Quantcast
Channel: PORNOGRAFO AFICIONADO
Viewing all 7981 articles
Browse latest View live

Relato erótico: “Tabah, dulce venganza” (POR SIBARITA)

$
0
0

Sin títuloAcababa de completar una de mis viejas fantasías, en realidad debería decir que había terminado con una de mis más viejas e irracionales fobias, me había acostado con un negro, con uno de verdad, un africano del Senegal, y no precisamente de los bellísimos que abundan en aquel País. Tampoco es cierto que fuera el primero de mi vida, ese “honor” lo había tenido Lucien, en Costa de Marfil, que durante meses me había estado follando, aprovechando mi estado de semi-inconsciencia provocado por la medicación que estaba tomando.

Todo había comenzado la noche que fuimos a una fiesta en el Hotel Ivoire, había bebido dos o tres copas y me sentía animada como para no parar de bailar, así que serían aproximadamente las dos de la madrugada, cuando decidimos regresar a casa. Habíamos dejado  nuestro hijo a los cuidados del Boy Lucien, que dormiría en la cama gemela del cuarto de mi hijo, y allí entré nada mas llegar, pero sin acordarme de la presencia del Boy, de modo que entré quitándome el vestido de fiesta, bajo el cual tan solo llevaba una braguita. El espectáculo para Lucien fue apoteósico, estaba despierto o quizás se despertó por mi entrada, pero el caso es que estaba ante él vestida tan solo con mi braguita. Me miró fijamente y sus ojos no dejaron ni un centímetro de mi piel sin recorrer, sentí aquella mirada como si se tratase de algo físico, me di cuenta de que mis pezones se habían erizado, y que bajo la sabana que cubría a Lucien, se había formado una enorme “tienda de campaña”.

Di un beso a mi hijo dormido, y salí de la habitación sintiendo una extraña sensación de intenso calor por todo el cuerpo, quise fumar y busqué mi bolso sin encontrarlo, lo había olvidado en alguna parte, ya fuera en el coche o en el Hotel Ivoire, así es que Carlos, mi marido, descendió al estacionamiento, regresó enseguida, en el coche no estaba, de modo que regresaría al hotel para buscarlo.

No hizo más que salir del apartamento y yo nuevamente comencé a sentirme extraña, a transpirar por todos los poros. Quitándome la braga entré en el cuarto de baño, la ducha era tentadora, así es que me metí bajo ella y abrí los grifos para dejar que el agua tibia me inundase; froté mi cuerpo con mis manos y fue en ese momento cuando tomé consciencia de mí, mis pezones continuaban erguidos y había aumentado la dureza de mis pechos, los sentía muy sensibles y al tocarlos me estremecí como si hubiera sido un contacto sexual. De pronto me sentí cansada, pero quería esperar despierta el regreso de Carlos, me sequé y volví al salón envolviendo mi cuerpo con la toalla húmeda, tomé asiento sobre el sofá y comencé a leer una revista. No sé cuanto tiempo pasó, debí haberme quedado dormida, me despertó el oír como se abría la puerta del cuarto de mi hijo y un momento después Lucien hacía su entrada en el salón, de nuevo me miró fijamente, como si se tratase de un espejo, vi en sus ojos que estaba desnuda totalmente, ya que la toalla que debía cubrirme, había caído durante mi sueño.

No estaba asustada por su presencia y su silencio, me puse en pié cuando empezó a caminar hacia mí, ni cuando avanzó sus manos y las posó en mis pechos, empujándome hasta el sofá donde me hizo caer. No hubo besos ni caricias, simplemente se despojó del calzón que vestía, descubriendo una polla gigantesca que agarró con sus manos y la dirigió a mi sexo; extrañamente yo estaba completamente lubricada, de otro modo me hubiera destrozado, de un violento golpe de riñones me metió no menos de 30 cm, no paró de moverse buscando la penetración total, la más profunda; me hizo sentar sobre su verga inmensa, tiraba de mis caderas hacia abajo, me forzaba a descender mas cada vez, y en mi interior el placer llegaba en oleadas, en un momento mis piernas estaban apoyadas sobre sus hombros, y en esa posición me penetró de nuevo y provocó en mi un fuerte orgasmo que me hizo perder el conocimiento. Cuando recuperé los sentidos estaba sola y bañada en semen, sentí la llegada de mi marido y tuve el tiempo justo para entrar en el cuarto de baño y abrir los grifos de la ducha. Mientras me aseaba, mi mente daba vueltas a lo sucedido, sin lograr entenderlo, no lo había deseado, no le deseaba a él y, sin embargo como la cosa más normal del mundo, había aceptado su penetración, la había sentido y hasta había tenido un orgasmo de enorme intensidad. Nada de aquello era lógico ni tenía sentido.

Al día siguiente el comportamiento de Lucien era totalmente normal. Desayuné con Carlos y después de su marcha, me dirigí hacia el baño, como todos los días Lucien me había preparado el baño, la diferencia estaba en que al entrar le encontré allí y, con toda naturalidad me despojó de la bata de baño y dándome la mano, me ayudó a entrar en la bañera, me lavó con sus manos, me secó al salir, todo sin una palabra, sin un gesto hasta que una vez seca me condujo a la cama. Alrededor de ella había dispuesto multitud de velas encendidas, productos y formas extrañas llenaban el suelo de mi cuarto, el olor era denso, extraño, había dos hombres en mi cuarto, sus caras surcadas por grandes cicatrices como las de Lucien, una extraña melopea brotaba de sus labios al entrar nosotros en el cuarto, uno de aquellos hombres vino hacia mí y me tocó con la palma de sus manos, dejando sobre mi piel manchas blanquecinas, me penetró con una especie de falo de madera y sin sacarlo, me hizo tender sobre la cama. Frente a mi se encontraba Lucien, totalmente desnudo sujetaba entre sus manos la inmensa polla que ya conocía, la acercó a mi boca pero no cabía, por lo que fue mi lengua la que la recorrió entera, los dos hombres tomaron mis piernas y las levantaron hasta colocarlas sobre los hombros de Lucien que apenas si tuvo que hacer un leve movimiento para penetrarme; como ya había sucedido con antelación, no me cabía, y comenzó a dar violentas sacudidas, no me dolía, empezaba a doler, dolía horriblemente.

Sonaron varios disparos y abrí los ojos asustada, estaba acostada sobre el sofá en el salón de mi casa y tres hombres yacían en el suelo cubiertos de sangre, Lucien era uno de ellos, en la puerta estaba Carlos que recargaba su pistola y enfundándola se dirigía hacia mi para tomarme en brazos, detrás entraban los miembros de su escolta para ocuparse de los cadáveres.

Carlos había encontrado mi bolso olvidado en el coche, regresaba al apartamento cuando recibió el aviso de que alguien había entrado en el apartamento, su escolta localizó y detuvo a un cuarto hombre escondido, antes de que pudiera avisar a sus cómplices. Todo lo sucedido en el apartamento era una alucinación, como un mal sueño, me explicaba el Presidente, cuando al día siguiente vino a la casa a visitarnos, pero el aviso había sido verdaderamente providencial, su objetivo había sido violarme y dejar mi cadáver clavado sobre el muro, según supimos después.

Han pasado los años, quince, para ser exactos, y el mundo sigue dando vueltas. Me separé de Carlos, volví a Europa y recomencé mi profesión de actriz, vivo sola y trabajo en mi profesión, preparando una nueva película. Por exigencias del Director estoy en una discoteca en la que nadie me conoce. Como ejercicio, tengo que seducir a un hombre cualquiera, sin que llegue a saber que estoy interpretando, y de cómo lo haga, depende mi papel en la película, así que estoy dispuesta a todo para conseguirlo. Hay alguien en la sala que me llama la atención y al que inmediatamente elijo, se trata de un africano, negro, de unos treinta años, buen aspecto y muy atractivo, es lo ideal para que mi interpretación impacte. Bailo sola ante él, le miro fijamente,  le sonrío en muda invitación, hago que, como por descuido, el escote de mi vestido se abra mostrándole mi pecho, ante lo cual ya se decide a entrar en la pista e iniciar un lento baile mientras viene hacia mi. Varias piezas bailamos juntos antes de que se decidiera a tomarme en sus brazos, y cuando al fin se decidió, no parecía atreverse a pegarse a mi cuerpo; fui yo quien lo hice finalmente, pera sentir contra mi vientre la hinchazón de su sexo, y apoyar contra su torso el peso de mis pechos.

Al terminar la pieza musical me dirigí a mi mesa, tirando de su mano, nos sentamos muy cerca, tanto que nuestras piernas estaban en contacto y su mirada se perdía en mi escote. No se atrevía a avanzar, tenía miedo de que estallase un escándalo, y discreto me pidió de salir a dar un corto paseo por la terraza de la sala de baile, acepte pero al salir nos dirigimos hacia el lugar donde había estacionado mi coche

Montamos en él y nada más hacerlo nos fundimos en un estrecho abrazo, se unen nuestras bocas, las lenguas se confunden y se enlazan, desabrocha mi blusa descubriendo mis pechos, los toma entre sus manos, los amasa, desciende con su boca sobre ellos, los mordisquea, sus manos buscan mi sexo bajo la falda. Con su ayuda consigo quitarme la braguita, pero no tiene bastante, me denuda completamente, lo mismo que yo hago con él, para sentarme sobre sus piernas dándole la espalda, siento la fuerza y la dureza de su verga, ansiosa por penetrarme, me incorporo un poco, lo justo para que pueda colocarse y cuando inicio el descenso lentamente, sus manos presionan mis caderas, tirando se ellas hacia abajo, y me la clava violentamente hasta sentir el contacto de sus testículos. Tiene una fuerza increíble en los brazos, me levanta para clavarme nuevamente al tiempo que me habla en un susurro. – Soy hermano de Lucien, le recuerdas?. Intento incorporarme y no lo consigo, no consigo desprenderme de su verga y algo está sucediendo en mi interior, no solo no consigo salirme de su verga, sino que pareciera que ella crece por momentos, más larga, más gruesa, mucho más gruesa y pareciendo que tiene vida propia por la forma en que busca, y que acaba por encontrar. Ha dado con el punto G, algo que yo no creía existiera, y nada más hacer presión sobre él, me sobreviene un orgasmo brutal. El continúa bombeando incansable, mientras yo me retuerzo y los espasmos se suceden uno tras otro, ya no me quedan fuerzas para seguir peleando tratando inútilmente de sacar su polla de mi sexo, está clavada en mi hasta lo más profundo, sus manos aferradas a mis pechos mientras ríos de semen desbordan de mi vagina a medida que sus descargas se suceden.

Se detiene de pronto, sé lo que va a pasar y me horrorizo, con mis últimas fuerzas trato de evitarlo y no es posible, me levanta de nuevo y es para colocar su inmensa verga a la entrada de mi esfínter que traspasa de un golpe destrozándolo, ahora ya no es semen sino sangre lo que corre por mis piernas, mi garganta ya no puede emitir sonido alguno. Pierdo el sentido, y cuando lo recupero estoy en una cama de hospital, dolor, operaciones, interrogatorios policiales, han pasado los meses y por fin me decido a hacer una llamada, unas horas después suenan varios golpes en la puerta de mi habitación y entra Carlos.

No ha cambiado gran cosa, si acaso un poco más de barriga y arrugas más profundas, el mismo pelo fino y blanco que cubre su cabeza. Ahora usa gafas, es lógico, después de tantos años consumiendo Quinina, todo en él refleja a un hombre con más edad de la que tiene, 67  años, pero yo le conozco, soy la única perdona en el mundo que sabe lo que hay detrás de esa pantalla de hombre viejo y sin un solo amigo, y es que Carlos, mi exmarido, es uno de los seres más peligrosos de la tierra.

Hablamos poco, lo imprescindible, insisto en mi decisión, iré con él a Senegal y me servirá a Tabah sobre una bandeja. No hago preguntas, a partir de ese momento y con una simple llamada de su móvil, docenas de personas se ponen en movimiento, la caza ha comenzado .

Dakar primero, después Abidjaan y de allí a Assinie Mafia, al lado del templo Vudú y junto al cementerio en una pequeña cabaña y bien atado está Tabah, los ojos, desorbitados por el miedo, me miran cuando entro, tiembla cuando ordeno salir de la cabaña a los hombres que le guardan a vista, intenta resistir mi mirada cuando me planto ante él y desabrocho muy lentamente mi camisa, hago lo mismo con el pantalón y mi  ropa interior hasta quedar totalmente desnuda; después le desnudo a él enteramente, cortando su ropa con mi cuchillo. Está inquieto, pero al verme desnuda y verse de la misma guisa, se tranquiliza, a juzgar por su incipiente erección, le ayudo en ella tomando su sexo con mis manos, le masturbo y su verga no tarda en alcanzar sus máximas dimensiones, que pierde totalmente cuando mi mano izquierda apresa sus testículos, y con la derecha armada del cuchillo corto de un solo tajo su escroto y sus testículos. Su alarido es bestial, como lo fueron los míos tiempo atrás, sin que por ello cesase en sus torturas. A mi llamada acude uno de los hombres de Cesar, portando una antorcha en llamas, la tomo de sus manos y cauterizo con ella su herida, hasta lograr que el río de sangre que mana de su herida se detenga, después, le dejo inconsciente sobre el suelo, bajo la vigilancia de el hombre de Cesar.

Salí desnuda de la choza, cubierta tan solo por una capa de sangre seca y sin importarme las miradas, me dirigí a la que ocupaba con Cesar, me tenía un baño preparado, en el que me hizo entrar y con todo cuidado me lavó entera para, después de secarme cuidadosamente, me depositó sobre la cama. Me abracé a él con ansia y me hizo el amor con dulzura, tiernamente, como siempre lo habíamos hecho. 

Pasaron varios días y al tercero, me dirigí de nuevo a la cabaña que ocupaba Tabah, acompañada de un asiático viejo, venido de no sé donde. Tabah estaba en un estado lamentable, pero no le tuve lastima por eso, sobre el poste central de la cabaña quedó colgado de las muñecas, mientras el viejo abría el maletín que portaba, dentro había multitud de instrumentos extraños que fue sacando y depositando con cuidado sobre una mesa preparada al efecto. Ahora venía lo más difícil, el trabajo delicado. El viejo asiático se ocuparía de pelar literalmente a mi prisionero, sin por ello causarle la muerte; con esmero comenzó su trabajo, lento, seguro, a pesar de los gritos de dolor de Tabah. Había sangre, sí, pero mucho menos de lo que me había imaginado, y a cada momento que pasaba,  a cada jirón de piel que le quitaba, yo me sentía cada vez más excitada, mis pechos estaban duros como piedras, me dolían, mis pezones parecían querer traspasar la tela de mi camisa y sentía que mi vagina estaba chorreando. Abracé al viejo por la espalda y pareciera que él se lo esperaba, porque se dio la vuelta de inmediato y  en un momento estábamos rodando por el suelo, aunque se detuvo de inmediato y me hizo levantar para empujarme contra el cuerpo de Tabah, de cara a él, así me  penetró de un golpe, y a cada arremetida, mi cuerpo se pegaba mucho mas al cuerpo del cautivo, en un momento me quedé pegada literalmente a él, sintiendo su terror por lo que seguiría, y es comunidad me provocó el orgasmo más grande que jamás había tenido. 

Mas tarde, el viejo asiático terminó el trabajo encomendado, el cuerpo de Tabah fue lavado cuidadosamente. Aún desprovisto de piel tenía aspecto de hombre, pero eso dejaría de tener significado en un momento, lo justo para tomar de nuevo mi cuchillo y seccionar su pene por la base, para entregárselo a una vieja del poblado, su misión?, convertir aquel pingajo ensangrentado en un espléndido falo, en mi trofeo, el recuerdo permanente de mi venganza.

Finalizado su trabajo, vino a entregármelo, era impresionante verlo negro y bruñido, medía cerca de 60 cm por 8 de diámetro; la base había sido trabajada con esmero, creando una empuñadura adornada con corys incrustados, y por su rigidez, parecía estuviera hecho con madera de ébano.

 Con él en las manos me dirigí a la cabaña de Tabah, aquel sería el acto final, para el que todo estaba preparado, sin miramientos inserté el falo en su ano, propulsándolo con todas mis fuerzas y un tremendo alarido se escuchó en la noche, alarido que se cortó bruscamente cuando Tabah murió ensartado por su propio pene.

Días después, al llegar a Paris, tuve que pagar una cuantiosa suma en la Aduana, los impuestos exigidos por aquella joya que lucía radiante en su lecho de raso en una bella caja de madera.

