdany era uno de esos hombres que no sabían explotar el cuerpo de su hembra al máximo, además de ser precoz el joven era muy reservado a la hora de intimar con su pareja.
La relación entre estos jóvenes no era lo que la muchachita presumía, ahora en esta semana los encuentros sexuales se había reducido a cero, esto debido a que como muy pronto el macho se iría buscando cumplir su deportivo sueño pensaba que esto le quitaría energías o lo distraería de sus rutinas ejercitadoras tanto en el complejo deportivo como en el gimnasio.
El musculoso muchacho también era algo acomplejado, a la hora que intimaba con su novia había muchos momentos en que este quería saciarse con los placeres que le brindaba el cuerpo de su enamorada, pero no lo hacía debido a que no quería verse como un sátiro depravado a los ojos de la curvilínea maestra, pensaba que de ser así esta lo rechazaría o ya no querría tener intimidad con él, por eso no daba ese paso y solo se limitaba a la penetración normal, en la cual aguantaba unos cuantos minutos para terminar vaciándose en un condón.
Asdany en tanto, tampoco se atrevía a ser sexualmente más creativa con su hombre, a experimentar posiciones nuevas, a salir de la rutina que ya la estaba cansando y aburriendo, cosa que ella trataba de desconocer o intentaba ignorar, la joven se limitaba a la hora de aparearse pues su novio podría tratarla de mujerzuela, de golfa barata y de suponer que esto que haría con él adivinar con cuantos otros ya lo había hecho, ella debía de mostrar su pureza y recato a la hora de estar con su futuro hombre, considerado por ella el padre de sus hijos.
Sin embargo en ocasiones la doncella trataba de echarle una manita a su macho, despertarle ese lado salvaje y varonil seduciéndolo con selectas e insinuantes prendas, a veces se le paseaba en diminutos conjuntitos que alterarían hormonalmente hasta a las bestias de carga mientras este joven le decía que se quitara que no lo dejaba ver el partido, solía agacharse disimuladamente a sabiendas que era observada por su macho aparentando buscar algo mientras su tremendo culo era apenas cubierto por un alickrado short verijero de esos que dejan ver la rayita que separa la nalga de la pierna y que apenas y tapan los sexos femeninos solo para darse cuenta que su hombre ya andaba en otra zona del departamento, en ocasiones la seductora mujer lo esperaba a que llegara del gimnasio o de algún partido de fútbol sentada en la sala de su casa con aturdidores babydolls pero el joven deportista llegaba tan agotado que apenas y ponía un pie dentro del departamento de su novia y caía fulminado en la cama o en el sillón teniendo que ser ella quien terminara por quitarle los tacos y espinilleras, y así se la llevaba esta pareja, sin darse cuenta que la flama del amor se les estaba apagando.
———————–
La semana seguía transcurriendo y hasta el momento el exceso de maquillaje y el utilizar su cabello ladeado todo el tiempo le estaba resultando a Cassandrita para que nadie hubiera advertido aun el tremendo moretón que tenían estampado en su cuello. Lupita cada vez estaba más segura de que alguien se le estaba adelantando al sano Armandito, sin embargo no daba de quien podría tratarse ese joven que se atrevió a conquistar o estar galanteando el corazón de tan bella señorita, sin duda se estaba sacando la lotería por la belleza que irradiaba Cassandrita, la misma Lupita reconocía que su amiguita, aun sin maquillaje, era muy superior a las plásticas modelos que veía en televisión.
Mientras tanto Armando, por más que trataba de acercarse a su joven diosa no lo lograba, el miedo al rechazo le podía, la vergüenza que significaba para un joven como él acercarse a una belleza como Cassandra lo limitaba, no era el más guapo, mucho menos el más rico y por supuesto no estaba ni cerca de ser el más inteligente, ni siquiera poseía lo que se dice un buen físico, tenía un par de kilitos de más que no era la gran cosa pero esto lo acomplejaba mucho, o más bien sus amigos se encargaban de acomplejarlo ya que de más jovencito había sido más gordito y esa condición se le había quedado aunque fuera solo de palabra (o sea le decían gordo aunque ya no lo era).
En tanto había muchos otros que no perdían la oportunidad para arrimarse a Cassandra y sacarle algo de plática y en ocasiones hasta una hermosa sonrisa, mostrando sus blancos dientes que casi brillaban, esto hacia enloquecer de celos al joven enamorado al ver a su doncella sonreírle a otros menos a él, platicar risueña con ellos o regalarles algún golpecito señal de cariño, o ver como algunos más gandallas se despedían de ella con un beso en la mejilla, lo que daría este jovencito por sentir esos dulces labios estampándole una caricia en cualquiera de sus cachetes, y a pesar de que en los momentos en que Cassandra se encontraba sola o platicando con su amiga Lupe y esta le hacia la seña de que era el momento preciso para abordarla el indeciso joven solo agachaba su cabeza, se daba la vuelta, metía las manos en su bolsillos y comenzaba a patear algunas piedras ahí presentes para lentamente irse alejando del lugar.
Y es que el niño muchas veces había ensayado el discurso que le diría a su inmaculada, de hecho hasta se lo había escrito en un papel y lo repasaba a cada rato, pero a la hora de plantarse a escasos metros de ella todo se le olvidaba, no sacando el papel por miedo a maltratarlo con sus sudadas manos, no contaba con la confianza suficiente al llevar toda una vida de burlas por parte de compañeros genéticamente mejorados, el pobre a veces deseaba ser uno de ellos, o uno de esos actores que salen en las películas y que llaman la atención de las mujeres, pero se veía en el espejo y miraba un rostro cada vez más lleno de acné y muy distinto a las finas facciones del estereotipo de belleza masculina, que si bien el inocente chiquillo no era feo sus compañeros (algunos de ellos en realidad muy feos pero con el autoestima mas alta) se habían tratado inconscientemente de dañarle considerablemente su autovaloración.
Pero no así un viejo y gordo maestro, incluso antes de cometer la supuesta villanía (no tan vil, puesto que solo quería impresionar al maestro Teo alardeando cosas que en realidad no pasarían) a la que se preparaba se dio su tiempo para inculcar a los jóvenes educandos ahí presentes una importante lección de vida.
-a ver pendejos acérquese- decía el viejo guía a algunos alumnos que se encontraban cerca de él, la manera relaja con la que los trataba y lo castrosos que eran algunos mocosos le permitía llevarse de esa manera con ellos, si hasta se pasaban videos pornos que de malo tenia hablarse con leperadas.
-¿qué pasó profe?- preguntó uno.
-a ver, quien de ustedes ya tiene novia?- preguntaba el profe, algunos alumnos respondía afirmativamente, otros, entre ellos Armando, se quedaban callados.
-a ver mis niños, voy a enseñarles a ser hombres aprovechando que no hay maestras ni compañeritas suyas presentes jejeje, a ver, a ver, ¿quién de ustedes ya cogió?- el sabio instructor preguntaba cosas íntimas a sus jóvenes discípulos quienes algunos solo emitían una risilla apenada y medio morbosilla debido a lo directo de la pregunta.
-uuumm, apoco nadie, bola de maricones, yo a su edad ya cogía- rebuznaba el profe sonándose sus porcinas narices a moco limpio, cuando estaba con varoncitos no se limitaba en realizar sus cochinadas.
-ehh, apoco maestro- respondía otro, si bien Armandito estaba inmiscuido en la plática esto no significaba que el muchacho estuviera de caliente, al joven le había tocado estar en la hora menos indicada, en el lugar menos propicio.
-siii, y les digo esto porque veo que ustedes en esta época tienen mucho material, nada más vean a sus compañeritas lo buenas y culoncitas que están, ¿apoco no?-
-sí, sí, sí, si- tenían que responder obligatoriamente todos los alumnos, ya que de lo contrario quedaban como afeminados y expuestos a futuras burlas por parte de los que si respondían, solo el buenito de Armandito parecía no perder los estribos ante esta plática, obviamente le incomodaba que un hombre se expresara mal de una mujer, pero se quedaba a seguir escuchando las incoherencias del viejo para ver si podía rescatar algo bueno de todo esto y así tomar más valor para llegarle a Cassandrita.
-miren, yo les digo esto para que después no anden ahí de llorones atrás de una escuincla, las mujeres son para disfrutarse, no para andar ahí de manita sudada con ellas,-
-a que se refiere maestro?-
-me refiero a que las mujeres son muy cabronas, primero andan ahí de recataditas pero en realidad piensan tanto o más en culiar que nosotros, están que “ayy no, no quiero, ahí déjame no estoy lista”, pero en el fondo están deseosas de verga, y si ustedes que son sus novios no les dan carne, no van a dudar en buscarse a sus espaldas uno que si les dé jajaja- el viejo maestro casi se cernía sus huevotes enfrente de los chiquillos, según el solo se jalaba el pantalón.
-jejeje- reían algunos chiquillos
-siii, así mismo es esto, están que “ayy no quiero”, pero basta con que les soben la almejita para que después las tengan bien calientes y mojaditas ehhh, yo nada más las veo en las prácticas de voli como esas mocosas calientan a uno con sus shorcitos tan chiquititos y agachándose o parando el culillo para que uno se los mire, shorcitos que apenas y les tapan las nalgotas, así que mis niños pónganse buzos luego les andan encajando chiquillos que ni son de ustedes y ustedes bola de pendejos bien creídos y enamorados, esas mamadas déjenlas para otros pendejos, ustedes dedíquese a culiar, si eso es lo que piden esas canijas que les den verga- el gordo maestro estaba tan empalmado como un asno platicando estos temas con los niños.
-que sabio es usted maestro- decían algunos de los chiquillos, Armandito quedó chocado con la forma tan enfermiza en que el viejo hablaba así de las mujeres, en especial de alumnas suyas, y más al decir que las veía en las prácticas de voli con sus shorcitos era un hecho que muy posiblemente también se morboseara a su princesita, sin embargo no podía objetar nada puesto que sus compañero sospecharían de su secreto, y estos no se la pensarían en andarlo esparciendo por todo el instituto, pudiendo llegar a los oídos de Cassandra y esto por supuesto, la mantendría alerta ante cualquier insinuación que el joven hiciera, o peor aún, tratándolo de evitar lo más posible.
Sin embargo de todo esto aprendía una valiosa lección, esa última frase que dijo el viejo y que ya le había advertido Lupita, “si no aprovechas tú, otro te la va a ganar”, viéndolo desde el punto de vista de acercarse a ella, además veía como este viejo panzón, tan tranquilo, se retiraba de donde ellos y se acercaba ahora a un grupito de niñas, entre ellas Cassandra, hablándoles quien sabe que pachotadas pero con una tremenda facilidad para hacerlas reír, no comprendía como una persona tan depravada pudiera fingir tan bien su doble cara, y más se hubiera cagado el joven el haberse enterado que el viejo pervertido estaba citando a su enamorada a su cubículo esa misma noche para según él tratar algunas calificaciones por haber participado en el equipo de voli.
Después de haber recibido el sí por parte de tan bonita niña el viejo se retiraba a su cubículo para prepararlo todo, haciendo una señal con su mano y su pulgar levantado al maestro Teo quien observaba sentado desde otro ángulo la facilidad con la que Pepe se desenvolvía entre la comunidad escolar, mientras este porcino ya casi iba orinándose en semen con lo que tenía pensado inventar a su flaco amigo para que este se muriera de envidia, en otras palabras el maestro Pepe no pensaba propasarse con la nena pero ¿podría contenerse?, ¿el tripón de Pepe podría tener más fuerza de voluntad que el viejo tendero?, ¿podrá conservar su condición de honorable maestro, de hombre recto y casado ante las bajas tácticas mundanas utilizadas por la nena para alterar a los machos?………
Para contactar con el autor:

vordavoss@outlook.com

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

Relató erótico: “Descubrí a mi tía viendo una película porno 4” (POR GOLFO)

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Descubrí  a mi tía viendo una película porno 4

Después de años de abstinencia, producto de unos complejos absurdos que le habían hecho vivir una existencia sin sexo, mi tía se sentía liberada y feliz al ir descubriendo las distintas facetas de su sexualidad conmigo. Desde que la descubrí viendo una película porno, ha dado rienda suelta a sus fantasías y no solo se ha acostado conmigo sino con Belén y con el padre de esta última.

Decidida a recuperar el tiempo perdido, estaba acurrucada a mi lado cuando al pensar en cómo había cambiado su existencia, supo que jamás volvería a ser la mojigata de antes y sonriendo me empezó a acariciar. Aún dormido, mi pene reaccionó a sus mimos y poco a poco fue poniéndose erecto ante la mirada satisfecha de esa mujer. Al alcanzar el tamaño deseado, se puso a horcajadas sobre mí y colocando mi glande entre los pliegues de su sexo, se fue empalando lentamente.

Al sentirlo  me desperté y me quedé pasmado al comprobar la mirada de lujuria  con la que la zorra de mi tía me recibió. Como estaba medio dormido, me dejé usar durante un par de minutos hasta que ya espabilado, cogiendo sus nalgas entre mis manos, colaboré con ella metiendo hasta el fondo el resto de mi miembro. Elena al sentir que la cabeza de mi pene chocaba contra la pared de su vagina, pegó un aullido de placer y como si fuera yo su montura, comenzó a cabalgar sobre mí buscando que su cuerpo disfrutara nuevamente del placer de ser mujer.

-La zorrita se ha despertado con ganas de juerga- comenté jocosamente al comprobar el volumen de sus berridos.

-¡No lo sabes bien!- fue lo único que alcanzó a decir la hermana de mi madre antes de empezar a sentir que un orgasmo le atenazaba la garganta.

Con su chocho convertido en grifo antes de tiempo, la mujer que durante años se había comportado como una monja, comprendió que en solo dos días se había vuelto adicta a mí y mientras se corría, comenzó a reír a carcajadas.

Sus  risas me hicieron saber que disfrutaba con mi pene inserto en su cuerpo y que era feliz sintiéndose mía.  Sabiendo que esperaba de mí, cogí sus pechos entre mis manos y llevándolos hasta mi boca, me puse a mamar de ellos mientras le decía que tenía unas tetas queme volvían loco.

Mi comentario incrementó su lujuria y ya sin pausa, se puso a saltar usando mi verga como el extintor con el que apagar el incendio que sufría y moviendo sus caderas se echó hacia atrás para darme sus pechos como ofrenda.  La visión de sus pezones, contraídos por la excitación, fueron el acicate que necesitaba  y usando una de mis manos, puse uno de sus senos en mi boca.

Elena gritó al notar que mis dientes se cerraban cruelmente sobre su pezón y agarrando mi cabeza, me exigió que siguiera diciendo:

-¡Muérdeme más!

Su entrega era total y viendo que había aminorado el ritmo con el que se empalaba, tuve que ser yo quien, asiéndola de su culo, la  ayudara a sacar y meter mi sexo dentro del suyo. Al percatarse que ya no le era tan cansada esa postura, se puso como loca y acelerando sus maniobras,  explotó  derramando su flujo sobre mis piernas.   Los gemidos de placer de esa mujer me espolearon y como un joven garañón, galopé en busca de mi orgasmo.

En mi mente, ella no era mi tía sino mi hembra y yo, su semental. Siguiendo el dictado de mi instinto busqué esparcir  mi simiente en su campo. Con el coño completamente mojado, Elena disfrutó  cada vez que mi pene rozaba los labios de su vulva y rellenaba su vagina.   Su orgasmo estaba siendo sensualmente prolongado por mis maniobras, llevándola del placer al éxtasis y vuelta a empezar.  Clavando sus uñas en mi espalda, me rogó que me corriera, que necesitaba sentir mi eyaculación en su interior. 

Ese arañazo derribó mis defensas y pegando un grito, deje que mi tallo explotara dentro de su vagina. Mi tía al sentir los cañonazos de semen en su conducto, chilló de placer riendo.

-¡Cómo me gusta ser tan zorra!- comentó satisfecha dejándose caer a mi lado.

Una vez había desahogado sus ganas, se quedó dormida en la cama. Aprovechando su descanso, me puse a observarla. Su melena morena cayendo sobre la almohada, dotaba a esa madura de una sensualidad difícil de describir pero para colmo esos enormes pechos eran tan duros que aunque estaba acostada boca arriba, seguían como por arte de magia apuntando al techo.

«La vieja tiene un polvo», pensé mientras recordaba en que habíamos quedado con Belén para ir a la playa a tomarnos fotos que inmortalizara nuestra extraña relación…

El book erótico con la persona no esperada.

Dos horas más tarde, me senté a su lado y la empecé a acariciar con el propósito de despertarla. Mi tía al sentir mis manos por su cuello, se despertó y viendo que estaba vestido, me pidió que me desnudara y que volviera a la cama.

-Levántate, hemos quedado- comenté mientras mis yemas se apoderaban de uno de sus pezones.

Su areola, se contrajo dando muestra clara de su excitación y tratando de forzar su calentura para que fuese bien calentita la playa, llevé mi boca hasta su pezón. Elena creyendo que quería hacerle el amor, intentó llevarme nuevamente entre sus brazos pero dando un suave mordisco, le reiteré que se levantara.

-Todavía tenemos tiempo para otro polvo – dijo con voz sensual al tiempo que cogía mi polla entre sus dedos -¿No te apetece volver a tirarte a la zorra de tu tía?

Muerto de risa al ver el monstruo en que se había convertido, la cogí entre mis brazos y llevándola hasta la ducha, le dije:

-No debemos hacer esperar a Belén.

Diez minutos después, Elena salió del baño todavía enfadada por no haber cedido a sus deseos y sin dirigirme la palabra se puso a vestir. Cuando hubo terminado, comprobé que el resultado no podía ser más satisfactorio. Aprovechando que íbamos ir a una cala casi desierta, mi tía se puso un bikini tan escueto y sensual que tuve que reconocer que resaltaba la perfección de sus formas.

«Será una puta pero está buena», sentencié mentalmente al admirar su cuerpo maduro.

La hermana de mi madre se percató de mi mirada y sonriendo me dijo que ya estaba lista por lo que con la cámara de fotos colgada en mi cuello, la llevé hasta su coche y ya en él, me dirigí hacía la playa donde habíamos quedado con mi ex novia.

-Me has dejado cachonda-  protestó rompiendo el silencio..

-Más te vas a poner- respondí señalando la cámara.

Debió de comprender que tenía planeado porque poniendo una expresión pícara, me soltó:

-Mi sobrino es un pervertido.

Al mirarla, me fijé en que sus pezones se le habían erizado. Su reacción me sorprendió. Aunque sabía de su facilidad para calentarse pero aun así el que la perspectiva de ser fotografiada la pusiera cachonda, me pilló desprevenido. Intentando confirmar su calentura, dije:

-Aprovechando que estaremos solos, os voy a hacer a Belén y a tí un book erótico.

Mi tía al oír mis intenciones sonrió con la idea de tomarles fotos de carácter porno y con tono divertido me preguntó si mi ex novia lo sabía.

-Claro- respondí- esa zorrita fue la que me dio la idea. Quiere tener un recuerdo de  este verano.

Sin ocultarle nada, le conté que había aceptado hacer ese reportaje porque al tenerlo grabado, tendríamos bien atada a esa morena para que no se le ocurriera contar nada de nuestra relación incestuosa.  Mi plan le hizo gracia y queriendo formar parte de ello al llegar a nuestro destino, me preguntó:

-¿Qué quieres que haga?

-Follártela mientras yo tomo las fotos.

-¿Nada más?- insistió poniendo cara de perra en celo.

La expresión de cara me informó que quería incluirme en dicho reportaje, Descojonado no contesté  y me puse a bajar las cosas del coche. La playa y tal y como  había previsto estaba desierta y viendo que Belén todavía no había llegado, extendimos nuestras toallas cerca de unas rocas.

Más de media hora después, creí que mis planes se habían ido al garete cuando vi que no era Belén, la que se acercaba a nosotros sino su madre. Tratando que no se me notara la decepción, me levanté a saludarla.

-Buenos días, Doña Aurora. ¿Dónde ha dejado a su hija?- pregunté marcando las distancias.

-Llámame Aurora, el doña me hace sentir vieja- comentó dejando caer su bolso al lado de nuestras toallas y mientras extendía la suya, contestó a mi pregunta diciendo: -Belén se ha tenido que ir con su padre y como aquí no hay cobertura, he decidido venir personalmente para no dejaros plantados.

Tras lo cual, se despojó del vestido que llevaba puesto, dejando comprobar tanto a mi tía como a mí que tenía un cuerpo al menos tan apetecible como el de su retoño. Embutida en un sugerente bikini, esa cuarentona estaba de lo más apetitosa.

«¡Coño! ¡Menudos melones!», valoré al revisar de reojo el tamaño de sus pechos. Eran tan enormes que involuntariamente mi miembro se endureció  solo con pensar en que se sentiría teniéndolos en la boca.

Esas ubres tampoco pasaron desapercibidas a mi tía que comiéndola con los ojos, les dio un buen repaso antes de preguntar si alguien la acompañaba a darse un chapuzón. La erección que sufría me impidió acompañarla y por eso me tuve que quedar tumbado boca abajo mientras salía corriendo rumbo a la orilla.

Para mi mayor confusión la cuarentona al ver que nos quedábamos solos y mientras se echaba crema en ese par de monumentos, soltó:

-Por cierto, me divirtió comprobar que mi hija no es lesbiana. Aunque te reconozco que nunca me esperé de ti que fueras capaz de ponerla cachonda en mi presencia.

Rojo como un tómate, me la quedé mirando totalmente avergonzado. Estaba a punto de pedirle perdón cuando esa señorona  bajando la voz me confesó que llegando a su casa, había interrogado a su niña por nuestra relación.

-¿Y qué te dijo?- pregunté.

Aurora, incrementando mi turbación, soltó una carcajada mientras respondía:

-Según esa zorrita, es solo sexo lo que os une.

Os juro que en ese momento no sabía dónde meterme e incapaz de contestarle, me quedé callado mientras ella seguía comentándome que Belén le había reconocido que conmigo disfrutaba en la cama como nunca antes.

«No me jodas, ¡le ha contado todo!», mascullé entre dientes al verme cazado y sin vías de escape.  Temiendo interiormente que esa mujer le fuera con el cuento a mi madre y que así se enterara de lo que hacía con su hermana, decidí entrar al trapo diciendo:

-Tu hija es muy exagerada. No soy para tanto.

Aurora percatándose del mal trago que estaba pasando, juzgó que todavía no era suficiente y lanzándome el bote de la crema, me soltó:

-Ponme bronceador, ¿no querrás que tu suegrita se queme?

Reconozco que no me esperaba ni el tono meloso con el que lo pidió y menos que tumbándose boca abajo sobre la toalla, se quitara la parte de arriba del bikini, de forma que tuvo que ser también Aurora la que me sacara de la parálisis en la que me había instalado al decirme con los ojos cerrados.

-¿Qué esperas?

Viéndome abocado al desastre, me eché un buen chorro en la mano y tanteando el terreno, comencé a esparcirla por sus hombros.  La actitud de esa cuarentona me tenía desconcertado porque parecía estar tonteando conmigo pero el saber que era la madre de Belén me cohibía.

-Me encanta- susurró al sentir mis dedos dando un suave masaje a los músculos de su cuello.

Para entonces, mi mente era un torbellino. Esa mujer era amiga de mi vieja y por tanto inalcanzable pero su proceder era el de un zorrón desorejado. No sabiendo a qué atenerme, decidí seguir untando la crema y que fuera ella quien diera el siguiente paso, si es que quería darlo. Actuando como si nada, dejé sus hombros y bajando por su cuerpo, cogí el bote y directamente eché bronceador por su espalda, formando un camino.

Aurora suspiró al notar el frescor sobre su piel pero no dijo nada por lo que me puse a esparcirlo, valorando en su justa medida el buen estado físico en que se conservaba.

«¡Tiene un par de polvos!», me dije mientras mis yemas recorrían su anatomía.

Habiendo embadurnado con suficiente crema su espalda, creí que mi función había acabado y me separé de ella, bastante más afectado de lo que me gustaría reconocer porque no en vano, esa mujer estaba buena. Al percatarse que me alejaba, protestó diciendo:

-Me falta el trasero, ¿no pretenderás que se me queme  con tanto sol?

Muerto de vergüenza, volví a su lado y antes de empezar me quedé mirando el culo que tenía que untar. Mordiéndome los labios, comprendí que me iba a resultar imposible no ponerme bruto si tenía que echar crema a esos dos cachetes porque a pesar de sus años, esa mujer lo tenía espléndido. No queriendo parecer ansioso por tocárselo, comencé a embadurnarlo solamente con las yemas sin apoyar la palma, no fuera a ser que se sintiera molesta pero entonces con tono duro, Aurora me exigió que usara toda la mano para que no le quedara marca.

«¿De qué va esta tía?», me pregunté al saber que estaba haciéndome pasar un mal rato apropósito.

Obedeciendo me puse a untar su trasero sin cortarme, esperando que fuera ella quien se turbara al notar la friega descontrolada que hice sobre sus nalgas. Lo que no me esperaba fue que  separando sus rodillas, me pidiera que recogiera la tela de su bikini para no mancharla.

«No te cortes, si es lo que quiere ¡hazlo!», sentencié mientras retiraba la parte de debajo de su bañador.

Al hacerlo, me permití recorrer los bordes de su ojete y fue entonces cuando sorprendiéndome por enésima vez, Aurora se incorporó y sacándolo por los pies, me dijo al tumbarse nuevamente:

-Mejor así. Sigue que me gusta lo pillo que eres.

Sus palabras fueron la confirmación que era una zorra y que deseaba que le diese el mismo trato que a su hija y por eso derramando suficiente crema por la raja de su culo, me puse ya sin reparos a disfrutar de ese trasero. Magreando con descaro sus nalgas, las abrí para contemplar por vez primera el inmaculado ojete de la mujer.

«Nunca se lo han roto», pensé ya excitado y queriendo verificar los límites de esa mujer, crucé la frontera de lo moralmente aceptable, hundiendo una de mis yemas en él.

El gemido de placer que surgió de su garganta me confirmó que esa mujer había venido a la playa a que me la tirara y por eso no solo no se lo saqué sino que usé mi otra mano para tomar posesión de su clítoris. Relajando su culo al tiempo que empezaba a masturbarla, busqué a mi tía. Fue entonces cuando descubrí que desde las rocas, Elena estaba inmortalizando el momento con mi cámara. «Ha debido cogerla sin que nos diéramos cuenta», medité mientras hundía un segundo dedo en el rosado esfínter de la mujer.

-Dios, ¡cómo me gusta!- aulló la cuarentona ya totalmente cachonda por el doble estímulo al que la estaba sometiendo.

Sabiendo que no tardaría en correrse, incrementé la velocidad de mis incursiones mientras me acomodaba de forma que Elena pudiera obtener las mejores instantáneas de lo que iba a suceder.  Quitándome el bañador, separé las piernas de la mujer y cogiendo mi pene, me puse a juguetear con el sexo de la madre de Belén al mismo tiempo que introducía un segundo dedo en su culo.

-Tómame- imploró con su rostro transformado por la lujuria al experimenta el modo en que mi glande se iba abriendo paso entre sus pliegues.

El morbo de saber que nos estaban fotografiando me puso a mil y con un duro movimiento de caderas hundí mi verga en el coño de Aurora. Al tenerlo encharcado, entró con facilidad hasta chocar con la pared de su vagina.

-¡Dame polla! ¡Hazme gritar como a una puta!- rugió la cuarentona al notarse invadida. Tras lo cual moviendo su trasero  se empezó a meter y a sacar mi pene de su interior a una velocidad inusitada.

La velocidad que esa zorra imprimió a sus movimientos me dejó clarísimo que su marido la tenía desatendida pero su afán por ser tomada era tan grande que buscando su placer, me hizo daño.

-Tranquila, ¡coño!- grité al sentir que si seguía a ese ritmo me iba a romper mi pene. Al ver que no respondía y seguía descontrolada, le di un duro azote en su culo diciéndole: -¡Te he dicho que más despacio!

Aurora relinchó al sentir el azote y chillando me pidió que no parara. Al comprobar su entrega, decidí ir en busca de mi placer y cambiando de postura, agarré la melena de la rubia y renovando mis azotes, la azucé a incrementar su ritmo. Eso, la enervó y todavía con más ardor me exigió que siguiera castigando sus nalgas.

-¡Fóllame duro como a mi hija!- aulló con su respiración entrecortada por el placer.

Riéndome de ella y susurrando en su oído lo puta que era seguí cabalgando su cuerpo mientras desde las rocas Elena dejaba para la posteridad grabado en la memoria de la cámara.

Como todavía no quería correrme, incrementé el ritmo de mis cuchilladas para conseguir sacar de su cuerpo un orgasmo que recordara en el futuro. Ejerciendo una autoridad que nadie me había dado exigí a Aurora que se masturbara al mismo tiempo. La cuarentona no se hizo de rogar y cumpliendo mi mandato, llevó su mano hasta su clítoris y lo empezó a  pellizcar al compás de la follada.

El doble maltrato llevó a la mujer hasta el límite y obteniendo un placer  descomunal, se corrió empapando  mis piernas con su flujo.  Sus chillidos fueron la gota que azuzó a mi tía, que  hasta entonces se había mantenido en un discreto segundo plano, a acercarse. Al verla llegar con haciendo una foto tras otra la sonreí y levantando la cabeza de mi presa, le señale la presencia de Elena, diciendo:

-Todavía no hemos acabado, zorrita.

Al percatarme que la recién llegada estaba dejando constancia de su infidelidad, intentó separarse pero reteniéndola con mis brazos, cambié de objetivo y de un solo arreón le metí mi pene hasta el fondo de su culo.

-¡Sácamela!- gritó al experimentar por primera vez su ojete invadido. -¡Me duele!

Sus lamentos lejos de acerme retroceder, me dieron alas para forzando hasta lo indecible ese rosado esfínter, comenzar a machacar sus intestinos con mi verga.

-Te aconsejo que te relajes- murmuró mi tía mientras enfocaba  para tomar un primer plano del momento.

Los pezones de Elena marcándose bajo el bikini me confirmaron que  se estaba viendo excitada por la escena. Al fijarme en su parte de abajo, una mancha oscura ratificó su calentura y aunque me apetecía que participara,  bastante tenía con mantener aferrada a la madre de Belén mientras seguía solazándome en su culo.

Paulatinamente, Aurora fue aceptando su derrota y gracias a ello, dejó de debatirse y sin darse cuenta empezó a disfrutar. Al irse diluyendo el dolor y ser sustituido por el place hizo que la cuarentona se viera inmersa en un mar de sensaciones nuevas hasta que admitiendo su destino, me confeso con lágrimas sus ojos que le estaba gustando.

-Lo sé. De tal madre tal hija. A Belén tampoco le apetecía que le rompiera su culo pero al final gozó como una perra- contesté viendo su entrega.

La mención a su retoño incrementó la temperatura de su cuerpo y ya sin ningún tipo de recato, me rogó que la tratara como a ella.

-¿Eso quieres? ¿Estás segura?-  pregunté muerto de risa- ¡Te aviso que tu hija es muy zorra!

Desbocada, me respondió:

-¡Yo lo soy más!

Al escucharla, solté una carcajada y llamando a mi tía a participar, mordí la oreja de Aurora mientras le decía:

-Tu niña es bisexual y le encanta comerse el coño de Elena mientras la tomo.

Elena sin esperar la respuesta de la mujer, se acercó a ella y agachándose en la toalla, puso los pechos de la cuarentona en su boca y los empezó a mamar.  Os confieso que me alucinó la reacción de la señora  porque sin importarle que fuera una fémina quien estuviera mordiendo sus pezones, gimió de placer al tiempo que me insistía en que reanudara el asalto sobre su culo.

-¡Sigue!- suplicó al sentir los dientes de mi familiar mordisqueando sus areolas.

Durante un rato, use su trasero como frontón mientras Elena se  conformó con los pechos de nuestra víctima pero viendo que había conseguido vencer sus reparos iniciales y que Aurora estaba disfrutando, tumbándose en la toalla, siguió bajando por su cuerpo y llegando hasta su sexo separó los labios de su vulva, tras lo cual, se apoderó de su sexo con la boca.

-¡Me encanta!- suspiró aliviada al asimilar que la boca de esa mujer le gustaba.

Esa confesión dio a mi tía el valor suficiente para con sus dientes y a base de pequeños mordiscos, llevarla hasta su enésimo orgasmo. De rodillas, sobre la toalla y con la arena pegada a su piel, Aurora se corrió con mi pene incrustado en su culo y con la lengua de una mujer, recorriendo su sexo.

-¡Malditos! ¡No aguanto más!- chilló descompuesta.

La derrota de la madre de Belén  fustigó mi pasión y llevando mi ritmo a unos extremos brutales, acuchillé su interior sin parar. El colmo fue ver que mi tía usaba sus manos para satisfacer su propia lujuria e incapaz ya de parar, busqué liberar mi tensión vía placer. La explosión con la que sembré sus intestinos, se derramó y saliendo por los bordes de su ano, empapó con su blanca simiente no solo las piernas de Aurora sino las mejillas de mi familiar.

Esta al advertir que había terminado, usó la fuerza bruta para abrirle los dos cachetes y con verdadera sed, se puso a beber mi semen.

-La leche de mi sobrino es mía- chiiló al tiempo que la recolectaba con la lengua.

Aurora disfrutó como una perra de los lengüetazos en su culo y prolongando su orgasmo, le imploró que no dejara de lamerla. Elena la hizo caso y se mantuvo recorriendo el ano de la cuarentona hasta que confirmó que no quedaba ningún rastro de lefa en él.

Por mi parte, tumbado sobre la arena, vi como al terminar, esas dos mujeres se quedaban abrazadas entre ellas mientras se reponían del esfuerzo. Durante unos minutos fui testigo de sus carantoñas hasta que con ganas de reiniciar las hostilidades, Aurora sonrió y nos dijo:

-Tengo que confesaros un secreto.

Por su tono, comprendí que no me iba a cabrear por ello pero en cambio a Elena le pudo la curiosidad y por eso le preguntó cuál era. Aurora, la madre de Belén y amiga de mi propia madre, se acurrucó entre nuestros brazos antes de decirnos:

-¡Fui yo quien insistió que mi hija acompañara a su padre porque quería que esto ocurriera!

 

Relato erótico “Aniversario” (POR SARAGOZAXXX)

