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Relato erótico: “Dos rubias llamaron a mi puerta y les abrí 8” (POR GOLFO)

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Tras la comida, llegó el momento de firmar con Erik la compra mayoritaria de su compañía. Supe que ya había revisado los documentos al comprobar que apenas exigía incluir un par de detalles en la redacción final y que curiosamente se centraban en la posibilidad de dejar la presidencia de Alfa Centauro. Para el sueco era importante dejar ya dispuesto quien le sucedería en ella llegado el caso en que quisiera dimitir. Sus pretensiones no me parecieron insalvables porque quería que o bien Ía, o bien Ua o en último caso yo fuéramos el siguiente en ostentarla. Aunque no me apetecía que nuestros nombres aparecieran al preferir mantener nuestro anonimato, comprendí que con ello deseaba garantizar una transición pacífica. Por ello, tras un tira y afloja donde impuse que al menos se quedara cinco años en ese puesto, el magnate rubricó con su firma nuestro acuerdo.


-No sabe cómo le agradezco su confianza- comenté satisfecho.
Al oírme, el rubio soltó una carcajada antes de contestar:
-Sería un perfecto cretino si no me fiara de un hombre que además de hacerme multimillonario sea tan humilde que no quiera pasar a la posteridad como el mayor benefactor de todos los tiempos y me deje a mí ese honor.
Admitiendo que tenía parte de razón, no dije nada y centré la conversación en la posibilidad de incluir en los estatutos de la compañía un artículo que obligara al conglomerado resultante a invertir el cinco por ciento de sus ganancias en una fundación con marcado carácter social. Erik no se lo esperaba, pero, como era algo que ya venía haciendo con carácter informal, tampoco puso ningún impedimento.
-Si todo va como espero, en pocos años será la mayor ONG del planeta- sentenció ilusionado.
Con todo acordado, llegó el momento de descorchar una botella de champagne con la que celebrar el trato. Como para entonces Tomasa y Ua ya habían reunido con nosotros, fue la mulata la encargada de abrirla. Cuando Tomasa sirvió las copas, no me pasó inadvertido que llenaba menos la suya y la de Agda.
«No quiere beber ni que la rubia beba estando embarazadas», pensé recordando lo que Ía nos había anticipado.
Al protestar la embajadora y pedir que se la llenara, la pelirroja que se había dado cuenta de la maniobra tranquilizó a la futura madre diciendo que podía servirla más porque ella se ocuparía de la salud del feto. La confianza que ese ser inspiraba en Tomasa le permitió ceder y sonriendo, no solo rellenó la de la sueca sino también la suya y alzando la copa, informó a todos de su estado. Agda al oír que estaba embarazada se acercó a ella y la besó mientras Erik riendo me felicitaba. El abrazo del sueco no impidió que de reojo observara que la costarricense aprovechaba para acariciar con disimulo el trasero de la mujer y que ésta, lejos de escandalizarse, aceptaba gustosamente esa carantoña.
«Como no tenga cuidado, esa rubia me quita la novia», medité de buen humor al saber que esa noche asistiría al estreno lésbico de ambas.

Mi nuevo socio hizo honor a la fama de sus compatriotas y dejándose llevar por la euforia, sacó de su maletín un licor tradicional sueco diciendo que se había permitido traer una botella elaborada por él con la que festejar nuestro acuerdo. Al verlo no quise que Tomasa dejara de tontear con Agda y ejerciendo de anfitrión, traje una docena de vasitos donde servirlo. Tras servir el Aquavit, un destilado con más de cuarenta y dos grados, Erik chocando su chupito con el mío, se lo bebió de golpe. Como no podía ser de otra forma, lo imitamos y mientras la embajadora lo hizo como si nada, el resto de los presentes sentimos el impacto del alcohol quemándonos nuestras gargantas.
-Está bueno, pero fuerte- alcancé a decir temiendo que ese mejunje me hiciera un agujero en el estómago mientras a la mulata y a nuestras niñas les pasaba lo mismo.
El cabronazo del sueco se descojonó al ver nuestras caras y sin compadecerse de nosotros, sirvió otra ronda a la que dio igual destino. Ese segundo snaps nos fue más fácil de ingerir a todos excepto a la mulata que directamente se negó a repetir aduciendo su estado. Erik lo comprendió y por eso al rellenar por tercera vez se abstuvo de servirle a ella, para acto seguido empezar a cantar una melodía tradicional de su nación llamando a sus teóricas compatriotas a que lo siguieran. Agda rápidamente lo siguió mientras las chavalas se miraban asustadas entre ellas al no sabérsela. Ua fue la primera en reaccionar y acercándose al magnate, se conectó con la mente del sueco usando sus dedos para acto seguido comenzar a cantar. La prodigiosa voz de la pelirroja hizo callar a todos y mientras Erik soltaba un lagrimón totalmente emocionado, la embajadora palideció al darse cuenta de los extraños filamentos que salían bajo las uñas de la pelirroja. Ía se percató de ello y cogiendo del brazo a la mujer, se la llevó a una esquina. Comprendí lo que ocurría al ver que hundía las yemas en el brazo de la vikinga mientras intentaba tranquilizarla. La expresión del rostro de Agda fue un reflejo del modo en que iba asimilando la noticia pasando de la incomprensión a la ira y de la ira a la aceptación. Al comprobar que al menos ya no estaba indignada, me acerqué por si mi presencia servía y fue entonces cuando ese mujerón me soltó que no sabía si abofetearme o comerme a besos.
-Personalmente prefiero la segunda opción- comenté sin saber todavía a qué atenerme.
-Debería matarte, pero no puedo dejar a mi niño sin padre- sonrió de oreja a oreja antes abrazarme.
Fue entonces cuando caí en que ese bello ser la había convencido al revelarle la existencia de un bebé creciendo en su vientre y buscando su perdón, la besé. La reacción de Agda al sentir mis labios fue desproporcionada y denotando que la ilusión de ser madre era superior a cualquier cosa, buscó mis caricias mientras me recriminaba que no hubiese sido yo quien le dijera que estaba embarazada.
-Iba a decírtelo esta noche- respondí mintiendo al no tener previsto comentar nada y que fuera ella la que se enterara al perder la regla.
Lo cierto es que me creyó y ya totalmente esperanzado con el hijo que la había regalado, me preguntó si estaba contento.
-Muchísimo, princesa- lamiendo la lágrima que corría por su mejilla, murmuré.
Para entonces Tomasa se había reunido con nosotros y demostrando que también ella estaba contenta, la felicitó con un abrazo. Agda al advertir la alegría de la mulata se volvió a descomponer y a moco tendido quiso saber cómo iban a hacer para que los hermanos se educasen juntos.

-Nuestro marido ha comprado una mansión para que vivamos todos juntos y desde ahora te digo que querré a tu retoño como mío- contestó besándola.
La rubia sollozó al sentir su apoyo y mirándome a los ojos, me preguntó si estaba de acuerdo. Hincándome frente a ella, le dije que, aunque no fuera algo legal si aceptaría ser nuestra esposa. Agda no pudo reprimir su llanto al decirme que aceptaba y lanzándose sobre mí, me llenó de besos. Besos que rápidamente Tomasa nos exigió compartir y uniendo nuestras tres bocas, sellamos el formar juntos una sola familia. Ía, que hasta entonces se había mantenido en segundo plano, se acercó y demostrando una timidez impropia de su carácter me preguntó si como les afectaba a ellas nuestro enlace. Me quedó claro que su pregunta se refería a si deberían considerar como “¿dueña?” “¿madre?” también a la sueca y no queriendo mojarme pasé pelota a Tomasa.
Mi adorada negrita sin soltar a la embajadora le hizo saber que en el pack entraba el “proteger” a las dos chavalas. La aludida sin dejar de sonreír replicó:
-Aunque no sé a qué me comprometo, desde ahora te digo que cuidaré de ellas. Me han hecho un regalo que nunca esperé y soy una mujer agradecida.
Muerta de risa, Tomasa murmuró en su oído mientras le daba un suave pellizco en pezón que ese par se volvían locas con la leche materna y que en cuanto pudieran se pondrían a mamar de ella. La vikinga al imaginarse a esas monadas succionando de sus pechos se estremeció de placer y prometió a darles de comer siempre y cuando su niño se hubiera saciado antes.
-Por eso no te preocupes, nuestras dos zorritas se ocuparán de que te sobre- susurró desternillada la mulata.
Interviniendo señalé antes de tomarlas de la mano y volver junto a Erik, que yo también pensaba participar en ese banquete. Al oírme, Agda me contestó que daba por descontado eso ya que si algo le había demostrado es que era un pervertido.
-¿Pervertido yo?- despelotado respondí: -¡Te recuerdo que fuiste tú quien me violó!
-Y pienso volverlo a hacer esta noche- llevando su mano a mi bragueta, me amenazó.
Mi pene reaccionó irguiéndose bajo el pantalón al sentir sus caricias y solo la presencia del sueco evitó que la tomara ahí mismo sin mayor dilación cuando restregándose contra mí me insinuó que lo hiciera. Tomasa impuso la cordura al pedirnos que nos aguantáramos las ganas hasta quedarnos solos.
-Eso haré si juras ayudarme a ordeñar luego a nuestro don Juan.
-Te lo juro- contestó y cerrando el asunto, la morena nos hizo ver que Ua totalmente borracha seguía cantando con el magnate.
Al mirarla recordé lo locuaz que se volvía con el alcohol y no queriendo que se fuera de la lengua, retiré de su mano el vaso lleno de licor mientras pedía a su compañera que la cuidara. Ía malinterpretó mis palabras y creyendo que le estaba exigiendo que le hiciera el amor, se dio la vuelta y mirando a la mulata y a la vikinga les preguntó si les apetecía acompañarlas a la cama. Agda al escuchar la propuesta se sonrojó, pero sorprendiendo a todos tomó de la cintura a Tomasa diciendo:
-¿Me acompañas a mimar a nuestras protegidas?

Los pezones de mi querida exempleada reaccionaron irguiéndose bajo su blusa y encantada con esa proposición, llamó a las chavalas para acto seguido dejarme a solas con Erik. Afortunadamente, el nórdico notó que deseaba acompañarlas y guiñándome un ojo, me azuzó a seguirlas comentando que era mi deber satisfacer a mis mujeres. Se lo agradecí abriendo de par en par mi bodega y me escapé rumbo a mi cuarto.
Al llegar a la habitación, Ía estaba desnudando a Agda mientras Tomasa se ocupaba de acostar a Ua para que durmiera su borrachera. No queriendo desperdiciar el momento, ayudé a la primera con uno de los tirantes. Al dejar caer su vestido, la rubia sonriendo dio entrada a la chavala. Ésta al contemplar los rotundos pechos que el destino había puesto a su merced, no se lo pensó dos veces y agachándose, comenzó a recorrer con la lengua las rosadas areolas de la vikinga mientras yo terminaba de desnudarla. Su víctima no pudo más que sollozar al sentir ese tierno ataque y girando la cabeza buscó mis besos, pero no los encontró porque llegando hasta nosotros fue la boca de Tomasa con la que se topó. Mientras mi adorada negrita forzaba sus labios, me apoderé del pezón libre sabiendo que mi maniobra iba a ser bienvenida. Lo que nunca preví fue que la endemoniada chavala le hubiera dado tiempo a modificar el cuerpo de la nórdica y por eso me impactó, saborear su blanca y suculenta leche que manaba de los pechos de esa mujer.
-No puede ser- exclamó Agda al percatarse que lactábamos de ella y ante tamaña sorpresa, se corrió.
Desde la cama, Ua pidió con voz alcoholizada su parte. La mulata al escucharla tumbó a la embajadora junto a ella y ejerciendo de maestra, le hizo ver que desde ese momento tenía dos madres. Adoptándola como ya habíamos hecho nosotros, la enternecida mujer llevó uno de los grifos en los que se habían convertido sus senos a la boca de la pelirroja, la cual sin distinguir propiamente el cambio buscó con ansia su maternal esencia.
-Tranquila- susurró al ver su desesperación.
Al oír su voz, Ua se escandalizó creyendo que nos había traicionado y solo cuando Ía le explicó que la sueca era también mi pareja, la joven se tranquilizó y olvidando sus reparos, volvió a mamar.
-Eres tú también mi bebé- poniendo a su disposición el pecho libre, recalcó Agda llamando a su compañera.
Emocionada por el cariño con el que la llamaba, Ía buscó acomodo a su lado y maullando como una gatita, buscó el pezón que le ofrecía. Al tener a esos dos bellos seres alimentándose de su esencia, la nórdica tomó realmente conciencia de que tras tantos años sola había encontrado una familia y con lágrimas en los ojos, nos dio las gracias.
-Somos nosotros los que tenemos que agradecerte a ti- respondí y respetando el momento tan íntimo que estaba disfrutando, preferí dejarla sola con esos dos bellos seres.
Llamando a Tomasa, le pedí que me acompañara a preparar el jacuzzi. No hizo falta que le explicara nada más porque comprendiendo mis motivos, la morena me siguió al baño.
-¿Has visto su cara? Realmente se siente su madre- comentó.
Sonreí con algo de angustia al estar de acuerdo con ella. Al igual que nos ocurrió a nosotros, esas criaturas habían despertado el instinto maternal de la cuarentona y eso lo quisiera reconocer o no, era algo anormal porque su reacción lógica y la nuestra debería haber sido la contraria. Tanto ella como nosotros nos deberíamos haber al menos asustado al enterarnos que no eran terráqueas y aterrorizado al saber que por su naturaleza esas dos y toda su raza querían a los humanos como simbiontes.
«Tenemos que explicar a Agda el peligro que representan», concluí apesadumbrado mientras mi bella negrita se ponía a preparar la bañera.
Sabiendo que le costaría ponerse en guardia ante quién había hecho realidad que pudiera quedarse embarazada, cuando exteriormente eran toda dulzura y sus actos parecían encaminados al bienestar de la humanidad en su conjunto, decidí no agriar su felicidad por lo menos esa noche. Estaba todavía reconcomiéndome con ese pensamiento cuando escuché que la rubia se levantaba y acudía a nosotros. Sus primeras palabras no hicieron más que ratificar mi decisión:
-Pobrecitas, se han quedado dormidas- murmuró en voz baja con una sonrisa de oreja a oreja.
La expresión de felicidad con la que llegaba tras darles de mamar incrementó las sospechas que tenía de que de alguna manera nos habían lavado el cerebro al comprobar que esa mujer sentía un cariño desproporcionado por ellas. Pero no me quedé ahí, sino que comparé su reacción con la nuestra y recordé que su llegada había provocado que nos sintiéramos inclinados a protegerlas cuando deberíamos haber huido de ellas. Mi buena Tomasa me sacó de esa espiral al decirnos que ya teníamos listo el jacuzzi. Agda se dejó llevar cuando, tomándola de la mano, la mulata la metió al agua.

-Eres preciosa- escuché que le decía mientras se abalanzaba sobre ella.
Satisfecho, entré a la bañera y por un momento mis problemas pasaron a segundo plano al ver que sin esperar mi llegada se besaban. Mirándolas sin unirme a ellas, me percaté que estaba completamente colado por las dos y aunque en el caso de la negra era algo normal, a la sueca apenas la conocía.
«Daría mi vida por cualquiera de ellas», pensé analizando la profundidad de mis sentimientos y evitando seguir analizando, me deslicé a su lado.
Al sentirme, Agda me dio entrada entre ellas y besándome me hizo coparticipe de su alegría, pidiéndome ayuda para amar a Tomasa. La negrita riendo la hizo saber que ella también era suya y atrayéndola, se apoderó de uno de sus pechos con una pasión contagiosa e imitándola llevé mis labios a la rosada areola que se había quedado libre. La nórdica al sentir nuestras bocas devorando sus pezones gimió descompuesta. Sus gemidos azuzaron mi lujuria y mientras seguía mamando de ella, apreté entre mis dedos un seno de la morena. Mi caricia abrió la espita y como si fuera un pequeño geiser, de esa negra maravilla brotó un blanco néctar que resultó una tentación irresistible a la que la diplomática no pudo retraerse y abriendo la boca de par en par, se apoderó impresionada por lo mucho que le gustaba el dulzón sabor de la leche de la costarricense.
-¡Dios! Es riquísima- exclamó totalmente entregada.
Desternillada por la manera en que lactaba de ella, Tomasa dejó que se saciara mientras deslizando la mano por el cuerpo de la rubia buscaba su sexo. Asumiendo mi papel secundario en la bañera, usé mis dedos para favorecer sus caricias y separando los hinchados pliegues del coño de Agda, permití que mi adorada morena fuera la que se apoderaba del botín.
-Me encanta- sollozó la sueca al notar por primera vez a una fémina mimando su clítoris y totalmente entregada, movió sus caderas siguiendo el ritmo en que esas yemas la tocaban.
El erotismo de la escena no me resultó indiferente y luciendo una erección antológica, permanecí a la espera de que me dieran entrada mientras contemplaba la pasión con la que se entregaban una a la otra. Tomasa al ver que me mantenía a parte me llamó y colocándome entre ellas, me pidió que me mantuviera quieto mientras rogaba a la que ya consideraba su pareja que se fuera empalando con mi pene. Agda no se hizo de rogar y sentándose a horcajadas sobre mí, se fue introduciendo lentamente mi erección. Su lentitud me permitió notar como su coño se iba abriendo para absorber mi virilidad mientras la morena mamaba de ella.
-¡Os amo!- surgió de su garganta al sentirse llena y sin esperar a que su cuerpo se acostumbrase a la invasión, comenzó a cabalgar usándome como montura.
El desenfrenado galope de la mujer zarandeó mi verga con violencia, pero no me importó al ver el brillo maravillado de sus ojos y saber lo cerca que estaba del orgasmo. Su calentura y la forma en que sus pechos rebotaban arriba y abajo animó a Tomasa a seguir masturbándola mientras lactaba de ella hasta que el triple estímulo de mi pene, sus labios y sus dedos llevaron a la sueca a un estado cercano a la locura.
-Me corro- aulló ya poseída y ante nuestra mirada, convulsionó al notar que todas sus neuronas ardían sumidas en el placer.
La fuerza y la profundidad de su clímax no menguaron la forma frenética en la que se empalaba e incrementando todavía más el compás de sus caderas, buscó que derramara mi esencia en ella. Su insistencia alargó su placer uniendo sin pausa una serie concatenada de orgasmos que la dejaron al borde de la histeria.
-¡No pares!- aun así, chilló al verse incapaz de desear que cesara el placer que estaba sintiendo. Haciéndola caso, usé mis manos para forzar todavía más mis penetraciones. Ella al notar que presionaba sus nalgas y que con ello su coño era maltratado todavía con mayor fiereza, se derrumbó totalmente exhausta.

Tomasa se enterneció al contemplar la sonrisa que lucía en su cara y uniendo sus labios a los de la sueca, me rogó que la dejara. He de reconocer que me costó ceder y dejar de amarla porque hasta la última célula de mi cuerpo me pedía que siguiera haciéndolo, pero comprendiendo que la noche no había terminado y que tendría ocasión de descargar la lujuria que se había acumulado en mis huevos, me separé de ella. Supe que había hecho bien al ver que se abrazaban y que me pedían que compartiera ese momento uniéndome a ellas. La ternura con la que ambas me besaron al hacerlo diluyó mi insatisfacción y cerrando los ojos, disfruté del cariño de esas dos espectaculares mujeres sin pensar en nada más.
Totalmente relajados, solo la llegada de Ía evitó que nos quedáramos dormidos en el jacuzzi. Desde la puerta se quedó mirándonos abrazados y conmovida por esa escena dudó en hacerse notar, pero el temor a que nos quedáramos fríos la hizo actuar y cogiendo unas toallas, nos fue ayudando a salir del agua. La ternura de la muchacha impactó a la sueca, la cual sin saber por qué dos lagrimones surcaron sus mejillas. Al preguntarle yo porqué lloraba, la rubia contestó que jamás había sido tan feliz como en ese instante con nosotros. La sonrisa con la que ese extraño pero bello ser recibió esa respuesta me hizo comprender que compartía con ella esa felicidad.
«No puede dejar de sentir empatía», pensé mientras veía el mimo con el que la secaba.
A pesar de no haber nada sexual en ello, he de reconocer que me excitó ser testigo del modo en que Ía ayudaba a ponerse un albornoz a Agda y por eso cuando me llegó mi turno, esa criatura se encontró con una más que evidente erección. Mi tallo inhiesto despertó su lado travieso y tomándolo entre sus dedos, la endemoniada chavala me regaló un largo lametazo antes de preguntar si mis dos mujeres habían sido incapaces de ordeñarme. Al escuchar su tono, Tomasa con picardía comentó que habían reservado mi esencia para ella. Ante esa respuesta y esbozando una sonrisa, Ía replicó que tenía satisfechas sus necesidades y que no necesitaría más hasta dentro de dos días.
-¿Cuándo os vais a enterar que los humanos hacemos el amor solo por placer sin buscar nada a cambio?- exclamó riendo a carcajadas la morena.
-Amada Asa, yo no soy humana.
-Si que lo eres y más de lo que piensas- contesté mientras la besaba.
Mi lengua forzando sus labios desmoronó su resistencia y restregando su cuerpo con el mío, insistió en que no la tentara porque esa noche era de Agda. La aludida vio llegado el momento de probar la resistencia de la cría y llegándole por atrás, comenzó a acariciarla mientras le decía lo mucho que deseaba contemplar cómo se entregaba a mí. Tomasa entendió que lo que realmente quería la nórdica era formalizar su entrada a nuestra familia y casi a empujones, nos sacó del baño.
-¿No querrás contrariar a tu nueva protectora?- preguntó mientras con ayuda de Agda tumbaba a la chavala sobre la cama donde dormía ajena a todo su compañera.

Su propia naturaleza la traicionó al verse obligada a acatar las órdenes de la que seguía considerando su dueña y por eso nada pudo hacer cuando las dos mujeres empezaron a recorrer con la lengua sus pechos.
-Sois malas conmigo- gimió al sentir que las hormonas tomaban el mando de su cuerpo humedeciendo su entrepierna.
-Y más que lo quiero ser- susurró en su oído la sueca mientras cogía uno de sus pezones entre los dientes.
El chillido de su niña al sentir ese mordisco indujo a Tomasa a imitarla y apoderándose de la otra rosada areola, se puso a mamar de ella.
-¡Santa luz!- bramó descompuesta al darse cuenta de que su parte humana gozaba con esas caricias llenando de flujo las sábanas.
Su exclamación despertó a la pelirroja, la cual al ver lo que se estaba perdiendo a trompicones se lanzó sobre el manantial en que se había convertido el sexo de Ía y como si quisiera obtener de ella su esencia, hundió su lengua entre los hinchados pliegues de su compañera. Ese ataque cogió desprevenida a la muchacha y sometida a los dictados de su cuerpo, gozó como pocas veces de las caricias que estaba recibiendo.
-Calla y disfruta- murmuré mientras observaba con detalle Ua meneando su trasero mientras daba cuenta del sabor de su coño.
La belleza de las nalgas duras moviéndose fue una llamada a la que no me pude resistir y llevando mis manos a esa hermosura, comencé a acariciarla mientras la azuzaba a sacar el néctar que brotaba entre las piernas de Ía. Mi insistencia y las caricias de mis yemas recorriendo su culo calentó sobre manera a la pelirroja y ya totalmente despierta me rogó que la tomara. Por un instante dudé sabiendo que seguía borracha, pero cuando elevando su voz me volvió a reclamar que la amara, no pude decir que no y me puse a juguetear con mi glande entre sus labios. Ua suspiró al notar que introducía brevemente mi pene en ella y echando su cuerpo hacia atrás, se lo clavó hasta el fondo.
-¡Mira que eres bruta!- dije al verlo.
Haciendo oídos sordos a mi queja, la pelirroja comenzó a gemir cuando sintió mi glande chocando con la pared de su vagina y presa de la sensación de sentirse amada, buscó con mayor denuedo su placer sin dejar de degustar el manjar que para ella suponía el depilado chumino de la hembra de su especie. La sincronía con la que nos amábamos sorprendió a Agda, la cual exteriorizó su sorpresa cuando Ía le pidió que compartiera con ella su esencia. Creyendo que le pedía mamar de sus pechos se los acercó a la boca, pero la preciosa criatura los rechazó y aprovechando su cercanía, hundió su cara entre sus piernas.
-¡Por Dios!- aulló cuando sin previo aviso la joven cogió entre los dientes su clítoris.
Ese mordisco despertó más si cabe su naturaleza ardiente y sin separarse de ella, buscó con la mirada a la mulata. Tomasa se abrazó a ella dejando su entrepierna a disposición de Ía. Ésta no desaprovechó el regalo y alternando con la lengua entre los sexos de ambas, incrementó la pasión con la que se besaban. Desde mi privilegiado punto de observación, comprendí que la pequeña estaba a punto de correrse al verla temblar sobre la cama y azuzando a Ua para que incrementara el acoso al que sometía a su compañera, aceleré el ritmo de mis caderas. Tal y como había previsto, la rubita sucumbió al placer explotando en la boca de la pelirroja. Al darse cuenta de que llevada por la pasión Ía derramaba su esencia, Ua decidió introducir un par de dedos dentro de su vulva para alargar su gozo. Al sentirse penetrada, la joven se retorció rogando que no dejara de amarla mientras Tomasa y Agda se desentendían de ella entrelazando sus sexos. buscando .
Para entonces la excitación acumulada en mi cuerpo me dominó y cogiendo la colorada melena de mi montura, me lancé desbocado en busca de mi placer. Mi enérgico asalto descolocó a Ua y sintiéndose amada, se corrió segundos antes de que me diese tiempo de derramar mi esencia dentro de su útero. La simultaneidad con la que ambos llegamos al orgasmo intensificó mi placer al notar que el flujo de la chavala corría a raudales por mis muslos y exhausto, caí sobre ella clavando con fiereza mi pene.
-Mi amado Íel- sollozó la pelirroja al sentirlo y girándose sobre la cama buscó mis besos mientras a nuestro lado la costarricense y la sueca seguían restregando sus coños en una ardiente tijera.
La belleza de sus cuerpos maduros amándose me obligó a contemplarlas y con satisfacción, observé que estaban a punto de caramelo y deseando que sincronizaran sus gozos, les ordené que se corrieran. No sé si esa orden fue lo único que necesitaban ambas para hacerlo fue ese empujón verbal o por el contrario fue casual, pero lo cierto es que ante nuestros ojos sucumbieron al placer totalmente entregadas.
-Te adoro, mi diosa- chilló Tomasa al experimentar en sus carnes su clímax.
-Te amo, mi sueño- contestó con determinación Agda sintiéndose realizada.
El cariño de las mujeres me hizo reír y pegando sendos azotes sobre los traseros de las dos jóvenes, las azucé a abrazarlas mientras me introducía entre ellas. Cansados pero emocionados al sabernos una familia, nos quedamos unidos sin que ninguno dijera nada y así entrelazando nuestros cuerpos, nos quedamos dormidos…


Relato erótico: MI DON: Raúl – Llenando huecos (37) (POR SAULILLO77)

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El boom de mi aparición en TV se paso tan rápidamente como surgió, gracias a dios, las señoras por la calle dejaron de pararme y en el mercado podía hacer cola en la carnicería sin que me acosaran, eso si, a la pobre Eli no la dejaban en paz, habían inventado en los programas rosas que yo era un monitor suyo, que me había seducido y que ahora habíamos discutido y por eso se había marchado de la capital, pero la historia dejó de tener gancho y pasaron del tema, menos mal, los ataques de risa que me daban en casa eran brutales, Teo y Manu se reían de mi cuando quedaba con ellos. Para mi sorpresa, Teo andaba ya con una chica rondándole, era mono y divertido, no era raro, la chica en cuestión era de su oficina donde trabajaba de informático, estaba rehaciendo su vida amorosa, algo que Alicia no hacia, seguía estudiando en la universidad que acababa de empezar el curso y de allí, a su casa, salvo salir con su hermana y el resto de las chicas del piso, no se sabia mas de ella.

Yo estaba disfrutando de los primeros días con Jeni, la deportista del parque que hacia unos días me había tirado, y desde entonces se convirtió en mi “zorra de las tardes”, cada día iba al parque sobre las 5 y media, hacíamos algo de ejercicio, y luego me acompañaba a casa, allí pasábamos un par de horas follando con gusto, Jeni se acostumbró rápido a mi polla y mis ritmos, y la bestia aparecía mas de una vez, pero al 2º polvo quedaba aturdida, la estaba enseñando a chupar bien una polla, pese a que sus mandíbulas casi no daban de si, ya se metía el glande entero, antes solo lamía y chupaba la punta, aunque el ritmo de sus manos era constante y muy erótico, aun sentía asco al correrme y hacerlo en su cara o su piel, pero era mas la impresión, ahora lo cogía con los dedos y lo chupaba con lujuria, del anal nada por ahora, pero ya se dejaba acariciar por encima, cuando la follaba de forma animal podría hacerla lo que quisiera, se corría tanto que dejaba todo perdido, luego se iba sobre las 20 o 21 horas y la pobre Dani recogía todo por la mañana. Al resto de chicas del parque las dijimos que Jeni me había pedido ir a mi casa a ducharse, para que no hubiera malos rollos, pero Lucy no era tonta y era madre, se lo olió a la 1º, y cuando se lo dijo a Lola, la menor, la furia de sus ojos fue inmensa. Me dio igual, pensaba tirármelas a ellas también, solo tenia que esperar que Lola fuera mayor de edad y encontrar un momento en la vida de Lucy en que no tuviera que ocuparse de sus hijos, de su marido no hacia falta, la dejó por una de 20 años cuando se divorciaron hacia 2 años, eso si, dejándola una pensión bastante buena, tan buena como para no tener que trabajar, me partí el pecho de risa cuando me dijo que la de 20 años le dejó al mes de enterarse que casi todo su gran sueldo se iba en la pensión y no podía seguir pagándole los detalles.

Pero era jueves ya entrada la noche, Jeni se acababa de ir, y los viernes no hacia deporte ni en el fin de semana Jeni estaba disponible, quería quedar con los amigos y salir a reírme y divertirme al ida siguiente desde bien pronto, así que tenia que planear mi siguiente víctima, y ya puestos a rellenar huecos en mi semana, mi objetivo, tenia que ser alguien para el fin de semana, entre semana ya tenia a Eli por la mañana, aunque ahora estuviera de viaje, y a Jeni por las tardes, pero el fin de semana estaba libre, demasiado. Miré entre los papeles del cajón, ¿quien podía ser? Si iba a salir de fiesta con los amigos necesitaba a una chica joven que no desentonara, y a su vez me espantara a las demás, sobretodo a Lara, que al verme tan recuperado insistía en que volviera entre sus pechos, me tentaban, pero era una apuesta segura, seria mi comodín cuando alguna de mi semana me fallara, así que fui haciendo una criba, demasiado mayores, indispuestas, ocupadas……….llamaba a algunas y aunque eran conversaciones subidas de tono no siempre es fácil encontrar a alguna libre, hasta que me encontré un papelito, era de Yasira, la hija de Luz, la ama de llaves de Eleonor, habíamos coincidido unas cuatas veces cuando venia con su madre a probar la piscina con el permiso de Eleonor, habíamos tenido nuestros cruces y su papel cayó en mis manos, la recordaba sensual, caribeña, con el tono color cacao en la piel, y su cuerpo en biquini frotándose con el mío en la piscina mientras jugábamos y yo la rechazaba con amabilidad, podría haber escogido a cualquier otra que no tuviera lazos con esa parte de mi vida, pero de pronto comprendí que seria el momento idóneo para demostrar una vez mas mi nueva faceta de cabrón, y llevarse de fiesta a bailar a una colombiana nunca es mala idea.

-YO: hola, ¿Yasira?

-YASIRA: si……..

-YO: ah, buenas, soy Raúl,…..no se si……..¿me recuerdas?

-YASIRA jajajaja claro que si, ¿que tal?

-YO: nada, todo bien, solo llamaba para preguntar que tal todo, no quiero que lo que pasó con Eleonor os afectara a tu madre y a ti.- me importaba un bledo en realidad, pero sonaba creíble.

-YASIRA: pues bien, muy bien en realidad, mi madre si que esta enfadada contigo, pero nos ha venido de lujo, ahora la ha hecho interna y vivimos en un chalet de lujo, a las afueras, ganamos mas dinero y vivimos mejor, aunque es un poco solitario.

-YO: ¿y eso?

-YASIRA: pues si, no se, es que esta algo apartado, y yo no tengo coche, aquí no hay nada con lo que divertirse y no me dejan traer a amigos.- de puta madre, parecía que el universo se alineaba a mi favor.

-YO: pues una pena………..- dejé un tiempo y cambié el tono como si acabara de recordar algo-……….oye, no se si te gustaría, mañana de noche unos amigos y yo salimos de fiesta a bailar y beber un poco, no se…… ¿te gustaría venirte?- se hizo un silencio sepulcral.

-YASIRA: no se……quizá no sea adecuado…….pero me apetecería……..

-YO: pues vente, te paso a buscar cuando quieras con el coche, y te llevó de vuelta cuando quieras, sabes que no bebo, será divertido y así charlamos y retomamos amistades, me quedé con muchas ganas de conocerte mejor.- podía notar su sonrisa a través de la línea telefónica.

-YASIRA: esta bien, no se, cuando puedes pasarte…….sobre las 19 horas mi madre y Eleonor salen de casa, puedo dejarlas avisadas que saldré y me recoges a la puerta de la urbanización.- me dio la dirección.- ¿te parece?

-YO: perfecto, pues allí estaré.

-YASIRA: tengo que ir de alguna forma especial……….no quiero hacer el ridículo.

-YO: como si yo te tuviera que decir a ti como una mujer debe de salir de fiesta a bailar……….sorpréndeme.

-YASIRA: jajajajaja pues nos vemos mañana……….. y muchas gracias.

-YO: de anda mujer, espero con ansias verte mañana.

Al colgar sentí un hormigueo en el estomago, como cuando ves algo en la nevera que no es para ti, pero que es tan delicioso que deseas comértelo, mas que por que fuera hermosa, que lo era salvo un mentón algo pronunciado, era un objeto prohibido, y eso me atraía aun mas. Yasira hablaba perfectamente el castellano, su madre la tuvo aquí y siempre había vivido en España, tenía 20 años y salvo algún acento, tenía una dicción perfecta, según recordaba un buen culo y tetas firmes sin exageraciones, pero sus pezones duros me habían hecho fijarme en ellos cuando sobresalían en nuestros juegos en la piscina.

Planeado ya el fin de semana, el problema era que era jueves de noche, y hasta, quizá la madrugada del sábado, no la tendría abierta de piernas, si es que lograba tal cosa, ¿un día y medio sin follar? De eso nada, estaba a punto de llamar a Lara cuando un mensaje me llegó, al leer el nombre sonreí, era de Mariluz, la presentadora MILF, por lo visto ser un carbón tenia premio, estaba mas pesada esos días que anteriormente, y ahora ya le daba igual todo, abrí el mensaje multimedia, un vídeo de ella masturbándose, “¿cuando me vas a follar?, me lo prometiste, quiero que tu enorme polla me folle así” metía un consolador bastante grande por su coño sin aparente dificultad, el universo me hablaba, yo obedecía. Cené y me acosté pensando cual seria la mejor forma de abordarla, tenia que ser por sorpresa, que la pillara desquiciada, como cuando la “ayudé” con la petaca del micro, aquella mujer era, o se creía, una tiburón blanco en busca de su presa, esas fotos y videos lo demostraban, lo suficientemente eróticos como para calentar a cualquiera pero sin llegar a verla nunca la cara, no era su 1º rodeo, lo hacia para que no pudiera usarlo en su contra al no reconocerla.

No recuerdo lo que se me ocurrió o lo que soñé esa noche, pero me levanté con una erección descomunal, solo una larga ducha fría me calmó los nervios, tenia tiempo, había madrugado, eran las 9 de la mañana, o al menos eso era madrugar para mi, desayuné un poco y me puse lo mas casualmente guapo y juvenil que podía, un polo rojo ceñido y solo un bañador azul marino, que a 1º vista disimulaba mi verga, pero en cuando me movía se marcaba, cogí el coche y me fui al plató donde se emitía su programa, estaba muy cerca, apenas 15 minutos, su programa ya había empezado, puse la TV antes de salir asegurando que estaba allí, como no, con un vestido ajustado, azul cobalto, sin mucho escote pero con la tela pegada a su piel marcando sus senos de forma sensual. Embobado casi tenia la polla morcillona al llegar al aparcamiento, temí por la seguridad de todos cuando pasé por el puesto de seguridad simplemente diciendo que venia con Eli a dar la clase de gim, ni se molestaron en saber que Eli estaba de viaje y que haría su clase en conexión en directo desde su nuevo centro en el norte. Me colé entre bastidores mirando como seguía el matinal hasta llegar las 10, y allí conectaron con Eli y todo pareció dejar de ser la TV por un segundo, gente hablando a gritos y moviéndose por el plató, unos de caterings, vestuario, sonido, era un caos, apenas divisaba a Mariluz entre el jaleo, charlaba con uno de los colaboradores mientras con gesto sensual se quitaba el micro del escote y lo dejaba caer por dentro del vestido hasta sacárselo por debajo de una falda ceñida que llegaba mas allá de sus muslos, pero no mucho mas, se sacó la petaca y lo dejó en la mesa mientras se dirigía hacia la zona de camerinos, algo mas despejada, donde la aguardaba agazapado tras un armario, Eli ya me había indicado donde estaba su camerino, mas grande y apartado del resto, paso a mi lado sin verme y cuando iba a entrar la sacudí en el trasero con la mano abierta, sentía vibrar mis dedos y ella dio un salto con los tacones enormes que casi la hacer caer hacia delante si no se agarra al marco de la puerta, un leve gemido quedó apagado por el ruido de la sala, se llevó la mano al culo frotándoselo por encima de la tela con brío y se giró con una mirada colérica cogiendo aire dispuesta a montar un pollo, con la otra mano en alto para golpear, pero al verme sonreír sacudiéndome la mano de dolor, tosió de frustración con una risa dibujada en los labios.

-MARILUZ: que animal eres, me has hecho daño…..- me miró esperando una disculpa que no llegó.-………. ¿que haces aquí? Hoy no esta Eli…….

-YO: no es a por ella a por quien vengo – mi pose directa y poco charlatana me había funcionado la 1º vez.

-MARILUZ: ahhhh si…..- su tono era de orgullo herido, pero sin dejarse de frotar el culo-……. por que llevo mas de una semana llamándote y no me haces caso…..

-YO: ahora estoy aquí.

-MARILUZ: eso ya lo veo, ¿que quieres?- se cruzó de brazos con gesto altivo.

-YO: a ti. – sonrió sin fijar la vista en nada.

-MARILUZ: ya supongo, pero es posible que a mi ahora no me apetezcas tu……- quería dominar la situación, era sutil pero yo la vi venir, si ahora me dejaba camelar seria un juguete mas del que se aburriría en unos días, así que saqué el móvil y, con el volumen a tope, le enseñé su vídeo metiéndose un consolador por el coño, gimiendo de gusto, su sorpresa la llevó a andar hacia mi con rapidez y cogerme el móvil trinado de el hacia abajo, aun en mis manos, pegando su cuerpo al mío.

-YO: ahora.

-MARILUZ: aquí no puede ser, loco.- sonreía al frotar sus manos en mi polla al estar pegadas al móvil.

-YO: ahora.- acaricié su estomago subiendo hasta sentir uno de sus pechos entre mis manos.

-MERILUZ: no, estate quieto- pero solo semmoviopara retirar su larga cabellera haca atrás con un gesto erotico.

-YO: ahora –mi otro brazo rodeó su cintura pegándola a mi y haciéndola reposar sobre mi cuerpo con aun sola pierna en el suelo, alzó la otra entre mis peinas lo que el ancho de la falda le permitía, echando la cabeza hacia atrás riéndose y apoyando una de sus manos en mi pecho.

-MARILUZ: dios, como sois los jóvenes, sois puro fuego- acarició con un dedo mi mentón mirándome con ojos tiernos.

-YO: ¿ahora? – fue la 1º vez que lo pregunté, mi mano seguía apretando su pecho mientras la otra bajó a aferrarse de su espléndido trasero, apretándola aun mas contra mi, elevándola medio palmo, lo justo para que aun la punta de los dedos de uno de sus tacones rozara el suelo, era alta, con esos zapatos pasaría del 1,85 fácil.

-MARILUZ: si, ahora.- me sujetó la cabeza y me besó con pasión – pero date prisa, en 20 minutos tengo que salir en antena.- metí mi mano de su trasero por dentro de la falda acariciando su tanga por encima.

-YO: me sobra tiempo para hacer que tiembles.- rió fuerte creyendo que estaba bravuconeando, de joven inexperto, pero a su vez se sujetó de mi cuello y de un salto se me subió encima rodeándome con las piernas cruzándolas a mi espalda, me agarré a su culo como si me fuera la vida en ello.

Pesaba bastante, era una MILF, corpulenta y con curvas, voluptuosa, no bajaría de los 70 kilos, pero no tenia ni rastro de carne sobrante, al entrar en su camerino la aplasté contra aun de las paredes mientras nos besábamos, ella tiraba de mi polo hasta sacármelo, al ver mi torso se mordió el labio mientras pasaba sus dedos por todo mi pectoral, yo a duras penas podía soltarla el culo, pero no estaba quieto, lamía su cuello, la hacia reír, tenia cosquillas, la dejé en el suelo y mis manos fueron a su cara, me pringué con el maquillaje excesivo que les ponen para salir en TV, aun así la besaba con lujuria, su lengua era lava, me quemaba en la boca, mis manos trataron de subir su falda, y hasta cierto punto lo logré, pero el vestido era tan ajustado y apretado que pasada sus caderas desistí de quitárselo entero, ya tenia acceso de su cintura hacia abajo, con un tanga diminuto, de color carne, la di la vuelta para dejarla apoyada en la pared y me agaché a besar su trasero, era enorme, caderas anchas y glúteos algo flácidos, me reía, ella se contorsionó para ver de que, tenia la marca de mi mano en el culo, roja en carne viva en la nalga derecha, se distinguían claramente la palma de mis 5 dedos, tiré del hilo del tanga hasta ponérselo a un lado y la encorvé la espalda para meter mi boca entre sus muslos, lamiendo un coño que chorreaba, lamía y chupaba de ella mientras arqueaba la espalda con su respiración, al levantarme me bajé el bañador, tenia la polla tan dura como por la mañana, y sin compasión alguna la penetré el coño por detrás, no me sorprendió nada que le entrara fácil y casi toda a la 1º, aunque su grito de sorpresa y lujuria si, lo habrían oído al otro lado de la puerta, seguro, tiré de los hombros de su vestido mientras su coño palpitaba sobre mi rabo, haciéndose sitio, saqué sus tetas por encima del ligero escote por que para mi regocijo no llevaba sujetador, y su tetas aun estaban tersas y juveniles, al tacto entendí que no solo eran operadas, si no que llevaban relleno, silicona, aun así las cogí con maestría notando sus pezones duros y rozándolos mientras comenzaba a follármela, era delicioso, el coño mas amplio que había tenido nunca, a las pocas embestidas ya la penetraba todo lo que la poción permitía, daba un respingo cada vez que entraba y un suspiro cuando salía, terminado con un “ohhh, que gusto”.

Sus gemidos estaban alcanzando un ruido ensordecedor, pero tuve que llamar a la bestia allí mismo, esa pedazo de hembra me estaba volviendo loco, pegaba a la pared mientras cerraba los ojos, pero su cuerpo acompasaba mis penetraciones, la bestia se cebó mas de 10 minutos en que su cuerpo temblaba ante mi continuidad, gemía y coceaba pero no se corría, la muy experta tenia aguante, así que tiré de ella para separarla de la pared, y con ella aun empalada me tumbé en el suelo con gran esfuerzo de tenerla en el aire, ella casi leyéndome la mente puso los tacones y sus 2 manos en el suelo y elevó su cuerpo un palmo, de espaldas a mi, tomé sus caderas y plantando bien los pies desaté mi ira contra su coño, se retorcía ante mi, sus piernas cedían por los tacones y bajaba el cuerpo solo para ser penetrada fuerte y más profundamente, se cansó rápido y se puso en pie con mi ayuda, se dio la vuelta y midiendo distancias me puso entre sus piernas y se arrodilló metiéndose mi miembro hasta el fondo, su boca era un túnel al sentir de nuevo como la abría, cuando movió sus caderas sabia que estaba ante una diosa del sexo, su cintura era rápida y elegante, y sus gesto de haberlos practicado mucho, mientras me acariciaba el pecho o la tableta con las manos, subía y bajaba deleitándose, gritando, jadeando y gritando más, y mas alto, en un arranque de ira y diversión cogí del tanga mal colocado, y tiré con tanta fuerza que ella se ladeó haca esa dirección,, al 2º tirón se rompió, lo hice un gruño en la mano y me alcé para agarrarla de la nuca y vencerla hacia mi pecho, la metí el tanga hecho una bola en la boca, y con una mano en su nuca y otra en la boca saqueé a la bestia, sus gemidos en la nuez eran música a mis oídos, y sus ojos, con el rímel corrido sollozando, pidiendo piedad, su espasmos me llamaban, sus cadera se derretía y cuando mas fuerte estaba dándola gritó, bueno, lo intentó, abrió tanto los ojos que me asusté al no ver el iris color grisáceo en ellos, luego los vi bajar y me tranquilicé, su orgasmos había sido esplendoroso, sus emanaciones me habían llenado la pelvis y las sentía calientes resbalar por mi piel, pero yo seguía zumbándomela, sentía que estaba cerca de correrme, y fue una gran idea continuar, descubrí que era multiorgásmica, y según seguía embistiéndola ella seguía corriéndose, fue maravilloso soltarla la mano de la boca y agarrar sus tetas para que dejaran de moverse, y que ella misma mordiera el tanga para apaciguar los sonidos de sexo. Eyaculé azotándola el trasero como a una montura camino de la batalla, los golpes retumbaban por la piel de su culo y por el camerino, al sentir mi leche caliente ella se venció a mi pecho, respirando de forma agitada y sonriendo.

La agarré de la nuca tirando de su pelo, su cara era de sadismo, lujuria y felicidad, la saqué el tanga empapado de babas y la besé con lengua hasta cortarla la respiración., “3 minutos” se oyó a alguien que había tocado en la puerta, ella ni se inmutó, trataba de recuperar el aliento. Fui yo quien la puso en pie, la arreglé el vestido mas o menos, cuando se fue a poner un tanga limpio la sujeté la mano y se la metí en su propio coño, cogiendo su corrida y la mía, luego se la llevé a la boca que chupó apasionada, la azoté el trasero un par de veces, pellizcándolo, entendió que iría sin bragas el resto del matinal, y salió de allí con gesto alegre y sin prestar atención a la miradas de los que estaban cerca de la puerta de su camerino, tuvieron que atrasar 2 minutos mas el regreso en directo para que los de maquillaje la adecentaran, y volvió en directo dando las gracias a Eli por su fantástica ayuda, no se si se refería a las clases o a mi, pero el final del matinal, hasta las 12, me lo pasé mandándola mensajes entre bastidores, Mariluz se mostraba distraída y poco centrada, metió la pata un par de veces, ahora comprendía sus videos de errores en Internet, se perdía por que me miraba a mi relamiéndose, rememorando el tremendo polvo que la había pegado, y me contestaba a los mensajes entre videos y reportajes.

-YO: ¿y si cuando acabes me invitas a comer?

-MARILUZ: no puedo, tengo que quedarme unas horas mas para preparan la semana que viene del programa.

-YO: una pena tengo libre hasta las 17 horas.

-MARILUZ: dios, no te quito de mi cabeza, siento como mojo mi entre pierna cuando me veo, y siento tu mirada acariciado mi cuerpo ummmmmmmmm –labia tenia, eso seguro.

-YO: tu misma, cuando acabe el programa me iré, tu decides sin vienes conmigo o no.

-MARILUZ: no me hagas eso, por favor, te deseo, quédate un rato………..- una serie de mensajes suplicandome llenaron mi móvil, pero no contesté a ninguno, y eso solo la puso mas nerviosa, mi miraba deseando que acabara el programa.

Tan despistada que hablando de un incidente en la fallas de valencia, en vez de decir “una buena falla” soltó un “una buena polla”, fue leve, y corrigió al instante, pero mientras en directo se pasó por alto salvo la cara de enfado de algún regidor, esas cosas en Internet se cotizaban, seria carne de programas de zaping, pero a mi me entró una carcajada que me tuve que apartar para que no me oyeran, el resto del programa lo pasé respondiendo a los continuos mensajes de Yasira, queriendo confirmarme la ”cita”, parecía mas inquieta que yo, sabia que quedar conmigo no seria del agrado de su madre y eso creo que la excitaba aun mas. Terminó el programa y di de margen 20 minutos, la veía corretear y hablar con mil personas, cuando la pillaba mirándome le hacia el gesto del reloj en la muñeca, sonreía y seguía intercambiando papeles con varios del equipo de producción, roznado el minuto 18 salió corriendo hasta mi y me cogió de la mano, riendo para meterme de nuevo en su camerino.

-MARILUZ: ya esta, podemos irnos.- lo dijo cerrando la puerta con el culo.

-YO: no me gusta esperar.- tenia que seguir siendo brusco y escueto.

-MARILUZ: ya lo supongo, pero aquí estas, y te lo tendré que agradecer de algún modo- se contoneó hasta abrazarme y besarme con sed de sexo.

-YO: ¿nos vamos ya?

-MARILUZ: espérate, me tengo que dar una ducha y quitarme el maquillaje y el hedor a sexo, dios, creo que lo han notado todos, apesto a sudor y semen.

-YO: es tu problema, date prisa o me voy de verdad.- ni de broma me iría, vaya descubrimiento acababa de hacer, esa mujer follaba casi tan bien como Madamme o Eleonor, o eso me pareció, y era la 1º vez que la tomaba, penetrarla era como a un oso de peluche, suave, tierno y cómodo.

-MARILUZ: bueno, ¿y si te duchas conmigo?- se abrió la escueta cremallera de la espalda del vestido mientras se frotaba por mi lado caminando hacia la ducha.

Al girarme se sacaba el vestido tirando de él con los pulgares rodeando su cuerpo, hasta sacarlo por los pies dejándolo caer, su cuerpo desnudo al darse la vuelta me gustó, sin duda hace 10 años aquella mujer era la definición de la belleza antigua, exuberante y llena de curvas con la piel tersa, ahora sus tetas habían caído y se notaba que su turgencia era mano del hombre, cierta piel de naranja en las caderas y los muslos y el cuerpo algo fofo, con algo de piel sobrante en los ante brazos, aun así era una visión agradable, con el coño rasurado al 0. Me llamó con el dedo mientras con una patada me tiró el vestido a la cara con gran puntería, cuando la alcancé desnudo en la ducha se había quitado los tacones, y era 10 centímetros mas baja, el maquillaje se perdía entre chorros mezclados con el agua tibia, y su espesa y larga melena perdía las formas onduladas ante la humedad, pero una mujer empapada era mucho para mi, la frote cada parte de su cuerpo, lamí de sus pechos, la besé mientras la penetraba de frente levantándola una pierna y la hice gritar de paisano mientras reventaba en su interior una y otra vez, la daba la vuelta follándola por detrás mientras mi mano la masturbaba con rapidez y su gemidos alcanzaban la gloria, me arrodillé a comerla el coño mientas pasaba una pierna por encima de mi hombro, se agarraba a mi pelo como si fueran las crines de un caballo salvaje, al levantarme ella hizo lo propio y soltando una sonora carcajada al agarrar mi polla con ambas manos, la chupó con habilidad, una vez degustado el uno al otro, la volví a penetrar con fuerza, era tan fácil y tan placentero que la bestia se deleitaba, la follaba tan salvajemente que cuando se corrió solo me enteré por su arañazos en la espalda, allí fui subiendo el ritmo hasta dar lo mejor de mi, todo, en unos 5 minutos finales en que sus multi orgasmos no cesaron y sus lamentos y gemidos tampoco, al correrme sentí un placer enorme, lamiendo y chupándole una de sus tetas, coronadas por pezones algo diminutos, no parecían acordes con su buen par de tetas, me di un agua rápida y me salí de la ducha para dejarla limpiarse a gusto, si mirada irradiaba deseo.

Me senté vistiéndome, a esperar, 10 minutos después de oír como se limpiaba el coño con tenacidad salió desnuda secándose el pelo con una toalla, me miró sonriendo y se sentó en mis piernas como si fuera papa noel, me besó con tensión mientras la metía mano por mil sitios.

-YO: tengo que avisarte, no te preocupes por que me haya corrido dentro de ti………

-MARILUZ: ni tu, tomo la pastilla a diario.

-YO: ¿y eso?

-MARILUZ: el medico me lo recetó por que dice que ayuda a regular mi cuerpo, además, nunca se cuando me van a entrar ganas de divertirme.

-YO: pues nada entonces, mi vasectomía no viene al caso.

-MARILUZ: ¿y ahora que hacemos?

-YO: ponte algo encima y me invitas a comer, luego vamos a mi casa y seguimos hasta las 17 horas.

-MARILUZ: ¿y por que tan pronto?- me besó con dedicación.

-YO: por que he quedado con otra a la que tirarme.- me abofeteó la cara, enfadada.

-MARILUZ: ¿como te atreves?

-YO: ¿que te pensabas?, ¿que vivo por ti?, follas bien pero no eres la única a la que me voy a tirar, si te parece mal dímelo ahora.

-MARILUZ: pues no me hace gracia, vete dejándolas……..- sonreí al meter mi mano entre sus mulos y acariciar su coño, se resistía pero luego se abrió de piernas.

-YO: no voy a dejar a nadie, ¿y yo te he pedido que dejes a tu marido?- me miró consternada.

-MARILUZ: creía que eso no te importaba……..- suspiraba al sentir mis dedos penetrándola.

-YO: y me importa una mierda, ya lo has visto, ni a mi y seguro que a todos los chavales que te has estado follando con tu marido lejos, tampoco – me miró como si aquello fuera un secreto. – así que no te hagas la pobre esposa afligida, eres una golfa en busca de sexo, como yo, y podemos seguir siendo eso, juntos o por separado.

-MARILUZ: no soy ninguna puta.- me besó al sentir como la frotaba el clítoris.

-YO: no he dicho que lo seas, follaremos cuando queramos, pero ni yo soy tuyo, ni tu eres mía, no como para pedirnos nada.

-MARILUZ: no eres un joven novato y nervioso, no como los anteriores……- me acariciaba al pecho mientras lamía mis dedos bañados en los jugos de su coño.

-YO: no, no soy como ellos……..

Se vistió delante de mí, de nuevo se fue a poner unas bragas y la azoté negándoselo.

-MARILUZ: ¿y que quieres que me ponga?- sonreí al ver lo colorada que tenia la nalga de mis golpes.

-YO: lo menos posible y lo mas fácil de quitar.

Cogió una falda hasta las rodillas, vaporosa, un sujetador de encaje y una blusa amplia de flores con los hombros al aire, unos zapatos cómodos y se pintó los labios y poco mas, si vierais una foto de ella en el programa y otra de ella sin el bote de pintura que la ponían encima no la reconoceríais, era guapa, pero tenia la piel mucho mas curtida y envejecida de lo que se ve en TV. Con unas gafas enormes de sol en su cara nos fuimos a mi coche, comimos en un buen restaurante, de esos caros pero que te ponen bien de comer, charlamos un poco de tonterías, mantenía cierta distancia emocional, si la dejaba acercarse intuía que caería en su trampa. Al contrario que con Eli, a ella casi nadie la reconocía, y era normal, sin el maquillaje nadie diría que era ella.

Cuando llegue a casa Dani estaba terminado de recoger lo que Jeni y yo armamos la tarde anterior, tampoco reconoció a Mariluz pese a que trabaja con su programa de fondo, saludó cortésmente, Mariluz con cara de asco al oírla hablar, y se retiró a la cocina, Mariluz no tuvo tiempo ni de hablar cuando vio la piscina, la levanté la falda y me saqué la polla para penetraba contra el cristal de la terraza, horrorizada por la presencia de Dani no muy lejos, se retorcía al inicio pero mi miembro la estaba matando creciendo dentro de ella antes de que pudiera hacer nada, a los pocos minutos jadeaba y pedía mas, vi a Dani mirar de reojo desde la puerta de la cocina, le quité la blusa a Mariluz y se la tiré a Dani que se escondió asustada ante mis carcajadas, le quité el sostén y en un hábil gesto la falda, ya estabamos los 2 desnudos cuando la cogí en brazos y me la llevé a la habitacion de invitados de abajo, la tiré a la cama y metí mi lengua en su coño, rebosaba de fluidos y lamía con sabiduría, su clítoris eran tremendo, enorme y sobresalía mas cada vez que lo chupaba, se cruzaba de piernas rodeando mi cabeza con las pantorrillas mientras se aferraba a mi cabello, luego la penetré de nuevo, dios, que sensación tan libre, tan placentera, echado sobre su cuerpo lamía y chupaba sus tetas mientras la follaba a gran velocidad, cuando me separaba acariciaba mi torso relamiéndose, se corrió tan fuerte que pingó las sabanas limpias, yo bombeaba sin parar hasta sacar a la bestia y correrme dentro de ella, aplastado sus tetas con la cara. Me tumbé boca arriba y ella se dedicó a chupármela hasta tenerla tiesa otras vez, veía con alegría como se estaba babeando sus dedos y abriéndose el culo ella sola, sin decirla nada ya estaba preparándose para que la follara por el culo, “donde has estado toda mi vida”, pensé, se acuclilló y con un facilidad similar a su coño fue metiéndose mi rabo por el culo, le temblaban las piernas cuando la tuvo toda dentro y se dejó caer sobre mi besando lasciva, allí la bestia reapareció y sentía como la abría un túnel entre las nalgas, sus golpes en mi pecho solo me marcaban que iba bien, sus gritos y movimientos de cadera era fuertes, pero se puso roja cuando el orgasmo anal la llegó, explotó, nunca mejor dicho, en una barbaridad de fluidos que me bañaron entero y gran parte de las sabanas, y siguió haciéndolo hasta que 10 minutos después me corrí en su culo con embestidas tan fuertes que notaba el dolor en su rostro.

La di otro azote brusco en el culo ante sus risas, brillaba de sudor y sus tetas rebotaban de la respiración, yo igual, sudando y asqueado lleno de fluidos, me la saqué de encima, lamía mi tableta como si fuera de chocolate, y me fui a la piscina, me tiré de cabeza y degusté el momento, solo unos minutos, los justos para oír algunos gritos en la casa, fui a ver que pasaba y estaba Mariluz tapándose con una sabana increpando a Dani, que se mantenía quieta de pie con las manos juntas por delante a la altura del vientre y la cabeza gacha, sonrojada.

-YO: ¿que pasa?

-DANI: sentir, señor, yo no querer……- la interrumpió.

-MARILUZ: tu no querer, tu no querer, tu ser lista – le hacia burla con el tono- aquí la mirona se ha metido a ver a quien te estabas follando, ¿verdad?- la acusaba con el dedo.

-DANI: no, yo solo querer limpiar sabanas, yo oír piscina y pensar que habitación vacía.- alzó la cabeza un poco pero se la agachó Mariluz de golpe.

-MARILUZ: una mierda, me has reconocido y quería asegurarse para ir a venderlo a la TV, como odio a esta chusma – ahora me miraba a mi – vienen de fuera a robarnos el trabajo o sacarnos el dinero como sea. – Dani estaba roja de ira o impotencia, casi la oía sollozar. – mándala a la mierda, pero ya, y no la pagues un duro, esta no tendrá ni papeles ni nada – se giró hacia ella – eh, ¿a que si? has visto a la Mariluz de la TV y ha pensado que podrías sacar un dineral para tus 30 hijos, ¡¡¡sanguijuelas, que sois todos parásitos!!!!- Dani la miró asustada al fijarse bien y reconocerla.

Me tomé unos segundos para pensar, joder, que bien follaba aquella mujer, pese al chapuzón aun olía a ella, estaba claro que la faltaba un cable si se ponía así con Dani, pero si follaba así, ¿que mas daba?

-YO: lo siento, pero voy a tener que echarte. – Dani levantó la cabeza casi llorando, suplicandome con los ojos mientras Mariluz se regodeaba.

-DANI: por favor, no, yo solo querer limpiar habitación antes de ir – me miró temblándole la barbilla.

-YO: lo se, y te creo – de hecho le había pedido que siempre que pudiera dejara las habitaciones hechas- por eso, y con gran dolor, te pido que te vayas…………… vístete y márchate.- Dani extrañada, casi podía verla pensar, ella iba vestida, la que iba desnuda era Mariluz, cuando lo entendió se giró a mirarla con la cara iluminada, viendo como Mariluz estaba blanca como la leche.

-MARILUZ: me………….me estas tomando el pelo, ¿no?

-YO: ya me has oído, nadie viene a mi casa a gritarle a mi gente, vístete y sal.- la cara de Dani era un poema, solo superada por la de Mariluz.

-DANI: yo………señor……….no hacer falta………….yo…….- no sabia ni que decir.

-YO: tú cálmate…………. y ponte aquí a mi lado – obedeció agachando la cabeza con una sonrisa incontrolada en la cara.

-MARILUZ: ¿pero tu estas mal de la cabeza? ¡¡¡¡Si acabamos de esta follando, me has abierto el culo carbón de mierda!!!- si no estaba seguro de lo que estaba haciendo, esas palabras me convencieron, en el fondo, quería ser un carbón, pero era un carbón sincero y leal, le prometí a Dani que cuidaría de ella por encima de las “visitantes”, y eso estaba haciendo.

-YO: no veas como lamento esto, follas como si fueras algodón de azúcar, pero vístete y vete, no te lo repito.- se recogió parte de la sabana con que se tapaba y se plantó delante de mi apuntándome con el dedo.

-MARILUZ: déjate de bromas pedazo de payaso, ¿te crees que puedes jugar con los mayores?, ¿que me puedes follar cuanto te plazca y luego sacarme de tu casa? No me tientes, te puedo destrozar la vida, mequetrefe, como te atreves……..- siguió gritando cosas similares, cuando se cansó, su cara parecía que iba a estallar.

-YO: ¿ya?- asintió con firmeza.- Dani……….su ropa – me miró buscando confianza, se la di, corrió y cogió su falda, su blusa y su sujetador, y me los dio.- gracias.

Me acerqué a Mariluz y le arranqué la sabanas de las manos quedando desnuda, le di la sabana a Dani, que tenia la boca abierta y sonreía, le di su ropa a Mariluz y la agarré del brazo con dureza, iba gritando y pataleando mientras la dirigía a la puerta, me soltó un bofetón fuerte cuando abría y amenazó una vez mas antes de que la diera un leve empujón que la hizo tropezar y caer al suelo del pasillo de los ascensores, me tiró un zapato que golpeó con la puerta al cerrarla.

Al girarme Dani se me echó encima llenándome de abrazos y besos en las mejillas, me daba las gracias y decía algunas palabras en rumano que no entendí, la dio igual que estuviera empapado de la piscina, y desnudo, reía al escuchar aun a Mariluz golpear la puerta y berrear.

-DANI. Yo gracias, yo gracias, no poder decir suficiente.- me sujetaba de las mejillas con lagrimas en los ojos.

-YO: no pasa nada, ya te lo dije, tu eres mi ama de llaves y confío e ti, ¿acaso tu no confiabas en mi?- la rodeé por la cintura con las manos.

-DANI: yo si, si, yo confiar mucho.- mentía, una cosa es lo que yo la dijera, quizá por acostarme con ella podria suponer, y otra que realmente cumpliera mi palabra, y lo había echo.- tu no deber, señora Mariluz de TV, poderosa, puede hacer daño tu.

-YO.: tu no te preocupes por ella, es cosa mía.- su mirada era de adoración, por un instante se vio en la calle con marido sin trabajo y un hijo, perdiendo no solo el único sueldo de su casa, si no un gran sueldo que con los extras les daba para vivir bien, no hacia falta que lo dijera, se leía en sus ojazos azules.

-DANI: yo gracias, mucho, yo…..yo……..yo follar tu ahora ¿si?- me volvía a reír, esta vez no era un caramelo, me quería ofrecer un premio por mi bondad.

-YO: no, estas agradecida, y eso no es deseo.

-DANI: si, si, si, yo deseo mucho tu, tu follárme bien – se alzó para besarme en los labios, sabían bien, pero la forma de hacerlo era sin cariño ni afecto, solo físico.

-YO: no, para, no me deseas, ¿solo quieres dejar de estar en deuda conmigo? – asintió con algo de rubor.- pues hazme un favor, mándale un mensaje a Eleonor, dila que hoy he quedado con una chica, que parezco mas alegre, pero no le digas con quien.

-DANI: si, yo no decir Mariluz a nadie, yo jurar- cruzó los dedos de una mano besándolos.

-YO: no, aunque eso tampoco, no se cuanto podrías sacar por vender esta historia a la prensa, pero piensa que cuando se acabe lo que te den, no tendrás mas trabajo, nadie te contrata si vas hablando de mas – me aseguré de que tuviera la boca cerrada, con lógica.- aquí tienes un sueldo bueno y fijo, mientras te comportes.

-DANI: si, yo entender.

-YO: perfecto, tu mándale un mensaje y dila que esta noche salgo de fiesta con una chica, y dime lo que te responda – asintió con una sonrisa enorme y me volvió a besar en la mejilla pero cerca de mis labios.

Se fue cogiendo el móvil para obedecer, no me hacia falta verla hacerlo, si no me había ganado ya su lealtad con el dinero de los extras, con aquella jugada maestra seria mía para siempre. Lo hice por cumplir mi palabra, claro que si, pero me haba costado un coño delicioso, aproveché la jugada para tener a Dani a mis pies, además quería saber si Eleonor seguía interesada en mi vida y como reaccionaria. Eran cerca de las 15 horas, mi siesta rutinaria, esa vez tomaba un cariz diferente, tenia que estas descansado y sin sueño, planeaba una noche larga de fiesta, y tenia que trabajar por la mañana del sábado, quizá me tocaría ir sin dormir a colocar aquel dichoso almacén, seguía trabajando allí para tener mi propio dinero, incluso al no pagar casa ni caprichos de mujeres, estaba ahorrando algo, sumándole a los 40.000€ que aun tenia en el banco, dormí pensando en mi vida de prostitución, en Madamme, en Zeus, en aquellas mujeres y la Geisha, en aquella fiesta de ricachones donde destrocé el culo del pobre David por internar jugármela, no, por internar jugársela a Zeus, en el fin de semana con la supermodelo, dios, todo lo que hice para nada, ¿para nada?, no había tenido 2 años, o año y medio, de felicidad con Ana, pura y sincera, había merecido la pena, y ahora pensaba que aun sabiendo como acabó, lo volvería a hacer todo, antes y después, cada minuto junto a ella fue un regalo y ahora lo sabia. Aun ese tipo de pensamientos llenaba mi mente cuando quería quedarme en blanco, solo la dulce voz de verbos sin conjugar despidiéndose me desveló, entre semana trabajaba pero el fin de semana no, no la volvería a ver hasta el lunes, me dijo que Eleonor la respondió un ”OK” sin mas, sonreí, y Dani se fue.

Me sonó el móvil, malditas alarmas, cometí el error de poner una canción que me gustaba de tono, ahora la detestaba, pero me sentía renovado y con fuerzas, comencé un completo en el baño, evacuaciones menores y mayores, baño relajante y concienzudo, repaso corporal de pelos sueltos y arreglarme la barba de 3 días, tenia un bote de gel fijador efecto mojado que nunca había usado, gracias a los genes de mi abuela tenia el pelo espeso, fuerte, sedoso y con un ligero inicio de remolino en la zona del flequillo, siempre que no me lo dejara crecer mas de 2 meses me quedaba de cine, si pasaba de allí se me empezaba a poner un cardado de abuela de pueblo mezclado con pelo afro hacia arriba. Higiene personal completa, oídos, pelo de la nariz, cepillarse los dientes, enjuague bucal, desodorante en abundancia y medio bote de colonia potente, me gusta la sensación de sentir como las mujeres me huelen y me preguntan por la colonia, joder, al mirarme al espejo me sentía el ser mas vanidoso de la tierra, me veía atractivo. Hora de vestirse, ¿silps ajustados? Que le den, a pelo, vaqueros ceñidos solamente, y colocando el paquete para marcar rabo como dios manda, para eso lo tenia, con un fuerte cinturón de cuero marrón, había sacado el traje de Eric, eso me hizo recordar a Paula y la “promesa” de mas trajes, pero ahora no tenia tiempo para ir hasta allí, pero me seria útil, una camisa blanca sin meter por dentro del pantalón, si levantaba los brazos se veía parte de mi ombligo trabajado, sin corbata y con varios botones del pecho desabrochado, sin marcar mas escote que las mujeres, eso lo detesto, cogí la chaqueta del traje y me la puse por encima, como un guante me la dejó Paula la ultima vez y así seguía, calcetines y una botas de montaña que se pusieron de moda, al verme en el espejo me enamoré a mi mismo, no sabia si aquello combinaba o no, pero yo me veía arrebatador, un poco mas de colonia en la ropa, sobretodo en el cuello y el pecho, por donde solían llegarme la nariz de las mujeres, y por hacer la gracia me eché unas gotas mas en el paquete abultado, “por si acaso”, llaves en un bolsillo de mano de la chaqueta, cartera con dinero en efectivo en el bolsillo del culo de los vaqueros y móvil bien cargado al bolsillo interior de la chaqueta, perfecto.

Cogí el coche apurado, eran casi las 18:15, y había quedado en recoger a Yasira a las 19, por suerte miré el camino en el PC y tenia mas o menos claro como ir, era a las afueras en la zona norte, de camino llamé a Eli por el manos libres y la expliqué con detalle lo ocurrido con Mariluz, no quería que la afectara, Eli se reía explicándome que no pasaba nada, Mariluz estaba como una abeja reina a la que le habían quitado su enjambre, Eli la estaba quitando el protagonismo y ya trataba de echarla, pero la cadena se lo negaba ante las buenas audiencias, y si se atrevían, tenia ofertas mejores de otros 2 canales de TV, la saludé y me dijo que me echaba de menos, pero aun estaría unas semanas de viaje, de gira por España, la dije lo mismo, que la echaba de menos, pero ambas sabíamos que mentía en parte, así tendría el tiempo necesario para cumplir mi reto de la semana completa. Yasira vivía en una urbanización de lujo, al llegar las carcajadas me desconcertaban de la conducción, era la misma donde las moles de Madamme me habían llevado cuando fui a su casa, pero era una pequeña ciudad en si misma, con parques, centro comercial, centros de golf y tenis, al llegar a la entrada y parar miré el reloj del coche, las 19 en punto, si había algo que me molestaba era llegar tarde cuando quedaba y solo me molestaba, incluso mas, llegar antes y esperar solo, ser rigurosamente puntual me producía cierta satisfacción, al no ver a nadie mas salvo un puesto de guardia con un gordo con gorra mirándome mal, le mandé un mensaje a Yasira.

-YO: ya estoy, ¿donde andas?

-YASIRA: ya salgo.

-YO: ¿espero fuera o entro a buscarte?

-YASIRA: no se, siento tardar……he tardado en convencer a mi madre de que me dejara salir.

-YO: coño, ni que fueras prisionera, sales de fiesta con amigos, no pasa nada.

-YASIRA: ya………. pero querían saber con quien – sonreí, sin duda Dani había cumplido su cometido.

-YO: ¿y que hago?, estoy en la entrada

-YASIRA: deja que llame al puesto del guardia y te deje pasar, así te voy guiando hasta la casa.

Accedí ansioso, el guardia me hizo un egos tras colgar un teléfono y entré, sus indicaciones eran precisas y rodeé la casa, cuando llegue allí convencido de que mi llegada la cortaría el aliento, bien arreglado y con el coche de lujo, al que se le cortó al respiración fue a mi, la vi correr lo que podía con unos zapatos negros de tacón enormes, una mini falda negra, que mas que minifalda era un cinturón grande, elástica y ajustada al mililitro, con un top dorado, apenas la cubría piel del torso, brazos y hombros al aire, al igual que toda de la espalda y los costados, dejando ver en algún gesto el nacimiento de sus senos, era una fina tela ceñida que la rodeaba el cuello y bajaba por sus senos con un amplio escote, la tela se abombaba un poco en su ombligo, y tapaba su vientre, una serie de finas tiras unían los lados de la tela de sus costados por la espalda, sin sujetador, con un colgante de bisutería que brillaba en su cuello, ya se lo había visto antes, seria un adorno personal, algunas pulseras que resonaban en su brazo al chocar unas con otras y unos ligeros pendientes, todo dorado, con un bolso de mano negro y dorado, al entrar en el coche su respiración era agitada, su tuvo que bajar la minifalda haciendo fuerza con la espalda en el asiento, por que al hacer el gesto de entrar la vi lo que sin duda era la parte del coño de un tanga negro, o al menos al agacharse para meter la cintura en el asiento no había ni rastro de marcas de bragas en su culo, cuando cerró la puerta y me miró apremiándome para salir disparados, me quedé mirándola como un idiota, su cara era preciosa, había relajado su marcada mandíbula con una línea de maquillaje en los pómulos que lo disimulan y con ahumado oscuro de sombra de ojos con purpurina dorada que resaltaba, más el blanco de sus ojos, que el iris color miel, con un suave pintalabios rojo oscuro que no destacaba, esa era la idea supongo. El pelo era largo, la recordaba con el pelo enmarañado y rizado de antes, pero ahora estaba liso, liso y brillante, le tapaba parte de la cara del lado derecho como una cortina de agua oscura y preciosa, y en la izquierda un par de horquillas, como no doradas, en el pelo se lo sujetaban por detrás de la oreja, cayendo alegremente en su hombro, era tan largo que se rozaba las piernas con el.

-YASIRA: ¡¡venga, vámonos!!- reía mientras me sacudía en el hombro con el tintineo de las pulseras.

-YO: esto…….si, perdona….joder……..estas…….- buenísima iba a decir-………espectacular.- sonrío complacida y torneando los ojos.

-YASIRA: muchas gracias, espero no haberme pasado, ¿estoy bien? – bufé conteniendo en mis labios la burrada que la iba a soltar.

-YO: estas perfecta.- volvió a sonreír y con su mano aun en el hombro sacó pecho acercándose a mi para darme los 2 besos de rigor del saludo, riéndose un poco y pasándome sus dedos por la mejilla, yo no podía apartar la vista de su escote, se veían gran parte de sus senos desde ese ángulo.

-YASIRA: jajaja mira como te he puesto – trataba de levantar mis ojos para ver los suyos, mientras me limpiaba algo de su maquillaje en la cara, me daba igual cual o que, me habría enamorado de ella allí mismo, su tono de piel era oscuro, mas que Ana, pero no negro, si no del color de la madera barnizada, pero mi mente estaba a otras cosas, quizá en otra vida.

-YO: me alegro un montón de verte.- una verdad distorsionada.

-YASIRA: y yo, aunque debo reconocer que esto es un poco raro, después de tanto tiempo…….

-YO: ya, pero ya que hablamos, y me decías que te aburrías, pues una noche de fiesta nunca va mal.- sonreí con mí caída de ojos, se sonrojó un poco.

-YASIRA: pues si, estoy harta de esas 2, necesito despejarme, ¿me llevas?- la cogí de la mano y la besé con cortesía.

-YO: este será vuestro carruaje, yo vuestro caballero y vos, si así me lo concedéis, mi princesa.- giró la cabeza halagada, se llevó una mano al pecho doblando la muñeca con gesto de realeza y sonrió torneando la vista, ante la broma que era mas que eso.

-YASIRA: llevadme, Sir Raúl.- tardamos unos segundos en separar nuestras manos.

Al arrancar se cruzó de piernas y se volvió a bajar la minifalda, lo iba a pasar mal esa noche, a nada que se moviera se le subía mucho mas allá de lo decente, pero yo y todo el que mirara se iba a deleitar con unos muslos firmes y si estaban atentos, de la visión de su ropa intima mas de una vez. Me fue indicando para salir de la urbanización, aquello era un puto laberinto, hasta creo que pasé por la casa de Madamme, una vez fuera me percaté de las cámaras, había en cada entrada y salida, y seguro que por dentro había mas que no vi, charlamos de camino de vuelta a Madrid, mi afabilidad y sus ganas de socializar eran buena combinación, odiaba vivir allí, no conocía a nadie y hablar con los vecinos casi era pecado, y sus pocas amigos se habían alejado de ella por que Eleonor se mostraba inflexible con el tema de meter en su casa a jóvenes, al parecer mi experiencia la tenia aun de los nervios, me estaba dando una mina de información sin pedírselo, no la prestaba mucha atención la verdad, cambiar de marchas era una delicia, rozaba con los dedos su pierna, ella no la apartaba, y el cinturón de seguridad la apretaba entre los pechos, se tenia que estar colocando la tela de la mini falda y el top de forma constante, con unas manos cuidadas, elegantes, con uñas largas y pintadas, para tapar su coño y que no se le salieran las tetas por los lados del top, parecía que se iban a salir en cualquier momento, pero no lo hacían, me pilló comiendo con los ojos varias veces mientras solo sonreía, por que ella hacia lo mismo, bajé una ventanilla un poco para airear el coche, entre mi colonia, su perfume a rosas y el ambientador de pino del coche, casi mareaba.

Hacinamos quedado con mis amigos sobre las 20:00 en un bar donde servían cubos de botellines de cerveza helada y tapas para picar, era barato y nos conocían, además de tener una terraza enorme en la calle que cerraban sobre las 12 de la noche, y no estar lejos de una zona de marcha, llegamos algo tarde, a las 20:15, aparqué dando un par de vueltas con bastante suerte, ¿un viernes a esas horas en el centro de Madrid?, milagro, quedó un poco retirado y Yasira se pegó a mi brazo cuando se lo ofrecí, aparte de por que me encanta la sensación de tener a una mujer agarrada de mi brazo, por que sus tacones eran de vértigo y un mal paso podía acabar con la fiesta antes de empezar, caminamos despacio pero firmes, sabia llevarlos, acaparamos las miradas de alguno y alguna por la calle, y aun así, fuimos los primeros en llegar. Saludé al dueño del bar que bromeó conmigo haciendo tiempo, en cuanto un hueco de la terraza quedó libre nos coló dándole igual que muchos se quejaran ya que estaban esperando antes y que unos se fueran, pero no era tonto, sabia lo que significaba que alguien de mi grupo estribera por allí, nos sirvió un 1º cubo, del que ella tomó una cerveza agradeciendo las palabras de cariño del dueño del bar, a mi me trajo lo de siempre, un par de colas y una tabla de fritos, calamares, croquetas, patatas y gambas, luego sacó una de boquerones y aceitunas gratis , y otra de patatas de bolsa, reitero no estaba loco, sabia lo que hacia, a los 5 minutos aparecieron Manu y Teo, las abracé con fuerza, y les presenté a Yasira, Manu se quedó mirándola tan bobo como yo antes, charlamos y con el paso de los minutos y las risas, iba llegando un goteo de gente, un par mas de amigos del instituto, amigos de Manu, algunos con sus parejas, la nueva novia de Teo, de su trabajo, bastante mona aunque no me llamó en absoluto, a mi entender bastante peor que Alicia pero lo cierto era que no tenia ojos para otra que no fuera Yasira, trataba de que no quedara desplazada ante tanto desconocido pero al poco tiempo ya había charlado con casi todos y Manu Teo y yo montamos nuestras discusiones entre bromas donde participaba ella con asiduidad, los cubos de botellines corrían y los paltos de comida. Se me estaba haciendo muy amena su compañía, disfrutaba su cuerpo, una visión preciosa, de su forma de arreglarse la minifalda o el escote, con clase, y era divertida, era muy fácil hablar con ella.

Sobre las 21:30 aparecieron las chicas del piso de estudiantes, había mas, algunas amigas o compañeras de la universidad, lo que los tíos llamaríamos un rebaño de ovejas, eso teniendo en cuenta que nosotros seriamos los lobos, y no ellas, todas bien arregladas y vestidas de fiesta, ninguna merece ser digan de mención salvo las ya conocidas.

Lara había desechado del todo su vida de “manporrera” y estaba preciosa con una melena que ya le pasaba de los hombros, con un escote abrumador, se llevaba por delante a todas, su delantera no tenia rival y ahora lo usaba con sabiduría y atrevimiento, Alicia iba como siempre, no necesitaba casi nada para ir bonita, o eso parecía, con un vestido vaporoso, acentuaba el vuelo de la falda pero sus increíbles caderas quedaban ocultas, con un ligero escote, sabia que era inútil competir en ese aspecto con Lara por allí, con una coleta muy agradable y su eterna sonrisa, se le atragantó al ver a Teo con su nueva novia, pero se forzó a soportar aquello, 10 meses no habían sido tiempo suficiente para ella, sus ojos eran casi tan tristes como los de Lara al verme acompañado de Yasira. Naira, la estudiante canaria, iba como siempre, le tenia un afecto enorme a la ropa amarilla chillona e iba con un vestido ajustado pero nada descocado, le tapaba desde lo hombros hasta por debajo de las rodillas, le quedaba de cine eso si, su cuerpo se lo permitía, Mara, la hermana de Alicia, llegó después, salió de trabajar tarde y tenia que irse a casa a arreglarse, tan presumida o mas que cualquier mujer, así que acudió cerca de las 10:30 hecha un pincel, zapatos de plataforma con tacón, leggins negros pegados a sus torneadas piernas y culo prieto lejos del nivel de su hermana, ella aprovechaba su cuerpo, con una camiseta blanca, sin escote, no tenia demasiados pechos para lucirlos y con Lara allí seria hacer el ridículo, enseñando un hombro y su tatuaje de una flor en el, con un montón de pulseras y colgantes, peinada con pelo corto de forma elegante y trabajada, no recuerdo haberla visto sin arreglar nunca.

Una vez reunidos todos éramos entre 12 y 17 personas, algunos acudían se tomaban algo y se iban, otros se quedaban, al final cuando llegábamos a media noche la cuenta del bar iba ya por 300€, entre tapas ya habíamos cenado y algunos ya mostraban síntomas de embriaguez, tanto botellín seguido no es sano, al levantarnos e irnos despidiéndonos del dueño del bar hice un análisis de las mujeres del grupo, por diversión, y Yasira ganaba, arrasaba mas bien, solo Naira, la canaria, le hacia sombra, sus ojos claros y pelo rubio eran muy llamativos, pero ese día iba muy recatada, Lara tenia solo tetas y Alicia iba demasiado normal como para lucirse, iba guapa, pero siempre me daba la sensación de que podría exprimir mas su cuerpo, y no lo hacia, unos leggins ajustados como su hermana o unos jeans ceñidos y tendría a medio bar pagándola copas por bailar junto a ella y sus caderas, pero es que hoy hasta parecía querer disimilar su figura.