  • : Violación y venganza
 

Relato erótico: “Atraído por mi nueva criada negra” (POR GOLFO)

$
0
0

UNA EMBARAZADA2Meaza:
Capitulo 1
Sin títuloNecesitas alguien fijo en tu casa-, me dijo Maria viendo el desastre de suciedad y polvo que cubría hasta el último rincón de mi apartamento.-Es una vergüenza como vives, deberías contratar a una chacha que te limpie toda esta porquería-.
Traté de defenderme diciéndola, que debido a mi trabajo no lo uso nada más que para dormir, pero fue en vano. Insistió diciendo que si no me daba vergüenza traer a una tía a esta pocilga, y que además me lo podía permitir. Busqué escaparme explicándole que no tenía tiempo de buscarla, ni de entrevistarla.
No te preocupes yo te la busco-, me dijo zanjando la discusión. Mi amiga es digna hija de su padre, un general franquista, y cuando se le mete algo entre ceja y ceja, no hay manera, siempre gana.
Suponiendo que se le iba a olvidar, le dije que si ella se ocupaba y no me daba el tostón, que estaba de acuerdo, y como tantas otras cosas, mandé esta conversación al baúl de los recuerdos.
Por eso, cuando ese sábado a las diez de la mañana, me despertó el timbre de la puerta, lo último que me esperaba era encontrármela acompañada de una mujer joven, de raza negra.
Menuda carita-, me espetó nada más abrirla y apartándome de la entrada, pasó al interior del piso, – se nota que ayer te bebiste escocia-.
-¿Qué coño quieres?-, le contesté enfadado.
-Te he traído a Meaza-, me dijo señalando a la muchacha, – no habla español, pero su tía me ha asegurado que es muy buena cocinera-.
Por primera vez me fijé en ella. Era un estupendo ejemplar de mujer. Muy alta, debía de medir cerca de uno ochenta, delgada, con una figura al borde de la anorexia, y unos pequeños pero bien puestos pechos. Pero lo que hizo que se derribaran todos mis reparos fue su mirada. Tras esos profundos ojos negros se encerraba una tristeza brutal, productos de la penurias que debió pasar antes de llegar a España. Estaba bien jodido, fui incapaz de protestar y dando un portazo, me metí en mi cuarto, a seguir durmiendo.
Cuando salí de mi habitación tres horas después, mi amiga ya se había ido dejando a la negrita, limpiando todo el apartamento. Parecía otro, el polvo, la suciedad y las botellas vacías habían desaparecido y encima olía a limpio.
-¡Coño!-, exclamé dándome cuenta de la falta que le hacía una buena limpieza.
Pero mi mayor sorpresa fue al entrar en la cocina y ver el estupendo desayuno que me había preparado. Sobre la mesa estaba un café recién hecho y unos huevos revueltos con jamón que devoré al instante. Meaza, debía de estar en su cuarto, porque no la vi durante todo el desayuno.
Con la panza llena, decidí ir a ver donde estaba. Me la encontré en mi cuarto de baño. De rodillas en el suelo, con un trapo estaba secando el agua que había derramado al ducharme. No sé que me pasó, quizas fue el corte de hallarla totalmente empapada, descalza sobre los fríos baldosines, pero sin hablarla me di la vuelta y cogiendo las llaves de mi coche salí del apartamento.
Nunca había tenido ni una mascota, y ahora tenía en casa a una mujer, que ni siquiera hablaba mi idioma. Tratando de olvidarme de todo, pero sobre todo de la imagen de ella, moviendo sus caderas al ritmo con el que pasaba la bayeta, llamé a un amigo y me fui con el a comer a un restaurante.
Alejandro no paró de reirse cuando le conté el lío en que me había metido Maria, llevándome a casa a esa tentación.
-No será para tanto-, me dijo.
-Que sí, que no te puedes imaginar lo buena que está-.
-Pues, entonces ¿de que te quejas?, fóllatela y ya-
-No soy tan cabrón de aprovecharme-, le contesté bastante poco convencido.
El caso es que terminado de comer nos enfrascamos en una partida de mus, que al ser bien regada de copas, hizo que me olvidara momentáneamente de la muchacha.
Totalmente borracho, volví a casa a eso de las nueve. No había terminado de meter la llaves en la cerradura cuando me abrió la puerta para que pasara.
Casi me caigo al verla. Estaba vestida con un traje típico de su país, consistente en una tela de algodón marrón, que anudada al cuello dejaba al aire sus dos pechos. Lejos de incomodarse, por mi borrachera y su desnudez, me recibió con una sonrisa, y echando una mano a mi cintura me llevó a la cama. Sentirla pegada a mí, alborotó mis hormonas y solo el nivel etílico que llevaba, que me impedía incluso el mantenerme de pié, hizo que no saltara sobre ella violándola. Solo tengo de esa noche, confusas imágenes de la negrita desnudándome sobre la cama, pero nada más, porque debí de quedarme dormido al momento.
A la mañana siguiente, al despertarme, me creía morir. Era como si un clavo estuviera atravesando mis sienes, mientras algún hijo de puta lo calentaba al rojo vivo. Por eso, tardé en darme cuenta que no estaba solo en la habitación, y que sobre la alfombra a un lado de mi cama dormía la muchacha a rienda suelta.
Meaza estaba usando como almohada su vestido, y totalmente desnuda descansaba sobre el duro suelo. Estuve a punto de despertarla, pero decidí aprovechar la situación para dar gusto a mis ojos.
Durante más de media hora estuve explorándola con la mirada. Era perfecta, sus piernas eternas terminaban en un duro trasero, que llamaba a ser acariciado. Luego un vientre duro, firme, rematado por dos bellos pechos que se notaba que nunca habían dado de mamar. El pezón negro era algo más que decoración, era como si estuviera dibujado por un maestro, redondo, bien marcado, invitaba a ser mordisqueado. Y su cara, aún siendo negra tenía unas facciones finas, bellísimas. Poco a poco me fui calentando, y solo el corte de que me pillara, evitó que me hiciera una paja mirándola.
De improviso, abrió los ojos. Sus negras pupilas reaccionaron al verme, y levantándose de un salto abandonó la habitación. Decidí quedarme en la cama esperando que se me bajara el calentón, por eso, todavía estaba ahí, cuando al cabo de tres minutos, la muchacha volvió con mi desayuno.
No se había molestado en taparse. Desnuda, me traía en una bandeja, el café y unas tostadas. Sin saber que hacer, me tapé con la sabanas, mientras desayunaba, sin dejar de mirar de soslayo a la muchacha.
Meaza, como si fuera lo más natural del mundo, se agachó por su vestido y atándoselo al cuello, esperó arrodillada mientras comía. A base de señas, le pregunté si no quería, y sonriendo abrió su boca, para que le diera de comer.
Estaba alucinado, vi como sus blancos dientes mordían la tostada, y su dueña volvía a arrodillarse a mi lado, satisfecha de que hubiese compartido, con ella, mi comida. Su postura me recordaba a la de una sumisa en las películas de serie B. Con las manos en la espalda, y los pechos hacía delante, dejando su culo ligeramente en pompa, me estaba volviendo a poner cachondo, por lo que tratando de evitarlo me levanté a darme una ducha fría, sin importarme que al hacerlo ella me pudiera ver desnudo.
No sé si fue idea mía pero me pareció que ella se quedaba mirándome el trasero.
De poco me sirvió meterme debajo de chorro del agua, no podía dejar de pensar en su olor, y su cuerpo. Era increíble, nunca había cruzado una palabra con ella, ni siquiera me entendía y me resultaba hasta doloroso dejar de pensar en como iba a respetar la relación criada-patrón, si la niña no dejaba de andar medio en pelotas por la casa.
Al salir de la ducha fue aún peor, Meaza me esperaba en mitad del baño, con la toalla, esperando secarme. Traté de protestar, pero me resultó imposible hacerla entender que quería hacerlo yo solo, por lo que al final no tuve más remedio que dejar que ella agachándose empezara a secarme los pies. Sus manos y la tela fueron recorriendo mis piernas, mientras su dueña con la mirada gacha miraba al suelo, hasta llegar a mi sexo, cuando con una profesionalidad digna de encomio se entretuvo secando todos y cada unos de mis recovecos sin que en su cara se reflejara nada sexual.
En su cara no, pero mi pene no pudo más que reaccionar al contacto endureciéndose, la muchacha haciendo caso omiso a mi calentura, sonrió, y levantándose del suelo terminó de secarme todo el cuerpo, saliendo después con la toalla mojada hacía la cocina.
Estaba totalmente avergonzado, me había comportado como un niño recién salido de la adolescencia. Cabreado conmigo mismo me vestí, y saliendo al salón, encendí la tele.
Imposible concentrarme, la negrita estaba limpiando la casa, vestida únicamente con ese trapo, y de forma que estuve más atento a cuando se agachaba que al programa que estaban poniendo.
Hecho una furia con mi amiga, por habérmela traído, cerré los ojos intentando el relajarme, pero no debía de llevar ni tres minutos en esa postura cuando sentí que tocaban mi pierna.
Tardé unos segundos en abrir mis párpados, para encontrarme a Meaza hincada a mi lado, con un plato de comida entre sus manos.
No tengo hambre-, le dije tratando de hacerme entender, pero no pude y la muchacha no hacía más que alargarme el plato.
Señalando con el dedo el jamón y el queso, y posteriormente a mi estómago, le hice señas diciéndole que no. Imposible, seguía insistiendo.
-¡Coño!, ¡Que no quiero!-, le contesté ya molesto.
Entonces ella hizo algo insólito, agarrando mi mano, me obligó a coger una loncha, y posteriormente se la llevó a su boca. Por fín entendí, lo que quería, es que le diera de comer. Seguramente en su tribu, los hombres alimentaban a las mujeres y ella obligada por su cultura esperaba que yo hiciera lo mismo. Pensando que ya tendría tiempo de explicarle que en España no hacia falta, agarré otro trozo y se lo metí en la boca.
Sonrió mostrándome toda su dentadura. Realmente estaba encantadora con una sonrisa en la cara, y ya más seguro de mi mismo, seguí dándole de comer como a un bebé. Era una gozada el hacerlo, me sentía importante. Era agradable que alguien dependiera de ti hasta los más mínimos detalles, por lo que cuando se acabó todo lo que había traído fui al frigorífico a por algo de leche.
Cuando volví seguía en el mismo sitio, en el suelo al lado del sillón, y acercándole el vaso a los labios le di de beber. Debía de estar sedienta por que se tomó el líquido a grandes tragos de manera que una parte se le derramó por las mejillas, yendo a caer en uno de sus pechos.
Juro que lo hice sin pensar, no fue mi intención el hacerlo, pero mi mano recorrió su seno, y cogiendo la gota entre mis dedos me lo llevé a mis labios saboreándolo. Sus pezones se endurecieron de golpe al verme chupar mis dedos, y con ellos, mi entrepierna. Nuestras dos miradas se cruzaron, creí descubrir el deseo en sus ojos, pero decidí que me había equivocado, por lo que levantándome de un salto, traté de calmarme, diciéndome para mis adentros que debía de ser un caballero.
-Puta madre, ¡qué buena que está!-, pensé, decidiéndome que eso no podía continuar así, que al menos debía de ir decentemente vestida, para intentar que no la asaltara en cualquier momento, por lo que cogiéndola del brazo, la llevé a su cuarto, y buscándole ropa descubrí que solo había traído la blusa y la falda con la que había llegado a casa.
-Necesitas ropa-, le dije.
Con los ojos fijos en mí, se rió, dándome a saber que no había entendido nada. Era primer domingo de mes, luego los grandes almacenes debían de estar abiertos, por lo que obligándola a vestirse la llevé de compras.
El primer problema fue subirla al coche. Asumiendo que sabía hacerlo abrí las puertas con mi mando, y me subí para descubrir al sentarme que ella seguía de pie fuera del automóvil.
-¡Joder!-, exclamé saliendo y abriéndole la puerta, la hice sentarse.
Nuevamente en mi asiento y antes de encender el motor, tuve que colocarle el cinturón y al hacerlo rocé sus pechos con mi mano, los cuales se rebelaron a mi caricia, marcando sus pezones debajo de su blusa.
-Tengo que comprarte un sujetador, me estas volviendo loco, como sigas con tus pechos al aire no sé si podré aguantarme las ganas de comértelos-.
Meaza, no me entendía, pero me daba igual, me gustaba como sonreía mientras le hablaba. Por lo que aprovechándome de ello, le expliqué lo mucho que me excitaba el verla, que tenía un cuerpo maravilloso. Durante unos minutos, se mantuvo atenta a mis palabras pero al salir al la calle y tomar la Castellana, empezó a mirar por la ventanilla, señalándome cada fuente y cada plaza. Para ella, todo era nuevo y estaba disfrutando, por eso al llegar al Corte Inglés y meternos en el parking, con un gesto me mostró su disgusto.
-Lo siento bonita, pero hay que comprarte algo que te tape-.
Como una zombie, se dejó llevar por la primera planta, pero al tratar de que montara en la escalera mecánica tuve que emplearme duro, por que le tenía miedo. Como no había más remedio, la obligué, y ella asustada se abrazó a mi en busca de protección, de forma que pude oler su aroma penetrante, y sentir como sus pechos se pegaban al mío al hacerlo.
-¿Qué voy hacer contigo?-, le dije acariciándole la cabeza, -Estás sola e indefensa, y yo solo puedo pensar en como llevarte a la cama-.
Sentí pena cuando llegamos al final, porque eso significaba que se iba a retirar, pero en contra de lo que suponía no hizo ningún intento de separarse, por lo que la llevé de la cintura a buscar ropa.
El segundo problema fue elegir su talla, por lo que le pedí a una señorita que me ayudara, inventándome una mentira y diciéndole que la negrita era parte de un intercambio y que necesitaba que le comprara unos trapos. Me daba no sé que, el decirle que era mi criada.
La empleada se dio cuenta que iba a hacer el agosto a mis expensas y rápidamente le eligió un montón de camisas, pantalones y vestidos, de forma que en poco tiempo, me vi con todo un ajuar en el probador de señoras.
Por medio de la mímica, le expliqué que debía de probársela, para ver si le quedaba. Meaza, me miró asombrada, y haciendo un círculo sobre la ropa, me dio a entender que si era todo para ella.
-Si-, le dije con la cabeza.
Dando un gritito de satisfacción, se abrazó a mí, pegando sus labios a mi mejilla. Se la veía feliz, cuando se encerró en el probador. Ya más tranquilo, esperé que saliera, pero al hacerlo lo hizo vistiendo únicamente un pantalón, dejando para escándalo de la mujeres presentes y gozo de sus maridos, todo su torso y sus pechos al aire.
Obviando el hecho que la presencia de hombres esta mal vista en un probador de mujeres, la agarré del brazo y me metí con ella. Si no lo hacía, nos iban a echar del local. De tal forma que en menos de dos metros cuadrados estuve disfrutando de la niña mientras se cambiaba de ropa. Pero lo mejor fue que al darle un sujetador, se lo puso en la cabeza, por lo que tuve que ser yo, quien le explicara como hacerlo.
Tienes unas tetas de locura-, le dije mientras se lo acomodaba dentro de la copa,- me encantaría sentir tus pezones en mi lengua y estrujártelas mientras te hago el amor-.
La muchacha ajena a las burradas que le decía, se dejaba hacer confiada en mi buena voluntad. Me avergonzaba mi comportamiento, pero a la vez lo estaba disfrutando. Pero todo lo bueno tiene un final, y saliendo del probador con Meaza vestida como una modelo, pagué una cuenta carísima alegremente, al percibir que hombres y mujeres no podían dejar de admirar al pedazo de hembra que tenía a mi lado.
Esta vez no tuve que abrirle la puerta, la negrita se había fijado como lo había hecho, pero en plan coqueta dejó que fuera yo quien le abrochara el cinturón, incluso creo que provocó que nuevamente rozara su pecho al incorporarse, mientras lo hacía.
-Eres un poco traviesa, ¿lo sabias?-, le dije mirándola a los ojos, sin retirar mis manos de sus senos.
Soltó una carcajada, como si me entendiera y dándome un beso en la mejilla, se acomodó en el asiento.
Esta mujer me estaba volviendo loco, y creo que lo sabe-, medité mientras conducía.
Mirándola de reojo, no podía más que maravillarme de sus formas y la tersura que parecía tener su piel. Su piernas parecían no tener fin, todo en ella era delicado, bello. Y haciendo un esfuerzo retiré mi mirada, tratando de concentrarme en el volante al sentir que mi entrepierna empezaba a reaccionar. No sé si ella se dio cuenta de mi embarazo pero tocándome la rodilla, me dijo algo que no entendí.
Yo también te deseo-, le contesté haciéndome ilusiones. Realmente quería con toda el alma que así fuera.
Como iba a ser un raro espectáculo, el darla de comer en la boca en un restaurante, decidí irnos de nuevo a mi apartamento. Al menos allá, nadie iba a sentirse extrañado de nuestra relación. Al Bajarnos del coche, la negrita insistió en ser ella quien llevara las bolsas con la ropa y manteniéndose a una distancia de unos dos metros de mi, me siguió con la cabeza gacha. Su actitud me hizo recordar a las indias lacandonas en Chiapas que son ellas las que cargan todo y siguen a su hombre por detrás.
Ya en el piso, lo primero que hizo fue acomodar su ropa en su cuarto mientras yo me servía una cerveza helada. Nunca he comprendido a los del norte de Europa, cuando la toman caliente, una cerveza, para ser cerveza, tiene que estar gélida, muerta, fría y si encima se bebe en casa, con una mujer espléndida, mejor que mejor. Ensimismado mientras la bebía, no me di cuenta que Meaza había terminado de colocar sus trapos y que se había metido a duchar, por eso me sobresaltó oír un desgarrador grito, provinente de su cuarto.
Salí corriendo haber que pasaba. El tipo de chillido indicaba que debía de ser algo grave por lo que cuando entrando en el baño, me la encontré llorando desnuda pensé que se había caído y nerviosamente empecé a revisarla en busca de un golpe o una herida, sin encontrar el motivo de su grito.
-¿Qué ha pasado?-, le pregunté.
La muchacha señalando la ducha y posteriormente a su cuerpo, me explicó lo ocurrido. Cuando comprendí que la pobre se había escaldado con el agua caliente, no me pude contener y me destornillé de risa de ella. Cuanto más me reía, más indignada se mostraba. Me había visto duchándome, y no se había percatado de que había que usar las dos llaves, para conseguir una temperatura optima.
Solo conseguí parar cuando vi que no paraba de llorar, y sintiéndome cucaracha, por reírme de su desgracia, la llevé a la cama, para darle una crema anti-quemaduras.
-Ven, túmbate-, le dije, dando una palmada en el colchón.
La negrita me miraba, alucinada, de pie, a mi lado, pero sin tumbarse. Tuve que levantarme y obligarla a hacerlo.
Quédate ahí, mientras busco algo que echarte-, le solté en voz autoritaria para que entendiera.
Dejándola en su cuarto, me dirigí a donde tengo la medicinas. Y entre los diferentes tarros, y pomadas encontré la que buscaba, “vitacilina”, una especialmente indicada contra las quemaduras. Cuando volví, Meaza seguía tumbada sin dejar de llorar. Sentándome en la cama, me eché en la mano un poco de pomada, pero al intentar aplicárselo, gritó asustada y encogiendo las piernas, trató de evitar mi contacto.
Estaba histérica, por mucho que intentaba calmarla, seguía llorando, por lo que sin pensármelo dos veces le solté un sonoro bofetón. Bendito remedio, gracias al golpe, se relajó sobre las sabanas.
Por primera vez, tenía ese cuerpo a mi completa disposición, y aunque fuera para darle crema, no pensé en desaprovechar la ocasión de disfrutar. La piel de su pecho, estómago y el principio de sus piernas estaba colorada por efecto del agua, luego era allí donde tenía que echarle la pomada en primer lugar.
Meaza, tumbada, me miró sin decir nada mientras vertía un poco sobre su estomago, para suspirar aliviada al darse cuenta de efecto refrescante al irla extendiendo por su vientre. Viendo que se le había pasado el miedo y que no se oponía, derramé al menos medio tubo sobre ella, y con cuidado fui repartiéndola.
Aún sabiendo que me iba a excitar, lo hice desesperadamente despacio, disfrutando de la tersura de su piel y de la rotundidad de sus formas. Lentamente me fui acercando a sus pechos. Eran preciosos, duros al tacto, pero suaves bajo mis palmas. Sus negros pezones se contrajeron al sentir que mis dedos se acercaban de forma que cuando los toqué, ya estaban erectos, producto pensé en ese momento de la vergüenza.
Quizás debía de haberme entretenido menos esparciendo la crema sobre sus senos, pero era una delicia el hacerlo, y sin darme cuenta mi pene reaccionó irguiéndose debajo de mi pantalón. Por eso, no caí en que la mujer había apartado su cara para que no viera como se mordía el labio por el deseo.
Ajeno a lo que estaba sintiendo, me fui acercando a sus piernas. Quizás era la zona más quemada, por lo que abriéndolas un poco, le empecé a untar esa parte. Tenía un pubis exquisitamente depilado, su dueña se había afeitado todo el pelo dejando solo un pequeño triangulo que parecía señalar el inicio de sus labios.
Era una tentación, brutal el estarle acariciando cerca de su cueva, sin hollarla. Varias veces mis dedos rozaron su botón del placer, como si fuera por accidente, pero siendo conciente de que yo cada vez estaba más salido. No dejaba de pensar que mi criada era la hembra con mejor tipo que nunca había acariciado, pero que era indecente el abusar de su indefensión. Por eso no me esperaba oír, de sus labios, un gemido.
Al alzar la cara y mirarla, de improviso me di cuenta que se había excitado y que con sus manos se estaba pellizcando los pechos mientras me devolvía la mirada con deseo. Fue el banderazo de salida, sin poderme retener, tomé entre mis dedos su clítoris para descubrir que me esperaba totalmente empapado. La muchacha al sentirlo, abrió la piernas para facilitar mis maniobras, hecho que yo aproveche para introducirle un primer dedo en su vagina.
Meaza, o bien se había cansado de fingir, o realmente estaba excitada, ya que de manera cruel retorció sus pezones, intentando a la vez que profundizara con mis caricias, presionando con sus caderas sobre mi mano. Acercando mi boca a su pubis, saqué mi lengua para probar por vez primera su sexo. Siempre se habla del olor tan fuerte de los negros, por lo que me sorprendí al descubrir lo delicioso que me resultó su flujo. Mi lengua fue sustituida por mis dientes, y como si fuera un hueso de melocotón me hice con su clítoris, mordisqueándolo mientras con mi dedo no dejaba de penetrarla.
No sé cuanto tiempo estuve comiéndole su coño, antes que sintiera como se anticipaba su orgasmo. Ella, al notarlo, presionó mi cabeza, con el afán de buscar el máximo placer.
De pronto, su cueva empezó a manar el néctar de su pasión desbordándose por mis mejillas, por mucho que trataba de beberme su flujo, este no dejaba de salir empapando las sabanas. Meaza se estremecía, sin dejar de gemir, cada vez que su fuente echaba un chorro sobre mi boca. Parecía una serpiente retorciéndose hasta que pegando un fuerte grito, se desplomó sobre la cama.
-¡Menuda forma de correrse!-, exclamé al ver que se había desmayado, y sin darle importancia aproveché la coyuntura para desnudarme y tumbarme a su lado.
Tardó unos minutos en volver en sí, tiempo que usé para mirarla como dormitaba. Al abrir los ojos, me dedicó la más maravillosa de las sonrisas, como premio al placer que le había dado, y sin mediar palabra, tampoco la hubiese entendido, me besó la cara, y sin dejar de hacerlo, bajó por mi cuello, recreándose en mi pecho.
Mi pene esperaba erguido su llegada, totalmente excitado por sus caricias, pero cuando ya sentía su aliento sobre mi extensión, sonó el teléfono.
Por vez primera me arrepentí de haber elegido su alcoba, ya que en mi cuarto había una extensión, y contra mi voluntad me levanté para ir a descolgarlo al salón, ya que no paraba de sonar.
Cabreado, lo contesté, diciendo una impertinencia de las mías, pero al percatarme, que era María la que estaba al otro lado de la línea, cambié el tono no fuera a descubrirme.

