Quantcast
Channel: PORNOGRAFO AFICIONADO
Viewing all 7993 articles
Browse latest View live

Relato erótico: “MI DON: Raúl – Llenando huecos (37)” (POR SAULILLO77)

$
0
0

El boom de mi aparición en TV se paso tan rápidamente como surgió, gracias a dios, las señoras por la calle dejaron de pararme y en el mercado podía hacer cola en la carnicería sin que me acosaran, eso si, a la pobre Eli no la dejaban en paz, habían inventado en los programas rosas que yo era un monitor suyo, que me había seducido y que ahora habíamos discutido y por eso se había marchado de la capital, pero la historia dejó de tener gancho y pasaron del tema, menos mal, los ataques de risa que me daban en casa eran brutales, Teo y Manu se reían de mi cuando quedaba con ellos. Para mi sorpresa, Teo andaba ya con una chica rondándole, era mono y divertido, no era raro, la chica en cuestión era de su oficina donde trabajaba de informático, estaba rehaciendo su vida amorosa, algo que Alicia no hacia, seguía estudiando en la universidad que acababa de empezar el curso y de allí, a su casa, salvo salir con su hermana y el resto de las chicas del piso, no se sabia mas de ella.

Yo estaba disfrutando de los primeros días con Jeni, la deportista del parque que hacia unos días me había tirado, y desde entonces se convirtió en mi “zorra de las tardes”, cada día iba al parque sobre las 5 y media, hacíamos algo de ejercicio, y luego me acompañaba a casa, allí pasábamos un par de horas follando con gusto, Jeni se acostumbró rápido a mi polla y mis ritmos, y la bestia aparecía mas de una vez, pero al 2º polvo quedaba aturdida, la estaba enseñando a chupar bien una polla, pese a que sus mandíbulas casi no daban de si, ya se metía el glande entero, antes solo lamía y chupaba la punta, aunque el ritmo de sus manos era constante y muy erótico, aun sentía asco al correrme y hacerlo en su cara o su piel, pero era mas la impresión, ahora lo cogía con los dedos y lo chupaba con lujuria, del anal nada por ahora, pero ya se dejaba acariciar por encima, cuando la follaba de forma animal podría hacerla lo que quisiera, se corría tanto que dejaba todo perdido, luego se iba sobre las 20 o 21 horas y la pobre Dani recogía todo por la mañana. Al resto de chicas del parque las dijimos que Jeni me había pedido ir a mi casa a ducharse, para que no hubiera malos rollos, pero Lucy no era tonta y era madre, se lo olió a la 1º, y cuando se lo dijo a Lola, la menor, la furia de sus ojos fue inmensa. Me dio igual, pensaba tirármelas a ellas también, solo tenia que esperar que Lola fuera mayor de edad y encontrar un momento en la vida de Lucy en que no tuviera que ocuparse de sus hijos, de su marido no hacia falta, la dejó por una de 20 años cuando se divorciaron hacia 2 años, eso si, dejándola una pensión bastante buena, tan buena como para no tener que trabajar, me partí el pecho de risa cuando me dijo que la de 20 años le dejó al mes de enterarse que casi todo su gran sueldo se iba en la pensión y no podía seguir pagándole los detalles.

Pero era jueves ya entrada la noche, Jeni se acababa de ir, y los viernes no hacia deporte ni en el fin de semana Jeni estaba disponible, quería quedar con los amigos y salir a reírme y divertirme al ida siguiente desde bien pronto, así que tenia que planear mi siguiente víctima, y ya puestos a rellenar huecos en mi semana, mi objetivo, tenia que ser alguien para el fin de semana, entre semana ya tenia a Eli por la mañana, aunque ahora estuviera de viaje, y a Jeni por las tardes, pero el fin de semana estaba libre, demasiado. Miré entre los papeles del cajón, ¿quien podía ser? Si iba a salir de fiesta con los amigos necesitaba a una chica joven que no desentonara, y a su vez me espantara a las demás, sobretodo a Lara, que al verme tan recuperado insistía en que volviera entre sus pechos, me tentaban, pero era una apuesta segura, seria mi comodín cuando alguna de mi semana me fallara, así que fui haciendo una criba, demasiado mayores, indispuestas, ocupadas……….llamaba a algunas y aunque eran conversaciones subidas de tono no siempre es fácil encontrar a alguna libre, hasta que me encontré un papelito, era de Yasira, la hija de Luz, la ama de llaves de Eleonor, habíamos coincidido unas cuatas veces cuando venia con su madre a probar la piscina con el permiso de Eleonor, habíamos tenido nuestros cruces y su papel cayó en mis manos, la recordaba sensual, caribeña, con el tono color cacao en la piel, y su cuerpo en biquini frotándose con el mío en la piscina mientras jugábamos y yo la rechazaba con amabilidad, podría haber escogido a cualquier otra que no tuviera lazos con esa parte de mi vida, pero de pronto comprendí que seria el momento idóneo para demostrar una vez mas mi nueva faceta de cabrón, y llevarse de fiesta a bailar a una colombiana nunca es mala idea.

-YO: hola, ¿Yasira?

-YASIRA: si……..

-YO: ah, buenas, soy Raúl,…..no se si……..¿me recuerdas?

-YASIRA jajajaja claro que si, ¿que tal?

-YO: nada, todo bien, solo llamaba para preguntar que tal todo, no quiero que lo que pasó con Eleonor os afectara a tu madre y a ti.- me importaba un bledo en realidad, pero sonaba creíble.

-YASIRA: pues bien, muy bien en realidad, mi madre si que esta enfadada contigo, pero nos ha venido de lujo, ahora la ha hecho interna y vivimos en un chalet de lujo, a las afueras, ganamos mas dinero y vivimos mejor, aunque es un poco solitario.

-YO: ¿y eso?

-YASIRA: pues si, no se, es que esta algo apartado, y yo no tengo coche, aquí no hay nada con lo que divertirse y no me dejan traer a amigos.- de puta madre, parecía que el universo se alineaba a mi favor.

-YO: pues una pena………..- dejé un tiempo y cambié el tono como si acabara de recordar algo-……….oye, no se si te gustaría, mañana de noche unos amigos y yo salimos de fiesta a bailar y beber un poco, no se…… ¿te gustaría venirte?- se hizo un silencio sepulcral.

-YASIRA: no se……quizá no sea adecuado…….pero me apetecería……..

-YO: pues vente, te paso a buscar cuando quieras con el coche, y te llevó de vuelta cuando quieras, sabes que no bebo, será divertido y así charlamos y retomamos amistades, me quedé con muchas ganas de conocerte mejor.- podía notar su sonrisa a través de la línea telefónica.

-YASIRA: esta bien, no se, cuando puedes pasarte…….sobre las 19 horas mi madre y Eleonor salen de casa, puedo dejarlas avisadas que saldré y me recoges a la puerta de la urbanización.- me dio la dirección.- ¿te parece?

-YO: perfecto, pues allí estaré.

-YASIRA: tengo que ir de alguna forma especial……….no quiero hacer el ridículo.

-YO: como si yo te tuviera que decir a ti como una mujer debe de salir de fiesta a bailar……….sorpréndeme.

-YASIRA: jajajajaja pues nos vemos mañana……….. y muchas gracias.

-YO: de anda mujer, espero con ansias verte mañana.

Al colgar sentí un hormigueo en el estomago, como cuando ves algo en la nevera que no es para ti, pero que es tan delicioso que deseas comértelo, mas que por que fuera hermosa, que lo era salvo un mentón algo pronunciado, era un objeto prohibido, y eso me atraía aun mas. Yasira hablaba perfectamente el castellano, su madre la tuvo aquí y siempre había vivido en España, tenía 20 años y salvo algún acento, tenía una dicción perfecta, según recordaba un buen culo y tetas firmes sin exageraciones, pero sus pezones duros me habían hecho fijarme en ellos cuando sobresalían en nuestros juegos en la piscina.

Planeado ya el fin de semana, el problema era que era jueves de noche, y hasta, quizá la madrugada del sábado, no la tendría abierta de piernas, si es que lograba tal cosa, ¿un día y medio sin follar? De eso nada, estaba a punto de llamar a Lara cuando un mensaje me llegó, al leer el nombre sonreí, era de Mariluz, la presentadora MILF, por lo visto ser un carbón tenia premio, estaba mas pesada esos días que anteriormente, y ahora ya le daba igual todo, abrí el mensaje multimedia, un vídeo de ella masturbándose, “¿cuando me vas a follar?, me lo prometiste, quiero que tu enorme polla me folle así” metía un consolador bastante grande por su coño sin aparente dificultad, el universo me hablaba, yo obedecía. Cené y me acosté pensando cual seria la mejor forma de abordarla, tenia que ser por sorpresa, que la pillara desquiciada, como cuando la “ayudé” con la petaca del micro, aquella mujer era, o se creía, una tiburón blanco en busca de su presa, esas fotos y videos lo demostraban, lo suficientemente eróticos como para calentar a cualquiera pero sin llegar a verla nunca la cara, no era su 1º rodeo, lo hacia para que no pudiera usarlo en su contra al no reconocerla.

No recuerdo lo que se me ocurrió o lo que soñé esa noche, pero me levanté con una erección descomunal, solo una larga ducha fría me calmó los nervios, tenia tiempo, había madrugado, eran las 9 de la mañana, o al menos eso era madrugar para mi, desayuné un poco y me puse lo mas casualmente guapo y juvenil que podía, un polo rojo ceñido y solo un bañador azul marino, que a 1º vista disimulaba mi verga, pero en cuando me movía se marcaba, cogí el coche y me fui al plató donde se emitía su programa, estaba muy cerca, apenas 15 minutos, su programa ya había empezado, puse la TV antes de salir asegurando que estaba allí, como no, con un vestido ajustado, azul cobalto, sin mucho escote pero con la tela pegada a su piel marcando sus senos de forma sensual. Embobado casi tenia la polla morcillona al llegar al aparcamiento, temí por la seguridad de todos cuando pasé por el puesto de seguridad simplemente diciendo que venia con Eli a dar la clase de gim, ni se molestaron en saber que Eli estaba de viaje y que haría su clase en conexión en directo desde su nuevo centro en el norte. Me colé entre bastidores mirando como seguía el matinal hasta llegar las 10, y allí conectaron con Eli y todo pareció dejar de ser la TV por un segundo, gente hablando a gritos y moviéndose por el plató, unos de caterings, vestuario, sonido, era un caos, apenas divisaba a Mariluz entre el jaleo, charlaba con uno de los colaboradores mientras con gesto sensual se quitaba el micro del escote y lo dejaba caer por dentro del vestido hasta sacárselo por debajo de una falda ceñida que llegaba mas allá de sus muslos, pero no mucho mas, se sacó la petaca y lo dejó en la mesa mientras se dirigía hacia la zona de camerinos, algo mas despejada, donde la aguardaba agazapado tras un armario, Eli ya me había indicado donde estaba su camerino, mas grande y apartado del resto, paso a mi lado sin verme y cuando iba a entrar la sacudí en el trasero con la mano abierta, sentía vibrar mis dedos y ella dio un salto con los tacones enormes que casi la hacer caer hacia delante si no se agarra al marco de la puerta, un leve gemido quedó apagado por el ruido de la sala, se llevó la mano al culo frotándoselo por encima de la tela con brío y se giró con una mirada colérica cogiendo aire dispuesta a montar un pollo, con la otra mano en alto para golpear, pero al verme sonreír sacudiéndome la mano de dolor, tosió de frustración con una risa dibujada en los labios.

-MARILUZ: que animal eres, me has hecho daño…..- me miró esperando una disculpa que no llegó.-………. ¿que haces aquí? Hoy no esta Eli…….

-YO: no es a por ella a por quien vengo – mi pose directa y poco charlatana me había funcionado la 1º vez.

-MARILUZ: ahhhh si…..- su tono era de orgullo herido, pero sin dejarse de frotar el culo-……. por que llevo mas de una semana llamándote y no me haces caso…..

-YO: ahora estoy aquí.

-MARILUZ: eso ya lo veo, ¿que quieres?- se cruzó de brazos con gesto altivo.

-YO: a ti. – sonrió sin fijar la vista en nada.

-MARILUZ: ya supongo, pero es posible que a mi ahora no me apetezcas tu……- quería dominar la situación, era sutil pero yo la vi venir, si ahora me dejaba camelar seria un juguete mas del que se aburriría en unos días, así que saqué el móvil y, con el volumen a tope, le enseñé su vídeo metiéndose un consolador por el coño, gimiendo de gusto, su sorpresa la llevó a andar hacia mi con rapidez y cogerme el móvil trinado de el hacia abajo, aun en mis manos, pegando su cuerpo al mío.

-YO: ahora.

-MARILUZ: aquí no puede ser, loco.- sonreía al frotar sus manos en mi polla al estar pegadas al móvil.

-YO: ahora.- acaricié su estomago subiendo hasta sentir uno de sus pechos entre mis manos.

-MERILUZ: no, estate quieto- pero solo semmoviopara retirar su larga cabellera haca atrás con un gesto erotico.

-YO: ahora –mi otro brazo rodeó su cintura pegándola a mi y haciéndola reposar sobre mi cuerpo con aun sola pierna en el suelo, alzó la otra entre mis peinas lo que el ancho de la falda le permitía, echando la cabeza hacia atrás riéndose y apoyando una de sus manos en mi pecho.

-MARILUZ: dios, como sois los jóvenes, sois puro fuego- acarició con un dedo mi mentón mirándome con ojos tiernos.

-YO: ¿ahora? – fue la 1º vez que lo pregunté, mi mano seguía apretando su pecho mientras la otra bajó a aferrarse de su espléndido trasero, apretándola aun mas contra mi, elevándola medio palmo, lo justo para que aun la punta de los dedos de uno de sus tacones rozara el suelo, era alta, con esos zapatos pasaría del 1,85 fácil.

-MARILUZ: si, ahora.- me sujetó la cabeza y me besó con pasión – pero date prisa, en 20 minutos tengo que salir en antena.- metí mi mano de su trasero por dentro de la falda acariciando su tanga por encima.

-YO: me sobra tiempo para hacer que tiembles.- rió fuerte creyendo que estaba bravuconeando, de joven inexperto, pero a su vez se sujetó de mi cuello y de un salto se me subió encima rodeándome con las piernas cruzándolas a mi espalda, me agarré a su culo como si me fuera la vida en ello.

Pesaba bastante, era una MILF, corpulenta y con curvas, voluptuosa, no bajaría de los 70 kilos, pero no tenia ni rastro de carne sobrante, al entrar en su camerino la aplasté contra aun de las paredes mientras nos besábamos, ella tiraba de mi polo hasta sacármelo, al ver mi torso se mordió el labio mientras pasaba sus dedos por todo mi pectoral, yo a duras penas podía soltarla el culo, pero no estaba quieto, lamía su cuello, la hacia reír, tenia cosquillas, la dejé en el suelo y mis manos fueron a su cara, me pringué con el maquillaje excesivo que les ponen para salir en TV, aun así la besaba con lujuria, su lengua era lava, me quemaba en la boca, mis manos trataron de subir su falda, y hasta cierto punto lo logré, pero el vestido era tan ajustado y apretado que pasada sus caderas desistí de quitárselo entero, ya tenia acceso de su cintura hacia abajo, con un tanga diminuto, de color carne, la di la vuelta para dejarla apoyada en la pared y me agaché a besar su trasero, era enorme, caderas anchas y glúteos algo flácidos, me reía, ella se contorsionó para ver de que, tenia la marca de mi mano en el culo, roja en carne viva en la nalga derecha, se distinguían claramente la palma de mis 5 dedos, tiré del hilo del tanga hasta ponérselo a un lado y la encorvé la espalda para meter mi boca entre sus muslos, lamiendo un coño que chorreaba, lamía y chupaba de ella mientras arqueaba la espalda con su respiración, al levantarme me bajé el bañador, tenia la polla tan dura como por la mañana, y sin compasión alguna la penetré el coño por detrás, no me sorprendió nada que le entrara fácil y casi toda a la 1º, aunque su grito de sorpresa y lujuria si, lo habrían oído al otro lado de la puerta, seguro, tiré de los hombros de su vestido mientras su coño palpitaba sobre mi rabo, haciéndose sitio, saqué sus tetas por encima del ligero escote por que para mi regocijo no llevaba sujetador, y su tetas aun estaban tersas y juveniles, al tacto entendí que no solo eran operadas, si no que llevaban relleno, silicona, aun así las cogí con maestría notando sus pezones duros y rozándolos mientras comenzaba a follármela, era delicioso, el coño mas amplio que había tenido nunca, a las pocas embestidas ya la penetraba todo lo que la poción permitía, daba un respingo cada vez que entraba y un suspiro cuando salía, terminado con un “ohhh, que gusto”.

Sus gemidos estaban alcanzando un ruido ensordecedor, pero tuve que llamar a la bestia allí mismo, esa pedazo de hembra me estaba volviendo loco, pegaba a la pared mientras cerraba los ojos, pero su cuerpo acompasaba mis penetraciones, la bestia se cebó mas de 10 minutos en que su cuerpo temblaba ante mi continuidad, gemía y coceaba pero no se corría, la muy experta tenia aguante, así que tiré de ella para separarla de la pared, y con ella aun empalada me tumbé en el suelo con gran esfuerzo de tenerla en el aire, ella casi leyéndome la mente puso los tacones y sus 2 manos en el suelo y elevó su cuerpo un palmo, de espaldas a mi, tomé sus caderas y plantando bien los pies desaté mi ira contra su coño, se retorcía ante mi, sus piernas cedían por los tacones y bajaba el cuerpo solo para ser penetrada fuerte y más profundamente, se cansó rápido y se puso en pie con mi ayuda, se dio la vuelta y midiendo distancias me puso entre sus piernas y se arrodilló metiéndose mi miembro hasta el fondo, su boca era un túnel al sentir de nuevo como la abría, cuando movió sus caderas sabia que estaba ante una diosa del sexo, su cintura era rápida y elegante, y sus gesto de haberlos practicado mucho, mientras me acariciaba el pecho o la tableta con las manos, subía y bajaba deleitándose, gritando, jadeando y gritando más, y mas alto, en un arranque de ira y diversión cogí del tanga mal colocado, y tiré con tanta fuerza que ella se ladeó haca esa dirección,, al 2º tirón se rompió, lo hice un gruño en la mano y me alcé para agarrarla de la nuca y vencerla hacia mi pecho, la metí el tanga hecho una bola en la boca, y con una mano en su nuca y otra en la boca saqueé a la bestia, sus gemidos en la nuez eran música a mis oídos, y sus ojos, con el rímel corrido sollozando, pidiendo piedad, su espasmos me llamaban, sus cadera se derretía y cuando mas fuerte estaba dándola gritó, bueno, lo intentó, abrió tanto los ojos que me asusté al no ver el iris color grisáceo en ellos, luego los vi bajar y me tranquilicé, su orgasmos había sido esplendoroso, sus emanaciones me habían llenado la pelvis y las sentía calientes resbalar por mi piel, pero yo seguía zumbándomela, sentía que estaba cerca de correrme, y fue una gran idea continuar, descubrí que era multiorgásmica, y según seguía embistiéndola ella seguía corriéndose, fue maravilloso soltarla la mano de la boca y agarrar sus tetas para que dejaran de moverse, y que ella misma mordiera el tanga para apaciguar los sonidos de sexo. Eyaculé azotándola el trasero como a una montura camino de la batalla, los golpes retumbaban por la piel de su culo y por el camerino, al sentir mi leche caliente ella se venció a mi pecho, respirando de forma agitada y sonriendo.

La agarré de la nuca tirando de su pelo, su cara era de sadismo, lujuria y felicidad, la saqué el tanga empapado de babas y la besé con lengua hasta cortarla la respiración., “3 minutos” se oyó a alguien que había tocado en la puerta, ella ni se inmutó, trataba de recuperar el aliento. Fui yo quien la puso en pie, la arreglé el vestido mas o menos, cuando se fue a poner un tanga limpio la sujeté la mano y se la metí en su propio coño, cogiendo su corrida y la mía, luego se la llevé a la boca que chupó apasionada, la azoté el trasero un par de veces, pellizcándolo, entendió que iría sin bragas el resto del matinal, y salió de allí con gesto alegre y sin prestar atención a la miradas de los que estaban cerca de la puerta de su camerino, tuvieron que atrasar 2 minutos mas el regreso en directo para que los de maquillaje la adecentaran, y volvió en directo dando las gracias a Eli por su fantástica ayuda, no se si se refería a las clases o a mi, pero el final del matinal, hasta las 12, me lo pasé mandándola mensajes entre bastidores, Mariluz se mostraba distraída y poco centrada, metió la pata un par de veces, ahora comprendía sus videos de errores en Internet, se perdía por que me miraba a mi relamiéndose, rememorando el tremendo polvo que la había pegado, y me contestaba a los mensajes entre videos y reportajes.

-YO: ¿y si cuando acabes me invitas a comer?

-MARILUZ: no puedo, tengo que quedarme unas horas mas para preparan la semana que viene del programa.

-YO: una pena tengo libre hasta las 17 horas.

-MARILUZ: dios, no te quito de mi cabeza, siento como mojo mi entre pierna cuando me veo, y siento tu mirada acariciado mi cuerpo ummmmmmmmm –labia tenia, eso seguro.

-YO: tu misma, cuando acabe el programa me iré, tu decides sin vienes conmigo o no.

-MARILUZ: no me hagas eso, por favor, te deseo, quédate un rato………..- una serie de mensajes suplicandome llenaron mi móvil, pero no contesté a ninguno, y eso solo la puso mas nerviosa, mi miraba deseando que acabara el programa.

Tan despistada que hablando de un incidente en la fallas de valencia, en vez de decir “una buena falla” soltó un “una buena polla”, fue leve, y corrigió al instante, pero mientras en directo se pasó por alto salvo la cara de enfado de algún regidor, esas cosas en Internet se cotizaban, seria carne de programas de zaping, pero a mi me entró una carcajada que me tuve que apartar para que no me oyeran, el resto del programa lo pasé respondiendo a los continuos mensajes de Yasira, queriendo confirmarme la ”cita”, parecía mas inquieta que yo, sabia que quedar conmigo no seria del agrado de su madre y eso creo que la excitaba aun mas. Terminó el programa y di de margen 20 minutos, la veía corretear y hablar con mil personas, cuando la pillaba mirándome le hacia el gesto del reloj en la muñeca, sonreía y seguía intercambiando papeles con varios del equipo de producción, roznado el minuto 18 salió corriendo hasta mi y me cogió de la mano, riendo para meterme de nuevo en su camerino.

-MARILUZ: ya esta, podemos irnos.- lo dijo cerrando la puerta con el culo.

-YO: no me gusta esperar.- tenia que seguir siendo brusco y escueto.

-MARILUZ: ya lo supongo, pero aquí estas, y te lo tendré que agradecer de algún modo- se contoneó hasta abrazarme y besarme con sed de sexo.

-YO: ¿nos vamos ya?

-MARILUZ: espérate, me tengo que dar una ducha y quitarme el maquillaje y el hedor a sexo, dios, creo que lo han notado todos, apesto a sudor y semen.

-YO: es tu problema, date prisa o me voy de verdad.- ni de broma me iría, vaya descubrimiento acababa de hacer, esa mujer follaba casi tan bien como Madamme o Eleonor, o eso me pareció, y era la 1º vez que la tomaba, penetrarla era como a un oso de peluche, suave, tierno y cómodo.

-MARILUZ: bueno, ¿y si te duchas conmigo?- se abrió la escueta cremallera de la espalda del vestido mientras se frotaba por mi lado caminando hacia la ducha.

Al girarme se sacaba el vestido tirando de él con los pulgares rodeando su cuerpo, hasta sacarlo por los pies dejándolo caer, su cuerpo desnudo al darse la vuelta me gustó, sin duda hace 10 años aquella mujer era la definición de la belleza antigua, exuberante y llena de curvas con la piel tersa, ahora sus tetas habían caído y se notaba que su turgencia era mano del hombre, cierta piel de naranja en las caderas y los muslos y el cuerpo algo fofo, con algo de piel sobrante en los ante brazos, aun así era una visión agradable, con el coño rasurado al 0. Me llamó con el dedo mientras con una patada me tiró el vestido a la cara con gran puntería, cuando la alcancé desnudo en la ducha se había quitado los tacones, y era 10 centímetros mas baja, el maquillaje se perdía entre chorros mezclados con el agua tibia, y su espesa y larga melena perdía las formas onduladas ante la humedad, pero una mujer empapada era mucho para mi, la frote cada parte de su cuerpo, lamí de sus pechos, la besé mientras la penetraba de frente levantándola una pierna y la hice gritar de paisano mientras reventaba en su interior una y otra vez, la daba la vuelta follándola por detrás mientras mi mano la masturbaba con rapidez y su gemidos alcanzaban la gloria, me arrodillé a comerla el coño mientas pasaba una pierna por encima de mi hombro, se agarraba a mi pelo como si fueran las crines de un caballo salvaje, al levantarme ella hizo lo propio y soltando una sonora carcajada al agarrar mi polla con ambas manos, la chupó con habilidad, una vez degustado el uno al otro, la volví a penetrar con fuerza, era tan fácil y tan placentero que la bestia se deleitaba, la follaba tan salvajemente que cuando se corrió solo me enteré por su arañazos en la espalda, allí fui subiendo el ritmo hasta dar lo mejor de mi, todo, en unos 5 minutos finales en que sus multi orgasmos no cesaron y sus lamentos y gemidos tampoco, al correrme sentí un placer enorme, lamiendo y chupándole una de sus tetas, coronadas por pezones algo diminutos, no parecían acordes con su buen par de tetas, me di un agua rápida y me salí de la ducha para dejarla limpiarse a gusto, si mirada irradiaba deseo.

Me senté vistiéndome, a esperar, 10 minutos después de oír como se limpiaba el coño con tenacidad salió desnuda secándose el pelo con una toalla, me miró sonriendo y se sentó en mis piernas como si fuera papa noel, me besó con tensión mientras la metía mano por mil sitios.

-YO: tengo que avisarte, no te preocupes por que me haya corrido dentro de ti………

-MARILUZ: ni tu, tomo la pastilla a diario.

-YO: ¿y eso?

-MARILUZ: el medico me lo recetó por que dice que ayuda a regular mi cuerpo, además, nunca se cuando me van a entrar ganas de divertirme.

-YO: pues nada entonces, mi vasectomía no viene al caso.

-MARILUZ: ¿y ahora que hacemos?

-YO: ponte algo encima y me invitas a comer, luego vamos a mi casa y seguimos hasta las 17 horas.

-MARILUZ: ¿y por que tan pronto?- me besó con dedicación.

-YO: por que he quedado con otra a la que tirarme.- me abofeteó la cara, enfadada.

-MARILUZ: ¿como te atreves?

-YO: ¿que te pensabas?, ¿que vivo por ti?, follas bien pero no eres la única a la que me voy a tirar, si te parece mal dímelo ahora.

-MARILUZ: pues no me hace gracia, vete dejándolas……..- sonreí al meter mi mano entre sus mulos y acariciar su coño, se resistía pero luego se abrió de piernas.

-YO: no voy a dejar a nadie, ¿y yo te he pedido que dejes a tu marido?- me miró consternada.

-MARILUZ: creía que eso no te importaba……..- suspiraba al sentir mis dedos penetrándola.

-YO: y me importa una mierda, ya lo has visto, ni a mi y seguro que a todos los chavales que te has estado follando con tu marido lejos, tampoco – me miró como si aquello fuera un secreto. – así que no te hagas la pobre esposa afligida, eres una golfa en busca de sexo, como yo, y podemos seguir siendo eso, juntos o por separado.

-MARILUZ: no soy ninguna puta.- me besó al sentir como la frotaba el clítoris.

-YO: no he dicho que lo seas, follaremos cuando queramos, pero ni yo soy tuyo, ni tu eres mía, no como para pedirnos nada.

-MARILUZ: no eres un joven novato y nervioso, no como los anteriores……- me acariciaba al pecho mientras lamía mis dedos bañados en los jugos de su coño.

-YO: no, no soy como ellos……..

Se vistió delante de mí, de nuevo se fue a poner unas bragas y la azoté negándoselo.

-MARILUZ: ¿y que quieres que me ponga?- sonreí al ver lo colorada que tenia la nalga de mis golpes.

-YO: lo menos posible y lo mas fácil de quitar.

Cogió una falda hasta las rodillas, vaporosa, un sujetador de encaje y una blusa amplia de flores con los hombros al aire, unos zapatos cómodos y se pintó los labios y poco mas, si vierais una foto de ella en el programa y otra de ella sin el bote de pintura que la ponían encima no la reconoceríais, era guapa, pero tenia la piel mucho mas curtida y envejecida de lo que se ve en TV. Con unas gafas enormes de sol en su cara nos fuimos a mi coche, comimos en un buen restaurante, de esos caros pero que te ponen bien de comer, charlamos un poco de tonterías, mantenía cierta distancia emocional, si la dejaba acercarse intuía que caería en su trampa. Al contrario que con Eli, a ella casi nadie la reconocía, y era normal, sin el maquillaje nadie diría que era ella.

Cuando llegue a casa Dani estaba terminado de recoger lo que Jeni y yo armamos la tarde anterior, tampoco reconoció a Mariluz pese a que trabaja con su programa de fondo, saludó cortésmente, Mariluz con cara de asco al oírla hablar, y se retiró a la cocina, Mariluz no tuvo tiempo ni de hablar cuando vio la piscina, la levanté la falda y me saqué la polla para penetraba contra el cristal de la terraza, horrorizada por la presencia de Dani no muy lejos, se retorcía al inicio pero mi miembro la estaba matando creciendo dentro de ella antes de que pudiera hacer nada, a los pocos minutos jadeaba y pedía mas, vi a Dani mirar de reojo desde la puerta de la cocina, le quité la blusa a Mariluz y se la tiré a Dani que se escondió asustada ante mis carcajadas, le quité el sostén y en un hábil gesto la falda, ya estabamos los 2 desnudos cuando la cogí en brazos y me la llevé a la habitacion de invitados de abajo, la tiré a la cama y metí mi lengua en su coño, rebosaba de fluidos y lamía con sabiduría, su clítoris eran tremendo, enorme y sobresalía mas cada vez que lo chupaba, se cruzaba de piernas rodeando mi cabeza con las pantorrillas mientras se aferraba a mi cabello, luego la penetré de nuevo, dios, que sensación tan libre, tan placentera, echado sobre su cuerpo lamía y chupaba sus tetas mientras la follaba a gran velocidad, cuando me separaba acariciaba mi torso relamiéndose, se corrió tan fuerte que pingó las sabanas limpias, yo bombeaba sin parar hasta sacar a la bestia y correrme dentro de ella, aplastado sus tetas con la cara. Me tumbé boca arriba y ella se dedicó a chupármela hasta tenerla tiesa otras vez, veía con alegría como se estaba babeando sus dedos y abriéndose el culo ella sola, sin decirla nada ya estaba preparándose para que la follara por el culo, “donde has estado toda mi vida”, pensé, se acuclilló y con un facilidad similar a su coño fue metiéndose mi rabo por el culo, le temblaban las piernas cuando la tuvo toda dentro y se dejó caer sobre mi besando lasciva, allí la bestia reapareció y sentía como la abría un túnel entre las nalgas, sus golpes en mi pecho solo me marcaban que iba bien, sus gritos y movimientos de cadera era fuertes, pero se puso roja cuando el orgasmo anal la llegó, explotó, nunca mejor dicho, en una barbaridad de fluidos que me bañaron entero y gran parte de las sabanas, y siguió haciéndolo hasta que 10 minutos después me corrí en su culo con embestidas tan fuertes que notaba el dolor en su rostro.

La di otro azote brusco en el culo ante sus risas, brillaba de sudor y sus tetas rebotaban de la respiración, yo igual, sudando y asqueado lleno de fluidos, me la saqué de encima, lamía mi tableta como si fuera de chocolate, y me fui a la piscina, me tiré de cabeza y degusté el momento, solo unos minutos, los justos para oír algunos gritos en la casa, fui a ver que pasaba y estaba Mariluz tapándose con una sabana increpando a Dani, que se mantenía quieta de pie con las manos juntas por delante a la altura del vientre y la cabeza gacha, sonrojada.

-YO: ¿que pasa?

-DANI: sentir, señor, yo no querer……- la interrumpió.

-MARILUZ: tu no querer, tu no querer, tu ser lista – le hacia burla con el tono- aquí la mirona se ha metido a ver a quien te estabas follando, ¿verdad?- la acusaba con el dedo.

-DANI: no, yo solo querer limpiar sabanas, yo oír piscina y pensar que habitación vacía.- alzó la cabeza un poco pero se la agachó Mariluz de golpe.

-MARILUZ: una mierda, me has reconocido y quería asegurarse para ir a venderlo a la TV, como odio a esta chusma – ahora me miraba a mi – vienen de fuera a robarnos el trabajo o sacarnos el dinero como sea. – Dani estaba roja de ira o impotencia, casi la oía sollozar. – mándala a la mierda, pero ya, y no la pagues un duro, esta no tendrá ni papeles ni nada – se giró hacia ella – eh, ¿a que si? has visto a la Mariluz de la TV y ha pensado que podrías sacar un dineral para tus 30 hijos, ¡¡¡sanguijuelas, que sois todos parásitos!!!!- Dani la miró asustada al fijarse bien y reconocerla.

Me tomé unos segundos para pensar, joder, que bien follaba aquella mujer, pese al chapuzón aun olía a ella, estaba claro que la faltaba un cable si se ponía así con Dani, pero si follaba así, ¿que mas daba?

-YO: lo siento, pero voy a tener que echarte. – Dani levantó la cabeza casi llorando, suplicandome con los ojos mientras Mariluz se regodeaba.

-DANI: por favor, no, yo solo querer limpiar habitación antes de ir – me miró temblándole la barbilla.

-YO: lo se, y te creo – de hecho le había pedido que siempre que pudiera dejara las habitaciones hechas- por eso, y con gran dolor, te pido que te vayas…………… vístete y márchate.- Dani extrañada, casi podía verla pensar, ella iba vestida, la que iba desnuda era Mariluz, cuando lo entendió se giró a mirarla con la cara iluminada, viendo como Mariluz estaba blanca como la leche.

-MARILUZ: me………….me estas tomando el pelo, ¿no?

-YO: ya me has oído, nadie viene a mi casa a gritarle a mi gente, vístete y sal.- la cara de Dani era un poema, solo superada por la de Mariluz.

-DANI: yo………señor……….no hacer falta………….yo…….- no sabia ni que decir.

-YO: tú cálmate…………. y ponte aquí a mi lado – obedeció agachando la cabeza con una sonrisa incontrolada en la cara.

-MARILUZ: ¿pero tu estas mal de la cabeza? ¡¡¡¡Si acabamos de esta follando, me has abierto el culo carbón de mierda!!!- si no estaba seguro de lo que estaba haciendo, esas palabras me convencieron, en el fondo, quería ser un carbón, pero era un carbón sincero y leal, le prometí a Dani que cuidaría de ella por encima de las “visitantes”, y eso estaba haciendo.

-YO: no veas como lamento esto, follas como si fueras algodón de azúcar, pero vístete y vete, no te lo repito.- se recogió parte de la sabana con que se tapaba y se plantó delante de mi apuntándome con el dedo.

-MARILUZ: déjate de bromas pedazo de payaso, ¿te crees que puedes jugar con los mayores?, ¿que me puedes follar cuanto te plazca y luego sacarme de tu casa? No me tientes, te puedo destrozar la vida, mequetrefe, como te atreves……..- siguió gritando cosas similares, cuando se cansó, su cara parecía que iba a estallar.

-YO: ¿ya?- asintió con firmeza.- Dani……….su ropa – me miró buscando confianza, se la di, corrió y cogió su falda, su blusa y su sujetador, y me los dio.- gracias.

Me acerqué a Mariluz y le arranqué la sabanas de las manos quedando desnuda, le di la sabana a Dani, que tenia la boca abierta y sonreía, le di su ropa a Mariluz y la agarré del brazo con dureza, iba gritando y pataleando mientras la dirigía a la puerta, me soltó un bofetón fuerte cuando abría y amenazó una vez mas antes de que la diera un leve empujón que la hizo tropezar y caer al suelo del pasillo de los ascensores, me tiró un zapato que golpeó con la puerta al cerrarla.

Al girarme Dani se me echó encima llenándome de abrazos y besos en las mejillas, me daba las gracias y decía algunas palabras en rumano que no entendí, la dio igual que estuviera empapado de la piscina, y desnudo, reía al escuchar aun a Mariluz golpear la puerta y berrear.

-DANI. Yo gracias, yo gracias, no poder decir suficiente.- me sujetaba de las mejillas con lagrimas en los ojos.

-YO: no pasa nada, ya te lo dije, tu eres mi ama de llaves y confío e ti, ¿acaso tu no confiabas en mi?- la rodeé por la cintura con las manos.

-DANI: yo si, si, yo confiar mucho.- mentía, una cosa es lo que yo la dijera, quizá por acostarme con ella podria suponer, y otra que realmente cumpliera mi palabra, y lo había echo.- tu no deber, señora Mariluz de TV, poderosa, puede hacer daño tu.

-YO.: tu no te preocupes por ella, es cosa mía.- su mirada era de adoración, por un instante se vio en la calle con marido sin trabajo y un hijo, perdiendo no solo el único sueldo de su casa, si no un gran sueldo que con los extras les daba para vivir bien, no hacia falta que lo dijera, se leía en sus ojazos azules.

-DANI: yo gracias, mucho, yo…..yo……..yo follar tu ahora ¿si?- me volvía a reír, esta vez no era un caramelo, me quería ofrecer un premio por mi bondad.

-YO: no, estas agradecida, y eso no es deseo.

-DANI: si, si, si, yo deseo mucho tu, tu follárme bien – se alzó para besarme en los labios, sabían bien, pero la forma de hacerlo era sin cariño ni afecto, solo físico.

-YO: no, para, no me deseas, ¿solo quieres dejar de estar en deuda conmigo? – asintió con algo de rubor.- pues hazme un favor, mándale un mensaje a Eleonor, dila que hoy he quedado con una chica, que parezco mas alegre, pero no le digas con quien.

-DANI: si, yo no decir Mariluz a nadie, yo jurar- cruzó los dedos de una mano besándolos.

-YO: no, aunque eso tampoco, no se cuanto podrías sacar por vender esta historia a la prensa, pero piensa que cuando se acabe lo que te den, no tendrás mas trabajo, nadie te contrata si vas hablando de mas – me aseguré de que tuviera la boca cerrada, con lógica.- aquí tienes un sueldo bueno y fijo, mientras te comportes.

-DANI: si, yo entender.

-YO: perfecto, tu mándale un mensaje y dila que esta noche salgo de fiesta con una chica, y dime lo que te responda – asintió con una sonrisa enorme y me volvió a besar en la mejilla pero cerca de mis labios.

Se fue cogiendo el móvil para obedecer, no me hacia falta verla hacerlo, si no me había ganado ya su lealtad con el dinero de los extras, con aquella jugada maestra seria mía para siempre. Lo hice por cumplir mi palabra, claro que si, pero me haba costado un coño delicioso, aproveché la jugada para tener a Dani a mis pies, además quería saber si Eleonor seguía interesada en mi vida y como reaccionaria. Eran cerca de las 15 horas, mi siesta rutinaria, esa vez tomaba un cariz diferente, tenia que estas descansado y sin sueño, planeaba una noche larga de fiesta, y tenia que trabajar por la mañana del sábado, quizá me tocaría ir sin dormir a colocar aquel dichoso almacén, seguía trabajando allí para tener mi propio dinero, incluso al no pagar casa ni caprichos de mujeres, estaba ahorrando algo, sumándole a los 40.000€ que aun tenia en el banco, dormí pensando en mi vida de prostitución, en Madamme, en Zeus, en aquellas mujeres y la Geisha, en aquella fiesta de ricachones donde destrocé el culo del pobre David por internar jugármela, no, por internar jugársela a Zeus, en el fin de semana con la supermodelo, dios, todo lo que hice para nada, ¿para nada?, no había tenido 2 años, o año y medio, de felicidad con Ana, pura y sincera, había merecido la pena, y ahora pensaba que aun sabiendo como acabó, lo volvería a hacer todo, antes y después, cada minuto junto a ella fue un regalo y ahora lo sabia. Aun ese tipo de pensamientos llenaba mi mente cuando quería quedarme en blanco, solo la dulce voz de verbos sin conjugar despidiéndose me desveló, entre semana trabajaba pero el fin de semana no, no la volvería a ver hasta el lunes, me dijo que Eleonor la respondió un ”OK” sin mas, sonreí, y Dani se fue.

Me sonó el móvil, malditas alarmas, cometí el error de poner una canción que me gustaba de tono, ahora la detestaba, pero me sentía renovado y con fuerzas, comencé un completo en el baño, evacuaciones menores y mayores, baño relajante y concienzudo, repaso corporal de pelos sueltos y arreglarme la barba de 3 días, tenia un bote de gel fijador efecto mojado que nunca había usado, gracias a los genes de mi abuela tenia el pelo espeso, fuerte, sedoso y con un ligero inicio de remolino en la zona del flequillo, siempre que no me lo dejara crecer mas de 2 meses me quedaba de cine, si pasaba de allí se me empezaba a poner un cardado de abuela de pueblo mezclado con pelo afro hacia arriba. Higiene personal completa, oídos, pelo de la nariz, cepillarse los dientes, enjuague bucal, desodorante en abundancia y medio bote de colonia potente, me gusta la sensación de sentir como las mujeres me huelen y me preguntan por la colonia, joder, al mirarme al espejo me sentía el ser mas vanidoso de la tierra, me veía atractivo. Hora de vestirse, ¿silps ajustados? Que le den, a pelo, vaqueros ceñidos solamente, y colocando el paquete para marcar rabo como dios manda, para eso lo tenia, con un fuerte cinturón de cuero marrón, había sacado el traje de Eric, eso me hizo recordar a Paula y la “promesa” de mas trajes, pero ahora no tenia tiempo para ir hasta allí, pero me seria útil, una camisa blanca sin meter por dentro del pantalón, si levantaba los brazos se veía parte de mi ombligo trabajado, sin corbata y con varios botones del pecho desabrochado, sin marcar mas escote que las mujeres, eso lo detesto, cogí la chaqueta del traje y me la puse por encima, como un guante me la dejó Paula la ultima vez y así seguía, calcetines y una botas de montaña que se pusieron de moda, al verme en el espejo me enamoré a mi mismo, no sabia si aquello combinaba o no, pero yo me veía arrebatador, un poco mas de colonia en la ropa, sobretodo en el cuello y el pecho, por donde solían llegarme la nariz de las mujeres, y por hacer la gracia me eché unas gotas mas en el paquete abultado, “por si acaso”, llaves en un bolsillo de mano de la chaqueta, cartera con dinero en efectivo en el bolsillo del culo de los vaqueros y móvil bien cargado al bolsillo interior de la chaqueta, perfecto.

Cogí el coche apurado, eran casi las 18:15, y había quedado en recoger a Yasira a las 19, por suerte miré el camino en el PC y tenia mas o menos claro como ir, era a las afueras en la zona norte, de camino llamé a Eli por el manos libres y la expliqué con detalle lo ocurrido con Mariluz, no quería que la afectara, Eli se reía explicándome que no pasaba nada, Mariluz estaba como una abeja reina a la que le habían quitado su enjambre, Eli la estaba quitando el protagonismo y ya trataba de echarla, pero la cadena se lo negaba ante las buenas audiencias, y si se atrevían, tenia ofertas mejores de otros 2 canales de TV, la saludé y me dijo que me echaba de menos, pero aun estaría unas semanas de viaje, de gira por España, la dije lo mismo, que la echaba de menos, pero ambas sabíamos que mentía en parte, así tendría el tiempo necesario para cumplir mi reto de la semana completa. Yasira vivía en una urbanización de lujo, al llegar las carcajadas me desconcertaban de la conducción, era la misma donde las moles de Madamme me habían llevado cuando fui a su casa, pero era una pequeña ciudad en si misma, con parques, centro comercial, centros de golf y tenis, al llegar a la entrada y parar miré el reloj del coche, las 19 en punto, si había algo que me molestaba era llegar tarde cuando quedaba y solo me molestaba, incluso mas, llegar antes y esperar solo, ser rigurosamente puntual me producía cierta satisfacción, al no ver a nadie mas salvo un puesto de guardia con un gordo con gorra mirándome mal, le mandé un mensaje a Yasira.

-YO: ya estoy, ¿donde andas?

-YASIRA: ya salgo.

-YO: ¿espero fuera o entro a buscarte?

-YASIRA: no se, siento tardar……he tardado en convencer a mi madre de que me dejara salir.

-YO: coño, ni que fueras prisionera, sales de fiesta con amigos, no pasa nada.

-YASIRA: ya………. pero querían saber con quien – sonreí, sin duda Dani había cumplido su cometido.

-YO: ¿y que hago?, estoy en la entrada

-YASIRA: deja que llame al puesto del guardia y te deje pasar, así te voy guiando hasta la casa.

Accedí ansioso, el guardia me hizo un egos tras colgar un teléfono y entré, sus indicaciones eran precisas y rodeé la casa, cuando llegue allí convencido de que mi llegada la cortaría el aliento, bien arreglado y con el coche de lujo, al que se le cortó al respiración fue a mi, la vi correr lo que podía con unos zapatos negros de tacón enormes, una mini falda negra, que mas que minifalda era un cinturón grande, elástica y ajustada al mililitro, con un top dorado, apenas la cubría piel del torso, brazos y hombros al aire, al igual que toda de la espalda y los costados, dejando ver en algún gesto el nacimiento de sus senos, era una fina tela ceñida que la rodeaba el cuello y bajaba por sus senos con un amplio escote, la tela se abombaba un poco en su ombligo, y tapaba su vientre, una serie de finas tiras unían los lados de la tela de sus costados por la espalda, sin sujetador, con un colgante de bisutería que brillaba en su cuello, ya se lo había visto antes, seria un adorno personal, algunas pulseras que resonaban en su brazo al chocar unas con otras y unos ligeros pendientes, todo dorado, con un bolso de mano negro y dorado, al entrar en el coche su respiración era agitada, su tuvo que bajar la minifalda haciendo fuerza con la espalda en el asiento, por que al hacer el gesto de entrar la vi lo que sin duda era la parte del coño de un tanga negro, o al menos al agacharse para meter la cintura en el asiento no había ni rastro de marcas de bragas en su culo, cuando cerró la puerta y me miró apremiándome para salir disparados, me quedé mirándola como un idiota, su cara era preciosa, había relajado su marcada mandíbula con una línea de maquillaje en los pómulos que lo disimulan y con ahumado oscuro de sombra de ojos con purpurina dorada que resaltaba, más el blanco de sus ojos, que el iris color miel, con un suave pintalabios rojo oscuro que no destacaba, esa era la idea supongo. El pelo era largo, la recordaba con el pelo enmarañado y rizado de antes, pero ahora estaba liso, liso y brillante, le tapaba parte de la cara del lado derecho como una cortina de agua oscura y preciosa, y en la izquierda un par de horquillas, como no doradas, en el pelo se lo sujetaban por detrás de la oreja, cayendo alegremente en su hombro, era tan largo que se rozaba las piernas con el.

-YASIRA: ¡¡venga, vámonos!!- reía mientras me sacudía en el hombro con el tintineo de las pulseras.

-YO: esto…….si, perdona….joder……..estas…….- buenísima iba a decir-………espectacular.- sonrío complacida y torneando los ojos.

-YASIRA: muchas gracias, espero no haberme pasado, ¿estoy bien? – bufé conteniendo en mis labios la burrada que la iba a soltar.

-YO: estas perfecta.- volvió a sonreír y con su mano aun en el hombro sacó pecho acercándose a mi para darme los 2 besos de rigor del saludo, riéndose un poco y pasándome sus dedos por la mejilla, yo no podía apartar la vista de su escote, se veían gran parte de sus senos desde ese ángulo.

-YASIRA: jajaja mira como te he puesto – trataba de levantar mis ojos para ver los suyos, mientras me limpiaba algo de su maquillaje en la cara, me daba igual cual o que, me habría enamorado de ella allí mismo, su tono de piel era oscuro, mas que Ana, pero no negro, si no del color de la madera barnizada, pero mi mente estaba a otras cosas, quizá en otra vida.

-YO: me alegro un montón de verte.- una verdad distorsionada.

-YASIRA: y yo, aunque debo reconocer que esto es un poco raro, después de tanto tiempo…….

-YO: ya, pero ya que hablamos, y me decías que te aburrías, pues una noche de fiesta nunca va mal.- sonreí con mí caída de ojos, se sonrojó un poco.

-YASIRA: pues si, estoy harta de esas 2, necesito despejarme, ¿me llevas?- la cogí de la mano y la besé con cortesía.

-YO: este será vuestro carruaje, yo vuestro caballero y vos, si así me lo concedéis, mi princesa.- giró la cabeza halagada, se llevó una mano al pecho doblando la muñeca con gesto de realeza y sonrió torneando la vista, ante la broma que era mas que eso.

-YASIRA: llevadme, Sir Raúl.- tardamos unos segundos en separar nuestras manos.

Al arrancar se cruzó de piernas y se volvió a bajar la minifalda, lo iba a pasar mal esa noche, a nada que se moviera se le subía mucho mas allá de lo decente, pero yo y todo el que mirara se iba a deleitar con unos muslos firmes y si estaban atentos, de la visión de su ropa intima mas de una vez. Me fue indicando para salir de la urbanización, aquello era un puto laberinto, hasta creo que pasé por la casa de Madamme, una vez fuera me percaté de las cámaras, había en cada entrada y salida, y seguro que por dentro había mas que no vi, charlamos de camino de vuelta a Madrid, mi afabilidad y sus ganas de socializar eran buena combinación, odiaba vivir allí, no conocía a nadie y hablar con los vecinos casi era pecado, y sus pocas amigos se habían alejado de ella por que Eleonor se mostraba inflexible con el tema de meter en su casa a jóvenes, al parecer mi experiencia la tenia aun de los nervios, me estaba dando una mina de información sin pedírselo, no la prestaba mucha atención la verdad, cambiar de marchas era una delicia, rozaba con los dedos su pierna, ella no la apartaba, y el cinturón de seguridad la apretaba entre los pechos, se tenia que estar colocando la tela de la mini falda y el top de forma constante, con unas manos cuidadas, elegantes, con uñas largas y pintadas, para tapar su coño y que no se le salieran las tetas por los lados del top, parecía que se iban a salir en cualquier momento, pero no lo hacían, me pilló comiendo con los ojos varias veces mientras solo sonreía, por que ella hacia lo mismo, bajé una ventanilla un poco para airear el coche, entre mi colonia, su perfume a rosas y el ambientador de pino del coche, casi mareaba.

Hacinamos quedado con mis amigos sobre las 20:00 en un bar donde servían cubos de botellines de cerveza helada y tapas para picar, era barato y nos conocían, además de tener una terraza enorme en la calle que cerraban sobre las 12 de la noche, y no estar lejos de una zona de marcha, llegamos algo tarde, a las 20:15, aparqué dando un par de vueltas con bastante suerte, ¿un viernes a esas horas en el centro de Madrid?, milagro, quedó un poco retirado y Yasira se pegó a mi brazo cuando se lo ofrecí, aparte de por que me encanta la sensación de tener a una mujer agarrada de mi brazo, por que sus tacones eran de vértigo y un mal paso podía acabar con la fiesta antes de empezar, caminamos despacio pero firmes, sabia llevarlos, acaparamos las miradas de alguno y alguna por la calle, y aun así, fuimos los primeros en llegar. Saludé al dueño del bar que bromeó conmigo haciendo tiempo, en cuanto un hueco de la terraza quedó libre nos coló dándole igual que muchos se quejaran ya que estaban esperando antes y que unos se fueran, pero no era tonto, sabia lo que significaba que alguien de mi grupo estribera por allí, nos sirvió un 1º cubo, del que ella tomó una cerveza agradeciendo las palabras de cariño del dueño del bar, a mi me trajo lo de siempre, un par de colas y una tabla de fritos, calamares, croquetas, patatas y gambas, luego sacó una de boquerones y aceitunas gratis , y otra de patatas de bolsa, reitero no estaba loco, sabia lo que hacia, a los 5 minutos aparecieron Manu y Teo, las abracé con fuerza, y les presenté a Yasira, Manu se quedó mirándola tan bobo como yo antes, charlamos y con el paso de los minutos y las risas, iba llegando un goteo de gente, un par mas de amigos del instituto, amigos de Manu, algunos con sus parejas, la nueva novia de Teo, de su trabajo, bastante mona aunque no me llamó en absoluto, a mi entender bastante peor que Alicia pero lo cierto era que no tenia ojos para otra que no fuera Yasira, trataba de que no quedara desplazada ante tanto desconocido pero al poco tiempo ya había charlado con casi todos y Manu Teo y yo montamos nuestras discusiones entre bromas donde participaba ella con asiduidad, los cubos de botellines corrían y los paltos de comida. Se me estaba haciendo muy amena su compañía, disfrutaba su cuerpo, una visión preciosa, de su forma de arreglarse la minifalda o el escote, con clase, y era divertida, era muy fácil hablar con ella.

Sobre las 21:30 aparecieron las chicas del piso de estudiantes, había mas, algunas amigas o compañeras de la universidad, lo que los tíos llamaríamos un rebaño de ovejas, eso teniendo en cuenta que nosotros seriamos los lobos, y no ellas, todas bien arregladas y vestidas de fiesta, ninguna merece ser digan de mención salvo las ya conocidas.

Lara había desechado del todo su vida de “manporrera” y estaba preciosa con una melena que ya le pasaba de los hombros, con un escote abrumador, se llevaba por delante a todas, su delantera no tenia rival y ahora lo usaba con sabiduría y atrevimiento, Alicia iba como siempre, no necesitaba casi nada para ir bonita, o eso parecía, con un vestido vaporoso, acentuaba el vuelo de la falda pero sus increíbles caderas quedaban ocultas, con un ligero escote, sabia que era inútil competir en ese aspecto con Lara por allí, con una coleta muy agradable y su eterna sonrisa, se le atragantó al ver a Teo con su nueva novia, pero se forzó a soportar aquello, 10 meses no habían sido tiempo suficiente para ella, sus ojos eran casi tan tristes como los de Lara al verme acompañado de Yasira. Naira, la estudiante canaria, iba como siempre, le tenia un afecto enorme a la ropa amarilla chillona e iba con un vestido ajustado pero nada descocado, le tapaba desde lo hombros hasta por debajo de las rodillas, le quedaba de cine eso si, su cuerpo se lo permitía, Mara, la hermana de Alicia, llegó después, salió de trabajar tarde y tenia que irse a casa a arreglarse, tan presumida o mas que cualquier mujer, así que acudió cerca de las 10:30 hecha un pincel, zapatos de plataforma con tacón, leggins negros pegados a sus torneadas piernas y culo prieto lejos del nivel de su hermana, ella aprovechaba su cuerpo, con una camiseta blanca, sin escote, no tenia demasiados pechos para lucirlos y con Lara allí seria hacer el ridículo, enseñando un hombro y su tatuaje de una flor en el, con un montón de pulseras y colgantes, peinada con pelo corto de forma elegante y trabajada, no recuerdo haberla visto sin arreglar nunca.

Una vez reunidos todos éramos entre 12 y 17 personas, algunos acudían se tomaban algo y se iban, otros se quedaban, al final cuando llegábamos a media noche la cuenta del bar iba ya por 300€, entre tapas ya habíamos cenado y algunos ya mostraban síntomas de embriaguez, tanto botellín seguido no es sano, al levantarnos e irnos despidiéndonos del dueño del bar hice un análisis de las mujeres del grupo, por diversión, y Yasira ganaba, arrasaba mas bien, solo Naira, la canaria, le hacia sombra, sus ojos claros y pelo rubio eran muy llamativos, pero ese día iba muy recatada, Lara tenia solo tetas y Alicia iba demasiado normal como para lucirse, iba guapa, pero siempre me daba la sensación de que podría exprimir mas su cuerpo, y no lo hacia, unos leggins ajustados como su hermana o unos jeans ceñidos y tendría a medio bar pagándola copas por bailar junto a ella y sus caderas, pero es que hoy hasta parecía querer disimilar su figura.

Yasira se frotó los brazos, era media noche de finales de septiembre, y pese a que el sol calentaba aun de día, de noche refrescaba, la ofrecí mi chaqueta con caballerosidad, se rodeó con ella inspirando la colonia, preguntándome cual era y diciendo que olía muy bien, sonreí. Caminamos unas manzanas entre gritos y risas, nos quedamos unos 10 para ir a bailar y beber a la zona de marcha, entramos en varios sitios que conocíamos, donde te invitaban a chupitos para que te quedaras allí, pero eran sitios en que se entraba sin pagar, algo cutres y con música poco dada a bailar, los hit del momento y poco mas, eso si, Yasira se reía y charlaba con todos, no se alejaba de mi, pero Manu era gracioso y avispado, era fácil divertirse con el, con el paso de los minutos y las copas, la cosa se fue animando. Yasira era latina y cuando había algo mínimamente “bailable”, por poco que fuera, fluía como agua por la pista, algunas chicas la siguieron y no se movían mal, como siempre los tíos se quedaban en la barra pidiendo copas, yo como no bebo, podía irme con ellas, y estar con 5 mujeres preciosas bailando tu solo es una gozada, Lara , como no, me pegaba a su tetas y sus gestos eran mas atrevidos, mientras las demás hacina parejas entre ellas, Yasira le cayó bien a todas, menos a Lara claro, se frotaba y cantoneaba con ellas como si fueran amigas de toda la vida, aunque encontró en la nueva novia de Teo una pareja fiable, las demás ya se conocían y ellas 2 eran las nuevas, una era la ex de Teo y la otra un rollo mío que iba detrás de mi, así que hacían migas al sentirse un poco apartadas por el resto.

Mi acompañante se mostró hábil y sensual en el baile, sus movimientos eran eróticos y atrayentes, quedabas hipnotizado viéndola mover las caderas, debía ser agotador estar bajándose la minifalda constantemente, el top ya la daba igual, se la veían partes de los senos ampliamente, pero nunca del todo, las chicas insistían en bailotear entre ellas mientras tiraban de sus acompañantes para llevarles a bailar, pero generalmente los tíos forman grupos para charlas y reír con una copa en la mano, me parece de lo mas estúpido pudiendo ir a retozar con mujeres, así que cuando Yasira fue a por mi para llevarme con ellas, la seguí como una serpiente ante su encantador, al inicio hacia el tonto, bailaba de forma torpe, las imitaba sus gestos sensuales que en una mujer provocan erecciones pero en un tío queda ridículo, me iba riendo y ellas me intercambian alegres por tener compañía masculina, Teo me siguió rápido, y antes de que su nueva novia se me acercara la agarró del cintura y se la quedó para el solo. Lara se frotaba de forma grotesca acariciándome la polla con las manos por encima del vaquero, sus tetas apretujadas contra mi me alegraban al vista, pero era Alicia la que tenia mi atención, en parte por que siempre ha sido de las mas alegres al bailar, y otra por que al ver a Teo con su novia la tensaba, la distraje un poco entre risas y bromas con los bailes mas típicos y sencillos, pero entonces llegó el reggaeton, esa música para muchos maldita, pero que por alguna razón pone a las mujeres y hombres en modo “sexo” por que “como se baila así” así nos ponemos, (y si inventan una música que se baila cortándose una mano, lo haríamos “por que se baila así”).

Yasira se sintió en su salsa y casi como en una película apareció entre la gente contoneándose lasciva, caminando directa a mi, el resto se apartaron sintiendo que se había acabado la tontería, Yasira se pegó a mi cuerpo y metió mi pierna izquierda entre las suyas, comenzando a mover la cintura, aferrada a mi cuello, mis manos se desliaron por su cintura y una de sus piernas, y acompañaba con mi cadera sus gestos, aquella ya era otro nivel, era follar con ropa, su mirada despedía calentura y la mía deseo, alguna risa se nos escapaba, ella sentía mi polla en su pierna y yo su coño en la mía, la minifalda se subió y la dio igual, a mi no, 3 tíos detrás de ella la estaban señalando y frotándose el paquete por encima, así que mi mano bajó de su cintura a su trasero y tiré de la minifalda para bajársela y dejar la mano allí para evitar que se subiera, ella no se percató de que estaba siendo devorada con los ojos, o la daba igual, lo interpretó como una señal de calentura, y a los gestos de su cadera se sumaron unos arqueos de espalda demenciales, descolgó uno de sus brazos de mi nuca dejándolo caer colgando y levantó una pierna para que fuera sujetada mejor, la tela de su minifalda no cedía por mi mano, si la soltaba se levantaría hasta dejarla el culo al aire, allí me desinhibí de las miradas y comentarios de los demás, eran evidentes pero aquella pantera me estaba poniendo malo, y ella lo sentía en su muslo, con un enorme bulto en los vaqueros que era tapado por la parte interior de su pierna alzada, sin dejar de mover la cintura y el pecho, con nuestras miradas fijas una en los ojos del otro y siendo conscientes de la subida de temperatura de ambos.

No se cuanto tiempo paso así, varias canciones latinas, lo que puede ser desde 6 minutos a 15, luego ella bajó su pierna y golpeaba mi pelvis con su vientre, haciendo oleadas con su cuerpo, la sujetaba de la cintura acariciando sus caderas y su espalda por debajo del top con una mano, la otra seguía fija en el culo de su minifalda, al cambio de canción rompió a reír, era una canción pegadiza que reivindicaba de forma denigrante el movimiento del culo de la mujer, Yasira se giró rozando mi polla con todo su cuerpo y dejando mi rabo entre sus nalgas, estiró las piernas los mas posible arqueando la espalda agachándose, y sin decir nada su culo empezó a temblar, la descripción clara es que sin doblar las rodillas me estaba haciendo una paja con las nalgas, mi polla estaba ya dura como una piedra y había crecido hacia abajo apretada por los pantalones, me llegaba a medio muslo de la pierna izquierda, la agarraba de la cintura y el vientre mientras mi pecho y su espalda hacían un ángulo de 90º. Saludé a Manu que me hacia gestos claros de burla, pero no estaba para nadie, ni ver a Lara frotándose con la canaria me despistó, yo no estaba quieto, mi cadera ayudaba a su propósito, tenia 2 o 3 buitres al acecho esperando que me apartara de ella lo mas mínimo para ir a “bailar con ella”, pero no hubo opción, ella se volvió sin separarse de mi, ahora mordiéndose el labio, mi mano fue a su trasero de nuevo pero esta vez no para sujetar, elevé su cuerpo lo justo para pegar su cara a la mía, ella me sujetó la cabeza relamiéndose, acercando sus labios a los míos, rozábamos nuestras narices cerrando los ojos, al 4º amago nos besamos, sentí en la lengua el sabor agrio de la cerveza, pero la cereza de sus labios era mayor, la disfruté un par de veces hasta abrir la boca y meter la lengua hasta enterrarla en ella, apartó el pelo del lado cubierto de su rostro y acariciaba mi barba mientras nos besábamos, sin dejar de mover nuestras cinturas, allí ya si que perdí la noción del tiempo, cambiando de posturas siguiendo su cadera, su culo su pelvis frotados contra mi, su pecho casi saliéndose del top y viéndola las aureolas en algunos giros, eran negros y apetecibles, el sudor de su pecho resbalaba en su canalillo y el mío me hizo quitarme la chaqueta, al hacerlo se levantó la camisa mostrando el inicio de mi tableta, ella metió sus manos acariciando mi vientre mientras se mordía el labio, al dejar la chaqueta mi polla era tan evidente que me la miraron todos, tíos incluidos, a Lara fue la única a la que no la sorprendió, pero no por ello dejaba de mirarla, la camarera de escote abultado para llamar a mas clientes se mojó las manos al llenar demasiado una copa por que sus ojos eran para mi, me sentía poderoso y codiciado, Yasira fue alejándome de la pista hasta quedar atrapada en una pared, y allí nos deleitamos el uno con el otro, tenia la cara manchada de su carmín, brillantina por todo el rostro y el cuello de la camisa manchado de sus labios, probé su piel en la garganta, olía a rosas y sudor, acarició mi nuca pasando los dedos entre el cabello húmedo de mi transpiración, sin asco alguno al sentirlo, mis manos la repasaban entera, sus tetas y su culo se salvaron de un ataque directo, volvió a levantar una mi pierna que sujeté , amasé y pellizcaba en su muslo, mientras la otra se centraba en su trasero, era duro y firme, solo mi auto control y el sexo con Mariluz esa mañana evitó que la abriera de piernas y la follara allí mismo, me dolía la polla de estar retenida contra su voluntad, de ser acariciada por sus manos.

-YO: me vas a matar.

-YASIRA: me estas matando tu, madre mía, que verga, mi madre no mentía, las hacías chillar mientras las follabas, ¿verdad?- ella no me había visto ni tocado directamente la polla en el pasado, no como ahora, y su madre le habría contado como Ana y Eleonor eran atravesadas sin piedad, mas de una vez delante de Luz, su madre.

-YO: las hacían venirse hasta desmayarlas.- seguía son soltar mi polla.

-YASIRA: eso me han dicho ellas. – no fue consciente de lo que dijo, la calentura y el alcohol la tenían ida, al usar el plural no podía referirse solo a su madre.

-YO: ¿quien te lo ha dicho?- ataqué sin piedad, tenia que estar seguro, así que mi mano fue resbalando por sus muslos hasta llegar a su coño, la tela del tanga estaba empapada.

-YASIRA: mi madre………….dios………..mi madre y……y Eleonor……..dios – sentía mis dedos acariciándola con habilidad.

-YO: así que saben que estas conmigo ahora…….- frotaba hasta sentir como la tela cogía la forma de su coño.

-YASIRA: si……uf………se lo dije ………cuando me llamaste……me han pedido que viniera………dios….- me besó cerrando los ojos-………. y que te sedujera…….pero cuando fuéramos a follar, me fuera………….que te dejara a medias…………- sonreí.

Lo sospechaba, desde que la llamé sabia que podía pasar, y cuando tardó tanto en salir de su casa, y lo arreglada que iba, no había duda, Eleonor la había ayudado, su forma de vestir era la que a mi me gustaba, nadie se arregla de esa manera pasa salir con amigos si no cuando va de caza, y menos sola a escondidas en su casa sin que te vean y te pregunten, la facilidad con que había logrado meterla mano, pero la señal fue clara, lo supe cuando me habló de mi colonia al ponerla la chaqueta, ese detalle me gustaba y solo Eleonor y Ana lo sabían, se lo dije en una charla, podía ser una coincidencia pero no lo era, no cuando Eleonor no le preguntó a Dani con quien había quedado, ya lo sabia, y ahora yo conocía su plan.

-YO: vaya, ¿Eleonor sigue molesta?

-YASIRA: si…………mas que eso……….- jadeaba respirando al sentir mis dedos apartando su tanga y acariciando con las yemas su clítoris hinchado, – ….se paso 2 semanas gritando e insultándote……………uffffffffff…………luego hablaba con mi madre y planeaban cosas………..pero cuando les dije que me llamaste me obligaron……..yo solo quería divertirme una noche, pero………..Eleonor me ha llevado de compras y a la peluquería………..quería que estuviera preciosa ……….para ti.

Ya sabia lo que necesitaba saber, Eleonor me la había querido jugar otra vez, no se que ganaría con dejarme a medias, pero si era tan estúpida como para pensar que eso funcionaria no me paré a pensar su lógica. Así que ahora tocaba disfrutar de su esfuerzo.

-YO: ¿y por que me lo cuentas ahora?

-YASIRA: por que te deseo, y por que me dan igual………son 2 viejas estúpidas que no me dejan vivir………..es verdad que no me dejan salir ni llevar a nadie a casa……..las odio………mi madre se deja llevar………..se reían cuando me decían que me dejara meter mano hasta ponértela dura…………..para que luego te dejar así y me fuera……..¿que madre hace eso?- sus gemidos no tapaban cierta ira y pena en sus palabras.

-YO: entonces, ¿que hacemos? por que ya has cumplido tu misión, te deseo y quiero llevarte a casa y hacerte el amor hasta el amanecer, eres preciosa y ya lo eras sin tanta parafernalia.- un toque de auto estima para animarla, pero no hacia falta, mis dedos entraban en su coño cuando ella movía sus caderas, no era virgen ni mucho menos y se movía de escándalo.

-YASIRA: hazlo…………… llévame a ese palacio…………..fóllame cuanto quieras, …………….querían que te sedujera pero te deseo también, desde que te vi la 1º vez, por eso acepté, y ahora no quiero parar.- me besó con fuerza hundiendo su cadera en mi mano hasta sentir sus labios mayores en mis nudillos, saqué la mano de allí brillando de sus fluidos.

Los saboreé con gusto, estaba deliciosa, luego la agarré de la nuca y nos fundimos en un beso pasional, neutras lenguas bailaban al ritmo de nuestros cuerpos, la coloqué el tanga y lo acaricié con delicadeza antes de bajarla la pierna y arreglarla la minifalda mientras le comía el cuello. Ella se puso roja al ver como medio bar la miraba situarse el top, los pezones se le marcaban duros bajo la tela dorada, el otro medio me miraba la polla palpitar en lo vaqueros, la cogí una mano y la hice un paso de baile girándola sobre su eje para quedar recostaba sobe mi brazo, y fundirnos en otro beso, si iban a mirar que se deleitaran, Lara echaba fuego por la nariz, la incorporé y me fui a por la chaqueta, nos despedimos, Alicia se fue en algún momento en que estaba con Yasira, no la vi, y Lara me suplicó que me quedara un rato mas, eran cerca de las 4 de la mañana y no tenia intención de aguantar allí mas, así que la cogí de la cintura pegando sus enormes tetas a mi y la susurré que pronto la llegaría la hora. Eso la ruborizó, lo suficiente para dejar que me marchara.

El camino fue eterno y caliente, la puse la chaqueta ante el frío de la noche, ella iba delante mía y yo andaba torpemente pegado a su culo, metiéndola mano a cada instante, las sonrisas eran vagas, era lujuria lo que sentíamos, al llegar al coche ella se recostó sobre la puerta y me apretó contra ella, metí mis manos por debajo del top hasta alcanzar sus senos y acariciarlos, tenia los pezones duros, y el fresco de la noche ayudaba a sentir su piel tersa y vibrante, otra mano hico fuerza contra la cintura de la falda y se metió por dentro de sus nalgas tirando del tanga, sus suspiros eran todo lo que necesitaba, miré a la calle para saber si era lo suficientemente apartada y desierta para penetrarla allí mismo, pero había demasiada gente, aunque sus labios besándome el cuello y sus manos metidas por debajo de mi camiseta acariciando mi vientre hasta el pecho, indicaban que no la importaba mucho, subimos al coche y a duras penas podía apartar la vista de ella, se acariciaba y frotaba con lujuria, bien abierta de piernas se estaba frotando la vulva, por poco no tenemos un accidente en una rotonda, me centré en la calle, pero mi mano se deslizaba en su muslo, piel tersa y el brillo de sudor aun en ellos solo los hacían mas con su tono de ébano.

Al llegar al aparcamiento se me echó encima besando, se sentó encima y se contoneaba sin parar, hasta hizo sonar el claxon con su trasero, me costó salir del coche con ella acariciándome sin parar, en el ascensor fue igual, pegada a mi polla con una erección continua desde hacia un buen rato, pero ya la frotaba con ella, apenas me contenía acariciándola, si algún vecino hubiera llamado el ascensor al abrirse hubiera visto a Yasira de frente con mis manos en sus tetas agarrándolas desde atrás dando golpes de cintura en su culo con la minifalda subida enseñando el tanga, por suerte nadie llamó y entramos en casa abrazados y besándonos, su lengua era áspera y contundente, me quitó la chaqueta sin dejar de besarme y también desabrochó la camisa acariciando mi torso cuando ya estaba abierta, sus manos fueron a mi cinturón mientras lamía mi pecho, desabrochó sonoramente la tira de cuero y abrió la prenda vaquera para meter su mano y acariciar el tronco de mi polla aun dentro de los pantalones, sentí su mano buscando sitio hasta rodearme el miembro por completo, acariciando levemente, como un animal de forma brusca agarré la minifalda y tiré de ella hacia arriba, tan fuerte que la levanté del suelo medio segundo cuando hizo tope con el top, volví a tirar y la minifalda se adherió a la falda y obligándola a estirar los brazos hacia arriba, le saqué ambas prendas por la cabeza, ver caer su pelo una vez fuera sobre sus senos me calentó demasiado, la separé el cabello y me doble para lamer los 2 pezones mas oscuros y grandes que había visto nunca, las aureolas eran del tamaño de galletas, y los pezones anchos y duros, no muy largos, como botones de mando a distancia, los lamí oyendo sus gemidos al contacto, los sostuve con las manos, al no llevar sujetador no cayeron pero mi duda era si subirían con uno puesto, estaban firmes, tersos, bien colocados y duros, sus manos acariciaron mi cabeza mientras los degustaba, una mano fue a su trasero, estaba como aun piedra, lo azoté levemente para sentirlo temblar, sus nalgas abiertas por el hilo del tanga apenas se movieron, sin duda las mujeres de piel oscura tienen culis mas firmes de forma natural, esa fue mi conclusión, o al menos Yasmine, Eleonor, Yasira, o incluso Pamela, la negra africana del instituto, tenían traseros antinaturales al tacto. La cogí de los costados y me la subí encima, me rodeó con las piernas mientras apretaba sus pechos en mi cara, los iba lamiendo y chupando como un bebé mientras la llevaba a la habitación de abajo.

-YASIRA: no, súbeme arriba, quiero hacerlo en la cama de Eleonor.- sonreí asintiendo.

-YO: eres muy traviesa.- giró la cabeza apartando todo su pelo en una dirección despejando su cara.

-YASIRA: estas a puerto de descubrir cuanto.- mes besó sintiendo su deseo.

Al llegar arriba y entrar en la achicaron se bajó pasando un dedo desde mi barbilla hasta mis vaqueros, donde tiró de la prenda asomando la cabeza con picardía, mordiéndose el labio, acarició cuanto quiso de mi cuerpo, yo me aparté un segundo para bajar las luces, y poner algo de música erótica con el PC, volví a su brazos deleitándome con la visión de su cuerpo desnudo contoneándose, solo con el tanga marcando su coño y unos tacones de infarto, una mano se me fue a uno de sus senos y la otra a su trasero, mi boca recorrió sus labios, su cuello y el pecho agarrado, mientras ella abría del todo la cremallera del vaquero, sujetando mi polla y tirando hasta sacarla gran parte por encima del pantalón, masturbaba levemente con ambas manos mientras se dejaba lamer cada rincón que me apeteciera, luego le tocó a ella y besó mi cuerpo hasta quedar de rodillas y bajarme los pantalones del todo, quedó maravillada ante el saltó que dio mi polla ante ella una vez libre del vaquero, la sujetó con ambas manos y tiró de la piel hacia atrás abriendo los ojos con cara de apetito, notaba en su mirada como llevaba deseando ese momento mucho tiempo, abrió la boca lo mas que pudo, y por gracia divina o coincidencia, su mandíbula marcada ayudó a que metiera media polla en la boca de golpe, casi se atraganta pero su lengua se mostró mucho mas hábil de lo que esperaba, al sacarla chupó el glande con dedicación mientras su manos le apartaban el pelo de la cara dejándoselo caer todo sobre un hombro. No se si instruida por Eleonor o no pero sus manos comenzaron a pajarear sin descanso, mientras su boca apenas podía engullir mas de mi barra de carne, sus labios manchaban mi rabo de carmín, chupaba sin separar sus labios de mi glande y de vez en cuando lamía el tronco, yo solo la acariciaba el pelo, no necesitaba guía, esa mujer sabia lo que hacia, tendría 20 años pero la chupaba mejor que bastantes con las que había estado mayores que ella, al rato se levantó buscando mis labios, se los concedí con gusto, mientras una de sus manos seguía masturbando si parar, la otra mano se quitó las horquillas del pelo y lo dejó caer sobre su rostro, luego hizo uno de los gestos mas eróticos que me parecen, con una mano cogió todo su pelo y lo hizo caer sobre un hombro haciendo un tirabuzón en su cabello, eso provocó un beso largo y húmedo, al finalizar tiró de mi labio inferior con los dientes, el sabor a cereza era cada vez menos, tenia el cuerpo entero manchado de sus labios y purpurina, se dirigió hacia la cama andando de forma lenta y amplia, dejándome ver como su trasero se movía y su culo rebotaba con el sonido de los tacones haciendo aparecer y desaparecer el fino hilo del tanga negro, con los pulgares fue bajándose el tanga y cuando llegó a la cama lo dejó pare al suelo, tuvo que tirar para separar la tela de su coño, estaba tan empapado que mas bien lo despegó, cayó sobre la cama gateando con el culo en pompa, acariciándose el coño con una mano, mientras su cuerpo seguía una inercia de sexo que yo aun no la estaba dando, “joder con la hija de la criada”, pensé con una amplia sonrisa.

Directo a por ella la agarré del culo y separé las nalgas acercando mi cara a sus muslos, olí su interior, era abrumador, a humedad y sudor, al 1º lametón se le erizó la piel, y al chupar su coño tiritó, su cinética era constante de adelante a atrás, la estaba follando con la lengua, mis manos amasaban sus nalgas dando alguna palmada, sonaba como golpear mármol, tenia unos labios mayores enormes y oscuros y al abrirlos el rosa lo invadía todo, localicé el clítoris asomándose, chupé y jugué con mi lengua cuando mis dedos la penetraron otra vez, sus gemidos subían de inmensidad y movió el culo como cuando bailábamos, sintiendo como sus posaderas se apretaban contra mi, una serie de lametones largos hasta su ano me dejaron claro que no le hacia ascos al anal, así que lo lamí igual, sin dejar de meter mis dedos en ella, la sentía derretirse, fue cuando me arrodillé detrás de ella y golpeé mi polla en su coño de abajo a arriba, al sentirlo se arqueó la espalda.

-YASIRA: fóllame, fóllame por favor, métemela de una vez.

Soy obediente cuando me gustan las ordenes, acaricié con el glande abriendo los labios mayores hasta que se encajó en el hueco idóneo, apreté para sentir como se abría y como ella contenía el aliento, dada sus artes, no me extrañó meterla ¾ de rabo del tirón, con algo de dificultad pero se abría ante mi, tosía aire mientras gemía aguantando la sensación, pero sin dejar pasar un instante movió sus caderas con rapidez notando como su culo se contoneaba de forma sensual, imitando su gestos en la pista fue girando las caderas hasta sentir como la metía dentro de ella, mas bien fue ella la que se la metió, su respiración era lo único que denotaba que sentía el tamaño de mi verga, y me gustó su docilidad, la veía moverse de forma fluida, sus nalgas golpeaban en mi pelvis y usaba esa inercia para alejarse un poco y volver a por otro rebote, la sensación era de fuerza y presión, pero no paraba de moverse, sus gemidos se cortaban con algún grito pero me estaba haciendo bufar y disfrutar, acaricié se espalda rodeándola hasta agarrar sus senos y tirar de su cuerpo para ponerla de rodillas pegando su espalda a mi pecho, mientras seguía moviéndose sin parar, era un baile constante de placer, mientras la pellizcaba los pezones, otra mano se fue a su clítoris para frotarlo, fue cuando ella explotó con un orgasmo que para mi sorpresa solo la hizo girar mas rápido aun su trasero, “dios, que mujer”, me aferré a su cintura y decidí que ella estaba preparada para mas, saqué a la bestia, ni siquiera empecé normal para ir subiendo, su cuerpo se puso rígido estirándose unos minutos después cayó cobre la cama totalmente estirada boca abajo sacándose mi polla, me arrodillé en su piernas y metí mi rabo de nuevo separándola las preciosas nalgas, la bestia se desquitó provocándola varios orgasmos mas, ella empezaba a entender por que las hacia gritar, no era el tamaño si no la constancia, a los 15 minutos ella era la que gritaba, golpeaba la cama con fuera mientras gemía y jadeaba.

-YASIRA: ¡¡¡córrete, lléname de tu semen, hazlo, se que te operaste, fóllame y metete tu leche hasta el fondo de mi ser!!!

Aceleré hasta dar lo mejor, el sonido de humedad siendo deslazada en su interior y de mi polla abriéndola era delicioso, cuando los brazos me empezaron a flaquear sentí el golpe eléctrico en la columna y descargué una barbaridad de semen, metí una estocada y la dejaba cabecear dentro de ella, un azote en el culo fue la señal de que había terminado, me tumbé a su lado, acariciándola la espalda, estaba tumbada mirándome con los ojos brillando y una sonrisa enorme.

-YO: eres una chica traviesa – repetí.

-YASIRA: ya te lo dije…..

-YO: follas de cine.

-YASIRA: ayuda que mi novio la tenga grande, aunque no como la tuya.- bajé mi mano de su espalda a su ano jugando con el.

-YO: ¿tienes novio?- me importaba poco.

-YASIRA: si, bueno, algo así, nos acostamos pero últimamente casi no nos vemos por culpa de mi madre, ¿por que? ¿te molesta?

-YO: para nada, es asunto tuyo, yo me conformo con tu cuerpo.- empujé y la metí un dedo en el ano con algo de esfuerzo, su cuerpo se retorció un poco al sentirlo.

-YASIRA: esto no ha acabado, ¿verdad?

-YO: no.

Gateó hasta ponerse a 4 patas encima mía, besándome con lujuria mientras la follaba el culo con 1 dedo y luego 2, la otra mano masajeaba uno de sus pechos, su cintura se movía de nuevo, se abrió de piernas hasta meterse mi polla ya dura en su coño, vi como un escalofrío la recorría el cuerpo, no bajó del todo, pero no hacia falta para dejarla llena, y mis dedos en su ano la estaban matando.

-YASIRA: ¿me vas a follar por el culo?- sonreí ante su descaro.

-YO: si tu quieres, a algunas le da impresión que se la meta por detrás, pero me da que tu, traviesa mía, no eres de esas……..- se encorvó para ponerme las tetas en la cara, con sus blancos dientes resaltando en un carcajada.

-YASIRA: no, no soy de esas, me encanta el sexo anal, así que deja de jugar y ábreme el culo con la polla.

-YO: ¿donde hasta estado toda mi vida? – azoté su trasero al sacar los dedos de su ano.

Adelantó la cadera y saqué la polla de su coño para hundirla en su ano, fue tan fácil que mis dedos solos no podían haberlo provocado, esa tía tenia el culo abierto desde hacia mucho, de nuevo pasada ¾ se paró, giró sus caderas una y otra vez hasta tenerla toda dentro de su ano, sus gemidos aumentaron de intensidad aun mas, se apoyó con ambas manos en mi pecho arañando con las uñas y continuaba bailando, ¡que forma de moverse!, como si no la estuviera empalando, allí la demostré mis talentos, planté los pies y cogí de sus glúteos hasta levantarla medio palmo, allí la bestia volvió al ruedo y desaté mi fuego interior, su cara cambió a un asombro y placer indescriptible, golpeaba con fuerza haciendo sonar mis huevos en su culo, ella arañaba mi pecho con lujuria, luego se rindió sobre mi pecho, haciéndose una bola siendo penetrada sin piedad, rodé dejándola tumbada boca arriba y conmigo de rodillas, seguí follándola el culo mientras con el pulgar la acariciaba el clítoris, era glorioso verla acariciarse las tetas, como estrujaba los pezones y tiraba de ellos con violencia, le iba el sexo duro, así que caí sobre su pecho comiéndola las tetas sin dejar de follarla el culo, mordía sus pezones provocándola orgasmos continuos anales que no eran nuevos para ella, la fuente que se convirtió su coño con cada venida fue genial, cuando la besaba parecía que quería agradecerme el placer que la daba con cada embestida, luego jadeaba cansada, estaba exhausta y sudando, pidiendo a gritos que terminara, pero la bestia era incansable, al menos 20 minutos hasta que sentí que me corría, la llené el culo de mi semen, al sentirlo se retorció de gusto sobre las sabanas poniendo el cuerpo tenso unos minutos y al sentir el intenso placer evaporarse se relajo de golpe. Ahora caí rendido sobre ella que me rodeaba con las piernas y los brazos, acariciándome de forma suave y tierna con las manos y los muslos.

-YASIRA: dios…………ahora sé por que esta tan loca Eleonor, yo también perdería la cabeza si me follaran así.

-YO: que la jodan, tenía esto y más, trató de jugármela, aun trata de jugármela.

-YASIRA: es una retrasada, y se merece lo que la hiciste.- tenia mis dudas de si en realidad Yasira se acostó conmigo por orden de Eleonor y todo era una cortina de humo de un plan mayor, pero o era actriz profesional o su tono de ira con ellas era real.

-YO: supongo, aunque ahora mismo no pienso con claridad, eres una fiera difícil de domar.- rió contoneándose.

-YASIRA: jajaja pues tu no eres menos, ni mi novio en toda una noche me ha dado tanto placer.

-YO: ¿cuanto llevabas sin sexo?

-YASIRA: desde que nos mudamos, joder, como necesitaba esto, y contigo, ha sido increíble.- me dio un suave beso.

-YO: y puede volver a serlo.

-YASIRA: ¡¿ahora?! No por dios, me duele todo, no podría……..

-YO: no ahora, sino otros días, podemos quedar para salir de fiesta el fin de semana, como el hoy, y luego venir aquí.

-YASIRA: jajaja seguro que a mi madre y a Eleonor les haría mucha gracia…….- la ironía era evidente.

-YO: yo me ocuparía de Eleonor, tu madre es otro tema.

-YASIRA: es una payasa servicial, no puede hacerme nada.- odio que un hijo hable así de su madre, pero me daba lo que quería.

-YO: ¿y tu novio?

-YASIRA: a estas alturas ya se habrá buscado a otra disponible, como a ti, no le faltan pretendientes.

-YO: pobre, no sabe lo que se pierde………. ¿y ahora que haces? ¿Tendrías que volverte a casa o que habíais quedado?

-YASIRA: pues tenia que dejarte e irme en un taxi, no tenia hora, pero ya es tan tarde que tendré el móvil lleno de llamadas.- lamí una de sus tetas antes de bajarme a por el bolso, era fácil encontrarlo, estaba al final de la hilera de ropa tirada en el suelo.

Me senté con ella entre mis piernas y la vi leyéndome los mensajes de su madre y de Eleonor preguntado que tal estaba y como iba, los unimos mas insistentes, la contestó que le había costado mas de lo pensado pero que ya íbamos a casa, y allí me dejaría a medias, nos reímos al enviarlo, la besaba con lujuria.

-YO: date una ducha y te llevo a casa.

-YASIRA: ¿te duchas conmigo? Me han dicho que eso te pone.- suspiré al oler su cuerpo pegarse al mío.

-YO: ojalá, pero tengo que hacer algo, ¿la próxima vez?

-YASIRA: la próxima vez – me besó con detenimiento antes de levantarse y andar escocida al baño.

Me puse en el ordenador, paré la grabación de una de las camamas del dormitorio que aun tenia instaladas y que activé al poner la música, sonreía mientras con algo de habilidad fui copiando en un CD el vídeo de Yasira siendo follada por mi que acababa de ocurrir, preparé también uno de los videos que tenia de Eleonor siendo salvajemente follada por mi y uno mas siendo penetrada por otro de los que se tiró en mi estancia allí, la pixelé la cara, no fue difícil fueron videos cortos, y los subí a paginas porno de Internet, pegado las direcciones en el CD, junto a una nota en un sobre, “Para Eleonor, ver sola.”

“La próxima vez no envíes a una cría ha hacer el trabajo de una adulta.” Pegado junto al vídeo, luego los links a los enlaces porno que había subido.

“No habrá mas advertencias, la próxima vez no serán videos de 1 minuto, si no completos, y no te taparé la cara, ahora convencerás a Luz para que deje a su hija salir cuando le de la gana, me da igual si le enseñas o le dices a Luz que me he follado a su pequeña, es cosa tuya, pero me enteraré si le pasa algo a Yasira y te arruinaré la vida, por ahora esta afrenta solo te costará que me pagues la compra al completo.

Si vuelvo a saber de ti, de cualquier modo, le mando a tu ex todo lo que tengo.

Un saludo.”

Metí el CD en una caja, repasando mis palabras mentalmente, podía decirla que la afrenta le costaría subirla el sueldo a Dani directamente, pero eso la haría sospechar que la tenia en el bote, así que pagarme la compra seria mas dinero para Dani de forma indirecta, yo me pagaba lo mío, pero Eleonor no lo sabría, a su vez me aseguraba tener a Yasira los fines de semana que saliera, tal como “bailaba” no tenia que buscar a otra. Cuando salió de la ducha repasé su cuerpo desnudo y fresco, me di una ducha rápida y cuando salí Yasira se estaba vistiendo, la quité el tanga de las manos y lo guardé, como recuerdo.

-YASIRA: y si vuelvo a casa sin bragas ¿que pensará mi madre?

-YO: ya te inventarais algo, pero así siempre tendrás un motivo por el que volver.

-YASIRA: ya tengo un motivo por el que volver.- me agarró la polla.

-YO: bien, así serán 2.- la azote el culo, me encanta hacerlo.

Se vistió, bueno, si eso es vestirse, la minifalda que se le subía y el top que enseñaba casi todo, el camino de vuelta a la urbanización la fui metiendo mano y ella a mi, me puse los vaqueros sin cerrar y una camiseta, la mitad del camino fue haciendo una felación que me hizo parar en un descampado y reclinar los asientos para volver a follarla, vestida y todo, sin tanga fue sencillo, la daba con la cabeza en el techo del coche, montada a horcajadas sobre mi, la reventé el coño a orgasmos, cuando me fui a correr se desmontó y descubrí que aparte de chuparla de cine se tragaba el semen sin miramientos. Eso retrasó nuestro camino 30 minutos, al llegar tardamos otros 10 en separarnos entre besos y caricias delante de su casa, o bien dicho de su finca, la acompañé hasta la entrada y dejándola claro que solo seria sexo y que me llamara cuando quisiera quedar para salir de fiesta, no puso reparos y me besó con sabor a despedida, entró con unos sonoros azotes en su culo que resonaron por toda la calle. Cuando entró dejé el sobre con el CD en el buzón, y me fui sonriendo a casa.

Dormí un par de horas antes de ir a trabajar, no se como me mantuve en pie, menos cargar cajas, aun así me dio para tantear el terreno de las chicas de allí, pero estaba roto, volví a casa y me dormí hasta el atardecer, luego quedé en el piso de estudiantes con las chicas y algunos amigos, nos quedamos viendo un partido y luego jugando y riéndonos, Lara me miraba con odio del día anterior, me fui a casa solo cuando acabamos, el domingo no paso nada, si, de vez en cuando tenia esos dais, y hasta los agradecía, el lunes desperté con Dani llamando a la puerta.

-YO: buenos días, preciosa, ¿que tal?

-DANI: yo feliz, mucho, ¿tu saber?

-YO: no, dime.

-DANI: gran señora mandar mensaje, ella subir extra de compra, casi doble, ¿dinero para mi?- lo dijo con tanta ilusión que me sonrojé.

-YO: si, claro, es tuyo. – saltó a la cama dándome besos en la frente.- ¿no decía nada mas?

-DANI: si, ella decir que yo no informo mas, ella quitar extra pero con dinero de compra ser mucho mas. ¿Si?

-YO: si, supongo………. pues no lo malgastes.- sonreía al tenerla encima, tan feliz y ensimismada que no se había dado cuenta de que estaba desnudo con la polla tiesa de los empalmes mañaneros bajo las sabanas.

-DANI: yo encontrar esto en buzón.- me dio un sobre, lo reconocí enseguida, era el que le había dejado a Eleonor

-YO: gracias, ahora si me dejas……- me miró agradecida y se fue sin percatarse de mi rabo tieso.

El sobre era el mismo pero tenia el CD dentro roto, y su nombre tachado, con una nota dentro.

“Eres un carbón y un desgraciado, tu ganas, se acabó, le he dado mas dinero al mes a la sirvienta, que sepas que me ha estado informando, pero ya esta, borra esos videos de Internet, te lo pido como buena voluntad, adiós, que te vaya todo bien, mal nacido.”

CONTINUARA………….

