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Relato erótico: “Mi don: eli y la fiesta – previa e inicio (5)” (POR SAULILLO77)

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Hola, este es mi 5º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos.Estos hechos son mezcla de realidad y ficcion, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real.Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.

Mi nombre es Raul, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis ultimos años de Instituto, 17-18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre , hermana mayor , mandona pero de buen corazon, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era. Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al futbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rapido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavia no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante.Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte.Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena.Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio.Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba.Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.

Ademas, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme.Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención , solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón.Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría dieces, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es informacion inútil que pasado el examen no volvere a necesitar.

Con el paso de mi infancia empece a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningun medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escaneó y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello.Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operacion, gracias a dios todo salio bien y con el apoyo de mi familia y amigos todo salio hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.

Después de la operacion, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales.Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinacion y razonamiento, y despues físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no queria, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi fisico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados,se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algun celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.

Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, ademas de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas.Pero las situacion con ella, no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital. Después toco poner en practica la teoria y Eli, la fisioterapeuta que me estaba ayudando con un problema en el pie, me la confirmo. Ahora era mi profesora y me enseñaba todo lo que se podria necesitar, y con unas amigas llego la magia.Después de mis 2 primeras semanas de aprendizaje y teoria, llegaba la hora del examen practico.Ahora de mi aprendizaje,  Eli me invito a una fiesta que quiso usar de examen.

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Ya he leído algunos comentarios, gracias por los consejos, tratare de corregir.

En especial a Sonia o “Moonlight”, realmente vomito sobre el teclado las ideas-recuerdos en mi cabeza, y por eso no repaso la ortografía bien, luego he empezado a pasarle correctores y releer varias veces, espero con eso subsanar esos fallos graves, aunque alguno siempre caerá. Aun así considero que resaltar las conversaciones y ciertos puntos pueden ayudar a entender la diferencia en la lectura, cambiar de una descripción o situacion a un dialogo o un cambio de día/escenario. Amen del inició, es cierto que quienes sigan la serie, es una lata, pero la 1º parte casi no cambia, con bajar un poco la rueda del ratón se soluciona, de ahí que ponga estas pequeñas anotaciones separadas del resto, Y así los que empiecen un relato sin seguir el orden, tener una idea general rápida.

Y si, es una deformidad de polla, pero tenia que ser así.

Pido disculpas, se me colo el 1º día de la 3º semana en el final del relato 3º, copio y pego en el 4º. También pido disculpas por los tochazos que escribo, estos primeras experiencias llevan mucha informacion, y es importante a mi entender.Alguno mas así y os prometo que los siguientes no serán tan grandes.

Pero la historia debe continuar.

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LA PREVIA.

 

Despues de  casi hacer desvanecer en el baño a Eli, salio a charlar conmigo.

 

ELI: ¿recuerdas que te dije que forme parte del equipo nacional de gimnasia? pues bien, tengo a una compañera de aquella epoca que es seleccionadora actual y va a mucho a fiestas de alto copete para pedir y recaudar fondos para sus chicas, me invita con la esperanza de que la ayude, pero no suelo hacerla caso, pero esta vez es perfecto, vendrás conmigo y haremos tu examen final.

 

YO: ¿y en que consistirá?

 

ELI: un estoy perfilando, es el domingo, y es de alto nivel ¿tienes algun traje?

YO: si, bueno, el de mi graduación de hace 2 años, me quedara enrome, como toda mi ropa.

ELI: pues eso no puede ser………………………..hacemos esto, tengo un viejo conocido que es sastre, mañana sábado quedamos y te traes el traje, a ver si lo puede arreglar, si no, te dejara alguno solo con que lo lleves en la fiesta y luego se lo devuelvas.

 

Me pareció correcto y me acerco a casa en el coche comentándome comos seria mas o menso la fiesta y que cosas no hacer para quedar como un imbecil. Se despidió de mi con un beso y una sonrisa.

 

ELI: mañana las 11 de la mañana te recojo aqui. – y se marcho.

 

Entre en casa y vi a mi padre sentado e su sillón del salón con la TV apagada, me acerque a preguntarle.

YO: para llevas unos días muy raro, ¿que te pasa?

 

PAPA: hijo siéntate , tenemos que hablar.- así hice.

 

YO: papa ¿por que estas tan raro, por que me preguntas eso de mis cambios físicos todo el tiempo?

 

PADRE: mira no quiero mentirte mas y eres mayorcito. De joven tuve un problema en…………….mis partes. – adiós¡¡¡¡¡¡¡¡ que lo mio era hereditario¡¡¡¡¡¡¡¡ pensé – en la revisión de a Mili, me detectaron fimosis, ya sabes, carne excedente del capullo, y ya puestos me lo operaron.

 

YO joder papa, ¿y a que viene esto?

 

PADRE: viene a que cuando me opere, el tema …….me creció, no mucho pero si notorio.Pasado el tiempo no volvi a pensar en ello, hasta el día de tu operacion.

YO: ¿¿¿¿perdona???¡¡

 

PADRE: si, no se por que, pero se me clavo en la cabeza la idea, y ya que estabamos a operar, decidimos……….

 

YO :¿DECIDIMOS?, ¿¿¿como que en plural???¡¡

PADRE: si a tu madre se lo explique, hablamos con los médicos y durante la operacion firmamos un consentimiento, todavia eras menor así que no necesitábamos tu permiso, te operamos de fimosis tambien.

 

YO: ¿no me jodas?¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

 

PADRE: mira pase mucha verguenza de joven con el tema y despues mozas de mis compañeros, me dijeron que lo mismo tu lo tenias, y es una cirugía leve, cuando saliste de la UCI nos dijeron que ya no se te notaria, ni te darías cuenta.

 

YO: me voy a cagar en todo lo que se menea ¿es por eso que me ha crecido tanto?

PADRE: osea que si ha cambiado.

YO: joder que si ha cambiado papa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ que me voy dando con las rodillas, hostias…………..

 

Mi padre se echo a reír, me lo explico con mas calma, tenia esa capacidad de explicar las cosas de forma simple y lógica, hasta el punto en que te convencía. Yo ya no sabia si era mi propio cuerpo, el dichoso tumor, las hormonas y ahora, encima, esto. Me calme un poco y recrimine no haberme avisado pero termine claudicando, mentalmente pensé que en realidad me habían hecho el favor de mi vida. Avise en la cena de mis planes del día siguiente y mi madre se volvió loca buscando el traje de la gradación y al encontrarlo en un armario, se puso a repasar, recoger y limpiar, típico de madre, ¿no?.

Dormí como un lirón con sueños en los que solo estabamos Eli y yo. Desperté me duche prepare el traje y salí a la hora acordada, Eli ya estaba esperando con el móvil en la mano para llamarme, lo se por que me vibro el móvil y era ella, no lo cogí , solté un buen silbido para llamar su atencion. Me subí al coche con ánimos renovados y sin mediar palabra la bese en los labios, sin pasion ni cariño, somo un gesto de costumbre, como si fuera un saludo normal.Arranco el coche y me llevo a una zona industrial, al almacén de su amigo el sastre. Mientras nos acercábamos a la puerta me hablo de el y de sus rarezas.

ELI: no se si es gay o no, es modista, y raramente le he oído hablando de otra cosa, ha tenido líos con las grandes marcas de moda por su manera de trabajar, pero es muy bueno.

YO: a ver si es cierto, lo mismo me palpa el rabo a través de la tela y se emociona jajajajajja

 

ELI: eso te quería comentar …..los problemas que tenia…eran….. bueno el trabaja sobre el terreno y para eso debe ver…………… el terreno.

 

YO: vamos , que me tiene que ver desnudo.

ELI: exacto, ¿algun problema?

 

YO: mientras sea profesional no veo ninguno.

 

Entramos y nos presento, se llamaba Eric. no era su nombre real, me contó que se llamaba Herciano, nacido en Badajoz, pero que no quedaba muy comercial en la jet set, me callo bien de inicio.Nos paso a un sala con un pedestal en medio, y miles de utensilios y telas al rededor, sentó a Eli en un silla, me subió al pedestal y me cogió el traje de las manos y llamo a gritos a una tal Paula.

 

ERIC: Paula querida, estamos listos aqui abajo……..Pauuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu, perdonan chicos es sorda como un tapia pero es la mejor arreglando ropa que he visto.- se oyeron pasos rápidos.

PAU: voy voy, tranquilo- se oyó de lejos, Eric miro mi traje con cara da asco.

 

ERIC: mira nena – miro a Eli- traes una hamburguesa de fabrica a un restaurante francés, que quieres que hagamos con esta basura fabricada a granel………-Eli no respondió y sonrio, me miro y Eric hizo lo mismo- tu no sonrías mocetón y empieza a desnudarte.

Mire a Eli con busca de aprobación y ella asintió.

ERIC: vamos que no tenemos todo el día.

 

Me desnude con rapidez y me deje el calzoncillo, mi polla era evidente, pero ni miro, solo miraba mi cuerpo analíticamente. Se acerco y me levanto los brazos, me giro y me hacia agacharme o moverme.

ERIC: vamos, slip fuera tambien, necesito medir bien la pernera.

 

Algo cortado accedí, mi pene estaba lo mas pequeño que había sentido en semanas, aun así era grande, pero el seguía sin percatarse de ella, o no le parecía relevante. Me relaje un poco a ver su actitud profesional y mi mirada se clavo en Eli, eso me levante el animo un poco.De golpe se abrió una puerta y apareció una cabeza de mujer por allí, era Pau.

 

PAU: dime pesado ¿que coño quie………….- y planto sus ojos en mi polla unas décimas de segundo- ………..res?

Eric sin mirarla siquiera.

ERIC: toma este trapa prefabricado y mira que puedes hacer con el para que el quede decente a este señor.- se lo tiro a los pies de mala manera.

 

La chica reaccionó sacudiendo su cabeza, abrió la puerta y entro a recoger el vestido, llevaba una cinta métrica en el cuello, empece a notar un recurrente paralelismo con ese objeto en mi vida. Pau era una chica de 26-27 años calcule, alta, andaría por el 1,73, y sobrada de kilos, mas de lo que estaba Carla pero mucho menos de lo que era yo hacia 4 meses, la altura la hacia mas esbelta, y se podía reconocer unos pechos enormes, morena de ojos negros y pelo muy corto y rizado, vestía de forma poco elegante, mas practica supongo, con un pantalones de tela y una camisa blanca, o beige, no me fije mucho en el color por que al agacharse a coger el traje la camisa se abrió un poco y asegure que sus pechos eran considerables, atisbe parte de un sujetador enorme color carne.Al levantarse se dio la vuelta mientras miraba la ropa en su manos y se fue hacia la puerta, su trasero era amplio, con 10 kilos menos pasaria por un bombon a lo Carla.(coste que este tipo de descripciones las hago por recrear la situacion y ayudaros a visualizar, no critico nada y menos siendo como era hacia unos meses, nadie para criticar a nadie.).Las formas redondeas de esa mujer me llamaron la atencion lo suficiente para quedarme mirando el contoneo de su trasero.

 

Mientas Eric se separo, y se puso a anotar unas medidas que paso a Pau antes de irse, casi cerrando la puerta pude notar un vistazo rapido a mi polla de Pau antes de cerrar.Yo lo note pero Eli se percato de todo y se levanto hacia mi.

ELI: ¿que has visto que te ha puesto tan feliz? – era cierto sin darme cuenta me la había puesto algo morcillona.

 

YO: curvas , muchas jajajajajaja

 

ELI: ¿y de lo otro?, hazme un analisis.

 

La entendí, recordé y cerré los ojos.

 

YO: no estaba nada arreglada, su pelo estaba sin peinar y la ropa no es nada provocativa en si, llevaba demasiados botones abrochados para querer enseñar sus pechos, su mejor arma, y se le notaban de forma clara las bragas a través de la tela del pantalon, amplias , seguramente con algo de altura en forma de faja reductora, se le notaba un cambio brusco en su figura en la cintura, calzado cómodo.

 

ELI: muy bien ¿conclusiones?

 

YO: no estaba preparada ni se ha arreglado para nada, no tiene intención de salir con nadie o quedar en breve, obviamente ha venido al trabajo cómoda sin importarle el aspecto, pero el hecho de que aun así use las braga fajas indica que quiere esculpir su figura, no se encuentra cómoda con su fisico, y pese a estar muchos botones abrochados, la camisa es ceñida, quiere que la gente sea consciente de sus pechos.

 

ELI: BRAVO¡¡¡¡¡¡¡ ni yo lo hubiera dicho mejor.¿entonces tienes posibilidades de follártela hoy? ¿ahora?

 

YO: en si, no creo, no viene predispuesta pero tiene ciertas debilidades que puedo aprovechar, y las miradas a mi polla la han debido de generar pensamientos que ahora mismo vuelan por su cabeza.

 

ELI: estoy jodidamente orgullosa de ti.Veo con no eres tan tonto como parecías.- me lo dijo mientras me ponía la mano en el estomago.

 

ERIC: si si, muy bien, pero aqui uno tiene que trabajar, aparta bonita.- el siguió admirando mi cuerpo, no mi polla. Muy profesional empezó en una mesa, coloco una tela amplia y comenzó a dibujar en ella un contorno de traje, al hacer los pantalones si se dio la vuelta y miro mi polla.

 

ERIC: oye bonita, ¿esta preciosidad de aqui, cuanto crece? – pregunta seria, y respuesta seria.

ELI: las ultimas mediciones están en 34-35 de largo y unos 9 de ancho.

 

 

El abrió los ojos como platos y sin cambiar la mueca se giro a la tela y dibujo una pernera algo mas grande.

 

ERIC: bien, queremos que se note – cogió la tela y nos la enseño señalando una pernera igual a a la otra – o que no- señalo la otra linea dibujada con un ligero abombamiento en la zona de la pernera izquierda, el tío era bueno , con verme desnudo ya sabia hacia donde cargaba.Mire preguntando a Eli.

 

ELI: que si, es un día especial.- le guiño un ojo.

 

ERIC: me parece que este traje te lo vas a quedar………..- dijo mientras se giraba para poder poner la tela en la mesa- ya te puedes poner los slips pero nada mas.

 

Asi lo hice y me quede allí de pie, de vez en cuando venia y ponía mi tela encima , haciendo un calco y volviendo a la mesa, piernas , brazos, torso, espaldas……

ERIC: joder vaya macho, va a ser un milagro cuadrar estas espaldas.

Era cierto y ademas, mi cuerpo había cambiado algo, la hora de ejercicio diaria con Eli y lego nuestras ultimas semanas de “ejercicio intenso” me habían tonificado el cuerpo, no estaba ni mucho menos marcando musculo, pero si toda la piel de naranja que me colgaba se había ido, y gracias a unas cremas recomendadas por Eli, las estrías ni se notaban ya en mi estomago.Al paso de 1 hora o así, Eric llamo Pau, ya tendria que haber hecho ajustes iniciales.Bajo con rapidez, entro y miro directamente a mi polla ahora encerrada bajo la licra. Le dio el traje casi sin miar a Eric y este le dio las telas marcadas.

 

ERIC: toma boba, corta y pega como sabes.- se fue sin dejar de mirar mi paquete y antes de irse pude notar que se había desabrochado un botón de la camisa, algo que Eli me enseño a fijarme. “cada cambio significa algo, si no, no cambiaria.”¿por que había abierto un botón su camisa?

 

ERIC: toma esta……cosa y mira a ver que tal. – me dio el traje y me lo puse, me quedaba bastante mejor, se notaba las puntadas nuevas, pero en cuando me movía se arrugaba y doblaba de forma fea.

 

ERIC: ¡¡¡¡¿¿esto???’!!!! ni para tomar por culo sirve.- y se lió a intentar hacer ajustes con la ropa puesta, no hubo manera y en un gesto se rompió de la entrepierna. Eric se desespero y me dijo que me quitara eso antes de que me quemara con ello puesto.

 

ERIC: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PAU¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ se lió a repasar notas en al mesa.

 

Eli se acerco y me hablo de pau, le comente el cambio del botón.

ELI: ¿que crees que significa?

YO: esta claro, quiere lucir su mejor arma, bueno, las 2.Esta mostrándose disponible conscientemente, o no, sus continuas miradas a mi rabo no son casuales.

 

ELI: ¿¿te has fijado en sus labios?? se ha mordido el labio inferior.

 

YO: joder, como se me pasan los labios siempre.

ELI: por que hasta a mi me ha costado quitar la mirada de sus tetas.

 

YO: eso muestra deseo entonces.

 

ELI: si y me va a venir bien, con Carla………. fuera de combate no pude enseñarte a manejar a una mujer de curvas y ella puede ser perfecta.

YO: ¿que hago?

 

ELI: ¿tu sabras? – mi miro con sorna y me beso el pecho.- yo me voy Eric que tengo cita con Zinthia, para el traje de mañana y mañana peluqueria y sesión de belleza antes del guateque.

 

YO: ¿¿me vas a dejar aqui??

 

ELI: si, tranquilo cuando Eric acabe Pau te puede acercar en su coche……..si lo logras.Te llamo para que mañana quedemos a las puertas de la fiesta.

 

 

 

ERIC: dile a la zorra de Zinthia que mañana voy a arrasar yo con este. – y me señalo

Me dejo allí tirado con ese pirado de la moda y una moza bien dotada de curvas a la que tener que amansar.Al rato de irse Eli, volvió a la sala Pau, con partes del traje recién salidas de la maquina de coser, como un puzzle muy simple.

ERIC: vamos bonita ayúdame, que con este morlaco yo solo no puedo.

 

 

Se pusieron uno a cada lado y empezaron a vestirme, la sensación del traje hecho a medida es increible, y mas si un tía de tetas enormes que se ha desabrochado un botón por ti, o eso crees, te esta metiendo mano claramente, y restregando sus voluptuosos senos por el brazo.

 

Me quede gilipollas al contemplar mi imagen, en el espejo, casi parecía un sueño que hace 5 meses fuera el gordo gracioso que casi siempre iba en chandal, y ahora, a mis ojos estuviera aquel joven alto, apuesto y bien estilizado.Solo faltaba unir las piezas…….creia.

 

ERIC: con esto ya se puede trabajar……..

YO: ¿trabajar? ¡¡¡¡¡¡¡Si estoy hecho un pincel!!!!!!

 

ERIC: querido ahora pareces un ser humano, peor para mañana tienes que salirte del mapa, anda vamos a quitárselo con cuidado y me lo llevo.

 

No entendía nada, pero me deje desvestir con cuidado para no dañar las telas, mientras Eric me quitaba el chaleco, por ahora ya que que seria la parte central de la chaqueta, por la espalda, Pau, se agacho ante mi y me pidió que fuera levantado las piernas para sacarme las perneras del pantalón. Ni que decir tiene que mientras llevaba la pierna hacia delante, ella cogía con sus manos ambos extremos de la tela e iba dando pequeños tirones para sacarla sin arrugar, y para ello debía de poner los brazos estirados y muy juntos, apretado sus enromes tetas entre ellas, y a cada tirón, desde mi privilegiada posición, podía ver sus pechos vibrar, no le perdía detalle, y no se si se dio cuenta o no, pero mientras estiraba la 1º pernera, ya fuera, se medio tapo el escote, y se lió con la 2º, su amago quedo inútil y al segundo tirón su camisa se volvió a abrir lo suficiente para ver sus senos rebotar contra si mismos.Era una imagen simple pero que me puso a tono, se empezó a hacer mas evidente mi bulto en los slips, y vi como, despues de cada gesto para sacar la tela, ya no había ritmo, hacia un par y se paraba a mirar de reojo, seguía un poco y lo volvía a hacer, hasta que saco la prenda del todo.Al levantarse volvió mirar y mientras preparaba las ropa en la mesa y hablaban con Eric, se volvió repetidamente.

 

ERIC: bien, aqui te quedas un rato, voy a mi taller ha hacer magia con esto. Vístete si quieres , tardare un rato. – cogió las piezas de tela y se marcho por una puerta.

 

La oportunidad era clara, y si no queria volverme en trasporte publico tenia que estar vivo. Lo inicial era no alejarme mucho de Pau para no dejarla razonar en frió, amago con salir por la puerta….

 

YO: oye, muchas gracias por todo, no se ni si podre pagaros.

 

PAU: ¿que? ah si, no pasa nada, no tienes que pagar ¿no te lo ha explicado Eli?

YO: no – mentí, no solo no se fue si no que se acerco un poco desviando la mirada hacia cualquier sitio pero siempre terminaba en mi rabo.

 

PAU: veras, en la lata costura, es habitual que la gente vaya a fiestas con ropa regalada o prestada de modistas, así ellos tienen ropa de calidad sin pagar y nosotros publicidad gratis.

 

YO: osea que si voy a la fiesta con su traje no tendre que pagar, pues vaya “enorme” chollo. – trucos de recordatorio mental.

 

PAU: ……si ya, las cosas funcionan así……….oye….tienes tu ropa por allí, ¿no? – señalo a la silla donde estaba, queria que me vistiera, evitar la vision directa o que la pillara haciéndolo.

 

YO: ah si gracias, no me molesta estar así, llevo casi 2 horas jejeje, ¿y tu que? ¿eres modista? – desvié su intención.

 

PAU: bueno, en ello estoy, aprendo un montón con Eric aunque aveces le mataría jejeje es tan…..suyo.

 

YO: pues te ha puesto por las nubes antes, cuando intentabas arreglar mi ………..¿traje? ¿es herejía llamarlo así? – sonreí mientras le di un pequeño codazo al bajarme del pedestal.

 

PAU: jajaja la verdad es que si lo es, al menos para nosotros, es ropa prefabricada, y era enorme, no se como podía ser tuyo. – sin querer había usado mi misma palabra.

 

YO: bueno he tenido algunos cambios ultimamente en mi vida, si quieres me visto y te lo cuento tomando un café.- asintió con la cabeza, queria que me vistiera, y yo lo sabia, use eso para que aceptara el café de forma implícita. Joder, Eli me había enseñado bien.

 

PAU: voy a por los cafés ahora vengo.- y salio despedida de allí.

 

Momento critico, que debía hacer, si me vestía podía hacerla pensar en frió y si no me vestía quedaría como un mentiroso y un poco gilipollas.Tome el camino del medio, me quite el slip y me puse solo el pantalon del gym algo ajustado. Me la acomode de forma que fuera notoria si se miraba pero no evidente la intención de ello y guarde los slips. Cambie de posicion el cuerpo un par de veces intentando buscar una pose natural, Pau regreso un par de minutos despues con los cafés, y al verme así, se quedo algo paralizada, pero complacida.Se sentó a mi lado y me pidió que el contara mi historia. Le hable de la operacion, de mi vida antes y de los cambios físicos que me habían producido. Incluso el enseñe algunas fotos en el móvil de mi yo previo, Intentaba dar algo de pena.

PAU: lo siento mucho, lo has debido de pasar mal, pero si todo fue bien , la verdad es que te va genial, estas muy bien físicamente….- y callo en la cuenta de que la frase era algo ambigua -….vamos que estas mucho mejor que antes quiero decir…………vamos que no es que antes estuvieras mal……a mi también me sobran kilos …. – se había liado, y lo provocara yo o no debía aprovecharme.

 

YO: si tienes razon, era un adefesio……y las chicas ni me miran, pero tu estas bien, no puedes comparar

PAU: claro que si, siempre me lo dicen que me sobran kilos, se como te sientes, pero eso va a cambiar, te lo aseguro. – había reconocido que se sentía rechazada o poco atractiva y que yo estaba muy bien físicamente. Antes ni me hubiera percatado de ello, supondría que era condescendiente, pero ahora no, y ataque.

 

YO: ¿que dices? pero si eres una delicia de mujer…….

 

PAU: mira tu que galán , no seas bueno conmigo solo por que sepas como me siento.

 

YO: no es por halagarte, realmente me pareces una pedazo de mujer, de hecho…….- deje la duda en el aire y fingí callar.

 

PAU: ¿que?

YO: bueno, que….durante la prueba del traje… jo que verguenza….- se la puse botando

 

PAU: ¿que paso? – estaba expectante y yo me tense para enrojecerme mas de lo que ya estaba, era mi 1º prueba con fuego real, sin trucos.

 

YO: ……no ….es que… ha habido roces…y cuando te has agachado…..¿no has notado…..que crecía ……mi……….. cosa? – estaba bordando el papel de pobre incomprendido.

 

PAU: jajajajaja ¿en serio?, no lo había notado – los cojones que no, se puso algo roja y dirigió la mirada al bulto de mi pantalon levemente – me halagas.

 

Me lance a la piscina, o había agua y nadaba o me estrellaba contra el suelo. Fingi rabia

 

YO: el frote de tus pechos era una imagen demasiado fuerte, ¿¡vale?! – me gire un poco y espere su reaccion.

Tardo algunos segundos en emitir palabra, y cuando lo hizo, con una mano en mi hombro, me giro un poco hacia ella.

 

PAU: oye oye, tontorrón, no pasa nada, no eres el 1º que se sube a ese pedestal y lo pasa mal con estas – se llevo la mano al pecho.

 

YO: es que vaya mar de preciosidades, ……….¿creo?……- añadir duda sobre sus mejor arma, nunca fallaba, o eso me habían dicho.

 

PAU: ¿creo? ¿como que crees?

 

YO: bueno, las he intuido por encima de la blusa y he visto algo por el escote, pero poco mas….y solo con eso ya me he calentado, supongo que tendrá que ver que vieras la polla colgando la 1º vez que entraste. – note cierto asombro en su cara, abrió la boca como no creyéndose lo que había dicho.

PAU: bueno, si, la vi por accidente, pero no dudes de mi delantera majo, he empalmado a mas de un modelo ahí subido – señalo al pedestal.

 

YO: pues a mi no, pese a desabrocharte un botón.

 

PAU: ¿como? que no si acabas de decir que…….¿te has fijado?

 

YO: me la has hinchado, peor no me la has empalmado del todo. – se quedo de nuevo perpleja por mi comentario, y se noto que recordo el momento, ¿seria cierto?

PAU: pero si era enorme , ¿todavia crece mas? que jodía la Eli, ya se por que te quiere a su lado.

 

YO: pues si, la verdad es que ella si me la ha puesto como una piedra muchas veces – generar competitividad- pero no tiene tus curvas. – usar su complejo como halago.

 

PAU: ¿te gustan las curvas?

YO: mucho, y tu eres el ejemplo de mujer de verdad, no esas escuálidas de las pasarelas.

Se hizo un silencio, yo no sabia ya por donde tirar, ella saco la artillería.

PAU: ¡¡¡verdad que si!!, esas zorras vienen aqui cada día a restregar sus esqueléticas piernas y su brazos huesudos luciéndose como amas del mundo.

YO: tienes razon ……..y …….. y………

PAU: dime….

YO: quiero besarte. – allá vamos.

 

PAU: ¿de verdad?

YO: ¿te crees que alguien con mis complejos se lo va diciendo a todas?

Sopeso lo dicho y se callo.Dudaba algo en su cabeza, así que aproveche, y le tire un pico sin avisar, un beso corto y rapido, para acercarme a ella y ver su reaccion de cerca.

PAU: yo………

 

Lance otro beso, algo mas largo, ella ni se retraía ni aparta.

PAU: no se……

 

Esta vez fui con todo, me puse de rodillas delante de ella y la bese con dulzura, con ternura, durante unos segundos no se movía, pero con cada gesto de mis labios ella empezó a seguirlos, al minuto ya me agarraba la cabeza y yo su cintura, nuestras lenguas se cruzaron y llego un frenesí de pasion.

 

YO: quiero verte las tetas, pro favor, sin camisa ni sostén, solo admirarte.

 

Pau dudo y miro a la puerta de Eric, me miro de nuevo y sin pensárselo se puso de pie, se quito los botones de la camisa, me dejo su vientre a la altura de mi cara y mientras la iba besando el ombligo, baje mis manos de su cadera a su enrome trasero, buscando el punto débil de Eli, por probar…..

PAU: ummmmm

 

Se termino de quitar la camisa y mire hacia arriba, no le veía la cara, solo un par de tetas enormes entre nosotros, se llevo la mano a a la espalda y se quito el sostén, cayeron de golpe un par de centímetros, lo justo para rozaros yo con el pelo de la cabeza, me separe un poco y la admire, como prometí, eran tremendas, le colgaban un poco pero aun estaban firmes y con unos aureolas rosadas.

 

YO: vaya espectáculo de pechos, me moriría si me dejaras tocarlos y chuparlos.- miro de nuevo a la puerta de Eric.

PAU: todas tuyas.

Me abalance como un perro rabioso, pegue mi cara a una de ellas mientras chupaba y lamia con fuerza su pezon, mientras la otra mano no abarcaba tanta enormidad, solo mensajeaba con calma pero sin parar.No tardaron en aparecer gemidos en Pau, mientras me agarraba, o aplastaba la cabeza contras sus pechos mirando al techo, la abundancia de aquella mujer me las puso como un mastil, me puse en pie, y con un gesto hábil deje mi pantalon en los tobillos, repasando con mis labios cada milímetro de piel hasta que volvi a su labios.

YO: ahora, si – pegue mi cuerpo al suyo mientras mantenía mi polla erecta hacia arriba, para que la notara bien.

Bajo la mirada de golpe, sonriendo con la boca abierta, me miro a los ojos incrédula y bajo la mirada entre nosotros, no veía nada, había 2 enormes masas de carne aplastadas en medio, se sentó, o se tiro mejor dicho, de espaldas sobre la silla y mi polla cayo a plomo sobre su cara, se balanceo un poco ante la mirada de asombro de Pau.

 

YO: ¿se las has puesto así a algun modelo guaperas?

PAU: ni de coña, vaya pedazo de polla nene, ¿la puedo tocar?

 

YO: toda tuya. – ¡¡!logrado!! la tenia en el bote.

Empezó a tocar la punta con cuidado, y su atrevimiento fue subiendo hasta que tenia mi polla agarrada con ambas manos y me masajeaba la piel de arriba abajo.En su vida vio algo así.

 

YO: si me acercas luego a casa te dejo hasta que me la chupes. – eso me sonaría a egocéntrico o contra sentido hace tiempo, se suponía que era un favor que ella me hacia a mi al chuparmela, no al revés.

 

PAU: claro encanto, y mas que te haré.

 

Agacho su cabeza y se arranco a comerme la punta del glande, chupando con ansia y luego lamiendo con pasion, sin dejar de masajeame la polla.La sensación de éxito era mayuscula y excitante. Pasado un buen rato, me pidió que me tumbara en el suelo, así lo hice y ella se quito el pantalon, allí estaba la braga faja comprimiendo su cintura, se tumbo encima mía pero mas por debajo, dejando sus tetas a la altura de mi polla y se frotaba de delante a atrás sobre mi cuerpo, con sus tetas engullendo mi polla por momentos, !!!que delicia¡¡¡. Se puso de rodillas encima mía y metiendo su polla entre las tetas me hizo una cubana deliciosa, la mejor hasta la fecha, sus pechos hacian desaparecer mi miembro, y el aumento de ritmo me mato, eyacule rápidamente sobre ella, y se hecho a reír

 

PAU: joder, como me has puesto.

 

YO: me toca. – me incorpore y l acogí con mucha fuerza, la senté en el pedestal y saque su trasero hacia el borde, levante sus piernas y de un fuerte tirón arranque su prenda intima, la abrí de piernas y vi un coño delicioso, cuidado de bello púbico, y una mancha brillante entre sus labios vaginales. Hundí mi cara en sus entrepierna y no pare de lamer, separar, chupar y succionar, los gemidos de Pau eran claros y cuando empecé a meter mis dedos en su coño, buscando el punto G, se corrió la 1º vez, sentí su cuerpo tensarse y recaer sobre el pedestal, pero sin fluidos, había que ordeñar, seguí con la masturbación y jugueteando con mi lengua en su enrome e hinchado clítoris. El ritmo de mi mano subió, frotando sus entrañas, los fluidos empezaron a encharcar mi mano, Pau ya no gemía, se retorcía sobre si misma

 

PAU: no pares…no pares..OHHHHH¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ NO PARES¡¡¡¡¡¡¡

Aumente mas el ritmo, hasta que un gran silencio lleno la sala, solo se oía el chapoteo de mi mano en su intimidad, despues una explosion de jubilo de ella, echando un chorro de su interior. La deje descansar y me vencí sobre su cuerpo hasta llegar de nuevo a sus pechos, me pase un buen rato jugueteando con ellos, hasta que ella volvió un poco en si.

PAU: Eli los elige bien.

 

Se levanto de mi lado y me levo a una zona con unas duchas, nos restregamos un poco allí juntos, pero sin pasar nada relevante. Salimos, nos vestimos, ella, yo solo me puse los slip, y nos quedamos esperando a Eirc. Tardó algunos minutos y se me paso la idea de volver a por Pau, pero me calme y simplemente agradeci su comprensión y la experiencia.

PAU: a mi no me la juegas, nadie logra que una mujer se corra así, siendo un papanatas. – se había dado cuenta pero me daba igual el logro estaba ahí.

 

YO: jejeje me has pillado, pero que conste que todo lo dicho era cierto, eres una mujer de bandera.

 

Salio Eric con el traje ya listo, me puso en la pasarela, recién secada de nuestros fluidos, me dio la ropa y se sentó junto a Pau. Me vestí, Eric había terminado su obra, uso algun tipo de tela reflectante para las solapas de la chaqueta, un ribete rojo encima del bolsillo del pecho de la misma y atisbe algun tipo de filigrana de color gris en las juntas del pantalon, casi imperceptible pero allí estaban.Cuando acabe de vestirme, Pau se levanto atónita, Eric se levanto y se fue dando un sonoro portazo.

 

ERIC: ¡¡¡joder!!! si es que soy la puta hostia…….- no lo volvi a ver.

 

Me mire en el espejo y si antes me parecía un galán ahora era un espectáculo, me sentaba como guante, y me quedaba de cine, me moví haciendo gestos pero no se arrugaba, ni me tiraba de ninguna zona, salvo la pelvis claro, así lo había decidido Eli. Entendí al instante la diferencia entre parecer un camarero de restaurante caro , e ir bien vestido. Pau solo admiro, y me pidió que me moviera de cierta forma para asegurar el buen trabajo, estaba a la perfección.

 

PAU: venga, vamos a quitártelo, lo metemos en un porta tarjes y te acerco a casa…. te lo has ganado.

 

Feliz por todo en general, accedí y avise a Eli de mi éxito con un mensaje, ella me felicito y me dijo donde y cuando quedar al día siguiente. Iríamos por separado ya que ella debía ir al salon de belleza antes.Al llegar a mi casa, me bese apasionadamente con Pau, ella me frotaba la polla por encima del pantalon y yo sus pechos a través de su camisa.Y así nos despedimos, cogí el traje y fui a mi casa.La tarde la pase con algunos amigos y por la noche mi madre me obligo a hacerle un pase de modelos con el traje puesto, me asegure de ponerme los slip mas ajustados para disimular y al salir se quedo blanca.

 

MADRE: ¡¡¡¡¡¡ay mira que preciosidad de hijo tengo!!!! – me tocaba por todos lados asegurando la ropa- ¿pero de donde has sacado este traje? es a medida.

 

YO: ¿joder como lo sabes?

 

MADRE: por que soy madre, ¿de donde ha salido.?

YO: de un amigo de Eli, me lo deja si voy a la fiesta con el.

 

MADRE: pues ya te lo estas quitando, no vaya a ser que lo manches.De esta monada me ocupo yo.

 

Me cambie en mi cuarto y se le di el traje, mi madre sabia de moda y como tratarla, trabajo de costurera algunos años.Dormí plácidamente, consciente de que Eli no me había hecho perder el tiempo, Pau me lo había asegurado.Paso el día y yo era un pelele ante mi madre, totalmente maniática sobre como moverme, que hacer en la fiesta, que ese traje era genial y que no lo rompiera ni manchara por que me caparía, madres….Me vestí bajo su adoctrinamiento casi militar, le dio un golpe de plancha final al traje, y saco unos zapatos de vestir que me regalo, elegimos entre unas corbatas a juego que Pau me había dado y al salir de mi cuarto casi se echa a llorar de la emoción.Supongo que se le junto todo de golpe al ver a su hijo tan mejorado, despues de haberlo pasado muy mal.Me puso algo de gomina en el pelo, y me baño en una colonia de olor bastante fuerte.

 

Obligo a mi padre a acercarme y a mi a ir casi tumbado en el coche para no arrugar nada.Era una fiesta de alto copete, se hizo en una sala de reuniones de un hotel de gran nivel en Madrid capital, al llegar mi padre se despidió consciente de la importancia de aquello.

PADRE: a por ellas, avisame si no tengo que recogerte luego.- guiño un ojo y se marcho.

 

EL EXAMEN: LA FIESTA.

 

Me acerque hacia el hotel y aguarde en la puerta la llegada de Eli, ya que no la veía, note que muchos ojos se plantaron en mi, llame para saber si ya estaba dentro ya Eli, pero me dijo que no, que estaba justo bajando unos escalones para llegar allí. Me gire hacia las únicas escaleras que por allí había y entre la marabunta de gente, la vi.

 

A estas alturas pensaba que en un mes viéndola desnuda, masturbándonos, haciendo sexo oral y follando como animales los ultimos días, seria extraño, mucho, que pudiera sobresaltarme verla de cualquier forma, bien, me equivoque de nuevo, siempre la había visto sin arreglar excesivamente y en chandal o ropa ajustada deportiva, con zapatillas. Bien, como en las películas malas, el tiempo se ralentizo mientras bajaba los escalones, algo torpe, supuse que por que llevaba unos tacones de vertigo, zapatos color azul marino con guirnaldas brillantes, nada grotesco, llevaba el pelo totalmente liso, y todo con un peinado que hacia que su cabello estuviera caido del lado derecho de su cabeza, como una cortina, del lado izquierdo levaba algun tipo de pinza para el pelo, o no se como llamarla, muy elegante, con unos pendientes que colgaban un poco de sus lóbulos, plateados, una especie de consecución de bolas creciente.Vestía un un traje que me hizo verla como una diosa, un traje azul oscuro, con un solo hombro, en el izquierdo, coronado por un broche brillante, caía por delante hasta cubrirla mas abajo de las rodillas, en forma de espiral, rodeaba su cuerpo, del hombro bajaba hasta sus pechos y seguía rodeandola por detrás, tapándola el trasero, para volver a salir por delante y taparle lo justo la zona vaginal, con una gran obertura en la pierna izquierda, que dejaba ver unas medias de encaje, dejando gran parte de su espalda al aire, y de sus costillas, hasta se atisbaba el nacimiento de sus pechos pegados al cuerpo, maquillaje ligero, no necesitaba mas, algo de efecto ahumado que me comento en nuestras clases, para realzar sus preciosos ojos color miel. y unos labios cuidados con un color rojo granate.La pobre se iba agarrando con una mano en una barandilla y con la otra, al la vez, sujetaba un pequeño bolso y se levantaba algo el vestido para no pisarlo.

 

Rápidamente corrí hacia ella para ayudarla a bajar los ultimos escalones, entre varios pretendientes que ya la habían echado el ojo, ella bailo un poco en el aire cuando la agarre con firmeza la mano de la barandilla.

 

YO: tranquilos chicos, ya la llevo yo. – el resto de pretendientes se apartaron, ella sonrio ampliamente al levantar la mirada y reconocerme. Agradeció con la mirada mi apoyo y la baje con el mas sentido respeto y admiración los ultimos escalones, bajando de espaldas a las escaleras, no paraba de comentarme lo dificil que era andar con eso en los pies.No obstante en el ultimo, donde ya te confías, se medio tropezó y cayo de golpe sobre mi pecho, la sujete con fuerza, teniéndola casi suspendida en el aire.

 

YO: hey, cuidado princesa…. no me querrás estropear la noche.

ELI: perdona, ¡¡¡dios!!, como duelen los pies.

 

YO: ya te lo dije, la explicacion que me diste sobre el hecho de sufrir con los tacones no me convenció jejejejeje

 

ELI: ahora mismo no estoy convencida ni yo.

 

YO: no hace falta que lo diga, pero si no lo hago reviento, te has perdido, el Olimpo no esta por aqui. – sonrio gratamente levantando la cabeza, se apoyo en mi y recupero su propia verticalidad.Se planto sola y me separo de ella, haciéndome dar una vuelta sobre mi mismo, que hice con cierta gracia.

ELI: vaya con el viejo Eric, todavia sabe lo que se hace, tu estas arrebatador – se acerco a mi oido- y lo vas a necesitar.

 

YO: a su entera disposición.

Me puse a su lado izquierdo, y ofrecí mi brazo para que ella se apoyara, así lo hizo y sin soltar la parte baja de su vestido con la otra mano rodeo mi brazo e iniciamos el camino a la entrada. Eli se encargo de todo el tema de presentaciones, y protocolos.Una vez dentro me suplico que le acercara a la barra para poder sentarse y descansar sus pies.Desde allí, observamos toda la sala, un par de barras de bar pequeñas y dispersas, una grande, en la que nos encontrábamos, un montón de mesas desperdigadas por todo el espacio y una gran pista de baile en medio, con un DJ en una mesa de mezclas, poniendo musica chill out.

En cuando la vio, Eli saludo con la mano a alguien, y de un grupo de mujeres se acerco una, vestida de arriba abajo de chandal, me sorprendió así vestida allí. Al acercarse vi que llevaba una chapa identificadora, Mariana no se que, no recuerdo bien, pero ponía, “seleccionadora española de gimnasia.”.Tenia que ser la amiga-compañera de Eli.

 

MARIANA: vaya, por fin te has atrevido a aceptar una invitación. – y se saludaron con un abrazo fuerte, lejos de protocolos.

 

ELI: así es, me apetecía un poco de jarana, ¿que tal te va?

MARIA: bueno, como siempre, intentando sacar dinero a esta gentuza para poder entrenar en un pabellón propio, no alquilado y con goteras

 

ELI: mira, te presento a mi amigo, Raúl, esta es Mariana, la vieja compañera de la que te hable.

 

YO: encantado. – la salude, y me abrazo con algo mas de cordialidad.

 

MARIANA: oye de vieja nada, todavia soy capaz de ganar a esta petarda.- se echaron a reír las 2.

 

ELI: bien , por que este hombretón te va a ayudar. – lo dijo mientras colocaba su mano sobre mi hombro.Me quede extrañado.

MARIANA: es mono pero va a estar dificil, ademas esta la matahari, hoy de bandera patria..

 

YO: gracias, pero vengo preparado para lo que sea.estoy de examen ¿que debo hacer?

Ellas se miraron de forma cómplice unos segundos.

 

MARIANA: ¿tu como te crees que les sacamos pasta estos mierdas?.

 

YO: pues no se, pidiéndola.

 

MARIANA: ya claro, muy efectivo.

ELI: esto no va así, si no darían dinero a cualquiera, montan estas fiestas para inhibirse de sus vidas y darán dinero a quien mejor se lo lo haga pasar.

 

YO: no jodas, y yo que creía en el altruismo……

 

MARIANA: que inocente, esto esta lleno de tíos buenos, modelos, actores y deportistas que quieren abrirse paso, y pasa ello hacen lo que sea, aqui se trabaja de todo, sexo, influencias, chantajes, vamos lo mejor de cada casa.

 

YO: ¿y yo soy vuestra apuesta de hoy?

 

ELI: exacto, Maria suele tratar con tíos de la federación para conseguir fondos, pero el problema es que hay partes claves y, casi todas son mujeres, y tenemos que influir en ellas.

 

YO: de puta madre, encima con presion.

MARIANA: nada de eso, pero si se agradece cualquier ayuda externa. Eli me ha hablado muy bien de ti y creo que das el perfil.

YO: bueno, un reto es un reto, ¿no? – mire a mi acompañante y note que capto mi indirecta, le dije lo mismo cuando empezó el aprendizaje. Sonrió muchisimo y me abrazo.

MARIANA: bien os dejo, voy a comerle la oreja al presidente de la federación de hockey. – y se marcho, el cuerpo de Mariana era curtido, de gimnasta retirada pero no aprecie nada en ella, el chandal no dejaba.

Eli se incorporo, me atrajo hacia la mesa de la barra y me comento la situacion.

 

ELI: mira , esto esta lleno de gente desando fiesta y otro desando darla para sus beneficios, tenemos personas clave a las que intentar llegar.

 

1º Tenemos a la duquesa, es aquella del moño con un flor amarilla, es la mujer del presidente de la federación de futbol , el que mas dinero tiene y si cede puede dirigirlo a otra federación.

 

2º Tenemos a la hija del alcalde, es aquella del vestido negro, sentada en la mesa central.Dicen que su padre destina dinero al ejercicio que su pequeña admire.

 

3º La presidenta de la federación de tenis, aquella embutida en un vestido verde pistacho 2 tallas mas pequeño que su talla real. Tiene mucho poder en las asignaciones anuales.

 

4º La entrenadora de futbol femenino, ex jugadora, se dice que se zumba al presidente de la federación masculina y por ello recibe mas dinero, si cae , lo hará el presidente por efecto domino, y podemos pillarle por la duquesa

 

y 5º, La joya de la corona, -busca con la mirada – mira, a aquella mujer, la del vestido rojo.

Era una preciosidad, despampanante, con una coleta altísima que dejaba caer su largo pelo en la espalda, un traje palabra de honor con la silueta de sus buenos pechos, de color rojo chillón, un cinturón amarillo y un vuelo en la falda del vestido dejando una raja que iba desde mas arriva de su cintura, habiéndose sin parar hasta el final del vestido, en sus pies.Con unas medias de rejilla que se veían terminar a la altura de su pelvis y cuando se movía se llegaba a atisbar su ropa interior, roja a juego. Rubia de ojos azules y con unos tacones altos, se movía de forma clamada y con clase mientras se contoneaba sexualmente, dejando que la raja de su vestido luciera.

 

ELI: esa , es la mayor amenaza.

 

YO: ¿y quien es? ¿la matahari?

ELI: si, una puta, de alto standing, solo la contratada para esto eventos, le dan unos objetivos, como a ti, y se los termina follando en una noche a casi todos, nadie se le resiste, y como tal consigue ganarse o mantener a todos los hombres importantes de las federaciones, no te exagero, hay pocos hombres en esta sala que no la hayan catado y por lo oido, es puta con ganas.

 

YO: ¿un profesional y yo un novato? ¿como lo haré?

 

ELI: ve a por ella de inicio, no te conoce y te rechazara mientras ajusta su mira en algun objetivo, tu insistente, hasta que te rechace de forma evidente, eso nos hará ganar tiempo.Son las 22:00 y esto acaba a las 5-6 de la mañana.

YO: ser rechazado, eso se hacerlo. – plante un beso en los labios de Eli para ganar confianza y me lance.

 

Me coloque cerca de la pista de baile, en el tumulto de gente de pie, que miraba bailar al resto, donde estaba mi objetivo, me fui acercando, olía a hembra, un perfume de olor a cerezas, queria insinuar o crear la asociación de ideas, que estaba para comérsela, y era cierto, antaño solo con verla me hubiera empalmado.Vi que su copa andaba algo vacía, y que le prestaba mucha atencion a un hombre de bastante edad que tenia enfrente suya, de espaldas a la pista de baile, cada vez que el hombree torcía la mirada para mirarla, ella se movía mas obscenamente, con su reluciente copa vacía poniéndola cerca de su cara.

 

YO: ¿hola guapa, que haces aqui tan sola? – frase que había repetido mil veces en mis escarceos en fiestas adolescentes y un seguro para ser rechazado. Me miro de arriba abajo, y puso la cara de asco mas grande del mundo, me ignoro, ibamos bien.

YO: ¿perdona te molesto?

 

MATAHARI: apártate de mi, insecto.

YO: oye perdone usted señorita, pero no creo que se muera solo por contestarme.- se empezó a poner nerviosa mirando al hombre y a mi.

 

MATAHARI: que te apartes te he dicho.

YO: oye mira, solo he visto tu copa vacía, y he pensado, bueno,¿por que no ayudarla?, no creo que sea grave.

 

MATAHARI: estoy bien, gracias, ahora vete. – dijo de forma secante.

 

YO: no pasa nada mujer yo me voy, perdona que te molestara, dejame que te vaya a buscar otra copa – y lance mi brazo a su copa, forcejeamos un poco…subiendo el volumen de nuestras palabras

 

MATAHARI: aparta joder que no quiero copa- el forcejeo y sus palabras centraron la atencion de los cercanos, incluido el hombre/objetivo.

YO: pero dejame, que no es molestia. – gire la muñeca y el poco liquido que quedaba en la copa le cayo encima. Se hizo el silencio.

MATAHARI: ¡¡¡¡¿¿pero tu eres imbecil?!! – dijo gritando mientras se trataba de secar.

YO: huy perdona deja que te ayude……

MATAHARI: APARTATE DE MI, ya has hecho bastante – y con bastante enfado se fue al baño, yo fingi seguirla confundido, mientras se oían risas a mi alrededor.

 

Busque con la mirada a Eli en la barra, la vi tronchándose de risa, se levanto y camino hacia mi con calma, la gente no paraba de darme las enhorabuena por mi captura o sornas similares, note que Mariana paso por mi espalda.

MARIANA: buen trabajo.

Cuando Eli llego a mi lado me abrazo, rota de risa, con un pañuelo secándose alguna lagrimilla para no correr el rímel.

 

ELI: has estado de cine, en serio.

YO: ha sido facil, algo así me paso en mi 1º cita, pero le tire un cubata entero a Marina Fernandez, de 3º curso.

ELI: no me digas jajajaja eres todo un caso, anda sácame a bailar……- extendió su brazo con orgullo.Yo recogí su ofrecimiento y la saque con gusto, al verme con ella mas de una sonrisa cercana se apago.

Iniciamos un baile lento, nada sexual, solo nos moviamos dando vueltas por la pista.

 

ELI: esta bien, 1º objetivo hecho, esa zorra estará en el baño al menos 1 hora y tardara al menos otra en que un tío se le acerque.

 

YO: hacer el tonto se me da bien, pero ahora llega lo dificil.

 

ELI: si, ¿que ves?.

Pensar, razonar y analizar.

YO: veo a muchas mujeres esperando a que las saquen a bailar, mucha pareja ya consolidada y unos cuentos tíos desesperados por llevarse a alguna a la cama.Vamos, lo que es una fiesta.

 

ELI: ¿y de los objetivos?

Dimos una par de vueltas mas.

YO: la duquesa esta sola allí, de pie, su marido estará muy ocupado, supongo que con la entrenadora de futbol, también veo a la hija del alcalde, sentada en la mesa central, o no puede o no quiere moverse de allí, quizá no la dejen.De la del tenis no tengo noticias.

 

ELI: creo que ha subido a las habitaciones a cambiarse, casi no podía ni respirar con ese vestido.¿que toca ahora?

 

Me quede en blanco, de pronto todo se me había ido de la cabeza, incluso casi piso a Eli, me retraje, pensar en todo de golpe y luego en anda.Ella me agarro y me zarandeo un poco.

ELI: eeee, no te vayas , tranquilo, razona usa la cabeza, no es dificil y estas preparado.

YO: si si, es solo, el 1º paso, no se a donde darlo.

ELI: yo iria a por la hija del alcalde, es de tu edad, y hay que saber si se puede acceder a ella o no.Si no funciona, a por al duquesa.¡¡¡¡ANIMO TU PUEDES!!!! – y dando un par de giros sobre si misma salio de la pista de baile.

 

Me llene el pecho de aire un par de veces, temple los nervios, y fije con la mirada a la hija del alcalde.Me acerque con cuidado por un lateral, y me pare a unos metros.Sentada era dificil saber su fisico, llevaba una blusa algo abombado por estar sentada, estaba casi solo en la mesa, un par de adultos lejos de ella, estaba siendo ignorada.Cualquier tipo de conversación seria mejor que eso. Me acerque mas de lo debido y la salude…..

 

YO: hola, me llamo Raul, y veo que eres de las pocas de mi edad, ¿podemos charlar?

 

Ella alzo la mirada algo confusa, se señalo a si misma como preguntando si me dirigía a ella…..

 

YO: claro, a quien mas me voy a…..

 

De la nada salio un armario empotrado vestido con un traje negro, se me planto en medio y me “sugirió” que me fuera de allí.Yo ni corto ni perezoso le rodee con la cabeza y la pregunte

YO: ¿que?¿amigo tuyo?- sonrio, atenta a mi situacion.

 

El tipo se movió volviendo a taparme la vista directa, alce un poco al vista, yo era grande y el tambien, pero seguramente ese tío fuera policia o escolta privada, no era cuestion de montar un numerito. Me aleje un poco hasta que se aparto y cuando la vi nuevamente, la grite

 

YO: ¡¡¡en otro momento sera!!

 

El tipo se volvió a poner en medio, y medio avanzo hacia mi con cara de pocos amigos alzando el brazo. Me fui al trote mirando a la chiquilla que se reía de mi cobardía, allí era imposible.Tocaba ir a por la Duquesa. Me fui a su posicion, seguía de pie, sola, apoyada en una mesa alta de bar, bebido algun tipo de bebida con sombrilla.De vez en cuando alguien la saludaba pero muy fugazmente se iban.Nuestras miradas se cruzaron un par de veces, y cuando ya era obvio me acerque.

YO: buenas tardes señora , me deja que la acompañe, parece un sitio tranquilo.

DUQUESA: no, para nada joven , no me vendrá mal compañía.

YO: sepa que soy muy buen conversador, y necesito escondite.

DUQUESA: que habrá hecho un joven como usted…..¿se llama?

 

 

YO: me llamo Raúl.

DUQUESA: encantada, soy la Duquesa de benavente, Julia Agustina De la tierra y Mingote.

 

YO: contundente nombre.

 

DUQUESA: y muy tedioso, llámame Duquesa por ahora, ¿y de que te quieres esconder?

 

YO: en mi primer intento de la noche, al parecer, le he tirado los tratos a un señorita que resulto ser prostituta de alto nivel, y la cosa ha terminado mal.

DUQUESA: ahhhh has sido tu el valiente que ha ido a por Matahari.

 

YO: el mismo que viste y calza.

 

DUQUESA: pues vaya ojo tienes majo.

 

YO: uno, que no esta acostumbrado a una fiesta de tanta alcurnia, que tal si usted, una señora hecha y derecha, tiene la amabilidad de darme unos consejos para no hacer mas el ridículo.

 

Se giro a mirarme sorprendida, sonrio muy feliz y me invito a colocarme a su lado, yo puse mis manos hacia delante cogidas delante de mi estomago y cara de atencion, ella metió una mano a través de uno de mis brazos, como en forma de paseo, y empezó.

 

DUQUESA: mira, allí tienes al grupo de empresarios, babosos que dejan a sus mujeres en casa para venir a ver que cazan.Allí las mujeres acompañantes de sus maridos, que cuando se cansan de ser floreros a su lado se reúnen a cuchichear del resto.La mayoría de parejas estables estan bailando o en las barras del bar, allí un grupo de viejas como yo que nos creemos las mas del mundo pero solo somos mayores…………

 

Siguió dándome indicaciones mientras yo le prestaba atencion a ella.Era cierto era mayor, rondaría los 55 años, y se le notaba en la cara, llevaba un moño llamativo y un traje del mismo color amarillo, se le pegaba bastante al cuerpo, en sus tiempos fue una buena moza, pero ahora solo quedaban rescoldos.

 

DUQUESA: …………y luego estoy yo, harta de todos ellos, vengo por mi marido, pero anda de picos pardos con sus ligues.

 

YO: y sabiéndolo, ¿viene aqui?

 

DUQUESA: es mas por sobrellevar la imagen publica de mi marido, pero cada día me cansa mas, creo que anda liado con la entrenadora de futbol femenino.- aquella mujer no era tonta, ni una borracha, era una mujer para mantener las apariencias , curtida en la vida.

 

YO: no me parece nada justo.

 

DUQUESA: últimamente nada lo es, me paso los días viéndole ir y venir, sin apenas hablar y aqui, sola, todos saben de sus escarnios y me tratan de evitar.

 

YO: pues hoy no – me moví hacia la pista de baile, me agache haciéndole un gesto de saludo antiguo, y le ofrecí mi mano.

 

DUQUESA: ¿que haces muchacho?

 

YO: invitar a un señora de verdad a bailar, como se merece usted.

 

Dudo, dudo muchisimo, miraba al rededor, pensando en el que dirán, era un joven fornido y bien plantado. Me miro y le debí trasmitir seguridad con alguna mueca.Alargo su mano y me la cogió, la lleve del brazo a la pista de baile, justo antes de entrar se paro.

DUQUESA: antes, dime algo.

YO: lo que quiera.

 

DUQUESA: ¿ese traje es de…Eric? – sonreí reconfortado.

YO: del mismísimo, es un artista ese loco.- sonrio orgullosa de su acierto y se lanzo ella a la pista de baile conmigo de la mano.

 

El baile empezó un poco tosco, le podía la verguenza, pero me reafirme, cogí postura y la lleve por toda la pista, con calma dejándonos ver, de vez en cuando le regalaba algun giro sobre si misma, y poniamos poses raras, como si fuera una competición de baile, luego nos juntábamos y reíamos.

DUQUESA: jajja de verdad que te agradezco el gesto, ¿como es que nunca te había visto por aqui.?

 

YO: en realidad soy un novato en este mundillo, soy amigo de Eli y Mariana, de …..

DUQUESA: ahhhh Mariana, la chica de la gimnasia, me gusta su forma de ser, no sea arruga y dice las cosas a la cara.

YO: es cierto, y por lo visto gran entrenadora, si tuviera algo mas de apoyo….

DUQUESA: así que es eso, me has traído a bailar por eso. – me quede pillado.

 

YO: bueno, soy amigo suyo y no me duelen prendas en decir que le vendría bien el apoyo de una mujer tan poderosa como usted.

 

DUQUESA: siempre hay algo detrás, supongo.

 

YO: eso no cambia que todo ese grupo de mujeres estén hablando de usted y estén verdes de envidia.- la gire para que viera que, enefecto, el grupo de casadas abandonadas se moría de envidia al verla a ella con un hombre como yo.

 

Al recogerla del giro se quedo de espaldas a mi, agarrados de las manos la rodeaba ampliamente, en esa postura no pudo si no notar a mi miembro, en reposo sobre su cadera, se alejo de golpe dándose la vuelta.No la deje irse mas lejos y me acerque bailando.

YO: ¿que ocurre?

 

DUQUESA: ¿lo que he notado…..?

YO: si, eso era.

DUQUESA: virgen del cielo, ¿y te la he puesto yo así?- sopese la respuesta, creia que la tenia empalmada y no era cierto, si decía que no, que aun estaba en reposo se podria llegar a asustar o sentir ofendida, pero si decía que si, la podía llenar de orgullo, me pareció mejor opción.

YO: bueno Duquesa, un hombre tiene sus limites, y usted se mueve muy bien en la pista jejejeje

 

Se me abrazo enrojecida, y seguimos bailando, con continuos toques “accidentales” de ella con mi polla. Pasado un buen rato la acompañe a la barra, y la pedí algo de beber, estaba muy acalorada.

 

DUQUESA: muchas gracias por todo amor, me he divertido mucho, pero ya es tarde y quisiera pedirte un favor.

YO: el que usted me pida.

DUQUESA: he visto como nos siguen mirando esas cotorras de “mis amigas”, sin duda irán con el chisme a mi marido y ya que lo van a hacer, quiero llevarme algo a cambio.

 

Hinque una rodilla al suelo, apoyándome en ella, baje la cabeza como para ser hecho sir.

 

YO: dígame lo que quiera y removeré cielo y tierra para lograrlo.- se rió a carcajadas y me pidió que no hiciera mas el tonto y me levantara, así lo hice.

 

DUQUESA: quiero un beso, tuyo, aqui y ahora, nada de en la mejilla o un piquito de furcia, un señor beso, que me vean y cuando vayan a mi marido hierva por dentro de verguenza.

 

YO: hecho.

 

Se quito el moño con la flor amarilla, se soltó un poco el pelo y me agarro la cara, yo me deje hacer, planto sus labios en los míos, note las arrugas de su piel y empazó a mover su boca con gracia y salero, yo la seguí el juego, y justo antes de separarse de mi, hasta intuí su lengua en mis labios.Me desmaye, o eso hice parecer, caí al suelo un poco a broma mientras ella no paraba de reír. Llego a agacharse y fingir una RCP. Al 2 intento fue a hacerme el boca a boca y yo fingi despertarme de golpe, como para evitar sus “mortíferos” labios.(soy muy payaso para estas cosas, me gusta hacer el ridículo y sacar sonrisas con ello). Casi se cae al suelo de la risa, la sujete para que no ocurriera, y los de alrededor no paraban de reír, lo mejor fue al levantarnos ver al grupo de cotorras fuera de si, no dando credito a lo ocurrido.Se despidió de mi.

 

DUQUESA: muchas gracias, ojala hubiera mas gente como tu en este mundo.

YO: ha sido un autentico placer, ojala hubiera mas mujeres como usted en en gym de Eli. – nos sonreímos una ultima vez , la bese la mano de forma gentil, y se marcho, pasando por delante de sus “amigas” con una actitud altiva y desafiante, con la flor amarilla en la mano.

 

 

Tuve una sonrisa tonta en la cara mientras la veía marcharse que no se me quito hasta que aparecieron Eli y Mariana rotas de risa, felicitándome por mi actuación.

 

ELI: te las has encandilado como pocos podrían, y no me has hecho caso en nada de lo hablado en todo el mes.

 

YO: es que para tratar con damas de esa edad, no necesito ayuda, siempre se me han dado bien. Mi problema era con la jovenes.

 

MARIANA: pues de cine, por que así la tendremos de nuestro lado cuando lo de su marido estalle, algun día le pillaran con la entrenadora.

 

 

YO: y hablando de jovenes, la hija del alcalde sigue allí, en un torreón, asilada del mundo.

 

ELI: si, y el dragón que la custodia no deja acercarse ni a las moscas.

 

YO: por poco me calza una hostia solo por saludarla.

 

MARIANA: Habrá que ingeniárselas, Matahari saldrá en breve saliendo del baño, la he visto arreglarse allí, y ya hemos cumplido con la Duquesa, con la presidenta de la federación de tenis perdida, solo queda ella, por ahora.

 

YO: creo que ella desea quitárselo de encima, no puede estar mas aburrida.

 

ELI: pues por el baño de mujeres hay una salida de emergencia, si la metemos por allí la podemos sacar.

 

YO: pero eso, si ella quiere.

MARIANA: ya se, montamos un numerito Eli y yo para que te acerques a ella, y lo confirmes.

 

Así acordamos, me fui dando un rodeo por el lado donde no estaba el mostrenco del seguridad, y Eli se paseo por delante de el, haciendo tropezarse y cayendo a sus pies enseñando pierna a través de la ranura del vestido. Ningún hombre hetero perdería tiempo en mirar las torneadas piernas de aquella preciosa mujer.

 

ELI: hayy me hecho daño, malditos tacones, ¿me ayuda? – y levanto las manos a modo de suplica.El tipo accedió sin dejar de escanear sus piernas, al ponerse en pie siguió la actuación, no podía apoyar la pierna la pobre, y Mariana entro en acción trayendo un silla y actuando como medico, pidiendo continuamente al guardaespaldas que la sostuviera.

 

Aquello me do un margen corto de tiempo, y me acerque por detrás a la muchacha.

YO: parece que ha llegado nuestro momento, me llamo Raúl, y es un placer conocerte al fin ¿como te llamas? – se sobresalto un poco pero al reconocerme del intento previo sonrio mirando a su protector distraído. Me agache a su lado rodeandola entre mis brazos apoyándolos en la mesa y el respaldo de su silla a a la vez.

 

ELLA: ¿ que haces?, ¿estas loco? como te vea te parte en 2.

YO: merece la pena si logro saber tu nombre. – sonrió de nuevo.

ELLA: me llamo Laura, aunque mis amigos siempre usan Lau.

YO: ¿y yo como puedo llamarte? – volvió a mirar al armario empotrado que andaba embobado con los muslos de Eli.

LAU: llámame como quieras, pero vete, si se da cuenta……..

YO: pues debes de estar muy aburrida si ese mono no deja que andie se acerque a charlar. – Ella no paraba de intercalar miradas, a mi y a el, esperando el momento que se diera cuenta.

 

LAU: bueno si, pero no es un mono, es mi amigo, es por mi seguridad………. o eso dicen…….

YO: y que te parecería salimos fuera a charlar un rato, yo estoy algo cansado de tanta pomposidad.- me miro “ojiplatica”, dudo de si debía, o no, se le noto que queria pero tenia miedo, podía ser un perturbado, pero creo que finalmente la emoción del momento la pudo.

 

LAU: esta bien , ¿como?

 

YO: ve al baño de aqui a 5 minutos.

LAU: los revisara antes de entrar yo.

YO: tu tranquila, ya me ocupo yo.

 

El guardaespaldas ya se olio la tostada y se giro a mirar a su protegida, me vio agachado a su lado, y yo le vi a el mirarme.Salio corriendo hacia nosotros, me dio tiempo a coger la mano de Lau y mirándola a los ojos…….

YO: te espero.

 

Salí por patas antes de que el tipo llegara a mi, y se quedo preguntándola a Lau que quien era o que queria. Debio darle evasivas, ya que le monto un pollo de cuidado.La 1º parte del plan ya estaba, ella queria salir de allí, tener una aventura, darle emoción a una noche aburrida.La 2º parte del plan debía ser rápida. Como habíamos quedado, Eli y yo nos citamos en la entrada del baño de mujeres.

ELI: ¿que tal? ¿esta dispuesta?

YO: si, en 5 minutos estará aqui, seguro.

ELI: pues a lo nuestro.

 

Se abalanzo contra mi empotrándose contra la pared y me beso de forma pasional, evidente, me sorprendió, pero no por ello no la correspondí, empezamos a restregarnos uno contra otro, a los pocos minutos se alejo de mi agarrándome por la corbata y me arrastro hacia el baño, nos colamos delante de la cola de mujeres. Entramos en el baño como adolescentes , yo lo era, y me llevo con fuerza a uno de los cubículos. Allí debía parar el truco, pero no lo hizo, seguimos unos segundos de mas, en los que su arranque me había puesto a tono, notaba mi polla palpitando en los slips, apretando contra el cuerpo de Eli, que debía de notarlo, poco a poco bajo el ritmo de sus besos terminado con uno , entre risas, en mi barbilla.

ELI: joder como te he puesto

YO: como no pares me va a reventar el pantalon

 

ELI: jaajjaj no tonto, me refiero a la cara, de pintalabios.

 

Saco una toallitas húmedas del bolso y me limpio como un madre a su hijo hasta que no se notaba nada.

ELI: vendrá en breve.

YO: el grandullón revisara antes.

ELI: subete al inodoro.

Así lo hice y ella, con cierta maestría, se levanto el vestido y bajo sus bragas, cuando entro el hombre se oyó el asombro en las demás mujeres del baño, le dio igual y reviso de arriva abajo y al ver nuestro cubículo cerrado, se agacho para mirar, debio de ver los pies y bragas de Eli, no le pareció nada raro y le oímos darle permiso a Laura, entro y se dio la vuelta.

 

LAU:¿¿ puedes por un segundo dejarme mear tranquila??

 

Entre regañadientes salio del baño, Laura dejo pasar un tiempo prudencial….

LAU: ¿hola? …….. ¿estas aqui?

Salí yo solo mientras Eli se arreglaba el vestido, cerré rapido para que no la viera Laura.

YO: aqui estoy princesa, he venido a rescataros. – rió confusa, con una mano en al cara.

 

La ofreci mi mano, ella la agarro y la abrí la puerta de emergencia para que saliera, de reojo vi a la Matahari todavia secándose el vestido, la guiñe un ojo con sorna, y seguí a Laura, la deje guiar para que sintiera control sobre la situacion y la huida. Miro en busca de una salida rápida y subimos por unas escaleras, no paraba de farfullar y reír por lo que estaba haciendo. Iba delante de mi, hasta llegar a una terraza del hotel.

Durante la fuga, puede ver su ropa e intuir su figura, hasta ahora las prisas no habían ayudado. Laura era joven, tendria 19 años, pelo moreno y liso un con el flequillo a modo de tazón , pero el resto del pelo le caía una medio melena alrededor de la cara, era delgada, y con unas cuencas de los ojos profundas y oscurecidas por el maquillaje, labios finos pintados, o mejor dicho, perfilados con un color rosa chicle, el aspecto de su cara era algo calaverico, iba con una blusa grande, bastante sencilla y clásica, ceñida al pecho, de manga corta en los brazos, nada estridente, sin escote ni enseñando carne, aunque la fina tela dejaba calcar su sujetador, le llegaba a la altura del trasero, donde nacía un pantalon vaquero gris, con uno de esos cinturones que no lo son, finos y brillantes, solo ocupan ese espacio en la prenda, su trasero era algo escaso, se le notaba al subir las escaleras que no llenaba los vaqueros ni de lejos, terminando sus piernas en unos botines negros con algo de tacón, no mucho.

 

Cuando llegamos a la parte de la terraza hubo algo mas de luz y mientras ella respiraba rápidamente entre la huida y la emociona, reía sin parar, llevándose la mano al pecho.

LAU: dios , Mario me va a matar cuando se entere

 

YO: ¿el guardaespaldas? no le dejare.

 

LAU: ¿a ti? a ti como te vea no se sabrá mas de ti, es un ex del ejercito, guardaespaldas profesional, lleva casi 5 años con mi familia como mi escolta personal.

YO: vaya bestia, y no me asusto facil pero su cara cuando me acerque a ti acojonaba.

LAU: le gusta intimidar pero es buena gente, me ha cuidado mucho, por ejemplo en unas vacaciones a Canarias, por mis 18 cumpleaños, llego a romperle la camara a unos paparazzi que me pillaron en la playa en biquini.

 

YO: si es mejor no enfadarle, ¿por que me has seguido entonces?- se quedo pensativa.

 

LAU: no lo se, estaba cansada, llevo 2 horas sentada siendo ignorada por esa apanda de ególatras, estaba harta¡, mi padre em arrastra a estas fiestas cada fin de semana.

 

YO. te entiendo perfectamente, esta siendo un poco decepcionante, pero oye, hay que saber divertirse.

 

LAU: es dificil siendo quien en mi padre – la miraba con atencion, buscando alguna ranura en ella, quizá su relacion con su padre, estaba de brazos cruzados, frotandose los brazos con las manos, me di cuenta de que ya eran mas de las 12 y en la terraza, de noche, hacia algo de frió.

YO: toma, ponte esto – me quite la chaqueta y la rodee con mis brazos para ponérsela , cuando se la puse no quite mis brazos de ella, y note como ella olía profundamente, la colonia en que me inundó mi madre apareció en escena.

LAU: gracias, hace frio aqui, ¿tu no lo sientes?.

YO: tranquila, yo estoy curtido, lo importante eres tu. – y frote su espalda y uno de sus brazos con energía, para hacerla entrar en calor – ¿y quien se supone que es tu padre para tal vigilancia? – me miro sorprendida.

LAU: ¿no lo sabes? es el alcalde.

YO: ¡¡¡hostia!!!!, ¿no fastidies? ahora si que estoy jodido jajajajajja

 

LAU: pues un poco, el ultimo chico con el que salí un día, le cambiaron hasta de comunidad autónoma.

YO: solución efectiva, desde luego, pero ya eres tuda un mujer, debe entender que has crecido.

LAU: ya, si eso le digo siempre, pero me pone a Mario encima como una lapa, ¿que crees si te digo que nunca he besado a nadie.?

 

YO: pues me costaria pensarlo, eres muy guapa, y no me creo que nadie lo haya intentado. – coloque mis dedos en su barbilla y levante su cara un poco, ella se quedo un segundo así, y luego aparto la cabeza.

LAU: no es que no lo hayan intentado, pero muy pocos chicos, casi nadie, se acerca a mi y quien lo hace sufre alguna reprimenda, ya sea del colegio o instituto, de Mario o de mi padre…………..- se le noto en la mirada la tristeza y que queria cambiar de tema- ¿y t que haces aqui?

YO: peus me ha invitado una amiga, no se si al conoces Elisabeth, me ha estado ayudando ah….. mejorar mi fisico, y como premio me ha querido traer

LAU: ¿premio? – me miro de arriba abajo – ni que te pasara nada.- Saque el móvil con mis fotos de antes, y se quedo atónita.

LAU: no puede ser, pero si estabas gordisimo………- se dio cuenta de lo dicho -……..perdona , pero es que, vaya cambio.

 

YO: ya ves, y todo gracias a ella y su gym, de deberías probar, la gimnasia es casi adictiva – lance la sonda.

 

LAU: lo he pensado un para de veces pero no se si me gustaria. – tenia que empezar a tirar de las rindas, aquella no era una experimentada señora, era un cría con profundos traumas afectivos.

YO: que tal si te enseño un poco de lo que hacemos y tu ya decides.

LAU: no se…….me a verguenza.

 

YO: sin sacrificio no hay victoria, puedes seguir como estas o mejorar, tu decides. – me la jugué, la insinuaba que estaba mal físicamente, pero Eli me enseño el efecto de las preguntas guiadas.

 

Extendí de nuevo mi mano y ella accedió encantada, nos metimos por una puerta hasta llegar a otra sala adjunta vacía. Allí la quite mi chaqueta y la coloque con cuidado en un mueble, la invite a quitarse los zapatos para los ejercicios, lo hizo algo nerviosa, mientras me remangaba las mangas de la camisa me coloque a su lado.

YO: tu sígueme y haz lo que yo haga.

LAU: vale.

 

Comenzó la rutina de calentamiento, tobillos, brazos, giros de cadera, al inicio le daba vergüenza pero al ver mi insistencia y seguridad, me seguía, de vez en cunado me acerba a ella y corregía con mis manos en su cuerpo alguna posicion, y volvía a mi zona, a su derecha.En uno de los ejercicios de agacharse hacia delante, fingi enfadarme.

YO: no no, así no, con atajos no vale, tienes que agacharte sin doblar las rodillas, con las piernas bien separadas y la espalda recta, hasta que toques el suelo. – me coloque a su lado , me llegaba su cabeza a la altura del cuello, la puse sus brazos rectos hacia arriba y plante una mano en su vientre y otra en su espalda – y ahora ve bajando, recuerda , separa bien las piernas, no dobles las rodillas, ni la espalda.

 

Así lo hizo un par de veces realmente lo hacia bien pero yo no estaba allí para hacerla una buena gimnasta.

 

YO: mejor, pero tienes que hacerlo mas lento, para que los músculos se tensen. – me pegue a su espalda, con las manos la doble con cuidado pero haciendo el ejercicio completo, la posicion era excitante, con su trasero totalmente ofrecido a mi pelvis, la hice bajar y subir 20 veces, en 4 tandas de 5 , sin separar mi cuerpo del suyo ni dejar de poner mis manos en ella, cada vez que bajaba la hacia rebotar un poco contra el suelo, antes de levantarla. Esto, sumado a que su blusa, en cada bajada se le caía hacia su cara, dejando gran parte de su vientre y espalda al aire, no hizo mas que hacer reaccionar a mi polla.

 

Ahora era ella la que al subir y quedarse en pie con los brazos levantados, rebotaba contra mi cuerpo, y tardaba alguna decima de segundo de mas en volver a bajar, su movimiento empezó a ser rítmico en la 3º tanda, y sus gluteos atrapaban mi polla con cada subida y bajada.Estaba siendo excitante, y decidí parar de golpe.

 

YO: y veinte, para y descansa. – me separe de ella y la aplaudía felicitándola.Ella se quedo cortada, clavada en la posicion, con cara de disgusto por su termino.

 

YO: ¿lo has notado no? – doble sentido, ella se dio la vuelta mirándome roja y acalorada.

 

LAU: si, bueno… es que , te has acercado mucho, me has puesto las manos encima, y con el movimiento………….- la corte

 

YO: exacto, has notado tus músculos reaccionar. – se quedo de nuevo paralizada

 

LAU: ah …..si……….. eso ……… – la hice pensar mal a propósito, para que pensara que era culpa suya y de su mente, no mía.

 

YO: ¿y te sientes mejor?

LAU: bueno………..la verdad ……………es que me he…………….. desahogado……… un poco. – estaba confusa, sin duda mi argucia le pasaba por la cabeza.

 

YO: creo que con esto te puede hacer una idea de lo que se trabaja en los gym, te aseguro que en poco tempo, esto que sientes ahora no es nada comparado con lo divertido que es. – jugaba a 2 bandas, lo que el decía era perfectamente lógico y normal, pero sabia que ella no estaba pensando en el ejercicio y si en mi polla creciendo en su trasero, y que mis palabras también eran aplicables.

 

LAU: pues si que os lo debéis pasar bien.

 

YO: mira te doy el numero de Eli, que es quien me enseño todo, y tu ya decides si vas o no. – se lo di, pero haciéndome el duro – luego no vayas a ir y no trabajes “duro” ehh, que te he mandado yo.

 

LAU. y siempre haceis este tipo de……ejercicios. – curiosa, al menos, parecía.

 

YO: no siempre, hemos implementado bailes, por parejas, ¿te atreves?

 

LAU: ¡¡¡¡claro!!! – y se me acerco ansiosa, la manejaba como un títere, era arcilla y yo moldeaba sus acciones.

 

YO: 1º terminemos algun ejercicio mas para no hacernos daño luego. – vi desilusión en sus ojos pero se le paso cuando los ejercicios eran de los ideados para lucir mi polla, se me marcaba bastante a través de la tela, y yo no disimulaba nada, su mirada se clavo en mi y perdió el paso de los ejercicios, pero me dio igual, su mirada clavada en mi miembro era lo que buscaba, detecte que se mordía el labio cuando creía que no la miraba, estaba hecha puro deseo.

 

Cuando acabamos, de lucirme, me acerque a ella despacio, sin parar de hablar.

 

YO: mira, yo empece con bailes suaves para gente mayor, pero tu y yo no somos ancianos decrépitos, somos adultos con fuerza, por ello el baile que haremos sera movidito, yo te guiare, a ver si puedes seguirme, ¿estas de acuerdo? – toda la frase eran pequeños retos disfrazados.

 

LAU: claro claro, tengo que saber a que nivel estoy.

 

YO: ¿preparada?

 

LAU: si

YO: ¿SEGURO?

LAU: ¡¡¡¡que si!!1

YO: mira que yo no me controlo eh………- la hice desearlo

 

LAU: que si hostias . y se me coloco furiosa en posición de baile a escasos centímetros de mi.

 

YO: recuerda que tu lo has querido.

 

Sin dejar acabar de salir las palabras mi vi boca, la agarre con firmeza, nuestras manos se unieron en el aire y ella paso la otra por encima de mi hombro, y yo la rodee por la cintura, pegando su cuerpo al mio, dejando mi pierna izquierda, la huésped de mi mejor amigo, entre sus piernas. Se sorprendió de la rudeza, pero respondió con firmeza.

LAU: empieza.

 

Al inicio era suaves, la musica del DJ se colaba por al puerta, solo girábamos sobre nosotros mismos, poco a a poco fui aumentado el ritmo, y moviéndonos por toda la sala, dejaba que sus piernas chocaran contra mi cuerpo, también algunos giros sobre el eje de ella, la separaba un metro la sostenía la mano en el cielo para que diera el giro, y la volvía a pegar a mi, acortando cada vez la distancia de mi y llegando el punto de que al girar se frotaba con mi entrepierna.Cuando ya note que le había cogido el truco al baile, lance mi ataque, la hacia volar pro el aire con movimientos de baile clasicos, no me costaba y la indicaba como colocarse, despues de unos cuantos haciéndola ganar confianza, me la jugué de nuevo, un movimiento clasico de baile es poner a la bailarina de rodillas sobre el muslo del bailarín, le indique como debía hacerlo y probamos un par de veces en la pierna sin abultar, hasta que le salia perfecta.

YO: bien ahora toca bajar, dos giros sobre ti misma, delante mía, hasta que llegues a mi otro lado y allí te agarro y repetimos.- sin dejarla pensar lo hice, dio los 2 giros y salto en el aire dispuesta a ser agarrada, lo hice con seguridad y como era inevitable, al colocar sus rodillas en mi muslo, golpeo la punta de mi glande.Sabia que dolería, pero seria efectivo y no fue tan duro como pensé.

 

YO: arhrgggggggg !!!!DIOS!!! – la hice bajar despacito, cuando ya estaba en el suelo, puse rodilla en tierra.

LAU: ¡¡¡¡dios!!! ¡¡¡perdona perdona!!!!, he ido muy fuerte, me he girado, ¡¡¡dios¡¡¡, ¿estas bien?

 

YO: si si, tranquila, ya me ha pasado alguna vez, dame un segundo y retomo aire….

LAU: ¡¡¡ dios!! lo siento de veras, si es que es normal que te vayas dando golpes con…………. – se dio cuenta de lo que iba a decir, pero ya era tarde y evidente.No quise avergonzarla mas, pero era el camino.

 

YO: ufff, si, tienes razon, mas de una vez, eso me pasa por hacerlo sin venir preparado. – queria darle normalidad a la situacion.

 

LAU: ¿como que preparado?

YO: si, no llevo la ropa adecuada, normalmente lo hago algo mas sujeto. – se hizo el silencio, ella no sabia que decir, la había picado el anzuelo y no sabia quitárselo.

 

Me levante exagerando el dolor un poco, agarrándome un poco la ente pierna, la sonreía mientras la veía con ambas manos en la boca, rogando disculpas con los ojos, me fije en ellos por 1º vez, eran negros, mirada profunda y sentida. Amague con volver a estar preparado para seguir pero me senté de nuevo.

 

YO: no, todavia no estoy bien. – hacia como que me mareaba.

LAU: ¿aviso a alguien?

YO: no mujer, como te digo ya estoy acostumbrado……….pero un masaje en el muslo ayudaría. – me apreté con los dedos la zona del muslo, justo por debajo del bulto de mi polla.

LAU: ¿eso ayuda?

 

YO: si, relaja los vasos sanguíneos y deja que la sangre fluya de nuevo – me lo invente – es lo maximo que puedes hacer sin……….

 

LAU: ¿sin que?

 

YO: bueno, sin dar un masaje directo a la zona afectada.- se quedo helada, pensativa , ¿realmente lo estaba sopesando?

 

LAU: no, no , es culpa mía, yo lo arreglo.

 

Acerco sus manos con cuidad y poso una encima de mi bulto, yo gemí exageradamente de dolor, eso la acelero sus movimientos, y poso la otra mano, abarcaba a penas toda mi extensión.

LAU: ¿y ahora?

 

YO: ufff con cuidado aprietala y suéltala, como amasando harina.

 

No dudo y lo hizo, con calma, y abriendo los ojos bastante, siguió el masaje unos minutos donde con su aumento de ritmo yo gemía menos de dolor. Aguante lo que pude pero aquello me estaba poniendo a tono y se me empezó a hinchar, sus agarres eran mas fuertes ante el crecimiento de mi polla, y la mirada de ella no perdía detalle, se mordía los labios repetidamente, mientras dejaba la boca entreabierta.

 

YO: puffff mucho mejor, creo que deberias ir parando.

 

LAU: no no, esto se esta hinchando, tengo que seguir o se inflamara. – se lo acababa de inventar.

 

YO: no no, por dios, para ………..o no respondo, eso no es del golpe.

 

LAU: ahhh…………AHHHHHHHHHHHHHHHHH – tardo algunos segundos en soltármela.

Me puse un poco de lado para hacer que disimulaba.

YO: muchas gracias, ya no me duele nada pero creo que debemos dejar la clase, por que no creo que aguante mas tiempo sin lanzarme a tus labios.

 

La frase era certera, directa, y buscaba una reaccion en ella.

 

LAU: ¿en serio?……………por que me esta gustando la clase.- era mía.

 

Me incorpore un poco, la mire a los ojos y me cerciore de sus palabras.

YO: esto no es un juego, no quiero hacerte daño.

 

LAU: no lo harás.

 

Se abalanzo sobre mi, se arrodillo a mi lado y me beso, de la misma forma asquerosamente inocente y tierna con la que bese por 1º vez a Raquel en el hospital.La agarre la cabeza y la separe un poco de mi.

YO: ¿estas segura?

LAU: mas que nunca – y volvió a mis labios.

 

Me incorpore un poco mas y la senté sobre mis piernas de forma lateral, rodeandola con mis brazos, ella coloco los suyos a modo de pared entre nuestros pechos, pero no dejaba de besarme, besos cortos y suaves, inocencia pura.Quise acelerar, poco a poco, el ritmo de los labios y como tal abría la boca, ella hacia de espejo y repetía los gestos con su boca.Baje una de mis manos a sus piernas y masajeaba uno de sus muslos por encima del vaquero.Inicie el movimiento de mi lengua introduciendola en su boca, ella se aparto medio milímetro y sonrio, volvió al ataque haciendo lo mismo, de forma torpe pero segura, fue acompañado los movimientos, y sus manos pasaron a acariciar mi cabeza y espalda, dejando acceso libre a sus pechos. Despues de unos minutos de ardiente deseo, moví su cuerpo de forma que quedamos enfrentados, la subida en mis piernas, y acariciaba su vientre y la espalda por debajo de la tela de la blusa, sin dejar de besar, le estaba cogiendo el gusto, ella paso sus brazos por encima de mis hombros.

YO: Laura, o paramos o esto va a acabar mal.

 

LAU: que sea o que tenga que ser, – se tiro a mi cuello.

Aproveche la posicion y subí mis manos a su sostén, por la espalda, lo desabroche rapido – gracias Eli- y se lo saque por debajo de la blusa dejándolo en el suelo.La separe de mi un poco y con las manos metidas debajo de su blusa solo tuve que tirar hacia arriba, y la blusa salio casi sola, ella ayudo terminando de sacarla de sus brazos, y quedaron ante mi un par de tetas de gran nivel para una adolescente, con unos pequeños y erectos pezones, a los que me lance a chupar y masajear, comenzó a gemir suavemente, agarrándome la cabeza con pasion apretándomela contra su pecho.Con la boca trabaja uno de sus pechos y con una mano en su espalda la estrujaba contra mi, mi polla estaba a reventar y me dolía debajo del slip, el bulto golpeaba la pelvis de Laura, baje la mano libre a su trasero, mas que por disfrutarlo, para mete mi mano por debajo de su culo, y colocarme la polla de forma que no me doliera, pero despues dejándola allí, frotando por encima del vaquero la zona de su coño.

LAU: madre mía la tienes enorme, la siento en mi piel, ¿eso es normal?

 

YO: no , la verdad es que tengo un problema con ella, es demasiado grande y asusta a mas de alguna que la ha visto.

 

LAU: yo quiero verla.

YO: no se, no queiro estropearlo y que huyas.

LAU: te prometo que no lo hare.

 

YO: esta bien.

 

La levante casi a pulso y la puse de pie, yo hice lo mismo, y me quede solo con los slips, apenas aguantaban mi polla dentro de ellos.

 

YO: si tu ves yo quiero ver, fuera los pantalones los 2 o no hay trato.

 

Ni contesto, se quito el pantalon a la vez que yo, dándome un poco la espalda, por verguenza pero regalándome la imagen de su trasero siendo desnudado mientras se agachaba.Coloque el pantalon de forma doblaba en el suelo y fui a por ella cuando aun estaba sacándose las perneras de los pies.La agarre por detrás y mientras besaba su cuello pegue mi polla a punto de reventar dentro del slip a su trasero, solo protegido por unas bragas, nada soberbio, solo iban a juego con el sostén, eran negras y parecían juveniles.

 

La sensación de mi polla en su trasero la hizo erizar, se tenso muchisimo, yo no dejaba de apretar con mis manos en su cadera su culo contra mi, incoando hasta un movimiento circular con nuestras caderas acompasadas.Lleve una mano a sus pechos, dios, sus pezones podían rayar diamantes, la cogí de la mano, la di una vuelta de baile para dejarla cara a mi.

 

YO: no te asustes, vale, no pasara nada que tu no quieras, pero me lo has pedido, y aqui esta.

De un tirón me baja el slip, mas bien de 2 tirones, el 1º quedo varado por mi abultada polla. Por poco se cae de espaldas, se alejo de mi varios pasos mientras mi polla aun buscaba su posicion natural en ereccion.

LAU: ma………dre……….mi…….a…………pero si es mas grande de lo que……

 

YO: ya lo se, y lo paso fatal, las chicas lo notan y se apartan de mi. – generar pena, empatía.

 

LAU: bueno es que vaya tranca, he visto algunos vídeos con amigas pero, nada así.- me sorprendió,¿ las chicas también ven vídeos porno?

 

YO: pues es culpa tuya, yo solo queria charlar y enseñarte gimnasia y me la has puesto así, y no es justo, lo que se empieza se acaba.

 

Me fui de nuevo a por ella, la arrase cogiendola en volandas hasta llegar a una pared y allí nos besamos de nuevo, yo frotaba todo su cuerpo y ella se dejaba hacer, mentiras mi polla aplastaba su vientre, rozando alguna vez sus pechos.Metí mi mano por su trasero, por debajo de sus bragas, y masajeaba la zona a conciencia, la otra mano fue a por la otra pierna, y acariciando su terso muslo la levante un poco doblando la rodilla, así, mi polla se frotaba directamente contra su pelvis.

 

LAU: dios,……………ufffff ………..que calor…….. no pares……..

 

No solo no pare si no que mi mano dentro de sus bragas se abrió paso hasta que empezó a frotar su coño, lo hacia por encima y con cuidado, estaba empapada, no tardo mucho en correrse, dio un pequeño grito sordo y se tenso todo su cuerpo.Baje el ritmo de mis caricias, dejándola respirar pero sin dejar de restregarle mi miembro por su cuerpo.

LAU: eres maravilloso, ni tocándome yo he logrado esta excitación , me has puesto muy caliente , gracias.- decía con la respiración entrecortada.

 

YO: tu ya estas, me toca a mi.- me separe algun metro de ella, casi se desvanece contra la pared, pero miro mi polla palpitante señalándola.- una buena paja no estaría nada mal para acabar ¿no crees?

 

LAU: nunca … he hecho…..una.

 

YO: yo te enseño, ven acércate y ponte de rodillas. – lo hizo con paso lento y dubitativo, algo cansada, la ofreci mi mano de apoyo y cayo ante mi, mirando mi polla , que no aguantaba mas.Le explique como se hacia con palabras y gestos haciéndolo a la vez.

 

YO: mira no es nada del otro mundo, bueno solo por el tamaño, pero solo tienes que agarrar con una mano y tirar de la piel de adelante a atrás.- yo lo hacia pero con una mano tapaba gran parte de mi polla.Ella se acerco y puso la mano sobre la mía, siguiendo el gesto un par de veces, hasta que yo retire mi mano y quedo ella solo pajeándome con cuidado.

 

LAU: guau, que sensación mas rara, pesa, ¿te hago daño?

 

YO: que va princesa, si quieres usa las dos manos- asi lo hizo, de nuevo esa imagen, mi polla en manos de otra, siempre era igual, la comparación me la hacia gigantesca – ve aumentado el ritmo poco a poco, pero sin perder velocidad, y si te atreves hasta puedes darle algun besito a la punta, es el glande y la zona mas sensible.

 

LAU: no no, por dios, que asco.

YO: esta bien, si no quieres nada, pero date prisa por que tus caricias me van a hacer efecto.

 

No paraba de admirar lo que estaba haciendo, su ritmo se volvió alto y ya tiraba de toda la piel hacia atrás con ambas manos, no tenia todo el día así que empecé a recordar imagenes de Eli, de Lara, de Pau y sus enormes tetas y de las ultimas semanas, me tense.

 

YO: pequeña, esto a reventar, ten cuidado a donde apuntas.

 

Se aparto un poco pero sin bajar el ritmo y llego mi corrida, grande y hacia todos lados, la manche un poco las tetas pero la mayoría acabo en el suelo y sus manos.

 

LAU: vaya, ha sido muchisima mas cantidad de la que creía.

 

YO: no hay victoria sin sacrificio – recordé nuestras palabras previas.

 

La ayude a levantarse, nos aseamos como pudimos, y nos vestimos.Al salir de la habitación volvimos a la terraza y allí estaba el guardaespaldas, al verlo me cague encima, su cara era de odio absoluto, me había llevado a su pequeña mas de una hora y media. Laura se puso en medio rápidamente intento calmarle.

 

LAU: tranquilo Mario, me he fugado del baño sola, estaba harta de la fiesta y me he quedado aqui charlando con el.- Mario la miro cabreado, la cogió del brazo.

 

MARIA: ¿a que coño te crees que estas jugando?¿podía haberte pasado algo?¿y si no llego a estar yo?

 

YO: ya la hubiera ayudado yo.- craso error meterme.

 

MARIO: tu, pedazo de mierda, cierra lo boca antes de que te la parta.

 

LAU: déjale, solo me ha hecho compañía, ¿para una vez que me divierto tienes que estropearlo? – las palabras apaciguaron algo su animo.

 

MARIO: tu padre a preguntado por ti, no sabia donde estabas, le he tenido que mentir, sabes que odio hacerlo, esto se ha acabado nos vamos a casa.- tiro de ella y la arrastro por la escalera increpando su actitud.

 

Me tranquilice un poco al ver que se iba sin partirme algo, gracias a Laura, me temblaban las piernas de la adrenalina de imaginarme teniendo que zafarme de aquella mole.Deje pasar un rato para que se marcharan sin tener que cruzarme con el , no fuera a ser que cambiara de idea. Cuando lo hice pase por el baño de señoras, ante mi insolencia alguna palabra fuerte pero lo que no vi fue a Matahari, sin duda había vuelto a la fiesta hacia tiempo. Salí al gran salon buscando a Eli o Mariana, encontré a la 2º dándole la chapa a un hombre, me acerque y la di un toque en el brazo para llamar su atencion, se percato y despidiéndose amablemente del caballero me me acerco.

 

MARIANA: ¿donde narices estabas?

YO: pasando un rato con la hija del alcalde ¿por?

 

MARIANA: ¿habrá quedado satisfecha? por que si no estamos jodidas.

YO: ¿pero que pasa?

 

MARIANA: al rato de irte con esa niñata ha entrado el musculitos a por ella, sacado a todas del baño , se ha vuelto un poco loco, pero lo importante es que no salio Matahari, debía estar dentro pero cuando hemos ido a entrar no estaba, y no había vuelto al salon, hemos estado investigando y parece ser que la muy zorra ha subido a la zona de las habitaciones a buscar al de la federación de futbol.

 

YO: ¿el marido de la Duquesa?

 

MARIANA: si , y es el premio gordo de la noche, he mandado a Eli a ver si descubre algo, pero lleva un rato sin aparecer, y no me coge el teléfono.

 

YO: ¿y el resto de objetivos? no he visto a ninguno aqui, son las 2 casi, se acaba el tiempo y solo llevamos 2.

MARIANA: la entrenadora femenina de futbol esta perdida, nadie la ha visto aqui, suponemos que junto al de la federación de futbol al que ha ido a buscar Matahri, la de tenis no ha bajado desde que subió al inicio de la noche …………………..oye te agradezco todo esto, la verdad es que es mas de lo que esperaba de ti pero si no hacemos nada tendrán un año de subvenciones y ayudas las de futbol femenino y como la maldita puta se haga con el de futbol estamos jodidas, no sabemos para quien trabaja, puede unirse a al fiesta para sus beneficios y chantajearles si les pilla.

YO: esta claro que aqui ya no hay nada que hacer, tenemos que subir a las habitaciones, toma mi numero y nos escribimos mensajes, quedate aqui por si hay noticias.

 

Salí corriendo hacia los ascensores, segun el panfleto de la fiesta en la planta 3º estaba totalmente reservada para los asistentes a la fiesta.Al llegar llame a Eli, daba señal pero no me lo cogía.Busque por los pasillos y habitaciones, se oían murmullos y ruidos de sexo por muchas de ellas, me vibro el móvil, era un mensaje de Eli.

ELI: “no puedo hablar ni hacer ruido, tengo el móvil en silencio, estoy escondida en un armario empotrado con el de la federación follando delante de mi.” – ¿como había acabado allí?

 

YO: “¿que habitación?”

ELI: “la 203”

 

Me puse a buscarla, tarde un tiempo, putos pasillos de hotel, encontré la fila de los 200, estaba algo apartada, me acerque con cuidado a la puerta. Se oían gritos de sexo dentro, con un hombre jadeando como un cerdo.

 

YO: “¿estoy en la puerta que hago?”

 

ELI: -en varios mensajes – “¿y yo que coño se? llevo media hora aqui encerrada, seguí al de la federación de futbol y se metió aqui, salio al poco y me metí a ver que pasaba, pero solo atine a ver a un mujer en la ducha antes de que el volviera a la habitación , sin tiempo de salir me escondí. Le esta metiendo caña, supongo que a la entrenadora de futbol femenino”

 

YO: “¿entro a sacarte?”

ELI: “no no, aléjate un poco, creo que han acabado y el se va.”

 

Así lo hice, me escondí en una esquina y le vi salir, no se quien se había follado pero le había dejado cara de felicidad para un mes.Cuando paso de largo corrí hacia la puerta de la habitación, cuando iba a abrir, salio de golpe Matahari con una cámara en la mano, se sorprendió al verme.

MATAHARI: llegas tarde encanto.- y se fue.

 

Con cuidado abrí, estaba oscuro, entre, vi los pies de un mujer en la cama, se movió, me quede inmóvil, quien fuera se levanto y fue a abrir el grifo de la ducha, intente acercarme a la puerta del único armario empotrado que había, pero la mujer volvió del baño, casi me ve, se agacho y vi como recogía algo de la cama, se adivinaba su silueta, era baja y poco esbelta.Espere unos segundos a que se oyera como se duchaba, y fui al armario, al abrir me encontré a Eli hecha una bola, medio tapada por unas sabanas.Susurramos.

 

YO: ¿que coño haces aqui?, sal rapido.

 

ELI: ayúdame joder, me duele todo de estar aqui metida.

 

La ayude a salir y cuando me iba a la puerta Eli tiro de mi.

ELI: tenemos que saber quien es

 

YO: ¿estas loca y si vuelve el otro?

 

ELI: shhhhh – paso de mi.

 

Se cerco con cuidado, asomando la cabeza por la puerta del baño, había bastante vapor de agua, pero debio ver algo, se dio lo vuelta y salio correteando de puntillas con cara de subidón. Me agarro la mano y me saco de la habitación , nos alejamos lo suficiente.

 

YO: ¿quien coño era?, no era la puta, la he visto salir depsues…..

ELI: ya, no era Matahari, pero si era puta ¡¡¡¡¡¡¡¡era la de tenis!!!!!!

 

YO: ¡¡¡¡ NO JODAS!!!!

ELI: yo no, pero no veas ella jajajajajajajja y ahora Matahari lo tiene tondo en video.

 

Nos echamos a reír, y le conté mi escarceo con Laura, me felicito de nuevo, mientras note mi móvil vibrar, era Mariana avisando que el de la federación de fútbol había vuelto a la sala, y pidiendo explicaciones.La llamamos para contarle los hechos.

 

MARANA: pero sera mala guarra, la del tenis me dijo que ella nunca se rebajaría a estas cosas, deben estar quitando fondos al tenis y esta no quiere perdonarlos.

 

YO: bueno, eso resuelve varias dudas, la cuestion es, ¿donde esta al entrenadora de futbol,femenino?, ¿por que no esta aqui cumpliendo con su querido?, ¿y para que quiere el video Matahari.?

 

ELI: por lo poco que han hablado, creo que la entrenadora se ha hartado y ha cortado por lo sano, Mataharri ha grabado desde la puerta que daba a otra habitación, el no se ha enterado de nada pero estaban “compinchadas”, supongo que para no tener que seguir follándoselo.

 

YO: ahora puede hacer con ese video lo que quiera, chantaje o destruir su reputación, no ha ganado al batalla.

 

MARIANA: no si nos hacemos con el video.

 

ELI: ¿como? lo tiene ya esa guarra.

YO: tenia la camara, pero yo no vi la cinta – corrí de nuevo a la habitación, como no había caido, si estaban “compinchadas” la cinta se la quedaría la de tenis, era de esas antiguas con VHS y había visto la carcasa abierta al salir Matahari, no seria dificil encontrarla.

 

Entre de nuevo con algo de rapidez, no debía de tardar en salir de la ducha, busque por encima, no la veía, recordé, cuando entre se agacho a coger algo a la cama, ¡¡¡¡LA CINTA!!!.Tenia que entrar al baño, me asome, la vi de espaldas, intente ser rapido y mirar por el baño, vi una cinta enciam de un neceser, fui a cogerla………..

 

PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE TENIS ESPAÑOL: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AHHHHHHHHH FUERA DE AQUI PERVERTIDO SOCORRO ME VIOLAN SOCORRO!!!!!!!!!!!!!!!

Me asusto el grito, pero racione rapido.

 

YO: calla mala zorra o lo de esta cinta aparecerá , pixelado el hombre, y quedaras como un puta barata, por cierto, gracias por ducharte y destruir todas las pruebas físicas.- cogí la cinta y salí corriendo.

 

Ella salio corriendo detrás, empapada y desnuda con jabón en el cuerpo por el pasillo, me dirigí corriendo hacia Eli, que estaba como loca al lado de un ascensor dándole al botón y animándome a llegar a ella, yo la enseñe la cinta en la mano.El ascensor llego antes que yo, Eli entro y trato de aguantar las puertas abiertas, fue de pelicula de acción, segun entre en el ascensor cogí a Eli al vuelo y la di la vuelta en el aire, rebote con fuerza contra la pared del propio ascensor con mi espalda para amortiguar el golpe y a Eli, ella se volvió loca pulsando el botón del vestíbulo, la puerto se llego cerrar antes de que aquella masa abstracta de mujer, carne, desnudez maldiciones, insultos, agua y jabón nos alcanzara.

 

Asfixiado caí al suelo con Eli partiéndose el pecho de risa.

 

ELI: que carajos ha pasado allí arriba.

YO: la tengo, tengo la cinta, esa zorra esta loca.- entre respiraciones.

Se agacho y me recostó sobre un lateral del ascensor, se acerco y me dio un beso de cine, que yo correspondi como puse.

 

ELI: vaya examen llevas.

 

YO: para suficiente me da, ¿no? jajajaja

 

Llegamos al vestíbulo, me levante del suelo con Eli del brazo y salimos triunfantes de allí, como a camara lenta, orgullosos ,se debio ver ridículo por que nadie mas allí sabia lo ocurrido, pero a mi me aprecio genial. Apareció Mariana preguntado.

 

MARIANA: ¿la tienes, la cinta?

 

YO aqui mismo – la enseñe

 

MARIANA: guarda eso, lo que tienes es oro puro, una mina de diamantes, tenemos que ver que tiene, venid………

 

Nos llevo a una sala anexa, parecía a un cuarto de trastos pero había un mueble con un TV con video, lo pusimos y nos quedamos a cuadros, estaba………..

 

YO: ¿vacía?, no hay nada, no es posible, yo mismo la he cogido de su dueña, tenia que ser.

 

ELI: ¿se abra estropeado?

MARIANA: no creo, Matahari suele usar material de calidad – caí de golpe.

 

YO: ¡¡¡¡¡¡¡¡la puta que la pario, Matahari cambio las cintas, le ha dado una vacía a ella, la grabación era para otra persona!!!!!

 

Se me cayo el alma a los pies, tanto esfuerzo para nada.

 

MARIANA: esa zorra siempre ha estado trabajando para otro, ¿quien sera?

ELI: da igual, ya no se puede hacer nada, en breve le entregara al cinta al que la pagaba, si no lo hizo ya.

 

YO: ¿quien puede ser Mariana? ¿quien haria esto?

 

MARIANA: tenemos muchos candidatos, el presidente de futbol es muy importante, tenerle pillado es alcanzar el cielo.

 

YO: joder alguno habrá muy enfadado para hacer esto

 

MARIANA: Mi apuesta es que los de atletismo, estaban muy jodidos ultimamente, les quito una cesión de parte de las ayudas hace unos meses.

YO: ¿tienes el móvil de Matahari?

 

MARIANA: si, ¿pero para que?

 

YO: esto puede funcionar, mándala un mensaje privado, que no vea tu numero, dile que eres de atletismo y que se cambia la zona de entrega, pon alguna habitación de arriba.

 

ELI: y de que sirve, lo mismo ya la entrego, o no son lo de atletismo, o que no se fié.

 

YO: en todos esos casos ya hemos perdido la cinta, como ahora, pero ¿y si cuela?

 

MARIANA: daría igual aunque la pillemos, esa loca no soltara la cinta, y puede que ni la lleve encima.

 

ELI: bueno…………tenemos a Raúl.

 

MARIANA: ¿y que va ha hacer, darla una paliza? seguro que alguno ya lo ha hecho, esa no soltara prenda.

ELI: creeme, podemos intentarlo, con el, si la metemos en una habitación aislada, cantara.

 

 

CONTINUARA……………….


Relato erótico: “Pillé a mi vecina recién divorciada muy caliente 5” (POR GOLFO)

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11

Sobre las nueve de la mañana, sentí que Paloma se despertaba, que sigilosamente se levantaba y abriendo el armaría, cogía unas cuantas corbatas. Supe de inmediato cual era su intención y acomodando mi cabeza en la almohada, me quedé mirando mientras con mucho cuidado para no despertarla, tomaba el brazo derecho de mi esposa y lo ataba al cabecero.

        «Lo de ayer iba en serio», me dije al ver que repetía la misma operación con el izquierdo.

        No contenta con limitar los movimientos de sus manos, mi vecina hizo lo mismo con los tobillos de María y solo después de comprobar que le iba resultar imposible el liberarse, se puso encima de ella y mirándome a los ojos comentó:

        ―Observa y disfruta, pero no intervengas.

        Tras lo cual, la empezó a besar. Como resulta lógico, mi esposa no tardó en despertar y al darse cuenta de que estaba atada, sonrió:

        ― ¿Y esto?

        Obviando la pregunta, Paloma sacó su lengua y bajando por su cuello, comenzó a lamer cada centímetro de su piel con la intención de ir derribando poco a poco sus defensas.

―Te has levantado traviesa― suspiró mi mujer al sentir que su amiga se apoderaba de sus pechos.

Nuevamente nuestra vecina se abstuvo de contestar y siguió su andadura, dejando un húmedo rastro con su lengua en su camino hacia el sexo de su inmóvil víctima.

―No seas cabrona, suéltame― le pidió María al sentir que los dedos de la morena separaban sus labios.

La ausencia de respuesta lejos de molestarla le hizo gracia y cerrando los ojos, decidió al sentir que la lengua de Paloma jugueteaba entre sus pliegues mientras buscaba su clítoris.

Mi vecina no pudo reprimir un suspiro al saborear ese sabroso coño y poseída de un fervor casi religioso, buscó con su boca el placer de mi esposa. Contraviniendo sus órdenes, acaricié los pechos de María y mientras le regalaba un pellizco en sus pezones, la besé.

Para mi sorpresa, mi amada pareja de tantos años debía de estar muy necesitada porque necesitar más prolegómenos, se corrió sobre las sabanas.  Paloma al notarlo no se sintió satisfecha y queriendo prolongar el éxtasis de su amiga, metió un par de dedos con el propósito claro de follársela mientras con la otra mano se empezaba a masturbar.

―Sigue comiéndome las tetas, cabrón― me soltó totalmente desaforada María.

Alucinado, la hice caso mientras era testigo de cómo su cuerpo convulsionaba sobre la cama al verse presa de un renovado, pero no por ello menos prodigioso orgasmo.

―Se nota que le ha gustado su despertar a la zorra de tu mujer― me comentó nuestra vecina mientras seguía atacando con firmeza y decisión el coño de mi señora.

Deseando que su amiga profundizara el contacto, mi mujer buscó moviendo sus caderas presionara la morena, pero lo único que consiguió fue elevar su calentura.

―Necesito que me folles― me rogó gritando.

Sus chillidos se convirtieron en alaridos de placer cuando cambiando de postura, Paloma entrelazó sus piernas con las de ella mientras le restregaba el coño contra su indefensa vulva. 

Para entonces deseaba unirme, pero no lo hice quizás porque hasta entonces nunca había presenciado algo tan erótico. Lo único que me permití fue acariciarlas mientras ellas disfrutaban como lobas en celo al sentir la humedad de la otra mezclándose con la suya en una arcaica danza de fecundidad.

Comprendí lo cachonda que se había puesto mi mujer al observar que, dominada por un frenesí asombroso, al percibir los síntomas de un nuevo placer, forzó aún más su postura y viendo que no podía usar sus manos, se metió los dedos del pie de Paloma en la boca mientras la oía explotar dando puñetazos contra el colchón.

―Joder, cariño. ¡Qué forma de correrte! ― comenté descojonado.

Su entrega provocó que nuestra vecina decidiera dar un paso más y desprendiéndose de sus piernas, se alzó sobre ella para acto seguido, acercar su coño a la boca de María.

 ―Trabaja puta, ¡lame mi sexo! ― exigió con tono seco.

Mi mujer no quiso o no pudo negarle ese capricho y sacando su lengua comenzó a devorar ese mas que encharcado chumino. Incapaz de seguir al margen, me puse detrás de nuestra vecina y mientras María daba buena cuenta de su flujo, posé la cabeza de mi glande entre sus nalgas.

Paloma al sentir el contacto, me rogó que la tomara. No pude desoír su pedido y de un solo empujón, rellené su conducto. El grito que pegó al ser sodomizada de ese modo azuzó todavía más a mi mujer e imprimiendo mayor velocidad a su lengua, recogió hambrienta el maná que brotaba del coño de la morena.

―Hijo de puta― gimiendo en arameo, mi vecina se corrió al sentir ese doble y certero ataque.

Y es que mientras María se hacía fuerte en su sexo con la boca, mis embestidas se volvieron salvajes y con mis huevos rebotando en su sexo, la besé.

Paloma recibió mis labios con alegría y moviendo su trasero, me imploró que acelerara aún más.

―Te voy a destrozar― comenté preocupado.

―Me da igual― insistió chillando.

Complaciendo su petición, incrementé mi velocidad. No me extrañó escuchar sus aullidos, pero no por ello me compadecí de Paloma y usando mis manos como garras, me aferré a sus tetas decidido a terminar de romper el carnoso y duro trasero que la naturaleza le dio.

Al poco tiempo, noté su flujo recorriendo mis muslos y preso de una lujuria sin par al comprender que se acercaba mi propio orgasmo, mordí su cuello. Ese brutal sobre su piel fue la gota que le faltaba para rendirse y desplomándose sobre el rostro de María, explotó dejándose llevar por el placer.

―Baña mi culo con tu semen― rugió todavía insatisfecha.

Aceptando su sugerencia, me cogí de sus caderas y forzando cada una de mis embestidas, no paré hasta derramar mi simiente en el interior de trasero. Tras lo cual, exhausto pero contento me tumbé en la cama junto a mi esposa que seguía atada al cabecero.

―Libérame― susurró esta.

Con voz tan seca como autoritaria, Paloma contestó:

―Te equivocas si piensas que esto se ha acabado― y poniendo cara de viciosa, continuó: ―Me ha encantado que tu marido me encule en tu presencia, pero ahora necesito sentir que siento al follarme a una puta como tú.

María, que no entendía todavía las intenciones de su amiga, tardó en reaccionar y Paloma aprovechó el momento para darle una sonora bofetada.

―Me has hecho daño, zorra― se quejó tocándose la adolorida mejilla.

Nuestra vecina soltó una carcajada:

― ¿No te gustó? Pues eso no es nada en comparación con el que te voy a hacer si no me obedeces.

He de confesar que me excitó ver la indefensión de mi pareja y por eso mantuve un silencio cómplice, mientras la morena se levantaba de la cama y sin esconder sus intenciones, se ajustaba un arnés a la cintura.

― ¿No pensaras meterme esa cosa? ― preocupada chilló mi mujer al ver el tamaño del pene que llevaba adosado.

Sonriendo, Paloma se permitió el lujo de pasar uno de sus dedos por los pliegues del sexo de su víctima antes de contestarla:

―No te quejes tanto. Las dos sabemos que te pone cachonda saber que voy a follarte.

María buscó mi apoyo con su mirada, pero al ver mi sonrisa, comprendió que no iba a defenderla y por primera vez se empezó a preocupar. Nuestra vecina al darse cuenta cogió los pechos de mi mujer y me los enseñó diciendo:

―Menudo par de pitones tiene tu perra― y aumentando la vergüenza de María, le pellizcó los pezones mientras le susurraba que era una guarra.  

Mi señora gimió de deseo al notar la acción de los dedos de la morena sobre sus areolas y sin dejarme de mirar, nuevamente me pidió ayuda. Si pensaba que iba a ir en su auxilio, se equivocaba porque haciendo caso omiso de sus ruegos, me senté en una silla para contemplar su rendición.

―Separa tus rodillas, puta. Quiero que el cerdo de tu marido disfrute de la visión de tu coño mientras te follo―, ordenó mientras con las manos, le abría las piernas.

Desde mi posición, pude observar que María se estaba excitando por momentos. No solo tenía los pezones erectos, sino que se notaba que la humedad estaba haciendo aparición en su sexo.

La morena al notarlo metió dos dedos en el interior del coño de mi amada mientras torturaba sus pezones con los dedos. María, luchando contra el deseo y con la cara desencajada, comenzó a llorar implorando que la dejara. Sin apiadarse de sus lágrimas, nuestra vecina murmuró en su oído:

― ¿Qué sientes al saberte en mis manos? Estás cachonda, ¿verdad? ¡Guarra!

Tras lo cual y viendo que mi señora había dejado de combatir su dominio y que aceptaba que la estuviese masturbando con dos dedos, le preguntó si estaba lista para ser follada por ella.

―Nunca― respondió mientras intentaba soltarse.

Paloma, al oír su respuesta, sonrió y acercando a la boca de mi esposa el enorme glande de plástico que tenía entre sus piernas, le soltó:

―Harías bien en embadurnarlo con saliva, si no quieres que te lo incruste totalmente seco.

Con resignación en su mirada y temiendo que nuestra vecina cumpliera su amenaza, María separó los labios y se lo metió en la boca con la intención de lubricarlo. Lo que no previó fue que Paloma viera en ello su oportunidad y dando un pequeño empujón, se lo clavara en la garganta.

Sorprendida, chilló de dolor, pero no intentó huir y sacándoselo de la boca, lo comenzó a lamer como si de mi pene se tratara. Mas excitado de lo que me gustaría reconocer, observé la cara de lujuria que nuestra vecina al contemplar la entrega de su amiga al cambiar la boca por el interior del coño de mi amada. Tras varios intentos fallidos, por fin, completó su objetivo y una vez conseguido ni siquiera esperó a que su víctima se acostumbrara y comenzó a machacar su vagina con sadismo.

― ¡Te lo ruego, déjame! ― chilló en busca de su compasión.

―Todavía no te enteras de lo mucho que me pone el follarte― respondió y recalcando su dominio, le mordió en los labios.

Esa dura caricia espoleó la faceta sumisa de mi mujer y ante mi pasmo contemplé que, cambiando de expresión, pedía a su captora que siguiera castigándola porque había sido muy puta.

―Suéltala― me pidió sin dejar de machacar su interior con ese trabuco de plástico.

Por alguna razón no pude negarme y tras liberarla, fui testigo de que, cambiando de postura, la ponía a cuatro patas sobre la cama y sin decir ni agua va, volvía a empalarla mientras dándole una serie de azotes le castigaba sus nalgas.

― ¡Sigue! – gritó al sentir ese sádico correctivo sobre su trasero.

Incapaz de hacer nada por defenderla, admiré como nuestra vecina azotaba una y otra vez a mi mujer mientras le perforaba el coño sin compasión. Ya con el culo de su víctima casi en carne viva, paró y mirándome, me preguntó si me apetecía darle por culo mientras ella seguía follándosela.

Temiendo que fuese demasiado el castigo, me me negué, pero entonces escuché que mi señora me decía:

―Mi trasero te espera.

Sin llegar a creer lo que había oído, la miré y al observar que sonreía, pedí a Paloma que me dejara encima. Nuestra vecina no se lo pensó dos veces y tumbándose en la cama, exigió a María que se volviera a meter el pene artificial.

Sin esperar a que esa puta sádica repitiera su orden, mi esposa se empaló y acto seguido separó sus nalgas con sus dos manos, dándome a entender que estaba lista.

Habituado a sus gustos, supe que debía lubricarla y por ello, estaba recogiendo parte de su flujo para untarle el ojete cuando Paloma me gritó que parara porque no se merecía ser tomada con muchos miramientos.

―Obedece a esa zorra― gritó mi mujer.

Su autorización junto con las risas con las que Paloma recibió el insulto aguijoneó mi calentura y forcé la entrada trasera de mi esposa con mi pene. Gracias a su ano estaba acostumbrado a ser usado sexualmente, no la desgarré porque si no, a buen seguro, la violencia que usé hubiese tenido consecuencias.

― ¡Dios! ― aulló al sentir su ojete mancillado.

La morena se rio al comprobar la cara de sufrimiento de María, producto del salvaje modo en que la estábamos cabalgando:

― ¿Te ha dicho tu marido que eres una buena yegua? ―  disfrutando de su entrega, preguntó.

―Me encanta― sin contestar estrictamente la pregunta mi mujer confesó para acto seguido decirle que estaba a punto de correrse.

Creyó que había cometido un error al decírselo porque al oírla, Paloma tiró de su melena y mordiendo con saña sus labios, le prohibió correrse.

―Por favor, no aguanto más― respondió llorando.

Supo que la había malinterpretado porque saliendo de su coño, nuestra vecina me pidió que la sustituyera en el sexo de María, diciendo:

―No podemos desperdiciar tu simiente, es hora de que preñes a tu parienta.

No hizo falta que me lo repitiera, y tras ensartarla con una certera cuchillada, la cogí de sus pechos y reinicié la cabalgada. Contagiada por la lujuria, mi señora me rogó que la tomara sin compasión y disfrutando de la cadencia con la que la cabeza de mi glande chocaba con la pared de su vagina, berreó como una loca pidiendo más.

 Que exteriorizara así su rendición fue la gota que le faltaba a mi pene para reventar y esta vez, fui yo quien rugió de placer sentir que regaba con mi semilla su fértil útero mientras se desplomaba sobre la cama.

Cuando ya satisfecho saqué mi verga de su interior, Paloma se tumbó a nuestro lado y besándonos a ambos, comentó:

―Dile a la puta de tu señora que en cuanto descanse, se ponga el arnés porque quiero recibir el mismo tratamiento.

La respuesta de mi amada María no pudo ser más genuina por que pegando un grito de alegría contestó:

―Estaré encantada de hacerlo.

Tras lo cual hundió su lengua en el rosado esfínter de Paloma, nuestra fiel amiga, nuestra despechada vecina, pero ante todo nuestra ardiente y calentorra amante.

12

El resto del verano no volvimos a ver al ex marido de Paloma. En un principio pensamos que, molesto por compartir lugar de veraneo con ella, había cogido a su nueva, joven y preñadísima mujer y se la había llevado a otro pueblo. Lo cierto es que no fue así. Por motivos de trabajo tuvo que volver a Madrid, dejando a la que había sido su secretaria disfrutando de la playa.

        La primera vez que nos dimos cuenta de que la muchacha estaba sola fue cuando una mañana mi esposa comentó porque no llevábamos a Paloma a conocer una coqueta cala que había a unos kilómetros.

―Es preciosa pero no tiene chiringuito― respondí poco dispuesto a perder todo un día en un sitio sin bar.

María y nuestra vecina debían haberlo hablado porque callaron mi boca al enseñarme una nevera repleta de cervezas. No tardé en dar mi brazo a torcer al prometer mi señora que si no teníamos compañía me compensaría gratamente.

―Tenéis razón, puede estar bien― repliqué imaginando a ese par en plan calentorras.

Paloma me pidió que llevara una cámara de fotos. Al preguntarle porqué, con tono pícaro, respondió:

―La zorra de tu mujer no tiene fotos bañándonos en el mar en pelotas.

― ¿Y tú?

Soltando una carcajada, confesó que tampoco.

La perspectiva no podía ser más interesante. Por eso recogiendo todos los bártulos, nos subimos al coche y una hora después de haberlo decidido, llegamos en compañía de mis dos mujeres a esa recóndita playa.

La elección de sus trajes de baño no podía ser casual, eran un ejemplo de indecencia que dudo que ninguna de las dos hubiese atrevido a ponerse si en vez de esa cala totalmente desierta, hubiese estado atestada.

 «Serán unas golfas, pero están muy buenas», sentencié mentalmente al admirar sus cuerpos maduros dentro de esos escuetos bikinis que resaltaban la perfección de sus formas.

Nuestra vecina se percató de mi mirada y sonriendo cogió de la mano a mi mujer para acto seguido salir corriendo. Con la cámara de fotos colgada en mi cuello, la puta sombrilla, la nevera y demás utensilios playeros a cuesta, llegué diez minutos más tarde a donde ese par de cabronas habían colocado las toallas.

 ―Me habéis dejado con todo― protesté más cabreado que una mona.

 Sonriendo de oreja a oreja, María se acercó a Paloma y tumbándose sobre ella, la besó. Juro que no me esperaba que empezaran tan fuerte y menos que mirando mi entrepierna y con tono divertido me dijeran que si con tan poco me había puesto cachondo.

―Sois un par de pervertidas― respondí mientras me fijaba en que los pezones de ambas se habrían erizado bajo la ropa.

Lejos de molestarles el insulto, se rieron e incluso María me reconoció que me habían llevado ahí porque querían que les hiciese un book erótico. He de decir que, aunque ya tenía en la cabeza hacerle fotos picantes, nunca me imaginé que me pidieran que les tomara unas de claro carácter porno y por ello con tono extrañado, pregunté a Paloma si estaba de acuerdo con mi esposa.

―Claro― respondió: ― La idea me parece buenísima. Así tendremos el mejor y más cachondo recuerdo de este verano.

Estaba preparando ya el trípode cuando de pronto escuchamos que llegaba alguien y maldiciendo por el retraso que eso supondría, les pregunté si no tenían calor.

―Tengo el coño al rojo vivo― en plan bestia comentó la morena.

 Desternillada por la burrada, María tomó de la mano a nuestra amante y salió corriendo hacia el agua mientras decía tonto el último. Deseando acompañarlas, me entretuve ocultando la cámara no fuera que me la robaran durante el baño y eso me permitió reconocer a la mujer que estaba entrando a la playa.

 «¡No puede ser! Es la chavala por la que dejaron a Paloma», dije para mí al ver que dejaba caer su bolso al lado de nuestras toallas.