-¿Qué quieres, cariño?-, le solté.

Ella me estaba preguntando como me había ido con la muchacha cuando vi salir a Meaza, a gatas de la habitación y ronroneando irse acercando adonde yo estaba. No salía de mi asombro al verla, como seductoramente se acercaba mientras yo seguía disimulando al teléfono.
Bien, es una muchacha muy limpia-, contesté a Maria, observando a la vez como la negrita se arrodillaba a mi vera, y sin hacer ningún ruido empezaba a lamer mi pene.
Mi amiga, un poco mosqueada, me amenazó con dejarme de hablar si me portaba mal con ella, insistiendo que era una muchacha tradicional de pueblo.
-No te preocupes, sería incapaz de explotarla-, le dije irónicamente, al sentir que Meaza abriendo su boca se introducía toda mi extensión en su interior, y que con sus manos empezaba a masajear mis testículos.
Era incómodo pero a la vez muy erótico, estar tranquilizando a Maria, mientras su objeto de preocupación me estaba haciendo una mamada de campeonato.
Que si, que no seas cabezota, que me voy a ocupar que coma bien-, le solté por su insistencia de lo desnutrida que estaba.
-Vale, te dejo, que están llamándome al móvil-, le tuve que mentir, para colgar, porque estaba notando, que las maniobras de la mujer, estaban teniendo su efecto, y que estaba a punto de correrme.
Habiendo cortado la comunicación, pude al fin dedicarme en cuerpo y alma a lo importante, y sentándome en el sofá, me relajé para disfrutar plenamente de sus caricias. Pero ella, malinterpretó mi deseos y soltando mi pene, se sentó a horcajadas sobre mí, empalándose lentamente.
Fue tanta su lentitud al hacerlo, que pude percatarme de cómo mi extensión iba rozando y superando cada uno de sus pliegues. Su cueva me recibió empapada, pero deliciosamente estrecha, de manera que sus músculos envolvieron mi tallo, presionándolo. No cejó hasta que la cabeza de mi glande tropezó con la pared de su vagina y mis huevos acariciaban su trasero, entonces y solo entonces se empezó a mover lentamente sobre mí, y llevando mis manos a su pechos me pidió por gestos que los estrujara.
Meaza no dejaba de gemir en silencio al moverse, era como el sonido de un cachorro llamando a su madre, suave pero insistente. Sus manos, en cambio, me exigían que apretara su cuerpo. No me hice de rogar, y apoderándome de sus pezones, los empecé a pellizcar entre mis dedos. Gimió al sentir como los torturaba, estirándolos cruelmente para llevarlos a mi boca. Y gritó su excitación nada más notar a mi lengua jugueteando con su aureola. La niña tímida había desaparecido totalmente, y en su lugar apareció una hembra ansiosa de ser tomada, que restregando su cuerpo contra el mío, intentaba incrementar su calentura.
Su cueva se anegó totalmente, mojándome la piernas con su flujo, cuando con mis dientes mordí sus pechos y con mis manos me afiancé en su trasero. Era impresionante, oírle berrear su placer en un idioma ininteligible. Quizás sus palabras eran extrañas pero su significado era claro, la negrita estaba disfrutando y mucho. Fue entonces cuando me di cuenta que no iba a poder aguantar mucho más, y apoyando mis manos en sus hombros forcé mi penetración, mientras me licuaba en su interior. En intensas erupciones, mi pene se vació en su cueva, consiguiendo que la muchacha se corriera a la vez, de forma que juntos cabalgamos hacia el clímax. Cansados y agotados permanecimos unidos durante el tiempo que usamos para recuperarnos, y por primera vez la besé, introduciendo mi lengua en su boca. Meaza respondió a mi beso, de manera explosiva, y pegándose a mí, intentó reactivar mi pasión, pero dándole un azote en el culo, le dije que tenía hambre señalándome el estómago y haciendo que me comía la mano.
Pareció entenderme, y bajándose del sofá, se arrodilló un momento como haciendo una reverencia, antes de salir corriendo alegremente hacia la cocina, dejándome hipnotizado en el salón por sus movimientos al hacerlo. Todavía sentado en el sillón, escuché ruidos de cacerolas, lo que me confirmó que había captado el mensaje. No teniendo nada mejor que hacer, me fui a mi cuarto a vestirme, y encendiendo mi ordenador personal me puse a revisar el correo.
Eran todo mensajes de rutina, clientes que me pedían aclaración de facturas y proveedores exigiéndome o rogando, según el caso, que les anticipara el pago. Como estaba de buen humor, pasé de contestarles, me puse en cambio a estudiar el origen y las costumbres de la tribu de Meaza. Descubriendo que el suyo es un pueblo guerrero, donde el cabeza de familia es un verdadero dictador, y sus múltiples esposas casi esclavas de su marido.
Al investigar sus costumbres, me expliqué las razones del comportamiento de la muchacha. Resulta que cuando me dio de desayunar en la cama, y yo le ofrecí parte de mi comida en su boca, le estaba haciendo una proposición de matrimonio, y ella al aceptarlo, según sus costumbres pasaba a ser mi concubina.
Asombrado por lo que eso significaba, no pude más que seguir indagando en ello, y con total incredulidad leí que ella esperaba que yo le exigiera una total servidumbre, y que era uso común entre sus gentes el castigo físico, ante la más nimia de las contradicciones. Por otra parte, el trapo anudado al cuello, era solo para las solteras, mientras que las casadas debían enrollárselo en la cintura.
-¡Que curioso!-, pensé ensimismado, sin poder para de leer.
Pero fueron sus hábitos sexuales, los que realmente me interesaron, en su cultura no había casi tabúes, el sexo anal y el lesbianismo eran prácticas comunes, solo existiendo una prohibición sobre la homosexualidad. La mujer siempre tenía que estar dispuesta, pero en contraprestación el hombre tenía que tomarla al menos una vez cada dos días, para seguir manteniendo su dominio.
-No creo que eso sea un problema-, me dije recordando la perfección de su cuerpo.
Estaba tan absorto en la lectura que no me di cuenta que la mujer había entrado en la habitación y asumiendo la postura sumisa, se había arrodillado a mi lado. Solo lo hice, cuando poniendo su cabeza sobre mi pierna, me hizo saber que estaba allí.
La ternura de su actitud, hizo que la acariciara con mi mano. Ella al notar mis dedos entre su pelo, ronroneó de gusto, y sin quitar la cabeza de su sitio, esperó a que cerrara el ordenador.
Me imagino que quieres decirme que ya está la comida-, le dije levantándome.
María no me había mentido al decirme que era una estupenda cocinera, ya que al llegar al comedor me encontré un magnifico banquete, de ponerle algún pero era que todos y cada unos de los platos eran picantes, pero gracias a mi estancia durante dos años en México eso no me resultó un problema.
Mientras comía, Meaza se mantuvo en silencio, ocupándose de que nada me faltara y solo cuando me hube saciado, se acercó a que le diera de comer. Nuevamente me encanto la sensación de que darle de comer, de que fuera dependiente, pero esta vez algo había cambiado en ella, por que cuando con mis dedos le acerque un pedazo de carne ella se entretuvo lamiéndome los dedos de una forma sensual que hizo que mi sexo se empezara a alborotar.
-Eso luego-, le susurre al oído, mientras le pellizcaba un pezón con mis manos.
La muchacha sin entender, sonrió terminando de tragar el trozo que tenía en la boca, para acto seguido levantarse e irse a la cocina. Volvió trayendo una bandeja con el café, cuando de repente se tropezó, derramándomelo sobre los zapatos.
Asustada, se agachó y antes que me diera cuenta estaba lamiendo mis mocasines, en un intento que no la castigara. Verla haciéndolo, me hizo recordar lo que había leído, y actuando en consecuencia, esperé que terminara de limpiarme, para agarrarla del brazo, y poniéndola en mis rodillas, empezar a darle una tunda de azotes.
No se quejó, servilmente aceptó su castigo, sabiendo que yo estaba en mi derecho y que ella era la responsable. Quizás al contrario, para ella era otra forma de afianzar nuestra unión, porque solo su padre o su marido tenían, entre sus gentes, la potestad de castigarla, de forma que cuando paré, se levantó y llorando se abrazó a mí.
Estuve a punto de consolarla, pero eso podría verlo como una señal de flaqueza, por lo que despidiéndola con cajas destempladas, la mandé a la cocina, mientras yo me iba a echarme una siesta en el salón. Al haberme cebado, comiendo en exceso, rápidamente me quedé dormido soñando con mi nueva adquisición.
Dos horas después, al despertar, la hallé sentada a mi lado en el suelo, mirándome sin hacer ruido. Su mirada reflejaba arrepentimiento, por lo que diciéndole por gestos que se acercara, y empecé a acariciarle la cabeza, mientras cambiaba de canal en busca de algo interesante.
Intento infructuoso, por que en la tele solo había la bazofia acostumbrada, por lo que tras diez minutos haciendo zapping, me convencí que no había nada que ver. Todo ese tiempo, se quedó a mi lado en silencio, disfrutando de mis caricias.
-Tengo que enseñarte español-, le dije, pensando que sería bueno que al menos me entendiese.
La muchacha abrió sus ojos, haciéndome ver su incomprensión, por lo que sentándola a mi lado le dije:
-Tu, Meaza, yo, Fernando-.
Entendiendo a la primera, trato de pronunciar mi nombre, saliéndole algo parecido a “Fernianda”.
Bien-, le solté dándole un beso en señal de premio. Ella pensando que quería otra cosa, se pegó a mí, restregando su cuerpo contra el mío. Lo que me dio una idea, y agarrándole el pecho le dije como se llamaba.
Pesso-, respondió.
Solté una carcajada al oirle. Íbamos por buen camino, y tomando su aureola entre mis dedos y acercándolo a mi boca, le dije:
Pezón-, y sin esperar a que me respondiera saqué mi lengua recorriendo sus bordes. Meaza gimió sin contestarme. –Pezón-,insistí.
Pechón-, me contestó alegremente.
Era un juego, de forma que besándole cada una de las partes de su cuerpo, le iba diciendo su nombre en español, y ella debía repetirlo. Poco a poco, la cosa se fue calentando por lo que cuando le tocó al trasero, ambos estábamos hirviendo, y al darle la vuelta y acariciar su culo con mis manos, gimió de deseo.
-¿Estas bruta?-, le solté, mientras recorría con mi lengua, el canal formado por sus nalgas.
No hacía falta que me contestara, claramente, lo estaba. Sabiendo que no se iba a oponer, me levanté a la cocina, y cogiendo la botella de aceite del convoy, volví a su lado.
Meaza, viéndome con el tarro en mis manos, comprendió al instante mis intenciones y poniéndose a cuatro patas sobre el sofá, esperó mis instrucciones.
Desnudándome con anterioridad, derramé una gotas sobre su ano y separándole los cachetes, comencé a acariciarle por fuera sus rugosidades. Jadeó de gusto cuando forzando su entrada trasera, introduje un dedo. Su orificio estaba totalmente cerrado, por lo que relajarlo, moviéndolo en su interior de manera circular. Poco a poco, me fue resultando más fácil el hacerlo, y cuando ya entraba y salía sin oposición, le metí el segundo.
Esta vez, ya sus jadeos eran gemidos, y sin cortarse lo más mínimo, llevó su mano a su sexo, empezando a masturbarse. Verla tan dispuesta me hizo tomar la decisión, y embadurnándome el pene de aceite, puse mi glande en la entrada de su hoyo. Antes de introducirlo en su interior, jugué con ella recorriendo su estrecho canal, y los bordes de su cueva. Quería hacerlo con tranquilidad pero al presionar sus músculos con la cabeza de mi extensión, ella se echó para atrás, clavándoselo de un golpe.
Chilló de dolor al sentir su orificio violado, pero no hizo ningún intento de sacárselo, por lo que sin moverme, esperé a que se acostumbrara a tenerlo dentro. Fue ella misma, quien pasados unos pocos segundos se empezó a menear lentamente, metiendo y extrayendo mi miembro al hacerlo. De sus ojos salían unas lágrimas que recorriendo sus mejillas me hacían ver el dolor que sentía, pero sus sollozos se fueron convirtiendo en gemidos, a la par que aceleraba el ritmo de su cuerpo.
Lo que en un principio era un lento trote, se fue convirtiendo en un alocado cabalgar y ya sin ningún reparo, mi pene se clavaba en sus intestinos, mientras mis huevos chocaban usando su culo de frontón. Pero fue cuando usando, su pelo como riendas, la azucé con un azote, cuando mi yegua se desbocó gritando de placer. Su reacción me hizo saber que le gustaba, y haciendo que mi mano cayera sobre sus nalgas, le marqué un ritmo frenético.
Ella, respondía a cada azote, clavándose cruelmente mi hombría hasta el fondo, esperando que el siguiente le marcara el momento de sacárselo, de modo que en un momento la habitación se llenó de sonidos de gritos y palmadas mientras nuestro cuerpos disfrutaban de una total entrega.
Estaba tan sometida que sus brazos fallaron, cayendo de cara sobre el sofá, lo que provocó que aún fuera más sensual mi visión, y sin poderme aguantar le saqué mi sexo incrustándoselo en su cueva. Recibió con alborozo el cambio, y sin pedirme permiso, se dio la vuelta, dándome la oportunidad de verle los ojos mientras le hacía el amor.
Meaza era todo lujuria, sus músculos interiores parecían ordeñarme, presionando y relajando mi extensión mientras que con sus piernas me abrazaba consiguiendo que la penetraciones fueran todavía más profundas. Con su respiración entrecortada, no dejaba de hablar en un idioma extraño, mientras las primeras gotas de sudor recorrían su pecho.
Recogiendo parte de su flujo entre mis dedos, se los llevé a la boca, y ella los sorbió con ansia mientras me miraba con deseo. Ya fuera de control, coloqué sus piernas en mis hombros y sin esperar a que se acomodara la penetré de un solo golpe. La nueva postura hizo que su vagina ya totalmente inundada se desbordara, mojándome las piernas. El sentir como se vaciaba, corriéndose entre mis brazos, aceleró mis incursiones de manera que una corriente eléctrica me recorrió por entero, y en intensos oleadas de placer, eyaculé en su cueva regándola con mi simiente.
Y sin esperar a que se recuperara, la llevé a mi cama a descansar. Con Meaza bien pegada a mi piel, me relajé, quedándome dormido al instante.
Eran casi las nueve de la noche, cuando abrí los ojos, y al buscarla con mis brazos descubrí que no estaba. Pero me dí cuenta de que una mujer estaba hablando en el salón, y mi extrañeza fue tanta que me levanté a ver quien era.
Desde la puerta pude oír como Meaza, hablando en un perfecto español con acento madrileño, le decía a María:
Lo siento, no puedo seguir con el juego-, quedándose callada mientras escuchaba la respuesta,-Mira me he dado cuenta, que me encanta mi papel, y no pienso descubrirme, pienso seguir actuando como Meaza, mientras Fernando no lo sepa. Para cuando se entere, espero que no quiera echarme-.
Mi amiga debió intentar el convencerla, porque oí como le gritaba al teléfono, pero la negrita le respondió:
Llámame loca, pero por primera vez en mi vida, alguien me cuida, y disfruto cada minuto en que soy su indefensa emigrante, es más me pone cachonda ser su sumisa-.
Tras lo cual, le colgó, yéndose a preparar la cena. Mi mundo se desmoronó en ese instante, viendo que había sido objeto de una broma. Estuve a punto de saltar a su cuello, y estrangularla, pero en vez de ello, tratando de pensar en mi siguiente paso, decidí irme a tomar un baño.
La solución me la dio ella, cuando entrando mientras estaba en la bañera, se arrodilló a mi vera, y cariñosamente por gestos me dijo que ya estaba la cena.
Si a ella le gustaba su papel, iba a hacer como si no me hubiese enterado, al fin y al cabo, era una suerte tenerla a mi disposición. Pero María era otra cosa, me había intentado tomar el pelo, por lo que tranquilamente me dije:
-Tengo tiempo de vengarme-, y dándole un azote en el culete, le dije a mi servil criada negra: -Sécame-. Ella, ajena a lo que sabía, me miró sonriendo mientras cogía la toalla….
 