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:

poesiaerestu@outlook.es


Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 4” (POR GOLFO)

$
0
0
Llevábamos siete días, varados en esa isla desierta y sin visas de ser rescatados. Durante una semana, no habíamos visto ningún signo de civilización. Por mucho que oteábamos el horizonte en busca de algún barco o la estela de un avión, jamás conseguimos descubrir nada. Buscando ser practico, marqué unas normas que todos debíamos cumplir así como una división de las tareas diarias. Tanto María, mi prima, como Rocío, su amiga, aceptaron mi liderazgo desde el primer día y el haberse convertido en mis amantes no hizo más que afianzarme en el mando.
Aunque parezca imposible, esas dos niñas pijas se habían olvidado de su vida anterior y se habían hecho a la idea de que pudiera darse el caso que jamás nos rescataran.  Una muestra clara de lo que os digo, ocurrió esa mañana:
Estaba profundamente dormido cuando un ruido me hizo despertar. Al abrir los ojos, las vi entrar en la choza agarradas de la mano. Desnudas, nada me perturbaba para admirar la perfección de sus cuerpos. Rocío era mas alta, morena con unos pechos pequeños que pedían a gritos ser besados, un estómago firme de mujer que hacía poco había dejado atrás la adolescencia.  Maria en cambio, era un maravilloso ejemplar de rubia, con su pelo casi albino y ondulado por los rizos, tenía la piel morena que hacia resaltar sus ojos azules. Si su cara ya era hermosa, su cuerpo era perfecto, con la belleza juvenil de sus veintitrés años, sus senos eran la delicia de cualquier hombre, no solo por su gran tamaño sino que se mantenían inhiestos pidiendo ser tocados.
-Venid aquí-,  ordené golpeando con mi mano la rudimentaria cama.
Al obedecerme, movieron sus caderas intentando con ello provocar mi libido como solo saben hacerlo las mujeres que se sabían atractivas y bellas. Al llegar hasta el catre, se arrodillaron y  gateando, dejaron que mis ojos contemplaran la rotundidad de sus curvas. Rocío y María eran dos panteras y yo su voluntaria presa. Sin mediar palabra, María me bajó el short que llevaba mientras con sus labios buscaba mis besos, Rocío en cambio se entretuvo cogiendo los pechos de mi prima con la mano y acercándolos a mi cara, me los ofreció como ofrenda.
No me pude negar a sus caricias. Sin moverme mi lengua recorrió el inicio del pezón que voluntariamente me acercaban, y al hacerlo pude ver como se retraía tímidamente, endureciéndose excitado. Rocío al verlo, quizás envidiando mi lengua, se pegó a mí y también puso sus senos a mi disposición. No me podía quejar, al alcance de mi boca estaban cuatro de los mejores pechos de mi vida, deseosos que hiciera uso de ellos.
Lo excitante de la escena, me hizo acomodarme en la cama y cuando ya estaba intentando acelerar sus maniobras oí a María que me decía:
-¡Manuel! ¡Relájate!,¡ déjanos hacer!– y entre las dos me terminaron de quitar el pantalón, de forma que entre besos y caricias, me vi desnudo enfrente de ellas.
Rocío tomó la iniciativa, bajando por mi cuerpo, su lengua se deslizó suavemente por mi cuello, pecho, entreteniéndose cerca del ombligo, mientras sus manos subían por mis piernas, acercándose a mi entrepierna. María, en cambio, seguía dándome de mamar, mientras sus manos acariciaban la espalda de su amiga.
-¿Te gusta?-, me decía mientras yo mordía sus pezones, torturándolos.
Seis manos, seis piernas entrelazadas en busca de placer, tres mentes perfectamente coordinadas en una meta común, la unión de nuestros cuerpos y la exploración de nuevas sensaciones.
El sentir, la humedad de la boca de Rocío cerca de mi pene, me hizo gemir anticipando el placer que me iban a otorgar. Fue la señal que esperaba la rubia para unirse a la otra y cogiendo mi pene con la mano, jugueteó con mi glande mientras exploraba todos sus pliegues. La moreno no queriéndose quedar atrás sin ningún recato se apoderó de mis huevos, introduciéndoselos en la boca.
Atacado por dos frentes, sentía como esas dos chavalas competían entre sí, buscando mi excitación, mientras sus cuerpos se agitaban nerviosos por las caricias que mutuamente se daban. Estaba disfrutando y ellas lo sabían, por lo que coordinándose, ambas se apoderaron de mi falo con sus bocas. Alucinado me dí cuenta que mi prima y su amiga se estaban besando a través de mí. Sin darse apenas cuenta, sus labios se tocaban mientras  sus lenguas jugaban sobre mi piel, siendo yo un mero vehículo privilegiado de sus caricias.
Tantos estímulos hicieron que se acelerara mi excitación y al sentir mis dos amantes que se acercaba, como posesas buscaron ser cada una de ellas la dueña de mi explosión. Os juro que en ese momento, no pude distinguir quien era la dueña de la lengua que me acariciaba, ni la que con sus dientes mordisqueaba la cabeza de mi pene porque eran ambas, las que intercambiándose la posiciones, deseaban ser la primeras en beber de mi simiente.
-¡Yo también quiero!- protestó Rocío al ver que María se apoderaba de mi sexo.
Al expulsar mi pene las primeras gotas, fueron dos lenguas las que disfrutaron de su sabor y ansiosas fueron dos manos las que asieron mi extensión para buscar mi placer. Dominadas por la lujuria, mi prima y su amiga  comenzaron a menear m pene mientras sus dos bocas estaban listas para recoger la cosecha. Creí que jamas iba a disfrutar de algo semejante cuando mi semen  recién salido fue devorado por ellas. Como buenas amigas, María y Rocío compartieron alternativamente el chorro que salía de mi capullo en perfecta unión y  no dejaron de ordeñar mi miembro hasta que convencidas que habían sacado hasta la última gota. Entonces y con una sonrisa en sus bocas, me preguntaron que me había parecido.
No les pude mentir:
-Ha sido la mejor mamada que nunca me han hecho-.
Satisfechas por su hazaña, se tumbaron a mi lado y se abrazaron a mí, besándonos los tres con pasión. No habíamos tenido suficiente y el sudor que corría por nuestros cuerpos facilitaba nuestras maniobras. Al ver como Rocío se comía con los ojos a mi prima, decidí ayudarla y poniendo a la rubia entre nosotros, empecé a acariciarle los pechos. María se estremeció al sentir como cuatros manos recorrían su cuerpos y notar como nuestras bocas se apoderaban de sus pezones.
-Me encanta-, gimió cuando Rocío inició el descenso hacia su vulva y abriendo le gritó que era todo suyo.
La morena no se hizo de rogar y separando con los dedos los labios inferiores de su amiga, acercó la lengua a su botón de placer. Solo el aliento de la mujer, cerca de su cueva hizo que mi prima sollozara de placer. Pero cuando introduciendo un dedo en la vagina, comenzó a torturarla, esa humedad inicial se transformó en río y un torrente de flujo mojó la mano de la otra mujer. Rocío, al percibirlo, ansiosamente se llevó la mano a la boca bebiendo de su sabor agridulce.
-¡Hazme el amor!- me rogó mi prima ya completamente excitada.
Sin esperar mi respuesta, se subió a horcajadas sobre mí y empezó a ensartarse toda mi extensión. Al hacerlo dándome la espalda, la postura permitió que su sexo seguía estando a disposición de Rocío. Aunque no pude verlo, mi prima sonreía a su amiga mientras se empalaba con mi miembro. La lentitud con la que se lo incrustó, me permitió notar cada uno de sus pliegues al ir desapareciendo mi pene en su interior y disfrutar de como mi capullo rozaba la pared de su vagina al llenarla por completo.
Rocío al verla abierta de piernas con mi sexo en su interior, debió de pensar que era algo demasiado atrayente para desperdiciarlo y agachando la cabeza entre las piernas de mi prima, con la lengua se adueñó de su clítoris., Y mientras se comía ese coño y bajó la mano a su propia entrepierna y empezó a masturbarse.
-¡No es posible!, seguid así ¡soy vuestra puta! – dijo María. Totalmente excitada por nuestros dobles manejos, aceleró sus movimientos en un loco cabalgar. Con su respiración totalmente entrecortada y el corazón latiendo desenfrenadamente, gemía pidiéndonos que continuáramos, mientras su vulva se derretía por el calor y sus manos pellizcaban sus pezones en busca de un plus de excitación.
Pero fue cuando Rocío se levantó y le puso su sexo en la boca de la morena, cuando ésta estalló retorciéndose como posesa. Sin parar de zamparse el coño de su amiga, se corrió dando gritos. Demasiado excitado por la escena, mi pene explotó dentro de ella de forma que mi simiente y su flujo se mezclaron antes de resbalar por nuestros cuerpos.
Agotados caímos sobre la cama y entonces Rocío se dedicó a absorber los restos de nuestra unión y reiniciando su masturbación, consiguió su propio orgasmo justo cuando su lengua había conseguido su propósito y sobre nuestros cuerpos no quedaba ningún huella del éxtasis que nos había dominado.
Fue la propia Rocío quien, tras unos momentos de descanso, rompió el silencio llorando:
¡No me lo puedo creer!, siempre busqué en el sexo mi propio disfrute, y me habéis enseñado lo estupendo que es dar en vez de recibir.
Pensando que lo único que le ocurría era que se había puesto tierna por la tensión sufrida en la isla, dejé que mi prima la consolara mientras pensaba en que ese infortunio nos había cambiado. No solo había conseguido que dos mujeres de bandera compartieran gustosas mi cama sino que ambas estuvieran ansiosas de acariciarse entre ellas. Con mi morbo saciado, observé a María besar a su amiga, diciéndole:
-Cariño, no llores. También Manuel y yo sentimos lo mismo- y para afianzar sus palabras, dijo sin parar de acariciarla: -¿Quieres que ahora seamos nosotros quienes te amemos?
Afortunadamente para mi alicaído miembro, Rocío pidió que solo la abrazáramos y por eso unidos sobre esa rudimentaria cama, nos besamos con ternura mientras ella se tranquilizaba. Una vez repuesta, se levantó y mirando el reloj, soltó una carcajada diciendo:
-Son las diez- y sacando a mi prima de mis brazos, le soltó: -si no nos damos prisa en recoger algo de fruta mientras Manuel pesca algo, ¡Hoy vamos a pasar hambre!
Comprendiendo que tenía razón, salí del puñetero catre y sin esperar a ver que hacían, salí en busca de comida. Con la caña en mis manos y mientras intentaba sacar un pez de las mansas aguas, me dio tiempo a pensar en lo sucedido:
“Yo también las amo”, sentencié mentalmente al percatarme de que no solo era atracción física lo que sentía por esas dos chavalas.
Esa mañana me la pasé pescando y solo cuando ya había atesorado siete jureles, decidí volver. Al llegar mi prima y su amiga no habían vuelto de la plantación por lo que aproveché el tiempo para dar de comer a los cerdos que teníamos en la cerca. Según el plan que nos habíamos marcado, al día siguiente tendría que sacrificar a uno de ellos y contrariamente a lo que hubiese supuesto solo unos días antes, no sentí remordimiento alguno mientras los cebaba.
Al rato las vi llegar cargadas de fruta, por lo que corrí a ayudarlas. Rocío se negó a que le cogiera el bulto diciendo:
-Ayuda mejor a María, viene un poco indispuesta.
Sorprendido la miré y entonces me di cuenta de que venían las dos borrachas. Intrigado por que hubiesen bebido alcohol al no haberlo en esa mierda de isla, directamente pregunté a la morena, de donde lo habían sacado.
-Mira- respondió y sacando una especie de mango, me lo dio diciendo: -hemos encontrado estos frutos tirados por el suelo y al probarlos están deliciosos.
Tanteando el terreno, mordí uno de ellos y no me costó reconocer el tufo que desprendía. Supe entonces que el sol y las altas temperaturas habían acelerado la fermentación convirtiendo el azúcar en alcohol. Al no saber si eran comestibles, regañé a las dos muchachas por haber sido tan brutas de comerlos sin estar seguras.
-No lo pensamos- contestó la morena muerta de risa -¡Me siento de puta madre!
Mi prima que debía de haber comido más, tambaleándose,  me preguntó de dónde venía la música.
-¿No la oyes?- soltó al ver mi cara alucinada y sin más empezó a bailar.
Su amiga se le unió en la arena y siguiendo unos acordes que solamente ellas dos oían, se abrazaron mientras sus pies no paraban de bailar. Comprendí en seguida que esos frutos además de un contenido alcohólico alto debían de contener alguna especie de alucinógeno y por eso, francamente nervioso, me quedé observando la reacción de las dos muchachas. No tardé en descubrir que sin buscarlo, tanto Rocío como mi prima empezaron a dotar a sus movimientos de una sensualidad sin límite
-Tengo mucho calor- dijo la morena mientras con una mano se pellizcaba uno de sus pezones ante la atenta mirada de su amiga.
– Déjame ayudarte, ¿sí?- murmuró María estimulada al ver a su compañera de niñez acariciándose. 
Rocío asintió un tanto sonrojada. Mi querida prima con sus ojos impregnados de un extraño deseo, acercó su boca al pecho de su amiga y lo besó mientras con sus dedos le acariciaba la espalda. Al oír el gemido que produjo su acción, dejo que una de sus manos fuese bajando y ya convencida, toqueteó la entrepierna de la morena. Rocío no pudo reprimir su deseo y separando sus rodillas permitió que se apoderara de su sexo. 
– Mi amor…- suspiró al sentir que una de sus yemas jugueteaba con el botón que se escondía entre sus pliegues. 
El corazón de María dio un vuelco al oír esas dos mágicas palabras. Decidida a demostrarle que compartía el mismo sentimiento, la besó con pasión tomándola por la cintura con su brazo derecho y por su espalda con el izquierdo. Sin importarles que estuviera presente, esas dos mujeres entrelazaron sus lenguas mientras con sus dedos buscaban el placer de su contraria.
Rocío, en un momento dado,  con la pierna derecha abrió espacio entre las de su amada y dejó de acariciarle la espalda para comenzar a acariciar sus glúteos. Entonces, sin pedirle dejó sus manos sobre los pechos de mi prima, presionándolos al mismo tiempo que volvía a meter su pierna entre las rodillas de la rubia. Ya bastante excitado por ello, observé como sus cuerpos se contagiaban de deseo y ya sin recato alguno, rozaban sus coños uno contra el otro mientras no dejaban de besarse.
Fue María la que dio el siguiente paso, violentamente, tumbó a su amiga sobre la arena y tirándose encima de ella, empezó a morderle los pechos. Los gritos que salieron de la garganta de Rocío me hicieron comprender que, aunque le hacía daño, estaba disfrutando y por eso me mantuve quieto mientras mi prima se lanzaba al asalto de su compañera.
“¡Qué bruta!” pensé al verla torturar los pezones de la morena.
Esta sin quedarse corta, clavó sus uñas en la espalda de la rubia y dejó un profundo arañazo sobre su piel. Mi hasta entonces tranquila prima, pegó un alarido y llevando su boca a la de su amiga, le mordió el labio mientras su coño rebosaba de humedad. Sé que entonces me di cuenta de que algo andaba mal pero contagiado por la excitación del momento, me quedé plantado allí sin hacer nada. Estimuladas de forma brutal por la sustancia ingerida, ninguna de la dos era consciente de la violencia que estaban ejerciendo una contra la otra.  
La respuesta de Rocío no tardó en llegar y cogiendo del pelo a María, le obligó a agacharse entre sus piernas, diciendo:
-¡Comételo!
La rubia respondió introduciendo con salvajismo dos dedos en la vulva de la morena mientras relamía dulcemente el clítoris que le había ofrecido. Los chillidos de su amiga al sentir la intrusión, no le bastaron e iniciando un mete-saca atroz, empezó a follar con sus yemas el estrecho conducto de Rocío.
-¿Te gusta verdad?- le gritó al ver que tenía el sexo encharcado.
–¡Eres una puta!- respondió con la voz entrecortada su amiga mientras se retorcía buscando el contestar a esa agresión. Increíblemente, consiguió darse la vuelta y metiendo su cara entre los muslos de mi prima, cogió entre sus dientes el botón del placer de su agresora.
Viendo que estaban llevando al extremo la mutua violencia, intenté intervenir pero con los ojos inyectados en ira, María me soltó:
-¡No te metas!, ¡Esto es entre esta zorra y yo!
Con el rabo entre las piernas, volví a sentarme. Desde el tronco que me servía de asiento, observé que las dos mujeres alternaban golpes y mordiscos con verdadera dulzura y que tras unos minutos donde no sabía el resultado de todo aquello, vi que poco a poco la brutalidad de sus actos iba menguando incrementándose la pasión.

En un momento dado, las muchachas cambiaron de postura y entrelazando sus piernas, empezaron a rozar sexo contra sexo. Más tranquilo por haber  desaparecido la violencia pero más excitado que nunca, fui testigo del modo en que esas dos unieron sus coños dejando atrás todo rencor. La primera en correrse fue Rocío que totalmente descompuesta, gritó su placer a los cuatro vientos y convulsionando sobre la arena, buscó el gozo de su compañera con mayor pasión. María al sentir el flujo de su amiga recorriéndole las piernas, halló su compensación con un prolongado y brutal orgasmo.

Tras el mutuo climax, las dos cayeron desmayadas por lo que, viendo que estaban en una especie de trance, tuve que ser yo quien las llevara hasta la choza. Una a una, las cogí en brazos y las acosté en la cama. Solo cuando me aseguré de que dormían y que estaban bien, decidí cocinar los peces en la hoguera.

Al cabo de dos horas, me acerqué hasta donde estaban y despertándolas, les pregunté cómo estaban.
-Tengo sed- respondió la morena y mirando a su alrededor me preguntó por qué estaba acostada.
-¿No te acuerdas?- contesté.
Intentando hacer memoria, se rascó la cabeza y bastante aturdida, me respondió que solamente se acordaba de estar con María recogiendo fruta. Para entonces mi prima se había incorporado y ratificando las palabras de su amiga, confirmó que a ella le ocurría lo mismo.
Al oírlas solté una carcajada y tomando asiento en una orilla de la cama, les expliqué lo ocurrido. Me divertí al comprobar sus caras de espanto por el modo en que se habían comportado y ya con ellas más tranquilas, les amenacé con que algún día, yo probaría esos malditos frutos.
-¡Ni se te ocurra!- exclamó la rubia señalando el arañazo que le recorría el pecho –Si esto me lo ha hecho Rocío, imagina que me harías.
La aludida sonrió antes de contestar mientras le acariciaba el trasero:
-Te rompería este culo tan bonito.
Muerta de risa, mi prima le pasó su brazo por la cintura y mirándome con deseo, me soltó:
-Para que me hagas eso, no necesitas ese fruto. ¿Verdad? Cariño.
 
 

Relato erótico: “Abuso y extorsión a una virginal jovencita” (POR ROGER DAVID)

$
0
0

En un principio Gina, una deseable y cándida jovencita, estaba muy contenta con su empleo de cajera, y así lo notaba también don Rodolfo su padre, ya que con los aportes económicos por parte de ella desde que había comenzado a trabajar en una carnicería de barrio la calidad de vida de ambos fue mejorando notablemente, no como reyes, tampoco con lujos de gente acomodada, pero bastante mejor al fin y al cabo en comparación a los tiempos en que ella era solo una colegiala (de esto hacía muy poco).

Sin embargo a ello y al ya haber pasado más de un año en aquel trabajo, el pobre y honrado jubilado comenzó a notar que desde solo hace una semana su aun adolescente hija llegaba bastante nerviosa e intranquila de su trabajo.

Por aquellos días y mientras cenaban don Rodolfo se dio a intentar saber que era lo que le aquejaba a su nena:

–Gina… que ocurre hija…?, estos últimos días te noto bastante callada y pensativa…, -le dijo el progenitor a la chica mientras cenaban.

–Ehhh… nada papito, tú no te preocupes… es solo que hay bastante trabajo en la carnicería… solo eso…, -le contestó la hogareña adolescente quien casi no había tocado su plato, solo se daba a pensar y a esperar que su padre terminara su cena.

–O estas enferma…? Dime, mira que si es así yo puedo hablar con Ángel para que te de unos días de permiso… tu sabes que él es muy buen amigo mío.

–No, no papá, no es necesario que hables con don Ángel (don Ángel es uno de los dueños de la carnicería en que trabaja Gina, y amigo de años de su padre), tu solo preocúpate de tomar tus medicamentos, además que yo no podría faltar al trabajo, si así lo hiciera me descontarían esos días, y tu bien sabes que necesitamos ese dinero.

–Mmmm… a mi no me engañas Gina… yo se que a ti algo te tiene preocupada y me gustaría saber que es…, -le insistía don Rodolfo a su tierna chamaca.

–Papá, no pasa nada, y quédate tranquilo, solo… solo estoy algo estresada porque es mucha la gente que debo atender diariamente… hoy vas a ir a jugar a las cartas con tus amigos?, – la nena insistía en aparentar serenidad pero no se le notaba.

–Si, si iré, pero me preocupas niña, tú no eres así de callada.

–Siéntete tranquilo papá, ya verás que luego de unos días ya estaré normal como siempre, -luego de eso la jovencita se dio a poner de pie y a levantar los platos de la mesa para ir a lavarlos a la cocina, su padre por su parte no muy convencido de que su hija estuviese en estado normal se retiró a su habitación antes de irse a jugar a las cartas o al dominó con sus amigos jubilados, entre ellos los jefes de su hija.

……………………………………………………………………………………………………………….

Don Rodolfo era viudo y jubilado desde hacía ya más de una década. A sus 60 años vivía solamente con su adorada hija Gina, que por esos entonces ya debería haber iniciado la enseñanza preparatoria.

La jovencita era la menor de dos hermanas que le antecedían, y ella en los años que siendo ya una candorosa y alegre adolescente se había visto en la obligación de privarse de su tierna juventud y también de sus estudios para atender a su venerable padre quien luego de haber enviudado este cayó en una profunda depresión, tanto por su soledad como por su miserable y precaria situación económica.

Si bien padre e hija no vivían en lo que se pueda llamar pobreza extrema, el pobre viejo debía pagar las cuentas de su humilde morada, la alimentación de ambos y su diario vivir.

En forma lamentable ellos no contaban con la ayuda de las dos hermanas mayores de Gina, ya que estas una vez crecidas y terminados sus estudios se casaron y se olvidaron de la casa paterna, solo eran las típicas llamadas para fiestas de fin de año o navidad en que ellas se pronunciaban a la rápida y solo telefónicamente deseándoles felicidades, ambas pensaban que al estar la chica viviendo con el patriarca era su deber asistirlo y ayudarlo económicamente, ya que sabían que su hermana menor había dejado el colegio para trabajar y así poder llevar una vida más o menos decente junto a su padre.

No obstante a ello, padre e hija compartían muy buenos momentos juntos y se querían mucho. Gina era una joven de sentimientos nobles y muy cariñosa además de existir entre ambos una gran confianza, salvo de esto las acaloradas discusiones que tuvieron solo hacía un año atrás cuando la chica decidió alejarse de los estudios para ponerse a trabajar con la sola intención de ayudar en la casa y para poder comprarse sus cosas, ella era consciente que con lo que recibía su progenitor por parte del estado no alcanzaba ni para la mitad de los gastos reales que hay en un hogar, y al no tener los argumentos necesarios el ofuscado e impotente padre terminó por aceptar la situación.

A todo esto la esforzada y preocupada adolecente estaba bastante bonita, era de pelo castaño claro y casi rubio, este le llegaba hasta la altura en su espalda donde su cintura da inicio a las caderas, en su carita se veían unos preciosos ojos verdes cristalinos que le irradiaban una transparencia casi absoluta a su carismática personalidad, medía 1.67 de estatura aproximadamente, y su juvenil contextura llamaba a gritos a la lujuria sobre todo con aquellos del sexo opuesto, además que sus pechos sin ser grandes eran del tamaño apropiado como para llamarle la atención a cualquiera, pero lo que si era llamativo en su cuerpo ya casi terminado en desarrollo era el delineado y perfecto trasero que se gastaba, redondito y bien parado sobre todo cuando se ponía jeans de mezclilla o cualquier tipo de pantalón, con sus caderas bien pronunciadas, con unos fuertes muslos que estaban dibujados a mano, y al medio de estos ya se podía adivinar la diabólica curvatura en la cual existía una virgen y deliciosa panochita lista y apta para ya comenzar a acoger miembros masculinos, al menos así lo dictaminaría cualquiera que la tasara corporalmente.

En resumen la joven Gina no era una modelo de pasarela, tampoco una Miss Universo pero si tenía la belleza y el candor de toda chamaca que está en la flor de la vida, añadiéndole los deliciosos atributos antes señalados.

Su padre sanamente sabía de la hermosura de su nena, como también estaba al tanto que por la culpa de aquellos tentadores atributos físicos que se dejaban ver en su figura muy luego se dejarían caer por las cercanías de su casa muchos buitres hambrientos de carne fresca, por lo mismo daba gracias a Dios que su bella hija estuviese trabajando y no tuviera tiempo suficiente para fiestas con amigas(os) o noviazgos, aunque también y muy a su pesar habían momentos en que se lamentaba que su atractiva chamaca por querer esmerarse en atenderlo y ayudarlo económicamente se privara de lo que a ella le correspondía tanto en estudios como en su juventud.

Vivían en un barrio pobre pero de gentes decentes, o al menos así lo creían ellos, y como ya se dijo anteriormente, en forma seguida debían hacer malabares con el sueldo de ambos para poder vivir dignamente.

Gina llevaba poco más de un año trabajando de cajera en un negocio de venta de carnes que quedaba a unas cuantas cuadras de su casa, aparte de cumplir con otras pequeñas tareas de administración del mismo negocio.

Sus jefes y dueños de la carnicería eran don Ángel y don Carlos, un par de viejos usureros y sexagenarios, ambos hermanos, que eran amigos de años de su padre, ya que todos los días jueves y sábados por la noche se juntaban con otros vejetes a beber y a jugar al dominó en un boliche que la hacía de club para ellos, fue el mismo padre de la chica quien apelando a los años de amistad les había solicitado que le dieran trabajo a su linda hija en su negocio, lamentablemente desconociendo la lujuriosa calentura que predominaba en la mente de ambos.

Don Ángel y don Carlos (ambos casados, con hijos(as) mayores y nietos por doquier), tras analizar los pro y los contras con el padre de Gina terminaron por aceptar hacerle el favor, claro que con un sueldo mínimo ya que las ventas no eran del todo buenas, le habían dicho. Además (esto solo lo sabían ellos, el padre de Gina no tenía ni la más mínima idea de cuestiones legales) que al saber de tenerla empleada sin contrato de trabajo no estaban obligados a pagarle un sueldo alto, sumado de ahorrarse los seguros sociales, de salud y todo eso, añadiéndole también que desde que la joven comenzó a trabajar con ellos siempre le recordaban que solamente la tenían trabajando en su carnicería a modo de favor personal hacia su padre porque este era amigo de ellos desde ya hacían años.

Pero en el fondo el par de viejos tan calientes como aprovechados estaban encantados con los servicios de la dulce chiquilla, ya que ella al ser una alegre joven virginal y vestirse como lo hacen todas las nenas de su edad con jeans apretaditos con los cuales enseñaba las curvilíneas formas que ella poseía desde sus caderas para abajo combinándolos con ceñidos top escotados, o con falditas de mezclillas y de esas cortitas con las cuales les enseñaba sus buenas porciones de piernas cuando estaba sentada en el alto asiento detrás de la caja, o cuando también se embutía en esos semi ajustados vestiditos primaverales a medio muslo, y con sus castaños cabellos tomados y despejándoles su carita de tierna adolescente, con todo esto el par de miserables por nada del mundo deseaban que aquella dulce nena dejara de trabajar para ellos.

Los muy sinvergüenzas apenas contrataron a la joven habían mandado a sacar la puerta del mostrador de la caja con la sola intención de poder mirarle a plenitud las líneas que dibujarían su cuerpo en los momentos en que ella estuviera sentada pagándose de los pedidos; y premiándolos también con la directa visibilidad de donde ellos estaban ubicados tras el mostrador de carnes hacia las suavidades de sus piernas. O como en los ratos en que bajaba la clientela no se cansaban de morbosearla y casi comérsela entre ambos con sus lujuriosas miradas, comentando entre ellos con palabrotas de grueso calibre todas las cosas que le harían si tuvieran la oportunidad de tenerla desnuda.

Pasaron las primeras semanas en que la nena comenzó a trabajar con ellos, luego los meses, y así un año entero, y los toscos carniceros ya estaban como desesperados, soñaban con violársela, con cogérsela entre los dos, o de que les mamaba la verga en forma alternada al interior del local en los momentos en que mantuvieran las cortinas abajo, hasta imaginaban comprar una pequeña cama para ubicarla en la bodega del negocio para culearla por turnos en el día a día, y así muchas cosas más. Pero por ahora todo eso solo eran sueños, sueños de viejos calientes que comentaban y graficaban las muchas maldades que le harían, esto lo hacían en los momentos en que salían a beber cervezas antes de retirarse a sus hogares y vivir sus avinagradas realidades junto a las verdaderas morsas que tenían por esposas.

Y así ya había pasado más de un año desde que la hermosa chica trabajaba con ellos, y nos encontramos con los días posteriores a la cena entre padre e hija en la que se inicia esta historia, con don Rodolfo preocupado por el estado anímico de su atractiva nena, y con ella algo ensimismada cuando llegaba a la casa.

Fue un extraño día viernes en la mañana en que la jovencita mientras se preparaba para irse a trabajar a la carnicería su padre hacía lo mismo pero con la diferencia que él se alistaba para irse a ver a una hermana enferma que vivía en un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad, no llegaría hasta el domingo en la tarde.

–Papito… aquí tienes el dinero para tus remedios, no olvides pasar a comprarlos al centro antes de que vayas a abordar el bus, también alcanza para que le lleves algo de mercadería a la tía, -le dijo la jovencita a su papá dejándole los billetes en la mesa.

El casi anciano hombre algo avergonzado miraba de soslayo el dinero aportado por su hija, pensaba a la vez que Gina había sido una verdadera bendición de Dios, –que hubiera sido de él si no la tuviera?, -pensaba acongojado, ya que aquel par de mal agradecidas de sus hijas mayores brillaban por su ausencia y ahora más todavía que él estaba con las enfermedades y achaques de la vejez.

–Pierde cuidado Gina, que así lo haré como siempre, -le dijo finalmente a la vez que junto con tomar el dinero inocentemente también agradecía a su par de buenos amigos que le habían dado trabajo de cajera.

–Como a qué horas te irás?, -le consultó la nena quien estaba apuradísima arreglando sus cosas antes de salir para su trabajo. Su padre mirándola se daba cuenta que su hija se había esmerado mucho en arreglarse, ya que veía que sus claros y castaños cabellos semi ondulados los llevaba cogidos con una pequeña traba, con lo cual despejaba la totalidad de su carita la cual quedaba solamente ornamentada con unos bellos y locos mechones que le aportaban una sensualidad extra a su persona, su padre sabía que la chica esto lo hacía solamente en las oportunidades en que ella deseaba aparentar más edad, principalmente en las escasas ocasiones en que ella le había pedido permiso para ir a alguna fiesta con sus amigas.

–Son recién las 9 de la mañana, -le dijo finalmente, –y el centro aun debe estar cerrado, creo que veré televisión por un rato y luego me iré…, -el experimentado progenitor casi adivinaba que su hija estaba aun más nerviosa que días anteriores, aunque ella intentaba ocultarlo él se daba cuento de ello, por algo era su padre.

–No olvides de dejar todo apagado y bien cerrado, hoy atenderemos todo el día en la carnicería así que saldré algo tarde del trabajo, -le dijo Gina a su progenitor en los momentos que ya terminaba de arreglarse antes de salir de su casa.

–No te preocupes hija, yo cerraré la puerta y la reja, además de verificar que no quede ninguna luz encendida… Que buscas tanto?, -el viejito veía como su hija revisaba el pequeño perchero que había detrás de la puerta, luego buscaba en su bolso y en los cajones.

–No sé donde deje mis llaves… estaba segura que las tenía en el bolso… tu me las has visto?, -le preguntó la apurada nena mientras volvió a desocupar su pequeña cartera en la mesa para buscar las dichosas llaves.

–Hija… en que andas pensando?, si las tienes en tu mano!, -don Rodolfo la miraba extrañado.

–Ahhh…! que bruta…, -musitó la jovencita como regañándose a ella misma.

Finalmente Gina salió de su casa vestida terriblemente antojadiza y juvenil como ella estaba acostumbrada a hacerlo. Llevaba puesta una minifalda blanca no tan corta, pero sus piernas eran tan potentes y llamativas que era imposible no echar andar la imaginación con solo mirárselas, vestía también un ajustado top de color fucsia con tirantes en los hombros que hacían resaltar sus pechos bien paraditos y notoriamente duros. Su cutis lo llevaba maquillado como todas las nenas de su edad lo hacen, solamente lo suficiente como resaltar las partes más encantadoras de su fisonomía. En sus perfumados oídos llevaba un pequeño par de aros de argolla y bañados en oro, estos se los había regalado su padre cuando su nena había hecho la primera comunión, y finalmente en sus pequeños piececitos iban calzadas unas delicadas sandalias de mediano taco que mostraban la perfecta forma tanto de sus empeines como de sus finos deditos de los pies.

Don Rodolfo al verla salir tan apurada y nerviosa, en forma pensativa se dio a ordenar unas cuantas cosas al momento en que ya se vio solo en casa, su nena desde hacía ya casi una semana que se estaba comportando en una forma extraña, pero pensó que al fin y al cabo esto se debía a su trabajo, ella que debería estar ya casi en más de la mitad de la preparatoria tenía que trabajar para poder ayudarlo a él, así que ya sin querer sentirse más mal de lo que ya se estaba decidió ponerse a ver televisión por un rato antes de irse.

Una vez acomodado en el sillón se dio a buscar algo entretenido en los canales, hasta que dejó puesto un interesante documental sobre la segunda guerra mundial y sin darse cuenta se la pasó casi toda la mañana ensimismado en las estrategias, combates y atrocidades entre alemanes y aliados.

–¡¡Válgame Dios…!! ¡¡Si ya es casi medio día!!, -se dijo cuando al fin pudo ver la hora, por lo que apagando el aparato de televisión tomó su chaqueta, echó las llaves de la casa a su bolso y salió con la sola intención de irse al centro antes de tomar el bus interprovincial.

Don Rodolfo estaba sentado en el paradero que se encontraba en la esquina de la calle en que él vivía. Llevaba unos 20 minutos por lo menos esperando el taxi colectivo que lo llevaría al centro cuando de pronto vio que por la vereda de al frente y por la esquina contraria de donde estaba sentado venía de vuelta a casa su hija, estuvo a punto de hacerle señas, pero en el momento en que se percató de que ella venía acompañada de sus dos amigos, don Ángel y don Carlos, y que ambos traían en sus manos dos bolsas que según el observaba debían venir botellas en su interior, algo le indicó que lo mejor que podía hacer era observarlos, eso era bastante extraño, –¿Que andaba haciendo su hija con sus dos amigos (de él) a esas horas del día?, si ellos deberían estar atendiendo la carnicería.

Y más extrañado aun quedó cuando vio que los tres se detenían al frente de su propia casa y que su curvilínea hija tan bonita y arregladita como la había visto salir esa misma mañana con su minifalda blanca ahora en forma visiblemente apurada sacaba las llaves de su bolso para luego de abrir la reja del ante jardín y lo mismo con la puerta principal seguidamente hacer pasar hacia al interior de la casa a sus dos amigos (de don Rodolfo) que a la misma vez eran los jefes de ella, la chica rápidamente había cerrado la puerta cuando ya estuvo adentro.

–Don Rodolfo…! porque su hija vino a la casa a estas horas…!?, -el jubilado recién se percataba que a su espaldas y a la salida de un negocio de verduras estaban paradas dos viejas conocidas que en forma atenta también habían observado a Gina entrar a su vivienda con don Ángel y don Carlos, la que le consultaba era doña Beba, la vieja mas habladora y hocicona de toda la cuadra, esta usaba tubos en su cabeza igual que doña Florinda, pero era algo más gorda y más vieja.

–Ehhh… ni idea… a almorzar supongo… esta es hora de almuerzo no?, -el padre de Gina notaba las malas intenciones en las palabras de su vecina.

–Y siempre viene tu hija a almorzar con esos dos hombres…!?, -consultó ahora la otra ama de casa que era doña Carlota, una tremenda vieja de 50 años tan gorda como un elefante y de tetas descomunales que era la encargada oficial de todas las mañanas barrer las dos veredas de la calle tomando nota mental de todo lo que ocurría en ella y en sus alrededores.

–E… Ellos son mis amigos… trabajan juntos, eso ustedes lo saben… Gina es la cajera de la carnicería…, -el padre les respondía en forma consternada ya que sabía lo chismosas que eran esas dos señoras.

–Ahhh claro, ahora entendemos, -continuo diciendo la señora Beba, –O sea que la nena ahora que trabaja y que no está su madre para corregirla trae a sus dos jefes para la casa cuando tú no estás en casa, no es así…!?

–Ehhh… claro que Nooo…!, yo solo iba por un mandado, ellos… ellos me están esperando…, -mentía don Rodolfo intentando hacer parecer la situación no tan comprometedora como se veía, o como la querían hacer ver el par de viejas feas, además que por muy extraño que pareciera todo, el confiaba plenamente en la conducta de su hija.

–Pues no se nota Rodolfo, tú te vez tan sorprendido como nosotras, ¡por Dios…!, deberías estar más pendiente de lo que anda haciendo tu hija por ahí, si Carmen que en paz descanse estuviese viva no perm…

–¿¡Carmen!?, pfffff…!! Yo siempre lo he dicho…!! ¡¡“de tal palo, tal astilla…”!!, -volvió a replicar malvadamente la gorda apoteósica con sus manos cruzadas en sus mórbidas, descomunales y grotescas ubres que solo causaban susto y aversión a quien se las mirara y las imaginara colgando al aire libre.

–No sé a qué se refieren ustedes con sus palabras, pero no es lo que están pensando, -volvía a decirles el dolido padre, –Mi hija sabe que yo puedo llegar en cualquier momento a la casa… por lo que jamás haría algo indebido, además que ellos son mis amigos, nunca le faltarían el respeto a mi Gina, es mas… yo ya voy para la casa que como les dije antes… ellos me están esperando.

El jubilado caminó nerviosamente desde el paradero hasta su humilde pero bien conservada y limpia vivienda, en el momento en que abrió la reja que antecedía al jardín de reojo miró hacia la esquina en donde estuvo esperando el colectivo, desde su nueva ubicación en la entrada de su casa pudo ver que las dos viejas habladoras aun se mantenían observándolo desde la esquina mientras cuchicheaban entre ellas.

Una vez ya estando en su patio y dando gracias a Dios que toda la extensión de la reja incluyendo la de la entrada estaban forradas con un gran latón negro.

Con mucho cuidado se acercó al muro de su modesta morada, y sin saber el porqué en forma silenciosa se arrimó de espaldas a los ásperos ladrillos que lo separaban de lo que estaba ocurriendo al interior de su domicilio, las viejas extrañamente le habían sembrado una duda en su mente.

…………………………………………………………………………….

(Una semana antes en los momentos que la carnicería estaba en su hora pick)

–Póngale 1 kilo de guatitas, uno de osobuco, 3 patas de chancho y 2 de bistec…!!!, -le bufaba don Ángel a la chica desde atrás de los cristales del aparador.

El que gritaba el pedido era uno de los jefes de Gina, don Ángel, y el que lo acompañaba en la máquina para cortar huesos era su hermano, Don Carlos, el otro jefe de la chica. Don Ángel era un tremendo hombre de 63 años, casado, de una estatura cercana al 1’95, o quizás mas, de gruesos brazos corpulentos y tan ancho de espaldas como su tremenda panza caballuna, en su cabeza se notaban unas buenas entradas en su desmadejado pelo canoso, su cara era rojiza debido a que todas las noches antes de acostarse se mandaba el solo una jarra entera de vino tinto, y esto mas se notaba en su ancha nariz que se veía una tonalidad mas roja que la de su rostro, la típica de los hombres que ya están casi alcohólicos.

–Y sígale con 4 kilos de huesos carnudos, ½ de carne molida, 2 de prietas y 1 de costillar, para la señora Peta…!!!, -el que le gritaba ahora era don Carlos que estaba ubicado en la sierra eléctrica cortando huesos en forma desaforada, este ultimo tenía 59 años de edad, y era tan corpulento y obeso como su hermano, algo mas moreno y de cejas plomizas al igual que su escaso pelo que le iba quedando en su redonda cabeza, siendo un par de centímetros más bajo que su hermano. Ambos habían sido campeones distritales en la carga y descarga de vacunos recién faenados desde los camiones a los ganchos de refrigeración o viceversa en las fiestas que se llevaban a cabo en el matadero municipal.

Los dos viejos estaban vestidos con trajes supuestamente blancos, pero que debido a su negocio estos estaban todos ensangrentados y algo mugrientos, al igual que las peludas manos de ambos.

–Otro pedido…!!, anótese con 2 kilos de asado, 2 de pollo… y… y… tres de…

–¡Yaaa…! ¡¡Ya… más lento…!! Que aun me tengo que pagar de los dos pedidos anteriores!!, -le exclamaba Gina a sus jefes quien ese día vestía un floreado vestido blanco con pequeñas figuras primaverales. La nena intentaba marcar sin equivocarse en la máquina registradora, junto con recibir el dinero y dar los cambios de vuelto, sentada como estaba en la caja sus piernas se veían tan bellas como relucientes y exquisitas.

Así era la rutina diaria que vivía la jovencita en el día a día de su trabajo. Por las mañanas era don Ángel quien apenas subía las cortinas del negocio, la gente comenzaba a llegar en forma intermitente, mientras su hermano se encargaba de realizar los cortes de carne y llenar los mostradores con esta, por lo que las ventas diarias eran realmente buenas, pero ellos siempre se encargaban de llorar a viva voz de lo mal que les iba, diciéndole a Gina que ella era muy lenta en la caja, y que por su culpa los clientes se aburrían y se iban.

La chica por su parte le ponía todo el empeño del mundo, ella era muy hábil con sus manos para ingresar todos los pedidos sin equivocarse, y esto quedaba claro en la cuadratura que hacía al final de la jornada, aun así el par de usureros inventaban errores en los talonarios para hacerle creer que existían dineros faltantes, las cuales se las descontaban de su sueldo en forma sagrada.

–Ponle más talento chiquilla, que si no los clientes se nos van para el supermercado o para la otra carnicería que está más abajo, ya se nos han ido muchos, y eso es por tu culpa Ehhh…, -le había dicho don Carlos por esos días en los momentos antes de ella retirarse a su casa.

–Pero don Carlos, lo hago lo más rápido que puedo…, -le contestó la joven mientras elasticaba un fajo de billetes producto de las ganancias diarias.

–Pues lo haces mal, de nada nos sirve que seas rápida si te pasas equivocando, así terminarás por llevarnos a la quiebra,

–Pero… pero…

–Nada de peros niña… deberás dejar mas de lado tu celular y aplicarte solo en tu trabajo, mira qué sino terminaremos por botarte… nosotros necesitamos una cajera experimentada, no una principiante como tú, llevas un año trabajando para nosotros y aun no aprendes nada…

–Yo… yo… no ocupo mi celu cuando estoy en la caja, pero no se preocupe don Carlos… le juro que ya no me equivocare mas…. –y era verdad, la chiquilla era consciente de la responsabilidad que tenía al trabajar con dinero en efectivo y lo primero que hacía en las mañanas antes de tomar su puesto de trabajo era de poner su teléfono en silencio.

–Pues entonces demuéstralo chamaca, nosotros no nos equivocamos en tu remuneración, te la pagamos en forma puntual y nunca se nos ha olvidado hacerlo, sin mencionar los adelantos que nos pides seguidamente.

–Lo sé… y les estoy muy agradecida…

–Por lo mismo te digo que deberás ponerle más empeño mira que si no…, mi hermano ya ha pensado en buscarte una reemplazante, -le mentía el maquiavélico viejo intentando preocupar a la joven, cosa que logró al instante.

–Queeee…!? No…!, don Carlos, por favor dígale a don Ángel que ya no me equivocare mas… yo… yo necesito este trabajo, mi papá está enfermo y con lo que gana no nos alcanza para…

–Ese no es nuestro problema, -le cortó don Carlos mientras se limpiaba sus ensangrentadas manos con un mugriento y ensangrentado estropajo, para luego continuar, –Por muy amigo que seamos nosotros con tu papá… este es un negocio, y aquí todos debemos esforzarnos para que la cosa funcione, y el que no lo hace lamentablemente se tiene que ir, así que ya lo sabes.

Ese fue el día en que don Rodolfo notó extraña a su hija mientras cenaban.

Fue el jueves de esa misma semana en que la jovencita una vez que llegó a su trabajo, en forma preocupada se encontró que en la puerta chica que estaba ubicada al medio de las cortinas de latas del negocio había un grupo de 5 mujeres hablando con don Ángel quien ese día no andaba vestido de carnicero, sino que con unos gastados pantalones negros de vestir y una camisa blanca de mangas cortas, los botones de esta amenazaban con salir expulsados a la velocidad de la luz debido a la tremenda panza de caballo percherón que este se gastaba, las mujeres todas traían en sus manos una carpeta con documentación y se reían mientras hablaban con el que seguramente era el jefe de aquel negocio de carnes.

–Pásale… pásale… chamaca ve a tomar tu puesto…, -le dijo don Ángel una vez que Gina estuvo junto a la puerta de servicio, la nena notaba que su otro jefe no quería que ella escuchara lo que él hablaba con las mujeres.

–Que… que… está pasando aquí…?, -le preguntó la nena a don Carlos una vez que ya estuvo al interior del negocio.

–Te lo dije mija, aquí el que no funciona se va… esas mujeres son las postulantes para tu puesto, lo lamento pero solo trabajas hasta mañana… tu sueldo quedará en forma de pago por todos los errores que has cometido y por los adelantos extras que nos has solicitado.

A Gina en forma automática se le llenaron sus verdosos ojitos con lágrimas al recibir aquella nefasta noticia y por el impacto causado con solo pensar que al siguiente día debería decirle a su padre que la habían despedido, que ese fin de mes no podrían ir al supermercado como ya estaban acostumbrados a hacerlo en los días que a ella le pagaban, don Carlos se lo había dicho tan fríamente que ella no tenía las palabras necesarias para rebatir la decisión que el con su hermano ya habían tomado, por lo que en forma desganada caminó hasta la esquina en que estaba el cubículo mitad de vidrio y mitad madera que en su parte superior decía “Caja” con letras rojas.

Don Carlos con su corazón latiéndole a mil veía como la mocosa le regalaba un sensual meneo de caderas y trasero al andar embutida en unos ajustados jeans que daban la impresión de estar a punto de reventarse por cada movimiento que hacía al ir avanzando hacia su lugar de trabajo, junto con tener las insanas intenciones de ir a tomarla por detrás de su cuerpo y desde las tetas para agasajársela para él solo, en esos precisos momentos le rogaba a Dios que el siniestro plan puesto en marcha con su hermano surtiera los efectos esperados, ambos vejetes sabían por los labios de su padre en su última reunión de dominó que la chica estaría sola por todo el fin de semana en su casa.

A mitad de aquella misma mañana Gina ya más calmada vio como don Ángel entrevistó en la bodega a las 5 mujeres y como las fue despachando una por una.

Luego a las horas más tarde, con don Ángel ya vestido otra vez de carnicero, escuchaba también como en voz alta este último le hablaba a su hermano diciéndole lo muy hábiles que eran las postulantes que se habían presentado ese día, y de la gran experiencia que tenían sobre todo en supermercados, seguro que con la nueva cajera seleccionada por fin les podría empezar a ir mejor en el negocio, se decían entre palmadas en la espalda y miradas de reojo hacia donde estaba la cabizbaja jovencita, obviamente los viejos a propósito se encargaban de que ella escuchara todo lo que ellos decían.

Aquel día Gina decidió no ir a almorzar a su casa, estuvo toda la mañana pensando en el asunto, ella si o si debía hablar con sus dos jefes para que no la echaran de la chamba, se comprometería a ponerle más empeño y ganas en sus labores con tal de que no la cambiaran y de poder recibir su sueldo como todo los fines de mes.

–Lo siento jovencita, pero ya lo hemos decidido… -Le hablaba don Ángel a la vez que se devoraba un sanguchito de pernil con mayonesa sentado en la mesita al interior de la bodega, –Tu reemplazo empieza a trabajar este mismo lunes con nosotros, así que mañana una vez que cerremos, tú agarras todas tus cosas y te nos vas…

–Pero yo he intentado hacerlo bien…, no sé porque me equivoco si saco las cuentas dos veces y hasta tres en algunas ocasiones antes de dar el cambio…, -ahora la joven miraba a don Carlos, como si tal vez él pudiera de alguna forma hacer cambiar de opinión a su hermano.

–Como te dijimos antes… ya está decidido, mañana te vas…, -fueron las frías palabras de don Carlos quien confirmaba lo dicho por su familiar.

–Y como le haré para pagar el crédito que me prestó una vecina, aun no llevo ni la cuarta parte pagada…!!! Cuando les pregunté… Us… Ustedes me dijeron que lo consiguiera nada más…!!

–Ahora no es nuestro problema chiquilla…, ya puedes retirarte a tu hora de almuerzo, le volvía a decir don Ángel.

–Por favor se los pido… no me despidan, a parte de ese crédito las medicinas de mi papá son muy caras, si Usted mismo las compró la última vez que las necesitaba cuando se le acabaron…, -insistía la joven a don Ángel casi al borde del llanto.

–Que me importa… deberás buscarte otro trabajo y ya…!, -el viejo Ángel se mostraba implacable en los momentos en que ya terminaba de devorarse su merienda.

–Señores si quieren me arrodillo ante ustedes… pero por favor no me echen…, -la chica junto con decirles lo último desesperadamente se puso de rodillas y los miraba a ambos con cara suplicante, sus dos manitas las tenía puestas igual de cómo si estuviese rezando.

Don Carlos rápidamente quedó mirando a su hermano, como diciéndole que ese era el momento justo como para dar el segundo paso de su plan, por lo que al instante lo puso en acción.

–Oye Ángel… y si quizás le dijéramos eso que te dije la otra vez… si ellaaa… mmm… no se… si accediera tal vez podríamos…, -el viejo se daba vueltas en sus dichos solo para captar la atención de la chica. Por otro lado su hermano también estaba presto para colaborar y ver si la nena se confundía.

–No creo que quiera hacerlo…, -le dijo rápidamente don Ángel a don Carlos tal como lo habían acordado, la estrategia era causarle curiosidad con la idea que tal vez existía una solución para su desesperada situación laboral.

–Pero preguntémosle… si no perdemos nada…!, -insistía don Carlos, ya con un extraño brillo en sus ojos, a ambos ya se les estaba comenzando a parar debido al inmenso morbo que les causaba el estar intentando confundir a la dulce chiquilla. Al menos ya lograban captar su atención:

–Que… que… es eso que ustedes quieren que yo h… ha… haga…!, -les consultó la jovencita aun puesta de rodillas ante ellos.

–Nada… no le hagas caso a mi hermano y olvídalo, solo son cosas de viejos…, -el viejo Ángel le contestaba con cara de mal humorado, pero al estar sentado ya se masajeaba la verga por debajo de la mesa, creía notar cierto interés por parte de Gina en dejarse embaucar.

–Va… vamos… díganme… tal vez yo pueda hacerlo… existe alguna solución?

–De verdad estarías dispuesta a hacer lo que te pidamos con tal de conservar tu trabajo…?, -Ahora era el mismo viejo Ángel quien estaba por correrse de lo tan caliente que se sentía, nunca imaginó que llegarían tan lejos con la salida ocurrencia de su hermano.

–Tal vez… si…, es que aun no me lo dicen…, -Gina ya estaba puesta de pie nuevamente, algo en su mente le indicaba que debía tener cuidado con las solicitudes que sus aun jefes llegaran a proponerle, ya que por muy candorosa que fuera la chica no era ninguna tonta y algo sabía de los intereses masculinos que pueden existir en un hombre hacia una mujer, además que en muchas ocasiones les veía la cara de degenerados que ambos hermanos ponían cuando atendían a alguna damita de buen ver en la carnicería.

–Tal vez!?, esa es tu respuesta…!?, entonces no…!, no te lo diremos, porque sencillamente no lo aceptarías, ya te dije, son solo cosas de viejos, fantasías de hombres casados…, -le contestaba el mayor de los hermanos con sus cejas como de enojado y visiblemente sudoroso, –Así que lo mejor que puedes hacer mañana es terminar tu ultimo día como cajera y dedicarte a tus propios asuntos.

–Fantasías de hombres casados? A… a que se refiere…!?, -la chica ya estaba con los pelos de punta, aquella frase le sonaba realmente perversa, lo que en un principio solamente fue un fugaz y lejano pensamiento ya con esto se le acercaba mas, y ya más o menos entendía a lo que querían llegar los dos viejos.

–No te asustes Ginita…, ven siéntate en esta silla, -don Carlos notando que la nena se comenzaba a poner a la defensiva, intentó hacerla sentir más en confianza, ofreciéndole el asiento, para luego continuar con la acalorada propuesta, –Si no es nada malo lo que queremos pedirte, mira si tu aceptaras a hacerlo, tu sueldo estaría intacto mañana mismo y en tus bolsillos, ni siquiera te descontaríamos las diferencias de dinero… te parece justo nuestro acuerdo?

–No me descontarían…?, o sea, me pagarían el sueldo completo…!?, -le consultaba la jovencita ahora sentada y poniéndole más atención a lo que le ofrecían que a lo que ella debería hacer.

–Claro que si… si tu nos haces ese favor que te pedimos, hasta de pronto podríamos subirte un poquito la puntería en tus honorarios… que te parece?, -don Carlos se la estaba jugando, cada vez creía notar ver a Gina más interesada en el trato que estaban a punto de proponerle.

–Ya no le sigas, es inútil, ella no aceptará a hacerlo…, -don Ángel se imaginaba que él hacía el papel del policía malo, y don Carlos era el bueno.

–Tú no te metas, al menos deja que se la piense…,-le contestó su hermano en el acto, este último ya creía saber que la joven terminaría aceptando.

–Pero que quieren que yo haga…?, -les volvía a preguntar Gina preparándose sicológicamente para lo que ya estaba casi segura que le iban a pedir, obviamente ella solo preguntaba con una lejana esperanza de estar equivocada, y que la propuesta tal vez sería de cualquier otra índole.

–Mira, nosotros aquí con mi hermano, somos hombres casados, y nuestras esposas ya no nos llaman la atención… es por eso que queríamos proponerte un pequeño jueguito, si lo aceptas podrás seguir trabajando con nosotros, sin descuentos en tus honorarios… y si lo haces bien hasta te aumentaríamos el sueldo, que dices?

–Y de que juego se trata…?, -pero las vagas esperanzas de la chica cada vez se derrumbaban mas y mas.

–De que por lo menos una vez a la semana simules ser nuestra mujer…!!!, -termino diciéndole desfachatadamente don Ángel a su joven trabajadora.

–Q… que… que… c… co… saaaaa…?, -la cara de Gina en el acto fue de escándalo total.

–Ps… ya lo escuchaste pendeja, simplemente es eso… queremos que por lo menos una vez a la semana nos prestes la concha… vamos que dices? Nos dejaras aceitarte la pepa?, seguro que a ti también te encantará…, -ahora era don Ángel quien en forma desfachatada y ordinaria le decía sin tapujos lo que realmente deseaban ellos de ella.

Por unos momentos un extraño silencio reino en la carnicería que a esas horas se encontraba con las cortinas abajo. Los dos viejos sudaban de calentura al tener a la chamaca en tan lujuriosa conversación, ella por su parte solo se los quedó mirando en forma alternada a cada uno de ellos, don Ángel le acababa de decir literalmente lo que ellos deseaban de hacerle,

–N… no… no creo p… po poder h… ha… hacerlo… yo… yo no p… pue… dooo… no p…pue… doooo…, -les dijo Gina una y otra vez ahora mirando hacia el suelo y completamente sonrojada al verse a ella misma manteniendo semejante conversación con dos hombres mayores y que para rematarla eran amigos de su padre, si ella los conoció desde que era solo una niña.

Tras otro breve silencio, era el vozarrón de don Ángel quien nuevamente lo rompía:

–Te lo dije estúpido… esta zorrilla quiere que le den todo gratis, que sacas con intentar perdonarle todas sus equivocaciones si ella no quiere darnos nada a cambio…!?

–Esss… Ess es que don A… Annn Ángel… yo… no puedooo… yo no sé h…ha… ha… cerrr e… e… sooooo…, -el vivaz vejete en el acto analizó las palabras de la chica, ella estaba diciéndoles que no podía hacerlo porque simplemente no sabía cómo, y si supiera?, tal vez ahí si lo haría?, se preguntaba.

–Si que lo sabes hacer estúpida, – atacó al instante el perverso viejo tras su breve análisis, –si mírate nada mas, con esos pantaloncitos tan apretaditos que te embutes para que el culo se te vea más grande de lo que ya lo tienes, porque crees que haces eso?, vamos… dime?, -ante el silencio de la joven era el mismo viejo quien se daba a contestar sus preguntas, –Lo haces solo para que uno te lo mire, o sea, porque andas sedienta de vergaaa… si hasta en la cara se ve lo puta que debes ser a la hora de sacarte la ropa y meterte en una cama, o acaso crees que no nos hemos dado cuenta de cómo también te franeleas con el pendejo ese que a veces te viene a dejar…!? La sonrojada chica levantó su carita en el acto en forma de sorpresa, en las oportunidades en que la había venido a dejar Reynaldo su novio, nunca imaginó que alguno de sus dos jefes pusiera atención en ello, y menos don Ángel.

–El… el… es mi novio… se llama Reynaldo, y apenas nos damos un beso de despedida…!, -intentaba defenderse la ofendida criatura ante tan viles acusaciones.

–Pues harto maricon que te salió ese tal Reynaldo ya que tú misma estás diciéndonos que ese pendejo aun no ha sido capaz de rellenarte la almeja tanto como tú quieres que alguien lo haga…, -la jovencita en el acto abrió y tapó su boquita en forma escandalizada, nadie nunca en la vida se había dirigido a ella con tanta ordinariez, por su parte el salido viejo continuaba con su atrevido bombardeo de insultos y vulgaridades, –Viendo que por lo general te gusta andar parando vergas por la calle con esas faldas cortitas que comúnmente también te pones con la sola intención de mostrarle el culo a todo el mundo, y toda pintarrajeada como una verdadera puta en busca de que alguien se la culie en cualquier callejón de mala muerte…

Ahora la chica estaba con su carita desfigurada de angustia ante semejante vendaval de mentiras e insultos hacia su persona y actuar, por lo que don Carlos vio oportuno intentar serenarla, antes de que la chiquilla saliera corriendo de su carnicería y todo se les fuera a la verga.

–Tranquila… tranquilita, y no te nos asustes, solo escúchame… hagamos una cosa, mejor vete para tu casa y piénsalo, si decides no querer seguir trabajando para nosotros estás en tu derecho de hacerlo, pero si realmente necesitas este trabajo y el dinero que te ofrecemos solo debes presentarte a trabajar mañana, claro que con ello es de que aceptas nuestras pequeñas condiciones, jijiji, -le decía y reía nerviosamente don Carlos, el seguía apelando a la diplomacia, ya que su hermano con su actitud lo único que estaba logrando era espantar cada vez más a la joven.

La nena de pronto se les quedó pensativa, ella ya entendía tan claro como el agua la deshonesta y asquerosa proposición que le estaban haciendo el par de carniceros, obviamente si quería conservar su puesto de trabajo en la carnicería ella debía acostarse y tener relaciones sexuales con ellos, –¿valdría la pena tan grande sacrificio de su parte por solo un trabajo de cajera en una carnicería de mala muerte?, -obviamente que no, se respondía en el acto, pero luego recordaba el crédito que le habían prestado para comprarse ropa, los medicamentos de su padre, las cuenta de la casa, la comida y el pan nuestro de cada día, y obviamente hasta le estaban ofreciendo un aumento de sueldo si ella accedía a acostarse con ambos una vez por semana. Hasta que su mente le indicó cual era su real respuesta para ese par de degenerados:

–De… De verdad don Carlos que no puedo hacer eso… yo… yo… nunca lo haría… además que…, -la jovencita se quedó mirando al suelo mordiéndose el labio inferior, le daba mucha vergüenza estar en aquella situación con sus dos jefes.

–Además QUE…?! pendeja…!!!, –Vamos… termina la frase que ibas a decir…!, -bufó el mastodonte peludo de don Ángel quien se calentaba hasta la locura con solo estar asustando y hablándole guarramente a la curvilínea chamaca.

–Yooo… yo soy v… vir… gennn… por eso no puedoooo… como no lo entienden… no puedo… no puedooo…, -les volvía decir ahora con sus dos manitas puesta en la cara, Gina aun creía que los viejos se iban a compadecer de ella dejándola trabajar sin tener que darles algo a cambio.

–Mmmm… entiendoooo…!, -don Carlos aun no perdía la esperanza de que su joven y atractiva trabajadora cambiara de opinión, –Pero y que tal si solo jugaras a atendernos como si fueras nuestra esposa…!?, -le propuso nuevamente a la chica a la misma vez que en forma maliciosa le cerraba un ojo a su hermano, aprovechando que ella al estar totalmente compungida estaba con sus manitas tapando su cara y sus ojos.

–Cómo?. No entiendooo?, -le contestó nuevamente, ahora mirándolo y pensando en esta otra nueva y extraña proposición.

–Mira… aun existe la posibilidad que mantengamos nuestros ofrecimientos si accedieras a solamente vestirte bien buenota como comúnmente lo haces, ponerte unos trapitos que te compraremos, servirnos trago, unos cuantos besuqueos y corridas de mano, no sé… cosas así… todo esto una vez por semana y ya… así todo continuaría de la misma forma que hasta hoy, claro que con las nuevas mejoras que te ofrecemos, y nosotros estaríamos bien atendidos…, jijiji, que dices…?

Gina tras pensársela por unos breves segundos inocentemente entendió que esta otra nueva oferta no era tan comprometedora como la anterior.

–P… Pero… pero no me harían lo o… otrooo…?, -obviamente la joven les preguntaba a su forma de que acaso ellos con esta otra nueva propuesta se comprometían a no meterle sus vergas.

–A muy pesar nuestro, Nooo…!, no te lo haríamos… que dices?, -claro que el viejo Carlos solo lo decía de la boca para afuera, ya que con su hermano ya habían presupuestado esta reacción por parte de la chica, ellos solo esperaban un mínimo de aceptación por parte de ella para que cuando ya estén de una forma más intima simplemente violársela.

La jovencita de verdad que ya se la estaba pensando, esta nueva propuesta por parte de sus jefes ya no era tan aberrante como lo anterior, solo serían unos besos y unos cuantos toqueteos una vez por semana y ella podría seguir trabajando, y recibiendo su sueldo, sumándole que hasta le estaban ofreciendo un aumento si es que aceptaba, aun así su conciencia le gritaba a los 4 vientos que eso no lo hacía una chica de principios y bien educada como lo era ella, que si aceptaba esto algo en su persona la marcaría negativamente para siempre, sin embargo ante aquellos sensatos pensamientos desde sus exquisitos labios carmesí salió una frase que quizás decía todo lo contrario:

–M… me… me lo jurannn…?, -les consultó mientras los miraba, su carita tenía la expresión de un profundo pesar, ya que mas que estar preguntando ella estaba aceptando la enajenante propuesta, y así también lo entendió el par de vejetes.

–Claro que lo juramos princesita…, solo un par de besuqueos, manoseos varios y estaremos conformes, Jejeje… -aportó ahora don Ángel quien estaba al borde de un derrame neuro-cerebral, para luego continuar, –pero con una condición eso si…, -la cara del vejete estaba desfigurada por una severa ansiedad de calentura desenfrenada…

–C… Cual…!?, -preguntó la nena desde donde estaba ubicada al frente de ambos,

–El lugar para jugar por primera vez será en tu propia casa, y esto será mañana mismo en la tarde…, luego veremos cómo le haremos para nuestros futuros jueguitos…

–Mañana…!? P… pe… pero porque en mi casa?, -la chica otra vez dudaba ante esta nueva condición.

–Porque nosotros somos casados, y no podemos andar por ahí mostrándonos acaramelados con una chamaca tan buena como lo estás tú mi reina, te imaginas las mentiras que podría decirle la gente que nos viera a nuestras esposas!?, y aquí en la carnicería no tenemos las comodidades necesarias para pasarlo bien, además que sabemos que Rodolfo mañana no estará en tu casa, y que ya no llegará hasta el domingo,

–No… no lo sé… debo pensarloooo… mi papá no me deja llevar a nadie a la casa, ni siquiera mi novio me puede ir a dejar hasta la puerta cuando salimos.

–Pues tienes de aquí a mañana para pensarla…, -don Ángel otra vez se mostraba cabreado, la pendeja esa ya le estaba dando muchas vueltas al asunto, por lo que prosiguió: –Escucha niña, si tu palabra final es no, simplemente mañana no vengas… pero si decides mantener tu puesto de trabajo con las nuevas regalías que te ofrecemos, mañana sin falta te deberás presentar a trabajar en forma normal y bien arregladita como tú ya sabes hacerlo… así abriríamos solamente por la mañana y luego nos iríamos a tu casa a pasarlo bien… ya lo sabes, ahora es tu decisión… por hoy solo lárgate, te damos la tarde libre.

La chica limpiándose las lágrimas de sus ojitos dio media vuelta y pasó a buscar sus efectos personales a la “Caja”, su mente era un caos total al no estar segura de que determinación tomar finalmente, fue en el momento en que ya se retiraba que don Carlos le habló nuevamente:

–Espera…

La jovencita al girar su cuerpo vio el corpulento hombre estirar hacia ella el blanco sobre que contenía su sueldo del mes.

–Toma chiquilla… esto es en señal de que nosotros en parte si nos interesa tu situación… recuerda que si aceptas venir mañana trabajaremos solamente en la mañana, al medio día cerramos y nos vamos para tu casa, y tranquila solo serán besos y cosas superficiales, además que nadie lo sabrá, a nosotros también nos interesa mantenerlo en secreto, así que guárdalo es tuyo…, -le dijo a la misma vez que le tomaba la blanca manita a la nena casi obligándola a recibir el sobre con dinero. –Ahora solo vete chamaca… y te esperamos mañana, yo se que vendrás.

Finalmente la chica a sabiendas que ese dinero realmente lo necesitaba caminó en dirección a su casa, esa sería la noche más larga de su vida, debía tomar una decisión. Al siguiente día y en los momentos en que dejaba parte de aquel dinero marcado en la mesa para que su padre lo ocupara antes de irse a visitar a su hermana daba el real significado de cual había sido su decisión final.

…………………………………………………………………………………………………………………………

(Día viernes, en el momento en que el padre de la joven Gina recién hizo ingreso al ante jardín de su vivienda a sabiendas que su hija estaba al interior de la casa con dos viejos amigos de él)

Don Rodolfo se había acercado a la vivienda arrimándose contra uno de sus muros. Intentando no hacer ruidos rodeó su humilde casa hasta llegar a una de sus ventanas, sabía que por ahí existían fisuras que le permitirían comprobar en que andaba su hija con sus amigos (de él).

Una extraña nerviosidad lo invadía al querer saber que era lo que en realidad estaba sucediendo en su mismo hogar, aunque a veces en su mente se decía que él no tenía que porque estar haciendo eso, con toda seguridad Gina y los dos carniceros habían venido a buscar algo, quizás efectivamente su hija los había invitado a almorzar sanamente tal como él les dijo al par de viejas habladoras que lo increparon en el paradero de colectivos, pero a su vez también temía que la cosa no fuera tan así y que algo aun mas macabro de lo que su mente ya le dictaba podría estar sucediendo.

Desde su estratégica ubicación contra el muro y a un lado de la ventana estuvo por un par de minutos agachado y esperando que su hija saliera de la casa acompañada de los dos hombres, sin embargo eso no sucedió, por ahora no se atrevió a mirar por las grietas que existían en el carcomido concreto y el marco de la ventana, solo se mantuvo esperando, hasta que a sus oídos llegaban las primeras palabras de los que estaban al otro lado del muro, incluyendo a su hija.

………………………………………………………………………………………………………………………

(Al interior de la vivienda en el momento en que Gina ya estuvo al interior de la casa acompañada de don Ángel y don Carlos)

La casa en que vivía Gina y su padre, don Rodolfo, no era muy grande. Era una más entre las muchas que habían en aquella humilde urbanización obrera ubicada en la periferia capitalina. Era solamente la salita en que estaban ubicados ellos, un comedor, la cocina, el baño, y dos dormitorios de los cuales solamente el de la chica contaba con una puerta, en la recamara del padre de Gina figuraba solamente una cortina en su entrada. No obstante a su modestia la casita era agradable a la vista de quien la viera, en su antejardín existían muchas flores todas plantadas por la chica y su progenitor en alegres jornadas en que se habían dedicado a ello.

El sector en que vivían y al ser una calle principal parecía todo muy tranquilo, aunque en las noches podía ocurrir cualquier cosa. Pero en los momentos en que nuestra protagonista se encontraba al interior de su casa con los dos carniceros y a pesar de ser ya más del medio día no se veía un gran movimiento de gente, solo lo normal, algunas viejas comprando en el almacén de la esquina, personas en los paraderos y grupillos de colegiales que caminaban por las veredas ya que a esas horas entraban o salían de la jornada de la tarde.

Sin embargo al interior de la casa que estaba al medio de la calle en cuestión una extraña situación se sucedía, la joven Gina acababa de cerrar la puerta por dentro y se encontraba extremadamente nerviosa acompañada de dos viejos calientes sin saber que estos no tendrían miramientos con ella al momento en que se les subiera la temperatura.

Los dos vejetes habían tomado ubicación en el sofá, mientras ella tímidamente se ubicó en una de las sillas, tenía ambas manitas cruzadas y apoyadas sobre las piernas, no dejaba de frotárselas levemente en forma temblorosa para secarse el sudor, la chica estaba muy alterada al estar en tal situación al interior de su casa.

–Bueno, ¿nos sirves algo para beber nenota?. –Era don Ángel quien se encargaba de romper el hielo. El viejo vestía con la misma ropa en que había entrevistado a las postulantes el día anterior, y al momento en que le hablaba a la chica se notaba su agitada respiración, claramente estaba con una ansiedad tremenda. Su hermano, en igual estado, era quien ahora le daba más instrucciones:

–En las bolsas que trajimos hay cigarros y cervezas, por ahora qué tal si nos pasas unas chelitas primor, antes de que comencemos a jugar contigo, jijiji

-Sí, claro que si… –respondió Gina con voz temblorosa. La chica tiritaba de un extraño miedo que poco a poco la había ido envolviendo, ahora pensaba que tal vez no había sido muy buena idea meter en su casa a sus dos jefes, por muy amigos que fueran ellos de su padre, pensaba. Hasta que como pudo se puso de pie y se acercó a la mesa en donde habían quedado las bolsas que traían los viejos, de una de ellas sacó dos botellas de cerveza para pasárselas una a cada uno. Los viejos se la recibieron con agrado y desde el sillón la miraban de pies a cabeza mientras ya comenzaban a beber, obviamente ya se la estaban devorando.

Desde su ubicación desde afuera de la casa don Rodolfo después de esperar unos instantes cambió de posición y estando en un alterado estado psíquico emocional puso uno de sus ojos en una de las grietas de la ventana, fijándose que efectivamente ahí estaba su hija acompañada por dos hombres que el muy bien conocía. El atribulado padre aun no entendía muy bien lo que pasaba, pero prefirió seguir escondido para ver cómo seguía la cosa. Fue ahí cuando escuchó la extraña conversación:

–Mira chicuela…, -escuchó don Rodolfo que decía don Ángel, –Espero que ahorita que estamos en tu casa y solitos no te nos vayas echar para atrás, has sido tú quien ha cometido bastantes errores en dar los cambios en la carnicería, errores que nosotros estamos dispuestos a pasar por alto, incluso ya habíamos tomado una determinación, la que tu muy bien ya sabes…, aun así hemos preferido darte otra oportunidad, claro que con ciertas condiciones, jejejeje…, condiciones que tu solita aceptaste…

–Tampoco es nada tan grave, -le cooperó ahora Don Carlos a su hermano, –Solo te queremos ver algo ligera de ropas y que hagas todo lo que te pidamos…

–Yo… Yo no me echaré para atrás…, -dijo Gina con un hilillo de voz, la chica estaba de pie ante ellos. Don Rodolfo desde el hoyo de la pared veía a su nena cabizbaja, y como él la conocía notaba la inseguridad en lo que estaba diciendo, el hombre se daba cuenta que lo que estaba haciendo su hija no era algo de su agrado, pero los viejos seguían presionándola.

–Pues entonces ya sabes lo que tienes que hacer pendeja, esta mañana ya te lo explicamos y tú te mostraste de acuerdo… -le vociferó don Ángel, que por lo general era el más prepotente de los dos. –Ve a tu habitación píntate de nuevo y ponte las cositas que te compramos.

……………………………………………………………………………………………………..

Don Rodolfo desde el otro lado del muro en forma escandalizada vio que Gina una vez que tomó otra de las bolsas que estaban sobre la mesa se fue de la salita hacia su habitación cerrando la puerta tras ella, y dejando a la espera a los dos carniceros.

El desesperado jubilado y padre de familia no se la podía creer, ya había caído en cuenta que sus dos amigos estaban chantajeando a su hija con no despedirla a cambio de algo por supuestos errores cometidos por ella, a eso se debía su alterado estado anímico en aquellos últimos días, reflexionaba, su corazón ya se aceleraba y su sub consciente ya le indicaba lo que podría darles su chamaca a ese par de aprovechadores a cambio de que no la despidieran, ya que escuchó claramente que ellos querían verla ligera de ropas y que hiciera unas cuantas cosas, -pero que cosas serían esas?, meditaba.

Don Rodolfo lentamente se dio vuelta hasta quedar sentado en el húmedo suelo de su patio, y ahora sí que su estado mental era un desastre, se sentía enfadado, tan defraudado y humillado por su insensata hija como por sus dos amigos, pero aun así no era capaz de levantase y entrar a su propia casa a poner las cosas en orden, y esto era por un solo motivo, y este era que desde que había entrado al ante jardín de su casa tras haber hablado con sus vecinas se vio asaltado por un extraño e inconsciente morbo que le impedía dejarse ver y poner fin a lo que se venía inminentemente, claro que ese morbo no era por desear a su hija ni mucho menos, inexplicablemente para él deseaba saber a ciencia cierta si las viejas habían tenido razón en sus salidas indirectas, ahora escudándose en que él esperaba ver a su hija echando dignamente a esos dos aprovechadores del interior de su hogar, decidió esperar a ver qué era lo que pasaba a continuación, su corazón latía aceleradamente.

……………………………………………………………………………………………………………………..

Gina tardó varios minutos en salir de su habitación, mientras los dos carniceros hablaban de sus cosas bebiendo y fumando, como si de verdad ellos estuvieran sentados en el mejor de los cabarets esperando ver un buen baile erótico. Fue por el sonido de la puerta que se abría en que los dos hombrones se quedaron boquiabiertos, al igual que don Rodolfo que al escuchar el ruido de la puerta otra vez ya estaba en su puesto de observación.

Cuando la adolescente volvió a paso lento a la salita los dos carniceros en forma inconsciente estiraron sus manos hacia ella moviendo sus dedos que las hacían de garras y muy parecido a como si ambos tuvieran tics nerviosos en ellos, como si de verdad ya quisieran abalanzarse sobre ella para hacerle entre ambos miles de cosas.

Los hermanos vieron el momento justo en que se abrió la puerta de la habitación de la chica, y la femenina imagen que observaron los dejó casi fulminados, ante ellos estaba la dulce jovencita descalza y haciendo gala del poderoso cuerpo que se gastaba. El negro portaligas con medias también negras y que a la chica le llegaban un poco más arriba de la mitad de sus muslos le hacían ver su figura más curvilínea y tremenda de lo que ya era, la veían tal cual como era ella, un verdadero prodigio de hembra joven, la ajustada y minúscula tanga le tapaban solamente lo mínimo al grado de que con solo verle esa erótica parte de su cuerpo tenía a los dos viejos balbuceando lujuriosidades incoherentes.

En el momento en que la candorosa nena que los embrujó ya estuvo a medio metro de donde estaban ellos sentados con su ligero atuendo de prostituta de las altas esferas, fue don Ángel a quien primero le salió el habla,

–Vaya…! vaya…!! vayaaa…!!!, -el vejete le hablaba como no creyendo lo que veía, –Si que te ves bien putita con esos trapitos que te compramos pendejaaa…!!!, te ves aun mas buena de cómo te vemos todos los días en la carnicería mamiiiii…!!!!, -le dijo con sus ojos bien abiertos y sin dejar de recorrerla.

Por su parte don Carlos solo gesticulaba con su bocota abriéndola y cerrándola, sus dos dientes principales superiores se mostraban amarillentos y bien separados uno del otro, al pobre no le salía ni el habla ya que hasta le faltaba el aire ante tan impactante y deleitosa visión que estaba plantada a solo medio metro de donde ellos estaban comiéndosela, sumándole que aquel pequeño triangulo de tela negra que se ubicaba a una cuarta y media más abajo de su ombliguito, esta apenas cubría lo justo para que a la nena imaginativamente no se le asomara el nacimiento de los primeros pelitos que ella debía poseer en la parte más intima de su persona, y esto era lo que tenía a los dos viejos casi babeando de calentura.

–Es… tas… estas… riquisimaaaa…!!!, -fue lo primero que le dijo a la nena el hermano de don Ángel una vez recuperado del primer impacto, sin dejar de devorársela una y otra vez, –T… ta… tal como lo dijo Ángel… pa… parecees una p… pu… puta de verdad…!!!

Los dos vejetes habían planeado toda la noche anterior lo que pretendían que ella les hiciera aquella tarde antes de violársela, le pedirían que les bailara con aquel enloquecedor atuendo, pensaban tomarle fotografías desnuda con ella acostada y puesta de costado sobre la mesa del comedor, después de cogérsela habían ideado darle de comer un tazón de cereal pero reemplazando la leche con sendas cantidades de su propio semen caliente y espeso para que ella con cuchara en mano lo revolviera con el cereal para luego servírselo, y así muchas aberraciones mas, pero el viejo Ángel quien ya no se aguantó más después de un año de calentura acumulada simplemente se levantó del sillón para sin darle aviso a nadie abalanzarse sobre su cuerpo y con sus dos manazas deshacerse del sujetador de la nena en un tiempo record de un segundo y medio exacto, a continuación de eso y en el acto la tomó desde su estrecha cintura con sus dos grandes manazas de carnicero para comenzar a comerle las tetas en forma desesperadamente hambrienta.

Para Gina todo eso que estaba viviendo era demencial, un rato antes y estando aun en la habitación solo se daba a pensar en su padre, sus hermanas, y en la memoria de su madre, no era justo para todos ellos lo que ella estaba haciendo, esto lo pensaba mientras miraba las negras medias que debía ponerse junto con los ligueros, esa ropa era de bailarinas eróticas meditaba tragando saliva, hasta que lentamente se dio a maquillarse suavemente tal cual como se lo habían pedido, y tras pensársela por varios minutos llena de dudas finalmente asumió que no le quedaba de otra, sino adiós trabajo, total serían solo un par de manoseos tal como ellos le habían dicho, por lo que procedió a quitarse su ropa para después ponerse lo que los dos viejos le compraron.

Luego de eso y ya estando en la salita fue que de un momento a otro se vio a ella misma atracada contra uno de los muros, sus sostenes ya no estaban y era don Ángel quien la sujetaba e inmovilizaba, este se daba a chuparle sus senos con una cara que llegaba a dar miedo, según ella veía en forma espantada.

–Slurppppssssss…! Slurpssss…! Slurpsss…!, -y otra vez Slurppppssssss…!, -se escuchaban los acuosos chupeteos en las tetas y en el silencio de aquella humilde casa, sumándose también los resoplidos animalescos por parte del caliente vejete en el momento justo en que tomaba aire para volver succionarle cualquiera de sus dos protuberancias de suave carne, incluyendo sus pezoncitos nunca antes lamidos por lengua alguna.

–Noooo… d… don… An…Angel… dejemeeee… e… estooo no e…raaa p… par… teeee del t… tra… tratoooo…!!!, -le reclamaba la alterada adolescente una vez que pudo reaccionar al ardiente asalto por parte de uno de sus jefes, temiendo además que al viejo se le ocurriera no cumplir con su palabra.

Simultáneamente al otro lado del muro de la sala y estando agachado don Rodolfo se preguntaba: -Pero qué tipo de trato es eseee…!!!???, -pensaba sin poder dejar de mirar la escena con su temblorosa mano puesta en la boca. Mientras tanto adentro de la casa la perversión recién comenzaba.

–No me interesaaaa…!!!!, -le gritó don Ángel a la chica en una oportunidad en que separó su babeante hocico de una de sus jóvenes chiches, –Te haremos esto y todo lo que se nos pueda ocurrir, jajajajaaa…!!!! Slurppppssssss…! Slurpssss…! Slurpsss…!, -volvía a la faena el vejete, seguidamente en leves intertantos continuaba corriendo la cortina de lo que realmente le harían, –De verdad eres tan pendeja que te creíste que solo te miraríamos…!? –Srpsssss…!!!

–Nooooo que diceeee…!? Ustedes lo juraronnnn…!!!, -les gritó Gina mirándolo con espanto al entender al instante que su jefe le estaba diciendo abiertamente que no solamente serían simples toqueteos, en tanto el viejo seguía confirmándoselo.

–Jajajajaaa…!!!, ni yo ni mi hermano vamos a la iglesia putillaaa, así que anda preparándonos la papaya, porque hoy te convertiremos en una verdadera mujer, jajajajaja…!!!!

–Noooo… don Ángel… ya pareee…!!!, don Carlos… p… por favor… dígale algooooo…!!!!, -la pobre nena estaba desesperada, ahora en forma infructuosa intentaba separar a ese tremendo viejo de su lozano y níveo cuerpo, sumado a que inútilmente buscaba protección en el hermano del animal que en esos momentos le lamía y succionaba sus pechos casi con devoción.

–Jejejeje… no te asustes princesita, pero es que lamentablemente mi hermano te dice toditita la verdad, simplemente te vamos a culear dulzura,

Gina veía como su otro jefe, don Carlos, mientras le contestaba semejante barbaridad se masajeaba la verga por sobre el pantalón no perdiéndose ningún detalle de cómo su propio hermano le magreaba y chupeteaba las tetas como un poseído.

–Noooo por favorrr…!!, se los pidoooo, no me lo hagannnn…!!! mi papá nunca me lo perdonaría…!!! Snifsssss…!!!, -comenzaba a llorar la aterrada adolescente al no tener dudas de lo que le harían sus dos jefes. Don Ángel quien la mantenía sujeta con sus dos brazos extendidos contra el muro solo se daba a succionar y lamer con sus dos ojos cerrados, ante las quejas de la chica.

–Tranquilita mija… únicamente será sexo, y Rodolfo tu papi no tiene por qué enterarse… Ayer nos dijiste que necesitabas tu sueldo, y que mejor forma de ganártelo con el sudor de tu frente…, -seguía confirmándole el menor de los hermanos.

–Yo diría que se lo va a ganar con el sudor y los jugos de su conchaaaa…!!!, jajaja…!!!, -Slurpssss…!!!, -el hermano mayor se había separado de una tetita solamente para opinar lo anterior, y luego volvió a la labor.

–Siiii…!!!, con el sudor de tu concha pendejaaa…!!!, jajajajaaaa…!!!! Y todo a espaldas de mi buen Rodolfo nuestro amigo, jajajajajaaa…!!!!

Don Rodolfo quien su estado en aquellos momentos era tan extraño como enloquecedor solo se daba a mantenerse agachado con la única finalidad de no ser visto por ninguno de sus dos amigos, su mirada a través de la grieta ya le daba cuenta que la hermosa hembra de cuerpo escultural que él había visto salir de una de las habitaciones de su casa vestida solamente en portaligas a la cual le estaban mamando las tetas era nada más y nada menos que su virginal y adolescente hija.

El alterado progenitor mientras veía la escandalosa escena en donde se estaba viendo envuelta su adorada chamaca solamente se daba a repasar en su mente una y otra vez la infame frase dicha por el viejo Carlos, uno de los que él tenía catalogado como uno de sus mejores amigos: –¡¡Simplemente te vamos a culear dulzura…!!, -le había dicho este a su hija, –¡¡Simplemente te vamos a culear…!!! –¡¡Simplemente te vamos a culear…!!!, y así sucesivamente.

El padre de la bella jovencita no podía explicarse todo aquello, pero estaba claro que si su hija había venido hasta la propia casa en donde ellos vivían (padre e hija) acompañada de los dos vejestorios que él tenía por amigos era para ella hacer algo con ellos. Es decir, Gina en un principio tuvo que haber estado de acuerdo con ellos, meditaba, –P… pe… pero ellos eran sus amigos, lo conocían a él desde que eran jóvenes, y a la nena la conocían de toda la vida y desde que era sola una bebita. –¿Serían capaces sus amigotes de trabarse a su propia hija en su supuesta ausencia?.

A don Rodolfo en su interior algo le incitaba a ponerse de pie e ingresar a la vivienda para poner fin a todo aquello que estaba a minutos de ocurrir, pero otra razón aun más poderosa le indicaba que se aguantara y que mirara lo que acaeciera, y esta misma razón estaba posesionada al interior del bulto de su entrepierna, como en años que no lo sentía su verga estaba bien parada y pulsante, sintiendo como esta derramaba líquidos desde su punta humedeciéndole el pantalón, la sensación que le producía lo anterior sumándose con el perverso morbo que lo envolvía era tan rico, que el contrito progenitor prefirió quedarse agazapado tras el muro como si nada. Él quien estaba tan lleno de sentimientos filiales y contradictorios que se mezclaban con las vilezas que se habían ido apoderando de su mente ya quería ver como sus dos amigos carniceros se lo hacían a su hija, por lo que intentando no hacer ruido continuó con su mirada puesta en la grieta del muro, mientras que con una de sus manos comenzaba a apretarse su endurecido pene, primero suavemente, pero esto iría en aumento a medida que se desarrollaban los acontecimientos dentro de su vivienda.

En tanto al interior de la casa una heroica lucha de cuerpos se libraba entre una virginal adolescente contra un asqueroso tiranosaurio rex, -era este quien otra vez le refregaba en su cara lo que le iban a hacer mientras la seguía manteniendo inmovilizada contra el muro luego de haberle soltado las tetas:

–Te vamos a coger toda pendeja…!!! Jajajajaaaa…!!! Te vamos a culear hasta hartarnosss…!!!!, por fin mi hermano y yo nos vamos a tirar a nuestra suculenta cajera, jajajaaa…!!!!, -el vejete mientras le decía todo esto ahora se daba a olerle su cuello y sus aromáticos cabellos.

Gina ya a sabiendas que los viejos cumplirían con sus palabras inevitablemente se largó a llorar desconsolada y audiblemente arrepintiéndose de haber creído en sus promesas, sentía tanto pavor en aquellos momentos que no se acordaba ni siquiera de rezar, cosa que hacía cada vez que se veía en problemas o necesitaba algo, por otro lado don Carlos animaba a su hermano a que consumara lo más rápido posible sus acaloradas y viles intenciones:

–Te lo dije Ángel… te dije que esta pinche putilla algún día nos iba a abrir esas tremendas piernotas que mirábamos desde detrás del mostrador de la carnicería, así que viólala rápido que a mí también me urge meterle la verga en la concha, jajajajaaaa…!!!

Con estas fatídicas palabras la jovencita lloraba con más amargura y miedo que antes, cosa que a los dos carniceros parecía no importarles, sus vergas ya a medio parar estaban enormes, y lo estarían aún más en los deliciosos momentos en que ya estuvieran adentro de aquel suculento y juvenil cuerpo de aquella linda chica.

Don Ángel al verla casi desnuda y llorando en la antesala de su desvirgamiento ya no se aguanto más y simplemente la tomó de un brazo para comenzar a llevársela casi arrastrando a una de las habitaciones, necesitaba urgentemente una cama.

–Nooooo…!!! don Angel…!!!, sniffssss…!!! que haceee…!!!??? sniffssss…!!! usted me lo prometió…!!!, lo prometioooo…!!!!

–Cállate zorraaaa…!!!! ya es hora que me des de probar de tu panocha, ha sido un año en que te has encargado de calentarnos sin convidarnos nada así que ahora tomaremos lo que nos pertenece, además que somos tus jefes por lo tanto debes obedecer, jajajajaaaaa…!!!

–Noooo…! No…!, yo no lo haré…!! Snifsss…!!, despídanme si así lo quieren pero no me lo hagannn…!!!, Sniffssss…!!! despidanmeee…!!! Despidanmeee…!!! Snifsssss…!!!!, -imploraba la adolescente mientras era arrastrada en dirección a la cama.

–Jajajajaaaa…!!!, muy tarde lindura, nos diste tu palabra y solo hace un rato nos dijiste que no te echarías para atrás así que camina perraaaa…!!!!, -el viejo Ángel de fuertes jaloneos la hacía avanzar.

–Para donde te la llevas we…?, -consultaba don Carlos desde el sillón mitad entretenido y mitad curioso a la misma vez que bebía cerveza.

–Ps…! me la pienso coger en la misma cama de su papá, jajajajaaaa…!!!

El padre de la chica con solo escuchar eso último rápidamente salió de su posición. Ante la enajenante situación que se estaba viviendo al interior de su vivienda cualquiera de nosotros creería que el viejo se dirigiría a la puerta de la casa para ingresar a ella y salvar a su hija, pero el lujurioso y nervioso progenitor hizo todo lo contrario, a gatas bordeó la casa hasta llegar por fuera de la ventana de su habitación, sabía que ahí también existían grietas que le permitirían ver lo que sucedería.

Ya estando en la misma entrada de la habitación del padre de Gina, don Ángel le devoraba a la jovencita sus sollozos con ardientes y desesperados besos en la boca con los cuales le robaba el aliento, mientras sus peludas manazas la recorrían entera, para luego de eso con fuerzas arrojarla sobre la cama a la misma vez que le iba notificando:

–Ahora si pendejaaaa…!! ahorita grita y llora todo lo que quieras…!!!

–Noooo don Ángel que haceeeee…!? Dejemeeee…!!!!, -le gritaba la jovencita desde la cama, aunque cada vez estaba más espantada la nena se veía muy rica tendida en el lecho donde dormía su padre, con su albo cuerpo perfecto y con las porta ligas parecía una joven debutante de película porno.

El viejo junto con lo ultimo simplemente se había dado a rodear la cama mirándola en forma sexualmente hambrienta, y don Carlos quien ya estaba al interior de la habitación hacía lo mismo.

–Te ves realmente exquisita con esos portaligas que yo mismito escogí y te compré, Jejeje, pareces una verdadera puta barata.

La jovencita solo se daba a llorar y a gemir en forma desconsolada por todos los insultos que le proferían, con sus ojitos verde-claritos rebosantes de lagrimas ahora veía a sus dos jefes de la carnicería sobarse sus bultos a un lado de la cama en donde ella estaba esperando a ser violada, mientras que las palabrotas por parte de don Ángel continuaban, este a medida que le hablaba se iba echando sobre la cama para al mismo tiempo comenzar a manosearla:

–Jajajaja… ese lloriqueo de putinga arrepentida no te va a servir de nada cosita rica, desde que llegaste a trabajar a nuestra carnicería con tus modositos vestidos algo cortos, o con esos pantaloncitos apretadísimos que te embutes para enseñarnos el culo, le dije a mi hermano que la hijita de nuestro queridísimo amigo Rodolfo iba a tener que ser nuestra algún día, ya que la cara de putilla que escondes detrás de esa de niña buena no te la quitan ni a palos, y mira tú que hemos tenido buena suerte, esperamos tanto tiempo por una oportunidad como esta y aquí te tenemos a un paso de cogerte con tal de mantenerte en la chamba, jajajjaaaa…!!!

Gina lloraba aun mas con lo que le decían, aun tenía unas vagas ilusiones de que algo o alguien llegara a salvarla, al mismo tiempo que con sus débiles manitas luchaba intentando hacer que el vejete no la tocara, cosa que no surtió efecto ya que el carnicero una vez que estuvo recostado en el lecho a un lado de ella rápidamente la sometió y ya la estaba besando asquerosamente en la boca, o literalmente se la estaba comiendo, mientras que su hermano sentado en una silla que el mismo había traído desde el comedor se daba a disfrutar de la desquiciante función.

Mientras el vil carnicero se daba a devorársela oralmente con verdadera desesperación este también le chupeteaba y le lamía el cuello y su cara, estrujándole sus tetas con rudeza, en tanto la chica ingenuamente y en forma desesperada les continuaba rogando que no le hicieran nada, ella ni se imaginaba que con las palabras usadas en sus ruegos lo único que hacía era calentarlos aun mas:

–P… Por f… fa… favor no me lo h… ha… hagannn… s… soy… soy v… vir… virgen…!!! soy virgennnn…!!!

Con solo escuchar aquellos ruegos los ojos de los viejos ya brillaban de lujuriosa excitación, ambos suponían que la chica estaba con su kilometraje en cero, pero al viejo Ángel al estar escuchando semejante poesía a un lado de sus peludas orejas fue y le dijo:

–Como me calientas con lo que nos cuentas mami, y si, te ves bastante apretadita, si hasta en tus pasos se nota lo cerrada que estas cuando caminas… a todas luces uno se da cuenta que te debe costar trabajo abrirte de patas…, jejejeeee…

Gina otra vez lloraba desconsoladamente ya que su jefe tras terminar su tanda de vulgaridades otra vez se lanzó a chuparle las tetas con desesperación y violencia, sus rosados pezoncitos sin ella quererlo ni notarlo aun en forma gradual comenzaban a endurecerse.

–Nooooo ya bastaaaa don Angellll…!!! ya no chupeeee…!!! yo no sé de estoooo…!!! dejemeeeee…!!!!

Pero los gritos de la bella adolescente mas prendían al par de degenerados, sobre todo a don Ángel que se estaba dando el festín de su vida…

–Solo aguanta y acéptalo pendeja… desde hoy día en adelante te haremos de todo, y tú te dejaras porque esto te encantará una vez que pruebes nuestras viejas vergas casadas… si ya hasta mandamos a comprar un catre que instalaremos en la bodega de la carnicería, así te culearemos todos los días o cuando sencillamente nos venga en ganaaaa…!! jajajajaaaa…!!!!

Gina con terror desde su posición en la cama vio como don Carlos ya tenía su verga al aire y se masturbaba mirándola a ella, esta era la primera vez que la chica veía un pene real de un hombre en vivo y en directo, y más espantada aun quedó cuando el mismo viejo Ángel ya hincado a un lado de ella procedía a sacar una enorme masa de carne peneana de entre medio de su pantalón, la jovencita en estado casi de shock caía en cuenta que ambos viejos la tenían bien parada, y ahora al estar tan llenos de lujuria y perversión era don Ángel el primero en enseñársela abiertamente:

–Así que nunca has visto una de estas…!? –Pues mírala bien pendejita rica… es toda tuya, desde orita pasa a ser tu nueva mamila de lechita caliente, beberás de su contenido a diario, jajajjaaaa…!!!

Gina ya estaba agotada, desde su ubicación solo se dedicó a mirarle la verga a don Ángel en forma atónita y con su cuerpo temblando de miedo, aquel instrumento que le enseñaban era enorme, nunca imaginó que un pene masculino fuera tan feo y grande, era muy grueso y largo, de un color café oscuro y lleno de pelos negros desde la mitad del tronco de este hasta su base en donde colgaban dos grandes testículos que parecían nueces gigantes.

Una vez que don Ángel con orgullo le enseñó su verga a su joven víctima, con total propiedad se la restregó por todo su rostro, la chica solo gemía en forma desfalleciente a la vez que movía su carita intentando esquivarlo, esto duró por lo menos dos largos minutos, luego de eso con una de sus manazas le agarró una teta para también frotarla contra esta, la suavidad que sintió en el despejado glande cuando lo hizo fue tan intensa que por poco casi se corre, la chica nuevamente estaba llorando al sentirse tan sucia y violada al estar ahora el vejete abiertamente masturbándose con sus dos virginales senos.

Don Ángel después que se dio por satisfecho inmediatamente se dispuso a terminar de desnudarla, la jovencita solo lloraba y a veces suplicaba, pero estas de nada le sirvieron, el carnicero incluso después de desproveerla de sus pequeños calzoncitos ya le estaba quitando también las medias del porta ligas, fue ahí cuando ella supo que estaba solo a minutos de que le ocurriera de todo, el viejo le estaba mirando su vagina con cara de desquiciado a la misma vez que se iba ubicando al medio de sus piernas:

–Que rica panocha es la que tienes putitaaaa…!!! tus pelitos castaños y casi claritos te forman un pequeño triangulito muy ricoooo… tal cual como a mí me gustannnnn…!!!, -junto con esto el viejo le asestó una serie de fuertes vergazos en la virgen vagina de la nena para luego de eso simplemente alargar su mano hasta sus claros cabellos, empuñarlos, y con violencia atraerla y ponerla forzosamente en 4 patas con su asustada carita a escasos centímetros de su grotesco aparato carnal, la chica en forma asustada veía como unos delgados hilillos de liquido trasparente muy parecido a la clara del huevo caían de la punta de esa cosa, fue ahí cuando supo que era lo que le tocaba hacer en aquella extraña posición en que la tenían:

–Bien pendeja… lo primero que harás para comenzar este juego será comerte mi herramienta, o sea, me vas a chupar la verga hasta que te tragues todo el liquido que salga de su interior cuando me este corriendo, está claro putita…!?

El viejo sin esperar respuesta por parte de la chica se afianzó su cabeza pasando una mano por la barbilla y con la otra puesta por detrás de su cabeza y simplemente de un solo empujón se la atravesó por sus labios hasta un poco más de la mitad de su gruesa longitud.