Habiendo tanta arena, me extraño que se plantara tan cerca de nosotros y por ello me la quedé mirando mientras se despojaba del vestido que llevaba puesto, dejando al aire su embarazo. Estaba pensando que esa niña aún con panza estaba más que apetecible cuando dirigiéndose a mí, susurró si no me importaba que se colocara ahí, pero es que había tan poca gente que le daba miedo tomar el sol tan sola.

―No hay problema― respondí un tanto cortado al saber que no nos había reconocido.

Mirandola de reojo, concluí que embutida en ese traje de baño tan pegado, esa rubia de ojos verdes estaba más que buena.

«¡Menudos melones!», mentalmente exclamé al revisar el tamaño de sus hinchados pechos. Eran tan enormes en proporción con su cuerpo que involuntariamente mi miembro se endureció solo con pensar en que se sentiría teniéndolos en la boca.

El repaso que di a sus desmesuradas ubres tampoco le pasó desapercibido pero la joven, en vez de enfadarse, al ver que me la comía con los ojos sonrió. El destino quiso que en ese momento desde la orilla María me preguntara si iba a tardar mucho en acompañarlas y aproveché ese comentario para salir huyendo de ahí sin que se me notara mucho.

La erección que lucía al llegar hasta ella, la intrigó y descojonada me pidió que le explicara lo que había pasado justo en el instante que Paloma se nos unía.

―No os lo vais a creer. ¿Sabéis quien es la cría que se ha puesto junto a nosotros? ― sin anestesia solté.

Mirando hacia la playa, ambas comprendieron quien era al observar la prominente curvatura de su estómago.

― ¿No fastidies que es la nueva? ― contestó con evidente cabreo la despechada.

―Así es. Pero no busques a tu ex, porque no vendrá. Me ha dicho que viene sola al pedirme permiso para ponerse tan cerca.

Justo entonces, mi esposa comentó a nuestra amante que con ella ahí era imposible hacer el book y que por qué no se acercaban a decirle a la recién llegada quien era para que se fuera. Sorprendiéndonos como tantas otras veces, Paloma se negó de plano y con una sonrisa malévola, nos pidió que la acompañáramos de vuelta a nuestras toallas.

He de confesar que no sabía lo que se le había ocurrido y por eso me resultó extraño que nada mas tumbarse en su toalla, nuestra vecina lanzándome el bote de la crema me pidiera que si la ayudaba. No me esperaba ni el tono meloso con el que lo pidió y menos que se quitara la parte de arriba del bikini.

― ¿Qué te pasa? ¿No quieres meterme mano? ― soltó al ver que no comenzaba.

Comprendí que lo había dicho en voz alta para que la pareja de su ex lo oyera. Asumiendo que lo que quería era escandalizarla, me eché un buen chorro en la mano y tanteando el terreno, comencé a esparcirla por sus hombros esperando que me diera instrucciones

―Te dejo que seas más atrevido― susurró al sentir mis dedos dando un suave masaje a los músculos de su cuello.

Curiosamente, la embarazada no parecía en absoluto escandalizada con la actitud de Paloma. Muy al contrario, cualquiera diría que le divertía No sabiendo a qué atenerme, decidí seguir untando la crema y bajando por su cuerpo, empezando casi en el cuello, fui recorriendo su espalda hasta llegar cerca de su trasero.

La morena suspiró al notar el frescor sobre su piel y sin que yo se lo tuviese que pedir se quitó la braguita del bikini.

―Échame también en el trasero. Piensa que, si se me quema, luego no vas a poder jugar con él.

Muerto de vergüenza al ser consciente que la joven había tenido que escucharla. Antes de complacer su deseo, me quedé mirando el culo que tenía que untar y devolviendo la burrada le dije que me iba a resultar imposible no ponerme bruto si tenía que echarle crema a esa maravilla.

Muerta de risa, Paloma contestó:

―A pesar de mis años, lo tengo cojonudo.

 Hasta ese momento, mi esposa había permanecido al margen, pero al ver que por no parecer demasiado ansioso estaba embadurnándoselo con las yemas sin apoyar la palma, intervino y dando un sonoro azote sobre el trasero de nuestra amante, me exigió que usara toda la mano para que no le quedara marca.

Creí que el gemido de Paloma al experimentar esa inesperada caricia iba a escandalizar a la muchacha, pero haciéndome ver lo equivocado que estaba, sin dejar de espiarnos, la chavala sonrió:

«¿De qué va esta tía? Cualquiera diría que se está divirtiendo», me pregunté al ver que ni se marchaba indignada de la playa, ni tampoco cogiendo su toalla se cambiaba de sitio

Obedeciendo a mi señora, me puse a untar el trasero de nuestra amante con una friega descontrolada sobre sus nalgas. Fue entonces cuando, di un pasó más cogiendo el bote y echando un buen chorro sobre su raja. La bestia de Paloma al sentir el bronceador acercándose a su ojete, separó sus cachetes con las manos y poniendo su culo en pompa, me soltó:

―No te cortes.

Comprendí que me daba vía libre para recorrer los bordes de su ojete. Lo que no me esperaba fue que en ese momento María usará uno de sus dedos para horadar el culo de nuestra amante.

―Dios, ¡cómo me gusta! ― suspiró su víctima mientras se quedaba mirando a la pareja de su ex.

La embarazada ni siquiera se inmutó y siguió observando la escena sin perderse detalle. Convencido de mi papel, me puse ya sin reparos a disfrutar de ese trasero. Y magreando con descaro sus nalgas, las abrí en dirección a la joven para que pudiera contemplar por vez primera el ojete de Paloma.

«Esta tía no se va ni echándola un cubo de aceite hirviendo», pensé asumiendo por su mirada que se estaba excitando.

Queriendo verificar este extremo, crucé la frontera de lo moralmente aceptable, comenté en voz alta que se notaba que lo tenía ya dilatado y eso que decía que últimamente le había dado uso.

―Para el idiota de mi ex, el culo no existe sexualmente. Siempre decía que era solo para cagar― respondió casi gritando. 

Juro que me pareció escuchar un gemido proveniente de nuestra vecina de playa de placer y debió ser así porque María me pidió que la ayudara.

― ¿Ayudarte a qué? ― pregunté.

Su respuesta consistió en volver a introducir una yema en el trasero de nuestra amante mientras me cogía la mano y la ponía sobre su sexo.

―Mira que sois putas― sonreí y lanzándome en picado, comencé a masturbarla mientras ella hacía lo propio con Paloma.

Mirando de reojo, observé que la embarazada no perdía detalle de la escena. Fue entonces cuando señalando la cámara se me ocurrió decirle:

― ¿Te importaría sacarnos unas fotos?

Mi intención había sido que se ofendiera con la pregunta, por eso me sorprendió que con las mejillas totalmente coloradas la joven rubia accediera. Pero aún mas que cogiendo la cámara comenzara a sacar primeros planos del modo en que mi esposa hundía su yema en el trasero de Paloma mientras la masturbaba.

«Joder con la preñadita», pensé al ver el interés con el que inmortalizaba el momento en el que María sumergía un segundo dedo en el rosado esfínter de nuestra amante.

―Dios, ¡cómo me gusta! ― aulló la morena ya totalmente cachonda por el doble estímulo al que la estaba sometiendo.

Sabiendo que no tardaría en correrse, pedí a mi mujer que incrementara la velocidad de sus incursiones mientras me acomodaba de forma que la joven tuviese el mejor ángulo y quitándome el bañador, separé las piernas de la mujer.

―Saca una buena foto mientras se la empotro― comenté riendo.

Tras lo cual, cogiendo mi pene, me puse a juguetear con el sexo de Paloma.

―Fóllame― imploró con su rostro transformado por la lujuria al experimenta el modo en que mi glande se iba abriendo paso entre sus pliegues.

El morbo de saber que nos estaban fotografiando me puso a mil y con un duro movimiento de caderas hundí mi verga hasta el fondo de su coño.

― ¡Hazme sentir mujer! ― rugió la morena al notar que lo tenía encharcado por la facilidad con la que mi verga entró hasta chocar con la pared de su vagina.

La embarazada no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar a mi esposa pedir que le sacara una foto de la lengua de Paloma lamiendo su sexo:

―Lo haría encantada pero primero debería vuestra putita estar comiéndotelo.

 ―Eso lo arreglo en un segundo― respondió María cogiendo la cabeza de nuestra vecina y llevándola a su entrepierna.

Paloma al escuchar que la nueva se refería a ella como vuestra putita se volvió loca y mientras se ponía a devorar el chumino de mi mujer con un ansia brutal, moviendo su trasero, se empezó a meter y a sacar mi pene de su interior a una velocidad inusitada.

―Se nota que la tenéis bien educada― sacando una foto de sus pechos, comentó la joven dejando entrever que suponía en vez de nuestra amante era nuestra sumisa.

Que su sustituta la rebajara a vulgar esclava, la indignó y sin poder reprimirse, le contestó diciendo que no era más que una mujer cuyo ex la había desatendido y que ahora que era libre, había encontrado la felicidad con una pareja amiga.

―No tienes porqué dar explicaciones, ¡puta! ― soltó María y desmontando sus argumentos, le exigió con un doloroso azote que siguiera chupando.

 Humillada hasta decir basta y sintiéndose una zorra, Paloma imprimió a sus caderas una velocidad tal que en su afán por ser tomada me hizo daño:

―Tranquila ― me quejé, pero viendo que no respondía y que seguía descontrolada, le regalé una nueva nalgada diciendo: ― ¡Te he dicho que más despacio!

Paloma sollozó al saber que la novia de su ex jamás se creería que no era nuestra sumisa después de esos dos azotes, pero eso lejos de cortarla curiosamente la excitó y voz en grito, me pidió que no parara de follarla. Al comprobar su entrega, decidí ir en busca de mi placer y cambiando de postura, la agarré de la melena y renovando mis azotes, la azucé a incrementar su ritmo.

Que siguiera castigando sus nalgas mientras su sustituta no paraba de inmortalizarlo, la enervó y todavía con más ardor me exigió

― ¡Sígueme follando como nunca me follaba el inútil de mi marido! ― aulló con su respiración entrecortada por el placer.

Riéndome de ella y susurrando en su oído lo puta que era seguí cabalgando a nuestra amante mientras la embarazada dejaba para la posteridad grabado en la memoria de la cámara.

Asumiendo que la joven estaba encantada siendo la fotógrafa, incrementé el ritmo de mis cuchilladas para conseguir que se grabara en su cerebro la escena y ejerciendo una autoridad que nadie me había dado, la exigí que se masturbara al mismo tiempo que hacía fotos.

Mi esposa se rio al ver que la embarazada se empezaba a pellizcar uno de sus hinchados pechos para cumplir mi orden mientras fotografiaba el sometimiento de la ex de su pareja.

―Parece que la rubita es tan puta como tú― señalando a la joven, murmuró en el oído de nuestra amante.

 La morena al verlo no pudo más y pegando un brutal berrido, se corrió empapando mis piernas con su flujo. El orgasmo de Paloma ejerció de imán y sin poder refrenar ese influjo, haciendo una foto tras otra, la joven se acercó. Momento que aproveché para decirles a ambas que yo no había acabado y cambiando de objetivo, de un solo arreón incrusté mi pene hasta el fondo de su culo.

― ¡Cabronazo! ― gritó al experimentar su ojete invadido.

Sus lamentos lejos de hacerme retroceder me dieron alas para forzando hasta lo indecible su esfínter, comenzar a machacar sus intestinos con mi verga mientras su sustituta nos miraba alucinada.

Los pezones de la rubia marcándose bajo el traje de baño de embarazada me confirmaron que se estaba viendo excitada por la escena. Su calentura tampoco pasó desapercibida a mi mujer que, fijándose en la mancha oscura de su entrepierna, sonriendo le comentó que si necesitaba ayuda para relajarse solo tenía que decirlo.

La chavala estaba tan concentrada enfocando la cámara para tomar un primer plano del momento que no intuyó que María, acercándose por detrás, tomara sus pechos entre las manos mientras le decía que su marido era un imbécil por dejarla sola.

―Todavía no nos hemos casado― contestó sin rehuir el contacto.

Contemplar que María acariciaba a su rival fue demasiado intenso para Paloma y más cuando lamiendo una de sus ubres, escuchó que le decía:

―El mío estaría encantado de consolarte.

Aceptando su derrota, la embarazada dio un gemido al sentir la boca de esa desconocida mamando de ella y y sin darse cuenta empezó a disfrutar mientras a un metro escaso la ex mujer de su novio se debatía inmersa en un mar de sensaciones que nuevamente la impulsaban al placer.

 ―Fóllate a esa perra también― dijo cabreada al ver que se andaba besando con María: ― Se nota que está en celo.

Al escucharla, la joven soltó una carcajada y separándose de mi señora, devolvió la cámara mientras me decía:

―Hoy tengo prisa, pero no lo descarto. Si mañana volvéis a esta playa y me veis llegar, ya sabéis a lo que vengo.

Tras lo cual, acomodándose los pechos dentro del traje de baño, muerta de risa, cogió su toalla y se fue…


“ESA MUJER INDEFENSA FUE MI PERDICIÓN” Libro para descargar (POR GOLFO)

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Sinopsis:

Conozco a través de su asistente social a una indefensa e ingenua jovencita, madre de una hija. Como ave de rapiña, decido aprovecharme de ella sin saber que quizás de cazador, me convertiría en presa. Consciente de la atracción que siento por ella, Malena se dedica a tontear conmigo en plan zorrón.
Pero cuando intento acercarme a ella, se comporta como una calientapollas sin permitir siquiera que la toque. Cada vez más cachondo, tengo que soportar que me deje al cuidado de su hija… ¡Coño! ¡No soy su padre!

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:
 

Para que podías echarle un vistazo, os anexo los dos primeros capítulos

 

Capítulo 1

Reconozco que siempre he sido un cabrón y que a través de los años he aprovechado cualquier oportunidad para echar un polvo, sin importarme los sentimientos de la otra persona. Me he tirado casadas, divorciadas, solteras, altas, bajas, flacas y gordas, en cuanto se me han puesto a tiro.
Me traía sin cuidado las armas a usar para llevármelas a la cama. Buscando mi satisfacción personal, he desempeñado diferentes papeles para conseguirlo. Desde el tímido inexperto al más osado conquistador. Todo valía para aliviar mi calentura. Por ello cuando una mañana me enteré de la difícil situación en que había quedado una criatura, decidí aprovecharme y eso fue mi perdición.
Recuerdo como si fuera ayer, como supe de sus problemas. Estaba entre los brazos de María, una asistente social con la que compartía algo más que arrumacos, cuando recibió una llamada de una cliente. Como el cerdo que soy, al oír que mi amante le aconsejaba que rehacer su vida y olvidar al novio que la había dejado embarazada, no pude menos que poner atención a su conversación.
«Una posible víctima», pensé mientras escuchaba como María trataba de consolarla.
Así me enteré que la chavala en cuestión tenía apenas diecinueve años y que su pareja, en cuanto nació su hija, la había abandonado sin importarle que al hacerlo, la dejara desamparada y sin medios para cuidar a su retoño.
«Suena interesante», me dije poniendo todavía mayor atención a la charla.
Aunque ya estaba interesado, cuando escuché a mi polvo-amiga recriminarle que tenía que madurar y buscarse un trabajo con el que mantenerse, supe que sería bastante fácil conseguir una nueva muesca en mi escopeta.
Tras colgar y mientras la asistente social anotaba unos datos en su expediente, disimuladamente me acerqué y comprobé alborozado que la tal Malena no solo no era fea sino que era un auténtico bombón.
«Está buenísima», sentencié al observar la foto en la que su oscura melena hacía resaltar los ojos azules con los que la naturaleza la había dotado y para colmo todo ello enmarcado en un rostro dulce y bello.
Reconozco que tuve que retener las ganas de preguntar por ella. No quería que notara que había despertado mi interés, sobre todo porque sabía que mi conocida no tardaría en pedir mi ayuda para buscarle un trabajo.
Y así fue. Apenas volvimos a la cama, María me preguntó si podía encontrar un trabajo a una de sus clientes. Haciéndome el despistado, pregunté qué tipo de perfil tenía y si era de confianza.
―Pongo la mano en el fuego por esta cría― contestó ilusionada por hacer una buena obra y sin pensar en las consecuencias, me explicó que aunque no tenía una gran formación, era una niña inteligente y de buenos principios que la mala suerte la había hecho conocer a un desalmado que había abusado de ella.
―Pobre chavala― murmuré encantado y buscando sacar mayor información, insistí en que me dijera todo lo que sabía de ella.
Así me enteré que provenía de una familia humilde y que la extremada religiosidad de sus padres había provocado que, al enterarse que estaba preñada, la apartaran de su lado como si estuviera apestada.
«Indefensa y sola, ¡me gusta!», medité mentalmente mientras en mi rostro ponía una expresión indignada.
María desconocía mis turbias intenciones y por ello no puso reparo en explicarme que la estricta educación que había recibido desde niña, la había convertido en una presa fácil.
―No te entiendo― dejé caer cada vez más encantado con las posibilidades que se me abrían.
―Malena es una incauta que todavía cree en la bondad del ser humano y está tan desesperada por conseguir un modo de vivir, que me temo que caiga en manos de otro hijo de perra como su anterior novio.
―No será para tanto― insistí.
―Desgraciadamente es así. Sin experiencia ni formación, esa niña es carne de cañón de un prostíbulo sino consigue un trabajo que le permita mantener a su hijita.
Poniendo cara de comprender el problema, como si realmente me importara su futuro, insinué a su asistente social que resultaría complicado encontrar un puesto para ella pero que podría hacer un esfuerzo y darle cobijo en mi casa mientras tanto.
―¿Harías eso por mí?― exclamó encantada con la idea porque aunque me conocía de sobra, nunca supuso que sería tan ruin de aprovecharme de la desgracia de su cliente.
Muerto de risa, contesté:
―Si pero con una condición…―habiendo captado su atención, le dije: ―Tendrás que regalarme tu culo.
Sonriendo de oreja a oreja, María me contestó poniéndose a cuatro patas en el colchón…

Capítulo 2

Sabiendo que al día siguiente María me pondría en bandeja a esa criatura, utilicé el resto del día para prepararme. Lo primero que hice fui ir a la “tienda del espía” y comprar una serie de artilugios que necesitaría para convertir mi chalet en una trampa. Tras pagar una suculenta cuenta en ese local, me vi llevando a mi coche varias cámaras camufladas, así como un completo sistema de espionaje.
Ya en mi casa, coloqué una en el cuarto que iba a prestar a esa monada para que ella y su hijita durmieran, otra en el baño que ella usaría y las demás repartidas por la casa. Tras lo cual, pacientemente, programé el sistema para que en mi ausencia grabaran todo lo que ocurría para que al volver pudiera visualizarlo en la soledad de mi habitación. Mis intenciones eran claras, intentaría seducir a esa incauta pero de no caer en mis brazos, usaría las grabaciones para chantajearla.
«Malena será mía antes de darse cuenta», resolví esperanzado y por eso esa noche, salí a celebrarlo con un par de colegas.
Llevaba tres copas y otras tantas cervezas cuando de improviso, mi teléfono empezó a sonar. Extrañado porque alguien me llamara a esas horas, lo saqué de la chaqueta y descubrí que era María quien estaba al otro lado.
―Necesito que vengas a mi oficina― gritó nada más descolgar.
La urgencia con la que me habló me hizo saber que estaba en dificultades y aprovechando que estaba con mis amigos, les convencí para que me acompañaran.
Afortunadamente, Juan y Pedro son dos tíos con huevos porque al llegar al edificio de la asistente social nos encontramos con un energúmeno dando voces e intentando arrebatar un bebé de las manos de su madre mientras María intentaba evitarlo. Nadie tuvo que decirme quien eran, supe al instante que la desdichada muchacha era Malena y que ese animal era su antiguo novio.
Quizás gracias al alcohol, ni siquiera lo medité e interponiéndome entre ellos, recriminé al tipejo su comportamiento. El maldito al comprobar que éramos tres, los hombres que las defendían, se lo pensó mejor y retrocediendo hasta su coche, nos amenazó con terribles consecuencias si le dábamos amparo.
―Te estaré esperando― grité encarando al sujeto, el cual no tuvo más remedio que meterse en el automóvil y salir quemando ruedas. Habiendo huido, me giré y fue entonces cuando por primera vez comprendí que quizás me había equivocado al ofrecer mi ayuda.
¡Malena no era guapa! ¡Era una diosa!
Las lágrimas y su desesperación lejos de menguar su atractivo, lo realzaban al darle un aspecto angelical.
Todavía no me había dado tiempo de reponerme de la sorpresa cuando al presentarnos María, la muchacha se lanzó a mis brazos llorando como una magdalena.
―Tranquila. Si ese cabrón vuelve, tendrá que vérselas conmigo― susurré en su oído mientras intentaba tranquilizarla.
La muchacha al oírme, levantó su cara y me miró. Os juro que me quedé de piedra, incapaz de hablar, al ver en su rostro una devota expresión que iba más allá del mero agradecimiento. Lo creáis o no, me da igual. Malena me observaba como a un caballero andante bajo cuya protección nada malo le pasaría.
«Menuda pieza debe de ser su exnovio», pensé al leer, en sus ojos, el terror que le profesaba.
Tuvo que ser María quien rompiera el silencio que se había instalado sobre esa fría acera, al pedirme que nos fuéramos de allí.
―¿Dónde vamos?― pregunté todavía anonadado por la belleza de esa joven madre.
―Malena no puede volver a la pensión donde vive. Su ex debe de estarla esperando allí. Mejor vamos a tu casa.
Cómo con las prisas había dejado mi coche en el restaurante, los seis nos tuvimos que acomodar en el todoterreno de Juan. Mis colegas se pusieron delante, dejándome a mí con las dos mujeres y la bebé en la parte trasera.
Durante el trayecto, mi amiga se encargó de calmar a la castaña, diciendo que junto a mí, su novio no se atrevería a molestarla. Si ya de por sí que me atribuyera un valor que no tenía, me resultó incómodo, más lo fue escucharla decir que podía fiarse plenamente de mí porque era un buen hombre.
―Lo sé― contestó la cría mirándome con adoración― lo he notado nada más verlo.
Su respuesta me puso la piel de gallina porque creí intuir en ella una mezcla de amor, entrega y sumisión que nada tenía que ver con la imagen que me había hecho de ella.
Al llegar al chalet y mientras mis amigos se ponían la enésima copa, junto a María, acompañé a Malena a su cuarto. La cría estaba tan impresionada con el lujo que veía por doquier que no fue capaz de decir nada pero al entrar en la habitación y ver al lado de su cama una pequeña cuna para su hija, no pudo retener más el llanto y a moco tendido, se puso a llorar mientras me agradecía mis atenciones.
Totalmente cortado, la dejé en manos de mi amiga y pensando en el lio que me había metido, bajé a acompañar a los convulsos bebedores que había dejado en el salón. A María tampoco debió de resultarle sencillo consolarla porque tardó casi una hora en reunirse con nosotros. Su ausencia me permitió tomarme otras dos copas y bromear en plan machote de lo sucedido mientras interiormente, me daba vergüenza el haber instalado esas cámaras.
Una vez abajo, la asistente social rehusó ponerse un lingotazo y con expresión cansada, nos pidió que la acercáramos a su casa. Juan y Pedro se ofrecieron a hacerlo, de forma que me vi despidiéndome de los tres en la puerta.
«Seré un capullo pero esa cría no se merece que me aproveche de ella», dije para mis adentros por el pasillo camino a mi cuarto.
Ya en él, me desnudé y me metí en la cama, sin dejar de pensar en la desvalida muchacha que descansaba junto a su hija en la habitación de al lado. Sin ganas de dormir, encendí la tele y puse una serie policiaca que me hiciera olvidar su presencia. No habían pasado ni cinco minutos cuando escuché que tocaban a mi puerta.
―Pasa― respondí sabiendo que no podía ser otra que Malena.
Para lo que no estaba preparado fue para verla entrar únicamente vestida con una de mis camisas. La chavala se percató de mi mirada y tras pedirme perdón, me explicó que como, había dejado su ropa en la pensión, Maria se la había dado.
No sé si en ese momento, me impresionó más el dolor que traslucía por todos sus poros o el impresionante atractivo y la sensualidad de esa cría vestida de esa forma. Lo cierto es que no pude dejar de admirar la belleza de sus piernas desnudas mientras Malena se acercaba a mí pero fue al sentarse al borde de mi colchón cuando mi corazón se puso a mil al descubrir el alucinante canalillo que se adivinaba entre sus pechos.
―No importa― alcancé a decir― mañana te conseguiré algo que ponerte.
Mis palabras resultaron sinceras, a pesar que mi mente solo podía especular con desgarrar esa camisa y por ello, al escucharme, la joven se puso nuevamente a llorar mientras me decía que, de alguna forma, conseguiría compensar la ayuda que le estaba brindando.
Reconozco que, momentáneamente, me compadecí de ella y sin otras intenciones que calmarla, la abracé. Lo malo fue que al estrecharla entre mis brazos, sentí sus hinchados pechos presionando contra el mío e involuntariamente, mi pene se alzó bajo la sábana como pocas veces antes. Todavía desconozco si esa cría se percató de la violenta atracción que provocó en mí pero lo cierto es que si lo hizo, no le importó porque no hizo ningún intento de separarse.
«Tranquilo macho, no es el momento», me repetí tratando de evitar que mis hormonas me hicieran cometer una tontería.
Ajena a la tortura que suponía tenerla abrazada y buscando mi auxilio, Malena apoyó su cabeza en mi pecho y con tono quejumbroso, me dio nuevamente las gracias por lo que estaba haciendo por ella.
―No es nada― contesté, contemplando de reojo su busto, cada vez más excitado― cualquiera haría lo mismo.
―Eso no es cierto. Desde niña sé que si un hombre te ayuda es porque quiere algo. En cambio, tú me has ayudado sin pedirme nada a cambio.
El tono meloso de la muchacha incrementó mi turbación:
¡Parecía que estaba tonteando conmigo!
Asumiendo que no debía cometer una burrada, conseguí separarme de ella y mientras todo mi ser me pedía hundirme entre sus piernas, la mandé a su cuarto diciendo:
―Ya hablaremos en la mañana. Ahora es mejor que vayas con tu hija, no vaya a despertarse.
Frunciendo el ceño, Malena aceptó mi sugerencia pero antes de irse desde la puerta, me preguntó:
―¿A qué hora te despiertas?
―Aprovechando que es sábado, me levantaré a las diez. ¿Por qué lo preguntas?
Regalándome una dulce sonrisa, me respondió:
―Ya que nos permites vivir contigo, que menos que prepararte el desayuno.
Tras lo cual, se despidió de mí y tomó rumbo a su habitación, sin saber que mientras iba por el pasillo, me quedaba admirando el sensual meneo de sus nalgas al caminar.
«¡Menudo culo tiene!», exclamé absorto al certificar la dureza de ese trasero.
Ya solo, apagué la luz, deseando que el descanso me hiciera olvidar las ganas que tenía de poseerla. Desgraciadamente, la oscuridad de mi cuarto, en vez de relajarme, me excitó al no poder alejar la imagen de su belleza.
Era tanta mi calentura que todavía hoy me avergüenzo por haber dejado volar mi imaginación esa noche como mal menor. Sabiendo que, de no hacerlo, corría el riesgo de pasarme la noche en vela, me imaginé a esa preciosidad llegando hasta mi cama, diciendo:
―¿Puedo ayudarte a descansar?― tras lo cual sin pedir mi opinión, se arrodilló y metiendo su mano bajó las sábanas, empezó a acariciar mi entrepierna.
Cachondo por esa visión, forcé mi fantasía para que Malena, poniendo cara de putón desorejado, comentara mientras se subía sobre mí:
―Necesito agradecerte tu ayuda― y recalcando sus palabras, buscó el contacto de mis labios.
No tardé en responder a su beso con pasión. Malena al comprobar que cedía y que mis manos acariciaban su culo desnudo, llevó sus manos hasta mi pene y sacándolo de su encierro, me gritó:
―¡Tómame!
Incapaz de mantener la cordura, separé sus piernas y permití que acomodara mi miembro en su sexo. Contra toda lógica, ella pareció la más necesitada y con un breve movimiento se lo incrustó hasta dentro pegando un grito. Su chillido desencadeno mi lujuria y quitándole mi camisa, descubrí con placer la perfección de sus tetas. Dotadas con unos pezones grandes y negros, se me antojaron irresistibles y abriendo mi boca, me puse a saborear de ese manjar con sus gemidos como música ambiente.
Malena, presa por la pasión, se quedó quieta mientras mi lengua jugaba con los bordes de sus areolas, al tiempo que mis caricias se iban haciendo cada vez más obsesivas. Disfrutando de mi ataque, las caderas de esa onírica mujer comenzaron a moverse en busca del placer.
―Estoy cachonda― suspiró al sentir que sopesando con mis manos el tamaño de sus senos, pellizcaba uno de sus pezones.
Obviando su calentura, con un lento vaivén, fui haciéndome dueño con mi pene de su cueva. Ella al notar su sexo atiborrado, pegó un aullido y sin poder hacer nada, se vio sacudida por el placer mientras un torrente de flujo corría por mis muslos.
―Fóllame, mi caballero andante― suspiró totalmente indefensa― ¡soy toda tuya!
Su exacerbada petición me terminó de excitar y pellizcando nuevamente sus pezones, profundicé el ataque que soportaba su coño con mi pene. La cría, al experimentar la presión de mi glande chocando contra la pared de su vagina, gritó y retorciéndose como posesa, me pidió que no parara. Obedeciendo me apoderé de sus senos y usándolos como ancla, me afiancé en ellos antes de comenzar un suave trote con nuestros cuerpos. Fue entonces su cuando, berreando entre gemidos, chilló:
―Demuéstrame que eres un hombre.
Sus deseos me hicieron enloquecer y cómo un perturbado, incrementé la profundidad de mis caderas mientras ella, voz en grito, me azuzaba a que me dejara llevar y la preñara. La paranoia en la que estaba instalado no me permitió recordar que todo era producto de mi mente y al escucharla, convertí mi lento trotar en un desbocado galope cuyo único fin era satisfacer mi lujuria.
Mientras alcanzaba esa meta imaginaria, esa cría disfrutó sin pausa de una sucesión de ruidosos orgasmos. La entrega de la que hizo gala convirtió mi cerebro en una caldera a punto de explotar y por eso viendo que mi pene no tardaría en sembrar su vientre con mi simiente, la informé de lo que iba a ocurrir.
Malena, al escuchar mi aviso, contestó desesperada que me corriera dentro de ella y contrayendo los músculos de su vagina, obligó a mi pene a vaciarse en su interior.
―Mi caballero andante― sollozó al notar las descargas de mi miembro y sin dejar que lo sacara, convirtió su coño en una batidora que zarandeó sin descanso hasta que consiguió ordeñar todo el semen de mis huevos.
Agotado por el esfuerzo, me desplomé en la cama y aunque sabía que no era real, me encantó oír a esa morena decir mientras volvía a su alcoba:
―Esto es solo un anticipo del placer que te daré.
Ya relajado y con una sonrisa en los labios, cerré los ojos y caí en brazos de Morfeo…

Relato erótico: “Dos muchachitas en situaciones de infortunio” (POR PERVERSO)

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DOS MUCHACHITAS EN SITUACIONES DE INFORTUNIO

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En la residencia Fuentes un día después de los anteriores hechos……………

En la dicha mansión una vanidosa chiquilla se arreglaba para asistir a la escuela, una universidad particular a la cual asistían los hijos de las familias más acaudaladas de la zona y ciudades circunvecinas y en donde el uso de un uniforme escolar no era obligatorio así que tanto jóvenes como señoritas aprovechaban para sacar a lucir sus mejores y más caros atuendos procedentes de las más reconocidas tiendas departamentales.

La apetecible nena encendía su televisión con la finalidad de encontrar un canal con algo de entretenimiento para distraerse, cambiaba y cambiaba constantemente pasando por uno en donde un noticiero informaban sobre un supuesto asalto a un motel ubicado a orillas de la ciudad, la muchachita no prestó atención a lo que se decía y siguió cambiando de canal hasta encontrar lo que buscaba.

La jovencita, de cuerpo curvilíneamente formado a base de gimnasio, aerobics y bajo una estricta y demandante dieta supervisada por su propia madre, adornaba su excelsa figura con una delgada blusa blanca de esas que se amarran de la parte de atrás y que por enfrente solo sobresalen dos tiras de telas las cuales apenas y alcanzaban a tapar sus mayúsculos pechos tan grandes que uno solo era capaz de abastecer a una mano masculina, la jovencita no llevaba sostén por lo que parte de sus melones podía ser apreciada sin dificultad alguna por ambos laterales y como era de esperarse ante el menor movimiento presentaban un bamboleantemente infartante movimiento capaz de hacer desatender a los varones de cualquier tarea que en ese preciso momento estuviesen realizando.

Con esta misma prenda la chiquilla dejaba en claro su gusto por lucir su bien formado y femeninamente marcado vientre sin el más minúsculo rastro de grasa ni piel de naranja, exhibiendo esa hipnotizante curva que se forma solo en las estilizadas cinturas femeninas y que cada vez se va ampliando más hacia abajo para formar las tremendas caderas de hembra en perfecto desarrollo.

La adinerada chiquilla se colocaba un calzón muy sexy que se ajustaba perfecto a su orgulloso trasero y a ese depilado tesoro que la nena resguardaba entre sus muslos y en esas semidesnudas condiciones buscaba y se agachaba sin cuidado alguno (pues sabía que nadie la veía) tratando de encontrar los complementos perfectos para su insinuante vestuario sin imaginarse el tremendo culo de diosa que se le formaba, las tremendas nalgas lucían a simple vista duritas y suavecitas pudiendo provocar un daño craneoencefálico a aquel que tuviera la dicha de verla en esas precarias condiciones ya que su tremendo culo solo hacía ver aún más breve de lo que ya era su estrecha cintura, la nena a pesar de no estar acostumbrada a usar en la calle ropas tan insinuantes pues sabia de lo plebeyos que podían resultar los hombres que conformaban el fáunico ambiente allá fuera lo hacia esta vez no solo porque quisiera verse ese día más llamativa de lo que ya era.

La razón era que esta chiquilla había quedado junto a algunos amigos incluidos su novio, un joven y apuesto galán con un físico atlético que atraía las miradas de casi todas las féminas del instituto, de ir a un recién inaugurado antro según muy fino y sin restricciones y querían comprobar lo dicho, para esto la nena ya había pedido permiso a sus padres siendo concedido por estos (para sorpresa de ella) y fiel a su vanidad quería verse muy llamativa, sus padres habían cedido al permiso pues consideraban al novio de su hija Dulce Lissette como un muchacho serio y responsable, pero sobre todo con un futuro próspero y asegurado por venir de buena familia sin imaginar que este muchacho como muchos de estos jovencitos que no cuentan con una supervisión paternal adecuada había comenzado en secreto a consumir drogas, cosa que su adorada novia ya sabía pero no se atrevía a contar ni a sus padres ni a los de él, lo que si es que esta condición ya había causado algunos problemas en la joven pareja de enamorados, a pesar de ser algo libertina la muchachita Dulce aun no contraía este mal visto hábito.

La recién bañada y semivestida chiquilla se terminaba de retocar por demás meticulosa, pintaba sus uñas cuidadosamente, planchaba su dorado cabello hasta que no se sintiera que este fuera casi de seda, un poco de rímel alrededor de los ojos y un combinado juego de sombras dándole más vista a sus modestos ojos azules, no había necesidad de usar pestañas postizas para resaltarlas ya que hasta en eso esta nena era perfecta, con esa brocha que utilizan las mujeres colocaba maquillaje en toda la superficie de su rostro para que este no brillara en ningún momento, perfumaba su cuerpo con las esencias más caras y deliciosas que su padre le pudo haber conseguido, todo debía de ser perfecto ese día como cualquier día en que salía a divertirse sin la presencia de sus padres, observaba en un espejo su por demás bello rostro heredado de su hermosa madre (ahora modelo retirada pero quien veía en su hija su viva imagen), Dulce era una copia exacta de cuando su madre tenía esa edad y ese cuerpo que por mucho tiempo exhibió orgullosa en las pasarelas (lugar donde conquistó al viejo de Gustavo).

De hecho la muchachita tenía dos años que se dedicaba al modelaje, no al modelaje profesional pues solo participaba como edecán en eventos de alcurnia en las empresas donde su padre, pero ya su mamá aun con contactos en este glamoroso mundo había estado forjando los cimientos de lo que sería el inicio formal de la carrera de su hija, además de que en dichos eventos la jovencita había logrado acaparar las miradas de los viejos empresarios interesados en disponer del “talento” de tan jugosa chiquilla y de igual modo interesados en patrocinar la despegante carrera de tan hermosa promesa.

Pero toda esta perfección física y todo este mundo novelesco, todo este encantador rostro y sugerente cuerpo pertenecían a una nena por demás altanera y berrinchuda. La jovencita Fuentes siempre, desde pequeña, fue una niña presumida, siempre por lo general grosera con la servidumbre a disposición de su familia, incapaz de valorar el trabajo de los demás, despreciar o criticar a las personas solo porque estas no tenían los mismos lujos y oportunidades para salir adelante, negándose rotundamente a considerarlos como semejantes, todo esto alentada por su padre quien desde pequeña le dejó bien en claro que ellos pertenecían a una estirpe superior, su madre si bien no enseñaba ese tipo de cosas a la chiquilla tampoco le importaba inculcarle valores como el respeto, era una mujer que aún no reconocía sus responsabilidades como madre aun cuando su nena ya contaba con recién cumplidos 19 añitos.

En materia sexual la joven Dulce no era muy activa, no había tenido muchos encuentros amorosos con su novio (único en su vida) debido que al pertenecer a tan reconocida y pudiente familia la cual siempre estaba presente en las más selectas reuniones y exquisitas congregaciones no dejaban tiempo suficiente para que la nena saliera muy seguido a distraerse como una jovencita de su edad lo demanda, su vida se limitaba a aburridos simposios de familias honorables las cuales se reunían para discutir el porqué de sus logros y el cómo hacerse más ricos, a los cultos llegaban personalidades tan reconocidas como miembros de la política en servicio al pueblo o jubilados, importantes accionistas o algún inversionista extranjero interesado.

La nena además de estudiar en tan distinguida institución también contaba con maestros particulares que ocupaban más tiempo que bien podría ella utilizar para dedicar a alguna actividad propia de su juventud, incluso también sus padres pareciera que querían convertir a la nena en una especie de máquina traductora pues pagaban exageradas cantidades de dinero a maestros idiomáticos quienes atareaban a la niña con extenuantes clases principalmente de inglés, alemán, italiano y la siempre favorita de ella, el francés.

Todo esto no dejaba mucho tiempo a la joven pareja para entretenerse en cuestiones amorosas, limitándose a solo besos, abrazos y apapachos con su prometido, en alguna ocasión el joven macho tuvo la oportunidad de llegar hasta el coito pero debido a las prisas y a su inexperiencia en estos campos, a su duda si con su arma podría lastimar a su doncella, al estrés que le brindaban sus desgastantes estudios y su participación directa en los negocios de su (de él) padre ni siquiera recuerda bien si llegó a desvirgar a su novia como se debe, cosa que después de una serie de complicados acontecimientos y mitos machistas llevaron a una casi desintegración de la pareja, en estos momentos buscando la reconciliación.

La nena una vez terminada de vestirse, habiendo escogido una minifalda compuesta aparentemente por lentejuelas rosas que le daban un aspecto brilloso, bajó para despedirse de su madre quien se encontraba en la sala tomando un café y pensando en cual sería ahora la excusa que su esposo le daría por no haber llegado a dormir la noche anterior, no era la primera vez que el viejo no llegaba a dormir pero esta vez la joven esposa se notaba seria y enojada.

-mamá ya me voy- bajaba la chiquilla con ese atuendo muy llamativo, esto no era molesto para su madre ya que se veía en su hija recordando sus buenos tiempos, no es que la señora Fuentes fuera un cuerpo ya en decadencia, a sus 40 años (ella inició en el modelaje muy joven, después de tener a Dulce no abandonó las pasarelas) lucia lo suficientemente joven y bella como para dar la impresión de ser una hembra de 30, y eso hablando de una treintañera de muy buen ver, aparentando de esta manera que el viejo Gustavo le llevaba más de los veintitantos años de los que en realidad era mayor que ella.

-hija que crees, tu padre otra vez no llegó a dormir anoche- decía la voluptuosa señora.

-umm, lo anormal sería que hubiera venido a dormir- respondía la nena al tiempo que veía como su madre al parecer tenía un compromiso pues estaba vestida para una situación elegante, la nena tomaba una postura insinuantemente coqueta, posturas que le salían naturalmente y solo resaltaban lo mejor de su anatomía.

-lo llamé pero nunca contestó, debió de haberse ido de fiesta con sus amigos- Mónica (la señora de la casa) sabía muy bien los gustos de su esposo, conocía de sus mentiras e infidelidades pero se mantenía en silencio para evitar un escándalo mayor.

Este tipo de familias suelen ser objeto de observación por parte de algunos metiches quienes se valen de eso para sacar algo de provecho o simplemente para vender alguna noticia que interese a los medios, además de las repercusiones que esto tendría y los desprestigios que se generarían en el seno de la familia Fuentes, que si bien todas las demás familias tenían cola que les pisaran en este tema solo esperaban a que una cayera para demostrar su hipócrita repudio ante tales situaciones, de por si Mónica no se casó con el viejo por amor, y si en algún momento le faltara amor y el viejo no se encontrara para proporcionárselo no hacía falta quien quisiera darle un poco de cariño.

-umm, sí que ha de ver estado buena la fiesta como para no llegar a dormir- decía la chiquilla en forma de sarcasmo, pues ya intuía en donde posiblemente se encontraba su respetable padre al tiempo que recargaba sus manos en un sillón y femeninamente sacaba más el tremendo culo que poseía, su faldita se subía a niveles infernales ya que se detenía a escasos centímetros de enseñar el nacimiento de sus carnosas nalgas, considerando que sus elevadas zapatillas también aportaban a la causa.

-sabes que hija?, hoy voy a ir a visitar a tu abuela y posiblemente no llegue a dormir, ¿si tu padre puede porque yo no?, ¿tengo entendido que vas a salir con tus amigos después de la escuela verdad?- dijo la señora.

-si mamá, acuérdate que voy a ir con mis amigas al antro, llegaré tarde- respondía la nena.

-ok, bueno hija me voy, cualquier cosa molesta a tu padre quieres- decía esto la señora saliendo por la puerta principal dejando a su hija en la sala esperando a su novio quien pasaría por ella.

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En un pequeño cuarto ubicado justo detrás de una cantina una discrepante pareja dormía plácidamente, ambos cuerpos desnudos y sudorosos se recuperaban después de una ardua noche de pasión en donde a base de gritos e insultos la pareja demostró su amor mutuamente, de esos dos el que más llamaba la atención era un tremendo cuerpo femenino que había quedado prácticamente desecho, un gigantesco gordo era el primero en despertarse para contemplar la visión de una verdadera belleza cuya melena castaña yacía revoloteada por todo su hermoso rostro, sus párpados aún se cubrían con ese juego de sombras con la cual fue maquillada la noche anterior, de igual manera sus labios aún se cubrían, aunque en menor medida, de ese atractivo color rojo que utilizó para adornarlos y reforzarlos como arma de seducción, dichos labios se veían extremadamente jugosos y muy carnosos, dignos de tener una verga entre ellos.

El gordo escuchó como la nena prolongaba una de sus respiraciones y emitía una especie de suspiro ronroneante al tiempo que ella misma cambiaba de posición y dormida acurrucaba su curvilíneo cuerpo aún más cerca del gordo mientras uno de sus bracitos se aferraba a la voluminosa bola de cebo de Pancho, quedando abrazada de este pelmazo.

El troglodita veía ese blanco y femenino bracito descansar arriba de su morena y grotesca panza completamente peluda y grasienta, dejándolo nuevamente empalmado con esa impactante visión de hembra desnuda y recién cogida contrastando tonos de pieles y apariencias anatómicas, aunque la barriga del porcino le imposibilitaba que pudiera verse su verga en esa posición, podía sentir el poderío de esta manifestándose en sus máximas prolongaciones, repegada a su cuerpo de lo rígida que se encontraba, todavía a partir de fuerza en su pelvis jugaba a moverla escuchándose el sonido de esta cuando caía y chocaba contra su grasoso vientre bajo sobrepoblado de pelos.

-Panchoo, Panchoo- alguien tocaba la puerta, el viejo escuchó y con toda la lentitud que lo caracterizaba se levantó buscando sus sucios pantalones dejando a la desnuda chiquilla aun dormida tendida en la cama para dirigirse a ver quién lo llamaba.

-que vergas quieres pendejo, no ves que estoy descansando- se trataba de su compañero Lucio quien venía a buscar al cetácico.

El otro bribón asomaba por la puerta su horrendo rostro de descendencia equina alcanzando a observar la acostada silueta de Margarita, quien aun semitapada la sábana no podía disimularle el tremendo culo que se gastaba esta otra chiquilla recién conocida por él, su mente no lograba razonar como este viejo gordo de Pancho tenia o pudo haber tenido la suerte de toparse con una jovencita de ese calibre y más encima de todo verla dormida y desnuda y a él todo sudado y apestoso a sexo y comprender como es que una nena tan hermosa como esa pudo haber tenido sexo con ese viejo tan repugnante, sin embargo el pensar las posibles cochinadas que este par pudo haber hecho en la intimidad no hacía más que pararle la verga a todo lo que esta daba y mantener viva la llama de la esperanza de poder lograr algo con esa hermosura, ya que si se acostaba con Pancho que estaba viejo y obeso lo más seguro es que también podría acostarse con él, eso es lo que pensaba este otro vejete considerándose no tan gordo ni viejo como el primero.

Y es que el deforme cuerpo de Pancho aún se impregnaba por los jugos vaginales que de la nena se escaparon como manguera y cuyo olor llegaba a las narices de este otro viejo despertándole una ganas tremendas por meterse ahí mismo y cogérsela hasta caer prácticamente muerto, del cuarto un reconocible y muy penetrante olor a sexo se escapaba por entre la puerta y la nena dormida boca abajo dejaba ver lo despeinada que se encontraba corroborando las posibles porquerías que se pudieron llevar a cabo en tan desgastante noche pasional, lo que indicaba que había tenido una noche muy agitada.

El verla toda despeinada y destrozada no causaba más que acrecentarle su morbo a este extraño hombrecillo, digo extraño por su formación corporal que más tarde relataré más a detalle, era un estímulo extra verla ahí acostadita recién cogida, admirar su perfección y justificar que el tipo de hembras como Margarita nacieron exactamente para lo que seguro Pancho le hizo, darle verga hasta por las orejas, hablando de Pancho este se empezaba a molestar al ver como Lucio, con su vista clavada en la chiquilla, comenzara a babear aparentemente solo por la calorosa visión y a reír de forma retorcida.

-y vienes a decirme algo o vienes a hacerte chaquetas mentales con mi vieja??- dijo Pancho quien veía enojado como Lucio no le quitaba sus lujuriosos y lagañudos ojos de encima a su atractiva hembra quien volvía a acomodarse ahora de lado adquiriendo una posición fetal lo que hacía marcar poderosamente sus caderas las cuales sobresalían más que notoriamente por sobre su cintura, además de exhibir aún más descarada la tremenda redondez de su provocativo culo.

-eehh…………………  jejejejeje……………… este……………… Felipe, te quiere ver- dijo Lucio quien en verdad estaba hipnotizado con la visión, hubiera pagado a Pancho para que este solo lo dejara ver como la nena dormía y masturbarse ahí al lado de esa pletórica ninfa sacada de alguna novela élfica, el gordo supuso que Lucio al parecer no traía ningún otro mensaje además de que ya casi atravesaba por él mismo la puerta así que se dignó a retirarlo.

-dile que en un momento voy- el oso volvía a meterse a su cuarto cerrando la puerta y dejando a Lucio con ganas de ver más, Lucio estaba atravesando por una crisis sexual, tenía algo de tiempo que no cogía y sus huevos reventaban en leche, estaba tan feo el pobre que ni siquiera las putas todas gordas y viejas aceptaban echarse un palo con él, aun ni pagándoles, este viejo solo tenía sexo violando a alguna pobre alma desamparada y hacía meses que no había tenido mucha suerte, y el ver a Margarita en semejante estado solo lo perturbaba aún más recriminando su maldita suerte.

Pero el chaparro viejo no se desanimaba y creía fervientemente que el día de su próxima cogida estaba cerca, y que esta afortunada señorita debía de ser nada menos que la voluptuosa Margarita.

“esa pinche vieja esta rebuena, me la tengo que coger si o si, me vale verga que el puto Pancho me corte los huevos, vale verga que sea una vil puta que se deje coger por dinero, esa hembra lo vale, es más, con el dinero que me den por mi participación en el secuestro me la trabo y me desaparezco jejejejeje” decía para sus adentros el empalmado Lucio ya masajeándose su verga de forma descarada por encima de su pantalón como si esta le picara, solo quedaba desearle a Margarita que saliera ilesa ante las depravadas intenciones de Lucio o de cualquier otro viejo que parece solo pensaban en cogérsela nada más con verla.

El delincuente de Pancho salía para reunirse con Felipe en su oficina.

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Mar se despertaba después de la desgastante cogida que el viejo Pancho le había pegado la noche anterior, toda adolorida de su rico cuerpo (principalmente de su pelvis) abría sus hermosos ojitos un poco rojos por efecto del alcohol, era tarde, casi las diez de la mañana, había dormido unas seis horas que en nada le habían ayudado, su cuerpo literalmente molido se revolvía tratando de incorporarse, podía sentir el colchón de la cama donde descansaba aun húmedo por toda clase de fluidos corporales tanto de ella como del gordo así como una esencia pegajosa y olorosa cubriendo toda su sensual anatomía, su vagina estaba muy apestosa a lubricantes y verga sucia así como unos cuantos vellos púbicos del viejo yacían pegados a sus labios vaginales, además sentía en su boca un raro sabor, su cabeza le dolía como respuesta después de haber ingerido alcohol toda la noche.

Después de expresar un profundo bostezo la jovencita se dio cuenta de su completa desnudez, así que con toda la femineidad que caracterizaba cada uno de sus movimientos se enrolló con la sucia sábana para cubrir su esbelto cuerpo, con una de sus manos llevó un extremo de la sabana para tapar sus apetecibles senos y con otro delicado movimiento logró cubrir sus prominentes caderas junto a su formidable trasero, buscó con su verde mirada al viejo pero este no estaba, nuevamente la había dejado encerrada, buscó su vestido negro pero al igual que el blanco estaba hecho un harapo.

Aprovechó el momento de soledad para darse un baño, se sentía asquerosa, ultrajada y no pudo evitar llorar mientras el agua de la regadera limpiaba su imponente cuerpo, con sus delicadas manitas refregaba su cuerpo y golpeaba su cabeza en la pared por haber sido tan estúpida y haberse dejado nuevamente coger por el desagradable y ruin villano “como pude ser tan estúpida”, decía la tremenda y encuerada chiquilla con el agua de la regadera resbalando por sus potentes nalgas.

A pesar de haber estado borracha la jovencita aun recordaba parte de la fogosa escena, y por supuesto recordaba algunas de las frases con las que ella misma alentaba a su grasiento compañero de cama a darle más, “yo no quise decir eso” decía la desconsolada chiquilla en una forma de autojustificarse por lo que había acontecido horas atrás mientras las ganas de llorar parecían derrumbarla.

Sin embargo, así como recordaba todas estas frases también recordó haber sentido ¿una especie de atracción hacia tal sujeto?, recordó las sensaciones tan placenteras que este le proporcionaba mamándole y masturbándole la panocha, cada orgasmo recibido y nunca antes sentido que la llevaron hasta la locura, a experimentar convulsiones y a chorrearse de una forma nunca antes disfrutada por ella, lo llena que se sentía al tener esa vergota dentro y como ella reaccionaba moviéndose ondulatoriamente secundándolo hasta el grado de rendirse ante un viejo que sin duda en otras condiciones vomitaría con solo imaginárselo penetrándola.

Si bien recordaba todo esto ella se negaba a reconocerlo, pero su sexo la hizo entrar más en confusión o le hizo ver lo inevitable, mientras recordaba todo esto ella se humedecía, se llevó su mano a su concha solo para ver como esta estaba mojada, muy mojada, y pensando en la posibilidad de que nada de esta excitación era cierto y solo se trataba del agua que caía de la regadera en una desesperada opción por constatar lo dicho por ella se talló su panocha y se llevó su mano a su nariz para comprobar como efectivamente lo que le escurría era lubricante vaginal.

-estoy mojada- dijo la nena sin creer hasta donde podía llegar su cuerpo, estaba nerviosa corroborando como su cuerpo se estaba excitando con solo pensar como el viejo le hacia el amor.

Intentó calmarse, quizás si pensaba en otras cosas su calentura desaparecería pero no pudo, las imágenes de Pancho arremetiéndola mientras sonreía victorioso se aclaraban casi al realismo y no hacían más que mojarla más, para colmo sus pezones se empezaron a erizar como púas así que llevándose un dedo a su boquita pensó.

“quizás solo sea una reacción normal por haber tenido sexo hace rato, quizás si me…. (la nena se abochornaba de su carita)rasco un poquito se me pase” dijo Mar cruzando sus piernas, colocando una por delante de la otra y comenzando con un delicado y muy femenino movimiento de fricción de sus muslos sobre su escurrida panochita.

Muy pronto Margarita comprendió que así nunca iba a lograr su propósito, así que separando un poco sus piernas y volteando a todos lados como si se sintiera observada por millones de ojos comenzó a llevar su manita cada vez más abajo, dejaba ver que no lo hacía muy decidida pues su manita avanzaba unos cuantos centímetros para retroceder otros pocos llegándose a quedar estancada haciendo un círculo sobre su ombligo mientras con su otra mano peinaba a mas no poder su cabello.

Al fin se decidió y con toda la pena del mundo comenzó a deslizar sus dedos muy levemente mientras su vista se dirigía a cualquier parte, como si le diera pena lo que estaba haciendo pero era más que nada la incomodidad de estarse tocando en una casa distinta a la suya, pero al parecer esto se le olvidó cuando muy sonrojada ya deslizaba uno de sus deditos por toda le extensión de su húmeda zanja.

“¿pero que estoy haciendo?” decía la nena ya una vez que su dedo se enterraba en tan gloriosa y deseada fuente de su mujeril néctar capaz de asosiegar a las bestias más salvajes sin embargo no paró ahí, a pesar de todo estaba sintiendo tan rico así que sin preocupación alguna ahora se dedicaba a masajearse la concha como lo dictan los cánones, la nena aún se encontraba en el baño, por un momento pensó en irse a tirar a la cama y abrirse de patas para seguirse tocando pero allá no podría alertar de la presencia del gordo en caso de que este entrara sino hasta que ya lo tuviera enfrente por lo que decidió continuar y terminar su labor adentro de ese descuidado baño todo sucio y con limo creciendo bajo las paredes.

La nena acomodó su cuerpo recargando su esbelta espalda en una de las dichas paredes, la que vio más limpia de esa verde esencia natural, manteniendo su cuerpo ligeramente angulado, comenzó a realizar los movimientos masturbatorios que ella ya conocía, primero con una mano pero después se fue incorporando la otra, ante sus vanos impedimentos comenzó a emitir cada vez más reconocibles y alargados gemidos a tal punto que estos en cuestión de minutos ya resonaban con todo y eco dentro de ese cuartito.

Fue aquí donde su mente volvió a ser asaltada por las deformes muecas de gozo que expresaba el porcino cada que tenía el placer de someterla, la conchita de Mar reaccionaba ante tales desequilibrados eventos y se escurría como pocas veces lo había hecho, los ríos de jugos recorrían buena parte de sus muslos bañando todo lo que encontraban a su paso, llegando hasta sus rodillas, algunos cayendo en forma de gotas a partir de ahí, otros bajando hasta sus carnosas pantorrillas femeninamente porporcionadas, y es que Mar no se daba tregua metiéndose ahora dos dedos, penetrándose como si de una verga se trataran, quizás la nena lo que quería era que una caliente y pulsante verga estuviera en esos momentos ocupando el lugar de sus delgados deditos y precisamente eran estos retorcidos pensamientos los que estaban haciendo que Mar no dejara de escurrirse.

Mar abrió por un momento sus ojitos, le pareció escuchar algo pero al comprobar que era un clavo lo que se cayó volvió a cerrarlos y siguió en lo suyo, sacó su jugosa lengua que recorría sus apetecibles labios mientras ahora movía su mano en forma de círculo justo arriba de su clítoris para continuar ahora con ligeras pero sonoras palpadas que daba sobre su colorada conchita, si bien la noche anterior aclaró al viejo no ser una puta en estos momentos se estaba comportando como una, su carita de pequeña viciosa salida era prueba de ello.

La mente de Mar siguió siendo atacada por horrendas imágenes cada vez más lúgubres y asquerosas, pero que asco era lo último que a esta nena le causaban, ella se imaginaba ahora en tales momentos y completamente poseída por una insana calentura comenzó a realizar movimientos copulatorios sin importar que en estos minutos careciera de pareja, pero en su mente imaginaba que la presencia del gordo estaba con ella acompañándola en dichos ajetreos, por un momento llegó a sentir, como si esto fuera cierto, la verga del gordo abriéndose paso por su reducido y cuidado conducto, sintiendo como el pesado cuerpo del hombre que la cogía la aplastaba hasta hacerla pegar su cuerpo a la pared, incluso llegó a pronunciar el nombre de tan despreciable ser que hasta hace poco la había secuestrado a ella y a su querido padre, la sencilla jovencita estaba imaginándose el ser cogida nuevamente por quizás la persona más repugnante para ella en estos momentos.

-Don Panchooo!!- dijo la nena en voz alta y sin recriminarse por eso siguió dándose ella misma hasta que su cuerpo comenzó a sentir las contracciones orgásmicas a las que estaba a punto de sucumbir.

Por nada del mundo paraba, estaba caliente, completamente en estado de celo y deseosa por terminar con tan gratificante tarea que estaba realizando debido a una repentina aparición periódica que liberaba hasta los niveles más insanos su sexualidad más mórbida.

El orgasmo que vendría sería terrible, casi al grado de doblarle las piernas haciéndola caer, por eso esa obsesión de terminarse ahí mismo, estaba en eso, su panochita ya empezaba a dejar descargar las primeras gotas de tan anhelado elixir pero justo cuando estaba por vaciarse un ruido en la cerradura de la puerta se escuchó, era el viejo quien había regresado.

El viejo, que traía cara de perro debido una fuerte discusión con Felipe, entraba asomándose como primera instancia hacia esa desgastada cama y al no ver a su hembra en ella solo atinó a gritar

-¿en dónde estás hija de tu puta madre?!!!!!!- pensó por un momento que su bella rehén se había escapado.

En milésimas de segundos Margarita reaccionó acomodando su cuerpo y apretando sus manos en contra de su sexo, queriendo impedir a toda costa que su orgasmo saliera y de este modo evitar también sus escandalosos gemidos que saldrían de su boca, alcanzó a gemir pero casi en silencio así que tratando de recomponer su voz habló, no muy audible pero si lo suficientemente entendible.

-ahhh, ahhhaaquie estoy, en el baño, no entre por favor- el gordo quien ya casi se estaba dando la vuelta para salir a buscarla a la calle sintió como su cuerpo inmediatamente dejaba de sudar.

La nena volteó para todos lados y afortunadamente para ella una vieja camisa colgaba de otro clavo así que sin pensarlo mucho la tomó para cubrir su cuerpo y no exponer sus desnudas carnes ante las pervertidas miradas de Pancho, pero el viejo no traía intención de acoplarse en estos momentos, estaba muy emocionado pues ya le habían dado el pitazo de que la hija de Gustavo estaría en un evento social sin supervisión de sus padres, ¿Cómo se enteró?, quien sabe, pero al parecer la explicación más lógica seria que los tantos muchachitos que trabajaban o tenían contacto con el gordo y podían mezclarse con tan distinguidos y adinerado personajes o que mantenían una constante vigilancia de estos a partir de lo que publicaban en sus redes sociales, posiblemente habían visto el estado o biografía del Face de tan despampanante chiquilla donde hacia descripción con lujo de detalle del lugar que se encontraría a tal hora del día, el día de la reunión y con cada una de las personas que la acompañarían, cada una (o) respectivamente etiquetada (o).

Así que el contento viejo se vestía, aunque aún no era la hora pronosticada para tales eventos quería verificar por el mismo de la misma boca de sus jóvenes secuaces si lo que decían era verdad, él no le entendía mucho a eso de las redes sociales, era como un cavernícola en los tiempos actuales pero quería que le explicaran más a detalle cómo se enteraron de eso, estos muchachos seguían a detalle cada movimiento de la jovencita Fuentes, estaba claro que por su hermosura y sus ganas de tenerla desnuda en la cama, pero sabían que Pancho estaba por mucho, niveles arriba de ellos, era como el macho alfa de una manada de leones cuyo propósito se remonta únicamente a fertilizar a las jóvenes leonas para así perpetuar la especie hasta que llegue otro miembro de la plantilla y lo destrone de su puesto.

-a dónde va?- dijo Mar pues veía al viejo metiéndose a su bolsillo la llave de su coche así como guardándose una pistola dentro de sus pantalones, justo a la altura de sus partes.

-que te importa pendeja,- respondió el viejo con su tenebrosa voz.

-usted me dijo que cumpliría su promesa, maldito viejo mentiroso- dijo Mar pensando que el viejo se dirigía a despacharse a su papacito y tímidamente se acercaba al viejo como si pudiera detenerlo, cabe mencionar que esta niña aun no sabía lo de su papacito.

-cállate puta asquerosa!!!, no voy a donde tú crees, voy a tratar otros asuntos,- dijo el viejo sacando de su refri una lata de cerveza, devorándola solo de tres tragos y arrojándola al piso.

-que asuntos??- preguntó Margarita frunciendo el ceño y retirando con una de sus manos un mechón de su fleco que yacía sobre su frente.

-uuuuggggggggg- Pancho lanzaba un tremendo eructo.

-jejejejeje, me da gusto que quieras involucrarte en los asuntos personales de tu macho pero son cosas de hombres, cosas que a ti no incumben, tu solo dedícate a limpiar en el día y a coger durante la noche, nada más, está claro??-

-a propósito porque no has limpiado?!!!!!!- bramó el viejo con la intención de amedrentar a la débil señorita.

-ya le dije, ya le dije que yo no soy su chacha- dijo la nena notándose cada vez más molesta pero sin dejar de sentir extrañas cosquillitas en su panochita debido al estar entablando una conversación precisamente con el hombre con quien había estado fantaseando y hasta masturbándose, ¿o será que las cosquillitas eran debido a que no se pudo consumar el orgasmo y por esta causa es que le comía tanto su sexo?, la mente de la nena se debatía entre estas dos posibles hipótesis.

El viejo vio como la nena le rezongaba, al parecer de tanta amenaza incumplida ya se sentía segura de que el viejo no le haría nada, que era pura boca, apretó el puño con la intención de dejarle bien en claro quién manda pero el notar algo inusual en ella lo hizo calmar, al parecer el viejo había notado en el aire como la pequeña hembrita estaba deseosa de contacto carnal, veía como su carita seguía enrojecida y como sus labios parecían apretarse como si fueran a soplar una vela (el viejo hizo un cambio drástico en su voz, de enfurecido a cachondo).

-yo no quiero pegarte mi amor, pero a veces me obligas, sabes, en este momento me dirigía a ver a un amigo que me debe dinero para cambiarlo por ropa para ti para que ya no andes con esos trapos, para que vistas como solo una hembra de Pancho merece vestir- dijo Pancho acercándose a su hermosa prisionera, esta se volteó dándole la espalda pues lo veía abultando sus asquerosos labios pidiendo beso, el viejo posó sus enormes manos sobre los hombros de ella y terminando de decir su frase le regaló una sonora nalgada que incomodó y sonrojó a la chiquilla pero que no hizo nada para mostrarle al viejo su incomodidad.

La nena al contrario, aprovechando lo romántico que andaba el viejo y al sentir sus caricias sobre sus posaderas (pues el viejo le estaba masajeando la nalga castigada) se atrevió a realizar una solicitud.

-Don Pancho, tengo mucha hambre- dijo la nena volteándose para impedir que el viejo la siguiera tocando y tomándose su estómago.

-mmm, veré que puedo hacer, si me haces el favor de limpiar el cuarto claro- el viejo al parecer había decidido cambiar su táctica de mandón por comenzar a tratar a la nena como un organismo pensante, una persona con garantías individuales y no como un par de agujeros que sirven solo para desestresarse (pues aun no le ocupaba el tercero).

-sí, lo haré- dijo la nena, a decir verdad estaba tranquila que ahora la tarea no consistiera en ofrecer a algún viejo alguna de sus lúbricas cavidades.

-bueno te lo encargo-, el viejo salía del cuarto dejando a la nena otra vez encerrada.

-oiga perooo!!- la nena desconsolada veía como nuevamente sus posibilidades de escapar se reducían, así que no le quedó más que ponerse a realizar la tarea que le dejó encomendada el viejo gordo.

Solo pasaron unos cuantos minutos cuando en eso tocaron a la puerta.

-¿Quién es?- respondió Margarita.

-soy yo, Silvia, abre la puerta-

-no puedo, est…………… no tengo la llave-

-te traigo algo de comer, como te lo paso entonces??- preguntó la joven bailarina.

-por acá, por la ventana- Margarita abría una de las ventanas, la otra chiquilla pasaba el alimento por entre los barrotes, Silvia ya había escuchado pláticas sobre el porqué de la estancia de Mar sin embargo decidió sacarse la duda por ella misma.

Por un momento dudó sobre los chismes que Lencha imprudentemente se había encargado de hacer correr entre las chiquillas que servían tragos en la cantina pues vio como la nena realizaba la limpieza como cualquier ama de casa, como cualquier esposa que quiere mantener limpia su estancia nupcial al lado de su marido, pero se aventuró a preguntar pues era raro que Pancho la dejara encerrada cada vez que salía.

-entonces es cierto?, estas secuestrada?- Margarita solo asintió con la cabeza mientras devoraba el alimento como desesperada, rápidamente vio en esta chiquilla si bien no un medio para escapar si la posibilidad de enviar un recado al exterior, veía como esta otra niña tenía total libertad de andar para acá y para allá, así que sin más se arriesgó.

-Silvia, por favor, necesito que me ayudes-

-no amiga olvídalo, créeme que me indigna tu caso y que de ser posible te ayudaría a salir pero me metería en problemas, de hecho tengo prohibido estar aquí platicando contigo- la joven cantinera incorporaba su cuerpo para hacer acto de abandono cuando en eso fue detenida nuevamente por Mar.

-noo, no te vayas espera, no pido que me ayudes a salir- dijo Mar.

-entonces- respondió Silvia.

-tienes un lápiz y algo donde escribir??- por azares del destino la chiquilla contaba en ese momento con un lapicero y la libretita donde tomaba las órdenes aunque no eran horarios de servicio, prestándoselos a la bella rehén quien escribía y escribía lo más rápido que podía hasta que terminó, arrancando la hoja y devolviendo las cosas a su dueña.

Lo que ambas niñas no sabían era que estaba siendo acechadas por el buitre de Lucio quien había visto como Pancho se retiraba en su cacharro y veía la oportunidad exacta para colarse y hacer suya a la castaña ojiverde, refiriéndose a lo más vulgar posible al decir hacerla suya.

-mira, porfa, solo quiero que lleves esto a la dirección que esta anotada ahí, porfa, es para mi papá, debe de estar preocupado, por favor dime que puedes-

-asu es que- era de pensar lo que le pedía Margarita a Silvia.

-mira te pago pero por favor- dijo la nena y sacó de la cartera de Gustavo (que aún estaba en su poder) dos billetes de 500, total ella no los ocupaba y sabía que algo así de arriesgado merecía un incentivo más que el solo agradecimiento.

-bueno te los aceptaré, a ver dame eso- Silvia al estar tan acostumbrada a recibir dinero de otras personas era algo común aceptarlo, tenía un niño y era hasta cierto punto un poco interesadilla, sin pensarlo los tomó pero le curioseó la procedencia de dicho dinero.

-y este dinero, no es de Pancho verdad?- dijo revisándolo de atrás y adelante.

-noo!!, ayer parece que debuté con esos depravados y pues Don Francisco me recompensó-

-jijijijiji, Don Francisco, que chistoso, debiste de haberle hecho una chamba muy buena a Pancho para que te pagara- dijo Silvia poniendo más que colorada a Margarita.

-oye y porfa, podrías comprarme algo para arreglo personal ya sabes, cepillo de dientes, pasta y…………… algo para ahí abajo- dijo la apenada de Mar.

-jijijiji sí, eso sí es más fácil, bueno ya, déjame y regreso, en la noche te aviso- justo en ese momento Lucio abordaba a Silvia.

-jejejeje, así que quieres ayudar a escapar a esta zorrita verdad, le voy a decir a Pancho- dijo Lucio más que nada por decir algo pues era pendejo hasta para hablar, lo único que quería era entrar y trabarse a Margarita quien lo traía caliente desde que la vio, cuantas manuelas quiso hacerse pero se había jurado que su leche no sería desperdiciada a menos si esta rellenara algún orificio de la joven castaña.

-usted que hace aquí viejo rabo verde?- preguntó Silvia.

-que te importa puta, porque mejor no te largas mientras yo y tu amiguita nos conocemos un poco más íntimo- dijo Lucio agarrándose su verga por encima de su pantalón.

-lárguese viejo cochino- Margarita trataba de ahuyentarlo desde adentro.

Lucio había visto que las nenas se pasaron algo, quizás un papel, y este seguía en las manos de Silvia, así que dio un manazo con la intención de arrebatárselo pero Silvia fue más rápida y sacando una navaja de bolsillo amenazó temblorosamente al horrible viejo quien al parecer venia envalentonado por exceso de caña.

No hubo necesidad de que Silvia dijera más, puesto que Lucio venia desprovisto y al verse en situaciones de desventaja optaba por retirarse.

-maldito viejo, es un depravado, ten cuidado Maguito, lo he escuchado en la cantina platicándole a otros que te trae unas ganas, que te va a…. ya sabes- dijo Silvia guardándose el punzocortante objeto.

Que tan peligroso debía de ser este barrio como para que una joven madre de 23 años tuviera que portar una navaja como defensa personal, hasta que nivel tan bajo de incompetencia, corrupción y descrédito habían caído nuestras “autoridades” como para que los mismos ciudadanos tuvieran que buscar la justicia por su propia mano.

-ja, ni que estuviera tan urgida, mejor un perro, pierde cuidado Silvia esas pulgas no brincan en mi petate- dijo Margarita.

Ambas féminas se despedían y regresaban a sus labores pero Mar estaba contenta de que su papá, a quien ya llevaba casi tres días sin ver, sabría algo de ella e intentaría alertar a las autoridades ya que en la nota Mar había escrito algunos datos suficientes para dar con su paradero, era una chiquilla inteligente, había memorizado el nombre de las calles, el nombre y número del establecimiento (la cantina) y algún negocio que referenciara, a todo esto Silvia le daba confianza pero aun así había maquillado el mansaje para que ni ella sospechara, sin saber que la nota no llegaría a su destino.

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Pasado prácticamente todo el día el monstruoso sujeto regresaba con unas bolsas, se elevó al ver como su hembra le había hecho caso y tenía la casa prácticamente limpia, ahora sí podría presumir que era su hembra y quizás esta noche le sacaría un rato de pasión ahora sin obligarla o tenerla bajo el efecto del alcohol o alguna droga.

Como todo un hombre de la casa llegó y se sentó en su sillón, encendió la tele y para su disfrute había una sensual escena con jóvenes actrices ataviadas en sexys vestidos, el viejo sacó su tremenda verga y sin disimulo comenzó a masajearla.

En tanto la chiquilla intentaba no prestar atención al viejo, ya sabía que se estaba masturbando sin pudor alguno y le incomodaba desviar la vista hacia esa posición, aunque podía escuchar los asquerosos sonidos que la verga del viejo hacía en cada una de sus despescuezadas debido a la exagerada humedad que de esta brotaba.

-oye tú!!, Margarita!!!- gritaba el viejo, no tanto por intimidar sino porque estaba medio drogado pues traía una rara bolsita aspirándola y eso le hacía encrudecerle la voz notoriamente.

-mande- respondió la nena sin mirarlo.

-ves esas bolsas, es ropa para ti, porque no te pruebas un vestido, anda modélamelo- dijo el viejo, estaba caliente por ver como las hembras de la televisión enseñaban pierna y quería ver a su musa hacer lo mismo, vestida de la misma manera.

-ora, y si me concedes ese favor mañana te llevo a ver a tu papacito jejejeje- dictó el viejo.

La jovencita no pudo evitar sorprenderse al escuchar como este viejo decía que le había comprado ropa y más aún, el decirle que la llevaría a ver a su papá, aunque esto último no se lo creyó pero aun así su rostro se iluminó y llevada por tal emoción dirigió su coqueto caminado hacia donde las bolsas. Aunque Margarita ya se imaginaba lo corto que debían de ser las prendas no dejaba de ser ropa para ella y aparte nueva, la camisa del viejo apestaba a sudor y eso la incomodaba pero mejor así que andar desnuda enfrente de tan baboso sujeto.

Tomó la bolsa y la abrió, en su interior un conjunto de cinco vestidos yacían muy bien doblados, los sacó y empezó a medírselos por encima, demostrando su gusto por uno negro al parecer con aberturas que quedarían en uno de sus costados, si bien reconocía que eran muy bonitos y que la calidad era pues no muy buena pero tampoco para quejarse también notó que eran extremadamente cortos y por su escote predecían que nuevamente enseñaría todo, exactamente como a este porcinesco sujeto le gustaba.

-ponte uno- ordenó en viejo, en sus ojos no había más que lujuria y morbosidad, aumentó sus movimientos manuales para de esta manera darle casi vida propia a su moreno instrumento.

La sensual chiquilla comenzó a desabotonarse la camisa, estaba muy nerviosa pues lo estaba haciendo enfrente del viejo quien no le quitaba su caliente mirada de encima, hasta ella se preguntaba porque se cambiaba ahí enfrente de él y no se había ido en primera instancia al baño, el temblor en sus deditos y lo colorado de su rostro eran prueba de su nerviosismo, si bien la noche anterior se había portado como toda una puta esto fue más que nada por el alcohol en su cuerpo y las exquisitas sensaciones que la verga del viejo le hicieron experimentar, pero ahora ya recuperada de sus sentido sentía que debía de moverse de manera graciosa y cachonda y en momentos se mostraba risueña pero sin atreverse a mirar al viejo, fue cuando las cosquillitas en su panocha aparecieron de nuevo recordando que no terminó su labor masturbatoria en cuanto el viejo se fue.

El viejo en tanto estaba con su asquerosa boca abierta, mostrando sus amarillos dientes y llenos de comida atorada entre ellos, su cabello lucia tremendamente seco y se esponjaba tipo afro, solo que con un enorme hundimiento en su coronilla y con visibles faltas de pelo en muchas partes.

Poco a poco Margarita iba dejando al descubierto más carne, su monte venus junto con su sexo se podían apreciar a la vista pues ella había empezado a desvestirse de abajo, la nena en un movimiento rápido se sacó la vieja camisa por sus hombros cayendo esta hasta sus tobillos y escogió el vestido que le había gustado.

La nena se colocó el prostivestido quedando su infernales curvas muy bien delineadas, se podría decir que su físico hasta resaltaba más, sus senos se apretaban escandalosamente ante ese apenas cubriente escote, no tenía tirantes así que el vestido se sostenía solo apretándose de sus enormes senos y dejaba a la vista sus hombros desnudos y ligeramente pecosos, y sus caderas eran comprimidas a tal grado que al vestido no se le hiciera ningún pliegue y se trazaran perfectos tanto sus muslos como su vientre, para desgracia del viejo las aberturas u orificios que el vestido tenia al costado hacían ver pieles de Margarita que con cualquier otro vestido convencional no se verían, a todo esto el viejo babeaba con sus ojos desorbitados y su verga derramando líquido preseminal, la nena sin fijarse en eso se calzó con unas exageradísimas zapatillas de plataforma también compradas, una vez lista se dirigió a modelar para el viejo.

-ya- dijo la nena equilibrándose pues la altura de los tacones era exagerado, además de jalar el vestido hacia abajo pues se le subía escandalosamente.

-pero qué bárbaro que mujeeer!!!!!- el viejo no se cansaba de admirar el cuerpo de Margarita, era tan perfecto que admirarlo era una bendición, era como estar en el paraíso y contemplar a un modelo mucho muy mejorado de lo que debió de haber sido Eva, con todos los errores corregidos y con la voluptuosidad mucho más aumentada.

Veía con sus ojos de sapo esas imponentes piernotas que se cargaba la nena, esas moldeadas pantorrillas tremendamente carnosas que parecieran pertenecer a una gimnasta olímpica, las curvilíneas caderas que se gastaba junto a su cintura perfecta le daban la silueta casi de una guitarra, el viejo se incorporaba para poder apreciar más de cerca los voluminosos pechos y como estos hacían creer que en cualquier momento saltarían ante sus depravados ojos, acercó su rechoncha nariz al cuello de tan espectacular hembra y dio una inhalación tan fuerte llevándose a sus nasales fosas todo ese olor natural de Margarita.

-ahhhhhhhh (al parecer casi tuvo un orgasmo con solo aspirar a la chiquilla), que rico hueles niña,- dijo el viejo mientras ella solo se mordía sus coquetos labios.

La chiquilla lucia algo sumisa, ya no respondía como solía hacerlo antes, no le contestaba al viejo de mala manera, evitaba las groserías y apodos hacia su obesa persona y evitaba también mirarlo con desprecio, ¿será qué se estaba acostumbrando a él?.

-ahora niña, me voy a ir unas horas pero cuando regrese quiero encontrarte así vestida entendiste, jejejeje, otra vez nos vamos a divertir tu y yo esta noche, está claro??- el viejo no dejaba de morbosearla principalmente a sus pechos mientras Margarita daba vueltas intentado proteger a sus gemelas de las pervertidas miradas, lo traían loco ver como estos se apretaban cada vez más, parte de ellos sobresalía carnosamente sobre el vestido a partir de donde terminaba la tela evidenciando que la parte contenida debajo del escote estaba siendo forzada a permanecer ahí.

-si Don Pancho,- respondió la nena desviando la mirada y cerrando sus ojitos pues el viejo ya estaba olfateándola en sus orejas, tocándolas con su grasosa nariz que solo le embarraba en su piel una sustancia aceitosa productora del brillo en la cara del viejo.

Margarita sentía ricas cosquillitas pero aun negaba reconocerlo, fue en esto cuando recordó que no traía puesto calzones pues su vagina nuevamente estaba escurriendo, el gordo la tomó de las nalgas sintiendo la suavidad y dureza de cada una de ellas, enterrando sus grotescos dedos entre las suaves pieles de ella y dando un fuerte apretón jalándola hacia él, juntando ambos vientres en ese movimiento, ella dobló sus bracitos y emitió un leve quejido mientras el viejo ya lamia su cuello de manera asquerosamente morbosa.

Los bracitos de Margarita poco a poco se iban enrollando entre las grasosidades del viejo quien se mostraba orgulloso de que la nena estaba sucumbiendo pues podía sentir el tremendo calor que brotaba de su cuerpecito y que indicaba que en pocos minutos la tendría abierta de patas, además de que su exquisito vestido que en este momento portaba no hacía más que alterarle las hormonas hasta la depravación absoluta, comenzando con una serie de punteos en contra de la grácil anatomía de tan esplendida joven quien yacía aferrada del marrano con sus ojitos cerrados y suspirando tratando de sacar toda su calentura acumulada sutilmente para que el viejo no se diera cuenta, calentura que contrario a eso, se acumulaba más.

El vestido poco a poco comenzó a elevársele debido a la posición y a los cada vez más bravos apuntalamientos, el despreciable y ruin villano dejó de lamerla solo para dirigir su alcohólica boca hacia los frescos y carnosos labios de la nena, por un momento estuvieron luchando en un juego por demás erótico en donde la boca del marrano intentaba alcanzarla pero la de la jovencita se escabullía, el viejo para esto había levantado uno de los potentes muslos de ella y lo tenía aferrado con una de sus manazas recorriendo todo su candor de arriba a abajo y viceversa, ella en tanto se aferraba cada vez más a tan abundante humanidad, llena de llantas y tatuajes por doquier y con las tetas más caídas que se habían visto.

Por fin la boca del viejo logró atrapar a la de Margarita para ambos comenzar a realizar dentro de ellas excelsos y muy profesionales movimientos linguales en donde más que nada la del viejo se encargaba de abarcar todo el espacio de ambos, la nena podía sentir todo el aliento apestoso a cerveza y a comida de la calle muy encebollada pero esto no hacía más que acrecentar su mórbida calentura, incluso no se disgustó al retirar de las amarillentas piezas dentales de Pancho un pedazo de cilantro que por ahí se encontraba.

La nena comenzó a hacer lo propio y con suaves ondulaciones empezó a secundar al viejo en una simulación coital más que perfecta, la desnuda vagina de ella chocaba directamente con el pantalón de él sintiendo como su verga ya estaba en las condiciones ideales como para proporcionarle el placer que una hembra de su distinción se merece, estaba por dirigir una de sus delicadas manitas para ser ella misma la que desabrochara el pantalón de su amante cuando el viejo, ajeno a estos movimientos que le nena se concentraba en realizar, decidió por parar con el caliente faje pues su modesto celular lo alertó de lo tarde que se estaba haciendo, así que sin despedirse de la nena solo la separó de ella y salió por la puerta dejándola nuevamente encerrada y más caliente que antes.

La nena tremendamente agitada y completamente colorada solo veía como su macho dueño de esa potente protuberancia saliente de entre sus piernas se retiraba dejándola a medias, pero recomponiendo su cordura acomodaba su cabello y vestido para ponerse a limpiar el exceso de humedad de su brilloso sexo, si bien podría Margarita justificarse que la noche anterior había estado borracha y por eso se dejó llevar por la emoción, ahora que explicación podría darse ella misma viendo como en pleno uso de sus facultades mentales reaccionaba cachonda ante cualquier insinuación por parte de Pancho y más que nada haberse masturbado pensando en él.

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La jovencita Fuentes bailaba muy pegada con otra de sus coquetas amigas, en el lugar había una concentración muy grande de chiquillas de muy buen ver, excelsas, hermosas, todas unas diosas luciendo sus más inmorales vestimentas utilizadas para embobar a algún chiquillo afortunado dispuesto a llevarlas a la cama, chiquillos precisamente de la misma estirpe del que hace unos días Margarita se disponía a conquistar con un coqueto vestido blanco.

-no mames wey me uuurge un piquete- decía Daniel o Dan, el novio de Dulce, a uno de sus amigos, quienes recargados en la barra veían como sus novias movían el culo muy sensualmente, se abrazaban entre ellas a veces realizando poses meramente para parejas heterosexuales pero que realizadas en dos niñas tan sabrosas como ellas no hacían más que alterar hormonalmente a todos los ahí presentes.

-jaja, pues yo te lo doy- dijo el también agraciado compañero adornado en ropas como un verdadero retrasado pero con la seguridad que le daba su autoestima y las descarriadas chiquillas de que se veía como todo un artista pseudocantante.

-no chingues, en verdad wey que no sé qué voy a hacer si no consigo una ahorita, vale madre lo que me dijo Dulce yo quiero una- el joven ya desesperado por su buena dosis comenzaba a sudar y exaltarse, cosa que lo ponía violento.

-mira wey, ¿ves esto?, (el otro muchacho enseñaba unas pastillas), es para alocar a las chavas, la voy a usar con Cindy, tu deberías aprovechar con Dulce, aprovecha que sus jefes no están y porque no te la clavas en su casa we- dijo el otro joven, Dan observó como este otro jovencillo guardaba la bolsita dentro de su chaleco.

-no mames donde, donde conseguiste eso?- preguntó el apuesto jovencillo.

-ohh, por ahí,- respondió.      –Cindy!!!- el muchachito gritaba a su novia, esta se separaba de su amiga Dulce quien seguía bailando ella sola mientras muchos no le quitaban la calorosa mirada de encima así como algunos celulares.

-que pasó amor- la nena llegaba donde su novio, recibía un vaso de whisky por parte de él sin saber lo que en realidad contenía, su novio veía muy risueño como la hueca chiquilla bebía hasta terminárselo.

Dan veía sorprendido como en pocos minutos esta parejita estaba en un semioscuro rincón comiéndose a besos y casi cogiendo con la ropa puesta, quiso poner a prueba eso que le dijo su amigo pero mientras se dirigía a este con la intención de pedirle una de esas mágicas pastillas fue accidentalmente tropezado por otro etílico chamaco, el muchacho se tomó a reto tal osadía y embravecido comenzó a tirar golpes por doquier sin impactar a su adversario, pero fue en uno de sus golpes que al no controlarse él mismo se dirigió colisionándose contra su inadvertido combatiente quien no se había percatado de nada hasta que sintió el empujón cayendo al suelo con todo y copa, ambos muchachos se levantaron solo para protagonizar una pelea alcanzando a deteriorar parte del inmueble del establecimiento hasta que fueron detenidos por personal calificado en este tipo de circunstancias.

La artística señorita pintada como toda una putilla se molestó, su novio le había prometido que sería una noche inolvidable, además le había asegurado que él no iba a tomar, no iba a drogarse y por supuesto no iba a pelear, así que el ver como su novio era dirigido junto con otro a responder por los daños se decepcionó y dio por terminada para ella la velada, además de que ella estaba un poco tomadilla y alguno de los empleados domésticos a su servicio viéndola llegar en tales condiciones le podrían contar a su madre quien la tenía extenuantemente cuidada para el futuro que le auguraba, ya habría tiempo para fiestas le decía ella.

Dulce buscó con la vista a sus demás compañeros pero no los halló, veía como un grupillo de hombres un poco mayores y con vestimentas extrañas adornados a mas no poder con cadenas y lujos estrafalarios, cinturones con hebillas grotescas y chistosos sombreros de los cuales asomaba una colorida pluma no dejaban de verla a ella y sus comestibles redondeces, así que optó por salir antes de que descubrieran que estaba sola, total que cerca estaba la carretera y podría pedir un taxi, era tarde pero confiaba con poder encontrar uno a estas horas, pudo haberse llevado el coche de su novio pero no contaba con las llaves y este no bajaba de donde lo llevaron, y no bajó por unos buenos minutos mientras ella muy nerviosa veía como uno de esos hombres, un negro, bailaba solo, pero con la reconocible mirada de que pensaba acercarse a ella.

La jovencita salía por la entrada principal, llevándose una buena cantidad de piropos por algunos muchachos que ahí se encontraban, caminó más deprisa pues uno se aventuró a seguirla unos metros pero gracias a ella eran jovencitos de su misma edad y se supone alguno de su mismo estatus social, así que ni eran muy leperos ni eran muy insistentes.

Pancho, quien había estado esperando algunas horas afuera alcanzó a divisar como la suerte estaba más que de su lado, el verla caminar sola y expectante para todos lados solo le indicaban lo desprotegida que se encontraba, era el momento para este gordo quien sin perder tiempo encendió su auto y se apresuró a alcanzarla, nunca pensó que la suerte y la casualidad fueran a convertirse en sus mejores amigas.

Dulce se detuvo y esperó unos minutos, siendo vigilada a lo lejos por el viejo, ella en tanto esperaba ver algún taxi pero para su suerte no fue así, aunque sin perder la esperanzas se dijo que posiblemente sea porque estaba alejada de la autopista, quizás si llegaba allá a lo mejor encontraría uno, era un verdadero manjar ver a esta voluptuosa nena vestida de esa manera caminar despacio por las oscuras calles de una ciudad insegura, el ruido de los tacones delataban la posición de la chiquilla al sonar con el concreto, fue el momento en que su mente le dictaminaba regresar a espera a su novio, “quizás ya salió” pensaba la futura modelo, pero ella había abandonado por decisión propia y era muy orgullosa para regresar derrotada, para ella no encontrar taxi seria la derrota.

Fue entonces cuando, mientras caminaba observó un viejo auto alcanzarle el paso, se asustó y apretó su andar pero le era imposible dejarlo atrás, apenas iba a gritar cuando en eso el viejo Pancho habló

-jovencita, no te parece muy tarde como para que una niña como tu ande sola, estas calles son muy inseguras, si me permites yo podría llevarte a tu casa- dijo el viejo mientras por su parte agarraba su astronómico paquete, estimulado ante la impactante visión de esta chiquilla sola, el escuchar como sus tacones resonaban y el verla vestida como esperando a algún cliente.

“estúpido viejo y que dijo, está ya se subió” –eso a usted no le incumbe señor, y por favor déjeme tranquila, aquí tengo mi cel y no dudaré en hablarle a la policía si usted no me deja en paz- dijo la nena deteniéndose en el acto, mostrando su lujoso celular al gordo mientras una de sus manos se apuñaba en su desnuda cintura pero a la vez inclinando ligeramente su cuerpo, dejando ver al gordo uno de sus hipnotizantes bamboleos de pechos.

El viejo en tanto recorría con una de sus manos su barbilla, había sido un monumental acontecimiento poder disfrutar por un momento de esos perfectos pechos, tan blancos y carnosos, se imaginaba lo rosado de los pezones y como estos debían de estar paraditos pues la noche estaba fresca, así que sin dejar que la nena avanzara continuo gruñendo.

-oye chiquilla, yo no te he faltado al respeto para que me contestes así, yo solo te ofrecía llevarte a tu casa o adelantarte por lo menos a que pasaras esos tipos que están allá enfrente y que parece ya te echaron el ojo- dijo el viejo encendiendo un cigarrillo.

-¿cuáles tipos?- preguntó la nena, detenidamente observó hacia la dirección que apuntó el gordo, ella, por ir pensando en sus cosas no advirtió la presencia de al parecer cinco sujetos recargados en una barda pero alejados aun como para poderla escuchar tanto a ella como a sus tacones, pero aun así el viejo no la convencía de subirse a su coche, y más por las fachas de vago con las que este contaba, con todo esto no pasaba ningún taxi por lo que decidió regresar con su novio para que este la llevara pero justo cuando había volteado a ver el camino por donde venía notó más presencia extrañas que se acercaban caminado en dirección a ella.

Estos traían un escándalo brutal, venían todos locos, por lo que asustaron a la chiquilla quien hasta esos momentos se daba cuenta de que estaba completamente indefensa, sola y en una de las calles más oscuras de la ciudad, en estos momentos la veía muy oscura.

-bueno yo ya me voy- dijo Pancho en un intento por presionar la decisión de la nena.

-noo!!, espere por favor, no quiero que me lleve a casa, puedo irme sola, pero por favor déjeme entrar a su auto en lo que pasan esos tipos de allá atrás, por favor solo entrar- dijo la nena escuchando como la marcha del casi destartalado coche de Pancho se había encendido.

El pervertido secuestrador se sentía como todo un robachico enseñándole una paleta a un niño, no cabía de gozo pero tuvo que guardar su estimulada verga la cual había sido masajeada todo este tiempo en que duró la plática aprovechando la oscuridad que lo favorecía, tanto que la nena ni siquiera alcanzó a contemplar muy bien lo feo de cara que era.

La jovencita observando que el viejo no tenía intención alguna por bajarse a abrirle la puerta se dignó a abrirla ella misma, ofreciendo en cada detalle cualquier cantidad de estéticos movimientos féminos como si estuviera en una pasarela, que igual a su caminar, eran perfectos, la jovencita entró por una de las puertas trasera, sentándose como toda una dama de sociedad, cruzando elegantemente las piernas y depositando sus manos en el lugar exacto donde se hacía un hueco que pudiera hacer evidente el color de su ropa interior.

Una vez dentro se dedicó a esperar que los tipos de atrás pasaran pero estos se habían detenido, estaban al parecer dialogando entre ellos y rebuznando cualquier cantidad de estupideces, aventaban botellas a donde sea exhibiendo su circo callejero, Pancho veía desde el retrovisor que la nena estaba asustada, era obvio pues a pesar de sus altanerías aún era una niña, pero se veía más maleada que la caliente Margarita, así que caballerosamente le ofreció un cigarro para calmar su temperamento.

-relájate chiquilla, en un momento se irán y podrás seguir tu camino-

-gracias- dijo la nena aceptando el cigarro y el fuego y poniéndose a fumar con mucha sutileza, una de sus manos echó para un solo lado el abundante y dorado cabello de la señorita modelo.

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Pero mientras el gordo esperó a que la nena saliera del antro, que pasaba en su cuarto que una joven cantinera se metía nuevamente a sus dominios…………..

-Mar, Maaaar- decía Silvia, había ido a verla con la excusa de volver a dejarle comida por órdenes de Pancho, con esto se quitaba a Lencha de encima.

Margarita yacía recostada y vestida exactamente como Pancho la había dejado, solo que ahora para cubrir su intimidad se había puesto una de las tangas que el viejo le había conseguido, o más bien unos pedazos de hilos que solo se cruzaban alrededor de sus caderas y entrepierna.

-amiga que pasó, viste a mi papá?, le diste la nota?- preguntaba la nena, pero Silvia primero decidió chulearla un poco por lo exclusiva que se veía.

-pero mira nada más que guapa jijijiji, como no te va a pagar Pancho así, pero ya……… a lo que vengo, Mar lamento decepcionarte pero no entregué la nota- dijo la otra chiquilla.

-pero como, Silvia tú me prometiste que- la chiquilla se molestaba, había pagado por eso y merecía una explicación lógica y creíble.

-si amiga, si fui, pero por más que toqué no salió nadie, (a partir de aquí la voz de Silvia se convirtió en un susurro) pero siento que hay algo raro en todo esto, pregunté a algunos vecinos y nadie me supo dar respuesta sobre tu papá, dicen que no lo han visto, además hay rumores en la cantina de que Pancho tiene a un hombre secuestrado en un edificio abandonado de Felipe, aquí a la vuelta, a media cuadra, pasando una llantera, no sé qué esté ocurriendo la verdad, nadie quiere dar más detalles- la ataviada Margarita escuchaba atenta.

-pero eso no es todo amiga, aquí va la parte fea, escuché a Lencha quejarse con Atilano (el viejo ayudante de Felipe quien le preparó a Margarita una bebida semenergética) que algo de llevarle de comer ya le estaba cansando a un tal papá de la zorrita esa, algo así escuché, te lo juro, ¿Desde cuándo Lencha es llevadora de comida?, ¿Por qué no envía a una de las chiquillas?, todo esto es muy raro, nada más que yo me hice la desentendida porque se dio cuenta de que yo andaba por ahí, la Lencha es mala, cuídate de ella, tiene toda la protección de Felipe y Felipe está hasta el cuello enredado con unos tipos que vienen cada mes, gente mala, amiga no será tu papá del que hablaba la bruja?- preguntaba la conmocionada Silvia.

-no, eso no es cierto, debiste de haber escuchado mal, ese hombre del que hablas posiblemente se trata de Gustavo, un viejo que secuestraron utilizándome como sebo- respondía Mar.

-ay amiga, la verdad no quise preguntar porque esas son cosas mayores, cosas donde ya no podría ayudarte, no sabes cuantas personas han matado últimamente por estos alrededores por andar de hocicones y preguntones, la verdad me da miedo, a veces quisiera irme pero a donde, y yo sola, si dicen que todo el país está igual- dijo Silvia.

-si amiga te entiendo, gracias-

-de que, si no te pude ayudar en nada- dijo Silvia enculillándose y recargándose en la pared de la casa, observando con sus negros ojitos como las estrellas adornaban el firmamento, cerrando muy bien sus también potentes muslos pues llevaba una faldita demasiado corta, de manera que Margarita perdía la visión de ella pero seguía escuchándola.

La mente de Mar reflexionaba, primero se preguntaba sobre su papá, posiblemente Silvia había ido cuando este se encontraba trabajando por lo que preguntó la hora y coincidió con su premisa, además su papá no era muy sociable con los vecinos, y por lo que respecta al hombre secuestrado estaba segura que se trataba de Gustavo, además no había lógica en lo que Silvia contaba, para que quería Pancho a su papá si ella ya había aceptado quedarse con ellos a cambio de dejar en paz a su progenitor, así que se resignó a pensar que la casualidad no le había favorecido en estos momentos.

-lo que si te traje son tus cosas, toma- dijo Silvia incorporándose, notando en Margarita ganas de llorar compadeciéndose de ella.

-que tienes amiga, no llores,-

-Silvia yo lo que quiero es salir de aquí, quiero irme a mi casa pero este…… gordo no me deja, bueno gracias como quiera, en verdad, te lo agradezco- dijo Mar volviéndose a acostar como toda una doncella que espera la llegada de su apuesto príncipe a rescatarla.

-espérame- Silvia desaparecía por un rato para después aparecer con una maceta y un cincel traídos de la bodega de Felipe a escondidas.

-toma, es lo mejor que te pude conseguir- dijo la joven cantinera, Margarita observó las herramientas y su carita se iluminó, con esto bien podría romper la puerta entera, con algo de trabajo pues era tan delicada que hasta le costaba levantar la bolsa donde venían dichos materiales.

-bueno yo me voy, no digas nada nadita, cuídate amiga- la cantinera se despedía.

-gracias amiga, tú también cuídate mucho-

Mar veía que era de noche, estaba oscuro y posiblemente el viejo regresaría pronto y podría encontrarla a ella ocasionando destrozos a su patrimonio y esto lo encabronaría sin duda alguna, así que la jovencita decidió por el momento esconder los utensilios en un lugar seguro y esperar a que amaneciera, la otra opción que rondaba la mente de tan apetecible ya mujer era que posiblemente el viejo regresaría muy tarde o con suerte no regresaría, quería huir pero aun recordaba los peligros que vagaban el barrio en las noches.

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Mientras tanto en el coche de Pancho…………

La nena ya se había terminado su cigarrillo pero los sujetos no se iban, veía desesperada como los minutos pasaban y la situación de estar en un auto todo oxidado y oliendo a mugre junto a un obeso desconocido con la cara del mismo diablo la tenían muy nerviosa, para colmo todo el asiento trasero del coche estaba en deplorables condiciones, el viejo notó la femenina incomodidad y le ofreció pasarse al asiento del copiloto, ella dudó un poco pero la aparición de una cucaracha sobre uno de sus bracitos la hicieron brincar y pegar un grito y sin darse cuenta ya estaba sentada al lado del gordo.

-señor por favor lléveme a mi casa,- dijo la chiquilla después de pasar por la inesperada escena, limpiándose su blanco bracito con un clínex mientras sus cabellos se le iban para adelante enseñando una apariencia muy llamativa.

El viejo lobo solo sonrió mientras encendía nuevamente el auto, pero antes de lograr esto hizo como que accidentalmente se le caía algo, dicho objeto cayó del lado de la principiante modelo quien educadamente comenzó con la realización de la búsqueda para dárselo al viejo pero justo cuando esta agachaba su azulada mirada fue asaltada por él, quien valiéndose de su fortaleza y de un trapo húmedo en cloroformo logró someter a tan encantadora fémina.

Pero que fácil había caído la nena, tantas veces en donde sus intentos fueron en vano y ahora cuando menos se lo esperaba estaba ahí, con el cuerpo de la inerte hembra acurrucado en su viejo auto, se la hubiera violado ahí mismo pero tenía otros planes y había muchos presentes.

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La encantadora Dulce se despertaba, después de haber estado acostada en un viejo sillón incorporaba su exquisito cuerpo para darse cuenta de que se encontraba en un lugar completamente desconocido, oscuro, muy sucio, y más se asustó cuando escuchó los chillidos de unas ratas que por ahí deambulaban, pero su temor fue mayor al contemplar a tres hombres exageradamente horribles parados al lado de ella y cada uno expresando una mirada y sonrisa casi satánica.

-quienes son ustedes??!!!- gritó la intimidada y joven promesa del modelaje al verse rodeada por tan desagradables sujetos.

-shhh, no grites ricura, solo queremos jugar un ratito contigo, se buena con nosotros y te prometemos que nada malo te va a pasar- dijo uno de los sujetos, la nena recordó entonces esa fea y cachetona cara, se trataba del gigantesco Pancho, volteo a ver a su segundo captor, un viejo feo y con una dentadura que sobresalía de su boca, dientes extremadamente chuecos y desnivelados, se trataba del anciano Felipe quien a sus casi 70 años aun tenia energías para coger, para su edad se notaba muy lleno de vitalidad, y por último un hombrecillo panzón y de cara alargada, el joven Lucio, joven comparándolo con estos otros dos antagonistas ya que su edad rasguñaba los 50.

La nena miraba con terror a estos pervertidos seres, quienes esperaban que la nena entrara en un ataque de pánico, suplicara por su seguridad o de plano intentara arremeter contra uno de ellos, pero ninguna de estas opciones ocurrió, la nena se tomó la situación de la manera menos pensada por este trio de malhechores.

-jaja…. Jajajaja…….. jajajajjajajajajajjajajaja- la jovencita Fuentes comenzó con un serio ataque pero de carcajadas para sorpresa de los tipejos quienes se veían extrañados el porqué de la reacción de la señorita.

-jajajajajajaja, esperen jajajaja, ya en serio, jajajaja, discúlpenme de verdad jaja, o sea, la verdad que que buena broma eh, miren hasta con disfraz de pordioseros y toda la cosa, y quien se supone que eres tu eh, cuasimodo?? jajajajja (decía la nena refiriéndose a Lucio), ya en serio amigos díganme, a donde está la cámara para sonreírle- la nena se ponía de pie en toda su perfecta y delineada carnación.

-te atreves a burlarte de nosotros perra estúpida- dijo el gordo y avanzó hacia la risueña chiquilla quien llevaba una de sus manitas a su carnosa boquita para disimular las ganas de seguir riendo, creía que el lenguaje soez era parte de la actuación.

-señor, no se haga, está más que obvio que esto se trata de una broma, o si no, no me explico que haría yo, Dulce Lissette Fuentes Ruvalcaba, heredera única de la fortuna Fuentes, una verdadera promesa del mundo del modelaje, o sea, cual Adriana Lima, cual Bar Rafaeli, yo!!!, Dulce Lissette, que haría en un lugar tan……. cochino como este y compartiendo el escenario con unos pordioseros como ustedes, o sea, sin ofender eh, es más tome, mi pañuelo, se lo obsequio, más adelante valdrá una fortuna- dijo la nena sin ofenderse por la forma vulgar de Pancho refiriéndose a su encantadora persona.

El viejo se encolerizó, como era posible que una muchachita se estuviera burlando de él tratándolo como un payaso, siendo él uno de los secuestradores más peligrosos y “buscados” por el Estado, así que sin más decidió dejar bien en claro la posición de ella.

-así que eres modelo chiquilla pendeja, más bien pareces actriz porno-

-sabias que el modelaje y la pornografía van de la mano?- dijo el marrano.

-a que se refiere?- preguntó la chiquilla.

-si pendeja, me refiero a que si no sabías que muchas modelos son también actrices pornos, de la misma manera muchas actrices pornos empezaron o siguen modelando-

-primero son edecanes en las empresas de sus papis, más tarde representantes de alguna marca de prestigio, se lanzan como modelos, después reciben una oferta para posar en alguna revista para caballeros primero de entretenimiento y luego nudista para posteriormente terminar haciéndole favores orales a patrocinadores para seguir en vigencia, y cuando ya pasaron sus añitos de inocencia debutan en alguna película porno de bajo presupuesto jejeje,- decía el pervertido sujeto, la nena escuchaba las parloteadas del viejo empezándose una discusión entre ellos.

-bueno, eso creo yo…… se da dependiendo de los gustos de cada una- decía la nerviosa chiquilla, se estaba empezando a inquietar pues veía la depravada mirada que el gordo le mandaba a cada curva que conformaba su cuerpo, como esa nariz de cerdo se expandía para llevarse hasta sus fosas nasales la mayor cantidad de perfume femenino y olor a mujer que de la nena se desprendía.

-nada pendeja, si te dedicas al modelaje llegará un momento en que tendrás que aflojar para que tu carrera suba, si no te estancas, pierdes terreno, te olvidan y terminas siendo desplazada por alguna de esas otras zorritas más jóvenes que vendrán detrás de ti, así es esto- Lucio escuchaba atento como el gordo croaba, pero a la vez no podía evitar recorrer de pies a cabeza la descomunal figura de la atractiva chiquilla, estaba tan caliente que ya comenzaba a masajearse su verga por encima de su pantalón, se decía que hoy volvería a probar carne tierna mientras le daba otro trago a su mula de caña y sonreía maliciosamente.

-eso no es cierto, hay muchas que……- apenas y la nena iba a mostrar su descontento cuando fue interrumpida por la superior y carrasqueña voz de Pancho.

-a mí no me rezongues!!!!, jejejeje, se nota que te hace falta mucha disciplina, y si no me crees lo que te digo porque no se lo preguntas a la puta de tu madre, ella cuando empezó a modelar tuvo que hacer ciertos favores a algunos productores para mantenerse vigente aun después de que te tuvo a ti, por lo visto no te dio pecho pues no se le han caído la chiches jejejejeje, no te dio pecho ti pero que tal a su representante- dictaminó el gordo, la nena se quedó sorprendida, al parecer estaba ante sujetos que la conocían a ella y a su familia.

-oiga y usted como sabe que mi mamá fue modelo?-

-jejeje, yo conozco mucha gente chiquilla……. Lo que yo te digo es cierto, así que porque mejor no empezamos para que te vayas acostumbrando al tipo de favores que a futuro tendrás que realizar, anda, ven, chúpamela, quizás y en una de esas tu carrera se desvíe a actriz de telenovela- decía el viejo mientras sacaba sus 22 centímetros de dura carne morena y recorrida por centenares de venas y arterias.

La nena al ver los vulgares comportamientos del viejo y que esto iba en serio decidió escapar, pero la única entrada y salida estaba justo detrás de estos animales, así que sin importarle nada trató de huir como si pudiera atravesarlos pero su cuerpecito chocó con la gruesa y grasosa mole de Pancho.

-a dónde vas putita?-

-iiiuuuu, viejo cochino suélteme está sudado, apesta!!- dijo la nena librándose de las garras de Pancho, retrocediendo un poco mandando manotazos.

-mi celular, mis cosas, dónde están?!!!!, dónde están???!!!!, auxilio!!!!!, auxilio!!!!!!, alguien que me ayude por favor!!!!!!!!!!!!!- gritaba la histérica nena, comenzó a temblar de todo su cuerpo, al parecer estaba entrando en un ataque de pánico, y como no, estaba a punto de ser violada y la habían despojado de sus posesiones de valor.

Pero pancho con toda la calma del mundo se acercó a ella y de una fuerte y sonora cachetada la hizo volver en sí.

-mira pendeja, puedes gritar todo lo que quieras que nadie te va a escuchar, pero eso sí, grita cuando no esté yo quieres, tengo mucho dolor de cabeza como para estar soportando tus berridos así que…….. Si en verdad aprecias esa carita de muñequita que tienes lo mejor será que te calles y seas obediente, entendiste?- dijo Pancho sacando una navaja y pasándola por el cuello de la mujercita, la nena al sentir el frio filo solo asintió con la cabeza, como por arte de magia sus lágrimas desaparecieron.

-sí, sí, pero por favor, por favor, no me haga nada, no me haga nada, mi familia tiene mucho dinero y puedo darles lo que quieran pero no me hagan nada- la nena hablaba demasiado rápido.

-shhhh, shhhhh, tranquila princesita, tranquila, nadie va a hacerte daño, lo único que tienes que hacer es chupar algunas vergas y dejar que estas te penetren hasta que se vacíen y ya, es más ni siquiera puede que seamos nosotros quienes te violemo…. Jejeje perdón juguemos contigo- dijo Pancho tallando los dorados cabellos de la casi modelo.

-ustedes no?, si ustedes no entonces quiénes???- preguntó la chiquilla.

-mira chiquilla, escucha bien, en este juego hay dos grupos, uno está conformado por nosotros tres y el otro son solo dos gentes, ahora sin ver al otro grupo tu tendrás que decidir, fíjate, hasta te estoy dando a escoger, tendrás que decidir quiénes serán los afortunados de iniciarte formalmente en el mundo del modelaje jejeje, recuerda nosotros somos tres, el otro grupo solo son dos personas- dijo Pancho, la nena podía aspirarle todo su apestoso aliento.

La nena se quedó aterrada, sería violada, de eso no había duda, utilizando al máximo sus conocimientos matemáticos dedujo que muy posiblemente sería más fácil contener a dos personas que a tres, ya que si Pitágoras y los deditos de su mano no le fallaban tres era un número mayor que dos, además veía a estos tres viejos extremadamente pervertidos y asquerosos, apestaban a sudor y estaban re feos, en especial el chaparro (Lucio) quien parecía el duende maldito, además ya de reojo había visto la verga de Pancho y estaba enorme, la partiría pensaba ella considerando la medida vergal de su apuesto y drogadicto novio, así que sin dudarlo escogió su decisión.

-el otro, si, el otro grupo- dijo la nena pensando que alguien más asqueroso que estos tres era imposible de encontrar, la nena no dimensionaba que estaba escogiendo a una pareja de hombres para que ¿la cogieran?, que desequilibrada está la juventud de hoy en día.

-segura chiquilla?, es tu decisión final?- preguntaba Pancho.

-sí, convencida, los otros dos, el otro grupo- decía la asustada chiquilla.

-qué pena, me hubiera gustado estar en el grupo ganador, Lucio!!, has pasar a los apuestos caballeros, ¡¡¡¡la reina ha escogido!!!!- ordenó Pancho.

La chiquilla veía con horror como por esa puerta entraban dos seres los cuales dudaba si estos podían calificar como humanos, se trataba de dos vagabundos que ya llevaban algunos meses deambulando por la zona, usaban ropas muy desgastadas y rotas, sucias, llegándose a ver como si estas fueran de color café o negro como tonos originales, uno de ellos era tan gordo y casi tan alto como Pancho, traía colgada una maleta en donde metía todas las latas y botellas que se encontraba y aplastaba en los basureros, usaba unos pantalones arremangados y unas chanclas de las cuales una ya estaba partida a la mitad, tenía una pata demasiado hinchada lo que hacía verlo caminar de manera dificultosa, chueca, hablando de su rostro era feo y no se podía distinguir cual era en realidad el color natural de su tez pues estaba cubierto por tanta mugre hasta el punto de parecer negro, con solo el desagradable olor de este sujeto la dulce fragancia femenina de la chiquilla se desvaneció, era tal el apeste que muy posiblemente cualquier animal doméstico hubiera huido de la zona despavorido, la razón de su olor se debía en mayor medida a que tomaba mucho y con frecuencia vomitaba en sus mismas ropas o limpiaba el vómito en su cuerpo con sus prendas, podía apreciarse algo parecido a camarones y papilla impregnadas en su extenso pecho, pero si este era asqueroso el siguiente estaba en otro nivel.

A diferencia del primero cuyo rostro aparentaba una edad de por lo menos unos 40 años, este segundo era un viejo, un anciano, traía en su cabeza un pasamontañas, barba ceniza y muy poblada, su rostro lleno de arrugas y verrugas, pero lo más espantoso era su boca, casi en su totalidad desprovista de dientes, solo se alcanzaban a visualizar cuatro piezas adornando su boca, de esta escurría baba y no solo eso, de sus fosas nasales escurría también una gran concentración de mucosa verde, este no era tan gordo, su cuerpo más bien tenía la forma de una pera, poco pecho y algo de panza, e igualmente vestido con ropas andrajosas y acompañado de un perro que no dejaba de ladrar, la razón por la que este otro viejo también apestaba era que venía cagado de sus pantalones, y una superpoblación de moscas tanto en sus nalgas como arriba de su cabeza adornaban a tan repulsivo sujeto.

-señor por favor creo que ha habido una confusión, permítame escoger otra vez quiere- la chiquilla se había echado para atrás al contemplar la inmunda atrocidad que le esperaba, hasta experimentaba un tip nervioso en su ojo izquierdo.

-nada chiquilla, tú escogiste, ahora cumple, bueno caballeros ustedes han sido los ganadores, ahora preséntese ante la señorita-

-la verga, yo vengo porque a mí me prometieron comida- dijo el más gordo.

-no seas pendejo Culandro, yo te decía que solo nos llamaron pa´ corretearnos con agua fría por lo de la otra vez- dijo el moquiento, aspirando su asquerosa mucosidad.

Don Culandro (el gordo) y Don Penesio (el anciano), no eran sus nombres reales pero así se hacían llamar y así les pusieron los vecinos, eran dos vagabundos que también tenían la maña de robar a quien vieran no pertenecía a los alrededores, acompañados de su fiel Rintintín, un aberrante y enorme perro negro sarnoso, pulgoso y rabioso, de raza desconocida o aun no clasificada, hasta por momentos se dudaba que eso en realidad fuera un perro.

-se equivocan caballeros, están ustedes aquí presentes para disfrutar de un dulce manjar, ven a esta niña, pues pueden hacerle lo que quieran, es una puta que hemos rentado para ustedes, como un obsequio por ser tan buenas personas y limpiar estas calles de toda la basura que arroja la gente, no se preocupen está domesticada, así que adelante, se vale meterle la verga, mamarle la panocha y vaciarse donde ustedes quieran y cualquier berrinche o negación por parte de esta francesilla pendeja se analizará para su respectivo castigo, así que adelante, sírvanse- invitaba el obeso de Pancho mientras él tomaba asiento en una silla ubicada enfrente del sillón donde esperaba la nena, ya Lucio y Felipe había tomado sus respectivos lugares.

-ohh, apoco es francesa?- preguntó Culandro.

-no, pero parece- dijo Pancho.

Los viejos errantes observaron detenidamente a la preciosidad ahí sentada, tenían mucho tiempo que no cogían, al menos Culandro, Penesio tenía mucha más experiencia en el ámbito sexual pero solo con perras pulguientas y así sin lavárselo guardaba su aparato entre sus pantalones cubierto por cualquier cantidad de extrañas fragancias y enemas caninos, ya que no había hembra humana en el mundo que quisiera tener un momento de lucidez con tan desagradable y cagado sujeto.

Por eso con el simple hecho de ver en primera fila a una perfecta ejemplar de hembra de su ahora sí misma especie no pudieron evitar experimentar una rara sensación en sus pantalones, algo entre sus piernas cobraba viva y se erigía poderosamente mientras iba casi desbaratando los trapos esos que ellos mismos llamaban pantalones así como desprendiéndose de costras de mugre que literalmente formaban una armadura que cubrían sus miembros y que se partían conforme las vergas resucitaban.

Los desagradables viejos se acercaban a la nena quien veía aterrada el aspecto visual y edades de los sujetos que disfrutarían de sus servicios, sus manitas comenzaron a sudar y su cuerpo se puso extremadamente tenso, cuando los viejos se sentaron junto de ella no pudo evitar expresar un gesto de vómito, y es que el olor era insoportable que hacia llorar sus ojitos, sintió como una de las tantas manos se posó sobre uno de sus pechos y comenzó a masajearlo, ella intentó retirarlo con su mano pero le fue inútil, otra mano había asaltado ese salvador bracito y de paso se lo había cubierto de suciedad, la futura modelo podía escuchar el zumbido que venía a partir del aleteo de todo el enjambre de moscas que revoloteaban para allá y para acá y que ya empezaban a pararse sobre su cuerpecito y friccionar sus patitas.

La cochina mano seguía masajeando ese perfecto, redondito y paradito seno mientras otra se posaba sobre la torneada y carnosa pierna de la fémina y principiaba un calloso recorrido hacia arriba dejando una impregnosa marca de suciedad y algunas flemas, Dulce sentía como ya eran tres manos las que tallaban su cuerpo, se preguntó por la cuarta, que estaría haciendo, así que desvió su azulada mirada para contemplar con terror como esta cuarta mano masturbaba una imponente verga, la verga de Don Culandro era enorme, gigantesca y muy gorda, de nada había servido que hubiera rechazado la de Pancho si esta estaba en igualdad de condiciones y longitudes.

-vamos zorra muéstranos tus chiches, anda!!- el pervertido de Penesio con todo y mocos en la cara y barba ordenaba, su aspecto era de lo más repugnante e intimidaba a la nena con solo saber que existía.

La nena conmocionada solo volteaba a ver al trio de depravados quienes bebían cerveza sentados como si estuvieran disfrutando de algún entretenimiento televisivo, pero a la vez veía una moruna en las manos de Felipe y recordaba sobre el supuesto castigo que tendrían sus negaciones, así que esperando unos minutos en donde disputaba sus sentimientos dentro de su avara cabecita llevó sus manitas atrás de su nuca, lentamente deshacía un nudo para de esta manera el sugerente escote fuera deslizándose hacia abajo hasta que aparecieron ante todos los presentes los carnosos pechos de la joven modelo, los cuales se mantenían exquisitamente levantados en una muestra por ofender o faltarle al respeto a la gobernante fuerza de gravedad.

A Lucio hasta le salió la cerveza por la nariz, nunca había contemplado en su vida unos senos desnudos tan perfectos, tallados por las mejores y más profesionales manos escultoras, lucían muy blanquitos, limpios, sin ninguna mancha o arruga o señal de flacidez, grano, verruga o algún vello o lunar que pudiera aparentar paño, adornados por un par de finos pezones y rodeados por unas hermosas y cautivantes aureolas rosadas y completamente erguidos ya que a raíz de que el escote fue retirado estos conservaban su misma posición en un afán por mentarle la madre a la poderosa fuerza de atracción; Pancho, al ver como esto empezaba a tomar formas decidió mandar a Lucio a cuidar la entrada del edificio por cualquier cosa que pudiera solicitársele tanto a él como a Felipe y de esta manera no subiera alguien más que pudiera interrumpirlos.

Lucio reclamó pues por nada del mundo quería perderse ese inigualable espectáculo tan insólito, y eso que apenas iba a sacarse la verga para masturbarla, pero fue silenciado por el portentoso sujeto.

-mira pequeña sabandija, está claro que no pueden ir ninguno de los invitados que en estos momentos disfrutan de la piruja esa, tampoco puede ir Felipe porque es el dueño del edificio y tiene ese derecho, así que solo quedamos tu y yo, dime, como podemos decidir quién de nosotros dos irá a cuidar y se perderá de este momento…………….. anda dime- dijo el descomunal sujeto levantándose de su asiento y sacando todo su pechaje, quitándose la camisa y mostrando cualquier cantidad de cicatrices y tatuajes, tantos que era casi imposible colocar uno más.

Lucio comprendió entonces que nada tenía que hacer allí, así que derrotado y humillado en cuanto a condiciones corporales salió cabizbajo por la puerta, maldiciendo al gordo y a su inferior genética corpórea.

La pornográfica escena se reanudó, como becerros ambos vagos se pegaron a cada uno de los senos, lambiéndolos, pasándoles sus asquerosas lenguas y de esta manera comenzar a impregnarlos con un maloliente brillo, mientras Culandro jugaba con su lengua revolviéndose en un pezón, Penesio con su babeante y chimuela boca succionaba el otro como si quisiera absorberle toda la carne que en él se encontraba, llegando a enterrar uno de sus venenosos dientes en esa suave y tersa piel.

La nena reaccionó con un grito e intento de evadir la horrenda cara, pero el solo ver al viejo le daba hasta asco tocarlo, le provocaba nauseas tocar esa cara incluso para retirarla mientras esto era aprovechado por el viejo para darse el mejor festín de su vida y devorar chiche como si esto fuera la única y exclusiva razón por la cual fue enviado a este mundo, estaba tan concentrado que ya comenzaba a ejercer movimientos representativos del acto carnal, impulsaba su pelvis y esta comenzaba a friccionar su babeante instrumento en las tremendas caderas de la joven hembra.

Ella se incomodó y alejó su cuerpo del desalmado y caliente viejo que se restregaba en su escultural figura próxima Miss México pero este movimiento solo hizo que se acercara al otro sudado sujeto que ya, junto con su compañero, habían agriado el ambiente con olores propios de las trocadas y zurradas provenientes de ambos.

-noo!!!, basta, esto es demasiado!!!- la nena se incorporaba ante el asombro de los presentes.

-que pasa puerca, apenas y te iba a dar un besito jejejeje- dijo Culandro.

-no puedo, por favor, esto es tan asqueroso, ustedes realmente apestan, moriré si respiro otros segundos más su hedor- decía la joven mientras tapaba con sus manitas sus babeados senos.

-por favor señor, no habrá otra forma de arreglar esto- decía la nena dirigiéndose a Pancho pero la verdad es que, ¿Qué era lo que la nena quería arreglar?, no les debía dinero, no estaba involucrada en nada, su único “pecado” se podría decir era haber salido tan buena, sentirse superior a los demás y haber caído en las malvadas garras de Pancho.

-así que nos dices apestosos, nosotros no tenemos la culpa de no ser finos como tú y poder bañarnos todos los días, si yo tuviera agua me bañaría, así que ven y siéntate con nosotros o si no Rintintín te enseñara a respetarnos- dijo el panzón de Penesio, mientras el amarrado Rintintín comenzaba a ladrar como el mismísimo Cerbero, tiraba de su cadena intentando liberarse llegando a mover el pesado mueble de donde yacía aprisionado.

-que te sientees!!!!!!!!- Culandro jaló a la desescotada nena de una de sus manitas y fue a caer nuevamente en medio de ellos.

-ahora vamos a darnos unos buenos besitos entendiste, y si me muerdes la lengua te suelto al Rintintín, que mira que él también tiene un tiempo que no ha probado hembra jejejeje- la nena era amenazada por el putrefacto de Penesio, quien se quitaba su camisa para estar parejo con Dulce.

La nena al escuchar esta aberrante amenaza se puso fría de todo su cuerpo, llegándose a ver hasta azul de su carita, y es que el simple hecho de pensar que la echarían a coger con ese perrote le ocasionaba un trastorno muy fuerte que quizás ni el mejor psicólogo con sus terapias propias podrían aliviar, el perro en cambio también tenía su roja verga bien parada, al parecer hasta él disfrutaba del momento.