Yasira se frotó los brazos, era media noche de finales de septiembre, y pese a que el sol calentaba aun de día, de noche refrescaba, la ofrecí mi chaqueta con caballerosidad, se rodeó con ella inspirando la colonia, preguntándome cual era y diciendo que olía muy bien, sonreí. Caminamos unas manzanas entre gritos y risas, nos quedamos unos 10 para ir a bailar y beber a la zona de marcha, entramos en varios sitios que conocíamos, donde te invitaban a chupitos para que te quedaras allí, pero eran sitios en que se entraba sin pagar, algo cutres y con música poco dada a bailar, los hit del momento y poco mas, eso si, Yasira se reía y charlaba con todos, no se alejaba de mi, pero Manu era gracioso y avispado, era fácil divertirse con el, con el paso de los minutos y las copas, la cosa se fue animando. Yasira era latina y cuando había algo mínimamente “bailable”, por poco que fuera, fluía como agua por la pista, algunas chicas la siguieron y no se movían mal, como siempre los tíos se quedaban en la barra pidiendo copas, yo como no bebo, podía irme con ellas, y estar con 5 mujeres preciosas bailando tu solo es una gozada, Lara , como no, me pegaba a su tetas y sus gestos eran mas atrevidos, mientras las demás hacina parejas entre ellas, Yasira le cayó bien a todas, menos a Lara claro, se frotaba y cantoneaba con ellas como si fueran amigas de toda la vida, aunque encontró en la nueva novia de Teo una pareja fiable, las demás ya se conocían y ellas 2 eran las nuevas, una era la ex de Teo y la otra un rollo mío que iba detrás de mi, así que hacían migas al sentirse un poco apartadas por el resto.

Mi acompañante se mostró hábil y sensual en el baile, sus movimientos eran eróticos y atrayentes, quedabas hipnotizado viéndola mover las caderas, debía ser agotador estar bajándose la minifalda constantemente, el top ya la daba igual, se la veían partes de los senos ampliamente, pero nunca del todo, las chicas insistían en bailotear entre ellas mientras tiraban de sus acompañantes para llevarles a bailar, pero generalmente los tíos forman grupos para charlas y reír con una copa en la mano, me parece de lo mas estúpido pudiendo ir a retozar con mujeres, así que cuando Yasira fue a por mi para llevarme con ellas, la seguí como una serpiente ante su encantador, al inicio hacia el tonto, bailaba de forma torpe, las imitaba sus gestos sensuales que en una mujer provocan erecciones pero en un tío queda ridículo, me iba riendo y ellas me intercambian alegres por tener compañía masculina, Teo me siguió rápido, y antes de que su nueva novia se me acercara la agarró del cintura y se la quedó para el solo. Lara se frotaba de forma grotesca acariciándome la polla con las manos por encima del vaquero, sus tetas apretujadas contra mi me alegraban al vista, pero era Alicia la que tenia mi atención, en parte por que siempre ha sido de las mas alegres al bailar, y otra por que al ver a Teo con su novia la tensaba, la distraje un poco entre risas y bromas con los bailes mas típicos y sencillos, pero entonces llegó el reggaeton, esa música para muchos maldita, pero que por alguna razón pone a las mujeres y hombres en modo “sexo” por que “como se baila así” así nos ponemos, (y si inventan una música que se baila cortándose una mano, lo haríamos “por que se baila así”).

Yasira se sintió en su salsa y casi como en una película apareció entre la gente contoneándose lasciva, caminando directa a mi, el resto se apartaron sintiendo que se había acabado la tontería, Yasira se pegó a mi cuerpo y metió mi pierna izquierda entre las suyas, comenzando a mover la cintura, aferrada a mi cuello, mis manos se desliaron por su cintura y una de sus piernas, y acompañaba con mi cadera sus gestos, aquella ya era otro nivel, era follar con ropa, su mirada despedía calentura y la mía deseo, alguna risa se nos escapaba, ella sentía mi polla en su pierna y yo su coño en la mía, la minifalda se subió y la dio igual, a mi no, 3 tíos detrás de ella la estaban señalando y frotándose el paquete por encima, así que mi mano bajó de su cintura a su trasero y tiré de la minifalda para bajársela y dejar la mano allí para evitar que se subiera, ella no se percató de que estaba siendo devorada con los ojos, o la daba igual, lo interpretó como una señal de calentura, y a los gestos de su cadera se sumaron unos arqueos de espalda demenciales, descolgó uno de sus brazos de mi nuca dejándolo caer colgando y levantó una pierna para que fuera sujetada mejor, la tela de su minifalda no cedía por mi mano, si la soltaba se levantaría hasta dejarla el culo al aire, allí me desinhibí de las miradas y comentarios de los demás, eran evidentes pero aquella pantera me estaba poniendo malo, y ella lo sentía en su muslo, con un enorme bulto en los vaqueros que era tapado por la parte interior de su pierna alzada, sin dejar de mover la cintura y el pecho, con nuestras miradas fijas una en los ojos del otro y siendo conscientes de la subida de temperatura de ambos.

No se cuanto tiempo paso así, varias canciones latinas, lo que puede ser desde 6 minutos a 15, luego ella bajó su pierna y golpeaba mi pelvis con su vientre, haciendo oleadas con su cuerpo, la sujetaba de la cintura acariciando sus caderas y su espalda por debajo del top con una mano, la otra seguía fija en el culo de su minifalda, al cambio de canción rompió a reír, era una canción pegadiza que reivindicaba de forma denigrante el movimiento del culo de la mujer, Yasira se giró rozando mi polla con todo su cuerpo y dejando mi rabo entre sus nalgas, estiró las piernas los mas posible arqueando la espalda agachándose, y sin decir nada su culo empezó a temblar, la descripción clara es que sin doblar las rodillas me estaba haciendo una paja con las nalgas, mi polla estaba ya dura como una piedra y había crecido hacia abajo apretada por los pantalones, me llegaba a medio muslo de la pierna izquierda, la agarraba de la cintura y el vientre mientras mi pecho y su espalda hacían un ángulo de 90º. Saludé a Manu que me hacia gestos claros de burla, pero no estaba para nadie, ni ver a Lara frotándose con la canaria me despistó, yo no estaba quieto, mi cadera ayudaba a su propósito, tenia 2 o 3 buitres al acecho esperando que me apartara de ella lo mas mínimo para ir a “bailar con ella”, pero no hubo opción, ella se volvió sin separarse de mi, ahora mordiéndose el labio, mi mano fue a su trasero de nuevo pero esta vez no para sujetar, elevé su cuerpo lo justo para pegar su cara a la mía, ella me sujetó la cabeza relamiéndose, acercando sus labios a los míos, rozábamos nuestras narices cerrando los ojos, al 4º amago nos besamos, sentí en la lengua el sabor agrio de la cerveza, pero la cereza de sus labios era mayor, la disfruté un par de veces hasta abrir la boca y meter la lengua hasta enterrarla en ella, apartó el pelo del lado cubierto de su rostro y acariciaba mi barba mientras nos besábamos, sin dejar de mover nuestras cinturas, allí ya si que perdí la noción del tiempo, cambiando de posturas siguiendo su cadera, su culo su pelvis frotados contra mi, su pecho casi saliéndose del top y viéndola las aureolas en algunos giros, eran negros y apetecibles, el sudor de su pecho resbalaba en su canalillo y el mío me hizo quitarme la chaqueta, al hacerlo se levantó la camisa mostrando el inicio de mi tableta, ella metió sus manos acariciando mi vientre mientras se mordía el labio, al dejar la chaqueta mi polla era tan evidente que me la miraron todos, tíos incluidos, a Lara fue la única a la que no la sorprendió, pero no por ello dejaba de mirarla, la camarera de escote abultado para llamar a mas clientes se mojó las manos al llenar demasiado una copa por que sus ojos eran para mi, me sentía poderoso y codiciado, Yasira fue alejándome de la pista hasta quedar atrapada en una pared, y allí nos deleitamos el uno con el otro, tenia la cara manchada de su carmín, brillantina por todo el rostro y el cuello de la camisa manchado de sus labios, probé su piel en la garganta, olía a rosas y sudor, acarició mi nuca pasando los dedos entre el cabello húmedo de mi transpiración, sin asco alguno al sentirlo, mis manos la repasaban entera, sus tetas y su culo se salvaron de un ataque directo, volvió a levantar una mi pierna que sujeté , amasé y pellizcaba en su muslo, mientras la otra se centraba en su trasero, era duro y firme, solo mi auto control y el sexo con Mariluz esa mañana evitó que la abriera de piernas y la follara allí mismo, me dolía la polla de estar retenida contra su voluntad, de ser acariciada por sus manos.

-YO: me vas a matar.

-YASIRA: me estas matando tu, madre mía, que verga, mi madre no mentía, las hacías chillar mientras las follabas, ¿verdad?- ella no me había visto ni tocado directamente la polla en el pasado, no como ahora, y su madre le habría contado como Ana y Eleonor eran atravesadas sin piedad, mas de una vez delante de Luz, su madre.

-YO: las hacían venirse hasta desmayarlas.- seguía son soltar mi polla.

-YASIRA: eso me han dicho ellas. – no fue consciente de lo que dijo, la calentura y el alcohol la tenían ida, al usar el plural no podía referirse solo a su madre.

-YO: ¿quien te lo ha dicho?- ataqué sin piedad, tenia que estar seguro, así que mi mano fue resbalando por sus muslos hasta llegar a su coño, la tela del tanga estaba empapada.

-YASIRA: mi madre………….dios………..mi madre y……y Eleonor……..dios – sentía mis dedos acariciándola con habilidad.

-YO: así que saben que estas conmigo ahora…….- frotaba hasta sentir como la tela cogía la forma de su coño.

-YASIRA: si……uf………se lo dije ………cuando me llamaste……me han pedido que viniera………dios….- me besó cerrando los ojos-………. y que te sedujera…….pero cuando fuéramos a follar, me fuera………….que te dejara a medias…………- sonreí.

Lo sospechaba, desde que la llamé sabia que podía pasar, y cuando tardó tanto en salir de su casa, y lo arreglada que iba, no había duda, Eleonor la había ayudado, su forma de vestir era la que a mi me gustaba, nadie se arregla de esa manera pasa salir con amigos si no cuando va de caza, y menos sola a escondidas en su casa sin que te vean y te pregunten, la facilidad con que había logrado meterla mano, pero la señal fue clara, lo supe cuando me habló de mi colonia al ponerla la chaqueta, ese detalle me gustaba y solo Eleonor y Ana lo sabían, se lo dije en una charla, podía ser una coincidencia pero no lo era, no cuando Eleonor no le preguntó a Dani con quien había quedado, ya lo sabia, y ahora yo conocía su plan.

-YO: vaya, ¿Eleonor sigue molesta?

-YASIRA: si…………mas que eso……….- jadeaba respirando al sentir mis dedos apartando su tanga y acariciando con las yemas su clítoris hinchado, – ….se paso 2 semanas gritando e insultándote……………uffffffffff…………luego hablaba con mi madre y planeaban cosas………..pero cuando les dije que me llamaste me obligaron……..yo solo quería divertirme una noche, pero………..Eleonor me ha llevado de compras y a la peluquería………..quería que estuviera preciosa ……….para ti.

Ya sabia lo que necesitaba saber, Eleonor me la había querido jugar otra vez, no se que ganaría con dejarme a medias, pero si era tan estúpida como para pensar que eso funcionaria no me paré a pensar su lógica. Así que ahora tocaba disfrutar de su esfuerzo.

-YO: ¿y por que me lo cuentas ahora?

-YASIRA: por que te deseo, y por que me dan igual………son 2 viejas estúpidas que no me dejan vivir………..es verdad que no me dejan salir ni llevar a nadie a casa……..las odio………mi madre se deja llevar………..se reían cuando me decían que me dejara meter mano hasta ponértela dura…………..para que luego te dejar así y me fuera……..¿que madre hace eso?- sus gemidos no tapaban cierta ira y pena en sus palabras.

-YO: entonces, ¿que hacemos? por que ya has cumplido tu misión, te deseo y quiero llevarte a casa y hacerte el amor hasta el amanecer, eres preciosa y ya lo eras sin tanta parafernalia.- un toque de auto estima para animarla, pero no hacia falta, mis dedos entraban en su coño cuando ella movía sus caderas, no era virgen ni mucho menos y se movía de escándalo.

-YASIRA: hazlo…………… llévame a ese palacio…………..fóllame cuanto quieras, …………….querían que te sedujera pero te deseo también, desde que te vi la 1º vez, por eso acepté, y ahora no quiero parar.- me besó con fuerza hundiendo su cadera en mi mano hasta sentir sus labios mayores en mis nudillos, saqué la mano de allí brillando de sus fluidos.

Los saboreé con gusto, estaba deliciosa, luego la agarré de la nuca y nos fundimos en un beso pasional, neutras lenguas bailaban al ritmo de nuestros cuerpos, la coloqué el tanga y lo acaricié con delicadeza antes de bajarla la pierna y arreglarla la minifalda mientras le comía el cuello. Ella se puso roja al ver como medio bar la miraba situarse el top, los pezones se le marcaban duros bajo la tela dorada, el otro medio me miraba la polla palpitar en lo vaqueros, la cogí una mano y la hice un paso de baile girándola sobre su eje para quedar recostaba sobe mi brazo, y fundirnos en otro beso, si iban a mirar que se deleitaran, Lara echaba fuego por la nariz, la incorporé y me fui a por la chaqueta, nos despedimos, Alicia se fue en algún momento en que estaba con Yasira, no la vi, y Lara me suplicó que me quedara un rato mas, eran cerca de las 4 de la mañana y no tenia intención de aguantar allí mas, así que la cogí de la cintura pegando sus enormes tetas a mi y la susurré que pronto la llegaría la hora. Eso la ruborizó, lo suficiente para dejar que me marchara.

El camino fue eterno y caliente, la puse la chaqueta ante el frío de la noche, ella iba delante mía y yo andaba torpemente pegado a su culo, metiéndola mano a cada instante, las sonrisas eran vagas, era lujuria lo que sentíamos, al llegar al coche ella se recostó sobre la puerta y me apretó contra ella, metí mis manos por debajo del top hasta alcanzar sus senos y acariciarlos, tenia los pezones duros, y el fresco de la noche ayudaba a sentir su piel tersa y vibrante, otra mano hico fuerza contra la cintura de la falda y se metió por dentro de sus nalgas tirando del tanga, sus suspiros eran todo lo que necesitaba, miré a la calle para saber si era lo suficientemente apartada y desierta para penetrarla allí mismo, pero había demasiada gente, aunque sus labios besándome el cuello y sus manos metidas por debajo de mi camiseta acariciando mi vientre hasta el pecho, indicaban que no la importaba mucho, subimos al coche y a duras penas podía apartar la vista de ella, se acariciaba y frotaba con lujuria, bien abierta de piernas se estaba frotando la vulva, por poco no tenemos un accidente en una rotonda, me centré en la calle, pero mi mano se deslizaba en su muslo, piel tersa y el brillo de sudor aun en ellos solo los hacían mas con su tono de ébano.

Al llegar al aparcamiento se me echó encima besando, se sentó encima y se contoneaba sin parar, hasta hizo sonar el claxon con su trasero, me costó salir del coche con ella acariciándome sin parar, en el ascensor fue igual, pegada a mi polla con una erección continua desde hacia un buen rato, pero ya la frotaba con ella, apenas me contenía acariciándola, si algún vecino hubiera llamado el ascensor al abrirse hubiera visto a Yasira de frente con mis manos en sus tetas agarrándolas desde atrás dando golpes de cintura en su culo con la minifalda subida enseñando el tanga, por suerte nadie llamó y entramos en casa abrazados y besándonos, su lengua era áspera y contundente, me quitó la chaqueta sin dejar de besarme y también desabrochó la camisa acariciando mi torso cuando ya estaba abierta, sus manos fueron a mi cinturón mientras lamía mi pecho, desabrochó sonoramente la tira de cuero y abrió la prenda vaquera para meter su mano y acariciar el tronco de mi polla aun dentro de los pantalones, sentí su mano buscando sitio hasta rodearme el miembro por completo, acariciando levemente, como un animal de forma brusca agarré la minifalda y tiré de ella hacia arriba, tan fuerte que la levanté del suelo medio segundo cuando hizo tope con el top, volví a tirar y la minifalda se adherió a la falda y obligándola a estirar los brazos hacia arriba, le saqué ambas prendas por la cabeza, ver caer su pelo una vez fuera sobre sus senos me calentó demasiado, la separé el cabello y me doble para lamer los 2 pezones mas oscuros y grandes que había visto nunca, las aureolas eran del tamaño de galletas, y los pezones anchos y duros, no muy largos, como botones de mando a distancia, los lamí oyendo sus gemidos al contacto, los sostuve con las manos, al no llevar sujetador no cayeron pero mi duda era si subirían con uno puesto, estaban firmes, tersos, bien colocados y duros, sus manos acariciaron mi cabeza mientras los degustaba, una mano fue a su trasero, estaba como aun piedra, lo azoté levemente para sentirlo temblar, sus nalgas abiertas por el hilo del tanga apenas se movieron, sin duda las mujeres de piel oscura tienen culis mas firmes de forma natural, esa fue mi conclusión, o al menos Yasmine, Eleonor, Yasira, o incluso Pamela, la negra africana del instituto, tenían traseros antinaturales al tacto. La cogí de los costados y me la subí encima, me rodeó con las piernas mientras apretaba sus pechos en mi cara, los iba lamiendo y chupando como un bebé mientras la llevaba a la habitación de abajo.

-YASIRA: no, súbeme arriba, quiero hacerlo en la cama de Eleonor.- sonreí asintiendo.

-YO: eres muy traviesa.- giró la cabeza apartando todo su pelo en una dirección despejando su cara.

-YASIRA: estas a puerto de descubrir cuanto.- mes besó sintiendo su deseo.

Al llegar arriba y entrar en la achicaron se bajó pasando un dedo desde mi barbilla hasta mis vaqueros, donde tiró de la prenda asomando la cabeza con picardía, mordiéndose el labio, acarició cuanto quiso de mi cuerpo, yo me aparté un segundo para bajar las luces, y poner algo de música erótica con el PC, volví a su brazos deleitándome con la visión de su cuerpo desnudo contoneándose, solo con el tanga marcando su coño y unos tacones de infarto, una mano se me fue a uno de sus senos y la otra a su trasero, mi boca recorrió sus labios, su cuello y el pecho agarrado, mientras ella abría del todo la cremallera del vaquero, sujetando mi polla y tirando hasta sacarla gran parte por encima del pantalón, masturbaba levemente con ambas manos mientras se dejaba lamer cada rincón que me apeteciera, luego le tocó a ella y besó mi cuerpo hasta quedar de rodillas y bajarme los pantalones del todo, quedó maravillada ante el saltó que dio mi polla ante ella una vez libre del vaquero, la sujetó con ambas manos y tiró de la piel hacia atrás abriendo los ojos con cara de apetito, notaba en su mirada como llevaba deseando ese momento mucho tiempo, abrió la boca lo mas que pudo, y por gracia divina o coincidencia, su mandíbula marcada ayudó a que metiera media polla en la boca de golpe, casi se atraganta pero su lengua se mostró mucho mas hábil de lo que esperaba, al sacarla chupó el glande con dedicación mientras su manos le apartaban el pelo de la cara dejándoselo caer todo sobre un hombro. No se si instruida por Eleonor o no pero sus manos comenzaron a pajarear sin descanso, mientras su boca apenas podía engullir mas de mi barra de carne, sus labios manchaban mi rabo de carmín, chupaba sin separar sus labios de mi glande y de vez en cuando lamía el tronco, yo solo la acariciaba el pelo, no necesitaba guía, esa mujer sabia lo que hacia, tendría 20 años pero la chupaba mejor que bastantes con las que había estado mayores que ella, al rato se levantó buscando mis labios, se los concedí con gusto, mientras una de sus manos seguía masturbando si parar, la otra mano se quitó las horquillas del pelo y lo dejó caer sobre su rostro, luego hizo uno de los gestos mas eróticos que me parecen, con una mano cogió todo su pelo y lo hizo caer sobre un hombro haciendo un tirabuzón en su cabello, eso provocó un beso largo y húmedo, al finalizar tiró de mi labio inferior con los dientes, el sabor a cereza era cada vez menos, tenia el cuerpo entero manchado de sus labios y purpurina, se dirigió hacia la cama andando de forma lenta y amplia, dejándome ver como su trasero se movía y su culo rebotaba con el sonido de los tacones haciendo aparecer y desaparecer el fino hilo del tanga negro, con los pulgares fue bajándose el tanga y cuando llegó a la cama lo dejó pare al suelo, tuvo que tirar para separar la tela de su coño, estaba tan empapado que mas bien lo despegó, cayó sobre la cama gateando con el culo en pompa, acariciándose el coño con una mano, mientras su cuerpo seguía una inercia de sexo que yo aun no la estaba dando, “joder con la hija de la criada”, pensé con una amplia sonrisa.

Directo a por ella la agarré del culo y separé las nalgas acercando mi cara a sus muslos, olí su interior, era abrumador, a humedad y sudor, al 1º lametón se le erizó la piel, y al chupar su coño tiritó, su cinética era constante de adelante a atrás, la estaba follando con la lengua, mis manos amasaban sus nalgas dando alguna palmada, sonaba como golpear mármol, tenia unos labios mayores enormes y oscuros y al abrirlos el rosa lo invadía todo, localicé el clítoris asomándose, chupé y jugué con mi lengua cuando mis dedos la penetraron otra vez, sus gemidos subían de inmensidad y movió el culo como cuando bailábamos, sintiendo como sus posaderas se apretaban contra mi, una serie de lametones largos hasta su ano me dejaron claro que no le hacia ascos al anal, así que lo lamí igual, sin dejar de meter mis dedos en ella, la sentía derretirse, fue cuando me arrodillé detrás de ella y golpeé mi polla en su coño de abajo a arriba, al sentirlo se arqueó la espalda.

-YASIRA: fóllame, fóllame por favor, métemela de una vez.

Soy obediente cuando me gustan las ordenes, acaricié con el glande abriendo los labios mayores hasta que se encajó en el hueco idóneo, apreté para sentir como se abría y como ella contenía el aliento, dada sus artes, no me extrañó meterla ¾ de rabo del tirón, con algo de dificultad pero se abría ante mi, tosía aire mientras gemía aguantando la sensación, pero sin dejar pasar un instante movió sus caderas con rapidez notando como su culo se contoneaba de forma sensual, imitando su gestos en la pista fue girando las caderas hasta sentir como la metía dentro de ella, mas bien fue ella la que se la metió, su respiración era lo único que denotaba que sentía el tamaño de mi verga, y me gustó su docilidad, la veía moverse de forma fluida, sus nalgas golpeaban en mi pelvis y usaba esa inercia para alejarse un poco y volver a por otro rebote, la sensación era de fuerza y presión, pero no paraba de moverse, sus gemidos se cortaban con algún grito pero me estaba haciendo bufar y disfrutar, acaricié se espalda rodeándola hasta agarrar sus senos y tirar de su cuerpo para ponerla de rodillas pegando su espalda a mi pecho, mientras seguía moviéndose sin parar, era un baile constante de placer, mientras la pellizcaba los pezones, otra mano se fue a su clítoris para frotarlo, fue cuando ella explotó con un orgasmo que para mi sorpresa solo la hizo girar mas rápido aun su trasero, “dios, que mujer”, me aferré a su cintura y decidí que ella estaba preparada para mas, saqué a la bestia, ni siquiera empecé normal para ir subiendo, su cuerpo se puso rígido estirándose unos minutos después cayó cobre la cama totalmente estirada boca abajo sacándose mi polla, me arrodillé en su piernas y metí mi rabo de nuevo separándola las preciosas nalgas, la bestia se desquitó provocándola varios orgasmos mas, ella empezaba a entender por que las hacia gritar, no era el tamaño si no la constancia, a los 15 minutos ella era la que gritaba, golpeaba la cama con fuera mientras gemía y jadeaba.

-YASIRA: ¡¡¡córrete, lléname de tu semen, hazlo, se que te operaste, fóllame y metete tu leche hasta el fondo de mi ser!!!

Aceleré hasta dar lo mejor, el sonido de humedad siendo deslazada en su interior y de mi polla abriéndola era delicioso, cuando los brazos me empezaron a flaquear sentí el golpe eléctrico en la columna y descargué una barbaridad de semen, metí una estocada y la dejaba cabecear dentro de ella, un azote en el culo fue la señal de que había terminado, me tumbé a su lado, acariciándola la espalda, estaba tumbada mirándome con los ojos brillando y una sonrisa enorme.

-YO: eres una chica traviesa – repetí.

-YASIRA: ya te lo dije…..

-YO: follas de cine.

-YASIRA: ayuda que mi novio la tenga grande, aunque no como la tuya.- bajé mi mano de su espalda a su ano jugando con el.

-YO: ¿tienes novio?- me importaba poco.

-YASIRA: si, bueno, algo así, nos acostamos pero últimamente casi no nos vemos por culpa de mi madre, ¿por que? ¿te molesta?

-YO: para nada, es asunto tuyo, yo me conformo con tu cuerpo.- empujé y la metí un dedo en el ano con algo de esfuerzo, su cuerpo se retorció un poco al sentirlo.

-YASIRA: esto no ha acabado, ¿verdad?

-YO: no.

Gateó hasta ponerse a 4 patas encima mía, besándome con lujuria mientras la follaba el culo con 1 dedo y luego 2, la otra mano masajeaba uno de sus pechos, su cintura se movía de nuevo, se abrió de piernas hasta meterse mi polla ya dura en su coño, vi como un escalofrío la recorría el cuerpo, no bajó del todo, pero no hacia falta para dejarla llena, y mis dedos en su ano la estaban matando.

-YASIRA: ¿me vas a follar por el culo?- sonreí ante su descaro.

-YO: si tu quieres, a algunas le da impresión que se la meta por detrás, pero me da que tu, traviesa mía, no eres de esas……..- se encorvó para ponerme las tetas en la cara, con sus blancos dientes resaltando en un carcajada.

-YASIRA: no, no soy de esas, me encanta el sexo anal, así que deja de jugar y ábreme el culo con la polla.

-YO: ¿donde hasta estado toda mi vida? – azoté su trasero al sacar los dedos de su ano.

Adelantó la cadera y saqué la polla de su coño para hundirla en su ano, fue tan fácil que mis dedos solos no podían haberlo provocado, esa tía tenia el culo abierto desde hacia mucho, de nuevo pasada ¾ se paró, giró sus caderas una y otra vez hasta tenerla toda dentro de su ano, sus gemidos aumentaron de intensidad aun mas, se apoyó con ambas manos en mi pecho arañando con las uñas y continuaba bailando, ¡que forma de moverse!, como si no la estuviera empalando, allí la demostré mis talentos, planté los pies y cogí de sus glúteos hasta levantarla medio palmo, allí la bestia volvió al ruedo y desaté mi fuego interior, su cara cambió a un asombro y placer indescriptible, golpeaba con fuerza haciendo sonar mis huevos en su culo, ella arañaba mi pecho con lujuria, luego se rindió sobre mi pecho, haciéndose una bola siendo penetrada sin piedad, rodé dejándola tumbada boca arriba y conmigo de rodillas, seguí follándola el culo mientras con el pulgar la acariciaba el clítoris, era glorioso verla acariciarse las tetas, como estrujaba los pezones y tiraba de ellos con violencia, le iba el sexo duro, así que caí sobre su pecho comiéndola las tetas sin dejar de follarla el culo, mordía sus pezones provocándola orgasmos continuos anales que no eran nuevos para ella, la fuente que se convirtió su coño con cada venida fue genial, cuando la besaba parecía que quería agradecerme el placer que la daba con cada embestida, luego jadeaba cansada, estaba exhausta y sudando, pidiendo a gritos que terminara, pero la bestia era incansable, al menos 20 minutos hasta que sentí que me corría, la llené el culo de mi semen, al sentirlo se retorció de gusto sobre las sabanas poniendo el cuerpo tenso unos minutos y al sentir el intenso placer evaporarse se relajo de golpe. Ahora caí rendido sobre ella que me rodeaba con las piernas y los brazos, acariciándome de forma suave y tierna con las manos y los muslos.

-YASIRA: dios…………ahora sé por que esta tan loca Eleonor, yo también perdería la cabeza si me follaran así.

-YO: que la jodan, tenía esto y más, trató de jugármela, aun trata de jugármela.

-YASIRA: es una retrasada, y se merece lo que la hiciste.- tenia mis dudas de si en realidad Yasira se acostó conmigo por orden de Eleonor y todo era una cortina de humo de un plan mayor, pero o era actriz profesional o su tono de ira con ellas era real.

-YO: supongo, aunque ahora mismo no pienso con claridad, eres una fiera difícil de domar.- rió contoneándose.

-YASIRA: jajaja pues tu no eres menos, ni mi novio en toda una noche me ha dado tanto placer.

-YO: ¿cuanto llevabas sin sexo?

-YASIRA: desde que nos mudamos, joder, como necesitaba esto, y contigo, ha sido increíble.- me dio un suave beso.

-YO: y puede volver a serlo.

-YASIRA: ¡¿ahora?! No por dios, me duele todo, no podría……..

-YO: no ahora, sino otros días, podemos quedar para salir de fiesta el fin de semana, como el hoy, y luego venir aquí.

-YASIRA: jajaja seguro que a mi madre y a Eleonor les haría mucha gracia…….- la ironía era evidente.

-YO: yo me ocuparía de Eleonor, tu madre es otro tema.

-YASIRA: es una payasa servicial, no puede hacerme nada.- odio que un hijo hable así de su madre, pero me daba lo que quería.

-YO: ¿y tu novio?

-YASIRA: a estas alturas ya se habrá buscado a otra disponible, como a ti, no le faltan pretendientes.

-YO: pobre, no sabe lo que se pierde………. ¿y ahora que haces? ¿Tendrías que volverte a casa o que habíais quedado?

-YASIRA: pues tenia que dejarte e irme en un taxi, no tenia hora, pero ya es tan tarde que tendré el móvil lleno de llamadas.- lamí una de sus tetas antes de bajarme a por el bolso, era fácil encontrarlo, estaba al final de la hilera de ropa tirada en el suelo.

Me senté con ella entre mis piernas y la vi leyéndome los mensajes de su madre y de Eleonor preguntado que tal estaba y como iba, los unimos mas insistentes, la contestó que le había costado mas de lo pensado pero que ya íbamos a casa, y allí me dejaría a medias, nos reímos al enviarlo, la besaba con lujuria.

-YO: date una ducha y te llevo a casa.

-YASIRA: ¿te duchas conmigo? Me han dicho que eso te pone.- suspiré al oler su cuerpo pegarse al mío.

-YO: ojalá, pero tengo que hacer algo, ¿la próxima vez?

-YASIRA: la próxima vez – me besó con detenimiento antes de levantarse y andar escocida al baño.

Me puse en el ordenador, paré la grabación de una de las camamas del dormitorio que aun tenia instaladas y que activé al poner la música, sonreía mientras con algo de habilidad fui copiando en un CD el vídeo de Yasira siendo follada por mi que acababa de ocurrir, preparé también uno de los videos que tenia de Eleonor siendo salvajemente follada por mi y uno mas siendo penetrada por otro de los que se tiró en mi estancia allí, la pixelé la cara, no fue difícil fueron videos cortos, y los subí a paginas porno de Internet, pegado las direcciones en el CD, junto a una nota en un sobre, “Para Eleonor, ver sola.”

“La próxima vez no envíes a una cría ha hacer el trabajo de una adulta.” Pegado junto al vídeo, luego los links a los enlaces porno que había subido.

“No habrá mas advertencias, la próxima vez no serán videos de 1 minuto, si no completos, y no te taparé la cara, ahora convencerás a Luz para que deje a su hija salir cuando le de la gana, me da igual si le enseñas o le dices a Luz que me he follado a su pequeña, es cosa tuya, pero me enteraré si le pasa algo a Yasira y te arruinaré la vida, por ahora esta afrenta solo te costará que me pagues la compra al completo.

Si vuelvo a saber de ti, de cualquier modo, le mando a tu ex todo lo que tengo.

Un saludo.”

Metí el CD en una caja, repasando mis palabras mentalmente, podía decirla que la afrenta le costaría subirla el sueldo a Dani directamente, pero eso la haría sospechar que la tenia en el bote, así que pagarme la compra seria mas dinero para Dani de forma indirecta, yo me pagaba lo mío, pero Eleonor no lo sabría, a su vez me aseguraba tener a Yasira los fines de semana que saliera, tal como “bailaba” no tenia que buscar a otra. Cuando salió de la ducha repasé su cuerpo desnudo y fresco, me di una ducha rápida y cuando salí Yasira se estaba vistiendo, la quité el tanga de las manos y lo guardé, como recuerdo.

-YASIRA: y si vuelvo a casa sin bragas ¿que pensará mi madre?

-YO: ya te inventarais algo, pero así siempre tendrás un motivo por el que volver.

-YASIRA: ya tengo un motivo por el que volver.- me agarró la polla.

-YO: bien, así serán 2.- la azote el culo, me encanta hacerlo.

Se vistió, bueno, si eso es vestirse, la minifalda que se le subía y el top que enseñaba casi todo, el camino de vuelta a la urbanización la fui metiendo mano y ella a mi, me puse los vaqueros sin cerrar y una camiseta, la mitad del camino fue haciendo una felación que me hizo parar en un descampado y reclinar los asientos para volver a follarla, vestida y todo, sin tanga fue sencillo, la daba con la cabeza en el techo del coche, montada a horcajadas sobre mi, la reventé el coño a orgasmos, cuando me fui a correr se desmontó y descubrí que aparte de chuparla de cine se tragaba el semen sin miramientos. Eso retrasó nuestro camino 30 minutos, al llegar tardamos otros 10 en separarnos entre besos y caricias delante de su casa, o bien dicho de su finca, la acompañé hasta la entrada y dejándola claro que solo seria sexo y que me llamara cuando quisiera quedar para salir de fiesta, no puso reparos y me besó con sabor a despedida, entró con unos sonoros azotes en su culo que resonaron por toda la calle. Cuando entró dejé el sobre con el CD en el buzón, y me fui sonriendo a casa.

Dormí un par de horas antes de ir a trabajar, no se como me mantuve en pie, menos cargar cajas, aun así me dio para tantear el terreno de las chicas de allí, pero estaba roto, volví a casa y me dormí hasta el atardecer, luego quedé en el piso de estudiantes con las chicas y algunos amigos, nos quedamos viendo un partido y luego jugando y riéndonos, Lara me miraba con odio del día anterior, me fui a casa solo cuando acabamos, el domingo no paso nada, si, de vez en cuando tenia esos dais, y hasta los agradecía, el lunes desperté con Dani llamando a la puerta.

-YO: buenos días, preciosa, ¿que tal?

-DANI: yo feliz, mucho, ¿tu saber?

-YO: no, dime.

-DANI: gran señora mandar mensaje, ella subir extra de compra, casi doble, ¿dinero para mi?- lo dijo con tanta ilusión que me sonrojé.

-YO: si, claro, es tuyo. – saltó a la cama dándome besos en la frente.- ¿no decía nada mas?

-DANI: si, ella decir que yo no informo mas, ella quitar extra pero con dinero de compra ser mucho mas. ¿Si?

-YO: si, supongo………. pues no lo malgastes.- sonreía al tenerla encima, tan feliz y ensimismada que no se había dado cuenta de que estaba desnudo con la polla tiesa de los empalmes mañaneros bajo las sabanas.

-DANI: yo encontrar esto en buzón.- me dio un sobre, lo reconocí enseguida, era el que le había dejado a Eleonor

-YO: gracias, ahora si me dejas……- me miró agradecida y se fue sin percatarse de mi rabo tieso.

El sobre era el mismo pero tenia el CD dentro roto, y su nombre tachado, con una nota dentro.

“Eres un carbón y un desgraciado, tu ganas, se acabó, le he dado mas dinero al mes a la sirvienta, que sepas que me ha estado informando, pero ya esta, borra esos videos de Internet, te lo pido como buena voluntad, adiós, que te vaya todo bien, mal nacido.”

CONTINUARA………….

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Relato erótico: “Las costumbres de mi novio” (POR MARQUESDUQUE)

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unca pensé que llegaría a esta situación, que yo sería de esas mujeres que participan en orgias y tienen relaciones lésbicas o se lo montan con otros hombres delante de sus maridos. Si alguien me lo hubiese dicho antes de conocerle o aun en nuestros primeros meses de relación le habría dicho que mentía. Es curioso como la vida nos muestra cosas que nunca esperaríamos conocer y nos lleva por caminos que nunca pensaríamos andar.

El caso es que cuando conocí a Miguel no me pareció un “fuker” precisamente. Físicamente era normalito, nada feo pero tampoco nada llamativo, vestía como si la ropa se la comprase su madre y era más bien tímido. Un día le pedí los apuntes y comenzamos a hablar. Los dos teníamos veintipocos y estudiábamos Relaciones Laborales en la misma universidad. Sus apuntes eran un asco, escasos y con mala letra, acostumbrada a los míos con subrayados de tres colores, pero con ellos Miguel aprobaba siempre, así que algo bueno debían de tener. Por su conversación me pareció inteligente. Reservado, pero con sentido del humor. Por sus miradas deduje que le gustaba. No soy una modelo, pero soy mona. Morena, no muy alta aunque bien proporcionada, estoy delgadita y no soy fea de cara. Desde que había roto con mi novio, unos meses antes, me gustaba coquetear y sentirme admirada.

– Tiene novia- me dijo Ana, mi mejor amiga, cuando Miguel se fue.

– ¿Y tu como lo sabes?

– Luis es amigo suyo- Luis era su novio, un buen chico con el que estaba desde el instituto- Una mujer mayor. Así que el chaval que me miraba las tetas minutos antes salía con una mujer mayor que él. Puede que fuera interesante al fin y al cabo.

– ¿Cómo de mayor?

– ¿Y yo que se? Tampoco son tan amigos.

Cuando le devolví los apuntes charlamos un rato más y me sorprendí a mi misma dándome cuenta de que me gustaba. Era culto y su mirada tenía algo de seductor, tras una apariencia de desinterés, como si estuviera de vuelta de todo. No volvimos a hablar hasta que coincidimos en una fiesta universitaria. Allí, en un entorno más desenfadado flirteamos directamente. ¿Tienes novia?, le pregunté sin rodeos. No, se limitó a responder. Di por buena la contestación y nos enrollamos. Sin duda el chico sabía besar. No era el pringaillo que aparentaba, desde luego. Me puso a cien.

Al día siguiente me llamó y quedamos a tomar algo. Me contó que tuvo una relación con una mujer mayor pero que era cosa del pasado. Ese fin de semana fuimos a cenar y cuando me dejó en casa le hice una mamada en el coche. Terminé muy caliente y con ganas de acostarme con él. La ocasión vino el fin de semana siguiente. Consiguió las llaves de una propiedad de su familia en un pueblo vecino a nuestra ciudad y fuimos allí. Todo lo tímido o antisocial que podía mostrarse en algunas ocasiones lo tenía de arrojado en la intimidad. Ciertamente sabía lo que se hacía. Mi experiencia se limitaba a polvos furtivos con los dos novios que he tenido, el del instituto y el de la universidad. El primero al principio no sabía lo que se hacía y el segundo, la mitad de las veces, estaba borracho. No es que no hubiera disfrutado del sexo antes, pero con Miguel era diferente. Cada beso, cada caricia conseguían excitarme al máximo. Me comió los labios, me besó los pechos que con tan poco disimulo había observado todos esos días, me volvió loca pellizcándome los pezones. Cuando me tumbé sobre la cama deslizó su boca hasta mi entrepierna y comenzó a comerme el coño. Mi primer novio no lo hacía y el segundo solo después de comerle la polla y de pedírselo mucho, pero ni por asomo tenía tanta pericia. Miguel me hizo volverme loca. Cuando se puso sobre mí para metérmela lo tenía mojadísimo y estaba ya al borde del orgasmo. A la segunda sacudida estallé. Él lo notó y se ralentizó un momento. Poco a poco volvió a acelerar el ritmo de las embestidas mientras me besaba y me susurraba al oído lo bella que era. Aun tuve dos orgasmos más antes de que terminara él. Eres increíble, le dije mirándole a los ojos. Tu también, respondió.

Desde ese día empezamos a salir en serio. Estudiábamos juntos, salíamos de fiesta juntos y follábamos siempre que podíamos. Era atento, divertido y el sexo era fantástico. ¿Tan bueno es en la cama?, me preguntó Ana un día harte de oírme presumir. No lo sabes bien nena, dije yo relamiéndome. A medida que intimábamos íbamos practicando nuevas posturas y haciendo realidad nuevas fantasías. Parecía que Miguel se hubiera estudiado el kamasutra. Supuse que sería por su experiencia con una mujer mayor.

-¿Cómo la conociste?, le pregunté en una ocasión.

-Es la madre de la que entonces era la novia de mi hermano.

-¿Su madre? Pero ¿Cuántos años tiene exactamente?

-A partir de los 50 no está bien preguntarle la edad a una dama

-¡Más de 50!- sabía que era mayor que él, pero no pensaba que tanto. Comencé a imaginar cosas asquerosas. Me enseñó una foto. La verdad es que la señora estaba bien para su edad, pero era obvio que era mayor. Además me llamó la atención que era un tipo de mujer totalmente opuesto a mí. Alta, voluptuosa, de tetas enormes aunque algo caídas donde yo era bajita, estilizada y de pecho pequeño pero respingón.- No entiendo que te guste ella y te guste yo. Somos muy diferentes.

-No tengo un tipo definido de mujer.

-Entonces es que te gustan todas.

-No me gustan todas las mujeres, en todo caso me gustan todos los estilos, y de todas maneras eso no es lo importante. Qué más da que me gusten todas si solo quiero a una…

Su respuesta me pareció satisfactoria. Resultó que la novia de su hermano (la hija de su ex novia) también había sido la profesora de ambos, o sea, que también era mayor que ellos, aunque mucho menos que su madre, obviamente. Habían roto hacía poco las dos parejas, con poco margen de separación y su hermano parecía llevarlo peor que él. Cuando lo conocí confirme esa percepción. Era guapo, pero parecía un alma en pena.

Pasó el curso y terminamos la carrera. Él encontró trabajo en seguida, aunque un poco precario. Yo me puse a opositar. No logre plaza, pero me llamarón de interina. Al tener los dos una fuente de ingresos laboral, no demasiado segura, pero razonablemente estable, decidimos irnos a vivir juntos. La convivencia al principio fue dura, pero lo llevamos bien. El sexo seguía siendo fantástico, pero con el paso del tiempo se había hecho un poco repetitivo. Un día, por variar un poco, decidí depilarme el coño del todo.

-Tu ex no lo llevaría así, le dije guiñándole un ojo.

-Ella no, pero su hija sí, respondió él.

-¿Te lo dijo tu hermano?

-Mmmm, sí, digamos que me lo dijo…

-¿Se lo viste tu? ¿Le viste alguna vez el coño a la novia de tu hermano?

-Bueno, entre los cuatro llegó a haber mucha confianza. Íbamos a una playa nudista, nos paseábamos desnudos por casa… incluso hacíamos el amor en la misma habitación.

-¿A la vez? ¿Follabais unos delante de los otros? ¡Qué fuerte! Pues a mi madre no esperes verla desnuda…

-Tranquila, finiquitó la conversación él riéndose. Esa noche me folló con más fuerza que nunca. Yo también estaba excitada.

Cuando se lo conté a Ana ella también se extrañó.

-A ver si tu novio va a ser un pervertido.

-No digas tonterías.

-Tal vez no se limitaban a mirar. A lo mejor hacían intercambio de parejas.

-¿Con la novia de su hermano que además era la hija de la suya? ¿Estás loca?

Sin embargo desde entonces abrigué esa duda. Cada vez que follábamos no podía dejar de imaginar cómo sería tener a otra pareja al lado, mirándoles mientras lo hacían y siendo observada por ellos. Me imaginaba también a madre e hija con sus amantes, dos hermanos, tirándoselos, intercambiándoselos… al principio me horrorizaba, pero poco a poco fue poniéndome más y más cachonda.

Un día estábamos viendo una película sobre el típico triangulo amoroso y al final los protagonistas se montaban un menage a trois. Esas cosas no pasan en la vida real, dije yo distraída. Bueno, me corrigió Miguel, a veces sí. ¿Te han montado alguna vez un trío?, pregunté llena de curiosidad. Fue con tu hermano, ¿verdad? Os intercambiabais las parejas y hacíais tríos. Me miró sorprendido por mi atrevimiento. Alguna vez pasó, confesó. ¿Te parece muy horrible? No me parecía horrible, pero estaba alucinada, aunque en cierta manera ya me lo esperaba. La desenfrenada vida sexual de mi novio en el pasado me asustaba un poco, pero debía reconocer que también me ponía cachonda. Horrible no, solo un poco raro, le dije… Cuéntame los detalles.

Y me los contó. Era todo lo que había imaginado y más. Intercambio de parejas, tríos con todas las combinaciones posibles, también con la hermana de la novia de su hermano y su marido, orgias… era todo muy surrealista, muy perverso, pero a la vez muy natural, como si no hubiera nada anormal en ello, y, desde luego, a mi me dejaba mojadísima. Me contaba anécdotas sexuales de su pasada vida amoral y yo me calentaba como una cafetera. Luego follábamos con pasión, como los primeros días. Cuando se lo contaba a Ana flipaba.

-Te lo dije, es un pervertido.

-¡No seas cerrada de mente! Además eso es su pasado. Yo soy su presente.

Sin embargo era evidente que los tríos y las orgias le excitaban y yo tenía la sospecha de que tarde o temprano querría volver a hacerlos. Una cosa era que sus historias me excitaran y otra es que yo estuviera dispuesta a protagonizarlas. No estaba segura de que me atreviera a hacer algo así, llegado el momento, ni de que fuera bueno para nuestra relación.

Un día íbamos andando por la calle y nos cruzamos con una pareja de lesbianas cogidas de la mano. Una era algo mayor que nosotros y la otra era más joven. Las dos eran muy guapas y nada chicazos. Miguel las saludó brevemente y seguimos nuestro camino.

-¿De que las conoces?, pregunté por curiosidad.

-La mayor era la novia de mi hermano.

-¿Y ahora se ha hecho lesbiana?

-Es bisexual. Ya tuvo un lio con una chica antes de salir con mi hermano.

-¿Y en vuestras orgias también habían lesbianas?, pregunté algo sorprendida.

-No, rio él. Mi novia y ella eran madre e hija, no había royo lésbico.

-Lo dices como con pena.

-Pues sí, no hubiera estado mal. Tengo la teoría de que todas las tías sois un poco bisexuales en el fondo.

-De eso nada, protesté. Yo no soy lesbiana, ni bisexual. A mí solo me gustan los hombres.

-¿Seguro?, preguntó él malicioso. Te he visto bailar con tu amiga Ana en plan lésbico.

-Eso es broma, me defendí.

-Y morrearos

-¡Que mentiroso! Solo nos damos piquitos… y solo cuando estamos borrachas.

-Pues eso, concluyó él.

Poco después de aquello olvidé la conversación, pero la siguiente ocasión que Ana y yo nos fuimos de fiesta no pude evitar recordarla. Al principio estuve cortada, pero poco a poco me dejé llevar. Miguel nos miraba, así que bailé para él de la manera más erótica posible con mi amiga, manoseándola a gusto. La besé en los labios varias veces. Fueron besos sin lengua, pero más largos que de costumbre. Si ella notó algo fuera de lo normal no dijo nada. Terminé follando con Miguel como una loca. Todo aquello me había puesto muy cachonda. Me decía a mi misma que era el morbo porque mi chico nos mirase, pero en una parte oculta de mí anidaba la duda de sí eran los besos y el tacto de la piel de Ana los que, al menos en parte, me habían dejado tan mojada.

Miguel y yo comenzamos a frecuentar locales de intercambio de parejas. Sin ningún compromiso ni obligación de hacer nada, solo si surgía. No lo hacía solo por él. Yo también tenía curiosidad. Realmente no esperaba que fuera a pasar nada, estaba convencida que a la hora de la verdad me echaría atrás. Más que nada era cotillear. Las primeras veces fue patético. Hombres solos, alguna pareja mayor. Nada atrayente. Hasta que aparecieron ellos. Eran algo mayores que nosotros, pero no mucho. Sin ser modelos ni nada parecido, eran atractivos. Él era todo un señor, alto, moreno y elegante, con un poco de tripilla, pero en bastante buena forma. Ella era una morenaza de pelo rizado y formas voluptuosas. Hola María, dijo Miguel saludando a la mujer. Se dieron un par de besos y luego los hombres se dieron la mano. Os presentaré a mi novia, anunció después. Son María y Julio, me dijo. La hija mayor de mi exnovia y su marido.

Me quedé un poco pasmada. Aquel matrimonio que me había llamado la atención en el local de intercambio de parejas estaba formado por la hija de Sofía, la ex de mi novio, que también era la hermana de Rita la bisexual, la ex de su hermano, y su atractivo esposo. Miguel, claro, los conocía. De hecho, los conocía bíblicamente, al menos a ella, pues habían coincidido en sus orgias familiares. Después de las presentaciones nos sentamos a tomar algo. Nuestros acompañantes eran simpáticos y cultos, y parecían muy contentos de haberse tropezado con Miguel, como si lo echaran de menos. La conversación fue distendida y agradable. Propusieron tomar la última en su casa y aceptamos. Una vez allí empecé a ponerme nerviosa, pero no pasó nada fuera de lo normal. La charla no fue excesivamente sexual, salvo un par de comentarios picantes, ni salió el tema del intercambio de parejas. Éramos como cualquier grupo de amigos, charlando y riendo. Cuando nos despedimos María abrazó a Miguel largamente y le susurró algo al oído. Julio me dio dos besos castos en la mejilla, pero cuando le tocó el turno a María me besó muy cerca de los labios y me rozó un pecho, como distraídamente. Espero verte de nuevo pronto, me dijo con una voz que se me antojó sensual. Salí de su casa algo acalorada. ¿Qué te ha dicho María cuando os despedíais?, le pregunté a mi chico. Nada, solo que se alegraba de verme.

La semana siguiente Julio llamó a Miguel para quedar los cuatro. Le dije que me parecía bien. Cenamos juntos y, esta vez, fuimos a nuestra casa. El vino de la cena me había achispado y los cubatas que me tomé en casa no me ayudaron a despejarme. Esta vez sí que salió el tema de los intercambios de pareja. Confesamos que hasta entonces nos habíamos limitado a mirar. Ellos dijeron haberlo hecho un par de veces. Lo mencionaron con toda naturalidad. Estaban sentados muy juntos y se besaban y hacían arrumacos con frecuencia. María iba vestida muy sexi y ni siquiera yo podía apartar la mirada de su pronunciado escote, mucho menos los chicos. Les pedí que me hablaran de sus orgias con Miguel. Me contaron un par de anécdotas mientras mi chico enrojecía. Estaba muy caliente. Mientras maría hablaba Julio le metía mano con descaro. En un momento dado comenzaron a besarse apasionadamente. Miguel me besó a mí y le devolví el beso. Cuando me quise dar cuenta María le había sacado la polla a Julio y se la estaba chupando. Al ver que la observaba María se volvió a mí con cara de niña traviesa. Si te molesta nos vamos a alguna habitación, es que estoy muy caliente. No, le dije yo, me gusta miraros. Miguel me abrazaba por detrás y me besaba el cuello. Yo estaba petrificada, no me atrevía a seguir su ejemplo, pero tampoco podía dejar de mirar. Tras un rato de chupeteos la leche de Julio brotó y manchó la cara de María. Voy a lavarme, dijo risueña. Cuando volvió del baño se excusaron y se fueron. Nada más cerrar la puerta me abalancé sobre mi novio y follamos.

No sabía que pensar sobre lo que había pasado. Unos meses antes no se me pasaba por la cabeza que pudiera ver a una amiga chupársela a su pareja a escasos centímetros. Los había mirado y me había gustado, pero no sabía si quería que se repitiera ni mucho menos si me atrevería a ir más allá. Si te vuelven a llamar no quedes, le dije a Miguel. Tengo que pensar. Él me dio su palabra y la semana transcurrió lentamente sin ningún contacto por ninguna de las partes. ¿Te han llamado? Le preguntaba a mi chico muerta de curiosidad y con un suave picorcillo en la entrepierna. No, respondía él dejándome sin saber si me alegraba o no, si estaba aliviada o frustrada. Finalmente el viernes por la noche hubo un contacto, pero no fue con Miguel, sino conmigo. Hola Isabel, me dijo la voz de María por el auricular. Hola, respondí tragando saliva. Tras un rato de cháchara femenina quedamos para el sábado. Cuando colgué no sabía lo que había pasado ni cuando lo había decidido. Solo sabía que tenía las bragas mojadas.

Llegó el sábado y me sorprendí a mi misma estando nerviosa como una chiquilla. Me arregle como para una primera cita, me cambié de ropa varias veces hasta tener el look ideal y me puse el perfume caro. Fuimos a su casa directamente. Cenamos allí, María resulto ser una gran cocinera. Hablamos de todo, incluido el sexo, nos contamos intimidades de todo tipo y también estuvimos conversando sobre lo que había pasado el fin de semana anterior, sobre que María se la chupara a Julio delante de nosotros y yo me quedara mirando. Tuve que reconocer que me gustó, que me puso cachonda y que, en cuanto se fueron, Miguel y yo follamos como locos. De la mesa pasamos directamente al sofá. Julio y María comenzaron a besarse casi enseguida y esta vez yo hice lo propio con Miguel. Cuando me quise dar cuenta María se la estaba chupando a su marido como en mi casa. En esta ocasión yo, ni corta ni perezosa, le saqué la polla a mi chico y la imité. María, como si se hubiese picado dio un paso más allá y se quitó las bragas. Montó a Julio que seguía sentado en el sofá y comenzó a cabalgarlo. Yo no me quería quedar atrás así que continué imitándola y me senté sobre el miembro de Miguel que no decía que no a nada. Después de un rato follando en esa postura Julio puso a María a cuatro patas y comenzó a bombearla con ganas. Esta vez fue Miguel quien siguió el ejemplo de nuestros amigos y me puso en idéntica posición. María y yo quedamos frente a frente mientras nuestros machos nos mataban de placer. Con los vaivenes nuestras caras cada vez estaban más cerca hasta que María me sorprendió besándome. Fue un morreo brutal, nuestras lenguas chocaron al compás de las embestidas de que éramos objeto. En ese mismo momento tuve un orgasmo. Miguel siguió penetrándome. María me acariciaba los senos y seguía besándome. Estaba totalmente entregada. Me sentía como una perra en celo muriéndome de placer. Nunca me habían interesado las mujeres pero adoraba los besos de María. No quería reconocérmelo a mí misma pero me había atraído nada más verla, tan resuelta, tan segura. Y ahora allí estábamos, intercambiando saliva. Aun tuve otro orgasmo antes de que mi chico acabara corriéndose entre mis piernas.

Después de aquello estuvimos un par de semanas sin vernos. Ambas parejas teníamos compromisos atrasados. No obstante hablábamos con asiduidad por teléfono. Finalmente volvimos a quedar. Me asombraba su naturalidad, como si no hubiera pasado nada. Fuimos a una discoteca a bailar. María me engancho enseguida y nos pusimos a bailar sensualmente. Lo había hecho con Ana y otras amigas antes, pero era obvio que después de tener sexo una delante de la otra y, sobre todo, después del morreo, ahora tenía un significado especial. María no se cortó a la hora de meterme mano y yo se lo permití. En un momento dado quedamos frente a frente. Ella acercó sus labios a los míos, yo cerré los ojos, abrí la boca al contacto con la suya y me dejé llevar. Cuando me quise dar cuenta llevábamos un rato enrollándonos y nuestros chicos estaban agarrándonos por detrás. Besé a Miguel, besé a María y besé a Julio. Me pareció lo más natural. María agarró a Miguel y se puso a morrearle, así que yo hice lo mismo con su marido. Nunca había besado a dos hombres en el mismo día, mucho menos a uno detrás del otro. Estaba muy excitada, tanto que viajaba sobre una nube de deseo sexual que no me dejaba pensar con claridad.

Cuando nos cansamos de bailar decidimos ir a nuestra casa a tomar la última. En el coche los hombres fueron delante y nosotras detrás. Como era de esperar no nos estuvimos quietas sino que comenzamos a enrollarnos y a meternos mano. Ahí yo ya estaba desatada y era la que llevaba la iniciativa hasta el punto de provocar las risas de María, que me decía magnánima que me contuviese, cuando en mi entusiasmo le sacaba una teta del vestido para chupársela. Una vez en casa María se fue directa a por Miguel y yo me quedé con su marido. Nos besamos, al principio lentamente. Me hizo gracia la situación y sin poder evitarlo empecé a reír, una risa nerviosa. Las manos de Julio por todo mi cuerpo me hicieron ponerme seria. Era un hombre algo mayor que yo, pero atractivo, con experiencia sexual que, obviamente, sabía lo que se hacía. Me besó con profundidad, succionando mi lengua con elegancia. Me puse a temblar entre sus manos mientras mi ropa caía. De reojo vi a Miguel, ya desnudo, con su pene en la boca de María. Julio bajó su lengua por mi cuello hasta llegar a mi pecho. Me sujetó la teta derecha con suavidad y sus labios buscaron el pezón. Lo rodeó con la lengua, lo besó, lo lamió y lo succionó. No pude evitar un suspiro de placer. Luego me llevó de la mano hasta el sofá y me tumbó en él. A nuestro lado Miguel martilleaba a su mujer a cuatro patas, que gemía con vicio. Julio se tumbó sobre mí y acercó su pene a mi vagina. La punta rozó sus labios, acarició el clítoris… Métemela ya, por favor, supliqué. Él sonrió e hizo lo que le pedía. Me rendí ante él a la primera embestida. Su cuerpo desnudo cayó sobre el mío como un edredón y nos besamos. Levanté la mano y le acaricié los pechos a María. Ello lo notó y acercó su boca a la mía. Nuestras lenguas juguetearos felices. Apreté su boca contra la mía y sorbí algo de su saliva. Su marido me penetraba con arte y sapiencia y, a juzgar por sus convulsiones, mi chico tampoco se lo hacía mal. Nuestros pechos rozaban entre sí al compás de las acometidas de nuestros machos. Comencé a tener orgasmos, uno tras otro, hasta que perdí la cuenta. Creí desmayarme de placer. Finalmente Miguel eyaculó dentro de María que cayó rendida a mi lado y pocos minutos después Julio se corrió en mi coño palpitante lo que coincidió con mi último orgasmo.

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Relato erótico: “Emputeciendo a una jovencita (3)” (POR LUCKM)

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Antes de que me salten encima los odiadores. Siiiii,reeditado con correcciones básicamente de ortografía y alguna cosa que me chirriaba. Ah y si, por que así lo leen mas chicas, me alegra que los disfrutéis vosotros pero la verdad es que los escribí para conocer mujeres morbosas y mientras que nadie me demuestre lo contrario esta parece ser la mejor forma.

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Eva volvió a las dos horas, le di el cd y comprobé que las bragas de su madre estaban completamente empapadas de mi semen y los jugos de su coño. Subió a dejar el CD y las bragas en su sitio y a por mi copia de las llaves de su casa. Le di una copia de las mías para que pudiera entrar a despertarme por las mañanas. El resto del día lo pasamos entre mamadas, viendo videos porno, hablando de lo que la ponía y lo que no… Planeando el emputecimiento de su madre. Me dijo que no quería que fuera suave, que ella estaba muy abducida por su padre que necesitaba un tratamiento duro.

El lunes por la mañana me despertó apareciendo en mi cama con su uniforme del cole, simplemente aparto la sabana y se metió mi polla en la boca. Verla con la cola, su uniforme y chupando polla como una profesional hizo que no aguantara mucho. Me corrí en su boca, le dije que no se lavara y que a clase. Después fui a trabajar.

A los cinco minutos de llegar a casa por la tarde llamaron al timbre.

Ana – Eres un pervertido hijo de puta!

Yo – Si.

Ana – Se lo voy a decir a mi marido y te vamos a denunciar!!.

Yo – No creo.

Ana – Cabrón, como que no?

Yo – Uno, ya tiene una edad en que si el sexo es consentido no es delito. Dos, como habrás visto en el video mas consentido no puede ser, hasta me pide que le clave mi polla en el coño. Tres, estas muy mal follada, tengo tu diario y no quieres que tu marido sepa que lloras por las esquinas pidiendo polla, ni que tu niña ya es todo da una puta.

Ana – Pero..!!

Yo – Pero nada, no estas aquí por eso.

Ana – Y por que estoy cabrón?.

Yo – Pues por que eres una mama estirada y no puedes aceptar que la gente disfrute del sexo y tu no.

Ana – No, es solo una niña!!

Yo – De niña ya tiene poco, pero pasa y lo discutimos.

Cerré la puerta detrás de ella, entramos en el salón, me senté en el sofá, ella se quedo de pie.

Ana – Te tratamos como a un amigo, mi marido te invito a cenar a casa!1

Yo – Jajaja, si, quizás no debió hacerlo.

Ana – Y que quieres?

Yo – A ti, estas muy buena, necesitas que te follen y mira por donde que suerte vivo justo debajo.

Ana – Ni de broma, deja a mi hija en paz y olvídanos.

Yo – Tu hija? tu hija no quiere separarse de mi polla.

Le di al play de la tele y salió la escena de esa mañana, su hija de uniforme chupándome la polla, era la parte final, se veía cuando me corría en su boca, ella sonreía, me daba las gracias y se marchaba. Ella miraba la pantalla con los ojos como platos.

Yo – Ya folla como una profesional, estoy orgulloso de ella, y chupa pollas que es una maravilla, puedo hacer cosas con ella que ni imaginas, a esa edad son muy maleables. O bien, puedo hacerlas contigo.

Ana – Y que harías conmigo?

Ya empezaba a ceder, eso me gustaba.

Yo – Ella es mi puta, me encanta. Controlare lo que hace y con quien durante mucho tiempo, será divertido. Pero quiero una perra, una mascota, una guarra sin ningún tipo de conciencia, puede ser ella o tu.

Ana – Y la dejaras en paz?

Yo – Ni de broma, esta demasiado buena, pero digamos que las cosas no pasaran de determinado nivel, contigo no será así, hare lo que me plazca sin ningún tipo de limite mas que no te causare marcas físicas y no me cargare tu matrimonio.

Ella lloraba de rabia, me miraba, miraba la pantalla, descubrió la cámara que la estaba grabando pero se limito a mirarla y a mirarme a mi.

Ana – Que tengo que hacer?

Yo – Para empezar sácate las tetas puta.

Ana – No me llames así.

Yo – Te llamare como me de la gana, sácate las tetas puta.

Ella empezó a desabrocharse, llevaba una camisa de cuello alto, miraba al suelo…

Yo – Mírame!!

Ella siguió desabrochando…. se quito la camisa y quedo a la vista su estupendo par de tetas bajo un horrible sujetador color carne.

Yo – Fuera el sujetador puta, enséñame esas dos estupendas ubres.

Ana – No las llames así

Yo – Y como quieres que las llame?? pechos?? jajaja, son grandes y hermosas, son las ubres de mi puta y las llamare como quiera.

Ella se soltó el sujetador, cuando cayo al suelo se tapo con las manos. Me miro, no hizo falta mas, aparto sus manos, me levante y me puse detrás de ella. La cogi por los codos y le puse las manos detrás de la cabeza, le empuje un poco la espalda para que sacara pecho. Me puse delante de ella admirándola. Me acerque arrodillándome delante de ella, le desabroche el pantalón. Y de un tirón le baje los pantalones y las famosas horribles bragas. Ella temblaba, pero no se movió, me aleje para contemplarla.

Yo – Eres muy hermosa puta, no entiendo al gilipollas de tu marido, de verdad te folla tapada??

Ana – Si, es un poco santurrón.

Yo – Pues es una pena, con ese cuerpo estas para montarte como una perra, gritas con el?

Ana – Ni de broma, me llevaría al medico, o peor, al cura.

Yo – Te gustaría gritar cuando te folla.

Ana – No suele darme tiempo ni a calentarme la verdad, a solas… me gusta gemir, con el la verdad no.

Yo – Y el no te ve desnuda?

Ana – Sale de la habitación cuando me visto, y en el baño tengo que poner el pestillo, ¿que mas quieres? ya lo leíste.

Yo – Nada, solo dejar claro a quien vas a convertir en un cornudo. Te calentó el video de tu hija?

Ana – No me dio tiempo, estaba demasiado cabreada la verdad.

Yo – Bien, siéntate en ese sofá, pon las piernas a los lados de los brazos, vamos a tener una sesión de videos.

Cambie la cámara de sitio, se la veía a ella abierta de piernas y la pantalla de la televisión. Le puse todos los videos que le había grabado a Eva, por orden, desde su declaración de amor el primer día, el mensaje para su madre después de la primera mamada, las fotos del probador, su desvirgamiento… y la mamada de esa mañana. Ella miraba asombrada.

Ana – No me lo puedo creer, mi niña.

Yo – Ya no lo es, ahora es mi putita, como su mama, juega con tu coño y con tus tetas, mastúrbate mientras ves a tu hija convertirse en mi puta.

Ella empezó a acariciarse las tetas, a jugar con su coño, su respiración se iba agitando según iban pasando los diferentes videos, jadeaba. Se olvido de mi, metía los dedos en su raja gimiendo, al final se corrió y me miro.

Ana – Eres un cerdo.

Yo – Y tu una cerda, te corriste viendo los videos porno de tu niña.

Ana – Si creo que lo soy, me harás lo mismo que a ella?

Yo – Y mas cosas.

Ana – Como que?

Ponte a cuatro patas en el suelo, te voy a follar para terminar de cerrar nuestro trato.

Le puse la cámara delante en una silla a la misma altura que su cara, se veían sus ubres colgando.

Yo – Mira a la cámara y di tu nombre completo y dirección….

Ella miro a la cámara e hizo lo que le decía… yo mientras pasaba la polla por su raja.

Yo – Ahora di que eres la mama puta

Ana – Soy la mama puta!!

Empecé a meterle la polla.

Yo – Y que es lo que quiere la mama puta?

Ana – Tu polla!!

Yo – Jajaja, a tu niña tuve que enseñarla a decirlo.

Ana – Hacia mucho que quería decirlo, métemela!!.

Seguí jugando con su coño, metiendo la punta del capullo y sacándola. Ella intentaba recular para clavársela mas pero yo no la dejaba.

Yo – Di el nombre de tu marido, su empresa, di que es un impotente y un cornudo….

Ana – Joder!! Mi marido se llama Jorge… trabaja en… en castellana 12… Es un cornudo!! desde este momento es el mayor cornudo de Madrid, su mujer y su hija se follan la misma polla… Esta bien así?

Yo – Perfecto.

Seguí empujando hasta clavársela entera. Ella aullaba. Ana- Joder, que gusto! Yo . Te gusta mama puta?. Ana – Me encanta. Seguí follandomela hasta que ya no podía mas, salí de su coño y me acerque a su cara corriéndome sobre ella.

Ana – Ummm, me encanto.

Yo, mastúrbate y correte otra vez mirando a la cam mientras te comes mi corrida, es un video dedicado al cornudo de tu marido así que hazlo bien.

Ella se puso de rodillas y con un dedo recogía el semen de su cara metiendoselo en la boca, con la otra mano se metía los dedos en el coño, su tetas temblaban y su cara estaba roja… tardo un rato pero se corrió murmurando cornudo!! cornudo!!

Ana – Y ahora? me follaras cuando quieras??

Yo – Jajaja, no seas viciosa. Me dijo la putita que el cornudo esta de viaje.

Ana – Si, un par de días.

Yo – Bien, esta noche…

Yo – Y ahora vístete y márchate, haz lo que te he dicho.

Se vistió y se marcho, pare la cámara y le mande un sms a Eva diciéndole que pasara por casa antes de subir a la suya.

A las seis de la tarde apareció mi putita.

Eva – Dime.

Yo – Esta noche, a las 9 bajaras a buscarme perfectamente arreglada sin ropa interior por supuesto, luego subiremos a cenar a tu casa y me presentaras como tu novio, quiero que seas muy cariñosa y me sigas el juego.

Ella puso cara de sorprendida pero asintió.

A las 9 en punto llamo al timbre, iba preciosa, con una falda corta y una camisa blanca con bastante escote. Cogi un paquete que había comprado y subimos. Su mama nos recibió perfectamente vestida como en la primera cena, con un moño, y una camisa abotonada hasta arriba, aunque al moverse se notaba que como su hija iba sin ropa interior. Eva la miro sorprendida y luego a mi con cara de picara.

Eva – Mama, te presento a mi novio, es Carlos, el vecino, seguro que te acuerdas de el.

Yo – Que tal señora?, un placer volver a verla.

Ana – Hola Carlos, un poco mayor para una niña tan joven no?

Pasamos dentro mientras hablábamos….

Yo – Yo pensaba lo mismo pero Eva fue muy convincente

Ana – Quieres tomar algo antes de cenar?.

Yo – Un vino por favor.

Pasamos al comedor, yo agarraba firme el culo de Eva… Ella me alcanzo una copa y cogio dos mas para ella y su hija.

Ana – Y como fue que os enamorasteis?

Yo – No fue amor, ella estaba salida y necesitaba una polla y claro, con este cuerpo no pude negarme.

Ana ni se inmuto, siguió sirviendo el vino, Eva me miraba sorprendida de que le hablara así a su madre.

Me gire y jugué con las tetas de Eva soltando un par de botones de su camisa para que se viera que iba desnuda debajo.

Yo – Además con estas tetas cualquiera se niega. Salió a su mama sin duda, ud y su marido hicieron un buen trabajo, las suyas seguro que son igual de bonitas.

Solté a Eva y me acerque a Ana, desabroche su camisa completamente hasta que sus tetas asomaron ,le quite la camisa.

Yo – Eva, quítatela tu tb, la cena será mucho mas agradable. Menudo par de hembras tiene el cornudo de su marido en casa señora.

Ana – si, verdad?

Eva me miro sorprendida pero obedeció al instante. Su madre por ordenes mías seguía sin inmutarse, actuaba como si nada pasara. Le pregunte por su marido y ella comento algunas cosas de su trabajo. Mientras charlábamos los tres tomando el vino fuimos poniendo el primer plato, consistía en unas raciones de pate de estas preparadas del corte ingles y un poco de mermelada en el centro.

Ana – Me vais a disculpar diez min verdad? tengo que terminar de preparar el segundo.

Yo – Claro señora, si no le importa necesito que su hija me haga una mamada, con tanto ver esas hermosas tetas no puedo contenerme. Además no me chupa la polla desde esta mañana.

Ana – Claro, sois jóvenes, no tengáis problema.

Ella se marcho a la cocina, yo le pregunte a Eva cual era el sillón preferido de su padre y me senté en el. Me saque la polla ella se agacho, no se la veía con ganas de hablar.

Yo – Sácame la leche putita pero no te la tragues, guárdala en la boca.

Ella se aplico, ya era toda una experta, cuando su madre regreso seguía chupandomela, Ana cogió una copa y se puso a observarnos. Eva chupaba y chupaba, yo ya no me contuve mas y me corrí abundantemente. Eva recogió en su boca hasta la ultima gota de semen.

La cogí del cuello suavemente y la acerque a la mesa hasta el plato de su madre.

Yo – Bien Eva, suéltalo sobre la mermelada de mama.

Era una delicia ver caer el semen de sus jóvenes labios sobre el plato, nos sentamos a cenar, Eva miraba como su madre sin poner la mas minima cara de asco untaba un poco de pate en una tostada y a continuación recogía la mermelada con mi corrida y se lo comía con deleite mientras hablaba de su trabajo, de Jorge, o de los estudios de la niña.

Seguimos cenando entre risas y bromas de todo tipo.

Yo – Ana, acércate un momento.

Ana se levanto y se acerco, yo cogí la pala del pate y la metí en una jarra de agua con hielo que había. Después saque la pala y la aplique sobre uno de sus pezones, se puso mas duro de lo que ya estaba, luego repetí la operación con el otro. Aplique un poco de mermelada sobre sus pezones y los chupe para dejarlos bien limpios. Ella soltó un par de gemiditos. Unte otro poco de mermelada a lo largo de mi polla y le dije a Ana que me la limpiara.

Yo – Límpiame la polla Ana.

Ella se agacho y se la metió entera en la boca.

Yo – Tu mama es toda una experta putita, no me extraña que la chupes también.

Eva – Si, ya veo, no me lo imaginaba.

Yo – Ya esta bien mama puta, deja algo para después.

Ella se levanto y se sentó en su sitio, tenia restos de mermelada en sus labios…

Al terminar de cenar pasamos al salón.

Yo – Ana, si no le importa me gustaría verlas a las dos desnudas para comparar.

Ambas sin mirarse procedieron a quitarse el resto de las ropa. El coño depilado de Eva contrastaba con el de su madre.

Yo – Viste las bragas de tu madre? Las reconoces?

Eva – Jo, son las de ayer, con todas tus corridas y las mías, no me lo creo.

Yo – Créetelo, tu mama es así de guarra, verdad Ana?

Ana – Si, lo soy.

Eva – Lleva mañana a tu madre donde te lo depilaron a ti, y ya de paso que se lo hagan con laser, cuando te vuelva a salir háztelo tu tb, seguro que al cabrón no le importa pagar.

Ana – Pero amo, era la primera vez que me llamaba así, el cornudo se dará cuenta.

Yo – Me da igual, dile que tuviste una infección o lo que sea, por cierto, mañana al ginecólogo las dos y pedir la píldora, me gusta correrme dentro de vuestros coños y de momento no quiero preñaros. Y se acabo follar con el, no te costara mucho si solo te folla una vez al mes. El que se folla los coños de esta casa soy yo. Que hacéis en familia cuando esta el cornudo a estas horas?.

Ana – Ver una película – Dudo un momento y me miro – No serás capaz – Sonreí –

Yo – Tu viste los de tu niña, es justo que ella vea el tuyo. Ponte de rodillas piernas abiertas, mirándonos, tu Eva, al sofá de papi, pongo la peli y voy.

Metí la película y me senté en el sofá, le di al play, y empecé a acariciar las tetas y el coño de eva. La escena era la tele, un poco a la derecha la mama puta mirando como su nuevo amo metía los dedos en el coño de su hija que se iba excitando por momentos. Eva me acariciaba la polla.

Yo – Te gusta ver a mama follando putita?

Eva – Mucho, no creí que lo lograras.

Yo – Es una puta igual que tu, verdad mama puta?

Ana – Si, amo.

Yo – Bien, ahora aclaremos los papeles. Tu Eva serás mi novia, mi putita. Podrás salir con chicos de tu edad y follar con ellos pidiéndonos permiso a los dos, que seremos como tus padres. Ah, otra norma, tendremos que verte follar así que los traerás a tu habitación donde instalare cámaras igual que en el dormitorio de tus papas en los baños, en el salón, están en esa caja, son cámaras disimuladas en despertadores, secadores, el cornudo no se dará ni cuenta. En cuanto papa salga de casa las dos os desnudareis, siempre. Os podré controlar desde mi casa o desde la oficina. Entendido putita?

Eva – Si, claro.

Yo – mama puta?

Ana – Si, amo.

Yo – Tu madre será mi puta, básicamente lo único que quiere es polla así que no tiene problema en volver a tu padre un cornudo y dejar que se follen a su niña, es así de guarra. Verdad guarra?

Ana – Si, amo.

Ana metía los dedos en su coño.

Yo – Jajaja, mírala, no se puede ni aguantar.

Eva – Joder, todo esto es muy fuerte.

Yo – No te preocupes putita, vas a ser muy feliz. Coge la cámara de fotos, voy a follarme a mama.

Le dije a Ana que se acercara, se pusiera del revés sobre mi polla y se la clavara. Ella lo hizo de una sola vez, soltó un fuerte gemido.

Ana – ummm, como me gusta esta polla.

Yo – Verdad que si guarra, vamos, follame delante de tu niña.

Ella empezó a moverse, se escuchaba el chapoteo de su coño, agarre sus tetas por detrás y empecé a estrujarlas. Eva estaba justo delante sacándonos fotos.

Yo – Dile a tu niña que tiene que hacer los deberes.

Ana – Eva, cielo, tienes que estudiar, mientras tu novio me mete su polla, cabronazo!! no se por que esto me pone así!!

Yo – Dile que papi la quiere.

Ana – Tu padre te quiere mucho, y tu novio también, que polla, se me va a salir por la boca!!… papi te quiere y quiere que seas una buena niña…

Yo – Y ahora mama

Ana – Tu mama tb te quiere – le retorcí un pezón fuerte – pero tu mama es una puta!!!, solo quiere que se la folle el vecino!! ummmm Por favor, no pares!! Me encanta tu novio cariño!! Quiero que se corra dentro de mi coño y me preñe, así podríamos las dos criar al niño delante del cornudo, te gustaría cielo??

Eva – Mucho!!

Ana – Seguro que este señor me follaría mientras lo amamanto, el cretino de tu padre se tiro un año entero sin follarme desde que me embarazo de ti.

Yo – Jajaja, eso no lo habíamos hablado pero mira, puedo ir a pasearlo con vosotros algún domingo!!

Seguí empujando, estaba a punto de correrme.

Yo – Bueno, mama puta, tu decides donde quieres mi semen.

Ella ni se movió, siguió cabalgándome hasta que un torrente de leche lleno su coño, cayo semi desmayada hacia atrás, mi polla se salio, ella despatarrada sobre mi, mientras le acariciaba las tetas Eva sacaba fotos de su coño que empezaba a expulsar mi corrida.

Yo – Y bien, Eva, que te parece nuestra nueva familia?

Eva – Me encanta!!

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Bueno, espero que os gustara, por favor votar, es la manera de saber si voy bien o no… Sigo encantado de que me mandéis mail o me agreguéis. Por alguna razón me agregan bastantes mujeres de sudamerica que españolas de pura cepa, no os gusta?, me gustaría saber que les falta para que os gusten tanto como a ellas.

skype luckmmm1000

luckm@hotmail.es

Relato erótico: “Dos rubias llamaron a mi puerta y les abrí 9” (POR GOLFO)

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Después de una noche donde se mezcló la pasión con el amor, me costó entender que Ua me despertara con una batería de preguntas:

            ―¿Ayer qué hice? ¿Cómo llegué a la cama? ― susurró en mi oído para acto seguido decirme si la había tomado como mujer.

Sin llegarme a espabilar, contesté que se había emborrachado. Mi escueta respuesta no la satisfizo y con los ojos abiertos de par en par, insistió pidiendo que le confirmara si la había poseído. Creyendo que lo que quería era repertir, la atraje hacia mí y la besé, pero curiosamente la pelirroja se apartó de mí.

―Estoy saciada― me soltó llena de nervios.

Sin saber qué coño le ocurría, me levanté al baño obviando su mal humor. Al contrario de su costumbre, se abstuvo de seguirme y se mantuvo apartada. Aunque me extrañó, no le di mayor importancia y tranquilamente me metí a duchar. Con el agua cayendo por mi cuerpo, me puse a pensar en el día anterior y en que iba a ser padre. La idea de mi futura paternidad me tenía paralizado porque no en vano era algo que realmente nunca me había planteado.

«Encima voy a serlo por partida doble», musité en silencio mientras intentaba aclarar mis sentimientos por las embarazadas.

El cariño y el amor que sentía por Tomasa estaban fuera de dudas, por lo que me centré en tratar de analizar lo que sentía por Agda. No me cabía en la cabeza que conociendo apenas a la diplomática hubiese desarrollado por ella unos emociones tan profundas.

«No es posible que me haya enamorado de ella tan pronto», me dije tratando de asimilar mi ideas cuando un ruido me hizo abrir los ojos.

Me alegró observar a la nórdica totalmente desnuda mirándome desde la puerta. Con un gesto, la llamé a mi lado. La belleza madura de esa mujer se multiplicó por mil al sonreírme y más cuando en plan coqueta se metió junto en la ducha pegando su cuerpo al mío.

―Buenos días, papá.

La ternura de su saludo y su alegría me confirmaron lo dichosa Si me quedaba alguna duda que a Agda le apetecía jugar esa mañana desapareció cuando se empezó a acariciar los pechos en plan provocativo mientras me preguntaba si me gustaban.

―¡Me encantan!― respondí que su intención era provocarme.

Descojonada y alagada, la diplomática no se cortó y pellizcándose los pezones, los puso a mi disposición diciendo:

―¿No los tengo muy caídos?

―Para nada― respondí mientras me relamía con la idea de comérselos.

 La rubia soltó una carcajada al comprobar que solo con esa maniobra mi pene ya estaba tieso y girándose sobre el plato de la ducha, poniendo su trasero en pompa me volvió a preguntar si no prefería su trasero:

―Todo tu cuerpo es maravilloso― admití babeando al observar que se separaba ambas nalgas con las manos y me regalaba con la visión de su ojete.

Riendo a carcajadas tiró de mí mientras se restregaba contra mí bajo el grifo. Su piel mojada me resultó una tentación irresistible y besándola, mi miembro alcanzó de golpe toda su extensión. Al sentir la presión de mi erección contra su culo, entornando sus ojos, me soltó cómo era posible que teniendo tres bellezas me pusiera cachondo con ella.  Al escucharla me reí y mientras llevaba mis manos hasta sus pechos, contesté:

―Porque eres preciosa.

Mi respuesta la hizo reír y poniendo sus areolas en mi boca me pidió que mamara de ella. No rechacé esa invitación y agachando mi cabeza cogí uno de esos maravillosos pezones entre mis dientes. La dureza que habían adquirido ratificó sin error a equivocarme que ella también estaba excitada y más cuando disfrutando del tratamiento que estaban recibiendo,  pegó un largo y elocuente gemido de placer. Azuzado por el sabor que manaba de ella, masajeé su otro seno mientras con la mano que me quedaba libre iba bajando por su cuerpo. Al hacerlo un pequeño chorro brotó de él llenando mi pecho de su leche. Agda al sentir mi caricia separó sus rodillas mientras chillaba con la respiración entrecortada lo mucho que me deseaba.

―¡Te necesito!― insistió frotando su entrepierna contra mi sexo.

―Embarazada sigues siendo un poco puta–repliqué al percatarme de la humedad que destilaba su coño.

―¡Y tú sigues siendo el mismo pervertido del que me enamoré! – chilló sin importarle que el resto siguieran dormidas.

Deseando incrementar su calentura, me arrodillé frente a ella y usando mis dedos, separé sus pliegues mientras me quedaba embobado con su inmaculado sexo. Explorando esa belleza pasé una de mis yemas por la raja de su coño antes de introducírselo en su interior. El aullido que brotó de su garganta al notar esa intromisión me informó que estaba disfrutando y por eso me atreví a darle un primer lametazo. Al sentir mi boca en su sexo, la nórdica aulló como loca. Su berrido me azuzó a continuar y aumentando la velocidad con la que mi dedo se la estaba follando su coño, mordisqueé su clítoris. Excitada por esa doble caricia, se estremeció bajo la ducha y ya totalmente entregada, me rogó que siguiera amándola. Aprovechando su entrega, metí mi falange más profundamente en su interior mientras ella restregaba su sexo contra mi cara buscando aliviar la calentura que la consumía.

―Eres un cabronazo― susurró encantada moviendo rítmicamente sus caderas.

Notando que estaba en mi poder, sacando la lengua le pegué un segundo lametazo.