En el momento en que Gina la sintió entrar hasta su misma garganta fue víctima de unas fuertes arcadas, sus mejillas se hincharon, al igual que sus ojos que se abrieron como platos, y ríos de saliva y bilis se filtraron por entre sus labios y las rugosidades de la verga incrustada en ellos, en eso don Ángel comenzó a culearle la cabeza sin importarle el padecimiento de la chica,

–Eso… eso… eso… putita… así es… chupalaaa…!!!

El viejo carnicero le hablaba a la chica como si de verdad ella se la estuviese chupando por propia voluntad, esto no era así, él la estaba violando, pero seguía con sus ardorosas arengas:

–Vamos putingaaaa…!!! Ahora saca tu lengüita lo que más puedas, -le decía sin dejar de masturbarse el mismo con la cabeza de la jovencita.

Por otro lado, o más bien dicho desde el patio y por el hoyito de la pared el padre de la chica estaba al borde del ataque cardiaco, con su mano puesta en la verga y masajeándosela apretadamente veía como una hembra hecha y derecha se mantenía desnuda y puesta en la cama en 4 patas con sus muslos separados uno del otro, apoyándose con sus dos palmas en la cama aguantando una bestial cogida por la boca, pero su excitación se volvía cada vez mas deliciosa al tener en cuenta que a la mujer que con toda seguridad se la iban a salir violando era su propia hija.

En tanto adentro de la habitación el ardiente carnicero ya se la metía toda, la chica literalmente se estaba atorando con casi 25 centímetros de verga salada.

Gina casi no respiraba, solo se deba a retorcer su cuerpo en desesperados y arrítmicos movimientos en busca de un poco de aire, pero don Ángel no le daba tregua, al contrario de ayudarla estiró su manaza y le mandó tres fuertes palmadas en las nalgas para ver si con eso dejaba de moverse y morderle la verga.

–Plaffffffffff…!!! Plaffffffffff…!!!! Plaffffffffff…!!!!!, -retumbaron y sonaron las carnes de la chica una tras otra tras el abusivo tratamiento del carnicero, este mismo continuo metiéndole y sacándole su verga de la boca por un buen rato.

–Eso putaaa…! eso essss…!! así… así…!! Así es como se mama la vergaaa…!! Ahhhhh…!!! Ohhhhhh…!!!! Mmmmm…!!!!, -le bufaba el despreciable hombre a la jovencita mirándola con cara de degenerado a la misma vez que le seguía moviendo la cabeza de atrás y para adelante en forma acelerada.

El bello rostro de Gina en esos momentos era un desastre, de sus ojos caían copiosos ríos de lagrimas a raíz de la asfixia a la cual la sometían, sumándole que por su naricita le salían continuamente gruesos cordones de saliva mezclada con líquidos pre eyaculatorios, estos escurrían por las laterales de su carita y luego colgaban por su barbilla moviéndose al mismo ritmo en que el viejo le movía la cabeza.

Fueron varios minutos en que a la ultrajada adolescente en forma forzada la tuvieron chupando verga, el vejete en un principio había pensado en eyacular al interior de su boca para que se lo tragara, pero con solo ver lo buena que estaba al tenerla completamente encuerada y puesta en 4 decidió finalmente que ahora deseaba correrse dentro de ella:

–Muy bien zorra… ya seguirás aprendiendo a como mamar una verga, ahora voy a comprobar yo mismo si es cierto que tu concha está intacta como tanto nos dijiste, jejejeje… Si eso es así este mismo lunes te daré un bono en efectivo para que te lo gastes en lo que tú quieras, jejejeeee…!

Gina en forma automática cayó en pánico, el viejo ese le estaba diciendo abiertamente que le iba a introducir su tremendo aparato al interior de su cuerpo para robarle su virginidad a cambio de unos cuantos pesos, a la jovencita aun le colgaban vistosas cantidades de líquidos pre seminales desde sus labios y narices y en esas condiciones rápidamente gateo por la cama para ubicarse acurrucada en el respaldo de esta en señal de auto protección, mientras miraba aterrada como aquel mastodonte se comenzaba a sacar la ropa, para luego también observar como el hermano de este se mantenía en la silla masturbándose y mirándola con una extraña sonrisa en su rostro, la chica desconocía que aquella misma mañana en el momento en que los viejos la vieron llegar a la carnicería habían sido ellos quienes decidían cual de los dos iba a ser el dueño de su virginidad, esto lo habían hecho con una moneda apostando al cara o sello, y fue don Ángel el feliz ganador, el mismo que ahorita se estaba empelotando para con su verga romper el sello de garantía que la chica poseía al interior de su estrecha e intima hendidura.

Los dos viejos estaban mirándola con la calentura saliéndole hasta por los poros, sus ojos ya estaban inyectados en sangre, sabían que la chica estaba aterrada por lo que ahora iba a suceder y si como ambos estuviesen programados, comenzaron a decirle ellos mismos lo que le iba a pasar, claro que con groserías de grueso calibre:

–Tranquila dulzura… ya verás lo mucho que te va a gustar la verga después de que la pruebes… jejejeje…, -don Ángel tras decirle esto ya terminaba por sacarse los calzoncillos para quedarse completamente desnudo, una vez que lo estuvo tomó a Gina de las dos piernas y la arrastró hacia el centro de la cama para el acomodarse al medio de sus muslos.

La jovencita en el acto comenzó a lanzar patadas y a hacer movimientos de huida, sin embargo en el acto se sintió inmovilizada, era don Carlos quien rápidamente se había lanzado por el lado de la cama en donde estaban las almohadas, claramente era para prestarle cooperación a su hermano.

–Noooo…! que hace don Carlos…!! Suélteme…!! sueltemeeee…!!!!, -la jovencita ahora intentaba mover sus brazos, pero ya casi no tenía fuerzas, solo veía el enfermo rostro sonriente de don Carlos quien estaba detrás de su cuerpo inmovilizándola para que don Ángel pudiera hacer lo suyo, ahora era este mismo (don Carlos) quien le hablaba:

–Quédate quieta pendeja que ahora te vamos a convertir en una verdadera puta y aparte de quitarte lo mojigata… también serás nuestro receptáculo de semen, jajajjaaaa…!!!

La desnuda chica solo hacía fuerzas con todas sus extremidades con tal de liberarse pero era imposible, en tanto los viejos seguían diciéndole en forma ordinaria lo que le iba a ocurrir.

–Así es pendeja… Te acostumbrarás tanto a nuestras vergas que después que las pruebes nos andarás suplicando para que te culiemos a cualquier hora del día…, -el viejo Ángel mientras le hablaba le abría una y otra vez sus muslos ya que la chica en cuanto podía intentaba cerrarlos. –Vas a prestarnos todos tus agujeros, sobre todo el del culo una vez que te lo rompamos…

Ahora era el hermano menor quien le hablaba:

–Ya te lo dijimos… solo serás nuestra cosa para culear, jajajajaaaa…!!!!, -don Carlos había pasado los brazos de la chica por detrás de su cabeza para luego aprisionarlos con sus dos rodillas, y tras decirle lo ultimo con sus dos manazas la tomo de la cara obligándola a que abrirá su dulce boquita y una vez que lo logró inclinó su cuerpo para seguidamente escupir tres veces dentro de su boca. La nena desde su posición estando tendida de espaldas con repulsión recibió los tres escupitajos del vejete para en el acto y en forma más espantada aun ver que ahora era don Ángel quien estando casi encima de ella le mandaba otros tres sendos escupos tan copiosos y asquerosos como los tres primeros.

La fuerzas de Gina ya eran nulas, sus muslos estaban sin energías, abiertos y temblorosos, por lo que simplemente se dejó hacer por los dos carniceros, ya que después de haber sido obligada por don Carlos a tragarse los escupos cerrando y tapándole la boca con sus dos manos, este mismo se lanzo a ensalivarle y succionarle las tetas aprovechando la posición en que estaba, mientras que don Ángel se ocupaba desde su ombligo para abajo.

Fueron varios minutos que la jovencita estuvo aguantado el doble magreo a su cuerpo, mientras uno le besaba y mamaba sus pechos aplastándole sus brazos el otro con su gran manaza le masajeaba su vagina, claro que solo superficialmente y sin llegar a abrírsela con sus dedos, el viejo Ángel estaba guardando esa tarea para realizarla con su gruesa herramienta que ya en esos mismos momentos la tenía temiblemente bien parada.

Por primera vez en el transcurso de aquella tarde algo extraño sucedía en la joven sensualidad de la chica, tal vez se debió al intenso masajeo en su intima hendidura, o a las dolorosas succiones en sus tetas, la cosa fue que de un momento a otro Gina comenzó a mojarse, su vagina y su cuerpo en parte ya respondían al acalorado tratamiento por parte de los carniceros, junto con ello su verdosa mirada estaba puesta fijamente en la tremenda y descomunal erección del viejo que la masturbaba, la jovencita se la miraba sin parpadear ni quitar la mirada de ella, con esto su inocencia poco a poco se iba diluyendo, fue como si con la sola visión de esa terrible masculinidad que se envaraba cerca de su vagina hubiese hecho un click en alguna parte de su sistema nervioso haciendo que su cuerpo comenzara gradualmente a acalorarse.

Apenas don Ángel cayó en cuenta de lo que estaba sucediendo en el cuerpo de la chica rápidamente se dio a celebrarlo con su hermano:

–Jajajajaaaa…!!! Mira nada más…!!! Parece que nuestra perra ya está caliente, jajajajaaaa…!!!

Don Carlos separándose de las tetas de Gina miraba como su hermano le enseñaba sus dedos mojados con los caldos de la chica, para él eso tenía un solo significado y este era que la jovencita ya debía tener deseos de verga, para luego mirarla a ella y decirle:

–Ves putita ricaaaa…!? nosotros sabíamos que igual terminarías por calentarte… si ya estas toda mojada, jejejeje…

Gina tras escuchar lo que le decían aquellos dos enfermos mentales rápidamente volvió a la realidad y retiró su mirada de la parada verga de don Ángel diciéndose para sí misma que ella no estaba excitada, y que al contrario de ello únicamente se sentía asqueada, y tan dolida como asustada, no queriendo reconocer que su cuerpo estaba comenzando a sentir lo contrario y que este al parecer había respondido a la masturbación del carnicero en jefe.

Don Ángel se dio cuenta de la mirada de la chica a su verga, como también se percató de cómo la adolescente ahora retiraba su mirada como dándoles a entender que ella sentía lo contrario a lo que ellos decían por lo que se dio a otra vez bombardearla de groserías, ahora aprontándose a probarle la zorra, él quería degustar el verdadero sabor de la chica, para después de una vez por todas convertirla en su mujer:

–Bien… bien zorrita… se ve que te gusta lo que te hacemos, Jejeje, así que no te preocupes porque te haremos esto y mucho más, si hasta nos rogaras por mas verga, por mas carne salada, te meteremos el chorizo hasta que te desmayes, jajajjaaaa…!!!!, -junto con decirle lo ultimo el ardiente carnicero empezó a comerle toda la vagina, saboreando y sorbiendo con sus gruesos labios los jugos vaginales que aun chorreaban de aquella virginal abertura de carne femenina.

–Nooo… no por favor ya no lo hagaaaa…!!!, -le rogaba Gina a su jefe, pero el viejo ya se la estaba devorando como desesperado, mientras el hermano de este se jalaba la verga en forma compulsiva sobre el rostro de la chica aun manteniéndola inmovilizada con sus piernas sobre su brazos y mirando cómo le comían la vagina.

Don Ángel lengüeteaba toda la intima entrada de la chica, luego se la probaba con los dos labios bien abiertos comiéndosela como solo un verdadero depredador lo podría hacer, extrayendo con estos todos los jugos que ella sin saber el porqué otra vez estaba dejando salir, este se los bebía tal cual como lo haría con los jugos de un durazno maduro.

Esto ya había sido mucho para la jovencita, aunque ella no lo deseaba su cuerpo ya respondía deleitosamente a tanta masturbación, o en otras palabras Gina verdaderamente ya estaba conociendo lo que realmente era el sentirse caliente, los abusos hacia su anatomía ya eran demasiados, el mayor de los hermanos a sabiendas del estado de la dulce chiquilla rápidamente subió su obesa humanidad por sobre el curvilíneo cuerpo de su joven víctima, la iba a poseer ya.

Gina de un momento a otro se vio a ella desnuda y de espaldas en la cama en donde dormía su papá, con don Ángel montado sobre su cuerpo y con don Carlos ahora echado hacia un lado pero manteniéndole sujetos sus bracitos para que ella no se defendiera,

–Ya está mi hermosa puta virgencilla… por fin ha llegado la hora de que te tragues mi verga por ese lindo coño apretado que me acabo de comer, jejejeje…, -Gina sabiéndose perdida y aun intentando contener los cálidos caldos que fluían de su vagina lloraba por todo lo que le estaba ocurriendo y por los sueños que le estaban arrebatando, don Ángel continuaba con sus palabrotas, –Ahora sí que si mi zorritaaa… mi cajera de tiempo completo, ha llegado el día y la hora en que te vas a convertir en mi hembra, Jejeje no es una maravilla?

Ante estas palabrotas la chica solo lloraba con su carita puesta hacia uno de sus desnudos y relucientes hombros sintiendo como la inmovilizaban de los brazos para que no se moviera y ya sintiendo también la cabeza del pene de don Ángel juntarse con la intima entrada hacia su persona, el vejete había puesto sus fornidos brazos justo al medio de sus muslos doblados obligándola a abrírselos por completo.

–Mmmmm… esto se va sentir como a Dioses mijita ricaaaa…, estas piernotas tan cerraditas como siempre las veía cuando estabas sentada en la caja ahora te las tengo totalmente abiertotas, y ellas me darán esa ofrenda que me tienes guardada al medio de ellas, será un regalo que me darás y que no olvidare jamás…, -le decía el muy miserable a la misma vez que con su mano agarraba su verga y se la paseaba por toda su apretada rayita inexplorada hasta ese día, junto que con hablarle besarle sus relucientes rodillas las cuales las tenía una a cada lado de su grotesca humanidad. –Te la voy a meter putita, te la voy a embutir entera, te voy a taladrar toditita hasta que empieces a gozar y a pedir tu sola a que te den más verga, jajajaaa…!!!!, y luego de eso le daré el pase a mi hermano para que también te pruebe, jejejeeee…!!!

El viejo Ángel ya no aguantándose más cerró sus ojos y con fuerzas descomunales fue metiéndole su enorme verga sin contemplaciones.

Gina sintió la desgarradora abertura de su vagina con el grito más grande de toda su vida, al voluminoso miembro de don Angel que estaba tan duro como el acero no le había costado mucho trabajo hacer que las frágiles compuertas de la chica le cedieran el paso, claro que no por eso la chica no pudo de haber dejado de sentir dolor al estar siendo perforada por semejante herramienta masculina:

–Ahhhhhhhyyyyyyyyyyy…!!!! don Angellllllllllll…!!!! Ya no le sigaaaa…!!!! pareleeee…!!!!, Nooooooooo…!!!! No me entraaaaa…!!!! No me entraaaaaaaaaa…!!!! -le gritaba con su carita desfigurada de pavor al sentirse abierta por primera vez, al mismo tiempo que sacudía su cuerpo y sus piernas intentando que el viejo se le saliera de encima suyo, pero todo era inútil, eran casi 2 metros de una peluda y voluminosa masa de carne contra el 1.67 que medía la curvilínea chica, fácilmente del obeso cuerpo del carnicero podríamos sacar 4 Ginas juntas, incluso hasta era innecesario que don Carlos la estuviese sujetando de los brazos, ya que la nena jamás hubiera podido escapar de las garras de semejante animal.

–Ahhhhh… pu… ti… taaaaa…!!! que apretaditaaaa la tienessss…!!!, -le decía el iracundo vejete sin escuchar los ruegos del la nena, para después continuar diciéndole, –Mi verga está a punto de romperte el sello de garantía que tienes dentro de tu almeja lindura… y si te entrará… ya verás lo mucho que te va a gustar cuando ya la tengas adentrooooo…

La horrorizada adolecente ahora simplemente se largó a llorar por su desdicha, los viejos estaban cumpliendo con su palabra y simplemente se la estaban violando, pero al viejo Ángel poco le importaban los sentimientos de Gina, este antes de perforarla por completo bruscamente la tomó de su rostro obligándola a que lo mirara:

–Mírame zorraaaa…!!!, quiero que le veas a la cara a tu macho… al mismo que finalmente te va a convertir en su hembra justo en este momento…!!!

La aterrada chica quien se mantenía inmovilizada de brazos y con la manaza del viejo puesta en su barbilla y con los dedos enterrados en sus pómulos vio su rostro de viciosa satisfacción al momento en que este con mas fuerzas que antes y con mas concentración se la mandó a guardar hasta lo más recóndito de su persona, la joven fue testigo de cómo don Ángel había traspasado satisfactoriamente todas las femeninas barreras que la madre naturaleza había formado en aquella frágil parte de su cuerpo.

La adolescente tras mirarlo y al momento de sentir en carne propia la brutal abertura e irrupción hacia su persona en forma automática y por reacción natural enarcó su espalda todo lo que pudo, y junto con ello quedó con su fresca boquita abierta y con sus rojos labios moviéndolos en señal de angustioso grito ahogado, se acababa de tragar por la zorra los casi 25 centímetros de gruesa verga que le había embutido a la fuerza el carnicero, por el interior de sus muslos corrían sendos hilos de sangre virginal los cuales declaraban que la jovencita acababa de convertirse en mujer.

Hasta que luego de 5 segundos por lo menos en que el carnicero se la dejó enterrada sin moverse Gina mandó un gutural grito de dolor 5 veces más fuerte que el anterior:

–Ahhhhhhyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy…!!!!!!, -a la misma vez que con su boca completamente abierta tomaba bocanadas de aire en forma acelerada como si con eso fuese a dejar de sentir la dolorosa estocada en que la mantenían.

El viejo casi enloquecido al ya saber sido él quien acababa de abrir por vez primera a semejante chiquilla comenzó con un frenético mete y saca sin importarle el estado ni el dolor que sentía su víctima, mientras que la ajustada vagina de Gina luchaba por escupir de su interior a esa gruesa y resbalosa culebra que se había colado tan violentamente, pero eso era casi imposible, la verga estaba incrustada muy adentro de ella y cuando don Ángel se la sacaba lo hacía solo hasta la mitad de su longitud para luego volver a metérsela con más fuerzas que las veces anteriores, su idea era que a su joven empleada nunca jamás en la vida se le olvidara quien fue el hombre que se la había culeado por primera vez.

(Al otro lado del muro de la habitación)

Don Rodolfo, el padre de Gina desde el otro lado del muro y por una pequeña grieta lo había visto todo, vio como a su hija la habían extorsionado, de cómo la obligaron a vestirse tal como lo hacen las putas, luego fue testigo también de cómo la habían forzado a que le mamara la verga al más prepotente de los carniceros, este se había dado el lujo hasta de nalguearla, y ahora veía además que luego de haber entre ambos hombres mancillar las partes más intimas de su cuerpo junto con escupirla, ahora simplemente veía como se la estaban violando en su propia habitación.

El vacilante padre de familia quien se encontraba perversamente excitado recién asimilaba el espantoso infierno que debía estar viviendo su hija debido a sus gritos y como gemia de dolor cada vez que el viejo se dejaba caer sobre su cuerpo, pero a pesar de los muchos sentimientos que lo invadían y que otra vez le indicaban poner fin a todo aquello que estaba ocurriendo, hubo otra razón aun más poderosa que se lo impedían, el ya había visto como la violaban, pero al saber que había sido Gina quien voluntariamente los metió adentro de la casa, solo con esto ya quería saber si su hija en algún momento sería capaz de ponerse a culear por si sola con los dos hombres con los cuales estaba encerrada, don Rodolfo estaba perdido en una insana morbosidad, sencillamente otra vez no hizo nada a favor de su chamaca y prefirió seguir mirando y masturbándose a costillas del sufrimiento de su propia hija.

……………………………………………………………………………………………………………………..

Gina soportaba la brutal culeada con sus ojos fuertemente cerrados y se retorcía por cada dolorosa estocada que le mandaban en la zorra, su cuerpo estaba brillando por el esfuerzo del aguante, don Carlos ya le había liberado sus brazos y la nena con ellos extendidos hacia los lados solo empuñaba fuertemente la colcha de la cama.

–Mmmmmfssssss…!!! Mmmmmfssssss…!!! Mmmmmfssssss…!!!, -era todo lo se podía escuchar desde su boquita con sus blancos dientes apretados y sus labios carmesí moviendolos por cada mete y saca en que la sacudían. En los momentos en que abría sus ojitos solo podía ver y sentir como don Ángel le metía la verga con su cara desfigurada de satisfacción y desesperación al mismo tiempo por todo lo que debía estar disfrutando.

Por cada minuto que pasaba en la habitación se escuchaba claramente como la respiración del viejo se ponía cada vez más pesada, pero los jadeos y arremetidas continuaban, en eso don Carlos quien se la chaqueteaba impulsivamente parado a un lado de la cama comenzó a reclamar su parte de la torta:

–Ya Ángel dispárale luego tus mocos que yo también quiero rajarle el sapo…

La chica aunque escuchaba al hermano de quien la violaba no reparaba en ello, solo se daba a aguantar la cogida, su deplorable estado sicológico ya no daba para reclamos, y sabía que después de don Ángel le tocaría el turno a don Carlos.

–Vete a la mierda pinche Carlos…!!!, -don Ángel le contestaba a su hermano con todo su moreno rostro traspirado y sin dejar de aserruchar a la chica, –Esta perra es exquisita para culearlaaaa…!!! Si que es un verdadero manjarrrrrr…!!!!, ni te imaginas como me aprieta la verga con su ajustada panochaaaa…!!!!

–jejejeeee…!!! te creo, pero ya córrete de una vez por todas para que me la prestes…

–Naaaaaaaaaaa…!!!!, Rodolfo no llega hasta el domingo en la tarde… será mía hasta mañana sábado… luego la tendrás tu hasta el domingo…, le proponía el violador a su hermano.

–Pero habíamos quedado…

–Ya te dije… no te la pasaré hasta mañana… quizás más tarde la dejaré que te la chupe un rato…, pero no te la paso hasta mañana…!!!, -le cortó don Ángel a su hermano mientras no dejaba de meterle la verga a su víctima, la lujuria que sentía el carnicero mayor al estarse cogiendo a la atractiva chamaca hija de uno de sus amigos lo superaban, era como un perro montando a su perra y rugiéndole a otro de su raza para que este no se acercara a su perra (perdonen las repeticiones, pero es que sencillamente así había que decirlo), pero don Ángel no era tan mezquino después de todo, –Ya para mañana y cuando me aburra de cogérmela la mandaré a bañarse y te la podrás tirar todo lo que quieras y sin interrupciones…

–Jejejejejeee…!!! Eres un puto cabronnnn…!!! de acuerdo, pasas la noche con ella y luego me toca a mí, jejejeeeee…!!!!

Y así una vez que los carniceros cerraron este nuevo acuerdo don Ángel otra vez se dejó caer sobre Gina sin contemplaciones y comenzó a taladrarla rápidamente y con fuerzas descomunales, a la chica le dolía cada parte de su cuerpo y su conchita ya hasta se le había dormido de tanto dolor, el vejete de a ratos se detenía y secaba el sudor de su frente con su brazo, para luego otra vez comenzar a perforarla sin cesar.

Fueron más de 20 minutos en que en la habitación solo se oían los roncos resoplidos del macho tanto de placer como de energías que le ponía en la tarea, estos se mezclaban con los femeninos quejidos de dolor de la hembra asaltada, la cama crujía y su respaldo se azotaba rápidamente contra el muro el cual marcaba el acelerado ritmo de la tremenda culeada que se estaba llevando a cabo.

Esos fueron los largos minutos necesarios para que de un momento a otro la sensibilidad otra vez volviera a la vagina de la violada chica, pero esta vez no en forma dolorosa, aunque ensangrentada y todo, aquella frágil funda de carne ya estaba adaptada a las descomunales medidas vergales del aprovechador carnicero por lo cual esto mismo en forma caprichosa comenzó a otorgarle placer a la nena quien involuntariamente y sin saber el porqué se daba a intentar apretarle la verga al macho por cada vez que este se la dejaba ir hacia su interior, ni la chica supo cual fue el momento en que ya estaba gimiendo debido a esto, a la misma vez que tímidamente su cuerpo comenzó a buscar y seguir el mismo ritmo en que la penetraban para literalmente terminar culeando con el carnicero como solo una verdadera mujer lo hace.

Los dos vejetes repararon en el acto de la calentura que era presa la jovencita, por lo que en forma automática comenzaron a burlarse de ella en forma triunfante:

–Lo ves…!? lo ves pendejaaaa…!!?? te dijimos que iba a terminar por gustarte que te metan la verga…!!! Solo falta que en cualquier momento te pongas a rogarme como una perra para que no deje de metértela, jajajjaaaa…!!!!, -le grito don Ángel a un lado de su carita.

La chica ya casi no razonaba, como tampoco le daba importancia a los insultos de los viejos solamente se mantenía con sus ojos apretados y sus cejitas inclinadas hacia abajo como si realmente estuviese enojada, en aquellos momentos su único interés era hacia unas ricas sensaciones nunca antes sentidas que se habían apoderado de su persona, sus suaves carnes estaban erizadas, y su vagina se iba derritiendo cada vez más con las brutales estocadas que le asestaban, a don Ángel se le iba la vida con la tremenda culeada que le estaba pegando a su joven cajera quien en esos momentos se movía debajo de él como desesperada.

–Esooo…!! Esooooo…!!!! Esooooo…!!!! muevete zorraaaa…!!!!, menéate y grita todo lo que quieras perraaaa!!!, -bramaba el ardiente carnicero una vez que se supo que la chamaca se le había entregado.

–Ahhhhhhhhh!!! Mmmmmmmm…!!! Sssi…!!!! Ssssi…!!!, -gemía y balbuceaba la joven cajera de la carnicería quien en esos momentos y ya sin resistirlo más liberaba desde su conchita una buena dosis de sus juveniles energías convertidas en jugos vaginales.

El viejo Carlos desde su silla no perdía detalles de la erótica función que se llevaba a cabo a solo metro y medio de donde estaba el, y al caer en cuenta que la chica se estaba corriendo rápidamente le puso en conocimiento a su hermano:

–Ahoraaa…!!!! Ahora Ángel…!!!!, la pendeja ya esta mas que caliente y se esta meandooooo…!!!!

Pero don Ángel no necesitaba los datos de su hermano, el estaba sintiendo en su propia verga los apretones que le prodigaba la chica con su vagina, y como luego también vinieron los calientes caldos que ella le regalaba aportando con esto en aquel sabroso coito que se estaban pegando, por lo que el mismo viejo violador se dio a animarla para que la joven le pusiera más empeño.

–Seeeeeeeeeeee…!!!! Te estás corriendo perraaaaa…!!!! Gime…!!!! Gime malditaaaaaa…!!!! Tomaaaa…!!!! tomaaaaaa…!!!! tomaaaaaaa…!!!, -le gritaba don Angel en su misma cara mientras se dejaba caer con su gruesa lanza de carne ensartándola y agasajándola hacia adelante en forma furiosa.

–Siiiiiiiiiiiiiiiii…!!! Ahhhhhhh…!!!! Ohhhhhhhhh…!!!!, -seguía gimiendo la nena en forma entre cortada, y muy caliente por vez primera.

–Eres una perra exquisitaaaaa…!!!! Te estaré culeando toda la nocheee…!!!! jajajaja…!!!!!

La jovencita quien solo se mantenía moviéndose y disfrutando de todo aquello que le hacía sentir el más viejo y el más feo de sus jefes con sus groserías e insultos hacia su persona sintió gracias a estos que nuevamente su pepita se comenzaba a derretir en forma excitante, simplemente otra vez iba a comenzar a orgasmearse, pero ahora sería en forma más bestial que antes,

–Ohhhhhh siiiiiiiiiiiiiiii…!!!! Don Angel mi a… a…morrrrrr…!!!! si…!!!! siiiii…!!!! Hágamelo todo lo que quieraaaaa…!!!! Clávemela mas fuerteeeeee…!!!!, -le decía Gina al vejete entre gemidos y exclamaciones de calentura, y con cara de genuina excitación.

El viejo sintiendo en su verga todo el éxtasis que la jovencita le provocaba con su apretada conchita, empezó a tirársela como loco.

Gina desde su posición veía al viejo otra vez con sus ojos cerrados y resoplando de calentura moviéndose sobre su cuerpo, y animada por esas ricas sensaciones en las cuales estaba transportada simplemente con sus dos manitas se dio a acariciar el peludo pecho de este.

Y don Ángel al sentir esas suaves caricias la vio mirándolo con sus ojitos entrecerrados y con sus rojos labios entreabiertos, un hambre de hembra nunca antes sentido lo asaltaron por lo que le comió esa boquita con desesperación con la diferencia que esta vez sí fue correspondido por la deliciosa jovencita.

Entre besos con lengua y ahora abrazados, en forma apasionada fueron girando sus cuerpos, era la femenina naturaleza de la chica quien le indicaba a ella que el macho que la cogía ahora deseaba tenerla montada sobre su tranca, hasta que finalmente quedaron como el viejo quería.

Gina se resistía a moverse al principio de esta nueva posición, pero poco a poco se fue soltando y excitando con la situación por lo que empezó suavemente a moverse bien ensartada a la verga de su viejo jefe carnicero.

Don Rodolfo quien no perdió detalle de todo lo sucedido vio como su amigo se puso a chuparle las tetas a su hija al tenerla montada sobre su panza y bien clavada a su verga, lamiéndole sus pezones como si tuviera hambre y seguramente calentándola aún más, desde su posición podía verlo todo.

–Te gusta zorraaaa…!?, -le preguntó don Ángel a la chica mientras le apretaba las tetas una y otra vez, –Sientelaaaa… te estás tragando una tranca de casi 25 centímetros de largo por 6 de ancho, una verga que te va a estar culeando por todo el resto de la tarde y la noche completa, jajajaja…!!!!

Como respuesta por parte de la chica el viejo obtuvo una improvisada aceleración en sus movimientos, la nena subía y bajaba sus caderas en forma desquiciante para quien la viera.

Don Angel al sentirlo soltó un fuerte rugido de gusto y puso sus dos manazas en la carita de Gina, acariciándola y mirándola mientras ella lo cabalgaba.

–Arghhhhhh… Qué bien que culeas zorraaaaa…!!!! Así…!!!!, así…!!!!, muéveme la conchaaaa…!!!! Uffff…!!!! Ohhhhhh…!!! Puta pendejaaaa…!!!!, eres excelente a la hora de exprimir una vergaaa…!!! Arrrghhhhh…!!!!.

La cabalgada que le estaba dando Gina a la vergota del carnicero era de campeonato, la chica se refregaba todo lo que podía sobre aquel grueso instrumento, a pesar de la gran diferencia que existía entre ambas complexiones y que a todas luces cualquiera hubiera pensado que esa grotesca vergota no le cabría y que jamás hubiese entrado en su estrecha rajadura de carne ahí estaba la nena comiéndosela entera, desde el glande y hasta su base.

Don Ángel otra vez y ahora desde abajo inició un frenético mete-saca mientras bufaba de placer, estaba disfrutando como nunca antes lo había hecho, Don Carlos por su parte miraba la impactante escena masajeándose la tranca como un verdadero poseso, y con una maliciosa sonrisa dibujada en su rostro, ya que Gina sin poder evitarlo y con su espalda enarcada al máximo saltaba y gemía con cada feroz embestida de su jefe, su bello y sudado rostro estaba puesto directamente hacia el techo de la habitación con sus dos manitas apoyadas en las rodillas del viejo carnicero, fue ahí cuando la chica otra vez se encabritaba y quejaba deliciosamente mientras se corría bestialmente.

–Vaya con la putaaaaa…! Otra vez se acaba de correr como una verdadera zorraaaaa…!!!!

Don Ángel por su parte con su rostro contraído por la calentura y resoplando como bestia no bajaba la fuerza de sus rápidos embates, en la habitación ahora se podía escuchar perfectamente el chapoteo del coño de Gina con cada metida de tranca:

–Sropppfttss…!!! Sropppfttss…!!!! Sropppfttss…!!!!! Sropppfttss…!!!!!!, -se escuchaba cuando la núbil vagina y la base de la gruesa verga peluda impactaban entre si.

Don Rodolfo afuera de la habitación estaba caliente hasta más no poder y se la cascaba como un loco sin quitar su mirada por el hoyito de la pared, por este veía como don Ángel en ese mismo momento y después de afianzarse a su hija bien clavada a su verga este poco a poco empezaba a dar convulsivos espasmos al mismo tiempo que soltaba un gutural grito de verdadero placer, no habían dudas, su amigo se estaba corriendo como un autentico semental, y sin sacar su verga de la vagina de su hija, sus roncos rugidos así se lo confirmaban.

En forma simultánea y adentro de la habitación efectivamente el carnicero acababa de llegar a la gloria y así lo grito a los 4 vientos:

–Arggggggggggrrrr…!!!! Tomaaaaaa…!!!!!! Tomaaaaaaaa…!!!!! Hasta la última gota de semen dentro de tu vientre zorraaaaaaaa…!!!!! Ahhhhhhhhh qué buena cacha que nos pegamosssss…!!!!! Tomaaaaaaaa putaaaaa…!!!!! Tomaaaaaaaa…!!!!!, -le bufaba en la misma cara a la nena por cada gruesa inyección de esperma que le depositaba dentro de su vientre.

Por su parte la semi inconsciente chica recibía las calientes eyaculaciones con su cuerpo vibrante y siempre montada sobre el corpulento y obeso cuerpo peludo del carnicero, en su rostro y con sus ojitos semi cerrados se notaba claramente una leve sonrisa orgásmica con la que demostraba el delirante estado de éxtasis en que se encontraba mientras la fertilizaban por primera vez en su vida, la nena no era consciente de que fácilmente la podrían estar preñando.

………………………………………………………………….

Tras unos buenos minutos de relajación en que don Ángel con Gina se mantuvieron acoplados y tomando aire, fue el viejo quien sencillamente se la desclavó de su verga como si ella fuera un objeto dejándola a un lado de la cama toda sudada y con su conchita rebalsada de semen caliente, mientras él se ponía de pie y encendía un cigarrillo que le ofreció su hermano para junto con ello tomarla violentamente de sus cabellos bajarla de la cama y decirle.

–Para terminar por ahora quiero que le chupes la verga a mi hermano, mira que debe tenerla rebosante de mocos calientes dulzura y todo gracias a ti, así que una vez que él descargue en tu boca quiero que te los comas todos, jejejeje… entendido?

Gina quien por un momento creyó que los viejos después de haber sido violada por uno de ellos estos se irían se resignó nuevamente y empezó a chupársela a Don Carlos con la misma técnica que había aprendido hace un rato atras, este estaba visiblemente más caliente que don Ángel, y eso era obvio, con semejante espectáculo visto en vivo y en directo ya no daba más de calentura.

Una vez que el hermano de don Angel metió su tranca en la boca de la recién desflorada jovencita la agarró fuertemente de la cabeza y empezó a culearsela por la boca. Era increíble ver cómo ese viejo después de haber visto una escena mejor que una película porno aun aguantara y no se corriera.

Al final el arrebatado vejete acabó corriéndose copiosamente en la boca de Gina, algo que ella tampoco había probado jamás y que se vio obligada a tragárselo mas para no ahogarse que porque se lo hayan pedido, ya que su otro jefe no le sacó la tranca hasta que no le salió la última gota de sus 10 descargas de fuerte semen.

En el momento final de aquella escandalosa la cacha oral en que fue sometida don Carlos se la fue sacando lentamente de la boca hasta salir la verga expulsada resbalosamente desde los rojos labios de la chica esta quedó colgando feliz frente a su rostro, Gina solo tenía una cara de asco y repugnancia.

–Bien zorrita… Ahorita que ya has sido bien cogida y te has comido tu nutritiva merienda liquida, te irás a dar una ducha para que quedes limpiecita para cuando me bajen las ganas de culearte de nuevo, claro que envolverás tu cuerpo rico solo una toallita y te pondrás a prepararnos la cena mientras nosotros vemos televisión, -le ordenaba don Ángel aun desnudo y con una lata de cerveza en las manos, –Te has portado como una verdadera reina, así que ya no te preocupes, tu puesto de cajera en la carnicería está asegurado.

Tras eso los dos hermanos se fueron a la sala para ver un partido de las eliminatorias, mientras la chica se quedaba desnuda y arrodillada en la habitación de su padre con su vagina, útero y estomago rebosantes de leche que aun la sentía caliente. Lentamente se puso de pie para ir a ducharse y luego cocinar.

En el patio su padre sentado en el suelo y sin saber que hacer recién se le estabilizaba la respiración una gran mancha liquida y viscosa se veía notoriamente en su pantalón, su orgasmo había sido demencial en el momento justo en que veía nítidamente a su hija desnuda y arrodillada tragando las cantidades de semen que le depositaban directamente en su boca con una gruesa verga perdida entre sus labios.

(Continuará)

Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 5” (POR GOLFO)

$
0
0

Capítulo 7.


Eran casi las diez, cuando ese par de inconscientes se despertaron todavía con las secuelas de su falta de sentido común. Asumiendo que iban a tener dolor de cabeza, las dejé dormir y por eso cuando al final consiguieron levantarse, llevaba dos horas trasteando por esa isla. Desde el amanecer, me había puesto a trabajar esperando que esa rutina consiguiera hacerme olvidar que era el noveno día que llevábamos varados en ese inhóspito lugar, desgraciadamente no lo conseguí y mientras daba de comer a los cerdos, no pude dejar de pensar en nuestro futuro.

«Estamos jodidos», mascullé mirando al horizonte en busca de un rescate que estaba empezando a sospechar que nunca llegaría. A pesar de tener las necesidades esenciales cubiertas con la pesca, los cerdos y las frutas silvestres, comprendí que debíamos prepararnos mejor si nuestra estancia se prolongaba indefinidamente. «Si llegan las lluvias, esta choza no nos servirá de nada», concluí al echarle un vistazo y recordar lo aprendido en la escuela sobre los monzones: «volará hecha pedazos en cuanto soplé el viento con fuerzas».

La certeza que eso pasaría me hizo apresurarme con las labores diarias, tras lo cual, salí a explorar la isla en busca de un mejor refugio.

«Lo ideal sería una cueva», sentencié a sabiendas que en una isla de coral era imposible. Por ello, en vez de buscar algo natural, me concentré en rebuscar en las antiguas edificaciones, alguna que pudiésemos reparar.

La iglesia era la más sólida pero su tamaño hacía impensable que consiguiera adecentarla y por ello tras revisar todas, me centré en la que parecía haber soportado mejor el paso de los años y levantando a las muchachas, les exigí que se pusieran a barrer el suelo mientras yo intentaba arreglar el tejado.

Estaba encaramado a lo más alto de la casa cuando de pronto escuché que mi prima daba un grito de terror. Al llegar a su lado, me encontré a María con la cara desencajada y a Rocío tratando de calmarla.

― ¿Qué ha pasado? – pregunté al no advertir ningún peligro.

Señalando donde había estado barriendo, gimoteó:

― ¡Vamos a morir aquí!

Asumiendo que había visto algo que la había dejado acojonada, me acerqué con cautela al lugar que decía, pero al no hallar nada, levanté un cartón y fue entonces cuando me encontré cara a cara con un esqueleto.

― ¡Mierda! ― exclamé dando un salto hacia atrás.

Como las dos muchachas seguían llorando, me tuve que hacer el macho y volviendo a los restos, me puse a observarlos. No supe qué decir ni qué hacer al descubrir que el cráneo tenía un agujero en mitad de la frente. No tuve que devanarme mucho los sesos para intuir que era producto de un tiro.

«Alguien se lo cargó», decidí para mí, totalmente asustado, pensando en que sus asesinos podían seguir por la zona. De ser así, corríamos peligro porque verían en las dos muchachas un rico botín al que echarle el diente. Asumiendo que su destino sería ser violadas para acto seguido venderlas a algún burdel, tenía claro cuál sería el mío:

«Me matarían para no dejar testigos», me dije mientras buscaba una solución al problema que suponía la hoguera.

Si la manteníamos encendida, podía llamar la atención de los culpables por lo que debíamos apagarla. Pero esa solución me resultaba del todo inaceptable. Sin ella, no tendríamos con qué calentarnos y lo que era más grave, con qué hervir el agua o cocinar.

La única medida que se me ocurría era cambiar nuestro campamento y llevarlo tierra adentro para no ser visible desde la playa. Bajo el abrigo de los árboles, el humo quedaría difuminado y llegado el caso que alguien lo viera, tendríamos tiempo de escondernos o de preparar nuestra defensa.

Al no convenirme incrementar sus miedos, no comenté lo que había descubierto y lo más tranquilo que pude, las ordené que se prepararan porque nos íbamos de excursión tierra adentro. Mi prima y su amiga no pusieron reparo alguno a la idea porque estaban deseando alejarse de esos huesos.

Pero mientras hacía acopio de lo más básico, Rocío se percató que algo raro ocurría al verme coger los dos cuchillos y la mayoría de las herramientas que habíamos podido salvar del naufragio.

― ¿Qué es lo que pasa? Tú sabes algo que no nos has contado― me soltó.

Decidí no mantener el secreto y juntando a las dos, les expliqué mis temores y que había tomado la decisión de trasladar la ubicación de nuestro refugio. Curiosamente, mi prima se lo tomó con tranquilidad y me pidió que le dijera que tenía que llevar ella.

―Coge las mantas y Rocío las ollas― contesté y aprovechando que eran conscientes de lo peliagudo de la situación, les pedí que estuvieran atentas y que no hicieran ruido mientras nos internábamos en la selva.

― ¿Temes que no estemos solos en esta isla? ― me preguntó María.

―No, pero más vale ser precavido― respondí.

No llevábamos más que unos minutos caminando entre los arboles cuando comprendí que había sido una mala idea… los tres juntos hacíamos demasiado ruido. Por ello, esperé a que la playa desapareciera de nuestra vista para parar nuestra improvisada expedición.

―Vosotras os quedáis aquí mientras yo busco un lugar seguro donde quedarnos.

Como esperaba, tanto María como Rocío empezaron a protestar, pero al explicarles mis razones y que allí nadie podía localizarlas, ambas admitieron que tenía razón y me dejaron seguir adelante solo con la única compañía de un cuchillo.

―Tardaré unas cuatro horas en regresar― las dije antes de alejarme.

Según mis cálculos, cruzar a lo ancho el islote y volver me tomaría máximo tres, pero exageré porque no quería que se preocuparan si algo me retenía. Ya sin el lastre que suponían, me sumergí en la selva en silencio.

Supe que había hecho bien al observar que mi presencia apenas perturbaba la vida de los pájaros que anidaban en esa floresta, pero no por ello me relajé y cada poco minuto, me paraba a comprobar que nada ni nadie me seguía. No tenía miedo de toparme con un depredador porque la existencia de las piaras de cerdos hacía imposible que los hubiera. Solo podían haber proliferado de esa manera no habiendo enemigos. A lo que realmente tenía pavor era a los animales de dos patas.

Aún así no pude abstraerme de la belleza del camino e involuntariamente, empecé a disfrutar de lo que contemplaba a mi paso. Para un urbanita como yo, la naturaleza salvaje de esa tierra era algo jamás visto y por ello me pilló desprevenido descubrir las huellas de unos pies desnudos junto a un pequeño estanque.

Mi primer instinto fue huir de ahí, pero tras pensarlo otra vez, decidí prestar atención a esas pisadas. La dirección y orientación de estas me demostraron que era un solo sujeto quien las había dejado y fijándome en su tamaño, comprendí que además era alguien de pequeño tamaño.

«O es un niño o alguien bastante bajo», pensé mientras decidía que hacer.

Que esas huellas estuvieran junto al agua, me hicieron sospechar que el otro habitante del islote acudía ahí a beber y deseando verificar ese extremo, me escondí tras unos densos matojos de vegetación desde donde podía observar sin ser descubierto.

Apenas llevaba media hora agazapado, cuando escuché el sordo crujido de una rama al romperse. Confieso que ese ruido hizo me arrepintiera de estar allí, pero asumiendo que no podía salir corriendo porque eso revelaría mi presencia, me quedé quieto. No paraba de pensar en la idiotez que había cometido al quedarme escondido.

«Seré gilipollas».

No tardé en escuchar que el recién llegado se metía en el estanque y se ponía a chapotear. La curiosidad pudo al miedo y sacando la cabeza, la escena que contemplé me dejó a cuadros. El sujeto no era bajo, ¡era una mujer!

La desconocida ajena a estar siendo observada y acostumbrada a la soledad se estaba bañando completamente desnuda y eso me permitió comprobar que era de raza europea.

«Debe de ser otra náufraga», pensé mientras la observaba lavándose su melena de color rojo.

La tranquilidad con la que tomaba el baño, me permitió examinarla a conciencia y por eso pude confirmar que además de ser dueña de unas pechugas considerables, la desconocida debía de ser al menos diez años mayor que yo.

«Rodará los treinta», calculé mientras inconscientemente me fijaba en la blancura casi nívea de su piel, la cual hacía más evidente en bosque que lucía en la entrepierna.

No tuve que ser un genio para comprender que lo descuidado de su sexo se debía a la imposibilidad de depilarlo en esas circunstancias, pero por extraño que parezca lejos de producirme rechazo, me atraía.

La desconocida se entretuvo en esas cristalinas aguas durante más de media hora hasta que decidió salir y ponerse a tomar el sol sobre una piedra. Al hacerlo me quedé casi sin respiración debido a la perfección de sus curvas.

«¡Es impresionante!», exclamé en silencio mientras grababa en mi memoria el caminar de esa pantera pelirroja de largas piernas.

Con mi corazón bombeando a mil por hora, admiré desde mi escondite su impresionante trasero sin dejar pensar en su reacción si me descubría. No tardé en pasar de la dureza de sus glúteos a la exuberancia de sus senos y con auténtico frenesí, admiré el profundo canal que discurría entre ellos mientras mi razón me pedía que me tranquilizara,

Dejando al lado mis temores y viendo que había cerrado los ojos, salí de mi escondite para observarla más de cerca. Desde cerca, advertí que tanto tiempo en el agua había endurecido sus pezones y por ello no pude más que soñar en que algún día los tendría en mi boca. Estaba todavía disfrutando de su desnudez, cuando un ruido proveniente de la selva la hizo girarse hacía mí y durante unos segundos que se me hicieron eternos, nuestras miradas coincidieron.

Al reponerse de la sorpresa, la pelirroja se puso de pie y salió huyendo. Su agilidad era tal que ni siquiera intenté seguirla y en un intento de hacerla comprender que no representaba un peligro, me despojé del traje de baño, me metí al estanque y empecé a cantar con la esperanza que después de tanto tiempo sola en ese lugar, la voz humana la atrajera.

Ignorando si realmente esa mujer se iba a sentir interesada por mí, me concentré en parecer tranquilo, aunque en realidad estaba aterrado por si esa superviviente se tomaba mi presencia como una invasión y respondía con violencia.

«Si tomo en cuenta el estado de los huesos, debe llevar años perdida aquí», cavilé, «y eso la hace además de hábil para subsistir, peligrosa».

A pesar de que no conseguí saber si me estaba espiando, actué como si lo estuviera haciendo y una vez me había quitado la roña, salí del estanque para secarme al sol. Tumbándome desnudo sobre la misma piedra que ella, separé mis piernas para que desde donde estuviese pudiese contemplar mi cuerpo en plenitud.

«Espero gustarle, aunque sea mucho más joven que ella», rumié para mí mientras me estiraba luciendo mis abdominales.

Sabía que, al estar tumbado, era un objetivo fácil, pero obviando el riesgo, decidí que valía la pena si conseguía que esa mujer se pasara a nuestro lado por su valía para enfrentarse a las dificultades que significaba vivir aislado.

Cuarto de hora tardó en dejarse ver. Al principio, se mantuvo a una distancia considerable pero no por ello me pasó inadvertido el modo en que su cintura se ensanchaba para dar entrada a sus caderas. Temiendo no tener otra oportunidad, me quedé inmóvil contemplándola.

Lo que no preví es que de tanto admirarla, me empezara a excitar y que, contra mi voluntad, mi pene empezara a crecer ante sus ojos.

«Tranquilízate, tío», me repetí temiendo que mi erección pudiese recordarle al muerto y que la razón por la que lo hubiese matado fuera evitar que la violara.

En sus ojos descubrí que la visión de mis partes no le era indiferente pero no deseando desperdiciar el tenerla tan cerca, con voz suave, comenté:

―El barco en el que veníamos naufragó durante la última tormenta.

Supe que me había entendido y por ello seguí decirle que tenía compañía femenina para que así no me temiese en el aspecto sexual:

―Estoy con dos amigas.

Me pareció ver en su rostro una ligera decepción al enterarse y tratando de compensar ese error, la solté con voz dulce:

―Me llamo Manuel― y extendiendo mi mano hacia ella, dije: ―Eres preciosa pero no sé tu nombre.

La falta de compañía hizo que la desconocida viera en ese gesto una amenaza y reaccionando con una rapidez que me dejó apabullado, se escabulló entre los árboles.

―Voy a ir por mis compañeras. ¿Te importa que acampemos esta noche aquí? ― pregunté dando un grito. No me contestó, pero no contaba con que lo hiciera.

Además, tenía un arma secreta que usar para atraerla a nuestro lado. Si como sospechaba, la escurridiza mujer carecía de fuego: el calor de una hoguera en mitad de la noche sería una tentación imposible de resistir. Por ello, me interné en la selva dejando a mi paso unas marcas que hicieran posible retornar al estanque sin perderme y lo que es más importante, con tiempo de levantar un improvisado campamento.

Una hora después me encontré con Rocío y con María, las cuales esperaban ansiosas mi vuelta. Cuando les conté que era una mujer el otro habitante de la isla, se sintieron más tranquilas, pero cuando les expliqué que debíamos intentar que se uniera a nosotros, las dos empezaron a protestar diciendo que no la necesitábamos. La mas firme antagonista resultó ser mi prima, la cual con tono cabreado insinuó que el único motivo por el que lo quería era poder disfrutar de otro coño.

―No seas bruta― repliqué― piensa que, si lleva sola tantos años y ha sobrevivido, podemos usarla para hacerlo nosotros también.

Llena de celos, me preguntó si era guapa.

―Lo es, pero menos que mis dos princesas― contesté mientras la acariciaba: ― A vuestro lado es una vieja.

Mi caricia diluyó sus reparos y a regañadientes aceptó seguir mis planes, pero antes de marchar selva adentro me avisó:

―Júrame que siempre disfrutaremos de ti nosotras antes que ella.

―Te lo juro― respondí sin reconocer que se me hacía la boca agua al pensar en el estupendo trasero que poseía la pelirroja…

Capítulo 8


Ya era bastante tarde cuando llegamos al estanque porque al contrario que la primera vez, en esa ocasión íbamos completamente cargados con los bártulos necesarios para pasar la noche. Y es que además de mantas y otros enseres, llevábamos a cuestas uno de los lechones, así como un recipiente con las brasas que nos servirían para hacer la fogata. Por ello mientras Rocío con la ayuda de María se ocupaba de levantar una improvisada tienda, yo ocupé mi tiempo en apilar suficiente leña para pasar toda la noche.

Aunque no conseguí detectar su presencia, algo en mí, me decía que esa pelirroja no perdía detalle de nuestro proceder y por ello, recordando que se había sentido atraída por mi voz, me dediqué a cantar mientras encendía un fuego lo suficientemente grande para ser visto desde lejos.

Cuando comprendí que era suficiente, me senté a desollar el lechón haciendo tiempo para que hubiese suficientes brasas donde cocinarlo.

«No va a poder resistir el olor», me dije y viendo que mi prima y su amiga ya habían terminado, las llamé a mi lado y les pedí que cantarán porque así la demostraría que lejos de ser un tirano que esclavizaba a mis compañeras, formábamos un equipo.

Desconociendo mis razones, las dos muchachas respondieron con alegría a mi deseo y demostrando que ambas tenían una estupenda voz, me deleitaron con una serie de canciones que me hicieron olvidar al menos momentáneamente nuestra precaria situación.

―Además de guapas, sabéis cantar― comenté feliz por ese descubrimiento.

Encantadas con el piropo, incrementaron el volumen acallando con su canto el ruido de la selva mientras en mi interior pensaba satisfecho que la mujer se sentiría atraída por el calor humano.

Estaba tan abstraído que si no llega avisarme mi prima que nuestra cena estaba lista, con seguridad se nos hubiese quemado. Sacando el lechón de las brasas, lo corté en cuatro partes y mostrando nuevamente sentido de compañerismo, les pregunté a ellas que trozo querían.

Rocío que no era tonta, se percató que tanta amabilidad tenía alguna razón, pero no queriendo perder la oportunidad de disfrutar de un trasero del animal, lo cogió para sí. Como María se había cebado con fruta durante todo el camino, prefirió un cuarto más pequeño.

Entonces alejándome unos metros de la hoguera, dejé el trozo más grande sobre una piedra y hablando a la oscuridad, dije a la mujer que esa porción era para ella. Tras lo cual, me dirigí de vuelta con las muchachas. Ni siquiera me había dado tiempo de sentarme cuando mi prima me susurró:

―Eres un cabrón, no es una vieja y además está muy buena.

Al girarme para comprobar de qué hablaba, me encontré a la desconocida sentada en cuclillas y comiendo caliente por primera vez en años. Sin hacer ningún comentario, me puse a disfrutar yo también del asado. Habiendo dado buena cuenta de mi parte, aproveché que mis compañeras de infortunio habían también terminado para susurrarles que me apetecía hacer el amor.

― ¿Enfrente de ella? ― preguntó María.

―Sí― contesté e imprimiendo a mi voz un tono lascivo, pregunté a las dos si no les daba morbo tener público.

―A mí, mucho― reconoció la morena y sin darme tiempo de reaccionar, me empezó a acariciar diciendo a su amiga: ―Demostrémosle, lo bueno que es Manuel haciendo el amor.

Mi prima no necesitó que se lo repitiera otra vez para pegarse a mí y besarme. La lujuria de ambas fue lo que necesitaba mi falo para ponerse erecto y ya luciendo como en las mejores ocasiones, erguido esperó su siguiente paso. María al comprobar el éxito de sus besos, sonrió y agachándose entre mis piernas se lo fue introduciendo en su boca mientras yo observaba que a pocos metros una desconocía no perdía detalle de lo que ocurría. La parsimonia con la que se lo embutió permitió a esa mujer notar que no era algo forzado, sino que realmente la muchacha deseaba mi extensión entre sus labios.

– ¡Bésame! ― me pidió desde el otro lado Rocío.

Sin aguardar que lo hiciera, la morena se lanzó sobre mí y con una urgencia que me dejó sorprendido, buscó el consuelo de mis besos mientras su amiga disfrutaba haciéndome una mamada de campeonato. Me hizo gracia ver la cara de sorpresa de la otra náufraga cuando llevé mi mano a la entrepierna de la muchacha, pero supe que estaba empezando a disfrutar con la escena cuando la vi estremecerse al verme tomar el clítoris de la chavala entre mis dedos.

― ¡Dios! ¡Cómo me pone que nos espíe! ― gimió esta al sentir mis yemas sobre su botón.

La calentura de la escena se incrementó de sobremanera cuando introduje uno de mis dedos en su abertura y más cuando, completamente desbocada, se levantó y a horcajadas sobre mi cara, puso su sexo en mi boca para que se lo comiera.

«Si después de esto, me cree un violador, no hay nada que hacer», pensé poniendo en contacto mi lengua los pliegues de la vulva de la morena.

Mi amiga se creyó morir y a voz en grito me pidió que no parara mientras azuzaba a la otra diciendo:

― ¡Demuéstrale a esa puta que sabes mamarla!

Azuzada por Rocío, María incrementó el ritmo y la profundidad de su felación, incrustándose mi miembro hasta el fondo de su garganta. Os juro que creí que a lo mejor nos estábamos pasando al tener un coño en la boca mientras mi prima me ordeñaba y que la pelirroja podía sospechar que estábamos actuando.

Pero al observar de reojo que ésta nos miraba con envidia, ya totalmente verraco, usé mi lengua como si fuera mi pene para penetrar con ella el estrecho conducto que tenía a mi disposición. Coincidiendo con ello, un enorme aullido me informó que Rocío había llegado al orgasmo.

― ¡Me corro! ― gritó derramando su flujo por mi cara.

Queriendo prolongar su éxtasis y con ello incrementar la desazón de nuestra observadora, me dediqué a absorber el manantial que brotaba de entre sus piernas, pero debido al morbo que le daba tener público presente cuanto más bebía mayor era el caudal que salía del sexo de la morena y asolada por el placer, se caer sobre la manta que habíamos puesto como improvisada cama.

Liberado de la obligación de seguir satisfaciéndola, me concentré en María y llevando mi mano a su cabeza, empecé a acariciarle el pelo mientras decía a la mirona:

― ¡Mi prima no sabe ni hacer una mamada!

La reacción de la aludida no se hizo esperar y elevando el ritmo de su boca, lo convirtió en infernal mientras con una de sus manos, me acariciaba los testículos. Decidido a incrementar el morbo de la desconocía, insistí:

―Si no puedes, ¡tendré que pedirle ayuda a la pelirroja!

Ayudando a su amiga, Rocío se incorporó y acercándose a donde la rubia se afanaba en busca de mi placer, se juntó a ella diciendo:

― ¡Dejemos seco a esta bocazas! ― tras lo cual su boca se unió a la de María y entre las dos, empezaron a competir en cuál de las dos absorbía mayor extensión de mi miembro.

Para la náufraga, la visión de las dos chavalas maniobrando como locas en búsqueda de mi semen fue brutal y completamente absorta, se empezó a pellizcar los pezones con un ansia que me hizo comprender que no tardaría en unirse a nosotros en busca del placer.

El morbo de tenerla ahí y la sensación de esas dos bocas exprimiendo mi pene fue más de lo que pude soportar y sin previo aviso exploté derramando mi simiente sobre sus labios.

Mi eyaculación fue engullida ante su atenta mirada, no perdiendo detalle de la forma en la que se dedicaron a vaciar mis huevos.

«Se ha puesto cachonda», certifiqué al descubrir que discretamente la pelirroja se estaba masturbando.

Sus carantoñas no cesaron al correrme, sino que se intensificaron al ver que las muchachas trataban de reanimar mi pene e involuntariamente empezó a gemir sin importarle que la escucháramos.

― ¡Esa zorra está deseando que te la folles! ― susurró en voz baja mi prima al oírla.

Asumiendo que tenía razón, me reí mirando a la náufraga. La mujer sonrió convencida por fin que no era peligroso. Creyendo que estaba preparada, cometí el error de invitarla a nuestro lado y eso provocó que se internara en la espesura, huyendo quizás de los fantasmas de su pasado.

«Es una pena, me apetecía estar con ella», pensé sin preocuparme en exceso porque estaba convencido que tarde o temprano, vendría a mí.

Viendo en su huida, una oportunidad para seguir disfrutando, Roció cogió mi miembro entre sus manos para empalarse con él. La lentitud con la que lo hizo me permitió notar cada uno de sus pliegues mientras iba desapareciendo mi pene en su interior.

Al verla así abierta de piernas con mi sexo en su interior, despertó una rara fijación en María y adueñándose del clítoris de la morena, empezó a masturbarla frenéticamente.

― ¡Dadme más! – gritó Rocío, increíblemente excitada por nuestros dobles manejos y acelerando su loco cabalgar, buscó el fundirse con nosotros antes que su interior explotara en brutales sacudidas de placer.

Su chillido exacerbó a mi prima, la cual incrementó la presión metiendo uno de sus dedos en el ojete de su amiga, la cual al sentirlo estalló retorciéndose como posesa.

María, al verla agotada y exhausta, supo que era su turno y viendo que mi pene seguía erecto, me preguntó:

― ¿Te sientes con ganas de darme por culo?

― ¡Por supuesto! ― exclamé muerto de risa al comprobar que antes que la respondiera, había metido sus dedos en el coño de la morena y recogiendo parte de la humedad que desbordaba, se había empezado a embadurnar su propio ojete….

———————————–

Relato erótico: las tres mujeres que cambiaron mi vida. La viuda, la divorciada y la solterona”. (PUBLICADO POR JIHNM)

$
0
0

II

LA DIVORCIADA

 

Su nombre , PIA, su edad 35 años, 1,72 de estatura, descalza , con tacones 1.74, medidas, 92 ,60,91 , ojos verdes ,pelo color castaño y una piel blanca  tirando con un tono a rosado , su pelo de color castaño  con líneas de rayos rubios que impresionaba a cualquiera por el largo de su cabellera y una cara de bellas facciones que era adornada por la caída de su cabello extremadamente liso  que cubrían ambos lados de sus mejillas , que más parecía un ángel caído del cielo.

 

Ahora les contare la historia.

 

A principios de 1975, un primo en segundo grado ,  fue nombrado cónsul general de mi país en México , esto me dio la oportunidad de estar visitando la embajada de mi tierra , para visitar al  primo y salir a pasear por  EL D.F. , ya que él no conocía muy bien la ciudad  y yo me encargaba de darle el tour, para que el fuera conociendo los lugares más turísticos como también aprovechar los fines de semana para salir a parrandear , además yo era el invitado, debido a que mi primo tenía un buen sueldo por parte de nuestro gobierno .

Cierto viernes que visitaba Al primo eran, como  las dos de la tarde, más o menos,  subo al elevador, y cuando estoy marcando el botón  y las puertas se están cerrando escucho una voz de mujer que me dice, espere por favor, aprieto el botón de abrir puertas y entra ese monumento de mujer, yo le trate de sonreír pero aquella mujer se miraba extremadamente seria, que me acorte en un momento, e  hice la vista en dirección a la puerta.

Llegamos al segundo, hasta llegar al cuarto que era mi destino y que el mismo era ocupado completamente por mi embajada, y para mi asombro ella también bajo en él.

Entre a las oficinas y salude a las secretarias y otro amigo que se encontraba en la sala y me fui directamente a la oficina de mi familiar, y estuve con él, como 15 minutos y le dije que esperaría por él, para que fuéramos a conocer lo que él quisiera, que yo estaba a la orden.

Volví nuevamente a la sala y aquella mujer aún estaba ahí, y, se le miraba un gesto de preocupación y observe, que ella le pedía a la secretaria, que le aligerara el trámite de la factura consular, ya que un importante envió de su empresa, iba a ser exportado a mi país, y que sin ese documento, él envió, se tendría que hacer hasta  la siguiente semana.

A  lo lejos pude observar el escultural cuerpo de tan bella mujer que a pesar de vestirse con unos janes, una blusa tipo camiseta y una elegante chaqueta de la misma tela del jean,  se mostraba soberbia con un impresionante trasero y una elegancia muy juvenil de acuerdo a su vestimenta.

Me acerque al escritorio de la secretaria y le pregunte cual era el problema y ella me contesto, que el recibo de cualquier  documentación, para tramite en esa oficina era a las 10 de la mañana y la entrega era a las 2 de la tarde  y que ella había llegado hasta esa hora.

Me acerque a la bella mujer y le dije.

Mi nombre es Héctor y voy a tratar de ayudarla, deme la documentación y por favor espéreme en la cafetería que está enfrente del edificio, yo llegare en lo que me tarde para conseguirle la firma.

El semblante de aquella mujer cambio radicalmente y con una hermosa sonrisa me dijo.- De verdad, no sabe de qué lio me libra, si usted me hace ese favor,

 Me entrego la documentación y me dirigió la mirada diciendo lo espero abajito, tomo el elevador y desde la puerta  podía leer en sus labios,-gracias.

Hable con mi primo le dije que necesitaba su firma y sello para hacerle un favor a una diosa hecha mujer, mi primo quería salir para conocerla. Pero yo le dije que ella me estaba esperando en la cafetería y que se la presentaría si había la oportunidad,

Me tarde unos 10 minutos en el llenado del formulario, lo firmo y lo sello y tome rumbo a la cafetería a encontrarme con tal angelical dama.

Al entrar a la cafetería y al buscarla con la vista , veo que ella se levanta agitando la mano y para mi sorpresa ella estaba acompañada de un hombre, que para mí fue como si me hubieran lanzado una cubeta de agua fría , me acerque a la mesa, y con una sonrisa dibujada en la cara le hice entrega  de la documentación y con una voz muy autoritaria le dijo a su acompañante.- Corra y lleve la documentación a la naviera y el carro lo deja en la oficina, el tipo salió apresurado y se despidió de mi con un leve gesto  y luego sucedió lo siguiente..

Héctor es tu nombre, me dijo, y quiero pagarte el favor y se sacó 50 dólares  de una bolsa de su chaqueta, como si ya los tuviera preparados y me los ofreció en pago por mis servicios.

Eso realmente me ofendió, y le conteste,.. Perdona cariño pero yo no acostumbro a cobrar mordidas por mis actos cuando de ayudar se trata pero disculpa  si te di esa impresión.

Aquella mujer quedo cuadrada ante mi reacción y trato de disculparse por la situación que se había dado entre los dos. Me pidió que me sentara y me dijo.- discúlpame otra vez, pero por favor acompáñame a tomar un café y espero que no me vayas a rechazar mi invitación,

Me senté a hacerle compañía y comenzó la plática.

Mi  nombre es María Pía pero solo me gusta que me digan Pía, soy la directora de ventas, para centro américa y el Caribe y exportamos muy seguido a tu país y hoy tuvimos este problema, porque el encargado de hacer estos trámites murió  en un accidente y me toco hacerlos personalmente y desconocía las regulaciones de tu embajada,- entonces yo pregunte.

Y porque presumes que yo soy extranjero y riéndose me dice, tu acento no es chilango (mote que se le da a los capitalinos), no eres norteño, porque yo, si lo soy y del sur tampoco, por tu estampa, ya que en el sur de México hay mucho indígena y por el color de tu piel blanca que toma baños de sol.

Yo me reí a mas no poder por lo ingenioso de sus observaciones , al cabo de 15 minutos de platica la camaradería broto entre nosotros, intercambiamos teléfonos con la sugerencia que si ella tenía un igual apuro en el futuro, podría contar conmigo en lo que pudiera ayudarle

Con el correr de la plática, ella me dio a entender que estaba rodeada de ineptos en la oficina y de repente se refirió al tipo que había estado con nosotros y que mando a la naviera y se expresó de él, en una manera soberbia y poco grosera, diciendo que el mismo no servía ni para hacer un simple mandado y ojala, no le saliera con una pata más larga que la otra y no entregara la documentación a tiempo, porque este sería su último día de trabajo en su oficina.

Yo la escuchaba atentamente y me daba cuenta que este ángel que estaba frente a mí, era realmente un demonio con faldas para cualquier hombre que estuviera bajo su jerarquía, mi opinión de ella cambio de un lado a otro y la seguía escuchando, porque al parecer estaba acostumbrada a que ella era la que tenía la última palabra.

Yo, solo sonreía ante cualquier tema que ella tocara y luego se dirigió a mí y me pregunto qué hacía en México.- Le conteste que estaba en  séptimo semestre  en la facultad de ciencias políticas  y que cuando me encontró en la embajada,  estaba de visita a mi primo quien era el cónsul general.

Ella empezó a dirigirse a mí en otros términos y volvió a disculparse y que realmente se sentía muy apenada por lo sucedido anteriormente, y como siempre las preguntas de rigor de quien era yo en mi país, comenzaron a aflorar y por supuesto con sus respectivas respuestas, sin querer ya había pasado más de una hora y muy risueña se estaba despidiendo de mí, cuando entro el primo.

Héctor, que mujer más guapa, por favor preséntame ante esta bella dama inquirió mi primo, hice las presentaciones pero Pía me dijo que tenía que volver a la oficina y que por favor la llamara para seguir con la amistad. Salió de la cafetería y mi primo se la comía con los ojos y yo le dije.- primito, a esa vieja como que le caen muy mal los hombres a saber si es marimacho. – Y mi primo contesto, – no puede ser, tan bue nota que esta la condenada, hicimos planes y nos fuimos de parranda.

Paso casi un mes y nunca la llame por teléfono, porque en realidad no me interesaba después de haberla escuchado,  en especial la opinión que tenía sobre los hombres

Un sábado dispusimos ir a un restaurante muy criollo mexicano que era famoso, por sus mariachis, su comida y que el mismo tenía una decoración y arquitectura como de una vieja hacienda de la provincia mexicana

Unos mariachis se acercaron a nuestra mesa y al calor de los tragos, mi primo empezó a pedir títulos de rancheras  y demando que las tocaran. Reíamos y cantábamos y realmente nuestra mesa era una verdadera serenata mexicana, en lo que volteo a ver al pasillo veo aquel escultural monumento de mujer que va caminando de espaldas y lo que más me impresiono eran aquellas largas piernas, bastante gruesas que servían de base a un portentoso trasero y la larga cabellera que llegaba hasta donde la espalda pierde el nombre. Vistiendo un vestido ocre terciopelo de una sola pieza,   con una amplia apertura, que dejaba ver toda su espalda, esa visión era capaz de quitarle el hipo a cualquiera,-

 

En mis adentros  solo me preguntaba, será esta mujer como decimos los hombres un culo de pecado, pero una cara de penitencia, me quede sentado y mis ojos no se apartaban del pasillo esperando que regresara.

Quince minutos después apareció de nuevo, y cuál es mi sorpresa que era Pía. Y ahora dejaba ver sus senos en su total dimensión yo estaba como loco, me levante de la mesa y corrí, la alcance le dije, Pía y ella voltio el rostro y al verme me saludo muy sonriente y nos dimos un beso en la mejilla y la acompañe a su mesa.

Ella me presento con una pareja de esposos de la tercera edad y me dijo que eran sus tíos de provincia, que venían a visitarla a la capital, había una silla vacía y me senté con ellos estábamos en gran platica cuando aparece mi primo y al ver a Pía ni espero la invitación y con los tragos encima, busco una silla y se sentó a formar el grupo,

El tío de Pía era un señor muy ilustrado que resulto que era catedrático de una universidad estatal del norte de México y era un fanático de la civilización maya y azteca.  Cuando el tío se enteró quien era mi primo la conversación se centró en el mundo maya, de la cual mi primo era un buen conocedor.

Pía y yo solo nos veíamos las caras al observar que aquellos dos personajes estaban completamente apasionados en su plática , a lo que la tía me dice .- a ver joven , invite a mi sobrina a bailar para que no se aburran porque esta platica conociendo a mi marido va para largo.

Mire a Pía, le ofrecí mi mano y ella con una sonrisa le dijo a su tía .- gracias tía , ya regreso y salimos en dirección al jardín que está en medio de la hacienda y que tenía una pista circular que era irradiada de ondas musicales  al estilo más romántico en música instrumental .

Baile con ella guardando la distancia, esperando que ella tomara la iniciativa pero nunca daba el primer paso de acercamiento.

Volvimos a la mesa y todo siguió igual por el resto de la noche

Los tíos de Pía regresaban en tres días a su residencia en provincia y el señor muy contento nos invita a mi primo y a mí a una reunión de despedida en la casa de PIA  un lunes para ser más exacto

Llego el día, nos vestimos elegantemente de saco y corbata y llamamos para avisar de nuestra llegada y para confirmar la dirección, para no equivocarnos con la misma.

Tocamos el timbre y Pía apareció al abrir la puerta muy risueña y nos invitó a pasar a la sala donde nos estaba esperando la pareja de señores  y mi primo entro con una pequeña caja como obsequio, para el señor, con tres botellas , una de aguardiente del más fino de mi tierra , una bebida a base nance para las damas y una botella de cinta negra , para amenizar la velada, la misma se volvió de lo más jocosa ya que la esposa del tío , pidió que ya no quería saber más sobre mayas y aztecas y comenzamos a contar anécdotas chistes en fin que la reunión tenía una característica de viejos amigos, la música muy agradable  y los tragos circulaban con mayor velocidad que al término de las dos horas la botella se había consumido en su totalidad , el tío saco del bar una botella de tequila y empezó a servir, yo siempre le  he tenido miedo a mezclar licores y le hice saber que él estaba manejando y que era peligroso. A lo que me contesto, que el andaba con placas diplomáticas y que nadie se atrevería a molestarlo, aun las autoridades de tránsito.

Pía y yo, nos hicimos en un rincón y producto de los tragos me dice un piropo por primera vez, – Héctor que elegante te vez de saco y corbata y realmente el traje te da  una pinta muy diferente y te hace ver un hombre serio  y mucho más atractivo  al contrario de la última vez , que te consideraba un chavito cuando me invitaste a bailar en el restaurant, y yo inquirí .- Y ahora bailarías con este nuevo yo , y me dio la mano, y , bailamos una pieza y de cachecitos como dicen los mexicanos.

Al terminar nos separamos y agarrados de la mano nos dirigimos al porche de la casa y en ese lugar me dice.

Héctor me puedes acompañar a una reunión , que con motivo  del cumpleaños de la empresa , la dirección siempre organiza una fiesta para empleados y clientes selectos y no quiero ir sola , porque no soporto las miradas y tampoco las invitaciones de viejos rabo verdes que creen que porque tienen la cartera llena, cualquier mujer se les tiene que postrar a los pies y a su antojo , y al mismo tiempo  tengo que soportar sus insinuaciones y falta de respeto para una dama, que se dice ser en la totalidad de su palabra.

Mi respuesta, claro que voy contigo, y déjame  decirte que estoy para servirte y estar a tus pies en lo que tú ordenes,

Que  tierno eres, Héctor  y gracias por aceptar, en una sola noche mi idea  de ti, ha cambiado en 180 grados, la fiesta será en una semana y yo te llamare al fin que tengo tu teléfono en mi oficina, para confirmarte la fecha, lugar de reunión y hora

La invite a bailar nuevamente y  con voz suave al oído le digo.- y como me vas a presentar a tu gente y ella contesto,- como un primo que viene del otro lado del norte y yo solo me eche a reír y le conteste,- no sabes que entre nosotros los hombres , muchos dicen que a la prima se le arrima , ella se puso a reír y me aclaro,- tienes razón mejor te presento como un cuñado , hermano del que fue mi esposo .- yo le respondí , me gusta y así te trataran con mucha más seriedad y no se atreverán a hacer ninguna broma de mal gusto ni a ti ni a mí. Y nuevamente pregunte y como haremos con el acompañante de la cafetería y dijo no te preocupes, ellos tienen su fiesta en la planta,  y la nuestra es solo para la dirección y ejecutivos y clientes.

Con más confianza, la apreté de la cintura y seguimos bailando por un buen rato y pude sentir como sus enormes pezones se pegaban contra mi pecho y podía oler el aroma de aquella hembra que me tenía mareado de deseo  y le solté  de mi mano izquierda y me puse a jugar con su pelo. Y seguimos bailando en la penumbra, hasta que escuche a mi primo que me llamaba, porque ya era tarde y no quería llegar fuera de tiempo a la oficina, ya que tenía que recibir a alguien muy importante que quería invertir en nuestro país, nos despedimos y ella haciéndome un ademan con su mano, que esperara su llamada, no sin antes decirle que su llamada tendría que hacerla entre 1 y 2 de la tarde que yo estaría esperando a esa hora.

El viernes me llamo y me dijo que me esperaría el día de mañana en su casa a las 8 ½  de la noche  para estar en la fiesta a las 9 

El día sábado, me puse uno de mis mejores trajes color negro  con una camisa color rosa viejo y de remate una corbata roja en doble nudo al cuello  y como toque final un pañuelo rojo en el bolsillo frontal del traje, que me daba un toque muy varonil y elegante,

Llegue a su casa, toque el timbre y apareció ella y la descripción más completa es que se mostraba divina, toda ella irradiaba feminidad y sexualidad, iba vestida con un vestido  largo hasta la rodilla de color oro  de una sola pieza, que marcaba extraordinariamente sus pierna, trasero y busto y se veía majestuosa al caminar, me dio las llaves de su automóvil, le abrí la puerta. La cerré  suavemente  y salimos en dirección al lugar de la reunión, la misma se llevaba a cabo en uno de los clubs más exclusivos del D.F., ya en el estacionamiento baje del carro, le abrí la puerta y le ofrecí mi brazo para ayudarla a bajar, cuando entramos al salón, todas las miradas de mujeres como hombres se dirigieron hacia ella,

 La verdad es que estaba despampanante, me cogió firmemente del brazo  y se encamino donde se encontraba el presidente de la compañía con su esposa, lo saludo y me presento como su cuñado y nos fuimos a sentar a la mesa reservada para ella y poco a poco sus compañeros  se fueron acercando y ella me presentaba de la misma forma, la reunión en verdad era bastante aburrida y en una ocasión me vio bostezando, por lo que me dijo al oído. Ya cenamos y ahora me voy a despedir de la gente y les diré que tú tienes un largo camino de más de 600 kilómetros y no puedes desvelarte porque tienes que manejar el día de mañana, porque  regresas a mi estado en el norte de México.

 

Salimos del lugar y en el camino me dice, vivo aquí, pero casi no conozco la vida nocturna de la capital, quiero ir a un lugar bonito que tú conozcas.

La lleve a un club muy chic de la capital, donde la especialidad es la cerveza de barril y  su  música es  muy  romántica en español e inglés, acompañada de riquísimas carnes para picar.

El ambiente es agradable porque la música se escucha pero sin llegar a estorbar a la hora de una plática, y todo está a media luz, y hay hasta reservados si uno desea  un poco de privacidad, nos tomamos como dos jarras de cerveza cada uno y al calor de la cerveza la invite a bailar a la pista y ella muy risueña y tierna se dejó llevar y yo la apretaba con el pretexto de que no se deslizara por el efecto de la cerveza.

En una de esas sonó –MY WAY- CON FRANK SINATRA- y ella cambio en un instante y me pidió que regresáramos a la mesa, mientras se escuchaba la      melodía  , yo observaba en Pía, que su semblante se iba poniendo más triste y de pronto con una voz entrecortada me pidió que la fuera a dejar a la casa , en un acto de celos por lo que le recordaba esa canción , me atreví a decirle, .- Tanto lo quisiste que aun su recuerdo te entristece  y ella contesto , – Que dices Héctor , tú no sabes y tampoco sabes preguntar, si supieras mi verdad , jamás me hubieras hecho semejante pregunta, cuando llegue el momento , te contare parte de mi historia.

En un acto de  profunda pena, por el dolor causado con mi atrevimiento, le pedí disculpas y solo le dije.- Perdóname Pía pero por un momento me sentí celoso con tu actitud al escuchar esa canción,

 Ella dijo.- así que el joven se está enamorando de mí, cuando yo soy una mujer que casi te dobla la edad.

Y yo respondí.- Y es que acaso que existe alguna ley, que me impida enamorarme de la mujer más bella que han visto mis ojos

PIA.- SOS UN MELOSO

YO.- MUCHAS MUJERES DE MI EDAD QUISIERAN TENER LA MITAD DE LOS ATRIBUTOS QUE TU TIENES.

PIA.- LO DICES EN SERIO….

YO.- SI SUPIERAS LO QUE PIENSO DE TI, ME DARIAS UNA BOFETADA.

PIA.- DE VERDAD QUE SOS UN ATREVIDO, PERO ME ENCANTA PORQUE SABES HALAGAR A UNA MUJER.

Se puso a reír  y me dijo volvamos a bailar, con más confianza , la apreté más fuerte contra mí , y mis labios los acerque más a sus orejas y apartando su pelo,  le hice una caricia a una de ellas con mis labios, mi mano derecha la baje al borde de sus nalgas y la proximidad de ese impresionante cuerpo de mujer contra el mío , me produjo una erección que muy difícilmente podía disimular y yo trataba de apartarla para que ella no sintiera lo que ella provocaba en todo mi ser. Al parecer se dio cuenta de mi estado y me saco de la pista.

Nos sentamos a la mesa y con tono picaresco me dijo, Se acabó la cerveza, yo la mire a los ojos con una fuerte sonrisa, llame al mesero y trajo dos jarras más.

Al rato me dice al oído que quiere ir al baño, me  levante inmediatamente y le dije.- YO TE ACOMPAÑO Y TE ESPERARE EN LA PUERTA, PARA PROTEGER AL AMOR DE MI VIDA., LLEGAMOS A LA PUERTA Y ME DICE CON EL TONO MAS SENSUAL, ME ESPERA QUE NO ME GUSTA ESTAR SOLA. SU VOZ Y SU MIRADA ME DECIAN MUCHAS COSAS.

Llame al mesero y le pedí que cuando regresáramos a la mesa, llegara hasta nosotros y nos preguntara si deseábamos un lugar más acogedor y romántico. Le di una propina al mesero y este me guiño el ojo en signo de complicidad.

Salió del baño , acomodo su cabeza sobre mi hombro y salimos caminando hasta la mesa, nos sentamos llego el mesero en seguida nos preguntó si queríamos algo más, le pedí  dos jarros de cerveza  y que se llevara los sobrantes porque se habían calentado, el mesero sugirió si nos las podía servir en un lugar más romántico y yo  le vi a los ojos a PIA  y le pregunte qué dices amor y ella solo me dio su aprobación con un gesto ,y el mesero , gentilmente nos pidió que lo siguiéramos para mostrarnos  nuestro nuevo lugar , nos sentamos , nos sirvieron , una tenue luz de una vela alumbraba el ambiente , acompañada por una suave música , la mire a los ojos y le pedí que bailáramos en aquel pequeño rincón .

Le di unos tiernos y ligeros apretones y le susurre al oído que estaba loco por ella , la vi a los ojos como un loco enamorado  y la bese en la frente, su nariz , sus ojos y finalmente me apodere de sus labios como queriendo morderlos producto de la pasión .

Pasamos como media hora en ese interludio pasional, en el cual yo me sentía correspondido y mis avances hacia ella se volvían más ardorosos.

En una oportunidad puse mis manos sobre la tela  de su vestido que cubrían sus piernas, busque el final del ruedo y mis manos tocaron sus piernas  cubiertas por una delicada malla de sus medias y quise subir mis manos cuando de pronto, se levanta con una mirada y un gesto de enojo y me dice.-   COMO TE ATREVES, QUIEN CREES QUE SOY, POR FAVOR LLEVAME A CASA.

YO SIN DECIR PALABRA ME LEVANTE, PEDI LA CUENTA Y LA ACOMPAÑE HASTA EL AUTOMOVIL, ANTES DE ENCENDERLO TRATE DE DISCULPARME, PERO ELLA NI CONTESTABA, NI ME MIRABA, TARDE COMO 20 MINUTOS EN LLEGAR A SU CASA, ABRI EL PORTON, LE ABRI SU PUERTA, LA AYUDE A  BAJAR, LE ENTREGUE LAS LLAVES  Y YA PARA SALIR ME DICE.

HECTOR, TU NO TIENES LA CULPA, YO CORRESPONDI A TUS CARICIAS  Y MI PASION DE MUJER ME DEJO LLEVAR Y LUEGO TE RECRIMINE PRODUCTO DE LOS RECUERDOS DE MI PASADO, AHORA TE DIRE QUE PASA CONMIGO Y PORQUE ACTUE DE ESA MANERA.

ME HIZO QUE LA SIGUIERA HASTA EL SOFA Y LUEGO SE ENCAMINO AL REFRIGERADOR Y REGRESO CON DOS CERVEZAS DE LATA.

ANTES DE EMPEZAR A HABLAR SE PUSO A LLORAR,  Y MI PRIMER IMPULSO FUE ABRAZARLA Y ESPERAR QUE SE CALMARA.

PAUSADAMENTE ME DIJO,…

QUE ELLA ERA ORIGINARIA , DE UNA CIUDAD BASTANTE POBLADA EN EL NORTE MEXICANO, Y QUE SUS ESTUDIOS DE PREPARATORIA LOS HABIA HECHO EN UN COLEGIO DE MONJAS EN LA FORMA DE INTERNADO PARA SEÑORITAS, Y QUE AL SALIR DE PREPA REGRESO DONDE SUS PADRES Y SE DIO CUENTA , QUE SUS PADRES HABIAN PERDIDO CASI TODO SU PATRIMONIO EN MALAS INVERSIONES DE SU PADRE, Y QUE EL CACIQUE DEL PUEBLO HABIA COMPRADO LA DEUDA DE SU PAPA ,Y ESTE LO AMENAZABA CON DEJARLO EN LA CALLE A TRAVES DE UNA DEMANDA DE EJECUTORIA LEGAL, QUE EXIGIA EL PAGO INMEDIATO DE LA DEUDA A MENOS QUE SU HIJA MAYOR ACEPTARA CASARSE CON EL, EL CACIQUE YA LE ABIA  ECHADO EL OJO A PIA  Y EL SOLO ESPERABA LA RESPUESTA.

PIA VIENDO EL ENORME TRANCE POR EL QUE PASABAN SUS PROGENITORES, ACEPTO EL MATRIMONIO A CONDICION DE LA ENTREGA DE LOS DOCUMENTOS DE LA DEUDA  Y OTRA SUMA FUERTE DE DINERO PARA ENTREGARSELA A SU PAPA.

SU MATRIMONIO FUE UNA TORTURA DESDE UN PRINCIPIO, AL TENER QUE DESNUDARSE PARA AQUEL VIEJO BARRIGON, BORRACHO Y  MUJERIEGO, Y QUE GRACIAS A DIOS SEGÚN PIA, POSEEDOR DE UN INSIGNIFICANTE MIENBRO QUE SE LE PODIA DECIR CUALQUIER COSA MENOS PENE, REMATADO DE UNA EYACULACION PRECOZ, AUN MAS VELOZ QUE SPEEDY GONZALES,

LO TUVO QUE SOPORTAR POR TRES LARGOS AÑOS, HASTA  CUANDO TUVO EL VALOR SUFICIENTE DE ENCARARLO Y PEDIRLE EL DIVORCIO.

DURANTE EL TIEMPO QUE ESTUVO CASADA, SE SINTIO VIOLADA ULTRAJADA Y ASQUEADA, DE SENTIR AQUEL HOMBRE, QUE LA MANOSEABA Y USABA COMO UN ANIMAL DE SU PROPIEDAD,

TODO ESTO PROVOCO EN PIA, UN RENCOR TOTAL HACIA LOS HOMBRES, A LOS CUALES TRATABA, IGUAL O PEOR  COMO SEGÚN ELLA   FUE TRATADA.

ME EXPLICO,- QUE CONMIGO FUE DIFERENTE, EN ESPECIAL DESDE, EL PRIMER DIA QUE ME CONOCIO, AL NO ACEPTAR LOS 50 DOLARES QUE ME OFRECIA, LO UNICO QUE   TENIA  EN MI CONTRA, ES MI JUVENTUD Y LA POCA MADURES QUE DEJABA TRASLUCIR  EN LA FORMA QUE ME ENCONTRO VESTIDO ESE DIA.

Al terminar su historia , con sus ojos llorosos la abrase , cálida  y fuertemente  la levante del sofá le di nuevamente mis besos en frente , nariz , ojos y boca, de la forma más tierna posible y susurrándole al oído , le pedí que , quería velar su sueño , y que había un hombre que estaría siempre con ella , cuando sintiera la soledad y la amargura de su pasado , la encamine a su dormitorio ,  se acostó sobre su cama, yo me senté en el borde  , le acariciaba el pelo y poco a poco se fue quedando dormida ,

Ya eran más de las tres de la madrugada y tome la decisión de quedarme a dormir en el sofá.

En la mañana escucho su voz que me dice. Cito son las 10 Am  venga a desayunar unos huevos rancheros y un jugo de naranja, para que le pase la cruda…

Vi que el desayuno estaba servido y le pregunte.

Cariño a qué horas se levantó

A las ocho contesto.

Y porque me dejo dormir tan tarde

Porque cuando me acerque, lo bese y estaba profundamente dormido.

Ahora pregunto yo dijo PIA.

Porque no se quedó en la cama, siendo que es tan grande

Porque no era correcto.- conteste  y  además si lo hubiera hecho me hubiera portado igual a los patanes que aborreces.

Se acercó por mi espalda y me dio un beso muy cerca de los labios y muy contenta me dijo, quiero ir al cine contigo, cito y yo repregunte

Porque me llamas por Cito

Y su respuesta fue.-Quiero llamarte así porque es el diminutivo de Hectorcito  y CITO VA CON TODO EL CARIÑO QUE SIENTO POR TI Y SIEMPRE TE ACUERDES DE MI. CUANDO ESCUCHES ESE NOMBRE.

Me acerque a ella  la tome tiernamente de su cara y le di un beso en sus labios, que ella cariñosamente respondió.

OK. Le  espóndil,  pero primero tengo que ir a mi departamento a cambiarme de ropa  y luego regreso para ir al cine, solo tomo el metro y regreso en dos horas, iba saliendo cuando la escucho, Cito, aquí tiene las llaves del carro, yo también me voy a cambiar y aquí lo espero.

Me vestí de janes  una camisa celeste y un saco sport azul sin corbata  y regrese por PIA.

En el camino me puse a pensar, que cualquier avance por mi parte, en el plano sexual, PIA, PONDRIA A FUNCIONAR, su mecanismo de defensa y cortaría de plano, cualquier intento,  lo que significaba que solo ella, a través de mi sumisión total, daría el primer paso,  en lo que a sexo se refiere, mi entrega debería ser total y someterme a cualquiera de sus caprichos en esas lides.

Tenía que ser extremadamente cortes y paciente, ella tendría el completo control de todo lo que vendría en el futuro y tendría que tener mucha precaución  de cuidar  que mis instintos no me traicionaran.

Yo sabía, que su dolor y la amargura de su pasado harían que su ego, se manifestara en cualquier oportunidad, a través de trampas y provocaciones para tener la oportunidad de romper cualquier relación futura, que la sacara de su actual status quo.

Mi comportamiento tendría que ser exclusivo, en un plano de caricias y halagos, para hacerla sentir que me tenía en sus manos y que si me salía de ese marco. Ella rompería la relación inmediatamente.

 

A mi regreso, la encontré extremadamente bella, en un jean blanco y una blusa blanca de algodón bordada de incrustaciones de rosas rojas en su pecho y mangas, unos zapatos de tacón bastante altos del mismo color que la hacían lucir en toda su elegancia y hermosura, aquel trasero y aquellos pechos, eran realmente portentos  y que ella sentía que podría utilizarlos como armas, sobre cualquier hombre y eso le daba un sentimiento de poder. – En otras palabras, sabía lo que tenía.

Fuimos a la Zona Rosa y nos sentamos en una mesa al aire libre, propiedad de una cafetería muy turística del México de esa época.

Nos tomamos un café, y compramos un periódico para buscar en la sección de cines  y escoger la película que iríamos a ver,- Ella escogió – EL MUNDO ESTA LOCO, LOCO, LOCO.- Una de las mejores comedias que se han hecho en el cine.

Durante la función se rio a mas no poder, dimos una vuelta por la ciudad y regresamos a su casa, nos sentamos en el sofá y prendió la televisión, pedimos una orden de pollo frito por teléfono y pasamos una velada muy tierna  de pequeños besos y caricias, cuando eran más de las 10 de la noche le dije que tendría que irme, por las clases en la universidad y además que ya era tarde y no podría coger el metro, si pasaba de las once

Y ella me decía.- No Cito, no se vaya, que no quiero quedarme sola y me abrazaba con fuerza para no dejarme ir.

Llegaron las once y yo sabía que ya no habían buses, ni el metro, y que un taxi, me costaría un ojo de la cara.

PIA, me vio a los ojos y me beso diciéndome.- Ya no se puede ir, ahora tendrá que quedarse nuevamente a dormir en el sofá, y luego me recomendó que pasara buena noche y que tuviera un buen sueño, me quede tumbado en el sofá y como a la media hora regreso para decirme.- Ese sofá es incómodo,  mejor venga a la cama, pero se porta bien.

Llegamos a su cama y me recosté con todo y ropa menos el saco y ella muy tierna me volvió a decir.- no sea tontito Cito, no puede dormir con toda la ropa puesta,  se quitó su bata y se quedó en un babi doy  y en una forma muy rápida se cubrió con la frazada, me quede en bóxer y ella me sugirió que la frazada era bastante grande para los dos y me cubrí con ella.

Pasaron unos minutos que fueron eternos, esperando, cuál sería su próximo paso, de pronto me pareció oírla llorar y le pregunte.

QUE PASA PIA?

PIA-ME SIENTO TRISTE Y FELIZ AL MISMO TIEMPO. POR FAVOR ABRAZAME

Me acerque, metí  mi brazo por su  cuello y con mis dos manos la abrace manteniendo a una ligera distancia, mi zona genital.

Pasaron  como 15 minutos y cambio su posición dándome la espalda, haciendo yo lo mismo volteándome a ver la luz de la calle que entraba por la ventana. Me fui quedando dormido con unos deseos intensos de masturbarme  para conciliar el sueño de una buena vez.

NO SE CUANTO TIEMPO PASO , PERO DESPERTE , CUANDO SENTI SU GRUESA PIERNA Y LARGA QUE ESTABA ENCIMA DE MI TORAX LLEGANDO A MI ZONA PELVICA Y SU MANO DERECHA SOBRE MI PECHO, SENTIA COMO SU PELVIS ESTABA TOTALMENTE  APRETADA CONTRA  EL DORSO DE MI PIERNA Y REALMENTE ESA SI ERA UNA VERDADERA TORTURA, BUSQUE SUS OJOS Y NO SABIA SI ESTABA DORMIDA O SE HACIA Y PREFERI NO AVERIGUARLO Y SOPORTAR AQUELLA TENTACION, PASE CASI TODA LA NOCHE CON LA VERGA BIEN PARADA , QUE PARECIA QUE IBA A REVENTAR DE TANTA EXCITACIÓN.- A PARTIR DE ESE MOMENTO YA NO PUDE DORMIR Y SOLO ROGABA QUE YA FUERAN LAS 6 DE LA MAÑANA PARA TENER EL PRETEXTO DE LEVANTARME, CON LA EXCUSA DE IR A LA UNIVERSIDAD Y QUE ACABARA ESA TORTURA.

APARECIO LA LUZ DEL NUEVO DIA, ME LEVANTE, ME VESTI Y LE DI UN BESO TIERNO EN LA BOCA Y ME FUI SIN DESPERTARLA.

A  la una de la tarde me llamo muy alegre, y para reclamarme porque no la había despertado, me reí y seguidamente me invito a cenar a su casa y yo le explique que no podía porque en los próximos dos días tenía que presentar un duro trabajo de investigación en la escuela,- me respondió muy quejumbrosa que no quería pasar la tarde sola, pero que ella lo entendía, por las tareas que tenía,  cuando estudiaba su carrera de marketing

Me pregunto cuál era mi último día de clases y le explique que recibía clases de lunes a jueves, se despidió de mí con un beso a la distancia y me recalco que me llamaría el jueves, que esperara su llamada a la misma hora y colgó.

En efecto, su llamada sonó y me advirtió que le diera la dirección y que llevara varias mudas de ropa y que pasaría por mí al salir de la oficina.

Paso por mí y me llevo a su casa,  me preparo la cena y el resto de la tarde y noche la pasamos contando historias y chistes y viendo sus telenovelas melodramáticas que se programaban diariamente en la televisión local, al llegar la  hora de dormir , nos fuimos a su habitación y fue lo mismo que la última vez , paso una eternidad y me pidió que la abrazara y que quería sentir mi pecho contra su espalda , me le acerque , la abrace fuertemente y sentí como ella arqueaba su cuerpo para pegarlo totalmente contra mi cuerpo.