El viejo Penesio dejaba contemplar a su preciosa amante una figura fofa, el viejo era moreno de la cara y brazos pero al liberarse de su atuendo dejó ver que de su cuerpo era más claro, en la parte que era cubierta por su trapo, un abundante bosque selvático adornaba solo en medio de sus pechos y una caída y arrugada panza bajaba hasta tapar el mecate que servía como cinturón de su pantalón, así fue como comenzó un forcejeo entre este viejo y Dulcecita pues él quería meterle su sucia lengua en su boca y ella por razones obvias lo impedía, mientras Culandro se dedicaba a lamer a la nena de sus magistrales pantorrillas; Dulce no era una modelo delgada, era más bien de esas modelos vulgarmente voluptuosas y cuyo cuerpo o mejor dicho caderas hacían estirar esa pequeña falda hasta el desgarro, notándose perfectamente donde acababan las nalgas y donde comenzaban las piernas.

-nooo, suélteme malditoo- la nena se resistía, pero vanos fueron sus intentos pues en poco tiempo el asqueroso de Penesio metió hasta dentro su por demás repulsiva y vomitoria lengua y comenzó con un remolinesco movimiento acaparando toda la fresca extensión bucal que pudiera conquistar de la señorita.

Ella tosía pues sentía su boquita llenarse de babas, las cuales comenzaban a escurrir por las barbillas de ambos amantes, desesperada luchaba ante la aberrante situación pues sumada al hedor le estaba resultando psicológicamente traumante, su boquita pronto se volvió a llenar de saliva pero ahora no podía escupirla pues los labios del viejo formaban un sucio tapón en sus rojos labios de actriz porno así que por reflejo no le quedó otra que mover su lengua, que más que para lograr algo era más que nada para estar en movimiento pues Culandro ya le había sujetado de las piernas, la lengua de Dulce se encontró con los pocos sobrevivientes dentales del pervertido, eran más grande de lo normal y pudo sentir como en cada roce de su órgano lingual se desprendía una rara concentración de algo por parte de estos.

En poco tiempo se comenzó a escuchar un desquiciante sonido húmedo, proveniente del constante choque de ambas lenguas cortejándose, que solo puso bien duros tanto a Felipe como a Pancho al imaginarse la fuente que producía dicho sonido, para esto el viejo Penesio con una de sus manos había aferrado la barbilla de la nena para de esta manera poder darle sus mejores y más obscenos besos de lengua, la nena mantenía un rostro entre asustado y asqueado pues era heroico estar soportando a ese viejo que muchas veces fue corrido de la cantina por andar faltándole al respeto a las empleadas de Felipe, la falda de la nena se había levantado hasta casi la mitad de su ejercitado trasero y dejaba ver los blancos y apretados calzones de la chiquilla formados por finos encajes en los laterales, Pancho y Felipe no daban crédito a lo que su cerebro procesaba mediante sus calientes miradas y empalmados masturbaban sus grotescas vergas listas para entrar en acción.

Culandro al ver la infernal imagen de esos blancos calzones apretarse exageradamente en ese ejemplo de culo bien hecho comenzó a realizar movimientos perrunos, rozando su monstruosidad entre las carnosas nalgas de dulce quien podía sentirla aun sabiendo que esta volvieron a refugiarse entre los pantalones del tipejo, de repente sintió como algo húmedo había chocado con su espalda, Culandro había arrojado un cuantioso y pegajoso escupitajo en ella y esta asquerosa secreción venia resbalando por toda la zanja y algunos músculos que se marcaban ligeramente en la femenina espalda de la joven edecán.

-no, no haga eso- decía la chiquilla quien para hablar tuvo que liberarse de la sucia boca de Penesio, pero este otro depravado volvió a llevar su boca hasta esos tentadores labios para volver a fundirse en un malsano beso de lengua, la nena poco a poco se iba sonrojando de su carita pero más que por sentir bonito era por la situación de alcanzar a observar a los otros dos viejos masturbarse con la visión de su cuerpo, llegándose a sentir como una especie de instrumento exclusivo para disfrute de machos, que ha decir verdad, eso es lo que representa esta nena en las pasarelas pero visto desde un punto más maquillado.

De repente la nena mordió el labio de su improvisado amante, este se emputó y le pegó una cachetada por tremenda osadía, Dulce no lo había hecho por asco, no fue esa su intención, fue porque Culandro había hecho a un lado su calzón, se había ensalivado dos de sus dedos todo con la finalidad de lubricar a la cálida chiquilla y había comenzado con un morboso refrego sobre su conchita, pero el viejo se llevó la sorpresa de que la nena estaba mojadita, su sexo se sentía calientito, así que continuo pues la experiencia para él era enloquecedora, ya ni recordaba cómo es que se sentía un sexo femenino en proceso de lubricación y este además estaba ausente de cualquier vellosidad por lo que su piel era tan suave casi comparado como acariciar un durazno.

-zorra hija e puta, me vuelves a morder y te muelo a golpes entendites- dijo el satanizado viejo mientras desabrochaba su mecate.

-ora si vas a ver hija e puerca, esta me la pagas- decía el dañado sujeto.

El viejo bajó sus sucios pantalones dejando ante la mirada atónita de Dulce su verga de 23 centímetros, morada tirándole a negra de su glande, lucia tremendamente brillosa, de su punta colgaba un hilo de una rara sustancia parecida o de consistencia similar a la clara de un huevo, su glande apestaba a verga no lavada en meses, estaba atascada de suciedad, era posible visualizar tremendos restos de cosas blancas y algunas amarillentas que muy posiblemente habrían sido blancas con anterioridad pero ahora estaban añejadas.

-no por favor eso no- dijo Dulce pues sabia las claras y maquiavélicas intenciones del dueño de sus besos, Penesio la iba a poner a mamarle la verga.

Pero la esculpida nena pronto se sintió desprendida de otra de sus ropas, y es que el bribón de Culandro había tomado sus finos calzones de cada uno de sus laterales y aprovechando que la nena se distrajo reverenciando la amenazante verga jaló la ajustada ropa interior de ella sacándosela por completo, ni siquiera le dio tiempo a esta chiquilla de cerrar sus muslos, cuando sintió ya enseñaba a este otro vago su cajeta completamente desprotegida.

El chueco Culandro tomó los calzones de la nena y los enseñó levantando la mano, como si este hubiera sacado de la piedra encantada a la mismísima Excalibur, y emitió un grito vencedor, pero Penesio quiso reclamar para sí tan anhelado trofeo, así que comenzó una serie de fuertes jaloneos por parte de los viejos peleándose por las pantaletas de la fémina y es que cada uno quería ser el primero en aspirar la caliente y lubricada esencia de hembra humana.

Era tal su desesperada contienda que ya habían roto la suave prenda de uno de sus elásticos, Dulce por lo tanto seguía en medio de estos dos animales, había adoptado una postura casi de perrito pues una de sus piernas se apoyaba del suelo, de esta manera podía sentir empellones en su culo por parte de Culandro en su riña, mientras la verga de Penesio al estar parada chocaba, punteaba y cacheteaba su carita debido a los bruscos movimientos del vejestorio, la nena no se daba cuenta que su hermoso rostro digno de aparecer en las portadas de las más reconocidas revistas estaba siendo embarrado por muchos de esos sedimentos blanco-amarillentos que escurrían de la verga de Penesio.

Fue en esta competición por conocer quién sería el ganador en donde ambos viejos totalmente desesperados jalaron la prenda y esta se estiró tanto del otro de sus elásticos que salió disparada de las manos de ambos, los viejos veían como esta deliciosa prenda casi en cámara lenta llegaba hasta los territorios de Rintintín, rápidamente el perro le puso una de sus patas encima y comenzó a olfatearla por un buen rato, con su espumoso hocico mordía y estira dicha prenda, jalándola y sacudiéndola como si hubiera atrapado algún tlacuache y sin más comenzó a masticarla mientras gruñía y enseñaba sus fieros colmillos ante la intención de alguno de los presentes por quitársela de sus fauces.

La señorita Fuentes, ahora solo vestida con sus tacones y su falda, aprovechó la distracción de los viejos para escurrirse como alimaña bajándose del sillón pero sus movimientos fueron advertidos por Culandro quien fue a su captura, agarrándola de los pelos casi queriéndole arrancar el cuero cabelludo.

-a donde hija de puta!!!!!!!, pendeja zorra creites que te nos ibas a escapar!!!- dijo el viejo mientras empezaba a jalarla como cual trapo viejo o jerga para trapear el piso hasta llevarla de nueva cuenta al viejo sillón nido de tarántulas.

-por favor suélteme, me duele- la nena solo pataleaba y aferraba sus delicadas manitas de princesa en contra del gordo brazo del recolector de botellas, una vez en el sillón el gordo Culandro sentenció.

-ahora pedazo de perra, me vas a dar las más sabrosas de tus mamadas o de lo contrario te echo a Rintintín pa´ que te coja, entenditeeessss!!!!!- rugió el depravado Culandro quien la miraba con sus ojos completamente sulfurados mientras la nena lo miraba con su carita de niña asustada y ojos vidriosos, temblando ante su visible inferioridad.

Mientras Culandro se iba desvistiendo la nena observaba como Penesio, con verga de fuera, se sentaba al lado suyo mirándola de manera retorcida, sonriéndole y enseñándole sus podridos dientes y como a partir de su sonrisa se escapó una putrefacta esencia que le llegó hasta su pequeña naricita. La nena apartó su mirada de tan horroroso sujeto solo para darse cuenta de que Culandro ya estaba listo, su ruda verga de 22 centímetros y apestando a rayos apuntaba directo a su boquita, esa boquita que tantos muchachos admiraban, que muchos llegaron a imaginarse pegada entre sus labios, intentado prefigurar el sabor de sus besos y que ahora dicha boquita sería mancillada por una verga que, para que describirla, si el lector ya anticipará las sépticas condiciones en que se encontraba.

-chúpamela perra, anda, chúpamelaaaaa!!!!!- decía el exasperado gordo ligeramente inclinado hacia un costado debido a su rara malformación en una de sus extremidades inferiores.

Dulce se resistía a realizar tan desatornillada labor, esto no era para nada estimulante ni gratificante, su panocha estaba mojadita pero era porque de por si siempre se humedecía debido a una extraña anomalía en cuanto a su lubricación, no porque estuviera excitada, la chamaca al ver como el viejo levantaba uno de sus brazos para darle una cachetada solo atinó a alegar.

-no espere, está bien, ya se la chuparé, pero por favor no me pegue-

-pues qué esperas!!, anda!!!, o te echo a Rintintín!!!!- el perro no dejaba de ladrar en cada momento en que era mencionado, como si también estuviera pidiendo su parte.

La nena tímidamente abrió su boquita, pero no llegó a engullir tan fétido aparato, retrocedió, volvió a abrirla pero de igual manera se echó para atrás, estuvo así otras cuatro ocasiones, en donde solo abría su boquita, que lo único que hicieron fueron impacientar al viejo Culandro, este tipejo al ver que la nena estaba de zorra calienta vergas decidió tomar cartas en el asunto, así que con un fuerte envión que tomó a Dulce por sorpresa mientras ella abría otra vez su boca, logró meterle más de tres cuartas partes de su cochambroso miembro hasta casi tocarle la campanilla.

Dulce peló los ojos pues el viejo prácticamente la había desvirgado de la boca, la entrada fue violenta, de no ser porque su verga se dobló hacia la garganta esta le hubiera salido por la nuca, Culandro la tomó ferozmente de su cabecita y comenzó a descargar todos sus años de sequía sexual en contra de la boquita de la joven modelo, los brutales azotes que el viejo proporcionaba a su bella sometida eran perturbantes, para poder tener mejor acomodo y de esta manera sus embestidas fueran más potentes apoyó uno de sus pies sobre el sillón dejando la pata mala apoyándose del suelo, para así continuar con su barbarie.

La pobre y malaventurada niña solo se limitaba a recibir las tremendas embestidas, sus modestos ojos azules apenas y podían apreciarse pues cada empellón los obligaba a cerrarlos, la nena solo podía abrirlos para contemplar como la grotesca panza del viejo se dirigía velozmente hasta su carita al punto de chocar con ella, sintiendo como esa grasosa bola de pelos raspaba su cuidado cutis, sintiendo como algo verdaderamente grueso hacia expandir su conducto esofágico, la nena comenzaba a experimentar una apresurada inundación producto del estanque salival que se estaba formando dentro de su boquita y que comenzaba a derramarse en forma de densas y enormes gotas de babas que caían hasta el precipicio.

-gluuppp!!!, ahhhgggggg!!!!,- la nena se ahogaba ante tales fieros movimientos sumados a la desmesurada medida vergal que se enterraba hasta lo más profundo de su garganta, cosa que la estaba haciendo casi desfallecerse.

El poseído sujeto estaba en un sueño epopéyico al estarse cogiendo la boquita de tan agraciada chiquilla, sus poderosas irrupciones hacían vibrar todo el potente cuerpo de la joven hembra, sus cabellos, sus manos, su cabecita, y más notoriamente sus senos eran sacudidos ante las salvajes acometidas de un hombre en completo estado de abandono racional, el anciano de Penesio no quiso quedarse sin su parte así que incorporándose hizo a un lado a su desnivelado amigo, si bien Culandro era gordo y este otro era un abuelo panzón, se podría decir que el nivel de fortaleza entre ambas bestias era similar.

Cuando Culandro sacó su barreno de esa boquita se impidió que Dulce pudiera cerrar su boca, ya que al contrario, su boquita quedó despilfarrando saliva y completamente abierta como si estuviera esperando que la verga que la mancilló se alojara nuevamente, en su interior podía verse su lengua revolviéndose entre las mezclas de babas y líquidos aceitosos, una gran cantidad de pelusas y residuos yacían naufragando entre dicho océano viscoso y muchos de estos desperdicios caían por efecto de catarata que adquiría la saliva una vez que llegaba al final de los labios de la nena.

El viejo Penesio se acercó a divisar tal hecho, o al menos esto se pensaba cuando acercó su feo rostro a la boquita de Dulce, pero lo que hizo este depravado enfermo fue mandarse uno de sus mejores y más potentes escupitajos el cual entró limpio dentro de la cavidad bucal de la edecán, la nena estaba tan desconcertada que no atinó a mostrar signos de repugnancia, se quedó toda selemba hasta que la nueva y aún más pestilente verga se alojó entre sus labios.

De esta manera el puerco anciano empezó de igual forma a masacrar la dulce boquita de la muchachita, sus manitas no luchaban, solo se mantenían asentadas en las piernas de su verdugo, hubo un momento en que Dulce sintió como algo muy pesado había caído en su pelo y bajaba a velocidades contantes por su frente y nariz, al principio se creyó que era baba del viejo lo que venía bajando debido a su emoción de meter esa verga (que por cierto era la verga que penetraba perras y recién no tiene mucho había penetrado a una) pero cuando a la acaudalada chiquilla se le ocurrió mirar hacia arriba para comprobar su teoría se dio cuenta de que se trataba de otro tipo de líquidos, una enorme cantidad de mucosa verdosa se había desprendido de la nariz del chimuelo y venia corriendo hacia abajo, la nena sentía como esta asquerosidad poco a poco se acercaba a su pulcra boquita pero cuando estaba analizando esta situación esa patógena sustancia ya se había fusionado con las babas que batían dentro de su boca, la verdosa esencia dejó en todo su recorrido un rastro similar al que dejan las babosas cuando se arrastran.

Por un extraño instinto de supervivencia o de defensa la adinerada modelo cerró sus labios, apretándolos contra la sucia herramienta, todo esto quizás en un intento por evitar que entrara más de esa mezcla proveniente de la nariz del viejo, ya que de sus fosas nasales se advertía un segundo e igualmente cargado desprendimiento, pero esta acción fue muy bien aceptada por parte del viejo, ya que sentía extremadamente delicioso que su verga entrara y saliera mientras era friccionada por los carnosos labios de Dulce, los cuales habían perdido toda prueba de su brillo labial, por el contrario habían adoptado una capa blancuzca, formada a partir del atoro de los desechos espermáticos que formaban el antihigiénico sedimento.

El viejo loco reclamaba y reconocía esa boca como suya y en un intento por completa colonización apretó con una fuerza demoledora la carita de Dulce contra su barriga peluda, la nena en un acto reflejo quitó sus manitas de las piernas del viejo para subirlas aún más llegando hasta las peludas y planas nalgas del sujeto pero sintiendo una rara consistencia amasada, espesa, impregnada en el trasero de Penesio ahora adhiriéndose en sus deditos, la pobre chiquilla no sabía que el anciano venía zurrado.

Pero Culandro quiso tener aún más de esa boquita de diosa y no estimando que la boca de dulce estaba albergando la descomunal barra de Penesio metió a marchas forzadas su desmedida vaina, con mucho esfuerzo el trozo de Culandro se iba abriendo paso entre los apretados labios de la nena los cuales se negaban a recibir dos vergas al mismo tiempo, posiblemente no le cabrían debido al inimaginable grosor de ambas, pero con mucho esfuerzo el gordo logró su cometido otorgándole a Dulce un agudo dolor en su mandíbula casi al grado de llegar a la dislocación, la nena ahora daba asilo a dos terribles y muy apestosas vergas que la ultrajaban a partir de severas estocadas proporcionadas de manera humillante y sincronizada, ahora la moquienta era ella pues de sus fosas nasales escurría este tipo de secreción.

Varios minutos más pasaron para que los viejos pordioseros pudieran estar fuera de la boquita de Dulce, la vejada chiquilla yacía sentada en el sillón con su mirada perdida, de sus labios se apreciaba que mucha saliva fue expulsada, de sus ojos bajaban muchas líneas negras debido a su rímel corrido, su cabello estaba más que alborotado pareciendo una peluca mal puesta, sus chiches al aire y sus piernas muy bien cerradas mientras aún conservaba tanto su falda como sus tacones, de la joven modelo de hace unas horas solo quedaba el potente cuerpo, mientras tanto los viejos estaban parados frente a ella, ya desnudos, con las piernas de ambos cascorvas, sus vergas señalando a la niña y cubiertas por una gruesa capa de saliva en donde varios colgajos de la misma formaban algo similar a estalactitas cavernarias

-bueno pues quien va primero- preguntó Culandro refiriéndose a la penetración vaginal.

-yo, yo iré, apártate gordo- Penesio se le adelantó, el viejo solo se mantenía vestido con su gorro pasamontañas.

Cuando la nena vio que uno de los viejos se acercaba nuevamente se dio a patalear y suplicar misericordia como si fuera el mismo Dios el que estuviera presente, pero el viejo poco le importaba, según ellos esta era una puta alquilada y se les había pedido una cooperación para su participación, dicha cooperación no era nada en comparación a lo que pedían las prostitutas gordas de allá afuera y con el rendimiento de que esta puta estaba mucho mejor que cualquiera de esas que cobraban exorbitantes cantidades por mercancía mallugada y agujeros en pésimas condiciones, sin mencionar lo viejas, gordas y feas.

El anciano mandó una de sus más fieras cachetadas para asosiegar a la nena, aprovechó el momento de desconcierto que en ella había causado el golpe para despojarla de su falda de la manera más bruta, colocó su mórbido cuerpo entre las esculpidas piernas de la modelo, acomodó su babeado instrumento en la entrada de la conchita de ella y sin más se dignó a mandarse el primer empujón, al parecer el viejo tendría un privilegio mayúsculo, que nadie sabía, de lo contrario el mismo Pancho hubiera reclamado para si ese derecho, y esto se constataba en la estoica defensa que la panocha de la nena estaba realizando en contra de tan nauseabunda verga.

-jejejeje, según tu muy vergas Penesio, y no puedes metérsela a esa putilla- decía en forma de burla Culandro.

-es que esta perra está bien apretujada, mi verga ni va a cabeeeeerrrrr!!!!!!- bramó el viejo al sentir como su glande empezaba a resbalar hacia adentro, al parecer los vaginales labios de la nena empezaban a sucumbir.

Por un rato el viejo Penesio estuvo en su faena penetrante, comenzó a sudar cantidades industriales y estas bañaban el cuerpo de la también sudada Dulce quien se aferró del viejo mientras su carita mostraba que efectivamente la verga hacia su entrada trigarante, hubo un momento en que la ya también mugrosa Dulce expresó un rostro de espanto, la pestilente verga de Penesio había entrado en toda su dimensión.

Felipe y Pancho, y más que nada Culandro, quedaron como unos pendejos al escuchar la escandalosa noticia que de los labios del viejo barbón se parloteaba como si se hubiese hecho el más grande descubrimiento científico, y es que lo que a continuación relató el anciano moquiento era algo que rebasaba todas las expectativas lógicas de la libertina chiquilla considerando precisamente eso, su libertinaje.

-jejejejejejejeje, jejejejejejejejejej, jejejejejejejejejejeje- primero una risa macabra proveniente del más bajo nivel del inframundo se escuchó pero después vociferar a todo pulmón lo virginal de la nena.

-es virgen (en voz baja), es virgen (un poco más fuerte), esta zorra era virgeeeeeennnn!!!!!!!! (Berrido)-

-esta zorra era virgen jajajajajaj!!!!!!!, y yo fui el primero!!!!!!!!!!- gritaba Penesio con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Ninguno de los ahí presentes creían tan presumida afirmación así que sin más se acercaron para constatar lo dicho por el panzón anciano, a medida que se acercaban podían apreciar como efectivamente el viejo aun clavado pero mostrando parte de su aparato ensangrentado tenía razón, decía la verdad, ¿pero cómo si todos creían que Dulce era una zorrita que asistía a antros y fiestas?, la apenada y ruborizada Dulce mantenía sus dos puños cerca de su carita y pensaba en esa vez que su novio según la había desvirgado pero que ocasionó una fuerte pelea puesto que Dulce no sangró, llevando a esta pareja al borde de la separación debido a que el macho de Dulce desconocía que muchas veces una hembra no sangra en su primera vez, o quizás su arma era muy pequeña y no alcanzó a ocasionar tal daño.

El tener sus manitas tan cerca de su cara llevaron a Dulce a aspirar una rara y fétida fragancia, volteó a ver de qué se trataba comprobando que había mierda en sus deditos, “iiiiiuuuuuuu que asco, maldito viejo asqueroso” pensó y rápidamente los talló en el viejo sillón como si quisiera desprenderse de su misma piel.

Aun así Dulce sentía dolor, y más lo sintió cuando el viejo Penesio comenzó a embestirla, una fuerte punzada nacía en su vagina en cada uno de sus vulgares empalamientos y se extendía como si recorriera un gran nervio por todo su vientre, senos y así hasta llegar a su cabeza y manifestarse en forma de punzada, en pocas palabras, un doloroso camino que la surcaba a la mitad de su cuerpo, algo que la partía por dentro.

Y así con estos tres envidiosos viejos observando la penetraciones tan cerca que podían sentir el olor de la sangre virgen emanando de esa rajita es como continuaron una serie de desconsideradas y salvajes picadas de verga en contra de la suave y delicada vagina de Dulce, pero esto no solo era observado por Culandro, Pancho y Felipe, el cuarto donde se encontraban estaba cerrado con una pesada puerta metálica pero cerca de ella había un orificio lo suficientemente grande como para que un ojo humano pudiera evidenciar toda la pervertida escena, y esto era lo que precisamente estaba aconteciendo, había otra persona observándolo todo.

Pancho y Felipe regresaron a su posición, decepcionados, enojados y vencidos.

-puta verga Pancho para que vergas invitaste a estos pendejos, mira que desvirgar a Dulce no chingues-

-yo que vergas iba a saber, esa chiquilla se veía tan puta que yo pensé que ya le habían dado hasta por las narices- alegaba Pancho.

Mientras tanto Penesio seguía taladrando a la pobre y maltratada Dulce quien ya abandonada de toda esperanza se dedicaba a que todo pasara de la manera más rápida, recibía verga por su papaya por parte de este animal sintiendo como sus paredes vaginales se abrían forzadamente para recibirlo, por lo tanto la sangre se iba mezclando con los caldos lubricantes que escurrían bajando por las nalgas de la nena, el viejo tomaba dichas posaderas y las levantaba para tener mejor embiste, ahora si Dulce sentía todos los centímetros vergales en su acalorada y ensangrentada vagina.

Por acción natural el clítoris de la nena empezó a drenarse de sangre y de esta manera aumentó en tamaño y sensibilidad, los movimientos del viejo a pesar de ser inhumanos llegaban hasta tal lugar, llenando de extrañas sensaciones a la nena nunca sentidas con anterioridad cuando con su novio, dicha percepción estaba empezando a aumentar la temperatura en una nena que se negaba a aceptar que se estaba calentando, no por cómo era sometida, pero si en respuesta a una reacción natural por parte de su cuerpo debido a estar expuesta a los placenteros roces que la verga del viejo mantenía cerca de su clítoris.

-nooo, pare por favor- solicitaba la afamada edecán pues experimentaba algo inusual formándose en su vientre.

El viejo no hacía caso, solo estaba ahí embistiendo a la nena, con su horrible rostro sudado y regurgitando palabras obscenas en contra de la rubia chiquilla que tenía debajo, la cual yacía ahora patiabierta, con sus muslos bien expuestos en donde acoplaba como mandado a hacer el cuerpo del anciano, la nena aún conservaba sus tacones, única pernada que la acompañaba puesto que había sido despojada hasta de sus finos aretes, pulseras, cadenas y esclavas de oro por Pancho y Felipe cuando ella llegó aquí.

Pero las blasfemas palabras no era lo único que soltaba el viejo, además de sudor el viejo volvía a soltar una cuantiosa cantidad de mocos los cuales caían hasta el bello rostro de la chamacona llenándoselo por completo, quedando casi irreconocible, pero el viejo ajeno a este asco llevó su viciosa lengua hasta la boquita de la nena aprovechando que esta la tenía abierta y comenzó con una aguerrida lucha lingual en donde la perdedora siempre era la boquita de Dulcecita.

La aristócrata chiquilla sentía eso caliente formándose en su vientre casi de fuera, era una sensación rara y nunca antes experimentada por ella, sus vanos conocimientos la llevaron a deducir que se estaba meando y que si no hacía algo por impedir las penetraciones terminaría haciéndose, esto sería muy vergonzoso para ella pues todos la verían y se burlarían, así que empezó con sus manitas a querer librase de tan desagradable sujeto.

Pero este no cesaba, parecía no cansarse, ya llevaban un buen rato cogiéndosela y este viejo no bajaba su velocidad, al contrario la había aumentado pues el bollo de Dulce había aceptado el cortejo vergal de Penesio, de repente la joven se tensó de todo su cuerpecito, arqueó un poco su espalda exhibiendo toda la potencia y uniformidad de sus pechos, sintió como su vagina se cerraba dejando atrapada la verga del viejo ahí adentro para después destensarse y soltar una importante cantidad de líquido por su conchita.

-ayyy no, me meo!!- gritó la nena pero fue corregida por su mancillador.

-no seas pendeja hija de la chingada, te estas corriendo, te estas corriendo como las perras jejejeje-

-nooo!!, yo no soy……… ninguna perraaaaaa!!!! Aaahhhhmmmmm, que es estooooo!!-

-aaahhhhhh cállate!!!, te corres exactamente igual que unaaa!!!!- el viejo dio un doloroso manazo contra uno de los cachetitos de Dulce, pero ella ni se inmutó, estaba en pleno trance orgásmico que a poco le había sabido el golpe, entonces el macabro viejo barba ceniza le dio otro, y otro más, y uno con más fuerza, y ahora su otro cachete mientras esta nena estaba imposibilitada para ejercer cualquier tipo de reclamo o defensa.

Fue lo más tormentoso pero a la vez lo más delicioso que la nena pudo haber experimentado en su vida, a pesar del momento y la compañía disfrutó su primer orgasmo en casi el minuto que este duró, una vez después de que se corrió su cuerpo fue asaltado por una serie de ondulaciones infernales que hacían moverla como si estuviera siendo exorcizada, aun con verga dentro la nena se movía como pescado vivo metido al sartén.

-ya me toca- dijo Culandro quien había observado todo, Penesio accedió pero solo porque ya se estaba cansando.

-oigan!!!,vagabundos hediondos!!!, ni se les ocurra meterle la verga por el culo a esa puta!!!, ya que la desvirgaron de la panocha me corresponde a mi romperle el culo!!!- rebuznaba Pancho.

-que ahí de mí?- reclamaba Culandro.

-tú ya le desvirgaste la boca gordo trocao- relinchaba Pancho observando desde la silla.

-me vale verga, le voy a dar por el culo pinche pelota playera- dijo Culandro retando a Pancho, al parecer se avecinaba una auténtica lucha de colosos, un duelo de titanes, un choque de trenes, una colisión interplanetaria, la misma Laurasia y Gondwana dispuestas a tectonizarse para formar de nuevo a Pangea pues Culandro tenía casi las mismas medidas corporales que Pancho, quizás unos 10 centímetros menos de altura.

Pancho aun sin camisa se levantó, cuadrándose a la hora de caminar, dirigiéndose precisamente a Culandro quien desafiaba sus reglas, la indefensa Dulce, toda babeada y despeinada, veía la descomunal genética de las bestias allí reunidas dispuestas a disfrutar de sus encantos, era como estar en medio de un ambiente jurásico, en cada paso que daba las chiches de Pancho se elevaban como senos femeninos así como un horrísono crujido se podía escuchar en el suelo procedente de cada una de las pisadas del bárbaro sujeto, al fin llegó hasta su destino y se puso en posición intimidante.

-si te acercas más te echo a Rintintín,- el perro al escuchar se nombre comenzó a desgastar su garganta en ladridos y gruñidos, estaba furioso pues veía como uno de sus dueños era intimidado

-que me va a hacer ese cochino perro- dijo Pancho acercándose al can, mientras este lo miraba con ojos desafiantes, gruñía casi aventándosele al desproporcionado hombre con cuerpo de morsa, pero Pancho pegó uno de sus característicos y gorilescos gritos territoriales como ese que lanzó en el cine porno espantando a los presentes teniendo la misma reacción en la sarnosa mascota, la cual agachó sus orejitas y comenzó a chillar como un cachorrito al que le acaban de pegar.

-jejejeje, perro pulguiento-

-bueno ya, te dejamos el culo parado, pero que conste que no me doy un trompo contigo solo porque estoy malo de la pata- dijo Culandro, hasta cierto punto tenía razón.

Ya una vez resuelto el malentendido el chueco de Culandro se dirigió a la nena, la cual estaba desnuda y recostada en el sillón como la misma Maja de Goya, esta ya no luchó pues vio que la escena era casi apocalíptica, así que el viejo con toda la paciencia del mundo se fue acoplando en las carnosas piernas de la chiquilla mientras su miembro se fue enterrando dentro de ella lo más lento y doloroso posible, embarrándose esta también con la sangre que aun salpicaba su sexo, así hasta que ambos cuerpos se tocaron de sus pelvis.

Lo que a continuación sucedió fue una casi réplica de la cogida de Penesio, con la diferencia de que ahora este viejo obligó a la nena a chuparle su sangrienta verga mientras Culandro se la cogía de la manera más humillante posible, tratándola como una vil muñeca de trapo, como si esta fuera un juguete, un entretenimiento para su sádica diversión, un hoyo donde se mete la verga, uno de esos juguetes en forma de vulva que venden para disfrute de los solitarios hombres.

El gordo enterró sus dientes entre los alucinantes senos de la chiquilla los cuales se bamboleaban por los fornicadores movimientos soltando gotas de sudor a cada una de las direcciones cardinales, mientras Penesio literalmente la cogía por la boca, llegándola a jalar de manera que la cabeza de la nena quedara colgando del sillón y Penesio diera la impresión de darse de sentones sobre su carita enterrándole su verga hasta lo más profundo de su garganta, dejándola a un paso del asfixiamiento, que quizás hubiera sido lo mejor ya que era el momento en que el culo de Penesio quedaba lo más cerca posible del rostro de Dulce y recuerden, Penesio era el cagado.

La verga del desdentado se enterraba en esa castigada boquita, por momentos se quedaba mucho tiempo ahí clavándole hasta el fondo toda su irregular vaina mientras sus huevos se aplastaban contra la respingada naricita de la nena, impidiéndole el poder respirar libremente, comenzando ella a manifestarse con visibles arcadas que inflaban sus cachetitos lo que indicaban el alto grado de salivación que ahí se debía de estar creando, y cuando la verga era retirada, como lava emanando de un volcán salían las caudalosas corrientes de saliva regando a su paso el inmaculado rostro de la jovenzuela.

El gordo Culandro tomó a la nena y sin el menor esfuerzo la volteó boca abajo, acomodó su tembloroso cuerpo a manera que adoptara la posición de perra y una vez hecho esto se mandó otro poderoso envión que entró directo en esa adolorida panochita, la torturada chamaquita solo se quejó con un casi mugido, el viejo la tomaba de las caderas para equilibrarse comenzando una verdadera carnicería pues la nena más que gemir gritaba como si la estuvieran desmembrando, al viejo Culandro esto lo excitaba y lo alentaba a seguir, mantenerse constante y aumentar el ritmo de sus frenéticas y ferrocarrilescas embestidas de rinoceronte.

Poco después el viejo ya no se satisfacía en esa posición y ahora tomaba a la nena de su cuello, aplicando una especie de llave de lucha libre como si quisiera hacerla que esta se rindiera en un cuadrilátero, y de nueva cuenta principió con otra serie de mortales apuntalamientos los cuales en cada lanzamiento hacían crujir jugosamente la encharcada vagina, para esto Penesio ya había tomado nuevamente posesión de los terrenos bucales de la apetitosa carne que tenía a disposición, pero regresando a Culandro el muy valiente le había sacateado al trompo con Pancho, pero que tal aplicando llave de luchador con una indefensa y maltrecha muñequita.

Esta pose resultó ser más cansada, puesto que Culandro tenía que hacer mucha fuerza en esos constrictores brazos al aplicar su castigo, mientras la pobre nena ya casi sentía que le era desprendida su cabeza del resto de su cuerpo, un dolor y marca roja en su cuello quedaron como resultado de tan abominable martirio, pero no contó con que el gordo ahora se iría con su fino cabello, el mugriento y grasiento cerdo sin sacar su verga de la panocha de Dulce se aferró de los cabellos de ella, con una mano tomó un abundante mechón y con la otra pues otro, simulando algo parecido a las riendas de un caballo, una yegua, o mejor dicho una potranca a la que le ha llegado el momento para su domesticación.

De este modo se inició la más salvaje de las contiendas jamás vista por Pancho y Felipe, quienes completamente empalmados por los sonidos y olores a sexo reían y brindaban ante la animalesca situación compadeciéndose de ellos mismos de que por lo menos les quedaba disponible el culo de la adinerada, las velocidades de ataque por parte de Culandro aumentaron considerablemente, mientras el pobre bollito de la chiquilla era castigado hasta la saciedad al mismo tiempo que era jalada con fuerza desmedida de sus cabellos, su carita demostraba un aspecto como si no sintiera nada de esto pero claro que lo sentía, solo que el mismo dolor era tan fuerte que se había convertido en una misma anestesia, las nalgas de Dulce estaban al rojo vivo debido al catastrófico choque que mantenían contra la panza del viejo y más rojas se pusieron cuando este animal la soltó de uno de sus mechones para ajusticiársela con lacerantes nalgadas que no se sabían si hacían llorar, pujar o bramar a la hembra.

El que si pujaba era el gordo, se estaba quedando sin energías, su cuerpo estaba tan caliente hierro fundido pero no paraba pues sabía que, hasta quien sabe cuándo podría volver a presentársele una oportunidad así.

-jejeje, así es como tratamos por aquí a las francesitas presumiditas como tú,- bufaba el repugnante sujeto en los colorados oídos de la ocupada muñequita, pero cuando el cerebro de la nena estaba procesando dicha oración pudo distinguir que el que se dedicaba a cogerle la boca también alegaba.

-noooo, nooooo, aun nooooooo!!- justo en ese momento la entrante y saliente verga de Penesio se despanzurró dentro de la boquita de Dulce.

La nena sintió un asqueroso sabor amargo, probaba la flemática consistencia de esa inmundicia cuya capacidad de crear vida aún no se había perdido por completo, la nena se comenzó a trocar, a expulsar esa asquerosa sustancia que sentía le estaba llenando su boquita con su pegajoso hedor, lo que de su boca salió era la cosa más desagradable jamás vista en su joven vida, eso no era blanco, era completamente verdoso, y pensar que un trago de eso se la había ido directo hasta su estómago, volteó a ver al viejo deslechado solo para admirar la retorcida imagen que este poseía en su, si eso se podría llamar cara.

Penesio estaba muy contento, el ver a la nena con su boquita bien abierta y de esta escurriendo su semen era una situación digna de fotografiarse, enmarcarse, mandarle una copia a su madre y pegarla en el refrigerador de su casa, así que chiflando quien sabe que canción se metió su verga dentro de la boquita de la nena para comenzar a revolver el esperma de la misma manera que se revuelve la sopa, desde que la boquita de Dulce había alojado dos vergas esta aún no se había cerrado, para Dulce era imposible realizar esta acción, su mandíbula estaba aparentemente trabada.

Pero el hermoso rostro de la nenita nuevamente se fruncía, pues a pesar de tener impregnada la asquerosa mezcla salida de los testículos del viejo esto no impedía que ella pudiera orgasmearse por segunda ocasión, todo porque el pervertido de Culandro no había dejado de toquetearle el sensitivo clítoris, abriéndose ella de patas para dejar caer su néctar, el cual goteaba desde lo más céntrico de su rajita mezclado con algo de sangre y líquidos lubricantes del viejo.

La nena, como toda una muñeca de trapo, fue volteada a manera que regresara a su posición original o anterior, boca arriba, para nuevamente ser penetrada sagazmente por el despiadado de Culandro quien se había apropiado de ese bollito y más ahora que Penesio se había vaciado dando a entender que estaba fuera de combate.

La nena estaba toda desnuda, su cuerpo estaba muy sucio, lleno de mugre, cochambre, grasas cubriendo su cuerpo, así como vómito pues momentos antes a Culandro lo había atacado una arcada y alcanzó a vomitar llenando de camaroncitos mal desintegrados por sus jugos gástricos los enormes pechos de Dulce y en su rostro mucho semen y flemas embarradas, la modelo no se había dado cuenta cuando una gran cantidad de moscas mascotas de Penesio y Culandro ya la habían aceptado como un cuarto miembro y revoloteaban al lado de ella, aterrizando sobre su antes pulcra piel, pero aun así en estas arcaicas condiciones la nena siguió experimentado en contra de su voluntad repetitivos orgasmos.

Los orgasmos que la joven experimentó a partir de ahí la fueron dejando sin fuerzas hasta el casi estado de coma, miraba a Pancho y a Felipe masajearse sus vergas con la visible intención de unirse a la cofradía y reconocía que no soportaría tanta crueldad, estos viejos la matarían a orgasmos, miró al techo aun con la esperanza de ver algo que la salvara, quizás un ángel bajando del cielo; sintiendo como su vagina era reclamada para Culandro mientras esta reía de forma mórbida y chocaba esos cinco con su amigo Penesio mientras este sorprendentemente y en contra de todo pronóstico le llenaba nuevamente la boquita con su recuperada verga, de pronto un último orgasmo la abordó, la nena se corría al tiempo que gemía ahogando sus berridos en la verga de Penesio, su lengüita apenas y podía ser apreciada asomando tímidamente tallando el grueso mástil.

Sintió como algo caliente chocaba con sus paredes uterinas mientras escuchaba al viejo Culandro gruñir y repetir una y otra vez que se corría, cabe recordarles que Culandro tenía meses que no cogía ni se masturbaba así que tenía dentro de él todo un almacenamiento de esperma en sus testículos tan abundante como para en caso de una extinción masiva poder repoblar el planeta, y la cantidad de semen fue evidenciada al rellenar por completo la fértil vagina de Dulce.

Primero un ciclo de ininterrumpidas pulsaciones pudieron ser apreciadas atacando la verga de Culandro, indicando que en cada una, una potente ráfaga de prolífico semen era velozmente enviada hasta lo más recóndito de la matriz de Dulce, después de unas diez, doce o quizás quince inyecciones el líquido fue tanto que este comenzó a derramarse (la verga aún estaba dentro) debido a que ya había rellenado a la modelo por dentro, cayendo sobre el apestado sillón y formando una gruesa posa del mismo.

Por su parte Penesio hacia presión en su verga mientras esta alojaba solo el glande dentro de la boca de la recién fertilizada chiquilla para, en poco tiempo, comenzar a vaciarse también y nuevamente, demostrando las mismas pulsaciones vergales de su pepenador compinche, de igual modo la boca de Dulce no pudo soportar tanto semen y comenzó a desbordarse en este mismo debido a las regurgitaciones de la nena por mantenerse consiente, teniendo que tragarse ahora más porciones de este, sentía la cuantiosa y espesa secreción bajar lentamente por su garganta.

Los viejos experimentaron la más grande y épica corrida de sus vidas, los niveles espermáticos que expulsaron rebasaban lo convencional, el dolor sentido en sus vientres bajos los obligó a doblarse por la mitad y así tímidamente ambos ogros se fueron acomodando al lado y encima de su hermosa y desvirgada doncella, Pancho y Felipe se acercaban a comprobar si alguno de los tres seguía con vida pues ninguno se movía ni nada, los tres cuerpos amontonados lucían inertes y llenos de moscas que se despabilaban ante el acercamiento de Pancho, el ojo que había observado todo tenia ratísimo que se había ido, pero ¿de quién se había tratado?, ¿Quién había estado observando la enferma escena sin poder haber hecho nada?.

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Poco más de dos horas antes, en el cuarto de Pancho…..

La otra despampanante fémina, la Margarita encerrada se había decidido, utilizaría las herramientas que su amiga le dio para abrir la puerta que impedía su libertad, demoró algo pues la nena era tan femenina para sus cosas, delicada y no acostumbrada a este tipo de trabajos consistente en golpear el cincel con la maceta para que este rompiera la chapa, al final lo logró.

Para Margarita poner un pie fuera de su cautiverio debió de haber sido algo parecido a la experiencia que tuvo Neil Armstrong cuando se supone puso un pie en la Luna, avanzó sigilosamente entre las sombras, era de noche y su felino camuflaje negro le ayudaba a pasar desapercibida por donde un grupo de borrachos a lo lejos gritoneaban por algún malentendido.

Aprovechó que la cantina podía ser rodeada por un chapeado caminito cuyo final daba a la calle, una vez allí volteó para ambos lados, casi no había personas pero la verdad era que no sabía en qué parte de la cuidad estaba, esperó un rato a ver si algún taxi pasaba pero nada, al parecer la zona era tan peligrosa que ni los taxis entraba, la calle en uno de sus extremos comenzó a llenarse de vagos malvivientes de aspecto drogado y cholo, lanzando botellas de aquí para allá y golpeando coches y todo lo que encontraran a su paso, era un auténtico caos, algo parecido a cohetones se escuchó aún más lejos, o “¿habrán sido balazos?”pensó la nena.

Estaba pensando en regresar al cuarto, la verdad que no sería muy buena idea caminar por la calle en esas condiciones sumado a la provocativa forma que vestía, parecía una puta en todas sus letras, una actriz porno al inicio de una escena gangbang, en eso desvió su verdosa mirada hacia el otro extremo de la calle y descubrió un local que había servido de referencia para la mejor ubicación de un edificio en donde se supone se encontraba su papacito, aun no lo creía pero solo quería comprobarlo.

Así que valientemente y no importando lo que podría sucederle caminó lo más rápido que pudo, su excelso caminado más que para llegar deprisa a algún lugar parecía más para llamar las miradas de los machos que ahí se encontraban, que en esa esquina eran varios, todos borrachos, y se suscitó una chifladera acompañada de cualquier cantidad de peladeces en donde lo que más se escuchaba eran cosas que podrían hacerle a tan suculenta hembra a la hora de estar en la cama y de cómo sus agujeros podrían ser utilizados de maneras para ella nunca antes escuchadas, una hembra salida de las mismísimas entrañas del infierno y enviada a la tierra a seducir a los machos para de esta manera tenernos asegurados por toda la eternidad en el abismo.

La niña no hacía caso y seguía su camino, bajando su vestido constantemente pues el caminar se lo levantaba, pero Margarita pasaba por un dilema, el vestido era en extremo corto y carecía de tirantes sumado a los cada vez más grandes orificios que se alineaban a un costado de él, había escogido el más emputecido precisamente para salir esa noche, si lo bajaba intentando cubrir sus piernas este se bajaba de sus senos casi exhibiéndolos en su enorme y carnosa totalidad, de la misma manera si lo subía de su escote este se levantaba de la parte de abajo mostrando a todo transeúnte que por ahí circulaba el nacimiento de sus orgullosas nalgas, si se ponía atención, se tenía suerte y una perfecta ubicación se podía apreciar entre sus muslos una tonalidad negra tapando en donde claramente se encontraría ubicado su sexo.

La nena llegó al edificio buscado, veía que una de las puertas de las láminas estaba abierta así que entró, sin saber que el viejo Lucio, aquel que había perdido su derecho a participar en la anterior escena que en estos momentos aún no se llevaba a cabo, se dio por irse detrás de ella; el viejo dejó que la joven se adelantara pues no quería que advirtiera de su presencia, pero aun manteniendo una considerable distancia podía escuchar el desquiciante y alterante sonido que producían sus tacones en el piso de loseta.

La nena llegó hasta donde unas escaleras, algo le decía que debía de subirlas, que su papacito se encontraba arriba, en el último piso, su idea era liberarlo y escapar de ahí como fuera, subió esquivando cualquier cantidad de cajas viejas, aparatos electrónicos, eléctricos y electrodomésticos robados hasta que llegó al tercer piso.

Allí un largo pasillo con varias puertas encontró, colocó muy sensual uno de sus dedos en sus anhelados labios meditando en cual puerta podría ser, se dirigió a la primera, al parecer cerrada con llave, la empujó pero nada, aunque susurró la palabra “papá” nadie le respondió, caminó a la segunda y lo mismo, decepcionada intentó con la tercera y esta si accedió, pero encontró algo parecido a un salón de clases abandonado, un ruido y unos alegatos llamaron su atención, con la respiración profunda elevándole todos sus encantos caminó hasta allá, justo cuando se disponía a abrir la puerta la intimidante voz de Pancho la heló.

El gordo estaba ahí al parecer platicando con otro viejo, después escuchó que se trataba de Felipe y no solo eso, más voces así como un ladrido de perro se escuchaba, pensó que a lo mejor estarían maltratando al pobre animal, ella que tanto apreciaba a los animales en especial a los perros y se indignaba de este tipo de tratos, pensó en socorrer al pobre desamparado, pero como, sus fuerzas eran nulas comparadas con las del viejo quien al parecer tenia compañía, llegándose a pensar que se trataba de toda la banda ahí reunida.

Margarita pensó que sería mejor abandonar el lugar, si los viejos la descubrían posiblemente ahí mismo se la agandallaban, así que entristecida por el pobre animalito decidió irse de ahí, pero justo en ese momento descubría un orificio en la pared, “y si echo un vistazo” pensó, para de esta manera cerciorarse de lo que estaba sucediendo, así que agachándose muy sutilmente regalándole a Lucio una prefecta visión de su espléndido trasero aun virgen y levantado aún más con la ayuda de las exageradísimas zapatillas de plataforma que portaba asomó uno de sus verdes ojitos por ahí y comprobó lo que ya se venía relatando.

Un par de viejos desconocidos para ella maltrataban oralmente a una mujer, después por algunos movimientos de estos que le permitieron observar a la otra fémina se dio cuenta de que se trataba de una chiquilla quizás de su misma edad, muy hermosa, rubia y de cuerpo muy estilizado, por un momento se le vino a la mente el horrible suplicio por el que ella tuvo que pasar cuando llegó aquí, y enojada apretaba sus puños como queriendo meterse ahí mismo y poner en su lugar a todos para librar de ese sufrimiento a su congénere pero se dio cuenta de que nada podía hacer.

Decidió irse pero antes de despegar su ojito de ahí observó como la monstruosa verga de Pancho le quedaba a escasos dos metros, con solo verla la sentía casi adentro de ella, imaginando la última vez que la masacró empezó a sudar de la parte superior de sus labios, continuo en esa sugerente e invitante pose mientras el depravado de Lucio la veía a partir de donde terminaba la esquina de la pared, este desagradable sujeto ya estaba completamente borracho pero lo suficientemente consiente como para saber que hizo, que estaba haciendo y que quería hacer.

El sujeto de por si era espantoso, y en estado embriagado era lo que se podría decir lo más parecido a un zombie, no tenía mucho control en su cuerpo pero su verga estaba tremendamente embravecida, era de agradecer que este tipejo aun poseía su cabellera casi completa pero terriblemente desordenada, enmarañada y grasosa, sus abundantes cejas formaban una sola, contaba con unas piernas muy cortas en proporción a su cuerpo y demasiado rechonchas dando la impresión de poseer la complexión de un enano con una estatura un poco mayor, pues la altura de Lucio era la más corta de toda la banda, incluso la misma Margarita aun sin tacones era 5 centímetros más alta que él y ahora con las zapatillas de plataforma le parecía altísima cuando en realidad la nena apenas rasguñaba el 1.77 mts.

Margarita seguía toda ida, hipnotizada, viendo como Pancho masturbaba su brillosa herramienta, como aun con su callosa mano, que casi era un guante de béisbol, al abarcarla aún quedaba de fuera poco más de la mitad de la longitud de esa barra, de repente sintió su vaginita nuevamente escurrirse, se dio cuenta que aún tenía un orgasmo retenido y que su vagina estaba más sensible que nunca, sus caderas ya habían adquirido un sutil pero perceptible movimiento de balanceo.

Se dijo para ella misma que quizás podría masturbarse ahí, total que nadie la veía, así que tímidamente llevó su delicada manita derecha hasta donde se encontraba ese trastornante y aromático reducto vaginal, cuando la manita tocó su parte íntima fue capaz de experimentar la más caliente y mojada sensación vulval jamás recordada, su tanguita estaba empapadísima.

Sus muslos se abrieron para permitir mejor el acceso, estirando sus músculos y ligamentos al máximo, sus piernas se veían tremendamente trabajadas, como si la nena llevara años ejercitándolas, sus dedos lentamente llevaron a cabo el primer roce, fue exquisito, delirante, destellante, electrizante, y no pudo quedarse solo con ese, de ahí siguieron más, cada vez más recios e intensos hasta que sin darse cuenta, la caliente chiquilla ya se encontraba gimiendo delicadamente, hay que hacer mención que la nena no se masturbaba con la enferma escena carnal, ella tenía sus verdes ojitos fijos en la pulsante y babeante verga de Pancho, no existía otra cosa.

El equino estaba embrutecido, no podía creer lo que veía, la nena quería verga, se estaba tocando su pepa sin disimulo, y algunos gemidos eran tan audibles que llegaban a los llenos de cerilla oídos de este. Sabía que este era el momento que había estado esperando, quien sabe cómo vergas la nena había llegado hasta ahí, lo importante era que estaba, así que decidió salir de su roedor escondite dirigiéndose a esta muy lentamente, caminando de manera torpe debido a su alcoholizado estado y, una vez estando a escasos tres metros de la chiquilla vestida de prostituta dio un último trago a su mula de a litro para dirigirse a la fémina.

-que vergas haces aquí?!!- Margarita reaccionó dejando de hacer lo que hacía, quedándose callada.

-te pregunté, que que vergas haces aquí?!!- la nena veía a este viejo mirándola con cara de pervertido, una de sus manos limpiaba el escurrimiento de caña que de su asquerosa boca bajaba mientras la otra empuñaba una moruna como la de Felipe, el viejo chaparro venia armado.

-Don……… Don Lucio, buenas noches, yo estaba, este…… eh, este- la nena no tenía excusa para defenderse, sabía que venía desarmada y eso la ponía en gran desventaja.

-te voy a decir lo que estabas haciendo puta caliente, te estabas rascando la concha, tienes la concha caliente verdad jejejejeje- el impúdico sujeto le regalaba a la nena su sonrisa mas aberrante, cariada y repugnante.

-nooo, no, este yo- la colorada chiquilla había sido descubierta en una de sus zorrerías.

-me estás diciendo mentiroso??- gruñía el vetusto sujeto.

-no Don Lucio como cree, yo, ay no que pena-

-pues ahora mismo me vas a decir que es lo que estabas haciendo perra caliente, o te rajo el frijol (clítoris) con esto- dijo el viejo enseñando su moruna.

-yo, estaba viendo, solo estaba viendo lo que pasa ahí adentro pero ya me iba, adiós, con su permi..- la nena avanzaba hacia el viejo.

-cállate, eso no es cierto, me estas agarrando de pendejo verdad?- el viejo decía todo esto, pero sin gritar, sabía que ante un levantamiento de voz Pancho podría aparecerse y echarle a perder todos sus sueños e ilusiones.

-no no, Don Lucio por favor, guarde eso antes de que alguien pueda salir lastimado- dijo Mar pues Lucio comenzó a mandar morunazos al aire, escuchándose como el filo de la hoja cortaba el viento.

-así que estabas viendo?, nada más,- preguntaba el bastardo.

-sí, se lo juro-

-te diré algo, te dejaré ver otro poco con la condición de que yo pueda ver contigo, los dos juntitos jejeje,- la risa del viejo era por demás pervertida.

-no, ya me iba, gracias de todos modos-

-calla puta, no he terminado, si tu respuesta es sí, los dos veremos cómo se cogen a la otra puta que está ahí adentro, pero, ahí un pero, si tu respuesta es no, en este mismo momento te acuso con Pancho que andas afuera sin su permiso jejeje, y sabes que te va a hacer, una es que te agarre a cuerazos y la otra es que te ponga a que le ayudes a la zorrita con los apestosos esos, tú decides jejeje, que sea rápido- un silencio sepulcral reinó en el ambiente, un sudor frio comenzó a cubrir el carnoso cuerpo de Mar, una risa macabra atravesaba la caballuda cara de Lucio.

-está bien, puede ver conmigo, pero deje esa moruna ahí- dijo la nena pues no tenia de otra.

-y quien eres tú para poner condiciones, tu solo eres una puta que sirve para darle caña jejejeje- Lucio intentaba meter su sucia mano por debajo del vestido de Mar, ella como era de suponerse se lo negó.

-ahora, sigue viendo, diez minutos tú diez minutos yo y así nos vamos- Mar sabía que debía de obedecer, ya no quería seguir viendo pero si no obedecía al viejo lo más seguro es que este cobarde gritaría el nombre del coloso, así que sin más volvió a inclinar su tremendo cuerpo no sin antes dirigirle una mirada de enojo al hombrecillo centímetros mas chaparro que ella.

El casi enano veía como el cuerpo de Mar al agacharse estiraba todas las fibras del vestido hasta el desgarro, su culo era casi traslucido por el nivel de tensión que se generó en la prenda, veía la casi infantil espalda siendo claramente superada en anchura por las desarrolladas caderas, y que decir de ese medianamente tapado culo, el de Mar era casi comparado con el de una yegua mientras que el de Lucio era solo el final del espinazo, el viejo sería muy pendejo si solo se limitaba a mirar ese cuerpo sabiendo que estaba caliente, así que decidió acercar su rostro al de la mirona chamaca.

-jejeje, que está pasando ahí dentro?- dijo mientras se acercó tanto como para que Mar aspirara su caliente aliento, además de poner una de sus manos en una de las desnudas nalgas de ella, la nena puso cara de asco pero le contestó a su pregunta.

-están dos viejos, uno gordo y otro más panzón, hay un perro muy grande, una chava como ahhh- gimió la nena mordiéndose el labio inferior, Lucio se había atrevido, su mano había bajado por toda su nalga hasta su conchita y se la estaba masajeando, la sensibilidad de todas las yemas de sus dedos unidas en ese punto.

-qué te pasa culo, porque te detienes, sigue contándome- Mar siguió relatando lo que sus ojos veían, cabe decir que a partir de los expertos y vulgares manoseos la voz de la chiquilla se endulzó y sensualizó escandalosamente, y sus labios adquirieron una forma casi de mamadora profesional.

-ohhh, en serio, eso se oye muy sucio, tengo ganas de masturbarme, porque no me masturbas, anda, sácame la verga- dijo Lucio y como si Mar fuera un robot programado dirigió una de sus manitas hasta el abierto cierre del pantalón del casi pigmeo, pero esto lo hizo porque Lucio la invitaba a hacerlo golpeando uno de sus bracitos con la fría hoja de la moruna, veía a Lucio borracho y recordaba a su papá, a un hombre borracho mejor seguirle el juego ya que es capaz de hacer cualquier estupidez que en ese momento su retrasado cerebro puede llevarlo a realizar.

La nena tocó un tubo caliente y gordo, comenzó a inspeccionarlo como si quisiera detectar en el alguna rara tumoración, mientras Lucio estaba feliz sintiendo esos deditos apretujarle femeninamente la verga, según el fino tacto de la hembra la verga debería de ser también generosa así que sin importar todos los malos ratos que este viejo le había hecho pasar sacó la herramienta de tan verde viejo, lo que los ojos de Mar vieron fue algo indescriptible, excepcional, de esas vergas que vienen al mundo cada que termina un ciclo del calendario maya, quedó hasta boquiabierta al contemplar las desgarradoras medidas que se gastaba el más pequeño de la banda, la verga ahí presente debía de medir fácilmente unos 26 centímetros y aprovechando la reducida altura de Lucio y sus cortas piernas esta daba la impresión de llegarle hasta las rodillas.

-jjejeje, te quedaste hasta pendeja verdad?- dijo Lucio quien no dejaba de observar y estudiar cada una de las reacciones de la joven ex cajera.

-este, yo, Don Lucio- decía Margarita, se relamía los labios constantemente, casi babeaba al vislumbrar la bíblica herramienta que el viejo traía pegada entre sus piernas, era como una versión algo diminuta de la trompa de un elefante, pero mucho muy grande para la media de un pene humano.

Margarita después de recobrar la prudencia se dispuso a seguir observando pero sin dejar de mantenerse aferrada a la verga del viejo como si esta se tratara de la mano de su ex novio, Lucio en cambio sentía como esa pequeña manita casi de niña le apretaba su verga de manera exquisita, sintiendo como su palma estaba libre de cualquier tipo de callosidad, pero el viejo casi se vacía cuando esta misma manita empezó a realizar una especie de fricción en su carnal exageración, la nena sentía que esta pesaba aún más que la maceta que cargo minutos atrás, quizás su peso era aproximadamente kilo y medio.

-te gusta mi verga zorra caliente- dijo el etílico sujeto llenando el ambiente con su sudoroso aroma.

-sii- fue lo que sus oídos escucharon para su sorpresa, nunca esperó escuchar esa respuesta, un susurro débil que se constató en la forma de posicionarse de los labios de la fémina, de la caliente zorra, caliente porque Lucio seguía tallándola de su panochita con la tanga en estos momentos a un lado, enterrándose entre el muslo y la carnosa vagina.

-¿qué te parece sin dejamos de ver a estos pendejos, y nos vamos a un lugar más cómodo?- preguntaba el pervertido sujeto casi sintiendo como se le salía el corazón de la emoción de esperar que la respuesta fuera precisamente, después de unos minutos de controversia en la mente de Mar, lo que sus oídos escucharon.

-sí, vamos, lo sigo- el viejo tuvo que hacer un esfuerzo majestuoso para no caer ahí fulminado de un ataque cardiaco, pero con una gran concentración de saliva en su cogote se llevó a la nena de ahí, buscando ese lugar cómodo del que hablaba.

El desesperado sujeto con crisis sexual llevaba de la mano a la nena quien solo se dejaba hacer, caminando de la manera más escandalosamente sensual que su cuerpo pudo representar, su vestido iba subido enseñando parte de sus lúbricos tesoros medio tapados pero a ella poco le importaba, ella en estos momentos solo obedecía a una parte en su cerebro que le decía que debía de seguir y a su vez obedecer al viejo en cada cosa que él le exigiera.

La pareja de amantes llegó a un cuarto muy oscuro, Lucio encendió la luz para dejar ver un baño en deplorables condiciones, al momento de que se encendió la luz toda una localidad de cucarachas huyeron despavoridas ante la presencia de las dos sombras, el baño estaba muy socio, la tasa ya era color verdoso, dentro de ella había algo indescifrable, negro y café, con un olor fuerte y con algunos gusanos típicos de cuando algo se descompone ahí rondando, pero para el viejo esto era una penthouse y la abochornada de Margarita al parecer estaba del todo cómoda.

Lucio bajó el asiento y se mandó la primera orden,

-siéntate zorra, y sácate los calzones- la muchachita obedeció y de la manera mas coqueta y lenta que pudo aplastó su tremendo trasero contra el asiento, juntó sus piernas y metió sus delicadas manitas hasta que estas encontraron los hilos de su tanga, lentamente comenzaron a deslizar la microscópica prenda hacia afuera, recorriendo todo sus muslos, llegando a sus rodillas, todo esto sin separar un solo centímetro sus piernas, y levantando muy coqueta las gimnasticas pantorrillas para terminar el recorrido, hubo un pequeño imprevisto pues uno de los hilos se atoró en uno de sus tacones pero no fue nada que la nena no pudiera remediar.

Debido al constante cambio que Margarita ha sufrido en los últimos días, pasando por situaciones de lo más deplorables, estas han de cierto modo causado estragos en su comportamiento a la hora de aparearse, la nena está confundida a partir de esa noche con Pancho, ni ella sabe que le pasa, quizás se trate del síndrome de Estocolmo, en este momento es llevada por una extraña e inexplicable sensación en su cabecita así como una sarnosa comezón en su panochita solo obedeciendo a su más rústico y malsano pensamiento, algo que ya hizo con Pancho pero borracha, aquí está libre de cualquier toxina……..

-la quiere?- dijo Margarita mientras su tanga giraba en uno de sus dedos, el viejo Lucio hasta se pellizcaba para asegurarse que esto no fuera un sueño o alguna ilusión creada por efecto del alcohol, a él no le importaba la manera tan puta en que la nena se estaba comportando, él lo que quería era cogérsela y quería asegurarse que al aventársele encima la nena no se evaporaría.

El viejo no contestó, solo se dignó a arrebatar la tanga de Mar de sus manos pero esta nena también era más rápida, o Lucio estaba tan borracho que era muy lento, que impidió que el chaparro se la despojara, el viejo pensó que aquí la nena se levantaría y lo mandaría a la chingada, por pendejo se la había olvidado la moruna allá arriba pero su sorpresa fue enorme al ver como la misma chiquilla se metía su tanga a su boca para después decirle.

-guiguemega- dijo con su boca llena de tanga, el viejo se abalanzó desesperado sobre esos carnosos labios fundiéndose en un marrano beso en donde ambas lenguas intentaban encontrarse pero el cacho de tela se los impedía.

Los suspiros de Margarita no tardaron en aparecer mientras que los bufidos de Lucio hacían lo propio, él la tenía buen aferrada de su cintura mientras ella hacia lo mismo de su horrible cara de caballo, ella empezaba a abrirse de patas mientras él iba acomodando su verga en esa celestial entrada que precisamente hoy pasaría a ser una más de sus conquistas, uno de los más perversos y violentos violadores golpeadores de mujeres estaba a punto de disfrutar de los encantos de la bella Margarita.

Margarita recordó lo grande que era eso que se acercaba a su concha pero no le importó, quería experimentar en carne propia que se sentía tener alojada dentro de ella algo así de desmesurado, Lucio sacó victorioso la empapada tanga de la boca de Margarita y le pegó una potente aspiración llevándose hasta sus enfisémicos pulmones todo el aroma de la hembra caliente, casi metiéndose por sus narices la prenda de la nena.

Pero recordó que tenía otro propósito, así que sin perder más tiempo apuntó su tosca longaniza y poco a poco la fue introduciendo en la hecha agua concha de Mar, ella se aferró con sus manitas de unos mohosos tubos que pasaban arriba, en los lados, de donde ella estaba sentada, presentando algunas goteras que sabrá Dios que tipo de sustancia era lo que de allí caía, sin embargo dichos tubos adquirían una posición perfecta como si estos se tratasen de algún instrumento para hacer ejercicio.

-ahí te va zorra!!!.- fue el mugido de Lucio cuando este lanzó un mortal arponazo en contra de ella, la verga de Lucio atravesó a Mar como si esta fuera de algodón pero casi a la mitad de su larga extensión esta se quedó atorada, y es que en esta parte el miembro se hacía más grueso y venudo, era tal la cantidad de venas que quedaban encimadas unas de otras, Lucio no podía permitirse esto y juntó tanta fuerza en sus caderas para después sacar un poderoso ataque que envió esa verga hasta el fondo de la rebelde cuevita.

Mar pegó un grito apocalíptico, salpicando muchas gotas de saliva en ese berrido, y es que la irrupción había causado en ella prácticamente un segundo desquintamiento, resultaba increíble que esta no le hubiera traspasado el útero, Lucio comenzó a mover su protuberante arma, con secos movimientos pélvicos sacaba de ahí unos 17 centímetros para después volver a meterlos con más fuerza, cada nuevo embiste aumentaba en fortaleza, aferrándose de la cintura de su pareja para que estos fueran más fuertes, mientras tanto, en cada golpe, toda la zona pélvica y monte venus de Mar se sacudían, en el vientre de esta podía apreciarse un tumor que crecía cada que el viejo metía hasta el fondo su mortífera carne.

La pobrecita chiquilla sentía como si estuviera siendo corneada por un toro, a esto ayudaba que el viejo bufaba y esto hacia más realista su alucinación, el rostro de la bella señorita quien solo había venido a ver si era cierto que aquí se encontraba su papi lucia desbaratado, su cabello rápidamente se vino hacia adelante por más que ella lo echara para atrás, y cada nueva acuchillada se movía y gemía desesperada.

Lucio decidió apoyarse ahora de los tobillos de la nena, separándoselos lo más que pudo, en esta posición los muslos de ella era exhibidos en su máxima expresión mientras el viejo con un suave movimiento en donde solo pendulaba su pelvis lograba meter gran parte de su venuda verga, quizás solo faltaban tres centímetros, Margarita gritaba en cada penetración, pero sentía riquísimo esa verga del macho que tanto asco le daba, ese macho que se excitaba hasta con ver gente agonizando, por un momento pensó que demonios estaba haciendo ahí atravesada por tan repugnante sujeto pero cuando se decidía por avisarle al viejo que era suficiente este la regresaba a su lugar con otro fiero apuntalamiento.

Uno de los golpes fue tal que se pudo escuchar como el cuerpecito de la nena había chocado con la parte trasera del excusado, pero también tuvo repercusiones en las facetas pervertidas de Margarita, sus ojitos se pusieron blancos así como sus cejas se fruncieron exageradamente mientras sus labios se abrieron intentando gemir pero al perecer este sonido se quedó atorado en su diafragma, la gruesa verga de Lucio seguía atravesando a la delicada conchita.

Mar liberó una de sus manitas y la llevó hasta su masacrado sexo, comenzó a realizar esos movimientos de representación fiel que llevó a cabo en la regadera de su casa (la de Pancho) embarrando en esa parte tan íntima y cuidada de su cuerpo una rara concentración de algo de apariencia oscura proveniente de la tubería, que, por las ininterrumpidas penetraciones de Lucio se empezó a batir por todo el territorio vaginal tanto externo como interno pues la verga del viejo se encargó de llevar lo más profundo que pudo parte de esa inmundicia.

Margarita había dejado de tocarse, ahora solo se dedicaba a ser una simple espectadora de como se la cogían, miró al viejo que se encargaba de hacerla hembra, estaba sudado, se había quitado su camisa mostrando un cuerpo mitad fofo mitad marcado, muy moreno y con algunos tatuajes en su cuerpo, la depravada de Margarita incorporó de su cintura para arriba para poder llenar de besos, mordiditas y lamidas el descuidado cuerpo del viejo llevándose a su boca todo tipo de salados sabores.

Lucio decidió cambiar de posición, ahora se sentaba en el retrete mientras Margarita se sentaba arriba de él y de frente y lentamente fue bajando sus caderas, su vagina literalmente iba devorando esa tiesa verga hasta que quedaron perfectamente acoplados, nunca pensó que su cuerpo pudiera comerse algo de semejante manufactura, obviamente después de mucho sufrimiento; la sensual chiquilla se aferró de la nuca del viejo mientras este hacía lo propio de la cintura de ella porque lo que se venía se veía descomunal, y así fue, Margarita hizo a un solo lado todo su cabello para comenzar con un legendario movimiento de caderas que sepa Dios o el Diablo donde aprendió a realizarlo, movía sus caderas como una auténtica batidora para después cambiar estos endemoniados y ordeñadores movimientos por severos sentones tan agresivos que el mismo Lucio estaba sintiendo que posiblemente no podría controlar a tan salvaje yegua relinchando arriba de él.

Y es que la casi desfallecida Margarita comenzó a ensartarse cada vez más fuerte, las piernas de Lucio estaban siendo demolidas por la desquiciada chiquilla quien no dejaba de gemir y gritar como una posesa, los espeluznantes sonidos que hacían ambos cuerpos al chocar espantaban a todas las alimañas que por ahí se entretenían mirando a unos seres muy lejos de parecer humanos así como los violentos sentones hacían cimbrar toda la planta en que se encontraban.

La nena estaba que ardía, su calor quemaba a su chaparro amante, este estaba casi con los ojos de fuera soportando a la hembra convulsionándose sobre de él, por momentos le era imposible sostenerla con todas sus fuerzas pues los meneos eran tales que superaban la fortaleza que este viejo poseía, en un sentón tan poderoso que la nena se dio este pobre hombre casi sintió que se le habían caído los huevos al suelo, posiblemente no hubiera aguantado mucho antes de caer muerto pero fue gracias a que Margarita tuvo un orgasmo que pudo descansar, Lucio había subestimado a Margarita, una nena que le había dado ciertos problemas en la cama hasta al mismo Pancho por la forma tan ruda de moverse cuando llegaba a su límite.

Nuestra nena se había corrido y se meneaba como si estuviera retorciendo por dentro la verga del viejo, a nadie sorprendería que si Mar se levantaba la verga de Lucio saldría formando alguna figura exactamente como las que hacen los payasos globeros, la nena aun moviéndose comenzó a besar el pecho de su hombre, subiendo esos carnosos labios hasta el sudado y percudido cuello de este, lamiéndolo y mordiéndolo como una vampiresa, para después besarlo en la boca con fogosos enredamientos linguales, solo así el viejo mostró signos de vida, estaba todo desparramado y respirando agonizantemente pues los movimientos habían sido brutales.

Aun así el recuperado Lucio quiso más, experimentó por vez primera como la vagina de Mar mordisqueaba las vergas que la penetraban y eso le había gustado, lo que Pancho contaba y presumía en la cantina era cierto, la nena comenzó a moverse de nuevo, ahora más lento y masajeándose sus pechos, al verlos Lucio se les mandó como perro hambriento, comenzó a estrujarlos, apachúrralos, aplastarlos uno contra el otro, juntándolos hasta que el par de pezones se unía y ahí fue donde su lengua comenzó a darse el mejor banquete de su podrida vida, completamente desubicado mamaba esos pechos saboreando el sazón que estos tenían, su asquerosa lengua se revolvía feliz pasando de uno a otro, los mordía enterrando sus dientes como si en verdad se los fuera a digerir, se separó de ello para verlos como le regalaban la mejor danza jamás vista.

-escúpeme perra- dijo el demente abriendo su bocota

-que?- preguntó Margarita quien acariciaba su rostro y cabello (de ella) al tiempo que no dejaba de ensartarse.

-que me escupas, aquí en mi boca,- dijo Lucio sacando su lenguota.

Margarita no estaba en sus cinco sentidos como para extrañarse por tan raras solicitudes, así que juntando en su boca la mayor cantidad de saliva que pudo lanzó el cuantioso escupitajo en contra de la boca de Lucio, pero al no ser muy buena para realizar esta actividad de mal gusto su escupo quedó colgando de su barbilla, aunque esto no fue impedimento para que esas babas llegaran a su destino pues Mar las recogió con una de sus manitas y la llevó hasta tan fétido lugar.

-ahora voy yo, te voy a enseñar cómo se escupe!!!, abre la boca perra mal parida!!!- dijo Lucio ya con las babas de Margarita y las suyas mezclándose dentro de él.

Ella obedientemente separó sus canosos labios lo más abiertos que pudo para recibir de la manera más repugnante posible una mezcla de sus babas con las del apestoso sujeto, sintiendo claramente la chiquilla cuando estas chocaron contra su lengua.

-no te las tragues, junta más saliva y escúpeme ahora tú, hazlo bien- dijo Lucio a una escupida chiquilla, la sudada pareja había detenido un poco su acalorante labor para poder comunicarse con claridad.

Margarita escupía ahora una mayor cantidad de saliva, esta vez lo hizo bien, prácticamente llenado de babas la boca del viejo y aun dándose el gusto de que algunos hilos colgaran de su barbilla (de ella), Lucio hizo lo propio y juntando una gargarea cantidad de babas tan grande que inflaban sus cachetes se mandó esa repulsiva mezcla hasta lo más fondo de la garganta de la nena, escupiéndole a bocajarro, así continuo la pareja con este extraño ritual de apareamiento, al final una muy estructurada y sofisticada red de hilos de saliva en todos los grosores formaban una compleja telaraña de cristalinas uniones entre el feo y rasposo rostro de Lucio y el suave y hermoso rostro de Margarita, y aun así la pareja se seguía escupiendo, solo pararon porque Margarita comenzó a vaciarse otra vez pues el bribón nunca dejó de pellizcarle el clítoris.

El borracho de Lucio la orientó para que ella quedara de espaldas a él, y así comenzaron a acoplarse otra vez, una posición muy excitante en donde la morena verga de Lucio se veía desaparecer entra las rosadas pieles de la nena, primero fue Lucio el que comenzó a taladrarla para después secundarlo la chiquilla con enloquecidos movimientos de pelvis, la nena terminó por recargar su cuerpo contra el de su macho, no tardaron en aparecer una negras manos que se apoderaron de sus pechos, cacheteándolos o jalando de sus pezones mientras ella se comía esa desabrida boca, la nena dejó de besar al depravado solo para gemir más fuerte y en pocos minutos volver a venirse expulsando un pequeño chorro de jugos desde su vagina, dejándole una clara sensación de ir al baño.

La nena no haciendo caso a lo que su cuerpo le dictaminaba siguió ensartándose en la agraciada y completamente babeada verga de Lucio, la nena aceleró sus drásticas ondulaciones mientras intentaba ver, con sus ojitos casi cerrándose, cuál era el procedimiento utilizado por su bollito para poder albergar tanta carne, pero al parecer después de un rato la posición no fue lo bastante cómoda, ambos cuerpo se resbalaban debido a tanto sudor teniendo que acomodarse en varias ocasiones así que la nena decidió regresar a la pose anterior.

Lentamente se desacoplaba mientras veía como la verga del viejo a raíz que salía de ella se iba acostando en la panza de este, por la forma en que le iba saliendo casi parecía que Margarita estaba dando a luz a una verga, ella se acomodó con sus potentes piernas ya temblándole y procedió a enclocharse de nuevo, la pareja de amantes continuo en lo que estaba, los gritos y grosería hacia la persona de ambos era tales como:

-zorra de mierda!!! Sabía que eras una hija de la gran puta!!!!!- obviamente esto era gritado por el cincuentero.

-si- la nena suspiró esta afirmativa palabra, ella estaba atravesando por un estado emocional algo retorcido que haría que comenzara a desgastar su garganta en groserías que en sus cinco sentidos nunca diría.

-sí que perra asquerosa!!!!!- ladraba el repugnante.

-sí, si soy mmmmm- decía la agitada chiquilla.

-si eres que ramera barata!!!,- el viejo soltaba a la nena de su cintura y comenzaba con todo un ciclo de fieras nalgadas, en donde el sonido de la según última no hacia otra cosa que animar al viejo a mandarse una más, ella simplemente arqueó su cuerpo y paró más el culo.

-si, siiii, siiiii Don Lucito, soy una perraaaa, una perra asquerosaaaaa, soy la perra de todoooossss!!!!!- el viejo quedaba hasta con la boca abierta a raíz de las fuertes declaraciones y confesiones que su puta en turno realizaba.

-jejejeje, demuéstramelo ahhhhhh, ensártate más duro, házmela polvo!!!- bramaba el imperdonable.

-siii, ssiiii, uuhhhhgg su verga es miaaaa!!!, miaaaaa!!!!, aayyyy dioooosss que ricaaaaaa!!!!!!- la nena obedecía al sacrílego sujeto para mandarse sus más yegüinas empaladas en contra de la astronómica barra.

-es la más grade que he probado en mi asquerosa vida de putaaaaaaaa!!!!!!!!- gritaba la nena, o quien sabe quién lo hacía por ella, sin embargo estaba tan fuera de sí que quería algo más…………. sádico.

-Don Lucio uuhhhhggg, escúcheme, óigame!!!!!, escúcheme maldito violador de mierdaaaaa!!!!- la nena se expresaba con diálogos propios de las mujerzuelas.

-perra caliente, estas tan cachonda que no te mides en tus palabrotas!!!!!- de más está decir que Lucio con esto se ponía mas duro.

-escúcheme hijo de su puta madre viejo cabrónnnn!!!!,- ahora la endemoniada era la nena, estaba tan embravecida que ese sencillo grito había implementado un temor en Lucio creyendo que esta perra en cualquier momento se lo despacharía a cachetadas.

Pero la nena en vez de eso pidió su sádico tormento.

-péguemeeee!!!, péguemeeeee!!!, agárreme a cachetadas por haber salido tan putaaaaa!!!!- la aun ensartándose nena agarraba al viejo de los pellejos que colgaban terminando su cuello y lo azotaba ferozmente contra el retrete.

-estas segura zorra hija de puercaaaaa!!- bramó Lucio adolorido de esa parte, la cual la nena ya había comenzado a amoratarle por tan severos pellizcones.

-si segura, péguemeeeeee!!!, no le gusta eso viejo pendejo?!! (la nena le mandaba otro escupo impactándolo contra su equina cara), no vive de pegarle a las mujeres??!!!, que acaso no le excita pegarle a una mujer?!! Péguemeeeeeeeeeeeeee!!!- gritaba la nena.

-pues hay te voy puta!!!- gruñó el desequilibrado sujeto y con la palma de su mano mandó una aberrante cachetada que le dejó fotocopiada la mano en todo el pómulo de la nena, tan bestial que pudo haberle sacado algunos dientes, por fortuna para la belleza de esta nena su dentadura quedó intacta.

-más fuerte viejo marica, que no tiene fuerzas!!!- gritaba la caliente Margarita presa de una calentura nunca antes experimentada, Lucio desde luego se ofendió y encolerizado mandó uno de sus mejores golpes pero esta vez a puño cerrado, la nena veía como esa apuñada mano venia acercándose cada vez más a su rostro hasta que después de sentir un tremendo impacto su visibilidad quedó a oscuras.

El impacto fue tan brutal que dejó a Margarita en un cercano estado al knockout, la cabeza de la nena se balanceó como si esta estuviera hecha de goma, de una de sus fosas nasales comenzó a rodar una gota roja, a pesar de que Lucio era el más débil de la flotilla su fuerza en los puños era aún muy superior a la de la nena, quien había dejado de mal hablar a partir del golpe.

La pareja siguió en lo suyo, a estas altura Mar ya no mostraba coordinación en su cuerpo, menos en su cabeza, ni siquiera en sus labios, o al menos eso parecía pues una de sus manos subió a limpiarse esa gota de sangre que rodaba por ellos, la nena comenzó a sentir el nacimiento de otro orgasmo pero también sus ganas de orinar ya estaban casi de fuera, el viejo se dio cuenta y comenzó a castigar el clítoris de ella con fuertes golpes de dedo, tanto hasta que terminó vaciándose primero en líquidos agridulces, apretando sus labios con sus dientes tan fuerte que casi hace sangrar a estos también, mientras que sus ojos no se unieron solo porque tenían el nacimiento de su nariz en medio.

Ella misma quizás tan acostumbrada a que la dejaran encuerada cada que se la cogían intentó desgarrar su vestido, pero no pudo, sus fuerzas no eran tantas, pero aun no pasaban las contracciones orgásmicas del todo cuando sintió como una gran cantidad de orines venían bajando sin la menor intención de detenerse, así que rápidamente quitó a Lucio de donde estaba sentado para ella misma levantar la tapa del retrete, liberando el mefítico aroma de esas extrañas y agusanadas formaciones, se abrió de patas lo más que pudo de la misma forma que abrió con una de sus manos sus labios vaginales, apreciándose lo rojo y abiertos que estos estaban, para comenzar a dejar salir ese dorado líquido.

Los meados caían chocando contra las porquerías de ahí abajo, en dicho choque varias gotitas de algo negro brincaban y alcanzaban a pegarse en los blancos y temblorosos muslos de Margarita, ella en tanto mantenía su frente levantada para evitar que le saliera más sangre mientras Lucio veía ese par de nalgas liberadas del yugo del vestido y como de en medio de sus abiertos muslos caía el líquido.

Una vez que la nena terminó de mear dirigió su hermosa mirada al viejo, dicha mirada ya no era de esa niña viciosa y desfallecida que hace poco mero se telelea arriba de él, esta vez su mirada era tan inocente, tan tierna, tan distintiva de Margarita que hacía imposible creer que esta niña hace poco estuvo gritando tantas obscenidades y moviéndose como un remolino, debido a que ella aun portaba las zapatillas es que había una notable diferencia de altura entre ellos.

Sin que el viejo emitiera palabra alguna Margarita se agachó, tomo la verga de Lucio y se la metió a la boca, pero el gran error de esta nena fue creer que se metía la de Felipe o la de Taco, ella empezó muy alegre metiéndose esa monstruosidad, alojó lo más que pudo dentro de ella pero no pasaron ni cinco segundo cuando ya estaba trocándose en saliva, aun así se lo tomó a reto, volvió a engullirla lo más que pudo para comenzar a realizar movimientos en su cuello propios de sus mejores mamadas de verga pero de igual forma se volvió a vomitar en saliva, de nueva cuenta esta nena se metió otra vez casi un total de 22 centímetros, lo que medía la verga de Pancho, comenzó a chuparla como toda una puta pero esta vez la arcada no pudo ser controlada y se vomitó expulsando lo que Silvia le había llevado de comer algunas horas antes.

-ay- dijo la nena completamente apenada.

-ahh que puerca eres, deja eso, abre la boca que te los voy a echar todos- dijo Lucio, la nena solo sonrió mostrándole sus dientes superiores e inferiores muy juntos, esta vez no blancos pues estaban cubiertos de residuos de vómito.

La señorita abrió la boca lo más que pudo y sin más el viejo, después de haber tenido muchos meses sin coger, se desparramó en semen dentro de la boquita de Mar, la llenó completamente no viéndose dentro de ella otra cosa que no fuera líquido marfilesco, solo su lengua por momentos alcanzaba a salir a la superficie de ese mar de semen.

La nena con las piernitas muy juntas y sus manitas descansando en la rodilla de estas jugueteaba con el apestoso líquido, al parecer le había gustado el sabor pero después la sensación cambio a algo más desagradable por lo que recordando que el semen en la boca no se desperdicia sencillamente se lo tragó junto a los mal digeridos restos de su trocada comida.

Unos minutos después……………………

El viejo Lucio veía como la nena se acicalaba en el espejo del baño, al parecer para ella ya todo había terminado, peinaba su sudado cabello, tarareaba una dulce melodía, acomodaba su arrugado vestido y mantenía pegado en su nariz un pedazo de papel que ya se estaba llenado de sangre, pero el viejo aún seguía duro, lo suficiente para aguantarse otro raund, lentamente el viejo se acercaba por detrás, azotaba el rostro de la nena en el espejo del baño, por suerte este no se rompió sino los resultados en el hermoso rostro de Mar no hubieran sido tan hermosos, la nena por reflejo paró el culo, el viejo intentó nuevamente la penetración vaginal.

Sus largas e imponentes piernas aunadas a sus tacones imposibilitaban que Lucio pudiera penetrarla en dicha posición, su mediana estatura no era suficiente, no le llegaba, enojado el hombrecillo buscó algo para el ganar altura, por suerte encontró un par de blocks de construcción los cuales acomodó a manera que le pudiera llegar a la jugosa papayita de Mar, el viejo era capaz de quitarle los tacones a Margarita para ponérselos él con tal de llegarle, Lucio iba a mandar el primer empujón pero ya con verga en mano observó como el anal y virginal puntito de Mar pulsaba como pidiendo guerra, entonces preguntó.

-jejeje, te lo han hecho por el culo?- entonces la asustada Margarita defensora de su trasero dijo.

-no, por favor, por ahí no, dicen que duele mucho-

-ahh, eso no es cierto, no duele tanto, depende si el que te la coge te la sabe meter y yo si se jejeje- decía el viejo.

-es que, no sé, me va a doler- dijo Margarita, aún seguía caliente e inconscientemente comenzó a menearle el culo al viejo, una hembra cortejando al macho.

-no, no duele, anda, vamos a intentarlo- dijo Lucio ya punteando la entrada rectal de la chamaca.

-jijiji, no se Don Lucio- Mar también seguía el juego, ella hacía para atrás su culo para que ano y glande tuvieran un mejor contacto y así empezaran a conocerse, así estuvieron unos minutos en donde el culito de Mar ya se estaba acostumbrando a los besitos que le regalaba la verga del viejo, este pervertido al tener mayor altura apretó las nalgas de Mar en contra de su desmesurada verga, chaqueteándose su palanca con las carnosas posaderas de la niña, la tierna chiquilla ya suspiraba casi de amor con esos sucios movimientos, Lucio se dio cuenta y decidió preguntar de nuevo, caliente como un burro profetizaba que esta vez la nena aceptaría.

-entonces que putita, intentamos romperte ese culo que te cargas-

-ayyy Don Lucio jijijiji, romper es una palabra que se oye muy fea- dijo la coqueta nena.

-bueno, entonces, te gustaría que probáramos ese culito- Lucio le hablaba casi metiéndole la boca al oído, el viejo ya estaba casi que se volvía a vaciar en mocos.

-jijijiji, pero me promete que si me duele mucho, la va a sacar- decía la zorra de Margarita.

-si pendeja, si sientes que te está doliendo mucho me dices y te la saco- decía el viejo derritiéndose en sudor de la emoción de estar a punto de desvirgar un culo, y vaya culo.

-ehh, este, no puedo creer que vaya a decir esto pero si, está bien, quiero calar que se siente- dijo la nena arqueando su cuerpo, sacando aún más su culo y apretando sus dientes para resistir el seguro dolor que se avecinaba.

Pero justo cuando Lucio comenzaba a ejercer presión sobre ese culito la puerta del baño se abría, la pareja volteaba observando una enorme sombra negra, era Pancho quien miraba enojado como uno de sus compinches estaba disfrutando de su mercancía sin pagar y de cómo su mercancía le estaba dando el culo a este viejo, ¡¡¡¡¡le estaba ofreciendo la virginidad de su culo de a gratis!!!!!, algo que para el obeso sujeto era inconfesable, imperdonable.

-que se supone que están haciendo ustedes dos aquí!!!!!!!!- era como si el mismo Satanás los estuviera regañando.

Lucio parecía camaleón cambiando constantemente de color, mostrando casi todas las tonalidades en menos de medio minuto, mientras la pálida Margarita se acomodaba su vestido y se colocaba la babeada tanga.

-Pancho yo- dijo Lucio, a quien hasta lo borracho se le quitó, estaba más sobrio que nunca.

-nada cabrón hijo e puta, les dije muy claramente que tenían prohibido cualquier tipo de contacto con esta zorra, pero como veo que ya te me la disfrutaste tendrás que pagarme hijo e puta!!!, en este momento me pagas 15 000 mil pesos ya con intereses por haberlo hecho a mis espaldas, si no te corto los huevos aquí mismo- sentenció el viejo.

-y tu puta!!, que no te dejé encerrada!!, dime como vergas te saliste!!!, te ayudó este pendejo verdad!!!,- el viejo la jaló tan bruscamente de los cabellos tirándola al suelo y arrastrándola por todo donde se le podía, Lucio aprovechó el momento para salir corriendo completamente desnudo, como si lo fuera persiguiendo el mismísimo Diablo queriéndoselo coger por el culo con una verga de medio metro, dejando a la nena sola con el problema.

-esta si me la pagas escuchaste perra caliente, esta si me la pagas!!!!!- gritaba el endiablado sujeto echando lumbre por los ojos y engrosando las venas de su cuello, el viejo salió del cuartito pero no demoró en regresar con un cacho de tieso cable doblado a la mitad, aunque con voz más tranquila.

-en este mismo momento me vas a explicar cómo vergas te saliste o quien te ayudó a salir- dijo Pancho abarcando con su cuerpo toda la puerta y levantando el brazo en donde sostenía el cable, perdiéndose para los ojos de Mar en el brillo del foco, Margarita solo veía en el viejo toda la intención de darle la cueriza de su vida.

Continuara………………

«Relato erótico: “Pillé a mi vecina recién divorciada muy caliente 6” (POR GOLFO)»

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13

Paloma, la vecina, tenía un cabreo de narices al saber que la pareja de su ex se nos haya escapado viva por muy poco. Recordando su comportamiento, mi esposa decide darle un escarmiento y la ata contra el cabecero.

Al llegar al apartamento, Paloma tardó en tranquilizarse. Aunque había disfrutado y mucho esa mañana en la pequeña cala, no podía dejar a un lado que la novia de su ex se había escapado viva.

        «Faltó muy poco para que claudicara», pensó al recordar a María mamando de sus pechos.

        Aunque en un principio su intención era escandalizar a la joven para que se marchara, una vez metida en faena se había excitado y realmente pensó en que nos la terminaríamos follando entre los tres.

        ―Me hubiese encantado tener una foto de esa niñata comiéndome el potorro― en plan vulgar se había quejado a María.

Mi media naranja no se lo pensó dos veces y a carcajada limpia, le replicó que tal y como se habían desarrollado las cosas, tenía suerte que esa criatura no hubiese aceptado la oferta:

―Estabas tan excitada que no dudo que te hubieses lanzado tú antes que ella y la foto que tendríamos sería la tuya devorando su coño.

Nuestra vecina y amante supo que mi esposa tenía razón y por eso en vez de insistir, nos sacó la promesa de que si al día siguiente la embarazada se dejaba caer por esa playa le daríamos la oportunidad de ser ella la primera en atacarla.

―Pensad en el morbo que me provoca que esa putilla esté embarazada de Juan.

Al escucharla, me quedé pensando en que nunca me había tirado a una preñada y menos a una que estuviera de seis meses. Al imaginar la postura que tendría que adoptar para que su panza me permitiera tirármela, me puso a cien.

«Mas vale que no digas nada», dije para mí al saber que ni a María ni a Paloma les haría ninguna gracia que saber que esa jovencita me ponía también cachondo.

Se que hice bien al quedarme callado cuando mi esposa comentó que a ella lo que realmente le excitaba de ella era la leche de sus tetas.

―Nos estas tomando el pelo. Es imposible que sin haber dado a luz ya la produzca― comenté seguro de lo que decía.

Desternillada de risa, replicó:

―Te equivocas, Raúl. Es muy normal que a partir del segundo trimestre de embarazo las embarazadas segreguen calostro. Y te puedo asegurar que al menos el de esa putilla está delicioso.

Juro que hasta ese momento siempre había supuesto que el calostro comenzaba a segregarse a partir del parto y al saber que María ya lo había probado, elevó mi calentura hasta límites nada razonables.

Preso de una lujuria sin par, contesté:

―No sé si se me hará probar las de esa incauta, pero lo que tengo claro es que, cuando os preñe a cualquiera de las dos, pienso ponerme las botas ordeñando vuestras tetas.

 Mi salvajada lejos de molestarlas las azuzó y mientras Paloma se arrodillaba en la cama con la intención de provocarme, mi esposa susurró en mi oído:

―Te ayudo a preñarla si luego me permites a mí mamar de ella.

Que le diese o no permiso daba igual, si nuestra vecina se embarazaba de mí, su producción láctea sería para ambos. Por ello, muerto de risa, respondí que si me ayudaba solo me podía comprometer a que ella también se quedara en cinta.

Mi respuesta incentivó mas si cabe su natural lujuria y mientras me desnudaba, no sé cómo convenció a Paloma de que se dejara atar al cabecero.

― ¿Queréis jugar duro? ― comenté.

Para entonces nuestra amante yacía inmovilizada y por eso nada pudo hacer cuando acercándome a ella me entretuve acariciando su sexo.

―Por favor, no me violes― dijo haciéndose la damisela en peligro.

Sonreí al escucharla y dando una sonora nalgada en sus ancas, la contesté:

―Solo vamos a tomar lo que es nuestro, ¿verdad cariño?

María estuvo de acuerdo y por eso en cuanto le hice una seña, separó las piernas de la morena y comenzó a besarla sin importarle los gritos que empezó a dar su víctima. Descojonado y mientras María cumplía mis deseos, me dediqué a torturar los pezones de Paloma.

 ―Pienso denunciaros― la escuché decir, pero no la creí porque era evidente su calentura.

En plan capullo, decidí morderlos suavemente con mis dientes.

―De hoy no pasa que te quedes preñada.

―Ni se te ocurra, te he dicho que no quiero― contestó con la respiración entrecortada.

Mi mujer estaba besuqueando el interior de sus muslos cuando pellizcando sus pechos, pasé mi mano por su trasero, comentando que me gustaba su culo.

Nuestra vecina asumió lo que la iba a hacer incluso antes de sentir que uno de mis dedos se hacía fuerte en su ojete y por ello nos rogó que la dejásemos.

―Ni de coña― contestó María mientras aprovechaba para meter la lengua en su vagina.

―Dejadme, no estoy de broma― gritó descompuesta al sentir que iba a ser incapaz de resistir mucho tiempo sin correrse.

Durante un minuto, dejé que mi señora comiese de su coño hasta que pegando un grito no pudo evitar sufrir un largo e intenso orgasmo mientras derramaba su flujo sobre el colchón.

―Ves lo pronto que cambias de opinión― comenté al oír su gozo y sin dejarla descansar, le informé que iba a cumplir mi promesa: ―Aunque me apetece romperte el culo, creo que ha llegado la hora de hacerte madre.

Curiosamente fue María la que más se excitó con mis palabras y dando un sonoro azote a una de las nalgas de Paloma le comentó que no se quejara por haber sido elegida la primera en ser inseminada.

―Si quieres me pongo a bailar de alegría― respondió ésta todavía actuando.

―Bailar no sé, pero mover el trasero seguro― dije interviniendo. Tras lo cual, le levanté las piernas posándolas sobre mis hombros y antes de que pudiera reponerse de la sorpresa, la penetré.

La morena pegó un largo gemido al ir absorbiendo mi verga en su interior:

―Por favor, desatadme.

 Mi esposa que hasta ese momento había permanecido al margen, comprendió, dado que nuestra amante estaba entrando en calor, que podía aprovechar que seguía atada. Por eso y mientras yo comenzaba a machacar su cuerpo con mi pene, ella le puso el coño al alcance de su boca y sin cortarse un pelo la ordenó que se lo empezara a comer.

― ¿Y si me niego? ― se atrevió a decir.

Supo de su error al ver que María no solo se sentaba sobre su cara, sino que a la vez que le regalaba sendos pellizcos sobre las tetas.

―Hija de perra― chilló por primera vez enfadada.

Arrepentida de haberse dejado maniatar, se quejó de la actitud de mi mujer, pero en cambio a mí la escena me excitó e incrementando el ritmo de mis caderas continué a lo mío.

―Cabrones― chilló al sentir que entraba en calor y que contra su voluntad estaba empezando a gozar.

― ¿Qué coño esperas para usar tu boca? ― reclamó María colocándole nuevamente su sexo en la boca, pero esta vez sin forzarla.

 Sin ser consciente de que eso significaba su entrega, Paloma sacó su lengua y la introdujo lentamente en la vulva de mi esposa, la cual gritando su victoria a los cuatro vientos buscó con ardor que la penetrara por completo.

 Su rendición no por esperada resultó menos total y tirando de sus brazos forcé su entrada una y otra vez cada vez más rápido mientras María gozaba presionando la cabeza de nuestra vecina contra su sexo. Ese fue el instante en que todo se desencadenó y Paloma, olvidando su papel de víctima, hizo que su lengua se apoderara del clítoris mientras yo seguía erre que erre barriendo sus últimas defensas con mi miembro.

Nuestra estimada y calentorra vecina no tardó en correrse, y con ella, mi esposa. Los jadeos y gemidos de ambas mujeres fueron la señal que esperaba para lanzarme como un loco en busca de mi propio placer y agarrándome firmemente de los hombros de Paloma, reinicié la cabalgada.

Mi pene apuñaló su cuerpo impunemente mientras ella se retorcía gritando de placer mientras María se masturbaba como una loca usando dedos de las dos manos.

El cúmulo de sensaciones nos lanzó hacía un orgasmo compartido y explotando derramé mi simiente en su interior mientras mis dos mujeres berreaban su gozo. Víctima de una sobredosis de sexo caí desplomado sobre el colchón.

 La profundidad e intensidad de mi clímax provocó que tardara un buen rato en recuperarme y cuando lo hice, vi que mi esposa estaba desatando a Paloma, la cual todavía permanecía con la mirada perdida.

― ¿Qué ha pasado? ―, pregunté viendo su estado.

―Nuestra zorrita no ha aguantado tanto placer ― contestó María y sonriendo, me preguntó si estaba listo para hacer uso de la que siempre sería mi favorita.

―No creo poder― contesté muerto de risa.

Confiada en sus dotes “mamatorias” y abriendo su boca, no hizo caso de mis palabras y se puso a reanimar mi alicaído miembro…

14

Dando por sentado que iba a ser la protagonista de esa jornada, la novia del ex de Paloma llegó puntual a la cala y suspiró aliviada cuando nos vio tirados en nuestras toallas. Mientras bajaba por las escaleras hasta la arena, no pudo dejar de sentir un escalofrío al recordar lo bruta que se había puesto el día anterior. Todavía no se lo podía creer que hubiese permitido que una mujer hubiese mamado de sus pechos y lo que incluso era peor, que le había encantado sentir como se apoderaba de sus pezones con los labios y succionaba de ellos.

Siempre había sabido que bajo la fachada de dulce y tierna jovencita escondía una sexualidad desacerbada, pero aun así nunca había sentido inclinaciones lésbicas y menos había participado en una orgía.

«Todo eso va a cambiar hoy», pensó recordando las veces que esa noche se había tenido que masturbar imaginando el momento en que se entregara a esos tres maduros que había conocido en la playa y mientras se acercaba a nuestro campamento no dejaba de darle vueltas a porque no se había negado de plano cuando le pedí que cogiera la cámara de fotos e inmortalizara el momento en que sodomizaba a Paloma.

―Desde niña mi mayor fantasía siempre ha sido que alguien me rompiera el culito― confesó sin turbarse en absoluto.

Pero volviendo la historia, he de decir que ni siquiera me había dado cuenta de su llegada cuando a mi derecha escuché decir:

― ¿Puedo tumbarme con vosotros?

―Claro― respondió mi señora: ―Te estábamos esperando.

Abriendo los ojos, sonreí al ver que se presentaba a mis dos acompañantes de beso y al comprobar que no me levantaba, se agachó hacía mi diciendo:

―Me llamo Bea.

Al oír su nombre caí en la cuenta de que no nos habíamos preocupado por saber cómo se llamaba. Por eso hasta entonces y para los tres, esa rubita era la nueva putita de Juan, la zorrita del ex de Paloma o la vaquita lechera que íbamos a ordeñar.

―Soy Raúl― dije mirándola a los ojos: ―No estábamos seguros de que vinieras.

Sin levantar su mirada, la joven me admitió que ella tampoco y que solo después de desayunar había tomado la decisión de acudir a la cita. Teniéndola tan cerca me percaté de que, aunque no lo quisiera reconocer la idea de pasar la mañana con nosotros la traía sobreexcitada.

«Tiene los pezones duros como piedras», me dije al contemplar los dos montecillos que se formaban bajo su traje de baño.

Paloma, ejerciendo de anfitriona, la ayudó a colocar su toalla sobre la arena y mientras lo hacían pude recrear mi mirada en el profundo canalillo que formaban sus tetas llenas de leche.

«Me está entrando hambre», pensé anticipando el sabor que tendría su calostro. La prueba de que ese líquido blanquecino estaría delicioso la tenía al lado y es que, desde su sitio, María, que ya lo había probado, no paraba de lamerse los labios pensando en repetir.

El interés que nuestra vecina estaba poniendo para que la recién llegada se sintiera bien acogida me dio que pensar porque no en vano esa mujercita no solo la había sustituido en el corazón de su marido, sino que por su culpa el tal Juan la había abandonado.

«Esta cabrona quiere algo», sentencié.

Al comprobar que se ponía a charlar con ella como si fueran buenas amigas, supe que la joven desconocía completamente que Paloma era la ex de su pareja. De no ser así, la tal Bea sería una geta o una hipócrita de lujo.

«Ninguna de las dos sabe como actuar ni cuando dar el primer paso», sentencié al observar que los minutos pasaban y que nadie se atrevía a perder las formas.

Por ello, decidí ser yo quien lo hiciera y quejándome del calor, me quité el traje de baño mientras preguntaba si alguien me acompañaba a darme un baño.

―Yo voy― dijo María y sin que yo se lo tuviera que decir se despojó del bikini para acompañarme.

 Beatriz no quería ser la única en quedarse en la toalla y venciendo la vergüenza de que la viésemos desnuda dado su estado, comentó a Paloma si estaría demasiado ridícula bañándose en pelota picada con esa panza. La morena comprendiendo sus motivos, les quitó importancia al contestar:

―Ridícula, no. ¡Fascinante!

Y para demostrar que hasta ella se sentía se sentía atraída por su cuerpo germinado, sacando uno de los pechos de la rubia del traje de baño, lo lamió. Bea creyó que esa húmeda caricia era un intento de darle confianza y poniendo un puchero, le soltó:

―Gracias, pero hasta mi pareja piensa que parezco una ballena.

Esa confidencia indignó a Paloma, la cual sin medir sus palabras y recordando las veces en que la había menospreciado, cargó las tintas contra él diciendo:

―Juan siempre ha sido un cretino. No le hagas ni puto caso. Lo que tiene de agradable fuera de casa, lo tiene de imbécil dentro.

Con la boca abierta, Bea preguntó cómo era que lo conocía. Cayendo en su metedura de pata, la morena respondió:

―Creí que lo sabías…

― ¿Qué sabía el qué? – insistió la joven.

Colorada como un tomate y sabiendo que en cuanto se lo dijera, esa cría saldría corriendo, contestó:

―Que soy Paloma… su ex.

Tal y como había anticipado, esa bomba era de tal calibre que nada mas reponerse de la sorpresa, la joven cogió sus cosas y desapareció rumbo a su coche, dejando a nuestra vecina jodida doblemente. Primero porque, nuevamente, Bea se le escapaba viva y en segundo, porque se sentía culpable de haberla hecho sentirse mal.

Por ello, con el ánimo por los suelos, se acercó renqueando a donde María y yo nos estábamos bañando. Al verla llegar sin levantar los pies de la arena, supe que algo había pasado    

«Esa criatura no se merece que el mismo que la embarazó la rechace por gorda», se dijo cada vez de peor humor y necesitando liberar la mala baba que traía, nos explicó lo ocurrido.

―No comprendo cómo has podido vivir con ese hijo de perra tantos años― murmuró mi mujer tan cabreada como ella al escucharla.

Por mi parte y aunque estaba de acuerdo, no intervine. No fuera a ser que la internacional femenina en plena actividad me viera como un saco de boxeo al cual golpear. Por ello, esperé a que terminaran de ponerlo a parir para dejar caer como si nada:

―No lo comenté antes porque no era interesante. Pero si creéis conveniente hacer una visita a esa preciosidad, sé dónde se aloja.

Como no podía ser de otra forma, mis palabras levantaron sus suspicacias. Solo tras contarles que, al día siguiente de nuestro primer encuentro con Juan, le había visto salir de un chalecito, se tranquilizaron y me preguntaron mi opinión al respecto.

―Yo personalmente mandaría a María de avanzadilla para que la invite a cenar en el restaurant que hay en la esquina de su casa. Si sigue mínimamente interesada, el quedar en un lugar público y conocido hará que se sienta cómoda y aceptará.

Tanto mi esposa como nuestra amante aceptaron mi plan cómo el único posible y por eso al volver hacia casa, nos desviamos un poco para que María tocara en la puerta de esa joven.

― ¿Crees que aceptará? ― me preguntó Paloma mientras esperábamos.

Iba a contestar que no, cuando de pronto, vi que mi señora volvía sonriendo y cambiando sobre la marcha mi respuesta, contesté:

―Por supuesto, ¡soy irresistible!…

Relatos eróticos: “Mis yeguas y yo. Apuntando a Sarita” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

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Pasé un tiempo acariciando a mis dos flamantes yeguas.

Manoli me daba buen sexo, con carácter y dedicación. No quedábamos muchas veces y manteníamos con recelo nuestros secretos encuentros. Ella buscaba gustarme, no me era muy difícil darme cuenta de ello. Eso me hacía sentir a gusto y generoso con aquella hembra. Al fin de cuentas, las pocas veces que quedábamos, nos entregábamos con dedicación.

Mi madre me daba amor. Esa era la palabra, amor. Cuando acudía a sus brazos me recibía con el alma abierta y me entregaba su dulce y maduro cuerpo. Lo hacía con naturalidad y nunca me dejaba indiferente. Sus amplios senos llenaban mi paladar y mi tacto de gloria. Su forma de subirse encima me dejaba agarrado al abismo, haciendo fuerzas por no correrme, Pocas veces tomaba la iniciativa con ella. Pero poco a poco fui entendiendo como imponerme a ella.

Con mamá todo era cómodo y placentero. Era fácil dejarse llevar y engancharse a sus regazos. Ella parecía feliz, y no intuía que el hecho de ser su hijo le importara.

El buen sexo que me otorgaban aquellas dos fenomenales yeguas me hizo estar mejor en casa. Me centré más en mi familia y el trabajo. Hasta empecé a disfrutar algo más del sexo con mi mujer. Mi madre y mi cuñada me hacían saciar la mente enferma e incontrolable; lo cual se traducía en una mayor estabilidad emocional. El león estaba amansado.

Pasaron un par de años con esta calma. Manoli, emocionada aun por haberme ayudado con mi madre, me pedía constantemente poder asistir a una sesión de sexo con ella, y si ambos queríamos contribuir. A veces se desataba y lo pedía con insistencia; todas esas veces tuve que contenerla y pedirle sentido común. Mi madre la conocía, se suponía que todo era un inmenso secreto. No quería hacer nada que pusiese en peligro todo aquello y mi integridad como cabeza de familia.

A veces también me preguntaba por mis futuras yeguas. Mi cuñada era mi confidente. A ella le fui sincero desde el principio, en mi deseo de acostarme con cuantas más mujeres “prohibidas” mejor. Le dije que las llamaría mis yeguas, y que ella, mi cuñada, era la primera de todas. Lejos de sentirse usada le gustó, y gracias a ella pude conquistar a mi segunda yegua: nada menos que mi madre. Había apuntado tan alto que tuve suficiente durante más de dos años. Pero un familiar escozor me empezaba a venir con mayor asiduidad cada vez. El ser guarro, maldito, insaciable, prohibido, que habitaba en mi interior empezaba a pedirme más. Era el momento de conquistar y domar a una tercera yegua. Tenía varias candidatas en mente, y con alguna de ellas Manoli podía ser parte definitiva, nuevamente, en el proceso de amaestramiento.

Físicamente me encontraba muy bien. Había intensificado mis visitas al gimnasio. Mi cuerpo estaba fuerte y los músculos se dejaban ver algo marcados. En la cama era un toro, aguantaba bastante bien las envestidas y podría estar mucho tiempo sin cansarme. Sobre todo en mis segundos polvos, una vez superada la calentura del primero. En ellos era donde verdaderamente me había creado la fama de buen amante y de bestia en la cama. A veces estaba hasta media hora sin dejar de follar, constantemente. Mi madre decía que ella buscaba amor y pasar ratos íntimos con su hijo, pero cuando alcanzaba ese punto sentía como se estremecía y se derretía bajo mis músculos y empuje. Notaba como realmente le encantaba esa forma salvaje de follarla, y gemía como una puerca; realmente como la puerca que es.

Y era, precisamente, esa confianza en la cama, y lo bien que me encontraba físicamente, lo que me hacía estar decidido a ir a por una tercera yegua, y lo que me hacía pensar que todo era posible, que siempre habría opciones de conseguir el objetivo, por difícil y extraño que fuera. Si se hacía bien, hasta un no era salvable psicológicamente. Pero siempre se asumían riesgos. Cuando uno tiene muy claro a quien quiere follarse, si no está dispuesto a arriesgar y a mirar cara a cara al peligro, nunca lo conseguirá.

Una mañana me desperté empalmado después de un dulce sueño. En ese momento tuve claro que mi tercera yegua sería la protagonista del sueño: Sara, la hija de Manoli. La sobrinita de mi mujer había cumplido los dieciocho hacía poco tiempo. Desde que tenía dos años menos ya era una mujer de bastante buen ver. Morenaza de curvas generosas, pechos amplios y una bella y morena mirada tímida. De hecho siempre fue la yegua que más tuve en mente. En su día decidí esperar hasta que cumpliera la mayoría de edad, y ahora, como un grupo de bisontes desbocados, Sara vino a mi mente sin retorno.

Estuve todo un día pensando en cómo podría intentarlo. No encontré forma fácil de hacerlo. No es igual buscarle las cosquillas a mujeres maduras, con falta de sexo en su vida, que a una joven recientemente mayor de edad, pero con una inocencia aparente más propia de una adolescente quinceañera.

Llegué a la conclusión que era un reto más difícil y delicado que incluso el de mi propia madre. Eso no me desanimó, al revés. Quería intentarlo, y quería conseguirlo; no podría flaquear. Un pequeño traspiés y mi vida se podría ir al garete.

Decidí que no podría hacerlo solo. Necesitaba ayuda de alguien. Me costaría mucho trabajo decirlo a su madre. Pero era la única opción, o me ayudaba Manoli o jamás tendría a Sarita entre mis yeguas.

Tras un polvo entre semana con manoli, en casa de mi madre (ausente entre semana por trabajo en una ciudad vecina). Decidí comentarlo…..

–        Manoli, he pensado que quiero seguir indagando en mi sexualidad. Quiero dar un paso más, tengo en mente a una posible yegua que me colmaría.

–        ¡Guau!, ¡por fin te has decidido!. Dime, ¿de quién se trata?

La miré dubitativo. Ella esperaba sonriente, estaba muy guapa con su teñido pelo rubio cayendo sobre su frente.

–        Se trata de Sara….. tu…. Hija

Su sonrisa se congeló. No supe entender si el arqueo de labios denotaba furia o excitación. Hubiera jurado que ambas cosas a la vez. Tardó en reaccionar más de lo que esperaba.

–        Vaya, cuñado, parece que vamos a tener que matarte antes de que te folles a toda tu familia. ¿por qué demonios tienes que meter a Sara en esto?

–        Sé que no es fácil, pero siempre he sido sincero contigo. Cuando aceptastes ser mi primera yegua no se te veía precisamente apesadumbrada. Ni cuando llevastes a mi madre a mi polla. Ahora has de aceptar que me apetece una chica como tu hija. Es maravillosa. Si tuviera su edad estaría enamorado de ella. Es guapa, morena, y no tiene mal cuerpo…. Ni mucho menos.

–        Ella es mayor de edad, no soy quien para obligarte nada.

–        Espero contar con tu ayuda.

–        De eso nada, cabronazo.

Eso último lo dijo fría y seria. Se levantó y se vistió a toda prisa. Yo la observaba en silencio desde la cama, no iba a intentar convencerla, me parecía lógico. Estaba en su derecho de no querer llevar a su hija a la cama de un cabrón como yo.

Cuando se hubo vestido se dispuso a irse. Pero en la puerta de la habitación se quedó parada en seco. Se dio la vuelta y me miró a los ojos. Intenté analizar su expresión: de nuevo furia y excitación.

–        Está bien, te ayudaré. ¿es lo que quieres?, ¿Qué tus yeguas sean buenas contigo?

–        Sería un honor.

–        Pero…….

–        ¿Pero?

–        Si yo hago esto por ti tú tendrás que hacer algo por mí, dos cosas.

–        Soy todo oídos.

–        La estabilidad de mi familia está en juego. Si de verdad quieres que sea partícipe de la locura que me planteas, deberás abandonar a tu familia. Me sentiré mucho mejor si te hundes. Deja a tu mujer y esta yegua se comprometerá más aun.

Me quedé perplejo. Jamás hubiera esperado que me pidiera eso. Me incorporé y me senté en la cama. Mi mente no bullía, no era capaz de pensar. Por un momento tuve la tentación de abandonar el barco y volver a mi casa. Pero no podía pensar.

–        Está bien. Cuenta con ello. Dame tiempo. ¿Cuál es la segunda exigencia?

–        Que me dejes participar en una sesión con tu madre.

Me sentí tan excitado como violado. Manoli empezaba a tomar cartas en el asunto de una forma que jamás habría aceptado. Pero la dulce Sara era quien mandaba.

–        Me parece fantástico, amor. Pero también necesitaré algo de tiempo.

–        No, será este fin de semana. Todos los fines de semana os veis. Ocurrirá el domingo por la mañana. Mi hijo tiene partido a las once y mi marido va a acompañarle. Desde las diez hasta las dos tendré tiempo. Lo haremos ahí.

–        Mi madre te conoce, ella piensa que lo nuestro es secreto, ¿crees que aceptará?, se morirá de vergüenza.

–        Ese no es mi problema. Hasta el domingo. A las diez de la mañana te llamaré, estaré andando cerca de aquí. Si me dices que suba tendrás a tu yegua feliz y estarás más cerca de mi hija. En caso contrario olvídate de ella.

Mi polla estaba demasiado caliente para pensar. Un puto trío con mi cuñada y mi madre era una de las cosas que más me excitaban. Tan excitante que jamás había pensado en ello antes de mi transformación, en una de mis múltiples pajas.

–        Esta bien. Llámame el domingo a las diez. Veré qué puedo hacer.

Cuando se fue me quedé pensando. Al rato me vestí y fui a mi despacho, donde se suponía que tendría que estar. Desde allí llamé al móvil de mi mujer. Le dije que de nuevo habría congreso el fin de semana. Me iría el sábado y volvería el domingo por la noche o el lunes por la mañana. Ella, acostumbrada a mis ausencias, asintió con neutralidad.

Luego llamé a mi madre. Este sábado pasaría toda la noche con ella, pero se suponía que estaría trabajando a quinientos quilómetros de distancia. Ella me besó a través del teléfono. Contaría las horas hasta el sábado por la noche, de eso no me cabía duda.

Dejé las maletas de viaje en el armario de entrada de la casa de mi madre. Nos saludamos dándonos sendos besos en las mejillas. Nuestra relación era muy normal fuera de la cama. Madre e hijo. Nunca nos besábamos fuera de ella y nunca nos acariciábamos. Pero cuando nos íbamos a la cama nos transformábamos. En ese momento mi madre dejaba de serlo y se convertía en hembra, hambrienta y caliente, gustosa del buen sexo.

Tras el saludo me disculpé para darme una ducha. Ella estaba cocinando verduras. Siempre hacía comida poco pesada y en poca cantidad, cuando íbamos a comer o cenar juntos y había la intención de tener sexo después. Le gustaba sentirse bien para rendir en la cama. Yo estaba hambriento pero me pareció bien la cena.

Escondí las pastillas. Recomendadas para poner a una mujer muy caliente. Las mejores del mercado negro, según me dijo un amigo que de vez en cuando las pasaba. Me las dejó a mitad  de precio. Por la mañana le pondría dos en el café del desayuno. La necesitaba plena y desmadrada de ganas de follar, era la única opción de admitir a Manoli. Aun así no las tenía todas conmigo.

Me puse chándal de estar por casa y camiseta de manga corta. Debajo nada. El mes de abril estaba siendo más caluroso de lo esperado, auque rara era la semana que no llovía durante todo un día entero.

Mi madre se fue a dar una ducha mientras yo ponía la mesa, la cena ya estaba cocinada.

Apareció lista para comer. Se había puesto camisón de dormir. Color verde apagado Era sedoso y dejaba un pequeño escote elegante. Le llegaba por las rodillas. Al sentarse, a mi lado, cruzó las piernas y me dejó ver sus cortos y regordetes muslos. Estaba perfectamente depilada y olía a perfume de vainilla.

–        El perfume que usas es nuevo, ¿verdad?

–        Sí, jaja, pensé en que podría agradarte que oliese de forma diferente.

–        Me recuerda al que usaba mi primera novia.

–        ¿Ah sí?. Cenemos y luego me dirás si me sigo pareciendo a ella cuando nos acostemos.

–        Jajaja, cómo eres, ya te digo que no te pareces en nada.

–        ¿Para mejor o para peor?

–        Madre solo hay una.

–        Te quiero hijo.

–        Y yo.

La cena concluyó. Habíamos estado hablando sobre trivialidades. Me había quedado con hambre, pero mejor así; yo también rendía mejor con el estómago vacío. Me disculpé para lavarme los dientes. Ella hizo lo mismo.

Al salir de ambos baños nos encontramos en el pasillo, en la puerta de los dormitorios. Lo hicimos con mucha naturalidad, como si ambos ya conociéramos el procedimiento a la perfección. Ella entró en su dormitorio y yo fui tras ella. Nos acostamos como un matrimonio, cada uno en su lado. Yo descorrí la cortina para dejar entrar la luz de la farola que teníamos justo al lado del balcón.

Me quité el pantalón y me metí en la cama. Era amplia y las sábanas olían a nuevas. Ella se quitó los pendientes y el collar con el que había comido y se tumbó a mi lado.

Yo estaba desnudo de cintura para abajo y solo me tapaba con la sábana. Estaba muy empalmado y con ganas. Ella a veces miraba el bulto sobre las sábanas.

–        Bueno hijo, buenas noches. Gracias por quedarte de nuevo con mamá a dormir.

–        Es un placer. Me agrada mucho tu compañía.

Ella se volcó un poco sobre mi y me besó en las mejillas. Una mano suya me acariciaba el torso sobre la camiseta.

–        ¿No tienes calor?

Me la quité sin decir nada y me arrimé más a mamá. Ella entonces me besó en los labios. Su lengua recorrió mis pechos y mi abdomen. Apartó las sábanas y mi polla salió de un brinco. Enorme y juguetona.

–        vaya madre, siempre me la pones así.

–        Que feliz me haces.

Sonrió con los labios cerrados y la agarró. La masajeó lentamente mientras se iba deslizando hacia la parte baja de la cama. Sus labios recorrieron mi vientre y las tabletas del abdomen. Se acomodó a mis pies y deslizó su lengua por los huevos. Los mordió. A continuación recorrió toda la polla con su lengua. Lo hizo muy despacio hasta llegar al capullo. Echó el pellejo totalmente hacia atrás y se lo metió en la boca. El capullo se la llenó entera. Me miraba mientras movía su lengua. Luego se la sacó y me miró complacida. No era para menos, una enorme polla se desplegaba en todo su esplendor ante ella. Su madura mirada se llenó de anhelo y melancolía. Normalmente me decía cosas cariñosas mientras me la comía y al principio de la follada. Pero esa noche no dijo nada, solo me miraba con amor.

Su boca no avanzaba hasta mucho más de la mitad en cada embestida de la mamada. Lo hizo de maravilla, como siempre. Nunca detuvo el ritmo. Cuando no la comía la masturbaba fuerte, mirándome. Ríos de placer recorrian mi cuerpo. Noté como los huevos fabricaban semen a mansalva y lo empujaban hacia arriba. Estaba muy caliente.

–        Mamá….. creo que…… me viene

–        Tssssssssssss

Se colocó mejor y se la metió en la boca mientras la masturbaba. Sus labios se apretaban en torno al capullo, ahora solo la comía hasta un poco más allá de él. Centrándose en la zona donde más gusto me daba. Su lengua no paraba de pasar por el capullo, como pidiendo que saliese ya el semen. Cuando me vino empezó a masturbarme el capullo con más fuerza, con la boca, siempre y solo con la boca. Se colocó con los brazos abiertos, apoyada a ambos lados de mis caderas y recibió el semen apretando la boca ante la polla erecta que se conectaba con sus labios. Lo tragó todo, o al menos esa impresión me dio. Luego me la limpió con delicadeza. Dándole besos y pasando con cuidado su lengua  por el contorno, lamiendo las últimas gotas en caer.

Luego se tumbó a mi lado y esperó a que me recuperase.

–        ¿te has quedado bien?

–        Uf, demasiado bien. Me has vaciado mamá.

–        Pero… ¿quieres ya dormir?

–        No, antes quiero darte lo tuyo.

–        Eso es lo que quería oir, mi vida.

Su gesto dulce se deshizo y ante mí brotó la hembra guerrera que mi voluptuosa y madura madre llevaba dentro. Me incorporé y la desnudé con violencia. Le rompí el camisón. Su cuerpo se quedó completamente desnudo. Sus pechos amplios y caídos

, sus muslos cortos y regordete, su amplio y hermoso trasero y caderas de diosa.

La abrí de piernas y le comí su cuidado coño. Mi lengua jugó con su clítoris y mis dedos entraban en su amplio y muy húmedo boquete. Mi polla regresó por completo. Me sentía al cien por cien. Esa hembra merecía ser montada de forma ejemplar. Gran yegua.

Se abrió de piernas y entré como un torero al toro que va a matar. Se la clavé rápido y eficaz. Me encantaba como entraba mi polla en ese coño. La tenía enorme, se la clavé hasta los huevos y ella chilló de excitación.

–        Fóllame nene

Pam pam pam. La cama daba porrazos contra el respaldo. Ella cerraba los ojos en cada penetración. Al final de cada cual sacaba la polla entera para volverla a meter. El ritmo no era excesivo. Estuvimos así un rato, sintiéndonos la piel. Es muy gustoso el roce del coño de mi madre cuando tengo la polla verdaderamente enorme, como aquella noche.

Al rato se dio la vuelta y se colocó en la posición del arco. Su cara muy pegada a la almohada y el culo lo más levantado posible. La luz de la farola iluminaba su cuerpo. Menuda yegua, menuda hembra, vaya madura tengo aquí toda para mí.

Me subí en su culo y me escupí en la mano. Se la pasé por ano y coño. Mi madre se movía balanceando el culo de lado a lado mientras giraba la cabeza para mirarme de reojo, pidiendo guerra.