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Aniversario

Ahora entiendo lo que quiere decir aniversario…
Era la celebración de nuestro aniversario de boda, y mi marido me sorprendió con un par de entradas de letsbonus para un conocido balneario termal más o menos cerca de nuestra ciudad de residencia. Se trataba de un hotel balneario de lo más lujoso y por supuesto muy caro. Ofertarse de esa manera es algo poco frecuente en centros de tal categoría, pero que debido a la crisis habían decidido popularizar algún tipo de ofertas para promocionarse.  Para nosotros era como un pequeño mito inalcanzable, a pesar de que yo siempre le comentaba a mi marido cuando veía reportajes de revistas, lo mucho que me gustaría disfrutar bañándome en las aguas termales de un baleario de lujo como ese.
A pesar de coincidir con el otoño bien avanzado, en esas fechas en las que puede sorprenderte el mal tiempo, el plan de mi marido era ir y volver en el mismo día, a riesgo de tener malas condiciones por la carretera. Las entradas incluían la posibilidad de disfrutar  las instalaciones todo el día, y nuestra intención era aprovecharlas al máximo.
Mi marido sabe de mi debilidad por los centros de spa y masajes más asequibles para nuestro bolsillo, así que agradecí enormemente su regalo y su esfuerzo, a sabiendas de que a él no le acaban de gustar mucho este tipo de sitios.
Por eso cuando llegó el día decidí dedicarle algo de tiempo a mi cuerpo. Quería que me viese espectacular en la celebración de nuestro aniversario. Días antes me compré un bikini nuevo, que sin llegar a ser vulgar era bastante sugerente, desde luego me sentí estupenda cuando me lo probé en la tienda. Se trataba de un bikini negro de esos con finas cuerdas laterales que se anudan a los lados. La braguita era bastante escueta, sobretodo en la parte posterior donde me dejaba al descubierto media nalga, y el top apenas un par de triangulitos.  Sabía que mi marido disfrutaría de verme todo el día con él, se pondría algo “burrón”, como él mismo me decía cuando le provocaba tremendas erecciones.
Además de mi marido, supongo que otros hombres agradecerían verme con él puesto y me dedicarían alguna que otra mirada lasciva. He de reconocer que me gusta sentirme deseada y provocar el que otros hombres se fijen en mí.
Para colmo este tipo de sitios siempre me lo he imaginado lleno de abuelos y gente de avanzada edad, y he de confesar que siempre he tenido cierta debilidad por los maduritos. Tienen un no sé qué que me pone muchísimo, vosotras chicas ya me entendéis y sabéis a lo que me refiero. Con suerte mi marido tal vez se diese cuenta y se encelaba, y así tal vez terminásemos como es debido y con una alegría nuestro día tan especial. Yo por mi parte al menos me llevaría a la cama el recuerdo de los ojos de algún abuelete devorándome con la vista.
Por supuesto me hice la manicura, a mi marido le encanta que me pinte las uñas de rojo, así que me pinté no sólo las uñas de las manos sino también las de los píes de su color preferido. Maquillaje resistente al agua, peluquería el día de antes, cremitas para mimar cada zona de mi cuerpo, y un pequeño detalle… mi pubis. Hacía tiempo que no me lo rasuraba, y como sé de sobra que es algo que siempre le gusta a mi marido, decidí corresponderle.
Para los que no me conocen decir que me llamo Sara, tengo treinta y un años, y estoy casada desde hace unos cuantos años con mi marido. Le quiero muchísimo, es buen esposo y el mejor padre de mi hijo, solo que a veces….
Bueno, que podéis saber más sobre mí si consultáis mi blog, cosa que me haría muchísima ilusión:
 saragozaxxx.blogspot.com
Allí hay colgada alguna foto mía y podrás conocerme mejor.
El caso es que ese día quería sentirme como una auténtica diva. Tenía ganas de sentirme como la princesa de un cuento de hadas. Además no sé porque me levanté un poco juguetona a pesar de que tuvimos que madrugar  para llegar a media mañana al balneario.
Por eso escogí un vestido de tirantes bastante escotado, que sin llegar a ser un vestido de noche era bastante elegante, terminaba en una falda a medio muslo con cierto vuelo. Elegí un sujetador negro de encaje y transparencias a juego con el tanga, y para provocar aún más a mi marido, decidí ponerme unas medias sujetas por liguero en vez de los habituales pantis. Unos zapatos de tacón a juego completaban mi vestuario para lucir en la recepción y hall del balneario a mí llegada. Le insinúe a mi marido que se pusiera algún traje y fuese elegante, aunque si quería le dejaba que no se pusiese corbata, el caso es que no desentonásemos con la gente que seguramente estaría alojada en el hotel de cinco estrellas. Menos mal que captó mis ideas y hasta limpió el coche.
Ya en el camino de ida y conforme entraba la mañana, dejé a propósito que la falda del vestido se remangase lo suficiente en mi asiento de acompañante como para que mi marido pudiera apreciar desde el asiento del conductor el final de mis medias. Llevábamos ya un tiempo sin tener relaciones, debido en gran parte a la falta de intimidad en nuestra casa. Como ese día lo arreglamos todo para dejar a nuestro hijo con los abuelos, de alguna forma quería dejarle entrever a mi marido que me encontraba especialmente predispuesta a hacer el amor con él.
 .-“¿Y esto?” preguntó sorprendido al ver el final de mis medias sujetas por la pinza del liguero mientras posaba su mano en mi rodilla más cercana al cambio de marchas mientras conducía.
.-“Ya veo que te has fijado. Me he hecho las uñas” dije con voz de niña mala mientras le mostraba mi manicura francesa con su tono rojo preferido, y tratando de evitar intencionadamente hacer referencia a mis medias.
.-“Caray, nena. Empiezo a no arrepentirme de haber pagado una pasta por esta tontería de caprichos tuyos” pronunció al tiempo que deslizaba su mano por mi pierna hasta alcanzar la zona de mis muslos al final de las medias donde la piel se desnuda. Yo le facilité la maniobra abriendo mis piernas.
Le gustó entretenerse en acariciarme en esa parte de mi cuerpo entre el final de la media y el comienzo de la tela de mi tanguita.
.-“¿Te gusta?” le pregunté al tiempo que separaba las piernas incitándole a que continuase con sus caricias.
.-“Uhm, uhm” dos cortos gemidos al tiempo que movía la cabeza afirmativamente me hicieron saber que estaba logrando lo que pretendía.
.-“Pues aún tengo más sorpresas guardadas para ti” le dije poniendo carita de traviesa al tiempo que me chupaba un dedo maliciosamente.
.-“¿Y qué es?” preguntó mi marido totalmente excitado ante el panorama que se le ofrecía.
.-“¿No te has dado cuenta?” le dije aprisionando su mano entre mis muslos.
.-“No ¿de qué?” respondió poniendo cara de bobalicón. No sé porque al ver su cara no quise decirle que me había rasurado el pubis para él y preferí guardar el pequeño secreto.
.-“La crema de las piernas, ¿no te has dado cuenta? Es nueva, ¿no tengo la piel más suave?”  Le dije observando su reacción.
Antes de que me respondiese, el pitido de un camión proveniente en sentido contrario nos alertó de que estábamos invadiendo levemente su carril. Mi marido reaccionó sujetando el volante con las dos manos, y yo decidí que debía posponer mis jueguecitos para más tarde. Ambos intercambiamos pícaras miraditas durante el trayecto, sabiendo que esa noche al llegar a nuestra casa daríamos rienda suelta a nuestra imaginación.
Al fin llegamos al balneario. Ya en la puerta mi marido tuvo que dejar las llaves en el coche para que un aparcacoches lo retirase, mientras otro empleado del hotel nos ayudaba con las bolsas del maletero. El trato y la atención eran mejor de lo esperado, incluso cuando en recepción mi marido tuvo que enseñar el bono de la oferta y la reserva correspondiente, momento en el que reconozco que pasé cierta vergüenza a pesar de ir acordemente vestidos. Desde luego era todo lujo y esplendor.
Una de las chicas de recepción nos acompañó hasta la zona termal, donde muy educadamente nos explicó las normas de uso y las instalaciones. Entre otros detalles no hacía falta que hubiésemos traído toallas de casa, el balneario ponía a disposición de los clientes  cuantas toallas fuesen necesarias para nuestro uso, así como un par de albornoces con su logotipo.
Ya en el vestuario se apreciaban los detalles de categoría. Mármol y materiales caros. Taquillas electrónicas cifradas por contraseñas, nada de molestas pulseras con llave ni cosas por el estilo. Todos los grifos se accionaban mediante sensores de presencia. Además, en cada taquilla había una pequeña selección de muestras con jabones y fragancias del balneario. En fin, un montón de detalles que lograban que te sintieses cuidada, mimada y  realmente bien.
En el vestuario femenino apenas estaba yo sola, junto con otras dos abuelas de avanzada edad, que me miraron de reojo cuando me probé el bikini frente a uno de los espejos. Incluso pude apreciar a través del espejo como murmuraban entre ellas de mi bikini, seguramente envidiando mi juventud o la reacción de sus maridos.
Cuando salí a la zona de baño mi marido ya estaba esperándome. Ambos llevábamos el albornoz puesto. Se trataba de una gran piscina, más que olímpica diría yo, con diferentes chorros de agua, muchas burbujas emergiendo, algún jacuzzi en sus esquinas, tumbonas de piedra con efecto calor por los alrededores, y diferentes duchas en las paredes que rodeaban el recinto.
Conté apenas una docena de personas, muy pocas para las dimensiones de la piscina. A bote pronto unas ocho mujeres y cuatro hombres. De lo que si estoy segura es de que ninguno de los presentes tendría menos de ochenta años. Todos se quedaron mirando al vernos.
Cogí a mi marido del brazo y nos dirigimos hacia una de las escaleras que facilitaban la entrada al agua. Las escaleras de acceso eran grandes, y justo enfrente había unas perchas. Me quité el albornoz, y ahora sí que pude apreciar todas las miradas clavadas en mi cuerpo y mi bikini. Incluso las de mi marido que se quedó boquiabierto al verme tan espectacular.
.-“Joder, Sara, te sienta de maravilla ese bikini” dijo mi marido nada más verme.
.-“Gracias, ya te dije que tenía alguna sorpresilla reservada para ti” le respondí a mi marido mientras me metía poco a poco en el agua por las escaleras.
.-“¿Aún hay alguna sorpresa más?” preguntó curioso mi marido.
.-“Aún queda algo, tontín” le dije mientras le hacía indicaciones con el dedo desde dentro del agua para que me acompañase, y le dedicaba la más picarona de mis sonrisas.
Mi marido me siguió como un perrito faldero a todas partes, sobretodo caminaba y nadaba detrás mío para no perderse detalle de la parte al descubierto que dejaba la braguita del bikini en mi trasero.
Realizamos el circuito que sugería la piscina. Comenzamos bajo unos chorros de agua de poca presión, luego alguna burbuja que relajaba nuestros músculos, más chorros esta vez con más presión, y más baños de burbujas, hasta que terminamos lo que parecía el circuito de la gran piscina central.
Mi marido decidió hacer entonces un par de largos nadando, y yo opté por dirigirme mientras a uno de los jacuzzis anexos a la piscina. No me di cuenta de que había un par de abuelos hablando entre ellos dentro del jacuzzi al que me dirigí, pero he de reconocer que tampoco me importó.
Interrumpieron su conversación cuando me vieron entrar y claramente se quedaron observándome como me introducía dentro del agua. Me senté al otro lado justo enfrente de ellos. Vale que éramos la única pareja de jóvenes en todo el balneario, y vale que debía parecerles un caramelito en dulce, pero de verdad que me sentí algo incómoda con sus miradas, pues eran más descarados de lo que me esperaba en un principio. No dejaban de observarme, seguramente esperando algún descuido por mi parte.
Reconozco que aunque algo incómoda por sus atrevidas miradas, de alguna forma me resultaba agradable. Era lo que pretendía, ¿no? Decidí que lo mejor sería tratar de relajarme a pesar de sus insistentes miradas, así que apoyando los brazos a cada lado, recosté mi cabeza hacia atrás y cerré los ojos concentrándome en la agradable sensación que producían las burbujas en mi cuerpo. Por unos momentos traté de evadir mi mente de sus miradas y logré relajarme.
Desperté de mi ensoñación al notar la presencia de mi marido tratando de acomodarse en el jacuzzi a mi lado. Abrí los ojos para comprobar que los dos ancianitos continuaban observándome a pesar de la llegada de mi esposo. Estuvimos un rato los cuatro en el mismo vaso, frente a frente, mirándonos sin decir nada, hasta que la situación se volvió algo tensa y los dos octogenarios abandonaron el agua dejándonos a mi marido y a mí solos en el jacuzzi.
Nada más estar solos mi marido aprovechó para acariciarme la pierna más cercana a su posición. Por supuesto, su maniobra permanecía oculta a la vista de todos debido a las burbujas y la espuma del agua.
 .-“Pues sí cariño, está más suave. Me gusta esta crema” dijo con tono de fingido idiota, rompiendo el tenso silencio anterior al tiempo que acariciaba la parte más alta de mi pierna, muy cerca ya de la tela de la braguita del bikini.
Ambos nos reímos de su estúpido comentario. Sabía perfectamente que era una excusa barata para meterme mano bajo el agua, pero he de reconocer que debido a la tensión del momento anterior me hizo gracia. Yo dejé que me acariciara, estaba siendo discreto, aunque conociéndolo sabía que pronto intentaría algo más. Quise hablar relajadamente con él.
.-“¿Has visto los vestuarios?” le dije “tienen hasta una secadora para los bañadores.  Tienen pensados hasta el último de los detalles” le dije mientras le facilitaba que continuase acariciándome las piernas bajo las burbujas.
.-“A mí en cambio me han gustado los albornoces. Pienso llevarme uno” dijo mientras sus caricias se hacían algo más atrevidas ocultas por la espuma y las burbujas.
.-“Ten cuidado pueden vernos” traté de advertirle a mi esposo de que sus caricias bajo el agua comenzaban a hacerse evidentes.
Por suerte pude comprobar cómo algunos de los presentes anteriormente en la piscina central habían abandonado la estancia, y tan sólo quedaban unas cuatro personas además de nosotros.
.-“¿Has visto como te miraban ese par de abuelitos?” me susurró esta vez mi marido al oído, mientras su mano escalaba poco a poco por mis piernas hasta acercarse a rozar la tela de mi braguita del bikini.
.-“¿Pero qué tonterías dices?” le dije mientras disfrutaba de sus caricias y me dejaba llevar por la multitud de sensaciones agradables que salpicaban mi cuerpo. Estaba algo más relajada por la escasa presencia de gente en la zona de baño, y disfrutando porque todo estaba saliendo según lo planeado: había logrado sentirme deseada, y que mi marido se encelase. De seguir así, ya sabía yo el resultado de la noche.
.-“Seguro que esta noche no necesitan viagra” me susurró de nuevo al oído mi marido mientras continuaba con sus caricias bajo el agua.
.-“Mira que eres guarro” le dije haciéndome la ofendida por sus palabras.
Justo en ese momento una persona hizo acto de presencia en el otro extremo del jacuzzi. Ninguno de los dos lo vimos llegar. Seguramente nos sorprendió en nuestros jueguecitos bajo el agua y a pesar de todo quiso meterse en el jacuzzi.
Para mi desconcierto se trataba de un hombre mayor, aunque no tanto como los otros dos anteriores, en un principio calculé que entorno a los cincuenta y tantos años diría yo.
De ese instante tan solo recuerdo fugazmente el musculado cuerpo que lucía a pesar de la edad, aunque no pude fijarme del todo bien porque en seguida me llamó la atención el bañador que llevaba puesto, era de esos tipo slip que le marcaban un abultado paquete. Para mi estupor su mirada se cruzó con la mía justo en el momento en el que admiraba alucinada las dimensiones de su paquete. El tipo lo supo y se sonrió. Yo en cambio me puse colorada como un tomate. He de reconocer que marcaba un paquete impresionante, y que nunca había visto nada igual a pesar de la edad del tipo que lo lucía. Además no estaba nada mal de cuerpo.
Mi marido me hizo un comentario al oído que apenas logré entender, mientras el tipo se acomodaba dentro del agua justo enfrente nuestro. No presté la más mínima atención a las palabras de mi esposo porque todos mis sentidos se centraban en la presencia del nuevo compañero de jacuzzi. No podía evitar fijarme en su cara sobresaliendo del agua, me correspondía con la misma mirada atenta, aún sin ser del todo atractivo, era en cierto modo un tipo cautivador. Por alguna extraña razón atraía toda mi atención.
Recordé bajo las burbujas su cuerpo musculado en el que apenas podía advertirse la presencia de pelo, algo inusual en caballeros de su edad. Un pensamiento abordó mi mente:
.-“¿Se depilaría a sus años?” pensé “¿y para qué quería depilarse un hombre de su edad?” me preguntaba mientras continuaba  mirándolo aturdida por su presencia.
Sé que mi marido continuaba susurrándome cosas al oído mientras insistía en sus caricias bajo el agua. Yo apenas podía prestarle atención a mí esposo debido a mi estado de semi shock. Solo podía mirar y mirar al nuevo inquilino del jacuzzi como hipnotizada. Juro que nunca había sentido algo parecido.
En un atisbo de lucidez llegué a deducir el porqué de mi inexplicable reacción ante su presencia. Tenía más que cierto parecido razonable a Paul Newman, y lo siento chicas, pero siempre he tenido cierta debilidad por Paul Newman, pienso que es un caballero, extremadamente seductor, y que cada día gana más con la edad y la experiencia. Así que supongo idealicé al hombre que tenía en frente con el actor de mis sueños.
Volví a la realidad cuando el torso de la mano de mi esposo se posó en mi entrepierna aunque por encima de la tela de mi bikini. Traté de retirarle la mano disimuladamente, pero mi marido insistió. Y de nuevo traté de hacerle desistir en sus caricias tan osadas apartándole la mano. Así varias veces, hasta que llegó a producirse cierto forcejeo disimulado bajo el agua entre mi marido y yo.
El tipo de enfrente se sonrió maliciosamente como adivinando lo que ocurría bajo las burbujas. Pero en vez de retirarse como hicieron sus antecesores en el puesto, este parecía disfrutar con la situación. Sus ojos no perdían los míos de vista.
.-“Seguro que lo has puesto como una moto al abuelete con tu modelito de bikini. No te quita ojo de encima” me susurró de nuevo mi esposo al oído esta vez tapándose la boca con una mano como un niño de colegio. Fueron las primeras palabras que logré entender de mi esposo en todo este tiempo.
.-“Si tú supieras” pensé para mis adentros mientras intercambiaba miraditas con mi Paul Newman particular, pero en cambio le pregunté a mi esposo “¿Tú crees?”.
.-“Estoy completamente seguro de que se la estamos poniendo dura” me susurró de nuevo mientras trataba de hacerse camino con uno de sus dedos entre la tela de mi bikini.
.-“¿A quién?” le susurré a mi marido sin apartar la vista del tipo que tenía enfrente “¿A ti o a él?” terminé por decir.
Me di cuenta entonces de que estaba extrañamente cachonda. No sabría decir si mi estado era a causa de mi marido, de la situación, del tipo que tenía enfrente, o de ambos a la vez.
“O de ambos” esas palabras resonaron en mi mente. “O de ambos. ¿Habría logrado excitarme el tipo de enfrente?” me preguntaba en mi interior. El caso es que hasta mi respiración se notaba agitada a pesar de que trataba de disimularlo. Las palabras de mi esposo terminaron por animarme a cometer una locura.
.-“¿Te imaginas como le habrás puesto el rabo al abuelete?” susurró mi marido tapándose la boca de nuevo.
Una chispa saltó en mi cerebro al escuchar sus palabras:
“Con semejante paquete como marcaba, seguro que tiene una polla enorme” pensé, y traté de cerrar los ojos e imaginarme cómo podría ser.
Alentada por las palabras de mi esposo y con mi estado de predisposición jugué a imaginarme cómo sería la polla de aquel tipo que tenía justo enfrente de mí en el jacuzzi.
Me la imaginé de grandes proporciones, gruesa, dura, inhiesta, con toda seguridad debería superarle el ombligo en su máximo esplendor. Me imaginé sus venas rodeándola, bien descapullada, de punta gordita y de color morado en contraste con el resto de su envergadura. Unas pelotas como puños, y una mata de pelo canosa decorando semejante falo. Seguramente no podría rodearla entre mi pulgar y mi índice si pudiera proceder a masturbarlo, y ni tan siquiera podría atraparlo con mis dos manos.
Uuuhmm, creo que me estaba poniendo supercachonda de imaginármelo. Sobre todo al visualizar semejante falo decorado con una mata gris de pelo canoso a su alrededor. Abrí los ojos despertando de mis pensamientos para contemplar la realidad. Todo seguía igual. El tipo de enfrente sin apartarme la vista, y mi marido acariciándome por debajo del agua oculto por las burbujas.
Quise cometer una locura y acariciar la polla de mi marido mientras miraba a los ojos de aquel tipo que tenía justo enfrente y que no me apartaba la vista de encima, como si pudiera adivinar todo lo que estaba pasando bajo el agua entre mi marido y yo.
Mi esposo me miró sorprendido cuando traté de deshacerle torpemente el nudo de su bañador con mi mano.
.-“Necesito tocarte” le susurré esta vez  entre gemidos a mi esposo presa de la excitación. Mi marido me ayudó en la maniobra y se deshizo del nudo de su traje de baño, permitiendo que mi mano lograse agarrar su miembro erecto bajo la tela de su bañador. Por supuesto siempre ocultos bajo las burbujas y la espuma del agua.
.-“¿Te gusta?” le pregunté de nuevo en un susurro a mi marido mientras no dejaba de mirar al tipo que teníamos en frente. Mi marido me lo dijo todo con su mirada. Dejó de acariciarme para centrarse en su propio placer. Yo quise agarrarlo mejor e incluso llegué a sacar su miembro por fuera del bañador.
.-“¿Crees que se dará cuenta?” le pregunté al oído de mi esposo mientras le restregaba mis pechos por su hombro, y le acariciaba el miembro por debajo del agua arriba y abajo sin apenas obstáculo.
.-“No sé” respondió mi marido tratando de contener el placer que mi mano le proporcionaba.
 .-“Seguro que se lo imagina” le susurré de nuevo en la oreja, al tiempo que le daba un par de besos en el hombro a mi esposo para disimular en nuestra conversación y continuaba masturbándolo bajo el agua.
.-“Desde luego no te quita ojo de encima” me dijo mi marido al tiempo que me besaba él también por el cuello. Ambos tratábamos que nuestro compañero de jacuzzi no nos escuchase, aunque no teníamos la más mínima certeza de que fuera así, y puede que eso calentase aún más la situación.
.-“¿Y eso te gusta?” le pregunté a mi marido provocativamente mientras me dejaba besar por el cuello y el lóbulo de mi oreja. Mi marido permaneció un tiempo callado ante mi pregunta. Su silencio dio lugar a que interpretarse que la respuesta era afirmativa, aunque en esos momentos no fuese lo suficientemente valiente como admitirlo. Quise insistir ante su mutismo.
.-“Aún no me has respondido, ¿acaso te gusta que miren a tu mujercita?” le pregunté con voz sensual y tratando de arrancar un sí de sus labios. En cierto modo era como si necesitase de su aprobación para lucirme descaradamente ante el quórum de viejecitos que poblaban el balneario.
Aceleré el ritmo de mi mano subiendo y bajando a lo largo de su miembro. Pero no obtuve respuesta a mi pregunta. Tan sólo pude contemplar y advertir con cierto estupor, como era ahora mi marido quien intercambiaba miradas con nuestro acompañante mientras se concentraba en el placer que yo le estaba proporcionando bajo el agua. Desde luego hizo evidente mi maniobra bajo el agua dada su cara de bobalicón.
La situación me resultó indignante: ¿En qué estaba pensando mi marido? Por un instante me pareció que trataba de decirle con la mirada a nuestro acompañante: “Tío, me está haciendo una paja de campeonato”. Como si yo fuera una cualquiera o algo así. Lo que es seguro es que su mirada para con aquel tipo no me dejaba en buen lugar. Era como si de repente mi marido hubiese roto el pacto no escrito entre ambos de disimular nuestro particular jueguecito bajo el agua, y lo hubiese evidenciado aún con su silencio, pero con esa mirada y esa sonrisa en su cara. Además… ¿por qué no había respondido a mi pregunta? Me sentí completamente indignada por su actitud, y decidí darle una lección.
.-“Siempre tienes que fastidiarla” le dije al tiempo que me incorporaba, me ponía en píe en medio de aquellos dos hombres y abandonaba el jacuzzi, dejando a mi marido con su miembro fuera del bañador y totalmente empalmado.
Supe que no se atrevería a seguirme hasta que se le pasase la erección. Así que disponía de un tiempo para mí, y me dediqué a investigar el resto de salas del balneario. Me adentré por un pasillo que parecía el inicio del recorrido termal, y que daba a otras estancias, entre ellas varias duchas de agua fría, duchas escocesas, zonas de agua helada que alternaban con agua caliente, y cosas por el estilo.
A cierta altura del recorrido había un par de cabinas con tumbonas de piedra caliente y baño sirocco, y  justo enfrente una pared con varias duchas. Decidí meterme en una de las cabinas envuelta alrededor de una toalla que había a disposición de los clientes en una pila a la entrada. Por suerte estaba sola y pude relajarme del momento de tensión anterior, cerré los ojos y abandoné mi mente en blanco.
Al poco tiempo entró mi marido.
.-“Joder, ¡que cabrona eres!, me has dejado empalmao como un burro” dijo nada más cerrar la puerta tras de sí.
 “Lo que faltaba”, pensé para mí. Sus palabras me parecieron una falta total de respeto. Esperaba una disculpa por su parte y me encuentro con que sólo es capaz de pensar en él. ¡Sería egoísta el muy cretino! Puse cara seria y de pocos amigos.
.-“Caray tía, no hay quien te entienda” dijo tratando de tumbarse a mi lado buscando mi condescendencia. Yo en cambio me incorporé al tiempo que el tomaba asiento y abandoné la cabina enfurecida. El muy imbécil no había sido capaz de disculparse. Ni tan siquiera mostraba signos de arrepentimiento por lo que había hecho.
Debía saber que cuando una mujer dice que no, es que no, salvo que sea que sí pero diga que no, por no decir sí. Para que sea sí aunque no lo diga, y diga no. ¿Está claro no chicas? Sé que vosotras me entendéis.
En la sala siguiente por el recorrido pude leer un cartel que ponía “baños turcos”. No dudé en adentrarme. Todavía llevaba la toalla enrollada en mi cuerpo. Para mi sorpresa era una sala bastante grande de forma redonda, con una bancada circular para sentarse contra la pared, y una bancada central en medio. Semejante a una señal de dirección prohibida. Pero sobretodo me llamó la atención la densa niebla de vapor de agua que impedía la visibilidad más allá de un metro de la vista.
Pude apreciar un par de figuras humanas justo enfrente de la puerta de acceso, y otro par de personas a la derecha de la entrada, por lo que decidí dirigirme a la zona de la izquierda, algo más solitaria.
Recuerdo que tensé de nuevo mi toalla alrededor de mi cuerpo, esta me cubría  desde los pechos todo el cuerpo hasta la braguita del bikini, aunque un poco justita a decir verdad. Al poco tiempo pude apreciar entre la niebla de vapor de agua, la figura de mi esposo adentrándose en la sala. Torpemente se dirigió hacia la derecha y a poco se sienta junto a las personas que allí estaban.
“Pero mira que es patoso” pensaba mientras lo veía moverse con dificultad entre la neblina del vapor de agua. He de reconocer que arrancó cierta sonrisa de mi cara debido a su ineptitud.  Luego pude ver como daba la vuelta al ruedo hasta localizarme cuando apenas estaba a medio metro mío.
.-“Ah, ¿estás aquí?” pronunció en un semisusurro al tiempo que se sentaba a mi lado como si no pasase nada. Yo permanecí callada sin dirigirle la mirada.
.-“Lo siento” dijo poniendo carita de perrito abandonado. Yo no tenía muy claro que él mismo supiera porque estaba pidiendo perdón, pero sus disculpas eran un buen comienzo.
.-“¿Se puede saber que te ocurre?” me preguntó con carita de niño bueno. Mis temores se hicieron realidad, no tenía ni idea del porqué me había enfadado.
.-“Eres un imbécil. Me has delatado” le dije fingiendo cierto enfado a media voz.
.-“¿Yo?” preguntó totalmente asombrado por mi respuesta.”¿Pero qué he hecho?” susurró tratando de no levantar la voz y que se nos escuchase.
.-“Me has descubierto ante el tipo del jacuzzi” le respondí airada aunque todavía a media voz.
.-“Pero si yo no he hecho nada” respondió tratando de defenderse de mis acusaciones.
.-“¿Estás seguro?” traté de hurgar en su conciencia y derrumbar sus convicciones.
.-“De verdad que no lo entiendo” dijo encogiéndose de hombros.
.-“Yo sí que no te entiendo. Tenías que evidenciarle a ese tío que estábamos metiéndonos mano bajo el agua. No podías disimularlo mejor, no. Tenías que hacerte el machito ¿no?, aunque sea a costa mía. ¿Qué crees que habrá pensado ese hombre de mí? ¿Te parecerá bonito? Se puede saber  qué coño pretendías cuando pusiste esa cara de satisfacción superfingida ante aquel tipo.” Concluí sin apenas tomar aliento mostrando signos de mi enfado.
Un silencio se produjo entre ambos al finalizar mi discurso. Se prolongó y se prolongó hasta que mi marido en voz tenue dijo:
.-“Lo siento, puede que tengas razón. Tal vez deba admitir que me gusta que te miren otros hombres” pronunció como avergonzado.
.-“No entiendo” le dije yo ahora con cara de asombro ante su respuesta “a mí no me gustaría que te mirasen otras mujeres de esa manera tan descarada”.
.-“Lo sé…, tienes razón…, debería partirles la cara por mirarte así, pero en cambio yo… no sé cómo explicarlo…, te veo preciosa…, y es como si me gustase provocar la envidia en los demás, cómo una tía tan buena como tú está con un tipo como yo, ¿no sé si me he explicado?” musitó entrecortadamente con cierto pudor en sus palabras.
Reconozco que no entendí nada de lo que quería decirme, pero sus palabras me parecieron sinceras, y eso era suficiente para mí en esos momentos.
.-“Dame un beso, tontín” dije aproximando sus labios a los míos, y ambos nos fundimos en un apasionado beso cómo hacía tiempo no sentía de su boca.
Me gustó. Su beso despertó en mí sensaciones olvidadas. Hacía tiempo que mi marido y yo no nos besábamos en la boca. Últimamente apenas intercambiábamos un pico, siempre sometidos ante la presencia de nuestro hijo o de algún familiar. Siempre tratando de ser correctos.
Fue mi marido quien a los pocos segundos separó nuestras bocas. Seguramente temeroso de llamar la atención.
Quise besarle otra vez de seguido, las sensaciones placenteras que me produjo con ese primer beso me supieron a poco. Mi esposo enseguida quiso detenerse de nuevo, y esta vez fui yo la que quiso prolongar el beso sujetándolo por el cuello.
Por suerte adivinó mis intenciones y jugueteó con su lengua en el interior de mi boca. Como cuando éramos novios. El beso se prolongó durante unos pocos minutos. Cuando nuestras bocas se separaron tras este beso ambos nos miramos a los ojos dando por firmada la tregua, ambos queríamos recuperar nuestro día tan especial.
Esta vez fue él quien quiso besarme de nuevo. He de reconocer que me excitó el sabor salado por el sudor de sus labios. Me recodaban los primeros tiempos de novios en que nos besábamos por los pubs y discotecas tras bailar durante largo rato. Recordé que en aquel tiempo nos besábamos sin pudor en cada rincón de cualquier bar, en las calles, en los portales de camino a casa, entonces era cómo si tuviésemos que demostrar al mundo entero nuestro amor, y en cambio de un tiempo a esta parte era todo lo contrario.
“¿Por qué?” me pregunté mientras nos besábamos. Mi marido debió percatarse de que algo me rondaba la cabeza.
.-“¿En qué estás pensando?” me preguntó mi marido.
.-“Te parecerá una tontería, pero…recuerdas aquella madrugada en que volvíamos de fiesta y te abalanzaste sobre mí para besarme contra el capó de un coche, me metiste mano subiéndome incluso el vestido en medio de la calle, y creyendo que no pasaba nadie por esa calle nos sorprendió una pareja de ancianos…” mi marido me interrumpió antes de que pudiera terminar.
.-“¡Cómo no me voy a acordar!” dijo evidenciando que el también guardaba esa noche en la memoria a pesar de ir algo bebidos los dos.
.-“¿Cómo dijo aquel tipo?” le pregunté a mi esposo tratando de hacer memoria.
.-“Si fuesen mis hijos les ostiaba aquí mismo. Menudo espectáculo están dando. O algo por el estilo creo que dijo” respondió mi marido.
Ambos nos echamos a reír al recordar el momento. Yo me recuperaba de la risa cuando mi marido pronunció:
.-“Ven” dijo haciéndome señas para que me sentase en su regazo.
.-“Que haces, nos van a ver” dije incorporándome y sentándome en sus piernas haciéndole caso.
Antes de que pudiera reaccionar mi marido me abrazó apasionadamente y me beso en la boca. Su lengua recorrió cada rincón de mi boca. Esta vez me costó mantener la respiración y fui yo misma la que interrumpió el beso.
.-“Tenía ganas de besarte como es debido” dijo antes de volver a besarme de nuevo.
A mí no me hacía mucha gracia que me besase sentada sobre sus rodillas, seguramente otros usuarios nos estarían viendo, al menos la postura debía adivinarse entre la densa niebla de agua, pero sus palabras lisonjeras adularon mis oídos y me dejé besar sentada en su regazo.
.-“Sabes, siempre me has gustado mucho” interrumpió el beso para susurrarme al oído.
.-“Eres un embustero” le dije rodeándolo con mis brazos por su cuello.
.-“Eres preciosa” dijo al tiempo que comenzaba a darme besitos por el cuello.
Mi marido sabía perfectamente que me vuelve loca que me besen alrededor del cuello.
.-“Mira que eres adulador” le susurré yo.
.-“Tienes unas piernas preciosas” me dijo al tiempo que comenzaba a acariciarlas en las rodillas. Yo sabía perfectamente de sus intenciones.
.-“Y muy suaves por cierto” pronunció con falso tono tratando de hacerme reír.
Realmente lo consiguió. Su comentario al hilo de las cremas me sonsacó una sonrisa. Él mientras aprovechó para deslizar su mano entre mis piernas por debajo de la toalla, muy cerca ya de la tela de mi braguita.
De alguna manera me hizo gracia su táctica para meterme mano y le deje hacer. Es más, fui yo misma quien quise besarlo en la boca mientras sentía su mano acariciando mis muslos. Al mostrar mi aceptación mi esposo se atrevió a dar un paso más y la mano que antes me abrazaba por la espalda se deslizó hasta acariciar mi culo por encima de la toalla.
.-“Eres un sinvergüenza, no me tienes ninguna consideración” le dije al tiempo que le facilitaba sus maniobras abriéndome de piernas, dando mi aceptación a sus caricias, aunque negándolo con mis palabras.
.-“No sé lo que hago cariño, me vuelves loco” pronunciaba al tiempo que me besaba de nuevo por el cuello.
.-“Me haces perder la razón” me decía al mismo tiempo que aprisionaba el lóbulo de mi oreja entre sus labios y me metía mano por delante y por detrás.
No sé cuánto tiempo estuvimos así. Sólo sé que me besaba y me acariciaba por todas partes hasta que de repente, la yema de los dedos de la mano que tenía entre mis piernas, alcanzaron a rozarse con la tela de mi braguita del bikini. Un escalofrió recorrió mi cuerpo. Hacía tiempo que no me acariciaba en esa zona.
No pude evitar gemir al notar su contacto. Menos mal que mis sonidos se vieron ahogados en su boca. Mi marido al tragarse mis gemiditos se atrevió a deslizar su mano entre mis piernas hasta alcanzar sin pudor la tela que cubría mis intimidades.
.-“Uhhm” otro tímido gemido se escapó de mi boca al notar su contacto con la parte central de la tela de mi bikini. Había olvidado lo placentero que resulta que te acaricien en esa zona. Sabía que debía parar esas caricias o de lo contrario no respondería de mis actos.
Mi marido se concentró en acariciarme por debajo de la toalla. Observaba triunfador mi rostro lleno de dudas, se regocijaba en mis muecas de placer a la vez que me presionaba magistralmente mí zona más íntima entre su pulgar y su índice.
Con el pulgar estimulaba mi clítoris aún por encima de la tela del bikini, y con el dedo índice separaba mis labios vaginales como si pretendiese penetrarme a través de la braguita. Me volvía loca.
.-“Para, me estas poniendo muy cachonda” le dije tratando de detener aquella locura.
.-“Pues anda que tú a mi” dijo acomodándome sobre su regazo, mejor dicho, acomodando mi culo sobre su miembro, que podía comprobar duro y erecto incluso bajo las toallas y nuestros bañadores.
Debí poner los ojos en blanco al comprobar su estado. El debió fijarse en mi rostro mezcla de sorpresa y placer, y se sirvió para hacer a un lado la tela de la braguita de mi bikini. Estaban claras sus intenciones.
.-“No” musité de entre mis labios cerrando los ojos totalmente entregada a sus maniobras. De nuevo negaba lo que mi cuerpo evidenciaba, pues comenzaba a describir pequeños círculos con mis caderas presa de la excitación.
.-“Deja que te acaricie” me suplicó tratando de avanzar en sus caricias.
.-“No” pronuncié tímidamente, al tiempo que comprobaba como su dedo índice se abría paso entre mis labios vaginales. Para mi desgracia estaba mucho más lubricada y húmeda de lo que pensaba. No le costó apenas esfuerzo penetrarme con el dedo.
Inevitablemente yo moví levemente mi culo adelante y atrás. Ente otras cosas temerosa de que por la sequedad pudiera lastimarme. Pero no era así, cada centímetro que su dedo avanzaba en mi interior, descubría para mi sorpresa que estaba totalmente humedecida.
Abrí los ojos alertada por el ruido de la puerta, los tipos del lado derecho abandonaban la estancia. La densidad del vapor había disminuido y todo era más nítido en la sala. Por primera vez en mucho rato pude ver lo que sucedía a mi alrededor, y para mi sorpresa contemplé como el tipo que se daba un cierto parecido a Paul Newman, y que antes nos acompañó en el jacuzzi, nos observaba desde la bancada central. Estaba claro que llevaba un tiempo observándonos. Miré a mi marido tratando de averiguar si él también lo había visto, pero pude comprobar que tenía los ojos cerrados concentrado en sus caricias.
Recuerdo perfectamente que un segundo dedo de mi marido se abría paso entre mis intimidades cuando mi mirada se cruzó con la de aquel tipo. Incluso llegué a gemir mientras los ojos de aquel desconocido se clavaban en los míos entre la neblina. Seguramente pudo apreciar en la distancia mis labios entreabiertos afligidos por el placer que me daba mi marido.
Aquel hombre maduro y seguramente experto en estos menesteres, debía saber de nuestras fechorías bajo la toalla. Era imposible que no se diese cuenta. Y sin embargo allí estaba yo, dejándome manosear en lo más íntimo de mi ser por mi marido a la vista de aquel desconocido. Debía reaccionar, decidí hacérselo saber a mi marido.
.-“Un tipo nos está viendo” le dije aferrándome a su cuello como si me fuese la vida en ello.
.-“Lo sé” pronunció mi marido mientras continuaba en sus caricias.
.-“¿Lo sabías?” pregunté asombrada enroscada a su cuello próxima a mi orgasmo.
.-“Lleva ya un tiempo observándonos” dijo mi marido antes de sellarme la boca con un beso tratando de que ahogase mis gemidos en su garganta.
Yo puse cara de asombro al escuchar su respuesta. Parte de la excitación se fue al garete.
.-“¿Sabes que me está viendo y no te importa?” le dije algo más seca y perdiendo todo entusiasmo por el momento.
.-“No solo no me importa, sino que me gusta” dijo mi marido mirándome esta vez a los ojos.
.-“Entonces ¿es que quieres que me vea?” le pregunté de nuevo asombrada
.-“Me pone saber que nos están viendo” me repitió mi esposo
.-“¿Eso te excita?” le pregunté.
.-“Sabes…” dijo a punto de hacer la confesión de su vida “lo que realmente me excita es imaginar que es otro hombre quien te acaricia y yo quien mira” pronunció totalmente fuera de sí.
.-“Tú estas chalao” le dije asombrada por su palabras.
.-“Tal vez no es el mejor momento, pero tengo que confesarte una cosa…, en las noches que estoy fuera de casa me imagino que es otro hombre quien te acaricia, y te toca. Sueño mucho con ello. No sé porqué pero me gusta, me excita. Lo sé, no tiene explicación, pero es mi fantasía” dijo confesándose.
.-“De verdad que no me creo lo que estoy oyendo” le dije ya totalmente estupefacta.
.-“Oye, yo he cumplido tu deseo de venir a este sitio,  ahora correspóndeme al menos y cumple tu el mío” me dijo tratando de recuperar el punto perdido.
.-“¿Qué es lo que quieres? ¿Que ese tipo vea como se corre tu mujercita?” le pregunté extrañada por su petición.
.-“Si, ¡eso es!, eso es exactamente lo que quiero” me dijo como exigiéndomelo.
Yo lo miré a los ojos totalmente incrédula a lo que mi marido me estaba pidiendo. Pero en seguida encontré la solución.
Fingir, fingir como una bellaca.
Me abracé al cuello de mi marido y mordiéndole el lóbulo de la oreja le dije:
.-“No quiero que discutamos, mi amor” le susurré entre mordisquito y mordisquito “si es eso lo que quieres… haré lo que tú quieras, y que conste que lo hago por ti, pero nos discutamos cariño, hoy al menos no” le decía mientras le alternaba besos y caricias.
Mi marido creyéndose triunfador volvió a introducir su mano por debajo de la toalla. Apenas se anduvo con rodeos, fue directo al grano, apartó de nuevo a un lado la tela de la braguita del bikini sin disimulo, e introdujo directamente un par de dedos en mi coñito.
Al no estar lubricada me hizo daño en su penetración digital, pero agradecí que confundiera mi cara de dolor con placer, así pude fingir de manera más creíble.
.-“Oh si, los noto” le susurré al cuello con voz de cachonda, tratando de hacérselo creer.
.-“Joder Sara, que caliente estas” dijo mi marido al comprobar mi reacción.
”Será gilipollas el tío” pensé para mis adentros al escuchar su memez “no acierta una”, pero debía seguirle el juego.
.-“¿Nos mira?” le pregunté a mi esposo de espaldas a nuestro amigo abrazada a su cuello, a sabiendas de que él si lo estaba observando.
.-“Si” respondió mi marido al tiempo que aceleró el ritmo de sus dedos.
.-“Ay” chillé al verme lastimada por sus dedos, pero que mi marido debió confundir con un gemido de placer.
.-“Ya veo que te gusta ¿eh?” me dijo mi esposo. Yo pude comprobar cómo su polla daba un respingo debajo de nuestras toallas.
.-“Sabes…” le dije a mi esposo tratando de encelarlo “debo confesarte que tienes algo de razón, ese tipo me gusta, y quiero que vea como me haces disfrutar” le susurraba abrazada a su cuello.
.-“Lo sabía” me dijo “estaba seguro de que te gustaba, seguro que te dejarías acariciar por él, ¿eh?, seguro que te gustaría que fuese él quien estuviese en mi lugar” me susurraba él también.
“Pero que tonterías está diciendo este tío” en esos momentos pensé que no conocía bien a mi marido, me había tenido engañada todo este tiempo o que había pasado. Para mi sorpresa me tuve que comprobar que él estaba teniendo una erección como hacía tiempo no le recordaba. Estaba claro que la situación le excitaba. ¿Cómo podía excitarle que fuese otro hombre quien me tocase íntimamente? De verdad que no lo entendía, pero le seguí el juego.
.-“Ssiiih” le dije fingiendo un primer gemido de mi teatral orgasmo.
.-“¿Te gusta?” me preguntó mi esposo totalmente excitado acelerando el ritmo de sus dedos.
.-“Uhhm, uhmm” asentí mordiéndome los labios.
.-“Nos está mirando” me informó mi esposo como si eso me importase.
.-“Mejor, que mire” le dije al tiempo que fingía un nuevo gemido.
.-“Seguro que en cuanto pueda se hace un paja a tu salud” me dijo esta vez en plan grosero. No estaba por la labor de aguantar más estupideces y decidí acabar con esa pantomima.
.-“Siih, siiih, no pares de moverte ahora” le dije a mi esposo como cuando mis orgasmos son de verdad y clavándole mis uñas a su espalda tratando de simular un placer incontrolable.
.-“Sssih,sssssiiiii” terminé por fingir mi orgasmo con comedidos espasmos de mi cuerpo sobre su regazo.
En esos momentos me sentí la mujer más estúpida del mundo, y me moría de vergüenza de pensar que otro hombre me habría podido ver. Mi marido se encargó enseguida de ayudarme con mi estupor.
.-“Joder cariño, nunca te había visto tan cachonda” pronunció mi marido sacando sus dedos de mi lastimado coño, certificándome que había actuado correctamente.
.-“¿Y tú?” le pregunté, “tú sí que estas cachondo” le indiqué que me estaba dando cuenta de la tremenda erección que tenía bajo la toalla.
.-“Me tienes como un burro” dijo guiando mi mano hasta su bañador para que comprobase sin ningún miramiento lo dura que la tenía.
.-“¿A siiih?” le pregunté “pues a esto hay que ponerle remedio” le dije sobando su bulto por encima de las toallas. Mi marido me sonrió pensando que estaba dispuesta a hacerle una paja allí mismo, o yo que sé que se había pensado, pero levantándome y cogiéndolo de la mano le dije:
.-“Será, mejor que nos demos una ducha escocesa, así seguro que se te pasa” y dicho esto me dispuse a abandonar la sala.
 No había tomado consciencia prácticamente hasta ese momento, que el tipo del jacuzzi había permanecido sentado en su bancada central observándolo todo, y creí morirme de vergüenza al pasar a su lado para abandonar el hamman.
Nada más salir de la sala de vapor, guié a mi marido hasta las duchas escocesas. El agua fría nos sentaría bien a los dos, o al menos eso creía.
Recorrimos varias duchas, las primeras frías, pero en las siguientes alternamos alguna fría con otras calientes. No dijimos nada durante este tiempo, había más gente en los pasillos y poco a poco se me fue pasando el enfado de hace un rato. Todo volvió a su ser hasta que llegamos a una zona en la que un cartel indicaba: “Rápidos”.
Parecía el transcurso de un río en forma circular con corriente artificial, y una sucesión de cuevas escavadas en la roca, a modo de descansillo. En total unas cuatro o cinco cavidades, no sabría precisar. Era más bien una zona de recreo que de aguas termales, algo de carácter lúdico. El caso es que estuvimos disfrutando un rato de estas corrientes de agua. Era divertido dejarse arrastrar por la corriente. Incluso costaba mantenerte a flote, a todo esto nos reíamos como niños.
En un principio creímos estar solos mi marido y yo, pues ese tipo de corrientes no debían gustar a los ancianos. Y el caso es que con las corrientes de agua, de vez en cuando  a mí se me salían los pechos de los escuetos triangulitos que debían ocultarlos, con tal mala suerte que en una de las ocasiones en las que busqué refugio en una de las cuevas laterales para descansar y acomodarme bien la tela de mi bikini, pude observar como el tipo del jacuzzi, el de cierto parecido a Paul Newman, me aguardaba expectante en uno de los descansillos. Me sorprendió  adecentándome el bikini, y me observaba atento a cualquier posible descuido por mi parte.
No le dije nada a mi marido, dimos alguna vuelta más al círculo de corriente, y después de jugar un rato me indicó que buscaba algo más tranquilo. Yo quise dar una última vuelta a los rápidos, y debo reconocer que me sorprendí a mi misma cuando busqué a través de movimientos forzados que se me saliese de nuevo uno de los pechos, para parar intencionadamente a recolocármelos en el mismo descansillo donde me esperaba mi voyeur preferido.
Me gustó exhibirme ante la atenta mirada de mi Paul Newman, yo misma me recreé en recolocar mis pechos, luciéndome descaradamente ante él. Nunca olvidaré el cruce de miradas que tuvo lugar en esos momentos. El tipo me devoraba con la vista, y a mí me gustaba sentirme devorada. Me gustó sentir sus ojos clavados en mi cuerpo, hasta que di por finalizado el espectáculo y sin decir nada marché dejándome arrastrar por la corriente.
El caso es que me dirigí con mi esposo hacia la sauna finlandesa. Yo cogí una de las toallas de la entrada para enroscarla alrededor de mi cuerpo, pero me llamó la atención que mi marido cogiese al menos tres toallas.
.-“¿Para qué quieres tantas toallas?” le pregunté a mi marido abriendo la puerta de la sauna. El se introdujo detrás de mí en el habitáculo.
.-“Quiero disfrutar de una sauna como es debido” dijo al tiempo que se enroscaba una toalla alrededor de su cintura y ante mi asombro se desprendía de su bañador extrayéndolo por debajo de la toalla.
Luego me mostró orgulloso su prenda de baño, y la escondió entre las capas de otra toalla nueva plegada, dejándola en uno de los bancos de la sauna, de tal forma que nadie podía saber que ni llevaba bañador debajo de la toalla que le cubría, ni de que su bañador estaba escondido entre la toalla plegada.
.-“Te recomiendo que hagas lo mismo” me dijo cediéndome la toalla plegada sobrante.
No logró entender muy bien por qué lo hice, tal vez porque eso sí era algo con lo que había imaginado alguna vez. Disfrutar de una buena sauna finlandesa completamente desnuda. Imitando a mi esposo me deshice de la braguita de mi bikini por la parte inferior de la toalla, e hice lo mismo con el top, me las ingenie para quitármelo por debajo de la toalla. Primero deslicé los tirantes de los hombros por debajo del nivel de la toalla, y luego me deshice del nudo de cuerdas a la espalda, desnudándome por completo bajo la toalla. Al igual que mi marido escondí el bikini en la toalla plegada. Posteriormente me acomodé en la parte más alta de uno de los bancos.
Mi marido tenía razón, la sensación de estar desnuda era mucho más agradable y placentera.
Mi esposo se situó en el otro de los laterales de la sauna, justo enfrente, pero en la bancada más baja. En esos momentos estábamos los dos solos en la cabina.
Fue él el primero en mostrarme con sus piernas abiertas bajo la toalla el estado semi eréctil de su miembro. Me miró con una cara de vicio que nunca le había visto.
.-“¿Qué es lo que haces? Se te ve todo” le advertí.
.-“Igual que a ti” me dijo él señalando mi entrepierna y dándome a entender que desde su posición la tela de la toalla apenas daba para cubrirme mi zona más íntima.
.-“¿Y qué es lo que ves?” le pregunté a mi marido abriendo y cerrando mis piernas para que pudiera verme mejor.
.-“La sorpresa que me tenías preparada” me dijo acariciándose su miembro por encima la toalla como indicándome que lograba apreciar  mi pubis rasurado. Esta vez crucé mis piernas tratando de evitar que se pudiera ver algo, sobre todo pensando que podría entrar alguien.
.-“¿Por qué cruzas las piernas? Aún se te ve más” me informó mi esposo. Mis temores se hicieron realidad, pues al cruzar las piernas pude apreciar como la tela de la toalla aún tiraba más para arriba.
Opté por ponerme en píe, me deshice del nudo de la toalla a la altura de mis pechos abriendo la toalla de par en par, y desnudándome por completo ante la atenta mirada de mi marido que no dejaba de observar mi rasurado pubis. Luego me anude la toalla a la cintura, y me senté de nuevo en el banco. Una vez me acomodé de nuevo en mi posición mi marido me dijo:
.-“Bueno, ahora se te ven los pechos” dijo anunciando  lo evidente “podría entrar alguien” terminó por concluir.
.-“¿Y?” le pregunté “¿no querías que vieran a tu mujercita?” le contesté al tiempo que realzaba mis pechos para que pudiera apreciarlos en todo su esplendor.
.-“Acaso… ¿no te lo dije antes?, me encanta que enseñes tu cuerpo. Ojala esto sirva para que te animes a hacer top less en la playa, y cosas por el estilo, ¿pero qué harás si entra el hombre de antes?, por ejemplo” trató de ponerme nerviosa.
.-“¿No te lo he contado?” le respondí como no dando importancia a lo que iba a decirle a continuación para fastidiarlo.
.-“No, ¿el qué?” me preguntó él con cara de pasmarote.
.-“Antes, en la corriente de los rápidos, en la última vuelta cuando me estabas esperando a la salida se me salió el top del bikini…” dije dejando cierto suspense en mis palabras.
.-“¿Y?” preguntó ahora mi esposo impaciente por saber el desenlace.
.-“¿En serio quieres que te cuente lo que pasó?” le pregunté haciéndome de rogar.
.-“Estoy impaciente” dijo mi marido mostrándome una erección considerable por mis palabras.
.-“Bueno, el caso es que a poco pierdo el top entre la corriente y tuve que pararme en uno de los descansillos a anudármelo de nuevo. Tuve que quitármelo del todo para poder ponérmelo bien” le dije observando cómo su pene crecía por mis palabras.
De acuerdo, yo también lo estaba exagerando un poco, pero quería asegurarme de si a mi marido le excitaba que me viesen otros hombres.
.-“Ojala te hubiese visto alguien” me dijo animado por mis palabras.
 .-“Es que me vio” le dije sonriéndole maliciosamente y observando su reacción  de excitación.
.-“¡No!” pronunció con cara de alucinado.
.-“El tipo del jacuzzi” le dije mirándolo detenidamente.
.-“No me lo creo” me dijo conociéndome y sabiendo que me lo podía estar imaginando.
.-“Pues créetelo, y además no sólo le vio las tetas a tu querida mujercita, sino que también le pedí que me ayudase a anudarme el lazo a la espalda” le dije con una sonrisa maliciosa en mi cara.
.-“Eres una cabrona, me dices eso para burlarte de mí” dijo tratando de desmentir mi relato.
.-“¿No es eso lo que querías?, ¿Qué viesen y tocasen a tu mujercita?” lo provoqué abriéndome de piernas de tal forma que mi muslo asomó generosamente entre la abertura de la toalla.
De repente se abrió la puerta de la sauna. Todos nos quedamos como paralizados.
Yo porqué el nuevo acompañante no era otro sino nuestro Paul Newman particular. Mi marido por ver que entraba otro tipo en la sauna y me sorprendía con los pechos al aire y enseñando mi pierna generosamente. Y el tipo que entraba evidentemente por sorprenderme con los pechos desnudos.
Apenas transcurrió todo en un segundo que se me hizo eterno. Mientras el tipo permanecía en la puerta indeciso porque bancada tomar asiento, yo hice ademán de taparme los pechos. Mi mirada se cruzó con la de mi esposo, quien se relamía victorioso al comprobar por mi pudor, que todo cuanto le conté antes debía ser mentira, pues de lo contrario sabía que no haría esfuerzo por cubrirme.
La magia del instante se vio interrumpida cuando  el tipo optó por sentarse en la bancada junto a mi esposo.
Estaba muerta de la vergüenza por mostrar ahora sí, mis pechos completamente desnudos ante la atenta mirada de nuestro nuevo acompañante, por muy parecido al Paul Newman que se diese. Era la primera vez en mi vida que otro hombre que no fuese mi marido me veía los pechos.
Mi marido me observaba expectante atento a mis movimientos, mi reacciones, como relamiéndose por la situación. Al fin se cumplía en parte su fantasía. “No te atreves” me decía con la mirada.
El otro tipo en cambio me miraba descaradamente todo el rato, sin ningún tipo de pudor o miramiento. Algo propio por otra parte en hombres de su edad. Para colmo me tuve que aguantar como me mantenía la mirada y se relamía a pesar de sorprenderlo mirándome a los pechos.
La tensión se podía cortar con un cuchillo. El ambiente estaba cargado entre los tres. Un silencio incómodo reinaba en la estancia hasta que mi marido cogió la toalla en la que estaban envueltas las dos partes mi bikini.
Yo abrí los dos ojos como platos y lo miré desconcertada por lo que estaba haciendo. El señor que se parecía a Paul Newman me miró aún con más lasciva si se puede, al comprobar que efectivamente estaba desnuda bajo la toalla.
Mi marido en cambio se puso a jugar con las prendas de mi bikini. Primero deshizo los nudos laterales de mi braguita, y luego intentó deshacer los del top, pero fingiendo que no podía desanudarlos, y ante la atenta mirada de los tres, se lo cedió al tipo que estaba sentado a su lado y le dijo:
.-“Tal vez pueda ayudarme a deshacer los nudos” dijo mi marido cediéndole la prenda al tipo “al fin y al cabo los a anudado usted” terminó por decirle. El tipo no entendió lo que le decía mi esposo pero aceptó el intento por tratar de desanudar mi top.
Yo no podía creer lo que acababa de escuchar, mi marido se había pasado de la raya. La mirada que le lancé a mi marido fue tajante, como diciéndole “te has pasado tres pueblos”. Pero el imbécil de mi esposo tan solo me devolvía la mirada desafiante, como diciendo “esto te pasa por mentirme”.
Mientras nuestro duelo de miradas transcurría en silencio, el tipo que se parecía a Paul Newman estuvo un tiempo entretenido en deshacer los nudos del top de mi bikini. Yo no sabría como describir la sensación de contemplar como un autentico desconocido manoseaba una prenda tan íntima. Miré a mi marido con desprecio durante todo este tiempo.
Una vez finalizó el tipo de deshacer los nudos de mi bikini, le cedió de nuevo la prenda a mi marido sin apenas decir nada, y este me la cedió a mí diciendo:
.-“Ya está cariño” me dijo mi esposo al tiempo que me devolvía el bikini.
Si hubiese podido lo hubiese matado allí mismo con la mirada. Recuerdo que apretujé las prendas en mis manos llena de rabia y consternación.
“Se ha pasado, se ha pasado tres pueblos y debo darle un escarmiento. Esto no puede quedar así. Me las pagará” pensaba mientras sopesaba que hacer con mi bikini.
Alcé la vista para tener un último cruce de miradas con mi esposo que terminó por encabritarme aún más. “¿Qué es lo que pretende? Quiere que me vean desnuda, pues se va a enterar” y encorajinada por mis pensamientos me sitúe en pie en medio de la sauna y de los dos hombres. Me puse mirando hacia mi marido, y quitándome la toalla y quedando completamente desnuda en la estancia le dije a mí esposo:
.-“Ten aguántame la toalla” pronuncié al tiempo que me desnudaba frente a frente con mi esposo y me ajustaba la braguita de mi bikini. Sé que a la vez que le mostraba mi desnudez a mi marido, le debía de estar dando una visión espectacular de mi culo al tipo de mi espalda.
La cara de mi marido lo dijo todo. Ahora era yo la que me sentía triunfante y me demoraba en anudar los lazos de la braguita en los laterales después del espectáculo que les estaba dando a aquellos dos hombres. Ahora era yo la que disfrutaba exhibiéndome. Una descarga de adrenalina recorrió mi cuerpo por la venas, era tan excitante, tan comprometedora la situación, tan… tan humillante para mi marido.
Cuando llegó el momento de anudarme los lazos del top me senté en medio de los dos hombres esta vez dándole la espalda a mi marido.
.-“Cariño, por favor ayúdame con el top” le dije al tiempo que aguantaba la mirada al tipo que tenía enfrente mirando embobado mis pechos, y al que aún se le caía la baba por haberme visto completamente desnuda aunque fuese de espaldas.
Una vez tuve el top anudado recogí mis toallas y abandoné la sala. Me dirigí de nuevo hacia la piscina central, necesitaba nadar.
Al tiempo acudió mi marido. Me pregunté porque le costó tanto tiempo acudir y recordé que él también estaba desnudo en la sauna. Lo vi llegar a lo lejos sonriente, como si no hubiese pasado nada malo. De verdad que no lo entendía, no lograba encajar sus reacciones después de tantos años de matrimonio. El caso es que yo estaba enfadada y él contento.
.-“Joder, cari, que pasada. Voy como una moto” me dijo al tiempo que se metía en el agua a mi lado. “Porqué no nos vamos ya a casa, tengo unas ganas locas por hacerte el amor. Nunca creí que fueses capaz de hacer todo esto por mí. Te debo una. ¿Movemos?” preguntó al tiempo que me daba un pico en señal de agradecimiento.
Yo de verdad que no salía de mi asombro, me acaba de desnudar delante de un desconocido y él estaba encantado de la vida. Estaba enojada por su comportamiento, y tal vez tenía razón. Era ya algo tarde, y lo mejor sería regresar a casa. Así que me incorporé del agua y me dirigí directamente al cambiador de señoras sin apenas dirigirle la mirada.
Reconozco que una vez en los probadores femeninos me di una ducha calentita que apaciguó mis ánimos. Estuve un buen rato, disfrutando de estar sola aunque fuese en el reducido habitáculo de la ducha. Normalmente suelo ducharme con el bikini puesto en las duchas de las piscinas, pero no sé porqué me apeteció ducharme desnuda. Era como si necesitase en esos momentos sentirme bien conmigo misma por estar desnuda.
El caso es que mientras caía el agua caliente por mi cuerpo desnudo, y una vez relajados los ánimos, comencé a pensar y a darle vueltas irremediablemente en todo lo sucedido.
“¿Qué es lo que había ocurrido?” trataba de buscarle explicación y no la encontraba. “¿Cómo he acabado desnudándome frente a un desconocido?” me preguntaba. “¿Así que a mi marido le excita que me exhiba para otros hombres?, ¿cómo puede ser eso? Este tío es gilipollas” me repetía una y otra vez bajo el agua caliente de la ducha.
“¿Cómo había dicho mi marido: que le ponía imaginarse que eran otros hombres los que me acariciaban. ¿Qué lo pensaba cuando estaba de viaje? De verdad que se le ha ido la pinza” pensaba como un mantra bajo la ducha.
Llegó el momento de enjabonarme. Mi mente se detuvo de todos esos pensamientos al observar mis propias manos recorriendo mi cuerpo. Por un momento sopesé la posibilidad de que fueran las manos de otro hombre las que me acariciaban tal y como me había indicado mi marido.
Comencé a esparcir el jabón por mi cuerpo. Me imaginaba unas manos fuertes, y grandes las que me enjabonaban. Peludas, morenas, en contraste con mi piel. Recorriendo mi cuerpo, reconozco que me puse algo cachonda hasta que mis manos se detuvieron en mi pubis rasurado. “Seré imbécil” pensé al comprobar que me había rasurado como una idiota para mi marido, y ahora el muy imbécil me venía con que preferiría que fuese otro quien lo disfrutase.
Terminé de aclararme a toda prisa y de secarme. En el fondo había permanecido bastante tiempo bajo la ducha y quería llegar a casa cuanto antes. Salí de la zona de ducha a la de vestuarios. Era ya media tarde y no había gente. Así que me pude vestir cómodamente. Recuerdo que me miré en el espejo de los vestuarios mientras me ponía de nuevo mi tanguita y mi sujetador a juego, y ajustaba de nuevo el liguero y las medias en mi pierna. Estaba preciosa frente al espejo. “Y total ¿para qué?” pensé visualizando que al llegar a casa me iría a la cama enfadada. Me puse el vestido y salí al encuentro de mi esposo.
Este llevaba ya un tiempo esperándome en el hall.
.-“¿Cuánto has tardado?” me preguntó algo enfadado por mi tardanza.
 .-“¿Has pagado ya?” le pregunté devolviéndole el enfado.
.-“Si, cari” dijo ayudándome con mis bolsas en dirección al coche.
Nada más abrir las puertas rotatorias del balneario pudimos comprobar como una lluvia torrencial descargaba del cielo. Ninguno de los dos nos habíamos percatado dentro, del temporal que caía fuera.
Regresamos de inmediato a refugiarnos en el hall del hotel.
.-“¿Qué hacemos?” le pregunté a mi esposo.
.-“Intento llegar por el coche y te recojo” me dijo haciendo intención de conducir con la que estaba lloviendo.
.-“¿No pensarás conducir con el agua que está cayendo?” le pregunté incrédula por lo que pretendía.
.-“¿Y qué pretendes?” me preguntó.
.-“Pues esperar a que amaine” le respondí haciendo alarde de sentido común.
.-“Son cuatro gotas, voy por el coche y te recojo” me dijo al tiempo que desaparecía entre la lluvia dirección al parking.
Al poco rato regresó con el coche y lo dejó en la puerta. Salió con la camisa y el traje ya empapados para recoger las bolsas y dejarlas en el maletero. Luego me abrió la puerta y me dijo:
.-“Ven” al tiempo que se introducía en el coche.
Apenas me separaban unos metros del asiento del copiloto y ya me mojé bastante el vestido en ese breve recorrido. Todavía miraba mi vestido mojado en el asiento del copiloto, cuando nada más llegar al stop de salida del parking del hotel, se le caló el coche a mi marido. Trató de arrancarlo varias veces pero no había forma de ponerlo en marcha de nuevo.
.-“Se ha debido quedar sin batería” me dijo mi marido. A mí como si me hablaba en chino, no entiendo nada de coches.
.-“Y ¿qué hacemos?” le pregunté enfadada por la situación.
.-“Llamaremos al seguro, vendrá la grúa y tal vez pueda cargar la batería “me dijo como si no pasara nada.
.-“¿Tardará mucho?” le pregunte “por tu culpa estoy mojada y helada de frio” le hice saber.
.-“No sé, supongo que una hora o así” respondió mi marido.
.-“Eres un imbécil. Ves como era mejor esperar en el hall a que parase de llover. Siempre tienes que fastidiarla” le grité enojada y bajándome del coche malhumorada de regreso a la recepción del balneario.
¡Qué manera de llover!.
Estaba completamente empapada cuando atravesé de nuevo las puertas giratorias del hotel. Traté de sacudirme. Al poco regresó mi marido con las bolsas del coche. Él estaba aún más empapado si cabe. Casi se le transparentaba toda la camisa de lo mojado que estaba. Se puso a hablar por el móvil y a pedir una grúa. Lo escuché discutir con la tele operadora del seguro por los pormenores. Mi marido es de los que piensa que va a resolver los problemas por chillar y levantar la voz, y al final le repetían una y otra vez lo mismo: “La grúa tardará en llegar debido a las condiciones meteorológicas”.
Mi esposo no se daba ni cuenta enfrascado en su conversación, pero yo en cambio tuve que aguantar las miradas del personal de recepción que nos degollaban con la vista por ponerlo todo perdido de agua, montar el numerito y todo ello sin estar alojados en el hotel.
Recuerdo que me dediqué a mirar por el cristal de la recepción como llovía a mares del otro lado, tratando de dar la espalda a cuanto sucedía en el hall, y como si por contemplar caer el agua fuese a dejar de llover.
.-“Nadie debería conducir con este temporal” escuché una voz masculina detrás mía que simulaba mirar también por el cristal.
Me giré para ver quién podía ser la persona que con la excusa del tiempo trataba de entablar conversación conmigo. Me quedé de piedra cuando pude comprobar que se trataba del tipo con increíble parecido a Paul Newman, el tipo del jacuzzi, con el que coqueteé con la mirada, el que me vio los pechos, y me observó desnuda.
¡Dios mío!. Me quedé de piedra sin hacer ni decir nada.
.-“Oh, por dios, está usted empapada” exclamó el hombre nada más girarme de frente a él, y antes de que pudiera reaccionar, se quitó la chaqueta de su traje, y la puso por encima de mis hombros en plan caballeroso. El tipo vestía un traje que por la tela parecía bastante caro. Nada que ver con su imagen en bañador.
Me llamó la atención que el personal de recepción se tranquilizase al verme hablar con este hombre, como si fuese alguien importante.
.-“¿Qué ha pasado?” me preguntó tratando de sonsacarme alguna palabra de mi boca.
.-“Nuestro coche no arranca” le informé de lo que había ocurrido.
.-“Debería secarse, va a pillar una pulmonía” dijo observando mi vestido empapado. “¿Llevan ropa de cambio?” preguntó al tiempo que me observaba con el vestido calado.
.-“Si” le contesté con un tímido monosílabo, impresionada aún por los acontecimientos.
.-“¿Estaban alojados en el hotel?” preguntó intuyendo que no era así, y tomando el control de la conversación.
.-“No” le respondí de nuevo con un monosílabo, sin saber reaccionar. La verdad que parecía tonta.
.-“Perdone que no me haya presentado, mi nombre es Antonio” dijo al tiempo que me daba dos besos en la mejilla.
.-“Ohps, yo soy Sara, este es mi marido” dije señalando a mi esposo que se incorporaba en esos momentos a nuestra conversación.
.-“Encantado” dijeron ambos hombres al unísono estrechándose la mano el uno al otro.
.-“Tengo una idea…” dijo el tal Antonio “¿Porque no suben a mi habitación y se cambian? Deberían secarse si no quieren pillar una pulmonía” propuso observando nuestras ropas mojadas.
.-“No quisiéramos molestar” se adelantó a decir mi marido quien me miró interrogándome qué hacía hablando con este tío.
.-“No es ninguna molestia” le rebatió el tal Antonio.
.-“No es necesario, nuestra grúa llegará enseguida” argumentó mi esposo.
.-“Insisto” dijo Antonio.
.-“La grúa vendrá enseguida” le repitió mi marido.
.-“Oh, vamos, le costara al menos un par de horas, podemos esperar. Además, es hora de cenar. ¿Tendrán hambre? ¿Porque no pedimos algo y lo suben a mi suite mientras se secan?”. Propuso esta vez Antonio ampliando su oferta con un tono de cordialidad.
La palabra suite me llamo la atención. Reconozco que  tuve curiosidad por saber cómo serían esas habitaciones en un sitio como este.
.-“¿Por qué no?”  Intervine en la conversación mirando a mi marido. Ahora era mi esposo quien ponía pegas.
.-“No, no es necesario, de verdad…” trataba de excusarse mi cónyuge con corrección.
.-“Pues a mí no me parece mala idea”, dije al tiempo que cogía mi bolsa y me dirigía hacia los ascensores sabiendo que mi actitud enfadaría a mi esposo.
Antonio  me guió cogiéndome bajo el brazo y diciéndome:
.-“Permítame que le muestre el camino” pronunció como todo un caballero.
Entramos en el ascensor. A todo esto Antonio cogiéndome todo el rato del brazo agarrado a su chaqueta. Recorrimos varios pasillos de esa manera. Mi marido caminaba detrás nuestro observando la escena malhumorado. De vez en cuando me giraba para verlo cabreado por la situación, me encantaba.
Nada más abrir la puerta de la suite quedé impresionada. Antonio se dio cuenta de mi reacción.
.-“¿Esto es una habitación?” pregunté asombrada al abrir la puerta. Antonio caminó delante nuestro mostrándonos la suite.
.-“Es una pasada, es más grande que nuestro apartamento” exclamé alucinada por cuanto veía.
La suite constaba como de dos estancias más o menos diferenciadas, un pequeño recibidor, donde se encontraba un gran armario empotrado, un mueble a modo de librería donde había una tele de plasma de no sé cuantas pulgadas, un tresillo y un par de sillones orejeros alrededor de una mesita, y un pequeño corner donde destacaba un lujoso mueble bar. Y luego la habitación propiamente dicha, de la que se accedía a un impresionante cuarto de baño con bañera tipo jacuzzi incluida.
.-“¿Has visto que pasada de cuarto de baño?” le hice saber a mi esposo nada más verlo. Yo abría todo tratando de no perder el más mínimo detalle, como una niña, emocionada al ver un habitación tan grande y tan lujosa. Entre otras cosas pude advertir que Antonio debía tener mucha pasta. El armario estaba repleto de trajes y camisas de Armani, Hugo Boss, E. Zegna,… todo grandes marcas.
Mi marido murmuraba cada comentario mío, y Antonio parecía disfrutar con mi entusiasta presencia.
.-“Será mejor que pidamos algo de comer” dijo Antonio al tiempo que me entregaba la carta del menú que reposaba sobre el mueble bar.
Yo abrí la carta que me entregó Antonio, pero todos los platos me sonaban a chino: que si vitasnack, que si mousse, que si vichyssouse, no entendía nada de nada de lo que ponía.
Para colmo mi marido abrió casi a la par el mueble bar. Se quedó asombrado de lo que había en el interior: Krug, Dom Perignon, Vega Sicilias, Flor de Pingus,…etc.
.- “¿Cuánto cuesta este Flor de Pingus?” preguntó mi marido tratando de poner en jaque a Antonio.
.-“No sé, pero vamos a pedir que nos sirvan una botella en condiciones si te gusta” dijo Antonio con total naturalidad cogiendo el teléfono sin pensárselo mucho para avisar a recepción. Mi marido y yo escuchamos la conversación atónitos a lo que sucedía.
.-“Si por favor, una botella de Pingus, con un plato de no sé qué y otro de no sé cuantas. Ah!, y pongan una botella de Krug a enfriar. Gracias, gracias” pudimos escuchar.
Nada más terminar la conversación con recepción Antonio se dirigió a mi marido y a mí, y nos dijo:
.-“Podéis pasar a la habitación a cambiaros, será mejor que os pongáis ropa seca cuanto antes” dijo haciendo indicaciones de que podíamos usar su cuarto para cambiarnos. “Yo mientras prepararé lo que suban del restaurant” dijo haciendo sitio en el mostrador del mueble bar.
Mi marido y yo seguimos sus indicaciones y pasamos a lo que sería la habitación a cambiarnos. Nada más cerrar la puerta de lo que sería el dormitorio mi marido rebuscó en su mochila y extrajo un vaquero y una camiseta que se puso con cierta rapidez. Sobre todo tras escuchar como un mozo de recepción anunciaba la llegada del vino, la comida, y el champagne.
.-“¿Te importaría conducir a ti?” me preguntó mi marido impaciente por degustar el vino que habían pedido, y que de no ser por estas circunstancias no volvería a probar en su vida.
No me dio tiempo a decir nada, antes de que pudiera contestarle mi marido abandonó la habitación dispuesto a beber el afamado vino.
Yo en contra rebusqué en mi bolsa. Recordé que no había cogido nada para cambiarme, ni tan siquiera braguitas y sujetadores de recambio. Todo eran cremas, geles de baño y productos de maquillaje envueltos en neceseres.
Comenzaba a tener frío, así que pensé que lo mejor sería darme una ducha caliente para entrar en calor, hacer algo de tiempo, y dejar mientras tanto secar mis prendas en el radiador. Supuse que mi marido entretendría a Antonio el tiempo necesario con el vino.
Dicho y hecho, me desnudé por completo, dejé mi vestido tendido en una silla cerca del radiador de la habitación, y colgué mi tanguita, mi sujetador, mis medias y mi liguero en el radiador del baño. Cogí una toalla grande de baño del aseo y me envolví en ella, y salí del cuarto para comunicar tanto a Antonio como a mi marido de mis intenciones.
.-“Chicos…” dije nada más abrir la puerta que comunicaba el dormitorio con la entrada, “si no os importa me daré una ducha mientras esperamos”. Para mi asombro pude ver como hablaban apasionadamente entre ellos acerca del vino, pero lo que más me llamó la atención es que casi se habían bebido en apenas unos segundos media botella. No sé porque deduje que había sido solo mi marido.
El caso es que mi esposo me ignoró por completo absorto en su catadura, mientras que Antonio me dedicó la más inquietante de las sonrisas al saber que estaba desnuda, tan sólo con una toalla en su habitación.
Me metí en el cuarto de baño directa a la ducha. Tengo la mala costumbre en casa de poner el tapón de la bañera para controlar el agua con la que me ducho. Menuda tontería. Esta vez hice lo mismo. Solo que cuando la bañera estuvo por la mitad me dije a mi misma que era una pena no disfrutar de una bañera tan grande como esa.
Se trataba de una de esas bañeras dobles, con sitio para dos personas enfrentadas, y que debía tener un montón de funciones de masaje y de burbujas. No me lo pensé dos veces, me tumbé en uno de los sillones y comencé a tocar todos los botones para descubrir las diferentes funciones.
De repente comenzó a salir espuma y aire a presión. Prácticamente era como estar en uno de los jacuzzis del spa. Así que cerré los ojos y traté de relajarme.
No debí de estar mucho tiempo con los ojos cerrados y relajada cuando llamaron a la puerta.
.-“¿Sii?” pregunté al escuchar los nudillos golpear en la puerta.
.-“Soy yo, Antonio. ¿Puedo pasar? Te traigo una copita de champagne y unos bombones” dijo del otro lado de la puerta.
“Uhhhmmm, bombones” aquello no sonaba nada mal. Me sentí protegida por la espuma de la bañera, así que le dije:
.-“Pasa” pronuncié tratando de que la espuma no dejase ver mi cuerpo desnudo bajo el agua.
Pude ver como Antonio abría la puerta vestido todavía en un traje que le sentaban impecablemente bien, y me acercaba hasta la repisa de la bañera una copita de champagne y unos bombones.
.-“Pensé que te gustaría probarlos” dijo al tiempo que dejaba la copa y me ofrecía los pocos bombones que quedaban de una caja.
.-“Tu marido casi no deja ni uno” pronunció mientras me observaba con detenimiento sumergida en la bañera esperando algún descuido por mi parte.
.-“Oh, gracias” dije yo al tiempo que me incorporaba para coger un bombón. Son mi debilidad, así que no caí en la cuenta de que al incorporarme mis pechos asomaron de nuevo por encima de la superficie del agua dejándole ver a Antonio una vez más mis ansiados pechos.
Una vez probé el bombón, me sumergí de nuevo dentro del agua ocultándome tras la espuma.
.-“Cierra la puerta al salir” le indiqué a Antonio para que abandonase el baño y me dejase sola de nuevo. Esta vez fue él, el que no supo cómo reaccionar. Supongo que no se esperaba verme los pechos tan de cerca y tan claramente como esta vez. Me obedeció sin decir palabra, y cerró la puerta tras de sí.
Yo me reí por la situación. Me hizo gracia ver su cara. No me lo esperaba de un tipo tan seguro de sí mismo como Antonio, y sin embargo había caído rendido a mis encantos. Me gustó.
Recuerdo que me bebí casi de un sorbo el champagne, tenía sed, y me comí otro bombón dispuesta a cerrar los ojos y dejarme abandonar por las sensaciones en el jacuzzi.
Cerré los ojos y comencé a imaginarme como sería estar casada con un tipo como Antonio. “¿Estará casado?” me pregunté. No recordaba anillos en sus manos. Desde luego había sido muy atento conmigo por traerme el champagne y los bombones. Se notaba que era todo un caballero, y que yo le gustaba. Mi marido hacía tiempo que no tenía este tipo de detalles conmigo.
Luego me imaginé cómo sería ir de compras con Antonio. Fantaseaba en plan Pretty Woman. Me imaginaba cenando en restaurantes de lujo, y asistiendo a eventos con personalidades. Soñé con abandonar mi vida de ama de casa, pobre y sin recursos, para vivir una vida de lujo.
Me imaginaba comprando vestidos de alta costura, y desnudándome al llegar a casa ante Antonio para preguntarle que tal me sentaban. Exhibiéndome para él, y comprobando como babeaba por mi cuerpo como lo hizo durante todo el día.
Uhhhm, empecé a tocarme en el jacuzzi animada por mis pensamientos y las sensaciones que me producían las burbujas. Mis manos exploraban mi cuerpo. Parecía como si necesitase terminar lo que había iniciado en las duchas de los vestuarios momentos antes.
Me imaginé al igual que antes que eran otras manos las que acariciaban mi cuerpo. Sólo que enseguida imaginé que esta vez eran las manos de Antonio las que me acariciaban. El imbécil de mi marido tenía razón, no era tan malo imaginarse las manos de otro hombre recorriendo mi cuerpo. Grandes, fuertes, justo como a mí me gustan.
Mi mano derecha jugueteaba ya con mi clítoris, mientras la izquierda repasaba las curvas de mi cuerpo. Recordé la primera impresión nada más ver a Antonio en su bañador de slip, y el paquete que marcaba. Memoricé su cuerpo musculado. Recordé mis pensamientos. “¿Se depilaría?”.
No pude evitarlo, uno de mis dedos se abrió paso entre mis labios vaginales. Era una sensación tan extraña y placentera al mismo tiempo, que me facilitó imaginar que no era mi marido quien yacía conmigo. Irremediablemente mi mente se imaginaba que era Antonio quien me penetraba a la vez que mi dedo avanzaba en mi interior. Me imaginaba cómo sería su miembro, me gustaba fantasear con ello, me la imaginaba venosa, bien proporcionada, con una mata de pelo canoso en su pubis provocándome un placer indescriptible. Pronto necesité introducir un segundo dedo, dando más realismo a mi fantasía.
.-“Uhhmmmm” un profundo gemido salió de mi boca y me alertó de lo que estaba sucediendo.
¿Pero qué estaba haciendo?, ¿me estaba masturbando en la bañera de un desconocido?, ¿pero qué me estaba pasando?. Aquello no tenía ningún sentido en mi rutinaria vida, y debía parar aquella locura.
Así que me incorporé de la bañera, me aclaré con agua fría de ducha, y me enrollé en la toalla de antes dispuesta a secarme.
No sabría decir cuánto tiempo había pasado desde que cerré los ojos y me abandoné a mi imaginación, pero al poco de estar enrollada en la toalla llamarón de nuevo a la puerta.
.-“Pasa” dije. No sé porqué di por supuesto que era mi marido.
Me llevé una sorpresa al comprobar que era Antonio quien entraba con dos copas de vino en las manos.
.-“¿Puedo?” preguntó al verse también sorprendido de verme con la toalla anudada a mi cuerpo.
.-“Si, claro” le dije al verlo con las copas en la mano.
 .-“Tu marido se ha quedado dormido en el sillón, y es una pena que sobre un vino tan bueno como este” dijo ofreciéndome una de las copas de sus manos.
.-“Oh, gracias” dije al tiempo que alargaba la mano y probaba el vino. “Qué rico, ¿qué vino es?” le pegunté.
.-“Es un Roberto Voerzio” me dijo como si tuviera que saber qué era eso. Yo puse cara de circunstancias.
.-“Es un vino italiano” me dijo tratando de darme explicaciones.
.-“Me gusta” dije yo sonriente como no dándole importancia, y continuando mirándome en el espejo dándome las cremas de la cara.
Antonio se sentó en un taburete a mi espalda dispuesto a observarme con la excusa de darme conversación.
.-“Por suerte los vinos ganan con la edad” dijo probando otro sorbo de su copa sentado en su taburete y sin quitarme ojo de encima.
.-“¿Por qué dices eso?” le pregunté al notarlo como apenado. Me pregunté cuanto habrían podido beber él y mi esposo en todo este tiempo.
.-“Por desgracia los hombres perdemos cualidades con los años” dijo bajando la mirada al suelo. Yo lo miraba a través del espejo.
.-“Oh, vamos, no tienes de que preocuparte, te conservas muy bien para la edad que tienes” traté de consolarlo.
Pude percatarme que Antonio abrió unos ojos como platos, cuando me puse de puntillas frente al espejo tratando de repasar la crema del contorno de ojos. La toalla me venía justa, y seguramente estuve a punto de enseñarle el culo.
Me gustó repetir la maniobra varias veces mientras continuábamos con nuestra conversación.
.-“Gracias por verme con buenos ojos”, me dijo recobrando nuestra conversación “es todo un halago viniendo de una mujer tan guapa como tú” pronunció antes de dar otro trago a su copa de vino.
.-“Simplemente creo que has bebido demasiado” le dije poniéndome de puntillas de nuevo frente al espejo, jugando con los límites de mi toalla.
.-“Puede que tengas razón” dijo dejando su copa vacía en el suelo “tu marido me ha hecho beber demasiado”, y se dedicó a observarme en silencio.
Para ese entonces yo pasé a darme crema hidratante por las piernas. Procedía con mi protocolo habitual de después de una ducha tal y como hacía en mi casa. Me untaba las cremas apoyando mis pies sobre la repisa de la bañera. Agradecía las miradas de Antonio observando mi ritual, sobre todo, porque cada vez que me agachaba tratando de esparcir bien las cremas por la piel de mis piernas, la toalla se subía hasta el límite de lo decente. Sus ojos permanecían atentos al más mínimo descuido por mi parte.
No sé porque me gustó coquetear con él, exhibirme discretamente para él. En el fondo era el estereotipo ideal de hombre ante el que soñaba encontrarme en ese tipo de balnearios, el tipo de madurito para el cual compré mi bikini, además de ser atractivo, y todo un caballero.
Así que cada postura era algo más sugerente que la anterior. Me agradaba llevarme al menos para el recuerdo sus miradas clavadas en mi cuerpo. Sabía que al llegar a la intimidad de mi casa daría rienda suelta a mi imaginación con la situación, y seguramente terminaría lo empezado en la ducha.
Por su parte Antonio babeaba en silencio observándome sentado en el taburete.
Aún no me explico cómo pude atreverme a pedirle que me diese cremas por la espalda. Supongo que tuve la necesidad de romper ese silencio que comenzaba a ser algo incómodo para mí.
.-“Antonio, por favor, podría darme crema por la espalda, no me llego, y total ya me ha visto usted así antes” le dije al tiempo que me deshacía del nudo de la toalla enroscada alrededor mi cuerpo. Me tapé con una mano a la altura de mis pechos la parte frontal, mientras la toalla se abría por detrás desnudando mi espalda y mi trasero. Con la otra mano le entregué el bote de leche hidratante a la espera.
Antonio abrió unos ojos como platos al verme desnuda de espaldas, se incorporó de inmediato, se situó tras de mí, y cogiendo el bote de crema se embadurnó las manos para repartirla por mis hombros.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo al notar sus manos en mis hombros. De alguna manera era tal y como había imaginado en mis fantasías. Nuestras miradas se cruzaron un par de veces a través del espejo. Se le notaba concentrado en memorizar el tacto de mi piel.
.-“Tienes una piel muy suave” pronunció al tiempo que se deleitaba en repartir la crema sobre mis hombros.
.-“Hay que cuidarla, es importante hidratarse” dije mientras contemplaba sus manos grandes y fuertes recorriendo mi cuerpo.
Ambos sabíamos que nuestra conversación era toda una excusa para otorgarle cierta naturalidad al momento, y que sin embargo ambos estábamos atentos a las reacciones del otro.
Una vez terminó de darme crema por los alrededores de mi zona cervical, embadurnó de nuevo sus manos y comenzó a repartir la leche de sus manos por mi zona dorsal. Algo más abajo en mi espalda.
Mi mente retuvo en la memoria los instantes en que sus manos esparcían la crema por debajo de mis axilas rozando levemente el contacto con mis pechos. Era como si todo sucediese a cámara lenta en mi cerebro. Una descarga de adrenalina recorrió mi cuerpo al notar sus manos en tan delicada zona.
Tras dos o tres maniobras por el estilo, Antonio procedió a verter crema en sus manos y esta vez la repartió por la zona lumbar de mi espalda, prácticamente todo el rato a la altura de mi coxis. Tuve que ahogar algún que otro suspiro por mi parte en esos momentos. Las caricias de Antonio estaban logrando que me dejase llevar por las circunstancias, y comenzase a hacerse demasiado evidente que no me importaba abandonarme a sus caricias.
En una maniobra atrevida por su parte, y con el pretexto de que sobraba mucha crema, Antonio deslizó sus manos como quien no quiere la cosa, en movimientos repetitivos de arriba abajo, siempre de forma mecánica, pero llegando descaradamente hasta acariciar mis cachetes. Con la excusa me sobó el culo un par de veces.
.-“Creo que ya es suficiente” dije cubriéndome de nuevo mi cuerpo con la toalla enroscándola a mi alrededor, y tratando de evitar que continuase con su maniobra. De seguir no sabría decir que hubiera podido pasar.
Decidí detenerlo, pero claro, aún estaba nerviosa. Por acto instintivo cogí mi tanguita seco del radiador del baño con la intención de vestirme. Me lo puse por debajo de la toalla, siempre ante la atenta mirada de Antonio. Luego tomé una de las medias, primero las abrí con mi mano, y luego la deslicé por mi pierna hasta ajustarla en mi muslo. De nuevo me apoyaba en la repisa de la bañera para colocarme las medias, sólo que esta vez al tener el tanga puesto, no tenía ningún decoro por que la toalla se subiese enseñando mi culo sin miramiento. Hice lo mismo con la otra media.
Quise recrearme al ajustarme las medias en mis muslos. Sentía los ojos de Antonio devorándome con la vista. Para colmo procedí a colocarme el liguero siempre bajo su atenta mirada. Irremediablemente debía subirme la toalla mostrándole una visión espectacular de mi prenda interior. Sé que Antonio se fijaba descaradamente en como desaparecía la fina tira de mi tanguita entre mis nalgas. Lo pude comprobar a través del espejo en el que estaba justo enfrente.
Por último llegó la hora de ajustarme el sujetador, me deshice de la toalla. Mis pechos quedaron expuestos en el espejo del baño. Antonio permanecía a mi espalda expectante, tratando de memorizar la visión de mi cuerpo. Por supuesto yo estaba muy nerviosa y excitada. Enfrentada entre el deseo porque ocurriese algo, y el temor porque pudiese suceder. Estaba tan alterada que no acertaba con el broche a la espalda. Fue Antonio quien se aproximó y me dijo:
.-“Permíteme que te ayude” y dicho esto encajó los corchetes de mi sujetador a la espalda.
.-“Estas preciosa” me susurró en la nuca al tiempo que nuestras miradas se cruzaban a través del espejo. Antonio me acariciaba los brazos subiendo y bajando sus manos desde mis hombros hasta los codos. Mis temores se estaban haciendo realidad, en esos momentos estaba segura de que Antonio intentaría algo.
.-“Gracias” se escapó de mi boca mientras lo observaba con todo mi cuerpo temblando al contacto de sus manos, sin dejar de mirarnos a través del espejo.
.-“Eres realmente hermosa” pronunció ahora, al tiempo que me daba un tímido besito en uno de mis hombros desnudos.
.-“Yo…” susurré con mis labios temblando tratando de oponerme a su caricias, temerosa por el juego que había iniciado.
.-“Nunca había visto una mujer tan bella como tú” continuaba susurrándome en la nuca, al tiempo que alternaba cortos besitos sobre mis hombros.
.-“Yo no…” volví a bisbisar tímidamente mientras comprobaba que sus manos descendían acariciando mi espalda, sin pudor ni miramientos, hasta alcanzar descaradamente los cachetes de mi culo.
.-“Tienes un culo precioso” pronunció en tono algo más vulgar envalentonado por mi parsimonia.
.-“No…” esta vez fue un gemido en toda regla tras comprobar que sus manos comenzaban a recorrer todo mi cuerpo, tratando de no perderse ni un centímetro de mi piel por explorar.
Irremediablemente sus manos alcanzaron mis pechos, desde la espalda. Esta vez pude sentir su entrepierna clavada en mi culo. ¡Dios mio!, ¡ Antonio estaba empalmado!. Pude comprobar la tremenda erección que tenía el hombre a través de la tela de sus pantalones.
.-“Sara eres mi hermosa” balbuceó en mi cuello aprisionándome entre sus brazos y su cuerpo.
.-“No…” volví a gemir en mis labios, pero las manos de Antonio continuaban acariciándome los pechos desde la espalda. Nuestras miradas se cruzaban a través del espejo.
.-“Yo…” pronunciaba entre besito y besito por mi nuca “lo siento Sara, pero me haces perder la razón” dijo al tiempo que una de sus manos descendía por mi vientre hasta alcanzar el elástico superior de mi tanga.
.-“Antonio, yo no debería….” Trataba de negar lo que mi cuerpo contradecía. Me tenía totalmente entregada. Estaba caliente, ¡y mojada!. Antonio se dio cuenta perfectamente de mi estado cuando su mano se deslizó por el interior de mi tanguita alcanzando mi pubis.
.-“Sé que tú también deseas que esto ocurra” pronunció al comprobar que mis labios vaginales estaban empapados por fuera. Se regocijó en comprobar con su mano que mi pubis estaba completamente rasurado y me acarició en esa zona durante un tiempo.
.-“Uuuuhhhm” respondí a sus caricias con un tímido gemidito que se escapó de mis labios.
.-“No sabes cuánto te deseo” dijo cuando sus labios comenzaron a juguetear con el lóbulo de mi oreja. Yo ladeé el cuello facilitándole la maniobra.
.-“Antonio, para por favor,…” pronuncié entre jadeos al tiempo que arqueaba mi cuerpo hacia atrás buscando el contacto entre mi culo y su miembro “mi marido, puede oírnos” pronuncié como pude entre suspiros y gemidos.
.-“No te preocupes, por él” dijo Antonio con cierto sarcasmo “está durmiendo la mona” pronunció al tiempo que uno de sus dedos se abría camino entre mis labios vaginales.
.-“Uuuufffh” suspiré tratando de relajarme para aceptar ese dedo invasor. Ahora era yo quien llevando mis manos hacía atrás, necesitaba acariciar el miembro que durante todo este tiempo notaba clavado en mi culo, aunque fuese por encima del pantalón.
.-“Sara” pronunció mi nombre a mi espalda “Nunca he conocido una mujer tan ardiente como tú”. Dijo al tiempo que manejaba hábilmente su dedo en mi interior.
Yo cerré los ojos y me abandoné a sus caricias y a manosear su polla. Podía notar cada espasmo en su miembro, y como ésta crecía y crecía adquiriendo un tamaño más que considerable.
Un segundo dedo se abrió paso en mi interior. Yo arqueaba mi cuerpo al compás de sus movimientos, jadeando y completamente entregada. Creo que de seguir así hubiese terminado por correrme en sus manos. Por eso no me sorprendió cuando adivinando mi estado se detuvo en sus caricias.
Sus dedos salieron de mi para deslizar mi tanga por mis piernas. Antonio se agachó a mi espalda para ayudarme a sacarme mi prenda por los pies. Una vez se deshizo de ella comenzó a besarme en pleno cachete del culo.
 Yo me quedé extrañada, “¿Qué pretendía besándome el culo?” Mi marido nunca me había besado así antes. No obstante me gustaba. Era una sensación poderosa tener a un hombre en cuclillas a tus pies besándote la piel de las nalgas.
Dejó de besarme para juguetear con su lengua en la zona, me lamía cada milímetro de mi piel, hasta que para mi sorpresa su lengua se aproximó al anillo de mi ano.
Había oído hablar de los besos negros, pero nunca me lo había practicado mi marido, es más creo que yo misma no se lo hubiese permitido, pero en cambio le dejaba hacer a Antonio. Yo lo observaba a  través del espejo, apoyada contra el mueble del lavabo.
Abrí unos ojos como platos cuando la punta de su lengua alcanzó a lamerme mi ano. Nunca pensé que pudiera llegar a gustarme. Antonio parecía disfrutar, de hecho apartó a un lado los cachetes de mi culo para observarlo detenidamente. Luego pasó su lengua arriba y abajo un par de veces, como quien relame un helado.
 .-“Estas muy rica, Sara” dijo separando aún más si cabe con sus manos mis nalgas y hundiendo su cara en mi culo. Me hizo cosquillas notar su nariz y su respiración en mi mismísimo ano.
Yo apoyé mis antebrazos sobre la repisa del lavabo, reclinando mi cuerpo hacia atrás, facilitándole la maniobra, y dispuesta a dejarme llevar por su saber hacer. Antonio estuvo un rato disfrutando con su lengua de mis intimidades, hasta que llegado el momento se detuvo, se puso en pie a mi espalda, y observándome detenidamente en mi estado a través del espejo dijo:
.-“Creo que ya estás preparada” pronunció al tiempo que él mismo se bajaba la cremallera de su pantalón y rebuscaba entre su bragueta.
Yo hice mi cabeza a un lado tratando de contemplar ansiosa y comprobar con mis propios ojos el tamaño de su miembro.
Antonio se sonreía triunfante cuando extrajo su polla de entre la cremallera de su pantalón. Yo lo miraba impasible, sin hacer ni decir nada, sabiendo lo que estaba a punto de pasar, y ante lo que era incapaz de negarme.
.-“Ábrete” ordenó mientras se sacudía la polla a una mano y me abría el culo con la otra.
Juro que quería negarme, prometo que no quería haber llegado nunca hasta ese punto, pero llegado el momento no supe impedirlo.
Antonio guió la punta de su polla hasta mi coñito, luego se agarró a mi cintura con las dos manos, y de un solo golpe me la introdujo todo lo adentro que pudo.
.-“¡¡¡Aayyy!!!” chillé algo dolorida al notar como su polla dilataba mis paredes vaginales abriéndose camino en mi interior. Tuve que contemplarme a través del espejo como Antonio disfrutó con mi particular mueca de dolor.
Antonio arremetió por segunda vez con más fuerza aún que antes como si le produjese especial satisfacción contemplar mi cara de sufrimiento por penetrarme.
.-“Aaaayy” volví a chillar mientras lo miraba suplicante porque tuviese más delicadeza. Antonio en cambio comenzó a bombear a un ritmo trepidante.
.-“Clin, clin ,clin” resonaba con cada embestida el golpear de mi cadena del cuello contra el esmalte del lavabo.
Yo trataba de ahogar mis aullidos procurando no hacer ruido, mientras que mi amante se esforzaba por moverse con más rapidez, y contundencia en sus golpes de riñón. Estaba claro que Antonio buscaba su propio placer, y le daba igual lo que me ocurriese.
Nunca me habían follado así. Era como si tuviese urgencia por correrse. Todo lo contrario a lo que estaba acostumbrada. Mi marido siempre me esperaba. Al menos tenía esa delicadeza conmigo, me esperaba por costumbre.
Supe que debía correrme antes que Antonio o todo habría sido para nada. Así que deslicé una de mis manos bajo mi cuerpo hasta alcanzar mi propio clítoris. Comencé a masturbarme yo misma al tiempo que Antonio me penetraba.
.-“Splasssh” una nalgada suya resonó en el cuarto de baño.
.-“Joder, Sara, qué culo más rico tienes” pronunció al tiempo que me daba un par más de azotes en el culo.
No entendía muy bien porque lo hacía, el caso es que sus palmadas me ponían de sobremanera, y mucho. Me estaba proporcionando un placer inusitado en mi cuerpo. Apoyé mi cabeza entre mis brazos al tiempo que cerraba los ojos abandonada a mis propias caricias, y al placer que me producía su polla en mi interior.
.-“Uuuuhm” comencé a gemir en voz alta sin poderlo remediar.
Antonio advirtió que comenzaba a ganarle la partida, yo estaba ya a punto de correrme. Creo que trató de retrasar mi momento escupiendo palabras soeces por su boca.
.-“Joder que culo tienes. Te estoy follando el culo” espetaba al tiempo que me daba alguna que otra nalgada en mi trasero.
Por el calor que desprendía mi cuerpo en esa zona, seguro que no era tan blanquito como al principio, y seguro que estaba algo enrojecido, lo que debía excitar más a mi eventual amante. A mí su trato tosco e inesperado me excitaba aún más.
.-“Muévete, por favor, no te pares” le dije muy próxima al orgasmo. Por suerte Antonio se movía como un conejo detrás mío.
.-“Eso es, muévete, un poco más. No pares, no pares ahora” le suplicaba al tiempo que unos primeros espasmos sacudieron mi cuerpo. Creo que Antonio se dio por vencido en esos momentos, le estaba ganando la partida.
.-“Eso es, sii, Siiii, siiiiiiihhhh” grité mientras mi cuerpo se convulsionaba entre las manos de Antonio agarradas a mi cintura, y que contemplaba expectante como me corría de placer mientras me follaba sin parar.
 Aquel tipo madurito no me dio ninguna tregua a recuperarme, continuó jodiéndome sin detenerse ni un solo instante, en busca de su propio placer.
Recuperé la cordura al mismo tiempo que recuperé el aliento.
.-“No te corras dentro, por favor” le advertí al tiempo que me disponía a entregar mi cuerpo para su placer, y dándole a entender que se saliese en el último momento.
Antonio parecía no escuchar mis advertencias y continuaba moviéndose como con urgencia por correrse. No me gustaba su actitud para con el asunto.
.-“Por favor, Antonio, dentro no” le supliqué una vez más al tiempo que esta vez era yo quien trataba de salirme. Temí seriamente que no hiciese un coitus interruptus y quedar embarazada.
Pero Antonio me sujetaba fuerte de las caderas y continuaba follándome impasible ante mis palabras.
.-“Antonio, dentro no, por favor, dentro no” esta vez se produjo un auténtico forcejeo entre los dos. Yo porque veía por su forma de moverse que no tenía ninguna intención de salirse llegado el momento, y él porque estaba claramente por la labor de disfrutar hasta el final.
Para mi sorpresa Antonio se detuvo en seco. Dejó de moverse para alcanzar el bote de crema que reposaba sobre el mismo mueble de lavabo. Me miró a los ojos a través del espejo antes de salirse de mi interior, y para contemplar expectante mi reacción.
Yo quedé paralizada sin saber reaccionar, en gran medida porque me sentía aliviada de mis preocupaciones. Agradecí su gesto enormemente, no sabía muy bien lo que se pretendía, pero al menos se desvanecieron por un segundo mis temores respecto de quedar embarazada.
De nuevo mi cara debió ser un poema divertido para sus ojos, cuando me tuve que comprobar cómo se untaba sus manos de crema, y acto seguido se embadurnaba su polla de la leche hidratante.
.-“¿Qué haces?” le pregunté atónita cuando me fijé en que la crema que cogió era loción reafirmante “esa crema es muy cara” terminé por informarle de mi inocencia en algunos temas.
.-“Apuesto a que nunca te han dado por el culo” dijo al tiempo que me reclinaba sujetándome de por la nuca y me obligaba a retomar mi posición.
.-“Noooo…” grité cuando pude notar que Antonio dirigía la punta de su polla haciendo presión contra mi ano.
.-“No, por ahí, no” traté de resistirme, pero para mi desgracia durante el forcejeo, el colgante a mi cuello que me regalo mi marido para nuestra boda se enredó con el grifo del lavabo, lo que le otorgó a Antonio unos segundos esenciales para lograr su propósito.
Me sujetó fuerte de la cintura, y me introdujo la punta de su polla en mi ano lo suficiente para no salirse de nuevo.
.-“No te muevas o te dolerá aún más” ahora me retenía agarrándome del pelo de mi cabeza a una mano y reteniendo mis manos a la espalda con la otra.
.-“No, por favor, no me hagas daño” le supliqué indefensa.
.-“Tranquila, relájate, te gustará” pronunciaba reteniéndome a la fuerza y disfrutando con su superioridad.
Antonio comenzó a moverse, despacito, disfrutando cada centímetro que lograba dilatarme. Siempre atento y expectante.
.-“Para por favor, me duele, me duele” le imploraba encarecidamente porque se detuviese. Antonio no me hacía ni puto caso, estaba claro que pretendía
.-“Me haces daño, para por favor, me estás rompiendo el culo” le rogaba una y otra vez. Pero Antonio ni se inmutaba ante mis súplicas, al contrario cada vez me embestía con más violencia, e incluso comenzó a jadear y a bufar a mi espalda.
.-“Aayy, joder que daño” le pedía que se detuviese en cada arremetida.
De repente ambos pudimos escuchar el sonido de un móvil del otro lado de la puerta. Por el timbre supe que era el móvil de mi esposo. Sonaba en la cama del dormitorio, al otro lado de la puerta del baño. El sonido posiblemente despertaría a mi marido. Temí que nos descubriese.
Antonio también se quedó sorprendido al escuchar la melodía del móvil, pero reaccionó moviéndose aún más deprisa y con más ímpetu.
Yo solo tenía una preocupación en esos momentos y era que mi marido nos descubriese, así que impulsada por la urgencia le susurré a Antonio:
.-“Vamos cabrón, córrete” pronuncié a media voz temiendo que se escuchase del otro lado.
Antonio se movía completamente fuera de sí.
.-“Córrete cabrón, quiero que te corras” le musitaba a la vez que ahora era yo la que movía mi culo a un lado y a otro tratando de provocarle aún más placer aún.
.-“Joder Sara, menuda puta estas hecha” murmuró Antonio entre bufido y bufido al observar cómo me movía para él.
De repente los dos escuchamos del otro lado de la puerta la voz de mi marido que contestaba al teléfono.
.-“Si soy yo el dueño del vehículo” ambos nos estábamos enterando de la conversación de mi marido al otro lado.
Yo me quedé totalmente callada y en silencio en el mismo instante en que escuché la voz de mi marido atender el teléfono. Aguantando estoicamente el dolor que procedía de mi esfínter.
Antonio por su parte aceleró su ritmo regocijándose de la situación, disfrutando de mi miedo. Era como si le produjese una excitación especial el poder ser descubiertos, y enseguida pude notar en mi culo las primeras convulsiones de su polla.
.-“Si estamos dentro del hotel. ¿ah?, ¿qué la grúa ya ha llegado?. Enseguida bajo” pronunciaba en voz alta mi marido del otro lado de la puerta.
 Justo en ese momento pude escuchar unos bufidos apagados de Antonio a mi espalda a la vez que me arañaba las caderas y su polla se convulsionaba en notables espasmos en mis entrañas. Pude sentir como me llenaba por dentro de un líquido caliente y espeso.
.-“Si, por favor, dígale al de la grúa que estamos dentro y enseguida salimos. Gracias, muchas gracias señorita” mi marido puso la banda sonora al momento.
Una vez que Antonio dio el último espasmo en mi interior me incorporé rápidamente tratando de cubrirme.
Unos nudillos golpearon la puerta.
.-“Cariño, ¿estas ahí?” preguntó mi marido en voz alta.
Yo me enrosqué la toalla a toda prisa cubriendo mi cuerpo mientras que Antonio se subía la cremallera del pantalón.
.-“¿Sí que ocurre?” le respondí a mi marido.
.-“Han llamado del seguro, ya está aquí la grúa. Por cierto, ¿dónde está Antonio?” preguntó algo intrigado.
.-“Está aquí conmigo” dije abriendo la puerta y tratando de aparentar cierta normalidad. Pude ver antes de abrir como Antonio recogía mi tanga del suelo y se lo guardaba en un bolsillo del pantalón.
.-“Ah, hola” dijo mi marido al verse sorprendido por la presencia de Antonio en el baño a la vez que me miraba a mí con la toalla puesta.
.-“Nos están esperando abajo” dijo algo aturdido por las circunstancias.
.-“Oh, estábamos hablando aquí para no despertarte mientras me arreglaba” traté de excusarme ante mi esposo como si no pasase nada, “por qué no vas bajando las bolsas mientras me pongo el vestido. Creo que aún no se ha secado” terminé diciendo aparentando normalidad.
.-“Espera yo te ayudo” dijo Antonio “así Sara, podrá vestirse cómodamente sin mi presencia” dijo cogiendo a mi marido del brazo y sacándolo fuera del baño tratando de evitar que se hiciese más preguntas.
Yo me quedé sola en el baño. Me quité la toalla para comprobar cómo un líquido denso y blanquecino resbalaba de mi ano entre las piernas. Pensé que sería la loción reafirmante, pero al limpiarme con un trozo de papel higénico pude olerlo y comprobar que era esperma de hombre.
Mi ano estaba dolorido, me escocía. Notaba un picor extraño. Me dí crema antes de salir del baño tratando de aliviar mi maltratado esfínter. Por suerte el vestido del radiador estaba ya seco, así que me lo puse, y comprobando que no faltaba nada nuestro en esa habitación abandoné la estancia cerrando la puerta tras de mi.
Me costó recorrer andando los pasillos hasta la salida. Una vez llegué al hall del hotel pude ver como Antonio ayudaba a mi marido a cargar las bolsas en el maletero de nuestro coche al tiempo que una grúa procedía a subir nuestro vehículo por una plataforma.
Ya no llovía, todo estaba húmedo. Una vez terminaron de subir nuestro coche a la grúa, mi marido me hizo señas para que acudiera con ellos.
.-“Sube” dijo mi marido abriendo la puerta de la cabina de la grúa, “nos llevará hasta casa” concluyó sus indicaciones. Yo miré a Antonio para despedirme de él.
.-“Sara, ha sido un verdadero placer” dijo con cierto sarcasmo al tiempo que me daba un pasamanos al estilo de saludo de la realeza.
.-“El placer ha sido mío” dije sonriéndole, y dicho esto me subí a la cabina bajo su atenta mirada.
Durante el trayecto de regreso a casa agradecí que mi marido hablase todo el rato con el chófer de cosas triviales como el fútbol o el tiempo, por lo que no tuve que dar ninguna explicación al respecto. Por suerte al llegar a casa mi marido nunca preguntó nada, y por supuesto yo nunca le dije nada.
Ahora entiendo lo que quiere decir aniversario,
Y no es más que entregar el ano al adversario.
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Gracias a todos los que dejéis un comentario o una invitación.
 