ME SENTIA EN EL CIELO CUANDO SU INCREIBLE TRASERO SE APRETO CONTRA MI MIENBRO , QUE PROVOCO QUE  UNA ONDA DE PLACER Y EXCITACIÓN RECORRIERA  TODO MI SER  Y  RESULTO EN UNA FENOMENAL ERECCION  QUE NO PODIA DISIMULAR, ME APARTE Y ME DI LA MEDIA VUELTA DANDOLE LA ESPALDA , CUANDO SENTI AQUELLOS PITONES DE SUS SENOS QUE SE PEGABAN A MI ESPALDA Y ELLA ABRAZANDOME Y BESANDOME EL CUELLO Y SU MANO JUGANDO CON MI CABELLO, SE PEGO AUN MAS A MI Y SU MANO ME ACARICIABA EL PECHO Y LA BAJABA HASTA LLEGAR AL BORDE DE MIS BOXERS , …..PERO SOLO HASTA AHÍ.,

ESA MUJER ERA UNA ARTISTA EN LA TORTURA CHINA, PERO YO, ME MORDIA LA LENGUA PARA NO RESPONDER A SUS CARICIAS Y CONTABA LOS SEGUNDOS DE LOS MINUTOS PARA DISTRAER MI MENTE Y MANTENER  UN CIERTO GRADO DE CONTROL CON RESPECTO A MIS EMOCIONES DE ESE MOMENTO.

SUS PROVOCACIONES AUMENTARON HACIENDOME GIRAR HACIA ELLA, Y ESOS OJOS VERDES LOS PODIA DISTINGUIR EN LA PENUMBRA OBSERVANDOME Y SUS LABIOS BUSCABAN LOS MIOS A VECES TIERNAMENTE Y EN OCACIONES CON TODOS LOS DESEOS  DE UNA MUJER APASIONADA POR SU HOMBRE.

SUS CARICIAS MANUALES CONTINUARON Y SU MANO LLEGO HASTA MI BOXER  CRUZO LA LINEA DEL ELASTICO Y CON SU MANO EXTENDIDA SIN APRETAR ME PALPO LA VERGA  QUE ESTABA EN TODA SU ERECCION  Y REPENTINAMENTE COMO QUE SU MECANISMO DE DEFENSA SE ACTIVO Y ME DIO LA ESPALDA , PARA TERMINAR Y DEJAR COMO CONCLUIDA LA ACTIVIDAD DE ESA NOCHE , ME INCORPORE, ME DIRIGI AL BAÑO Y EN MENOS DE UN MINUTO TUVE UN ORGASMO , QUE ME HIZO TEMBLAR, EL CUERPO ENTERO , LIMPIE LOS RESTOS DE SEMEN Y REGRESE A LA CAMA VIENDO NUEVAMENTE HACIA AQUELLA VENTANA HASTA QUE EL SUEÑO ME VENCIERA,

El despertar de la mañana fue tierno y romántico, me preparo el desayuno, se preparó para ir al trabajo y se despidió de mí con un beso, prometiéndome que regresaría a las cuatro de la tarde.

Me tome el día regrese a mi apartamento a completar algunas cosas que tenía pendientes y respondiendo a mis compañeros de casa en donde había pasado la noche, pero el silencio de un caballero es respetado.

A las cuatro regreso, y me advirtió que teníamos todo el fin de semana para nosotros.

Fuimos a comer pizza, compramos un buen surtido de cervezas y botanas y regresamos a la casa,  miro su último día de telenovelas, mientras tanto yo, me dedicaba a unas de mis pasiones como era resolver crucigramas,

Al cabo de las nueve de la noche, encendió su equipo de sonido y busco una emisora de música romántica, saco las cervezas y me pidió que bailara con ella, luego saco su guitarra, y parecía mentira, que además de una buena voz ejecutaba muy bien ese instrumento,

Aquella mujer, me parecía que era otra, ya que el romanticismo lo transpiraba por los poros y yo me deleitaba escuchando su melodiosa voz y me preguntaba qué clase de mujer se escondería detrás de la máscara  que ella misma había fabricado  contra los hombres y yo tenía que descubrir a esa  delicada mujer.

Seguimos bebiendo y cantando hasta tarde de esa noche y luego me dijo mejor la paramos aquí, sino se nos suben los tragos de cerveza.

NOS ENCAMINAMOS A SU HABITACION PERO ESTA VEZ  SE QUITO LA BATA Y ME DEJO VER, DE MANERA MAS CLARA, SU ESCULTURAL CUERPO. LA PENA, PARECIA DESAPARECER ENTRE NOSOTROS  O TALVES ELLA TENIA OTROS PLANES DE TORTURA PARA ESA NOCHE.

COMO LA TEMPERATURA ERA AGRADABLE ENTRE 20 Y 22 GRADOS, ELLA SE RECOSTO EN LA CAMA SIN LA NECESIDAD DE LA FRAZADA Y COMO UNA PANTERA, QUE TIENE A SU PRESA,  LISTA PARA EL ZARPASO FINAL, SE ACERCO HACIA MI Y ME BESO DE UNA MANERA. COMO SI SU ENTREGA FUERA TOTAL Y POCO A POCO SUBIO SU PIERNA A LA ALTURA DE MI OMBLIGO Y CON  LA PARTE INFERIOR DE LA PIERNA QUE LLEGA A  LOS TOBILLOS, LA DESLIZABA PARA ROZAR MI VERGA, QUE POCO A POCO  IBA CRECIENDO Y CRECIENDO A SU REAL TAMAÑO.

PARA LUEGO PREGUNTAR.- TE SIENTES MAL CITO

SOLO LA MIRE A LOS OJOS Y LA BESE EN LA FRENTE, SUS OJOS, NARIZ  Y TOME SU BOCA COMO QUERIENDO MORDER SUS LABIOS Y SOLO LE DIJE.-

TE AMO DEMASIADO, PARA PERDERTE, POR UNA CALENTURA, QUE MATA TODO MI CUERPO,

 AGARRO MI MANO Y SE LA LLEVO A SU CINTURA, Y POCO A POCO BAJO SU TOTAL DIRECCION, CONDUJO MI MANO, DESLIZANDOLA SUAVEMENTE POR ENCIMA DE SUS BRAGAS, PARA QUE SINTIERA LAS PROPORCIONES DE SU BESTIAL TRASERO,

 QUERIA APRETAR, ARRANCAR DE UN TIRON AQUELLA PRENDA Y SOLO ESCUCHABA EL SONIDO DE SUS LARGOS  RESPIROS

Y  QUITO SU MANO DE LA MIA  Y LA DIRIGIO  A MI PECHO Y POCO A POCO FUE BAJANDO SU PIERNA HASTA QUE ESTA SE POSO TOTALMENTE SOBRE MI MIENBRO, PARA SENTIRLO COMPLETAMENTE

SU MANO BUSCO EL ELASTICO DE MI BOXER  HUNDIO SUS DEDOS Y LOS SENTI COMO ACARICIABAN EL NACIMIENTO DE MI BELLOSIDAD DE MI ZONA PELVICA Y CON MI MANO LIBRE, TOME LA DE ELLA Y LA APRETE UN POCO Y SENTI COMO  SUS DEDOS ESTABAN TOCANDO EL TRONCO DEL NACIMIENTO DE MI VERGA…

, MI OTRA MANO QUE ESTABA SOBRE SUS NALGAS BUSCARON EL ELASTICO DE SU PANTY Y TRATE  DE LLEGAR AL MAXIMO  Y  PODER SENTIR SU HERMOSO TRASERO CON MI  PROPIA MANO.

PIA EN UN MOMENTO, SEPARO SU PIERNA Y SUS DEDOS PUDIERON  LLEGAR Y PALPAR, HASTA LA MITAD DE MI MIENBRO, ABRIO  SUS OJOS  Y SE ENCONTRARON CON LOS MIOS Y COMO QUE DESPERTARA DE UN SUEÑO,  SE SEPARO DE MI Y ME DIO LA ESPALDA DEJANDO ANTE MIS OJOS, LA VISTA DE MIS MAYORES SUEÑOS,  ESAS DIVINAS NALGAS, QUE DEFINITIVAMENTE MERECIAN EL MAYOR DE LOS ELOGIOS, QUE UN MORTAL PODRIA HACERLE A LA DIOSA  POSEEDORA DE ESAS FORMAS, QUE SON LA PERDICION DE LOS HOMBRES.

LA  TORTURA TERMINO, QUERIA JALARMELA NUEVAMENTE, PERO ME ESPERE A LO QUE PASARIA A LA SIGUIENTE NOCHE Y TRATE DE DORMIR TRATANDO DE VENCER MI ESTADO DE EXITACION Y AL NO LOGRARLO ME FUI AL BAÑO A TOMAR UNA DUCHA FRIA.

A la mañana siguiente  del sábado, PIA, me despertó con besos y caricias, era una mujer totalmente distinta, irradiaba alegría y felicidad, se puso a jugar conmigo en la cama haciéndome cosquillas por todo el cuerpo y muy tierna me  llevo al comedor, donde me esperaba un suculento desayuno.

 

Como a las nueve de la mañana suena el teléfono y contesta PIA  y me dice, Tu  primo, quiere hablar contigo,  conteste la llamada y le dije que estaría con él a las 10 Am.

Cariño mío, tengo que ir  al departamento de mi primo porque tiene que darme, un sobre que me enviaron mis padres, por medio del maletín diplomático.  Voy y regreso en  1 o 2 horas   me abrazo del cuello y me contesto, recuerde que usted es mío por todo el fin de semana y me soltó riendo.

Toque la puerta del apartamento que tenía en la zona rosa y me recibió muy alegre y me entrego un sobre grande de papel manila, conteniendo periódicos y una carta de mi padre, madre y hermanos.

 

A todo esto mi primo me pregunta, Héctor, la mujer que contesto era PIA?

Yo solo hice un gesto de afirmación y el  primo pego un grito al cielo y dijo.- Estos son los hombres de mi familia, pero vos SOS el mejor de todos al estar comiendo ese monumento de mujer y volvió a exclamar con mucha admiración, sígame primo y se dirigió a su habitación , busco su cartera y me regalo 300.00 dólares y me confesó que había hecho un negocio y que había ganado un montón de plata, me dio un abrazo y me dijo que tenía  que asistir a un funeral porque hoy entierran a miguelito y se echó a reír ,por el chiste de doble sentido.

Regrese con PIA  y le pregunte.- Que quiere hacer hoy

Y  ME CONTESTO.- QUIERO IR A BAILAR A  AQUEL  LUGAR QUE  ME LLEVO ANTERIORMENTE,  POR LA TARDE, USTED DECIDA A DONDE ME LLEVA.

Me  fui al comedor  a  hojear y leer los periódicos y las cartas de mi familia y encuentro otro cheque que me enviara mi madre, en eso estoy cuando escucho. —CITO, venga ayudarme porfa…

Entro a su recamara y vaya recibimiento.

Ella estaba en la ropa  interior más sexy que una mujer con la majestuosidad de su cuerpo podría  modelar, yo cerré los ojos y le dije por primera vez.- ahora la tortura va a ser de día también y solo se puso a reír pícaramente y respondió, – Usted conoce bien mi  cuerpo, lo llame para que me ayude a escoger entre este pantalón  o esta falda, ambas de piel y de color negro.

OK, le conteste, primero la falda   y me di la espalda para que se la pusiera y me la modelo, luego el pantalón e hizo lo mismo.

Cual escoge

Con los dos te vez preciosa, pero me inclino por el pantalón,

Ya lo sabía amorcito, tocándose las nalgas con una sonrisa que presagiaban muchas cosas.

 Llene el tanque de gasolina del  carro, fuimos a una pizzería a comer, luego al  cine, a  una peña artística con cantantes e intérpretes del público presente y por ultimo al lugar donde había comenzado todo.

Nos reconoció el mesero y nos condujo al mismo reservado de la última vez, para resumir fue una tarde y noche espectacular, que la vivimos como solo lo harían un par de tortolos enamorados de la vida.

Regresamos a la casa y nos fuimos directamente a la habitación, me quite la ropa mientras ella estaba en el baño y di la vuelta en dirección a la ventana y luego sentí que ella estaba en la cama y solo esperaba, cual paso daría esa noche.

SENTI SU RESPIRACION EN MI NUCA Y ME SUSURRO AL OIDO.- ME HAS HECHO LA MUJER MAS FELIZ ESTE DIA, ME DI LA VUELTA PARA QUEDAR EN SU MISMA POSICION, FRENTE A FRENTE  Y NOS UNIMOS EN UN BESO Y UN ABRAZO, QUE HUBIERAMOS QUERIDO FUNDIRNOS EN UNO SOLO.

Seguidamente me confeso lo siguiente……..

MI TIERNO CITO, QUIERO QUE SEPAS ALGO MAS DE MI, Y PEDIR TU AYUDA, AHORA CUANDO MAS LA NECESITO.

YO….TE ESCUCHO MI REINA, Y NO NECESITAS PEDIRME NADA, PORQUE YO ESTOY AQUÍ POR TI  Y PARA TI.

PIA.-   … DESPUES DE MI DIVORCIO, SUFRIA DE FUERTES DEPRESIONES,  Y DE MUCHA ANGUSTIA Y ANSIEDAD  Y ME SENTIA SUCIA POR DENTRO Y POR FUERA, UNA VEZ BUSQUE EL SUICIDIO COMO PUERTA DE ESCAPE, PERO EN EL ULTIMO MOMENTO ME FALTO EL VALOR PARA CONSUMAR EL HECHO.

A MI PADRE LE FALTE AL RESPETO,  Y ME ALEJE DE EL CASI POR COMPLETO, PORQUE EN PARTE LO HACIA RESPONSABLE DE MIS SUFRIMIENTOS.

 Y  EL UNICO HOMBRE  QUE PUDO  ACERCARSE A MI  FUE AL TIO QUE TU CONOCISTE

EL ME  BRINDO UN APOYO INCONDICIONAL Y FUE Y ES, UN SEGUNDO PADRE PARA MI, ME DIO UNA AYUDA EN TODOS LOS SENTIDOS, ECONOMICO, MORAL FISICO Y ESPIRITUAL. EL ESTABA PENDIENTE DIARIAMENTE DE MI PERSONA Y ME SACO DE AQUEL  LUGAR, QUE PARA MI, ERA INMUNDO Y  REPRESENTABA LA CUNA DE TODOS  MIS SUFRIMIENTOS.

ME ENVIO A OTRO ESTADO Y A TRAVES DE SUS AMISTADES ME CONSIGUIO UNA BECA TOTAL PARA INICIAR MIS ESTUDIOS DE MARKETING, ME DEDIQUE TOTAL Y EXCLUSIVAMENTE A LOS ESTUDIOS Y LOS HOMBRES AL ACERCARSE A MI CON SU LUJURIA O SU FALTA DE RESPETO, LO UNICO QUE CONSEGUIAN CONMIGO ERA MI DESPRECIO. PASARON LOS AÑOS Y ME GRADUE CON HONORES COMO LA MEJOR DE MI PROMOCION, TRABAJE EN VARIAS EMPRESAS DE MI ESTADO  Y HACE CINCO AÑOS  VINE A AL D.F.  CONTRATADA POR LA EMPRESA DONDE TRABAJO  ACTUALMENTE.

MIS DEPRESIONES CONTINUARON Y MI VIDA ERA VACIA Y SOLO CONSISTIA DEL TRABAJO A MI CASA Y  EN UN IR Y VENIR, BUSQUE AYUDA PROFESIONAL CON UNA MUJER PSICOLOGA Y  PSIQUIATRA   QUE ME RECETO UNA SERIE DE FARMACOS SIN NINGUN  RESULTADO, AL FINAL ME RECOMENDO QUE TRATARA DE BUSCAR MAS ACERCAMIENTO CON EL SEXO OPUESTO Y QUE SI FALLABAN EN EL PRIMER INTENTO LES DIERA UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD POR QUE NADIE ES PERFECTO.

LO HABIA INTENTADO CON CUATRO HOMBRES ANTERIORMENTE  Y NINGUNO LLEGO   TAN SIQUIERA, A PRIMERA BASE, COMO DICEN LOS BEISBOLISTAS

LUEGO APARECISTE TÚ,

MI MIEDO ES QUE SOS TAN JOVEN  Y ME DEJE LLEVAR POR MI VANIDAD DE MUJER ,ME LLENABA EL PROVOCARTE Y POR ESO DEJE QUE JUGARAS CON MI PELO, LA PRIMERA VEZ CUANDO BAILAMOS , PENSE JUGAR CONTIGO, CUANDO TE PROPUSE A QUE FUERAS A LA REUNION CONMIGO Y CUANDO FUIMOS AL CLUB, LO QUE MAS ME LLAMO LA ATENCION  FUE TU FORMA DE HABLAR Y LO VARONIL QUE SE ESCUCHO TU VOZ, CUANDO ME DIJISTE  QUE TE DARIA UNA BOFETADA POR LO QUE ESTABAS PENSANDO DE MI, EL ORGULLO DE MUJER LO SACASTE A RELUCIR Y POR PRIMERA VEZ SACASTE DE MI ,UNA CONDICION INNATA DE LA MUJER, COMO ES LA COQUETERIA, ME SENTI NUEVAMENTE UNA ADOLECENTE  Y  ME DEJE LLEVAR POR TU PASION  , POR PRIMERA VEZ EN ESE MOMENTO .

CUANDO TOCASTE MI PIERNA ME SACASTE DEL TRANCE  Y AL VERTE QUE TE MARCHABAS PARA NO VERTE NUNCA MAS ME ACORDE DE LA SEGUNDA OPORTUNIDAD, TE CONTE PARTE DE LA HISTORIA Y ME LLEVASTE A LA CAMA, PERO EN REALIDAD NUNCA ME DORMI Y CUANDO, SENTI  QUE TE LEVANTABAS DEL BORDE Y ESCUCHO QUE TUS PASOS SE ALEJABAN SIN HACER NINGUN INTENTO CONTRA MI CUERPO DORMIDO, UNA SENSACION DE  CONFIANZA  ME INVADIO,  

A LA SIGUIENTE NOCHE , NO TE DEJE IR, PARA VER SI TU ACCION ANTERIOR , FUE CASUAL Y POR ESA RAZON TE LEVANTE DEL SOFA Y TE INVITE A MI CAMA , TE PEDI QUE ME ABRAZARAS , PUDE SENTIR QUE CASI TEMBLABAS CUANDO  PUSE MIS NALGAS PARA QUE LAS SINTIERAS Y TE APARTASTE  GENTILMENTE , YA PARA AMANECER SUBI MI PIERNA HASTA LLEGAR A TU ESTOMAGO , TE DESPERTASTE  Y CON UN OJO ENTREABIERTO  TE OBSERVE COMO ME MIRABAS Y COMO RESISTIAS LA TENTACION DE NO TOCARME, LOS DOS PASAMOS EN VELA  , TE LEVANTASTE DE LA CAMA Y TE DESPEDISTE CON UN BESO PARA IRTE   VI QUE TE MARCHABAS  Y CUANDO  ABRISTE LA PUERTA Y LA CERRASTE  .

ME INVADIO UNA SENSACION DE TRISTEZA, PERO ERA POR LA NOSTALGIA DE SABER CUANDO TE TENDRIA DE NUEVO CONMIGO.

AL IRME AL TRABAJO  ENCENDI LA RADIO DEL AUTO Y ALGO MARAVILLOSO SUCEDIÓ, ESCUCHE MY WAY EN OTRA VERSION Y YA NO ME PROVOCABA TRISTEZA, SOLO ME ACORDABA LO  QUE ME DIJISTE, QUE ESTABAS CELOSO  POR MIS RECUERDOS. LAS HORAS SE VOLVIERON LARGAS PARA QUE LLEGARA LA TARDE Y DECIRTE QUE QUERIA VERTE, CUANDO ME DIJISTE QUE NO PODIAS, POR PRIMERA VEZ SENTI CELOS DE SABER CON QUIEN ESTABAS, NO QUISE LLAMARTE NUEVAMENTE Y ESPERE PACIENTEMENTE POR EL JUEVES Y  TE LLAME COMO UNA QUINCEAÑERA, QUE TENDRIA SU PROPIA NOCHE A SOLAS CON SU NOVIO.

ESA NOCHE TE  PROVOQUE DE UNA MANERA SUTIL  PERO CON TODA LA INTENCION DE SACAR LO PEOR DE TI, PERO ME DISTE A ENTENDER  QUE YO ERA DUEÑA DE LA SITUACION ENTRE LOS DOS  Y POR ESA RAZON ANOCHE AL TOCAR TU MIENBRO ERGUIDO ESTUVE A PUNTO DE PERDER LA CABEZA Y SABIA QUE AUN NO ESTABA PREPARADA  POR LO QUE PUDIERA PASAR Y ME DI LA MEDIA VUELTA.

HOY EN LA MAÑANA CUANDO FUISTE A VISITAR A TU PRIMO, ME PUSE A PENSAR  COMO  TE  IBA A PEDIR LO QUE PASARA ESTA NOCHE, ESTOY LOCA POR TI, PERO ME TIENES QUE TENER PACIENCIA YA QUE PRACTICAMENTE TU SERAS EL PRIMER HOMBRE CON EL QUE VOY A TRATAR  DE HACER EL AMOR  DE VERDAD, COMO UNA MUJER TOTALMENTE ENAMORADA, POR PRIMERA VEZ.

DEJATE HACER, Y SOLO HAS ALGO CUANDO TE LO PIDA, O MIS MANOS TE INDIQUEN EL CAMINO A SEGUIR, POR FAVOR NO ME  JUZGUES  Y TRATAME CON MUCHA TERNURA, QUE LO VOY A NECESITAR, PARA DESPERTAR A LA MUJER QUE HUBIERA SIDO SINO TUVIERA EL TRAUMA QUE TENGO.

QUEDO EN SILENCIO Y YO  TOME SU ROSTRO Y CON LA MAYOR TERNURA QUE UNO PUEDE SENTIR POR UN SER AMADO LE DI EL BESO  QUE HA SELLADO  NUESTRA UNION, EN SU FRENTE, OJOS, NARIZ Y BOCA Y LA ABRAZE CALIDAMENTE EN SIGNO DE ACEPTACION.

NOS QUEDAMOS VIENDO A LOS OJOS Y SU MANO DERECHA ME ACARICIO EL ROSTRO,

SU MANO IZQUIERDA SE INTRODUJO ENTRE MI CUELLO ME ABRAZO CON SUS DOS MANOS Y APRETO TOTALMENTE SUS SENOS CONTRA MI PECHO,

 SU MANO DERECHA ACARICIABA MI ESPALDA Y PECHO, LA FUE BAJANDO  BUSCANDO MI BOXER  TRATANDO  DE BAJARLO PARA TOCAR MIS NALGAS  LAS CUALES RECORRIO A SU TOTAL GUSTO  SU MANO SE DIRIGIO A LA PARTE FRONTAL Y YO SOLO MEDIO ME APARTE Y GIRE PARA QUE ELLA TUVIERA MAS  MOVILIDAD

, METIO  LA MANO BAJO MI BOXER. ME ACARICIO  LOS BELLOS  Y SU MANO SIGUIO EXPLORANDO HASTA AGARRAR COMPLETAMENTE MI VERGA  Y SINTIO UN POCO DE CURIOSIDAD PORQUE BAJO LA VISTA AL SENTIR COMO ESTE IBA CRECIENDO DE TAMAÑO  ALREDEDOR DE SU MANO,

TRATO DE QUITAR LA PRISION DE MI PANCHITO, YO LE AYUDE EN ESE MENESTER  Y MI VERGA TOTALMENTE ERGUIDA  QUEDO ANTE SU VISTA,

  UN GESTO DE SORPRESA PUDE OBSERVAR EN SU ROSTRO Y SEGUIDAMENTE LO ACARICIO  EN TODA SU DIMENSION   DE PIES A CABEZA,  TOCO MIS BOLAS Y ELLAS  RECIBIERON LAS MISMAS CARICIAS.

SU MANO BUSCO LA MIA Y LA LLEVO A SU BUSTO  Y ME HIZO QUE LO ACARICIARA  POR ENCIMA DE SU SOSTEN  GUIO MI MANO POR SU CINTURA  SE BAJO A MEDIAS LA BRAGA  Y LA CONDUJO A QUE RECORRIERA SUS NALGAS   A LO CUAL APROVECHE PARA DARLE UNOS LIGEROS APRETONES QUE HACIAN QUE SUS RESPIROS FUERAN MAS SEGUIDOS  CON GESTOS DE PLACER EN SU ROSTRO.

SU MANO ME LLEVO A SU CENTRO DE PLACER, SENTI LA ENORMIDAD DE BELLO PUBICO QUE PROTEGIA ESA REGION DE SU CUERPO  Y SU MANO APRETO LA MIA CUANDO LLEGAMOS A  LA PUERTA DE SU VULVA Y MI DEDO MEDIO SE ABRIO CAMPO ENTRE LOS LABIOS HASTA ENCONTRAR EL PEQUEÑO BOTON  QUE SEGUIDAMENTE ACARICIE CON CIRCULOS ALREDEDOR DE EL, Y SENTI COMO SE HUMEDECIA COMPLETAMENTE Y UN LIGERO GEMIDO DE PLACER SALIO DE SU BOCA.

 

 

 

ME BAJO TOTALMENTE  EL BOXER  Y QUEDE DESNUDO A SU DISPOSICION SE INCORPORO SIN QUITARME LA VISTA, Y SE DESPOJO DEL SOSTEN Y LAS BRAGAS Y POR FIN LA VI COMPLETAMENTE DESNUDA

 SE SUBIO  ENCIMA DE MI CUERPO   CHOCANDO NUESTRAS PELVIS, ME BESABA POR TODA MI CARA,  OREJAS Y  CUELLO Y SUAVEMENTE ABRIA SUS PIERNAS, LO QUE ME PROVOCO, QUE MI VERGA SUFRIERA DE  FUERTES ESPASMOS DE ERECCION Y CHOCARA CON LA ENTRADA  DE SU VAGINA.

SE INCORPORO Y SE SENTO TOTALMENTE SOBRE MI PANCHITO, Y ESTE    BRINCABA DE PLACER. TOMO MIS MANOS Y LAS LLEVO A SUS TETAS Y LAS ACARICIE Y LAS APRETE Y SOLO ESCUCHE UN  PEQUEÑO HAYY     LE VEIA EL ROSTRO Y LE PEDI QUE  ME DEJARA BESARLAS, Y ELLA LAS DIRIGIO A MI  BOCA,

 CON  MIS LABIOS, LAS SUCCIONABA  ,  CON MI LENGUA LAS LAMIA Y CON MIS DIENTES LE  MORDISQUEBA EN SUS PESONES,  LA ESCUCHABA GEMIR Y SUS LAMENTOS IBAN SUBIENDO DE VOLUMEN A MEDIDA QUE SE  LAS  MAMABA Y TOCABA Y SUS TETAS CRECIAN MOMENTO A MOMENTO HASTA QUE SUS PESONES  BIEN PARADITOS , SE MOSTRABAN EN SU TOTAL ESPLENDOR .

 CON SU MANOS, AGARRO LAS MIAS, Y LAS  CONDUJO PARA QUE LE ACARICIARA LAS PIERNAS   EN ESPECIAL SUS  COSTADOS INTERNOS, HASTA LLEVARLAS A SU  CONCHA  Y CON EL COSTADO DE MIS DEDOS ROZABA SU VAGINA Y LA PUDE SENTIR TOTALMENTE HUMEDA. LO QUE FACILITABA QUE MIS DEDOS LA SOBARAN DE ARRIDA A BAJO  ENTREABRIENDO SUS   LABIOS VAGINALES,

SUS QUEJIDOS ERAN MAS LARGOS  Y FRECUENTES.

 EN UNA ACCION RAPIDA, TOMO MI VERGA Y LA ACOSTO EN DIRECCION A MI  OMBLIGO Y SE MONTO SOBRE ELLA

   COLOCANDO  MI MIENBRO EN  MEDIO DE SUS LABIOS VAGINALES

 Y EN UNA  FRENETICA FROTACION DE MI VERGA CONTRA  SU CONCHA, ME SUPLICO QUE LE TOCARA LAS TETAS.

 AGARRO MI  ORGANO QUE ESTABA DURO COMO UN FIERRO

 Y COLOCO  LA PALMA DE SU MANO ENTRE EL LOMO DE MI  PANCHITO Y LA PIEL DE MI PELVIS

 Y  COMO SI FUERA UN CONSOLADOR DE CARNE VIVA,  LO APRETO CONTRA SU CONCHA, LO QUE HIZO QUE UNA DE SUS LARGAS UÑAS LA ENTERRARA EN EL TRONCO

 , PROVOCANDOME CIERTO DOLOR, PERO LA DEJE SEGUIR Y DE REPENTE AUMENTO EL RITMO DE LA FROTACION  Y SUS QUEJIDOS YA NO LO ERAN,  AHORA GRITABA. CON LOS OJOS CERRADOS  Y SU CABEZA EN DIRECCION AL CIELO EXCLAMANDO………

QUE RICOOOOOOOO

 CITOOOOOOO

TE ADORO PAPIIIIIIIIIIIIII

LA SENTI TEMBLAR DE PIES A CABEZA  Y EN LA INTENSIDAD DE SU   ORGASMO MEDIO ARQUEO SU CUERPO CONTRA MI PECHO Y SENTI COMO ELLA COLOCABA LA PUNTA DEL GLANDE EN LA MERA ENTRADA DE SU TUNEL DEL AMOR, SE RECOSTO TOTALMENTE CONTRA MI PECHO  Y EN UNA  POSICION VERDADERAMENTE EROTICA RESTREGABA LA PUNTA DE MI VERGA POR TODA SU VULVA,

ACCION QUE DURO COMO TRES MINUTOS, PARA LUEGO EN UN ACTO FINAL, DESCANSO SU ROSTRO EN MI PECHO, RECUPERANDOSE DE TAN ARDUA JORNADA.

Yo, me sentía feliz, al observar a esa divina mujer, que se había encontrado a sí misma, y solo tenía que esperar, para completar que se convirtiera en toda una mujer, sin tener ningún complejo en relación  al sexo.

La bese cariñosamente y  la acomode para levantarme y traer dos cervezas del refrigerador.

Le  acerque una para que la tomara  y me senté sobre la cama, viéndola a los ojos y una sonrisa de alegría apareció en su rostro   y yo también se la correspondí.

Busque una toalla  me envolví en ella por la cintura, y me fui a la sala a sentarme y tomarme el resto de la cerveza.

Tímidamente apareció y me busco como para refugiarse en mis brazos y le pregunte

¿ESTAS FELIZ AMOR?

GRACIAS HECTOR, NUNCA EN MI VIDA HABIA SENTIDO LO DE HOY. JAMAS ME IMAGINE QUE FUERA TAN GRANDE ESA SENSACION.

ME DEJARIAS QUE TE DE PLACER COMO LO HACE UN HOMBRE. PREGUNTE.

PIA.-  MI TIERNO CITO.- DE AHORA EN ADELANTE  QUIERO SENTIRME MUJER Y ESO SOLO TU PUEDES HACERLO, ME SIENTO OTRA, QUIERO SENTIRTE DENTRO DE MI, YO TE  PERTENEZCO EN CUERPO  Y ALMA. 

 ME PARE DE FRENTE A ELLA.    LA CARGE EN MIS BRAZOS Y  LA LLEVE DE VUELTA A LA  CAMA   Y LA VOLVI A BESAR POR TODO ELCUERPO HASTA  LLEGAR A SU NIDO DE BELLOS  Y SUAVEMENTE LE SEPARE LAS PIERNAS Y MI LENGUA SABORIO EL NECTAR DE SUS FLUIDOS Y MI LENGUA BUSCO EL DELICIOSO BOTONCITO Y  LO  CHUPE Y LO ACARICIE  HACIENDO PEQUEÑOS CIRCULOS ALREDEDOR DE EL Y SENTI COMO TODO SU CUERPO SE PONIA TENSO Y SU CONCHA ERA INUNDADA POR SUS FLUIDOS  Y  SUBI MI MANO DERECHA PARA TOCAR MIS TETAS , LAS APRETE Y ESCUCHE

SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII        CITOOOOOOOOOOOOOOO  AMOR MIOOOOOOOO         SSSSSSSSIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII               TRES MINUTOS EN ESA LABOR  Y SU CUERPO TIEMBLA Y SU MANO ME APRIETA CONTRA ELLA, PARA QUE NO ME APARTE DE  SU VAGINA  Y CON UNA SERIE DE CONTRACCIONES LOGRABA SU SEGUNDO ORGASMO, ME PARE ME QUITE LA TOALLA Y ME LIMPIE LA BOCA,

CON MI MIENBRO SEMI ERGUIDO  ME SUBI SOBRE ELLA Y  BESE A MIS LOLAS MORDI SU LABIO INFERIOR Y ELLA ESTABA TOTALMENTE A MI MERCED

ENTREABRI SUS PIERNAS CON LAS MIAS  Y COLOQUE MI VERGA A LA ENTRADA DEL TUNEL LO PUNTEABA SUAVEMENTE Y  QUISE PENETRARLA CUANDO ESCUCHE UN LAMENTO  DE DOLOR Y PARE INMEDIATAMENTE Y LE PREGUNTE.

QUE PASO MI AMOR

ME DOLIO MUCHO CONTESTO.

Y EN MI PENSAMIENTO ME DECIA. SERA CIERTO LO QUE ME DIJO DE SU ESPOSO,

ME LEVANTE DE LA CAMA Y ENCENDI LA LUZ  Y ME ACERQUE COMO SI VOLVIERA HACERLE SEXO ORAL  ABRI SUS LABIOS Y AHÍ ESTABA ESE HIMEN TOTALMENTE INTACTO PEGUE UN GRITO Y COMO LOCO LA BESE DICIENDOLE.

SOS VIRGEN, TOTALMENTE VIRGEN,

 ME FUI AL COMEDOR, BUSQUE UNA AGUA GASEOSA  Y  SENTADO ME SERVIA  EN UN VASO, PENSANDO EN COMO HACERLE EL MENOR DAÑO POSIBLE  Y  QUE EL ACTO  DE PENETRACION  PUDIERA CAUSARLE OTRO DAÑO DOLOROSO COMO LOS ANTERIORES A ESA NUEVA MUJER, 

PIA ME VIO EN EL COMEDOR Y SE ACERCO PREGUNTANDOME

QUE TE PASA AMORCITO  Y LE CONTESTE.-  TENGO MIEDO DE HACERTE DAÑO,  TU HIMEN ESTA INTACTO SOLO TIENE UN PEQUEÑO CIRCULO QUE LE DA PASO A LA ORINA, ERES VIRGEN REAFIRME  Y MI PENE  ES GRUESO Y LARGO Y PODRIA HACERTE DAÑO.

ELLA SONRIO Y REMARCO.- PERO ESO TU YA LO SABIAS, LO QUE PASO ES QUE NO QUISE DARTE MAYORES EXPLICACIONES POR LA PENA DE HABLAR DEL TEMA.  POR OTRA PARTE SOLO DUELE LA PRIMERA VEZ, ESO TODAS LAS MUJERES LO SABEMOS  Y AHORA SI ESTOY PREPARADA PARA LO QUE VIENE Y SERIA INMENSAMENTE FELIZ DE TENER UNA PARTE TUYA DENTRO DE MI.- VOLVAMOS A LA CAMA MI TIERNO Y SEPA QUE SI ME ESTA  HACIENDO MUCHO DAÑO, YO MISMA LE PEDIRE QUE  SE DETENGA, TOMO MI REFRESCO Y SE LO TOMO DE UN SOLO TRAGO. NOS FUIMOS CAMINANDO PARA LA RECAMARA 

 SE SENTO AL BORDE DE LA CAMA  Y YO DE PIE FRENTE A ELLA, ME QUITO LA TOALLA  SE QUEDO VIENDO MI  PEQUEÑO MIENBRO TODO FLACIDO  Y ENCOGIDO Y ME DIJO.- QUIERO VERLO CRECER AHORA QUE HAY LUZ.

LO TOMO ENTRE SUS DEDOS  Y LO BESO EN FORMA DE CARICIA EN SUS LABIOS  Y LO FROTO CONTRA SUS MEJILLAS Y MI PANCHITO COMO TODO BUEN COMBATIENTE ESTABA LISTO  Y DISPUESTO A CUALQUIER ENFRENTAMIENTO

 LO BESABA Y ENTREABRIA SU BOCA PARA CHUPARLO  SE LO QUITE DE SUS MANOS Y SU BOCA  Y ME ABALANCE SOBRE ELLA ABRIENDO BIEN SUS PIERNAS Y LO ESTUVE RESTREGANDO CONTRA SU CLITORIS HASTA QUE SENTI QUE SU CONCHA ESTABA LO SUFICIENTE HUMEDA

COLOQUE  MI VERGA CON LA AYUDA DE MI MANO, EN LA PUERTA DE SU ENTRADA  Y LE DABA PEQUEÑOS PUNTAZOS, PREPARANDOLA PARA LA ESTOCADA PRINCIPAL ELLA ME MIRABA FIJAMENTE A LOS OJOS UN POCO ATEMORIZADA

 PARA SACARLA DE ESE TRANCE VOLTIE LA VISTA A LA VENTANA  COMO SI HABIA VISTO ALGO  .PIA SIGUIO MI MIRADA Y A PREGUNTARME IBA CUANDO  LA EMBESTI Y LANZO UN GRITO DE DOLOR PERO MI VERGA  TRASPASO LA FRAGIL BARRERA Y MI GLANDE ESTABA TOTALMENTE DENTRO DE ELLA, SU OJOS VERDES SE VOLVIERON  VIDRIOSOS POR LAS PEQUEÑAS LAGRIMAS QUE ASOMABAN . ME DETUVE  Y ME ACERQUE A BESAR SUS LABIOS Y EN ESPECIAL SUS BELLOS OJOS  Y LA VOLVI A EMBESTIR Y SENTI QUE YA HABIA ENTRADO LO SUFICIENTE PARA SER LA PRIMERA VEZ  Y SAQUE MI MIENBRO TOTALMENTE ENSANGRENTADO  EN TODO SU GLANDE, FUI AL BAÑO A TRAER PAPEL HIGIENICO Y LE LIMPIE LA SANGRE DE SU VAGINA, COMO TAMBIEN DE MI VERGA Y LA ABRACE CON SUAVES CARICIAS PARA QUE SE CALMARA Y LE PASARA EL DOLOR.

Y NUEVAMENTE PIA  ME VUELVE A SORPRENDER Y ME PREGUNTA.-

PAPITO LINDO, PORQUE LA SACO

  ME DOLIO PERO NO ES QUE NO LO PUEDA SOPORTAR, DUELE PERO TAMBIEN ME SENTIA MUJER.

LA MIRE A LOS OJOS, Y CON UNA SONRIZA  Y YA SIN MIEDO VUELVO A ENTRAR EN ACCION.

COLOCO A MI PANCHITO EN LA ENTRADA Y SUAVEMENTE SIENTO COMO SE ABRE CAMINO CON  LA AYUDA DE MI MANO, HAGO UN PEQUEÑO METE Y SACA Y LENTAMENTE LLEGA HASTA LA MITAD  Y SIGO CON EL RITMO HASTA QUE SIENTO QUE SUS FLUIDOS ME AYUDAN  Y SUS PAREDES SE COMIENZAN A DILATAR  Y EN UNA ESTOCADA FINAL LLEGA HASTA EL FONDO Y MI VERGA  CON EL TUNEL HECHO A SU MEDIDA INICIA UN BOMBEO FRENETICO Y OBSERVO QUE  EL ROSTRO DE MI TIERNA, YA NO ES DE DOLOR SINO QUE DE VERDADERO PLACER

  LA VERDADERA MUJER  SURGE DE SU INTERIOR PIDIENDO MAS CON VERDADEROS ALARIDOS DE PLACER, ALGO QUE ME TRANSPORTO AL SEPTIMO CIELO  FUE SUS SONOROS GRITOS DE UNA REAL HEMBRA, QUE GOZA A PLENITUD QUE LA PENETREN Y ESTA ERA OTRA MUJER. ERA UNA HEMBRA EN TODA LA PALABRA  PIDIENDO MAS LE AGARRE SU PIERNAS Y LAS ELEVE POR TODO LO ALTO PARA PENETRARLA HASTA DONDE MI PANCHITO PUDIERA.

Y SUS GRITOS ERAN,

METELAAAAAAA METELAAAAAAAAAAAAAA                  ASI ASIIIIIIIIIIIIIII    

HASTA EL FONDO CITOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

DAME MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS          TE ADOROOOOOOOOOOOOOOOO

SSSSSIIIIIIIIIIIIII           MIIIIIIIIIIII AMORRRRRRRRRRRRRRR

SOYYYYYYYYYYYYYY TUUUUUYAAAAAAAAAAAAAAA       PAPITOOOOO LINDOOOOOOOOOOOOOOOOOO       

YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA                  HAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGG

NUEVAMENTE ACELERE EL RITMO  Y LO ULTIMO  QUE ESCUCHE FUE UN LARGO.-

YYYYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Y ME RODEO CON SUS PIERNAS  Y BUSQUE SU BOCA  Y ME ABRAZO CON TODAS SUS FUERZAS      CLAVANDOME SUS UÑAS EN MI ESPALDA

CANSADO Y AGOTADO ME QUEDE SEMBRADO SOBRE SUS PECHOS, RECOBRANDO MI ALIENTO Y SINTIENDO LAS CONTRACCIONES DE SU ESFINTER ANAL COMO SI QUISIERA ORDEÑAR   MI VERGA QUE AUN ESTABA ENSARTADA EN SU COMPLETA EXTENSION

ME LEVANTE Y ME FUI A BUSCAR OTRO TRAGO DE GASEOSA Y ME ACOMODE EN EL SOFA 

SINTIENDO LAS GOTAS DE SUDOR QUE RESBALABAN  POR MI PECHO ME RECOSTE A DESCANSAR

  A LOS 10 MINUTOS APARECIO PIA, CON UN SEMBLANTE  QUE TRASLUCIA TODOS SUS  PENSAMIENTOS Y SE LANZO SOBRE MI, DICIENDOME MIL COSAS DE CÓMO SE SENTIA COMO MUJER Y ME COLMABA DE BESOS POR DOQUIER

 CUANDO ME SENTI CON NUEVAS ENERGIAS, LE PEDI QUE SE SENTARA SOBRE MI

 CON LAS PIERNAS ABIERTAS  DE FRENTE A MI  Y CUANDO YA LO HABIA HECHO ACOMODE MI VERGA Y LA VOLVI A  ENSARTAR

   LA APRETABA DE SUS NALGAS CONTRA MI Y AL PARECER SU INSTINTO SALIO A RELUCIR PORQUE COLOCO MUY BIEN SUS RODILLAS  Y DIO PRINCIPIO A UNA ESPECTACULAR JINETEADA

 DESCRIBIR SUS GRITOS DE PLACER   ES CASI IMPOSIBLE, PORQUE TENIA UN AMPLIO REPERTORIO Y ERA UNA MUJER QUE DISFRUTABA EL SEXO  COMO NUNCA PENSE. YA LA MUJER DEL PASADO HABIA DESAPARECIDO POR COMPLETO

Y AHORA ESTABA ANTE LA PRESENCIA  DE UNA HEMBRA SEDIENTA DE PLACER POR EL AYUNO DE TANTOS AÑOS Y QUERIA RECUPERAR EL TIEMPO PERDIDO.

, OTRA CUALIDAD ES QUE ERA EXTREMADAMENTE CALIENTE  Y SOLO NECESITABA TENER UNA VERGA DENTRO Y EN MINUTOS LOGRABA  EL ORGASMO ESA NOCHE LOGRO SIETE, TRES EN LA CAMA, UNO  EN EL SOFA, OTRO EN UNA SILLA DEL COMEDOR, EN EL SUELO  Y  POR ULTIMO EN LA TINA DEL BAÑO.

 

YA PARA DORMIRNOS ME PEGO UNA ESPECTACULAR MAMADA DE VERGA QUE ME SACO HASTA LA ULTIMA GOTA DE SEMEN,

EL DOMINGO QUE SE LEVANTO ERA UNA MUJER DISTINTA, EN TODOS LOS ASPECTOS

 PARA ELLA, YO ERA SU TODO,

 QUERIA COMPLACERME EN LO QUE  QUISIERA Y PARA PROBAR MIS SOSPECHAS  LE DIJE, SABES LO QUE YO DESEO  MAS DE TI,

.- Y RESPONDIO  CLARO QUE SI Y SERA TUYO CUANDO TU QUIERAS

 Y LE VOLVI A REPREGUNTAR EN VERDAD LO SABES

  Y ELLA CON UNA SONRIZA DE LO MAS COQUETA

  SE VOLTEA EMPINANDOSE CON LA PUNTA DE LOS PIES, PARA QUE EL TRASERO DEBIDO A LA TENSION DE LOS MUSCULOS  SE PRESENTE EN TODA SU VOLUPTUOSIDAD

 Y ME ACLARO, ESTA NOCHE SERA SUYO TAMBIEN .Y SE SOBO  UNA NALGA POR ENCIMA DE LA BRAGA  

ME FUI AL BAÑO  A ORINAR  Y MIENTRAS EL CHORRO DE ORINA SALIA  ME PUSE A OBSERVAR, SUS LOCIONES, CREMAS ETC, ETC. PERO ALGO ME LLAMO LA ATENCION  Y FUE. UNA RASURADORA QUE LAS MUJERES USUALMENTE UTILIZAN PARA DEPILARSE LAS PIERNAS 

BAJE EL PROTECTOR DE LA TAZA  Y ME SENTE EN EL.

LLAME A PIA  Y LE DIJE.- ESTO LO HARAS  SOLO PARA MI, LE BAJE  LA PANTALETA, TOME  UNA ESPONJA  PARA QUE MOJARA LOS BELLOS DE SU PELVIS,

 TOME UN JABON PARA PRODUCIR ESPUMA  Y LUEGO  CON LA RASURADORA  EMPECE A DEPILAR A MI REINITA, QUEDANDO  SOBERVIA Y  LA MAME  HASTA QUE LOGRO EL  ORGASMO

 PIA  SE SENTO SOBRE MIS PIERNAS, ACURRUCANDOSE EN MI PECHO EN SEÑAL DE  COMPLACENCIA.

POR LA TARDE. LA LLEVE A UN RESTAURANTE CON ESPECIALIDAD EN MARISCOS Y LE SUGERI QUE LOS NECESITABA Y EN BUENA DOSIS POR LO SUCEDIDO LA NOCHE ANTERIOR

, FUIMOS A UN CINE  Y REGRESAMOS A  CASA,

DESDE QUE LLEGAMOS,   ENCENDI EL EQUIPO DE SONIDO Y LE PEDI QUE SE DESNUDARA PARA MI YA QUE  ESTABA USANDO EL MISMO  VESTIDO OCRE  TERCIOPELO, CUANDO LA VI CAMINAR DE ESPALDAS Y NO SABIA QUIEN ERA

EN VERDAD ERA UN MONUMENTO DE MUJER COMO POCAS    Y CUANDO MOSTRO SU ROPA INTERIOR  TERMINO DE ENCANDILARME AL VER EL PORTA LIGAS QUE ADORNABAN SUS LARGAS Y GRUESAS PIERNAS

 LE PEDI QUE SE DETUVIERA  ABRI MIS BRAZOS PARA QUE SE SENTARA EN MIS PIERNAS Y LE EXPRESE LO LOCO QUE ME SENTIA CON SOLO VERLA.

 LA LLEVE EN MIS BRAZOS A LA HABITACION, NOS QUEDAMOS PARADOS

 ME SENTE EN  LA CAMA

 LA HICE GIRAR EN UNA VUELTA ENTERA PARA VER ESE  PEQUEÑO Y NEGRO BIKINI ADORNADO DE ENCAJES PLATEADOS Y SE LOS BAJE LENTAMENTE QUEDANDO FRENTE A MI, MI ADORADA REINITA  DE LA CUAL YO ERA SU ABSOLUTO DUEÑO Y NADIE MAS  Y COMO PRUEBA FINAL ESTABA MI PANCHITO QUE ERA EL UNICO EN ESTA TIERRA QUE FUE EL PRIMERO Y UNICO   EN LLEGAR A LAS PROFUNDIDADES DE ESA CUEVA HUMEDA Y CONOCERLA Y EXPLORARLA EN TODA SU DIMENSION

LA SUBI A LA CAMA  Y LA HICE  PONER EN CUATRO, Y ME QUEDE EXTASIADO, MIENTRAS ME QUITABA LA ROPA Y VEIA ESE HERMOSO CULO QUE PRONTO SERIA MIO TAMBIEN.

SABIA QUE MI PIA ERA UNA VERDADERA PUTITA  EN LA CAMA Y TENIA LA SEGURIDAD QUE  ERA MEDIO MASOQUISTA Y EL DOLOR NO ERA COSA QUE LA INTIMIDARA

 CON MI VERGA EN TODA SU EXCITACIÓN LA COLOQUE  A LAS PUERTAS DE MI REINITA Y LA EMPUJE Y ELLA SOLO ARQUEO SU CUERPO  PARA DEJAR SU CONCHA Y SU CULO EN SU MAXIMA EXPOSICION.

LA PENETRE HASTA EL FONDO. LA EMBESTIA DE UNA MANERA SALVAJE

    EN LA HABITACION SE ESCUCHABA  CON TODA CLARIDAD  COMO MI PELVIS CHOCABA CONTRA SU TRASERO

DESPUES DE CINCO MINUTOS ESCUCHO EL YAAAAAA Y ESE GRITO  ME  ÉXITO  TANTO, QUE  ME DESCARGUE COMPLETAMENTE DENTRO DE ELLA

, SE RETORCIA DEL GUSTO DE SABER QUE TODOS MI SEMEN  QUEDO EN SU SER

ME TUMBE SOBRE LA CAMA, PARA RECUPERAR FUERZAS  Y MI TIERNA  ME PRODIGA A BESOS  Y CARICIAS SUSURRANDOME AL OIDO QUE  YA SE HABIA CUMPLIDO SU MAYOR  DESEO,  DE SENTIRME EXPLOTAR DENTRO DE SU CUERPO   Y QUE NO LE IMPORTABA SALIR EMBARAZADA PORQUE SERIA UN HIJO, DEL UNICO HOMBRE QUE ELLA QUERIA CON   LOCURA Y PASION, DE MUJER ENAMORADA,

 

 

Eran como las doce de la media noche, cuando me dijo que tenía hambre, le dije que la llevaría a comer hamburguesas a una franquicia que opera toda la noche y que se ubicaba a tres bloques del departamento.

Se vistió con el jean que la conocí y su chaqueta y nos dirigimos a comer.

Sus ojos verdes, tenían una mirada de felicidad, al regreso al caminar la abrazaba con mi mano derecha por la cintura, y aprovechando le apretaba su monumental trasero y al oído me decía…pronto será tuyo mi amorcito.

 

Al llegar al departamento, al solo cerrar la puerta, empezó a hacerme un desnudo, quedando solamente con una pataleta ancha brillante como fosforescente al igual que su sostén de un color tirando a plateado.

Me coloque detrás de ella y le besaba el cuello, las orejas y la espalda y mis manos estaban exclusivamente tocando ese par de nalgas que me tenían loco por el deseo de poseerlas.

La tome en mis brazos y me la lleve a la cama y ella me besaba por todo el camino,

Al llegar quería ver a mis lolas, las libere del sostén y mi pasión se volvió salvaje, porque quería como comerlas y sacar aunque sea un poco de néctar lácteo para calmar mi sed.

Luego le di la vuelta para tenerla de espalda y comencé mi ataque sobre aquellas nalgas que me tenían chiflado desde el primer día que la conocí.

Le baje la pataleta y mi lengua salió disparada buscando su círculo anal el que bese y lamí  provocando que Pía arqueara su cintura, exponiendo aún más su fenomenal trasero y yo comenzara a usar mis manos utilizando mi dedo medio para dilatar su entrada anal .

Así lo hice por unos 10 minutos, cuando vi que estaba lista, me quite la ropa y me fui al baño, porque recordé que había visto un bote de vaselina y regrese con él.

Mi pía me esperaba en perfecta posición con una bella sonrisa en la boca y mi verga ya no daba más por el ansia de conocer el interior de ese colosal trasero.

Unte de vaselina mi dedo medio y lo introduje en su recto para lubricarlo  y quiero aclarar que durante todo este periodo, solo escuchaba de ella, lamentos pero con síntomas de mucho placer

Me subí a la cama, prepare a mi pancho con una buena capa de vaselina y  coloque mi verga en la mera entrada de su ano y con un leve empujón, empecé a sentir como mi glande  se hacía camino en aquella gruta inexplorada, mi Pía lanzo un quejido de dolor y arqueo aún más su trasero para facilitar la entrada  y sin decir agua va mi pancho estaba totalmente dentro, entonces sucedió

Cito déjela ahí no se mueva quiero sentir este dolor y placer, en ese momento con mi mano toque su concha buscando el clítoris para masajearlo y comienza la música para mis oídos

Pía- papito lindo, dame fuerte, quiero que me mates, porrrrrrrrr  favooooooooor, miiiii culoooo esss tuyoooooo damelaaaaaaa todaaaaaaaa,  yo soy tuyaaaaaaaaaa.

La estuve culpando a más no poder  y pude sentir que mi amorcito se corrió más de una vez.

En realidad esta mujer, era una salvaje en la cama, tenía un deseo insaciable a la hora del sexo y descubrió en mí, que yo y mi verga era todo lo que necesitaba de ahí en adelante.

Pasaron los días y se acercaba navidad y yo tenía que regresar a mi país y así lo hice.

Estando en vacaciones por casi dos meses recibí una llamada de mi primo diciéndome, que Pía había fallecido en un accidente de tránsito cuando regresaba de su estado de pasar vacaciones de navidad.

Mi dolor fue muy fuerte,  pero la vida continúa.

JIHNM

Relato erótico: “Exhibiendome en la playa 4” (POR JESSICA97)

$
0
0

Exhibiéndome en la playa

Viernes

Al despertar, viernes por la mañana, me sentía muy diferente de los días anteriores. Era relativamente temprano, mi novio estaba aún acostado a mi lado, pero sentía que las cosas habían cambiado totalmente. Me levanté de la cama, fui al servicio para asearme. Vi en mi cel. que era mucho más temprano que de lo que me estaba levantando en días anteriores, apenas eran las seis de la mañana, pero ya no tenía sueño, contrario de los otros días cuando me despertaba a las nueve o diez de la mañana. Al salir del aseo vi que mi novio se había despertado, y me miraba fijamente mientras me acercaba a él. Al llegar a la cama, me recosté, pero prácticamente sobre él, le di un beso en su boca y sin decir nada empecé a acariciarle su pene con mi mano derecha. No pasaron más de algunos segundos y empecé a sentir como se endurecía ese miembro y mis ganas por sexo se incrementaban, mi novio empezó también a tocarme el cuerpo, principalmente mis tetas que colgaban sobre él, y luego bajo una mano hasta mi sexo y empezó a hacerme gozar con sus dedos. Mi sexo chorreaba jugos, y estaba desesperada por recibir una penetración de aquel aparato sexual de mi novio, por lo que me coloqué en posición para metérmela toda, y justo cuando estaba metiendo la punta de la picha de mi novio, este me tomó por la cintura y me arrojó violentamente a un lado de la cama, que por poco me tira fuera de ella.

-Quieres que te coja perra!!! Exclamó el. Yo por mi parte estaba algo confundida, ya que su tono de voz era como autoritario, como si estuviera enojado.

-Si amor, pasa algo? Pregunté yo muy sumisa.

-Si perra!!! Que no vas a tener sexo ni hoy ni mañana, vas a estar en abstinencia total hasta después del evento!

-Porque amor? Pregunte yo.

-Porque yo mando perra!

La respuesta fue clara y concisa, y no me dejo lugar a dudas ni me atreví a decir nada más. Estaba algo confundida, no sabía si mi novio estaba enojado con migo o si había ocurrido algo que yo no notara, pero lo que si tenía claro es que sería de ahí en adelante más sumisa aun de lo que había sido hasta ese momento. Mi novio se levantó, se fue al aseo de donde regresó pronto. Se colocó su ropa deportiva para salir a correr y en ese momento se dirigió a mí:

-Vístete perra, vamos a salir a correr un poco, aprovechando que estas despierta temprano. Yo me quedé paralizada un momento, pero antes de que me dijera algo más, me levanté y me fui hacia mis cosas. Me puse a pensar que en realidad yo no traía nada apropiado para ir a correr, aunque no sabía cómo decirle. Abrí mi maleta, y empecé a buscar sin sentido, saqué la camiseta y el short con los que había hecho el viaje el día que veníamos, y ahí me detuve, sabía que no tenía calzado deportivo y era evidente que no podría ir a correr en tacos. Me puse el short, en seguida me coloqué la camiseta, miré a mi novio y le dije:

-Por dónde iremos?

-Pues creo que tendremos que ir por la playa, ya que no tienes zapatos para correr por la calzada! Escuchar eso fue un alivio para mí, con lo que le dije:

-Entonces estoy lista amor.

-Bien perra, entonces salgamos. Dicho esto, salimos inmediatamente, yo iba descalza, aunque en realidad no tengo ningún problema con eso, mis pies están muy acostumbrados a caminar en cualquier terreno sin calzado. El short que tenía puesto, de mezclilla, era bastante chico, prácticamente tenia medio culo al aire, y la camiseta ni que decir, como había dicho en mi primer relato, era algo ajustada, pero tampoco era que me apretara y apenas si llegaba a tapar mis tetas en lo largo. Justo al salir del hotel empezamos a correr hacia la playa, mi novio llevaba un paso bastante fuerte, y si bien tengo muy buena condición física, mis tetas son un problema cuando intento correr, y debo hacerlo a un paso bastante lento o tener una mano sobre mis pechos para evitar los brincos excesivos que dan estos. Tuve que hacer lo segundo para intentar mantener el paso que llevaba mi novio, y correr con una mano sobre mis tetas para intentar sostenerlas un poco. Sabía que de esta manera me cansaría muy pronto, y que si mi novio no bajaba el ritmo no podría estar a su altura por mucho tiempo. Igual por el momento no me atrevía a decir nada, así que hice mi mejor esfuerzo por mantener el ritmo, que para mí era muy fuerte. Al cabo de unos 15 o 20 minutos de correr a ese ritmo, sentía que ya mis fuerzas no me darían para mucho más. Corríamos por la playa, la cual estaba prácticamente desierta a esas horas de la mañana, yo iba unos 10 a 15 metros atrás de mi novio, y en ese momento decidí decirle que tendría que bajar el ritmo, así que aumente la velocidad para alcanzarle, y al estar a su lado le hablé:

-Amor, no podré mantener el ritmo, vayamos un poco más lento por favor.

-Más lento!!! Exclamo él, pero si vamos despacio.

-Amor, por favor, sabes que no puedo correr mucho con estas tetas, llevo una mano sobre ellas todo el rato, de lo contrario me rompo el cuello.

-Lo se perra… Hagamos algo, baja el ritmo un poco, yo seguiré así y te esperaré al final de la playa. Dicho eso, aumento la velocidad, al ritmo que supuse corre normalmente, yo por mi parte tuve que bajar la velocidad, momento en el cual alce la mirada y vi que la playa aún se extendía por al menos 2 kilómetros más. Seguí corriendo, ya a mi ritmo, sin tener que llevar las manos sobre mis tetas, las cuales ahora se movían a gusto, constantemente sentía como la camiseta se me iba subiendo y me dejaba las tetas al aire, pero yo intentaba mantenerlas tapadas lo más posible, sentía que no era el momento para andarme exhibiendo por la playa. Corrí por unos diez o quince minutos más, hasta alcanzar el final de la playa. Al llegar ahí, había una montaña que no permitía el paso, más que por las piedras grandes que iban bordeando el acantilado que había a la orilla del mar, observé un poco hasta que logré ver a mi novio sentado en una roca a unos cien metros de donde yo estaba, adentrándose por las piedras, así que me dirigí hacia él. La ruta era difícil, sobre piedras enormes, y en algunas partes debía saltar de una piedra a otra pues habían huecos grandes y hasta llenos con el agua del mar que con las olas subía por entre las piedras, las cuales, al estar expuestas al agua del mar, tenían adheridas conchas y cosas similares que las hacían muy ásperas, cosa que me incomodaba un poco y hasta me dolía cuando debía saltar de una piedra a otra. Finalmente logré alcanzar el sitio donde se encontraba mi novio. Él estaba sentado en una roca muy grande, donde cada ola que reventaba lo salpicaba un poco de agua, me acerque a él y fue entonces cuando levanté mi mirada y pude observar la panorámica que había desde aquel punto. Se podía observar toda la playa, estábamos como en frente de todo, y había una vista espectacular. Me senté al lado de mi pareja, lo abrace y le di un besito en su oreja, a lo que reaccionó y me dio un tremendo beso en mi boca, el cual se extendió por varios segundos hasta que escuchamos el rugir de una ola la cual nos bañó casi por completo. Nos separamos inmediatamente y nos levantamos entre risas, la marea estaba subiendo, y sin nos quedábamos ahí terminaríamos buceando entre las piedras en el mejor de los casos. Al levantarme, me di cuenta que mi ropa había quedado totalmente mojada, mi camiseta estaba totalmente transparente dejando a la vista el par de tetas, mi novio se dio cuenta al mismo tiempo de la situación y me dijo:

-Como que ya estás practicando para mañana!!!

-Así pareciera, le contesté, y continué, pero es que no tenía nada más que ponerme para acompañarte a correr amor.

-Lo se Jessi, me dijo, en un tono muy diferente al que me había hablado en las últimas horas. Y aunque no me disgusta para nada que me trate como su perra, hay veces es bueno sentir que no es por disgusto que lo hace, y parece que ese era el momento en que me lo haría saber de una manera que ni yo misma me lo esperaba. El continuó hablando:

-Sabes Jessi, no quiero ser grosero con tigo, es solo que me gusta sentirme autoritario con tigo, pero no quiero hacerte sentir mal ni que pienses mal por alg…

-Amor, le interrumpí yo, -no te preocupes, sabes que me encanta ser tu sumisa, tu perrita, y me encanta que me trates así, que me des órdenes y hacer las cosas tal cual me dices, quiero que mantengamos ese juguito el resto de la semana, que me trates como a tu puta, haré lo que desees. Dicho esto, me quedé pensando en lo que le dije, no estaba segura de lo que pasaría de aquí en adelante, si fue o no inteligente eso, más aun sabiendo los acontecimientos que se habían dado en los días anteriores y lo que estaba por venir, pero lo dicho, dicho estaba, así que no iba echar para atrás. Las propias palabras de él fueron las que me sacaron de mis pensamientos.

-Bueno Jessi, creo que más tarde iremos de compras para que puedas salir a correr con migo por las mañanas en algo más decente que eso que tienes puesto, que en realidad es ahora como si estuvieras desnuda!!!

-Bueno, eso no era así cuando salí, fue por culpa de esa ola que nos ha bañado y ha dejado mi camiseta transparente, pero yo no venía enseñando mis tetas amor.

-A qué no? Te vi cuando venias corriendo que tu camiseta constantemente dejaba tus tetas al aire, cosa que no es novedad en ti, pero no me vengas a decir que venias bien tapadita!!!

-Está bien, tienes razón, pero igual, no tenía nada más que ponerme para correr!!!

-Te pudiste haber colocado un traje de baño por debajo de esa ropa, y no venir con tus tetas al aire, y casi que tu culo de igual manera, ya que ese short que traes puesto tampoco te cubre mucho que digamos!!!

-No pensé en eso amor, te soy sincera, tendré más cuidado la próxima vez, y con un gesto sumiso agregue, discúlpame amor. Con eso, el pareció entender que el juguito continuaba, y que era yo quien le pedía que por favor me tratara como a su perra, lo cual hizo de inmediato.

-Bueno perra, es hora de regresar, te espero en la habitación, no voy a correr a tu ritmo de novata. Dicho eso, empezó a avanzar por sobre las piedras con agilidad felina, y claro, él tenía su calzado deportivo lo cual le daba mayor comodidad en comparación con mis pies descalzos. En lo que yo logré avanzar por sobre dos rocas él ya estaba sobre la arena de la playa corriendo a un ritmo muy fuerte. Para cuando logre alcanzar la playa, mi novio era ya un pequeño punto en el horizonte, sabía que era imposible lograr alcanzarle, aun así, eche a correr tras el para no quedarme excesivamente rezagada. La camiseta mojada me daba la ventaja de que se pegaba a mis tetas, y aunque era transparente de esa manera, al menos no se me andaba subiendo, y aparte de eso, me daba cierta sujeción en los pechos, lo que me permitió correr a un paso más fuerte. La playa ya no estaba tan desierta como cuando iba hacia la montaña, ya serian cerca de las siete de la mañana, y ya se empezaban a mirar los empleados de los diferentes hoteles que hay a orillas de la playa haciendo sus labores, así como uno que otro turista y surfeadores que suelen salir a esas horas en busca del mar. Si bien no fueron muchos los que me encontré durante el trayecto, y muchos menos de los que pasé muy cerca, si me di cuenta de que algunos se quedaron embobados a mi paso al ver mis tetas saltando de un lado a otro con el ritmo de mi trote. Así llegué hasta la entrada de la calle del hotel, por donde seguí mi ritmo de trote sin prestar mucha atención en quien o quienes me miraban, ya para ese punto, mi camiseta estaba bastante seca, y ya no se transparentaba mis tetas, pero al mismo tiempo, ya no se pegaba a ellas por lo que sentía que se iba subiendo poco a poco dejando mis tetas al aire nuevamente. Si bien la camiseta se mantenía algo húmeda, tanto por el agua del mas como mi sudor, no era lo suficiente como para mantenerla adherida a mi cuerpo. Justo al llegar a la entrada del hotel sentí como mis tetas ya estaban totalmente desnudas, pero me abstuve de acomodarme la camiseta pensando en que le podría dar un buen espectáculo de tetas a Juan, pero para mi sorpresa, justo cuando llegué a la entrada del hotel al que me encontré de frente no fue precisamente a Juan, si no a uno de los chicos que se hospedaban en una de las habitaciones que salen a trabajar todas las mañanas. Había olvidado por completo que era viernes, día de trabajo normal para la mayoría, y que, obviamente a esas horas de la mañana es cuando todos salen a su jornada laboral. Claro, la sorpresa del chico fue mayúscula cuando me vio venir hacia el corriendo con las tetas al aire, y la sorpresa mía fue mayor al ver a alguien que no me esperaba de frente, a menos de dos metros de mí. Reaccioné de inmediato, y me puse las manos en mis tetas, supongo que mi rostro se puso rojo totalmente ya que el chico me habló inmediatamente:

-Un ángel cayó del cielo!!! Dijo el, con un tono un poco gracioso, y continuó. No se preocupe muchacha, una hermosura como Ud. no debe sentir vergüenza, más bien, debería ser yo quien sienta pena de interrumpir su paso. Sus palabras hicieron evidente mi vergüenza que se notaba en los colores de mi rostro, pero al mismo tiempo hizo que me diera un cierto aire de confianza.

-Disculpa, no esperaba encontrarme a nadie. No quise ofenderte! Le dije con voz de niña.

-Ofenderme!!! Exclamo él. Para nada preciosa, daría lo que sea porque esa imagen no se borre de mi mente nunca más. Es más, pagaría por eso!!!

-Ja ja ja, reí yo con un poco de ironía. Por dentro pensaba que él podría ver mis tetas cuando quisiera, mientras tomo el sol en la piscina, y quizás, hasta más que eso.

-Por cierto, no irás al concurso de camisetas mojas? Deberías ir, fijo que ganas! Dijo él. Eso me dejó paralizada por un momento, pero le contesté:

-Seguro estaré ahí, tú crees que tengo posibilidades? Pregunté yo nuevamente con inocencia.

-Posibilidades??? Si haces un espectáculo como el que acabo de ver fijo ganas preciosa! Él decía eso con mucho morbo, pero al mismo tiempo con respeto. Su mirada se centraba en mi rostro, y no en mis tetas, que seguían cubiertas únicamente por mis manos. En ese momento, solté mis tetas para acomodar nuevamente mi camiseta, momento en el cual deje que por unos instantes el viera mi pecho nuevamente mientras me acomodaba la ropa, cosa que hizo de gusto, y con una sonrisa en su rostro dijo:

-Uy mamita, es que estas como Dios manda!

-Gracias, le dije yo. -Entonces espero verte mañana! Agregue.

-Si tu estas y prometes dar un espectáculo como el de ahora, fijo que estoy. Ahí me entró el morbo y le dije:

-Si te veo mañana, haré algo dedicado para ti para que no lo olvides, algo mejor que esto, y dicho esto, me levante la camiseta nuevamente para enseñarle ahora sí, con toda calma mis tetas de manera directa, le hice un gesto de viciosa y en seguida proseguí mi camino, dejándolo atrás. Mientras me alejaba me acomodé mi camiseta de nuevo y escuche que el chico me decía:

-Fijo ahí estaré mañana esperando que cumplas la promesa!!!

-La cumpliré! Le dije yo sin detener mi paso hacia mi habitación.

Entré en nuestra habitación, no estaba mi novio, lo cual me sorprendió por un momento, pero luego, al mirar el reloj supe que de seguro estaría corriendo aun, pues apenas si había pasado una hora de que habíamos salido, y por lo general se tarda al menos dos horas en su rutina, era evidente que el trayecto con migo no cumplía ni con la mitad de lo que suele hacer diariamente. Me dirigí a la ducha, donde me bañe muy bien, y aunque tuve deseos de masturbarme por todos los acontecimientos ocurridos, no lo hice pensando en el mandato de mi novio de nada de sexo, y quería ser la sumisa obediente que suelo ser. Salí del baño, busque un traje de baño. Ya en los días anteriores había utilizado los tres que había traído con parte superior, y la verdad, ese día no pensaba usar nada arriba, pues al día siguiente sería el concurso, y no quería ni rastros de marcas en mis tetas, así que, tome una de las dos tanguitas que había traído que no tienen parte superior, que en síntesis son muy similares a las de los otros bikinis, minúsculos triangulitos que a duras penas tapan algo, y todo el resto sin finas tiritas que unen todo. Este que saqué es de color rosa, me lo coloqué y me lo jalé bien hacia arriba, provocando esto que se incruste hasta dentro entre mis labios y mi culo, una sensación que me encanta. Hecho esto, me puse unos los tacones blancos que había usado la segunda noche con el vestidito rosa. Salí de la habitación, con la toalla en la mano y el bolsito de mis cosas personales, y las tetas al aire, sin importarme más, me dirigí a la silla que ya era mía! Coloqué mi toalla y me tumbé de inmediato boca abajo, me puse el bronceador a como pude, pues no había nadie a quien solicitarle ayuda y me relajé. Al poco rato llego mi novio, quien al verme en la toalla me dijo:

-Quien te ha dado permiso de estar acá perra? Era evidente que se estaba tomando en serio su rol de dominante.

-Disculpa amor, no quise molestarte, pensé que… Me interrumpió el de inmediato.

-No tienes derecho de pensar perra, solo de obedecer.

-Discúlpame amor, por favor, no ocurrirá de nuevo. Le dije yo muy sumisa, e inmediatamente hice un movimiento como para levantarme e irme para la habitación, cosa que nuevamente tuvo una reprimenda.

-Y ahora que pretendes hacer perra?

-Irme para la habitación amor.

-Y quien te ha dicho que hagas eso perra?

-Eh… nadie amor, pensé…

-Nuevamente pensando perra! Interrumpió nuevamente.

-Discúlpame amor, que deseas que haga?

-Pues, ya estás aquí perra, ahora quédate a tomar el sol. Igual debes estar perfecta para mañana. Dicho esto se inclinó sobre mí, y me empezó a tocar el culo y la vagina, como buscando algo.

-Veo que has hecho caso al menos en tu abstinencia y no traes nada en tus agujeros.

-No amor, no tengo nada tal cual me lo has ordenado.

-Bien, eso está bien, y ni se te ocurra hacer algo contrario a mis órdenes perra.

-No amor. Me podrías ayudar a ponerme crema en la espalda, es que no lo he podido hacer bien yo sola, le pedí.

-Está bien perra. Dicho esto, tomó el frasco del bronceador y empezó a colocarme por todo el cuerpo, entreteniéndose sobre manera en mi culo nuevamente, metiendo mano y dedos por todos mis agujeros logrando una tremenda excitación en mí, al punto que estaba a punto de correrme, momento en el que él se detuvo, y sin decir nada se levantó y se retiró hacia la habitación diciendo:

-Nada de eso perra, tendrás que aguantar, regreso en un rato. Él sabía lo que me hacía, y sabía muy bien el momento exacto en el cual se podía detener y dejarme con el orgasmo a punto, y disfrutaba de hacerme sufrir de esa forma, y por alguna razón, yo disfrutaba de ese martirio al cual me sometía.

Me quedé ahí, tumbada boca abajo por un rato, luego me di vuelta y procedí a colocarme bronceador por el frente, lo disfruté al máximo, me entretuve masajeando mis tetas, y luego por mi vagina, al punto que nuevamente sentí como mi orgasmo se acercaba, así que me detuve, terminé de colocarme el bronceador y me relajé nuevamente. En ese instante escuche la voz de mi novio, a quien no había escuchado llegar, que estaba justo sobre mí:

-Eres obediente perra, me gusta eso. Era evidente que estuvo suficiente tiempo como para darse cuenta lo que había hecho, y me alivió que no hice nada.

-Iré a traer algo para desayunar perra, espérame aquí, no te muevas! Dicho esto, se retiró, yo me quedé tomando el sol a mi gusto. A los quince minutos, mi novio estaba de regreso con unas bolsas, en las cuales traía nuestro desayuno.

-Sigues aquí perrita, me gusta tu obediencia, te has ganado un desayuno. Siéntate. Yo me incorporé sonriente, lo miré a los ojos y dije:

-Gracias amor, soy tuya y haré lo que me digas.

-Bien bien, vamos a desayunar algo. Ponte la parte de arriba de tu bikini.

-Eh… no traje amor, no tengo parte superior para este bikini. Contesté yo, esta vez con cierta desconfianza de que esta respuesta no le gustaría a él.

-Ahhh, entonces vienes con las tetas al aire desde la habitación!

-Eh, sip amor.

-Mmmm, bueno, que le vamos a hacer, eres una puta legitima. Igual, desayunemos! Su respuesta no era justamente lo que me esperaba, pero al menos fue relajante no recibir otro regaño. Me entregó una bolsa, la cual contenía una cajita con frutas, las cuales me comí de gusto, igual había un sándwich y una cajita con leche fresca, me lo comí todo, los ejercicios de la mañana habían abierto mi apetito. Una vez terminado, me quedé esperando las órdenes de mi novio, el cual, al verme esperando me dijo:

-Quieres seguir tomando el sol?

-Lo que tú ordenes amor.

-Bien, entonces recuéstate nuevamente, que te doy más cremita en la espalda!

Mi novio me puso crema en la espalda, esta vez no me martirizó tanto como anteriormente, y me pude relajar pronto. Estuvimos así por un buen rato, el en ocasiones se metía a la piscina y nadaba un rato, luego salía y se tumbaba a mi lado, me daba crema por uno y otro lado y volvía a nadar. Como a las diez de la mañana, salió Andrea de su habitación, tenía cara de que había pasado una noche tremenda, se acercó a mí, justo mi novio estaba en la piscina:

-Hola Jess.

-Hola Andre, que tal tu noche?

-Ufff Jess, ni te imaginas, tremenda!!!

-Se te nota!!! Le dije con una mirada picara.

-Tanto así amiga?

-Tanto así! Repliqué! Se quedó en silencia, y al cabo de unos segundos nos reímos las dos al unísono.

-Ja ja ja…

-Hace mucho estas aquí? Preguntó Andrea.

-Sip, mas menos, temprano salí a correr con mi novio.

-Ahhh, madrugaron entonces!!!

-Se puede decir!!!

-Bueno, regreso a mi cuarto para alistarme y vengo para estar con tigo Jess.

-Está bien Andre, aquí estaré. Dicho esto, se retiró Andrea a su cuarto y yo seguí tomando el sol. Al poco rato, ella volvió a salir con su bikini de hilito que había usado el día anterior, y vino hasta la silla que igual había usado ella. Se tumbó boca arriba y se empezó a dar bronceador por el cuerpo. En ese momento justo mi novio salía de la piscina y se acercó a nosotras.

-Hola Andre, dijo él.

-Hola, contestó ella.

-Si ocupas ayuda me dices, le dijo mi novio a ella, a lo que yo inmediatamente levante la mirada viéndolo seriamente pero sin decir nada. Si bien teníamos un juguito, era entre nosotros, yo no quería incluir a nadie más. Claro, no tendría derecho de reclamar pues a mí también me habían dado crema ya otros chicos días atrás, y de maneras muy provocativas!

-No te preocupes, ya viene Carlos para ayudarme, contestó Andre sin ninguna malicia. Efectivamente, Carlos salía justamente de su habitación, y se dirigió a nosotros, saludando a todos y mirando mis tetas fijamente.

-Hola!!! Dijo el de manera general. Me agradaba esa mirada que me hacía, me gustaba saber que mis tetas le llamaban la atención, igual, por cierto respeto en ese momento me di vuelta y le solicité a mi novio me diera crema en la espalda, cosa que hizo de gusto, y esta vez, nuevamente se dio gusto tocando mi culo, y yo intenté hacer que la cosa fuera más sexual, levantando lo más posible mi culo y hasta abriendo un poco las piernas para que mi novio tuviera un mejor acceso a mis partes, cosa que no dudo en meter mano. Yo por mi parte, no quería tener un orgasmo frente a mis amigos, por lo que intentaba pensar en algo más, y parece que mi novio era consciente de ello, ya que no paraba de meter sus dedos por mi vagina y mi culo, y de haber estado solos ya hacía rato hubiera tenido mi orgasmo, pero dadas las circunstancias lo estaba tratando de evitar. Fue Andrea la que intervino en la situación y prácticamente me salvo de una situación que ya se me estaba saliendo de las manos:

-Chicos, mejor vayan al cuarto, que aquí están muy incomodos así!!! Se hizo un silencio sepulcral, mi novio se detuvo de inmediato y a los pocos segundos los cuatro estallamos en carcajadas, aunque yo por dentro estaba deseando seguir los consejos de mi amiga, sabía que eso no sería así. Nos relajamos nuevamente y la rutina normal siguió por el resto de la mañana.

Cerca del mediodía, nos retiramos hacia las habitaciones para luego ir a almorzar los cuatro juntos nuevamente. Yo tenía el presentimiento que ese almuerzo en grupo nuevamente serviría para que tanto mi novio como mis amigos se aprovecharan para seguirme exhibiendo donde fuéramos, pero la verdad sentía que quería eso, y no intentaría por ningún motivo detenerlos. Ya en la habitación le pregunté a mi novio:

-Quieres que me ponga algo en especial para ir a almorzar?

-Mmmm, pues, luces fantástica así, igual que siempre, cúbrete las tetas con algo a tu gusto, y estarás bien me parece.

-Como tú gustes amor. No quieres que me ponga nada más en la parte de abajo?

-Si tú lo deseas perra, o si quieres ir en el hilito lo puedes hacer.

-Me pondré un pareo si te parece.

-Está bien, como tú gustes. Quería tener algo más que solo el micro hilito en la parte de abajo, pues sabía que posiblemente jugarían con migo este trio. Busque el vestidito rosa que usé la segunda noche, que en realidad era un pareo en la parte baja y un tira de tela en la parte superior amarrada sobre mis tetas. Esta vez, a diferencia de la vez anterior, la amarre cruzada para que mis tetas no se salieran tan fácilmente, y dado que traía el hilito abajo, podía amarrar el pareo por un costado.

-Qué te parece así amor? Pregunté a mi novio.

-Me parece que lucias mejor antes de colocártelo, pero te ves muy bien así también.

-Si quieres me lo quito amor.

-No no, mejor así, creo que es más prudente. Le sonreí, él también estaba listo así que salimos de nuestra habitación, nuestros acompañantes también justo están saliendo, y una vez con ellos nos dirigimos hacia el restaurant del hotel. Había bastante gente adentro, no me lo esperaba, pues todo el rato que estuvimos en la piscina no vimos a nadie, ni tan siquiera a los del aseo de la alberca, pero cosa contraria, el restaurante estaba bastante abarrotado. Por un lado, me alivio venir vestida como estaba, ya que si mi novio hubiese tomado la oferta de quitarme lo que me había puesto con suerte hubiera entrado al sitio con únicamente un micro hilito sobre mi cuerpo, y eso hubiera sido muy vergonzoso dado la cantidad de gente. Igual, mi cuerpo era el centro de atracción y el punto al que se dirigían todas las miradas del local, y aunque no tenía nada a la vista directamente, el pareo no me tapaba ni todo el culo ni la parte delantera del micho hilito, dejando ver una de mis nalgas casi por entero y la mitad de la otra por atrás, con el hilito totalmente invisible entre mis nalgas, y por adelante se entreveía el pequeño triangulito que luchaba por sostener tras de sí la línea de vellos sobre mi vagina. Al echar un vistazo por el lugar, logré divisar al chico que me sorprendió con las tetas al aire por la mañana, estaba sentado en una mesa junto a 3 chicos más, debían ser sus compañeros. De momento él no me había visto, pues justamente él era quien estaba de espaldas a nosotros, pero dos de sus amigos ya habían notado nuestra presencia, especialmente la mía, y no tardaron en alertar a sus compañeros. El chico que me había visto, al verme de nuevo empezó a hablar con sus amigos, supuse que les había contado de su encuentro de la mañana y ahora les diría que yo era la chica, aunque yo no podía estar segura de eso y era solamente mi idea, pero por el tipo de gestos pensé que seguro que era eso. Nos sentamos alrededor de una mesa, bastante cerca de donde los chicos en mención estaban, esta vez, mi el chico en mención estaba justo frente a nosotros, aunque yo le daba la espalda, pero era lo primero que su mirada podía ver cuando veía hacia nuestra mesa. En seguida ordenamos y el camarero se retiró. Frente a mi estaba Andrea, quien empezó a notar las miradas de los chicos de la mesa en cuestión, si bien la mayoría de hombres me miraban, ellos lo hacía con mayor frecuencia y se notaba que hablaban de mí.

-Jess, así es como debiste usar ese vestidito la otra noche cuando nos encontramos, cruzado, y con ese hilito por abajo, no como ibas ese día, me dijo Andre como para romper el silencio de la mesa.

-Bueno, es que ahora sé que estamos en compañía de ustedes, además, ese día habíamos salido tarde en la noche, no a medio día, era una ocasión diferente, me defendí.

-Igual fui yo quien le dijo a Jess como quería que usara el vestidito ese día, agrego mi novio.

-Sí, está bien, pero no creo que le dijeras a ella que fuese sin nada por abajo. Volvió al ataque Andrea!!!

-Bueno, eso si no se lo dije, pero ella siempre anda así, no era algo de extrañar, trató de defenderme de nuevo mi novio.

-Igual, soy yo la que se viste o desviste, y si a alguien le ven sus partes es a mí, a nadie más, dije yo de manera tranquila y en la voz más baja posible para que nadie más me escuchara fuera de la mesa. En ese momento, me levanté de la mesa y tomé rumbo al lavatorio.

-Iré a lavarme las manos, dije. Me fui directo a los servicios, los cuales estaban atrás de una puerta, al entrar, vi un pasillo largo y al fondo dos puertas, una era los servicios de varones y la otra la de las chicas. Entré al que me correspondía y me lave las manos. Al salir, mi sorpresa fue ver al chico de la mañana, parecía me había seguido hasta ahí y me estaba esperando.

-Hola preciosa, me dijo.

-Hola!

-Disculpa mi atrevimiento, Jessica, es tu nombre cierto?

-Como lo sabes?

-Te seguí con la vista en la mañana y vi a cual habitación entraste, luego fui a la recepción y logré mirar en el libro del hotel tu nombre, y el de un hombre que está en tu habitación, supongo tu esposo.

-Ahhh, eres curioso entonces!!! Y bueno, sí, mi nombre es Jessica, cual es el tuyo?

-Soy Fabián.

-Pues mucho gusto Fabián.

-El gusto es todo mío Jessica. Y dime, en serio estarás en el concurso mañana?

-Sip, ahí estaré, participando.

-Y lo de la promesa fue en serio?

-Solo tendrás que estar ahí para averiguarlo.

Mmmm… usaras un short como el que traías por la mañana? Se te miraba el culo muy rico Jessica…

-Ja ja ja ja ja… no, no usaré un short así.

-Ahhh, que pena, con ese short te mirabas de infarto.

-Siento desilusionarte, pero en realidad usaré un hilito como este que traigo puesto. Dicho esto, solté el nudo de mi pareo y me lo quité, mostrándole el hilito que tenía puesto. El chico se quedó paralizado por un instante, y tuve que hablarle de nuevo para que saliera de su trance.

-Te parece que mejor debería usar el short?

-Bue- bue-bueno… de ser así, creo que ese hilo será la mejor elección…

-A mí me pareció igual, pero bueno, una segunda opinión nunca está de más. Bueno, me tengo que ir, un gusto Fabián. Dicho esto, me di vuelta y me coloque el pareo para regresar a la mesa como si nada pasara. Al llegar a la mesa, los platos ya estaban servidos. Nos dedicamos a comer de inmediato. Mientras comía a mis espaldas escuchaba el cuchicheo de Fabián con sus amigos, evidentemente hablando sobre mí, aunque no sabía exactamente qué. Al terminar de comer, los chicos nuevamente se levantaron como es su costumbre para ir a cancelar la cuenta, dejándonos a Andre y a mi solas en la mesa.

-Jessica, esos chicos no paran de hablar de ti. Se ve que les has provocado!!!

-Tú crees? No tengo idea de quienes son, los has visto tú antes? Le dije a Andre aludiendo inocencia.

-La verdad no estoy segura, pero me parece ya los había visto en el Hotel.

-Pues será que están hospedados aquí, le dije yo con frialdad.

-Pues sí, pero igual, no te quitan ojo de encima!

-Han de ser unos mirones!!! Ja ja ja.

-Seguro que sí, vamos, los chicos están listos, dijo Andre. Nos levantamos en seguida, yo salí tras mi amiga, lo que me dejo con libertad de mirar a Fabián y al pasar cerca de él le cerré un ojo y le lance un besito para que sus amigos vieran que lo que él decía debía ser verdad, eso en realidad sin saber que les habrá dicho!!!

Salimos del restaurante y nos dirigimos de regreso al hotel, llegamos a las sillas donde aún estaban las toallas que habíamos dejado en la mañana ahí. Yo procedí a quitarme el pareo, y en seguida me quité la tira que me cubría las tetas, dejando estas al aire libre de una vez, me senté en mi silla y le dije a mi novio:

-Me pasarías crema en la espalda por favor amor?

-Con mucho gusto, dijo el, y sin perder el tiempo tomo el bronceador y me lo empezó a pasar por la espalda.

-Recuéstate boca abajo Jess, me dijo, para terminar de pasarte bien el bronceador! Hice caso inmediatamente, y me acosté boca abajo como me dijo él. Nuevamente empezó el jugueteo en mi culo, mientras observaba como Carlos le daba crema en la misma posición a Andrea. Ella al igual que yo, había decidido sacarse las tetas y tumbarse boca abajo. Pronto mi novio termino de hacer lo suyo, y se recostó sobre su silla para descansar. Al cabo de un rato, cuando ya la comida se nos había bajado un poco, mi novio y Carlos se fueron hacia la piscina, y no tardaron mucho en invitarnos a unirnos a ellos. Andrea no titubeo mucho, se levantó de la silla, se colocó la parte superior del bikini y se lanzó a la piscina. Yo me sentía aperezada, pero igual, después de algunas insistencias de mi novio y Carlos me levante y me fui hacia la piscina. Empecé metiendo un pie en el agua, no quería lanzarme, pero en eso Andrea empezó a arrojarme agua desde la piscina, lo que me obligo a tirarme de clavado a la piscina. Empezamos a jugar en la piscina, lanzándonos agua y esas cosas, hasta que Carlos pensó en jugar un partido de vóley acuático.

-Debemos conseguir un balón, dijo Carlos.

-En el hotel deben tener, dijo mi novio.

-Hay que pedirle una bola al recepcionista, les dije.

-Anda Jess, ve tú, que ya le tienes bastante confiancita a Juan, exclamó Andrea.

-Nooo, yo no quiero, les dije.

Jessi, no te hagas de rogar, ya sabes que le tienes mucha confianza, de seguro él te da el balón.

-Bueno, bueno, les dije, yo iré. Nadé hasta las graditas de la piscina, salí por ellas y me fui hacia la recepción. Mis tetas botaban al ritmo de mis pasos, entré a la recepción, me di cuenta que aún estaba tan mojada que iba mojando todo tras de mí, así que me detuve en la entrada y desde ahí llamé a Juan:

-Juan!!! Discúlpame, tienes un balón de vóley que nos puedas prestar? Juan estaba de espaldas a la entrada, y al darse vuelta a mi llamado quedó perplejo al verme prácticamente desnuda.

-Disculpa???

-Hay juan, no te hagas, que ya me has visto con menos, préstame un balón, insistí.

-Ehhh, bueno, dame un minuto y te lo llevo.

Te espero aquí o me lo traes tú?

-Como gustes Jessica

-Bien, entonces esperaremos en la piscina, que me muero de frio acá!!! Dicho esto me di media vuelta y me fui directo a la piscina, al llegar nuevamente me lance de clavado en el agua y nade por debajo del agua hasta llegar donde mi novio. Al salir del agua me preguntó:

-Que te han dicho?

-Ya me la van a traer, y no había terminado de decirlo cuando vi que Juan salía de la recepción con un balón en sus manos.

-Aquí está el balón que me pediste Jessica! Dijo Juan.

-Lánzala acá, le conteste. El la tiro hacia mí de inmediato. Atrapé el balón y le dije:

-Muchas gracias Juan, eres un sol! Empezamos a jugar, hicimos equipos por pareja, yo con mi novio y Carlos con Andrea. Noté que Juan se había quedado a la orilla de la piscina observando “el juego”, aunque más me daba la impresión que observaría solo el juego mío más que el partido de vóley. Yo quedaba justo del lado que estaba el, aunque estaba de espaldas a él, aun así, tendría un bonito espectáculo con migo, y yo me aseguraría que así fuera. Como ninguno de nosotros era profesional en el asunto, pasábamos más tiempo recogiendo el balón de lo que este pasaba en el aire, y más de una vez tirábamos el balón fuera de la alberca, por lo que alguno debía salir de la piscina para traerla, exceptuándome a mí, pues Juan estaba de mi lado, y si la bola se iba por ese lado el me la pasaba. Pronto Juan se dio cuenta que esa situación no le estaba favoreciendo, pues si yo salía de la piscina el espectáculo seria mayor, así que, se fue como a hacer otras labores, aunque se quedó bastante cercano a la piscina, de modo que estaba atento a lo que sucedía. No pasó mucho tiempo para que el balón saliera de la alberca por el lado que estaba yo, así que me tocaba ir a traerla, me aproximé a la gradilla y al empezar a salir noté como Juan no perdía detalle de mis movimientos. Sentí como la parte delantera de mi trajecito de baño estaba totalmente hundida entre mi vagina, al punto que prácticamente era un hilito, dejando ver absolutamente todo, incluso la línea de vellos de mi pubis, no me acomodé nada y salí como la más tranquila a traer el balón. Cuando tuve el balón en mis manos lo lancé a la piscina, y en ese momento traté de recomponer un poco mi tanguita, al menos para intentar tapar mis vellitos, regresé y me clavé nuevamente en el agua para continuar el juego. Jugamos por un rato más, luego salimos y tomamos nuevamente el sol, y así se fueron pasando los minutos y las horas de la tarde. Al ser más menos las cuatro de la tarde, mi novio dijo a nuestros acompañantes que debíamos retirarnos, pues teníamos algunos asuntos pendientes, yo no estaba segura a lo que se refería, pero igual hice caso de lo que decía el, me levanté, y me dispuse retirarme hacia la habitación, momento en el que mi novio dijo:

-Espérame aquí Jessi, regreso en seguida para irnos.

-Está bien amor, contesté yo sin estar segura de lo que se trataba. Lo que si estaba claro era que yo no iría a la habitación, por lo que decidí colocarme los trapos que tenía ahí con migo, pues evidentemente mi novio no quería que fuera semidesnuda a donde quiera que fuéramos. Justo me estaba terminando de colocar los zapatos cuando mi novio salió de la habitación y se dirigió hacia mí.

-Estas lista Jessi?

-Sí, dame un segundo que termino de ponerme este zapato.

-Bien, date prisa!

-Voy voy… Dicho esto, me termine de colocar mi zapato y estaba lista para marcharme. Nos despedimos de nuestros amigos y nos retiramos. Al salir por el portón del hotel le dije a mi novio:

-Para donde vamos amor?

-Iremos a comprar algunas cosas perrita. Recuerda que mañana debes salir a correr nuevamente con migo temprano, pero esta vez deberás ponerte a mi ritmo, así que tendrás que ir mejor preparada que hoy. En ese momento recordé lo que había sucedido por la mañana, y sabía que como mínimo debería comprar unos zapatos adecuados para correr. Nos dirigimos a un centro comercial que estaba relativamente cerca del hotel, quizás a unas 3 o 4 cuadras de distancia. Al llegar nos dirigimos directo a una tienda de artículos deportivos. Entramos y noté que la vendedora era una chica hermosa, con un bronceado precioso y un cuerpo de infarto, se notaba que era una chica de gym, llevaba ropa deportiva, muy ceñida, sin llegar a ser vulgar, pero si se le miraba muy sexy.

-Buenas tardes, en que puedo ayudarles? Nos dijo la chica. Por un momento se hizo un silencio, situación que me dió a entender que mi novio esperaba que fuera yo quien hablara.

-Hola, quisiera comprar un conjunto algo similar a lo que traes puesto, le dije.

-Claro que sí, tenemos varios estilos y colores para que puedas escoger, me contestó ella. Nos fuimos hasta unos estantes donde tenía muchos conjuntos de esa clase, el que ella traía puesto era un pantalón negro, semi largo, que le llegaba un poco por encima de la espinilla, y un top negro también, sin mangas, ambos tenían líneas rosadas a los costados, llevaba unas medias gruesas blancas y unas tenis negras con rosado también.

-Qué tipo buscas? Largo, corto, una pieza, dos?

-Dos piezas, corto contesté yo!

-Bien, creo que tengo varios que te podrían gustar. Empezó a sacar varios conjuntos del tipo que le dije, y de verdad que estaban todos muy bonitos, en diversos colores, pero me llamó la atención uno sobre todo. Era blanco y naranja, pero lo que me llamó la atención no era tanto el color sino más bien el tamaño del pantaloncillo, que más bien parecía una mini. Lo tomé y al mirarlo mejor me di cuenta que en efecto era una mini, no pantaloncillo.