Se la metí en el coño y la taladré con fuerza. Aguanté mucho tiempo la follada. La tenía bien agarrada por la cintura. En ese momento la vi débil y accesible, sentía que podía hacer con ella lo que quisiera. Le agarré con más fuerza y se la clavé en el culo. Me subí más encima y le presioné en la nuca hundiéndola más en la almohada. Le follé el culo con fuerza, ella no decía nada, se dejaba hacer con total entereza. Una puta ejemplar. Sus chillidos dejaron de ser de excitación y dejaron entrever dolor. Se la saqué y la liberé de la opresión. Se quedó jadeante boca arriba. Yo me tumbé a su lado. Se giró hacia mí y me acarició los músculos brillantes por el sudor.

–        Ese es mi macho

Se subió y cabalgó. No era muy elegante en esa postura pues le costaba mantener el ritmo víctima del cansancio. Así que la agarré y la taladré desde abajo. Ella acompañaba la brutal follada con un jadeo constante y estridente. Como un borrego al que están degollando.

Estaba exhausta y mi pene aun tenía más saque. El pedí más y se abrió de patas de nuevo.

–        Acaba aquí, mi amor.

Al entrarle sus brazos me abrazaron tras la nuca y sus piernas se enroscaron en mis caderas. Ahora me miraba fijamente con una luz especial en los ojos; una madre orgullosa de su hijo.

La follé de menos a más, ella fue descolgándose de mí y acabó despatarrada y mordiendo la almohada. Al rato me vino y me corrí dentro.

Nos dimos las buenas noches con la naturalidad de una madre y un hijo. Me fui a dormir a mi habitación.

A las ocho de la mañana sonó el despertador. Me di una ducha y preparé el desayuno.

Media hora más tarde irrumpí en la habitación de mi madre con una bandeja con tostadas, zumo de naranja y una amplia taza de café, en la que acababa de diluir dos de las pastillas que debían ponerla como una moto.

Pensé que tal vez no debía haberla follado tanto la noche anterior. Podría no tener demasiadas ganas y las pastillas no resultar efectivas. Yo siempre tengo ganas, así que por mí no habría problemas. Además, la expectativa de Sara era suficiente como para que mi polla hirviese de ganas y deseo.

Desayunamos y luego mi madre se duchó.

Me puse a recoger la cocina. Mi amigo me dijo que en una hora las pastillas harían todo su efecto, y este se mantendría durante varias horas seguidas.

Cuando recogí toda la cocina miré el reloj. Ya había pasado una hora desde que se tomó el café. Justo en ese momento apareció, con el pelo mojado de la ducha, y vistiendo con el camisón de la noche anterior. Eran las nueve y media pasadas.

Se avalanzó sobre mí. Mi plan estaba en marcha.

–        ¿Vienes a la cama un rato?.

–        ¿Ahora?. Más tarde. Has tardado mucho en la ducha.

–        Me he dado un baño.

Su mirada era diferente, se refregaba contra mí y me besó con lengua.

–        Mama tiene muchas ganas de su nene.

–        Vaya, veo que vas a por todas este fin de semana. ¿Quieres irte bien complacida  de aquí verdad?.

–        Quiero que metas tu pollón en mi coño y lo revientes a follar.

No esperaba esa salida. Miré el reloj de reojo. Las diez menos cuarto. Era el momento.

La levanté en brazos y la tumbé sobre su cama. Le aparté el camisón y empecé a comerle el coño de la mejor manera que sé. Ella se retorcía como una serpiente. Su sexo dejaba emanar ríos de flujos; estaba verdaderamente caliente. Las pastillas habían funcionado a la perfección. Aguanté comiéndoselo hasta que sonó mi teléfono móvil.

–        ¿Quién es nene?

–        Ups, es Manoli, mi cuñada.

Descolgué el teléfono y me fui para hablar al salón. Le dije que había posibilidades, que subiera. Regresé a la habitación, ella estaba de rodillas pidiendo mucha guerra.

–        Dame tu polla amor

–        Lo siento, Manoli dice que tiene que verme; dice que está por el centro y que le ha surgido un problema. Le he dicho que estoy aquí. Va a subir

–        Joder.

Se vistió rápidamente. Pantalón vaquero verde y camisa de manga corta, con motivos florales.

Manoli llamó al timbre y le abrí.

–  Mama, ¿recuerdas a Manoli?

–  Sí, por supuesto. Qué tal estás

– Muy bien. Bueno realmente no lo estoy tanto. Tengo que hablar contigo.

Esto último me lo dijo a mí. Mi madre la invitó a pasar y preparó café con pastas para todos. Fui a la cocina para ver si seguía con ganas. Su mirada era diferente.

–        Lo siento, no sabía decirle que no estaba aquí en tu casa. Me preocupó su tono de voz.

–        Despáchala pronto, tenemos un asunto pendiente. Hijo de la gran puta.

Sin duda no era mi madre. Eso me animó. Le ayudé a llevar las bandejas al salón. Manoli estaba sentada en el sofá (metida en su papel, el cual acordamos el día anterior). Mi madre sirvió café y nos sentamos con ella en el sofá. Me dirigí a ella. Vestía un provocativo vestido corto.

–        Es mi marido, estamos divorciándonos. Por favor, no se lo digas a nadie. No sabía a quien acudir, al pasar por casa de tu madre pensé en ti y te llamé. Ha sido una agradable sorpresa el saber que estabas aquí.

Yo me coloqué junto a ella y le acaricié la rodilla y los muslos. Le miraba los pequeños pechos aprisionados en el vestido. Quería que mi madre se diera cuenta que mi cuñada me atraía, quería que fuera evidente; el tener que consolarla era una ocasión magnífica para arriesgar en el plan. Se suponía que mi madre estaba bajo los efectos de una droga, nada era normal en esa situación. Era el momento de dar todo o nada.

–        No te procupes, estoy aquí para lo que quieras, cuñada.

–        ¿Lo dices en serio?

–        Sí

Entonces me besó. Su lengua se metió en mi boca con mucha decisión, como si hubiera olvidado que mi madre estaba delante. La noté nerviosa, sin duda le estaba costando mucho hacer eso, el plan le tendría que poner demasiado para estar ahí diciendo mentiras y haciendo el ridículo.

Le sostuve el morreo y le acaricié los pechos. Luego me aparté fingiendo estar molesto.

–        Cuñada, creo que te equivocas

–        Por favor, necesito olvidarlo todo un poco.

Miró a mi madre.

–        ¿me prestaría su cama para follar con su hijo?

Mi madre estaba colorada. No tenía cara extrañada, todo lo contrario. Cuando nos miraba es como si mirase al infinito.

–        Por supuesto. Faltaría más. No quisiera…

Intervine indignado:

–        Es una locura, Manoli, sal de la casa ahora mismo.

Me levanté indicándole la puerta y dejando mi paquete justo ante ella. Ella, como habíamos acordado, la sacó y empezó a mamarla. Yo me dejé caer sentado en el brazo del sofá y ella se incorporó de rodillas sobre el asiento. Mi polla estaba enorme y ella le dio una mamada monumental. Entonces miró a mi madre.

–        Espero que no le importe. Su hijo tiene una polla tan deliciosa……

Ambos la mirábamos.

–        En absoluto.

Miraba mi polla encantada. Sonrió un poco. Manoli vio la puerta abierta y me levantó. Me llevó a la cama de mi madre y empezamos a follar. Mi madre, como esperábamos, nos siguió. Manoli se levantó y se acercó a ella. No le dijo nada, solo la besó y la desnudó poco a poco. Mi madre se dejaba hacer.

–        Vamos señora, sé que usted se lo folla todos los fines de semana. Yo también lo hago a menudo. Dice que somos sus yeguas. No tiene nada de lo que temer, soy tan discreta como puta. Venga y pasémoslo bien.

Mi madre se dejó hacer sin decir nada. Ambas se liaron en mis narices, sobre la cama. Yo las observaba masturbándome alrededor de la cama. Luego entré de nuevo.

Me la comieron al unísono y me cabalgaron por turnos. Las tres veces que me corrí, lo hice sobre ellas.

A la una y cuarto de la tarde yacíamos desnudos y acalorados sobre la cama. Yo en medio y mis yeguas a cada lado. Charlamos un rato sobre todo aquello. Mi madre lo aceptó todo muy bien y Manoli se lo agradeció comiéndole el coño y las tetas por última vez. Después se disculpó, a las dos tendría que estar en casa.

La acompañé hasta la puerta para despedirla. Cuando me despedí me dijo susurrando:

–        Ya has cumplido. Cuenta con mi hija. No es necesario que te divorcies. Te quiero.

Se marchó meneando las caderas y taconeando como una puta. Me encantaba verla así, orgullosa de ser mi yegua. Sabe que si se porta bien siempre tendrá mi polla y mi forma brutal de follar. Le encanto, lo sé; pero ella me encanta mucho más a mí.

Mi madre se vistió y me llevó de nuevo a la cama. Me hizo follarla fuerte un rato más. Sin duda los efectos de las pastillas iban dándole los últimos efectos. Cuando cesamos me miró, de nuevo era ella.

–        Gracias por hacerme partícipe de esto. Me sabes hacer feliz. Mi discreción será total y mi dedicación a ti, cuando me lo pidas, será eficaz y absoluta. Quiero ser tu mejor yegua, o al menos quiero que estés orgullosa de mí. Te quiero, nene.

Esa noche dormí feliz, todo había salido a pedir de boca. Ahora mis dos yeguas estaban más agradecidas y entregadas a mí que nunca. Me gustaba el giro que estaba dando mi madre; la quería más puta que madre y lo estaba consiguiendo.

Pero el agradecimiento de Manoli me iba a dar el regalo más maravilloso que jamás me han hecho: Su hija Sarita.

Relato erótico: “¿Infidelidad positiva?” (POR MARIANO)

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¿INFIDELIDAD POSITIVA?

Introducción. Este relato está basado en la historia que una lectora me pidió que escribiera. Por ello está redactado en primera persona, como si fuera ella misma quien la estuviera escribiendo.

*****************

Eran cerca de las cuatro de la madrugada, cuando por fin me metí en la cama de la lujosa habitación del hotel en la que estaba hospedada con Oscar, mi marido. El breve baño tomado antes de acostarme no había sido lo suficientemente reparador para mitigar el cansancio que arrastraba.

Intenté dormir, pero más que el cansancio físico, me lo impedía el torbellino de sentimientos que poblaban mi mente y una honda preocupación ante un posible embarazo. Tenía muy recientes las placenteras sensaciones vividas apenas unas horas antes, mientras unos fuertes sentimientos de culpabilidad iban creciendo en mi interior, ganando terreno a un ligero y tranquilizador convencimiento de que, en el fondo, todo lo sucedido podía enriquecer mi relación de pareja con Oscar.

Cuando el agotamiento parecía comenzar a vencerme, el sonido del teléfono me sobresaltó. La voz del recepcionista de guardia del hotel me anunció, en un extraño, pero comprensible inglés, que debía acudir con urgencia a un cierto hospital de la ciudad donde, al parecer, había sido ingresado mi marido.

Mi sorpresa fue tal, que no pude articular palabra, hasta que escuché de nuevo la voz del recepcionista, quien, entendiendo posiblemente la situación, se ofrecía a buscarme un medio de transporte. Mientras me vestía de nuevo, la preocupación e incredulidad ocuparon por completo el lugar de mis anteriores reflexiones y hasta dejé de sentir agotamiento físico.

Mientras el taxi avanzaba con rapidez por las desoladas y oscuras calles de Nueva Delhi, yo intentaba hallar una explicación a esa enigmática y a la vez preocupante situación, cada vez más convencida de que todo debía ser un error, pues mi esposo estaba a más de 300 Kilometros de allí.

La casualidad hizo que, en el trayecto al hospital, el taxi pasara por el mismo lugar donde, apenas unas horas antes, mi sexualidad había completado su despertar. Un estremecimiento afloró involuntariamente entre mis piernas, recordando lo que allí había ocurrido, pero no tuve oportunidad de profundizar en esos cercanos recuerdos, pues apenas dos minutos después ya me encontraba en la zona de urgencias del hospital.

Cuando el médico de guardia me confirmó que mi esposo estaba allí y que en ese momento le estaban haciendo unas pruebas por un problema cardíaco, me derrumbé. Un fuerte mareo hizo tambalearme, y sólo la ayuda del médico impidió que cayera al suelo. Me llevó a una salita y, tras asegurarse de que me encontraba mejor, me ayudó a sentarme en un gran sofá, cuyo color verde apenas se distinguía en la penumbra provocada por la luz de una pequeña pantalla de pie.

Allí quedé, acompañada por el silencio de la noche, apenas roto por el suave zumbido que emitía la bombilla de la lamparita, y sumida en mis pensamientos, a caballo entre la obvia preocupación por el estado de Oscar, la confusión que me producía el hecho de que él estuviera allí, y no en Bombay, como yo creía, y, sobretodo, un creciente desasosiego en mi interior por haber culminado esa misma noche una incomprensible y peligrosa infidelidad. Porque, pese a todo, yo quería muchísimo a mi marido, y en lo más hondo de mi ser, comenzaba a nacer la absurda creencia de que lo que me estaba pasando era un castigo por mi traición.

No pude evitar mirar hacia atrás y revivir las últimas 24 horas, en las que mi vida había dado un cambio a priori inconcebible. Era frecuente que Oscar, por su trabajo, viajara al extranjero a revisar proyectos de la compañía en la que trabajaba, la “Sodoged Sociedad Anónima”. Normalmente eran viajes de un par de días, por lo que yo casi nunca le acompañaba, pero en esta ocasión, siendo el viaje a la India, pensamos ampliar la estancia y aprovechar la ocasión para visitar juntos ese exótico y bello país.

Salimos de Madrid un sábado hacia Agra, donde pasamos el domingo viendo el Taj Mahal. Por la noche cogimos un tren que nos llevaría a Nueva Delhi, lugar donde el lunes y martes Oscar debía cumplir con su trabajo, quedándonos el resto de la semana para nuestras apetencias turísticas.

El tren en el que viajábamos a la capital de la India era viejo y destartalado, y el viaje largo y pesado, de modo que, a mitad de recorrido, todos los viajeros intentábamos dormir en los incómodos y arrejuntados asientos de madera que llenaban los vagones. Un brusco vaivén del tren, posiblemente en una curva, me despertó y aunque intenté conciliar de nuevo el sueño, ya no lo conseguí. A mi lado, Oscar parecía dormir plácidamente. Contemplando su rostro, apenas delineados por la tenue penumbra del vagón, afloró en mí una fuerte sensación de felicidad.

Aún atractivo a sus 32 años, dos más que yo, alto y corpulento, Oscar no es precisamente un adonis de hombre, pero tiene muchas facetas personales que hacen que convivir con él sea un auténtico lujo. Es comunicativo, trabajador, cariñoso y atento, pero lo más importante para mí, ha sido siempre su comprensión ante mi postura frente al sexo, que se traducía en una actitud enfermiza hacia todo aquello que pudiera escapar de los cánones más tradicionales.

No rechazaba hacer el amor con él, pero nunca había conseguido disfrutarlo del todo. De hecho las caricias con las que él iniciaba el juego amoroso conseguían excitarme, pero las penetraciones me resultaban primero incómodas y finalmente algo dolorosas, provocando que yo acabara siempre con un fingido orgasmo que Oscar jamás me había recriminado, bien por no percatarse de ello o simplemente por evitar presionarme.

En las pocas veces en las que él me había planteado, en serio, temas como el sexo oral o anal, o hacer el amor fuera del espacio físico de nuestro dormitorio, siempre se había encontrado con un no, más o menos categórico, por respuesta. A pesar de ello él nunca aparecía contrariado por mis negativas. Yo estaba convencida de que lo que Oscar obtenía de mí era suficiente para su propia satisfacción, sin tener que recurrir a otras manifestaciones sexuales ajenas a unas iniciales caricias y posterior penetración, y eso colmaba mi felicidad en el plano amoroso.

La necesidad de ir al baño interrumpió mis pensamientos. Con dificultades, por el traqueteo del tren, llegué al aseo, situado en un extremo del vagón y empujé la puerta, sin pensar que hubiera alguien dentro, topándome con la espalda de una figura masculina, que parecía estar orinando. Ante la intromisión iba a cerrar de inmediato la puerta, cuando observé, apoyada entre la pared y la vieja cisterna, la foto del rostro de una mujer que, pese a la poca luz del aseo, pude comprobar que era rubia y de rasgos claramente occidentales.

El hombre parecía mirar la foto y fue entonces cuando noté que movía rítmicamente su mano y cuerpo. Sobresaltada ante lo que estaba sucediendo quise darme prisa en salir cuanto antes de allí, con la mala suerte de que mi falda se enganchó en el marco de la puerta, lo que me hizo tropezar y golpearme con ella, evitando así que cayera al suelo. Eso hizo reaccionar al hombre, que, hasta ese momento, no se había percatado de nada, se giró hacia mí y al verme intentó guardarse nerviosamente la verga. Yo por mi parte permanecí quieta observando los problemas del hombre para guardarse dentro del pantalón la polla en completa erección.

Por unos segundos mis ojos se cruzaron con los del él. Eran enormes, redondos y de un color café oscuro intenso, casi negros. Me impactaron tanto, que instintivamente bajé la mirada, deteniéndome de nuevo en su entrepierna, mientras él porfiaba por esconder su miembro en el refugio natural. Mantuve esa mirada fija hasta percatarme que él ya no intentaba guardársela, sino que sus dedos la recorrían de arriba a abajo, arrastrando la oscura piel que quedaba por debajo de su circuncidada cabeza. Hipnotizada, era incapaz de quitar la vista de la primera polla en erección que veía al natural.

De repente noté como adelantaba su mano libre a la costura de mi falda, que permanecía enganchada a la cutre puerta de acceso al aseo, y la liberaba. Era el momento de salir corriendo de allí, pero no lo hice. Aún con vergüenza, alcé de nuevo la mirada. Era un chico joven, indio, llevaba una camisa blanca ancha y el pantalón oscuro, y me miraba con un esbozo de sonrisa que, junto a sus ojos negros y las facciones suaves y redondeadas de su rostro, me cautivaron.

Me cogió con dulzura de los hombros, me giró y me sentó en el inodoro, permaneciendo él de pie frente a mí y apoyado en la puerta, para evitar que alguien pudiera entrar. Con un ademán me pidió que bajara mi mirada a su entrepierna y así lo hice, mientras él reanudaba la masturbación que había tenido que interrumpir por mi culpa.

A partir de ese momento la foto de la rubia fue sustituida por el rostro en vivo de una mujer de pelo castaño claro, corto, pero abundante y revuelto, con ojos de color verde botella, coronados por unas cejas finas y recortadas, y labios rosa pálidos. Toda una visión para el disfrute del joven indio que se pajeaba sin miramiento alguno frente a mí. No me importaba ser en ese momento el objeto sexual de ese guapo muchacho, al contrario, la extraña situación en la que me encontraba había comenzado a excitarme de un modo intensamente desconocido, y permanecía concentrada en la polla que tenía erguida a escasos centímetros de mi cara, examinando con detalle la textura del oscuro pellejo en movimiento y la forma del glande al descubierto, que poco a poco se iba cubriendo de líquido pre-seminal.

El muchacho aceleró el movimiento de su mano y comenzó a exclamarse, anunciando la cercana presencia de un orgasmo que me iba a manchar sin remedio. Fugazmente pasó por mi mente la idea de girar la cara, pero en realidad estaba deseosa de que el chico se corriera, con una morbosa y excitante curiosidad por ver como soltaba su leche.

Un gemido más prolongado y un denso escupitajo de semen, que impactó sobre mi nariz, fueron el inicio de su corrida. Embelesada, contemplé como el resto de la leche fue brotando de la boca de su polla con lentitud y continuidad, deslizándose viscosamente por el tronco hasta desaparecer por la bragueta dentro de sus pantalones. Contrariamente a lo que me imaginaba apenas me manchó, aunque noté como el impacto inicial resbalaba de mi nariz hasta mojar mis labios.

Una vez recuperado, el muchacho se limpió y se guardó la verga. Antes de marcharse dijo algo que no entendí, aunque supuse que me daba las gracias por haberme prestado de un modo tan inesperado a ayudarle a hacerse la paja.

Y yo me quedé allí sentada, extrañada y paralizada, con los labios húmedos del semen de ese chico desconocido y con una calentura que no había sentido jamás hasta ese instante. Finalmente reaccioné, me limpié la cara y volví a mi asiento en el tren, dejando allí la foto de la mujer rubia, único e inanimado testigo de la locura que acababa de cometer.

No pude dormir el resto del viaje. Me atormentaba todo lo ocurrido, pero a la vez no me quitaba de la cabeza la imagen de la polla del joven indio y de su esperma resbalando por ella. Comencé entonces a imaginar cómo sería también la polla de mi marido en erección, algo que nunca había visto, aunque sí la había observado, sin interés, en estado normal. Tantas fantasías me llevaron a unos límites de excitación que se fueron haciendo cada vez más incontrolables, en la soledad de un vagón de tren donde todos dormían, ajenos a la humedad que mojaba mi propio sexo.

Cuando llegamos a Nueva Delhi apenas era capaz de mirar a Oscar. Me sentía muy avergonzada, pero estaba tan caliente que quería aprovechar el momento para llevármelo a la cama en cuanto llegáramos al hotel, e intentar por fin disfrutar del sexo y, sobretodo, verle la polla, algo que ya se estaba convirtiendo en una auténtica obsesión.

Por desgracia los hechos no se desarrollaron como yo preveía. El registro y acomodo en el hotel fue muy largo y a Oscar sólo le dio tiempo a darse una ducha rápida antes de vestirse para ir a su trabajo. Pensé en ducharme con él, pero sabía que a Oscar, conociéndome, eso le iba a extrañar mucho, de modo que desistí, aunque sí tuve ocasión de verle con detenimiento por unos instantes, y de soslayo, su pene en estado fláccido, lo que, por cierto, no me desagradó en absoluto.

En fin, que me quedé sola, sin nada que hacer en toda la mañana, y sumamente excitada, y hasta pensé en intentar hacerme el primer dedo de mi vida, pero no tuve la suficiente valentía moral. Traté de recuperar el sueño perdido durante la ajetreada noche en el tren. Mal que bien, conseguí dormir toda la mañana, y desperté más calmada y con los pensamientos más limpios. Seguía algo intranquila, pero las imágenes sucias ya no se me aparecían. Sabía que lo que había pasado no estaba bien, pero, extrañamente, tampoco estaba convencida de haber traicionado realmente a mi esposo.

No quise bajar al restaurante y pedí que me llevaran la comida a la habitación. Una chica preciosa, de raza india, se encargó del servicio, trayéndome todo lo que había solicitado. Comí, no con demasiadas ganas, y luego me duché. Salía de la ducha con mi cuerpo envuelto por una toalla hasta bastante más arriba de los muslos, cuando llamaron por teléfono del servicio de habitaciones para saber si podían retirar el servicio de comida. Les dije que no había problemas y, efectivamente, poco después, cuando me preparaba para vestirme, golpearon a la puerta. Convencida de que sería la misma joven que me había llevado la comida, ni me preocupé por estar en deshabillé, sólo con la toalla, y con un “Ok” accedí a que pasara a la habitación, mientras regresaba al baño a coger un cepillo para el pelo. Cuando salí del baño me quedé de piedra. En lugar de la joven india, era una figura masculina la que, de espaldas a mí, se afanaba en poner en el carrito todos los utensilios del servicio de comida. No me dio tiempo a reaccionar antes de que se girara, y al mirarnos la sorpresa de ambos fue total. Frente a mí estaba el atractivo chico con el que esa misma noche había tenido el encuentro en el tren, mirándome con esos atrayentes ojos oscuros, y tan sorprendido como yo. Permanecí impávida e incapaz de hacer nada, sintiendo cómo de nuevo se apoderaba de mí una sensación de vértigo nervioso ante la situación en que me encontraba, así como un delicioso cosquilleo en mi zona genital.

El joven indio me sonrió y su mirada me desarmó de nuevo. No protesté cuando se acercó a mí y me acarició la cara y el pelo con una de sus manos, algo que electrizó aún más esa nerviosa excitación que se iba apoderando de mí. Sin saber ni cómo ni por qué, me encontré con sus labios en contacto con los míos y con sus dos manos acariciándome el pelo con suavidad. Y con esa misma suavidad empezó a besarme, lentamente, sin prisas, sin usar la lengua, empleando sólo sus labios sobre los míos, en un beso para mí extraño y desconocido, pero mucho más placentero y excitante que los besos de mi marido Oscar, más agresivos y siempre dirigidos a invadir mi boca con su lengua. Ni esa fugaz imagen de mi marido fue capaz de hacerme desistir de ese mágico momento y yo misma me empleé a fondo, moviendo mis labios junto a los suyos, correspondiendo al sensual beso de mi amante improvisado.

Una de sus manos se aventuró a soltarme el nudo que mantenía la toalla arrollada a mi cuerpo, y ésta cayó a mis pies, pero ni a él parecía interesarle aún la visión de mi cuerpo desnudo ni a mí me importaba en ese momento exponerlo, por segunda vez en mi vida, y además de un modo más directo, a los ojos de un hombre. Seguía besándome, y sus manos recorrieron mi espalda de arriba abajo, contornearon las formas de mi trasero, apenas sopesándolos, y luego subieron por los lados de mi cintura, acercándose excitantemente al nacimiento de mis pechos. En ese momento no pensaba en nada que no fuera disfrutar de la dulzura y sensualidad de ese beso y caricias que no había experimentado jamás, y que me hacían sentir cómoda, sin sentimiento de culpa y con una creciente excitación que se reflejaba en la humedad de mi coño. Era como si un ángel me estuviera enseñando unos placeres sexuales nuevos e intensos.

Poco tardé en ser arrastrada a la cama de la habitación por mi joven adonis, quien no dejaba de besarme, excitándome hasta el punto de provocar que yo misma buscara con mi lengua la suya, algo que me costó conseguir, pues él parecía disfrutar más con su técnica de besar sólo con los labios, hasta que finalmente cedió a lo que para mí era más tradicional, aunque sin abandonar el grado de delicadeza que aplicaba a todas sus caricias.

Cuando sus labios abandonaron los míos, se lanzó a besar y lamer mis orejas y mi cuello, y luego ya se fue a mis pechos, de tamaño medio, y más directamente a mis erizados y oscuros pezones, casi como si hubiera adivinado que estos necesitaban ser acariciados y tratados ante mi creciente excitación. Sus sutiles caricias provocaron que un desconocido calor recorriera mi cuerpo desnudo y que las sensaciones placenteras en mi coño comenzaran a alcanzar un grado también inusual.

Cuando metió su cabeza entre mis piernas, me abrí por completo a él y terminé de perder el mundo de vista. Se agarró a mis nalgas, levantándomelas, y dejando sus dos dedos pulgares en disposición de maniobrar libremente por mi coño. Comenzó a lamer alternativamente mis ingles, mientras esos dos dedos traviesos atravesaban mi escasa mata de pelo castaño y jugaban con mis labios, sobándolos, pellizcándolos, abriéndolos y cerrándolos. Yo ya no era consciente de si mis gemidos eran o no audibles, ni de la remota posibilidad de que Oscar adelantara la hora de regreso al hotel y me pillara en una situación tan comprometida e irreal. Lo único que me importaba eran las manifestaciones de placer que sentía en todo mi ser y que llegaron a su máximo cuando mi amante maniobró con sus dedos para abrirme y exponer mi sensible y mojado clítoris a su experta boca. De nuevo fueron sus labios los que tomaron el mando de la situación, prodigándome un masaje sobre mi clítoris que me llevó al límite. El chico se percató de mi situación y culminó su trabajo lamiéndome, con la fuerza justa para provocarme un orgasmo desgarrador, el primero de mi vida, y del que me costó recuperarme por la intensidad del mismo.

Al empezar a recobrar la calma, me di cuenta de que eran mis propias manos las que empujaban con fuerza la cabeza del chico sobre mi chocho. No sabía ni en que momento le había agarrado, pero aflojé la presión, lo que el aprovechó para abandonar lo que para él debía ser todo un manjar. Su cara apareció ante mí, en buena parte impregnada por los líquidos de mi reciente corrida, y, como no, esbozó de nuevo esa sonrisa cautivadora, en la que mostraba parte de unos dientes blancos como la nieve. Se acercó y me besó de nuevo en los labios, empapándome con el aroma de mi propia excitación. Pero mi calentura ya no era la de antes y empezaban a asomar pensamientos menos reconfortantes. Él parecía seguir leyéndome la mente, pues se incorporó y se sentó junto a mí. También yo me incorporé y vi que aquella polla que me hechizó en el tren, estaba de nuevo fuera del pantalón de su uniforme azul, al aire, grande, erguida y desafiante. Aunque no provocaba en mí el mismo impacto que la noche anterior, seguía siendo lo suficientemente cautivadora como para no dejar de mirarla.

Sabía que el chico esperaba algo de mí, una recompensa por el placer recibido, pero los asaltos de las dudas y remordimientos me empezaban a hacer mella. Tal vez en un anterior momento, cuando mis sentidos estaban en plena efervescencia, creo que hasta habría sido hasta capaz de chupársela, pero en ese momento era algo que no me atraía. En cambio, la idea de tocársela y de masturbarle sí era tentadora, y provocaba de nuevo un placentero nerviosismo en mi anterior. Armándome de valor, debo admitirlo, acerqué mi mano a su verga, y le acaricié con mis dedos su glande descubierto y repleto de líquido preseminal, sin sentir asco alguno por ello, al contrario, me agradó observar la manera en la que él cerraba sus ojazos, abandonándose a mis caricias, gimoteando. Tras jugar un rato con su capullo, cerré mi mano alrededor del tronco y la fui desplazando despacio de arriba abajo, intentando ser tan delicada como él lo había sido antes conmigo. El chico no intentó siquiera corregir mi más que segura inexperiencia, pues también era la primera polla que tocaba en mi vida. Simplemente se dejó llevar y yo fui acelerando el movimiento, tal y como le vi hacer a él mismo en el tren. La polla de mi amante se hinchó algo más, hasta que él se arqueó hacia atrás y comenzó a gemir. Consciente de que llegaba su orgasmo, intenté imitar de nuevo la forma en la que él se pajeó la noche anterior ante mí, empujando la piel por completo hacia sus huevos. Allí la mantuve hasta que un ronco bramido anunció su corrida, momento en el que aflojé la presión y su viscosa leche comenzó a brotar, deslizándose hacia abajo, sobre mi mano.

Cuando le solté, mis dedos estaban totalmente llenos de su semen espeso y caliente, mientras el chaval iba recuperando la compostura poco a poco. Al rato, se incorporó, se adecentó y, con rapidez, recogió los restos de mi comida, alejándose a toda prisa hacia la salida, pero antes de alcanzarla se detuvo, volvió sobre sus pasos y me entregó una tarjeta de un llamativo color granate. Señaló la tarjeta y luego a él mismo pronunciando la palabra “Naldori” que intuí debía ser su nombre por lo que yo le dije el mío, Verónica. Dejó la tarjeta sobre la cama y salió de la habitación, no sin antes dedicarme otra de sus sonrisas y darme las gracias en un inglés bastante peculiar.

Desnuda y satisfecha, empecé a darle vueltas todo lo que me acababa de suceder y me costó concienciarme de que todo había sido real. Empezaban a atosigarme los remordimientos por mi incompleta infidelidad, y a la vez mis pensamientos empezaban a maquinar la manera en la que tenía que actuar para mostrar a mi marido Oscar las inquietudes sexuales que acababa de descubrir y ponerlas en práctica y disfrutarlas con él, sin que se extrañara por ello.

Mientras me duchaba de nuevo, fui sintiéndome mejor, pues aunque sabía que había traicionado a Oscar, estaba convencida de que había sido algo pasajero y de que hasta podía mejorar nuestra relación de pareja. Además no habíamos siquiera follado, sólo nos habíamos masturbado mutuamente.

Poco después llamaron al teléfono. Al oír la voz de Oscar, sí tuve una desagradable sensación, fruto del sentimiento de culpabilidad, y casi ni escuché sus primeras palabras. Tuvo que repetirme que un imprevisto laboral le obligaba a tener que estar al día siguiente en Bombay y que debía partir de inmediato hacia allí, de nuevo en un tren. Por un momento pensé en acompañarle, pero allí no tenía hospedaje y no era agradable pasar el día yo sola por las calles de esa ciudad. Cuando nos despedimos me quedé por un rato bastante abatida. Luego, más animada, pensé en dar un paseo por los alrededores del hotel, cenar y dormir toda la noche, algo que realmente necesitaba.

En ese momento observé que sobre la cama permanecía la tarjeta grana de Naldori y la cogí. El nombre “Eros Garden” destacaba en negro junto a la silueta difuminada de una pareja copulando. En inglés aparecía la expresión “Sin límites” y un horario: a partir de las 00 horas.

En mi cabeza aparecieron imágenes oscuras, eróticas y excitantes de lo que podía albergar ese lugar que me presentaba el joven Naldori. Estos pensamientos hicieron que mi cuerpo se estremeciera y pensé que a mis 30 años había disfrutado aún poco del sexo y que tal vez esa era una ocasión irrepetible de descubrir hasta donde era capaz de llegar en mi sexualidad, antes de intentar ponerla en práctica con Oscar para darle todo lo que hasta ese momento le había negado. Durante el resto de la tarde, las dudas y las ganas de acudir a ese misterioso lugar lucharon entre sí, con clara victoria de las primeras. Sin embargo, a la hora de la cena iba ganado terreno la idea de aventurarme en ese misterioso lugar y averiguar que me podía suceder allí.

CONTINUARÁ Y TERMINARÁ EN LA SEGUNDA PARTE

 

«Relato erótico: “Pillé a mi vecina recién divorciada muy caliente 7” (POR GOLFO)»

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15

«Ya debe ser la hora», pensé al oír que Paloma y   María salían del baño. Asumiendo que habían terminado de acicalarse, cogí mi chaqueta y salí del cuarto. Al cruzar la puerta me encontré con que me esperaban embutidas en unos vestidos de noche francamente provocativos. Con grandes escotes y escasez de falda, dejaban al descubierto la mayor parte de sus cuerpos.

Durante unos momentos, babeando su belleza, disfruté mirándolas. Ellas, lejos de sentirse incómodas por mi repaso, se sintieron halagadas y con desparpajo, se pusieron a lucir los modelitos.

― ¿Estamos guapas? ― preguntó mi mujer.

―Estáis preciosas― reconocí admirando los muslámenes de ambas.

―Fíjate en María― comentó Paloma: ― Si no fuera porque tenemos prisa, ahora mismo me podría a lamer esos preciosos pechos.

― ¡Coño con la que estaba triste! ― respondió la aludida.

―Siento decirte que tiene toda la razón. Ese vestido te hace un culo formidable― intervine rozando con mi mano su trasero.

Mi señora, sonriendo, nos recordó que teníamos una cita y llamando al ascensor, dio por terminada la conversación. Lo que no se esperaba era que, al entrar en el cubículo, Paloma, mirándola, dijera:

― ¿Te has fijado que se le han puesto duros?

― ¿El qué? ― contesté haciéndome el despistado.

―Los pezones― y antes que María pudiera decir algo, acercando la mano a su pecho, le pellizcó el derecho.  

―Menudo despiste tengo, no me había dado cuenta― respondí e imitando a nuestra vecina, cogí el izquierdo entre mis dedos y expliqué: ―La pena es que nos están esperando porque si no me encantaría mordisquearlos aquí mismo.

María, ejerciendo de víctima, se quejó de esas rudas caricias y nos dijo que como broma ya tenía suficiente. Paloma no quiso soltar a su presa y acercándose a ella, susurró en su oído:

―Si quieres, que tu marido se vaya adelantando mientras tú y yo volvemos al cuarto.

 Cuando iba a contestar, se abrió el ascensor y dos turistas entraron en el estrecho habitáculo y eso hizo que nos tuviéramos que pegar unos a otros, dejando a mi señora entre los dos.

―Os conozco― poniéndose sería María nos avisó.

Obviando la amenaza implícita de sus palabras, sin pensárselo dos veces, dejando caer su mano por el trasero de mi esposa, Paloma se puso a magrearla.

―Me voy a cabrear― murmuró nuevamente.

Fijándome en ella, me percaté que se estaba viendo afectada por los continuos magreos de nuestra amante y que para evitar que los dos desconocidos notaran su excitación, miraba al techo mordiéndose los labios.

―Eres una hija de puta― cuando llegamos a la planta baja, dijo al salir.

Y demostrando que no le había molestado ese ataque, nos abrazó mientras íbamos caminando al restaurante donde habíamos quedado con la embarazada. Los cinco minutos que tardamos en llegar nos sirvieron para terminar de pulir los detalles de la velada y el modo en que intentaríamos seducir a esa monada.

En la puerta nos enteramos de que éramos los primeros y dando una generosa propina al maître, pedí que nos pusiera en una mesa tranquila. Ese tipo de petición debía ser algo habitual porque llevándonos a una, un poco alejada y oscura, me guiñó un ojo diciendo:

―Aquí nadie les molestará.

Comprendí al instante a que se refería. Aunque desde esa mesa teníamos una perfecta visión de todo el restaurante y debido al juego de luces, nuestra mesa se mantenía en penumbra, dificultando la percepción de lo que ocurriera allí. Satisfecho, puse a María y a Paloma cada una a un lado, de manera que cuando Bea llegara no le quedaría más remedio que sentarse frente a mí y llamando al camarero, le pedí que nos abriera una botella de vino.

―Ahí viene― nos avisó mi esposa.

Al darme la vuelta, reconozco me quedé sin habla. La jovencísima embarazada estaba preciosa con el conjunto de lino blanco totalmente pegado que había elegido para esa noche ya que entre otras cosas magnificaba tanto sus pechos como su vientre.

Por ello, tardé en reaccionar y tuvo que ser Paloma quien la saludara diciendo:

―Pareces una diosa.

La chavala se puso roja al escuchar el piropo de la madura y acercándose hasta ella, le dio un beso en la mejilla firmando el armisticio de una guerra que ninguna de las dos contendientes quería. Al saludarme, su boca quedó a pocos centímetros de la mía, pero recordando que según nuestros planes yo no era quien debía dar el primer paso, me abstuve de darle un pico e imitando a Paloma, la besé en plan casto.

―Siéntate a mi lado― dijo María tras saludarla.

Bea sonriendo se sentó en la silla que le habíamos asignado sin caer en la cuenta de que en ese sitio nada podría hacer ante un ataque coordinado de mis dos mujeres. Aunque lo cierto es que debió imaginárselo cuando nada mas sentarse, mi señora aprovechó para disimuladamente dejar caer la mano sobre su muslo.

―Siento el malentendido, te juro que pensé que sabías quien era y por eso no creí necesario explicártelo― entrando a saco Paloma le soltó.

Agradeciendo en cierta forma su sinceridad la novia de su ex respondió:

―No tenías porqué saber que no te conocía y menos que Juan te definió como un marimacho sin gracia a la que se le había olvidado hasta follar.

Soltando una carcajada, intervine diciendo:

― ¡Con esa descripción es lógico que no te reconociera!

Cabreada con la imagen que su antiguo marido había dado de ella, pero también conmigo por mis risas, Paloma no pudo más que preguntar a Beatriz que opinaba de ella:

―Eres la encarnación de una WHIP― respondió.

Al ver que la morena no la había entendido el acrónimo, se lo aclaró diciendo:

―Woman who is hot, intelligent and in her prime.

―Me has dejado igual― respondió Paloma debido a su total desconocimiento del inglés.

Muerta de risa, Bea le hizo una carantoña en la mejilla mientras la contestaba:

―Significa mujer ardiente, inteligente y en su mejor momento”.

―En resumen: ¡qué estás muy buena! ― María concluyó.

Radiante tras escuchar el piropo de labios de la que se suponía su rival, devolviendo la lisonja, respondió:

―En cambio tú, eres el morbo hecho mujer. Desde que te vi en la playa sueño con besarte.

― ¿Y a qué esperas?

No había terminado de decirlo cuando Paloma ya estaba cerrando su boca con un beso.  Al ver que sin cortarse le atacaba, recordé que habíamos quedado en que fuera mi señora la que empezara y realmente creí que había metido la pata, pero para mi sorpresa la joven respondió al beso con pasión.

―Se te han adelantado― comenté muerto de risa a María.

Riendo, María y con toda intención se puso a acariciar la pierna de Beatriz mientras esta seguía morreándose con nuestra vecina. Fijándome en la embarazada, descubrí que sus pezones se habían erizado por las caricias de mi mujer.  Su ausencia de reacción espoleó a mi esposa e incrementando la apuesta, subió por su muslo y descaradamente empezó a acariciar su pubis mientras me decía:

―Cariño, ¿sabías que esta zorrita no tiene ni un pelo en su coño?

―No― respondí haciéndome el impactado: ―En serio, ¿lo tiene afeitado?

―Completamente― replicó para a continuación empezar a alabar sus pechos diciendo que además de grandes y llenos de leche, los tenía en su sitio.

Interviniendo, Paloma preguntó su los tenía tan bonitos como ella mientras se ahuecaba el escote para que mi esposa y yo disfrutáramos de su visión.

Beatriz, incapaz de contenerse, gimió de deseo y bajando su mano, acarició la mano que le estaba masturbando mientras separaba aún más sus piernas:

―Sois malos.

Decidido a no comprobar personalmente la calidad de esas ubres, levantándome del asiento, metí mi mano por su escote para acariciarlas y tras masajearlas unos segundos, contesté:

―Diferentes, tus tetitas son un vicio, pero los suyos piden ser mordisqueados.

Mi esposa al ver que con las yemas de mis dedos me dedicaba a pellizcar los pezones de Bea, aceleró las caricias mientras posaba su otra mano en mi entrepierna.

―No seas cabrona, concéntrate en nuestra invitada― le pedí.

 Poniendo cara de no haber roto un plato, obedeció retirando su mano y con toda la mala leche del mundo, incrementó la velocidad con la que pajeaba a la joven mientras le preguntaba porque estaba tan callada.

Beatriz no pudo contestar ya que en ese preciso instante se estaba corriendo y Paloma viendo las dificultades de su teórica rival, contestó:

―La pobre está todavía cortada, pero verás que en unos minutos entra en confianza.

― ¡No es eso! ― protestó la cría: ―Estoy pensando en cómo vengarme de vosotras dos. ¡Pedazos de putas!

Nuestras risas incrementaron su cabreo y completamente derrotada, me dijo que necesitaba irse al baño. Momento que aproveché para picar su amor propio diciéndole al oído que cuando saliera del mismo, quería que me diera sus bragas.

No me respondió, pero me dio lo mismo porque sabía que iba a obedecerme. Mi señora al verla huir se rio y pegándose a mí, me dio un beso mientras me decía:

― ¿Te habrás dado cuenta de que he cumplido?

―Tú sí, pero Paloma no― respondí y mirando a nuestra vecina le exigí: ―Quiero que te metas debajo de la mesa y que cuando vuelva, le comas el coño.

Haciéndose la inocente, intentó protestar arguyendo que era un local público, pero fui inflexible y no tuvo más remedio que disimuladamente introducirse bajo el mantel.

Beatriz al volver solo me preguntó que donde estaba.

 ―Le han llamado al móvil―contesté y mirándola a los ojos, le dije si no me traía algo.

Al oírme, me dio sus bragas mientras se ponía en plan gallito diciendo que fuera la última vez que mandaba a mi esposa a masturbarla.  

Esperé a que terminara de hablar y en vez de disculparme, le pregunté por lo que había sentido. Sus mejillas se sonrojaron y bajando la mirada, me contestó:

―Me ha puesto brutísima. Pero eso no es justo porque no he podido ni defenderme.

―Ahora me toca jugar a mí― respondí:  ― Quiero que te subas el vestido y abras tus piernas.

La joven viéndome al otro lado de la mesa se creyó a salvo y soltando una carcajada, me llamó pervertido.

―Hazlo― insistí.

Haciendo caso a mi petición, se levantó la falda y abrió sus piernas:

―No sé qué buscas― dijo.

 Paloma supo que había llegado su momento y poniendo sus manos en las rodillas de la desprevenida joven, llevó la lengua hasta su entrepierna. Asustada por la sorpresa Beatriz gritó, pero al mirar hacia abajo y ver quien acababa de darle ese lametazo, se relajó.

― ¿Te lo han comido alguna vez en público? – bebiendo de mi copa, pregunté sabiendo que en ese momento la lengua de la morena estaba dando buena cuenta del inflamado clítoris de la embarazada.

―Nunca― replicó sin mencionar lo que estaba ocurriendo bajo el mantel: ― pero siempre hay una primera vez.

 Consciente que debía hacerla hablar de lo que estaba experimentando porque cuanto más largara, más cachonda se pondría, le pedí que me dijera desde cuando sabía que iba a convertirse en nuestra amante.

―Desde que vi como tratabas a tus dos zorras― respondió sin importarle la presencia de María ni la de Paloma.

Viendo que apretaba el mantel entre sus manos, presa del deseo, insistí:

― ¿Y qué pensaste cuando supiste que una de ellas era la ex de tu pareja?

―Al principio, me sentí engañada pero luego al pensarlo, me dio mucho morbo― respondió, tras lo cual, ya sin ningún pudor, gimió de placer y posando sus manos en la cabeza de Paloma, disfrutó de las caricias de la morena y por segunda vez, se corrió sobre su silla.

 Disimuladamente, miré bajo el mantel y no me extrañó descubrir que mi vecina se estaba masturbando mientras hacía lo propio con su rival. Satisfecho al comprobar que todo iba según lo planeado, dejé que saliera de su encierro y retornara a su silla.

Al salir de debajo del mantel, los ojos de la morena delataban su excitación y por eso le pregunté que le había parecido, refiriéndome al coño de la joven. Pero entendiendo mal mi pregunta, contestó:

― Nunca creí que fuera capaz de hacer algo tan pervertido y menos disfrutar como una perra haciéndolo―contestó.

Despelotada de risa, Beatriz intervino diciendo:

―Serás puta. No sabes el corte que me dio sentir tu lengua en mi coño. Creí que todo el mundo se estaba dando cuenta.

― ¿Y eso te puso cachonda? ― dejé caer interesado.

―Jamás nada me ha afectado tanto― contestó.

 ―Entonces, ¿te ha gustado? ― susurró mi esposa en su oído.

 ―Sí. Estoy deseando que me llevéis a vuestra casa para perderme entre vuestros brazos.

―Todo a su tiempo― interrumpí: ― Antes de entregarte nuestros cuerpos, quiero cenar.

 ― ¿Me lo prometes? ― poniendo un puchero contestó.

Muerta de risa, Paloma contestó:

―Si este no quiere, no te preocupes… ni María ni yo te dejaremos tirada.

16

Después de cenar, nos llevamos a la embarazada a casa. Sabiendo que sería nuestra última oportunidad de seducirla, mi esposa me pide que deje la iniciativa a ella y Paloma. ULTIMO RELATO DE LA SERIE.

La alegría y armonía de la cena se prolongaron de camino a casa. Aun así, me quedó claro que las continuas bromas de Paloma y las exageradas risas de Bea eran una muestra del nerviosismo que cundía entre ellas. Por ello cuando acercándose a mí, María me pidió que mantuviera una actitud tranquila y que no forzara una rápida entrega de la embarazada, acepté.

        Supe también que había hablado con nuestra vecina cuando al entrar en el apartamento, sin que se lo tuviera que pedir y mientras yo me ocupaba de servir unas copas, Paloma puso una canción lenta y melosa en el equipo de música.

        Demostrando para que le habían servido los años de ballet clásico, María se quitó los zapatos y se puso a bailar en el salón.  Beatriz que desconocía esa faceta de mi esposa se quedó absorta siguiendo con su mirada el vaivén que imprimía a sus caderas. El suave ritmo de la música, lo pegado de su vestido y la sensualidad con la que se meneaba la tenían alucinada.

        ― ¿Verdad que es bella? ― Paloma susurró en su oído mientras la sacaba a bailar.

Incapaz de negarse, la joven embarazada la acompañó sin dejar de babear con el erotismo que manaba de María y muy a su pesar, se puso como un tomate cuando mi esposa le pidió ayuda para bajar la cremallera de su vestido.

Temblando como un flan, se la bajó mientras la música y su corazón se aceleraban al unísono.  Sintiéndose liberada María reinició el baile, pero convirtiéndolo en un descarado flirteo y mirando a la joven, lentamente fue bajándose la tela de sus hombros.

― ¡Dios! ¡Qué guapa eres! ― musitó al descubrir que los pechos de mi señora además de grandes eran tan duros que apenas se bamboleaban al bailar.

Mas afectada de lo que le hubiese gustado estar, sus pezones se erizaron bajo la ropa al ver que girándose María dejaba caer su vestido al suelo.

― ¿Qué tipazo tiene verdad? ― comentó Paloma al ver que la novia de su ex era incapaz de retirar su mirada del trasero de mi señora.

―Es increíble― respondió la joven al comprobar que a pesar de tener quince años más que ella, su cuerpo no tenía ni una gota de grasa.

Siguiendo la canción, María se quitó el tanga tras lo cual girando hacía ella con los brazos bajados, lució su cuerpo totalmente desnudo.

― ¡Estás depilada! ― no pudo dejar de exclamar al comprobar que nada le estorbaba la completa visión de su sexo.

Riendo y con una mirada pícara en sus ojos, mi esposa se fue acercando a ella en plan pantera. La sexualidad que emanaba la envolvió y ya presa de la lujuria, suspiró al sentir que sonriendo la empezaba a acariciar. Paloma no quiso perder la oportunidad y uniéndose a María, comenzó a besar a la joven mientras ella me miraba pidiendo ayuda.

―Relájate y disfruta― susurré observando desde lejos la escena.

Estar al margen me permitió admirar la belleza de los germinados pechos de la rubia, cuyo escueto vestido no lograba ocultar.

―Tranquila preciosa, no muerden― insistí mintiendo descaradamente porque si algo tenía claro es que alguna de esas dos pronto andaría mordisqueando esos monumentos.

 Coordinando sus ataques, María cerró su boca con un beso mientras Paloma deslizaba sus tirantes y liberando así sus pechos y los abultados pezones que los decoraban.

―Por favor― alcanzó a sollozar al sentir que los labios de mi esposa comenzaban a recorrer su cuello con dirección a sus pechos.

―Sois unas cabronas― protestó con un gemido al experimentar la respiración de las dos mujeres muy cerca de una de sus areolas.

Esta vez fui yo quien cerró su boca con un beso. Mi lengua se abrió paso entre sus labios, al mismo tiempo que mis manos se deshacían de su vestido. Las pocas defensas que todavía le quedaban desaparecieron cuando totalmente desnuda sintió las manos y los besos de los tres recorriendo su cuerpo.

―Quiero ser vuestra ― suspiró descompuesta casi llorando al verse dominada por una lujuria extrema.

―Lo serás, putita ― contestó Paloma mientras dejaba caer su ropa.

 Con el deseo latiendo en todas las células, Bea se dejó llevar a nuestro cuarto y posando sus labios en los de la morena, susurró:

―Me pone cachonda saber que eras la mujer de Juan.

Para mi sorpresa, la morena replicó mientras la tumbaba sobre las sábanas:

―A mí me ocurre algo parecido, estoy deseando que le pongas los cuernos conmigo y que luego te folle mi hombre.

Haciéndose la indignada, María se unió a ellas diciendo:

― ¿Y yo qué? También quiero probar a esta monada.

 Respondiendo a su queja, Bea se lanzó a sus brazos buscando sus besos mientras desde la puerta me permitía el lujo de ser testigo esa “tierna” escena.

―Seré de los tres― murmuró estrechándola contra su pecho.

Confirmando su interés con hechos, mi señora fue la primera en bajar por su cuello y comenzar a mamar de esos pechos con una determinación que me dejó acojonado. Los suspiros de la rubia no se hicieron esperar y mientras era objeto de los mimos de mis dos hembras, decidí intervenir.

Sorprendiendo a la joven, me deslicé entre sus piernas y separando los pliegues de su sexo, di un largo lametazo en el botón erecto que hallé escondido en los pliegues de su sexo.

― ¡Qué gozada! ― aulló al verse estimulada por todos lados.

Al igual que mi señora, Bea llevaba el coño depilado y gracias a ello, pude mordisquear su clítoris sin que nada me impidiera observar cómo su coño se iba anegando por momentos. Justo cuando iba a comenzar a introducirle dos dedos, Paloma me tomó la delantera y comenzó a follársela con sus yemas.

―Perra― gimió al sentirse desbordada.

Y no era para menos porque mientras la ex de su novio y yo jugábamos en su coño, María se dedicaba a mamar de sus pechos.

―Me corro― aulló la chavala al verse sacudida por el placer.

Sacando los dedos del coño, Paloma se lo prohibió diciendo:

―Todavía no lo hagas, quiero que nos corramos las tres a la vez.

Olvidando mi presencia, las tres se tumbaron en la cama y formando una especie de serpiente que se mordía la cola, puso su sexo al alcance de la boca de la rubia mientras buscaba el placer de mi esposa entre sus pliegues. María cerrando el círculo se dedicó a devorar la vulva de la recién incorporada.

 Recordando que ya dos veces esa monada se había escapado viva, decidí esperar antes de hacerla mía.

«Primero debe entregarse a ellas», pensé mientras en el apartamento se comenzaba a escuchar los suspiros de placer provenientes de sus gargantas.

―Cariño, Juan no te merece ― rugió nuestra vecina al sentir que la novia de su ex introducía una de sus yemas dentro de ella.

Bea se mostró encantada con la expresión de deseo que vio en la morena y sumando otro dedo, comenzó a follársela mientras era objeto del mismo tratamiento por parte de mi esposa. Los primeros síntomas de la cercanía de un orgasmo alertaron a Paloma y comprendiendo que tenía que hacer algo para que María las alcanzara mordisqueó con dureza su clítoris, consiguiendo que de inmediato se le llenara la boca de flujo.

 ―Guarra, ¡me encanta! ― chilló esta con alegría.

Admitiendo que no era mi momento, pero no pudiendo permanecer al margen, me dediqué a jugar con ellas, exigiendo a la que veía más caliente que se calmara mientras que azuzaba a acelerar las caricias sobre la veía más fría. De forma que, al cabo de unos minutos, comprendí que las tres estaban a punto y usando un tono autoritario, ordené a las tres que se corrieran. 

Nunca creí que me obedecieran y aunque parezca cosa de fábula, esas tres bellezas retorciéndose sobre las sábanas fueron presas de un gigantesco orgasmo.

―No me lo puedo creer― exclamé cabreado al ver que seguían ignorándome y que no contentas con el placer que habían compartido, las tres habían intercambiado de pareja de juegos y se habían lanzado sobre la que antes le había devorado el coño.

 Al ver que se volvían a sumergir en la pasión, decidí que era mi turno y separando a Bea, la preparé para ser la primera que follaría esa noche. De inmediato, María protestó diciendo que todavía ella no había sentido la lengua de nuestra nueva adquisición. Descojonado observé que la embarazada asentía con la cabeza y muerto de risa, la cogí de su melena llevando su cara entre los muslos de mi insatisfecha esposa.

―Gracias― respondió esta al experimentar que se reanudaban las caricias de la rubia.

 Aprovechando que la tenía a cuatro patas y sin pedirle su opinión, comencé a jugar con mi pene en el coño de joven preñada.

―Fóllatela― viendo mis intenciones me azuzó Paloma.

No hizo falta que me lo pidiera dos veces y lentamente fui introduciendo mi glande en su interior. Producto de su embarazo y a pesar de la humedad que lo anegaba, su conducto era tan estrecho que me costó entrar.

―Rómpeme― gimió descompuesta al sentir que ya tenía embutido la mitad de mi pene.

La presión que ejercía su coño me encantó e incrementando la fuerza de mis caderas sumergí centímetro a centímetro el resto.  

―Esto si es un pene― chilló al saberse llena.

Sus palabras nos revelaron la insatisfacción que sentía con su actual pareja y no queriendo pecar de indiscreto, me quedé callado. Paloma a ver mi cara se echó a reír y en voz baja, me explicó que el miembro de su ex era más bien escaso.

        ― ¿Eso es cierto? ― pregunté.

Colorada y casi llorando, la aludida confirmó que Juan no estaba bien dotado y que encima era un mal amante.

Soltando una carcajada, respondí:

―Niña, eso no es el fin del mundo. Cada vez que necesites un buen pollazo, nos llamas.

Tras lo cual, y viendo en el rostro de la cría se iluminaba con una sonrisa, le pregunté si estaba lista para que la hiciera mía.

―Ya soy tuya― rugió descompuesta respondió mientras sin pensar en las consecuencias se echaba para atrás empalándose.

Esperando a que se acostumbrara a la invasión me quedé quieto, pero ella obviando el dolor que estaba sintiendo se comenzó a mover sin esperar. Gracias a lo caliente que mis mujeres la habían puesto, sus berridos no se hicieron esperar y mientras Paloma se lanzaba a mamar de sus pechos, Bea me incitó diciendo:

― ¡Fóllame como la puta que soy!

La voz de la embarazada estaba teñida de una inmensa excitación y al percatarme del riachuelo de flujo que caía por mis muslos, la cogí de la cadera incrementando la velocidad de mis incursiones.

  ― ¡Muévete! ¡Guarra! ― exigí.

Mi insulto la enervó, pero aún más sentir mi extensión chocando con la pared de su vagina y poco habituada a un miembro en condiciones, se volvió loca y aullando como posesa, me rogó que continuara.

―Te gusta, ¿verdad zorra? ― pregunté notando que el placer la iba conquistando poco a poco.

Para entonces la humedad de la chavala era completa y tras anegar su coño, se desbordó haciendo que con cada penetración salpicara a su alrededor. Con mis muslos empapados, observé que María y Paloma incrementaban la presión sobre nuestra nueva amante mordisqueando sus pezones mientras la joven era pasto del fuego de un gigantesco orgasmo.

― ¡Necesito sentir esto! ― gritó.

Su chillido azuzó mi calentura al comprender que se refería al tamaño de mi sexo y exprimiendo uno de sus pechos entre mis dedos, hice brotar un hilillo de líquido blanco.

― ¡Tiene leche! ― gritó mi mujer al verlo y antes de que Paloma pudiese arrebatarle el puesto, se lanzó en picado a mamar de él.

Nuestra amada vecina reaccionó apoderándose del otro y pegando un grito de alegría, me informó que también de ese seno manaba ese manjar. Beatriz al notarse ordeñada se vio golpeada por el placer y sin dejar de mover sus caderas, se corrió dando chillidos.

La virulencia de su orgasmo se iba incrementando por momentos y con todas sus neuronas amenazando con achicharrarse de tanto placer, me rogó que la acompañara. Su petición provocó que me dejara llevar y que explotara derramando mi simiente en su útero ya germinado. Ella al sentirlo no dejó de exprimir mi sexo hasta que, con mis huevos ya vacíos, caí totalmente agotado sobre ella.

Las otras dos que habían mantenido en un discreto segundo plano, se abrazaron a nosotros mientras pensaban en lo mucho que le debían al idiota de Juan por haberse vuelto solo a Madrid, dejándonos a esa preciosidad.

Epílogo

Hace ya mas de cuatro meses que volvimos del verano. En este tiempo, los sucesos se han desencadenado a una velocidad de órdago dando al traste con la vida que llevábamos antes.

Bea no solo dio a luz una monada de crio al que contra la opinión del padre le puso mi nombre, sino que abandonó a Juan y para terminar de sellar la desgracia de su antigua pareja, junto con Paloma, se mudó a vivir con nosotros.

        Durante unas semanas, tuvimos las normales tiranteces mientras nos acostumbrábamos a vivir tantos en la misma casa. Ahora lo único malo es que nos vamos a ver obligados a abandonar el piso en que llevamos doce años y la razón no es otra que, en pocos meses, no vamos a caber en él, ya que el puñetero destino ha creído pertinente que aumente nuestra peculiar familia.

María y Paloma, contra todo pronóstico, ¡se han quedado embarazadas!…

Fin


Relato erótico: “Erika Garza, volver a empezar (Entrega 12°)” (POR RAYO MCSTONE)

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Las palabras y el empalme continuaban, las cuatro se veían y se escuchaban. Las cuatro beldades, Erika, Cristina, Gabriela y Evelyn  se envidiaban como buenas féminas, competían, gozaban y se dejaban dar con todo, moviéndose frenéticamente al movimiento de sus enculadores. Ellos igual, se veían, competían, se sonreían, se extasiaban al verse y seguían a plenitud.

La música electrónica interminable, repetible, contagiosa, rítmica se mezclaba con los gemidos, palabras entrecortadas, sudores, sonidos corporales, los glup, glup, plac, plac, hacían una esplendorosa sinfonía que no daba para acabar.

En el mundo exterior, Esteban contactaba, negociaba, movía los hilos para dar con el paradero de su patrona. Ya contaba con retrato hablado de los sujetos. Los había visto con claridad a pesar del intercambio de balazos. Los cuatro prácticamente estaban a punto de ser ubicados. En las grandes esferas del poder en México todo se puede resolver de un plomazo. Desafortunados los que no cuentan con dinero y caen en garras de algún conflicto legal porque lo más probable es que se los lleve la tía de las muchachas, no en este caso. Por eso mismo, activo la alarma verde para hacer público el suceso, ya que la orden de muy arriba llego para que esto se aproveche como un acto mediático de que el nuevo gobierno estaba listo para combatir la inseguridad y la impunidad del crimen organizado. Estaban seguros de poderla hacer. No había antecedentes de esos cuatro sujetos, por lo que se trataba de inexpertos que estaban en su primer caso.

Carlos y su familia estaban en un shock tremendo, la muerte inesperada y rara del jerarca y ahora esto. La autopsia revelo un paro cardíaco fulminante, pero lo extraño es que si fuera manejando hubiera chocado, tal vez se estaciono al sentir dolor y ahí quedo, fue la explicación a la que llegaron los especialistas. Claro que encontraron restos de viagra, pero eso por discreción ya no se le comento a la familia, sabedores del prestigio que se cargaba el extinto empresario.

Por otro lado, Pablo y Cesar, los atemorizados esposos de Cristina y Gabriela estaban a punto de conseguir el dinero.

Armando, el supuesto amigo fiel de Cesar ayudo, pero sin mencionar que sabía quiénes eran los secuestradores. Claro que ubico a Felipe y a Cipriano en la balacera inicial, sabía que era una venganza contra su Cristina, la hermana de esta, Gabriela y contra Erika Garza de Treviño, por lo de los otros días en él Zanzíbar. No identifico a Ricardo, aunque se le hizo conocido, ni conocía a Pedro.

Por ello de manera anónima en un principio, activo a Esteban cuando por los medios y las redes sociales se pedía ayuda. Cuando supo que había una recompensa, urdió todo un rollo para describir a esos dos tipos sin comprometerse, lo cual ayudo muchísimo, ya que con lo que Esteban había captado lograron concretar aún más las pesquisas.

Con esa ayuda, para Esteban fue muy sencillo rastrear que el lugar probable donde estuviera Erika secuestrada era el Bar Zanzíbar, también descubrió que era propiedad del difunto José Treviño. Pinche viejo, tenía sus movidas perronas, ya que supo que también era dueño del afamado Le Barón, el mejor putero de lujo para la clase alta y extranjeros adinerados de todo México, incluyendo incluso los del DF y de Guadalajara. No tuvo tiempo de avisar, solo vio que la heredera de esos dos negocios era Erika.

Precisamente en el DF, la transexual escort Natalia se enteraba de que su amiga había sido secuestrada y de la muerte del suegro; así como el sacerdote Iñigo Cantú de la Garza y el negro Luis en el pueblito cercano a Veracruz. Incluso el amigo albañil de Pedo y de Felipe, el verdadero albañil, el chaparrito Chido también vio por la Televisión toda la nota. Simplemente era la noticia del momento.

Tío Alberto, descansaba, el golpe recibido si le causo un leve daño que requería dada su condición física, de reposo. Explico que se había accidentado en su casa. Lo raro, es que no lograba tener erección alguna. El fuerte golpe fue en esa zona. En tres días lo revisaría un especialista. No estaba preocupado, ya que pensaba que era algo temporal, lejos estaba de imaginar que este resultado era parte de las consecuencias de todo este tinglado de encuentros. El destino estaba por jugarle un cambio drástico en su manera de ver, sentir, escuchar y vivenciar en general uno de sus gustos preferidos: el sexo.

Esteban solo solicito el apoyo pequeño de unas escoltas especializadas directamente de la Guardia Presidencial, ya rodeaba el Bar. Todo se veía oscuro. De alguna manera, él se lanzaba como punta, arriesgando su pellejo, ya que algo en el fondo le indicaba que así debía hacerlo.

Ya era cerca de la madrugada, cuando Esteban con aparatos especializados y en uno de los techos del lugar, ya que contaba con desniveles, pudo apreciar y escuchar lo que adentro acontecía, estaba solo, no le sorprendió en lo más mínimo que estos tipos estuvieran copulando con esas cuatro hermosas damas. Es muy típico que los secuestradores se metan con sus víctimas, tampoco le causó asombro alguno, que estas mujeres evidentemente estaban cooperando y gozando de lo lindo con la bestial copula que les estaban poniendo.

Adentro, el concierto de gemidos y sollozos era de una gloriosa opera celestial orgásmica, cada una de las cuatro ya había sido cambiada de posición para seguir siendo empalada y ya habían alcanzado para este momento un primer, liberador y catártico orgasmo…las cuatro se seguían observando, en sus miradas había un tácito reconocimiento al hecho de que estaban gozando, pero que no tenían de otra para ello. Las cuatro en el fondo estaban gozando como cerdas, un punto más que compartir entre estas beldades. No sería la primera, ni la última vez que el destino las juntaría. Incluso pudiera ser que en el futuro otras hembras vivieran experiencias juntas o por separado. Nadie sabe lo veleidoso que el infortunio puede ser.

Ricardo y Felipe conocían su negocio. El primero, puso atención y solo movió la cabeza para seguir empujando su virilidad hacia Erika, sabía que eran los últimos empellones, arrimones y metidas de su verga que le daría en esta ocasión. Le estaba gustando tanto, que se prometió a si mismo ver cómo le haría para volverlo a hacer y más que sentía como ese mujerón se rendía ante su genio y destreza en las artes del colchón. Ya había probado y quería más y también quería con las otras mujeres que veía eran igual de buenas y calenturientas que su pareja copulatoria actual, pero al parecer ya todo se estaba desmoronando. Con la mirada le indico a Felipe que pusiera atención al techo.

Felipe se avispo y con un gesto de enfado, ya que tenía las mismas intenciones y ganas que el otro y que si les hubiéramos preguntado a los otros dos, hubieran contestado: si queremos seguir cogiendo, cogiendo y cogiendo con estas hembras, con cada una de ellas. Lo que pasa es que Felipe tenía un control especial en sus manos que activaba cuando alguien se acercaba al Bar, pudo ver que ya estaban rodeados y que en el techo había un sujeto.

Ricardo de pronto en una voz clara les indico a todos: Camaradas, a la voz de ya al redil. No eran tontos, ya se habían puesto de acuerdo de que en caso de alarma, tendrían que correr hacia un túnel especial que el viejo Don José fabrico para la ocasión de huir y que les costaría trabajo encontrar a los que entraran a rescatar, descubrirlo. Para cuando eso sucediera, ellos ya estarían lejos de ahí, ya que incluso el túnel contaba con un pequeño tren que los sacaría de ahí por un buen tramo y luego patas para que las quiero. El túnel llegaba a uno de los costados del Río Santa Catarina, en una zona que antaño tuvo campos deportivos y que ahora ya estaba despoblado, producto de las avenidas de agua que se acumulaban y que ponían en riesgo futuro, el tener asentamientos humanos en dicho lecho. Los cuatro eufóricos aun por probar tan exquisito manjar femenino, solo se lamentaban de no llevarse dinero alguno y de tener que huir ya de la ciudad.

Las cuatro mujeres se sorprendieron, pero en el fondo descansaron de que los tipos extorsionadores se salieran corriendo así como estaban todos en pelotas hacia uno de los extremos de dicho recinto…solo alcanzaron a escuchar como Ricardo les gritaba:

Mijas, en la mesa de la oficina está toda la evidencia, les juro que ya no las buscamos más, ay que muera todo, chao preciosas, lastima del palo, estábamos muy bien…

Esteban escucho todo, por lo que ya entraba por un boquete que provoco con una granada exprofeso y activo la alarma para que entraran los guardias.

Como suele pasar en estos menesteres y al mejor modo del Gobierno Mexicano, uno de los jóvenes de la milicia, supuestos guardias especializados se puso muy nervioso cuando con las luces infrarrojas que por cierto no eran necesarias ya que había suficiente luz visualizo en todo su esplendor a cuatro bellas mujeres que se cubrían con minúsculas prendas y que todas juntas se abrazaban y lloraban. El muy pendejo en su susto acciono su letal arma hacia donde escucho ruido que no era otro que Esteban que solo alcanzo a lanzar una última mirada de su vida que se cortaba tontamente a Erika.

Las mujeres se pusieron a gritar y llorar como histéricas ya sin preocuparse de que los militares las vieran prácticamente encueradas.

Esteban murió de inmediato de un trallazo de balas que le atravesó pecho y cara. Una vez más, él había actuado bien, pero los que lo rodearon y que en teoría debieron ayudarlo en una muy fácil operación de rescate, provocaban no la primera ni la única muerte de todo este evento. Por cierto evento muy cotidiano en el accionar y vivir diario del país. Ya sea en el Norte, Centro o Sur, la población ignora todos los errores y sinsabores que se dan en los secuestros, en los supuestos enfrentamientos entre capos del narcotráfico, entre militares y crimen organizado, en fin solo un corolario más a tanta impunidad y corrupción. Ciertamente cada semana se medio sabe de algún suceso, lo único cierto es que en el actual gobierno han liberado al hermano del expresidente Salinas de Gortari, el afamado hermano incómodo, a la secuestradora francesa y en estos días que corren al capo Caro Quintero y más tarde a su principal lugarteniente, un tal Chucky que vive en la Comarca Lagunera, ambos ya se encuentra prófugos de la justicia….solo en este bendito lugar pueden suceder esta clase de pendejadas. Fácilmente, cualquier Director de Cine o de TV podría realizar esta historia, o como para una serie similar a Capadocia.

Solo separado por unos minutos, caía muerto por un robo a mano armada, el amante de Cristina, así es amigos, Armando que ufano había cobrado la recompensa, sin saber, en su ingenuidad, que dentro del mismo gobierno hay bueyes que pasan el pitazo a los ladrones cuando alguien cobra, ya que buscan tajada. Un simple burócrata, pero corrupto hasta las cachas paso el anuncio de que había un buen candidato para jalarse una lana. Un novato ladrón y un Armando que se negó en la calle a pocos metros de llegar a su auto, provocaron otra tonta y estúpida muerte. Al parecer la  justicia y el orden que a veces la vida acomete, estaba poniendo a cada quien en su lugar. Bien se dice que hay un Dios que todo lo ve y que tarde que temprano todos pagan en esta misma vida.

Pero como se mencionó anteriormente en el “Infierno compartido”, estaba a punto el universo de juntar diversos egos, intereses, objetivos y anhelos en donde el posible agasajo de sexo y dinero, sería trastocado quizás por uno de sangre y muerte. Otra vez la mano invisible de Dios todo poderoso colocaría a cada quien en su lugar, en su justo contexto, en una lógica en donde ni todo es bueno, ni todo es malo, sino todo lo contrario. Un amasijo de encuentros, de vanidades en donde este tránsito por la vida a veces es de lo más paradójico, pero que al final de cuentas transcurre normal.

Las mujeres fueron protegidas de inmediato por cobertores, el Jefe del Comando sabía que  la habían cajeteado y gacho, así que activo un código para que sus superiores controlarán a los medios masivos de comunicación, es decir, Televisa y TV Azteca, así como radio, prensa y revista especializada. Ellos detonaran un especializado comunicado, en donde el público en general nunca sabría la verdad, sino al contrario pusieron como auténticos héroes a este grupo de pendejos que cobraron sin ton ni son una vida.

De inmediato les metieron calmantes a las atribuladas beldades, que solo atinaron a medio saludarse y reconfortarse, sin saber que esta no sería la primera ni la única vez que en sus vidas se relacionarían. En un futuro, tal vez, sus mismas inquietudes y necesidades las volverían a reunir. Por el momento estaban sanas y salvas, pero impactadas por haber sido participes de un secuestro y de una orgía en toda la extensión de la palabra.

Ese secreto, de manera callada, intuían nunca divulgarían esta experiencia a nadie, se habían probado una a la otra, les gusto y se vieron tal y como Dios las trajo al mundo, realizando el acto sexual con cuatro hombres que las supieron llevar hasta el éxtasis. Cada una de ellas, tendría un largo recorrido por los senderos misteriosos y sacros del placer de la carne, su aprendizaje y sus decisiones en relación a la ley del deseo, al arte del kamasutra continuaría, son jóvenes e incluso en su edad madura, cuando la mujer es sabia y no le importa tanto el convencionalismo, volverán a empezar desde cero para tener un interminable camino de lujuria y goce.

No podían, ni debían ser solo mujeres de una opción varonil, su hermosura y su furia pasional no podían ser privativos de una línea aburrida, tediosa, lineal con una sola persona. Los maridos de las casadas no cuentan, la otra, la más joven, incluso tiene más trayectoria que conocer.

El Jefe Militar sabedor de su error; al ser el responsable de su equipo, resguardo todos los sobres, fotos, CD, que alcanzó a ver en un recipiente especial, sellándolo muy bien  y asegurándoselo a la Sra. Erika Garza, reconocía que ya no le permitirían otro fallo de magnitud tal. Su trabajo corría peligro desde ya. Tenía que quedar bien con esa mujer al menos.

Erika solo les comento a las otras, pierdan cuidado, yo lo guardo y lo destruyo. Aquí no pasó nada. Por fin nos liberamos de esos tipos.

Mientras tanto, los cuatro hombres: el detective Ricardo, Felipe, Pedro y Cipriano corrían por el túnel hacia su supuesta salvación, sin saber que el destino les tendría deparada una jugarreta cruel y paradójica.

En ese momento, un humilde albañil en la soledad de su pobre casa, donde solo vivía con su pequeña hermana y su anciana madre, observaba el revuelo que las televisoras hacían con el heroico y magnifico rescate de cuatro hermosas mujeres en su ciudad Monterrey. Una de esas mujeres era muy famosa, él por su parte, nunca había sabido de ella. Era ajeno a las personas afamadas de su ciudad, salvo los jugadores de su querido Tigres, tales como el corajudo DT Tuca Ferreti, Lucas Lobos, Damián Alvarez, Tito Villa, etc. Ese albañil no era otro, que el tal Chido, compañero de trabajo de Pedro. Por las afiliaciones que daban, concluyo que dos de ellas eran muy parecidas a la del oficial de seguridad Felipe y a la de su compañero Pedro, ¿sería que estaban involucrados? Estuvo a punto de llamar por celular a su compinche Pedro, pero desistió, no quería meterse en problemas. Chido pasaba por un pobre buey, cosa que para nada era cierta, pero le gustaba navegar con bandera de pendejo, para que con su ladina actitud sacar partido de su extrema pobreza y de su ignorancia de otro tipo de trabajo más remunerador. Eso sí, no quería saber nada de lo ilegal y del crimen, porque sabía que ello le llevaría a la tumba más temprano que tarde y él apreciaba mucho la vida.

Los cuatro fallidos secuestradores corrían como desaforados una vez que el trenecito si los movió como unos 3 km., caminaban por momentos, el recorrido era como de 5 km. Con subidas y bajadas, pero tenían que salir de inmediato por si se descubría el túnel, aunque era muy difícil ya que era una perfecta obra de arquitectura y muy bien oculta.

Ya solo quedaba una sección en donde tenían que subir unas larguísimas escaleras por un estrecho túnel. Cuando apenas llevaban unos cuantos escalones, vieron que se activó una especie de trampa, dejándolos ya aislados de los anteriores espacios, es decir solo quedaba el túnel, se carcajearon como demonios, ya que la libertad estaba cerca, era un tiempo valioso para salir por patas de la ciudad.

Cuando llegaron a la parte superior, vieron que no podían abrir, la tapadera estaba como trabada, muy dura, por más fuerza que aplicaron no se abría. Si podían escuchar a lo lejos carros, y de pronto una fuerte lluvia se desato. En este verano ardiente, las lluvias inesperadas en la ciudad por lo frecuentes y por lo fuertes eran un hecho inédito para el clima de extremo calor. De pronto con cierto terror vieron que de unos agujeros de la pared empezaba a salir mucha agua. Solo pasarían unos minutos más para que el túnel se llenara.

No teniendo de otra, tuvieron que pedir ayuda. El elegido fue el tal Chido, ya que era un trabajador hábil con sus manos y él vería como sacarlos de ahí. Solo que el factor tiempo jugaba contra ellos. Ya el agua estaba llegando a la mitad del túnel. Su camarada de trabajo tendría que llegar de “balazo” literalmente.

Para cuando Chido llego, era demasiado tarde, como las ratas viles que eran los cuatro perecieron ahogados en el agua. A Chido le llamó la atención que los cuatro estuvieran ahí. Así que taimado como era, solo les robo todas sus pertenencias, logrando juntar un buen billete, sobre todo de otro de los sujetos que no conocía y para no comprometerse, volvió a tapar el túnel y salió como llego del lugar, con discreción y en silencio.

 Los días siguientes ato cabos más cabos. En la televisión dieron cuenta de 3 de los 4 secuestradores. Dos de ellos eran Pedro y Felipe. En el hospital con el incesante trabajo que había, nadie se percató de que había vaciado los lockers del guardia de seguridad Felipe y de su compañero Pedro. El único que no mencionaron, dado que tenía muy bien disfrazada su identidad era precisamente del sujeto cuya cartera tenía su dirección y del cual obtuvo más dinero. Como pasatiempo para su solitaria vida empezó a ir al departamento de dicho sujeto. Era un departamento aislado, casi sin vecinos. En ella se daba la gran vida con todos los aparatos que el difunto tenía. Encontró mucho más dinero, alhajas. Su primer pensamiento fue pasarse a vivir allí. Encontró las escrituras de la propiedad. No sería complicado pasarlas a su nombre. Había referencias a la madre del sujeto, pero no se atrevió a nada con ella, cuando escuchaba que los mensajes que le enviaba por el teléfono eran en el sentido de que se comunicara con ella en cuanto pudiera, que no extrañaba de que no le hablara, por lo visto no se mantenía en contacto frecuente con ella. Vería como solucionar eso, mientras tanto se daba la gran vida, ya no tenía que gastar en buena televisión y confort. Gozaría mientras pudiera. Al revisar las pertenencias de los otros, se maravilló de lo que encontró: Evidencias fotográficas muy evidentes y hasta videos pequeños en los celulares de los otros tipos…en todos ellos estaban las mujeres secuestradas. Con razón las habían secuestrado, había evidencia suficiente para “chantajearlas”…de inmediato su lujuria se desato…solía desahogar su soledad con prostitutas de poca monta, de esas que cobran muy poco, ya que su camino ha sido muy recorrido. Una vez el demonio se apodero de otro sujeto. Las fotos y el video eran más evidentes en el celular de su compinche en donde aparecía la rica Erika Garza de Treviño, ya que el sujeto con que estaba era nada menos que el extinto suegro…al ver la fecha de dicha información saco aún más deducciones, simplemente se estaba sacando la lotería….iría de a poco, su plan ya se estaba maquinando en su calenturiento cerebro. Aún más se acrecentaba porque en periódicos, revistas y en la TV dicha mujer salía a cada rato con lo del secuestro y su rescate…era una hembra deliciosa. Tenía la lámpara de Aladino con él y sería cosa de frotarla despacito para lograr sus propósitos. Pensaba y repensaba como le haría sin correr riesgo alguno y no involucrar a nadie más, quería todo el pastel para él solito.

Por otro lado, los días siguientes fueron atribulados para Erika, los actos por la muerte de su suegro continuaban. Su marido, supo, no es un tonto por completo, que su mujer había sido violentada sexualmente. No fue necesario que hubiera palabras de por medio entre ellos, simplemente lo intuyo, ese hecho lo único que logro fue que su distanciamiento en la cama ya fuera total. El pobre Carlos estaba como sonámbulo, sin saber que era el inicio de un sinuoso camino por descubrir y por encontrar de otra manera los placeres de la carne que siempre le fueron negados o extraños a su persona.

Mientras Erika agotaba su mente y su cuerpo en entrevistas, sesiones con la Televisión, Radio, prensa que le hacían olvidar su necesidad de varón. Estaba como en un letargo y al hacerla pasar como una heroína que no le había sucedido nada era muy bueno para su imagen pública, no así para su privacidad en donde estaba sufriendo de todo a todo. Muchas muertes, mucho dolor, mucho y a la vez poco sexo en su ser. Esa poderosa droga le estaba haciendo falta. No había modo alguno de conseguirla.

Sus sentimientos se acrecentaban y bajaban de acuerdo a su humor y su renacida urgencia sexual. Una vez más se confesó con el juvenil sacerdote Iñigo, estando ahora de por medio la privacidad del confesionario, pero pudo percibir el evidente nerviosismo del ministro religioso. Las consejas de este, todo un lugar común, no le resolvieron nada. Natalia su amiga escort del DF estaba de gira internacional por algunos países del cono sur, estaría lejos cerca de dos a tres meses. Supo que el negro Luis se había tenido que ir a Estados Unidos de “mojado” para subsistir. Su ex esposa, la hermana del difunto Roger  e hija continuaban con ella como personal del servicio. Las semanas ya habían transcurrido, ciertamente de su último encuentro sexual ya ni se acordaba, le parecía tan lejano. Como siempre sus múltiples ocupaciones medio le mitigaban esto, pero había tenido que estar tomando un tratamiento natural para poder dormir, pero más que nada ocultar el encendimiento prácticamente diario que su cuerpo le exigía.

En eso estaba, cuando se acrecentó aún más su actual estado como de depresión y tristeza, viendo un programa de noticieros, cuando se dio el reporte de que en una coladera cercana al Río Santa Catarina habían encontrado cuatro cuerpos ya muy descompuestos. Como en las 48 horas que ya habían transcurrido nadie había reclamado, se les dio por unos muertos más del crimen organizado. A ella como que le dio una corazonada de que eran los sujetos del secuestro. Por las señas claro que eran. Le marco de inmediato a Cristina, a quien no había querido contactar. La conversación le confirmo que también ella intuía que eran esos sujetos. Al menos se sintió reconfortada por un momento.

El reportaje continuo moralizando acerca de la muerte constante de jóvenes a manos y por el hampa, teniendo de telón de fondo la  célebre canción del famoso hombre de negro de USA Johnny Cash:

You can run on for a long time Se puede correr por un largo tiempo 

Run on for a long time Correr por un largo tiempo 

Run on for a long time Correr por un largo tiempo 

Sooner or later God’ll cut you down Tarde o temprano, Dios te hará caer

Sooner or later God’ll cut you down Tarde o temprano, Dios te hará caer

La grave voz del ya muerto Cash le recordó la voz del último hombre que se la estuvo copulando en dos posiciones delante de las otras mujeres y del otro secuestrador que en la primer casa también le estuvo poniendo sus buenos repellones. Se estremeció al recordar que físicamente se les entrego por completo y que gozo como descastada.

Ese chaparro chistoso, el tal Richard y el otro panzón que rápidamente la supieron llevar al igual que sus otros hombres a fuertes cúspides de placer carnal: su marido no cuenta, Roger en muy pocas ocasiones; Rodrigo, Luis, la misma Natalia, su difunto suegro y estos dos una sola vez cada uno. Los dos últimos sin poder terminar el acto, por lo cual estaba como desesperada. En el mullido y lujoso colchón de su amplia cama empezó a remembrar cada momento y sin proponérselo se empezó a meter dedo en su rajada de una manera primero pausada para pasar rápidamente a un frenético movimiento.

 

Go tell that long tongue liar Ve a decirle al que miente lengua larga 

Go and tell that midnight rider Ve y dile a ese jinete de medianoche 

Tell the rambler, the gambler, the back biter Dígale al excursionista, al jugador, al que muerde de nuevo 

Tell ’em that God’s gonna cut ’em down Dile que Dios lo hará caer

Tell ’em that God’s gonna cut ’em down Dile que Dios lo hará caer

Ya la masturbada era plena, sin reparos, su calentura era tal que empezó a gemir cachondamente incluyendo un largo y sensual murmullo: diiiiooooooooosssssssssssssssss.

Afuera de la recamara, sigiloso, su marido sudaba copiosamente, llevaba buen rato observando como su esposa como que reflexionaba mucho el reportaje que daban en la TV y luego esto….dioosss nunca había mirado a su esposa de esa manera, simplemente era una diosa blanca enorme, se veía majestuosa en la cama, solo con un baby doll y sin ropa alguna  debajo, arremetiendo con sus dedos en su intimidad, su mirada era pérdida, con los ojos entrecerrados y los labios entreabiertos gimiendo como una desposeída, se agitaba y se arremolinaba en la cama. Sin saber cómo, ni por que el flemático Carlos sintió una dureza extrema en su pene. Algo le indico que debía seguir cuidando de que nadie llegará a interrumpir el al parecer éxtasis que estaba experimentado Erika. Cuidaría de que no fueran a llegar los hijos, era una simple excusa para ver.

Well my goodness gracious let me tell you the news Bueno, mi bondad graciosa déjenme decirles la noticia 

My head’s been wet with the midnight dew Mi cabeza ha sido mojado con el rocío de la medianoche 

I’ve been down on bended knee talkin’ to the man from Galilee He estado  doblando la rodilla hablando con el hombre de Galilea 

He spoke to me in the voice so sweet Me habló con esa voz tan dulce 

I thought I heard the shuffle of the angel’s feet Me pareció escuchar el arrastrar de los pies del ángel 

He called my name and my heart stood still Me llamó por mi nombre y mi corazón se detuvo 

When he said, “John go do My will!” Cuando dijo: “John va hacer mi voluntad!” 

La ronca voz del gran Cash, los gemidos y movimientos de la enfebrecida hembra parecían ir coordinados como con una mano invisible, de pronto Erika se despojó de plano de toda su breve y poquísima ropa, para estrujarse los senos, pellizcárselos, incluso pasar sus dedos entre su rubia cabellera que lucía toda desparramada sobre los almohadones. A Carlos se le salían los ojos, siempre había intentado hacer el amor como si estuviera pidiendo permiso de algo, o como si fuera algo difícil o complicado por hacer, como no queriendo molestar a su amada esposa. Era un hecho que a su manera la amaba. No se bañaban juntos, trataba de no verla desnuda, su pudor y costumbres tan arraigadas por su madre, le impidieron en sus tantos años de convivencia verse tal cual son…el sudoroso cuerpo de ella brillaba en la tenue iluminosidad de la amplia alcoba. Dos estrofas de la memorable canción de redención se repitieron, al mismo tiempo que sin saberlo Carlos acariciaba su duro pero pequeñito miembro por encima de su lujoso pantalón de fina seda.

 

Well you may throw your rock and hide your hand Así que usted puede lanzar su piedra y esconder la mano 

Workin’ in the dark against your fellow man Trabajando en la oscuridad contra tu prójimo 

But as sure as God made black and white Pero tan cierto como que Dios hizo el blanco y negro 

What’s done in the dark will be brought to the light Lo que está abajo en la oscuridad, será llevado a la luz 

 

Erika ya agitaba de un lado a otro su carita, el inminente y liberador orgasmo llego por fin, exhalando un fuerte gemido: diooosossssssssssssssssssssss, como que se desvaneció después de haberse revuelto en la cama como si realmente estuviera poseída….Carlos estaba sudando, nunca había visto tal acto en su vida, ni por asomo y lo raro es que quería saber más y no entendía como estaba deseoso de tocar a su mujer.

Simulando que llegaba, Carlos le dio tiempo a reponerse para lo cual: Queriddaaaa….yaaa lleguueeee

Erika solo alcanzo a ponerse el baby doll y una bata para recostarse y simular como si hubiera terminado de bañarse.

Los dos se miraron, se conocían muy bien, Erika creyó ver deseo en los ojos de Carlos, esa mirada que le vio  a sus otros hombres, así que atrevida fue ella la que lo atrajo para besarlo con pasión. Su sorpresa fue tal, ya que el marido le respondió sin emitir reclamo alguno, inclusive fue a más para que con sus pequeñas manos le empezará a acariciar torpemente la espalda y el comienzo de sus nalgas. Ella felina, riendo como tontuela, se levantó para cadenciosamente ir a cerrar la puerta ya desnuda toda.

Carlos enfebrecido se desvistió para mostrarle a su mujer su fuerte virilidad. Erika llegando le toco el miembro sorprendiéndose, nunca lo había sentido tan durito.

Sin más preámbulo, ella se le monto a horcajadas emitiendo un gemido de placer al sentir la dureza de la virilidad de su esposo…hummmmmmmmmmmm, assiiisssssssssiii pappppppitotooooo quuueee fuueueertttteee

Ella vislumbraba un atisbo de que todo podría cambiar, en ese momento, no podía saber cuánto sería…como odalisca se empezó a dar sus sentones y arremolinarse arriba de su marido, solo llevaba como tres o cuatro arremetidas cuando escucho a su Carlos: ayyaaaaaaaaaaayyyyyyayaaaa y sentir como lo durito ya no lo sentía y si una blandenge tripita. Su marido en su placer, se había venido ya….

Erika comprensiva, pero un tanto desilusionada solo atino a elevarle la autoestima pensando que más adelante podría mejorar: Graaciaass queriiidooo muchasss graciasssss, teee neceisiiitoo tanto

Después platicaron como los buenos amigos que eran, pero a Erika le quedo la sensación de que estaba hablando con alguien similar a un hermano y no un esposo.

En los días subsecuentes descubrió algo maravillada, su marido se excitaba en cuanto más atrevida fuera ella con su vestimenta y su forma de ser. Incluso sus devaneos y coqueteos con Tío Alberto lo prendían y más porque vio que ahora ella no surtía efecto en su Tío político que incluso buscaba alejarse de ella lo más posible. Eso le pico el orgullo y cuanta reunión había, lo provocaba para ver como su marido se prendía. Sin embargo los coitos eran breves, aunque más frecuentes, pero ciento por ciento insatisfactorios, el colmo fue cuando ella le dio un tratamiento de masaje por todo el cuerpo y ver que antes de la penetración ya se había venido.

Claro que Carlos si estaba gozando, la descarga más frecuente de su cimiente le tenía de buenas y contento porque su esposa había vuelto a la normalidad. En lo interior, Carlos se hacía mil conjeturas de que había pasado en el secuestro ya que ahora todo era diferente. Se sentía el gran semental, ignorando que sufría de eyaculación precoz y que era un potencial voyeur.

A Erika es como si le hubieran dado unas aspirinas para una fuerte jaqueca, todo esto le enervaba y tenía que hacer grandes esfuerzos por controlar su inminente mal humor. De plano con sus amigas ya no se frecuentaba. Su energía la canalizaba asistiendo a un nuevo gimnasio en donde su deporte favorito era provocar a los hombres. Pero eran muchos gays y más bien provocaba envidia, ya que esos sujetos en el fondo querían ser como ella. Los pocos hombres que al parecer lo eran, no le resultaban para nada atractivos, a pesar de ser hombres que otras mujeres hubieran considerado. Le ponía a mil cuando su esposo la acompañaba, ahora convivían más tiempo juntos y observaba como se ponía mal cuando los otros hombres la miraban, tanto los gays como los verdaderos. Solo ese juego le entretenía y la tranquilizaba un tanto. Ya pensaba en buscarse un viaje a USA para ir a ver al negro Luis o de plano a veces le paso por la cabeza caliente el ir a los dormitorios del Tec a buscar a Rodrigo. Ya necesitaba caña y de la buena…ya habían pasado el verano, el otoño ya casi terminaba y se vendría el invierno y ella nada de nada. Su marido se conformaba al parecer con el estatus actual.

Un día soleado, su adrenalina se disparó a mil. Le llego un sobre amarillo a casa, como los que solía recibir en antaño cuando pensaba que su suegro la estaría chantajeando. Solo que el contenido era diametralmente distinto, eran fotos comprometedoras con su suegro. Alguien la estaba citando en un domicilio céntrico. Tan nerviosa se puso, que ahogo un grito de tremendo susto cuando  su atento y solicito marido, le hablo a la entrada de la recamara. Como pudo reacciono para ocultar el sobre a sus espaldas volteándose muy expectante. El nerviosismo no pasó desapercibido para el marido ni que ocultaba en la superficie del tocador el sobre.

Carlos ahora quería sorprender a su esposa en algún desliz erótico o de provocación hacia otros hombres. Era un juego que la inteligencia de ambos se estaba permitiendo jugar y con todo.

Al rato, Erika le comentó que iría al centro con su viejo guardaespaldas, que era el que tenía antes. Las cosas de inseguridad realmente ya se habían calmado mucho. Pero que la siguiera a discreción porque iría a ver a una vieja amiga que le pedía un gran favor. A Carlos le pareció de maravillas, ya que de pronto tuvo la intuición de que esto tenía que ver con ese misterioso sobre amarillo que su mujer había recibido. Por lo que incluso le comento: No te preocupes, adelántate. Solo le doy unas indicaciones y ya te escoltará.

Erika que estaba presa de muchos sentimientos encontrados y ante la presión de la información recibida, no razonaba nada bien, atinando solo a decir: Okey, me adelanto ya…es que es una urgencia.

La verdad es que Carlos quería saber a dónde iría su esposa, su adrenalina también estaba a mil, presentía algo fuerte. Carlos acompañaría al guardaespaldas solo comentándole que por seguridad se reuniría con ella en un lugar céntrico.

Erika no verifico que su guardaespaldas venía a prudente distancia pero con un acompañante. Tampoco verifico que dicho auto se estaciono a prudente distancia del de ella. Ni mucho menos que el acompañante se bajaba y la seguía a discreción. Simplemente su corazón palpitaba a mil. No sabía a qué se enfrentaba, muy a su pesar, en su ser más íntimo, deseaba ver al tal Richard, no había de otra, el desgraciado había sobrevivido y ahora la buscaba para consumar el pendiente que se les había quedado. Sus sienes palpitaban a mil, con fuerza, sus puños estaban rojizos de tan fuerte que se apretaba sus manos y su intimidad estaba fluyendo a chorros…estaba excitadísima, nerviosa, hecha un manojo de diversos sentimientos. Casi al punto del llanto. Vestía un ligero vestido a un poco más de la rodilla, pero cuando se sentaba se le subía a un poquito más arriba de la mitad de sus poderosos e imponentes muslos. Todo eso lo cavilo cuando venía manejando taciturna, sabiendo que una vez más sería presa del chantaje y que una vez más quizás caería en las garras del sexo, solo que ahora ahogaba sus ansías muy a su pesar…en el fondo quería.

EL domicilio estaba en una de las típicas callecitas cercanas al centro de Monterrey y que cosa curiosa es poco transitada tanto por autos como por personas por lo estrecho que es. Toco el timbre del lujoso departamento que en realidad parecía una pequeña casa en medio de altos edificios, separados incluso de estos por pasillos jardines a los lados. Un moreno chaparrito delgado le abrió, en silencio, con la mirada y ceremoniosamente le hizo pasar. Como en la casa de Roger había un pasillo jardinera para llegar a otra puerta, que era la principal. En su nerviosismo y que también percibió en el otro, no le pusieron llave a la primera puerta, solo la cerraron tal cual.

El lujo adentro era aún más. Música de boleros rancheros se escuchaba. Específicamente el célebre Rey del Bolero Ranchero Javier Solís entonaba una conocida canción:

Angustia de no tenerte aquí 

Tormento de no tener tu amor.. 

Angustia de no besarte más 

Nostalgia de no escuchar tu voz… 

Nunca podré olvidar 

Nuestras noches junto al mar 

El sujeto le hizo pasar a la sala, en silencio la invito a sentarse. Ninguno de los dos, vio que una sombra se proyectaba en uno de los ventanales. El sujeto vestía pantalón y camisa de vestir de marca. Sin embargo su expresión sencilla y humilde denotaba rareza en su personalidad. El canijo Chido se había comprado ropa nueva y otras tantas cosas más, incluyendo un carro nuevo. Simplemente el muerto del departamento tenía muchísima lana y alhajas en el lugar. Se estaba dando la gran vida. Simplemente se sentía como Alí Baba cuando encontró el tesoro de los cuarenta ladrones.

Señora Erika, soy Chido para los cuates. Mi nombre verdadero es Alfredo, pero todos me dicen Chido. Ya verá que seremos muy amigos, poniendo de plano su mano delgada en la rodilla de la atemorizada, callada y sorprendida mujer. Ella esperaba a Ricardo, no a este hombre.

Chido: Mire, señito…yo soy un humilde albañil, me encontré las fotos y un video que la comprometen para con su familia. Yo no quiero hacer daño a nadie. Toda esa información era de una persona que vivía aquí, que seguramente usted conocía, enseñándole la foto, él ya murió. Se ahogó junto con sus compinches. Lo único que  yo quiero es que me ayude a hacer los trámites para que esta humilde casa pase a ser parte de mi propiedad, a encontrar un buen trabajo ya de fijo y pues….no quiero más dinero, pero pues…. (en realidad el pobre hombre, no era un desgraciado, sino un simple mortal al que se le antojo comerse una diosa del amor, una beldad verdadera y luego a las otras). Sin embargo, y ante el pasmo de Erika y más de Carlos afuera que no podía escuchar ya que el hombre casi susurraba, pero si mirar ya como el citado le empezaba a acariciar las piernas sin que su mujer ofreciera resistencia alguna. Mire si me pasa algo a mí, todo esto saldrá a la luz pública. Le digo la pura verdad. Mi madre tiene instrucciones. Mi vida va en juego, yo no quiero problemas con nadie. Su estrategia era muy simple, era decir la verdad y jugársela. Creía conocer la mentalidad de esa rica mujer, la había estudiado mucho en estas largas y agónicas semanas que su mente trabajaba a mil imaginando las mil y una noches que pasaría con ella y con ellas, ya que iría a por todas con las otras mujeres también.

A Erika le resultaba hasta chistoso el tono del hombre, casi como pidiendo un favor, cuando tenía manera de fregársela con todo. Así mismo, veía como hacía esfuerzos por expresarse de la mejor manera.

Erika supo a donde iría el asunto, así que sin saber porque lo tomo de las manos para que dejara de moverlas pero sin quitárselas de sus piernas: ¿Qué Chido? ¿Qué más quieres?

Chido: Pues la verdad señito, es que con perdón de usted, pero es una mujer que nunca en mi vida podría tener, ni con todo el dinero del mundo, estoy como diría…la verdad es que yo….

Erika, sin saberlo empezó a acariciar las manos pequeñas del hombre y sin fijarse a empezar a subir y bajar las mismas a lo largo de sus muslos…y casi como en un llanto….preguntar ¿siiiiisssssii?

Chido al ver el nerviosismo de esa diosa del amor y la lujuria, tomando aire y ya con seguridad: Pues que quiero hacer lo mismo que hacía con su suegro, que en paz descanse…solo le pido que me dé chance, verá que la voy hacer feliz, soy un hombre solo y necesito mujer…

Erika aún en su nerviosismo se dio cuenta que el hombre decía la verdad, lo más probable es que era un pobre tipo que se encontró con los muertos y así pudo llegar a toda la información.

Pero Chido, te das cuenta que me quieres sobornar, eso no es de hombres…soltando ya las manos, pero dejando que el otro siguiera ya recorriendo de una manera ya no suave, si no firme las piernas.

Chido: Pero mujer, no ves que tú también quieres…sabes que eres una fiera en la cama, lo que tú necesitas es alguien que te haga mujer a cada rato y ese soy yo…Chido ya era presa del fervor y ya sus dedos rozaban la vagina de la mujer que ya desparramada sobre el sofá se dejaba hacer…no te quiero hacer daño, más que darte mi amor….es que estoy ya enamorado de ti…Chido estaba diciendo la verdad, ya se había enamorado de esa escultural hembra y más que la veía de todas formas y a cada hora.

Erika: Pero es que soy una mujer decente y casadaaaaa, esto es no es correcto…si quieres te puedo dar el dinero que quiera…ahhhhh no pudo evitar exhalar un suspiro y es que el otro ya le estaba dedeando sabrosamente su vaina.

Chido: Mira tú sabes que tu vida se puede ir al caño…así que es mejor que te lo pienses muy bien…quiero una respuesta mañana mismo…si accedes estaré aquí a las 3 de la tarde…quiero toda una tarde y ya luego iremos viendo…piénsalo muy bien, no quiero forzar nada, pero sabes que tengo razón…no es cuestión de dinero…es cuestión de coger y coger sabroso, que se ve te hace mucha falta…

Erika recobrando la compostura y es el que el sujeto de pronto dejo de manosearla, se veía sorprendida, el tipo hasta le estaba dando un plazo, no se cobraría ahí mismo, ese hecho la desconcertó por completo…además como diablos sabría que el trato amable la desmadejaba, más que el soez y grosero…estaba impactada…

Erika: Mañana vendré, pero piénsalo también tú…si accedo es por el chantaje vil que me haces no por otra cosa.

Chido: Así lo sabré y entiendo, no me gusta andar con rodeos, las cosas como son

Bueno Sr Chido, mañana vendré, pero no estés seguro que te saldrás con la tuya.

Carlos no escuchaba nada, solo veía que el tipo se manoseo a antojo a su mujer y que esta se dejó e incluso al ver las expresiones que hacía dedujo que le estaba gustando. Se sorprendió que ya ambos se paraban como para despedirse. En todo el acto, su pene estaba a reventar y una curiosidad malsana le llenaba la mente y el ser de intrigas…quería ver más. Sigilosamente se retiró de la casa y ya en el carro con el guardaespaldas solo vio pasar unos minutos más para ver a su mujer subirse a su carro.

En el resto de la tarde noche noto muy inquieta y nerviosa a su mujer, pero guardo prudente silencio.

Erika por la mañana fue a visitar al sacerdote Iñigo, una vez estaba siendo presa del deseo, de volverse a sentir mujer, ya había pasado bastante tiempo, los escarceos con su esposo, solo eran eso…meros entremeses que ni siquiera a ello llegaban. Las semanas y luego los tres meses desde que pasó todo la tenían en un tremendo trance de espera, en un compás de tiempo interminable.

El padre Iñigo estaba también agitado, lo que estaba a punto de proponerle a esa bella, pero demoniaca tentación lo pondría en contacto estrecho con ella, en una convivencia que sería continua y por varios días.

Ya había escuchado la confesión de sus infidelidades, aunque no del todo completas, ya que la mujer no se atrevió a decirle toda la verdad de su encuentro con su suegro, sin saber que el sacerdote estaba violentando sus deberes al no obligarle a que confesara del todo, ya que él sabía la verdad de ese tórrido encuentro en donde murió Don José Treviño, aunque esto último no lo asociaba con el infiel que le toco ver.

La propuesta para su pasmo fue aceptada por una jovial Erika que al fin encontraba el pretexto perfecto para irse por unos días del país, pero sobre todo de Monterrey y de su hogar…se trataba de un viaje por varios países de América del Sur, entre ellos Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay y otros para visitar Centros de Espiritualidad Católica en donde se harían labores de beneficiencia pero también retiros de índole sacra en donde podría purgar sus penas y pecados…aún le albergaba un gran sentimiento de culpa y de arrepentimiento, vamos la famosa cruda moral después de cometer algún sacrilegio. EL tiempo era como de tres meses, lo que restaba del año y un poco más. Sus hijos la podrían alcanzar en el último mes y además coincidía con un extenso viaje de negocios que su esposo haría a Europa…así que grata coincidencia del destino. Tal vez lo que necesitaba era refugiarse en su religión para ver si así podía expiar sus culpas y máxime de que estaba a punto de volver a caer…cosa que por supuesto no le menciono al casi risueño sacerdote que no ocultaba su dicha por llevar de acompañante en ese viaje a tan suculenta hembra, claro que irían otras mujeres y hombres, pero ya con esa compañía se relamía porque en el fondo él también quería traspasar un umbral desconocido aún y peligroso por lo que atisbaba, pero solo necesitaba de un “empujón” para probar de la manzana prohibida del paraíso perdido. Tal vez Marisa u otra vieja conocida la acompañarían también. También pudiera ser que se pudiera reunir en alguno de esos países con la escort Natalia, quería también aclarar lo del otro día con ella (él).

A Erika le llevo buena parte de la mañana todo esto del viaje con el Padre Iñigo, por lo que después de comer frugalmente, se tomó una siesta y sin  saber porque se dio un esmerado baño de espuma y un cuidadoso arreglo como si fuera a su primer cita…hasta temblaba cual niña sin su juguete preferido.

Un minúsculo conjunto íntimo negro coronado con un juego de liguero super sensual y medias exquisitas y un vestido entallado del mismo color que le llegaba a media pierna y unas altas zapatillas a tono junto con un maquillaje un poco más exagerado que lo normal, la hacían relucir como una autentica viuda, pero apetecible por donde se le quiera ver. El Pelo se lo recogió por completo, daba un aspecto muy interesante, muy seria, como una ejecutiva, pero muy sensual como una italiana de las películas porno de los 70 y 80´s.

Le extraño la presencia del marido a esa hora, y más cuando en boca de jarro le propuso: Querida, necesito de tu vigilante, ¿me lo prestas? Así podrás ir a donde tienes que ir, ya vez las cosas están muy calmadas ya en la ciudad…además de que ya sabes del trato que tenemos (se refería a un trato que el Gobierno de la Presidencia hizo para que su familia fuera intocable, de hecho con ello ya no eran tan necesarios los guardaespaldas). El hampa el cual que claro que claro que negocia con el gobierno sabía que esa familia ya era de las “protegidas”.

Carlos: ¿A dónde vas? ¿Por qué te pones de negro?

Erika: Ahh…es que voy a un “entierro”…es de una de las conocidas del secuestro…tengo que ayudar a esa gente de alguna manera. Se murió uno de los familiares de una de ellas…

Carlos: Ahhhhh okey, así podrás estar el tiempo que quieras con esa pobre gente

Erika: Si pobrecitos…es que dicen que están muy solos, que necesitan de apoyo moral, veré si puedo ayudarles…casi se sonroja ya que el sentido de sus palabras solo ella las entendía, sin saber que su esposo también urdió un plan para seguirla, estaba seguro de que iría al mismo lugar del otro día y también las medio entendía.

Estaban platicando muy quitados, sin percatarse de que el Tío Alberto que es bienvenido en cualquier de la casa los estaba escuchando, solo hasta que oyeron voltearon a ver al afable “gordito”

Tío Alberto: fiiiiuufuufufufuf estas hecha un cuero manita, así que vas a un “entierro” ¿si quieres te acompaño? Tal vez haga falta, digo por eso del apoyo moral…ya vez que soy muy bueno recogiendo y reconfortando almas en pena. Ahora si quiero ir contigo a ese entierro.

Erika: Milagro Tiiito, me habías rehuido, pero no tiiito es que es otro tipo de gente, de veras que no…bueno chao queridos me voy porque debo llegar…para lo cual beso a ambos hombres…no pudiendo evitar que su Tío Político le diera un abrazo más que fraternal.

El Tío se sorprendió cuando vio que su sobrino natural no teniendo el aplomo y flema de siempre con cualquier excusa lo evadió para salir disparo minutos después de que salió la rubia. Algo se olio el viejo ladino, que sonriendo y dándose su tiempo acciono uno de sus “aparatitos” y sonreír aún más cuando observo en la pequeña pantalla de su “buscador” que Carlos ya seguía a prudente distancia a su mujer y sin guardaespaldas de por medio, por lo cual con calma se dirigió a su vez a perseguirlos.

Tío Alberto perseguía a ambos, algo en su ser le indico que tenía que llegar casi junto a su sobrina antes de que Carlos llegará al sitio. Era un viejo muy mañoso. Se presentía algo grande.

Carlos nervioso manejaba como enajenado, sus sienes a punto de reventar, no se explicaba porque tenía el pene a punto de estallar

Erika manejaba a su vez nerviosa, jovial, a momentos se reía como loca, luego maldecía por el tráfico, ya quería llegar al lugar, muy a su pesar, sabía  lo que esperaba y ya lo quería: efectivamente asistiría a un “entierro” pero de verga, de masacuata, de carne sin hueso y ya su ser y su intimidad fluían como ríos de lava hirviendo, sus sienes también palpitaban. Estaba por llegar a una droga, aunque tenía miedo de que ese flaquito tipo realmente la pudiera satisfacer, pero ya quería probar, a diferencia de las veces anteriores, exceptuando su tórrido romance con Roger, en esta ocasión estaba plenamente consciente de lo que sucedería y ya ansiaba por experimentarlo.

La única vez con el joven Rodrigo, el negro Luis, la escort  Natalia, los dos secuestradores fueron ocasiones en donde el azar la puso en tal circunstancia, y aunque ahora era cierto igual, ella estaba sabedora de lo que pasaría.

Tío Alberto vio cuando Erika toco volteando sospechosamente hacia todos lados y con un sombrero grande negro y gafas de sol. También vio cuando un sujeto bajito y delgado en una ridícula bata le abrió paso y solo puso el seguro sin llave de la puerta principal. Este Chido era muy confianzudo. No había  nadie en la calle y estaba la puerta principal de resguardo.

Sigiloso a pesar de su gordura, tuvo que elegir entre tomar el pasillo izquierdo o el derecho que rodeaban la pequeña casita o departamento en medio de altos edificios. Por pura corazonada y esperando que su sobrino se fuera del otro lado, se introdujo y casi gritando de júbilo vio que al fondo existía un jardín que conectaba los pasillos. La recamara de al final tenía tres grandes ventanas. Por la de su pasillo o por la más larga que daba al exquisito jardín, apreciaba muy bien lo que la amplia recamara tenía. Por lo que se ve de su lado daba al baño y del otro lado daba como a una pequeña estancia o especie de vestidor closet. Pero desde cualquier ángulo se podía apreciar. Nadie estaba en la habitación. Seguramente Erika y el sujeto estaban en otra estancia. Por lo que a punto de desfallecer, su corazón latía a mil, coloco un pequeño banco y se introdujo como pudo en el baño, agradeciendo a los dioses que el cuarto fuera amplio y que tuviera una especie de closet en donde se escondió por si alguien entraba. Todas estas maniobras las realizaba con un cuidado y agilidad pasmosa a su condición, cuando se tuvo que agachar de plano y no gritar porque vio que su sobrino hacía exactamente lo mismo pero del otro extremo. Solo él sabía que en la casa estaban cuatro personas. Solo él sabía que su sobrino Carlos estaba presto a espiar a su mujer y que esta se encontraba sola en esa lujosa casa con un sujeto muy raro.

Por su parte Carlos podía ver y escuchar al igual e ignorando que su Tío Alberto también lo hacía lo que estaba sucediendo en la amplia estancia que funcionaba como recepción, sala, comedor y cocina, al usual estilo de las casa americanas.

Erika de pie escuchaba que ahora el tal Chido le decía: Pues bien Sra. Erika, ¿está dispuesta a cumplir el pacto de caballeros que hicimos? Sonaba muy ceremonioso y extraño, ver a un sujeto de color moreno fuerte, bajito, muy flaquito y vestido con ropas que le hacían ver como algo estrafalario. Tenía puesta una bata de hombre fina y unas sandalias, lo cual resaltaba su extrema delgadez. Tenía evidentes rasgos indígenas, el pelo peinado con bastante gel, negro por completo y muy corto, casi parado, si acaso unas pequeñas canas grises en las sienes…le calculo unos 40 años.

En la casa se escuchaba esa vieja estación de radio que toca canciones muy viejas tanto en inglés como en español, se escuchaba al gran  Sinatra entonando:

When they begin the beguine, it brings back the sound of music so tender,

Cuando ellos vuelven a empezar, me trae el sonido de la música tan tierna, 

It brings back a night of tropical splendor, it brings back a memory ever green.

Me trae una noche de esplendor tropical, que trae un recuerdo siempre verde. 

I’m with you once more under the stars, and down by the shore an orchestra’s playing

Yo estoy con ustedes una vez más, bajo las estrellas, y por la orilla de una orquesta tocando 

Even the palms seem to be swaying, when they begin the beguine.

Incluso las palmas de las manos parece ser oscilante, cuando ellos vuelven a empezar. 

To live it again is past all endeavor, except when that tune clutches my heart,

A vivir de nuevo ha pasado todo el esfuerzo, excepto cuando esa melodía agarra mi corazón,

Ese hecho le recordó su primera y auténtica vez en la casita tan añorada de su Roger, hasta sintió como se le mojaba aún más su ya empapada intimidad y todavía más cuando Chido sorpresivamente y con suavidad le quito su bolso para aventarlo con seguridad inusitada al sofá y tomarla con ambos manos de su juncal cintura y repegarsele para con desconocida y enfebrecida voz: Así es mujer, es volver a empezar, canto begin the beguine, le sorprendió que hablara en inglés perfecto…

Así es mujer, ya vez, tuve que vivir unos años de “mojado” en los Estados Jodidos de Norteamérica, jajjaa volvió a cantar begin the beguin, la llevaba bailando super repegada, de tal manera que sintió con claridad en sus muslos la virilidad del sujeto, ya que por la estatura no le llegaba a la ingle.

Solo atinaba a dejarse conducir y poner sus manitas como con miedo en los flacuchos hombres del sujeto, hasta le dio  miedo que lo podía romper si se lo proponía, rio de ese inusitado pensamiento. Es más si lo abrazaba hasta lo podría exprimir, una vez más rio muy nerviosa.

La pieza continuaba, aprecio que era un muy buen bailarín, pero casi se desmadeja y reacciono cuando el bajito le puso ambas manos en sus glúteos para amasarlos ya con descaro total: Noooo…Sr…Chiiiodoooo, de verrasss que noooo…soy casasddaaa, yayaa noooo Poorr favoorr noo hayyy otrraa formmma de arreglaarrr  esttoooo…porrrr faaavoorrrr

Entonces porque vienes vestida de esa manera, ehhh zorrittaa, si bien qué quieres güerita… ¿a qué no?

Nooo….por quuiiennen me tommaaa, pero dejando que el otro ya le acariciara desde los glúteos hasta la parte que le llegaba de espalda y que empezará a rozar con sus dedos sus senos.

Pues por lo que eres, una zorra muy especial, un cuerazo de mujer, un forro de lujo…hoy nadie te salva, serás mi mujer en todas las formas. Puedes gritar, pero nadie te escuchará ni te salvará.

Noooo, nooo creo que pueddassss, estasss muy, muyyyy flaaacocoooooo, fue lo único que atino a responder la nerviosa y quejumbrosa mujersota.

Jajjajaja, espérate a que realmente veas a mi flaco, separándose un poco de ella, se abrió la bata. Estaba completamente desnudo.  Las otras personas que estaban en ese infernal lugar, casi abren los ojos como platos, su pene parecía una extensión más, era largo y ancho, casi como la del negro Luis…hasta brincaba. Erika no lo había sentido así ya que le rozaba sus piernas, no su intimidad, solo pudo musitar:.Ahhhhhhhhh

Carlos y Tío Alberto tuvieron que taparse la boca ya que el sujeto parecía un monstruo, con ese tamaño de pene inusual para su cuerpecito.

No que no, güerita, ya vez que si te hare una hembra feliz, vendrás a buscarme…cosas del destino ahora se escuchaba al viejo dueto salido del grupo español Mocedades, Sergio y Estivaliz entonar su conocido éxito de “Búscame…

Búscame donde el sol 

donde se acabe el mar 

donde el amor 

se pueda regalar 

donde mi voz 

se escuche más y más. 

 

Solo tres palabras 

pues mi tren ha de partir 

tres palabras cortas 

pero tristes de decir 

adiós, te quiero.

Se te ve el deseo en tu carita de angel mustía, anda tócala, no muerde…mira y se la agito frente a ella…ella como autómata y ante el pasmo de sus familiares se la tomo con una de sus manos y la apretó a la vez que cerraba sus ojos susurrando: Noooo, diooosss no es vollveeer a empezar, no quiero buscar más problemas, noooo,  noooo, pero la empezó a acariciar, a sopesar, a calibrar, a medir e incluso como no la abarcaba toda , también puso su otra mano en la terrible macana de ese mexicanito de clase baja muy bajito y flaquito.

Ya estaba desfallecida, presa de sus propias esperas, de su prolongada sequía. Aunque no quería caer en el pecado, ella se estaba buscando esto, libre ya de culpa alguna, solo alcanzo toda roja de vergüenza…porrr favor Srr. Chiioododoo perro no me hagaga ya más daño, solo busca esto y ya…no quiero volver a empezar a tener más problemas, sollooo hoy yy yyaaaa, pleeasseeeeeee, estaba hasta temblando.

Chido la abrazo asustado de esa reacción y cual si fuera el padre de ella, la empezó a consolar con palabras tiernas, yaaa chatittaaa, si no hacemos mal a nadie, nadie se tiene que enterar, solos tu y yo…así que los demás que chinguen a su madre, si les gusta está bien y si no también, tu relájate que por mi edad tengo mucho aguante y esto te hará bien Erikita…anda güerita, aflójale, te va a gustar, si bien que te encanta, se ve que no te dan caña seguido, ya verás que te va a encantar, aflójate, anda, así…quedito, despacito y volvió a empezar a amasar las nalgotas de la mujer. Anda, ya vez flojita y cooperando y esto pasará, asiii….quediiiotoooo, aflojjaattteee

Ella un tanto más tranquilizada, solo alcanzo a preguntar con curiosidad innata de su naturaleza femenil: ¿Cuántos años tienes Chido?

Tengo 59 años bien vividos y trabajados, toda mi vida he trabajado fuerte al rayo del sol y no tengo vicios señito, estoy bien limpio y aunque flaco pero correoso, toca mis musculos, bien juertes…

Peroooooo,peroroooo nooo creeooo que  sepppassss

Tu tranquila reinita, no juzgues por las apariencias…ven tranquila mujer, se te ve muy necesitada de cariño, ven chiquita y se la llevó al sofá para sentársela en sus rodillas, anda sigue aflojando, coopera chatita…linda potrita, mi yegüita pelos de elote….vamossss, güerita, aflojateeee

Erika pensó que no la aguantaría, pero grande fue su sorpresa al ver que ese viejito ni se inmuto ante su peso…tal vez ella pesaba mucho más que él.

Estando así, el tipo se dio a besarle todo el cuello y amasar sus senos. Al ser sus manos pequeñas, la sensación para Erika era muy diferente a las manos que había sentido de sus otros hombres, era algo muy distinto, era ciertamente volver a empezar a sentir y experimentar.

Cual niña obediente se dejó hacer, pero sin dejar de murmurar: dioooss, noooo, noooo porquueeee

Tío Alberto estaba impactado, veía a su sobrina dejarse hacer y casi vencer por ese sujeto, pero más se impactaba cuando veía su sobrino consentir el acto pegado con sus ojos azules al acto, tal cual fuera un niño con su pantalla de videojuego. En su mente sentía que su pene estaba a punto de estallar, pero extrañado y ya un tanto molesto veía que en la realidad su miembro no reaccionaba.

Pensó que era normal, que más adelante al ver como ya el sujeto le bajaba el vestido a su sobrina se le pararía, más cuando vio que la despojo del minúsculo brasier, más cuando lo vio empezar a chupar como bebe recién nacido de esos pezones que ya erectos al máximo se veían majestuosos, más cuando vio que la rubia agitaba la cabeza de un lado a otro emitiendo fuertes y ya sin inhibición alguna gemidos de hembra en celo, más cuando la hizo parar para bajarle el vestido y ella obediente, coqueta levantaba una a una sus piernas para dejar salir ese vestido que fue arrojado al piso como muestra del mandato divino que vería del encuentro carnal entre un hombre y una mujer.

Pensó que se le pararía cuando vio como el seguro tipo le deshacía los moñitos de a cada lado de las amplias e imponentes caderas y ella riendo y gimiendo cual zorra de primera clase le dejaba hacer e incluso ella se acomodaba moviéndose cadenciosamente para que se lo pudiera quitar.

Pensó que se le pararía cuando vio que el tipo arrodillado ahora le empezaba a besar desde abajo hasta arriba una y otra vez, y vuelta a empezar con boca y manos cada poro de esa blanquecina y perfecta piel tallada en una alta y escultural figura de hembra que bramaba y bramaba al grado de empezar a acariciar el escaso y parado pelo negro de indígena y musitar: ayyyyyyy dioisisiiiittoooo siiiiii, siiiiiiiiiiiiiiiiiii, Chiodoooooooooooo, Chidodooooo

En la radio anunciaron un programa especial de 3 horas con el extinto cantante mexicano Víctor Iturbe, el afamado “Pirulí”…el recital empezó con:

Soy ese vicio de tu piel 

que ya no puedes desprender 

soy lo prohibido 

 

Soy esa fiebre de tu ser 

que te domina sin querer 

soy lo prohibido 

Erika ya se agitaba y contorsionaba cual culebra o pez fuera del agua moviendo y agitando frenéticamente su cabellera rubia ya suelta de una lado a otro, al  punto de casi gritar: Chiiodoodod llevammmee a tu recamamaraa y hazzmmeee hembrraa de una buenaaaa puttaaa vezzzzz…

Tío Alberto temblaba de fiebre, su querida y anhelada Erika estaba a punto de darle las nalgas a un pobre tipo, pensó que se le pararía cuando vio que su sobrino ya de plano se estaba pegando una masturbada con fiereza evidentemente eyaculando ya…pero nada, su mente y su cuerpo sentían, pero su pene no…sin remedio alguno y haciendo acopio de fuerzas y ya con lágrimas en los ojos solo le quedo la resignación de ver ser enculada a esa exquisita mujer que tanto deseaba, pero por otro, no por él, las caricias y jadeos que le provocaba a su sobrina, quisiera ser él quien las estuviera provocando y no es pobre infeliz, sus lágrimas contrastaban con sus pensamientos lujuriosos.

Por su parte Carlos estaba extasiado, maravillado, impactado, su mujer estaba dejándose hacer y estaba gozando ciertamente, él no sabía nada de esto, estaba aprendiendo, pero su mente estaba tan afiebrada que rápido eyaculaba, pero para su sorpresa vio que rápido se volvía a poner “durito”, sintió un placer enfermizo, deseo ver ser cogida a su Erika por otro, estaba gozando también, no sentía culpa alguna, solo estaba aprendiendo de algo desconocido para él.