Relato erótico: “Foursome, Juan un chico afortunado.” (POR INDIRA)

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Hola chicos y chicas, tengo 2 relatos en el tintero, uno casi a punto de terminar pero esto lo escribo de rápido por qué me sucedió el viernes 25 de Octubre, casi casi aún puedo sentir el olor en mí.

Foursome Parte 1.
Ayer por la noche vino una amiga mía de Monterrey a visitarme, ella se llama Laura, es morena, flaca, con senos pequeños pero duritos con pezón pequeño y unas nalgas pequeñas pero bien paraditas y lo mejor es su cintura, siempre fue y es la envidia de las demás.
Vino de rápido a una reunión de su empresa, llego viernes temprano y tuvo sus juntas y eso hasta las 7 pm, me habló y me invitó a tomar algo.
–          ¿Maldita por qué no me avisas? – Le comenté
  • Porque pensé que me regresaría hoy mismo pero se alargó todo y cambié  mi vuelo para el sábado en la noche.
–          Qué bueno, deja me visto y te alcanzó, ¿a dónde piensas ir?
  • No sé, estoy con una compañera francesa y quiere unos drinks aquí porque se va conmigo a Monterey.
–          Pues vamos a ########, un conocido bar del DF.
  • Ok, te veo allí
Me vestí rápido, no lo pensé mucho, tacones negros y un vestido de mangas largas pero corto de abajo, una tanga de encaje sexy y un sostén a juego.
Marqué al sitio de taxis, no quería marcarle a ninguno de los números que tenía ya que no quería entretenerme, tenía muchas ganas de ver a Lau.
Llegó el taxi me subí en la parte de atrás y me llevó a mi destino.
Al entrar al antro las busqué sin éxito y le tuve que marcar, me indicó donde estaban sentadas y todo de lujo, empezamos con unos tragos, cada quien pedía lo suyo.
La chica francesa era una chica delgada muy parecida de cuerpo a mi amiga pero completamente güerita con ojos azules, se veía preciosa, llevaba un vestido muy pegadito de color hueso sin sostén y se le notaban los pezones un poco, mi amiga de igual manera llevaba una minifalda y una blusa escotada, igual no usaba sostén, debido a sus “tamaños” no los necesitaban realmente, sus tetas se detenían solas a diferencia de mis grandes senos que requieren “apoyo”
Platicamos de chicos, algunos venían a invitarnos y bateábamos a todos, era noche de chicas, Ivi que así se llamaba la chica francesa me cayó muy bien y parecíamos las tres amigas de toda la vida, tomamos algo así como 5 tragos y ya entrabamos en calor aparte que el antro estaba lleno y tenía buen ambiente.
En eso nos enviaron 3 bebidas unos tipos de otra mesa, nos vimos y asentimos con la cabeza, alzamos las copas y brindamos a lo lejos con ellos, era una bebida con amaretto, y no sé qué tantas cosas más, muy dulce pero deliciosa, nos las tomamos de “full” y en 5 minutos ya teníamos otras 3.
La noche empezaba a ponerse linda, los chicos se nos acercaron, uno para cada quien, eran tres tipos muy guapos que venían con un grupo de amigos, nos presentamos y nos pusimos a platicar y a tomar juntos.
Eran simpáticos, el mió alto, fornido con cara de niño “fresa” pero bastante antojable.
Me dieron ganas de ir al baño y jale a mi hombre para no ir sola, él muy lindo me tomó de la cintura y se me pegó detrás, yo jalé sus manos para que acariciara mi vientre mientras le embarraba las nalgas en su pito, mis amigas hacían lo suyo según me contaron después.
Ivi se dejaba meter mano a placer por su chico y ya se besaban muy sexualmente mientras Laura se dejaba meter mano mientras se hacia la mustia.
El antro estaba a reventar y entrar al baño era todo un show así que le pedí que saliéramos, había una plaza enfrente en donde seguramente podría ir, salimos y el aire hizo que el alcohol se me subiera más, llegamos al baño, solitario, eran como las 11 de la noche y ya casi no había nadie en la plaza, en el pasillo cerca de los baños me jalo y me plantó un beso en la boca muy cachondo al lado de un teléfono, me agarró las nalgas jalándome hacía él mientras yo metía mi pierna en la suya para sentir su verga, uy que rico estaba muy desinhibida por el alcohol,  me sacó una teta del vestido y me la empezó a mamar, uff estaba chorreando porque me cogiera pero me estaba haciendo “pis” así que pudo más la naturaleza que mi calentura y le dije espérame que me hago.
Me volteé para entrar rápido al baño y me dio una nalgada bien rica.
Entré al baño me baje la tanga ya bastante mojada e hice “pis”, tomé mi teléfono para mandarles mensaje a mis amigas que todo estaba bien, les avise donde estaba y que regresaba en un momento.
Laura me contestó, seguro ya te fuiste a coger perra, la convencí que no, aún no y que esta noche era de chicas haha.
Salí del baño y me hombre me esperaba en el pasillo, en el de mujeres no había nadie así que le hice señas y se metió conmigo al baño, cerramos la puerta y comenzamos a fajarnos muy rico, me puso de espaldas a él y lamia mi cuello mientras su mano derecha sobaba mi panochita bajo mi falda y sobre mi tanga, yo bajé una mano para agarrar su verga, con su otra mano sobaba mis tetas, yo solo echaba la cabeza hacía atrás.
–          Me encantas putita, me encanta que seas tan puta, me decía al oído.
Hizo a un lado mi tanga y me metió lso dedos, estaba bastante empapada y gemía bastante, tenía la verga grande y dura y me la embarraba en las nalgas mientras la acariciaba con mis manos.
Bajo ambos costados de mi vestido para sacar mis tetas, me quitó el sostén y me volvió a subir el vestido.
–          Me encanta sobar las tetas así, sobre todo si son grandes como las tuyas, estás bien rica mami.
Mi sostén estaba sobre el retrete y el me dedeaba, plas, plas, plas sonaba mi panochita, me voltee y agarra su verga de frente, comencé a desabrochar su pantalón, el me ayudo y se los bajé a las rodillas, bajé la tapa del retrete y me senté para comenzar a mamarle la verga, me la metía completa a mi boquita, el me jalaba de la cabeza para cogerme la boca, los que me han probado saben que me como la verga con todo y huevos, me encanta atragantarme, hasta el fondo, hasta sacar esa babita de la garganta espesa que excita tanto a los hombres y a mí también.
Me follaba por la boca muy rico, pero me paró y me plantó un beso de lo más cachondo y jugoso, me encanta y me excita mucho eso, los hombres que no se asquean de sus propios jugos, que los saborean igual que nosotras, me encanta lamerles la boca para embarrarles todos sus jugos y mi saliva.
Me cargó con ambas manos recargándome en la pared del sanitario, sabía lo que seguiría así que me abrí de piernas apoyando mi pierna derecha en el retrete, el hizo a un lado mi tanga y me metió de golpe, entro súper fácil, estaba yo muy caliente y con ganas de verga.
Me cogía en el aire, yo brincaba lo que podía sobre él.
Ahhh, ahhhh, papi, – así putita, estas bien rica y bien abierta, se ve que coges con todos ¿verdad puta?
–          Aja, ¿te gusta que sea puta? Le decía.
Mientras me cogía más rico, con la mano derecha que me sostenía de las nalgas y piernas comenzó a tocarme el culo, mis jugos hacían el trabajo más fácil y resbalaba un dedo.
–          ¿Te han cogió por el culo putita?
  • Noooooo. (mentí)
Metió dos dedos en mi culito mientras me jalaba ensartándome en su verga, estaba yo súper caliente, el alcohol y la calentura mía eran imparables.
No aguantó más la posición y se sentó en el retrete y yo como perra en celo me le monté de inmediato.
Me alzaba un poquito para que pudiera moverse rápido, penetrándome rápido, perforándome la panochita, me bajé el vestido para que pudiera lamer mis tetas y así lo hizo.
–          Ah, ahhhh, ahhhh, ah me vengo me vengo.
  • Adentro no, alcance a gritarle, pero era demasiado tarde.
Sentí como me lleno la panochita de semen, me llenó bastante, parecía que no había cogido en semanas, sentí como se hincho su verga como 5 veces sacando grandes cantidades de semen.
Su verga siguió dura y aproveche para ensartarme solita muy rápido para terminar yo también, aunque él no hizo nada más me bastó con que no se le bajara la dureza, y así fue termine muy rico encima de él mientras mis jugos y su semen hicieron un verdadero batidero encima de él y en mi tanga.
–          Ahh, ahhh, ahhh, ahhh así, muérdeme, así le decía, mientras el me mordía las tetas, me mordió el pezón un poco fuerte y grité de placer, me encanta cuando estoy muy caliente que me muerdan o me nalgueen fuerte.
Me movía muy sexy sobre él con cara de putita, la boca abierta y echada un poco hacia atrás, me veía muy sexy, me metió los dedos a la boca y se los lamí.
Estuvimos así un ratito cuando sentí como abajo era un verdadero batidero y comenzaba a enfriarse por que sentí algo jugoso y frio.
Me zafe de su verga y me acomodé la tanga, apestaba a sexo y me panochita estaba muy sucia, llena de semen y mis jugos, abierta y olorosa.
Me acomodé el vestido y el la ropa, me besó en la boca muy cachondamente recalcando que era muy cachondo y no le daba asco nada, eso me encanta de los hombres.
Sonó mi teléfono y era Laura, UPS, habían pasado 20 minutos, le contesté y le dije que habíamos ido a fumar pero que ya estábamos llegando.
Me dijo que me apurara que Ivi se quería ir con el tipo que estaba pero que quería que fuéramos todas para echar desmadre.
Jaja, si supieran que yo ya estaba bien servida pensé.
Nos fuimos los dos como novios de la mano al bar, al entrar fuimos a la mesa que estábamos que por cierto estaba al lado de la escalera en un riconsito muy rico, al llegar todos nos aplaudieron y dijeron que nos habíamos perdidos del show de Ivi.
Estaban súper tomadas mis amigas, y yo más o menos igual por el aire, me formaron las bebidas que supuestamente me perdí y seguí tomando.
Mi hombre me rodeo con los brazos y las chicas se me quedaron viendo y dijeron ¿nos perdimos de algo? Haha.
Bailamos, bebimos, Ivi se cachondeaba bastante con su chico y Laura no dejaba el teléfono, hasta que le pregunte que pasaba y me enseño unos mensajes.
Eran de Juan, un exnovio que tenía que vivía aquí en el DF, ella está casada desde hace dos años pero nunca habían dejado de frecuentarse. Él quería verla y le dijo dónde estábamos para que nos alcanzará.
Juan, era el novio anterior a su marido, yo sabía que lo que le gustaba de él era su incansable apetito sexual y sabía que cada que venía al DF no perdía oportunidad de coger con él, nosotras tenemos un lema, “Si ves una grande siéntate sin pensarlo” y ella no se hacía del rogar con su ex que aparte de grande era muy sexual según Laura, no había tenido mejor amante que él.
Estábamos muy divertidas cuando de pronto llega una chica bastante enojada a agarrar a cachetadas al chico que estaba con Ivi, ups, era la novia, se armó un zafarrancho bastante notorio, con el resultado que los chicos terminaron lléndose no sin antes pagar toda la cuenta incluyendo la nuestra.
Mi hombre me pidió mi teléfono y regularmente no lo doy si solo es una cogida casual pero me gusto como se comportó aparte que era guapo, soy muy caliente y cojo con casi cualquier tipo y que mejor si es guapo así que intercambiamos números.
Ivi estaba bastante tomada y caliente, estaba muy sexy, no cuidada que le vieran las piernas, ni los pezones sobre el vestido, ni el triángulo de la tanga al sentarse, los chicos babeaban por ella, más que por nosotras porque estaba perdida de tomada.
Llegó Juan y nos saludamos todos de beso, a Ivi se le salieron los ojos y se le insinuaba bastante, otra vez agarramos ambiente y Juan estaba en la gloria con tres chicas tomadas y el entero.
Ya habían cerrado la barra y queríamos más alcohol así que Juan nos dijo que fuéramos a comprar más alcohol y fuéramos a otro lado.
Compramos dos botellas de whiskey en una vinatería y nos fuimos a un motel a seguirla, un motel bonito con jacuzzi, pidió la suite que es para varias personas.
Al entrar el preparó las bebidas e Ivi dijo que quería meterse al jacuzzi, preparo también el baño y al estar listo Ivi sin el menor pudor del mundo se desvistió y se metió a la ducha, Laura la vio y se encogió de hombros haciendo lo mismo.
Ambas se metieron al jacuzzi, la espuma no dejaba ver mucho pero estaban cantando, ebrias mientras Juan y yo tomábamos más, me decía que me había puesto más buena, que lástima que nunca había querido coger con él.
Laura escucho y grito, ¿nunca te la has cogido? No te creo, con lo puta que es mi amiga.
Cálmate tú, buenas noches ¡eh!
Haha, reíamos las tres e insistieron en que Juan y yo nos metiéramos, yo estaba llenita de semen así que solo quería juguetear un poco, me desnudé y Juan babeo conmigo, me encantan con carnita dijo sin que Laura escuchara.
Le aventé mi tanga muy olorosa y el la agarró y la ¡lamió! Uff eso me calentó muchísimo.
–          Sabes delicioso
Me metí al jacuzzi e Ivi le pidió a juan antes de meterse que le alcanzara su bolso, sacó unos cigarrillos de ¡marihuana! Y comenzó a fumar al igual que Laura, me invitaron y acepté solo un poco, las que si se pusieron malitas fueron ellas dos.
Juan ya estaba dentro del jacuzi con nosotras, tenía la verga parada, se la podía sentir con la pierna, Laura estaba platicando con Ivi cosas pero muy pegaditas, sus piernas estaban entrelazadas y platicaban nariz con nariz, Juan y yo platicábamos sobre historias ya vividas ya que ya nos conocíamos desde antes, cuando de repente Ivi y Laura se empezaron a besar entre ellas, uf, que caliente situación.
Las burbujas ya habían bajado y veíamos como se metían mano, una a la otra, Ivi le metía los dedos en la vagina a Lau mientras ella le sobada las tetas, mientras tanto se besaban con lengua y todo, la escena era muy erótica, se acariciaban lascivamente las tetas, nosotros estábamos que no nos la creíamos, no sé si por el alcohol, por lo otro o por la situación pero me empecé a calentar bastante.
Ivi jaló a Juan y lo comenzó a besar en la boca, Juan no perdió el tiempo y le sobaba las tetas, Laura me vio a los ojos y sin bajar la vista se unió a las bocas de Ivi y Juan, se besaban los tres muy rico y Laura viéndome fijamente.
Ivi chaqueteaba a Juan mientras juan dedeaba a las dos bajo el agua, ambas lo lamian en la boca, uf, que cachonda situación.
Ivi era la más caliente pues ya se habían fajado en el bar y no pudo sacarse las ganas así que le dijo a juan, COGEME y se puso en 4 con la cara hacía mí, Juan no perdió el tiempo y la ensartó mientras Laura lo seguía besando y el la dedeaba.
Ivi quedó frente a mí, estaba siendo penetrada desde atrás y hacia unas caras riquísimas, abría la boca pidiendo más, y se veía espectacular, su cuerpecito, sus tetitas, su color blanco, sus ojos azules, me calenté y me empecé a dedear, Ivi lo notó y metió la mano para ayudarme, uf, aunque si he tenido algunas experiencias lésbicas esta era diferente, muy excitante.
Las embestidas que le daban la empujaban mas a mi así que fue inevitable besarnos, primero lamiditas en los labios, luego besos muy cachondos, ella con una mano se sostenía y con la otra me dedeaba bien rico, yo comencé a acariciarle las tetitas y se las lamí.
Laura también manoseaba las tetas de Ivi, ella estaba en la gloria, Juan cogiéndosela, Yo mamándole una teta y Laura  metiéndole mano en la otra.
Ivi no aguanto mucho y comenzó a gemir muy fuerte viniéndose riquísimo, gritaba muy fuerte, ahhh, ahhhh, que rico, asi, ahhhh, “que le riche, baise moi”, ahhhh, si, mas ahhhh, dame verga como ustedes dicen, verga …. Ahhhhh.
Juan se contuvo para no vaciarse dentro de ella, me veía a los ojos, sabía que me quería coger a mí, que quería llenarme a mí la pancohita de su semen, al sacar la verga de Ivi Laura se la metió a la boca con hambre, se la devoraba hasta la base, Juan cerraba los ojos y la jalaba de los cabellos para meterse al fondo. Ivi estaba encima de mi comiéndome la boca mientras me sobaba las tetas, me decía la oído que ricas tetas tienes mientras las masajeaba y cada que podía bajaba a mamarlas.
Yo estaba muy caliente y quería sentir algo abajo, me contoneaba como puta en celo, Ivi me dijo te la quiero comer mientras me metía 3 dedos en la panochita, uf, la idea era fantástica así que me incorporé para salirme del Jacuzzi, tomé una toalla e Ivi hizo lo mismo Laura nos vio con la boca llena de verga y mientras nos secábamos Juan comenzó a besarme el boca, metiéndome la lengua y masajeándome las tetas, Laura se salió del jacuzzi dejando la verga libre que Ivi no desaprovecho para meterse a la boca, se la lamía desde abajo, los huevos principalmente.
–          Me encantan tus tetas Indira, siempre me han gustado.
Me hinque al lado de Ivi para mamar verga, nos turnábamos y a veces nuestras lenguas se entrelazaban en su verga, agarré mis tetas y se las puse para que me las follara, él lo hizo y puso su linda verga entre ellas y yo apreté mis tetas para hacer presión, Ivi lamia mi pezón y subía hasta la verga de Juan, el me follaba las tetas y al final tenía la boca  abierta de Ivi y después de Laura ya seca se incorporó.
“Imaginen la escena Juan parado con su verga entre mis tetas siendo lamida por dos bocas mientras yo era dedeada por 4 dedos, dos de cada chica al mismo tiempo, miraba a los ojos a Juan, eso me excita mucho J”
Su verga palpitaba pero aún no era tiempo que se viniera así que me separé mientras ellas lamian mis tetas, ay dios me iba a venir, dos hembras lamiendo mis tetas y siendo dedeada, por la excitación comencé a mojarme sacando mis jugos y los de hombre anterior y obvio me apestaba la panochita bastante a sexo y se dieron cuenta.
–          Que puta eres dijo Laura, ¿ya te cogieron hoy verdad?
Me paré rápidamente riéndome, me alcanzaron y jugueteando me tiraron en la cama, jugaban a que me forzaban, me abrieron de piernas y Laura se puso a lamer mi concha mientras Ivi y yo nos fajábamos besándonos con lujuria.
–          Sabes a semen perrita –dijo Laura, Ivi dijo, yo quiero probarlo y se bajó a mamarme la conchita,
Dos hembras lamiéndome todo allá abajo, yo pujaba para que saliera el resto de semen del chico anterior y pudieran probarlo estas zorras.
Ellas lo recibían con gusto y se lamían las lenguas para embarrarse de su sabor, en esta posición se acercó Juan por atrás de Laura, con un líquido en las manos, era lubricante.
–          Tus amigas sabrán que es lo que más te gusta putita le dijo mientras le extendía el lubricante por el culo, ella gemía y mordía despacio mi zona y eso me hizo soltar gemidos muy fuertes a mí.
Le embarró a Ivi y a Laura lubricante en el culito y se empezó a coger a Laura, Wow daba unos gritos bastante fuertes, antojables, gemía muy rico.
Obviamente dejo de mamármela a mí así que aproveche para meterme debajo de ellos y lamer lo que pudiera mientras Ivi se dio la vuelta y seguía dándome placer con la boca a mí.
Yo lamía los huevos de juan y un poco la panochita de Laura mientras Ivi me la chupaba a mi junto con Laura que le quedaba a la altura, ellas se besaban con pasión, cuando Juan sentía mucha presión en el culito de Lau la sacaba y me la daba a lamer a mí que gustosa se la limpiaba y se la volvía a ensartar a Laurita.
Estuvimos unos 10 minutos en esa posición muy rico, en eso Juan se detuvo haciendo esfuerzos por no venirse.
–          Ahhh, ya me duele el pito, decía.
Nosotras reíamos e Ivi salto diciendo me toca a mí por el culito y se puso en la posición de Laura que no había terminado y estaba muy caliente, Laura tomó mi lugar y yo le regresé el favor chupándole con delicadeza su panochita, morena, depiladita, me subía las piernas a los hombros y yo abría con mis dedos lo más que podía su panochita.
Luara me tomó de la cara y prácticamente me la sumió en su panocha, yo movía mi lengua y metía unos dedos en su culito.
–          Ahh, no mames, ahhhh, no mames, ahhhh, ahhhh, ahhhh, aayyyyyyyyy
Era el grito de placer de Laura que se estaba viniendo en mi boca, faltaba que me viniera yo y Juan, y aún era una noche muy prometedora.
Continurá …..
Aquí les dejo unas fotitos para que se lo imaginen mejor.
http://subefotos.com/ver/?612929ed3efb8631ae86107108ec7832x.jpg
http://subefotos.com/ver/?563450e373077be059bcf56ff599dca4x.jpg
Besos cachondos …
PARA CONTACTAR CON LA AUTORA:
indira2bebe@gmail.com
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

 

 

Relato erótico: “Infidelidad inconsciente” (POR PAULINA O.))

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Hace un año me vine a Madrid a estudiar un postgrado. Yo soy dentista, chilena, tengo 33 años, soy casada y tengo una hija de dos años. En el aeropuerto conocí a otra chilena, que también viajaba a Madrid para lo mismo que yo, salvo que ella es abogada y su master es en derecho. Nos llevamos bien de inmediato y al poco de conocernos acordamos arrendar un piso juntas, así se nos hacía más barato a ambas y teníamos la ventaja de ya conocer a alguien en un paisaje nuevo.
Mi nueva amiga se llama Beatriz, también de 32 años. Ella es más extrovertida que yo y más amistosa, cosa que me agradó desde un principio, pues nos complementamos bien, de inmediato supe que el ser amiga de ella, me traería nuevos amigos.
Al año de estar acá, y luego de mucho estudio para ambas, Bea me dijo que había quedado de invitar a 6 amigos al piso, consecuente con su forma de ser formal y respetuosa, antes de hacerlo estaba pidiendo mi aprobación. Yo no tuve mayor problema, le dije que encantada y que además a mí también me vendría bien algo de distracción ya que mi esposo se quedó en Chile con nuestra hija. Yo decidí hacer el postgrado aprovechando la poca edad de ella, hablaba todos los días con él por chat y pese a la distancia me sentía a gusto la situación.
Llegó el día en que venían los amigos de Bea. Era un día viernes, pero en vez de llegar 6 personas llegaron dos tíos y una chica. No me molestó, pero le pregunté a Bea que por qué llegaron menos, y me dijo que los otros 3 eran extranjeros como nosotras y que aprovecharon de ir a Barcelona por unos días. Todo bien, pero a uno de los chicos, lo conocía de antes de alguna parte. Cuando llegaron, yo aún estaba en short y camiseta, dado el verano, los saludé y les dije que volvía al rato. Ellos venían con algunas botellas de licores y picoteos, no me pareció nada malo ni extraño. Eran las 21:00, pero la sensación ambiental era calurosa, así que me puse una falda, ni tan corta ni tan larga, unos dedos sobre la rodilla y una blusa. Así me integré con el grupo que estaba muy divertido jugando al juego de penitencias de responder o beber.
Yo no fumo ni tengo la costumbre de beber así que en principio solo miraba como jugaban, y me reía con ellos. Hasta que uno de los chicos, el que me pareció conocer me dijo:
-Hace poco te he agregado al Facebook, te acuerdas:
Fue entonces lo reconocí. Pese a no conocerlo lo acepté porque teníamos de amiga en común a Bea. Conversamos un poco, el, al igual que los otros invitados son españoles. Ya había corrido algo la hora y eran cerca de las doce. La chica del grupo, Francisca estaba algo afectada por el alcohol, así que llamó a su hermana menor para que fuera a buscarla. A los pocos minutos estaba ahí. Así que Bea se quedó jugando sola con los dos chicos, para no dejar a mi amiga entré yo también al juego.
Javier, el otro chico me hizo una pregunta algo incómoda; con cuántos hombres había estado, pasé de responder así que me tocó beber ron. Luego otra pregunta de Raúl de la que también pasé, y ya tenía dos copas en el cuerpo. Vino el turno en que le preguntaron a Bea, pero ella respondía todo el tiempo así que no tuvo problemas con los licores. Pensé que o empezaba a responder o terminaba borracha. Al rato pensé:
-Da lo mismo, estoy en mi piso y si quiero puedo irme a acostar sin problemas.
Así que jugando, no respondí a nada y tomé dos copas más antes de sentirme mareada. Les dije que no quería ser aguafiestas, pero que por ahora prefería acostarme. Todos se rieron y siguieron jugando. Cerré la puerta y me acosté sobre la cama, se me levantó algo la falda, pero me dio igual, era mi cuarto y nadie entraría. Escuchaba las risas y las respuestas subidas de tono, yo también reía desde mi cuarto hasta que me dio sueño y me dormí.
De pronto desperté, suavemente, pero me dije a mi misma, quizás por efecto del alcohol que seguía soñando. Estaba teniendo un sueño erótico, eran comunes en mí por esos días, ya que no estaba con mi esposo ni con nadie más desde que había llegado a España. Me desperté sintiendo mi falda subida, mis bragas bajo mis glúteos, mis nalgas separadas por una mano en cada una y una lengua entrando y saliendo, paseándose por los contornos de mi ano. Me sentía muy a gusto con el sueño, pensé, así que me dejé llevar y puse el culo en pompa. Pero entonces sentí la lengua recorriéndome el interior de las nalgas en lametones suaves y largos, y un mordisco fuerte en mi nalga derecha seguido de un chupón.
Eso lo sentí muy real. Reaccioné, giré mi cabeza, y había un tipo sobre mí, solo lo divisaba por las luces de la calle que entraban por la ventana. Como pude estiré la mano y prendí la luz del velador. Tremenda sorpresa me llevé al ver a Raúl entre mis nalgas, mirando y sonriéndome. De inmediato reaccioné y me levante, muy enojada le di un bofetón y le dije:
 -¡Que te has creído imbécil!
Me levanté rápido y salí del cuarto al salón, en eso escuché un sonido que reconocí de inmediato, estaba encendida una de las lámparas y lo que vi me dejó petrificada. Javier estaba sentado en el sillón y Bea le daba la espalda, sentada en sus piernas con la camiseta en la cintura y las tetas al aire. Javier se las estrujaba y Bea se relamía de gusto.
No supe que pensar ni decir ni hacer. Sólo atiné a fijarme en las tetas de Beatriz, son grandes, muy paradas y redondas, como melones en su lugar pensé. En lo absorta de la visión me olvidé de Raúl, que de pronto se puso detrás de mí, apoyándome su bulto, en el culo y con su boca respirándome en el oído me dijo:
-Desde el principio planeamos esto con Javier y ahora es tu turno de estar como tu amiga.
Con una mano rodeó mi cintura, la otra la puso bajo mi falda y sobre mis bragas, apoyándose en mi entrepierna, algo aturdida, algo sorprendida y algo enojada, solo le dije en un suspiro:
-Estoy casada y tengo una hija.
Muerto de risa, el me respondió:
-Ahora tu marido soy yo, y ahora mismo voy a hacerte otro hijo- dicho eso me llevó un par de metros a la habitación y cerró la puerta con seguro.
Allí, me arrinconó desde atrás contra la pared, restregando su pico en mi culo, había subido mi falda y su pantalón con el bulto duro estaba en contacto directo con mis calzones. Me punteaba contra la pared, ya empoderado y agarrado, adueñado de mis tetas por sobre la blusa y el sostén. Empezó a decirme un montón de obscenidades, pero una me llamó más la atención:
-No sabes cuánto he fantaseado con esto desde que vi tus fotos en el facebook.
Entre el alcohol, la imagen del tipo con mi amiga ruborizada y Raúl prácticamente clavándome la polla en las nalgas por sobre la ropa, estaba algo encendida, pero aun molesta, lo empujé hacia atrás con mis caderas, me di vuelta quedando frente a él, lo mire fijo dos segundos y le di un bofetón. El respondió dándome un beso de lengua en la boca. De mi parte otro bofetón, él respondió con otro beso esta vez atrapando entre sus labios mi labio inferior y estirándolo hacia él. Otro bofetón, y de su parte otro beso.
Esta tercera vez no hubo un bofetón….me había gustado los besos y sentirme poderosa al abofetearlo….sólo bajé mi cara en dirección al suelo, porque estaba algo avergonzada. Tomó mi menton y vino otro beso, su lengua acarició toda mi boca por dentro. Ahora sí lo respondí. Y comenzaron besos ansiosos, cargados de lujuria, terminó con mi lengua pasando de abajo hacia arriba por sobre su boca. Se separó de mí y me miró. Tras lo cual, me atrajo hacia él agarrada del culo y me restregó su bulto.
Entonces volvió a girarme contra la pared, dándole yo la espalda, bajó mis bragas y puso su pene entre mis nalgas y aferrado con fuerza de mis tetas me respiraba en el oído y me dijo:
-Esto es mil veces mejor que las pajas que me hice mirando tus fotos.
A partir de ahí, Raúl se movía como culeándome,. Me tenía prisionera entre sus brazos, agarrándome las tetas, yo agitada, moviendo mis caderas a su ritmo y hacia él, entregada al que en ese momento era mi amante. Desde atrás soltó mi blusa y pasando las manos por dentro y debajo del sostén se apoderó de mis tetas, por primera vez piel con piel y me dijo:
-Ya no es en foto, al fin son mías-, tras lo cual puso todo mi pelo a un costado de mi cabeza, y por el otro lado devoraba mi cuello, mientras me daba chupones muy sonoros.
Asustada por las fuerza de mis sensaciones, le dije:
– No, ¡qué me dejas marcas!
Soltando una carcajada, respondió:
-Sí, marcas de que eres mía- mientras seguía moviendo su pico y yo apretándoselo con las nalgas, al tiempo que con una mano me agarraba las tetas y con la otra se adueñó de mi frente mientras que mordía mi cuello y  me tenía aplastada en la muralla lamiendo mi cuello, me dijo:
-Te encanta mi polla, tu culito la está gozando.
Era cierto, por un poco de pudor dejé de hacerlo y aflojé mis nalgas. Entonces, sonriendo, se sentó al borde de la cama y me obligó a colocarme  en sus piernas, mirándolo de frente y con mis piernas abiertas. Con mi sostén en su lugar pero con ambas tetas afuera y con marcas del contacto, se puso a lamer suave mis senos al principio, de uno a uno, hasta deshacerse de mi sujetador.
En ese momento, juntó ambos pechos para besarles en la punta. Os juro que me creí morir al notar que pasaba la lengua por mis pezones, que recorría desde la base a la punta del pezón con su lengua, siempre alternando durante unos segundos en cada teta.
-Tienes los pechos suaves como flanes y a la vez duros como rocas- murmuró en mi oreja.
Como si mis dos peras hubiesen crecido algo entre sus manos, agradecida,  se las apreté contra la cara para que mi supuesto agresor disfrutara de ella y para que perversamente me las mordiera más. Intentaba tragarlas enteras.
Intempestivamente se puso de pie y me arrinconó contra la muralla; levantó mis dos manos por sobre mi cabeza tomada por una de las de él, y con la otra me dio un par de cachetadas en las tetas. Al principio no supe cómo reaccionar, pero a la quinta ya me tenía caliente. Lo quisiera o no, me excitaba más que  de ninguna otra forma que me cacheteara las tetas. Él debió notarlo en mi cara porque volvió a apoderarse de mi boca con la suya, tras lo cual me quitó del todo la blusa y la tiró con violencia al suelo.
Una vez allí, me estaba mirando fijo cuando se produjo una interrupción, al escuchar ambos la voz de Bea decir:
-Por el culo ¡no!
Intrigado por lo que ocurría en la otra habitación, Raúl abrió la puerta, que estaba a mi costado y por eso mientras permanecía con mis manos en alto y mis tetas aun vibrando y agitadas por mi respiración, pude ver a mi amiga a cuatro patas sobre la alfombra del salón y a Javier detrás de ella. Raúl sonrió, cerró la puerta y dijo en un murmullo:
-A lo nuestro- tras  lo cual soltó mis manos y arrodillándose frente a mí, me subió mi falda y tomando de los costados mis bragas las deslizó hacia abajo por mis piernas. Excitada como estaba, levanté una y luego la otra. Ya sabía lo que iba a pasar. Íbamos a culear, a follar. Sin darme tiempo a pensármelo otra vez, me llevó hasta la cama y me recostó.
-Tranquila, solo te voy a meter la puntita para ver que se siente estar dentro de ti y después la saco- hipócritamente me susurró porque….una vez entró la punta, la metió toda.
Me tenía presa del culo por sus manos y por mí misma, por mi deseo. Pero todavía me resistía un poco, en contradicción conmigo misma. Atine a susurrarle despacio:
-Sácala, por favor.
Desoyendo mis deseos, me agarró fuerte de los muslos y empezó a ensartarme en círculos, como si su pico estuviera bailando dentro de mi chochi. Me estrujaba fuerte del culo y me miraba fijo, quiso besarme pero yo, reservándola para mi marido, cerré la boca. Entonces apretó suave mi nariz y yo abrí mi boca. Su lengua entró de inmediato y se dio gusto en hacerla pasar por mis dientes por todo el tiempo que quiso
Ya no tenía moral para resistir, su lengua en mi boca y su pene en mi vagina, así que lo abrace con mis brazos por su cuello, con mis piernas por su cintura y empecé a besarlo también, con todas las ganas que me traía esa noche.
Entonces, Raúl me dio vuelta y poniéndome a cuatro patas sobre la cama, me agarró de los brazos cogiendo cada una de mis muñecas y bien ensartada desde atrás como me tenía, se puso a lamerme las axilas desde atras, a la vez que soplaba suave mis brazos, mis muñecas, mis axilas por el interior. Reconozco que en ese instante,  estaba derretida.
El al notarlo, lamió al tiempo que me daba besos, chupones, lametones, mordiscos en los hombros y en mis espalda. Yo solo atinaba a decirle que siguiera. Mis tetas colgaban, se movían adelante y atrás, se bamboleaban. Él se acercó a mí por atrás, con delicadeza levanto mi torso pegándolo al suyo, devorándose mi boca y yo la suya. Acto seguido, apretando, esta vez con sus manos como dos prensas mis tetas, masajeó mis pezones, yo pegada a él, penetrada por él. Abrazándolo mientras revolcaba su lengua contra la mía dentro de mi boca.
Empujando mi torso hacia abajo con su mano, me dejó apoyada de boca sobre la cama con el culo en pompa. Aun con la falda, me dijo:
-Voy a seguir donde me quedé, cuando despertaste.
Cumpliendo su amenaza, se ubicó por sobre y detrás de mí, a la altura de mi culo, separó bien mis nalgas y me clavó su lengua en el culo. Yo estaba que explotaba de calentura al sentir como la punta de su lengua entraba y salía de  mi interior. No contento con ello, daba lametones en mi culo y volvía a introducir su lengua divina en mi ano. No pude evitar pensar que mi esposo jamás me había hecho sentir así de deseada, de calentona, de morbosa.
Sabiéndose mi dueño, sopló suave mi ano, y me preguntó sin mover un centímetro su cara, echándome el aliento:
-¿Te gusta?
Solo pude responder:
-Me encanta.
Eso lo envalentonó parece porque estuvo un buen rato literalmente comiéndome el culo, no solo lamidas y lametones, eran chupones también. Se irguió y empezó a frotarme el coño, a deslizar sus dedos por los costados de mis labios, por entre ellos y dejaba su dedo ubicado, sin hacerlo entrar en mi coño.
¡Estaba volviéndome loca!
Puso otro dedo en la entrada de mi culo, sin hacerlo entrar, y mantuvo el otro. Incapaz de moverme, me dejaba hacer, pero me notaba muy húmeda, muy excitada. Desde afuera se escuchaban los gemidos y grititos de Bea. La situación de ser infiel a pocos metros de mi amiga siendo fornicada por otro tipo, me ponía muy cachonda.
En ese instante, Raúl tomó una de las cremas de mi velador y empezó a untarme el ano, esta vez fui yo, la que girándome le dije:
-Por el culo no.
Como única respuesta, me jaló del pelo y dijo mirándome fijo:
-¡Por tu rico culo, sí!- y sin perder tiempo, juntó mis piernas, se puso encima de mí y me clavó la punta.
Yo me quedé en stop…lejos de dolerme, era una delicia de morbo y sexo. Puso más crema en mi culo e introdujo más su verga, repitiendo varias veces, hasta que me sentí profundamente penetrada, y por el culo. Mientras lo hacía lamía con dedicación y tomándose su tiempo mi cuello, hasta que me pregunto:
-¿El cornudo te encula?
Guardé silencio un momento y luego respondí:
-Sí.
Él me volvió a preguntar:
-¿Mejor que yo?
Absolutamente entregada, respondí;
-No- `porque para entonces la culeada ya no era suave, sino que a buen ritmo, y yo la gozaba como una cerda.
El muerto de risa, insistió:
-¿Te gusta putita?
Gozando y aun así, guardaba silencio por lo que el volvió a preguntarme:
-¿Te gusta putita?
Yo gozaba y guardaba silencio, Raúl me preguntó un montón de veces, y yo callada, hasta que en una de sus preguntas, mientras me culeaba, me acariciaba el coño con una mano, la otra la tenía en mi boca y yo lamiéndole un dedo, y su boca besuqueándome detrás de mi oreja, me corrí y sin importarme nada grité con todas mis fuerzas:
-¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!
Ante mi entrega, sacó su pene de mi ano y me dejó descansar, yo temblaba, casi convulsionaba. Y él me tenía abrazada. Cuándo volví más en mí, me fijé en la hora, eran las 4:13 am. Raúl se percató y me apresó entre sus brazos, abrió grande su boca alrededor de la mía y como tratando de engullirme a través de ella me dio el mejor beso que jamás alguien me haya dado, follaba mi boca con su lengua, las puntas de ambas lenguas se tocaban y escapaba y volvían, ambos mirándonos de frente, me hizo sentir entregada y lujuriosa, muy lujuriosa. Me miró fijo y me dijo:
-Es viernes, me quedo acá en tu cama hasta el domingo- tras lo cual me hizo mamársela, pues él aún estaba duro y se corrió en mis tetas.
Después de eso volví a mamársela para que me enculara de nuevo. Me estuvo culeando hasta las 11 a.m, cuándo decidimos dormir. Desperté a las 5 de la tarde con una pierna sostenida en un brazo de Raúl y el montándome, lamiéndome la cara y las tetas. Ese fin de semana me hizo chupar, tragar, sentarme, recibir, dónde, cómo y cuánto quiso. Javier también se quedó con Bea, sólo nos vimos el sábado por la tarde y el domingo por la mañana para desayunar. Esa semana quedamos con Raúl todos los días, a dos semanas de lo ocurrido, Raúl se convirtió en mi amante y Javier en el de Bea.
Al mes y medio de vernos y follar casi a diario, decidí que debía terminar con Raúl, puesto que no estaba bien que una mujer casada se comportara de dicha forma. Lo llamé y le pedí que hablásemos en serio de la situación, porque yo ya no estaba tranquila. Él me dijo que lo entendía totalmente y que nos juntáramos a conversar en un bar para poder quedar como amigos.
Me pareció muy racional su propuesta y su forma de abarcar el problema, así que accedí. Ese mismo día nos juntamos a las 8 pm más o menos. Me expliqué y el me escuchó. Sólo me pidió una última vez como despedida. Algo reacia, pero en vista de su buena disposición y de todo lo que habíamos pasado, acepté. Quedamos de salir el día viernes a bailar y luego a nuestra despedida. Sabía que el sexo iba a ser efervescente, así que me vestí para la ocasión.
Me puse una minifalda, tacones y una blusa que dejaba expuestos mis hombros. Sabía que después de esa noche dejaría de ser una mujer adúltera y volvería a ser una esposa fiel. A la distancia, pero fiel. Raúl paso por mí en su carro y nos dirigimos a la disco. Llegamos, bailamos. Parecíamos una pareja muy normal. Hasta que a eso de las 2 am recibo una llamada al móvil; era mi esposo desde Chile. Con la salvedad, de que mi móvil lo tenía Raúl, pues yo dejé mi bolso en la guardarropía y él tenía bolsillos donde guardarlo. El sintió la vibración del teléfono y me lo entregó. Me separé de la multitud para contestar, se escuchaba el ruido y le dije a mi marido que fui a bailar con mis amigas.
Raúl no se había separado de mí. Hasta que un momento, mientras hablaba con mi marido, lo sentí muy pegado a mi cuerpo. De pronto, mientras hablaba y le preguntaba por nuestra hija, me da un lametón largo detrás de la otra oreja. Eso me hizo temblar un poco la voz. Para empeorar las cosas mordió suave el lóbulo. Me arrebató el teléfono y le dijo a mi marido:
-Lo siento, la seguridad no permite teléfonos dentro del local- y le cortó.
Sorprendida y enojada le dije que por qué había hecho eso, a lo que respondió:
-Porque ha llegado la hora de follarte.
Fuimos por nuestras cosas y nos dirigimos al estacionamiento. En todo el trayecto mi móvil no paraba de sonar. Era mi marido. Llegamos al auto, me puse en la puerta del copiloto, pero Raúl, me hizo subir a la parte trasera, y entró conmigo. Me ubicó de tal forma que mi cabeza quedó en el asiento, mis caderas en el aire y levantadas, y su cara ubicada frente a mi tanga, con mis muslos en sus hombros. Empezó a pasar su lengua por mi vagina, pero sobre mi tanga, daba lametones. Mientras el teléfono no paraba de sonar. De pronto paró el sonido, Raúl hizo a un costado mi tanga, sopló sobre mi vulva expuesta y dijo:
-Se cansó el cornudo- mientras se pasaba al al asiento del conductor y yo al del copiloto.
Llegamos al edificio en que vivo. Iba a hacer parar el ascensor, pero me dijo que por las escaleras. Me hizo subir las escaleras con su mano al interior de mi tanga, con su dedo entrando y saliendo de mi culo, debíamos llegar al piso 8°, en el 4 o 5, me dijo que se la mamara….sumisa obedecí….me imaginaba la escena y debió parecer sacada de una película porno…una mujer casada de 33 años, arrodillada con la minifalda subida hasta la espalda y mostrando las bragas, la camiseta levantada y las tetas al aire, mamándosela un hombre 5 años menor y que no era su marido, y que me follaba cuando quería.
El pensarlo me ponía más calentona, le chupaba la polla con más ganas: la tomé con mi mano derecha y con la izquierda sobaba sus testículos, y pasé mi lengua rodeándosela varias veces por la punta, bajé mi cara un poco y pasaba mi lengua desde la base hasta la punta, repetidamente…puse mi cabeza de costado y empecé a subir a bocados por su verga ya dura, hasta que la tuve de frente. Entonces  abrí grande mi boca y la engullí con placer morboso mientras no dejaba de mirarlo fijo, mi cabeza subía y bajaba con su polla dentro de mi boca y mi lengua la acariciaba al interior.
Puso su mano sobre mi cabeza y se dejaba hacer, hasta que me agarró del pelo, no muy fuerte la verdad, y me hizo levantar, una vez de pie me lo tiró un poco más fuerte, me soltó del pelo y rápidamente volvió a meterme su dedo en el culo…casi en un segundo y me tenía caminando nuevamente hacia mi piso. Llegamos a la puerta de las escaleras de emergencia, quise acomodarme la ropa, pero no me dejó.
Así que me apresuré en entrar y cerrar la puerta. Si alguien hubiese visto, de no ser por la hora, me habrían echado del edificio. Apenas entramos me llevó contra el sofá, me apoyó de boca en una de los brazos y me empezó a penetrar, suave, rodeando la entrada de mi vagina, mis labios, con su verga, hasta que la hizo entrar toda, luego la sacó lento, y volvía a penetrarme lento, haciéndome enloquecer.
Entonces me dijo:
-Dime que eres mi puta.
Y yo respondí:
-Soy tu puta.
Tras lo que él volvió a agarrarme del pelo y me llevó a la habitación. Cerró la puerta, y se desvistió. Yo aún estaba de pie cuándo él empezó a desvestirme. Me desvistió y se separó de mí un poco y me miró las tetas. Casi como si lo hiciera con sed o hambre o algo así.
Me agarró fuerte del culo y levantada me llevó contra la pared. Me ensartó lento, al mismo tiempo me dijo que no dejara de mirarlo fijo mientras me penetraba. No pude evitar hacer una mueca con mi boca. Empezó a comerme la boca, con su lengua saboreando la mía. La puso debajo de la mía, y con su lengua hizo entrar mi lengua en su boca. El beso era una delicia. Abrió la puerta y conmigo en upa empezó a caminar por el departamento, yo agarrada a él de su cuello y el agarrándome del culo. Me llevó al balcón, y apoyada contra la rejilla siguió follándome.
Sentía el frescor de la brisa en mis tetas, en mi culo desnudo y veía de reojo las luces de los autos que pasaban por la calle, pero no era lo importante, sino la calentura que llevaba en ese momento. Con furia lujuriosa lo besé y empecé a mover mis caderas al ritmo de las de él. Mis tetas se aplastaban como globos contra su pecho. Bien agarrada del culo como me tenía, al tiempo que lo masajeaba, me llevó hasta el sofá. Me fornicaba mientras me follaba el culo con un dedo, y lamia mi cara, mi nariz, mis mejillas, mi boca. Me nalgueaba y me hacía que le dijera que me gustaba como me follaba.
Yo lo hacía.
Me dio la vuelta y empezó a follarme dándole yo la espalda. En esa posición me agarró de los muslos y me llevó al cuarto. Sin dejar de follarme ni un sólo segundo. Me depositó de boca en la cama, con las piernas juntas. La gozada que me estaba propinando era increíble. Y mis gemidos se lo hacían saber. En medio de la vorágine de sexo, el teléfono vuelve a sonar.
Pero esta vez Raúl no lo dejó sonando. Lo contestó. Y era mi esposo. Para mi sorpresa y espanto, escucho a Raúl diciendo:
-Déjate de molestar que me la estoy jodiendo- y cortó.
Sin darme tiempo a reaccionar, sacó rápido su polla y la reubicó en mi culo. Grite….por lo caliente, lo afligida y lo sorprendida. Las embestidas eran fuertes. Estaba segura que los vecinos de abajo y de arriba me escuchaban gritar y gemir. Pero no me importó. No pensaba en lo que Raúl había dicho mi marido. Sólo pensaba en la follada que me estaba propinando. Después daría explicaciones a mi marido, le diría que perdí el teléfono y lo encontró un pesado o algo así.
Raúl se inclinó hacia mí y me dijo al oído:
-¿Aún quieres que cortemos?
Respondí con un No rotundo. Debió gustarle mi respuesta, porque me dio un beso que lo sentí desde la punta de mi lengua hasta la base de mi cerebro. Me giró, me puso de lado, él subido sobre una de mis piernas y la otra en el aire afirmada por su mano. Besaba mis dedos de ese pie, la planta. Me traía loca de morbo y placer. Y el teléfono volvió a sonar. Raúl contestó nuevamente, y lo puso en altavoz mientras me daba verga. Mis gemidos debieron escucharse, porque a los pocos segundos mi marido colgó. En ese momento nada me importaba. Raúl acabó dentro de mí y sin condón. Se quedó a dormir conmigo esa noche.
Me desperté unas horas después, 2 o 3 porque eran las 8, vi su polla a medio endurecer y empecé a mamársela, hasta que Raúl despertó y su polla terminó de crecer en mi boca. Se sentó en la cama y me hizo cabalgarlo. Yo movía mis caderas adelante y atrás, arriba abajo, en círculos. Él me nalgueaba y trataba de agarrar mis tetas con su boca, pero le resultaba difícil, porque botaban para todos lados. Estuve ensartada en su verga por todo el resto de la mañana.
Luego de ese día, sencillamente no tuve argumentos frente a mi misma para cortar con Raúl. Le dije a mi marido que había perdido el teléfono y que seguramente alguien lo encontró. Raúl me ha fotografiado y grabado en todas las poses que ha querido. Muchas haciéndose pajas con mis tetas. En uno de los videos se le escucha preguntar:
-¿Quieres que te lo meta por el culo?- y a continuación se escucha mi voz diciendo: -Me encanta por el culo.
Me ha follado en mi trabajo, en el suyo, en su auto, en estacionamientos, en un cine, en la piscina de mi edificio, de noche. Incluso me ha hecho llamar a mi marido y decirle que lo amo, mientras él está montado arriba de mí clavándome por el culo, o me tiene sudada montándolo. Pero algo había cambiado, ya no era sólo sexo. Ahora buscaba empatizar emocionalmente conmigo. Los besos y los preámbulos eran más tiernos y largos. Hasta que llegaban las obscenidades y yo me corría como nunca. Me había estado diciendo hacía poco, pero en repetidas ocasiones que pretende dejar a su novia para que estemos juntos, pero todas las veces le he dicho que eso no puede ser porque yo estoy casada, tengo una hija y una vida de esposa fiel a la que volver en Chile.
Esta vez no fue distinto. Nos metimos a la tina y besándonos me lo dijo. Yo simplemente no dije nada, cerré mis ojos, abrí mi boca sobre la suya y metí mi lengua dentro de su boca. Estaba sobre él abrazándolo por el cuello, arrodillada con mis piernas a los costados de sus caderas y el agua caliente nos rodeaba. Me dio vuelta, quedé yo abajo, el entre mis piernas, de frente a mí, yo apoyada en la tina de espaldas con el torso algo levantado y el me haciéndome un colchón en la espalda con sus brazos. Mis tetas en parte flotaban en el agua. Raúl empezó a chuparlas, como sólo él me lo ha hecho hasta ahora, y que al parecer le encanta. Habrá estado al menos una hora chupándome las tetas. Hasta que me hizo correr de tanto chupármelas. Me besaba, como captando el aroma de mi aliento.
Puso su polla en la entrada de mi chochi y empezó a penetrarme muy lento y suave, mientras me decía:
-Di que dejarás a tu marido por mí.
Y yo como una autómata erotizada, con la mirada perdida y mi boca semi abierta, dije:
-Voy a dejar a mi marido por ti.
Raúl me hizo repetirlo muchas veces, y yo lo repetí todas las que mis gemidos me lo permitían. El me daba verga y yo mordía mi mano para acallar un poco los gemidos. Me dio vuelta, quedando yo a cuatro patas en la tina, con el culo en pompa, apoyada en el borde y solo mis pantorrillas dentro del agua. Se puso detrás de mí, separó mis nalgas y empezó a rodear el contorno de mi ano con su lengua. A introducir de a poco, muy lentamente su lengua.
Besaba mi ano, lo lamía, lo succionaba. Paseaba su lengua por mi periné, entre mi vagina y mi ano. Acariciaba esa zona con la punta de su lengua y volvía a metérmela en el ano. Cuando me tenía a punto de llegar a otro orgasmo, me dijo:
-Di que me amas.
Y yo, en ese momento, más de su propiedad que de mi misma, lo dije; le dije:
-Te amo.
Satisfecho, me sodomizó duro con su lengua, hasta que me corrí de la manera y con la intensidad más deliciosa que recuerde. Se levantó y me susurró al oído:
-Me calientas más que Isadora” (el nombre de su novia), y me dio un lametón detrás de la oreja.
Me dijo:
-Vamos a la cama.
Yo estaba muy caliente, y muy agresiva, lo conduje hasta la cama, caminando delante de él, agarrándolo de la polla. Se recostó en la cama y yo empecé a cabalgarlo. Pasé mi mano derecha por atrás de mis nalgas y le sobaba sus pelotas. Con mi mano izquierda me agarraba el pelo yo misma, el sobaba las tetas y decía:
-Qué sabrosas, chilena.
Ahora con ambas manos yo misma me agarraba el pelo mientras me movía adelante atrás clavada en su verga. El me magreaba las tetas. Me dio vuelta, quedando el arriba y yo de frente a él. Empezó a fornicarme, hasta que de un momento a otro me dice:
-Voy a embarazarte, así tendrás que quedarte.
Yo solo me di vuelta, quedando de boca en la cama y le ofrecí mi culo. Él no se resistió y empezó a encularme. Toda esa semana se repitió esa misma dinámica, él me lo decía, y yo acaba ensartada por el culo.
Terminó con su novia. Ahora se pasea conmigo como si fuéramos una pareja normal; me da besos de lengua y me agarra el culo en público. Uno de los besos, lo recuerdo en particular: me arrinconó contra un árbol, puso sus labios juntos sobre los míos y los movía; me dijo:
-Saca la lengua- lo hice, y el empezó a besarla, a lamerla, a chuparla. Me follaba la boca con su lengua. Cuando llegamos al piso, no me resistí y le sobé la verga sobre el pantalón; me arrodillé a mamársela; no me importaba nada, quería culear con él.
Hasta me ha presentado a algunas amistades como su nueva novia. Me hace andar sin anillo. Ya sea saltando en su verga, o con mis piernas en sus hombros y mis tetas bailando descontroladas, o apoyada contra una muralla con mis piernas juntas y su lengua en mi ano, me hace decirle que dejaré a mi marido por él.