-Ese conjunto es de tres piezas, me dijo la chica… pero no veo el short. Déjame ver, debería estar por acá. Empezó a revolver todas las cosas en busca del short que debía llevar el conjunto, aunque yo por dentro empecé a pensar que quería ese conjunto, y que en realidad no me interesaba el short, lo utilizaría de todos modos sin él, ya me estaba gustando la idea de correr solo en la mini. La chica por su parte, seguía buscando el short sin éxito.

-Creo que no está, dijo finalmente.

-Me parece precioso este, es del color que me gusta, le dije yo refiriéndome al conjunto que quería.

-No creo poder vendértelo, no está completo.

-Y si decidimos comprarlo de todas maneras, así incompleto? Insistí.

-Pues… no sé, quizás pueda buscarte algo para que puedas usar por debajo de la mini en algún color similar, dijo ella, sin saber que justamente mi idea era usarlo sin nada.

-Quizás me puedas hacer un descuento, propuse.

-Está bien, llamaré a mi jefe para preguntarle, me dijo ella. Inmediatamente se fue para el mostrador y llamó a alguien.

-Eres una puta Jess, me dijo mi novio.

-Porque amor? Le dije de manera inocente!!

-Todavía preguntas, está claro lo que pretendes.

-Ja ja ja, hay amor, lo que quiero es poder correr con tigo!

-Si claro, y lo harás en una mini, me imagino que sin nada más!

-Pues no es mala idea ahora que lo mencionas, le dije.

-Ja ja ja, como si no fuera lo que tienes en mente… perra! Me sonreí y le guiñe un ojo a mi novio, momento en el que se acercaba la dependienta nuevamente hacia nosotros.

-Dice mi jefe que dada la situación, les puede hacer un 30% de descuento en el conjunto.

-Está bien, lo acepto entonces.

-Si gustas te lo pruebas para que estés totalmente segura, me dijo la chica.

-Está bien, igual voy a necesitar un par de zapatos “tenis” y unas medias.

-Los zapatos están por allá, y las medias también. Nos dirigimos hacia el lugar, y desde lejos vi las tenis que quería, Llegué hasta ellas y le pregunté directamente sobre esas tenis en mi número:

-Tienes estas en mi talla?

-Sí, claro, ya te las traigo.

-Iré al probador, le dije.

-De acuerdo, ahí te paso los zapatos.

-Y unas medias, por favor, le dije a la chica mientras me dirigía al probador con el conjunto. Mi novio venía atrás mío, y al llegar a la puerta del probador me dijo:

-Eres una perra y lo sabes.

-Lo se amor, y también sé que te gusta que lo sea. Dicho eso, di media vuelta y entre en el probador. Cerré la puertilla con la tranque y me quite lo que traía puesto, incluso el hilito del traje de baño. Me coloqué el top primero, el cual me quedo súper ajustado, pero perfecto, y al colocarme la mini, me di cuenta que era más corto de lo que pensaba, y que era muy ajustado, prácticamente imposible que me tapara bien mi culito. En el momento que terminé de hacer esto escuche a la chica que afuera me decía:

-Aquí tengo los zapatos, si gustas te los paso de una vez.

-Tranquila, salgo enseguida. Dicho esto abrí la puerta y salí. La chica se quedó mirándome de arriba abajo, se le notaban los pensamientos en sus ojos, evidentemente pensando lo puta que me miraba.

-Te queda muy bien, dijo ella, y agrego, tienes un cuerpazo digno de lucir de esa manera.

-Gracias, tu igual, le dije. Ella sonrió a mi respuesta, e inmediatamente eso hizo que cambiara su forma de mirarme, aunque sabía que mi próximo movimiento haría que nuevamente me mirase con la cara que puso al inicio. Tomé los zapatos de sus manos y me dirigí a una banquita que había en el salón, ella vino con migo y me entregó una medias que también tenía en sus manos. Al sentarme en la banquita, mi sexo desnudo quedó totalmente desnudo, a la vista de la chica, quien hasta ese momento quizás pensó que yo al menos traía el hilito del traje de baño rosadito que ya me había visto posiblemente. Tal cual pensé, su mirada volvió a ser la anterior. Yo tranquilamente me coloqué las medias, y luego los zapatos, me levanté y me recompuse la mini, intentando tapar hasta donde fuera posible mi trasero.

-Me gusta, le dije a mi novio.

-Se te ve espectacular, me contesto él.

-Sí, te ves muy bien, aunque si está un poco corta la mini, y sin el short! Dijo la chica.

-A mí me gusta, y me gusta más así sin el short, me siento más cómoda, les dije. La mirada de la chica se volvió más penetrante aun, y yo miraba a mi novio el cual hacia una cara de incredulidad, al mismo tiempo que se sonreía, indicativo de que le estaba gustando mi actuación, o al menos, así lo sentía yo.

-Bien, nos llevamos todo, si gustas nos preparas la factura, le dijo mi novio a la chica. Yo por mi parte, regresé al vestidor, donde me quite las prendas, y al ponerme las que traía decidí no ponerme el hilito, usaría solamente el pareo en la parte de abajo, igual a como lo había usado la segunda noche de la semana, con el nudo al frente para tapar mis vellitos.

Salí del cambiador y me fui directo al mostrador, ahí estaba ya mi novio con la chica.

-Desean algo más? Pregunto ella.

-No, creo que tenemos todo, le contestó mi novio.

-Bien, entonces estamos listos.

-Muchas gracias por todo, le dije a la chica.

-Gracias por su compra, les esperamos pronto, contestó ella. Salimos del local y nos pusimos a caminar en dirección a la salida, de pronto mi novio me dijo:

-Te has quitado el hilo, verdad perra?

-Si amor, es que estaba mojado aun, me excusé yo.

-Eres una puta Jessica, vete para la habitación de inmediato, y me esperas ahí hasta que yo regrese, perra! Me dijo mi novio con un tono de dominante, aunque también sentí el juego en sus palabras. Tomé dirección hacia el hotel, tal como me lo había ordenado mi novio. En una mano llevaba la bolsa con la ropa y en la otra llevaba la caja de los zapatos. De pronto sentí como el nudo de la pañoleta que tapaba mi parte inferior empezó a soltarse poco a poco, ayudado por el viento que soplaba bastante fuerte y me levantaba la pañoleta constantemente, y que yo no podía controlar debido a los paquetes que traía en mis manos. Llegué hasta un muro, donde pude por fin colocar las cosas que llevaba en mis manos, momento en el que sentí como la pañoleta se me deslizaba hacia las piernas dejando mi culo totalmente desnudo. Había mucha gente en la calle, pues era la calle principal de la ciudad y a una hora de alto tránsito, así que no habrán sido pocos los que vieron el tremendo espectáculo, y aunque duro unos pocos segundos, quizás menos, no se hicieron esperar los chiflidos y piropos pasados de todo por parte de varios chicos. Rápidamente me acomodé el pareo, me hice el nudo fuerte a la altura de mi vientre y seguí mi camino en cuanto pude. Las miradas de varios caballeros que me encontré de camino se perdían entre mis tetas y mi vientre, buscando en cuál de los dos sitios podrían ver algo mejor, y si bien es cierto llevaba bien acomodadas mis tetas atrás de la tela, la cual llevaba cruzada, el movimiento de mis tetas libres se hacía muy evidente, y claro, sin dejar de lado la parte baja, en la cual el nudo frente a mi pubis evidenciaba bastante claramente la ausencia de cualquier otra prenda bajo la pañoleta.

Al llegar al hotel, en una de las sillitas de la piscina se encontraba Fabián, el chico de la mañana, quien posiblemente recién habría salido de sus labores. A su lado se encontraba uno de los chicos amigos de él. También note que ya Carlos y Andrea se habían retirado de la zona, por lo que solo los dos chicos estaban ahí. Fabián me saludó justo cuando iba pasando por su sitio.

-Hola Jessica, que agradable verte de nuevo.

-Hola Fabián, lo mismo digo! Me detuve para no ser irrespetuosa, aunque sentía que con eso estaba desobedeciendo a mi novio, aunque pensé que no podría darse cuenta!

-Sabes Jessica, le dije aquí a mi amigo Roger que participarías mañana en el concurso de camisetas mojadas, pero él no me cree.

-Y porque no le crees Roger? Dije como para seguirle el juego a Fabián.

-Pues, es que Fabián no suele ser muy sincero que digamos, y bueno, una chica como tú no suele participar en esos concursos.

-Ah no, porque piensas que una chica como yo no suele participar en concursos de esos? Acaso te parece que no tengo lo necesario para ese concurso?

-No, no Jessica, discúlpame si me malinterpreté, es solo que me pareces que eres una chica de mucha clase como para participar en un concurso de ese tipo, me refiero, un concurso de pueblo, tu eres más como de concursos del tipo profesional, no sé si me explico.

-Entiendo a lo que te refieres, pero bueno, creo que deberás creerle a tu amigo Fabián, ya que si voy a participar en el concurso, quizás no soy una chica de alta clase como tu pensabas!

-Pues, continuó Roger, si participas, y lo haces en el traje de baño que me ha dicho Fabián fijo que ganas.

-Ah, y que te ha dicho Fabián que pienso utilizar para el concurso?

-Pues, él dijo que le modelaste un pequeñísimo hilo dental hoy en el restaurante, y bueno, nosotros igual pudimos ver algo de esa fantástica prenda bajo ese pareo que traes.

-Modélala de nuevo Jessica, si no es molestia para ti por supuesto, pidió Fabián! Al escuchar esas palabras recordé que el hilito dental estaba en mi bolsito, no sobre mi cuerpo, por lo que, me entro la diablita dentro. Metí la mano dentro del bolso al tiempo que les decía:

-Lo siento chicos, no lo traigo puesto ya, momento en el que sacaba del bolso la pequeñísima prenda aun húmeda. Los chicos se quedaron con la boca abierta, hasta que Fabián tomo acción:

-Bueno, entonces modélanos el que traes ahora, ya que imagino que debe ser igual de diminuto, dijo inteligentemente. Yo Me sonreí, al tiempo que coloque las cosas que había en mis manos sobre una de las sillas, y me llevé las manos al nudo del pareo.

-En realidad te equivocas Fabián, ya que no traigo ningún hilito abajo del pareo, dicho esto, me solté el nudo del pareo y les deje ver a los dos mi vagina totalmente desnuda y palpitante, pues toda la situación me había provocado una excitación tremenda. Me di una vuelta completa para que miraran bien todo lo que había, y luego me volví a amarrar el pareo en su lugar, sin decir nada más, tomé mis cosas y me marche hacia la habitación dejando a los dos chicos con una tremenda erección más que evidente entre sus piernas.

Al entrar al cuarto, lo primero que pensé fue en buscar alguno de mis consoladores y enterrármelo hasta lo más profundo de mi ser, pero reaccioné al recordar la prohibición que me había hecho mi novio. Debatí mentalmente por un rato, ya que de todas formas no había obedecido al pie de la letra el mandato de mi novio de venirme directo hacia la habitación, aunque también pensaba que no me había dicho que no me detuviera a hablar con nadie, así que técnicamente no había faltado a su palabra, mientras que el masturbarme si sería una falta directa a su mandato de abstinencia, además, con lo que suelo tardarme en eso y con lo rápido que me vuela el tiempo cuando me masturbo pensé que de seguro me encontraría con el consolador en uno de mis agujeros. Decidí que mejor no haría nada, igual mi novio posiblemente no tardaría mucho en llegar. Me senté en la cama y me puse a mirar televisión. Pronto oscureció y aun mi novio no llegaba. No fue sino hasta pasadas las ocho cuando mi novio por fin llego a la habitación, entro con un par de bolsas más, se notaba que había ido de compras.

-Veo que estás aquí tal cual te dije.

-Si amor, aquí te estaba esperando.

-No te desviaste en tu regreso a la habitación?

-No amor, como me dijiste, me vine directo hacia acá.

-Hummm, entonces, porque hay unos chicos comentando ahí afuera sobre ti, y lo tremenda puta que eres. Era evidente que mi novio se había dado cuenta que me detuve a hablar con Fabián y Roger. Era momento de pensar algo rápido.

-Me detuve a saludarles amor, no me desvié de mi camino.

-Ahhh, te detuviste a saludarles, y de paso enseñarles tu cuerpo desnudo! Mi novio se escuchaba dominante, y evidentemente estaba disfrutando su papel, y más aún disfrutaba ya que tenía mucha información, cosa que no esperaba en ese momento. No tenía escapatoria en ese momento, mi mente no podía pensar en alguna salida de esa situación, por lo que mi silencio se hizo mayor hasta que mi novio volvió a hablar:

-Te exhibiste para ellos como una perra verdad?

-Si amor, lo hice.

-Pues eso merece un castigo perra. Levántate! Me levanté de un brinco de la cama, y me coloqué frente a mi novio.

-Desnúdate perra! Mandó el. Yo inmediatamente me quite los dos trapos que cubrían mi cuerpo y me iba a agachar para quitarme los zapatos, momento en el que mi novio me tomó del pelo y me impidió seguir.

-Los zapatos no perra. Acércate a esa silla perra. Me acerqué a la silla, donde él me tomó y me colocó a su gusto. Me puso de frente a la silla, pero por la parte trasera de esta, es decir, frente al respaldo, tomo mi cuerpo y me obligó a inclinarme por sobre el respaldo, incrustándome la parte superior del respaldo en mi estómago y bajando el torso de mi cuerpo hasta tomar con mis manos las patas delanteras de la silla, estaba totalmente expuesta en esa posición, mi culo era la parte más alta de mi cuerpo en ese momento. En ese momento, sin decir nada, mi novio buscó una de las bolsas que traía y de ella saco varias cintas negras de tela, que resultaron ser fajas cuando las pude ver mejor. Con ellas amarró mis piernas y mis manos a las cuatro patas de la silla dejándome totalmente inmóvil y vulnerable a cualquier cosa que él quisiera hacer con migo. Entonces dijo:

-Has sido desobediente perra, y mereces ser castigada como la puta que eres.

-Lo que tú digas amor, castígame como tú quieras. Yo trataba de ser la más sumisa aunque por dentro estaba esperando ser embestida por la picha de mi novio, mi posición y situación me daba a entender que me reventaría mi culo a más no dar. Mis pensamientos empezaban a ver la luz, pues mi novio procedió a desnudarse, dejando aquel hermoso tronco a la vista de mis ojos, mi vagina estaba inundada, y palpitaba esperando ser penetrada lo antes posible. Mi novio se acercó por adelante hasta donde yo estaba, y sin decir nada me tomó del cabello y tiro mi cabeza hacia arriba, lo más alto que pudo, inmediatamente colocó su picha en mi boca a lo que reaccioné abriendo lo más posible para intentar tragar su aparato. Estaba totalmente inmóvil, mi novio estaba en una posición bastante incomoda evidentemente, pues por mi postura mi cabeza estaba muy abajo y tras de eso no era capaz de levantar mucho mi cabeza, mi novio prácticamente estaba de rodillas cogiéndose literalmente mi boca con su pene. Yo intentaba producir la mayor cantidad de saliva posible para que su sensación fuera máxima, aun cuando no soy una ferviente adicta a dar sexo oral, la situación en la que estaba me tenía al borde del éxtasis.

-Que perra que eres Jessica. Te gusta que te den verga verdad. Yo quería contestar pero me era imposible, tenía aquel tremendo aparato totalmente metido hasta mi garganta, al punto que incluso se me hacía difícil respirar, ni que se diga intentar pronunciar palabra alguna. Pasaron unos diez minutos a mi juicio, puede que fueran solo dos, o puede que fuera media hora, no estoy segura, de esa situación en la que mi novio se follaba mi boca, hasta que finalmente se empezó a descargar todo su semen, empezó en mi boca pero terminó sacando su picha de ahí y dejando toda mi cara y pelo totalmente bañados de semen. Fue una descarga tremenda, sentía que no podía abrir uno de mis ojos por un pringuete de semen que tenía justo ahí. Mi sexo estaba inundado de fluidos, palpitante, y pidiendo a gritos ser penetrado, pero tenía la sensación de que eso no iba a ocurrir, incluso, sabía que debería guardar silencio pues cualquier palabra que dijera en ese momento podría servir para aumentar mi castigo. Efectivamente, mi novio se retiró al lavabo sin decir nada, dejándome atada a la silla. Yo por mi parte no podía mover más que la cabeza, y eso tampoco con mucha libertad. Al regresar, mi novio me miró y dijo:

-Esto es lo que sucede cuando no eres obediente, no me había percatado de que tenía en su mano una paleta algo similar a las que usan para jugar ping-pong, con la que azotó mi culo de manera sonora, sacándome un chillido que debió escucharse hasta China. El muy cabrón, evidentemente había ido a un sex shop, y se había armado con varios utensilios para jugar con su “esclava”. Me volvió a golpear en el culo, sacándome otro aullido, al tiempo que me decía:

-Eres una perra desobediente verdad?

-Si amor, soy desobediente y merezco ser castigada, le dije yo como para intentar aliviar el castigo y demostrarle que era su sumisa esclava, pero mi intención lejos de disminuir el castigo provocó otro azote en mi culo.

-Pafff… sonó el golpe, seguido por mi alarido.

-Hoy te voy a castigar para ver si aprendes a no ser tan perra! Escuché que se alejó de mi un poco, buscaba algo en las bolsas que traía, pero yo no me atrevía a mirar, no sé si por miedo o para que el no mi viera mirando. Regresó hasta mi posición, por atrás mío, y tomó mi clítoris con dos de sus dedos, me lo jaló fuerte provocándome una sensación de éxtasis que casi trae consigo un orgasmo, hasta que sentí como me apretaba mi clítoris con algún utensilio frio. Era una prensa que había colocado, era metálica, y en su extremo tenía un gancho del cual colgó un peso adicional. Lo puso en el aire, como suspendido a la altura de mi clítoris y lo dejo caer. Al llegar al punto de tensión, todo el peso del instrumento debía ser soportado por la prensa que estaba sujetando mi clítoris, y aunque la prensa era bastante fuerte y me hacía bastante daño, el peso del aparatito fue mucho y la prensa se soltó de un tirón, volviendo a provocar en mi un aullido que apagó el sonido del aparato al caer al suelo. Mi novio entonces, tomo el aparatero del suelo nuevamente y lo volvió a colocar en su lugar, es decir, con la prensa en mi clítoris, pero esta vez, no lo dejo caer, sino que lo suspendió en su posición de reposo con cuidado, y observo que de esa manera se sostenía gracias a la prensa.

-Saldré a cenar, espero que cuando regrese la prensa esté en su lugar perra. Eso no me lo esperaba. Quería decir que me dejaría atada a esta silla el resto de la noche, con una prensa lastimando mi clítoris mientras él se iba cómodamente a cenar. Quería protestar, pero dadas las condiciones sentí que cualquier protesta en vez de ayudar posiblemente empeoraría mi situación, claro, peor que eso me pareció que sería imposible, pero conociendo a mí novio preferí mantener silencio. Mi chico se puso su ropa, y antes de salir dijo:

-Pórtate bien perrita, y tu suerte podría cambiar, por ahora le diré a tus amigos que estas con jaqueca y te has quedado descansando en la habitación.

-Si amor, que disfrutes, le dije, momento en el que cerró la puerta dejándome atada a la silla y con una tremenda prensa tirando de mi clítoris. No sabía en qué pensar, que hacer, mi estómago me dolía por la silla que se incrustaba ahí, estaba atada de manera muy ajustada, pensé que hasta podría ser peligroso, que haría si había un temblor, mil cosas pasaban por mi mente. El tiempo transcurría como en cámara lenta, de hecho, no tenía noción de tiempo. Escuche mi celular sonar un par de veces sin poder hacer nada. Al rato de estar en aquella posición, empecé a sentir como la prensa se empezaba a resbalar del clítoris, comprendí que pese a la incomodidad de la situación, a lo mal que me sentía mi excitación no había disminuido, y por alguna razón mi sexo seguía totalmente inundado y provocaba que la prensa resbalara del clítoris. Mis piernas estaban ligeramente abiertas, ya que estaban amarradas una en cada pata de la silla, por lo que no podía intentar con mis piernas sostener el peso del aparato. Intenté entonces mantenerme lo más quieta posible, situación que pareció funcionar pues deje de sentir que la prensa se deslizara. El tiempo pasó y se me hizo eterno, hasta que por fin escuche el sonido de la llave en la cerradura de la habitación. Al abrirse la puerta, no fue precisamente mi novio el que entró por ella, más bien era Andrea, quien al verme en mi situación se quedó paralizada.

-Que haces ahí Jess? De momento no supe que decir, así que contesté con otra pregunta:

-Que haces tú aquí Andre?

-Pues vine a ver como estabas, tu novio nos ha dicho que te dolía la cabeza, pero creo que no es del todo cierto, a menos de que esto sea una nueva receta para las jaquecas.

-Y es que no acostumbras a tocar la puerta? Pregunté yo nuevamente.

-Sí que acostumbro, pero como pensé que estabas mal no quería hacerte levantar de la cama, así que le pedí la llave a Juan para entrar. Pero veo que la situación es otra!!!

-Pues sí, en ese momento escuche un estruendo en el suelo, que fue el aparato cayéndose al soltarse de mi clítoris, la conversación había provocado mucho movimiento hasta que este se soltara. Tenemos un jueguito montado con mi novio, y hoy perdí yo así que este es mi castigo, y ahora estoy a punto de recibir otro castigo más si mi novio regresa y me encuentra sin la prensa en mi clítoris. Yo intentaba acomodar la situación para que Andrea no hiciera muchas preguntas y se retirara lo antes posible.

-Estás loca tu Jess, ya este juego me parece muy “hardcore”, pero bueno, cada quien con sus gustos. Mejor me voy antes de que tu novio venga.

-Nooo… espera Andre, me tienes que ayudar, que si mi novio regresa y ve eso en el suelo me pondrá más castigos, ayúdame por favor.

-Hummm, bueno. Andrea se acercó y tomó el aparato del suelo, observó mi clítoris y me dijo:

-Jess, tienes el clítoris totalmente rojo!

-Tu solo coloca la prensa ahí, por fa, no preguntes más. Dicho esto, ella jalo mi clítoris y me puso la prensa de regreso al clítoris, produciéndome un dolor terrible que a como pude ahogué el grito en mis labios.

-Listo.

-Gracias Andre, ahora vete antes de que llegue mi novio, y ni una palabra de esto.

-De acuerdo Jess. Salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, dejando en mi mente el pensamiento de si mi novio se iría a dar cuenta que ella estuvo en la habitación. Duda que se resolvió casi de inmediato, pues no pasaron más de unos minutos cuando la puerta se abrió de nuevo, esta vez sí era mi novio, quien no más entrar preguntó:

-Que hacia Andrea aquí?

-Vino a ver como estaba yo con mi jaqueca!

-Y que le has dicho?

-Pues que había perdido una apuesta con tigo y estaba cumpliendo mi castigo.

-Hummm, te lo ha creído?

-Creo que sí.

-Hummm, bien, eres buena chica. Eso merece un reconocimiento. Se acercó a mí y continúo. Veo que la prensa sigue en su lugar, aunque no en la posición que la dejé yo, y tu solita no pudiste cambiarla.

-No amor, discúlpame, es que cuando entró Andrea en la habitación me asusté y me moví causando la caída de la prensa. Pero le pedí a Andrea que la colocara nuevamente en su lugar.

-Hummm, ya veo, está bien, mejor de lo que pensé que harías. Dicho esto tomó la prensa y de un tirón lo arranco de mi clítoris, provocando un nuevo chillido en mí. En seguida, sin ninguna contemplación, y sin que yo me diera cuenta, metió su pene en mi culo, hasta el fondo, provocando un orgasmo inmediato en mí, enorme, mi novio empezó a follar mi culo sin contemplación, y mi orgasmo seguía y seguía, increíblemente. El simplemente seguía taladrando mi culo, sacaba todo su rabo y lo volvía a meter hasta el fondo, luego, cambió de estrategia, y lo sacaba de mi ano y lo introducía en mi vagina, cosa que normalmente no solemos hacer, pero en ese momento se sentía como estar en la gloria, sin importarme las implicaciones que eso tenía, situación que volvió a producir otro orgasmo en mí, aunque no estaba segura si el anterior ya había terminado o era en realidad una continuación del primero. Mi novio seguía destrozándome por atrás, me daba verga con una fuerza extrema, al punto que oí crujir la silla y luego sentí como esta se destrozaba bajo mi cuerpo, en ese momento, sin sacarme la verga del culo, que era donde la tenía mi novio, me levanto en el aire y me llevo para la cama, los pedazos de la silla, las patas y el respaldar estaban destrozados, y se iban cayendo con forme mi novio me llevaba hacia la cama, donde me coloco a cuatro patas, terminó de quitar los restos de la silla y volvió a la faena de destrozarme el culo a placer. Yo pegaba gritos como loca, estaba segura que Andrea podía escuchar sin mayor dificultad mis gritos, y claro, todo aquel que quisiera escuchar. Finalmente sentí como mi novio estaba a punto de correrse, momento en el cual sacó su verga de mi culo y se apresuró a llegar hasta mi cara, donde nuevamente me hizo tragar su picha, esta vez con el sabor de mi culo, la excitación era tremenda, cosa que me hizo sentir el sabor de mi trasero como un manjar, más aun cuando empecé a sentir como la corrida de mi novio inundaba mi garganta. Saboree ese manjar como si del alimento más nutritivo se tratara, aun cuando no soy como he dicho antes, aficionada a eso. Estaba destrozada físicamente, el desgaste del día había sido tremendo, y pronto me quedé dormida.
PARA CONTACTAR CON LA AUTORA:
jessicaact@hotmail.com

Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 6” (POR GOLFO)

$
0
0

Capítulo 9

Entre la fogosidad de las muchachas y la incomodidad de nuestro precario campamento, esa noche dormí poco. Cuando no me clavaba una rama en la espalda, un sonido proveniente de la jungla me despertaba, por eso apenas amanecer me levanté con la idea de intentar contactar con la pelirroja. Ni Rocío ni María se dieron cuenta que lo hacía y dando por sentado que era mejor ir solo, las dejé durmiendo.

        Tras lavarme en el estanque, cogí unas piezas de fruta y me interné en el bosque. Mi idea era que ella viniera a mí, pero sobre todo que no sintiera que la estaba dando caza, por ello nada mas alejarme unos cincuenta metros empecé a silbar una canción para avisar de mi presencia.

        Apenas llevaba unos minutos en mitad de la foresta cuando en un recodo del camino, me encontré con la desconocida sentada sobre una roca.

        ― ¿Quieres uno? ― extendiéndole un plátano, dije nada más verla.

        La pelirroja aceptó el regalo y mientras lo pelaba, con una sonrisa me dijo si siempre hacía tanto ruido. Por su acento, sospeché que era francesa y asumiendo que de nada servía mentir, contesté:

―Quería verte y me pareció la mejor forma que me oyeras llegar.

Mi sinceridad le permitió relajarse y con una postura menos forzada, se puso a comer sin dejar de mirarme. Por un momento me sentí incómodo al ser objeto de un exhaustivo examen por su parte, pero no dije nada, no fuera a romper la cordialidad que mostraba.

―Esas dos, ¿son tus mujeres? – preguntó con la boca llena.

 Su voz grave escondía un cierto malestar que no me pasó desapercibido y que me hizo recordar el cadáver con el que nos habíamos topado.

―No. Una es mi prima y la otra una amiga― respondí y para dejar claro que no eran de mi propiedad, seguí diciendo: ―Desde el naufragio nos hemos convertido en amantes para hacer llevadera nuestra estancia aquí. Pero una vez nos salven cada uno seguirá su camino sin ningún compromiso.

―Nadie vendrá a rescataros. Cuando naufragamos, mi tío Nicolás me prometió que pronto vendrían por nosotros, pero jamás llegaron.

― ¿Vives con tu tío? ― pregunté extrañado por no haber visto ninguna huella que me hubiese hecho sospechar que no estaba sola.

―No, murió defendiéndome de un hombre malo y llevo sola al menos hace cinco temporadas de lluvias.

La forma casi infantil con la que me acababa de exponer su desgracia, además de dar una explicación al cadáver  que encontramos,  incrementó mis sospechas de que su estancia en esa isla era mayor de lo que había supuesto en un principio y negándome a creer que eran casi nulas las esperanzas de un próximo rescate, respondí:

― Mis padres jamás se darán por vencidos mientras no encuentren mi cuerpo.

Con un deje de dolor, la pelirroja comentó:

―Eso mismo me decía Nicolás al principio, pero al cabo de unos meses comprendimos que nos habían dado por muertos y que ni siquiera mi papá nos seguía buscando.

La desgracia de esa mujer incrementó mi malestar y sentándome junto a ella, pregunté su nombre.

―Ivette Duclos, pero llámame Iv― dijo amistosamente.

Desde cerca, la pelirroja era todavía más impresionante y por ello tuve que hacer un esfuerzo para retirar mis ojos de sus pechos. Asumiendo que era un gran logro el estar a tan poca distancia sin que ella se marchase, me abstuve de tocarla mientras me presentaba:

―Iv, como ya sabes mi nombre es Manuel y al igual que las dos crías que me acompañan, soy español.

Demostrando que tenía un extraño sentido del humor, respondió:

―Bienvenido a mi isla, desde hoy como reina de este lugar te nombro… mi primer ministro.

Por un instante, pensé que realmente se creía la soberana de ese lugar, pero al ver su cara, me di cuenta de que estaba de broma y por ello me permití seguir su guasa preguntando en qué consistirían mis deberes.  Os juro que jamás me imaginé que totalmente colorada y acercándose a mí, esa desconocida contestara que hacerla compañía.

―Dalo por hecho― contesté sin saber exactamente a qué se refería porque por compañía se podía entender desde una amistad a una relación más seria.

Iv me sacó de dudas al besarme sin importarla que su desnudez hiciera que pudiese sentir sus pechos clavándose en mí. Cortado por lo inesperado, dejé que su lengua jugara con la mía sin moverme. Ella malinterpretó mi pasividad creyendo que era un signo de rechazo y separándose se echó a llorar desconsolada.

―Lo siento, llevo tanto tiempo sola que pensé que deseabas que me comportara como tus amiguitas― gimió llena de dolor.

De haber sido otra, hubiese pensado que estaba menospreciando a Rocío y a María al referirse a ellas con ese término, pero algo me dijo que era otra la razón y venciendo el temor de que saliera huyendo, susurré en su oído:

―Tranquila Iv, tenemos todo el tiempo del mundo para conocernos.

―Lo que pasa es que no te gusto― replicó con su voz teñida de dolor.

Queriendo demostrar sin lugar a duda que estaba errada, cogí su mano y la llevé a la erección que lucía en mi   entrepierna para acto seguido contestar:

―No te miento, eres una mujer preciosa.

Su cara de sorpresa me hizo pensar que me había pasado, pero entonces y mientras involuntariamente la aferraba entre sus dedos, buscó nuevamente mis besos. Esta vez respondí con pasión y atrayéndola hacia mí, no solo la besé, sino que otorgándome un permiso que no me había concedido, comencé a acariciar su trasero mientras mordisqueaba sus labios.

Al sentir mis caricias, se derritió y sollozando me rogó que no quería seguir sola y que la hiciera mía. Todavía hoy agradezco a las musas el haberme inspirado, porque desconociendo cuantos años llevaba sin ser acariciada por un hombre prefería ser cauteloso y por ello le pregunté en voz baja donde vivía y si estaba lejos.

―A unos minutos andando― respondió sin dejar de rozar su cuerpo contra el mío.

Sonriendo, contesté:

―Una reina se merece que su primer ministro le haga el amor en su propia cama.

― ¿Quieres hacerme el amor? ― preguntó radiando una felicidad que no supe interpretar.

―Es lo mínimo que te mereces, ¿no crees? ― respondí.

Mi respuesta provocó que sus pezones se erizaran. Urgida de caricias, me tomó de la mano y sin dejar de reír, me hizo correr tras ella por la espesura. Tal y como me había anticipado, no tardamos en entrar en el claro donde tenía su vivienda.

Al verla, confirmé la valía de esa mujer porque venciendo los pocos recursos de los que había dispuesto, había levantado una choza de piedra que la resguardara de las inclemencias de los monzones.   Al entrar en ella ratifiqué que era una superviviente nata porque su interior no solo estaba limpio y ordenado, sino que se había ocupado de recolectar en el antiguo poblado un montón de libros y utensilios. Pero lo que realmente me hizo feliz, fue descubrir que ¡dormía en un colchón!

        Impresionado por ese descubrimiento, me tomé un tiempo en curiosear entre sus pertenencias para hacerme una idea de lo que esa monada había conseguido salvar de la destrucción cuando de pronto vi cuidadosamente colgados en una esquina unos vestidos de niña.

Temiendo su respuesta, pregunté de quién eran:

―Son míos― inocentemente contestó.

Confieso que se me cayó el alma a los pies al escucharla porque si como creía esa mujer rondaba los treinta, eso significaba que había naufragado siendo una bebé y que llevaba varada ahí más de quince años.  La certeza de su desgracia me hizo tambalear y sin fuerzas, me dejé caer sobre la cama.

Iv no entendió mi angustia. Recordando lo sucedido la noche anterior, creyó llegado el momento y tumbándose a mi lado, intentó bajarme el traje de baño. Su torpeza al hacerlo me intimidó al corroborar que, aunque me llevara más de diez años, realmente era una niña que jamás había tenido la oportunidad de madurar hasta convertirse en mujer.

―Cariño… espera― alcancé a decir cuando ya había conseguido sacar esa prenda por mis pies― antes tenemos que hablar.

Ajena a mis reparos, la pelirroja imitó los pasos de   mi prima y deslizando su cuerpo sobre mí, intentó apoderarse de mi pene con sus labios, pero rechazándola con cariño se lo impedí.

―Iv, mi reina, ¿sabes lo que estás haciendo?

Levantando su mirada, contestó con una sonrisa:

― Amarte.

La alegría de sus ojos me enterneció y llamándola a mi lado, la besé con delicadeza. Ella recibió mis besos con renovada pasión y nuevamente intentó apropiarse de mi miembro, mientras me decía:

―Mi tío me explicó que llegado el momento conocería un hombre bueno que me haría su mujer y me protegería de los malvados.

Su ingenuidad me desarmó al saber que en su mente me veía como un príncipe azul que venía a salvarla de todo mal. No sabía cómo afrontar ese momento, pero lo que tenía claro era que no podía acostarme con ella porque eso supondría casi una violación por ello haciendo tiempo le dije:

―Eres guapísima y me encantaría hacerte mi mujer, pero antes necesito que entiendas lo que significa.

― ¿Tú me enseñaras? ― respondió asustada pensando quizás en que iba a rechazarla.

Aunque no quería acostarme con ella, la abracé y traté de tranquilizarla, acariciando su roja melena y sin buscar con ello nada erótico. Lo malo fue que, al sentir mis dedos en su pelo, Iv comenzó a gemir excitada.

«Puede tener la mentalidad de una cría, pero es una mujer adulta», pensé al ver que siguiendo el dictado de sus hormonas se ponía a restregar su sexo contra el mío.

Reconociendo mi error intenté parar, pero el daño ya estaba hecho y antes de poder hacer algo por evitarlo, fui testigo del modo en que se corría.

― ¿Qué me has hecho? ― preguntó con el sudor recorriendo sus pechos.

Dudé si explicárselo por si juzgaba erróneamente mis actos, temiendo que en un futuro me odiara por ello, pero su insistencia en seguir frotando su pubis contra mi erección me obligó a comentarle que lo que había sentido era algo natural y que si nunca lo había sentido era por no haber estado con un hombre.

Nuevamente la pelirroja me dejó totalmente pálido al replicar:

― ¿Entonces eso significa que eres mi marido y que vamos a tener un hijo?

El revoltijo de ideas que tenía respecto a la concepción me hizo soltar una carcajada.

―Para eso se necesita mucho más― respondí al conseguir parar de reír.

 Viendo su desconcierto, le dije lo mas dulcemente que pude que para engendrar un niño hacía falta que el hombre depositara su semilla en la mujer y que aún así no era algo inmediato.

― ¿Eso es lo que hacíais ayer en la hoguera?

―Sí― reconocí sin saber a qué atenerme ni cómo se iba a tomar esa información.

Durante unos segundos se quedó pensativa para luego rato, por enésima vez, sorprenderme diciendo:

― Ayer, al verte con ellas, sentí que mi cuerpo ardía, ¿es normal?

― Sí― respondí tratando de mantener la cordura al notar las manos de la pelirroja jugando en mi entrepierna: ―Durante tu estancia aquí, has dejado de ser una niña y ahora tienes las necesidades de una mujer.

― ¿Qué necesidades son esas? ¿Tiene algo que ver las cosquillas que siento en mi interior cuanto te toco?

No sabía qué contestar porque para entonces mi virilidad había alcanzado un punto de no retorno por sus caricias. Con una calentura que apenas me dejaba pensar, respondí:

―Eres una hembra adulta que reacciona ante un macho.

―No entiendo.

«Menudo marrón», me dije mientras buscaba un ejemplo de la naturaleza que tal vez entendiera. Recordando la cantidad de monos que vivían en el islote, comenté:

― Me imagino que habrás visto como en un grupo de monos, las hembras buscan el contacto del líder y se ofrecen para que copule con ellas. En tu caso, no habiendo más hombres, te sientes atraída por mí y tu cuerpo actúa de esa forma.

― ¿Entonces tú eres mi macho? – preguntó sin dejar de menear mi polla.

―Por ahora, soy el único― contesté mientras hacia un esfuerzo en contenerme. De buen grado hubiese saltado encima de la pelirroja, pero asumiendo que no era moral, me mordí un huevo antes de proseguir diciendo: ― Puede que me veas como algo irresistible, pero soy muy normal y cuando conozcas a otros, te darás cuenta de que es así.

Por fin, Iv se percató que le estaba dando largas. Eso la enfadó y mirándome fijamente a los ojos me soltó:

―Puede que me muera sin conocer a otro que no seas tú y como tú has dicho, soy una mujer adulta con necesidades. Dímelo directamente, ¿acaso soy horrible? Porque si no, no lo entiendo.

Su razonamiento era impecable. Me sentí acorralado por mis propias palabras, no en vano era probable que nuestros huesos terminaran en ese lugar. Aun así, me resultaba difícil complacerla.

 ― ¡Respóndeme! – insistió mientras por sus mejillas caían dos gruesos lagrimones: ¿Soy tan fea?

Su dolor terminó con mis reparos y atrayéndola hacia mí, la dije:

―Eres una de las mujeres mas bellas que conozco, pero no quería hacerte daño.

―No me lo harás. Lo necesito.

Al ver su mirada llena de deseo, me tumbé junto a ella y empecé a besarla. Iv respondió regalándome una sonrisa. Aunque se la notaba nerviosa y confundida por no saber qué iba a pasar, también es cierto que, en ese momento, toda ella manaba sensualidad. Al notar sus pezones duros contra mi pecho, me hizo desear todavía más hacerla mía y conteniendo mis ganas de saltar sobre ella, le pedí que se tranquilizara y que si en algún momento, algo no le gustaba, me lo dijera.

La pelirroja se acomodó a mi lado casi temblando y expectante esperó mi siguiente paso. Reconozco que me enterneció la manera en que dominó el miedo a lo desconocido y por eso, dulcemente, la forcé a que me mirara y con mis ojos fijos en los suyos, la pregunté si estaba segura de lo que íbamos a hacer.

Respondió que sí moviendo su cabeza. Habiendo obtenido su permiso, comprendí que de nada valía hacerla esperar y acercando mi boca, le mordí su oreja suavemente mientras la susurraba que era guapísima.

―Ummm― gimió descompuesta.

La profundidad de ese primer me hizo saber que le había gustado, pero tomándome mi tiempo para evitar que se asustara, acaricié con la mano uno de sus pechos mientras acercaba mis labios a los suyos. El cariño con el que me adueñé de su boca disminuyó sus dudas y pegando su cuerpo contra el mío, me informó nuevamente que estaba dispuesta.

El sabor de sus labios fue una dura prueba que tuve que soportar y temiendo no ser capaz de mantener mi lujuria contenida, si prolongaba mucho esa espera, empecé a bajar por su cuello con mis besos. La pelirroja al sentir esas caricias comenzó a temblar cada vez más nerviosa y más cuando por vez primera me quedé absorto contemplando la rotundidad de sus pechos.

«Son maravillosos», sentencié mientras con premeditada lentitud, llevaba mi boca hasta uno de sus pezones y sacando la lengua, me ponía a recorrer sus pliegues.

Su respiración entrecortada me informó que le gustaba y repitiendo la operación en su otro pecho, me puse a mamar de ellos mientras con mis manos seguía acariciándola sin parar.

 ― ¿Te gusta lo que estoy haciendo? ― pregunté sabiendo de antemano su respuesta.

―Mucho, pero no comprendo porqué― contestó sonriendo.

―No intentes comprender, solo disfruta― la aconsejé reanudando mis caricias.

Su belleza madura, de por sí atrayente, se convirtió en un doloroso imán al que no podía abstraerme al contemplar sus azules ojos brillando de lujuria. Por eso no pude evitar que mi pene se alzara presionando el interior de sus muslos.

«¡Tranquilo macho! ¡Es su primera vez!», me repetía al sentir que todas las células de mi cuerpo me pedían que la hiciera mía mientras la razón cerebro me exigía prudencia.

Con mucho cuidado e intentando no asustarla, separé sus rodillas. Iv al sentir mis manos no pudo reprimir un sollozo. Temiendo que su mente infantil no pudiera asumir lo que su cuerpo estaba sintiendo, me quedé quieto sobre las sábanas dándole el tiempo necesario para asimilar lo que estaba experimentando.

― ¡Qué bella eres! ― susurré al admirar de cerca su sexo que al contrario que lo que dictaba la moda, se encontraba cubierto con un sedoso bosque rojizo.

Iv que nunca había sido objeto de un examen tal por parte de un hombre, sintió vergüenza de su desnudez e intentó taparse con sus manos. No dije nada, pero su actitud me recordó la de Eva cuando habiendo comido de la manzana, se dio cuenta que estaba desnuda.

«Qué curioso», pensé, «hasta ahora no había echado en falta la ropa».

 Asumiendo que era parte de su inexperiencia, cogiendo sus rotundos pechos hice que los comparara con el mío.

―Tú no tienes tetas― protestó pensando que la estaba tomando el pelo.

―Te equivocas si tengo, pero son planas― y señalando mi erección, le dije: ― Lo mismo ocurre con nuestros sexos. Que no se vea el tuyo por estar dentro de ti, no significa que no lo tengas. Tu coño y mi pene fueron diseñados para ser complementarios.

Impresionada por las dimensiones que había adquirido, Iv no le quitaba ojo a mi miembro pensando quizás que no cabría en su interior. Por eso, fui la azucé que lo tocara mientras observaba su reacción.  Reconozco que me encantó comprobar que, de algún modo, esa mujer por fin me veía como hombre y no como un extraño juguete que debía experimentar y mientras los pezones que decoraban sus pechos se ponían duros, la pregunté qué era lo que sentía.

―Calor, sed, no sé decirte― confesó totalmente desconcertada pero ansiosa de sentir mi piel contra la suya.

 ―Separa tus rodillas― le pedí.

Ella tardó en reaccionar porque no podía dejar de mirar la erección de mi pene.

«Parece hipnotizada», sentencié al comprobar su fijación por el tamaño de mi miembro.  

Tumbado a su lado, me dediqué a acariciar su cuerpo buscando cada uno de sus puntos eróticos hasta que conseguí derretirla y ya sumida en la pasión, Iv me rogó con la mirada que la tomara.

Azuzado por mis hormonas pensé en complacerla, pero cuando me coloqué sobre ella dispuesto a hacerlo, sus ojos llenos de miedo me informaron que no estaba lista.

«Necesita asimilar poco a poco que es una mujer», me dije y deseando que ese día fuera inolvidable para ella, reinicié mis caricias y besando su cuello, me fui deslizando rumbo a su sexo.

La pelirroja no pudo abstraerse de las sensaciones que amenazaban con colapsar su cuerpo y por ello al sentir mi lengua bajando hasta sus pechos, rugió como una leona hambrienta:

― ¡Sé mi macho!

Dando por hecho que era la excitación quién hablaba, separé sus rodillas y me dispuse a atacar su sexo con mi lengua. Al apoderarme con la punta de su clítoris, Iv experimentó que su cuerpo entraba en ebullición y mordiéndose los labios se corrió chillando.

―Tranquila, preciosa. Todavía hay más― le dije encantado de haber ganado esa primera batalla, pero queriendo vencer la guerra y que esa mujer disfrutara de su sexualidad en el futuro, seguí con mi lengua recorriendo los pliegues de su sexo hasta que presa de una agitación sin par, forzó el contacto de mi boca presionando sobre mi cabeza con sus manos.

«Está cachonda y esto está riquísimo», alborozado sentencié al saborear su coño en mis papilas.

Para la treintañera, cada uno de mis pasos era un descubrimiento y por eso permanecí lamiendo y mordisqueando ese manjar hasta que noté que mi partenaire sufría los embates de un nuevo orgasmo. Conociendo que era el primer placer que obtenía de un ser humano, quise maximizar su clímax y llevando una de mis manos hasta su pecho, se lo pellizqué.

Tal como preví, esa ruda caricia alargó su éxtasis y gimiendo de placer, buscó mi pene con sus manos.

― ¿Quieres que te haga mujer? ― murmuré en su oído sabedor que era lo que necesitaba.

Respondiendo de inmediato, la pelirroja me confirmó su deseo llevando mi glande a su excitado orificio. En cuanto sintió mi verga rozando los pliegues de su sexo, moviendo sus caderas me rogó que la tomara como la noche anterior había hecho con mis otras compañeras.

 ― ¡Tranquila! ― dulcemente respondí― Para ellas, no era su estreno.

Convencido que debía dejar un buen recuerdo, me entretuve torturando su clítoris con la cabeza de mi pene sin meterla.

― ¡Hazlo por favor! ― gimió descompuesta.

Decidí que era el momento y rompiendo su himen, introduje mi extensión en su interior. El dolor que sintió al perder su virginidad la hizo gritar y por eso esperé a que se acostumbrar a esa invasión. Pasaron apenas unos segundos porque, reponiéndose rápidamente, forzó mi penetración con un meneo de sus caderas y sin necesidad que tuviera que hacer nada, Iv volvió a correrse convirtiendo su sexo en un ardiente geiser.

Al hacerlo, su flujo facilitó las cosas y ya sin oposición, mi glande chocó con la pared de su vagina.

― ¡Me encanta! ― chilló.

Sus gritos no me engañaron y convencido de que podía hacerle daño si la penetraba con dureza, incrementé la suavidad con la que tomaba posesión de su conducto. La expresión beatífica de su rostro me advirtió [m1] de que mi ofensiva estaba siendo un éxito y eso me permitió, ir incrementando poco a poco mi ritmo.

El nuevo compás con el que mi verga machacaba su interior la llevó a un estado de locura e Iv, instintivamente, clavó sus uñas en mi trasero como el animal salvaje en que se había convertido.

Aguijoneado por la acción de sus garras en mis nalgas, la tomé de sus hombros y llevé al máximo la velocidad de mis embestidas mientras le decía:

― ¡Chilla si quieres porque no voy a parar!

Y es que, dominado por una lujuria sin igual, el ritmo que imprimí a mis caderas fue atroz y con cada penetración, mi víctima creyó que iba a morir mientras se retorcía de placer.

― ¡Siembra mi cuerpo! ― aulló al experimentar por enésima vez los embates del placer.

Asumiendo que ese grito era una muestra de rendición, decidí incrementar mi dominio sobre ella y tomando posesión con mis manos de sus tetas, las exprimí con dureza mientras me dejaba llevar llenando de mi simiente su interior.

Al notar mi eyaculación, se sintió plenamente mujer y no queriendo que eso terminara, aceleró el movimiento de sus caderas buscando con más ahínco renovar su placer. De forma que, durante casi un minuto, sentí como su cuerpo se estremecía con los últimos estertores de su gozo hasta que agotada, se echó a llorar.

― ¿Te he hecho daño? ― pregunté preocupado.

Pero entonces, con una sonrisa, Iv me miró diciendo:

― ¿Me he portado bien? Soy como dice María una zorra al querer que me ames otra vez.

Muerto de risa, contesté:

―Eres maravillosa ― y atrayéndola hacia mí, mordí suavemente el lóbulo de su oreja mientras le susurraba: ― y puedes pedirme que te haga el amor las veces que quieras…


“La mayoral del fauno y sus dos bellas incondicionales” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

$
0
0


Sinopsis:

Huyendo de una fama indeseada y con dinero en el bolsillo, Manuel Castrejana llegó a República Dominicana.  Allí se enamoró de sus gentes y de su exuberante naturaleza y por ello no dudó en comprar El Fauno cuando lo conoció, aunque no tenía experiencia en campo y menos en una finca tan grande y complicada como aquella. Tras dos años de pérdidas, el cura le aconseja contratar a Altagracia Olanla, la hija del antiguo mayoral.

Desesperado accede a dejar en su mano la hacienda sin saber que la presencia de esa mujer se extendería a su alrededor impregnando hasta el último aspecto de su vida.

Empieza a sospechar que no fue buena idea y que los antepasados de Altagracia habían sido los reyes inmemoriales de todo ese pueblo cuando descubre que la joven viuda intenta recuperar formas y normas de otra época y que todos los empleados la tratan con un respeto cercano a la idolatría. Sus dudas se intensifican cuando la mulata descubre a Dulce, una de sus criadas, ofreciéndosele sexualmente y en vez de regañarla, hace la vista gorda asumiendo que era lógico que la chavala viera en él a la reencarnación del Fauno.

Ya solos, Dulce le informa que Altagracia le ha pedido convertirse en una de sus dos incondicionales. Al preguntar que quería decir con ello, la muchacha le explica que las incondicionales son las mujeres que el pueblo yoruba regala a los dueños de la Hacienda en señal de respeto y que su función es mimar y cuidar al Fauno en todos los aspectos incluidos el sexual…


ALTO CONTENIDO ERÓTICO .

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

Para que podías echarle un vistazo, os anexo la introducción y los  primeros capítulos:

1

Cinco años eran los que llevaba sin pisar la hacienda. Cinco años en los que la desidia de los responsables del lugar que una vez consideró su hogar había llevado a “El Fauno” a la decadencia, decadencia a la que si no se le ponía freno supondría su ruina.

Y es que, aunque el cura del pueblo, Don Bartolo, le había avisado, era tal el declive que veía que no se lo podía creer:

        «Menos mal que mi viejo ha muerto. Le daría un ataque al ver cómo este gallego tiene a su criatura», masculló cargando las culpas en el extranjero que la había adquirido.

Debido a eso y para ella, Don Manuel Castrejana era un excéntrico que se había encaprichado de la finca sin tener experiencia de ningún tipo en el cultivo de arroz.

«Solo un cretino compra algo que no comprende», se dijo cada vez más cabreada, «estos arrozales han creado y se han tragado muchas fortunas».

Sin saber a qué atenerse, esa mañana llegó ante las puertas de la mansión y tras un momento de duda en el que deseó no haber hecho caso al sacerdote, tocó al timbre. Los cinco minutos que la criada tardó en abrir ratificaron su impresión de que ese lugar era un desastre. Es más, supo al ver el terror reflejado en los ojos de la muchacha que se había corrido la voz de que ella iba a ser la nueva encargada. Otorgándose un poder que todavía no tenía, regañó a la mulata diciendo:

―Una persona que sirve aquí no puede tardar tanto en responder.

Las excusas de la cría no modificaron un ápice su opinión sobre la necesidad de un cambio en la finca y con voz firme, exigió que le llevara con el dueño.

―Bienvenida, señora. Don Manuel le está esperando― tratando de congraciarse con ella, la joven contestó.

Mientras la seguía, Altagracia intentó tranquilizarse. No podía presentarse ante su futuro patrón indignada o hecha una furia y al menos debía simular un sosiego que no tenía.

«Si me contrata, tendré tiempo de encarrilar esto», se dijo mientras intentaba recordar lo que sabía de ese sujeto.

Era de dominio público que había ganado su dinero en España y que, tras un doloroso divorcio, había hecho las maletas jurando no volver. Según las malas lenguas su esposa le había puesto los cuernos con uno de sus mejores amigos, pero sabía de buena fuente que no era así y que, aunque había habido un tercero en discordia, no era alguien cercano a la pareja sino un compañero de trabajo de la mujer.

Por otra parte, y gracias a una conocida del banco, se había enterado de que la cuenta corriente de Castrejana era lo suficientemente abultada para que la pésima gestión de “El Fauno” no pusiera en peligro su patrimonio.

«Según Luz, los beneficios de un día de sus inversiones en bolsa cubren sobradamente las pérdidas anuales de la finca», recordó sin tener claro si ese dato era bueno o malo.

Si bien y debido a su gran fortuna no estaban en riesgo los salarios de sus paisanos, por otra,  el que no necesitara sacar rendimiento a esas tierras podía hacer que no tomara las medidas correctoras que éstas necesitaban.

Curiosamente en lo que, si estaban de acuerdo todas y cada una de sus fuentes femeninas era que para tener cuarenta años y a pesar de lo blanco de su piel, ese impresentable era un hombre muy atractivo.

A todos los efectos para ella, ese dato era totalmente irrelevante porque, después de un marido mujeriego que había muerto en una borrachera, no deseaba saber nada de los hombres.

«Mientras se comporte como un buen dueño, me da igual con quien se acueste. Por mí, como si se la pica a un pollo», murmuró convencida de que el comportamiento sexual del patrón no era algo que tuviese que preocuparla.

Lo que si era parte del puesto al que aspiraba era el mantenimiento de esa casa y no pudo dejar de observar el deterioro y la falta de limpieza que lucían sus pasillos.

«Voy a tener que pegar varios tirones de orejas»,  sentenció mientras esperaba en la puerta que Dulce le avisara que podía pasar.

Al entrar en el despacho, le molestó la ausencia del cura porque no en vano era su valedor con ese hombre, pero reponiéndose al instante extendiendo su mano, se presentó:

―Altagracia Olanla.

Fue evidente que el advenedizo que se había apropiado de su hogar no se esperaba ese saludo por el tiempo que tardó en estrechar su mano, pero cuando lo hizo le agradó comprobar que lejos de dársela en plan blandengue, se la apretó con fuerza.

―Encantado de conocerla― respondió para acto seguido y a bocajarro, preguntar cómo había encontrado “El Fauno”.

―¿Puedo ser sincera?― dijo mirando al extranjero.

Manuel Castrejana supo de inmediato que esa mujer le estaba midiendo y sin retirar la mirada, la contestó:

―Por favor.

La joven viuda se tomó unos segundos para acomodar sus ideas.

―Jamás en mi vida pensé hallar la finca en este estado. Está hecha un desastre y no solo es culpa suya. Desde que murió el antiguo dueño nadie se ha ocupado realmente, los albaceas del difunto también son responsables de su deterioro. Las principales pegas que he encontrado es la falta de seguimiento de las órdenes, así como la ausencia de inversiones.

Que esa mujer corriera el riesgo de que no la contratara al señalarle como el principal causante de la decadencia del lugar le intrigó y acomodándose en su asiento, recibió con interés el extenso rapapolvo. Durante cinco minutos, esa viuda desgranó la problemática que había observado y las soluciones que proponía. Frente a ella, Manuel Castrejana se había olvidado del propósito de esa entrevista y había convertido a la morena en su peculiar objeto de estudio.

«Esta chavala los tiene bien puestos», sentenció al tiempo que trataba inútilmente de descubrir qué tipo de cuerpo se escondía bajo esas holgadas ropas. «El cura me había anticipado que me iba a sorprender, pero no comentó que fuera una negraza tan impresionante».

Ajena al escrutinio del que estaba siendo objeto, la joven viuda siguió desmenuzando las medidas que consideraba necesario aplicar para reflotar la hacienda, mientras el dueño de ésta sólo podía pensar en lo guapa que era como mujer.

«Si esta niña es la mitad de eficiente de lo que parece, me puedo olvidar del día a día», meditó y tras esperar que terminara, le comunicó que estaba contratada.

        Aunque en su interior Altagracia no cabía de felicidad, exteriormente no lo demostró y ejerciendo por primera vez de encargada, pidió a su nuevo jefe si podía llamar a los miembros del personal.

―¿Y eso?― preguntó.

―Deben saber lo que espero de ellos y que voy en serio― respondió totalmente segura de sí.

        Deseando ser testigo de cómo se desempeñaba, ordenó a Dulce que fuera a por ellos y acercándose a donde tenía el whisky, fue a ponerse uno.

        ―Señor, como patrón debe dar ejemplo y no beber frente a su gente en horas de trabajo― suave pero firmemente la recién contratada le criticó.

Alucinando por la osadía de la muchacha, Manuel dejó el vaso y aunque no le comentó nada, anotó en su haber que además de una cara bonita, la tal Altagracia tenía mala leche. Ese convencimiento se incrementó a ritmo exponencial cuando le pidió las llaves del armero.

―¿Para que la quieres?

―Cuando me presente ante ellos, debo llevar la pistola del mayoral― contestó sin aclarar más el hecho.

Sintiéndose fuera de lugar, no dijo nada mientras observaba a su nueva empleada ajustando a su cintura la funda y la canana de un revolver Colt.

«Le ha cambiado la cara al ceñirse ese arma», rumió para sí y recordando que su padre había sido el mayoral de la finca, comprendió que era la misma que su viejo había portado durante casi medio siglo.

Si ya de por sí la fuerte personalidad de esa mujer le había impresionado, supo que había acertado al contratarla cuando al reunirse la gente sin alzar la voz, les comentó:

―Todos ustedes me conocen y saben que no acepto idioteces. El que haya robado al patrón tiene doce horas para llegar a mi oficina y reconocerlo. No pienso actuar en su contra y seguirá trabajando para mí. Pero si me entero de algo que no me ha sido comunicado, no solo se quedarán en la calle, sino que les mandaré a la cárcel. ¿Me han entendido?

―Si, señora― escuchó que respondían todos al unísono.

No contenta con ello, llamó al ama de llaves y al hombre que había ejercido de capataz hasta entonces y frente a todos, despidió a los dos diciendo:

―A partir de hoy, el patrón no necesitara de sus servicios. Acompáñenme a mi despacho para darles su finiquito.

La determinación de su rostro y el hecho que no le hubiese hecho falta alzar la voz para dejar claro que era ella quien mandaba, dejó a todo el mundo helado y por eso a Manuel Castrejana no le extrañó escuchar entre murmullos de admiración que ya era hora de que un Olanla volviera a tomar las riendas de “El Fauno”.

«No me extraña que lleve ropa holgada, de ir apretada se le marcarían los huevos», sentenció deslumbrado por el ejercicio de autoridad que había presenciado.

Dando por sentado que Altagracia no le necesitaba, decidió desaparecer de ahí y aprovechando que el calor todavía no era insoportable, cogió su todoterreno para ir al pueblo a surtir su despensa privada.

Ya en camino, y como siempre que recorría la carretera secundaria que unía su finca con el pueblo, esa mañana se quejó de los numerosos baches que tenía que sortear. Aunque era consciente de que la soledad de esos parajes había sido uno de los elementos que le habían decidido a comprar la casa, le jodía pensar en el abandono al que tenían sometida a esa zona.

        «La gente del gobierno solo se acerca aquí en época de elecciones», dijo mientras bajaba de marcha para no romper una llanta con el enorme socavón que las últimas lluvias habían abierto en mitad de la calzada.

        Él mismo era una rareza en esas tierras donde había recalado buscando el anonimato. Anonimato que había perdido cuando, al vender por una fortuna su empresa, apareció en todos los periódicos españoles. Todavía recordaba que había llegado desde Madrid huyendo de la prensa y de las numerosas cazafortunas que aprovechando su divorcio hacían cola frente a su puerta.

        «Tengo que reconocer que tuve suerte de que “El Fauno” estuviera en venta», se dijo mientras admiraba el paisaje inhóspito y salvaje que le había enamorado y que le había forzado a comprar esa casa.

        Tan acostumbrado estaba a la ausencia de tráfico que al salir de una curva estuvo a punto de chocar con un vehículo que circulaba en dirección contraria.

        «Otro loco de Santo Domingo», maldijo entre dientes contagiado por el desprecio que los habitantes de la costa tenían por los provenientes de la ciudad mientras retomaba su camino.

        Dos curvas y tres hoyos más tarde, Manuel se había olvidado del asunto y nuevamente el paisaje le había subyugado:

        «Sigue siendo un paraíso al que el turismo todavía no ha conseguido echar a perder», pensó olvidando que a todos los efectos él era un recién llegado, un turista como esos de los que tanto repelaba. No en vano su presencia no había pasado inadvertida y más cuando contrariando la norma, no solo se había quedado, sino que había adquirido una antigua hacienda.

        «Joder, fui la sensación. ¡Me vino a ver todo dios!», sonriendo rememoró que desde el notario hasta el comandante de la base más cercana habían pasado por su casa a conocer al loco que se había instalado ahí.

De buen humor recordó tanto la insistencia de los principales del lugar para que contratara empleados de la zona y que no se trajera nadie de la capital.

«Hacen bien al mirar por su gente», señaló mientras inconscientemente conducía hacia la estación de policía, donde Pedro, un divertido sargento ejercía de máxima autoridad local.

«No creo que se niegue a tomarse una bien fría», concluyó al darse cuenta hacía donde se dirigía. No en vano, ese gigante no dudaba en dejarse caer por su casa sabiendo que siempre le recibía con cerveza.

«Parece que las huele», murmuró descojonado porque siempre aparecía cuando estaba bebiendo una y haciéndose el encontradizo se autoinvitaba.

Al llegar a las desvencijadas instalaciones, el agente de la puerta le informó que su jefe andaba haciendo una ronda y que no volvería hasta dentro de dos horas.

―Dígale que he pasado a verle y que me llame― contestó antes de volver a subir a su vehículo.

Molesto porque realmente le apetecía tomarse una con él, se dirigió al colmado, la tienda de comestibles y cuya dueña, Doña Araceli, una mulata de buen ver siempre intentaba que sacarle una invitación a cenar.

Ese día, no podía ser de otra forma, nada más cruzar la puerta, la mulata se le acercó y con el flirteo caribeño tan característico de la zona, plantó un beso en su mejilla mientras le daba un repaso a su trasero.

―Araceli, un día me vas a pillar arrecho y no me voy a contener― siguiendo la pauta de tantas veces protestó.

La tendera, lejos de cortarse, le provocó aún más diciendo que por ella cualquier día era bueno y que si quería tenía una cama en la parte de atrás.

―No me tientes― contestó sin saber hasta qué grado era pantomima o en qué medida era una propuesta real : ―¡qué estoy muy viejo para una preciosidad como tú!

El piropo consiguió su objetivo y con una sonrisa de oreja a oreja, le preguntó que deseaba ese día. Manuel vio su momento y aprovechando que se la había puesto en bandeja, respondió:

―Además de una morena de uno setenta, lo de siempre: tres de Marlboro, una caja de tu mejor vino, dos botellas de whisky, cerveza…

Muerta de risa, Araceli fue recolectando el pedido sin dejar de mover su trasero provocativamente.

Diez minutos después, con el maletero lleno y tras la rutinaria visita a correos para verificar que no tenía cartas, enfiló el camino de vuelta.  

Por fortuna, no había salido del pueblo cuando recibió la llamada del policía.

―Estoy seco, ¿nos vemos en la Daniela?― comentó al contestar. Como era un pozo sin fondo, Pedro aceptó de inmediato, de forma que quedaron en cinco minutos allí.

«Esto es vida», se dijo.

Después de años ejerciendo de ejecutivo agresivo, que su día a día fuese tan apacible, lejos de parecerle detestable era algo que le resultaba fabuloso. Y es que, aunque a sus amigos madrileños les resultara imposible de creer, había dejado atrás el vaivén de los mercados, los giros diarios de su actividad y la incertidumbre y ¡no lo echaba de menos!

«Música, cerveza y buen tiempo. ¿Qué más puedo pedir?».

        Para un hombre como él que había quemado sus días encerrado en una oficina mirando la pantalla del ordenador y decidiendo el futuro de cientos, cuando no miles de personas, el despertarse por las mañanas y que la cuestión más importante fuera qué cuantas birras iban a caer era algo a lo que no pensaba ni quería renunciar.

«Siempre dije que me jubilaría antes de los cincuenta, pero nadie me creyó….. puede que ni siquiera yo, pero una vez he aprendido que puedo vivir tocándome los huevos no voy a dejar de hacerlo», recapacitó mientras zanjaba el tema decidiendo que para celebrarlo esa tarde se echaría una siesta de dos horas. Esa crucial resolución lo llenó de optimismo y aparcando frente al local, se bajó del todo terreno.

Pedro le estaba ya esperando con una bien fría en su mano.

―¿Habrás pedido una para mí?

―¿Una? No, ¡media docena!― respondió mientras se bebía de un trago la primera.

Asumiendo que era una carrera de resistencia, Manuel saludó a los presentes antes de sentarse con su amigote.

―Cuéntame… ¿qué quieres de mí?― le soltó nada más hacerlo.

―¿Porque piensas que necesito tu ayuda? ¿No te parece que puedo querer tomarme una cerveza contigo?

―Manuel, soy negro, pero no tonto. Si has venido hasta aquí es que te urge saber algo, sino hubieras esperado a que algún día cayera por tu casa― replicó el oficial.

Asumiendo que de nada servía negarlo, directamente entró al trapo.

―¿Qué sabes de Altagracia Olanla y qué opinas de ella?

Soltando una carcajada, respondió:

―¡Qué está para comérsela con papas!

―Eso ya lo sé, tengo ojos en la cara.

Sin parar de reír, el enorme pero simpático animal le comentó:

―Me imagino que ya las has contratado, por lo que mi querido amigo te he de decir que estás bien jodido. Esa negra no solo va a sorberte el seso, sino que como un virus invadirá toda tu vida.

―¿No exageras un poco? – replicó Manuel.

―Altagracia es una Olanla y esa gente lleva en sus genes defender “El Fauno” inclusive de sus dueños. En el pueblo se dice que hace dos siglos el primero de esa familia llegó desde África para trabajar en esas tierras y desde entonces no las han abandonado. Con ella al mando, la hacienda progresará, pero cuidado …  ahí donde la ves, esa monada no solo fungirá como la administradora de todo, sino que por el bien de lo que ella considera sagrado intentará controlar tu comida, tu vestimenta, con quien te acuestas y llegado el caso de verte en peligro, será tu guardaespaldas. Todos sus antepasados lo han hecho y ella no será distinta.

Sin llegárselo a creer totalmente, pero más nervioso de lo que le gustaría reconocer, trató de quitar hierro al asunto bromeando:

―¿Y crees que entre sus funciones estará visitar mi habitación?

―Personalmente, lo dudo. Esa negrita quedó quemada con los hombres tras su matrimonio.

―¿Tan cabrón era su marido?

―Además de picar en todas las flores, Nelson se bebía hasta el agua de los floreros― respondió: ―Era un tipo guapo, divertido y muy pero muy andariego.

Manuel comprendió la clase penurias que debió pasar estando casada con un hombre así y borrando a la viuda de su lista de objetivos, preguntó a su compadre si tenía algo que hacer esa tarde.

―¿No estarás pensando en ir de putas?― replicó el negro consciente de las intenciones de su amigo.

―No, pedazo mamón. Me apetecía ir de pesca.

Pedro no lo creyó y pidió otras cervezas…

2

Tras media docena de rondas y mientras volvía hacía la hacienda, Manuel se puso a meditar sobre su vida, pero sobre todo en su futuro y tras dar muchas vueltas solo llegó a una conclusión, desde su divorcio se podía decir que solo había tenido una amante a la que pudiera considerar fija y su nombre era Soledad

 «Llevo solo desde que se fue María y así quiero continuar».

Sus necesidades “afectivas” las cubría con profesionales y así se evitaba dar explicaciones o depender de alguien.

«Salen más baratas a la larga», se dijo mientras aparcaba su todo terreno en la entrada.

Al salir, observó una actividad inusitada en toda la finca. Tanto fuera de la casa, como dentro de ella, los empleados parecían dominados por una energía frenética que nada tenía que ver con la apatía que habían mostrado hasta entonces.

        «Pedro va a tener razón y con Altagracia al mando, voy a poder olvidarme de gestionar la finca», meditó en absoluto molesto.

Pelearse con los empleados del lugar había resultado odioso y saber que tenía a alguien que lo haría mejor que él, le alegró.

        «Si ya me tocaba los huevos, con esa sargento aquí aún más», se dijo mientras abría el maletero.

Ni siquiera le dio tiempo a llamar a alguien para que le ayudara, desde la puerta, su nueva encargada se ocupó de ello.

―Bienvenido , patrón. Quiero informarle que las cosas se empiezan a enderezar y que hemos recuperado cinco cabezas de ganado y dos toneladas de arroz.

Fijándose en ella, vio que se había cambiado y que había sustituido la ropa holgada por un conjunto de blusa y pantalón típico de los hombres de la zona. Lo que no se había quitado fue el arma. El colt relucía en su cadera mientras daba órdenes por doquier.  Asumiendo que esa mujer quería ser tratada como si fuera su viejo, mirando su reloj, replicó:

―Bien hecho, mayoral. Si en tres horas ha conseguido eso, estoy seguro de que su contratación será productiva para la hacienda.

―No tiene que dorarme la píldora, ¡es mi deber!― respondió con cierto aire marcial antes de marcharse rumbo a su oficina.

Manuel se quedó pensando en que era una pena que esa monada fuera un marimacho:

«Con los melones que tiene, no me importaría compartir un par de rounds con ella en la cama».

Tras lo cual, buscó cobijo en el aire acondicionado de la biblioteca. No llevaba ni diez minutos ahí cuando un ruido le hizo alzar su mirada del libro. La causante de este era Dulce trayendo una bandeja con unos aperitivos.

Fijándose en ella, vio que llevaba un uniforme nuevo:

―¿Y eso?

La criada, creyendo que se refería a las viandas, respondió:

―Doña Altagracia ha ordenado que no le falte de nada. Según ella, debemos pensar que “El Fauno” es nuestra patria y su dueño nuestro rey.

Sabiendo que era una exageración, no dijo nada y dio un bocado al primer sándwich:

―Coño, ¡qué rico está!― exclamó satisfecho con esa mezcla de tomate, aguacate y especias que jamás había probado.

―Receta de la señora― comentó la joven mulata.

Sin dejar de saborear ese manjar, Manuel Castrejana fue consciente de que la presencia de esa mujer iría permeando poco a poco en la hacienda, pero dado que su efecto sería beneficioso se abstuvo de comentar y tomando otra porción del plato, trató de averiguar su contenido antes de morderlo.

«Ni puta idea qué es», pensó metiéndoselo en la boca.

Nuevamente estaba delicioso y asumiendo que era otra de sus recetas, preguntó a la mulata por su uniforme.

―La mayoral ha ordenado el cambio. El antiguo estaba muy viejo y no era correcto que sirviera al amo con él.

―Hay que reconocer que te queda bien― dejó caer sin pensar en lo poco apropiado que era ese comentario.

―Altagracia nos ha ordenado que, además de limpias y pulcras, estemos guapas― respondió quejándose implícitamente de lo pegado de esa vestimenta.

«Lo de limpias lo entiendo, ¿pero también es algo premeditado que les realce las tetas?», murmuró para sí y sospechando que había algo que había obviado, preguntó a la chavala que más les había ordenado.

―Según ella, las mujeres que viven en “El Fauno” son de “El Fauno” y por tanto tienen la obligación de satisfacer cualquiera de sus caprichos.

―Lo siento, me he perdido. ¿Los caprichos de Altagracia?

―No. Los suyos, usted es “El Fauno”.

La idea de que esa mujer estaba aleccionando al servicio con ideas basadas en la época en la que el mundo se dividía entre esclavos y amos le pasó por su cabeza.

«No puede ser», se estremeció y queriendo despejar de una vez por todas sus dudas,  la soltó:

―¿Qué tipo de caprichos estarías dispuestas a satisfacer?

Totalmente colorada, Dulce comenzó a desabrocharse el vestido.

―¿Se puede saber qué haces?― exclamó Manuel.

Con un extraño brillo en los ojos, pero con una férrea determinación en ellos, la joven mulata respondió:

―Entregar el cuerpo a mi señor .

Sus palabras hicieron reaccionar al ciudadano europeo del siglo XXI y rechazando los deseos de poseer ese adorable cuerpo, le pidió que se tapara.

―Si algún día quieres entregarte a un hombre, hazlo porque te apetece y no porque te sientas obligada.

―Pero, señor….es que…. deseo ser suya. Deseo ser una de las incondicionales del “Fauno”.

Cada vez más nervioso por cómo se estaban desarrollando las cosas, se escudó en que no le parecía ético acostarse con ella y no solo por ser su jefe sino también por la diferencia de edad.

―A tu lado soy un anciano.

―No, ¡no lo es!― insistió la cría acercándose.

―¿No te das cuenta de que eres una niña?― casi gritando le espetó.

        El volumen de su voz alertó a Altagracia de que algo iba mal. Al llegar y ver a Dulce con el pecho fuera e intentando que su jefe la tomara, preguntó qué era lo que pasaba.

        ―Ésta zumbada quiere que me la folle― fuera de sí, este le informó.

Para su sorpresa, la viuda se acercó a la criada y haciéndola una carantoña en la mejilla, la regañó dulcemente diciendo:

―Tapate y vuelve al trabajo. Todavía no ha llegado tu hora.

Increíblemente, tras abrocharse el vestido, la joven mirando al dueño de la hacienda sonrió:

― Esperaré ilusionada el momento de ser suya.

Manuel Castrejana aguardó a que Dulce saliera de la habitación para reprochar a la encargada el modo en que estaba dirigiendo al personal. La viuda permaneció en silencio mientras el que era su jefe le echaba en cara que hubiese aleccionado a la joven para que se creyera parte de una sociedad pasada.

―Parece que no te has enterado de que hace siglos que se prohibió la esclavitud― comentó molesto.

Tomando la palabra, la mayoral le contestó:

―¿Qué fue lo que le dijo el cura cuando le recomendó que me contratara?

―Que no sabía tratar a los locales, que no les entendía y que por eso la finca iba de mal en peor.

―Usted mismo se ha contestado. Yo solo uso la cultura de mis paisanos para conseguir que esta hacienda vuelva a florecer. Si para ello tengo que retomar costumbres ancestrales, lo haré y usted debería aceptarlo porque no en vano, como el dueño de todo esto mi gente lo considera la encarnación de “El Fauno”.

Tras soltar esa bomba, concluyó haciendo referencia a lo que acababa de suceder:

―Además no creo que resulte tan desagradable para un hombre como usted disfrutar de carne fresca cumpliendo con su deber.

―¿Y si no quiero?

Mirándolo fijamente, respondió:

―Venda “El Fauno” para que lo compre alguien que si lo merezca.

La dureza de su voz lo dejó paralizado y sin palabras mientras la joven viuda desaparecía por el pasillo.

3

Desde el balcón del despacho, Manuel Castrejana señalando a un grupo de labriegos comentó al cura que no solo se había incrementado la actividad de la hacienda, sino que las risas y la alegría habían vuelto a sus gruesos muros.

        ―No entiendo que les ha hecho, parecen mucho más felices desde que esa arpía es su jefa― dijo a su interlocutor.

Don Bartolo respondió:

―A mí me ocurre lo mismo. Llevo veinte años cuidando sus almas y sigo sin saber cómo piensan. Es como si fueran un planeta aparte. Se rigen por normas no escritas pero que funcionan.

Sin confesar que una de las criadas se le había ofrecido sexualmente y que a Altagracia no le había parecido raro cuando se enteró, el recién llegado le expresó sus dudas sobre el modo en que esa mujer gestionaba su hacienda.

 ―¿Qué problema tienes? Me has reconocido que, en estas dos semanas, el cambio es notorio y que todo va sobre rieles.

―Increíblemente es así. No la he oído gritar ni una sola vez, pero cuando esa mujer se encara ante uno de los suyos, da igual que sea el más fornido, el desgraciado se caga en los pantalones.

―Por eso te recomendé que la contrataras. Sus ancestros llevan generaciones dirigiendo este lugar y siempre han gozado del respeto de todos. Es como si su autoridad fuera en su naturaleza.

Aceptando sus palabras, eso no calmó sus recelos, sino que los incrementó:

―Esa mujer me llega con cosas que me parecen desconcertantes. Por ejemplo, la semana pasada me pidió reinstaurar la fiesta de la hoguera.

Al contestar el sacerdote que no sabía de lo que hablaba, se lo aclaró:

―Por lo visto, en tiempos de la colonia, los terratenientes permitían a los esclavos celebrar un viernes de cada mes una fiesta alrededor de un gran fuego. Según Altagracia es una forma de agradecerles sus servicios y respetar su cultura, pero me temo que en realidad sea una nueva vía de adoctrinamiento.

―¿Qué temes exactamente?― comentó Don Bartolo sin ver el problema.

―No lo sé. Es como si esa mujer quisiera recuperar un tiempo en el que la vida de los habitantes de la hacienda estaba en manos de sus antepasados.

―Creo que estás desvariando. Altagracia solo es una mujer buena e inteligente que se desvive por su gente y que la comprende.

―Eso espero― contestó Castrejana guardándose para sí que cada vez estaba más seguro que, para la gente de la comarca,  los Olanla eran los verdaderos dueños de la hacienda y que su autoridad venía desde los tiempos africanos.

―Según he conseguido sonsacarles, todos los del pueblo descienden de una zona de Nigeria. Y no me puedo quitar de la cabeza que antes de que los negreros los esclavizaran, la familia de Altagracia eran los reyes africanos que mandaban sobre ellos― murmuró sin exteriorizar al cura sus temores porque de ser cierto la caída en picado en la rentabilidad de esas tierras había sido parte de un plan para reponer a esa zorra al mando: ―Volviendo al tema, Don Bartolo. Como ya le he explicado esta noche se va a celebrar el primer festejo de la hoguera y me gustaría que nos hiciera el honor de acompañarnos.

―No creo que fuera apropiado. Por lo que me ha contado era una fiesta originariamente africana y por lo tanto pagana. Un cura católico no puede participar en una ceremonia animista.

―Lo comprendo, pero… ¿no puede hacer una excepción esta noche?― insistió Castrejana.

A pesar de saber que estaba implorando su ayuda, el sacerdote no dio su brazo a torcer y para no tener que dar más explicaciones mirando el reloj, se inventó que había quedado con una pareja para dar una charla prematrimonial, por lo que se despidió del dueño de la hacienda.

Habiendo resultado fallido el intento de que el cura le hiciera compañía, tomó el teléfono y llamó a Pedro. El policía, que se había comportado jovial al cogerlo, mostró todo tipo de reticencias en cuanto supo el motivo de la llamada.

―Me encantaría ir contigo, pero me han dado el soplo de que unos haitianos van a intentar desembarcar esta noche por el sur.

Que su amigo se inventara una excusa, junto con la rápida huida de Don Bartolo, no hizo más que incrementar la sensación de que los poderes fácticos de la zona no querían participar en esa celebración y queriendo certificar ese extremó, marcó al alcalde. Por mucho que lo intentó, le resultó imposible contactar con él. Según su secretaria había salido temprano hacia la capital y que no lo esperaba hasta el día siguiente.

«Es como si se echaran a un lado para dejar que pase», meditó cada vez más preocupado.

 Sus sospechas se incrementaron al pasar por el patio y ver que de camino a las antiguas dependencias donde vivían los esclavos, convertidas hoy en graneros, había acumulado tanta leña que le pareció un despropósito.

«¿Piensan iluminar toda la comarca?», se preguntó al comprobar que el montículo de madera tenía al menos cinco metros de altura.

Tampoco ayudó que el número de sillas desplegadas alrededor fuera desmesurado:

«Es como si creyeran que va a venir todo el pueblo», se reafirmó cada vez más seguro de que esa celebración en teoría ancestral en realidad era una encerrona.

Cabreado hasta la médula, decidió imitar al político e irse a Santo Domingo para no acudir:

«Si no estoy, no me comprometo», se dijo mientras subía los escalones de dos en dos rumbo a su habitación.

Para su desgracia, se encontró con Altagracia. Ésta, sin saber que le acababa de chafar los planes, le comentó que había mandado su todoterreno y las dos camionetas a por cerveza suficiente para agasajar a los invitados.

Sin vehículo en el que huir, Manuel tuvo que cancelar su escapada y con un rebote de narices, preguntó a la mujer quién había autorizado ese gasto.

―Toda el coste de la fiesta lo absorbo yo como agradecimiento a mi gente por lo bien que me han aceptado― respondió la morena.

Sintiéndose un mierda y sin haber conseguido su objetivo, la dejó con la palabra en la boca. Y dando un portazo, se encerró en su cuarto…

4

Tenía claro que en la ceremonia tenía reservado un papel principal, papel que desconocía y para el cual no le habían dado siquiera el guion. Sentirse usado lo traía jodido. Legalmente era el dueño de la hacienda, el patrón de todos los que vivían de ella, su cuenta corriente era la que se hacía cargo de los cheques, pero en ese momento solo se veía como una marioneta en las manos de Altagracia Olanla.

Manuel Castrejana sabía que esa arpía de bellas facciones y mejores pechos quería algo de él. Por alguna razón que no alcanzaba a entender esa viuda le tenía reservado una función determinante en esa opereta, pero había decidido no anticiparle nada. Asumiendo que sus sospechas se basaban en meros indicios y que no podía señalar algo del comportamiento de esa mujer que pudiera ser catalogado como contrario a sus intereses, no se veía con fuerzas para echárselo en cara.

«No puedo llegar y decirle que estoy muy molesto porque una monada de chavala, cada vez que puede, se intenta meter en mi cama. ¡Sería ridículo! Tampoco sonaría lógico quejarme de que mis empleados parecen ahora más felices », caviló enfadado consigo mismo.

Sabía o al menos creía saber que el evento que tendría lugar en una horas era importante y que lo quisiera o no, sus efectos marcarían su vida en esa isla.

«No me queda más cojones que asistir», sentenció mientras se levantaba de la cama con la intención de darse un baño.

Indignado como estaba, se comenzó a desnudar sin poder evitar que haciendo un último esfuerzo su mente intentara anticipar que era lo que esa zorra le tenía preparado.

«De lo único que estoy seguro es de que es una trampa», quitándose la camisa asumió.

Como en teoría ese festejo era una restauración de una costumbre antigua había buscado algún escrito donde explicara exactamente en que había consistido, pero no pudo encontrar nada al respecto.

«Qué razón se tiene cuando se dice que la historia la escriben los vencedores. Ningún estudioso de ese tiempo se preocupó por describir para la posteridad una tradición de los esclavos», dejando caer su calzón, concluyó.

Totalmente desnudo, se encontró a Dulce esperando en mitad del baño.

―¿Qué haces?― preguntó alucinado.

―Altagracia me ha pedido que le ayude― contestó con tono alegre. Es más, sin importarle que en ese momento su patrón se estuviera tapando sus partes avergonzado, se puso a canturrear mientras abría el agua caliente.

―No sabe lo contentos que están mis paisanos con que haya accedido a renovar el pacto― dejó caer la muchacha al tiempo que, extendiendo su mano, le pedía que se metiera en la bañera.

Las otras veces en que esa joven se le había insinuado no había conseguido su objetivo, pero esa tarde Dulce estaba tan feliz que no se dio cuenta de que había metido la pata. Manuel, por su parte, captó al vuelo que se le había escapado e intrigado por esa revelación, decidió seguirle la corriente para sonsacarle información y aceptando su ayuda, entró en el agua. Ya en el jacuzzi, dejó que la joven comenzara a enjabonarle y sin mostrarse excesivamente interesado, le preguntó cuántos años hacía que no se renovaba.

Sin percatarse de que la estaba embaucando, Dulce respondió:

―Muchísimo.  Piense que Don Antonio, el antiguo dueño y el padre de Altagracia eran jóvenes cuando renovaron el acuerdo.

Analizando sus palabras, lo primero que le quedó claro de dicho acuerdo fue cuales eran las partes intervinientes en el mismo:

«Por lo que cuenta se firma entre el dueño de la hacienda del momento y el Olanla de turno… su vigencia debe ser de por vida y solo renovarse al morir uno o como en este caso ambos», estaba pensando en ello cuando se percató de que se había producido un cambio sutil en la forma en la que la mulata lo lavaba:

¡Había dejado de enjabonarle y olvidando que era su patrón, se había puesto a acariciarlo!

Se giró a regañarla y al hacerlo el enfado por sentirse manoseado se transformó en estupefacción al advertir que los pezones de la mulata se le marcaban bajo el uniforme.

―¡No me puedo creer que te hayas puesto cachonda!― le espetó más extrañado que molesto.

Para su sorpresa en vez de disculparse, al saberse descubierta, Dulce se echó a llorar desconsolada. El dolor que se adivinaba tras su sollozos le impactó y más cuando escuchó a la joven decir:

―Lo siento mucho. No lo he podido evitar. Deseo ser suya desde antes de que la señora me preguntara si quería convertirme en una de la incondicionales del Fauno.

Por segunda vez, se refería a ella como una de sus incondicionales. Supo que era un tema sensible, pero asumiendo su importancia le preguntó de qué hablaba.

―Se llama así a las mujeres que el pueblo yoruba regala al Fauno― musitó sin levantar la mirada.

Manuel Castrejana la observó espantado. Los valores que había mamado desde niño chocaban frontalmente con la idea de recibir a una o a varias mujeres como parte de un trato. La mulata malinterpretó el rechazo y creyendo que la consideraba indigna de él, reanudó su llanto:

― Sé que se merece una mujer más bella que yo, pero por favor no me eche de su lado. Prefiero morir a no volverle a ver.

Conmovido por la profundidad de su angustia, le acarició el pelo:

―No es eso. Todo hombre que se precie estaría encantado con una belleza como tú.

Con dos gruesos lagrimones surcando sus mejillas, Dulce replicó:

―No hace falta que me engañe. Sé que para usted soy un patito feo.

Queriendo que reaccionara la metió vestida en la bañera y la besó. Por un momento, la joven no supo cómo reaccionar, pero tras reponerse de la sorpresa se lanzó en brazos del hombre con tantas ganas que este no pudo más que reír:

―Niña, ¡qué me vas a romper algo!― descojonado comentó mientras intentaba tranquilizarla.

Con una sonrisa en su boca, Dulce se separó de él y sin dar tiempo a que se echara atrás y se arrepintiera, se quitó el vestido mojado mientras le decía:

―Si no me toma ahora mismo, será mi corazón el que se rompa.

La perfección de su cuerpo impresionó a Manuel y es que a pesar de saber que la muchacha era preciosa, jamás imaginó que sus hinchados pechos fueran tan maravillosos y como un autómata extendió una de sus manos para tocarlos.

La mulata no huyó del contacto y acercándose al extranjero, le ofreció como ofrendas sus cántaros.

―Son suyos.

Castrejana que hasta ese momento había mantenido una postura cercana al desapego, no pudo seguir manteniendo su mutismo y acercando su boca a uno de sus negros pezones, murmuró:

―Son preciosos.

 La veinteañera no pudo reprimir un sollozo al sentir que cerraba sus labios en torno de su botón.

―Mi señor…¿significa esto que me acepta como su incondicional? – preguntó mientras todo su ser amenazaba con ser incinerado.

Desbordado por la acción sus hormonas, no le contestó y mientras mamaba de ese tierno y juvenil seno, pasando su mano por la cintura, la atrajo hacia él. Dulce reprimió un chillido al notar la presión de la erección de Manuel contra su sexo y dando por sentado que el hombre la había aceptado, se entregó diciendo:

―Lo amaré sobre todas las cosas y le serviré sin importar las consecuencias― gritó al comprobar que los labios de su vulva se abrían para dejar pasar la virilidad del Fauno.

La humedad de la mulata absorbió lentamente y centímetro a centímetro el pene del que ya consideraba su dueño. Dulce tuvo que hacer un esfuerzo para no gritar de felicidad al oír a Manuel decir que era un idiota por no haberla poseído antes.

―No me importa…. ahora que soy suya― respondió mientras con un movimiento de caderas se terminaba de empalar.

―Dios, ¡me encanta lo estrecha que eres!― aulló el señor de la hacienda cuando su glande chocó con la pared de la vagina de la chavala.

Habituado a que la mayoría de las mujeres con las que había estado desde el divorcio fueran no veteranas, pero si mayores, comprendió por lo cerrado que tenía el coño que apenas había sido usado y sintiéndose como un garañón, cambió de postura en la bañera.

―¡Mónteme, mi señor!― chilló Dulce al sentir que haciéndola apoyar contra los azulejos, Castrejana la volvía a empalar ya sin ningún reparo.

No hizo falta que se lo repitiera y usando sus dos jugosos melones de agarre, Manuel comenzó a cabalgarla.

―¡No paré! ¡lo necesito!― aulló descompuesta la joven mulata.

Con los prejuicios y recelos pasados encerrados bajo llave en un rincón alejado de su cerebro, Manuel estaba en la gloria y cada vez que acuchillaba a esa criatura sentía como iba creciendo la lujuria en su interior. Tratando a Dulce como a una yegua, le exigió que acelerara su ritmo azuzando su galopar con una sonora nalgada.

La chavala al sentir el escozor de esa ruda caricia experimentó una excitación brutal y relinchando de placer, rogó a su Fauno que continuara con ese tosco, pero placentero método de montarla. Manuel no quiso decepcionarla y siguió poseyendo a esa preciosa mulata al ritmo con el que descargaba sobre su trasero moreno una serie de estimulantes azotes.

Dulce no comprendía por qué cada vez que notaba uno de esos manotazos, su coño se humedecía aún más. Nadie la había tratado así y siempre había repelado de esa forma de amar. Para ella, el sexo debía ser tranquilo. Por eso no comprendía que ese salvajismo la pusiera tan cachonda.

«Mi Fauno no es un hombre corriente sino mi presente y mi futuro», pensó y dejándose llevar, se corrió.

Su jinete lo notó en seguida y aguijoneado por los gritos de placer de la muchacha, aceleró el compás de sus caderas en busca de su propio orgasmo.

―No pares de moverte, zorra mía― le gritó convencido ya de que esa monada iba a formar parte de su vida.

La ternura que creyó intuir en ese insulto la volvió loca y retorciéndose de placer, buscó ordeñar el sexo de su señor para que descargara su preciada simiente en su interior.

―Córrase en mí. Estoy deseando ser la madre de sus retoños.

Lo lógico es que Manuel Castrejana hubiese salido huyendo de la mujer que expresara ese deseo, pero increíblemente al oír a su incondicional afirmar que quería que la preñase, las hormonas de su cuerpo reaccionaron y sintiéndose un semental inseminando a una de sus hembras, se dejó llevar descargando su semilla en ella.

―Márqueme mi Fauno. Deje su marca en mi cuello― rogó presa de un renovado deseo.

El cuello de la cría le pareció irresistible y mientras esparcía la última andanada de su simiente, acercó su boca y la mordió. Dulce creyó morir de dicha y aullando de gozo, se derrumbó en la bañera:

―Dedicaré mi vida a agradecer al Fauno el haberme marcado como su incondicional. Soy y seré suya por siempre….― consiguió decir antes de perder el conocimiento.

Como no podía ser de otra forma, Manuel se quedó petrificado cuando Dulce se desplomó. Por fortuna, tuvo tiempo de reaccionar y consiguió sujetarla antes de que su cara chocara con la bañera.

        ―Mi señor, deje que le ayude― escuchó que le decían desde la puerta.

        Al girarse contempló a una joven que, obviando el hecho de que estuvieran desnudos, entró al baño y corrió a auxiliarle.

        ―Gracias― alcanzó a decir bastante cortado por haber sido cazado disfrutando carnalmente de una criada.

Sin dar importancia a ese hecho o al menos no lo aparentó, la recién llegada se puso a intentar que reaccionara.

― ¿Puede llevarla a la cama? Pesa demasiado para que yo la cargue― comentó mirándolo a los ojos.

El afecto y el cariño que leyó en su rostro lo confundió porque no en vano, le había pillado con las manos en la masa o, mejor dicho, en Dulce:

―Claro― respondió y atándose una toalla alrededor de la cintura, la tomó entre sus brazos y la llevó al cuarto.

La culpabilidad que sentía fue creciendo al comprobar que no se despertaba, pensando quizás que se había pasado. Una vez en la habitación, la depositó sobre el colchón un tanto avergonzado. A los ojos de todos se podía interpretar que, tras abusar de su empleada, no estaba satisfecho y la estaba metiendo en su cama.

―¿Qué le ocurre?― preguntó con los nervios a flor de piel.

Para su sorpresa, la desconocida se echó a reír diciendo:

―No ha aguantado el ritmo del Fauno. Debía haber esperado a que estuviéramos juntas y así poder compartir el placer que brinda un sátiro entre nosotras dos.

Dejando a un lado el hecho de que lo asimilara al ser mitológico del que la finca tomaba el nombre, por sus palabras confirmó que de algún modo esa joven creía que también ella iba a ser una pieza importante en su nueva vida.

―¿Quién eres?