―¡Necesito que me lo comas!― rugió destilando pasión por todos sus poros.

Muerto de risa mientras el agua caía sobre ambos,  la chantajeé diciendo que si tanto lo deseaba me tenía que dar algo a cambio. No tuve que explayarme en qué era lo que quería ya que Agda respondió separando sus rodillas. Su entrega me permitió añadir otro dedo a los dos que ya tenía incrustados dentro de ella. La bella rubia, en vez de quejarse, comenzó a sacudir las caderas restregando su sexo contra mi boca mientras forzaba su interior metiendo el cuarto.

―¡Eres un capullo!― berreó al experimentar tantos dedos explorando su coño.

Su bramido de placer me indujo a mordisquear el botón que escondía entre sus pliegues con tanta fuerza que la sueca tuvo que apoyarse contra los azulejos al sentir que sus piernas flaqueaban.

―¡No pares!– aulló al tiempo que con sus manos presionaba mi cabeza con sus manos.

Alternando la acción de mis dedos con placenteros lametazos, conseguí que alcanzara una excitación desorbitada y sabiendo que no tardaría en alcanzar el clímax, continué sacando y metiendo las yemas cada vez más rápido.

―¡Me corro!– chilló de placer previendo lo inevitable.

Absortó masturbando a la mujer, no paré de lamer su clítoris hasta que de pasada la casualidad quiso que rozara su ojete con una de mis yemas.

―¡Ese es mi culo!― protestó y contra toda lógica, esa caricia le pareció insuficiente.

Sin dejas de gemir, Agda llevó su mano a la mía y me obligó a seguir acariciando su esfínter mientras mi boca se llenaba con su flujo. Un brutal orgasmo me sorprendió y con su flujo empapando mis mejillas, usé mi lengua para beber del manantial en que se había transformado su cueva mientras la obedecía relajando los músculos de su entrada trasera. La cuarentona, con un dedo insertado en su trasero, se puso a temblar pidiendo que no parara. Pero entonces llena de gozo, se dejó caer sobre el plato de la ducha y sonriendo, me soltó que nadie le había comido el chumino mientras le metía un dedo por el ojete.

―¿Te ha gustado?― pregunté tanteando el terreno.

La diplomática, agachando su cabeza avergonzada contestó que sí. Al escucharla, aproveché para darle la vuelta y separando sus cachetes, volví a juguetear con una de mis yemas en su hoyuelo:

―¡Me encanta tu culo!― susurré en su oído mientras hurgaba sensualmente con mi dedo su interior.

Al oír su suspiro, comprendí que deseaba sentir nuevamente mi pene retozando en su entrada trasera y por eso, sin dejar de besarla,  fui relajando poco a poco su ano usando toda mi experiencia para hacerlo realidad. La sueca no tuvo que reparo en confesar que estaba cachonda y sin poder soportar la excitación que le nacía de dentro, me rogó que la tomara. Dudando si romperle el culo o follármela al modo tradicional, seguí masajeando su esfínter mientras lo decidía.

―¡Me tienes a mil! – chilló mordiéndose los labios y sin dejar de forzar su trasero con mi dedo.

Aunque mi bella madura estaba entregada, comprendí que debía de relajarlo antes de dar otro paso, pero entonces comportándose como una zorra en celo, llevando su mano hacia atrás,  se apoderó de mi erección e intentó ensartarse con ella.  Al percatarme de las prisas de la embarazada, solté un sonoro azote sobre sus ancas diciendo que se tranquilizara porque no quería destrozarle su ojete. Contra todo pronóstico, Agda gimió descompuesta al sentir esa dura caricia y poniendo cara de puta, me rogó que le diera otra nalgada. Sorprendido por la naturaleza de su ruego, hice oídos sordos a su petición y seguí relajando su esfínter hasta que comprobé que se encontraba lista al tenerlo ya suficientemente relajado.

―Fóllame, mi don Juan― chilló presionando sus nalgas contra mi pene.

Como no quería desgarrarla, introduje lentamente la cabeza de mi miembro en su interior. Satisfecha al ver que iba a cumplir su orden al sentir mi glande forzando su entrada trasera, esperó pacientemente a que se diluyera su dolor para acto seguido y con un breve movimiento de sus caderas, embutírselo en su interior. La pausada forma en que se empaló me permitió disfrutar de cómo los músculos de su ano se iban abriendo a mi paso. El dolor que sentía lejos de menguar su lujuria, la azuzó y echándose hacia atrás, consiguió clavarse mi verga por completo.

―¡Me duele!― chilló al sentirse llena.

Pasados unos breves segundos de sufrimiento,  retomó con mayor frenesí el zarandeo de sus caderas. El compás que marcó permitió que mi sexo deambulara libremente por el interior de sus intestinos mientras me imploraba una y otra vez que la tomara. Complaciéndola, me agarré de sus pechos y mientras estos derramaban su leche sobre la ducha, incrementé el ritmo con el que tomaba posesión de su culo usando mi pene como ariete. Agda no pudo más y con lujuria en sus ojos, gimió pidiendo que me la follara sin contemplaciones. Que la embajadora, olvidando toda diplomacia, se estuviera comportando como una zorra, me terminó de calentar y ya sin rastro de dudas, decidí disfrutar por entero de su culo mientras ella no paraba de berrear.

―No pares de amarme― aulló al sentir que gozaba de su ojete con largas y profundas cuchilladas.

La ferocidad de mis embestidas la obligaron a apoyarse en los azulejos de la ducha para no caer de bruces, pero eso no fue óbice para que gritando me rogara con mayor ansia que siguiera machacando su esfínter con mi polla.

―¡Me corro!― oí que me decía al sentir que me aferraba a sus pechos para incrementar el ritmo de mi follada.

Berrando como cierva en celo, Agda me reclamó que siguiera porque todavía deseaba más. Con ganas de complacerla, supe que debía de olvidar toda precaución y usarla en plan salvaje. Por ello, regalando un azote sobre una de sus nalgas, mordí su oreja mientras le ordenaba que moviera su culo. Al oírme aceleró el movimiento de sus caderas mientras no dejaba de gemir con cada penetración con la que forzaba su esfínter. 

―Demuestra que eres el macho que he buscado toda mi vida― exclamó retándome.

Aguijoneado en mi amor propio, reanudé con mayor violencia mi ataque martilleando su trasero. La ferocidad con la que la sodomizaba provocó que quedara aprisionada contra la pared y con las baldosas presionando sus pechos, nuevamente se corrió.

―Déjame descansar― imploró al sentir que no disminuía la velocidad con la que cabalgaba sobre ella.

No me apiadé de su derrota y negándome a sus deseos, le grité que moviese el culo cuando de pronto desde la puerta del baño, escuché a Tomasa decir:

―¡Rómpele el culo a nuestra guarra!

La voz de la mulata fue el acicate que me faltaba para seguir cabalgándola. Derrotada por partida doble, Agda sollozó mientras mi amada se reía a carcajadas observando que era tal la cantidad de flujo que brotaba de entre las piernas de la sueca que, con cada cuchillada que recibía sus nalgas, salpicaba mis piernas.

―Hueles a puro sexo― señaló la negra mientras se metía a la ducha.

La excitación acumulada junto con la presencia de Tomasa provocó que no pudiese aguantar y sin importarme que en ese momento se estuvieran besando, profundicé mi ataque mientras castigaba sus cuartos traseros con mi polla. No tardé en correrme esparciendo mi semilla en el interior de sus intestinos mientras Agda, moviendo sus caderas, buscaba ordeñar hasta la última gota depositada en mis testículos. Satisfecho y mientras sentía que mi verga iba ya perdiendo fuelle, observé que las dos mujeres sonreían mirándome.

―¿Qué pasa?― pregunté.

Acercándose a mí, Tomasa me besó mientras se quejaba de que no la hubiese esperado. 

―Te vi tan bella durmiendo que no quise despertarte― murmuré mientras jugueteaba con mi dedos por sus pechos.

Para mi sorpresa, la negrita rehuyó mis caricias y tomando a la sueca de la mano, le dijo que debía amamantar a nuestras niñas antes de irse. Al oírla, Agda me dejó solo bajo el agua y fue a darles de comer con una sonrisa. Nada pude decir en contra, ya que al igual que ellas sentía que era nuestra obligación el cuidarlas y que nada les faltase. 

Una vez seco, entré al cuarto y observé a Ía mamando mientras Ua permanecía agazapada llorando en un rincón.

―¿Qué le ocurre?― pregunté recordando que esa mañana no había querido que la amara.

―No quiere decírnoslo― respondió preocupada Tomasa.

Al comprobar a su compañera tranquilamente asida del pecho de la sueca, pensé que no debía ser nada grave. Por ello, me vestí para ir a ver si Erik se había levantado. Me encontré al magnate con un café en sus manos disfrutando del paradisiaco panorama que se veía desde mi porche.

―¿Qué tal has dormido?― pregunté a modo de saludo.

―Estupendamente― contestó el hombretón.

Acababa de contestarme cuando vi que Patricio, uno de mis operarios más jóvenes, salía de la casa y se despedía de él. No tuve que exprimir mucho mi cerebro para darme cuenta de que de alguna forma mi nuevo socio se las había agenciado para no pasar solo la noche, pero no queriéndome entrometer en su vida me abstuve de comentar nada y me serví un café.

―Este sitio es impresionante― murmuró con una sonrisa de oreja a oreja al percatarse de que no criticaba que se hubiese acostado con ese chaval.

―Por eso lo compré, pero dada la cantidad de mujeres que ahora lo pueblan se me ha quedado pequeño y tendré que mudarme a otro más grande.

Si llego a sospechar su reacción, creo que nunca se lo hubiese mencionado ya que, abriendo los ojos de par en par, me preguntó si vendía la finca.

―No, pero si le interesa se la cedo, siempre que se ocupe de su mantenimiento. 

Aceptando al vuelo mi propuesta, el tipo me pidió que le mandara el contrato y las condiciones a su email, porque ahora no tenía tiempo ya que antes de marcharse tenía que ver conmigo unos detalles de la inversión. Sus palabras me hicieron recordar que Agda se iría con él y eso me dolió al darme cuenta de lo poco que me apetecía su marcha.

«Su trabajo está en San José», mascullé jodido al saber que era inevitable y tratando de olvidarlo, me puse a charlar sobre nuestro acuerdo con su compatriota.

Ya habíamos perfilado los últimos flecos sobre donde instalaríamos la fábrica de las depuradoras cuando vimos entrar a Ía acompañando a la embajadora. La ausencia de Ua y de mi mulata me preocupó, pero no quise exteriorizar mi congoja y abrazando a la rubia, le pregunté si quería algo de desayunar.

―No― sollozó hundiendo su cara en mi pecho: ―Me han llamado de la embajada y debo irme.

Que tuviese que anticipar su marcha me perturbó ya que esperaba disfrutar de su compañía al menos durante el resto de la mañana, pero asumiendo que si se iba era por algo importante, tuve que morderme la lengua y aceptar. Aun así, acariciando su melena, susurré en su oído que, si no podía venir ese fin de semana, que no se preocupase, iríamos nosotros.

―¿Harías eso por mí?― preguntó ilusionada.

―Por supuesto, somos una familia― replique besándola.

Ía, que se había mantenido al margen, al oírme murmurando señaló si no recordaba que no podía estar mucho tiempo sin alimentarse y que cuando la viera, pensaba dejarle los pechos secos. Sonriendo tiernamente a ese bello ser, Agda le prometió que serían para ella siempre que los compartiera con Ua, tras lo cual, cogiendo su maleta, me pidió que la acompañara hasta el coche. La tristeza de la despedida se prolongó durante cinco minutos mientras esperábamos a que Erik llegara con su equipajes. Trescientos segundos durante los cuales, me rogó que la echara de menos y que cuidara de nuestras niñas.

―No te preocupes, lo haré – respondí ante su insistencia.

―Te amo, mi don Juan― musitó desde el coche mientras se marchaban.

16

Con el sonido del beso que me lanzó por la ventanilla todavía retumbando en mi oído, entré en la casa para enterarme qué narices le pasaba a la pelirroja.  Ahí me encontré con que la chavala se había encerrado en el baño.

―No quiere hablar con nadie― me dijo Tomasa.

―Vamos, princesa,  abre y cuéntanos que te ocurre― tocando en la puerta,  le pedí. 

Al no obtener respuesta, pregunté a Ía si sabía que le ocurría a su compañera:

―Como no sea que le duele la marcha de Agda, no lo entiendo― contestó tan confundida como nosotros.

Si ya de por sí era incapaz de entender a las mujeres, supe que ni siquiera podía llegar a plantearme lo que le ocurría a ese ser y dando por buena la explicación de la rubia, asumí que debido a su naturaleza para Ua era difícil aceptar que una mujer a la que consideraba suya se marchara. Por ello, decidí que no había nada malo en que rumiara sola el duelo de la separación y olvidándome de ella, me puse a revisar los distintos temas que se amontonaban en la mesa de mi despacho.

Al encender la computadora descubrí que por primera vez desde que me había retirado a Costa Rica mi email estaba saturado de mensajes sin abrir. Al irlos leyendo, comprobé que la tranquilidad a la que me había habituado había desaparecido y que muchos de ellos, requerían de un profundo análisis antes de contestar. Afortunadamente, Ía al verme enfrascado me ayudó y junto a ella, una hora después conseguí responder a todos, excepto a uno de la empresa iba a reformar la quinta de Santa Lucía, el coqueto palacete francés donde se suponía que nos iríamos a vivir.

―Tomasa, ¿cuándo te viene bien que vayamos a visitar nuestra nueva casa?― dando un gritó pregunté.

La mulata debía de estar cocinando porque no contestó y levantándome de la silla, fui a verla. Al ver que no estaba en la cocina, di por sentado que debía estar hablando con la pelirroja y sin decir nada a su compañera, subí a mi cuarto. Tal y como había previsto la encontré mimando a Ua, la cual no paraba de llorar. Al pedir que me dijera lo que la pasaba, la morena se levantó y cerró la puerta.

―Por ahora, no quiere que Ía lo sepa― comentó al ver mi extrañeza.

Impactado por que quisiera mantener el secreto de algo ante su compañera, me senté en la cama a esperar que me dijera lo que le ocurría. La seriedad de su semblante me anticipó que era algo grave, pero jamás se me pasó por la cabeza que tras recordarme que le había hecho el amor estando borracha, mi prometida me soltara que la cría se había quedado embarazada.

―No se suponía que era imposible― musité acojonado sin saber a ciencia cierta las consecuencias que eso tendría.

―Sí. Ellas controlan sus cuerpos y evitan ovular, ¡estando sobrias! Lo malo es que anoche, por el alcohol, no pudo hacerlo. Al despertar se notó rara y tras analizarse, se dio cuenta que estaba embarazada.

―¿Qué va a hacer?― medité en voz alta.

Sollozando entre los brazos de la mulata, Ua me respondió que ante todo debía de proteger la vida que había germinado en su vientre, pero que desconocía como iba a reaccionar Ía cuando se enterara. una nueva vida a la que debía de proteger.

―¿Qué temes?― al intuir en su respuesta que desconfiaba de su compañera, pregunté.

La chavala llorando a moco tendido me explicó que ninguna hembra de su raza había procreado jamás y que todas ellas nacían de una cubas de fertilización, por lo que a buen seguro cuando las ancianas se enteraran la harían regresar, aunque eso supusiera su muerte. Comprendiendo entonces que no quisiera que Ía supiera nada hasta que ella lo hubiese asimilado, la tranquilicé prometiendo guardar silencio y señalando además que nada ni nadie iba a separarla de nosotros porque antes de todo era nuestra. Mis palabras la tranquilizaron a medias y lanzándose sobre mí, me colmó de besos mientras me decía que me amaba.  

―Mi niña bonita, Íel no va a permitir que te lleven de nuestro lado― susurró Tomasa enternecida.

Justo entonces apareció la rubia y desde el dintel de la puerta, nos preguntó si podía pasar. Tratando de que no se percatara de lo que realmente le pasaba a la pelirroja, comenté en voz alta a Ua que no se preocupara y que, si Agda no podía venir, iríamos nosotros. La muchacha comprendió al momento y con una sonrisa forzada, me hizo prometer que la llevaría a San José si la sueca no podía dejar la embajada. Mirando de reojo a la recién llegada, advertí que, si bien no le cuadraba que le afectara tanto la ausencia de la madura no tenía ningún motivo para sospechar que la estábamos engañando. Aun así y demostrando su buen criterio, Tomasa creyó que lo mejor era mantenerla ocupada lejos de Ua, por ello recordando que esa noche había quedado con Sara le preguntó si había revisado si esa espía había seguido indagando sobre nosotros.

―No, pero ahora lo hago― dijo sacando su portátil.

Comprendí que la mulata quería que ralentizara su análisis para hacerla perder el tiempo y dando por buena su decisión, pedí a esa genio de pelo rubio que me explicara qué iba a buscar y cómo. A pesar de que mi interés la entorpecía, Ía accedió a irme narrando paso a paso donde se metía y la razón sin mostrar ningún tipo de enfado. Es más, creo por su cara que estaba encantada de que valorara su inteligencia de esa forma ya que eso le permitía estar conmigo.   Queriendo verificar incluso en los ordenadores del Pentágono que nadie sospechaba del origen extraterrestre de ellas,  nos enteramos de que habían encomendado a la asiática que no me perdiera de vista ya que sus jefes preveían que en un futuro muy cercano me pudiera convertir en un dolor de cabeza.

―Les da repelús que seas un ecologista radical y encima mira qué clase de zorra es tu amiga, la agente―dijo la rubia mientras me mostraba indignada un documento en el que, a solicitud de Sara, autorizaban a que me sedujera para así tenerme controlado.

Al darme cuenta de su enfado, me eché a reír y le hice ver que esa mujer, deseando entregarse a mí, había manipulado la situación para que sus superiores no vieran nada malo en que se convirtiera en mi amante.

―Piensa… cuando se enteren de que se acuesta con nosotros,  no solo no la van a regañar, sino que verán en ello un sacrificio digno de una medalla.

 No muy convencida, ese bello ser hizo un extenso barrido por la red a ver que averiguaba de ella en el que descubrió una conversación personal que había tenido con Mary, una de sus amigas. En ella,  Sara le explicaba que iba a quedar a cenar con un hombre que la volvía loca y le pedía consejo de cómo actuar dado que además de millonario, el tipo era un mujeriego que tenía a su alrededor una cohorte de bellezas como ayudantes.

―Tirátelo, pero no te enamores― le aconsejó su conocida. A lo que ella había replicado que lo intentaría, pero que dudaba mucho no caer rendida a mis pies cuando todo su ser reaccionó excitado desde el primer momento que me vio.

―Entonces huye, no vayas― cambiando de parecer la tal Mary le dijo,  para acto seguido decirle que ya que tenía claro que no la iba a hacer caso y que me iba a ver, que al menos no me dijera nada sobre sus preferencias sexuales.

«¿A qué preferencias se referirá?» me pregunté antes de leer que Sara le había contestado que se temía que su cita ya lo supiera, dado que se había dejado masturbar en mitad de un restaurante por una de sus amantes.

―¿Dejaste que te metiera mano una mujer solo porque ese hombre lo quería?― horrorizada preguntó la amiga.

―No entiendes cómo es― defendiéndose Sara respondió: ―Cuando estoy cerca de él siento que soy suya y que solo con chascar los dedos, es capaz de hacer que lo adoré.

Después de leer esas palabras, Marí tecleó en su teléfono:

―Pues date por jodida, solo espero que hoy no lleve un collar que anudar a tu cuello.

Esa última frase me hizo comprender que, a pesar de su profesión, Sara tenía alma de sumisa. En cambio, que mencionase esa clase de ornamento, consiguió destantear por completo a Ía:

―Que tiene que ver un collar, con que te la folles― preguntó al malinterpretar lo de jodida y no entender la función que representaba esa joya.

―Más de lo que crees, pero si quieres saber cómo tendrás que acompañarme esta noche― respondí sin aclararle nada.

Su falta de picardía le hizo suponer quizás que ponerle un collar al cuello era parte de una postura sexual y por eso insinuó que antes de cenar con Sara, debía pasarme por una joyería a comprar uno. La idea de la muchacha me pareció cojonuda porque me daba un motivo para alejarla de su compañera y llamando a Tomasa, la informé de que me iba con Ía de compras y que no nos esperara hasta el día siguiente.

Mi bella mulata comprendió que de alguna forma la había engañado para alejarla de Ua sin que sospechara nada y por eso, dándome un beso, se despidió de mí. Ya me estaba subiendo al coche cuando de pronto. Tomasa llegó corriendo a mi lado.

―¿Qué te pasa?― pregunté al verla tan acelerada.

Con la respiración todavía alterada, contestó que me iba a echar de menos y en voz baja, añadió que esa noche diera de beber a Ía. Reconozco que me quedé paralizado al escucharla al saber que me estaba pidiendo que abusara de la ingenuidad de ese ser para embarazarla. Analizando sus motivos, comprendí que tratando de proteger a Ua quería que preñara a su compañera y así ambas compartieran el mismo destino.

«Sería cómo violarla», me dije y tras meditarlo, comprendí que no me veía capaz de perpetrar tal felonía por lo que debía buscar otro camino.

Ajena a lo que ocurría en el interior de mi mente, Ía parecía feliz con la perspectiva de pasar el día conmigo. La sonrisa que lucía en su rostro era lo suficientemente elocuente. Todo en ella denotaba alegría y pensando en ello comprendí que acostumbrada a tener que compartirme con su hermana y con Tomasa el poder disfrutar de mi compañía en soledad, era algo nuevo.  La canción que empezó a tararear no hizo más que ratificar esa impresión al ser un calco de la emoción que la embargaba al tenerme para ella sola:

Júrame, que me veré siempre en tus ojos bésame
Con tus labios dulces sabor a miel
Que a tu lado solo quiero estar

Su prodigiosa voz siguiendo esa melodía me hizo comprender que no podría seguir el consejo de mi mulata y más cuando comportándose como una enamorada me miró mientas cantaba el estribillo:

Y no hay quien, me llena de tanta ternura
Con tu amor, puedo llegar hasta la luna
Escúchame, no me dejes de querer

            Su caricia me dejó pensativo al asumir que a mi lado se sentía mi mujer. Enternecido por el significado de su mirada, tomé su mano y llevándola a mis labios, la besé sin saber que sus ojos se llenarían de lágrimas con ese gesto.  

            ―¿Sabes que te quiero?― le dije impresionado.

            La joven sollozó al oírme y posando su cabeza en mi hombro, susurró que ella me amaba de una forma que no sabía que se podía amar. Intrigado por sus palabras, le pedí que me dijera que sentía. Mi pregunta la cogió desprevenida y en vez de contestar, siguió cantando:

Solo te pido, no me dejes de querer
Que solo, solo, solo
Yo vivo por tu querer

Solo te pido, no me dejes de querer
Que triste, triste me pongo
Cuando no estas a mi lado en noche

No tuve que exprimirme mucho el coco para comprender que esa canción era su respuesta y que, con ella, me quería hacer patente que solo junto a mí se sentía feliz. Haciéndole una carantoña, sonreí acompañándola:

Solo te pido, no me dejes de querer
Que solo vivo por tu amor
Y me hace falta más de tu querer

Al escuchar que cantaba junto a ella, se echó a llorar nuevamente mientras entonaba de viva voz el final:

Júrame, que me veré siempre en tus ojos bésame
Con tus labios dulces sabor a miel
Que a tu lado solo quiero estar

            ―Te lo juro― respondí al terminar.

Fue entonces cuando la criatura comentó algo que me dejó anonadado y es que, posando su cara sobre mi pecho, murmuró que jamás haría nada que pudiera disgustarme porque se sabía mía, enteramente mía.  La rotundidad de sus palabras me dejó meditando y aparcando a un lado de la carretera, me giré hacia ella y la besé diciendo que para mí ella era mi mujer. Esta vez su respuesta no se hizo de rogar y lanzándose sobre mí, me cubrió de besos mientras me decía lo feliz que le hacía con mi cariño. Curiosamente, no había nada sexual en esos arrumacos, ya que su efusividad lo único que reflejaban era genuino amor. Quizás por ello tuve el valor de preguntar si llegado el caso tuviese que decidir entre mí y su raza qué es lo que haría.

Entornando sus ojos en plan coqueto, respondió:

―Es algo que no tengo que plantearme. Por mi naturaleza, mi deber es con mi “¿dueño?” “¿padre?” y luego con mis ancestros.

―¿Estás segura?― insistí.

―Sí, amado Íel. Preferiría la muerte a traicionarte… ¡Soy tu mujer!

Mirándola con ternura, comprendí que había dado un paso importante en su humanización al reconocerse como mi mujer y no como mi sanadora, por ello instintivamente y sin pensar, susurré en su oído:

―Y yo, ¡tu hombre! ― la alegría de su rostro al oír mi susurro me hizo lanzar un órdago a la grande del que dependería no solo su futuro y el mío sino también el de su compañera: ―Y como tu hombre, me encantaría tener un hijo tuyo.

Mi deseo la cogió con el pie cambiado, pero en vez de negarse sonriendo me rogó que le diese tiempo para pensarlo. Habiendo sembrado la semilla, decidí no insistir y juntando mis labios a los suyos, le dije que tenía ochenta años para decirme algo. Ía rio al darse cuenta de que el plazo que la había dado para contestar era mi esperanza de vida y por ello, arrimándose tiernamente a mí, prometió que mucho antes tendría su respuesta.

            Satisfecho con cómo había resultado, volví a la carretera mientras a mi lado, la joven se ponía a cantar dulcemente:

Mi amor, mi buen amor, mi delirio
No pretendas que te olvide así, no más
Que tu amor fue mar cuando sedienta
Me arrimé a tu puerto a descansar
Que tu amor, amor, sólo el que un día
En tu pecho, vida mía, me dio la felicidad…

17

Deambulando por el pueblo y mientras buscaba una joyería donde comprar el collar con el que anclaría a la agente de la CIA a mi destino, mi bella acompañante me preguntó la razón de ese regalo. Me tomé unos segundos en acomodar mis ideas antes de contestar, no fuera que al enterarse de la forma que Sara entendía el sexo la joven se escandalizara. Midiendo mis palabras, le expliqué que algunos humanos solo se sentían completos cediendo parte de su voluntad a otro. Para mi sorpresa al escuchar que la asiática era una de ellos y que para que pudiera sentirse mía tenía que entregar su poder de decisión a mí, Ía contestó como si nada:

            ―No es tan raro, yo misma confió plenamente en ti y sé que lo que decidas estará bien.

            Fue entonces cuando comprendí que de cierta y extraña manera su naturaleza era también sumisa ya que hasta la forma en que nombraba nuestra relación lo denotaba:

            «Para ella soy su “¿padre?” “¿dueño?”», me dije.

Seguía pensando en ello cuando desde el asiento de al lado, me preguntó qué tenía que ver el collar en ello.

―Para ella, esa joya es un símbolo de entrega. Si acepta que abroche mi collar a su cuello, será una forma de darse por completo a mi persona y que a partir de ese momento me considera su dueño.

―Entiendo― musitó.

Observándola de reojo, advertí que se había quedado pensativa. Asumiendo que no debía interrumpirla, me quedé callado mientras aparcaba el Bentley. Tras cerrar el todoterreno, comprobé que seguía sumida en su mutismo. Queriendo sacarla de ese estado, la tomé de la cintura y la llevé por la acera hasta la joyería. Al sentir mi mano rodeándola, sonrió y elevando su mirada, suspiró mientras se pegaba a mí:

―Te adoro, mi hombre.

La alegría de su tono me hizo caer en que era la primera vez que paseaba abrazado a ella y dando valor a sus palabras, la besé en la mejilla diciendo:

―Te amo, mi dulce mujercita.

La sonrisa que iluminó su cara fue un regalo y con ese pensamiento en mi cerebro entramos en la tienda. Allí nos recibió la dependienta, una sesentona de muy buen ver, la cual reconociéndome como el españolito que había contratado a Tomasa me saludó usando mi nombre. Tras recobrarme de la sorpresa, pedí que me mostrara los collares que tenía. Rápidamente, la mujer extendió una extensa colección de estos sobre la mesa, pero tras revisarlos ninguno de ellos se ajustaba a lo que quería. Al comentárselo, me preguntó que tenía en mente. Estaba pensando en cómo decírselo cuando tomando la palabra, Ía contestó:

―Queremos algo que regalaría a una princesa y a ser posible con Miguel grabado.

A la señora se le abrieron los ojos y tras decirnos que saldría caro, sacó una gargantilla a la que se le podía unir unas letras decoradas con diamantes formando mi nombre. Sin pedir mi opinión al respecto, Ía decidió que le gustaba al ver como quedaba y sacando su Visa Oro, pidió cinco.

―¿Cinco? – exclamó la joyera sabiendo que con ello no solo había hecho el día sino el mes.

Riendo y a costa de escandalizar a la encargada, Ía respondió:

―¡Cinco! Una para cada una de las mujeres de mi hombre.

Si por si eso no fuera poco, pegándose a mí, la rubia terminó de perturbarla diciendo en voz alta que así quedaría claro que eran mi harén. Demostrando que era una profesional, sonrió antes de decirnos que tardaría una hora en tener preparado el encargo.

―No se preocupe― respondí: ―Mientras lo prepara, me puede decir un buen sitio para comer con esta dulzura.

 La paisana no dudó en señalarnos un coqueto restaurant que había en la esquina mientras nos cobraba. Tras lo cual y siempre de mi brazo, Ía me sacó a la calle. Ya fuera del local, murmuré al oído de la chavala a qué había venido eso y ésta muerta de risa me contestó que un buen marido no hacía diferencia entre sus esposas y que, si regalaba algo a Sara, era de justicia que le hiciera el mismo regalo al resto.

―Tienes razón, mi amada princesita― contesté haciendo referencia a la descripción que ella había hecho para inspirar a la joyera.

Nuevamente, ese primoroso ser me dejo pasmado al contestar alegremente que era un mujeriego y que eso se lo decía a todas. Riendo, la tomé de la cintura y sin decir nada más, me dirigí con ella al restaurante que nos habían recomendado. Nada más entrar supe que la joyera había acertado al encontrarme con un sitio coqueto y elegante que desconocía que hubiera en el pueblo.

―Bienvenido don Miguel – me saludó la dueña, una estupenda morenaza de grandes tetas.

La naturalidad con la que se dirigió usando mi nombre me hizo recordar que Tomasa había insistido en que nos fuéramos a vivir a un sitio donde nadie nos conociera para que pudiéramos rehacer nuestras vidas sin que le achacaran que estaba conmigo por mi dinero.

«Que razón tiene, aquí todo el mundo nos conoce», medité mientras me sentaba en la mesa que nos había señalado.

 Ni siquiera nos había pedido la comanda cuando la rubia ya estaba pidiéndome información acerca de que había planeado para seducir a la asiática. No pude más que confesar que no había preparado nada.

―Eso no puede ser― declaró al escucharme: ―No podemos dejar nada a la improvisación.

Tras lo cual, me rogó que le explicara lo que sabía del tipo de sexualidad de Sara para poder organizar algo que la dejara totalmente cautivada. Reconociendo mi falta de experiencia en esos temas, le narré brevemente lo que conocía de ese mundo. La chavala escuchó atentamente que la sumisión consistía en someterse, sin cuestionar nada, a la voluntad de otro y que bien entendida era algo voluntario entre sumiso y amo.

―Como te dije es un intercambio de poder que se realiza por consenso y que se basa en el respeto mutuo mientras se explora las emociones que eso provoca en los participantes― concluí mientras observaba el brillo intenso de su mirada.

―Entonces….― comentó: … Sara será tu sumisa y tú, su amo.

            ―Básicamente así es. Siento no poderte decir mucho más sobre las prácticas y costumbres que ello conlleva.

            ―Tú no, pero internet sí― replicó y muerta de risa, sacó su móvil para acto seguido empezar a navegar por la red en busca de más información.

            La velocidad con la que pasaba de una página a otra me alucinó. Observándola vi que pasaba de un interés genuino al desagrado y al revés mientras asimilaba lo que leía. Dando por sentado que esa criatura era capaz de digerir todos esos datos usando un criterio sano, llamé a la camarera y pedí para los dos dando tiempo a que terminara de empaparse de ese mundo. Justo cuando nos traían el primer plato, Ía me soltó que la verdadera relación entre un sumiso y su amo ella entendía que no podía incluir ni violencia ni crueldad.

            ―Estoy de acuerdo― respondí sin saber a qué conclusión había llegado.

            Por eso me sorprendió escuchar que me decía:

            ―Para mí, se resume en una muestra de amor y de confianza. Es más, lo creas o no, Ua y yo por nuestra naturaleza somos tus sumisas. Nuestro fin en esta vida es protegerte a ti y a todas tus hembras sin cuestionarte nada.

            ―No exactamente― refuté: ―dado que conlleva unas prácticas sexuales que nunca os pediría y que además no sé si os gustarían.

            Desternillada de risa, me soltó que si no las probaban nunca sabrían si abrazarlas para el día a día o por el contrario rechazarlas. Por su tono comprendí que de algún modo me estaba insinuando que practicara con ella y por eso, le pedí sus bragas. Supe que había dado en la diana, cuando bajo su blusa aparecieron dos pequeños bultos.

            ―¿Qué esperas para obedecer? Mi pequeña putilla― insistí usando el poder que me había otorgado.

            Sonrojada por la rapidez en que me había convertido en dominante, llevó sus manos bajo la mesa. Me hizo gracia que se mostrara tan tímida y que buscara disimular cuando solo llevaba unos días usando ropa.

            ―Date prisa. No tengo todo el día― añadí con tono duro al comprobar que tardaba en cumplir la orden.

            No tuve que volver a decírselo porque, ocultando en su mano el tanga que se había quitado, me lo dio diciendo:

            ―Perdone mi amo la tardanza de su esclava.

            Cogiendo su presente, en vez de guardármelo discretamente, me lo llevé a la cara y lo olí, tras lo cual, lo extendí sobre la mesa para que todo el mundo que pasara pudiera observar su ofrenda. Comprendí por su expresión que la había excitado verme disfrutando de su aroma.

―Mi amo es un amor por el modo en que exhibe a su sierva― dijo retándome a continuar.

Decidido a darle una lección que nunca olvidara, ordené que se empezara a masturbar mientras hacía un gesto a la camarera para que se acercara. La empleada del local nunca esperó al llegar a nuestra mesa que le pidiera la zanahoria más grande que tuviera.

―¿Una zanahoria?― preguntó la mulata.

―Si, una zanahoria. El conejo de mi amiga tiene hambre― tranquilamente contesté.

La joven creyó que iba de guasa y queriendo participar en la broma, fue a la cocina y trajo una que rivalizaba con el tamaño de mi pene erecto.

―¿Es lo suficientemente grande?― quiso saber mientras me la daba.

Sé que nunca se esperó que pasándosela a mi acompañante pidiera a esta que se la incrustara entre las piernas y menos que Ía, separando sus rodillas, se la metiera hasta el fondo.  Lo cierto es que una vez se había repuesto de la sorpresa la mulata, con una sonrisa de oreja a oreja, me comentó que si el conejito se había quedado con hambre podía traer una berenjena. Mi acompañante palideció al escucharla y solo recobró su color cuando prometiendo una generosa propina dije que no hacía falta. La muchacha sin cortarse un pelo soltó una carcajada diciendo:

―Si cambia de opinión, me llama.

Mientras se iba, totalmente colorada, Ía murmuró que su amo era un cabrón. Sin dejar de presionarla, pregunté quién le había dado permiso para hablar y que, en vez de ser tan parlanchina, debía de dar uso a la zanahoria.

―Perdón, amo. No volverá a ocurrir― dijo en plan sumiso mientras se ponía manos a la obra.

Atentamente y sin perder detalle de cómo se masturbaba, fui guiándola hacia el placer ordenando que acelerara o que menguara la velocidad con la que se metía y sacaba el rosado tubérculo hasta que al cabo de poco más de un minuto escuché que se corría. Satisfecho al oír sus gemidos, le pedí que me mostrara la zanahoria. Avergonzada hasta decir basta, me la enseñó todavía chorreando de flujo.

―Ahora cómetela― le pedí dando un sorbo a mi cerveza.

Sin cuestionar mi orden, la puso en el plato y comenzó a comer teniendo mis risas como telón de fondo. Solo cuando ya había dado buena cuenta de ella, pregunté a la muchacha que le había parecido la experiencia.

―Satisfacer a mi amo es el sueño de cualquier sumisa y más cuando es tan bueno que me ha dejado llegar al orgasmo― sonriendo me espetó.

Comprendí al escucharla que implícitamente estaba señalando mi fallo, ya que un verdadero dominante la hubiese llevado al filo del placer sin dejarla culminar.

―Tengo todavía mucho que aprender― señalé.

―Mi amo no tiene por qué preocuparse su amada sierva le asesorará para que esta noche su asiática caiga rendida a sus pies― respondió con picardía.

No tuvo que explayarse más. Me había dado cuenta de que, teniéndola a mi lado, no quedaría como un novato y atrayéndola hacia mí, la besé tiernamente mientras le agradecía sus enseñanzas.

―Antes que tu sumisa, soy tu mujer― respondió llena de alegría al ver que valoraba su ayuda.

El resto de la comida nos la pasamos bromeando y discutiendo sobre cómo exacerbaríamos el deseo de la norteamericana antes de permitir que se entregara a mí sin caer que desde un rincón la mulata nos escuchaba atentamente. Solo caímos en ello cuando tras pagar en la puerta y mientras nos despedía, la camarera se ofreció a sustituir a nuestra cita si cometía el error de dejarnos plantados.

―Si nos falla, vendré por ti― respondió Ía atrayéndola y posando brevemente sus labios en los de la morena.

Con los pitones erectos bajo su uniforme, la empleada del local demostró lo mucho que le apetecía formar parte al decirle que toda su vida había deseado un novio tan atractivo y exigente como yo.

―No sería tu novio sino tu amo…― impregnada de un carácter dominante que no sabía tener, le recriminó la rubia y sin importarle que la muchacha estuviese en su lugar de trabajo, le dio un azote añadiendo: ―… y yo tu maestra.

―Me encantaría ser su pupila, mi señora― llena de deseo, suspiró la cría mientras le besaba la mano diciéndonos adiós.

La endiablada criatura esperó a que llegáramos a la calle para soltar una carcajada y decirme que ese jueguecito le estaba empezando a gustar. Asustado por el monstruo que había creado, me abstuve de decir nada y directamente la llevé a la joyería a recoger nuestro encargo, donde tal y como se había comprometido la encargada ya tenía listas las joyas. Tras revisarlas y ver que todo estaba tal y como habíamos pedido, Ía cogió una y haciendo entrega ceremonialmente de ella, me rogó que se la colocara al cuello.

―¿Sabes a que te comprometes si te pongo?― pregunté tanteando el terreno.

Nunca me podré cansar de repetir que ese bello ser es una caja de sorpresas porque al oír mi pregunta y obviando totalmente la presencia de la joyera, se arrodilló frente a mi diciendo:

―Juro servirle fielmente sin cuestionar sus órdenes y desde ahora le confirmo amo que dedicaré mi vida a hacerle feliz.

 Con el corazón encogido al saber que no mentía, abroché el collar con mi nombre alrededor de su cuello:

―Así sea, ya que es tu voluntad, acepto tu entrega.

Las lágrimas que brotaron de sus ojos ratificaron la felicidad que sentía antes de que lo hiciera de viva voz:

―Mi señor, mi dueño, mi amor…

Al salir, todavía sobrecogida por la emoción, Ía tardó unos minutos en reponerse. Aunque no lo supiera entonces, para esa extraña criatura ese acto había sido la culminación de su existencia al haber encontrado en mí no solo un “¿padre?” “¿dueño?” sino el sostén que había buscado desde que salió de la cuba de fertilización.  Quizás por ello no advertí que, dejando atrás a mi tierna jovencita,  había madurado convirtiéndose en mi mujer cuando, tirando de mí, me informó que todavía había mucho que hacer antes de nuestra cita.

            ―¿Qué más falta?― pregunté al tener en mi bolsillo el collar con el que anudaría a nuestro lado a la bella agente.

            Tiernamente, me respondió que teníamos que comprar unos cuantos trapos para luego buscar una ubicación apropiada para que Sara se entregara porque era inadmisible que lo hiciera en un lugar público con gente a nuestro alrededor. Aceptando su punto de vista, la seguí por la calle principal del pueblo en busca de tiendas. Al llegar frente a una debió de ver algo que cuadraba con lo que pensaba porque, dejándome en la puerta esperando, entró sin darme más pistas. Buscando en el escaparate algo que me anticipara que narices iba a comprar, comprobé por los conjuntos de ropa interior que era una lencería y poco más. Tras diez minutos aguardando su vuelta salió con dos bolsas llenas, pero cuando pregunté por su contenido únicamente respondió que podía estar tranquilo. Sus reservas no hicieron más que azuzar mi interés, interés que fue en vano porque cerrándose en banda se negó a aclararme nada.

            Dándola por imposible, acepté su silencio cuando sin decir agua va me rogó que la llevara al mejor hotel de la zona. Como testigo mudo de sus planes, cogiendo el coche, nos dirigimos a un resort de cuatro estrellas llamado Crocodile Bay que era indiscutiblemente el más caro y que estaba muy cerca del aeropuerto. El lujo exterior del establecimiento le agradó, pero fue al ver su enorme piscina cuando decidió que era lo que estaba buscando y sin encomendarse a dios ni al diablo, pidió en la recepción la suite presidencial. Por su desorbitado precio tuvimos la suerte de que esa habitación estuviera libre y llevándome a rastras, llegamos a ella.

Tal y como había previsto, la suite hacía honor a su nombre al ser digna de un presidente. Aun así, Ía se puso a revisarla con detalle antes de dar su visto bueno. No tuve que esmerarme para saber que lo que más le había gustado fue que contara con un jacuzzi ya que luciendo la mejor de sus sonrisas me preguntó si creía que Sara la dejaría enjabonarla cuando se bañara conmigo.

―No lo dudes― respondí percatándome por fin de parte de sus planes.

Sin darse un segundo de pausa, leyó la carta del establecimiento antes de abrir el servibar y comprobar su contenido. Tras lo cual, llamó al servicio de habitaciones pidiendo dos botellas de champagne y cena para tres, haciendo especial énfasis en que una de las cenas debía de estar lista a las ocho mientras las otras dos tenían que traérnoslas a las nueve.

―¿Y eso?― me atreví a preguntar.

―Cenaré yo antes, para que todo esté listo para cuando mi amado amo llegue con su futura sumisa― contestó sonriendo y mirando el reloj, me azuzó a darme prisa en ducharme.

Sintiéndome una marioneta en sus manos, me desnudé mientras ella preparaba el agua de la ducha. Ya sin ropa, me percaté que observaba con apetito mi pene y recordando que llevaba casi veinticuatro horas sin catar mi esencia, le pregunté tomándolo entre mis manos si quería su biberón. Por un momento la bella criatura dudó, pero resistiendo la tentación me informó que podía ayunar un poco más ya que tenía que guardar fuerzas para esa noche.

―Tú te lo pierdes― respondí entrando en la ducha más cachondo de lo que me gustaría estar sabiendo que esa monada estaba aguardando mi salida.

Al estar solo, diez minutos, salí a ponerme la ropa, llevándome la sorpresa de encontrarme uno de mis trajes perfectamente planchado sobre la cama. No tuve que esforzarme mucho para saber que se las había agenciado para meterlo en el todoterreno sin que yo me diese cuenta y por eso, en silencio, me vestí bajo su supervisión.

―Mi amo es un hombre apuesto― susurró satisfecha mientras acomodaba el cuello de mi camisa: ― Y esa putilla oriental no podrá resistir sus encantos.

Su insistencia en referirse a mí como su amo me dio la siguiente pista de cómo se comportaría cuando volviera con Sara:

«Está ya representando su papel», me dije sin darle mayor importancia y despidiéndome de ella, salí del cuarto.

Estaba a punto de coger el ascensor cuando la chavala llegó corriendo y depositó en mis manos una caja de bombones que habíamos comprado en el pueblo.

―Se te olvidaba tu primer regalo― me dijo mientras buscaba un beso que no llegó porque rehuyendo sus labios le solté que no se lo merecía al haberme ocultado sus planes.

Lejos de molestarle mi gesto, esa condenada sonrió diciendo:

―Poco a poco estás aprendiendo, querido amo.

Su descaro me hizo reír y despidiéndome de ella con una nalgada, marqué el botón de la salida.

“El destino y mi viejo completan mi harén” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

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Sinopsis.

Tercer y ultimo libro de la trilogía SIERVAS DE LA LUJURIA.

La mala salud del pastor obliga a nuestro protagonista a ir asumiendo sus funciones mientras intenta lidiar con la desaforada sexualidad de sus tres mujeres. Sabiendo que entre esas obligaciones estaría el consolar y satisfacer a las dos esposas del anciano cuando fallezca, Jaime va intimando con ellas pensando que era algo lejano en el tiempo. El agravamiento de la enfermedad de anciano mientras se empapa del día a día de la secta le hace ver que no tardará en tener que sumar otras dos mujeres a su harén.

Bajatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:

Capítulo 1

Las siguientes semanas fue un periodo de calma durante el cual me fui acostumbrando a convivir, pero sobre todo a satisfacer a tres mujeres totalmente diferentes. Y gran parte de esa tranquilidad fue gracias a Consuelo porque siguiendo el papel que le había asignado, con mano firme organizó los roles de cada una haciéndome la vida más fácil.          Sara, por su parte, estaba encantada con el cambio porque conmigo podía comportarse como siempre había deseado sin que me escandalizara su carácter sumiso ni tampoco el furor uterino que la dominaba. Es más, para mí este último aspecto de su personalidad fue una bendición porque si un día estaba cansado o no me apetecía “santificar mi matrimonio” con alguna de mis mujeres, le pedía que la consolara y ella aceptaba encantada.

Sin lugar a duda, la más difícil de controlar fue Laura y no solo por su naturaleza manipuladora sino porque todavía le resultaba aceptar que Consuelo no actuara con ella como madre sino como su igual.

No fue fácil, pero al cabo de un mes, el engranaje de nuestra peculiar familia comenzaba a rodar sin estridencias.  Reconozco que hubo problemas, broncas e incluso fuertes desavenencias, pero cuando llegaban a ser insoportables echaba mano de sus férreas creencias religiosas y todo volvía a su cauce.

Un ejemplo de lo que os hablo ocurrió una tarde al volver de mi diaria visita al Pastor. Supe que había pasado algo al encontrarme a Consuelo de muy mala leche.

«¿Qué habrá hecho Laura esta vez?», me pregunté dando por sentado que la culpable era esa rubia. Sabiendo que su madre me diría lo que había pasado, no pregunté y las saludé como tantas otras veces.

Tal y como había previsto, la cuarentona se quejó del comportamiento de su hija diciendo:

―Jaime, tienes que llamar al orden a la anormal que tienes por esposa.

Me hizo gracia que se refiera a Laura de ese modo porque si algo tenían las tres en común era que, tomando en cuenta la moralidad dominante, todas ellas se salían de la norma.

―¿Qué ha pasado?― dije sin darle importancia.

Como si hubiese cometido un delito castigado por la pena capital, contestó:

―Ha obligado a Sara a realizar sus deberes mientras ella se ha pasado todo el día leyendo una novela sin hacer nada.

―¿Nada más?― contesté sin poder evitar una sonrisa.

―¿Te parece poco?

Asumiendo que tenía razón y que debía llamarla al orden, le mencioné un pasaje de la biblia donde San Pablo mediando en una disputa que había habido entre los fieles de Tesalónica había determinado:

―Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma.

La mayor de mis esposas sonrió y aprovechando que estábamos a punto de comer, retiró de la mesa el plato de la joven. Al llegar Laura al comedor y ver que su madre había olvidado ponerle un sitió, directamente fue al armario donde se guardaba la vajilla. Pero entonces Consuelo la informó:

―Nuestro esposo ha decidido que ayunes.

La rubia buscó mi ayuda, pero en vez de apoyarla enuncié otro versículo del apóstol:

―Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

Que dudara de su fe la perturbó y con lágrimas en los ojos, me rogó que la perdonara.

―No soy yo quien te debe perdonar, sino tus hermanas― concluí señalando tanto a Consuelo como a Sara que permanecían de pie.

Aceptando mi justicia, les pidió que se sentaran ya que ella se iba a ocupar de servir la mesa. La más joven de mis esposas se quejó diciendo que esa era su función, pero Laura sonriendo a la pelirroja le pidió que por esta vez dejara que fuera ella la que lo hiciera. Su amiga de la infancia aceptó a regañadientes al comprobar que yo no me oponía. En cambio, su antigua madre no cabía de gozo al ver el castigo que su retoño se había auto impuesto para expiar su falta de diligencia. Yo personalmente dudé de la sinceridad de esa zorrita y por eso cuando tras servirnos la sopa Laura se dirigió a la cocina a preparar el segundo plato, la seguí.

Tal y como sospechaba, la pillé comiéndose un bocata. La rubia se quedó petrificada al ser sorprendida. Sé que esperaba una reprimenda, pero destanteándola sonreí y le pedí dulcemente que dejara todo y se fuera a limpiar el coche. Sabiendo su pecado, abrió el armario para sacar un abrigo, ya que ese día hacía un frio del carajo.

―No te hace falta― le dije mientras lo cerraba.

―Solo llevo una camiseta― protestó tratando que me apiadara de ella.

―Tienes razón, princesa…¡quítatela!― repliqué mientras volvía a mi asiento.

Mis otras dos esposas supieron que algo había pasado cuando la vieron salir en ropa interior hacia el jardín, pero ninguna dijo nada y siguieron comiendo al asumir que, mientras yo no dijera nada, lo que hubiese sucedido no era de su incumbencia.

―Está nevando― Sara señaló preocupada.

 Mirando a través de la ventana, vi los gruesos copos cayendo y olvidando a Laura, me concentré en degustar el manjar que tan diligentemente había elaborado Consuelo. La maestría en la cocina de la mayor de mis esposas podía competir con la de cualquier chef y haciéndoselo saber, le pedí que me pusiera un poco más.

―Vas a engordar― musitó.

―Debo comer para poder cumplir con vosotras― respondí.

―Entonces, no digo nada― riendo replicó ya con la sopera en sus manos.

Mientras me servía, dejé que mis manos juguetearan con su trasero mientras alababa su comida. Desconozco que, si le alegraron más mis piropos o por el contrario mis dedos recorriendo sus duros cachetes, pero lo cierto es que demostrando una alegría genuina prometió que se esmeraría aún más en complacerme.

―¿Cómo piensas hacerlo?― pregunté hurgando bajo su tanga.

―No seas malo y termina de comer. Tu padre te está esperando.

Sin ceder un ápice en mis pretensiones, busqué entre sus pliegues que contestara. La morena al sentir mis yemas torturando su botón, me rogó que no siguiera tentándola. Desde el otro lado de la mesa, la pelirroja estaba disfrutando al ver el acoso y muerta de risa, intervino diciendo:

―Cumplir con los deseos de nuestro marido no es tentación, ¡es tu obligación! Toda buena esposa debe de saber que si no satisface a su hombre lo pone en peligro. ¡Satanás puede tentarlo!

A pesar de saber que Sara se lo decía en guasa, Consuelo enmudeció y bajándose las bragas, me pidió que la tomara. Despelotado, le di un dulce azote antes de pedirle que siguiera comiendo. Al no complacerla, hizo un puchero en ella y demostrando su insatisfacción, me dijo:

―Quien siembra, ¡recoge!

Atrayéndola hacia mí, besé a mi bella madura mientras le susurraba que al volver de ver a mi viejo santificaría mi matrimonio con ella. Pero entonces demostrando la buena sintonía que tenía con la pelirroja, me preguntó si podía Sara consolarla mientras esperaba mi vuelta. La sonrisa que lucía la aludida me informó que ella estaba dispuesta y por ello, accedí.

Acababa de terminar el postre cuando escuché que Laura entraba. Al mirarla, comprobé que venía tiritando. El color amoratado de sus labios me informó del frio que había pasado y sabiendo que se lo pensaría dos veces antes de volver a contrariarme, le pedí que se diera una ducha caliente. Para mi sorpresa se negó diciendo que antes debía limpiar los platos que habíamos usado. No queriendo alargar su sufrimiento, pedí a Consuelo que al terminar se ocupara personalmente de que se daba un baño y despidiéndome de los tres, me fui a las instalaciones de la secta a seguir recibiendo clases de su fundador, mi viejo.

Al llegar a la Iglesia, un chaval me asaltó pidiendo mi ayuda:

―Pastor, mis padres no aceptan a mi novia. ¿Qué debo hacer?

Todavía no estaba acostumbrado a que la gente viera en mí a su sacerdote y por ello, me pregunté qué hubiera hecho mi padre si le hubiesen llegado con esa pregunta. Tras pensarlo detenidamente, pedí que me explicara los motivos que aducían para rechazarla. Según el muchacho, el problema es que pretendía casarse con una madre soltera. Desde mi punto de vista, esos reparos me parecían una completa memez, pero no queriendo dar mi opinión sin oír a la otra parte le pedí que trajera a sus viejos sobre las ocho para escuchar la otra versión. El veinteañero besando mi mano me agradeció que le hubiese escuchado y prometió que esa misma tarde volvería con ellos.

«No soy quién para aconsejar», me dije mientras le veía marchar feliz de que el que él consideraba su guía espiritual fuera a interceder por su pareja.

 Pensando en qué diría a esa familia si se confirmaba que el único mal era el haber tenido un hijo antes, entré a buscar a mi padre. Lo encontré en su despacho hablando con su médico. No queriendo perturbar la reunión, me quedé en la puerta y por ello no pude evitar escuchar que el galeno le aconsejaba reducir al máximo cualquier exceso. Comprendí que se refería a sus deberes conyugales cuando D. Pedro respondió que comprendiera que tenía tres esposas, de las cuales dos eran muy jóvenes.

«Será capullo», pensé al saber que, aunque no lo hubiese hecho público, ya me había adjudicado a la menor.

El doctor sin dar su brazo a torcer le informó de que, si seguía con ese ritmo, no tardaría en dejarlas solas. Su insistencia lo único que consiguió fue cabrear a su paciente, el cual bastante molesto se despidió de él diciendo que lo pensaría.

―Pasa, hijo― dijo al verme en el pasillo: ―¿Te puedes creer lo que ese cretino me ha pedido? ¡Quiere convertirme en un eunuco!

Asumiendo que mi progenitor estaba más que acostumbrado a esa desaforada actividad sexual, le pedí que al menos la aminorara por el bien de las dos mujeres que iba a dejar viudas.

―Eso es imposible. Me debo a ellas― replicó para acto seguido preguntar cómo me iban las cosas en casa.

―Cansado― respondí echándole a él la culpa muerto de risa: ― ¡Me has casado con tres ninfómanas!

―No te quejes. A tu edad yo era capaz de lidiar con eso y con mucho más― contestó mientras sacaba un grueso expediente de un cajón.

Al ver el volumen del tema que iba a tratar, me senté frente a él.

―Necesito que me firmes estos papeles para que cuando me vaya al otro barrio no caiga Hacienda y se lleve la mitad de lo que tanto me ha costado conseguir.

―¿Crees necesario hacerlo ahora?― musité al comprobar que con esos documentos me hacía entrega de la mayoría de los bienes de la secta.

―Desgraciadamente es así. Mi salud se está deteriorando y desconozco cuanto tiempo me queda― contestó el hombre que había empezado a querer a pesar de sus múltiples defectos.

 No tuve más opción que empezar a rubricar el trasvase anticipado de mi herencia mientras observaba de reojo su cansancio. La certeza de que estaba bien jodido me indujo a preguntar en qué más le podía ayudar. Mi viejo no era tonto y supo entrever mi preocupación.

―Esta tarde tenía que visitar unas familias que necesitan nuestra ayuda. ¿Podrías hacerlo por mí?

Sin saber exactamente que se requería, acepté y tomando el teléfono llamó a Judith. La cubana no tardó en aparecer y tras escuchar que iba a ser yo quien la acompañara, únicamente me dijo que ya tenía todo listo y que podíamos irnos cuando yo quisiera. Recordando que había quedado con el novio, pedí permiso al anciano para irme.

―Ve a cumplir la misión de Dios― con voz cansada me pidió mientras se levantaba.

Sus dificultades al caminar me enternecieron, pero fue el dolor que leí en la cubana lo que realmente me dejó alelado al advertir el amor que sentía por el que era su marido.

«Realmente, lo quiere», concluí mientas la seguía hacia la salida.

La camioneta atiborrada de víveres me informó que esa tarde me tocaría repartir las despensas entre los más pobres de la congregación y eso curiosamente me llenó de orgullo al saber que la secta era un engañabobos, pero cumplía una labor social. Ya a bordo del vehículo, ratifiqué que la mulata se había unido a mi padre por amor al ver las lágrimas que corrían por sus mejillas. Queriendo consolarla, tomé su mano y le dije que no se preocupara porque mi viejo todavía le iba a durar muchos años.

―Ojalá tengas razón. No sabría vivir sin él― destrozada sollozó mientras arrancaba.

No sabiendo que decir, me quedé callado mientras la afligida mujer tomaba la carretera de Valencia. Supe que íbamos a la Cañada Real al tomar la salida y pegando la cara al cristal, me quedé espantado con la pobreza que veía. Aunque había oído hablar de esa zona, la mayoría de las veces lo único que se decía de ella era en referencia el supermercado de drogas que se había instalado entre esas chabolas, pero eran contadas las noticias que hablaban de la calamitosa situación en que malvivían sus habitantes. Por un momento estuve a punto de pedir que diéramos la vuelta, temiendo por nuestra integridad física al sumergirnos en el barrio más conflictivo de la ciudad. La mulata debió de intuir mis miedos y con una triste sonrisa, me tranquilizó diciendo que nadie se atrevería a hacerme nada sabiendo que era el hijo de su marido. No supe del fervor que la figura de mi padre despertaba entre esa gente hasta que aparcó en una intersección donde aguardaban pacientemente varias decenas de gitanas.

―Os presento al nuevo Pastor― dijo Judith a la multitud ahí congregada.

Esas mujeres se formaron en fila para recibir mi bendición mientras daban gracias al Señor por que don Pedro tuviese un heredero que continuara su obra. Si esas muestras de cariño me dejaron abochornados, que decir cuando habiéndose corrido la voz de mi presencia, los viejos del lugar llegaron a mostrarme sus respetos. Mi acompañante los conocía a todos y por eso al ver llegar a un anciano con sombrero y una tacita de plata, me dijo que era don Guillermo, el patriarca. Reconozco que me puso nervioso no saber cómo actuar cuando el sujeto se arrodilló frente a mí:

―Te está pidiendo que le bendigas― susurró en mi oído la cubana.

Sintiéndome casi un hereje, hice la señal de la cruz en su frente para a continuación ayudar a que se levantara. El líder de ese clan gitano se dio la vuelta y dirigiéndose a todos los de su etnia, estuviesen o no presentes, declaró que mi persona era sagrada y que cualquier que osara siquiera mirarme mal desearía no haber nacido.

Confieso que me dio un escalofrío comprobar la veneración con los que todos esos marginados me miraban y tuvo que ser Judith quien me sacara de mi turbación pidiéndome que le ayudara a repartir las despensas. Despertando, la acompañé y poniéndome manos a la obra, comencé a distribuir la comida. Lo que en teoría no debía habernos llevado más de una hora, se prolongó hasta bien entrada la tarde porque esas madres requerían también de ayuda espiritual y de consejo. La mayoría de ellas me presentó sus problemas buscando en mí un guía. Al no estar preparado, usé el sentido común para contestarles y debí de haberlo bien porque al terminar don Guillermo, alzando la voz, declaró:

―El pastor ha hablado, ¡queda dicho!― aceptando como ley mi palabra. Solo entonces, la gente se disgregó y cogiendo las viandas que les habíamos llevado se dirigieron a sus moradas.

Todavía alucinado, me subí en la camioneta. Al tomar asiento, la esposa de mi padre estaba llorando nuevamente. Al preguntarle el porqué, besando mi mano dio gracias al Señor por no dejarla desamparada. Comprendí de qué hablaba y todavía no sé qué me indujo a decir que no se preocupara que si algún día su marido faltaba yo la tomaría bajo mi amparo.

―Lo sé― sollozó para a continuación pedir mi bendición.

Estaba ya habituado a que los feligreses de la congregación me la pidieran, pero nunca nadie tan cercano y por ello tartamudeé al recitarla. Tras recibirla, la guapa cubana me miró diciendo:

―Desde ahora le juro que cuando llegue ese momento, hallará en mí una amorosa esposa y a su más fiel compañera.

La devoción de esa morena me impactó al no descubrir nada pecaminoso en su promesa sino una genuina admiración que no supe interpretar. Meditando sobre ello, le pedí que volviéramos a la iglesia porque había quedado con una familia para intermediar entre ellos. Secándose las lágrimas con la manga, me pidió que le explicara de que se trababa por si ella podía darme algún consejo. No teniendo nada que perder, le conté lo que el muchacho me había dicho. Esperó a que terminara de hablar y tras comprobar que el que me pedía ayuda era un tal Ezequiel, indignada me soltó:

―El problema no es esa chica sino el padre. Matilde es un ángel que lleva soportando que ese ricachón trate de volver a abusar de ella como ya hizo en el pasado.

―¿Me estás diciendo que dio a luz un hijo de ese cabrón?

―Sí. Y no quiere que Ezequiel se case con ella para así tener otra oportunidad de violarla.

―¿Estás segura? – insistí.

―Sí, don Jaime. Sé de ese caso desde que la embarazó.

―¿Por qué no lo denunció?― pregunté.

Llena de ira, me contó que se había negado a hacerlo porque su padre trabajaba para él y que si lo hacía se quedaría en la calle.

―¿Y mi padre lo aceptó?

Bajando su mirada, respondió:

―Nunca lo ha sabido. Matilde me rogó que no lo hiciera y todavía me arrepiento.

Extendiéndose en su explicación, me comentó que de haberlo sabido mi progenitor lo hubiese encauzado ya que lo único bueno de ese hombre era su fe en nuestra iglesia. Con esa información de primera mano bajo el brazo, pedí a la mulata que acelerara para no llegar tarde.

―No la desenmascares, Ezequiel nunca podría mirarla a la cara sabiendo que es el hijo del hombre que la violó.

Comprendí que tenía razón y agradeciendo su consejo, le juré que su secreto quedaría a salvo pero que no me podía quedar con los brazos cruzados sabiéndolo. Sonriendo con dulzura, buscó llegar cinco minutos antes de la cita.

Cuando aparcamos frente a la iglesia, la familia en pleno estaba esperándonos en la puerta. Desde el primer momento, ese gordo barbudo me repelió. Todo su ser rebosaba de lujuria, pero fue el maltrato que pude intuir por el modo que se dirigía a su esposa lo que me dio el empujoncito que necesitaba para darle una lección que no olvidaría. No queriendo que nadie contemplara lo que iba a suceder, pedí que fuera solo él quien pasara a mi despacho dejando a su mujer y a su hijo esperando fuera.

El potentado nunca previó lo que se le venía encima cuando cordialmente le pedí que me explicara sus reticencias con la novia de su hijo. Haciendo gala de unas virtudes que no tenía, me hizo ver que toda su vida había sido un modelo de buen marido y de buen padre. Aun así, lo que realmente me sacó de mis casillas fue oírle decir que, si sostenía que Matilde no era adecuada, era por su comportamiento libertino.

―No sabe mantener las piernas cerradas― concluyó creyendo que me había convencido.

―Te importa rezar conmigo para que Dios me oriente― respondí mientras me hincaba en el suelo.

El creyente hombretón no puso reparo a mi petición y oró a su Dios pensando que le iba a dar la razón. Durante diez minutos, preparé mi actuación haciendo memoria de una obra de teatro que protagonicé en la escuela en la que mi personaje era poseído por el diablo y que había despertado la admiración de todos mis profesores. Una vez llegado el momento, con los ojos en blanco, caí convulsionando sobre la alfombra mientras babeaba a raudales. El feligrés creyó que me estaba dando un ataque y se levantó a pedir ayuda.

Viendo que iba a salir de mi oficina, lo paré en seco con voz de ultratumba:

―¿Dónde vas pecador? Póstrate ante tu pastor.

Al girarse me vio señalándole con el dedo:

―Cómo osas pedir la ayuda de mi servidor cuando es la lujuria la que guía tus actos. Desde ahora te digo que, si cruzas el umbral de esa puerta, no llegarás a ver el día de mañana.

Asustado cayó nuevamente de rodillas mientras me escuchaba relatar sus pecados. La certeza de que nadie sabía hasta ese momento de su delito le convenció que estaba oyendo a su Dios.

―Mi señor, perdóneme― imploró viéndose en el infierno.

Asumiendo que no podía seguir con ese papel sin que se percatara del engaño, le ordené que no solo no pusiera más trabas al enlace, sino que regalara a los novios una casa donde vivieran.

―Se lo juro, mi Dios― descompuesto, prometió.

No contento con ello, le exigí que dejara de maltratar a su esposa bajo pena de excomunión antes de volver a la posición previa al ataque. La angustia de su rostro cuando abrí los ojos y dulcemente le pregunté si tras la oración seguía pensando lo mismo me convenció de lo buen actor que era, pero también de que no podía abusar de ello.

―No, pastor. He recapacitado y acepto que se casen.

Sonriendo, llamé a Ezequiel y a su mujer para que el mismo diera las buenas noticias. El muchacho no cupo de gozo al oír que su padre había cambiado de opinión, pero fue su vieja la que besando mi mano me dio las gracias por haber devuelto la paz a su hogar.

―No he sido yo, sino Dios― respondí mientras los despedía en la puerta.

Judith que había permanecido apoyando a la familia, aguardó a que se fueran para, acercándose a mí, darme un beso en los labios.

―¿Y esto?― pregunté un tanto azorado.

La preciosa cuarentona respondió:

―No sé qué artes has utilizado, pero eres digno hijo de tu padre y estaré orgullosa de servirte cuando él falte.

Palidecí al comprobar el tamaño que habían adquirido los pitones de la mulata y no queriendo que notara la atracción que me provocaba, repliqué que no dudaría en buscar sus consejos.

―¿Puedo rezar contigo?

Su tono angustiado me impidió salir corriendo y cerrando la puerta, aguardé que se abalanzara sobre mí. Para mi sorpresa, la hispana me tomó de la mano y levantando su mirada hacia el cielo, oró:

―Mi señor, como tu sierva me comprometo desde este momento a servir a tu elegido y te pido humildemente que una vez sea su esposa, me regales la dicha de tener un hijo suyo.

Que esa cuarentona me informara de sus deseos de que la embarazara era algo que no esperaba y menos que después de hacer esa petición, la mulata me pidiera permiso para ir a “comulgar” con mi viejo porque su cuerpo lo necesitaba y don Pedro seguía siendo su marido.

 ―Vete con Dios y no lo mates― respondí divertido al advertir la excitación que destilaba por todos los poros mi madrasta.

―Intentaré no hacerlo, mi amor― respondió con las mejillas totalmente coloradas declarando unos sentimientos por mí incapaces de ocultar mientras desaparecía de mi despacho.

De camino a casa, no pude más que meditar sobre las dos esposas de mi padre y las diferencias que veía en su comportamiento. Sabía que Raquel era la experta contable y en gran medida la responsable del éxito económico de la secta y gracias a la tarde que había pasado con ella, comprendí que Judith era la cara amable, la conciencia social de la congregación que había fundado mi viejo. Ambas eran parte importante de la iglesia y por lo que me había enterado ambas tenían la sexualidad a flor de piel. Pero ahí acababan sus semejanzas porque mientras la mulata se mantenía fiel a pesar de los dictados de sus hormonas, la rubia recauchutada había maniobrado para que le regalara mi semen y así satisfacer su lujuria. A pesar de ello, no podía criticarla en exceso porque lo quisiera aceptar o no, la cincuentona me había manipulado pensando en su marido y su delicado estado de salud.

 «Hasta el médico la disculparía por el bien de su paciente», me dije mientras aparcaba frente al chalet donde vivía.

Al entrar a la casa me extrañó que nadie saliera a recibirme y por ello tras dejar el maletín sobre una silla, fui a ver dónde estaban mis mujeres. Tras revisar la planta baja y no encontrarlas, fui a ver si estaban arriba al percatarme que ni siquiera habían preparado la cena.

«¿Qué habrá pasado?», me pregunté al ser eso algo atípico. No en vano si de algo no me podía quejar era del modo en que se afanaban para que todo estuviese listo cuando llegara.

Mi extrañeza se incrementó al hallarlas todas juntas metidas en la cama y comprobar que la preocupación que lucían tanto Consuelo como Sara mientras abrazaban a la rubia. Buscando una respuesta, pregunté a la dueña qué ocurría y ésta en voz baja me comentó que la niña no había dejado de temblar desde que había vuelto de limpiar el coche. Fijándome en ella, observé que seguía totalmente amoratada y sintiéndome un mierda, no me quedó duda de que sufría hipotermia derivada de mi castigo. Sabiendo que debía de ser grave al no haberse recuperado tras tanto tiempo, quise saber si habían llamado a Urgencias. Al contestarme que no, tomé el teléfono y llamé. El encargado me informó que tardarían veinte minutos en llegar. Francamente preocupado, pensé en llevarla yo directamente al hospital, pero la temperatura del exterior era demasiado baja. Por eso, tras desechar esa opción, les pedí que se desnudaran las tres. Consuelo se escandalizo con que pensara en el sexo teniendo a su hija enferma.

―Al estar sin ropa, recibirá vuestro calor directamente. Al menos eso hacen en las películas― comenté sin aceptar su reprimenda.

Sara de inmediato despojó a Laura de su pijama mientras la morena me pedía perdón por haber pensado mal de mí. Asumiendo que su reproche era algo lógico, le contesté con dulzura que en vez de disculparse lo que tenía que hacer era desnudarse.  Consuelo no dijo nada mientras se despojaba del vestido y solo cuando se tumbó desnuda junto a su retoño, de muy malos modos exigió a la pelirroja que la imitara diciendo:

―¿Qué haces que no obedeces? Desnúdate.

La joven no tardó en unirse a ella bajo las mantas sirviendo de calefactor bajo las mantas. Ratifiqué que Laura estaba mal al ver que no reaccionaba y por ello, fui a prepararle un té caliente mientras esperaba la ambulancia. Debí tardar no más de un par de minutos en volver, pero el cambio era notable ya que al menos había abierto los ojos. Tras entregar a la pelirroja la taza que había preparado, me senté en una esquina del colchón totalmente descompuesto.

―Nunca pensé que esto ocurriría― intenté disculparme frente a ellas.

―Querido, no fue tu culpa sino la de esta insensata. Al marcharte se negó a entrar en calor y salió a barrer las hojas para espiar sus culpas― dijo su madre mientras daba a sorbos el té.

Que directamente no fuera mi culpa no me consoló porque debía haber previsto que dada su mentalidad se fustigara ella sola, no en vano según sus creencias era responsabilidad del que pecaba el elegir su castigo. Ese convencimiento ratificó en mí que debía de profundizar en el conocimiento de los dogmas y costumbres de la secta para no volver a caer en ese error.

«Si no conozco en profundidad sus creencias, difícilmente seré un buen pastor de mis ovejas», sentencié sin darme cuenta de que paulatinamente iba aceptando la misión que mi padre me había encomendado.

El sonido de una sirena me avisó de la llegada de los paramédicos y saliendo al jardín, abrí la puerta para dejarlos pasar. Tras preguntar la ubicación de la enferma, subí con ellas hasta mi cuarto. Al llegar mis otras dos mujeres se habían puesto una bata, pero lo que me sorprendió fue que hubiesen vestido también a Laura. Al preguntar, Sara me explicó que lo habían hecho para ocultar el cuerpo de mi mujer de la mirada de unos extraños. Al hacerla ver que esa actitud tan apocada no cuadraba con la desbordada liberalidad que demostraban conmigo, la pelirroja únicamente señaló que yo era su marido mientras los empleados de urgencias revisaban a la paciente.

―Tenemos que llevárnosla, sufre hipotermia severa― comentó el jefe.

Estaba poniéndome una chaqueta cuando Consuelo me rogó que dejara que fuera ella la que la acompañara. Aunque en un principio me negué, me convenció al decir que se sentía responsable al no haber conseguido que se diese una ducha caliente a pesar de habérselo yo ordenado. La angustia de su rostro me recordó que era su madre y cediendo, permití que ocupara mi lugar en la ambulancia mientras la pelirroja y yo iríamos en coche.

―No hace falta que vengas― musitó sabiendo que no le iba a ser caso.

Como era lógico, no lo tomé en cuenta y tras subir con Laura al vehículo, las seguimos. Ya en el hospital, el médico de guardia nos tranquilizó diciendo que no era tan grave pero que debía quedarse ingresada hasta que le reestablecieran la temperatura. Fue entonces cuando la mayor de mis esposas insistió en que transigiera y dejara que ella velara por Laura.  No queriendo un encontronazo con la morena, nuevamente cedí y tras comprar cena para todos, dando un beso a la enferma, retorné a casa en compañía de la pelirroja.

 ―No es cierto que fuera una insensata― murmuró Sara nada más aposentarse en el asiento del copiloto: ―Nuestra esposa sabía que nos había fallado y por eso decidió que tenía que hacer algo para expiar su culpa.

Reconozco que debí de haberme mordido la lengua antes de hablar, pero estaba tan molesto con que esa cría disculpara la actuación de Laura que con un cabreo de narices le eché a ella la culpa de que me hubiera desobedecido, olvidando su carácter sumiso. Al oír mi reprimenda se puso a llorar pidiendo que no la repudiara ya que sin mí su vida no valía nada. La ansiedad de la criatura creyendo que podría llegar a expulsarla me impactó al darme cuenta de la dependencia que sentía por mí y no queriendo volver a cometer el error de subestimar su aflicción, pedí su perdón llegando incluso a proponer en voz alta un castigo para mí para que así ella no buscara una expiación.

―Mi señor, usted no ha hecho nada― sollozó: ―Ha sido culpa mía.

 Asumiendo que por mucho que intentara convencerla de lo contrario, corría el riesgo de que hiciese una tontería propuse para esa noche un ayuno sexual con el que purgar nuestros pecados. 

―¿Entonces no voy a poder amarte?― preguntó llena de tristeza.

―No, pequeña. Nuestro castigo será tenernos cerca sabiendo que no podemos disfrutar de nuestro amor― contesté dando por sentado que esa abstinencia solo por unas horas y por tanto soportable.

Pensé al ver sus lágrimas que para esa preciosidad esa penitencia era lo suficientemente dura para que no se le ocurriera buscar otro castigo, pero me equivoqué porque demostrando lo poco que la conocía, Sara decidió que no era bastante y me pidió permiso dormir desnuda para que al vencer la tentación lavara su pecado.

 «Estas tías están como una cabra», razoné dándolas por imposibles tanto a ella como al resto de las mujeres de la secta.

Relato erótico: “VELOCIDAD DE ESCAPE” (POR ALEX BLAME)

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Fen Yue se retrepó en el asiento intentando ponerse lo más cómoda posible dado el escaso espacio que había en la cabina. Las luces de cientos de botones se encendían y apagaban aunque apenas les hacía caso después de haber hecho por segunda vez la lista de comprobación. Sabía que el ordenador se encargaría de todo, así que trató de relajarse a pesar de que, tal como le habían dicho los instructores, aquella experiencia no se parecería en nada a todo lo que había estado entrenando durante más de seis años.

La cuenta atrás dio comienzo. A pesar de que ella no podía verlo, sabía que el cielo estaba despejado y el viento apenas soplaba. Mientras el tiempo corría, no pudo evitar preguntarse qué era lo que habían descubierto en ella para ser la elegida entre más de un millón de candidatos. Recordó como fue superando las distintas pruebas de selección. Nunca fue ni la más lista, ni la más fuerte, ni la más rápida… A veces pensaba que simplemente la habían elegido por superstición, por su nombre, aunque en lo más intimo de su alma pensaba que había sido por su determinación. Su permanente lucha por sobrevivir y prosperar desde que sus padres, a los que nunca llegó a conocer, le abandonasen en aquel arrozal para poder tener otro hijo, un varón.

Criada en un orfanato estatal, consiguió sobrevivir al hambre y las enfermedades y cuando se le presentó la ocasión no lo dudó y se apuntó al programa espacial chino. Diez años de duro trabajo la llevaron a su nombramiento como capitán de la fuerza aérea y a pilotar naves experimentales. Cuando el proyecto Marte se inició, se apuntó sin dudarlo, pero tuvo que empezar de nuevo. De nada sirvieron sus galones y tuvo que luchar codo con codo contra el millón de aspirantes e increíblemente lo había conseguido.

Como premio a una vida de trabajo había conseguido un viaje sin retorno. Esperaba que esos inútiles y decadentes occidentales se hubiesen acordado de todos los suministros y no se diesen cuenta de que faltaba el papel higiénico cuando estuviesen a cuarenta millones de kilómetros de distancia.

No sabía que le daba más vértigo, si romper para siempre el fino cordón umbilical que le unía a su planeta de origen o encontrarse con esos dos narices largas que ya le esperaban en la estación espacial, seguramente fumando porros, escuchando música heavy y haciendo chistes soeces sobre la pequeña chinita que iban a acoger en su nave espacial.

Los americanos estaban muy orgullosos de su cacharro, e incluso fueron ellos los que insistieron en llamarla Halcón Milenario, pero habían sido los chinos los que habían financiado el proyecto casi en su totalidad a cambio del parco derecho de llevar un tripulante en el viaje.

El aviso del último minuto le obligó a apartar todos aquellos pensamientos de su mente y a concentrarse en las pocas tareas que debía realizar a bordo en los últimos segundos.

Por enésima vez comprobó que había ajustado su escafandra y revisó los niveles de combustible y oxígeno para aquel viaje de apenas seis horas. Un viaje del que nunca volvería.

Diez, nueve, ocho… Fen Yue contrajo todo su cuerpo preparándose para el brutal patadón que recibiría al explotar toneladas de hidrogeno bajo ella. Siete, seis, cinco, cuatro… Respiró el fresco oxígeno que estaba entrando en la escafandra y contó a la vez que el micrófono que tenía ajustado a su oído.

—Tres, dos, uno cero…

La gigantesca bestia cargada con varias toneladas de material comenzó a alzarse, primero poco a poco, como no queriendo despegarse de la tierra, luego cogió velocidad hasta que la aceleración hundió a Fen en el fondo de su asiento. La astronauta notó como el aire escapaba de sus pulmones y un punto negro aparecía, creciendo poco a poco en el centro de su campo visual. Intentó mover una mano, pero la aceleración era tan fuerte que ni siquiera los nueve meses de entrenamiento intensivo le permitieron separarla del asiento.

Dos minutos después notó un ligero estremecimiento y otro nuevo empujón, la segunda fase se había iniciado. Durante otros cinco minutos los motores siguieron expulsando gases y empujándola fuera de la atmosfera hasta que la segunda fase se consumió y dio paso a la tercera y última.

Cuatro minutos más y la última fase se desprendió mientras Fen escuchaba aullidos y aplausos en su intercomunicador.

En ese mismo instante sintió como todo su cuerpo flotaba solo contenido por los cinturones que lo sujetaban al asiento, una oleada de náuseas, que a duras penas consiguió contener, le asaltó.

Allí sentada, atada e inmóvil no pudo evitar pensar que le hubiese gustado tener una mirilla para observar la tierra desde allí arriba y así eludir la sensación de claustrofobia que generaba en ella aquella estrecha lata de sardinas.

Fen realizó los test posteriores al despegue y después de ello cerró los ojos y se concentró haciendo unos ejercicios respiratorios para tranquilizarse y acabar con las náuseas.

Poco a poco éstas desaparecieron y al fin Fen pudo sonreír satisfecha. ¡Estaba en el espacio!

John Carpenter tomó impulso y se deslizó con suavidad por el interior de la estación espacial, camino del cuarto de baño. John se sentó y se ató los tobillos mientras conectaba la bomba que absorbería todas sus inmundicias. Allí sentado se preguntó cómo sería la compañera de viaje que estaba al llegar. Iban a formar un tripulación bastante curiosa. Fen Yue, John Carpenter y Jacques Verne. ¿Sería una casualidad o los encargados de la selección habían mostrado por una vez que tenían sentido del humor?

Cuando faltaban veinte minutos se dirigió hacia la cúpula, ya que de los atraques se ocupaba la tripulación de la estación. La cápsula de la nave Soyuz modificada ya se distinguía con claridad encima o debajo de ellos, eso era lo más desconcertante del espacio.

Apoyado en el marco, John observó como la cápsula se hacía cada vez más grande y rápidos chorros emergían provenientes de los cohetes para rectificar la trayectoria.

—Espero que los chinos tengan razón y sean capaces de atracar con suavidad esa mole. —dijo Verne entrando en la cúpula.

—No seas chovinista no solo los franceses sabéis hacer un cohete espacial. —le reprendió John con una sonrisa.

Desde la primera vez que se vieron, los dos hombres se habían caído bien. A pesar de ese ramalazo de yo soy francés y los americanos sois unos ricachones maleducados, era un tipo inteligente, hábil en la improvisación y un gran conversador.

Verne le dio un ligero puñetazo en el codo y se río mientras fijaba sus ojos en la cápsula que se veía cada vez más grande.

—¿Cómo será nuestra compañera? —preguntó Verne limpiando el vaho del cristal con la mano.

—Por lo que me ha dicho es una gran matemática y una comunista convencida.

—Me refiero a lo otro —dijo el francés haciendo una silueta femenina con sus manos. Va a ser la única mujer disponible en cien millones de kilómetros.

—Yo que tú no me emocionaría, será tan sensual como una hormiga obrera —replicó Carpenter escéptico.

Treinta segundos después, el acoplamiento se realizó con éxito y todos se acercaron al módulo de atraque para recibir a su nueva compañera.

La puerta se abrió; el traje impedía a los astronautas adivinar nada respecto al físico de su ocupante, la cosmonauta se escurrió y entró en el módulo de soporte vital. Cuando se quitó el casco Carpenter se quedó incomprensiblemente paralizado.

La joven tenía unos rasgos finos una nariz y una boca pequeña acompañada de unos labios gruesos y rojos. Tenía la piel pálida y el pelo negro, espeso y lacio, cortado en redondo. Carpenter no pudo disimular su interés y los ojos grandes y oscuros y rasgados de la joven se cruzaron un instante con los suyos antes de apartarlos.

—Bienvenida a la Estación Espacial Internacional Capitana. —dijo el comandante Stiwell— Estos son Enrique y Mark y tus compañeros de expedición, John Carpenter de la NASA y Jacques Verne de la ESA.

—Gracias. —respondió la joven sin un ápice de acento oriental—estoy emocionada por esta empresa y espero que formemos un gran equipo.

—A pesar de que su gobierno no ha querido que el equipo se reuniese hasta ahora. —dijo Jacques con un resoplido.

La joven se giró pero no dijo nada y sonriendo se quitó el resto del traje mostrando una figura menuda y atlética que se movía en ausencia de gravedad con sorprendente fluidez para ser una novata.