Relato erótico: “Mi esposa se compró dos mujercitas por error” (POR GOLFO)

$
0
0

 

Cuando por motivo de trabajo te desplazan a un lugar exótico, es importante antes de hacer nada conocer la cultura del país porque en caso contrario, es muy fácil meter la pata. Eso le ocurrió a mi mujer al poco tiempo de irnos a vivir a Birmania.
Dejando nuestro Madrid natal, nos habíamos desplazado hasta ese lejano país porque mi empresa me había nombrado delegado. Entre las prestaciones del puesto se incluía un magnifico chalet de casi quinientos metros para nuestro uso y disfrute.
Recuerdo que desde que María visitó las reformas de la casa donde íbamos vivir los siguientes cinco años, me avisó que no pensaba ocuparse ella de la limpieza.
-Si quieres que vivamos aquí, voy a necesitar ayuda.
Cómo me pagaban en euros y los salarios en esas tierras eran ridículos, no vi ningún inconveniente y le di vía libre para resolver ese problema como considerara conveniente, no en vano ella era la que iba a tener que lidiar con el servicio.
No siendo un tema inmediato por los retrasos en las obras, María aprovechó que durante los dos primeros meses vivíamos en un hotel para conocer un poco la ciudad. Fue durante uno de sus paseos por Yangon cuando conoció a una anciana que siendo natal de ese país, hablaba un poco de inglés.
María vio en ella a su salvación y la medio contrató como asesora para todo. De esa forma en compañía de Maung compró los muebles que le faltaban, conoció las mejores tiendas de la ciudad e incluso le presentó a un par de occidentales con las que ir a tomar café. Convencida que había hallado una mina al llegar el momento de la mudanza, también le planteó su problema con el servicio.
-Yo conseguir. Mujeres de mi pueblo, dulces, guapas, jóvenes y obedientes. ¿Le parece bien?
Mi mujer que es de la cofradía del puño agarrado, preguntó:
-¿Y cuánto me va a costar al mes?
-No mes, usted pagar 800 dólares americanos por cada una y luego solo comida y casa.
Creyendo que ese dinero era la comisión de la anciana por conseguirle unas criadas y que estas eran de un origen tan humilde que con la manutención se daban por satisfechas, hizo cálculos y comprendió que con que duraran cuatro meses habría cubierto de sobra el desembolso. Por eso y por la confianza que tenía en la mujer, aceptó sin medir claramente las consecuencias.
-Me mudo en dos semanas, ¿cree que podré tenerlas para entonces?
-Por supuesto, Maung mujer seria. Dos semanas, mujeres en su casa….
Aung y Mayi llegan a casa.
Tal y como habían quedado, a las dos semanas exactas la anciana llegó al chalet con las dos criadas. Debido a mi trabajo, ese día estaba de viaje en Tailandia y por eso tuvo que ser María quien las recibiera. Mi señora al verlas tan jovencitas lo primero que hizo fue preguntarle su edad.
La vieja creyendo que la queja de mi esposa era porque las consideraba mayores, contestó:
-Veintiuno y dieciocho. Pero ser vírgenes, ¿Usted querer comprobar?
Tamaño desatino incomodó a María y creyendo que en esa cultura una chica de servicio virgen era un signo de estatus, le contestó que no hacía falta. Tras lo cual, directamente las puso a limpiar los restos de la obra. Al cabo de tres horas de trabajo en las pobres crías no se tomaron ni un respiro,  mi señora miró su reloj y vio que ya era hora de comer. Como no había preparado nada por medio de señas, se llevó a las orientales a comer a un restaurante cercano.

 

Las chavalas que no comprendían nada se dejaron llevar sumisamente pero al ver que entraban a un restaurante se empezaron a mirar entre ellas completamente alucinadas. Mi mujer creyó que su confusión se debía a que aunque era un sitio popular, al ser de un pueblo en mitad de la sierra nunca habían en estado en un sitio de tanto lujo pero cuando intentó que se sentaran a su lado, sus caras de terror fueron tales que tuvo que llamar a la jefa que hablaba inglés para que le sirviera de traductora. Tras explicarle la situación, la birmana  comenzó a charlar con sus compatriotas. Como las dos crías eran de una zona tan remota, su dialecto fue entendido a duras penas por la mujer y luego de traducirlo, dijo:
-Señora, estas dos niñas se niegan a sentarse a comer con usted. Según ellas estarían menospreciando a la esposa de su dueño. Prefieren permanecer de pie y comer cuando usted acabe.
Desconociendo la cultura, no dio importancia a la forma en que se habían referido a ella y temiendo ofender alguna de sus costumbres, comenzó a comer. Las dos orientales se tranquilizaron pero asumiendo que ellas eran las sirvientas se negaron a que los empleados del local se ocuparan de su señora y por eso cada vez que le faltaba agua en su vaso, ellas se lo rellenaban y cuando trajeron los siguientes platos, se los quitaron de las manos y ellas fueron quien se lo colocaban en la mesa.
María que al principio estaba incomoda, al notar el mimo con el que ambas niñas la trataban, aceptó de buen grado ese esplendido trato y se auto convenció que había acertado contratándolas. Habiendo terminado, pidió que prepararan para unas bandejas con comida para ellas y pagando salió del local mientras Aung y Mayi la seguían cargando con las bolsas.
Ya en la casa y deseando tomarse un respiro, las dejó en la cocina comiendo mientras ella se iba a tomar un café con las dos británicas que había conocido. Como otras tardes se citó con esas amigas en un café cercano a la embajada americana famoso por sus gin-tonics.
El calor que ese día hacía en Yagon junto con la amena conversación hizo que sin darse cuenta, mi esposa bebiera demasiado y ya casi a la hora de cenar, tuviera que pedir un taxi para irse al chalet. Al bajar del vehículo, se encontró que Aung la mayor de las dos muchachas había salido a recibirla y viendo el estado en que se encontraba, la ayudó a llegar hasta la cama.
Borracha hasta decir basta, le hizo gracia que las dos crías compitieran por ver quién era quien la desnudaba pero aún más sus miradas cómplices al comprobar el tamaño de sus pechos. Como las asiáticas son más bien planas, se quedaron admiradas por el volumen exagerado de sus tetas y por eso les resultó imposible retirar sus ojos de mi esposa mientras involuntariamente los comparaban con los suyos.
-¡No son tan grandes!- protestó muerta de risa e iniciando un juego inocente cuyas consecuencias nunca previo, los cogió entre sus manos y les dijo: -Tocad, ¡Son naturales!
Cómo no entendieron sus palabras, fueron sus gestos los que malinterpretaron y creyendo que mi mujer les ordenaba que se los chuparan, un tanto cortadas la miraron tratando de confirmar que eso era lo que su jefa quería.

 

-Tocadlos, ¡No muerden!- insistió al ver la indecisión de las dos chicas.
Mayi, la menor y más morena de las dos, dando un paso hacia delante obedeció y cogiendo uno de los dos pechos que le ofrecían entre sus manos, lo llevó hasta su boca y empezó a mamar. Totalmente paralizada por la sorpresa, mi mujer se la quedó mirando mientras su compañera asiendo el otro, la imitó.
María tardó unos segundos en reaccionar porque en su fuero interno, sentir esas dos lenguas recorriendo sus pezones no le resultó desagradable pero al pensar que sus teóricas criadas lo único que estaban haciendo era obedecer, se sintió sucia y separándolas de sus pechos, las mandó a dormir.
Las birmanas tardaron en comprender que mi mujer las estaba echando del cuarto y creyendo que la habían fallado, con lágrimas en los ojos desaparecieron por la puerta mientras en la cama María trataba de asimilar lo ocurrido. El dolor que reflejaban sus caras era tal que supo que  de algún modo las había defraudado.
“En Birmania, la figura del jefe debe de ser parecida un señor feudal”, masculló entre dientes recordando que estos tenían derecho de pernada. “Han creído que les ordenaba satisfacer mis necesidades sexuales y en vez de indignarse lo han visto como algo natural”.
La  certeza que eran diferencias culturales no disminuyó la calentura que sintió al saber que podría hacer con ellas lo que le viniera en gana. Aunque nunca se había considerado bisexual y su único contacto con una mujer habían sido unos inocentes magreos con una compañera de colegio, María se excitó pensando en el poder que tendría sobre esas dos niñas y bajando su mano hasta su entrepierna, se empezó a masturbar soñando que cuando volviera del viaje, me sorprendería con una noche llena de placer…
María descubre una extraña sumisión en esas dos orientales.
A la mañana siguiente, mi mujer se despertó al oír que alguien estaba llenando el jacuzzi de su baño. Al abrir sus ojos, la claridad le hizo recordar las muchas copas que se había tomado y por eso le costó enfocar unos segundos. Cuando lo consiguió se encontró a las dos birmanas, arrodilladas junto a su cama sonriendo.
-Buenos días- alcanzó a decir antes de que Mayi la obligara a levantarse de la cama, diciéndole algo que no pudo comprender.
La alegría de la chavala disolvió sus reticencias y sin quejarse la acompañó hasta el baño. Una vez allí, la mayor Aung desabrochándole el camisón, se lo quitó dejándola completamente desnuda sobre las baldosas y llamando a la otra oriental entre las dos, la ayudaron a meterse en la bañera.
“¡Qué gozada!”, pensó al sentir la espuma templada sobre su piel y cerrando los ojos, creyó que estaba en el paraíso.
Estaba todavía asumiendo que a partir de ese día, sus criadas le tendrían el baño preparado para cuando se despertara cuando notó que una de las mujercitas había cogido una esponja y la empezaba a enjabonar.
“¡Me encanta que me mimen!”, exclamó mentalmente satisfecha al experimentar las manitas de Maya recorriendo con la pastilla de jabón sus pechos.
Aunque las dos crías no parecían tener otra intención que no fuera bañarla, María no pudo reprimir un gemido cuando sintió las caricias de cuatro manos sobre su anatomía.
“Me estoy poniendo cachonda”, meditó y ya con su coño encharcado, involuntariamente separó sus rodillas cuando notó que Aung acercaba la esponja a su entrepierna.
La birmana interpretó que su jefa le estaba dando entrada y sin pensárselo dos veces, usó sus pequeños dedos para acariciar el depilado coño de la occidental.  Con una dulzura que impidió que mi mujer se quejase, separó los pliegues de su sexo y se concentró en el erecto botón que escondían.
-¡Dios! ¡Cómo me gusta!- berreó cuando la otra cría se hizo notar llevando su boca hasta uno de los enormes pechos de su jefa.
El doble estímulo al que estaba siendo sometida venció toda resistencia y pegando un grito les exigió que siguieran con las caricias lésbicas. Aung quizás mas avezada que la menor, incrementó la velocidad con la que torturaba el clítoris de mi esposa mientras Mayi alternaba de un pecho a otro sin parar de mamar.
“¡Me voy a correr!”, meditó ya descompuesta y deseando que su cuerpo liberara la tensión acumulada, hizo algo que nunca pensó que se atrevería a hacer: olvidando cualquier resto de cordura introdujo su mano bajo el vestido de la mayor en busca de su sexo.
“¡No lleva ropa interior y está cachonda!”, entusiasmada descubrió al sentir que estaba empapada cuando sus dedos hurgaron directamente la cueva de la diminuta mujer. Aung lejos de intentar zafarse de esa caricia, buscó moviendo las caderas su contacto mientras introducía un par de yemas en el interior del chocho de mi señora.