Chido toma a Erika de su talle y los dos juntos, ella ya encuerada del todo, solo con las zapatillas y el también ya encuerado ya que se quitó la bata aventándola se enfilaron hacia la última estancia del lugar.

Los dos mirones secretos se acomodaron, siendo más cuidadoso Tío Alberto, que otra vez en posición privilegiada podía ver a los otros tres.

Para cuando terminaron de acomodarse vieron que Erika arrodillada, más bien en cuclillas por la diferencia de tamaños le estaba poniendo una mamada de verga al viejillo de campeonato, de primer nivel, el ruido de los glup, glup era muy notorio, ya que el volumen de la música era muy apropiado, ni alto ni bajo, solo moderado.

Los cuatro podían escuchar con nitidez la voz aterciopelada del Pirulí:

Soy esa noche de placer 

la de la entrega sin papel 

soy tu castigo 

 

Porque en tu falsa intimidad 

en cada abrazo que le das 

sueñas conmigo 

Erika ya estaba libre de pena alguna, simplemente estaba probando de nueva cuenta su caramelo preferido, y vaya caramelote que se estaba comiendo, nunca pensó que alguien así tuviera un pene de esas dimensiones y ya para el trato que le estaba dando, el sujeto ni se inmutaba y cual buen peón ni sonido alguno emitía, solo acariciaba su cabeza metiendo sus dedos entre el rubio pelo mostrando una cara imperturbable.

Por alguna extraña razón a Erika se le metió en la cabeza experimentar ser ella quien llevara el control. Por esa misma sensación quería probarle a ese mestizo que ella llevaría el mando, así que dejando de mamar: Chidoooo acuéstate en la cama. Verás de lo que soy capaz. Espero no te rompas, jjjiiiiiiiijii

Soy el pecado que te dio 

nueva ilusión en el amor 

soy lo prohibido 

Chido se acostó en la cama para ver como ella felina caminaba sin dejarlo de mirar con las zapatillas puestas y se le acomodaba encima de él. Con una de sus manos Erika se acomodó a la entrada de su vulva el tan anhelado trofeo…eran meses sin probar de una buena verga de una buena puta vez…la acalorada hembra todavía con una voz extraña a los furtivos observadores casi en un gemido: Yaaaaa neceeesittaabbbaa cañaññaaa, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh Chiiiidoooooo, Chidodooooo, Chiododooooooooo

De un buen sentón la furibunda mujer arremetió con todo como queriendo deshacer al pobre hombre, pensando en sus negros agujeros mentales que lo podría hacer, pero oh sorpresa, para nada, el hombre estoico aguanto la batidora humana que se le vino encima, incluso ella empezó a sudar copiosamente observando admirada que el otro solo empezaba a sudar poquito emitiendo pequeños bufidos, siendo ella la que gemía murmurando palabras hasta altisonantes que impactabas a los extasiados voyeurs: Ahhhhhhhhhhhhh, quuueee riicooooooo ,,, garrraaaññoonn, pottttrrrroooo caabbbrrrrónnn ….quueue durrara y grannanndeeeee, ayyyyyyyyyyyyyyyy miii diososossssiitoototo, ppappappappiiotototo que aguantteeeee, ahummmmmmmmmmmm, ayyyyyyyy

Soy la aventura que llego 

para ayudarte a continuar en tu camino 

 

Soy ese beso que se da  

sin que se pueda comentar 

Soy ese nombre que jamás fuera de aquí 

pronunciaras 

Soy ese amor que negarás para salvar 

tu dignidad 

Soy lo prohibido 

Erika paro un momento, fueron minutos arrebatadores en donde ella literalmente se cogió al otro, se comió su falo hasta el paroxismo. Pensando que ella aún podría ganar, coqueta se salió de esa exquisita funda que le llenaba de fuete su papaya para volteándose moverle como una perrita en celo el culo e invitarlo: ¿A qué no aguantas el ritmo de mi culito? ¿Quieres Chidoo? De esa forma los voyeurs ahora podían verle su expresión a plenitud. La tarde aún era joven y no se ensombrecía aún. Escasos 40 minutos habían pasado desde que llegó puntual a las 3 a esta cita infiel e infernal. Rápido las había dado, en el fondo Erika sabía a lo que pasaría, estaba de acuerdo, ya estaba cansada de andar buscando hombre, este se le había puesto en bandeja y con su humilde honestidad la convencía de que no le haría daño y ella dispuesta a pagar su precio con su cuerpo. Si se negaba al principio era porque aún guardaba restos de moralidad tonta. Sus devaneos mentales con el Padre Iñigo solo la confundían. No busco apoyo de nadie más porque sabría que más daño podría haber, ya demasiadas muertes se habían provocado en sus últimos meses de existencia como para andar buscándole tres pies al gato.

Sonriendo el viejo ladino se arrodillo ante la majestuosa mujer y sorprendiéndola le metió dos o tres fuscazos con la palma abierta que retumbaron en toda la habitación. Ella obediente ahora paraba más el nalgatorio para que le volviera a meter sus nalgazos el otro, diciendo sus primeras palabras: Esttoo te duellee, pero ahora que recibas mi fuerza te sabrá a cielo, veras que el ser flaco tiene sus ventajas, jajajaja

Tomándola desprevenida se le dejo ir con todo e incluso por las estaturas casi poniéndose de pie haciendo que con ese movimiento la mujer abriendo sus ojos con sorpresa y un gozo nunca antes  vivido, sintiera como ese embolo o pistón humano se le introducía con una fiereza increíble, pero también sentía las piernas e inglés del flacucho acompasando el movimiento haciendo que toda su cadera y nalgas recibieran el impacto de las fieras embestidas. Es decir no solo era el pene que entraba y salía de su chorreante fuente de placer y de vida, sino que toda la cadera recibía como miles de penes y contactos porque el tipo al ser de constitución delgada le proyectaba toda su inusitada fuerza. Era como si además de penetrarla la estuvieran nalgeando en toda la superficie de sus paradotas nalgotas que solo retumbaban y estoicas aguantaban el duro pero placentero trance. Un nuevo río de lava hirviendo le recorrio todo el cuerpo haciendo que se arqueara aún más parando su sacro nalgatorio con lo cual la enculada y monta se hacía más profunda y a plenitud.

Solo alcanzo a contestar con un largo : siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, dioosssssssssssss, flaccocooooo, flllaaaaacoooo, flllacooco, Chiiidoodoooo, Chiiiiddoooo, siiiiiii flaquiiiitoooo tienenssss razzzónnnn, uffffffffffffffffff

Y es que Chido, le empezó a decir con una serenidad tremenda: Sabías güerita que el secreto del flaco Agustín Lara y de otros flacos famosos de la historia, un tal Gardel de Uruguay o Argentina y otro buey gringo que no recuerdo su nombre para tener éxito con las viejas, era precisamente que eran flacos, veras así te la puedo meter como yo quiera y a la fuerza que yo quiera…¿sientessss?  Ahiii te vavaa estooooo, ahora más fuerrtettee, sientes mis piernas y mis inglés….¿siennteeessss? Ventajas de ser flacooo, te puedo llegar con todo mi cuerpo, ahhiii te vvvvaaa, tommamaaaa putitititiaaa linddaaaaaa Por esto, esos cabrones flacos tenían muchas viejas….ahhhhhh Por eso te dije que te haría ver el cielo y las estrellas güerita, ¿Qué no?

Siiiiiiiiiiiiiii ppaaappiiiiiiiiiiiiii flacooooooooooooooooo, ayyyyyyyyyyyyy Chiidooddddddd no dejeess de cogeeermemeeee , dioossssssssssssssssssssss, asissssssssssssssssssssssssss, sissiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Plac, plac, plac, la montada de yegua o de perra que Erika estaba recibiendo era toda una lección, toda una nueva catedra, un némesis y un génesis al mismo tiempo. Solo le quedaba recular, gemir y casi llorar del placer que le estaban metiendo. Habían sido muchos días y semanas de ayuno…

Siiiiiiiiiiii, flaaaquiiitootoooo, hazzzzzz lo queuee quierrrrassss cabroooooonnnnn cogeedorororr de mierddddadaaaaa, ahhhhhhhhhhhhhh, perooooooooon no dejeesss de culeeearrrmeeee, soooo cabrorornnnnnnn

Carlos se derramaba ya por tercera vez, cada vez había durado un poco más y el placer y el sudor que tenía le evidenciaban que descubría algo nuevo y placentero.

Tío Alberto había dejado de llorar, resignado a que su virilidad no respondiera, no así el resto de su cuerpo y sobre todo de su mente que gozaban con lo que estaba viendo, también sudaba ya copiosamente y estrujaba la toalla que tenía a su alcance.

Todo esto era vertiginoso, mientras seguía la canción:

 

Soy el pecado que te dio 

nueva ilusión en el amor 

soy lo prohibido 

Soy la aventura que llego 

para ayudarte a continuar en tu camino 

Erika estaba como loca, llegando al extremo de cansarse y caer vencida, humillada pero reconfortada y regocijada cuan larga era en la cama quedando su cabeza por fuera de la cama, pero su cuerpo dentro. Fue tan violenta la caída que su jinete domador se salió, pero actuando rápido y tarareando junto al cantante:

Soy ese beso que se da  

sin que se pueda comentar 

Soy ese nombre que jamás fuera de aquí 

pronunciaras 

Soy ese amor que negarás para salvar 

tu dignidad 

Soy lo prohibido

Levantarla por la cadera y poner un grueso almohadón debajo de ella. Ella solicita y meneándose como perrita le dejo hacer.

Ahora el sujeto se la volvió a mandar hasta adentro y apoyándose en sus pies y tobillos con fuerza desmedida volver a arremeter una y otra vez.

Ambos ya no prestaron atención a las canciones que siguieron del mismo cantante, pero que solo hacían hervir aún más el acto infiel que otras dos personas observaban.

En la misma posición, Chido enterró su carita de indio ladino para preparar el siguiente paso: encularla.

Ayyyyy Chiiidoodooo que ricocococooc, la hembra era la que volvía reculearse hacia atrás para ponerse ella misma la daga humana que le atravesaba el orificio por donde se realizan necesidades fisiológicas de primer orden. Por varios minutos él se la empellaba, por otros largos minutos era ella la que se empellaba, ambos en una sincronía que no requería de palabra alguna para ponerse de acuerdo. A veces estaban acostados, a veces él la ponía de a perrito pero sin dejar de seguir enculándola

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, ayyyyyyyyyyydisoosiiiiitoooooooooo yaaaaaaaaaaa lleeegaaa

El primer orgasmo de varios de esa tarde de locos, de esa memorable tarde para los cuatro llegó.

Chido ya sudaba pero seguía fuerte, ahora se besaban como desposeídos abrazados ya en la cama que estaba hecha un desmadre de tanto movimiento. Ahora en la posición de Flor de Loto, ellos se arremetían uno al otro con pausas insumisas y arremetidas incesantes y candentes. Erika ya tenía el maquillaje hecho trizas, el pelo todo húmedo pegado a su carita, pero las sonrisas y los besitos a su nuevo valedor le indicaban a los otros dos, que él había vencido, la estaba haciendo suya de todas a todas. Ella vencida, con otro orgasmo casi a punto de llegar, retadora aún le pregunto: ¿ya quieres venirte papito?

Simplemente era descabellado el contraste de la blanca piel, así como de fortaleza física de la mujer para con la piel cobriza y extrema delgadez del hombre. Con agilidad Chido tenía de patitas en sus hombres a una encogida mujer que recibía azarosa el nuevo embite. Parecía un niño cogiéndose a un mujerón, el cuerpecito del cabrón afortunado de Chido es parecido al del duende que sale en el Señor de los Anillos, solo que todo moreno oscuro.

Carlos y Tío Alberto estaban como hipnotizados oyendo y escuchando esa sinfonía de placer, de gemidos y murmullos apagados que ambos musitaban.

Ahora Chido la tenía de cucharita otra vez por detrás cogiéndosela furiosamente: Ahhhhhhhhhhhhhh Cabbrrrroonnnnnnnnnnn fuerrtteeeeeeeeeeeee masaasssssssssssss

Ahora de misionero moviéndose con una rapidez y lentitud desesperantes talandrándole con todo la burrita encharcada de la hembra: ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, pppapaipppitooooooo chulllooooooo estoyyyyyyyyyyyyy eennnnnnnn elellllll ciieeeeeeeloooooooo

Ahora de perrito reculando él y reculando ella acompasadamente y en una nota musical cual si fueran equipo de nado sincronizado que lleva tiempo de calidad y de trabajo juntos: hummmmmmmmmmmm, Chidooooooooooooo

Ahora el de pie y ella de chivito al precipicio al borde la cama cual si fueran batidoras humanas: diossssssssssssssssssssssssssssssss, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Ahora ella de espalda a él montándolo cual jinete que doma su brioso corcel: ahhhhhhhhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Las posiciones se sucedían unas a otras, llevaba ya como 50 minutos afilándose…en todo ese tiempo, solo dos anuncios interrumpieron el recital que se escuchaba en la radio, no así los gemidos y palabras de la hembra que ya extasiada se las estaba dando de nueva cuenta a su domador: Ayyyyyyyyyyyyyy Chiidoooooo vennddreeeeeeeeeeeee cuannanntaasssssssss vecceessss quieeraaaaaaaaaaaa, teeeee neceeeesiiiiiiiiiiitooooooooo yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa llegando a un glorioso orgasmo liberador al mismo tiempo que por primera vez en todo este infiel coito, el bueno de Chido gritando y doblándose para agarrarse de  los senos sudorosos de la hembra hacer evidente el orgasmo fuerte que le llego al unisono: ahiiiiiiiiiii teeeeeeeeeeee vaannnn missssssssss meeeecossssssssssssss, sacaameeeeee laaa leeeechheeeeeeee ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Erika reculeo aún más también gritando: Echhammeeeee todddaaaaaaa, todaaaaaaa ahhhhhhh queueemmamaa estaaaaa hirvieneennenddoodooood teniendo ya un orgasmo múltiple empezando a moverse como si fuera una muñeca de trapo agarrada fuertemente por su domador.

Los dos cayeron en la cama quedándose inmóviles por un muy buen rato, solo sus manos se acariciaban suavemente…tiempo que aprovecho Carlos para salir sigilosamente, para él ya había sido suficiente. Sabía que su mujer tal vez iría a por más, pero por hoy su descubrimiento le tenía satisfecho. La cara de Carlos le evidencio al Tío Alberto que se iría del lugar feliz, extasiado y que de ahí en adelante funcionaría como un cornudo consentidor.

Por su parte Tío Alberto quería ver más, tal vez con la idea muy arraigada en su ser de querer ver si su virilidad reaccionaba ya que su mente estaba a mil, su sobrina era toda una putona, un putón redomado y él tendría que sacar partido de esto, no estaba como su sobrino satisfecho de solo mirar, quería cogérsela, su deseo solo creció aún más al ver esta infernal  copula infiel.

Tuvo que acomodarse en el closet teniendo ahora solo una visión sobre la lujosa regadera de baño que estaba rodeado de una mampara de vidrio redonda que quedo abierta, ya que el agua del grifo corría para llenar un jacuzzi que se encontraba al lado.

Erika y el tal Chido ya estaban besándose como novios. El sujeto sobre uno de los escalones que daban a esa área de regadera y tina para poder alcanzar a la hembra que ya sin remilgos acariciaba la delgada espalda del hombre.

Erika debía reconocer que la delgadez destanteaba, los músculos del Chido eran muy fuertes, correosos como buen indio.

Tío Alberto volvió a llorar como niño cuando sintió que su alma , su mente se extasiaban con los nuevos gemidos de hembra vencida, conquistada, calentada, llevada al extremo del límite de su lujuria cuando un hábil hombre como ese desgraciado le estaba poniendo una mamada de la “cosita” tierna y rosada de la misma. Fueron largos minutos en los que vio como esa larga lengua que se antojaba hasta rasposa le entraba una y otra vez a la vaina, hasta pudo apreciar los jugos que emanaban de la fuente inagotable de caldos exhumantes de deseo y de pasión de su querida y amada sobrina.

No tuvo otra que extasiarse y sufrir al mismo tiempo, cuando ella sumisa se volteó en la tina ya llena de agua para ponerle el nalgatorio una vez más a ese cabrón que ya con su pene en posición marcial se la dejaba ir con todo volviendo a encender los eróticos sonidos y quejidos que contundentemente mostraban que ese hombre de clase baja le estaba poniendo una buena zurra de sexo a la rica mujer: ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy Chiiiiiidiiiiiiiiiiiiitooooooo despaccciiiitooooo esatatataa muuuuuyyyyyy  grannandeeee,, noooo, nooooo la saaauuuquueess pppaapiiitttotoooo dioosssssssssssssssssssss graciasssssssssssssssss

Tuvo que tragarse otra hora de ver como en diversas posiciones y maneras tanto en la tina como en la regadera a su sobrina le estaban dando una cepillada de campeonato. Ver que gozaba y no era él ni el marido quienes estaban logrando tan necesaria victoria, vamos era como comparar que los chicos de la selección mexicana de soccer en la categoría sub 17 si hacían en el mundial de la especialidad, lo que los pendejos de la selección mayor nunca han podido hacer ante equipos eminentemente inferiores. Derrotado se tuvo que tragar los otros dos orgasmos que el cabrón le pego a su sobrina, así como el que ella ni chistara cuando se volvió a derramar dentro de ella.

Una vez que escucho que ella regresaría mañana, ya que en días subsecuentes se iría de viaje a países de Sudamérica, no le quedo de otra que aceptar que tenía que ir a ver los resultados que el especialista ya le había comentado en el sentido de que eran graves. Por ese hecho no quería ir. Tendría que ir con Erika a ese viaje, ya era necesario, urgente que la hiciera suya. Era toda una mujer en brama, de esas por las que hay que dar la vida, por las que te la juegas todo por un solo palo. Una odalisca, una diosa del sexo y la lujuria en todas sus expresiones

Por su parte Chido acepto que ella regresaría cuando podría. Era un tipo listo y sabedor de su condición se conformaba con este tipo de sesiones en donde se cogería a placer a ese mujerón.

Erika por su parte ya rumbo a su casa meditaba un tanto compungida y empezándole la cruda moral que su aún frágil escala de valores supuestamente morales la sostenían que el viaje a Sudamérica podría ser la solución a todo esto que en tan solo un poco más de un año le estaba pasando, riendo de improviso ya que el tal Chido la hizo gozar con todo, feliz por haber probado de nueva cuenta su droga se concentró en detalles de ese viaje, sin darse cuenta que un auto la seguía a prudente distancia.

CONTINUARA

Relato erótico: “Mis yeguas y yo. Con Sara, hasta el cielo.” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

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Sarita estaba deliciosa.

Consciente de que era para mí, que ella lo consentía con aparente buen agrado y de que tendríamos unas tres horas de tranquila intimidad, mi felicidad era un hecho irrefutado. El mundo daba vueltas al compás de la más bella música que jamás habrá escuchado el ser humano. La luz rojiza del atardecer de finales de septiembre, daba a su habitación un halo de intimidad serena y atemporal. Además de dejar pasar el color rojizo de la verdad caduciforme, la ventana situada sobre su escritorio dejaba ver un hermoso cuadro de castaños, naranjos y baja arboleda del parque que había justo enfrente.

–        Siempre me ha encantado la vista de tu habitación.

Se limitó a sonreír. Parecía nerviosa. Tengo que reconocer que, en el fondo, yo también lo estaba. Pero mi decisión era únicamente la de saborear el momento. Y el momento era el de la vida entrando en su habitación a través de su ventana, en forma de ocaso de un otoño cada vez más rojizo.

Ella permanecía observándome desde los pies de su cama, parcialmente sentada sobre el lateral accesible. La cama era alta y más bien pequeña. Por las paredes fotografías de futbolistas e ídolos musicales, alguno de los cuales no conocía. ¿Estaría más anticuado de lo qué pensaba?.

Me acerqué a la ventana y la abrí para respirar aire puro. Hacía fresco, de nuevo la cerré y corrí un poco la cortina para ganar más intimidad. Al volverme de nuevo la observé, ciertamente estaba preciosa:

“muslos al aire por llevar un estrecho pantalón corto, imitando el tejido vaquero. Sin medias, a su recién estrenada mayoría de edad no le hacía falta. Sus piernas eran lo largas que tenían que ser para una chica de unos160 cm. Algo regordetes en su terminación final, desembocando en un trasero que con ropa siempre pareció maravilloso…”

Ese trasero estaba a punto de verlo en todo su joven esplendor. Ese pensamiento me provocó llegar al final de la erección que inicié al abrirme, simpática y sonriente como siempre, la puerta de su casa.

“…..sus muslos aun algo morenos, herencia de la reciente temporada de playa. Más arriba una camiseta de una famosa gatita de dibujos animados, con colores rosa y gris predominando. La gatita de dibujos animados proyectaba sobre ella el hecho de aun parecer una chica al menos un año más joven de su mayoría de edad. Sus pechos, para que engañarnos, era lo que más me había atraído siempre de sarita, amplios sin exagerar; pero amplios y bien colocados: frutos del infierno, que es el verdadero cielo….”

La visión de sus pechos hizo que mi polla luchase por alcanzar una longitud mayor de la que tiene, empezaba a reventarme bajo los pantalones. Estaba demasiado caliente; tendría que haberme hecho una paja, o haberme tirado rápido a su madre cuando la vi por la mañana. Quise llegar en plenitud a sarita, y en plenitud se presentaba dicho monumento ante mí. Mi tercera yegua, ya conquistada a falta solo de la firma final. Era consciente de lo bruto que podría llegar a ser en la cama con una mujer, con Sara intentaría ir paso a paso. Sobre todo quería que le gustase el polvazo. Que yo le gustaba era seguro, en caso contrario no estaría allí esperando a que diera el primer paso, en espeso silencio. Mis horas de gimnasio y buena fama en la cama me ha costado. Sufrir sudando y no tener complejos y ser un puto gran follador y cabrón. Por eso estaba Sara allí, por eso a su madre, mi queridísima primera yegua Manoli, no le había costado demasiado convencerla.

“…..Sus ojos morenos pintados me miraban intentando resultar expresivos. Su pelo moreno planchado y largo caía sobre su frente y resbalaba sobre sus hombros hasta casi media espalda; como el manto divino de un hada madrina”.

Sarita estaba perfecta, deliciosa, inigualable, memorable, imponente, arrebatadora. Su juventud estallaba ante mí como la lejana primavera. Mi polla estaba totalmente preparada. Era el momento de dar el primer paso hacia el cielo, o el infierno; o donde quiera que me llevase esa joven de aspecto tímido, camiseta de gatita de dibujos animados y cuerpo de diosa.

Manoli me había citado por la mañana en casa de mi madre. Como era viernes estaría vacía hasta la noche. No hicimos nada, se sentó nerviosa en el sofá y me comunicó el final del plan:

–        Sara estará sola de seis a nueve, aproximadamente, de esta tarde. Estará esperándote, sabe que vas a ir a follártela. Le he hecho confesar que no es virgen, solo tuvo un par de relaciones con el chico que tonteó durante el verano.

Eso me sorprendió y tranquilizó a la vez. Mejor que no fuera virgen, o al menos que no lo fuera del todo. Seguro que ese chico inseguro de granos, aunque guapetón, no la habría hecho disfrutar ni una décima parte de lo que iba a hacerlo yo. Eso me dejaría más cerca de la doma definitiva de mi ansiada tercera yegua.

Manoli prosiguió, su respiración se entrecortaba algo mientras hablaba. No supe entender si eran nervios o excitación. Tal vez fuera una mezcla de ambas cosas.

–        Ella se queda en casa porque, supuestamente, tiene que terminar un trabajo para el instituto. (Había repetido curso un año antes, aun cursaba en el instituto, no obstante era una buena estudiante; sería una gran universitaria). Intenta irte antes de las nueve, o al menos no hagáis tonterías a partir de las nueve menos cuarto o antes. No creo que mi marido sospechase nada si te ve en casa, inventa una excusa de por qué estás allí si te encontramos.

–        Tranquila, no pienso jugármela lo más mínimo.

–        Cuando salgamos hacia casa, no obstante, intentaré darte una llamada perdida al móvil, calcula unos diez minutos, pues estaremos en el cine. Si vamos antes de esa hora ten por seguro que llamaré a casa, con la excusa de si Sara necesita que le llevemos algo de la calle. Ahí deberías irte cagando leches.

–        Entendido.

Manoli se relajó un poco. Me miró como implorando algo:

–        No sabes lo que me ha costado conseguirte esto. He invadido su intimidad hasta límites que jamás me hubiera imaginado, he hurgado en sus cosas más íntimas, la he interrogado y he simulado enfado severo con tonterías. Todo para pedirle esto. He estado paseando por el filo de un volcán en erupción y he tenido la suerte de no quemarme. Ten cuidado, por favor. Sara es toda una mujer, pero sigue siendo infantil. No tiene mi mente sucia. Lo cierto es que creo que verdaderamente le apetece contigo.

–        ¿Ella sabe que tu y yo nos vemos?

Cabizbaja y seria me respondió que sí:

–        Tuve que dejar que lo descubriera por sí misma. El que se diera cuenta de eso fue mi primer paso. Lo tiene totalmente asumido, aunque su trabajo le ha costado, y a mí.

–        Entiendo……

–        Por favor, dime que no vas a tratarla mal……. Sé bueno con ella.

–        Solo te puedo prometer que haré todo lo posible para que disfrute como nunca.

–        ¡Oh, mi niña chica, que grande se me ha hecho!

Me levanté dando por acabada la pequeña reunión.

–        He de irme a trabajar. Gracias por todo. Nunca podré agradecerte lo suficiente este regalo, cuñada. Es muy importante para mí.

Se fue tensa, con la mirada perdida. No debía ser un paso fácil para ella. Pero así era la vida que había decidido vivir. Ser mi yegua favorita es un privilegio difícil de conseguir y de mantener, y sin duda era sacrificado. Pero el placer que soy capaz de otorgar reduce a la categoría de insignificante todo lo demás. Manoli sabía lo que tenía y yo valoraba, más de lo que ella se imaginaba, el que intentara ser la mejor yegua posible para su amo.

La gran ciudad, con sus millones de habitantes, bullía al otro lado del otoño mientras caía el sol. En este, mi polla hacía lo mismo por una sola persona. Me acerqué más a ella. Olía a perfume juvenil y hacía solo un instante se había desecho de un chicle de fresa.

–        Bueno Sara, dime, ¿estás nerviosa?

–        Sí, tito.

–        ¿quieres seguir adelante con todo esto?, debes estar segura, no quisiera molestarte.

–        Sí, quiero.

Me apoyé en la cama junto a ella, intenté quitar hierro al asunto con un poco de labia, pero realmente, si hubiese sido otra mujer, ya estaría follándola con toda la pasión que pudiese. Miré el reloj, las seis y media, había tiempo.

–        Escúchame una cosa, no quiero que quieras porque tu madre y tú hayáis llegado a un acuerdo, quiero que quieras porque realmente te apetezca.

Se quedó un instante callada, temí haberla cagado con mi último comentario. Era solo palabrería para que fuera más fácil ponerla a cuatro patas y romperle el culo, pero ella pareció dudar.

–        En un principio accedí por ella. Pero realmente creo que eres un hombre que no está mal, ¿sabes?. No sé, pareces fuerte y no eres feo.

–        Oye, ¿Cómo que un hombre?, estoy hecho un chaval. Y solo tengo catorce años más que tú. Mira, mira.

Me deshice de la camiseta y dejé el botón del pantalón suelto. La erección se notaba y dejé que Sarita viera mis músculos y mi buena forma.

–        jajajaja, ya sabes tito. Para mi de treinta para arriba ya sois hombres, y tu ya pasas de la treintena un cacho.

–        Bueno, bueno, pero dime. ¿acaso no tengo mejor cuerpo que tus amigos?

–        No, si bueno estás un rato.

Jerga joven, buena señal. Empezaba a vencer su timidez. Realmente teníamos buena relación, pero la perspectiva a la que nos enfrentábamos era totalmente nueva para ambos.

–        Necesito estar totalmente seguro. No dudes que solo lo hago porque ya no eres una niña, aunque llevas más de un año con cuerpo de mujer. Y lo hago porque me gustas, si fueras fea o tuvieras peor cuerpo ni me lo plantearía. Debe quedar claro que solo es sexo.

–        ¿por qué te tiras a mi madre?

La pregunta me descolocó, empezaba a enfriarse la situación y el tiempo apremiaba.

–        Somos adultos y un día nos atrajimos. Nos lo pasamos bien juntos. Solo lo hacemos por diversión.

–        ¿Y ahora te quieres divertir conmigo?

–        Mucho, y sobre todo quiero que te diviertas tú. ¿vamos?.

–        Sí.

–        Dímelo.

–        Tito, ¿me follas?.

Su voz salió firme y sus ojos taladraron mi mirada. Ahora sí eran expresivos.

–        Por supuesto Sarita, será un honor darte lo tuyo.

Me acerqué a ella y la abracé y besé. Empezamos a enrollarnos. De repente llegó a mí un sabor juvenil. Era como los rollos que me tenía con mis amigas en el instituto. Partiendo de la nada y no llegando muy lejos. Ahora llegaría lejísimos.

Ella empezó a acariciar mis músculos con timidez, mientras no besábamos. Al principio le costó sacar la lengua, lo hacía todo con cierta inexperta frialdad. La acerqué más a mí y la agarré por el culo, pegándome a ella.

–        ups.

Dijo al notar mi polla enorme. Entonces me separé y desvestí por completo. Ella parecía maravillada con mi pene. Yo la observé un instante meneándola.

–        ¿te gusta?

–        Es la más grande que he visto nunca.

–        De eso no me cabe la menor duda. Eres afortunada, vas a encontrar tu mejor sexo al principio de tu vida sexual.

–        ¿eres muy creído verdad?

–        Bastante, y déjame demostrarte que no en vano.

Me acerqué a ella y le di la vuelta, le abrí las piernas. Ella permanecía de pie, ahora incorporada sobre la cama con los codos apoyados. Se dejaba hacer. Le quité los pantalones y ante mí quedó su culazo, mal tapado por unas braguitas rosas.

Le agarré el culo, una mano en cada nalga. Y me acerqué aun más hasta refregar mi polla. Ella dejó caer algo más el culo, justo lo que quería. Me agaché y desde abajo divisé el coñito bajo las braguitas rosas. Las deslicé hacia un lado con sumo cuidado hasta ver la rajita. Estaba completamente depilada. Acerqué mi boca y lamí la rajita despacio y de un extremo a otro. Sarita reaccionó de forma instantánea dejándose caer más en la cama para que mi acceso fuera más fácil.

Entonces le dejé caer las bragas y las tiré hacia el escritorio.

–        Tienes un coño precioso.

–        Gracias, me lo he depilado.

–        Lo sé y es divino.

Me coloqué mejor y volví a lamerlo entero. Luego una y otra vez. Su rajita se abrió como una flor, dejando escapar humedad. Con los dedos lo abrí un poco más y hundí mi lengua. Busqué su agujero, el cual encontré salado y delicioso. Luego el clítoris, que sorprendentemente encontré bastante crecido. Se lo trabajé, desde abajo un rato, mientras no paraba de lamer desde el agujero hasta él.

Sarita gemía y cada vez estaba más tumbada sobre la cama.

Me levanté.

–        Túmbate boca arriba, nena. Creo que voy a seguir comiendo un poco más.

Ella obedeció y se abrió de piernas. Solo llevaba la camiseta de la gatita de dibujos animados y su mirada volvía a ser inocente y tímida, con un atisbo de creciente excitación. Sus ojos pintados me miraban de arriba abajo, estaba guapísima.

Durante un rato aguante sus embestidas de lado a lado, mientras su coño chorreaba. Gemía como una loca, sin duda sorprendida de lo gustoso que era lo que le estaba haciendo. Mi lengua no paraba de moverse en torno a su botoncito y dos de mis dedos, lubricados por sus jugos, entraban con traqueteante movilidad en su sexo. Una y otra vez, una y otra vez.

A veces cerraba las piernas y mi cabeza quedaba prisionera entre sus deliciosos muslos. Otras veces levantaba mucho su tronco, momento que aprovechaba para dejarle los dedos dentro y penetrarla con más holgura.

Al cabo del rato me detuve y me senté en la cama, con la espalda apoyada en la almohada. Sara se abalanzó a mí y me morreó de nuevo. Mientras me besaba su respiración se agitaba, aun gustosa por lo extremadamente bien que acababa de comerle el coño.

Ella sentó sobre mis muslos y se quitó la camiseta de la gatita. Debajo no había más que dos hermosas y amplias tetas. Con perfectos pezones y perfecta tersura. Todo en su sitio y todo muy bien hecho; parecían totalmente simétricas, de catálogo.

Me miró sonriente, segura de sí misma. Lo cual me sorprendió.

–        ¿Te gustan?

–        Me chiflan, Sarita.

Me harté de ellas. Metí la cara entre las dos, las besé y lubriqué con mi insaciable lengua.

–        ¿alguna vez te has comido una de estas?

Le dije al empezar a masturbarme. Estaba demasiado grande, necesitaba empezar a calmarla.

–        No, pero he visto como lo hacen las chicas en las pelis.

Sonreí.

–        ¿te atreverías?

–        Me encantaría.

Me acomodé y ella se deslizó hasta mi paquete. Su cuerpo era majestuoso, verdaderamente bello, se puso de rodillas y se agachó. Sus manos la cogieron algo temblorosas, estaba totalmente erguida así que le fue fácil palparla. En seguida imitó el movimiento de masturbación.

La miraba seria, intuí que le costaba algo dar el primer paso.

–        Solo tienes que darle besos y meterla en la boca, las mujeres nacéis sabiendo cómo hacerlo. Unas mejor y otras peor.

–        Espero que te guste.

–        Si la comes la mitad de bien que tu madre, me encantará.

El último comentario, lejos de avergonzarla, le espoleó. Sus labios recorrieron torpes el capullo. Abrió más la boca y se lo introdujo dentro. Noté su lengua moverse de lado a lado. Intentó seguir bajando pero le dieron arcadas cuando aun no había llegado a la mitad. Entonces, en pleno proceso de aprendizaje, se centró en dar gusto a la parte de arriba.

Su forma de mamar el capullo era bastante buena. Sostuvo un rato el ritmo, algo inconstante. Luego, sin duda por haberlo visto en películas. Dejó deslizar su lengua hasta recorrer la lengua entera. Y, apretando los labios contra su contorno, subió y bajó en una mamada lateral que me supo a gloría.

Ver a Sarita comiéndomela tan aceptablemente bien me conmovió y excitó más de la cuenta. Era mi momento. Miré el reloj, las siete y media de la tarde. Había poco tiempo, solo podría correrme una vez. Me sentía bien, sin peligro de corrida a la vista. Tendría que compaginar la cautela de no correrme rápido con darle la mayor satisfacción posible.

–        Ya está bien de besos, Sarita. Necesito meterla en caliente.

–        Vale tito, vamos. Te adoro.

Su mirada era cómplice. Sin duda había echado atrás los nervios y ahora se enfrentaba al temor de la follada. Buscaba mi complicidad, pero en ese momento solo pensaba en tirarme a esa tía tan buena, sobre su cama.

Me coloqué de pié fuera de la cama. Su altura me permitía una buena postura desde ahí. La agarré por las caderas y la atraje hasta mí. Se la clavé despacio, sintiendo mi polla entrar en ese coño joven y bien cuidado. Ella gimió temerosa de dolor, pero con final placentero. Me miró fijamente y extendió las manos para tocarme el torso. Yo la atraje más aun y empecé a penetrar. Mi polla se estrellaba contra sus carnes, mientras mis manos agarraban sus muslos brillantes y morenos.

Sara gemía mucho, más de la cuenta. Seguro que aquella follada estaba siendo escuchada por algún vecino. Sentí un pequeño temor de que me vieran salir de la casa. Sin duda no esperaría hasta que llegasen sus padres. Me iría corriendo tras correrme.

Me centré en no correrme y la polla empezó a responderme con holgura.

–        ¿Vamos a cuatro patitas, nena?

–        Vale.

Ella se levantó y se colocó con las rodillas y los codos hincados en su cama. Echó el culo hacia arriba, en un movimiento natural del gen femenino, esperando ser montada por su macho. El mismo movimiento que su madre, la misma forma de ponerse en pompa. Pero Sara era más bella y tenía mejor cuerpo. La observaba bellísima desde atrás.

Me coloqué y la follé fuerte y sin miramientos. Mi pene entraba y salía de su coño con más facilidad de la encontrada hasta ese momento. Embestida tras embestida, la chica se fue echando cada vez más encima de la almohada, y su cabeza empezó a dar golpes contra el armario que estaba justo tras ella. Mordía la almohada ahogando un gemido agónico de dolor y placer.

Empecé a sentirme a mil y las embestidas eran cada vez más duras. Ella aguantaba estoicamente con el culo bien alto, eso gesto tan femenino me llenó de orgullo; igualita que su madre pero más joven y con mejor cuerpo. Menudo fichaje, menuda yegua.

Aun me quedaba un poco más de fuelle cuando pasaban siete minutos de las ocho. Me quité de atrás buscando respirar un poco y que ella cogiera algunas fuerzas.

Me senté sobre la cama y le pedí que se acercase. Ella se sentó sobre mis muslos, y ante una indicación mía, colocó sus piernas detrás mina. Entonces la agarré por la cintura y la levanté hasta colocarla sobre mi polla. Sus tetas bailaban sobre mi cara.

Parecía torpona ante la novedad. Hasta que se clavó. Entonces, de nuevo, sacó la hembra que toda mujer lleva dentro.

La rodeé con fuerza y se la clavé desde abajo, ella pronto empezó a moverse de abajo arriba buscando el mejor acople. Nuestros cuerpos sudorosos estaban totalmente abrazados. Y sus pechos acudían a mi boca cada cierto tiempo, como el agua llega a la boca de un sediento.

Sus gemidos los ahogaba besándome y nuestro movimiento se perfeccionó, como dos bailarines experimentados. Las idílica postura se interrumpió por lo inminente.

Me deshice de ella y mientras me masturbaba le pregunté:

–        ¿Has visto en las pelis que algunas veces los chicos se corren en la boca de las nenas?

–        Sí, jajaja.

Se acercó a gatas hasta el borde de la cama, donde esperaba mi polla. Abrió la boca esperando su recompensa.

Me masturbaba mirando su cuerpo pero sus ojos negros, bellísimos, captaron mi atención. Me miraba fijamente. Le devolví la mirada y no dejé de hacerlo hasta correrme. Calculé mal y mi semen llegó a su cara, pelo, espalda, cama, almohada y pared del frente.

Ella se incorporó y me beso un instante.

–        Me ha encantado, tito. Ha sido increíble.

Miré el reloj, las ocho y media pasadas.

–        He de irme, será mejor que limpies todo esto antes de que llegue tu padre.

Su sonrisa me despidió en la puerta y yo avancé con decisión, temeroso de que algún vecino estuviera pendiente de ver al que había hecho gemir a Sara de aquella manera.

Relato erótico: “Sobre un pueblo 1” (POR BUENBATO)

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“La primera de las alrededor de las hasta ahora siete generaciones que han habitado este poblado fueron iniciadas por cinco individuos y sus cinco esposas a mediados del siglo XIX. Los inicios, un tanto apresurados fueron ideados en su totalidad por uno de aquellos hombres, un conde europeo cuyo bajo perfil y su bien guardada riqueza le fue de utilidad para uno de sus mayores deseos: desaparecer para siempre.

El día clave comenzó en una visita a las entonces desconocidas aun costas indias e indochinas y en compañía de su fiel sirviente y algunos esclavos se encontró con una recóndita aldea que aun vivía de la misma forma en que se debió haber vivido en los inicios de la humanidad. El conde, fascinado por esta extraña aldea en la que cocer la carne aun era opcional y en la que la vergüenza por la desnudes aun no existía, no tardó en interesarse por la población al punto tal en que descubrió el secreto no tan celosamente guardado pero inquietante de aquellos pobladores.

Dicho secreto fue descubierto al quinto día de su estadía, cuando se le permitió observar un ritual del cual eran parte la totalidad de los habitantes de aquella población. El ritual consistía en la práctica del coito entre las muchachas y sus padres. Cuando el conde preguntó extrañado el porqué de aquel insólito rito se le respondió que era para confirmar los lazos de sangre pues las mujeres jamás concebían tras el coito con sus padres.

Esto desde luego confundió aun más al conde quien no solo sabía que era posible que una joven quedara preñada de su padre sino que además podía ser problemático pues las deformaciones en este tipo de embarazos eran comunes. Decidió alargar la estadía tres meses y ese tiempo le confirmó que el embarazo no se presentaba en ninguno solo de aquellos casos y descubrió que dicha tradición abarcaba siglos.”

Cuando el alcalde Gonzalo y Federico llegaron a casa de Javier este ya se encontraba con la mayor parte de sus valijas puestas para la mudanza. La mirada seria de Javier estaba seria y se mantuvo en silencio ante la presencia de su hermano y el alcalde. A Federico le preocupaba perder a su hermano y al alcalde, como al resto del pueblo, le preocupaba las consecuencias que pudiera traer el auto exilio de Javier. Finalmente, con la voz entrecortada, Javier se atrevió a pronunciar unas palabras.

– Usted ni se preocupe señor alcalde, de este pueblo nadie se va a enterar. Pero no puedo seguir exponiendo a mi familia a esto.

– Yo confió en usted – mintió el alcalde – pero debería saber que nadie quiere que se vayan, ni tampoco su familia quiere irse.

– Usted no me diga qué hacer con mi familia señor alcalde, de eso me encargo yo.

A Federico le dolía pensar que su hermano se fuera y más aun que se fuera avergonzado de su propio pueblo que le vio nacer a ambos.

– No te puedes ir Javier – dijo Federico, decidido – no te puedes ir porque aquí naciste y aquí fuiste muy feliz. No sé quién te metió esas ideas que tienes ahora pero nada más acuérdate que aquí fuiste y has sido muy feliz. Nada más acuérdate.

– Es diferente Federico, ahora ya es diferente. Tú también deberías entender que esto está mal.

– ¡No está mal Javier!, no está mal y lo sabes. Y lo que haces es nada más quitarle la oportunidad a tu familia de ser igual de felices de lo que fuiste tú.

El alcalde Gonzalo se sentía un tanto incomodo en aquella discusión pero se atrevió a seguir intentando convencer a Javier de que no se fuera.

– Mira, Javier, entendemos que el resto del mundo tenga costumbres distintas, eso lo hemos sabido desde que tenemos conciencia. Pero también deberías recordar que no somos iguales a todos. En este pueblo han trabajado nuestros abuelos y nuestros padres y nosotros también. Nadie más que la gente de fuera te juzgara, solo aquí puedes ser como realmente eres y nadie te va a juzgar, aquí somos igual que tú y aquí tu familia será igual de feliz que el resto.

Javier se quedó en silencio, en el fondo no deseaba irse pero le carcomía la idea de que el futuro de sus hijos e hijas estuviese marcado por una tradición tan distinta al resto del mundo, le dolía también saber que ni su familia ni el resto del pueblo deseaban que se fueran.

– Esta bien, señor alcalde, solo deje pensarlo.

“Tras convencerse de aquello se le ocurrió que resultaba un buen pretexto para borrarse del mapa. Pidió a su fiel sirviente que contrajera matrimonio con una de aquellas mujeres, buscó más personas y finalmente obligó a un esclavo negro y a un peón de origen chino a que desposaran también a una de aquellas mujeres. Él también contrajo nupcias con una de ellas y junto con una joven pareja que ya habitaba ahí partieron de ahí. Con el tiempo logró abandonar Europa para siempre y llego a este país; concedió libertad a los esclavos con la única petición de que jamás abandonaran el pueblo y vivieran como él les dictara. Fueron esos cinco matrimonios quienes fundaron este pueblo y concibieron hijos e hijas y fue entonces cuando el conde pudo corroborar que realmente era imposible concebir bajo el incesto.

Y así, después de más de cinco generaciones el pueblo ha crecido; apartado del resto del país y del resto del mundo trabajando las tierras que heredaron y con una población que supera los mil habitantes.”

Los tres se tranquilizaron pero Javier parecía indeciso a los ojos de su hermano. Federico, desesperado, llamó entonces a sus dos hijas. Las dos muchachas de cabello castaño oscuro habían estado esperando afuera y entraron inmediatamente al llamado de su padre. Leticia, la mayor de diecinueve años, y su hermana Alejandrina de diecisiete, eran dos hermosas mulatas como sus padres. Leticia, de cabello lacio, tenía unos pechos preciosos que no podían disimularse ni bajo el suéter que llevaba aquella tarde y su cintura y nalgas se remarcaban hermosamente en el pantalón blanco que llevaba aquella noche. Alejandrina, por su parte, era una mulatita de facciones delicadas, cabello enrizado y un cuerpo que se encaminaba a ser el de una diosa; en aquel momento vestía de pants y una blusa bajo una bata de dormir pues estaba a punto de recostarse cuando su padre se enteró de la noticia de su hermano y los tres habían salido de prisa a detenerlo.

– No te vayas, tío, no te vayas. – pidió con los ojos llorosos Alejandrina.

Javier sabía que ese debía ser el último intento de Federico para detenerlo y parecía funcionar pues la tristeza de Alejandrina le recordaba la de su propia hija y la del resto de sus hijos. Federico se acercó a sus hijas y tomándolas del brazo las guió hacia su hermano.

– Toma un momento a mis hijas Javier – dijo Federico – Tenlas un momento y piénsalo.

Pero Javier ni siquiera quería voltear a verlas, tenía por su puesto un inevitable sentimiento de lujuria que, combinado con los sentimientos encontrados del momento y su determinación de irse del pueblo, le hacían insoportable aquella situación. Federico y sus hijas estaban también muy inciertos de la decisión que fuese a tomar Javier. El hombre volteó a mirar a sus hijas y con la mirada nerviosa les señaló el sofá; las hermanas entendieron y se dirigieron al sofá. Comenzaron a desvestirse provocando que su tío, atrapado, evitara verlas. Las muchachas continuaron, Leticia comenzó despojándose del suéter y liberando sus preciosos pechos apretujados todavía en un brassiere rosado que venía en conjunto con un precioso cachetero que se iba vislumbrando conforme se desvestía el pantalón con una sensualidad inevitable. Alejandrina, por su parte, denotó la misma sensualidad más una pizca de ternura mientras dejaba caer su bata de dormir y pasaba inmediatamente a deshacerse de sus pants y después de su blusita; Alejandrina dormía sin sostén y sus pechos en desarrollo se veían irresistibles junto con sus rosados pezones; llevaba además un calzoncito infantil que acentuaba su halo de inocencia. Las vergas del alcalde y del mismo Federico se endurecieron sin mayor opción al ver a las dos preciosas chicas en lencería mientras se acomodaban en el sofá para ofrecer sus nalgas a su tío que aun se negaba a voltear a verlas.

Se esforzaba en no mirar aquellos preciosos cuerpos ofreciéndose y estaba a punto de exigirles a todos que salieran de su hogar cuando en un descuido sus ojos cayeron sobre las suaves nalgas de Alejandrina. Aquello lo atrapó y sus ojos continuaron avanzando hasta el culo perfecto de Leticia adornado por aquel sensual juego de lencería. No pudo más y comenzó a acercarse al sofá con una seriedad inquietante. Volteó a mirar su hermano quien no podía esconder su felicidad al saber que su hermano no se iría. Javier llegó por fin con sus sobrinas y su mano se posó sobre el culo ansioso ya de Leticia. Javier soltó una lágrima, apretó con suavidad aquel pedazo de carne y lo soltó para acercarse a su hermano a quien abrazó eufóricamente. Federico lo recibió con la misma emoción mientras su hermano se disculpaba con él.

– Perdóname, Federico, perdóname. – alcanzó a decir – No me iré nunca, Federico, te juro que nunca.

– Yo lo sé, Javier.

Para el alcalde Gonzalo aquella resolución final le cayó de maravilla como una tranquilidad que creía perdida. El abrazo de los hermanos terminó y, sin más, Javier se acercó de nuevo a las hermanas que sonreían conmovidas.

– Gracias por quedarse tío. – no pudo evitar decir con dulzura Alejandrina, provocando la ternura en su tío que se dirigió a ella para caer arrodillado frente a su precioso culo.

Javier, arrodillado, sentía que sus manos se deshacían en la suavidad de aquella piel que acariciaba con pasión. Dirigió sus manos a las orillas de las bragas de la chica retirándolas mientras se descubría la hermosa naturaleza de aquel culito. El ano aun virgen de la muchacha se convirtió en el primer objetivo de su tío que lanzó sus labios y le propinó un beso negro que refrescó aquel hoyito durante aquel momento. Leticia, la otra sobrina de Javier, lo esperaba con cierta impaciencia pues para entonces se encontraba totalmente mojada, pero aquel momento parecía ser solo de Javier y Alejandrina quien seguía disfrutando los labios de su tío ahora en sus labios vaginales. Tras unos momentos Javier se puso de pie y se deshizo de su camisa y su pantalón. Entonces recordó a su hermano y al alcalde quienes sin saber que hacer habían tomado asiento al otro lado del cuarto, evidentemente calientes.

– ¡Sandra! – gritó Javier.

Entonces se escucharon unos apresurados pasos descalzos en el techo de madera. Leticia, impaciente de sexo, aprovechó para dirigirse hacia su tío y, bajando su bóxer, se apropió de su erecta verga; esto sorprendió de veras a Javier quien sucumbió ante la hábil y fresca boca de su sobrina. Entonces bajo Sandra, quien a sus dieciocho años era la hija mayor de Javier.

Relato erótico: ” Las tortuosas vacaciones de una inocente jovencita “. (POR GOLFO)

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Este relato lo escribi junto con una de mis lectoras (E.R.)
El día que salí de Tuxtla rumbo a Houston no me esperaba que ese viaje cambiara para siempre mi vida. Mi idea era disfrutar de semana de compras y descansar. Agotada de tanto estudiar, el pasarme siete días sin tener que ver un libro era una especie de paraíso.
«¡Podré hacer lo que me venga en gana!»,  pensé mientras pasaba el control de pasaportes ya en Texas.
Para una joven de veinticuatro años como yo, esas vacaciones eran un breve paréntesis antes de volver a la universidad.  Habituada a estudiar como una mula, había decidido que me iba a tomar el sol y vaguear durante una semana. Por yo nada mas inscribirme en el hotel, me cambié de ropa y me puse el bikini que me había comprado exprofeso para ese viaje. Como no podía ser de otra forma, en cuanto me lo hice busqué en el espejo de mi habitación el comprobar cómo me quedaba.
-¡Me queda de miedo!- exclamé al verificar que ese traje de baño realzaba mi ya de por sí exuberante pecho. Dando media vuelta, miré mi trasero y sonreí también satisfecha por la firmeza de mis nalgas.
Desconociendo el efecto que causaría mi joven culito en los otros huéspedes, agarré una toalla y me dirigí a la alberca del hotel. Ya en el pasillo, las miradas que me echaron un par de  gringos me incomodaron por el brillo asqueroso de sus ojos:
«Son unos viejos verdes»,   sentencié y deseando huir del deseo que exteriorizaban  ese par de maduros, salí corriendo meneando mi trasero al ritmo de la  música que oía a través de los cascos de mi iPod.

Los tipos no pudieron evitar mirar mi culo ni mis tetas y eso lejos de agradarme, me enfadó  porque me parecía inconcebible que se fijaran en una cría que bien podía ser su hija. Afortunadamente ese mal rato acabó en cuanto crucé la puerta que salía al exterior ya que esos malditos prefirieron quedarse bajo el aire acondicionado del hall.
Todavía sintiéndome sucia por el modo que esos babosos me habían mirado, me tumbé en una hamaca y me puse a darme crema mientras echaba un vistazo a mi alrededor. La piscina estaba casi vacía. Únicamente un matrimonio chino jugaba con su hijo en la parte menos profunda. Eso me dio la tranquilidad de esparcir el bronceador  por mis nalgas.

Estaba terminando cuando sentí una presencia a mi lado y al girarme, comprobé que un hombretón enorme se había sentado en una mesa cercana y desde allí me observaba. Me puse colorada al notar sus ojos recorriendo mi trasero y por eso dejé de inmediato el bote de crema en el suelo y me giré para que no me siguiera mirando el trasero.
Fue entonces cuando escuché que me decía mientras tomaba un sorbo a su cerveza:
-Cómo no te eches crema en el pecho, esas tetitas blancas van a ponerse muy rojas.
No me digné a contestar y agarrando todas mis pertenencias, me cambié de lugar para evitar su cercanía. Lo que no me esperaba fue que ese tipo soltara una carcajada y mientras huía por segunda vez en menos de una hora, me soltara:
-¡Tienes un culo precioso! ¡Quién fuera su dueño!
«¡Menudo cerdo!», maldije en silencio al dejar mis cosas sobre la nueva hamaca, «¿Quién se cree que soy? ¡Una de sus putas!».
Todo mi ser seguía molesto con ese individuo y quizás por eso, de vez en cuando me giraba a ver que narices hacía. Afortunadamente, se había olvidado de mí y estaba charlando amigablemente con el empleado del bar. Observándolo de lejos, sospeché que debía de tener dinero por la forma de actuar pero lo confirmé cuando vi que una rubia con pinta de secretaria se sentaba junto a él y le empezaba a dar papeles para que firmara.
Durante cinco minutos, estuvo ocupado firmando  como el típico ejecutivo pero algo me decía que el respeto que le mostraba su empleada era excesivo y qué había algo raro entre los dos. No fue hasta que hubo terminado y la muchacha se hubo levantado, cuando comprendí que les unía algo más que una relación de trabajo porque antes de irse la rubia le beso una mano, la misma con la que dio un sonoro azote mientras le decía:
-Espérame en la cama desnuda, zorrita mía.
En ese momento, me indigné tanto con él como con la mujer. Con el tipo por el modo humillante con el que la había tratado y con ella, por permitírselo.
«Esa chava es idiota», pensé, «si tuviera un poco de dignidad, le mandaría a la fregada».
Encabronada sin motivo, decidí irme y no queriendo pasar por delante de ese cerdo, di la vuelta a la alberca entrando por una puerta lateral al hotel.
Ya en mi habitación, me desnudé y me metí a la regadera sin parar de pensar en esa pareja y en el extraño modo en que la mujer lo miraba:
«¡Parecía una perrita rogando el cariño de su dueño», dije escandalizada.
Aunque había leído 50 sombras de Grey, siempre lo había visto como literatura e increíblemente, esos dos me hicieron saber que ese tipo de relaciones enfermizas eran más comunes de lo que mi mente inexperta creía hasta entonces.
Continúe con mi baño, disfrutando el agua helada caer por mi cuerpo. Después de quince minutos disfrutando, salí a mi cuarto y comencé a buscar algo para salir a comer, hacia un día hermoso como para quedarme encerrada en mi cuarto así que busqué entre mi ropa algo para salir a comer.
Mientras me cambiaba miraba en el espejo toda mi anatomía, aunque soy una chica de estatura baja (154 cm) tengo una lindas piernas y un abdomen plano, a pesar de solo salir a correr por las tardes, mi piel es de color claro y resalta mi cabello rizado de color rojo y por ultimo mis pechos, que son un poco grandes resaltan muchas veces con la ropa que utilizo, además de mi estatura que también ayuda a que resalten.
Para salir a comer me recogí el cabello y me puse una camisola un poco holgada, unas mallas de color negro junto con un short corto por encima de ellos y para finalizar unas botas de color café.
« ¡Estoy esplendida! » me dije mirándome al espejo. Y salí directo a uno de los restaurantes de la ciudad. A pocas calles del hotel había uno agradable y decidí comer ahí, mientras esperaba a que me atendieran una chica se me acercó y me pidió permiso para sentarse junto conmigo. Cuando la miré, me quedé sorprendida. Era la chica que vi con aquel tipo asqueroso de la alberca.
Tartamudee un poco por la petición pero al final acepté que se sentara conmigo. 
 Hola, antes que nada quisiera disculparme por la actitud de mi jefe contigo esta mañana yo…
-No se preocupe, no le tome importancia – le dije interrumpiendo en eso llegó la camarera, que nos preguntó que queríamos tomar. -Una piña colada por favor – ordené-
La rubia ordenó lo mismo que yo pero al hacerlo noté que le tiró una mirada a la camarera y pensé que de seguro algo quiere con ella.
Seguimos hablando, pero no había mucho tema de conversación, sentía que ella quería hacerme su amiga, pero yo no se lo permitía, me incomodaba su presencia. De pronto se me quedó mirando y me dice:
-Sabes, tienes bonitos pechos.
Al oírla, me quedé con cara de “¡¡¡what!!!”.
-Eres muy hermosa, tienes un cabello fantástico y de color rojizo y tu piel parece muy suave.
En eso llego la camarera con las bebidas y agradecí que lo hiciera porque me estaba incomodando mucho. No espere a que me la sirviera y tomé mi bebida dando un gran trago.
Los próximos 3 minutos fueron de silencio y se me hicieron eternos, decidí que tenía que salir de ahí. Me puse de pie pero de forma inmediata me sentí muy mal y la vista se me empezó a oscurecer.
Cuando desperté estaba en un cuarto muy arreglado y sobre una cama muy cómoda, me dolía un poco la cabeza y no sabía dónde me encontraba. Durante unos instantes, traté de recordar cómo había llegado a ese lugar pero mi último recuerdo era en ese restaurant. Mi sorpresa no acabó ahí porque al fijarme en cómo iba vestida, me encontré que llevaba un uniforme de colegiala.
Os reconozco que me empecé a asustar y levantándome, busqué infructuosamente mi ropa mientras intentaba saber quién me había desnudado y vestido con ese disfraz. El convencimiento que me habían secuestrado iba creciendo en mi mente.
«Ha sido esa rubia», pensé y tratando de huir, fui hasta la puerta pero no se abrió. « ¡Estoy encerrada!», concluí muerta de miedo.
Durante una hora y a pesar que voz en grito llamé  a la causante de mi retención, nadie hizo acto de presencia. La soledad incrementó mi miedo y estaba ya francamente aterrorizada cuando se encendió una televisión que estaba colgada en la pared y empezó a mostrar diferentes partes de una finca. Sabiendo que mi futuro dependía de esa pantalla, me senté sobre el colchón y seguí atenta la evolución de la filmación.
En un momento dado, la imagen se mantuvo fija mostrando un elegante despacho. De improviso, el hombretón de la piscina entró a esa habitación y mientras se servía una copa, se dirigió a mí diciendo:
-Buenos días, jovencita. Antes de nada quiero presentarme, soy Alfonso Cisneros y estás en una de las fincas que poseo en Texas. Ayer cuando nos conocimos, tendrás que reconocer que te comportaste de un modo muy maleducado y por eso he decidido educarte.
Dando un sorbo a su bebida, esperó a que asimilara la noticia antes de proseguir diciendo:
-Considérate mi alumna porque dependiendo de tu evolución serás premiada o castigada. A partir de este momento, comienza tu educación y por eso te pido que abras el cajón que tienes a la derecha y enciendas el iPad que encontrarás en él.
Tan asustada estaba que no pude más que obedecer. Al encender  la tableta, apareció en ella el hombretón que sonriendo maléficamente, me pidió que con ella en la mano abriera la puerta. En esta ocasión no tuve problemas al girar el pomo y saliendo del cuarto donde había permanecido encerrada, observé que había un salón con amplias ventanas. Corriendo hacia ellas buscando averiguar que había en el exterior, observé con disgusto que alrededor de la casa se extendía una especie de desierto y que no había ningún signo de civilización.
-Tienes razón- dijo mi captor leyendo mis pensamientos- estás a veinte kilómetros de la primera carretera y a cincuenta del primer pueblo. Y por si fuera poco, verás que hay una verja que circunda la casa. Está ahí para protegerte porque fuera de ese límite, empieza mi parque zoológico particular. Lo creas o no, estás en medio de una reserva natural de cien mil hectáreas donde he recreado la fauna de la sabana africana. Si intentas huir, caerá en las garras de los leones o de las mandíbulas de alguna hiena.

Con lágrimas en los ojos y mirando su figura en esa pequeña pantalla, pregunté qué era lo que quería de mí. El malvado soltó una carcajada y respondió:

-Todo y nada. Eres mi experimento. Tus necesidades estarán plenamente cubiertas pero para conseguirlas tendrás que pagar un precio.
-No entiendo- respondí con el sudor ya recorriendo mi frente.
-Ya lo entenderás. Ahora quiero que salgas al jardín para que te vayas familiarizando con tu hogar- contestó cerrando la comunicación.
Con mi moral por los suelos, salí fuera de la casa y allí me encontré con un maravilloso vergel al que no le faltaba nada. Parecía el sueño de cualquier humano pero no pude  disfrutar de su belleza al saber que era mi jaula, de oro pero mi jaula.
« ¡Maldito perturbado!», exclamé mentalmente temiendo que de exteriorizarlo, ese hombre me oyera y me castigara.
Mi desazón se incrementó al recorrer la verja y descubrir a lo lejos a una leona con sus cachorros bebiendo de un pequeño riachuelo que cruzaba esa zona. Al verificar que ese hijo de puta no me había mentido, comencé a tiritar de miedo al saber que de algún modo ese tipo quería poseerme tanto física como mentalmente. Actuando como una autómata recorrí el resto del jardín. Tras lo cual volví al interior de la mansión y mecánicamente fui grabando en mi cerebro las diferentes habitaciones sin atreverme a tocar nada.
«Ese loco ha pensado en todo», sentencié al verificar que exceptuando un teléfono y un ordenador, esa casa disponía de todas las comodidades.
Al cabo de media hora deambulando sin rumbo fijo, decidí encender la televisión del salón pero entonces el iPad comenzó a sonar y al mirarlo, apareció en la pantalla:
“Para ver la televisión, deberás quitarte el jersey y la corbata”.
« ¡Maldito cerdo!», protesté en silencio y aunque esas prendas realmente me sobraban, no quise complacerle y por eso preferí quedarme sin ver la jodida tele.
Lo peor no fue eso sino que confirmé de esa forma las palabras de mi secuestrador cuando me dijo que tendría que pagar un precio. Tratando de saber cuál era el costo que tendría que asumir para cubrir mis necesidades, fui a la cocina y al intentar abrir la nevera, en la tableta pude leer:
“Quítate la falda y mastúrbate”.
Ese mensaje me trastornó y con todos los vellos de mi cuerpo, fui probando cada uno de los aparatos, descubriendo que cada uno encerraba un mensaje y que estos cambiaban cada vez que repetía esa acción. Así la primera vez que quise abrir el grifo del agua fría, leí que debía tocarme un pecho mientras que a la siguiente vez, ese cabrón me pedía que me descalzara.
Hundida en la miseria al saber que ese malvado me tendría como rata de laboratorio y que gobernaría cada uno de mis pasos, no pude soportar la angustia y me tiré en la cama a llorar. Durante dos horas no hice otra cosa que berrear y arrepentirme de haber iniciado ese viaje hasta que habiendo agotado todas mis lágrimas, comprendí que aunque no me gustara y hasta que averiguara el modo de huir tendría que obedecer si no quería fallecer de inanición.
«Obedeceré para que se confíe y en cuanto pueda: ¡Le mataré!», me dije en silencio declarando abiertas las hostilidades contra ese malnacido.
Lo avanzado de la hora y el tiempo que llevaba sin comer, me hicieron volver a la cocina y  que fuera por comida el primer pago. Al intentar abrir nuevamente la nevera, pude leer el siguiente mensaje:
“Abre el primer cajón de la derecha y bébete uno de los frascos que encuentres. Aviso es un potente afrodisiaco”.
La certeza de que ese loco nunca exageraba y que por tanto con ese líquido quería forzar mi excitación, me hizo dudar pero asumiendo la inutilidad de mis esfuerzos y creyendo que al estar sola en ese lugar el estar bruta no sería para tanto, decidí obedecer y abriendo el puñetero cajón, me bebí el contenido de uno de los botes.
En un principio, solo sentí  su sabor excesivamente dulzón por lo que abriendo la nevera, me puse a revisar los estantes:
« ¡Hay de todo!», mascullé entre dientes y sacando una bandeja con lasaña, quise calentarla en el microondas.
“Enciende el equipo de música”, con disgustó leí al comprobar que no servía.
Al seguir sus instrucciones comenzó a sonar  una canción que conocía de Jane Birkin, su Je t´aime. Curiosamente me hizo gracia que ese capullo creyera que me iban a afectar los gemidos que esa cantante daba a lo largo de esa melodía y muerta de risa me puse a tatarearla mientras se calentaba mi comida. No me percaté del modo subliminal que esa canción me fue preparando y tranquilamente me puse a comer cuando de pronto empecé a sentir calor.

Os juro que no había asumido esa sensación como producto del afrodisiaco y por eso me quité el jersey, mientras seguía tenedor a tenedor disfrutando de la lasaña. Pero cuando el calor seguía en aumento y ya me sobraba la corbata de colegiala, asustada comprendí la razón de tal sofoco. Aterrorizada y dejando al lado el dichoso plato, luché durante unos segundos que me parecieron eternos contra esa calentura química.

«Agua, un vaso de agua», suspiré ya con el rubor cubriendo mis mejillas.
Al intentar abrir el grifo y ver que estaba bloqueado, con angustia giré mi cabeza para leer la pantalla de la tableta:
“Abre el primer estante de la izquierda, saca el arnés y póntelo”.
Sin conocer realmente el significado del mensaje, fui a ver qué era lo que quería ese maldito. Al abrir la puerta de ese estante, descubrí entre sus baldas una especie de cinturón de castidad que llevaba adosado un pene.
-¡No pienso ponerme esa mierda!- grité a las paredes sabiendo que mis palabra serían escuchadas por mi captor. Sudando copiosamente pero decidida a no colocarme ese instrumento, me desabroché un par de botones de la camisa y usando un plato como abanicó, intenté refrescarme.
Desgraciadamente, el estimulante sexual que había tomado lentamente se iba apoderando de mi cuerpo y sufriendo lo indecible, noté como mi clítoris se empezaba a hinchar en mi entrepierna.
-No. ¡Por favor!- rogué al vacío mientras la calentura se incrementaba a tal grado que el mero roce de mis bragas contra ese botón ya erecto me producía espasmos de placer.  Sin dudarlo, me quité el tanga traidor  y liberada momentáneamente de esa tortura, recordé que había una piscina. En ella, creí encontrar la solución:
«Un capuzón es lo que necesito”, sentencié bastante segura que con eso podría apaciguar el incendio que en ese momento calcinaba mi cuerpo.
Desgraciadamente al intentar salir de la cocina,  la puerta se negó a abrirse y con un sonido, el iPad  me informó que tenía instrucciones. Desesperada, leí el mensaje:
“Para salir, ponte el arnés”.
-¡Maldito hijo de puta! ¡Te odio!- chillé mientras descargaba mi ira cogiendo una silla y estrellándola contra el suelo una y otra vez.
Histérica por el conjunto de sensaciones que se iba acumulando en mi entrepierna, intenté tirar la maldita puerta de un empujón pero solo conseguí hacerme daño.
-¡Nunca me lo pondré!- aullé derrotada al notar la calidez de mi flujo goteando por mis piernas.
Todo mi cuerpo me pedía lo liberara llevando mis dedos hasta mi sexo pero reuniendo la poca voluntad que me quedaba, continué luchando con todas mis fuerzas contra mi captor que seguía manteniéndose invisible pero que sabía que me miraba a través de las innumerables cámaras.
La certificación que ese maldito seguía atentamente la evolución de su experimento llegó a modo de ola de calor. Trabajando al cien por cien, el fan-coil del aire acondicionado escupía fuego.
-¡No me atormente más!- lloré tirada sobre el suelo de la cocina.
Un nuevo “vip” de la tableta me informó que mi secuestrador me mandaba un mensaje:
“Ponte el arnés. Si lo haces, funcionará toda la casa durante doce horas”.
-¡Hijo de puta!- grité al leerlo porque comprendí que lo quisiera o no, tenía que ponerme ese instrumento. Aun así, durante cinco minutos batallé contra la idea de sucumbir mientras mi cuerpo sufría el acoso de la sustancia que me había hecho beber.
Con mi camisa casi totalmente desabrochada, el sudor campeando por mi escote y mis pezones inflamados por el mismo ardor que sacudía mi sexo, me levanté y cogí el arnés. Tratando de averiguar cómo se colocaba leí su etiqueta y me eché a llorar:
“Aviso: una vez se cierre, este cinturón no podrá abrirse hasta el día siguiente”.
Mi pataleta debió de hacer gracia a mi captor porque se aminoró el calor que salía del fan-coil. Esa migaja de piedad me encolerizó porque no quería agradecerle nada a ese maldito y mirando a una de las cámaras, chillé mientras me ponía ese siniestro artilugio:
-¡Nunca me vencerás!
Para colocármelo, tuve que incrustar el pene que llevaba adosado en mi sexo y aunque no me costó que entrara gracias a lo lubricado que lo tenía, en mi interior me sentí violada y odié cada uno de los veinte centímetros que tenía de longitud. Con mi conducto atiborrado hasta límites impensables, cerré su hebilla sabiendo que no podría quitármela hasta que hubiesen pasado veinticuatro horas.
-¡Ya está maldito!- grité mientras me encaraba con mi oculto enemigo cuando de improviso ese enorme consolador empezó a vibrar y a moverse dentro de mi coño.
La intensidad con la que mi cuerpo recibió esas indeseadas caricias me dejó paralizada y ni siquiera había llegado a la puerta cuando pegando un berrido me corrí por primera vez.
«¡Aguanta!», me rogué a mi misma mientras gateaba rumbo a la cama en la que había despertado,«¡ No le des el gusto de ver tu orgasmo!”.
Lentamente y con mi cuerpo presa de un placer desconocido por mí, fui arrastrándome hasta esa habitación mientras me mordía los labios intentando que de mi garganta no saliera un ruido que confirmara a ese cabrón lo que realmente estaba sucediendo en mi cuerpo.
«¡Ya falta poco! », pensé al cruzar la puerta y ver que apenas un metro me separaba de las sábanas en las que pensaba ocultar mi gozo de ese sujeto.
Esos pocos palmos de distancia me parecieron una montaña insalvable porque a cada movimiento de cualquier parte de mi cuerpo, mi cerebro recibía una sacudida de placer que me hacía parar durante muchos segundos hasta que me relajaba.
Tras un buen rato e innumerables orgasmos, al fin conseguí escalar ese colchón y usando la manta como escudo ante sus miradas, mordí la almohada y liberando la tensión que se iba acumulando clímax tras clímax,  sucumbí de placer mientras mi mente lloraba de vergüenza e ignominia.
Los espasmos y orgasmos siguieron llenando todo mi cuerpo hasta que sin darme cuenta me quedé profundamente dormida. Durante toda la noche tuve sueños muy extraños, sueños donde yo me encontraba en situaciones sexuales y que las sentía de forma real, producto de los efectos de aquella bebida que tomé.
A la mañana siguiente el vibrador que aún seguía dentro de mi comenzó a vibrar con todo su poder y eso me despertó de mi letargo, aun con algo de sueño trataba de sacármelo pero era imposible. Me tomó algunos minutos poner mis pensamientos en orden y comprender de nuevo la situación en la que me encontraba.
Me senté en la cama sintiendo mi interior vibrar y miré a una de las cámaras que había en mi habitación.
– ¡Ya deja de torturarme! – le grité y casi de forma inmediata dejé de sentir las vibraciones en mi conchita.
Me puse de pie y lo primero que hice fue entrar al baño, como no quería que me espiara, tapé con una toalla la cámaras que había en las paredes y de forma inmediata me saqué el asqueroso uniforme de colegiala que tenía puesto desde ayer. Ya desnuda, lo único que tenía puesto era ese maldito arnés. Observé mis piernas cubiertas de mis juguitos secos de anoche y pude notar que mi sexo estaba muy rojo y sensible.
Comencé a llorar en silencio hasta que me quedé un poco más tranquila y me tomé una ducha.
Después de salir del baño me sentía mejor y con más fuerzas, me envolví en una toalla y salí al cuarto. En la cama había un conjunto y una nota que decía:
“ Para hoy, usa esto”.
Miré el conjunto y decidí probarlo.  No era nada del otro mundo, era un camisón azul un poco transparente que dejaba ver un poco el brasier blanco que venía, unos short cortos que realzaban mis piernas y unas botas cafés.
« Maldito pervertido, al menos esta vez no me veré como colegiala».
En eso sonó la Ipad dejando un mensaje:
“Dirígete al comedor para desayunar “.
Me dirigí hacia el comedor y al parecer todo estaba como ayer, solo y bien acomodado, incluso el desorden que dejé ayer en la cocina estaba acomodado.
«Hay alguien en la casa», comprendí mientras todos los vellos de mis brazos se erizaban.
En la mesa había servida una charola con algunos huevos, pan tostado, jugo y un poco de tocino, al solo verlo mi estómago comenzó a gruñir pero como a mi captor le hacía gracia, tenía que darle algo para poder comer. Mire la tableta:
“Para poder  disfrutar de tu desayuno sácate el brasier”.
« ¡Desgraciado! », maldije pero no me importo sacármelo, ya que mi blusa me cubría un poco, al instante que me lo saqué, la bandeja se abrió y pude por fin disfrutar de mi desayuno.
Una vez terminado, me puse de nuevo el brasier y revise la Ipad:
“ Si quieres deshacerte de mí regalito de anoche, dirígete hacia el sótano”.
 « Y ahora, ¿Qué pretende?», pensé con desánimo.
Tras lo cual y durante quince minutos busqué la puerta del sótano hasta que la encontré. Con una mezcla de miedo y desesperación,  bajé por las escaleras. Iba por el segundo escalón cuando a mi espalda, la puerta  se cerró de golpe dejándome completamente a oscuras.
“Continua bajando”, decía la IPad y así lo hice.
El corazón me latía muy fuerte y estaba en alerta contante, de pronto llegué a una mesa iluminada por una lámpara y encima de ella había una caja con una jeringa de vidrio.
“Bueno preciosa, esta es tu sorpresa”, leí en la pantalla, “si quieres salir de aquí inyéctate el contenido de esa jeringa”.
Me quedé estupefacta con su petición. Aunque sabía que era su peculiar rata de laboratorio, la idea de inyectarme otro químico me enervó y a oscuras grité:
– De ninguna manera me voy a inyectar algo que tú me pidas.
Un ruido me hizo mirar el iPad:
“Sabía que dirías eso, así que si no haces lo que te digo mis amigos se van a divertir contigo”.
Nada más terminar de leer esa amenaza,  dos luces se prendieron detrás de mí. Al girarme descubría que tras de unas rejas había dos tipos altos y descuidados, con pinta de locos, que para colmo de males empezaron a piropear mis pechos mientras en sus bocas babeaban lujuria.
Fue entonces cuando la reja que los contenían se empezó a abrir lentamente. Los sujetos al advertir que en pocos segundos podrían cruzarla, comenzaron a golpear los barrotes mientras chillaban dando gracias a mi secuestrador por el bombón que les regalaba.
Desesperada, sabiendo  que iban a violarme si no hacía algo, grité:
– ¡¡¡Esta bien, tu ganas!!!-  y sin pensarlo dos veces, me inyecté todo el contenido de la jeringa en mi pierna.
“Demasiado tarde preciosa”, escribió ese maldito antes de apretar el botón que abrió de golpe esa reja.
Los dos tipos salieron disparados hacia mí. Al verlo, comencé a correr por la oscuridad, recordando los pasos por los que había llegado ahí y mientras lo hacía, el consolador que se encontraba dentro de mi comenzó a vibrar muy fuerte ocasionando que mis piernas flaquearan. Sin mirar atrás, me puse de pie y seguí corriendo, Subí las escaleras, sintiendo los gemidos de mis persecutores muy cerca de mí cuando de pronto algo me toma de mi tobillo y me hace caer.
Afortunadamente el terror me repartir patadas al aire, algunas de las cuales debió de acertar porque sentí que dieron en algo blando y de inmediato me soltó. En eso la puerta detrás de mí se abrió y salí de ese infierno inmediatamente.
“Te has librado por poco”, leí, “esto te enseñara a obedecer a la primera. Recuerda que soy tu dueño y mientras sigas mis indicaciones, nada malo te pasara“.
Tirada en el suelo del hall, lloré mi desgracia durante más de una hora, hasta que ya con mis lagrímales secos, empecé a sentir una comezón en mis pechos. Asustada me quité el sujetador sin importarme que ese voyeur me viera para descubrir que se me habían hinchado y que mis pezones estaban extrañamente erectos:
-¡Cerdo!, ¿Qué me he inyectado?- chillé enfrentándome a uno de las cámaras.
“No te preocupes, no es peligroso. ¡Solo es un estimulador usado para la producción de leche!”. No me costó comprender cuál era la fantasía que ese fetichista quería ver cumplida porque el mismo me lo dijo al escribir: “Tu tarea esta mañana es ser mi vaca lechera, si quieres comer tendrás que ordeñarte y rellenar un vaso para que yo me lo beba”. Tras lo cual me envió una serie de instrucciones que harían más llevadera esa láctea función.
«¡Maldito degenerado!», pensé al leer que si no quería sufrir dolor debería masajearme tanto los pechos como mis areolas durante horas  y que además podía acelerar  mi producción lechera por medio del placer: «¡Quiere que me masturbe para él».
Tontamente, creí que la fama de buenas amas de cría que tenían las mujeres de mi familia me evitaría sentir los rigores de esa estimulación y por eso en vez de hacerle caso, me puse a leer un libro tirada cómodamente en el sofá del salón.
A la media hora, me di cuenta del error que había cometido al sentir una  dolorosa punzada en mis senos. Mi captor debió observar eufórico como me doblaba en el suelo presa de una agonía sin par. Sabiendo que ese sufrimiento se aminoraría amasando mis tetitas, me quité ese incómodo camisón y usando mis manos comencé a darme un masaje.
-¡Dios! ¡Como duele!- exclamé descompuesta al sentir como si unas agujas se estuvieran clavando en mis más que abultados pechos.
Durante largos minutos, sufrí los embates de mi estupidez hasta que mi sufrimiento físico fue menguando gracias a la acción de mis dedos pero por contrapartida, el psicológico  se vio incrementado al advertir que contra mi voluntad mi sexo se estaba encharcando.
-¡No quiero!- grité en cuanto sentí los primeros síntomas de un cruel orgasmo.
Incapaz de parar de masajear mis pechos y de estirar de mis pezones al conocer el destino que de dejar de hacerlo sufriría, la calentura se fue incrementando en mi entrepierna a pasos agigantados. Sabiendo que no tardaría en correrme, me puse a pensar que razones tendría mi secuestrador para torturarme de esa forma y entonces comprendí que en su perversa mente, era un objeto de estudio y que tanto el arnés como esa inyección cumplía un propósito:
« ¡Quiere lavarme el cerebro a través del sexo! Con el arnés me indujo un placer mecánico, con esta inyección me está obligando a buscarlo con mis manos… ¡Me está preparando para que me entregue a él!”.
Ese descubrimiento lejos de aminorar la excitación que ya nublaba mi entendimiento, la incrementó y gimiendo de vergüenza, llevé una de mis manos a mi entrepierna y escarbando entre los labios de mi vulva, busqué mi clítoris con ardor. Nada más posar una de mis yemas en ese botón, todas las neuronas de mi cerebro explosionaron y pegando un berrido, me corrí.
-¡Te detesto!- llegué a gritar antes que con renovada pasión mis manos reanudaran los pellizcos sobre los sensibles pezones de mis tetas y la dulce tortura sobre mi sexo. Pronto la leche empezó a emanar de mis pechos y mis manos se empaparon del líquido blanco que producía.
“Eso es preciosa, mastúrbate para mi” – escuché que desde unos altavoces me decía mi captor.
Todavía no me había repuesto de oír su voz cuando me ordenó:
-Ahora, sé una buena cría y llena el recipiente de vidrio que está en la mesa con esa rica leche que produces.
Humillada escuché sus órdenes mientras el placer de los orgasmos invadía mi cuerpo por completo. Luchando contra las sensaciones que asolaban mi cuerpo, tomé el camisón y cubrí mis pechos mientras trataba de ponerme de pie. Cuando lo logré un fuerte espasmo seguido de un orgasmo intenso me hizo caer de rodillas.
-Mmmm…. Aaaahhhh…. Uuuummmm…. –gemí sin reprimirme por primera  vez y desconociendo que esos ruidos eran el inicio de mi claudicación.
Gateando conseguí llegar al sofá y allí di rienda suelta a mi calentura mientras mi secuestrador me azuzaba a masturbarme mientras seguía ordeñando mis pechos.  Uniendo un orgasmo con el siguiente la lujuria me dominó y por eso no caí en que el tipo que me mantenía cautiva allí se había presentado ante mí cuando me hizo entrega de un vaso donde depositar mi leche.
-Dame de beber- ordenó con tono duro.
Abducida y sin voluntad, rellené ese envase al tiempo que todo mi cuerpo colapsaba por el placer hasta que perdí el conocimiento. Cuando desperté, todo el cuerpo lo sentía entumecido y no sabía que había pasado conmigo. El terror me paralizó al descubrir frente a mí al tipo observándome. Durante un minuto, reuní los pocos arrestos que me quedaban para preguntar:
-¿Qué quiere de mí?

 

Mi grito hizo gracia a mi captor que con una cruel sonrisa en sus labios contestó al tiempo que acercándose, hundía sus dedos en mi melena:
-Jajajaja, excelente pregunta, princesa.  Lo quiero todo de ti- y soltando una carcajada prosiguió diciendo: -Muñequita, quiero tu odio, quiero tu miedo, tu desesperación, tu placer y tu cuerpo.
La excitación que leí en sus ojos me aterró y más cuando al descubrir una gota de leche brotando de uno de mis pezones, se acercó y la recogió entre sus dedos para acto seguido llevársela a la boca.
Al ver el modo que se relamía saboreando el producto de mis pechos, sollocé aterrada más que por el miedo que ese tipo me producía, por el latigazo de placer que experimenté entre mis piernas.
-¡No me haga nada!- rogué tapando mis pechos con mis manos.
El siniestro sujeto sonrió y disfrutando de mi angustia, se sentó junto a mí mientras me decía:
-Eso no lo decides tú. Aunque no lo aceptes todavía eres mía y te usaré cuando y como me venga en gana.
No había todavía asimilado sus palabras cuando haciendo realidad su amenaza, me atrajo hacía él y retirando mis manos, se puso a admirar mi cuerpo sin importarle la vergüenza y el asco que se reflejaban en mi cara.
-Tienes unas tetas excelentes- susurró en mi oreja mientras me tocaba los pechos y jugaba con mis pezones sin que pudiera hacer nada por evitarlo.
Fue entonces cuando agarró el camisón que todavía llevaba puesto y lo bajó por mis hombros, dejándome totalmente desnuda. Indefensa y consciente que estaba en su poder, dos lagrimones recorriendo mis mejillas fueron el acicate que ese perverso necesitaba para sacando la lengua, comenzar a lascivamente lamer mi cara mientras yo tenía que refrenar las ganas de vomitar.
Obviando mi sufrimiento, me puso encima de sus rodillas. Tras lo cual se dedicó a satisfacer sus necesidades magreando mi trasero y restregando su miembro contra mi vulva mientras su boca se deslizaba por mi cuello.
-Por favor, ¡No me viole!- sollocé sabiendo que nada que dijera le iba a convencer.
Mis palabras lejos de hacerle apiadarse de mí, incrementaron el morbo que sentía y pegando un gemido, se apoderó de uno de mis pezones con su boca. Al notar sus labios mamando de mis pechos, experimenté una vergüenza doble, porque a la angustia de esa caricia forzada se sumaba la desesperación de sentir  que mi sexo se encharcaba.
Ajeno a lo que ocurría entre mis piernas, me obligó a ponerme a cuatro patas sobre el sofá y mientras sus yemas iban recorriendo todos los puntos sensibles de mi cuerpo, se desabrochó su pantalón y sacando su pene, se puso a juguetear con su glande en mi clítoris. Al descubrir la humedad de mi vulva, soltó una carcajada y pegándome un azote, el muy cerdo me preguntó:
-¿Qué prefieres que use antes? ¿Tu coño o tu culo?
Sabiendo que inevitablemente ese sujeto iba a violarme, creí que era menos humillante que me follara a que me sodomizara y por eso, reteniendo las ganas que tenía de arañar su cara, contesté:
-Mi coño.
Malignamente, mi captor soltó una carcajada y aprovechando que en esa posición tenía mi culo en pompa, cambió de objetivo y poniendo su glande en mi ojete de un golpe, me clavó todos sus centímetros en mi interior.
-Maldito- grité al sentir mi esfínter desgarrado.
El dolor que experimenté con ese maromo destrozando mis entrañas fue brutal y por eso intenté zafarme tirándome sobre el sofá pero el cabrón agarrándome de las caderas lo impidió. Os juro  que nunca en mi vida había sentido una invasión tan masiva. Era tanto mi sufrimiento que me costaba hasta respirar.
-¡Me duele!- grité paralizada por el martirio al que estaba siendo sometida cada vez que sentía su pene estrellándose una y otra vez contra mi culo.
El instrumento con el que me acuchillaba era tan enorme que cada vez que me forzaba el ojete pensaba que no era posible tanto dolor. Chillando con todas mis fuerzas imploré que dejara de sodomizarme pero cuanto más me quejaba mayor era la violencia de su asalto. Con cada estocada me faltaba el aire y solo cuando lo sacaba, mis pulmones podían respirar. No sé las veces que rogué que  cesara mi castigo, de lo único que soy consciente es que ese indeseable siguió con su falo castigando mi maltrecho ojete hasta que pegando un aullido me informó que se corría.
Al hacerlo, me mordió el hombro mientras su miembro explotaba dentro de mi culo. El copioso semen que se desparramaba por mi interior al menos sirvió como lubricante y por eso recibí con gozo cada una de sus explosiones. El desalmado malinterpretó mi suspiro y penetrando por última vez mi esfínter, se dejó caer a un lado mientras me decía:
-Esto solo ha sido un aperitivo. En cuanto me reponga, ¡Me harás una mamada!
Conociendo de antemano que siempre cumplía sus amenazas, lloré en silencio mi desgracia…..
 
 
Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

 

Vacaciones en el pueblo – 1

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El pueblo

El pueblo de mis abuelos. Ahí, tuve mis primeras historias sexuales de verdad. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Ahora tengo 28 años, han pasado 10, no, 11 años, madre mía como pasa el tiempo

Yo era la típica empollona, estudiante de 1º de bachillerato, resultona, bueno la verdad es que más que resultona, ya que en esos años tenía casi el mismo cuerpo que tengo ahora, pero con cara de niña tonta.

Hasta ese momento yo no había tenido ningún escarceo, solo besitos con algún chico de mi edad, me habían tocado las tetas, ya que eran un reclamo y poca cosa más, o sea bastante mojigata. Si, me gustaban los chicos de mi edad, y me calentaba pensando en algún chico guapo, pero lo que realmente me ponía, es que alguna persona mayor, me tirara piropos, o me devorara con la vista, o intentara puntearme en el autobús, o en el metro, o a lo mejor era simplemente lo que deseaba y lo deseaba tanto que a veces me pensaba que pasaba en realidad.
La verdad no lo entendía, pero era así, no lo podía evitar. Uno de mis preferidos era cuando hacía de canguro e imaginaba al padre de turno sobándome por todas partes.

Bueno, retrocedamos poco más de 10 años y nos ponemos en situación, había acabado el instituto, era finales de junio, y hacía mucho calor en mi Valencia natal.

Por fin empezaba el verano soñado. Y …

27 de Junio

Acaba de llamar el tío de mi madre, anunciando que a la tía le había dado una embolia el mes de febrero, y estaba mal, se ve que ella preguntaba por si mi madre podría hacerle el favor de subir a cuidarla durante el verano.

Mi madre que es muy solicita, ha contestado que no había problema, siempre que yo pudiera ir con ella, ya que no quería dejarme con mi padre, el tío no puso pegas. A mí me hacia un palo enorme, porque me perdería estar con mis amigos, pero ante la posibilidad de quedarme con mi padre, y estar como una esclava, recogiendo, haciendo la comida, etc., para él, después de que mi madre insistiera y sopesara los pros y los contras, le he dicho que sí.

Los tíos los cuales solo conozco por teléfono viven en un pueblecito muy pequeño de Huesca, en el valle del rio Gállego, o la Galliguera como lo llaman ellos, al cual mi madre va una vez al año, normalmente en invierno. Ellos son la única familia que le queda a mi madre, ella, la tía era la hermana de mi abuela, casi era uña y carne, hasta que se casó con mi abuelo y vinieron a Valencia.
Mi madre siempre ha sentido la obligación y la necesidad de ayudarlos siempre que puede, al igual que lo hacia mi abuela.

Mi madre siempre me ha explicado que es un pueblecito triste, con solo unas cuantas casas, donde solo viven viejos, y si se ve algún joven es porque han ido de visita, o porque se han perdido por los bosques desde un camping que hay en una localidad cercana.

Mi padre odia al tío, por motivos que yo no sé, pero después me enteraría. Aún recuerdo la discusión bastante fuerte entre mis padres, él no quería que ella fuera de ninguna de las maneras, pero ella decía que era por su tía. Por tanto, por ser verano, al haber acabado el instituto y al no tener vacaciones mi padre, acabaríamos haciendo el viaje desde Valencia mi madre y yo.

Al preguntar a mi madre que tipo de ropa llevarme

  •           fresquita ya que hace mucho calor en verano
  •           ¿Traigo los bikinis?
  •           no hay piscina, por tanto, no hace falta que traigas traje de baño, a no ser que quieras tomar el sol.
  •           ¿Habrá algún muchacho de mi edad?
  •          No creo cariño
  •          Bueno, shorts, tops y deportivas, ¿no?
  •           Si, creo que eso es todo

29 de Junio

El viaje no resulta muy tedioso, pero hace tanto calor que no podemos bajar ni la ventana.

Al llegar al pueblecito de marras, me doy cuenta de que mi madre tenía razón, solo son unas cuantas casas y no en muy buen estado, algunas parecen abandonadas, y lo están, solo un par parecen recién arregladas. Unas cuantas calles que dan a una calle ancha, una iglesia cerrada a cal y canto y nada más.

Las calles están vacías, el calor es asfixiante, las únicas almas que hay son de un par de perros husmeando entre unos matorrales

Me pregunto qué narices haré yo, con mis ya diecisiete años, sola, todo un verano en ese pueblo perdido de la mano de dios.

Entramos en la calle de los tíos y me enseña la casa, es bonita, de principios de siglo XX. Mi madre me explica que el año pasado reformaron la fachada, o sea que parecía casi la más arreglada del pueblo. Descargamos el coche, abrimos los portones de la gran puerta y se nos cae un jarro de agua fría. Estaba en un estado deplorable, todo sucio, descuidado, dejado, vaya hecho una porquería, con una peste a cerrado que tira para atrás.

Cuando aparece el tío Vicente, vemos que esta igual que la casa, con la barba de varios días, desaliñado, y hace una peste como si no se hubiese dado un baño en semanas. Tiene una cara de apenado, de desmoralizado, de decaído, que parece enfermo.

Mi madre, enseguida se pone manos a la obra, primero ha enviado al tío a bañarse y afeitarse, que disgustado obedece, después a ver a la tía, que está muy mal, apenas responde

  •           Ha venido el doctor?
  •           Si, anteayer, pero ella estaba mejor
  •           ¿Desde cuándo esta así?
  •           Desde ayer
  •           ¿Y no has vuelto a avisar al doctor?
  •           ¡Para que, vendrá mañana!
  •           Madre de dios. Venga dúchese y vístase con ropa limpia, mañana la llevo a Huesca.

Nos ocupamos de ayudar a la tía, la hemos lavado, le hemos hecho la cama, y mi madre me ha ordenado a limpiar la casa, o lo que pueda, mientras ella acaba de dar los cuidados a la tía y llama al doctor.

Me ha dicho que empiece por nuestra habitación, en el piso de arriba. La casa es la típica casa rural, de finales del XIX o principios del XX, con paredes de medio metro, y fresquísima, y más al tener en cuenta el calor que hacia afuera. La escalera está llena de telarañas por todas partes como el resto de la casa, una de ellas se me engancha en el pelo y decido ponerme moño y un pañuelo para evitar que el pelo me quede hecho una piltrafa.

Al subir la escalera y empezar a asomarme al primer piso, veo que el tío pasa del baño a su habitación totalmente en pelotas, joder, que impacto, no es que yo hubiera visto muchas, de hecho, solo dos, la de mi padre una vez sin querer en la ducha, y la de un escarceo el año pasado con un chaval en el cole, que decidió, bajarse los pantalones para que yo viese como lo ponía, pero a mis diecisiete años yo no había visto nada como aquello, y él ni se dio cuenta de que yo estaba ahí, pero estoy segura que aquello no era normal, era gruesa como un salchichón. La verdad note un hormigueo ya sabéis donde.

Al llegar arriba, aún estaba peor, ya el arriba no subía nunca, la puerta atrancada, bichos por todas partes, sobre todo arañitas y tres o cuatro escorpiones de esos negros pequeñitos, a la empujar la puerta más de lo mismo, intente levantar el colchón, para llevarlo junto a la ventana, ventilarlo y sacarle el polvo, pero era de esos de matrimonio de lana que pesan un montón y yo sola no podía, al hacer gemidos por el esfuerzo, subió mi tío.

Se quedo boquiabierto ya que yo estaba con las piernas abierta intentando levantar el colchón del suelo, y tenia el culo todo en pompa, además con el esfuerzo el top se me subió dejando ver un par de centímetros de mis pechos. Cuando giré la cabeza, lo vi, estaba literalmente babeando, viendo mi culo, totalmente absorto. Le reclamé, y entre los dos sacamos el colchón al balcón. Acabé de hacer la habitación y el se me quedo repasando arriba y abajo todo el rato, la verdad me empecé a calentar, solo de ver como babeaba por mi cuerpo, tanto que cuando me di cuenta del estado de mi top lo dejé tal cual.

Yo ese día llevaba un top i unos shorts fresquitos de color blanco, y después de dejar impoluta nuestra habitación, estos ya transparentaban un poco debido al sudor. Me fui a las zonas comunes, cocina, comedor, durante la ardua faena, el tío no para de mirarme, yo creo que hasta se excitaba al verme fregando platos, barriendo el suelo, recogiendo cosas, hasta creo que en algún momento, involuntariamente, o mejor dicho inconscientemente sacaba el culo o me agachaba sin doblar las rodillas o intentaba alcanzar alguna cosa en la alacena de la cocina, o … para marcar alguna posición indecorosa.

Al cabo de tres horas, la casa ya tiene otro aspecto muy diferente.

El tío ha quedado tan contento, que me ha dado 30 euros, por las horas trabajadas, yo ni me lo puedo creer, estaba muy contenta, ahora encontraba un motivo para estar en ese pueblucho, y más aún cuando mi tío me comenta que tiene varios amigos que, si les limpiaba la casa, estarían igual de contentos.

Yo feliz le di un beso, y él me apretó aferrándose a mi culo como si no hubiera un mañana.

Por la tarde acordamos con mi madre que ella haría el baño y yo el cuarto del tio, que era lo que nos quedaba por hacer.

Al entrar me lo encontré espatarrado en la cama con solo un calzoncillo viejo, donde se le notaba una buena erección, y salía un poco el glande por alguna de las aberturas.

Al cabo de unos segundos me di cuenta de que ahora era yo la que babeada para poder ver otra vez aquello, lo dejé dormir la siesta.

En la cena mi madre nos comenta que ha hablado con el doctor, y que le ha pedido que no se preocupara, que el iría a la mañana siguiente sin falta.

30 de Junio

Ha venido el doctor, y tal y como ha entrado la saluda y le pega un morreo a mi madre, le magrea el culo a consciencia. Mi madre al ver que yo estaba por ahí le saca la mano rápidamente, y lo lleva a ver a la tía. La examina a consciencia, aunque yo diría que la vista la tenía en el traje semitransparente de algodón de mí madre, y mi pequeño top, que deja el ombligo al aire. Le explica a mi madre lo que tiene que hacer, pero que, si sigue así en un par de días, que la lleve al hospital de Huesca o de Jaca. Al irse, le dice a mi tío.

          Que buenas están las dos, no te quejaras, ¿eh?

          No, no me quejo – dice mi tío con una sonrisa socarrona

Abro un paréntesis, para describirme, me llamo Ana, yo mido poco más de 1,70, estoy delgada, pero no seca, o sea que tengo algo de carne, para que se hagan una idea, tengo una 40, aunque también es porque tengo las caderas anchas y un buen culo. De lo que mejores comentarios he tenido es mi pecho y sus pezones. Son una talla 100, y con una buena copa, y los pezones son gruesos como la punta del dedo meñique, una melena casi pelirroja, algunas amigas dicen que el color en la noche es como las llamas de un fuego de campo, entre rojizo y cobrizo, ojos verdes, y carita angelical.

Mi madre se parece bastante de cuerpo, un poco más de culo, ahora un poco caído, una talla menos de pecho, morena y ojos azabache, se llama Sofia.

1 de Julio

Me he pasado dos días aquí metida ayudando a mi madre, acabando de limpiar, haciendo la colada, preparando las comidas, cenas, etc. El tío me persigue allí donde voy y sus miradas son cada vez más de deseo, de lascivia, parece que me desnuda con la mirada, estoy incomodísima, y encima con una erección permanente bajo el pantalón que me roba la mirada de tanto en cuando. Mi tío es, como decirlo, pues panzón, el típico hombretón de campo con barriga cervecera, curtido por el sol, más bien bajo, como mínimo un poco menos que yo, medio calvo, y con canas, mi madre me ha dicho que tiene 66 años, pero aparenta bastante más. Aunque ahora, desde que mi madre y yo le preparamos sus 4 comidas diarias, y se ducha cada día, ya tiene un aspecto mucho más saludable que el día en que llegamos.

Por suerte mi madre tiene que ir a la farmacia, y yo aprovecho para acompañarla y poder salir de casa, además, me resultaría un poco incomodo quedarme sola con el viejo verde este.

Resulta que en el pueblo no hay farmacia, bueno ni farmacia ni tiendas, solo un pequeño colmado, pero claro no llega a los 30 habitantes y tenemos que ir a un pueblo cercano, que está a unos 10 km del nuestro. Las dos nos hemos puesto ligeritas de ropa, ya que hace mucho calor, sin sostén y con un ligero conjunto de verano. Al salir de casa, los dos hombres que hay en la plaza donde tenemos el coche aparcado, nos devoran con la mirada. El otro pueblo solo tiene unos doscientos habitantes, pero ya tiene otro aspecto, gente por la calle, jóvenes de mi edad, tiendas, etc.

Al volver al pueblo mi madre me ve la cara de decepción, y me propone:

  •          Me apetece un helado, ¿Quieres uno?
  •          ¿Pero dónde iremos a comprar uno?
  •          Pasaremos por casa Pepe.
  •          ¿Casa Pepe?
  •          Si, es un amigo, que ha montado una especie de bar en su casa. 

Al mencionar “amigo”, se le iluminado la cara, pero no le hago mucho caso, al entrar en casa Pepe, veo lo que quería decir con “una especie de bar”, realmente era una casa normal del pueblo, pero con un patio precioso, adornado con un Roble en medio del patio y bastantes flores y plantas, unas cuantas mesas de tres o cuatro sillas, y dos barriles con un tablón a modo de barra.

Al entrar notamos todas miradas clavadas en nuestro cuerpo.

Casa Pepe

Casa Pepe era el local donde se reúne la gente del pueblo, no es ni un Bar, es simplemente una terraza de un pueblerino que vende refrescos, vinos y cervezas, para sacarse unos euros, y tiene 4 o 5 mesas para hacer partidillos de domino o tute. Hay una decena de viejos jugando, pero al entrar nosotras, se han levantado, como si tuvieran un resorte, a saludar a mi madre, que a sus 42 años parece una jovenzuela al lado de todos ellos, alguno con el saludo y los besos aprovechan para tocarle el culo con total impunidad y ella se deja como si no pasara nada, hasta le dan algunos picos, bueno más que picos morreos de alta categoría, y ella hasta cierra los ojos, la verdad me da un poco de asco. Cuando cada uno de ellos le ha dado el debido “saludo”, piden por su acompañante, o sea por mí.

Mi madre me presenta a todos como su hija, y evidentemente también me dan unos besos a modo de saludo, por suerte son en la mejilla, no hay roces, ni tocamientos, la verdad me respetan y me alegra mucho, ya que había algunos con una pinta de viejo verdes que tiran para atrás. Aunque lo peor es el aliento a borrachines que llevaban todos.
No tiene helado y acabamos tomando unas Coca-Colas, en un momento dado mi madre entra en la casa, mientras me agasajan, me hacen sentar encima de la falda de uno, se me ponen en corrillo y voy hablando ahora con uno ahora con otro, sus miradas iban del culo a la cara, de la cara al escote, o me repasaban de arriba abajo, ahora al no estar mi madre, tengo todas las miradas clavadas en mi cuerpo y voy notando algo que crece en mis posaderas. La verdad es que, con los conjuntos, sin sujetador, estábamos bastante provocativas y no sé porque me daba morbo y mis pezones lo delataban poniéndose durísimos y marcando la camiseta, cosa que a ellos les encantaba. Ellos estaban nerviosos, algunos de ellos, yo diría que, hasta empalmados, no paraban de intentar mirar el escote, o debajo de la falda, o a través de mis transparencias, haciendo como si se cayesen cosas.

Al rato, calculo que casi media hora, llega mi madre con dos o tres viejitos, me extraña, pero hago caso omiso. Nos ponemos a jugar alguna partida de domino, un par se pusieron de pie, detrás de mi madre. Y yo mirando la partida iba de las piernas de uno a la de otro, me hacían cambiar tanto que ni me daba cuenta.

Un rato después, al levantarme y pasar por detrás de mi madre, me doy cuenta de que el escote es tan amplio, que casi se le ven los pezones, pero como todos están cerca, prefiero no hablar. Me disculpo, voy al baño, y escucho a través de la fina pared, al tal Pepe hablando con alguien por teléfono, diciendo:

  •          La Sofia ya se ha saciado con unos cuantos. Uf, como nos vamos a divertir este verano.
  •          
  •          Por cierto, joder con tu sobrinita, esta rebuena, para mojar pan, ¿cuántos años dices que tiene?
  •          
  •          ¿Diecisiete? Joder, pues tiene un par de melones, mejores que los de su madre. Y has visto los pezones son como aceitunas arbequinas.
  •          
  •          Sí, yo también le daría un buen repaso. Me la follaria bien follada, por todas partes.
  •          
  •          Si, tienes razón, esa boca está hecha para hacer mamadas. Tenemos que preparar alguna cosa, pero la tenemos que hacer caer, como a la madre y a la abuela en su día, recuerda que la Sofia nos lo debe a todos.
  •          
  •          Vale este plan me parece perfecto, avisaré a los otros.
  •  
  • Al oírlo, me encierro en el baño, muerta de vergüenza, durante un buen rato no me atrevo a salir, hasta que golpean a la puerta, pidiendo para mear.

Cuando salgo, hay unos cuantos, agasajando a mi madre, tocando todo lo que pueden, pero el Pepe me devora con los ojos a mí, y la verdad del resto unos cuantos también.

Estoy tan nerviosa que le pido por favor a mi madre que nos vayamos, y ella, a regañadientes accede, y volvemos a casa.

  •           Ay, hija eres una sosa, llevas días encerrada en casa, respiremos un poco, un poco de distracción no viene mal.
  •           Pero si te estaban sobando por todas partes.

Se hace la ofendida y anda delante de mí, hasta la puerta de casa. 

Por la noche, mi madre me encuentra contrariada, estoy excitada y asqueada, es un estado contradictorio total y le explico la conversación del teléfono y todos los “saludos” y tocamientos que se ha dejado hacer en Casa Pepe.

Ella me explica que …

  •           es normal que estén tan salidos, ya que la mayoría son viudos, divorciados o simplemente abandonados. Hay pocas mujeres que aguanten las condiciones en este pueblo tan solitario.

          ¿Cómo que normal?, que va a ser normal!

          Si, hija no pasa nada

          Pero si nos han sobado por todas partes – ahora yo exageraba, pues a mí excepto unos besos no me habían tocado

          ¿Cómo que “nos”?

          ¡Bueno, a ti!

          Los hombres tienen necesidades, y en este pueblo van un poco salidos, al no haber casi mujeres. Además, si se contentan con tocar un poco el culo, no pasa nada. Y si miran, que miren, que no hace ningún daño a nadie. Nosotras somos guapas, y claro, es una tentación. En cuanto a los tocamientos, eran inocentes – me dice – no eran para hacerme daño, si no que eran divertidos, y estaban jugando un poco. La verdad, yo me encuentro perfectamente, y no me ha pasado nada, y si volviera a estar otra vez en la misma situación lo volvería a hacer, tampoco es la primera vez. Si fuese Valencia estaría escandalizada, pero aquí … déjalos hija, pobretes, mira hasta te invito a que te dejes tocar tú también si te apetece.

          El tal Pepe dice que te has saciado con unos cuantos, ¿qué quería decir?

          Ay, no se hija – me dice roja como un tomate Cherry.

          ¿Y eso de que tienen un plan para hacerme caer, que?

          No les hagas tanto caso, que hacen el fantoche, mucha boca, y después, nada.

Yo la verdad me quedo un poco de piedra al escucharla, pero claro, la veo tan segura que intento entender el punto de vista de mi madre, aunque la verdad, me cuesta un poco y me da un poco de asco, ver que ella con su cuarentena, se ha llevado al catre a una panda de viejos de setentas.

En cuanto a la conversación de Pepe en su casa, me ha dicho que hablaría con el tío para que me pidiera disculpas, que esa no era forma de hablar, y menos en presencia de una niña, yo le he dicho que no hacía falta, que ya lo había olvidado, pero ella ha insistido.

Empieza todo. 2 de Julio

Era una bonita mañana, después de hacer los quehaceres de la casa, salgo a caminar temprano, después ya en casa, preparando el desayuno, oigo un ruido, me giro, y veo a mi tío, solo con calzoncillos, viejos, desgastados, un poco raídos, claro con la visión del otro día, fijo la vista en ese sitio, y ya la tenía semi empalmada.  Él se ha dado cuenta y encima me ha sonreído, y se ha tocado a gusto sus cojones. Supongo que al ver la cara de asco que le he dado, ha desviado su vista al culo de mi madre. He notado como un hormigueo, al verle tocarse los cojones de una manera tan soez. Momentos más tarde, mientras le servía el desayuno me ha rozado el culo, yo creo que expresamente, y al notarlo he sentido un calambrazo, de gusto, en serio, no lo entiendo.

Estando todos sentados en la mesa, nos dice, así, de improviso, que vendrían unos amigos suyos a almorzar, que traerán todo un costillar, en total seriamos con nosotras dos, unos nueve, todos de su misma edad.

Después de ver un poco la tele, me pongo a cocinar unas migas, y un gazpacho.

No se si por la conversación de mi madre, pero me pongo un top pequeñito, y unos shorts muy ajustados., al bajar las escaleras, noto una mirada de aprobación de mi madre.

A la una en punto como un reloj, van llegando, y tal como llegan, le dan otro repaso a mi madre, y a mi dos castos besos en las mejillas, bueno, castos, castos, me parece que no, porque a alguno se le escapa el beso en todos los morros, pidiéndome disculpas inmediatamente, claro, pero la escena se repite con unos cuantos, hasta hay uno que me levanta la barbilla para plantarme el morreo. Charlamos de cosas intrascendentes, que si el tiempo, que algún, si yo tuviera 40 años menos tú no te escapaba, y cosas así, que si tengo novio, que voy muy fresquita.

Se sientan a la mesa, y empecé a servir la comida. Mientras iban comiendo, preparé unos chuletones con patatas de guarnición, me ayudaron a separar chuletones y entrecotes del costillar, ya que yo no estaba acostumbrada, todos estaban disfrutando, y les gustó mucho.

Al acabar, mi madre les ha pedido que hicieran el favor de recoger la mesa, que yo había sido la cocinera y ya había trabajado suficiente, yo evidentemente decía que no hacía falta, pero al final recogen la mesa.

Mi madre se va al salón, les sirve unas copas, pone música y baila con ellos, ahora uno, ahora otro, manos largas por aquí y por allá. Me proponen para bailar, pero niego con la cabeza y para escapar de allí, me voy a la cocina y me pongo a lavar platos. El tal Pablo entra con la bandeja llena de vasos, este es el más joven de todos ellos, y tiene unos sesenta y pico años, es del tipo de mi tío, barrigón, medio calvo, casi amarillento, aunque un poco más apuesto. Se queda detrás mío, arrimándome y me pregunta casi en la oreja, donde puede dejar los vasos, yo llena de vergüenza se lo señalo y sin salir de su posición los deja donde le he dicho. Se separa y ni corto ni perezoso me da una fuerte palmada en el culo, me quedo perpleja, el al ver que yo tenía las manos ocupadas lavando y no digo nada, me deja su mano ahí, en pleno trasero, abierta, magreando mi culo en su esplendor, yo muevo el culo para sacarla de ahí, pues tengo las manos llenas de jabón, y parece que esto él se lo toma como una insinuación y aún le gusta más, después, por suerte entra Ricardo, Pablo saca la mano y se marcha contrariado, mirando a Ricardo con cara de malos amigos. No he sido capaz de decir nada. ¿Por qué?

Ya se han marchado todos, cansada, me voy a mi habitación, al desnudarme, me doy cuenta de que estoy excitada, muy excitada, ya que tengo la braga chorreando, el morbo de ser, ahora que estoy desinhibida, junto a mi madre, el centro de atención de ocho viejos ha sido alucinante, las miradas, las alabanzas, los comentarios picantes, los roces “involuntarios”, la palmada en el culo, joder, estoy mojadísima, aunque es un poco difícil de asimilar que lo este, con esa panda de viejos, pero no lo puedo negar, estoy excitada. Me estiro en la cama, desnuda, bajo la mano, y empiezo a tocarme muy suavemente, moviendo mis pelitos como si fueran terciopelo. Al cabo de unos minutos tuve un orgasmo largo, intenso, super agradable. Y otros minutos después vuelvo a explotar de una manera brutal, increíble, como pocas veces.

Me he quedado dormida un par de horas, pero al despertar noto una presencia, como si hubiera alguien en la habitación, estaba a punto de desestimarlo, pero lo vuelvo a notar, y opto por entreabrir los ojos muy despacio, y lo veo, al tío con los ojos clavados en mi culo. Yo para dormir me pongo solo un camisón bastante corto, con un grandioso escote, y al moverme este se levanta. Ahora era el caso, mi tío me observaba el culo todo desnudo, medio tapado con la sabana. Yo estaba cabeza abajo, medio de lado con el culo en pompa, cierro los ojos, ya que noto la excitación incipiente, y la verdad me da un poco de morbo, ver que un vejestorio me está mirando el culo, en este momento no sé qué me pasa por la cabeza, y lo dejo, deseo, si, deseo ver hasta donde es capaz de llegar.

Los minutos pasan, se me hacen eternos, parecía, que todo se acababa aquí, que no tendría el valor suficiente, pero no, se acerca a la cama, estoy nerviosa, pero intento aparentar calma, para que no lo note, se sienta al borde de la cama muy despacio, muy suavemente va levantando un poco la sabana, y acaba destapando mi culo del todo, me mira, intenta ver en mi un signo de que me vaya a despertar, pero por suerte me sale mi mejor actuación, y consigo que me crea dormida. Me lo acaricia, primero un cachete, después el otro, me lo huele, pasa el dedo por la línea, y me lo abre un poco. Mete la mano desde atrás, y acaricia con sus dedos, muy suavemente toda mi raja, me besa el culo, se besa los dedos con los jugos de mi raja, entonces, parece, que se despierta de un sueño y vuelve a tapar mi culete con la sabana y se levanta de golpe, cuando está en la puerta, me dice:

  •          Ana, despierta, venía a avisarte que la cena ya está lista, también te quería pedir perdón por los comentarios soeces y picantes de los amigos de Pepe.
  • Y yo pienso y los tuyos ayer con Pepe que, puñetero. Y el sigue diciendo:
  • Es que …, claro …, piensa que …, no vienen muchas chiquillas por el pueblo, y menos tan bonitas como tú, y que somos mayores, y humanos, y estamos solos, y …
  • Mientras habla, empieza a bajar la cabeza, como apenado, como triste, hasta se le quedan los ojos vidriosos, como si fuera a llorar.
  • Tranquilo tío, lo entiendo, no pasa nada
  • La verdad es que me daba pena verlo así.
  • Por cierto, Pablo me ha dicho lo que te ha hecho en la cocina, y le he comentado que no lo vuelva a hacer – y de lo que acabas de hace tú, pienso.
  • Joder, no solo se contentó con darme una palmada, y magrearme el culo, sino que encima se lo cuenta a todos.

En la cena, Vicente, que así se llama mi tío nos comenta, que mañana empiezan las fiestas del pueblo y que durarán un par de días, que harán un campeonato de petanca, y que ellos, sus amigos y el son siete, y siempre se quedaba uno sin jugar, ya que jugaban en parejas, y que como este año estamos nosotras, me pide, si yo o mi madre podríamos jugar con ellos.

Mi madre explica que se quedaba a cuidar a la tía. A mí que me da un poco de corte, le digo evidentemente que no, ya que no había jugado nunca, pero vuelve a la carga y pone su cara de apenado y triste, recordando que no había querido bailar y esta vez conmueve a mi madre, que me insiste una y otra vez, para que me apunte, y como la verdad, no tengo nada que hacer, le he dicho que si, que me apunte. También nos comenta que, por la noche, en el patio de Casa Pepe había baile.

Petanca

Vicente me da a escoger que con quien me gustaría hacer pareja para la petanca, dije que, con él, pero me dijo que él hacía pareja con Pablo desde hacía siglos, y que escogiera otro, le dije que me lo pensaría.

  •           ¿Y para el baile?, comentó
  •           Yo no bailo
  •          Pero si es la única ocasión en que vienen jóvenes, tanto chicas, como chicos, a ver a sus viejos.
  •          Bueno, ya sacaremos la cabeza, dijo mi madre.

Por la noche empecé a repasar sus amigos, para ver con quien me podía tocar jugar:

  1.              Mi tío.
  2.              El fresco de Pablo de unos 65. Es el que me ha dado una palmada en el culo.
  3.           El saleroso de Juan, 72 años, barrigón, muy bajito, y era todo labia, vaya como el Tenorio ese. Te engatusaba de todo. También tenía las manos un poco largas.
  4.            Pepe, 75 años, obsesionado con las tetas, mientras estuvieron en casa, nos pedía agua constantemente a mi madre y a mí, desde el sofá, para que, al dársela, nos agacháramos, y nos pudiera ver el escote. Era enorme, 1,85 y una espalda de más de un metro de ancho
  5.           Pedro, delgado y muy alto, debe medir como 1,90, me parece que dijeron que tenía 68, tenía una voz dulce, pero varonil, como aquellas que escuchamos por la radio, a parte parecía muy elegante, tanto en el vestir, como en la forma de ser y por último muy educado, casi podría decir que el único.
  6.            Francisco, Fran, el vejete del grupo, 85 añitos, al entrar dejo el bastón, y se apoyó en todo momento en mi madre o en mí, para ir de un lado al otro, hasta nos pidió, en un momento que, si lo podíamos acompañar al baño, aún no habíamos llegado al wáter, que se bajaba los pantalones, yo me marche enseguida, mi madre se quedó tres o cuatro minutos más, y volvió a entrar para subirle los pantalones, esta vez se quedó un buen rato, y los dos salieron muy contentos.
  7.           Pero el peor de todos, era Víctor, 79 años, vivaracho, delgado, de alto como yo, y lleno de arrugas, se notaba a la legua, que era un viejo verde, estuvo todo el rato, repasándonos de arriba abajo, casi babeando, y rozando todo lo que podía. Hubo un momento que mientras mi madre preparaba las bebidas que había pedido se puso detrás de ella, le subió la falda del vestido, y la punteo, y yo diría que con la tranca fuera, pero esto no lo puedo corroborar.
  8.          Ricardo, no jugaría a la petanca, pues era de otro pueblo que también estaban en fiestas, y debía cumplir con su familia.

Me decidí por Pedro, que parecía el más inocente, el más educado, limpio y elegante.

3 de Julio

Al día siguiente, me hago la remolona en la cama, hasta las diez, pues a las once tengo que estar en un campo que tiene Juan, donde hay tres pistas de petanca.

Abro la ventana y el calor que entra es tremendo, debemos estar casi a 40 grados, por tanto, opto por ponerme bien fresquita, unos shorts pequeños tejanos, que no me puedo abrochar ni el botón, una camisa fresca anudada por encima del ombligo y unas menorquinas. Cuando me veo en el espejo, me veo demasiado provocativa, ya que no me había puesto bragas, y me marcaba muchísimo el culo. Y la camisa tenía tanto escote que dejaban mis melones casi fuera. Decido cambiarme, pero ya era demasiado tarde. Bajo deprisa las escaleras, y noto las tetas rebotando.

Al bajar a desayunar, a mi tío casi le da un infarto, pues la camisa está mal anudada y casi tengo un pecho fuera, lo veo, me arreglo, pero ya es tarde, está mirándome todo el rato, intentando desanudar la camisa con la vista. 

Desayunamos, y nos vamos al campeonato, mientras vamos hacia allí, se le ocurre poner la mano en mi cintura e ir andando así. Pero el viejo va bajando la mano hasta el nacimiento de mi culo, se la subí dos veces, pero la volvió a bajar por tercera vez, y decidí dejarla ahí.

Cuando llegamos ya tenía la mano en toda la nalga. Nos inscribimos. En total eramos ocho parejas, dos matrimonios y una pareja de jóvenes que no había visto, de unos 30, de pueblos cercanos, un par de vejetes que vi el otro día en el bar de Pepe y nosotros 8.

Se reparten las pistas y nos toca jugar contra los vejetes del bar de Pepe, el juego no se me da muy bien, pero Pedro, era un experto, y me hace prometer, que, si consigue ganar la partida, le concedería un baile, para la noche, acepto y ganamos.

En otra partida esta Pepe con Juan y la pareja de jóvenes, que eran muy malos, pero la chica se contoneaba de tal manera que los vejetes expertos juegan fatal, mirando el culo de la chica y pierden.

Víctor y Fran pierden con el primer matrimonio.

Después está el otro de los matrimonios, que se ve que él es campeón de petanca de no sé qué, supongo que, de su pueblo, y mi tío con Pablo, estos últimos ganan al ser la mujer una negación y en una mala tirada les da la partida.

Se ha improvisado una pequeña barra, me tomo un refresco, mientras todos ellos se toman cervezas a mansalva, hasta me convencen para tomar una pero no me gusta sola, y me la mezclan con limonada. Se habla de las partidas, de cómo ha ido, hasta que oímos a la pareja de viejos eliminados.

  •           Joder si no estuvieras tan obsesionado con los culos
  •           Es que lo tenía delante, tan sabroso, tan perfecto, que ….
  •           ¿Perfecto?, perfecto lo tiene la otra, eso sí es un buen culo y unas buenas tetas

Al oír eso, todos, clavan la mirada en mi culo, en mis tetas, en mi cuerpo, me siento tan incómoda, que me quiero tapar, pedro, mi “pareja” de petanca, me toma de la mano, la levanta y me hace hacer un par de vueltas. Ahora sí, estoy roja como un tomate, alcanzo una cerveza y me la tomo de un trago.

Esperamos a la segunda ronda, y claro después de un par de cervezas bien fresquitas, teniendo en cuenta de que yo no bebo nunca, se me han subido un poco a la cabeza.

El próximo partido nos ha tocado contra el primer matrimonio, y decidí hacer lo mismo que había hecho la chica, contonearme, total con las cervezas, me estaba poniendo cachonda. Al principio el viejo no miraba, pero en un momento que la mujer apuntaba el resultado, aprovecho para enseñarle un poco las tetas, y subirme los shorts, hasta separar los labios mayores. Evidentemente dio resultado, la mujer no paraba de increparle, y el a mirarme el culo, el coño y todo el resto de mi cuerpo. Aquí la promesa era un baile agarrao, y Pedro junto a mi cuerpo han hecho que ganemos otra vez.

Mi tío y Pablo les toca jugar con el matrimonio joven, aquí los dos vejetes, aunque miraban el culito de la chica, no se dejan robar la partida, aunque mirar, miran a consciencia.

Ya queda la final. Un par de cervezas más.

Ya solo quedamos nosotros y mi tío con Pablo, saco todas las armas de mujer, para desestabilizar a Pablo, y lo consigo, aunque tuve que desabrochar un poco el nudo de la camisa, para dejar mis melones un poco sueltos, y es que las cervezas han hecho mucho trabajo.

Hemos ganado el dichoso campeonato, me han manteado y he notado que alguna mano se escapaba y tocaba lo que no tenía que tocar. Después como recompensa me han dado un beso cada uno, más cerca de los labios de lo que yo hubiera querido, excepto Víctor, que me ha dado, por sorpresa un beso en todos los morros. La verdad es que me ha gustado, será por las cervezas, o por la euforia de haber ganado, no sé, repiten y les dejo hacer, me pegan unos morreos, que no veas, cada uno diferente, unos apasionados, duros y fuertes, otros suaves y tiernos, hasta se apuntan los vejetes y el joven y un matrimonio, si he de decir la verdad el beso de la chica fue el mejor. Encima me han hecho prometer, después de pedírmelo treinta veces, un baile con la campeona para cada uno de ellos. 

El baile

Llegué a casa muy cansada, y me fui a la cama, al cabo de unas horas me tomo un café bien cargado, salgo a la plaza, es una suerte porque he visto a un par de chavales de mi edad, bueno deben tener unos veinte años, guapísimos los dos, al verme se han acercado para hablar conmigo.

  •           Que haces por aquí preciosa
  •       Estoy con mis tíos, ¿y vosotros?
  •           Hemos venido por la fiesta, ¿iras al baile con nosotros?
  •           Si me lo pedís, claro que voy, pero no tengo nada para ponerme.
  •           Tranquila que con cualquier cosa estarás divina
  •           Gracias
  •           Somos los nietos de la señora del colmado.