Sin dejar de sonreír, la chavala respondió:

―Soy Mercedes, prima de Dulce y su otra incondicional…


Relato erótico: “Mi primer tatuaje” (POR ROCIO)

$
0
0
Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando entré en la tienda de tatuados “Ribbon”, del barrio de Unión de Montevideo. Para esa ocasión salí de casa con ropa muy cortita: una remera ajustada de color rojo, una faldita blanca y sandalias. Por orden del jefe de mi papá, tuve que salir sin braguitas ni sujetadores. La faldita era tan corta que tenía que acomodármela todo el rato para que no revelara tanta carne durante mi caminar, la gente en la calle no disimulaba la mirada y para colmo la remera era tan ceñida que hacía que mis pezones se percibieran ligeramente. Y mis tetas, que son grandes, saltaban notoriamente a cada paso que daba. Básicamente me sentía la más puta de todo Uruguay con tanto cabrón mirándome y piropeándome.  
Las tiendas de tatuajes que había visitado durante toda la tarde eran terribles, parecían lugares clandestinos, con música rock a tope y muchachos punkers apestosos como encargados de los locales. Pero esa tienda en especial no era como las otras. Era un lugar muy bonito, muy aséptico, olía a rosas e incluso me gustaba la música reggae que ponía el dueño (no me refiero al reggaetón, se llama reggae).  Me sentí muy cómoda nada más ingresar.
En los estantes de vidrio a la izquierda, cerca de la entrada, había varios modelos de dibujos: Rosas, mariposas e incluso dragones. A la derecha, en cambio, había un montón de aros, bolillas y demás piercings con piedras preciosas o simples. El solo imaginar que debía elegir alguno de ellos me hizo poner muy nerviosa, pues nunca en mi vida he llevado tatuajes y ni mucho menos me he planteado injertarme piercings. Es que era algo que sobrepasaba mi límite.
Y mientras ojeaba el álbum de diseños encadenado al mostrador, se me acercó un atractivo hombre de tez negra, alto, bastante fuerte de complexión, la cabeza rapada y con barbita en el mentón, parecía una estrella de cine. Tenía tatuajes que le cubrían ambos brazos, también el cuello y además poseía un arito diminuto injertado en el labio inferior. Me pasé toda la tarde viendo a esa clase de gente por lo que ya no me sorprendía ni me asustaba. Muy amablemente me saludó. Por la forma de expresarse se notaba que era brasilero:
-“Olá”, menina. ¿Cómo te puedo ayudar?
-Buenos días, señor. He venido para hacerme un tatuaje temporal, nada permanente.
-No hay problema, eso no tardará mucho. ¿Ya sabes lo que quieres ponerte?
-Sí, sé lo que quiero ponerme… Señor, sobre eso, esta es la cuarta tienda de tatuajes que visito esta tarde, prométame que no me echará de aquí como los otros.
-¡Ja ja! ¿Por qué habría de echar a una menina tan bonita como tú?
Me puse coloradísima y me reí forzadamente. Cerré el álbum de tatuajes y, clavando mis ojos en los suyos con determinación, le solté la bomba:
-Señor, voy a ser directa. Necesito que pongas “Perra en celo” en el cóccix. Y que ponga “Putita tragasemen” en mi vientre.
Deus Santo
-No me juzgues con esa mirada. ¿Ves por qué me han echado de las otras tiendas? En una, un muchacho me dijo: “Puta, si me das una mamada te lo hago gratis”, así que salí de ahí muy indignada. ¡Yo no soy ninguna puta, que quede claro!
Menina, menina, es que esas son dos frases muy feas. ¿Tu novio te pidió que te tatuaras eso?
-Sí, claro… mi novio me lo ha pedido –mentí. La verdad es que fue el señor López, el jefe de mi papá, quien me ordenó que me pusiera piercings y tatuajes. Iba a llevarme a su casa de playa dentro de una semana para “pasarla bien” con él y sus amigos, y me pidió… me ordenó que “adornara” mi cuerpo con un par de cosas.
Realmente no tenía opción. Si cumplía con él, le darían un puesto a mi hermano Sebastián a tiempo parcial en la empresa. Y la paga para él sería buena. Simplemente tenía que aguantar otra sesión de orgía con viejos depravados. Solo una sesión más de trancas y alcohol, y podría encauzar la seguridad económica de mi familia. Y para qué mentir, tampoco es que me asqueaba la idea: cuando el jefe de mi papá me pidió que me hiciera un tatuaje guarro y que me pusiera piercings en la lengua y el pezón, me calenté un poquito.
-Bellísima, yo jamás te pediría ponerte algo tan fuerte en tu cuerpo, pese a que sea un tatuaje no permanente.
-Gracias señor, pero lo tengo decidido. Así que saque sus herramientas y hágalo rápido.
-No pierdes tiempo.
-Cuanto antes terminemos mejor. Así que por favor, dígame dónde debo ir. 
Minha mae… Ve al fondo, al cuarto tras las cortinas. Espérame allí porque voy a prepararme.
-No sabe cuánto le agradezco, señor. Pensé que no iba a conseguir a alguien que me ayudara.
-Lo haré porque me pareces una menina muito bela. Ahora ve, te llevaré un álbum para que elijas el tipo de letra.
Avancé hasta donde me indicó, descorrí la cortina y entré en un pequeño cuarto con paredes rojas y espejos adosados a ellas. Una preciosa angelita pelirroja estaba dibujada en la pared frente a mí, mientras que en un costado había un dibujo de una chica skater que ojeaba su patineta, y al otro lado había un dibujo de una valkiria que parecía sonreírme.  
Me sujeté de una mesita pegada a la entrada. Estaba repleta de papeles, servilletas, un notebook, recipientes con alcohol, vaselina. Todo aquello me dio un miedo atroz.
-Acuéstate en la camilla del centro, menina –dijo poniéndose unos guantes blancos de látex.
Me subí, era un poco alta y parecía el sillón de un dentista. Era de cuero y el tacto se sentía agradable, pero hice un gesto de dolor al sentarme porque mi culo aún me dolía tras la sesión de noches atrás, en donde me metieron hasta cuatro dedos y lo filmaron en HD.
El hombre se acercó con un álbum y lo abrió para mostrarme los distintos tipos de tipografía que tenía disponible. Como se trataba de un tatuaje que no duraría mucho, quise elegir un tipo de letra al azar, preferentemente uno horrible para encabronar a mis maduros amantes. Pero me llamó mucho la atención una llamada “Ruach Let Plain”, así que puse mi dedo índice sobre dicha tipografía y le dije al hombre:
-Quiero este. Es linda la letra.
-Claro, menina. Ya te lo imprimo.
Se acercó a su notebook y, mirándome con una sonrisa, puso los dedos en el teclado:
-¿Qué palabras querías ponerte, senhorita?
-Serás cabrón…
-Lo pregunto en serio.
-Pufff… “Putita Tragasemen”.
-P-u-t-i-t…
-Dios santo, ¡escríbelo en voz baja!
-Ya está. Lo estoy imprimiendo. Baja un poquito la faldita, pintaré cerca de tu monte de venus.
-¿Va a doler?
-¿Estás bromeado, menina? Claro que no. Si quieres un tatuaje de verdad, ahí la historia será diferente. Pero para presumir tattoo de verdad, hay que sufrir, así es la historia. ¿Tú quieres un tatuaje de verdad? 
-No me gusta la idea de tener algo permanente, tal vez lo haga en otra vida, señor.
Bajé mi faldita, el negro se sorprendió al ver que, mientras más plegaba la tela hacia abajo, no había nada que me pudiera cubrir mi coño. Vamos, que se dio cuenta que me paseé casi en pelotas por todo Montevideo. Por su mirada mientras posaba su mano en mi cinturita, deduje que me estaba llamando de todo menos “santa” en sus pensamientos.
Menina, a ti te quedaría muy bien un tatuaje de una rosa de color rojo, hacia un lado de tu cadera.
Con su mano retiró mi faldita por unos centímetros más para mostrarme dónde quedaría lindo un tatuaje de verdad. Para ser sincera, me calentó un poquito la manera tan sutil y amable de tocarme. Pero era evidente que quería quitarme la faldita y contemplar mi conejito, sus dedos poco a poco retiraban la pequeña tela que me cubría pero hice fuerzas para atajarla y que no viera más de lo que debía.
-Te dije que no quiero un tatuaje de verdad. Vamos, a pintar de una vez, señor.
-Pues es una pena. Allá vamos, menina… -Se sentó en una butaca y se acercó hasta colocarse entre mis muslos. Instintivamente quise cerrarle para que no viera más de lo necesario, pero él las tomó con sus enormes manos y me las separó, mirando de reojo mi expuesto chumino, y se hizo lugar para pintarme.
Sin saber yo dónde meter mi cara roja, él limpió mi vientre con un trapito frío y húmedo, y plegó en mi piel aquel papel que había imprimido. Al retirarlo, empezó a utilizar su aerógrafo. Sentía cosquillas, y de vez en cuando daba pequeños sobresaltos, pero él con su mano libre me sujetaba fuerte y me pedía que me quedara mansa.
Cuando terminó de pintar una palabra, creo que “Putita”, sopló ahí donde pintó y me hizo dar un brinco de sorpresa. El negro se rió de mí, y acariciándome la zona recién pintada, me dijo:
-No puedo creer que me haya olvidado preguntar el nombre de una chica tan bonita como tú.
-Ro… Rocío, me llamo Rocío  –le dije suspirando, la verdad es que yo estaba algo sugestionada. El cabronazo me seguía acariciando, soplando, tratando de plegar mi faldita de manera disimulada, creo que ya se podía apreciar mi mata de vello púbico. Mi cara estaba rojísima y mis pezones querían reventar bajo la remera. Mis manos temblaban pero hacían lo posible para que el negro no viera más de lo necesario.
-Ah, no me digas “señor”, yo me llamo Ricardo. Ahora ponte de nuevo quieta que voy a pintar la última palabra.
Tras cinco minutos más, Ricardo terminó su trabajo. Me mostró cómo quedó, pasándome un espejo. Pero lo que me alarmó fue ver cómo un poco de humedad se impregnaba en mis muslos y en su silla. Seguro que él lo había notado también, es que tanto toqueteo sutil me puso muy caliente y el charco que dejé fue muy evidente.  
Lejos de decirme que era una puta o una chica indecente, siguió profesionalmente su trabajo:
-Menina bonita, vamos a ponerte los piercings antes de dibujarte el tatuaje en el cóccix.
-Ay Dios, los piercings. ¿Eso sí que va a doler, no?
-Trataré de que no te duela tanto, Rocío. ¿Dónde te los vas a poner?
– Quiero una… quiero una bolilla en la lengua.
-OoooK. ¿Es todo?
-No, hay más. Madre mía, quiero que me injertes un arito en un pezón.
-Lo primero será fácil. Pero lo otro… Quítate la camiseta, Rocío, tengo que ver.
-No quiero…
-¿Eh? No tengas vergüenza, menina, yo he trabajado con muchas chicas.
-Sí, no me cabe duda, Ricardo…
Me ayudó a retirar la camiseta, la plegó y la dejó en su escritorio. Ya he dicho que tengo tetas bastante grandes, pero debo decir que mis pezones son muy pequeños. Con la cara coloradísima, me tapé los senos con las manos. El negro reventó a carcajadas, y sutilmente, me retiró las manos para que pudiera mostrarle mis tetas en todo su esplendor.
Palpó mi pezón rosadito con total naturalidad, gemí como cerdita y cerré los ojos mientras él jugaba. Me estaba volviendo loquísima, no sé si lo hacía adrede o era parte de su trabajo. Sea como fuere, yo empezaba a tener ganas de carne. A los pocos segundos, soltó mi pezón y carraspeó para sacarme de mis pensamientos lascivos:
-Tienes un pezón muy pequeño, va a ser difícil anillarte, Rocío. Pero con un cubito de hielo puedo hacer magia. Tengo un álbum lleno de fotos para que elijas cuál arito te pega más.
-Ufff… Simplemente ponme uno que te guste y ya.
Salió del cuarto por un par de minutos, y volvió con un cofrecito con aros, así como un vasito con un par de cubitos de hielo. Seleccionó un aro de titanio con una bolita y me lo mostró. Le dije que tenía pinta de ser caro, pero él me respondió que no me preocupara porque me lo iba a regalar. Retiró un cubito de hielo del vaso y se acercó peligrosamente hacia mis tetas.
-Quita tus manos, Rocío, ya te dije que no tengas vergüenza. Esto lo hago casi todos los días.
Me mordí los labios y saqué mi mano de mi teta izquierda, indicándole con la mirada que era esa la que debía trabajar. Cerré mis ojos y me dije para mis adentros que tenía que aguantar, que no debía gemir como una maldita niña inmadura. Yo estaba caliente, estaba muy susceptible, ese hombre para colmo era muy guapo y su voz con acento brasilero me derretía.
-¡Hummm! Diosss… Frío, frío, frío…
-Calma, menina preciosa, estoy pasando el cubito, hay que estimular ese pezón tan pequeño.
-Ricardo… en serio está muy frío… Deja de restregarlo asíii…
-Es un cubo de hielo, menina, ¿qué esperabas? Enseguida te acostumbrarás.
Y así fue que, tras dibujar círculos varias veces me logré acostumbrar. Se detenía en la punta del pezón, soplando y tocándolo de manera muy sensual. Me decía cosas muy bonitas, no sé qué quería decir porque no sé mucho portugués, pero por el tono de su voz imagino que quería tranquilizarme o halagarme por estar aguantando. Vi de reojo que efectivamente mi pezón estaba paradito; miré a Ricardo, me sonreía, era tan guapo; quería decirle que chupara la teta y me hiciera suya, pero realmente estaba cansada de parecer una chica fácil, últimamente, y como podrán comprobar en mis otros relatos, parecía que hombre que veía, hombre que me follaba hasta hacerme llorar. Me armé de fuerzas y traté de actuar lo más normal posible.
-Ufff… Funcionó, Ricardo…
-¿Qué te dije, eh? Ahora estate quieta, vamos a injertar este lindo aro.
Trajo una pinza de doble aro y aprisionó mi erecto pezón con ella. Agarró una aguja de su mesita y reposó la punta filosa en el aro de la pinza, lista para perforarme. Tengo que admitirlo, me dio un miedo atroz, parecía que estaba en una maldita carnicería clandestina. Cerré mis ojos con fuerza, mordí los labios y empuñé mis manos esperando el doloroso momento, pero Ricardo no atravesó la aguja, seguro vio mi carita de chica espantada y trató de tranquilizarme:
-Rocío, eres la chica más bonita que ha entrado aquí en mucho tiempo. Y mira que he tenido muchas clientas.
-¿En serio, Ricardo? Gracias. Desde que entré no has parado de decirme cosas bonitAAAAASSSSS… CABRÓN, LO HAS HECHO ADREDE.
-¡Quieta, menina! Voy a injertar el aro por el agujerito que acabo de hacer, ¡quieta!
-¡HIJOPUTA! ¿Eso es sangre? ¿¡Es que quieres matarme!?
-No, no, no, es normal, es solo una gotita, ¡espera que ya lo estoy injertando!
-¡Dios mío voy a morir desangrada!
-Estás exagerando Rocío, solo aguanta un poco más, ya casi está.
-¡En serio no quiero moriiiir!
Me deus… ya está, menina, eres una exagerada… Oye, ¿¡estás llorando!?
-No, no estoy llorando, imbécil –dije secándome las lágrimas que corrían como ríos por mis mejillas. La verdad es que fue una experiencia muy rápida pero de lo más infernal. 
Ricardo me tomó del mentón con sus enguantadas manos, sonriéndome como si no hubiera pasado nada. Yo no quería mirarlo a los ojos, los míos estaban vidriosos, mi carita estaba toda colorada y para colmo estaba temblando muy notablemente.
-Rocío, no he mentido cuando te dije que eres la menina más hermosa.
-Perdón Ricardo, no quise decirte “hijoputa” ni “imbécil”, en serio, a veces suelo ser muy grosera.
-Bueno, no pasa nada. Deberías oír  a los machitos a quienes tatúo. Si es que lloran como chiquillas de diez años.
Estábamos tan cerca, tenía ganas de besarlo. Cuando me acerqué para unir mi boca con la suya porque ya no aguantaba más, él se levantó y me acarició el cabello como si yo fuera una hija, sobrina o algo así. Me cabreó, es como si quisiera evitarme. Yo estaba casi desnuda, solo una maldita falda arrugada era el único trapito que me impedía estar a su merced, y aún así él se comportaba como un caballero.
Me limpió la teta con gasas y desinfectantes, tan profesional como era de esperar mientras yo me mordía los labios otra vez, gimiendo por el dolor punzante que a veces me venía.
-¿Segura que quieres continuar? Podemos hacerlo mañana.
-No, Ricardo, cuanto antes mejor.
-Pues bien menina, date media vuelta, voy a poner el tatuaje  en el cóccix. “Perra en celo”, ¿no?
-Diossss, qué vergüenza. Sí, hazlo rápido por favor…
Me di media vuelta, mis tetas se aplastaron contra el asiento de cuero. Me acomodé para que mi pezón recién perforado no me causara molestia, sujeté mis manos en sendos lados de la camilla y cerré los ojos. Escuché cómo tecleaba la palabra en su notebook para posteriormente imprimirla. Se acercó y tomó el pliegue de mi faldita para bajarla. A esa altura ya me daba igual, iba a dejar que me viera todo el culo si fuera por mí, estaba caliente por él e iba a hacer lo posible por encenderle los motores.
Tocó con su mano allí donde moría mi espalda y empezaban a nacer mis nalgas. “¿Quieres que dibuje aquí?” me preguntó. Le dije que quería un poquito más abajo. Llevé mis manos a mi faldita y la bajé más, dejándole ver el nacimiento de la raja de mi culito. Ricardo se mantuvo callado por unos segundos, yo no podía verle pero imagino que estaba contemplando mi cola como un perro faldero.
-OoooK… Voy a empezar.
Se sentó en su butaca y se puso a mi lado, una mano la reposó en mi nalga mientras que con la otra empezó a pintar las palabras. Realmente no dolía nada, pero aún así gemí como una putita para conseguir excitarlo. O al menos tratar de ponerle.
Mientras más pintaba, más movía mis piernas y más cedía la faldita. Creo que llegó un punto en donde la mitad de mis nalgas ya estaban expuestas. Si eso no lo ponía, madre del amor hermoso, no sé qué más podría funcionar. Cuando terminó de pintar, me dio un sonoro guantazo a la cola que me hizo chillar de sorpresa.
-¡Auch! ¡Ricardo!
-Listo, Rocío. Ya hemos terminado con los dos tatuajes temporales. Ya tienes un piercing en el pezón, solo falta el de la lengua. Si quieres continuamos mañana… ¿Qué me dices?
-Ya te dije que no, quiero hacerlo todo hoy. ¿Va a doler como con el pezón?
-Por suerte no tanto. Descansa un momento, ponte tu camiseta si lo deseas mientras voy a por el equipo.
-No quiero ponérmela todavía, me duele un poco el pezón –mentí. Me levanté para desperezarme un poco y reacomodarme la faldita lo más decentemente posible. Contemplé con mucha vergüenza lo encharcado que estaba su asiento de cuero, era evidente que se trataba de mis fluidos y me daba muchísimo corte. Si es que el jefe de mi papá tenía razón al elegir “Perra en celo” como tatuaje, menudo cabrón.
-Siéntate de nuevo, Rocío.
-Perdón por estar casi desnuda, vaya, seguro pensarás que soy alguna clase de zorra barata.
-Bueno… quitando el hecho de las groserías que acabo de tatuarte, creo que eres una chica muy decente. Casi. Vamos, siéntate y muéstrame tu lengua.
-¿Así?
-Perfecto. Quédate quieta.
Sujetó la puntita de mi lengua con una pinza similar a la anterior. Rápidamente, como si quisiera prevenir que me zarandeara como loca, me lo atravesó con una aguja, y con una velocidad tremenda, logró injertarme la bolilla. Pero para su sorpresa, aguanté como una campeona, no puse mucha resistencia y para orgullo mío, apenas lagrimeé. Enroscó la base del piercing para asegurarla, y tras sonreírme, me mostró cómo me quedó, facilitándome un espejito.
-¿Te gusta, Rocío?
-Ezz prezziozzo…
Menina, es verdad, vas a hablar raro un rato, tienes que acostumbrarte.
-Mmm… ziento que la boliyyya me golpea los dientezzz…
-¿Eso era todo, Rocío?
-Zzzí, ezz todo. Trabajo terminado.
Ricardo volvió a tomarme del mentón, y sin preámbulos, me besó. Sentí mariposas en el estómago y mucho fuego en el resto de mi cuerpo, por fin se decidió a mover ficha. Pese a que el piercing me molestaba, disfruté de su enorme lengua recorriendo toda mi boquita. Puso mucho en chupar mis labios y evitar la lengua recién perforada, seguramente sabía que estaría muy sensible aún.
-Rocío, soy un profesional, estuve aguantándome toda la tarde pues quería terminar mi trabajo… Pero me deus, qué cosa mais bonita eres…
-Yicadyo…
-No hables, Rocío. Quiero arrancarte la faldita y follarte aquí en la camilla, me pones como una moto, menina, es la puta verdad. Pero no haré nada si tú no quieres. Si lo deseas, me levantaré y te acompañaré hasta la salida como un caballero. No te cobraré el servicio decidas lo que decidas.
-No, no… no, Yicadyo…
La verdad es que era un parto tratar de hablar. Quería decirle un montón de cosas, pero como me dolía la boca a cada sílaba que soltaba, decidí ahorrar palabras e ir directo al grano. Le tomé de la mano, trayéndolo más y más contra la camilla en donde yo estaba ardiendo. Toda la tarde tocándome, piropeándome, tratándome como a una reina. ¿Qué chica en este mundo se podría aguantar? Era tan hermoso, su sonrisa, sus ojos, su olor a macho me cautivaba, su confianza y su acento lo hacían el ser humano más encantador de todo Uruguay. Con mi cara coloradísima y los ojos muy humedecidos, le confesé:
-Pod favod, deja de podtadte como un cabayedo…
-¿Qué? No entendí… ¿Estás diciéndome que quieres que te folle?
-Bueno… Tampoco zzoy una putita fácil, eh…
-Ah, pues no quieres que te folle, ¿no?
-Diozzzz… Serás cabrón… Está bieeeen… zoy una putita… lo pone claro en el tatuaje, imbécil…
-Mierda, apenas te entiendo menina… Dilo fuerte y claro. ¿Eres una puta o no?
-Zoy una putitaaaa… fóllame ya por favor, eres un cabronazo, me has calentado toda la tarde adredeeee…
-¿Te calenté adrede? ¡Ja! Te has calentado tú solita. La verdad es que encharcaste mi sillón, guarra.  
Se aljó para subir el volumen de su equipo de sonido. El reggae infestaba todo el lugar, seguramente lo hizo para que nadie de afuera escuchara la sinfonía de gritos y chillidos que yo haría al ser montada por ese semental. Se retiró el jean y, al bajar su ropa interior, abrí los ojos como platos y me sujeté del sillón para no caerme del susto. No solo por el pollón que tenía el cabronazo; resulta que tenía depilado el pubis y lo tenía tatuado con dibujos de llamas. Ese infeliz estaba loco, pero yo más.
-Ezzz… enodmeee…
Se apoyó a los lados de mi sillón, su tranca gigantesca y negra se acercaba peligrosamente a mi coñito. Cuando se pegó a mí, empezó a restregarlo deliciosamente contra mi rajita. Mis carnes estaban hirviendo, mi chumino estaba hinchado, rojo, caliente. Casi me desmayé de lo rico que se sentía en mis pliegues, pero por lo visto el cabrón no tenía ganas de penetrarme.
-¿Lo quieres, menina? Es todo tuyo, pero solo si me lo pides.
-Ufff… Fóyameee… pod favoood….
-No sé, Rocío, no sé. ¿Y me puedo correr dentro de ti?
-Uffff… Noooo… Estás loco… Nada de eso, solo fóllameee…
Remangué mi faldita por mi cintura, separé mis piernas y con ellas rodeé su espalda, trayéndolo junto a mí. Puse mis manos en sus hombros para tener algo de qué sujetarme en caso de que hiciera revolverme del placer. Yo estaba a tope, no sé qué más quería él, empujé mi pelvis contra él para que su polla entrara de una puta vez, pero él no quería metérmela aún.
-No te follaré hasta que me pidas que me corra dentro de ti, menina.
-Vaaaa… Serás infeliz… No, no, no te corras adentroooo… Fóllame de una vez por el amor de todos los santos…
Llevó una mano a mi coñito y empezó a buscar mi clítoris. Al encontrarlo, no tardó en estimularlo. Yo parecía una maldita poseída, quise volver a decirle que me hiciera su puta pero la verdad es que entre el piercing de la lengua y mis gemidos, solo salieron balbuceos que no entendía ni dios. Casi perdí la visión debido a la rica estimulación, mis piernas cedieron al igual que mis brazos, quedando colgados como si yo no pudiera controlarlos.
-Madre míaaaa….
-Rocío, meu deus, eres una puta en serio. ¡Mira cómo mojaste mi mano!
-Y tú eres un cabronazo de campeonatoooo…
-¡Ja ja! A pollazos te voy a tranquilizar, nena. ¿Vas a dejarme correr en tu cocha o qué?
-Cabróoon… valeeee, ¡ya deja de hablar que me vas a volver loca!
-Vaya flor de puta encontré. Chupa mis dedos, putón, vamos.
Lamí sus dedos que estaban, efectivamente, encharcados de mis propios jugos. No voy a mentir, no fue delicioso, pero estaba tan caliente que no me importaba probar el sabor de mi coñito. Mientras lamía su dedo corazón, aproveché y tomé su mano con las mías. Le miré con una carita de perrita degollada:
-Tienes una tranca enorme, Ricardo, trata de no partirme en dos. Sé cuidadoso, ¿sí?
El negro posó la punta del glande en mi entrada. Un ligero cosquilleo nació en mi vientre, mezcla de miedo y expectación. Realmente era un pedazo de carne de proporciones épicas, no sabía cómo algo así iba a caberme, por más lubricada y ansiosa que estuviera. Él se apoyó de los lados del sillón, y de un impulso metió la cabeza de su carne. Arañé sus hombros y me mordí los labios al sentirlo por fin adentro.
-Ughhh… No, no, hazlo más lento, te lo pido en serio, negro.
-¿Te gusta, Rocío? ¿Quieres más?
-Diossss… por favor, Ricardo, ¿me quieres desgarrar o quéee?
Empezó a empujar, más y más, contemplando mi cara roja de vicio. Cuando media tranca se encontraba enterrada, hizo movimientos circulares con su pollón dentro de mí que me volvieron loca. Se sentía tan rico que sentí que me iba a desmayar, pero tenía que aguantar para poder gozar de tan tremendo macho. Empezó a decirme palabras obscenas en su idioma, pero a mí no me importaba, yo también le insultaba en el mío. Cuando notó que las paredes de mi gruta se estaban acostumbrando a su tamaño, dio un envión que me hizo chillar como una auténtica loca. Si no fuera por la música tan fuerte, mi grito se hubiera escuchado hasta el otro lado de la calle.
Ricardo retiró un poco su pollón, viéndome vencida, babeando, con los ojos lagrimosos. Me acarició la mejilla y se acercó para meterme su lengua en mi boca y jugar con mi piercing nuevo. Cuando me vio más tranquilita, continuó embistiendo otra vez, lenta y caballerosamente, no como esos viejos cabrones con quienes solía estar.
Empezó a aumentar el ritmo, empezó a aumentar un poquito la incomodidad, realmente me estaba forzando mi agujerito y mis gemidos cada vez más fuertes así lo decían. El cabrón puso una cara feísima, muy rara, como si estuviera cabreado por alguna razón extraña, y me la clavó hasta el fondo. Grité, mi vista se nubló y perdí el control de mi cuerpo, era como si una maldita descarga eléctrica me dejara K.O.
Me tomó de la cinturita como para evitar que yo me escapara, aunque realmente yo no podría hacer nada pues mi cuerpo ya no me respondía. Sus enormes huevos golpearon secamente mis nalgas, y sentí cómo su miembro caliente palpitaba adentro de mí, para posteriormente correrse. Estuvo así casi un minuto, maldiciendo, gritando, parecía que la leche no paraba de salir de su verga, me dolía lo fuerte que me sujetaba y lo mucho que me forzaba acobijarlo en mi gruta.
Con un bufido animalesco, me soltó. Su polla hizo un sonido seco al salir de mí; me dolía un montón, por el reflejo de uno de los espejos contemplé el tremendo agujero ensanchado que el cabrón me dejó, mi coñito estaba hinchadísimo, enrojecido, con leche chorreando para afuera, recorriendo mis muslos y el cuero de la silla. Intenté reponerme pero era difícil, yo temblaba como una poseída.
-Ricardo… Ricardo estuvo fantástico…
-Menina, Rocío, la verdad es que tu cuerpito es un vicio.
-Necesito irme a tu baño, tengo que limpiarme.
Me ayudó a reponerme, recogí mis ropitas y salimos del cuartito. Cuando entré en el baño me vi en el espejo, realmente yo parecía y actuaba como la más puta de mi país. Y para qué mentir, me gustaba. Dejé que su semen se secara en mis muslos por puro morbo, recogí un poco con mi dedo y lo saboreé, ya me estaba acostumbrando a ese sabor rancio poco a poco.
Me puse mi remera roja y mi faldita blanca. Estaban arrugadas, desgastadas, cualquiera sabría qué es lo que estuve haciendo realmente.
Cuando salí del baño, me dirigí al mostrador donde Ricardo me esperaba sentado, ya vestido. Al acercarme a él para despedirme, me tomó de la manito de improviso y me hizo girar para él.
-Rocío, ¿en serio no quieres un tatuaje de verdad?
-Anda, sigues con eso, Ricardo.
-Piénsalo menina. Te pegaría. Una rosa roja.
-¿Y cuánto tardarías en hacérmelo?
-Dos, puede que tres días. ¿Qué me dices? La casa paga.
Arqueé los ojos y le sonreí. Acepté, le dije que me encantaría que fuera él quien me hiciera mi primer tatuaje permanente. Además, sería la excusa perfecta para volver a su local y poder estar juntos, sin que el jefe de mi papá se enterara de que me acostaba con un negro que triplicaba el tamaño de su polla.
Antes de irme, como aún notaba su bulto, le dije que le iba a hacer pasar su calentón. Cerró su tienda y me dediqué a comer su pollón a ritmo de la música reggae. Mis manos apenas podían agarrar la tranca, mi boca me dolía nada más tratar de tragar el glande, por lo que me limité a chupar la punta mientras lo pajeaba. Fue una odisea, y de hecho terminé de mamársela con un ligero dolor en la boca producto del sobre esfuerzo. Cuando se corrió, tragué lo que pude y dejé que el resto se secara dentro de mi boca y garganta.
Quiso agradecerme la cortesía, así que con sus poderosas manos me cargó y me sentó en su mostrador. Remangó de nuevo mi faldita hasta mi cintura, y me comió el chumino como ningún otro hombre. Su lengua sacó lo mejor de mí, y vaya que me mojé como una marrana mientras metía dedos y mordisqueaba mis labios vaginales.
Tras arreglarme nuevamente en su baño, y como se hacía tarde, llamé por el móvil al señor López para que me viniera a recoger. Fue él quien me dejó en medio del barrio de Unión esa tarde para que yo buscara por mi cuenta una tienda de tatuados, pues él tenía que almorzar con su esposa y no podría acompañarme. De mala gana, mi maduro amante aceptó venir a buscarme. Le esperé sentada en un banquillo de una plaza cerca de la tienda, con Ricardo haciéndome compañía.
-Adiós Ricardo, nos vemos mañana. Estoy ansiosa por hacerme un tatuaje de verdad.
-Adiós menina hermosa, te estaré esperando… ¿Ese hombre en el coche es tu padre?
-Ehmm… sí, es mi papá –mentí.
Me despedí besándolo en la mejilla, y corrí rumbo al coche para que Ricardo pudiera ver el bambolear de mi culito, húmedo y con su semen seco en mis muslos. Cuando subí al vehículo, el señor López arrancó el coche y me llevó a una zona descampada sin decirme nada.
Estacionó y encendió un cigarrillo. Le pregunté qué hacíamos ahí pero no me hizo caso. Cuando expelió el humo, me ordenó con su tono de macho alfa que me saliera del coche porque quería verme los tatuajes que me hice. Cuando salimos, hizo apoyarme de su capó para que pudiera inclinarme y poner la colita en pompa. Remangó mi faldita hasta mi cintura y, metiendo un dedo en mi culo mientras que con la otra mano palpaba mi tatuaje, me dijo:
-No creas que no sé lo que has estado haciendo con ese negro, ramera, se te nota en las piernas y el coño chorreando. Pero no estoy enojado pues eres libre de hacer lo que te guste y con quien te guste, con tal de que cumplas conmigo y mis colegas.
-Ughhh, odio cuando metes tu dedo ahí… Me parece perfecto que no te pongas celoso, don López, la verdad es que ese negro sí que es un hombre de verdad y sabe tratar a una dama, a diferencia de otros…
-Respondona como siempre, ¡ja! Mira, me gusta tu tatuaje, lo has hecho muy bien putita.
-Mmm… Deje de llamarme putita, imbécil.
-Date la vuelta y quítate la remera, quiero ver el arito… -Sacó su dedo y me dio un pellizco en la cola.
-Señor López, no sé… Me da corte seguir con esto, volvamos al coche y se lo mostraré… ¿Y si alguien nos ve aquí?
-Me importa una mierda si alguien nos ve. Rápido que no tengo tiempo, mi esposa me espera para cenar con mis hijos.
-Serás cabrón…
Me quité la remera y, con sus ojos muy iluminados, sonrió y palpó mi arito injertado en mi pequeño pezón. Tocando el titanio, la bolita, luego jugando con mi aureola, deteniéndose a veces en mi carnecita rosada para moverlo con la punta de su dedo, haciéndome gemir.
-Muy bien –dijo expeliendo el humo de su cigarrillo en mi cara, haciéndome toser-. Vístete rápido, Rocío, y sube al coche. Te llevaré a tu casa. Tu braguita y tu sujetador están en la guantera del coche.
-Gracias, las estaba extrañando…
-Vas a disculparme, pero mi colega, el señor Mereles, se masturbó con tus braguitas hoy en la oficina. Ahora está un poquito sucia, ¡ja ja!
-¡Será marrano!
-¡Ja! ¿Vas a volver a esa tienda de tatuajes?
-Pues claro que sí, señor López. Quiero hacerme un tatuaje de verdad, en mi cadera… aquí, ¿ve?
-Como quieras marranita, te lo pagaré yo. Ahora sube.
En los tres posteriores días, el señor López se encargó tanto de llevarme a la tienda como de recogerme, varias horas después. Debía ir siempre ligerita de ropas, y para colmo debía entregarle tanto mi sujetador como mis braguitas cada vez que me bajaba del coche. Al regresar, debía mostrarle en el descampado las pruebas de que, efectivamente, me follaba al negro, mostrándole el semen reseco en mis muslos y boquita. A veces le ponía caliente verme en esas condiciones, tanto que no aguantaba la situación y se dedicaba a montarme un rato a la intemperie antes de devolverme a mi casa.
Pero lejos de quedarme con esos recuerdos, prefiero quedarme con los de Ricardo, un auténtico macho negro y caballeroso. Vi las estrellas cada vez que me hacía suya en su camilla y en su baño al ritmo de su música reggae, entre las pinzas, agujas y aerógrafos de su local. En esos días llegué a memorizar todos y cada uno de los tatuajes de su esbelto cuerpo, y muy sobre todo recordaré el fuego dibujado en su pubis depilado.
Y en cuanto a mi primer tatuaje, aquella rosa roja dolió muchísimo; pero Ricardo, su boca, sus manos y su voz tan hermosa me consolaban cada vez que lagrimeaba o chillaba. Y a veces, entre los minutos de descanso, me sentaba en su regazo y dejaba que él me estimulara vaginalmente. El cabrón era muy bueno en esas lides y le gustaba verme balbucear de placer, retorciéndome y temblando en sus piernas. Y para compensar su amabilidad, antes de irme solía hacerle un oral, aunque sacarle leche era un auténtico martirio porque tenía mucho aguante, exigiéndome a usar todos los trucos que había aprendido.
Cuando terminó de colorear el tatuaje de la rosa, en el tercer día, se dedicó a fotografiarme. Supuestamente debía fotografiar el tatuaje para archivarlo en su álbum de muestra, pero realmente se empeñó en sacar fotos a otras zonas de mi cuerpo, aunque a mí no me importó mucho y con gusto hice varias poses lascivas. Me dio una copia de las imágenes y hasta hoy las guardo con mucho cariño.  
Pero el fin de semana había llegado y tenía que prepararme para irme a la casa de playa del señor López. Le mentí a mi papá, le dije que iría a dormir en la casa de una amiga por cuestiones de estudios, durante todo el fin de semana. De todos modos dudo que me hubiera creído si le dijera la verdad: que sería la putita de su jefe y de sus compañeros de trabajo por dos días completos.
En el baño de mi casa, mientras me preparaba para salir, me estimulé tocando mi coñito y mi teta anillada, recordando al negro de la tienda de tattoos, a su enorme pollón y sus tatuajes. Mi papá nunca entendió muy bien por qué yo, desde ese día en adelante, siempre que me iba al baño me ponía a escuchar música reggae.
————-
Gracias por haber llegado hasta aquí, queridos lectores de TodoRelatos, espero que les haya gustado como a mí. Un saludito muy especial a los que me han comentado hasta ahora 🙂 Estoy tratando de convencer a mi pareja para que me permita poner de nuevo mi mail en mi perfil. Christian, sé que vas a leer esto así que aprovecho para decirte que te quiero pero sos un gran mamarracho desconfiado.
Un besito,
Rocío.
Si quieres hacerme un comentario, envíame un mail a:
 rociohot19@yahoo.es

Relato erótico: “Shadow Angel, Cap. 7, La noche de Halloween” (POR SHADOWANGEL)

$
0
0

Amy llevaba unas semanas con un sentimiento agridulce en el cuerpo. Por un lado, se sentía satisfecha porque los principales líderes del crimen de Detroit se encontraban entre rejas. Gracias a Shadow Angel la delincuencia había disminuido y la ciudad de había vuelto mucho más segura. Por otro lado, Amy aún recordaba el infierno por el que había tenido que pasar para conseguir ponerlos entre rejas. Aquello habría podido terminar muy mal para la chica.

Gracias a la disminución de la delincuencia, Amy había ganado tiempo libre. Tiempo que destinaba a sus amigos y especialmente Tom, chico con el que había empezado a salir en serio. Hacía ya varias semanas que Shadow Angel no patrullaba las calles, y Amy se sentía cómoda y no extrañaba su actividad como heroína y los riesgos que conllevaba. Aunque había conseguido muchas victorias, también se había llevado algunos reveses que prefería olvidar.

Según sus amigas, Amy salía con el chico más guapo de la ciudad. Y la verdad es que Tom era una belleza, con un pelo rubio y ojos azules y un cuerpo musculado, eran pocas las chicas que no se giraban para mirarlo al pasar. Pero había algo en la relación que inquietaba a Amy.

Por un lado, Tom había empezado a desarrollar una faceta sobreprotectora hacia ella. todo el día estaba pendiente de si la chica estaba bien, y sobretodo insistía mucho en que no volviera sola a su apartamento después de las clases. Aquello para cualquier otra chica no supondría un problema, pero Amy se sentía agobiada. Ella era perfectamente capaz de cuidar de si misma y no necesitaba ningún chico que la protegiera.

Por otro lado, había otra cosa que se interponía. Pese a que Amy se moría de ganas, y se notaba que Tom también, no se habían acostado juntos. A Tom aquello le extrañaba en sobremanera, Amy no había tenido ningún pudor hacía unos meses en quedar casi desnuda ante su grupo de amigos y montar todo un espectáculo con Claire. En cambio ahora ponía pegas a que el chico se acostara con ella. Tom no entendía la actitud de Amy pero tampoco quería presionarla al respecto.

El motivo en esa actitud por parte de Amy se encontraba en un pequeño tatuaje, que una enemiga que la había vencido le había forzado a llevar. El tatuaje estaba justo al lado de su pubis, y representaba una pequeña huella de gato. Llevar aquel tatuaje a Amy le producía sentimientos encontrados, por un lado Claire, la única amiga que conocía su existencia, le dijo que le quedaba muy sexy. Pero por otro lado a Amy la llenaba de vergüenza, no sabía como reaccionaría Tom al verlo y qué pensaría de ella. No quería que se llevara una imagen equivocada de ella.

Por eso Amy siempre ponía excusas a acostarse con el chico. En el fondo ella se moría de ganas de explorar el cuerpo de Tom, exprimirlo y hacerle gritar de placer, pero le preocupaba la relación del chico cuando descubriera su tatuaje. No estaba segura de como se lo tomaría.

Aquella noche había quedado con sus amigos para ir a una fiesta de disfraces con motivo de la fiesta de Halloween. La ciudad era suficientemente segura como para que Shadow Angel pudiera divertirse con sus amigos. Así que por la tarde Amy entró en una tienda de disfraces, sin mucha idea sobre cual escoger.

Había un montón de disfraces distintos y ninguno le llamaba especialmente la atención, de bruja, de enfermera, de vampira, de ninja “¿en serio?”… pensó a chica al ver como lo que ellos entendían por disfraz de ninja en nada se parecía a su atuendo de Shadow Angel. Aquello más que un disfraz de ninja parecía un bikini negro. Al final Amy detuvo su mirada en un disfraz de Batgirl.

El disfraz era de tela negra, de una sola pieza que le cubría los hombros y terminaba en una falda que le llegaba por encima de las rodillas. En el pecho tenía el característico símbolo del murciélago e iba complementado por un cinturón con unas esposas, unas botas, guantes y una máscara. “Una heroína real disfrazada de heroína de cómic ¿Por que no?” pensó la chica mirando el disfraz. Lo compró satisfecha.

Antes de salir de su apartamento Amy se miró en el espejo por última vez. Le gustó lo que vio, el disfraz era cómodo y encontraba divertida el hecho de disfrazarse de heroína para ir a pasarlo bien con sus amigos en lugar de luchar contra el crimen. Animada salió de su piso y se dirigió al punto de encuentro con sus amigos.

Cuando Amy se encontró con sus amigos, se dio cuenta que había errado completamente la temática del disfraz. Tom iba vestido como Jason en Viernes 13, Ruben iba con una máscara de Michael Myers, Elsa vestía de novia de Chucky, Mark vestía como Leatherface en la Matanza de Texas y Claire vestía con un a camisa ensangrentada escotada que le llegaba justo por debajo la cintura y una cofia de enfermera. Amy sonrió tímidamente cuando los vio.

– Vaya Amy con tu disfraz, ¿pretendes ponernos a todos entre rejas?- Bromeó Mark.

Amy sin hacerle caso se dirigió a Tom y le dio un fuerte beso.

– Batgirl enrollándose con Jason, por estas cosas adoro Halloween.- Bromeó Elsa.

Claire con una sonrisa en la cara se dirigió a Amy y le dio un fuerte abrazo.

– Una chica buena rodeada de malotes… ¿qué pretendes hacer con nosotros?- Bromeó.

– A ti, te mandaré directa a un asilo.- Respondió la japonesa con una sonrisa.

– Yo creo que hacemos una buena temática, pero sabes? Me gusta que esta vez ganen los malos.- Dijo Claire mientras le quitaba las esposas del cinturón a Amy y juguetona sujetaba las manos de la japonesa detrás de la espalda mientras se las ponía.

– ¿Qué os parece?- Dijo Claire con una sonrisa picarona- Hoy los malos han capturado a la valiente heroína. ¿Sabes lo que pueden hacer unos villanos como nosotros con una indefensa heroína como tu?

Amy torció una sonrisa. Aunque no había maldad en las palabras de Claire, Amy sabía por experiencia lo que hacían los delincuentes si conseguían capturar a una heroína. Aunque podría haberse quitado aquellas esposas de juguete en un santiamén, Amy decidió seguir el juego. Lejos de sentirse indefensa, se sentía a gusto interpretando el papel de indefensa heroína con sus amigos. Y por qué negarlo, ese juego empezaba a excitarla. Empezó a imaginarse qué le haría Tom en caso de tenerla esposada en la cama con ese disfraz. ¿Qué pervertidas ideas estarían cruzando la mente de sus amigos? Amy hizo ver que intentaba librarse de las esposas.

– Y ahora que me tenéis indefensa, ¿qué vais a hacer conmigo?- Preguntó juguetona mientras lanzaba una mirada llena de deseo a Tom.

– Tengo una idea.- Interrumpió Elsa.- ¿Y si en lugar de ir a la fiesta hacemos algo más acorde con la noche de Halloween? ¿Os apetecería pasar la noche en el antiguo Sanatorio Saint Lazarus?

Todo el grupo miró a Elsa con cara de sorpresa. Le contaron a Amy, que no conocía la historia, que el Saint Lazarus había sido un antiguo hospital/manicomio fundado en la década de 1920. Debido a circunstancias desconocidas, el centro había clausurado en la década de 1950 y desde entonces allí seguía abandonado. Ahora en medio de un polígono industrial semi-vacío. Según se rumoreaba, el motivo de su clausura fue un motín por parte de los internos que en una noche asesinaron a todo el personal y se fugaron del centro. Aún se rumoreaba que algunos de los internos seguían viviendo en el antiguo sanatorio mental.

– ¿Por qué me miráis con esa cara? Tenéis miedo o qué?- Dijo Elsa.

– Si hemos de pasar allí la noche, porque no compramos algunas bebidas primero? No pretenderás que nos muramos de sed, ¿verdad?- Dijo Mark con una sonrisa. Todos fueron asintiendo a la propuesta.

– Eso puede ser peligroso Amy, quizá mejor nos vamos a un sitio más tranquilo.- Dijo Tom.

Amy se sintió molesta por el comentario sobreprotector del chico.

– Si van ellos, por qué nosotros no? Tienes miedo de algún psicópata de hace más de 70 años? Qué edad tendría ahora cualquier tipo de esos que habitara el centro desde los años 50? Tienes miedo de que un viejete nos atice con su bastón?

Tom, resignado, aceptó y el grupo, después de pasar a comprar bebidas y algo para picar en un colmado, se dirigió al antiguo sanatorio. Hacían un grupo peculiar, Batgirl rodeada de los peores asesinos del cine. La gente con la que se cruzaban los miraban llenos de curiosidad.

Finalmente, después de andar una hora, se encontraron frente a la entrada del Saint Lazarus. Visto desde fuera, en la oscuridad de la noche, el edificio impresionaba. Era un edificio de cuatro plantas, de unos cincuenta metros de ancho lleno de ventanas con barrotes. La pintura caía a trozos por la fachada y el edificio estaba lleno de grietas. Una puerta metálica cerraba el acceso al patio del centro. Para sorpresa de todos, no estaba cerrada con candado.

– ¿No parece demasiado fácil entrar?- Dijo Rubén preocupado.

– Si lo tienen así abierto es porque no hay ningún peligro.- Replicó Claire.

El grupo avanzó por el patio, lleno de maleza que les llegaba a los tobillos y después de cinco metros se encontraron frente a la puerta principal. Una puerta de madera reforzada, ahora llena de carcoma. Para sorpresa del grupo, tampoco estaba cerrada.

– Deberíamos haber traído linternas.- Dijo Tom mientras alumbraban el vestíbulo con sus teléfonos móviles.

Mientras el resto del grupo se dedicaba a explorar el inmenso edificio, Tom y Amy se quedaron en una sala de espera amueblada con cómodos sofás cubiertos de polvo. La pareja se sentaron juntos, Tom aprovechó para quitarse la máscara de hockey. Tom empezó a contarle cosas a Amy, la chica lo miraba bobalicona sin escuchar. No es que la estuviera aburriendo, al contrario, pero es que Amy no podía apartar su mirada de esos ojos azulados que la hipnotizaban. Se acercó un poco a él, notando a través de su disfraz el calor que desprendía el cuerpo del chico. Tom le pasó el brazo encima del hombro, abrazándola, y la chica recostó su cabeza en su pecho musculoso mientras con su mano jugaba con la rubia melena del chico. La intimidad que les ofrecía aquella sala y la cercanía con el cuerpo de Tom empezó a encender a la chica.

– Me gustas mucho Amy, soy muy feliz contigo, pero no entiendo porque siempre te excusas cuando te propongo…- El chico no pudo terminar la frase. Amy se abrazó a él y apasionadamente empezó a besarlo en la boca.

Aquél arrebato de pasión sorprendió a Tom. Se tumbó en el sofá mientras la chica encima de él lo besaba no sólo en los labios sino en las orejas, el cuello… El chico notó como Amy le desabrochaba la oscura camisa y empezaba a explorar su cuerpo con sus manos. Las finas manos de la japonesa recurriendo los pectorales y los abdominales de Tom, hacían que el chico se estremeciera de placer. La chica dejó de besarlo en la cara y empezó a besar sus pechos, mordiendo ligeramente los pezones del chico, erizándole la piel. “No es el mejor lugar pero sí un buen momento” pensó Amy que se estaba derritiendo por dentro en todos los sentidos. Aún no podía creer que Tom sintiera lo mismo que ella. Todas las experiencias amorosas de Amy habían sido cortas y poco apasionadas. Con Tom todo era diferente, ella se sentía realmente amada por primera vez, sin perjuicios por su sangre aristócrata ni buscando únicamente el placer sexual. Con Tom sentía que podía ir más allá de fugaces encuentros sexuales a escondidas de su familia. Sabía que el chico no estaba con ella por su alta posición en la sociedad japonesa. Sabía que su cuerpo no era lo único que quería el chico. Ello hacía que Amy se muriera de ganas de entregarse a él.

– Vaya… pensaba que tu…- Dijo el chico entre suspiros mientras la chica iba mordisqueando la piel de su torso. Seguramente le dejaría algún chupetón pero eso estaba fuera de los pensamientos de Tom.

– Que yo… ¿qué?- Dijo Amy dirigiendo una mirada traviesa a Tom mientras con una mano se quitaba poco a poco sus bragas.

Ante la atónita mirada de Tom, la chica se desprendió de su pieza de ropa más íntima y, con una sonrisa, Amy cogió sus bragas con el pie y las acercó a la boca de Tom.

– No queremos hacer ruido, ¿verdad?- Dijo la chica mientras, haciendo gala de una extrema habilidad con sus pies, metió las bragas en la boca del chico.

Tom se dejó hacer, estaba muy excitado y notar como Amy metía en su boca sus bragas húmedas casi lo hace correrse. El chico saboreó los dulces jugos de la chica que impregnaban la fina tela de las bragas.

El chico estaba demasiado excitado como para intentar comprender el cambio de actitud en Amy. Ella siempre había mostrado reparos en que subiera con ella a su apartamento, pero en cambio, no parecía tener ningún problema en quitarse las bracas en un sitio abandonado.

Tom la amaba demasiado como para presionarla para mantener relaciones sexuales. Si la chica quería tomarse su tiempo, estaba en su derecho. Él la amaba más allá de su maravilloso físico, quería mantener una relación duradera con Amy. Pero ello no quitaba que cada noche fantaseara con el cuerpo de la chica, imaginando cómo sería verla desnuda, como se comportaría en la cama, cómo sería su cuerpo al tacto… Ahora parecía que ese momento había llegado, y el chico no cabía de alegría.

La ventaja del disfraz de Batgirl es que al estar proveído de una falda, facilitaba que Amy se pudiera quitar la ropa interior sin necesidad de mostrar su pubis al chico. Con una mirada llena de deseo, Amy se colocó entre los muslos de Tom y mientras frotaba su vagina con sus piernas, poco a poco le desabrochó los tejanos.

Ninguno de los dos se preocupaba en lo más mínimo sobre dónde estaría el resto del grupo, tampoco les importaba que en cualquier momento pudieran sorprenderlos. La pareja llevaba demasiado tiempo con sus deseos sexuales frustrados.

Pronto, Tom dejó de pensar en nada. Amy le había bajado los pantalones y se había metido su pene en la boca, saboreándolo con su lengua y sus labios, la mirada de la chica estaba llena de deseo.

Amy se excitó aún más cuando le bajó los calzoncillos y contempló el grueso miembro endurecido de Tom, perfectamente acorde con su cuerpo atlético. Lo contempló, asombrada, unos instantes, para luego metérselo en la boca, succionandolo con suavidad y con pasión. Los gemidos de placer de Tom eran música para sus oídos, Amy no podía apartar su mirada de la cara de placer que ponía Tom mientras le chupaba su miembro. Verlo gozar de placer la excitaba en sobremanera, Amy tuvo que reprimir la tentación de masturbarse mientras le practicaba la felación. Finalmente, repentinamente y sin avisar, cogiendo por sorpresa a la chica, Tom se derritió en su boca.

Tom contempló con una mezcla de sorpresa y éxtasis como Amy se tragaba todo su semen mientras le sonreía. La chica estaba lejos de haber terminado con él. Poco a poco, se incorporó encima suyo, volviendo a endurecer su miembro con el movimiento de sus caderas. Cuando el pene de Tom volvía a estar completamente erecto, ella lo introdujo en su vagina y suavemente empezó a mover sus caderas.

Cuando Tom notó su duro miembro entrar en la suave y húmeda vagina de la chica, volvieron los gemidos de placer, esta vez acompañados por los de Amy. El chico colocó sus manos en los pechos de Amy, llevándose una sorpresa al comprobar que, debajo del disfraz de Batgirl, no llevaba sujetador.

Amy sin dejar de mover sus caderas, agarró fuertemente el pelo de Tom. Esa melena rubia que tanto deseo causaba a la chica. Tom se sorprendió primero por la brusquedad de la chica, pero poco a poco aquél arrebato de pasión desenfrenada empezó a gustarle. Sin importar que alguno de sus amigos pudiera oírlos, la pareja se entregó desenfrenadamente a su pasión, sin disimular sus gemidos de placer.

De pronto, un grito los interrumpió justo en el momento más álgido.

Una hora antes.

Mark sacaba fotos a Claire en un quirófano. El chico estaba encantado de poder estar a solas con Claire, pero por otro lado la chica parecía interesarse sólo por las fotografías que le tomaba.

La verdad es que Claire, con su disfraz de enfermera sanguinaria, quedaba perfecta en un antiguo quirófano, con una camilla destartalada y todo tipo de material y herramientas quirúrgicas tiradas por el suelo. Cuando tuviera cobertura, Claire pensaba subirlas a su instagram, con toda certeza causarían furor, Mark le estaba tomando muy buenas fotografías.

Claire hubiera preferido no quedarse a solas con Mark, no es que el chico no fuera atractivo ni que le cayera mal. Mark con su cuerpo fuerte y piel morena causaba furor entre la mayoría de chicas. Pero tenía un pequeño defecto que la sacaba de quicio. Mark no podía estar ni dos minutos sin hablar de su gran afición: el surf.

Seguramente a muchas chicas el tema les parecería interesante, pero Claire, que ya lo conocía de hacía años, le aburrían. Cabe añadir que la pelirroja sentía atracción por Tom, haciendo que no mostrara mucho interés por los otros dos chicos del grupo.

“Espero que Rubén y Elsa no hayan dejado a Tom y Amy solos” pensaba la chica en un ataque de celos. La verdad es que los celos corroían por dentro a Claire. Ella llevaba años detrás de Tom, sin que el chico hubiera mostrado el mínimo interés por ella más allá de la amistad, y ahora una advenediza japonesa conseguía ganárselo en pocos meses. Claire sólo deseaba que Amy volviera pronto a Japón para que Tom volviera a quedar disponible. “Cuando termine el curso seguro que se va a marchar a Japón y te dejará sin miramientos con el corazón roto. Y yo me quedaré a tu lado, primero te consolaré pero luego caerás en mis brazos” pensaba la chica.

– ¿Ocurre algo?- Preguntó Mark al notar un cambio en la expresión de Claire.

– Nada, nada, creo que deberíamos ir volviendo con el resto del grupo.

Mark en cambio no tenía ganas de volver con los demás, de hecho quería pasar más tiempo a solas con Claire, con la esperanza de poder intimar un poco con la atractiva pelirroja. Con la excusa de sacarle mejores fotografías, continuaron explorando el sanatorio. Encontrando una escalera que conducía al sótano. A Mark no le costó mucho convencer a Claire de que bajaran a explorar, a saber lo que se guardaría allí.

Mientras bajaban, la pareja no se fijó que en los escalones llenos de polvo, había marcas de pisadas recientes.

Al llegar abajo se encontraron con una especie de almacén. Camillas viejas, sillas de ruedas, estantes con frascos de cristal cuyo contenido era mejor no saber… Mark no cesaba en hacer fotografías a todo. Parecía estar en el escenario de una auténtica película de terror.

Claire por otro lado, se fijaba con preocupación con otras cosas. Concretamente, varias latas de comida que parecían abiertas recientemente, un sucio colchón, varios cuchillos colgados en la pared… De repente Claire soltó un grito que sobresaltó a Mark.

– Claire no tiene gracia, casi me matas del susto…- Dijo Mark para luego callarse de golpe, sorprendido.

En un rincón, en una sucia mesa había un cuerpo humano. O mejor dicho, había lo que quedaba de un cuerpo humano. Le faltaba la cabeza, una pierna y tenía el torso abierto en canal. Y era obvio que no llevaba mucho tiempo allí.

-¡Corre! Debemos avisar a los demás- Dijo Claire intentando no alzar demasiado la voz.

Mark no necesitó que se lo dijeran dos veces. Mientras salía del sótano Claire resbaló en el suelo con un charco de sangre húmeda, por suerte y con ayuda de Mark se puso en pie rápidamente. Ambos chicos subieron las escaleras a una velocidad impresionante, intentando recordar como se volvía a la sala de espera dónde se habían separado del grupo. Al llegar a la planta baja, todas las puertas les parecían iguales. Claire localizó la del quirófano y lo atravesó a toda prisa, llegando al pasillo que conducía al vestíbulo. Dónde justo al lado había la sala de espera donde había visto por última vez a sus compañeros.

Claire no se había dado cuenta que, en algún momento, Mark había dejado de seguir sus pasos.

Como una exhalación, cruzó la puerta y entró en la sala. Para encontrarse, totalmente sorprendida, a Amy sentada a horcajadas encima de un semidesnudo Tom, moviendo sus caderas entre gemidos de placer. Necesitó unos segundos para asimilar la escena.

– ¡¿En serio, follando en este lugar!? ¡seréis ninfómanos!- Gritó sobresaltando a la pareja que hasta ese momento no se habían percatado de la entrada de Claire.

Mientras tanto, Rubén y Elsa

Rubén y Elsa estaban en una habitación con camillas tomando alcohol en vasos de plástico mientras comían una bolsa de patatas fritas. Fuere lo que fuere lo que Rubén contaba a la chica era obvio que divertía a Elsa, que no dejaba de sonreír mientras lo miraba. El chico interrumpió la conversación.

– Creo que deberíamos volver con los otros. He visto suficientes slashers como para saber como terminará esto.- Dijo.

– ¿En serio?- Replicó Elsa con una mirada picarona- ¿Y como crees que terminará?

La chica poco a poco se fue subiendo el vestido blanco que llevaba, mostrando sus muslos hasta que reveló unas bragas color turquesa bajo las medias. Rubén se quedó sin habla, aunque Elsa era la más bajita del grupo y muchos chicos consideraban que tenía poco pecho, él siempre la había considerado atractiva. No eran pocas las veces que Rubén había fantaseado con el lindo culito de Elsa “no tendrá grandes tetas pero su culito redondo lo compensa con creces” decía siempre. Y allí la tenía ahora, quitándose el disfraz ante él.

El chico notó como su pene se endurecía, no iba a desaprovechar aquella oportunidad. Justo cuando la chica se terminó de quitar el vestido blanco, revelando un sujetador push-up a juego con sus braguitas, el chico la abrazó y empezó a besarla. Tumbándola encima de una camilla.

Rubén, pese a su pelo largo y descuidado aspecto, atraía mucho a Elsa. El motivo era simple: Rubén era el único chico que era capaz de hacerla reír en cualquier circunstancia. La timidez de Elsa siempre se había impuesto a cualquier intento de seducir al chico. Ella que era consciente que no tenía un cuerpo espectacular como sus amigas Claire y Amy,. Pero en las últimas semanas había comprobado que Rubén tenía más atenciones hacia ella y había empezado a mirarla con otros ojos. La chica tenía miedo que no fueran más que imaginaciones suyas. De hecho la idea de pasar la noche de Halloween en el sanatorio abandonado había sido únicamente con la esperanza de poder tener un momento a solas con el chico.

Finalmente, su oportunidad había llegado. Estaban los dos solos y además Rubén parecía estar a gusto con Elsa, sonriendo cada vez que la chica le decía algo. Pese a los nervios que sentía y su timidez innata, Elsa sabía que ahora o nunca era el momento de dar el paso. Si la cosa salía mal, siempre podía achacarlo al alcohol.

Cuando, entre excitada y avergonzada, empezó a levantarse su vestido, se sorprendió al ver que Rubén no apartaba la vista de ella, devorándola con la mirada a medida que iba quitándose la prenda. Tan pronto la chica se quitó el vestido por la cabeza, el chico la estrechó fuertemente contra su cuerpo, besándola suavemente mientras sus manos recurrían la piel de su espalda, deteniéndose durante un largo rato en el culito de la chica. Ese trasero que sin ella saberlo, volvía loco a Rubén.

La excitación de Elsa no paraba de subir cuando el chico la tumbó en una de las camillas para acto seguido colocarse encima de ella. Aunque ya empezaba a hacer frío, el contacto del cuerpo de Rubén, encendía la temperatura corporal de la chica, notando como su vagina se humedecía.

Rubén, con su muslo entre las piernas de Elsa, notó la humedad de la chica, y poco a poco empezó a quitarle sus medias negras hasta que la chica soltó un grito. Primero pensó que estaba yendo demasiado rápido con ella, instantes después, él también estaba gritando.

Mientras tanto, Claire, Tom y Amy

La frustración y el fastidio eran pefectamente visibles en el rostro de Amy. No sólo les habían interrumpido justo en el punto en que la chica estaba a punto de alcanzar un orgasmo sino que Claire, en lo que parecía un ataque de celos no dejaba de gritar incoherencias.

Tom se levantó y volviéndose a colocar los pantalones, intentaba calmar a la pelirroja.

Instantes después, Amy empezaba a lamentar su enfado con la chica. Claire estaba realmente aterrorizada. Además, la japonesa había visto suficiente sangre como para saber que lo que pringaba las manos de Claire no era precisamente pintura.

– ¿Y Mark?- La preguntó.

Claire, entre sollozos y escalofríos intentó explicar que no sabía nada de él, que habían huido juntos del sótano pero que en algún momento se deberían haber separado, pero no recordaba donde.

Era obvio que su vida estaba en peligro. La mente de ninja de Amy pensaba a toda velocidad, analizando la situación.

– No debemos separarnos. Primero deberíamos encontrar a Rubén y Elsa, ellos aún no saben que están en peligro. Luego todos juntos buscaremos a Mark.- Dijo. Claire y Tom no discutieron su postura.

Tom arrancó una pata de una de las mesas, consiguiendo así un arma improvisada. Claire se agarró firmemente del brazo de Tom y los tres empezaron a buscar a la otra pareja.

“Una cosa es que estés asustada, la otra que te intentes aprovechar de la situación” Pensó Amy mientras observaba a Claire abrazar la cintura de Tom. El rol de chica en apuros no iba con la japonesa. Que prefería contar con su propia habilidad en el cuerpo a cuerpo antes que confiar en un trozo de madera que seguramente estaría lleno de carcoma.

Mientras exploraban el edificio con sus teléfonos móviles, Amy estaba concentrada al cien por cien en sus sentidos, atenta a cualquier indicio de peligro.

Al girar en una esquina, en un pasillo lleno de puertas que parecían conducir a diversas celdas, aliviados encontraron a Elsa y Rubén. El chico andaba lentamente, sujetado por Elsa, que vestía únicamente su ropa interior. Rubén sangraba profusamente.

Cuando se encontraron, recostaron al chico al suelo, comprobando que tenía un corte, no muy profundo, en el hombro. Claire, desgarrando su disfraz confeccionó unas vendas improvisadas.

Elsa les contó lo sucedido. Mientras estaban tranquilamente charlando en una habitación (omitió cualquier referencia a sus intenciones sexuales aunque su falta de vestido ya lo decía todo), había entrado un tipo por la puerta esgrimiendo un cuchillo. Un grito por parte de Elsa había puesto a Rubén en aviso, esquivando por poco una cuchillada que de haber acertado de pleno hubiera sido mortal. Elsa, de un empujón había apartado al tipo, saliendo pitando con Rubén de la habitación bloqueando la puerta con una estantería del pasillo.

Aliviados, el grupo se centró en buscar a Mark. Ya se preocuparían luego del tipo, quienquiera que fuese, que habían dejado encerrado.

Por suerte, no tardaron en dar con Mark. Lo vieron subiendo las escaleras que llevaban al sótano con su característico disfraz de Leatherface. Claire fue corriendo hacia él.

– Qué susto nos has dado. Pensaba que te había pasado algo. A Rubén lo han herido, ¿tú estás bien?- Le preguntó preocupada la pelirroja.

Algo en Leatherface hizo saltar las alarmas en el instinto de Amy. El disfraz era el de Mark, pero parecía más alto y más corpulento, y su cuchillo no era de atrezzo.

Justo cuando Leatherface movía su cuchillo con clara intención de apuñalar a Claire, Amy embistió contra él. Cayendo ambos escaleras abajo.

El resto del grupo no tuvieron oportunidad de socorrer a la japonesa. El tipo que supuestamente habían dejado encerrado acababa de aparecer por una puerta blandiendo un enorme cuchillo.

Haciendo gala de una gran agilidad y control corporal Amy aterrizó a cuatro patas al final de las escaleras. Sucia pero ilesa, no así su atacante que había caído inconsciente. Por suerte, el móvil de la chica había sobrevivido a la caída y con él alumbró el oscuro sótano. En una camilla, atado con alambres y amordazado con un trapo estaba Mark. El chico vestía únicamente su ropa interior. A pocos pasos de él, en una mesa, había un cadáver descuartizado. El suelo y las paredes estaban llenos de sangre.

Amy corrió hacia su amigo, comprobando que excepto varios cortes y magulladuras estaba ileso. El chico intentaba decirle algo a través de la mordaza. Amy le quitó el oscuro trapo.

– ¡Detrás tuyo!- Gritó Mark. Pero la advertencia llegaba demasiado tarde.

El tipo al que Amy creía inconsciente se abalanzó sobre ella con todo su cuerpo, sacudiendo a la chica y golpeándola contra las camillas. La chica, cogida completamente por sorpresa, poco pudo hacer para evitarlo y enseguida se vio con la espalda contra una camilla mientras el tipo intentaba estrangularla.

Hasta ese momento Amy no se había percatado que seguía sin ropa interior. En el fragor de la lucha, notaba la pierna de aquél tipo entre sus muslos, presionando su vagina. La japonesa, que aún seguía frustrada sexualmente por su orgasmo interrumpido, notó como su cuerpo volvía a excitarse. A medida que se excitaba, notaba como la fuerza la iba abandonando. Aquello no pasó desapercibido para aquél tipo.

En lugar de seguir intentando estrangularla, el tipo cambió de idea. Mientras con una mano seguía sujetando el cuello de Amy, con la otra palpó la entrepierna de la chica, sonriendo al notarla húmeda. Luego empezó a desabrocharse el pantalón.

Amy no podía creer lo que estaba pasando. Sus amigos estaban en peligro de muerte y ella se estaba sintiendo excitada por un tipo que intentaba estrangularla. El contacto de los dedos del tipo palpando su vagina continuó encendiendo a Amy de placer. La chica sabía lo que vendría luego. “Maldita Claire, si hubieras tardado unos instantes más en aparecer, ahora estaría en mis plenas facultades” pensó Amy, ansiosa por un orgasmo.

Pero no, no era el momento ni el lugar para tener un orgasmo. Y definitivamente, no era el tipo adecuado. La cordura se impuso en Amy, que con un taconazo golpeó al tipo el el pie, provocando que aflojara la presión sobre su cuello. Acto seguido la chica le pegó un rodillazo en la entrepierna y casi inmediatamente le pegó un puñetazo en la nuez del cuello. El tipo se desplomó en el suelo, esta vez inconsciente de verdad.

Amy esta vez no cometería el mismo error. Encontró una vieja soga y con ella ató fuertemente al tipo. Nadie como una japonesa para atar a alguien con una cuerda. Aquél tipo no podría liberarse de los nudos sin ayuda.

Amy por fin podía ocuparse de Mark. Lo liberó de las ataduras de alambre y el chico al verse libre suspiró agradecido.

– Por un momento temí por tu vida… pero demonios…. ¡ Has estado genial! Ni la auténtica Batgirl habría luchado mejor- Dijo Mark asombrado mientras Amy recogía su teléfono del suelo.

La japonesa no supo que contestar. Por un lado agradecía las palabras de Mark, pero por otro lado empezó a temer que quizá había hecho una demostración demasiado buena de sus habilidades. Amy temía que el chico pudiera sospechar que su compañera de clase fuera la heroína conocida como Shadow Angel, aunque hacía días que la heroína no acaparaba los titulares de la prensa.

– Gracias… Ni yo misma sé qué ha pasado… Supongo que… en fin… tantas horas al gimnasio habrán servido de algo- Balbuceó Amy intentando soltar una justificación razonable para haber dejado fuera de combate con dos golpes a un tipo corpulento que la triplicaba en estatura y peso.

Segundos después, Tom y el resto del grupo bajaban las escaleras. Todos parecían estar bien.

– Me alegro que estés bien Amy. Siento no haberte podido ayudar, el otro tipo apareció de repente. Al final ese palo fue útil.- Dijo Tom preocupado, mostrando la pata de mesa partida por la mitad.

– Fue en parte gracias a mí, conseguí agarrarlo por detrás y Tom lo golpeó en la cabeza.- Respondió Claire presumiendo de su gesta.

– No sabéis como me alegra que estéis bien. Tom, no deberías preocuparte tanto por mí. Se apañarme sola.- respondió Amy.

– ¡Ni lo dudes! Tu chica es de armas tomar- Añadió Mark.

El grupo salió del edificio y por fin pudieron llamar a la policía. Minutos después apareció una patrulla y una ambulancia. Todos estaban bien, excepto Mark al que pusieron vendas en sus muñecas para sanar los cortes causados por el alambre con el que lo habían atado, y le dieron una bata para que cubriese su cuerpo semidesnudo. Y Rubén, que pese a que su herida no era grave, los sanitarios insistieron en llevarlo a un hospital para asegurarse. Por supuesto, Elsa no se separó de él y lo acompañó en la ambulancia, con una manta cubriendo su tímida semidesnudez.

Quedaron Claire, Tom, Mark y Amy, que contaron lo que había sucedido a los agentes. Mientras se llevaban detenidos a aquellos tipos. La policía los identificó rápidamente con un par de asesinos en serie que llevaban meses en busca y captura, evadiendo a la policía hasta ese momento. Los agentes indicaron a los chicos que eran dos tipos muy peligrosos y que habían tenido mucha suerte.

Pese al ofrecimiento de los policías para llevarlos a casa, los chicos prefirieron volver a pie. Estaban agotados pero necesitaban un poco de aire fresco. Tom le contaba a Mark como había golpeado a ese tipo con una pata que había arrancado de una mesa. Las chicas andaban unos metros detrás de ellos.

– Eh Amy… Eso…- Empezó a decir Claire-… Has arriesgado tu vida por mí… Ese tipo podría haberte matado… me has salvado la vida… No se como agradecértelo.

– Somos amigas ¿no? No dudaría ni un segundo en volverlo a hacer. Por suerte, todo ha terminado bien.- Respondió la japonesa.

Claire se sintió un poco culpable por los celos que había sentido de Amy. Por como le dolía verla con Tom. Pero ahora se daba cuenta de lo infantiles que eran esos sentimientos. Mientras ella quería ver fracasar la relación de Amy con Tom, la japonesa no había dudado en arriesgar su vida para salvarla. Decidió dejar atrás cualquier sentimiento de celos o envidia hacia Amy. Como había dicho, eran amigas, y la amistad estaba por encima de esas cosas.

Claire y Mark se despidieron del grupo al llegar a una intersección para tomar el camino hacia la residencia de estudiantes de la Universidad, donde ambos tenían un apartamento.

Tom acompaño a Amy en el trayecto hasta el apartamento de ella. Durante ese trayecto Amy tomó consciencia de la pinta que llevaba. Sin ropa interior, con parte de su disfraz desgarrado, mostrando más piel de la que desearía. Notando en sus piernas sus fluidos empalagosos, la cara sucia, el pelo enmarañado… No, Amy no ofrecía su mejor aspecto. Pero también notaba que Tom la miraba con otros ojos. Ya no había esa sobreprotección hacia ella en su mirada. Tom la miraba con unos ojos llenos de admiración. Cuando llegaron al vestíbulo del edificio de Amy, la chica sintió que era ahora o nunca.

– ¿Subes?- Le preguntó tímidamente.

El chico no dudó en su respuesta y ambos cruzaron el vestíbulo. Mientras subían en el ascensor, se miraron sin decirse nada. Amy aún no estaba segura de que aquello fuera una buena idea, pero estaba decidida a no dar vuelta atrás.

Entró en su bonito apartamento, guiando a Tom hacia un amplio salón, con amplias ventanas que ofrecían una vista preciosa del Detroit nocturno. Pero no eran las vistas exteriores en lo que se fijaba el chico.

Amy se estaba desprendiendo de lo que quedaba de su disfraz, quedando completamente desnuda ante el chico. La visión del cuerpo desnudo de la chica, iluminado únicamente por las luces nocturnas que se filtraban a través de las amplias ventanas, había dejado a Tom completamente cautivado. Tuvo que ser la chica la que rompiera el hechizo.

Con un beso, guió las manos de Tom por todo su cuerpo mientras ella poco a poco le quitaba la ropa. Ahora no tenían ninguna prisa, nadie les iba a impedir gozar de ese momento mágico. Amy condujo al chico desnudo hacia su habitación, tumbándolo en su confortable cama.

Mientras la chica se tumbaba encima de él, Tom pudo contemplar su cuerpo con todo su esplendor, no veía la suciedad ni el sudor acumulado horas antes. Únicamente tenía ojos para su fina y pálida piel, sus curvas femeninas, sus músculos firmes. El chico besaba y palpaba cada rincón del cuerpo de Amy, haciendo que se tumbara en la cama, colocándose esta vez él encima de ella.

Los tiernos besos de Tom resiguiendo su cuerpo sacaban dulces gemidos a Amy. El chico la besaba en los pechos, la barriga, su ombligo, su pubis… Deteniéndose unos segundos.

– Nunca me habías dicho que tenías un tatuaje.- Dijo Tom curioso mientras besaba la pequeña huella de gato en el pubis de Amy.

Aquello hizo sonrojar a la chica, al fin había descubierto aquel maldito tatuaje. No sabía como se lo tomaría él.

– S… Si…Una amiga que es tatuadora me convenció para que me lo hiciera… aunque no creo que fuera una buena idea…- Balbuceó nerviosa.

– ¡Es precioso! Te da un toque de chica mala. Felicita a tu amiga cuando la veas.- Dijo Tom besando la diminuta huella gatuna.

– Entonces… ¿no te parece mal que lo lleve?- Insistió Amy que aún no se lo terminaba de creer.

– Para nada. Nunca pensé que una tímida princesita como tú llevaría un tatuaje tan atrevido. Me encanta pensar que mi novia lleva un tatuaje en su parte más íntima del cuerpo. Me provoca un morbo…

– Tímida princesita… ¿yo?

Tom no pudo continuar, Amy se abalanzó sobre él como una fiera y lo besó apasionadamente por todo el cuerpo hasta que el chico suavemente aunque luego con más ímpetu la empezó a penetrar. Amy no cabía de la felicidad. Tantas semanas preocupada por el tatuaje y resulta que a Tom le encantaba. Los gemidos de la pareja resonaron por todo el apartamento. Ahora podían explorar sus cuerpos y disfrutar de su sexualidad sin que nadie se lo impidiera.

No tardaron en alcanzar un intenso orgasmo, ambos a la vez. Pero al cabo de unos minutos, ambos volvían a estar encendidos. Amy gozó de Tom durante toda la noche en casi todas las posturas imaginables, encima de él, debajo de él, a cuatro patas… En un momento de descanso en que la chica había ido a la cocina a beber agua, el chico la siguió y la tomó allí mismo, encima de la mesa.

Luego pasaron al comedor. Amy se puso contra la ventana, contemplando la ciudad de noche, con sus pechos y su cuerpo contra el frío cristal, mientras el chico la penetraba por detrás.

Aquella era la primera vez que Amy experimentaba con el sexo anal de verdad. Primero se sorprendió al notar el duro miembro de Tom introduciéndose en su culo, el chico estuvo a punto de retirarlo y penetrarla por la vagina. Pero Amy con una sonrisa de deseo lo impulsó a continuar. La chica no tenía ninguna expectativa al respecto, pero esa noche era su noche y quería probarlo todo. Se sorprendió al notar que disfrutaba siendo penetrada analmente por Tom. Sus gemidos de placer no tardaron en sumarse a los del chico. Allí, enfrente de toda la ciudad, sin ningún pudor ni vergüenza a que alguien de los edificios contiguos pudiera verlos, Tom se corrió por enésima vez, esta ocasión dentro del culo de Amy. La chica se volteó con una sonrisa en la cara.

Se abrazó a Tom, y el chico la volvió a empujar contra el cristal, esta vez con su culo y su espalda pegados a la fría superficie. Mientras Amy lo besaba apasionadamente, Tom notaba los firmes pechos de la chica enfriados por el cristal, contra su cálida piel. El chico volvió a tener una erección y sin dudarlo, con Amy en brazos y con la espalda contra el cristal, volvió a penetrarla, esta vez vaginalmente.

Tom no usaba preservativo, pero aquello no preocupaba a Amy. La chica tenía perfectamente controlado su ciclo de ovulación, y en esos días no había riesgo a quedarse embarazada.

Al final, agotados, se tumbaron en la cama y durmieron plácidamente hasta el mediodía.

Cuando se levantaron, después de una buena ducha y unos cuantos orgasmos más, la pareja parecía que habían vuelto a nacer. Sus cuerpos estaban cubiertos de moratones, pero no causados por aquellos criminales, sino causados por la pasión. En su arrebato amoroso de esa noche, ambos habían cubierto el cuerpo de su pareja de chupetones. A ver como lo explicarían cuando volvieran a la Universidad y sus amigos les preguntaran.

Lejos quedaba el susto de la noche pasada. Mientras comían una ensalada de fruta que había preparado Amy, la chica rompió el silencio.

– Tom, me gustas mucho, muchísimo. Pero no soporto que me trates como una niña indefensa. Toda esa insistencia tuya en que no ande sola de noche, que no vuelva sola a casa… Me agobia mucho, sé que lo haces con buena intención, pero no me gusta.

– Perdona, no sabía que te agobiaba tanto. Te prometo que no te sobreprotegeré tanto. Además, he visto que sabes cuidarte sola- Respondió el chico con una sonrisa.

Amy sonrió también. Aquello la llevó a meditar sobre otra cuestión. Durante semanas había dejado aparcada a Shadow Angel, confiando que la ciudad se había vuelto más segura. Pero la noche pasada había descubierto que el crimen nunca descansa. Siempre habrá algún criminal al acecho, esquivando a la policía. Un criminal al que sólo Shadow Angel con sus habilidades podrá capturar. Amy no quería ni pensar que hubiera ocurrido a sus amigos de no estar con ellos en ese sanatorio.

La ciudad seguía necesitando a Shadow Angel.

CONTINUARA

Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 7” (POR GOLFO)

$
0
0

Capítulo 10

La voracidad de esa mujer descubriendo su sexualidad me dejó agotado. Durante dos horas Iv me exigió que la amara buscando reponer los años que había perdido en esa isla sin mostrar ningún síntoma de cansancio.

―Necesito descansar― tuve que rogar en un momento dado al ver que la francesa no cejaba en su empeño de usarme para investigar esas sensaciones que había visto florecer a mi lado.

―Con tus amiguitas estuviste toda la noche― protestó un tanto celosa.

Riendo, contesté:

―No ves que, cuando yo no podía más, me dejaban respirar y se amaban entre ellas.

Mi respuesta le hizo caer en la cuenta de que apenas conocía unas pocas facetas del sexo y pensando quizás que le quedaba mucho que aprender, me preguntó si sería bienvenida entre ellas. No tuvo que decir nada más y asumiendo que lo que realmente quería saber era si esas dos iban a aceptarla en la cama, respondí en plan jocoso:

―Estoy seguro de que ese par de putas te recibirán con las piernas abiertas.

―No entiendo― replicó con cara de asco: ― ¿Qué quiere decir que se abrirán de piernas? ¿Se harán pis encima mío?

Aluciné al oírla. Alejada del resto de la humanidad, Iv todo lo que sabía lo había aprendido al observar a los animales y a buen seguro, había visto como marcaban su territorio por medio del orín.

 Y si a eso le unía que no había tenido oportunidad de aprender el argot ni a captar el doble sentido, comprendí que debía aclarárselo. Por eso muerto de risa, le expliqué que eso no era un comportamiento habitual entre personas civilizadas y que lo que había querido decir es que no dudarían en amarla.

Sin dar su brazo a torcer, insistió en qué tenía que ver con recibirla con las piernas abiertas. A lo cual, contesté:

― ¿Recuerdas que, antes de poseerte, me dediqué a lamer tu sexo?

― Sí― replicó.

Descojonado al percatarme que seguía sin entender, la pregunté:

― ¿Cómo tenías las piernas?

        Al visualizar en su mente la imagen, se puso colorada y sin ser capaz de mirarme a los ojos, me soltó:

― Entonces, lo normal cuando dos mujeres se conocen ¿es que una le coma el chocho a la otra?

Semejante burrada me volvió a hacer reír, incrementando la turbación en la pelirroja y pensando que tal como me había alertado ella misma era difícil que conociera a otras mujeres porque nadie nos iba a rescatar, decidí no sacarla del error pensando en las caras de mi prima y de su amiga cuando al presentarlas, la francesa se arrodillara ante ellas e intentara cumplir con ese formalismo y buscando una excusa para mis risas, le dije si tan difícil le resultaría hacerlo.

― No― contestó― pero lo que no sé es si las conozco juntas a quien debo saludar primero.

― Da lo mismo― respondí y despelotado en mi interior por la sorpresa que se llevarían, comenté a la francesa que debía ir en su busca para que no se preocuparan.

― Te acompaño para que no te pierdas― me replicó haciéndome saber que como no se fiaba de mí esa mañana me había dado un rodeo para llegar a su campamento.

Dando por supuesto que tenía razón, dejé que me guiara a través de la selva porque, al no tener que centrarme en buscar el camino, podía usar ese tiempo en pensar como les iba a contar a mi prima y a su amiga las pocas posibilidades que teníamos de ser rescatados.

Realmente tuve poco tiempo para hacerlo porque apenas había pasado cinco minutos cuando llegamos al estanque donde las había dejado.

«Será cabrona, ¡estábamos al lado!», pensé sintiéndome un inútil por no haberme dado cuenta de la vuelta que me había hecho dar hasta llegar a su choza.

María fue la primera en advertir nuestra llegada y dando un grito, se acercó corriendo:

―Estábamos preocupadas, no sabíamos dónde habías ido o si te había pasado algo― me recriminó sin saludar a la pelirroja.

Desconociendo una que era broma y la otra lo que tenía preparado, las presenté. Mi prima, queriendo ser educada, besó a Iv en la mejilla. En cambio, la francesa creyendo a pies juntillas que era lo correcto, se arrodilló ante ella y antes que pudiese reaccionar, le dio un largo lametazo en todo su coño.

La cara de sorpresa de María me hizo descojonar y más cuando viendo que no se movía, Iv supuso que no había sido suficiente, se puso a comérselo con gran diligencia.

Para entonces, Rocío había llegado a nuestro lado y miraba totalmente alucinada a la recién llegada devorando el chocho de su amiga mientras esta no sabía qué hacer ni cómo actuar. Al explicarle al oído lo que ocurría, sonrió y sin que yo se lo tuviera que pedir, se agachó detrás de la pelirroja y acercando la boca a su sexo, se puso a imitarla.

Al sentir la lengua de la morena jugando en su entrepierna, Iv asumió que era lo habitual y prosiguió mamando el coño de mi prima con mayor determinación.

La escena me pareció tan excitante como divertida y más cuando estimulada por el trato del que estaba siendo objeto, María comenzó a gemir llena de placer.

―Veo que os vais a llevar bien entre vosotras― comenté muerto de risa al comprobar que las tres se lo estaban pasando en grande.

Mi prima, la única que no tenía la boca ocupada en otros menesteres, contestó:

―No sé cómo lo has hecho, pero te tengo que reconocer que no me importa.

A carcajada limpia, expliqué en voz alta que, aprovechando un malentendido, les había preparado una broma. La pelirroja al escuchar que le había tomado el pelo, separó su boca del coño de María e intentó protestar, pero ésta presionando con las manos su cabeza la obligó a seguir mientras le decía:

―Ya tendremos tiempo de vengarnos, pero ahora sigue chupando que me está encantando.

Iv debía de estar sintiendo algo parecido porque no solo no se quejó, sino que reinició sus caricias con mayor intensidad que antes mientras no paraba de presionar con sus caderas contra la cara de Rocío en un intento de forzar su contacto. Testigo de piedra de ese peculiar tren de pasión, me quedé viendo cómo se incrementaba la calentura de las tres.

«Creo que María será la primera en correrse», sentencié al comprobar que el sudor ya recorría sus pechos.

Mi previsión resultó errónea porque, justo en ese instante, la pelirroja pegando un chillido colapsó.

«¡Joder!», exclamé para mí impresionado al ver que, con la respiración entrecortada, temblaba de placer.

Rocío, al escuchar el rotundo orgasmo que había provocado en la recién llegada, aceleró las incursiones de su lengua y usándola a modo de cuchara, se puso a recoger el néctar que brotaba sin parar del interior de la francesa. Mi prima, por su parte, al notar que su atacante había cesado en sus caricias, se lanzó sobre ella y cogiendo sus pecosos pechos entre sus labios, comenzó a mamar de ellos con desesperación.

Esa sobreestimulación alargó y profundizó mas si cabe el orgasmo de Iv, la cual incapaz de soportar tanto placer comenzó a lanzar alaridos.

«Parece que la estuvieran matando», me dije sobresaltado por el volumen de sus gritos.

En cambio, para mi prima esos chillidos resultaron un acicate para incrementar sus caricias y ya sin disimulo se puso a morder con saña los pezones de la mujer, exigiendo a su amiga que se la follara con los dedos en plan salvaje.

En un primer momento Rocío la hizo caso, pero tras pensárselo mejor, obligó a la francesa a abrir las piernas y llamándome a su lado, me azuzó a colaborar con ellas dos diciendo:

―Esta zorra necesita un buen polvo.

No me lo tuvo que repetir y aprovechando que mi pene lucía una dolorosa erección, separando sus muslos, hundí mi estoque por completo en su interior de un solo arreón.

― ¡Mon Dieu! ― aulló en su lengua materna al sentir la brutal intrusión de mi miembro entre sus pliegues, pero no por ello hizo ningún intento de separarse.

Aprovechando su entrega, comencé a machacar sin piedad con rápidas cuchilladas el coño de Iv mientras mis dos compañeras torturaban sus pechos. Esa triple agresión demolió sus defensas y totalmente indefensa, unió un clímax con el siguiente rompiendo con sus gritos la paz de ese paraíso.

― ¡Demuéstrale de lo que es capaz nuestro macho! ― exclamó con la cara descompuesta mi prima mientras retorcía cruelmente los pezones de nuestra víctima.

Rocío no quiso ser menos y llevando su boca hasta los labios de la pelirroja, le dio un severo mordisco mientras me decía:

―Preña a esta puta.

Su exabrupto me hizo comprender que aislada en ese atolón y al contrario que mis otras dos compañeras, era imposible que llevara un Diu por lo que era muy probable que se quedara embarazada si descargaba dentro de ella. Curiosamente eso lejos de cortarme, me excitó y conscientemente, busqué con mayor ahínco derramar mi simiente en su fértil vientre.

Para Iv, después de tantos años sola, la idea de ser madre debió de ser cautivante porque, moviendo sus caderas y con lágrimas en los ojos, me pidió que la hiciera un bebé. La dulzura de su mirada fue el empujón que necesitaba para dejarme llevar y con bruscas detonaciones, exploté dentro de ella inundando con mi semen su vagina.

Ella al sentir mis descargas se desmoronó y mientras su cuerpo era zarandeado por otro brutal orgasmo, comenzó a darme las gracias llorando y jurando que sería mía toda la vida.

 Contra todo pronóstico, la entrega de la pelirroja hizo aflorar en mi prima unos sentimientos que llevaba ocultando desde que tomé posesión de ella y buscando mis besos me informó que, para ella, yo era su marido y que, aunque nos rescataran, quería seguir siendo mi mujer.

La confesión de María me dejó sin palabras, pero lo que realmente me impactó fue ver que su amiga también estaba llorando. Al sentir mi mirada, Rocío sonrió y dando un paso que nunca pensó en dar, me dijo:

―Yo fui la primera en ser tuya y desde que me tomaste, supe que jamás podría dejarte. También yo soy tu mujer.

Os juro que no sabía ni qué decir, de golpe y porrazo, esas tres bellezas se me habían declarado y jurado fidelidad eterna. Aunque por el aquel entonces tenía solo veinte años, tomé mi primera decisión madura al contestar:

―Tampoco me imagino mi vida sin todas vosotras.

María, Rocío e Iv recibieron mis palabras con alegría y pegándose como lapas a mí, me colmaron de besos mientras rozaban sus cuerpos desnudos contra el mío. Al comprobar sus intenciones, las comenté que la francesa en su choza tenía un colchón y si no preferían seguir esa conversación allí.

Muerta de risa, mi prima contestó:

―Espero que sus muelles aguanten el peso tres zorras violándote… porque no creas que nos hemos olvidado de tu broma.

——————————-

Relato erótico: “Las costumbres de mi novio 2” (POR MARQUESDUQUE)

$
0
0

-Necesito tiempo

No sabía qué hacer. Lo que había pasado me había desconcertado por completo.

-¿Por qué? ¿No te gustó?

Definitivamente no era eso. Me había gustado y mucho. Ese era el problema. Me había acostado con otro hombre delante de mi novio. Él se había acostado con otra mujer. Y me había gustado. Aquello no era normal, no podía estar bien.

-Necesito tiempo- repetí sin saber explicarme mejor. Miguel me miraba angustiado, como si estuviera abriendo la tierra bajo sus pies-Tengo que pensar, que reflexionar, que asumir lo que ha pasado.

-No tenemos porque volverlo a hacer si no quieres, creo que estas sacando las cosas de madre.- Posiblemente sería cierto. Pero eso era lo que sentía y no podía evitarlo. ¿Tenía futuro una relación después de haber participado en una orgía? ¿Tenía futuro con el chico que me había visto follar con otro complacido mientras él se tiraba a su mujer?

Recogí mis cosas y me fui a casa de mis padres. Miguel se quedó jodido, pero se tuvo que resignar. Poniendo las cosas en perspectiva, la verdad era que no había hecho nada que no quisiera hacer y que lo que había hecho me había gustado. Sexualmente había sido brutal, el orgasmo más feliz de mi vida. Entonces ¿Por qué me sentía tan mal?

-Lo sabía. Tu novio es un pervertido- era la vocecilla de Ana taladrándome el oído. No sabía porque se lo había contado. Para desahogarme, seguramente. Además de alguna manera tenía que explicar este impase.

-No digas tonterías. Además yo también lo hice, ¿crees que soy una pervertida?

-Entonces, ¿Cuál es el problema?-Eso era lo que llevaba yo preguntándome desde que pasó.

-No sé si es lo que quiero.- me eché a llorar y Ana me abrazó. Era un poco obtusa, pero una buena amiga. Apreté mi cuerpo contra el de ella y aspiré su aroma. Sentí nuestros pechos apretándose entre sí. Ella me daba besos en la mejilla, secando mis lágrimas. Uno de ellos me rozó los labios.

-Todo saldrá bien- me dijo. Asentí, algo azorada y me separé un poco de ella. ¿Nuestro inocente contacto me había excitado? ¿Tendría ella razón y me estaría convirtiendo en una pervertida?

Pase un tiempo sin ver a Miguel, pensando en nuestro futuro. No terminaba de aclararme. De vez en cuando salía de fiesta con Ana para despejarme. Un día estaba en su casa y empezó a preguntarme por mis experiencias con Julio y María. Se las conté con todo lujo de detalles y noté que se excitaba. ¿Con ella también?, me preguntó al referirle mis escarceos con María. Sí, ya te lo he dicho, le respondí. ¿Cómo es besar a una mujer?, preguntó ella de nuevo. Ya lo sabes, tu y yo nos hemos besado mechas veces, le dije evitando una respuesta más directa. Eso eran solo piquitos, digo un beso de verdad. Me acerqué lentamente hacia ella. Fui deliberadamente despacio para darle tiempo de recular sino estaba de acuerdo con lo que iba a pasar. Ella no se movió. Acerqué mis labios a los suyos. La verdad era que lo deseaba desde el día que Miguel mencionó nuestros bailes sensuales. Tal vez lo había deseado desde siempre. Nuestras bocas tomaron contacto y le succioné el labio inferior. Mi lengua se abrió paso entre mis dientes y tocó los suyos. La suya asomó tímidamente y las dos se rozaron. Ladee u n poco la cabeza para que nuestras bocas encajaran mejor y nuestras lenguas se acariciaron ya sin embozo a la vez que un poco de saliva pasaba de mi boca a la suya. Pasó sus brazos por detrás de mi cuello y la abracé con los míos mientras en su pasión me mordía los labios. Mi lengua hizo círculos en torno a la suya hasta que, como despertando de un sueño, nos despegamos. Guau, murmuró. Pediré una pizza, dije cogiendo el teléfono y rompiendo el embrujo.

Pase así un par de semanas más. Ana no volvió a comentar lo del beso ni yo tampoco. Un día recibí una llamada telefónica. “Hola, soy María”. No había vuelto a hablar con ellos ni, por supuesto, a verlos desde la noche de la orgía. “Hola”. Charlamos un rato sobre cosas intrascendentes hasta que me confesó que había hablado con Miguel. Finalmente quedé con ella para tomar un café y hablar en persona. Tal vez si alguien podía comprenderme era ella.

Llegué pronto a la cafetería. Aun así, ella ya estaba esperándome. Estaba guapísima, como siempre: elegante, segura de sí misma, sexy y oliendo a su perfume habitual, que no sabía cuál era, pero que embriagaba. Nos dimos un par de besos nerviosos. ¿Cómo se saluda a una compañera de orgía al día siguiente, o cuando se la vuelve a ver? Nos sentamos y nos pusimos a hablar de cosas intrascendentes. Finalmente ella sacó el tema. Me dijo que no me iba a intentar convencer de nada, que respetaba mi decisión fuera cual fuese. Me dijo también que estaba preocupada por Miguel, que estaba muy triste sin mí. Yo no soy como tú, le dije. He tenido una educación más clásica. Disfruté mucho con vosotros, pero no sé si quiero eso en mi vida. Volvió a decirme que lo entendía perfectamente, que nadie debía hacer nada con lo que no estuviera cómoda, que Miguel me respetaría. Y era verdad. Yo sabía que era verdad, que Miguel no me había obligado a nada. Pero también sabía que para Miguel el desenfreno sexual era lo normal, lo que conocía y lo que le gustaba, y que no iba a estar a gusto conmigo privado de él. Hablamos largo y tendido, me sinceré con ella y ella conmigo. Me contó como empezó, cuando su padre las abandonó a ella y a su hermana y a su madre, cuando se enrollaba con su marido, entonces noviete, y dejaba a su hermana mirar, como dejó luego que se enrollaran entre ellos, como propició que su novio flirteara con su madre para animarla, porque había quedado hundida después del abandono, como un día fueron algo más que flirteos, como a ella no le importó, como siguieron más unidos que nunca. Finalmente la invitó a cenar a su casa y no aceptó un no por respuesta.

Llegamos a su casa y nos recibió su marido. Me besó en la mejilla y me sonrojé al pensar que la última vez que lo vi estaba desnudo, que la última vez que lo vi hice el amor con él, delante de mi novio y de su mujer. En seguida vi unas carillas curiosas que me miraban de lejos, sin atreverse a acercarse por timidez. “Es una amiga de los papas”, dijo Julio. Venid a darle un beso. Una niña de unos 6 años y un niño de unos 5 se acercaron cuidadosamente. Me agaché y me besaron despacio en las mejillas. “Ya han cenado”, informó Julio. “Pues voy a acostarlos”, dijo María y se los llevó, dejándome a solas con Julio. Son nuestros hijos, comenzó a explicar este. Los otros días que hemos quedado estaban con sus abuelos. Después de tener a Sandra adoptamos a Javi. María había tenido problemas en el parto y preferimos no arriesgarnos a otro y, como queríamos más hijos, nos decidimos por la adopción.