 

Saberse al mando de una no le resultó suficiente y repitiendo la misma maniobra bajo la falda de la menor, confirmó que también la morenita tenía su coñito encharcado y con una sensación desconocida hasta entonces, se corrió pegando un gemido no se quejó al sentir la caricias. Aun habiendo conseguido el orgasmo, eso n fue óbice para que mi señora siguiera hirviendo y mientras masturbaba con cada mano a una de las orientales, quiso comprobar hasta donde llegaba su entrega y por medio de señas, les ordenó que se desnudaran.
La primera en comprender que era lo que María estaba diciendo fue la mayor de las dos que con un brillo especial en sus ojos se levantó y sin dejar de mirar a su jefa, se quitó la camiseta que llevaba.
Mi esposa, con posterioridad me reconoció, al admirar los diminutos pechos de la birmana no pudo aguantar más y sin esperar a que se quitara la falda, le exigió que se acercara a ella y al tenerla a su lado, por vez primera, abriendo su boca saboreó el sabor de un pezón de mujer.
La pequeña areola de la muchacha reaccionó al instante a esa húmeda caricia contrayéndose. María al comprobarlo buscó el otro y con un deseo insano, se puso a mamar de él mientras Aung se terminaba de desnudar. En cuanto la vio en pelotas, la hizo entrar con ella en la bañera y colocándola entre sus piernas, se recreó la vista contemplando el striptease de la segunda.
-¡Qué buena estás!- exclamó aun sabiendo que la cría era capaz de entenderla al admirar la sintonía de sus menudas y preciosas formas.
Dotada con unos pechos un poco más grandes que los de la otra oriental era maravillosa pero si a eso le sumaba la cinturita de avispa y su culo grande y prieto, Mayi le resultó sencillamente irresistible. Azuzada por la sensación de poderío que el saber que esas dos no le negarían ningún capricho, la llamó a su lado diciendo:
-¡Estás para comerte!.
La cría debió comprender el piropo porque al meterse en el jacuzzi en vez de tumbarse junto a María, se quedó de pie y acercando su sexo a la cara de mi mujer, se lo ofreció como homenaje. Durante unos instantes mi esposa dudó porque nunca se había comido un coño pero al observar esos labios tan apetitosos se le hizo la boca agua  y sacando su lengua se puso a degustar el manjar que esa niña tenía entre sus piernas.
-Joder, ¡Está riquísimo!- exclamó confundida al percatarse de la razón que tenía su marido al insistir en comerle el chumino cada dos por tres.
Aung que hasta entonces había permanecido entre las piernas de su dueña sin moverse, vio la oportunidad para comenzar a besar a mi mujer con una pasión desconocida.
María estaba tan concentrada en el sexo de Mayi que apenas se percató de los besos de esa otra mujer. Os preguntareis el porqué. La razón fue que al separar los pliegues de la chavala, se encontró de improviso con que tenía el himen intacto.
“¡No puede ser!” pensó y recordando las palabras de la anciana, por eso, dejando a la niña insatisfecha, exigió a la mayor que le mostrara su vulva. Levantándose y separando los labios, le enseñó el interior de su coño.
Tal y como le había asegurado, ¡Aung también era virgen!.
Fue entonces cuando como si una losa hubiese caído sobre ella, ese descubrimiento le confirmó que de alguna manera que no alcanzaba a comprender esas dos niñas creían que era su obligación el satisfacer aunque no lo desearan todos y cada uno de sus deseos. Su conciencia apagó de un soplo el fuego de su interior y en silencio salió de la bañera casi llorando.
“Soy una cerda. ¡Pobres crías!” continuamente machacó su cerebro mientras se ponía una bata.
A María no le cupo duda que una joven que siguiera teniendo su himen intacto, no se comportaría así sin una razón de peso. Por eso y aunque las birmanas seguían sus movimientos desde dentro de la bañera, salió del baño rumbo a su habitación.
La certeza que algo extraño motivaba dicho comportamiento se confirmó cuando al cabo de menos de un minuto esas dos princesitas llegaron y cayendo de rodillas, le empezaron a besar sus pies mientras le decían algo parecido a “PERDÓN”. El saber que no había ningún motivo por el que Anung y Mayi sintieran que le habían fallado y comprobar que eso las aterrorizaba, afianzó sus temores y decidió que iría a hablar con la anciana que se las había conseguido, pero antes debía de hacerlas saber que no estaba enfadada con ellas.
Dotando a su voz de un tono suave y a sus gestos de toda la ternura que pudo, las levantó del suelo y les secó sus lágrimas. La reacción de las muchachas abrazándola  mientras en su idioma le agradecían el haberlas perdonado ratificó su decisión de averiguar que pasaba y por eso, nada más vestirse, fue a entrevistarse con Maung.
María descubre que no ha contratado sino comprado a esas dos.

 

Como esa mujer vivía en uno de los peores suburbios de Yaon, mi esposa llamó a un taxista de confianza para que esperara mientras conseguía respuestas. Durante el trayecto, María trató de hallar la forma de preguntarle el porqué de esa actitud sin revelar que había utilizado a las birmanas para satisfacer sus “oscuras” necesidades.  No en vano era complicado confesar que la habían masturbado mientras la bañaban.
Por eso al llegar hasta el domicilio de esa señora, aceptó un té antes de plantearle sus dudas. Maung entendió que su visita estaba relacionada con las dos crías y antes de que ella le explicara qué pasaba, directamente le preguntó:
-¿Qué le han parecido mis paisanas? ¿Son tan obedientes como le dije?
-¡Demasiado!- contestó agradecida de que hubiese sacado el tema: -Nunca ponen una mala cara sin importarles lo que les pida.
Fue entonces cuando la anciana sonriendo contestó:
-Me alegro. Para ellas ha sido una suerte que una persona como usted las comprara ya que su destino normal hubiese sido terminar en un burdel.
María no asimiló el que las había comprado y solo se quedó con lo del “destino normal” por eso insistiendo preguntó:
-¿Por qué dices eso?
La señora dando otro sorbo al té, respondió:
-Desgraciadamente nacieron en una casa cuyos padres eran tan pobres que nunca hubieran podido pagarles una dote, por lo que desde niñas les han educado para que llegado el momento se convirtieran en las concubinas de algún ricachón aunque lo habitual es que dieran con sus huesos en algún tugurio de la capital- y recalcando su inevitable fin, confesó:- yo misma fui una de esas niñas y con quince años me vendieron a pederasta pero la suerte quiso que conociera a mi difunto marido y el me recomprara. ¡Desde entonces busco librar a mis paisanas de ese infierno! y por eso les busco acomodo en familias como la suya.
-¿Me está diciendo que soy su “dueña”?
-Así es. Aung y Mayi han tenido mucha fortuna. Sé que sirviendo a usted y a su marido, esas dos crías serán felices. Ellas mismas me dijeron al verla que nunca habían visto una mujer tan bella y se comprometieron conmigo en hacerle la vida lo más “placentera” que pudieran.
El tono con el que pronunció “placentera”, le confirmó que de algún modo se olía que su visita se debía a que  esas dos ya habían empezado a cumplir con esa promesa. María se quedó tan cortada que solo pudo bajar su mirada y con voz temblorosa, preguntar:
-¿Y mi marido? ¿Qué va  a pensar cuando se entere?
-¡Debe de saber qué son! Piense que mientras no hayan sido desfloradas por él: ¡Sus padres podrían revenderlas a otros amos!
Según mi señora cuando escuchó que las dos mujercitas todavía no estaban seguras si no me acostaba con ellas, la terminó de convencer que nunca se `perdonaría que terminaran en un putero y despidiéndose de la anciana, le prometió que en cuanto llegara a Birmania, las metería en mi cama.
Durante el trayecto de vuelta a casa, a mi mujer le dio tiempo de asimilar la conversación y fue entonces cuando cayó sobre ella la responsabilidad de hacer felices a esas dos crías. Como no teníamos hijos, decidió que de cierta forma las adoptaría y haría que yo, también las acogiera.

 

“Soy su dueña”, masculló entre dientes,” debo velar por su bienestar”.
Sin darse cuenta había aceptado su papel y por eso al entrar a la casa, le pareció normal que Mayi la recibiera de rodillas y que le quitara los zapatos siguiendo las costumbres de ese país. Ya descalza, llamó a Aung y llevándolas hasta su cuarto, abrió su armario y buscó algo de ropa que pudiera servirlas.
Las birmanas no sabían que era lo que quería su jefa pero aún así durante cinco minutos, permanecieron expectantes tratando de adivinar que se proponía. Asumiendo que las necesitaba para cambiarse cuando terminó de elegir las prendas que quería probarles, las dos la empezaron a desnudar.
La ternura con la que desabrocharon su camisa no impidió que se negara y más excitada de lo que le gustaría reconocer, por señas, pidió a la mayor que se quitara la camisola que llevaba puesta. Aung con una sonrisa se despojó de la misma y mirando a su dueña, se acercó y puso sus pechos a su disposición diciendo:
-Son suyos, mi ama.
La sorpresa de mi mujer fue total al escucharla hablar en español y por eso, no dudó en preguntarle si conocía su idioma. La oriental muerta de risa, cogió un diccionario de la librería y buscando una palabra en él contestó:
-Mayi y yo querer aprender.
Imitando a la cría, María buscó en ese libro la traducción  al birmano y dijo:
-Yo y mi marido os enseñaremos.
Sus rostros radiaron de felicidad y buscando los labios de mi mujer, las dos niñas comenzaron a besarla riendo mientras practicaban las primeras palabras de español.
-Ama, dejar amar.
Por medio de suaves empujones, tumbaron a mi mujer en la cama. María muerta de risa dejó que lo hicieran y desde las sabanas, observó cómo se desnudaban. Sus preciosos cuerpos al natural hicieron que el coño de mi mujer se encharcara y ya completamente dominada por la urgencia de poseerlas, las llamó a su lado diciendo:
-Venid zorritas.
Tanto Mayi como Aung respondieron a la orden de su dueña maullando como gatitas y ya sin ropa, acudieron a sus brazos. Nada más subirse al colchón, terminaron de desnudarla y con gran ternura se apoderaron de sus pechos con sus labios. Las caricias de las lenguas de esas crías provocó que de la garganta de María saliera un primer gemido.
-¡Me encanta!- sollozó mi esposa al sentir que dos lenguas recorrían los bordes de sus pezones.
Las orientales al comprobar el resultado de sus mimos incrementaron la presión acomodando sus sexos contra las piernas de su dueña. Según me confesó mi mujer, se volvió loca al sentir la humedad de esos coñitos rozando contra sus muslos y bajando sus manos por los diminutos cuerpos de las chavalas se apoderó de sus traseros.
Mayi al notar la palma de la mujer acariciando sus nalgas, buscó su boca y forzando sus labios, la besó mientras con sus deditos separaba los pliegues de su ama. Incapaz de reaccionar, María colaboró con la cría separando sus rodillas. Fue entonces cuando Aung vio su oportunidad y deslizándose sobre las sabanas, llevó su boca hasta la entrepierna de mi mujer.
Esta al sentir el doble estimulo de las yemas de la pequeña y la lengua de la mayor creyó que no tardaría en correrse y deseando devolver parte del placer que estaba recibiendo, llevó su propia boca hasta los pequeños pechos de Mayi y apoderándose de su pezón, comenzó a mamar con pasión. La cría gimió al sentir la dulce tortura de los dientes de su ama y dominada por la lujuria, fue reptando por el cuerpo de mi mujer hasta que logró poner su sexo a la altura de su boca. María al ver las intenciones de la muchacha, sonrió mientras le decía:
-¿Mi putita quiere que su ama le coma el coñito?- y sin importarle que no entendiera, directamente la levantó y la puso a horcajadas sobre su cara.
Mientras Aung tanteaba el terreno introduciendo un par de yemas dentro del estrecho conducto de su dueña, María se puso a lamer el sexo de la otra con una urgencia que a ella misma le sorprendió. El dulcísimo sabor de ese virginal chochito despertó su lado más lésbico y recreándose, buscó el placer de la cría mordisqueando su ya erecto clítoris.

 

El sollozo que surgió de la garganta de la oriental le reveló que estaba teniendo éxito pero reservando su himen para mí, se abstuvo de meter ningún dedo dentro de ese virginal sexo y usó para ello su lengua. La chavala al conocer por primera vez el amor de su ama pegó un grito y como si se hubiera abierto un grifo de su entrepierna brotó un riachuelo del que bebió sin parar María.
La satisfacción que sintió al notar que la niña se estaba corriendo, la calentó todavía más y usando su lengua como si fuera una cuchara, absorbió el templado flujo de Mayi mientras todo su pequeño cuerpo temblaba con una violencia inusitada.  Justo en ese momento, mi esposa sintió que los dedos de Aung iban más allá y estaban toqueteando su entrada trasera.
-¿Qué haces?- preguntó con la piel de gallina ya que nunca nadie había osado a hurgar en ese oscuro agujero.
La morenita creyendo que era de su agrado incrementó su acoso sobre su esfínter metiendo una de sus yemas en su interior. María aunque indignada, no creyó justo castigar la osadía de la cría pero aun así la llamó al orden dando una suave palmada sobre su trasero. Aung pensó que de algún modo su dueña quería jugar con ella y poniéndose a cuatro patas sobre el colchón, le dijo en español:
-Soy suya.
Ver a esa cría de tal guisa hizo que mi mujer sintiera nuevamente que era su dueña y deseando ejercer ese poder, se abalanzó sobre ella. La muchacha no se esperó que colocándose detrás de ella, María llevara las manos hasta sus pechos y mientras hacía como si la montaba, retorciera con suavidad sus pezones mientras susurraba en su oído:
-Estoy deseando ver cómo mi marido os folla.
Como si la hubiese entendido, la birmana empezó restregar su culo contra el sexo de mi mujer dando pequeños gemidos. Al oír el deseo que denotaba la cría, María comprendió que no podría esperar a mi llegada para hacer uso de su propiedad y deseando por primera vez poseer un pene entre sus piernas, usó sus manos para abrir sus dos nalgas. Ese sencillo gesto, además de permitirle observar un ano rosado y prieto, provocó que Mayi creyera erróneamente que su ama quería desflorarlo. Por eso se levantó de la cama y cogiendo de la mesilla un cepillo de madera, se lo pasó para que lo usara.
En un principio María no supo porqué se lo daba hasta que sacando la lengua, la morenita lo embadurnó con su saliva y por medio de gestos, le explicó que era para que lo usara con el culo de su compañera. Fue entonces cuando comprendió que esas dos habían mantenido su virginidad únicamente por su entrada delantera pero que habían dado rienda a su sexualidad por la trasera.
Ese descubrimiento, la excitó de sobremanera y venciendo su anterior reluctancia, pasó sus yemas por el ojete de Aung mientras esta gimiendo descaradamente, le informaba que deseaba que lo usara. Viendo la indecisión  de mi mujer, Mayi acudió en su ayuda y colocándose a su lado,  empapó uno de sus dedos en el coño de la cría y sin esperar su consentimiento, se lo metió por el ojete.
-Ummm- gimió Aung aprobando esa maniobra.