—Bueno, ¿Qué opinas? —preguntó Jacques mientras dejaban a la cosmonauta china tomar posesión de su litera.

—Que si lo que quieres es follártela no deberías haberte presentado poniendo a parir a sus jefes.

—Alguien tenía que hacer algo ya que tú estabas parado babeando. —replicó el francés.

—Deja ya eso de este-oeste, sabes de sobra que ahora lo que domina es el dinero y la avaricia no los ideales. Es una de las razones por las que me presente voluntario para este viaje sin retorno, no tendré que aguantar a todos esos gilipollas. —dijo John.

—Solo les estás abriendo el camino.

—Sí, pero espero haber muerto a causa de la radiación antes de que ellos lleguen…

Fen Yue apenas deshizo su equipaje ya que estaría en la ISS menos de tres días. Solo de pensar que iba a ir a Marte con esos dos gorilas le entraron escalofríos. No sabía quién le crispaba más los nervios si el americano pelirrojo y larguirucho que le miraba como si no hubiese salido en toda su vida de Omaha, o aquel cochino francés que no se había cortado y había insultado a su país directamente como si fuese una de sus antiguas colonias.

Creía que iba a ser duro compartir el resto de su vida con dos hombres y así se lo había hecho saber a sus superiores pero los dirigentes del politburó estaban empeñados en que fuese una ciudadana china la primera en pisar suelo marciano y sus socios occidentales no habían querido enviar mujeres por “razones técnicas”. En fin suponía que era el precio a pagar por formar parte de la historia. Había superado peores situaciones en su vida y no pensaba rendirse ahora.

Le costó dormir aquella noche con su sentido del equilibrio intentando decidir donde era arriba y donde era abajo, así que cuando John llegó a las seis de la mañana para hacerle una visita guiada a la nave que sería su hogar durante mucho tiempo, hasta lo agradeció.

El vehículo que los llevaría hasta allí le recordó a los minisubmarinos que había visto en las viejas películas de Jacques Cousteau. Se desacoplaron de la ISS y con un suave movimiento John se dirigió a la zona superior de la estación espacial.

—¿Puedo? —le preguntó Fen señalando los controles al americano.

—Por supuesto, adelante —dijo John cediéndole el control de la pequeña nave.

El pequeño aparato cabeceó ligeramente hasta que la joven astronauta se hizo con los mandos. El VTP o vehículo de transferencia de personal era bastante sencillo de manejar y John solo tuvo que indicarle a Fen qué dirección tomar. Tras un par de minutos de navegación una oscura estructura se fue haciendo cada vez más grande ante sus ojos.

—En realidad ni es pequeña, ni parece rápida, ni mucho menos maniobrable, no entiendo por qué ese empeño en llamarla Halcón Milenario.—comentó la mujer al ver la enorme estructura alargada rodeada de una especie de enormes contenedores en uno de sus extremos.

—Así que también en China veis los decadentes filmes occidentales. —replicó John socarrón.

Aunque Fen conocía todos los datos técnicos de aquella nave, cuando se acercaron, no pudo evitar sobrecogerse ante el tamaño del ingenio. Sin prisa, recorrió una buena parte de la popa admirando los relativamente pequeños motores de antimateria que les permitirían escapar de la atracción de la tierra, para luego observar los aun más pequeños de los contenedores que les permitirían un aterrizaje controlado en Marte.

Trece años de trabajo incansable en el CERN les había permitido a los europeos producir el combustible justo para llegar y amartizar de manera controlada. Con eso los europeos se habían ganado una plaza en el viaje.

Sin necesidad de que su copiloto le indicase, encontró uno de los puertos de anclaje y realizó el contacto con suavidad.

—Como puedes ver, todos los sistemas de apoyo vital ya están iniciados. Ahora entremos.—dijo John después de haber igualado las presiones a ambos lados de las escotillas.

Los dos astronautas entraron en la nave por el gran pasillo de más de quinientos metros de largo que formaba el eje central.

—Cómo sabrás esta será la zona que contiene el combustible para llegar Marte. Todos los suministros que ves son los que usaremos hasta que lleguemos allí. Los almacenados en los contenedores, salvo lo que hay en la zona de vivienda y el puente de mando, están sellados y sin atmósfera.

—Cuando lleguemos, los contenedores se desprenderán y aterrizarán en la falda norte de Aeolis Mons en una zona previamente cartografiada por la sonda Curiosity. La parte central se quedará orbitando sobre el planeta y servirá de satélite de comunicaciones, lo que nos permitirá un enlace de 500 gigabytes con la tierra. —recitó la joven como una buena alumna.

—Llevamos aproximadamente tres mil toneladas de cargamento. Comida, agua, una factoría para construir materiales basados en silicatos y mineral de hierro, y lo suficiente para montar varias factorías de terraformación.

Empezaron a avanzar a saltos por el pasillo hasta que llegaron a la zona de los contenedores. En ese lugar había siete puertas que llevaban a los siete contenedores. John señaló la número tres.

—Esta es la cabina de mando, aquí viviremos los tres. En cuanto este armatoste se ponga en movimiento los pasillos se desacoplarán permitiendo que los contendores se muevan en torno al eje con la velocidad suficiente para que en su interior haya una gravedad de aproximadamente 0.4 g un poco más de la que hay en Marte.

John le enseñó su nuevo hábitat y le sorprendió por lo espacioso y completo que era. Al contrarió del resto de las naves que había pilotado, allí estaba claro dónde estaba el arriba y el abajo. Volaron lentamente por todas la estancia mientras la mujer reconocía todas las instalaciones que hasta ese momento solo había visto en planos y fotografías.

Terminaron el tour en la cabina de mandos. Al igual que todas las naves espaciales tenían un montón de botones de colores aunque casi todos ellos se activaban automáticamente sin la intervención de sus pilotos.

—Hay un segundo contenedor que a última hora hemos acoplado. —dijo John tirando de su sorprendida compañera.

—Esto es muy irregular, ¿De dónde ha salido la financiación?—protestó Fen— Mi gobierno debió ser informado de…

—Un par de dólares de aquí, unos cuantos euros de allí…—respondió John acercándose a una puerta lateral que unía al hábitat con el contenedor de al lado.

—¿Qué vas a hacer? ¿Y la despresurización? —preguntó Fen al ver como John se acercaba a la puerta.

—Tranquila —dijo el americano sonriendo y apartando el precinto que solo estaba colocado para que pareciese intacto.

—¿Y el precinto? Se supone que este contenedor no debería abrirse antes del amartizaje.

—No hay problema, ni siquiera los funcionarios de tu gobierno están tan locos como para mandar un inspector al espacio exterior a revisar un contenedor que no existe.

—¡Los occidentales y vuestro desdén por las normas…!

Las palabras de la joven murieron en la boca al ver lo que había al otro lado de la compuerta. Una pradera de hierba verde y fragante cuajada de pequeñas flores amarillas crecía en un compartimento circular con el techo en forma de cúpula. En uno de los cuadrantes un pequeño bosquecillo de Bambú llamó la atención de la joven y le hizo sonreír con nostalgia.

—Y esto no es todo. —dijo el americano presionando un interruptor.

En ese momento el techo se deslizó dejando paso a un gigantesco mirador en el que se veía todo el firmamento.

La joven abrió la boca turbada y John no pudo resistir más sus impulsos y la besó. Fen intentó resistirse pero el aroma, la suavidad del beso del desconocido y la belleza del entorno la subyugaron dejándola sin capacidad de respuesta.

John la abrazó de nuevo y la volvió a besar. No dejó de hacerlo hasta que estuvo seguro de que no escaparía.

—Esta es la ecosfera. Fue la última en terminarse, por eso no tenías imágenes de ella. —dijo él—¿Es magnífica verdad? El exterior tiene una capa de grafeno que protege la cúpula de la radiación y los micrometeoritos.

—¡Vamos! —exclamó Carpenter cogiendo a la joven del brazo y dándose impulso.

John abrazó a la joven y ambos volaron por el interior del compartimento suavemente mientras se abrazaban y besaban de nuevo.

—¿Sabes que es la única oportunidad que tendremos de follar en un lugar así, en ausencia de gravedad? —susurró el hombre conspirativo al oído de la joven aprovechando para mordisquearle el lóbulo de la oreja.

Fen sintió una descarga eléctrica al sentir el contacto de la lengua de aquel hombre en su oreja y su cuello y jadeó excitada.

John sonrió y volvió a besar esos ojos oscuros y esos labios gruesos y rojos. El vuelo terminó bruscamente aunque John tuvo reflejos suficientes para amortiguar el golpe con su hombro mientras protegía el menudo cuerpo de la joven.

Agarrados a la estructura con una mano se quitaron la ropa apresuradamente hasta que quedaron totalmente desnudos. Fen sintió como el frío mordía su cuerpo haciendo que se erizasen sus pezones y se le pusiese la piel de gallina, pero casi inmediatamente sintió las cálidas manos del hombre aportándole calor con sus caricias.

Fen repasó el cuerpo desnudo y musculoso del hombre. Era pálido y estaba punteado de innumerables pecas. De entre sus piernas emergía la polla más grande que jamás había visto orlada con una mata vello rojo y rizado. La joven alargó la mano y rozó el miembro del hombre con la punta de sus dedos.

John se estremeció ante el contacto, abrazó el cuerpo menudo y enjuto de la joven y se lanzó de nuevo hacia el centro de la estancia.

Con maestría John se giró ciento ochenta grados y quedó abrazado a las piernas de ella. Antes de que Fen pudiese reaccionar, el americano estaba besando y mordisqueando el interior de sus piernas.

La joven se estremeció y abrió las piernas atrayendo a John hacía su sexo inflamado. John no se hizo de rogar y le acarició la vulva con sus labios arrancando a la joven un sordo y prolongado gemido de placer.

Fen se dobló de placer ante los besos y los lametones de su amante. Intentó agarrarse a algo y lo único que encontró en medio del contenedor fue la polla de John.

Esta vez fue John el que gimió cuando la joven metió la polla en su boca. Las manos del astronauta se agarraron a la cintura de la joven y siguió lamiendo y recibiendo lametones mientras ambos daban lentas volteretas, ingrávidos, en la atmósfera del contenedor.

Poco a poco llegaron a la pared del contenedor y John se agarró a un asidero y se dio la vuelta quedando cara a cara con la joven mientras sus sexos se rozaban hambrientos.

No espero más y acorralando a la joven contra la pared la penetró sin dejar de ahogarse en aquellos grandes ojos negros. Fen se apretó contra él y le rodeó la cintura con sus piernas mientras John la embestía con fuerza haciendo temblar todo su cuerpo.

Fen tuvo que morderse el labio para ahogar un grito al sentir como el miembro del yanqui se abría paso en su sexo estirándolo hasta el límite y colmándola con un intenso placer.

Jonathan siguió empujando y disfrutando del cálido y estrecho sexo de la joven hasta que tuvo que apartarse a punto de correrse. Fen Yue aprovechó para escurrirse y con un poderoso empujón voló directamente hacia el bosquecillo de bambú. Carpenter la siguió un par de segundos después con una sonrisa.

Al llegar a los bambúes Fen extendió los brazos y se agarró a uno de los troncos que se dobló y se bamboleo pero resistió sin problema el impacto.

La planta que eligió John, a pesar de ser una de las más gruesas tuvo mayor dificultad en aguantar la masa del astronauta, pero tras soltar un sonoro crujido se enderezó volviendo a su posición original.

Mientras ella trepaba en dirección al suelo por el bambú, John saltó hasta la planta agarrando a la joven por la espalda y volviendo a penetrarla.

Fen jadeó al notar al hombre de nuevo dentro de ella y se agarró fuerte a la planta mientras era follada boca abajo.

John envolvió a la joven por su envergadura abrazando su torso y acariciando sus pechos mientras seguía follándosela.

Tras unos instantes Fen continuó bajando con su amante encima hasta tocar con sus extremidades la fragante pradera.

Al llegar al suelo John dio la vuelta a la joven y separándola unos centímetros del suelo la volvió a penetrar a la vez que daba un suave empujón.

Fen jadeó y se agarró al hombre que empujaba en sus entrañas a la vez que la hierba acariciaba su espalda. Justo cuando la imagen de la tierra apareció por encima del hombro de John este eyaculó colmando su coño con un líquido espeso y arrasador.

A pesar de ello el hombre no se rindió y agarrándose al suelo se dio la vuelta dejando que fuese ella la que tomase la iniciativa. En ese momento Fen comenzó a ensartarse con la polla aun dura de John sin fuerzas ya para contener sus gemidos.

Tras unos minutos de salvaje cabalgada con una Fen al borde del orgasmo John echó a la joven hacía atrás de un empujón y sin dejar que se separara comenzó a impulsarse hacia un lado consiguiendo que ambos giraran sobre sí mismos como uno solo. Un último impulso los separó del suelo y poco a poco el yanqui fue tirando de ella hacia él, sin dejar de moverse en su interior, acelerando la velocidad de sus giros y consiguiendo que la joven se corriese mientras giraban a una velocidad increíble suspendidos en el espacio.

El cuerpo entero de la joven se crispó en un monumental orgasmo prolongado por la sensación de mareo y una nueva eyaculación del americano en su interior. Fen gritó descontroladamente y tras comerse a besos a su amante soltó sus brazos de los hombros del joven dejando su cuerpo flotar inerte y sintiendo como la velocidad de sus giros decrecía poco a poco sin llegar a pararse.

—¡Uff! —dijo John apartando minúsculas esferas flotantes de sudor y jugos orgásmicos—Después de trece años de proyecto, dos de entrenamiento, un viaje lleno de peligros y una vida de película, probablemente este va a ser el acontecimiento más memorable de mi vida.

Fen se separó y no dijo nada reflexionando mientras miraba la tierra girar lentamente cuatrocientos kilómetros más abajo. Era la primera vez que se saltaba las reglas dejándose llevar por sus impulsos y también era la primera vez que se sentía realmente viva.

—¿No crees que mañana deberíamos hacer una nueva inspección de los contenedores tres y cuatro para verificar que está todo preparado? —dijo John cogiendo un par de las pequeñas flores amarillas y enredándolas en el negro cabello de Fen Yue.

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Relato erótico: “Dos rubias llamaron a mi puerta y les abrí FIN” (POR GOLFO)

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En el coche, me empezaron a surgir nervios al darme cuenta de lo poco acostumbrado que estaba a las citas. No en vano la única que había tenido en los últimos dos años había sido con Agda y el mérito había sido suyo ya que ella había llevado la voz cantante, pero en el caso de Sara y dado su carácter, la responsabilidad de cómo se desarrollaran las cosas iba a ser enteramente mía.

            «No puedo ni debo fallarla», me dije rememorando su cara de angustia cuando descubrió lo mucho que me deseaba tras permitir que Ua la masturbara en mi presencia.

Recapacitando sobre ello y como desde un principio se había abierto a mí en la marisquería, comprendí que debía ser galante sin forzarla en lo más mínimo asumiendo que ese papel sería ejercido por el manipulador ser que había dejado en el hotel. Con ello en la mente llegué frente al hostal donde su gobierno la había alojado, descubriendo que me estaba ya esperando en la puerta. Siguiendo el guion que me había marcado, me bajé con la intención de piropearla. Pero al mirarla y comprobar que parecía una ingenua ninfa recién caída del cielo, me quedé petrificado y solo pude mascullar un “buenas noches” mientras recorría con la mirada las maravillosas curvas que realzaba el vestido de lino blanco que llevaba puesto. Supe que la lujuria de mi mirada no le pasó inadvertida al advertir que se removía incómoda mientras recibía de mis manos los chocolates.

―Estás preciosa― alcancé a decir tras retirar mi ojos de sus pechos y haciendo un esfuerzo.

―Tú estás también muy guapo― murmuró al ver que le abría la puerta.

Su timidez curiosamente me tranquilizó y tras esperar que se acomodara en su asiento, me metí en el Bentley. El lujo británico del automóvil la había impactado de tal forma que se había olvidado de abrocharse el cinturón, detalle que aproveché para ser yo quien lo hiciera. Mi galantería debió de agradarla porque sin venir a cuento observé que sus pezones florecían bajo su ropa.

―Gracias, Miguel― suspiró al advertir lo ocurrido.

Encendiendo el motor, lo hice sonar un poco para ver su reacción y tal y como había anticipado, sintió ese rugido como un anticipo de mi carácter y mordiéndose los labios, involuntariamente cerró sus piernas sin percatarse que al hacerlo la falda la había traicionado revelando gran parte de uno de sus muslos. Sin pedir su permiso, bajé la tela cubriéndola rozando brevemente su piel con mis yemas.

―Perdona, no me había dado cuenta de que mostraba de más― se disculpó abochornada por si pensaba que lo había hecho a propósito.

Mi silencio no hizo más que profundizar su vergüenza y nuevamente intentó justificar su error, pero cortándola dulcemente le dije que cuando quisiera disfrutar de sus piernas se lo diría mientras le hacía una carantoña en la mejilla.

―No seas malo― sollozó al sentir que le costaba hasta respirar.

Sin apiadarme de ella y mostrando siempre una cortesía inapelable, seguí acariciándola al responder:

―Con una gatita tan bella jamás podría ser malo.

El gemido que brotó de sus labios curiosamente se asemejó a un maullido y eso me hizo decidir que la llamaría así el resto de la noche. Abusando de su desliz y mientras me dirigía de vuelta a reunirme con Ía, le comenté que había reservado una suite para que nadie nos molestara mientras cenábamos.

―¿Te parece bien? Gatita.

―Sí― con un hilo de voz respondió, buscando quizás que no me diese cuenta de lo mucho que le ponía ese sobrenombre.

Desgraciadamente el rubor que decoraba su rostro era demasiado evidente para no advertirlo y recordando tanto el mail que habíamos interceptado en el que sus jefes la ordenaban seducirme como la conversación con su amiga, le pregunté si alguien sabía que había quedado conmigo.

―No― me mintió y pasando a la ofensiva quiso saber por qué lo decía.

Cogiendo mi móvil, le ordené que llamara a alguien y se lo dijera porque no me parecía correcto llevarla a un hotel sin que nadie lo supiera.

―No te entiendo― murmuró.

―Quiero que lo hagas para que estés tranquila y que sepas que no te va a pasar nada―comenté.

―No hace falta. 

―Insisto, se una buena gatita y hazlo.

La velada orden provocó que hasta el último vello de su cuerpo se erizara al saber que era la primera, pero no la última que recibiría de mí y totalmente descompuesta llamó a la conocida con la que había conversado de mí. Al no contestar y saltar el buzón de voz, respiró aliviada.

―Mari, te llamo para informarte que he salido a cenar con Miguel Parejo.

Tras lo cual, apagó el móvil y me miró:

―Así me gusta― respondí regalándola otra caricia.

En esa ocasión, no quiso o no pudo disimular su suspiro mientras sus ojos denotaban una creciente adoración.

―¿Falta mucho para llegar? – quiso saber al ver que salíamos de Puerto Jimenez.

―Un par de minutos― contesté: ―Ya estamos cerca.

Acababa de decirlo cuando ante nosotros apareció el cartel del hotel. Al verlo, girándose hacia mí me preguntó si íbamos a Crocodile Bay.

―Así es, es el único a tu altura.

Desencajada al saber que nos dirigíamos al establecimiento más caro de la zona, quiso quitarle hierro diciendo que no me metiera con su tamaño ya que desde hacía muchos años había aceptado que era bajita. Su picara respuesta me hizo reír y le recordé una frase al respecto:

―Gatita, no se debe medir a alguien de la cabeza al suelo, sino de la cabeza al cielo.

―¿Estás seguro? Mi Napoleón― sonriendo respondió haciéndome saber que conocía de sobra a quien se le atribuía dicha frase.

Desternillado al advertir su nuevo error al usar ese posesivo, hurgué en la herida diciendo:

―¿Quieres que sea tu emperador?

La oriental no dudó ni un segundo antes de contestar con otra pregunta:

―¿Quién te ha dicho que no lo seas ya?

El destino quiso que llegáramos justo entonces al hotel y aparcando el coche en la entrada, me giré hacia ella sonriendo:

―¿Qué diría mi gatita si le robara un beso?

En vez de responder se lanzó sobre mí buscando mis labios. La pasión que demostró al recibir mi lengua dentro de su boca fue un preludio que me avisó que no era una dulce damisela la mujer que descubriría esa noche sino una ardiente amante deseosa de caricias. Durante unos momentos me dejé llevar, pero recordando la especial forma que tenía de entender el sexo me separé de ella y salí del Bentley, dejándola insatisfecha. Tal y como esperaba, la oriental se quejó del súbito rechazo haciendo un puchero.

-Deja de maullar y mueve el culo o ¿prefieres que te devuelva a tu hotel?- respondí con una sonrisa mientras le abría la puerta.

 Mi amenaza surtió efecto y aún molesta, se bajó. Incrementé su turbación, entrando al establecimiento sin mirar hacia atrás, sabiendo que me seguía.

-Buenas noches.

El saludo del conserje a cargo de recepción me sirvió para azuzar su carácter cuando pedí disculpas, por anticipado y en plan cabrón, por los gritos que iba a dar mi acompañante cuando me la tirara. Cualquier mujer que no fuera sumisa se hubiera dado la vuelta y huido de mí, pero Sara no dijo nada mientras me perseguía rumbo al ascensor. Esperando que se abriera, observé su nerviosismo con satisfacción al temer ella no poder contener sus ganas de entregarse a mis deseos.

-Pasa, gatita- susurré en su oído metiéndola en el cubículo, donde sin público empecé a sobarle el trasero.

Ese magreo hubiese escandalizado a noventa mujeres de cada cien, pero no fue su caso ya que tras reponerse de la sorpresa se pegó a mí buscando mis besos. Besos que por descontado queda no encontró y se tuvo que conformar con restregarse obsesivamente contra un sujeto que ni siquiera la miraba mientras en su interior se preguntaba qué había hecho mal.

-Acompáñame- ordené ya desde el pasillo al contemplar que se había quedado dentro sin saber qué hacer.

El tono autoritario, pero curiosamente dulce, de esa orden la hizo reaccionar y bajando la cabeza, se deslizó siguiéndome hasta el cuarto. Antes de tocar para que Ía me abriera me fijé en que mi comportamiento, lejos de amortiguar la atracción que sentía por mí, la había maximizado y que estaba a punto de caramelo.

-Espero que te guste la sorpresa que te tengo preparada – comenté tocando con los nudillos en la puerta.

Al abrirse no fue ella sola la que se quedó impresionada. Reconozco que yo también aluciné al ver que la rubia nos recibía vestida con un uniforme de criada que no hubiese destacado en una película porno.

-Amo, su cena está lista- comentó Ía mientras se arrodillaba a mis pies.

Gratificando a mi supuesta sumisa con una breve caricia en su cabeza y sin hacer caso a la cara que lucía al ver la indumentaria de mi ayudante, pedí a Sara que me acompañara. Entrando en la habitación y comportándome como un caballero de los de antes al llegar a la mesa donde cenaría con ella, le acerqué su silla. Era tal la turbación que sentía que en completo silencio se sentó mientras observaba a Ía abriendo el champagne. Tampoco dijo nada cuando rellenó nuestras copas y la chavala rozó con los pechos casi desnudos su cara antes de decir:

-Amo, como usted ordenó, la botella está fría y su sierva caliente.

Disfrutando de la expresión de desamparo de Sara, probé mi bebida y dando mi conformidad, premié a la rubia con un suave azote. La alegría con la que ese bello ser recibió mi caricia incrementó mas si cabe la angustia de mi acompañante, la cual sintió como propio el escozor que la nalgada había provocado en mi “criada”.

-Bebe, gatita- tomando una de sus manos, la ordené suavemente.

La asiática no tuvo valor de contrariarme y llevando la copa a sus labios, dio un sorbo a su copa mientras miraba de reojo el collar que la rubia llevaba al cuello. Percatándome de ello, pedí a Ía que se lo mostrara.

-Lleva tu nombre- tartamudeó consciente de su significado mientras bajo el vestido, sus pezones se erizaban.

No dando demasiada importancia al hecho, comenté que además de mi ayudante y amante se había comprometido a servirme de por vida, tras lo cual, recriminé a Ía que siguiera de pie.

-Perdón, mi señor- murmuró postrándose frente a nosotros adoptando la postura de espera.

Totalmente ruborizada, Sara no perdió detalle de cómo la sensual uniformada se ponía de rodillas, con la espalda erguida y los hombros hacia atrás mirando al suelo, deseando quizás ser ella quien estuviera así esperando la orden de su amo.

            -Sara- llamando su atención y sin mencionar mi sumisa, comenté: -¿Recuerdas que me comprometí en explicar la razón por la cual no había sido honesto contigo?

Mi pregunta la hizo reaccionar y con un hilo de voz, contestó:

-Sí, prometiste que hoy me lo dirías.

Como si estuviéramos solos ella y yo, repliqué:

-No podía ni debía anticiparte que firmaría hoy un acuerdo. Ahora que ya he zanjado con una empresa sueca ese trato, no me importa que se sepa.

-¿Qué clase de acuerdo?- preguntó la burócrata y no la mujer.

-Me he hecho con el control de la tecnológica Alfa Centauro para desarrollar un nuevo sistema de desalinización que me convertirá en uno de los hombres de negocios más importantes del mundo.

Tras lo cual, pedí a Ía que me trajera el dossier resumido de la inversión. Mi ayudante meneando su trasero fue a por él y me lo dio. Nada más tenerlo en mis manos, se lo entregué a Sara.

-¿Por qué me lo das?- musitó impresionada.

Soltando una carcajada, respondí:

-Según mis informadores, tus jefes en la CIA te han ordenado que me seduzcas para sonsacarme información. Si te la doy de antemano, no te hará falta acostarte conmigo.

La norteamericana se puso de todos los colores al verse descubierta, pero aun así se guardó los papeles al saber que era su deber hacerlo.

-Ya que hemos aclarado este punto, ¿sigues interesada en seguir cenando o prefieres que te lleve de vuelta a tu hotel?

-Tengo hambre- alcanzó a balbucear sin sostenerme la mirada.

Al escucharla, ordené a Ía que nos trajera la cena.

-Como usted ordene, amo- contestó trayendo una bandeja.

Al comprobar que le podía en frente unos aperitivos, Sara hizo el intento de coger uno, pero entonces retirando su mano del plato la rubia comentó:

-Señora, usted es la invitada. Deje que yo le de comer.

Tras lo cual y sin esperar su respuesta, cogió un volován y se lo llevó a la boca. La oriental totalmente descolocada abrió sus labios permitiendo que mi supuesta sumisa se lo diera mientras sentía mis ojos fijos en ella.

-Gatita. Sé que quizás no estas habituada, pero esta noche ella está para servirte- dije mientras arrodillada a su lado, Ía acercaba una servilleta para retirar una miga que se le había quedado pegada al lado de la comisura de sus labios.

Su desconcierto alcanzó un nuevo clímax cuando apoyando mis palabras la aludida comentó en su oído que, si no estaba satisfecha con la forma en que la cuidaba, debía de castigarla.

-Ese no es el papel que deseaba al venir aquí- murmuró confundida.

            Obviando el significado de su queja, la rubia acercó otro aperitivo a su boca, diciendo:

            -Mi amo quiere que cuide a la señora y eso haré.

            El mimo con el que se lo daba le impidió rechazarlo mientras se removía incomoda en su asiento. Comprendí el plan que había elaborado cuando oí a mi supuesta sumisa comentar a Sara que yo todavía no había probado bocado:

-Don Miguel está esperando que la señora lo alimente.

No sabiendo cómo actuar, Sara me miró y se dio cuenta que era así.

-¿Puedo?- preguntó cogiendo un trozo de queso que había en mi plato.

Sonriendo, abrí mi boca para recibirlo. Temblando como un flan, Sara me lo acercó sin saber que tras cogerlo iba a lamer los dedos que me alimentaban. Al sentir mi lengua recorriendo sus yemas, no pudo reprimir un sollozo.

-Delicioso, gatita- murmuré deslizando la mano bajo el mantel.

 Al sentir mi palma sobre su muslo, dos lágrimas de alegría hicieron su aparición en el interior de sus ojos y pegando un gemido, permitió que mi supuesta sumisa le diera un pedazo de jamón mientras instintivamente separaba las rodillas. Ese gesto involuntario me informó de lo excitada que estaba y por ello, acaricié sus piernas mientras la dejaba alimentarme.

-Miguel- suspiró al notar mis dedos recorriendo su piel cada vez más cerca de su sexo.

Desde el suelo, la rubia le corrió mientras le embutía otro aperitivo:

-Para nosotras, es amo.

Esa rectificación causó su estupor y tras una breve lucha en su interior, la muñequita masculló aterrorizada:

-Perdón, amo. No quise faltarle al respeto.

Llegando con mis yemas hasta la tela de su tanga, me entretuve unos instantes jugando con sus pliegues antes de contestar:

-Todavía, no puedes llamarme así.

Llorando como una magdalena al sentir mi rechazo, preguntó que debía hacer para poder hacerlo. La entrega que mostraba me impulsó a separar la mano de su entrepierna:

-Eso es algo que tenemos que discutir, ahora cena.

Tras lo cual, me negué a que me siguiera dando de comer y cogiendo los cubiertos empecé a cenar.

-Por favor, deseo ser tuya- sollozó descompuesta creyendo quizás que había perdido la oportunidad.

Acudiendo en su ayuda, Ía le aconsejó al oído que si quería que la aceptara tenía que pedírmelo como una sumisa. La morenita lo comprendió al vuelo y bajándose de la silla, se arrodilló en el suelo dejando caer su cuerpo hacia adelante. Tras lo cual extendió sus brazos apoyando las manos en el suelo mientras su negra melena caía hacia adelante:

-Esta mujer desea entregarse a usted en cuerpo y alma, las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco día del año.

Sin dejar de comer, comenté a Ía que seguía viendo a una mujer. La rubia sonrió y actuando como mensajera, sugirió a la norteamericana que, si quería que su amo la tomara en cuenta, debía antes mostrarse en plenitud.

-Eso quiero, pero ¿cómo lo hago? – protestó desolada.

Sin atisbo de crueldad, le respondió que debía enseñar qué clase de mercancía estaba ofreciendo a su amo.  Captando que debía desnudarse por entero si deseaba captar mi atención, la morenita se levantó y sin levantar su mirada, dejó caer un tirante.

-Hazlo despacio, demostrando que sabes excitar a un macho- ejerciendo de maestra, Ía le aconsejó.

 Siguiendo su sugerencia, Sara deslizó por sus hombros el otro permitiendo que su vestido se fuera deslizando lentamente. Desde mi silla, observé como se iba revelando ante mis ojos la belleza de la oriental sin dar mi aprobación ni mi rechazo.

-Quítate el sujetador, gatita- escuché a la rubia decir.

Que Ía se refiriera a ella con el mote que le había puesto debió de excitarla porque dejando caer esa prenda, sus pezones aparecieron ante mí totalmente erizados. Su maestra dio un paso y tomando los pechos de la oriental, los sobó durante unos segundos antes de decirme que eran suaves y que lucían firmes.

-Está bien- comenté bebiendo un sorbo de mi copa.

Sara sintió que su sexo se anegaba y que sus piernas flaqueaban cuando regalando sendos pellizcos a sus areolas, la rubia exigió que se diera la vuelta. Deseando complacernos, la oriental se giró lentamente al saber que tenía que exhibirnos su espalda. Tal y como había anticipado al hacerlo, mi sumisa recorrió con los dedos su trasero antes de, con las manos, separar sus nalgas.

-Amo, tiene un culo duro y un ojete de color rosa que parece inmaculado- comentó tras un primer examen.

-¿Acaso nunca la han tomado por detrás? – pregunté interesado.

 Intentando responder a mi pregunta, insertó una yema en su apretado hoyuelo. La mercancía sollozó al sentir violada su intimidad trasera mientras su coño se humedecía.

-No estoy segura, pero creo que nunca ha sido usado- me informó.

-¿Pregúntale?- dije todavía masticando.

La rubia se permitió el lujo de volver a introducir dos dedos dentro del trasero de la oriental antes de preguntar:

-Gatita, mi amo quiere saber si has entregado antes el culo a un hombre o lo has reservado para tu dueño.

Haciendo esfuerzos para no chillar de placer al notar esas yemas jugando en su interior, Sara replicó:

-Dile a mi futuro amo, que estoy deseando que me haga el honor desvirgarlo.

Sonreí al escuchar que nadie se lo había roto con anterioridad, pero manteniendo mi mutismo esperé a que Ía me trasmitiera el mensaje y solo cuando oí de sus labios que permanecía intacto, quise saber porque seguía llevando bragas.

-Perdón, amo. No había caído en eso- murmuró la rubia antes de desgarrar con sus manos esa coqueta prenda.

La calentura de Sara se maximizó con esa violenta maniobra y con la respiración entrecortada aguardó inquieta.

-¿Qué me dices de su coño?- pregunté.

Pegándole un sonoro azote, la giró y tras revisarlo visualmente, me informó que lucía lampiño con unos labios que no me desagradaría mordisquear. La asiática al escucharla y sobrepasando mis expectativas, sugirió que mi criada debía comprobar su textura para que me hiciera una idea de su sabor. 

-Hazlo- ordené a mi ayudante.

La inmediatez con la que la rubia obedeció y pegó un lametazo entre sus pliegues me hizo comprender que examinar a la candidata a sumisa la había excitado. Por ello cuando tras el primero se recreó chupando más allá de lo que se requería no me extrañó, como tampoco que llevando una de sus manos a su propio sexo se empezara a masturbar. La fijación y el ansia como la que Ía estaba devorando su femineidad desmoronó la supuesta tranquilidad de la oriental y presa del deseo busco forzar el contacto de esa lengua presionando la cabeza de la rubia contra ella.

-Gatita, tienes prohibido correrte- dije al contemplar los primeros síntomas del orgasmo en ella.

Mi veto incrementó su angustia y más al escuchar que mi ayudante se ponía a gemir entre cada lametazo ya completamente entregada a la lujuria.  Para entonces confieso que solo pensaba en poseerla, pero asumiendo que un buen amo debía quedarse al margen, esperé a que el sudor recorriera la frente de la morenita para preguntar por el resultado del examen. Sara agradeció la interrupción al saber lo cerca que había estado de fallarme dejándose llevar e histérica esperó la opinión de su maestra.

-Es digno de mi amo- sentenció ésta bastante molesta con que hubiera parado su banquete.

-Ven aquí y bésame. Quiero comprobar si no estás exagerando- pedí a la rubia.

Lanzándose sobre mí, esa criatura buscó mi boca exteriorizando su calentura al restregarse contra mí en un intento de calmar el ardor de su entrepierna mientras a un metro escaso, Sara lloraba de envidia. El sabor de la oriental impregnado en los labios de Ía me pareció algo sublime. Por ello, me costó dejar de besarla.

-Tráeme el regalo- le pedí.

Todavía uniformada de criada, la rubia fue por el paquete y me lo dio. Extendiéndoselo a la norteamericana, le pedí que lo abriera. Al hacerlo, se echó a llorar al descubrir que era un collar igual que el que colgaba de su maestra y sabiendo que al dárselo, la estaba aceptando como sumida, se echó a llorar diciendo:

-Mi señor, gracias por compadecerse de mí. Juro que dedicaré mi vida a usted.

Sonriendo, se lo quité de las manos y sin más prolegómeno, lo abroché alrededor de su cuello.

-Acompañadme a la cama- ordené a ambas y sin dignarme siquiera a mirar si me seguían me fui al cuarto.

Las dos mujeres no dudaron en obedecer y por eso, ya frente a la cama al ver el deseo de sus miradas, les pedí que me desnudaran.  La morenita sollozó al oír mi orden y conteniendo las ganas de reír de felicidad, se acercó y comenzó a desabrochar mi camisa.

-¿Qué esperas zorra?- pregunté a Ía.

La rubia se quedó petrificada al escuchar mi tono y con los pezones marcándose bajo su uniforme, ayudó a la oriental. Una vez con el dorso desnudo exigí que me quitaran el pantalón. En esta ocasión fue Ía quien se anticipó y aflojando mi cinturón mientras Sara llevaba su mano al botón.  Intercambiando la voz cantante, la norteamericana fue la encargada de bajarme la bragueta mientras su maestra deslizaba mi pantalón.

-Desnuda a tu igual- ya en calzoncillos pedí a la sumisa que iba a estrenar esa noche.

La joven sin dejar de mirar ansiosa la erección que escondía bajo la ropa interior, rápidamente despojó a Ía de su uniforme y volviendo a mi lado, esperó mis instrucciones.

-Quitadme el calzón- exigí.

Ambas cayeron a mis pies y llevando sus manos a esa última prenda, descubrieron mi pene totalmente inhiesto. Por el brillo de sus ojos supe que era lo que deseaban, pero en vez de permitir cumplir su anhelo pasé de ellas y me tumbé en la cama. Tanto Sara como Ía creyeron que debían acudir a mi lado y por eso al mismo tiempo se abalanzaron sobre mí.

-No os he dado permiso de hacerlo. Antes he de saber cuál va a tener el honor de probar la exquisitez del miembro de su amo.

Mis palabras cayeron como un jarro de agua fría sobre sus cabezas y con lágrimas en los ojos me preguntaron cómo dirimiría la cuestión.

-La que haga que la otra se corra antes será la encargada de darme el primer lametón- contesté.

Las dos mujeres se miraron entre ellas retándose.

-Seré yo- respondió la morena y abalanzándose sobre la que había sido su maestra, demostró que era una experta en artes marciales inmovilizándola con una llave de judo mientras hundía la cara entre sus muslos.

Incapaz de liberarse, la rubia buscó mi ayuda quejándose que estaba haciendo trampas. Mis risas le hicieron ver que no iba a auxiliarla y por eso intentó lanzar un par de mordiscos sobre la judoca. Desgraciadamente, la postura que la había obligado a adoptar se lo impidió y chillando comenzó a insultarla mientras la lengua de la oriental se sumergía libremente en su coño.

-Maldita zorra, me pienso vengar- aulló al darse cuenta de la calentura que la estaba dominando al estar sometida.

Impulsada por el deseo de ser la primera en disfrutar de su amo, Sara se apoderó del clítoris de su rival y torturándolo con sus dientes, rugió feliz al notar la humedad que desprendía.

-No quiero hacerte daño, pero no dudaré en hacerlo si te resistes- murmuró mientras se lo mordisqueaba con dureza.

 Nada en su vida como humana había preparado a Ía para ello y sentir que cerraba las mandíbulas sobre su botón, experimentó que algo en su interior se rompía y pegando un alarido que debió de oír hasta el conserje, rogó a su agresora que siguiera maltratándola de esa forma. La morena no dudó en profundizar su ataque introduciendo un par de yemas en el coño de su víctima mientras seguía mordiendo con saña su clítoris.   

-¡Puta!- sollozó la rubia mientras dejaba de debatirse al experimentar una nueva, pero no por ello menos gozosa, clase de placer.

Al llenarse su boca del flujo de su antigua maestra, Sara aulló su triunfo prolongando y maximizando el orgasmo de Ía con continuadas incursiones en su sexo, hasta que totalmente vencida la rubia reconoció su derrota licuándose sobre las sábanas.

-Has ganado- murmuró con una expresión de desolación en su rostro: -Lo confieso.

La ganadora la ayudó a incorporarse y luciendo una sonrisa que me dejó totalmente enamorado, me pidió permiso para que la perdedora la ayudara a satisfacerme.

-Es tu derecho- respondí.

Dirigiéndose a la que consideraba su compañera, la oriental le rogó que olvidara lo sucedido y que la acompañara. En vez de acudir entre mis piernas, Ía buscó sus labios. La pasión con la que besó me informó no solo de que la había perdonado, sino que se había entregado sin reservas a la misma forma de amar que tenía Sara.

«Eso sí que no me lo esperaba», pensé encantando viéndolas jugar con sus lenguas, aunque eso supusiera que momentáneamente se olvidaran de mí.

Afortunadamente tras compartir ese beso, entre ambas decidieron que podían dejar ese reconocimiento mutuo para más tarde y girándose, maullaron mientras gateaban sobre el colchón.

-Venid- pedí a las felinas que se acercaban a mí.

-Tu gatita tiene sed- murmuró Sara dando el primer lametazo sobre mi pene.

-Tu minina también- lamiendo mis huevos, comentó su compañera.

La acción coordinada de ese par elevó mi excitación a límites pocas veces alcanzados y satisfecho pensé que curiosamente el papel de amo era un aspecto que debía practicar más mientras con sus bocas envolvían mi tallo.

«¡Qué gozada!», exclamé calladamente al sentir que la oriental besaba mi glande mientras la rubia se dedicaba a lubricar con su saliva el resto de mi extensión.

Tras ese primer escarceo, la vencedora de la lid abrió la boca y lentamente se fue introduciendo su trofeo hasta el fondo al tiempo que Ía se recreaba lamiendo mis testículos. Nuevamente la coordinación que demostraban me dejó impresionado cuando como si lo hubiesen practicado con anterioridad, Sara se puso a mamar metiendo y sacando mi falo de su garganta mientras Ía recorría con la lengua el resto de mi entrepierna.

-Como sigáis así, no tardaré en correrme- les avisé.

Mi alerta lejos de hacerlas menguar aceleró sus caricias e imprimiendo a ellas una velocidad creciente, entre las dos se lanzaron a ordeñarme. La oriental al sentir en su paladar la primera andanada de semen, quiso compartir con su compañera mi simiente y sacándosela de la boca, juntas esperaron la siguiente sin saber que la excitación que llevaba acumulada les iba a explotar en la cara, llenando sus mejillas de mi simiente. Al sentir los blancos chorros sobre su rostro, se echaron a reír y como buenas amigas, ordeñaron mi verga y tras dar buena cuenta de la producción de mis huevos, no satisfechas se lanzaron a chuparse las caras en busca de cualquier rastro de mi leche.

EL erotismo de esa escena no permitió que mi pene se relajara y por ello cuando terminaron de lamerse entre ellas, mi erección seguía presente.

-Toda tuya, gatita mía- riendo Ía cedió el turno a la oriental.

Sara no tuvo inconveniente y poniéndose a horcajadas sobre mí, se empaló con ella.

-Amo, guarde fuerzas para que después de tomar posesión de su propiedad pueda follarse a su otra sumisa- bufó mientras me empezaba a cabalgar…

19

Cuando abrí los ojos a la mañana siguiente , me encontré a Ía despierta mirándome tiernamente. La dulzura de su mirada me sorprendió y mas cuando cerrando mi boca con un dedo, me empezó a acariciar. Comprendí que con ese gesto me estaba pidiendo no despertar a Sara y por eso atrayéndola hacía mí, respondí a sus caricias con un beso. Durante un par de minutos, nuestros cuerpos se estuvieron rozando lentamente, hasta que sintiendo entre sus muslos la presión de mi erección la joven me rogó que la hiciera el amor. Su belleza a la luz de sol era impresionante y por eso no pude negarme cuando tomando mi virilidad entre sus dedos, se comenzó a empalar. La lentitud con la que se fue introduciendo mi pene en su vagina me permitió disfrutar de la forma en que sus pliegues se iban abriendo a su paso mientras esa criatura buscaba mis besos.

            -Necesito que sentirte dentro de mí, amo- murmuró ensartada.

            La adoración que leí en sus ojos era mayor a la que me tenía acostumbrado y quizás por ello no me percaté de que se había referido a mí como amo y no como Íel.  El ritmo pausado que imprimió a sus caderas no fue óbice para que sus senos empezaran a rebotar lentamente arriba y abajo mientras con la manos recorría mi pecho.

-Te amo- sollozó al sentir mi tallo deambulando en su interior.

Su tono enamorado me alertó de que algo la preocupaba y sin dejar de acariciarla, pregunté qué ocurría. La muchacha no me contestó e incrementando poco a poco el compás de sus caderas, prefirió cerrar los ojos y disfrutar del momento. Por su silencio, sospeché que en su mente se estaba desarrollando una lucha e ingenuamente creí que se debía a lo que había sentido comportándose como sumisa.  

-Sabes que soy tuya, ¿verdad? – en voz baja me preguntó mientras la humedad de su gruta envolvía mi tallo.

-Lo sé, princesa- respondí sin entender qué le pasaba.

Mi cariño tras una noche en la que disfrutó imitando la sexualidad de la oriental que seguía durmiendo a nuestro lado le hizo llorar y sin dejar de mover sus caderas, se abrazó a mí diciendo:

-Hasta anoche te quería, pero ahora te adoro y ya no deseo ser tu sanadora.

Esa última afirmación me dejó descolocado al temer que me estuviera adelantando que por alguna causa se iba a alejar de mí. Sus lágrimas no hicieron mas que confirmar ese extremo e invadido por la angustia, sentí que la perdía.

-No pienso dejarte ir. Eres mía.

Mis palabras acrecentaron sus lloros y juntando sus labios a los míos, buscó mi boca. Sí apenas unas horas antes habíamos compartido una pasión desbordada y hasta violenta, en ese momento la muchacha solo quería dulzura.

-No quiero que te vayas… te necesito a mi lado- insistí admitiendo por primera vez el amor que experimentaba por ella.

-Por favor, Íel no sigas- susurró mientras buscaba quizás por última mi esencia.

Contagiado de su angustia, la atraje hacía mí deseando eternizar ese instante y que todo fuera un mal sueño.

-Te amo y siempre te amaré, princesa- con ganas de gritar, susurré en su oído.

-Eres mi vida, mi pasado y mi futuro. Nada de lo anterior me importa y lo que el destino me repare, me da igual siempre que sea a tu lado- gimió llorando.

-¿Entonces porque no quieres ser mi sanadora y te quieres ir? – pregunté mientras con los brazos impedía que se fuera.

Una triste sonrisa apareció en el rostro de la chavala mientras sin dejar de trotar sobre mí me decía:

-Mi amado Íel, no es eso. Yo nunca te dejaría.

-¿Entonces qué te ocurre?- exclamé sin importar que con mi grito Sara se despertara.

 Supe que la oriental llevaba tiempo observándonos sin intervenir cuando rompiendo su mutismo se abrazó a la chiquilla pidiendo que nos dijera qué le pasaba.

-Siento envidia de ti, de Tomasa y de Agda- sollozó.

-No debes. Eres preciosa, tienes al hombre que quieres y aunque te resulte extraño por lo poco que me conoces, yo también te amo- le dijo mientras la acariciaba la mejilla con sus dedos.

La ternura de Sara azuzó más si cabe sus lamentos y demostrando que a los largo de la noche, le había confesado su naturaleza, gritó:

-¡Quiero ser humana!

-Mi amorcito, lo eres. Da igual que eras antes, ahora eres una mujer maravillosa- insistió la norteamericana.

Entrando de lleno en el tema, apoyé sus palabras diciendo:

-No entendéis, los humanos erais la última esperanza de las hembras de mi especie y siento que las he fallado… porque quiero…

-¿Qué quieres?- pregunté al ver que era incapaz de terminar la frase.

-Quiero… ¡quiero ser madre!- exclamó abrumada mientras se separaba de mí.

El dolor con el que confesó su deseo me dejó anonadado al comprender que en gran parte yo era el responsable de su problema al habérselo pedido y por ello, me vi incapaz de decir nada que pudiese consolarla. Sara, en cambio, no tuvo problema en preguntarla qué era lo que se lo impedía.

-No puedo soportar la idea de que Ua me rechace al saber que he traicionado a las nuestras.

Por un momento estuve a punto de confesar que su hermana estaba gestando un hijo mío, pero al no saber qué pensaría la pelirroja si la descubría me quedé callado mientras escuchaba sus sollozos. Nuevamente la morena demostró ser consciente totalmente de su dilema al decirle que quizás si se embarazaba no estuviera fallándolas sino dándolas una esperanza que antes no tenían.

-No te entiendo, ¿qué clase de esperanza puedo darles teniendo un hijo?-  consiguió balbucear antes de volverse a sumir en el llanto.

A pesar de medir sus palabras, no por ello fue menos dura la bella asíatica al decir:

-Por lo que me has contado, tu especie lleva milenios parasitando a otra hasta llevarla al borde de la desaparición.

-Así es- desolada al recordar a sus antiguos protectores confirmó sin dejar de llorar.

-Vuestro error fue nunca verlos como algo vuestro, fuisteis unas sanguijuelas que exprimisteis hasta la extenuación a esos seres.

-¡Lo sé!- chilló descompuesta: ¡Y no quiero eso para los humanos!

-No es necesario y la prueba puedes ser tú.

Sin saber a donde quería llegar, me mostré interesado y le pedí que continuara. Un tanto molesta por mi interrupción, la inteligente morena me pidió que me callara y prosiguió:

-En la tierra existe un tipo de seres a los que llamamos líquenes, ¿los conoces?- al comprobar que no, continuó diciendo: -Son el resultado de la simbiosis entre un hongo y un alga que se unen para crear una estructura que los hace mas fuertes.

Al enterarse de su existencia, Ía dejó de llorar:

-Piensa en ellos como ejemplo. Si juntos han sido capaces de sobrevivir y colonizar otros medioambientes que les estaba vedados, porque no puede pasar lo mismo con las sanadoras y el ser humano.  Me has contado y realmente lo creo, que según vuestras previsiones el ser humano se dirige hacia la extinción al igual que tu especie.   

-Eso dicen nuestras ancianas- musitó Ía por primera vez ilusionada.

-Un hijo de vosotras puede ser el germen de un futuro en común y pienso que no debes dejarlo pasar por el bien de ambas especies- al darse cuenta de que había dejado de gimotear y que la miraba esperanzada, concluyó: -Cariño, estoy segura de que, cuando pasen los siglos, tu hermana y tú seréis recordadas como las dos “Eva” que dieron origen a nuevo orden.

Limpiándose las lágrimas, la muchacha buscó mi opinión con la mirada.

-No puedo estar mas de acuerdo. Cuando llegasteis a mí, tenía mis dudas. Pero ahora que os conozco, sé que podéis ser nuestra salvación.

-¿Tendrías un hijo conmigo?- preguntó.

-Ya te dije que sí y ahora te lo exijo, mi pequeña diablesa.

Lanzándose sobre mí, me comenzó a besar mientras llorando, esta vez de alegría, pedía que la amara.

-¿Qué esperas? Fóllate a esta pequeña zorra y conviértete en ¡ADAN!- exclamó Sara mientras cogiendo mi falo lo insertaba dentro del coño de la bella y maravillosa criatura.

Epílogo

Hoy hace ya veintidós años que ese par de albinas tocaron a mi puerta. Veintidós años en los que el amor que siento por mis cinco compañeras ha rendido sus frutos y actualmente tengo una extensa parentela que vive a mi lado en un rancho de los Estados Unidos. Mientras las tres humanas me han regalado cada una de ellas cuatro chavales que son mi orgullo, las dos simbiontes se han demostrado mucho menos prolíficas dándome entre las dos solo dos hijas. Pero que son mi rubia debilidad al ser un clon de sus madres. Durante este tiempo, la interacción con ellas y con sus privilegiadas mentes han ejercido en la humanidad un efecto beneficioso. Gracias a sus desalinizadoras agua, se ha acabado el hambre mientras que sus nuevos sistemas de energía solar han reducido a la mitad la contaminación acumulada en nuestro ecosistema. ¡Todo ello sin que los ocho mil millones de humanos sepan de su existencia!

            -Todavía no estáis preparados para saber la verdad- recuerdo que me dijo Ara, la anciana sanadora que mandaron a certificar la información que mis “niñas” habían proporcionado al consejo.

La tal Ara, a pesar de haber vivido casi quinientos años y no contar ya con capacidad de procrear, aparenta ser una treintañera de grandes tetas. Debido a que por su edad era también incapaz de soportar otra metamorfosis que la volviera a su estado original, se ha quedado a vivir con nosotros y ha adoptado como nombre las ultimas tres letras de Sara, dada la buena sintonía que la actual directora de la CIA y ella han demostrado a la hora de ordeñar mi esencia.

Si con la oriental habían acertado en el puesto que iba a desempeñar, con Agda erraron ya que, en vez de convertirse en presidenta de la Unión Europea, la nórdica prefirió optar por dirigir la ONU para así vivir con su verdadero amor, que no soy yo, sino ¡Tomasa! La predilección de la sueca por los cantaros de miel de mi mulata no me preocupa porque para la matriarca de nuestra familia sigo siendo su razón de vivir y su sostén.

Respecto a mis dos particulares Evas poco he de decir excepto que he conseguido retener por ahora sus pretensiones de alargar mi vida otros cien años más, aunque temo que en secreto hayan obviado mis deseos y termine por convertirme en el Matusalén bíblico de nuestros días.  

            -Tus genes son necesarios – no se cansan de decir mientras esperamos la llegada de las primeras seis hembras de su especie que han escogido para los tres primogénitos que he tenido con mis esposas humanas.

            Aunque no me lo han confirmado, sospecho que se han aliado con Erik y que van a aprovechar la fiesta que hoy han organizado para celebrar sus aterrizaje en la tierra para presentárselas a los muchachos. Si digo esto es porque el capullo del gigantón, ejerciendo de padrino, ha regalado a cada uno de sus ahijados una mansión donde en un futuro puedan crear una familia. Por eso, me temo que esta misma noche que Miguel, el hijo que tuve con Tomasa, Erik,  el de Agda y Peter, el de Sara, sean ordeñados por las parejas de simbiontes que sus madres han seleccionado para ellos.

            Mientras espero con tranquilidad su futuro y el de sus hermanos varones, me reconcome la idea de que pronto María y Teresa, mis amadas hijitas, alcancen su madurez y requieran como sus madres nutrirse con la esencia de un varón.

¡Puedo ser el Adán moderno, pero ante todo soy el típico padre que no puede dormir cuando sus niñitas se van de juerga!

Por eso, no me da reparo reconocer que me he comprado dos escopetas y las tengo permanente cargadas para cuando lleguen con sus novios poder llamarlos al orden, si no las hacen felices.

Mis dos maravillosas extraterrestres dicen que soy un cerdo machista, yo en cambio pienso que soy… ¡HUMANO!

FIN


Relato erótico: “Shadow Angel Cap. 5 Los tentáculos de la Medusa” (POR SHADOWANGEL)

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Universidad de Detroit. Viernes

Amy llevaba unos días con un humor de perros y sus amigos no entendían qué le pasaba. En las últimas semanas tres profesores de la universidad habían sido asesinados. Tres asesinatos que habían ocurrido enfrente de sus narices y no tenía ninguna pista sobre el móvil del crimen ni la conexión entre las víctimas. Únicamente conocía la causa de la muerte, una potente toxina inyectada en el cuello a través de algún tipo de aguijón o jeringuilla

Aquel día Amy estaba especialmente de mal humor, no solo no tenía ninguna pista sino que además sus amigos ante su mal carácter la estaban evitando. Al finalizar las clases al mediodía, Amy se dirigió al comedor de la facultad, rellenó una bandeja con lo que le apetecía y fue a sentarse con sus amigos en su sitio habitual. Al dirigirse allí, casi deja caer la bandeja de la sorpresa.

Junto con sus amigos, al lado de Tom y cogiéndole del brazo había una chica que Amy no había visto nunca. Parecía algo más joven que la japonesa, quizá de uno o dos cursos menos, con una abundante melena rubia y unos preciosos ojos azules. Pero no era ni su cabellera ni sus brillantes ojos lo que Tom miraba en la chica, Tom tenía la mirada fija en el generoso escote de la rubia, que mostraba unos grandes y firmes senos. La chica le decía algo a Tom y él, sin apartar la mirada de sus pechos sonreía. La verdad es que no era solo Tom, Ruben y Mark tampoco podían apartar la mirada de ese hipnotizante escote.

“Joder! Todos los tíos son iguales, les pones un buen par de tetas delante y pierden el mundo de vista” pensó Amy molesta. Aunque la japonesa no lo reconociera, ella también se había quedado embobada mirando los senos de la chica. “Esos pechos son de otra dimensión” pensó. Fueron las palabras de la chica las que sacaron a Amy de sus pensamientos.

– Me gustas mucho Tom. ¿Quieres que follemos?- Dijo la rubia sin pudor alguno, haciendo sonrojar al chico y a toda la mesa.

Aquellas palabras sacaron a Amy de sus casillas. Todo el mal humor que iba arrastrando durante esos días afloró en unos instantes. Con una expresión visiblemente enfurecida Amy se acercó a la mesa. 

– Ho… Hola Amy, quiero presentarte a… Marina.- Dijo Tom balbuceando. Pero Amy no le hizo ni caso.

– Mira niña no se quién eres pero no puedes ir así por la vida.- Dijo Amy mientras agarraba a la rubia por el hombro con intención de levantarla de la mesa.

Pero para sorpresa de Amy, al intentar levantar a la chica, no solo la levantó sino que, como si Amy tuviera una fuerza sobrehumana, la chica salió despedida y fue a dar de bruces en el suelo. “Imposible! No he hecho tanta fuerza, esa chica parece pesar menos que una pluma” pensó Amy sorprendida. Pero el mal ya estaba hecho, sin tener esa intención, la japonesa había tirada a la rubia al suelo. La gente de las mesas de alrededor se giraron sorprendidos para ver que había pasado.

– Amy, se puede saber qué mosca te ha picado?- Dijo Tom enfadado mientras se acercaba a la chica.- ¿Estás bien Marina?

Al parecer a la chica le dolía horrores el brazo, se lo sujetaba con una muesca de dolor en la cara.

– Imposible, no he hecho tanta fuerza… seguro que debe ser el susto.- Intentó justificarse Amy.

– Ya basta, no se que te pasa últimamente pero hoy te has pasado.- Dijo Tom mientras cogió a la chica del brazo y la llevó a la enfermería. Solo Amy se percató de la sonrisa pícara que le dirigió la chica antes de salir del comedor cogida al brazo de Tom.

– Tiene razón Amy, últimamente estás muy rara. Entiendo que tuvieras un ataque de celos, pero para tu información la chica acaba de llegar hace unos días de España y no conoce a nadie en la universidad. Únicamente la estábamos ayudando a hacer amigos.- Dijo Claire.

– Pero… no he podido hacerle daño…además ¿qué amigos pretende hacer preguntando a la gente si quiere follar con ella?- Replicó Amy.

– A ver, un poco buscona la chica sí que es, pero eso no justifica tu actitud. Nos caes muy bien, pero esta vez te has pasado.- Dijo Elsa.

Herida en su orgullo, Amy prefirió comer sola en una mesa a parte. Al volver a las clases, Tom faltó a la primera hora.

Que quién soy? He tenido muchos nombres, la mayoría ni los recuerdo. Ahora podéis llamarme Marina, acabo de llegar a Detroit desde Cádiz, España, hace unas semanas. Ya os contaré luego el motivo. He empezado primero de ingeniería así que se podría decir que tengo 21 años. No conozco a casi nadie y siempre he comido sola. Hasta que llego y… ¡qué tio más guapo estaba allí sentado! Parecía el mismísimo Poseidón. Así que me siento a su lado y el chico empieza a contarme cosas sobre la Universidad. Hasta que aparece esa japonesa aguafiestas. No es que sea débil, mi cuerpo es fuerte pero digamos que… no tengo estructura ósea, ello me concede muchas ventajas pero uno de los inconvenientes es que apenas peso 10 kilos. Así que la japonesa me levantó con facilidad. ¿Daño? No me hizo ningún daño, pero no me gustó la forma en que miraba a ese chico tan guapo, al parecer le molestó que estuviera sentada a su lado, ¡sólo estábamos charlando! Ni que nos hubiera pillado en la cama. Así que para molestarla hice ver que me dolía el brazo. Excusa perfecta para llevarme ese chico a la enfermería. Mala suerte la mía, esa enfermera vieja no nos dejó ni un momento de intimidad, yo quería gozar unos momentos tumbado en la camilla con ese chico pero esa mujer no nos quitaba el ojo de encima. Al final me aburrí y me fui. Ese chico tenía que ser mío, pero él no dejó de hablar de esa chica japonesa. Tendré que hacer algo”.

-¡hola chicos! ¿por que me saludais con la mano izquierda? ¡ah! ¡jugais a un videojuego mientras leeis! para que luego digan que los hombres no haceis varias cosas a la vez. Si os interesa, sabed que acabo de llegar a Detroit hace unas semanas desde Cádiz.El motivo… Digamos que hay gente que odia la vida, la gente que cree que puede destruir la vida y salir impune, esas criaturas no merecen el don, no merecen la vida.”

Mientras Marina habla como se se dirigiera a algún espectador, tentáculos como serpientes surgen de sus manos.

-oh perdonad, pero cuando me enfado no soy yo misma ¿sabeis?- dijo Marina con una sonrisa – me he infiltrado en esta universidad, la verdad tenéis unas vidas divertidas y ese chico…

A Marina le brillaron los ojos.

-¡ese Tom! ¡Parece el mismísimo Poseidón! me tomé la libertad de espiarle en la ducha y ¡que herramienta! así que me decidí hacerme amiga suya.

Marina cambió de feliz a enfadada.

-¡hasta que esa japonesa aparece! ¡esperad! os hago un dibujo.

Escribe en un papel y muestra un torpe dibujo de Amy en versión fea con dientes cubiertos de espuma y goteando le sangre en la entrepierna con una flecha señalando “menstruación permanente”

-¡y no solo eso! ¡me lanzó por los aires! ¿acaso ese chico es propiedad de alguien? ¡NO! ¿que me he hecho daño? ¡ohhh! sois muy amables, acercaros un momento, tengo un secreto que contaros.

-puede que sea exteriormente una chica despampanante de 21 orbitas solares, pero… la clave esta en el interior.

Marina sonríe.

-ji ji ji, como en las películas de Disney, en serio, no poseo huesos, por dentro soy gelatina, pero fingí dolor para estar con el chico en la enfermería… solos…un chico y una chica.

-pero no, no no no no, la vieja pelleja de la enfermera no nos quitaba el ojo de encima. Y lo peor de todo fue que Tom parecía tener una sola persona en su cabeza “Amy esto, Amy lo otro” no podía articular dos palabras sin pronunciar su nombre ¿que tiene esa chica?

– En fin, alguien tendrá que enseñarle a esa japonesita que no puede ir por el mundo adjudicándose la propiedad del chico más guapo de la tierra. En serio, ella no le llega a la suela del zapato, Tom necesita alguien… como yo.

Marina se miraba los pechos

-esta claro que esa Amy tiene algo más que “armamento pesado” me desviare de mis obligaciones y…

Marina saca una lupa.

-hagamos trabajo de detectives.”

Al salir de clase, Amy se dirigió rápidamente a su apartamento y se enfundó en su traje de Shadow Angel. Fue una noche movida. Amy regresó con las primeras luces del alba completamente agotada. Durante esa noche había desmantelado un burdel clandestino y liberado a las chicas que tenían esclavizadas. De paso, por fin había dado una buena lección a ciertos pandilleros. Debería estar contenta, pero seguía molesta porque su investigación sobre la muerte de los profesores seguía en punto muerto. Agotada, se quitó el traje y se tumbó desnuda en la cama. No tardó en quedarse profundamente dormida. Se levantó cerca del mediodía con una sensación extraña en su cuerpo, se sentía sudada y empalagosa. Lo atribuyó al agotamiento.

“-¿Qué hice al salir de clase? Obviamente seguir a esa guapetona japonesa, alguien tenía que darle una lección y ese alguien sería yo. Así que me planté frente a la puerta de su apartamento.

-jo, cerrada, ¡lectores! ¡¿me decis como puedo pasar?!

De repente se le enciende la bombilla, se fija en la cerradura, muy pequeña para que quepa su ropa, así que Medusa empezó a desvestirse y ordenar su ropa en el suelo.

Unchico que bajaba a pasear el perro se detuvomirándola durante largo tiempo, Marina lo vio y le saludó con una sonrisa. El chico a parte de su excitación notó otra sensación que le erizó el pelo, su perro se había puesto tenso de golpe. Sin saber porqué, optó por volver a su piso y cerrar con llave.

-¿que chico más raro ¿no? – dijo Marina a los lectores mientras colocó su mano en la cerradura y poco a poco, entró el brazo, el hombro, la cabeza, su cuerpo, hasta llegar al otro lado, Marina se dirigió a los lectores diciendo en voz baja.

-¡¿a que es practico no tener organos y huesos?!- Dice Marina una vez dentro del piso de Amy- uy shhhhh veo que se cambia, es hora de que veais o mejor dicho, no veais una de mis habilidades.

Su cuerpo empezó a desaparecer de la vista, siendo invisible.”

Para decepción de Marina, llegó a la habitación de Amy justo para ver como la japonesa se terminaba de enfundar en un traje oscuro y de un salto a través de la ventana desaparecía en la oscuridad de la noche.

-Y ahora qué hago? Tendré que esperar a que vuelva- Dijo Marina con un gesto de aburrimiento”

Mientras esperaba el regreso de Amy, Marina empezó a fisgonear en el apartamento de Amy. Primero fue a la cocina a picar algo, abrió la nevera e inmediatamente la cerró con un gesto de asco al ver un salmón dentro. Luego se dedicó a fisgonear en todos los armarios y rincones.

– Así que tu también escondes más de un secretito” Dijo Marina para si misma al abrir un compartimiento oculto bajo la cama de Amy. Dentro había diversa ropa negra de resistente tejido pero lo que más le llamó la atención fue descubrir entre la ropa varias katanas y todo tipo de armas blancas, cuchillos afiladísimos, espadas cortas, estrellas afiladas, un arco corto con un carcaj de flechas e incluso una ligera lanza desmontable. También encontró una carpeta con distintos recortes de periódicos, algunos sobre los asesinatos de tres profesores de la universidad y otros que hablaban sobre una misteriosa heroína, una tal Shadow Angel.

Vaya vaya, parece que el delfín se ha metido en la guarida del tiburón. Veremos quién termina siendo la presa y quien el cazador- Pensó Marina divertida

Con la información obtenida, optó por continuar fisgoneando, esta vez en el armario de Amy, aburrida al ver que solo había ropa de chica decidió fisgonear en los cajones de la cómoda, curioseando la ropa interior de la japonesa.

“- Cómo pueden llamarle ropa a eso?-” Pensó para si misma mientras se probaba un fino tanga de encaje semitransparente que una vez puesto y contemplándose en el espejo se fijó en que la fina pieza de lencería no dejaba lugar a la imaginación “Para usar eso, mejor no llevar nada” pensó. También se probó distintos sujetadores de encaje pero desistió en seguida al ver que le apretaban demasiado “Tetas pequeñas, Tom se merece algo mejor, unas como las mías

Una vez indagado por todo el apartamento, Marina se tumbó unos minutos en la cómoda cama de Amy, aunque luego tuvo una idea mejor. Se dirigió al baño y encendió la ducha de hidromasaje de la japonesa. Allí dentro, notando el agua deslizarse por su cuerpo desnudo, respirando su vapor, Marina se sintió como en casa. Incluso que quedó dormida un momento.

-Casi me había dormido cuando volvió. Y qué espectáculo! Ahora entendía porque Tom no dejaba de hablar de ella. ¡Qué cuerpo tiene esa chica!

Llegó al apartamento y empezó a quitarse el traje, primero sus botas, sus guantes, su camiseta. Qué curvas, que piel tan pálida y fina parecía tener, luego se quitó sus mallas revelando un oscuro tanga y sus perfectos glúteos. Cuando se quitó la ropa interior yo ya estaba babeando, qué pechos más firmes y redondos. En mi defensa diré que los míos son más grandes, pero que perfectos pechos tiene esa chica. Y su pubis perfectamente rasurado y marcado con un pequeño tatuaje. ¡Qué atrevida!

Fui a darle un susto cuando para mi disgusto, la chica se tumbó en la cama y quedó dormida en segundos. Hice lo que cualquiera habría hecho en mi lugar: aprovecharse de la situación.

Sigilosamente me tumbé a su lado y empecé a recorrer su cuerpo con mis manos, acariciando la fina piel de su espalda, palpando su firme culito, saboreando con mi lengua esos sabrosos pechos. La chica debía estar agotada del todo porque ni se inmutó en ningún momento.

Cogí su mano y metí sus dedos en mi vagina. Aquello me hizo vibrar, con el movimiento de mis caderas iba provocándome placer con sus dedos. Mientras tanto mis manos y mi lengua no dejaron ninguna parte de su cuerpo por explorar. Palpé con mis manos su fina vagina, introduciendo mis dedos y viendo como, dormida, se estremecía y se humedecía. Aquello era mucho mejor que lo que había venido a hacer. Metí un dedo en su culito y al poco rato comprobé como dormida la chica alcanzaba un orgasmo.

Aprovechando la ligereza de mi cuerpo, cambié de posición. Me puse encima suyo, con mi vagina en su cara, y empecé a frotarme en ella. Tuve que reprimir mis gemidos de placer cuando noté el contacto de sus labios y su nariz con mi clítoris y mi vagina. Suavemente fui moviendo mis caderas frotándome con su cara, suavemente, sin ninguna prisa. Con mi lengua empecé a saborear su vagina y noté como rápidamente la chica volvía a humedecerse. Aquello era demasiado y yo no quería parar. Tuve un orgasmo, luego otro. Notar su linda y dormida cara contra mi vagina me ponía a mil, quería que aquello durara siempre.

Era casi mediodía cuando, agotada me di cuenta que pronto se despertaría, así que sigilosamente salí del apartamento. No sin antes contemplar por última vez a la bella durmiente. Su cuerpo y sábanas estaban empapadas con nuestros fluidos, dormía con una placentera sonrisa en su cara, con sus piernas abiertas, como pidiéndome más.

Lástima no tener mi teléfono móvil. A Tom le habría encantado verla en esa postura.

Universidad de Detroit. Lunes siguiente.

Amy empezó la semana de mejor humor. Por fin había avanzado en la investigación. La noche del sábado se había colado en la comisaría de policía y sin que nadie la viera había consultado los archivos del caso. Los tres profesores habían fallecido a causa de una toxina marina, similar a la de las medusas, que en pequeñas dosis causa parálisis pero a los tres profesores les habían inyectado una dosis letal. Y por fin había encontrado la conexión entre ellos, junto con un cuarto profesor, habían estado unos meses en España trabajando en algo que llamaban “Proyecto Atlantis” al parecer una tecnología capaz de extraer energía del agua, que en caso de funcionar dejaría la energía nuclear desfasada.

Entre los archivos policiales encontró una fotografía que la dejó de piedra. En ella salían los cuatro profesores fundadores del Proyecto Atlantis, pero no fue eso lo que casi hizo escapar un grito a la ninja. Detrás de los profesores, reflejada en un espejo, se apreciaba inconfundible el rostro de Marina.

Amy debía dar con el cuarto profesor antes que el asesino. Coincidencia o no, daba clases en su misma facultad. Amy incluso empezó a sospechar sobre la identidad del asesino.

Sin perder un segundo, Amy cruzó la facultad y fue directa hacia la aula donde el profesor estaba dando clase. Una voz a su espalda la detuvo.

“-Perfecto, la trampa estaba preparada, en cuanto el profesor saliera de su clase y abriera la puerta de su despacho….PUM!

Aquel día estaba alegre, mis planes seguían según lo esperado y… vaya otra vez el chico guapo.

– Hola Tom, ¿recuerdas lo que te dije la última vez?…

De repente, otra vez esa maldita japonesa entrometida. Cruzó volando el pasillo y casi nos arrolla, dirigiéndose… a la clase donde estaba el profesor? Esa maldita no se como pero había descubierto mis planes, tenía que actuar o todo mi plan se derrumbaría. Estaba claro que la japonesa sabía algo. Muy a pesar mío tuve que recurrir a un truco sucio.

Amy se giró y vio a la rubia, ¿Marina? Sujetando a Tom por el cuello. Con un dedo, mejor dicho un tentáculo, apuntando a su cuello. Marina vestía un top y una minifalda de cuadros, como si hubiera comprado un uniforme de colegiala en un sex shop.

– Ven Amy, Tom y yo queremos decirte algo.- Dijo Marina mientras entraba con Tom a los lavabos.

Amy entró hecha una furia y vio a Tom en el suelo, sin moverse, su cara se había vuelto de un tono azulado y en su cuello salía una gota de sangre. Marina seguía con un tentáculo en su cuello.

– Maldita asesina, qué le has hecho a Tom- Gritó enfurecida.

– Shhh… silencio, aquí al lado están haciendo clases. Pobre Tom… de momento solo está inconsciente.- Dijo mientras con la otra mano acariciaba el pelo de Tom.- No me obligues a inyectarle más veneno, el pobre entonces moriría, y sería una lástima… es tan guapo.

– Qué quieres?- Dijo Amy resignada. La situación le traía muy malos recuerdos (la última vez que tuvo enfrente a un rehén la cosa no acabó muy bien para Shadow Angel), no estaba dispuesta a arriesgar la vida de Tom por nada del mundo.

– Nada, que vengas conmigo a clase y te estés quietecita. Solo te pido que asistas a la primera hora de clase y no hagas ninguno de tus trucos. Si te portas bien, y no te acercas al aula de cierto profesor, Tom se recuperará y nunca más me volverás a ver.

Aquello ponía a Amy en una situación muy difícil, Marina le pedía que dejara morir al profesor a cambio de salvar a Tom. No fue solo tener que escoger entre una de las dos vidas, lo que dio a Amy una verdadera sensación de impotencia y frustración fue ver como Marina, con su otra mano, acariciaba el cuerpo de Tom bajo la camiseta. Amy se sentía atraída por Tom pero su timidez siempre se había impuesto y nunca se había atrevido a insinuarse ante el chico, ver como Marina se aprovechaba y tocaba el cuerpo de Tom, sencillamente sacaba a la japonesa de sus casillas. Lo que hubiera dado Amy por tener una oportunidad así, por poder palpar el cuerpo de Tom. Con una mirada entre furiosa e impotente, vio como Marina desabrochaba los pantalones del chico y dirigía su mano hacia sus genitales, la rubia sonreía triunfalmente.

Amy estaba furiosa consigo misma por no poder evitar aquella situación y celosa a la vez al contemplar indefensa como Marina hacía cosas con el cuerpo de Tom que Amy hacía tiempo que se moría por hacer y que nunca había tenido el valor para dar el paso. Amy, muy a su pesar, decidió seguir lo que le dictaba su corazón.

– De acuerdo, pero te juro que como le pase algo a Tom, no habrá lugar en la tierra donde puedas esconderte. Por cierto, se puede saber quién eres? Marina no es tu verdadero nombre, verdad?

– Tienes razón, he tenido muchos nombres, pero mis compañeros los Profundos me llaman Medusa. Como puedes ver, mi cuerpo no es como el vuestro, no tengo estructura ósea sino una estructura gelatinosa, muy útil para colarme por agujeros que no sospecharías. Por cierto, eres una belleza durmiendo, y cuando te pones ese traje oscuro estás tan sexy….- Dijo Marina sin dejar de acariciar la entrepierna de Tom. El chico, inconsciente, empezó a emitir ligeros gemidos de placer.

– Tu… Imposible!.- Replicó Amy con un grito.

– Shhh… no querrás que nos oiga toda la universidad, verdad? También tengo capacidad para volverme invisible, aunque para ello debo desprenderme de esa molesta ropa. Ah, y mis brazos… digamos que puedo convertirlos en estos prácticos tentáculos, muy útiles cuando me sumerjo en el agua y además tienen un pequeño aguijón venenoso.

Marina retiró la mano de la entrepierna de Tom. Sin dejar de apuntar el cuello del chico con su tentáculo, se quitó toda la ropa, se volvió invisible y le tendió la minifalda a Amy.

– No seas recatada, quitate esos pantalones y tus braguitas y ponte esa falda, estoy segura que te quedará mejor.- Dijo.

– Estarás de coña!- Replicó Amy. Pero Marina, volviendo visible por unos momentos su tentáculo sobre el cuello de Tom le indicó que no estaba para bromas.

Amy se desprendió de sus pantalones y sus bragas y se puso la minúscula falda. “genial, ahora parezco yo la stripper” pensó.

– Contenta? Deja a Tom y vayámonos a clase… Pero qué!?- Gritó Amy al notar como dos tentáculos se introdujeron rápidamente en su vagina y su culo.

– Shhh- Amy notó la voz de Marina cerca de su oreja.- Eso es solo para tenerte controlada, un movimiento brusco, un grito, un intento de salir del aula y mi veneno se introducirá rápidamente en tu interior. Te aseguro que será una muerte dolorosa y humillante.

Amy no tenía ninguna opción, al menos había conseguido apartar ese tentáculo y la lasciva mano de Marina del cuerpo de Tom. Rezó para que el chico se recuperara, con una lágrima surcando su mejilla y notando la invisible presencia de Marina justo detrás, entró en su clase.

La profesora ya había empezado la clase cuando Amy entró.

– Llega usted tarde señorita Mikoto.- Dijo a modo de reprimenda.- Ya que está de pie, porqué no sube a la tarima a resolver la ecuación de la pizarra?

Amy notó la risita de Marina detrás suyo. La japonesa podía resolver esa ecuación sin dificultad, el problema era que no estaba segura sobre lo que podría mostrar a sus compañeros al subirse a la tarima.

Con un suspiro, Amy subió a la tarima, esperando que la tela de su falda le diese suficiente cobertura. Un murmullo por parte de los alumnos confirmó sus peores temores. La diminuta falda, se había subido, mostrando a la clase la mitad de su bonito trasero.

Amy cogió la tiza y empezó a resolver el problema cuando notó una sensación en su vagina. “Maldita seas” masculló. Medusa estaba jugando con sus tentáculos, indroduciéndolos y retirándolos (sin sacarlos del todo) en su culo y su vagina.

– ¿Pasa algo Amy?- Preguntó la profesora al ver que la chica cerraba sus piernas de golpe.

– N…No…Nada.- Dijo Amy mientras intentando disimular empezó a resolver el problema.

Medusa, divertida, no dejaba de jugar con sus tentáculos, empezando a provocar placer en la japonesa. Amy notó como subía su excitación, Medusa estaba masturbándola enfrente de toda la clase y lo peor de todo es que su cuerpo estaba reaccionando a los impulsos. Amy notó como se humedecía, el doble juego por su vagina y su trasero la ponía a cien por hora. La mano que sujetaba la tiza no paraba de temblar mientras intentaba disimular su situación. Intentó resolver el problema pero el estímulo que sentía era demasiado fuerte. Empezó a escuchar murmullos entre sus compañeros, evidentemente algo empezaban a sospechar.

– Por favor…. Para.- Susurró a Medusa. Pero la villana, lejos de parar, incrementó el estímulo sobre la japonesa. Medusa estaba absolutamente divertida viendo como Amy intentaba reprimir sus gemidos de placer mientras intentaba solucionar la fácil ecuación de la pizarra.

Amy apretó sus piernas e intentó disimular el placer que sentía, sin darse cuenta que con sus movimientos, se le subía la falda, dejando la mitad de sus glúteos al descubierto, para mayor deleite de sus compañeros de clase. Medusa, pese a no ser humana del todo, sabía como provocar placer en una chica.A la japonesa cada vez le costaba disimular sus gemidos. Divertida vio como Amy se mordía el labio mientras rompía la tiza contra la pizarra intentando disimular su orgasmo.

Después del orgasmo, a Amy le fue más fácil concentrarse en la ecuación, la resolvió en tiempo récord. La urgencia ahora estaba en que sus compañeros no notaran como sus fluidos bajaban libremente por sus piernas, sin ningún tipo de ropa interior que los contuviese.

– Todo bien Amy? Pareces enferma, si tienes fiebre o algo ve a la enfermería.- Dijo la profesora.

– No pasa nada… todo bien… gracias.- Respondió la japonesa mientras cerrando las piernas y rezando para que nadie se diera cuenta de sus fluidos le llegaban a las rodillas, bajó de la tarima.

Entonces ocurrió un imprevisto. Amy, nerviosa y con las rodillas cerradas, tropezó al intentar bajar la tarima, cayendo de culo al suelo y mostrando, por una fracción de segundo, sus partes más íntimas a los alumnos de la fila delantera. Muerta de vergüenza, Amy se dio cuenta de otra cosa, con la caída, los tentáculos de Medusa habían salido de su interior. Ahora estaba libre.

Sin dudar un segundo, Amy salió de la clase con una exhalación. “Lo siento, no me encuentro bien” dijo al cruzar la puerta a toda velocidad.

Quedaban menos de quince minutos para que el profesor terminara su clase, pero antes debía hacer algo. Veloz, se dirigió al baño donde estaba Tom y comprobó que aunque seguía inconsciente, el color le había vuelto a la cara. “Se recuperará” pensó mientras a toda velocidad se dirigió a su taquilla. La abrió, sacó una bolsa de deporte y se metió en el baño de chicas.

Desde que habían empezado los asesinatos de profesores, Amy consideró prudente guardar uno de sus trajes de Shadow Angel junto con una katana en su taquilla. Veloz se enfundó en el traje y sin preguntarse qué estaría haciendo Medusa, se dirigió a la clase del profesor.

Con una mueca de horror, comprobó que había llegado tarde, el profesor había terminado la clase y había salido. A toda velocidad, Shadow Angel se dirigió al despacho, llegando justo a tiempo para ver al profesor abriendo la puerta. Sin dudar un segundo, se abalanzó sobre el profesor en el mismo instante en que se abría la puerta detonando la bomba que había dentro.

La deflagración impulsó a Shadow Angel y al profesor contra la pared opuesta del pasillo. Amy estaba inconsciente, pero la resistente tela de su uniforme había protegido su cuerpo y el del profesor de la onda expansiva. Ambos estaban sanos y salvos. No así el traje de la ninja, que había quedado hecho jirones, mostrando su fina piel.

El profesor no entendía qué había pasado, estaba abriendo su despacho y de golpe se vio lanzado contra la pared del pasillo y tenía encima una chica semidesnuda. El profesor comprobó que la chica estaba viva, y entonces se detuvo a contemplarla. Una máscara cubría su rostro pero el resto de su ropa estaba hecha trizas, mostrando su fina piel y sus bonitas formas femeninas. Parte de su top estaba roto, mostrando la mitad de su pecho derecho, y el tanga deportivo que llevaba, aunque intacto, dejaba su lindo culo al descubierto. El profesor notó como le subía la excitación al tener esa belleza medio desnuda delante, instintivamente, con su mano empezó a palpar la fina piel de la heroína, deteniéndose de golpe al llegar a su trasero. El profesor resistió el impulso de aprovecharse de la chica, no entendía qué había pasado, pero sabía que esa chica le había salvado la vida.

Shadow Angel volvió en si justo cuando los primeros pasos subían por las escaleras. Pasos de unos pies descalzos que se acercaban por el pasillo sin que se viera a nadie. Amy reaccionó inmediatamente, se levantó de un salto y justo a tiempo, con una patada desvió un tentáculo dirigido al cuello del profesor.

Para Amy no era difícil luchar contra un oponente invisible. Parte de su duro entrenamiento había consistido en luchar en situaciones de oscuridad total. Así que mientras escuchó los pasos descalzos de Medusa, cerró sus ojos y se centró en sus otros sentidos. Por el ruido de los pasos, la respiración de su enemiga y el ligero cambio en la fluctuación del aire del pasillo, Amy pudo determinar cuándo y en qué dirección Medusa lanzó su tentáculo.