          Le voy a pedir a mi madre si puedo ir con vosotros

Me voy a casa, se lo digo a mi madre. Estoy tan entusiasmada que convenzo a mi madre para buscar algo muy sexy para ponerme, y poder bailar con los chicos de la plaza.

Me pongo un vestido rojo de mi madre, con mucho escote, que parece que mis tetas vayan a salir, con minifalda, de esos que apenas acaba de tapar el culo, se me pega muchísimo, y marca todas las curvas de mi cuerpo. Al caminar se me va subiendo, al tener el mismo número de pie también me deja los tacos de diez centímetros a juego, se me ve espectacular. Decido ponerme un tanga a juego por si las moscas, pero no me pongo sostén, y los pezones se ponen duros, solo de verme.

Mi madre lleva un vestido parecido al mío, con la falda casi hasta las rodillas y sin tanto escote.

Cuando llego a casa Pepe, es una decepción, ya que solo hay una veintena de viejos y viejas, y una oronda joven de unos 25 años, resulta que los chicos tuvieron que volver a Teruel.

Viene el tío Vicente, que ya llevaba, tres o cuatro cervezas, y al verme grita, ¡que empiece la música!, me agarra, y empezamos a bailar varias piezas, incluido el paso doble en cuestión.

Éramos 5 mujeres, dos viejas, mi madre, la joven y yo, para casi 20 viejos.

Mi tío me hace bailar, la verdad que, bastante bien, y conmigo se ha comportado correctamente.

A mi madre, por el contrario, le agarraron el culo, y no se lo dejaron hasta el final de cada canción.

Nunca había bailado clásicos, pero había dos, Pedro y Víctor, que eran casi bailarines profesionales, aquí es como me di cuenta, que, en este tipo de bailes, solo que la mujer sepa moverse un poco, si el sabe, sale perfecto, solo tienes que tener la suficiente confianza como para dejarte llevar. Tanto mi madre como yo bailamos un montón de piezas con ellos, Pedro se comportaba, pero Víctor, era un rufián, metía mano todo lo que podía, que si una teta estrujada, que meter la mano bajo la falda, o subirla del todo, porque llevábamos unas faldas tan ajustadas que para bailar un tango no era adecuadas, y Víctor las subió a medio culo. Mi madre llevaba una braga de encaje negra, pero yo llevaba ese tanga rojo a juego con el vestido, por tanto, estaba enseñando el culo a la concurrencia.

Fueron pasando las horas, llegó un momento en que la mayoría se fue a casa, así todo nos quedamos unos cuentos, mi madre, yo, y unos 9 ancianos.

Al empezar los agarrados se envalentonan y también toman mi culo para reposar sus manos, yo les sacaba las manos cada vez, hasta que me tocó con un vejete que no media ni metro y medio, yo me di cuenta después, pero tengo el escote demasiado abierto y su barbilla coincide con mi canalillo, y sus manos directamente en mi culo, yo no sé si es que me empezaba a excitar, al tocarme culo y sus labios en mis tetas o que ya iba un poco tomada, pero le deje sobarme el culo y melones. Ese ha sido el detonante, a partir de ahí todos han hecho lo mismo, unos más osados otros menos, pero todos me han sobado los cachetes del culo. Algunos me han atrevido a tocarme el culo por debajo de la falda, y al tener tanga, me tocaban el culo a su merced. De tanto en cuanto también me pegaban morreos más o menos libidinosos.

Hubo un momento, bailando con Víctor que me aferro la mano y la puso encima de su paquete, yo me sobresalte, pero después de hacerlo tres veces mientras me decía, no pasa nada, a mí también me gusta que me toquen, como yo te toco el culo. Va tócame un poquito, venga, casi suplicaba, no sé si fue a la cuarta o la quinta vez que lo probo y la deje ahí. Al cabo de 5 minutos tanto mi madre que hacía unos movimientos rítmicos con la mano, como yo estábamos tocando paquetes. Cuando mi madre se dio cuenta de que yo estaba mas o menos igual que ella decidió, no sé si por protegerme o por envidia, que la fiesta con nosotras ya había acabado. La verdad esta vez, soy yo la que no quería irme, pero no le he dicho nada.

Al llegar a casa estaba tan excitada que me he tenido que masturbar un par de veces.

Al día siguiente me lo tomo de descanso, empiezan a pasar muchas cosas y me cuesta digerirlo. Era medianoche, cuando debido al calor que necesito bajar a tomar agua fresca, en el último tramo de escaleras oigo unos gemidos, ¿joder con quien está mi tío, si mi madre está en el hospital desde esta mañana?, me pregunto. Me acerco sigilosamente y al pasar por el comedor, me doy cuenta de que mi tío se hace una paja viendo una peli porno.

Yo había visto algunos videos de XVideos.com con mis amigas, y alguna vez sola en mi habitación, pero son videos de 6 minutos y ya está. Pero este me ha dejado paralizada.

El cabrón está mirando una peli donde una jovencita esta arrodillada mamando dos vergas a dos viejos, y encima la jovencita se parece a mí.

Unas escenas después, uno se la folla por la boca y otro por el culo, y después intercambian, estoy tan ensimismada, que empiezo a tocarme, cuando estoy a punto de correrme, me entra el miedo de que me vea y subo a la habitación.
Cuando ya estoy en la cama me empiezo a imaginar cómo debe ser estar en el lugar de la chica, ella estaba disfrutando con los viejos panzones esos, entonces me vienes a la cabeza el manteo, los besos, el baile, mi culo magreado, y me imagino como debe ser estar con alguno de los siete, que puñeta con los siete a la vez intentando tocarme, acariciarme, no me hace ya tanto asco, si no al revés, me mojo solo de pensarlo, pero claro del dicho al hecho, hay un trecho.

 

 

 

 

Relato erótico: “Las tortuosas vacaciones de una inocente jovencita 2” (POR GOLFO)

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Para los que no hayáis leído la primera parte, me llamo Esthela y para mi desgracia, durante un viaje de placer fui secuestrada por un millonario texano que me recluyó en una finca. Allí, he sufrido humillaciones de todo tipo: teniendo todo a mi disposición, debía de pagar en carne por ello. De forma que he sido su conejita de laboratorio y mediante hormonas, me ha convertido en  una vaca lechera a la que ordeña a su antojo.

Mis días han sido una sucesión de agravios, dolor y sexo. Para comer he tenido que mamársela, dejar que me sodomice y solo he mantenido mi virginidad a salvo porque ese malvado dice que la tiene reservada para un evento especial. Aunque no me he atrevido a preguntar cuándo va a hacer uso de ella porque temo su respuesta, sé que pronto lo averiguaré y que lo que ha planeado no va ser de mi agrado.

Os lo digo porque mi “dueño”, así quiere que le llame, hoy me ha traído ropa y me ha ordenado que me la ponga para dormir. Nada más verla, comprendí que esa túnica blanca podría ser mi “traje de novia y que con ella, ese pervertido me va a desflorar y quitar con ello, la poca autoestima que me queda.

¡Odio a ese cabrón! Ojala tuviera fuerzas para suicidarme y que terminar así con mi sufrimiento…

Mi despertar en unas ruinas.

A la mañana siguiente desperté completamente desnuda en una especie de catre. Recordaba haberme vestido con la túnica que me entregó mi secuestrador por lo que alguien debió de quitármela. Durante unos segundos dudé si esa habitación era parte de la finca pero rápidamente comprendí que estaba en una choza al ver a través de los huecos de los troncos que sostenían el tejado, que estaba en mitad de la selva.

«¡Hay gente!», exclamé esperanzada al oír voces en el exterior.

Creyendo que me había liberado, no me importó el salir corriendo sin nada que me tapara. Nada más irrumpir al exterior, se me cayó el alma a los pies al descubrir que estaba en mitad de la selva, dentro de una especie de aldea. Viendo que había un grupo de mujeres de aspecto oriental en una de las chozas, me acerqué a donde estaban y les pregunté:

-¿Dónde estoy? ¿Pueden ayudarme?

Las indígenas me miraron y mediante señas me hicieron entender que no me comprendían. Insistiendo, repetí mis preguntas en inglés con el mismo resultado, para ellas mis palabras eran ininteligibles. Casi llorando intenté explicarle que me habían secuestrado y que necesitaba su ayuda, pero lo único que conseguí fue que con una sonrisa una de las más ancianas me diera agua en un cazo de barro.

-No tengo sed, ¡lo que quiero es volver a casa!- grité derrumbándome al saber que ese sujeto había planeado todo y que me había dejado esperanzarme para que así fuera todavía más duro el saber que seguía en sus manos.

Sentada en un  tronco, me dejé llevar por mi angustia y comencé a sollozar desconsoladamente mientras esas mujeres me sonreían. Su actitud amable lejos de confortarme, azuzó mis llantos y durante largo rato, no hice otra cosa que llorar hasta que una joven de ojos rasgados se acercó a mi con un crio en sus brazos.

– Cho bú, cho bú- me pidió.

Al no comprender que era lo que quería, me la quedé mirando y entonces, me pasó al bebé mediante gestos me explicó que quería que le diera de mamar. Estaba a punto de negarme cuando el puñetero enano al sentir mis pechos repletos, llevó su boca hasta uno de mis pezones y se puso a chupar con desesperación. La  sensación de esa boquita mamando de mi teta me gustó e incluso solté un suspiro, al notar que al vaciar mi seno estaba rebajando el dolor que sentía al tenerlo lleno.

Todavía no me había acostumbrado a tener al crio colgado de mi pecho cuando otra madre viendo que del otro brotaba un chorrito de leche, trajo a otro crio y lo puso también a mamar. La sorpresa de sentirme ama de cría me paralizó y aunque estaba indignada, no pude reaccionar al saber que dependía de la buena voluntad de los habitantes de ese poblado para sobrevivir. Mi decisión resultó acertada porque mientras los dos bebés me ordeñaban, llegó otra indígena con un plato de frutas y sin pedirme opinión, comenzó a darme de comer en la boca.

«Me están cebando para obtener mi leche», comprendí desesperada cuando la madre del chaval viendo que el niño ya se había atiborrado lo recogió, cediendo  su puesto en mis tetas a los retoños de otras dos mujeres que esperaban haciendo cola frente a mí.

Humillada hasta decir tuve que aguantar que, de dos en dos, los pequeños de la aldea mamaran de mis pechos hasta que consiguieron vaciarlos. Al darse cuenta que ya habían ordeñado todo su contenido, las mujeres cogieron a su hijos y reanudaron sus labores cotidianas, dejándome allí tirada.

«Para ellas, ¡soy ganado!», comprendí mientras volvía llorando a la choza en la que desperté y aunque fuera por un momento, eché de menos a mi captor porque al menos él era uno.

No llevaba ni diez minutos, escondida y llorando mi desgracia en la penumbra de esa cabaña cuando un ruido en la entrada me hizo levantar la mirada. Al hacerlo descubrí a dos muchachos todavía adolescentes observándome desde la puerta. En sus ojos detecté un extraño brillo, que se incrementó cuando en silencio se acercaron hasta el catre donde yo estaba.

-¿Qué queréis?- grité angustiada al no saber sus intenciones.

No tardé en comprobar qué era lo que les había llevado allí porque sentándose uno a cada lado, tapándome la boca, me hicieron callar mientras llevaban sus bocas hasta mis pechos. Al contrario que los niños que solo se alimentaban, la forma en que esos dos recorrieron con sus lenguas mis pezones me hizo saber que sus razones eran otras y más cuando el más avispado de los dos, llevó su mano hasta mi entrepierna y se puso a pajearme obviando mis protestas.

« ¡Van a violarme!», incapaz de gritar pensé mientras intentaba zafarme de su acoso.

A los mocosos les hizo gracia mi rebeldía y reteniéndome entre los dos, sin dejar de intentar succionar mi leche, se dedicaron a recorrer mi cuerpo con sus manos mientras intentaba defenderme con un frenesí que me dejó agotada. Cuando dejé de debatirme, las caricias de los chavales se hicieron más sensuales pero no por ello menos humillantes. Usando sus dientes mordisquearon mis pezones al tiempo que con sus dedos hurgaban en mis dos agujeros. La ausencia de violencia no consiguió tranquilizarme y por ello, intenté gritar cuando obligándome a ponerme a cuatro patas uno de ellos, separó mis nalgas con  sus manos y hundiendo su cara en ellas, comenzó a lamer mi ojete con su lengua.

-¡Por favor! ¡No lo hagas!- chillé al sentir su apéndice hurgando dentro de mi culo.

Pero entonces su acompañante, tirando de mi melena hacia abajo, introdujo su falo hasta el fondo de mi garganta evitando de ese modo mis quejas. Afortunadamente el tamaño de ambos miembros nada tenían que ver con la verga de mi captor porque de haber tenido la longitud y el grosor al que me tenía acostumbrada ese indeseable, a buen seguro me hubieran roto el culo de una manera cruel. Aun así al no haber preparado con anterioridad mi esfínter, su intrusión me dolió atrozmente.  

Con su pene en el interior de mis intestinos, el puñetero chaval llevó sus manos hasta mis ya adoloridos pezones y cogiéndolos entre los dedos, comenzó a tirar de ellos con pasión.

-¡Dios!- chillé al sentirlos maltratados.

La tortura de tetas produjo un efecto no previsto y como si esas adolescentes yemas hubiesen abierto un grifo en mis areolas, de  estas comenzó a brotar un chorro de blanca leche que emocionó al muchacho que tenía su polla en mi boca.  Sacando su miembro, se tumbó debajo de mí y se puso a mamar de mis pechos mientras su amigo machacaba sin parar mi entrada trasera.

-¡No quiero!- chillé angustiada al sentir que los dientes del puñetero crio alternando entre mis pechos y el pene  del otro campeando en mi culo estaban elevando la temperatura de mi cuerpo.

La mezcla de humillación, dolor y excitación me tenía confundida. Mientras mi mente se revelaba ante tamaña agresión, mi cuerpo comportándose como un traidor me pedía más. La humedad de mi chochito era una muestra evidente de mi calentura pero más aún que involuntariamente llevara una mano entre mis piernas y sin pensar, me pajeara mientras esos dos me forzaban. Mis agresores se rieron de mis gritos de angustia y mientras uno se daba un banquete con el nutritivo producto de mis tetas, el otro comenzó a azotarme en el culo pidiéndome mediante gestos que me moviera.

-¡Dejadme!- imploré descompuesta al notar que contra mi voluntad todas mis neuronas estaban en ebullición.

Sé que de haberme entendido, tampoco me hubiesen soltado ese par de energúmenos porque para ellos yo solo era un medio para satisfacer sus oscuras necesidades. Al no comprender siquiera mis palabras, los dos indígenas siguieron  a lo suyo hasta que sentí que el pene que estaba martilleando dentro de mi trasero, eyaculaba rellenando con su semen mi culito.

-¡Maldito!- aullé menos indignada de lo que debería porque en ese momento mi coño parecía un ardiente polvorín a punto de explotar.

La gota que derramó el vaso y que me llevó en volandas hasta el mayor orgasmo que nunca había sentido, fue levantar mi mirada y ver a mi “dueño” sonriendo a dos metros del catre donde estaba siendo violada. Su presencia y la satisfacción que sentía al verme disfrutando de esa agresión, hizo que mi cuerpo colapsara y liberando mi tensión, me corrí en voz en grito mientras increíblemente le pedía perdón a ese sujeto por hacerlo. Os juro que todavía hoy no comprendo que fue lo que me motivó a disculparme.

Muerto de risa, mi captor echó a los críos de la cabaña y sentándose en el catre, me contestó mientras acariciaba mi melena:

-Putita mía, no has podido evitarlo. Desde que conocí a esta tribu hace años y descubrí que estaban esperando que su diosa les mandara una reina, te he estado buscando por todo el mundo. Sabiendo que según sus creencias esa deidad les mandaría una virgen de cuyos pechos brotara leche, te capturé y te estoy condicionando para ser su representante terrenal.

-No entiendo- respondí limpiando las lágrimas que surcaban mis mejillas.

Mi “dueño” me regaló un lametazo en un pezón antes de contestar:

-Para ellos, esa reina les procurara alimento mientras ellos le ofrecen placer. Todas las penurias a las que te he sometido tenían una razón, está noche te desvirgaré en su presencia mientras amamantas a los miembros de la tribu.

Al conocer mi destino debía de haberme sentido molesta pero mi cuerpo me traicionó al notar su lengua recorriendo mis pechos y pegando un grito, me volví a correr sin poderlo evitar. Aun sabiendo que era producto del lavado de cerebro al que me tenía sometida, me retorcí sobre ese catre pidiendo que me tomara. Necesitaba ser desvirgada por “él” y por eso comportándome como su puta, me arrodillé frente a mi captor para rogarle que me hiciera suya.

Ese cabrón sonrió al ver mi entrega y manteniéndose de pie junto a mí, se bajó su bragueta. Comprendí que se esperaba de mí y por vez primera mi sexo se encharcó mientras metía una mano dentro de su pantalón para sacar su verga. Al sentir entre mis dedos ese duro tronco, mi boca se me hizo agua y como si me fuera mi vida en ello, se la saqué mientras babeaba.

-Necesito chupársela- susurré obsesionada mientras acercaba mi boca a su miembro.

En ese momento, mi mente estaba dividida. Una parte estaba avergonzada por mi claudicación pero la otra se sintió  arrastrada a devorar esa morbosa tentación que tenía a mi alcance. Sacando mi lengua me puse a lamer su extensión con lágrimas en los ojos.

« ¿Qué estoy haciendo?», maldije al tiempo que recorría golosamente los bordes de su glande. Cómo un ser sin voluntad, abrí mis labios y agachando lentamente mi cabeza, experimenté como ese pene se iba introduciendo en el interior de mi boca. La satisfacción que experimenté al sentir su erección llenando mi garganta y el latigazo de placer que inundó mi coño, me hicieron saber que estaba perdiendo la batalla contra ese sujeto.

El que se autodenominaba como mi dueño gruñó al experimentar la húmeda caricia con la que yo, su puta, le estaba regalando y presionando con sus manos sobre mi cabeza, hundió su verga por completo en mi interior mientras me ordenaba que me masturbara. Os juro que intenté hacer oídos sordos a su mandato pero entonces me vi contrariando mis deseos y separando mis rodillas, hundí un par de dedos en mi sexo al tiempo que su glande se hacía presente contra mis amígdalas.

« ¡No puedo parar!», casi llorando pensé al comprobar el ardor con el que torturaba mi clítoris.

Cuanto más intentaba evitar seguir pajeándome, con mayor énfasis introducía sin pausa mis yemas en mi vulva. Dominada por una pasión incontrolable buscaba que el placer de mi secuestrador coincidiera con el mío y por eso al sentir la explosión de su polla en mi boca, me corrí nuevamente mientras mi mente sollozaba de vergüenza.

Habiendo satisfecho sus oscuras apetencias, el sujeto me obligó a limpiar su verga con mi lengua para acto seguido desaparecer sin despedirse.

Durante el resto de la mañana, me quedé encerrada en la choza. Una vez que mi secuestrador me había dejado sola, la certeza que nunca volvería a mi país me hizo llorar desconsoladamente. Hundida en mi depresión, me acurruqué en un rincón del camastro dando rienda suelta a mi dolor. Fueron horas duras en las que añoré mi vida anterior dándola por perdida.

Mi humillación fue máxima cuando sobre sobre las doce, tres jovencitas llegaron cargadas con frutas. Al verlas me recluí todavía más en mi sufrimiento pero entonces ellas me forzaron a comer. En un principio incluso me abrieron la boca para que tragara hasta que viendo la inutilidad de mi rebeldía dejé que me fueran dando uno tras otro trozos de lo que ellas consideraban un manjar. El problema vino cuando al terminar y tal como me había anticipado el sujeto esas tres crías exigieron su recompensa.

Sacándome de mi sopor una de las muchachas me abrió la camisa y antes que me pudiese quejar acercó su boca a mi pezón para comenzar a mamar. Jamás en mi vida me imaginé amamantando a una mujer y menos a dos, porque a los pocos segundos una segunda se apropió del pecho libre y buscó mi leche. Os parecerá extraño pero tras la sorpresa inicial, la sensación de esas dos lenguas ordeñando mis ubres me gustó y por eso relajándome sobre el catre, dejé que siguieran ordeñándome. Lo que no me esperaba fue que la tercera, viendo mi disposición, se acomodara entre mis piernas y separándolas, hundiera su cara entre ellas.

-¡Qué haces!- protesté pegando un gemido.

La oriental malinterpretó mi queja y creyendo que era de placer, usó su lengua para dar un largo y profundo lametazo a lo largo de mi sexo. La ternura y sensualidad con la que esa jovencita trató mi coñito, me hizo gritar pero esta vez de gusto, tras lo cual sus dos compañeras sin dejar de mamar quisieron también agradecer mi leche por medio de caricias. Esas seis manos y esas tres bocas al unísono, me hicieron boquear y sin poderlo evitar, la calentura me dominó. Colaborando con mis captoras, separé aún más las rodillas al notar las manos de las chicas torturando mi clítoris mientras su amiga seguía dando buena cuenta de mi coño.

-¡Parad!- les pedí sabiendo que estaba a punto de correrme sin percatarme que, según sus creencias, ellas debían de procurar el placer de su reina para que sus pechos nunca se vaciaran.

Azuzadas por mis gritos, esas crías me hicieron ponerme en pie y mientras dos de ellas se ocupaban de mi sexo, sentí que la otra separaba mis nalgas y hundía su lengua dentro de mi ojete. Al experimentar esa intrusión, me volví loca y presionando las cabezas de las que tenía frente a mí, me corrí dando aullidos. Ellas al sentir el geiser en el que se había convertido mi coño, se alternaron en el intento de secar ese manantial mientras a mi espalda, la tercera seguía follando con su lengua mi culito.

-¡Dios!- gemí llena de gozo ya entregada al placer.

La persistencia y la profundidad de las caricias de las orientales hizo que uniera sin pausa un orgasmo con el siguiente al tiempo que en mi mente la idea que ese destino no iba a ser tan malo empezaba a florecer….

Relato erótico: “Mi don: eli y la fiesta – fin de fiesta doble (6)” (POR SAULILLO77)

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Hola, este es mi 6º relato y como tal pido disculpas anticipadas por todos lo errores cometidos. Estos hechos son mezcla de realidad y ficción, no voy a mentir diciendo que esto es 100% real. Lo primero es contar mi historia, intentare ser lo mas breve posible.

Mi nombre es Raúl, tengo 25 años y lo ocurrido empezó en mis últimos años de Instituto, 17-18 años, considero mi infancia como algo normal en cualquier crió, familia normal con padre, chapado a la antigua y alma bohemia, madre devota y alegre,  hermana mayor , mandona pero de buen corazón, todos de buen comer y algo pasados de peso, sin cosas raras, vivo a las afueras de Madrid actualmente, aunque crecí en la gran ciudad. Mi infancia fue l normal, con las connotaciones que eso lleva, sabemos de sobra lo crueles que son los críos y mientras unos son los gafotas, otros los empollones, las feas, los enanos….etc. Todos encasillados en un rol, a mi me toco ser el gordo, y la verdad lo era. Nunca me prive de nada al comer pero fue con 12 años cuando empece a coger peso, tampoco es que a la hora de hacer deporte huyera, jugaba mucho al fútbol con los amigos y estaba apuntado a muchas actividades extra escolares, ya fuera natación , esgrima, taekwondo, o karate, pero no me ayudaba con el peso. Lo bueno era que seguía creciendo y llegue muy rápido a coger gran altura y corpulencia, disimulaba algo mi barriga, todavía no lo sabia pero esto seria muy importante en adelante. Siempre me decían que era cosa de genes o familia, y así lo acepte. Como casi todo gordo en un colegio o instituto al final o lo afrontas o te hundes, y como tal siempre lo lleve bien, el estigma del gordo gracioso me ayudo ha hacer amigos y una actitud simpática y algo socarrona me llevo a tener una vida social muy buena. Eso si, con las chicas ni hablar, todas me querían como su amigo, algo que me sacaba de quicio. Pues no paraba de ver como caían una y otra vez en los brazos de amigos o compañeros y luego salían escaldadas por las tonterías de los críos, siempre pensando que yo seria mucho mejor que ellos, pero nunca atreviéndome por mi aspecto a dar ese paso que se necesitaba. Un tío que con 17 años y ya rondaba el 1,90 y los 120 kilos no atraía demasiado, cierto es que era moreno de ojos negros y buenas espaldas, pero no compensaba.

Además, tengo algo de educación clásica, por mi padre, algo mayor que mi madre y chapado a la antigua, algo que en el fondo me gustaba ya que me enseño a pensar por mi mismo y obrar con responsabilidad sin miedo a los demás, pero también a tratar con demasiado celo a las damas, y lo mezclaba con una sinceridad brutal, heredada de mi madre, “las verdades solo hacen daño a los que la temen, y hace fuerte a quien la afronta”, solía decirme. Una mezcla peligrosa, no tienes miedo a la verdad ni a lo que piensen los demás. También, o en consecuencia, algo bocazas, pero sin mala intención, solo por hacer la gracia puedo ser algo cabrón. Nunca he sido un lumbreras, pero soy listo, muy vago eso si, si estudiara sacaría un 10 tras otro, pero con solo atender un poco sacabas un 6 por que molestarme, al fin y al cabo es información inútil que pasado el examen no volveré a necesitar.

Con el paso de mi infancia empecé a sufrir jaquecas, achacadas a las horas de tv, ordenador o a querer faltar a al escuela, ciertamente algunas lo serian pero otras no, me diagnosticaron migrañas, pero cuando me daban ningún medicamento era capaz de calmarme, así que decidieron hacerme un escáner  y salto la sorpresa, Con 17 años apunto de hacer los 18 e iniciar mi ultimo curso de instituto, un tumor benigno alojado cerca da la pituitaria, no era grande ni grave pero me provocaba los dolores de cabeza y al estar cerca del controlador de las hormonas, suponían que mi crecimiento adelantado y volumen corporal se debía a ello. Se decidió operar, no recuerdo haber pasado tanto miedo en mi vida como las horas previas a la operación, gracias a dios todo salió bien y con el apoyo de mi familia y amigos,  todo salió hacia delante y es donde realmente comienza mi historia.

Después de la operación, y unos cuantos días en al UCI de los que recuerdo bien poco, me tenían sedado, con un aparatoso vendaje en la cabeza e intubado hasta poder verificar que no había daños cerebrales. Me subieron a planta y pasadas una semana empece ha hacer rehabilitación, primero ejercicios de habla, coordinación y razonamiento, y después físicamente, era un trapo, no tenia fuerzas y había mucho que mover, pero pasaron los días y casi sin esfuerzo empecé a perder kilos, cogí fuerzas, en mi casa alucinaban de como me estaba quedando y ante esa celeridad muchos médicos me pedían calma, yo no quería, me encantaba aquello, pero tenia que llegar el momento en que mi tozudez cayo ante mi físico , a pocos días del alta, en unos ejercicios de rutina decidí forzar y mi pie cedió, cisura en el empeine y otra semana de reposo total, donde cumplí los 18. Aquí ocurrió la magia, debido a mi necesidad de descansar me asignaron un cuarto y una enfermera en especial para mis cuidados, se llamaba Raquel, la llevaba viendo muchos días y había cierta amistad hasta el punto de que en situaciones en que mi familia no podía estar era ella quien me ayudaba a…..la higiene personal, solía solicitar la ayuda de algún celador pero andaban escasos de personal, y yo hinchado de orgullo trataba de hacerme el duro moviéndome con la otra pierna.

Como os conté en mi anterior relato, ella fue mi 1º relación sexual, y la que me abrió los ojos, el tumor y su extracción me provoco una serie de cambios físicos, perdida de peso y volumen, además de, sin saber muy bien como, una polla enrome entre mis piernas. Pero las situación con ella, no dio para mas, me recupere perfectamente y llego el día de irme del hospital. Después toco poner en  práctica la teoría y Eli, la fisioterapeuta que me estaba ayudando con un problema en el pie, me la confirmo. Ahora era mi profesora y me enseñaba todo lo que se podría necesitar, y con unas amigas llego la magia. Después de mis 2 primeras semanas de aprendizaje y teoría, llegaba la hora del examen práctico. Ahora de mi aprendizaje,  Eli me invito a una fiesta que quiso usar de examen, y se desmadro, Paula,  la Duquesa, Matahari. Laura……ETC.

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Ya he leído algunos comentarios, gracias por los consejos, tratare de corregir, debido a varios comentarios paso a quitar en negrita las conversaciones

Shadow, gracias, voy a probar a ver si no le doy tanta patada al diccionario, le paso varios correctores y uso el works, a ver que tal.

Es cierto que quienes sigan la serie, es una lata, pero la 1º parte casi no cambia, con bajar un poco la rueda del ratón se soluciona, de ahí que ponga estas pequeñas anotaciones separadas del resto, Y así los que empiecen un relato sin seguir el orden, tener una idea general rápida.

Y si, es una deformidad de polla, pero tenia que ser así.

Pido disculpas por los “tochazos” que escribo, estas primeras experiencias llevan mucha información, y es importante a mí entender. Alguno mas así y os prometo que los siguientes no serán tan grandes.

Pero la historia debe continuar.

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FIN DE FIESTA Y LIBERACIÓN.

Matahari se  la había jugado a la presidenta de la federación de tenis, y a nosotros sin saberlo,  cambio las cintas, suponíamos que ella tenia aun las cintas y debía entregársela a sus jefes, suponíamos también que eran los de atletismo. Todo eran suposiciones, pero no teníamos nada, sugerí tenderle una trampa a Matahari, citarla con un mensaje como si fuéramos ellos para llevarla a alguna habitación donde obligarla a darnos al cinta, Mariana, Eli y yo lo hablamos.

-ELI: es jugársela, pero no tenemos otra Mariana, por probar no perdemos nada.

-MARIANA: se lo olerá, además de que conoce mi número.

-YO: le mandamos el mensaje desde el mío, no lo tendrá.

-ELI: en serio, confía en nosotros,  puede funcionar.

-MARIANA: esta bien, toma el número.

-YO: bien,  las palabras deben ser ambiguas, pero el mensaje claro.

-ELI: date prisa, son las 2 y media  de la mañana,  no podemos dejar pasar mas tiempo.

Le mandamos el mensaje.

“Cambio de planes, ha surgido un problema en la federación de atletismo, quedamos para la entrega en la habitación 132,  en 1 hora.”

Me aprecio convincente y lo mandamos.

-YO: ya esta, solo queda esperar, a ver si pica.

-MARIANA: y como sabremos sin funciono.

-ELI: vayamos a la zona de la barra, delante de los ascensor, son el único acceso a las habitaciones, si aparece y sube,  ha caído.

-YO: pero si llega a la habitación y no hay nadie,  se ira.

-MARIANA: subir vosotros a la habitación, la tengo reservada, y esta algo separada, nadie os molestara, yo me quedo aquí y si la veo subir os aviso. ¡¡¡¡Por favor necesitamos esto!!!

Pareció cuadrar, y despidiéndonos y subimos a la habitación, apagamos luces y mientras Eli se sentaba en la cama con los pies doloridos por los tacones, yo esperaba en la habitación, en una esquina que daba a la puerta de la habitación, para que según entrara, quedara encerrada dentro.

-ELI: has tenido un gran idea, pero no se si funcionara.

-YO: no es cuestión de que funcione o no, ya habíamos perdido, esto es a la desesperada.

-ELI: aun así te lo agradezco, te la juegas por mí.

-YO: ¿por ti? siento decírtelo, no, no estoy aquí por ti, te agradezco tu ayuda estas semanas, pero esto es solo un paso en el camino que yo elegí, además, me lo estoy pasando bomba, parecemos espías jajajja

-ELI: eres de los pocos que harían algo así, pero si esto funciona y aparece, no va a ser fácil hacerla hablar.

YO: no pienso ponerla la mano encima, odio a los maltratadores, ya te lo dije, pero tu me has ofrecido como arma contra ella, y presupongo el por que.

ELI: es cierto, además no creo que la violencia solucione nada aquí, pero quizá con un poco de ayuda de nuestro gran amigo la hagamos hablar.

-YO: si es tan “profesional” en lo suyo, mi polla no será  efectiva, habrá hecho de todo y de todos los tamaños. No se asustara.

-ELI: yo tampoco soy ninguna estrecha y …………..- Era cierto, era una mujer avezada en el sexo, y  la había hecho vibrar,  durante 3 días me la folle, la hice correrse y hasta casi desvanecer en el baño del gym.

-YO: supongo que tienes razón, lo dejo a tus manos.

Pasamos una hora a la espera, hablando de tonterías, y mandándonos mensajes con Mariana, tensos por momentos y con bajón de ánimo en otros. Habíamos perdido la esperanza, eran las 3:30 de la madrugada,  recibíamos menos información de Mariana, y me canse, me senté al lado de Eli, y mientras la comentaba mis experiencias de la noche, pasaba mi mano por uno de sus brazos que tenia apoyado sobre la cama, de arriba a  abajo, mas que sensual, como gesto de cariño.

-YO: creo que nos hemos quedado sin opciones, no va a venir.

-ELI:   ya sabíamos que era difícil, pero te he visto tratar con las mujeres, conmigo incluso, te has desenvuelto bien y creo que ya no puedes sacar nada mas de mi.- sus palabra me hirieron levemente, aguante la cara de póker unos segundos.

YO: ¿ósea que esto es una despedida?

-ELI: no, no tiene por que, seguiremos en contacto y quedaremos, pero esto ha de parar,  tienes de mi lo que querías y lo que te podía ofrecer.

-YO: si eso es cierto, y es lo que piensas, lo acepto,  pero no por ello me gusta. Me encantaría que siguiéramos con nuestras clases, aunque no aprenda estaría contigo,  yo pienso que eso es bueno para ambos.

-ELI: cariño, no esta bien, te saco mucha edad, y debes iniciar una vida normal,  tu propia historia, y yo con la mía, no es solo por ti, estamos estancados,  ¿como crees que serán nuestras vidas si seguimos así? duraremos que….. 3-4 años,  tu tarde o temprano encontraras a otra aunque solo por que sea de tu edad, o te canses de mi…….

-YO: ¡¡¡¡nunca!!! – sonrío y me acaricio la cara.

-ELI: eso piensas ahora, pero ni tu puedes tener una vida conmigo , ni yo una contigo.

Otra vez, rechazado por una mujer,  después de todo lo pasado, no era justo, me infle de rabia, no se como hubiera reaccionado si Mariana no nos hubiera mandado un mensaje.

MARIANA: “creo que esa maldita zorra esta subiendo”- joder ¿como que creo?, la llamamos.

-ELI: ¿Qué pasa? ¿Por que crees?

-MARIANA: estaba hablando con una compañeras, no se, me ha parecido verla subir  a un ascensor, al menos vi un vestido rojo.

-YO: joder muchas gracias por la ayuda.- la colgué- ¿que hacemos?

-ELI: tu ponte en posición, si era ella, vendrá, si lo hace  déjame hablar a mi…….

-YO: ¿Y si intenta huir?

-ELI: ponte en medio de la puerta, no podrá moverte,  ni salir. Cuando empiece la acción la pondré en una situación de elección, podrá irse si quiere, pero si se queda es nuestra.

Se hizo un silencio sepulcral, me tense entero, ¿seria ella o no?, mande un mensaje a mi padre para que no viniera a buscarme, cubriendo todas las opciones. Los segundos pasaron a ser horas, oímos pasos de gente pero  nadie entraba. Cuando empece a relajarme algo, sonó lo puerta, con una serie de golpes muy específicos como para ser aleatorios. Mire a Eli cuestionando que hacer.

-ELI: pasa no tenemos tiempo para tonterías.- lo dijo con una voz varonil bastante cutre, pero efectiva, se abrió la puerta y entro.

No se veía mucho así que entro hasta la zona central, allí Eli encendió la luz, como una madre esperando a su hijo de vuelta de un noche de fiesta, la luz ilumino la habitación,  ¡¡¡era  Matahari!!!.

-ELI: hola guarra, ¿esperabas a otros?- se sobresalto al verla, pero reacciono, y analizo, “¿otros?” eso es plural, se dio la vuelta y me vio, entendió la trampa.

-MATAHARI: ¿Qué coño queréis de mí?

-ELI: la cinta, como no…….

-MATAHARI: pues buena suerte, ya se la entregué a su dueña, esa loca del tenis.- según decía eso avanzo hacia la puerta, yo me puse en medio, y cerré la puerta con pestillo, era físicamente imposible que ella me moviera y abriera la puerta, y aunque no la pegaría, ella no lo sabia.

-ELI: tu no te vas a ningún lado putón berbenero, sabemos de sobra que cambiaste las cintas, el diste una vacía y te quedaste la original, esa es la que queremos.

-MATAHARI: ya claro ¿y como lo sabéis?

-ELI: por que tenemos la cinta que le diste – Eli la saco del bolso y la estampo con fuerza contra la pared rompiéndola en mil pedazos, quería intimidarla y nada mejor que pillándola en una mentira.

-MATAHARI: ¿Cómo la habéis logrado?

-ELI: por que mientras ellos follaban y tú gravabas, yo estaba en el armario empotrado – se quedo blanca- y ahora ven aquí siéntete a mi lado como una niña buena y déjame cachearte ¿o prefieres que te obligue el? – me señalo.

Se vio cazada,  de pie, supongo que pensado en sus  opciones, no era bueno dejarla pensar, asi que di un paso hacia ella.

-MATAHARI: vale vale, ya me siento. – con gesto altivo aun se sentó al lado de Eli en la cama.

Repaso su cuerpo como una policía,  de arriba abajo y le miro en el bolso, la cinta no estaba.

-ELI: ¿donde la tienes?

-MATAHARI: la entregue ya.

-ELI: ¿y si la has entregado por que has venido aquí? De nuevo mintiendo, ¿voy a tener que hacerle venir? – yo entendí que se dirigía a mi y me acerque unos pasos, poniendo cara de malo.- si ya la has entregado no entenderías el mensaje, y no tendrías por que venir  aquí.

Tardo unos segundos en responder.

-MATAHARI: quería saber quien………………

-ELI: ojo, no vuelvas a mentirnos, o no respondo de lo que te pueda llegar ha hacer el.

-MATAHARI: deja ya ese rollo de amenazas, no sacaras nada de mi aunque me parta las piernas.

-ELI: pues dinos donde esta la cinta y podrás irte ilesa.

-MATAHARI: ¡¡¡JAMAS!!!

-ELI: tu lo has querido –  Eli se puso de rodillas sobre la cama, acariciando el perfil de los brazos de aquella zorra – veras, normalmente le dejaría que te destrozara a golpes hasta que te dejáramos en el hospital un tiempo, es muy capaz, pero creo que para una puta loca como tu seremos algo mas delicados – me miro-  ve quitándote la ropa.

-MATAHARI: ¿esa es tu jugada?, este memo con cara de pánfilo ¿me va a violar? Por favor he pasado por hombres perores, algunas veces en grupo, y hasta he sido actriz porno, no me hagas reír, me da igual que me folle, se le nota el bulto, hasta puede que lo disfrute.

-ELI: te digo yo que vas a pasar de pedir  que te folle,  a rogar que pare.

De repente caí, con la fiesta, su ropa puesta y el maquillaje,  no la había reconocido, era Mamanda Hot de unos 29 años, de mis noches de onanismo algún vídeo suyo había caído, lo ultimo que supe es que paso por el mercado  USA sin mucho éxito. Eso me éxito bastante, mientras me desvestía, la visión de Eli colocándose detrás de ellas e iniciando un masaje en sus hombros, con gestos amplios y lentos, ayudaba, me quede solo con los slips y mi polla un tanto morcillona por la situación, me miro la entrepierna.

-MATAHARI: vaya con el tontorrón que me ha tirado la copa…….aun así una buena polla dura no me va a hacer cambiar de idea. – Eli sonrío a su espalda, se acerco a su oído y susurro.

-ELI: es que aun no la tiene dura.

Esas palabras pusieron tensa  la piel de aquella reputada mujer, se le erizo un poco  la espalda entre el masaje de Eli y la visión de mi polla retenida bajo la licra. Eli llevo una de sus manos a la cremallera de uno de los costados del vestido rojo y se lo fue bajando  mientras daba ligeros besos en el cuello de aquella profesional, le bajo la parte de arriba del vestido y dejo al aire un muy buen par de tetas, operadas,  apenas contenidas por un sostén sin tirantes, que salió disparado cuando Eli se lo desabrocho, con habilidad, por el botón que tenia delante. Eli llevo sus dos manos a aquellas tetas remodeladas médicamente y las masacraba con gestos amplios y lentos de nuevo. Aquella visión me la estaba poniendo gordisima, mientras que seguía besándola el cuello, vi como Matahari se agarraba de forma continuada parte de la falda de su vestido.

ELI: que dices, ¿se la vemos? – se dejo al descubierto, mi posición había cambado, ella podía salir de la habitación si quería.

-MATAHARI: ummmmm ¿por que no? – estaba cogiendo el papel de actriz porno, era nuestra.

-ELI: venga, sácate la polla. – me ordeno, y yo obedecí encantado, cuando mi polla se termino de bambolear delante de su  mirada, quedo algo alucinada.

-MATAHARI: no esta mal, nada  nada  mal.

-ELI: y aun le falta.

-MATAHARI: ¡¡¡¿que?!!! Eso tengo que verlo, ven aquí campeón.- me acerque lo justo para dejarle acceso libre a mi miembro.

-ELI: frota al lampara y sacaras al genio.

Sin duda en su mirada y gestos cogió mi polla con ambas manos, la doblo, mas que admirándola inspeccionando, inicio un sube y baja que ya me la puso a reventar.

-ELI: ahora si esta al 100%.

-MATAHARI: ¡¡¡Pero si es……….casi  como la de Jonah Falcon!!! – (Dato real y curioso, Jonah Falcon es el hombre con el pene más grande del mundo, reconocido, el cual mide 24 cms en reposo y 34 cms erecto, no es actor porno,  si no periodista y actor,  pero si ha dejado que hagan moldes con su polla para consoladores.).Según mis ultimas mediciones mas exactas, me sacaba algo de ventaja, 2-3 centímetros,  pero no mucha.

-ELI: y no veas como folla, lleva un mes partiéndome por la mitad – lo decía mientras se ponía al lado de su nueva amiga.

-MATAHARI: normal, vaya pedazo de polla, yo en  USA he hecho videos con actores con pollas bastante grandes,  incluso con Nacho Vidal aquí,  pero este carbón les deja de lado.- mientras comentaba todo aquello y mas cosas con Eli, yo no la escuchaba,  seguía pajeándome sin parar desde que había llegado al empalme, estaba absorto.

-ELI: a mi ya casi me desencajaba la mandíbula cuando me la trago, es un espectáculo, un ejercicio de superación, ¿tu hasta donde te crees que le llegas?-

-MATAHARI: pues no se, habrá que probar.- se escupió en la mano, masajeo mi capullo,  y sin mas, empezó a  meter mi glande en su boca,  a chupar  como toda una profesional que era, en menos de un minuto ya casi me sentía que me corría pero logre calmarme.

Poco a poco fue babeando toda la parte delantera de mi polla, goteaba, y se tragaba una buena porción cada vez que engullía, con cada embestida tragaba un poco mas, tuvo amagos de arcadas pero siguió engullendo, se metía ya media polla, con bastante trabajo ya, bajaba todo lo que podía, y aguantaba, casi notaba  su campanilla en mi glande, se mantenía allí unos segundos y se la sacaba para respirar,  un poco ahogada. Me estaba  encantando, vi como Eli  había metido una mano por la raja del vestido de Matahari, y como su mano se movía por la zona de la pelvis, y con la otra guiaba la cabeza de aquella mujer que se introducía mi miembro con ansia en la boca. En una de las veces que se separo……..

-MATAHARI:  ¡¡¡¡dios, ufff cof cof,!!!, creo que de ahí no paso.- lo comentó mientras un hilo de baba iba de sus labios a mi polla, pero sin dejar de masturbarme con las manos.

-ELI: vaya, esperaba mas de ti y tu fama.-  se debió sentir ofendida en su orgullo o algo, por que  miro a Eli con celos, y volvió al ataque, se metía polla de nuevo hasta mas de la mitad, y ya con arcadas evidentes.

-YO: párala que me la vomita entera.

La cogió de la cabeza y tiro de ella fuertemente hasta dejarla recostaba en la cama, le paso una  pierna por encima quedando de rodillas mirando hacia mi, con  la otra mujer entre sus piernas.

-ELI: esto se hace así. – cogió mi polla de la base , llevo la otra mano a la entrepierna de Matahari, y  trago como venia haciendo desde hace semanas.

No seria actriz pro no profesional, pero la chupaba muchísimo mejor, no solo engullía si no que dentro de su boca su lengua hacia maravillas, volvió a usar el truco de pasar los dientes por el glande mientras Matahari asomaba la cabeza por uno de los lados de Eli, no me había dado cuenta pero había apartado parte del vestido de Eli, y estaba masajeando sus glúteos, algo que sabia que ponía como una burra en celo a la mujer que chupaba mi polla. Aguante lo que pude pero tras unos minuto asi avise de mi corrida.

YO: ¡¡¡agua va!!! – me tense como pocas veces hasta ese momento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

A duras penas pudo Eli sacársela de la boca y apuntar hacia otro lado, pero sin dejar de mover su mano sobre mi polla.

-MATAHARI: vaya un espectáculo, tu que ya estas acostumbrada a el. – Eli torció el gesto a su espalda y le guiño un ojo.

Se movieron casi como ensayado, para quedar una a cada lado de la cama y un hueco en medio.

-ELI: nada ven aquí y siéntate que aun no hemos acabado

-MATAHARI: no no, aquí no se acaba.- golpeo  repetidamente en colchón con la mano.

Me di la vuelta y me senté, Eli no tardo en ponerse a mi lado, agarrarme la polla, algo flácida después de expulsar mi semen,  y mientras iniciaba un leve subí y baja me besaba con pasión, notaba a Matahari acariciándome cambien por el otro lado, su trabajo y el paso de algunos minutos me puso de nuevo la lanza el ristre. Me tumbaron sobre la cama y con 4 manos sobre mi polla empezaron hablar.

-MATAHARI: por favor déjame cabalgarlo.

-ELI:  estas  loca, no sabes lo que pides.

-MATAHARI: si lo se, cuantas veces se tiene una oportunidad así.

-ELI: bueno, tu quieres algo, y nosotros también.  – recordó la cinta.

-MATAHARI: no puedo, no es mía, si os la doy perderé mi crédito.

-ELI: pues es una pena, pero al menos te dejare mirar, para que veas lo que te pierdes.- se levanto de la cama y se pudo en pie, dejando a la otra pajeándome.

Se llevo una mano al broche, lo abrió y su vestido cayo de golpe hasta su cintura, dejando sus preciosas tetas al aire, se dio la vuelta contoneándose y se fue bajando el vestido por la cintura hasta rebelar su espectacular trasero, con un tanga, pero que era algo mas grande que los normales,  casi  bragas, de color azul oscuro, como su traje,   unas medias de encaje, las reconocí, fueron las que se puso cuando me enseñaba como desnudar a una mujer y que provocaron una masturbación en directo y alguna mas en mi casa tirando de memoria. Se saco las medias colocado un pie sobre la cama y bajándoselas de forma evocadora, primero una y luego otra, el remate final fue darse la vuelta y bajarse el tanga poniendo el culo en pompa, por poco  que me levanto a por ella, pero tenia a Matahari pajeándome hábilmente. Se agacho y se puso a gatear sobre la cama, escalando mi cuerpo, dándole un buen lametón a mi polla cuando paso su cara por allí,  hasta llegar a mi altura, me beso con todo su pelo cayendo por un lado de su cabeza, y frotando su cuerpo contra mi y mi pene.

-ELI: no hay nada como la 1º vez ¿recuerdas? – era una indicación clara de cómo debía comportarme.

-YO: la 2º fue mejor. – le subí la apuesta, rió, me beso de nuevo y se puso a horcajadas encima mía, con una pierna a cada lado.

Matahari hizo lo propio y sin que la prestarla mucha atención se quito la ropa, realmente sus tetas eran muy llamativas, la operación se las dejo perfectas, pero al quitarse el vestido la vi un tanga minúsculo, de color carne, especialmente indicado para llevarlo con vestidos atrevidos y así parecer que no lleva nada. Al agacharse para quitárselo pude ver algo de celulitis en su trasero, y quedándose medio tumbada a nuestro lado, sin perder detalle, se tocaba su parte intima, por lo que veía, totalmente rasurada, y me acariciaba el pecho a mi.

Eli llevo su mano a mi polla, levanto la cadera con experiencia, abrió su coño con la otra mano, y se la metió poco a poco en el coño, ya estaba acostumbrada así que no hubo alteraciones importantes, bajo sin parar lentamente hasta que la mitad de mi polla desapareció en su interior.

-ELI: ummmmmmmm  – volvió a subir un poco y continuo la bajada, esta vez  ¾ de polla dentro, repitió movimiento hasta que casi estaba totalmente empalada, se paro en esa posición unos segundos – ohhhhhhh siiiiiiiiiiiiii- puso sus brazos en mi vientre, apretando con fuerza, yo estaba en la gloria.

-MATAHARI: joder tronca, vaya animalada, menos mal que tienes el coño acostumbrado.

-ELI: y solo……….. acaba…………. de empezar.

Inicio un leve movimiento circular de cadera, sin subir ni bajar, solo moviéndose con casi toda mi polla dentro, fue aumentando el ritmo y cuando ya se vio preparada, puso las mano en el colchón e hizo fuerza, subía con rapidez y bajaba con calma, un par de veces así y aumento el ritmo de nuevo, subía y bajaba a gran velocidad.

-ELI: ¡¡¡¡dios, ya empieza, dios, que gusta,  me parte,   dios!!!! – era raro oírla así tan pronto, supuse que quería darle celos a mi acompañante que aumentaba el ritmo de su masturbación con el de Eli.

El ritmo de los golpe de cadera de Eli llego a un punto de velocidad  que me llevo al cielo, cuando note que empezaba a descender, lance mis manos a su trasero y lo apretaba y separaba como sabia que le hacia correrse, también movía mi cadera y cogiendo fuerza con los pies nuestras pelvis empezaron a ir en direcciones contrarias y opuestas, provocando el sonido de mis huevos en su coño, del que brotaban fluidos, mi masaje en sus glúteos surtió efecto y Eli cayo sobre mi para besarme de forma animal, ella ya casi no se movía pero yo estaba en pleno desenfreno, bombeaba su obertura totalmente empapada mientras separa sus nalgas, la respiración se le entre cortaba, y cuando la note vibrar aumente un tercio la velocidad, Eli solo callaba y recibía como una leona.

-ELI: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡dios!!!!!!!- exploto de forma obvia, corriéndose abundantemente sobre mi polla, y moviendo la cadera de forma descontrolada, como queriendo sacarse mi  miembro de dentro, pero sin lograrlo.

Cayo mi pelvis a la cama, estaba agotado, pero con un erección de caballo,  una diosa, que se acaba de correr, aun ensartada y una ex actriz porno frotándose de forma obscena a mi lado,  supongo que no aguanto mas se incorporó, paso un pierna por encima de mi, de rodillas mirando hacia Eli, enfrentadas, bajó su cadera y  me planto el coño en la cara, lo tenia ardiente y húmedo,

-MATAHARI: ¡cómemelo por favor!- Ni lo pense y empece a chupara sus labios mayores, jugueteando con mi lengua, lleve un mano a su coño y se lo abrí, y mientras metía un dedo por su vagina con mi lengua lamía con calma su clítoris, totalmente hinchado.

Desde mi posición no podía ver mucho, pero oía como debían de estar besándose,  y recorriendo  todas  las partes de sus cuerpos, pense que hasta estarían chupándose las tetas una a la otra. Pasados unos minutos ya tenia de nuevo a Eli cabalgándome y a Matahari a punto de caramelo, estaba muy excitada, y mis hábiles dedos entrenadas sacaron jugo de aquella hembra, su corrida no fue tan húmeda, como pense, pero si efectiva, casi cayo de lado, y vi la cara de Eli, estaba fuera de si, me cabalgaba como nunca, me incorpore para besarla, pegue mi cuerpo al suyo y entre una mano en su culo y otra en sus pechos, siguió bombeándose contra mi, Matahari se puso detrás de mi, acariciándonos a los 2, yo baje mi cabeza para chupar uno de los pezones de Eli que estaba duro como piedra,  mientras ellas se besaban por encima de mi hombro. Note el calambre en mis riñones, Eli  también, y se separo un poco de mi, para mirarme fijamente a los ojos, sin parpadear, mientras seguía con un alocado movimiento de cadera. Me corrí sobradamente dentro de ella, pero no paro sus movimientos, siguió algún minuto mas hasta que se volvió a correr ella, nuestros fluidos se mezclaron, caían de su interior por mi polla, y nos volvimos a besar de forma ya mas calmada, como fin de una gran sesión de sexo, que había sido.

-YO: no creo que esto se pueda superar. – quería ser un halago para Eli, pero al parecer era un reto para Matahari.

-MATAHARI: de eso nada, yo no me voy de aquí sin follarmee a este semental. – Eli la miro por encima de mí, con cara de logro conseguido.

-ELI: ya sabes lo que tienes que hacer.

-MATAHARI: la cinta esta en mi abrigo, en el ropero, ahora quítate de encima que le voy a dar la follada de su vida.

-ELI: antes nos aseguramos, pero puedes ir divirtiéndote con el un rato mientras lo confirmo.- Eli se desencajo de mi, y mi polla flácida cayo por el peso, totalmente empapada, fue a coger el móvil y llamar a Mariana.

Mientras Matahari se me subió encima,  con una mano me pajeaba y me besaba por todo el cuello, o correspondí con caricias por todo su cuerpo,  pegando su cadera a mi con mi polla en  medio de nosotros.

-ELI: he he, con condón, a saber que mierda tienes tu “so´ puta.” – y saco del bolso una especie de caja de condones, XXL ponía.

 Se los tiro a Matahari que se separo de mi y me puso sentado al borde de la cama  con ella arrodillada entre mis piernas, con cierta habilidad, saco uno condón, lo abrió y lo puso en la punta de mi polla, que debido a su caricias andaba creciendo.

ELI: ¿seguro?, ¿ya la tienes? ¿Mira a ver que contiene?. – confirmaba con Mariana por teléfono.

Aquella mujer que tenia rogándome sexo, puso sus dedos con el condón pillado en  mi polla, luego sujeto por el borde, quito la otra mano y bajo su boca hasta la punta, con una habilidad pasmosa, fue bajando la boca, a la vez engullendo mi polla y la vez poniéndome el condón, cuando no pudo bajar mas, siguió con la mano. Una vez puesto se me subió a horcajadas, se chupo la mano de forma grosera y se la llevo al coño para lubricarlo, abrió sus labios mayores y cuando estaba apunto de ensartarse………..

-ELI: ¿la tienes? ¿Seguro? Perfecto, justo a tiempo, escóndela, nos quedaremos por aquí.  –Colgó- Tu zorra quítate de encima de mi chico.- se acero y la aparto de mala manera, haciéndola caer al suelo.

-MATAHARI: mala puta, me has dicho………

-ELI: te he dicho lo que querías oír, no voy a dejar que te lo folles, con condón y todo le puedes pegar algo, o eres tan mala zorra que lo mismo te quedas embarazada a propósito solo por dar por saco, vístete y sal de aquí,   ya has acabado –  y se dio la vuelta buscando su ropa,  de forma orgullosa.

-YO: joder Eli, ¿me vas a dejar así?

-MATAHARI: eso, deja que pruebe,  por favor, solo hasta que se corra.- Eli se paro en seco, puso cara pensativa, esa frase de Matahari la hizo darse cuenta de algo que yo no entendí, y me miro.

-ELI: ¿quieres follartela?

-YO: hombre, no es por ser ella pero la tengo dura de nuevo.

-ELI: ven al baño. – me cogió de la mano y me llevo al servicio, allí me quito el condón con cuidado y abrió le grifo de la pila, puso el condón debajo como para inflarlo de agua, y cuando se lleno un poco aparecieron unos chorrillos en la punta de condón – no tengas lastima por ella,  esta puta ha pinchado el condón mientras te lo ponía, como te he dicho es capaz de dejarse embarazar solo por joderte la vida, o salir de aquí con tu semen y ADN dentro y denúnciate por violación.

-YO: ¡¡¡¡ será zorra!!! , ¡¡¡¡¿¿Pero como se puede ser tan retorcida??!!! – lo dije mientras salía del baño a buscarla encolerizado, peor la muy fulana ya estaba medio vestida y saliendo de la habitación.

-MATAHARI: si quieres ganar dinero, llama este numero – lanzo una tarjeta al suelo, y se fue.

Eli me sujeto por detrás, agarrándome la polla.

-ELI: déjala,  ya tenemos lo que querríamos de ella, duchémonos y te ayudo con esta. – y empezó a masturbarme. – me fui clamando poco a poco hasta que las caricias de Eli me parecieron mas importantes que el cabreo que tenia.

-YO: esta bien,  pero solo si nos duchamos juntos. – yo no había dicho mi ultima palabra esa noche.

-ELI: esta bien, vamos.

Nos metimos los dos, no sin problemas por mi tamaño, en la ducha, pero también gracias a el,  nuestros cuerpos estaban muy juntos, abrimos el grifo de la ducha y lo colocamos en el soporte por encima de nosotros, , Eli estaba de cara a la pared y yo detrás de ella, acariciando su cuerpo con lujuria y restregando mi polla dura en su trasero, entre el calor del agua cayendo sobre nosotros y nuestras caricias no pasa mucho tiempo hasta que la situación pedía sexo a gritos, Eli se dio la vuelta , echo la espalda  sobre la pared, apoyándose y sujetándome por el culo atrayéndome hacia ella,  con el agua  recorriendo todo sus pechos, su torso  y  cayendo los lados y bajando hasta su obertura.

-ELI: ¡follame!, como el día de las duchas, no pares hasta que te lo ruegue.- y se abrió los labios con una mano  dejándome su coño totalmente ofrecido.

Un regalo por mi trabajo de esa noche supongo, me cogí la polla y se la forte por todo el vientre, mojándomela con el agua, después la coloque en sus labios amyores  y la movía de forma circular, tal como me había enseñado.

-YO: ¿en serio quieres eso?

-ELI: ¡¡¡¡si por, favor párteme en dos, lo deseo!!!! – se hizo rodeando con las piernas la cintura.

-YO: pues prepárate.

Di un golpe de cadera y metí mi miembro en sus entrañas, de inicio dando pequeñas embestidas y dejando que sus paredes vaginales se expandieran, cuando la tenía gran parte dentro, agarre con una mano su hombro y con otra su cadera, plante bien los pies y empecé a bombear, con calma, sin parar.

-ELI: ¡¡¡¡¡ohhhhhhh siiiiiiiiii diossssssss  estoy llena!!!- lo decía entre dientes pero según aumentaba mi ritmo lo hacia de forma mas elevada.

-YO: ¿es lo que querías? ¡¡Toma,  Toma, TOMA!!- repetía entre otras obscenidades, con cada golpe de cadera.

Ya no solo la embestía, sino que pegaba y separaba su cadera de mi con violencia, sus tetas  empapadas rebotaban con  cada arremetida, sin dejar de subir la velocidad, buscando ritmos cómodos que pudiera mantener durante unos minutos, cuando me cansaba bajaba la velocidad pero no cesaba en el movimiento, y retomaba con violencia, note que Eli  vibrara todo el tiempo,  ya no gritaba, solo aguantaba como una pared los martillazos que le daba,  en silencio, soltando algún gemido entre respiraciones, note en repetidas ocasiones como su cuerpo se tensaba y debía de correrse, pero entre el agua y mi fuerza no lo percibía. La lleve a un orgasmo tras otro, durante mas de 15 minutos no pare y eso me llevo a correrme de forma brutal en su interior, descendiendo el ritmo hasta que pare del todo.

-YO: ¡¡eres increíble, una diosa, no  puede haber mujer mejor!!

-ELI: ¡¡¡no te he pedido que pares, dame por el culo bestia mía!!!- bajo sus piernas,  se saco mi miembro,   me beso con pasión mientras se daba la vuelta, echo su cuerpo hacia delante apoyando su cara y sus tetas contra la pared y llevándose las manos al trasero separando sus nalgas- ¡¡DAME FUERTE!!

La obedecí, empape de nuevo mi polla con el agua que caía por su espalda, también moje una mano e inicie una leves caricias por encima de su ano, llegando a introducir con calma un dedo, con firmeza, y haciendo un poco de hueco, para tenerlo lubricado. Cuando la note preparado acerque mi polla a su ano y empece a hacer presión, costo un poco pero había trabajado bien la zona y empujando sus tetas empapadas contra la pared, metí el glande en su culo.

-ELI: ¡¡dios,  me partes!! – pero no se movía un ápice de su posición.

Con clama fui empujando, mi polla que ya estaba dura de nuevo sobre su culo, notando cada centímetro de polla que le introducía, por momentos Eli aprecia perder la consciencia y su cuerpo caía, yo la sujetaba para mantenerla en esa posición., cuando ya había metido mas de la mitad, la saque un poco y volví a hacer fuerza, eso arranco un grito ahogado en ella,  lo hice de forma repetida hasta que notaba la piel del ano hundirse y sobre salir con mis movimientos, acelere de nuevo cuando note algo menos de fricción, Eli se llevo una mano al coño y se lo masturbaba, introduciendo algún dedo en su agujero, yo lleve mis manos a su trasero y le separe los glúteos con fuerza, como le gustaba, sin dejar de percutir en ella. De repente……. Pare.

-ELI: ¿Qué haces? ¡¡¡Por dios no pares ahora!!! – lo decía mientras se seguía masturbando.

-YO: no hasta que me lo ruegues.

-ELI: ¡¡¡¡no seas carbón!!! yo te enseñe eso – no solo llevar a ese  punto a una mujer, si no hacerla reconocer que lo deseaba, eso aseguraba dominación sobre esa mujer.

-YO: solo aplico lo que me enseñas.

-ELI: eres un cabrón de míerda,  párteme el culo por favor, te lo ruego. ¡¡SIGUE!!

Contento con mi logro, empecé las embestidas mas bestias que recordé, cada golpe de cadera la hacia levantarse un poco, haciendo que sus tetas se frotaran contra la los azulejos, eso la hizo correrse de nuevo,  allí estaba de nuevo un caballo salvaje, moviéndose alocadamente, deseando ser liberada, pero sin lograrlo

-ELI: ¡¡¡¡para para por favor!!! La ignore, la estaba metiendo toda de golpe sin compasión, seguí bobeando de forma dura, sujetándola para que no se moviera tanto, no se si se corrió de nuevo o era la continuación de la anterior- ¡¡PARA!!! Yo seguí hasta que mi polla dijo basta y revénte sobre ella, la corrida debió llegarla a los intestinos.La baje con cuidado, sacando mi polla desinflada de su interior, estaba muy floja de fuerzas, pero se sostenía.

-ELI: no te quedas corto, me he corrido como una fuente,  estoy agotada, duchémonos y descansemos,  por favor- lo dijo mientras se llevaba las  manos a su coño y ano, notando el socavón abierto en su  trasero,  algo temblorosa.

La imagen de ella duchándose era lo que mas me ponía, pero después de una gran sesión de sexo duro estaba cansado, nos frotamos uno a otro y salimos desnudos del baño, nos tumbamos en la cama, algo deshecha., yo boca arriba y Eli de lado pasando uno de mis brazos por debajo de su cabeza, recostándola en mi  pecho, pegando su cuerpo a mi,  abrazándome por el pecho con un brazo. Nos quedamos así un par de horas, con ella siento con fuerza, mi respiración y  latidos, yo la acariciaba a ratos el contorno de su piel,  y otras su pelo, húmedo de la ducha, pegado a su cuerpo.

-YO: por favor, no acabes con esto.

-ELI: tiene que ser así, créeme yo tampoco quiero, pero nada ha cambiado, debemos hacer nuestras vidas, esto ha sido un…..maravilloso y divino “impasse”, pero ha de acabar mañana, es neutro ultimo día, estaremos en contacto, te lo juro, no quiero perderte. – me pareció injusto que no quisiera perderme pero no siguiéramos la relación, pero era la única forma de seguir viéndola.

Mire el reloj,  más de las 5 de la mañana, sonó la puerta.

-MARIANA: ¿estáis aquí?

-ELI: si, si, pasa.

-MARIANA: no se como narices lo habéis hecho pero os debo la vida….- mientras  mascullaba preguntado como lo habíamos logrado hasta que nos vio desnudos en la cama, su visión era normal hasta que de forma obvia clavo su mirada en mi relajada polla-……..entiendo, vaya como te lo tenias calladito, has debido de hacerla disfrutar mucho para hacerla hablar, la he visto irse muy enfadada con la ropa mal colocada.

-YO: en realidad ni me la he tirado, Eli no me ha dejado jajajjaja

-MARIANA: pues como os las gastáis, anda vestiros y salgamos de aquí, tenemos que ir recogiendo.

Mientras lo hacíamos nos cuestionamos que hacer con al cinta, Eli quería destruirla para que nadie al usara a su favor, Mariana quería quedársela y sacar tajada, a mi no me aprecia que fuera una decisión nuestra.

-YO: Mariana, ¿puedes averiguar el número de habitación de una persona?

-MARANA: claro –  me levante y le susurre al oído un nombre.

Se marcho con el recado mientras nos vestíamos, ayude a Eli con su vestido, y por poco me la vuelvo a follara, si no hubiera vuelto Mariana tan deprisa.

-MARIANA: la tengo, es la 143, esta aquí cerca., tengo la cinta.

Nos arreglamos bien y con Eli cogida del brazo  y ella con sus zapatos en la mano,   nos acercamos a aquella habitación, con Mariana siguiéndonos,  no contenta del todo. Llame a la puerta con Eli cogiéndome de forma cariñosa el brazo. La puerta se abrió y salude.

-YO: buenas noches,  o ya casi mañanas, Duquesa.- estaba sorprendida, ya sin la chaqueta del traje y con el maquillaje corrido y los ojos enrojecidos, había llorado.

-DUQUESA: aahhh hola encanto, ¿que haces aquí?

YO: solo me pasaba a saludar, ¿que la ha pasado a usted?

-DUQUESA: nada, cosas de mi marido, no le ha sentado bien nuestro beso cuando se lo han dicho- se seco alguna lagrima y trataba de quitarse el maquillaje con la mano.

-YO: ese carbón no se merece a una mujer como usted, vale mucho mas que el.

-DUQUESA: gracias cariño, pero que puedo hacer, es mi marido.

Mire a Eli, note aprobación y orgullo en su mirada, mire a Mariana detrás de nosotros, nos miro seria un par de segundos…..

MARIANA: esta bien, poder esto es una basura – se acerco enfadada y me dio la cinta de  mala manera antes de irse- esto es perder una oportunidad única.- se fue.

-YO: aquí tiene mi señora.- le di  la cinta a ella.

-DUQUESA: ¿Qué es esto?

-YO: una cinta, en la que se ve a su honorable marido teniendo una aventura con la presidenta de la federación de tenis.- puso gesto de disgusto, temiéndose un chantaje – no por dios, me ha entendido mal, lo hemos pasado muy “mal” para recuperarla de las manos de Matahari, es la única copia, y no quiero que acabe en manos equivocadas, aquí la tiene usted decide que hacer.

-DUQUESA: esto es….. muy poco ordinario, podrías haber hecho mucho daño a mi marido con esto.

-YO: y usted de rebote, y eso no me parece bien.

-DUQUESA: muchas gracias, alargó la mano y cogió la cinta, agache mi cabeza y bese su mano antes de soltarla.

-YO: mucha suerte, confío en que hará lo que crea mejor.- Eli me cogió de nuevo del brazo y nos marchamos. Lo ultimo que supe es que su marido inicio  un par de años de “locura económica” ayudando a muchos deportes minoritarios, incluyendo la gimnasia, antes de anunciar que a final de su tiempo de cargo electo, no se presentaría de nuevo y se retiraba de la vida publica, sospeche los motivos de todo aquello.

Eli me acerco con el coche a mi casa, y se despidió con algo de pena.

-ELI: mañana el ultimo día, ahora duerme un poco antes de ir al instituto.- eran las 6 de la mañana y yo entraba a las 9 de no ser así hubiéramos ido a su casa a terminar la fiesta.

La di un beso tierno mientras acaricia su rostro y me baje del coche, la despedí con la mano antes de que se fuera. Subí a mi casa, y al pasar por el pasillo vi a mi padre con una luz encendida, esperándome.

-PADRE: ¿Qué tal hijo mío? ¿Lo has pasado bien?

-YO: no lo sabes tú bien papa, no lo sabes, anda vamos a la cama.- nos sonreímos,  le ayude a levantarse del sillón donde estaba y le abrace antes de irnos a dormir.

Dormí bien un par de horas, estaba agotado, había vivido mucho en una sola noche, desperté de milagro, llamado mi madre, fui al instituto como un zombi, no recuerdo nada de aquel ida, llegue a casa y me eche la siente hasta la hora de volver al gym. Mi padre me acerco y fui comentando los detalles más livianos de mi diversión en la noche previa. Llegamos y entre al gym, con una sensación agridulce,  era nuestro ultimo día. Al entrar me sorprendí, Eli estaba hablando con Laura, la hija del alcalde y con la Duquesa, vestidas de chándal. Me acerqué a preguntar, Eli me vio 1º.

-ELI: hombre, aquí esta nuestro héroe jajajaja- inicio un aplauso que siguió toda la clase.

-YO: ¿que pasa?

-ELI: aquí nuestras nuevas clientas del gym, Laura me ha llamado y se ha apuntado, por allí nada un amigo tuyo- señalo a una esquina donde estaba Mario con ojos inyectados en sangre, pero sin moverse.- La Duquesa se ha puesto en contacto conmigo a través de Mariana, y cambien se ha unido a nosotros.

-YO: es un placer ¿peor por que lo de héroe?

-ELI: les hemos contado a todos tus proezas de ayer, la Duquesa se ha comprometido a pagarme 1 año de alquiler del gym, y con los ingresos de mas de este mes he contratado nuevos monitores, has salvado al negocio.

-YO: joder, y es mi ultimo ida, ¿quienes son los nuevos monitores?

-ELI: allí están sentados para ver la clase y empezar mañana.

Mire y había 3 hombres y 2 mujeres, un rubio,  un moreno y un negro enorme, todos mazados de gimnasio y con ropa ajustada, la chicas eran también carne moldeaba de ejercicios, una preciosidad de muñeca rubia y la otra que tenia aspecto cubano.

-ELI. Venga, demostrémosles de lo que somos capaces, ¡¡¡en posición!!!

Así lo hicimos, 30 minutos de ejercicios para lucirnos y otros 30 de bailes, la Duquesa y Laura estaban atrás y trataban de seguir el ritmo con Lara, mientras miraban, y reían, llego nuestros bailes y mientras la Duquesa se mostraba mas calmada, Laura se restregaba como una stripper en una barra americana.

Termino la clase, y nos despedimos entre saludos, agradecimientos, deseos de suerte y risas, hasta que nos quedamos solos Eli y yo.

-ELI: bueno creo que ya hemos acabado, que te ha parecido la experiencia.

-YO: increíble, no pude elegir mejoro mujer. Pero tengo que decirte que ver a esos rudos gimnastas me ha puesto algo celoso.

-ELI: debí decírtelo, llevo unos días mirando personal,  se acaba tu mes y esto no para de crecer. Me has salvado la vida y el negocio.

-YO: y me lo pagas apartándome de ti.

-ELI: ya lo hemos hablada, y para cortarlo ya,  quiero que sepas que lo de ayer fue el final, no hablara nada hoy. Solo me queda darte unos consejos finales.

1º Ten cuidado, no todas son como yo y puedes hacer mucho daño, no solo con tu pene, si  no por como te mueves, eres un animal.

2º Pasa de las menores, ya tienes 18 años y te puedes meter en líos, no te van a aportar nada que no pueda una de 18.

3º Lo que te he enseñado ya queda en ti, tu sabrás como usarlo, pero por favor te pido que no te vuelvas un imbécil como mi ex novio, se tu, el chico maravilloso que me ha dado esperanzas.

4º Y para acabar, para evitar disgustos, deberías hacerte una vasectomía, podrás follar a pelo, es reversible y así evitaras líos de embarazos hasta que tu decidas tener hijos,  pero ten cuidado con quien, ya te he hablado de las ETS. Es cirugía menor, en 2 días estarás tan tranquilo y yo pediría algún certificado para llevar encima siempre, te podría ayudar.  

Me dolió no poder tener una última vez su cuerpo entre mis brazos siendo consciente de ello. La ayude a recoger y me despedí de ella con un beso de cariño, largo y caliente, pero sin querer ir a mas, dándole un sonoro azote en el trasero.

-YO: hasta luego, princesa. – me fui.

Salí del gym, y decidí irme andando a casa, para pensar por el camino, ataje por un camino de un  parque, era tarde y estaba anocheciendo pero aun había rayos naranjas del sol en el cielo. Era una imagen preciosa, que calmo mis pensamientos, de nuevo, me habían rechazado pero esta vez mi sensación no fue de odio, rabia o desolación , si no de que había acabado una etapa en mi vida, una etapa preciosa y que no olvidaría, pero había concluido, no era el fin,  solo un nuevo comienzo, que daba paso al resto de mi vida, y mientras caminaba esa sensación me fue pareciendo mejor idea, dejando atrás el gym con Eli en su interior y avanzando hacia lo desconocido,  diferente, habían pasado 5 meses largos desde mi operación y ya no era un gordo gracioso que caía bien pero era un cero al izquierda para las mujeres, ese chico estaba enterrado ya, dentro de mi, sin olvidar quien era y de donde venia, pero abriendo las puertas a un chico, seguro, preparado,  moralmente recto y con el mundo a mi disposición

Aquí, en el final del camino del parque, note al universo llamarme, invitarme a una ventura,  a vivir, y esta preparado.

CONTINUARA…….


Relato erotico: “Una desventurada chiquilla en un ambiente muy corrompido” (POR PERVERSO)

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Para el estimado lector/lectora.

«Las ideas y opiniones expresadas tanto en los diálogos de los personajes como en las situaciones que conforman la narrativa de la obra son responsabilidad de los protagonistas y no representan en ningún momento los puntos de vista del autor, por su comprensión, gracias».

UNA DESVENTURADA CHIQUILLA EN UN AMBIENTE MUY CORROMPIDO

Después de haber sido golpeada en su escultural cuerpo con un cacho de tieso cable, jaloneada y casi arrastrada de los cabellos por toda la cuadra (desde el edificio de Felipe hasta la casa del gordo delincuente) en consecuencia a la ofensiva falta a la fidelidad hacia el gordo y humillada a mas no poder por un viejo que la trataba inferior a él solo por la discrepancia de género, la maltratada chiquilla bañaba cuidadosamente su cuerpo procurando que la espuma del jabón no rozara o hiciera contacto en la menor medida con las diversas heridas que surcaban su delicada piel.

La situación se había salido de los preparativos originales, según Lucio después de que los viejos vagabundos disfrutaran de los favores sexuales de la joven Dulcecita tocaría turno a Pancho, Felipe, y por ultimo él, por eso la sorpresa del equino por verse a esa mole cuando pensaba romperle el culo a Margarita, pero una inesperada llamada alertó al gordo sobre un asunto importantísimo el cual debería de tratarse a la mayor brevedad y que adelantó todo lo planeado, quitando eventos en lo ya programado incluyendo la cogida que Pancho y Felipe pensaban darle a Dulce. De este modo Pancho tuvo que modificar su agenda teniendo que ir él a arreglar ese malentendido que había surgido en uno de sus prestamistas dejando a Felipe la tarea de pedir una cuantiosa suma de dinero por el rescate del viejo Don Gustavo y encargarse de asegurar el traslado de Dulce de vuelta a su casa.

Esto generó una fuerte tensión entre los dos vejetes ya que por un lado estaba la desilusión de un senecto por probar las tibias carnes de una hermosa jovencita de ojos azules y de 19 añitos aspirante a modelo y con un cuerpo esculpido por el mismo Diablo y por otro las constantes tomas de decisiones que Pancho realizaba sin tomar en cuenta las ideas de Felipe considerando que el verdadero líder de la célula debería de ser este último, pero debido a su edad era por demás visible que en poco tiempo el gordo heredaría su lugar, aunque el porcino ya se sentía el cabecilla, todo esto había generado que en los últimos días la relación Pancho-Felipe no pasara por su mejor momento.

-aprovecha que en estos momentos esa chiquilla esta inconsciente, llévate a alguien y déjenla lo más cerca de su casa, para esto ya habrás hablado a la vieja esa sobre el dinero, se claro y breve, adviértele solo una vez, que la próxima vez que marques será para avisarle sobre el lugar acordado para la entrega del dinero y que nada de estupideces… no te preocupes por esa pendeja que no dirá nada sobre lo ocurrido, siempre se quedan calladas y con más razón esta que quiere ser modelo jajaja- se mandaba la orden el gordo evidenciando una vez más que ya se sentía todo un jefe de sector, todo esto ocurría antes de que Pancho descubriera a Mar en tan comprometedora situación.

-ahh y tómale fotos, nunca se sabe cuándo nos puedan ser útiles jeje, dile a los vagos que le pongan sus vergas en la carita de puta- decía el gordo abandonando el caliente cuarto con extremo olor a sexo y sudor, sin saber que abajo se encontraría con su prometida ofreciéndole el culo a tremendo esperpento.

Ya después de los latigazos…

La sollozante Margarita recordaba los descarnados azotes que le fueron proporcionados por tan bruto verdugo, uno en su espalda baja, otro un poco más arriba, otro en una de sus piernas para finalizar con un último atravesándola de uno de sus costados, eso sin contar la fiera cachetada que aún mantenía al rojo vivo una de sus mejillas por habérsele puesto pesada en la calle mientras era llevada a rastras de sus cabellos. La impotencia para esta señorita era mayúscula, ni siquiera recordaba a su padre haberla dejado en tan deplorables condiciones, ni siquiera a su ex novio le permitía el menor levantamiento de voz y ni que decir que este la jaloneara, y se encolerizaba que este viejo, a quien no le debería de tener respeto alguno, llegara y le pegara como si ella se tratara de algún objeto de su propiedad, y encima de todo según él, porque ella se había ganado el cruel castigo.

Las heridas estaban tan frescas que la pobre nena sentía mucho ardor y dolor ante el ligero roce del agua fría, pero al mismo tiempo una sensación de frescura que le ayudaba a olvidar lo sucedido y que limpiaba su piel de las sustancias sudorosas que la cubrían, cerrando los ojos  intentaba superar la situación en la que se encontraba.

“maldito viejo, como es que a una persona así se le permite tener contacto social”, cavilaba la imponente chiquilla con sus cejas fruncidas a modo de notar su molestia dejando que el agua fría recuperara su tentador cuerpo.

Mientras tanto el gordo, muy enfadado, miraba las condiciones en que había quedado su puerta.

-pero mira nada más!!, mira nada más, chiquilla atarantada!!, con que vergas hiciste esto??, hija de la gran puta!!!, no si pa´ todo le hayan!!!- el viejo veía si lo ocurrido a su chapa tenia solución, tratando de armarla manualmente.

-hija de la chingada debería de dejarte dormir afuera para que se te quite lo pendeja!!, uno portándose bien contigo, hasta comprándote trapitos para que no andes encuera… y así me pagas!!, pero esto me pasa por pendejo!!- la tierna chiquilla escuchaba desde el baño los berridos y regaños del viejo, no quería salir, tenía miedo, se le podía ver en sus vidriosos y sulfurados ojitos, y en la tierna forma en la que ahora acomodaba sus cejas.

-ora esta maceta que yo recuerde ya se la había regresado a Felipe, maldita mocosa!!-

-y deja de chillar o entro orita mismo y te termino de acompletar!!!, hija de tu peeerra madre!!!- rebuznaba encolerizado el gordo al asegurarse que su puerta había quedado inservible.

El celular del viejo comenzó a sonar, Margarita desde el baño apenas y se asomaba tratando de visualizar los recorridos que realizaba el bastardo, lo veía en toda su rechonchez aun con el pedazo de cable en sus grotescas manos, se había quitado la camisa y dejaba ver su voluminosa panza sudada llena de tatuajes de todo tipo, principalmente de atractivas mujeres. Al verlo no podía sentir otra cosa que no fuera asco, náuseas y un profundo odio hacia esa redonda persona, el viejo tomaba su celular y comenzaba a dialogar.

-si bueno… cabrón que milagro, hasta que das signos de vida… si, si aquí estoy… si, si puedo, ¿dónde estás?, ¿por dónde vienes?… ok, entonces en diez minutos en la cantina de Felipillo… sale te apuras pendejo que tengo otro compromiso- finalizaba Don Pancho para dirigirse a su baño.

El moreno viejo asomó su espeluznante cara de gorila enrabiado dándole a su cautiva un sucio repaso de los pies a la cabeza, degustándose con cada curva tan perfectamente trazada y burlándose de las coloradas líneas que surcaban ese exquisito cuerpo tan finamente moldeado, poniendo una cara tan jacarandosa pero a la vez burlona que no hacía más que acrecentar las ganas en Margarita por tener algún objeto punzocortante cerca y abrirle la panza a tan despiadado sujeto.

-¿qué hace?, sálgase!!- se quejó la niña al ver la gruesa humanidad metiéndose sin permiso alguno en donde ella se limpiaba, ella con una de sus manitas alcanzó a medio cubrir sus amamantables senos y con la otra dio un estirón para jalar un viejo trapo ahí colgado y tapar sus amplias caderas, un trapo tan pequeño que apenas y le daba para conseguir su propósito.

El viejo se calentó con la imagen de la joven hembra semi protegiéndose, el verla a ella con su carita de miedo, su mejilla enrojecida debido al golpe que le dio rato atrás y enconchada en un rincón no hizo más que alterarlo insanamente mientras su verga comenzaba a manifestarse en sus terroríficas dimensiones, pronto este caliente aparato ya presentaba una anormal inflamación debajo de esos viejos y descoloridos pantalones la cual fue vulgarmente frotada por el corpulento sujeto mientras se relamía sus babosas bembas saboreándose el encantador cuerpo que tenía ante su presencia.

-estas rebuena chiquilla, todavía ni yo me la creo que te ande comiendo jeje- decía burlón el viejo.

La diferencia de cuerpos era terrible, una tremenda panza colgaba haciendo apenas posible a la vista de la nena la atroz malformación genital que estiraba la tela mezclilla hasta casi desgarrarla, el obeso cuerpo peludo del bovino se veía aún más moreno de lo que ya era comparado con la blanca y brillante piel de la jovencita, los temblorosos labios de esta chiquilla lucían exquisitamente carnosos y sonrosados debido a la temperatura del agua y deliciosamente mojados por la misma, al verlos el viejo no soportó y se lanzó a querer disfrutarlos nuevamente.

El asqueroso viejo, con la lengua de fuera y la trompa parada, intentaba darle uno de sus mejores besos a la asustada chiquilla quien trataba por todos los medios posibles de impedírselo, en su afán por empujarlo con sus manitas dejó caer el trapo que la cubría quedando completamente desnuda ante uno de los entes más calenturientos que hasta entonces hubiera conocido, como a su vez sus senos, al estar también sin protección, bailaban y botaban ante cada movimiento de defensa para deleite del moreno quien seguía jovial con sus enardecidos ojos la ruta danzante de los pezones.

-nooo!!, aléjese!!!, váyase… no me toque!!!- decía la nena ante los constantes acosos del pervertido, y es que el secuestrador, con la pura panza, ya la había acorralado contra la pared mientras la tomaba de la cintura, caderas o alcanzaba a apoderarse de alguno de los senos.

El viejo sin darse por vencido jorobaba su cuerpo con la finalidad de llenarle la boquita a la nena con su repulsiva y viscosa lengua, y es que así como la diferencia de cuerpos era contrastante también lo era la altura, si bien la nena ganaba mucha altura con las zapatillas de teibolera que el gordo le había comprado en esta ocasión la señorita andaba descalza, lo que hacía que la pobre chiquilla a duras penas llegara al velludo pecho de la fornida bestia.

El viejo desesperó ante lo histérica que se estaba comportando su mujercita y enojado dio otra sanguinaria cachetada mandándola al piso. El impacto que la chiquilla recibió fue tan inhumano que ahora ella misma se confundía observando a dos enormes monstruos viéndola penetrantemente para después, como si esas bestias se reprodujeran por vía mitosis, contemplar como a partir de cada una se despegaba otra en igualdad de proporciones quedando ahora cuatro oscuros hipopótamos tratando de comunicarle algo.

-perra desgraciada, como conmigo no quieres pero bien que te revolcaste con esa rata asquerosa, deja nada más que lo vea- el viejo una vez terminada esta frase tomó los castaños cabellos de la chamaca y los ennudó en su mano, jalándoselos con fuerza excesiva como si se los quisiera arrancar poniéndola de pie y acercándola lo más posible a su batracia cara para advertirle, la desnuda nena como única defensa solo pudo posar sus manitas en la muñeca del brazo castigador.

-como veo que en este momento estás indispuesta y que el tiempo no nos favorece para ponernos a coger como animales, me retiraré a la cantina, te aviso que… una vez que te vistas te quiero allá!!… conmigo!!… a mi lado… como lo que eres!!… mi vieja!!, y cuidadito y me rezongas o desobedeces allá enfrente de mis amigos porque soy capaz de agárrate a patadas ahí mismo!!!!, y si en determinado tiempo no llegas vendré a buscarte con un garrote, y en dado caso de que no estés aquí, saldré y te buscaré hasta encontrarte y en donde te encuentre te agarro a palos hasta cansarme!!, ¿está claro?!!!, jeje, recuerda que sé dónde vives- bramaba el coloso sujeto salpicando pesadas gotas de saliva en el rostro de la asustada muchachita cada que abría su descuidada boca.

La sollozante chiquilla con sus senos elevándose en cada una de sus respiraciones sentía la pesada esencia a aliento rancio y aguardentoso chocando contra su asustado rostro, analizaba la condena del gordo y concluía que, en caso de no ser ella la que recibiera tal castigo, bien podría ser su papacito el que la recibiera, así que con esto entendía que no debía huir ya que en caso de hacerlo lo más seguro era que el viejo llegaría más rápido que ella a su lugar de ex residencia.

-está claro?!!!!- berreó guturalmente el desalmado poniendo una cara más que diabólica, a la nena no le quedó más que asentir temerosa y temblorosa mientras era levantada de sus cabellos aún más alto, llegando a estar solo apoyada del suelo con la punta de los dedos gordos de sus pies.

El viejo salía del baño, se colocaba una camiseta gris y algo manchada de grasa de automóvil y abandonaba la casa, la nena salía cautelosa, volteando a sus alrededores comprobando que se había quedado sola, veía la puerta entrecerrada, sin ataduras que la aprisionaran, pero recordaba las desagradables sensaciones de dolor que sintió en su cuerpecito cuando fue castigada por el porcino y la malvada amenaza minutos antes dictaminada, así que por el momento no era buena idea desobedecerlo y más considerando que no podía intentar volver a escapar puesto que ya casi era la una de la mañana y no era recomendable rondar a esas horas por esos terrenos.

La encuerada muchachita abrió la bolsa que anteriormente trajo Pancho y comenzó a medirse sobre su cuerpo vestido por vestido, intentando descubrir el que más tapara sus provocativas curvaturas ya que sabía que al lugar que asistiría estaría lleno de selectos caballeros, encontró uno que si bien no era para nada lo que buscaba al menos no era tan corto como el anterior, aunque la diferencia fueran unos cinco centímetros, se trataba de un vestido gris de aspecto plisado pero muy entallado y adornado con una par de gruesos tirantes que a la nena le quedaban flojos pues se le resbalaban constantemente por sus pecosos hombros por más que ella se los acomodara, pero quizás ese era el detalle extra del vestido, que los machos admiraran un tirante caído y el coqueto movimiento de una nena acomodándose el tirante en cada momento.

Ni que decir del escote que se gastaba la voluptuosa chiquilla con ese provocativo vestuario, eran estos momentos cuando ella más deseaba no haberse desarrollado tanto mientras jalaba hacia arriba el escote de su vestido a modo que tapara lo mayor posible de sus melones, se calzó con las mismas zapatillas de hace rato y sin perder más tiempo se dirigió hacia donde su hombre le dijo que estaría esperándola.

Si bien la distancia que delimitaba a la cantina de la casa de Pancho equivalía a unos cuantos metros, este espacio fue suficiente para que la chiquilla meditara un poco su vida hasta ahora precisamente pensando en eso, en como el viejo se expresaba de ella como su mujer, la cálida jovencita siempre había pensado en algún día conocer al hombre destinado para ella, un apuesto muchacho que rondara su rango en edad, tierno y cariñoso con ella y que la tratara como toda una princesa, ahora sentía un profundo revolvimiento en sus tripas al pensar que el ganón de tan exuberante mujer sería nada menos que un viejo de casi sesenta años, gordo, extremadamente feo, de batracia apariencia, tosco, ordinario, encima delincuente, al parecer sin oficio lícito pues no recordaba haberlo visto trabajar en algo y que no se cansaba de decirle que para él solo era una puta.

Pero se recriminaba más ella misma con el hecho de reconocer que en algún momento llegó a sentir algún tipo de atracción hacia tal desagradable sujeto a quien se le notaba lo machista hasta en el caminado, aunque después se trataba de convencer de que no existía tal atracción y que todo era producto del drástico cambio de vida a la que fue sometida y el corto tiempo transcurrido para asimilarlo. También considerando que esa atracción bien podría traducirse en un tipo de amparo que el gordo representaba para ella en este nuevo y distorsionado mundo, ya que fue él a quien conoció primero, con quien compartía cama y que había mostrado en pocos momentos (pero los había mostrado) una consideración hacia ella entendiéndola como un organismo con metas y aspiraciones. Pero sobre todo porque él representaba esa protección para ella con los demás, de esta manera se sentía segura el llegar a la cantina y acompañar al gordo, sabía que los intentos por faltarle al respeto por parte de la hambrienta manada de lobos disminuirían con este obeso factor. Para este momento la nena ya estaba a unos pasos de entrar a tan lúgubre lugar.

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Minutos antes en la cantina…

El grotesco animal yacía recargado en la barra platicando con Atilano, el viejo ayudante de Felipe, tan feo como solo él mismo podía serlo, de aspecto rechoncho y chaparro con una gruesa espalda que casi parecía el caparazón de una tortuga. El nulo cuello, la pequeña cabecita y la ausencia total de cabellos en este peculiar sujeto, sumado a la rara forma que presentada en su rostro le daban la apariencia de ser un verdadero quelonio mutado antropomórficamente, y pensar que la bella Margarita ya se había comido sus mocos, sin saberlo.

Los viejos compartían opiniones sobre las hembras mas buenotas que habían visto ese día cuando en eso hizo su aparición entre las puertas de la cantina otro hombre de aspecto rudo y reglamentario así como de apariencia misteriosa, y quien al ver al robusto de Pancho se dejó ir hacia allá.

Una mesa fue rápidamente desocupada por Don Atilano para que Pancho, con el hombre en cuestión, se sentaran, Pancho estaba acompañado de nada más y nada menos que el oficial Climaco, el más alto mando de la justicia y defensor de los débiles por esas inhóspitas y abandonadas regiones que conformaban su sector.

-mi estimado Pancho, un gusto verte, cuéntame, que dice la buena vida?- el gordo conocía a este sujeto desde hace mucho, tenía perfectamente entendido la clase de fruta podrida que era y que por ningún motivo merecía portar el uniforme que representaba, un tipo de lo más ruin y corrupto que no se intimidaba a la hora de tratar con tan repulsivas escorias sociales.

La noche estaba fresca, así que el gendarme venia abrigado con una vestimenta que daba a suponer que no estaba en servicio, pantalón de vestir, botas, camisa de manga larga entreabierta mostrando una enmarañada mata de pelos cenizos, unos lentes oscuros que ocultaban la dirección de sus ojos y una especie de saco completando su fachoso vestuario, una tremenda verruga con tres pelos negros adornaba su rostro en su mejilla derecha.

-cual buena vida?, estoy hasta el culo de deudas, y he andado ocupado con unos asuntos, jeje- reía nervioso el gordo una vez acomodados en la mesa, la presencia y fanfarrona risa de su policiaco amigo no le gustaba mucho que digamos a Pancho, y es que el sargento no se molestaba el andar visitando prófugos de la justicia si no fuera para tratar un asunto de suma importancia.

-y esos asuntos, ¿no incluirán secuestro?- cada que Don Climaco hablaba tenía como costumbre un exagerado movimiento en sus manos, como todo un político que no sabe ni para que las mueve pero que trata de aparentar inteligencia con ello.

-jeje, hombre, que pasó, tiene mucho que me retiré de eso, ya estoy viejo, ahora soy un hombre de familia-

-jajaja!!!!, queee vergas!!!, ¿y quién es la afortuna que logró conquistar el corazón del buen Panchito?, ¿Alguna prima de Lencha? jajaja… bueno ya… dejémonos de chismes que no somos viejas y vamos al grano, acabo de regresar de unas bien merecidas vacaciones y me informan que el número de siniestros ha aumentado, o sea que uno ya no se puede dar lujo de ausentarse un tiempo porque enseguida no faltan los que hagan desorden- el justiciero recargaba su cuerpo en la silla al tiempo que cruzaba sus piernas para ponerse más cómodo mientras llevaba una de sus manos a su partida barbilla golpeándola sutilmente con su dedo índice.

-tengo una larga lista de desaparecidos, la mayoría sin mucha importancia… en estos momentos el que más me interesa es un tal… Gustavo Fuentes, ¿te suena?, al parecer su esposa ha levantado una denuncia a raíz de que el viejo no se ha presentado dos días al trabajo y de que se reportó uno de sus autos en las afueras de un motel en donde precisamente según algunas versiones de testigos una pareja fue… secuestrada, ahora, no me explico al buen Gustavo en un motel de tercera, ¿a qué iría?, ¿tú a que vas a un motel mi buen?-

-pos, a tronarme un culo- respondía Pancho.

-exacto, lo que me lleva a suponer que el buen Gustavo fue a tirarse a alguna mocosa compañera del culito que tiene por hija, ahora, yo sé que al viejo le gustan niñas como a todos nosotros pero… ¿te vas a tirar a una mocosa toda estúpida teniendo a esa yegua por vieja?, no sé tú pero yo después de habérmelo pensado supongo que esto fue planeado- el atento gordo se incomodaba, sabía que este pelafustán vestido de policía ya estaba enterado de todo o bien una parte, sino no se hubiera molestado en ir a debatir con él, seguramente había caído entre sus garras alguno de los tantos mocosos que se juntaban con el gordo y este le había divulgado algo de información, y si fue a verlo a él era porque precisamente le habían dado el nombre de Pancho.

-esa pinche vieja pendeja, en vez de que se abra de patas que es para lo único que sirve, se pone a investigar donde anda su marido, que vergas le importa!!!, ¿y de seguro ya sabes que yo lo tengo?!!!- el gordo levantaba un poco su voz, la estruendosa música al compás de bandas, corridos y narcocorridos permitía que la conversación llevada a cabo entre el gordo Pancho y el oficial Climaco fuera netamente privada, a decir verdad la cantina no estaba tan atiborrada de clientes como en otras noches, aun así, los finos comensales entre pláticas obscenas y juegos de barajas se entretenían sin el mínimo interés por prestar atención hacia la reservada mesa.

-tranquilo Pancho, calmado, ni que viniera a arrestarte, sabes que eso no es de amigos, vengo a hacerte una propuesta, bueno no, propuesta no, es algo que tendrás que hacer obligatoriamente- una risilla maliciosa era manifestada por tan ruin defensor, el gordo acercaba un poco su cuerpo recargando los codos sobre la mesa para poder escuchar mejor la supuesta proposición.

-de que se trata?- preguntaba interesado el gordo, exhibiendo en su cachetona cara un gesto como de perro confundido.

-nada difícil, mira Pancho tú mismo ya debes de saber de todas esas mamadas y noticias que deambulan en los medios sobre la ineficiencia y la corrupción en los cuerpos policiacos, a todos nos tienen como una bola de cerdos corruptos que se venden al mejor postor- oraba el protector.

-jaja, pues no están diciendo mentiras- reía el viejo rechoncho, abriendo una boca casi al estilo de los hipopótamos.

-Panchooo, tú más que nadie sabe que las cosas no son así, si yo quisiera en este momento me comunicaría para que me levanten a toda esta gente y me registren todas estas viviendas, en menos de diez minutos tendrías todo un regimiento volteándote la calle, pero las cosas no son así mi buen, unos necesitamos de los otros para formar esta perfecta simbiosis, todo tiene su contraparte, el bien existe porque existe el mal, la cura existe porque existe la enfermedad, sin la delincuencia ¿existiría la policía?- decía Don Climaco, Pancho intentaba mostrarse sereno pero lo cierto era que ya desde hace rato traspiraba con cerdo, quizás la actividad que más desempeñaba durante el día.

-y en donde entro yo en todo esto??- volvía a preguntar el rechoncho sudando a mas no poder de sus prominentes entradas, cara, axilas y pecho, su vieja camisa adornada con algunos hoyos se comenzaba a humedecer.

-tú mi viejo lobo, no tienes que hacer nada más que sacrificar a uno de tus perros, ¿en qué forma?, te preguntarás, bueno ahí te va… ahora que he regresado he visto mucha presencia militar en mi sector y la verdad mi amigo que eso no me gusta nada, no me gustaría que me dieran de baja por incompetente como han hecho ya con otros en otras partes y sean los militares los que comiencen a beneficiarse con mis territorios, cosa que no me conviene a mí y mucho menos a ustedes, la idea es hacer creer a la gente que la policía trabaja y que no somos ningunos vendidos- discurseaba el buen oficial, adoptando poses en su silla creyéndose el hombre más interesante del mundo, además, sus gestos sumados a su manera de mantener en movimiento sus manos lo hacía ver como si estuviera tratando de lavarle la cabeza a un determinado público con algún tipo de publicidad gobiernera.

-necesito que escojas a uno de tus hombres, el que menos te sirva, y me lo entregues el día del cambio, aquí mismo en este negocio vendría yo a buscarlo, todo esto para presentarlo y dar mi versión de los hechos quedando él como autor intelectual y de este modo la televisora lo presente, así la gente se sentirá un poco satisfecha y tranquila al saberse que un peligroso secuestrador está tras las rejas, ¿Cómo ves?, es algo que pensé ahora que estuve de vacaciones- Pancho escuchaba atento tallándose su gruesa y alijada barbilla así como su batracia papada.

-mm, no está mal, ¿pero que ahí de mi dinero?, estará asegurado??- preguntó el moreno.

-por eso no te preocupes, tú tendrás tu dinero, siempre y cuando se les regrese a su familiar sano y salvo para la gente el dinero pasa a segundo término, tú solo ténmelo todo listo que tu dinero seguirá intacto-

-interesante tu idea, muy ingeniosa, pero da la casualidad que el que menos me sirve por el momento está desaparecido-

-jaja, pues búscalo o consígueme otro porque ese día yo no me voy de aquí sin mi pichón, o si no, no hay dinero mi buen, y serán más de uno a los que me levante-

-¿me estás amenazando? hijo e puta, jeje- rebuznaba el gordo.

-tómalo como quieras mi gordito amigo pero tú y yo sabemos que tiene mucho que debiste haber vuelto a la cárcel- ambos sujetos intentaban intimidarse con burlonas risas amarillentas.

-si quisiera en este momento te metería un plomazo por media frente- la mano del gordo orbitaba arriba de donde, precisamente, se encontraba su arma de fuego junto a su arma de carne.

-sí, pero ya no tendrías la protección de mis muchachos, y con los nuevos elementos que están llegando tendrías que empezar a hacer méritos desde cero, quizás sea un poca más difícil echártelos a la bolsa ya que la nueva policía es, disque incorruptible- el tono del viejo oficial no expresaba más que sarcasmo.

-pero válgame Dios!, Pancho!, ¿y esa hembra?!!- el corrupto policía veía a lo lejos una muchachita castaña que apenada acomodaba su vestido tratando de tapar lo mayor posible sus carnosas piernas tan perfectamente estilizadas.

-jeje, esa mi oficial, es mi vieja, el bollo que me ando comiendo todas las noches- presumía el gordo inflando su grasoso pecho, sintiéndose orgulloso de la mujercita que le pertenecía.

-gordo cabrón, no creo que sea tanta tu dicha de llevarte a la cama a ese pedazo de hembra- dijo el corrupto servidor público recorriendo con su degenerada mirada todo el volumen anatómico que presentaba la muchachita recién aparecida ante él, y que solo podía ser comparada con las musas que se fotografiaban para sugestivos calendarios elaborados con la finalidad de complacer a la clientela masculina más exigente, considerando que en ocasiones dichas musas necesitan retoques pero viendo como esta, en persona, lucía perfecta.

-ahh no me crees?, mira, ehh, este… tú!!… (el gordo trataba de recordar el nombre de la mujer que compartía, desde hace poco, la cama con él), Margarita!!- Pancho hacia una señal con sus dedos, llamándola, como si la nena fuera una mesera dispuesta a tomar la orden de tan distinguidas personalidades.

Era de imaginar el gran desvió de miradas y levantamientos de vergas de todos tamaños, olores y formas que se suscitaron ante el coqueto caminado que la nena realizaba gracias a su escandalosa vestimenta y teibolero calzado mientras intentaba llegar hasta donde su hombre. Su exquisito cuerpo era literalmente devorado por la jauría de embravecidos machos que hace momentos disfrutaba de un rato de sano esparcimiento, la nena se daba cuenta de ello y caminaba muy apenada por la forma en que los viejos se perdían mirando sus curvas, con una de sus manitas se enroscaba un importante mechón de su castaño cabello, tratando siempre de concentrarse en no prestar atención a la bola de pelafustanes que cuchicheaban vulgaridad y media entre ellos, era como si los viejos no hubieran visto una mujer en años.

El grasoso maleante se incorporaba de su respectivo asiento una vez que la nerviosa hembrita llegaba hasta donde él, el viejo con total descaro y como si este fuera en verdad su marido le plantó un asqueroso beso de lengua que llegó a repugnar hasta al mismo poli, este otro caballero veía con esfuerzo pero a la vez con un tremendo morbo como el viejo panzón tomaba a la chiquilla de la cintura, acaparándosela con sus manos casi en su fina totalidad, la pegaba a él y le daba su buen besote con harta lengua, se podía escuchar al viejo manifestando placenteros quejidos a la vez que la nena realizaba ahogados gemidos e intentaba, sin mucho éxito, liberarse de tal asquerosa opresión, podía Don Climaco ver como los labios de la nenita yacían ligeramente abiertos mientras la lengua del gordo se apreciaba revolviéndose dentro de ellos.

Y es que la nena sentía todo el sabor diarreico proveniente de las babas del gordo que le generaban un profundo hundimiento en su estómago mientras estas le eran bombeadas a su boquita, por momentos el gordo movía su cabeza en repetidas oscilaciones reguileteándola para de este modo abarcar con su lengua toda la cavidad bucal de la niña, al tiempo que ella casi moría intoxicada debido al penetrante hedor a tabaco emanado de las podridas encías de Pancho.

Don Climaco prestaba singular atención a la forma en que ambos pares de labios se enfrascaban en una ardiente lucha por momentos siendo los de la nena los que desaparecían completos dentro de la voraz boca del gordo, veía como las callosas manos del viejo ahora bajaban y tomaban a la nena de cada una de sus potentes nalgotas y las apretaban y masajeaban para sentir su tibieza y dureza levantando un poco el ajustado vestido, sintiendo el gordo toda la perfecta tonificación en sus rasposas manos, el oficial veía como las elevadas nalgas daban lugar a unas carnosas y brillosas piernas visiblemente marcadas y estas se complementaban con una perfectas pantorrillas igualmente trabajadas y por demás estilizadas.

La nena por su parte con sus manitas trataba de bajar el vestido pues el gordo se lo había subido descaradamente, sabiendo ella que era más que obvio que estaba regalándole a los presentes una alucinante imagen de sus nalgas apenas surcadas por un diminuto hilo que se perdía entre ellas pero era este mismo rechoncho sujeto con papada de sapo croando quien se encargaba de volvérselo a levantar sin dejar de comérsela a besos, para esto el gordo ya subía una de sus manos y la depositaba en la nuca de la nena para atraerla más hacia él y de paso despeinarla de su cabello.

Don Climaco, junto a quien sabe cuántos más, tuvo la necesidad de meter su mano dentro de su pantalón para de este modo acomodar el bulto que se le estaba formando debido a que el beso que se estaba pegando la pareja de enamorados lo había calentado insanamente, el viejo ya no veía tan asqueroso ese buen morreo, y más porque el gordo ahora masajeaba a su beneplácito las tremendas nalgotas de la chiquilla al tiempo que le estiraba la tanga y seguía despeinando, la chiquillas por el miedo y los golpes recientes tenía que paladear su lengua con la del obsceno sujeto mientras sentía casi a la altura de su sexo la naciente erección del cochino Pancho que la punteaba constantemente. Don Pancho, con sus enormes ojos de sapo cerrados, no paraba de meter su lengua lo más profundo que esta llegara, por momentos gruesos hilos de saliva escurrían de entre ambas bocas hasta que después de una fogosidad de casi 10 minutos de chorreante besuqueo el gordo liberó a su hembra.

La primera reacción de Margarita después del beso fue limpiarse el exceso de babas con su manita así como el acomodo de tanga y vestido para mirar apenada a los alrededores ya que sabía que muchos espectadores no habían perdido detalle de como un viejo de cincuenta y pico años, gordo y feo, se había agasajado por un buen rato a una curvilínea, joven y hermosa chiquilla de hace no mucho haber cumplido sus dieciocho añitos.

-mi buen Climaco, te presento a mi vieja!!- dijo el orgulloso y contento Pancho todavía saboreándose las agradables y frescas sensaciones provenientes de la boquita de tan bella niña, ella en tanto ponía cara de confundida por lo rara que se sentía ante la presentación, y más porque el gordo la agarraba de la mano como un puberto enamorado que lleva a la novia a presentarla a sus padres.

El casi jubilado sargento iba evaluando la mercancía de pies a cabeza, cada una de las femeninas curvaturas eran morbosamente admiradas junto a un sátiro saboreo con la lengua por parte del judicial, se detuvo un poco en los grandes senos que se asfixiaban contra el vestido, Don Climaco casi puso sus manos en forma de querer apropiarse de ellos pero rápidamente recompuso su compostura, era todo un caballero y debía de comportarse como tal. Pero cuando llegó a la carita de la fémina pudo experimentar un jaloneo en su verga sin ni siquiera tocársela, estuvo a punto de correrse a lecherasos después de ver los apretaditos labios sonrosados y ligeramente brillosos por la saliva del gordo que la nena se cargaba mientras los gesticulaba como queriendo escupir, además de admirar esa perfecta naricita, ese cutis tan bien cuidado y sin brillo y eso que a simple vista se veía que la nena carecía de maquillaje. Todo esto, junto a los hermosos y tiernos ojitos verdes además del aire de inocencia de niña que no rompe ni un plato hicieron al viejo imaginar a tan despampanante mujer arrodillada ente él pegándole el mejor mamadón de verga jamás registrado en algún compendio o antología pornográfica mientras lo miraba mimosa con esos ojitos, pensando el viejo Climaco que con esos labios lo más seguro era que en pocos minutos él terminaría vaciándose esparciendo su nauseabunda semilla en toda la carita de la chiquilla con toda la enferma intención de formarle una mascarilla con ella, un bukkake.

-ehh, ejm, cof, cof, disculpen, muy buenas noches, mi bella señorita,- dijo el viejo una vez regresado de su obsceno trance tomando delicadamente la mano de Margarita y besándola salivosamente, más que beso Mar sintió como su mano fue literalmente bañada en babas, era como si un perro se la estuviera lamiendo, algo que obviamente le causó repulsión ya que se hubiera sentido más cómoda si hubiera sido un perro la que la lamiera.

-pendeja, ve y trainos unas cervecitas a mí y a mi amigo, de esas que me gustan, ¿ya sabes de cuáles verdad?, jeje, jeje- dijo el burlón sujeto volviendo a tomar asiento junto a su oxidado amigo, no sin antes dar a la chiquilla una escandalosa nalgada como si ella se tratara de una yegua a la cual esta es la única manera de echarla a andar.

-pero que cacho de culo mi buen, esas son viejas no como la que tengo en la casa jeje, ¿Cómo le hiciste para que esa chiquilla te pelara?, debiste meterle un buen susto- decía el sargento una vez retirada la nena, analizando a la nena entendía que esta mocosa debería de andar entre los mínimo diecisiete máximo diecinueve años, aun así el tema de la edad no le competía.

-lo que le metí fue otra cosa más grande y gorda y de ahí pa´ya no me la quito de encima, todas las noches quiere estar arriba del guayabo, se mueve pa´ya, se mueve pa´ca, me pela el plátano, y pa´que te cuento, hoy no acabo- decía el gordo.

La colorada jovencita se dirigió hacia donde se guardaban las bebidas, en ese momento mientras coqueta caminaba causando nuevamente admiración entre los clientes cruzó su hermosa mirada con la de Silvia quien sorprendida la veía ahí, según apenas no tenía mucho le había dicho lo asqueada que estaba de todo esto, y ahora la jovencita mesera veía como su cautiva amiga se había pegado un fogosísimo beso con un viejo que casi sería abuelo de ambas, hasta hace poco Silvia no pensaba que Margarita ya tuviera tanta confianza con Pancho.

Apenas cuando Mar intentaba sacar las cervezas sintió una caliente y sudada presencia detrás de ella, de pronto algo entre sus nalgas se le metía, algo de aspecto cilíndrico que parecía estar vivo y embonar perfecto entre la raya de su culo, volteó solo para ver la horrible cara bufante de Don Felipe, quien con todo y dientes de fuera (los cuales le eran imposibles esconderlos entre su boca) se le había repegado impúdicamente con la excusa de también él tomar una cerveza.

La nena sintió la mórbida presencia detrás de ella, inmediatamente le llegó un irrespirable hedor a sobacos, genitales, tabaco y aliento alcohólico. Vio como un grueso, peludo y moreno brazo se estiraba a la misma altura que el suyo, una pesada respiración le revolvía los cabellitos que sobresalían cubriendo su nuca.

-zorrita culona, que no se te olvide que tú y yo tenemos algo pendiente- dijo el anciano en voz bajita mientras ladeaba un poco su cabeza casi queriéndole pegar una mordida al cuello de la señorita, era el mismo viejo quien con sus chaqueteras manos acomodaba el tirante de la joven el cual estaba atorado en el bracito de ella, la muchachita pudo olfatear otra rancia esencia emanada de las podridas encías del repugnante vejestorio cuando este dialogaba sus oraciones, era como si este otro tuviera un animal muerto entre sus dientes y se estuviera agusanando.

La jovencita presa del miedo y cada segundo más asqueada hizo lo que tenía que hacer para regresar con los corruptos, Don Pancho ya con cerveza en mano continuó hablando con su viejo conocido, no sin antes sacar un poco las piernas para permitir que Margarita se sentara en ellas, la joven al recordar las llamadas de atención por parte de su actual pareja solo se acomodó arriba de él, Pancho la rodeó de la cintura con su poderoso brazo, depositando su mano en las suaves y tersas piernas de ella, tallándoselas.

-jejeje, Felipe parece chiquillo, ni porque ya casi le pega a los setenta años- dijo el servidor público alardeando de lo bien que se mantenía de salud el dueño de la cantina mientras este platicaba y se mostraba muy cariñoso con Lencha.

-seeee, ahí anda, el que no se le pare la verga es otra cosa, pero de que todavía anda, anda- el vacuno aprovechaba cada momento para darle un buen repaso manual a esas potentísimas piernotas que se le formaban a la nena y que sentada parecía tenerlas aún más potentes de lo que ya las tenía.

Ella en tanto deseaba que esta vergonzosa escena ya pasara, y es que estarse viendo como la vieja, la hembra (o como ella lo entendía, esposa) de un viejo por demás asqueroso no era tarea fácil, otra era tener que estar soportado su olor a sudor y descarados manoseos, por otra parte las atrevidas miradas de un viejo gendarme hasta ese momento conocido por ella que la incomodaban sobremanera, además de estar escuchando las albañilescas oraciones las cuales siempre estaban acompañadas por palabras como bollo, verga, culo, leche y demás, y por si esto fuera poco Don Pancho se atrevía a subirle el vestido hasta el punto donde casi se le viera la minúscula tanga.

Los intentos por detener a este enfermo era vanos, la hermosa muchachita veía como más viejos ahí presentes desatendían sus asuntos para admirarla a ella y principalmente como el viejo se la fajoneaba, algunos casi escurriéndole las babas de sus apestosas bocas, otros disimuladamente masajeándose el bulto escondido entre sus pantalones, pero todos con la misma cara de perros calientes. Ganas no le faltaban a la chica por pararse y darle al viejo una cachetada pero recordaba nuevamente las amenazas que este le hizo antes de venir y sobre todo, aun sentía el dolor en las heridas recién hechas con el pedazo de cable, pero de alguna manera tenía que demostrar su descontento.

-Don Pancho no haga eso, deténgase- dijo la nena, y es que el viejo le había metido sus gordos dedos dentro de la tanga y comenzaba a masajearle sus partes para disfrute del respetable, algunos de ellos ya habían alertado una línea rojiza atravesando una de las piernas de la chamaca.

La nena mostraba su incomodidad, le aborrecía que un viejo que no tenía mucho que la había maltratado ahora quisiera disfrutar de su cuerpo como si nada hubiera pasado, pero más la incomodaba la situación en público, muchos viejos presentes y sobre todo un viejo policía admirando la apretada telita semiprotegiendo su panocha.

-p… por favor Don Pancho, no… no haga eso- la nena se revolvía, bamboleaba su cuerpo y restregaba sus piernas tratando de impedir que el viejo la siguiera tocando, veía desesperada para todos lados buscando quizás alguien que se consternara con su situación y abogara por ella pero se encontraba con los rostros de asnos cachondos que poseían los finos caballeros en ese momento, la gran mayoría, por no decir todos, maduros de cuarenta para arriba y uno que otro fósil viviente.

-acuérdate lo que te dije zorra asquerosa, si sigues con tus mamadas vas a ver llegando a la casa- el viejo escondía su boca en la nuca de la chiquilla mientras repetía estas amenazantes palabras para después pasar a besarle sus pecosos y nuevamente desprotegidos hombros.

En ese momento los verdes ojitos de la exhibida muchacha se cruzaron con los negros de su hasta ahora única amiga, Silvia, quien yacía con una bandeja de meserear entre sus manos impactada con lo que estaba aconteciendo, viendo como Don Pancho literalmente le comía la oreja a su amiga mientras sus manos intentaban escurrírsele hasta lo más íntimo.

Para entonces, el Sargento Climaco podía ver algunos ríos de saliva correr por el cuello de la niña, pero sin perder detalle de como el delincuente no paraba de manosear ese delicioso sexo. Margarita de vez en cuando, en su lucha, se abría un poco de piernas mostrando al corrompido oficial, así como a una parte del público en general, su carnosa panocha apenas tapada por un pequeñísimo triangulo de negra tela, y por momentos el mismo judicial podía apreciar el nacimiento de tan carnosos labios vaginales, esto gracias a que Pancho en ocasiones movía la tanga de su lugar.

-jejej, Pancho como osas comer pan enfrente de los pobres- dijo el viejo oficial quitándose los lentes dejando expuestos unos ojerosos ojos, como si el viejo llevara trabajando de noche toda su vida.

-mira que mis amigos me están observando pendeja, no me hagas una escenita aquí, recuerda que me perteneces y puedo hacer contigo lo que me plazca- dijo el viejo dando una ligera mordida al cuello de la chiquilla.

Pero si bien la mente de la muchachita respondía negativamente ante estos depravados manoseos, su cuerpo decía otra cosa, y es que Pancho era un viejo lobo en estas cuestiones, no por nada llevaba toda una vida de sexo desenfrenado con cantidad de prostitutas y de tanto en tanto algo tuvo que haber aprendido, y es que las inquietas manos del infractor sabían muy bien donde estaban las partes más vulnerables de la chiquilla, que si bien no todas las mujeres son igual de sensibles en el mismo punto, la mayoría tiende a experimentar sensaciones parecidas, y en caso de no ser así el viejo explotaba otras zonas erógenas.

Poco después de que la nena medio asimilara su condición el viejo ya sentía las primeras humectaciones de ese mágico elixir que de la nena brotaba cálidamente desde el interior de su sexo, Pancho pasaba y repasaba sus dedos por toda la extensión de la depilada zanjita, sintiendo lo apretado de dichos labios vaginales y la sensible bolita arriba de ellos mientras dedicaba una mirada jocosa a su compañero de mesa, este le daba un sorbo a su cerveza sin dejar de mirar el exquisito cuerpo de la manoseada potranca, su corrompida mente era asaltada por visiones en donde él sometía genitalmente a la chiquilla mientras esta arqueaba su cuerpo sacando todo su exuberante trasero moviéndoselo sugestiva pudiendo escuchar el resonar de los gemidos de la chamaca como si en verdad se la estuviera culeando.

El corrupto oficial apenas había conocido a la chiquilla y ya estaba maquilando un plan sobre como poder bajársela a su pervertido y gordo amigo, como poder disfrutar de esas selectas carnes que conformaban a esa manzana de la discordia, y es que en ese deshonesto mundo no se podía confiar ni en la sombra propia.

Después de tallarle la concha a sus anchas, el viejo sacó sus dedos y los enseñó a la nena.

-mira puta, y dices que no te gusta, a ver, explícame esto- la chamaca veía dos de los hiperactivos dedos del pervertido empapados en sus jugosas intimidades.

-Don Pancho, por favor- dijo susurrante la acongojada nena.

Sin embargo el viejo volvió a la carga, esta vez tallando aún más descarado sus gruesos dedos por sobre el empapado panuchón, como un auténtico pulpo se enrollaba a modo de formarle con sus brazos una humana prisión a su cautiva, ladeaba su batracio rostro para de este modo lamer depravadamente la limpia orejita de Mar, comenzando con una serie de lamidas en todo el lóbulo y pabellón de la oreja, la nena por más que intentara alejar su rosto del marrano sujeto este siempre lograba alcanzarla, incrustándole su lengua muy dentro de su orejita.

Poco a poco, se fueron uniendo más aficionados al espectáculo, los hombres que después de un arduo día de trabajo desempeñando oficios tan desgastantes como la mecánica, la albañilería, la balconería y uno que otro limpiando el alcantarillado comenzaron a formar un semicírculo alrededor de la contrastante pareja de enamorados.

Margarita, con rostro asustado y cuerpo tembloroso, trataba de cerrar sus carnosos muslos para así evitar el cochino roce de los acorazados dedos del viejo sobre su delicada zona íntima, todo esto era imposibilitado en varias ocasiones pues el grasiento daba algún mordisco o rozaba exquisitamente el botoncito de la joven haciendo que esta sufriera algunos espasmos los cuales relajaban sus músculos logrando que al viejo le fuera posible volver a abrirla de patas.

La nena dio otro vistazo hacia su entorno dándose cuenta de que muchos de los caballeros ya se habían levantado de sus asientos y contemplaban en primera fila como ella estaba siendo masturbada por un tipo de lo más aborrecible y prepotente, y que además la triplicaba tanto en edad como en peso, el gendarme ahí sentado solo se tallaba disimuladamente su arma y de paso le daba otro buen sorbo a su cerveza, mostrando una amarilla risa tan enferma como la del redondo granuja.

Cada vez más público se levantaba de sus asientos para poder apreciar mejor la impúdica escena, y es que los que estaban hasta al fondo tenían que ponerse de pie pues los de las primeras filas les tapaban la acalorante visión. Algunos otros, envalentonados por las copas de más y al ver que el gordo parecía estarles regalando el morboso espectáculo se atrevían de manera zombificada a dar algunos pasos hacia enfrente rebasando la imaginaria línea de tolerancia.

-mira chiquilla, si sigues con tus mamadas de estarte moviendo y no dejarme hacer mi trabajo te echo a esta manada de perros hambrientos jeje, ¿quieres ver que soy capaz?- dijo el viejo aprovechando que su boca casi estaba sepultada en la oreja de Margarita.

La nena se quedó quieta al escuchar esa atroz propuesta no sin antes soportar el tufo a alcohol y cigarro proveniente de la boca del viejo macuarro, ella estaba a punto de pararse y darle una bofetada a tan reprobable canalla sin importar las consecuencias, pero apenas y el gordo sintió el levantamiento de ese cálido y voluptuoso cuerpo enterró con furia excesiva sus grasosos dedos en el bracito de esta casi llegándole al húmero, con esa acción la nena supo que tenía que regresar a su lugar.

-pedazo de puta, ¿no me crees?, orita mismo te echo a los perros- dijo el viejo en voz baja pero con la suficiente intensidad como para que la nena escuchara sus declaraciones.

-a ver bola de pendejos, en vista de lo bien que se la están pasando y de que mi vieja está un poco… caliente, ha decidido obsequiarles…- rápidamente la nena llevó sus sensuales labios hacia las percudidas orejas del porcino para decirle.

-no, por favor señor no, no me eche a esos hombres, por favor- decía la pavorosa muchachita ya casi queriendo romper en llanto, estaba hasta sudando viendo la clase de tipejos y espantapájaros que gozarían de sus servicios.

-muy tarde pendeja, con esto aprenderás que cuando yo digo algo se debe de obedecer a la primera- gruñía el asqueroso sujeto.

-no por favor, estaba nerviosa, por favor no lo haga- la nena, siempre hablado en voz baja trataba por todos los medios de lograr impedir los cometidos del viejo, prefería mil veces ser tocada en su intimidad por tan desagradable pelmazo a ser violada por una bola de malencarados borrachos que sin duda se darían el mayor festín de sus vidas, pero lo que a la nena no la convencía era la notable superioridad numérica que estos presentaban, ella solo era una, mientras que ellos eran alrededor de veinte sujetos.

Entre el público en general había de todo, hombres de apariencia cuarentona y quizás un par de ellos ya demostrando que estaban en los últimos días de su existencia debido a su avanzada edad, pero la gran mayoría siempre con una mirada expectante, un rostro calenturiento, una babeante boca y algo que se estiraba bajo sus pantalones.