 

La naturalidad con la que recibió la yema de su amiga en su interior,  confirmó a María que esas chavalas lo habían hecho antes y por eso poniendo a Mayi en su lugar, le ordenó que continuara. La morenita no se hizo de rogar y embadurnando bien sus dedos en el sexo de su amiga, los usó para ir relajando ese objeto de deseo mientras mi esposa miraba.
“¡Qué erótico!”, Maria tuvo que admitir en cuanto oyó los continuos gemidos que salían de la garganta de Aung al experimentar esa caricia en su culito y con su sexo anegado, llevó una de sus manos hasta él y se empezó a masturbar sin dejar de mirar como Mayí  tenía dos dedos dentro de los intestinos de la otra.
Asumiendo que el ano de Aung estaba relajado, la oriental cogió el cepillo y se lo empezó a meter lentamente.  La cría berreó de gusto y eso le dio la oportunidad a su amiga de incrustárselo por completo ante la atenta mirada de su dueña. La pasión que esas dos niñas demostraron, vencieron todos sus reparos y mi esposa sustituyendo a Mayi, se apoderó de ese instrumento y comenzó a meterlo y sacarlo con rapidez.
-¿Te gusta verdad putita?- preguntó presa de una excitación desbordante y sin esperar respuesta, le dio un azote para que se moviera.
La muchacha gimió de placer mientras María seguía machacando su culo sin piedad. Mayi advirtiendo que su ama estaba excitada, se acercó a acariciarla. Fue tan grande el cúmulo de sensaciones que estaba conociendo mi mujer que cuando la otra chavala se puso a acariciar su clítoris, tirando de su melena le obligó a comerle el coño.

 

Nada más sentir la lengua de la cría recorriendo sus pliegues se corrió dando un grito que se prolongó durante largo rato porque su esclava sabiendo que era su función siguió lamiendo el sexo de su dueña mientras está daba buena cuenta del culo de su amiga. Uniendo un clímax con otro, María disfrutó del placer de tomar y ser tomada hasta que agotada, cayó sobre las sábanas y mientras se reponía de tanto placer, se preguntó cómo haría para que yo le permitiera quedarse con esas dos bellezas tan “atentas”.
Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 

Relato erótico: “Juventud en éxtasis: El remedio de papá.” (POR BUENBATO)

$
0
0

CAZADORFabricio estaba completamente harto de hacerse cargo de Juliana. Alguna vez pensó que ser padre soltero no sería tan complicado, pero JulianaSin título se había encargado de ser lo más insoportable posible. Había empezado a ser así desde tan chica que su padre comprendió en parte porque su madre se había borrado de la faz de la tierra cuando la niña tenía apenas ocho años.

Adicta al chocolate y a los videojuegos, insoportable profesional, grosera e inmadura. Así era su hija. No podía creer, que a su edad, aún lloriqueara por el hecho de que su padre le ocultara el azúcar. Fabricio tampoco podía dejarla sola, y mucho menos dejarla salir sin su cuidado. Normalmente los padres se preocupaban por que sus hijas salieran solas a la calle, pero tenían que ceder; en su caso era lo contrarío, deseaba algún día que la chica fuera lo suficientemente cuidadosa como para no ser atropellada a plena luz del día.

Hacia un par de años la psicóloga de la secundaría le dijo que la chica podría sufrir un trastorno de inmadurez. Pero Fabricio lo descartó; su hija seguía siendo, ante todo su pequeño ángel. Pero pronto entendió la gravedad del asunto. Ahora era insoportable, y ningún psicólogo le daba una respuesta que no tuviera que implicar permanecer al lado de la chica las 24 horas del día. Había algunos, los peores y más estúpidos, que señalaban un posible retraso mental en la chica. Los psiquiatras, por su parte, le recomendaban un sinfín de medicamentos, pero eran costosos y tenían otro sinfín de efectos secundarios.

Un día, un médico general, un poco más práctico y sensato, le sugirió que la inscribiera a algún centro deportivo o que practicara algún deporte de alto rendimiento. La terminó inscribiendo a las clases de basquetbol femenil, pues era una chica alta y ágil. Aquello funcionó, y mejoró el rendimiento escolar de la chica. Pero aún había que soportarla en casa. Le había comprado una caminadora elíptica pero la chica ignoró el aparato por monótono. Los videojuegos funcionaban, pero sólo por momentos; antes de que apagara el televisor de un botonazo y saliera a subir y bajar los escalones.

Juliana corría de aquí para allá por la casa. No pasaba casi ningún día sin que rompiera algún recipiente de vidrio o cerámica, de manera que poco a poco todas las vajillas fueron siendo sustituidas por trastes de plástico. Un día, mientras Fabricio preparaba la cena, un golpe seco se escuchó, haciéndolo girar el cuerpo de inmediato. Seguidamente, los particulares lloriqueos de Juliana estallaron.

– Pappaaaaaaaaaá – gritaba la chica, mientras su padre corría hacia la entrada de la casa.

La encontró sentada sobre el suelo, con las manos en su espalda baja. No tuvo que usar mucho su imaginación para saber que había caído de sentón por estar jugando en la escalera. La chica tenía la costumbre de bajar los escalones deslizándose por el pasamano, de modo que lo inevitable había terminado por suceder.

– Te has caído – dijo Fabricio, mirando a su hija como quien intenta dar una lección.

– ¡Me duele! – chilló la chica

El hombre sonrió divertido. La chica no se veía tan mal, pero seguramente se llevaría un buen moretón. Le tendió la mano y la ayudó a ponerse de pie.

– Agradece que tienes buenos amortiguadores – comentó divertido Fabricio, refiriéndose a las grandes posaderas de la chica.

La chica no pareció entender la broma, y sólo le dirigió una mirada adolorida.

– Vamos a tu cuarto, tendré que echarte alguna pomada para que el moretón no sea tan grande – resolvió Fabricio, he ahí una nueva tarde con su hija hiperactiva.

La chica subió los escalones sin problemas, lo que fue un respiro para su padre, que comprobó que no había daño en los huesos. Pasó por un ungüento anti golpes e hinchazones al cuarto de baño antes de dirigirse a la recamara de su hija.

La encontró boca abajo sobre la cama, y se sentó en una orilla del colchón.

– ¿Dónde te duele? – preguntó, y la chica le señaló la zona de su culo.

Fabricio suspiro.

– Juliana, Juliana…eso te pasa por estar corriendo.

– No estaba corriendo – reclamó la chica, haciendo girar los ojos de su padre

– Me refiero a bajar las escaleras como no se debe – dijo Fabricio, mientras miraba las instrucciones de aplicación de la pomada.

La chica guardó silencio un momento.

– Es más rápido – explicó

– Es más rápido y pasa esto

Fabricio pareció entender todas las indicaciones del medicamento.

– Quizás tenga que darte algún analgésico – dijo, suspirando – Bájate el short.

La chica obedeció de inmediato, y deslizó su short deportivo hacia sus rodillas. Sólo entonces Fabricio cayó en la cuenta de que su hija ya no era una niña, sino prácticamente una mujer, por lo que no pudo evitar sentir una sensación extraña cuando las carnosas nalgas de Juliana, cubiertas por una tanga azul de algodón que no recordaba haberle comprado, aparecieron vigorosamente ante sus sorprendidos ojos.

Sobreponiéndose a aquella repentina imagen, el hombre enfocó su mirada a la zona donde un leve moretón tatuaba la piel de la chica. Colocó un poco de ungüento sobre sus dedos, y se preguntó si era correcto colocar sus manos sobre aquella zona tan privada de Juliana. Miró a la chica, que parecía completamente ajena a ese dilema, y supuso que no existía problema: ella era su hija, y él su padre, ¿qué había de malo?

Sus dedos tocaron la suave piel de su hija. La tocaba casi con miedo, como si se tratara de algo prohibido. Sus dedos se deslizaban por toda la redonda superficie de aquel glúteo no sólo grande, sino bien formado. Sintió que la temperatura había aumentado de pronto, pero comprendió que el problema era él. “¿Qué me pasa?”, pensó, y decidió que aquello era suficiente.

Se puso de pie.

– Ya puedes pararte – dijo, con una voz entrecortada sobre la que Juliana no hizo ningún comentario – Sentirás caliente y luego frio.

La chica rio.

– ¡Sí! – dijo – ahorita está caliente

Fabricio sonrió paternalmente.

– Bueno, baja a cocinar conmigo.

Aquella noche fue extraña para Fabricio. Era un hombre solo, dedicado por completo al cuidado de su hija. Se había vuelto a enamorar, por supuesto, pero todos sus intentos de volver a casarse se habían venido abajo debido al comportamiento de su hija. Nunca la había culpado, sino que prefirió llegar a la conclusión de que no podría retomar su vida hasta que su hija no iniciara por sí sola la suya.

Pero, hombre al fin, la sensación de tocar el precioso trasero de su hija había despertado en él un deseo carnal que se instaló en su mente como un pensamiento insignificante y que al paso de las horas terminó por quitarle el sueño. Pensó en las mujeres que conocía, en la idea de con cuál de ellas podía iniciar su papel de Don Juan. Pero cada vez que pensaba en una u otra, la repentina imagen de su hija aparecía de nuevo. Aquello estaba mal y la cima del colmo llegó cuando se descubrió a sí mismo a las tres de la madrugada, con su mano sobre su endurecida verga y la imagen del trasero de Juliana en su mente.

Horas después, por la tarde, las cosas no fueron mejor. Recogió a su hija en el entrenamiento de basquetbol. No tenía muchas ganas de hablar con ella, pero Juliana hablaba con normalidad. Desde niña había sido muy parlanchina, y pocas cosas habían cambiado. Tenía una curiosidad infantil que a veces preocupaba a su padre. Nunca antes le había parecido tan irritante.

La chica había traído un montón de materiales. Le había comentado que debía construir un plano en 3d de su casa ideal. Estaba en los últimos cursos del bachillerato, y era obvio que lo que más le atraía era la decoración, el urbanismo y la arquitectura. Fabricio supuso que aquello requería de la concentración, la energía y el tiempo que la chica tenía de sobra; por lo que quizás tendría una tarde tranquila.

Mientras la chica se bañaba, el sonido de la regadera hacía pensar a Fabricio en el cuerpo de su hija. Detestaba no poder sacarse la idea de la cabeza. Tenía que olvidarlo, tenía que pensar en otra cosa. Minutos después la chica bajó las escaleras, mientras terminaba de secar su cabello. Fabricio la miró y cerró los puños, como si deseara estallar en mil pedazos.

Juliana había tomado la oportuna decisión de vestirse con el más corto de todos sus shorts de dormir; ¿eran cómodos?, sin duda, pero Fabricio pensó que debía ser ilegal salir con ellos a la calle. Para empeorarlo, una camiseta recortada a la mitad – de las que solía usar en los entrenamientos de basquetbol sobre las blusas, para diferenciar los equipos -, sin sostén a la vista, era lo único que cubría las ya bien desarrolladas tetas de la chica. ¿Qué no era obvio que, aún tratándose de su casa, debía cubrirse los senos? Estaba claro que la falta de una guía femenina había hecho estragos en los modos de Juliana.

Aquello estaba haciendo una de las más pesadas pruebas que su padre podría soportar. Pensó en ordenarle que se vistiera inmediatamente de otra forma, pero la dulce voz de la chica fue suficiente para hacerlo olvidar todo.

– ¿Qué hay de comer? – preguntó la chica, con total despreocupación.

Aquello despertó a su padre de sus pensamientos.

– ¿Qué te parece pizza? – resolvió el hombre, antes de desear llevarse la mano a la cara. La pizza ponía insoportablemente activa a Juliana.

– ¡Sí! – gritó la chica alegremente – ¡De pepperoni! – exigió

La chica subió feliz de nuevo a su recamara; su padre sabía que, sin motivo alguno, volvería a bajar en minutos. Subir y bajar escaleras era el extraño pasatiempo favorito de Juliana. “Con razón tiene ese culo”, pensó Fabricio, en la seguridad de su mente, mientras marcaba el teléfono de la pizzería.

Ordenó dos pizzas de pepperoni, mientras por su mente desfilaba una y otra vez el recuerdo de las nalgas de su hija. “¡Maldita sea!”, pensó, mientras la locura volvía a invadirle. Al colgar el teléfono, una idea comenzó a instalarse en su mente. Su rostro se volvió serio, y entonces grito:

– ¡Juliana!

La chica tardó algunos segundos en contestar.

– ¡Voy! – dijo, mientras bajaba las escaleras.

Su padre la esperaba sentado en una de las sillas del comedor.

– Ven, quiero revisar tu golpe.

La chica obedeció sin problema. Su padre la colocó recargada sobre la mesa del comedor, como si se tratara de una revisión policiaca a un sospechoso, con aquella inclinación el culo relucía aún más.

– Veamos – dijo Fabricio, tratando de contener su emocionada voz

Sin embargo sus manos temblaban mientras hacía descender la tela del short morado de su hija. Poco a poco, el precioso culo, vestido con unas bragas de encaje, que no tenía idea de dónde habían salido, apareció esplendorosamente ante él.

– ¿Qué tal está? – preguntó la chica

– Bueno – murmuró su padre, mientras su mano palpaba el culo de Juliana – Apenas y se distingue el moretón. ¿Te duele?

– No – dijo la chica, despreocupada

Él notó que la chica parecía no alterarse ni siquiera con aquello, por lo que se animó a ser un poco más atrevido. Su mano acarició la nalga que no estaba golpeada. La chica no dijo nada. La palma de su mano se cerró, apretujando un poco del carnoso glúteo. La chica no dijo nada. A esa altura, su verga estaba irremediablemente erecta. Sentía un impulso tremendo por besar aquel precioso culo. El deseo lo estaba matando.

Se puso a pensar en lo que estaba haciendo. Mientras ya sus dos manos acariciaban sin motivo alguno el culo de su hija. ¿Aquello era correcto? ¿No estaba acaso abusando de la condición de su hija? Porque era obvio que su hija no era ya una niña, pero estaba claro que no era del todo “normal”. Pero, ¿y si no lo hacía él, alguien más lo haría? Entonces era inevitable, ¿no era acaso lo mejor que él mismo lo hiciera? Era su padre, ¿quién amaba más a su hija que él, que la había cuidado totalmente sólo desde que era una niña? ¿No era acaso justo? ¿No se lo había ganado?

Su perturbada mente se había enroscado tanto en aquel conflicto, que no se percató de lo que sus manos estaban haciendo. Fue un fuerte suspiro de su hija quien lo despertó de sus pensamientos. Entonces miró sus manos, y una gota de sudor surgió de su frente.

Quien sabe desde hacía cuánto, pero su mano izquierda acariciaba impunemente el coño de Juliana a través de la delgada tela de sus bragas. Estaba claro por qué la chica había comenzado a suspirar, deleitada ya por aquel magreo que había terminado por humedecer la tela de su tanga.

Alejó su mano como si estuviesen quemándose en fuego, y la chica giró el cuello para lanzarle una mirada que parecía más un “¿por qué paras?” que un “¿qué rayos estás haciendo?” Sintió entre sus dedos la humedad de su hija, y una extraña vergüenza cayó sobre su espalda.

Quería explicar aquello de la manera más adecuada para poder salir librado de aquello y continuar con la normal relación padre-hija que ambos tenían. Pero no tenía idea de cómo se podía explicar aquello. Su hija lo miraba, confundida, mientras él se sumía nuevamente en sus pensamientos.

De pronto su alterada mente casi estalla, y su cuerpo se sobresaltó en el momento en que el timbre de la puerta sonó.

Fabricio corrió hacia la entrada de la casa, su verga endurecida no cedió ni un poco, así que la ocultó como pudo.

Abrió la puerta, donde el adolescente repartidor lo esperaba con una mirada algo grotesca, Fabricio sonrió.

– ¡Dos pizzas de pepperoni! – anunció el chico

Algo molesto por la repentina interrupción, Fabricio miró el reloj.