¡¡¡¡¡No sé qué hacer!!!!!


Para contactar con Paulina, la autora, mandadla un email a:

paulina.ordeix@hotmail.com

 

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ

 

Relato erótico: “La difícil decisión de la rica Erika Garza de Treviño 5” (POR RAYO MC STONE)

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Parte 5
Por esa manera de caminar, su escultural y apetitoso cuerpo sobresalía si se puede aún más a través de su minivestido. El saber que iban a realizar el acto carnal, acto ancestral de todo ser vivo, la imagen era más atractiva para los hombres que evidentemente sabían a lo que esos dos estaban.
Vio con claridad cuando al salir los tres hombres y Luis cuchicheaban entre ellos. Roger estaba como distraído y distante
Erika debía reconocer muy a su pesar que se encontraba sumamente excitada, el hecho de saber que sería observada por cuatro hombres en el acto la enervaba, no se podía explicar ello, no encontraba argumentos de peso, sin quererlo, movía más cadenciosamente si es que se podía su apetitoso trasero, diversos hombres se les atravesaron en su trayecto sin dejar de lanzar miradas de envidia al hombre y de deseo insano en la mujer. Ella hasta sonreía para sí por el enorme poder, sabedora del cuerpo que se portaba.
Roger estaba en lo suyo, solo ella era capaz de percibir el tremendo olor a sexo que se respiraba por todo el pueblito y el caminito a la playa. Parejas besándose, mujeres vestidas igual que ella o aún más descocadamente, evidentes pirujas que vendían sus caricias al mejor postor. Hasta una zona de travestis atravesaron, en donde varios hombres indecisos, como seleccionando a cuál de ellos (as) tomarían. Dos o tres si parecían auténticas mujeres de curvas peligrosas.
Erika caminaba despacio apoyándose del brazo de su hombre, sin dejar de pensar todo lo que le estaba pasando, pero aceptando que estos días eran para gozar y aprender a plenitud. Sin saber la explicación, solo atinaba a recordar a uno de sus profesores preferidos de la Universidad, el Maestro Raymundo que cariñosamente siempre le decía que se parecía a actrices, que su figura y rostro eran muy parecidos a estrellas internacionales, aunque antiguas, eso siempre le causo risa y gracia.
Recordaba que había visto una película en donde una de esas actrices con quien la comparaba su docente, vestía como ahora ella estaba y que caminaba por una ciudad de noche, creo que era la mexicana Fanny Cano o la europea Elke Sommer. Se reía porque eran actrices antiguas, no de su época, aunque dicho profesor le explicaba que no tenía la figura prototipo actual, muy delgada, de piernas más bien esbeltas (casi tirando a flacas), aunque si de senos y glúteos prominentes…dichas mujeres eran más exuberantes, más balanceadas en su estructura, en su anatomía, por eso incluso en clase se le tomo como modelo para el dibujo artístico e industrial que tenían que realizar. También Tío Alberto a veces de cariño le decía, que era su “italianita” por el parecido que tenía a los cuerpos de las famosas divas del neorrealismo italiano de los 60 y 70 como la Loren o su “gauchita” ya que también la comparaba con dos actrices de la Argentina: una rubia platinada de nombre Libertad Leblanc y otra trigüeña Isabel Sarli.
También recordaba como una de sus amigas “traidoras” la había comparado con una modelo venezolana actual de nombre Gabriela Vergara, que ciertamente rompía el molde de senos grandes, culos respingones, pero de piernitas flacas, era proporcionada, aunque ella ya se sabía mucho mejor que ella.
A todas ellas de pura curiosidad las visito en google “imágenes” para ver que ciertamente de cuerpo eran parecidas, pero nunca como hoy estaba plenamente consciente de lo que tenía como arma de poder, nunca le había dado la menor importancia, descubría ahora como hasta comparaba con sus amigas y otras mujeres, siendo cierto lo que su Profe Ray y Tío Alberto de que no se le podía comparar con modelos actuales, si no solo con cuerpos más de modelos antiguas, que tenían curvas totalmente proporcionadas, que eran naturales, que eran más suculentos para el ojo y paladar masculino podía notar ahora con toda perfección.
La mujer no se explicaba como de pronto a su mente se venían recuerdos antiguos con los recién vividos en donde se estremecía al volver a sentir como en el mar Roger la empalaba con fuerza, arriba abajo, de lado a lado, hasta hacerle llegar a un orgasmo bestial cuyo grito de victoria fue solo escuchado por las gaviotas y las suaves olas del mar.
Recordaba la sesión de la hamaca en donde el cuñado de Roger los vio, luego como en la cama hacían crujirla por los empellones que se daban hasta casi pensar que se rompería en cualquier instante la misma, como ya sin pena gritaba, gemía con todo su ser las enormes sensaciones y placer que este hombre que podría ser su padre le había sabido procurar.
Agradecida se cobijó en él para apagar el calor que le producían las miradas perversas de los pueblerinos, sabedora que terminaría dándole una vez más sus intimidades a Roger sin menoscabo alguno de ser observada por esos hombres negros.  Deseaba poder ser sodomizada por segunda vez en su vida, no habían probado esa forma todavía y no quería dejar pasar más de largo…su primera vez fue sensacional y como quien ya prueba una vez le gusta, desea saber más y volver a degustar, debía aceptar que le gustaba ser observada, ya le halagaban los piropos que nunca apreció, se supo un tanto perversa. Entendió porque a veces le decían que era provocadora.
Se llegaron a la cabaña. Roger se dirigió al interior para prender la luz de un farol y de unas velas, pero Erika lo detuvo, diciendo que era preferible que estuviera en penumbras, aunque prácticamente se podía ver con claridad ya que la luna estaba en lo más alto dando su mágica luz con todo esplendor. Por lo tanto, este le ofreció un trago más, instantes que se fue hacia una especie de cómoda dando la espalda a la entrada y a dos intentos de ventanales que tenía la estancia. Erika aprovecho para asomarse a la puerta, solo observo el mar, las palmeras agitándose por el suave y cálido viento, debía reconocer maravillada que hasta se sintió un tanto defraudada al no ver a nadie, estaba deseosa de exhibirse, de dar espectáculo gratis a esa gente por única y sola vez, se justificaba a sí misma, sabedora de que es poco probable de que regrese a ese lugar.
Al ir a la ventana, pudo ver que los hombres ya estaban en el lugar, solo que estaban por debajo de la cabaña que estaba un tanto alzada del piso del suelo, en donde fácilmente podía caber una persona acostada. Incluso Luis le hizo un guiño con el ojo, alzando un pulgar como en señal de aprobación, otro hombre sonreía, los otros tenían  miradas cargadas de fuego y de deseo. Los desgraciados mirones hasta le hicieron señas y le enseñaron como llevaban una especie de sabana oscura para taparse en caso de que el hombre los pudiera ver.
Ella solo atino a sonreírles coquetamente haciéndoles una señal con sus deditos en su boca, como pidiéndoles silencio y “respeto”.
¡Cariño! Sabes de que tengo ganas, empezó a decirle Erika a Roger…pegándosele por detrás para abrazarlo poniendo sus tetas en la espalda de él…
Tengo ganas de que me culees…quiero saber si lo de la primera vez fue cierto o producto de mi calentura y miedo en tu casa.
Roger le dio el trago, como que estaba a punto de decirle algo, pero solo alcanzo a besarla tiernamente, lo que sorprendió a la mujer que esperaba más calor e intensidad.
¿Tienes algo, papi? ¿Quieres que te de un masaje?
Roger como con pesar solo atinaba a aumentar de intensidad sus besos, que poco a poco fueron llegando al nivel que la caliente hembra anhelaba. Empezaron un faje de campeonato, se devoraban el uno al otro. Ahora sí, Roger estaba con todo, era intenso, lo sintió mucho más intenso que en las otras y escasas aún ocasiones.
Erika que al ser más baja que él, de vez en vez bajaba su rostro para apoyarlo en el pecho de su hombre, para que con sus amielados ojos pudiera ver la cara de satisfacción y gusto con que los hombres tirados debajo de la cabaña tenían. Los cuatro ya se estaban masturbando, los cuatro poseían virilidades enormes. Erika entonces tomo como verdad el dicho de que los negros la tienen grande.
Erika: Cielo, quiero que esta noche sea la más especial de todas las que hemos tenido, quiero que me enseñes todo, por favooorr, enseñammmelo todo, sorprendeme…como haciendo una invitación a los otros hombres, quería excitarlos, quería hacerles ver su poder, ella era la que estaba eligiendo dárselas a Roger y no a cualquier hombre, ella había decidido hacer este viaje y ella les estaba dando chance solo de ver.
Erika, continuó diciéndole ahora bajito al oído: Quiero que la fantasía inunde esta noche, que sea especial, tu sígueme la onda, por favor cúmpleme este caprichito…si, mi reyyy…
Roger que era un tipo muy serio y formal, pero que sabedor de que estaba ante una diosa viviente, también ya prendido y concentrado en lo que hacía fue solicito en pedir: Güera, hoy quiero también que me sorprendas tú…quiero que tú también tomes la iniciativa, solo me gustaría hacer algo que nunca he hecho en mi vida, casi como con pena, con cierto grado de vergüenza…
Erika, que extasiada ante esta situación ya que ella podría también abrirse ya a plenitud: ¿Qué quiere mi papito chulo que le haga, estoy dispuesta a tooododoo? Entiéndelo, todoooo…ya le estaba gustando en demasía el jueguito a la hembra avarienta de placer.
Roger: quiero que bailes para mí, que me hagas un striptease, como si fueras una teibolera, una verdadera puta…sí, mamita…que rica estas para darle una sonora nalgada a la mujer, que ahora ya caliente, le contesta: Si mi rey, pero primero dame mis nalgadas por portarme mal, colocando sus manos sobre la mesa, abrirse de piernas, parar lo más que podía su nalgatorio meneándolo como lo hacen las perras en brama diciéndole: Sabes amor, me porte un poco mal, estuve provocando a los hombres en el bar, reconozco que me he portado mal, por eso castígame, dame mis nalgadas, es que esos negros no dejaban de lanzarme piropos mientras no estabas y yo pues no soy de palo y más los provocaba…tuve que bailar con Luis y el me hizo sentir su virilidad…
Roger que ya le daba sus nalgadas, por cierto, fuertes, para que en la soledad de la noche ya que en esta ocasión no había música de por medio: Que más hiciste putita…ehhh…te encanta andar provocando a los hombres, hey, por eso andas vestida así como piruja, para levantarle el micro vestido dejándole el liguero y la tanga y continuar con las nalgadas que acompañaba con tremendos agarrones a las montañas de carne, carne humana de un color blanco que resaltaba contra las morenas manos del hombre y de la tenue oscuridad..plac, plac, plac, plac
Erika que sonreía a más no poder de gozo, ahhh, ahhh, asiiii papppii ya me voy a portar bien…yyya no annnadddarree de pirruujjjaaaa.ahhhh, ayyyyyyy, ya profeeee, ya me voy a portarrr bieennn
Volteaba hacia abajo ocultándose con su cabellera rubia de la mirada de Roger que por estar maravillado en el culo ya rosado de su mujer no se percataba de que ella con toda claridad  podía ver hacia debajo de las maderas ya mal colocadas por el trajín del salitre y la humedad en el piso por donde había rendijas que resaltaban los cuerpos desnudos de los hombres que con unos ojos abiertos como platos podían ver a todo color las piernas y entrepierna de la mujer, así como la nalgeada que le estaban dando…Erika podía percibir y hasta oler el fuerte perfume de hombre que emanaban de esas cuatro grandes vergas, las más grandes que había visto en su vida…la forma en que se estaban pajeando era de una fuerza bruta tremenda.
Yaaaaa, ppappaiiii solloo baillele con élellel, perooo es que sentii que susu vergggag a erara muyyyy grnannnndee, muyyy grandeeeee
Roger que ya estaba desquiciado ante lo caliente del inicio al escarceo y ya con ganas de todo, porque en el mar no se había venido, tomando aire se fue a sentar a un sillón para tomar una guitarra quien sabe de dónde y empezar a tocar con habilidad un ritmo muy bailable…Vamooss chiquiitaaa, estaa nochehee no te la vas a acabar, me reserve para ella…a bailar que la casa pierde…al estar concentrado en la tocada no pudo ver la cara  que Erika puso, quedando por un momento impactada…en las ventanas que le daban precisamente la espalda de su macho, se asomaban las caras de los dos sobrinos…y en la otra la de la sobrina con un hombre que al parecer era su pareja ya que alternadamente se besaban…Carajo…si esto ya es una función pública pensó la mujer…al ver que Roger estaba tan concentrado, pensó pues qué más da…si son cuatro que sean ocho o más los que vean la clase de mujerón que soy…al estar un tanto mareada y sin tapujos de por medio empezó un suave baile, es excelente, ya que practico danza jazz y clásica por un buen tiempo, así que combinando lo que había estudiado del tema más su caliente sentir empezó a bailar como la mejor de las suripantas de Babilonia, que decir, de Sodoma y Gomorra, al ritmo de la guitarra se fue acercando y desvistiéndose de a poco hasta llegar a donde Roger ya con la mirada pérdida solo en su hembra no se daba cuenta de que ocho personas más estaban con ellos.
Recordó a otras actrices: Angélica Chahín y Sasha Montenegro que sin ser la gran cosa se caracterizaban por salir de ficheras, putas, bailarinas en las películas mexicanas de los 70 y 80 en donde se popularizo el llamado cine de ficheras….bailaba lo mejor que podía, ya solo estaba en zapatillas , tanga y liguero, ya su brasier no estaba en su lugar, sus senos relucían a la luz de la luna…
De pronto, Roger empezó a cantar:
Que no somos
iguales dice la gente
que tu vida y mi vida
se van a perder
que yo soy un canalla
y que tu eres decente
que dos seres distintos
no se pueden querer
Pero yo ya te quise
y no te olvido
y morir en tus brazos
es mi ilusión
yo no entiendo esas cosas
de las clases sociales
sólo se que me quieres
y te quiero yo
Erika paro para pasar sus piernas sobre el regazo de su hombre preguntando: Guaaa, tocas y cantas tan bien como coges papi…¿Cómo se llama esa canción? No la había escuchado…
Se llama “Vamonos” de José Alfredo Jiménez y expresa lo que siento ya mamita, te quiero, te necesito, gracias mi amor, para empezar a sobar con frenesí culo, cintura y espalda de la rubia que ante el inesperado arrebato de pasión le quita suavemente la guitarra para iniciar un movimiento oscilatorio con sus caderas sobre la virilidad de él, besarlo con toda la pasión que podía…le encantaban esos labios finos, ese olor a menta y a limpio que ese hombre tan mayor a ella tenía, 22 años exactos son los que separan a uno del otro, mismos que no son nada notorios en esos instantes.
Cual si fuera un privado de un table dance, Erika se removía como licuadora, rebotaba en la dura virilidad del otro que atinaba a meter mano en donde podía, prácticamente le arranco el tanga tirándolo sin darse cuenta que uno de los negros estiro su mano entre las maderas para tomarlo de inmediato cual si fuera un gran premio, acto que a Erika no le pasó desapercibido.
Roger se puso de pie cargando a la mujer del culo, ella aferrada a él de sus hombros, así estuvieron besándose, sus lenguas se transaban en una dura batalla, sin más el hombre se sentó en el mismo suelo flexionándose y depositando con cuidado a la mujer que de inmediato sintió como los dedos curiosos e intrépidos de alguno de los hombres, vio que eran los de Luis rozaban sus nalgas ya libres y sus muslos posteriores como dando pequeños piquetes ya que no podían abarcar gran espacio de su piel. Al quedar ella prácticamente encima de este hombre, solo separados por la madera, Roger no podía apreciarlo ya que él solo tenía ojos para su nueva hembra, su nueva yegua.
A tal efecto, Roger se paró un momento virando con cierta lentitud al sentirse un tanto acalambrado por la cargada y la posición, instantes que aprovecho la atribulada Erika para mandar un claro mensaje con sus ojos y manos a los mirones de afuera para que se ocultarán en ese momento…todo era un juego erótico para ella.
Roger se colocó una almohada sobre sus sentaderas ya que se probarían una nueva posición.
Recostado sobre dicha almohada se sentó con las piernas flexionadas y un poco abiertas. Así movió a Erika para que  se sentara en el espacio que él forma con su cuerpo. Con la ayuda de sus manos, el hombre acomodó a la rubia que con ojos entrecerrados ya adivinaba el nuevo empalamiento en la erección firme, grado máximo de Roger, iniciando así un nuevo saca y mete de cara a cara.
Erika recibía además las caricias ya con mano completa de Luis que en un acto de flexibilidad y fuerza había sacado sus manos por completo de las maderas e incluso con su boca alcanzaba a dar pequeños mordiscos y chupetones a los glúteos exquisitos de esa hembra que con su misma anatomía, sus senos, su bello rostro hacia que su penetrador no se percatara de que por la retaguardia también era atacada y manoseada a placer llano.
El mete saca era lento, rápido, otra vez lento, otra vez rápido, uno, dos, tres, cuatro,,,esa obsesión de analizar y comparar por momentos, aunque el placer era tremendo para la mujer que en arrebatos de pasión pronunciaba ya palabras más candentes…
Ayyyyy, ayyyy, hummmm, hummmm ricococo papppitotto siguueuuee metiendodood, siguuuee agarrandoood , soyyyy tuuuu puuytttttaaa, ttuuu mujejrrr, tu yeguuuuaa, lo quee tu qieeiirass soyyyy
Por su parte Roger no se quedaba atrás ya que también en la misma sintonía del juego de esa triunfal noche de oreja y rabo, le decía con voz ronca casi ininteligible….mmammamitttaa, que bien lo muevesss,, erssss toda unnaa putitiitaaaa….tommamaa, eresss mi mujeerr….soyy tu maccchooo
Así mismo, el casi negro Luis masajeaba a gusto uno a uno los glúteos duros, firmes, atractivos, de suave piel que se estiraba por el movimiento de atrás hacia adelante, o que en forma oscilatorio hacia e  incluso jugueteaba con el orifico anal, llegando a meter uno de sus dedos grandes y largos en el mismo, con lo cual el primer orgasmo de la hembra llego con toda nitidez a todos los mirones que expectantes le escucharon decir:
Ayyyyy, soyyyy tuyyyya siemrprreee. Ayyyyy, ayyyyy, hummmm, hummmm
Roger de alguna manera  controlaba  el ritmo y la intensidad de la penetración, pero la hembra de pronto siguió como si estuviera poseída por el mismo demonio para seguir y seguir penetrándose a un grado en que se detuvo para tomar aire y descansar:  ayyy..humm  sus gemiditos bajaron de intensidad, el sudor de su cuerpo ya le daba tintes como de haberse bañado.
Ahora Roger para mitigar su cansancio tomo las piernas de ella para apoyarlas suavemente en sus hombros para lo cual la tuvo que semi acostar, para ello le paso una almohada más para su espalda. De esa manera el llevaría la fuerza de la penetración, ahora ella acostada y el con sus piernas en sus hombros la empezó a bombear despacio, luego subir de a pronto la intensidad.
Otra vez su orificio anal quedaba expuesto a las manos de Luis que ágilmente ya se había movido en el entresuelo para quedar acomodado de tal manera que hasta la lengua larga y rasposa le llegaba a dar de lengüetazos tal cual fuera un perro en las nalgas de la mujer, que ya fuera de control: Ahhhhyy, sigueeee,, sigueuuee, tu llelgagga a dondeee quierass….ayyyyyyy
Fue tanta la ensalivación y dedeo en la parte trasera de la mujer que arrebatada le dice a Roger: Papppii ya dame por el cullooo, estoyyy listaaa, no importattata , tu dammemee ahorrraaa por ahhiiii, romppepeemmeee, matamammmee, perooo no me dejejjes de darrrr poroor favoror Rogeerr, proffeeee
Roger que estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para detener su corrida, le ayudo a levantarse para ponerla en la mesa donde la nalgeo anteriormente dando de lado a los ventanales, solo ella de reojo vio como ya la sobrina de su hombre y su novio estaban haciendo el amor también, los sobrinos quee…se estaban cogiendo entre los dos a una aparente prostituta por la forma en que estaba semivestida y su maquillaje….ya no estaban tan atentos a lo de la estancia, ella pudo ver todo esto con bastante claridad, ya que estaban un tanto alejados ya de las ventanas, su hombre estaba concentrado en la sodomización inminente…la segunda en su vida de casi 33 años.
Roger la puso de pie ya que al estar con zapatillas aun le quedaba justo a la altura de su pene y así podérsela coger a gusto sin necesidad de estirarse: Chiquiiittataa., puttaaa, ahí te voyyy,,,aguantee, seraa a puño limpio
La hembra que ya estaba ciertamente dilatadita por el otro, había alcanzado a limpiarse con su mano los restos de saliva y untarse de sus propios líquidos: yaaa mi cielelo, mira me puse de mis jugos para no sentirrrr tan feoooo…ya no alcanzo a terminar ya que Roger en un dejo de locura se la dejo ir con todo…
Ayyyyyyy, bruutoototooo,, cabrororoonnn, me sorprenndisisiste ahorara siiii, cabrorooonnnn dulellelel, quitttata, quiiita, ahhhhhhh
Roger: así lo querías no chulita….se ve que nunca te han dado caña como ahora….por eso andabas de buscona el otro día,.,,heee eputititiitia, tu maridooo la ha de tener chiquittaa…el hombre ya estaba fuera de sí, estaba super caliente…y a quien no, se imaginan que en bandeja de plata se te ofreciera una mujer como la afamada actriz de la época dorada de Hollywood Kim Novak (jóvenes vean la película Picnic en el baile nocturno que hace esa ninfa de Novak y sabrán lo que es erotismo puro en un cuerpo de diosa salvaje rubia o la película Vértigo del maestro del suspenso con James Stewart como su marido, uffff…antes también había sensualidad pura en el cine) ..uffff revivía hasta los muertos, esas y esta si eran viejas de verdad.
¿Qué más hiciste con el negro Luis? Le pregunto…
Plac, plac, plac el sonido de los embistes del hombre sobre los acojinados, grandes y duros glúteos de la hembra eran delicia para los negros que seguían en lo suyo, Erika al estar agachada podía seguir viendo ya con sus ojos vidriosos con ciertas lagrimas por el dolor inicial del enculamiento sorpresivo…Nadaddaa mi reyyyy solo le dejjee que me  sobararraa un pocoocooo…las nalggasss
Asiiii, asiii fueeeerteee,,,dándole más duro, durisimoo…el plac, plac, plac aumento al doble de sonoridad….
Ayyyyy, siiii, siiii asiii le dejejejeeee..ahuiuuu, hummmm
El acople fue más duro, intenso en toda la magnitud, los senos de la rubia se llegaron a aplastar contra la mesa, su rostro ladeado y babeante ya solo gemía de un placer indescriptible…de pronto ante su sorpresa, su varón la tomo de los brazos para levantarla haciéndole acomodar en el piso colocando en sus rodillas de nueva cuenta la almohada y ya en posición de perrito, volvérsela a mandar de un solo tirón en su pequeño orificio rosado oscuro que palpitando en medio de sus magníficas montañas de carne que ya ansiaban a su oradador, el mete saca continuo, solo que ahora la cara de la mujer daba directamente a la cara del negro Luis que con una sonrisa triunfal veía a todo color el increíble acto de sodomización de esa exquisita mujer…
Plac, plac, plac, uno, dos, tres, llevaba ya como cerca de cincuenta empellones, un orgasmo múltiple le llego a la mujer…hummmm, hummm, ahiiiii, ayyyyyy, ayyyyyy, gemía con una cachondería de mil….el hombre también finalmente estallo profiriendo un gruñido animal.
Reponiéndose abrazados cual tiernos amantes en la cama, la mujer pudo ver cuando los mirones de las ventanas se retiraban, ufff,,, la libre por ahí, pensó.
También vio las siluetas de hombres saliendo…uffff, al finnn…que calentura, se decía a sí misma en su atribulada mente….pero ya paso, se reconforto la mujer que ahora se encontraba como en un trance de relajación.
Roger se durmió apaciblemente rodeando a su mujer, de hecho primero le empezó a cantar al oído canciones tales como “Si nos dejan” “Amanecí otra vez entre tus brazos”… hasta quedarse dormido…la mujer suavemente se retiró de su lecho para revisar que todo estuviera bien en la cabaña…estaba desnuda, solo con su liguero y medias puestas…agradeció que ya no había nadie en el resuelo, se asomó a la puerta para verificar, cuando de pronto se sintió jalada por unos fuertes brazos que no eran otros que los del cuñado de Roger.
Luis la jaló hacia él, estaba completamente desnudo y seguía empalado, su enorme verga hasta se cimbraba de lo erecta que se mantenía, la mujer solo atinó asustada a decir: pero que te creeesss…
El hombretón con su peculiar estilo jarocho de hablar, le lanzo como si fuera lumbre en su oído esta advertencia: ¡Mira aquellos ya se fueron, pero a una llamada mía, vienen y matan a Rogelio, así de fácil, ya los convencí de que no molestarán, pero tú y yo tenemos un pollito que comernos, mi negra santa para ya atraerla por completo hacia él tomándola de su culo, al cual con sus manazas empezaba a amasar cual si fuera masa de tortillas o de pan, con su quemante boca se prendió a los pezones de la miedosa mujer que trataba de salirse de ese abrazo infernal que le quemaba,  ya que podía sentir como su adolorido pero gustoso ano, así como sus pezones se cimbraban otra vez de emoción, sobre todo porque su vista no podía dejar de ver, cual hipnotizada serpiente a su amaestrador, la enorme y ancha verga de ese hombre.
Hummm, quittatta cabrónn, so pedazo de puttaaa….
Quietatta chiquiitta, vamooss a completarra la faennna
El hombre sujetándola de las nalgas se la subió con más facilidad que cualquiera hombre hasta ese momento de su vida, más fácil que Rogelio y cargándola la saco por completo de la casa para irse hacia unos matorrales cercanos…la mujer pataleaba, pero solo lograba golpear las piernas del negrotón, así como con sus manos intentaba zafarse solo logrando golpear con menor impacto el fuerte pecho de Luis que burlándose ya…Negrita, ahora si vas a ver las estrellas, este negro santo tiene mucho más aguante, viste que no me he venido aun, jajaja todos se vinieron menos yo…tengo pa darte largo rato…
Erika al punto de llanto, no quería despertar a Roger, sabía que este cabrón podía hacer realidad lo de matarlo, sabía que en la clase baja y aún en la media, ocasionalmente en la alta del país son comunes los asesinatos. Los titulares de los periódicos de poca monta casi a diario tenían títulos que siempre le parecieron estrafalarios, tales como: “Hombre asesina a amante metiéndole 15 puñaladas”, “Violada, muerta y arrojada a los perros”, “Destripado aparece en canal”, y así por el estilo.
Recordó en su ágil mente el famoso caso de una pareja de novios adolescentes de la clase media alta en Monterrey en donde el novio fue preso acusado de matar a los hermanitos pequeños. Nunca se supo a ciencia cierta  la verdad, muchos sospecharon de la novia, la hermana de los niños o incluso de la mamá que otros aseguraban era amante del chavo preso. Recordaba que el apellido de la novia y de la mamá era Peña. Que cosas se le ocurrían en ese instante, igual que el actual y reciente Presidente de México Enrique Peña Nieto, con lo cual se le vino a la mente su Rogelio por el mismo peinado que usaban.
Rogellio…estuvo a punto de gritar, cuando el negro con su boca le tapo la suya en un beso profundo de lengua que casi la ahoga por lo sorpresivo del movimiento…como la cargaba con fuerza, pues solo hacia evidente su enorme potencia física.
Ella recuperándose de su aliento, escucho eso sí con claridad como él le decía: No le busques güerita negra, mira allá están los compas, dirigiendo esos ojos cargados de deseo animal hacia otro extremo…Erika de inmediato volteo para con horror ver que los hombres estaban de pie ya vestidos y con sendos machetes en sus manos, uno de ellos incluso lo abanicó con actitud marcial en el aire.
Erika guardo silencio y agacho la mirada, jejjeje ya te lo decía yo, este negro se va a cenar  mujer blanca, jajajaja
La casi tumbo sobre la hierba escasa que se combinaba con la arena de la playa del mar, para ponerse de inmediato sobre ella, apartando sus majestuosas piernas y empezar a soplar, lamer, succionar, chupar, lambetear, degustar, comer con boca y dedos la intimidad recién humedecida de la mujer por el fragor anterior en la cabaña con Roger.
La mujer ya sollozaba quedamente: Porrr favooroor, respetammee, soy la mujer de Rogeer….no podía acompletar las palabras ya que descargas eléctricas la recorrían…no pudo evitar muy a su pesar emitir ya gemidos…hummm ayyyyy, pararara porrr favoorrr soy cassadddda se le escapo….La habían presentado ante todos como la mujer de Roger, pero no se habían dado más datos sobre ella…ahora se le escapaba esa indiscreción.
El cuñado también recorría con sus manos todo lo que podía abarcar de esa sudorosa piel, suave , bella, blanca, reluciente, el olor y sabor que desprendía esa mujer era simplemente el mejor que había tenido ese hombre aficionado a las mujeres. Muchas habían pasado por sus armas, pero ninguna del talante de esta hembra de fuego que empezaba a convulsionarse.
Luis sabía lo que hacía, con lengua llegaba a intimidades que en las anteriores prácticas no habían llegado ni el policía Mario, ni el mismo Rogelio.
Al querer defenderse, la mujer se había mantenido de su torso semierguida, pero al recibir tal tratamiento cual mujer que ya casi se entrega tuvo que recostarse sobre la hierba, ya su cabeza estaba en el suelo. Solo escuchaba el glog, glog, glog, glog, sus propios gemidos, así como la cabecita y su cabellera hacían un ruidito al estar moviéndose  de un lado a otro por los placeres que estaba recibiendo
Su mente no se entregaba, por lo que sus réplicas continuaban: yaaaa, yyyay ess sufiicienette, pararraa, porrr favororr, siissiisisis
A la mente se le vino una estadística que había estudiado: “México se encontraba entre los 10 países en donde sus habitantes tienen sexo con frecuencia y es la segunda nación en cuanto al nivel de satisfacción”. Sentía que estaba a punto de ser parte de la estadística…todo se le estaba saliendo de control, lagrimas gruesas de impotencia salían de sus bellos ojos.
Rogererre despeierrtttaa,,,porrr favoororr
Ahhhhh, ahhhhhh, cabrororoonnnn dejjajjaja , ahiiiii siiiiii, siiii, siiassssi, nooooo, pororr diooooss, noooooo yayyayyaa
La ambigüedad de sensaciones en la mujer, la extraña combinación de que su cuerpo siente y su mente sigue trabajando, la tomaron desprevenida ante el tremendo orgasmo que ese otro hombre le provoco.
Se desmadejo, dejando ya de luchar  y pensando que era inevitable que este la tomara ya…Ni modo, pensaba, me toco perder…incluso se medio acomodo para empezar a abrir sus piernas al máximo tratando así de prever el inminente dolor que sufriría al recibir tal tamaño en su vientre.
El hombre riéndose ya a carcajada se pone de pie, para mostrar su potencia diciéndole: Bueno, güerita chula es tu turno, a chupar una verdadera pija, moviéndosela efusivamente frente a ella.
Erika pensó que tal vez si lo hacía venirse se salvaría de ser violada…así que resignada se arrodillo delante de ese abusivo para empezar a tratar de darle una buena mamada…tuvo dificultades para hacerlo, apenas si cabía en su boca, su sabor era muy salado, como pudo se aplicó lo mejor que podía…su mente aún no era conquistada, si hacía esto era solo por salvar a su viejo de ser asesinado por estos malditos…
Sus justificaciones mentales no la excusaban de empezar a calentarse, debía reconocer que la fuerza de la erección, más que el tamaño en sí, era lo que la tenía maravillada, nunca había sentido un pene tan duro, tan firme, parecía que no pudiera bajársele dicha firmeza por lo que tomando sus manitas las empezó a alternar para empezar a masturbarlo para ver si de esa manera lograba el triunfo de hacerlo venir…
El hombre ya tenía los ojos en blanco, no era muy listo, solo era fuerza bruta queriendo abrirse camino en el vendaval de sexo que auguraba  en su mente…por lo que pensaba gozar lo más que pudiera con ese mujerón, llevándosela con calma…pensaba tener el tiempo suficiente para cogérsela con todo…
La mujer arremetía con todo, ya estaba en lo suyo, estaba caliente, y no dejaría de pasar esta opción de disfrutar, aunque tenía enorme expectativa de poder evitar la cogida al hacer venir al hombre y de esa manera ganar tiempo para ir con Roger…
Glug, glug, glug, incluso la mujer atrevida empezó a pasar sus senos sobre la erección, a realizar lo que se conoce como una “cubana”…ya sus ojos no dejaban de mirar a Luis  como diciéndole: Ya ventte….por lo que también empezó a usar su voz…con el mayor grado de sensualidad que podía: Anddaaa ppapiii echamemmelos en mi caraa, andda cumplemememe ese capricccjjjhooo y sere tuyyayaaaa
Así continuaron por un tiempo que le parecía ser una eternidad a la mujer llenándola de más paradojas, le gustaba  pero no quería seguir avanzando, no quería darle las nalgas a ese hombre.
Pero la virilidad no bajaba, al contrario parecía hincharse aún más ese miembro…por lo que sonriendo el negro la paro con sus manos en seco para decirle: Ahora si mamita prepárate porque este jarocho te va a dar con todo…tu elige putita como quieres ser llevada hasta el cielo..jajaja
Erika intento hacerlo cambiar de opinión: Anda negrito, échamelos a mí, y después haremos lo que quieras, pero primero déjame seguirte gozando.
Luis que ya iba por todo: Nada chiquita, este negro ya quiere entrar en tu cuquita, así que escoge mi negra santa, ya sabes por allá andan mis compas q a un aviso mío entran en acción
Erika totalmente asustada solo atino estando arrodillada a darse la vuelta para seguir en esa misma posición,  solo que poniendo  su nalgatorio a disposición de ese desgraciado e inminente violador, no quería verlo a la cara, estaba resignada a ser culeada, otra vez empezó a sollozar…
El hombre se arrodillo detrás de ella, para empezar a pasar su miembro por la rajadura expuesta de la mujer que gemía y sollozaba quedamente…estaba lista para ser penetrada en su vida por un tercer hombre, quien lo hubiera pensado, esa rica mujer de sociedad de la principal ciudad industrial y comercial del país a punto de darle las nalgas a un pobre hombre de un alejado pueblito en el estado de Veracruz, gran paradoja. Otra vez ella no había elegido como era su costumbre…
Todavía el hombre la humillo aún más: Mira cielito como estas empapadita, mira como esta mi amiguito, tomando una de las manitas de la  mujer  para que así de espaldas palpara su aseveración al sentir lo húmeda que se encontraba la cabezota de ese pene, Mira negrita, separa tus cachas para que pueda entrar más fácilmente…te va a doler al principio, pero luego me vas a pedir a gritos que no te la saque, no te preocupes, podemos estar todo el tiempo que quieras, dándole una nalgada para que lo obedeciera.
Erika a sollozo y gemido vivo no tuvo más remedio que seguir arrodillada en cuatro, apoyarse con su brazo izquierdo en el suelo, virando su brazo derecho para que con su mano se abriera aún más su nalga haciendo un hueco más apropiado para el inminente ingreso, allanamiento y penetración de ese falo enorme
Ya entraba la punta de ese descomunal falo, Erika exhalo un tremendo ouggggg…despaciiitoooo, despaciitotootoo
Cuando la voz salvadora de Roger que se aproximaba: Erikkaa, cariño  estas biennn?
Erika aprovecho que el hombre no continuó el ataque para casi saltando salir al encuentro de su hombre no sin antes voltear a ver al otro para con un dejo burlón: Caray negrito, se te fue viva la presa, so pendejo, esto no volverá a pasar, sábetelo bien, esto no se va a quedar así, cabrón.
Erika sabía que sería muy descabellado que los hombres se le fueran encima a Roger ya despierto, solo hubieran actuado cuando estuviera desprevenido durmiendo, había razonado que de quererlo matar, habían tenido oportunidad antes, pero no se sintió segura que al dormir si se le fueran encima. Los catalogaba de cobardes, ya que querían actuar cuando su hombre estuviera desprevenido.
Llegando, casi corriendo con su verdadero hombre, para decirle, es que fui al baño…jejeje  ¿Estas repuesto papi? Quiero más….máss para empezar a besarlo con salvaje pasión en su corazón y un confort en su mente.
La noche ya sin mirones continuo con otras dos cogidas de antología, volvieron a probar, a experimentar. Las palabras ya eran de pasión, ya de cariño, ya de confort…Erika se sentía plena con él, no solo en el plano físico sexual, realmente le agradaba la forma de ser…en su mente aún conservaba la idea de tener sexo pero no solo por tenerlo, si no con una persona especial. Esa persona al 100 % era el Profesor, el Ing. Rogelio Bautista, 22 años mayor a ella. Pensaba, que incluso sería muy fácil enamorarse de él, ya lo sentía.
Ya relajados, Erika le pregunto que como era que en su condición de clase mediero, proyectaba una enorme paz emocional y al parecer espiritual.
Erika miraba a Rogelio como hipnotizada, por la forma de vivir, lo hacía con toda humildad y un perfil bajo. Se estaba definitivamente enamorando de este hombre.
Y en determinado momento, le preguntó ¿cómo era que proyectaba esa paz y madurez?
Rogelio le dijo: después que falleció mi señora Chayo, en una oportunidad, estando de viaje en Tijuana entré a un templo, porque estaba muy afectado y después de escuchar a un sacerdote, quedé impactado por sus palabras como me llevaron a una paz interior que no recordaba nunca.
Pregunté de donde era la persona, por ese idioma español diferente me dijeron que era uruguayo.
Un tiempo después, estaba en Monterrey con un amigo uruguayo, viendo el fútbol en el Universitario, era un Tigres vs los Diablos Rojos del Toluca. Me encanta el futbol y lo practique hasta hace un año, cada vez que puedo voy al futbol, no le voy a un equipo en específico y le había comentado lo que me pasó en Tijuana.
Después hablamos como se extrañaba al uruguayo Vicente Sánchez, el llamado “Tamborilero”  con el Toluca y su época de oro con el paraguayo Saturnino Cardozo, el argentino Hernán Cristante. En suma uno de los mejores, si no es que el mejor equipo de la época actual en México.  Me contó una historia, que no pensaba que estaba conectada.
Me contaba de un jugador que jugó en Nacional y Danubio.  Un jugador rapidísimo, con un gran futuro, aunque se lesionaba muy seguido y otras veces salía muy golpeado, porque le pegaban mucho y si los jueces aplicaban la regla, por lo menos dos marcadores no terminaban el primer tiempo.
Además de ser jugador y bastante codiciado, era un universitario.  Cuando lo codiciaban del exterior, no se fue, quedó en condición de libre y se pensaba que luego podía negociar su pase al cien por ciento para él.  Después no se habló nunca más.
Unos pensaban que se fue al exterior y que después podía seguir manejándose el su carrera.
Pasados los años, un día, en un programa televisivo, anuncian para el día siguiente  que pasarían la vida del sacerdote  “Propóleo” -como así le llamaron en el anuncio- y que todos estuviéramos  pendientes de la entrevista.
Transcurriendo el programa, llegó el momento y dijeron, que es de la vida del jugador “Propóleo” y cuando van a la presentación dicen, que es de la vida de la persona, un ex jugador , vemos al Padre “Propóleo” y todos quedaron sorprendidos.
Después que habló quedaron todos impactados por la tranquilidad que daba a las personas.
En los primeros quince días, estuvo en casi todos los programas de televisión y al mes, en todos los programas de televisión y radio habían realizado notas a “Propóleo”.
Pasó a ser una de las personas más populares del país, pero a algunas personas, sus prédicas causaban molestias y sobre todo, el poder de comunicación y de tener seguidores.
Si entras en Youtube, en Murga Arlequines Couplet del Padre Propoleo o Los Arlequines 1993 actuación completa y allí verás la popularidad que tenía.
Pero su prédica molestaba a determinadas personas y terminó en México.
Así fue que conocí la historia real y el misticismo de esa persona y me interesé en su obra y congregación Dalmanutá y allí aprenderás a ser feliz, con mucho menos. Lo entiendes ahora, Erika, concluyo un relajado Rogelio.
En su último día con él, el siguiente ya no hubo oportunidad de intimar, pero sí de conocerse aún más. Quedaron de buscarse en Monterrey, Erika ya estaba ideando que el Profesor fuera dos veces por semana a su casa para darle clases a Rodrigo y así buscar la manera de que el encuentro fuera en su propia residencia…era arriesgado, pero no se le ocurría mejor manera. Noto un dejo de tristeza en él, pero otra vez no le dio mayor notoriedad. Cada quien regresaría por su lado a la sultana del norte.
A su regreso en avión de Veracruz a Monterrey, le llamo la atención su compañero de asiento, un simpático caballero mayor de pelo gris, blanco, de lentes que resultó ser el padre  “Propóleo” del cual le había hablado Roger. Su  acento evidentemente era sudamericano. Era un exjugador de futbol en su natal Uruguay que después se convirtió al sacerdocio, siendo muy querido y reconocido en su nación. Por necesidades de su comunidad, fue trasladado a Tijuana, ciudad peligrosa en la frontera de México con Estados Unidos. Erika estaba maravillada por la serenidad que proyectaba, por la cultura enorme que tiene ese sacerdote y por lo pequeño del mundo de que coincidiera con él en el avión, a sabiendas ya de quien se trataba por la plática que tuvo con su hombre el día anterior.
Platicaron muy a gusto. La mujer recordaría las palabras de “Propóleo”  por mucho tiempo después. Que lejos estaba de imaginar el impacto en su vida real de sus comentarios expertos:
El Padre le narro como hace años en Tijuana se daba un escenario dantesco: “la calle estaba cerrada. Balaceras, cuatro muertos, una criatura. Eran tiempos de violencia entre cárteles. Estaba la policía, la televisión… Nosotros salíamos esquivando…” ¿Balas? “…Cadáveres. Esas cosas pasaban todos los días. Esos años ya son pasado. Eso fue una historia real de Tijuana que se ha superado por completo desde hace cuatro o cinco años. Pero, bueno, eso fue antes, en tiempos de los Arellano Félix (líderes históricos del Cartel de Tijuana) que se disputaban la zona con otras organizaciones. Ahora estamos un poco más tranquilos. Por eso han venido muchas inversiones. Volvió el Turismo. Lamentablemente, el problema de los cárteles se ha desplazado, por el `Efecto Cucaracha` que le dicen, a Monterrey, Ciudad Juárez y la Comarca Lagunera (incluso Roger le había platicado a Erika, que una vez se fue a Torreón para ver jugar al Santos de la comarca Lagunera y le toco una balacera cerca del estadio de dicha ciudad). La acción del gobierno está funcionando, en el sentido de ir acorralando, aunque los que pierden son los civiles que en mala fortuna les toca estar en un evento entre bandas criminales”.
Erika le hablo de sus experiencias en Monterrey, el día bendito que conoció a Rogelio y como este había sido impactado en su vida por su intervención: “los colgados, el intento de secuestro y violación, la balacera, la policía, la venta de droga, los casinos, el burdel de lujo Le Barón”.
Nunca hubiera imaginado la sorpresa funesta que le deparaba esa triste e intimidante realidad de las ciudades norteñas de México.
Llego a Monterrey, sus días transcurrieron normales. Le empezaba a molestar la actitud socarrona, de evidente deseo a través de miradas llenas de lujuria y lascivia de su nuevo guardaespaldas, el tal Esteban. Le chocaba su aparente indiferencia y seguridad en sí mismo. Debía sin embargo reconocer que el tipo tenía lo suyo, era atractivo, ya Clara y Susana como siempre hacían sus soeces comentarios y en cuanta oportunidad tenían se le ofrecían sin ningún recato. Por el momento, su suegro se mantenía ocupado en sus negocios.
El día jueves de la siguiente semana sería el día en que acordó con Roger para buscarse. Ya había transcurrido casi semana y media de su mini luna de miel en Veracruz…se extrañó de qué no contestara el celular.
Un tanto molesta, salió al jardín, camino un tanto para encontrar a un abatido joven Rodrigo, casi al borde del llanto…Rodri: ¿Qué pasa?
Rodri, sin medir consecuencias se abrazó cual si fuera niño para ya llorando decirle: Se murió mi Profesor preferido, mi amigo Rogeli….ya no acabo la frase, ya que la mujer le tapó la boca para con una cara descompuesta por una súbita locura casi gritarle: ¿Quéee….?
Mi Profe Rogelio fue alcanzado por una bala perdida muriendo….
La mujer casi se desmaya, por lo cual Rodri tuvo que prácticamente jalarla hacia una ladera en donde el caminito serpenteaba hacia una de las colinas que ese enorme jardín tiene.
La mujer estaba en shock…por lo que Rodri que estaba precisamente capacitado en primeros auxilios empezó a masajear el pecho, al no encontrar respuesta, poso sus labios con la mujer que en su desesperación acepto el poderse unirse con alguien, abrazarse por el enorme peso que sentía en su ser. Rodri, a pesar del momento, no dejaba de temblar por haber podido besar a su amor, a la mujer deseada.
Ya más calmados, recibió la poca información que su jardinero tenía. Todo coincidía, su hombre, su enamorado, había muerto en al parecer un fatal accidente, al estar en medio de un fuego cruzado entre bandas criminales y recibir un impacto perdido. Una inocente víctima más de esa estúpida guerra entre narcos. Lo estaban velando en su casa. Rodri quería ya salir de inmediato para allá. No entendía la reacción de infinita tristeza que la Sra. Erika tenía.
Erika, le pidió, casi le rogo que fueran juntos a la casa del Profesor. Le explico que también conocía a ese hombre, aunque no le dijo de porque lo conocía. Solo le menciono que si lo conocía.
Esteban que estaba intrigado por la súbita premura con que su patrona y el joven hijo del jardinero deseaban ir a una colonia de clase media baja en la ciudad de Monterrey…”aquí hay gato encerrado” se dijo a sí mismo el guardaespaldas que de tonto nada tenía.
Esteban, se encargó de llevarlos. El guardaespaldas era experto en relaciones humanas, sabía que en esto había algo más de fondo. La mujer se le antojaba sobremanera, sabía que en su posición laboral al tener que reportar al temible empresario José Treviño tenía un alto grado de riesgo, pero también era sabedor que al estar muy ocupado, y aunque tuviera muchas “orejas” por todos lados, él tenía muchas  cosas a favor, incluso poderse “coger” a ese viejononón…era simplemente un mujerón en toda la extensión de la palabra. Aún con ropa negra, se veía apetitosa. El otro día se dio cuenta que era relativamente fácil prenderla, “claro, que es cuestión de trabajarla, paciencia, será mi recompensa, jejeje” se decía el taimado sujeto que por su trabajo tenía bastante experiencia en estos menesteres.
Rodrigo, estaba extrañado de que su patrona hasta de negro se había vestido para el evento luctuoso de su querido profesor. Llevaba una falda sastre entallada que cubría por una mano arriba de la rodilla, que al ir sentada en el auto se le subía un tanto más dejando ver buena parte de esos portentosos muslos blancos. Una blusa ligera que resaltaba los pechos majestuosos y unas zapatillas a tono, completaban la desolada y patética figura de una mujer que hasta parecía había envejecido en solo unos instantes.
Esteban era listo, no hizo preguntas, ya indagaría al llegar al domicilio citado. Erika estaba al punto de un inminente llanto, sus manos las estrujaba fuertemente, ya tomaba a Rodri de uno de sus brazos, ya se apoyaba en él, en esos momentos era su único escudo de protección.
A la llegada de esa bonita casa colonial, de inmediato se dirigió al ataúd que estaba en el centro de la sala, para ver que efectivamente se trataba de ese Profesor, de ese recién Ingeniero que ya mayor seguía demostrando sus ganas de superarse y ser mejor, a ese hombre que le enseño el sexo a plenitud y con quien gozo tanto solo unos días antes, sus lágrimas brotaron ya sin refreno. Su dolor era auténtico, se había preguntado días antes, si ya se estaba enamorando de él.
Sofía, la hermana de Roger llego hacia ella para abrazarla cariñosamente, fueron a sentarse en donde ya con detalle le platico que su hermano al llegar a Monterrey en autobús, en el mismo trayecto en taxi de la terminal a su casa, fue víctima de un fuego cruzado, muriendo al instante. Dos balas fueron mortales. Le entrego una carta que le había escrito.
Roger ya estaba sentenciado a morir de cualquier manera, solo Dios le adelanto unos meses ese inevitable acto en todo ser vivo. Recién le habían detectado una mortal enfermedad que no tenía cura, era cuestión de tiempo. En la carta le explicaba que había querido decírselo personalmente, pero al verla tan feliz y radiante, lo único que se le había ocurrido era hacerla dichosa el tiempo que le quedará de vida. Se había enterado precisamente el día que se conocieron, él venía del hospital en donde ya le habían confirmado después de haberse realizado diversos estudios. La carta era muy amorosa, él se había enamorado en definitivo de ella.
La mujer atribulada recibió el abrazo de otras personas, muchas desconocidas para ella, ya que la hermana que no sabía a ciencia cierta quien era la había presentado como la mujer de su hermano. Solo sabía que era de Monterrey y de un nivel muy distinto al de su hermano. Lo que habían platicado eran asuntos familiares y de dinero para tratar de ayudarla cuando él partiera de este mundo
Ello fue percibido con claridad por Esteban, que ya se había encargado de indagar y que socarronamente ya se relamía de gusto ya que tendría elementos para chantajearla y lograr encamarse a esa rica y elegante señora. Al fin ya tenía planeado irse del país, con ello no tendría problemas con el empresario José Treviño, del cual adivinaba también tenía esas mismas intenciones con la nuera.
Rodri, con cierto desencanto y mucho asombro también se enteró de esta situación. También había recibido una carta de su profesor en donde con cariño le expresaba todo lo que lo quería y le pedía un gran favor: que ayudara con la búsqueda de trabajo para su familia, su hermana y su nuevo esposo Luis. De hecho, el casi negro Luis ya hablaba con el muchacho sabedor de que este trabajaba en una casa rica, sin saber que la dueña de esa casa, era precisamente la diosa rubia que casi estuvo a punto de cogerse.
Erika solo podía reconocer lo querido que era su ya muerto hombre. EL dolor y el llanto sincero de la mayoría de los presentes, no le permitió ver que tanto como Esteban como Luis la miraban con deseo y un tanto con decepción Rodrigo.
También una mujer morena bella con un hombre evidentemente extranjero ya estaban en la sala. Se trataba de la hija de Roger que vivía en el extranjero. El hijo también se encontraba. Fueron muy amables y respetuosas con ella. Estaba en suma, recibiendo el trato, cual si fuera una autentica viuda. El hijo era muy guapo, muy parecido al padre, pero de facciones más acabadas, estaba abatido.
Uno de los abrazos distintos fue precisamente el de Esteban, que aprovechando que todos la abrazaban fue con ella: Se pegó más de la cuenta, ¡pierde cuidado! Tu secreto está bien guardado conmigo, nadie sabrá que tuviste un amante, masajeando la cinturita de la mujer, que ante ello reaccionó que había cometido en su azoro por esta tragedia muchos errores, ¿Qué estás diciendo?, Lo que oyes, ya me entere de todo, recuerda es mi trabajo, pero ya sabes que puedes contar conmigo para todo, entiéndelo todo.
Erika, que había pedido subir a la recamara, de su a todas luces por la concurrencia reconocido marido u hombre, y cual si fuera la verdadera viuda estar a solas en ese recordado y querido lugar que una sola ocasión fue testigo de su entrega plena no alcanzando  a reaccionar aún del evento en sí, así como del  implícito mensaje de su nuevo guardaespaldas,
Así estaba triste y metida en sus pensamiento con la mirada pérdida de pie hacia la ventana colonial, cuando el hombretón Luis se le acerco a abrazarla también por atrás.
En algunos lugares de México, es costumbre poner música cuando se está haciendo honores al fallecido. A petición expresa de Rogelio, le había pedido a su hermana que llegado el caso de su deceso se cumpliera con dicha tradición. Música al efecto era lo que se escuchaba en toda la casa.
Juan Gabriel a dúo con la ya fallecida española Rocío Durcal, entonaban:
No sabía, de tristezas, ni de lágrimas,
ni nada, que me hicieran llorar
yo sabía de cariño, de ternura,
porque a mí desde pequeño,
eso me enseño mama, eso me enseño mama,
eso y muchas cosas más
yo jamás sufrí, yo jamás llore,
yo era muy feliz, yo vivía muy bien
Yo vivía tan distinto, algo hermoso,
algo divino, lleno de felicidad
yo sabía de alegrías, la belleza de la vida,
pero no de soledad, pero no de soledad,
de eso y muchas cosas más
yo jamás sufrí, yo jamás llore,
yo era muy feliz….yo vivía muy bien
Hasta que te conocí,
vi la vida con dolor
El canijo Luis aprovechando la tristeza y abatimiento, sin que aparentemente nadie se percatara también subió a la pieza, la cerro con cuidado y se fue a abrazar a la desolada mujer por atrás rodeándola con sus brazos.
Llevaba camisa de manga larga, por lo que Erika que sorprendida no atino a ver las manos del hombre, no sabía de quien se trataba, solo sintió un pene en posición normal hundido ya en sus suculentas nalgas, aunque con claridad sintió su tamaño grande.
Era tal su grado de aturdimiento que solo atino a reposarse aún más en ese abrigador abrazo e incluso recostar su cabeza con su cabellera rubia en el fuerte pecho de quien la abrazaba…
CONTINUARA
Notas del autor:
Algunos han tenido la amabilidad de escribir a mi correo, espero contestar de la mejor manera posible a la mayoría de las cuestiones que me han solicitado.
Lo que sí es real de esta zaga es que se trata de una mujer rubia de la clase alta de Monterrey que le está poniendo el cuerno a su marido que no es gay, pero que está más interesado en el dinero y su trabajo.
Con quien le es infiel es con un señor maduro de clase media baja, que incluso en lo personal no lo conozco, solo sé que es mayor que ella, pero que al parecer en la descripción física si es así como me lo han contado.
La protagonista de cara es parecida a la actriz venezolana Gabriela Vergara (no Spanic) que radica en México, en si es muy guapa de cara.
De cuerpo si es parecida a Erika Garza la famosa “Huerquita”, sin llegar a a ser gordita como a veces se ve esta comunicóloga de los medios televisivos
A ambas las puedes buscar en imágenes google y te darás una idea de que si es un cromo real, así es esa mujer rica a la cual le cambie el nombre por obvias razones.
Todos los personajes son reales, aunque no necesariamente coinciden entre sí en la realidad, yo solo he juntado, cambiado, fantaseado y exagerado las situaciones (casi todas).
Algunas situaciones si son reales, pero de otras personas también. Las cogidas del metro de la ciudad de México obvio que son inventadas, pero el “perreo” si se da. Lo del cine es cierto, aunque no en el DF, fue en provincia. Me ocurrió a mí en lo personal, pero no con una transexual, por supuesto, jajaja.
Yo conozco a una de sus amigas, ya que también me la ando comiendo, aunque a decir verdad no es tan guapa, ni tan escultural como la protagonista, aunque si es un a mujer bonita y de buen cuerpo.
Vivo muy cerca de Monterrey y por trabajo coincido con esta mujer de clase alta. Yo soy de clase media alta. La protagonista solo me conoce de vista ya que en una ocasión con la amiga coincidimos en una cena, pero hasta ahí, la amiga solo me confió que era infiel y que el Tío y el suegro la molestan, aunque no necesariamente en lo sexual, sino más bien son pleitos típicos entre familias, nada del otro mundo.
Si es parecida a la Gabriela de Cipriano, solo que esto es real (el cuerno) y la diferencia es que Cipriano es al parecer malo, borrachín, feo  y perverso, y aquí el que le pone el cuerno al marido es un muy buen tipo, tal como se describe a Roger. De hecho es casi mi descripción, aunque también le he cambiado cosas, por ejemplo, yo no soy viudo, ni tan grande, ni con tanta suerte con las mujeres, jajaja.
A partir de la sexta entrega ya todo será fantasía y tal vez la acabe en otras dos entregas más (esto es extenuante, requiere de tiempo, que en ocasiones no tengo). Por otro lado los amantes siguen juntos, pero yo para continuar la historia he decidido ya fantasear al 100 %.
No sé si vuelva a escribir pronto, esto se me hizo un tanto más fácil porque incorpore ciertas partes de realidad y ya escribir sobre fantasías me resulta más difícil.
A lo mejor si escribo sobre otras experiencias siguiendo este estilo de combinar parte realidad y parte fantasía, así se me hace más sencillo. Tengo algunas experiencias muy calientes.
Agradezco a los que les gusto (que en realidad han sido pocos, aunque eso me halaga, por que decidí un estilo diferente tal vez) y a los que no…agradezco que externaron su punto de vista de una manera amable que es de halagar. Trate de poner muchas situaciones reales de la situación en México, así como de la música que es una de mis pasiones., que al parecer a algunos les molesto desde la primera entrega y que solo muy pocos han podido reconocer.
La historia de Gaby de Cipriano ya no le seguiré, ya que me pongo de pie ante el maestro Roger David que creo es el indicado para continuarla, la mía provoco también mucha molestia por querer hacer honor colocando párrafos de otras historias. Esto es común en el cine, donde directores actuales del séptimo arte colocan escenas parecidas e incluso completas de otros grandes directores a manera de homenaje, no me gusta crear ese tipo de polémica. El español Almodovar usa mucho este concepto.
Si me voy a tardar ahora un poquito más en las dos últimas entregas, pero prometo que si la concluiré.
Saludos, Rayo Mc Stone
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Relato erótico: “Descubrí a mi tía viendo una película porno 5” (POR GOLFO)