Sin importarle su semidesnudez, Shadow Angel desenvainó la katana dispuesta a hacer frente a su enemiga cuando por el otro lado del pasillo empezó a subir multitud de alumnos y profesores alertados por el estallido de la bomba.

Mierda, maldita japonesa entrometida, casí lo tenía” Medusa ahora estaba ocupada esquivando las cuchilladas de la afilada katana de Shadow Angel y no podía acercarse al profesor. Al ver que los alumnos y profesores habían llegado hasta el profesor y le rodearon se dio cuenta que esta batalla estaba perdida. Hizo un amago de lanzar un tentáculo contra la cabeza de la ninja para distraerla mientras Medusa dio la vuelta y empezó a correr. Debía huir, buscar un escondite y esperar una mejor oportunidad, sin la maldita japonesa protegiéndolo.

Medusa sabía hacia dónde debía huir. El río no estaba lejos, se tiraría al agua y ni siquiera Shadow Angel podría rastrearla una vez dentro del río.

Amy al escuchar los pasos de Medusa huir no lo pensó ni un segundo. Se desprendió de lo poco que quedaba de su traje, cuyos jirones limitaban sus movimientos. Y vistiendo unicamente sus botas, su cinturón, un tanga y un top rasgado, fue en persecución de su enemiga. Medusa era rápida e invisible. Pero Shadow Angel era veloz, ágil y con su fino oído detectaba la dirección en que corría su enemiga.

Casi una hora más tarde, Amy acorraló a Medusa en un almacén, cerca del río. Al verse acorralada por su enemiga, Medusa se encaró a la ninja.

– Por qué proteges a ese asesino?- Le espetó Medusa.

– ¿Asesino? Eres tu la que ha matado a tres excelentes profesores, y de no ser por mí habrías acabado con otra inocente vida.- Replicó Shadow Angel.

-¿Inocentes? Yo les llamaría genocidas. Todos ellos.

– ¿Estás loca? Trabajaban en un proyecto para sacar energía renovable del mar, sin contaminación.

– Eso es solo la parte bonita del proyecto Atlantis. Energía limpia para vosotros la gente de la superficie pero a qué coste? Sabes como consigue esa “energía limpia” el proyecto Atlantis? Causando pequeñas vibraciones en el fondo marino. Sobre el papel eso genera energía en la superficie que vosotros aprovecháis. Lo que se ocultó es que esas vibraciones causan la muerte a centenares, MILES, de especies marinas de los alrededores. Nosotros los Profundos no toleraremos eso. Me enviaron a España donde destruí el laboratorio del proyecto Atlantis, pero los principales directores del mismo escaparon así que tuve que perseguirlos. Acabé con todos menos uno, y todo habría terminado bien de no ser por tu maldita intromisión. Y dime, vas a seguir protegiéndolo?

– Por supuesto.- Replicó la ninja sin dudar.- Miles de empresas contaminan y cada año se destruyen cientos de especies, el mundo debe cambiar su modelo productivo. Pero eso debe hacerse en las Cortes y Parlamentos, no te da ningún derecho a asesinar a nadie. Si escoges el camino del asesinato me tendrás enfrente para impedirlo.

– ¿TU? Una simple mortal pretendes impedirme nada? Ni siquiera sabes quién soy! Yo ya existía antes que vosotros construyerais las primeras pirámides. Un héroe griego fue el primero que osó enfrentarse a mi y creer que me había vencido. A mí, que he sido reina consorte de Dagon señor del Mar. Ni siquiera Perseo con su espada y su escudo pudo conmigo, qué crees que podrás hacer tu, semidesnuda?

Por primera vez, Amy se dio cuenta de su casi total desnudez. Ello la enfureció y se lanzó contra Medusa lanzando cortes y estocadas con su katana. Medusa la esquivaba pero la profunda empezó a notar el efecto de la falta de agua en su cuerpo, sus reflejos cada vez eran más lentos y le costaba mantener su invisibilidad. Poco a poco fue llevando a la ninja cerca del río.

Amy cortaba una y otra vez los tentáculos envenenados que Medusa dirigía a su cuerpo. Pero cada vez que cortaba uno, su rival inmediatamente lo regeneraba. La pelea parecía haber llegado a un punto muerto cuando se vio a la orilla del rio. Shadow Angel intuyó la estrategia de su rival. Debía impedir a toda costa que alcanzara el agua.

En un intento desesperado, Amy sacó varios shuriken de su cinturón y los lanzó contra su enemiga. Las afiladas estrellas cortaron los tentáculos como si fueran gelatina y un shuriken se estrelló en la frente de Medusa, incrustándose en su cerebro.

Cuando el afilado shuriken encontró el cerebro de Medusa, la profunda cayó inerte al suelo. Amy lamentó haber tenido que llegar aquello, nunca había causado la muerte de un enemigo y la muerte de Medusa pesaría en su alma. Aunque sus métodos eran equivocados, su intención era noble. Una lágrima surcó la mejilla de la japonesa, Medusa, un ser milenario que había luchado contra ella con honor no merecía morir en un lugar tan frío y desolado como una zona de almancenes abandonados.

Con el fin de honrar a su enemiga, cogió el inerte cuerpo de Medusa y lo depositó al río.

– En el agua viviste y el agua será tu sepultura.- Dijo a modo de epitafio mientras la ninja se perdía en las sombras de la noche.

Universidad de Detroit. Tres días después

La aparición de Shadow Angel en la universidad a plena luz del día y como había salvado la vida a un profesor fue el objeto de conversación de todos los estudiantes durante días. Y lo seguiría siendo durante las siguientes semanas.

Los pocos que se habían deleitado con la visión del desgarrado vestido de la ninja presumían de haber podido contemplar su hermoso cuerpo ante la mirada atónita de los estudiantes menos afortunados. Multitud de fotografías tomadas por los estudiantes de la ninja semidesnuda circularon por la universidad y las redes sociales. Afortunadamente, ninguna de ellas era suficientemente nítida como para adivinar la identidad de la chica que se ocultaba bajo la máscara.

“Almenos esas fotografías han hecho que los chicos olviden el ridículo espectáculo que monté en clase con esa minifalda porno” se consoló Amy mientras comía, sin hambre, con sus amigos.

La muerte de medusa la había dejado apática. Ni siquiera cuando hacía deporte por las mañanas se quitaba de su cabeza el rostro sin vida de Medusa. Tampoco el hecho que la universidad hubiera colocado los restos del traje de Shadow Angel en una vitrina en agradecimiento a la heroína la hizo sentir mejor.

– Somos tus amigos, cualquier cosa puedes contárnosla.- Dijo Elsa.

– Por mucho que lo niegues sé que te pasa algo Amy.- Dijo Tom.- Sea lo que sea puedes confiar en nosotros.

– No…- Empezó a decir Amy cuando una extraña sensación inundó su cuerpo. Notó una presencia detrás y una suave voz que decía.

– ¿Alguien conoce algún profesor?… Pero…¡Qué guapo eres! ¿Quieres que follemos?

Amy casi se ahoga con la bebida, se giró en un segundo y ante ella estaba Medusa o Marina o como demonios se llamara ahora, sonriendo y mirando alternativamente a Tom y Amy. Tom estaba sorprendido, pero Amy se había quedado pálida como un fantasma.

-No se quien sois ni qué hago aquí, pero en mi interior sentía un impulso de acercarme aquí y… creo que tengo que verme con un profesor… pero….- Dijo Medusa/Marina.- En serio chico, eres muy guapo, quieres que nos metamos en el baño?

La mirada de ira que le dirigió Amy hizo desistir a la rubia en sus intenciones hacia Tom.

– Vale vale, me voy. Creo que pensándolo mejor no debería estar aquí. Veo que estás muy bien acompañado chico. Yo de tí no la dejaría escapar.- Dijo Medusa guiñando el ojo a Tom antes de salir por la puerta.

Qué por qué hice eso? Ni siquiera yo lo sabría decir. Me levanté aturdida a la orilla del río sin saber como había llegado allí. Una cosa estaba segura, sólo la muerte me desorientaba de esa forma y me hacía perder la memoria de los últimos días. Tenía un vago recuerdo, un chico guapo y su novia sobreprotectora y algo sobre un profesor y una explosión. Un instinto me llevó a la universidad, al ver a ese chico tan hermoso no pude resistirme, pero la mirada de su acompañante me detuvo. Esa mirada firme implicaba problemas, por algún motivo, mi instinto me dijo que me apartara de esa chica japonesa.

Que qué hice después? Realmente nada me ataba a la superfície. Al salir me crucé con un profesor y me vino un deja vu, de qué lo conocía? Sentía como si tuviera que matarlo, pero no me había hecho nada. Así que volví al rio y me sumergí en sus frías y reconfortantes aguas. Y nadé y nadé hasta llegar al mar y des de allí me dirigí con mi gente, a la ciudad subterránea de Y’ha-nthlei, submergida en el más profundo de los mares, cerca de una ciudad que vosotros llamáis Innsmouth

CONTINUARA

PD: Toda heroína necesita una supervillana. Gracias a Meperteneces2 por la creación del personaje de Medusa y su brillante idea de que rompiera la “cuarta pared”

Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla” (POR GOLFO)

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La fantasía de todo hombre y de muchas mujeres, es tener a dos bellezas a su entera disposición. Si encima una de ellas es su prima y la otra, la clásica amiga buenorra todavía más. En este relato os cuento eso, como hice realidad mi sueño y como un accidente terrible, se convierte a la larga en lo mejor que me ocurrió en la vida.


Cómo llegamos a la isla.

 
Todo ocurrió durante unas vacaciones familiares en Indonesia. Mi tío Enrique es un capullo al que la suerte y el trabajo constante, le han hecho millonario y anualmente invita a mi familia y a otros amigos a acompañarle en un viaje a un lugar exótico. Para lo que no lo sepan, ese país consta de más de 17.000 islas de las cuales apenas unas quinientas están habitadas, el resto o bien nunca han tenido presencia humana o actualmente están desiertas. La historia que os voy a contar, trata sobre una de ellas, Woholu un islote de cinco kilómetros cuadrados que estuvo habitado pero que desde hace más de cincuenta años solo viven en ella, monos, cerdos y pájaros.
Ese verano, el caprichoso de mi pariente decidió que fuéramos a Bali y no solo se llevó a mis viejos y a mí sino que invitó a Rocío, la mejor amiga de mi prima  María. El plan era cojonudo, nos pasaríamos un mes navegando entre las islas teniendo como base un hotel alucinante en la capital, Denpasar. El “Four Season” donde nos alojábamos era enorme, además de seis piscinas, no sé cuántos restaurantes y discotecas, tenía embarcadero propio. De allí salían los yates de pesca que los huéspedes alquilaban por horas.   Como el tío quería dejar claro que él era un personaje importante, alquiló, durante todo el mes, ¡Dos!. Uno enorme en el que salían los mayores y uno de ocho metros para los jóvenes.
Como podréis comprender, no puse reparo alguno a esa clara marginación porque tanto mi prima como su amiga estaban buenísimas. Reconozco que eran unas pijas insoportables, que se lo tenían creído pero verlas en bikini hacía que se me olvidaran todos los feos que ese par acostumbraban a hacerme. Para ellas, yo era el primo pobre, el mendigo que recogía las migas que caían de la mesa, pero me daba igual.  María, por ejemplo, era una diosa de veintidós años, rubia teñida y un cuerpo de los que hacen voltear a cualquiera al pasar a tu lado. Daba igual que tuviera poco pecho, su trasero te hacía obviar la falta de glándulas mamarias porque era todo vicio. Al mirarlo, os juro que hacía que me sintiera en el paraíso vikingo, deseando que ella fuera mi valkiria particular. Rocío, su amiga, no se quedaba atrás. Castaña de pelo y con la piel morena, tenía una cara de morbo que me hacía suspirar cada vez que me pedía que le trajera aunque fuera un puto refresco. Dotaba por la naturaleza con más pecho, su breve cintura maximizaba no solo este sino el magnífico culo que movía sin parar. En suma, yo, con mis veinte años recién cumplidos, me creía dueño de un harén aunque realmente mi función fuera la de bufón. Sabía que el hermano de mi padre me invitaba para así no tenerse que ocupar de su hija.
-¡Ocúpate de qué se lo pase bien!- me soltó mi tío hace dos veranos y a partir de ahí siempre había sido ese mi cometido.

Daba igual el capricho que se le ocurriera a mi adorada prima, ahí estaba yo para pedirle una copa, echarle crema o incluso conseguirle el teléfono de algún macizo con el que quisiera ligar. Era su sirviente veinticuatro horas al día, siete días a la semana pero no me quejaba porque también tenía sus recompensas. Por ejemplo, en Suecia durante un crucero la había visto desnuda por un segundo o en Australia le tuve que quitar de un pecho un alacrán y donde  me permití el lujo de que  mis manos se recrearan en sus tetas buscando otro que pudiera haberse quedado en ellas.

María sabía que me gustaba y por eso no perdía  ocasión de excitarme. Continuamente se mostraba casi desnuda con el afán de turbar a su primo “pequeño” y por eso, no sé la cantidad de pajas que me había hecho en su honor. Si intentaba cualquier acercamiento, esa zorra se reía de mí e incluso me chantajeaba con decírselo a sus padres.
Todo eso cambió un feliz y desgraciado día en que los viejos quisieron ir a visitar unos templos, mi prima se negó a ir diciendo que prefería hacer submarinismo a una zona de la que le habían hablado. Lógicamente, su esclavo tuvo que acompañarlas y por eso, estaba yo en el yate cuando en mitad de la travesía, el capitán, un balinés entrado en años le informó que teníamos que volver porque se anticipaba tormenta. No os podeos imaginar el berrinche de niña malcriada que se cogió cuando el profesional le explicó que era peligroso. Enfurruñada y con el apoyo de su amiga hicieron de todo para ralentizar nuestra huida, de modo que cuando al final partimos de vuelta hacía puerto era demasiado tarde.
Supe que estábamos en problemas cuando vi la cara de terror de Wong. Luchando contra olas de seis metros y un viento huracanado, el marino intentó evitar el tifón pero no pudo, por lo que en un momento dado, decidió que nuestra única esperanza era embarrancar contra la primera isla que nos encontráramos. En un inglés penoso, el indonesio nos pidió que nos pusiéramos los salvavidas e histérico, explicó cuáles eran sus intenciones. María y Rocío fueron tan bobas que no se creyeron el peligro hasta pocos segundos antes que chocáramos contra el arrecife. Entonces y solo entonces se pusieron a gritar muertas de miedo. El choque fue tan brutal que nuestro barco se partió en dos. Yo, por mi parte, me vi lanzado por la borda y durante un instante, creí que moría al no poder respirar. Afortunadamente, conseguí salir a flote y nadar hacia los restos del yate.
Me encontré a mi prima con una brecha en la cabeza y a su amiga desmayada. Aterrorizado, conseguí agarrarme a un trozo de quilla que flotaba cerca, lo que me permitió recoger a mis acompañantes pero cuando intenté ayudar al capitán, lo hallé muerto con un golpe que se le había llevado media cabeza. No comprendo todavía como conseguí llevar a mi prima y a su amiga hasta la orilla. La tempestad era tal que nadamos a ciegas y cuando ya creía que no íbamos a sobrevivir, apareció de la nada la playa. Haciendo un último esfuerzo, toqué la arena y caí agotado sobre ella.
Desconozco cuanto tiempo, me quedé tumbado mientras me recuperaba. Solo sé que mientras trataba de tomar aire, ese par no hacía otra cosa que llorar. Cabreado, me levanté y sin mirar atrás busqué un cobijo donde guarecernos. Cosa que fue fácil porque a pocos metros de la playa se alzaba una iglesia y los restos de un antiguo poblado. Creyendo que estábamos a salvo, llamé a las dos muchachas mientras entraba en el lugar.

Reconozco que se me cayó el alma al suelo al comprobar que estaba en ruinas pero asumiendo que cuando amainase el temporal encontraríamos ayuda, busqué en la sacristía un sitio donde evitar el seguirnos mojando. Aunque no sea lógico, no llevábamos más de cinco minutos a resguardo cuando la arpía de mi prima me ordenó que saliera en busca de auxilio.  Como comprenderéis me la quedé mirando como si estuviese ida y me negué. María, furiosa al comprobar que no le obedecía, me juro que me arrepentiría de ello. Sus reproches en ese momento me entraron por un oído y me salieron por el otro, pero lo que realmente me sacó de quicio fue cuando me exigió de malos modos que hiciera una hoguera porque tenía frio.

-A ver cariño. ¿Cómo cojones quieres que haga fuego?- repelé con muy mala leche.
Por su cara, comprendió lo inútil de su exigencia y hundiéndose en la desesperación, se echó a llorar. Por suerte, en ese momento, Rocío se buscó en el short que llevaba y con una expresión de alegría en su cara, se sacó el encendedor del bolsillo con el que le había visto encenderse un par de porros.
-¿Esto servirá?- dijo con tono tímido.
-Por supuesto- contesté y mirando a mi alrededor, caí en que los asientos de la iglesia, nos podía servir de leña.
Poniéndome de pie, rompí un par de ellos y recogiendo las astillas y unos periódicos, al cabo de un rato, los tres disfrutamos del reconfortante calor de una fogata. Ni siquiera entonces mi primita me dejó en paz porque viendo que había reducido su intensidad la tormenta, quiso que me adentrara en la oscuridad y buscara ayuda.
-¡Tú estás loca!- contesté muy cabreado- si te fijas no hay una jodida luz que confirme que alguien vive por los alrededores. ¡Mañana! buscaré una carretera o una casa pero ahora, me niego-
-Eres un maldito cobarde-  respondió –No sé cómo mi padre confió, en un niño, nuestro cuidado-
-Perdona, bonita. Primero no soy un niño y segundo, lo único que me ordenó mi tío fue que os cumpliera todos vuestros caprichos, nunca se imaginó que la idiota de su hija fuera tan irresponsable de hacernos naufragar-
Mi respuesta la indignó y dándose la vuelta, buscó acomodo entre los brazos de su amiga. Rocío, comprendió que estaba entre dos frentes y decidió no optar por ninguno de los bandos. Mientras acogía a su amiga, me lanzó una mirada comprensiva cómo pidiéndome tiempo para que recapacitara. Todavía no lo sabía pero tiempo era lo único que podríamos obtener de esa jodida isla. Esa noche dormí fatal, porque además de dormir en el suelo cada vez que lo conseguía, me venía a la mente la inútil muerte del capitán.
 
Descubrimos que estamos solos.
 
A la mañana siguiente con el albor del día, me desperté. Ya no llovía y tras recargar la hoguera, decidí ir a dar una vuelta por los alrededores. Os tengo que reconocer que fui un idiota porque en vez de recoger de la playa los restos del naufragio, busqué un lugar alto desde donde buscar ayuda. Al ser una isla de coral, no había una maldita montaña desde donde otear el horizonte por lo que  decidí continuar por la playa, no fuera a perderme. Al cabo de dos horas, me quedé petrificado porque sin darme cuenta había dado la vuelta al islote sin encontrar más que cocoteros y un pequeño arroyo.

“Estamos jodidos” pensé al ver la torre de la iglesia porque o mucho me equivocaba o en todo ese maldito lugar no había más almas que las tres que ya conocía.

Al entrar en el edificio, me las encontré hablando tranquilamente. Mirándolas no solo me di cuenta que no estaban asustadas como yo, sino que sus ropas, es decir sus bikinis estaban desgarrados y por eso, lo único que les preocupó al verme fue taparse sus vergüenzas. Haciendo caso omiso al espectáculo que me ofrecían, les expliqué a las dos lo ocurrido. Mientras Rocío comprendió al instante pero  la idiota de María dijo sin ser consciente de nuestras dificultades que no había que preocuparse porque su padre la encontraría.
-Eso espero, pero lo dudo. No tuvimos tiempo de dar la alarma y para colmo estoy seguro que aunque supieran cual era nuestro destino, nadie sabe dónde estamos o si hemos sobrevivido-
-No entiendo- replicó todavía muy segura de sí misma.
-María, ¿Tienes idea de cuantas islas hay en este archipiélago?. Primero buscarán el barco y luego al cabo de los días, empezarán por las grandes y habitadas. ¡Hazte a la idea! ¡Si queremos sobrevivir, tenemos que hacerlo solos!-
A la princesa se le cayó hechos pedazos el castillo que su mente había construido para evitar enfrentarse con su realidad y llegando a mi lado, me lanzó un tortazo mientras me decía:
-¡Mentiroso! Nos has mentido para asustarnos-
-Si eso crees, haz lo que yo. Coge la playa y da la vuelta a la isla. Yo te espero aquí, tratando de recuperar algo que nos sirva del barco-
María sin dar su brazo a torcer, cogió a su amiga y enfiló hacía la playa. Por la actitud de Rocío, comprendí que me creía pero no queriendo contrariarla, decidió acompañarla. Las tres horas que tardaron en regresar, las usé para salvar todo lo que pudiera del naufragio. Afortunadamente, conseguí sacar de los restos, aparejos de pesca, cañas, cuatro mantas e incluso dos ollas con las que el marino pensaba prepararnos la cena. También encontré un par de cuchillos pero aunque lo intenté nada del yate nos servía para comunicarnos con el exterior. Al acabar de rescatar todo lo útil que encontré, recargué la fogata y cogiendo las ollas me dirigí hacía el arroyo que había visto esa mañana.
Una vez nuevo en la iglesia, calenté el agua que había traído y sacando las cañas, me puse a pescar. Estaba tranquilamente sentado en la playa esperando que algún pez picara cuando las vi venir en dirección contraria a su marcha. Venían con los ojos rojos, síntoma que habían llorado y por eso las dejé descansar antes de decirles:

-Como habéis comprobado, no he mentido. Estamos en una maldita isla desierta. Si queremos sobrevivir hay varias cosas que tenemos por narices que hacer. Primero, la fogata siempre tiene que estar encendida. No sabemos el tiempo que pasará hasta que nos encuentren y no podemos malgastar el gas del mechero. Segundo, hay que beber agua hervida por lo que todos los días una de vosotras tendrá que ir a por agua. Tercero, mientras yo pesco, la otra debe de buscar cocos o cualquier vegetal consumible ya que no podemos depender de la pesca únicamente. Quinto….-

 

-¡Pero tú quien te crees para mandarnos!- respondió hecha una energúmena mi prima –Hay que ahorrar fuerzas y me niego a cumplir tus ordenes-
Como me esperaba esa reacción, la dejé terminar de explayarse y solo cuando ya había acabado, le respondí:
-Tu misma. Hay dos cañas, dos cuchillos, cuatro mantas y un mechero. Yo pienso que es mejor que lo hagamos en común pero si queréis nos dividimos lo poco que tenemos. Yo quiero una caña, un cuchillo y una manta, lo demás quedároslo vosotras pero desde ahora te digo que no pienso trabajar para vosotras sin que me prestéis ayuda-.
Y cogiendo la parte que me correspondía busqué una choza donde guarecerme mientras Rocía se debatía entre que bando elegir. Viendo que se quedaba con mi prima, apilé un montón de leña y cogiendo un rescoldo de la de ellas, encendí mi propia hoguera.  Tras lo cual, agarré mi caña y me puse a pescar. Afortunadamente, se me dio bien y a la hora de comer ya tenía doss jureles en mi poder. Os reconozco que disfruté al ver sus caras hambrientas mientras yo me daba un banquetazo bien regado del agua de un coco que había conseguido partir. Sé que fui un poco cabrón pero me deleité haciendo ruido al comer, diciendo lo buenos que estaban mientras a cincuenta metros ellas seguían discutiendo sobre como lanzar la caña. Al terminar, esperé que se enfriaran los pescados y ya helados, se los llevé para que comieran. Era una labor de zapa y si las cosas venían mal dadas iba a necesitarlas sanas.
María ni siquiera me miró cuando le acerqué la comida pero su amiga me lo agradeció con un beso en la mejilla mientras dejaba que su pecho se pegara al mío en agradecimiento. Al percatarme que lo había hecho a propósito, ni corto no perezoso, acaricié uno de sus pezones, diciendo:
-Rocío, si quieres dormir calentito esta noche, ya sabes dónde me encuentro-
Tras lo cual, me fui a dar una vuelta por los alrededores mientras ellas dos se enfrascaban en una agría discusión. Mi prima le echaba en cara el haberse dejado magrear por mí mientras la otra le recriminaba nuestra delicada situación. Sonreí al escucharlas e internándome en el bosque, busqué algo de comer. Tal y como había previsto, aunque la isla estuviera deshabitada, sus antiguos habitantes debían de haber plantado árboles frutales por lo que a la media hora, volví a mi choza con una cantidad ingente de mangos e incluso una penca de plátanos. Pero lo mejor no fue lo que recogí sino lo que vi en un claro: alertado por el ruido, descubrí una piara de cerdos salvajes que careciendo de enemigos naturales, se habían acercado a mí a curiosear. Si hubiese tenido el cuchillo, podía haber matado a un par de crías pero como me lo había dejado en el poblado, tuve  que conformarme con el mero descubrimiento
De vuelta a la hoguera, la recargué y sentándome en una sombra, me puse a comer fruta. Rocío no tardó en acercarse y pedirme que le compartiera parte de lo recolectado pero me negué a hacerlo hasta que en compensación me trajera un poco de leña. Ni siquiera protestó y al cabo de diez minutos volvió con lo que le había pedido. María viendo que estábamos comiendo, llegó a nuestro lado y pidió su parte, pero nuevamente me cerré en banda a no ser que trajera agua que calentar.  Tal y como había previsto, me mandó a la mierda y dejándonos solos, siguió intentando pescar.

-¿Crees que no rescatarán?- preguntó su amiga mientras daba buena cuenta de uno de los mangos.

-Sin duda- contesté – el problema es cuando. Tenemos que mantenernos vivos mientras tanto y la idiota de mi prima no quiere comprenderlo-
-Dale tiempo, ¡Se tiene que dar cuenta que te necesitamos!- murmuró en mi oído mientras se pegaba en plan meloso –Yo confío en ti-
Aunque sabía que esa zorrita se acercaba a  mí por conveniencia, me dejé querer y abrazándola, le planté un beso en la boca.  Me respondió con pasión y por eso mientras nuestras lenguas jugaban, mis manos recorrieron su cuerpo palpando y disfrutando de cada centímetro de su piel. Descubrí que María nos miraba alucinada cuando mi boca ya había hecho presa en uno de los pezones de su amiga. Con los gemidos de la morena como música ambiente, me puse a lamer y a morder esas dos maravillas mientras mi prima se hacía la digna pero seguía observando.  Ni siquiera hice intento alguno de ocultarnos, a la vista, bajé la parte inferior del bikini de Rocío dejándole claro que a partir de ese instante ella era mía. Al hacerlo me encontré con el sexo que llevaba días soñando y metiendo mi lengua entre sus pliegues, me puse a mordisquear su clítoris mientras ella no paraba de aullar complacida por la mamada que le estaba obsequiando.
No sé si fue la propia desesperación que sentía la muchacha por nuestra desgracia, pero la verdad es que llevaba menos de un minuto enfrascado entre sus piernas cuando escuché los primeros síntomas de su orgasmo. Incrementando su deseo con pequeñas incursiones de mis dedos en su vulva, la llevé hasta el borde del abismo en poco tiempo.
-¡Me corro!- gritó sin importarle que su amiga la escuchara.
Mi propia calentura me hizo salirme de su entrepierna y bajándome el traje de baño, saqué mi miembro de su encierro y colocando mi glande en su entrada, lo inserté de un solo golpe hasta el fondo de su vagina.
-¡Dios!- chilló de placer la otrora niña pija y meneando sus caderas en plan goloso, convirtió su sexo en una especie de batidora con la que vapuleó mi pene.
Con mayor intensidad, seguí machacando su cuerpo al notar su excitación. Cada vez que la empalaba de su garganta salía un berrido de hembra en celo y por eso uniendo una descarga de placer con la siguiente, Rocío se entregó por entero a mí. Todavía no había descargado mi simiente en su interior cuando poniéndose enfrente, María le reclamó que se estaba tirando a su primo.
Sin separarse de mí y con sus piernas forzando otra penetración, la morena le contestó:
-¿Lo querías para ti sola? ¡Pues te jodes!, me ha elegido a mí-
Mi pariente no se debía esperar semejante respuesta porque completamente indignada salió huyendo con el sonido de nuestra pasión rebotando en sus oídos. Absortos en una danza ancestral, seguimos disfrutando de nuestra unión hasta que me derramé en su interior dando gritos.  Acababa de sacarla y ni siquiera me había dado tiempo a descansar cuando poniendo una sonrisa de oreja a oreja, esa muchacha me soltó:

-Espero que te acuerdes que yo fui la primera, no quiero que luego me dejes insatisfecha por follarte a esa tonta-

Ni se me había pasado por la cabeza, beneficiarme a mi prima porque siempre había sido un objeto de deseo fuera de mi alcance pero las palabras de su amiga, me hicieron plantearme que era posible y solo imaginármelo, levantó mi alicaído miembro. Ella se rio al advertir que estaba nuevamente dispuesto y mientras bajaba por mi pecho en dirección a mi entrepierna, exclamó:
-Creo que aunque haya poca comida, ¡No voy a echar de menos el exterior!.
Nuestra primera noche:
 
Aproveché el resto del día para restaurar como pude una cerca donde encerrar a los cerdos que había visto esa mañana.  Comportándose como una buena asistente, mi nueva amante colaboró sin protestar y lo más raro sin preguntar para que la necesitaba.  María debía de seguir enfadada porque no apareció hasta la hora de cenar. Cuando quiso acercarse a compartir nuestra comida, fue la propia Rocío la que se negó de plano y le exigió que al menos trajese más leña. Sin querer dar su brazo a torcer, la mandó a la mierda y volviendo a la iglesia, nos dejó en paz.
Reconozco que me dio pena y por eso al terminar, me acerqué con un racimo de plátanos y se los di sin exigirle contrapartida alguna. Mi prima me miró con angustia pero su orgullo le impidió darme las gracias. No me importó, quedaba bien poco para que claudicara y corriera a nuestro lado, implorando ayuda. El resto de la fruta la coloqué dentro de la cerca pero antes instalé una trampa para que si algún animal entraba, se cerrara.
Al llegar a mi choza, acababa de empezar a llover y previendo que la noche iba a ser muy larga, me dispuse a recargar la hoguera cuando observé con satisfacción que Rocío lo había hecho en mi ausencia.  Al mirarla, me quedé extasiado al comprobar que me esperaba desnuda y que con gestos me pedía que la estrechara entre mis brazos. No me lo tuvo que repetir, cogiendo su barbilla le di un beso mientras mis dedos recorrían esos preciosos pechos que no me cansaría jamás de disfrutar. La morena ni siquiera me dejó tumbarme, cogiendo mi pene entre sus manos, me empezó a besar mi extensión sin dejar de masajear mis huevos.
-¿No has cenado bien?- pregunté con recochineo al ver que abriendo su boca, se lo metía sin hablar.
Como respuesta, lentamente se fue introduciendo mi falo mientras su lengua jugueteaba con mi extensión. Dotando a sus maniobras de una sensualidad brutal, no cejó hasta que con el enterrado en su garganta, besó la base de mi miembro con sus labios. Sorprendido por la facilidad que lo hubiera conseguido sin sufrir arcadas, me quedé quieto mientras ella daba un ritmo lento a su mamada. Poco a poco, fue acelerando el compás con el que se metía y sacaba el pene hasta que ya parecía que en vez de una boca era un sexo el que lo hacía. Sabiendo que estaba al mando y que esa cría seguiría estando al día siguiente, no intenté retener mi eyaculación y al poco tiempo, exploté en el interior de su boca. Rocío disfrutó de cada explosión y de cada gota hasta que relamiéndose de gusto, dejó mi polla inmaculada sin resto de semen.

Mientras ella, sin dejarme descansar,  intentaba reanimar mi sexo, le pregunté por su urgencia.  Al oírme soltó una carcajada diciéndome:

-No quiero que esa puta disfruté de ti sin habérselo trabajado-
Sin entender a qué se refería, no me importó que se empalara con mi miembro pero al verla saltando sobre mí, no pude dejar de preguntar porque lo decía:
-Esta noche, ¡Tu prima vendrá a por auxilio!. No ves que la muy  idiota no ha echado leña a su fogata. Cuando lo intente, no encontrara nada seco y por eso empapada pedirá nuestro calor-
Muerto de risa, comprendí que tenía toda la razón pero advirtiendo que había usado nuestro en vez de tu calor, le pregunté directamente a que se refería. Mientras se pellizcaba un pezón, me respondió:
-Yo he trabajado y no esperarás que le deje entrar en nuestra manta: ¡Sin pedirle una compensación!-
El sonido de la lluvia ocultó el sonido de mi risa al asimilar que esa muchacha era bisexual y que compartiría gozosa conmigo el cuerpo de su amiga. Después de hacer el amor, la aguardamos desnudos. Nuestra espera se alargó hasta cerca de las dos de la mañana y por eso cuando María hizo su aparición en la choza, Rocío estaba dormida. Completamente empapada y con los labios amoratados por el frio, me pidió permiso para entrar. Sin hacer ruido se acercó a la hoguera y temblando alargó sus manos al reconfortante calor del fuego.
-Ven, metete entre nosotros para calentarte- dije sin especificar lo que le teníamos preparado.
Totalmente colorada, se percató de nuestra desnudez aun antes de sentir nuestra piel contra su piel. Intentando no forzarla en demasía, la abracé dándole ese calor que tanto necesitaba. Tímidamente apoyó su cabeza en mi pecho y dejó que mi mano se aposentara en su culo sin quejarse. La morena que se había despertado también la abrazó, diciendo:
-Pobrecita, ¡Estas helada!-
Tras lo cual, sin pedirle permiso empezó a acariciar su cuerpo, dando a sus caricias un sentido más alla del mero auxilio. Me di cuenta que mi prima estaba escandalizada por esos mimos no pedidos al mirarme con los ojos abiertos. No dejé que protestara porque cerrando su boca con mis labios la besé mientras mis propias manos empezaban a  sobrepasarse con ella. Pálida tuvo que soportar que mis besos fueran bajando por su cuello al estar más preocupada porque las manos de su amiga habían separado sus rodillas y esta se dedicaba a lo mismo que yo pero en sus muslos.
-Por favor- rogó muerta de miedo cuando sintió que me apoderaba de sus pezones.
Obviando sus protestas, seguí mamando de esos pechos de ensueño mientras de sus ojos brotaban unas lágrimas de vergüenza. Rocío hizo lo propio, recreándose en el cuerpo que la casualidad le había puesto a su disposición, se dedicó a dar pequeños mordiscos en el camino hacia su meta.
-No soy lesbiana- protestó sin éxito al sentir el aliento de su amiga acercándose a su sexo.
Completamente excitado, seguí bebiendo de esos pechos que me encantaban desde niño y que nunca soñé en poseer, mientras la morena separaba los pliegues de nuestra víctima.   Entonces, mi prima hizo el último intento de zafarse de nuestras caricias pero se quedó quieta cuando reteniéndola entre mis brazos, le expliqué con voz suave:
-Somos tres en una isla desierta, si quieres que te cuidemos y te demos de comer, debes compartir con nosotros todo-

Vencida y humillada, esperó tensa y asqueada que la lengua de su amiga llegara hasta su clítoris. Al hacerlo no solo se limitó a lamer ese botón de placer sino que incrementando su angustia, le metió dos dedos en el interior.

-¡Qué rico lo tienes!- sonriendo le soltó – Llevo años deseando comerme tu coño-
La escena de por si cachonda subió enteros al ver que la morena se empezaba a masturbar mientras daba rienda suelta a deseos de antaño. Por mucho que mi prima intentó mantenerse al margen, nuestros mimos fueron derribando una a una las murallas que se había auto impuesto e inconscientemente, empezó a reaccionar moviendo sus caderas. Rocío al comprobar que ese sexo se empezaba a llenar de flujo, incrementó la acción de su lengua y usándola como si fuera un pene, traspasó con ella esa entrada. Su primer gemido también venció mis reparos y llevando su mano a mi entrepierna, le exigí que me hiciera una paja. Lentamente como cogiendo confianza, mi prima me empezó a masturbar  con los ojos cerrados. Sus dedos se habían cerrado sobre mi extensión mientras su dueña se debatía entre la moralidad de lo que estábamos haciendo y las sensaciones que estaba sintiendo.
Comprendí que la pasión iba ganando cuando acelerando su muñeca me pidió que la besara.  Sé que estuvo mal y que fui un egoísta con mi primer amante pero absorbido por la lujuria, separé a Roció y obligando a mi prima a subirse a horcajadas sobre mí, le exigí que se empalara. Me encantó ver la indecisión en su cara antes de alzarse y cogiendo mi pene, empezárselo a meter. Solo el saber que por mucho que viviera esa imagen iba a quedar en mi retina, hacía que ese naufragio hubiese valido la pena. No sé si fue que en secreto, me deseaba o que su excitación era fruto de esa cuasi violación, lo cierto es que nada más sentir mi pene abriéndose camino en su vagina, mi prima empezó a aullar como loca y a retorcer su cuerpo sobre el mío.
-¡Ves que no era tan difícil!- exclamó su amiga, dándole un beso en los morros.
Esta vez María no le hizo ascos a su boca y devolviendo pasión con más pasión, gritó pidiendo nuestras caricias. La morena no solo respondió mamando de sus pechos sino que al hacerlo puso su coño en mis labios. Comprendí que era lo que quería y separando los pliegues de su sexo, cogí entre mis dientes su clítoris.  Rocío al experimentar el suave mordisco, rogó que continuara torturando su botón. No solo le hice caso y con mis dientes apreté fuertemente sino que usando mis dedos empecé a acariciar el oscuro objeto de deseo que se escondía entre sus dos nalgas. El orgasmo de mi prima coincidió en el tiempo con la incursión de mis falanges en su ojete y mientras se dedicaba en cuerpo y alma a las tetas de la rubia, gritó de placer.
-¡Me enloquece que me den por detrás!- espetó descompuesta sin dejar de mover su culo.
No sé si fueron sus palabras o la sobreexcitación que absorbía a María lo que provocó que esta, uniera un clímax con el siguiente sin dar tregua. Con la cara empapada de los flujos de Rocío y mi pene siendo maltratado por una prima convertida en loba en celo, os tengo que reconocer que me corrí tan brutalmente que dudé que me quedaran fuerzas para el resto de la noche.
Desgraciadamente no tuve oportunidad de comprobarlo, porque en el preciso instante que Rocío y María intentaban recuperar la vitalidad de mi miembro, escuchamos un alboroto en el exterior. Los bufidos y los gruñidos solo podían provenir de una piara que hubiese caído en la trampa, por lo que me levanté de un salto y en pelotas, corrí a asegurar la puerta de la cerca con una cuerda. Al volver empapado, las vi sonriendo desde dentro y nada más acercarme, Rocío me agradeció la captura diciendo:
-No te basta con dos cerdas, ¡Que has tenido que capturar otras!-
Me solté a reír y cogiendo entre mis brazos a mi par de guarras de dos patas, las llevé hasta la manta.
 
El segundo día.
 

Me desperté al alba con una a cada lado. Os juro que si no llega a ser porque tenía que comprobar cuantos cerdos habían caído en la trampa y asegurarme de que estaban bien encerrados, me hubiese quedado con ellas. Sin hacer ruido, me levanté y salí a ver los bichos. Os podréis imaginar la alegría que sentí al ver que eran una cochina con sus cinco lechones, los cautivos.

“Tenemos carne para más de un mes” me dije sin caer en la dificultad de conservarla en un ambiente tan húmedo y caluroso.
Después de revisar la cerca,  volví a la choza de un humor inmejorable o eso creía porque nada más entrar, me encontré que mis dos mujercitas se habían despertado y que en ese momento Rocío estaba comiéndose el coño de mi prima. Descojonado por lo rápido que María se había habituado a que su amiga fuera también su amante y aunque me apetecía unirme a esas dos, decidí que era más importante el ponernos en actividad.
-¡Cacho zorras! ¡Levantaos que tenemos cosas que hacer!-
No hice caso ni a sus protestas ni a sus peticiones de que me tumbara con ellas. Enojadas porque les había cortado el placer que buscaban, me obedecieron a regañadientes. Rápidamente, dividí los deberes y mientras María se debía ocupar de ir a por agua, recoger leña y de mantener la hoguera, Rocío y yo debíamos ir a por más fruta tanto para nosotros como para nuestros invitados de cuatro patas. Esta vez no hubo una sola queja y poniéndonos manos a la obras, salí con la amiga de mi prima rumbo a la plantación abandonada. Sin obviar lo delicado de nuestra situación, tengo que confesar que mi estancia en esa isla iba mejor de lo que había supuesto en un principio. Con carne, pescado y fruta a raudales, teníamos asegurado lo básico. El único problema real era saber si algún día nos rescatarían por lo que debíamos actuar como si eso no fuera a suceder.
-¿En qué piensas?- preguntó la morena al ver que estaba pensativo.
Cómo de nada servía ocultarle que quizás nos pasáramos mucho tiempo en ese lugar, le expliqué que quería acondicionar la choza y construir una cama donde dormir, lejos de la humedad, de los insectos e incluso de alguna serpiente que decidiera hacernos una visita.
-Por eso no te preocupes, de algo ha tenido que servir mis diez años como Boy Scout. No creo que tener problemas en levantar un sitio decente donde dormir-
-¿Dormir?- señalé muerto de risa al comprender que esa cría acababa de resolver uno de nuestro grandes problemas.
-Y follar- respondió encantada – No creas que me conformo con lo de ayer. Pienso explotarte a base de bien-
Anticipando su promesa, se pegó a mí y antes de que pudiera reaccionar ya me estaba besando. Su comportamiento pasado y como se restregaba contra mi sexo, me convenció de que me hallaba frente a una verdadera ninfómana. Sin importarle que estuviéramos en plena selva, me tumbó en el suelo y casi sin ningún prolegómeno, se empaló con mi pene mientras pedía que la tomara en plan salvaje. Su calentura era tal que ya tenía encharcado el coño antes siquiera de coger mi extensión entre sus manos y por eso, mi glande entró en su interior con una facilidad pasmosa.
-¡Estás cachonda!- le recriminé de guasa al advertirlo.
Rocío, dotando a su voz de una lujuria inaudita, respondió:
-Sí y ¡La culpa es tuya!.  Me cortaste cruelmente cuando estaba comiéndome el chochito de María y desde entonces, ando verraca-
Tras lo cual y con una urgencia total, comenzó a saltar sobre mi sexo mientras se pellizcaba los pezones.  La velocidad  excesiva que imprimió a su cuerpo me obligó a sujetarla, poniendo mis manos en su culo, para evitar que me hiciera daño. La morena al sentir mis garras en sus nalgas, lejos de ralentizar su cabalgar, lo aceleró. Cabreado por su brutalidad, le di un azote mientras le pedía calma. Lo súbito de mi caricia, le hizo parar.
-Sigue pero tranquila- reclamé mientras le lanzaba otro viaje a su trasero.
 Aunque sea difícil de creer, en ese momento, un torrente cálido brotó de su sexo empapando mis piernas por completo. Fue entonces cuando comprendí que le excitaba la rudeza y dándole otra nalgada, le pregunté:
-¡Te gusta!, ¿Verdad, putita?-
-¡Sí!- gimió descompuesta.

Su afirmación confirmó lo evidente y por eso, a base de palmadas en su trasero, fui marcando el ritmo mientras ella no paraba de aullar de placer ante cada caricia. El morbo de la situación pero sobretodo el oír como se corría una y otra vez, me obligó a acelerar sus incursiones de modo que en poco tiempo, Rocío se empalaba aun más rápido que antes. Con sus pechos rebotando arriba y abajo siguiendo el compás de sus caderas, esa zorra buscó mi placer mientras gritaba a los cuatro vientos lo mucho que estaba disfrutando.

Mi excitación, su entrega y ese elevado ritmo hicieron que en pocos minutos estuviera a punto de explotar. Al notar que mi orgasmo era inminente, agarré sus nalgas con fuerza. Roció chilló como posesa al sentir mi glande presionando la pared de su vagina y cayendo sobre mi cuerpo, se corrió sonoramente mientras mi pene expulsaba mi placer a base de blancos proyectiles de semen.
-¡Dios!- aulló forzando la penetración.
Completamente exhausta, disfrutó de las ultimas sacudidas de mi miembro, tras lo cual, se desplomó sobre mi pecho. Una vez había saciado mi calentura, la eché a un lado y me incorporé.
-Tenemos cosas que hacer- le dije mientras la levantaba del suelo.
Rocío, con una sonrisa en los labios, me miró satisfecha y saltando de alegría se adelantó. Al ver que se tocaba las nalgas coloradas por los azotes, me reí diciendo:
– Si te duele, espera. Esta noche pienso obligarte a cumplir tu promesa-
-¿Qué promesa te hice?- preguntó.
-¡Qué tu culo sería mío!- respondí.
Si pensaba que eso la sorprendería, me equivoqué, porque retrocediendo sobre sus pasos, se apoyó en un árbol mientras me decía:
-¡No tienes que esperar! Mi culo es tuyo-
Solté una carcajada al observar la cara de putón verbenero que puso mientras con sus manos se separaba sus cachetes y sin negar que me apeteciera poseer ese rosado esfínter, decidí no hacerlo en ese momento porque nos habíamos comprometido con María en recoger la fruta.
-Vamos, guapa. ¡Tenemos cosa que hacer!-
Hizo un breve intento de amotinarse pero al ver que me alejaba, corrió tras de mí como si nada hubiese pasado. Ya en la plantación, nos pusimos a recolectar dos bolsones, de forma que tras una hora de trabajo, decidimos que era suficiente por ese día. Estábamos cerca del poblado cuando de improviso, escuchamos un alarido. Comprendiendo que la única persona que podía haber emitido semejante grito era mi prima, salimos corriendo hacia ella. Esos quinientos metros en plena carrera se me hicieron eternos al pensar que María debía estar en peligro y por eso cuando vi lo que ocurría me eché a reír histéricamente.
-¡Imbécil!- me gritó al ver que me descojonaba de ella- ¡Quítamelo!-
Reconozco que no pude, tronchado de risa, observé que un macaco se le había subido a los hombros y tal como hacen con otros miembros de su especie, la estaba espulgando el pelo. Rocío en cambio fue mucho más práctica, pues al llegar y ver el “gran problema”, con una sonrisa en su cara, sacó un plátano y llamando al mono se lo dio.
Como si fuera amaestrado, el jodido primate se bajó de mi prima y cogiendo la fruta se la puso a comer mientras su “victima” nos echaba en cara nuestro cachondeo:
-¡Me podía haber mordido!- reclamó furiosa.
El problema fue que cuanto más repelaba y más indignada se mostraba, nuestro jolgorio se incrementaba:
-¡Es un animal salvaje!- gritó ya hecha una energúmena.
En ese momento, el bicho pareció darse por aludido y acercándose a mi prima, se agarró a su pierna y comenzó a frotarse contra ella como si se estuviera apareando.
-¡Y en celo!- recalqué.
Lo grotesco de la escena y nuestras continuas risas, terminaron de contagiar a María que cogiendo otro plátano, se lo lanzó lejos para que la dejara en paz. Ya más tranquila, peló otro y haciendo como si en vez de una fruta fuera un pene, lo empezó a lamer mientras me decía:
-¿A ti, primito? ¿No te pongo bruto?-

No hizo falta más para que mi polla saliera de su letargo y cogiéndola entre mis brazos, la besé mientras le decía que era una puta. Mi insulto no solo no la calmo sino azuzó su lujuria y bajando por mi pecho, me empezó a dar pequeños mordiscos. Sus actos que en otro momento me hubiesen parecido imposibles, me recordaron mi papel en esa isla.

“Tenía que complacer a las dos mujeres por igual”

Habiendo retozado esa mañana con Rocío, me pareció lógico hacerlo con mi prima y por eso, la apoyé contra la pared de la choza y separando sus nalgas, me puse a lamer el precioso coño de mi pariente. La postura me permitió también comprobar que su entrada trasera era virgen y tal descubrimiento me determinó a que dejara de serlo. Alternando las lamidas entre sus dos agujeros, fui elevando la temperatura de la cría.

Ya inmersa en el placer, no se quejó cuando introduje mi lengua en su ojete sino que pegando un gemido, me dio vía libre para continuar. Al mirar su reacción, me percaté que María tenía sus ojos fijos en algo que sucedía a mis espaldas. Girando la cabeza, comprobé que Rocío, su amiga y amante, se estaba masturbando viéndonos hacer. Decidido a desflorar esa maravilla, seguí follando su culo con mi lengua mientras mis dedos recogían entre ellos su clítoris.
Su orgasmo no tardó en llegar y recogiendo parte del flujo que salía de su sexo, embadurné dos dedos y con ellos empapados, me dediqué a relajar el culito que me iba a beneficiar. Mi prima, en cuanto sintió mis yemas en su interior, berreó pidiéndome que me la follara.
-Princesa, eso después. Ahora me apetece estrenar tu otro hoyo-
Increíblemente, no había caído en cuales eran mis intenciones hasta que se lo dije y muy nerviosa, me confesó que nunca había hecho el sexo anal.
-Esa enfermedad es fácil de curar- le espeté mientras cogía mi pene entre mis manos y lo acercaba a su trasero.
Temblando, esperó que mi glande forzara su esfínter. Sabiendo que le iba a doler decidí no prolongar su angustia y con un movimiento de caderas, penetré en su interior. El grito que pegó fue muestra del dolor que sintió pero no se apartó y por eso fui introduciendo lentamente toda mi extensión hasta que rellené por completo sus intestinos. Con lágrimas en los ojos soportó el sufrimiento y cuando esté llegó a hacerla temer que se iba desmayar, sintió que paulatinamente se hacía más soportable. Decidida a no dejarse vencer, empezó a moverse con mi pene dentro de su culo.  Rocío, que hasta entonces se había mantenido a la expectativa, se acercó y mientras le daba un beso, bajó la mano a la entrepierna de mi prima. Cogiendo entre sus dedos el botón de María lo empezó a acariciar sin dejar de consolarla al oído.
-¡Cómo duele!- murmuró convencida de que el suplicio debía de cesar en algún momento.
Su amiga forzando sus caricias, le dijo que se relajara. Al oírlas, con cuidado empecé a mover mis caderas, sacando y metiendo mi miembro. Los gemidos de dolor se incrementaron momentáneamente pero cuando llegado un momento que se creía morir, el dolor se fue transformando en placer sin darse cuenta.
-Cariño, ¡Déjate llevar!- insistió Rocío al ver que seguía tensa.
Reconozco que gracias a esa morena, mi prima consiguió relajarse, llegando incluso a ir marcando ella misma el ritmo. Sé que gran parte del mérito se debió a las caricias que su amiga estaba obsequiando a su amiga pero la realidad es que fui incrementando mi compás hasta que el lento trote de un inicio se convirtió en un galope desenfrenado.
-¡Me encanta!- gritó sorprendida de la manera que su cuerpo estaba gozando y ya dominada por la excitación, me rogó que continuara.
Sus palabras fueron el acicate que necesitaba para cogiéndola de los hombros, forzar aún más si cabe la profundidad de mis embistes. Con mi sexo trocado en una maza, seguí golpeando su espléndido culo  hasta que con su cuerpo convertido en una pira ardiente, mi prima logró llegar a un clímax desconocido para ella y pegando un aullido, se corrió ferozmente. Su flujo fue tal que parecía que se estaba meando. Su entrega elevó mi lujuria y uniéndome a ella, exploté en sus intestinos. María al advertir que mi esperma se adueñaba de su culo, chilló de placer y extenuada, se dejó caer sobre la arena.
Rocío haciendo un berrinche ficticio, se quejó de que hubiese estrenado el pandero de María antes que el suyo y mientras descansábamos nos amenazó diciendo:
-Esta noche, espero que los dos, ¡Os ocupéis de mí!-
-¿Y si no lo hacemos?- respondí muerto de risa.
-¡Llamaré al mono!-

 



Relato erótico: “Rompiéndole el culo a Mili (21)” (POR ADRIANRELOAD)

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Tras la concisa, explosiva y brutal respuesta de Mili, caí sentado en la cama, luego echado… volví a pensar en el bendito karma y en un dicho popular: lo que mal empieza, mal acaba… Mili y yo empezamos con infidelidades a nuestras parejas y bueno… tampoco fue la solución más decorosa la que encontré para anular los chantajes de Vane… y todo me pasaba factura justo ahora…

Como haría para explicarle a Mili si no quería ni hablarme, como haría para recuperarla si no quería ni verme… si llevaba a Vane a la puerta de su casa para que le explique lo sucedido, Mili terminaría por arrancarle la cabeza, y su viejo me la arrancaría a mi… que ayuda me podría ofrecer Guille, si Mili sabía que era mi amigo y me encubriría como lo hizo en el baño o en el salón… no, estaba solo, era mi pelea…

Era difícil, porque Mili tenía en la cabeza la imagen de que yo me había cogido a Vane por el culo, placer que solo compartía con Mili. Todo eso que ella pensó que fue especial conmigo, resultaba que era habitual para un promiscuo como yo… todos sus celos y temores de Vane conmigo estaban más que justificados, para ella seguro yo no era diferente de Javier… otra decepción en tan poco tiempo.

Esa noche no podía ir a buscarla, si su padre no me disparaba lo hacia ella misma… Tras buen rato pensando y sin que el techo me diera respuestas, me quede dormido confiando que si había ingeniado una solución para el chantaje de Vane… algo se me ocurriría para aplacar la furia de Mili.

Al día siguiente, me la pase deambulando en la casa, como fantasma, no sabía cómo hacer para recuperar a Mili… y también me invadió la culpabilidad… ¿por qué no hice lo mismo por Vivi?, la primera mujer a la que dije que la amaba… ¿me habría enamorado de Mili?, no dejaba de pensar en ella.

Solo por ratos pensaba en Javier, como lo golpearía nuevamente por ponerme en esa situación. Y si el en revancha le proponía a Mili vengarse dejando que él la coja por atrás, como yo supuestamente le hice a Vane… nooo… ni pensarlo, el culito de Mili era solo mío…

– Juan Daniel… te llaman… grito mi madre, apresurado fui al fono, es ella seguro.

– ¿Mili?… pregunte instintivamente.

– No, Guille… ¿Cómo te fue?…

– Me detesta como no te imaginas… no quiere que la busque, ni que le hable… dije resignado.

– Bueno, Vane esta arrepentida de lo que hizo, así que llamo a casa de Mili…

– ¿La llamo?… a terminar de apuñalarme… dije molesto.

– No, Vane ya cambio… llamo para contarle la verdad… pero le dijeron que Mili y sus padres fueron a pasar el día en el club de los militares… me conto Guille.

– Mierd… y ¿Cómo hago para entrar ahí?… dije, más fácil fue entrar al culo de Mili.

– Mi tío es coronel, a mí me dejan entrar con amigos… ¿te animas a ir?… me propuso Guille.

Acepte, aunque en el camino a casa de Guille, pensé que me estaba metiendo en la boca del lobo, un club en pleno de militares en actividad y retirados, donde el padre de Mili podría destrozarme con sus amigotes. Bueno, que mayor demostración de cariño que ir en medio del peligro por ella, pensé.

Bajo un pretexto de un trabajo urgente, le pille las llaves del auto a mi viejo… que no se te haga costumbre nomas, me llego a decir. Luego fui rápido a buscar a Guille. En su casa, esperaba un auto deportivo, lo conocía, más aun al chofer… no te pases!… era Vane… que carajos hace ahí?…

– Wow… Guille, está bien que te guste Vane, que este arrepentida y todo… pero no creo que sea buena idea, Mili me quiere matar… y si la ve la destroza… le dije de mal ánimo.

– No, no… solo quiere congraciarse, se ofreció a llevarnos… además su auto es más rápido que el tuyo y el mío… justifico Guille, no tenía tiempo para discusiones, así que acepte.

El club estaba en una zona campestre en las afueras de la ciudad, era una gran extensión de terreno, con zonas deportivas, restaurantes, zonas de camping, piscinas, incluso acceso a un rio. El viaje seria de unas 2 horas, dependiendo del tráfico y el karma… aunque Vane manejaba como loca, por el apuro de llegar.

En el camino hablamos poco, era propio de las tensiones de las situaciones que habíamos pasado. Solo note que Vane se mostraba más amistosa con Guille, ellos iban adelante y yo solo atrás con mis pensamientos. A mí como que Vane aún me tenía miedo o vergüenza, no era para menos por la situación en que me puso. Ella había vuelto a vestir menos llamativa, como antes, le iba mejor así.

Al llegar al club, Vane nos iba a dejar en la puerta e irse, pero Guille la convenció de entrar con nosotros… lo quise matar, pero me explico que el club era muy grande, que él y Vane podían buscar juntos en algunas zonas y yo en otras para abarcar más área… era cierto, era como buscar una aguja en un pajar, siendo fin de semana y vacaciones, el lugar estaba lleno…

Vane no podía buscar sola porque si Mili la veía la mataba y parecía que Guille quería pasar tiempo con ella, con la versión antigua de Vane, que no era como la bruja de semanas anteriores. Solo temía que en vez de ayudarme, Guille y Vane se fueran a continuar lo que iniciaron la noche anterior. Más aun cuando decidieron buscar en las zonas construidas: restaurante, bolos, billar, juegos de niños, alojamientos, cabañas, etc., y me dejaron todo el campo para que patrulle yo solo…

Bueno, en parte era mejor que ellos busquen en esas zonas con más gente, donde Mili se contendría… pero en campo abierto si Mili divisaba a Vane, la daba una paliza… No podía, ubicarla, aunque mi vista también se perdía entre shorts, minis y demás… estas hijas de militares, mostraban mucha piel.

Hasta que por fin divise a Mili, estaba en una cancha de vóley… jugaba su familia (padre, madre y ella) contra otra familia. El padre de Mili como les comente era un moreno que medía 1.98m, yo con mi 1.85m me sentía enano a su lado. Su madre como ya lo imaginaba, era de 1.60m, de tez clara, cabello castaño y figura atlética… una guapa y bien conservada suegra.

Al final en ese mestizaje Mili salió un poco más alta que la mama, saco la contextura voluptuosa de las morenas de la familia del padre, el color de piel no era ni de morena ni de blanca, un magnifico tono bronceado. Esas eran las características de la mujer que intentaba recuperar.

Por lo demás, Mili estaba vestida como las chicas que salen a trotar en las mañanas, es decir, shorts cortos, un polo pequeño sin mangas y algo escotado, estas fachas dejaban traslucir nítidamente todas sus formas, me daban nuevamente ganas de poseerla, pero dadas las circunstancias no sería nada fácil.

Espere pacientemente que terminaran de jugar, obviamente alejado y oculto para no llamar la atención, al terminar su partido, cruzaron algunas palabras entre las familias. Obviamente gano la familia de Mili, con el gigante padre y los fuertes mates de Mili… lo digo por experiencia, ya que sufrí sus bofetadas.

Luego, para mi suerte, note que Mili se separó de sus padres, mientras ellos iban al restaurante, veía que Mili se perdía entre la vegetación, en dirección al rio. Tal vez se quería dar un momento para dar un paseo y estar sola con sus pensamientos… pensar en mí quizás…

Sabía que esta era la única oportunidad que tenía para hablarle a solas… así que me di maña para seguirla, a cierta distancia, mi único camuflaje los arbustos que encontrara en el camino. Bueno también yo traía una mochila con algunas provisiones… un gorro que saque para cubrirme en algo la cara.

Esperaba ser sigiloso y que no me descubriera, sin embargo por instinto Mili se detenía de cuando en cuando a observar a los lados… su ano sentiría la presencia de mi pene como un imán?, pensé.

Me sentía como un acechador, un acosador… pero en el camino aun había gente, debía esperar a estar a solas para que ella no arme un escándalo que pueda llamar la atención de la gente y amigos de su padre dispuestos a darme una paliza… debía emboscarla, elegir un terreno favorable para mí batalla.

Una vez que vi que no había gente alrededor, ya que atardecía y la mayoría retornaba, decidí acercarme más, escuchaba el sonido del rio cerca… estaba a pocos metros de ella, quise hablarle… pero ella escucho mis pasos… se detuvo y volteo a ver quién la seguía:

– ¡Tuuu!… dijo sorprendida y recordando todo agrego… ¡maldito traidor!…

– Espera, espera… déjame hablar… le dije, esquivando las cosas que me lanzaba.

Sospechaba que ese carácter explosivo lo había heredado de la madre de Mili, que con su 1.65m hacía que ese moreno de 1.98m durmiera en la cochera cuando se enojaba… tiempo después el militar me diría: “las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”… dicho suyo pensé, pero me corrigió: No, frase de Napoleón, gran militar (pésimo esposo seguramente).

Volviendo al relato, Mili me lanzaba todo lo que encontraba en el piso, desde ramas hasta pequeñas piedras. Mientras yo me acercaba más y más, esquivando o recibiendo lo que me lanzaba.

– Carambas!… déjate de cosas… au… ¿no podemos hablar como adultos?… le pedí.

– Adultero es lo que tú eres!… Judas!… replico sin darme tregua.

Pensé en el dicho de Napoleón, pero terco, decidí no huir… llegue hasta aquí y no iba rendirme…

– No pasó nada con Vane, en el departamento estaba Guille… él se la cogió… le explique rápido.

– Mentiroso… dijo lanzando otra piedrita, pero ya a menos distancia porque me acerque.

– Au… mierd… me queje al recibir esa piedrita en la cabeza.

Esa última piedra hizo diana en la frente, mismo David y Goliat. En realidad no me dolió mucho, solo iba a ser un chinchón más, pero exagere el dolor del golpe para que me diera unos momentos de tranquilidad y despertar su lado maternal, su compasión y efectivamente…

Note que ceso de lanzar cosas, su rostro cambio de rabia por incredulidad y luego preocupación. Viendo que mi estrategia surtía efecto, seguí con mi teatro, me tome la frente, cubriéndome un ojo, me senté en la tierra quejándome y maldiciendo…

– ¿Qué te pasa? ¿estás loca?… me queje.

– Danny… ¿estás bien?… dijo cediendo y acercándose.

– Diablos!… casi me sacas el ojo… le dije exagerando.

– Pero bien te lo mereces… por pendejo… replico, pero con menor dureza que antes.

Veía que había sido más fácil amaestrar el ano de Mili, pero domar su carácter sería una prueba de fuego… ya estaba a mi lado, agazapada mirándome arrepentida casi llorosa.

– Si me quedo tuerto… solo tendría un ojo para verte… dije zalamero, era de ese tipo de cosas que les gusta oír a las mujeres. Mili estaba a punto de derretirse en 5, 4, 3, 2…

– Eres un… canalla… encantador de serpientes… te la sabes todas… dijo casi sonriendo, luego agrego: déjame ver como esta…

Aparto cariñosamente la mano que cubría mi frente y mi ojo… obviamente no encontró mucho y eso avivo nuevamente su cólera…

– No tienes nada… lo sabía… mentiroso!… dijo empujándome.

Solo que no dejaría que se vaya, cuando sus manos se apoyaron en mi pecho, aproveche en tomarla de los hombros, igual por la inercia del empuje terminamos echados en el piso. La tenía abrazada, pero ella forcejaba. Gire rápido y me puse sobre ella aprisionándola entre mis brazos y piernas.

– Suéltame… me pedía mientras pataleaba.

La quise besar a la fuerza, lo logre… al principio busco esquivarme, luego sentí que me correspondía, sentí parte de su lengua jadeante… pero recobrando la cólera por el recuerdo de Vane, nuevamente pugno por alejarse… sentí que quería morderme… y tome distancia.

– Inténtalo de nuevo para que veas…. me reto.

Mi cabeza hacia amagos de querer besarla y ella me recibía con los dientes, mordiendo al aire en advertencia para tenerme a distancia… hasta que hice un amago, su cabeza fue a un lado y yo termine en el otro lado besándole el cuello… ella cedió, sus piernas que antes luchaban se relajaron y comenzó a mover nerviosa su torso, me abrazo…

Yo también relaje la fuerza con que la aprisionaba, dándole espacio, casi cantando victoria porque había logrado domar a la fiera… pero fue muy pronto, ella volviendo en sí… me dio con la rodilla en las bolas…

– Au caraj… me lamente, esta vez me dolió, un frio calambre recorrió mi estómago.

– Ahora si te duele ¿verdad?… dijo irónicamente, empujándome a un lado, luego se paró y agrego molesta… eso no es ni una pizca de lo que me dolió lo que me hiciste…

Después Mili retomo el camino y comenzó a huir a trote, mientras yo me retorcía en el piso, intentando asimilar el golpe… pensé ¿por qué siempre las mujeres le dan su cuota de drama?… Algo confuso aun por el golpe, no sabía si el dolor que menciono Mili era de cuándo le rompí el culo la primera vez o el dolor que le causo creer que inicie analmente a Vane, su rival…

Después, conscientemente pensé que sentiría yo si me dijeran que Javier se cogió a Mili… la sola idea me daban ganas de pulverizar a Javier… y a Mili, bueno, gritarla, insultarla, decirle su vida, al menos yo sé que no podría golpearla, como si quiso hacer Javier…

Nunca había estado en esa situación, es decir, de saber o sospechar que mi pareja me había sido infiel… que me puso los cuernos… no sabía que sentiría incluso si solo fuera un chisme… creo que igual que Mili ahora, me costaría escuchar las explicaciones de mi pareja… me costaría confiar en ella…

Entonces si era difícil ¿Por qué lo seguía intentando?, Mili no me quería oír, no confiaba en mí, menos tras ver las fotos de Vane y mía entrando al depa… nunca había llegado a estos extremos con otras chicas… bueno tampoco había estado en esta situación de que piensen que era un pendejo… ¿Qué tenía esta mujer que me hacía perseguirla? a otras por menos las mande al diablo…

Aparte de sus gordas nalgas y estrecho ano que me encantaba cabalgar… se había vuelto mi adicción, mi obsesión o mi capricho… o simplemente quería limpiar mi nombre de ese malentendido con Vane… Quizás esta hembra más difícil de conquistar era la que más me atraía… por ese aliciente de dificultad…

Nuevamente me pare, adolorido, volviendo a la carga, persiguiendo a Mili por el sendero que vi que tomo… decidido a que me escuche por la buena o por la mala…

– Ayyyy… escuche su quejido, que venía acompañado del sonido de un deslizamiento de tierra.

Mierd… parecía que Mili se hubiese desbarrancado… seguí rápidamente sus huellas. Note que en una parte del camino había un desvió, seguro un atajo al rio, ese sendero era polvoriento, inestable, por el que fácilmente uno podía caer… debe ser por aquí me dije, mientras seguía oyendo sus quejidos…

Era un terreno suelto, con pendiente descendente y vegetación a los lados… baje a través del estrecho camino apartando ramas… hasta que me di con un espectáculo inusual:

– ¿Cómo diablos terminaste así?… pregunte asombrado.

Mili se encontraba estampada contra un gran árbol tirado en el suelo, era como un obstáculo quizás para evitar que un caminante o ciclista avezado se fuera de largo y sufriera un accidente… ya que tras él había un desnivel de unos metros, luego unas rocas y el rio… en realidad yo casi me rio al verla…

Ella me daba la espalda, estaba recostada en el árbol, con su vientre contra el tronco, mientras por alguna extraña razón una rama rota había apresado su cintura y otras ramas más pequeñas su espalda… me daba el espectáculo de sus gordas nalgas encerradas en un short que por la presión ya parecía una malla, mientras sus piernas pataleaban buscando zafarse.

– ¿Qué esperas?… Ayúdame… me ordeno, reconociendo mi voz.

– No tan rápido… le dije… ahora me vas a escuchar.

Sabía que si la libraba nuevamente se iba a escapar o me lanzaría lo primero que viera, mejor era tenerla así quieta y que escuche mi versión de las cosas. Por otro lado era un lindo espectáculo verla así, enredada, cautiva, casi en 4 patas.

Pase frente a ella, había un poco de espacio entre el árbol y el fin del camino… quise evitar reírme de su situación, pero se me salió una sonrisa burlona. Ella me miraba roja de rabia, si me acercaba me daba un zarpazo seguro… era mejor tenerla como fiera enjaulada.

Ella con sus brazos libres intentaba, hacia fuerza contra el árbol, reponerse, empujando las ramas y no podía, seguía encerrada y desistió al final. Tal vez solo descansaba tomando fuerzas para intentarlo de nuevo, y podría tener éxito… así que aproveche ese tiempo para contarle lo sucedido.

Le resumí la historia de cómo Vane llamo a chantajearme, como le pedí ayuda a Guille y embaucamos a Vane para que vaya a su depa, donde tras amarrarla y vendarla, Guille la poseyó. Luego estando a mano le pedimos que ya no nos vuelva a amenazar con chismes, molestar en la facultad o chantajearnos. Pero que Vane antes había confabulado con Javier para que me tome fotos y las envíe.

Mili escuchaba pacientemente, no tenía otra opción, con un brazo sobre el árbol y su mano sosteniendo su quijada, con expresión aburrida e incrédula…

– Ahora cuéntame una historia de vaqueros… dijo irónicamente.

– Carambas… Lo que te dije lo pueden corroborar Guille y hasta Vane… le insistí.

– No me hables de esa perr… dijo molesta intentando librarse nuevamente.

– ¿Crees que vendría acá a mentirte?… arme un plan para librarnos de Vane, salvar tu imagen en la facu… arriesgo mi pellejo para verte, viniendo en medio de un lugar lleno de militares entrenados para matar… dije molesto, esa mujer era más terca que una mula.

– Pero hay fotos… dime ¿cómo creerte?… decía amargamente y llorosa.

– Ósea prefieres creerle a fotos que me tomo adrede Javier, ese patán que quiso golpearte… si me crees o no ya es contigo… tampoco voy a suplicarte… dije perdiendo la paciencia.

Ya había dicho lo que vine a decir y me iría con la frente en alto… por esta mujer me atreví a tener relaciones en los lugares más riesgosos, a punto de ser descubiertos en el baño de la facu, en la biblioteca, en el coliseo, en el baño de Guille, en la cochera de su casa, en el estacionamiento y en la oficina del profe… y aun así, ella no confiaba en mí.

Me arriesgue a ser expulsado de la facu a punto de terminar mis estudios, arriesgándome a que me mate mi padre, me arriesgue a ser golpeado por su padre… la defendí a golpes de Javier frente a todos… incluso me arriesgue a dejar una buena chica (Viví) que adoraban en mi familia… y ¿para qué?…

Bueno en realidad, el último ejemplo no fue bueno, ya que en eso cimentaba Mili sus dudas sobre mí… en que deje una buena chica por un buen culo… si deje a Viví por Mili, que me impedía dejar a Mili por Vane que también tenía formas apetitosas y el morbo que implicaba desvirgarle el ano a la niña rica.

Claro que mi conciencia no me permitiría irme sin liberar a Mili… en esos instantes se invirtieron los papeles, Mili reflexiono todo lo que le dije… ella estaba alicaída, casi avergonzada de haber desconfiado de mí, yo molesto comencé a romper las ramas pequeñas que aprisionaban su espalda…

– Danny… quiero que me entiendas… toda mi vida los chicos me han buscado por mi cuerpo, al no conseguirlo se fueron o me engañaron con otras, como Javier…

– No me compares con ese tipo… dije iracundo desapareciendo de su vista.

– Lo siento Danny… no quise decir eso… no te pongas así … dijo sollozante

Me iba ir, total ya la había liberado de varias ramas y sería más fácil que ella salga de ahí. Tal vez me alejaría un poco, la vería, si no puede librarse retornaría a ayudarla. Solo quería alejarme un rato, que me bajen un poco las revoluciones, que me pase el enojo… Sin embargo Mili me insistió…

– ¿A dónde vas?… no me dejes… vamos… ¿qué puedo hacer para disculparme?… dijo arrepentida.

Al escuchar eso, voltee y me compadecí de verla aprisionada, de ver su gran trasero encerrado entre las ramas… era un desperdicio… con la rabia que tenía podía ser un patán de otra manera… total dudaba que la volviera a ver, al menos quería probar por última vez el placer de su cuerpo, de su gran culo…

– No vas a hacer nada… le dije y me baje el cierre, ella escucho ese sonido y reacciono.

– ¿Qué?… no Danny… ¿Qué haces?… se quejó, mientras sentía que le bajaba el short.

Deje sus rechonchas nalgas al aire, al sentir el viento se le erizo la piel, se contrajeron sus nalgas aprisionando su pequeña ropa interior, tras un palmazo se relajó y aproveche para hacer a un lado su pequeña y sexy ropa interior negra.

– Suéltame Danny… detente por favor… exclamaba asustada.

Había sido muy bueno y comprensivo… a cambio solo recibí respuestas irónicas y pedradas… caraj… ella prefería creerle a Javier… quizás para que las mujeres nos crean y nos persigan los hombres debemos ser unas basuras… ya que las mujeres prefieren creerle a pendejos antes que a tipos que las tratamos bien y protegemos… no, ahora yo sería un patán… le daría una lección a esta perra terca…

– Ni se te ocurra… me amenazo, sospechando lo que quería.

Mi verga se le incrusto en su ano sin contemplaciones… ella estiro su espalda, se retorció de dolor al sentirse clavada tan salvajemente… esta vez estábamos en medio de la nada, podía gritar, vociferar, aullar y nadie la oiría… esto era entre ella y yo… me desquitaría de su desconfianza a costa de su culo…

– No Danny no… ouuu… ufff…. se quejó pero era tarde.

Mili forcejeaba con el árbol y sus ramas que la aprisionaban, mientras yo forcejeaba con las pataletas de sus piernas, con su estrecho y evasivo ano… por momentos ella contraía las nalgas y el esfínter, apretando mi adolorida verga que antes había recibido un rodillazo… un par de nalgadas y me soltaba.

– Ouuu mierd… ufff… ouuu… exclamaba ella adolorida mientras le violaba el orto.

Llego el punto en que se dio cuenta que dé más estaba intentar huir… estaba prisionera de la naturaleza (el árbol) y de mi entrepierna que le golpeaba armónicamente su inflado trasero, mientras mis manos jaloneaban sus carnosas nalgas…

– Ufff… así se lo hiciste a la desabrida de Vane ¿no?… ouuu… decía para molestarme.

– No bruta… ¿no entiendes?… solo tú eres mi perra… replique sin dejar de castigarle el ano.

– Ouuu… uhmmm… mentiroso… ouuu…. Ufff…. uhmmm… se resistía mientras tibios gemidos se escapaban entre queja y queja.

Estaba domando a la fiera de la manera que le gustaba, la tenía analmente esclavizada… si no la exorcizaba del chisme de Vane, al menos me daría el gusto de cogérmela por última vez… de disfrutar viendo su cuerpo retorcerse de placer… escuchar sus gemidos…

– Ouuu… uhmmm… daba alaridos mezcla de dolor y de placer, en medio del bosque, algunas aves huían al oírla.

Yo estaba dispuesto a romperle el culo salvajemente para que se acuerde bien de quien la inicio en este placer, le dejaría adoloridas las nalgas para que se acuerde de mi cada vez que se siente, le desgarraría el ano para que nadie más se atreviera a cogerla como yo… para que se arrepintiera de dejar ir a la persona que la llenaba, que la atoraba y que la satisfacía…

– Ay amorrr… que me revientas… uhmmm… me dijo presa del placer que le brindaba.

– ¿Vas… a… dudar… de… mí?…. le preguntaba y en cada silaba la empalaba contra el árbol.

– No mi amorrr… nunca más… uhmmm… exclamo Mili completamente sometida.

– Mentirosa!… le replique, ahora me tocaba a mi hacerme el difícil.

Saque mi verga y la deje así, poseída de la excitación… apenas a pocos segundos de llegar al orgasmo… este sería su castigo por ser una loca desconfiada y celosa… encima se atrevía a decirme amor tras haberme hecho buscarla en ese club lleno de militares y hacer que la persiga en el bosque…

– Nooo… ¿qué haces?… no me dejes así… por favor… regresa amor…

Escuche suplicar a Mili, mientras yo me alejaba…

Continuara…

Relato erótico: “MI DON: Raúl – Tardes de deporte (36)” (POR SAULILLO77)

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*Me he propuesto que este sea mi 1º relato sin fallos ortográficos, al menos grave o medio, salvo palabras inventadas, nombres y el tema de las exclamaciones y mayúsculas, creo que no hay ninguna. Pero seguro que las hay.

YO: que no, no insistas……..- desesperado ya me senté en la cocina.-…..por que no, no quiero ni voy ha hacerlo…….- el teléfono móvil me pesaba una tonelada en la mano de tanto tiempo de llamada-….¿y a mi que mas me da?…….- bufé de desesperación dejando el móvil en la mesa y recostando mi cabeza sobe el-………..pero a ella le gusta y a mi no……….- Dani se partía el pecho de risa mientras terminaba de hacer la comida en la encimera……..- pues se lo preguntaré pero no se si ella tiene peso para pedirlo……vale pues en cuanto la veo se lo digo …………..adiós……………….si………….hasta luego………..va, un beso………….va……..adiós mama. – por fin colgué.

Solté un suspiro que Dani reconoció como exasperación, se acercó a dejarme un plato de ensalada, riéndose aun.

-DANI: ¿otra vez madre?

-YO: si……….gracias por la comida.- descubrí en esos días que Dani tenia buena mano con la cocina, y aunque no la tuviera mi educación no me permitía que me hiciera la comida y me la sirviera sin agradecérselo, pese a se runa empleada.

-DANI: ¿otra vez querer que tu salir TV?

-YO: si, desde que me vio va por el barrio como la madre de un premio Nobel, presumiendo ante las amigas.

-DANI: ¿y ahora que querer?

-YO: pues le ha dado por decirme que le pida a Eli que sea uno de sus monitores y salga en antena con ella a diario.

-DANI: jajajaa ¿y tu no gusta?

-YO: pufff paso, Eli me ha dicho que cobran muy mal por el programa y es mucho lío, prefiero apartarme de las cámaras lo mas posible por ahora.

-DANI: ¿y que querer que tu preguntar?

-YO: que le pidiera entradas para acudir como publico al matinal de las mañanas, ¡yo que se!, esta como una cabra.- Dani me rascó la cabeza con cariño.

Apenas había pasado una semana desde que volví en mi, desde que la enfermera me sacó de mi apatía y Eli me vació lo suficiente como para poder controlarme, y desde ese día a las 10:45 tenia a Eli llamando a la puerta de casa, venia cada día después de su clase en antena y como le pillaba camino al gim, subía a ducharse mejor allí que en el camerino, obviamente follábamos un par de veces en cada visita, estrenamos la piscina y cada dormitorio, Dani se sonrojó las primeras veces que nos vio desnudos o follando por la casa, o al bajar a beber algo y ver su cara consternada por oír gritar a Eli, la 1º vez acudió en su auxilio con una bolsa de hielo, me reí tanto que me dio hipo. Después de unas cuantas veces Dani comprendió lo que pasaba y su papel en esa casa, quería un ancla, alguien que me recordara por que estaba en esa casa, pero sin perderme, una persona de confianza, y Dani encajó a la perfección, era buena, amable, sonriente y algo inocente para haber sido puta tanto tiempo, pero me gustaba su presencia, y en tan poco tiempo la cogí cierto afecto.

-DANI: yo marchar ya.- recogía sus cosas, después de hacer la comida se marchaba.

-YO: muchas gracias por todo.

-DANI: no querer molestar, yo no ver a señorita Eli hoy…….¿pasar algo?

-YO: si, resulta que le ha venido el periodo, y no anda con muchos ánimos para hacerme una visita.

-DANI: si tu triste yo follar- me reía ante sus ofrecimientos, los soltaba como si ofreciera caramelos.

-YO: no, gracias preciosa, tengo planes para no terminar el día solo, aun así, te lo agradezco, y el día que lo desees, ya sabes, no tienes mas que pedírmelo.- asintió con cariño.

-DANI: si- se acercó a darme un beso en la mejilla y se fue mientras comía, no quería tirarme a la Dani puta que se ofrecía sin mas, si no a la Dani persona, y del afecto que la estaba cogiendo no sabia ni si , dado el caso, seria capaz.

Tan cierto era que tenia planes como que no sabia con quien, Eli me tenia muy contento así que había aplazado unos días mis objetivos, dios mío como se movía aquella mujer, pero le llegó la regla, se puso algo arisca y justo en ese fin de semana se iría de viaje al norte del país a inaugurar otro centro de los suyos y hacer promociones por la zona, así que estaría mínimo 1 semana sin ella, y eso no podía pasar, llegó el momento en que tenia que elegir a mi 1º víctima. La idea de contestar alguno de los mensajes o numerosas llamadas de Mariluz, la presentadora MILF, me tentó pero se puso tan pesada que dejé de contestarla solo para hacerla rabiar y acrecentar su deseo, por lo que me dijo Eli tenia un marido periodista de prestigio en Alemania, pero casi no se veían y Mariluz se follaba a cualquier jovenzuelo que le entrara por el ojo, y yo era su nuevo juguete, pero yo no era un novato que se ponía nervioso ante una foto de sus tetas enviada al móvil, por contundentes que fueran, la dejaría rebanarse los sesos para tenerla loca de pasión. Así que imaginé quien seria la siguiente, en el trabajo Adriana y la jefa se pusieron muy contentas cuando les dije que corté con Ana, de hecho se quedaron una hora mas de su turno para estar hablando conmigo, inventé, o las dejé ver, algo de dolor en mi rostro, aun me escocía pero Ana era una herida cerrada. El hecho de acostarme con compañeras de trabajo me podía poner en una situación delicada, así que descarté la idea por el momento y siempre podría hacerlo en el trabajo. ¿Llamar a Lara?, follaba bien y ya nos conocíamos pero la verdad, me atraían cosas nuevas y tenia planes para ese piso de estudiantes.

Así que después de comer, y una buena siesta, salí a correr por el parque, retomé algunas rutinas de ejercicios leves para volver a estar al 100%, y había quedado a esas horas con algunas de las mujeres del parque, aquellas que me acosaban cuando estaba con Ana, se alegraron mucho de mi regreso y todas muy interesadas en saber de mi ruptura con Ana, solo se lo dije a una y al día siguiente había 10 mujeres mas preguntando, todas corrían y estaban esperándome para que las marcara el ritmo, sin saber mucho, o al menos algo mas que ellas, les hacia de monitor, aunque alguna sabia mas que yo y fingía lo contrario. Era de todo, desde una chica de 17 años hasta una adulta de 52 años, se formó como una especie de grupo de apoyo entre ellas donde yo era el único tío, algunas se cansaban de esperar y se iban a buscar a otro de los tíos buenos del parque, las mas guapas y exuberantes en su mayoría, pero parecían mas aves en busca de presa que interesadas en el entrenamiento, eso si, tenia 8 o 9 fieles, entre ellas 2 muy apetecibles, 3 en realidad, la chica de 17 años tenia un polvazo, pero era menor y hasta su mayoría de edad no pensaba tocarla.

Estaban Lucia, Lucy, una mujer de 33 años, madura y con 2 hijos de 6 y 4 años, pero que se mantenía a base de ejercicio y yoga, rubia con pelo corto, lo justo para hacerse una coleta, de ojos negros y con muy buenas tetas, tenia el culo plano pero una cintura de avispa que le alegraba las caderas, de 1,72 de altura y piel curtida, seria y muy fuerte mentalmente, imponía respeto.