– ¿Son recalentadas, o por qué tan rápido?

El chico lo miró con extrañeza.

– Son recién hechas, señor.

Fabricio afirmó con la cabeza.

– Voy por el dinero – dijo entonces, desapareciendo

El muchacho permaneció en la entrada de la casa, extrañado. Su confusión aumentó cuando apareció frente a él la preciosa hija de Fabricio, en bragas y con su short enrollado a media pierna.

Se asombró realmente; no todos los días aparecía ante él una exuberante morena, con la piel clara y el cabello liso hasta la mitad de la espalda. Con las bragas a mitad de sus piernas, el muchacho pudo distinguir las contorneadas piernas de la chica, que se elevaban hasta llegar a unas anchas caderas que denunciaban el enorme trasero que poseía. Pudo ver las curvas inferiores de sus tetas, su hermoso cuello y su rostro, maldita sea, ¡qué rostro!

Una nariz recta, ni grande ni pequeña, se dibujaba entre dos preciosos ojos oscuros de tamaño mediano. Estos parecían más hermosos de lo que ya eran gracias a las cejas, perfectamente dibujadas bajo su amplia frente. Su boca no tenía vergüenza; plana y ligeramente dibujada, dejaba sin embargo ver la carnosidad que poseían. La ovalada forma de su rostro parecía diseñada por algún artista; había dos expresiones que multiplicaban la belleza de aquella cara, y el afortunado repartidor tuvo la suerte de ver una de ellas: la de extrañeza, casi molestia, que provocaba que unas preciosas líneas de expresión se dibujaran en su frente y que su labio inferior aumentara su tamaño respecto al superior.

– ¡Papá! – gritó la chica, mirandoserenamente al boquiabierto muchacho – ¡La pizza!

Fabricio apareció de pronto.

– ¡Metete! – gritó, con una mano en la cabeza apretujando su cabello.

La chica obedeció.

– ¡Bueno! – la detuvo Fabricio, rendido – Llévate esto, ¡y súbete eso! – dijo, arrebatándole las pizzas al pobre chico y señalándole sus short a su hija.

Miró al repartidor, que aún miraba sorprendido la escena.

– Se cayó de las escaleras – le intentó explicar Fabricio, nervioso, aunque el chico no parecía entenderlo del todo – Bueno, ¿y cuánto es?

– Son… – reaccionó el muchacho, pero la mano de Fabricio con un billete lo calló.

– Quédate el cambio.

– Gracias – alcanzó a decir el chico, antes de que la puerta casi golpeara sus narices.

Fabricio corrió al comedor. La chica ya tenía puesto su short. Estaba molesto.

– ¿Por qué sales así?

– Creí que ibas a seguir – explicó ella

– ¿Seguir qué?

– Curándome.

Fabricio comprendió de golpe. Y su rostro se ruborizó.

– Quiero que sigas – dijo la chica – Se siente bien. Creo que está funcionando.

A Fabricio casi se le despega la quijada del cráneo. Su hija le estaba pidiendo que continuara sobándole la zona de su coño. Una palpitación en la entrepierna le recordó lo endurecida que estaba su verga. No sabía qué decir, pero lo que dijera de ahora en adelante iba a cambiar su vida.

– ¿Me los bajo? – preguntó la chica, tomando la orilla de sus pantalones cortos.

Fabricio se rindió.

– Sí – dijo, su mente estaba hecha añicos por el alocado deseo que sentía por su hija.

Fueron a la sala. Ahí Juliana se deshizo de su short. Fabricio la colocó de rodillas sobre el asiento del sofá, con las manos de la chica apoyándose sobre el respaldo.

– ¿Así? – se inclinó, ofreciéndole el culo a su padre.

Fabricio asintió con la cabeza. Llevó su mano a la entrepierna de su hija, y palpó un par de veces el abultado coño de la chica.

– ¿Teeee – dijo, con la voz entrecortada – gustataría aprender algugugunas cosas?

– ¿Aprender qué? – preguntó extrañada Juliana.

– Bueno – explicó Fabricio – Hay maneras de que sientas, em, mejor ahí – dijo, tocándole la entrepierna.

La chica rió.

– Sé a qué te refieres – dijo, como si lo hubiese descubierto infraganti, pero entonces un pensamiento de duda apareció en su rostro, que se endureció en seriedad – ¿Tú y yo podemos tener sexo?

El corazón de Fabricio se apretujó. Lo había escuchado claramente, pero no salía de su asombro. ¿Qué clase de pregunta era aquella? ¿Y por qué Juliana la hacía con tanta tranquilidad? Sin saber qué responder, su endurecido pene tomó el control de su lengua.

– Bueno – dijo, tartamudeando – No es lo más…normal. Pero sí podemos.

La chica no pareció muy complacida con la respuesta. Estaba claro que todo aquello le generaba más dudas.

– Lo padres no tienen sexo con sus hijas.

– Por lo general, no.

– ¿Y por qué no?

– Por que la mayor parte de la gente cree que eso está mal.

– ¿Y está mal? – preguntó la chica, mirándolo, como si exigiera de él la más sincera respuesta.

Fabricio calculó bien su respuesta.

– Si nadie se entera nadie dirá si está bien o está mal – aquello parecía convincente, pensó

La chica saboreó la respuesta, pensativa.

– ¿Crees que muchos padres tienen sexo con sus hijas sin que nadie se entere? ¿Cómo un secreto?

Fabricio encontró en aquella inocente pregunta la solución de su argumento.

– ¡Exacto! – dijo, casi emocionado – Seguramente todos lo hacen, pero no se lo dicen a nadie.

La chica suspiró pensativa. Fabricio aumentó la intensidad de los magreos de sus manos sobre la ya mojada entrepierna de la chica. De alguna manera funcionó, porque la chica pareció sentirse interrumpida en sus reflexiones ante el repentino placer que sentía.

– ¿Y qué me harías? – suspiró, con la voz entrecortada por el placer.

Fabricio, ajeno ya a cualquier concepto moral, respondió ansioso.

– No puedo explicártelo, tendrías que sentirlo tú misma.

La chica pareció pensarlo de nuevo. Mientras las manos de Fabricio se cansaban de tanto rozarle el exterior de su coño. “¡Decídete ya, maldita perra!”, pensó Fabricio, completamente fuera de sí. Estaba dispuesto a violarla ahí mismo si la chica no respondía afirmativamente a su insinuación; para Fabricio, ya no había vuelta atrás.

– Está bien – resolvió decir la chica, entonces.

Su padre sintió como si un frio recorriera rápidamente su cuerpo, sólo para ser invadido de nuevo por la tremenda calentura que lo estaba enloqueciendo. No necesitaba ya nada más, su propia hija se lo había pedido y él estaba completamente ansioso. Se desabrochó el pantalón y la camisa, mientras la chica permanecía inmóvil y a la espera, como si tan sólo estuviese esperando la administración de una inyección. Aunque sus enrojecidas mejillas revelaban que su cuerpo estaba perturbado por las nuevas sensaciones que las manos de su padre habían provocado en ella.

Lanzó su camisa lejos, al tiempo que se sacaba los zapatos mete y saca sin agujetas. Tras esto, dejó caer sus pantalones y enseguida hizo lo mismo con sus calzoncillos. Esto dejó libre su endurecida verga, que apuntó directamente al precioso culo que se hallaba enfrente. El ruido hizo que Juliana, curiosa, volteara hacía atrás. Fabricio nunca olvidaría la manera en que los preciosos ojos de su hija parecieron salírsele, al mirar por primera vez la viril y excitada desnudez de su padre.

El rostro de su hija palideció de pronto, y un estremecimiento recorrió su piel. Aquella visión fue una verdadera belleza para su padre, que azotaba suavemente su verga, como mostrándole a su pequeña hija la buena follada que le esperaba. Se le empequeñecieron los ojos, lo que le recordaba a Fabricio los ojos rasgados, casi orientales, que la madre de Juliana tenía.

– Te qui-quitaste la-la ropaa – dijo Juliana, con la voz discontinua por el repentino temor

– ¿Qué esperabas? – dijo Fabricio, con un tono de voz que ya no coincidía con la del cariñoso padre – Esto es tener sexo.

La chica tragó saliva. Tenía una vaga idea de lo que era el sexo, pero la teoría no hacía que verlo en vivo fuera menos imponente.

Fabricio ni siquiera lo sabía, pero su verga estaba muy por arriba del promedio. El grosor hacía juego con los veintiún centímetros de longitud que alcanzaba cuando la fogosidad lo tenía a punto de reventar.

– ¡Bien! – gruñó, a sí mismo, mientras se colocaba detrás de su hija.

Deslizó sus bragas, humedecidas de los jugos de Juliana, hasta hacerlos descender a las rodillas. El ojo del ano de Juliana fue lo primero que llamó su atención, más abajo, unos vellos púbicos en pleno crecimiento y oscuros, estaban salpicados por los líquidos de su hija. Era increíble que un tesoro como aquel estuviese esperándolo todo ese tiempo entre aquellas imponentes nalgas.

Apuntó su verga, pues imaginó que podía penetrar a la muy zorra de una sola tajada, pero entonces un recuerdo lo detuvo: la chica era virgen, era su hija y era virgen.

Tendría que hacerlo lentamente, pensó. Y entonces tomó de la a la chica, con una mano, mientras que con la otra apuntó el glande de su falo.

La punta de su pene sintió los cosquilleos de los vellos púbicos, la completa humedad de los labios vaginales, la resistencia inútil de sus dilatados labios vaginales y el calor del interior de su coño. Avanzaba lentamente, sintiendo cada milímetro de su hija, que entre quejidos y suspiros iba soportando aquellas nuevas sensaciones. Entonces la resistencia del himen detuvo el avance de Fabricio. Sonrió, porque aquella era la primera vez que tenía la oportunidad de desflorar a una chica y, lo mejor, se trataba de su propia hija.

Aguardando la respiración, como si fuese un francotirador en plena zona de guerra, Fabricio apretó los labios en el momento en que embistió de golpe el coño de su hija. Sintió como la delgada membrana se destrozaba al paso de su verga, y el cuerpo de su hija se tensó, teniendo que tranquilizarle con las manos sobre sus caderas. La chica gritó, antes de expirar aliviada por el dolor que se disipaba.

– ¿Qué fue eso? – preguntó la chica

– Nada – dijo él, mientras se acomodaba para seguir penetrando aquella conchita

La chica comenzó a quejarse conforme Fabricio intentaba clavarle la verga hasta el tope, pero el ignoró los lloriqueos, y no paró hasta que las apachurradas nalgas de su hija no le permitieron avanzar ni un centímetro más.

Lo había hecho; tenía su verga completamente clavada en el mojado coño de su hija. De un día a otro su vida había cambiado, y ahora las posibilidades parecían infinitas. Aquello era un milagro inesperado, un verdadero golpe de suerte. Le importaba un bledo cualquier aspecto moral y todo eso, podía follarse a su hija y esta era preciosa.

– ¿Te duele? – preguntó entonces, con la respiración pesada por la emoción

– Poquito – dijo la chica, con una voz tan quedita que Fabricio no pudo evitar recordarla cuando aún era una chicuela

Decidido, comenzó un lento meneo. La chica trataba de acercar sus manos a la zona donde su padre la penetraba, en un intento de detener el dolor que punzaba en su coño. Pero su padre le respondía clavándose sobre ella, provocándole tales sensaciones que la chica volvía a regresar sus manos sobre el respaldo del sofá.

– Tranquila…tranquila – susurró él – Tranquila, perrita.

– ¡Ahhh! – suspiró ella – Papá, duele, duele un poquito.

– Aguanta – exigió él

– Papi, papi, papi – continuaba ella, como si aquella palabra disminuyera un poco el placer.

Pero entonces su dolor comenzó a transformarse en un extraño y desconocido hasta entonces sentimiento de placer. Los ojos de la chica comenzaron a iluminarse conforme los arrebatos de su padre le iban provocando más y más de aquel extraño regodeo. Fabricio sonrió, satisfecho de saberse el primero en mostrarle aquel goce a su hija. Embestía a su hija con fuerza y firmeza, asegurándose de que aquella chica no olvidara quién le había follado primero. Recorrió el cuerpo de su hija, y cerró los ojos en agradecimiento de tener a semejante diosa en sus manos.

– ¡Así! ¡Así zorrita! Mira que culo precioso tienes.

– ¡Papi!

– ¡Eso! Soy tu papi, y tú mi hijita. Y de ahora en adelante te voy a dar tus buenas folladas. ¿Entendido?

– ¡Sssssiiiií!! – fue lo último que pudo alcanzar a decir

– ¡Eso! – continuó él, sin dejar de embestirla – Eso perrita, gime como la zorrita que eres. Gime, perra, gime…

Y cada vez que Fabricio le llamaba “perra”, la chica respondía con un coro de gemidos provocados por las tremendas arremetidas contra su coño.

– Joder, ¡pero qué precioso coño tienes! ¡Me encanta!

Fabricio aumentó la velocidad de sus embestidas; aquello hizo más escandalosos los graves gemidos de su hija. Pero ya le importaba, los gritos de placer de Juliana se estaban convirtiendo en música para sus oídos. Tras aquel arranqué, el agotamiento lo hizo disminuir el ritmo de sus movimientos.

– ¿Te gusta, Juli? – dijo extasiado, Fabricio

La chica recuperó el aliento.

– Si papá – dijo la chica, con el rostro descompuesto por el placer – ¿Por qué no habíamos hecho esto antes?

Fabricio sonrió, lanzando una pequeña risa.

– No lo sé – dijo su padre – Pero estamos corrigiéndolo.

Aceleró de nuevo sus embestidas, provocando nuevos aullidos de placer en su hija. Bajó la mirada, no había imaginado escena más bella en el mundo que la de su verga saliendo y entrando en el coño de Juliana.

Pero sus movimientos habían hecho efecto en él y, con aquella posición, estaba a punto de correrse. Pero no tenía la intensión de parar eso. Aguantó su pasión y sacó su falo de su hija.

– Vamos a mi cuarto – dijo entonces

Subieron, su alterada mente buscaba la forma más excitante de follarse a su hija, y hacerlo en su recamara sin duda le ponía mucho encanto, como si se tratara de una puta de paso.

– Ahora tú serás quien se mueva, ¿de acuerdo?

La chica sonrió, algo nerviosa. Aquella expresión, recordó Fabricio, se parecía a la que la chica había puesto la primera vez que él le dijo que le enseñaría a conducir el auto.

– Creo que lo harás bien, yo te guiaré – la tranquilizó

Se recostó de espaldas en medio de la cama. La llamó para que se acercara. Hizo que la chica se pusiera de rodillas, alrededor de su pelvis, con su erecta verga rozándole el exterior de su coño.

Con la punta de su verga, magreó un poco el exterior del coño de su hija. Juliana se mordió los labios y sonrió. Entonces una idea cruzó su cabeza y se colocó de cuclillas, ante la sorpresa de su padre.

– Así es más cómodo – dijo, sonriente

Entonces ella misma tomó la verga de su padre y la apuntó hacía su coño. Entonces se dejó caer, clavándosela hasta la mitad antes de detenerse con un gritó de dolor.

– ¡Ouch! – dijo

Pero su padre hizo caso omiso, y con un movimiento de caderas terminó por clavarle su verga por completo.

Juliana cerró los ojos, apretándolo para resistir el repentino dolor. Pero entonces su coño reconoció el placer que aquel tronco proveía, y la chica comenzó con unos torpes y lentos saltitos sobre la verga de su padre.

Poco a poco, la chica fue reconociendo los movimientos adecuados de piernas y caderas, y con el tiempo fue generando los movimientos adecuados para satisfacer el deseo de su coño con el tronco de Fabricio.

Sonrió satisfecha cuando se dio cuenta de que había logrado el libro correcto para satisfacer a su ansiosa concha.

– Salta perra – susurraba Fabricio – salta perrita, ¡así, que rico!

Ella sonrió, con una especie de orgullo.

– ¿Qué quiere decir “perra”? – preguntó la chica, sin dejar de saltar sobre la verga de su padre

Fabricio se sorprendió con aquella pregunta, y sólo entonces recordó como el placer de embestir a su hija había debilitado sus modales. No sabía que responderle, pero cada cosa que su hija decía no parecía hacer otra cosa más que endurecerle más y más la verga. Pensó en qué responder, pero ni siquiera a él se le ocurría una definición adecuada.

– Creo que se le dice a una mujer que hace todo lo que un hombre desea – dijo al fin, sin sentirse muy convencido de sus palabras.