-no seas así chiquilla, muchos de ellos no han cogido en meses, apoco los vas a dejar así… ahh ya sé, ¿no quieres que te manoseen ellos?, ¿solo quieres que te toque yo?, ¿por qué te gusta cómo te toco el bollo? jeje, ¿no es así?- la jovencita rápido intuyó que el viejo hablaba en su burlón lenguaje, sabia ella que tenía que seguirle el juego ya que de lo contrario esto derivaría en una noche de sexo desenfrenado con poco más de una veintena de tipos de lo más sucios y viles, y algunos adivinar qué tipo de enfermedad venérea la trasmitirían.

-s… si… si Don Pancho- respondía titubeante una chiquilla que trataba de evitar al máximo que fuera arrojada a los machos, como cual carne se arroja a los perros.

-sí que perra estúpida!!, ya sabes que a mí me gusta que me digan las oraciones completas, así no te entiendo!!, y puedo tomarme como respuesta una que puede ser muy diferente a la que me quieras dar- bramaba el vejestorio, para esto solo se dedicaba a besar el cuellito de la chiquilla.

-s… si… si… Don Pancho, solo usted… me gusta como me toca- dijo la nena.

-jeje, ya sabía, si cada que te toco la panocha pones una cara de puta que ni tú te reconocerías, pero mi niña, ya hice la invitación a todas estas personas, es de mala educación echarse para atrás- dijo el desalmado sujeto apretando a su hembra aún más en su sudado cuerpo.

-no por favor Don Pancho, eso no- los verdes ojitos de la nena ya estaba comenzando a cristalizarse por efecto de sus lágrimas.

-¿te portarás bien a partir de ahora?, pendeja- rebuznaba el caliente sujeto.

-si, si, me portare bien, haré todo lo que usted me diga, todo menos eso, por… por favor, no me eche a los señores esos-

-mm, eso de que harás todo lo que yo diga suena muy tentador, sin embargo creo que ya me lo has dicho antes y no has cumplido, ¿porque tendría que creerte ahora?- la joven tenía ganas de insultarlo, le llegaban a su mente insultos que ni ella había escuchado pero estando en desventaja tenía que guardar la compostura.

-se… se lo digo enserio- dijo la nena y para mostrar su sinceridad ella misma buscó los labios del viejo para fusionarse con él en un viscoso batido de lenguas, ahora era la nena la que trataba de llenarle la alcohólica y antihigiénica boca a ese desvergonzado con su fresco y naturalmente mentolado aliento.

-tóqueme, tóqueme Don Pancho- dijo la aterrada nena llevando ella misma una de las grotescas manos del viejo hacia su sexo para después con sus dos manitas tomar los caídos cachetes del viejo y así poder darle algunas lamidas a las bembas del cetáceo.

No es que la nena quisiera en realidad que el viejo la tocara pero tenía que mostrar su conformidad y su gusto a sus pervertidos toqueteos para así asegurarse que el viejo desechara la idea de ponerla a culear con el conglomerado, además ponía todo su empeño regalando al viejo los mejores y más apasionados besos, más sensuales que aquellos que alguna vez dio a su ex novio.

-te gusta?, te gusta lo que te hago?- preguntaba el porcino mientras estiraba la tanga remarcando escandalosamente los escurridos labios vaginales.

-si, si me gusta- susurraba la nena sin dejar de lamer las negras encías del pervertido.

Los viejos presentes vitoreaban la casi unión marital que se estaba llevando a cabo en tan improvisado tugurio, las chicas que fungían como meseras, entre ellas Silvia, veían incrédulas como esa hermosa chiquilla que las superaba a todas juntas en belleza y porte se pegaba un asqueroso beso con uno de los tipos más feos y viejos del lugar, una de ellas no aguantando el desagradable paladeo tuvo que correr al baño para vomitar.

El suertudo de Pancho nivelaba horizontalmente uno de sus brazos para después levantar el pulgar de esa mano en señal de victoria despertando una notable algarabía, un babelesco bullicio entre los participantes ya que cada uno expresaba sus comentarios al mismo tiempo mientras veían, calientes a mas no poder, como la lengua del gordo realizaba un salivoso y muy pegado movimiento de traslación alrededor de la de la chiquilla, ¿o era al revés?

-Pancho, ¿qué es eso que nos iba a regalar la putilla?- al parecer el público se impacientaba, pero Margarita al escuchar esto comenzó a surtir de besos al viejo tanto en su boca como en sus cachetes de perro bulldog, así como en su mugroso cuello.

-sí, dijites que nos iba a dar algo, jejeje-

-yo le voy por el culo- dijo otro ya dando un par de pasos al frente pensando que la nena ahí enfrente sería de ellos por esa noche.

-jeje, calmados, ¿cómo creen que esta pendeja esté interesada en ustedes?, ¿Qué no ven como me devora a besos como si me estuviera comiendo la verga?, la putilla solo estaba hablando de sus calzones, piensa regalarles el que está usando en este preciso momento, a ver!!!, ¿Quién lo quiere?, con olor a bollo!!- decía el chachalaquero viejo.

-¿solo los calzones?- preguntaba desilusionado uno de los congregados.

-ahh que fraude, yo pensé que nos la íbanos a coger- se quejaba otro.

-yo sí, yo si los quiero!!- dijo uno de los más ancestros estirando la mano como un condenado pidiendo un poco de agua, a partir de que este último habló un nuevo escándalo se apoderó de la pequeña sociedad mostrando el interés de cada uno por un simple pedazo de tela que servía para apenas cubrir el sexo de una curvilínea jovencita.

-mira cuanta fanaticada niña, ¿no pensarás decepcionar a tu público?- decía el viejo aprovechando que sus labios estaban libres pues la chiquilla ahora besaba apasionada el peludo pecho de su hombre.

El conjunto de pervertidos se alteró aún más cuando vieron que la jovencita levantaba un poco sus caderas, juntaba sus brillosas piernotas lo más que podía metiendo ambos pulgares en cada uno de los laterales de la tanga. Admirando, con cara de simios parando la trompa, como esa minúscula prenda iba deslizándose entre los delineados muslos al mismo tiempo que se remolinaba en su camino para terminar quedando enredada entre sus rodillas.

El gendarme que compartía mesa con la exhibicionista pareja no pudo más, y caliente bajó el cierre de su pantalón liberando su venuda tranca completamente parada y amoratada, con una enorme gota trasparente coronándola. Y así como él, otro de los presentes también lo hizo, y después otro, y otro más siguió con la reacción en cadena, para comenzar a realizar obscenos movimientos masturbadores. Para esto el número de personas había aumentado, ya eran aproximadamente unas treinta, completándose con los que hace momentos platicaban afuera.

Silvia aun veía como su amiga estaba siendo tratada como un simple entretenimiento, como era usada para saciar las bajezas de un infame, desde luego que no podía hacer nada para defenderla, quiso decirle a Felipe que pusiera orden pero lo vio igual de caliente que el resto de la multitud, incluso restregando su pelvis en la barra como si estuviera penetrando a alguien, y a unos metros de él, el tortuguesco Atilano masturbándose impúdicamente a sabiendas que la barra lo protegía de las miradas indiscretas, para esto también su vaina se encontraba protegida por su viejo mandil, el ambiente se ponía hostil también para la muchachita de cabellos negros quien tuvo miedo, así que dejó la charola en la barra haciendo acto de abandono.

A este tiempo la íntima prenda de la nena ya había llegado hasta sus tobillos, Mar doblaba un poco su cuerpo para alcanzar a quitársela completamente siendo aprovechada esta sugestiva postura por Pancho para admirar las redondeces de la joven y realizara vulgares movimientos de penetración vaginal o anal haciendo gestos en su feo rostro como si la vida se le fuera, siendo reverenciado por una parte de la muchedumbre, movimientos que Margarita al estar agachada con el culo levantado no pudo sentir ni apreciar.

La nena, ya con tanga en mano, intentaba retrasar al máximo la acción a continuación, mientras tanto los viejos se empujaban unos a otros por ganar una mejor posición, era tanta la felicidad carnavalesca que uno de ellos fue a parar al suelo empujado por otro de los que competían por quedar mejor ubicados. Los descompuestos rostros de los ahí presentes hacia dudar que en verdad se trataran de integrantes de la supuestamente inteligente especie humana, ya que Margarita lo último que veía en esas caras de chimpancés jariosos era raciocinio, y mucho menos, respeto hacia la integridad de ella como mujer.

Sin embargo después de otra advertencia del gordo ella tuvo que arrojar su prenda que para los viejos representaba un verdadero tesoro, los levantados brazos se peleaban como si se trataran de mujeres queriendo ganar el ramo en una boda. La tanga cayó entre las sucias manos de uno de los que ahí se masturbaba, de tanta emoción había dejado sus miserias de fuera sin importarle en lo más mínimo que aun hubiera mujeres presentes (pues otras dos meseras junto con Lencha veían atentas la desequilibrada acción, esta última parecía estar excitada). El triunfo de este personajillo no fue respetado por los demás comenzando una serie de jaloneos entre los presentes, escuchándose claramente gruñidos y berridos como si los que pelearan fueran cerdos queriendo acaparan el tazón más grande de techate.

Por otra orden del viejo Margarita se recostaba en él, entrecerrando sus ojos, sensualizando sus labios pero manteniendo sus piernas lo más cerradas posibles, el viejo levantaba el vestido de la damisela evidenciando un vientre tan plano y trabajado, ella intentó detenerlo pero al parecer algo que el viejo le dijo en secreto la hizo dejarlo seguir desnudándola. Los muslos de la chiquilla comenzaron a abrirse lentamente pero antes de enseñar su depilada vagina a todo el ganado ahí reunido llevó una de sus manitas improvisándola como protección vaginal, abarcando completamente su panocha.

Pero rápidamente la morena mano de Pancho se apropiaba de ese jugoso espacio desplazando a la blanca manita e incrustando el dedo medio dentro de la concha de esta, haciendo que la nena se sonrojara y expresara un ahogado gemido, llevando ella a su boca una de sus manitas para ubicar entre sus carnosos labios el dedo medio de esta.

De pronto el dedo anular del viejo acompañó al medio dentro de esa reducida cueva, el periodo de tiempo que precedió la completa penetración vaginal de la chiquilla fue lo suficiente como para que varios admiraran la lenta irrupción que cada dedo realizó, demostrando lo apretada que se encontraba esa delicada vagina, haciendo escurrir a más de uno por probar esas carnes que se enseñaban a pocos pasos de ellos.

El vestido de la nena lucía enrollado más arriba de su cintura, los morbosos sujetos se deleitaban con esa acalorada visión, muchos ya sudaban manchando de traspiración sus ya de por si sucias camisas, otros espumeaban descontroladamente sus bocas como cangrejos, sin embargo la nena se reusaba a abrir los ojos, solo escuchaba a los viejos mugir, expresando palabrotas o insultos hacia su persona, recalcándole su condición de puta, zorra, güila, así como los usos que para ellos tenía cualquiera de sus orificios. La nena también escuchaba el asqueroso sonido proveniente de la viscosa masturbación que muchos de ellos llevaban a cabo, escuchaba la pesada respiración del gordo así como una conversación que este llevaba a cabo con el comandante en donde el voluminoso hacia alarde de las cargadas eyaculaciones que ella podía realizar, despertando el interés del policía por ser testigo de una.

Fue aquí cuando el viejo realizó un movimiento tembloroso con su mano, esa que mantenía dos de sus dedos bien metidos dentro de la concha de la nena, para esto la otra mano se había escurrido por detrás de la espalda de la chiquilla abarcándole todo el trasero con ella. Ella comenzó a contorsionarse entre los brazos de su amante, intentando ahogar sus gemidos en su garganta, el gordo se daba gusto manoseando esas lubricadas partes la cuales en pocos minutos comenzaron a manifestar el clásico sonido húmedo de la concha de la nena cuando era masturbada a tan agresivas velocidades.

Ella en tanto, completamente apenada por saberse como un simple espectáculo para viejos hambrientos de carne, llevaba esa manita que anteriormente cubría sus labios para tapar sus ojitos, su tremendo cuerpo comenzaba a temblar y a transpirar, algunos gemidos también empezaban a escaparse de sus labios, incluso se le bajó todo el volumen a la música para que los caballeros escucharan con mayor calidad los gemidos que realizaba la muchachita.

La jauría se deleitaba escuchando los quejidos de la joven así como el húmedo sonido vaginal que de su caliente concha brotaba, los dedos del gordo lograban sacar por momentos algunas pesadas gotas de un líquido que emanaban de esa cavidad vaginal salpicando el moreno brazo de Pancho, también veían las carnosas piernas de la chiquilla temblando, las gruesas pantorrillas de la misma intentando elevar su cuerpecito, procurando mantener su posición o fruncir sus dedos ante el prolongado acoso de la que era víctima.

El gordo por su parte no dejaba de masturbar a la vez que de admirar el delineado cuerpo que tenía entre sus manos, la esbelta cinturita al aire libre y cubierta por cantidad incuantificable de gotas de sudor, ver como su morena mano se sumía dentro de esa apretada panocha, sentir el pesado culote descansar sobre su otra mano, notaba los erizados pezones casi queriendo agujerear el sugerente vestido, veía esa carita de zorra cada vez más fruncida y considerando el aumento en su temperatura tanto como de su respiración y latidos del corazón predecía que la nena estaba a punto de chorrearse.

Para esto la espasmada chiquilla había enrollado sus bracitos en el cuello de su torturador, abría sus labios para expresar gemidos cada vez más sonoros hasta que sintió como la lengua de Pancho nuevamente se le enterraba hasta su garganta. El obeso pervertido estaba quizás más caliente que ella, y es que disfrutaba ser el más afortunado de toda la manada, veía a esos humildes obreros en su mayoría conformarse con las migajas cuando él podía comerse a la hora que quisiera el pastel entero.

Uno de los viejos no pudo más y terminó vaciando su asquerosa concentración marfilesca, haciendo sonidos y movimientos raros, su mano rápidamente se cubrió de semen el cual caía pesado hasta el suelo.

-ya Don Pancho pareeee, me voy aaaa…!!!- grito la nena liberando su boquita del viejo bembas de bagre, pero con un gruesísimo lazo de saliva aun uniéndoles las lenguas.

-córrete pendeja!!, córrete puta, puta mamavergas!!!- rugía el viejo moviendo tan fuerte su brazo que sentía el adormecimiento de sus músculos, notándose el movimiento de sus grasas ante cada agitación de su brazo.

La nena comenzó a convulsionarse, una de sus manitas intentaba apoyarse de la mesa mientras la otra se estampaba constantemente en la grasosa voluminosidad de Pancho, este pelafustán sacó sus dedos de la vagina de la chiquilla para que de esta fuera liberada una potente eyaculación de calientes jugos agridulces.

Un verdadero aullido fue escuchado mientras la chiquilla se encontraba descargando su mujeril esencia, todos atentos se bebían con la mirada las sendas eyaculaciones que salían pausadas y acompañadas de un espasmo por parte de la jovencita quien se revolvía y casi desmayaba mientras terminaba de vaciarse.

La femenina expulsión dejó una pequeña poza aceitosa justo debajo de donde la niña yacía patiabierta aun jadeante y jalando aire dificultosamente, su acelerada respiración hacía pensar a los aglutinados que los senos de la señorita tenían pulmones propios. La bella niña llevaba una de sus manitas y la pasaba por todo su rostro en una forma de quitarse el exceso de traspiración que le daban un aspecto sensualmente brilloso.

El asqueroso y enfermo sujeto utilizaba los dos dedos, los cuales le habían servido como auténticos vibradores para lograr el lúbrico cometido, como si se trataran de una especie de destornillador, metía y sacaba los dedos de manera lenta pero pesada, con un rotante movimiento que dejaba ver las desquiciadas intenciones de un viejo que deseaba agrandar de una vez por todas el reducto vaginal de la escurrida chiquilla.

La joven no dejaba de gemir ante tal descarado acto, y es que los dedos del viejo estaba tan gruesos que unidos casi formaban la misma envergadura de su miembro, en pocas palabras era como si el viejo se la estuviera dejando ir toda, pronto los gemidos de la hembra fueron acompañados por una serie de sonidos producidos por el cetáceo como tratando de imitar los gemidos femeninos, en una especie de burla o de señal de triunfo del género masculino sobre el femenino, dejando bien en claro entre todos aquellos que dudaban aún que Pancho se comía todas las noches a la despampanante hembra vestida de blanco que hace unos días entró a la cantina robándose el corazón, e infinidad de chaquetas a su salud, de muchos.

La terrorífica anormalidad que se le formó al vejestorio dentro de sus pantalones fue tal que él mismo tuvo que sacar su pistola (el arma de fuego) para poder dejarle el espacio suficiente a su arma de carne, depositándola arriba de la mesa, justo a la vista del defensor de los derechos civiles y protector de la integridad de la comunidad y al cual parecía habérsele olvidado hace mucho haber jurado por la validez de dichos principios.

Regresando con el gordo, este había vuelto a acomodar dos de sus dedos dentro de la encharcada y olorosa vagina, el olor a bollo escurrido era tal que muchos de los ahí presentes se sentía hipnotizados por tan agridulce aroma, otros veían con una sed enferma esos restos de corrida estancándose entre las viejas maderas que conformaban el piso del establecimiento.

El viejo reinició con el suplicio efectuado a la joven martirizada, sus dedos sentían a carne viva las paredes vaginales completamente húmedas y dilatadas, veía a la nena toda colorada de su carita, cerrando los ojos y sintiendo al máximo los movimientos de esos temblorosos y callosos dedos que la penetraban.

El viejo escuchaba ahora más sonoro un acuoso sonido proveniente de la panocha, era tal el elixir expulsado que la aromatiza emanación podía metérsele hasta los pulmones, Don Pancho hasta prolongaba sus respiraciones expandiendo bruscamente sus enormes fosas nasales queriendo acaparar la mayor cantidad posible del afrodisiaco aroma, el viejo pronto fue testigo de las contracciones orgásmicas que nuevamente atacaron a la chiquilla, ella tuvo que enterrar sus dientes en uno de los fornidos brazos de su macho debido a las placenteras sensaciones que la enloquecían.

La alterada chiquilla realizaba un sonido que no entraba en la clasificación de gemido o pujido, era un sonido agudo como de un animal chillando, trataba de retrasar, de aguantar esa quemante sensación entre sus piernas que al mismo tiempo le causaba una rasquiña insoportable. Para esto el viejo guarro aprovechó otro punto a favor que le brindaba el cuerpo de su diosa.

Desde hace poco rato el viejo había notado lo hinchadísimo del clítoris, estaba tan duro que era más difícil no encontrarlo, una risa extremadamente aberrante y pervertida se le dibujó en su grasienta cara. Sumió lo más que pudo los dedos índice y medio de la mano libre entre las carnes que conformaban los externos labios vaginales, en una posición tan perfecta que el clítoris quedaba justo en medio de ambos dedos, esto permitía al viejo sentirlo desde la raíz o hasta más abajo de su nacimiento, y como si dichos dedos fueran unas tijeras el viejo fue juntándolos hasta que estos se unieron, quedando el palpitante botoncito apretado entre ellos.

Una vez hecho esto Don Pancho prosiguió con un sutil movimiento de fricción entre sus dedos, machacando el sensible frijolito, haciendo que la nena pronto jadeara como una verdadera perra, gradualmente Pancho elevaba la velocidad mientras veía el descompuesto rostro de la bella doncella, pronto la ardiente jovencita estaba tan extasiada con semejante y nunca antes experimentado trato que tuvo la necesidad de jadear con lengua de fuera, completamente roja de sus mejillas, envilecida y enloquecida, temblando de sus bracitos los cuales se abrazaban de la robusta bestia, siendo atacada por olas cada vez más grandes de un placer indescriptible, un placer que la había obligado a la buena a abrirse lo más posible de piernas, de este modo su bollo quedaba completamente expuesto e hinchado para los viejos en toda su pulsante y ovalada forma.

El viejo sudaba debido a la presión calorífica que la nena exudaba de su cuerpecito, tan sudado que ya manchaba completamente su camisa y la parte del pantalón que cubría su zona pélvica, llevado por un inmoral deseo más allá de la lujuria apretó aún más fuerte sus dedos casi triturando el pequeño clítoris, y comenzó con un fino movimiento de estiramiento como si lo quisiera desprender, aprovechaba lo sumidos que se encontraban sus dedos para literalmente masturbar el clítoris, haciendo que la chiquilla se retorciera entre sus bazos, se serpenteara, se ondulara y casi se derritiera, los ojos de la chiquilla casi se querían juntar, en estos momentos la jovencita carecía del conocimiento suficiente para advertir en qué lugar se encontraba y con qué clase de personas, con estos movimientos masturbatorios se le había ido toda la información requerida.

Mar no demoró mucho rato para derramarse con cargados chorros de líquido que terminaron por nutrir las pequeñas pozas en el suelo formando ahora un charco mayor, el cuerpo de la nena evidenciaba un ligero temblor cada que un chorro más se escapaba de su intimidad, el viejo había sacado sus manos cuando sintió ese conjunto de néctares liberarse pero era ahora la misma chiquilla quien se metía los dedos para terminar por descargarse, no sabía porque, pero la intensa picazón que sufrió en su concha la obligó a refregarse ella misma, terminando por secundar sus penetraciones con enloquecedores movimientos de cadera y berridos de hembra.

-¿ahora si me van a creer bola de pendejos?!!, todas las noches me ando comiendo a esta zorra!!, todas las noches le doy verga hasta casi matarla!!, pero es tan puta que siempre termina pidiéndome más!!, jajaja!!, solo véanla como ella misma se dedea la muy cochinota, a ver, ¿quién se carga la vieja más buenota? bola de putos!!!- el viejo Pancho reforzaba su orgullo de macho ante las anteriores burlas que los reunidos le hacían debido a que por su obesidad y vejez posiblemente ya no se las podría con una joven hembrita como la que en esos momentos era conocida como su supuesta vieja.

-tu puta madre Pancho!!, préstamela tan siquiera un día, verás que ya no regresa contigo jajaja!!- decía uno de los satisfechos espectadores.

-estoy tan caliente que hasta te chuparía los dedos- decía otro de los ahí reunidos, ante todo esto el oficial Climaco solo reía divertido mientras limpiaba el exceso de sudor en su frente con una servilleta, sin duda era un momento idóneo para desestresarse del papeleo y las continuas fallas que presentaba la efectiva en su tiempo de ausencia.

-a mí me vale verga, yo los voy a probar de suelo- dijo otro y cuando terminó de decir esta frase otro ya se le había adelantado y sorbía los jugos de la nena directamente del piso, hasta se apoyaba de sus abiertas manos para tener mejor posición, parecía un musulmán rezando en una mezquita.

Desde luego que a este festín se unieron mas creyentes, otros se empujaban como si fueran ñus tratando de acaparan el mejor espacio de la rivera, había un viejillo que no daba abasto sacando y metiendo su camaleónica lengua hábilmente, dándole constantes repasos a ese charco que cada vez se hacía más pequeño hasta que desapareció, los depravados sujetos se consumieron hasta la última gota.

-¿A dónde vas hija e´puta?, todavía no te he dado órdenes de retirarte!!- decía al gordo cuando vio que su nena se incorporaba después de haber analizado la enferma escena y en donde verificó que muchos la habían estado grabando desde quien sabe cuándo con su celular, quería llorar pero no tenía que demostrarle debilidad a este montón de puercos, si lloraría por lo menos lo haría donde no la vieran, en la casa del gordo.

-D… Don Pancho, quiero ir al baño- después del brutal estallido la nena no soportaba sus ganas de mear, hasta cruzaba sus piernas señas de las ganas que tenía, y es que algunas gotitas de orines ya resbalaban por sus muslos, y de paso tomaba esto como excusa para volver a “su casa” lo más rápido posible.

-méate aquí, anda- decía el aborrecible personaje.

Para Mar asimilar eso fue peor que dejarse manosear en público, como se le ocurría a este pedazo de asno que ella haría sus necesidades enfrente de todos los tambaleantes viejos verdes deseosos por admirar nuevamente sus partes, además de darse cuenta de que dos de la meseras, las cuales ni conocía, veían aterradas y asqueadas la recién llevada a cabo inmoral escena, sin duda Margarita sería el motivo de pláticas y chaquetas al menos por unas cuantas semanas.

-p… pero Don Pancho- objetaba la señorita.

-que te orines aquí pedazo de zorra que no entiendes!!!, o te hago entender a golpes pendeja!!!, pa´la puta verga cada generación nacen más pendejas!!!- dijo Pancho en un tono tan cruel y estruendoso que hasta hizo callar a la escandalosa jauría.

-Do… Don Pancho es que aquí… aquí no hay donde-

-me lleva la verga escuincla pendeja!!, ¿siempre tiene que ser a tu modo verdad?, a ver bola de putos!!, mi hembra quiere orinar!!, ¿quién de ustedes quiere beberse sus meados?- preguntó el gordo dirigiéndose a la respetable audiencia.

Muchos candidatos reclamaban para si la anhelada vacante, la gran mayoría hasta Atilano conformaban el conglomerado de reclutados de los cuales uno seria el seleccionado para desempañar tal heroica labor, claro que Pancho al ver las condiciones de la nena tuvo que darse prisa en su decisión, repasando minuciosamente cada una de las descuidadas caras de los aspirantes hasta que dio con uno, un viejo de apariencia ochentera completamente desprovisto de dientes, con un delgadísimo cuello en donde se apreciaba una enorme manzana de Adán, llegándole a dar forma de pescuezo de buitre.

Pancho lo llamó y él, feliz (aunque no parecía pues su cara de pocas pulgas no desaparecía) por haber sido el seleccionado analizaba casi cayéndose de borracho las órdenes dadas por el gordo como si este fuera un pupilo recibiendo las estrategias de su director técnico y se colocaba boca arriba en el suelo, con sus manos en forma de cruz como si este fuera un difunto en pleno velorio, con sus ojos bien abiertos y su boca manifestando una destornillada sonrisa completamente rosada pues carecía de piezas dentales observándose los hundimientos en donde tiempos atrás permanecieron las calcificadas piezas, rápidamente el redondo le ordenó a Margarita como colocarse y ella, con toda la pena y humillación del mundo se posicionaba.

Abría ligeramente sus piernas, colocando cada pie en los costados de donde yacía recostada la cabeza del vejete y lentamente descendía doblando sus potentes piernas hasta quedar en una postura conveniente para la micción, arremangaba su vestido para evitar que este pudiera mancharse de orina durante el acto y comenzaba a dejar salir los chorros de líquido dorado que cayeron en la cadavérica cara del viejo, era por demás notoria la incomodidad de la encuclillada chiquilla.

Nadie, absolutamente nadie, perdía detalle de lo que acontecía, para los viejos la nena quedaba de perfil pero se alcanzaba a ver entre sus escandalosos muslos un ligero chorrito amarillo que entraba limpio en la bocota del vejestorio, para este personajillo la delicada panocha de la nena le quedaba en un exquisito primer plano, podía verle los colorados labios vaginales completamente brillosos así como algunas partes en donde pequeños pelitos comenzaba a florecer. Para los de la barra (Atilano, Felipe y Lencha) era indescriptible la forma que el trasero de Margarita había adquirido, una forma estéticamente acorazonada seguida por una delgadísima cintura que se estilizaba aún más debido a la forma en que se le había enrollado el vestido, Pancho y Clímaco tenían la misma visión que los otros viejos solo que de perfil contrario y las jovencitas meseras procuraban hacer como si nada estuviera pasando. Silvia, quien venía regresando, contempló como su amiga le orinaba la cara a uno de los viejos más aberrantes y encimosos del lugar y que tantas veces le había faltado al respeto al ser ella, de entre todas las meseras, la más presentable anatómicamente, por lo que aun más asqueada que antes nuevamente decidió ir a tomar más aire fresco.

El viejo abría lo más que podía su boca, pronto esta le fue atiborrada con la rasposa sustancia desbordándosele de sus secos labios y bañándole toda la cara, la apenada Margarita se sentía morir de la vergüenza, estando ahí encuclillas emborrachando a un viejo desdentado con su orina, una vez incorporada le costaba un mundo mantener su frente en alto, no tenía autoestima para mirar a alguien a los ojos, fue la vez que sintió que más tardó en orinar y cuando acabó fue, para su suerte, retirada por el viejo.

-mira perra, vete para la casa, te bañas porque estás toda apestosa a concha y te pones bien zorra porque vamos a salir, en veinte minutos te quiero lista o ya sabes, habrá cable jeje- dijo Pancho para seguir dialogando como si nada con su benefactor.

-pues si como te decía, ya aprovechando que estás aquí quisiera pedirte un pequeño favor, se trata de una chiquilla que tengo aquí y quisiera pedirte que si podrías ir con Felipe y regr…- era lo que escuchaba Margarita hasta que la distancia le impidió seguir enterándose de los asuntos que tramaba su propietario, caminando mientras los borrachos admiraban su potente trasero pues sabían que iba completamente descalzonada.

La nena salía por la parte de atrás de la cantina, una vez abandonando por completo el recinto fue jalada por unos brazos hacia una parte aún más oscura, una zona que proporcionaba la invisibilidad precisa para pasar completamente desapercibida ante cualquier mirada curiosa.

-Maguito, ¿qué pasó?, ¿estás bien?, ¿te lastimaron?, discúlpame, quise ayudarte pero no pude- dijo la presencia abrazando con hermandad a la masturbada joven, para esto Margarita ya había reconocido la voz, se trataba de Silvia.

-no!!, no me abraces, estoy sucia!!- advertía Mar.

-ay, eso que, además traigo mandil jijiji, ven déjame darte un abrazo, lo necesitas-

-estoy bien, ¿y tú?, estaba preocupada, pensé que alguno hubiera querido propasarse contigo… aprovechando la confusión- decía Margarita mientras se apretaba fuertemente a su amiga, después de que esta la aceptó en esas condiciones, sudada, lubricada y orinada.

-ay mujer, después de lo que pasó tú preocupándote por mí, sabes que se defenderme, vente conmigo, no vivo bien pero ahí nos hacemos espacio-

-no como crees, estás loca, no puedo- respondía Mar, para esto ambas niñas ya habían bajado su voz.

-pero porque, no ves todo lo que se propasa contigo el… sapo ese, vamos agarra tus cosas y orita mismo te vas conmigo, no pienso dejarte una noche más con ese monstruo- dictaba la envalentonada joven.

Si bien estos últimos días la exquisita Margarita había estado muy ocupada en el ámbito sexual, ella lo que en estos momentos necesitaba era que le brindaran un poco de cariño, cariño de verdad, así que viendo la oportunidad de recibir un poquito de afecto se abrazaba a su amiga mientras recostaba su cabecita en el pecho de la otra joven, Silvia solo se dedicó a acariciarle los cabellos.

-te agradezco pero no, quizás la próxima vez que nos veamos tengamos más tiempo para platicar y darte todos los detalles- y así permanecieron las jóvenes, lapso que duró unos cuantos minutos.

-me voy, no tengo mucho tiempo, me va a llevar a quien sabe dónde- dijo Mar para a la poste ir despegando su cuerpo del de la otra chiquilla.

-cuídate amiga, mira toma- la joven cantinera se desprendía de un crucifijo que adornaba su cuello y se lo colocaba a Margarita.

-para que te cuide como me ha cuidado a mí en todo este tiempo- decía Silvia.

-gracias- dijo Mar, reconociendo la forma del adorno con sus dedos.

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Ya una vez bañada y lista, en el oxidado auto del gordo…

-escúchame bien zorrona, lo normal sería que yo te dejara amarrada en la casa pero como esa opción por el momento no es muy viable que digamos tendrás que acompañarme a todos los lugares donde yo vaya hasta nuevo aviso… otra cosa, en vista de que tú misma dijiste que ibas a realizar todo lo que yo quisiera creo que me deja en posición para mandarme la orden que a mí me dé mi regalada gana, así que como en las últimas horas he estado muy estresado debido a ciertos asuntos que a ti no te incuben y viendo los labios de puta que te gastas a los cuales les traigo unas ganas desde hace rato en el baño quiero que en todo lo que va a durar este viaje me vayas pegando la mejor mamada de verga que hayas dado hasta ahora en tu zorresca vida, entendiste?- croaba el desagradable vejete mientras regalaba un guiño de galanazo de telenovela a su hembra.

La nena no reclamó nada, pero aun así, mantenía su enojada carita viendo fijamente al viejo demostrando rechazo a la desagradable orden pero mucho mas a la desagradable persona que tenía como acompañante.

-anda zorra!!, qué esperas?!!, mámame la verga!!, si bien que sabes jeje- rugía el vejestorio, la nena completamente asqueada veía con terror la espeluznante erección escondida dentro de los pantalones del viejo, además de verle su fea, cachetona y grasosa cara reluciente de brillo.

-p… pero, bájese los pantalones- dijo la chiquilla tímidamente escondiendo su labio inferior detrás de sus dientes superiores.

-la verga!!, eres una perra que no sirve más que para tragar verga, así que anda jeje, se buenita y busca tu propio alimento, además el viaje no será largo, mínimo unos cuarenta minutos jeje- se expresaba la morsa.

La airada señorita, sin dejar de mirar al verraco parlante, llevaba sus manitas para desabrochar el cinturón del vejete, este pelmazo solo la contemplaba triunfante emitiendo una de sus más burlonas sonrisas mientras escuchaba como la hebilla del cinturón sonaba ante las manipulaciones de la jovencita, para esto la jovencita había levantado un poco la percudida camisa del viejo, observando la enorme panza peluda adornada por un ombligo muy salido.

Una vez que Mar destrabó el cinturón, abrió la oxidada cremallera y jaló el pantalón de tan odioso sujeto, pudo reverenciar como la enorme verga de Pancho saltaba como un resorte ante la mirada atónita de sus verdes ojitos, la nena juraba verla más larga, gruesa, venuda y terriblemente inflamada, le daba miedo tocarla porque daba la impresión de que al menor contacto esta se derramaría en la fétida esencia masculina.

-jejeje, siempre que la ves pones esa cara de puta, se nota que le traes unas ganas verdad??, respóndeme o te pego- sentenciaba el viejo ya con su brazo en forma de martillo.

La casi hipnotizada nena asintió con la cabeza, pero sabiendo ella que solamente daba la razón al transpirado puerco para así evitar su castigo, aunque bien reconocía un emanante olor a verga sucia, a verga vieja, a viscosos lubricantes atrayéndola hacia ellos para degustarlos, y es que la verga de Pancho al haber sido tan estimulada momentos atrás estaba completamente embarnizada de lubricantes, sin explicación alguna la boquita de Mar comenzó a producir saliva de manera descontrolada así como su respiración se hizo pesada y su carita colorada.

-anda putilla, no me tortures más y mámamela de una buena vez, mira como la tienes, ¿no te enorgulleces de saber cuál es tu verdadero potencial?, ¿de encontrar tu verdadera vocación?, algo para lo que no necesitaste estudiar y aun así eres más profesional que una putilla que se la pasó años matándose entre libros, anda puta complace a tu macho- dijo el viejo y segundos más tarde sentía como esos sugestivos labios daban la primera y casi mortal chupada a esa tremenda manzana que el viejo tenia por glande.

-siii, siii!!!, que rico, sigue perra, sigue chupándomela, la lengua, usa tu lengua!- dijo el degenerado y entre sus desequilibradas fantasías vislumbraba una gran estatua fálica siendo reverenciada por centenas de mujeres a gatas con dildos en manos, bocas, conchas y culos.

El casi sesentero y sudado gordo encendía su auto después de cuatro intentos en los que su carcacha no arrancaba y salía rumbo a su destino mientras una muchachita de recién dieciocho añitos le iba mamando la verga como condenada, y es que el gordo fue claro al decir que quería sentir la mejor mamada de verga en su vida, la nena solo estaba siendo obediente, pero ¿A dónde se dirigía el gordo?.

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Yago Apolinar Balcázar Moussa, mejor conocido en el bajo mundo como “El Nigeriano”, era un criminal cuyo principal negocio consistía en una de las más complejas redes de prostitución del Estado que se extendía en casi todos los sectores de las tres grandes urbanizaciones principales y las decenas de localidades alrededor de ellas. El apodo de “nigeriano” se debía en buena parte al color de su piel tan negra como el ébano, aunque si bien este personaje no era o fue habitante de ese país africano lo que si era cierto es que sus raíces provenían del continente negro, era más bien angoleño.

Dicho éxito empresarial se debía en mayor medida a que el macro empresario no tenía mucha competencia puesto que al contar con nexos importantes tenía el poder suficiente como para lograr sacar del camino a sus competidores ya sea desapareciéndolos a ellos o haciéndose cargo de las más selectas materias primas de sus contrincantes, además los poquitos que sobrevivían estaban casi en el olvido puesto que la organización de Yago renovaba sus productos constantemente, muchas veces disponiendo de muchachitas que aún estaban muy lejos de la mayoría de edad, y es que Don Apolinar había logrado acaparar clientes tan selectos o raros para sus compras/rentas que muchas veces le eran llegadas nenas cuyas edades apenas rebasaban los dos dígitos.

Don Apolinar era muy estricto en cuanto a su reglamento, no se les permitía a las chicas intentar hacer vida social con los clientes ya que eran estos mismos los que las acusaban por salirse del programa, derecho que estaba especificado en las cláusulas del contrato. Tampoco se les permitía intimar fuera del horario de trabajo, solamente con aquellos cuyo dueño (en este caso Don Apolinar) estipulara, era casi un pecado el que la chica llegara a presentar aumento de peso, pero mayor el que mostrara signos de embarazo, en cualquiera de los dos casos el castigo era la muerte, una vez que una pobre alma pasaba a formar parte de la mercancía de Don Apolinar ya no había forma de abandonar la organización al menos con vida.

Quizás este punto de los embarazos bien podría evitarse si Apolinar modificara un poco su reglamento, pero era tanta su pasión por el cliente que se le permitía a este último soltar sus prolíficos fluidos en donde él quisiera, además de que el uso de condón era un tema opcional para los consumidores. El buen Polo bien pudo evitar muchas desgracias en donde no solo una joven madre moría, pero consideraba al género femenino como el recurso natural más renovable de todos. Era irónico, ya que para cualquier mujer el saber que está esperando un hijo puede ser la dicha más grande de todas, pero para estas pobres almas el enterarse de tal acontecimiento era saber que su existencia en este mundo estaba contada, la posibilidad de que en cualquier momento pudieran manifestar nauseas o mareos las aterraba.

Pues es precisamente esta clase de gente con quien el gordo, junto con Margarita, estaba obligado a reunirse, una vez que la cogida entre Dulce y los pepenadores finalizó el gordo recibió una llamada por el mismísimo Yago advirtiéndole que tenía que presentarse ante él lo antes posible, el gordo no siendo pendejo decidió posponer todo lo que tenía planeado para reunirse con su prestamista, Pancho sabía que Don Polo solo advertía una vez y que era mucho más razonable cuando se dialogaba con él después de ese primer aviso que obligándolo a ir a buscar a quien le debiera o con quien tuviera algún malentendido, el buen Yago aborrecía distraerse de sus actividades por un boca floja o algún cliente moroso.

Esta era la razón por la que Margarita, aun mamando, podía alertar que el gordo manejaba a exceso de velocidad, se le veía molesto pero a la vez extasiado, en todo este tramo el grasoso sudó mucho más que un jugador de futbol rindiendo los noventa minutos en un clima por arriba de los 40 Celsius, por momentos cuando era detenido por algún semáforo aprovechaba para masajear las piernas o tetas de la chiquilla, o para mandarse un cargado escupo dentro de la boquita de Mar pues notaba que la nena no salivaba en ocasiones lo necesario.

Estando solo a unas cuadras de su destino el viejo pegaba un gruñido de cochino siendo capado debido a las potentes descargas de semen que eras inyectadas de manera limpia y directa dentro de la boquita de Mar, esta trataba de no ahogarse con tanto semen que salía sin comprensión lógica alguna de donde podía brotar tanto esperma, sus cachetes se inflaron mientras expresó un sufrido gesto expectorante que terminó por hacerla regar parte de la apestosa esencia la cual quedaba impregnada entre el enjambre de pelos negros y grisáceos que poblaban la obesa pelvis de Pancho, este sujeto al ver eso puso a la nena a limpiar sus cochinadas y de paso dejarle bien limpia la verga, ¿Cómo iba a presentarse en una reunión tan importante todo oloroso a semen?.

Después de poco más de una hora de viaje, lo cual fue un alivio para la entumida mandíbula de Margarita, la pareja llegaba a una discoteca cuya apariencia era la de cualquier establecimiento lujoso de este giro, lugar donde se supone estaba Don Apolinar, era un sitio de temporada puesto que este prófugo se la pasaba cambiando constantemente de residencia, y claro que este sitio no era en donde se tenía a las chicas. Pero el gordo sabía que este tipo de cosas no se resuelven entrando por la puerta principal así que avanzó, con Mar de la mano casi siendo desprendida de su brazo mientras intentaba equilibrar su coqueto caminado, por un estrecho, oscuro y sucio callejón en donde algunos vagos se habían ya instalado con sus cartones, zarapes viejos y páginas de periódicos para pasar la noche, algunos aun despiertos estaban tan agotados, enfermos y desnutridos que no interesaban en el escandaloso taconeo de la chica enfundada en otro minúsculo vestido.

El par llegó a una pequeña puerta que daba la impresión que el pasillo que conectaba se encontraría debajo del nivel de suelo, y así era. Pancho tocó como si hubiera ido a visitar a un familiar, de la puerta una pequeña rendija en donde solo se visualizaban los ojerosos y rojos ojos del que recibía se abrió y el gordo dio sus motivos de visita tratando de sonar lo más claro posible.

-un momento- dijo el hombre detrás de la puerta cerrado la rendija para unos segundos después volverla a abrir haciendo una pregunta.

-nombre?- preguntó el sujeto, volviendo a desaparecer cuando Pancho emitió su respuesta, Margarita veía que al gordo hasta le costaba tragar saliva.

-las armas se quedan aquí- una vez que la pareja ingresó dijo otro hombrecillo de cuerpo deforme y más chaparro que el que en primera instancia había abierto la puerta, Pancho no hubiera hecho caso a no ser que de unas sombras aparecieran otros tres mastodontes fuertemente armados y con cara de perros rabiosos cuyos ojos rápidamente se fueron a saborear las imponentes curvas de la chica apretadas por la tela del vestido.

Rápidamente uno de los recién llegados elementos de seguridad se colocó detrás del gordo para inspeccionarlo de pies a cabeza, el viejillo chaparro con risa de psicópata inteligentemente se colocó detrás de la señorita para proceder con lo mismo y es que este pequeño pervertido de ojos saltones no dejaba de morbosear y salivar desde que el estilizado cuerpo femenino que tenía enfrente hizo acto de ingreso a su guarida, hasta había salivado su mano para peinar sus quebradizos cabellos con tal de verse presentable.

El afortunado viejo se dio vida con sus temblorosas manos recorriendo el cuerpo de tan estética muchachita considerando que el infractor contaba con un brazo mucho más corto que el otro, las inquietas manos del babeante viejo circulaban lentamente las contorneadas piernas de Margarita según él para no encontrar algún micrófono cuando a simple vista se podía hacer la evaluación de dicha teoría, de repente Margarita tensó su cuerpo y es que el degenerado le había metido las manos por debajo de la falda de su vestido palpando libremente las tibias nalgotas de la joven, todo esto mientras Pancho era revisado por dos sujetos hasta de sus esponjados y secos cabellos mientras otros dos vigilaban a cierta distancia con sus armas listas para cualquier necesidad, pero mirando más que nada el voluptuoso cuerpo de la doncella siendo revisado por un pequeño y barrigón vejete con apenas cuatro pelos en su cabeza quien por momentos se abrazaba con total descaro a la nena para después tomar de las caderas a la joven y hacer ademanes obscenos como si se la estuviera culeando.

-uuuuhh, que suavecitas, y que duras están jejeje- decía el depravado dando severos apretones a las nalgas de la colorada joven, enterrando sus dedos en la vigorosa piel que forraba las más levantadas y potentes nalgotas que el viejillo hubiera visto en su vida y observando este descerebrado como un minúsculo hijo salía de entre ellas para dividirse en dos una vez llegando a la espalda baja de la joven, en la cual también observó una línea roja surcándola en donde casi se le desprendía la piel.

Poco después el viejo subía sus cochinas manos recorriendo la perfecta cintura de la chiquilla, levantándole pausadamente el vestido hasta dejar a la vista la casi enterrada tanga tan ajustada a su sexo para deleite de los presentes quienes descomponían su mirada en algo más sádico, el viejecillo presionaba sobre el delicado cuerpecito como si quisiera encontrar anomalías en su anatomía, llegando a esas chichotas y tomándolas de manera sinvergüenza cada una en una mano y levantándolas en determinados lapsos, no contento volvía a levantar un seno primero para después proceder a evaluar la segunda ubre como quien quiere determinar cuál de las dos pesa más, si la izquierda o la derecha, corroborando en base a sus finos y expertos conocimientos en evaluar chiches que estas que tenía a su manipulación pesaban lo mismo y tenían para él las medidas perfectas.

-óigame pero q…- se expresaba la joven quien desde hace rato hacia lucha por tapar sus intimidades con sus manitas, forcejeaba con el viejo pero este a pesar de su edad y estatura era más fuerte que ella.

-sshhhtttt, calla pendeja, deja que nuestro amigo haga su trabajo sino te vas a tragar una pistola más larga que esta jejeje- dijo uno de los cuidadores quienes miraban expectantes cada movimiento manual de su pigmeo amigo así como las defensivas posiciones que adoptaba la nena y que solo escandalizaban aún más sus curvas.

-tranquila culona, es parte del procedimiento- decía otro ya casi a un paso de masturbarse enfrente de ella, Mar volteaba a ver a Pancho, a quien ya habían terminado de revisarlo lográndole decomisar solamente un revolver y una navaja, la nena quizás esperaba cierta respuesta de su protector pero veía que ni él podía ayudarla en dicha situación, solo recibió un asentimiento por parte del obeso para dejarse manosear, para esto el pervertido que tenía detrás ya repegaba y frotaba como un perro caliente su quasimodesco cuerpo en el de ella apretando los senos lo más que pudiera mientras reía jovial por tal hazaña perpetrada.

De repente Margarita sintió que dejaban de tocarla pudiendo ella al fin reacomodar sus vestimentas, pensó que por fin había terminado su revisión, pero no fue así, el viejo chaparro se agachaba con cierta dificultad debido a la discapacidad en uno de sus brazos y se colocaba en medio de las delineadas piernotas de la joven atreviéndose a mirar por debajo del vestido, observando a primer plano la zona de Margarita donde no le llegan los rayos del sol.

-no que hace, viejo cochino- dijo Margarita cerrando rápidamente las piernas y alejándose un poco.

-espera putilla, abre las patas, creo que vi algo, esta puta trae algo aquí adentro!!- decía el pervertido señalando ahí abajo con su manita deforme.

-abre las piernas, o tendremos que abrírtelas a la fuerza mamita- dijo uno de los custodios.

-ábreles las piernas zorra- decía el mismo Pancho, tratando de defender a su adorada, sabía que esto que decía era lo mas prudente.

Margarita tuvo que obedecer no porque ella quisiera pero si por mayoría de votos, lentamente ambos tonificados muslos fueron abriéndose sin llegar a tanto, el pequeño aprovechador demostró honor a su adjetivo y tallaba su callosa mano (la deforme) en ambos muslos de la jovencita, esta demostraba cara de angustia y asco ante lo vivido pero por una situación extraña en su interior no se sentía tan incómoda como en la cantina, se pensaba la joven “¿será que el viejo hubiera hecho eso allá porque sabía que algo parecido me iban a hacer aquí?”, mientras estaba en esas cavilaciones el enano demostraba una habilidad manual casi equiparable a la de un artesano.

De repente las caricias fueron dando paso a tímidas cosquillitas que se extendían en todo el contorno de la zona acariciada, Margarita se notaba menos seria pero con un gesto torcido en su boquita, fue en eso cuando sintió los inquietos dedos del viejo caliente meterse dentro de su tanguita, por la parte de enfrente, sintiendo este desequilibrado una leve elevación debajo del monte venus seguida por una acalorada zanjita completamente desprotegida de vello, el viejo casi se chorrea al meter sus dedos dentro de esa grieta pasional y descubrir una caliente humedad brotándole dentro de ella, impregnando las paredes internas y se dio gusto en recorrer con su mano dicha rajita mientras la otra masajeaba el culo de la muchachita.

-jeje, esta putilla viene caliente, está bien empapada- dijo el pequeño pervertido, Mar se molestó cuando comenzaron estos ultrajes hacia su persona y estuvo a punto de golpear al pequeño trasgo pero sabía que si hacia eso algunos de los rinocerontes ahí presentes podrían meterse en defensa de su compañero, y reconocía que aun el gordo de su lado este estaba en desventaja al estar desarmado y ser solo uno.

Los compañeros del bienaventurado enano pudieron evidenciar una pequeña pronunciación en los pantalones de este, el viejo, quien ahora de su boca escurría baba como aquel que no logra controlar su propia salivación, sacaba sus dedos empapados en lubricantes para llevárselos torpemente a su boca, degustando de manera asquerosa el embriagante sabor de los caldos vaginales y reemplazando esa agridulce sustancia por fétidas y cargadas porciones de saliva para volver a embutir sus dedos en la delicada vagina.

Mar se ponía más nerviosa y para evitar caerse, pues su piernas comenzaban a temblar, se equilibró tomando como apoyo con una de sus manitas la dromedaria joroba del vejete, este seguía feliz metiendo sus dedos, escuchando ese sonido acuoso escaparse de la concha de la chiquilla, por momentos logrando que tímidos gemidos se escaparan de la boca de ella, escuchando incluso como la respiración de la fémina se hacía cada vez más pesada, volteó solo para darse cuenta que el rostro de la señorita estaba completamente sonrojado mientras sus ojos a veces parecían querer cerrarse, y alentado por esta faceta en la niña siguió hasta que uno de los armados gorilas fue cuestionado por Don Apolinar quien le hablaba por teléfono preguntando porque demoraba Pancho cuando ya se había advertido de su llegada, este gendarme terminó por considerar que ya era suficiente de sobajeos para proceder a escoltar a la pareja a su destino pues después de ese pasillo la construcción se dividía en casi un laberinto, mientras el duendecillo llevaba su mano discapacitada de manera dificultosa hacia su boca para probar una vez más los exquisitos néctares caldosos brotados de la sudadita vagina.

Y es que este viejo, debido a su discapacidad, era el único que no portaba un arma, su único y privilegiado puesto era revisar a las muchachitas con el fin de localizar micrófonos o armas, aunque no contaba con certificado que lo acreditara para esculcar a los machos, de estos se encargaban sus camaradas.

Durante el recorrido Margarita fue testigo de las más viles bajezas y atropellos hacia los derechos humanos, principalmente hacia las mujeres, era como recorrer el pasillo del inframundo, en ese estrecho pasillo por el que era conducida estaban ubicadas muchas puertas en donde se realizaban los cortes a las prostitutas que pertenecían a alguno que otro proxeneta que operaba bajo la bandera de Don Apolinar. Margarita avanzaba muy pegada al gordo pero sin dejar de mirar hacia las puertas que estuvieran abiertas, por cada paso que daba sentía como sus jugos se comprimían y batían en medio de sus carnosos muslos debido a la masturbada que le había pegado el deforme hombrecillo mientras escuchaba dentro de algunos cuartos gritos o gemidos como si estuvieran fornicando ahí adentro, la nena se detuvo en una puerta solo para contemplar como un viejo de vestimenta elegantemente ejecutiva hacia la entrega de una buena paca de dinero a otro mientras acariciaba de la espalda a una jovencita aparentemente drogada a la cual Mar estimó no contar ni con catorce añitos, aun con el excesivo maquillaje en su carita.

Más adelante divisó otra puerta en donde otra joven, esta aparentemente de más edad que ella, era violentamente golpeada con un palo por un cobarde vejete de aspecto casi setentero y quien le reclamaba por las pocas ganancias del día.

-nada más esto, nada más esto!!, así no me sirves!!- berreaba el villano dando otro certero golpe que acabó por noquear (eso quiso suponer Mar), a la muy bien arreglada joven, el castigador al ver que alguien (Mar) estaba observando lo sucedido solo hizo una seña a un sujeto que al parecer se encontraba detrás de la puerta y que no había sido advertido por Margarita, luego un calvo y enorme hombre casi fisicoculturista se asomó al tiempo que cerraba la puerta muy lentamente.

-espérame aquí pendeja- dijo el gordo ya una vez llegados al recibidor de Don Apolinar, un complejo amplio con dos barrigones y sombrerudos hombres que la hacían de guardias, uno de los cuales abrió la puerta para que la pareja hiciera entrada al sagrado recinto.

-mientras arreglo mis asuntos hazte amiga de alguno de esos culos, ahí platíquense sus zorrerías, ya regreso- dijo el gordo refiriéndose a dos hembras de apariencia callejera y visiblemente narcotizadas sentadas en un enorme sofá platicando entre ellas como grandes amigas, riendo a carcajadas a veces sin decirse una sola palabra.

El gordo entraba a la oficina de Don Apolinar…

-el gordo Pancho, tiempo sin verte, me alegra que hayas respondido a mi llamado, así me evitas la fatiga de enviar a mis muchachos tan lejos- saludaba el negro una vez alertada la hipopotámica presencia dentro de su oficina, otros tres mamuts sentados acompañaban al negro en su cubículo.

-bueno negro, he venido porque creo que ha habido una confusión, según mis cálculos el plazo para pagarte el dinero que te debo aun no vence, y si no es por ese asunto por el que me llamas, dime porque me has llamado entonces? jeje- decía un nervioso gordo completamente sudado y cuidándose las espaldas de los tres perros ubicados detrás de él.

-ahh, si, el plazo, estás en lo correcto, aun no vence, te mandé a llamar para dialogar sobre un pequeño comentario que me ha llegado a mis oídos y quisiera que me explicaras este… como decirlo… malentendido, ya que estoy seguro que de eso se trata- explicaba el viejo Polo, a pesar de sus rasgos étnicos el residir buena parte de su vida de este lado del mundo lo calificaban para desenvolverse muy bien al hablar en castellano.

-y cuál es ese comentario?- preguntaba el gordo.

-caballeros, por favor, dejarnos solos, vayan a donde les he encomendado si son tan amables- Don Apolinar despachaba a sus matones, sacaba un par de copas y una botella de Royal Salute.

-toma asiento Pancho por favor- el negro vestía un traje completamente blanco y holgado, un sombrero del mismo color y una larga pluma morada saliendo de este, así como un pequeño moñito haciéndole de corbata, su piel completamente oscura contrastaba con sus cejas, pequeña barba de chivo y un semicírculo de cabello rodeándole la parte trasera de su cabeza ya que estos conjuntos de pelos tenían una tonalidad completamente grisácea.

-verás Pancho, me ha llegado el rumor de que por ahí se dice… que la fecha de algunos pagos que me deben ya se vencieron y que yo no los estoy cobrando, además según los comentarios algunos de mis prestatarios ya no piensan pagarme… de hecho en este preciso momento mis muchachos van en busca de un individuo que se está jactado de haberme mandado a la misma chingada, cosa que es indudablemente falsa y que repercute en mi reputación mi buen Pancho, precisamente estoy en proceso de expandir mi negocio fuera del Estado pero… con esto, con este tipo de atropellos hacia mi buena voluntad como samaritano ¿Cómo voy a poder hacer alarde de conducir mi empresa en otras entidades de esta bella República cuando no puedo controlar lo que pasa en mi propio Estado?, ¿Cómo esperas que grupos asociados quieran invertir en este nuevo proyecto cuando escuchan que mis inversiones no son rentables? ¿Qué pensarán cuando lleguen a sus oídos comentarios de que no mantengo al día mis finanzas y concedo muchas facilidades que podrían poner en peligro sus intereses propios?- se expresaba Don Apolinar, dándose un buen trago después de estas letanías.

-mira, la verdad a mí el dinero no me preocupa, no pienses que le estoy llorando al dinero, yo podría permitir que tú no me pagaras y seguiría viviendo en igualdad de lujos y comodidades que me he ganado por ser tan noble y honrada persona, pero ese no es el chiste, según mis informantes tú eres uno de esos bocones que andan poniéndome en mal con la sociedad, y eso no me hace nada de gracia- el negro se dirigía ahora a una jaula con una especie de pajarillo raro dentro de ella para arrojarle un poco de alpiste, dándole la espalda al gordo.

-¿Qué tienes que decir a tu favor mi gordo amigo?- preguntaba Don Polo.

-ja, sabes… que yo nunca haría algo así mi negro, no sé quién es el que te informó dichas calumnias, ¿que yo ando diciendo tales embustes?, por favor jeje, de ser posible quisiera que me proporcionaras el nombre de esa persona o su dirección para yo también arreglar con él este malentendido, me pone en una situación muy incómoda y para nada agradable el hecho de dejarme a mí como una vulgar vieja verdulera, sabes que me manejo como todo un caballero y más cuando son cuestiones que involucran putas o dinero, sino, no me hubieras hecho ese préstamo cuando yo lo necesitaba- abogaba el gordo.

-así mero mi amigo, siempre has sido una persona derecha y cumplidora, que respeta las normas, de hecho me sorprende que algunos aseguren que algunos comentarios tan ofensivos provengan de ti Pancho, un miembro de la cofradía, un casi hermano para mí, el lazo que nos une es quizás más fuerte que aquel que involucra la propia sangre, siempre has sido una persona prudente y juiciosa, que acata las reglas y que comprende que estas no son perpetuas y que en algún momento pueden ir evolucionando conforme lo exija la situación y los cambios en el entorno, y como tal creo que no objetarás a algunos cambios y recortes de fechas de pago que me he obligado a realizar después de este desagradable sinsabor de boca- todo esto lo decía el negro viendo al pajarito.

-jeje, como que… recortes de fecha, no entiendo- parlaba el gordo, tragando saliva cuando escuchó los vocablos “cambios”, “recortes”, “fechas de pago”.

-te explico mi amigo, después de este enredo me puse a reflexionar y creo que me he vuelto algo suave a la hora de hacer mis cobros, suelo dar muchas facilidades a cambio de la tasa de interés más baja del mercado, quizás a esto se deba que muchos me estén perdiendo un poco el respeto y quiero evitar esto antes de que se vuelva un problema mayor y se me salga de control, muchos se crecerán y verán que el sistema es frágil y que el buen Apolinar es un viejo negro sin autoridad que cualquiera puede venir a mangonear por un simple plazo extemporáneo, así que me vi en la necesidad de recortar algunas fechas de pago, incluyendo la tuya- el negro regresaba a su escritorio y se ponía a ojear una revista para caballeros.

-p… pero negro, ¿cómo se te ocurre hacer eso sin mandar un aviso?-

-para eso estás aquí mi buen, para ponernos de acuerdo-

-e… entonces según tú, ¿cuándo seria ahora la fecha en que te tengo que pagar?- dijo Pancho después de quedarse un buen rato casi en estado de coma, pero pelando sus enormes ojos de sapo aplastado en el pavimento.

-a ver permíteme checar por favor, jeje, son tantos que me es imposible memorizarlos a todos- el negro se ponía unos lentes de aumento y sacaba una libretita.

-a ver… a ver… aquí está, según mi asesor financiero quien me ayudó a reacomodar mis cuentas por cobrar la nueva fecha seria… ahh chingao, según esto ya te retrasaste tres días, pero bueno no tomaré ese pequeño detalle en cuenta puesto que no estabas enterado, hagamos que no pasó nada y… pues bien, que sea hoy, ¿Qué te parece?, hoy es la fecha límite de tu pago- sentenciaba el negro quien jugaba con un pequeño bolígrafo además de escribir de vez en cuando algunas notas.

-hoy!!, pero esto es un ultraje!!, una canallada!!, como que hoy?, e… este… negro, no crees que estás siendo un poco incomprensivo?- dijo Pancho levantándose de su asiento.

-yo incomprensivo!!, en que forma, mira que no te estoy cobrando esos días de retraso, creo que estoy siendo muy ético y flexible considerando que no todos tienen los privilegios que a ti te he dado en su momento- el negro servía una segunda copa.

-mira mi buen, te voy a hablar al chile, siendo sincero he andado un poco corto, justo en estos momentos un camarada mío se está arreglando en un negocio en el que formamos parte y cuya ganancia me dejará los dividendos necesarios para liquidarte esa deuda, solo te pediría un día más- casi rogaba el gordo.

Pancho, si bien podría aventársele al negro y estrangularlo ahí mismo sabía que era observado por tres cámaras que vigilaban con lujo de detalles lo que ocurría ahí dentro, lo más seguro era que una vez teniendo al negro en el suelo luchando y pataleando por su vida Pancho tendría todo un regimiento de mastodontes encima apuntándolo a la cabeza. También Margarita desde su ubicación ya había alertado la presencia de una cámara más.

-un día eh, partamos de ahí para solucionarlo, yo podría darte ese día que me pides pero ¿qué me anticipas a cambio?, en dado caso no estoy dudando a tu palabra de que en un día me tendrás el dinero presupuestado pero… verás Pancho que como te digo a partir de hoy ya no seré tan condescendiente para con mis clientes, claro que refiriéndome a los clientes que piden un préstamo, en este caso tú, no aquellos que vienen por un rato de sano esparcimiento, así que no te irás de aquí hasta que me des un anticipo de por lo menos… un diez por ciento, es un trato justo, un favor por otro, que mira que mis muchachos en este momento van en busca de un pillo a quien no darán ningún tipo de beneficio en caso de encontrarlo, las ratas van a tener que comer hoy- dijo Don Polo moviendo su copa para llevársela a su negra boca.

-bueno negro, la verdad es que no traigo dinero- “esa perra, si no le hubiera comprado sus vestidos, mmm, no traigo dinero pero viene esa putilla” -aunque…- el negro quebraba una ceja ante una posible solución pensada por el gordo.

-aunque qué?- peguntaba interesado depositando su copa en el escritorio y entremezclando los dedos de sus manos, echando su cuerpo un poco hacia adelante.

-bueno, me acompaña una chiquilla que está tremenda, quizás te interese como abono- rebuznaba Pancho, este despiadado ser estaba dispuesto a todo con tal de seguir viviendo quitándonos el oxígeno, en sus planes estaba dejar a Margarita como si fuera una prenda que se empeñara.

-una prostituta eh, o sea, ¿no tienes dinero para pagarle al buenito de Yago pero si tienes dinero para contratarte a una prostituta?- Apolinar ponía cara de decepcionado.

-no claro que no, como crees, no es eso, esta puta no me costó ni un centavo- el buen Pancho sudaba hasta del culo, su enorme trasero ya había empapado la silla.

-ahh, vo´a creer, ¿qué clase de prostituta no cobra por sus servicios?, si al diccionario nos vamos entonces esa perra debería de tener otro adjetivo, en todo caso no me interesa esa panocha sacada de quien sabe que alcantarillado, mira que para no cobrar de seguro la muy puta ni siquiera ha de tener dientes, ¿Por qué meter tu verga en hoyos de dudosa procedencia cuando tienes a tu amigo Yago quien puede proveerte de auténticas diosas que cuentan con todas sus vacunas a precios razonables?, estas hembras no son solo para políticos y funcionarios, con un poco de ahorro hasta un huevón como tú podría hacerse de una por unas horas, pero bueno, la clase trabajadora y sus gustos-

-además, en dado caso de que la hembra esté en condiciones medianamente aceptables ¿qué te hace pensar que yo quisiera intimar con ella teniendo el más grande burdel a mi disposición?- cuestionaba el negro.

-mira Yago, soy un fino espectador, aunque no sea degustador, de tus bellas edecanes, le he visto el culo a todas y cada una de ellas y créeme que cuando te digo esto es porque no miento, ni la mejor carne de tu selecto harén le llegaría a los talones a esta chiquilla, mira te la describo, tiene unas tetas que apenas y me caben en la mano, unas caderas y una cinturita que casi parece guitarra, unas piernotas que casi casi me ahorcan mientras le mamo el bollo, hablando de bollo vieras lo exquisito que te exprime la verga cuando te la estás clavando, la carita de pendeja que tiene adornada con unos labios que nada más los ves y te corres, además de su piel bien suavecita y toda durita de donde la agarres- explicaba Pancho mientras con sus manos trataba de dramatizar las medidas de algunas partes del cuerpo de la bella Margarita.

-mm, interesante tu propuesta mi estimado, y te mentiría si te dijera que tu hembra no me ha despertado cierta curiosidad así como me la describes, pero creo que no te servirá como anticipo-

-Por qué?- preguntaba Pancho.

-ya está usada, mira Pancho aun el diez por ciento de lo que me debes es un precio lo suficientemente alto como para equipararlo con un bollo ya desvirgado; verás, los autos indiscutiblemente pierden su valor cada que salen de agencia o dependiendo del total de kilómetros que estos tengan recorridos, los celulares más anticuados se van devaluando cada que un modelo mejor equipado sale al mercado, es una regla básica, con las hembras pasa algo parecido, en un mundo donde la depreciación está a la orden del día nada se escapa, ni siquiera las mujeres, una vez que una mujer ha probado macho pierde considerablemente su valor, está dicho que su precio puede bajar hasta en un cincuenta por ciento del valor con el que se manejaría si estuviera virgen, una vez que sucede esto el cliente está en todo su derecho de considerar una renegociación en caso de que se le venda gato por liebre, o en su defecto la devolución íntegra de su dinero, estamos?, de este modo y sin necesidad de hacer cálculos si comparamos el monto total del diez por ciento de tu deuda contra lo que puede valer ese bollo me atrevo a profetizar que no sería redituable- dictaminaba Don Apolinar.

-es cierto- el gordo reconocía que las premisas del negro tenían toda la razón.

-así mero es esto mi buen, yo también tardé en acostumbrarme a este sistema pero, ya vez, nosotros no creamos las reglas- dijo el negro recostándose en su sillón, cruzando sus brazos por detrás de su nuca.

-pero ahora que recuerdo esa hembra es virgen del culo, considerando que el valor de un culo es mucho más elevado que el de una panocha, puede que sirva como anticipo- Pancho en realidad no sabía si Margarita seguiría virgen de su ano después de cacharla a ella con Lucio, pero estaba tan desesperado por alargar lo más posible su porcina vida.

-mm, interesante, continua- dijo el negro

-sí, sí, estoy seguro, esa hembra es virgen del culo, bueno al menos ella así lo presume y te doy mi palabra que yo no se lo he profanado, sabía que en algún momento podría necesitar de eso- dijo Pancho, el negro sacaba una pequeña calculadora de bolsillo para proceder a representar una sencilla fórmula y de esta manera obtener la cantidad que correspondería al diez por ciento de la deuda de Pancho para de este modo compararla con el valor nominal con el que se cotiza un culo virgen en el mercado, considerando que la edad de la fémina es un importante factor en esta ecuación pues ante mayor edad mayor será el precio de dicho agujero siempre y cuando este se mantenga puro, claro que también hay un límite de tolerancia en cuanto a la edad, pero Margarita estaba aún a varios años de rebasar esa fecha.

-¿Cuántos años tiene la putilla?- preguntaba Don Apolinar.

-18, así lo dice su credencial de elector- respondía Pancho acercando al negro la identificación oficial de la niña, el negro se daba cuenta de que ya no era necesario desarrollar dicha operación, con la edad de la fémina se daba por sentado que el pequeño trato sobrepasaba el punto de equilibrio.

-mm, que hermosa carita aun sin maquillaje, fíjate, que de un momento para acá me ha interesado tu propuesta, y esta damita está aquí?- preguntaba Don Apolinar.

-sí, le dejé en el recibidor,-

-bueno echémosles una mirada, veamos el cuerpo, aún falta que me convenza con su talle- el negro se incorporaba, hacía un pequeño hueco entre la persiana y visualizaba a la joven hembra más perfecta que en su repugnante vida pudo llegar a contemplar.

Veía a una escultural hembra de escandaloso vestido rosita con su espalda recargada en la pared, con sus bracitos cruzados justo debajo de sus senos, con un gesto de impaciencia que se reflejaba en su chapuda carita, labios y en su taconeo en el piso, y corroborado con el constante movimiento de cabeza mirando hacia todas direcciones, la femenina silueta era tan perfecta que podía apreciarse desde esa distancia unas espectaculares curvaturas demostrando la calidad que Pancho presumía, desde luego que el viejo quedó maravillado con tal mujer y de repente fue abordado por unas insanas ganas por poseerla.

La nena despegaba su cuerpo de la pared para mandarse un estirón de brazos señal de que estaba aburrida mandándose un bostezo que alcanzó a tapar educadamente con su manita, utilizaba una de sus manitas como abanico pues el recibidor de Don Apolinar no contaba con el acondicionamiento adecuado, utilizaba ahora sus manitas para bajar el vestido a modo de cubrirse sus tremendas piernas tan delineadas para posteriormente llevarlas hacia el escote de su vestido y subirlo un poco, evidenciando el buen Yago como las enormes tetas se apretujaban entre ellas y contra el sensual atuendo remarcando el contorno de sus inicios, para finalizar la nena se volvía a recargar en la pared haciendo a un lado el flequillo de su cabello.

-ahh, que hembra!!, que feminidad!!, que elegancia!!, que belleza!!, pero si es la mismísima Venus!!, rápido Pancho hazla pasar, checaremos si es verdad lo que predica esa jovencita sobre su cochino- decía Don Apolinar, Pancho salía en dirección a su hembra.

-el negro te quiere ver, así que ándale, moviendo ese culo, yo te esperaré aquí afuera mientras-

-a mí?- preguntaba Margarita dando otro bostezo, ya iban a dar las tres de la mañana, era normal que tuviera sueño.

-si a ti pendeja, pos a quien más?, anda menea ese culo que ya me quiero ir!!-

Margarita salía en dirección a la oficina de Don Apolinar contoneándose sugestiva ante la envidiosa mirada de las no tan agraciadas féminas que yacían sentadas en el sofá y con quienes desde hace rato había estado compitiendo visualmente en una lucha por demostrar quién era más hembra, una contienda consistente en retantes miradas que para los hombres pasan desapercibida, sin embargo también pensaba sobre lo que el negro querría de ella, era más que obvio que de seguro tendría que prestarle algún agujero de su cuerpo y se aterraba pensando en algunas pláticas con su amiga Mary sobre lo que esta le contaba de… los negros, pensaba ella pero también reconocía que ya se había tragado unas que otras herramientas que no estaban del todo pequeñas. Sin embargo, en su inocencia sobre la idea de que todavía quedaban personas buenas, confiaba que tal vez existiera una remota posibilidad de que el individuo ahí dentro no tuviera esos pervertidos fines.

-adelante- dijo el babeante Apolinar cuando veía como la puerta se abría.

-buenas, e… este… Don Pancho me dijo que… me quería ver- dijo nerviosa Margarita, observando a un enorme hombre negro vestido de blanco, parado y expandiendo sus brazos en el escritorio, con una sonrisa que degenerada.

-adelante chiquilla, ahhhh que hermosa voz, el sonido que produces al hablar es comparado con el canto de un bello ángel, sin lugar a duda chiquilla tu voz sería digna para ser la principal entre un coro formado por los ángeles más bellos y melodiosos- Margarita solo frunció su ceja ante tales palabras, preguntándose qué tipo de droga había ingerido el oscuro individuo.

-ehh, gracias- dijo después.

-mi nombre es Don Apolinar, Don Apolinar Balcázar, y tú, mi Venus, cuál es tu nombre?- preguntaba el negro recorriendo con su mirada el estilizado cuerpo ahí presente, si de lejos era exquisito, de cerca era imponente.

-M… Margarita- respondía la chiquilla, mirando curiosamente la pluma en el sombrero.

-ahhh, ahhh, que dicha!!, que dicha!!, y dime mi bella Margarita, que tal te han parecido mis aposentos?- el negro vejete se había detenido en esas piernotas que apenas y eran tapadas por el delgado vestido, Margarita se dio cuenta de ello y dio un tirón para por lo menos hacer notar su incomodidad.

-ehh, bueno, ahora que lo dice, me han parecido algo…- la nena estaba tratando de armar su oración cuando fue interrumpida por el negro.

-pero acércate criatura y siéntate, voy a comunicarte las buenas nuevas que han ocurrido mientras estabas afuera- el negro comenzaba a poner al tanto a la chiquilla de la situación financiera de Pancho y de cómo se había llegado al acuerdo final, Mar se sentaba notando cierta humedad en la silla, tocando el cojín de la misma con sus manos para comprobar su hipótesis.

-pero qué??!!, ustedes dos están locos!!, o sea señor, en qué cabeza cabe el tratarme como si fuera una p…, ¿porque ese gordo no ofreció el suyo?, ahí si no verdad, ¿sabe qué? yo me voy de aquí- dijo Margarita completamente ofendida por lo que se había enterado medio incorporándose de su asiento.

-creo que eso no sería lo más prudente mi bella dama, ahora que Pancho te ha heredado a ti esa parte de la deuda estás obligada a liquidar el pequeño impuesto requerido, y eso solo se podrá hacer con ese pequeño asterisco que tienes entre esas nalgotas- dijo el viejo mientras casi se saboreaba el pequeño agujero.

-pero que cosa de heredar de que, si ese viejo no es nada mío, yo ni lo conozco!!- dijo la bella, levantándose, apoyándose del escritorio con ambas palmas sacando un poco el culo debido a que la posición así lo ameritaba, haciendo que el vestido llegara apenas a lo de cuatro dedos de mostrar el redondo nacimiento de sus nalgas.

-tranquila chiquilla, no son necesarios los gritos para interactuarnos, ¿en serio no lo conoces?, él me ha dicho que ya se conocen íntimamente, creo que debí haberle entendido mal, pero bueno que más da, así como lo oyes Pancho me ha ofrecido tu culo como anticipo a su deuda, pero para concretar esto y que sea una formalidad necesito saber si eres virgen de ahí, así que vamos, respóndeme, eres virgen del culo?- insistía al vejete.

-qué?, señor como se atreve- Margarita se ponía extremadamente colorada.

-responde anda, no seas tímida mi pequeña Venus, eres virgen del culo?- decía el negro quitándose su sombrero, depositándolo en un pequeño perchero, mostrando su brillosa calva.

-oiga señor, yo no tengo porque responderle eso- dijo Mar, el viejo se levantó y caminó hacia la puerta de entrada para bajar una cortinita y de paso aprovechar para poner el seguro a la puerta.

La desconfiada Mar no perdía detalle del andar del viejo por su oficina, escuchó un sonido similar a unos tacones en el suelo llegándose a pensar que el viejo trajera puestos un par, desvió su mirada hacia los pies de Don Apolinar para contemplar que el viejo complementaba su extravagante vestuario con unos suecos.

-claro que debes, es un dato importantísimo para que esta plática continúe, porque si no, sería una pérdida de tiempo, tiempo que estoy desperdiciando dialogando con una jovencita quien no es capaz de responder una sencilla pregunta y que me está haciendo distraerme de otras actividades que si ameritan mi disposición- oraba el negro acercándose peligrosamente a la joven ojiverde.

-señor, usted me hace una pregunta que es de lo más incómoda, ¿cómo piensa que yo voy a andarle contando mis intimidades a un completo desconocido como lo es usted?, ¿por qué esa insistencia en conocer mi estado?, ¿qué tan importante puede ser para usted el hecho de que una mujer aun siga virgen?- preguntaba Margarita alejándose, posicionándose ahora a un costado del escritorio mientras el negro recargaba sus manos en la silla donde estuvo sentada la jovencita.

-la virginidad significa para muchos pureza y recato, para mí es una ideología moral vendida a las señoritas para mantenerlas aisladas de los verdaderos placeres para los cuales fueron creadas!! (el viejo tomaba una pose como de político romano), encadenadas en esas ataduras que por siglos las han restringido bajo el yugo de la castidad y decencia, valores que no han demostrado servir para prosperar, al contrario, las mujeres que suelen liberarse de esa psicológica prisión son irónicamente las más afortunadas en todos los ámbitos de la vida, hay muchos ejemplos de ello- el negro dejaba su posición y se abalanzó sobre la chiquilla, sin lograr atraparla puesto que Mar alcanzó a reaccionar para ubicarse ahora en la silla donde el viejo estuvo sentado.

“viejo loco” pensaba Mar -y según usted ¿para que fuimos creadas?-

-jaja, mi niña no permito que una dama me haga tantos cuestionamientos debido a que su condición no la dota de tales privilegios, pero tratándose de una belleza como tú mi preciosa Venus, haré una excepción y me ofreceré a responderte, según las santas escrituras la creación de ustedes explica una inversión que ni el mismo Dios contempló en realizar cuando ideaba su máxima obra, la mujer en primera instancia no estaba presupuestada, Dios creó a un joven varón llamado Adán, privilegiado por un extenso paraíso que se extendía hasta donde llegaran sus ojos y encomendado a gobernar a las demás criaturas también creadas, pasado un tiempo el joven explicó a Dios que se sentía solitario y que no veía razón alguna para la cual haya sido provisto de órganos sexuales cuando no tenía hembra con la cual aparearse, fue aquí donde Dios se dio cuenta de su estupidez y fue entonces que creó a Eva para que esta desahogara esas penas por las que el pobre Adán pasaba, algo así lo explica esta… religión, no soy un partidario de la Iglesia cristiana pero me inspiré en esa visión que ellos dan a entender de la mujer para yo formar mi propio paraíso, es un concepto frio el que ellos manejan pero que las mujeres no se han quejado de ello como se quejan de otras cosas, ¿acaso no es una ofensa a nuestro señorial mandato el hecho de que la mujer quiera tener los mismo privilegios que el hombre cuando deberían de agradecer que por lo menos existen?, ¿no va eso en contra de la función para la que fueron desarrolladas en primera instancia?, ¿no se le llama a eso desobediencia o acto de rebeldía hacia las tareas que su mismo Dios les ha encomendado?- el viejo mandaba otro manotazo tratando de alcanzar el brazo de la señorita, pero está nuevamente se escabulló, llegando a donde originalmente estuvo sentada.

-viejo loco, si nosotras no existiéramos ¿cómo se reproduciría la especie humana entonces?-

-a mí no me cuestiones cosas que no van de acorde a mis ideologías, fíjate que yo también he meditado ese planteamiento pero no encuentro respuesta que me satisfaga, llegando a pensar que eso que llaman religión es más falso que la virginidad de tu concha; mi hermosa Venus, ¿piensas estar huyendo de mí toda la madrugada?- preguntaba el viejo.

-de ser posible si, desde que llegué aquí no he visto más que bajezas en contra de las mujeres, ¿es necesario eso?, ¿qué le da derecho a tratar así a las personas?, lo voy a denunciar si llega a ponerme un dedo encima y por permitir todo esto- preguntaba la enfadada joven mirando sigilosamente los movimientos del viejo.

-jajajaja, no me hagas reír mi niña, nunca pensé encontrar tanta ingenuidad en una sola persona, pero ya dejémonos de tonterías y venga, ponernos a culiar, vamos, anda, gatea, gatea para tu macho pedazo de zorra, que voy a dejarte llena de leche, tanta que en tres días exudaras solo semen-

-es usted un monstruo, como puede haber gente tan enferma como usted, prefiero estar muerta antes de permitir que usted me ponga una mano encima- dijo Mar y corrió intentando llegar a la puerta, pero el tiempo que demoró jalándola sin éxito, buscando el seguro y el nerviosismo que hacía temblar sus manitas impidieron que pudiera escapar antes de ser sometida por Don Apolinar.

-¿y morir virgen del culo no te hace tan aborrecible como yo?, cada una de ustedes fue provista de tres exquisitos agujeros los cuales están demandadas a utilizar, la naturaleza es sabia y no se equivoca mi bella Margarita (Don Apolinar daba una potente aspiración al cuello de la nena), seguramente en varias ocasiones te han asaltado las ganas de meterte tus deditos por carecer de una buena verga, y si la naturaleza te dotó de tales cavidades es para que cualquier hombre las reclame y utilice, estamos en nuestro derecho de reclamar lo que por ley nos corresponde, con tu actitud y arrogancia solo estás despreciando y desprestigiando tu propia condición de mujer, y estás demostrando un absurdo repudio hacia tus obligaciones como hembra, por no decir que sientes vergüenza del género al que perteneces, lo que te hace quedar en una posición más degradante de la que a tu juicio me estimas- el viejo había sometido a la chiquilla de ambas muñecas y le hablaba directamente al oído con esa característica voz gruesa propia de la raza negra.

-no!!, usted está loco, suélteme!, Don Panchooo!!!- se movía la chiquilla como pez atrapado en el anzuelo mientras su carita se comenzaba a descomponer por un naciente llanto.

-¿para qué lo llamas?, ¿Qué no entiendes que fue él quien te ha puesto precio porque simple y sencillamente para eso sirves?, pero basta de pláticas mi Venus, vamos a tributar a la sabia creación por habernos provisto de órganos sexuales utilizándolos como ella misma lo dicta, anda que ya desde hace rato me está palpitando la verga- el negro comenzaba a palpar las tibias carnes de la bella doncella.

Margarita al escuchar esto innatamente volteó hacia la zona pélvica del negro viejo para contemplar como una bíblica erección era manifestada aun en esos holgados pantalones. Pancho en tanto estaba tan distraído con las no tan voluptuosas féminas que servían como entretenimiento para las visitas de Don Apolinar, era tanta la bajeza de este tipo que les había dado a esas mujeres una función casi comparable a la de una usada revista, de esas que leemos en las peluquerías mientras esperamos nuestro turno.

-un culo virgen es mi máxima debilidad, mi bella, me da rabia el reflexionar que una buena parte de las musas se niegan rotundamente a hacerlo por ahí sin entender las ventajas y los placeres que esto conlleva, pero hoy será tu día mi pequeña- dijo el negro, peinando con una de sus manos los lacios cabellos de la aterrada jovencita, admirando su brillo y sintiendo su sedosidad.

Margarita trataba por todos los medios de zafarse de las garras de tan despreciable villano, sus uñas se clavaban y rasguñaban la puerta como si fuera una gatita intentando treparla, con su mano libre el negro levantó el vestido de la joven enardeciéndose con la perfecta silueta de esas carnosas y relucientes nalgotas, haciendo círculos con su mano en cada cachete y dándole de nalgadas a cada una de ellas para comprobar si existía flacidez en ese cuerpo de diosa, obviamente no encontró tal cosa.

-excelente, está en su punto- dijo el viejo.

El potente trasero de la chiquilla era hipnotizante, en esa pose su tremendo culo se manifestaba en una perfecta curvatura que lo hacía ver más levantado, el cuerpo de la nena lucía proporcionado a manera de dar a entender que el mayor peso de ella radicaba de sus caderas hacia abajo, mostrándonos de la parte de arriba, una brevísima espalda y unos femeninos bracitos, lo único grande es esa parte eran sus senos.

-en vista de que te estás reservando tu derecho a declarar, me tomaré el atrevimiento de cerciorarme por mi mismo si es que sigues virgen del culo, amada Venus- dijo el negro casi tragándose la orejita de la niña, ella podía escuchar un asqueroso sonido a saliva corriendo por entre los dientes del pervertido precediendo a cada palabra, como si este masticara como cerdo.

-no!!, que va a hacer?- la nena comenzó a sacudirse más enérgica el escuchar al viejo decirle que iba a realizarle su auditoria interna.

Don Apolinar chupaba uno de sus larguísimos y toscos dedos medios y procedía a intentar incrustarlo dentro del virginal conducto, sin embargo se molestó que la chiquilla no quisiera poner de su parte.

-no te muevas tanto perra!!!- gritaba sulfurado el africano, en esa oficina la pareja estaba protegida para gritar todas las peladeces que quisieran sin el temor a ser escuchados.

-no por favor, si soy virgen!!, soy virgen de mi colita!!, por favor no me lo haga por ahí!!!-

-ahhh, pero qué barbaridad!!!, que blasfemia estoy escuchando!!!, que sacrilegio tan mas grande hacia tu propio ser!!!, esto es inaceptable bajo cualquier contexto y por lo tanto no puede seguir así!!!, hay que tomar cartas en el asunto, no puedo permitirme que te vayas de aquí virgen de la cola mi preciosa Venus, eso iría en contra de mis principios, así que vámonos, al escritorio!!- dijo el viejo, pero antes de llevarse a la nena hacia su mueble observó que esta traía algo adornándole el cuello.

-pero… ¿Qué significa esto?, ¿Qué acaso no entendiste todo lo que te acabo de explicar?, ¿Cómo puedes adorar a un ser que te considera un proyecto no relevante y que no cree en tus rendimientos?, esta clase de artilugios están prohibidos dentro de mi morada- dijo el negro y de un tirón despojó a Margarita de la prenda que le había regalado Silvia, arrojándola a cualquier esquina, si bien el negro no la había advertido antes era porque dicha alhaja yacía enterrada entre los hinchados senos de la nena.

Como la prenda, del mismo modo la jovencita fue trenzada de sus cabellos y arrojada al escritorio, quedando boca abajo y con su vestido tan levantado que enseñaba todo el inicio de sus redondas nalgas así como parte de su panocha protegida por la tanga, rápidamente el negro fue en busca de someterla antes de que ella pudiera incorporarse, levantó aún más el vestido de la nena para volver a degustarse con cada centímetro de ese culote, utilizando sus negras manos para sobar las dos piernas desde la mitad del muslo, pasando por las imponentes colinas hasta llegar a la cintura, como si Don Apolinar fuera un masajista calificado.

-señor por favor no me lo haga!- dijo la nena sintiendo la aspereza con que era frotada.

-calla zorra!!, te va a doler más si no te relajas!!, vamos a ver- el negro tomaba la tanga de Mar y la deslizaba hasta las rodillas quedando esta prenda aun con la marca de su concha entre su textura.

-pero que tácticas tan tramposas manejas, pequeña ramera, esta conchita casi pareciera de una quinceañera, hasta podría jurar que la tienes así a propósito y todo por puuuta!!!, porque te gusta calentar a los machos para que estos no soporten tanta lujuria y te partan la concha a vergazos!!!, no puedo resistir la tentación a disfrutártela jeje, solo espero que no se lo digas a Pancho, ¿puedo contar con tu silencio?- preguntaba el sinvergüenza al ver la depilada conchita de la nena dando una asfixiante respiración inhalando el dulce aroma a sexo femenino desprotegido.

-solo… si promete no metérmela por mi colita- dijo la ruborizada nena después de pensársela unos minutos, prefería que se la dejaran ir por la panocha, donde según ella ya podría soportar la imponente y negra virilidad, a sentir esa cosota triturándole el culo (recordar que el buen Lucio estuvo a punto de desvírgarselo con un miembro de similares características, en esa ocasión Margarita aceptó pues además de que estaba caliente el prófugo le había dado su palabra de que al primer signo de dolor, él la sacaría).

-no, ese es un trato que ya está pactado y que maneja dinero de por medio, y por lo tanto no es revocable- dictaba el viejo.

-entonces le diré a Pancho- dijo la nena pensando que con esto se intimidaría el viejo.

-ya zorra, dile lo que quieras, Pancho es tan buen amigo mío que estoy seguro que me disculpara por unos veinte pesos más de descuento, es capaz de venderte por un six de cerveza- dijo el negro al tiempo que se desprendía de su camisa, dejando ver un achocolatado cuerpo para nada atlético, más bien flaco del tronco aunque chichón y barrigón y con una importante comunidad de bolitas blancas en su pecho, consistentes en ásperos pelos completamente canos, aunque de sus brazos mostraba mucha rudeza, los antebrazos llenos de venas estaban más musculosos que sus brazos.

Rápidamente el negro tomó posición en el culo de Mar, acoplando su asquerosa y negra boca en el asterisco de esta, comenzado a lengüetear todo el contorno de dicho reducto anal y virginal mientras con su mano acariciaba la delicada y sensible panocha, Margarita callaba ante las repugnantes lamidas y los caninos sonidos que el viejo realizaba, este desalmado ahora apretaba las caderas de Mar para empujarlas hacia su boca, estaba tan concentrado que daba la impresión de que su boca estuviera cosida al ano de la chiquilla.

Por momentos el negro cernía su cabeza como si quisiera arrancar algo, resoplaba, se detenía por tiempos indeterminados y se volvía a hundir en ese paraíso, Mar solo realizaba gemidos ahogados mirando desde su posición como el negro enterraba su cara entre sus nalgas para volver a regresar su rostro hacia cualquier parte que no fuera esa al tiempo que movía sus muslos como intentando patalear.

Después de lamer el recto a sus anchas y de haber dado una incontable cantidad de lamidas a las esponjosas nalgas, el viejo ahora pasaba a hacer lo mismo con la concha de Mar, desgustándose con todos esos néctares que comenzaban a brotarle a tan suculenta chiquilla, Margarita en tanto se mantenía silenciosa sintiendo las irrespetuosas lamidas hacia sus intimidades, apuñando las manitas arriba del escritorio, aplastando sus pechos en contra de la gruesa madera, y sintiendo como el negro cada vez la iba abriendo más de piernas, pero también sintiéndose tan sucia, como una vulgar prostituta pues lo que el negro le había hecho para ella era indeseable y obsceno, producto de los encuentros carnales más depravados de los cuales ella nunca ideó el formar parte.

Mientras estos pensamientos abordaban la mente de la ya sometida nena, Don Polo sacaba su garrote y se lo meneaba orgulloso exhibiendo su brillosa cabezota que casi parecía un zapote prieto, estuvo así unos minutos hasta que dedujo que su verga había alcanzado los niveles máximos de dureza para pasar ahora a incorporarse e impactar el tiznado trozo contra las frondosas nalgas de la joven. Margarita al sentir estas vergales cachetadas hacia sus nalgas por algo tan duro como el hierro y caliente como un tizón recién sacado de las brasas intentó escabullirse moviendo sus brazos de forma torpe, y es que  esa cosota era tan pesada que la joven sentía que le estaban golpeando las nalgas con un marro, el negro al sentir que su presa mostraba nuevamente rebeldía presionó con todas sus fuerzas una de sus manotas sobre la fina espalda de la chiquilla haciendo que esta casi se sumiera en la madera.

El negro tomó a Mar de su vestido levantándola y dándole la vuelta en el aire dejándola caer nuevamente en el escritorio pero ahora boca arriba, admirándola mientras se desprendía de sus holgados pantalones.

El negro sacó completa la tanga y abrió de piernas a la joven maravillándose con el sudado y sonrosado bollito emitiendo un sensual aroma, Don Apolinar escupía una importante cantidad de babas en una de sus manos para lubricar con esta asquerosa mezcla su tremendo aparato de 30 centímetros y colmado de venas hasta en los lugares donde era mas normal no mostrarlas, con una enorme barba ceniza colgándole de los huevos casi en igualdad de proporciones que la que le colgaba de su barbilla, pero sobre todo, con unos oscuros y taurinos testículos que caían pesados estirando a mas no poder el escroto.

-no por favor señor se lo suplico, no me lo haga!!- decía la bella Margarita al tiempo que con sus manitas entrecruzadas intentaba proteger su vaginal entrada, la nena se movía y retorcía arriba del escritorio tirando papeles, la lapicera, el calendario y hasta un pequeño adorno floral, y aunque por momentos intentaba incorporase el negro a base de empujones la devolvía a su posición.

-deja de moverte perra estúpida!!!- rebuznó el viejo y comenzó a surtirse a Mar con fieras cachetadas que terminaron por aturdirla debido a la rudeza de los golpes, sumados a lo pesadas que Don Apolinar tenía las manos.

-ahora aprieta los dientes que ahí te va jjeje- dijo el viejo golpeando delicadamente con su verga el monte venus de la chiquilla, la aterrada Mar por un momento se quedó hipnotizada al ver el grosor de tan imponente trozo y, haciendo las evaluaciones correspondientes, llegaba a la conclusión de que eso era científicamente imposible que cupiera dentro de ella, eso sin considerar que en cada palpitación el mazacuatón engrosaba un par de centímetros más.

Don Apolinar tomó su animalesco barreno y comenzó con una lenta intromisión de su morenazo aparato el cual rebotó en la entrada de la vagina al intentar la primera intromisión, fueron en total tres seguidos golpecitos glandeales en los cuales la verga del viejo se vio impedida para entrar, la comparación era exagerada, solo a un loco se le ocurriría meter esa boa en un espacio tan reducido.

Pero este viejo estaba lo suficientemente embravecido notando que la resistencia de la vagina era muy superior a la de cualquiera de las tantas que había sometido y casi comparada con la de una verdadera virgen, con una de sus manos dirigía su monstruoso instrumento, el cual parecía una lanza, para después de varios intentos considerar que muy posiblemente se quedaría con las ganas, a no ser que estando en esos reflexivos momentos el ya sudado viejo comenzara a notar que las barreras que impedían la penetración vaginal de la bella doncella cedían dejando que el mayúsculo glande se abriera paso en dicho recinto.

Con solo su glande metido, el viejo tiraba toscamente del escote de la asustada niña dejando al descubierto los formidables y jugosos melones en toda su redonda magnificencia, para arrojársele como un voraz ternero cubriendo solamente el pezón de una de las mamas con su boca y comenzar a succionar como si quisiera arrancarlo para después proceder con la otra y así realizar el cambio cada que lo estimara conveniente, la sollozante Margarita comenzó a sentir asco de ella misma, ¿cómo es que permitía que un viejo con esos ideales estuviera teniendo el derecho de disfrutar de su cuerpo con el mayor cinismo?, ¿Cómo es que a raíz de haber conocido al gordo le hubiera tocado ofrecer su cuerpo a tan despreciables seres? y con sus manitas intentaba retirar la casi calva cabeza de Don Apolinar mientras se quejaba por algunos mordisco en sus pezones.

-suélteme, suélteme, por favor!!- decía la nena pero el viejo no hacía caso, solo se dedicaba a chupar pechos como un malnacido.

El negro por su parte ondulaba su cuerpo, como cobra siendo seducida por la melodía de un pungi, con toda la intención de ir ganando más terreno dentro de ese afrodisiaco reducto, pronto su negro cuerpo se calentó a niveles infernales sudando océanos, gruesos goterones de sudor bajaban lentamente recorriendo las arrugadas pieles que conformaban su diabólico rostro, sus potentes brazos y su deforme tronco y es que el visualizar la candente escena de una jovencita tan curvilínea intentando zafarse del el sin éxito alguno lo calentaba. Margarita en tanto apretaba sus dientes debido a la fuerza de compresión que ejercía el equino instrumento tratando de reclamarla, su carita ya estaba completamente colorada, sus castaños cabellos comenzaban a revolotearse y sus senos y pezones iban adquiriendo una tonalidad roja debido a las chupadas, apretujadas y jaloneos por parte de Don Apolinar, quien los amasaba como cual panadero prepara su mezcla.

Misma tonalidad estaba siendo adquirida por su panochita la cual al estar en constante acoso por la mayúscula verga comenzaba, sin que Mar tuviera control sobre ello, a lubricarse preparándose para el desaforado encuentro carnal.

La nena resistía los apretujones cuando sintió que algo la había atravesado hasta el útero, y es que el negro dejaba irle unos 24 centímetros de gruesa carne maciza sin el menor miramiento para detenerse ahí y darle un sorbo a su copa, las paredes vaginales de Mar hacían un esfuerzo sobrehumano por conseguir adaptarse a tan desmesurada envergadura que le palpitaba dentro de ella, la nena con una carita de terror y dolor alcazaba a visualizar la retorcidamente viciosa cara de Don Apolinar, es aquí donde la nena prestaba mayor atención a ese mulato toro de descendencia africana quien se había a apoderado ahora de su cuello y se lo apretaba como si quisiera estrangularla.

La nena veía el enorme esfuerzo del viejo para asfixiarla notándose un sinnúmero de venas a punto de explotarle recorriéndole tora su taurina cara, veía que las arrugas y facciones le daban a entender que este viejo casi vendría siendo de la misma edad que Pancho, notaba ya con un solo ojo (el otro lo había cerrado) ese esponjoso y grisáceo cabello que el viejo aún conservaba en sus laterales craneales tan esponjado que casi tenía la similitud de algodón de azúcar pero que hacían darle parecido al payaso Eso en su singular melena, como sus labios se descomponían por las fuerzas manuales que el negro estaba realizando y como esa barba comenzaba a regarse con las babas que de la boca de este iban cayendo, fue en eso que Mar no pudo seguir vislumbrando tan horroroso espécimen humano porque este despiadado comenzó a moverse dentro de ella causándole dolores que la hicieron revolverse.

El jovial viejo consideraba que el tiempo para que las medidas vulvales se acostumbraran a su grosor incluso se había excedido, así que comenzó con lentos apuntalazos contra esa frágil vagina que se abría al máximo para recibir al lubricado intruso, rápidamente las aceitosas mezclas provenientes de la verga del viejo empaparon toda la panocha de esta, llegando a embarrar los sitios aledaños a la ya colorada concha de Margarita quedando todo el perímetro completamente embarnizado. Poco a poco la apuntaladas comenzaron a ser más viles e inhumanas haciendo que Margarita tuviera que apoyarse con sus manitas de ambos laterales del escritorio, al ser este mueble un poco corto de anchura le permitía a la jovencita aferrarse a el, estirando sus brazos, para evitar caerse pues eso es lo que presentía que sucedería si no encontraba el apoyo suficiente.

-oohhhgggg!!, muuuhhhh!!!, la sienteeess!!!, la sientesss mi pequeña Venuss!!!- mugía el despiadado negro ante cada nuevo embiste que se mandaba en contra de la indefensa criatura, observándola toda estiradita exhibiendo sus orgullosos senos ya babeados por él.

-esss… es muy grandeee!!!… sáquelaaaaa!!!- decía la pobre muchachita completamente sometida por Don Apolinar, la nena en vez de gemir gritaba ante cada azote vergal del que era víctima, sus ojos parecían volteársele

Pero de igual manera, cuando la nena se quejaba debido a la longitud de esa bestial herramienta, su boquita fue asaltada por la enorme y bembona boca de Don Apolinar quien aprovechó que la nena la tenía abierta para verter el resto de su fino whisky en esa carnosa boca, metiéndole su viscosa lengua lo más profundo para saborear el licor mezclado con las babas de la nena, para después, con este músculo, comenzar a ejercer movimientos de penetración tal como los que su verga realizaba, en estos momentos Mar estaba siendo penetrada tanto de su concha como de su boca.

La mano de negro abandonó el cuellito de esta, dejándole una importante marca roja, para ubicarse en su sexo, comenzando con finísimos movimientos de fricción por encima de su placentero clítoris, el negro remolinaba uno de sus dedos alrededor de esta protuberancia de tal manera que pronto el clítoris se sintió cortejado por los expertos movimientos de Don Polo hinchándose y esparciendo las primeras descargas de júbilo que alteraban la mente de la chiquilla al tiempo que asomaba de su capucha, tanto que está en poco tiempo comenzó a mover su lengua al compás de la de Don Apolinar, chocándolas y batiéndolas llenando de babas todo el escritorio pero sin dejar de moverse tratando de liberarse.

La cara de Don Polo era de un verdadero briago de morbo, estas femeninas acciones solo lo alentaba a seguir empujando con más fuerza, su de por si plano y negro trasero se aplastaba aún más cada que el viejo daba un arponazo en contra de la jugosa panocha, salpicando líquidos vaginales y preseminales por doquier en cada colisión que se pegaban ambos órganos, hasta que llegó a la penetración máxima pues Mar ya se tragaba firmemente los 30 centímetros que media la vara del africano, todo esto emitiendo alargados berrido que duraban mucho tiempo sin detenerse y levantando ella misma su vientre, contorsionándolo mientras el negro la aferraba de su esbelta cintura y la seguía penetrando.

Tanto salvaje golpeteo hicieron que la nena dejara de tener agarre de los bordes del escritorio, por lo que sus bracitos al no tener apoyo de ningún tipo no les quedó de otra que aferrarse de la negra espalda del viejo, que viéndolos de otro modo, era como si la pareja estuviera cogiendo mientras se abrazaban.

Si el viejo solo se hubiera dedicado a mancillarla vergalmente lo más probable era que con esas medidas Mar ya estuviera desmayada pues los verdes ojitos de la nena desaparecían constantemente, pero el viejo trataba de mantenerla consiente. En cada arremetida que el viejo se mandara y viera que la nena cerrara sus ojitos como queriendo desconectarse le mandaba una fuerte cachetada que la regresaba a este mundo o a veces un envión aún más fuerte también ayudaba a despertarla, mientras le chiquilla en cada agresión de este tipo solo veía una sombra negra moviéndose entre sus piernas las cuales ya yacían recargadas en los hombros de Don Polo, el viejo alertaba como los ojitos de la nena se perdían quedando solamente visible la esclerótica.

El viejo sentía como su verga era abrazada por una deliciosa sensación térmica más elevada, indicio de que algo sucedía dentro del cuerpo de la nena, su cuerpo ya se había puesto más buenote a raíz de la preparación que manifestaba la nena cada que entraba en cópula, sus senos por ende aumentaban en volumen debido en gran parte a lo erizado de sus pezones, misma condición en que su estimulado clítoris, el cual no aguantando la tortura manual del vejo loco consistente en pellizcos y jaloneos, terminó por enviar a todo el cuerpo de Mar sendas descargas de éxtasis que terminaron por espasmear su frágil pero voluptuoso cuerpecito, terminando esta por descargarse en potentes maguerazos de néctares caldosos y calientes que salpicaron el deforme cuerpo del viejo.

Durante este intenso orgasmo la niña dejó de aferrarse de la ancha espalda para aferrarse ahora de los marcadísimos y venudos brazos del mulato, este había dejado de embestirla pues tal como lo predijo Pancho la vagina de Mar le había succionado tan rico la verga que estuvo a nada de vaciar toda su añejo líquido dentro de ella, el viejo solo permanecía estático pero con su taladro dentro de la papayita, bufando como toro cansado, echándole ese alcohólico aliento sobre el fino rostro de la nena en cada respiración, con su monstruosa lengua de fuera unida a la de la niña por un grueso cordón de saliva, sintiendo cada uno el pesar de sus respiraciones.

Después de un intenso fogueo de casi 20 minutos en donde la casi nula comunicación entre ambos seres sexuados fueros gritos, gemidos, rebuznos y cualquier cantidad de quejidos el negro se dio por satisfecho con la concha para permanecer inmóvil descansado todo sudado después de la exquisita revolcada que se acababa de pegar con la según él, viva imagen de su diosa favorita, o como este individuo suponía que así sería la Venus en su forma humana.

-ahora mi pequeña Venus, antes de probar tu culo acomodémonos en una posición que a mí, en lo personal, me encanta- dijo el viejo saliéndose de la nena, expresando ella facetas de dolor y gemidos ante el lento desacople.

La verga del viejo salía escurriendo en lubricantes, una vez que terminó de salir en todos sus centímetros una buena cantidad de jugos provenientes del orgasmo recién experimentado por Margarita cayeron al suelo debido a que la verga la había hecho de tapón impidiendo su escape.

El viejo rodeaba el escritorio, jalaba a su pequeña de sus temblorosos bracitos y la acomodaba a medida que ahora ella quedara con su cabeza colgando hacia el precipicio, rápidamente el viejo se trepó con un elástico brinco, quedando encuclillado arriba de dicho mueble con su negro culo a escasos centímetros del rostro de Mar. Don Apolinar con una de sus manos tomó su caliente y húmedo miembro tan negro como el color de un refresco de Cola y lo llevó hasta la boquita de la nena, ella al sentir esa deformidad golpeándole su carita, pues el viejo atinaba a todo menos a sus carnosos y rosaditos labios, ladeó su rostro para evitar concretar las claras y enfermas intenciones del vejete.

-no seas tímida mi pequeña, abre tu boquita o en estos momentos te agarro a golpes, ¿quieres eso perra mamavergas?!!!!- ladraba el viejo.

Pero la nena no hizo caso y seguía esquivando las arremetidas del chuzo, su carita ya estaba bañada de lubricantes debido a las tantas erróneas insistencias del viejo, parecía como si se le hubiera untando aceite en su bello rostro, fue hasta que el viejo, cansado de tanto intento fallido regaló una poderosa mordida a una de las piernas de la joven, lanzando ella un grito abriendo su boquita y ahí, durante ese momento, el negro aprovechó para meterle su verga hasta casi su esófago pelando los ojos la pobre martirizada por tan cruenta tortura.

Velozmente el negro comenzó a dar una rutina de sentadillas haciendo que su verga, por razones más que claras, penetrara salvajemente la fresca boquita de Mar, ella en tanto resistía todo lo que podía, pero a raíz que comenzaron a trascurrir los primeros minutos comenzó a  faltarle el aire. Su carita, de roja, cambio a azul y luego a morada, sus ojitos se inyectaban de una importante cantidad de venas, su cabecita se agitaba al ritmo de las sentadillas y los pesados huevotes del verdugo se balanceaban y chocaban contra su bello rostro, antes de liberarla el viejo sumió lo mas que pudo su verga en contra de ella, haciendo que sus huevos se aplastaran contra de la carita de la nena cubriéndosela casi completa, riéndose el pelmazo a carcajadas pues no sentía la respiración de ella en sus grandes bolas y eso le hacía gracia, hasta que por fin la liberó.

La verga salió tan gruesa como siempre había estado, incluso el cuellito de Mar disminuyó en grosor y es que la carne era tanta que le abultaba en su garganta, Mar expresó una desesperada inhalación costándole un mundo jalar aire, sus manitas yacías enrolladas en las dobladas piernas de Don Apolinar quien se daba un respiro pues la posición para él era un tanto agotadora además de no estar acostumbrado al ejercicio, una vez que el viejo estimó que la nena ya estaría renovada y lista para un nuevo asalto atravesó nuevamente con su aberración los carnosos labios de Margarita.

La vista que el negro tenia de la nena consistía en una estilizada cintura y un perfecto vientre cuyos trazos bajaban y se ondulaban formando las prominentes caderas para después dividirse en dos piernas y justo en medio de ellas un colorado y depilado bollito, esta acalorante imagen despertó unas insaciables ganas en Don Apolinar por volver a devorárselo, así que enrolló sus negros brazos entre las blanquitas nalgas de la joven para levantarlas al punto de tener a centímetros de su boca la concha de la nena, para después pegársele como una verdadera garrapata.

El negro quien devoraba panocha como un condenado a la guillotina se aferraba de los torneados muslos de Margarita, arqueándole la espalda, y en esta pose seguía con sus humillaciones orales a la pobre niña, sintiendo hasta los mínimos movimientos de lengua de la señorita tallándole su verga, las potentes embestidas ya habían hecho que Mar casi se doblara del cuello, su cabeza estaba ya casi oculta en el borde del escritorio, ella ahora se apoyaba con sus dos manitas del suelo estirando sus brazos, el negro de repente comenzó a bufar y a hablar incoherencias según Mar, pero era más bien que Don Polo emitía peladeces, insultos y vulgaridades en su natal idioma que la nena no comprendía.

Lo que Margarita no advertía era que el viejo, aparte de estarla llenando de peladeces, también avisaba que estaba a punto de correrse, sus bolas se hincharon hasta la desproporción y su verga manifestó un grosor indescriptible, y fue el mismo viejo quien tomando los muslos de la joven y apretándolos contra su negro cuerpo enterró su estaca hasta lo más profundo que esta llegara y después de un fuerte mugido casi de buey comenzó a sacudirse descargando violentísimas eyaculaciones de amargo líquido blancuzco dentro de la boca de Mar, solo se necesitaron de tres chorros, cada uno secundado con su respectiva sentadilla, para que la cavidad bucal de la nena se viera inundada en leche, no conteniendo tanta mermelada blanca la boquita de Mar comenzó a derramarse en esa fétida sustancia la cual escurrió por toda su carita, además también de su nariz comenzó a brotar la tan olorosa mezcla para unos momentos más tarde comenzar a brotarle hasta de sus lagrimales.

El viejo, con cara de asno cachondo, comenzó a quejarse y moverse descontrolado, sacando su lenguota y revoloteándola al tiempo que giraba su cabeza como un loco, casi pareciendo que lo estuvieran exorcizando pero en realidad estaba realizando una danza extraña. Margarita, aun con su boquita llena de verga regurgitaba gruesas cantidades de semen, teniendo que hacer varios tragos en contra de su voluntad para no ahogarse con este espeso líquido, hubiera limpiado su carita con sus manos pero justo cuando pensaba en esta posibilidad el viejo se acomodó muy concha, sentándose encima del tronco y senos de la señorita, imposibilitándole el movimiento de brazos con su lampiño, negro y sudado trasero y dejándola con muchas dificultades para respirar.

Don Apolinar se tomaba un descanso después de la agotadora faena, su verga escurría un grueso hilo de leche el cual la unía con el cuerpo de la nena, una vez recuperado tomó a la muchachita de sus cabellitos subiéndola por completo al escritorio para volverla a acomodar boca abajo, ubicándose rápidamente para de nuevo lubricar el ano con su saliva.

-ahora si mi pequeña Venus, probemos ese agujerito- dijo esto para sumir nuevamente su aberrante cara en los cachetes de la nena, ella por reflejo acostó su cuerpo completamente pero el viejo en pocos segundos le había levantado las caderas y por ende el culo, sumiendo entre las nalgas de Mar su oscura cara la cual contrastaba de manera increíble con las blanquitas posaderas de la joven.

El viejo atacó en primera instancia la concha, su lengua se revolvía de manera asquerosa haciendo un intercambio de fluidos con la panocha de la moqueada nena, sus labios casi tan gruesos como los vaginales degustaban en demasía de esa agridulce cuevita, ella en tanto comenzó a sentir otra vez, importantes destellos en su vagina que sensibilizaban todas sus demás zonas erógenas, quería detener eso pero algo dentro de ella le impedía moverse, no sabía si era por miedo o porque en realidad ¿le estaba gustando lo que le hacían?, al pensar esto trataba de nublar su mente pero sin que se diera cuenta ya estaba gimiendo nuevamente. Una vez el viejo desprendiéndose de esa olorosa concha pasó al ano el cual palpitaba de puro gusto pues también había estado recibiendo una estimulación consistente en dedeos, y es que mientras el viejo mamaba concha como desesperado uno de sus dedos realizaba el reconocimiento de la zona anal.

Como primera acción el viejo se dedicó a lamer y morder la suave carne principalmente el gran canal que divide cachete con cachete, la nena, a pesar de lo asquerosa que se imaginaba su situación, el recibir esas lamidas estaban, sin que ella quisiera aceptarlo, calentándola de nuevo, y es que las cosquillitas que sentían eran más que eso, Don Apolinar quiso penetrar analmente a Margarita con su lengua, pero este órgano era demasiado flácido como para profanar esa barrera tan heroica, vanos fueron todos sus intentos pues la enorme lengua de sapo del viejo se quebraba en cualquiera de las direcciones al intentar penetrarla, en todos los esfuerzos dicha lengua terminaba doblándose como si fuera de plástico para disgusto del reprobable, el viejo totalmente encolerizado por el juego sucio que estaba empleando la chiquilla tomó su verga para de una vez por todas romperle el culo a tan preciosa señorita.

Don Apolinar se mandó el primer envión, sin embargo la poderosa embestida a pesar de haber hecho un terrible esfuerzo en donde el viejo perdió gran parte de sus energías, no logró traspasar la resistente barrera anal, después de unos cuatro minutos en que el viejo estuvo presionando con su verga al máximo esta terminó por flaquear en su primer intento desviándose hacia arriba, terminando él y ella, mas cansados en este asalto que con todo el anterior, uno por ejercer fuerza pélvica y la otra por apretar su anal esfínter.

Los cuerpos sudorosos reflejaban la amarillenta luz proveniente de la vieja bombilla que alumbraba la oficina, el negro arrodillado y la nena casi en posición de perrito se preparaban para un segundo choque, nuevamente el viejo herido en su orgullo de macho por no poder penetrar a la primera a esta hembra se mandaba otro fiero empujón aun más viril, la batalla que libraron nuevamente estos dos órganos fue titánica, un enorme y negro barreno empujando apoyado en primera instancia por una de las manos del viejo no podía vencer la resistencia de un ano de dieciocho añitos, después el bufante viejo empujaba con las dos manos haciendo descomunales fuerzas pélvicas que se reflejaban en su descompuesto rostro y ni así.

-aaahhhhh!!!, maldita perra!!!, afloja el pinche culo!!!, no lo pongas duro hija de la gran putaaaa!!!!!- el viejo se le marcaba toda la yugular y dejó escapar gruesas gotas de saliva al emitir este último insulto.

-yaaaa!!!, por favoooorr!!!. No sigaaaaaa!!!, me va a partiiirr!!!, eso estaaa… muy grandeeee!!!!, no va a caber!!!!- se quejaba la nena.

-claro que va cabeeeerrr!!!, tiene que caberrr!!! si no tiene mucho se la dejeeee ir a una putilla mucho más chica que tuuu!!!!!- berreaba el viejo.

-es usteddd un monstruooooo!!!!!-

-calladdd, zorraaaaa!!!, o señorrr, o mi Dios Todopoderosoooo!!!, protector de los indefensoooss!!!, rey de reyeeeesss!!!!, dame la fuerza para romperle el culo a esta putaaaaaaa!!!!, y cumplir con tu mandato divinoooooo!!!!- sin embargo al parecer el Dios al que le rezaba Don Apolinar estaba en el baño pues no escuchó sus plegarias terminado este negro por desistir de su segundo intento.

-maldita perra estás bien dura!!, pero eso me excita, me calienta, cuando te penetre hasta van a tronar tus paredes anales jejeje, y el pensar eso me pone duro a mí también-

Las respiraciones eran tan pesadas tanto de uno como del otro bando, la agotada nena permanecía arriba del escritorio confiada en que este negro no lograría su maquiavélico cometido y terminaría rindiéndose mientras el sudor invadía su escultural cuerpo y ya había empapado completamente su vestido el cual seguía enrollado en su cintura, el extenuado viejo analizaba esa abertura anal y se preguntaba el porqué de su desdicha, Margarita estaba apenas recuperando las fuerzas cuando sintió que algo nuevamente empujaba por metérsele, pero este algo era más delgado.

En un instinto de supervivencia la nena quiso incorporarse ayudada de sus bracitos pero debido al desgaste anterior estos no le respondieron, estaba tan agotada que era un milagro que por lo menos hablara.

El africano trataba primero con un dedo y a este se le fue sumando otro, lentamente y después de un asqueroso escupo con todo y gargajos impactado contra el ano de la señorita los dedos fueron buscando un minúsculo reducto para poder atravesar esa férrea entrada hasta que lo lograron a la altura de la primer falange, ambos dedos en forma de gancho intentaban desgarrar ese cerradísimo conducto, una vez que el viejo divisó un estrechísimo espacio brindado por el ano no lo dudó y metió su lengua en el interior de este.

Este órgano gustativo entró de manera dificultosa, aunque el estar demasiado viscosa le permitió lentamente ir ganando más terreno, Margarita sintió como si un animal estuviera violando su posterior salida, rápidamente volteó y vio al viejo nuevamente enterrándole toda su cara en su exuberante trasero, exhibía una cara tremendamente descompuesta, todo se le arrugaba principalmente su frente, ceño y las arrugas que unen la nariz con la boca. El negro volteaba a verla a ella para regalarle un guiño para después volver a cerrar sus ojos y concentrase en lo suyo.

-no haga eso por favoorrr!!!- dijo Mar y con una de sus manitas intentó ahuyentar al animal golpeándolo en su brilloso cráneo pero este viejo no lo despegaban con nada.

Casi a velocidad luz el viejo sacaba sus ganchos llevando ambas manos a enterrarse entre las carnes de la nena, sus dedos apretaban y se sumían en las nalgas como si estas fueran de manteca a pesar de la dureza que las caracterizaban. Al liberar los dedos, la lengua quedó atrapada pero con la suficiente libertad para moverse dentro de la nena y comenzar con su trabajo, Margarita podía sentir la bufante y caliente respiración del viejo recorriéndole toda su raya, llegándole hasta su espalda, y de paso erizarle todos los casi imperceptibles vellitos que cubrían su femenino cuerpo, y es que la espalda de la nena era muy sensible a las caricias.

En varios intervalos de tiempo Don Apolinar cosquilleaba también el clítoris estimando que este ya debería de estar relajado, esta manipulación sumada a las indescriptibles sensaciones que se estaban despertando en Margarita llevaban a la nena a descomponer muy lentamente su carita, el gesto notablemente incómodo y molesto iba cambiando muy pausadamente al de una auténtica zorrita viciosa.

La mano que anteriormente golpeaba al viejo ahora lo hacía con menos ímpetu, así hasta que abandonó esa actividad para intentar ahora disimular los quejidos, su carita de la nena se ladeaba en la madera del escritorio pegándose a dicho material de uno de sus cachetitos y su otra mano se aferraba de una de las esquinas del mueble, notándose en su fina espalda toda la femenina musculatura. Por su parte, el pervertido negro reía dentro de sí al evidenciar que la nena poco a poco era sometida a los placeres anales y ahora su lengua ganaba más espacio mientras una de sus manos masajeaba la dulce papayita y de repente frotaba el hinchadísimo clítoris como si quisiera sacarle brillo.

El viejo también apretaba y estrangulaba las nalgas que estas, en varias de sus partes, esponjaban sus carnes haciendo que las líneas que dividían los músculos de la espalda baja de Margarita se notaran bastante, incluso ese par de hoyitos ubicados en dicha zona se alertaban escandalosamente cada que el viejo masajeaba de abajo hacia arriba las potentes nalgotas. Poco a poco Mar se iba entregando a las sucias caricias, con sus ojitos cerrados su carita se direccionaba como si estuviera viendo hacia abajo, sus pómulos estaban enrojecidos y una pesada gota de saliva caía de su boca la cual permanecía abierta debido a que ya gemía audiblemente observándose su esponjosa lengüita, transformación que al viejo Polo le fascinaba.

El viejo seguía con sus talladas sobre la colorada vagina de Mar, por momentos sus dedos sentían el pesar de una sustancia viscosa de consistencia melosa cayendo sobre ellos y la utilizaba para lubricar sus dedos y comenzar a penetrarla vaginalmente con estos, de manera lenta y cadenciosa pero rozando donde tenía que rozar haciendo casi derretir a la ya entregada señorita quien no quería aceptar lo que le tocaba, pero que después de mucho rato de estarse moviendo o quejándose ahora estaba quietecita y suspirante.

-ahhh!!!, mmm!!!, afffggg!!, mmmhhggggg- Margarita ya no se limitaba al expresar sus gemidos y no solo eso, su mente la traicionaba pensando oraciones que ella juraba no estructurar.

“ayy que rico, que rico se siente esto, tengo… unas ganas de refregarme mmm”,

“maldito viejo, deje de tocarme o me voy a venir otra vez”

“la quiero, la quiero dentroo” todos estos pensamientos asaltaban la mente de Margarita al punto de que cuando se dio cuenta ya estaba meneando su culo como una gatita en celo, movimiento que también mecía la negra cabeza de Don Apolinar.

Una vez alertados estos felinos movimientos Don Apolinar se dijo que ya era mucho de estar lamiendo ano, sacó su lengua y sin esperar más tiempo llevó nuevamente su verga en contra de esa rebelde entrada, mandó un pegajoso escupo que atinó impecable al recto para ahora mandarse un poderoso envión (no sin antes aprovechar los vaginales jugos de la nena como cubierta para su verga) que de igual manera fue detenido por la titánica resistencia, sin embargo el viejo notaba en su enemiga que tal fortaleza comenzaba a derrumbarse, notando también como ella parecía estar parando mas el culo, y con esta motivadora postura tomó las caderas de ella acercándose el culo para dar más fuerza a su empellón sintiendo como el glande se sumió unos centímetros.

-uuuuhhhggggg- un pujido se escapó de los labios de Mar cuando sentía como el glande iba abriéndose el espacio necesario, casi escuchándose el tronar de sus paredes anales ante cada centímetro ganado, tal como el viejo lo había advertido.

Fue algo más que doloroso para Margarita pues a cada centímetro de verga que se comía su ano le correspondía casi un minuto de sufrida lucha a ese miembro para arrebatárselo, faltando casi la mitad del pepináceo barreno el viejo se la dejó ir toda, a lo bestia, provocando un aullido en la jovenzuela la cual se quebró de su espalda al tiempo que temblaba de su cuerpecito y en su carita sus señales de vida iban desapareciendo, la jovencita no pudo asimilar dicho trato y cayó en un estado de semiinconciencia solo sintiendo un mortífero dolor en su ano y una barra ardiente y palpitante atravesándoselo y es que Mar había sido desvirgada analmente por  una verga de 30 centímetros.

La maniaca risa que se dibujó en la cara de Don Polo era como para pintarla en un cuadro teniendo el efecto de que los santos del Vaticano se derretirían al presenciarla, su risa parecía provenir de los más entraño del infierno, sus mugidos eran de un auténtico toro en plena corrida, mientras resoplaba admiraba el femenino cuerpo que tenía atravesado notando como sus manos abarcaba casi toda la breve cintura de la joven caucásica que yacía mancillada.

Entonces el negro jaló aún más hacia él las nalgas de la nena, y así sin importarle que esta estuviera casi inconsciente comenzó a embestirla sin razón alguna como si no hubiera un mañana, el conducto era muy estrecho pero el negro escupía a cada rato procurando mantenerlo lúbrico. Como si se tratara de un luchador este asno llevó una de sus manos a la nuca de la joven para someterla o jalarla de sus cabellos sin dejar de embestirla con crueldad, rudeza que se notaba en sus satánicos semblantes, en los temblores que atacaban el potente cuerpo de la niña en cada arremetida y en los sonidos que producían los astronómicos choques de los cuerpos en colisión.

-escúchame bien perra asquerosa, en este momento te estás tragando toda mi verga, lo que más te conviene es poner tu culo flojito ya que si empiezas a estarlo apretando puede que cuando te la saque me traiga todo el forro interno de tu recto, ¿quieres andar con el ano de fuera?- preguntaba el negro, la semi inconsciente nena respondía negativamente con un movimiento de cabeza.

-entonces ¿vas a tener tu culo flojito para mi? jeje- volvía a preguntar el negro, la nena esta vez asintió afirmativamente.