Jennifer, Jeni, una mujer de 24 años, morena con larga melena, se hacia 2 coletas hasta que bromeé un día de eso, al día siguiente una sola coleta hasta tocarse la espalda, ojos marrones y guapa, físicamente era la mas atractiva de todas, bien proporcionada, no destacaba en nada exageradamente, tetas normales y trasero respingón, con las curvas justas, una chica normal pero hermosa y atractiva, 1,67 de altura y con un lunar en la mejilla muy coqueto y un tatuaje en la zona del omóplato del yin y el yang, era la mas divertida y con la que mas conexión tenia, quizá de la edad tan cercana a la mía, y el día que faltaba la echaba de menos.

Lola, la menor, que en realidad se llamaba Casandra, pero todas la llamaban lolita por su aspecto y su forma de ser, tanto que al final se quedó en Lola, era una muñequilla preciosa, rubia, pelo largísimo hasta la cintura, iba sin coleta, solo al correr se hacia un moño de forma graciosa, con una cinta de pelo y un bolígrafo, de ojos azules y un cuerpo diminuto pero repleto de curvas que se desarrollaban, senos bien formados, enseñando gran parte del ombligo, con un piercing en el, y la espalda al aire, con los leggins bien bajos en la cintura y el culo prieto y firme que su edad le concedía, si pasaba del 1,60 era de milagro, con los pómulos llenos de pecas, una cabra loca en su forma de comportarse y actuar, una de esas crías que son buena gente pero que parece que no tenían padres que la educaran, hablaba de forma barriobajera, mascaba chicle sin parar, no se, cosas como meterse la mano en el culo para sacarse el hilo del tanga mientras decía abiertamente que la picaba el culo, poco refinada por así decirlo, se comportaba como una adolescente rebelde, Lucy y las demás la tenían tiesa como una vela, al ser la mas joven todas hacian de madre, parecía que la estaban educando ellas con continuos rapapolvos, habían conseguido que dejara de montar lios, ya que a la mínima se ponía hecha una furia, y que mostrara respeto y algo de educación.

Tenia mas que claro cuando me dirigía al parque que esa tarde Lucy o Jeni vendrían conmigo a casa, Lola se me había insinuado ya varias veces de forma obvia y grosera, como colegial que era, le había rechazado de pleno pero al volver la dije que me enseñara el DNI para saber su fecha de cumpleaños, sonrío encantada al ver como me puse una alarma en el calendario del móvil, no era en mucho tiempo. En cambio Lucy, como mucho, intentó la treta de lesionarse para ir en mis brazos, no se atrevía a más, Jeni no parecía interesada en tener sexo, sino más bien compañía al correr, pero un día me dio su móvil en un papelito repleto de corazones.

Iba maquinando cuando llegué al parque, el grupo de mujeres estaba en la entrada de siempre, estirando o charlando, la mujer de 52 años me había visto en la TV como mi madre, y estaba loca de felicidad, me hice fotos con ella para calmarla, saludé a todas y como monitor que me habían erigido, fui haciendo unos ejercicios de estiramiento delante de ellas que iban siguiendo mi cuerpo con los ojos, sus miradas eran ya de confianza pero no sutiles, desde que volví a mis rutinas me dio igual ir marcando polla en el pantalón sin nada debajo, o músculos con camisetas muy ceñidas, mi eterna barba de 3 días y mi espeso cabello negro, corto pero lo justo para poder agarrarlo, y mis profundos ojos marrón oscuros con una caída ensayada, eran mis armas, y ellas encantadas, mas aun cuando hacían los ejercicios mal y las metía mano para corregirlas, algunas lo hacían mal adrede y otras por que sus físicos no daban mas de si, pero yo jugaba con todas, a Jeni casi nunca la corregía, estaba convencido de que sabia mas que yo, era monitora o algo, pero alguna era todo lo contrario, se equivocaban mucho, demasiado para ser provocado, eran personas torpes, pero se iban haciendo con todos los ejercicios. Cuando por fin estiramos comenzamos la marcha, un trote simple, a ritmo bajo, dar vueltas en grupo y así apoyarnos unos a otros y esas cosas, íbamos aumentando el ritmo cada vuelta hasta que a partir de la 4º o 5º llegaban los abandonos, no se forzaba a nadie, quien no podía mas se hacia a un lado, para la sorpresa de todos, la señora de 52 años aguantaba mas que muchas jóvenes, 2 de 40 eran las primeras, luego una de 35, y allí si, la buena señora de 52 años cedía, pero mantenía un pique con Lola, la “benjamina”, que acababa de empezar en esto, aun sin fondo físico, pero hasta que no la veía pararse a la cincuentona, no paraba. Al final quedábamos los 3 de siempre, Jeni, Lucy y yo, a Lucy correr se le daba bien, llevaba mucho tiempo haciéndolo, desde que tuvo a su 1º hijo, para conservar la figura, y a fe que lo lograba, aun así iba con la lengua fuera cuando Jeni y yo apretábamos el paso, pero esta vez decidí ir mas despacio para poder hablar con las 2.

Si bien tenia el cajón lleno de aspirantes, no seria tan fácil como llamar y abrirlas de piernas, ni seria, ni me gustaría que lo fuese, tenia ganas de cazar, y mi encontronazo con Mariluz, la presentadora MILF, me recordó lo excitante que es el cortejo, aunque me hubieran puesto delante a Jessica Biel, si se hubiera abierto de piernas a la 1º no me interesaba, ya me cuidaba yo de ir a por las que ofrecían un reto, y ahora estaba rodeado de 2, tenia que tener cuidado de no estropearlo, y comencé el casting sin que ellas lo supieron, hablando con ellas entre jadeos y respiraciones por estar corriendo.

-YO: ¿como vamos?

-JENI: bien.

-LUCY: muy bien, a esas alturas otros días estoy fuera.- normal, estaba ralentizando la marcha por ti, te necesitaba allí, te quería allí.

-.YO: bien, me alegro, por que yo estoy con la lengua fuera – en parte falso, podía seguir, pero en parte cierto, aun no estaba en forma y ya íbamos por 40 minutos corriendo.

-JENI: ¿en serio? Ya te dije que no forzaras tanto después de parar.- por esas cosas intuía sus conocimientos.

-YO: me da igual, si me ganan 2 mujeres tan guapas se va a reír de mí el resto del parque.

-JENI: ¿que pasa, que por ser monas no podemos ganarte?

-LUCY: eso, te vamos a dar una paliza.

Ambas aumentaron el ritmo, predecibles como siempre, ahora solo tenia que hacer mi papel, aguanté un rato su ritmo, pero cuidadosamente fui dándolas metros, las oía reír y vitorear, mas cuando pasamos al lado del grupo de las que ya se habían rendido y las animaban, allí hice mi jugada, al ser alto tenia mas zancada y apretando el paso las alcancé, no sin bastante esfuerzo, y las sobrepasé como un avión, me costó mas de lo esperado, pero estaba donde quería, delante de ellas, con sus ojos clavados en mi, lejos del resto ya, entones cada ciertos pasos fui dando uno torpe, claramente, fui aminorando la marcha y antes de que me alcanzaran me apoyé en un árbol agachado y sujetándome la cabeza. De inmediato se pararon a mi lado, Jeni me sentó en el suelo y Lucy me puso la mano en la frente, como madre que era.

-JENI: ¿estas bien?

-LUCY: tienes la frente ardiendo.- no te jode, me he marcado un sprint de la hostia, a 30 grados.

-YO: si, si, solo se me ha ido la cabeza un segundo.

-JENI: ya te he dicho que no fuerces, pero eres un cabezón.

-LUCY: ¿no nos podías dejar ganar o que?, mira como estas.

-YO: no, tranquilas, estoy bien, pero por hoy se acabó, me rindo jajajaja- demostré algo más de control sobre mí.

-LUCY: eso no importa bobalicón, toma, bebe agua.- me dio de su botella colgada de la mochila donde tenia de todo, seria deportista pero era madre, tiritas, spray muscular, pañuelos, agua……

-YO: gracias preciosa.- le di un trago corto.- puffff me voy a casa me encuentro algo mareado.- hice ademan de levantarme para volver a sentarme de golpe.- ufffffffffff,

-JENI: así no te puedes ir, no solo.- contuve mi sonrisa.

-LUCY: es verdad, yo te acompañaría a casa pero tengo que ir a por los niños al colegio.- miró a Jeni.

-JENI: deja, ya le acompaño yo a casa.- BINGO, ya tenía ganadora.

-YO: no por dios, tendrás cosas que hacer, no te molestes, ya voy solo.- me puse en pie con cierta dificultad apoyado en ellas.

-JENI: no es nada, no tengo nada que hacer y vives cerca, ¿no?- asentí.

-YO: si, pero………

-LUCY: ni pero ni pera, te acompaña y punto.- era madre, no había duda.

-YO: vaaaaale, de verdad como sois, si estoy bien.- di un par de saltos y me eché algo de agua en la cabeza para despejarme antes de devolverle la botella. El agua mojó mi camiseta que se pegó aun mas, pillé a Lucy mirando mi torso mordiéndose el labio, pensé ”lo siento, tienes críos, otros día será, sin saberlo me has servido a Jeni en bandeja.”.

-JENI: vale, tu vuelve con las otras y dilas que se acabó por hoy – me miró- ¿por donde es tu casa?

-YO: pues mira, casualmente es por esa 1º salida.- casualmente mis cojones, no me iba a arriesgar a hacerlo delante de otras o lejos de la salida a mi casa para que se ofreciera otra a llevarme.

Caminé apoyado en ella hasta la salida del parque, allí la solté un poco y me probé sabiendo perfectamente que estaba bien, insistí tenuemente otra vez en que se fuera, pero se negó alegando que Lucy le cortaría la cabeza habiéndome dejado ir solo, pero sus ojos contaban otra historia, me comía con ellos, la camiseta ceñida y mojada realzaba mi pecho o mi vientre, y mi polla rebotaba claramente bajo el pantalón. Charlamos un poco, guiando el tema, ya sabia que estaba soltera, o eso me lo dijo en cuanto regresé y se corrió la voz de que dejé a mi novia, andaba de forma lenta y pausada, apoyándome en papeleras o postes en cada semáforo, estabamos cerca de mi casa cuando se la indiqué, abrió los ojos como platos.

-JENI: ¿vives ahí?

-YO: claro ¿por que os extraña a todos?- no era la 1º que me lo decía.

-JENI: no lo se, no pareces un niño pijo.- se sonrojó al instante.- perdona no quería decir eso……

-YO: jajaja tranquila, si no me ofendes, no lo soy, solo tuve suerte y ahora vivo en el 10º, solo, ahora que Ana me dejó.- les había dicho que cortamos de mutuo acuerdo, pero a ella y Lucy, en privado, las quise diferenciar del resto y las dije que me dejó por otro, así me ganaba su confianza separándolas del resto haciéndolas sentir especiales y le sumaba el factor cotilla, querían saber como, por que y que motivos tendría para dejar a un chico tan guapo y bien dotado como yo, y sobretodo, como poder evitar hacerlo ellas El pajarillo herido también podía funcionar en este caso.

-JENI: pues ya casi hemos llegado, si hasta tienes botones en la puerta.

-YO: ya ves, Jorge un soso, solo saluda como un robot, veras, entra en el portal conmigo.- sonreí cogiéndola de la mano.

-BOTONES: buenas tardes, Don Raúl- agachó la cabeza, mientras abría la puerta.

-YO: buenas tardes Jorge, ya te he dicho mil veces que no me llames así, ese es el futbolista, yo Raúl, a secas.

-BOTONES: lo siento señor, es la costumbre.- sonrió con algo de falsedad.

-YO: mira, te presento a Jenifer, una amiga del parque en que salgo a correr.

-JENI: ho…..hola- estiró la mano, el botones se la cogió he hizo una suave reverencia.

-BOTONES: bienvenida al edificio, mi señora.

Entramos tronchándonos de risa, ella por el botones, pero yo por que ya la tenía dentro del edificio, en concreto delante del ascensor.

-YO: ¿lo ves?, pues así todos los putos días, si salgo a las 12:57 de casa “buenos días” y cuando vuelvo a las 13:05 “buenas tardes” y a partir de las 19:00, “buenas noches”.- la imitación de la voz solo la hizo sonreír mas.

-JENI: por dios, pobre hombre, si parece que le hayan metido un palo de escoba por el culo jajajajajaja- reí con ella, lo suficiente para que llegara el ascensor.

-YO: jajaja anda pasa- la indiqué el interior del ascensor, su sonrisa se calmó y vi dudas – no vas a volver a salir según entras, ¿que va a pensar el botones?- asintió y entró serenándose.- anda dale al 10º piso.- se giró hacia el panel buscándolo sin encontrarlo, normal, no estaba.

-JENI: no……no lo encuentro jajaa- me pegué a su trasero pasándole un brazo por el hombro.

-YO: ah coño, siempre se me olvida, pasa del 9º al ático- pulsé el botón del ático, se giró sorprendida.

-JENI: ¿vives arriba del todo?

-YO: eso quiere decir ático.- respondí restándole importancia, pero la tenia con la boca abierta incluso antes de ver el piso.- dios que ganas tengo de darme un chapuzón……….

-JENI: ¿¡¡¡¡ Tienes jacuzzi!!!?- reí dando unos segundos de tensión.

-YO: si………. – estaba el de la habitación grande con baño de hidro masaje -……….. pero prefiero la piscina……………- si fueran dibujos animados hubiera oído su mandíbula chocar contra el suelo.

-JENI: no es…..no es buena idea, que te metas en una piscina ahora.

-YO: ¿y eso?

-JENI: ¿y si te da otro mareo dentro?- joder, se me había pasado eso, es difícil recordar tantas cosas cuando manipulas, pero visto de otro modo, ahora tenia un motivo para hacerla entrar en casa.

-YO: pues yo me lo voy a dar igual, si quieres pasa y me hechas un ojo.

-JENI: ya claro, y yo y mis 59 kilos te van a sacar del agua a ti jajajajaja- su gesto con las manos media el ancho de mis espaldas.

-YO: tú misma, si pasado mañana aparezco en las necrológicas, ahogado en la piscina, te las tendrás que ver con Lucy………- joder, para improvisarlo me había salido genial.

-JENI: vale………- aceptó a regañadientes de mentira, tenia unas ganas locas de ver el piso por dentro.

Al llegar arriba, (ese ascensor tardaba un mundo en subir y bajar), paso delante mía, pude notar las marcas se sudor en sus pantalones deportivos y la chaqueta que tenia puesta por encima de un top deportivo con el ligero escote empapado en su transpiración. Quedó parada ante la enorme puerta blanca, y le abrí como si fuera un sueño, la luz la entrecerró los ojos, para cuando se acostumbró al sol ya estaba dentó con la puerta cerrada.

-YO: anda pasa, es tu casa.- fingía no mostrarla atención mientras dejaba las cosas en el mueble de la entrada y me descalzaba.

Estaba perpleja, admirando el amplio salón, andaba lentamente, como con miedo a romper algo, la ofrecí algo de beber que aceptó ensimismada, “agua……..agua fría, por favor” susurró, se la traje, bebimos un trago largo ambos y la mostré la gran puerta corredera de cristal, menos mal que Dani le había dado un repaso por que si no las enormes tetas de Alba, la enfermera, seguirían allí marcadas, el reflejo del sol aun era fuerte, el agua brillaba con fulgor. Abrí la puerta y fui corriendo a saltar a la piscina, oyendo su voz riéndose de fondo, al salir estaba en el borde mirándome cruzada de brazos, sonriendo.

-YO: dios, que gustazo.- nadaba en círculos.

-JENI: que bestia, ni siquiera llevas bañador.

-YO: ni que fuera una piscina publica.- me acerqué a ella salpicando algo de agua, eso es inevitable cuando uno esta en el agua y otro esta en la orilla.

-JENI: jajaja para, que me vas a calar.

-YO: perdona, llevas algo encima que se pueda estropear, ¿el móvil o la cartera?- se palpó entera.

-JENI: no, lo dejé todo en la entrada, pero me vas a resfriar jajajaja.

-YO: perdona, anda ayúdame a salir- hice casi todo el esfuerzo para salir y extendí mi mano, agarró y cuando la apreté, entendió mi idea.

-JENI: ¡¡NO!!- gritó cuando ya estaba volando por los aires entre risas, se zambulló en el agua ante mi tirón, lo fuerte que tenia que ser para echarla al agua pero lo delicado para que cayera de pie sin peligro.

-YO: ¿que, esta buena el agua?

-JENI: jajaja que carbón, ¿y si no se nadar?

-YO: te hubiera tenido que rescatar y hacerte el boca a boca, una idea que me atrae.- sonrió sacándome la lengua y salpicándome agua.

-JENI: pues te jodes, por que si se.- se quitó las zapatillas de deporte encharcadas y me las tiró cerca de la cabeza sin peligro alguno, para sacarlas del agua, al igual que los calcetines o la chaqueta.

-YO: vale, perdona…….- sonó a disculpa falsa, lo que era, estaba jodidamente preciosa, más aun cuando se soltó la coleta del pelo y su cabello húmedo la caía por el rostro.

-JENI: no pasa nada, pero ahora tengo la ropa empapada.

-YO: ¿y que?

-JENI: que no me puedo ir de aquí con esta ropa ajustada empapada, que se me va a marcar todo el potorro, capullo.- se rió para darle el tono de broma que era.

-YO: va, pues quítatela y déjala al sol.

-JENI: ya y me quedo en pelotas delante tuya,………….y aun así, las zapatillas no se secan así – esa aclaración me dio la pista clave, si las zapatillas se secaran así, ¿estaba dispuesta a quedarse desnuda delante de mi?

-YO: tenemos una lavadora con secadora, pero no tengo ni puta idea de cómo funciona, eso lo sabe Dani, la sirvienta.- mentira, sabia perfectamente como funcionaba, me había ocupado de enterarme de todo antes de dar el palo a Eleonor.

-JENI: ¿tienes sirvienta?

-YO: bueno, no exactamente, es una mujer que viene por las mañanas y recoge mis estropicios, buena gente.

-JENI: pues ya me dirás que hacemos.

-YO: podemos probar a intentar poner la lavadora.

-JENI: y dale, no me voy a quedar desnuda delante tuya.

-YO: aunque sean solo las zapatillas, pero veo un absurdo poner la lavadora solo para eso, teniendo albornoces……….- su cara se volvió a iluminar.

-JENI: a bueno, puedo ponerme uno mientras se seca todo.- parecía ilusionada con la idea.

-YO: de puta madre, así tomamos un rato el sol tomándonos algo.

Salí del agua de un tirón quedando ante ella con el pantalón y la camiseta envasando al vacío mi cuerpo, estiré de la zona de la pelvis para hacer que disimulaba, ella ofreció su mano para salir del agua, la cogí y la ayudé a subir, cuando estaba arriba tiró de mi con fuerza para echarme al agua, casi lo logra, pero la diferencia de peso y mis piernas aguantaron, de hecho una vez bien plantado, tiré del ella sacándola del agua de un salto, quedó de pie a medio metro de mi, sonriendo y secándose la cara con las manos, chorreando agua los 2 por todos lados, si ella estaba comiéndome con los ojos, yo a ellas mas, el cuerpo femenino húmedo siempre me atontaba. Entré a por un albornoz mientras ellas se esforzaba por sacarse el agua de los recovecos de sus senos y entre pierna, escogí el mas corto que encontré, parecía uno de niña pequeña, seria de Yasmine, la hija de Eleonor, de antes de dar el estirón supuse, al salir con el, lo cogió y me miró.

-JENI: ¿donde quieres que me ponga esto?

-YO: yo que se, el que he encontrado, esta ese y el mío, pero no se si te dará grima…- giró la cabeza “si no hay mas remedio” se leyó en su rostro.

-JENI: te importa si……..- hizo un gesto claro con el dedo para que me diera la vuelta, accedí disculpándome, pero me conocía bien la casa, el reflejo en la puerta corredera era como un espejo.

Se quiso poner el albornoz normalmente pero era absurdo, le quedaba como una chaqueta larga y no cerraba del todo, de forma hábil, se puso el albornoz a modo de toalla, y con movimientos circenses se sacó el top, el pantalón y un tanga diminuto, no llevaba sujetador, no necesitaba para realzarlas pero el top hacia sus funciones, así que, mirando de reojo por si me daba la vuelta, ató las mangas del albornoz y se hizo una especie de vestido que le tapaba lo justo, desde la línea del escote hasta el comienzo de sus piernas, tiraba hacia abajo pero casi se le salían las tetas, aun así había visto a mujeres de fiesta con vestidos mas descocados. Así que con cierto estilo se agachó a coger las prendas, metió en tanga escondido entre lo pantalones y me avisó.

-JENI: ya esta.- sin darme la vuelta.

-YO: vaya, algún día las mujeres tendréis que enseñarnos a los tíos esos trucos.- miró extrañada sin entender nada hasta que se vio reflejada en el cristal y me vio mirándola directamente en el rebote.

-JENI: eres un mamón.- me sacudió en la espalda con una sonrisa dibujada.

-YO: y tu una acróbata rusa, que manera de desnudarse sin enseñar nada……….- abrió al boca con una indignación inexistente- …….una lastima……..- me volvió a sacudir y esta vez me pegó en el pecho con su ropa sucia.

-JENI: anda, vamos a ver como funciona esa lavadora.- la vi andar enseñando el inicio de su culo por debajo, con clase.

Fuimos hacia la cocina, yo sabia como funcionaba la lavadora, pero busqué el manual de intrusiones, estuve bromeando con ella mientras se esforzaba por agacharse a leer el cuadro de mandos sin que se le viera nada, fuimos dando botones al azar, leyéndola las instrucciones, fui indicándola con palabras mas certeras, de hecho solo había que darle a 2 botones pero di mil vueltas para que fuera ella la que “descubriera” como funcionaba, cuando estabamos listos echamos el jabón, metió su ropa y fue a darle al botón.

-YO: espera, agonías, ya puestos meto la mía también- tiré del cuello de mi camiseta pero entre lo ceñida que era, que así salía fatal y que estaba mojada, era difícil, si hubiera querido de un tirón la sacaba pero la dejé “ahogarme” pidiendo auxilio entre carcajadas.

Sentí sus dedos en mi piel cuando cogió de la parte de abajo y fue ayudando a que saliera, cuando la saqué de mi cabeza aun tenia sus dedos en mi pecho y me hacia una radiografía del torso mordiéndose el labio, “es mía”, sujeté del borde de mis pantalones.

-YO: esto…podrías- la hice su mismo gesto para que se diera la vuelta.

-JENI: ¿que pasa?, ahora te va a dar vergüenza que te vea en calzoncillos.- rió altiva.

-YO: me lo daría………. si los llevara.- se sonrojó dándose la vuelta, avergonzada.

-JENI: pero como sales a correr así………..con eso……..al aire.- me quité el pantalón y lo metí todo en la lavadora, cogí unas bermudas que había en un montón de ropa planchada la lado de la tabla, donde Dani solía dejarme las cosas y me los puse.

-YO: ya claro, y que me hagan rozaduras con el sudor, así voy mejor…- una pequeña pausa cogiéndome el rabo, exhibiendo, para colocarlo bien antes de meterlo dentro de la ropa -….ya esta, puedes mirar.- se giró con un gesto veloz y sensual, tanto ella como yo sabíamos que la puerta del armario de enfrente, negra y de cristal, le habían regalado mi reflejo desnudo, aunque ella no sabia que yo lo sabia.

-JENI: bien, pues en marcha.- con alegría pulsó el botón y se quedó mirando por si aquello funcionaba mal, mi ropa y la suya con sus zapatillas.

-YO: pues tu me dirás que quieres tomar…..- abrí la nevera, de inmediato ella se puso entre el frescor que salía y yo.

-JENI: a ver que tienes…….- removió un par de cosas, sacó el cajón de congelados y dio palmas de felicidad al ver una caja de helados de nata.- ¿puedo coger uno?- puso cara de cachorro.

-YO: lo que tu quieras, es tu casa.- me sonrió y se abrazó de mi cuello, sentí el frío del helado en la espalda, al separarse se recolocó el albornoz con cuidado mientras desprendía la envoltura y la tiraba a la basura.

Fui detrás de ella con un refresco de cola, intentaba quitarme ese vicio pero era el único que tenia, ese y el sexo salvaje, dudamos si sentarnos en las hamacas o en el césped, pensé que el césped seria mas adecuado por el sol que aun daba en esa zona, degustó el helado de nata con pasión, y yo disfrutaba al ver sus buenos lametones, imaginado lo que ya sabéis, reímos y charlamos, ella se aseguraba de forma constante que no se le viera nada, pero al cambiar de posición sus muslos evocaban la feminidad.

-YO: en la gloria estoy, tumbado en el césped boca arriba, tomando el sol, con un refresco en la mano y con una bella mujer a mi lado.- coño, si hasta rimaba.

-JENI: pufff vives como un rey, aunque……..

-YO: dime.

-JENI: te estoy poniendo perdido el albornoz con el césped y me voy a quemar jajaja, se que esta feo quejarme pero……

-YO: mira a ver en ese armario de la pared, a ver que encuentras.- dije con cierto desdén.

Con habilidad se puso en pie sin enseñar nada, sujetándose el escote, no evitó que se le viera medio culo desde mi posición al andar, al abrir el armario encontró crema solar, unas cuantas gafas de sol y unas toallas enorme colgadas junto a 2 albornoces de adulto.

-JENI: ¡que carbón!, mira lo que hay aquí.- miré confuso, al verlo me eché a reír, de verdad, no me acordaba de lo que había allí, eran cosas de la piscina, gafas de agua, cremas, manguitos, flotadores……etc.

-YO: hostias, jajajaja pues no lo sabia, perdona.

-JENI: ya, claro….- no me creyó, casi la única verdad, o no manipulación, que le había dicho y fue la que no se tragó, ironías.

-YO: pues trae la toalla y ponla debajo para no marcharse con el césped, y la crema y así no me quemo yo también.

-JENI: ¿puedo coger una de las gafas de sol?

-YO: todas tuyas- se giró mirándolas

-JENI: ¿cual cojo?, es que son todas de Armani y no quiero romper ninguna buena.

-YO: ¿de Armani?, ¿eso no hacen ropa?

-JENI: si tonto, pero también gafas, estas son de mujer todas, y de las caras, ¿cual cojo?

-YO: pues las que te de la gana…….. y quédatelas, yo no las necesito.

-JENI: ¿que dices? Si valen una pasta.

-YO: ¿y a mí que?, son de mujer, ¿me las voy a poner yo?

-JENI: no jajajaja pero no puedo……..

-YO: pues ya esta, la que mas te guste y te las quedas.- me tumbé de nuevo restándole importancia y zanjando el tema, un buen regalo ayudaría, Eleonor se fue y me había dejado un dineral en complementos y botellas de vino por lo visto, ¿que mas habría por la casa de valor?

Jeni escogió unas tardando unos minutos, mujeres, se puso unas y saltó hasta el césped, estiró la toalla y se tumbó encima poniendo poses preguntando como la quedaban las gafas, dándose crema en los brazos, los hombros y las piernas, no se si era consciente pero la miraba todo el tiempo, como se frotaba los gemelos y el pecho, hasta se remangó un poco el albornoz para dejar que el sol la diera calor, me asombró poco que no cogiera uno de los albornoces grandes del armario y se cambiara, si ya estaba cómoda y confiada ¿para que andar hacia atrás?. Yo hice lo propio y remangué las perneras de las bermudas hasta sacar mis poderosos muslos a la luz, oía como Jeni se estiraba en el suelo y ronroneaba disfrutando de aquello.

-JENI: dios, podría vivir así.

-YO: jajja tu y cualquiera.

-JENI: ¿y tu novia te dejó teniendo todo esto, y a ti?- la pregunta no me pilló por sorpresa, estaba esperando que ella diera el paso, no iba a alargar mas aquello.

-YO: algo así, supongo que tendría sus motivos.

-JENI: pues no se me ocurren cuales.

-YO: ni a mi, pero cuanto antes pasara mejor, así puedo volver a ser libre.

-JENI: ¿y no tienes a ninguna detrás de ti?- el tono era de amistad, pero quería información.

-YO: a unas cuantas, detrás, delante y donde se quieran poner mientras me las tiro …………- soltó una carcajada ante mi burrada-……………ayuda tener la vasectomía hecha, puedo llenarlas sin que haya problemas………… – eso por si aun no lo sabia.- …………….. por ahora estoy en una fase rara en que no busco nada serio……………- era arriesgarme a que se cerrara pero la dejé claro que yo no me iba a atar con nadie, ella incluida.

-JENI: ya imagino……- sin duda ahora pensaba en mi cuerpo y mi polla follándose a alguna, quizá a ella misma.

-YO: ando en una etapa algo confusa, así que no busco líos largos, solo sexo.

-JENI: como todos los tíos.

-YO: si, pero a diferencia de ellos, yo lo logro.- el silencio llenó la terraza, ella se dio la vuelta y se quedó boca abajo, apoyada sobre las palmas de las manos cruzadas, mirándome a través de las gafas de sol.

-JENI: un poco creído te lo tienes.

-YO: si, pero no mas que algunas con las que he estado, pero cuando es una mujer lo llaman auto confianza.

-JENI: dios, me estoy tostando la espalda.- desvió el tema con brusquedad, pero me alegré, había entrado en una vía muerta.

-YO: déjame que te eche crema.

-JENI: si, por favor.- me alcé para coger la crema y me arrastré hasta ella, la crema la reconocí, era la que Eleonor se metió en el coño la 1º vez que Ana me habló de incluirla en nuestros juegos, sonreí mientras me echaba en la mano un poco y la extendía por la parte alta de la espalda de Jeni.

-YO: te va a quedar horrible la marca del albornoz así.

-JENI: ya, y tu idea es que me lo quite ¿no?- esa mujer tenia tablas, y los escudos activados, planeé bajarlos de un ataque feroz.

-YO: mujer, ni que te fuera a violar.- me enfadé ante su desconfianza, era real, pretendía tirármela, pero me ponía de los nervios su coraza, me separé y me tumbé boca abajo, con rostro serio.

-JENI: perdona…….no quería molestarte.- sonó sincera, suspiré para jugar mis bazas.

-YO: no pasa nada Jeni, estoy muy raro desde lo de Ana.- calmé mi tono a medida que hablaba.- llevo 2 años sin entrarle a una chica que me gusta y estoy haciendo el ridículo.

-JENI: ¿te gusto?- sonrío mordiendo el anzuelo, sin saberlo.

-YO: pues claro que si, no estoy ciego, ¿sabes?….pero parezco un oso intentando coser, me pones nervioso y me quedo en blanco.

-JENI: no lo sabía, jajaja es encantador.

-YO: pero te echo crema y me sales con esas, soy un patán.- sonaba jodidamente triste.

-JENI: jajaja no pasa nada, es solo que no sabia que te gustaba, perdona, anda, vuelve aquí, siéntate conmigo en la toalla que vas a manchar la ropa con el césped.- daba palmadas al lado de su cuerpo en la toalla, por fin, había logrado que fuera ella la que dirigiera la seducción cuando era yo el que la pretendía.

-YO: no, déjalo, me duele la espalda y estoy cansado.

-JENI: anda tonto, ven, túmbate y te doy un masaje.- sonaba como una madre con su hijo, por dentro me reía a carcajadas, pero por fuera rodé hasta la toalla y me tumbé boca abajo, cruzando las manos bajo mi cabeza como había hecho ella.

Solo que mi espalda era casi el triple que la suya y en esa posición se marcaban bien los brazos y los dorsales, extendió parte de la crema en mi espalda y la distribuyó con la mano, acariciando toda la piel que quiso, se deleitaba y sentía su respiración agitada, se arrodilló en mi trasero abriéndose de piernas para dejarme entre ellas, y con ambas manos abarcando mas espacio se dedicó a darme un buen masaje, sin duda sabia lo que hacia, y de paso me metía mano.

-JENI: ¿mejor?

-YO: como nuevo……puedo…….

-JENI: dime.

-YO: si quieres,….podría…………yo dártelo a ti………osea…….un masaje…….dios……- pareció mas tonto de lo que pretendió ser.

-JENI: claro, bobo.- se tumbó boca abajo y una vez así, tiró del albornoz hasta sacárselo del todo, cubriéndose solo el culo y con toda la espalda al aire.- soy toda tuya.- la sensualidad de su voz me indicó que iba bien.

-YO: dios, gracias.

-JENI: no pasa nada, tu tranquilo.

-YO: eres preciosa y muy hermosa.- sonaba como un crío de 14 años en su 1º fiesta, quería aparentar eso, que ella se sintiera poderosa, que dirigía la situación ante un chaval al que sacaba 3 años, la di el volante del coche pero la realidad es que íbamos a donde yo quería.

Un poco de crema y planté mis enormes manos en su espalda, al sentir el contacto se estremeció, fui acariciando y pasando los dedos por toda la espalda marcando mentalmente los nudos de los músculos, allí donde Eli me enseñó a buscar, localizados fui apretando con los nudillos, masajeando con dedicación y destensando su cuerpo, gemía de gusto al notar como iba desenrollando su espalda, los “oh, si” se le escapaban mientras mis dedos se atrevían a mas con cada pasada, rozando su cuello, sus senos o sus glúteos, los suspiros fueron envolviendo todo y mi polla reaccionaba a ello, se estaba poniendo dura y muy obvia, ¿por que no utilizarla?

-YO: pufff, tengo que parar….- me separé lo justo, ella se dio la vuelta y de nuevo con habilidad se tapó con el albornoz los pechos quedando sentada de lado hacia mi, sin llegar a cubrirse la espalda, sujetándola con los brazos pegados al cuerpo.

-JENI: ¿que te pa ………..- no terminó la frase, mi polla sobresalía de tal manera que se tapó la boca de la impresión.

-YO: lo siento, no se que me pasa, llevo mucho sin sexo – si, en concreto unas 17 horas desde que Eli me dejó seco el día anterior.

-JENI: tran…………tranquilo, es normal, a los hombres os pasa cuando no…….tenéis sexo.

-YO: dios, es que la echo tanto de menos, no se que hacer.- solo un pasito mas, venga, una mención a mis sentimientos la derretiría.

-JENI: yo estoy aquí, no te preocupes- me acarició la cara.

-YO: joder, me recuerdas tanto a ella.- era verdad, era una versión más normalita de la bomba sexual exótica que era Ana, pero nada despreciable, nos miramos unos segundos y me lancé a sus labios y los besé una sola vez, la pilló desprevenida pero no se apartó.- lo siento, no…..- ahora acudió ella a lo míos.

-JENI: no ocurre nada, tu solo déjame llevarte.- volvió a besarme pero ahora con pasión, abrió la boca y sentí su lengua moverse, la seguí el ritmo y pude saborear la victoria trabajada, me había costado mucho, pero por fin la tenia.

Fue gateando mientras nos besamos hasta ponerse encima mía a 4 patas, pero eran solo 3, la otra mano sujetaba aun el albornoz en su pecho, la rodeé con las manos por la cintura sintiendo el tacto de su piel al tener toda la espalda descubierta, los besos subían de nivel, las lenguas entraron en acción, abrimos la boca al máximo y jugábamos con pasión, su larga melena, aun húmeda, caía de su rostro al mío, sus labios carnosos bebían de los míos y se dejó caer aplastando el albornoz entre nuestros cuerpos, noté sus senos en mi pecho mientras que ella agarró mi cara para seguir besándonos, frotando uno de sus muslos contra mi polla, aun semi erecta. En ese momento supe que había hecho bien en llamar a Eli, si hubiera sido así mi regreso, en ese momento la habría abierto de piernas y ensartado violentamente, como me pedía el cuerpo a gritos, pero tuve la calma suficiente para fingir ser un bobo patoso una ultima vez.

-YO: Jeni, te deseo, quisiera……….- me tapó los labios con un dedo.

-JENI: shhhh- mandó silencio mientras sonreía, y llevaba su mano libre de sujetarse el albornoz a mi entre pierna, acariciando mi polla por encima del las bermudas, mordiéndose el labio antes de que sus ojos se abrieran al sentir como aun la tenia creciendo.

Cuando estuvo tiesa del todo no se resintió y metió la mano por dentro de la ropa para cogerla piel con piel, yo repasaba desde sus mulos hasta su nuca con las manos mientras no dejábamos de besarnos, al final tiré de la bermudas y me las dejé por los tobillos, ellas se abrió de piernas dejándola pasar entre nuestros cuerpos y me levanté para quedar sentado en el suelo con ella de rodillas sobre mi, ella seguía masturbándome con una mano y sujetándose el albornoz con la otra, mientras la besaba, una de mis manos se hizo sitio entre los cuerpos y fui apartando el albornoz hasta llegar a su coño, pegó su frente a la mía relamiéndose y clavando sus bellos ojos avellana en los míos, sintiendo junto a ella como acariciaba los labios mayores y con los dedos encontrando un clítoris hinchado, subió unos centímetros la cintura, suspirando al sentir uno de mis dedos penétrala, me besó con deseo antes de echar la cabeza hacia atrás, sin dejar de pajearme, sintiendo como hurgaba dentro de ella y frotaba con cuidado, pasamos así unos minutos, la besaba el cuello y el pecho por encima del albornoz que defendía su posición como un patriota. La oía gemir ante mis caricias cuando posó su mano en mi pecho y me empujó hasta dejarme tumbado, cayó sobre mi besándome, luego fue bajando dando pequeños besos en mi cuello, mi pecho y mi vientre marcado, allí lamió cada parte de la famosa tableta, para llegar a mi polla tiesa, sonrío al agarrarla con ambas manos, y aun sobrara para otra mas.

-JENI: ¡dios mío!, ¿pero esto que es?, ¡vaya polla calzas!- se escupió en la mano para seguir masturbando.

-YO: ¿ahora te das cuenta?, lleváis meses mirándomela a través de la ropa o sintiéndola en cada ejercicio que os explico.

-JENI: ya, pero una cosa es eso y otra esta barbaridad – ni se molestó en negarlo.- no te embales, si te vas a correr avísame, que yo no soporto el semen y bastante que no te pongo condón por lo de la vasectomía y eso….. – se quitó las gafas dejándolas en el suelo.

Lamió la punta con suavidad, mientras se le hacia la boca agua, como había hecho con el helado antes, ahora lamía, chupaba y degustó el sabor, sin llegar a metérselo en la boca, no es que fuera una experta, pero mantenía una masturbación constante, y eso me calentaba, lamió todo, desde el glande hasta los huevos, repasando cada parte del tronco, chupando la punta sin llegar a introducir mas en sus labios, me alcé cuando sus caricias eran repetitivas, de rodillas seguía masturbando con una mano mientras la besaba, me puse en pie y la cogí en brazos ante su sorpresa, la tumbé en la hamaca y la abrí bruscamente de piernas, se sonrojó un poco, pero tenia el coño precioso, brillaban algunas gotas de sudor y otras de excitación, rosado con amplios labios mayores, y un fina línea de bello publico bien cuidado, me saqué las bermudas del todo y de rodillas entre sus muslos, dejé caer mi polla sobre su vientre, sonó fuerte y hizo temblar su piel, ella casi parecía esconderse detrás del albornoz al mirar como mi polla casi la llegaba al estomago, froté con el tronco su coño, separándola los labios mayores, de forma lenta y pausada, luego de un giro me agaché para seguir hurgando con mi dedo en su interior, se encogió al sentir de nuevo la sensación pero ahora eran 2 dedos los que la penetraban, respiraba agitada cuando metí mi boca entre sus piernas y chupé el clítoris que sobresalía, abrió y cerró piernas varias veces al sentir como succionaba y lamía con dedicación, tenia una meta clara, y fui a por ella, me follé su coñito con los dedos frotando el punto G como me habían enseñado y lamiendo sin parar, sorbiéndole la vida por aquel agujero, gemía continuamente y con la mano libre se sujetaba del cabello, la otra, incomprensiblemente, seguía sujetando el albornoz en su pecho, le estaba comiendo el coño mientras la hacia un dedo a la mujer que me la había chupado hacia unos minutos y la tía seguía con vergüenza de mostrarme sus tetas.

No se si se lo habrían comido ya alguna vez, pero pareció la 1º, se dejó hacer de forma torpe mientras se revolvía ansiosa, sentía las oleadas de sensaciones rompiendo entre sus piernas, acompasando sus caderas a mis dedos, clamando a dios hasta que me tapó con el albornoz la cabeza y apretó con fuerza llegando un orgasmo delicioso, chupé y lamí su interior unos segundos mas, al levantarme se volvió a tapar las tetas, me reía de lo hilarante de ese hecho.

-JENI: ¡dios, que gustazo!, que bien lo comes.

-YO: ¿te lo han hecho antes?

-JENI: no….bueno, si, pero no de esa forma, me…me he…………

-YO: te has corrido como una cerda, ¿y sabes que?, eres deliciosa.- me tumbé sobre ella besándola, con alguna reticencia entró al juego y probó algo su propio interior.

Al levantarme de nuevo cogí del dichoso albornoz y tiré tan fuerte que salió despedido de sus manos para acabar a varios metros en el suelo, su gesto fue como si le hubieran quitado un escudo de misiles, me miró con pasión y lujuria, pero con rostro tenso y algo de cautela. Me abalancé sobre sus senos, eran del tamaño idóneo, ni grandes ni pequeños, con unos pezones duros y erectos, con aureolas enormes, los apreté para lamerlos, luego solté uno para chuparlo mientras el otro era acariciado por mi mano libre, la otra la bajé a su sexo frotándoselo de nuevo, sus gemidos eran audibles y se estaba poniendo roja, se aferraba al reposa brazos de la hamaca con una mano y a mi cabeza con la otra.

-YO: tranquila, te la voy a meter despacio.

-JENI: ah….si…….por favor…….me estas matando………- suspiraba entre jadeos de pasión.

De nuevo de rodillas entre sus muslos, cogí parte de sus emanaciones y me mojé la punta de la polla abriendo sus labios mayores con habilidad y apretando la punta la penetré con cierta facilidad, no era virgen ni una mojigata, pero su gesto cambió a mitad de miembro, allí se quiso incorporar abriendo la boca para luego cerrarla junto con los ojos, haciendo fuerza para mantener el grito en su garganta, la saqué un poco para darla un respiro, antes de volver a meterla lentamente, bufé al sentir que la metía casi toda dentro, repetí el proceso hasta que ya los bufidos eran de ella, con cada penetración soltaba uno y cogía aire al sacarla, poco a poco el rimo crecía y las embestidas eran mas fuertes, sus tetas agarradas y pellizcadas por ella misma luchaban por moverse ante la inercia, y su cara congestionada con los ojos cerrados parecía a punto de reventar, no necesitaba la bestia para estar matándola, Eli la había dejado saciada, Raúl se encargaba de llevarla al paraíso y se volvió a correr, ahora como una fuente, gritando como si fuera la 1º vez, quizá lo fuera, acariciándose el coño sin dejar de sentir como la follaba, cuando se dio cuenta estaba bamboleándose de arriba abajo dando cabezazos contra el respaldo de la hamaca, sin dejar de golpearla con la cadera me agaché a besarla, casi ni podía sujetarme la cara entre el vendaval de sensaciones nuevas, no la metía toda pero si gran parte, para la 1º vez era suficiente, su 3º corrida fue muy fuerte, casi se sale de mi, miraba hacia abajo con cara de susto, yo estaba por correrme, me la saqué de su interior y tiré de ella para que mi polla llegara a sus tetas, masturbando mientras las acariciaba.

-YO: me voy a correr en tus tetas.

-JENI: .ummmm………no………por favor, que me da mucho asco.- ella misma se acariciaba los senos.

-YO: venga, será divertido.

-JENI: para ti, pero a mi me da grima.- metí una mano en su coño para que no perdiera calentura.- ummmm…..para…………dios……….- se estremecía de placer.

Me corrí en su tetas, cuando sintió el calor abrió los ojos un poco pero mis dedos la tenia presa en la hamaca, eyaculé bastante golpeándola con el miembro en sus senos, manchándola todo el torso.

-YO: ¿ves?, no ha sido para tanto.

-JENI: eres un carbón, mira como me has puesto.- llevaba sus manos al pecho, riendo nerviosa, pero no tocaba.

-YO: venga pruébalo. – cogí con un dedo unas gotas y las llevé a sus labios.

-JENI: aparta eso de mi- cerró los labios girando la cara.

-YO: no es tan malo.

-JENI: ya claro, como tú no te lo tienes que meter en la boca……… ¿por que no te lo comes tu?- sonreí ante su comentario.

Pase mi lengua desde su estomago hasta su cuello recogiendo gran parte de mi corrida, se quedó atónita y boquiabierta, lo que aproveché para hundir mi manchada lengua en su boca, quiso cerrarla pero era tarde, ya la estaba besando y tenia semen mío en su interior, con algo de asco me devolvió el beso, cuando notó la textura torció el gesto, pero el sabor no era malo, y la 3º vez que cruzamos lenguas me acarició la cara con suavidad.

-YO: ¿que tal?

-JENI: ……..bueno……..no me gusta……..pero no……….no es tan malo. – la volví a besar cuando la mano libre volvió a su coño.

La penetraba con los dedos como sabia, frotando el punto G con las yemas y sin parar, se reactivó de nuevo, se abría de piernas para facilitar mis gestos y la besaba las tetas y chupaba mi semen para volver a besarla y dejarla mi semilla en los labios, al final saboreaba con pasión. La dejé el pecho “limpio” antes de que se volviera a correr, cogí sus emanaciones y me chupé los dedos delante de ella, cogí mas y los llevé a su boca, me miró con algo de rubor, ya no era besarme con restos si no probar su interior directamente, pero ante mi seguridad, chupó uno de los dedos, con los ojos abiertos, el 2º lo sujetó con las manos, el 3º cerró los ojos y lamió hasta dejarlo seco.

-YO: tu tampoco sabes mal, ¿cierto?

-JENI. jajaja no, nunca lo había probado, es algo……… amargo, pero no esta malo.- sonrió golosa.

-YO: pobre mía, que de cosas te tengo que enseñar aun, ¿que más no has hecho con un hombre en la cama?

-JENI: hombre, no soy ninguna monja, bastantes cosas hago, menos por el culo hago de todo.- se relamió con algo de orgullo herido.

-YO: ¿¡eres virgen anal!?

-JENI: si, ¿que pasa?- giró levemente el cuello ofendida.

-YO: nada, que va a ser un placer abrirte el culo.

-JENI: de eso ni hablar, si ya dicen que duele, con tu pedazo de polla me destrozas, no, no, no……- negaba con la cabeza rotundamente, yo sonreía y pensaba. ”y hasta hace nada te negabas a probar el semen”

-YO: tranquila, por hoy dejaremos de innovar.

-JENI: ¿por hoy? Das por sentado que vamos a volver ha hacerlo…..- quiso mostrar entereza en una situación en que no la tenia, a mi se me escapó el comentario de “por hoy”, aunque no era un secreto no tenia pensado sacar el tema aun, mi mano no dejaba de moverse en su coño.

-YO: claro que si, ahora mismo además, en cuanto se me ponga dura de nuevo …….- se mordía un dedo con la sonrisa dibujada en la cara-…….. si hablas de otros días, no se, si quieres, podrías venir después de correr y darte una ducha caliente……- aumenté el ritmo de mi mano en su interior-….conmigo.

-JENI: ya…….uf……..- suspiraba ante la velocidad de mis dedos.- ¿y que seria………..tu zorra de las tardes?

-YO: que va, eres mucho más que eso, y lo sabes, te deseo.- aguante la risa, “mi zorra de las tardes” era justo lo que pretendía que fuera.

Se acabó el dialogo, volvía a tener la polla dura, me senté en la hamaca y tiré de su cuerpo hasta sentarla encima mía a horcajadas, la volví a penetrar y se aferró a mi espalda con ira, pero botando, metiéndose mi polla de golpe y saliendo con avidez, sus tetas saltaban ante mi, solo 1 en realidad, la otra era lamida, chupada o mordida por mi, ella no dejaba de gritar que la follara mas, y eso hacia, se corría alguna que otra vez, agarraba de su culo subiéndola mas alto cada vez, casi se metía y sacaba mi rabo entero, el sudor invadía todo y sus gemidos me volvían loco, para cuando me sentía volver a correrme, decidí darla un escarmiento final para asegurarme de que volvería a por mas, los últimos 5 minutos saqué a la bestia, era del todo innecesario pero me divertía la idea, 5 minutos a gran nivel, ni siquiera al máximo. Al sentir el cambio de ritmo se encogió de piernas y se pegó a mi pecho sollozando de gusto, se corrió 2 veces seguidas, la ultima como una fuente donde gritó arañándome el pecho con las uñas, de golpe paré en seco, ella seguía tiritando, pero continuaba la inercia.

-JENI: ¿que haces mamón?, ¡sigue!- pataleaba queriendo arrancar una moto imaginaria.

-YO: ¿que me dices?

-JENI: ¿de que?

-YO: ¿si vas a ser mi zorra de las tardes?- me miró sorprendida.

-JENI: cállate y sigue follándome….- movía la cadera sin que yo hiciera nada.

-YO: no, no hasta que lo digas.

-JENI: ¡¡no seré tu puta particular, ¿me oyes?!!

-YO: no eres una puta, eres mi amante, y te ofrezco seguir siéndolo.

-JENI: ya, ¿yo y cuantas mas?

-YO: las que me de la gana, esto no es una relación, ya te he dicho, no busco eso, esto es solo sexo, yo me follaré a quien quiera y tu igual, pero necesito saberlo ahora.

-JENI: Por favor, sigue…- sopló largamente, con fuerza-…¿y si me niego? – se mordía una uña de la mano derecha.

-YO: terminaré de follarte, te iras, y no volverás jamas, pero si te quedas……- lamí un pezón mientras la penetraba suavemente una sola vez.- ….además, independientemente de que aceptes o no, esto no saldrá de aquí, no se lo diremos a nadie, ni siquiera a las del grupo del parque.- ”es mas fácil follarmelas si se creen las únicas”, pensé.

-JENI: no se lo diré, pero eres un carbón.- asentí.

-YO: si, y me encanta serlo, ¿que me dices?- dudó, pero comencé unos giros de cadera lentos y constantes, se mordía el labio.

-JENI: vale……- susurró.

-YO: perdona, no te he oído – golpe de cadera que la levantó medio palmo.

-JENI: que si……….ufffff………. acepto.- otro golpe de cadera.

-YO: lo siento, es que ando algo sordo ¿que dices? – reía al subir la velocidad de mis caderas rápidamente.

-JENI: ¡¡Que si, carbón de mierda, fóllame, follaje así, ábreme el coño, seré tu zorra, tu zorra de las tardes, SIIIIIII, AHHHHHHHHHHHHH!!- la volvía a reventar con la bestia, agarrándola de las tetas con fuertes golpes de mi pelvis que la penetraban completamente, seguía gritando que seria mi zorra mientras se volvió a correr, y ya no aguanté mas.

Mis bufidos la resonaban en la cabeza cuando descargué mi esperma fuertemente en su interior, quedamos abrazados sintiendo como mi polla perdía su poder dentro de ella, jadeaba apoyada en mis hombros, la acariciaba el cuerpo sudoroso, repasaba su tatuaje en el hombro con un dedo y me reía a carcajadas sin saber muy bien por que.

-JENI: esto no se hace………….. eres un animal……………..me cago en la puta………. ¡pero como follas!.

-YO: y aun no has visto nada, ese culo virgen tuyo, será mío.- negó fugazmente con la cabeza, alzándola para besarme- no era una pregunta. – sonrió y observó mi pecho sobrepasada.

-JENI: ¿Qué…..que horas es?

-YO: pues son las 20:00 mas o menos

-JENI: dios, que tarde, debería irme…….

-YO: ¿y te vas a ir sin ropa?- abrió los ojos chocando los labios, notando la boca seca.

-JENI: joder es verdad, ¿estará ya la lavadora?

-YO: ya debería de estar.

-JENI: joder, pero si la hemos puesto a las 6, ¿cuando llevamos………?

-YO: pues una hora larga, a ojo.

-JENI: ¡¡no jodas!!, si se me ha pasado volando.

-YO: gracias – soné burlón.

-JENI: cállate, y tráeme algo de agua, estoy seca.- sonreí.

La cogí en brazos y salté a la piscina con gritos y risas, eso la despertó un poco, salpicó agua para alejarme pero la alcancé y la metí mano mientras nos besábamos con lujuria, al rato nos salimos del agua, sequé su cuerpo con dedicación, solo un milagro evitó otro polvo, ella reía y se frotaba, la azoté el trasero con fuerza para dar a entender que ya había terminado de secarla. La lavadora/secadora cumplió, y se vistió delante mía, sonreía como una colegiala al verme desnudo admirándola, se me acercó a darme un suave beso con lengua como despedida.

-JENI: entonces……. ¿nos vemos mañana?

-YO: iré a la misma hora a correr, después nos venimos aquí y seguimos donde lo dejamos.- me dio otro beso corto alegre, acaricio mi pecho y se despidió.

Era una chica normal en todos los aspectos, hasta en el sexual, por como le entró mi polla había follado bastante, pero su forma de chuparla, su asco al semen o que su ano fuera virgen……..me relamía pensando en lo que me quedaba por enseñarla y disfrutar de ella, la miraba el culo, con sus nalgas rebotando bajo el pantalón deportivo cuando salía del piso.

Esto iba cogiendo forma, mi idea era simple pero difícil de ejecutar, así que tenia que andar con pies de plomo, al fin y al cabo, tener toda la semana cubierta de distintas mujeres con las que acostarse, no seria sencillo, esa era mi idea, un reto, por ahora entre semana ya tenia a Eli antes de comer y ahora a Jeni, que seria mi “zorra de las tardes”, quedaba mucho por hacer.

CONTINUARA…………
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Relato erótico: “Diario de George Geldof – 3” (POR AMORBOSO)

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Diario de George Geldof – 3

Cuando me aparté de la cerradura, Desireé entendió que había terminado, se levantó, me tomó de la mano y me llevó a mi habitación. Allí me recostó sobre la cama, se desnudó y se puso a mi lado, siguiendo con su tarea anterior, es decir, chupando mi pene.

Ahora, con toda mi atención dedicada a ello, pude sentir lo que eran unos labios chupando, una lengua lamiendo y una mano acariciando mis testículos.

La sentía entrar y salir de su boca con una suavidad que nunca hubiese podido imaginar. Cuando llegaba a la punta, me daba unos lengüetazos en la punta que me hacían ver el cielo, para volver a introducírsela hasta dentro totalmente.

Yo gemía despacito disfrutando de esas nuevas sensaciones.

Se colocó sobre mí, a caballo y metió mi pene en su hendidura, comenzando a frotarse contra él. Yo notaba que entraba y salía de ella, así como el calorcito que emanaba. Al mismo tiempo, notaba cómo mis testículos se iban humedeciendo.

-¿Te estás haciendo pis? –le pregunté bajito.

– No, ¿por qué?

– Porque desde tu hendidura cae algo que moja mis testículos.

-¿Testículos?, llámelos huevos, mi hendidura se llama coño y su pene se llama polla. –eso me aclaró mejor el vocabulario que había escuchado anteriormente.

– Es mi flujo. Cuando las mujeres estamos excitadas, generamos este líquido para facilitar la penetración. A muchos hombres les gusta lamerlo. ¿Quiere probarlo? –yo negué con la cabeza.

Ella seguía moviéndose, alternando movimientos circulares con otros arriba y abajo, mientras me decía.

– ¡MMMMMMMM! ¡Cómo roza mi clítoris! Lo tengo ya como un garbanzo

– ¡AAAAAHHHHHH! –decía a mi oído- ¡Estoy apunto de explotar! Acarícieme las tetas y fróteme los pezones!

Procedí a hacer lo que me indicaba, según recordaba cómo lo habían hecho mi padre y mi hermano, hasta que:

-¡ASIII, ASIII, ME CORRRO! ¡MMMMMMMM! ¡AAAAAAGGGGGG! –cayendo sobre mi.

Se recostó a mi lado y me dijo:

-Ha sido uno de los orgasmos más morboso e intenso que he tenido. ¿Quiere que siga con usted, señorito?

-Ahora preferiría que no, la tengo un poco irritada.

-Si, será lo mejor, además, todavía es usted demasiado joven para llegar a tener un orgasmo. A partir de ahora, cuando el señor desee que pasemos un rato juntos, solamente tiene que hacerme una señal, y yo sabré lo que desea.-(¿Señal? ¿Mi hermano?)- Pero será mejor que nos juntemos en mi habitación, a la hora en la que sus padres descansan tras la comida.

– Si – asentí yo. Las habitaciones de los criados estaban en un piso bajo la buhardilla, por lo que era el sitio más alejado de todas las habitaciones.

Dicho esto, me dio un suave beso en los labios, se vistió y se fue. Yo me limpie los labios con la sábana y me dormí al instante.

Al día siguiente me desperté tarde, pero me encontraba feliz. Enseguida me vino a la cabeza la noche anterior y empecé a sentir la curiosidad de repetir otra vez.

En el desayuno, le hice una seña a Desireé, a la que respondió con un gesto de asentimiento. Después de eso, ya no recuerdo lo que pasó hasta después de la comida de medio día, cuando mis padres se retiraron a descansar. Fue entonces cuando me llamó y la seguí hasta su habitación.

Una vez metidos en ella, procedió a desnudarse completamente, permitiéndome comprobar cómo era a la luz del sol. Era una joven de unos 16-17 años, sus tetas eran puntiagudas y tiesas, no como las de mi madre, redondeadas y algo caídas. Su culo era muy redondo con los dos cachetes sobresaliendo. Las piernas normales, más delgadas que las de mi madre, y tan separadas en las ingles que mostraba (toda la hendidura) todo el coño con un montón de pelo, aunque mucho menos que mi madre.

-¿Le gusta mi cuerpo? -me preguntó mientras se contoneaba y pasaba sus manos por todas partes.

-Si. –le dije. Para que iba a decirle que no me decía nada, que solamente estaba allí por el gustito que había sentido cuando me la chupaba. Y que, además, no podía incluirla en mis juegos.

-¿Ha estado ya con alguna chica? –me preguntó.

-No, con ninguna, si no tenemos en cuenta lo de anoche.

-Pues no se preocupe, que yo le enseñaré.

Se acercó a mí y se arrodilló delante para estar a mi altura y comenzó a quitarme la ropa. Empezó a quitarme los zapatos y las medias. Soltó mis pantalones, que cayeron al suelo y los retiró de mis pies. Desabrochó mi camisa, la abrió y, mientras me la quitaba, comenzó a darme besos por mi pecho, y sobre todo, a darme lengüetazos en las tetillas. Ese tratamiento que me estaba dando……, empezaba a gustarme.

Siguió bajándome los calzones, de los que saltó mi pene polla totalmente tiesa y retirándolos, mientras me decía:

-¡Vaya, qué tenemos aquí! ¡Si hasta parece que se alegra de verme!

Yo creo que me sonrojé.

-Lo primero –me dijo- vamos a besarnos. ¿Sabe besar en la boca?

-No, no me gusta, me da asco

-Bueno, seguramente más adelante le parecerá otra cosa y tendrá más interés. Entonces le enseñare cómo excitar a una mujer. Yo te le iré diciendo y usted lo va haciendo.

-¡Pero a mi me gusta que me la chupes!

-Eso después. Para disfrutar con una mujer y que haga lo que usted quieras, tiene que excitarla primero, y luego podrá pedirle casi cualquier cosa.

-Valeee.-dije no muy convencido.

-Acérquese y vaya dándome besitos por el cuello, como se los da a su madre en la cara o a las señoras que vienen en la mano.

Yo comencé a darle besos, mientras ella me corregía cuando no lo hacía bien.

-Lámame y chúpeme el lóbulo de la oreja.

Tampoco me gustaba, pero ya lanzado, no me importó.

-Tome mis tetas con las manos, acarícielas y amáselas mientras sigue besándome.

Yo no sabía como acariciarlas, ni lo que era amasarlas pero ella me enseño.

-Vaya bajando con sus besos y chúpeme los pezones, acarícielos con la lengua…

-Chúpese bien el dedo medio ….

-Ahora páselo con suavidad por mi coño. Manténgalo siempre húmedo. Nunca se lo ponga a una mujer ahí si está seco y más si ella no está excitada.

Le pasaba el dedo muy suavemente, sin dejar de acariciar y chupar su teta y pezón. A ella debía gustarle, porque emitía algún que otro gemido.

Noté que conforme iba pasando el dedo la carne se separaba y ella gemía más. Yo me lo chupaba y volvía a la carga.

De repente, noté que en la parte superior había aparecido un botoncito, como uno de los pezones.

-¿Tienes otro pezón aquí?

-No, eso es el clítoris –me dijo entre tomas de aire mientras lo frotaba-, trátelo con cuidado, es uno de los puntos que más excita a una mujer.

Estuvimos mucho rato con estas enseñanzas. Nos acostamos en su cama. Me hizo repetir muchas de las acciones, hasta que me dijo:

-Chúpeme el coño y lama mi clítoris.

Yo, que en ese momento me encontraba chupando un pezón, me aparté y dije:

-Puagggg, que asco. Ni hablar. Me da mucho asco.

-Es algo que tendrá que aprender, no es nada malo y a las mujeres nos gusta mucho. Además, si quiere que se la chupe, tendrá que hacer lo mismo conmigo.

Así que no me quedó más remedio que hacerlo. Primero empecé a pasarle la puntita de la lengua por el clítoris, dando pequeños toques. Como no pasaba nada (sólo que ella gemía), empecé a bajarla, agitándola como me había enseñado con los pezones. Entonces empecé a notar un sabor extraño pero no desagradable, por lo que seguí recorriendo su coño de arriba abajo y de abajo arriba.

Hubo un momento que me pidió que metiese la lengua, pero no debió de gustarle mucho, porque me pedía ¡más adentro! Y yo ya no podía más, así que cambió de táctica y me pidió que chupara el clítoris y que metiera el dedo medio en el coño, con la yema hacia arriba y que frotase la parte superior.

Cuando lo hice, comenzó a gemir y a moverse como una poseída hasta que noté que soltaba una fuerte cantidad de flujo y dejaba de moverse, como si se hubiese quedado muerta, pero respirando fuerte..

Cuando volvió en si, me dijo:

-Ahora le toca a usted.

Y sin más, tomó mi (pen) polla y empezó a chuparla, acariciarla, lamerla, sin abandonar a mis (testi) huevos, que también fueron atendidos. (Tachados en el original)

A mi esto me gustaba, y recordando las escenas con mi hermano, le pedí que se colocase encima mío para comerle el coño otra vez, para lo que le faltó tiempo, por lo que, al momento, yo estaba lamiendo su coño y metiendo dedos en él y ella chupando mi polla y huevos con mucho interés, mientras me pedía que le diese fuertes palmadas en el culo.

Ya se me estaba haciendo largo y ella se había corrido (esto me lo explicó sobre la marcha) dos veces, cuando propuso cambiar de posición, tras aceptar por mi parte, se puso de rodillas, a cuatro patas y me pidió que se la metiera por el culo.

-¿Por el culo? –dije yo.

-Si, -me respondió- es lo bastante pequeña para no hacerme daño y lo suficiente para darme placer.

-¡No me gusta! – dije yo – me parece asqueroso.

-¡Todo le parece asqueroso y no le gusta!. ¡Si sigue así, tendrá que buscarse otra, y dudo que le aguante! ¡Estas cosas nos gustan a todas y también tendrá que hacerlo!

Así que no me quedó más remedio que ocultar mi vergüenza por tenerla tan pequeña y, de rodillas tras ella, meter mi polla en su culo, a pesar del asco que me daba, y empezar un suave meneo.

Ella se adapto a mis vaivenes y empezamos un mete-saca muy placentero para ambos, ya que los dos gemíamos casi a la par, hasta que ella debió tener un orgasmo, porque tras un fuerte gemido, quedó tumbada, dejándome con la polla al aire, toda tiesa.

-¡No puedo más! –me dijo- Dejémoslo para otro día.

-Como quieras, -dije yo- Yo también estoy cansado.

Se vistió, me ayudó a vestirme y que no se me notase nada y me acompañó hasta el cuarto de juegos, donde un rato después entró mi madre toda sofocada y pidiendo que le trajesen una jarra de agua.

El tiempo fue pasando. Cuando pasaban unos cuantos días volvíamos a quedar, aprovechando para enseñarme todo a cerca del cuerpo femenino y el masculino, en lo relativo a las relaciones sexuales. Con ella me convertí en un experto.

Desde los diez años, mi madre me cambió la habitación en el otro ala de la casa, donde se alojaban las visitas de hombres solteros cuando venían y tenían que hacer noche. Esto significaba que, habitualmente, no había nadie que nos oyese o pudiera darse cuenta de lo que ocurría, lo cual favoreció en mucho nuestra relación, ya que prácticamente, Desireé venía cada noche a “enseñarme” o a practicar cosas nuevas que oía del resto de la servidumbre, entre otras, el beso al que anteriormente me había negado y que me encantó.

Cuando tenía doce años aproximadamente, una de las veces en las que estábamos disfrutando de nuestra intimidad, se produjo un cambio importante en mi fisiología.

Ella estaba boca arriba sobre la cama, con el culo levantado con almohadas, con mi polla metida en su culo, el pulgar en su clítoris y dos dedos en su coño.

Yo entraba y salía, primero despacio, pero poco a poco, empezó a gustarme más, hasta que empecé un ataque frenético, mientras movía mis dedos al mismo tiempo, que incrementaba mi placer.

Ella gemía cada vez más fuerte. Me di cuenta que tuvo dos orgasmos, hasta que, de repente noté una extraña sensación que me recorría el cuerpo y se concentraba en mi polla, hasta que, de repente, sentí que algo se avecinaba. Empecé a temblar y una sensación como de mil hormigas corriendo por mi uretra y me fuera a orinar, llenó mi pene.

Lancé un largo gemido y caí sobre ella, permaneciendo un rato hasta que se calmó mi respiración.

Aparté la cabeza de Desireé nervioso, y ella me dijo:

– ¿Qué te ocurre?

– ¡He sentido una sensación muy rara pero agradable en mi pene!

– ¡No lo habías sentido antes!

– No, es la primera vez. –Y le expliqué mis sensaciones.

– Eso que has tenido es un orgasmo, y si tú quieres, en los próximos días tendrás muchos más.

– Pero no ha salido esa cosa blanca que les sale a los mayores

– Todavía tardarás un tiempo, pero ya saldrá. Tendrás que tener cuidado para no dejar a ninguna embarazada. Te convendrá terminar la boca o en el culo siempre que puedas.

– Yo encantado, pero …. Ya que estamos, ¿Podríamos volver a repetirlo? ………

**********************

Al mismo tiempo, las familias más importantes de la zona, e incluso las menos importantes, siempre que tuvieran hijas casaderas, empezaron a visitar a mis padres con más frecuencia, a raíz que las noticias que llegaban desde Londres informando de la carrera que mi hermano estaba haciendo allí, además de que se le auguraba un buen futuro en política y se comentaban las estrechas relaciones que mantenía con el rey y altos dignatarios de la corte.

Una de ellas eran los condes de Dankworth, con dos hijas: Mary Anne y Claudine, de 20 y 18 años respectivamente.

Por aquel tiempo yo sólo pensaba en disfrutar de las nuevas sensaciones que mi cuerpo me proporcionaba. Si no estaba con Desireé, buscaba un lugar apartado para disfrutar a solas, porque ya sabía que agarrando mi polla con la mano y dándole un movimiento de vaivén, crecía mi excitación y llegaba a un orgasmo. Así conseguía unos cuatro o cinco diarios.

Cuando venían, mi madre me tenía encargado entretener a las niñas, lo cual me obligaba a participar de sus juegos, ya que los míos no les gustaban. Además de dar grandes paseos alrededor de la casa. Me desagradan esas visitas, ya que no podía dedicarme a mi actividad relajante.

Cuando se iban, hacía la señal a Desireé y nos íbamos a mi habitación, donde empezaba con una mamada y terminaba con una enculada, solo para calmarme. Luego, por la noche, terminaba lo empezado hasta quedar ambos satisfechos.

Uno de los días de visita de los condes de Dankworth y sus hijas, mientras intentaba entretenerlas en el jardín, rogando para que se marcharan pronto y poder irme a disfrutar un rato, Mary Anne me preguntó:

-¿Ves mucho a tu hermano?

-Algunos domingos y las pocas veces que se toma un par de días de descanso. –le contesté.

-¿Y cuando viene, le hablas de nosotras?

-No. ¿Por qué habría de hacerlo?

-Pues, porque nos gustaría hablar con él también cuando venga, y así divertirnos todos juntos.

-¡No creo que tenga mucho interés! Cuando viene sólo habla de la vida de Londres, se interesa por las fincas y poco más.

-Bueno……. Verás ……… Es que ….. ¿Nos guardarías un secreto?

– Pues si, ¿Cuál es?

Después de hacerme prometer mil cosas y hacer cientos de tonterías, me dijo.

-Verás … a mi hermana y a mi nos gusta tu hermano.

-¿Y qué?

-Que nos gustaría que le hablases bien de nosotras.

(-Porqué tienen que ir detrás de mi hermano, teniéndome a mi aquí. A ver qué les puedo sacar. –pensé) y le dije:

-¿Porqué tendría que hacerlo? ¿Qué saco yo con eso?

-No sé…. Lo que quieras ….. ¿Qué … quieres?

Después de pensarlo un rato y varias veces a punto de decirlo, lo solté a bocajarro mientras el corazón se me salía por la boca de los nervios:

-Quiero que cuando vengáis nos vayamos a un sitio apartado, y pueda disfrutar de vuestros cuerpos desnudos.

-¡¡¡¡ Queeeeee!!!

-Lo que habéis oído. Eso o nada. –me atreví a decir. Y menos mal, porque ya no me salían más palabras.

-¡¡¡Eres un cerdo!!! ¡¡¡Se lo diremos a nuestros padres!!! ¡¡¡Grosero!!! ¡¡¡Pervertido!!! ….

Yo me di media vuelta (mas para que no viesen lo rojo y avergonzado que estaba) y me alejé hacia una casita de aperos cercana, donde me metí para ocultar mi vergüenza, mientras veía que ellas se dirigían a la casa.

Allí esperé a que viniesen mi padre y el de ellas a matarme. Pasó el tiempo y nadie vino, sin embargo al cabo de un buen rato, oí que montaban en el coche y que los caballos se ponían en marcha. Volví a la casa a cuya puerta todavía estaban mis padres y oí a mi madre que decía George, lávate y ponte ropa limpia para cenar, y se metieron dentro.

-De momento, no ha pasado nada.-me dije con un gran suspiro.

**********************

Al jueves siguiente, hicieron una nueva visita, pero yo, que los esperaba, vi a tiempo el carruaje y me refugié en las caballerizas, donde me puse a cepillar a mi caballo.

Cada una por separado buscó el momento de encontrase a solas conmigo para tratar de negociar. En cuanto vino la primera y me dijo “Podemos hablar …”, sola, sin los padres, me dije “Sigue interesada. No ha dicho nada”. Así que volví a jugármela y les dije que tenían que ponerse de acuerdo y venir las dos para exponerles la situación conjuntamente. Pero como ya era tarde, lo dejábamos para el próximo día, y que anunciasen que nos iríamos a merendar a la fuente. (fue lo primero que se me ocurrió, y parece que no fue una mala idea). Ambas aceptaron y se marcharon. Mientras yo me calmaba con Desireé, a la cual, con la excitación, no conté nada en ese momento, y luego pensé, egoístamente, ¿Y si no le gusta y me rechaza? ¿Y si lo de las hermanas no funciona? ¿Con qué me quedaba yo? Por tanto, decidí seguir sin contárselo.

Yo tuve varios días para pensar en mi propuesta concreta y qué era lo que les iba a exigir, llevándolas a donde quería pero sin forzarlas para que no se echasen atrás.

Volvieron a la semana siguiente y tal y como habíamos quedado, nos prepararon en la cocina una cesta con merienda y en las caballerizas un caballo muy tranquilo, con un coche descubierto, en el que nos subimos los tres y partimos camino de una fuente no muy lejana

Realmente no era una fuente, sino un pequeño salto de agua de un riachuelo, que con los años había formado un pequeño remanso, poco profundo, donde íbamos a bañarnos mi hermano y yo, a cuyo alrededor había crecido una alfombra de hierba blanda.

Durante todo el camino solamente hablamos del camino, del paisaje, de cómo era el lugar, su tranquilidad, su soledad, etc.. Cuando llegamos, bajé y ayudé a bajar a ellas, bajé también la comida, ellas extendieron una manta y colocaron un mantelito, comenzando a sacar la comida a base de pollo frío y similares, elogiando la buena pinta que tenía todo.

Nos sentamos, ellas una a cada lado mío, y les dije:

-Bueno, ya que estamos aquí, asumo que habéis aceptado mi propuesta. ¿Es así?

-Lo hemos hablado, y si tú nos das tu palabra de hablar con tu hermano a nuestro favor, ahora nos desnudaremos para ti.

-No lo habéis entendido. Lo que yo quiero es que vengáis a verme todas las semanas, nos vendremos aquí o a otro lugar, incluso en habitaciones de la casa, os desnudareis y permaneceréis desnudas hasta que nos vayamos, mientras tanto, os preocupareis de darme placer de todas las formas posibles y me dejareis disfrutar de vuestros cuerpos a mi gusto, mirando, tocando o como quiera. Yo, a cambio, hablaré muy bien de vosotras, sin exagerar para no levantar sospechas, y si accede, concertaría una cita con vosotras.

-Pero nosotras no podemos aceptar eso, queremos permanecer vírgenes hasta el matrimonio.

-Como podréis comprobar, hay muchas formas de disfrutar y permanecer vírgenes. –(Ya veremos), pensé yo- Pero no es necesario que vosotras disfrutéis si no queréis, basta con que lo haga yo.

Sin dar más tiempo a reflexionar, le dije:

-¡Venga, desnudaos deprisa, que no tenemos todo el día! ¡Vamos! ¡Vamos!

Ellas se miraron y comenzaron a descalzarse y quitarse las medias.

-Desnudaos siempre de pie. Quiero veros bien.

Ambas se levantaron y siguieron desnudándose. Iban a la par, se quitaron las faldas, seguidamente las enaguas, los corpiños, con los que tuvieron que ayudarse mutuamente, quedándose con una camisola y unas bragas. En este punto se detuvieron, totalmente rojas.

-¿A qué esperáis? –les dije- ¡Desnudas ya!

-Nos da mucha vergüenza.

-¿Queréis mi ayuda o no?

Como puestas de acuerdo, se quitaron la camisola. De inmediato, pude ver las tetas de Mary Ann, grandes, duras y tiesas, con unos pezones sobresalientes, mientras que Claudine presentaba un par de tetas más pequeñas, casi nacientes todavía, pero también con unos pezones sobresalientes y gordos.

Tras alguna duda y una mirada mía, procedieron a quitarse las bragas y quedar desnudas ante mí. Las examiné a conciencia, no en vano me había aprendido el cuerpo de una mujer hasta saber la ubicación de cada uno de sus poros.

Las dos eran preciosas, Mary Anne, la mayor, con 20 años, tenía los pechos grandes y puntiagudos, con un poquito de relleno, que le daba un tamaño y aspecto muy apetecibles, con los pezones sobresalientes, como deseosos de ser chupados. Rubia, de labios finos, con muy poco bello en el pubis y un par de piernas largas y delgadas, terminadas con un culo redondeado.

Claudine, la menor, con 18 años, tenía los pechos más pequeños, pero también en punta. Era rubia y de labios finos también, menos bello en el pubis y también con un buen par de piernas, pero su culo, totalmente redondeado, era espectacular.

-Sentaos a mi lado. –les dije, siguiendo cuando lo hicieron- y desnudadme.

Ellas empezaron, una a quitarme la camisa, y la otra los zapatos y medias, entre ambas, quitaron mis pantalones y calzones, dejando al aire mi polla.

Pude observar entre ellas una mirada, que luego volvió sobre mi polla. No dijeron nada, pero imaginé que sería por su pobre tamaño,

-No os preocupéis, con este tamaño ha sido capaz de dar mucho placer.

Ellas no dijeron nada, por lo que las agarré por los hombres y las acerqué a mí.

-¿Os apetece un baño?

-Si -dijeron a la par. Creo que más por evitar mi atención hacia ellas que por el verdadero interés de bañarse.

Nos metimos en el agua, que a pesar de ser verano, se notaba algo fría, y me acerqué a ellas con el fin de hacerles aguadillas, hasta que entraron al juego y estuvimos un buen rato jugando y disfrutando.

Yo procuraba acercarme a ellas y frotarles los pezones, acariciarles las tetas, tocar y acariciar su cuerpo, etc., con la intención de ir excitándolas. Cosa que poco a poco fui consiguiendo.

El agua realmente nos llegaba solamente a medio muslo y el fondo era de arena, por lo que resultaba muy agradable estar allí, y cuando me echaba encima de alguna, no se hundía hasta ahogarse.

En un momento dado, me puse de pie y le dije a Claudine:

¿Por qué no me la chupas?

-No se hacerlo, no lo he hecho nunca. Además me da mucho asco.

-Me da igual, métetela en la boca, que yo te enseñaré, o ¿quieres que terminemos aquí?

-No, no, no. Te la chuparé. –Y se aproximó a mí, se arrodilló en el fondo y se metió mi polla en la boca.

Tuve que darle unas instrucciones de cómo chupar y lamer la polla y los huevos, pero fue una buena alumna y enseguida estaba dándome una mamada como una experta.

Una ve estuvo lista, llamé a Mary Anne y presionándola contra mi costado, comencé a besarla mientras estrujaba sus pechos y acariciaba los pezones. Bajé mi mano hasta su coño totalmente empapado y no sólo por el agua de la fuente, donde hice un recorrido con mi dedo, no hice mención de meterlo, pero al pasar sobre su clítoris le hice unos movimientos circulares por encima de la piel que la hicieron cerrar los ojos y tomar aire.

Mientras Claudine seguía con mi polla en la boca, chupando y lamiendo según mis indicaciones, ayudada de vez en cuando también por mi mano sobre su cabeza que marcaba el ritmo cuando se despistaba.

Bajé mi boca a sus pezones y comencé a darles toques con la lengua, a chuparlos y acariciarlos, mientras la mano que la sujetaba contra mi, dejaba de ser necesaria para ese menester y la bajaba a su culo y metiéndola entre sus cachetes, acariciaba el ano.

Pronto empezó a gemir, sobre todo cuando pasaba mi mano acariciando su raja y hacía giros sobre su clítoris, que ya asomaba entre los labios.

Mientras tanto, la labor de Claudine hacía su efecto y estaba sintiendo acercarse mi orgasmo, por lo que aceleré mi ritmo sobre el coño de Mary Anne, metiendo el dedo entre los labios vaginales y recorriendo arriba y abajo, desde la entrada hasta el clítoris y viceversa.

Empezó a gemir y jadear cada vez más fuerte.

-¡mmmmm! ¡mmMMM! ¡MMMMMMM! ¡AAAAAAAAAA! -gritó mientras se convulsionaba.

En ese momento, retiré mi mano y la puse sobre la cabeza de Claudine y mientras la presionaba contra mi cuerpo, descargué toda mi leche en su garganta.

-¡AAAAAAAAAAAAAA! Trágatelo todo. Así, así, ¡OOOOOHHHHH!, que gusto….

A ella le dieron arcadas, por lo que retiré mi polla, que solamente había aflojado un poco, y le cerré la boca diciendo con voz fuerte:

-¡No se te ocurra escupirlo!

Ella me miró casi con miedo, pero no soltó nada.

-Ahora te toca a ti Mary Anne. Chúpamela hasta que me corra..

-¡Pero yo no quiero que me hagas eso!

-¡¡¡Tu harás lo que te diga, o nos vamos a casa y nos olvidamos de todo!!!

Se arrodilló delante de mí, tomó mi polla con la mano y se la metió en la boca. Todavía tendría el sabor a la saliva de su hermana y a los restos de mi corrida, por lo que se la sacó y echó un poco de agua sobre ella, para empezar a pasarle la lengua como había explicado a su hermana, y hacerme una mamada en condiciones.

Yo llamé a Claudine a mi lado, y, como había hecho con su hermana, comencé a besarla y acariciarla, ella, después de lo que había visto, estaba más receptiva y preparada. Sus pezones se pusieron duros inmediatamente. Los tenía grandes y gruesos, más que su hermana teniendo más pecho.

Los acaricié, chupé, mordí, haciéndola soltar fuertes gemidos de placer. Se retorcía frotándose contra mí, lo que me hizo buscar confirmación a mis sospechas, bajando mi mano a su coño y encontrando un auténtico río de flujo y un clítoris hinchado, a punto de reventar.

Prácticamente no tuve que hacer nada. Solamente con pasar mi mano por encima y darle una vuelta sobre el clítoris, se corrió en un estruendoso orgasmo.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡MMMMMMM! ¡MMMM! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! No pares, no pares. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!.

Eso casi me puso al borde del orgasmo. Tuve que sujetarla porque se le doblaban las piernas. Al mirar a su hermana, vi te tenía una mano metida en el agua, y estaba acariciando su chocho. Le metí la polla hasta adentro, sujetando su cabeza y le dije:

-Ahora solo tienes que darme placer a mi.

Ella retiró su mano y me acarició los huevos, mientras chupaba y lamía mi glande y masturbaba con la otra mano.

Yo volví a Claudine, que se recuperaba lentamente. Volví a besarla y acariciarla despacio. Acaricié su ano y probé su estrechez haciendo algo de presión, lo que la hizo soltar un breve gemido. Volví a sus pechos, sus pezones, su cuerpo. Todo fue recorrido o por mi boca o por mi mano.

Cuando volví a bajar a su coño, lo encontré receptivo, había vuelto a excitarse, señal de que quería más.

Como yo no tenía prisa, ya que acababa de correrme y no iba a llegar tan pronto, me dediqué a pasar mi mano por enciman de su coño, presionando ligeramente, mientras seguía con el resto de mis atenciones para con ella y corrigiendo a su vez, los movimientos de su hermana.

No tardando mucho rato, noté que se encontraba al borde del orgasmo, por lo que flojé en mis caricias, sólo para mantenerla en ese estado y yo, que también me encontraba cerca, apuré a la hermana para que acelerara la mamada. Teniendo que repetir, al momento, la escena anterior. Aceleré mis caricias sobre el coño de Claudine hasta que se corrió de nuevo.

-¡MMMMMMMMMMM! Más, más. ¡MMMMMMM! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Su orgasmo debió de ser más fuerte que el anterior, porque todavía le fallaron más las piernas y yo, casi le meto el dedo en su ano mientras la sujetaba.

Con la otra mano, sujeté la cabeza de Mary Anne y le follé dos o tres veces la boca, corriéndome nuevamente

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! Trágatelo tú también. Verás como, a partir de ahora, te gusta más ¡MMMMMMMMMMM!

-Cuando termine, le dije:

-Chúpala bien y déjala limpia.

Ella lo hizo, y tras terminar, tomó agua con la mano y me la lavó.