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Esa tarde entendí en qué zorra en que se había convertido realmente mi tía cuando en la tranquilidad de nuestra casa y mientras veíamos la tele, me preguntó:
-¿Cuándo terminen estas vacaciones seguiremos viéndonos?
Creí que lo que realmente estaba queriendo saber es si ya en Madrid nuestra incestuosa relación continuaría. Por ello, cogiendo uno de sus pechos entre mis manos, apreté el pezón mientras contestaba:
-¿No te apetece ya joder con tu sobrino?
Pegando un gemido, se pegó a mí y bajando mi bragueta, sacó el miembro que se escondía en su interior mientras insistía:
-Sabes que moriría antes de dejar de follar contigo, pero me refería si seguiremos en contacto con ese par de putas.
-Eso depende de ti- respondí sintiendo que aferraba mi pene entre sus dedos y comenzaba a pajearme.
Durante un minuto se concentró en conseguir que me excitara con el lento vaivén de su muñeca hasta que viendo que me tenía ya en plan verraco, me confesó:
-Creo que sí. Es más estaba pensando en juntarlas y obligarlas a ser putas a nuestro servicio.
Al escucharla, visualicé en mi mente a la madre y a la hija comiéndose entre ellas. Esa escena me provocó una total erección que usó mi tía para soltarme el bombazo:
-Quiero convertirlas en nuestras sumisas para comprobar sus límites y hasta donde están dispuestas a llegar.
Dejé que diera un primer lengüetazo a mi glande antes de preguntar como pensaba vencer su natural reluctancia a dar ese paso. Muerta de risa, contestó:
-Por medio del chantaje. Tenemos suficiente material gráfico para destrozar sus vidas si se niegan.
Tras lo cual, zanjó el tema separó sus labios e introdujo mi verga hasta el fondo de su garganta…

Nuestra primera víctima se suponía que iba a ser Aurora

Tras mucho discutirlo, decidimos que la más vulnerable de las dos era la madre porque era la que tenía más que perder si se revelaba su infidelidad. Acostumbrada a un alto nivel de vida, su marido la echaría de su lado si descubría que no solo se había tirado al novio de su hija sino que también había yacido con una mujer.
-Te lo aseguro, ¡esa puta haría lo impensable por que no saliera todo a la luz!- recalcó Elena- ¡Imagínate que pensaría de ella sus amistades viendo como me come el coño!
Asumiendo que tenía razón, no estaba del todo convencido porque de alguna manera su marido también había estado con mi tía y eso era un punto a tomar en cuenta. Al insistir en ello, quedamos en que debíamos profundizar en su emputecimiento antes de intentar chantajearla.
-Déjame que piense cómo hacerlo- dijo quedándose en silencio.
Al cabo de media hora, sonrió y me dijo:
-Ya lo tengo pero para ello, deberás dejarme sola con Aurora esta tarde.
-¿Quieres que me vaya?- pregunté ya interesado y antes que contestara, insistí diciendo: -¿Qué has pensado?
Descojonada se negó a anticiparme sus planes y echándome de la casa, me prohibió que retornara hasta que ella me avisara. Picado por la curiosidad, no me quedó más remedio que obedecer y no teniendo otra cosa que hacer decidí invitar al cine a Belén para así dejarle campo libre con su madre.
Mi exnovia desconociendo mis intenciones aceptó de inmediato y por ello, tres cuartos de hora después estábamos haciendo cola a las puertas del local donde echaban la película que íbamos a ver.
Mientras esperábamos que las personas que nos precedían en la fila compraran sus entradas, Belén me confesó que su vieja le había interrogado acerca de nuestra relación y que para evitar que sospechara que también se acostaba con Elena, le había tenido que reconocer parte de nuestros encuentros.
-¿A qué te refieres?- quise saber.
Avergonzada me explicó que le había contado que no me conformaba con el sexo normal sino que me volvía loco follármela analmente.
-O sea, me echaste la culpa a mí de la zorra en qué te has convertido.
Bajando la mirada y con el rubor cubriendo sus mejillas, contestó afirmativamente con la cabeza.
-¿Qué más le dijiste?- susurré en su oído mientras tocaba descaradamente su culo.
Reteniendo un gemido por la excitación que le producía que la magreara en mitad de tanta gente, ronroneó antes de desembuchar que Aurora se había dado cuenta que la había masturbado en público y que al decírselo, también le había sacado que la ponía bruta el ser exhibicionista.
Aunque sabía de ese pecado, el oírlo de sus labios me indujo a incrementar su calentura tomando un pecho entre mis manos ante la reprobación de nuestro entorno. Las miradas duras de los padres y madres de familia lejos de cohibirla, azuzaron su lujuria y ya sin disimulo me rogó que le regalara con un pellizco en sus pezones.
-Eres la más cerda que conozco- respondí al tiempo que cumplía sus deseos.
El gemido que salió de su garganta fue tan evidente que los cuchicheos se convirtieron en insultos y no queriendo que la situación empeorara, preferí perderme la película a llegar a las manos. Ya nos íbamos pero entonces Belén comportándose como una perra en celo, me pidió que la acompañara y me llevó al parking de ese centro comercial para que la tomara sin compasión.
Recordando lo sucedido, busqué un lugar discreto pero donde las personas que se fijaran pudieran vernos follando. Una vez allí, usando un tono duro la obligué a darse la vuelta y a apoyar las manos contra un coche.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó claramente excitada al comprobar que aunque lejos estábamos frente a la escalera mecánica por donde salían todos.
Sin darle tiempo a reaccionar, levanté su falda y descubrí que no llevaba ropa interior. Aprovechando su ausencia, recorrí sus pliegues con mis dedos, encontrándome con su coño ya encharcado.
-¿Te pone bruta esto?- susurré al apoderarme del erecto botón de su entrepierna.
Revelando su naturaleza innata, me rogó que la tomara pero en vez de complacer sus instintos, me dediqué a torturar su clítoris buscando ponerla todavía más cachonda. Sin cortarse un pelo, chilló de placer al sentir que su cuerpo convulsionaba producto de mis caricias y necesitada de acción, me imploró nuevamente que rompiera su culo.
-¿No decías que yo te obligaba a ello?
-Lo siento- sollozó viendo mi enfado.-Desde que lo descubrí, desespero cuando no siento tu polla dentro de mi trasero.
-¿Eres adicta a mi verga en tu culo? ¡Verdad! ¡Zorra!- pregunté mientras mojaba un dedo en su coño y se lo incrustaba por el ano.
-¡Sí!- aulló en voz alta llamando la atención de dos muchachos que pasaban frente a nosotros.
Metiendo y sacando esa yema de su interior, provoqué que gimiera como descosida mientras esos críos se acercaban a ver qué pasaba, creyendo quizás que Belén estaba en dificultades. La actitud agresiva que traían cambió de pronto en cuanto se dieron cuenta que estábamos follando y comportándose como unos voyeurs, se quedaron mirando a escasos metros de nosotros.
Su presencia exacerbó más si cabe la temperatura de la morena y con auténtica angustia en su voz, me rogó que la tomara. Pero entonces la sorprendí preguntando a los recién llegados si les apetecía ser ellos quien le echasen el polvo. Ni que decir tiene que tras la sorpresa inicial, los dos adolescentes dijeron que sí y bajándose sus sendas braguetas se acercaron a Belén.
Esta que hasta entonces se había mantenido callada, en cuanto tuvo la primera polla a su alcance, se arrodilló frente a ella y de un solo golpe se la metió en la boca mientras el menos afortunado tomaba sitio tras de ella.
-¿Seguro que no te importa?- me preguntó indeciso el chaval.
-Para nada- respondí mientras sacaba el móvil e inmortalizaba la escena.
El muchacho no debía tener mucha experiencia porque teniendo un ano relajado a su disposición prefirió horadar su coño mientras Belén le mamaba la verga a su amigo. La satisfacción que sintió mi exnovia al experimentar sus dos agujeros invadidos a la vez fue tal que no tardó en correrse por segunda vez.
-Dadle duro- ordené a los críos al ver que bajaban el ritmo asustados quizás por los berridos de mi amiga.
Azuzado por mis palabras, el que se la estaba follando incrementó la velocidad de la follada haciendo que cada vez que la penetraba hacía que la pobre Belén se tragara hasta el fondo de su garganta la polla del otro chico La felicidad que descubrí en los ojos de esa puta era tal que me hizo comprender que estaba disfrutando.
Sin dejar de filmar la escena, espoloneé a los muchachos para que machacaran sin pausa el orificio del que estaban a cargo, de forma que zarandearon hacia adelante y atrás a mi amiga con una energía que demolió las pocas defensas que aún mantenía.
Por eso no tardé en ser testigo pasivo de cómo esa morena se corría una y otra vez al no poder controlar su excitación por el ataque coordinado de esos dos desconocidos.
«Está descontrolada», me dije al observar sus piernas completamente mojada por el flujo que brotaba de su coño y muerto de risa, enfoqué su entrepierna para que pasara a la posteridad el geiser en que se había convertido.
Gozando como la guarra en que se había convertido, Belén exprimió la verga que tenía en su boca con una eficacia que incluso despertó mi envidia y por eso no me extrañó que ese muchacho fuera el primero en correrse. Al hacerlo, mi amiga se ocupó que no se desperdiciara ni una gota y usando su garganta como receptáculo, absorbió las explosiones del crio llevándolas directamente a su estómago.
El orgasmo de su colega estimuló al que estaba machacando el coño y llevando al límite la profundidad de sus embestidas, las convirtió en un continuo traqueteo que más que una follada parecía la doma de una potrilla.
«El chaval es bueno», sentencié al ver cómo se agarraba a los pechos de mi amiga para forzar su sexo.
Belén debía de pensar lo mismo porque ya sin la mordaza que suponía la verga del primero, berreó como si la estuvieran matando mientras se le caía la baba por el placer al que estaba sometida.
-Cabrón- chilló al sentir que las manos del muchacho agarraban su melena y usándolas como riendas tiraba de ellas hacia atrás- ¡me haces daño!
Las quejas de la morena no afectaron al ritmo del crío, muy al contrario fue el acicate que necesitaba para seguir aporreando brutalmente a su montura hasta que la suma de tantos estímulos le llevaron a descargar sus huevos en el húmedo conducto de Belén. La habilidad que le suponía quedó certificada cuando en vez de parar, obligó a la morena a seguir exprimiendo su miembro con sonoras nalgadas. Nalgadas que sorprendieron tanto a mí como a Belén pero, en el caso de esta última, la rudeza de esas caricias le regalaron un postrer orgasmo antes de caer agotada sobre el pavimento.
Todavía mi amiga seguía recuperándose cuando ese puñetero crío se acercó a mí y con tono serio, me dijo:
-Gracias. ¿Cuánto le debemos?
Muerto de risa porque creyeran que Belén además de puta era de pago, les pregunté cuanto costaba una hamburguesa en el McDonald´s. Al decirme el precio, contesté:
-Entonces cinco euros.
Los muchachos no pusieron ninguna objeción y reuniendo entre los dos unas monedas, me hicieron entrega de lo acordado mientras mi amiga alucinaba con lo que estaba ocurriendo. Tras lo cual, educadamente, se despidieron dejándonos solos.
-¡Me has vendido!- murmuró todavía impresionada al verme guardar el dinero.
Si creéis que estaba enfadada, os equivocáis. Por su tono comprendí que esa transacción la había excitado y a modo de gratificación, solté un azote en su mojado trasero mientras le decía:
-Te has ganado la merienda- y cogiéndola de la cintura, volvimos al centro comercial a gastar su recompensa.
El sensual movimiento que imprimió a sus caderas mientras recorríamos los pasillos en busca del restaurante fueron una prueba que le había gustado pero lo que realmente confirmó que esa experiencia había sobrepasado sus expectativas, fue cuando al sentarse me soltó:
-¡Ha sido alucinante!
Al escuchar de sus labios su satisfacción, quise ahondar en sus sentimientos para sacar a la luz su verdadera naturaleza. Belén estaba tan emocionada que no puso reparos en explicarme que le había encantado sentirse usada pero lo que realmente me sorprendió fue cuando ya lanzada, me reconoció que mientras esos dos se la tiraban lo que realmente le ponía bruta era que yo estuviese presente.
-Explícate- ordené interesado.
Tomando aire, la morena me confesó:
-Desde que hemos vuelto, me has hecho descubrir sensaciones desconocidas. No solo he conocido que se siente con otra mujer sino que me has enseñado otras facetas del sexo con las que nunca soñé.
-¿A qué te refieres?- Insistí.
Roja como un tomate, respondió:
-Por favor, no te rías pero cuando no estoy contigo, no puedo dejar de pensar en lo siguiente que me vas a ordenar hacer.
-¿Y eso te gusta?
El fulgor de sus ojos anticipó su respuesta:
-¡Me encanta!- y recalcando sus palabras, llevó una de mis manos hasta su chocho para que comprobara que no estaba mintiendo cuando dijo: -Solo verte me pone cien y no puedo pensar en nada que no sea complacerte.
-¿Me estás diciendo qué te excita obedecerme?
-Aunque me cuesta comprenderlo, sí- contestó mientras su almeja volvía a babear: -Me vuelve loca saber que tú estás al mando.
Descaradamente Belén se estaba auto proclamando como mi sumisa y buscando ratificarlo, le solté:
-¿Quién es tu dueño?
Con auténtica alegría al saber que con esa pregunta la estaba aceptando como era, respondió:
-Usted, mi amo.
Su respuesta despejó mis dudas y recreándome en mi nuevo poder, me dediqué a masturbarla mientras pensaba en cómo aprovecharlo. La morena no solo permitió que la tocara de ese modo en mitad del local sino que separando sus rodillas, colaboró conmigo hasta que totalmente entregada se corrió sobre su asiento.
Ni siquiera había terminado de hacerlo, cuando con una sonrisa de oreja a oreja, me preguntó:
-¿Cómo le gustaría a mi amo que su esclava le complaciera?
Fue entonces cuando arriesgando lo conseguido, le solté:
-Si te dijera que te tiraras a una zorra, ¿lo harías?
-Sin dudarlo-muy segura respondió.
-¿Fuera quien fuera?- insistí.
La morena no advirtiendo el lazo que estaba anudando alrededor de su cuello afirmó con rotundidad:
-Una sumisa obedece siempre a su amo.
Forcé los términos de nuestro acuerdo al decirla:
-¿Y si la zorra que te elijo resulta ser tu madre?,
En esta ocasión su respuesta no fue tan rápida. Se notaba que en su interior se estaba desarrollando una cruel lucha entre su moral y la adicción que sentía por mí. Afortunadamente para mis intereses, al cabo de unos segundos y con lágrimas en los ojos, contestó:
-Si mi amo lo desea, ¿quién soy yo para oponerme?
Gratificando su renuncia con un beso, decidí no seguir incrementando su tensión y por eso no volví a tocar el tema durante toda la tarde y solo cuando ya cerca de las nueve la dejé en casa, me permití recordarle nuestro pacto diciendo:
-Tu amo quiere una mamada.
Mi amiga firmó su sentencia cuando eufórica me bajó la bragueta mientras me decía:
-Gracias, lo estaba deseando…


Relato erótico: “LA FÁBRICA (15)” (POR MARTINA LEMMI)

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Tatiana miró a Luis y su rostro pareció encenderse; se la veía alegre ante la ocurrencia de su novio.
“¡Cruz!” – se apuró a decir, acompañando su exclamación con un saltito que era propio de una chiquilina entusiasmada.
Luis me miró.
“Va con cara entonces, Soledad”
Flexioné ligeramente una rodilla y, sin querer hacerlo, apoyé una pierna sobre la otra.  La situación era altamente erotizante y el corazón me saltaba dentro del pecho.  Sin embargo, fue en ese momento cuando pensé que, definitivamente, no quería exponerme al juicio del azar.
“N… no, Luis… S… señor Luis, perdón”
Me miró sorprendido, levantando una ceja.
“No… hace falta que expongamos esto a la suerte, señor Luis… Cójala… a ella: a Tatiana”
Mis palabras causaron obvio impacto a juzgar por la expresión de azoramiento que ambos adoptaron.  Por un momento me puse a pensar si no habría sido algo brusca, pues si bien la realidad era que yo quería ver a Tatiana teniendo sexo con Luis, mi negativa bien podía ser vista como un rechazo y, como tal, ser tomada con despecho, particularmente por Luis.  Sin embargo y después de mantenerse un momento en silencio, a él se le dibujó una amplia sonrisa en el rostro al tiempo que volvía a guardar la moneda en su bolsillo.
“Excelente, Soledad… – dijo; su expresión me tranquilizó: al parecer había entendido perfectamente el carácter de mi negativa -.  Vamos, Tati: venga sobre mí”
Me sorprendió que tratase a su novia de “usted”, pero no era de extrañar que fuera parte del erotismo del juego.  Ella amplió aun más su sonrisa y, con un cadencioso contoneo, se fue despojando de su tanga casi sin levantar la falda.  Luego se ubicó frente a él, de pie y mirándolo fijamente a los ojos, con una pierna a cada lado de la silla; llevó la falda hasta la altura de su cintura y luego bajó al encuentro de su verga hasta quedar sentada y ensartada.  Soltó un gemido tan profundo que cortó el aire y produjo en mí un escozor que me recorrió todo el cuerpo; de manera mecánica llevé una mano a mi vagina.  Ciertamente no me había equivocado al optar por la pasividad: la imagen de esa sensual y escultural mujer moviéndose rítmicamente sobre su novio era, en verdad, el mejor regalo que podían recibir mis sentidos.  Ella se movía acompasadamente mientras él la penetraba una y otra vez arrancándole un gemido cada vez más prolongado en cada embestida.  Yo, por supuesto, trataba de seguirles el ritmo con mi masturbación y debo decir que el mismo era tan loco y frenético que llegué a tener la sensación de que no era mi propia mano la que me estimulaba sino alguna otra, tal vez de alguna otra Soledad…
Los gritos de ambos se fueron intercalando y, poco a poco, se fueron también sumando los míos, con lo cual la oficina se convirtió en un concierto de lujuria a tres voces pero multiplicadas por mil.  La tormenta de los sentidos arreció y me entregué a ella al punto que me costaba mantenerme en pie, por lo cual reculé hasta apoyar mis caderas contra la pared.
Llegamos los tres juntos: fue una confusa explosión de gemidos, gritos y alaridos llenándolo todo.  Ella quedó con su cabeza caída contra el hombro de él en tanto que yo, por mi parte, me dejé deslizar de espaldas contra la pared hasta quedar sobre el piso, exhausta y con las piernas recogidas.  En ese momento me era imposible determinar dónde estaba: en qué galaxia existiría Daniel, en cuál Evelyn o la fábrica… Era sólo un infierno en el cual los sentidos se fusionaban con los impulsos animales y allí estaba yo, quemándome, consumiéndome: si en ese momento alguien me hubiera venido a decir que moriría al instante siguiente, no me hubiera importado.
El otro día era el de la despedida o, por lo menos, esa noche lo era.  Ya desde temprano tuve que, obviamente, soportar la cara de Daniel, quien me mostraba, por todo y por todo, lo disconforme que estaba con eso.  En la fábrica, Evelyn requirió mi presencia en su oficina apenas llegó; supuse que tendría que ver con ultimar algún detalle para la noche o reiterarme la invitación, pero no: se trataba de una nueva tarea que tenía para asignarme; temblé en cuanto así me lo manifestó.
“Habrá una jornada el mes que viene, Soledad – seguía insistiendo con mi recuperado nombre de pila y no había vuelto, de momento al apodo -: se trata de un evento en un hotel muy prestigioso de capital.  Necesito contar con alguna de las chicas para eso y creo que vos sos la ideal, así que no me podés fallar”
Mientras hablaba, me extendió un folleto que promocionaba una jornada de industrias de herrajes que iba a ocupar, según rezaba el texto, dos días de un fin de semana.  Yo seguía sin entender a qué iba el asunto o cuál podía ser el rol que ella quería darme allí; me encogí de hombros con gesto de no comprender.
“Vamos a tener un stand ahí – me explicó -; necesito que, al menos, una de nuestras chicas esté allí para entregar volantes y dar explicaciones a los interesados”
Ahora sí comenzaba a entender; en parte me tranquilicé ya que, en principio, se veía más prometedor y decoroso que las tareas que antes me asignara en la planta.
¿Y… por qué yo, señorita Evelyn? – yo persistía en utilizar el tratamiento que ella había me impuesto para hablarle -.  Es decir… me refiero a que… hay más chicas trabajando en la fábrica y que…”
“¿A quién querés que mande?  – me interrumpió, gesticulando con las manos -.  Quien esté allí tiene que ser una chica agradable, atractiva y con don de gentes.  Se me ocurrió pensar en Milagros y en vos, pero me parece que le sacás ventaja en todos esos aspectos”
Sacudí la cabeza, confundida.
“¿Y con respecto a la paga?” – pregunté.
“Se te va a pagar aparte y muy bien; yo te diría que no lo dudes un instante, Sole”
Volví a bajar la vista hacia el folleto que tenía en mano y, por primera vez, recalé de manera especial en las fechas que allí aparecían.
“S… señorita Evelyn; lo siento pero… no va a poder ser.  No voy a estar disponible en esos días”
Alzó las cejas y se me quedó mirando, como a la espera de que ampliara mi explicación.
“Mi… casamiento, ¿no lo recuerda? – me sonrojé -.  Ese… fin de semana voy a estar en plena luna de miel y…”
Se golpeó la frente con la palma de la mano.
“¡Tenés razón, puta madre!  ¡Qué tonta!  ¿Se van a algún lado?”
“No… tenemos mucho dinero pero unos amigos nos prestan una casa que tienen en un country de Pilar y…”
“No puedo creer cómo se me escapó – seguía quejándose Evelyn, más contra sí misma que contra mí; no abandonaba su tono de lamentación -; es una pena realmente: no es sólo el dinero, Sole; es que ésa es además una gran oportunidad para vos”
Mi rostro se arrugó, en muestra de una incredulidad aun mayor.
“¿Oportunidad?”
“Y… sí.  Pensá que va a haber empresarios de todas partes del país e inclusive de países limítrofes: Brasil y Paraguay, por ejemplo.  Tu presencia en esas jornadas sería un buen modo de que te vean, te conozcan… ¿Qué sabés lo que puede pasar mañana con tu trabajo aquí?  Nadie tiene su culo asegurado… y vos lo sabés bien considerando lo que te pasó en tu anterior empleo.  Pero ahí va a haber peces gordos, Sole, realmente gordos, con mucha plata y con la pija grande – me costaba horrores determinar si hablaba metafóricamente o no -; si alguno de esos tipos te echa el ojo bien puede tenerte en cuenta para el día de mañana y quizás te alcance sólo un llamadito o alguna caída de ojos para entrar a trabajar en una empresa tal vez mucho más importante que ésta”
El cuadro que me pintaba no dejaba de sonar loco, pero a la vez  se veía extrañamente tentador.  Intenté ordenar las piezas dentro de mi cerebro.  Evelyn me estaba diciendo que esas jornadas serían una excelente oportunidad para conseguir un trabajo mejor en otro lado.  ¿Era lógico que siendo ella la secretaria de la firma en que yo me desempeñaba, me estuviese hablando de las bondades de cambiar de empleo y que, incluso, me expusiese el camino para conseguirlo?  ¿Tanto interés en mi bienestar tenía de pronto?  Claro, cabía también la posibilidad de que en su cerebro siguiera repiqueteando la idea de sacarme de la fábrica; de ser así, bien podía ser que, habiendo agotado ya las demás vías, optara ahora por el camino de la sutileza y la generosidad.  Sin embargo, tampoco me cerraba del todo: si existía la posibilidad de conseguir trabajo en una mejor empresa, ¿por qué directamente no se lo ofrecía a su amiga, aquella que había sido despedida poco antes de mi llegada a la fábrica?  Pero, claro, en cuanto lo pensaba mejor, me daba cuenta de que ella no podía ir a esas jornadas pues no era en ese momento parte integrante del personal; además, lo que Evelyn quería quizás no fuera darle trabajo a su amiga, sino más bien tenerla junto a ella nuevamente: todo terminaba conduciendo finalmente hacia mí.  Mi cabeza se llenó de más dudas que nunca: con Evelyn nunca se sabía qué intenciones subyacían realmente detrás de sus palabras o sus actos.  Me quedé en silencio por algún rato.
“¿Lo estás evaluando, Sole? – me espetó ella en una acertada interpretación de mi mutismo.
Me mordí el labio inferior.  No sabía qué decir.  ¿Salir de la fábrica?  ¿Ir en busca de una empresa mayor o de un trabajo mejor remunerado?  No dejaba de verse como una tentadora posibilidad para el futuro, pero… ¿y Daniel?  Ya menudo trabajo me había dado convencerlo, a duras penas, de que me permitiera tener esa despedida de soltera.  ¿Cómo iba yo a plantearle que debíamos aplazar nuestra luna de miel para poder yo participar de esas jornadas a las que me enviaba Evelyn?
“¿Puedo pensarlo?” – pregunté.
“¡Por supuesto! – exclamó ella con júbilo -.  Tomate el fin de semana; dejemos que pase todo este asunto de la despedida de esta noche y ya en tu casa te dedicás a pensarlo detenidamente.  No hay problema, Sole: aguardo tu respuesta hasta el lunes y, te repito, no es una oportunidad para dejarla pasar”
Asentí, pensativa.  Estaba evaluando en mi cabeza lo que, en principio, no debía evaluarse.  ¿Cómo convencería a Daniel?
“Venís esta noche, ¿no?” – me espetó Evelyn, cambiando súbitamente el eje de la conversación y, también, la expresión de su rostro, la cual se volvió más pícara y alegre.
En efecto, ésa fue la noche de mi despedida.  Insistí por todo y por todo a Daniel para que no me llevase a la fábrica, pero no hubo forma alguna de convencerlo y me terminó llevando casi compulsivamente.  Claro, seguramente quería ver qué tipo de clima festivo se podía advertir a la entrada o bien si llegaban muchachos al lugar, pero su actitud, obviamente, no contribuía a fortalecer la relación sino todo lo contrario.  Me bajé del auto sumamente molesta y dándole un beso que fue más por obligación que por otra cosa.  Para decepción o bien para alivio de él, no había en la entrada nada distinto a lo que se veía todas las mañanas, salvo por el hecho de que no había obreros a la vista ni actividad alguna en el portón que daba acceso a la planta; ello, claro, sumado a que era de noche, lo cual posiblemente no constituía para Daniel un detalle menor y, a decir verdad, tampoco para mí, aunque no debía demostrarlo.  Llamé al portero y una de las chicas me abrió; ya estaban allí, al parecer.  Al cruzar el umbral, miré por el rabillo del ojo a Daniel y pude comprobar que aún seguía allí, escrutándome y sin siquiera hacer amago de poner en marcha el auto.  ¿Tendría pensado permanecer allí toda la noche?  La sola idea me irritó y hasta me entraron ganas de subirme a bordo de cualquier descontrolada ocurrencia que las chicas tuvieran pensada para esa noche.  La mente femenina es así: encuentra muy rápido la forma de eliminar culpas y hacerlas recaer en otro…
Una vez dentro del lugar todo lucía más o menos como siempre; la chica que me abrió la puerta se encargó de guiarme a través del corredor en dirección a la planta: debo decir que el hecho de que hubieran decidido agasajarme allí no dejaba de inquietarme, pues yo no había regresado a esa parte del establecimiento después del incidente que casi terminara en mi violación.  Sin embargo, apenas llegué a la planta, comprobé que las chicas habían hecho buen esfuerzo para que el recinto, al menos, no luciera como siempre: habían llenado todo de guirnaldas colgadas que cruzaban todo el techo de un extremo al otro y habían decorado el mismo con globos que eran, en realidad, preservativos inflados.  Un estallido de júbilo me recibió y comprobé que, en efecto, todas y cada una de las chicas estaban allí.  Busqué con la mirada rápidamente tratando de ubicar a Tatiana, pues había abrigado alguna esperanza de que, de algún modo, la hubieran invitado, pero no: no estaba entre las presentes y debo decir que una cierta decepción se apoderó de mí por un momento.  Pensándolo objetivamente, sin embargo, su ausencia no debía sorprender: ella no era personal de la fábrica y, por otra parte, era la novia de Luis; habiendo sido Evelyn la impulsora de aquel festejo, costaba creer que la hubiera invitado, sobre todo si se consideraba que su relación con Luis no era la mejor y, de hecho, ni siquiera se dirigían la palabra.
En el centro del recinto habían dispuesto una baja pero amplia mesa o, al menos, ésa fue la sensación que me dio al verla cubierta por un gran mantel; sin embargo, pronto comprobaría que, en realidad, no se trataba de una única mesa sino que habían juntado varias de las que se utilizaban allí para codificar los motores; ello explicaba que, bajo el mantel, el conjunto aparentara ser una mesa amplia pero baja.  Estaba repleta de confites, cazuelas de picada, copetines y, por supuesto, mucha y abundante bebida, sobre todo fernet, cerveza y alguno de esos vinos dulces a las que tan afectas solemos ser las mujeres; de haber champagne, sospeché que lo tendrían guardado para más tarde en alguna de las heladeras de la fábrica.
Evelyn fue la primera en acercarse.  Nadie me había dicho que se tratase de un fiesta de disfraces o algo parecido pero, sin embargo, estaba ataviada como una sensual diablita con tridente y todo; el atuendo, por cierto, no sólo encajaba como anillo al dedo con su personalidad sino también con el rojo de sus cabellos, lo cual terminaba de producir a la vista un conjunto perversamente demoníaco.  Las demás también estaban disfrazadas para la ocasión: Rocío como mujer policía, Milagros como una muy sensual Gatúbela y así, cada una, luciendo un atuendo de esos que, no por manidos, dejaban de ser eficaces en tertulias de ese tipo.  Flori era, como no podía ser de otra forma, la más inocentona: lucía un vestido bobo, como de niña y varias pecas pintadas en su rostro.  La única chica que no estaba disfrazada era, justamente, la que había ido a recibirme, supongo que como una forma de mantener la sorpresa hasta el final, aunque, rápidamente, pude ver que ya se estaba quitando una por una las prendas que componían su clásico atuendo de oficina para comenzar a vestirse como una guerrera al mejor estilo Xeena, o algo parecido…
Evelyn me abrazó con tanta fuerza que casi me dejó sin respiración.  Tanta amistad y efusividad, así, de pronto, no dejaba de sorprenderme.
“¡Bueno!  ¡Ya tenemos a la que se casa, jaja!  ¿Vieron, chicas?  Algunas decían que no te ibas a atrever a venir porque eras muy fiel a tu novio… ¡Yo les dije, chicas, que nadita era bien putona! Jaja…!
Un coro de aplausos y risas coronó su alocución mientras yo hervía por dentro y comenzaba a cuestionarme seriamente si no sería finalmente un desacierto el haber venido.  ¿Daniel seguiría en la puerta?  Quizás aún estaba a tiempo de huir de allí; sin embargo, al mirar en derredor sentía que no podía comportarme de ese modo viendo los preparativos que habían hecho.
La verdad era que me molestaba sobremanera el hecho de que Evelyn hubiera decidido volver a dirigirse a mí con el desagradable mote de “nadita”, que ella misma me había puesto para humillarme, como también el que se hubiera referido a mí como “putona”.  Conté hasta diez.  Me dije que, después de todo, ese tipo de bromas y tratos eran bastante comunes en los encuentros entre chicas y, más aún, en las despedidas de solteras, con lo cual yo debía bajar un cambio y tratar de mostrarme lo más tolerante que fuera posible ante aquello que me dijeran o hicieran.  Haciendo un gran esfuerzo, sonreí para acompañar el comentario de Evelyn, mientras recorría con la vista a las demás, que palmoteaban y reían alocada y estruendosamente; sólo Floriana no reía: bastaba con verla para darse cuenta de que hacía esfuerzos sobrehumanos para estar allí y que las palabras dichas en mi contra, ya fueran en broma o no, le molestaban.
Durante los minutos siguientes, las cosas transcurrieron dentro de una cierta normalidad.  Acuclilladas en el piso en torno a la mesa improvisada, sólo comimos y bebimos; en algún momento, como era de prever, aparecieron algunos porritos y, a pesar de mis resistencias, fui prácticamente obligada a fumar.  Luego aparecieron algunas “pepas” y ya la cosa, al menos, para mí, se empezó a poner más espesa; podía, de todas formas, decir que no, pero en algún momento se las arreglaron para echarme algunas en la bebida sin que yo me diera cuenta.  Yo ya estaba mareada y, para colmo de males, sentí como si las paredes se comenzaran a curvar ante mi vista: muy ligeramente, pero lo sentí.  Un par de veces escudriñé a Floriana, quien estaba seria y con cara de pocos amigos; muy de tanto dejaba, por obligación, traslucir alguna sonrisa; bebió pero no la vi fumar nada ni atacar pastilla alguna.  Claro: ella, de algún modo, podía hacerlo pues no tenía tanta presión encima como la tenía yo, quien, por ser el centro de la reunión, me veía todo el tiempo casi llevada a la fuerza a consumir cada cosa que ponían ante mí.
“Tu novio sigue afuera” – dijo, en algún momento, alguien que ni siquiera llegué a determinar quién era.
“Jaja – rio Evelyn -.  ¡Ese pobre iluso cornudito!  Mamita algo sabe de esas cosas – se apoyó la mano en el pecho como ufanándose -, así que ya dispuse todo para que no vea pasar absolutamente nada, jajaja”
El resto (salvo, una vez más, Floriana) aplaudieron y prorrumpieron en vítores y chiflidos; eran como una turba ciega siguiendo a su líder indiscutido.
“¡Bueno, a ver! – voceó, en un momento, Evelyn, poniéndose de pie y adoptando una expresión de impostada ingenuidad -.  Yo veo aquí una que no está disfrazada.  ¿Quién será?”
“¡Ella!”– rugieron, a coro, las demás, mientras me señalaban en un entrevero de dedos índices.
“¡Pero claro! – exclamó Evelyn, con una amplia sonrisa -.  ¡Nuestra agasajada!  ¡Nadita! Jaja… Ro, traé la ropita que le elegimos”
Roció se levantó, presta y hacendosa, para dirigirse, en apariencia, hacia una de las oficinas, muy posiblemente a la de Evelyn.  Cuando regresó, traía en mano un atuendo de color negro cuyo carácter me costó determinar a primera vista ya que estaba prolijamente doblado.
“Bien, Ro – ordenó Evelyn -.  Hay que colocárselo.  ¡Alguien que la ayude!”
Rocío se acercó a mí y me propinó un pequeño puntapié en la cadera a los efectos de impelerme a ponerme en pie.  Tal gesto, desde ya, me desagradó; sin levantarme de mi lugar alcé la vista hacia ella con odio.  Al verla allí, enfundada en su uniforme de policía, puro azul, botas y esposas pendiendo a la cintura, comprendí que tenía que ver todo como parte de un juego de roles: ella estaba jugando a mostrar autoridad y así lo evidenciaba la risa de las demás; es decir, no era el mejor momento para que yo me mostrase reluctante o enfadada.  En todo caso, debía seguirle ese juego de dominación a los efectos de no caer como aguafiestas así que, lentamente, me puse en pie sin dejar de mirarla por un instante.  Creo que, de todos modos y  pesar de mis esfuerzos, no conseguía ocultar el odio en mis ojos como tampoco (o al menos ésa era mi impresión) lograba ella ocultar el deje de burla en los suyos.  Haciendo gala, una vez más, de su flamante rol de mujer policía en el que tan cómoda parecía sentirse, me golpeó, no tan suavemente, en las nalgas con una cachiporra de goma:
“Afuera esa ropa – me ordenó -.  Toda”
Esa noche había ido a la fábrica ataviada algo más recatada de cómo iba habitualmente a trabajar.  En ello, seguramente, incidía el hecho de que no estaba allí trabajando y, como tal, me hallaba exenta de algunas de las presiones cotidianas, pero también estaba  el no querer que Daniel me viera ponerme muy provocativa y sensual para ir a esa despedida que a él tan antipática le caía.  Por tal razón había ido con unos simples pantalones de jean en lugar de la habitual falda cortísima que lucía en el trabajo; preferí ropa bastante sencilla y casi de fajina, ya que además cabía la posibilidad de que las chicas me fueran a ensuciar con huevo, harina, crema, champagne o vaya a saber qué.  Vacilé durante un momento ante la insólita orden recibida de parte de Rocío y la perrita rubia me volvió a golpear, pero ahora con más fuerza que antes.
“Dije que te saques todo” – insistió, mordiendo las palabras.
Ella se mantenía en la más absoluta seriedad, aun  a pesar de la evidente sorna que su tono deslizaba muy subrepticiamente.  A pesar de mis nervios, busqué lucir calma y fingiendo estar enganchada al tren de la (supuesta) diversión; de hecho, me bastó con echar un vistazo al resto para percatarme de que, con la sola excepción de Floriana, todas lucían sonrisas amplias y actitud expectante.  A mi derecha se ubicó otra de las muchachas, la que supuestamente venía a ayudar a Rocío a colocarme el atuendo que me habían destinado; lucía vestida a lo cowboy o, mejor dicho, a lo “cowgirl”: sombrero, camisa anudada por encima del ombligo, short de jean deshilachado y bien ceñido a las caderas, más un par de botas texanas; para completar el cuadro un lazo le colgaba de la cintura junto con una imitación de colt en su funda, en tanto que una cartuchera le cruzaba el generoso busto en diagonal, marcando bien el límite entre dos tetas que parecían pugnar por escapar de la camisa de un momento a otro.  Por su parte, Rocío, la blonda e íntima amiga de Evelyn, llevaba puesta una gorra de policía más un enterizo símil “catsuit” en azul que le marcaba bien la figura y que dejaba al descubierto sus piernas, quedando coronado todo el conjunto por un par de botas negras que le llegaban apenas por debajo de las rodillas.  Realmente costaba reconocer a las chicas así y me quedé pensando en cuánto puede cambiar a una mujer la producción estética o bien la falta de la misma: en la administración bien podían pasar desapercibidas o como chicas bonitas pero del montón, en tanto que allí el perfil de “femme fatale” parecía cuadrarles casi con naturalidad.  Era como si fueran peces que,  al estar lejos de las miradas masculinas y de las luces del día, nadaran verdaderamente en su agua.
Viendo que yo seguía sin cumplir con la orden (más por la sorpresa que por otra cosa), Rocío me propinó un nuevo golpe de cachiporra que, esta vez, me arrancó un gritito de dolor que, de manera paradójica, fue festejado por las participantes del festejo.  Supe que ya no me quedaba otra más que hacer lo que me estaban ordenando; me dije que, después de todo, era sólo un juego y debía tomarlo como tal, sin dramatizar.
Despaciosamente, desprendí mi pantalón y lo hice deslizar piernas abajo, ante lo cual varias de las chicas vitorearon y arrojaron silbidos y chiflidos de aprobación; alguna, incluso, tarareó alguna melodía que sonaba como a striptease.  Me quité el calzado para dejar salir mi pantalón y luego hice lo propio con la camisa, arrancando una nueva aclamación cuando mi pecho, si bien cubierto aún por el sostén, quedó a la vista de todas.
Rocío, haciendo gala de un aire dominante que, francamente, le desconocía, caminó en torno a mí y se me ubicó, finalmente de frente, clavándome una mirada que era puro hielo.  Era unos centímetros más baja que yo y, aun así, su presencia logró intimidarme, pues bajé la cabeza como con vergüenza.  Apenas lo hice, no obstante, ella apoyó el extremo de su bastón de policía sobre mi mentón y empujó hacia arriba de tal modo de obligarme a alzar la vista nuevamente y mirarla a los ojos.
“Te dije TODO” – remarcó y me pareció sentir un profundo desprecio en su voz; incluso, no sé si fue mi imaginación o qué, pero me dio la impresión de que alguna gota de su saliva me impactó en el rostro.
El tono de su voz fue tan imperativo que, rápidamente, llevé las manos a mi espalda para desprenderme el sostén.  Una vez que lo hube soltado, alguien lo tomó y lo arrojó a un lado; presumo que fue la chica cowboy, a quien yo en ese momento no podía ver ya que Rocío me tenía el bastón prácticamente ensartado por debajo de mi quijada, impidiéndome ladear la cabeza.  De hecho, se me complicó quitarme la tanga, pues tuve que inclinarme un poco y ello significó que el bastón se hundiera casi sobre mi tráquea, dejándome por un momento sin respiración.
Ya estaba desnuda.  Como ellas querían.  Una sonrisa maléfica se dibujó en el rostro de Rocío al tiempo que aminoraba la presión sobre mi quijada y, por último, retiraba el bastón, lo cual me permitió volver a respirar normalmente.  El resto, por supuesto, festejaban la escena aplaudiendo a rabiar y riendo a más no poder.  ¿Estaban borrachas y drogadas o sería que tanto odio contenido sentían por mí?  En las mujeres nunca se sabe, pues somos tan competitivas y vengativas que a veces hasta nos ensañamos con quienes no nos han hecho nada o que, incluso son, en principio, nuestras amigas.
Rocío me enseñó el atuendo que le habían entregado y del cual yo no lograba aún dilucidar de qué clase de disfraz se trataba.  Apoyó la cachiporra sobre la improvisada mesa, tras lo cual, junto con su amiga, se dedicaron a “vestirme”.  Cuando acabaron de hacerlo, bajé la vista y quise morir ante lo patética que me veía: un corset negro y ajustadísimo que aparecía seccionado justo sobre las tetas de tal modo de dejar mis pezones al aire; por debajo, un faldellín cortísimo y también muy ceñido que, al igual que ocurría con el corset, tenía también una abertura por delante y que, como no es difícil imaginar, se hallaba justo sobre el monte de mi sexo que, de ese modo, también quedaba expuesto.  De línea irregular, el faldellín era aun más corto por detrás que por delante, dejando la mitad inferior de mi cola al descubierto.  Me pusieron largas medias negras que sujetaron a un liguero calzado a mi cintura, con lo cual dos de las tiras aplastaban sin piedad la carne de mis nalgas.  Todo ello sin hablar del calzado: me hicieron poner unos zapatos de acrílico negro pero con transparencias y con tacos altísimos sobre los cuales se me hacía harto difícil mantenerme en pie y, mucho más aún, caminar.  Estaba claro que el disfraz que habían elegido para mí era lisa y llanamente… de puta.
“¡Excelente! – aulló, con deje felino, Evelyn, quien persistía en ser la maestra de ceremonias en medio de aquel particular y perverso festejo -.  ¡Estás hermosa, nadita!  ¡Sos una linda putita!  Es la ropita que siempre quisiste usar, ¿no?”
Una estruendosa carcajada brotó del grupo coronando el cruel comentario de Evelyn.  Busqué con la mirada a Flori, pues necesitaba saber si ella también era parte de aquel sádico divertimento a mi costa, pero la verdad fue que la encontré con la vista perdida, mirando a un costado, casi ausente  o como queriendo marcharse de allí.  En medio de la humillante situación que yo vivía, me sirvió de algún modo como pequeño aliciente el saber que mi mejor amiga no era parte del festín que se estaban dando conmigo.  Rocío volvió a propinarme un par de bastonazos en el trasero mientras me conminaba a caminar alrededor de la mesa: a duras penas lo hice y más de una vez estuve a punto de perder el equilibrio pero conseguí, como pude, mantenerme en pie.  En eso, la chica cowboy se me acercó.  Mirando fijamente a mis ojos, tomó el lazo que llevaba a la cintura y me lo colocó alrededor, pasándomelo justo por debajo de las tetas y aprisionando mis brazos de tal modo de, prácticamente, dejarme inmovilizada de la cintura para arriba.  Sonrió con una malicia que nada tenía que envidiarle a la de Rocío y caminó hacia atrás tironeando del lazo.  La altura de mis tacos, sumada al hecho de no poder equilibrarme con el balanceo de mis brazos, hizo que yo trastabillara hacia adelante y, si bien logré dar un par de pasos largos, caí finalmente de rodillas al piso en medio de las carcajadas generales.
Alcé la vista.  Estaba justo a los pies de la “cowgirl”.  Mirándola a los ojos, me parecía descubrir en el fondo de éstos una malignidad desconocida para mí; siempre había sido una chica del montón y había tenido un trato, dentro de todo, bastante cordial conmigo.  ¿Tan fuerte era el influjo de Evelyn que lograba arrastrarlas a todas a su enferma perversión?  ¿O era, más bien, que la colorada sabía cómo descubrir y liberar el lado perverso que había en cada una?  La chica levantó un pie del piso y llevó hacia adelante su pierna hasta apoyar el taco de su bota texana contra mi hombro, casi sobre el cuello.
“Lameme la bota” – me dijo secamente y, una vez más, el coro de vítores pobló la planta en señal de festejo.
Yo no podía creer lo que me estaba pidiendo.  Inevitablemente la orden remitía, claro, a la que en algún momento me había dado Evelyn, cuando tuve que lustrar su calzado con mi lengua.  Con el labio inferior temblándome, miré de soslayo hacia el grupo de muchachas; los rostros eran de felicidad y algarabía.  ¿Tenía que ser yo la que arruinara la fiesta?  ¿No era lo normal, después de todo, que, tanto en despedidas de solteros como de solteras, las amistades se dedicaran a martirizar a más no poder a la persona supuestamente agasajada?  ¿Por qué tenía que haber algo de raro entonces en todo lo que estaba ocurriendo?  Pero, claro, ocurría particularmente que yo estaba muy traumada por algunas de las experiencias que me había tocado vivir en la fábrica, algunas de ellas muy recientes; como tal, todo me atemorizaba…  Saqué mi lengua por entre mis labios y le lamí la bota en toda su extensión para felicidad, obviamente, de las chicas, que aullaron alocadamente en demencial coro.  Estaban borrachas, después de todo; algunas de ellas drogadas, no había que olvidarlo: yo misma lo estaba…
Cuando la “cowgirl” consideró que ya era suficiente con la lamida de su bota, se libró de mí propinándome un puntapié en la trompa que, aunque leve, me dolió.  Pensé que se habría saciado de humillarme pero siempre parecía haber guardada una carta más, tanto que empecé a pensar que mucho de lo que estaban haciendo, lejos de ser espontáneo, era el producto de un meticuloso plan urdido en los días previos y que ahora estaban llevando a cabo.   Quitó el lazo de alrededor de mi caja torácica liberándome de ese modo para, a continuación, ordenarme que me girara; yo estuve a punto de ponerme en pie para cumplir con su orden, pero apenas intenté comenzar a incorporarme, ella estrelló el taco de su bota contra el suelo en señal de indignación.
“Sin pararte – me dijo, con aspereza -, así como estás: gírate y ponete a cuatro patas”
Demás está decir que, para esa altura, cada nueva abominación que sobre mí se cernía era festejada ruidosamente por el grueso de las chicas.  Haciendo lo que me decía pero temblando de ansiedad y nervios por lo que sobrevendría, me giré tal como ella pedía hasta quedar a gatas y, por supuesto, mostrándole mi culo allí donde, de manera deliberada, la falda no lo cubría.  Yo temblaba como una hoja, al punto de ni siquiera poder mantener mi boca cerrada sino que mi mandíbula inferior pendía estúpidamente… y ése fue precisamente el detalle del cual la joven se valió: antes de que yo llegara siquiera a darme cuenta de lo que sucedía, pasó el lazo por dentro de mi boca y tironeó fuertemente de él al tiempo que pude sentir cómo el peso de su cuerpo se depositaba sobre mis espaldas; claramente, se había sentado sobre mí o, mejor dicho, se había apeado.  Quise gritar pero la presión del lazo a modo de brida sobre mi lengua y comisuras me lo impidió: sólo una ahogada interjección brotó de mi garganta.
“Bueno, a ver – dijo ella, con un acemto que pretendía sonar vaquero si es que tal cosa existe -: ¡Arre, caballito!  ¡Arre!  ¡Vamos, yegüita!  ¡Arre!”
Acompañó cada voz de “arre” con un golpe sobre mis nalgas; viendo, como pude, por el rabillo del ojo, conseguí determinar que me estaba golpeando con su sombrero, el cual ahora tenía en mano.  Las risas y las burlas recrudecieron, más crueles que nunca, y yo entendí que no me quedaba otra más que, simplemente… avanzar.  Así que, marchando a cuatro patas y ante la carcajada general, anduve a lo largo de todo el predio llevando encima a esa perra de mierda que no cesaba de azuzarme ni de golpearme con su sombrero.
Al alcanzar al muro opuesto, ella aflojó la presión del lazo dentro de mi boca y se me bajó de encima.  Respiré aliviada cuando me lo retiró; las comisuras me dolían horrores.  Girándome levemente, pude distinguir cómo la joven regresaba hacia la mesa haciendo gala de un paso que aparentaba verse triunfante; Evelyn, quien no paraba de aplaudir y cuyo rostro era pura felicidad, se acercó hacia mí y, en un poco creíble gesto de amabilidad, me tomó por los hombros para ayudarme a ponerme de pie nuevamente y conducirme  luego de regreso a la mesa.
Una vez allí y ante  las chicas, reincidí en el gesto de buscar con la vista a Floriana, quien, de algún modo, era mi sostén allí dentro.  Si yo la veía a ella festejar y reír alocadamente junto con el resto, sería algo así como decir “¿tú también, Brutus?”.  Sin embargo, mi gran sorpresa al mirar en derredor no estuvo dada por el hecho de descubrir a mi amiga sumándose al festejo generalizado ni tampoco porque siguiera con su misma expresión ausente; lo verdaderamente sorprendente… fue que Floriana no estaba allí.
Quizás se hubiera retirado al toilette, pensé.  O a algún otro sitio dentro de la fábrica: no debía ser fácil para ella el tener que presenciar todas las degradantes humillaciones a que yo era sometida.  Fuera como fuese, mi sensación de desprotección aumentó al no verla.  Aun cuando hasta el momento ella no hubiera hecho nada en concreto para frenar los sádicos arrebatos de sus compañeras de trabajo, lo cierto era que, sin ella a la vista, me sentía realmente sola.  Tal vez fue por eso que, súbitamente, me acordé de Daniel.  ¿Estaría aún afuera, en el auto?  ¡Cuánta razón le asistía acerca de sus prejuicios contra las despedidas de soltera!  De pronto quería estar con él, en el auto… o en casa, lejos de allí.
“¡Que venga la torta!” – exclamó alborozadamente Evelyn.
En ese momento, desde la zona de embalaje, aparecieron dos fornidos muchachos de hermosos y aceitados cuerpos cargando, entre ambos, una inmensa torta.  Demás está decir que lo único que cada uno de ellos lucía era un slip: atigrado, por supuesto…  Ante el aullido generalizado de las jóvenes, dejaron la torta sobre la mesa y quedaron allí, de pie, uno a cada flanco, ligeramente sonrientes y como a la espera de la próxima orden.  Las chicas no paraban de gritarles cosas que daban vergüenza ajena oír y algunas, incluso, se atrevían a más y les apoyaban encima alguna mano deseosa de carne.  Viendo a esos dos bellos ejemplares masculinos, no podía dejar de pensar en lo astuta que había sido Evelyn, quien, previendo muy posiblemente que mi novio se fuera a quedar haciendo guardia en la puerta de la fábrica, había hecho entrar a los jóvenes desde temprano reteniéndolos en la zona de embalaje.  No tenía un altísimo grado de instrucción pero… la perra era inteligente; de eso no cabía duda.
“¡Muy bien! – dijo Evelyn palmoteando el aire para llamar la atención y sin abandonar ni por un momento su papel de maestra de ceremonias -.  Hay una fruta en el centro de la torta.  Es para vos, nadita, así que la vas a tener que sacar con esa linda boquita”
La torta, como dije antes, era enorme: aquí y allá la cubrían ornamentos que, en la mayoría de los casos, tenían algún cariz sexual.  Así, por ejemplo, el frente mostraba una hendidura que imitaba claramente una vulva abierta en tanto que de los distintos pisos colgaban implementos de ropa interior femenina, tales como bragas, ligas o sostenes.  Inclinándome un poco para ver mejor el centro de la torta, pude comprobar que, en efecto, había allí alguna fruta que, al estar recubierta por crema, costaba distinguir de cuál se trataba específicamente.  Para frutilla se veía demasiado grande; tal vez algún durazno pero, repito, no tenía yo forma de determinarlo.   Una banana, seguramente, habría sido adecuada a la ocasión, pero lo que allí se veía, lejos de tener forma alargada y curva, era más bien pequeño y redondeado o, cuando menos, ovalado. Echando un vistazo al resto de las chicas en derredor, vi en ellas rostros expectantes y felices, ante lo cual me dio por pensar, una vez más, que no podía yo aguar la fiesta.  Me incliné entonces aun más a los efectos de que mi boca llegase hasta la fruta y le pasé la lengua por encima para quitarle un poco la crema.  Una vez que la hube dejado más o menos libre, la rodeé haciendo un aro con mis labios y tironeé hacia arriba: era blanda y esponjosa, por lo cual cedió y se aplasto un poco ante el contacto pero no salió; se mantuvo fija a la torta.  Entendí entonces que iba a tener que usar mis dientes, así que presioné con ellos sobre la fruta para tironear nuevamente, pero lo que ocurrió a continuación excedió el más alocado de mis cálculos…
Un alarido de dolor pareció hendir el aire y me dio la impresión de ser masculino y no femenino.  Con terror me aparté de la torta y vi cómo ésta se abría al medio cayendo cada uno de los pisos y adornos hacia los costados mientras que del centro se iba levantando una especie de torre que se hacía cada vez más larga a ojos vista.  Lo que yo había tomado por una fruta y que me había sido presentado como tal, parecía ser en realidad el extremo superior de un tubo o algo así: para decirlo figurativamente, la punta de un iceberg.  La torta terminó de cortarse y, para mi estupor, de su interior surgió un hombre embadurnado en crema de la cabeza a los pies que se tomaba, dolorido, su sexo.  Con horror, comprobé que lo que yo acababa de morder, no era otra cosa más que… su verga erecta.
Las muchachas alrededor no paraban de festejar ni de saltar alborozadas riendo a más no poder; se desternillaban a tal punto que se retorcían tomándose el vientre y hacían enormes esfuerzos por mantenerse en pie.  Volví a mirar hacia el hombre salido de la torta, quien ahora arrojaba un manotazo tras otro para tratar de quitarse la crema que le cubría el rostro y le impedía ver.  Cuando más o menos lo hizo, alcancé a distinguir, por primera vez, que llevaba puesto el guardapolvo azul que era clásico en los obreros de la fábrica, pero lo peor de todo fue descubrir en su rostro esa expresión bobalicona y tonta que tantas veces había visto antes: era Milo, el sereno…
 
Para contactar con la autora:


(
martinalemmi@hotmail.com.ar)

 
 
 
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“NO SON DOS SINO TRES LAS ZORRAS CON LAS QUE ME CASÉ” (POR GOLFO) SERIE SIERVAS DE LA LUJURIA VOL. II LIBRO PARA DESCARGAR

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Sinopsis:

El pastor de la secta descubre que una de sus esposas le es infiel y en secreto la repudia. Para mantener las apariencias obliga a su hijo, nuestro protagonista, a casarse con ella. Aunque en un principio se niega, la amenaza de ser desheredado le obliga a consentir esa unión CON SU MADRASTRA….

TOTALMENTE INÉDITA, NO PODRÁS LEERLA SI NO TE LA BAJAS.

ALTO CONTENIDO ERÓTICO

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Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:

Introducción

A raíz de mi llegada a Madrid mi vida cambió. Tres meses antes era solo un joven estudiante de provincias, cuyo único interés era vivir la vida y al que su madre había instalado contra su voluntad en una casa de huéspedes regentada por Doña Consuelo, una viuda que acababa de perder a su marido. La intención de mi jefa había sido buscar un sitio donde tuvieran a su hijo controlado. Lo que nunca previó fue que esa mujer y su hija vieran en mi presencia una señal de Dios y a mí, en particular, al hombre que había venido a sustituir al difunto.
Tardé poco en descubrir que la dueña del hostal era una fanática religiosa de una secta fundada por un tal Pedro, que veía en el sexo una forma de combatir los demonios que la consumían por dentro y qué desde que me vio poner los pies en su casa, asumió que mi misión en este mundo era exorcizarla a base de polvos. Por eso solo tuvieron que pasar un par de días para que esa cuarentona se convirtiera en una asidua visitante de mi cama.
Laura, su hija, fue un caso diferente. Tratada como criada, era incapaz de llevarle la contraria a su madre y aunque no era tan creyente, compartía con su progenitora una sexualidad desbordada, producto de los continuos abusos que había sufrido de manos de su padre muerto. En un principio, reconozco que quise convertir a esa rubia en otra putilla a mi servicio pero sus traumas y la manía que tenía de considerarme su padre, despertaron al hombre bueno que hay en mí y me negué a participar en sus juegos, deseando cortar tantos años de explotación paterna.
Esa buena acción llevó a la cría al borde de la depresión y fue entonces cuando su vieja pidió mi ayuda. A pesar de sus rarezas, Consuelo era una buena mujer y como su amante, me vi obligado a explicarle el siniestro comportamiento con el que su esposo había tratado a su propia hija.
La viuda al enterarse, escandalizada pero sobre todo avergonzada por no haberse percatado de lo que ocurría antes sus narices, fue a hablar con su retoño para pedirle perdón y buscar una solución a sus males. Fue al volver cuando me informó que las dos juntas habían llegado a una solución y que como la Iglesia en la que creían permitía la poligamia, habían decidido que lo mejor era que yo me casara con las dos.
Cómo podréis comprender, me negué a tamaño disparate pero ante su insistencia, esa viuda consiguió que me lo pensara. Todavía hoy desconozco si hubiese aceptado finalmente, si no llego a recibir la visita de D. Pedro y de sus tres esposas. Tras una breve discusión teológica, ese pastor me mostró los aspectos prácticos que tendría esa hipotética boda: Además de tener a mi disposición a dos hermosas mujeres, sería el administrador de una fortuna valorada en más de quince millones de euros.
Si la belleza madura de Consuelo y el inocente atractivo de Laura eran motivos suficientes, tener mi futuro asegurado con ese dinero fue el empujoncito que necesitaba para aceptar. Por ello con un apretón de manos, cerré el pacto con ese sacerdote y comprometí mi asistencia al enlace que tendría lugar esa misma noche.
Al llegar a la iglesia de esa secta me quedé impresionado con el lujo de esa construcción pero lo que realmente me dejó anonadado fue la veneración con las que sus fieles trataban al anciano. Lo creáis o no, lo consideraban un profeta casi a la altura de Jesucristo. Como no podía ser de otra forma, decidí obviar el fanatismo de esa gente y concentrarme que a partir de esa noche sería rico y tendría a dos estupendos ejemplares de mujer a mi servicio.
La boda en sí fue parecida a las católicas que tantas veces había asistido por lo que en un principio nada me alteró hasta que en mitad del sermón, Don Pedro anunció que estaba enfermo ante ese gentío y que desde ese momento me nombraba a mí como su sucesor. Imaginaros mi cara cuando lo escuché pero la cosa no quedó ahí y micrófono en mano, insinuó que yo era su hijo bien amado. Como nunca había conocido a mi progenitor, me quedé pensando en si era verdad y por ello al terminar la ceremonia, lo busqué.
Ese tipo, sin perder la compostura, me reconoció que él me había engendrado y que si había caído en esa casa de huéspedes había sido cosa suya en colaboración con mi madre, la cual me había prometido siendo niño que con la mayoría de edad conocería a mi padre.
Esa revelación me dejó perplejo y me sentí una puta marioneta en sus manos. Tras unos segundos en los que dudé si salir corriendo de ahí, le comenté que me resultaba imposible aceptar ser su sustituto porque entre otras cosas era agnóstico.
Fue entonces cuando soltó una carcajada y bajando la voz, susurró en mi oído que me lo pensara ya que además de disponer de cientos de mujeres entre las que elegir para que formaran parte de mi harén, con ese “peculiar” oficio mis ingresos anuales superarían el medio millón de euros. Soy joven pero no tonto y por ello no tuve que pensármelo mucho para olvidarme de cursar Ingeniería Industrial y convertirme en un estudioso de Teología.
Despidiendo a mi padre, el pastor de esa iglesia y mi futuro profesor, fui a cumplir con mis deberes conyugales pero Consuelo, que sabía que esa noche era primordial para su hija, me pidió que la dejara quedarse en el banquete que había montado en nuestro honor.
Una vez con Laura y en la que ya era por derecho mi casa, descubrí dos cosas que marcarían el rumbo de mi vida en un futuro: la primera es que tras esa fachada de zorra manipuladora, se escondía una tierna amante necesitada de cariño y la segunda que reconozco me puso los pelos de punta, que esa secta creía en el levirato por lo que si finalmente moría don Pedro, como su heredero tendría que adoptar a sus esposas como mías…

Capítulo 1

Esa mañana seguía dormido cuando entre sueños, sentí que una dulce humedad se apropiaba de mi pene. Rápidamente vino a mi mente, el recuerdo de la noche anterior y el modo tan pleno con el que Laura se había entregado a mí. Asumiendo que era ella, deseé comprobar hasta donde llegaba su calentura y por ello, mantuve mis ojos cerrados como si no fuera consciente que mi joven esposa me estaba haciendo una mamada.
Sus manos todavía indecisas comenzaron a recorrer mi cuerpo desnudo mientras su pene cada vez más duro era absorbido una y otra vez por su boca. La maestría de sus labios era tal que parecían conocer cada centímetro de mi piel.
«Es toda una experta», pensé poniendo en duda su afirmación que mi miembro era el primero que había visto y es que la lengua de esa novicia se concentró en lamer los puntos sensibles de mi verga como si realmente lo hubiese hecho multitud de veces.
Durante un par de minutos y a pesar que entre mis piernas crecía una brutal erección, seguí disimulando hasta que sacándosela del fondo de la garganta, comenzó a mordisquear mi capullo con sus dientes. Esa caricia la conocía y por ello supe de mi error aun antes de oír a Laura saludar a su madre, muerta de risa:
― Se nota que has llegado con ganas de follarte a mi marido.
Doña Consuelo, la mayor de mis esposas, recriminó la procacidad de su hija diciendo:
―No seas vulgar. Jaime es también mío y debo complacerlo. Cuando una esposa cumple con su deber, es una forma de agradecer a nuestro señor por habernos mandado alguien que nos cuide y tú deberías hacer lo mismo.
Ni siquiera abrí los ojos, era una discusión entre ellas dos y no debía intervenir, no fuera a ser que saliera escaldado. Lo que no me esperaba fue que tomando sus palabras literalmente, la menor de mis mujeres se incorporara sobre el colchón y dijera:
―Tienes razón, échate a un lado que yo también quiero santificar mi matrimonio.
Defendiendo cada una sus derechos, mi pobre pene, mis huevos y la totalidad de mi cuerpo se vieron zarandeados por esas dos gatas. Cada una quería su porción de terreno y no se ponían de acuerdo. Aguanté estoicamente hasta que una de las dos me arañó involuntariamente con sus uñas cerca de la entrepierna y temiendo por mis partes nobles, decidí intervenir y de muy mala leche les grité:
―¿Se puede saber qué coño hacéis?
Madre e hija dejaron de discutir al momento, aunque no por ello dejaron de mostrar su cabreo con sendas miradas cargadas de reproche. Supe que debía de cortar por lo sano esa actitud y por ello, recordando las enseñanzas de él que era mi padre, les pregunté cuál era el problema.
La cuarentona de inmediato comenzó a protestar diciendo que ella se había autoexcluido para que Laura tuviera su noche de bodas y que por lo tanto, le tocaba a ella disfrutar de mis caricias.
«Tiene lógica», asumí en silencio.
Pero entonces la más joven de mis esposas echa una furia rebatió sus argumentos diciendo que entre ellas habían acordado que si un día era una, la primera en satisfacer a su marido, al día siguiente el turno era para la otra.
Dando por sentado que ambas tenían parte de razón, comprendí que debía de imponer unas reglas que las dos se vieran obligadas a cumplir en un futuro o mi vida sería un desastre y abusando de sus irracionales creencias, me inspiré en las Sagradas Escrituras para decir:
―Tal y como planteáis el asunto, decidir de quien tiene más derecho es complicado por lo que no me queda otra que adoptar una decisión salomónica y como no pienso ni quiero partir mi pene en dos, como vuestro marido, he resuelto no tocaros ni dejaros que os acerquéis a mí hasta que lleguéis a un acuerdo que se mantenga en el tiempo.
Consuelo me replicó, casi llorando, que el deber de una buena sierva del señor era cuidar de su marido. Su hija uniéndose a su madre, la secundó recitando unos versículos de la biblia:
―Está escrito: “No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración”.
Reconozco que me pasé dos pueblos pero no me pude contener al oír esa cita y soltando una carcajada, repliqué:
―Vosotras rezad porque si me entran las ganas, no os preocupéis por mí, me haré una paja.
Mi falta de devoción las indignó y creyendo que era una prueba que les ponía, nuevamente se pusieron a discutir entre ellas mientras se achacaban la una a la otra la culpa que llegado el caso me tuviera que masturbar teniendo dos mujeres obligadas a hacerlo. Dándolas por imposibles, me levanté de la cama y me fui a desayunar.
Veinte minutos después, volví al cuarto y no encontrando a ninguna, comprendí que todavía no habían llegado a un pacto.
«Mientras no se maten entre ellas, debo dejarlas que entre ellas lo arreglen», pensé y por eso, me vestí y me fui a ver a don Pedro.