El negro bajaba su terrible cara de equino caliente buscado con sus bembas la boquita de la nena, la cual yacían abierta con la carnosa lengua de fuera y con una enorme poza de saliva debajo, para pegarse un repulsivo beso, beso que sorprendentemente la nena correspondió gimiendo y pujando, y beso que al negro le supo a su propio semen pues en la boca de la nena aun había vestigio de esta suciedad, pero con mayor presencia en su rostro en donde sendas costras blancas y pegajosas ya un poco secas cubrían en buena parte el bello cutis de Margarita, incluso la nena parecía estar llorando blanco pero era el mismo semen que escurría de sus lagrimales.

Poco después al parecer la panocha también reaccionaba a los ataques anales con descargas de jugos en cada arremetida hasta el punto en que un gran y viscoso cordón de flujo trasparente colgaba desde la elevada concha de la nena llegando hasta tocar el mueble. Cada empujón, en el que el viejo enterraba hasta el fondo su gruesa vara, iba acompañado de una agridulce expulsión de néctares por parte de la panocha de Mar los cuales salpicaban como si de una regadera se tratara, así hasta que la nena se corrió como Dios manda, casi orinando sus hirvientes caldos los cuales cayeron sobre el escritorio empapando algunas facturas que por ahí se encontraban.

-jejej, perra hija de la gran puta, te corres peor que las puercas- bufaba el viejo.

El bembón viejo, sin sacar su taladro, comenzó a retroceder su cuerpo hasta bajarse del mueble  sin salirse de la nena y al mismo tiempo jalando a su doncella hasta que ambos cuerpos genitalmente pegados como perros abotonados yacían semi encorvados y de pie al lado del escritorio, las carnosas piernas de Mar a pesar de su notable dureza temblaban debido a las energías gastadas en el episodio anterior, en tanto el viejo lucía entero, parecía haber recuperado su poderío, este enfermizo sujeto tenia a Mar sometida de su nuca haciendo encorvar un poco la espalda de ella, mientras ella se apoyaba del borde del escritorio con sus dos delicadas manitas al tiempo que sacaba un poco el clavado culo ya que la posición así la ubicaba.

La jadeante nena estaba terriblemente agitada con su cabello cayéndole hacia abajo cubriéndole toda su carita. El brilloso negro decidió invertir posición, quedando él ahora recargado de espaldas en el escritorio mientras que Mar se recargaba con el culo en el recio y negro cuerpo dejando caer sus bracitos los cuales no le respondían, Tomándola de las caderas e inclinándola un poco de espaldas el negro la atraía hacia él, haciendo que la nena se ensartara en su humeante instrumento.

En cada ensartada, se podía observar la femenina corpulencia marcarse un poco más de lo normal, en sus bracitos, en sus piernas y muslos, y sobre todo en su abdomen, la nena evidenciaba un cuerpo tan tonificado como si fuera de una maestra de yoga, su proporción era tan perfecta que en cualquier posición que fuera acomodada esta terminaría enardeciendo a su macho con sus excelsas curvaturas.

Rápidamente, para gusto de viejo, la pequeña hembrita comenzó a gemir debido a los casi sentones que se pegaba arriba del moreno miembro, Don Apolinar se apoderaba de los danzantes senos volviéndolos a estrujar y aplastar como si quisiera sacarles el relleno, como si quisiera sacarle el merengue a tan apetitosas mamas ya que comenzó a jalar los pezones al más puro estilo como se ordeña una vaca empezando a salir un líquido blancuzco semitransparente a partir de los fuertes jaloneos.

El viejo enrollaba uno de sus antebrazos en el cuello de la nena y de este modo la atraía hacia él, arqueándola a la mitad de  su cuerpo, para esto ladeaba el rostro de la viciosa nena para fundirse con ella en un guarro enredo de lenguas, ella tímidamente aceptaba la cochina acción aunque después podía verse más desinhibida intentando por ella misma anudar su lengua con la del viejo mientras este desalmado se dedicaba a sobajear cada milímetro del esbelto vientre de la chiquilla. Las manos del negro viejo no se daban abasto recorriendo cada centímetro del modelado cuerpo de la blanca chica.

En la caliente oficina de Don Apolinar todo eran jadeos, gemidos y berridos, además de que todo el ambiente estaba aromatizado a sexo con penetrantes aromas tanto a agria verga vieja como a concha húmeda, así como un fuerte olor a sudoración masculina, este hedor a macho caliente, a machos rústico, sumado a los potentes embistes tan certeros y placenteros así como a la forma en que el viejo acariciaba todo su cuerpecito y como le comía la boca, y un poco a los escandalosos sonidos provenientes del choque de los desnudos cuerpos estaban haciendo que la nena llegara a otro clímax tan épico que casi se sintió en el cielo de las vergas, donde las huevotes rellenos con crema blanca crecen de los árboles listos para ser degustados así como las enormes vergas brotan del suelo, y una gran cascada de semen caliente en donde hermosas hembras se bañan todos los días corre de manera perpetua por los siglos de los siglos.

Estando en estos fantasiosos momentos la nena, con carita más que viciosa, se dejaba caer de espaldas siento atajada por la negra bestia fornicadora detrás de ella para desbordarse en otro chorreante orgasmo en donde cada eyaculación fue secundada por un ligero movimiento pélvico como abdominal de la nena, llegando a ondular su cuerpo de manera exquisita arriba de la morena tranca al tiempo que también ella misma se daba de sentones comiéndose la verga completa pegando un berrido en cada sentón, el negro tuvo que sostenerla de sus bracitos para que esta no se derrumbara pues sus piernas, a pesar de verse vigorosas, se aguadaron al sentir el desprender de tan importante cantidad de jugos, primero temblaron para después unirse de las rodillas y terminar perdiendo todo el vigor.

En estas condiciones la nena fue chispada de su culo sin el menor cuidado y arrojada al sillón, donde antes estaban sentados los tres mafiosos que salieron en busca de un briboncillo, quedando acomodada boca abajo a todo lo largo del mueble para después el viejo posarse encima de ella, contrastando pieles a mas no poder, Don Apolinar ubicó su tieso miembro a la altura de las nalgas de Mar para dejársela ir primero por la concha, procurando lubricar su miembro lo mayor posible, para después sacarlo e intentar meterlo en el culo de la nena., nuevamente ejercía presión importante hasta lograr embutírselo por el culo a la nena para después sacárselo y volvérselo a dejar ir por la panocha, y así estuvo el viejo realizando un total de casi veinte repeticiones entre ano y concha hasta que al fin se decidió nuevamente por el coloradísimo culo.

De nuevo la venuda verga entraba a marchas forzadas, notándose un poco de dificultad de esta para sumirse en ese apretado conducto, mientras la nena se ponía hasta bizca al sentir otra vez la violenta entrada de tan desmesurado grosor, teniendo que apretar el descanso del sillón tanto con sus manitas como con sus dientes siendo ahora ella la que casi bufaba.

-uuuhhhgggggggfffffsssssss- Margarita dejaba salir un sonido similar a como si le hubieran sacado el aire una vez que sintió el arponazo con el que el chuzo del viejo entró completamente, casi arrancando ella el pedazo de forro del sillón con una mordida.

Así, acostados, la pareja comenzaba nuevamente a fornicar arriba del sillón, Don apolinar moviéndose como gusano y Margarita intentando mantener su culo lo más levantado posible para según ella soportar mejor las embestidas, las cuales eran tan brutales que después de unos minutos de intensa cogidera las patas del sillón comenzaran a crujir y doblarse así como su asiento a sumirse. Un sinfín de cucarachas huyeron despavoridas debido a los temblores que azotaban el sillón representando para estos bichos una señal apocalíptica de su empolillado mundo.

La caliente Margarita procuraba de vez en cuando voltear a ver al viejo a su cara, mirando las terribles facciones de un ser cuya única aspiración en la vida se limitaba a coger a cuanta jovencita le levantara la verga para, pasados unos segundos, retirar su verde mirada al tiempo que cerraba sus ojitos concentrándose en las arremetidas y gimiendo de manera escandalosa y hasta evidenciando una cómplice risilla mientras su compañero de coito la acompañaba con horrísonos graznidos y mugidos.

Y es que la nena recibía azotes con fuerza taurina, ella misma recordaba al gordo, a Felipe, al Lucio llamándola puta, perra y demás y para su sorpresa esto la calentaba hasta la insania, se sentía tan frágil e indefensa en este nuevo mundo lleno de bestias sedientas de sexo y enardecidas por disfrutar de sus orificios, y ahora con este nuevo macho encima de ella solo se disponía a gemir y aullar más fuerte pero convenciéndose ella misma de su posición, calidad o condición como una simple y vulgar puta disponible para el macho que quisiera tomarla pensaba ella, pero cuando se meditaba esta propuesta su mente le dictaminó que estaba equivocada ya que ni siquiera tenía ese derecho, que en realidad era con quien el gordo le ordenara revolcarse, aceptando la nena esta orden con un meneo de caderas tan excelso que alteraron al negro a tomarla de sus cabellos y enterrarla entre los viejos cojines levantándole el culo para mandarse sus más bestiales arremetidas sin importar que en realidad pudiera hasta matar a su víctima.

La concha de Mar escurría harto jugo, el cual caía pesado desde esa cuevita, que ya había formado un visible charco de néctares arriba del sillón de donde era sometida, el negro también aportaba a la causa pues su barreno dejaba escapar ríos de lubricantes los cuales se fusionaban con los de la concha de la nena para formar un viscoso revoltijo de fluidos.

Después de un lapso de casi cuarenta y cinco minutos en donde el africano nunca dejó de mancillar el rojísimo culo de la nena, este depravado sentía como sus mocos ya estaban a la vuelta, dando inhumanas empaladas a la grácil anatomía femenina que yacía ya casi desmayada y convulsionante por otro agotador orgasmo que terminó por vaciarla y que la dejó en un inminente ataque de espasmos, Don Apolinar sentía los espesos litros de marfilesca nata bajar por sus conductos y estando estos en la punta de su glande enterró lo más que pudo su negra vaina haciendo que la nena despertara pegando un lúgubre aullido al tiempo que le llenaba el culo con su pegajosa y cremosa esencia.

El viejo arrojaba las cuantiosas cantidades de condensada leche hasta el fondo del culo de Margarita la cual sentía como iba siendo inseminada por la apestosa esencia, inexplicablemente a raíz de la fuerte descarga la nena comenzó a emitir una ligera risita como si estuviera disfrutando que un negro le estuviera rellenando el culo, mientras el negro se desgargantaba en gritos y casi se dislocaba la cabeza meneándola de aquí para allá, a la vez que notorios temblores asaltaban su abultado vientre dándonos a entender que en cada uno una exagerada inyección de rancio esperma era arrojada a las entrañas de Mar, llenándole todo el culo y parte de los intestinos, para terminar el viejo, desplomándose arriba de la señorita mientras su verga iba perdiendo dureza dentro de ella y terminaba por vomitarse.

Casi una media hora la pareja de amantes estuvo recostada en el sillón, Margarita debajo y el viejo arriba de ella, asegurándose que su verga la drenara completamente, sacándola muy lentamente después de sentirse que se había quedado seco, quedando la verga unida al ano de la joven por un elástico hilo blanco que simulaba un ondulado puente colgante.

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Pancho, quien yacía sentado en el sofá del recibidor, veía como el sonriente negro venía a hacerle entrega de su curvilíneo y disfrutado paquete, la jovencita con cara de extremo cansancio, sudada, con su pelito alborotado, vestido mal acomodado y un poco roto de su escote, concha escurrida, culo burbujeante y ardiéndole, y con extrañas marcas semitransparentes haciéndole brillar su cara observaba al gordo tan risueño sentado y aferrando de la cintura, con una de sus manazas, a una de las chicas mientras le pegaba tremendo besote de lengua siendo disfrutado por ella, al mismo tiempo que la otra prostituta, arrodillada, solo movía la cabeza ascendente y descendentemente, entendiendo la Margarita que esta otra puta estaba pegándole una mamada a su macho, la nena experimentó un extraño sentimiento, algo como entre enojo combinado con ¿“celos”?, pero quizás sería más bien repulsión a esa rechoncha persona por utilizarla como un artículo de trueque mientras él disfrutaba tranquilo de la vida, estaba intentando convencerse de eso mientras aferraba su escote con una de sus manitas para no enseñar las chiches cuando vio a la puta que mamaba la verga del gordo acomodarse a manera de cabalgarlo, posición que no duró mucho pues el negro fue a entablar una pequeña conversación con Pancho al tiempo que se estrechaban la mano para proceder a despedirse.

Ya en el coche y con la luz del nuevo día, después de haber pasado nuevamente el improvisado retén en donde ahora la nena no fue manoseada, Pancho se mandaba otra orden, la misma de hace rato, la nena tendría que volver a mamarle la verga todo lo que durara el camino con la diferencia de que la verga de Don Pancho esta vez olía a semen, y estaba impregnada de babas y jugos vaginales procedentes de otra mujer.

-Don Pancho, es que estoy muy cansada- se quejaba la nena una vez enterada de la orden al tiempo que se ladeaba en el sillón del coche pues su culo le incomodaba demasiado.

-ora, ora zorra, solo será unos cuantos minutos y por haberme hecho ese otro favorcito te dejaré descansar todo el día jeje- decía el gordo refiriéndose a la forma en que anticipó a su deuda.

La jovencita aceptaba y nuevamente se pegaba a esa verga como si fuera la última que mamaría en su vida, haciendo retorcer al despiadado viejo con semejantes lamidas, chupadas y succiones que le pegaba, esta vez la nena hasta sacaba su lengua para castigársela con la verga del viejo, y de paso aprovechaba para latigarse su rostro de adolecente con dicho aparato, y es que Mar quería derramar al sudado viejo rápidamente para así dejar de mamar y en su afán por conseguir el sucio propósito lo miraba con carita tierna y mimosa mientras se metía la verga lo más que podía

Ni siquiera ella supo por qué le hacía tales cuestionamientos – ¿así le gusta Don Pancho? ¿Lo hago bien?- decía la nena sin poder explicarse el porqué de su actuar, y cuando recordó que esa verga había sido mamada por otra hembra que no fuera ella se le pegó al glande con los puros labios y comenzó a dar de potentes succiones queriendo sacarle hasta la última gota de leche al sudado viejo, cuya traspiración ya aromatizaba el oxidado cacharro, y es que la nena quería demostrarle a su macho que para mamar vergas nadie como ella.

Por momentos la joven hembra tomaba la apestosa verga de su base con una de sus manitas para proceder a mandarse ininterrumpidas chupadas llegando a realizar entre cuarenta y cincuenta repeticiones en un solo minuto para después parar un poco para darse un descanso mirando media coquetilla al gordo a quien ni así se le quitaba la cara de agrio, hasta procuraba que el gordo viera el fino movimiento labial que ella realizaba y en donde se podía observar era para saborearse los líquidos preseminales.

Mientras tanto el viejo con cara de ogro conducía sin dejar de sentir los exquisitos labios y lengua allá abajo haciéndole maravillas, por momentos movía la palanca para cambiar la velocidad y de paso aprovechaba para tallar la cabeza de la niña de la misma manera que se le hace tal cariñito a un perro mientras ella sentía la pesada mano revolviéndole sus cabellitos.

El viejo no demoró mucho en tener su primera corrida la cual fue depositada completa dentro de la boquita de la nena, dictaminándole que le enseñara su lengua llena de semen para después decirle que se la enseñara una vez que se hubiera tragado tal mezcla, aun así el viejo no dejó que Margarita descansara exigiéndole que no parara de chupar hasta que ellos llegaran a su destino, en el camino la nena tuvo que tragarse otra corrida igual de cargada que la anterior pero según ella más espesa para después casi a unas cuadras volver a tragarse otra dejando la verga del viejo completamente desinflada aunque esto no fue motivo para que su lengua siguiera recorriéndola, fue tal la cantidad de semen ingerido por la nena que las nacientes ganas por probar desayuno desaparecieron con las nutritivas raciones espermáticas.

Una vez que Margarita escuchó al motor apagarse pudo respirar un aire de alivio, llevándose sus dos manitas a la cara, tallándosela y subiéndolas hasta peinar su cabello, esperó a que el pesado viejo se bajara del auto para poder hacer lo propio, unos destellos de luces en tonalidades azules y rojas llamaron su atención y más porque se trataban de dos patrullas estacionadas enfrente de la cantina de Felipe, la cansada nena, recuperando todas sus energías como por arte de magia, alcanzó a gritar.

-nooo!!!, que hacen!!!, no se lo lleven!!!- terminó por salir corriendo hacia las patrullas quitándose los tacones durante el trayecto para poder correr más rápido así como aferrando el escote de su vestido para no enseñar sus pesadas y bamboleantes tetas.

Continuará…

Relato erótico: “Mi tía, su transformación en puta y su amiga” (POR GOLFO)

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Tercera parte de  LAS ENORMES TETAS Y EL CULO DE MI TÍA, LA POLICÍA
La obsesión de mi tía con el sexo, lejos de apaciguarse con el tiempo, se iba incrementando con el paso de los días. Si en un principio había sido reacia hasta para probar una postura nueva, eso quedó en el pasado. Una vez había dejado atrás los fantasmas de su niñez, esa en otra hora agría mujer se fue convirtiendo en la amante mas exigente.
La mujer reacia a cualquier contacto con un hombre, había dejado de existir. Desde que amanecía solo tenía una cosa en mente:
“Follar”
Si antes nada mas levantarse, se obligaba a salir a correr. Ahora en cuanto abría los ojos, miraba si estaba a su lado y cogiendo mi pene entre sus manos, me despertaba para que le hiciera el amor.
Su fijación por el tema había llegado hasta tal grado que muchos días me sacaba de la universidad para que me la tirara, aduciendo que estaba aburrida. Durante la época en que viví con ella, mínimo teníamos sexo tres veces al día y eso sin contar los fines de semana, que por lo menos se multiplicaba por dos esa cantidad. 
Un primer indicio de su futura transformación:
El primer síntoma de su cambio se produjo un miércoles en el que debido a un examen, llegué tarde a su casa. Nada más entrar me olí que algo pasaba porque no estaba la cena lista en la cocina.
-¿Andrea?- pregunté extrañado.
-Ven, cariño- me llamó desde el salón.
Al llegar a la habitación donde estaba, me quedé petrificado al encontrarme a la hermana de mi madre vestida de colegiala. Si bien contaba solo con veintiocho años, nunca esperé verla disfrazada de esa forma. Su “uniforme” consistía en una blusa blanca anudada al ombligo, minifalda escocesa de cuadros rojos y unas medías a medio muslo.
-¿Estoy guapa?- me soltó poniendo cara de puta.
-Preciosa- contesté y acercándome a ella, descubrí al levantarle la faldita que se había puesto unas bragas rojas haciendo juego.
Mi tía al sentir mis manos en su trasero, se rio pícaramente y me dijo:
-¡Quiero que me saques a bailar!
-¿Así?- respondí sin llegármelo a creer porque lo quisiera o no, tenía pinta de zorrón desorejado.
Supe que tenía ganas de marcha en seguida, pues me contestó diciendo:
-¿No me has dicho que estoy cañón?
Sin argumentos, tuve que dar mi brazo a torcer y solo le pregunté donde quería ir:
-A Malasaña- respondió.
Eso me tranquilizó porque en ese barrio de Madrid, se reúnen los especímenes y la fauna más extraña de la capital.
“Ahí pasará desapercibida”, pensé de camino a su coche.
Ya en el automóvil, al sentarse frente al volante, observé que  la diminuta prenda dejaba al aire toda la braguita y tratando de incomodarle, le empecé a tocar las piernas mientras ella conducía. Mi atrevimiento no fue mal recibido y rápidamente me percaté que bajo su blusa, sus pezones le traicionaban informándome de la calentura que en ese momento poblaba su cuerpo. Por eso, muerto de risa, subí por sus muslos dirección a su sexo mientras le preguntaba que le pasaba:
-Llevó bruta desde la mañana- contestó separando sus rodillas.
Su clara invitación no la desaproveché y llevando mis dedos hasta su tanga, empecé a acariciarle sin que mi tía diera señal alguna de enfado. La humedad que sentí en cuanto mis yemas rozaron ese encaje, me recalcó que no mentía cuando decía que estaba cachonda.  Para entonces mi tía estaba claramente excitada pero seguía como si nada ocurriera, poniendo atención a la conducción. Su innecesario disimulo me dio el valor de meter uno de mis dedos bajo el tanga y rozar con él, su clítoris.
-Me encanta- gimió sin mirarme.
Más convencido, me valí de un semáforo para bajarle las bragas hasta la mitad de los muslos. Andrea sonrió al ver mis intenciones y levantó un poco el culo para facilitar mi maniobra. Una vez lo había conseguido, me quedé mirando la imagen de esa belleza, casi treintañera, disfrazada de niña y con la ropa interior a medio quitar.
-Sí que estás caliente- le solté mientras me recreaba en los pliegues de su sexo con mis dedos.
No me contestó. En vez de ello, separó sus piernas, acelerando por la Castellana.  Convertida en una perra ansiosa de sexo y con un gesto de puro vicio en su cara, siguió rumbo a nuestro destino mientras yo le acariciaba su sexo desnudo. Decidido a vencer ese poco convincente mutismo, le metí un par de dedos en el coño:
-¡Dios!¡Sigue!¡No sabes cómo me estás poniendo!- gritó rompiendo el silencio.
Claro que lo sabía. El caudal de flujo que manaba de su entrepierna me lo había anticipado mucho antes de que su dueña lo hiciera.  Siguiendo a rajatabla sus palabras, estuve masturbándola hasta que pegando un chillido se corrió.
-Gracias, lo necesitaba- dijo en cuanto se hubo repuesto del placer.
La casualidad hizo que hubiésemos llegado y tras aparcar el coche, cogiendo su bolso, salió del vehículo. Al hacerlo, sus ojos brillaban por la excitación y quejándose de mi lentitud, me dio la mano llevándome a rastras hasta el primer pub. El bar estaba a rebosar por lo que tardamos varios minutos en llegar hasta la barra. En el camino pude observar el modo tan poco disimulado con el que los hombres que se cruzaban con ella le miraban el culo y por eso, tengo que reconocer que llegué bastante cabreado:
-¿Qué quieres tomar?- me preguntó alegremente.
Haciéndome el machote para que los de mi alrededor se dieran cuenta de que esa mujer venía conmigo, la tomé de la cintura y pegándola a mí, la besé mientras le contestaba que un whisky. Mi primer arrumaco con ella en público la cogió desprevenida y por eso intentó separarse de mí. Se lo impedí bajando mi mano hasta su trasero y forzando su contacto, la obligué a pedir las consumiciones pegada a mi cuerpo.
Forzando su sumisión, le acaricié las nalgas mientras muerta de vergüenza miraba de un lado a otro, buscando a alguien conocido. Todavía no sé si se tranquilizó al no conocer a nadie o por el contrario que mis caricias la llegaron a convencer, pero lo cierto es que dejándose hacer ella misma me empezó a tocar el paquete disimulando:
-Eres un cabroncete- me dijo relamiéndose los labios.
-Y tú, un poco ninfómana- respondí al notar que poniendo su bolso en mi entrepierna, me bajaba la bragueta.
Ocultando sus maniobras al resto de la gente, agarró mi miembro y empezó a pajearme sin que ni siquiera hubiera llegado el camarero con las bebidas. La expresión de su rostro tenía un brillo que no tardaría en ser habitual el ella. Totalmente verraca,  imprimió a su mano de un ritmo pausado mientras me miraba con los ojos llenos de lujuria.
-¿Te gusta?- preguntó.
-Mucho.
Mi respuesta fue el banderazo de salida para que ella acelerara el movimiento de su muñeca en busca de mi placer. No culminé en mitad de la barra porque desgraciadamente, el empleado del bar llegó con las copas. Mi tía al verlo aparecer, guardó mi pene en el pantalón y con una sonrisa, pagó al camarero. Ni siquiera se había alejado dos pasos cuando susurrando en mi oído, me dijo:
-Sígueme.
A través del local, la seguí sin ser consciente de lo hambrienta que estaba esa mujer. Os juro que no me esperaba era que, pegándome un empujón, me metiera a la fuerza al baño de mujeres. Cuando intenté protestar, Andrea me pidió que me callara y nada más atrancar la puerta, se arrodilló a mis pies. Tras lo cual y actuando como una posesa, me abrió la bragueta.
-¡Qué bello es!- exclamó al sacarlo de su encierro.
Y sin más prolegómenos,  se lo metió de un golpe hasta el fondo de su garganta. Sus sed por mi semen le hizo ir en su busca con autentico frenesí. Usando su boca como si de su sexo se tratara, comenzó a embutirse y a sacarse mi miembro con una velocidad endiablada. No contenta con meter y sacar mi extensión cada vez más rápido, usó una de sus manos para acariciarme los testículos mientras metía la otra dentro de sus bragas. Al sentir la tortura de sus dedos sobre su clítoris, chilló de placer diciendo:
-Córrete en la boca de tu tía.
Sus palabras elevaron mi calentura hasta unos extremos nunca sentidos y sin poderme retener me vacié en su boca. Andrea, al sentir mi semen chocando contra su paladar, se volvió loca y sin perder ni una gota, se puso a devorar mi simiente sin dejar de masturbar.
-¡Qué gusto!- la oí chillar, mientras  su cuerpo convulsionaba de placer a mis pies.
Absorta en su gozo, no le preocupó el volumen de sus gritos. Berreando como si la estuviese matando, terminó de ordeñarme y aún seguía masturbándose sin parar. Uniendo un orgasmo con el siguiente, mi tía colapsó en el suelo. Alucinado tuve que obligarle a levantarse de suelo cuando cayó como en trance. Sin fuerzas, tuve que cogerla en mis brazos y llevarla hasta la mesa.
Ya repuesta, nos tomamos las copas, bailamos un poco y volvimos a casa a hacer el amor…
Segundo indicio, una película porno:
Creo que fue como a la semana de lo que os acabo de narrar cuando durante el desayuno, mi tía me preguntó si me gustaban las películas porno. Haciendo honor a mis antepasados gallegos, le contesté repreguntando:
-¿Y a ti?
-No lo sé- respondió- nunca he visto una.
La cuestión quedó ahí, ni ella siguió con la conversación ni yo le reconocí que durante años, me había atiborrado viendo al menos cuatro por semana a través de internet. Temiéndome que me viera como un cerdo, me callé y seguí como si nada. Ya en el autobús que me llevaba a la Facultad, recordé la plática y pensé en alquilar una. Pero lo cierto es que soy un desastre y nunca fui al video club; sinceramente porque se me olvidó.
Esta tarde me llamó a mi móvil, diciéndome que iba a pasar por mí en una hora. Por el tono de su voz, comprendí que tramaba algo pero no fue hasta que ya habiéndome recogido aparcó frente a un videoclub, cuando supe de sus intenciones.
Descojonado, entré de su mano y directamente le pregunté al encargado donde estaba la sección de adultos. Mi desfachatez la hizo sonrojar y totalmente colorada, me siguió por los pasillos. Una vez en lo porno, me puse a mirar los títulos en silencio sin coger ninguno.
-¿Cuál te apetece?- preguntó mi  tía al ver que solo curioseaba.
-Es tu momento- contesté dándole directamente la responsabilidad.
Asumiendo que no iba a ayudarla, Andrea empezó a leer de qué iban las diferentes películas y sin darse cuenta, se empezó a calentar. Cómo lo supe, os preguntareis. La respuesta es muy sencilla, bajo la blusa de mi tía dos pequeños botones hicieron su aparición delatándola.
-Te estas poniendo cachonda- me reí de ella y para recalcar mi guasa, le di un pellizco a uno de sus pezones.
-No seas tonto- respondió cogiendo tres películas sin darme tiempo a revisar su elección.
No fue hasta que tuvo que dárselas al empleado cuando  leí sus títulos. Mi sorpresa no pudo ser mayor al comprobar que mi tía había elegido dos con temática de sumisión cuyas protagonistas eran mujeres policías y que la última de las tres era claramente lésbica.
“Joder con la mojigata”, pensé sin decir nada.
Entusiasmado en mi interior, hice como si me olvidara del asunto cuando salimos del local. Andrea por su parte, también se mantuvo callada quizás avergonzada por que hubiese descubierto parte de sus fantasías. No fue hasta que terminamos de cenar y mientras colocaba los platos en el lavavajillas cuando mi tía dijo:
-Ahora vuelvo- y saliendo del comedor, me soltó: -Vete poniendo la película.
-¿Cual quieres?- pregunté.
-Ya está en el dvd- respondió sin aclararme el asunto.
Intrigado, comprobé cual estaba vacía y me quedé estupefacto al ver que la que había puesto era “Una policía en apuros”. Como comprenderéis, inmediatamente le di la vuelta y leí el argumento.  Sin llegármelo a creer, leí que iba sobre una mujer policía que al intentar detener a un delincuente, este la secuestraba y la obligaba a diferentes tipos de vejaciones.
“¡La madre!”, exclamé mentalmente bastante confuso porque no me cuadraba a mi tía le gustara ese tipo  de situaciones.
El colmo fue verla llegar vestida con su uniforme pero en vez de pantalón, llevaba una minifalda de lo mas provocativa. No pudiéndome retener solté una carcajada y cogiéndola en brazos, la deposité sobre el sofá de enfrente de la tele.
Totalmente nerviosa, me rogó que pusiera la película. Obedeciendo, di al mando y me relajé a su lado. Ella al percatarse de que ya empezaba, me dio un beso en la mejilla y apoyó su cabeza en mi regazo para verla tumbada.
-¿Sabes que es la primera que veo?- susurró sin apartar su ojos de la tele.
En la pantalla, la protagonista  estaba siendo atendida por una espectacular morena en una peluquería. Por lo visto, se iba a ir de vacaciones y por eso necesitaba que le hicieran las ingles, de esa forma el guionista dio verosimilitud a que la primera escena fuera que la actriz afeitara el sexo de su clienta.
-Tócame- me pidió sin retirar su mirada de la tele.
Sus palabras fueron más que una declaración de guerra, mi tía quería que le  diese caña mientras disfrutaba de la película. Con cuidado fui desabrochando uno a uno sus botones mientras en la pantalla, la policía se desnudaba. El gemido que pegó cuando le pellizqué un pezón coincidiendo con el que sufría la interprete, me hizo saber que quizás su fantasía fuera hacer lo mismo que la actriz.
Decidido a probar mi teoría, seguí el guion marcado y le pellizqué el otro.
-Ahh.. – gimió descompuesta al notar la ruda caricia.
Azuzado por su respuesta, le dije al oído:
-Eres tan puta como esa policía.
Mis palabras la llevaron al borde del orgasmo y sin poderse aguantar la muchacha me rogó que siguiera acariciándola. Como en la tele, La peluquera estaba besándole los pies a su clienta, me arrodillé y cogiendo uno de los suyos, usando mi lengua fui recorriendo cada uno de sus dedos antes de metérmelos en la boca.
-Dios- aulló totalmente entregada.
Al igual que en la pantalla, subiendo por su tobillo, fui embadurnando de saliva sus piernas mientras mis manos apresaban sus pechos, magreándolos. La respuesta de mi tía no se hizo esperar y empezó a mover sus caderas, anticipando el placer que mi boca le daría.
Su excitación se fue incrementando producto de mis caricias. Al acércame a mi meta, comprobé que tenía su braguita totalmente empapada de flujo y tratando de forzar el morbo pasé mi lengua por la tela que lo cubría a duras penas. Ella al notarlo, me imploró que no parase que necesitaba sentirla en sus labios.
-Tranquila zorrita- respondí y sin hacerla caso, ralenticé mi acercamiento, recorriendo nuevamente la piel de uno de sus muslos.
Cada vez más caliente, mi tía se retorcía en el sofá pidiendo que me comiera de una puta vez su sexo. Sabiendo que debía incrementar su excitación para que fuese inolvidable, aprovechando que en la película la escena había terminado, me levanté y me senté nuevamente a su lado.
-Eres un cabrón- protestó al ver que, desobedeciendo claramente sus deseos, había vuelto a mi sitio.
Sonriendo, ni siquiera le contesté.
En la siguiente escena, la policía de ficción llegaba a comisaría y le daban un encargo rutinario. Debía de ir a un domicilio a entregar una multa a un tipo. Quizás recordando sus primeros años en el cuerpo, mi tía me confesó que al principio de su carrera, ella también lo había tenido que hacer. Fue entonces cuando me di cuenta que mi tía quería verse representada por la actriz.
Volviendo a la película, la protagonista al llegar a la calle donde tenía que entregar la sanción, veía a un ladrón robar el bolso a una anciana y sin pensárselo dos veces, corrió en su captura. Desgraciadamente  para la pobre mujer, el delincuente la había visto y escondiéndose detrás de una esquina, la golpeó en su cabeza, dejándola sin conocimiento.
-Pobre, eso duele- alcancé a oír a mi tía.
Al despertar, la morena se encontró que estaba con las manos atadas con sus propias esposas. Decidido a cumplir con lo que creía que era su fantasía, le dije:
-¿A qué esperas?.
Viendo su confusión, no esperé que me contestara y cogiendo los grilletes que tenía en su cinturón, los cerré cruelmente sobre sus muñecas. Tras unos instantes, la cara de mi tía mostró su satisfacción y con una sonrisa me pidió que le quitara la falda diciendo:
-No la lleva en la tele.
Lo que no se esperaba mi tía fue que tras despojarle de esa prenda, le diese un duro azote en una de sus nalgas, mientras le decía:
-Esta noche voy a disfrutar de una zorra- mi insulto lejos de fastidiarla, le emocionó y poniendo su cabeza nuevamente en mi muslo, esperó a ver qué pasaba.
En ese momento, el ladrón llegó a la habitación donde mantenía retenida a la policía y sin mediar una palabra la obligó a abrir la boca y a embutirse su miembro. Para entonces, Andrea estaba como loca y sin que yo se lo tuviese que pedir, se bajó del sofá y sentándose en el suelo, sacó mi pene de su encierro y se lo introdujo en la boca.
-Así me gusta, ¡Una puta dispuesta!- repetí la frase que acababa de escuchar del actor mientras metía mi pene hasta el fondo de su garganta.
Desgraciadamente para ella, en la película el delincuente sacando su polla de la boca de la policía, la sodomizó de un golpe. Fue entonces cuando sacando mi propio miembro, me dijo implorando:
-Por favor, ¡No lo hagas tan a lo bestia!
Actuando como en el filme, le solté un tortazo y le obligue a ponerse a cuatro patas mientras lo acercaba a su entrada trasera:
-¡No quiero!- gritó justo cuando de un solo golpe le introduje toda mi extensión en su interior -¡Mamón! – chilló al sentir como se abría camino en sus intestinos.
Sus quejas me enervaron y usando sus pechos como agarre, empecé a montarla sin misericordia. Mi ritmo loco iba acompañado de sus gritos de angustia y dolor. Tras un minuto donde cabalgué sin parar sobre el culo de mi tía, decidí descansar y dándole un fuerte azote en su trasero, le ordené que se moviera.
-¡Para!- me pidió.
Al recibir la segunda palmada sobre sus nalgas, respondiendo como ganado aceleró el ritmo de sus caderas. Pero fue cuando sufrió el tercero cuando ya sin poderse dominar, me rogó que siguiera azotando su trasero. Inmerso totalmente en mi papel y al igual que el actor en la pantalla no le hice ascos a seguir castigando ese culo mientras mi tía  ya berreaba sin control.
Al escucharla decir que se corría, acelerando mis maniobras busqué sincronizar mi placer con el de ella. Cogiendo su pelo, lo usé como riendas y me lancé desbocado en busca del orgasmo. Con mi pene solazando libremente en sus intestinos y mis huevos rebotando contra su coño, escuché su climax mientras su flujo me empapaba ambos muslos:
-¡No pares! ¡Mi amor!- aulló al sentir que se licuaba por entero.
Agotada se dejó caer, mientras todo su ser sufría los estragos de  su placer. Sus berridos fueron el acicate que me faltaba para dejándome llevar derramar mi simiente en el interior de su culo y con feroces explosiones diseminé mi esperma por el hasta hace escasas fechas virginal conducto. Ya satisfecho, saqué mi pene y tirando de sus esposas, la llevé hasta la cama.
Esa noche, la hermana de mi madre, la estricta policía, mi tía,  fue mi sumisa. La usé como me vino en gana hasta que conseguí quedarme dormido…
Tercer y definitivo síntoma de su transformación:
Durante las siguientes dos semanas, mi tía y yo profundizamos en nuestro juego. Antes de llegar a casa, Andrea pasaba por el videoclub y alquilaba la fantasía que quería desempeñar. Imaginaros que deseaba sentirse una criada que era abusada por su patrón, pues esa noche se disfrazaba de sirvienta y disfrutaba sirviendo a su infernal amo. Si por el contrario, tocaba una película donde la protagonista era una monja que era tomada contra su voluntad por el párroco del convento, mi tía se ponía un hábito y crucifijo en mano, me rogaba que respetara su virginidad.
Durante esa época, la vi disfrazarse de azafata, de médico, de enfermera, de puta barata e incluso se atrevió a representar el papel de una pony girl. Todavía recuerdo con añoranza esos días pero cuando creí que era imposible que mi estancia en su casa mejorara, una mañana me preguntó:
-¿Te importaría que invitara a otra persona a nuestro juego?
Pensando que se refería a otro hombre, me negué de plano diciendo:
-Ni de coña. Eres mía y de nadie más.
Andrea que no era tonta, se acercó a mi lado y dando un beso en mi oído, me susurró:
-¿Y si es una mujer?
Mi sorpresa fue total porque no me lo esperaba. Mi tía entonces aprovechó mi turbación para decirme:
-Mira hace dos días, Laura, mi ayudante te vio cuando me recogías en la comisaría y como le pareciste un yogurcito, me preguntó si podía presentarte.
Recordando que la susodicha era un espectáculo de rubia con grandes tetas, no pude dejar de estar complacido y viendo que pisaba un terreno peligroso, decidí que ella fuera la que continuara:
-Te reconozco que al principio ayer me negué de plano porque me cabreó que esa zorra te mirara, pero esta noche lo he pensado mejor y puede que sea la mujer idónea con la que ambos hagamos nuestro primer trío.
 Solo imaginar el estar con dos pedazos de mujeres como aquellas, me excitó y ya sin más acepté su sugerencia. La puta de mi tía se rio por lo fácil que había resultado convencerme y dándome un beso, me explicó su plan:
-Aunque Laura es un zorrón desorejado, dudo que acepte si directamente le planteo que se acueste con nosotros, por eso creo que lo que debemos hacer es que sienta que te ha seducido y ya en la cama aparezco sin mas.
-Estás loca- respondí, tras lo cual me puse a mi como ejemplo y le expliqué que si me enrollaba con una chavala y en mitad de la noche aparecía un tipo y quería meterse en la cama con los dos, le mandaría a la mierda.
-Tú quizás, pero ella no- contestó muerta de risa – en la comisaría se cuenta que esa cría le da a los dos palos.
Esperando que tuvieran razón esos chismes, accedí pero antes acordé con ella que para asegurarnos, yo le avisaría si debía intentarlo o por el contrario, decirle que era mejor dejarlo para otra ocasión.
-De acuerdo- aceptó, quedando conmigo que ese viernes la iba invitar a salir a tomar unas copas.
Como faltaban dos días, me olvidé del asunto y agarrando a Andrea por la cintura, nos fuimos directamente a la cama…
La cita se va al traste y eso fue mejor
Os reconozco que desde que me desperté ese día, andaba como una moto pensando que esa noche, si las cosas  se daban bien, disfrutaría de mi primer trío y encima con dos auténticos bombones, mi tía Andrea y Laura, su amiga. Obsesionado con la cita, me fue imposible concentrarme en la facultad y por eso el día se me estaba haciendo eterno.
Debía de ser las cinco cuando decidí que estaba perdiendo el tiempo en la biblioteca. Con los nervios a flor de piel, cogí el autobús y me fui a casa. Una vez allí, me metía a duchar con tranquilidad. Al salir, me estaba vistiendo cuando recibí la llamada de mi tía informándome que la cita no iba a tener lugar:
-¿Y eso? –pregunté.
-Me acaba de llamar Laura llorando, por lo visto el imbécil de su exnovio le ha montado un espectáculo en mitad del trabajo. Voy a ir a verla, no me esperes.
Cabreado, me tumbé en el salón y encendí la tele.  Como la programación era una mierda, sin darme cuenta me quedé dormido. Ya eran las nueve de la noche cuando el sonido de la puerta abriéndose me despertó. Todavía medio atontado vi entrar a Andrea acompañada de su amiga. La cara de ambas reflejaba disgusto. Al tratar de averiguar el motivo, mi tía me soltó:
-No te lo vas a creer, estábamos tomando un café en un bar cuando llegó ese cretino y la empezó a insultar…
-¡No me jodas!, ¿Y qué hiciste?- la interrumpí.
-Traté de calmarle y que se fuera- me contestó- pero en vez de tranquilizarse, ese idiota nos intentó pegar.
La tranquilidad con la que me informó del percance era tanta que pensé que no había pasado a mayores pero justo en ese momento, intervino su amiga diciendo:
-Menos mal que estaba Andrea y le puso en su lugar, sino no sé qué hubiera sido de mí.
No me tuvieron que decir nada más, conociendo las habilidades de mi tía en el cuerpo a cuerpo, comprendí que había respondido a su violencia con violencia:
“¡Qué se joda!”, me reí mentalmente sin exteriorizar que me alegraba de que  ese capullo hubiera salido calentito.
Cómo afortunadamente todo había salido bien, pregunté:
-¿Queréis que salgamos a cenar?
-No, mejor nos quedamos. No vaya a ser que ese idiota lo vuelva a intentar- respondió mi tía, visiblemente alterada y mirando a la rubia, dijo: -Tú te quedas a dormir hoy aquí.
La admiración que leí en los ojos de su amiga, me confirmó mis sospechas. Su novio debía haber recibido una buena paliza y ahora veía en Andrea a su salvadora, no a su jefa.  Tratando de desdramatizar el momento, les pregunté que querían de cenar.
-Cualquier cosa, lo que tengáis- Laura contestó.
Fue entonces cuando participando, mi tía propuso que pidiéramos la cena a un chino y celebráramos que nada había pasado. La solución nos pareció bien a los demás y mientras llegaba nuestro pedido, pusimos la mesa. No me costó observar que la actitud de la rubia con Andrea rayaba en la sumisión, antes de hablar o hacer cualquier cosa, le pedía permiso con anterioridad. Para que os hagáis una idea, un ejemplo: cuando me estaba sirviendo una cerveza, les dije si querían algo de beber y en vez de contestarme directamente, miró a su jefa y preguntó:
-¿Crees que puedo beber alcohol en mi estado?
Mi tía la miró y riendo, me pidió que abriera una botella de vino, diciéndola:
-Hoy nos vamos a emborrachar.
Aunque no me pareció entonces que tuviera una doble intención, lo cierto es que tras la primera cayeron otras dos antes de que termináramos de cenar. Poco a poco el vino fue diluyendo el malestar de ambas mujeres y ya en el postre, se reían a carcajadas recordando la última patada que le había soltado Andrea a ese sujeto.
-No creo que se le ocurra volver a molestarte- soltó mi tía.
Laura, mirándole directamente a los ojos, puso su mano encima de la de su jefa y respondió:
-Y todo gracias a ti.
La fascinación que escondían sus palabras provocó un silencio incómodo que solo se rompió cuando pregunté si poníamos música. Ambas mujeres acogieron con alegría mi sugerencia y fue la propia Andrea, la que se levantó a poner una canción. Inmediatamente, las dos se pusieron a bailar en mitad del salón mientras yo terminaba de recoger los platos.
Al volver, mi tía tiró de mí y me obligó a bailar con ellas. Usando como pista improvisada el salón, me vi atrapado entre ellas dos. Formando un sándwich con  sus cuerpos, sentí como poco a poco los roces a los que era sometido se iban incrementando. Con mi tía a mi espalda, podía sentir sus manos sobándome el trasero mientras su amiga miraba alucinada lo que hacía su jefa. En un momento dado, Andrea pasó sus brazos por mi cintura y agarró a Laura, pegándola a mí. Si bien en un principio se quedó cortada, al oír nuestras risas se relajó.
Yo, al sentir los pechos de la rubia clavándose contra el mío, bromeé diciendo:
-Me vais a poner bruto.
-Eso es muy fácil- contestó mi tía y riéndose, le dijo a su amiga: -¿Te apetece que pongamos a mi sobrino a cien?
Antes de que la contestara, vi que la cogía entre sus manos y la atraía hacia ella. La rubia, descojonada, se pegó a su jefa y sin quejarse, empezó a bailar. Si ya creía que ver a esos dos bellezones así era el sumun del morbo, más lo fue observar que Andrea susurraba algo en el oído de Laura y que esta le decía que sí.  Mi tía me guiñó un ojo y acariciando la mejilla de su amiga, acercó su boca a los labios de la otra.
Como si fuera algo pactado de antemano, el suave beso que se dieron se convirtió en un morreo apasionado. La pasión con el que se lo dieron me excitó aún antes de ver como Andrea deslizaba los tirantes que sostenían el vestido de la otra.
“¡Dios que tetas!”, pensé al verlas por primera vez al natural.
Todavía no me había recuperado de la impresión cuando con un coqueto movimiento mi tía despendió los que mantenían el suyo.
“No puede ser”, babeé al contemplar que reiniciaban su baile.
Sabiéndome convidado de piedra me mantuve al margen, cuando bajando por el cuello de Laura, la lengua de mi tía se aproximaba a uno de sus pechos. La sensualidad del momento se multiplicó cuando con la boca de apoderó del ya excitado pezón de la muchacha.
-Ahhh- oí que gemía la rubia al sentir que su jefa mamaba de ella como un bebé.
Siguiendo las enseñanzas de las películas porno que había disfrutado viendo conmigo, la lengua de Andrea siguió bajando por el cuerpo de la cría hasta que no le quedó mas remedio que arrodillarse. Hincada en el suelo, mi tía toqueteó por encima el coño de su amiga hasta que sus aullidos le informaron de su entrega. Ya convencida, con ternura, le bajó el mojado tanga:
-¡Y eso que solo querías poner bruto a tu sobrino!- Laura exclamó destornillada de risa.
-Cállate y abre las piernas- le contestó su jefa.
Sabiendo que las reticencias de su ayudante eran solo de palabra, mi tía metiendo su cara entre sus muslos, se apoderó del sexo de la rubia. Los gemidos de Laura se incrementaron por mil cuando Andrea, con suavidad retiraba con la lengua sus hinchados labios para concentrarse en su botón.
-¡Sigue!- aulló ya sin disimulo.
El placer sacudió su cuerpo cuando mi tía a base de pequeños mordiscos, comenzó a torturar su clítoris y se corrió sin remedio en cuanto sintió la lengua de su jefa explorando el interior de su vulva.
-¡Dios!-  chilló presionando la cabeza de la mujer para que sorbiera su líquido deseo.
Laura para entonces ya estaba desbordada y olvidándose que la otra mujer era su jefa, la obligó a tumbarse en el suelo mientras ella se arrodillaba entre sus piernas.
-Eres preciosa- le dijo antes de hundir su cara en el coño de su superiora.
En cuanto vio que la rubia se arrodillaba, mi tía me guiñó un ojo dándome entrada. El morbo de ver a la rubia comiéndole el chocho a Andrea y saber que para la morena era su primera vez, me terminó de convencer y mientras Laura degustaba con gozo del sabor agridulce de su jefa, me terminé de desnudar.
-Fóllate a esta puta- ordenó mi tía nada más ver mi pene erecto.
Sin nada que objetar, me acerqué a ellas y poniéndome a la espalda de la rubia, disfruté brevemente de la visión de su trasero.
“Menudo culo”, pensé.
La firmeza de sus nalgas quedó más que confirmada cuando usando mis manos, le acaricié sus cachetes. Se notaba que al igual que su jefa, Laura hacía ejercicio porque los tenía duros y sin gota de celulitis. Seguía tanteando el terreno cuando escuché que la rubia me gritaba:
-¿No has oído a tu tía? ¡Fóllame!
Sus palabras escondían una súplica bajo el disfraz de una orden y saber que esa zorrita necesitaba sentir mi verga en su interior espoleó mi deseo. Colocando la punta de mi glande en la entrada de su cueva, me entretuve jugueteando con sus pliegues hasta que sin avisarla, se la fui metiendo lentamente.
-¡Qué gozada!- chilló mi nueva amante al sentir  el paso de mi  tranca a través de sus adoloridos labios.
Mi tía exigiendo su dosis de placer, tiró del pelo de la rubia para que siguiera comiendo su coño. En cuanto la lengua de Laura penetró en el chocho de Andrea, aceleré mis movimientos. Era tanto el ritmo que imprimí a mis cuchilladas que mis huevos empezaron a rebotar contra los labios exteriores de la rubia.
-Más rápido- gritó la hermana de mi madre cuando experimentó los primeros síntomas del orgasmo.
Tanto Laura como yo interpretamos que la orden iba dirigida a nosotros, por eso mientras la rubia incrementaba la velocidad con la que su lengua y sus dedos se estaban follando a su jefa, yo incrementé aún más el compás de mis caderas.
Formando un equipo, mis embestidas obligaban a Laura a penetrar más hondo en el interior de Andrea, y los gritos de esta al sentir que se derretía en la boca de su ayudante, forzaban a un nuevo ataque por mi parte.
Mi tía fue la primera en correrse; retorciéndose en el suelo y mientras se pellizcaba sus pezones, nos ordenó que la acompañáramos. Al escucharla, aligeré aún más mi galope lo que provocó que me corriera regando el vientre  de Laura con mi semilla. El orgasmo de la rubia, siendo el último, fue bruta y  sintiendo que cada oleada de mi semen corroía su interior, aulló como una cerda a la que estuvieran sacrificando.
-¡No pares!- imploró mientras su sexo se licuaba.
Terminando de vaciar mis huevos en su coño, me quedé helado por la forma en que retorciéndose sin parar, esa mujer unía un orgasmo con el siguiente sin para de gritar a los cuatro vientos su placer. Pegando un último berrido se dejó caer junto a su jefa.
Fue entonces cuando sin dejarla descansar, mi tía la obligó a levantarse y abriendo el camino, nos llevó hasta su cama. Una vez allí, se tumbó con su ayudante a un lado y su sobrino al otro. Y satisfecha, nos dijo:
-Tengo que comprar una cama más grande.
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!/
 

Relato erótico: “¿Infidelidad positiva? (y 2)” (POR MARIANO)

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Tomándome el café, comprendí que todas esas fantasías podían hacerse realidad y decidí finalmente acudir al lugar que me había presentado Naldori, mientras me invadía una sensación de absoluto nerviosismo, no sólo por lo excitante de la ocasión, sino sobretodo porque sabía que dar el paso implicaba completar una infidelidad que había empezado el día anterior en un cutre vagón de tren.

Tras la cena, intenté relajar mis nervios y ansiedad con un largo baño de espuma. Después comencé a prepararme para la insólita velada que me esperaba. No tenía ni idea de cómo debía vestir, de modo que procuré ponerme lo mas sexy posible, aunque mi vestuario era de corte muy tradicional y dejaba pocas posibilidades de lucimiento erótico. Un conjunto de ropa interior de encaje blanco, una blusa de muselina negra y una falda de color beige que me llegaba a la altura de las rodillas acompañada de una chaqueta a juego. Para el calzado pensé en unas sandalias negras de medio tacón. Me esmeré más en el retoque de mi rostro, acentuando el verde de mis ojos y el brillo rosado de mis labios con el maquillaje más adecuado. Unos pendientes dorados de bolitas colgantes completaron el cuadro de mi cara.

Hecha un manojo de nervios, me miré al espejo y me encontré suficientemente guapa, o mejor aún, atractiva. Mi pelo alborotado, aún corto, me daba un aire juvenil que se me antojaba más adecuado a la edad del joven Naldori con el que pensaba encontrarme poco después. Sólo había algo que podía hacer para dar a mi silueta un toque más sensual, desabrochar un par de botones de la blusa más de lo habitual, para mostrar al menos una pequeña porción de mis pechos que, aun sin ser demasiado grandes, quedaban realzados por el sujetador que llevaba puesto. Mal efecto no debía causar, a tenor de las miradas masculinas que recibí mientras atravesaba el hall del hotel camino del taxi que me iba a llevar al infierno o al paraíso.

Fue en el taxi que me llevaba al Eros Garden donde fui consciente de la barbaridad que estaba a punto de cometer. En el hotel siempre estaba a mi alcance cambiar el rumbo, pero en el taxi esa posibilidad ya no existía. Era como cuando te subes a una montaña rusa: en la cola de espera hay nervios, pero sabes que en cualquier momento puedes darte la vuelta, mientras que una vez estás subido en el aparato la adrenalina se dispara porque ya no hay escapatoria. Y aunque podía decirle al taxista que me llevara de nuevo al hotel, algo me seguía incitando a lanzarme a la aventura.

El taxista paró en una pequeña calle, tan desierta como todas las que habíamos recorrido desde el hotel, cosa lógica teniendo en cuenta que eran más de las doce de la noche. No había indicación luminosa alguna del lugar, sólo una pequeña puerta negra custodiada por un hombre voluminoso. Le entregué la tarjeta que me había dado Naldori y, de inmediato, dio tres golpes a la puerta. Esta se abrió y tras charlar brevemente con alguien, el portero me hizo pasar. Una joven india, vestida con un típico sari de color encarnado, me recibió y me hizo señas de que le acompañara a través de un sombrío pasillo, lo que no hizo sino acrecentar mi ansiedad y una creciente sensación de vergüenza por el lugar en el que me estaba metiendo.

Finalmente llegamos al final del pasillo y pasé a un pequeño despacho en el que un hombre hacía anotaciones en un cuaderno. Sin mirarme siquiera, me dijo que esperara un momento. Terminadas sus tareas, alzó la vista y me preguntó, en ese inglés extraño que parecen hablar todos los indios, lo que deseaba. Le enseñé la tarjetita, la miró unos instantes y me preguntó quien me la había dado. Le dije, sin entrar en más detalles, que Naldori, lo que pareció sorprenderle inicialmente, para luego mirarme y mostrar una sonrisa cómo diciendo “¡Qué chico, éste!” Era un hombre maduro, de unos 55 años o más, con el pelo canoso y corto y la tez bronceada. Sus ojos eran tan oscuros como los de Naldori, pero mucho más penetrantes. Se tomó su tiempo para observarme con detenimiento, algo que curiosamente no me molestó, antes de dirigirse de nuevo a mí para saber cual era mi nombre. Le contesté y él me dijo que se llamaba Adazart y que regentaba ese lugar.

Estuvimos charlando unos diez o quince minutos sobre mi estancia en la India y lo que me estaba pareciendo el país. En realidad creo que se había dado cuenta de mi nerviosismo y con esa charla intrascendente logró serenarme lo suficiente para poder preguntarme, ya sin rodeos, si tenía idea de lo que se hacía en el Eros Garden. No pareció sorprenderle tanto mi escueto “no”, de modo que me indicó someramente y con firmeza, que ese era un lugar para desarrollar libremente y sin tabúes, ni impedimentos, los impulsos sexuales personales de los allí presentes. No me dijo más y clavó sus ojos sobre los míos, observando mi creciente turbación, cómo esperando que le dijera que mejor me marchaba de allí. Y la verdad es que, por un momento lo pensé, pero, al igual que me sucedía con Naldori, Adazart me hechizaba con su atractiva mirada, y lo peor fue que mi mente se desbocó de nuevo. Empecé a imaginarme como sería su polla en erección y, por supuesto, eso me excitó.

Un casi imperceptible “Ok” fue el detonante de mi aventura nocturna. Adazart llamó a la joven india, le dijo algo y se despidió de mí, con una sonrisa que me pareció reconfortante y encantadora, diciéndome “Luego nos vemos, pásalo bien”. Mi anfitriona me llevó a una pequeña salita en la que podía distinguir vestimentas muy diversas. La chica rebuscó en un lugar, me dio un extraño conjunto compuesto por dos piezas, ambas formadas por velos de llamativos colores, y me instó a ponérmelo. Inicialmente me quedé perpleja, porque no me lo esperaba, pero ella insistió con un tono de firmeza tal, que me convenció de que era realmente necesario cambiar de vestuario. Mientras lo hacía me acordé irónicamente de las dificultades que había tenido en el hotel para elegir un atuendo algo atrevido. Ahora llevaba dos estrechos aros metálicos, uno en el cuello y otro a la altura de la cintura, de los que colgaban llamativos velos de seda que cubrían de un modo muy sugerente la mayor parte de mi cuerpo. De mi vestuario original sólo quedaba la ropa interior, porque las sandalias también habían dejado su lugar a unas zapatillas bajas doradas. La chica india me instó a despojarme también de bragas y sujetador, luego completó el atuendo cubriendo mi cabeza con un velo largo y de color verde esmeralda, me miró de arriba a abajo y pareció dar su aprobación. Me acercó a un espejo y, efectivamente, comprobé que tenía un aspecto de mujer musulmana u odalisca realmente sensual. Más por curiosidad que por otra cosa, le hice saber que quería saber su nombre. Me entendió pronto y me dijo que se llamaba Serotcel o algo parecido.

Bien, ya estaba preparada, y la inquietud y excitación, temporalmente aplacados mientras cambiaba mi vestuario, regresaron con mucha más intensidad, ahora que veía inminente lo que me podían deparar las siguientes horas en ese local.

Serotcel me cogió de la mano y me llevó hacia un gran portón blanco. Una pareja entraba delante de nosotras, ella vestida de una guisa muy similar a la mía y él con el atuendo propio de los jeques árabes. La chica india me ofreció una especie de antifaz, algo que de nuevo me dejó sorprendida, aunque pronto comprendí que el objetivo era proteger mi intimidad. Primero dudé y luego decidí ponérmelo, notando que apenas me incomodaba tanto al tacto como a la vista. Tras traspasar el portón blanco me encontré en una sala iluminada tan solo por velas y con una atmósfera envuelta por el humo que desprendían varios cuencos ovalados, cuyo aroma, intenso y penetrante, indicaba a todas luces que en esos recipientes se quemaban especias orientales. Una suave música india terminaba de dar un toque sugerente y a la vez tranquilizador a la estancia. Apenas se distinguían muebles, predominando la tapicería, tanto de pared como de suelo, aunque en la penumbra oscilante de las velas apenas podía distinguir las figuras de tapices y alfombras más cercanos a nosotras.

La joven india me hizo recostar sobre unos almohadones, junto a una de las mesitas que ocupaban los cuencos humeantes, y me dio a beber una copa que contenía un curioso brebaje en el que se mezclaban sabores de piña, manzana y alguna especie de licor alcohólico. En ese momento me sentía como viviendo un sueño, sin asimilar la extraña situación en la que me encontraba. Al poco de estar allí unas luces potentes iluminaron el centro de la sala donde varias mujeres, salidas de la nada, iniciaron un baile erótico, al son de una música mucho rítmica y estridente. La mayor iluminación me permitió saber que en la sala había bastante más gente de lo que yo creía. Las bailarinas nos deleitaron con una hermosa danza del vientre mientras portaban unas velas encendidas sobre las palmas de sus manos, sin que estas cayeran, increíblemente, pese al movimiento de sus cuerpos.

Al terminar la actuación quedamos de nuevo inmersos en la penumbra y bajo los compases de una música india suave y reiterativa. Dos figuras masculinas, ambas también con indumentaria árabe, pasaron frente a nosotras, se detuvieron unos momentos para mirarnos, y se alejaron a otro lugar de la sala. Esa breve, pero inquietante mirada, me sobresaltó y me hizo recordar las palabras de Adazart, cuando me indicó, o así yo lo entendí, que cualquiera podía querer acercarse a mí para tener sexo conmigo.

Serotcel pareció darse cuenta de mi inquietud creciente, se puso a mis pies, e inició un masaje en ellos. Algo incómoda, le nombré a Naldori, al que realmente echaba de menos allí, esperando una respuesta de ella. Me encontré con su sonrisa y un movimiento negativo de la cabeza, lo que no me aclaró si es que no conocía al joven indio o me decía que él no iba a aparecer por allí. Lo que sí empecé a sentir es un agradable gusto con los dedos de Serotcel, que maniobraba con sutileza ya no solo por mis pies sino adentrándolos, piernas arriba. Alternaba movimientos suaves y circulares con pequeñas presiones, todo ellos sin dejar de adentrarse hacia mis muslos, en una caricia que, pese a ser femenina, no sólo calmó mi turbación sino que empezó a despertar de nuevo ese placer que había descubierto con Naldori. Los velos que tapaban mis largas piernas se fueron apartando para dejar paso también a su boca, cuando su lengua comenzó a recorrer ávidamente la parte interior de mis muslos. Estaba descubriendo una nueva faceta en mi vida sexual como era dejarme acariciar por otra mujer y la verdad es que no sentía ningún repulsión por ello, incluso me sentía bien porque de algún modo no me parecía traicionar con ello a Oscar.

El placer que recibía comenzó a mezclarse con los efectos de la bebida que había ingerido y hasta me pareció sentir la música, que sonaba a nuestro alrededor, mucho más dentro de mí. Las manos que Serotcel manejaba como los Ángeles sobre mi sexo, dejaron paso a su lengua húmeda y sabia que recorría todos los rincones de mi coño ardiente, y ya me dejé llevar, abriendo por completo mis sentidos y mis piernas a esa maravillosa experiencia. Cuando ya estaba a punto de correrme, ella abandonó la tarea y subió con sus caricias a mis pechos, rozando apenas con su boca mis pezones, antes de terminar fundiendo sus labios con los míos. Su beso era como el de Naldori, dulce, suave y concentrado en mis labios, mientras acariciaba mis pezones, lo que me mantenía caliente pese a que mi sexo había sido dejado en paz, y con unas ganas tremendas de utilizar la lengua en ese profundo beso. Sentía una presión en mis labios poco común, hasta que caí en la cuenta de que no eran unos labios, sino dos los que recorrían los míos. Abrí los ojos y a duras penas pude distinguir, por la escasez de luz, a la persona que se había unido a la fiesta, cuyos cabellos grises le delataban: era Adazart. Me sorprendió y a la vez me alegró, pues eso significaba que él sentía algún tipo de atracción hacia mí. No sé por qué, tenía la sensación de que siendo el dueño del local debía ser muy especial ser el centro de su atención y en ese momento él estaba allí, dedicándose a mí.

Nos besamos los tres durante un buen rato, sin dejar de recorrer nuestros cuerpos ansiosos de caricias. Yo era reacia a utilizar mis manos con Serotcel, pero en cambio mi deseo hacia Adazart crecía a la par de mi propia excitación. No pude contenerme mucho tiempo sin buscar su polla que encontré erguida y dura y comencé a masturbarle, tal vez con más devoción de la debida, pues a los pocos momentos él me retiró la mano y se incorporó. Serotcel se concentró en besarme mis pechos y Adazart puso ante mi vista una verga delgada y larga, que emergía de una buena mata de pelos tan grises como los de su cabeza. Se la cogí de nuevo y volví a pajearle, pero esta vez con más lentitud hasta que él mismo la agarró por su base y la dirigió a mi boca. Por unos momentos dudé en chuparla, me parecía una excesiva traición a Oscar considerando las veces que él me lo había pedido y yo se lo había negado. Sin embargo la polla de Adazart aparecía atractiva, embriagada como estaba por el licor que había bebido y por las caricias de Serotcel sobre la totalidad e mi piel. Además necesitaba saber que era capaz de hacerlo, antes de intentarlo con mi esposo.

Con timidez, acerqué mis labios al glande de la verga de Adazart, apoyándolos suavemente sobre su resbalosa piel, lo suficiente para notar el sabor amargo de sus líquidos preseminales. Adazart me sujetó la cabeza y apretó suavemente, dejándome claro lo que quería. Abrí la boca y él mismo empujó su polla hacia mi paladar, lo que hizo que instintivamente la cerrara, engullendo la mitad de su vara. No sé si era la propia excitación, pero me encantó sentir el calor que desprendía ese pedazo de carne, no muy grande pero suficiente para llenarme la boca. Utilicé mi lengua para lamer y succionar lo que tenía dentro, mientras Adazart permanecía quieto dejándose hacer, pero sin soltar el velo que cubría mi cabeza, como si temiera que fuera a escapar. Mamársela a ese hombre ya maduro, pero muy atractivo, y sentir la lengua de Serotcel jugar de nuevo con mis labios vaginales y mi clítoris, me llevó irresistiblemente a masturbarle con mis propios labios. Adazart comenzó a acompañarme moviendo su cuerpo en clara intención de follarme la boca. Yo comenzaba de nuevo a sentir los síntomas que había conocido esa misma tarde con Naldori y que anunciaban un cercano orgasmo. Adazart pareció darse cuenta y sacó su polla del recinto que tan ricamente la acogía mientras que Serotcel se apartaba de mi mojado coño. La chica se prestó rauda y veloz a besarme de nuevo en la boca y el dueño del local se situó entre mis piernas. Sabía que era cuestión de segundos ser follada por otro hombre que no fuera mi marido Oscar, pero ya no me importaba y menos cuando, tras ser atravesada por su polla y empezar aquel su movimiento de entrada y salida, no sentí esa desagradable sensación de incomodidad y dolor que aparecía cada vez que mi marido me hacía el amor. Adazart se movía sobre mí con un ritmo pausado y continuado, haciendo que me acercara al paroxismo. No pude evitar que mi lengua buscara la de la chica india que me besaba y ésta no puso objeción alguna. A los pocos instantes crucé mis piernas sobre la espalda de Adazart mientras él arremetía, ya más con fuerza, dentro de mis entrañas hasta que el placer me invadió y exploté en un orgasmo aún más fuerte que el que tuve con Naldori, y en el que mis gritos creo que apenas quedaron ahogados por la música que sin cesar se extendía por toda la sala.

Cuando me calmé noté que Adazart ya no me cabalgaba. Estaba medio tumbado junto a mí y me miraba con esos ojos brillantes en los que se reflejaba el baile de las velas más cercanas. Pese a la escasez de luz sus ojos se manifestaban penetrantes y parecían interrogarme. Miré a la entrepierna de Adazart y vi que su mástil seguía tieso, algo que me tranquilizó pues realmente era peligroso que se hubiera corrido dentro de mí, sin protección alguna. Me propuse complacerlo como a Naldori y busqué su polla, pero Adazart frenó el movimiento de mi mano, me acercó la copa de esa mágica y rica bebida y, tras darme un suave beso en los labios, me susurró “Enjoy”, incitándome a disfrutar de la noche. Luego se alejó a otro lugar de la oscura sala en la que, con los sentidos menos ocupados en mis propias sensaciones, ya podía notar como se entremezclaban el sonido de la música india y los gemidos de los allí reunidos.

Busqué a Serotcel y la encontré a unos metros de donde yo estaba, junto a dos hombres vestidos, como el resto de los allí presentes, con el atuendo típico de los jeques árabes. De pie y con su cuerpo inclinada hacia delante, Serotcel era follada, por detrás, por uno de ellos, vestido de blanco, alto y corpulento,, mientras le mamaba la polla al otro, más bajito y algo panzudo y cuyo atuendo negro contrastaba con el de su compañero. Mientras apuraba la bebida me dediqué a observar lo que sucedía entre ellos y pronto me llamó la atención el “jeque” blanco que se estaba follando a la joven india de un modo pausado, lo que me permitió constatar, pese a la distancia y poca luz, que lo que entraba y salía del coño de ella, tenía un tamaño considerable. Instintivamente, y para comparar, me fijé en el otro hombre, intentando observar el tamaño de su polla, lo que no conseguí porque él apenas la sacaba de la boca de la chica, que, conociendo sus habilidades, se la debía estar chupando como una diosa.

Durante unos minutos concentré mi atención en el trío, y sobretodo en ese pollón que destacaba cada vez que salía de la gruta mojada de la chica. Todo ello poco a poco me fue de nuevo calentando hasta el punto de desear estar yo en la misma situación que Serotcel, manoseada y disfrutada por dos hombres al mismo tiempo, algo que apenas un día antes jamás hubiera podido pasar por mi mente y que, sin duda era producto de mi creciente calentura y de los efectos de ese brebaje que ayudaba a vencer mi inhibición natural.

De repente los dos hombres abandonaron su tarea y parecía que iban a intercambiar sus posiciones. Fue en ese momento que el de la polla grande se percató de mi presencia, recostada a escasos pasos de ellos. Por unos momentos dudó qué hacer, mientras un extraño y excitante nerviosismo se apoderaba de mí, al sentir que, tras su máscara negra, su atención parecía querer cambiar de objetivo. Finalmente se acercó a mí. Mi turbación fue tal que se me cayó la copa de bebida que aun no había terminado de apurar, mojando mi piel y los pocos velos que apenas tapaban algunas zonas de mi cuerpo. Se quedó de pie, sujetándose la polla con una mano, esperando mi reacción. Le tenía tan cerca que ahora ya podía admirar la inmensidad de su picha y si con la de Naldori en el tren había quedado prendada, con la de ese jeque blanco sentí auténtica admiración y un instinto irrefrenable de cogerla entre mis manos.

Me arrodillé y, sin dudarlo más, cogí su verga con una mano, sintiendo su grosor, su calidez, su ondulada piel recorrida por gruesas venas. Le comencé a masturbar mientras él se apoderaba de mis pechos y los manoseaba de un modo menos excitante que mis dos anfitriones, pero igualmente placentero. No era capaz de cerrar la totalidad del tronco con mis manos y sentí la necesidad de meterme en la boca ese trozo de carne. Tuve que abrir mis labios todo lo que pude, y aun así me costó engullir el capullo que, curiosamente, no presentaba ningún sabor especial. El hombre me acariciaba el pelo con delicadeza, mientras yo trataba de comerme más ese palo. Cuando vi que no me cabía más, agarré con ambas manos la parte de la verga que quedaba fuera y empecé a pajearle con fuerza, disfrutando con la sensación de estar dando gusto a ese extraño superdotado que, involuntariamente, se veía obligado a intentar follarme por la boca para meterme aún más su pollón.

Estaba teniendo éxito con mi mamada ya que empecé a notar como la gruesa verga comenzaba a desprender líquido preseminal. Sentía su sabor acre, justo en el momento en que noté una lengua sobre mi coño y unas manos acariciando mis muslos. No sabía quien invadía mi intimidad, pero estaba seguro de que no era la chica india, no era tan hábil como ella, y además no me importaba, concentrada como estaba en disfrutar y hacer disfrutar a mi alto amante con mi felación. Pronto sentí una polla invadiendo el interior de mi chocho y me encontré de nuevo follada por otro hombre mientras me comía ese enorme nabo.

Llegó un momento en el que me di cuenta de que la polla del macho que tenía entre mis labios iba a empezar a escupir su semen, pues la corrida parecía inminente, y en un atisbo de lucidez, pensé en Oscar y en que él debía ser el primero que se corriera en mi boca, además de que mi propia calentura, alentada por los manejos en mi coño del otro desconocido, que no podía ver pues me lo impedía el corpachón que tenía frente a mi, exigía una follada salvaje de ese individuo. Solté la polla y me tumbé de nuevo sobre los almohadones con el tiempo justo para ver que quien me follaba era el otro “jeque”, el que iba de negro.

Tras un rápido movimiento de ambos, sentí la enorme polla llamar a mi ardiente coño, mientras que la otra se acomodaba entre mis pechos para masturbarse entre ellos. Cuando la gran verga invadió mi canal vaginal, sentí unos momentos de dolor e incomodidad, que no tardaron en desaparecer, seguramente porque mi excitación mantenía muy lubricado mi conejo. Los movimientos de ambos se intensificaron a la par que mi goce, agarré por el trasero al que se pajeaba entre mis pechos y este subió su cuerpo hasta dejar sus huevos sobre mi boca. Los chupé con el frenesí que me proporcionaba el inminente orgasmo al que me llevaba el hombre que me taladraba el coño cada vez con más furia, casi con desesperación, y se afanaba en chupar mis pezones hacia los que se había inclinado mientras mantenía el ritmo de la follada sin cesar. Casi en la cumbre de mi propio placer sentí una ligera sensación y sabor desagradable mientras chupaba y lamía el cuerpo del otro individuo que había apoyado todo su trasero sobre mi rostro, pero eso duró poco, estaba a punto de reventar con las embestidas de mi desconocido follador y sólo pensaba en culminar mi propio placer. Exploté al sentir como el jeque blanco se tensaba dentro de mí y empezaba a correrse. Fue un orgasmo brutal e intenso, en el creo que chillé brutalmente, mientras agitaba mi cuerpo y me aferraba a él, como temiendo que quisiera escapar de mí.

Aún no había terminado de recuperarme del todo, cuando el jeque negro se acomodó de nuevo sobre mí y me intentó meter su polla en la boca. Ya no sentía el pollón dentro de mi coño y con mi excitación en estado decreciente dudé en continuar, pero él se las compuso para introducirla entre mis labios. La noté mucho más pequeña que lo del otro hombre y de hecho el consiguió que entrara en su totalidad, pero, apenas lo hizo, inició un metisaca impresionante que bloqueó mi rostro entre los almohadones y su vientre. Si el jeque blanco me había follado como una bestia por la vagina, el jeque negro me jodía por la boca como un auténtico poseso y pronto me di cuenta de que no iba a poder reservar a mi esposo Oscar el premio de ser el primer hombre que depositara su leche en mi boca. En apenas un minuto de intensos movimientos, él empujó con furia, apretó su pelvis sobre mi rostro y se corrió. No se movía, pero su verga soltó, en varias andanadas, todo la leche que tenía guardada en sus pelotas e inundó mi boca, obligándome a tragármela. Mezclándose con la música ambiental, había podido escuchar perfectamente sus rugidos mientras se corría y hasta me había parecido escuchar un “Toma, zorra” en castellano, que me dejó muy sorprendida.

Cuando el hombre se retiró vi, a cierta distancia, un corro de personas se llevaban a alguien en volandas. Junto a mi apareció la bella Serotcel, como salida del cielo y me susurró al ido “¿Ok?” Vi sus bellos ojos cruzarse con los míos y me percaté de que yo ya ni llevaba la máscara, que probablemente había perdido en el transcurso del bestial orgasmo que había tenido con el alto jeque blanco.

Decidí que no quería más, estaba saciada y comenzaba a estar desorientada ante todo lo vivido en esa loca noche. Le hice una indicación a mi anfitriona de que quería marcharme y ella se prestó a acompañarme hacia la salida. Me hizo señas de si quería bañarme, pero sólo quería irme de allí, regresar al hotel cuanto antes, y pensar, pensar en lo que había experimentado y las consecuencias futuras, sobretodo, por el hecho de que Adazart no se había corrido dentro de mi coño, pero el fornido amante sí lo había hecho, y debía ver cómo solucionar cuanto antes, allí mismo, en Nueva Delhi, y sin que se enterara Oscar, la eventualidad de un indeseado embarazo.

 

Mientras repasaba todo lo sucedido esa noche, el médico de guardia del hospital entró en la salita en la que me encontraba y, con una franca sonrisa, me comentó que todo iba bien y que en unos minutos podría ver a mi marido. Mi alegría, ante la noticia, se disipó cuando tras él distinguí, con sorpresa, una figura conocida. Era Dayron, compañero de trabajo de Oscar, un tipo más bien bajo y regordete que me repelía por su actitud soez y lasciva para conmigo, algo que me había demostrado varias veces con palabras y hechos, empezando en una fiesta de la empresa en la que me había invitado a bailar y había intentado meterme mano mientras me decía al oído lo buena que estaba y lo que le encantaría follarme. Eso se había repetido en varias ocasiones más y nunca le había dicho nada a Oscar para no entorpecer su ambiente laboral con el compañero.

Cuando el médico nos dejó, Dayron me dijo:

– No te preocupes, Vero, Oscar está bien. Sólo ha sido un susto.

– Gracias – contesté – pero ¿qué es lo que ha pasado? ….. ¿Y qué haces tú aquí?

Dayron pareció pensarse la respuesta y luego cambió por completo de tercio.

– Pareces muy cansada, Vero, ¿Has dormido mal esta noche?

Me dieron ganas de darle un sopapo, pero me contuve.

– He dormido perfectamente, hasta que me despertaron para decirme que Oscar estaba en el hospital ¿Puedes decirme qué ha pasado? Anoche me dijo que tenía que ir a Bombay y que viajaría toda la noche en tren, y ahora resulta que está aquí, en Nueva Delhi, y en un hospital. ¿Estabas tú con él?

– Creo que es obvio que yo estaba con él ¿no crees? Pero, sigo creyendo que tú no has pegado ojo en toda la noche.

Su reiteración en ese comentario ya me extrañó. En lugar de decirme que había pasado y por qué Oscar estaba en el hospital, se empeñaba en preocuparse por si había dormido o no. Mi rabia iba en aumento.

– Dayron, no creo que a ti te importe, eso ¿vale? Más bien dime qué es lo que ha pasado y por qué Oscar está aquí, en este hospital.

Dayron volvió a tomarse su tiempo antes de contestar, mientras se encendía un pitillo.

– Mira Vero – me dijo con aire solemne y mirándome fijamente a los ojos – no me gusta decirte esto, pero Oscar me ha hablado de algunos problemillas que tiene en su vida sexual contigo. Sé que te quiere un montón, no te quepa duda, pero los hombre a veces necesitamos … bueno, ya sabes, un poquito más de caña.

– ¿Y? – pregunté sorprendida

– Bueno, he intentado varias veces ayudarle, si no a resolver ese problema, que es cosa vuestra, sí a desahogarse, pero siempre sin éxito.

– ¡Ya! Seguro que has querido llevarle más de una vez a uno de los prostíbulos en los que tú debes aliviarte con frecuencia – contesté con cierta inquietud, ante la constatación del grado de frustración sexual de mi esposo, pero orgullosa de su negativa a dejarse llevar en los sucios manejos de ese repulsivo compañero de trabajo.

– ¿Crees que no tengo buen gusto a la hora de elegir con quien desahogarme? ¿Crees que voy por los prostíbulos más cutres del mundo y con las putas más sucias del planeta? – Dayron me contestó con clara indignación y luego me sonrió de un modo que no me gustó en absoluto – Te diré que yo ya había estado aquí, en Nueva Delhi, en otras ocasiones, y sé a donde debo acudir para buscar una mujer con quien acostarme. Es más, te diré también que, después de mucha lucha, conseguí convencer a Oscar para acompañarme al lugar más refinado de la ciudad para que él también se “desahogara”, aunque para ello tuvo que inventarse lo del viaje a Bombay. Es un lugar muy sensual, en el que unas bellas indias e indios saben cómo tratar tanto a hombres como a mujeres, y un lugar al que también acuden parejas liberadas en busca de sexo libre y sin limitaciones. ¿Quieres que siga?

Un extraño presentimiento comenzó a turbarme, mientras Dayron continuaba su explicación, sonriendo cada vez más maliciosamente. Con un ademán le indiqué que siguiera.

– Empezamos picoteando un poco por aquí y por allá, nada serio, Oscar seguía reacio a sumergirse en la infidelidad. La bebida y el ambiente del lugar, con gente follando a nuestro alrededor, rompieron finalmente la férrea voluntad de tu esposo y acabamos haciéndole el amor a una preciosa mujer india. Por cierto, supongo que ya debes saberlo, pero Oscar tiene un rabo de proporciones increíbles, ojalá el mío fuera igual.

Dayron calló mientras seguía dando caladas a su cigarrillo. Yo le daba vueltas a lo que me había contado y las dudas se arremolinaban en mi cabeza. Recordé mi paso por el Eros Garden y los dos hombres que yacían con la india, a mi lado, uno alto y fornido con una polla enorme y el otro bajo y regordete. Cuanto más lo pensaba, más me convencía de que ellos dos habían estado en el Eros Garden y que habían sido ellos los que habían acabado follándome de un modo tan salvaje. Y me acordé de la incómoda sensación que tuve cuando me penetró el hombre más alto, similar a la que sentía con Oscar. Un intenso calor me recorrió de arriba abajo y se concentró en mis mejillas, haciendo que involuntariamente tratara de taparme la cara para disimular mi sonrojo.

– Sé lo que estás pensando, Vero – Dayron intervino de nuevo – piensas en dos hombres disfrazados de árabes y portadores de máscaras negras ¿verdad? Te acuerdas del pollón de uno de ellos, de cómo te lo metía por la boca mientras el otro te comía el coño y luego te follaba a placer ¿no? Y de cómo los dos árabes cambiaban sus lugares, uno te taladraba el coño con su enorme polla mientras el otro apoyaba su trasero sobre tu rostro enmascarado.

Unas fuertes nauseas comenzaron a acompañar a mi rubor, conforme Dayron resumía en pocas palabras mi estancia y la de ellos dos en el Eros Garden.

– También recordarás el brutal orgasmo que tuviste, pero probablemente no recuerdes cómo, mientras te corrías de un modo tan salvaje, yo te quitaba la mascara y así mostrabas tu bello rostro a tus dos amantes, a tu propio esposo y a su colega Dayron. Eso fue un shock para Oscar y por eso está aquí, en este hospital. Para mí, en cambio, fue una bendición saber que te acababa de follar, que me había pajeado entre tus tetas, que habías pasado tu húmeda lengua, en la cúspide de tu placer, por mi ojete, lamiéndolo y besándolo con auténtica devoción. Y te tenía allí, a mi merced. Posiblemente no fui un buen amigo para Oscar, pero en ese momento lo único que quería era correrme, y qué mejor lugar que esa linda boquita sonrosada que tienes. No lo dudé ni un instante y te follé por la boca sin piedad. Puedo jurarte que llenarte la boca con mi lefa ha sido lo más maravilloso que me ha pasado jamás, fue un orgasmazo.

Durante un buen rato me quedé en blanco, sin saber qué decir, aturdida por todo lo que había sucedido en unas pocas horas. Dayron rompió de nuevo el silencio.

– Lo que aún no entiendo es qué hacías tú allí, Vero, pero bueno, eso es algo que tendrás que explicarle a Oscar, no a mí.

– ¡Cerdo! – fue lo único que se me ocurrió decirle en ese momento, justo cuando el médico apareció ante nosotros y me indicó que le siguiera.

Recorriendo junto al doctor el pasillo que me llevaría a la estancia en la que descansaba Oscar, los sentimientos bailaban en mi mente como en un carrusel.

Sentía odio hacia Dayron por haberme disfrutado sexualmente y a la vez asco recordando haber lamido su apestoso ano y haberme tragado su semen cuando se corrió en mi boca. Sentía rabia por la traición de Oscar y a la vez comprensión, ante su frustración sexual, y preocupación por su salud. Sentía remordimientos por la traición mía. Sentía miedo por nuestro futuro como pareja. Sentía una extraña alegría por el hijo que podía llevar dentro de mí, y cuyo padre sería Oscar.

Pero, sobretodo, yo seguía sintiendo un gran amor hacia mi marido y muchas ganas de disfrutar con él y recuperar todo el tiempo que habíamos perdido desde que estábamos juntos.

Al entrar en la habitación en la que yacía Oscar y acercarme a él, tuvimos ese cruce de miradas que unas máscaras habían impedido apenas unas horas antes y que al menos habría permitido evitar algunas cosas. Oscar esbozó una tímida sonrisa y en sus ojos pude apreciar que él me seguía amando tanto como yo a él. Tendríamos que resolver algunos problemas, eso estaba claro, pero yo ya estaba convencida de que nuestras vidas, en el plano sexual, iban a cambiar para bien, después de habernos sido mutuamente infieles.

 

FIN

 

 

Nota del autor.

Como ya dije en la introducción del relato, esta es la historia que una lectora me pidió plasmar por escrito. No sé si es cierta o es una fantasía, ni sé mucho más de su vida personal. Solo sé que en uno de sus E-Mail me decía que no iba a poder celebrar su aniversario de boda porque su bebé estaba malito con fiebre.

Este relato está dedicado a todos los lectores, que tan maravillosamente se han manifestado en esta mi corta experiencia como escritor de cuentos eróticos, y en particular a aquellos que más me han animado a seguir escribiendo o me han ayudado a mejorar mi forma de hacerlo. Sus nombres están más o menos veladamente reflejados en el texto. Muchas gracias a todos.

Relato erótico: ” La revisión” (POR ALEX BLAME)

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Odio los médicos y todo bicho viviente que lleve bata blanca, hasta al tipo de la carnicería le tengo ojeriza. Así que os podéis imaginar el ánimo con el que entré en la clínica para hacerme la revisión anual de la empresa.

Sólo hay una cosa que odio más que los médicos y es esperar sentado en una incómoda silla ojeando aburrrrridisimos folletos sobre seguridad en el trabajo,  así que a pesar de estar citado a primera hora ya llevaba diez minutos aguardando cuando una tipa gorda y rubicunda me abrió la puerta con cara de enojo.  Con un gesto de irritación me invito a pasar, me tomó los datos y me dio el mismo formulario que llevo rellenando desde que empecé mi vida laboral en esta santa empresa.

¿Hace ejercicio? ¿Fuma? ¿Toma bebidas alcohólicas? ¿Se droga? ¿Drogas duras o drogas blandas? ¿Con que frecuencia? ¿Se masturba con fotos de Montoro?

Tras quince minutos de tediosa encuesta la recepcionista me llamó y me hizo pasar al despacho del médico.

El tipo era un mozambiqueño muy simpático y más negro que el carbón. Charlamos un rato mientras intercalaba hábilmente las mismas preguntas estúpidas  que ya había respondido en el cuestionario. Me tomó la tensión, observó el interior de mis oídos con atención y me auscultó con detenimiento. En su favor tengo que decir que en los diez años que llevo haciéndome este estúpido reconocimiento fue el primero en detectar un leve soplo que tengo en el corazón desde mi más tierna infancia.

Una vez hubo terminado conmigo me despidió con cordialidad y me indicó con un ademán la consulta de enfermería.

Cuando entré en la consulta unos ojos azules y grandes me miraron un pelín sobresaltados.  Sentada en un pequeño escritorio estaba una enfermera rubia de ojos extraordinariamente azules y de apariencia menuda. Sobreponiéndose a una especie de duda con un carraspeo, me saludó dándome la mano, una mano pálida pequeña y delicada. Sobre la pechera de su inmaculada bata blanca tenía cogida con un clip una tarjeta identificativa con su nombre; Natacha Vázquez Mirto, enfermera.

-Hola Natacha. -dije incapaz de apartar mis ojos de los suyos.

-Hola… Señor Lobos,  -respondió tímidamente –siéntese por favor.

Y de nuevo, otra vez, la misma batería de preguntas absurdas que yo respondía mecánicamente sin poder apartar mis ojos de la joven.

Tras terminar el cuestionario me tomó la tensión de nuevo y me hizo unas pruebas de agudeza visual y auditiva que superé sin demasiados inconvenientes.

-Ahora siéntese aquí y remánguese una de las mangas por favor –dijo indicándome una pequeña mesita con una silla a cada lado.

Yo, para facilitar las cosas me quité el pesado jersey que me protegía del frío mañanero y me quede en camiseta dejándole ambos brazos sobre la mesa para que eligiese.

Abrió un cajón que tenía a su lado y sacó una aguja un par de tubos de ensayo y un porta agujas. Enseguida me fijé en que sus manos temblaban y me di cuenta de que era novata.

-¿Es tu primer día? –le pregunté suavemente  mientras ella montaba la aguja y el tubo en el porta agujas temblando ligeramente.

-¿Tanto se me nota? –Preguntó ella a su vez un poco azorada –nunca he hecho una extracción de sangre sin tener a alguien supervisándome y ayudándome.

-No te preocupes, -le susurré mirándola de nuevo a los ojos –deja todo eso encima de la mesa y respira tres veces profundamente.

La muchacha dudo un momento pero finalmente me hizo caso. Al respirar sus pechos subieron y bajaron haciéndose más patentes bajo la bata y provocándome  un ligero escalofrío.

-Ahora, coge de nuevo ese cacharro y procede. –Continué sin apartar mi mirada de la hermosa enfermera –Si es necesario repite en voz alta los pasos que te enseñaron en la facultad para realizar la técnica correctamente. Confío plenamente en ti.

Natacha cogió mi brazo izquierdo y murmurando algo casi inaudible me puso un torniquete en la parte alta del brazo y mientras me pedía que abriese y cerrase el brazo empezó a palpar el interior de la articulación del codo en busca de una vena adecuada. Después de decidirse por una me desinfectó un poco la zona y con firmeza y sumo cuidado a la vez, introdujo la aguja poco a poco en el brazo, empujó el tubo de ensayo contra la  parte opuesta de la aguja y este comenzó a llenarse inmediatamente de sangre. Natacha levanto ligeramente la mirada, jamás en mi vida había visto unos ojos tan azules irradiando tanta calidez. Con un movimiento preciso sacó el tubo e introdujo el último. Apenas tuvo que hacer una ligera corrección para que la sangre volviese a surgir llenando el segundo tuvo. Una vez acabada la tarea se inclinó para quitarme el torniquete y sin querer rozó la palma abierta de mi mano con uno de sus pechos. Nos quedamos quietos,  con nuestras caras a pocos centímetros uno del otro mirándonos a los ojos.  Finalmente fui yo el que apartó la mano, pero sólo para adelantarla hacia su rostro y acariciarle la cara mientras la besaba con suavidad.

Sus labios eran tibios, suaves y sabían a barra de cacao. Natacha respondió con timidez pero no me rechazó así que aparté la mesita de un empujón y  la abracé mientras continuaba besándola  con suavidad, sin precipitación, saboreándola a ella, saboreando el momento.

Como saliendo de un sueño Natacha puso sus manos entre su cuerpo y el mío apoyándolas contra mi pecho y respondiendo a mi beso con entusiasmo.

No me acordaba haber deseado tanto a u una mujer en mi vida. Quería desnudarla, acariciarla y tomar su cuerpo allí mismo y que ella se derritiese de placer.

-Yo… normalmente no soy así –dijo ella con la voz entrecortada mientras me dejaba que le quitase la bata. –no sé qué demonios me pasa…

Con un beso interrumpí sus torpes justificaciones. Bajo la bata llevaba una blusa blanca semitransparente que no impedía ver un bonito sujetador de encaje y una minifalda negra y sin adornos  envolvía sus caderas y sus muslos ajustada  como un guante.

Sin preocuparme demasiado de sus débiles protestas  recorrí con mis manos su espalda hasta terminar con ellas en su culo. La empujé con suavidad hacía la camilla de observación y sin dejar de besar sus labios, su cara y su cuello tire de su falda hacia arriba. A través del tejido del minúsculo tanga blanco se adivinaba una pequeña mata de pelo rubio y rizado. Absorto en la visión acerqué mi mano a su sexo y rocé suavemente el tejido de la braguita, enseguida noté como su cuerpo respondía.  Natacha, con la respiración entrecortada intentó resistirse mientras miraba con aprensión a la puerta cerrada pero no asegurada.

Ignorando sus miedos seguí acariciándola, sintiendo como los jugos de su sexo mojaban el tanga.

-Eres un loco –dijo ella apartando por fin su mirada de la puerta y fijándola en mis ojos.

-No soy loco, estoy loco…  de deseo. Me faltan ojos para mirarte, manos para acariciarte, labios para besarte, te deseo y deseo tomarte aquí mismo –dije desabrochándome los pantalones y apartando los calzoncillos de mi pene erecto.

Sin dejar de nadar en aquellos ojos azules y profundos levante su cuerpo pequeño y ligero como una pluma para sentarla en la camilla. La bese de nuevo y ella abrió las piernas para acogerme. El contacto de mi pene con sus braguitas mojadas me puso frenético. Por un momento pensé de nuevo en arrancarle el tanga y penetrar con violencia  en todas sus cavidades naturales pero en vez de eso me limité a apartar el tanga  sólo lo suficiente para que nuestros sexos entraran en contacto.

Natacha suspiró y dejó que tirase de ella hacia mí. Yo, aparentando no tener ninguna prisa, le abrí un poco la blusa para acariciarle los pechos a través del sujetador mientras le susurraba al oído sin dejar de frotar mi pene contra su pubis.

Con un movimiento rápido que me cogió por sorpresa me apartó ligeramente y cogiendo mi pene lo introdujo en su interior sin dejar de mirarme a los ojos. Su expresión fue cambiando del anhelo a la satisfacción a medida que mi verga resbalaba sin dificultad en su interior.

Por un momento nos quedamos quietos disfrutando de la expresión de placer que se pintaba en el rostro del otro. Con deliberada lentitud comencé a penetrarla mientras ella ceñía mis caderas con sus piernas.

Nos besamos de nuevo, nos tocamos y nos acariciamos pero nuestras miradas seguían congeladas el uno en la del otro. Mientras la penetraba escrutaba su cara intentando descubrir en ella gestos de placer. Deseaba más su placer que el mío propio.

-Más deprisa –gimió ella mordiéndose ligeramente los labios.

Sin hacerme de rogar separé un poco sus piernas y comencé a follarla con un poco más de dureza. A cada embestida ella respondía con un gemido quedo y una mirada de lujuria satisfecha que me volvía loco. Sólo por un momento logre apartar mi mirada de la suya para ver como mi polla se abría paso en   su sexo húmedo y abierto para mí, empujando hasta hacer tope y conmoviendo todo su cuerpo con cada embestida. 

Consciente de que estaba a punto de correrme me separe y retire mi polla. Natacha hizo un mohín e intento atraerme de nuevo abriendo sus piernas y moviendo provocativamente las caderas. 

Besándola una vez más para acallar sus protestas bajé mis manos e introduje tres de mis dedos en su interior tan dentro como fui capaz. Ella sonrió, jadeó y me mordió el labio con suavidad.

Liberándome por fin de su mirada le bese la mandíbula y  el cuello antes de meter mi cabeza entre sus piernas. El olor a sexo se hizo aún más intenso excitándome aún más. Sin ceremonias recorrí con mi lengua su sexo  y su clítoris sin dejar de penetrar en su interior con mis dedos.

-¡Mas fuerte cabrón!  -Susurraba Natacha entre jadeos – ¡follame!

Yo callaba y chupaba, palpaba, acariciaba….

Me incorporé de nuevo. Estábamos de nuevo frente a frente; sin dejar de mirarla alargué mi brazo y apartando su pelo con suavidad le cogí de la nuca. Con la otra mano guie mi polla a su interior y se la hinque hasta el fondo de un solo golpe. Natacha se estremeció y me abrazo para acercar aún más su cuerpo al mío.

Esta vez no hubo prisioneros, entraba y salía de su coño tan rápido como podía espoleado por su respiración agitada y su mirada velada por el placer.

Ni siquiera en el momento del orgasmo aparto su mirada de la mía, con el cuerpo crispado y arqueado por las oleadas de placer y sus uñas clavadas en mi espalda, luchaba por mantener su ojos fijos en los míos, intentando transmitirme con su mirada el placer que estaba arrasando su cuerpo.

Tras unos segundos, pasado el mágico momento  la besé y  abracé olvidando mi propio placer por un instante. Natacha aún jadeaba y se estremecía levemente entre mis brazos.

Con un leve movimiento involuntario de mi pene en su interior Natacha volvió a la realidad y se deshizo de mi abrazo. Con un ligero empujón me apartó y cogió mi polla entre sus manos.

Con satisfacción notó como yo me estremecía de placer y no pude evitar un suspiro ronco cuando se metió la polla en la boca. Con suavidad chupaba y lamía mi miembro cada vez más duro y excitado sin apartar su mirada de mí.

Incorporándose pero sin soltar mi miembro erecto me volvió a besar y continuó masturbándome. Siguió acariciando y tirando de mi polla con rapidez, golpeando mi glande contra el interior de sus muslos hasta que me corrí entre ellos. Sin decir palabra le cogí la cabeza y  la acerqué contra mi pecho aspirando con fruición el perfume de su pelo.

Natacha se quedó quieta esperando pacientemente mientras mi semen resbalaba por el interior de sus muslos.

Finalmente el momento pasó y nos separamos aturdidos. Natacha se acercó a un dispensador de toallitas desechables y sacó unas cuantas para limpiarnos.

-Creerás que soy una furcia –dijo Natacha un poco compungida mientras se limpiaba la mezcla de semen y sus propios jugos orgásmicos que había en el interior de sus muslos.

-No seas tonta –dije yo bajándole la falda y ayudándole a colocarse la blusa –no sé tú, pero yo no te he follado, te he hecho el amor. He disfrutado tanto con tu placer como con el mío.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Bueno, esa es la diferencia entre los hombres y las mujeres; no sólo nos corremos antes –dije sonriendo – también nos enamoramos antes, y yo, desde que entré por esa puerta sabía que tenías que ser mía, y no hablo de un polvo rápido –continué abrochándome los tejanos – si no fuese porque sé que serias capaz de pedir una consulta en psiquiatría te pediría aquí mismo que compartieses el resto de tu vida conmigo.

-En efecto, pediría una consulta a psiquiatría. La doctora Peñón es muy maja aunque más fea que un babirusa me temo.

-¿Un babi qué?…

Un suave toque en la puerta interrumpió nuestra conversación y Felipe, un compañero que tenía cita un poco más tarde entró en la consulta.

-¡Oh! Hola Lobos –dijo Pipe saludándome –perdona, creí que no había nadie.

-No te preocupes Natacha ya ha terminado conmigo, yo ya me iba –repliqué sonriendo a la enfermera.

-¿Qué tal? ¿Salió todo bien? –preguntó Felipe con curiosidad.

-Sí, sí, aunque creo que probablemente tenga que volver mañana, no sé por qué me da la impresión de que estoy incubando algo –respondí yo viendo sonreír esos ojos azules antes de cerrar la puerta tras de mí.   

Relato erótico: “Mis yeguas y yo. Explorando a mamá.” (POR CABALLEROCAPAGRIS)

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A Sara le dejé correr el carrete, pues aunque su cuerpo era delicioso y su juventud bella y apasionada; no quería abusar de sus dieciocho años. Debía dejarla vivir su vida y pedirle sexo solo alguna vez.

Lo cierto es que sus ojos, su pelo, sus pechos tersos y firmes, su culo de Diosa, toda ella; me hacían ir más al gimnasio a mantenerme. Siempre quise amar a las mujeres, siempre quise tener mil yeguas para mí. Manoli, su madre, era la única yegua de la que podría enamorarme. Ella me brindaba sexo cuando quería, al instante, y de una considerable calidad. Pero los nuevos objetivos me habían hecho verla cada vez menos. Me ayudó con mi madre y guarda el secreto de la cama de su hija. Es la testigo principal de mi proceso de locura. De mis discos de música clásica, el alcohol y el sexo.

No se si conté que dejé a mi mujer. Esgrimí dudas de enamoramientos, necesidad de estar solo un tiempo. Pedí a Manoli que me ayudara a guardar el secreto. Me alquilé un estudio en el centro, ello provocó que mi cuñada fuera más a buscarme. Cada vez que lo hacíamos me preguntaba sobre su hija, si me había gustado. También me bombardeaba con preguntas sobre mi madre, si ella lo hacía mejor.

Nunca renegaré de su plácida mirada, de su pelo rubio, de sus curvas, de su delgado cuerpo, de su forma de moverse en la cama, de su generosidad y dulzura. Pero le pedí vernos más espaciados en el tiempo. Ella, como siempre, aceptó; agachó la cabeza como la gran yegua que es, y se adaptó a mis exigencias como siempre hizo.

Se acercaba el fin de semana. Mi polla no me engañaba, ni mi ardor interior. Había hablado con mi madre, la cual llegaría el sábado a la ciudad, de pasar todo el fin de semana con ella. Pensé en la insistencia de Manoli respecto a ella. Y lo cierto es que los nervios que se agarran a mi estómago, y las constantes erecciones cuando pensaba en mi madre, eran significativas. Sin duda la que me parió era la yegua que mejor sexo me daba. Debo reconocer que su calidad supera el cuerpo explosivo de la joven Sara, y la voluntad y buena forma de su madre Manoli. Pero mi madre sabía conjugar el cariño que sentía hacia mí, se centraba en darme todo el amor y la dulzura, con altos picos de buen sexo; animal a veces. Su conversión paulatina de madre en hembra me atrapaba. Y realmente estaba emocionado de poder encerrarme con ella en su amplio y céntrico piso. Los dos solos, desde el sábado por la mañana hasta el domingo por la tarde. Éramos madre e hijo compartiendo el mismo techo. Pero sobre todo éramos hombre y mujer, a pesar de que con sus cincuenta y cuatro años marcaba casi quince de diferencia, que se citaban para tener sexo, disfrutar de la vida.

El sábado a las 12:30 llegué a su hogar, ella acababa de llegar, pues se disculpó para acabar de sacar el equipaje. El saludo fue puro de madre e hijo: besos en las mejillas y comentarios sobre su falsa percepción de mayor delgadez en mi cuerpo.

–        Lo cierto es que estoy yendo más al gimnasio.

–        Desde que no estás con tu mujer comes menos. Hoy almorzarás como Dios manda.

Sonrisas.

Me acomodé en mi habitación. Ardía en ganas de follar, desconozco si ella también. Realmente era una situación extraña, pues ambos sabíamos para qué habíamos quedado. Pero a la vez manteníamos bien la relación madre-hijo, que como si de una jerarquía se tratara, mandaba inicialmente y ante todo sobre la de hombre-mujer. O  tal vez era así. Porque en realidad nos estábamos comportando como siempre hicimos. El lado vicioso, erótico, pornográfico, morboso….. surgió en una locura que planteé con Manoli, y en la que milagrosamente mi madre accedió. Desde ahí nunca hubo mención alguna a ese episodio; solo seguíamos siendo madre e hijo, que llegado el momento compartían cama y tenían buen sexo. Pero tras él de nuevo la interpretación familiar como si nada. Quizás, la interpretación era la danza macho-hembra más antigua del mundo, porque ante todo éramos lo que éramos: madre e hijo, macho y mujer.

Mi comodidad y felicidad radicaba en la naturalidad con la que ambos llevábamos esa situación. Como si fuera lo natural, como las tortugas que van al mar tras nacer. Como si lleváramos toda la vida esperándolo.

Hora de comer. Salí de mi habitación muy empalmado y nervioso. Vestía vaqueros y camisa de manga corta. La casa olía a limpia y a cocido. Ella había dedicado la mañana a adecentar la casa.

–        Hola cariño, comeremos ya. Ve poniendo la mesa; aquí mismo en la cocina.

Me sonrió y se giró de nuevo. Estaba de espaldas a la altura de la vitrocerámica, apartando la comida en platos. Vestía un cómodo vestido primavera. Con falda sobre las rodillas y poco escote, aunque con sus enormes pechos, muy bien colocados por algún sujetador, sus escotes siempre resultaban sugerentes por disimulados que fuesen. El movimiento de apartar la comida la hacía mover levemente las caderas. Esas caderas, ese trasero, ummmm, ya jamás miraría a mi madre de otra forma. Necesitaba irme con ella a la cama, no tenía ganas de comer.

Durante la comida charlamos de varios asuntos. Ella no aparentaba mostrar el más mínimo interés, yo disimulaba todo lo que podía. Tal vez, pensé con temor, haya decidido no seguir con esto y quiera obligarse a volver a la más pura relación madre-hijo.

Me quité esa idea rápidamente de la cabeza. “No, no puede ser. Le propuse pasar el fin de semana juntos y accedió feliz y ansiosa”. Mi mente bullía y mi polla explotaba.

–        ¿estás bien cariño?, te noto pensativo y distante. ¿Te ocurre algo?.

Puse cara de hartazgo.

–        En realidad no tengo mucha hambre. Pero la comida te ha quedado muy rica.

Ella apartó su plato, a medio terminar.

–        Yo tampoco quiero más. No nos conviene llenarnos. Dime, ¿vas a dormir siesta?.

Tragué saliva. En ese momento me sentía débil y manipulable, lejos del macho que usa yeguas para su instinto. Mi madre sabía como dominar la situación. Que me cortasen la polla si ella no estaba tan deseosa, o más, de follar durante toda la tarde.

–        Sí. Dormiré un rato. Por cierto, ¿no funciona el aire acondicionado?. ¡Este final de primavera está siendo especialmente caluroso!.

–        Pues no. Pero eres un exagerado, no hace tanto.

De repente sonó el portero automático. El eco de los timbres del resto de vecinos también se oyó. Fui a levantarme, pero me detuvo.

–        Se supone que no estamos aquí. Quedamos en que estaríamos todo el fin de semana aislados. Nada de timbres ni teléfono.

Mi ardor creció.

–        ¿Y los vecinos?

–        En esta época se van al chalet de la playa. Todo el edificio está vacío. ¿Quieres postre?.

“Tus melones, tus besos, tus caricias, tu lengua, tu cuerpo, tu coño, tu sudor….”

–        No. Bueno, voy a dormir un rato la siesta.

–        Está bien, dame un beso.

Mua, mua. En las mejillas. Pero su lengua se deslizó suavemente por mi cara tras el último beso. Me quedé parado sin saber que decir.

–        ¿Y bien cariño?, ¿no vas a dormir?.

–        Si….. sí. ¿Tu no vienes?.

Hizo un aspaviento que abarcó toda la cocina.

–        He de recoger todo esto. Tu descansa, por la tarde haré café. Aunque igual descanso un rato. Intentaré no hacer mucho ruído.

Mi habitación y la de matrimonio estaban pegadas, y se unían con una puerta interior; puerta que casi nunca habríamos.

–        No te preocupes, estaré un rato con el portátil; muchas veces me duermo con los cascos puestos.

Cerré la puerta y me tumbé en la cama. Entre las cortinas se filtraba la suficiente luz del día para poder ver bien, a pesar de las penumbras de las persianas de madera echadas y luz apagada. Me desnudé por completo y me tumbé en le cama. Estaba muy excitado y erecto; pensé en masturbarme con algún video por Internet. “Dios, que desperdicio de momento. Necesito sexo, deseo follármela”. Me veía incapaz de dar paso alguno. Supe que dependía de ella.

Decidí no masturbarme, dejarla intacta para mi madre. En el fondo sabía que era cuestión de tiempo. La danza madre-hijo no podría alargarse mucho más, ambos estábamos con las mismas ganas. Intenté dormir, desnudo sobre las sábanas.

Un ruido me despertó apenas al haberme quedado dormido. Entreabrí los ojos y apenas pude ver una sombra avanzando lentamente, cuidadosa, hacia la cama. La luz del sol del caluroso mediodía se colaba entre las aberturas de la persiana de madera. En la calle no había ruidos; sin gente en la calle peatonal de comercios cerrados por la hora.

La sombra se mantenía a una distancia prudente. Me froté los ojos y empecé a ver mejor. Mi madre me observaba con una extraña media sonrisa, a penas a medio metro de mi cama. Vestía con uno de sus camisones; uno blanco que dejaba muchas de sus carnes al aire, merced del calor que marcaba el próximo verano.

Caí en la cuenta de que estaba tumbado completamente desnudo sobre las sábanas. Me incorporé un poco y miré mi polla, estaba morcillota, a medio caer; pero contenida por la presencia femenina.

–        Chico, he intentado dormir un poco de siesta, pero no puedo dormir. ¿Acaso te he despertado?.

Había la suficiente luz para ver que tras la pregunta recorrió todo mi cuerpo con la mirada, deteniéndose más de la cuenta en mis partes. Mi pene reaccionó comenzando a crecer. Permanecía quieta a medio metro de mi cama, olía a perfume coco chanel, sin duda recién echado. Su voluptuoso cuerpo se dibujaba perfectamente bajo el diminuto camisón. Llevaba el pelo recogido en un moño. Sin duda estaba preparada para una tarde de acción.

–        Solo estaba descansando, tampoco podía dormir.

Ella asintió. El tiempo parecía detenido; tenía la sensación de que aquella mínima e intrascendente conversación se daba mientras en el resto de la humanidad pasaban siglos a cámara rápida. Pero desde la calle solo se colaban mínimos rayos de sol, atenuados por las cortinas. Ni el fugaz canto de pájaros nos llegaba. Ante mí el más absoluto silencio y una yegua de gran casta pidiendo guerra con su amable mirada de madre.

Pero dejé de ver a mamá, ahora solo veía a la hermosa mujer de cincuenta y cuatro años que tanto me quería, y con la que tanto disfrutaba en la cama.

Mi polla ya estaba preparada.

–        He pensado que podría meterme en tu cama a pasar la siesta. ¿Quieres pasar el rato con mamá?.

Me eché hacia un lado, dejándole espacio a mi izquierda. Mi respuesta fue escueta, pero mi polla y mis ojos clavados en el abultamiento de sus melones hablaron solos.

–        Sí.

Ella se acercó hasta el borde de mi cama, sin prisas, y deslizó los tirantes de la bata más allá de sus hombros. Sacó los brazos y la dejó caer. Ante mí quedó completamente desnuda. Volví a tener esa extraña sensación de estar viendo a mi madre, pero de una forma diferente pues ante todo era la hembra, la yegua, que buscaba al macho; la relación social más antigua de la sociedad; sin la cual jamás se habrían forjado los cimientos de nuestra civilización. Sentía el cariño hacía mi madre, con toda la ternura y dulzura que se grabaron a fuego en mis genes durante aquellos nueve meses. Pero se imponía el morbo y el deseo hacia la mujer. Difícil de explicar, pues sentía que mi mente era un continente de emociones. Desde que sentí eso por primera vez, quedé prendado para siempre de mi madre. Jamás ninguna mujer podría hacerme sentir nada parecido a aquello, que va más allá del sexo (el cual además era de alta calidad con ella), por más guapa, atractiva, morbosa y fogosa que fuera.

De nuevo el tiempo detenido, pasarían unos pocos segundos probablemente, pero yo sentía como en la calle pasaban décadas. Como los edificios se deterioraban y las gentes cambiaban sus ropajes desde la edad media hasta la actualidad, caminando a cámara rápida.

Pero fuera todo estaba en silencio. Como si la casa flotara en el espacio y mi madre y yo fuésemos el embrión de la sociedad que sobreviene.

Pensé que se había recogido el pelo para follar mejor, pero lo hizo para dedicarme un último guiño femenino antes de meterse en mi cama. Lo habría tenido planeado, pensé, marcar claramente la frontera entre madre y hembra. Protocolo necesario para poder disfrutar tanto como disfrutábamos sin agravios de conciencia.

Dejó caer el pelo, que estalló sobre sus hombros. En el amortiguamiento de la caída, dejó mostrada la inercia de mi mirada que llegó hasta sus pechos, grandes y algo caídos; pero deliciosos de amplia aureola y pezones medianos. Su vientre y cartucheras dejaban vista libre de caderas femeninas, amplias y voluptuosas, que guardaban el abismo de su hermoso trasero de nalgas azotables y muslos brillantes, muy bien depilada. Solo un hilo de pelos, fino y sugerente, en su sexo amplio y acogedor.

Si estuviera más delgada sería menos Diosa, si estuviera más gorda sería peor Yegua. Si tuviera otro cuerpo no sería mi madre. Guapa y retentiva, a pesar de la edad, de épocas gloriosas de gran cuerpazo. Bajita y voluptuosa. Sus mechas rubias parecían iluminadas, resaltando en la tenue oscuridad. Como si todo estuviera en blanco y negro menos su cabello.

Una ráfaga de aroma a vainilla inundó mi pituitaria, el colchón cedió hacía mi derecha. Mi madre se acababa de meter en mi cama. Ambos completamente desnudos, yo muy empalmado y ella muy mujer.

Se arrimó de lado, nos medio abrazamos y ella se cercioró de que sus pechos quedaran pegados cerca de mi cuello.

–        ¿Todo bien nene?. ¿Todo bien así?.

Sentía arder todo mi cuerpo.

–        ¿Podría comerte los pechos?.

Ella se incorporó hasta quedar recostada de lado, con el codo apoyado tras mi cabeza. Con la otra mano acercó sus pechos hasta ponerlos en la cara.

–        Claro mi amor, toma los pechos de mamá. Son todo para ti.

Comencé a lamerlos. Inicialmente los agarré por la base y pasé mi lengua por los pezones, endureciéndolos. Luego lamí haciendo círculos concéntricos alrededor de su aureola, la cual se arrugaba al tacto de mi lengua, cogiendo firmeza y dureza.

Me acomodé echándome más hacia ella. Mi polla debió quedar a su alcance pues sentí como la agarró. Seguí lamiendo sus melones, dando mordisquitos aquí y allá; mientras mi cuerpo se estremeció al notar como su mano derecha se cerraba en torno a mi polla, muy suave.

–        Ufff amor, ¿Mi nene tiene pupita ahí?.

Notaba como me palpitaba bajo su mano. Ella masturbó un poco, dejando el capullo fuera. En respuesta emití un gemido de ronroneo, alargado.

Ella siguió masturbando muy lenta, y yo cada vez me llenaba más de sus pechos. Pero no podía más, su contacto en mi polla me hizo ver cuánto necesitaba una mamada.

Noté un clic en mi cerebro. Metí la segunda marcha de transformación hacia domador de yeguas. Me levanté de la cama y me puse de pié a su altura masturbándome. Las miradas que cruzamos ya no eran de madre e hijo.

–        Venga mamá, aquí la tienes.

Ella se arrodilló, levantando el culo mucho tras de sí. Agarró la polla y la levanto, lamiendo los huevos. Luego se medio tumbó boca arriba, abriéndose mucho de piernas. Hizo un gesto para que se la acercara a la boca, ella esperaba en el filo de la cama sentada, con la almohada colocada en la espalda para mantenerla erguida.

Me acerqué y la agarró. La masturbó fuerte mirándome dulcemente, con reminiscencias de zorra necesitada. Dejó todo el capullo fuera y le escupió tres veces. Luego pasó la lengua, sorbiendo y saboreando.

El mundo volvió a detenerse. Su lengua recorría melosa todo mi capullo. Cerré los ojos y noté tocar el cielo. Una oleada de cómodo y casero placer recorrió mi espalda de abajo arriba, hasta contaminar mi materia gris.

Un instante después de aquella eternidad, su boca engullía mi polla entera. Arcadas lógicas llegaron a su garganta, pues la sentía muy gorda y grande en su campanilla. Superado esos fatigosos momentos inició la gran mamada. La polla la agarraba desde la mitad del tronco hasta los huevos, en movimiento de masturbación. La boca abarcaba, en cada embestida, desde el capullo ( en el que siempre dejaba deslizar la lengua) hasta poco más de la mitad. A veces paraba y la lamía entera.

Con su otra mano se acariciaba el coño. El coñito de mamá, por donde salí hace algo más de treinta años.

La alarma de primera corrida llegaron tras un largo rato de mamada.

–        Ei, ei, ei. Para mamá, que te vas a llenar de leche.

Ella se la sacó de la boca, y se limpió la baba que le caía por la barbilla mientras reía por mi comentario.

–        Muy buena mamada.

–        Gracias.

Me incorporé un poco y la besé con lengua. Luego la azoté en las nalgas apremiándola para que me dejara acomodar entre sus piernas.

–        Vamos a ver a qué sabe ese coño.

De nuevo rió. Más excitada que nerviosa.

–        Ya sabes a qué sabe, granuja.

Ella se abrió y yo escupí en su coño pasando la mano por el. Gimió fuerte ante el contacto. Ya no éramos madre e hijo.

Abierto como una rosa, húmedo como la primera flor cuidada por el hombre. Sus labios carnosos eran mordidos y dejados caer, provocándole contoneos de doloroso placer. Mi lengua y mejillas entraban tras mi lengua, quedando mi cara mojada por los flujos de mamá.

Los dedos entraban con asombrosa facilidad y su clítoris se dejaba lamer dando botecitos como una bolla en mitad del oleaje. Mamá no cesaba de gemir. Con el coño al cien por cien, y mi polla muy erecta y más relajada, había llegado el momento.

Me incorporé sin previo aviso. Ella me recibió con una sonrisa. Agarré la polla y la dejé en la entrada, notando la facilidad con la que aquella húmeda cueva podría tragarla.

Coloqué un brazo a cada lado, ella acarició los músculos de gimnasio que se marcaban en ellos.

–        Mi nene fuerte, mi machote.

Lo dijo excitada, apresurada, invitándome a clavarla urgentemente.

Entro como cuchillo afilado en mantequilla caliente. Noté como las cálidas carnes internas de su coño envolvían mi polla, dándole un caluroso, dulce y amable recibimiento. La penetraba lentamente, sacándola entera hasta un par de centímetros, y entrando de nuevo hasta el final. Aguantaba las ganas de follarla fuerte, primero mejor así; poco a poco, sintiendo el calor de la gran hembra.

Ella se movía cada vez más hacia arriba, buscando contacto, queriendo acelerar la follada. Gemía y movía la cabeza de lado a lado, muy necesitada, queriendo más.

–        Vamos nene, ¡¡fóllame!!.

Seguía con la misma penetración.

–        ¿Cómo dices mamá?

–        ¡¡¡¡Fóllame!!!.

–        No te escucho bien

Su respiración se agitó, su mirada era más penetrante, sin trazas de su habitual ternura. Ahora era solo una yegua que deseaba ser domada. La tenía justo donde quería.

–        ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Que me folles, joder!!!!!!!!. ¡¡¡¡¡¡Fóllate a tu madre!!!!!!!. Taládrame, desgárrame, mátame a pollazos, ¡¡pedazo de cabrón!!. ¡Hazme tuya!, úsame, sé mi macho. ¡¡¡Vamos!!.

Mantuve un poco más la situación.

–        ¿Eres buena zorra?. ¿mereces la follada que reclamas?.

Ella respiraba agitada, notaba su coño más mojado.

–        Soy tu zorra, lo seré hasta que desees. ¿Tu yegua?, ¿es así como me llamaste un día?.

–        Mi yegua preferida. La zorra de mi madre

–        ¡¡¡¡¡¡¡Folla ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

No la dejé suplicar otra vez. Comencé a follar muy fuerte, muy directo; manteniendo la compostura con la elegancia del buen jinete.

Sus gemidos aumentaron mucho el volumen. Eran alaridos de perra en celo, gritos desgarradores. Imaginaba que esos gritos retumbaban por todo el edificio, ¿vacío?, de tres plantas. Debían recorrer toda la silenciosa calle. Mi madre era la madre de la tierra; que ocupaba el aire con sus gritos desgarradores y gemidos de hembra en celo. Si alguien paseaba en ese instante sin duda debía escucharla. Seguramente estaba siendo oída en los edificios vecinos.

La danza comenzó. Ahora ella se colocó en posición de arco, con el culo muy levantado, dejándolo accesible al macho, y su torso pegado a la cama. Lamí un poco antes de meterla de nuevo. Escupí en mi mano y la pasé por su, sorprendentemente depilado y bien cuidado (¿blanqueado?), ano. Saqué la polla del coño y la metí en su culo. Ahí costó hacerla entrar, solo presioné hasta un poco más del capullo. A ella le dolía, pero aguantaba dócil, tocándose el coño para sentir placer.

Ahora ella me tumbó y se colocó a mi lado. Estábamos sudados, ella sopló en mi frente.

–        Ummm, que rico está todo nene.

Lamió mis pezones mientras me masturbaba. Mi polla estaba a mil. Siguió bajando, deslizando su lengua por mi vientre. Me dio una corta mamada antes de subirse a cabalgar.

Mi madre folla muy bien, sabe lo que se hace. Me dio el respiro necesario para que mi polla recobrase fuerzas para poderme trabajar desde arriba. Se clavó se apoyó en mi torso, moviendo el culo hacia delante y hacia atrás, restregándose mi polla dentro de ella.

Su pelo caía frente abajo. La observe mientras se movía. De repente era mi madre de nuevo. Su cara, su pelo, sus gestos. Joder, es mi madre la que me está follando. Y podía agarrarle las nalgas, azotarlas, acariciar sus muslos y pechos. Ella se dejaba hacer todo, ¡mi madre me dejaba tocar su cuerpo desnudo mientras me follaba!.

 Ahora era más gata que yegua, ronroneaba gimiendo queda, mientras su cuerpo bailaba sobre mi polla. Mis manos agarradas una a cada nalga. Sentí impulso, empecé a taladrar desde abajo; ello cambió la situación. Ahora la polla reclamaba entrar de abajo arriba. Ella respondió con un chillido de placer y venció su cuerpo hacia mí.

Pam, pam, pam, pam. Ahhhh. Sihhhh. Asihhhh. Fóllame. Folla a mama. Más fuerte. Más fuerte. Ummm. Ummmm. Pam. Pam. Pam. Mamaaaaa. Mamaaaaa. Mamaaaaa.

Me iba.

–        Mami ya estoy, estoy a punto.

–        ¡Vamos amor!. La quiero tragar, me la he ganado.

Nos levantamos y quedé de pie de nuevo junto a la cama. Ella se arrodilló en el suelo y se preparó para hacerme acabar.

La masturbaba acercándola a la boca. El cambio de postura me hizo tardar un poco más de lo previsto. Ella me miraba muy tiernamente mientras la masturbaba y lamía el capullo y daba ánimos.

–        Vamos nene, venga mi machote. Dáselo todo a mamá. Ummm, sihhh, eso es.

Una gorda salpicadura la pilló desprevenida y salió disparada sobre sus ojos. Entonces se la metió en la boca donde, mamándola, tragó todo el resto del semen.

Luego rió y se limpió el semen con las manos.

–        Guau, jajajaja, casi me dejas ciega.

Me quedé sentado en la cama, relajado.

–        Voy a darme una ducha amor.

La luz que entraba era más pobre. Miré el reloj, las seis de la tarde.

A las siete salí de la habitación sin saber muy bien qué decir. Mi madre preparaba la cena, vestida con un cómodo pantalón de chándal y camiseta. Saludé al llegar.

–        Hola nene. ¡Menuda siesta eh!. ¿Cenarás en casa?.

Me sorprendió su postura. Era de nuevo mi madre en plenitud. Actuaba como si nada hubiera pasado, a pesar de la media tarde de sexo fuerte y de alta calidad que acabábamos de tener.

Sin duda debía tener una cruel lucha interna para mantenerse como si nunca pasara nada. Separando a la perfección ambas relaciones. Era solo mi madre, era como si hubiera estado ahí toda la tarde, haciendo cosas en la casa.

–        Sí. También me quedaré a dormir esta noche.

–        Como quieras cielo. Ya sabes que aquí tienes tu casa.

Cenamos y vimos una película. Nos dimos las buenas noches y nos fuimos a dormir.

–        Buenas noches cariño, que tengas dulces sueños. Mañana tendré churros para desayunar. ¡Me hace tan feliz tenerte en casa!. Siempre serás mi peque.

A las tres de la mañana me despertó un ruido. Encendí la luz de la mesilla y pude ver a mi madre desnuda a los pies de mi cama.

– Cariño, no puedo dormir.

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