Tras esto, salimos del agua, dejamos que nuestros cuerpos se secaran, mientras dábamos buena cuenta de las viandas que nos habían puesto, mientras hablábamos de tonterías. Más tarde, nos vestimos, recogimos todo y nos pusimos en camino de regreso a casa.

Ambas iban sonrientes, sentadas una a cada lado mío, hasta que se pusieron serias y me preguntó Mary Anne:

-¿Lo hemos hecho bien? ¿Te ha gustado?

-Ha estado bien, pero os falta mucho que aprender para satisfacer bien a un hombre. ¿Y vosotras? ¿Lo habéis pasado bien?

Se miraron y pusieron coloradas a la vez y respondieron al unísono.

-Mucho.

-¿Habías llegado antes al orgasmo?

-Yo no, nunca. –dijo Mary Anne.

-Yo tampoco –dijo Claudine.

-¿Ni siquiera os habéis masturbado? –ambas negaron con la cabeza.

-¿Porqué no os levantáis las faldas y me enseñáis el coño?

Su color se acentuó del rojo al marrón.

-Nnnnnooo pppppodemos hacer eso. Nnno pppuedes pedírnoslo..

-¿Cómo que no podéis? Después de lo de esta tarde. ¿Cómo que no puedo? Entra dentro de mis exigencias.

Empezaron a subirse los ropajes hasta llegar a sus bragas. Les pedí que se las bajaran y abriesen las piernas, mientras sujetaban la ropa.

Sujeté las riendas con mis piernas (al fin y al cabo, el caballo conocía el camino) y puse una mano en cada coño, acariciándolas suavemente.

Cuando ya estábamos llegando, y con las manos totalmente mojadas pero sin haberlas hecho correrse, les dije que se colocasen bien todo, cosa que hicieron, no sin soltar un bufido de desagrado, a lo que les dije:

-El que disfruta soy yo, vuestro placer tendréis que ganarlo y pedirlo.

La verdad es que estaba más caliente que el hierro en la fragua.

Cuando llegamos a casa, sus padres ya esperaban para marchase. Bajé del carruaje y les di mi mano para ayudar a bajar a ambas, mientras ellas iban hacia sus padres, yo entregaba las riendas a un criado. Al volverme, desde mi posición lateral, observé un gesto extraño en la cara de la madre, como de interrogación, que fue respondido por Mary Anne con una leve afirmación de cabeza. Me pareció extraño, pero no le di importancia.

En la puerta me encontré con Desireé, a la que hice la seña de costumbre.

Esa noche, como todas, la estaba follando duro por el coño, y ella, entre gemidos, me hacía preguntas, sólo para tomarme el pelo, aunque nunca se puede saber con una mujer.

-¡MMMMM! ¿Qué pasa? ¡MMMMM! ¿No te han follado lo suficiente las hermanitas? ¡MMMMM!

-¡AAAAHHHH! No, solo me han hecho un par de mamadas, ya ves lo desanimado que vengo. ¡AAAHHH!. –Ella lo tomó como yo quería, como una mentira de broma, que a su vez, la ponía más y más caliente..

-¡MMMMM! ¡Pues no te las han debido hacer muy bien…..!

-¡AAAHHH! Es que nadie las hace como tú.

Se la saqué, me di la vuelta para meterle la polla en la boca y comerle el coño a la vez, hasta que terminamos con un tremendo orgasmo cada uno.

Ese viernes vino mi hermano. Después de los abrazos, saludos, etc. con toda la familia, busqué el momento más oportuno para hablar con él.

Le conté todo lo que me había pasado con las hermanas, lo que pretendían, lo que habíamos hecho, lo que observé con su madre, etc.

El me felicitó por lo bien que había llevado el asunto y aprovechó todo el tiempo que pudimos estar juntos para explicarme cosas que debía saber y lo que tenía que hacer.

En un momento dado me dijo:

-Eres muy espabilado para tu edad, más que cualquiera que conozco, incluso mayores que tú. Además estás tan alto como yo. ¿Cuánto mides?

-Unos 5 pies y 9 pulgadas (175cm) aproximadamente.

-Desde luego, también eres mucho más alto de lo normal. Te has hecho un hombre ya.

Por las noches, se iba a la taberna del pueblo cercano a beber con los amigos. A mí no me quería llevar porque decía que era muy joven para beber. Yo me iba a la cama con Desireé y follábamos como locos, luego se iba a su habitación y yo me dormía como un bendito.

Más tarde me enteré de que, cuando mi hermano volvía a altas horas de la madrugada, algo bebido, pasaba por la habitación de ella y también follaban a gusto.

Mi hermano se marchó y llegó el siguiente día de visita. Cuando llegó el carruaje, salimos a recibirlos, como siempre, mis padres y yo.

La primera en bajar fue la madre, que vino directa hacia nosotros, besó a mi madre, puso la mano para el beso de mi padre y, girándose hacia mí, tomó un pellizco de mi mejilla diciendo:

-¡Cada día estás más alto y más guapo!

Yo puse cara de desagrado, por lo que mi madre saltó inmediatamente.

-Si, se nos está haciendo mayor y ya parece que no le gustan las caricias infantiles.

-Habrá que buscar otras caricias que le gusten más.-Dijo la madre sonriendo, y creo que con algo de picardía.

Tras ella bajaron sus hijas, seguidas del marido. Ellas también besaron a mi madre y dieron la mano para que las besásemos mi padre y yo. Por su parte, su padre besó la mano de mi madre y estrechó las nuestras. Inmediatamente, la madre dijo:

-Bueno, basta de tanto saludo, que ya nos conocemos. George, ¿porqué no llevas a las niñas de merienda, como la semana pasada, que dijeron que lo habíais pasado muy bien?

-Si, señora, nos iremos ahora.

-No vengáis muy tarde, que luego se nos hace de noche en el camino.

-No, señora, no se preocupe.

El coche estaba preparado, así como la merienda, una manta grande que me había preocupado de esconder antes y alguna cosa más. Nos montamos como siempre, yo en medio de las dos y partimos hacia la fuente del bosque.

Cuando la casa estaba ya algo lejos, Mary Anne dijo:

-¿No te apetece nada?

-Bueno, ya que lo dices…. Sácame la polla y chúpamela.

Ella, con algo de desilusión en la cara, abrió mis pantalones y sacó la polla de los calzones, que ya estaba tiesa de las ganas que tenía.

Se la metió toda en la boca, para luego cerrar los labios entorno al tronco e ir sacándola despacio, hasta que solamente le quedó el glande dentro, al que empezó a pasarle la lengua por el borde y darle suaves chupadas, para volver a meterla y repetir la operación. Parece que recordaba las lecciones.

-Y yo, ¿no quieres algo de mí también? –dijo Claudine

-Por supuesto, bésame y acaríciame.

A lo que ella se puso de inmediato. Me besaba mientras me abría la camisa y acariciaba mis pezones, mientras decía.

-¡MMMM! ¿No quieres nada más?

Yo veía que estaban con ganas de que les hiciese lo mismo del otro día, pero preferí dejarlas con las ganas.

-De momento, no, sigue con lo que estás.

Poco rato después, anuncié a Mary Anne:

-Me voy a correr. Prepárate a tragarte todo si no te quieres arrepentir luego.

Ella afirmó con la cabeza, sin sacársela de la boca y acelerando el ritmo.

Eso hizo acelerar mi orgasmo y me derramé en lo más profundo de su garganta.

Ella tragó todo y me la dejó totalmente limpia.

-Sigue chupando hasta que te avise.-Le dije, y así seguimos el camino

Les fui contando que mi hermano había venido el fin de semana y que le había contado que ellas nos habían visitado. Que estaban muy guapas. Que él me había preguntado qué habíamos hecho y yo le había dicho que jugar y pasear alrededor de la casa. Que eran muy amables y todo lo que mi hermano me había dicho que les dijera.

Ellas escuchaban sin dejar su labor, aunque sus labios de estiraban en una sonrisa que querían ocultar.

Con esto, llegamos a la fuente, las ayudé a bajar y les dije que bajasen la comida y extendiesen el mantel. Mientras, yo, bajaba un par de sacos rellenos de paja que había preparado, tomaba la manta guardada y la extendía a pocos pasos, habiendo colocado debajo los sacos a una distancia determinada. De la cesta de la comida, extraje dos botellines, que dejé sobre la manta mientras me sentaba en ella para ver las evoluciones de las hermanas.

Ellas, que en ningún momento perdieron de vista lo que yo hacía, habían terminado también, y quedaron de pié esperando mis órdenes.

-Desnudaos ya. –les dije.

Ellas se quitaron sus vestidos y …. ¡Oh! ¡Sorpresa!. No llevaban nada más debajo.

-¿Y esto? ¿A qué fin?

– Es para desnudarnos y, sobre todo, vestirnos más rápido, no sea que aparezca alguien y nos pille desnudas.

-Je, je, je, je. Me parece muy bien.- Ahora entendía el interés por hace algo durante el viaje.

-Quiero que os acostéis una junto a la otra, con el culo sobre el bulto de la manta y las piernas bien abiertas.

Así lo hicieron, quedando acostadas juntas, con la cabeza a la altura de las rodillas de la otra.

-A vuestro lado tenéis un botellín de aceite, untaros los dedos y empezad a lubricar y meterlos en el ano de la otra. Primero lubricáis y luego metéis los dedos, primero uno hasta hacer sitio, luego dos, tres, así sucesivamente, hasta que entren tres o cuatro dedos con facilidad.

Tras algunos ajustes iniciales, ambas metieron el dedo índice en el ano de la otra, comenzando un movimiento circular, a la vez que de entrada y salida. Yo me desnudé, me arrodillé con una pierna a cada lado de la cabeza de Claudine y metí mi polla en su boca. Ella lo entendió enseguida, empezando una suave mamada. Me incliné sobre ella y me puse a lamer su coño.

Enseguida empezaron los gemidos, ahogados por mi polla.

-¡MMMMMMMMMMMMMM! ¡SIDDDDDDDD! ¡MMMMMMM!.

Su hermana me miraba deseosa, por lo que, después de un rato en esa posición, me levanté y me coloqué sobre ella igual que con su hermana. Me encontré con un coño totalmente empapado y deseoso, por lo que empezó a gemir más, de lo caliente que estaba:

-¡MMMMMMMMMMMMMMMMMM! ¡AMMMMAMMMM! ¡SIMMM! ¡SIMMMM!

Al poco tuvo su primer orgasmo de la tarde. Hubiese berreado como una cerda si no hubiese tenido mi polla en la boca. Dejo de mover el dedo dentro del ano de su hermana, quedando como ida.

Yo volví a cambiar de hermana y seguir con lo mío, mientras Mary Anne volvía en si y reanudaba su labor a instigación mía.

Claudine también estaba muy excitada, y metí mi dedo en su coño hasta encontrar su himen. Entonces comencé a frotar la zona junto a él, a lo que ella respondió sacándose mi polla de la boca y dando gritos de placer.

Enseguida me levanté y dándole dos bofetadas le dije:

-¡Que sea la última vez que dejas de chupar mi polla sin que yo te lo mande! ¡Estás aquí para mi disfrute, no para el tuyo, ya que fuisteis vosotras las que así lo quisisteis!

Volví a mi posición y seguí un rato más, hasta que noté que se encontraba cerca de su orgasmo, entonces, cambié de posición con la hermana, que ya se encontraba recuperada, volviendo a empezar el proceso.

Al poco rato, ya estaba excitada otra vez, gimiendo ante mis caricias y lametazos, entonces le metí el dedo como a su hermana, sintiéndola moverse en busca de su placer. Entonces volví a cambiar.

Así estuve hasta que ya no podía más, las penetraciones anales de los dedos iban en aumento. Cada una soportaba ya tres dedos dentro de su culo y parecía que les estaba gustando, así que, aprovechando que estaba sobre Mary Anne aceleré mis lamidas y chupadas sobre el clítoris y aumenté el movimiento de mi dedo en su interior. Al momento se le desencadenó un monumental orgasmo, que llenó mi cara y mi mano de su flujo.

-¡MMMMMMMMMMMM! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH! –dijo soltando mi polla. Esperé a que se relajara y cambié a su hermana que estaba expectante.

Volví a empezar a calentar a Claudine nuevamente, cosa que necesitaba poco, porque se mantenía caliente solamente de ver la corrida de su hermana y la manipulación de su ano. Repetí el proceso con ella, hasta que la sentí llegar a su potente orgasmo, aprovechando para dejar de contenerme, ya que no podía más, y correrme dentro de su boca, al tiempo que ella se convulsionaba

Después de esto, permanecimos unos minutos recostados sobre la manta, hasta que nos recuperamos totalmente. Ellas se levantaron primero y fueron a la fuente a lavarse, al verlas frotarse el cuerpo con el agua, me acerqué a ellas y les pedí que me lavaran la polla y los huevos, lo que parece que hicieron muy gustosas. Yo aproveché para comprobar la dilatación de sus anos.

-La próxima vez, haréis esto antes de venir, porque quiero estrenar vuestros culitos. Además, os interesará repetirlo durante la semana, para estar mejor preparadas.

-Lo que tu digas.-dijeron a la vez.

Salimos del agua y fuimos a merendar y, con el hambre que da el ejercicio, pronto terminamos con las viandas.

Nos vestimos y regresamos a casa. Por el camino les pregunté:

-¿Os ha gustado?

-¡¡¡Siii, mucho!!! –dijeron.

-¿Y todavía seguís interesadas en mi hermano? ¿No os gustaría seguir conmigo?

-¡¡Imposible!! .dijo Mary Anne- ¡Si hacemos eso, nuestra madre nos mata!

-¡¡Nos advirtió que hiciésemos lo que fuese para que una de nosotras se casara con él!! –dijo Claudine.

-¡¡Eso no deberías haberlo dicho!!-dijo su hermana

-Es igual, -dije yo- ¿Y una vez que mi hermano elija, la otra querrá seguir conmigo?

-Será imposible, mi madre ya tiene pensado quien será el candidato para la otra.

Yo me callé. No supe qué decir. Al fin y al cabo, mi interés por ellas era para follármelas e informar a mi hermano, no tenía pensado ni mucho menos casarme con ellas.

Llegamos a la casa, las ayudé a bajar y me fijé en la madre y ellas, la madre volvió a hacer el gesto interrogante y ambas sonrieron. Estaba claro. Como había insinuado mi hermano, la madre era la que las dirigía y a la que informaban de todo.

Agradezco las críticas constructivas y de apoyo, y no echaré en saco roto las destructivas. Gracias por vuestras valoraciones. Sugerencias en privado a:

amorboso@hotmail.com

Relato erótico: “Emputeciendo a una jovencita (4)” (POR LUCKM)

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Al día siguiente amanecí bastante pronto, con la polla como un palo, mientras me servia un café revise las nuevas cámaras del piso de arriba. Se veía a la niña y a la madre durmiendo placidamente, ambas desnudas en sus camas. Cogi las llaves y subí, entre en su casa y me puse a hacer el desayuno. A los cinco minutos apareció Eva frotándose los ojos, iba completamente desnuda como le había ordenado. Me miro sorprendida pero me ayudo a prepararlo después de un largo y húmedo beso.

Eva – Iba a bajar en breve, tenia ganas de mi desayuno mañanero.

Yo – Jajaja, ya me imagino el hambre que tienes putita.

Empezamos a desayunar y apareció mama, tb iba desnuda, ella no se sorprendió, solo se acerco, me beso y me acaricio la polla suavemente. Fue hacia la cocina…

Yo – Donde vas mama puta?

Ana – Iba a coger una taza.

Yo – No, ponte en el extremo de la mesa, túmbate sobre la mesa con los brazos extendidos, cogiendo los bordes. Voy a encularte.

Ana – No, por favor, eso debe doler mucho.

Yo – Que va, bueno si, pero te acostumbraras, una buena puta tiene que usar todos sus agujeros.

Ana – Pero…

Yo – Pero nada, Eva, coge las bragas de anoche y méteselas en la boca.

Eva se levanto y se acerco al salón, las bragas que llevaba su madre la noche anterior. Volvió y después de darle un besito en la mejilla a su mama se las metió en la boca, costo un poco, eran muy grandes.

Yo – Ves mama, ya tienes desayuno, esas bragas tienen mi semen, los jugos del coño de tu niña y los tuyos de anoche, seguro que las empapaste bien antes de que te las quitara.

La mama gruño un poco pero mantuvo su posición mientras nos veía desayunar a su hija y a mi.

Yo – Y bien cariño? Como se te plantea el día?

Eva – Pues tengo un examen y mi novio va a darle por el culo a mi mama.

Yo – Y eso te gusta?

Eva – Mucho. No se por que pero si, me encanta. Cuando tenga un novio será tan guarro como tu?

Yo – No creo, pero todo es buscar. Dentro de poco te pondré a follar todos los fines de semana, te quiero muy usada.

Eva – Por que?

Yo – Simplemente me gusta la idea, veo esas adolescentes monísima todos los fines de semana, guapísimas. Siempre quise verlas follar como unas putas. Lo que me recuerda, en tu nuevo colegio, hazte amiga de las mas guapas, las usaremos mas adelante.

Eva – Claro, si lo hiciste con mama y conmigo seguro que puedes con alguna de las mojigatas de mis compañeras, y me encantaría verlas con una polla en la boca.

Yo – Ves, a mama tb le encanta, le da igual lo que le diga a su niña con tal de tener su ración de polla. Verdad mama?

Ana asintió con la cabeza, me levante y me acerque a ella, le acaricie el coño.

Yo – Joder, la puta de tu madre tiene el coño chorreando cariño.

Sonó el teléfono, Eva se acerco al aparato.

Eva – Es papa.

Yo – Quien?

Eva – El cornudo.

Yo – Pues cojéeselo.

Acerque mi polla al culo de Ana y empecé a apretar, tenia su agujerito muy cerrado. Me acerque a su oído.

Yo – Procura abrir el culo o te quito la mordaza y el cornudo de tu marido te va a oír aullar puta.

Ella se relajo un poco y mi polla empezó a entrar poco apoco, Eva hablaba con su padre

Eva – Hola papi, que tal? Y eso que llamas tan temprano?

Seguí empujando, mi polla iba ya por la mitad, era un gustazo desvirgar el culo de una mama. Agarre sus tetas mientras seguía clavando mi polla

Eva – No papa, esta en la ducha. Si, estamos muy bien, te echamos de menos, cuando vuelves?.

Eva me miraba mientras enculaba a su madre, ella se acariciaba su coño, me encantaba esa rajita adolescente, sin un pelo, se la veía sus jugos brillar desde donde estaba…

Eva – Esta noche? Que bien!!

Mi polla entro por completo, la madre emitió un jadeo se relajo, empecé a sacarla y meterla despacio para abrir bien su culo.

Eva – Si papa, estudie el examen de hoy.

Seguí empujando cada vez mas rápido, quería correrme, cuando note que la leche subía de mis pelotas la saque y se la clave en el coño de un golpe, mi leche salía disparada, notaba como me vaciaba dentro de su coño. Me acerque a su oído.

Yo – Joder, que puta eres, creo que te preñe con tu marido al teléfono, quieres que te preñe puta?

Ella movió afirmativamente la cabeza. Le di la vuelta, la tumbe abierta de piernas sobre la mesa, hice un gesto a Eva para que le pasara el teléfono, cuando Ana se vio con el aparato cerca se saco las bragas de la boca y empezó a hablar con su marido.

Ana – Hola cariño!, que tal el trabajo?

Ana – Si, nosotras también te añoramos.

Me acerque a Eva y le dije que acariciara a su madre, de arriba abajo.

Empezó tocándole las piernas, yo negué con la cabeza, me acerque y agarrre las tetas de Ana bien fuerte, las solté, Eva me imito, agarre su coño metiéndole un dedo dentro, Eva iba pillando la idea y ya no se cortaba.

Ana – Si cariño, rezamos todas las noches.

Se iba poniendo nerviosa con la sobada, Eva no tenia compasión, parecía fascinada con el coño de su madre, tras meterle un par de dedos se los llevo a la boca y los chupo. Ana la miraba con los ojos abiertos como platos.

Metí un par de dedos en el coño de Eva y se los acerque a su madre.

Ana – Si cariño, no para de estudiar.

Se los metí en la boca, ella intento girar la boca pero le di un pequeño bofetón y la abrió. Los chupo unos segundos y siguió hablando. Mi polla estaba dura otra vez, le dije a Eva que se tumbara sobre su madre, cuerpo con cuerpo, sus tetas se tocaban.

Ana – Cielo, tengo que dejarte para ayudar a Eva antes de ir al cole.

Metí mi polla en el coño de Eva, hasta el fondo, vi como su espalda se ponía tensa y aguantaba un gemido.

Ana – Si, yo también te quiero, besos.

Ana – Joder, que cabrón eres!!

Yo – calla puta y abraza a tu hija, quiero que sientas su cuerpo mientras me la follo.

Seguí hundiendo mi polla en su joven coñito, ella ya no paraba de gemir. Ana la abrazaba, muy fuerte, le gustaba sentir las tetas de su niña frotándose con las suyas, bajo una mano hacia su coño y empezó a masturbarse.

Yo – Eva, abre la boca, quiero que babees como una perra, vamos, babéale la cara a tu mami.

Ana se masturbaba cada vez mas fuerte, Eva gemía una y otra vez…

Eva – Te gusta mi novio mama? Es una maravilla verdad?

Ana – Si cielo, ojalá yo hubiera tenido uno así.

Eva – Por favor, correte en mi boca, necesito mi leche calentita por las mañana.

Saque la polla del coño de Eva y me senté en un sofá, tanto empujar me tenia molido.

Yo – Bien, putas, venir aquí. Ana, cojéeme los huevos con una mano y la polla con la otra, mastúrbame para alimentar a tu niña, tu Eva, pon la boca en mi capullo, tu mama me va a ordeñar los huevos para ti.

Ana puso todo su esmero, Eva succionaba fuerte mi capullo, se la veía hambrienta. Al final no pude aguantar, Eva trago, todo, y estuvo un par de minuto mas succionando para terminar de dejarla bien limpia.

Bien putitas, una a clase y la otra a trabajar. Ana, pasa por casa al volver, esta noche recibirás a tu marido con el culo bien abierto y lleno de leche.

Ana – Si amo.

Yo – Y tu putita, invita a tus amigas a subir después de clase, les daré un vistazo por cam y ya te diré cuales me gustan.

Eva – Me encantaría estar en misa y ver a varias de mis compañeras sabiendo que sus coños están chorreando tu semen.

Yo – Lo veras putita, y con sus papas al lado, como tu.

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Bueno, espero que os gustara, por favor votar, es la manera de saber si voy bien o no… Sigo encantado de que me mandéis mail o me agreguéis.

Por alguna razón me agregan bastantes mujeres de sudamerica que españolas de pura cepa, no os gusta?, me gustaría saber que les falta para que os gusten tanto como a ellas.

Esto lo puse hace un par de semanas y me agregaron varias madrileñas, parece que si que gusta por aquí solo es son mas tímidas, encantado de descubrir a mis lectoras madrileñas.

skype luckmmm1000

luckm @hotmail.es

Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 2” (POR GOLFO)

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La situación aun siendo difícil no era dramática. El islote tenía comida suficiente para nosotros tres por lo que por ese lado no teníamos que preocuparnos. Además de pescado, teníamos fruta e incluso carne, ya que, los cerdos asilvestrados se habían adueñado de la isla y además de los que teníamos en la cerca, durante nuestras exploraciones, habíamos visto muchos más. El verdadero problema era el aburrimiento. Habiendo adecentado la choza que encontramos y establecido turnos para las labores diarias, nos sobraba la mitad del día por lo que ya desde el tercer día, empezamos a sufrir hastío.

Tercer día:
Después de una noche de pasión en la que María y yo nos dedicamos a complacer a nuestra amante, nos levantamos tarde porque en realidad no teníamos nada que hacer a excepción de sacrificar a uno de los animales. Reconozco que a ninguno de los tres, nos apetecía matar a uno de esos bichos pero asumiendo que teníamos que hacerlo, discutimos sobre cuál debía de ser el primero. Realmente la discusión era entre matar a la madre o a alguno de sus lechones. Yo realmente era partidario de la madre porque además de ser más grande y por lo tanto tenía más carne, comía el doble que su parentela  pero, cuando yo estaba resuelto a cargármela, llegó Rocío y con ese sentido práctico que ya había mostrado con anterioridad, me dijo:
-No seas bruto. Aunque sus crías ya comen fruta, siguen mamando. Mejor la dejamos hasta que verifiquemos que los cerditos han dejado de tomar leche-
Cómo tenía razón y si la matábamos corríamos el riesgo de que el resto enfermara, coincidimos en que fuera un cochinillo el sacrificado. Ya decidido también comprendí que debía de ser yo quien lo hiciera pero aun así me sentía culpable y como quería que ambas compartieran mi pecado, les pedí que fueran las dos quien eligiesen a mi víctima. Las muchachas se quedaron horrorizadas y se negaron a ser ellas quienes condenasen a la cría.
-De acuerdo, yo elijo cual pero vosotras lo matáis- respondí a su negativa.
Si ya era duro seleccionar a uno, peor era el hacer de matarife y por eso no tardaron en decirme cual era el elegido. Como no era un plato de mi gusto, directamente separé al pobre animal y llevándolo lejos de su madre, le di un tajo en el cuello, tal y como, había visto en diferentes reportajes de la tele. Lo que no preví fue que el chorro de sangre me salpicase en el rostro. Asqueado, colgué al lechón de las patas en un rama y corriendo me lancé al agua con sus chillidos retumbando en mis oídos. El cachorro tardó más de un minuto en morir, minuto que se me hizo eterno, tras lo cual, lo destripé y lo ensarté, metiéndole una varilla por el espinazo. Una vez empalado, lo dejé asándose a fuego lento sobre las brasas.
El olor que desprendió mientras se cocinaba, venció todos los reparos de las dos muchachas y acercándose a la lumbre, fueron ellas quienes le dieron la vuelta cada cierto tiempo.  Al cabo de una hora, María me avisó que la comida estaba lista y sentándonos sobre la arena nos pusimos a comer.
 
 
-¿Qué os apetece hacer esta tarde?- pregunté intentando romper el silencio que se había instalado entre los tres.
Lo reducido del islote no nos ofrecía mucha variedad más allá de nadar y recorrer su selva por lo que no obtuve ninguna respuesta. Vi enseguida que me enfrentaba a un problema: Si no conseguía interesarlas en algo, nuestra vida de anacoretas se convertiría en un infierno. Una vez acabé de comer, hice un agujero donde enterré los restos  y acercándome a ellas, dije:
-Como no me habéis respondido, he decidido salir a cazar una pieza muy especial. Tenéis media hora para escapar y esconderos. La primera que encuentre será la esclava de los otros dos, durante dos días. Os aconsejo que busquéis un buen escondite porque a la que localice, esta noche dormirá atada entre los cerdos-
Mi propuesta cayó como un jarro de agua fría y enfrentándose a mí, se negaron a acatar mis deseos.
-Os quedan veintinueve minutos- respondí cogiendo una rama y a modo de látigo, di un chasquido al aire: -Tengo pensado desahogarme con ella-
Viendo que iba en serio, salieron corriendo despavoridas. Muerto de risa las vi internarse juntas en la selva por lo que dándoles un grito, les avisé que si pillaba a las dos, el castigo sería por cuatro días. Haciendo tiempo, limpié la porqueriza y lanzando fruta dentro, di de comer a esa madre y a sus retoños. Al acabar, recogí una cuerda y el cuchillo y con la tranquilidad que me daba el saber que no podrían escapar, decidí sorprenderlas por la retaguardia.
“No se esperaran que en vez de seguirlas, vaya en dirección contraria” pensé saboreando de antemano mi captura.
La única duda era cual iba a caer en mis garras. Realmente creí desde un principio que la desafortunada iba a ser mi prima porque su amiga había demostrado que sabía enfrentarse a las adversidades. Había dado media vuelta al islote cuando sin hacer ruido me introduje entre los árboles. Suponía que al ser el punto más alejado de nuestro campamento, por lo menos una de las dos lo habría elegido como escondrijo. No tardé en descubrir a Rocío parapetada tras un árbol.  Al tener que correr entre la vegetación, se había destrozado las medias, dándole un aspecto indefenso que nada tenía que ver con el carácter fuerte de esa mujer. Parecía asustada mientras escudriñaba atentamente hacía donde yo pensaba que ella creía que iba a aparecer.
Estaba a punto de ir a por ella cuando de repente, observé algo en su actitud que me dejó extrañado. Sin dejar de mirar hacia adelante, la morena se acomodó en la tierra y dejando caer su mano por el cuerpo, empezó a acariciarse.
“¿Qué hace?” pregunté mentalmente sin entender que era lo que provocaba su excitación.
Aunque sabía que esa muchacha era insaciable, no me esperaba que le estimulara ser capturada. Mientras me decidía, Rocío había separado los pliegues de su sexo y cogiendo entre sus dedos el botón de placer, se estaba masturbando. Convencido de que debía explorar esa faceta recién descubierta de mi amante, la dejé proseguir con sus caricias hasta que sus gemidos, me hicieron saber de la cercanía de su orgasmo, entonces y solo entonces, revelé mi posición diciendo:
-Voy a por ti, ¡Zorrita!-
 
 
Al oírme salió corriendo despavorida. Su huida lejos de molestarme, me agradó porque así haría más larga su captura. Incrementé el morbo que sentía al ser perseguida, gritando lo que le haría en caso de apresarla. Manteniendo la distancia, la vi caerse varias veces en su carrera. Aunque gritaba mientras trataba de escapar por la playa, sé que no estaba aterrada sino excitada y sus chillidos eran una forma de liberar la tensión que se acumulaba en su entrepierna. Paso a paso le iba ganando terreno. Rocío, al darse cuenta, incrementó su velocidad sin percatarse de que cuanto más acelerase más rápido se cansaría.
-¡Traigo una cuerda con la que atarte!- grité – ¡Vas a estar preciosa indefensa!-
Desde veinte metros de distancia, oí su gemido al escuchar mi amenaza. Poco a poco el cansancio fue haciendo mella en ella hasta que totalmente agotada se dejó caer sobre la arena. Prolongué su excitación, acercándome despacio. En sus ojos descubrí deseo al llegar a su lado. Sin dirigirme a ella, le di violentamente la vuelta y cogiendo la cuerda, le até las muñecas. Trató de evitarlo dando patadas. Su resistencia me movió a ser perverso y tras inmovilizarle los tobillos, la llevé hasta la orilla.
-¿Qué vas a hacer?- preguntó aterrada al ver a donde me dirigía.
No la contesté y lanzándola al agua, vi sus esfuerzos por no ahogarse. Poniéndome a su lado, cada medio minuto la sacaba para que respirase, tras lo cual la volvía a soltar, sin importarme que se hundiera hasta el fondo. Así la tuve un buen rato, hasta que comprendí que estaba agotada, tras lo cual, la llevé a la arena y tumbándola, le susurré al oído:
-Todavía ni María ni tu os habéis dado cuenta que sois mías. Dime que me costaría, dejarte que te ahogaras-
Llorando a moco tendido, me rogó que la liberara, jurando que me obedecería. Lo que en un principio empezó siendo un juego, se convirtió en realidad al sentir el erotismo que ser su dueño me provocó. Os juro que hasta entonces mi intención era incrementar su excitación haciéndola sentirse desvalida pero al experimentar su sumisión, me cautivó y decidí hacer uso de mi sierva. Sin dignarme a responderla, la puse a cuatro patas y separándole las nalgas, rocé con mis yemas su ojete mientras le avisaba:
-Te va a doler pero no quiero oír ni una queja- y antes de que pudiera contestarme, metí uno de mis dedos en su interior.
Mi brusca caricia le debió hacer daño pero no hizo ningún ruido sino se quedó quieta esperando que la tomara. Su total entrega me determinó a continuar y poniéndome en su espalda, cogí mi miembro y lo acerqué hasta su entrada trasera. Cogiendo impulso lo metí hasta el fondo en plan salvaje. Esta vez no pudo evitar que de su garganta saliera un alarido al ver forzado de esa forma su esfínter.
-Perdón, no quise quejarme- asustada y con lágrimas en los ojos, se disculpó.
Entusiasmado por su claudicación, me puse a cabalgar su culo obviando sus chillidos. La estrechez inicial se fue relajando y al poco de empezar a moverme, mi pene campaba libremente por sus intestinos mientras mi montura no paraba de gritar. Gritos de dolor que fueron dejando hueco a gemidos de placer al verse apabullada por el cúmulo de sensaciones. Luego me confesó que la bestialidad del modo en que violé su trasero, le hizo descubrir una clase de sexualidad nueva y por eso cuando lo consiguió asimilar, se vio desbordada. No tardé en detectar su entusiasmo por ser usada ya que pegando un berrido, me imploró que continuara. Como os podéis imaginar, no hizo falta que me lo repitiera dos veces y cogiéndome de sus hombros, incrementé aún más la profundidad de mis penetraciones.
-¡Dios!- gimió descompuesta por el gozo que estaba asolando su anatomía aunque interiormente seguía temiendo que su culo se rompiera por mi violencia.
Ya fuera de mí, azucé sus movimientos con un azote. Al sentir el escozor en sus nalgas, como si hubiera abierto un grifo, de su sexo brotó un arroyo de lujuria que empapó sus muslos.
-¿Te gusta? ¡Verdad puta!- increpé sin dejar de machacar su ojete con mi polla.
-¡Sí!- chilló a voz en grito, anunciando su rendición.
La sensación de poseer por completo el cuerpo y alma de esa mujer, elevó mi calentura hasta extremos impensables y acelerando mis movimientos, galopé hacia el orgasmo. Mi víctima se me adelantó y retorciéndose entre mis piernas, se corrió pegando unos berridos aún más intensos que los del lechón cuando lo sacrifiqué esa mañana. Incapaz de soportar más tiempo mi eyaculación, exploté llenando su culo de blanca simiente y dejándome caer sobre la arena quedé tumbado sobre ella.
Aunque no lo sabía, María estaba siendo testigo de la violación de su amiga y lejos de escandalizarse o huir, se quedó mirándonos mientras sus manos se hundían en su entrepierna.  Al ver que había terminado con su amiga, mi prima se dejó ver y acercándose a mí, alargó sus muñecas diciendo:
-Yo también juro obedecerte-
Sorprendido por su presencia, me la quedé viendo y le pregunté cuanto tiempo llevaba observándonos.
-Desde el principio- respondió bajando la cabeza avergonzada por lo que me iba a decir: -Si me permites, te ayudaré a llevar a esta zorra a casa y allí, quiero que también me enseñes a ser tuya-.
Soltando una carcajada, até sus manos y liberando los tobillos de Rocío, llevé mis dos capturas de retorno a nuestra casa. Durante el camino, me sentía como un general romano retornando a su patria con sus enemigos convertidos en esclavos pero en este caso no eran adversarios sino mi adorada prima y su amiga las esclavas que llevaba atadas y pensaba aprovecharme de ello.
Lo primero que hice fue desgarrar sus bikinis y echarlos a la hoguera. Al ver sus caras de extrañeza, le aclaré su situación diciendo:
-Me gusta veros desnudas y así, si me apetece tomaros, no tengo que andar quitándoos nada-
Curiosamente, María en vez de quejarse sonrió y poniendo cara de putón desorejado, preguntó mirándome entre las piernas:
-Primo, ¿Y si es a alguna de nosotras a quien le apetece? ¿Cómo le hacemos?-
Sabiendo sus intenciones de antemano, contesté:
 
 

-No tienes más que pedirlo y ya veré si me digno a complacerte-

Mi prima no se lo pensó y con tono sumiso, respondió:
-Esta guarra esta cachonda, podría mi idolatrado dueño ayudarme-
-Sí, puedo – contesté descojonado de risa porque la rubia anticipando mi respuesta se había arrodillado a mis pies y estaba bajándome el bañador.
Ni siquiera esperó a que estuviera erecto, nada más liberarlo, llevó su boca a mi ingle y con suaves besos, buscó reactivar mi hombría. Una vez había llevado mi extensión a su tamaño máximo, abrió la boca y sacando la lengua, lo empezó a chupar mientras se comenzaba a masturba ella misma. Fue entonces cuando me percaté del cambio que había dado mi prima. Solo necesitó tres días en la isla para que desapareciera la niña tonta y presumida, dejando emerger su verdadera naturaleza, una mujer hambrienta y deseosa de complacerme.
Con una maestría aprendida, se introdujo mi verga en la boca lentamente. Su parsimonia me permitió disfrutar del tacto suave de sus labios recorriendo cada centímetro de mi miembro. Su garganta se abrió para recibirme y tras tener todo el en su interior, besó su base e iniciando un mete saca impresionante, buscó mi placer. Acelerando el vaivén de su cabeza, mi rubia primita se comió mi sexo con ansia mientras a pocos palmos de su boca, sus dedos estaban torturando sin disimulo su clítoris.
-Sigue putita mía- le pedí y presionando su nuca, forcé su mamada.
Mi insulto exacerbó sus ánimos y completamente necesitada de mi aceptación, aceleró sus maniobras. Sobre excitado como estaba no tardé en correrme y entonces, hizo algo que me dejó alucinado: recogiendo mi semen sin tragarlo, buscó a su amiga y separándole los labios, vertió en su boca parte de lo recolectado y la besó. La escena me dio nuevos pábulos pero me contuve y me quedé mirando el modo en que mi prima se aprovechaba de que Rocío seguía atada de pies y manos. Con sus ojos fijos en los míos, me pidió permiso y viendo que se lo daba, separó cruelmente las rodillas de la muchacha mientras le decía:
-¿Qué prefieres? ¿Qué te folle el coño o que repita con tu culo?-
-¡El coño por favor!- exclamó en absoluto asustada.
-¡Tú lo has querido!- con una perversa sonrisa iluminando su cara, le respondió.
Tras lo cual, usando sus dos manos, empezó a recorrer los pliegues de su ingle. Sus caricias rudas desde el principio, no le bastaron con torturas el clítoris hinchado de la mujer sino que introduciendo un par de dedos en el interior de la vulva que tenía a su disposición, le preguntó:
-¿Crees que te cabrá toda mi mano?
Al comprender lo que se le avecinaba, se retorció espantada. María soltó una carcajada al verla casi llorando y sin mediar palabra le metió el tercer dedo. Afortunadamente para Rocío, su amiga se abstuvo de seguir forzando su sexo durante un rato, esperando quizás que se relajara pero usó ese tiempo para sin recato alguno, pellizcarle con dureza los pechos.
-Me duele, ¡Puta!- protestó con lágrimas en los ojos al no soportar el castigo que su amiga le estaba obsequiando.
-¡Te jodes! A mí no me pediste opinión cuando me forzaste el otro día a tener sexo contigo. Te aprovechaste cuando fui a la choza de que tenía miedo y frio-
Con una expresión colérica en su rostro, aprovechó la confusión de su víctima para meterle el cuarto. La morena recordó con terror que hacía tres días, sin darle opción, habíamos cuasi violado a la que era ahora su torturadora. Olvidándonos que además de no ser lesbiana era mi prima, la obligamos a yacer con nosotros o a morirse de hambre.
-Veo por tu cara que sabes de que hablo- le soltó María mientras intentaba inútilmente, introducir el último dedo.
Gritando de dolor, la morena intentó convencer a su amiga que la perdonara pero esta le soltó un bofetón como respuesta y completamente fuera de sí, forzó el adolorido coño de Roció y consiguió meter todos sus dedos.
-¡Ves como si te cabían!- espetó riéndose de ella.
-Por favor- gritó la muchacha a sentir que poco a poco su amiga iba incrementando la fuerza con la que intentaba introducir el resto de la mano.
-¿No me digas que te duele?- le gritó satisfecha.
Viendo que no podía hacerla cambiar de opinión, Rocío se intentó relajar pero entonces María consiguió su objetivo y un dolor insoportable la dejó totalmente paralizada. Sin darle tregua cerró  el puño en el interior de su vagina y moviendo el brazo hacia adelante y hacia atrás empezó a follársela.
-¡Para!- chilló angustiada.
Para aquel entonces, mi verga  necesitaba descargar y por eso colocándome detrás de María, le susurré al oído.
-Tú sigue-
Mi beneplácito a su venganza le dio alas y mientras yo le clavaba mi estoque en su vagina, ella hacía lo propio con su puño en la de Rocío. Su coño me recibió empapado y agradecido y por eso solo necesité un par de embistes para empezar a oír sus gemidos. El sonido de su placer acalló los chillidos de su cautiva y siguiendo el ritmo con el que la tomaba, mi prima siguió violando a su amiga. La suma de sensaciones así como el ver cómo me tiraba a María, fue trastocando el duelo en gozo y casi sin percatarse de ello, hizo que Roció empezara a apreciar el duro trato.
La primera en darse cuenta fue mi pariente al sentir que la humedad rebosaba el coño que estaba maltratando y apretando un pezón con la mano libre, se rio de ella diciéndome:
-Nuestra putita está a punto de correrse-
Lo que no me dijo la zorra de mi prima es que ella también estaba al borde del orgasmo. Su chocho chorreando fue mucho más sincero y por eso, cogí sus pechos entre mis dedos y del mismo modo que ella se los estaba torturando a la morena, yo los pellizqué mientras aceleraba mis incursiones en su coño.
-¡Me corro! – escuché que decían al unísono mi dos mujeres.
 
 
 Aunque suene imposible, ambas a la vez habían alcanzado el clímax. María saco su mano del coño de Rocío y agotada se dejó caer al suelo. La nueva postura oprimió el pene que tenía dentro de su vagina y encantado con  ello, me lancé en busca de mi propia liberación. La morena, ya libre, me azuzó a empalar a su torturada sin parar de forma que en pocos segundos, descargué mi esperma en el coño de mi prima. Estaba aún en los estertores de mi eyaculación cuando vi a Roció morder los labios de Maria y tras ese cruel beso, decirle:
-¡Me vengaré!-
No me cupo duda de que de no estar atada lo hubiera hecho en ese instante. Como quería descansar, decidí atar también a mi prima y juntando a ambas a un lado de la hoguera, me fui a la cama.
Esa noche pude dormir solo sin que nadie me molestara.
El cuarto día en esa isla.
Me despertó la risa de mi prima y los gritos de su amiga. Pensando que María estaba nuevamente torturando a mi otra amante, decidí salir a ver qué ocurría. La escena que vi me hizo caer de rodillas y soltar una carcajada. .El puto mono había vuelto y aprovechando que las dos mujeres estaban atadas, se había abalanzado sobre Rocío y estaba mamando de sus pechos. La cara de asco de la muchacha chocaba con la satisfacción del primate mientras trataba de obtener el fruto de esos senos hinchados. Creyendo que al igual que las hembras de su especie, si las tetas de la morena estaban abultadas era señal de que tenían leche, el jodido animal quería robar ese néctar que suponía que el azar había puesto a su disposición.
-¡Quítamelo!- gritó la morena al verme salir.
Sin darse cuenta, había dicho las mismas palabras que su amiga ante el ataque del simio. Descojonado por la situación, espanté al intruso y desatando a las dos, me reí de la morena:
-La culpa es tuya. El pobrecillo solo ha seguido a su instinto. Yo personalmente lo comprendo: ¡Tienes unos pechos que son una tentación!- le solté acariciándolos.
Indignada por mi tomadura de pelo, se levantó y dándose la vuelta se zambulló en el mar a tratar de limpiarse las babas de sus pezones:
-¡Qué asco!- escuché que decía mientras se lavaba- ¡Como le coja, lo mato!-
El calor del día anterior, nos había dejado sudado por lo que acercándome a la playa, decidimos tanto María como yo unirnos a ella:
-Vamos a tener que poner nombre a mi competidor- exclamé mientras salpicaba a mi prima: -Ese bicho tiene predilección por mis hembras-
Muerta de risa, María contestó:
-Deberíamos llamarlo “Pollatiesa”, ¡Siempre está cachondo!-
 
 
-Si es por eso, deberíamos ponerle Mario- contesté cogiéndola de las caderas y presionando mi pene contra su culo.
Mi querida pariente restregó su trasero  encantada de sentir cómo mi miembro se iba despertando y cuando lo tuvo inhiesto, se dio la vuelta y pasando sus piernas por mis caderas, se ensartó pegando un gemido de satisfacción, tras lo cual y dirigiéndose a la morena, le gritó:
-Mientras mi primo me folla, puedes llamar a Mario para que te consuele-
La aludida ni se dignó a responderla y hecha una furia, volvió a la choza. Reconozco que debía de haber ido a consolarla pero en ese momento era más prioritario para mí, el terminar de tirarme a la rubia. Jamás había follado dentro del agua y por eso me sorprendió la facilidad con la que aun estando de pie aguanté su peso mientras la penetraba. También para la zorra de mi prima debía ser novedad porque comportándose como una loca, metía y sacaba mi pene de su interior con una ferocidad brutal:
-¡Me encanta!- gritó entusiasmada.
Su entrega me llevó a meditar sobre cómo había cambiado su actitud en esos cuatro días y agarrando sus nalgas con mis manos, pregunté:
-¿Te has dado cuenta de lo que te perdiste durante tanto tiempo?-
-Sí, ¡Cabrón!- chilló- de haberlo sabido, me hubiese acostado contigo desde hace años-
Satisfecho por su respuesta, seguí machacando su sexo con violencia hasta que la oí gritar de placer y entonces cortando su pasión me separé de ella.
-¡Vamos a la orilla!- ordené y llamando a su amiga, me dirigí hacia la playa.
Mi pene inhiesto marcaba el camino. Al llegar a la arena, me tumbé al sol y viendo que ya tenía a las dos muchachas a mi lado, cerré los ojos y les dije:
-Quiero que aprendáis a compartir-
Ninguna de las dos entendió mis palabras y por eso tuve que aclarárselo diciendo:
-Empezad a comer-
Mi gesto señalando el miembro erecto que tenía entre las piernas, les terminó de sacar de dudas y agachándose ante mí, las dos comenzaron a darme una mamada a dúo. No supe de quien era la boca que me chupaba la polla ni cuál era la que se había metido mis huevos en su interior y además me daba igual, lo único que deseaba era demostrarles quien mandaba. Alternándose en las caricias, María y Rocío consiguieron elevar mi excitación a niveles increíbles y profundizando en mi dominio, les exigí me dejaran y que se tocaran entre ellas. Debido a que mi prima estaba previamente excitada, la morena se encontró con un coño encharcado que tras un par de toqueteos, empezó a berrear de gozo pero en cambio María tuvo que emplearse a fondo por que Rocío seguía cabreada. Disfrutando de mi poder, les fui ordenando diversos cambios de posturas mientras las miraba decidiendo en cual de esos dos chochos iba a vaciar mi simiente.
 
 

Completamente embadurnadas de arena, mis dos hembras fueron variando sus funciones y unas veces era la rubia la que se comía el sexo de la morena y otras, era la morena la que hacía lo propio con el de la rubia. De tal manera que fui testigo de sus orgasmos y cuando ya estaban ambas lo suficientemente estimuladas, pregunté:

-¿Quién quiere disfrutar de mi pene?-
Las dos al unísono respondieron que ellas y soltando una carcajada, les solté mientras me dirigía hacia la choza:
-Solo puede ser una. Decididlo entre vosotras y cuando lo hayáis zanjado, espero a la afortunada en la cama-
Descojonado las escuché discutir y tal como había previsto, se enzarzaron en una pelea que si bien empezó a gritos terminó a golpes. Cada una deseaba para sí el privilegio de ser tomada por mí ya que interiormente suponían que sería la favorita durante nuestra estancia en ese puñetero islote. Durante varios minutos oí la pelotera y después silencio. Creyendo que había ganado una, esperé con impaciencia descubrir cual había resultado ganadora pero curiosamente las vi llegar a las dos arañadas y con un ojo morado.
-¿Qué ha pasado?- pregunté muerto de risa.
Mi prima tomó la palabra:
-Hemos decidido que no sea una sino las dos las que estén contigo. Vamos a pasar mucho tiempo juntos y creemos que como  has dicho, debemos aprender a compartir-
Me resultó extraño que hubiesen llegado tan pronto a esa decisión y como era exactamente lo que buscaba, las llamé a mi lado. Pegando un grito de alegría se acercaron hasta el camastro y sin esperar a que les diera permiso, se abalanzaron sobre mí. La primera en hacerse con mi pene fue Rocío que poniéndose a horcajadas sobre mis piernas se lo fue introduciendo en su interior mientras su amiga ponía su sexo en mi boca. La tentación de tener ese chocho a escasos centímetros me obligó a recorrer con mi lengua los pliegues de su vulva antes de concentrarme en su botón.
-¡Dios! ¡Qué gusto!- bramó María al sentir mis dientes mordisqueando su botón.
 
 

La humedad de su entrepierna me reveló hasta qué grado mi querida prima estaba cachonda y por eso metiendo un par de dedos, decidí forzar su calentura. Al experimentar mis yemas recorriendo su interior, la muchacha pegó un gemido y al oírlo su amiga, le cerró la boca con un beso mientras cogía sus pechos entre sus manos. Poseída por las sensaciones que se acumulaban en su entrepierna, no pudo evitar correrse en mi boca.

-Yo también quiero- señaló su amiga y cambiando de posición, puso su vulva en mi cara mientras mi prima se ensartaba con mi polla.
Amo absoluto de la situación, mi sexo fue alternando de un coño a otro mientras sus dueñas se besaban y acariciaban con pasión. Desgraciadamente mi sobre excitación hizo que me corriera en seguida pero entonces, observé que las dos crías completamente insatisfechas se lanzaron de lleno al placer lésbico mientras me recuperaba. Sus lenguas, sus pechos y sus coños fueron instrumentos que les fueron acercando al placer sin control. Ni siquiera me dieron ocasión de ayudarlas y al cabo de pocos minutos, las vi convulsionar víctimas de un gigantesco orgasmo mutuo.
Agotadas, se dejaron caer sobre el catre sin percatarse que ese placer solidariamente regalado les había unido más que los años de amistad en el exterior de la isla. Las dejé descansar y solo cuando comprendí que se habían recuperado, les recordé que teníamos cosas que hacer y les pedí que se levantaran. Entonces María, luciendo una sonrisa de oreja a oreja, me soltó:
-Primo, ¿No recuerdas que todavía hoy Rocío es nuestra esclava?. ¡Vuelve a la cama! Le toca a esta zorra servirnos-
Muerto de risa, observé que la aludida se levantaba y ya en la puerta de la choza se dio la vuelta y le respondió:
-Tienes razón, hoy soy yo vuestra criada pero recuerda que mañana y pasado mañana, serás tú. ¡Te aviso que pienso ser una ama exigente!-
 

Relato erótico: “En una isla 2” (PUBLICADO POR VALEROSO32)

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B
ien lectores espero que el primer relato les haya gustado sigo con su continuación como dije anteriormente encontramos varios vestidos de pieles. nos asustamos pensamos que eran salvajes, pero luego vimos que eran mujeres. nos escondimos, pero vieron varios enseres que usábamos para comer y otras cosas y dijeron:

– buscar intrusos.
No sirvió de nada al final nos capturaron y nos llevaron a su reina Hipólita que nos interrogó:
-que hacéis aquí, como habéis venido aquí.
yo le explique que nuestro barco había naufragado y que cogimos un bote y nos había traído hasta aquí la corriente.
– que año estamos- pregunte pues hace varios meses que seguíamos en la isla sin tener noticias de un barco ni nada de nada.
Ella:
– que es año mes tiempo, aquí el tiempo no existir. nosotros somos amazonas, mujeres guerreras. tener suerte de caer en nuestras manos, ser peor si caer en el pozo de las sirenas o en el bosque de las hadas.
yo me quede alucinado:
– pero eso no existe.
-aquí existir todo.
sonó un cuerno y ella dijo:
– a cubierto al refugio.
– que pasa- dijo yo y las mujeres.
-dinosaurios- dijeron.
– pero si eso se extinguió hace miles de años.
– ellos vivir aquí. existir.
nos refugiamos en una cueva cuando vimos pasar un terrible dinosaurio me di cuenta de que haya nos caído en una isla que el tiempo se había detenido y había toda clase de criaturas fantásticas y animales prehistóricos de hace millones de años por gracia del destino que se había burlado de nosotros.
después del peligro enseñe a Hipólita los mapas que llevaba haber donde estábamos situados y dijo que esa isla no se encontraba en ningún mapa por eso no pasaba ningún barco esa isla estaba oculta por la bruma y nadie sabía su existencia. nadie nos rescataría nunca.
í a las mujeres le dieron ropa de guerreras arcos y flechas a mí por ser hombre me dijo que sería su procreador Nola entendí:
– tu ser hombre- dijo Hipólita- tu copular con nosotras y dar buenas guerreras. nosotras solo copular cuando encontrar pirata que luego morir. tu nos darás guerreras fuertes y valerosas.
las compañeras mías se rieron:
– no querías mujeres pues toma mujeres. te hartaras de ellas jajaja.
no me lo podía creer me querían usar como consolador humano para darle hijas y guerreras el lector se preguntará como entendía su lengua a lo primero me costó, pero después era una lengua como los indios frases cortas así que Hipólita me dijo:
– yo esta noche copular conmigo yo querer guerreras fuertes.
así que esa noche me llevaron su estancia y se desnudó y se subió encima de mí y me dijo:
– tu copular conmigo si no tu copular matar.
yo dije:
espera esto se hace con delicadeza. déjame enseñarte- ya que era muy guapa, pero o muy basta.
se limitaba solo a introducirse el miembro y ya está así la bese y la toque y la hice caricias y la enseñe todo del sexo. ella dijo:
– gustar eso que tu hacer enseñar más.
la besé en las tetase la comí el chocho ella gozaba mucho y le gustaba mucho.
– más querer más gozar yo querer saber todo tu enseñar.
el dije que me chupara la poya y como se llamaban los términos en el sexo ella a lo primero con torpeza me hizo daño la dije:
-chupas no muerdas con los dientes.
parece que entendió y me chupo la poya y empezó a gustarle y al final no paraba hasta que me corrí ella se tragó mi esperma y dijo rico:
– querer más espera hay que esperar esto no es como las flechas que se recargan tienes que darle tiempo a que se recupere la poya.
así pasaron los días y folle con varias amazonas las enseñe todo del sexo se volvían locas las enseñe a follar entre ellas y mis compañeras enseguida se hicieron como ellas ya que sabían que era imposible volver a la civilización hacíamos orgias todas las noches.
menudas zorras se habían vuelto querían poya y sexo todos los días mis compañeras estaban encantadas, pero yo si seguía así moriría pues me estaban dejando seco.
– ahora comprendo lo que le paso al pirata ese que me dijeron ellas esa noche.
estábamos follando yo con Hipólita mientras otra amazona la comía el chocho y mis compañeras follaban entre ellas y todas las demás follaban desnudas unas con otras me acuerdo de que a una la di por el culo y otra me comió el culo se volvía loca.
– tu seguir follando yo querer estar embarazada como las demás.
aclaro al lector que había dejado ya ha varias embarazadas ya que todas querían guerreras fuertes todas estaban deseando tener hijas fuertes y guerreras la comí a otra el chocho mientras mis compañeras no se quedaban atrás pues se metieron un consolador de madera que tenían guardado cuando no tenían hombre y estaban excitadas y follaban unas con otras en una orgia lesbiana.
ya que el único hombre era yo pasaron meses ya no podía más necesitaba escapar de allí sino moriría de tanto follar me estaban dejando seco con tanto sexo así que esa noche después de follar todas se quedaron dormidas y yo con las poca fuerzas que me quedaba me arrastre fura del poblado y me escondí y comenzó a caminar en otra dirección ellas por supuesto a la mañana siguiente vi varios caballos buscándome y mis compañeras ya se habían echo igual que ellas las deje y seguí mi camino descanse todo lo que pude y comí bien y llegue a una especie de lago el agua era limpia y cristalina con una cascada que llegaba al mar me estaba dando un baño cuando apareció una mujer impresionante desnuda riéndose y a su lado varias mujeres y me vieron yo quise salir del agua pero ellas se tiraron al lago y vi sus cuerpo convertirse en colas eran mitad peces y mitad mujeres eran sirenas y me arrastraron hacia abajo a bastante profundidad y era extraño pero no me ahogaba con ella no me ahogaba me besaban y me daban aire y me llevaron a un palacio bajo el agua donde pude salir al final de la superficie y me dijeron bienvenido a la Atlántida continuara.

“Mi nueva criada negra” LIBRO PARA DESCARGAR (por Golfo)

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Sinopsis:

Una amiga viendo que era un desastre, me contrata una criada para que al menos organice la pocilga que es mi casa. Sin saber que la presencia de Meaza, cambiaría para siempre mi vida al descubrir junto a ella una nueva clase de erotismo.

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

http://www.amazon.es/gp/product/B012Y10VTC

Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:

Capítulo uno.

-Necesitas alguien fijo en tu casa- dijo Maria viendo el desastre de suciedad y polvo que cubría hasta el último rincón de mi apartamento.-Es una vergüenza como vives, deberías contratar a una chacha que te limpie toda esta porquería.
Traté de defenderme diciéndola que debido a mi trabajo no lo uso nada más que para dormir pero fue en vano. Insistió diciendo que si no me daba vergüenza traer a una tía a esta pocilga, y que además me lo podía permitir. Busqué escaparme explicándole que no tenía tiempo de buscarla ni de entrevistarla.
-No te preocupes yo te la busco-soltó zanjando la discusión.
Mi amiga es digna hija de su padre, un general franquista, y cuando se le mete algo entre ceja y ceja, no hay manera, siempre gana. Suponiendo que se le iba a olvidar, contesté que si ella se ocupaba y no me daba el tostón, que estaba de acuerdo, y como tantas otras cosas, mandé esta conversación al baúl de los recuerdos.
Por eso, cuando ese sábado a las diez de la mañana, me despertó el timbre de la puerta, lo último que me esperaba era encontrármela acompañada de una mujer joven, de raza negra.
-Menuda carita- me espetó nada más abrirla y apartándome de la entrada, pasó al interior del piso diciendo: – Se nota que ayer te bebiste escocia.
-¿Qué coño quieres?- respondí ya enfadado.
-Te he traído a Meaza- dijo señalando a la muchacha que sumisamente la seguía: – No habla español pero su tía me ha asegurado que es muy buena cocinera.
Por primera vez me fijé en ella. Era un estupendo ejemplar de mujer. Muy alta, debía de medir cerca de uno ochenta, delgada, con una figura al borde de la anorexia y unos pequeños pero bien puestos pechos. Pero lo que hizo que se derribaran todos mis reparos fue su mirada. Tras esos profundos ojos negros se encerraba una tristeza brutal, producto de las penurias que debió pasar antes de llegar a España. Estaba bien jodido, fui incapaz de protestar y dando un portazo, me metí en mi cuarto, a seguir durmiendo.
Cuando salí de mi habitación tres horas después, mi amiga ya se había ido dejando a la negrita limpiando todo el apartamento. Parecía otro, el polvo, la suciedad y las botellas vacías habían desaparecido y encima olía a limpio.
-¡Coño!- exclamé dándome cuenta de la falta que le hacía una buena limpieza.
Pero mi mayor sorpresa fue al entrar en la cocina y ver el estupendo desayuno que me había preparado. Sobre la mesa estaba un café recién hecho y unos huevos revueltos con jamón que devoré al instante. Meaza, debía de estar en su cuarto, porque no la vi durante todo el desayuno.
Con la panza llena, decidí ir a ver dónde estaba. Me la encontré en mi cuarto de baño. De rodillas en el suelo, con un trapo estaba secando el agua que había derramado al ducharme. No sé qué me pasó, quizás fue el corte de hallarla totalmente empapada, descalza sobre los fríos baldosines, pero sin hablarla me di la vuelta y cogiendo las llaves de mi coche salí del apartamento.
Nunca había tenido ni una mascota, y ahora tenía en casa a una mujer, que ni siquiera hablaba mi idioma. Tratando de olvidarme de todo, pero sobre todo de la imagen de ella, moviendo sus caderas al ritmo con el que pasaba la bayeta, llamé a un amigo y me fui con él a comer a un restaurante.
Alejandro no paró de reírse cuando le conté el lío en que me había metido Maria, llevándome a casa a esa tentación.
-No será para tanto- soltó tratando de quitar hierro al asunto.
-Que sí, que no te puedes imaginar lo buena que está.
-Pues, entonces ¿de qué te quejas? Fóllatela y ya.
-No soy tan cabrón de aprovecharme- contesté bastante poco convencido en mi capacidad de soportar esa tentación dentro de casa.
El caso es que terminado de comer nos enfrascamos en una partida de mus, que al ser bien regada de copas, hizo que me olvidara momentáneamente de la muchacha.
Totalmente borracho, volví a casa a eso de las nueve. No había terminado de meter las llaves en la cerradura cuando me abrió la puerta para que pasara. Casi me caigo al verla únicamente vestida con un traje típico de su país, consistente en una tela de algodón marrón, que anudada al cuello dejaba al aire sus dos pechos. Para colmo, lejos de incomodarse por mi borrachera y su desnudez, me recibió con una sonrisa y echando una mano a mi cintura me llevó a la cama.
Sentir su cuerpo pegado al mío alborotó mis hormonas y solo el nivel etílico que me impedía incluso el mantenerme de pie, hizo que no saltara sobre ella violándola. Solo tengo de esa noche, confusas imágenes de la negrita desnudándome sobre la cama, pero nada más porque debí de quedarme dormido al momento.
A la mañana siguiente, al despertarme, me creía morir. Era como si un clavo estuviera atravesando mis sienes mientras algún hijo de puta lo calentaba al rojo vivo. Por eso tardé en darme cuenta que no estaba solo en la habitación y que sobre la alfombra a un lado de mi cama dormía la muchacha a rienda suelta.
Meaza usando como almohada su vestido, estaba totalmente desnuda y ajena a mi examen, descansaba sobre el duro suelo. Estuve a punto de despertarla pero algo en mi me indujo a aprovechar la situación para dar gusto a mis ojos. Durante más de media hora estuve explorándola con la mirada. Era perfecta, sus piernas eternas terminaban en un duro trasero que llamaba a ser acariciado. Luego un vientre duro, firme, rematado por dos bellos pechos que se notaba que nunca habían dado de mamar. El pezón negro era algo más que decoración, era como si estuviera dibujado por un maestro. Redondo, bien marcado, invitaba a ser mordisqueado. Y su cara aun siendo negra tenía unas facciones finas, bellísimas. Poco a poco me fui calentando y solo el corte de que me pillara, evitó que me hiciera una paja mirándola.
De improviso, abrió los ojos. Sus negras pupilas reaccionaron al verme y levantándose de un salto abandonó la habitación. Decidí quedarme en la cama esperando que se me bajara el calentón. Por eso, todavía estaba ahí cuando al cabo de tres minutos, la muchacha volvió con mi desayuno.
No se había molestado en taparse. Desnuda, me traía en una bandeja, el café y unas tostadas. Sin saber qué hacer, me tapé con la sabanas mientras desayunaba y reconozco que no paré de mirar de soslayo a la muchacha.
Ella, como si fuera lo más natural del mundo, se agachó por su vestido y atándoselo al cuello, esperó arrodillada mientras comía. A base de señas, le pregunté si no quería y sonriendo abrió su boca para que le diera de comer.
Estaba alucinado, cuando todavía no me había repuesto de ese gesto, vi como sus blancos dientes mordían la tostada tras lo cual su dueña volvió a arrodillarse a mi lado, satisfecha de que hubiese compartido con ella mi comida. Su postura me recordaba a la de una sumisa en las películas de serie B. Con las manos en la espalda y los pechos hacía delante, mantenía su culo ligeramente en pompa.
«¡Qué buena está!», maldije al percatarme que me estaba volviendo a poner cachondo.
Tratando de evitarlo, me levanté a darme una ducha fría sin importarme que al hacerlo ella me pudiera ver desnudo. No sé si fue idea mía pero me pareció que ella se quedaba mirándome el trasero. De poco me sirvió meterme debajo de chorro del agua, no podía dejar de pensar en su olor y su cuerpo.
«No puede ser», mascullé entre dientes al pensar que aunque nunca había cruzado una palabra con ella y ni siquiera me entendí, me resultara hasta doloroso el comprender en lo difícil que me iba a resultar el respetar la relación criada-patrón si esa niña no dejaba de andar medio en pelotas por la casa.
Al salir de la ducha fue aún peor, Meaza me esperaba en mitad del baño con la toalla esperando secarme. Traté de protestar pero me resultó imposible hacerla entender que quería hacerlo yo solo por lo que al final, no tuve más remedio que dejar que ella agachándose empezara a secarme los pies.
«Esto no es normal», sentencié observando sus manos y la tela recorriendo mis piernas mientras su dueña con la mirada gacha miraba al suelo.
Interiormente aterrorizado de lo que iba a pasar cuando esa mujer llegara hasta mi sexo, me quedé quieto. Al hacerlo, me tranquilizó ver su profesionalidad cuando se entretuvo secando todos y cada uno de mis recovecos sin que en su cara se reflejara nada sexual.
También os he de decir que aunque Meaza no mostró ningún rubor, mi pene en cambio no pudo más que reaccionar al contacto endureciéndose. La muchacha haciendo caso omiso a mi calentura sonrió y levantándose del suelo terminó de secarme todo el cuerpo para acto seguido salir después con la toalla mojada hacía la cocina.
«Parezco nuevo», murmuré avergonzado. Me había comportado como un niño recién salido de la adolescencia. Cabreado conmigo mismo me vestí y saliendo al salón, encendí la tele.
Allí me resultó imposible concentrarme al ver a esa negrita limpiando la casa vestida únicamente con ese trapo. Confieso a mi pesar que aunque lo intenté que estuve más atento a cuando se agachaba que al programa que estaban poniendo.
«Todo es culpa de Maria», sentencié hecho una furia con mi amiga por habérmela traído.
Cabreado hasta la medula, cerré los ojos mientras buscaba relajarme. No debía de llevar ni tres minutos en esa postura cuando sentí que tocaban mi pierna. Tardé unos segundos en abrir mis párpados y cuando lo hice me encontré a Meaza hincada a mi lado con un plato de comida entre sus manos.
-No tengo hambre- dije tratando de hacerme entender.
Mis palabras le debieron resultar inteligibles porque obviando mis protestas, esa muchacha no hacía más que alargarme el plato.
– No quiero- contesté molesto por su insistencia y señalando con el dedo el jamón y el queso, y posteriormente a mi estómago, le hice señas diciéndole que no.
Imposible, la negrita seguía erre que erre.
-¡Coño! ¡Que no quiero!- grité ya desesperado.
Entonces ella hizo algo insólito, agarrando mi mano me obligó a coger una loncha para posteriormente llevársela a su boca. Por fin entendí que lo que quería es que le diera de comer.
«Seguramente en su tribu, los hombres alimentan a las mujeres y obligada por su cultura espera que yo haga lo mismo», me dije y pensando que ya tendría tiempo de explicarle que en España no hacía falta, agarré otro trozo y se lo metí en la boca.
Agradecida, esa monada sonrió mostrándome toda su dentadura. Reconozco que estaba encantadora con una sonrisa en la cara y ya más seguro de mí mismo, seguí dándole de comer como a un bebé. Contra todo pronóstico comprendí que era una gozada el hacerlo porque de alguna manera eso me hacía sentir importante. Lo quisiera o no, era agradable que alguien dependiera de ti hasta los más mínimos detalles por lo que cuando se acabó todo lo que había traído, fui al frigorífico a por algo de leche.
Cuando volví seguía en el mismo sitio, en el suelo al lado del sillón. Más interesado de lo que nunca había estado con una mujer, acercándole el vaso a los labios, le di de beber. Meaza debía de estar sedienta por que se tomó el líquido a grandes tragos de manera que una parte se le derramó por las mejillas, yendo a caer en uno de sus pechos.
Juro que lo hice sin pensar, no fue mi intención el hacerlo pero como acto reflejo mi mano recorrió su seno y recogiendo la gota entre mis dedos me lo llevé a mis labios saboreándolo. Sus pezones se endurecieron de golpe al verme chupar mis dedos y con ellos, mi entrepierna. Cuando nuestras dos miradas se cruzaron, creí descubrir el deseo en sus ojos pero decidí que me había equivocado por lo que levantándome de un salto, traté de calmarme, diciéndome para mis adentros que debía de ser un caballero.
«Puta madre, ¡es preciosa!- pensé mientras combatía la lujuria que se estaba adueñando de mi cuerpo y sabiendo que eso no podía continuar así y que al menos debía de ir decentemente vestida para intentar que no la asaltara en cualquier momento, la cogí del brazo y la llevé a su cuarto.
Una vez allí, busqué algo con que vestirla pero al ver el armario totalmente vacío, descubrí que esa muchacha solo había poseía la blusa y la falda con la que había llegado a casa.
-Necesitas ropa- le dije.
Con los ojos fijos en mí, se echó a reír dándome a saber que no había entendido nada.
« Es primer domingo de mes», pensé, «luego los grandes almacenes deben de estar abiertos».
Tras lo cual, la obligué a ponerse esas ajadas pertenencias y la llevé de compras. Mi siguiente problema fue subirla al coche. Asumiendo que sabía hacerlo abrí las puertas con mi mando y me subí para descubrir al sentarme que ella seguía de pie fuera del automóvil.
-¡Joder!- exclamé saliendo y abriéndole la puerta, la hice sentarse.
Nuevamente en mi asiento y antes de encender el motor, tuve que colocarle el cinturón y al hacerlo rocé sus pechos con mi mano, los cuales se rebelaron a mi caricia, marcando sus pezones debajo de su blusa.
-Tengo que comprarte un sujetador, ¡me estas volviendo loco! Cómo sigas con tus pechos al aire no sé si podré aguantarme las ganas de comértelos.
Meaza, no me entendió pero me dio igual. Me gustaba como sonreía mientras le hablaba y por eso , le expliqué lo mucho que me excitaba el verla. Recreándome en su ignorancia, alabé su maravilloso cuerpo sin parar de decir burradas. Durante unos minutos, se mantuvo atenta a mis palabras pero al salir a la calle y tomar la Castellana, empezó a mirar por la ventanilla señalándome cada fuente y cada plaza. Para ella, todo era nuevo y estaba disfrutando, por eso al llegar al Corte Inglés y meternos en el parking, con un gesto me mostró su disgusto.
-Lo siento bonita pero hay que comprarte algo que te tape.
Como una zombie, se dejó llevar por la primera planta, pero al tratar de que montara en la escalera mecánica tuve que emplearme duro porque le tenía miedo. Cómo no había más remedio, la obligué y ella asustada se abrazó a mí en busca de protección, de forma que pude oler su aroma penetrante y sentir como sus pechos se pegaban al mío al hacerlo.
-¿Qué voy hacer contigo?- dije acariciándole la cabeza: -Estás sola e indefensa, y yo solo puedo pensar en cómo llevarte a la cama.
Sentí pena cuando llegamos al final, porque eso significaba que se iba a retirar, pero en contra de lo que suponía no hizo ningún intento de separarse por lo que la llevé de la cintura a buscar ropa.
El segundo problema fue elegir su talla. Incapaz de comunicarme con ella, le pedí a una señorita que me ayudara inventándome una mentira y diciéndole que la negrita era parte de un intercambio y que necesitaba que le comprara unos trapos. Me daba no sé qué, el decirle que era mi criada.
La empleada se dio cuenta que iba a hacer el agosto a mis expensas y rápidamente le eligió un montón de camisas, pantalones y vestidos, de forma que en poco tiempo, me vi con todo un ajuar en el probador de señoras.
Por medio de la mímica, le expliqué que debía de probársela para comprobar que le quedaba. Meaza me miró asombrada, y haciendo un círculo sobre la ropa, me dio a entender que si era todo para ella.
-Si- asentí con la cabeza.
Dando un gritito de satisfacción, se abrazó a mí pegando sus labios a mi mejilla. Se la veía feliz, cuando se encerró en el probador. Ya más tranquilo, esperé que saliera pero al hacerlo lo hizo vistiendo únicamente un pantalón, dejando para escándalo de las mujeres presentes y gozo de sus maridos, todo su torso y sus pechos al aire.
Obviando el hecho que la presencia de hombres está mal vista en un probador de mujeres, la agarré del brazo y me metí con ella. Si no lo hacía, nos iban a echar del local. De tal forma que en menos de dos metros cuadrados estuve disfrutando de la niña mientras se cambiaba de ropa. Pero lo mejor fue que al darle un sujetador, se lo puso en la cabeza, por lo que tuve que ser yo, quien le explicara cómo usarlo.
-Tienes unas tetas de locura- susurré mientras acomodaba sus perfectas tetas dentro de la copa: – Me encantaría sentir tus pezones en mi lengua y estrujártelas mientras te hago el amor.
La muchacha ajena a las bestialidades que salían de mi boca, se dejaba hacer confiada en mi buena voluntad. Todavía hoy me avergüenza mi comportamiento pero no pude evitar hacerlo porque estaba disfrutando. Pero todo lo bueno tiene un final y saliendo del probador con Meaza vestida como una modelo, pagué una cuenta carísima alegremente al percibir que hombres y mujeres no podían dejar de admirar al pedazo de hembra que tenía a mi lado.
«Parece una modelo».
Nuevamente tuve que abrirle la puerta y de igual forma y aunque la negrita se había fijado como lo había hecho, en plan coqueta dejó que fuera yo quien le abrochara el cinturón. Creo que incluso provocó que nuevamente rozara su pecho al incorporarse mientras lo hacía.
-Eres un poco traviesa, ¿lo sabias?- dije mirándola a los ojos sin retirar mis manos de sus senos.
Soltó una carcajada como si me entendiera y dándome un beso en la mejilla, se acomodó en el asiento.
«Esta mujer está alterando mis neuronas y encima lo sabe- medité mientras conducía.
Mirándola de reojo, no podía más que maravillarme de sus formas y la tersura que parecía tener su piel. Sus piernas parecían no tener fin, todo en ella era delicado, bello. Haciendo un esfuerzo retiré mi mirada y traté de concentrarme en el volante al sentir que mi entrepierna empezaba a reaccionar. No sé si ella se dio cuenta de mi embarazo pero tocándome la rodilla, me dijo algo que no entendí.
-Yo también te deseo- contesté haciéndome ilusiones. Realmente quería con toda el alma que así fuera.
Como iba a ser un raro espectáculo el darla de comer en la boca en un restaurante, decidí irnos de nuevo a mi apartamento. Al menos allá, nadie iba a sentirse extrañado de nuestra relación. Ya en el garaje de mi casa y habiendo aparcado el coche, la negrita insistió en ser ella quien llevara las bolsas con la ropa.
«Debe ser lo normal en su país», pensé mientras acptaba que fuera ella quien cargara, tras lo cual y manteniéndose a una distancia de unos dos metros de mí me siguió con la cabeza gacha.
Su actitud me hizo recordar a las indias lacandonas en Chiapas que son ellas las que cargan todo y siguen a su hombre por detrás. Ya en el piso, lo primero que hizo fue acomodar su ropa en su cuarto mientras yo me servía una cerveza helada. Nunca he comprendido a los del norte de Europa, cuando la toman caliente, una cerveza, para ser cerveza, tiene que estar gélida, muerta, fría y si encima se bebe en casa, con una mujer espléndida, mejor que mejor. Ensimismado mientras la bebía, no me di cuenta que Meaza había terminado de colocar sus trapos y que se había metido a duchar, por eso me sobresaltó oír un desgarrador grito proveniente de su cuarto.
Salí corriendo a ver qué pasaba. El tipo de chillido indicaba que debía de ser algo grave por lo que cuando entrando en el baño, me la encontré llorando desnuda pensé que se había caído y nerviosamente empecé a revisarla en busca de un golpe o una herida, sin encontrar el motivo de su grito.
-¿Qué ha pasado?- pregunté. La muchacha señalando la ducha y posteriormente a su cuerpo, me explicó lo ocurrido. Cuando comprendí que la pobre se había escaldado con el agua caliente, no me pude contener y me destornillé de risa con su infortunio.
Cuanto más me reía, más indignada se mostraba. Me había visto duchándome, y no se había percatado de que había que usar las dos llaves, para conseguir una temperatura óptima. Solo conseguí parar cuando vi que no paraba de llorar y sintiéndome cucaracha, por reírme de su desgracia, la llevé a la cama para darle una crema anti-quemaduras.
-Ven, túmbate- dije dando una palmada en el colchón.
La negrita me miraba, alucinada, de pie, a mi lado, pero sin tumbarse. Tuve que levantarme y obligarla a hacerlo.
-Quédate ahí, mientras busco algo que echarte- solté en voz autoritaria para que entendiera.
Dejándola en su cuarto, me dirigí a donde tengo las medicinas. Y entre los diferentes tarros, y pomadas encontré la que buscaba, “Vitacilina”, una especialmente indicada contra las quemaduras. Cuando volví, Meaza seguía tumbada sin dejar de llorar. Sentándome en la cama, me eché en la mano un poco de pomada, pero al intentar aplicárselo, gritó asustada y encogiendo las piernas, trató de evitar mi contacto. Estaba tan histérica que por mucho que intenté calmarla seguía llorando. Sin saber que hacer pero sobretodo sin pensármelo dos veces le solté un sonoro bofetón. Bendito remedio, gracias al golpe, se relajó sobre las sabanas.
Por primera vez, tenía ese cuerpo a mi completa disposición y aunque fuera para darle crema, no pensé en desaprovechar la ocasión de disfrutar. La piel de su pecho, estómago y el principio de sus piernas estaba colorada por efecto del agua, luego era allí donde tenía que echarle la pomada en primer lugar.
Meaza, tumbada, me miró sin decir nada mientras vertía un poco sobre su estómago, para suspirar aliviada al darse cuenta de efecto refrescante al irla extendiendo por su vientre. Viendo que se le había pasado el miedo y que no se oponía, derramé al menos medio tubo sobre ella, y con cuidado fui repartiéndola.
Aun sabiendo que me iba a excitar, lo hice desesperadamente despacio, disfrutando de la tersura de su piel y de la rotundidad de sus formas. Lentamente me fui acercando a sus pechos. Eran preciosos, duros al tacto pero suaves bajo mis palmas. Sus negros pezones se contrajeron al sentir que mis dedos se acercaban de forma que cuando los toqué, ya estaban erectos, producto pensé en ese momento de la vergüenza.
Quizás debía de haberme entretenido menos esparciendo la crema sobre sus senos pero era una delicia el hacerlo y sin darme cuenta mi pene reaccionó irguiéndose debajo de mi pantalón. Por eso, no caí en que la mujer había apartado su cara para que no viera como se mordía el labio por el deseo.
Ajeno a lo que estaba sintiendo, me fui acercando a sus piernas. Quizás era la zona más quemada por lo que abriéndolas un poco, le empecé a untar esa parte. Tenía un pubis exquisitamente depilado, su dueña se había afeitado todo el pelo dejando solo un pequeño triangulo que parecía señalar el inicio de sus labios.
Era una tentación, brutal el estarle acariciando cerca de su cueva, sin hollarla. Varias veces mis dedos rozaron su botón del placer, como si fuera por accidente, pero siendo consciente de que yo cada vez estaba más salido. No dejaba de pensar que mi criada era la hembra con mejor tipo que nunca había acariciado pero que era indecente el abusar de su indefensión. Por eso no me esperaba oír, de sus labios, un gemido.
Al alzar la cara y mirarla, de improviso me di cuenta que se había excitado y que con sus manos se estaba pellizcando los pechos mientras me devolvía la mirada con deseo. Fue el banderazo de salida, sin poderme retener, tomé entre mis dedos su clítoris para descubrir que me esperaba totalmente empapado. La muchacha al sentirlo, separó sus rodillas para facilitar mis maniobras, hecho que yo aproveche para introducirle un primer dedo en su vagina.
Meaza, o bien se había cansado de fingir, o realmente estaba excitada, ya que de manera cruel retorció sus pezones, intentando a la vez que profundizara con mis caricias, presionando con sus caderas sobre mi mano. Acercando mi boca a su pubis, saqué mi lengua para probar por vez primera su sexo. Siempre se habla del olor tan fuerte de los negros, por lo que me sorprendí al descubrir lo delicioso que me resultó su flujo. Mi lengua fue sustituida por mis dientes y como si fuera un hueso de melocotón me hice con su clítoris, mordisqueándolo mientras con mi dedo no dejaba de penetrarla.
No sé cuánto tiempo estuve comiéndole su coño, antes que sintiera como se anticipaba su orgasmo. Ella, al notarlo, presionó mi cabeza, con el afán de buscar el máximo placer.
De pronto, su cueva empezó a manar el néctar de su pasión desbordándose por mis mejillas. Por mucho que trataba de beberme su flujo, este no dejaba de salir empapando las sabanas. Meaza se estremecía, sin dejar de gemir, cada vez que su fuente echaba un chorro sobre mi boca. Parecía una serpiente retorciéndose hasta que pegando un fuerte grito, se desplomó sobre la cama.
-¡Menuda forma de correrse!- exclamé al ver que se había desmayado y sin darle importancia aproveché la coyuntura para desnudarme y tumbarme a su lado.
Tardó unos minutos en volver en sí, tiempo que usé para mirarla como dormitaba. Al abrir los ojos, me dedicó la más maravillosa de las sonrisas, como premio al placer que le había dado y sin mediar palabra, tampoco la hubiese entendido, me besó la cara para acto seguido y sin dejar de hacerlo, bajar por mi cuello recreándose en mi pecho.
Mi pene esperaba erguido su llegada, totalmente excitado por sus caricias pero cuando ya sentía su aliento sobre mi extensión, sonó el teléfono. Por vez primera me arrepentí de haber elegido su alcoba, ya que en mi cuarto había una extensión y contra mi voluntad me levanté para ir a descolgarlo al salón al no pararparaba de sonar.
Cabreado contesté diciendo una impertinencia de las mías, pero al percatarme que era María la que estaba al otro lado de la línea, cambié el tono no fuera a descubrirme.
-¿Qué quieres, cariño?- le solté.
Ella me estaba preguntando como me había ido con la muchacha cuando vi salir a Meaza a gatas de la habitación y ronroneando irse acercando adonde yo estaba. No salía de mi asombro al ver como seductoramente se acercaba mientras yo seguía disimulando al teléfono.
-Bien, es una muchacha muy limpia- contesté a Maria, observando a la vez como la negrita se arrodillaba a mi vera y sin hacer ningún ruido empezaba a lamer mi pene.
Mi amiga, un poco mosqueada, me amenazó con dejarme de hablar si me portaba mal con ella, insistiendo que era una muchacha tradicional de pueblo.
-No te preocupes, sería incapaz de explotarla- dije irónicamente al sentir que Meaza abriendo su boca se introducía toda mi extensión en su interior y que con sus manos empezaba a masajear mis testículos.
Era incómodo pero a la vez muy erótico, estar tranquilizando a Maria mientras su objeto de preocupación me estaba haciendo una mamada de campeonato.
-Que sí. No seas cabezota, me voy a ocupar que coma bien- respondí por su insistencia de lo desnutrida que estaba.
-Vale, te dejo, que están llamándome al móvil- tuve que mentir para que me dejara colgar, porque estaba notando que las maniobras de la mujer estaban teniendo su efecto y que estaba a punto de correrme.
Habiendo cortado la comunicación, pude al fin dedicarme en cuerpo y alma a lo importante. Y sentándome en el sofá, me relajé para disfrutar plenamente de sus caricias. Pero ella, malinterpretó mi deseos y soltando mi pene, se sentó a horcajadas sobre mí, empalándose lentamente.
Fue tanta su lentitud al hacerlo, que pude percatarme de cómo mi extensión iba rozando y superando cada uno de sus pliegues. Su cueva me recibió empapada pero deliciosamente estrecha, de manera que sus músculos envolvieron mi tallo presionándolo. No cejó hasta que la cabeza de mi glande tropezó con la pared de su vagina y mis huevos acariciaban su trasero, entonces y solo entonces se empezó a mover lentamente sobre mí y llevando mis manos a sus pechos me pidió por gestos que los estrujara…