Mi padre vivía en una mansión dentro de los terrenos de la iglesia y por eso no me extrañó que al llegar me pararan un par de sus feligreses y me pidieran que les bendijera. Aunque me sentí ridículo haciéndolo, no me quedó más remedio que imitar lo que le había visto hacer a mi viejo y posando mis manos sobre sus cabezas, recité en silencio una plegaria. Habiendo cumplido con mi papel de heredero del “profeta”, toqué en su puerta.
Quien me abrió fue Judith, la segunda esposa que tenía la edad de Consuelo.
―¿El Pastor?
Con su gracejo caribeño, me informó que don Pedro todavía no se había levantado. Interesándome por él, preocupado le pregunté si había recaído. La cubana, muerta de risa, contestó que no pero que tras mi boda, estaba tan contento que se empeñó a cumplir con todas sus esposas.
«Joder con el anciano, todavía funciona», dije para mí.
La mulata me debió de leer los pensamientos porque, con una sonrisa de oreja a oreja, comentó:
―Debimos decirle que no pero insistió tanto que una tras otra nos satisfizo a las tres― y siguiendo con la guasa, se dio una palmada en el trasero mientras me decía: ― A su edad no es bueno tantos esfuerzos.
Descojonado por cómo esa cuarentona me había insinuado que la había tomado por detrás, no pude dejar de curiosear en la vida privada de mi progenitor y directamente la pregunté cada cuanto “santificaba” su matrimonio.
―Menos de lo que me gustaría… dos o tres veces por semana.
Haciendo cuentas, si multiplicaba esa cantidad por las mujeres de mi padre, eso suponía que el setentón era capaz de echar ¡más de un polvo diario! Pero no fue eso lo que me perturbó sino saber que una vez que faltase, yo al menos debía mantener su ritmo y si a esas tres le sumaba las mías, mi pobre pene se vería en problemas para follar a tantas y tan frecuentemente. La expresión de mi cara debió de ser tan evidente que adivinó mi problema y muerta de risa, me dijo:
―Cada una somos diferentes, ahí donde la ve, Raquel sufre de insomnio y cuando no puede dormir le ruega a nuestro esposo que le regale un poco de su néctar. En esas noches da igual a quien le toque, es la primera en… “comulgar”.
―¿Y es frecuente que le pase?
Descojonada, respondió:
― Todas las noches pero Don Pedro solo acede a complacerla noche sí, noche no.
«¡Qué caradura!», pensé. Aunque me hacía gracia el eufemismo que usaba para no decir “hacerle una mamada”, no pude más que alucinar al comprender que solo entre ellas dos le exigían eyacular casi a diario y ya escandalizado, tuve que averiguar cuantas veces Sara, la veinteañera, requería las atenciones de mi pobre viejo.
―¡Esa es la más devota! Ora con don Pedro en cuanto puede. Al menos una por día y si el Pastor no está en condiciones, viene a mi habitación y reza conmigo.
«¡La madre que las parió! Aunque se alivien entre ellas, tienen al anciano consumido. ¡Son tres putas de lo peor!», sentencié preocupado porque me veía incapaz de mantener esa frecuencia.
Como mi padre estaba indispuesto, estaba a punto de volverme a casa pero entonces Raquel apareció y me pidió que la acompañara. Dado que esa rubia era la favorita de mi padre y su primera mujer, la obedecí y junto ella, entré en un despacho. De inmediato, encendió un ordenador y mirándome a los ojos, me explicó que su marido le había ordenado mostrarme los números de la “iglesia” para que me fuera familiarizando con su obra. Aunque mi viejo me había anticipado los enormes beneficios que daba, nada me contó sobre la labor con los desfavorecidos que realizaban y por eso cuando su mujer me fue detallando lo que habían gastado en alimentos y demás ayudas, reconozco que no supe que decir.
«Han repartido más de dos millones y eso solo durante lo que va de año», recapitulé y por vez primera admití que además de un buen negocio, ese tinglado cumplía una labor social.
Durante más de dos horas, actuando como una financiera de primer nivel, Raquel desmenuzó todos y cada una de las fuentes de ingresos, recalcando también los fines a los que se dedicaban los fondos. Por ello mi idea preconcebida que mi viejo era un golfo y un estafador cambió y comprendí que a pesar de ser un putero, había fundado una gran ONG bajo el paraguas de unas creencias.
Al terminar su exposición, Raquel cerró el portátil y me miró. Por su rostro supe que iba a decirme algo importante y por eso esperé que empezara. Os juro que por mi mente habían pasado muchas cosas pero jamás me imaginé que esa mujer me dijera.
―Tu padre es un santo y debemos intentar que nos dure muchos años. Es demasiado orgulloso para decírselo personalmente por lo que me ha pedido que le diga que necesita su ayuda.
Como no podía ser de rápidamente me ofrecí a arrimar el hombro en lo que fuera. Fue entonces cuando ese supuesto modelo de rectitud me dijo sin ningún tipo de rubor que tendría que hacerme cargo de algunas labores. Creyendo que se refería a algo relacionado con su labor pastoral, accedí sin pensármelo, diciendo:
―Cuenta conmigo. Aunque necesito unas cuantas lecciones, me puedo ocupar de parte de su trabajo con los creyentes.
Ni siquiera pestañeó cuando quiso sacarme de mi error diciendo:
―Lo que su padre necesita es algo más personal. Como usted sabe anda delicado de salud y aunque quiera ya no puede aguantar el ritmo de actividad al que nos tenía acostumbradas.
Lo creáis o no, todavía seguía pensando que hablaba de temas de administrativos y por ello, no tuve reparo en insistir que no tenía inconveniente en cumplir con lo que él quisiera aunque eso supusiera quedarme hasta tarde.
Al darse cuenta que no había sabido como plantear el problema para que yo me enterara, esa cincuentona decidió que no podía seguir perdiendo el tiempo y entrando al trapo, me soltó:
―No sé si sabes que cuando él muera, tú ocuparás su lugar con nosotras, sus tres esposas…
―Lo sé― intervine cortándola al temer el rumbo que estaba tomando la conversación.
Molesta pero sabiendo que no había marcha atrás, me miró con ira y sin darme tiempo a huir, reveló a lo que había venido, diciendo:
―El pastor quiere que te anticipes y que le liberes, asumiendo desde ya la mayor parte de sus responsabilidades como marido.
Alucinado por lo que me acababa de decir, quise defenderme recordando a esa mujer que el adulterio estaba prohibido pero entonces y sin alterarse, contestó:
―Don Pedro sabía que eso iba a contestar y por eso me pidió que le recitara parte “Eclesiástico 3” ― tras lo cual sacando una biblia, leyó: ―La ayuda prestada a un padre no caerá en el olvido y te servirá de reparación por tus pecados.
No sabiendo donde meterme, contesté francamente aterrorizado:
―Haber si lo entiendo, ¿me está diciendo que si me acuesto con cualquiera de vosotras cometo un pecado pero como lo hago para ayudar a mi padre, mis errores serán perdonados?
―Así es. Sé que es difícil de comprender pero si alguien tan santo como su padre afirma que sería licito, ¿quién somos sus esposas para opinar lo contrario? ―la expresión expectante de esa madura me hizo dudar si era realmente una petición de su marido o era en realidad su propia necesidad la que hablaba.
No sabiendo a qué atenerme, comprendí que al final de cuantas solo estaba acelerando lo inevitable y que si me negaba quien iba a sufrir las consecuencias era el corazón maltrecho del padre que acababa de conocer. Al no verme capaz de soportar la culpa de sentirme responsable de su muerte antes de tiempo, pregunté:
―¿Quiénes sois las que necesitáis comulgar más a menudo?
Que directamente le preguntara si ella también necesitaba saciar su lujuria, la hizo sonrojar y totalmente colorada, evitó mi mirada al contestar:
―Las tres
Se notaba que estaba pasando un mal trago con esa conversación pero cuando estaba a punto de dejar de insistir para no incrementar su vergüenza, descubrí que bajo su camisa habían aparecido como por arte de magia dos relevadores bultos. El tamaño de los mismos fue prueba suficiente para vislumbrar hasta donde llegaba la urgencia de esa mujer y olvidando que era mi madrastra, resolví comprobar los límites de su lujuria diciendo:
―¿Te apetece que te dé de comulgar ahora mismo?
Raquel no se esperaba esa pregunta por lo que tardó unos segundos en comprender a qué me refería. Cuando lo hizo, sus pezones crecieron todavía más y completamente aterrada quiso evitar ser ella la primera en convertirse en adúltera, diciendo:
―¿No sería mejor que consolara a Sara? Ella es más joven y por tanto más necesitada.
―No― contesté disfrutando de su nerviosismo― eres la favorita de mi padre y por tanto debes de ser tú quien peque antes que ninguna.
Se quedó paralizada al asumir que nada podía hacer para convencerme. En su retorcida mente había supuesto que dedicaría mis esfuerzos a las más jóvenes, dejando para ella sola las menguadas fuerzas de su marido. Al percatarme de sus planes, decidí chafárselos desde el principio. Acercándome a su silla, me puse detrás ella y metiendo mis manos por dentro de su escote, me apoderé de sus pechos mientras le comentaba que aún no había descargado esa mañana.
Raquel no pudo evitar que un suspiro se le escapara al sentir la caricia de mis dedos en sus gruesos pezones pero al escuchar que mis huevos estaban llenos, fue cuando realmente se puso cachonda y comenzó a gemir como una loca.
Por mi parte, os tengo que reconocer que me sorprendió la dureza de esas dos ubres ya que erróneamente había supuesto que debido a su edad, esa madura debía de tenerlos caídos. Por ello y queriendo confirmar mis sospechas, los saqué de su encierro ante el espanto de esa mujer.
―¡Están operadas!― exclamé al comprobar que la firmeza que demostraban solo era posible si habían pasado por las manos de un cirujano.
Raquel asintió avergonzada y me reconoció que mi padre había insistido en que la remozaran por completo. Sus palabras me hicieron intuir que la operación había ido más allá de colocarle las tetas y francamente interesado, le exigí que se desnudara ante mí:
―Soy la mujer de tu padre― protestó ante mi exigencia.
Mi carcajada resonó en sus oídos e imprimiendo un suave pellizco en sus areolas, le dije:
―Eso no te importó cuando me informaste que era mi deber el compensar con mi carne vuestras carencias.
El tono duro que usé y la certeza que de no obedecer se autoexcluiría del trato, forzó la sumisión de Raquel. Temblando como si fuera una primeriza, se puso en pie y con la cabeza gacha, comenzó a desabrochar su falda mientras la observaba.
En cuanto dejó caer esa prenda, acredité el buen trabajo que el médico había realizado también en su trasero y llamándola a mi lado, usé mis yemas para testar la dureza de esas nalgas.
―Tienes un culo de jovencita― sentencié.
La estricta rubia me agradeció el piropo sin moverse, lo que me dio la oportunidad de profundizar en ese examen, separando sus dos cachetes. Ante mí apareció un rosado agujero al que de inmediato quise comprobar si estaba acostumbrado a ser usado sometí y sin pedir su opinión, introduje un dedo en su interior.
―No seas malo― murmuró con patente deseo al experimentar que comenzaba a jugar con su entrada trasera.
Que no solo no se opusiera sino que en cierto modo aprobara mis métodos, azuzó el morbo que me daba estar jugando con mi madrastra e incrementando la presión sobre ella, llevé mi otra mano hasta su entrepierna donde descubrí un poblado bosque pero también que su coño rezumaba una densa humedad.
«Esta zorra está caliente», me dije mientras insistía en estimular ambos agujeros con mayor intensidad.
En un principio los suspiros de la madura eran casi inaudibles pero con el paso de tiempo, se fueron incrementando siguiendo el compás con el que mis dedos la estaban masturbando.
―Ummm― sollozó al sufrir en sus carnes los embates del placer al que le estaba sometiendo su teórico hijastro.
Mi pene se contagió de la calentura de esa madura y como si tuviese vida propia, con una brutal erección presionó las costuras de mi pantalón. Sin nada que me retuviera, me bajé la bragueta liberando al cautivo. Raquel que había seguido mis maniobras, se quedó embelesada al verlo aparecer. Y refrendando con hechos lo que me había dicho Judith respecto a su obsesión por el semen, me rogó si podía recibir mi bendición. No tuve problema en interpretar que estaba usando una figura retórica y que lo que realmente quería preguntarme era si podía mamármela.
―Toda tuya― reí al tiempo que ponía mi verga a su disposición al sentarme con las piernas abiertas en una silla.
Los ojos de esa cincuentona brillaron al obtener mi permiso y puesta de rodillas, fue gateando hasta donde yo me encontraba sin dejar de ronronear. A pesar de sus años Raquel tenía, además de un par de apetitosos melones, un par de viajes y por ello cuando acercó su mano a mi entrepierna, todo mi ser estaba deseando comprobar in situ que es lo que sabía hacer.
―¡No tendrás queja de esta vieja! ¡Te lo juro!― exclamó en voz baja al coger mi pene entre sus dedos.
Al oírla estuve tentado de humillarla pero con mis hormonas a plena actividad, me quedé callado cuando, acercando su cara a mi miembro, sacó su lengua y se puso a recorrer con ella los bordes de mi glande. Para facilitar sus maniobras, separé mis rodillas y acomodándome en mi asiento, la dejé hacer. La madura al advertir que no ponía ninguna pega, me miró sonriendo y besando mi pene, me empezó a masturbar.
Quise protestar cuando usó sus manos en vez de sus labios pero entonces esa rubia incrementó la velocidad de su paja, desbaratando mis recelos. Para entonces me daba igual que parte de su cuerpo usara, necesitaba descargar mi excitación y más cuando sin dejar de frotar mi miembro, me dijo:
―¡Dame tu néctar y yo me ocuparé de ordenar los turnos de tus otras siervas!
Su promesa me tranquilizó porque de seguro en cuanto Sara y la mulata se enteraran, vendrían a por su ración de leche. Demostrando la puta que en realidad era, llevó la mano que le sobraba entre sus piernas y cogiendo su clítoris con los dedos, lo empezó a magrear con fiereza. Os juro que me quedé impresionado por la forma en que esa alegremente nos masturbaba a ambos. Debía llevar tanta la calentura acumulada que no tardé en observar que estaba a punto de alcanzar el orgasmo sin necesidad de que yo interviniera.
Supe que mi viejo la tenía bien educada al comprobar que el placer la estaba rondando y que era inevitable, esa guarra me pidió permiso para correrse.
―Hazlo.
Nada más escuchar que daba mi autorización, la madura se entregó a lo que dictaba su cuerpo y dando gritos colapsó ante mi atenta mirada. Ni que decir tiene que al verla estremecerse, me terminé de excitar y sin esperar a que terminara el clímax que la tenía dominada, cogiendo su cabeza, la obligué a embutirse mi miembro hasta el fondo de su garganta mientras le decía:
―¡Adúltera! ¡Comulga de una puta vez!
Mi improperio lejos de apaciguar su lujuria, la exacerbó y poseída por la necesidad de catar su pecado, buscó mi placer con ahínco, usando su boca como si de su sexo se tratara. La maestría con la que se metía y se sacaba mi pene de sus labios, me informó sin lugar a equívocos que era una mamadora experta por lo que aceptando que ella iba a ser la encargada de hacérmelas cuando viviera bajo mando, cerré mis ojos para concentrarme en lo que estaba mi cuerpo experimentando.
El morbo que fuera mi madrastra la mujer que me estaba regalando esa felación provocó que mi espera fuese corta. Al sentir que estaba a punto de explotar y que no iba a aguantar más, le dije:
―Bébetelo todo ¡Puta!
La favorita de mi viejo recibió mi orden con alborozo y metiendo mi pene en su boca, buscó mi semen con desesperación. No os podéis hacer una idea de la alegría que sintió al sentir la primera descarga sobre su paladar. Solo deciros que pegó un grito relamiéndose, para acto seguido disfrutar de cada explosión y de cada gota que salió de mi miembro hasta que consiguió ordeñar por entero mis huevos. Una vez comprobó que no salía más, usó su lengua para asear mi extensión a base de largos y sensuales lametazos que además de dejar mi polla inmaculada, tuvo como efecto no deseado que se me volviera a poner dura como una piedra.
Aunque suene raro, cuando al terminar le felicité por su habilidad y le insinué que iba a follármela, esa cincuentona sintió nuevamente que su cuerpo era sacudido por el placer y de improviso se vio sacudida por un segundo orgasmo todavía más brutal que el anterior. Al verla berrear como una cierva en celo, creí que era el momento de tomar lo que tarde o temprano sería mío. Por eso levantándome de la silla, puse mi erección entre los pliegues de su sexo pero cuando ya iba a hundir mi estoque en su interior, la rubia se separó bruscamente y casi llorando, me rogó que no lo hiciera.
―¿Qué diferencia hay con lo que acabamos de hacer?― susurré en su oído tratando de convencerla.
Fue entonces cuando con lágrimas en sus ojos, la favorita del pastor me soltó:
―Ya he tropezado en demasía. Por favor no incrementes mi pena, sumando a la lujuria el pecado del egoísmo.
―No te comprendo― insistí.
Completamente deshecha, la rubia comenzó a vestirse sin darme una contestación a su actitud y solo cuando ya estaba junto a la puerta, se dio la vuelta y me dijo con tristeza:
―Me encantaría sentirte pero no es posible, antes que pueda repetir, es el turno de las otras mujeres de tu padre.
Tras lo cual, me dejó solo, insatisfecho y con mi verga pidiendo guerra. Juro que estuve a un tris de llamar a la mulata para que me ayudara pero con el último rastro de cordura decidí que era mejor volver a casa y que de ese problema se ocupara cualquiera de mis dos esposas…

Relato erótico: “Enemigo público III” (POR ALEX BLAME)

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La sala de conferencias de una cárcel de alta seguridad es un puñetero asco, la mayoría de los teléfonos o no funcionan o están tan pringosos de todo tipo de detritus que preferiría acercar su oreja al culo del puto más tirado del correccional.  Además había que olvidarse  de tener cualquier tipo de  intimidad para decir nada y menos para concretar un plan de fuga.
Pero gracias a San Internet y un corrupto funcionario venezolano Ingrid consiguió un título de derecho por la universidad de Caracas en cuarenta y ocho horas, eso sí, previo pago de dos mil quinientos dólares USA. El titulo no le permitía  ejercer,  pero con ese papel y un justificante de que había comenzado los trámites para convalidar el título podía solicitar una visita abogado-cliente.
La sala que les proporcionaron no era muy grande pero era mucho más cómoda. Tenía una mesa de formica y dos sillas de oficina que obviamente provenían de una sustitución de mobiliario que se habría producido hace tiempo en administración. Se las veía baqueteadas pero bastante cómodas. El único adorno de la habitación era un colorido poster que advertía de las consecuencias de practicar el sexo “consentido” sin protección y un gigantesco espejo en la pared de la derecha que obviamente ocultaba una ventana para vigilar discretamente a los asistentes y que no hubiese contactos no autorizados.
Cuando llegó, Ingrid aún no estaba allí, así que se dedicó a inspeccionar detenidamente las aviesas fotografías del poster y a saludar al tipo que estaba detrás del espejo,  antes de tantear las sillas y esparrancarse cómodamente en la que le pareció mejor, a espaldas del espejo.
La paciencia nunca había sido una de sus virtudes pero reconocía que los cuatros meses que llevaba en este pútrido agujero le habían ayudado a cultivarla con esmero, de forma que los veinte minutos que pasó allí sentado no le resultaron demasiado pesados. Cuando estás planeando una fuga todos los tiempos muertos  los ocupas dándole  vueltas al asunto y  pensando en todo lo que puede fallar y en cómo prevenirlo.
La puerta se abrió finalmente e Ingrid entró en la sala precedida por un funcionario que se dedicó a escudriñar todos los rincones de la vacía estancia antes de irse y dejarnos solos.
El aspecto de Ingrid le hizo sonreír. Como siempre, a todos los disfraces les tenía que aportar su nota. Sólo ella podía arreglárselas para que un gris traje chaqueta de buena marca, pero de lo más convencional me provocara una erección. Había recortado la falda casi un palmo de manera que en vez de estar ligeramente por encima de la rodilla le llegaba únicamente a la mitad del muslo y se ceñía tanto a su culo que Mario, el guarda que acababa de irse, el tipo del espejo y  hasta un ciego podían notar el relieve que marcaban en el fino tejido las trabillas del liguero. Las medias de un color claro, con un dibujo en forma de costura negra adornando  la parte posterior de sus piernas largas y flexibles,  acababan en unos zapatos negros con tacones de aguja y la suela color rojo corazón aplastado. La chaqueta era dos tallas pequeña y sólo llevaba los dos botones inferiores abrochados apretujando y juntando sus pechos que se podían entrever a través del escote de una fina blusa blanca cerrada en la parte superior por un pomposo lazo. Para más inri se había pintado la cara a conciencia y sus labios destellaban con su habitual rojo cereza.
En cuanto el guarda cerró la puerta tras de sí, ella, ignorando a Mario por completo, posó el maletín que llevaba en la mano sobre la mesa y se dirigió directamente al espejo, se colocó el pelo  se apretujó la chaqueta inclinándose ligeramente para que los mirones del otro lado pudiesen tener una buena panorámica de sus pechos y se dio la vuelta:
-Hola querido, soy Conchita, tu nueva bogada. Estoy encantada de conocerte. –comenzó alargándome la mano para simular un saludo profesional.
El contacto con aquellas manos de dedos largos suaves y delgados, desprovistos de anillos pero con las uñas largas, afiladas y teñidas de intenso color rojo desbordaron su cerebro con recuerdos. Ella lo notó y sonrió frunciendo los labios con descaro para  desesperación de Mario.  En ese momento, su único anhelo era levantarle las faldas y sodomizarla haciéndola gritar de dolor y deseo.
Después del saludo, él se volvió a sentar pero ella siguió de pie y dio una vuelta por la habitación examinando todos los recovecos con atención buscando cualquier cosa sospechosa de ser un micro  o una cámara. Mientras ella inspeccionaba, él lo hacía también. Seguía igual que el día que la conoció, sus movimientos elásticos y contundentes desde lo alto de esos tacones le recordaban lo mucho que le gustaba follarle con ellos puestos. Mario seguía hipnotizado por la superficie aterciopelada y roja que recubría la parte inferior, entre el tacón y la suela.
Finalmente se dio por satisfecha y se sentó frente a él. Abrió el maletín y saco un block y un lapicero y se puso a hacer dibujitos mientras hablaba en voz baja y escondía su cara de los mirones detrás de mi cabeza:
-Bien cariño, ahora cuéntame.
-Me ha surgido una oportunidad que quizás podamos aprovechar. –Respondió él –resulta que han contratado una nueva psiquiatra, es una buena chica, recién salida de la facultad, pero un poco inocente. La verdad es que no me ha costado demasiado seducirla.
-¿Y hará ese bicho todo lo que le mandes?
-Por las buenas o por las malas. El caso es que está jodida. Puede hacerlo porque yo se lo pida o puedo chantajearla. Además no le voy a pedir nada excesivamente comprometedor. Estos días me estoy portando de la forma más inestable posible. Le sugeriré que pida una evaluación psiquiátrica de mi personalidad con vistas a llevarme a un bonito sanatorio y poder visitarme todos los días y no sólo un día por semana como hasta ahora. Probablemente eso sea suficiente. Ese tipo de reconocimientos se suele hacer siempre en el mismo lugar, no te costará mucho encontrarme. Tenemos dos opciones, uno, que me liberes en el viaje de ida o de vuelta del lugar de reconocimiento o dos que me saques de allí en mitad del reconocimiento.
-Creo que la primera opción tiene más riesgos, habrá más personal pendiente de mí, sin embargo en la clínica donde me realicen el reconocimiento, lo difícil será entrar,  pero una vez dentro será todo coser y cantar.
-No parece mala idea, -aprobó Ingrid – yo y otras dos personas disfrazados de personal, con armas cortas… Podemos interceptarte en uno de los traslados por el interior del complejo, vestirte de paisano y salir por una puerta lateral. Si vemos que la cosa se pone un poco dura siempre podemos activar la alarma de incendios. De todas maneras, para estar seguros deberíamos llevarnos a la chica como rehén.
-Ya lo había pensado pero no sé, quizás nos retrase en nuestra huida. Y luego ¿Qué haríamos con ella?
-Matarla, por supuesto ya sabes que no me gustan los testigos. –Dijo fríamente Ingrid – ¿O le estás cogiendo cariño?
Antes de que pudiese responder note como su zapato se había colado entre mis piernas y me acariciaba con suavidad el paquete.
-Quizás ahora esa furcia te gusta más que yo. –me reprochó Ingrid haciendo un mohín.
-Sabes que eso es una tontería –respondió  ofendido bajándose la bragueta disimuladamente.
 -Más te vale,  -replicó ella clavándome con una fuerza cuidadosamente calculada el tacón de aguja en el escroto –porque lo más probable es que tenga que morir.
Mario soltó un respingo pero no dijo nada, concentrado únicamente en su erección.
Con su habitual maestría, se las arregló para introducir el pene en el puente del zapato y empezó a acariciárselo con suavidad. De vez en cuando giraba el tobillo y haciendo palanca con el tacón presionaba y doblaba su polla erecta para luego soltarla de un golpe y dejarla moviéndose sola, dura y desconsolada en busca de sexo.
Con un movimiento lento y aparentemente casual separó un poco la silla hacía atrás lo suficiente como para que pudiese verle las rodillas y el principio de las piernas desde el otro lado de la mesa. Poco a poco y sin dejar de observar la expresión ansiosa de Mario, fue separando las piernas milímetro a milímetro. La suave banda elástica de las medías adornada con motivos vegetales daba paso a la pálida piel del interior de sus muslos. Cuando termino de abrirse para él, descubrió que no llevaba bragas y Mario pudo ver como de su sexo rojo e hinchado escapaba una gota de líquido claro que resbalaba poco a poco por su piel en dirección a la silla.
Le costó horrores contenerse y no tirarse encima de ella como un animal. Sus manos se agarraron al canto de la mesa hasta que los nudillos se pusieron blancos. La visión del coño húmedo y cuidadosamente arreglado de Ingrid tan cerca y tan lejos le devolvió a los salvajes encuentros que habían tenido en el pasado.
Ingrid volvió a acercarse a la mesa y quitándose el zapato comenzó a acariciarle la polla con sus dedos y con sus medias de seda.
-¿Recuerdas mis polvos? –Comenzó sin parar de recorrer toda la longitud de aquel pene con sus pies -¿Recuerdas cómo jugaba con tu pene en mi boca? ¿Cómo me lo metía entero y me lo sacaba poco a poco atrapado entre mis dientes?
-Si recuerdo alguna vez las marcas de tus dientes en mi glande, recuerdo tu cuerpo retorciéndose cada vez que te penetraba, recuerdo tus gritos, tus arañazos y tus mordiscos cada vez que mis bolas golpeaban contra tu sexo… -continué yo, intentando apretarme contra sus pies calientes y agiles.
-Quiero que cuando te folles a esa mosquita muerta rememores las veces en que me penetrabas por detrás y me follabas sin contemplaciones, cubriéndome con tu cuerpo y mordiéndome la nuca y la espalda como si fuese una leona…
El movimiento de sus pies se hizo más rápido, lo mismo que la respiración de Mario. Ingrid con sorprendente habilidad engancho la punta del pene con su media y tiro hacia abajo envolviendo parte de la polla con el suave tejido. Cada vez que tiraba hacia abajo la malla de seda se le clavaba con deliciosa suavidad en el pene, cuando subía los dedos de Ingrid recorrían su verga y jugaban con sus partes más sensibles mientras que con el otro pie le acariciaba los huevos.
Incapaz de contenerse por más tiempo Mario se corrió empapando la punta de la media y los dedos con su semen espeso y caliente.  Ingrid siguió acariciándole unos segundos más hasta que el pene termino de moverse y comenzó a contraerse lentamente.
Sin decir una palabra se puso los zapatos, recogió el block metiéndolo en la cartera, se levantó y colocándose la ropa le saludo con formalidad mientras que con sus ojos de gata le decía todo tipo de guarradas.
Sin levantarse de la silla, Mario la vio alejarse maravillándose de cómo podía mantener aquel paso ágil y felino con aquellos zapatos húmedos y aquellas medias pringosas de sexo.

Pasaron los días sin que Cat tomase ninguna decisión. Finalmente lo dejo pasar y se juró a sí misma que no volvería a cometer ninguna locura parecida en su vida… 


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Relato erótico: “Descubrí a mi tía viendo una película porno 6” (POR GOLFO)

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Con Belén en mi poder, no podía esperar a tener noticias sobre cómo le había ido a mi tía con su madre y aunque había acordado con Elena que no podía volver a casa antes que ella me avisara, decidí desobedecer sus instrucciones y volver.
Como no quería que se percataran de mi llegada, dejé mi coche aparcado fuera del chalet y en plan ladrón, en silencio, crucé el jardín. En un principio, creí que no estaban porque mientras subía las escaleras rumbo a su cuarto, no escuché ningún ruido que descubriera su presencia. No fue hasta que estando frente a la puerta de su habitación y escuché un gemido, cuando comprendí que esas dos mujeres seguían en la casa.
Intrigado, accioné el asa y lentamente la abrí con la intención de espiarlas. Al hacerlo, me quedé impresionado al pillar a Aurora atada a la cama y con dos consoladores incrustados mientras mi tía, látigo en mano, la azotaba. Se notaba a la legua, que ambas estaban disfrutando. Elena castigando y la madre de Belén recibiendo.
«Joder con la tía», pensé al advertir el sudor recorriendo sus pechos desnudos y la erección que mostraban sus pezones.
Asumiendo que el rol de domina la tenía subyugada, no por ello dejó de asombrarme la rudeza que mostró al pellizcar los pezones de su víctima. Pero también me dejó perplejo, escuchar de los labios de esta última sus ruegos para que continuara torturando sus areolas.
«Ya sé de quién ha heredado Belén su naturaleza», sentencié recordando que esa misma tarde mi exnovia había reconocido ante mí su carácter de sumisa.
No queriendo intervenir, iba a cerrar la puerta cuando Elena se percató que estaba observando y pidiendo con un dedo en su boca silencio, señaló una silla donde supuse que quería que me sentara a observar.
Obedeciendo, me acomodé donde decía y adoptando por segunda vez en ese día una actitud pasiva, resolví ser testigo mudo de lo que pasara entre esas cuatro paredes. Fue en ese instante cuando acerté a ver que Aurora portaba una máscara y que esa era la razón por la que no se daba cuenta que ya no estaban solas las dos.
Recreándose en el su papel, mi tía se puso un arnés dotado con un enorme pene de plástico y retirando el consolador que la otra mujer tenía instalado en su coño, la penetró sin miramientos mientras le decía:
-¡Habla puta! ¡Dile a la cámara quien es tu maestra!
La madre de Belén pegó un sollozo antes de contestar:
-Domina Aurora es mi maestra.
No contenta con ello, Elena comenzó a follársela lentamente al tiempo que insistía:
-¿Te gusta ser la esclava de la mujer que se folla a tu marido?
Avasallada por el placer que estaba notando en sus entrañas, chilló a los cuatro vientos que sí. Mirándome a los ojos y con una sonrisa en los labios, mi tía volvió a preguntar:
-¿Sabes que también me acuesto con tu hija?
-Ama, lo sé- rugió sollozando como una Magdalena por el dolor que esa confesión le producía- y lo acepto.
Aumentando el compás de las penetraciones, fui espectador mudo del sensual vaivén de las tetas de Aurora al recibir la visita del tronco que llevaba Elena entre las piernas. En ese momento, tuve que tomar una decisión: o me quedaba y entraba en escena, o desaparecía dejando que mi tía culminara el emputecimiento de esa mujer ella sola.
Viendo lo bien que marchaban las cosas, decidí esto último y sin emitir ningún ruido que revelara mi estancia ahí, desaparecí escaleras abajo.

O bien no le resultó tan fácil esa tarea o lo que es más seguro, el placer que obtuvo ejerciendo de severa ama la entretuvo más de lo que me imaginaba pero lo cierto es que hasta pasadas dos horas, ninguna de las dos hizo su aparición.
La primera en bajar fue Aurora. Al ver la alegría de su rostro, comprendí que al igual que su hija había tomado conciencia de su carácter sumiso y eso la hacía feliz. Tras ella, llegó mi tía. Nada más ver su cara, asumí que estaba deseando narrarme lo ocurrido y no me equivoqué porque despidiendo rápidamente a su nueva adquisición, me pidió que le sirviera una copa.
Con toda intención, ralenticé mis movimientos llevando al límite la lentitud al echar los hielos en el vaso hasta que mi tía ya cabreada, me soltó que me diera prisa que tenía algo que contarme.
Muerto de risa, acabé de servir los dos whiskies y dando uno a Elena, me senté a su lado para que me informara de sus avances sabiendo que la iba a sorprender cuando le dijera que me había adelantado.
La cuarentona ni siquiera esperó a que acomodara mi trasero para empezar:
-Todo ha ido de maravilla. Como suponía, esa zorra estaba deseando que alguien la hiciera reconocer que tiene alma de esclava.
Sabiendo que necesitaba explayarse en su conquista, le pedí que me contara cómo lo había conseguido.
-Ya sabes que me cité con Aurora para hablar pero lo que no se esperaba es que nada más entrar, la amordazara y la atara contra su voluntad a la cama.
-¿No se resistió?- pregunté.
-Un poco- dijo riendo- pero tras un par de bofetadas, se comportó como un manso corderito.
-¿Qué más?- insistí destornillándome al imaginarme la cara de esa supuestamente decente ama de casa al ser tratada de una forma tan brusca.
Orgullosa de sus actos, Elena se recreó narrando el modo en que la había obligado a desnudarse antes de inmovilizarla con las cuerdas que tenía preparada y puso especial énfasis en explicarme que lo duros que tenía los pezones mientras todo eso ocurría.
Un tanto desconcertado pregunté:
-¿Tú o ella?
Soltando una carcajada, me aclaró que era Aurora la que estaba bruta y con todo lujo de detalles describió la humedad con la que se encontró al embutirle el primero de los consoladores en su coño.
-Ya sabíamos lo puta que era- contesté bajando sus humos.
Mis palabras la cabrearon y ofendida porque no le diera la importancia que se merecía, me espetó:
-¿Te imaginabas que se iba a correr solo con ponerle la máscara?
Reconocí que no y mi confesión la indujo a exponerme que no se acaba ahí sino que berreando como una cerda, le había preguntado si no tenía otro para su culo.
-¡No jodas!- exclamé al chocar en mi mente con la imagen altiva que tenia de esa mujer, no en vano cara a la galería la madre de belén era una esposa fiel – ¿Y qué hiciste?
Mi pregunta era retorica pero aun así mi tía me explicó que había tenido que ir a su cuarto por el consolador de reserva y que al volver, Aurora la esperaba con su trasero en pompa para que ella se lo metiera.
Para entonces dos pequeños bultos bajo su blusa me advirtieron que mi tía se estaba poniendo cachonda al recordarlo y por eso incrementando su calentura, le pedí que me contara si le había costado romper el culo de la otra.
-¡Qué va! Su ano todavía se mantenía dilatado después del tratamiento que le distes ayer- contestó recordando que yo mismo había sodomizado a esa cuarentona en la playa. –Resultó muy sencillo y aunque el dildo era enorme, su ojete lo absorbió con facilidad.
Tras lo cual, me explicó que había puesto ambos instrumentos a plena potencia y que la había dejado sola.
-¿Para qué?-pregunté.
-Tú debes saberlo o no te acuerdas de cómo me dejaste una hora en esa misma posición mientras te tomabas una cerveza.
Increíblemente no recordaba que al día siguiente de sorprenderla viendo una película porno, había hecho que la violaba cumpliendo así su fantasía.
-Es diferente, estabas pidiendo a gritos ser forzada y yo solo complací tus deseos.
-Es lo mismo, Aurora necesitaba sentirse un objeto sexual y por eso la dejé con esas dos pollas en su interior durante ciento veinte minutos.
-¡Estaría ardiendo a tu vuelta!- comenté al asumir que después de tanta estimulación, la madre de Belén debía de estar agotada.
Con un tono satisfecho, me confirmó que era enorme el charco de flujo con el que se encontró al volver a su lado.
-¡Cuéntame más!- imploré afectado por el relato.
Mi petición obtuvo respuesta y mientras posaba una de sus manos sobre mi pierna, rememoró feliz que viéndola tan caliente, la había premiado poniendo su coño en la cara de la mujer.
-Me imagino que le obligaste a comerlo.
-Para nada, Aurora en cuanto sintió mi chocho contra sus labios sacó su lengua y me dio una lección del modo que se debe de comer el sexo de una mujer- respondió al tiempo que subía por mi muslo y comenzaba a rozar mi entrepierna.
Os reconozco que para entonces estaba más interesado en las maniobras de mi tía que en sus palabras pero, dándole su lugar, le rogué que me explicara qué había ocurrido a continuación. Bajando mi bragueta y sacando el miembro erecto que ya pedía su liberación, Aurora prosiguió:
-Dejé que disfrutara dando lengüetazos sobre mi coño hasta que llené sus mejillas con su flujo antes de usar los consoladores para follármela….
-Esperaste a correrte, ¿no es asÍ?- interrumpí.
-Sí- alegremente reconoció: -la boca de esa mujer es maravillosa. No tienes idea de qué forma la usa. ¡Me hizo ver el cielo a base de mordiscos en mi clítoris!
Con mi verga entre sus dedos y viendo que se estaba emocionando y que con ello empezaba a masturbarme excesivamente rápido, le pedí que se tranquilizara.
-Perdón- dijo adoptando un ritmo suave antes de seguir diciendo: -Te juro que me hubiese quedado horas gozando de esa lengua pero recordé el propósito de su visita y decidí que fuera ella la que se corriera otra vez porque quería emputecerla.
-¿Y resultó?
Me respondió con una carcajada y un beso sobre mi glande:
-Mejor de lo que esperaba. La muy cerda sacó su verdadero carácter al pedirme que la azotara y como esa sugerencia iba acorde con mis planes, saqué el látigo que me había comprado y le solté un par de mandobles sobre sus tetas.
-¿Qué ocurrió? ¿Se corrió?- pregunté nuevamente interesado a pesar del movimiento de muñecas con el que me estaba regalando entre mis piernas.
Disfrutando del dominio que había ejercido con esa mujer, Elena se extendió largamente narrando el brutal orgasmo que había sufrido la madre de Belén y cómo había usado su claudicación para informarla que se había tirado a su marido.
-¿Que dijo? ¿Se cabreó?-quise saber.
-Al contrario, cuando le comenté que ese Don Juan me había follado en el baño del auditorio, se calentó aún más y me preguntó si también su hija había participado de la faena.
-¡No me lo puedo creer! ¿En serio te preguntó si Belén había follado con su padre?
-Así es. Esa zorra estaba tan fuera de sí que me reconoció que esa idea la perturbaba.
-¿Para bien o para mal?- inquirí.
Descojonada, mi tía se introdujo mi polla en la boca durante unos instantes y creyendo que iba a ver una pausa en el relato, me relajé a disfrutar de ese inicio de mamada. Pero tras un par de ordeños, Elena se la sacó y prosiguió diciendo:
-Estás obtuso. ¿No te he dicho que es una zorra? La madre de esa criatura deseaba saber si su hija había cometido incesto porque era algo que ella misma secretamente deseaba,
-¿Se quiere tirar a su bebé?- tan escandalizado como excitado pregunté.
-Sí y cuando me lo confesó, le dije que yo podía hacer realidad ese sueño.
-¡No te creo!
-¿Por qué crees que permitió que la grabara mientras me reconocía que deseaba ser mi esclava aunque sabía que me tiraba a su marido y a su hija?- haciendo un inciso, dejó de hablar mientras se sentaba a horcajadas sobre mí y encajaba mi verga dentro de ella- ¡Esa fue la condición que le puse para ponerle en bandeja el coño de Belén!
No sé qué me puso más bruto, si sentir la tibieza de su coño encharcado o escuchar que nuestros planes se estaban cumpliendo de una forma tan satisfactoria. Lo cierto es que cerrando con mi lengua, la boca de mi tía la obligué a callarse y a empezar a mover sus caderas.
Elena nuevamente me sorprendió al chillar:
-Gracias, después de tanto coño, ¡necesitaba una buena polla que me recordara que soy mujer!
Sobre estimulado después de esa historia, decidí complacerla y azuzando su deseo con un par de nalgadas, le exigí que se empalara mientras me apoderaba de uno de sus pezones con mis dientes.
-¡Me encanta que me muerdas las tetas!- aulló al notar el mordisco y con gran diligencia, usó mi verga para acuchillar su sexo pidiendo al mismo tiempo que usara de igual forma su otro pecho.
Accediendo a sus deseos, llevé mi boca al otro pezón y lo mordisqueé tal y como me había pedido. Mi querida tía al experimentar la ruda presión sobre su areola, pegó un grito y se corrió dejando a su paso mi pantalón empapado con su flujo.
Aleccionado por pasadas experiencias que a Elena le gustaba tanto o más que ser dominante, el hecho que la tratara como una puta, decidí castigar su osadía de mancharme la ropa con una serie de rudos azotes sobre sus posaderas mientras le ordenaba que al terminar, tendría que lavarlos.
-Sí, mi dulce sobrino. Castiga a la zorra de tu tía. ¡Me he portado mal y me lo merezco!
La lujuria que mostró fue el latigazo con el que me incitó a cambiarle de postura y sin más prolegómeno, horadar su culo de un solo empujón. Al no tenerlo dilatado, sufrió como nunca la embestida pero lejos de intentarse retirar, con lágrimas en los ojos, me rogó que continuara sodomizándola.
Ni que decir tiene que a esas alturas, no cabía en mi cabeza otra cosa que liberar la tensión de mis huevos sobre el culo de esa cuarentona y por ello, la satisfice con brutales penetraciones mientras sus gritos eran música en mis oídos.
-¡Cabrón! ¡Me estás matando!- rugió sin dejar de mover sus caderas al ritmo que mis nalgadas imprimían sobre su trasero.
Muy a mi pesar y aunque quería seguir martilleando ese culo, la presión que ejerció su ojete en toda mi extensión terminó por colapsar mis neuronas y un brutal calambrazo recorrió mis entrañas antes de derramar mi simiente en esos amados intestinos. Mi tía al sentir la explosión de semen rellenando su adolorido conducto, se unió a mí en el orgasmo y aceleró sus movimientos con el objetivo de exprimir hasta mi última gota.
-Así me gusta, ¡Puta mía!- chillé satisfecho al conocer sus intenciones.
Contenta con mi reconocimiento, Elena convirtió su culo en una ordeñadora hasta que ya segura de haberlo conseguido, se dejó caer exhausta sobre el sofá. Tan agotado como ella, saqué mi polla de su enrojecido ojete y me tumbé a su lado, sabiendo que en cuanto se repusiera mi tía me preguntaría como me había ido con Belén…

Relato erótico: “Una tentadora distracción para un acaudalado viejo” (POR PERVERSO)