Estaba alucinada. Nunca pensé que julio y María tuvieran hijos. Miguel no me lo había dicho y yo, simplemente, no lo había considerado. Parecía que, al fin y al cabo, eran un matrimonio normal. María regresó por el pasillo. “Así que tenéis hijos”. Ella sonrió y asintió con la cabeza. Durante la cena hablamos de sus hijos, de su boda, de su convivencia. Ciertamente y a pesar de sus extravagancias sexuales, eran un matrimonio normal y corriente. Tal vez eso era lo que María quería que viera. Que formaban una familia.

Después de la cena tomamos unos cubatas y me hablaron de Miguel, de la inverosímil relación que mantuvo con la madre de María, pese a la diferencia de edad, mientras su hermana bisexual estaba con su hermano Mario. De los juegos sexuales que mantenían y con qué naturalidad los llevaban a cabo, sin que sus relaciones de pareja se resintieran lo más mínimo. Los cubatas y la conversación me pusieron cachonda. Estábamos sentados en el sofá, muy juntitos los tres. A mí me habían dejado en medio. María me había cogido de la mano y Julio me acariciaba la pierna, envalentonado ante mi falta de resistencia. Al término de una anécdota sexual especialmente caliente y también algo graciosa, narrada a dúo por la pareja, en la que Julio repartía su esperma entre María y su hermana, besé a María en la mejilla mientras palpaba el paquete de Julio, como premiándoles por el buen rato que me estaban haciendo pasar. Un minuto después estábamos besándonos los tres. Antes de que la pasión se desatara me llevaron de la mano al dormitorio, sigilosamente y cerraron la puerta. “Están los niños”, explicaron. Follamos más discretamente, pero con el mismo ardor. Con ellos me sentía extrañamente protegida, como si entre sus brazos no me pudiera pasar nada. Tumbada en esa cómoda cama, con Julio penetrándome encima de mí y María abrazada a mi cuello besándome, metiéndome la lengua en la garganta, comiéndome los labios con delectación, creí morir del placer. Después María me comió el coño, mientras Julio se la metía a cuatro patas. Era la primera vez que una mujer me lo hacía. Nos habíamos besado y metido mano y hasta lamido los pezones, pero aquello era distinto. Me corrí en su boca casi a la vez que su marido se corría entre sus muslos.

Al día siguiente llamé a Miguel. Al pobre le temblaba la voz. Fui a su casa, la que había sido nuestra casa y la que iba a seguir siéndolo. Le pedí perdón y le abracé. Nos besamos como dos enamorados, que era lo que realmente éramos. Estuvimos un buen rato hablando y decidimos volver a estar juntos. Esa noche follamos como salvajes. Nos habíamos echado mucho de menos.

-Estas loca- era Ana la que de esta manera hablaba.

-Vamos mujer, no será para tanto.

-¿Cómo que no? ¿De verdad vas a volver con el pervertido? ¿Ahora te has vuelto una pervertida tu también?

-No digas tonterías- le repliqué un poco molesta- Ni Miguel es un pervertido no yo tampoco. Solo somos un poco liberales en materia de sexo. Por lo demás somos una pareja normal. Tal vez nos casemos y tengamos hijos en el futuro. No seas tan cerradita y tan mojigata.

-¿Mojigata yo? En fin, haz lo que quieras, yo solo me preocupo por ti.

-Ya lo sé- dije en un tono conciliador intentando rebajar la tensión- Por eso me molesta que me digas esas cosas. Tú eres importante para mí.

Nos abrazamos sellando la reconciliación. Pude sentir el calor de su cuerpo, sus pechos apretándose contra los míos, su perfume embriagador. La besé en la mejilla recordando el día en que nos besamos en la boca, aquel morreo inolvidable cuando me preguntó que se sentía al besar a una mujer.

Seguimos viéndonos con Julio y María, pero cada vez con menos frecuencia. También me presentaron a Rita, la hermana de María, la que había sido novia de Mario, el hermano de Miguel. Para desintoxicar de ese lio de familia, empezamos a salir con Ana y con su novio con cierta asiduidad. Así mi amiga vería que Miguel era un chico normal y no el sátiro que ella creía. En una de esas ocasiones cenamos con vino y luego nos fuimos de fiesta y tomamos algunos cubatas. Los chicos y yo los encajamos bien, pero Ana terminó como una cuba. En la discoteca nos pusimos a bailar las dos mientras nuestros novios hablaban de sus cosas. Como hacíamos a veces el bailecito se volvió muy sensual. Teníamos confianza para ello, pero, tal vez, en esta ocasión la temperatura subió más que de costumbre. Además yo no dejaba de acordarme de aquel beso, del que no habíamos vuelto a hablar. Después de unos cuantos bailes y cubatas más decidimos irnos. Los chicos fueron a por el coche y nosotras nos quedamos en la puerta. Ana estaba en ese momento de la borrachera en el que te dice lo mucho que te quiere y no dejaba de repetírmelo colgada de mi cuello. Yo la cogía por la cintura para evitar que perdiera la verticalidad. Me estaba dando besos en la mejilla y cuando me giré hacia ella me lo dio en la boca, pero esta vez no fue un piquito. Al notar mis labios contra los suyos abrió la boca y dejó salir su lengua que exploró entre mis dientes hasta tropezase con la mía. Estaba sorprendida pero no me resultaba desagradable, a pesar del sabor a ron de su aliento. Cerré los ojos y me dejé llevar. Estuvimos comiéndonos los labios un rato, nos mordimos, nos besamos, nos chupamos, nuestras lenguas juguetearon a gusto. En un momento dado se estremeció y, desasiéndose de mí, salió corriendo hacia el baño. Desde lejos la oí vomitar en la taza.

Como era de esperar la siguiente vez que vi a Ana no comentó el tema y fingió que no había pasado. Yo respete su silencio y tampoco lo mencioné. A quien sí que se lo conté fue a Miguel que se puso cachondísimo al imaginárselo.

-No adivinarás lo que ha pasado en la disco mientras traíais el coche

-¿Ha vomitado?

-Eso también. Pero antes nos hemos enrollado.

-¿De verdad?

Esa noche follamos como locos.

Unas semanas después estábamos las dos parejas cenando en mi casa y salió el tema del intercambio de parejas. El novio de Ana dijo claramente que él no dejaría que otro se follase a su novia. Nos pareció respetable. A partir de ahí hablamos sobre los celos. Les dije que a mí también me había parecido extraño al principio, pero que una vez estas en harina no sientes celos, sino excitación. Después de cenar nos fuimos a la discoteca. Esta vez Ana se moderó y fui yo la que bebí una copa de más.

-¿No me digas que no te parece guapo mi novio?- le dije algo achispada.

-Claro, y por lo que cuentas debe ser muy bueno en la cama.

-Así que has fantaseado con él…- sugerí

-Bueno, tanto como fantasear. Ricardo (su novio) también es bueno en la cama, pero se corre muy rápido y a veces me deja a medias.

-Miguel aguanta lo que haga falta, como un campeón.

-Ya lo sé. Me lo has contado muchas veces. Me gustaría que mi novio aguantase tanto como el tuyo, nada más. No quiere decir que fantasee con él.

-¿Y por qué no?- insistí- Has dicho que es guapo. A mí no me gusta Ricardo y ahora que has dicho que es un pichafloja menos.

-¡Yo no he dicho eso!- protestó indignada.

-Pero el novio que tuviste en el instituto-proseguí ignorándola- aquel morenazo tan guapo, oh, como me hubiera gustado follármelo. Me hacía unas pajas tremendas imaginándomelo, un día hasta me metí cuatro dedos soñando que eran su polla.

-¡Cállate!

-¿Me vas a decir que no te gustaría follarte a Miguel?

-Pues claro que no

-Ni siquiera un beso. No has pensado como sería que te besase.

-No. Además una cosa es pensarlo y otra es hacerlo. Tú no te tiraste a mi novio del instituto. ¿O sí?

-No- la tranquilice- pero porque sabía que eso te haría daño. ¿Y si yo te diera permiso para follarte a mi novio?

-Estás loca.

-Mira, por ahí viene.- Era verdad, Miguel venía hacia nosotras, no había rastro del novio de Ana- Bésalo.

-Estás loca.

-¿Y Ricardo?- pregunté a Miguel.

-Esta en el baño- respondió.

-Ana quiere que la beses.

-¿Qué?- contestaron los dos al unísono.

-Hemos estado hablando y me ha confesado que tiene esa fantasía y yo no voy a negársela. Bésala.

Miguel se dio cuenta de a lo que estaba jugando y se acercó a Ana. Esta solo balbuceaba, muerta de vergüenza, sin acertar a aceptar o a negarse. Le di un empujoncito por detrás que la desequilibró y la llevó directamente entre los brazos de Miguel, que tomándolo como una invitación, la besó. Ana estaba sorprendida pero no le hizo la cobra y pude ver como abría los labios y permitía a la lengua de mi novio explorar su boca. El beso se prolongó unos instantes eternos. Mi novio estaba besando a mi mejor amiga y me encantaba. Nada más separarse apareció el novio de Ana, ignorante a todo lo que había pasado. No les pilló por un segundo.

-¡Como pudiste hacerme eso! ¿Pero tú de qué vas?- era Ana al día siguiente recriminándome lo de la noche anterior- Ricardo casi nos pilla, me morí de la vergüenza- durante el resto de la noche, que ella pasó silenciosa y atribulada, no nos habíamos quedado a solas y no había podido decirme nada, pero ahora se estaba desahogando a gusto.

-Venga ya, si te gustó…

-¡Yo no soy tan guarra como tú!

-¡Pues bien que me morreaste el otro día!

-Estaba borracha, te aprovechaste de mí.

-Mira la virgen deshonrada… ¡y una mierda!

-¡Puta!- Y con ese grito de mi, hasta entonces, mejor amiga terminó la conversación.

Enseguida empecé a sentirme mal. Seguramente me había pasado de la raya. No todo el mundo tenía porque compartir mi visión liberal del sexo. Ni yo misma la compartía tan solo unos meses atrás. La llame varias veces para intentar disculparme pero nunca me cogió el teléfono. Pasadas unas semanas sin saber de ella me resigné a perder a mi mejor amiga. Un mes exacto después sonó el teléfono.

-Hola, soy Ana. Ya sé que las cosas están raras entre nosotras pero necesitaba hablar con alguien. Siento todas esas cosas horribles que te dije.

-No cielo, la culpa fue mía. Intenté disculparme varias veces pero no me hice contigo.

-Sí, bueno, he estado algo liada.

-¿Cómo está Ricardo?

-¡No tengo ni idea de cómo está ese cabrón!- y dicho esto estalló a llorar. Por lo visto habían reñido, esa era la causa de que me llamara.

Quedamos en su casa media hora después y me presenté allí contenta de recuperar a una amiga, pero preocupada por ella. Me recibió despeinada y en chándal, con los ojos rojos de haber llorado, pero preciosa de todas formas. Nos sentamos en el sofá apartando los pañuelos de papel mojados con sus lágrimas y conversamos. Ricardo había estado jugando a dos bandas un tiempo y al final se había decidido por la otra. Le cogí la mano y le dije lo mucho que lo sentía. Ella me respondió que lamentaba haberme llamado puta. Le dije que no tenía importancia.

-Debo confesarte algo- añadió- Cuando nos enrollamos en la discoteca, no estaba borracha. Bueno, sí lo estaba- se corrigió con una sonrisa- pero no tanto. Sabía lo que hacía. Quería besarme contigo.

-Yo también quería besarte a ti- le dije sincera.

Acercamos nuestros rostros y nos rozamos levemente los labios. Más animadas nos besamos en condiciones. “Debo estar horrible”, dijo con una mueca. “Estas preciosa”, la corregí y nos besamos ya sin tapujos. Me tumbé sobre ella en el sofá y le aspiré la lengua con mi boca despacio. Después de un rato comiéndonos las bocas la besé en el cuello. Como el chándal que llevaba me impedía avanzar se lo quité sin que ella opusiera resistencia. Para corresponderla me quité la blusa yo también, quedándonos las dos en ropa interior de la cintura para arriba. “¿Quieres que pare?”, le pregunté para asegurarme de no estar yendo demasiado lejos como la última vez. Negó con la cabeza y me atrajo para sus pechos, así que le quité el sujetador y se los besé. Tuve que admitirme a mi misma que había deseado esas tetas sin saberlo desde que la conocía y, sabiéndolo perfectamente, desde nuestro primer beso, tal vez incluso antes, desde las primeras insinuaciones de Miguel. Sus pezones se endurecían en mi boca mientras los rodeaba con la lengua, primero uno y luego el otro. Alcé la vista y la vi a mi merced, con los ojos entrecerrados, disfrutando como una perra en celo. Bajé mi boca por su tripa, le quité el pantalón y me detuve ante sus braguitas. Nunca le había comido el coño a una mujer. María me lo comió a mí y yo la masturbé a ella, pero nunca le metí la lengua ahí en todas nuestras sesiones. Sin embargo, ahora estaba decidida a hacerlo, sentía como una responsabilidad, como si lo que María me había hecho disfrutar a mi yo tuviera de deber de corresponderlo en Ana, como una especie de karma. La olisquee por encima de las bragas y el olor no me pareció desagradable. Deslicé mi lengua por la tela y la sentí estremecerse. Tenerla así, totalmente entregada, me encantaba, me daba una extraña sensación de poder, así que lo prolongué todavía un poco más besándola en las ingles y en la cara interna de sus muslos. Finalmente le quité las bragas que se deslizaron por su culo y sus piernas contraídas por el placer y busqué su clítoris con la lengua. Sus gemidos no se hicieron esperar. Le metí el dedo índice y después también el corazón mientras sujetaba su botoncito con los labios y lo empapaba en saliva caliente. Seguí masturbándola con los dedos mientras con la lengua le frotaba el clítoris. Ella me cogía del pelo y arqueaba la espalda y sus gritos eran ya una sinfonía de placer. Se corrió entre espasmos mojándome la cara y las manos.

Relato erótico: “en la isla 4 FINAL” (PUBLICADO POR VALEROSO32)

$
0
0


Sigo con mi historia lectores como recordaran en mi anterior episodio luna que estaba enamorada de mise vino conmigo y abandono su reino de Atlántida y continuamos andando en la isla y nos adentramos en un bosque.

allí apareció un ser diminuto alado que se hizo grande y nos dijo que estábamos en el bosque de las hadas nos llevó ante su reina Lucil.
allí en el palacio había cientos de hadas todas desnudas sirviendo a su reina y Lucil nos dijo:
— que hacéis vosotros por aquí, como habéis venido a parar aquí, tu eres humano, pero percibo que no de esta isla que haces aquí.
Le conté mi historia y dijo:
– tú, percibo que tú no eres humana que haces con un humano.
– yo soy una sirena, me enamorado de él y quiero estar con el -contestó luna.
– el rey Neptuno esta enfadado contigo- dijo Lucil -tienes que volver con tu rey.
– jamás- dijo luna -quiero a charles y quiero estar toda la vida con él.
– tú sabes lo que estás diciendo no puedes salir de la isla cuando salgas de la isla morirás y el vuelva a la civilización, allí no existes. desparecerás como si no hubieses existido jamás. si él te quiere tendrás que vivir en la isla para siempre y renunciar a la civilización. harías eso por ella.
– yo la amo porque no.
luna se abrazó a mí y me beso.
– bien entonces si haces eso por ella os ayudaremos, esta isla es inmensa y hay varios reinos, pero antes yo quiero comprobar que tiene de especial este hombre.
así que me quitaron la ropa y cuando me vieron la poya me dijeron las hadas nunca hemos hecho el amor con un humano ya desnudo todos empezaron a follar luna no era celosa y la comió el chocho a Lucil mientras yo me la follaba por el culo.
Lucil dijo:
– así así humano no pares de fornicar conmigo nunca he sentido una cosa así.
el dije:
– majestad esto en mi país es follar se usa más.
– vale de follar, dame bien por el culo que sensación más increíble y placentera.
a luna la comieron el chocho mientras yo me follaba a otras hadas y luna crispaba:
– o charles quiero tu poya ahora la necesito.
así que se la metí por el culo la cual estallo en un orgasmo luna me dijo:
– mi amor, te amo. que gusto me has dado. quiero estar siempre así contigo.
luego las hadas me chuparon la poya y empecé a tener un gran orgasmo.
– así así seguir chupando zorras tomad mi leche.
las hadas se repartieron mi semen entre ellas y dijeron que no había visto una cosa más rica que eso. Lucil:
– ahora comprendo porque quieres a el humano folla a las mis maravillas, te vuelve loca.
las hadas nos dijeron que nos ayudarían y me hablaron aquí como sabes es posible todo cualquier cosa aquí no pasa el tiempo como se llama esta isla esta isla se llama la isla que el tiempo olvido.
– podéis ser felices, pero te advierto si tratas de volver a la civilización la perderás para siempre ya que ella no podrá seguirte y desaparecerá para siempre tú decides- me dijo Lucil.
– yo la amo y quiero que sea mi esposa.
– bien al casarte dejaras de ser sirena y te convertirás en una humana ya lo sabes.
– lo que se estoy dispuesta bien yo hare los ritos y pronto serás humana ya, aunque te metas en el agua no te saldrá tu gran cola de pez.
nos casamos y no dejaron pasar la luna de miel fue maravillosa nos nadaron a un sitio paradisiaco con agua cristalina solo nosotros dos desnudos como en el paraíso. allí follábamos a mas no poder y éramos felices.
luna era preciosa con unos ojos verdes y un cabello negro espectacular además ahora tenía unas hermosas piernas ya que era humana al casarse conmigo la hacia el amor siempre que podía noma cansaba nunca la besaba en las tetas me comía la poya.
– o charles te quiero -me decía ella -que gusto me das amor mío quiero estar siempre así en tus brazos haciendo el amor.
allí en aquel paraíso que nos mandaron las hadas éramos felices pero la felicidad no dura para siempre y un día me encontrar que había pasado una desgracia había yo ido a pescar para el sustento del día cuando regresé me encontré a luna muerta y una nota:
– ese es mi castigo por haberme traicionado.
el rey Neptuno la encontró y la mato por haberse ido conmigo yo llore desconsoladamente quería vengarme deseaba matarle, pero ningún humano podía desafiar al rey de los mares y por desgracia no pude hacer nada allí ya no tenía que hacer nada en aquella isla al morir mi amor y decidí irme a la civilización.
así que construí una balsa para salir de allí y me eche al mar las los era inmensas pensaba que iba a morir Neptuno estaba furioso conmigo y no tenía bastante me desmaye en la balsa cuando me recobre estaba en un barco atendiéndome unos marineros.
Les conté mi historia, pero se rieron dijeron que era producto de mi imaginación por haber lo pasado tan mal. yo sé que no era mi imaginación aquellas cosas que vi las sirenas las amazonas las hadas y sobre todo luna mi amor muerta.
llegué a la civilización e hice mi vida y un día vi a una chica a una chica con un parecido increíble a luna. me acerqué a ella y la sonreí y la dije:
– no nos conocemos.
ella me sonrió y me dijo:
– si mi amor -dijo ella.
– luna cómo es posible.
-te dije mi amor que nadie ni nada nos podría separar a mí de ti.
se había rencarnado en otro cuerpo la bese y ya no nos separamos jamás tuvimos dos hijos maravillosos que se parecen a su madre de pelo moreno y sobre todo grandes nadadores que se parecen a su madre la cual cada día amo amas FIN

Relato erótico: “Diario de George Geldof – 4” (POR AMORBOSO)

$
0
0

Diario de George Geldof – 4

Yo volví a mi rutina semanal, esa noche y las siguientes las pasé follando con Desireé, trabajando en la finca, atendiendo a mis clases, practicando con la espada y la pistola, y pensando en el próximo encuentro, el cual llegó sin casi darme cuenta.

Como siempre, fuimos despedidos con la sonrisa de la madre y su deseo de que lo pasásemos bien y nos fuimos a la fuente. Volví a extender la manta colocando los apoyos como la otra vez, mientras les pedía que se desnudaran. Iban como la vez anterior, solamente con el vestido.

Al ver la misma disposición que el día anterior, se colocaron en la misma posición, lo que tuve que corregir, diciéndoles que una tenía que poner la cabeza sobre el apoyo, lo que hizo inmediatamente Mary Anne, luego les informé de que la otra debería ponerse a la inversa sobre ella, y que deberían estimularse el coño y el clítoris mutuamente.

-Y espero que me hayáis hecho caso y os hayáis dilatado bien, porque os voy a encular hasta cansarme.

Claudine se colocó a cuatro patas sobre su hermana, puso su coño en su boca y se inclinó para hacérselo a ella. Ambas comenzaron a lamerse y chuparse, en principio con cara de asco, pero como no se atrevían a contradecirme, poco a poco comenzó a gustarles.

Yo saqué el aceite de la vez pasada, me embadurné bien mi polla, unté bien dos dedos y se los metí en el culo a Claudine, que gimió un poco por el dolor de la intromisión.

Los moví en círculo, comprobando que dilataba bien, aproximé mi polla a su entrada y la fui metiendo poco a poco.

Ella dejó el coño de su hermana, levantándose y gimiendo más fuerte:

-AAHHMM. Despacio, me hace daño.

Detuve mi avance para que se fuese acostumbrando, y fui metiendo y parando hasta que entró toda. La mantuve un rato para que se acostumbrara y dilatara.

-OOHH. Me siento llena por dentro. –dijo Claudine

-Sigue comiéndole el coño a tu hermana. –Le dije yo.

Empecé un bombeo suave que fui incrementando poco a poco, acompañado por suaves lametazos a mis huevos que me daba la hermana a indicaciones mías, mientras recorría el coño.

Pude sentir, por las contracciones de su ano, que tuvo al menos dos orgasmos.

Yo les animaba a seguir, mientras le daba azotes en el culo cuando casi sacaba mi polla, para seguidamente meterla con fuerza.

Cuando alcanzó su tercer orgasmo y aprisionó mi polla, no pude aguantarme más y me corrí abundantemente dentro de su ano.

Luego, tras sacarla, les hice rodar por el suelo y colocarse en el apoyo contiguo, pero esta vez con Claudine debajo, y les di la orden de seguir con lo que estaban.

Mi erección no había bajado del todo, y, tras limpiarla de algunos restos, me la estuve acariciando mientras veía lo que habían llegado a aprender en materia de darse mutuamente placer, lo que ayudó mucho para que se me pusiese dura otra vez.

Repetí la escena con Mary Anne. Unté bien su ano con aceite, probé con mis dedos el acceso, unté nuevamente mi polla procedí a meterla lentamente en su culo, con pequeños avances. Ella se tensaba y flojaba cada vez, soltando algún gemido

-HUUMMPF.

Pero al cabo de poco tiempo, la tenía toda dentro.

Estuve un rato quieto para que se acostumbrara.

-FFFFFFF. Tenías razón, hermana, también me llena completa.

Empecé mi mete–saca despacio y le pedí a Claudine que atendiera bien a mis huevos y tronco al salir.

Esta vez conté cuatro contracciones de su culo antes de que, a la quinta, le llenase también el culo, pero con menos cantidad.

De nuevo caímos derrengados sobre la manta, donde estuvimos un buen rato recuperándonos. Tras lo cual, nos fuimos a lavar, primero ellas y detrás yo, por lo que pude observar su andar incómodo y cómo manaba mi leche de sus culos y les caía por las piernas.

Mientras me lavaban, les dije:

-Quiero follarme a vuestra madre.

-¿Quéeeeeeee? –respondieron a una.

-Lo que habéis oido. Quiero follarme a vuestra madre. Ya que ella está también interesada en esto, quiero que participe en las tareas para conseguirlo.

-Pero ella no puede venir con nostras. Tiene que quedarse con mi padre y los tuyos.

-Me da igual otro día, el caso es que participe.

-Bueno…….. –dijo Mary Anne dudosa- Mi madre también ha comentado algo así.

-¿Ah sí? ¿Y que os ha dicho?

-Nos ha dicho que, si quieres, los martes por la mañana, sobre las 10, podría ir a una cabaña abandonada que hay cerca del linde de nuestras tierras con las vuestras, en el antiguo camino de la montaña. Es un sitio que cae cerca de ambas casas, solitario y no cuesta mucho llegar.

-(Jodeeer, estas tías van muy por delante de mí. –Pensé yo.)

-Conozco el lugar. Estaré allí el martes a las 10 de la mañana. Espero que no falte.

Di por terminada la conversación y salimos del agua.

Como siempre, dimos buena cuenta de la merienda, volvimos a casa con algunos problemas al sentarse, hubo un doble intercambio de señas y confirmaciones, aunque esta vez se movieron poco y despacio. No sé que dirían cuando las vieran moverse constantemente para encontrar acomodo a su culo. Ni se lo pregunté.

El martes siguiente llegó y yo aparecí por la cabaña unos minutos antes de las 10. Sin embargo, ya había un caballo atado a una cerca con abrevadero, donde até el mío también, procediendo a entrar en la vivienda.

Lo primero que observé al entrar era que no estaba muy abandonada, ya que no se observaba polvo ni suciedad por ningún sitio, constaba de una sola habitación, con un fogón en un lado y una cama grande en el otro, con una cortina de separación, que permanecía abierta, una mesa grande y tosca en el centro con varias sillas alrededor igual de toscas y un jarrón con flores encima. En un lado, había un altillo en el que se veía lo que parecía otra cama o catre. La puerta tenía una cerradura y las ventanas postigos y cortinas.

La ropa de la cama parecía nueva y se encontraba perfectamente hecha y se veía un aguamanil con su palangana, toalla y jarra de agua.

En la habitación había dos mujeres, Amanda Dankworth y una criada, que se volvieron al entrar yo.

-Vaya, eres muy puntual. –Dijo Amanda, la madre.

-Procuro serlo, máxime cuando una dama me espera, pero permítame una pregunta… ¿Esto no es una vivienda abandonada en medio de la nada?

-Entiendo a lo que te refieres. Permíteme que te lo explique. Como comprenderás, no iba a meterme en cualquier chamizo sucio y lleno de piojos, ratas y cualquier otro animal, por lo que he mandado que arreglaran esto. Además, te presento a Brigitte, una de las muchachas a mi servicio, que se encargará de que se encuentre limpio para cuando vengamos.

-Encantado Brigitte. –dije.

-No te molestes en entablar conversación con ella. Es muda desde que unos soldados invadieron su pueblo en Francia, la violaron y torturaron, metiéndole el palo de una lanza por la boca y destrozándole las cuerdas bucales, pero es muy servicial, trabajadora y lo mejor: no se va de la lengua, je, je, je. Espéranos fuera, Brigitte, y cierra la puerta al salir.

Ella salió, dejándonos solos. Inmediatamente Amanda me dijo:

-Espero que seas la mitad de bueno de lo que me han contado. Si es así, vamos a pasarlo muy bien.

-Creo que te equivocas. No he venido a entretenerte ni a darte gusto. Tu quieres una cosa y estás dispuesta a todo para conseguirlo, incluso utilizarme a mi, pero ya que soy el utilizado, soy el que impone las reglas. Como les dije a tus hijas, harás lo que te diga, cuando te lo diga y como te lo diga. Tu máxima será darme placer a mi. Solamente te dedicarás a ello. Y tendrás el placer que yo quiera darte. Aquí seré tu amo, tu la esclava. Si no te gusta, puedes marcharte ahora mismo y deshacemos el trato. ¿Lo has entendido?

-Si

-¿Si, qué?

-Si amo -dijo bajando su cabeza.

-Desnúdate. Rápido

Se quitó el vestido, mostrando que no llevaba nada debajo. Ante mi mirada dijo:

-Ya se que te gusta que las mujeres queden desnudas con rapidez.

Observé que no llevaba ni un solo pelo en el coño. Ante mi mirada de extrañeza, me dijo:

-¿Te gusta? Es una costumbre que aprendí cuando estuve viviendo en Francia. Es la última moda allí. Mis amigas de allí, con las que me carteo y visitamos, me mantienen informada de todo las novedades que se presentan.

-Me parece muy bien –dije sin darle importancia- pero ahora, desnúdame a mí.

Ella lo hizo despacio, recreándose con cada trozo de piel que descubría. Cuando bajó mis calzones dijo:

-¡¡Vaya lo que tenemos aquí!! No me habían engañado. No se si lo voy a disfrutar o a sufrir cariño.

-(Maldita puta, otra que me dice que la tengo pequeña. –pensé yo, y estuve apunto de marcharme, pero en cambio…)

Me acerqué a la mesa y me senté en una de las sillas, después de colocarla convenientemente.

-Ven aquí y recuéstate boca abajo sobre mis rodillas.-Le dije.

Obedeciendo, se colocó como había pedido. Puse una mano en su espalda y con la otra comencé a acariciar su culo con movimientos circulares hasta que oí un suave ronroneo.

ZAS. La sorprendí con una fuerte palmada que dejó mis dedos marcados en su culo y mi mano roja y dolorida.

-¡AAAAHHHGGG! ¿Pero qué te has creído, maldito niñato? ¿Cómo te atreves a pegarme? ¡Te voy a ………….!

-¡Cállate! Si no estás de acuerdo te vistes y te vas. Aquí has venido a hacer lo que yo diga y aguantar lo que te haga. –Dije con mi expresión más salvaje y dura que pude.- Pensaba darte dos azote por olvidarte de llamarme amo y decirme cariño, pero ahora serán seis por la falta de respeto añadida.

Se quedó callada un momento y empezaron a caerle lágrimas, pero al fin, volvió a recostarse en mis piernas, al tiempo que decía:

-¡Por favor, amo, tráteme con cuidado!

Volví a colocar mis manos en la espalda y culo respectivamente y comencé mis caricias de nuevo. Estaba tensa. No disfrutaba.

-Relájate y disfrutarás. Separa bien las piernas.

Ella las separó, yo seguí acariciando. Cuando me pareció que estaba ya algo relajada:

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAAAYYYYYYY Duele mucho, amo.

Seguí acariciando su culo, pero esta vez bajando mi mano entre sus piernas y frotando su coño depilado con suavidad. Alternaba movimientos circulares en su culo con verticales sobre su coño.

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAAAYYYY Duele, amo.

Parece que le dolía menos. Seguí acariciando su culo y alternando los movimientos circulares y los verticales.

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAAAYYYY

Menos todavía. Seguí con mis movimientos.

ZAASSS Nueva y fuerte palmada.

-AAYY

Menos todavía. Seguí con mis movimientos.

Su coño se iba abriendo como una granada, estaba mojado, pero seguía sin tocarle los puntos que ella quería.

ZAASSS

ZAASSS

Seguí con mis caricias. Bajé a su coño que parecía una fuente. Coloqué mi dedo medio a lo largo de su raja y empecé un movimiento arriba y abajo, que terminaba chocando con su clítoris.

Empezó a jadear con fuerza y a clavar sus dedos en mi pierna y en la silla hasta que le saltó un orgasmo fuerte y largo que la hizo gritar como si estuvieran torturándola

-AAGG SIGUEEE. ¡ME CORROOO! ¡ME CORRO AMO SIGUEEE!

Se quedó como ida durante un buen rato, y comenzó a resbalar hasta el suelo, donde quedó tumbada durante un tiempo.

Cuando se recuperó, dijo

-¡Dios mío! ¡Nunca había tenido un orgasmo así! Realmente, no he tenido nunca un orgasmo.

Yo, que estaba totalmente empalmado, le dije:

-Estupendo entonces. Hemos terminado por hoy. Vístete y vete.

Ella, mirando mi erección, me dijo:

-¿Y te vas a quedar así? ¿No quieres relajarte conmigo?

-Hoy no te lo has ganado. Vete.

Ella sacó unas prendas de un bolso que no había visto y se las puso, eran unas bragas de extraño diseño y una camiseta también un tanto rara.

-¿Te gustan, amo? Son diseños de París. Mi ropa interior la traigo de allí.

-Me parece muy bien.-Dije mientras seguía mirando su cuerpo sin moverme.

Cuando terminó, dudó un momento, pero abrió la puerta y se fue.

Inmediatamente entró Brigitte dirigiéndose a la cama, probablemente con intención de arreglarla de nuevo, pero al ver que no la habíamos tocado, se dio la vuelta mirando alrededor.

Me miró, miró mi polla erecta, volvió a mirarme y volvió a mirar mi polla.

-¿Te gusta?

Afirmó varias veces con la cabeza.

-(Menos mal que hay una que no le preocupa el tamaño. –Pensé)

-¿Por qué no te desnudas y la disfrutas?

No tardó ni un segundo en quedarse totalmente desnuda. Tenía un cuerpo precioso, lleno de curvas cada una en su sitio, unos pechos generosos y un coño no muy peludo.

-Vaya, tu no te lo afeitas a la moda Francesa, como tu ama.-comenté.

Ella negó con la cabeza mientras se acercaba. Se arrodilló ante mi y se la llevó a la boca, comenzando una felación donde se no taba que tenía gran experiencia.

Empezó lamiendo desde la base hasta el prepucio, ensalivándola bien, para luego metérsela en la boca toda entera, hasta que le dio un amago de arcada, pero la tenía toda completamente dentro. No sé como lo hacía, pero al mismo tiempo me masajeaba con la lengua. No usaba las manos, solo su boca. No duré ni cinco minutos. Por primera vez en mi vida, fui eyaculador precoz.

Ella tragó todo, limpió bien mi polla y se enderezó siguiendo de rodillas.

Tenía la mano en su coño y se acariciaba.

-¿Nos has oido? –le dije.

Afirmo con la cabeza

-Estas excitada

Nueva afirmación

-Se ve que tienes experiencia en esto, ¿verdad?

Afirmó otra vez

-¿El conde?

Pareció dudar, pero afirmó.

-¿La condesa?

Negó

-¿Alguien más de la casa?

Afirmó

-¿Quién?

Hizo unos gestos con la mano.

-¿Intentas decirme algo? ¿Esos gestos quieren decir algo?

Afirmó

-Me gustaría saber que dicen, pero antes…. Vamos a solucionar lo tuyo.

La tomé de la mano y la llevé a la cama. La puse boca arriba y comencé a besarla. Sus labios, su cuello, lamí los lóbulos de sus orejas, acaricié sus pechos y lamí y chupé sus pezones, bajé hasta su coño, que me recibió empapado, con un clítoris exageradamente grande, que enseguida me puse a chupar y lamer.

Ella se retorcía, y era extraño no oírle emitir ningún sonido. No sabía si le gustaba o le hacía daño. Solo mi experiencia me decía que disfrutaba.

Su orgasmo llegó pronto y llenó mi boca de gran cantidad de flujo, hasta el punto que pensé que se estaba orinando.

Cuando se recuperó, me miró con una sonrisa e hizo unos movimientos con sus manos. Yo le sonreí también, me enderecé y le mostré mi polla otra vez enhiesta. Ella asintió y volví a mis besos por sus labios, cara y cuello, mientras se la metía poco a poco. Era tremendamente estrecha, la sentía tan aprisionada que pensé que se la había metido por el culo. Cuando llegó al final, hizo otros gestos con la mano mientras tomaba aire.

Tras una corta espera, comencé a moverme en su interior, lo que provocó que su respiración se acelerara nuevamente. Durante un buen rato estuve bombeando a placer, sintiendo sus corridas y volviendo a empezar. Cuando me sentí próximo a correrme, me incorporé y acompañé mis embestidas con una frotación circular con el pulgar sobre su clítoris. Cuando sentí que se había corrido, la saque, y en dos meneos, me corrí sobre sus tetas.

Nos acostamos juntos y abrazados. Ella se quedó dormida y yo estuve admirando sus pechos, su figura llena de curvas. Pese a que era algo baja de estatura, lo tenía todo muy bien colocado.

Mis pensamientos pronto evolucionaron a la situación que me había llevado allí, analizando a la madre, las hijas, incluso al padre, que tan honorable parecía.

Cuando despertó, parecía desorientada, pero pronto se centró y comenzó a darme besos y a gesticular con las manos.

-Hey, hey, hey. Para, para. Que no te entiendo. ¿Por qué no empiezas enseñándome lo que significan esos gestos?

Y comenzó a explicarme, con gestos, una libretita y un lápiz que llevaba. Cuando me marché, ya sabía decir los nombre con signos y alguna otra palabra tan sencilla como inútil por el momento.

Quedamos en que iría todos los días, excepto domingos y los días que quedase con ellas, ya que ella tenía que ir a revisar y limpiar la casa, debiendo tenerla en perfecto estado de uso.

Le pregunté si la señora traía a alguien más, pero negó tal hecho. También me enteré que vivía con un sirviente de los señores, el mayordomo, que la compartía con el amo a veces, y que a ambos les gustaba que se la chupase, pero nunca se preocupaban por su placer, por eso, cuando yo le di tan maravilloso orgasmo y luego la hice repetir hasta desfallecer, se sintió morir de felicidad. Después de esto no me extrañó que fuese tan estrecha.

Yo le dije:

-Se hace tarde, volvamos.

Ella me dio a entender que tenía que dejarlo todo recogido y que volvería más tarde. Yo me fui a casa a esperar mi hora con Desireé.

Al siguiente día con las hermanas, seguí profundizando en sus culos, que parece que no les molestaba tanto. La madre parecía más seria y no gastó bromas, solamente los saludos de rigor.

Los demás días, iba a la cabaña, donde Brigitte me enseñaba el lenguaje de signos, el cual aprendía con rapidez. Follábamos hasta que le sacaba un par de orgasmos y me volvía a mis quehaceres.

El martes siguiente, volví a la cabaña también unos minutos antes, encontrando fuera a Brigitte, sentada en un banco junto a la pared. El caballo de Amanda estaba atado en el mismo lugar de la otra vez. Pasé por delante de Brigitte guiñándole el ojo y entré en la cabaña.

Amanda me esperaba desnuda y de rodillas en el suelo.

-Veo que has aprendido la lección. Colócate boca abajo sobre la mesa, con los pies en el suelo y bien separados. –Le dije mientras me desnudaba.

Ella se puso, obediente

Acaricié su culo y su coño insistentemente.

-¿Me va a castigar otra vez, amo?

-Cállate. Ya te enterarás.

Enseguida empezó a moverse, informando sin querer de su excitación. Unas palmadas, no excesivamente fuertes en su culo, pero lo bastante para ponerlo rojo, fueron el preámbulo a la entrada de mi polla en su coño.

-Despacio amo, por favor! Me hace daño.

Yo que también la notaba estrecha, me dije (¡Vaya, otra mal follada! ¡Se ve que el conde tiene otras aficiones!)

Le pasé la mano por delante hasta llegar a su clítoris, cuya zona masajeé, mientras le iba dando un vaivén de entrada y salida, en el que, cada vez que entraba, presionaba un poco más, hasta que logré meterla completa.

-PFFFF ¡Qué gusto! –dijo soltando aire.

Empecé mi bombeo y ella sus gemidos.

-MMMM. ¡Siii!

La sacaba hasta que la cabeza quedaba en su entrada y masajeaba su clítoris, dejaba el masaje y la metía hasta adentro. Al momento, empezó a oírse el chapoteo de mi polla en su coño encharcado. Si notaba que iba a correrse, me detenía. Lo que le hacía soltar un bufido de decepción.

-BBFFFSS.

La tuve un rato al borde del orgasmo, hasta que la tomé por la cintura, la levanté del suelo y con ella empalada hasta el fondo, la llevé hasta la cama.

La coloqué igual que en la mesa y durante unos momentos más, seguí el “tratamiento”.

Me salí de ella, la acosté sobre la cama y me puse a su lado.

-¡Chúpamela!

-Si, amo. –dijo mientras se levantaba.

-¿A dónde vas? –Le dije

-A buscar la jofaina con agua y un paño para limpiarte, amo.

-¿Te he dicho que hagas eso?

-No amo, pero está manchada con mi flujo.

-¡Mira! –le dije cabreado- Me importa una mierda si tienes un flujo de guarra o no. Ponte inmediatamente a cuatro patas entre mis piernas y ponte a chupar. Y cada vez que vea una mala mueca, te cruzaré la cara con un bofetón.

No dijo nada más e hizo lo indicado. Empezó una felación con mucha menos técnica que Brigitte, lo que me confirmó que el conde no le prestaba las debidas atenciones.

-¿Te han follado muchos? –Le pregunté

-No, amo, después de mi marido, tú eres el único. –dijo levantando la cabeza y esperando.

-No te detengas, responde a lo que te pregunte y sigue con lo tuyo.

-¿Y porqué has querido que te folle?

-Les dije a mis hijas que hiciesen todo lo que fuese para que tu hermano se fijase en una de ellas y se casasen. Una de las ideas que les di fue que se hiciesen amigas tuyas y te pidiesen que le hablases bien de ellas.

Se metió mi polla en la boca, la sacó, y siguió:

-Cuando me contaron tus pretensiones, me encolericé, pero luego pensé que eras un joven en ebullición y que unos manoseos y unas pajas no hacían daño a nadie, y máxime si se conseguía el objetivo.

Nueva chupada

-Cuando volvimos el primer día, por la noche, después de la cena, las reuní en mi habitación y me contaron lo que les habías hecho y lo mucho que habían disfrutado. Eso me produjo una gran excitación, sobre todo el morbo de haberlas dejado excitadas, pero cuando intenté convencer a mi marido para que viniese a mi habitación, el decidió que estaba muy cansado y bebido y se fue a la cama. Casi no pude dormir.

Otra mamada.

-El segundo día, cuando me lo contaron, volví a excitarme más si cabe. Cuando fui a buscarle estaba roncando en su sillón favorito, por lo que me tuve que ir sola y frustrada.

Mamada

-Durante la semana, estuve buscando objetos para dilatar sus anos y lubricando y metiendo dedos para que se acostumbraran. Eso me mantuvo toda la semana excitada, por eso, el día que teníamos que ir de nuevo, les dije que intentasen que me aceptases en tus juegos, y que si lo hacías, te hablasen de esta casa.

Mamada

-¿He hecho bien, amo?

-(¡Maldita puta! Nos manipula a todos para que hagamos lo que ella quiere y encima nos creemos que lo queremos nosotros).

-Si, pero sigue, que quiero correrme, y no tires ni una gota.

Se puso a ello lo mejor que supo, hasta que sentí que me venía, con lo que sujeté su cabeza, se la metí bien adentro y le solté una abundante corrida.

Ella tosió y estuvo a punto de vomitar, pero aguantó bien el tirón y procedió a dejarla bien limpia.

-Veo que recuerdas mis instrucciones. Sigue a cuatro patas, pero ponte lo más arriba de la cama que puedas.

Una vez colocada, metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a lamer su coño, mientras mojaba mi dedo en sus jugos y lo llevaba a su ano, frotando con movimientos circulares.

-Amo, como ya se de sus gustos, ya lo he traído dilatado. –Dijo ella.

Efectivamente, al hacer un poco de presión, mi dedo entró con facilidad.

Metí también el pulgar en el coño y comencé el movimiento oscilante, mientras atacaba su clítoris y aledaños.

La llevé varias veces al punto de orgasmo, deteniendo el avance y haciéndola gritar de la decepción

-¡Noooo! ¡Sigue amo, por favor!

Yo estaba disfrutando con su sufrimiento. Era la compensación a sus manipulaciones. Añadí alguna palmada en su culo para completar.

Cuando ya me pareció suficiente castigo (tenía la polla a reventar) aceleré los movimientos y me centré en su clítoris, lo que la hizo romper en un orgasmo tan fuerte como deseado, que la dejó sin fuerzas, cayendo sobre mi cara.

La aparté a un lado y me coloqué a la par de ella. Cuando se empezaba a recuperar, la hice ponerse de costado, dándome la espalda, mi mano bajo su cuerpo para alcanzar sus tetas, metí una pierna entre las suyas, obligándola a abrirse y le metí la polla en el coño, empezando a moverme. Mi otra mano, la pasé por delante para ir acariciando la zona del clítoris a la vez.

Poco a poco fue ganando en excitación hasta que tuvo su primer orgasmo. Seguí acompañándola mientras seguía gimiendo y diciendo:

-AAHHH. NO PARES. ES FABULOSO. SIGUE. SIGUE.

Con un nuevo estertor, volvió a correrse y yo saqué la polla de su coño y se la clavé en el culo, donde terminé corriéndome y provocándole un nuevo orgasmo.

Después de unos minutos de relajación, se levantó y comenzó a vestirse, diciendo:

-Tengo que volver. Mi marido llegará pronto.

Yo solamente asentí y la miré cómo se vestía. Cuando terminó, salió todo lo corriendo que su culo le dejó y se marchó, para dejar paso a Brigitte, que terminó de calmar mis ardores por el momento.

Esta situación se mantuvo durante mucho tiempo, con única diferencia de que al bajar las temperaturas, cambié la fuente por la casita cuando iba con las hermanas.

Mi hermano, cuando venía y estaban ellas, salía a pasear con ellas, unas veces con una de cada brazo cogida y otras con cada una por separado. Y cuando tenía oportunidad, probaba sus culos y bocas. Por las noches, antes de que se fuera a la taberna, comentábamos mis avances y averiguaciones y él me orientaba con nuevas ideas.

Mi madre, muy observadora como todas ellas, se dio cuenta de que algo pasaba casi desde los primeros días. Me preguntaba, pero siempre le daba largas, hasta que un día me habló seriamente y me preguntó que qué pasaba con las vecinas.

Yo no tenía inconveniente en ocultarle las cosas a mi madre, pero era incapaz de mentirle, por eso le dije:

-Está bien, mamá. Te lo contaré, pero has de prometerme que no dirás nada a nadie, incluso ni a papá.

-No puedo prometerte nada sin saber lo que me ocultas.

-No te preocupes por ello, pero yo no cuento nada si no guardas el secreto.

-Está bien. No diré nada a nadie.

-¿Ni siquiera a papá?

-Ni siquiera a papá.

Entonces le conté las maquinaciones de Amanda para conseguir que alguna de sus hijas se casara con mi hermano, mi propuesta y todo lo que hacía con la madre y las hijas (no dije nada de Desireé ni de Brigitte)

Cuando terminé pasó por todos los estados:

-TIENES QUE DEJARLO INMEDIATAMENTE.

-NO TIENES EDAD PARA ESO.

-¿INTENTANDO CAZAR A TU HERMANO CON MALAS ARTES?

-¿SERÁN ARPIAS?

Yo no me atrevía a abrir la boca.

-NO QUIERO VER A ESA GENTUZA EN MI CASA NUNCA MÁS.

-¡……. ! -Y siguió un buen rato, hasta que apaciguo un poco y empezó a cambiar.

-SE MERECEN LO QUE LES PASE.

-Y si tú y tu hermano os divertís con ellas, mejor para vosotros.

-PERO QUE NO SE OS OCURRA A NINGUNO CASAOS CON ALGUNA DE ELLAS, PORQUE OS MATO.

Se fue murmurando…

-¡SERan zorraaas…! ¡La madre que …..!

Y dejé de oírla.

Yo, que me estaba cambiando de ropa cuando me pilló, terminé y me dirigí a la calle. Al pasar por el salón, oí a través de la puerta entornada, que mi padre le decía algo exaltado:

-¿PERO ME QUIERES DECIR DE UNA VEZ QUÉ ES LO QUE TE PASA PARA ESTAR TAN ENFADADA? ¿HE HECHO ALGO QUE TE HA DISGUSTADO?

-No, tu no.

-¿ENTOCES, QUIEN HA SIDO, GEORGE? ¿HA HECHO ALGUNA TRASTADA?, PORQUE SI ES ASÍ, SE VA A ACORDAR.

Yo escuchaba nervioso.

-Mira, he prometido no decir nada, ni siquiera a ti.

-¿COMO? ¿SECRETOS EN MI CASA? ¡O ME LO CUENTAS O EMPIEZO A AZOTARTE HASTA QUE ME LO DIGAS!

Mi madre, asustada ante el genio de mi padre y de su violenta expresión, que hasta a mí me hizo temblar las piernas, dijo muy serena:

-Mira, como no quiero faltar a mi palabra, voy a ver si me acuerdo de la conversación, reproduciéndola en voz alta, pero tú no escuches.

-Haz lo que sea, pero cuéntamelo.

Y repitió la historia

Mi padre también montó en cólera y hablo de matarnos a mí, a mi hermano y a la condesa a sus hijas, al conde y a no se cuantos más. Pero mi madre le aconsejó:

-No podemos ponernos a mal con nuestros vecinos, e imagina el escándalo si esto se supiese. Nuestro hijo John podría resultar afectado en su futuro. Además ¡Deja que los niños se diviertan!, las más perjudicadas serán ellas.

Mi padre reflexionó un momento y dijo soltando aire.

-¡FFFFF! Tienes razón, como siempre. Pero anda, tira para el dormitorio que me tienes que contar por qué agujeros se las meten…

-Ja, ja, ja, ja. Si, querido, vamos, que yo no me acuerdo muy bien y también tengo interés en recordarlo.

Yo me alejé a toda marcha, satisfecho de que no hubiese pasado nada, de que hubiese sido perdonando y dando gracias a mi madre por su indiscreción.

Como he dicho, el tiempo fue pasando, con la complicidad de mi madre, a la que tenía que contarle mis aventuras, y mi cara de póquer ante mi siempre sonriente padre, como si yo no supiese que lo sabía.

No pasaba nada. De hecho, algún día, cuando yo salía a por mi caballo, ellos tomaban camino de su habitación. Y, por supuesto, después de contarle mis aventuras a mi madre.

Pero un día, el conde llegó al galope de los caballos de su carruaje, se bajó sin ayudar a su esposa y pidió al criado que salió a recibirle que tenía que hablar inmediatamente con mis padres. Yo me enteré por la noche, cuando Desireé me contó lo que había escuchado.

Al parecer, el conde llegó con un cabreo de aúpa porque había llegado a sus oidos que me acostaba con sus hijas, y eso era una afrenta que había que solucionar de inmediato.

Mi padre, le habló tranquilamente y le dijo:

-Mi hijo George es todavía demasiado joven para eso. Cuando vuelve de acompañar a tus hijas, nos cuenta todo lo que ha pasado, y confiamos plenamente en él. Por él, sabemos que tu mujer, Amanda, les ha dado instrucciones a tus hijas de hacer lo necesario para que mi hijo John se case con una de ellas, y que la misión de George era hablarle bien de ellas a mi hermano.

La madre estaba roja a más no poder.

-Si tus hijas ya no son doncellas, tendrás que buscar por otro lado –continuó mi padre mirando fijamente a Amanda- porque mi mujer se ha encargado de reiterarle encarecidamente cada día, que respete su virtud. Si tienes dudas, compruébalo tu mismo, o haz que lo compruebe un médico.

-Nosotros entendemos tu preocupación y queremos que sepas que nuestra boca estará sellada pase lo que pase, y nuestra puerta siempre estará abierta para vosotros. Lo único que no puedo garantizaos es que mi hijo John se case con una de vuestras hijas. Eso deberá decidirlo él.

El conde, más calmado, dijo:

-Perdona Richard. Me he dejado llevar por los impulsos. La verdad es que ni siquiera he hablado con mis hijas. Marcho avergonzado para hacer lo que tenía que haber hecho primero: preguntarles a ellas y comprobarlo. –Dijo el conde

-No te avergüences. Yo en tu lugar hubiese hecho lo mismo. –Dijo mi padre. Y le acompañó a la puerta con la mano sobre el hombro y dándole palmaditas.

La condesa, al pasar junto a mi madre, murmuró un gracias, que ambas sabían porqué era, pero que al conde debió parecerle que era por los consejos hacia mí.

Cuando se marcharon, ambos se echaron a reír y parece ser que mi padre llevó a mi madre a la habitación entre risas y palmadas en el culo.

Yo seguí visitando la cabaña, ya que Brigitte no le habían quitado la orden de mantenerla limpia.

Días después, Desireé vino a mi encuentro para decirme que mis padres me esperaban en la biblioteca y que fuese con rapidez.

Dejé mi trabajo y fui a ver qué pasaba.

Mi padre, estaba junto al aparador de las bebidas con una en la mano y mi madre sentada y con síntomas de haber llorado.

Me mandó sentar y me dijo:

-Hijo mío, ya es hora de que empieces a preparar tu futuro. Los últimos acontecimientos nos aconsejan que vayas fuera una temporada, y de paso que aprendas un oficio o una forma de ganarte la vida, porque como sabes, el ducado y las tierras que lo forman lo heredará tu hermano, como mayor y legítimo. Las tierras que tu padre te dejó, he conseguido ampliarlas, pero aún con todo no son suficientes para que puedas optar a matrimonios importantes que aumenten tu prestigio.

-Tu madre y yo hemos pensado –y mi madre volvió a llorar- que, aprovechando que mi primo Stephen, mayor del ejército de su majestad, viaja a la India para hacerse cargo del regimiento nosecuantos de lanceros, vayas con él y con su familia durante un tiempo, para que compruebes si puedes llegar a algo en el ejército, lo que te daría ya un importante prestigio, o si no, vuelves y buscaremos por otro lado.

-Lo que tu mandes, padre. Cuando será la partida.

-Pasado mañana. Prepara la maleta y despídete de quien quieras. Partiréis hacia Southamton, donde embarcareis para la India.

Yo me quedé sin palabras. Lo único que se me ocurrió fue:

-Gracias, padre. –Me abracé a mi madre y lloramos los dos. Mi padre se retiró discretamente frotándose el ojo.

Por la noche, acostados uno junto a otro, mientras acariciaba su coño despacio, pedí a Desireé que abandonara aquello y huyésemos, que nos fuésemos juntos a empezar nuestra vida en otro lugar, al fin y al cabo, tenía unas tierras que nos darían suficiente para vivir. Ella, que también estaba en ese momento acariciando mi polla, me dijo.

-¡Lo siento cariño, pero yo aspiro a algo más grande!

Yo me cabree, le dije que se fuera, que no quería volverla a ver, que mientras había estado a su lado, le había parecido bien, pero que ahora ya no, pues que se fuera a tomar por el ….

Luego me enteré de que no era por mi pene, sino por mi hermano. Pero estaba tan cabreado que cuando me fui, me despedí de toda la servidumbre, pero a ella, ni siquiera le dije adiós.

Solamente me había despedido anteriormente de Brigitte. Fueron, junto a mis padres, las dos únicas personas que echaría de menos.

********************************************

Gracias por vuestras valoraciones y comentarios. Sugerencias en privado a: amorboso@hotmail.com

«Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla 8” (POR GOLFO)»

$
0
0

Capítulo 11

En su choza y por primera vez en once noches, disfrutamos de la comodidad de un colchón, pero no por ello pudimos descansar porque Iv no nos dejó. Al igual que en la tarde, se mostró insaciable y alternando sus caricias entre los tres, no cejó hasta dejarnos totalmente exhaustos. Le dio igual que fueran mías o de mis compañeras el cuerpo con el que disfrutar, desplegando una pasión sin límite buscó con denuedo el placer.

―Joder con la pelirroja, no se corta un pelo― llegó a decir mi prima cuando nada más terminar de ordeñarme por enésima vez, Iv se lanzó en picado entre sus muslos sin pedirle opinión.

Rocío tampoco se libró de sus atenciones porque la náufraga no dudo en saborear y recrearse repetidamente en el coño de la morena, devolviendo así con creces el orgasmo que ésta le regaló al conocerse.

        Por ello no me extrañó que a poco de amanecer me despertara acariciando mi pene. Todavía medio adormilado abrí los ojos y observé a la francesa, a mis pies, lamiendo mi glande mientras me agarraba la verga entre sus dedos.

«Esta tía me va a dejar seco», murmuré para mí al advertir que esa mujer no había tenido bastante con la maratoniana sesión de sexo de la noche anterior y que a pesar de los múltiples orgasmos que obtuvo de los tres, seguía sedienta de caricias.

He de reconocer que me impresionó la expresión de deseo con la que esa pelirroja se apoderaba de mi miembro y recordando lo que para ella significaba el contacto humano, en silencio y sin moverme, disfruté de los tiernos y sensuales lametazos con los que obsequió a mi extensión.

Para su regocijo, sus mimos fueron despertando al monstruo y ella, al comprobar que poco a poco mi pene iba creciendo, se puso a reír como si estuviera haciendo una travesura.

― ¿Qué es lo que encuentras tan divertido? ― pregunté.

Entornando sus ojos en plan coqueto, respondió:

―Tu sexo se alegra de verme y eso me hace feliz.

La alegría que sentía al tener mi erección entre sus manos me enterneció y atrayéndola hacia mí, me apoderé de sus labios con la intención de alargar los prolegómenos porque sabía que, si la dejaba, no tardaría en empalarse con ella.

Si con caricias ella había despertado mi pene, el sentir mi lengua jugando con la suya resucitó a la bestia y aprovechando que estábamos desnudos, comenzó a rozar su cuerpo con el mío mientras usaba sus manos para acariciar suavemente mis testículos. Confieso que ni siquiera tuve que tocarla para que esa mujer se pusiera como una moto, como tampoco hice nada para forzar que frotando su sexo en mi pierna se empezara a masturbar.

― ¡Fóllate a esta zorra! ¡Demuéstrale que es tu hembra! – chilló usando las soeces expresiones que había escuchado de Rocío.

Me hizo gracia lo rápido que aprendía y llevando mis dedos hasta su coño, descubrí que estaba empapada. Al sentir mis yemas, se puso a jadear y moviendo sus caderas, buscó mis caricias con decisión.

―Rómpele el culo de una puta vez para ver si así nos deja dormir― escuché a María decir cabreada desde el otro lado de la cama.

―No seas bruta, todavía tiene mucho que disfrutar antes de entregarme su trasero― contesté descojonado.

Lo que nunca me imaginé es que Iv al oír nuestra conversación, me preguntara que era eso romperle el culo. Por experiencia, sabía su tendencia a entender todo de modo literal y por ello decidí medir mis palabras para explicarle que era lo que significaba.

―Como habrás visto hay muchas formas de hacer el amor y una de ellas es que el hombre meta su virilidad dentro del culo de una mujer.

Escandalizada, creyó que nuevamente la estaba tomando el pelo porque según ella ese agujero solo servía para cagar.

―Te equivocas― repliqué― aunque al principio duele, se puede disfrutar mucho por vía anal.

―No te creo. Puedo ser novata, ¡pero no tonta!

―Va en serio. A Rocío, por ejemplo, es su forma preferida de hacer el amor.

Que a una de ellas le gustara, la hizo dudar y cuando ya creía que iba a pasar página, olvidándose del tema, se puso a cuatro patas sobre el colchón, diciendo:

― ¡Demuéstramelo!

Verla separándose los glúteos con sus manos mientras me exigía que la convenciera de era posible sentir placer por su entrada trasera, fue una tentación demasiado atrayente para dejarla pasar. Por ello, acerqué mi boca y sacando la lengua empecé a recorrer los bordes de su ano mientras acariciaba su clítoris con mi mano.

―Estás haciendo trampas― protestó― las cosquillas que siento son porque me estás tocando el coño.

Aunque tenía algo de razón, corté de cuajo sus quejas diciendo:

―Déjame hacer y luego te permito que critiques lo que quieras.

Me dio la razón y volviendo a su postura inicial, me permitió seguir jugando con su ojete mientras la masturbaba. Como había previsto, Iv no tardó en ponerse cachonda y eso lo aproveché para introducir mi lengua en su interior con el objetivo de ir lubricándolo sin que se diese cuenta.

―Es agradable― comentó menos segura de su posición al sentir que un calor diferente se iba apoderando de su cuerpo.

Sin ningún lubricante que hiciese menos doloroso su estreno, me entretuve relajándolo con la boca mientras la pelirroja empezaba a sentir cómo los primeros síntomas de placer la forzaban a exigirme que me diese prisa.

―Todavía no estás lista― dije al ver que esa rosada entrada seguía demasiado cerrada para ser traspasada.

Sabiendo que podía desgarrarla si metía mi pene, comencé a follarla con la lengua. Mis maniobras provocaron que gimiendo de gozo me chillara que la estaba entusiasmando. Dando el siguiente paso, introduje uno de mis dedos con la intención de relajarla, lo que me hizo comprobar que seguía totalmente tensa.

En mi desesperación, la pregunté si no tenía crema, aunque sabía que era imposible. Iv, muerta de risa, me contestó que para qué la quería. Al explicarle que necesitaba algo con que lubricarla, me soltó:

― ¿Te serviría un poco de miel?

Al ver la enorme sonrisa que iluminó mi cara, comprendió que servía y levantándose de la cama, fue a una esquina de la choza y volvió con un trozo de panal repleto de ese empalagoso néctar.

Estaba a punto de arrebatárselo, cuando a mi espalda escuché:

―Déjame que te ayude.

Sin esperar mi respuesta, Rocío cogió el panal mientras pedía a la francesa que se volviese a colocar a cuatro patas. Esta obedeció y nuevamente, usó sus manos para separarse las nalgas.

―Tienes un culo precioso― comentó impresionada la morena al verla en esa posición: ―Me gustaría haber nacido hombre solo para poder ser yo quien te lo rompiera.

El descriptivo halago alentó la curiosidad de Iv por saber que se sentía y dándole las gracias, le pidió que comenzara. Rocío obedeció y cogiendo una cantidad excesiva de miel entre sus dedos, untó su ano para acto seguido comenzar a relajar el cerrado esfínter de la pelirroja.

―Cabrona, eso no es mi culo― protestó al sentir que la muchacha aprovechaba el sobrante para embadurnar su sexo.

―Era una pena que se desperdiciara― replicó muerta de risa la morena mientras introducía dos yemas en su entrada trasera― y no hay nada de malo en endulzar el conejo que me voy a comer.

El ser penetrada por detrás le causó una rara pero placentera sensación y ya convencida de que quería probar lo que se sentía al ser usada de esa forma, me rogó que empezara y sabiendo que no tardaría en hacerle caso, apoyó su cabeza en la almohada mientras levantaba su trasero.

        Al acercarme, pude comprobar que los muslos de la mujer temblaban cada vez que Rocío introducía las falanges dentro de su culo. Ella debió pensar lo mismo porque, más seguro de lo que hacía y dándole un azote en una de sus nalgas, metió un tercer dedo en su orificio.

― ¡No puede ser que me guste tanto! ― aulló al sentir la violación de la que estaba siendo objeto su trasero y completamente excitada por fin, llevó las manos a sus pechos para irse pellizcando los pezones mientras la morena la empezaba a masturbar.

Ese doble estimulo, la hizo correrse sonoramente y creyendo llegado mi momento, embadurné mi órgano con miel antes de llevar y mi glande ante su entrada: 

― ¿Crees que ya está lista? ― pregunté a Rocío al ver que se tumbaba bajo Iv con la intención de comerle el coño.

La francesa ni siquiera esperó a que mi amiga contestara y llevando su cuerpo hacia atrás lentamente fue metiéndoselo. La lentitud con la que lo hizo me permitió sentir cada rugosidad de su ano apartándose ante el avance de mi miembro.

Demostrando una entereza que me dejó acojonado, sin gritar, pero con un rictus de dolor en su cara, siguió empalándose hasta que se sintió llena. Entonces se permitió quejarse del sufrimiento que estaba experimentado.

― ¡Cómo duele! ― exclamó adolorida.

―Tranquila, se te pasará― dijo Rocío al tiempo que comenzaba a lamer su clítoris.

Venciendo las ganas que tenía de empezar a disfrutar de culo de la francesa, esperé que fuera ella quien decidiera el momento, sabiendo que mi amiga no dejaría que se enfriara. Tal y como había previsto, la morena viendo su sufrimiento aceleró las caricias sobre su clítoris y en menos de medio minuto, Iv se había relajado y girándose hacia mí, me rogó que comenzara a cabalgarla. 

Su expresión de deseo me terminó de convencer y con ritmo pausado, fui extrayendo mi sexo de su interior. Casi había terminado de sacarlo cuando la pelirroja con un movimiento de sus caderas se lo volvió a introducir. Poco a poco, el compás con el que nos meneábamos se fue acelerando, convirtiendo nuestro tranquilo trotar en un desbocado galope, donde ella no dejaba de gritar al sentirse empalada y mamada a la vez.

― ¡Me estás rompiendo! ― chilló― ¡Pero sigue! ¡Me está gustando!

―Ya te dije que te gustaría, ¡putita mía! ― contesté satisfecho al tiempo que le daba un azote. 

        El gemido de placer que brotó de su garganta me convenció de completar su estimulación a base de nalgadas y alternando de una a otra, le fui propinando sonoros manotazos cada vez que sacaba mi pene de su interior.

Iv ya tenía el culo completamente rojo cuando empezó a estremecerse al sentir los síntomas de un orgasmo brutal. Fue impresionante ver a esa pelirroja, temblando mientras no dejaba de pedir que siguiera follándomela.

Rocío al oír que el placer desgarraba su interior, llevó las manos hasta sus pechos y cogiendo sus pezones, los pellizcó mientras mordisqueaba el erecto botón que tenía entre sus pliegues. La unión de dolor y placer hizo que la francesa perdiese el control y agitando sus caderas, se corrió. El enorme caudal de flujo que cayó sobre la cara de Rocío empapó sus mejillas y como si estuviera muerta de sed, se puso a beber la dulce mezcla de miel y pasión que brotaba de la pelirroja.

 La avidez con la que le devoraba el sexo fue el acicate que me faltaba y olvidándome que para Iv era su primer anal, empecé a usar mi pene como si de un cuchillo de se tratara y cuchillada tras cuchillada, fui violando su intestino mientras la francesa no dejaba de aullar desesperada por el gran placer que estaba disfrutando.

Mi orgasmo fue brutal y mientras vertía mi semilla en el interior de sus intestinos, sentí que había hecho mis deberes al haber conseguido explicar a esa mujer que era eso de romperle el culo y que encima disfrutara con ello…


Relato erótico: “El gato y el ratón” (POR ALEX BLAME)

$
0
0

La noche era fresca y oscura. La lluvia había caído toda la tarde y el césped húmedo mojaba la puntera de sus botas. Lady Godiva trotaba a su lado, tan rápido como lo permitían sus cortas patas, olisqueando aquí y allá y tirando obstinadamente de la correa extensible.

Eve vestía un escueto corpiño de cuero, una fina chaqueta sin abotonar que dejaban ver una buena porción de la pálida piel de su escote y una minifalda del mismo material, fino y flexible, que se adaptaba a su culo y sus muslos como una segunda piel.

Le encantaba exhibir su cuerpo. No era muy alta pero lo compensaba con los altos tacones que solía usar y sus pechos grandes, su culo prieto y respingón y su piel pálida y suave volvían loco a cualquier hombre.

Con una sonrisa giró a la derecha y se internó en la parte más oscura del parque. Los frondosos árboles impedían aun más el paso de la ya de por sí escasa luz, haciendo que la penumbra se hiciese más intensa. Eve tiró de la correa de Lady Godiva y se internó aun más, ignorando el gañido del yorkshire.

Entre las sombras pudo distinguir un pequeño sendero y lo siguió haciendo el paso más tranquilo y lento, disfrutando de la oscuridad y de los pequeños ruidos que hacían las criaturas de la noche. Cuando se dio cuenta se había alejado casi doscientos metros del sendero principal.

A su derecha una rama crujió, Lady Godiva se giró e irguió las orejas. Eve se paró, tensa, abriendo sus ojos grandes y oscuros, intentando penetrar la densa oscuridad. El ruido cesó y Eve tiró de la correa acelerando el paso y echando fugaces miradas hacia atrás.

Otro nuevo ruido la hizo detenerse y volverse:

—Hola, ¿Hay alguien ahí? —preguntó Eve con voz temblorosa— tengo un perro…

Se volvió dispuesta a dirigirse de nuevo al camino principal, pero su cuello se topó con el filo de una navaja. Intentó ver la cara de su agresor, pero este, con un gesto rápido, la cogió por el brazo, le dio la vuelta y le volvió a poner el cuchillo en el cuello.

Eve camufló su satisfacción con un suspiro y se dejó empujar contra la corteza de un arce mientras Lady Godiva ladraba y mordía la pantorrilla de su agresor.

—Maldito bicho. —dijo el agresor dando una patada a la perra para deshacerse de ella.

—Por favor no nos haga daño. —dijo Eve sintiendo como el calor que emanaba aquel hombre calentaba su cuerpo.

—Si te portas bien, putita, no os pasará nada. —Dijo el hombre apretándose contra su menudo cuerpo.

Eve sintió como la mano libre de su agresor tanteaba su cuerpo, acariciaba su espalda, subía por ella y tiraba de su pelo corto para girar su cabeza y darle un largo lametón que iba desde el cuello, por su mandíbula, hasta el canto del ojo.

Eve tembló fingiendo repugnancia, mientras disfrutaba de la saliva cálida de su agresor y percibía el apresurado latir de su corazón.

Olvidándose de la navaja y confiando en su mayor envergadura el hombre le levantó apresuradamente la falda dejando a la vista dos jugosos cachetes, redondos y blancos como la luna llena, recorridos por finas venas azuladas como las vetas del alabastro. El hombre soltó una exclamación de sorpresa y amasó con avaricia el culo de Eve, que se limitó a volver a suplicar que no le hiciese daño mientras hincaba sus dientes en la corteza para no mostrar su excitación.

Con dos tirones le arrancó el tanga. Eve gritó y cerró los muslos en un gesto defensivo consiguiendo excitar al violador aun más.

—No querrás que te haga daño, ¿Verdad princesa?—le preguntó el agresor apretando la navaja contra el fino cuello de Eve.

—No, por favor. —le suplicó ella soltando un par de lágrimas de cocodrilo.

Un nuevo apretón en su cuello le obligó a separar ligeramente las piernas. Con unos suaves cachetes en los muslos el hombre le obligó a abrirlas aun más. Inmediatamente sintió que dos dedos cálidos y nudosos se introducían entre ellas explorando y penetrando en su sexo.

—Estás fría, zorra. —dijo el hombre mientras Eve temblaba de la cabeza a los pies— pero tranquila que yo te calentaré…

Con todo su cuerpo temblando de deseo, Eve recibió el miembro duro y ardiente de su agresor en su coño. La joven se agarró a la corteza del arce mientras el desconocido la penetraba con violentos empujones que hacían que sus pies se separasen unos centímetros del suelo.

El hombre rodeó su cintura con las manos y las cerró sobre sus pechos. Eve sintió como un delicioso calor invadía su vagina e irradiaba calentando poco a poco su cuerpo. Mordiéndose el labio ahogó los gemidos de placer, estrangulándolos y haciendo que pareciera que el dolor y el horror la dominaban.

De un tirón el delincuente bajó el escote del corpiño liberando unos pechos grandes con unos pezones gruesos y tiesos. Sin dejar de follarla, el agresor retorció y pellizcó sus pezones hasta hacerla aullar de dolor.

Riendo como un loco mordisqueó y lamió su nuca, empujando cada vez con más fuerza, incansable.

—Te empieza a gustar ¿Eh? Sois todas unas zorras. —dijo él al ver que Eve dejaba de temblar y comenzaba a gemir quedamente.

El hombre agarró el cuello de Eve de nuevo, apretando un poco más, haciendo que su placer se intensificase. Sus gemidos se volvieron más roncos, pero sin duda eran de placer.

Sorprendiéndole Eve se separó y se dio la vuelta. Aun apoyada en el árbol levantó los brazos por encima de su cabeza y con una sonrisa lasciva lució su cuerpo voluptuoso, sus pechos redondos y tiesos, sus piernas realzadas por los tacones y su piel pálida y lisa como el alabastro, sin una sombra de vello en el pubis.

Su agresor era un tipo alto y desgarbado que vestía un gabán oscuro y de aspecto bastante raído. Por el cuello del gabán asomaba la capucha oscura de una sudadera que mantenía su rostro en las tinieblas. Lo único que se veía claramente era su polla grande y tiesa, ligeramente curvada hacia un lado, asomando de la bragueta de unos vaqueros sucios y gastados. Percibió sin dificultad como el hombre tragaba saliva, incluso desde debajo de la capucha de la sudadera, observando su cuerpo con ojos avariciosos. Eve bajó sus brazos y con sus uñas negras y largas se recorrió los pechos, los pezones y el pubis con una sonrisa malévola.

El hombre se acercó y levantándole una pierna le metió la polla hasta el fondo. Eve sintió el pubis de él chocando violentamente contra el suyo cada vez que el miembro de su agresor entraba con un golpe seco.

—Cabrón… hijo de puta. No eres más que un cerdo salido. —dijo ella con despreció entre gemidos.

Los gemidos y los insultos azuzaron al hombre que aceleró sus empeñones. Eve rodeó su cintura con las piernas y se apretó contra su cuerpo ávida de su calor…

Notó como la sangre corría aun más apresurada y turbulenta por las venas de aquel hombre. Sabía que estaba a punto de estallar. No podía demorarlo más.

Él estaba tan excitado que apenas se dio cuenta cuando Eve le quitó la capucha y comenzó a recorrer su cuello con la lengua. Rápidamente encontró la zona donde la sangre corría más cálida y superficial.

El agresor no aguantó más y estirando el cuello se corrió en el interior de Eve, llenándola con su calor poniéndole al borde del clímax. En ese momento ella clavó sus afilados colmillos en el cuello de su agresor. La sangre corrió, turbulenta y deliciosa, por la ávida garganta de Eve desencadenando una tormenta de sensaciones.

El violador tardó unos segundos en darse cuenta. Intentó liberarse, pero Eve estaba agarrada con una fuerza sorprendente para su tamaño y el hombre no podía librarse.

Eve sintió como el calor invadía su cuerpo, hasta la última de sus células y sus sentidos despertaban de golpe con el monumental orgasmo mientras los intentos del desconocido por liberarse se hacían cada vez más débiles hasta que caía al suelo con ella encima.

Cuando el hombre perdió el conocimiento se separó un instante, recuperándose de la avalancha de sensaciones y dejando que la herida del cuello formase un pequeño charco de sangre que Lady Godiva comenzó a lamer con fruición mientras meneaba alegremente el rabo.

Eve se volvió a inclinar sobre el cuello de la víctima y bebió hasta que el corazón del agresor dejó de latir. Con un suspiro se incorporó sintiéndose viva de nuevo. Se colocó la ropa apresuradamente. Sabía que el calor comenzaba a disiparse en su cuerpo desde ese mismo instante y en pocas horas volvería a ser el témpano insensible que había sido hacía unos minutos.

Tenía escasas horas para disfrutar de la vida que había arrebatado. Antes de irse cogió la navaja de su agresor y le hizo un corte que camuflaba las heridas producidas por sus colmillos y continuaba para abarcar toda la parte frontal del cuello. A continuación sacó la lengua por el corte, haciendo una bonita corbata colombiana. Otro trato de drogas que había salido mal. Últimamente los narcos centroamericanos estaban muy picajosos —pensó Eve con una sonrisa cruel.

Seguida por la yorkshire Eve se alejó de su víctima guardando la navaja para tirarla en una alcantarilla antes de aprovechar la vida que acababa de robar. Volver a tocar, a sentir, a saborear..

.

«Relato erótico: “Doce noches con mi prima y su amiga en una isla FIN” (POR GOLFO)»

$
0
0

Capítulo 12

Tardé dos horas en levantar a ese trio de putas porque María, al despertarse, exigió su dosis de placer antes de plantearse siquiera el salir de la cama. Por supuesto mucho tuvo también que ver el que Rocío y la francesa le siguieran el juego y comportándose como si llevara meses sin hacer el amor, ambas se lanzaran entre las piernas de mi prima compitiendo en ver cuál de las dos conseguía llevársela al huerto.

        Por ello, el sol ya estaba en lo más alto cuando al fin logré que nos pusiéramos en camino hacia el pueblo abandonado que nos había que nos había dado cobijo durante diez días.

        Mi idea era recuperar todo aquello útil para sobrevivir en la isla como los cerdos que teníamos encerrados o las cañas de pescar. Lo que no sabía fue que, al irnos acercando, la francesa se iba a empezar a poner nerviosa.

Al verla casi llorando, nos explicó que al igual que nosotros, cuando naufragó con su tío, ellos eligieron ese emplazamiento para vivir. El doloroso recuerdo del intento de violación a manos del tipo que zozobró junto a ellos y la valiente reacción de su familiar matándolo la seguían atormentando y por eso agradeció que, cogiéndola de la mano, la abrazara diciendo:

―No tienes nada que temer, estoy aquí para protegerte.

―Prométeme que nunca me vas a dejar― contestó, pegándose todavía más a mí, demostrando que a pesar de su edad seguía siendo la misma niña asustada que llegó a esa isla hacía tantos años.

 ―Nunca lo haré, te lo aseguro― fue mi respuesta.

Recordando su infortunio, creció en mí la seguridad que nuestro destino era pasarnos la vida anclados en ese lugar y por ello azuzando a las tres, comencé a recoger los diferentes bártulos que nos íbamos a llevar a nuestro nuevo emplazamiento.

Quizás por las ganas que tenía de salir corriendo de ese lugar, Iv fue la que más me ayudó porque mientras ella se afanaba en ir recolectando todo lo que nos pudiera servir para sobrevivir, Rocío y mi prima se pusieron a otear el horizonte.

Estaba a punto de recriminarles su actitud cuando de pronto, María pegó un grito señalando un punto en mitad del océano.

―¡Un barco!

Al principio, no la creí porque era tan lejano que no alcanzaba a distinguirlo, pero entonces apoyando a su amiga, la morena insistió en que era verdad.

Fijándome con mayor detenimiento, al final lo vi. Os juro que nunca en toda mi vida, me había sentido tan nervioso y recolectando toda la leña que teníamos, encendí una hoguera con la esperanza que desde esa embarcación alguien se fijara en el humo.

Durante mas de media hora, seguimos entusiasmados la senda del navío intentando llamar la atención saltando y chillando desde la playa. Poco a poco nuestro entusiasmo fue decayendo al no observar ningún cambio en su trayectoria.

―No nos ven― Rocío se lamentó con lágrimas en los ojos.

Supe que tenía razón y desesperado me puse a pensar en cómo podría hacer más patente nuestra presencia.

―¡Señales de humo!― exclamé al recordar el método que en las películas usaban los navajos para comunicarse y cogiendo una ajada manta la puse sobre el fuego.

―¿Qué haces?― preguntó mi prima al ver que la quitaba y la volvía a poner con una cadencia determinada.

―Estoy pidiendo ayuda con morse.

―No entiendo― insistió.

―Reteniendo el humo, estoy creando bolas de diferente tamaño. Tres pequeñas, tres grandes, tres pequeñas. Si se fijan, cualquier marinero leerá en ellas S.O.S.

Mi idea dio resultado porque al cabo de unos minutos, vimos que el barco giraba y se dirigía hacia nosotros. La alegría cundió entre nosotros y con renovado entusiasmo, nos pusimos a abrazarnos al saber que seríamos rescatados. Fue entonces cuando me percaté que la francesa no estaba.

―¡Iv!― la llamé a gritos mientras en mi interior sabía que no aparecería por el miedo que le producían los extraños.

María comprendió lo que ocurría y acercándose a mí, me dijo con voz preocupada:

―Ve por ella, ¡Iv solo confía en ti!

Asumiendo que tenía razón, con el corazón encogido, me lancé a la selva en su busca. Cuanto mas la buscaba, mas crecía la sensación que era inútil porque jamás la encontraría si ella no quería.

―Iv, ¡por favor! ¡No puedo irme si ti! ― chillaba mientras escudriñaba cualquier ruido, cualquier movimiento de hojas con la esperanza de verla aparecer.

Mas de dos horas estuve buscándola hasta que desmoralizado, me senté en la misma roca en la que la había conocido y sumido en el llanto, me di cuenta de mis sentimientos.

―¡Te amo y nunca te abandonaré!― grité a los cuatro vientos sin dejar de llorar.

―¿Eso es cierto? ¿Me amas?― preguntó la francesa tras un árbol.

―¡Más que nada en el mundo!― confirmé mientras me echaba a correr en su busca.

La francesa me recibió con los brazos abiertos. Al sentir sus besos supe que era suyo y ella mía, y tumbándola sobre la hierba, comencé a acariciarla.

―Si no quieres abandonar la isla, me quedaré contigo. Nadie puede obligarme― susurré en su oído.

―¿Harías eso por mí?―  preguntó completamente conmovida.

―No lo dudes― respondí― no me separaré de ti jamás.

Acalló mis palabras con otro beso, pero esta vez buscó mi contacto y mientras su lengua jugueteaba con la mía, llevó su mano a mi entrepierna.

―¿Qué haces? – pregunté al sentir cómo con sus dedos intentaba estimular mi erección.

Muerta de risa, contestó:

―Quiero hacerte el amor, por última vez, antes de marcharnos.

Poseídos por un deseo irrefrenable, nuestros cuerpos se juntaron sin darnos tiempo a pensar en lo que estábamos haciendo y que en ese momento, María y Rocío estaban siendo rescatadas por la tripulación del mercante. Para mí, solo existían sus pechos llenos de pecas y sabiendo lo mucho que le gustaba que los lamiera, me dediqué a recorrer con la lengua los bordes de sus pezones para agradecerle así su decisión.

Mis maniobras no tardaron en elevar la calentura de mi pelirroja y todavía estaba mordisqueándolos, cuando sentí que Iv agarraba mi sexo entre los dedos y se lo colocaba en la entrada de su cueva. No nos hicieron falta preparativos, mi pene y su vulva se conjuntaban a la perfección, por lo que sin contemplaciones la penetré al sentir sus piernas abrazándome.

Ella no pude evitar dar un sonoro grito al sentir mi invasión y clavando sus uñas en mi espalda, me rogó que me moviera.

Si bien en un principio mi embestida había sido brutal, la convertí en algo tierno y disminuyendo su ritmo, comencé a acariciarla y besarla. Estábamos hechos el uno para el otro, mi pene se acomodaba en su cueva como una mano en un guante mientras a la sombra de las palmeras nos íbamos sumergiendo en el placer.

Desde la primera vez Iv había resultado ser una mujer muy ardiente pero ahí con la brisa marina azotando nuestros cuerpos, la podía sentir licuándose entre mis piernas cada vez que mi extensión se introducía rellenando su vagina.

Su entrega me convenció a ir incrementando tanto el compás como la profundidad de mis estocadas hasta convertirlo en algo vertiginoso. Entonces y sin previo aviso, gritando se corrió. La violencia de su orgasmo y el modo en que vi retorcerse a su cuerpo sobre la hierba, me excitó aún más.

―Muévete― le pedí cogiendo sus pechos entre mis manos y sin dejar de penetrarla, aumenté todavía más la velocidad de mi cabalgar.

Esa orden surtió el efecto deseado y casi sin poder respirar, mi francesa consiguió cerrar sus piernas mientras movía sus caderas. La presión que sus músculos vaginales ejercieron en mi miembro y sus jadeos rogándome que derramara mi semilla en su vientre, fueron un estímulo que no pude aguantar y exploté.

Mi pene seguía derramando su esencia, cuando noté que se me unía y que con sus dientes mordía mi cuello al hacerlo. El dolor y el placer se sumaron y mientras caía agotado sobre ella, Iv conseguía su segundo clímax de la tarde.

―Te adoro, pecosa― sonriendo dije todavía con la respiración entrecortada.

―Lo sé, Manuel― contestó radiando felicidad justo en el instante en que llegaban a nuestros oídos las voces de María y de Rocío buscándonos.

―¿Estás segura que quieres irte?― pregunté no muy seguro.

―Sí. Tienes razón, hasta ahora mi vida ha sido esta isla, pero aunque me da terror dejarla, debo hacerlo. Solo espero que después de tantos años, mi padre siga vivo y pueda presentarle a mi marido.

―¿Qué marido? ¿Lo conozco?― en son de guasa pregunté mientras mis dedos se perdían en su roja cabellera.

Mirándome a los ojos, respondió:

―Mira que eres bobo…

Epílogo

Tras ser rescatados, el capitán del mercante se puso en contacto con la armada de Indonesia y ésta con nuestros padres. Si mi pobre madre casi sufre un sincope al saber que su hijo seguía vivo, me imagino lo que sintió Jean Claude Duclos cuando le informaron que, tras quince años perdida, había encontrado a Ivette sana y salva. Lo único que sé es que, en ese mismo momento, canceló todas sus citas y cogiendo su avión privado, se desplazó hasta Denpasar donde estaban nuestras familias.

        Nuestra vuelta a la civilización se prolongó durante casi una jornada entera, veinte horas que resultaron una ruda prueba que tuvimos que superar los cuatro juntos porque cada vez que alguien se acercaba a la francesa, esta se ponía a llorar e intentaba huir.

Afortunadamente conté con la ayuda de mi prima y de su amiga. De no ser así, no sé qué hubiese hecho para controlar a la pelirroja que veía en cada uno de esos hombres de mar al capullo que intentó violarla siendo una niña.

―Va a necesitar nuestra ayuda― comentó Rocío mientras intentaba consolarla.

―Gracias, pero eso es responsabilidad mía― contesté haciéndome el gallito.

María al oírme, dejó lo que estaba haciendo y acercándose a la pelirroja, me miró hecha una furia:

―También es nuestra o te olvidas que hemos jurado que, si algún día nos rescataban, íbamos a seguir siendo una familia.

Apoyando a su amiga, Rocío me soltó:

―Iv es tan mujer mía como tuya y no pienso dejarla desamparada en un mundo que no conoce.

Juro que estuve a punto de echarme a llorar porque yo sentía lo mismo y si había dicho eso, era porque no quería obligarlas a cumplir con su palabra. La que si se echó a llorar fue la pelirroja que atrayendo a las otras dos, se puso a besarlas con desesperación.

Viendo la imagen, no me quedó más que decir:

―Somos cuatro y nadie podrá separarnos, si no queremos.

Las tres estuvieron de acuerdo y decidimos enfrentarnos a nuestras familias si llegado el caso se oponían a ello.

Como el lector se podrá imaginar, vaya si lo tuvimos que hacer porque al llegar al puerto, mis padres, mis tíos y los de Rocío se mostraron contrarios a la idea e intentaron hacernos ver que era una locura porque éramos muy jóvenes mientras achacaban a un trastorno que pensáramos siquiera en irnos a vivir juntos.

El único que no se opuso, fue Jean Claude porque para él nosotros éramos los ángeles que habían traído de vuelta a su retoño y viendo que Iv se mantenía firme en no irse a ningún sitio sin nosotros, juntó a las tres familias y les dijo:

―Nuestros hijos son mayores de edad y no podemos obligarles. Ya he perdido la infancia de mi pequeña, no pienso perderme el resto. Por ello quiero hacer una propuesta, afortunadamente tengo un pequeño château a las afueras de Paris. Lo ofrezco sin compromiso de ningún tipo para que vivan ahí y si pasado el tiempo ven que ha sido un error, siempre pueden volver a sus casas.

―¿Y los estudios? María está estudiando moda en Madrid― protestó mi tío al oír que el franchute nos daba una salida.

―Lo seguiré cursando en Paris.

―Pero hija, ¡Manuel es tu primo!― intentó hacerle ver poniendo cara de asco.

―Te equivocas, es mi marido y pienso vivir con él.

Esa afirmación cayó como un obús entre nuestros mayores y más cuando Rocío confirmó a los suyos que pensábamos crear una familia porque nos queríamos.

―Eso es inmoral, jamás he oído un disparate semejante― dijo mi viejo mientras intentaba sacarme de ahí.

―Papá, no me voy a ningún lado― y extendiendo mi mano al padre de Iv, le pregunté si su oferta seguía en pie porque de ser así la aceptábamos.

El magnate cerró el trato con un apretón de mano y casi sin despedirnos, Iv, María, Rocío y yo nos montamos en su avión…

FIN

“Pintor de Soledades” LIBRO PARA DESCARGAR (POR GOLFO)

$
0
0

Sinopsis:

Una crisis creativa obliga a un pintor a refugiarse en un hotelito escondido en mitad de la selva de Costa Rica con la intención de encontrar la inspiración perdida pintar pero no encuentra la tranquilidad que deseaba por la presencia de la impresionante directora del establecimiento junto con la de una divorciada deseando tener dueño. Pero lo que realmente alteró su existencia fue descubrir la alegría de la hija de la dueña bañándose con una amiga en una cascada.

Poco a poco descubre lo que esconden en su interior esas tres mujeres y al tiempo que plasma en sus cuadros la naturaleza del lugar y la personalidad de sus modelos, Mateo se plantea su vida, el sexo pero sobre todo sus sentimientos .

MÁS DE 130 PÁGINAS DE ALTO CONTENIDO ERÓTICO

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

https://www.amazon.es/dp/B077KKJD6P

Para que podías echarle un vistazo, os anexo los CUATRO PRIMEROS CAPÍTULOS:

1

Sabía antes de entrar que la reunión de esa mañana sería dura y que versaría en gran medida sobre la falta de inspiración que me tenía paralizado. Lo que no me esperaba fue que evitando cualquier tipo de prolegómeno, mi representante harto de esperar las obras con las que celebrar la exposición que tenía comprometida me soltara:
―Mateo tienes que olvidar de una vez a esa zorra y ponerte a pintar.
―Lo sé pero no puedo. No he perdido sólo a mi novia sino también a mi musa― repliqué molesto.
Sabía que Alberto tenía razón porque llevaba seis meses sin tocar un pincel pero es que me veía incapaz. Solo el pensar en ponerme frente a un lienzo me ponía de mala leche al saber que de hacerlo, perdería el tiempo por carecer de inspiración.
«Andrea lo era todo y ahora ya no está», murmuré en mi interior sin exteriorizarlo.
―Tienes que continuar con tu vida― contestó― no eres el primero ni el último al que han dejado y por ello como tu amigo te ruego que intentes borrarla de tu memoria.
―¡Cómo si fuera tan fácil!― protesté destrozado― Todo me recuerda a ella. Madrid, el barrio, mi casa.
―Joder, ¡pues vete a otro sitio! A la playa, al campo…― estaba respondiendo cuando de pronto se acordó de un pequeño pueblo del que le habían hablado por su belleza y que están situado en las faldas de un volcán: ― …o a un lugar fuera de España.
Por su tono supe que me iba a proponer un destino y adelantándome, le pregunté en qué había pensado:
―Uno de mis clientes ha remodelado un hotelito rural muy cerca del Turrialba y sé que si le pido que te haga un precio especial, lo hará encantado.
―¿Dónde eso? Te juro que no sé de qué hablas.
Mi agente a carcajada limpia, me soltó:
―En Costa Rica. El Turrialba es un volcán y por lo que sé, la zona es impresionante.
―¡Estás de coña!― repliqué.
Pero entonces sin dar su brazo a torcer, Alberto me describió la finca y los alrededores como una especie de edén paradisiaco alejado de la civilización y en mitad de la selva. Su entusiasmo me convenció y antes de dejar que me echara atrás, llamó a su conocido y acordó que me quedara ahí durante tres meses a cambio de dos cuadros.
Con todo cerrado, me atreví a reconocerle que no me importaban las diez horas de viaje en avión ni las cuatro por carretera, lo que realmente me echaba para atrás es no estar cerca de Andrea por si se arrepentía y me podía volver.
―Estas idiota, esa puta ha cazado a ese ricachón y no va a soltarlo hasta que consiga su dinero― contestó encolerizado.
Asumiendo nuevamente que decía la verdad, llamé a una agencia de viajes y contraté el primer vuelo que saliera hacia San José.