Relato erótico: “En la isla 3” (PUBLICADO POR VALEROSO32)

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Después de llevarme al palacio entramos en un recinto donde no había agua, ya que las sirenas solo tenían cola de pez en el agua fuera tenían unas estupendas piernas y me llevaron ante su rey.

no me lo podía creer cuando me dijeron:
– inclínate ante Neptuno nuestro rey.
me quede sorprendido pensaba que Neptuno solo existía en los libros o en nuestras imaginaciones el se levantó y me dijo:
– bienvenido a la Atlántida.
me dijo como había venido a su mundo y entonces le explique mi historia como había llegado a la isla.
me dijo que era su invitado que me sintiera cómodo todas las comodidades del palacio estaban a mi disposición, le gustaría que le hablara y mi mundo y que le contara como era.
me acompañaron a mis aposentos era todo magnifico lo explicare la cama era una concha gigante había una especie de piscina tipo yacusi dentro de la habitación para asearme me llevaron una bandeja con comida pescado y algas. el pescado estaba caliente como ellos suponían yo no tomaba pescado crudo como ellos y algas eran parecidas a las verduras muy nutritivas comí bastante bien y después me quedé dormido en la concha gigante que era como una cama.
me desperté y me vi rodeado de mujeres todas muy bellas con pelos ondulados había rubias y morenas guapísimas. ellas me dijeron que estaban a mi disposición para complacerme en todo el rey me las mandaba para que disfrutara mucho con ellas.
me quede alucinado, pero como se dice a caballo regalado no le mires el dintel entonces las dije:
– venid chicas, desnudaos.
ellas se rieron y empezaron a quitarme la ropa y a quitársela ellas me comieron la poya increíblemente no como las amazonas que no sabían y eran muy bastas sino con una delicadeza increíble ya que las sirenas eran expertas en seducir.
las comí el chocho y se volvieron locas.
– más humano, mas no pares, jódenos.
– como sabéis tanto del sexo.
ellas rieron y me dijeron que habían estado con muchos marineros antes y habían aprendido todo con ellos hace muchos años.
– y esos marineros donde están.
ellas me dijeron riéndose que se habían ahogado así que entendí que después de hacer el amor ellas los habían ahogado en el fondo del mar, pero sigamos con mi orgia después de comerme la poya se metieron toda mi hoy a en el chocho mientras la otra me pasaba sus tetas hacia mí lo cual se las chupé luego me dijeron:
– danos por el culo, esos nos gustan mucho a nosotras.
una se llamaba Lía era rubia, la otra morena ella se llamaba Luna. Gocé como nunca no me extraña que los marineros se tiraban al agua a por ellas si son así eran irresistibles se chupaban entre ellas y al mismo tiempo me comían la poya no paraban de besarme en todas partes me corrí en sus bocas y ellas se tragaron mi esperma.
me dijeron:
– nos gusta tu leche humana.
cuando quedé agosto de sexo de comer y beber y descansar me dijeron que el rey requería mi presencia allí vi al rey con un tridente me dijo:
– ven humano heme compañía quiero saber más cosas de tu mundo, háblame de él.
me llevo a una sala donde las sirenas tocaban la lira y bailaban completamente desnudas para su rey nos trajeron algo para comer y bueno le estuve hablando al rey como era mi mundo como eran las mujeres él dijo que mucho no le gustaba los humanos porque mataban muchos animales marinos y contaminaban los mares y echaban basura en ellos.
yo les dije que todos los humanos no eran malos que había una organización llamada Greenpeace que miraba por el medio ambiente y luchaba por los mares animales y conservar la naturaleza.
-ya hemos hablando bastante, divirtámonos con las mujeres.
entonces toco la campana y aparecieron 5 mujeres guapísimas sin ropa eran auténticas modelos todas sonrientes y todo se trasformo en una orgia. dos eran rubias había dos morenas y la tercera era como castaña todas tenían el pelo largo. nos cogieron la poya a mí y al rey y empezaron a chupar.
el rey me dijo que esto de hacer el amor o joder lo habían visto de los humanos en los barcos cuando pasaban y ellos quisieron probar también y les gustaba mucho así siguiendo con la orgia. me cogieron la poya y me la comieron a dos manos. Luego se tumbaron desnudas en unas algas que eran como colchones y empezamos a follar todos. di por culo a las dos rubias ellas gritaban:
-así así más mas fóllanos duro humano. no pares me darme.
– charles -dije yo al rey estaba follando a las dos morenas mientras otra le comía los huevos para abajo luego cambiamos. folle a alas morenas mientras el rey se follaba a las rubias.
la vida transcurría con monotonía en el palacio, pero yo ya estaba harto de estar ahí me gustaba follar mucho, pero yo quería volver a la civilización y salir de ahí, pero había mucha profundidad y no podía salir a la superficie nadando me ahogaría hable con el rey.
– tu no quieres quedarte aquí.
– lo siento majestad me es muy grata su compañía, pero tengo que volver a mi mundo compréndalo.
– pero aquí tienes todo lo que necesitas mujeres comida no falta nada.
– lo se majestad, pero echo de menos mi mundo, compréndame.
– está bien si lo deseas te dejare marchar -dijo a una sirena llamada luna como sabe el lector era aquella morena- luna llévale a la superficie.
Luna me cogió y empezó a llevarme para arriba besándome y dándome aire cuando estuve en la superficie luna me dijo:
– charles huye el rey me ha pedido que te ahogara, pero te amo no he podido cumplir su orden.
me quede alucinado ella lloraba.
– no te veré más.
– vete.
– luna ven conmigo.
– no puedo soy una sirena.
– vente, tú puedes vivir fuera del agua mientras tengas la piel humedad. si vente deja aquello
así ella me abrazo y se vino conmigo la besé y la hice el amor. yo también la quería y follamos has mas no poder.
– jódeme charles, necesito sentirte dentro de mí. quiero que tu poya me llene -me dijo- te amo. me enamoré de ti cuando te vi.
la chupe el chocho y ella se volvía loca de gusto me hizo correr dos veces mientras ella se corría otras tantas. ya andando por la isla los dos nos adentramos en un bosque donde aparecieron unas mujeres muy peque más con alas luego se hicieron grandes y me dijeron bienvenido al bosque de las hadas.
luna se abrazó a mí con miedo.
continuara

Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 3” (POR GOLFO)

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La mañana del quinto día me desperté al sentir que una mano me iba acariciando por mi cuerpo. Al abrir los ojos, vi a Rocío completamente desnuda bajando con su boca por mi pecho mientras su mano recorría mi entrepierna. Satisfecho por esa forma de amanecer, me la quede mirando a los ojos y  me puse a disfrutar de sus caricias.  La morena se percató que estaba despierto y poniendo tono de puta, susurró en voz baja:

-Necesito tu polla.-
Tras lo cual se agachó y comenzó  a besarme el capullo. Cerrando sus labios recorrió todo mi pene colmándolo de besos mientras con una mano lo agarraba fuertemente y con la otra me acariciaba los testículos. Habiendo conseguido su objetivo que no era otro más que consiguiera alcanzar su tamaño máximo, empezó a lamérmelo de arriba abajo sin dejar de masturbarme lentamente.
Como comprenderéis después de unos minutos, estaba loco de excitación e impaciencia:
-Chúpamela, joder.
-No seas ansioso- respondió con una sonrisa dando otro lametón. Desde mi posición, observe a la morena, bajando por mi pecho y abriendo su boca, comenzar a meterse alternativamente mis cojones, chupándolos fuerte mientras no paraba de masturbarme. Cuando consiguió dejarlos completamente empapados con su saliva, hizo algo que desde entonces es de lo que más me gusta: cogiendo mi pene como un bate de beisbol, se dio golpes  por toda la cara mientras gemía profundamente.
Mi excitación era total, deseaba que esa puta se introdujera mi pene hasta sus amígdalas pero haciendo caso omiso a mis deseos, Rocío siguió jugando con mi miembro cada vez más contenta. Sin previo aviso, abrió sus labios y se la metió en la boca. El ritmo de su mamada era lento pero constante. Buscando volverme loco, de vez en cuando paraba y me miraba para que yo fuera quien le rogara que siguiera y en cambio otras, dejaba que de su boca saliera el sobrante de saliva dejándolo caer sobre mi glande, con la clara intención de provocarme.
-Eres una guarra- le solté a la par que presioné su cabeza contra mi pene.
No le molestó que toda mi extensión se encajara en su boca ni que su garganta tuviese que absorberlo por entero y dando por sentado que eso era lo que o quería, se empezó a sacar y a meter mi verga sin quejarse. Al sentir el calor y humedad de su boca acogiéndola con mimo en su interior, creí que me iba a correr y por eso tuve que realizar un sobre esfuerzo para no derramar mi simiente en ese momento. Mi amiga cada vez más cómoda, incrementó la velocidad con la que me estaba realizando la mamada y llevando una de sus manos a su vulva, se empezó a masturbar.
-¿Te gusta cómo te la mamo?- preguntó con voz excitada.
-Sí, putita mía. ¡Me vuelve loco!.
La confirmación de mi lujuria lejos de satisfacerla la llevó a dar un paso más y con los ojos inyectados de deseo, me soltó:
-Creo que esto te va a gustar todavía más- tras lo cual, izando su cuerpo puso mi polla entre sus tetas y las apretó con las manos, creando un conducto estrecho alrededor de mi miembro. Una vez ya la tenía donde ella quería comenzó a hacerme una cubana, subiendo y bajando su cuerpo –o ¿No te gusta que te folle con mis pechos?.
No había comprendido hasta entonces porque se había ocupado de embadurnarme por completo mi sexo con su saliva. Anticipando lo que me iba a brindar, la había dejado llena de babas, de forma que al ponérsela en el canalillo estuviera lo suficientemente lubricada para resbalar con facilidad entre sus pechos. Con su pecho convertido en un sexo tibio y húmedo, Rocío me fue follando cada vez más rápido.
-¿Te gustan mis tetas? ¿Te gustaría correrte en ellas?- preguntó con voz sensual mientras se mordía los labios con el afán de provocarme.
Aprovechando mi más que patente calentura, la muchacha apretó con sus manos aun más sus senos y riéndose de la cara de deseo que descubrió en mí, preguntó:
-¿O acaso prefieres que vuelva a comérmela?- y sin dejar de menear mi pene, me soltó – A esta puta le apetece sentir tu semen en su cara. Me encantaría que te corrieras sobre mí.
Demasiado caliente para decidir donde explotar, me quedé callado al estar totalmente concentrado en la cubana. Rocío al verificar mi ausencia de respuesta, insistió:
-¡Me tienes brutísima!. Estoy sedienta y deseosa de tu leche. Quiero que desparrames tu semen por mi piel y me embadurnes con él, mientras me follas.
Sus palabras me hicieron enloquecer y reprimiendo mi impulso inicial que no era otro que ponerla contra la mesa y follármela en plan perrito, decidí que tendría todo la vida para hacerlo y que en ese momento, me apetecía que siguiera con su mamada. Al oír en voz alta mis deseos, la morena sonrió y agachando su cabeza, abrió su boca y sensualmente se la metió hasta el fondo. Sus labios, al introducírsela, fueron apretando mi extensión y llegando hasta la base de mi pene, la besaron dando inicio nuevamente a una espectacular felación.
Con una velocidad de vértigo, profundizó en mi placer a base de profundos lametazos sobre mi polla mientras con la mano me empezaba a pajear. La excitación acumulada y su maestría al hacérmela produjeron que naciendo de mis entrañas, el placer se fuera acumulando en mis huevos y sabiendo que no iba a tardar en explotar, se lo avisé. Rocío haciendo oídos sordos a mi advertencia, siguió dotando a sus maniobras de un frenético ritmo hasta que ya no pude contenerme más y estallé dando gritos.
La primera oleadas de places cayeron dentro de su boca pero entonces la muchacha se la sacó y pegando mi glande a su cara, fue repartiendo mi semen por su rostro como si estuviera esparciéndose una crema revitalizante. Alucinado al terminar de eyacular, observé sus ojos impregnados de deseo mientras su dueña escupía el semen que tenía acumulado en su boca en su mano y con una cara de zorra increíble, se empezaba a embadurnar sus pechos.
Nunca había visto hacer eso.
Descojonada, al ver mi cara de sorpresa, Roció soltó una carcajada antes de correrse ella misma al sentir mi simiente en su cuerpo. Ni que decir tiene que esa erótica visión volvió a reanimar mi alicaído miembro y queriendo reiniciar hostilidades, le di la vuelta.
-¡Espera!- protestó riéndose de mi cachondez -¡Tienes que ver algo!
No comprendía que se refería hasta que al salir de la choza tras ella vi a mi pobre prima atada entre dos postes. Me quedé de piedra al comprobar que mientras estaba dormido, la morena se las había ingeniado para inmovilizar a María. Con los brazos y las piernas sujetas con cuerdas, la rubia estaba de pie indefensa. Ella al verme se intentó zafar de su castigo pero no pudo quejarse porque tenía a modo de bozal un trapo en la boca.
-¿Qué te parece?- preguntó Rocío mientras le daba un doloroso pellizco en un pezón – ¡La muy tonta se ha dejado atar pensando que era un juego!
Muerto de risa, di una vuelta a su alrededor, verificando que estaba firmemente sujeta, tras lo cual, le di un azote mientras preguntaba a su captora que pensaba hacer con su víctima.
-Siempre he deseado tener una esclava que azotar y quien mejor que esta niña pija- contestó mientras cogía un trozo de cuera – ¿Me dejas probar?
Hasta entonces no había asimilado que lo que estaba haciendo era pedirme permiso. Convencida de que nuestra estancia en esa isla iba a ser larga, la muchacha no quería hacer algo que luego repercutirá en nuestra relación. Me consideraba el jefe del clan formado por los tres y por eso antes de cometer un fallo, me preguntaba.
-Toda tuya. Lo único, no dejes marcas- respondí dejándolas a solas.
Mientras me alejaba a darme un baño, escuché que la morena le decía que le iba a quitar la mordaza, tras lo cual, llegaron a mí tanto el sonido de la cuerda golpeando contra las nalgas de mi prima como los gritos de dolor de ella.  Durante largo rato, Rocío torturó a su amiga con autentico sadismo y solo cuando comprobó que si seguía maltratándola iba a dejar señales permanente en su piel, la dejó en paz y se acercó a donde yo estaba tomando el sol.
-Vengo cachonda- me informó y sin esperar mi respuesta, se sentó a horcajadas sobre mí y rozando su pubis contra mi sexo, me pidió que la tomara.
La perpetua calentura de la morena era algo que me hubiese preocupado si fuera mi novia pero en las circunstancias en la que nos hallábamos era cojonudo. Si quería liberar sus ansias no tenía a nadie más con quien satisfacerlas y por eso, cuando mi pene ya había alcanzado un tamaño suficiente, le solté:
-Quiero ver cómo te come el coño-
Mis palabras cayeron como una bomba. Deseaba y necesitaba ser follada por una polla y no lamida. Por eso, intentó convencerme de que primero la hiciese el amor y que luego fuera mi prima quien le lamiera los resto de semen de su chocho. Al comprobar mi negativa, se levantó y yendo a por la rubia, la desató y la trajo hasta mí:
-¿Dónde quieres que esta zorra me lo chupe?- preguntó aun enfadada.
-Aquí mismo- respondí poniéndome de pie.
María que comprendía que durante dos días no tenía voz ni voto, esperó a que la morena se tumbara en  la arena antes de agacharse. Su actitud me dio la oportunidad de comprobar el resultado de los azotes. Las nalgas de mi querida prima tenían sobre su piel el rastro de las caricias de la cuerda. Con el culo colorado y marcado, se arrodilló entre las piernas de su amiga y directamente se apoderó de su coño con los dientes. El modo tan brutal con el que mordió el botón de Rocío hizo que esta pegase un alarido de dolor y cabreada le soltase un bofetón:
-Zorra, ¡Me has hecho daño!
Interviniendo, le prohibí volver a golpearla y con una sonrisa en mis labios, le dije:
-Te aguantas- y dirigiéndome a María, le autoricé a comerse ese sexo como le viniera en gana.
-¿Puedo hacerlo a lo salvaje?- preguntó sin dejar de mirar con odio a su amiga.
-Puedes- contesté.
Mi permiso le dio alas y volviendo a introducir su cara entre las piernas de la ahora asustada amiga, le introdujo dos dedos en el coño mientras retorcía con su otra mano el clítoris que tenía a disposición. Los chillidos de la morena no se hicieron esperar y pidiendo perdón, intentó reducir ese castigo bien merecido. Desgraciadamente para ella, la rubia no se apiadó de sus lloros y con mayor énfasis siguió torturando a Rocío. Ninguna parte de su cuerpo se libró de su sadismo, sus pezones fueron pellizcados cruelmente, su esfínter fue violado por sus dedos…
Poco a poco, me volví a calentar y ya con mi pene tieso, dudé cuál de las dos mujeres usar para saciar mi hambre. Decidí que fuera mi prima al verla con el culo en pompa y sin mediar conversación alguna, separé sus nalgas con mis manos y escupiendo en su ojete, metí una de mis yemas para relajarlo.
-Estoy deseándolo- contestó mi prima cuando le pregunté si le apetecía sentirme en su entrada trasera.
Su entrega me permitió coger mi pene entre las manos y posando mi glande en su hoyo, tanteé su relajación. Al haber comprobado la misma, de un solo golpe lo introduje por entero con una brutalidad tal que de los ojos de María las lágrimas afloraron en señal de dolor. La forma en la que invadí sus intestinos le hizo gritar pero no intentó zafarse sino que profundizando su sufrimiento empezó a sacar y a meter mi pene con rápidos movimientos de su cadera.
-¡Sigue por favor!- berreó dejándose caer sobre el sexo de su amiga y cogiendo entre sus dientes los labios inferiores de la morena, los mordió para no gritar.
La que si gritó fue su antigua torturadora porque cada vez que mi pene se solazaba en el culo de María, está respondió apretando sus mandíbulas. No os podéis imaginar el volumen de los chillidos de la morena al sentir los mordiscos de su amiga. Altos y claros eran demostración palpable del daño que estaba experimentando en su cuerpo.
Al cabo de unos minutos y ya con su esfínter relajado, la rubia fue siendo menos dura y más cariñosa en sus arrebatos, de manera, que su víctima empezó a experimentar placer cada vez que ella respondía a mis penetraciones.
-¡Dios!- aulló al sentir los primeros síntomas del orgasmo y reptando sobre la arena, buscó el placer presionando la cabeza de María contra su entrepierna.
Curiosamente, fue mi propia prima la que al sentir que se aproximaba el clímax de su amiga, la que se corrió pegando gritos y con su cuerpo convulsionando brutalmente mientras mi polla seguía retozando en el interior de su culo, dejó de torturarla y ya claramente buscó compartir con ella el placer que estaba asolando su anatomía. El segundo en correrse fui yo, derramando mi semen en su trasero, mi polla se convirtió en un geiser que rellenó de lefa los intestinos de mi rubita. Esta al sentir su conducto bañado con mi esperma, volvió a experimentar un nuevo orgasmo y cayendo sobre Rocío, se derrumbó exhausta.
Al percatarse de ello, la morena me pidió insatisfecha que la tomara pero riéndome de ella, le respondí entre carcajadas:
-Por ahora no te toca. Te voy a mantener caliente durante todo el día y dependiendo de cómo te portes, decidiré esta noche si follarte.
-Por favor, necesito que lo hagas ahora- contestó intentando reanimar mi pene con su boca.
-Te he dicho que no- dije separándola de mí e imprimiendo un tono duro a mi voz, las ordené prepararme el desayuno.
Radiante al comprobar la calentura de su amiga, mi prima se levantó a cumplir mis deseos mientras Rocío murmurando entre dientes la acompañó muy enfadada.
Durante toda la jornada, aproveché cualquier momento para seguir excitando a la morena. Daba igual que estuviera haciendo o donde nos halláramos, cada vez que podía la acariciaba los pechos o jugueteaba con su coño con el único propósito de calentarla. Rocío calmó su mala leche con María pero no pudo aminorar un ápice el calor que se iba acumulando inmisericorde en su interior, de manera que a la hora de acostarnos, todo su cuerpo imploraba sentir placer viniera de donde viniera.
Sin saber si le iba a hacer caso, llegó gateando hasta mi cama. Con el deseo nublando su juicio, ronroneó mientras se acercaba a mí.
-¿Estas bruta?- pregunté aun sabiendo su respuesta de antemano.
-Sí- contestó nerviosa y con el sudor recorriendo sus pechos.
Disfrutando de su angustia la miré y con toda mi mala baba, le ordené:
-Mastúrbate para nosotros-
Mientras María se sentaba a mi lado, la morena intentó protestar pero al chocar contra mi total intransigencia, decidió cumplir mis órdenes. Desde el catre, vi como su respiración se agitaba y sus pezones se erizaban aun antes de empezarse a tocar. Su mente y su cuerpo entablaron una lucha entre la humillación que sentía y la calentura que llevaba horas dominando su cuerpo. No tuve que ser ningún genio para comprender y saber quién iba a ganar.
Al principio y aunque intentó cerrando sus piernas, sentirse excitada, la realidad es que al chocar sus muslos entre sí, empezó a frotarlos unos contra el otro. Dicho roce incrementó su excitación, azuzándola a dar rienda suelta a sus necesidades. Sonreí al verla apretar sus puños mientras dudaba entre acariciarse o desafiarme porque tenía claro cuál iba a ser el resultado.
El brillo de su coño desnudo me anticipó que estaba cada vez más alterada y por eso decidí ayudarla diciendo:
-Ábrete de piernas y enséñanos tu chocho-
Rocío no fue capaz de negarse y separando sus rodillas, mostró avergonzada su sexo encharcado a su amiga y a mí. Sabiendo que estaba a punto de claudicar, acaricié su vulva con la mirada mientras mi prima se relamía los labios al saber que no tardaría en disfrutar de esa belleza en su boca.
-Acaríciate los pechos-ordené.
Esa orden emitida solo para la morena produjo un fenómeno curioso puesto que fueron ambas las que obedecieron. Mi prima sin que se lo hubiese mandado, imitó a su amiga y cogiendo su pezón derecho entre los dedos, empezó a acariciarlo. Lo creáis o no, las dos mujeres se fueron retroalimentando entre ellas. Rocío al ver el resultado que sus toqueteos produjeron en María, pegó un gemido y ya incapaz de retenerse, dejó que su mano se apoderara de su sexo.
Entusiasmado por el modo en que se iban desarrollando las cosas, me concentré en ellas sin darme cuenta de que a mí también me estaba afectando. Observar a mi prima separando los pliegues de su sexo antes de incrustarse dos dedos en su interior mientras la morena un poco más adelantada los sacaba y metía con fruición, hizo que mi pene saliese de su letargo y se alzase con una dolorosa erección. Ya totalmente verraca, Rocío se tiró al suelo y rodó por el suelo mientras sus dedos seguían torturando su ansioso sexo. Os juro que fue alucinante verlo retorcerse de deseo implorando que la tomara allí mismo.
-¡Fóllame!- aulló mientras sus dedos recogían la humedad que brotaba de su vulva. -¡Necesito que me folles!- chilló angustiada mientras su interior explotaba.
Contra todo pronóstico, la gota que derramó el vaso y que me obligó a tomarla en ese instante fue mi propia prima que mientras se corría a mi lado, me rogó que liberara a su amiga de tamaño sufrimiento. Compadecida quizás o temiendo que repitiera el mismo trato con ella, María soltó:
-No va a aguantar mucho sin que la penetres- y dulcemente susurró a mi oído mientras con su mano me acariciaba el pene: -¡Hazlo por mí!
 Sus palabras fueron el acicate que necesitaba y acercándome a la morena, introduje de un solo empujón mi sexo en su coño. Rocío, agradecida al sentir mi polla retozando en su interior, gimió de placer mientras no dejaba de mover sus caderas. La sobre excitación que asolaba su cuerpo la llevó de un orgasmo a otro mientras yo seguía machacando su chocho con mi instrumento.
-¡Te amo!- gritó sorprendida por la fuerza de las sensaciones pero más aún por la profundidad de sus sentimientos.
Sin saber todavía lo que se avecinaba, le contesté que yo también sin dejar de penetrarla. Lo que no me esperaba fue que mi prima se abrazara a mí y llorando me preguntó si también la quería a ella. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que estaba prendado de las dos y cogiendo a Maria, la besé como respuesta.
Mi eyaculación fue total y vaciando mi semen en el coño de Rocío, asolé con ello también la última de sus defensas. Al caer agotada sobre el suelo, se puso a llorar por lo que significaba tamaña confesión. María al verla la acogió entre sus brazos y llevándola hasta la cama, me miró con cariño y me dijo:
-No sé si sabes lo que has hecho pero aunque algún día nos rescaten, ten por seguro que ni Rocío ni yo te vamos a dejar escapar.


Relato erótico: “Shadow Angel, Cap. 6, la prostituta enmascarada” (POR SHADOWANGEL)

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Azoteas de Detroit, viernes por la noche

Shadow Angel/Mikoto Amy, saltaba de azotea en azotea con una agilidad que parecía que tuviera alas. En su interior, no cabía de felicidad. Esa misma tarde, al salir de clase, Tom le había dado un beso. Pensándolo bien, no fue un beso apasionado ni intenso, sino más bien tímido y corto. Pero era un beso al fin y al cabo. Tom, el chico que con su mera presencia hacía vibrar a Amy, le había dado un beso.

Shadow Angel estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta que se había metido de lleno en una trampa hasta que fue demasiado tarde.

Shadow Angel llevaba varias semanas atacando las redes de prostitución ilegal de Detroit, desmantelando burdeles ilegales y liberando a las chicas que tenían cautivas. Pese a que hacía un excelente trabajo, Amy no estaba contenta del todo, le daba la sensación que por cada burdel que ella atacaba, otros dos se abrían en lo más profundo de la ciudad. Llevaba días con la sensación que pese a sus éxitos solo había atacado la punta del iceberg del problema, que pese al su esfuerzo, los burdeles seguían abriendo.

Por otro lado, la mafia que se encargaba de secuestrar chicas y explotarlas sexualmente, había sufrido un duro revés. No entendían como una persona sola, esa tal Shadow Angel, en pocas semanas les había causado más daños que toda la policía en años de investigación. Los líderes de la mafia tenían comprados a políticos, policías, periodistas… pero no habían contado con Shadow Angel. La solitaria heroína había cerrado a la fuerza varias de sus más preciadas instalaciones en tiempo récord.

Aunque ello no suponía un revés definitivo para la mafia, gracias a sus extensas redes, el flujo de chicas, clientes y dinero seguía. Pero sí que habían notado como el temor a la aparición de la heroína había reducido el número de clientes que acudían a sus burdeles. Finalmente, los líderes de la mafia decidieron tomar cartas en el asunto y parar una trampa a la misteriosa heroína.

Amy iba absorta en sus pensamientos cuando un grito la sorprendió. En un estrecho callejón sin salida dos hombres intentaban introducir a la fuerza una chica en una furgoneta. Utilizando una cuerda con un garfio, Shadow Angel descendió al callejón como caída del cielo. Si segundos antes no hubiera estado tan distraída con sus pensamientos, quizá se habría dado cuenta que algo iba mal, que todo era demasiado obvio y fácil.

Un cañón de aire comprimido, oculto en la parte posterior de la furgoneta disparó una resistente red que inmovilizó a la ninja. Rápidamente Shadow Angel intentó librarse de la red, sacó una cuchilla de su cinturón e intentó cortar la resistente malla. Pero los secuestradores fueron más rápidos. Dos más salieron de la parte posterior de la furgoneta y rápidamente se acercaron a la ninja. Una descarga eléctrica dejó a Shadow Angel sin sentido.

Lo último que vio la ninja antes que sus ojos se oscurecieran fue como los dos primeros secuestradores se levantaban y corrían hacia la chica. Mientras uno la sujetaba el otro la inmovilizaba con cinta americana.

Con rapidez sorprendente Shadow Angel noqueó a los secuestradores y justo cuando se giró para comprobar si la chica estaba bien, notó por el rabillo del ojo como uno de ellos accionaba un botón, acto seguido escuchó un sonido sordo a procedente de la furgoneta. Aunque los reflejos de la ninja eran rápidos, la estrechez del callejón la impidió esquivar lo que le venía encima.

Cuando Amy se despertó, se encontró en una celda de cemento cerrada por una puerta con rejas. Junto a ella había otras dos chicas, una rubia que aparentaba unos treinta años y la chica a la que había intentado rescatar en el callejón, de pelo moreno que no debía tener más de veinte años. Ambas chicas tenían los ojos enrojecidos por haber llorado hasta la extenuación. Ambas chicas estaban completamente desnudas y tenían las manos a la espalda.

Amy se percató que ella también estaba completamente desnuda, aunque para alivio suyo, aún conservaba la máscara puesta. Sus manos estaban esposadas a su espalda. Intentó preguntar algo a las chicas cuando un tipo calvo y fuerte entró en la celda portando una cámara de fotos.

El primer impulso de Amy fue abalanzarse contra el tipo, un fuerte tirón a su espalda la detuvo a pocos centímetros de él. Amy se dio cuenta que sus esposas estaban sujetas a la pared por una cadena. Amy tenía movimiento suficiente para acercarse a las chicas pero la cadena no le permitía acercarse a menos de un metro de la puerta. El tipo sonrió ante el vano intento de la ninja.

-Tienes suerte de que no se nos permita golpearos. Te mereces una buena paliza. ¿Sabes lo que nos ha costado capturarte? ¿El daño que has hecho a nuestro proyecto? Venga chicas, sonreír a la cámara- Dijo mientras sacaba varias fotografías a las chicas, las cuales con las manos atadas a la espalda no podían hacer nada para cubrir su cuerpo.

Amy no dijo nada pero comprendió desesperada que había caído en manos de la red de prostitución ilegal contra la que tanto había luchado. El tipo abandonó la celda y regresó al cabo de unos minutos con un par de cuencos con arroz y agua.

-Comed, necesitáis recuperar fuerzas para lo que os espera.- Dijo con una sonrisa antes de irse.

Las dos chicas debían estar hambrientas porque en seguida se abalanzaron sobre los cuencos. Al tener las manos atadas a la espalda, la única forma de comer era directamente del cuenco con la boca. Amy hizo una mueca de disgusto, su orgullo le impedía comer como si fuera un animal. Ambas chicas comieron y bebieron respetando una parte para Amy.

-Come, llevas horas inconsciente y en nada te ayudará estar débil.- Le dijo la rubia.

Amy pensó que tenía razón, si quería escapar de allí necesitaría todas sus fuerzas y sus sentidos al cien por cien, no tenía sentido matarse de hambre. Tragándose el orgullo, se acercó a los cuencos y agachada empezó a comer. Realmente tenía hambre ya que en menos de un minuto engulló el arroz y se bebió el agua que quedaba. Notar la comida en su estómago la hizo sentir mejor.

-Gracias por intentar rescatarme en el callejón- dijo la morena- Me sabe mal por tí, era todo una trampa des del principio. Me capturaron en otro lugar y me soltaron en ese callejón sin salida con la intención de atraerte. No tuviste ninguna oportunidad, lo tenían todo perfectamente planeado. Debería haber intentado advertirte, pero estaba demasiado asustada y me prometieron que su único objetivo eras tu, que una vez te capturaran me dejarían ir. Nunca debí haber confiado en su palabra, de verdad, lo siento.

La chica estalló en sollozos.

-No te preocupes, hiciste lo correcto. A saber qué te habrían hecho de intentar advertirme, no te preocupes, encontraremos la manera de salir de esta. Te lo prometo- Dijo Amy para consolarla, aunque la ninja no tenía mucha esperanza en lo que les deparaba el futuro próximo. Desnuda, encadenada, y en una celda sin ventilación y sin saber donde estaban no tenía claro como podrían escapar de esta situación.

Ambas chicas se presentaron, la rubia se llamaba Rachel y tenía 31 años, era contable y la habían capturado hacía dos días mientras regresaba sola de noche del trabajo a su casa. La morena tenía 20 años y se llamaba Rebecca, justo empezaba la universidad y la habían secuestrado a primera hora de la mañana de ese mismo día, mientras salía a hacer running.

Amy estuvo tentada de decir a las chicas su verdadero nombre para dar confianza a las chicas pero optó por mantener su anonimato. El miedo y la tensión acumulada hicieron mella en las tres chicas, que no tardaron en quedarse dormidas. Al cabo de un rato, que Amy no pudo precisar si habían sido horas o minutos, el mismo tipo regresó junto con otros dos. Mientras el calvo vigilaba, los otros dos abrieron la cadena que sujetaba a Rebecca a la pared y se la llevaron de la celda.

-¿Adónde me lleváis?…. por favor no me hagáis nada… os lo suplico…soy virgen.- Suplicaba la chica entre sollozos.

-Precisamente por eso, ¿sabes cuándo ha pagado el cliente para desvirgarte?- Dijo el calvo sonriendo.

Aquello fue demasiado para Amy, no iba a tolerar que le hicieran eso a la chica.

-¡Esperad! Cogedme a mí, me ofrezco en su lugar.- Gritó Amy, el calvo se acercó a la reja.

-¿Tu? Pretenderás hacernos creer que eres virgen? Lo siento pero el cliente ha sido muy específico. Además tu aún no estás lista para el mercado, lo veo en tu mirada, a tí tendremos que domesticarte y amansarte primero. No quiero que le saques los ojos al primer cliente.- Dijo el tipo con una sonrisa.

-¿Seguro que seguirá prefiriendo una virgen a la heroína de Detroit? Me ofrezco voluntaria para satisfacer a vuestro cliente, sin trucos.- Respondió Amy ante la atónita mirada de las chicas y los secuestradores.

El calvo meditó unos segundos. Abandonó la habitación y volvió al cabo de unos minutos.

-De acuerdo, tu ganas. Si tantas ganas tienes de empezar a hacernos ganar dinero empezarás hoy mismo. Ahora bien, como el cliente tenga alguna queja sobre tu comportamiento, te aseguro que esa chica por la que te sacrificas lo va a pasar mal… muy mal.

Amy hizo un gesto de asentimiento y el calvo volvió a encadenar a Rebecca a la celda y luego los tres tipos quitaron a Amy su cadena y la llevaron fuera de la celda. Antes de salir, Amy vio como Rebecca le dirigía una mirada de agradecimiento.

Condujeron a Amy a través de un frío pasillo con varias puertas y ninguna ventana y se detuvieron ante una puerta. El calvo la abrió y dentro, en una habitación amueblada con una cama y una cómoda, había un hombre de unos cincuenta años y un poco regordete.

-Creo que sales ganando, esa tiene mucho mejor físico que la virgen.- Le dijo el calvo.- Ya conoces las reglas, nada de dejarle marca en su cuerpo y terminantemente prohibido quitarle esa máscara. El jefe quiere revelar su identidad en un show especial. Hasta entonces nadie puede conocer su rostro.

El calvo empujó a Amy dentro la habitación, le quitó las esposas y antes que la ninja pudiera reaccionar cerró la puerta con llave. Shadow Angel se encontró sola en la habitación con aquel tipo. Ella no sabía como actuar, qué esperaba que hiciera, él lo tenía claro. Cogió a la chica y la tumbó en la cama, con sus manos empezó a recorrer todo el cuerpo de Amy. Acariciando sus pechos, su culito, su vagina. Luego empezó a besarla en los labios. Al ver que Amy no le devolvía el beso, bajó sus labios y empezó a besarle el cuello, luego sus pechos, succionando sus pezones, su ombligo, su depilado pubis. El tipo sonrió al ver su tatuaje y empezó a besarla en la pequeña huella de gato que la ninja tenía en el pubis.

Amy, casi sin moverse, se dejaba hacer sin oponer resistencia. Podría dejar inconsciente al hombre en segundos, pero si el hombre no salía satisfecho el secuestrador había dejado claro que las otras chicas lo pasarían mal. Eso era algo que no estaba dispuesta a permitir, pero tampoco iba a fingir entusiasmo por las torpes caricias del hombre. Sin que ella se diera cuenta, el hombre abrió un cajón de la cómoda y sacó un pequeño frasco con una sustancia aceitosa con la que empezó a frotar la vagina de Amy.

Una extraña sensación sacó a Amy de sus pensamientos, de golpe notó como su cuerpo se encendía ante las caricias y besos del hombre. Sorprendida vio una sonrisa en la cara del cliente y como impregnaba su vagina con una especie de aceite. Shadow Angel, sin resistir sus impulsos adoptó una postura más activa. No sabía qué le había untado ese tipo pero notaba que necesitaba un orgasmo y ese tipo iba a proporcionárselo.

La ninja cogió al hombre por los hombros y lo tumbó sobre la cama, colocándose encima de él empezó a frotar su vagina con el pene erecto del cliente.

-Así me gusta, que seas más activa.- Dijo el hombre entre jadeos mientras se ponía un preservativo.

Inmediatamente después que el hombre colocara su preservativo, Amy introdujo su pene en su vagina y empezó a mover sus caderas. Los gemidos de placer del hombre pronto se fundieron con los de la chica.

Shadow Angel no entendía qué había cambiado en su cuerpo, seguramente aquel aceite debía contener algún potente afrodisíaco. Pero en aquel momento solo podía pensar en el placer que le producía ese hombre. No era atractivo, pero su pene dentro de su vagina hacía vibrar a Amy de placer.

Al cabo de unos minutos el hombre estalló de placer dentro de la heroína. Pero ella aún no había alcanzado su deseado orgasmo, el hombre había llegado demasiado rápido. Amy decidió cambiar de postura y se dio la vuelta, acercando su vagina en la cara del hombre. Al notar la vagina de la hermosa joven en su rostro, el hombre no dudó ni un instante y empezó a lamer las partes íntimas de Shadow Angel. El estar practicando sexo oral a la famosa heroína de la ciudad, volvió a encender de placer al hombre.

Amy al notar otra vez el pene del hombre erecto obedeció sus instintos. Sin dudarlo y sumergida en el placer que le producía su lengua en el clítoris, la chica empezó a lamer el glande del hombre, para luego introducir todo el miembro en su boca y empezó a practicarle una felación. Era la primera vez que Amy disfrutaba realizando sexo oral a un hombre, aunque las circunstancias no eran las propicias, el placer que sentía la chica hacía el resto. Disfrutó saboreando el duro miembro del hombre mientras notaba un intenso placer en su vagina. Ni tan siquiera intentó evitar que el hombre se corriera de placer en su boca. Tan pronto notó como el semen inundaba su boca, la ninja se fundió en un intenso orgasmo. Ambos se tumbaron sobre la cama agotados. Al cabo de unos minutos el secuestrador calvo abrió la puerta y preguntó al hombre qué tal había sido la experiencia.

-Inmejorable. Ninguna virgen me hubiera dado el placer que esa experimentada belleza me ha dado. Ese líquido vuestro realmente hace milagros. La experiencia ha valido con creces cada dólar que os he pagado- Respondió el hombre mientras se vestía y abandonaba la habitación.

Al cabo de un rato, otros dos secuestradores abrieron la puerta, volvieron a esposar a Amy y la condujeron por el pasillo hasta una sala con duchas. Allí, metieron a la ninja en una de ellas y sin quitarle su máscara empezaron a enjabonarla y a limpiarla. El contacto de las manos enjabonadas de los secuestradores sobre la fina piel de Amy volvió a encender a la ninja, que empezó a frotar sus piernas con las de los secuestradores. Ambos tipos se sumaron a la fiesta, se desnudaron y se metieron en la ducha con la ninja. La esposada chica realizó una felación a ambos mientras el agua se deslizaba por sus cuerpos, mientras los tipos jugaban con sus dedos en su vagina provocándole varios orgasmos.

Una vez terminada la relajante y estimulante ducha, secaron el cuerpo de Amy con una toalla y volvieron a conducir a la desnuda heroína hasta la celda donde la esperaban ambas chicas que le preguntaron preocupadas qué habían hecho con ellas. Amy se sentía demasiado cansada para responder y tampoco sabía bien qué había pasado. La ninja se sentía confundida, un tipo por el que no sentía ninguna atracción sexual la había hecho gozar como pocos y a mayor abundamiento había gozado en la ducha con dos de sus secuestradores. Únicamente dijo a ambas chicas que no le habían hecho daño, para no preocuparlas. Agotada, Amy no tardó en volver a dormirse.

Al cabo de un rato que Amy no pudo precisar si fueron horas o minutos, el hombre calvo abrió la celda.

-Nos vas a hacer ricos a todos. ¿sabes la de solicitudes para tí que hemos recibido en el poco tiempo que llevas anunciada en el mercado? Hemos subido nuestra tarifa inicial y la gente sigue dispuesta a pagar auténticas fortunas para gozar de la famosa Shadow Angel. Alegra esa cara, todo el mundo se ha interesado por tí y nadie ha solicitado a tus dos compañeras. Con lo que nos harás ganar, compensarás con creces lo que nos cuesta mantenerlas a ellas.

Amy por toda respuesta dirigió una mirada resignada a su captor. “Al menos mientras me porte bien parece que esas chicas estarán a salvo” Pensó mientras dos tipos entraron y la liberaron de la cadena que la sujetaba a la pared. La levantaron por los brazos y la condujeron fuera de la celda, al pasillo gris.

-Esta vez no tendrás que esforzarte mucho, únicamente deberás estar muy quietecita.- Dijo el calvo mientras abría una puerta.

Amy no sabía como tomarse aquellas palabras. Dentro de la puerta había una habitación sin ventanas, distinta de la que había estado antes. En el centro había una mesa baja con varios cojines alrededor.

Los dos tipos empujaron a Amy hacia el interior y la obligaron a tumbarse boca arriba sobre la mesa. La chica obedeció sin oponer resistencia “no se ni dónde estoy, cuantos criminales hay aquí dentro ni que armas llevan, ni siquiera se si tienen más rehenes. Tengo que seguirles el juego hasta tener claras mis opciones” pensó la heroína mientras la ataban firmemente a las patas de la mesa. El calvo comprobó las ataduras y ordenó salir a los otros dos.

– Te vas a comportar. Recuerda que a la menor queja por parte de un cliente, tus dos amigas lo pasarán realmente mal.- Le recordó antes de abandonar la habitación.

Amy se quedó sola unos minutos, pensando en qué le deparaba el futuro próximo cuando dos chicas desnudas entraron en la habitación llevando varias bandejas que depositaron en la mesa. En las bandejas había toda variedad de sushi distintos. Amy no pudo evitar que se le hiciera la boca agua al ver la comida ¿cuánto hacía desde que había comido ese arroz? ¿Horas, días…?

Las chicas con habilidad fueron colocando las distintas piezas de sushi sobre el cuerpo de Amy, cubriendo sus pechos, su ombligo y su pubis. La japonesa enseguida descubrió que le tenían preparado, en Japón había escuchado hablar de los “body sushi” lo que nunca habría imaginado es que ella, miembro de la aristocracia japonesa, participaría en uno y menos de esta forma.

Al terminar de colocar todas las piezas, las chicas dejaron varios vasos y botellas de sake sobre la mesa. Colocaron una mordaza en forma de aro en la boca de Amy y se retiraron. Minutos después entraron en la habitación cinco tipos de unos 50 años de edad, sonriendo al ver el espectáculo que se ofrecía.

– Eso es mucho mejor de lo que imaginaba.- Dijo uno deleitándose con la mirada.

Acto seguido, los cinco se sentaron en los cojines, y empezaron a degustar las piezas de sushi. Divertidos, con sus palillos iban pellizcando la piel de Amy mientras comían las piezas. La chica contemplaba indefensa como empezaron por las que cubrían su barriga. Verlos comer hacía la boca agua a la japonesa, que empezaba a tener hambre.

Uno de los tipos vertió un vaso de salsa de soja sobre el pecho de Shadow Angel, para diversión del resto, que empezaron a comerse los sushi de sus pechos. Divertidos pellizcaban los pezones de la indefensa heroína y se reían al ver como se le endurecían.

-Mira, parecen caramelitos.- Dijo uno para acto seguir succionar un pezón.

Amy no esperaba aquello y no pudo evitar estremecerse, aunque tuvo que contenerse para no tirar el resto de piezas sobre su cuerpo. Si tiraba las piezas de sushi seguro que los clientes se quejarían al calvo y entonces Rachel y Rebecca lo pasarían realmente mal. Por otro lado, la sensación de la salsa de soja escurriéndose por su cuerpo, la sensación de los palitos al pellizcar su piel y el hecho que empezaran a jugar con sus pezones, empezaba a excitar a Amy.

Amy intentó disimular el placer que sentía pero su cuerpo la traicionó.

-Chicos parece que aquí tenemos una dulce salsa.- Dijo un tipo mientras metía un palillo en su vagina sacándolo impregnado en los fluidos de la chica.

Aquello divirtió aún más a los clientes que empezaron a meter las piezas de sushi por su vagina antes de ingerirlas. El hecho que jugaran con su cuerpo de aquella manera, mientras comían, excitó aún más a Amy.

-Combina perfecto con el salmón.- Dijo uno mientras “mojaba” el sushi en su vagina y lo acercó a los labios de la chica.- Toma, prueba tu también.

Amy sacó su lengua hacia la pieza de sushi que se le ofrecía, sin importarle el espectáculo que estaba dando. Su lengua cató el sabor del salmón mezclado con sus propios fluidos y justo cuando Amy iba a introducir la pieza en su boca el hombre la retiró con una sonrisa.

– ¿Tienes hambre? ¿O sed?- Dijo el tipo mientras se comía la pieza de salmón y agarró una de las botellas de sake acercándola a la boca de la ninja, vertiendo poco a poco su contenido.

El aro que tenía a modo de mordaza impidió a Amy cerrar la boca, sin poder hacer otra cosa, empezó a tragar el alcohol. Aquello parecía divertir a los tipos.

– Creo que nuestra chica tiene mucha sed.- Dijo otro tipo mientras introducía el cuello de otra botella de sake por la vagina de Amy, vertiendo su contenido en ella.

Al notar el cuello de la botella de sake en su vagina, Shadow Angel se estremeció de placer, intentó gemir pero el alcohol que iban vertiendo en su boca lo impidió. Bebió y bebió hasta vaciar la botella.

Los tipos acto seguido empezaron a introducir en la boca de la heroína varias piezas de sushi que previamente habían impregnado con los fluidos y el alcohol que fluía por su vagina. Amy notaba como su cuerpo se encendía y se excitaba por momentos y no sabía si achacarlo únicamente a la ingesta de alcohol.

Amy contempló con hambre como los hombres terminaban de devorar todas las piezas de sushi de su cuerpo. Acto seguido vertieron el resto de sake sobre ella y empezaron a beberlo a sorbos sobre su cuerpo. Notar como las bocas y las lenguas de los cinco tipos iban succionando y lamiendo todo su cuerpo excitó aún más a la japonesa. Para el colmo, otro tipo no dejaba de jugar con los palillos con su clítoris y su vagina encendiéndola aún más si cabe. Otro tipo empezó a meter unos palillos en la boca de la heroína, jugando con su lengua mientras disfrutaba viendo como babeaba excitada.

Shadow Angel notaba como crecía su temperatura corporal, se moría de hambre en todos los sentidos de la palabra. Las piezas de sushi que le habían dado eran insuficientes para calmar su hambre y la forma en que la estimulaban con los palillos y sus lenguas volvía loca a la ninja.

Cuando la chica estuvo a punto de alcanzar el orgasmo, se abrió la puerta y entró el calvo.

-Lo siento chicos, se acabó el tiempo por el que pagaron. Espero que disfrutaran de la cena- Dijo sonriente el calvo mirando a Shadow Angel.

Los cinco tipos afirmaron que era la mejor comida que habían probado nunca y que valió la pena cada dólar invertido y abandonaron la habitación.

Otros dos tipos entraron y desataron a Amy y volvieron a colocar sus manos esposadas a su espalda. Para decepción de la ninja, ninguno de ellos intentó aprovecharse de ella y esta vez no la condujeron a las duchas sino que la llevaron directamente a su celda. La chica, aún bajo los efectos del alcohol, no se podía mantener en pie. Los dos tipos entre risas la sujetaron por los hombros. La heroína se sentía completamente frustrada sexualmente, la habían interrumpido justo en el momento más álgido de placer, segundos antes de alcanzar el orgasmo y nadie parecía dispuesto a complacerla por mucho que la japonesa se lo implorara con la mirada.

Cuando la volvieron a encadenar a la pared de la celda, la excitación de Amy estaba lejos de haber remitido. Cuando cerraron la celda, Amy sin importarle lo que pensaran las otras chicas, intentó darse placer a si misma. Frustrada al ver que de ninguna forma conseguía masturbarse con sus manos porque la cadena no daba suficiente de sí, intentó hacerlo con sus pies. Haciendo gala de una flexibilidad muscular impresionante, la chica consiguió llevar un pie hasta su vagina e intentó darse placer. Para su frustración, la postura era demasiado incómoda como para permitirle llegar al orgasmo. Frustrada, la chica soltó una queja. Las dos chicas la miraron preocupadas.

-¿Te ocurre algo?- Preguntó Rebecca.

-No… nada es solo que…-balbuceó Amy, aún bajo los efectos del alcohol. Aunque desistió de mentir, era obvio lo que le pasaba y no tenía sentido ocultarlo

– Estos tíos me han excitado hasta lo indecible pero me he quedado a medias y ahora estoy ansiosa por un orgasmo.- Dijo en un arrebato de honestidad.

-Tranquila, déjame a mi.- Respondió Rachel, la rubia, mientras se acercaba a Amy.

La chica, primero con el pie frotó el clítoris de Shadow Angel con suavidad. Aquello arrancó gemidos de placer en la japonesa, pero la rubia era demasiado torpe y no conseguía hacer llegar a la japonesa.

-Por favor, inténtalo con la lengua…- Le imploró Amy.

Rachel no sabía muy bien como tomarse aquella petición, tampoco nunca había dado placer a una chica ni mucho menos sexo oral. Al principio pensó en negarse, no era el momento ni el lugar adecuado para explorar la sexualidad femenina, pero la mirada de Shadow Angel denotaba claramente que lo estaba pasando realmente mal si no conseguía llegar a un orgasmo. Así que agachándose y llevando su cuerpo al límite de la cadena, la rubia consiguió acercar su lengua al clítoris de Amy.

Primero lamió con suavidad, sin saber muy bien qué hacer. Pero los gemidos de la japonesa le indicaron que iba por el buen camino, así que siguió lamiendo y lamiendo sin importarle tragar sus los fluidos mezclados con alcohol. Hasta que un intenso gemido por parte de la ninja le indicó que había alcanzado su deseado clímax. Aunque no iba a admitirlo, aquello también había excitado a Rachel.

-Gr…gracias- Le susurró Amy antes de recostarse contra la pared.

Amy estaba completamente confundida, no entendía muy bien que había ocurrido. Se había dejado llevar por el placer y estando prisionera había suplicado un orgasmo a su compañera de celda.

Rebecca se sorprendió a ver que ninguno de los guardias había acudido atraído por los gemidos de Shadow Angel que, aunque los había intentado disimular al máximo, seguro que tendrían que haber escuchado algo. Lo que ingoraban las chicas era que una cámara oculta en el techo de la celda lo había grabado todo. Las chicas volvieron a quedarse dormidas.

Un tiempo indeterminado después

Pasaron varias horas ¿o fueron días? Para Amy, sin tener acceso a ningún reloj ni ningún atisbo de luz solar, se le hacía difícil calcular el tiempo que llevaban encerradas sin que hubieran sacado a ninguna de las chicas salvo para ir al baño. Les traían comida, aunque con frecuencia intermitente, pero lo cierto es que llevaban bastante tiempo sin sacar a Amy ni a ninguna chica para atender a ningún “cliente”. Ese tiempo Amy lo empleó intentando trazar un plan de fuga, estudiando la rutina de los distintos secuestradores. Amy había contado mínimo ocho de ellos que se turnaban para vigilarlas, incluyendo al calvo, pero era imposible saber si había más de ellos distribuidos. El pasillo donde había estado era amplio y con muchas puertas que la chica ignoraba donde podían conducir.

Finalmente el calvo abrió la cela, seguido de dos tipos más. Uno llevaba un bulto oscuro.

-Eh! Pensabas que nos habíamos olvidado de tí? Tuvimos que atender un asunto importante que nos obligó a suspender las citas de los clientes. Pero no te preocupes, vuelves a tener trabajo. Esta vez será algo especial.- Dijo con una sonrisa.

Sacaron a Amy de la celda. Uno de los tipos sacó una pistola y apuntó a la celda donde estaban las chicas. Antes que Amy pudiera decir nada el calvo y el otro tipo la llevaron al baño le quitaron las esposas y le entregaron el bulto oscuro. Amy lo cogió y vio que era una especie de mono oscuro pero en lugar de tela estaba compuesto de una fina rejilla. Parecía una burda imitación de su traje de Shadow Angel.

-Póntelo.- Dijo el calvo.- Nada de juegos o nuestro otro amigo hará un nuevo ombligo a tus amigas.

La ninja obedeció sin rechistar. Ante la lasciva mirada de los secuestradores, se puso el burdo mono. Amy se contempló unos segundos en el espejo. El tejido de rejilla no dejaba lugar a la imaginación. Sus pezones sobresalían a través del tejido que tampoco disimulaba su depilado pubis. “Perfecto Amy, ahora sí que pareces una auténtica prostituta. Suerte que aún conservas tu máscara” pensó la ninja.

-Te queda mucho mejor que ese estúpido traje que llevabas antes. Deberías replantearte tu indumentaria como heroína- Dijo el calvo burlón.

-Sí, lástima que ya nunca más vas a poder ejercer de heroína… aunque si vistieras así quizá nos planteamos dejarte salir a “patrullar”.- Añadió el otro con una sonrisa.

Esta vez no la esposaron, la cogieron por los brazos y a través del pasillo la llevaron a otra habitación. Al entrar, Amy contempló desesperada una sala sin muebles ni ventanas y en el centro había una chica atada al techo. La chica, que aparentaba unos veinticinco años tenía el pelo castaño y corto, recogido en una coleta. Pero lo que impactó a Amy fue ver que vestía un uniforme de policía.

-Ves? Te dije que tu amada heroína no vendría a tu rescate, que hace tiempo que trabaja para nosotros- Dijo el calvo.

La policía levantó la mirada y desesperada contempló a Shadow Angel. Al principio se negó a creer las palabras del calvo, aquella no podía ser Shadow Angel, seguro que se trataba de una treta. Su máscara parecía auténtica, pero la ropa que vestía era una burda parodia del uniforme de ninja de la heroína. Aquella tenía que ser otra chica cualquiera, pero algo en la mirada de Amy le hizo cambiar de planteamiento. Desesperada la policía, al contemplar una mezcla entre vergüenza, determinación y ansia de venganza en la mirada de la ninja, comprendió que aquellos tipos tenían razón. No se imaginaba como, ni tampoco quería saberlo, pero habían conseguido capturar a la heroína que se había atrevido a oponerse manifiestamente a ellos y que con tantos burdeles clandestinos había acabado.

-Aquí tenemos a nuestra amiga Jill. Ella se creía una superpoli capaz de meternos entre rejas. La descubrimos fisgoneando donde no debía y ahora es nuestra nueva adquisición. Aunque aún no ha aprendido modales. Al revés que tú, que enseguida aprendiste tu lugar, ella se niega a aceptar su destino. Y tú, heroína putita serás la encargada de enseñarle su lugar. Quiero ver como esa agente te suplica un orgasmo.- Dijo el calvo.

Amy lanzó a los tipos una mirada llena de ira, si pensaban que colaboraría en humillar a una agente de policía lo tenían claro. Se habían equivocado de persona. Pero el calvo también tenía claro como convencer a Shadow Angel.

-Hay dos chicas esperando en una celda, que contigo y nuestra agente hacen cuatro. Quizás no necesitamos tantas bocas. Niégate a obedecer tus órdenes y una de esas dos pobres chicas pasará a mejor vida. Te dejo unos minutos para que te lo pienses.

Acto seguido el calvo y el otro tipo abandonaron la habitación y cerraron la puerta con llave. Un fluorescente iluminaba la estancia. Shadow Angel contempló derrotada a la esposada agente de policía. Su uniforme revelaba una prometedora carrera, pese a su juventud, el uniforme que tenía era el de una de las unidades de élite de la policía de Detroit. La agente la miró sin decir nada, entre frustrada y avergonzada. Amy se acercó a ella. Una cámara oculta grababa con todo detalle lo que ocurría en la habitación.

La policía miró desafiante a la ninja mientras se le acercaba. No sabía qué le habían hecho para que la poderosa Shadow Angel obedeciera sumisa las órdenes de sus captores, pero pensó que pronto lo descubriría.

Amy empezó a desabrochar la camisa azul de Jill, revelando un sujetador blanco cubriendo unos hermosos pechos. Luego le quitó los zapatos y empezó a desabrocharle el pantalón oscuro. La agente la miraba desafiante pero no se resistía. Amy le bajó los pantalones, revelando una braguita oscura que dejaba la mitad del trasero de la policía al descubierto. Luego la japonesa fue a desabrocharle el sujetador.

Jill dirigió una mirada de furia a la ninja al notar que la iba a desnudar al completo, pero una mirada de súplica por parte de la japonesa hizo que la agente desistiera de cualquier intento de resistirse. Estaba claro que la heroína no lo hacía por gusto y si Jill intentaba resistirse al final sería peor para ambas.

– Debemos cooperar para escapar de aquí.- Le susurró Jill mientras Amy le sacaba el sujetador por encima de su cabeza.

– Lo se, pero ahora no podemos hacer nada. Debemos esperar una oportunidad.- Susurró la ninja mientras admiraba los firmes pechos de Jill.

Finalmente Amy quitó las bragas a Jill, revelando un pubis completamente depilado con excepción de una fina línea vertical de vello. Una vez la tuvo desnuda, Amy vaciló, el calvo lo había dejado claro, Jill debía suplicarle un orgasmo o Rebecca y Rachel sufrirían las consecuencias. Las palabras de Jill no dejaron margen a la japonesa.

– No voy a pasar por eso. Yo no pienso humillarme ante ellos, no voy a suplicar nada. Puedes hacerme lo que quieras pero no les voy a dar esa satisfacción.- Dijo Jill con una mirada llena de determinación.

Amy actuó por instinto. Su experiencia con Felina le habían enseñado lo que debía hacer para que la agente recapacitara y suplicara ante ella. Así que suavemente, empezó a acariciar la espalda de Jill con sus manos mientras besaba su cuello. Poco a poco, sin prisa. Las hábiles manos de Amy fueron acariciando la espalda de la policía, bajando, deteniéndose en su firme trasero, masajeándolo. Mientras los labios de la japonesa descendían por su cuello hasta sus pechos, primero besando y luego succionando los endurecidos pezones de la policía.

El cuerpo de Jill se estremeció al notar el primer contacto de las manos y labios de Amy. La piel entera se le puso de gallina, pero su mirada no mostró emoción alguna. Poco a poco Jill notaba como las hábiles manos y la lengua de la japonesa iban encendiendo su cuerpo. Hizo un esfuerzo para no gemir de placer cuando notó a la japonesa besar sus pezones. En el fondo, el hecho que su admirada heroína estuviera vestida como una prostituta ante ella, que estuviera jugando con su cuerpo de esa forma, excitaba enormemente a Jill.

Shadow Angel continuó descendiendo por el cuerpo de Jill, su boca pasó de los pechos a su barriga, besando lentamente su ombligo redondo. Sus manos descendieron por su trasero y empezaron a jugar con sus labios vaginales. Poco a poco la lengua de la ninja descendió hasta el pubis de la policía, besando suavemente su clítoris y su monte de venus. Amy sonrió al notar como la agente se iba humedeciendo en respuesta a sus carícias.

Jill ya no podía ocultar los gemidos de placer. Ella que nunca había sentido atracción por su mismo sexo, notaba como una chica la estaba encendiendo. Shadow Angel, a la que ella tanto admiraba tenía una habilidad con el sexo femenino que sorprendió a la policía. Su lengua sabía en qué partes detenerse y sus manos qué zonas de su cuerpo estimular. El cuerpo de Jill temblaba de placer, pero su boca no pronunció ninguna palabra. Jill estaba dispuesta a no suplicar. Si estuviera en otro lugar y en otras circunstancias, Jill estaría gozando en grande.

Poco a poco, Amy abandonó la vagina de Jill y descendió sus labios y sus manos por sus piernas, deteniéndose en sus finos pies, lamiendo y succionando cada uno de sus pequeños dedos.

Jill soltó un gemido de exclamación al notar que su vagina perdía la atención de la japonesa, dejándola sin orgasmo. Pero no dijo nada. Sabía dónde estaba y prefería aguantarse las ganas antes que suplicar. Pero las caricias y la lengua de la ninja en sus pies incrementó su excitación.

Poco a poco, Amy dejó los pies de Jill y volvió a subir su lengua por las piernas de la policía. Pero esta vez no se detuvo en su clítoris sino que paso directamente a su barriga y de allí a sus pechos. Sus manos se entretuvieron masajeando el culo de la agente.

Aquello sorprendió a Jill, que esperaba que Shadow Angel volviera a estimular su vagina. En un susurro le pidió que volviera a acariciarla allí.

– Suplica en voz alta- Fue toda la respuesta de Amy mientras le pellizcó el clítoris con una mano.

Gracias a Felina, Amy sabía que tenía a Jill a punto de caramelo, con una mano acariciaba el clítoris de la policía durante unos segundos, parando justo antes que alcanzara el orgasmo, para continuar unos segundos más y después parar. La mirada de Jill no dejaba lugar a dudas, la policía no aguantaría mucho más.

– De… acuerdo… Por favor… continua… dame un orgasmo…- Dijo Jill susurrando entrecortadamente.

– Más alto, no te oigo- Dijo Amy sin dejar de estimular a Jill.

– Necesito un orgasmo… Por favor… te lo suplico… continua… no me dejes así… no lo soporto.- Suplicó Jill en voz alta entre gemidos.

Acto seguido se abrió la puerta y entró el calvo con dos tipos más aplaudiendo. Uno de ellos era uno de los captores, el otro, tanto Jill como Amy lo reconocieron enseguida. El tercer individuo era un hombre cincuentón, bajito y gordo, con cabellos canos. Su rostro salía en los periódicos, era Tony Malone, uno de los líderes del hampa de Detroit. La policía llevaba años detrás de él sin conseguir ninguna prueba en su contra.

Si Tony Malone estaba detrás de todo aquello, Shadow Angel y Jill estaban muy jodidas, en todos los sentidos de la palabra.

– Bravo, bravo. Menudo espectáculo. Realmente debo felicitarte, esta vez te has superado. Dos de mis mayores enemigas pasándoselo en grande.- Dijo Tony al calvo.- Por favor chicas continuad.

Amy vaciló. No iba a darles ese gusto. No iba a humillarse ante Tony Malone, quizás este era el momento que había estado esperando, podía dejar KO al calvo y al otro tipo y coger a Tony de rehén, sería su billete de salida. Las palabras del calvo frustraron sus planes.

– Hay varios tipos apuntando a tus amigas. Al menor ruido que oigan, a la mínima que entre alguien en el cuarto de celdas les pegaran un tiro. Créeme, te conviene continuar lo que estabais haciendo.

“Malditos” pensaron ambas chicas, sabiendo que no tenían más opciones. Amy continuó masturbando a Jill con la mano.

– No no, eso ya lo he visto. Quiero ver como la poderosa Shadow Angel le come el coño a nuestra mejor agente de policía.- Dijo Tony.- Por cierto, bonito traje, te queda mejor que ese tan oscuro que acostumbrabas a llevar.

Tragándose la vergüenza, Amy bajó su boca hasta el pubis de Jill y empezó a lamer su clítoris. Ahora sí que le interesaba terminar cuanto antes. Haciendo gala de una habilidad sorprendente con la lengua, en pocos minutos tuvo a Jill gritando de placer mientras se corría en la boca de la ninja. La policía intentó resistir, no quería darle el placer a Tony Malone de correrse ante él, pero la habilidad sorprendente de la ninja pudo con ella. Los tres criminales aplaudieron sonriendo al ver la escena.

– Creo que las chicas ya están preparadas para el show final.- Dijo Tony.- Hagan los preparativos, voy a hacer unas llamadas.

El calvo y el otro tipo volvieron a esposar a Amy y la llevaron de vuelta a su celda. Decepcionada, comprobó que en el cuarto de las celdas había cuatro tipos con pistola apuntando a Rachel y Rebecca.

– ¿Que pretendéis hacer con nosotras? ¿Qué vais a hacer con Jill?- Gritó Amy mientras la volvían a encadenar en la celda.

– Shhh… sorpresa!… Solo te voy a decir que te vamos a hacer famosa.- Dijo el calvo antes de cerrar la puerta.

Minutos después trajeron a las chicas un cuenco con arroz y agua, que las tres devoraron en tiempo récord. Pasaron varias horas solas, sin decir nada, hasta que escucharon como se abría la puerta. El calvo y otros dos tipos entraron y sacaron a Rebecca y Rachel de la celda.

-¡Esperad! ¿Qué vais a hacer con ellas? Cualquier cosa que pretendáis lo haré yo, mucho mejor, las veces que queráis. ¡Ya os lo he demostrado!- Dijo Amy gritando intentando impedir que se llevaran a las chicas.

– Tranquila, hoy todas vais a formar parte de la función. Pronto vendremos a por tí, que tantas ganas de protagonismo tienes. Vas a ser la reina del evento… La estrella revelación- Dijo el calvo mientras cerraba la puerta de la celda, dejando a Shadow Angel totalmente sola, sumida en sus pensamientos.

Al cabo de un tiempo, volvieron a entrar el calvo y otros dos tipos, llevando un fardo oscuro.

Uno de los tipos le quitó las esposas a Amy mientras otro le arrojaba el bulto oscuro.

-Póntelo! Aunque preferimos el nuevo modelo que llevas, órdenes son órdenes.- Dijo el tipo.- Y no intentes nada, no queremos hacer sufrir a tus amigas, ¿verdad?

Amy recogió el bulto del suelo y sorprendida vio que se trataba de su uniforme, excepto sus guantes, sus botas, su ropa interior, su katana y sus artilugios. Sin decir nada, se quitó el vestido de red y se enfundó en su traje. El contacto de su piel con la resistente tela de su uniforme la reconfortó. Amy no entendía nada, pero seguramente no le tenían preparado nada bueno.

-Ven!.- Dijo uno de los tipos que condujo a Amy por el pasillo hasta la puerta del final. Cuando abrió la puerta Amy se quedó paralizada, sorprendida.

Dentro había una sala enorme, repleta de mesas, sentados en esas mesas habían los principales líderes del crimen de Detroit. Traficantes, proxenetas, mafiosos, secuestradores, ladrones, matones… También había todo tipo de corruptos, policías, políticos, jueces… Lo mejor de cada casa. En el centro, iluminada con un foco, había una tarima con una barra metálica en el centro. Varias chicas desnudas atendían las distintas mesas, sirviendo copas y canapés además de complacer los deseos de los distintos maleantes. Amy observó a Jill, la policía, en una mesa junto a tres tipos, realizando una felación a uno mientras con sus manos masturbaba a los otros dos. En otra mesa estaba el odioso calvo, junto a Rachel y Rebecca mirando a Amy fijamente, con una pistola en la mano que apuntaba alternativamente a la cabeza de las chicas, dejando claras sus intenciones. Tony Malone estaba solo en una mesa rodeado de chicas desnudas.

Justo al lado de la puerta Amy comtempló horrorizada varios DVD’s con varias imágenes suyas a modo de caratula. Una mostraba a Shadow Angel en la cama con el tipo regordete con el que había estado al principio, otra mostraba a Shadow Angel en la ducha practicando una felación a sus captores, otro contenía una imagen de Shadow Angel desnuda y atada en una mesa con varias piezas de sushi en su cuerpo, otra con Shadow Angel en una celda con Rebecca lamiendo su vagina, y otra mostraba a Shadow Angel desnudando a una indefensa Jill. “Malditos” masculló Amy. Todas las miradas de los maleantes convergían en la heroína que acababa de entrar en la sala. A través de un megáfono una voz empezó a hablar.

Bienvenidos todos amigos al show final. Nuestra querida heroína, Shadow Angel va a demostrar ante ustedes que ha dejado de ser un peligro para vuestros negocios. Nuestra valiente heroína ha encontrado en el negocio de la prostitución su nueva forma de vida. Prueba de ello todos ustedes saldrán de aquí con la filmografía completa de Shadow Angel, cinco excelentes DVD’s donde veréis a nuestra preciosa heroína actuando como mejor le gusta. En el fondo, que tiene alma de prostituta ya lo sabíamos todos, ¿verdad?. Pero el principal espectáculo lo van a contemplar ustedes en directo, para vuestro deleite, la hermosa y poderosa heroína Shadow Angel va a desnudarse ante vuestras miradas. Y cuando digo desnudarse me refiero a que va quitarse toda pieza de ropa que lleve, incluida su preciosa máscara. Así que… señores hagan sus apuestas, quién se esconde bajo esa oscura máscara? ¿Será una chica cualquiera? ¿Una agente de la ley? ¿Una miembro de alguna organización secreta? ¿Ocultará su rostro para esconder una identidad famosa? ¿Reconoceremos enseguida a la chica o será una completa desconocida? Y lo mejor de todo, después del show todos los presentes vais a poder disfrutar a solas con nuestra heroína, sin más limitaciones que vuestras propias fantasías

-Estáis de coña si creéis que voy a pasar por eso- Masculló Amy a los tipos que tenía detrás.

-Créeme, vas a hacer todo cuanto has escuchado, a la menor vacilación nuestro amigo de allí va a meter una bala entre ceja y ceja a una de tus amigas. Créeme que lo hará, no necesita a ambas, así que como no subas ahora mismo a la tarima ya te puedes despedir de una de ellas.

Amy no tenía ninguna opción, sin ninguna arma a mano no tenía ninguna alternativa. Lentamente y muerta de vergüenza entró en la sala y se dirigió a la tarima. La falta de ropa interior hacía que su uniforme no dejara mucho espacio para la imaginación. Un murmullo recorrió la sala mientras Shadow Angel subía a la tarima, la chica notó las miradas de lujuria de todos los presentes clavada en ella. Era consciente que su uniforme marcaba sus pezones, su culo y sus labios vaginales como si estuviera desnuda. La música empezó a sonar.

Amy empezó a bailar al ritmo de la música, intentando ganar tiempo, pero el público quería ver más. El calvo dirigió su arma hacia la cabeza de Rebecca, aquello hizo reaccionar a la ninja, que sensualmente empezó a quitarse la camiseta. Poco a poco fue subiendo la prenda para deleite de los presentes. Cuando se la quitó, escuchó los silbidos de los maleantes al contemplar sus hermosos senos. Toda la atención estaba centrada en ella. Amy dirigió sus manos a sus mallas y poco a poco fue bajándose la prenda, mostrando a los presentes su hermoso trasero y su rasurado pubis con su cada vez más famoso tatuaje. Antes de quitarse su máscara, la heroína dio un par de vueltas en la vara y haciendo gala de su extraordinaria agilidad, la subía y la bajaba, haciendo todo tipo de piruetas y acrobacias para deleite de los presentes que estaban asombrados. En la mente de Amy se empezaba a tramar un plan.

Sensualmente se deslizó por la barra y a cuatro patas se dirigió hacia la mesa que tenía enfrente, maullando como una gatita. El tipo que tenía enfrente dirigió sus manos hacia sus senos, con un gesto ágil, la heroína se retiró.

-Miau! Chico travieso, no vas a ofrecer algo de beber a la gatita primero?- Dijo Amy con una sonrisa.

El tipo sin dudarlo cogió una copa de champán de la mesa y la acercó a la heroína, cayendo de lleno en su trampa. Amy al ver la copa delante de sus narices no vaciló ni un segundo. Con un gesto ágil pegó una patada a la copa que, con una precisión digna de un futbolista de primera división, fue a estrellarse en la cara del calvo que sujetaba la pistola.

El calvo ni lo vio venir. Al notar la copa estrellarse en su cara, apartó la pistola del rostro de las chicas y se dirigió la mano a la cara, para detener la hemorragia. Inmediatamente se dio cuenta de su error pero ya era demasiado tarde.

Con una rapidez felina, Shadow Angel saltando de mesa en mesa se plantó frente al calvo y de una patada le quitó el arma de las manos. Todo sucedió tan rápido que los delincuentes no tuvieron tiempo para reaccionar.

-¡Salid!- Gritó Amy a las chicas mientras arrojaba la pistola del calvo a una sorprendida Jill, que la cogió al vuelo.

Acto seguido dos tipos entraron por la puerta apuntando a la ninja con sus pistolas, pero no tuvieron tiempo a apretar el gatillo. Con precisión asombrosa Jill los derribó de dos disparos. A partir de allí, se desató el caos.

Los malhechores se levantaron de las sillas y fueron a por la ninja, algunos llevaban armas de fuego, otros cuchillos y otros cogieron botellas, patas de mesa o cualquier cosa que tuvieran a mano. Los números no pintaban bien para la ninja.

Por el rabillo del ojo, Amy vio como una desnuda Jill abandonaba la sala a toda velocidad. “Cobarde” pensó. Aquello dejaba a Shadow Angel sola contra la flor y nata de la delincuencia de Detroit.

La ninja torció una sonrisa. Ellos no lo sabían, pero eran como conejos con un tigre en su madriguera. Sin mostrar ninguna vergüenza por su desnudez, Shadow Angel empezó a patear y golpear a los que tenía más cerca, haciéndoles soltar las armas de las manos y dejando algunos inconscientes en el suelo.

Al ver a un tipo apuntándola con una pistola, la ninja se cubrió con una mesa, y cogiendo una bandeja del suelo la lanzó con mortal precisión contra el brazo armado del tipo, que soltó el arma. Acto seguido, cogió una silla y la estrelló contra los dos tipos que venían corriendo hacia ella blandiendo sendos cuchillos. En medio de la refriega Amy tuvo una idea, cogió una botella de licor y la estrelló contra la pila de DVD’s, para acto seguido lanzar un cigarro encendido que encontró en el suelo. La ninja observó satisfecha durante un segundo como la pila de grabaciones ardía como si fueran hojas secas.

La ninja no tuvo ni un segundo de descanso, otros dos tipos la golpearon con un taburete y la heroína se vio de bruces al suelo. Pero la chica estaba lejos de ser derrotada, con un par de patadas bien dirigidas, los dejó a ambos fuera de combate. Un grito a su espalda la hizo girarse.

-¡Cógelo!- Le dijo Jill desde la puerta mientras le lanzaba algo. Al parecer la policía había aprovechado para encontrar y enfundarse su uniforme. Des de la puerta disparó a dos maleantes que se dirigían hacia la ninja.

Con una sonrisa de satisfacción en la cara, Amy recogió lo que le había lanzado Jill. Se trataba de su katana y su cinturón. “Así que no eres tan cobarde al fin y al cabo” pensó la heroína. Aquello cada vez se ponía mejor.

Shadow Angel sacó un par de bombas de humo de su cinturón y las lanzó. Acto seguido lanzó un shuriken contra el foco central, dejando la sala iluminada únicamente por las tenues lámparas de las mesas. Ahora en esa semioscuridad, la ninja tenía toda la ventaja.

Guiándose por los gritos de confusión de los mafiosos, la chica fue repartiendo golpes y estocadas, desarmando a los delincuentes con que se cruzaba. Esquivando las balas, con dos shuriken bien lanzados, desarmó a dos individuos que disparaban con subfusiles. Cuando vio que la mayoría de malhechores estaban desarmados y fuera de combate, la ninja dedicó unos segundos a recuperar su traje. Al notarse otra vez cubierta por la resistente tela de su uniforme, la ninja sintió recuperar todas sus fuerzas, cuando acto seguido una potente luz la deslumbró.

-¡Alto! ¡Quieta y manos arriba! ¡Todo el mundo quieto!- Gritaron varias voces. Amy no se movió.

En la sala entraron multitud de agentes de policía. Jill cuando salió desnuda de la sala, no solo había recuperado su uniforme y las armas de Shadow Angel sino que había encontrado una salida al exterior desde la que alertó de su situación a sus compañeros. Después de dar aviso, volvió a entrar para ayudar a la heroína.

Ahora lo mejor de la policía de Detroit, la incorruptible unidad de élite estaba deteniendo a los derrotados malhechores. Detrás de los agentes, Amy vio a Jill, protegiendo a Rebecca, Rachel y las demás chicas. Todas habían podido abandonar la sala y ninguna había salido herida. Amy suspiró aliviada, todo había terminado bien.

-¡Usted! ¡deberá identificarse y acompañarnos a comisaría!- Dijo a Amy un corpulento policía.

La heroína no había previsto aquello, no tenía ninguna intención de ir a la comisaría y prestar declaración, ello implicaría tener que revelar su identidad secreta a los agentes. Rápidamente, su mente trazó un plan.

Discretamente, mientras Shadow Angel levantaba las manos, sacó de su cinturón la última bomba de humo, lanzándola contra el suelo. Antes que los agentes pudieran reaccionar, la ninja lanzó un garfio hacia los conductos de ventilación del techo y en un salto ágil subió y se metió en ellos. Dejando sorprendidos a los policías.

Por suerte para Shadow Angel, los conductos de ventilación eran suficientemente amplios como para permitir a la heroína pasar por ellos. Amy subió y subió hasta que vio luz solar por una reja. De una patada la abrió y salió al exterior. La luz del sol la deslumbró, desorientándola unos instantes. Amy se encontraba en una azotea de un almacén abandonado cerca del río. La heroína agotada, se sentó al borde de la azotea contemplando el brillo del sol sobre el agua.

Aunque el tiempo que había estado prisionera había sufrido mucho, y había llegado a perder la esperanza durante algunos instantes, finalmente todo había terminado bien. Pensándolo mejor había terminado mejor que bien. La policía había pillado con las manos en la masa a los principales líderes criminales de la ciudad, con las evidencias que había en ese antro, les costaría evitar la cárcel. Aquél había sido un duro golpe contra el hampa de Detroit, descabezando las principales mafias y grupos delincuentes. Además todas las chicas habían sido rescatadas ilesas. Shadow Angel tenía motivos para sentirse orgullosa. Al cabo de unos minutos se levantó y se dirigió a su apartamento, agotada. No sabía cuánto tiempo había estado en manos de esos secuestradores, para Amy había sido una eternidad.

Universidad de Detroit, martes por la mañana

Los periódicos de la mañana y los noticieros de la televisión no hablaban de otra cosa. El duro golpe que la policía había atestado al crimen organizado de Detroit el día antes Tony Malone y los principales líderes criminales de la ciudad habían sido detenidos. La policía había encontrado tdo tipo de pruebas y evidencias contra ellos.

Aún así, Amy acudió a la universidad con un nudo en la garganta. No podía creerlo, había estado secuestrada más de tres días enteros. Tres días en manos de esos malditos secuestradores. Tres días que a ella le habían parecido semanas, y ahora que lo recordaba, precisamente ese fin de semana había hecho planes con sus amigos. Su teléfono tenía multitud de llamadas perdidas y mensajes que no había contestado. Al verla entrar en la cafetería a primera hora, sus amigos se levantaron y fueron a abrazarla.

-¿Qué te pasó Amy? Estuviste desaparecida tres días- Dijo Elsa, una chica bajita y tímida.

-Nos tenías muy preocupados, ni siquiera contestaste a nuestras llamadas.- Dijo Claire, una chica pelirroja, abrazándola fuertemente.

-Fuere lo que fuere, me alegra verte sana y salva.- Dij Tom, un chico alto y rubio, mientras le daba un cariñoso beso en la frente.

Ese beso devolvió a Amy a la realidad, haciendo que olvidara el infierno por el que había pasado.

-Lo… siento chicos… es que me puse enferma, no me he podido mover de la cama en todos esos días.- Respondió Amy. Como excusa era muy mala, pero era la mejor que se le había acudido. Amy deseaba poderles contar la verdad a sus amigos, su preocupación era sincera y no merecían sus mentiras. Estaba convencida que todos guardarían su secreto, pero aquello era una carga que la chica no quería compartir con nadie. No quería cargar en los hombros de sus amigos la responsabilidad de conocer la identidad de Shadow Angel.

-Pero al menos podrías haber mirado el teléfono. Pensábamos que te habían secuestrado o algo peor.- Dijo Mike, un chico con pintas de surfista.

Aquello hizo sonreír a Amy.

-No pasó nada, me encontraba tan mal que ni siquiera tenía fuerzas para coger el teléfono. Ahora me encuentro mejor. Gracias por preocuparos por mí, sois los mejores amigos que podría tener.- Respondió la japonesa.

-Nos alegramos que estés bien.- Dijo Rubén, un chico con aspecto desaliñado.- Esta noche celebraremos tu regreso y brindaremos por tu salud. Conozco un sitio que hacen un sushi estupendo.

-Creo… que no me apetece mucho comer sushi en una buena temporada…. Parte de mi malestar de esos días creo que fue por comer sushi en mal estado. Pero… Que tal una hamburguesa?- Respondió Amy.

Sus amigos respondieron que sí al unisono y entraron en clase. Antes de entrar, Tom la abrazó fuertemente en el pasillo.

-Me tuviste muy preocupado, estuve a punto de llamar a la policía. No sabes como le alegra que estés bien.- Dijo dando un apasionado beso a Amy.

-Tom! que nos estan viendo.- respondió divertida la japonesa para acto seguido ser ella la que besaba al chico.- No debes preocuparte, soy perfectamente capaz de cuidarme sola. ¿Sabes? Quizá te puse a prueba. Me gusta ver que en esos días no te has buscado otra chica.

Amy no dio pie a que Tom pudiera responder, y con una sonrisa picarona en el rostro entró en clase.

Epílogo

Mientras los delincuentes eran detenidos y una cansada Shadow Angel se dirigía a su apartamento, otro individuo se movía oculto. Entre las cloacas, un hombre huía, con una mano se sujetaba la frente, en la que un tosco vendaje intentaba contener la hemorragia causada por una herida cortante. El individuo, un hombre calvo, sujetaba varios DVD’s con la carátula chamuscada mientras mascullaba “Me las pagarás, Shadow Angel”.

Oculto y desconocido por todos excepto por cierto individuo calvo, en la sala donde se había producido el combate con Shadow Angel, había un pequeño túnel, oculto bajo una mesa, que conducía a las cloacas. Sabiendo que la batalla estaba perdida, el calvo había podido salvar algunos DVD’s del fuego y en medio de la pelea había podido escapar sin ser visto. “Aquello no quedaría así” se decía a si mismo.

CONTINUARA

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