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UNA TENTADORA DISTRACCIÓN PARA UN ACAUDALADO VIEJO
Cuarto relato de Margarita, la joven tendrá que seducir a un rico empresario iniciándose de esta manera con la banda delictiva, descubrirá ciertos beneficios al pertenecer a esta, después de su primera participación Pancho la recompensará con una desgastante noche.
Unas 10 horas aproximadamente antes del debut de Margarita……
Don Pablo (el padre de Margarita) se despertaba con un punzante dolor de cabeza, una intensa resaca lo acompañaba pues era también un aficionado a la pachanga y la cerveza después de un duro día de trabajo en la fábrica en donde se desempeñaba, tomando su frente en respuesta al dolor intentaba que su vista se recuperara y regresara la claridad que cambiara esas sombrosas formas que medio visualizaba pero que estaba seguro de que se trataban de los muebles de la casa.
Avanzó con un caminar dificultoso gritando el nombre de su preciosa hija pero recordó que esta le había pedido permiso para quedarse a dormir en casa de su llenita amiga, razón por la cual el también aprovechó para llegar algo tarde esa noche.
-buenos días- una gruesa voz lo sacó de su estado crudesco.
El padre de Margarita volteo rápidamente hacia donde provenía esa tenebrosa voz y observó en la sala de su casa un enorme hombre gordo y moreno sentado en un sillón mecedor que poco faltaba para desmoronarse debido al exceso de peso, Don Pancho quien vivía de forzar las cerraduras de las casas poco le había costado abrir la de esta vivienda.
-quue, quien es usted?, como ha entrado?- dijo el padre de Mar un poco asustado.
-tranquilo viejo, solo vengo a hablar con usted sobre su hija- el viejo se relamía los labios con el hecho de articular las peladeces con las que se expresaría ante este hombre.
-mi hija?, que tiene mi hija?,- Don Pablo se hacía lentamente hacia atrás intentando llegar a la barra que separaba la sala de la cocina, algo le decía que este gordo traía malas noticias, lo analizaba y veía las fachas de malviviente que se gastaba el porcino.
-tu hija está bien, un poco adolorida ya que anoche le pegamos un cogidón, pero nada del otro mundo, se menea chingón arriba de las vergas la condenada, jejejejeje, la dejé bien llenita de leche- decía el viejo Pancho.
-queeee?, que peladeces dice gordo cabrón, mi hija está en casa de una de sus amigas- decía Don Pablo sudando producto de la adrenalina que le advertía de algo malo a punto de suceder.
-jejejejeje, así que eso te dice esa chiquilla culona cada que sale a putear, deberías de tenerla más vigilada, nunca se sabe qué tipo de personas se podría encontrar en los lugares que frecuenta, jejejeje, nunca se sabe que verga se le podría meter dentro de su panocha- reía el viejo mostrando sus abultados y negros labios de batracio.
-oiga, le pido que deje de expresarse así y que abandone mi casa si no hablaré a la policía,- decía Don Pablo y su mano se acercaba disimuladamente hacia un porta cuchillos de madera.
-no me amenaces viejo!!!!!! (le decía Pancho aunque el padre de Mar era más joven que él), aquí no estás en condiciones de amenazar a nadie!!!!!- gritó el gordo, su cuerpo había adoptado una postura de superioridad y mamarracheria y se meneaba gelatinosamente ante el menor movimiento, el padre de Mar se asusto como cual niño regañado debido a la tenebrosa voz que brotó de la garganta de Pancho.
-mire, la verdad yo no sé de qué me habla, así que por favor le pido que se vaya, créame que conozco muy bien a mi hija y con todo respeto ella nunca se acostaría con un…….. sapo como usted, creo que usted está confundido- dijo Don Pablo agarrando un poco de valor.
-jejejeje, nada de eso, mira pendejo, sabía que no me creerías por eso traje pruebas, de casualidad no es esta la putona de tu hija,- dijo Pancho y lanzó un celular hacia las manos de Pablo, este lo cachó y pudo contemplar con horror como su hija era sometida por un asqueroso y flacucho anciano, y pensaba que el viejo gordo que tenía en frente era el afortunado fotógrafo para después visualizar otra foto en donde el mismo anciano hacia acto de presencia junto a su hermosa hija mientras ambos se expresaban con un gesto orgásmico, esto hizo pensar por un momento al malaventurado padre que su hija se acostaba con viejos en sus ratos libres.
No pudo aguantar semejante repulsiva prueba y cayó en un estado de nauseas, vomitando en la sala por lo desagradable del vejestorio de la fotografía, pensaba que como era posible que su bella hija estuviese teniendo sexo con un viejo casi en estado de descomposición, sus manos temblaban intentando sostener el dispositivo móvil.
-jejejeje como no la grabé para que escucharas las leperadas que gritaba esa perra, ay métanmela, métanmela, lléneme de leche, préñenme me vale madres, que el pendejo de mi padre se encargue de mantener también a mi cria, jejejejeje, préñenme las veces que quieran- decía el malvado viejo imitando la voz de una mujer.
El papa de Margarita no pudo más y enfurecido tomó un cuchillo.
-gordo hijo de puta, mi hija nunca haría eso, ustedes la violaron,- dijo envalentonado y se abalanzó sobre la grotesca humanidad de Pancho, sin importar que Pancho le sacara una considerable altura y unos aproximadamente 60 kilos de diferencia, pero todo ese valor se congeló cuando vio al viejo gordo sacar de entre sus pantalones un revolver 357 apuntándolo hacia él.
-quieeeto, o te sorrajo el culo a plomazos- dijo Pancho.
El padre de Margarita se paralizó y no advirtió cuando otro de los malhechores se metía a su vivienda, Pablo se dio cuenta de ello cuanto este le acertaba un estate quieto en la cabeza con un bate de beisbol que utilizaban para anestesiar a sus víctimas, Don Pablo cayó aun consiente y semiconvulsionante, tocándose la parte golpeada de su cabeza y sintiendo como un líquido caliente comenzaba a brotar a partir del golpe, pero fue Pancho quien se encargó de hacerlo dormir mientras le recordaba lo buena que estaba su hija.
-tu hija nos va a hacer ganar mucho dinero esta noche, cabrón hijo de puta, además pretendo llenarle otra vez su panochita de leche hasta que le haga queso jejejeje- dijo Pancho moviendo su lengua muy vulgar y asestó un poderoso golpe que mandó a dormir al padre de Margarita.
-mira pendejo, quédate aquí hasta nuevo aviso, y si llega alguien más te lo hechas- dijo Pancho dándole un arma de fuego al joven que golpeó a Don Pablo, uno de los tantos muchachos que sirven a esta y otras tantas bandas delictivas pero que no tienen el reconocimiento suficiente.
Una vagoneta modelo no muy nuevo y con vidrios polarizados esperaba en las afueras, ahí otro de los viejos la encendía una vez que Pancho subía el cuerpo inconsciente del papá de Margarita, a pesar de que el atroz momento fue en la mañana, con gente que caminaba por los alrededores y varios negocios cercanos ya abiertos, como ocurre en estos casos, nadie se dio cuenta de nada.
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Eran alrededor de las 07: 00 pm, el estómago de Margarita rugía como un león, sus tripas se comían prácticamente unas con otras pero a ella poco le importaba, veía un pedazo de vidrio roto tirado en el piso y por un momento pensó hacer una estupidez, pero recordó la propuesta del viejo y pensaba especialmente en su papá.
Minutos después la puerta de esa casa nuevamente se abría, apareciendo la obesa figura de Pancho al que al parecer que ni el mismo Morfeo se atrevía a visitarlo, pero esta vez no venia solo, venía acompañado de una muchacha quien cargaba lo que parecía ser una bolsa con ropa y un plato de comida, la jovencita traía todo lo necesario para transformar a Margarita en una puta irresistible, quien de por sí ya en esas fachas de semidesnudez y sin maquillaje se veía irresistible.
-come puta, no vaya a ser que te nos desmayes en tu primer día, jejeje- dijo Pancho.
-no quiero nada que venga de usted- dijo muy enojada, cuál sería la cara de esta jovencita si supiera lo que el gordo había hecho hace unas cuantas horas.
-jejejeje, bien que anoche si me la pediste jejeje, pos si quieres comer come, si no no comas, nada más que si te desmayas y nos hechas a perder la jugada, en ese mismo momento voy a tu casa y me muelo a golpes a tu papacito y a todo el que me encuentre, ahí te la encargo Silvita- dijo Pancho y se dirigió a la cama y encendió el televisor, aunque no le prestaba atención a lo que veía en el monitor pues en poco tiempo se podían escuchar los bestiales ronquidos que el gordo hacia.
Silvita o Silvia, una muchacha de 23 años, con un cuerpo aceptable aunque con pancita, Silvia es de esas muchachas que aun desvían miradas en la calle y mas con su cara bonita , madre de un niño hijo de uno de los tantos muchachos que servían como ojos para esta y otras organizaciones, y que siempre eran utilizados como distractores cuando las cosas se ponían feas, de modo que terminaban siendo estos muchachos los que acababan por enfrentarse a los policías o bandas contrarias mientras estos viejos huían y se escondían como ratas, a cambio los jóvenes solo recibían si bien les iba inmunidad para ellos y para su familia, pero si se atrevían a hacer otras cosas que no estuvieran dentro de las órdenes de los jefes como vendiendo información simplemente desaparecían.
-hola, me llamo Silvia y tú?- dijo Silvia en un tono amistoso, un saludo tan natural como si se tratara de dos estudiantes que recién se conocen en un salón de clases.
-Margarita- dijo la nena estirando su mano en forma de saludo, dicha mano cubierta completamente por la manga de la camisa del viejo.
-bueno Margarita será mejor que comas algo para que empieces a embellecerte, aunque no se en que más te puedes embellecer, eres muy bonita- decía Silvia sin ese morbo con el que se expresó horas atrás la vieja Lencha.
-gracias- dijo Margarita esbozando una leve sonrisa mientras se disponía a degustar de los sagrados alimentos, otro animalesco ronquido hizo que las dos chiquillas voltearan hacia donde el gordo, solo para ver como la voluminosa y peluda panza se elevaba lentamente en cada respiración.
-yyyy, trabajas en la….. el bar?- preguntó Margarita.
-sí, ya voy para tres años, solo que ayer no vine, me sentía mal, tu eres la muchacha del vestido blanco?- preguntaba Silvia mientras sacaba todo un arsenal de pinturas faciales acomodadas en un práctico estuche.
-bueno traía uno blanco pero ahora es ese trapo sucio que ves ahí, porque?- dijo Mar señalando su vestido tirado en el suelo.
-digo, parece que ayer robaste cámara, varios clientes me han preguntado por una muchacha de vestido blanco, que quien era, que si trabaja ahí, y concuerdas con la descripción física que me dieron- dijo Silvia, aunque “muchacha” no era el adjetivo calificativo verdadero con el que los borrachos se referían a la curvilínea Maguito quien solo sonrió por lo que dijo Silvia.
-tienes familia Margarita?- preguntó Silvia.
-sí, un papá,-
-y tu mamá?- preguntó Silvia.
-mi mamá nos abandonó, cuando yo era muy chica, tan chica que no me acuerdo de ella, solo la conozco por una foto que aún conserva mi papá- respondió Mar.
-lo lamento-
-pierde cuidado y que me cuentas tu?- preguntó Margarita.
-me escapé de la casa a los 20, me vine a vivir con un muchacho que conocí en mi anterior trabajo, un casino, tengo un niño de 10 meses, es mi todo, la razón por la que aguanto este trabajo que en ocasiones me desespera, pero por otro lado me va bien, y más cuando me mandan a un table propiedad también de Felipe que está en una zona muy acaudalada, ahí si te sacas un buen varo en una sola noche, los viejos de allá te llenan la tanga de billetes jijiji- reía Silvia.
Margarita solo escuchaba lo que decía esta otra muchachita, parecía como si se sintiera orgullosa de estar contando este tipo de anécdotas a una chiquilla como Mar que hace apenas unos días veía esto como de prostitutas, sin embargo comprendía que en parte Silvia tenía una razón para hacerlo (su niño) hasta que se le vino a la mente su esposo.
-y tu esposo no te dice nada porque trabajes en esto?- preguntó Mar.
-mi esposo, mi esposo tiene………… tiene casi el año que lo mataron- respondió Silvia.
-lo siento- dijo Mar completamente apenada por recordarle tan doloroso acontecimiento.
-no te preocupes, el tuvo la culpa, el muy estúpido se atrevió a robarle dinero a Felipe porque se quería fugar con otra a la que también había empanzonado, ahora apúrate que no tenemos mucho tiempo- dijo Silvia en un intento de no seguir tocando el tema.
Margarita comenzó a maquillarse, sin embargo como ella casi no lo hacía o lo hacía pero muy discreto no gustó a Silvia la forma en que lo hizo.
-um, no, no es lo que me pidió Pancho, si me permites te puedo ayudar- dijo Silvia.
-bueno- contestó Margarita.
Silvia comenzó a aplicar levemente ese polvo antibrillo sobre el perfecto rostro de Margarita, aplicaba el rímel cuidadosamente concentrada en su labor, sacaba por momentos la lengua para demostrar el nivel de concentración digno de un escultor intentando crear una verdadera obra maestra, Margarita cerraba los ojos para que Silvia aplicara ese sensual juego de sombras y así darle más vista a esos hermosos ojos verdes,
-qué bonitos ojos tienes, son naturales?- preguntó Silvia.
-gracias, si, son naturales, herencia de mi mamá, bueno al menos eso dice mi papá- respondió la muchachita.
La joven teibolera continuó con su labor, planchó el castaño cabello de la chamacona y aprovechó la manejabilidad de este para recrearle un esplendido y coqueto peinado.
-listo, ahora ponte esto- dijo Silvia y dio a Margarita la bolsa, que por lo poco que abultaba ya casi se imaginaba lo provocativo que debían de ser las prendas.
Margarita metió la mano dentro y encontró algo que parecía ser un hilo minúsculo, sacándolo, estirándolo y enseñándolo a Silvia dijo:
-y esto quieren que me ponga?, si quieren mejor me voy desnuda- ambas muchachas reían entretenidas, mientras Pancho se daba la vuelta y se acomodaba boca abajo, a medida que una sonora y prolongada flatulencia era emitida ante la presencia de las muchachas seguida por un ruidoso ronquido, ambas se vieron entre ellas mientras que Silvia tapaba su nariz.
Margarita se dirigió al baño y se desabotonó la extra grande camisa, lentamente la camisa comenzó a rodar acariciando cada centímetro de su tentadora piel, la camisa cayó hasta el piso y con un ligero movimiento de pie similar a un taconcito la joven la hizo más para allá, saco la pequeñísima tanga, levantó delicadamente un pie y lo metió entre la prenda, para así continuar con su otro pie, se inclinó un poco sacando su culito para con ambas manos comenzar a estirar delicadamente la minúscula prenda hacia arriba, mientras la tanguita avanzaba y sus hilos laterales se enroscaban se podía notar como esta poco a poco se iba ajustando debido a que había llegado a donde las piernas comienzan a ensancharse, Margarita tenía que estirarla un poco para que pudiera subir y cubrir su delicada zona íntima, la tanga se apretó contra esos carnosos labios vaginales adquiriendo externamente la forma de estos, los hilos laterales apretaban esas caderas al punto de casi quererse enterrar en ellas.
Posteriormente tomo el minivestido y se lo embutió bajándolo cuidadosamente pues su voluptuoso cuerpo era visiblemente apretado por esa alicrada tela negra, la jovencita se acomodó su cabello pues al meterse el vestido el peinado se le descompuso un poco, Mar terminó de bajar el vestido moviéndose tambaleantemente para que su curvilíneo cuerpo fuera semitapado por el atuendo, sus muslos quedaban expuestos a la intemperie al igual que buena parte de sus senos ya que el vestido poco podía hacer para tapar estas partes de su cuerpo, Margarita terminó de acicalarse con accesorios, perfume, brillo labial y unos zapatillas de plataforma que la hacían aumentar considerablemente de estatura.
Pancho era despertado por Silvia, el gordo abría sus venudos ojos y vio a su cautiva con una emputecida hermosura que nunca se había visto por los alrededores, el solo verla a ella dirigiéndole sus hermosos ojitos hacia su obeso cuerpo lo hizo transpirar como un cerdo, rápidamente sus axilas comenzaron a empapar su camisa y un semicírculo de sudor cubrió la parte de sus caídos pectorales.
-que sabrosa te ves chiquilla, tengo la verga a mil- dijo Pancho haciéndosele agua la boca y masajeándose su escandaloso paquete.
-uyy yo mejor me retiro- dijo Silvia.
La sexy Margarita se movía ensayando su caminar por el cuarto enfundada en un ajustado vestido negro que casi hace que el pobre viejo perdiera sus ojos de tan salidos que se le pusieron, su verga se levantó haciendo crecer una titánica hinchazón sobre el pantalón, algo que no paso desapercibido para ambas féminas quienes disimuladamente volteaban a ver ese descomunal bulto que casi parecía querer romper el cinturón, el bulto se había extendido desde el lugar que le correspondía hasta casi llegarle al viejo al ombligo.
-estoy lista, cumpliré mi parte y espero que usted cumpla la suya- dijo Margarita adoptando una pose muy atractiva y hasta exagerada y acalorándose un poco al descubrir su inmenso potencial para levantarles el autoestima a los hombres, para después salir junto con el viejo y reunirse con el resto de la pandilla.
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La banda estaba formada principalmente por cinco hombres maduros, Felipe y Pancho ya conocidos, el resto lo conformaba Lucio, igualmente moreno y el mas chaparro del grupo, con una cara alargada como de caballo, cejas sumamente pobladas y sin división para distinguir la izquierda con la derecha, feo al grado de lastimar la vista con solo verlo, no era gordo pero si estaba muy panzón, era el más cobarde de todos, broncudo solo cuando se sentía con la protección del resto de sus compañeros o cuando tenía un arma entre sus manos, sin estas dos ventajas era tan indefenso como un corderito, un fino espectador de los curvilíneos cuerpos femeninos jóvenes cubiertos por apretados y minúsculos atuendos, y cuando se tenía la oportunidad de abusar de una indefensa jovencita simplemente no la desaprovechaba.
Raúl era otro de los que conforman esta pequeña organización, con un cuerpo casi tan gordo como el de Pancho solo que una menor estatura, su masa corpórea hacia ver a sus piernas muy cortas en proporción al resto de su cuerpo, una nariz gorda y levantada permitiendo ver las enormes fosas nasales mientras se expandían y contraían dándole una faceta porcinesca, demasiado cachetón, gustaba usar la barba en forma de candado, de todos Raúl era el único de tez blanca así como el mejor vestido, pantalones finos, camisas a cuadros, botas vaqueras, sombrero, usaba un collar con un colmillo de cocodrilo según el de buena suerte.
Ciriaco, el último de los integrantes, el más malo de todos ya que era el que se encargaba de las ejecuciones en caso de llegar a tal extremo, no le importaba si en su lista estaban mujeres, ancianos o niños, era como la muerte en persona ya que no distinguía de raza, género, edad ni estatus socioeconómico, para eso se le pagaba, no conocía la dignidad ni la misericordia, poseía un cuerpo rollizo y unos brazos sumamente musculosos, posiblemente sería el de mayor fortaleza de todos aunque no el de mayor altura, ese primer puesto lo tenía Pancho, un rostro lleno de cicatrices que mostraban las huellas de mil batallas, gustaba raparse casi a ras de coco, en pocas palabras un hombre bruto y cavernícola aunque con la única diferencia que lo marcaba del resto era que Ciriaco tenia entrenamiento militar, por un buen tiempo había servido al ejército desertando junto con otros miembros de la élite castrense, este personaje vivía prácticamente escondido, solo saliendo a la sociedad cuando se le necesitaba, era buscado por los altos mandos militares, desertar del ejército no se castiga con cualquier cosa.
Pancho llegaba junto con su femenina escultura, estacionaba su viejo auto enfrente de un edificio abandonado de tres pisos propiedad de Felipe, allí la misma vagoneta con la que habían secuestrado al padre de Mar los esperaba, rápidamente los hombres ahí presentes desviaban su mirada a ese rostro de combinaciones angelicales e infantiles pero con un aire a puta importada gracias al maquillaje, el gordo se bajó primero y delicadamente tomó la mano de su encantadora para ayudarla a salir del auto, la nena en ese acto enseñó todo su redondito trasero al resto de la pandilla ya que tenía que agacharse para salir por la puerta del piloto (la puerta del copiloto aun seguía sin ser destrabada).
-caballeros, les presento a la nueva integrante- dijo Pancho ayudando a salir del auto a Mar mientras ella se acomodaba su vestido pues se le subía demasiado.
Los cuatro viejos se quedaron en estado de shock, como si hubieran recibido un mazazo en la cabeza al ver descender de la camioneta a tan deslúmbrate mujer, Margarita vestía no provocativamente, mas bien obscenamente, empezando con un vestido negro que se ajustaba a su cuerpo como si fuera una segunda piel, sus senos casi reventaban ese insinuante escote y exhibían tres cuartas partes de ellos al exterior, el vestido era tan corto que con el menor movimiento para agacharse Margarita podría enseñar más allá del nacimiento de sus posaderas, sus carnosos labios estaban decorados con un exquisito color rojo casi invitando a darles una mordida, además la niña estaba calzada con unas zapatillas de plataforma más altas de las que acostumbraba usar, los petrificados viejos vieron cuando esa diosa descendía cuidadosamente llevando una de sus delicadas manos para taparse y de esta manera impedir que su tanga quedara a la vista de ellos.
-chingada madre Pancho, que cacho de hembra, habla español?- dijo Lucio, el primero en romper el hielo.
-mamita cuántos años tienes?- volvió a preguntar Lucio para quitarse el mismo esa duda mientras se acercaba a la preciosidad a la vez que sin ningún tipo de disimulo se masajeaba su grueso instrumento por sobre su pantalón.
-ehhh, tranquilo Lucio, no me la mallugues, recuerda que esta noche es de Gustavo- dijo Pancho.
-sabes Pancho, tiene mucho tiempo que no estoy con una mujer,- volvió a hablar Ciriaco acercándose a Mar y acariciándole suavemente su orejita, mientras ella mostraba rostro de incomodidad y se alejaba un poco a la vez que en un acto de defensa enrolló sus femeninos brazos en los morenos y peludos de Pancho.
Raúl fue el único que mostro un poco de decencia con la chamaca, aunque eso no impido que le diera un buen repaso desde los dedos de sus pies hasta su cabello y que su verga se lubricara.
-esta puta se llama Margarita, a partir de hoy trabajara para nosotros, ninguno de ustedes bola de pendejos tiene derecho sexual sobre ella a menos que yo lo autorice, ni siquiera pueden hacerse chaquetas mentales a salud de ella, de lo contrario les corto los huevos, está claro?- dijo Pancho.
-Raúl, todo en orden, estamos listos?- dijo Pancho para cerciorarse de que todo estuviera en su lugar.
-si Pancho- respondió Raúl, dándole a entender que algunos chamaquitos ya estaban en sus pociones para alertar a la banda en caso de que algún imprevisto o ronda por parte de militares se presentara.
-perfecto, caballeros a la vagoneta, Raúl maneja tu, yo le explicare a la putita esta lo que tiene que hacer- dijo Pancho.
El desproporcionado quinteto (Felipe se quedó esperando su regreso pero con Mar volvían a ser cinco) se subió haciendo que la vagoneta resintiera el exceso de peso, Margarita volvió a hacerlo con mucho cuidado de no enseñar su semitransparente prenda intima a esos animales que bufaban y rebuznaban como burros calientes que no habían tenido sexo en años y que morían por descargarse sobre el cuerpo de la muchachita, incluso Lucio se quedó a lo último para admirar los carnosos glúteos de la nena cuando esta se subía.
Ya arriba y con la camioneta en marcha Pancho explicaba a Mar su actividad.
-mira putita, pon atención, este es tu hombre (Pancho enseñó una foto del viejo a Mar), necesito que te comportes como la más puta de las putas, ya sabes, que ese pobre viejo crea que te interesa, que te quieres acostar con el- Margarita ponía atención pero al mismo tiempo se le revolvía el estomago, el tipo de la foto era otro viejo con pinta de rabo verde, aunque al menos no estaba tan gordo.
-pon atención (Pancho daba un cocotazo a la joven), porque si nos descubren por tus estupideces me hecho a tu papacito hoy mismo, entendiste, la vida de tu padre también juega, mira lo que tienes que hacer es platicar con él, no sé, platícale puterías tuyas, que se motive, me entiendes?- dijo Pancho.
-que se motive cómo?- preguntó Margarita.
-ahhh sí serás pendeja, que se le levante la verga para que entiendas, tengo que hablarte en tu idioma para que captes, caliéntalo, dile que te gusta sentirte puta y cosas por el estilo, que te gusta la verga, recuerda que para los hombres solo eres una puta que sirve para desahogar tensiones así que compórtate como eso que eres- dijo Pancho mientras Mar no comprendía cómo es que un día de distracción para ella pudo acabar de esta manera.
-ahora, ese viejo va a querer irse contigo a un motel porque de eso vive, de coger putas, tu vas a aceptar, nada de que no quiero como me has dicho a mí, salen y te fijas bien el nombre del motel a donde te lleve, que no se te vaya a pasar el nombre porque te dejo ahí con él y mientras él te coge yo me cojo a tu familia, ahh y el número de habitación, mientras llegamos le cachondeas, le haces las puterías que ya sabes hacer, le mamas la verga y cosas por el estilo y una vez que nosotros entremos y le carguemos su madre tú te vas a comportar como si no nos conocieras, nada de mamadas de Pancho, no nada de eso, tu no me conoces y yo no te conozco, nunca nos hemos visto, así es como trabajamos y te tienes que acostumbrar, entendiste?- dijo Pancho.
-si señor- contestó Margarita
-ten este celular, nos vas a mandar un mensaje al número que esta anotado atrás de la tapa, guárdalo bien guardadito jejeje- dijo Pancho y sumió el celular entre las carnosas tetas de Margarita haciendo que estas abrazaran con su femenino calor al frio dispositivo móvil.
La vagoneta seguía avanzando, Mar veía como esos hombre aspiraban un raro polvo blanco haciendo gestos extraños con sus narices mientras ella solo permanecía ahí sentada con sus piernas bien cruzadas y sus manos tapándose muy bien entre ellas, veía que el viejo Lucio no le quitaba su pervertida mirada de encima mirándola descaradamente y riéndose morbosamente, enseñando una putrefacta dentadura y una boca muy desaseada.
-qué rica estas chiquilla, ya llegará mi turno jejejeje- dijo Lucio y estiró su mano para apretarle el muslo a la nena, ella solo se enconchó y quitó con asco la morena mano.
-ehh, Lucio, que les dije- dijo Pancho.
-perdón, Pancho, es que me deje llevar- se disculpaba Lucio mientras quitaba su mano y volteaba a ver a Mar cerrándole el ojo.
La banda llegó a su destino y estacionó el vehículo cerca de ahí pero en una ubicación que les brindara privacidad, un luminoso y conocido antro se veía cerca, muchas parejas principalmente de jóvenes hacían su entrada, en eso, un niño como de aproximadamente 15 años se acercó al vehículo.
-Don Pancho, Don Pancho, está ahí adentro, el señor que busca acaba de llegar no tiene mucho, ya entró, viene solo- dijo el jovencito todavía con voz chillona.
-bien hecho mocoso toma,- dijo Pancho estirándole una bolsita de ese extraño polvo blanco y descomponiéndole sus cabellos con una fuerte sacudida de mano.
-bueno puta ahora es tu turno, Raúl te acompañará a la entrada- dijo Pancho.
-Don Pancho, no me va a acompañar usted?- preguntó la joven, ya que viéndolo desde otro punto, Pancho era con el que tenía más confianza, ya que estos otros viejo la veían como si fuera un filete.
-no putita, no puedo acercarme ahí desde hace tres días, jejejeje, orita que veas al guardia verás porque, ahh, se me olvidaba, ten este bolso, adentro solo hay pinturas y cosas de esas que usan las putitas, no tiene dinero por si pensabas escapar pero de todos modos pide una bebida, el viejo la va a pagar, lo conozco, jejejeje, te cuidas que tenemos algo pendiente- dijo el gorilesco hombre y descaradamente dio un salivoso beso a la nena ante la envidia de sus compañeros, y más porque vieron que la nena en vez de empujarlo posó delicadamente sus manitas en el sudado pecho de este a la vez que por su cuello bajaban los tragos de saliva que llevaba a cabo Mar para no ahogarse.
-ya putita, no quiero que se te apeste la boca jajajaja- dijo Pancho separándose de ella, al parecer la pintura de labios era indeleble pues no manchó los inflados labios del gordo.
-vamos Maguito,- decía Raúl, nuevamente la nena se bajaba con sumo cuidado de no enseñar de mas y acomodaba su vestido en reiteradas ocasiones.
La chica tomaba al enorme hombre del brazo como una pareja, gracias a las zapatillas caminaba exquisitamente sensual, el movimiento de sus caderas llamaban poderosamente la atención de cualquiera que las veía, cuando llegaron a la entrada Mar vio al descomunal guardia que cuidaba la misma con una gasa cubriéndole toda su amoratada nariz, el viejo Pancho se lo había despachado tres días atrás cuando lo sacaron por borracho pesado.
-ahí está tu hombre niña, ya sabes que hacer- dijo Raúl ya una vez adentro y acto seguido la dejó sola y se fue a sentar a otro lado de la barra.
Margarita avanzó lo mas coqueta posible, sin dejar de mirar su objetivo quien platicaba alegremente con otro caballero acompañado de una mujer de buen cuerpo pero ya algo madura, a su paso Mar robaba las miradas de toda la fauna masculina sin importar que estos fuesen acompañados, así como todas las envidias de sus congéneres que veían el cadenciosos andar de la nena quien pareciera les estaba dando una cátedra de cómo se debe mover una hembra.
Pareciera que algo en la mente del viejo Gustavo lo había dicho que volteara hacia donde venía caminando la nena, a partir de ahí no pudo quitar la mirada de encima a tan perfecta fémina, incluso se atrevió a poner su mirada mas galanesca, digna de un actor de telenovela a pesar de que el viejo no presentaba atractivo físico ni rostro agraciado que pudiera cautivar a una mujer como Margarita, cautivaba pura mujerzuela interesada por lo que el viejo pudiera llevar en su cartera, sin embargo a él nadie le quitaba lo guapo.
Margarita llegó a la barra y se recargó de ella con ambas manos, arqueando un poco su cuerpo y sacando un poco mas su culo que ya de por si lucia escandaloso, el vestido se subió un poco y llegaba casi a ras de las nalgas, educadamente pidió al barman un beso de ángel y volteó de reojo a ver a su hipnotizado espectador regalándole una coqueta y gótica mirada mientras con una de sus manitas jugaba con sus castaños y bien planchados cabellos.
El viejo empresario olvidándose de la pareja con la que platicaba hace apenas unos segundos admiraba lo ajustado de ese vestido sobre el curvilíneo cuerpo y acercó su físico hacia donde la nena, quien ya se había sentado en uno de los bancos y esperaba su bebida cruzada de piernas y mirándose en un pequeño espejo de bolso como comprobando su perfección facial, la jovencita levantaba un poco su rostro mientras se miraba mostrando unos aires de altanería y fineza, como indicando a todos los que la veían que no cualquiera se podía hacer ilusiones con ella.
-buenas noches hermosa señorita, dichosos los ojos aquí presentes que tiene la fortuna de visualizar a un ángel sin necesidad de ir al cielo- dijo Gustavo, Margarita volteo para ver quién era el emisor del tan cordial saludo aunque ya sabía que se trataba del viejo verde.
La joven regaló al viejo una verdosa mirada, además de una coqueta sonrisa con esos carnosos y rojos labios que casi invitaban a morderlos como una manzana.
-buenas noches,- dijo Margarita, quien a pesar de hasta ahora estar actuando muy bien, en el fondo no podía dejar de sentirse muy nerviosa, la vida de su papa también estaba en juego.
-discúlpeme por inmiscuirme pero que trae a una hermosa jovencita como usted a un lugar como este y sola, acaso espera usted a alguien?- preguntó el viejo mientras se recargaba muy fanfarronamente en la barra, dándole completamente la espalda a la pareja de amigos suyos con quienes platicaba.
-sale un beso de ángel- dijo el joven Barman quien también quedó impresionado con la joven pero con otras redondas partes de su cuerpo.
Margarita no contestó nada a la pregunta de Gustavo, solo sonrió sin mirarlo y coquetamente comenzó a degustar de su bebida recién servida, aunque después de saborear la dulce mezcla volteó a ver a Gustavo, mirándolo a los ojos y sonriéndole le contesto:
-señor, creo que no nos hemos presentado-
-válgame dios, discúlpeme en verdad, donde están mis modales, discúlpeme pero es que con todo el respeto que se merece, su belleza me ha dejado perplejo- respondió Gustavo, Margarita reía tímidamente mientras uno de sus dedos recorría toda la circunferencia de su vaso.
-no se preocupe- contestó Mar quien se empezaba a ver tímida.
-mi nombre es Gustavo, Gustavo Fuentes para servirle (por un momento el nombre y el apellido le pareció familiar a Margarita), sería un placer conocer el nombre de tan hermosa jovencita- dijo el viejo mientras tomaba delicadamente a Mar de su mano y la daba un caballeroso beso.
-Margarita, Margarita Ortiz- dijo Mar, aunque después pensó que no había sido correcto haber dicho su verdadero nombre pero los nervios se la estaban comiendo.
-hermoso nombre, al igual que la flor de quien proviene,- dijo el viejo mirándola seductoramente y escaneándole las piernas aprovechando que la nena desvió su mirada.
-y dígame Margarita, espera a alguien?-
-no, solo vengo a distraerme un rato, a conocer amigos y usted señor Gustavo?- respondía la bella princesa.
-de la misma manera, distraerme después de un duro día de trabajo, y porque no, conocer a alguien- dijo el viejo mientras acercaba su asiento quedando de frente a la deslumbrante joven, la pareja con la que dialogaba anteriormente ya se había puesto a platicar sobre sus asuntos.
Varios hombres veían envidiosos como aquel viejo tenía una plática amena con esa preciosidad, algunos ya sabían que se trataba de uno de los viejos más acaudalados de la región, otros quienes ya habían dado algún avance hacia la barra para ver si podían sacarle algo de plática a la joven tuvieron que retroceder al ver que un viejo ya se les había adelantado, y aunque lo hubieran intentado Margarita nunca les hubiera hecho caso ya que ella se interesaba en un solo hombre.
-en que trabaja Don Gustavo?- dijo la nena mientras se acomodaba a manera de verse interesada en la plática, una de sus cruzadas piernas había adquirido un movimiento pendular y hacia casi juntar su pie en la piernas del viejo.
-jejeje, no me gusta presumir pero, soy dueño de una cadena de negocios, nada importante, hoteles, restaurantes, gasolineras, tiendas de conveniencia (fue aquí donde Mar recordaba haber escuchado ese apellido en la tienda de conveniencia para la que trabajaba, al parecer un socio mayoritario para la empresa en la que anteriormente laboraba), también acabo de adquirir acciones de una marca cervecera, todo eso me hace andar de allá para acá y pues tanto ajetreo me trae exhausto,- decía el viejo presumiendo todo sus bienes activos.
-también formo parte de varias obras benéficas de caridad que ayudan a niños huer…. que se han quedado sin padres así como animalitos callejeros, pobrecitos como sufren- decía el viejo, sin embargo esto último era mentira, era solo para hacer ver a la joven que tenía un buen corazón ya que esto le había traído buenos dividendos a la hora de ligar, siendo esto último, lo de los niños huérfanos y animales callejeros lo que menos importaba a este vejete.
-ahh, muy interesante, que buena persona es usted Don Gustavo- dijo Margarita mientras tomaba un popote y le daba un sorbo a su bebida sin dejar de mirar al viejo a su arrugada cara, el viejo veía boca abierta como el dulce líquido subía por el popote hasta llegar a su tentador destino.
-y tu a que te dedicas Margarita, ah disculpa, puedo hablarte de tú?- preguntó el viejo moviendo sus dedos en señal de la acalorada situación en la que se iba envolviendo.
-sí, puede llamarme como guste,- respondía Margarita con un coqueto movimiento de cejas, mientras el viejo imaginaba en su mente cogiéndosela y llamándola puta.
-estudio,- volvió a responder Margarita, otra mentira ya que ella después de la prepa abandonó la escuela.
-ah sí, que estudias?- preguntó el viejo.
-ee.. enfermería,- respondió Margarita coquetamente, sin embargo el mentir le costaba bastante.
-ohh, interesante carrera,- decía el viejo quien poco le importaba los gustos y estilo de vida de Margarita, el viejo estaba tan concentrado en tratar de mantener su compostura con respecto a la joven y no lanzársele ahí mismo, hacia verdaderos esfuerzos para no desviar su mirada a las brillosas piernas de la joven y al sugestivo escote que a duras penas cubría sus redondos atributos y que apretaban exquisitamente un celular, su verga dentro de su pantalón ya se había parado y cada que veía a la dulce nena tomar intencionalmente sensual su bebida del popote se imaginaba su verga en la envidiable posición del utensilio plastificado.
Margarita sabía muy bien que debía avanzar, imaginaba que este viejo también la tachaba de puta, y que no se había tragado esas patrañas de niña estudiante de enfermería cuando en realidad iba vestida como la más selecta prostituta disponible solo para lo más alto de la aristocracia, así que comenzó a seducir al viejo sin importarle verse tan puta, de todos modos ese era su trabajo ahora.
Empezó con un suave recorrido de su pie por sobre la pantorrilla del viejo cubierta por la tela de casimir del pantalón, el viejo sintió el toqueteo y se dejo hacer, mientras Margarita lo veía risueña y con su lengua jugaba con el popote disimulando que no podía capturarlo con su boca, la verga del viejo estaba que reventaba teniendo él que cambiar varias veces de posición sobre el asiento en que se encontraba y jalando su corbata frecuentemente como queriendo desatársela del nudo.
-no sé que pienses tu Margarita pero como que ya me aburrí de este lugar, no te gustaría ir a un lugar más…… cómodo,- preguntó el viejo, Margarita solo sonrió y se acercó al viejo para decirle muy despacio a su oído.
-sabe Don Gustavo quisiera preguntarle algo pero me da pena- dijo Mar.
-con confianza puedes preguntarme y pedirme lo que tú quieras- dijo Gustavo.
-verá, acabo de pelearme con mi novio, discutimos por que no le gustaba que yo me vistiera así como vengo ahorita, dice que parezco una……. una puta, en verdad parezco una Don Gus- dijo Margarita muy coquetamente, su voz se endulzó y feminizó a tal grado de casi hacer correr al viejo con solo hablarle.
-eehh, la verdad, jumm, no sé qué decir, ora sí que me has agarrado en curva, pero si me permites decirlo tu novio debió de haber sido un imbécil al llamarte así, que falta de respeto hacia una mujer, de verdad que no comprendo cómo puede haber hombres de mente tan cerrada, no entiendo como se expresan así de las mujeres si todos los hombres provenimos de una mujer, la verdad ese tipo de hombres que tratan a las mujeres como si fueran una vulgares putas me enferman, discúlpame mi niña pero es que cuando me enojo no me controlo- dijo el viejo.
-no se preocupe, aunque tengo que confesarle algo- respondió Mar.
-que princesa?-
-verá, no se por donde empezar- Margarita jalaba aire como para relajarse.
-tranquila tómate tu tiempo- dijo el viejo.
-pues mire, cuando me dirigía a tomar el taxi para venir para acá pase por una obra en construcción donde todavía se encontraban laborando algunos albañiles y nada más me vieron y empezaron a gritarme obscenidades, al principio me pareció sucio pero conformen los piropos avanzaban de intensidad sentí algo dentro de mí que me……, me calentó, incluso hasta empecé a pararles mas mi colita, imaginé que me metía a la construcción con ellos y me hacían lo que querían, me puse mojadita, así como estoy orita-  dijo Margarita nuevamente al oído de Don Gustavo y apretó sus piernas pero esta vez permitiendo que el viejo las viera, el viejo sin duda ya pensaba que la niña que tenia ante sus ojos sí que era una puta pidiendo verga, de esas putas que no les importa si el tipo es guapo o feo, ellas lo que les importa es que tengan un buen trozo con que llenarlas, y el viejo según él, lo tenía.
-cof cof cof jumm, jumm, sí, y que mas sentiste?- el viejo tocia y se relamía los labios a medida que se acercaba mas a la escultural chiquilla, ella cruzó aun mas sus piernas dejándole expuesto al viejo prácticamente todo el muslo, las rodillas de ella se juntaron con las de él y por momentos Margarita abría un poco sus piernas dejando ver al sudado viejo su minúscula prenda interior.
-Don Gus, si bien discutí con mi novio por llamarme así, lo cierto es que cuando hacíamos el amor, algo dentro de mi le pedía que me llamara, que me utilizara, que me rebajara al grado de una puta, un objeto que solo sirviera para su disfrute mientras yo lo imaginaba como si fuera uno de esos macuarros albañiles, a veces imaginaba que en vez de mi novio me cogía un viejo feo y gordo (la nena apoyó una de sus manitas a escasos centímetros de la pulsante verga de Gustavo), es una fantasía que tengo, ayy la verdad no sé que estoy haciendo aquí contándole esto a usted si apenas y nos conocemos, que ha de pensar de mí, no que pena, discúlpeme tengo que ir al baño, debo limpiar mi exceso de humedad- dijo la nena y se levantó de su asiento para dirigirse a los sanitarios esta vez limpios y perfumados mientras no dejaba de mover esas prominentes caderas que casi parecían querer romper el vestido y a la vez era observada por todos los caballeros que tenían la dicha de posicionarse cerca de ella.
El viejo Gustavo se quedo impávido ante las declaraciones que le había expresado la que hace unos momentos parecía una inocente niña, pero después de haberse confesado ante el viejo ahora la veía como la más puta entre las putas.
“ahhhh, mira que chiquilla, yo comportándome como un caballero y esta puta casi me está rogando por verga” dijo el viejo mientras acomodaba su paquete dentro del pantalón.
La nena regresó del tocador, caminaba ahora más sensual que hace rato, la situación a la que se expuso a pesar de no estar acostumbrada la habían de cierto modo exaltado, aires de nerviosismo combinados con excitación y morbo la invadían, la jovencita volvió a sentarse junto al fino caballero esta vez demasiado cerca de él.
-Don Gus,-
-si princesa- dijo el viejo.
-creo que mejor me retiro,- dijo Mar
-pero, si aún es temprano,- respondió el viejo.
-sí pero como usted dice, este lugar está muy aburrido, ya se, quiere bailar?- preguntó Margarita volviendo a tallar su entaconado pie en la delgada pantorrilla de Gustavo y como vio que este viejo no decía nada ella misma lo tomó de la mano y lo llevó a la pista.
La pareja bailaba de lo más natural, el viejo hasta cierto punto se comportaba, sin embargo en un movimiento que realizó Gustavo para darle una vuelta a Margarita la nena aprovechó y quedó bailando de espaldas a él a la vez que el viejo sacó partida para repegarle todo el paquete en sus tentadoras nalgas, mientras Margarita con sus manos alentaba al viejo a acariciarle todo su exuberante cuerpo, el viejo no se hizo del rogar y comenzó a pasar sus arrugadas manos por toda la extensión de la apetecible anatomía de la nena, hasta que una mano bajó y acariciaba sin pudor uno de sus desnudos muslos, obviamente las babeantes miradas de varios espectadores no se hicieron esperar y muchos bailaban con sus parejas sin dejar de ver el erótico espectáculo protagonizado por Margarita y el viejo Gustavo.
Mar sacó un poco su culito y lo movía cadenciosamente en forma de círculos, repegándoselo a Gustavo muy descaradamente, el viejo se dejó llevar y empezó a realizar con su pelvis un movimiento similar al de la nena, la verga de Gustavo se revolvía incontrolable por debajo del pantalón, el viejo aprovechó que la nena lo tapaba pues su miembro formaba una pequeña carpa y podría ser notada entre los presentes, Margarita comenzó a mover sus caderas de izquierda a derecha sintiendo en sus carnosas nalgas esa pequeña protuberancia que se había formado debajo de los pantalones del viejo, moviéndose como cual barco es mecido por las olas mientras la nena recostaba su estrecha espalda en el pecho del viejo a la vez que poco a poco regresaba a su posición quedando de frente a él, Mar enrolló sus brazos en el cuello del viejo al mismo tiempo que lo veía y se reía de manera traviesa, acercaba sus labios muy peligrosamente para comentarle al viejo sobre lo bueno que era para bailar, el viejo le respondía de igual manera acercando sus delgados labios a los de la nena y sin más la pareja se fundió en un apasionado beso mientras el viejo bajaba una de sus arrugadas manos y apretaba uno de los tentadores glúteos de la jovencita, ante la envidia de los presentes.
-ay niña, te das cuenta de que hiciste que se me levantara el ánimo- Mar del mismo malicioso modo respondió:
-no es lo único que le puedo levantar Don Gus- dijo Margarita en un acento tan emputecido como si llevara años dedicándose al arte de seducir varones, que viéndolo bien ella los seducía sin ni siquiera decirles palabra alguna, bastaba con ver su encantadora figura y sus femeninos movimientos para caer hechizado ante esa beldad, la joven acercó más su apetitoso cuerpo hacia el del viejo para susurrarle.
-Don Gustavo, esta plática que tuvimos, la bebida, el baile, el beso y el estar ante un macho como usted……. me ha puesto caliente, estoy escurriendo- esto último lo dijo casi en susurro mientras sus manitas recorrían peligrosamente la zona pélvica del viejo.
El viejo sin perder tiempo tomó a Margarita del brazo y se la llevó a la barra, hizo la seña al barman y le dijo:
-por favor amigo mi cuenta junto con la de la señorita-
El viejo Gustavo no cabía de la emoción, esta chiquilla prácticamente le había confesado que quería tener sexo esta noche, hacia más de tres años que Gustavo frecuentaba este sitio por su buen ambiente y seguridad (el viejo no contaba con guaruras ni cosas por el estilo, el hombre se creía un maestro del Kung Fu al practicar desde hace apenas unas semanas esta disciplina), pero durante estos tres años nunca llegó a encontrarse a una dama del calibre de Margarita, además todas con las que se había ido a la cama le habían costado mucho más que una simple plática y una breve danza, Margarita le había salido mucho muy accesible.
Ni por un segundo le pasó por la cabeza el hecho de que se tratara de una trampa, nunca se imaginó lo que le esperaba, con su “galanura y encanto” para conquistar a las mujeres se decía que estaba hecho para llamar la atención de cualquier mujer, y más considerando lo facilitas que salían las jovencitas con las que tenía el placer de convivir, si sabrá él, que tenía una hija dos años mayor que Margarita y ya se había tirado a tres de sus amigas y el mismo viejo reconocía que su encantadora hija también iba por ese camino, a pesar de tener una esposa hermosa y con un cuerpo muy buen cuidado, Gustavo tenía una cierta debilidad por las jovencitas y más si contaban con la voluptuosidad que presentaba Margarita.
Margarita salió con el viejo tomándolo de su hombro, recostando levemente su cabeza en él, Don Gustavo era completamente opuesto al resto de la pandilla con la que ahora trabajaba la nena, Don Gustavo no apestaba a sudor ni nada de eso, usaba perfumes de lo más caros y vestía elegantemente formal; en la barra, tomándose una cerveza, Raúl informaba a través de un radio que la pareja se había movido.
La inusual pareja bajó por unas escaleras que darían a un estacionamiento privado, solo para clientes VIP, el ruido de los zapatos del viejo era fácilmente opacado por los tacones de la nena cuando caminaba, el viejo desde una distancia de unos seis metros apretó el seguro del auto, Margarita vio como un Audi R8 color blanco chillaba encendiendo sus focos.
-Don Gus, que bonito coche- Dijo Mar sorprendida por los lujos del viejo.
-te gusta, es el de los sábados- decía el viejo dándole a entender a su nueva conquista que tenía un auto para cada día de la semana.
-sí, está muy bonito, quizás algún día quiera enseñarme a manejar, es difícil- dijo Mar coquetamente.
-nooo, lo único que debes de saber es mover muy bien la palanca- respondió el viejo punteando pélvicamente a la tentadora chiquilla.
-umm, se oye difícil- respondió la nena llevándose un dedo a la boca.
-noo, podemos empezar a practicar aquí afuera- dijo el viejo recargando a Margarita en el coche a manera de que quedara de frente a él, admirando ese hermoso rostro que tenia a escasos centímetros.
-que hermosa eres, como es que nunca antes nos habían presentado, yo tengo muchos contactos que me presentan hermosas jovencitas, soy miembro de clubes privados, me invitan a pasarelas, he asistido a Nuestra Belleza México, pero nunca me había topado con un ricura como tu- decía el morboso viejo mientras tomaba a la joven de su estrecha cintura.
-jejeje, usted es todo un conquistador Don Gustavo, tal vez le faltó asistir a las universidades, también puede encontrar ahí mucho material- dijo Margarita mientras con uno de sus delgaditos dedos recorría el smoking del viejo a la altura de su pecho.
El viejo ya sintiéndose con derechos sobre ese pecaminoso cuerpo se aplastó contra él, quedando Margarita aplastada entre el viejo cuerpo y la fría lámina de aluminio, lentamente el viejo acercaba sus delgados labios a los cuales les había aplicado una especie de brillo hacia los carnosos labios de la joven para ambos fundirse nuevamente en un apasionado beso de lengua, la dulce Margarita suspiraba besando al feo viejo mientras cerraba sus hermosos ojos al mismo tiempo sus brazos se enrollaban en su cuello, el viejo aprovechó la fogosidad de Mar y bajó sus manos para depositarlas en las caderas de la joven.
El viejo presa de la calentura y de tener a un mujerón como Mar, así como también alentado por los salivosos besos y placenteros suspiros que de ambas bocas se escapaban decidió refregar su sexénico cuerpo entre las frondosas piernas de Mar, ella instintivamente se abrió de piernas, su vestido se levantó un poco y esto hizo que su monte Venus se marcara perfectamente por sobre su micro vestido, la dulce jovencita no sentía asco estar besando a un tipo de casi 60 años y de tener una pinta de estirado que no podía disimular, a pesar de que Margarita intuía perfectamente que estaba ante un tipo que solo fanfarronean con tal de llevarse a una mujer a la cama no se incomodaba y se podría decir que disfrutaba sus besos, reconocía que el viejo sabia besar muy bien, su lengua le regalaba exquisitas cosquillitas dentro de su boca, además el viejo olía rico y su aliento no apestaba como el de los otros viejos gordos a los que ya les había hecho uno que otro favor.
La verga del viejo suplicaba por su liberación, así como la conchita de Margarita comenzaba a humedecerse, ambos amantes seguían besándose y pareciera que ninguno de los dos quería separarse, el viejo Gustavo comenzó a subir lentamente el vestido de su compañera hasta que apareció una semitransparente y humedecida tanga, el viejo se asomaba por encima de los hombros de Mar para poder ver el trasero de la nena separando de estas manera sus labios de los de ella y pudo visualizar los desnudos glúteos de la señorita, pues la tanga se le había metido entre sus carnosas nalgas.
-ay niña, de verdad que tu novio fue un estúpido al desperdiciar todo esto- dijo el viejo mientras apretaba descaradamente los glúteos con sus arrugadas manos y las cernía descaradamente.
-ex novio por favor, y ya no me lo recuerde,- dijo Margarita cerrándole el ojo coquetamente.
-que te parece si calentamos los músculos aquí,- dijo el viejo.
-calentar, creí que me iba a enseñar a mover la palanca- dijo Mar realizando un gesto parecido a un puchero.
-también, pero antes tenemos que revisar que tal andas de lubricante- dijo el viejo mientras dos de sus dedos se tallaban impúdicamente en la conchita de la nena.
-aquí, ay no Don Gus que cosas dice, nos pueden ver- Mar volteaba tímidamente a los alrededores mientras sus labios se apretaban entre ellos.
-nadie nos ve, solo los que revisan los videos de las cámaras- dijo el viejo y señaló una cámara de seguridad que estaba apuntando hacia ellos.
-además me gusta regalarle uno que otro video a los de seguridad, en este momento debe de estar jalándosela el afortunado que está en turno jejejejejejeje- dijo el viejo.
Efectivamente detrás de esa cámara un gordo vigilante aprovechaba el hecho de que estaba solo y se había sacado su morada verga para masturbarse al contemplar lo desproporcionado en años que presentaba la pareja, así como la deslumbrante anatomía de la fémina y la situación tan juntita en que se encontraban.
-pues que le parece si le regalamos otro poquito, Don Gustavo cúbrame con su traje- dijo Margarita quien estaba irreconocible, el viejo se desabotonó su traje y lo expandió a manera de tapar a Margarita, la jovencita levantó su vestido y lenta y eróticamente movía sus caderas como si estuviera danzando a medida que bajaba los hilos de su tanga.
-ay me caigo jijiji- decía Margarita entre risas mientras apoyaba su desnudo trasero en el vehículo para evitar caerse al tiempo que sacaba su tanga por una de sus piernas.
Margarita se desprendió completamente de su semitransparente prenda mostrándola a la cámara y arrojándola arriba del cofre de un auto vecino, mientras el viejo se quitaba su traje y quedaba solo en camisa blanca de vestir manga larga y su corbata, el vigilante al ver semejante acto de exhibicionismo estaba que se desprendía su verga de su cuerpo la cual ya babeaba lubricante toda su gorda mano y pantalones talla extragrande, su enorme papada sudaba a cantaros y los lentes que usaba se habían empañado teniéndoselos que quitar para poder observar la escena.
-un regalo para el guardia- dijo Margarita
-pensé que me la ibas a regalar a mi jejeje- dijo Don Gustavo
-a usted le puedo regalar otra cosa- dijo Margarita y se abrió ligeramente de piernas mientras ella misma llevó la mano del vejete hacia su empapada vagina, el viejo no se hizo del rogar y comenzó a tallársela mientras el guardia aumentaba el zoom a la cámara para poder ver mejor la fogosa panorámica.
-revíseme como ando de lubricante Don Gus- decía la nena mientras sus labios emitieron una especie de gemido.
-será un placer jejejeje- dijo el caliente viejo quien no paraba de tallar.
-ahhhh, la está dedeando puto viejo, si le chupo los dedos a ese viejo hijo é puta- decía el guardia moviéndose vulgarmente y cuidando de que no se fuera a caer con todo y silla.
Los dedos del viejo se alojaron muy al interior de esa húmeda cueva, moviéndose rítmicamente dentro de ella mientras la chica comenzaba a gemir y en su excitación jaló de la corbata al viejo acercándolo a ella para besarlo nuevamente, Margarita no actuaba, no fingía, en realidad estaba excitada y disfrutando de la situación tan comprometedora y exhibicionista en que se encontraba, ella que siempre negó a su ex novio cualquier toqueteo en vía pública ahora lo hacía con un viejo que apenas y conocía su nombre.
-no pues estas bien lubricada putita rica,- el viejo tenía sus dedos completamente empapados en jugos.
El viejo utilizó otro de sus dedos para estimular el botoncito de la joven que ya se asomaba alegremente, Margarita al comenzar a sentir descargas de adrenalina correr por su cuerpo empezó a mover su pelvis al ritmo del viejo, hasta que parecía que era ella quien prácticamente se enterraba en los lubricados dedos del vejete quien permanecía parado volteando de vez en cuando a sus alrededores para advertir de cualquier otra presencia pero a la vez sintiendo la humedad en sus dedos y escuchando los femeninos gemidos de una chiquilla que se aferraba con sus manitas a su camisa al punto de desgarrarla y enteraba su hermoso rostro en el anciano pecho para ahogar los gemidos que salían con mayor intensidad.
El viejo rasgaba con sus dedos las paredes vaginales internas, deformaba sus dedos como si quisiera atorarlos dentro de esa caliente panocha, la nena esta vez sin necesidad de un brebaje estaba dejándose manipular por un vejete que bien podría ser su abuelo, otro caliente viejo que desde chiquita siempre se la sentaba en las piernas con la intensión de sentir ese trasero que ya predecía las perfectas proporciones que tendría pero que afortunadamente para ella desde que la abandonó su mamá también dejó de saber del viejo que nunca se llevó con su padre.
-Don Guuuuuussssss- dijo Margarita entrecortadamente.
-que mi pequeña putita- el viejo ya se sentía con el derecho de llamarla así, y como no, si apenas la primera noche y ya le había metido los dedos.
-me vengoooooooooooooouuuuuuuummmmmmmmmm- dijo Margarita ahogando el grito de su corrida en el pecho del viejo, mientras este le tallaba sus cabellos y daba mojados besos en la sudada frente de la temblorosa chiquilla.
Los líquidos que la joven expulsó corrían por todo el brazo del viejo, mojando la tela de su camisa así como también por los muslos de ella, el viejo lentamente sacó sus dedos y otros cinco gruesos goterones cayeron y fueron a parar al pavimento, las piernas de la chica temblaban y parecían querer doblarse, sin embargo ella se apoyaba del viejo y del vehículo, detrás de la cámara el vigilante gordo hacía su cuerpo hacia atrás y al no controlar su peso caía al suelo pesadamente mientras su verga vomitaba semen por todo el suelo.
-aahhh me lleva la verga!!!!!,- decía el obeso guardia muy molesto por haber manchado de leche su uniforme laboral.
El viejo Gustavo se llevó ambos dedos a la boca a degustar el sabor de los pletóricos líquidos que la nena expulsó, volvió a meterlos pero para ahora darle a degustar a ella sus propios fluidos, la joven Margarita como buena putita los aceptó y chupó como si se trataran de una verga, pasaba su lengua por toda su arrugada extensión mientras lo veía a los ojos y regalaba comprometedoras miradas y mostraba hasta los mínimos movimientos linguales que realizaba, el viejo se prendió con este tipo de escena así que procedió a decirle a su amante:
-chúpamela,-
-aquí?- respondió la nena.
-si aquí, ahora, chúpamela, vamos que esperas- decía el desesperado viejo, su educada voz había cambiado de repente.
-sí, pero tiene que decírmelo bien- respondió la joven.
-déjate de mamadas niña- volvió a decir el viejo.
-nooo, Don Gus, que ya se le olvidó como me gusta que me digan- dijo Mar.
-chúpamela puta- dijo el viejo en tono malicioso.
-pues más o menos, me gusta que sean sucios conmigo- dijo Mar quien pareciera que ya se había acostumbrado a recibir cualquier cantidad de peladeces y ahora necesitaba de ellas para poder calentarse.
-mira niña no estoy para pendejadas así que chúpamela como la perra barata que eres, y como de seguro lo era la puta de tu madre- dijo el viejo.
La dulce Margarita solo sonrió y lentamente fue bajando su escultural culo hasta quedar en cuclillas, desabrochó el pantalón del viejo y lo bajó hasta las tobillos, la misma suerte tuvo su slip pero algo decepcionó a la emputecida joven, algo que hizo que toda esa calentura carnal que invadía a la jovencita casi desapareciera, cuando Mar bajo el slip se dio cuenta de que Don Gustavo no compartía las características armamentistas de los otros viejos que habían tenido la dicha de disfrutar alguna parte de su exquisito cuerpo, una tímida verga de aproximadamente 12 centímetros y muy delgada se asomaba ya en todo su esplendor, sin embargo el viejo la veía imponente, reía con un auténtico orgullo de macho, Margarita quería reír al ver esa amenazadora cosita sin embargo su educación lo impidió.
-que te parece mi reina, no hay mujer que se le resista a este pepino- decía el viejo agitando corrientemente su miembro.
-ehhh, ya veo, es….. es… la más grande que he visto Don Gus, y mire que he visto muchas, jejejejeje- dijo Mar.
-sí, se nota pedazo de puta, se ve que nada mas andas por ahí pidiendo verga al primero que se te cruce, que esperas, mámala, mámala puta hedionda- decía el viejo mostrando leves signos amenazadores a la vez que de sus labios se escapaban gotas de saliva.
Margarita se metió ese trocito a su boca, de una sola chupada su boca se lo comía todo y aun faltaba mucha cavidad bucal por rellenar, sin embargo ella como buena actriz comenzó a suspirar como si esa verga fuera lo más delicioso que se metía a la boca, el sabor no era repulsivo, si bien el lubricante caracterizaba el aroma a miembro, el instrumento del viejo estaba muy aseado, nada que ver con las pestilentes vergas del día anterior, esta incluso olía a jabón y perfume.
A pesar de las condiciones de pulcritud e higiene, Margarita en cierto punto se decepcionó en parte por la longitud y principalmente por lo aseado, su boca inexplicablemente extrañaba esas saladas y babosas características de los pestilentes miembros que había tenido la oportunidad de disfrutar, no sabía porque comenzó a sentir la necesidad de tener entre sus labios una asquerosa tranca que oliera a rayos y fuera ella misma la encargada de quitarle ese desagradable sabor con su lengua y que ese sabor se quedara impregnado formando parte de su aliento.
Margarita siguió regalando caricias linguales a esa verga, pasaba su lengua por toda la corta extensión del miembro y lo tragaba hasta que su respingada nariz sentía las cosquillitas de una blanca y podada mata de pelos.
El guardia, quien ya se había incorporado y limpiaba su traje, podía ver como la dulce princesa hacía para adelanta y para atrás su cabecita, mientras el viejo Gustavo apoyaba sus brazos en la mollera de ella y echaba su cuerpo hacia atrás a la vez que chillaba como un puerco lo que denotaba que sentía al máximo el mamadón de verga que le estaban pegando, el vestido de la chica se levantó tanto que dejaba ver toda su espectacularidad desnuda y así continuo hasta que el viejo se corrió en su boca en cuestión de minutos, no sirviéndole el viejo ni para el arranque.
-ahhh, le está sacando la leche, que vieja mas puta- decía el guardia mientras seguía masturbando su flácida tranca y sudando en grandes cantidades.
Tres escasos chorros chocaron débilmente dentro de la boca de Margarita y se embarraban en su húmeda y esponjosa lengua, ella como buena dama de compañía retuvo dentro de sus fauces el blancuzco líquido para después abrir coquetamente sus rojos labios, mostrándole al viejo como su esperma se deslizaba entre su boca revolviéndose con su saliva metiéndosele entre sus perfectos dientes, para después cerrar la boca y de un solo trago llevarse esa acuosa sustancia hasta su estómago, todavía la inocente mujercita aun arrodillada sonrió al vejete mientras una de sus manitas masajeaba delicadamente su vientre.
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Afuera del fino antro, Pancho y Lucio desesperaban al ver que su amigo Raúl no salía, justo estaba Pancho por mandar al Lucio cuando vieron a Raúl que salía de lugar, asintiendo con la cabeza entendiéndoles que la pareja se había marchado.
El orgásmico viejo, todo sudado y con su respiración acelerada se recuperaba de una de las mas prodigiosas mamadas de verga que había recibido, caballerosamente el viejo tomó a la nena de su pequeña manita ayudándola a incorporarse, a la vez que ella se levantaba de la posición encuclilladora en la que se encontraba, mostrando en todo su esplendor el impresionante cuerpo de hembra bien desarrollada apretada en un micro vestido negro lo suficientemente escotado como para perder la vista en esas perfectas glándulas mamarias, la nena bajaba su vestido para cubrir sus íntimos encantos mientras movía su fecundo cuerpo lo más sugestivo que pudiera menearlo.
Una vez lista la nena, el viejo caballerosamente la cubrió con su traje y le abrió la puerta del auto, para que ella femeninamente depositara su espectacular cuerpo en el asiento del copiloto y de paso llenara con ese perfume embriagador y su vaporoso calor orgásmico femenino todo el espacio interno del auto, Mar aprovechó el espejo retrovisor para verse, verificando que siguiera tan deslumbrante como siempre y checando que no hubiera restos de semen en su rostro.
El viejo rodeó el auto para subirse al sitio que le corresponde, lo encendió y partió rumbo a un motel alejado y distinto al que siempre iba, esto era una costumbre más que nada de seguridad, no podía ir tan seguido al mismo motel ya que levantaría sospechas y revelaría su posición y sus gustos a personas de baja calaña como los compañeros de su princesita, él mismo sabia de lo feo que se habían puesto las cosas en materia de seguridad ya que muchos conocidos por él y del mismo estrato social ya habían sido víctimas de la delincuencia.
Una vez que la pareja abandonó el lugar hizo su aparición el gordo vigilante, con una velocidad lenta avanzó hacia donde el auto que tenia la traslúcida prenda, rápidamente la tomó entre sus grasientas manos y la llevó a su desparramada nariz, todo el olor de Margarita fue a parar a los pulmones del grasoso para posteriormente guardarla en su pantalón como recuerdo y como motivación para futuras masturbaciones.
En el camino el viejo no dejaba de ver las piernas de la dulce Margarita, ella reía lujuriosamente y las cruzaba a manera de mostrarle todo su brilloso esplendor y dejándose tocar cada que este quitaba su arrugada mano de la palanca de velocidades y la posaba sobre los carnosos muslos de la nena.
-Don Gustavo a donde me lleva?- dijo la nena en forma chiqueona.
-vamos a un lugar en donde estemos solos, quiero gozar de ese cuerpecito que te cargas chamaca putita- contestó el viejo.
-ay Don Gus, por que se expresa a si de mí- respondía Mar muy coquetamente.
-no te hagas la muy santa chiquilla caliente, yo portándome como un caballero contigo y resulta que eres una vil puta,- dijo el viejo algo enojado.
-ay don Gus, yo solo vengo a conocer amigos- respondió Mar siguiéndole el juego al viejo.
-pues ya verás que de ahora en adelante tu y yo vamos a ser muy buenos amigos- el viejo en su desesperación abría una gaveta del auto para buscar un paquete de condones, usaría uno con esta chiquilla pues al verse tan facilita pensaba en la numerosa cantidad de hombres que de seguro ya habían pasado por ella.
La pareja llegó a un discreto motel ubicado en una de las orillas de la cuidad, las impresionantes luces color neón llamaron poderosamente la atención de Margarita, nunca había asistido a un lugar como este y le resultaba irónico tener que hacerlo con un viejo que apenas y conocía su nombre, ella que desde un principio mostro repulsión a los viejos verdes que siempre intentaban sacarle algo de plática cuando trabajaba como cajera llegando al punto de chocarla y gritarle sus verdades a uno que otro ahora estaba en la antesala de la lujuria con uno de ellos.
Una vez que la pareja salió del estacionamiento, ella tomada del brazo del viejo y él caminando con la mas presumida sonrisa, avanzaron hacia la recepción, al entrar un adorno de viento advirtió de la presencia de ellos al joven recepcionista, este se incorporó y al momento quedó petrificado ante la imagen de una preciosa jovencita jugando coquetamente con sus cabellos, a la vez que la veía mirar para todos lados inspeccionando la pequeña oficina, el muchacho tuvo que disimularla pues notó la incomodidad del hombre pasado en años con respecto a las miradas del joven hacia la tierna muchachita.
-bu.. bu… buenas noches- dijo el nervioso joven, ese saludo de cortesía llamó la atención de la dulce Margarita quien regaló al joven una hermosa sonrisa con esos labios que se apretaban entre ellos.
-buenas noches, una habitación por favor, la mas cómoda que tenga- dijo Don Gustavo.
-sí, si permítame, un momento- el chavo buscaba los papeles de registro en donde el viejo tendría que firmar, tirando todo a su paso por lo nervioso que se encontraba, y era obvio, en todas las noches que se desempeñaba como recepcionista nunca había admirando a un ser tan perfecto como esta niña, y para aumentar el morbo acompañada de un viejo tan feo.
-ee, señor, por favor, necesito que me firme eeeste papel, su nombre y su firma, por favor-dijo el nervioso joven quien miraba disimuladamente el rostro de la nena y más abajo al momento que acercaba al viejo una pluma moviéndola temblorosamente.
-que le parece amigo mío, si nos olvidamos del nombre y se queda con el cambio- dijo el viejo sacando un billete de 1000 pesos de su cartera y dándoselo al joven bajita la mano, no queriendo dejar ningún rastro de que él estuvo ahí.
-sí, sí, señor, lo que usted diga- dijo el joven pasando su mano hasta alcanzar el billete, revisándolo que no fuera falso y llevándoselo a la bolsa de su pantalón.
-la llave por favor,- dijo el viejo.
-ahh, ohh, si la llave, ehh la llave, la llave,- el pobre muchacho había olvidado que las llaves las tenia colgadas justo detrás de él.
-están ahí atrás- dijo Margarita, revelándole al joven la casi celestial voz que tenia la nena, una voz parecida a como cuando un ángel habla a un agonizante advirtiéndole que es hora de partir.
-si aquí están,- dijo el joven y las depositó en las arrugadas manos del envidiado viejo.
-con permiso- dijo el viejo y tomando de la cintura a su hembra procedió avanzar por el pasillo que accesan a los discretos cuarto.
El muchacho observaba como ese pedazo de hembra contorsionaba sus caderas al ritmo del sonido que sus tacones hacían en el suelo, el chico no perdía detalle del comestible trasero el cual se dibujaba descaradamente sobre el microvestido y que podía ser admirado debido a que Mar no llevaba correctamente bajado el traje del viejo, el joven veía también como se podía notar a la perfección la curvatura de sus glúteos y la ubicación exacta de la línea que forma la separación de estos y que regalaban un exquisito hundimiento por sobre el provocativo vestido, con la ausencia de la tanga el trasero se marcaba perfectamente.
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Una vez en la habitación, el viejo se tiró en la cama, mientras llamaba a su hembra quien permanecía inmóvil enfrente de él, la verga del viejo ya había tímidamente reaccionando de su letargo y volvía a mostrarse aunque con menor voluminosidad sobre el fino pantalón del viejo.
-un momento Don Gus, tenemos toda la noche, hoy mis padres no me esperan en casa, antes quiero ir al baño- dijo la nena
-está bien, pero te lavas bien la panocha que te la voy a chupar bien chupada- decía el viejo al tiempo que movía vulgarmente sus labios y su lengua adquiría un movimiento gusanesco.
“viejo cochino” pensó Margarita mientras caminaba seductoramente de manera intencional para mantener estimulado al viejo.
La joven Margarita entró al baño y sacó de sus enormes tetas el celular que ya se encontraba calientito y que prácticamente había desaparecido entre ellas, tecleó el mensaje con el nombre del motel y la calle donde se ubicaba así como el número de habitación en la que se encontraba y lo mandó al número que estaba anotado en un papel pegado en la cubierta trasera del dispositivo móvil, su rostro ahora ya era de preocupación, sus facetas lujuriosas y emputecidas que bien pudo actuar la habían abandonado y ahora yacía esperando a que todo pasara rápido y sin contratiempos.
Llegó un momento en que la niña tuvo que salir del baño pues el tiempo ya era de más, caminó sensualmente hacia donde estaba el viejo acostado, no sin antes bajarle al excusado para despistar al viejo de que si había utilizado el baño realmente.