Costa Rica era uno de los pocos países hispanoamericanos que no conocía y por eso al llegar me sorprendió no sólo su nivel de vida sino la alegría que parecía un rasgo común en todos sus habitantes
Aun así me pareció una ironía el lema con el que se publicitaban en el resto del mundo porque mientras se hartaban de decir “pura vida” en mi caso era “puta vida”.
Molesto con el universo y cagándome en los muertos de mi agente, recogí el todoterreno que había alquilado para mi estancia en esas tierras. Pero fue al meter la dirección de la hacienda a la que iba en el GPS cuando el ánimo se me cayó a los pies:
―Tres horas para recorrer setenta y cinco kilómetros― exclamé en el enorme Toyota de alquiler: ―Debe de estar mal― me dije tratando de auto convencer.
Desgraciadamente la realidad confirmó los negros augurios de ese siniestro aparato por qué a los diez kilómetros de la capital, la autopista terminó dando paso una pequeña y mal asfaltada carretera.
«Menuda mierda», protesté quince minutos después al comprobar en la pantalla que debía meterme en un camino de tierra y por ello haciéndome al arcén busqué otro trayecto.
Fue inútil, a mi destino solo se podía acceder por la ruta que me había marcado inicialmente.
«Solo quedan cincuenta kilómetros», pensé mientras arrancaba.
El hijo de perra de Murphy se rio de mí y lo que había empezado mal, empeoró al caer un diluvio universal que ralentizó más si cabe mi paupérrimo ritmo.
«¡No puede ser!», amargamente protesté cuando tuve que poner las reductoras tras una advertencia del vehículo al deslizarse peligrosamente en una curva, «¡Voy a menos de veinte kilómetros por hora!».
La situación no era preocupante.
«Tienes gasolina, agua y teléfono. Estas en un país conocido por su seguridad y lo máximo que te puede ocurrir es quedarte tirado», mascullé de mal humor justo cuando de improviso la lluvia terminó y un sol de justicia apareció entre los árboles.
Con nuevos bríos afronté el resto del camino, bríos que se fueron convirtiendo en hastío con el paso del tiempo hasta que cuatro horas y diez minutos después de salir del aeropuerto, llegué a mi destino.
―¡Qué maravilla!― exclamé al contemplar la hacienda en la que iba a pasar esos tres meses.
Y no era para menos porque nadie me había dicho que era un palacio tipo colonial solo comparable con el impresionante entorno en el que estaba situado.
Acababa de apagar el todoterreno cuando mi sorpresa se incrementó al observar que del interior de esa mansión salía una diosa.
«¿Quién será?», me pregunté babeando mientras esa belleza se acercaba meneando su trasero.
Pocas veces había contemplado algo tan sensual ni tan bello como esa desconocida bajando las escaleras. Su pelo incrementaba el atractivo de unos ojos tan negros como la noche. Pero fue al verla sonreír cuando mi corazón amenazó con detenerse.
«Debe de ser de mi edad», dije para mi mientras trataba de recuperar la respiración, calculando que debía rondar los treinta y tantos.
Ajena al exhaustivo escrutinio al que la estaba sometiendo, alargó su mano mientras me decía:
―Soy Soledad, la directora de “El Quemado”. Usted debe ser Mateo Cienfuegos, el famoso pintor.
Azorado por ese inesperado piropo, negué esa fama mientras estrechaba su mano y entonces cometí un error del que no tardé en arrepentirme, intenté saludarla a la manera española, es decir con un beso en la mejilla.
―¿Qué tipo de mujer cree que soy?― espetó al sentir que invadía su espacio vital.
A pesar de mis disculpas, la cordialidad había desaparecido de su rostro siendo sustituida por una frialdad que me hizo entumecer.
―Tiene su habitación lista, sígame― comentó con tono gélido sin esperar a que recogiera las maletas.
Convencido de haber mancillado de alguna forma el honor de esa mujer tomé mi equipaje y corriendo por los pasillos, la seguí sin intentar otra conversación que la habitual entre un gerente de hotel y un huésped. De forma que en silencio dejé que me mostrara el cuarto que me había preparado sin expresar la satisfacción que me produjo la intensidad de la luz que se colaba por las ventanas.
«Es un sitio ideal para pintar», sentencié mientras profesionalmente Soledad me enseñaba la enorme cama King Size con la que estaba dotada esa habitación.
Tampoco me llamaron la atención ni el lujoso jacuzzi del baño añejo ni el despacho reservado para mi uso porque estaba obnubilado observando los diferentes colores del paisaje selvático que se divisaba desde sus ventanas.
―Todo lo que ve es parte de la finca― con voz gélida me espetó la morena al ver el poco caso que hacía a su explicaciones.
―Es imposible―alcancé a decir mientras me hacía una idea de la complejidad que sería plasmar esas tonalidades en un lienzo.
Soledad malinterpretó mi respuesta y con una mezcla de orgullo y desdén replicó:
―El Quemado abarca mil quinientas hectáreas de bosque tropical. Pocas fincas en el país pueden comparársele por la riqueza de sus maderas y la diversidad de su fauna.
Como artista me la sudaba el aspecto económico o medio ambiental de ese paisaje, estaba fascinado con su belleza. Por eso no me digné a contestarla y sacando por primera vez en meses mi cuaderno de dibujo, me puse a dibujar un primer bosquejo de esa vista.
―La cena es a las ocho. Por favor sea puntual― dijo con aspereza al comprobar que me había olvidado de su presencia.
Hoy comprendo que esa monada hubiese dado por supuesto que era un cretino pero ese día estaba tan alucinado por mis ganas de pintar que no comprendí que me había portado como un maleducado.
Es más absorto en el dibujo, se me pasó el tiempo sin darme cuenta y ya habían dado las ocho y media cuando caí en que llegaba tarde.
«Joder, va a pensar que lo he hecho a propósito».
No me equivocaba por que al llegar al comedor, el cabreo de Soledad se masticaba en el ambiente. Y por segunda vez en esa tarde tuve que disculparme. Como en la ocasión anterior, no sirvió de nada porque esa morena no me quiso escuchar y si me hablo fue para preguntar lo que quería de cenar.
«Menudo cabreo tiene la condenada», murmuré para mí mientras le contestaba que algo ligero porque estaba agotado.
La costarricense me miró sin rastro de compasión y pasando mi comanda a una de las camareras, me dejó solo cenando sin despedirse.
―Hasta mañana― alcancé a escuchar antes de verla desaparecer por la puerta…

2

El cansancio del viaje me hizo caer rendido sobre la cama y aunque mi intención era quedarme trabajando hasta las diez para recuperarme del Jet-Lag, en cuanto puse mi cabeza sobre la almohada me dormí. Por primera vez en meses, mi sueño fue profundo y sin altibajos, de forma que el amanecer me encontró descansado y con ganas de pintar. Mirando el reloj, comprendí que tenía que hacer tiempo durante dos horas:
«Puedo dar una vuelta por la zona hasta que a las siete abran el comedor», pensé mientras ataba los cordones de mis zapatillas. Ya listo cogí una cámara de fotos y salí de esa mansión.
Los dieciocho grados de temperatura a esa hora me hicieron temer que una vez avanzase la mañana, el calor se haría insoportable. Por ello me alegró haber salido tan temprano y sacando mi móvil, comprobé que funcionaba el navegador. Tras lo cual sin miedo a perderme, me adentré en la selva a través de una senda que nacía a pocos metros del hotel.
El verde esmeralda de esa arboleda me engulló sin permitir que mi vista se extendiera a lo lejos pero eso en vez de molestarme, me cautivó al descubrir una variedad de flores y plantas de indudable belleza y que a los que los ojos de un europeo parecían de otro planeta.
«Son increíbles», murmuré para mí mientras fotografiaba todo lo que tenía a mi alcance.
Nada quedó sin ser inmortalizado, desde un enorme hormiguero a unas primorosas orquídeas fueron objeto de mi teleobjetivo. Cuando después de una hora mi entusiasmo amenazaba con decaer, de improviso vi que se abría un hueco en esa floresta y al cruzarlo, me encontré de bruces con el paisaje más cautivante que jamás había contemplado. Confieso que me quedé anonadado al observar esa cascada y la pequeña laguna que se formaba a sus pies.
―No puede ser cierto― murmuré frotándome los ojos incapaz de creer que algo tan extraordinario pudiese existir.
Parecía el resultado del trabajo del genio de un paisajista. Dos enormes jacarandas con sus flores rojas eran el marco de entrada a ese paraíso. Conteniendo la respiración no fuera a desaparecer, me acerqué a comprobar esas cristalinas aguas. Ya en la orilla comprendí que ese lago rebosaba de vida al ver los perfiles plateados de multitud de peces.
«Esto merece por si solo una exposición», resolví mientras guardaba en mi teléfono la localización exacta de ese emplazamiento para poder volver pertrechado con todo lo necesario para plasmarlo en lienzo.
Deseando coger mis pinceles, busqué el camino de vuelta al hotel y para mi sorpresa, descubrí que estaba a menos de un kilómetro.
«Debo de haber estado dando vueltas a su alrededor», asumí mientras me orientaba.
Diez minutos después, estaba entrando por la puerta cuando me topé con la directora. Estaba tan feliz por el provecho de mi paseo que, al ver que me miraba con cara avinagrada, me hizo gracia y queriendo vengar el modo en que me trataba, la saludé diciendo:
―Cuando ayer la conocí, creí que nada podía competir con su belleza pero me equivoqué: ¡El Quemado es todavía más bello!
Aunque mi ataque contenía implícito un piropo, no preví que esa bruja se pusiera colorada y menos que saliera huyendo por la escalera sin decir nada.
«¡Qué tía más rara!», zanjé sin darle mayor importancia.
Tras lo cual, me dirigí al comedor a desayunar opíparamente para así no tener que parar por hambre si tal y como esperaba me daban las horas pintando. Afortunadamente María, la camarera regordeta de la noche anterior, me informó que me habían preparado un desayuno típico costarricense con gallo pinto, huevos, plátano maduro, carne en salsa y tortillas.
―¿Nada más?― comenté muerto de risa porque al contrario que en ese país, mi costumbre era tomar únicamente un café y como mucho unas tostadas
La morena cazó al vuelo que iba de broma y sonriendo de oreja a oreja, replicó:
―Primero acábeselo y luego hablamos.
La naturalidad de esa muchacha me gustó y entablando conversación con ella, me enteré que las tres cuartas partes de los hombres del pueblo más cercano trabajaban en la hacienda bajo el mandato de Soledad que además de dirigir el hotel, controlaba la gestión de toda la plantación.
―Los compadezco― comenté en plan de guasa.
María no entendió a qué me refería y al explicar que teniendo de jefa a ese témpano de hielo el trabajo allí debía ser un infierno, muy ofendida me replicó:
―Se equivoca con la patrona. Doña Soledad es una bendición para este pueblo. Desde que se quedó viuda, no solo ha sacado adelante la plantación que le dejó su marido sino que se ha convertido en el sostén de las mujeres pobres de la zona. Nadie sabe lo que hubiese sido de nosotros si ella no estuviera aquí.
La adoración con la que hablaba de su jefa me impactó al no concordar con la imagen preconcebida que tenía de esa mujer. De ser cierto lo que decía, me había equivocado totalmente con ella.
«La tiene en un altar», asumí y tratando de sacar más información de esa regordeta porque no en vano me acababa de informar que ella era “mi cliente”, decidí aprovechar su naturaleza charlatana. Por eso le pedí que disculpara mi torpeza porque había hablado sin saber y que hasta ese momento, nadie me había contado que Soledad había perdido a su marido.
Mi interés por su jefa no le pasó inadvertido y con todo lujo de detalles, me explicó que enviudó a raíz de un accidente de avioneta y que una vez sola, había conseguido salir adelante sin ayuda de nadie.
―¿Hace cuantos años ocurrió?― pregunté.
Se tomó unos segundos en contestar:
―Su hija era una niña por lo que debe de hacer unos diez años.
Que ese monumento de hielo fuera capaz de enfrentar con entereza una desgracia entraba dentro de mis esquemas pero que fuese madre no me lo esperaba.
«Menuda sorpresa», dije para mí cada vez más interesado.
Desafortunadamente, me quedé con las ganas de seguir averiguando cosas de ella porque desde la cocina llamaron a la camarera cortando de plano la conversación.
«No importa», pensé mientras salía hacia mi cuarto: «ya tendré tiempo de enterarme quien es realmente esa belleza».
Acababa de recoger todos mis bártulos cuando nuevamente me encontré con la dueña y señora de la hacienda pero en esta ocasión al verme con el caballete, el lienzo y demás instrumentos, me preguntó si iba a volver a comer. Al contestarla que no creía porque pensaba pasarme el día pintando, llamó a la cocina y les ordenó que me prepararan un almuerzo.
―Muchas gracias― respondí extrañado de su actitud, ya que aunque mantuvo en todo momento el rostro serio, creí adivinar una cierta cordialidad en su trato.
Lo más raro fue que una vez me trajeron esa bolsa con comida y agua, Soledad se dio cuenta que tendría que hacer dos viajes y sin preguntar mi opinión pidió a un mozo que me acompañara.
«Definitivamente esta tía es bipolar», murmuré mientras salía rumbo a la laguna…

3

Mucha gente puede suponer que pintar un cuadro es una tarea fácil pero no es así. Quién se haya enfrentado ante un lienzo en blanco sabe de lo que hablo. Antes de siquiera pensar en coger el pincel, el verdadero artista invierte horas en buscar lo que realmente quiere expresar en su obra. Docenas sino cientos de bocetos se realizan en papel intentando dar con el encuadre, la luz y la orientación justa antes de intentar plasmar su idea en tela.
Eso fue lo que me ocurrió ese día. Estaba tan entusiasmado con ese paraje salvaje que me pasé gran parte de la mañana intentando decidir con que parte de ese paraíso debía empezar. Las ideas se arremolinaban en mi mente y tan pronto comenzaba a hacer un bosquejo de los rayos de sol filtrándose a través de la espesura como de pronto cambiaba de objetivo y me ponía a dibujar una flor en particular.
«Tengo que centrarme», pensé al verme, tras una época de sequía, pletórico y con cientos de ideas.
Desgraciadamente todo a mi alrededor me resultaba digno de ser interpretado por mi arte y dejarlo para la posteridad. Por ello ya eran cerca de las doce cuando me di por vencido y decidí volver a coger la cámara para en la soledad de mi habitación analizar las imágenes y tomar la decisión de por dónde empezar. Recuerdo que estaba tomando una panorámica del lugar cuando escuché unas voces adolescentes acercándose y sin saber que me indujo a hacerlo, me escondí mientras maldecía su interrupción.
Los culpables resultaron ser dos crías de la zona que venían a bañarse en la laguna. Juro que su presencia me parecía un sacrilegio, una mancha que echaba por tierra la naturaleza impoluta de ese edén. Por ello en un principio no me fijé en la indudable belleza de sus cuerpos juveniles cuando despojándose de la ropa se pusieron a nadar en bikini alterando irremediablemente el entorno.
Todo eso cambió cuando ajenas a estar siendo observadas por un forastero, las chavalas se dejaron llevar por la inocencia que daban sus pocos años y comenzaron a jugar a mojarse la una a la otra. La alegría que transmitían con sus risas me pareció adorable y aprovechando que tenía en mi mano la cámara, comencé a retratarlas discretamente.
Sintiéndome un voyeur utilicé mi teleobjetivo para buscar el enfoque y fue entonces cuando me percaté que eran dos bellezas de mujer y que había encontrado las musas que llevaba tantos meses añorando.
«Son la dulzura personificada», murmuré mientras iba acercándolas en la pantalla e inconscientemente me centraba en el contraste de la blancura casi nívea de la que parecía más joven y la piel morena de la mayor.
Obsesionado con ellas, no paré de fotografiar sus cuerpos compitiendo mientras se hacían aguadillas sin tener constancia en ese momento de la brutal sensualidad que trasmitían esos pechos al rozarse entre ellos.
Las intrusas estuvieron jugando más de media hora en esas cristalinas aguas hasta que ya cansadas decidieron tomar el sol sobre una piedra. La primera en salir de la laguna fue la rubia y al hacerlo me quedé casi sin respiración al observar la perfección de sus curvas.
«¡Es preciosa!», exclamé en silencio mientras grababa en mi memoria y en la de la cámara el caminar de esa leona de larga melena clara, «debe tener veinte años».
Con mi corazón bombeando a mil por hora, admiré desde mi escondite su impresionante trasero sin dejar de pulsar el botón que sin desearlo esa noche me permitiría revisar hasta la extenuación la gloriosa sensualidad de sus nalgas.
«No he visto nada igual», certifiqué aproximando la imagen como si la tuviese a escasos centímetros de mi cara.
No tardé en pasar de la dureza de sus glúteos a la exuberancia de sus senos y con auténtico frenesí, capturé el discurrir del profundo canal que discurría entre ellos mientras mi conciencia me pedía que parara porque era insano la atracción que estaba sintiendo por esa muchacha recién salida de la adolescencia.
Dejando al lado esos reproches, continué inmortalizando el busto de la desconocida dejando patente que tanto tiempo en el agua había endurecido sus pezones.
«¡Quien los tuviera en la boca!», sentencié ya totalmente excitado al soñar que algún día serían míos.
Estaba todavía salivando con esa imagen cuando la morena salió del agua. La diferencia de edad con su amiga no fue óbice para que mi propia calentura me azuzara a buscar captar la sensualidad que transmitía y sin pensármelo dos veces, con el zoom busqué el lado más erótico de la recién llegada.
Ignorando mi presencia, la muchacha me lo puso fácil porque mientras trataba de encontrar postura en la roca me deleitó con unas instantáneas en las que parecía ir a abalanzarse sobre su compañera. Sabiendo que estaba infringiendo todo tipo de moral, me concentré en sus gruesos labios y en el exotismo de sus ojos negros antes de pasar a fotografiar sus pechos.
Más pequeños que los de la rubia me parecieron igualmente atractivos debido a que por su edad y su tamaño la gravedad no había hecho estragos en ellos.
«Parecen los cuernos de un toro», mascullé para mí al comparar su delicada forma con los pitones de esa bestia.
Deslizando mi objetivo por su cuerpo comprobé la ausencia de grasa abdominal pero reconozco que me quedé obnubilado al contemplar el modo en que su cintura se ensanchaba para dar entrada a sus caderas. Temiendo no tener otra oportunidad, perpetué su trasero centrándome en la forma en que el estrecho bikini desaparecía entre sus nalgas mientras ese primoroso ejemplar de raza mestiza se daba la vuelta para que el sol terminara de secarle la espalda.
«Alberto se va a quedar alucinado cuando le mande los primeros bocetos», pensé mientras seguía tomando fotos de mis inesperadas modelos, «siempre me ha dicho que mis cuadros adolecen de falta de pasión».
Al cabo de un rato las dos crías se dieron cuenta de la hora y cogiendo su ropa, desaparecieron de mi vista. Ebrio de emoción esperé un tiempo prudencial antes de volver al hotel por temor a toparme con ellas y que sospecharan que había descubierto su guarida secreta.
Ya en mi habitación descargué la memoria en el ordenador y comencé a revisar los cientos de instantáneas que había hecho esa mañana. Reconozco que pasé por alto todas aquellas que plasmaban la belleza del lugar y estudié con detalle en las aparecían mis musas. Excitado, obsesionado y ciego de lujuria repasé una por una, deleitándome en el erotismo que manaba de sus juegos y eligiendo una me puse a plasmar mi idea sobre un papel.
Incomprensiblemente ese día todo me salía bien y al cabo de dos horas había rellenado dos cuadernos con dibujos subidos de tono de mis “princesas”. Particularmente estaba encantado con uno en el que había trasformado el inocente momento en el que la morena estaba acomodándose al lado de su amiga en una alegoría del amor lésbico entre dos mujeres, dotando al modo en que miraba a la rubia de un deseo tan brutal como prohibido.
«Por este tengo que empezar», me dije tras comprobar la fuerza onírica que tendría para los que una vez terminado lo contemplaran.
Sin más dilación, tracé el primer bosquejo sobre el lienzo.
Jamás he sido partidario de la pintura rápida y mis cuadros eran reflejo de ellos. Mi gusto por el detalle me hacían acercarme peligrosamente al hiperrealismo y solo el aspecto onírico que impregnaba a mis obras lo alejaban de ese tipo de arte. Aun así a la hora de cenar ese trozo de tela había dejado de ser blanco y cualquiera que conociera a esas chavalas las hubiera reconocido de inmediato. Por ello antes de dirigirme al comedor y temiendo que un indiscreto echara un ojo a mi creación preferí taparlo, no fuera a ser que me causara problemas con la gente del lugar.
Mi satisfacción era inmensa al sentirme nuevamente un artista y no un fracasado. Quizás por ello, al llegar al restaurante y ver a el gesto poco amigable de doña Soledad no me importó. Es más queriendo demostrarle lo poco que me afectaba su sequedad, me atreví a decirle con tono divertido:
―Señora, ¿algún día me va a permitir retratarla? Es una pena que el resto del mundo no conozca el tesoro que esconde esta hacienda.
Como siempre había ocurrido, observé que al oír mi piropo sus mejillas adquirían sin querer una tonalidad rojiza antes de darse la vuelta ignorándome.
«Aunque era broma, no me importaría pintarla», me dije al girarme y ratificar que la indudable belleza madura de su rostro iba acompañada por unas posaderas que lejos de afearla, realzaban su atractivo.
«Dios debió pensar en mí el día en que repartió tantos dones entre las mujeres de esta zona», murmuré mentalmente mientras elegía una mesa alejada de la entrada…

4

Estaba mirando la carta cuando María llegó y con su desparpajo habitual comentó que si tenía hambre tenía la obligación de probar el “casado” que había preparado la cocinera.
―Prefiero las casadas― respondí en plan de guasa sin prever que la camarera soltara una carcajada que retumbó en toda la sala.
Los otros huéspedes se nos quedaron mirando tratando de averiguar el motivo de las risas de esa morena. Aunque solo fueron unos segundos, me pareció una eternidad el tiempo que esa mujer tardó en recobrar la compostura y por eso cuando me explicó que el casado era un plato costarricense compuesto por un montón de ingredientes, estaba tan cortado que ni siquiera la escuché.
―Me parece bien― respondí deseando que desapareciera rumbo a la cocina y dejar de ser el centro de las miradas.
A pesar de ejercer una profesión en la que la intercomunicación con los clientes es básica, soy bastante tímido y por eso cuando me atreví a mirar a mi alrededor, me sorprendió observar que una cuarentona de buen ver me sonreía. Al comprobar que era a mí devolví la sonrisa sin mayor intención que ser educado pero esa castaña interpretó ese gesto como una invitación y cogiendo su bolso, se acercó hasta mi mesa.
―Soy Patricia― dijo extendiendo su mano hacia mí.
No queriendo cometer dos veces el mismo error evité saludarla con un beso en la mejilla, únicamente se la estreché y mientras veía que se sentaba sin haber sido invitada, me soltó:
–Mateo, desde que Soledad me contó que iba a quedarse con ella su pintor favorito, tenía ganas de conocerte.
―¿Y eso?― contesté intrigado por el supuesto fervor que la dueña de todo ese paraje sentía por mi pintura.
Aprovechando que le había dado entrada con mi pregunta, se relajó en su silla mientras me comentaba:
―Durante nuestro último viaje a España, acudí con Sole a una exposición grupal de pintura y mi amiga se quedó tan impresionada con sus cuadros que se compró uno.
Deseando saber cuál era, le pregunté si sabía su título:
―Ni idea― respondió pero entonces sacando su móvil me dijo: ―Creo que tengo un selfie en el que sale.
Tras revisar unos segundos en su teléfono, lo encontró y pasándomelo, dijo con voz pícara:
―Siempre me ha parecido un poco fuerte.
Reconozco que me quedé pasmado al enterarme que esa mujer había sido la valiente que se había atrevido a comprar la que consideraba mi obra más erótica hasta el momento y que no era otra que el retrato de mi ex novia desnuda llamándome desde la cama.
«¡Qué curioso!», musité mentalmente al no cuadrarme que encima tuviese el valor de colgarlo en el salón de su casa, teniendo en cuenta el lujo de detalles con el que había plasmado tanto el cuerpo de mi musa como mi trasero.
Estaba todavía pensando en ello cuando la indiscreta mujer me preguntó quién era la modelo.
―Alguien de mi pasado que amé― respondí escuetamente.
―Soledad siempre ha dicho que le entusiasma porque se nota el amor con el que el autor pintó a la muchacha y que más que una invitación de ella para llevarlo a la cama, era la expresión inconsciente del deseo del artista por ser amado.
―Yo no lo hubiese expresado mejor― repliqué confirmando de ese modo que esa interpretación era la correcta en vista a como habíamos terminado.
Fue entonces cuando Patricia dejó claras sus intenciones cuando me preguntó si aceptaba encargos. Antes de contestar observé que bajo su blusa habían emergido dos pequeños volcanes y recreando mi mirada en ellos quise saber qué tipo de cuadro deseaba que le pintara.
Sin ningún tipo de rubor, la mujer respondió:
―Quiero un retrato mío desnuda antes que la edad haga mella en mi cuerpo.
Azuzado por la expresión llena de lujuria de sus ojos, no pude negarme. Es más sabiéndome al mando, le hice saber que de aceptar y aunque estaba abierto a sugerencias, sería yo quien eligiera el modo de plasmarla en el lienzo.
Recibió mis palabras con alegría y tras cerrar conmigo el precio, me prometió total libertad diciendo:
―Te juro que no pondré objeción alguna a tus deseos. Por tener un cuadro pintado por ti, soy capaz de modelar atada a una cama.
―Tomo nota― contesté de broma suponiendo que había sido una exageración de su parte.
Pero entonces la cuarentona se descubrió ante mí al insistir en el tema:
―¿En serio me pintarías amordazada e indefensa?
Adivinando que más que un deseo era una necesidad, quise saber si tras esa fachada de dama se escondía una sumisa y por eso arriesgándome a que montara un escándalo, acercando mi boca a su oído susurré:
―Ese tipo de encargo, tiene un coste extra. Si quieres algo así, quítate las bragas y dámelas.
El gemido que salió de su garganta afianzó mi impresión de hallarme ante una mujer esclava de una sexualidad desaforada y no queriendo que se lo pudiese pensar, le exigí que me las diera inmediatamente.
―¿Aquí?― respondió con los ojos como platos llena de pavor.
Pero al ver que me mantenía firme en mi postura, maniobrando por debajo del mantel se las quitó y disimuladamente me las dio. Decidido a forzar su claudicación y que se revelara como una hembra necesitada de dueño, cogí esa coqueta prenda entre mis dedos y extendiéndola sobre la mesa, insistí:
―¿Te gustaría que las oliera?
Con la respiración entrecortada dudó unos instantes y tras mirar a su alrededor y comprobar que nadie nos miraba, dijo con su voz cargada de emoción al saber que con ello firmaba su rendición:
―Me encantaría.
Satisfecho que hubiese caído por voluntad propia en mis garras, decidí usar el poder que ella misma me había entregado al decir:
―Todo en la vida tiene un precio: quiero verte masturbándote mientras lo hago.
Confieso que me sorprendió la facilidad con la que aceptó mi orden pero aún más que en su rostro apareciera una sonrisa mientras me decía:
―Será un placer, amo― tras lo cual escondiendo su mano de la vista de todos, se acomodó en la silla y comenzó a tocarse.
La llegada de la camarera con nuestros platos la puso a prueba y nuevamente demostró que quería estar a la altura porque en ningún momento hizo ademán de sacarla sino que incluso me percaté que incrementaba la velocidad con la que torturaba su sexo.
―Muchas gracias, María― comenté a la camarera al advertir que miraba alucinada tanto a mi invitada como a la prenda de encaje que lucía al lado de mi tenedor.
Esperé un momento a que se fuera y con una sonrisa de oreja a oreja, comenté a mi inesperada adquisición:
―¿No tendrás ninguna duda que se ha dado cuenta de lo que hacías?
―Sé que me ha visto― contestó con un brillo en sus pupilas que me hizo saber que la había excitado el hecho de ser pillada en esa situación tan incómoda.
Dando por sentado que además de sumisa, esa mujer era exhibicionista, premié su desempeño llevando sus bragas a mi nariz. Ese gesto fue el detonante de su placer y mordiendo sus labios para no gritar, se corrió ante la presencia del que sabía que sería su dueño mientras durara mi estancia en esa región.
El silencioso orgasmo de la castaña azuzó mi lado dominante, por ello mientras dejaba de olisquear esa prenda y me la guardaba en el bolsillo, dejé caer que me gustaban las putas sin pelos en el coño. Ese insulto claramente dirigido a ella no la importó y temblando todavía de placer, contestó:
―Esta misma noche me lo afeitaré para que no tenga queja.
Habiendo conseguido todo lo que me proponía la dejé descansar y cambiando de tema, le pregunté de qué conocía a la dueña de esa hacienda.
―Amo, la conozco desde niñas. Fuimos juntas a la misma clase.
Que siguiera dirigiéndose a mí con ese apelativo cuando claramente había dejado de comportarme como tal, me intrigó y al preguntárselo, Patricia contestó:
―Usted es el primero en conocer mi secreto, ni siquiera mi ex marido lo sabe y para mí es una liberación poderle llamar así.
―¿Estás divorciada?
―Gracias a Dios así es, no sabe lo aburrido que era vivir con un hombre que no ejerciera como tal y que tuviese que ser yo quién llevara las riendas de todo.
Descojonado por esa respuesta, repliqué:
―Conmigo las únicas riendas que llevarás serán las de tus bridas cuando te monte.
Esa nada sutil promesa desbordó a la mujer y comportándose como una verdadera lunática, me pidió permiso para volver a masturbarse.
―Ahora vamos a comer, tengo hambre― respondí advirtiendo por primera vez la barbaridad que me habían puesto para cenar ya que en mi plato no solo había arroz con frijoles sino también plátano, col e incluso carne.
Poniendo un puchero, aceptó mi orden y se puso a cenar con apetito mientras me miraba con una devoción que jamás había visto en ninguna de mis parejas. Por mi parte, la amistad de esa mujer con doña Soledad me tenía confundido y empecé a valorar si la rudeza con la que me trataba no escondería una personalidad parecida a la de su amiga.
«No puede ser», medité mientras saboreaba el estupendo pero excesivo platillo, «no hubiese sido de sacar una hacienda como esta adelante».
A partir de ese momento, decidí que debía intentar acercarme a esa enigmática mujer para descubrir cómo era y sabiendo que de conocer que Patricia se había entregado a mí, nunca se produciría ese acercamiento, la ordené que no se lo dijera y que frente a los demás, se comportara normalmente.
―Así lo haré, amo― prometió.
Curiosamente, a partir de ese momento, la castaña me hizo caso y desmelenándose, me demostró que era una mujer lista y divertida con la que pasé una hora muy entretenida mientras terminábamos de cenar. Solo al llegar el postre y acercarse el momento de decir adiós, me pasó su dirección en un papel diciendo:
―Mañana su sucia putita esperará ilusionada que su dueño la pinte en su casa.
―¿Solo pintarte?― pregunté soltando una carcajada.
Bajando sus ojos en plan coqueto, contestó:
―Si tiene tiempo y ganas me encantaría que me obligara a entregarme a usted.
Tras despedirme de ella en el hall del hotelito, subí directamente a mi habitación. Al llegar y ver en el reloj que era temprano, el estado de ebullición de mis neuronas fue productivo porque en vez de abocarme a rememorar el día haciéndome una paja, decidí sacar el cuadro que tenía a medias y ponerme a pintar. Me consta que la dosis de testosterona que me había inyectado en vena tuvo bastante que ver con la sensualidad con la que exageré el tamaño de los pezones de la morena. Juro que no fue mi intención pero mientras perfilaba los músculos de mi involuntaria modelo, los dibujé en tensión dando la impresión visual que era una pantera lista para lanzarse sobre su presa.
En cambio a la rubia la dibujé durmiendo y relajada ajena a que en breves momentos iba a ser despertada violentamente por la lujuria de su amiga. En ella mi pincel resaltó la palidez de su piel y solo me permití añadir unas gotas sobre su pecho que ir en concordancia con su empapado pelo.
Eran casi la una de la madrugada cuando alejándome dos pasos del cuadro, lo miré complacido al saber sin ningún género de dudas que era de lo mejor que nunca había pintado y decidí dejarlo hasta el día siguiente antes de darle fin al firmarlo.
«Tiene fuerza, potencia, sensualidad», sentencié y cerrando los ojos me dormí…

Relato erótico: “Rompiéndole el culo a Mili (22)” (POR ADRIANRELOAD)

$
0
0

Los papeles se habían invertido, yo la perseguí para explicarle lo que pasó y ella huyo de mi… ahora ella quería hablar y yo quería huir… en realidad no quería irme… solo darle una lección a mi manera… yo le pedí las cosas por las buenas y no acepto… ahora ella me rogaría que la atore, que la satisfaga…

No la iba dejar con el ano abierto, palpitante y las rechonchas nalgas aire en medio del bosque… se imaginan que la deje ahí y aparezca alguna culebra (poco probable) y se meta por donde yo debía… o que algún suertudo perdido en el bosque se aproveche de esa situación… ni hablar…

Yo solo quería aprovecharme de su desventura y arrechura… fui al otro lado del árbol, donde yacían sus senos a punto de reventar y su cara empolvada, cabellos desordenados y rostro enloquecido de éxtasis…

– Vamos Danny… me imploraba que volviera atrás a someterla cruelmente.

No la deje decir nada más, la jale de los cabellos y le clave mi verga hasta la garganta, casi ahogándose, hice que me la mamara… cuando recupero el ritmo de la respiración, se asió a mi verga con las dos manos, luego con una, mientras me jalaba por las caderas para que no me aleje… pero la deje…

– No ¿a dónde vas?… nooo… exclamo roja de pasión.

Sin hacer mayor ruido, me fui detrás suyo y volví a enterrarle mi verga hasta las tripas…

– Ayayayyyy…. Ouuuu…. me desgarraste el ano… ouuu… se quejó exagerando.

No preste atención a sus quejas, en poco tiempo volverían a ser gemidos de placer, agradecimiento, yo le jaloneaba sus las gordas nalgas, abriendo su culo para que mi verga entre sin obstáculos a su ano… mientras que por el ímpetu, caían las hojas de las ramas que la apresaban.

– Asiii… ohhh siii… … uhmmm… ohhhh… exclamaba enloquecida y me gustaba.

Llegue a pensar que hacía varios minutos que Mili pudo haberse liberado, pero no quiso, solo quería someterse a ese dulce martirio que tanto le gustaba. Antes su cuerpo se resignaba a que la violara, ahora ella se había acomodado mejor en el árbol para recibir mis embestidas, con la espalda arqueada y levantando el culo para recibirme mejor y hasta el fondo…

– No puedo más… no aun no… nooo… uhmmm… por más que se resistió, desfalleciente termino envuelta en un profundo orgasmo que la hizo temblar de pies a cabeza…

– ¿Qué?… ¿es todo?… le reclame aun molesto.

– Ay nooo… no doy más… ufff…. uhmm… resoplaba molida, disfrutando extasiada.

No llegue tan lejos para irme sin disfrutarla al máximo… me faltaba poco para satisfacerme, en parte seria caballero y no abusaría más de su culo criminalmente y analmente torturado, Me dirigí de nuevo frente a ella, que reventada de placer me miraba embobada, colorada y jadeante… entonces cometería la última vejación de la tarde…

– Ay… Dany… no sé qué… tiene tu verga… que me deja… sin aliento… resoplaba Mili.

– Ahora lo sabrás… le repuse.

Ella abrió la boca en expresión de asombro… lo que aproveche para nuevamente jalonearle la cabeza e incrustarle mi verga hasta la garganta, casi sentí sus labios en mis bolas… viendo que se ahogaba, la solté un poco porque aún no se reponía del orgasmo y respiraba con dificultad…

Cuando se repuso, otra vez Mili se asió de mi verga, dándole una succión cariñosa, hasta limpieza… pero yo no quería eso… yo quería completar lo que quedo a medias… así que tome su cabeza por los lados… los cabellos por encima de su sien y empecé a pajearme con sus húmedos y carnosos labios…

– Uyyy… cuidado… mierd… quise advertirle pero era muy tarde, mi leche inundo su boca.

Por lo placentero de aquella cogida, con Mili aprisionada dándome su culo para que lo disfrute, con todo el sabor a revancha que me supo esa cogida, sentirme resarcido de lo que me inculpaban… termine en una brutal descarga de semen… que la pobre Mili término tragando en parte…

Creo que en la excitación del momento ella quiso engullir todo… pero casi se ahoga y termino abriendo la boca, dejando escapar parte de mi leche, que se escurría entre sus labios y mentón… mi verga escupió otro poco de leche en su mejilla…

– Diablos!…. ¿tanto votas?… se quejó graciosamente cuando recupero el habla tras tragarse buena parte de mi leche.

Era la primera vez que se engullía mi leche, creo que si ya me la había mamado, conocía su sabor y no se le hizo tanto problema, ni se asqueo por hacerlo… lo que me pareció excitante también…

– Así me tienes… uno vota más cuando disfruta más… estoy exprimido al máximo… le respondí jadeante y satisfecho.

Ella lo sintió a halago, sin decirme nada, sin limpiarse la barba de mi leche ni las gotas de esperma en su mejilla… simplemente me jalo de las caderas, y tomo mi verga como si fuera su juguete y se dedicó a limpiármela con mucho cariño… parecía que la tormenta había pasado… sin embargo…

Escuchamos unos pasos… mierd… otra vez… ni en el bosque nos dejan tirar en paz… pensé.

Mili nuevamente petrificada, no era como antes… que te encuentre Vane, Javier o un profe… no es lo mismo a que te encuentren tus padres… ella ya llevaba mucho tiempo desaparecida desde que dejo a sus viejos en el restaurante… ¿habrían salido a buscarla?…

En ese caso, igual que en la cochera de sus padres, la situación seria chocante… Mili estampada contra un árbol, con el culo empinado, su ano palpitante y abierto, el short y la ropa interior en las rodillas… a todas luces parecería una violación… y hay que agregar que ella tenía mi verga en su mano y mi leche discurriendo por su boca, mentón y mejillas…

Que su viejo me maltrate y hasta que me entierre en el bosque estaba dentro del cálculo de lo posible, pero… ¿cómo reaccionaría su madre?… le daría un infarto tal vez… se le antojaría y terminaría en una orgia todo… pero eso era lo último que pasaría…

Forcejee con Mili para liberarla, pero en su nerviosismo, no colaboraba, se quedaba plantada… entonces opte por guardar mi verga y en mi desesperación intente volver a cubrirla con las ramas, camuflándola… una torpe idea viendo sus grandes nalgas al aire, enrojecidas por el maltrato que les di… incluso si nos encontraban otros padres, amigos o no del viejo de Mili, igual la situación era vergonzosa…

Pero dentro del susto de la situación, afine un poco el oído… mire por el camino tras Mili, por donde vinimos… ni los pasos ni el ruido venían de ahí… entonces ¿de dónde?…

Luego gire la vista al rio… Tras el desnivel frente a nosotros y las piedras, unos metros más allá, estaba la ribera del rio, una orilla arenosa, por donde venían dos jóvenes tomados de la mano y riendo… bueno, al menos no eran los viejos de Mili, pensé aliviado viendo que los jóvenes estaban lejos.

Agudizando más la vista los reconocí… caraj… eran Guille y Vane, ahora se veían más románticos y acaramelados… creo que este Guille más que venir a ayudarme con Mili quería un tiempo con Vane a solas… conquistarla como siempre imagino y no como había sucedido en el depa…

– ¿Son Vane y Guille?… pregunto Mili a mi lado…

Mierd… casi me da un infarto, ¿Cómo se liberó?… en vez de ponerse a luchar con las ramas sobre ella, esta vez opto por deslizarse de lado en sentido contrario al inicio de las ramas, y se liberó fácilmente. Luego me explicaría como llego a enredarse ahí…

Tras huir de mí, dejándome tirado en el suelo tras el rodillazo que me propino, ella tomo ese camino de bajada e instable, a medida que descendía al rio tomaba velocidad, de pronto volteo a ver si yo la seguía y ahí perdió el equilibrio, se fue de largo y termino contra el árbol… quizás por el impulso hizo girar el tronco y destrabo las ramas que terminaron apresándola para mi provecho.

En fin… siguiendo con los hechos… veíamos a Guille y Vane perderse por momentos entre los árboles y salir nuevamente a la orilla, quizás en cada escondida se prodigaban besos…

– ¿Ves?… te dije que Guille la había desflorado, no yo… le enfatice para que se convenza.

– Ay Danny… es que era difícil de creer… ponte en mi lugar… ¿Qué pensarías?… replico Mili como niña regañada, justificándose.

– Bueno ahora convéncete… dije calmado.

– Esos ahora ya están enganchados como nosotros… sentencio Mili.

No respondí, porque ya me daba cosa ver la leche cayendo de su cara, creo que el momento de placer había pasado. Saque de mi mochila agua y un pañuelo para que se limpie. Mientras abajo veía como la nueva pareja se sentaba al borde del rio viendo como el sol se perdía lentamente en el horizonte.

Ahora los fisgones éramos nosotros… yo me recosté contra el tronco, puse a Mili delante de mí, abrazándola para sentir su gran trasero y que no me tape el espectáculo. Ellos se besaban sin sospechar que los veíamos… luego Vane se recostó contra la arena, Guille se recostó de lado encima…

– ¿Lo van hacer?… dijo Mili sorprendida, porque Vane había rechazado mucho tiempo a Guille.

– Sip… creo que hemos sido un mal ejemplo para ellos… le dije.

– Jajaja… si, ahora nos imitan haciéndolo al aire libre sin temor de ser descubiertos… dijo Mili.

Luego vimos como Guille pugnaba por desabotonarle la blusa y ella por soltarle la correa, el cierre y bueno… se venía todo lo demás…

– Creo que ya vimos suficiente… démosle su privacidad… le dije.

– Sip… Me alegro por ellos… dijo Mili y pensé que al fin zanjaba su pelea con Vane.

– Si… yo también… agregue, pensando que ya se venía la tregua y la paz.

– Aunque no tanto por Guille… insistió Mili.

– ¿Por qué lo dices?… pregunte curioso.

– Se nota que Guille la quiere, desde antes, pero ella… no se… dijo Mili desconfiada

– Piensas que sea una ilusión temporal para Vane, y que Guille salga lastimado…

– No se Danny… esa chica es medio bipolar… no confió en ella…

– En realidad a mí no me da tanta buena espina… le confesé.

– Es que dudo que haya cambiado tan rápido… me explico.

– Bueno… es asunto de Guille… le dije.

Al final también podía ser que Guille usase a Vane para satisfacer su ego, su capricho de estar con una chica adinerada como el, pero de mejor posición social, de piel clara y demás… al final cada quien tiene sus motivaciones… pero no conocía tanto a Guille como para saber si lo suyo era amor o capricho.

– Tu eres su amigo… tienes que advertirle que esa chica es engreída, caprichosa, vengativa, chantajista, berrinchosa… decía Mili.

– Oye, me estas describiendo a una mujer promedio… le dije burlonamente.

– Ya, sabes a que me refiero, Vane no es de fiar… dijo Mili hablando en serio.

– Intente decirle a Guille, pero esta recontra enamorado, cree que al fin logro conquistar a Vane y no escucha razones, ni advertencias… le dije.

Tome de la mano a Mili y le dimos espalda al espectáculo que empezaba en el rio… bordeamos el árbol y del otro lado, Mili no me dejo avanzar… recostó sus infladas posaderas contra el árbol y me jalo para que la viera, con el sol ocultándose tras ella… Mili lucia más hermosa que nunca…

– Me perdonas por haber desconfiado de ti… dijo apenada.

– Está bien… pero aprende a controlar tus celos y tus berrinches… le dije.

– Prometo que lo hare… dijo, debí reírme en ese instante, pero quería creerle.

– Si queremos que funcione… dije enfatizando el sermón.

– Ok… si ya entendí… me regañas como mi papa… me dijo sonriendo.

– Si no hay comunicación… dije prosiguiendo, buscando molestarla.

– Ya basta… si… dijo entendiendo la broma, y me dio un golpe juguetón en el hombro.

Luego me tomo de los bordes del polo, mi pequeña pero mandona enamorada, se puso de puntitas y me jalo hacia abajo para que la bese… ahora si podía abrazarla y besarla con libertad, estábamos en medio de la nada… sin temor a ser descubiertos… tanto que los recatados de Guille y Vane tenían relaciones a pocos metros de nosotros, en la orilla del rio…

Luego Mili me soltó un momento… tenía ese brillo en los ojos y esa mirada pasional que ya le conocía:

– ¿Tú crees que tengas tiempo para mí?… ¿para qué me lo hagas otra vez?… pregunto la golosa.

– Claro amor… demostrémosles a esos principiantes… dije en alusión a la pareja del rio.

– Sí, pero, por ahí no… creo que me desgarraste o algo… me arde… se quejó por su ano.

– Está bien preciosa… le dije y empecé a besarla.

No tuve que decir o hacer mucho, Mili solita empezó a bajarse el short, pasándolo de bajo de sus piernas y pateándolo a un lado… yo solo debía aflojar un poco mi pantalón y bajar el cierre.

Ya me la había cogido en cuatro contra el árbol, ahora me provocaba otra cosa… ella había resbalado un poco en el árbol, su baja espalda se apoyaba contra el tronco, sus lindas piernas estaban abiertas y sus muslos desnudos me esperaban así como su nuevamente excitado y húmedo pubis…

– ¿Pero cómo…?… ahhh… exclamo sorprendida.

En rápido movimiento, pase mis manos debajo de sus muslos y la levante, eso iba respondiendo su pregunta de cómo sería esta vez… sus muslos fueron resbalando hasta que la parte posterior de sus rodillas quedaran apoyados en mis brazos, que le iban abriendo las piernas… y acercando su ansiosa vagina y mi erecta verga…

– Ohhh… si… ¡qué fuerte eres!… replico excitada.

Le invadió el morbo el notar que la levante sin mayor esfuerzo, como a una muñeca, algunas mujeres también responden al estímulo de un hombre alto y fuerte que las someta con vigor, al menos al inicio… en parte se sienten protegidas y en parte dominadas… me miraba con rostro ansioso…

– Uhmmm… soy tuya… ohhh… exclamo rendida al sentir mi verga incrustándose en su vagina.

Había entrado sin mayor dificultad en sus bien lubricados labios vaginales. Ella esta aprisionada entre el árbol y mi pecho… me tomaba del cuello, los hombros para no resbalarse… mientras yo empezaba a cabalgarla, embistiéndola contra el árbol.

En cada arremetida, su cuerpo saltaba, ella se había aunado a mi ritmo, haciendo equilibrio con sus piernas en mis brazos, con su espalda y cintura en el árbol, abrazándome… ella me veía por momentos con fascinación, cuando no soportaba me robaba besos jadeantes con su lengua…

– Como me gusta que me folles… uhmmm… exclamo lujuriosa.

En plena excitación, me deba besos en el cuello también, que me provocaban cosquillas y la solté un poco… ella resbalo… al intentar acomodarse, poso su vista en nuestros genitales… extasiada veía como mi mazo de carne aparecía y desaparecía rápidamente en su vagina, esto incremento su placer y locura quería disfrutarlo más…

– Métemela por el ano… uhmmm…. me suplico

– ¿Estas segura?… pregunte, ya que me había dicho que le dolía.

– Siii… por favor… hazlooo…. Reclamo la muy golosa.

Las palmas de mi mano, que se apoyaban en el tronco del árbol para hacer equilibrio con sus piernas, se cansaron y sufrí algunos raspones por la corteza del árbol… así que me di maña para pasar mis manos debajo de sus carnosas nalgas… la levante un poco más hasta que su palpitante ano estuvo a tiro de mi verga… sin mayor preámbulo, para evitar que se arrepienta… empecé a empujársela…

– Ouuu… me partiste el ano… uhmmm…. Exclamo en parte satisfecha y en parte adolorida.

Para transmitirme su dolor, me clavo las uñas en mi espalda… era justo, yo me la clavaba por el esfínter a Mili y ella me clavaba sus uñas… para esto, mis manos se habían acomodado mejor y jaloneaban sus pulposos glúteos… sin dar lugar a mayores reclamos, nuevamente empecé a embestirla contra el árbol…

– Uyyy… siempre dejare que me violes… uhmmm… gemía.

Quería que siempre la enganche por el ano, que siempre la esclavice, que la someta por ese estrecho agujero… sus gemidos, alaridos y frases me excitaban tanto como verla y cogerla… sus labios de nuevo buscaban mi boca, más aun mi lengua… luego me miraba como una viciosa… más aun veía mi verga entrar y salir por su maltrecho ano….

– Ay nooo… nooo… uhmmm…

Ella quería disfrutar más ese empalamiento, pero sumida en todo lo que veía, lo que sentía, termino desahogándose en un brutal orgasmo que hizo que se aferre a mí con fuerza, haciendo una rica fricción con mi verga y sintiendo sus grandes pechos presionándome, tampoco soporte más y le descargue mi leche en sus intestinos…

– Uyyy… que ricooo… ufff…. clamaba satisfecha.

Mili seguía agitada, contraída y aferrada a mi cuerpo, con sus brazos en mi cintura, parecía no querer soltarme… se dedicaba a besarme agradecida por la tremenda cogida que le di…

– Solo tú haces que me venga tan rico… me dijo jadeante.

– Y tú también me provocas lo mismo… le respondí y la bese.

Sentía que mi verga seguía escupiendo esperma dentro de ella, con cada descarga se contraía y su lengua me transmitía sus emociones. Era gratificante tenerla así… con mi verga aun anclada en su ano y sus labios, sus senos, sus brazos transmitiéndome todo su amor…

– Danny… yo… yo… dijo sollozante y jadeante.

– ¿Qué paso?… pregunte, en teoría todo estaba bien, pero con las mujeres uno nunca sabe.

– No te burles… pero yo… dijo a medias, antes no me dejaba hablar y ahora tartamudeaba.

– Vamos dime… le insistí, había que sacarle a cucharadas las cosas.

– Siento que… dijo y yo pensé que se resbalaba.

– ¿Que sientes?… pregunte, aparte de mi verga.

– Te amo… dijo con sus ojos vidriosos.

– Hey… yo también siento que te amo… le conteste.

– ¿En serio?… replico Mili alegre por mi respuesta.

– Claro… sino no hubiera venido hasta acá… le dije.

– Es que nunca sentí esto, es diferente a una ilusión… se siente acá en el corazón, es bonito pero también me da miedo… nunca se lo dije a nadie… me confeso abrazándome.

Yo no podía decir lo mismo, ya le había dicho a Viviana que la amaba. Recordé vagamente las circunstancias en que se lo dije y me dio cierta melancolía. Ella era especial pero de alguna forma no terminamos de complementarnos. La relación se había vuelto monótona y predecible, creo que me animaba más el hecho que mis padres la aceptaran, que hubiera cierta seguridad con ella, sin problemas ni temores respecto al futuro.

En cambio con Mili a pesar de las peleas y enredos me sentía más vivo, más cómodo con la relación. Había más adrenalina, más jovialidad, más energía de juventud, para ir a fiestas o conciertos… teníamos más cosas en común aparte del sexo… a mí también me daba miedo arriesgarme, pero eso es natural, es parte de toda relación… es parte de la vida…

Estaba filosofando tan bien… pero hablando de adrenalina… nunca hay paz… ni siquiera en el bosque…

– Milagrosss…. Hijaaaa…. se escuchó a lo lejos una voz femenina.

– ¿Quién es?… pregunte curioso.

– Mi mama… dijo asustada Mili.

– ¿Dónde estasss?… Miliii… era una voz masculina, la conocía.

– Mi papi… dijo avergonzada.

– Tu viejo… dije palideciendo.

Nos habíamos demorado mucho, ya estaba anocheciendo y como sospeche… sus viejos preocupados habían salido a buscarla por el camino que la vieron desaparecer…

Ya me había escapado una vez de él… espero que después de esta también pueda contarla…

Continuara…

Relato erótico: “Shadow Angel Cap. 8, Heroína a la intemperie” (POR SHADOWANGEL)

$
0
0

Museo ciencias naturales de Detroit, viernes por la noche.

La lluvia repicaba con fuerza sobre el techo de cristal del museo de ciencias naturales de Detroit. El museo está en silencio, vacío. Solo se oyen los pasos del vigilante de seguridad que hace su ronda. Pero el vigilante no está solo esta noche. Una oscura figura monta guardia, agazapada entre las sombras en un rincón de la sala de minerales, esperando algo.

Mikoto Amy había seguido con interés ciertas noticias que habían aparecido en la prensa las semanas anteriores. Al parecer, en diversos museos del país, se habían producido robos. Al parecer, el ladrón o ladrones solo se habían llevado muestras de un mineral, el silitio. Un mineral raro pero sin valor aparente. ¿Quién estaría interesado en un trozo de mineral sin valor económico? Aquella pregunta llevaba carcomiendo a Shadow Angel des de hacía días.

Curiosamente, el museo de Ciencias Naturales de Detroit tenía una de las muestras más grandes de silitio de Estados Unidos. Amy había ido siguiendo la trayectoria de robos de dicho mineral en un mapa y había comprobando como efectivamente, el autor de los robos se iba acercando a Detroit.

Las autoridades policiales tenían asuntos más importantes que preocuparse por la desaparición de un mineral sin valor. Pero Shadow Angel estaba segura que detrás de los robos había una mente calculadora y que había un motivo para que alguien tomara tantas molestias en un mineral con tan poco valor. Por ello, llevaba días vigilando el museo. Sabía que tarde o temprano el supuesto ladrón intentaría dar el golpe. Y en esa lluviosa noche de otoño, Shadow Angel estaba de suerte.

Un fino ruido, casi imperceptible, pero que no pasó desapercibido al entrenado oído de la ninja, la puso en alerta. No era un ruido de pasos sino como si hubiera un enorme insecto aleteando por el museo. Shadow Angel se puso tensa pero no abandonó su escondite. Desde allí dominaba perfectamente la vitrina donde estaba expuesto el silitio. La ninja sacó un arco corto que llevaba en la espalda y empezó a tensarlo.

Al cabo de unos minutos la heroína contempló como dos drones del tamaño de un gato, proveídos de hélices entraban en la sala. Uno de los drones extendió un brazo provisto de un pequeño láser y empezó a cortar el cristal de la vitrina donde se guardaba el silitio. El otro dron sacó un brazo con unas pinzas con intención de coger el mineral una vez el primero hubiera terminado.

Shadow Angel no se movía de su escondite, esperaba que en un momento a otro entrara el autor del robo, pero todo apuntaba a que el verdadero ladrón se encontraba alejado del recinto, controlando los drones por control remoto. La ninja suspiró fastidiada por no poder atrapar al ladrón y colocó una flecha en el arco.

Con un certero disparo la flecha golpeó la hélice del dron que estaba cortando el cristal, derribándolo al suelo. El otro dron, cambió de postura y apuntó a la ninja con una pequeña pistola silenciada que tenía en su frontal. La heroína no esperaba aquello, aunque afortunadamente sus reflejos le permitieron apartarse a tiempo y las balas disparadas por el dron se incrustaron en la pared donde segundos antes se encontraba agachada la ninja.

Shadow Angel volteó por el suelo y con un rápido movimiento disparó una segunda flecha contra el dron que la estaba disparando, acertando de pleno y derribándolo en el suelo.

Amy se acercó cuidadosamente a los drones, el primero, con la hélice rota se movía por el suelo, el segundo estaba completamente inmóvil. Con una rápida estocada con su katana la ninja atravesó el primer dron, dejándolo inmóvil. Recogió ambos artilugios y los examinó. Aquellos drones eran obra de la más avanzada tecnología, la ninja no entendía como unos aparatos que debían costar una verdadera fortuna se empleaban en el robo de un mineral sin valor económico.

La ninja los envolvió en una pequeña mochilla que llevaba a su espalda, dispuesta a analizarlos más detenidamente cuando llegara a su apartamento y abandonó el museo.

Shadow Angel, después de un par de semanas de descanso, volvía a patrullar la ciudad. Sus últimas actuaciones habían sido contra criminales vulgares, atracadores, violadores… El crimen organizado de Detroit aún no se había repuesto del duro golpe que le había dado la heroína meses antes. Pero ahora, por primera vez en semanas, Shadow Angel parecía estar detrás de algo gordo. La ninja estaba convencida que tras el robo de ese mineral de poco valor se ocultaba un plan más grande. Hasta ahora no tenía pruebas de ello pero esa noche en el museo acababa de confirmar sus sospechas, nadie usaría drones de última generación para robar una bagatela.

A pocos kilómetros de distancia, en un camión aparcado en una zona industrial abandonada.

Por fuera parecía un camión destinado al transporte de mercancías como cualquier otro. Pero su interior era muy distinto. La caja del camión no la ocupaban ningún tipo de mercancías. El interior del camión estaba dividido en dos estancias. Una estancia parecía la de una autocaravana, con una pequeña cama, una cocina con algunos armarios y un pequeño lavabo provisto de ducha. Lo realmente sorprendente era la otra estancia, un laboratorio altamente tecnificado, con un ordenador y una impresora 3D de alta potencia y una gran pantalla. Sentada en una silla, enfrente la pantalla había una chica con una expresión de ira en su rostro.

Kirie, contempló como su plan se frustraba. Todos sus anteriores robos de silitio habían salido a la perfección, pero en este una maldita figura entrometida no solo había frustrado sus planes sino que había derribado dos de sus más preciadas creaciones. Aquellos dos drones los había fabricado ella personalmente, en su impresora 3D y eran fruto de su esfuerzo y les tenía un aprecio similar al que cualquier persona puede sentir por una mascota. Y lo peor de todo, habían sido vilmente atravesados por una flecha, un arma primitiva.

Kirie se calmó unos instantes, aquello no iba a quedar así. Sus drones habían quedado inutilizados pero el rastreador GPS que llevaban aún funcionaba. Con un pequeño silbido, un diminuto dron con forma de libélula y una potente cámara por ojos se posó en su mano. Kirie abrió un compartimiento en el techo del camión y alzó su pequeño dron como quien libera un canario.

-Vuela pequeño, busca, encuentra.- Susurró sola.

Lunes por la tarde, residencia universitaria de Detroit

Terminadas las clases, Claire se dirigió aburrida hacia su pequeño apartamento en la residencia de estudiantes del campus. Aquella tarde estaba especialmente apática y no tenía ganas de salir con sus amigos.

El hecho de ver a Tom y Amy, dos de sus mejores amigos tan pegados el uno al otro le producía sentimientos contradictorios. Por un lado se alegraba por la pareja, ya que ambos eran felices el uno con el otro. Por otro lado no podía evitar sentir un ataque de celos cada vez que veía a la japonesa besar a Tom. Aunque nunca lo había admitido, Claire, llevaba años enamorada de Tom, a quien la mayoría de chicas consideraban el chico más atractivo de la facultad. Y el hecho que Mikoto Amy que sólo llevaba unos meses en Detroit, se hubiera llevado al chico, hacía arder a Claire de celos.

Por otro lado, Amy era su mejor amiga, y además, días antes había arriesgado su vida para salvar la suya. Claire le debía la vida y no estaba dispuesta a que un sentimiento tan infantil como los celos se interpusiera en su amistad. Pero no podía evitar una punzada de celos cada vez que la veía abrazándose con Tom.

Así que al salir de clase se fue directa a su apartamento, sin nada que hacer, se metió en la ducha, y allí estuvo, durante varios minutos notando como el agua caliente relajaba su cuerpo y la hacía sentir mejor.

Lo que Claire no sabía era que mientras se duchaba, dos tipos encapuchados habían entrado sigilosamente en el apartamento. Sus intenciones no eran buenas.

Claire salió de la ducha, cubrió su cuerpo con una toalla y antes de secarse el pelo fue a encender la tele. “A ver si dan algo que me distraiga” pensó.

Pero justo salir del baño, dos tipos la agarraron fuerte. Uno la cogió por detrás, inmovilizando sus brazos mientras el otro le tapaba la boca.

Claire no era una chica débil, su entrenamiento diario en el gimnasio le había dado un cuerpo atlético. Intentó luchar con todas sus fuerzas contra aquellos tipos. Seguramente hubiera podido derrotar sin problemas a uno de ellos, pero los dos juntos eran demasiado para la chica. Mientras Claire se debatía intentando librarse del agarre, mordiendo la mano del otro tipo intentando gritar, uno de ellos le acercó un paño en la nariz. Un paño que desprendía un olor que tranquilizó a Claire, un olor que la hacía cerrar los ojos…

Finalmente la chica se desplumó inconsciente en los brazos de los tipos. Ambos suspiraron aliviados, por un momento habían temido que la chica se les escapase. En la refriega la toalla se había desprendido del cuerpo de Claire, dejándola completamente desnuda ante ellos, con una sonrisa de satisfacción contemplaron el cuerpo de la pelirroja. Una voz metálica a sus espaldas los detuvo en sus intenciones.

– ¡Ya conocéis las órdenes! Nada de maltratar a la chica si no os digo lo contrario, desobedeced y os meteré una bala entre los sesos.

La voz provenía de una especie de robot, del tamaño de un perro, que se movía también con unas patas articuladas. En la frente tenía una potente cámara con un altavoz y un cañón con silenciador que apuntaba a ambos tipos.

El robot no perdió de vista a los dos hombres mientras ellos cogían a la chica en brazos y la llevaron a su habitación. Allí, la ataron a los postes de su cama. Uno de ellos hurgó en los cajones de Claire hasta encontrar unas bonitas braguitas de encaje, que metió a la boca de la chica.

– Eso la mantendrá callada cuando despierte.- Dijo uno de los tipos.

– Muy bien, ahora quietecitos y esperad mis órdenes. Si os comportáis recibiréis el dinero prometido y tal vez os lo podáis pasar en grande ella. Incumplid mis instrucciones y lo lamentaréis.- Dijo el dron en forma de perro.

Una hora después. Azoteas de Detroit

Densas nubes cubrían el cielo y de vez en cuando se oía algún trueno. Parecía que iba a llover en cualquier momento. Shadow Angel iba de azotea en azotea con un objetivo claro.

El museo de ciencias naturales estaba a punto de cerrar. La ninja tenía intención de seguir montando guardia al misterioso trozo de silitio que se custodiaba en el interior. Estaba segura que tarde o temprano el misterioso ladrón intentaría dar otro golpe. Había algo que incomodaba a la heroína, en todo el rato que llevaba saltando de azotea en azotea no había dejado de oír un potente zumbido, como de un ventilador a toda potencia.

Amy se paró en la azotea y escuchó atenta. El zumbido se iba acercando. Sin amedrentarse, la ninja sacó su pequeño arco compuesto y cargó una flecha, dispuesta a afrontar lo que fuera ese ruido.

Su sorpresa fue enorme cuando al cabo de unos instantes vio aterrizar a una chica. A primera vista parecía de la misma edad de Amy aunque más flaca y también de nacionalidad japonesa, pero por su aspecto era evidente que no se trataba de una chica normal y corriente. Sus manos parecían estar recubiertas por una malla metálica, sus botas parecían también de metal. Y sus ojos, uno de ellos era normal, pero el otro tenía un extraño brillo rojo, parecía más el objetivo de una cámara que un ojo humano.

La misteriosa chica llevaba un vestido negro que terminaba en una minifalda, cubría las piernas con unas medias blancas que le llegaban a los muslos, dejando una franja de un palmo de piel al descubierto entre la falda y las medias. Amy pensó que vestía entre provocativa y una viuda del siglo pasado.

– Y ahora qué, una lolita gótica?- Preguntó Amy

Kisaragi Kirie no respondió, descendió suavemente hasta la azotea donde estaba la chica que tanto empeño había puesto en evitar que se adueñara del silito. De sus hombros salían un par de potentes hélices que le habían permitido seguir a la ninja a través de la ciudad. Con su ojo cibernético contempló a su enemiga, localizando todas sus armas ocultas.

– Parece que por fin nos vemos cara a cara Shadow Angel o ¿debería decir Mikoto Amy?.- Dijo Kirie.

– ¡¿Cómo conoces mi identidad?!- Gritó la ninja.- ¿¡Quién demonios eres?!

Kirie soltó una carcajada.

– Pobrecita… no notaste un zumbido en tu apartamento esos días? Como una libélula?- Dijo Kirie mientras estiraba su mano y un pequeño dron con forma de libélula se depositaba en ella.- Ese pequeñín te ha estado haciendo compañía desde el viernes. Gracias a él supe quien eras, por dónde te movías, qué amigos tienes…

Amy al escuchar aquello estalló de ira y disparó la flecha. Kirie ni se inmutó. Un disparo desde un pequeño cañón ubicado en la palma de su mano detuvo la flecha. Aquello habría amedrentado a cualquiera, pero no a Shadow Angel.

La ninja dejó el arco, desembainó la katana y como una exhalación se impulsó hacia adelante. Kirie no tuvo tiempo de efectuar un segundo disparo ya que tenía a la ninja enfrente amenazándola con la punta de su arma. Kirie con sus manos desnudas desvió la afilada hoja.

“Ya me parecía a mi que esa malla metálica no era decorativa” pensó la ninja al ver que su cuchillada no había causado ningún rasguño en la malla metálica que recubría las manos de su enemiga. ¿Recubría? Más bien parecía que la malla metálica FUERAN sus manos.

La ninja continuó lanzando cortes y estocadas hacia su enemiga. Fuere quien fuere, conocía su identidad, con el peligro que ello conllevaba para ella, su familia y sus amigos. No iba a permitir que se le escapara.

Kirie desviaba los ataques de la ninja no sin dificultad. Aunque su técnica cuerpo a cuerpo no era tan buena como la de su rival, su implante cibernético en el ojo estaba focalizado en los músculos de Shadow Angel, permitiéndole predecir con facilidad los movimientos de la heroína, anticipándose por instantes a cada golpe.

Kirie lo negaría, pero en algún momento tuvo que realizar un esfuerzo para no distraerse demasiado con la visión de los perfectos músculos de su rival en plena tensión por el combate. Se sorprendió desviando, durante unos instantes, su atención de la pelea imaginándose como sería el cuerpo de la ninja bajo su traje. Por suerte, Kirie pudo reaccionar a tiempo, desviando en el último instante un par de estocadas. No, no era momento de distraerse, había demasiado en juego. Una vez venciera a esa entrometida ya tendría tiempo para deleitarse con ella.

La pelea había llegado a un punto muerto. Shadow Angel empezaba a estar agotada, aunque su enemiga parecía igual de fresca que al inicio. Su rival era capaz de anticipar todos sus movimientos, aquello no era normal. La ninja decidió un último movimiento desesperado.

Kirie anticipó la cuchillada que la ninja dirigía a su cuello y movió sus manos para interceptarla. Pero en el último segundo, con un pequeño movimiento de dedos, la ninja cambió la orientación de su afilada hoja. Lo que en principio era una cuchillada al cuello se convirtió en una estocada, dirigida de pleno a su rostro. Kirie se asustó por primera vez, dio un paso atrás y se apartó en el último segundo.

Kirie recuperó aire. Aquél engaño la había cogido totalmente desprevenida. Se palpó el rostro, estaba ilesa salvo un fino corte en la mejilla por el que corría un hilillo de sangre. Estaba harta de aquella pelea y decidió ponerle fin por las malas. Ya había tanteado suficiente la habilidad de Shadow Angel y no quería perder más el tiempo. Había asuntos más importantes que atender.

– Yo de tí no lo volvería intentar. No queremos que tu amiga Claire sufra ningún daño, ¿verdad?

– ¿Claire? Pero qué…¡Maldita! Como le hayas hecho daño te juro que…

– Shht Relájate, ese comportamiento tuyo no es propio de la nobleza japonesa. ¿No te enseñó modales tu familia?- La interrumpió Kirie.

– Parece que lo sabes todo sobre mí, pero tú ni me has dicho tu nombre.- Replicó Shadow Angel.

– Si quieres saber mi nombre real, deberás esforzarte tu misma. Por el momento puedes llamarme Queen Drone. Y esta noche yo seré la reina y tu la sirvienta.

Acto seguido el ojo cibernético de Queen Drone proyectó unas imágenes en el suelo de la azotea. En ellas se veía a una desnuda Claire, atada a su cama, luchando contra sus ataduras mientras dos tipos encapuchados contemplaban la escena.

– ¿¡Qué le han hecho a Claire!?- Gritó la heroína.

– Nada… de momento… El hecho que esté desnuda fue una deliciosa coincidencia. Esos tipos la cogieron cuando tu amiguita salía de la ducha. Tienen órdenes precisas de no hacerle nada salvo que yo les ordene lo contrario. Y mis órdenes, dependerán de tu actitud, Shadow Angel.

– ¿Qué quieres de mí?- Respondió la ninja.

– Nada, que esta noche estés quietecita y no te acerques a cierto museo.

– Tienes mi palabra. No me acercaré al museo y no impediré que te lleves ese trozo de roca. Por qué de eso se trata ¿verdad?- Respondió Amy.

– Aunque estoy segura que eres una chica de palabra y cumplirás la promesa, no me basta con eso. Quiero un gesto de buena voluntad por tu parte.- Respondió Queen Drone.

Amy la miró extrañada.

-¿Por que no empiezas tirando tus armas y quitándote la ropa? Quiero asegurarme que no lleves ninguna arma oculta.- Dijo Kirie divertida.

Shadow Angel lo pensó unos instantes. Las situaciones con rehenes nunca habían sido su punto fuerte, pero ahora además había el añadido que la rehén se encontraba a kilómetros de la heroína. Amy no tenía muchas opciones. Queen Drone la miraba fijamente, apuntándola con el cañón de su mano.

Con un suspiro la ninja arrojó su preciada katana suelo. Luego tiró también su cinturón. Aco seguido se despojó de sus botas y sus guantes.

-Ya está, te prometo que no llevo ninguna otra arma escondida.- Dijo Amy esperando que fuera suficiente para su enemiga.

La mirada de Queen Drone decía todo lo contrario, ella siempre había sentido un odio especial para la clase dirigente japonesa. Ahora tenía la oportunidad de humillar a un miembro de su aristocracia. Mikoto Amy iba a resarcir años de humillaciones a Kirie.

-Me gustaría creerte. Hagamos un trato, tu mantienes tu ropa y a cambio dejo a mis dos amigos disfrutar del cuerpo de tu amiguita.- Respondió Queen Drone con una sonrisa.

Para Amy aquello no era una opción. Así que se quitó la oscura camiseta y sus mallas, quedando cubierta por un top deportivo y un tanga negro. Amy se quitó el top, quedando únicamente con el tanga y su máscara, esperando que aquello satisficiera a su enemiga.

-Aún veo ropa- Dijo Queen Drone.

-Por favor, basta. Estoy casi completamente desnuda. Ya te has divertido suficiente.- Imploró Shadow Angel.

-Esta bien, puedo decir a mis chicos que violen, sólo un poco, a tu amiga.- Respondió la villana.

Amy captó el mensaje y se quitó el tanga, revelando un depilado pubis marcado con un tatuaje en forma de huella de gatito. Ese diminuto tatuaje no pasó desapercibido a Kirie.

-Vaya vaya con la princesita. Resulta escondía un secretito. ¿Quién te hizo esto? Un chico al que no querías presentar a tus padres? Una amiga muy íntima? Y lo más importante, por qué te lo hiciste? Si te lo has hecho es por que alguien lo vea, verdad? Te excita que te miren el tatuaje? Te gusta mostrarlo a tus novios? Qué bajo has caído Mikoto Amy. Pensar que eres un ídolo para mucha gente…-

Aunque el estigma por el tatuaje estaba superado, Amy no pudo evitar sentirse avergonzada por aquellas palabras. Des de que Felina la forzara a llevar ese tatuaje, Amy nunca se había sentido tan humillada por llevarlo. Claire, su mejor amiga le dijo que le quedaba muy bien. Incluso Tom, su novio, lo encontró muy sexy. Durante un tiempo Amy había olvidado que en Japón los tatuajes están muy mal vistos.

-Ya basta, ¿no?- Imploró con lágrimas en los ojos- Por favor… déjalo, haz lo que quieras conmigo, pero basta de esos comentarios…

-Lo siento putita, por que ya no tiene sentido llamarte princesa, ¿verdad? Ahora pareces más una puta que una aristócrata. Por cierto, he dicho que te quites TODA la ropa.

Amy durante unos segundos no entendió qué más quería su enemiga. Estaba totalmente desnuda. Entonces comprendió a lo que se refería.

-No, la máscara no, por favor

-Venga Mikoto, que somos mayorcitas y nos conocemos, al menos yo a tí. Qué mas te da tu máscara si ya conozco tu identidad? Aunque a cambio de conservar tu máscara puedo decir a mis chicos que…

-De acuerdo.- Queen Drone no pudo acabar su frase, Amy la interrumpió y con sus manos se quitó la oscura máscara que cubría su rostro. Revelando a su enemiga el rostro de la heroína oculto bajo la máscara. Totalmente humillada y avergonzada, Amy dejó su preciada máscara en el suelo junto con su ropa. Ahora la ninja estaba completamente desnuda ante su enemiga. Kirie sonrió triunfalmente.

-Veo que nos entendemos putita. Ahora ponte junto a la barandilla.- Dijo Queen Drone.

Amy no entendía lo que pretendía su enemiga. Pero llegado este punto, no tenía sentido oponerse a sus órdenes. Se había quitado toda su ropa y su máscara, nada que pudiera ordenarle sería peor. Por suerte era casi de noche y la azotea estaba poco iluminada. Difícilmente alguien podría verla desde el edificio cercano. Amy se puso de espaldas a la barandilla mirando a su enemiga. Queen Drone sonrió y le lanzó unas esposas.

-Espósate a la barandilla.- Le ordenó.- Quiero asegurarme que esta noche no me vas a molestar.

Amy contempló las esposas, no tenían ninguna cerradura, únicamente una pequeña luz roja parpadeante.

-No! No voy a hacerlo! Ya me he desnudado por tí, estoy indefensa, no puedo hacerte nada, si ahora te marchas no podré detenerte. El silitio es tuyo.

-Creo que no estás en posición de ordenarme nada putita.- Respondió Queen Drone.

-No soy una puta!- Replicó Amy.

Su enemiga soltó una carcajada

-Y me lo dices así? después de desnudarte ante mí y llevando ese vergonzoso tatuaje en tu parte más íntima del cuerpo? Vuélveme a repetir que no eres una putita.

Amy calló, avergonzada. Al ver que no decía nada, Queen Drone prosiguió.

-Quiero asegurarme que no me sigues. No te preocupes, esas esposas se cierran con un dispositivo controlado a distancia. Cuando tenga el silitio en mis manos y haya salido del museo apretaré un botón y te liberaré de tus esposas. Parece que va a llover así que con suerte nadie va a venir por aquí a contemplar tu desnudez. Putita. Luego diré a mis chicos que abandonen el apartamento de tu amiga y tu podrás ir a rescatarla y comprobar que soy persona de palabra.

Amy no dijo nada, comprendió que no tenía ninguna opción. Desnuda y desarmada no era rival para Queen Drone, y aunque pudiera vencerla no quería arriesgar la vida de Claire. Así que la ninja, avergonzada, se sentó en el frío cemento de la azotea, buscando una postura lo más cómoda posible y a salvo de cualquier ventana del edificio de enfrente. Alzando sus manos por encima de su cabeza las esposó a la barandilla.

-Así me gusta, que seas una putita obediente.- Dijo Queen Drone mientras recogía la ropa y armas de la ninja y se las llevaba.

-Espera! Por favor… no te lleves mi ropa…por favor.- Suplicó Amy.

-¿Llevármela? Para qué quiero yo este atuendo? Voy a dejarlo al lugar al que pertenece. Voy a tirarlo a la papelera de la calle. Con un poco de suerte podrás recuperarla cuando te libere. Sé buena mientras estoy fuera- Bromeó la villana mientras alzaba el vuelo con sus hélices.

Amy se quedó sola, sollozando ante su situación. Al cabo de unos minutos, que parecieron horas, empezó a llover. El agua empapaba el cabello y el cuerpo de la chica. Amy con todas sus fuerzas intentó liberarse de sus esposas, intentando forzar la barandilla, sin éxito, y luego aprovechando la lluvia intentó deslizar sus muñecas por las esposas sin resultado. Resignada, se quedó sentada, notando como el agua de lluvia recorría y empapaba su cuerpo. Hasta que finalmente dejó de llover. Afortunadamente para la heroína, pese a ser pleno otoño, el frío aún no había llegado a Detroit, de forma que la salud de la chica no corrió peligro.

Amy se sintió aliviada cuando dejó de llover y se relajó un poco. ¿Cuanto tiempo quedaría para que Queen Drone se hiciera con el mineral? ¿Y si la villana no respetaba su palabra y la dejaba allí esposada indefinidamente? Al fin y al cabo no tenía ningún motivo para confiar en que su enemiga respetaría lo que había dicho. ¿Estaría bien Claire, no le estarían haciendo daño esos tipos?. Un ruido sacó a Amy de sus pensamientos.

La puerta de la azotea se abrió y la ninja oyó el ruido de unas pisadas acercándose. Aliviada comprobó que eran un chico y una chica rubia de unos veinte años que habían subido a la azotea a hacerse unas fotos de pareja aprovechando el paisaje que ofrecía sobre la ciudad el cielo nublado después de la tormenta. En su rincón Amy no hizo ningún ruido. La pareja tardó en reparar en la chica.

-Eh, ¿estás bién?- Preguntó la chica mientras se acercaba a Amy. La expresión de su rostro cambió al comprobar que la japonesa estaba completamente desnuda.

-Qué te ha pasado? Alguna novatada de universitarios?- Preguntó el chico comiéndose con la mirada el cuerpo desnudo de Amy.

-Por favor, ayudadme, sacadme de aquí, debéis…- Pero Amy calló. Que debían hacer, pedir ayuda y que más gente la viera en esta situación?

Por fortuna para Amy, ninguno de los dos la había reconocido como la aristócrata japonesa que meses antes había aparecido en los periódicos de Detroit. El chico intentó sin éxito romper la barandilla. Luego intentó inútilmente romper las esposas.

-Basta, me haces daño.- Dijo Amy.- No podéis conseguir alguna herramienta para cortar la barandilla? una sierra o algo?… ¿Chicos?

Amy vio que algo había cambiado en la mirada de la pareja, después de comprobar que ella no podía soltarse, la preocupación había desaparecido de su rostro. En su lugar había otra expresión. Ambos chicos no apartaban la mirada de sus pezones, endurecidos por el contacto del agua de la lluvia. A decir verdad, Amy desnuda, con el pelo empapado y las gotas de agua resbalando por su fina piel ofrecía una visión muy seductora.

La chica se quitó los zapatos y empezó a acariciar los muslos de Amy con su pie desnudo. Comiéndose a la japonesa con la mirada mientras notaba como su pie descalzo se deslizaba fácilmente por la pálida piel de Amy. Mientrastanto el chico había sacado su teléfono móvil.

-No vais a ayudarme… ¿Verdad?- Dijo Amy resignada a la evidencia.

Por toda respuesta el chico empezó a sacar fotografías a la indefensa Amy. La japonesa intentó tapar como pudo su desnudez, pero sus manos esposadas por encima de su cabeza hacían inútil cualquier intento. Por el contrario, aquello parecía divertir a la joven pareja.

-Qué hashtag le pondrías a esa foto? #bellezamojada, #desnudabajolalluvia?- Dijo el chico divertido mientras toqueteaba su teléfono móvil.

-Qué tal si pones #paisajelluvioso o #bellezaotoñal? estoy segura que en pocos minutos será trending topic mundial- Respondió la chica.

La indiferencia con la que aquellos chicos pensaban publicar en internet su cuerpo desnudo enfureció a Amy. Puede que ellos no la reconocieran, pero si aquellas fotos circulaban por la red, era cuestión de minutos que alguien reconociera su rostro y aquello sería el fin de su reputación. Esas imágenes darían la vuelta al mundo y no podría esconderlas de su familia. Por suerte para Amy, los chicos estaban muy cerca de ella.

Con una rápida patada Amy arrojó el teléfono por la barandilla, sonriendo satisfecha al escuchar como segundos después se estrellaba contra el asfalto. Por el contrario la pareja le dirigió una mirada furiosa.

-¿Sabes lo que vale ese teléfono? ¿Ahora como convenzo a mis padres para que me compren otro?- Dijo el chico.

Amy fue a responder pero tan pronto abrió la boca, la chica introdujo su pie en ella.

-Tiene razón, esto ha estado muy mal de tu parte. Y pensar que hemos intentado ayudarte- Dijo la chica.- Qué piensas hacer para arreglarlo?

Amy con el pie de la chica en su boca no podía responder, intentó morderlo pero aquello en vez de dolor parecía provocar cosquillas en la chica, que introdujo más su pie en la boca de la japonesa.

-Creo que primero nos debes una explicación. ¿Qué haces aquí desnuda? ¿Qué eres, algún tipo de escort al que su cliente se ha olvidado desatar?- Dijo divertido el chico.

La chica retiró el pie de la boca de Amy pero la japonesa no respondió a ninguna de aquellas absurdas preguntas. Era plenamente consciente de lo que parecía, desnuda, esposada y sin ningún tipo de ropa alrededor. Cualquier excusa que diera no la iban a creer. La chica iba recorriendo con su pie la piel desnuda de Amy, deteniéndose a acariciar suavemente sus pechos y sus endurecidos pezones.

-Creo que le gusta mi pie.- Dijo divertida mientras iba bajando sus caricias hasta detenerse en el pubis de la japonesa.

– Te gusta ¿Verdad?- Insistió la chica al notar con su pie la húmeda vagina de Amy.

– Claro que no! Mi cuerpo únicamente reacciona pero eso no significa que me guste lo más mínimo.- Replicó Amy, aunque pronto se dio cuenta de su error. Su respuesta, intentando disimular lo obvio, había hecho estallar en carcajadas a la pareja.

– Pues claro que te gusta, no nos mientas. Dime, cuando decidiste quedar esposada y desnuda, fue por que esperabas que alguien te encontrar así, ¿verdad?- Dijo el chico.

– Pues claro que sí, debe ser de esas chicas que les gusta ese rollo de tener sexo en espacios públicos con desconocidos. Estoy segura que eras plenamente consciente de lo que haría con tu lindo cuerpo quien te encontrara, ¿verdad?- Replicó la chica.

Amy no dijo nada. La verdad es que, aunque en un inicio se había sentido muy avergonzada de que la encontraran así, las palabras de ambos chicos la estaban empezando a excitar. El contacto del pie de la chica por todo el cuerpo de Amy no la ayudaba a disimular su excitación.

– Creo que ya se como me cobraré mi teléfono.- Dijo el chico mientras se acercó a Amy y empezó a palpar su cuerpo.

A diferencia del contacto de la chica, el del chico no produjo ninguna reacción en el cuerpo de la heroína. Torpemente la besaba en el cuello, le mordisqueaba los pezones y le manoseaba su culo, pero a diferencia de la chica, que con el mero contacto de su pie la había estimulado, el chico no le causaba ninguna excitación. El chico con sus manos y su boca fue explorando cada rincón del cuerpo de Amy. La ninja lo miraba con indiferencia, notando como su éxtasis inicial iba remitiendo.

– ¡Aparta! Tu no sabes tractar a una chica.- La rubia de un empujón apartó al chico de Amy.- Está claro que a tí te gusta más el pescado que la carne.

Amy no dijo nada, aunque aquello no era del todo verdad, lo cierto es que tampoco era mentira. Amy sentía atracción por los hombres, pero la verdad es que varias mujeres la habían hecho vibrar como pocos chicos habían conseguido.

La chica sacó a Amy de sus pensamientos. Con su lengua, recorriendo suavemente el cuello de la japonesa había conseguido volver a excitar a la cautiva. Amy ahogó un gemido cuando las manos de la chica palparon su clítoris y empezaron a masajear su vagina, sonriendo al notar su humedad.

– Lo ves, le gusto más yo que tú- Dijo burlona para acto seguido succionar un pezón a la heroína, haciéndola soltar un gemido de placer.

El chico observaba atento el espectáculo y no podía evitar masturbarse bajo el pantalón. Ver a su novia montárselo con aquella belleza japonesa lo excitaba enormemente. Aunque por un lado, se sentía decepcionado por no poder proporcionar a Amy el placer que su chica conseguía darle.

La chica dirigió sus labios hasta la vagina de Amy. Ya no tenía sentido intentar disimular la excitación que notaba así que Amy acompañaba con sus gemidos las caricias y los lametones de la rubia. Un intenso gemido por parte de la heroína indicó que había alcanzado el clímax.

La chica se levantó y poco a poco se quitó los pantalones y sus bragas.

– ¿Crees que hemos terminado?- Susurró a Amy, que extasiada negó con la cabeza.

La rubia suavemente cogió el pie de Amy y poco a poco lo acercó a su vagina. La japonesa enseguida comprendió lo que deseaba y con su pie empezó a acariciarla. El contacto del frío pie de Amy con la húmeda vagina de la chica, hizo estallar a la rubia en gemidos de placer. La chica acercó su pie a la boca de Amy, sonriendo al ver como la japonesa sin necesidad de pedirlo, empezó a lamerle y chuparle los pequeños dedos de sus pies.

El chico lamentaba haber perdido su teléfono, su novia había dejado el suyo en el piso de sus padres. Estaba presenciando un espectáculo que no había imaginado ni en sus mejores fantasías, cuando lo contara nadie le creería.

El hábil pie de Amy provocó en la rubia un sonoro orgasmo. La chica sonreía mientras gritaba de placer, no le importaba que alguien los viera, ella podría irse rápidamente. En cambio para Amy sería una vergüenza si aparecía otro vecino. Cuando alcanzó el clímax apartó su pie de la boca de Amy y se volvió a vestir.

– Toda tuya, ahora te toca a tí divertirte.- De dijo al chico.

Pero antes que el chico pudiera tocar a Amy, ocurrió un golpe de suerte para la japonesa. Con un pequeño ruido, sus esposas se soltaron. Para suerte de Amy, Queen Drone no había tenido demasiados problemas para apoderarse del silitio.

Con una patada en el estómago dejó al chico sin aire en el suelo y acto seguido se dirigió a la rubia que intentaba huir por las escaleras. Sin ninguna dificultad Amy la dejó también fuera de sentido. Acto seguido los desnudó a los dos. Dedicando unos segundos a contemplar el lindo cuerpo desnudo de la rubia “una lástima, si tuviera tiempo tal vez…” pero no, Amy no tenía tiempo. Claire necesitaba su ayuda.

La japonesa se vistió con la ropa de la chica y arrojó la del chico por la cornisa, dejándolos a ambos desnudos y sin sentido en la azotea.

– Así aprenderéis!- Dijo antes de bajar las escaleras a toda prisa.

Por suerte para la ninja, encontró rápidamente su atuendo en una cercana papelera con todos sus artilugios. Se cambió de ropa en la sombra de un portal y a los pocos segundos Shadow Angel cruzaba la ciudad a toda velocidad.

Residencia universitaria. Minutos después

Shadow Angel entró katana en mano como una exhalación en el pequeño apartamento de Claire. Desafortunadamente, ambos secuestradores ya se habían ido, el piso estaba vacío. Vacío salvo por una desnuda Claire, atada y amordazada en su propia cama.

Amy se acercó a la chica. Claire tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar. Con su katana cortó las cuerdas que la ataban y retiró sus bragas de la boca de la pelirroja. Claire al verse libre, abrazó a su rescatadora entre sollozos.

– Gra… Gracias… sabía que vendrías, que no dejarías que me pasara nada malo.

Shadow Angel no se atrevió a decirle nada por miedo a que Claire reconociera su voz. Eran íntimas amigas en la universidad y estaba segura que identificaría la voz de Amy a través de la máscara. Amy la abrazó fuertemente, por suerte, esos tipos no le habían hecho nada.

Entonces ocurrió algo que sorprendió a Shadow Angel. De imprevisto, Claire la besó intensamente en los labios mientras continuaba abrazándola. Amy no supo como reaccionar, podría quitarse fácilmente a la pelirroja de encima pero no quería parecer brusca, la chica había pasado un infierno y estaría confundida.

Claire continuó besando a su rescatadora, primero encontró cierta resistencia al beso por parte de la ninja pero al cabo de unos segundos, sus labios respondieron a sus besos. Claire fue bajando las manos por el cuerpo de la ninja, hasta llegar a su cintura, y poco a poco, introdujo sus manos por debajo de la ropa de Shadow Angel.

Aquello estaba yendo demasiado lejos para Amy, Claire ya no sólo la estaba besando sino que estaba acariciando la piel de su espalda y su barriga por debajo de su ropa. Intentó quitarse a la pelirroja de encima cuando Claire, hábilmente, bajó su mano y por debajo las mallas de la ninja, palpó su entrepierna.

Amy notó como su cuerpo la traicionaba. Por un lado quería apartar a Claire, sabía que aquello no estaba bien, era su amiga. Pero por otro lado, su cuerpo reaccionó al recordar a Claire en cierta partida de póker y cómo la había hecho gozar. Shadow Angel notó como rápidamente se humedecía y se excitaba ante las caricias de Claire.

Claire al notar como la heroína no oponía resistencia a sus caricias, y al notar como se excitaba tanto como ella, fue un paso más allá. Retiró su mano de la entrepierna de Shadow Angel y le quitó su oscura camiseta. La ninja no se resistió al ver que Claire la desnudaba.

La mente de Amy le decía que debía parar aquello, pero su cuerpo no le respondía de la misma manera. Su cuerpo le pedía más, así que cuando Claire le quitó la camiseta, Amy se dejó hacer, devolviendo los besos a la pelirroja y empezando también a acariciar su cuerpo.

Shadow Angel incluso facilitó que Claire pudiera quitarle sus botas y sus mallas. La ninja procedió a quitarse sus guantes pero Claire no dejó que se quitara nada más. Estaba claro que quería desnudar a la heroína personalmente.

En un gesto de cordura por parte de Amy, cuando Claire empezó a quitarle el tanga, con el pie apagó la luz de la habitación dejándolas totalmente a oscuras. Aquello pareció incluso gustar a Claire, que intensificó sus besos y sus caricias sobre la japonesa.

Cuando Amy, totalmente desnuda, notó que Claire intentaba quitarle su máscara, lo intentó evitar.

– Tranquila, no encenderé la luz, tu rostro será un secreto para mí. Pero quiero cumplir la fantasía de haber quitado la máscara de Shadow Angel.- Le dijo con un susurro mientras colocaba su muslo entre las piernas de Amy, frotando suavemente el clítoris de la ninja.

La verdad es que Claire sabía como anular la voluntad de Amy, las palabras de Claire, acompañadas de pequeños mordiscos en su oreja y el estímulo que el muslo de la pelirroja causaba en la entrepierna de la ninja fueron suficientes para que desistiera en su empeño. Poco a poco notó como su máscara salía por encima de su cabeza. Ambas chicas se tumbaron en la cama, explorando sus cuerpos.

Amy estaba totalmente confundida. No debería haber llegado a aquello, en cualquier momento Claire podría abrir la luz y descubrirla. Pero la pelirroja parecía tener otros asuntos más importantes. No cesaba de besar, lamer, acariciar todo el cuerpo de su salvadora. Poco a poco Amy sucumbió a las caricias de Claire y se sumó al éxtasis.

Ambas chicas exploraron cada rincón del cuerpo de la otra, experimentando múltiples orgasmos. Con los dedos, con la lengua, en posición de 69. De mil formas distintas cada una llenaba de placer a la otra. Amy había olvidado por completo a Queen Drone y Claire ni siquiera recordaba el miedo cuando la tenían secuestrada. Ambas chicas solo tenían atenciones para la otra.

Finalmente, en la total oscuridad, ambas chicas se colocaron entre las piernas de la otra, en posición de tijera, frotándose mutuamente sus clítoris. Ambas no cesaban en sus gemidos de placer. Al cabo de unos intensos minutos, ambas chicas llegaron simultáneamente al clímax, quedándose tumbadas en la cama, abrazadas durante unos instantes.

Amy fue la primera en reaccionar, rápidamente se levantó y palpó el suelo en busca de su máscara y su ropa. Cuando segundos más tarde Claire abrió la luz de la habitación, Amy volvía a ser Shadow Angel, con su máscara y su ropa cubriendo su cuerpo. Si hubiera sido unos segundos más lenta en vestirse, Claire hubiera descubierto de pleno su identidad.

– Gracias por todo… ¿Cuando podré volver a verte?- Preguntó Claire al ver que su heroína se disponía a salir por la ventana.

Aquella pregunta descolocó a Amy. Sin atreverse a pronunciar palabra, negó con la cabeza y saltó por la ventana para perderse en la oscuridad de la noche. Cuando Amy llegó a su apartamento, su mente estaba totalmente confusa y llena de sentimientos y pensamientos contradictorios. Estaba segura que había sido un grave error acostarse con Claire. Amy tenía un novio del que estaba enamoradísima, no entendía como había ocurrido aquello. Por otro lado, había seguido el dictado de su cuerpo, Claire le había hecho sentir un placer distinto al que le proporcionaba Tom, el dominio que la pelirroja tenía sobre el cuerpo de la japonesa era asombroso.

Confundida Amy se fue a dormir prometiéndose que no volvería a cometer el mismo error.

Martes por la mañana. Gimnasio de la universidad de Detroit

El intenso entrenamiento matutino de Amy la ayudó a poner sus ideas en orden. Aunque técnicamente no había sido infiel a Tom, ya que no había sido Amy sino Shadow Angel quien se había acostado con la chica, tenía claro que aquello no volvería a pasar.

Por otro lado, se centró en Queen Drone, ¿quién era la misteriosa villana que usaba tecnología de última generación? Los drones que usaba y su implante ocular y sus manos cibernéticas eran tecnología al alcance de muy pocos gobiernos. Su única pista era que se trataba de una chica japonesa, como ella, tal vez eso facilitara las cosas. La villana la había vencido porque había contado de algún modo con aquellos tipos que habían secuestrado a Claire. Shadow Angel necesitaría algún tipo de ayuda si quería vencer a su enemiga. Pero ¿quién? No cesaba de preguntarse. ¿Quién podría ayudarla? Al terminar el entrenamiento y dirigirse al vestuario, se le había acudido una idea.

En el vestuario encontró a Claire charlando con otra chica.

– Ayer conocí a alguien interesante- A Amy le picó la curiosidad y paró la oreja.

– ¿Tu? La eterna soltera ha conocido a alguien especial? Seguramente antes de mañana ya será otro “ex-alguien interesante”.- Bromeó la otra chica mientras salía del vestuario.

– Quien sabe- Respondió Claire.

Amy estaba confundida, pero la curiosidad pudo con ella.

– Así que has conocido a alguien? Se puede saber quien es?- Preguntó la japonesa llena de curiosidad.

Claire antes de responder se cercioró que ambas chicas estaban solas y se acercó a Amy.

– A tí sé que puedo contártelo, eres mi mejor amiga y en la que más confío. Por favor, no te rías.

Amy negó con la cabeza y Claire prosiguió.

– Es Shadow Angel.- Amy no pudo disimular su asombro, Claire continuó.- Anoche me salvó de un apuro y tuve la oportunidad de compartir un momento íntimo con ella, es tan fuerte, tan valiente, tan dulce… tan… Sabes en mi vida he tenido muchos novios pero nunca pensé que sentiría algo así en una chica. Ojalá algún día puedas conocerla, Shadow Angel es…

Amy ya no la escuchaba, aquello era peor de lo que pensó en un principio. Claire, su mejor amiga, parecía completamente seducida por su alter ego Shadow Angel. La japonesa no sabía como tomarse aquello. Aquel día acudió a clase con un nudo en el estómago.

Martes por la noche

Kirie llevaba días trabajando sin descanso en el pequeño laboratorio de su camión. Muy poca gente conocía las propiedades del silitio, no sólo era un material duro y resistente sino que además era un gran conductor de energía. El mineral perfecto para crear nanochips.

Sólo el silitio tenía las propiedades para crear los micro drones que llevaba meses diseñando. Con ellos finalmente se cobraría su venganza.

Que hubiera elegido Detroit como lugar de su último golpe no era casualidad. Dentro de un mes se celebraría un evento en su palacio de congresos. Evento al que asistiría su más jurado enemigo. Por fin, después de tantos años, Kisaragi Kirie se cobraría la venganza por la muerte de su amado Himura, y por la destrucción y posterior apropiación del trabajo de su vida. Kirie disponía de tiempo para planear su venganza hasta el último detalle, tiempo que no iba a desperdiciar.

Kirie no lo sabía, pero en su afán por hacerse con el silitio a toda costa, había desperdiciado una oportunidad de oro para intentar recuperar los dos drones que Shadow Angel había derribado con su arco.

Epílogo. Miércoles, última hora de la tarde. Universidad de Detroit, facultad de ingeniería.

Había sido un día duro, sus estudiantes seguían suspendiendo su asignatura. O ellos no terminaban de entender la mecánica de los últimos avances en tecnología o él no sabía transmitir ese saber a sus alumnos. Había estado toda la tarde en su despacho en la universidad, resolviendo dudas a los alumnos que habían acudido allí. Le gustaba su trabajo y no le importaba destinar horas de tiempo libre para hacer que sus alumnos entendieran su asignatura. Insistía siempre a sus compañeros profesores que el tiempo invertido hoy en enseñar bien a un estudiante siempre beneficiaría el futuro.

Finalmente, casi entrada la noche, había atendido las dudas del último alumno. Cerró su despacho con llave y se dispuso a salir de la facultad e irse a casa, a prepararse una bien merecida cena y un sueño reparador. Mañana sería otro día. Iba absorto en sus pensamientos cuando una figura apareció por la puerta del pasillo. Su primer pensamiento fue que se trataría de un alumno rezagado.

– ¿Tiene un momento? Necesito hablar con usted- Dijo una voz femenina.

El Profesor, sorprendido, casi deja caer su carpeta. Ante él había una figura femenina, cubierta con ropa oscura y con una máscara cubriendo su rostro. Su temor inicial se desvaneció en un instante. Cómo olvidar al ángel que meses antes le había salvado la vida. En su primer encuentro, su ángel tenía otra apariencia, su traje estaba desgarrado, mostrando su linda piel sin dejar casi nada a la imaginación del Profesor. Ahora en cambio, el ángel aparecía ante él con su uniforme impecable, llevando una mochila oscura.

– Por su puesto, adelante pasa.- Dijo el Profesor mientras retrocedía el pasillo y volvía a abrir la puerta de su despacho. Aunque fuese tarde, no podía negarle su tiempo a quién le debía la vida.

Cuando Shadow Angel cruzó el umbral del despacho, un recuerdo acudió a ella. La última vez que había estado allí, una bomba casi los había matado a los dos. Esta vez, cuando la puerta se abrió, no hubo explosión, solo el chirriar de las nuevas bisagras. La ninja cerró la puerta detrás suyo, asegurándose que no había nadie observando en el pasillo.

– Tengo un problema con alguien, y creo que usted puede ayudarme.- Dijo la ninja.

CONTINUARA

¿Cuál será el desenlace de esta historia? ¿Quién es la misteriosa Queen Drone y por qué tiene implantes de última generación? ¿Por qué odia tanto la villana la aristocracia japonesa? ¿Conseguirá su objetivo? Sigan mis futuros relatos para ver el desenlace de esta historia.

PD: Gracias de nuevo a Meperteneces2 por el personaje de Queen Drone. Me encantó la idea de enfrentar una ninja, con su estilo de lucha ancestral, con una villana que usa tecnología casi futurista.

Viewing all 7993 articles
Browse latest View live