-ay Don Gus, no estoy muy segura de lo que quiera en estos momentos, pienso en mi novio, no se merece esto- dijo Mar.
-cállate pendeja, a mi me vale verga tu novio, así que encuérate para empezar a gozarte- respondió el viejo.
-y por qué tanta prisa Don, no le gustaría jugar un ratito?- preguntó Mar.
-si me gustaría pero no puedo desvelarme, tengo una casa a la cual llegar y una esposa a la que también tengo que satisfacer jejejeje- dijo el viejo.
-para todo hay tiempo Don,-
Dijo la nena mientras se subía como una gatita en celo a la cama y acomodaba el cuerpo del vejete entre sus carnosas piernas, ella le bajó su pantalón y lo dejó en slip, Mar subió un poco su vestido a manera de que el viejo contemplara su íntimo tesoro, la joven acopló su sexo en esa verga para proceder a moverse lentamente, de atrás para adelante, tallando su sexo contra la tela del slip en donde una protuberancia asomaba y palpitaba, poco a poco la tela del slip se iba impregnando de jugo que la nena soltaba ya que los movimientos eran tan exquisitos que comenzaron a humedecer el sexo de Margarita.
La exquisita niña se meneaba pendularmente arriba del viejo, sus tremendas caderas se movía deliciosamente como si estuviera danzándole al viejo al mismo tiempo que su sexo mojaba esa verga que ya había adquirido su máxima dureza, el viejo tuvo que meter mano para acomodársela debido a que se había erigido de manera torcida.
-Don Gustavo que rico se siente- suspiró la nena, sin embargo esto no era parte de la actuación, en verdad la nena estaba sintiendo deleitable refregar su sexo contra la caliente y palpitante verga del hombre, su piel se había puesto chinita y los finísimos vellos que cubrían sus brazos se levantaban como si una corriente de estática hubiera pasado sobre ellos.
-ahhhh, nena, te mueves como los ángeles, y eso si hablamos de una angelita muy puta- decía el viejo.
-de veras Don Gus,- dijo la nena y comenzó a friccionarse más endemoniadamente en contra de esa masa de carne, la cual deseaba aumentar sus medidas para así poder satisfacer como se debe a una hembra como Margarita.
La jovencita levantó un poco mas su vestido, al grado de dejar al descubierto más de la mitad de su cuerpo, estaba tan acalorada que por un momento cruzó por su mente las ganas de quitarse ese vestido, sin embargo lo dejó ahí, a medio cuerpo, el viejo en tanto estaba tan excitadísimo que solo con ese roce se le avecinaba otra corrida.
-así mamita ráscate, ráscate mmmm- decía el caliente viejo, sus manos pellizcaban constantemente la suave sábana de la cama.
-te gusta papito, te gusta cómo me unto en ti?- dijo Margarita sacando sus carnosos labios de forma por demás erótica.
-si mi amor, que niña más rica- el viejo estiraba sus piernas a más no poder y con sus pies quitaba sus zapatos.
-rica la verga que me estoy tallando, porque no me la metes- dijo Mar presa de la calentura ya que para ella esto no era parte del plan pero aun así le pareció muy atrevido jugar con el viejo de esta manera y para aumentar la motivación de anciano comenzó a chupar uno de sus deditos como si se tratara de una verga y repasar su lengua por toda la extensión de sus dedos.
-faltaba más- dijo el caliente viejo que casi sacaba humo por las orejas.
Don Gustavo se incorporó y rápidamente se empezó a desabrochar su fino pantalón, dejándolo caer y mostrando unas piernas flacas pero correosas y muy peludas, Margarita a pesar de estar excitada volteaba a ver a la puerta esperando a que esta se abriera y aparecieran esos despreciables seres que tanto odiaba pero que en estos momentos fungirían como sus salvadores, pues como una extrema opción estaba dejarse penetrar por este viejo, ya era mucho con lo que había pasado la noche anterior, aunque por lo menos la aliviaba el hecho de que Gustavo utilizaría protección.
Gustavo empujó a la nena haciendo que esta cayera boca arriba en la cama mostrándole todo su vaginal encanto, Margarita veía como el viejo estaba abriendo de manera desesperada el sobre para poder sacar el condón, al verlo le dijo:
-espero Don, porque no me baila un ratito, ahora le toca a usted calentarme un poquito jijijijij- dijo la coqueta Margarita.
-déjate de mamadas pendeja, eso es de putas calientes no de caballeros refinados como yo- respondió el viejo.
-pues yo creo saber un poco de eso, permítame- dijo Margarita aprovechando este momento para ganar un poco mas de tiempo y se incorporó para, al ritmo de una pegajosa melodía contenida en su cabeza comenzar a mover sus prominentes caderas mientras sus manos tocaban sin pudor el resto de su cuerpo a la vez que miraba y sonreía coqueta a su primer cliente.
El viejo Gustavo al ver ese exquisito meneo que Margarita perfeccionó en las discos y fiestas escolares se sentó en la cama al tiempo que meneaba vulgarmente su baboso instrumento, otra de sus manos movía de un lado a otro su corbata buscando desatarla, Margarita con los ojos cerrados se movía como su llevara años bailando para los hombres, en un arranque de lujuria llevó sus manos para acariciar sus bamboleantes senos apretándolos y sintiendo su dureza, sentía ella misma la fineza y tersura de sus redondos encantos y reflexionaba, si ella que era la poseedora de esos atractivos atributos sentía rico estarlos tocando comprendía el porqué los viejos se desvivían al estárselos chupando y manoseando, reconocía que sus senos tenían una tersura adictiva, y más para este tipo de viejos como con los que trabajaba que sin duda nunca habían manoseado unos de semejantes medidas y perfectamente levantados.
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Justo en ese momento una vieja vagoneta hacia su aparición afuera del motel, ahí el joven recepcionista se preparaba para sacar los papeles que los clientes que según él venían arriba del vehículo debían firmar, dentro de la camioneta Pancho, Lucio, Raúl y Ciriaco se ponían cada uno mascaras de personajes ficticios de terror.
-bueno Ciriaco tú te quedas con el pendejo que esté en recepción, si se mueve ya sabes que hacer- ordenó Pancho.
-espero y haga algo estúpido- dijo Ciriaco mientras cargaba su arma.
Las luces altas de la camioneta le daban en todo su esplendor al pobre muchacho, con lo que le castraba que un coche se estacionara enfrente de él y lo cegara y su dueño no apagara las luces, al ver que nadie bajaba se decidió ir a hacerse menso a la puerta para ver que sucedía, justo cuando iba saliendo de su mostrador aparecieron cuatro sombras negras y desparramadas caminando lentamente, Pancho entró primero y al ver al joven le apuntó con su revolver a la altura del pecho.
-quieto hay mocoso- resonó la intimidante voz del viejo.
El joven rápidamente se hizo para atrás poniéndose blanco de la impresión, solo para atinar a decir casi orinándose del miedo más por la impresión de la corpulencia del viejo que del mismo revolver:
-nooo, por favor, llévese lo que quiera pero no me mate-
-tranquilo chiquillo, no venimos a matarte, parece que tienes hospedado a un cliente muy importante para nosotros así que con tu permiso, y cuidadito y hagas alguna estupidez porque te la meto por el culo- dijo Pancho ya con todos sus compinches adentro.
-Ciriaco, vigílalo- volvió a ordenar Pancho.
Los demás viejos se dirigieron rápidamente a los cuartos del modesto motel, Margarita estaba en su baile cuando de repente escuchó un fuerte golpe que abrió la puerta, dos de los viejos (Pancho y Raúl) entraron mientras Lucio se quedó en la puerta para ahuyentar a los chismosos, una joven pareja que ahí se encontraba cometió la osadía de asomarse pero fueron asustados por Lucio apuntándoles con un arma.
-que vergas están viendo, pa´ dentro órale- la horrible cara de Lucio era motivo suficiente como para no querer volver a asomarse.
-peroo que…. quienes son ustedes- preguntó Gustavo mientras Margarita se acomodaba su ropa al mismo tiempo que hasta la calentura se le bajaba.
-oiga pero que, que forma de entrar así, se me van en este mismo momento o llamo a la policía- dijo el viejo Gustavo acomodándose sus pantalones.
Margarita puso un rostro asustado, como si en verdad no supiera nada y se arrinconó a una de las paredes, el viejo Pancho puso de su parte y se dirigió a ella.
-mira nada más, que puta más rica te ibas a cenar hoy Gustavito- dijo Pancho apretándole los cachetes a la nena.
-oiga como sabe mi…..- preguntó Gustavo sin embargo no terminó de decir su pregunta.
-creo que he decidido llevármela a ella en vez de a ti- dijo Pancho mientras lamia obscenamente el cuello de la nena y ella cooperaba poniendo cara de asco, aunque esta faceta no le costaba para nada fingir debido a lo asqueroso de las lamidas del viejo que dejaban anchos caminos salivales en el cuello de la nena.
-sí, llévesela, yo ni la conozco, llévesela pero no me haga daño,- dijo el viejo asustado rogando por su vida pues era apuntado amenazantemente por uno de los viejos.
-Raúl anestésialo- ordenó Pancho mientras ya tenía a Margarita contra la pared y empezaba a manosearle los senos, ella en cambio ponía rostro de vómito para verse más creíble, aunque en realidad si sentía asco el que nuevamente la manoseara un tipo tan feo.
-noo suélteme viejo asqueroso, hijo de puta, maldito cerdo malformado- dijo Margarita aprovechando que el viejo pensaría que estaba actuando pero sacando todos esos insultos que quiso desde el principio decirle al gordo y que vio esta oportunidad perfecta para sacarlos.
-calla perra, te voy a enseñar a respetar a los machos- dijo Pancho sometiéndola de los cabellos al grado de lastimarla.
-noo, me lastima maldito viejo gordo- se quejaba Margarita.
Gustavo, al ver acercarse a Raúl se puso en posición de ataque pero al mandar su marcial golpe, este fue detenido por Raúl sin problema alguno, y como respuesta el malhechor le soltó un puñetazo por media nariz, dejándosela completamente rota para después soltarle otro en la sien noqueándolo y cayendo desplomado en la cama.
El pequeño grupo bajaba de regreso, Pancho aferrando del brazo a la jovencita, mientras Raúl cargaba al inconsciente Gustavo, Lucio atrás de ellos cuidando las espaldas, todos bajaban con destino a su guarida cuando en eso escucharon un disparo proveniente de la recepción, al llegar vieron como Ciriaco mostraba una placentera sonrisa mientras el joven recepcionista sentado en el suelo recargado de espalda en la madera del mostrador agarraba con ambas manos su estómago, de entre sus dedos se podía apreciar sangre comenzando a brotar abundantemente, una mirada ida y un hilo de sangre saliendo de su boca anunciaban su inminente deceso, poco a poco comenzó a caer hacia un costado mientras su boca vomitó en sangre, el joven temblaba como si un frio extremo lo invadiera.
-se movió- dijo Ciriaco descaradamente.
Un sentimiento de impotencia invadió a la joven al ver como estos despiadados seres reían como si estuvieran orgullosos de lo cometido, como estos seres sin ningún tipo de beneficio terminaban con la vida de un muchacho quizás tres años mayor que Margarita y que por lo menos se ganaba la vida dignamente y no como ellos, una madre mas que no recibiría otra vez a su hijo en casa para abrazarlo, el grupo hacia acto de abandono del lugar pues de seguro en cuestión de minutos el lugar estaría lleno de policías, Margarita veía con tristeza como este muchacho enconchaba su cuerpo hasta que su rostro tocó el suelo.
Veía el rostro del joven completamente desvitalizado y volteaba a ver a los demás viejos solo para ver como carcajeaban entre ellos, incluso Lucio parecía hasta excitado, la joven se daba cuenta de que había caído con seres de lo mas bajo.
-vámonos, vámonos, camina puta, queee, nunca habías visto un muerto?- dijo Pancho, Mar solo movió su hermoso rostro en señal de negación.
-pues acostúmbrate jajajajajajaja- decía el viejo mientras la tomaba del brazo y la jalaba hacia afuera.
Ya arriba de la camioneta y alejados del motel Pancho discutía con Ciriaco.
-a ver Ciriaco, que paso ahí, no quedamos que todo limpio y sin escándalos-
-pues que querías, al mocoso le sonó su celular y eso me puso nervioso- dijo el asesino de Ciriaco buscando el primer pretexto.
-bueno ya, lo que importa es que todo salió bien- mientras tanto Margarita sentada en el lugar que corresponde al copiloto se maldecía por haber participado en la captura de Gustavo y maldecía a sus compañeros por haber terminado con la vida de un joven que solamente trabajaba para ayudar en la economía familiar, sin embargo algo en su mente ocupaba un primer plano, ella misma se preguntaba el porqué había sentido rico estar provocando a Gustavo, porque se había mojado, y lo que más le asustaba el porqué había deseado que una verga pestilente hubiera sido la que se alojara en su boquita.
La vagoneta llegaba donde Felipe los esperaba y una vez dentro el vehículo el viejo cerró la cortina de lámina del edificio.
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El viejo Gustavo despertaba con un balde de agua bien fría mientras todos los viejos aun cubriendo su identidad reían, el empresario estaba completamente atado y amordazado.
-jejejejeje, para que se te quite lo caliente viejo rabo verde- dijo Pancho dándole una cachetada.
-jejejejeje, puto viejo, la gente como tú me da asco- dijo Lucio sin morderse la lengua y asestó un fuerte puñetazo al rostro del amordazado hombre, para después asistir otro que lo tiró con todo y la silla a la que se encontraba amarrado, Lucio fiel a su costumbre solo golpeaba cuando el contrincante presentaba algún tipo de desventaja pues continuo pateándolo en el suelo.
Margarita veía desde una distancia considerable como los viejos se divertían golpeando a un indefenso hombre, sus brazos yacían cruzados y su boquita se torcía en señal de desaprobación, su vestido se pegaba exageradamente a su curvilíneo cuerpo mientras esperaba su siguiente orden.
-muchachos, muchachos, póngame atención, por esta noche dejaré que se diviertan practicando golpes con este viejo, nada más que no me lo vayan a mallugar mucho jejejeje, recuerden que lo tenemos que regresar reconocible porque no lo pueden confundir con otro, Felipe aun no avises a la familia, yo me voy a celebrar con mi hembra así que no quiero que me molesten- dijo Pancho.
-déjanos a tu hembrita también con nosotros- dijo Lucio.
-jeje, a ti te voy a dejar esta- respondió Pancho haciendo un movimiento obsceno de pelvis.
-oye Pancho siéntate ahí para que veas cómo le pegamos- dijo Felipe.
-me quedaría a seguir jugando albures con ustedes pero traigo unas ganas de coger que que bruto, todo el día he andado bien caliente, parezco burro en primavera, se me nota?- dijo Pancho agarrándose el abultamiento que se formaba entre sus piernas y moviéndolo descaradamente, quería llegar a saciar su calentura con la tierna chiquilla ya que desde que la vio como se arregló una calentura animal lo invadía.
-bueno, nada mas no la vayas a desmadrar porque recuerda que aun me debes tres cervezas- dijo Felipe, Gustavo a pesar de no estar vendado no podía visualizar a Margarita, ya que ella estaba oculta entre la oscuridad de un rincón, de igual manera no sabía de quien hablaban estos viejos.
-no te preocupes solo serán dos palos y nada más, si creo que los aguante jejejeje, oye orita que dices eso también le debo dinero a la Nauyaca y al Nigeriano, crees que quieran cobrarse con otro tipo de pago jejejeje- el viejo Pancho se refería a otros dos viejos malvivientes de la zona famosos por tener miembros descomunales razón por la que se habían ganado tales apodos.
La nena solo escuchaba las vulgares expresiones con las que estos viejos se comunicaban.
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Nuevamente Pancho llevaba casi a rastras a la bella joven directo a su cuarto para otra vez protagonizar una encarnizada cópula, la niña ya sabía que gritar era en vano, que resistirse también, entonces lo único que le quedaba era exprimir la apestosa verga de ese viejo lo antes posible????.
-noo, suélteme por favor- rogaba la nena.
-nada puta, estas bien antojable con ese vestido que mereces que te haga gruñir como las puercas- dijo Pancho.
Una vez adentro Pancho la arrojó sobre su cama, la pobre niña salió disparada chocando contra el sucio colchón mostrándole al viejo su esplendoroso trasero desnudo pues el vestido se le subía exageradamente con el menor movimiento.
-déjeme en paz por favor, se aprovecha por qué no puedo defenderme,- reclamaba la nena ante la impotencia de no poder hacer nada.
-jejejeje, me aprovecho porque eres mi vieja y como tal estas obligada a satisfacerme en todo lo que se me antoje- dijo el viejo.
-váyase al diablo, como puede ser tan malo aprovechándose de los más débiles, dejar a ese pobre hombre a merced de sus matones y usted bien tranquilo queriendo cog……. abusar de mi- dijo la nena mientras recomponía su posición en la cama, sentándose y apretando sus carnosos muslos para proteger su desnuda intimidad pues recordó que no traía calzones.
-mira niña, se ve que tú no sabes nada de este negocio, nosotros no secuestramos muertos de hambre ni a ninguna blanca paloma, ese viejo se ha hecho rico gracias a sus corruptas mañas para dejar gente pobre en las calles, aquí todos tenemos cola que nos pisen, hasta tu, porque te prestaste a engañarlo para hacérnosla más fácil, jejejejeje, así que no reclames y encuérate- dijo el viejo comenzando a desabotonarse su camisa.
-pero yo lo hice porque usted me obligó, yo no quería, usted me amenazó, es un bastardo, unfff, unfff- la voz de la nena comenzaba a quebrarse.
-mira niña,- el viejo se acercó a la joven y la tomo de su mentón, ella hizo por alejar su rostro pero el viejo la sostuvo firmemente.
-parece que tu y yo empezamos con el pie izquierdo, sabes, tú podrías conocerme y descubrir que no soy tan malo como tú piensas- el viejo Pancho levantaba a la joven y rápidamente la tomaba de la cintura mientras le hablaba pero mirándola a sus carnosos atributos.
-señor, le voy a repetir por última vez- la nena exhalaba por la boca tratando de tranquilizarse para que sus palabras salieran lo más claras posible tratando de lograr que este pedazo de bestia comprendiera por fin que ella tenía otro estilo de vida.
-por favor espero que me comprenda, se lo suplico, déjeme ir, yo no pertenezco aquí, mire le garantizo que no diré nada de lo que he visto y me ha hecho pero déjeme ir, necesito saber cómo esta mi papá, debe de estar preocupado además de que en la casa solo vivo con él y yo le cocino, lavo la ropa y mantengo esa casa limpia, además tengo un trabajo decente y ya falté un día por su culpa y mañana serán dos, sabe lo que significa eso, me descuentan el poco dinero que gano, dinero que usted me robó cuando llegué aquí- dijo Mar mirando al abatraciado viejo muy seria.
-jejejeje, dinero, dinero, todas las putas viejas tienen esa palabra metida en su cabeza, mira niña, para que veas que no soy tan malo y para que no estés preocupada por eso del dinero voy a recompensarte con una parte del botín,- dijo el viejo sin soltar a la mujercita de su estrecha cintura.
-una parte del botín, no entiendo- dijo Margarita.
-si putita, una parte del botín o sea dinero, por lo que estas peleando,- dijo el viejo.
-mira para que veas que no soy tan malo aquí está tu parte del botín para que no estés preocupada por eso del dinero, toma- el viejo dio a Margarita la cartera del viejo Gustavo.
Margarita la abrió y vio dentro una buena suma de billetes en perfecto estado y de las más altas denominaciones, en solo unas cuantas horas se había hecho acreedora a una suma monetaria casi comparada a lo que ganaba en varios meses como cajera, eso sin contar el dinero en sus tarjetas de crédito, obviamente Margarita sabia que las tarjetas no podían ser utilizadas por su seguridad, por un momento su mente de mujer la hizo fantasear con esa jugosa cantidad de dinero en efectivo, su femeninos deseos adictos a comprar cosas la llevaron a imaginarse cantidad de blusas, pantalones, vestidos, accesorios, zapatillas, bolsas y todo lo que siempre había querido comprar y que muchas veces se había quedado con las ganas, para después recapacitar y considerar ese dinero como sucio.
-es muy generoso de su parte Don Pancho pero no puedo aceptarlo- dijo Mar sin quitar la vista de la billetera y mordiéndose su labio inferior.
-vamos niña, te lo mereces después de todos los malos tratos por los que te hemos hecho pasar y de todo lo que te arriesgaste esta noche, aprovéchalo es tuyo, además ese viejo posiblemente se lo hubiera gastado en putas y yo a lo mejor me lo gaste en cerveza y… en putas- dijo Pancho.
-el dijo que ayudaba a un orfanato y que aportaba a organismos que recogen animales callejeros- dijo Mar pensando que ese dinero era para solventar gastos para esas instituciones.
-que vergas, eso es mentira, solo busca su beneficio, y a lo mejor a lo del orfanato se refiera a las niñas que bailan semidesnudas en un table propiedad de él, mucho más lujoso y grande que el que tiene Felipe, entonces que, lo vas a aceptar sí o no?- dijo el gordo.
-pero……. aunque lo acepte……. en que podría gastarlo, si usted no me dejaría salir ni a la esquina- dijo Mar.
-no te dejaría salir sola, pero podemos salir juntos, sé que estoy refeo y te doy asco pero por otro lado el que te vean conmigo te puede ayudar a ganar mucho respeto por estos alrededores, además este barrio así como lo ves de malviviente también tiene negocios donde puedes encontrar chacharitas de buena calidad, como ropa que te hace falta, tengo un amigo que me debe dinero y puedo cambiarle su deuda por ropa para ti- dijo el viejo.
-eehhhh- Margarita pensaba, una parte de su cerebro decía “no lo agarres, no es tuyo, es dinero ganado ilícitamente”, mientras la otra decía “imagínate todo lo que podrías comprar con ese dinero”.
-bueno, lo aceptaré- dijo la nena, su mente había sucumbido al dinero y a las compras.
-que bueno, ahora déjame sacar una botella que tengo guardada por aquí y unos vasos, vamos a brindar por lo de esta noche- dijo el viejo sacando una botella de vodka que había robado a Felipe.
-no, señor no es necesario, estoy cansada, quiero dormir- Margarita recordaba que exactamente con unos tragos la habían drogado al punto de entregarse a dos viejos repulsivos.
-como de que no, ora toma, con confianza, esta no tiene nada jejeje- decía el viejo descarado sabiendo que la nena se acordaba de lo sucedido.
Margarita recordaba la bipolaridad de este viejo, si bien le sorprendía que se estuviera portando educado con ella y que le hubiera pagado por sus servicios cuando hace apenas unas horas le había robado el dinero con el que había salido a distraerse, el temor a que cambiara su estado de ánimo estaba latente, así que aceptó de mala gana el vaso de vodka, el viejo se sirvió su vaso y lentamente aplastó su enorme trasero sobre la cama haciendo que este mueble casi se doblara, la hermosa Margarita poco a poco se fue sentando también al lado de él, aun permanecía con sus zapatos puestos y su minivestido negro, el apretar de sus antojables pechos formaban una línea exquisita entre ellos ya que el vestido traía anexado un bra que se ajustaba perfectos ese par de melones.
-yyy, me dices que te llamas Margarita verdad?- dijo el viejo tomándose de un sorbo su bebida y sirviéndose otro vaso, un fuerte eructo salió de su boca mientras pesadas gotas de baba caían por sus abultados labios.
-así es señor, y usted Francisco?- dijo Mar mientras daba un tímido y delicado sorbo a su bebida a la vez que sus ojos miraban los enormes tatuajes que cubrían los gordos brazos del viejo, muchas de ellos mujeres con rostros emputecidos.
Margarita veía esos intimidantes brazos de oso y los comparaba con los suyos, sin duda la diferencia era bestial, con razón la otra noche a pesar de que intentó liberarse nunca pudo, además esos brazos eran por mucho muy superiores a los de su padre y su exnovio, el vaso se perdía en esa mano casi del tamaño de un guante de béisbol, los grotescos dedos eran tan mas largos y gruesos casi más que la verga de su ex, solo con los puros dedos le costaría deflorar a una virgen.
-sí, pero dime Pancho, y tienes 18 años?- preguntaba Pancho tomándose otra vez de un jalón su vaso y sirviéndose otro.
-sí, y usted?- preguntaba Margarita mientras ahora quitaba la mirada del sapo y la dirigía a sus manitas como haciendo una comparación con las del viejo.
-yo tengo…. cuántos me calculas?- preguntó el viejo quien ya babeaba al imaginarse el suculento cuerpo de hembra desnudo y ensartado en su estaca.
-ummm, como 50- dijo Mar tomándose por completo el líquido depositado en su vaso y poniendo una faceta extraña por el sabor.
-casi, tengo 55, te sirvo otro?- dijo el viejo y Mar de manera increíble acercó su vaso al viejo para que este le sirviera otro trago, sin embargo la nena estaba confiada, su idea era que el viejo se emborrachara y se quedara dormido para de esta manera buscar como escapar y al verlo beberse el vodka como agua pensaba que era cuestión de tiempo para que se desplomara, Mar no contaba con que este viejo necesitaba de más de una botella de licor para derrumbarse y subestimaba la capacidad embriagante del vodka en una primeriza como ella ya que se lo estaban tomando limpio.
La desproporcionada pareja siguió hablando de cosas sin importancia, entre tanto trago y el trascurrir de los minutos la botella ya iba un poco más de la mitad, casi la mayoría degustada por el viejo, Pancho quien vivía de tomar estaba más que acostumbrado a esto y se veía entero, casi no había hecho efecto el licor en su cuerpo solo una leve sonrisa atravesaba su horrenda cara, Mar por el contrario ya empezaba a sentirse un poco mareada, la cabeza le daba vueltas y se la tomaba constantemente, empezaba a reír de las estupideces que el viejo decía, aunque a cualquier persona le parecerían chistes sin gracia alguna, a la medianamente alcoholizada chica la parecían de buen humor.
El viejo veía como la alegre chica tomaba y tomaba sin llenarse, él, muy hábil empezaba a hacer que le daba sorbos a su vaso pero sin probar nada de nada hasta que vio como la nena poco a poco cambiaba las risas por prolongadas carcajadas, los movimientos que la nena hacia cuando se reía hicieron que su vestido se le subiera considerablemente pero ella no hizo nada por bajarlo, regalándole al viejo una impresionante visión de sus torneadas piernas, estaba tan felizmente ebria que no le daba importancia a eso.
-señooorr, antes de seguir platicando quisiera poner bien en claro algoo, usted se la ha pasado diciéndome puta has esto, puta has aquello, pero quiero decirleee, jijijiji, perdón, quiero decirle, que yooo no soy ninguna putaaa, que le quede claro, ayy, esto ya se me está subiendo- decía Margarita mientras expresaba un hipo.
-jejejeje, pues que querías que pensara, entro al cine y te veo ahí vestida como una rica putita pidiendo verga, y encima con tu panocha toda mojadita, querías que pensara que eras una monja?- dijo el vulgar viejo jugando con sus toscos dedos con los lacios cabellos de la nena.
-jejeje, si verdad, lo que pasa es que había quedado de verme con un chicoo, pero el muy estúpidoooo, se atrevió a dejarme plantada, a mííííííí, usted cree, a mííííí, dejó plantado todo esto- Margarita se levantó dificultosamente para girar su cuerpo para que el viejo admirara esa apenas cubierta y sugestiva anatomía de diosa que poseía que otro había dejado escapar.
-nombre si estas rebuena, yo no sé cómo se puede ser tan imbécil- el viejo admiraba el apretar de ese vestido sobre esas desarrolladas caderas y levantando su voluminoso cuerpo tomó de la fina cintura a tan despampanante chiquilla quien no se intimidó por la acción del gordo.
-y una amiga, que ella si es una putaa, me llevó al cine, donde me encontré con usteeed, pero yo no quería ir, yo le decía que no y ella que siii, yo que nooo y ella que sii- dijo Mar dando otro trago a su vaso.
-Margarita que bonita te ves borrachita, déjame darte un beso- dijo el viejo admirando el hermoso rostro ruborizadamente alcoholizado de la nena.
-un beso?- preguntó Mar, le sorprendió que esta morsa, quien se había cansado de humillarla y aventajarse de su debilidad, ahora le pidiera de manera respetuosa dejarse dar un beso.
-si un beso- dijo el gordo Pancho mientras le quitaba algunos mechones de su cabello que cubrían su angelical rostro.
-pero, nooooo, usted está muy feo, sabe, si bajara un poco esa panza a lo mejor no estaría tan mal- dijo Mar mientras su dedo se tallaba en la grotesca panza del viejo, la nena ya se había olvidado que hace unas cuantas horas el viejo la había utilizado como un anzuelo y ahora hasta parecía que disfrutaba de la compañía de tan horroroso ser, ella se tambaleaba debido al efecto del alcohol y repegaba su exquisito cuerpo en el del viejo para evitar caerse.
-déjame darte un beso- volvió a decir el viejo y ahora tomaba fuertemente a la nena de su cintura pegándola a su obeso cuerpo, la nena sintió el apretar de esos poderosos brazos en su femenina anatomía, nuevamente esa sensación de sometimiento, de vulnerabilidad, de macho rústico apretando poderosamente a una frágil mujercita, esa sensación de no poder hacer nada para impedir que un viejo de lo más despreciable disfrutara de su cuerpo aparecieron excitando inexplicablemente sus hormonas femeninas.
-noooo- dijo la descalzonada nena, Mar podía sentir entre sus muslos un calorcito enajenante y un cosquilleo rico que hicieron que también sus pezones se erizaran, además de que advertía en su vientre la poderosa erección con la que la verga del viejo era capaz de manifestarse.
-entonces me obligas a dártelo a la fuerza- dijo el viejo y acto seguido plantó un salivoso beso a la hermosa jovencita, Margarita reaccionó ya tarde, el viejo ya tenía su lengua alojada dentro de su boquita moviéndose desesperadamente, el vaso de Mar fue a dar al suelo mientras la niña recibía las exuberantes cantidades de saliva emergidas de la apestosa boca del vejete.
La jovencita intentaba apartar su curvilíneo cuerpo de el del viejo, sus prominentes pechos se aplastaba contra de obeso cuerpo de su captor pero ese sentimiento la estaba calentado de sobremanera preparándola para la inminente entrega, el viejo llevó una de sus tenazas al sexo de Margarita para desesperadamente introducir dos de sus dedos dentro de su sensible vagina.
La joven reaccionó con un gritito, pues los toscos dedos del viejo mantenían un grosor considerable y mas al tratarse de dos, los callos friccionaban con las suaves paredes vaginales regalándole a la nena cosquillas nunca antes sentidas.
-noooo suélteme, viejo degenerado- decía Margarita quien golpeaba el pecho del viejo, pero lo que el viejo no sabía era que la alcoholizada niña jugaba con ella misma, decía esas palabras sabiendo que el viejo nunca la soltaría y de esta manera ponerle un morbo extra a la situación, además el hecho de llamarlo degenerado, pervertido, asqueroso o demás la excitaba tremendamente, no sabía porque pero así era.
El viejo obviamente no hacía caso y lentamente comenzó a mover sus enormes y gordos dedos a una velocidad inexplicable haciendo que los jugos de Margarita comenzaran a brotar como rocío de las mañanas, la niña gemía delicadamente para de vez en cuando jadear como los perros y contraerse debido a las placenteras manoseadas que el viejo cuerpo de sandia le estaba dando.
El viejo Pancho procedió a lamer con esa maestría que lo caracteriza la orejita de la nena, ella ladeaba su cabeza pero el viejo siempre lograba acorralarla, fue en uno de estos momentos en que el viejo volvió a meter su lengua dentro de la boquita de la joven, ella ya no hizo por luchar y estimulada por los manoseos y el efecto del alcohol correspondió delicadamente el beso dado por un hombre horroroso, sucio, con visibles desequilibrios mentales y que se dedicaba a una de las prácticas mas reprobadas por la sociedad.
El gordo viejo seguía atrayendo a su humanidad a la joven, con uno de sus poderosos brazos la aprisionaba de su cintura mientras ella tímidamente se abrazaba a él, el viejo movía su estimuladora mano muy rápido mientras los fluidos ya hacían acto sonoro de presencia, resbalaban por ambos muslos de la fémina así como también por el moreno antebrazo del viejo, la jovencita comenzó a gemir mas audible pues las sensaciones iban en aumento al punto de acalorarla como si estuviera en un baño sauna empapando completamente el minivestido con su sudor femenino.
-no pare- Margarita dejó escapar estas palabras en forma de suspiro, sus carnosos labios eran repasados constantemente por su lengua y repetitivos mmmm se escapaban de ellos, al parecer estaba disfrutando de las manoseadas de un viejo sin ningún tipo de atractivo, el viejo solo se rio al escucharla y siguió dedeándola.
Los estimuladores dedeos comenzaron a hacer temblar las carnosas piernas de Margarita, ella comenzó a repasar su lengua por todo el mugroso cuello del viejo llevándose a la boca cualquier cantidad de sabores rasposos y salados hasta que en una de esas sus piernas se juntaron de las rodillas para dejar escapar una gran cantidad de fluidos fuera de su vagina.
La orgásmica Margarita se recostó sobre la morena masa del viejo, sus labios se abrían temblorosos para dejar caer saliva sobre el amplio pecho del viejo, este sujeto en otro acto tomó el vestido de la nena para desgarrarlo sin el menor esfuerzo dejando expuestos para sus rojos ojos los enormes senos de Margarita para posteriormente levantárselo desde abajo sacándoselo completamente y arrojándolo a cualquier parte, volviendo a dejar a la chiquilla como Dios la trajo al mundo.
-ay mamacita, estas rebuena, que te daban de comer para que te pusieras así- dijo el viejo admirando el femeninamente imponente cuerpo de su encantadora.
El viejo estiró una de sus toscas manos hacia uno de los cajones del ropero y sin soltar a la nena sacó un paliacate con el que anteriormente se sonaba la nariz, así y con todo y mocos secos vendó los ojos de la niña mientras le decía a su oído a la vez que de su boca gruesas gotas de saliva salpicaban.
-jejejeje, quédate quieta mi putita, esta noche no voy a ser tan malo, esta noche te trataré como toda una reina,- decía el viejo mientras también tocaba esa acalorada panochita y paseaba su lubricada verga por todo el canalito de su culo.
-acuéstate- dijo el viejo.
-Don Pancho que me va a hacer?- preguntaba algo asustada la vendada nena.
-tú solo acuéstate no te voy a hacer nada que no te vaya a gustar jejejejeje,- reía morbosamente el viejo.
Margarita se asustó pero aun así acostó boca arriba todo su esplendoroso cuerpo haciendo babear al viejo con solo verla acostadita con sus senos bamboleantes y sus muslos humedecidos y ligeramente abiertos, mostrando una panochita depilada pero con algunos tronconcitos de vello púbico que ya empezaba a brotar y que indicaban a la nena que se acercaba otro cuidadoso aseo vaginal.
El viejo tomó la botella de vodka y aprovechando el vientre plano de la jovencita y las hendiduras que se le formaban en esta parte de su cuerpo comenzó a regar el líquido de esta manera formando pequeñas posas licóricas las cuales procedió a lamer con mucha devoción, Mar comenzó a sentir ricas cosquillitas a partir de las depravadas lamidas de perro que elevaron su calentura corporal mientras mordía levemente sus labios y por momentos parecía querer reír.
El viejo terminó de degustar la encantadora bebida repasando su babosa lengua por donde aún quedaban unos minúsculos restos, dejando el marcado abdomen de la nena completamente brilloso en babas, para después subirse a la pobre cama y posicionarse entre los muslos de la chiquilla, el viejo los abría mientras Mar no impedía que la abrieran de piernas, entonces el viejo dejó caer otro chorro de vodka sobre la panochita de la bella princesa, ella sentía el roce del líquido sobre su sexo, cosquilleándolo para después sentir como la obscena lengua del viejo se deslizaba por toda la extensión de su territorio vaginal.
-agggggggg, sssshhhhhhhh, sssssllllllllluuuuuuupppp, aggggghhhhhhhhhhhh,- el viejo hacia sonidos animalescos al momento de estar chupándole nuevamente a la nena su acalorada vagina, Margarita tomaba sus manos y las utilizaba para echarse aire en su chapudo rostro y así intentarse quitar un poco el agobiante calor corporal.
Pancho colocaba una fina copa y la hundía contra el sexo de la nena, vaciaba mas de ese licor y de esta manera recogía la bebida alcohólica mezclada con los jugos vaginales de la nena, una vez llena la copa el viejo procedió a tomársela degustando esa exquisita bebida que aun no se comercializaba en ningún sitio.
-ahhhh, exquisito, debería de ser pionero en este tipo de bebidas y tu chiquilla la materia prima, ganaría millones, superarías a todas esas marcar francesas de champagne y cognac- dijo el viejo.
El viejo volvió a hundir su fea cara de reo trastornado entre los delicados labios vaginales de la nena, su lengua se movía asquerosamente por todo alrededor de las partes intimas de la joven y metiéndose dentro de esta, Mar en tanto comenzó a emitir leves gemidos placenteros mientras se quitaba la venda y alcanzaba a visualizar una cabeza moviéndose de manera repulsiva con pelos enmarañados y pajudos y en la coronilla una visible marca de iniciante calvicie.
-señor, que consteee jijijijijiji que no soy una puta como usted dice- decía Margarita entrecortadamente, estaba siendo penetrada ahora por una viscosa lengua que la llenaba de babas hasta que la capacidad vaginal no resistió mas y la vagina de Mar comenzó a desbordarse en saliva, el viejo la recogía y con su lengua y dedos trataba de que sus asquerosas babas no se perdieran y se quedaran impregnadas en la piel de la joven o rellenando su canal vaginal.
-shhhh, cállate puta,- dijo el viejo y metió sus dedos medio y anular dentro de la oceánica vagina de la joven, comenzó con una serie de chapoteantes movimientos que iban de arriba a abajo mientras sus dedos adquirían una forma de gancho dentro de su sexo buscando ese punto en donde las niñas se corren como mangueras.
Margarita comenzó a sentir los cosquilleos cada vez más bravíos, se meneaba hasta que sus piernas se arqueaban y levantaron uniéndose rodilla con rodilla y apretando con sus muslos la grasienta mano de Pancho, ella trataba con sus manos de impedir esos endemoniados movimientos pero le era inútil, el viejo se daba mañas para eso.
-nooooo jijijijijijijji- decía la estimulada jovencita al presentir contracciones algo fuera de lo común.
Sin embargo el viejo ya predecía las contracciones orgásmicas de la nena, era testigo de cómo prácticamente la vagina de la nena le comía los dedos, el viejo sentía delicioso y lo alentaba a seguir torturándola manualmente.
-me vengoooo, me vengoooooooo- decía la nena mientras se convulsionaba entre la cama al tiempo que de su sexo brotaban abundantes líquidos lubricantes que salían disparados y chocaban contra la aterradora cara de sapo del viejo quien mantenía su boca bien abierta.
El viejo sin meterle su monstruoso barreno ya la había hecho correr dos veces, este viejo estaba concentrado en hacerla correr cuantas veces fuera necesario, en satisfacerla de la mejor manera, como una verdadera hembra de su voluptuosidad y beldad debe de ser satisfecha, mientras tanto la nena se revolcaba arriba de la cama aferrando sus manitas a la sucia sábana y temblando ligeramente debido al orgasmo vivido.
El viejo quien nunca sacó sus gruesos dedos volvió a menearlos de manera rústica, agresiva, sin embargo nuevamente los chapoteantes sonidos vaginales volvían a escucharse para deleite del despreciable, la jovencita balbuceaba palabras extrañas, su hermosos ojitos se cerraban y sus cejas se mantenían emocionalmente fruncidas demostrándole al viejo su grado de salvaje excitación que la envolvía.
El viejo ponía empeño, pesadas gotas de sudor resbalaban y escurrían por entre sus arrugas que casi formaban un lavadero en su frente, los dedos del viejo se llenaban de lubricante como si los hubiera metido al agua, el entorno ya estaba completamente ambientizado con fragancias puramente vaginales.
La jovencita se preparaba para ser sacudida por otro orgasmo, todo el retorcido cuerpo de la nena ya se cubrían de gotas de sudor, el viejo seguía en su lucha por hacer correr nuevamente a la nena mientras la otra de sus manos recorría el perfecto vientre de ella como un artesano que acaricia una verdadera obra maestra, el viejo movía sus dedos frenéticamente mientas sus ganchudos dedos daban una especie de masaje en la parte superior interna del sexo de la nena.
Mar se aferraba del tubo del respaldo de la cama, mientras su cuerpo se convulsionaba nuevamente y gemía y pujaba descontroladamente, el viejo emitía una risa presumidamente triunfadora cuando sintió el calor orgásmico que se avecinaba como fuego saliendo de su húmeda cueva y cuando un chorro salió disparando una potente cantidad de lubricante que llegó a empapar su obeso cuerpo de barril mientras este ya lo esperaba gustoso.
El potente chorro empapó toda la peluda panza de Pancho, sendos arroyos formados a base de lubricante vaginal corrían por toda la barriga del hipopótamo mientras la chica desgarraba su garganta en gritos y pujidos orgásmicos los cuales fueron escuchados por un borracho que pasaba por el lado contrario de la barda.
-shhh, cállate putita van a pensar que te estoy matando, jejejeje, y eso que todavía no te la meto- dijo el Pancho.
Margarita se privó en una serie de ondulaciones infernales y agusanables que demostraban su nivel de fogosidad, los temblores de la nena eran tales que parecía que sufría de alguna rara anormalidad en sus nervios en versión distorsionada.
-eeesss, queeee, se sienteeeee, tan ricooooooo- dijo la nena dando la impresión de que quería llorar de tan orgasmeada que estaba, además su voz se escuchaba de igual modo temblorosa.
Al viejo pareció gustarle la forma tan enérgica en que la nena se había corrido, así que sin sacar sus dedos de nuevo volvió a moverlos con la idea de que esta chica volviera a derretirse lúbricamente, esta vez los sonidos húmedos rebasaban la normalidad, la chamaca quien seguía aun en estado orgásmico recibía nuevas sensaciones calóricas de aproximación orgásmica, el gordo viejo estaba haciendo recompensar de la mejor manera a Margarita por todas las cosas que hasta el momento la había hecho pasar.
Los grotescos dedos volvían a rascar levemente la pared vaginal de tan hermosa jovencita exactamente ese punto en donde las descargas de éxtasis nacen con mayor violencia, las placenteras sensaciones hacia que Mar volviera a descomponerse enrollando su cuerpo con la vieja sábana, el viejo comprobaba por medio del tacto el exagerado calor que cubría todo el escultural cuerpo de Margarita, la muchachita gritaba ahora debido a las descomunal corrida que estaba por venir.
-pareeeee, señor me voy a orinaaaaaaaaaarrrrrrrrrrr!!!!!!!,- decía la nena pues no sabía si lo que venía eran jugos u orines, intentaba con sus delicadas manos detener al viejo pero le era imposible.
-méate cabrona, méate- dijo el asqueroso porcino.
-no, pareeeeeeeee!!!!!!- gritaba la nena mientras intentaba detener al viejo con sus débiles manitas, el viejo no paraba, al contrario aumentaba su velocidad hasta que consiguió que Margarita alcanzara el clímax y esta vez como ella lo había advertido se vino en una combinación de lubricantes con orines.
-Dooon Panchoooooooo, me meeeeoooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!!!!!- gritó la nena sin recato alguno, en tanto el borracho que escuchaba los gritos de Margarita se sacaba su asquerosa verga completamente orinada y se ponía a masturbársela descaradamente en uno de los callejones que funcionaban como arterias de esa cuadra.
-jejejeje, las perras están en celo,- decía el viejo vagabundo mientras su percudida verga se empezaba a erigir.
Margarita se volvió a revolcar arriba de la cama, de la excitación no aguantó y tomó una apestosa almohada para morderla y jalarla queriéndole arrancar ese pedazo, su cuerpo se tensó para después estirarse como si quisiera ganar más altura, sus gritos y pujidos hacían pensar a cualquiera que la escuchara que la nena estaba pariendo, los potentes chorros salían disparados casi como un aspersor, Mar nunca pensó que su vagina pudiera producir tanto jugo, eran tales las cantidades que fácilmente hubiera ya llenado una jarra.
El viejo reía al ver la escena, una casi niña con un cuerpo descomunal convulsionándose como una poseída y completamente sudada de su rostro y su cuerpo y que se corrió varias veces en ese mismo periodo de tiempo; entonces el viejo sacó muy lentamente sus dedos que abrían esos exquisitos labios completamente brillosos y rosaditos, los toscos dedos salían empapadísimos mientras en cada centímetro que retrocedían le cosquilleaban a la nena tan delicioso que la obligaban a temblar y expresarse de manera lastimosa.
-ahhh cabrona que rico te vienes, si es cierto eso que dicen de las viejas con los hoyitos en su espalda baja jajajajaja- decía el viejo sacudiendo sus empapados dedos.
La nena no conforme con los orgasmos que le regalaron bajó su manita derecha para ella misma rascarse el exceso de comezón que imperaba en su orinada conchita, a pesar del éxtasis la nena estaba consciente de la aborrecible persona quien tenía a su lado y en su mente estaba la idea de no dejarse penetrar nuevamente por él, o por lo menos mostrar resistencia.
-Don Panchoooo, ya fue sufucienteeeee, estoy cansadaa, quiero dormiiirrrr por favorrrr- decía la nena tomando aire constantemente y todavía mordiendo la sucia almohada.
Pero sin que ella se diera cuenta, el viejo se levantó de la cama y se desnudó a una velocidad sorprendente, rápidamente regresó a su posición entre las piernas de la jovencita, ella seguía rascándose con sus hermosos ojitos cerrados sintiendo la tibieza y humedad de su vagina, sus dedos se metían entre sus labios vaginales y de tanta excitación metió uno de ellos en su conchita y lo movía circularmente, entonces el veloz viejo viendo que la nena pedía verga apuntó su descomunal trozo entre las calientes carnes de la jovencita.
De una sola estocada le metió los 22 centímetros de su asquerosa tranca morena llena de sedimentos blancuzcos y pelos enroscados hasta el fondo, la nena reaccionó con un noooo, pero ya era demasiado tarde, el viejo la había atravesado, a pesar de haber estado excesivamente lubricada no pudo evitar sentir como la toresca introducción del venudo aparato le abría forzadamente su canalito.
Pancho se movía fornicadoramente dentro de ella aferrando de la cintura a la suculenta muchachita, ella no le quedó de otra que llevar sus manos a las grotescas muñecas del voluminoso, el viejo empujaba brutamente su venudo miembro hasta el fondo, ambos sexos chocaban descontrolada y chapoteantemente intercambiando los lubricantes que los empapaban, Pancho parecía un simio o una especie de animal cuyo escaso intelecto lo llevaba solamente a meter y sacar rústicamente su tieso tronco.
El viejo tomó ambas piernas de Mar y las subió abriéndolas por completo para después doblárselas hasta enfrente tomando una posición contorsionante para la nena ya que sus rodillas quedaban en los costados de su cabeza, los músculos de sus piernas eran expuestos a una elasticidad demandante, Pancho veía desde ahí arriba como su venuda tranca se enterraba en la carnosa panocha de la joven abriéndola al punto del desgarro, ella se tocaba su botoncito ya que las oleadas de placer que de ahí provenían le ayudaban a relajar sus estirados músculos, a pesar de tener la idea en un principio de no dejarse coger por el viejo panza de balón playero, ahora presa de la calentura y el morbo se dejaba penetrar por este viejo asqueroso.
-ahora si lo estas disfrutando verdad pinche puta caliente- decía el viejo.
-siiii, siiii,siigaaaaaa!!!!!- dijo la alegre Margarita quien recordaba las confesiones que le había hecho a Gustavo y ahora era víctima de una oscura fantasía.
-jejejeje, no te preocupes que de ahora en adelante te voy a dar caña todas las noches- decía el viejo acelerando sus bestiales movimientos pélvicos que resonaban por todo el cuarto y hacían rechinar la cama y esta a través de las vibraciones hacia crujir los vidrios de la ventana más cercana.
El gordo Pancho aprovechó su redonda forma y se dejó rodar de espaldas sin salirse de Margarita, al mismo tiempo que tomaba de los brazos a la chiquilla, esto hizo que la nena fuera jalada por el contrapeso de su captor y quedó ensartada ahora ella arriba del viejo, la voluminosa panza del viejo casi era una segunda cama para Mar, el viejo tomó a la nena de sus nalgotas y las fue ensartando completa en su desmesurada verga, la sensible vagina de la nena poco a poco se fue comiendo el resto de esa morena tranca, hasta que su lampiño y blanco culito se unió con el abultado y peludo vientre del moreno viejo y se aplastó contra este en un ensamble perfecto, solamente los huevos de toro quedaron fuera de esa rosadita vagina mostrando esa magnificencia que los caracterizaba en toda su arrugada y peluda circunferencia.
Margarita no pudo evitar dejar salir un quejido placentero cuando tuvo dentro de ella todos los centímetros del viejo, el viejo comenzó a moverse muy despacio tomando de las manos a su bella secuestrada, entrelazando sus callosos dedos casi acorazados con los delicados deditos de Mar, la enorme panza se movía como gelatina y chocaba contra el delicado cuerpo de su amante siguiendo un movimiento similar a la marea de los océanos, ella recibía los poderosos golpes de la panza del viejo que parecían enormes olas y que hacían moverla arriba del rechoncho león marino y por consecuencia el cuerpo de la borracha chiquilla se movía arriba de la monstruosa herramienta, la apestosa verga se encarnaba dentro de esa aun apretada conchita y llenaba todo el ducto vaginal con su viscoso lubricante y su pestilente aroma.
-queeee ricoooo- una ensalivada oración se escapó de los carnosos labios de la nena, el viejo alcanzó a escucharla y comenzó a moverse más rápido.
-así te gusta putita- dijo el viejo.
-siiiiii así mas rápido viejo asquerosoooo!!!!!, aaaahhhhhhhh, mas rápido y más durooooooooooo!!!!!!, quiero sentirla hasta dentrooooooooo!!!!!, la quiero todaaaaaaaaaa!!!!!, como usted dice hasta los intestinoooommmmmm- decía la corrompida nena totalmente fuera de sí y hambrienta de verga mientras su boquita dejaba caer cantidades de viscosa saliva en el peludo pecho de su grasoso amante.
Margarita comenzó a sentir deliciosas descargas de éxtasis a partir de ese ondulatorio movimiento, ya que la venuda verga empezó a cosquillearla por dentro como una especie de pluma que se movía cadenciosamente, Mar apretó con fuerza las manos del viejo, aunque sus leves apretones no le hacían ni cosquilla a las rudas manos del viejo.
-me llena, su verga me llena por dentroooooo!!!!!!!!, ahhhh diossssss sientooo que me estira el úteroooooo!!!!!!!- gritaba la nena completamente abandonada por su razonamiento.
-pinchee cochina te estás dejando clavar por un viejo feo como yooo jejejejeje- mugía el toro.
-siiii, siiii, clávemela hasta adentro maldito viejo cara de sapooooooo!!!!!!!!, lo que tiene de feooooo su verga lo tiene de grandeeeeeee!!!!!!!!!- gritaba la nena presa de la calentura manoseándose sus bamboleantes senos.
Poco a poco la nena por voluntad propia fue bajando y subiendo tímidamente sobre esa colosa tranca, cada vez que ella elevaba su culito una delgada membrana se asomaba proveniente del interior de su sexo apretando la morena extensión del miembro abrazando amorosamente a la venuda palanca, cada vez que Margarita subía y bajaba una infernal calentura se apoderaba de ella y más cuando tímidamente abría sus hermosos ojitos y visualizaba la retorcida y deforme faceta de satisfacción que el viejo expresaba, esto en vez de degradar a la nena la calentaba aun mas y la hacía aumentar la velocidad de las ensartadas que se daba, pensaba como una muchachita tan hermosa como ella se dejaba coger por un viejo tan feo y pervertidamente intentaba visualizarse ella misma en tan comprometida situación.
Intentaba construir ese infartante imagen de ella, como se vería su curvilíneo cuerpo arriba del seboso hombre y con su enorme tranca bien metida dentro de su papayita.
-clávate, clávateee tu sola puta asquerosa- mugía el viejo ya que también empezaba a sentir el cansancio de tener una hembra arriba de él moviéndose frenéticamente.
-ricoooo, que ricoooooo!!!!!!, no me la saque nuncaaa maldito viejo hijo de la gran putaaaaaaa!!!!!!!!- gritaba la nena obscenidades alentada por la calentura y el alcohol que corría por sus venas y llegaba al cerebro inutilizándolo temporalmente.
-pincheeee putaaaa de mierdaaaaa!!!!!!!!, como osas……… faltarme al respeto reverenda ramera!!!! Ahhhhhhh, vas a ver cuando termine te voy a moler a golpes!!!!!!!!!!- amenazaba el viejo frunciendo su rostro como un verdadero perro rabioso sin embargo a la nena poco le importaba,  ella estaba concentraba en sentir hasta el menor cosquilleo que esa verga de proporciones astronómicas le estaba regalando.
Afuera de ahí las groseras confesiones eran demasiado para el pobre borracho quien se vació sobre el pavimento, pero no conforme con esto seguía masturbando su lechosa verga esperando que esta reaccionara para un segundo episodio.
-siiiii despuessss pero orita siga cogiendomeeeee, sígame metiendooooo su vergaaaa!!!!!!, su trancaaaaa!!!!!!, su cañaaaaaa!!!!! y todas las palabras como se le digaaaaaaa!!!!!!!!- gritaba la nena estimulada dejando caer su pesado trasero en esa recta palanca, sus senos subían y bajaban descontrolados, botaban como auténticos balones de basquetbol, el viejo se entretenía viendo este espectáculo que los pechos de la joven le bridaban y que él era espectador en primera fila y comenzó a estrujarlos como si se trataran de plastilina y quisiera formar algo con las chiches de la joven.
La verga del viejo se masturbaba en cada uno de los subes y bajas de la nena, el brilloso glande quedaba apretado por dentro de la estrecha vagina de Margarita, el miembro expulsaba cantidades inimaginables de líquido preseminal que iban a embarrarse en toda la extensión del conducto vaginal y parte del útero de la nena y que ya salían hacia el exterior al no encontrar más capacidad vaginal que los contuviera.
Margarita ya se movía desesperada arriba de la verga del viejo, apoyaba sus manos sobre el amplio pecho peludo del viejo, al hacer esto sus brazos se juntaban y apretaban sus carnosos senos haciéndolos más voluminosos y mostrándolos sin tapujos exponiéndole sus rosaditos pezones que de los cuales parecía escurrir un tenue hilo de lechoso líquido, Mar sentía el nacimiento de otro orgasmo, el viejo aferró sus manotas de la cintura de la nena tomándola con fuerza para que esta no se saliera pues se estaba comenzando a ensartar tan rápido que era cuestión de tiempo que la verga del viejo se saliera de tan calientito lugar y le preocupaba más que nada que la joven se desacoplara y diera un sentón que no atinara a ensartarse nuevamente produciéndole daño en su sensible aparato.
La sudada nena paró por un momento para enrollar sus manos en la nuca del viejo y sacar más su culito para de esta forma con excelsos movimientos pélvicos ensartarse nuevamente en esa garruda verga, los movimientos de la nena eran tan perfectos que hacían ver que solo su culito era lo único que subía y bajaba metiéndose toda la extensión del venudo miembro, en cada embestida se podía apreciar como el golpe hacia vibrar los peludos huevos de avestruz que poseía Pancho.
La nena al sentir las callosas manos tomar posesión de una de las partes de su cuerpo más suaves y delicadas comenzó a ensartarse con más pasión, por momentos se detenía pues sentía que nuevamente se derretiría en jugos sin embargo en uno de esos momentos el viejo vio que la nena trataba de retrasar su orgasmo así que comenzó a penetrarla él a una velocidad incrédula dada su voluminosidad, el pesado cuerpo del viejo se levantaba de sus grasas caderas, la nena solo recibía las brutales embestidas que hacían que se levantara casi hasta sacarse la verga sin embargo su trasero volvía a caer pesado sobre la verga del vejete ensartándosela hasta el fondo escuchándose los plafff, plafff, plafff plaffff que indicaban el brutal choque tectónico entre ambos cuerpos sudorosos, la nena se derretía en placenteros gemidos mientras gruesos hilos de baba no dejaban de caer de su carnosos labios, su rostro estaba completamente descompuesto en gestos orgásmicos y retorcidamente placenteros, su cabello se alborotaba en cada movimiento y se pegaba a su sudado rostro y varios mechones llegaban a colarse dentro de su boca, sus nalgas se adornaban con varios pelos enroscados que se desprendían del seboso vientre de Pancho.
La jovencita intentaba retener el orgasmo naciente, su cuerpo se contraía de manera extrema, sus labios intentaban liberar un gemido que se veía sería escandaloso y que ella trataba de impedirlo, pero en eso el viejo comenzó a dedear su botoncito hasta que ella no pudo retenerlo más, temblorosamente contraída y con lágrimas de éxtasis brotando de sus verdes ojitos se derramó en un desgastante pero muy placentero orgasmo que expulsaba una cantidad inconmensurable de agridulce líquido lubricante vaginal bañando la descomunal verga del viejo, la jovencita se retorcía espasmódicamente mientras las bien cargadas corridas se desprendían de su cuerpo dejándola prácticamente deshidratada, los bracitos de la nena se arquearon formando una especie de escuadra al mismo tiempo que apretaba sus manos en forma de puño, la nena desplomó todo su apetecible cuerpo arriba de esa mole humana quedando semidesmayada.
El viejo se levantó junto con su desecha princesa, sin despegársela de su cetáceo cuerpo, y así con todo y ese femenino cuerpo labrado por los dioses se incorporó de pie cargando sin dificultad alguna a su bella amante quien se sostenía con sus brazos y sus piernas a esa amorfa humanidad, sin embargo con una capacidad estimuladora inigualable.
La jovencita respiraba entrecortadamente, sus frágiles brazos se enrolaban como culebras en el negro y lleno de mugre cuello del viejo, las gotas de sudor que corrían de esta parte del cuerpo del gordo en vez de verse trasparentes se veían con un color achocolatado mugriento, el gordo apretaba la cintura de la nena con uno de sus peludos brazos y con la otra mano mantenía levantado el carnoso y blanco culito, sus dedos hacían una especie de red alrededor de ese prominente trasero cargándolo casi con una mano
Pancho comenzó a moverse copulatoriamente, dado su volumen lo hacía muy dificultoso sin embargo pudo lograr que la nena se embistiera en su grotesco animal viviente que llevaba pegado entre sus piernas, la panza se movía asquerosamente y al ser tan prominente obligaba a la nena a arquearse ligeramente para que su barriga tuviera el suficiente espacio para moverse.
Nuevamente los plaff eran los sonidos de ambos abdómenes chocando, la tímida Margarita poco a poco se fue aferrando con sus piernas a la grotesca anatomía del viejo, esto lo hizo debido a que creyó caerse y de esta manera buscaba sostenerse de algo, el viejo en tanto seguía penetrándola y cargándola sin el menor esfuerzo, sudaba mas por efecto del calor corporal de la chiquilla que por estar cargando ese curvilíneo cuerpo, su peso a pesar de ser insignificante para el viejo, a un hombre de proporciones normales le hubiera costado un poco levantarla y después de tanto tiempo cargándola lo más seguro es que sus piernas ya se estuvieran doblando.
El viejo aumentó su velocidad, la nena ahora se aferraba de los pajudos cabellos del despreciable mientras repegaba su carita sobre el peludo y sudorosamente oloroso pecho del viejo, el sonido a humedad proveniente de ambos sexos cortejándose se podía escuchar casi en igualdad de volumen que los constantes quejidos y gemidos de Margarita al igual que los bramidos, relinchidos y mugidos del viejo, poco después el viejo comenzó a mover muy hábilmente sus grasosas caderas de forma pendular haciendo que Margarita se ensartara por inercia en esa desmedida verga, gruesos hilos conformados por la combinación de ambos lubricantes naturales caían pesados hasta el suelo formándose un pequeño charco de fluidos mezclando lo agridulce de la nena con lo salado del viejo.
La nena comenzó a sentir nuevamente que se orgasmeaba, sus glándulas de skene comenzaron a trabajar descontroladamente, el flujo que se estaba formando era tal que en cada meneo se podía escuchar como si se agitara un recipiente lleno de agua, la nena apretaba las grasosas carnes del viejo sintiendo como algo acuoso se formaba dentro de ella mientras una excesiva sensación de calor la invadía en todo su sugestivo cuerpo, como si un calor tartáreo solo girara en torno a ella.
-me vengooooooooooo, Donn Panchoooo me vengooooo otra vezzz, que brutoooooo que machoooooo es usted, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!- en un acto reflejo proveniente de su más recóndito y oscuro lugar de su mente gritó la desequilibrada chiquilla moviendo su cabeza y cerniendo sus cabellos como una posesa, el viejo aprovechó para metérsela hasta el fondo mientras hacía fuerzas descomunales en su verga para que esta se endureciera al punto de parecer impenetrable, su cabeza se esponjó al grado de expandir el conducto vaginal que la abrazaba.
El confiado viejo no contó con que otra vez la muchachita o más bien su sexo le apretara la cabeza como mordisqueándola, el viejo sintió nuevamente la vaciada que se pegaría dentro de ella, sin embargo con las mismas fuerzas de endurecimiento en su verga que este aberrante sujeto realizaba tratando de retrasar su asnal corrida logró retrasar según él su descarga soportando ese primer ataque por parte de Mar, el viejo creído que ya habían pasado esas ganas de vaciarse aflojó su cuerpo, sin embargo volvió a sentir otros exquisitos apretones en su glande provenientes de otra femenina corrida lo suficiente como para hacerle sacar al viejo dos poderosos, cuantiosos y muy prolongados chorros de prolífico esperma que fueron a parar hasta lo más profundo de ese útero que se encontraba en sus mejores días para ser fecundado.
Sin embargo dicha corrida no fue lo suficiente como para dejar fuera de combate esa monumental verga, la jovencita se recargó exhausta sobre el peludo y moreno pecho, sus oreja le permita escuchar los potentes latidos provenientes del corazón del viejo, con solo esos dos chorros de leche su matriz quedó lo suficientemente rebosante en líquido altamente reproductivo, su respiración entrecortada era notoria, el viejo reía satisfecho por estar disfrutando nuevamente de ese portentoso ejemplar de hembra y por haber depositado nuevamente dentro de ella su viril esencia.
-ahh, que rico te vienes putita, no sé donde aprendiste eso pero es maravilloso, jejejeje, haces que uno quiera vaciarse dentro de ti- dijo el viejo.
El viejo llevó a su amada a la cama, acostándola cuan larga es pero dejando sus piernas colgando fuera del colchón, Pancho penetró a la nena de un solo golpe, un pujido se escuchó proveniente de la nena quien solo se volvió a desplomar quedando prácticamente fuera de combate, el viejo comenzó desesperado a atravesarla como si su vida dependiera de ello, la fricción copulatoria hacia ver ambos órganos reproductores cubiertos de una coloración roja, una intensa sensación de calor invadía solo ese espacio en donde ambos órganos reproductivos se enfrascaban en una encarnizada lucha.
-señor por favor no se venga dentro me va a embarazar,- decía la nena a medias, casi no tenía fuerzas ni para hablar, ni siquiera podía ver al viejo claramente.
-tranquila chiquilla, esta vez voy a bañar tu cuerpo de leche- dijo el viejo.
-nooo que asco- respondió la nena pero ahora sus gritos se habían extinto, solo palabras en forma de suspiros salían de su boca.
-siii, quieres eso o correrme dentro tuyo puta malparida?,- dijo el viejo.
-noooooo, aaaahhhhhhhhgggggggg- la nena nuevamente se convulsionaba malsanamente arriba de la cama, sus desarrolladas caderas se elevaban majestuosas hasta casi adquirir un ángulo de 45 grados.
La verga del viejo nuevamente estaba a punto de reventar, de tanto meterla y sacarla el poderoso miembro había batido el semen que se encontraba adentro y había creado una especie de espuma que lo cubría y salía burbujeante fuera del sexo de Mar, las ondulaciones de la nena la hacían moverse circularmente pero sin poder liberarse de esa tranca, Mar en una última descarga de júbilo se corrió abundante sobre la verga, hidratándola con sus jugos mientras ella ya no tenía fuerzas ni para apretar sus carnosos muslos que temblaban retorcidamente y los sentía tan pesados como piedras, Margarita cayó a la cama completamente sudada, cansada y con su vagina prácticamente deshecha.
El viejo sentía el resto de su corrida ya casi en la punta de su glande, comenzó a retirar su inmensa verga lentamente  sosteniendo solo con la fuerza de su venudo miembro las desarrolladas caderas de Margarita a medida que dentro de ese conducto vaginal la venuda tranca comenzaba a soltar abundantes y fecundas descargas de espesa semilla espérmica dentro del útero de la chica, ella nuevamente sentía como esas bestiales descargas chocaban poderosas contra la pared uterina para pegarse como un repello adhiriéndose a él y uniéndose con los otros dos chorros que inundaban su interior sin nada que pudiera quitar ese apestoso fermento que hervía dentro ella y liberaba los gametos reproductivos para que buscaran el preciado óvulo en caso de no haber sido fecundado con la corrida anterior.
El viejo logró sacar su verga completamente solo para que esta soltara otro poderoso chorro que fue a caer sobre la nena, formando un surco blancuzco desde sus pechos hasta el nacimiento de su monte Venus, el miembro dejó caer otros dos tupidos ríos que aumentaron el volumen y espesidad a la línea blanca que ya se encontraba sobre la nena, la verga por último comenzó a arrojar débiles descargas sobre el esbelto vientre de la joven Margarita, el viejo se movía raramente debido a la desnaturalizada corrida que expulsó semen como si de una industria espermática de capacidad colosal se tratara, y para desgracia de la protagonista, tan fértil como el esperma de un muchachito de veinte años.
La jovencita se movía sensualmente, sus manos recorrían su cuerpo recién poseído nuevamente por un viejo repugnante y vil hasta que llegaron a tocar el espeso liquido y comenzó a untárselo como si se tratara de la más eficaz crema humectante, repasándolo por todo su vientre, abdomen, pechos y cuello, sus dedos quedaron impregnados por ese baboso liquido y no conforme con la cantidad de semen alojado en su útero llevó sus deditos bañados en leche para metérselos en lo más profundo de su vagina, sacándolos completamente limpios y sin rastro de esperma para después recoger otro poco pero este llevándoselo a la boca lamiendo el dedo como si se tratara de un caramelo.
Lentamente el pesado cuerpo sudado de Pancho se fue acostando al lado de su bella amante y la fue aferrando con sus gordos brazos, pegándola a su anatomía de morsa, la curvilínea espalda de Margarita ensamblaba perfectamente con la abultada y peluda panza del viejo y la verga de este palpitaba débilmente entre los carnosos glúteos de la jovencita.
Margarita se fue quedando dormida pero más que por su cansancio fue por el nivel de sofocación al que los constrictores brazos de Pancho la llevaron después de esta bestia decidió darle un fuerte apretón con toda su fortaleza lo que impidió que la sangre le subiera al cerebro provocando su desmayo
-así mi putita, siente el poderío, la fuerza de un verdadero macho- decía el viejo con su repugnante aliento cerca de la orejita de la aun consiente Margarita y apretando poderosamente sus brazos marcándoseles toda una red de grotescas venas alrededor de ellos.
Una de las callosas manos del vejete se apropiaban del vientre de la inconsciente fémina como si predijera la formación de un nuevo ser dentro, mientras la otra tomaba uno de sus voluminosos senos reclamándolo como propiedad suya, sin embargo el viejo a pesar de tener como rehén a la más bella flor del ejido no podía dejar de pensar en la hija de Gustavo, una muchachita tan hermosa como Margarita solo que mas libertina en cuanto a comportamiento, el viejo la había conocido mucho antes de conocer a Mar y siempre le había traído unas ganas de desmadrarla y cuando al viejo se le metía una muchachita en la cabeza esta pobre alma siempre terminaba con su panocha llena de su apestosa crema.
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El pobre hombre secuestrado esa noche había sido golpeado hasta la inconsciencia, solo lo dejaron en paz los desalmados porque Lecha tuvo que ir a calmar a la incontenible turba que se había formado alrededor de él diciéndoles que los gritos de auxilio llegaban hasta la cantina y empezaban a alterar a la clientela.
En la susodicha cantina, pero en un piso subterráneo construido como guarida para estos animales otro hombre encerrado y amarrado de piernas y brazos se arrastraba como gusano en todo el espacio que su andar le permitía, Felipe se acercaba a él con un plato de comida.
-come perro- dijo Felipe y colocó el plato de comida en el suelo, el hombre, quien se trataba del padre de Margarita se desgastaba insultándolo y gritando pero el cuarto al estar bajo tierra y con muros y techos cubiertos de materiales aislantes no le permitían que sus gritos fueran escuchados.
Pablo desconocía la situación en que se encontraba su hija, no la había visto desde que lo trajeron y por supuesto que ignoraba que su esplendoroso retoño acababa de ser nuevamente poseído por un viejo tan repugnante como Pancho y que encima de todo la lechosa nena dormía cómodamente al lado del hombre que la había secuestrado a ella y a él, descansado abrazada por este como si se tratara de su marido y que muy posiblemente ya llevaba una semilla dentro de su vientre germinando todo gracias a las densas corridas que el viejo descargaba dentro de su sexo.
-cállate, gritas como una perra en celo, como la perra de tu hija cuando se la dejan ir hasta dentro, jejejejeje,- decía el viejo y pateó el plato de comida para según él acercárselo al hombre, la comida salió desperdigada por todo el piso.
-jejejejejeje, me pasé- Felipe salía las carcajadas, su asquerosa dentadura solo reflejaba asco y putrefacción, el viejo salía del cuarto para dirigirse a su puesto de trabajo y desempeñar su labor sin el menor cargo de conciencia.
-espere maldito viejo, donde esta mi hijaaaa, Margaritaaaaaaaaa!!!!!!- gritaba Pablo mientras las luces de ese cuarto se apagaban dejándolo en la oscuridad.
-tu hija en estos momentos deben de estarle pegando otro cogidón jejejejeje, como los que solo a ella le gustan- fue lo último que dijo Felipe antes de abandonar el lugar.
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Lejos de ahí, en una elegante casa, una mujer madura pero de mucha belleza y un físico muy bien cuidado llamaba insistente al celular de su esposo, ya se había hecho tarde y este no llegaba, la hermosa mujer ya lista para dormir vestía solo en un discreto camisón que se pegaba a su escultural cuerpo; en una habitación continua otra hermosa jovencita de veinte años de edad descansaba semidesnuda después de un duro día en la universidad privada a la que asistía, sus sueños estaban muy alejados de la situación que se estaba por venir para ella, ni en cuenta para esta hermosura que ya era blanco de estos pervertidos seres quienes habían puesto sus ojos en sus tremendas nalgas y desarrollados senos.
Continuara……
 
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