La chica detuvo sus movimientos para analizar la respuesta; Fabricio se asomó para disfrutar de la hermosa visión de su verga a medio camino del coño de Juliana.

– ¿Como una esclava? – preguntó

– No porque, una “perra” lo hace porque quiere. Le gusta hacer lo que su hombre desea – Fabricio se impresionó con la naturalidad con la que comenzaba llevar todo aquello

– ¿Eres mi hombre? – preguntó entonces Juliana

La sangre de Fabricio se congeló. Entendió que aquella pregunta era determinante. No se arriesgó.

– Si tú quieres sí – dijo

La chica dejo caer su culo, haciendo que su coño tragara por completo el firme palo de su padre.

– Bueno, entonces yo seré tu perra – resolvió la chica

Fabricio correspondió aquello con movimientos de cadera que sacaban y metían su verga de aquel hermosa concha.

De pronto Juliana rió, como si hubiese recordado algo muy chistoso.

– También me dijiste “zorrita”, ¿es igual?

Su padre asintió con la cabeza, concentrado en lo que su verga estaba sintiendo.

– ¿Y puta?

Fabricio hizo memoria.

– Nunca te dije puta.

La chica se sintió atrapada.

– Bueno, pero así dicen

– ¿Quién dice?

La chica se sintió aún más atrapada, así que puso la típica expresión de cuando estaba a punto de admitir una falta.

– Una vez vi un video, de sexo, y así les decían a las mujeres

– ¿Viste una porno? – preguntó Fabricio

La chica pareció pensar en esa palabra, como si fuera la primera vez que la escuchaba. Pero movió la cabeza afirmativamente.

– Sí – dijo, con la sonrisa dulce de quien espera ser perdonada

Fabricio sonrió.

– El punto es que ahí les decían putas a las mujeres, pero mis maestras dicen que esa palabra es mala.

– Es una grosería – admitió Fabricio – También perra y zorra, son groserías – se le escapó

La mirada de su hija se extrañó.

– Entonces, ¿por qué me las dijiste?

Fabricio detuvo sus movimientos, se enjuagó los labios. Llevó sus manos a las preciosas tetas de su hija, donde apretujó sus pequeños pezones.

– Bueno… es que durante el sexo ya no son groserías.

Aquella respuesta no pareció convencer del todo a la chica, por lo que su padre tuvo que esforzarse más.

– Te ayudan a quitarte el estrés – dijo

– ¿Qué es estrés?

– Bueno, es como un cansancio que se acumula cuando tienes que hacer todo el tiempo lo correcto.

– No entiendo.

– Em, bueno, ¿alguna vez no has tenido ganas de gritarle algo malo a tus maestras?

Juliana rió.

– A la de inglés – admitió

– Bueno, pero no debes decirle groserías. Así que las ganas que tienes de decirle malas palabras las “sacas” gritándolas durante el sexo.

– ¿Pero por que en el sexo?

– Porque es un momento intimo.

La chica meditó, aquello parecía tener sentido. Fabricio ni siquiera estaba convencido de sus propias palabras, pero hablaba en función de que aquello no se desmoronara.

– Creo que tienes razón, pero también el puro sexo es des estresante, ¿no?

– Sí – dijo su padre, hallando una oportunidad en aquella frase.

La chica pareció solventar sus pensamientos.

– Entonces, cuando estés estresado me dices.

– Y tú también – ofreció Fabricio, con una sonrisa enorme

Aquella conversación debió inspirar a la chica, que habiendo aprendido la técnica aumentó el ritmo de sus saltos.

La intensidad de sus propios movimientos hizo que sus gemidos aumentaran hasta el límite, sus agudos gritos inundaban el cuarto, mientras unas gotitas de sudor comenzaban a bajar por su pecho. Las manos de Fabricio se apoderaron de sus tetas, y con sus dedos apretujó los pezones de la chica.

Entonces, tras un coro de descontrolados gemidos, Fabricio sintió los espasmos que empezaban a ocurrir entre las piernas de su chica. Sintió como la nena se corría sobre su verga, y la recibió en sus brazos cuando su cabeza cayó rendida sobre sus pechos.

Lejos de dejarla descansar, Fabricio decidió tomar el control, y de inmediato comenzó a taladras la concha de su hija. Aquello fue algo que la pobre Juliana apenas podía controlar, sentía desmayarse por el excesivo placer que su padre le otorgaba.

– Puta… – le dijo al oído, mientras con sus movimientos embestía su coño

– Sí – dijo ella, como si aquella palabra le gustara

– …puta, puta…

– Siiiiií – dijo ella, mientras sentía como un extraño calor se distribuía en su coño.

Fabricio se corrió en el coño de su hija, sin dejar de susurrarle a su oído su nueva realidad. Sentía las tetas de su hija descansando sobre su pecho. Cuando se detuvo, sintió como el esperma recién vertido escapaba lentamente entre las grietas de su verga y el coño de Juliana.

Juliana se incorporó, un poco, sólo lo suficiente para que sus labios cayeran sobre los de su padre. Y ahí se besaron, mientras la verga de Fabricio perdía lentamente la rigidez dentro del cálido interior de la muchacha.

Así comenzó una nueva vida para ambos. Fabricio llegaba feliz a casa, donde sabía que el suculento cuerpo de su hija lo esperaba para satisfacerlo. Realizaban verdaderas locuras.

Una vez, tras una reunión de padres de familia en la escuela de la chica, Fabricio y Juliana se escabulleron al salón de clases vacio, mientras el resto de los alumnos y sus padres escuchaban los sermones y las quejas de los profesores.

Con los nervios de punta y la excitación a flor de piel, Fabricio buscó la mochila de su hija, la colocó ahí, de pie con las manos temblorosas sobre el respaldo de su asiento. Le alzó la falda escolar a la chica y, haciendo a un lado sus braguitas, insertó su verga en el mojado coño de su hija.

– Cuando estés en clases quiero que recuerdes lo mucho que me gusta follarte, ¿eh putita?

– Si papi – dijo ella, con la respiración agitada – Fóllame duro para que no se me olvide.

La chica gemía, tratando de ahogar sus gritos para no llamar la atención de nadie.

Minutos después, tras una intensa corrida, regresaron tranquilos a la junta, sin que nadie pudiera sospechar que Juliana guardaba en su coño la leche aun caliente de su padre.

Otro día se detuvieron a media carretera, en camino a la casa de su abuela, y follaron en la oscuridad de la noche. La chica vestida con un sencillo y corto vestido floreado, estaba saltando sobre su verga, rodeándolo sobre el asiento del conductor, cuando un par de golpecitos los tomaron desprevenidos.

La chica regresó asustada a su asiento, y el policía tuvo que esperar paciente a que Fabricio se guardara de nuevo su verga y abriera la ventanilla.

– ¿Todo bien? – preguntó el policía, sin poder ocultar una sonrisa pervertida

– Todo bien, oficial – dijo Fabricio, nervioso

El hombre echó un vistazo a las piernas de la chica, manchadas de sus propios jugos.

– No pueden estar haciendo estos actos aquí – dijo entonces – me temo que tendré que invitarlos a la comisaria.

Aquello puso de nervios a Fabricio.

– ¡No!

– ¿No, qué? – le espetó el policía, con un semblante serio

– Perdón – se disculpó Fabricio – Es solo que yo…

– Soy una puta – intervino Juliana

Aquello llamó la atención del policía, que le regaló una sonrisa a la chica.

– ¡Sí! – dijo entonces Fabricio – Pagué y…y realmente soy un hombre desesperado, si en mi trabajo se enteraran.

Su semblante debió parecer lo suficientemente patético, por que el policía llevó su mano al puente de su nariz y suspiró.

– De acuerdo – dijo – Pero, ¡hey! – dijo, dirigiéndose a la chica – ¿tienes algún número? – le preguntó, con un ademan de teléfono

La chica se lo dio, y él lo marcó en su celular ahí mismo. El tono del celular de la chica comenzó a sonar. El policía colgó la llamada y sonrió.

– Nos vemos pronto, putita – se despidió, alejándose de la ventanilla.

Fabricio y su hija arrancaron, entre risas nerviosas.

En casa de la madre de Fabricio, a mitad de la madrugada, Juliana salió a puntillas de su cuarto. Se dirigió sigilosa a la recamara de su padre, donde Fabricio la esperaba. Ella entró, y él se asomó al pasillo vigilando que su madre no se hubiese despertado.

Cerró con seguro, y se deslizó entre la oscuridad, hasta la cama, donde las tetas desnudas de su hija esperaban a sus labios y a sus dientes.

Follaron cuidadosamente, con el chirrido nervioso de la cama amenazando con despertar a la anciana. Terminó corriéndose en el coño de su hija, con una apasionada lentitud. Juliana besaba la frente de su padre y olía extasiada su cabello sudoroso mientras su coño se pasmaba al momento de recibir la leche de Fabricio.

Despertaron temprano, casi al mismo tiempo, con unas ganas locas de repetir lo sucedió en la noche. Juliana se abalanzó sobre su padre, quien ya tenía su verga lista para penetrar a la chica.

Entonces, mientras su hija cabalgaba sobre sus caderas, una idea cruzó por su mente.

Hizo que la chica se colocara de rodillas sobre un pequeño sofá, como la primera vez que la había penetrado.

Entró al baño y salió con una pequeña botellita de crema humectante.

– ¿Me dolerá? – preguntó, como si aquella fuera su única y ultima duda al respecto

– Un poquito – admitió él

Untó lo más posible aquel cerrado ojete, metiendo delicadamente un dedo para preparar el interior. Él también se engrasó el tronco de su verga, y puso especial énfasis en su esfínter. Se preguntó si Juliana estaría preparada para aquello, pero le parecía que era una chica tan nalgona que le pareció una situación para la que estaba hecha.

– Con cuidadito – pidió Juliana, mientras sentía la cabeza de su padre pujando contra su arrugado culo.

Fabricio no respondió, completamente concentrado en su esfínter desapareciendo a través del apretado pliegue.

– ¡Uyyy! – suspiró la chica – Cuidado papi.

Fabricio acarició cariñosamente los glúteos de la chica, tranquilizándola como si se tratara de una yegua. Siguió penetrándola, veía cómo la chica apretaba en sus puños la tela del sofá, pero ello no lo detuvo en su avance.

– Joder, papiiiiiii – insistió la chica, mientras la verga de su padre recorría los últimos centímetros

Entonces el sonido de una puerta abriéndose en el pasillo les recordó que no estaban solos. Juliana convirtió sus gemidos en respiraciones agitadas, mientras escuchaba lentos pasos bajando las escaleras.

– No pasa nada – la tranquilizó Fabricio, sin dejar de bombearle el orto – No pasa nada perrita.

Ella se entregó de nuevo, estudiaba la estructura del tronco de su padre atravesando su apretado esfínter, mientras se acostumbraba a la extraña convinación de dolor y exagerado placer que aquello provocaba.

Se esforzaba por mantener en voz baja sus gemidos y en la recamara se escuchaban más las respiraciones agitadas de su padre. Entonces él disminuyó el ritmo de las embestidas, y se inclinó para susurrarle al oído:

– ¿Te gusta, mi perrita?

– Sí – admitió la chica

– ¿Qué sientes?

La chica pareció meditar divertida su respuesta.

– Tendremos que hacerlo más seguido, para poderte dar mi opinión.

– Eso me gusta, zorrita – dijo él

– ¿A ti te gusta?

– Mucho.

– ¿Por qué?

– Me gusta como tu culito aprieta mi verga.

Ella sonrió, estaba a punto de decir algo.

Fue entonces cuando un par de golpes secos chocaron contra la puerta.

– ¿Fabricio?

Juliana giró a ver a su padre, abriendo la boca y ahogando sus ganas de reírse. Él estuvo a punto de salir corriendo de ahí, pero con su verga bien enterrada en el culo de su hija aquello no era factible. Trató de mantener la calma, y enseguida respondió.

– ¿Qué pasa mamá?

– Bueno – dijo – que no he visto a Juli, no está en su cuarto.

– ¿No? – preguntó, en un pésimo tono de sorpresa

– Ya la busqué por toda la casa.

– Bueno, debió haber salido a correr – le dijo, mostrándose despreocupado

– ¿Corre la niña?

– Para mantener la figura, dice ella – dijo, al tiempo que sus manos apretaban juguetonamente las tetas de la chica – ya sabes cómo son las chicas de hoy – Juliana giró la vista y le lanzó una divertida mirada acusadora

– ¡Ahhhh! – la confundida voz de la vieja pareció aceptar aquello como un argumento bastante valido – Bueno, es que quería que me ayudara en la cocina.

– Bueno – le ofreció – puedo marcarle para que regrese pronto.

– ¡No, no! – insistió entonces – Déjala, es que yo no sabía que corría, déjala.

– Vale – dijo Fabricio, esperando que se retirara

Pero seguía ahí, podían ver su sombra bajo el umbral de la puerta.

– ¿Estas ocupado?

– ¿Eh?

– Que si estás ocupado.

– ¡Ah! – se estaba desesperando, su verga perdía rigidez aún dentro del cálido recto de Juliana, ella también comenzaba a aburrirse – Bueno, mamá, cosas de hombres. También nos ponemos guapos.

Esperó que aquella respuesta fuera lo suficientemente extraña para mi madre.

– ¡Ay!, bueno, no me des más detalles. Sólo apúrale para el desayuno.

Por fin se retiró.

Regresó hacía su hija, pensó en que quizás era mejor dejar aquello por el momento. Pero sus intenciones fracasaron, miró la espalda de su hija, recorrió las pecas de su blanca espalda; sentía el ojete de la chica contrayéndose y dilatándose, como si estuviese respirando. Aquello fue suficiente para que su tronco se ensanchara entre aquellas paredes. Juliana lo invitó a continuar, con una mirada morbosa a la que él respondió de inmediato.

Las embestidas reiniciaron. Juliana sentía el éxtasis entrar y salir por su culo. Sentía que su coño se hacía agua, y se preguntaba cuantas veces se había corrido ya sin haberse dado cuenta siquiera.

No podía gritar, pero que ganas sentía. Su padre le estaba machacando el orto y ella convertía todo ese placer en gritos ahogados. Sus piernas se debilitaron, y su recto comenzó a vibrar lentamente, en espasmos que contraían y dilataban desordenadamente su esfínter. Sintió la inconfundible leche de su padre fluyendo sobre las lisas paredes de su culo. Aquel calor familiar la elevó al cielo, y por un momento sintió que flotaba, y que la verga de su padre no era más que un fuego instalado en lo más sensible de su ser.

FIN

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
buenbato@gmx.com

 

Relato erótico: “Teniente Smallbird 3ª parte” (POR ALEX BLAME)

$
0
0

cuñada portada34

—Sabíamos que existía un perfil a nombre de Alex BlameSin título—dijo Smallbird poniendo gesto de cansancio— pero justo cuando íbamos a investigarlo aparecieron los videos y…

—Jefe, —dijo Arjona interrumpiendo la conversación— ¿De veras tengo que seguir visionando los archivos …?

—¡Largo Arjona! —gritó Smallbird descargando toda su frustración en su ayudante— Y dile a Gracia que venga inmediatamente con su portátil.

—También revisé por encima los relatos que había en el disco duro y no me pareció que fuesen tantos. —comento Smallbird dirigiéndose de nuevo a la joven.

—Los relatos más largos solía dividirlos en entregas a la hora de publicarlos, por eso en la página Web eran ochenta y ocho…

—Que son justo las puñaladas que recibió. —dijo el detective confirmando a la joven lo que habían dicho los periódicos—¿En esa web también le gustaba coleccionar enemigos?

—Desde luego. —respondió la joven— escribía bien y sus relatos eran bastante bien valorados pero eso no le importaba demasiado, lo que le gustaba era escribir y poner a parir a los otros escritores en los comentarios.

—¿Podrías indicarme el nombre de alguno de ellos? —peguntó el teniente cogiendo un block de notas.

—No es tan fácil. —respondió la joven.—Alex era de los pocos, si no el único, que usaba su propio nombre, la mayoría usan apodos para conservar su anonimato, dado lo controvertido de los temas que se tratan en esa página web. A Alex se la soplaba todo, pero la mayoría de los que escriben tienen padres, esposas, hijos..

—Entiendo. ¿Podrías entonces decirme algunos de los apodos?

—Sí, claro —dijo levantando sus bonitos ojos grises al cielo haciendo memoria— Los que más a menudo discutían con él eran Chupachochos, King Koño, Carpene Diem, A Pollazos y Chochopelocho.

—¿Sospechas de alguno en concreto?—tanteó Smallbird al joven.

—De todos y de ninguno. Una de las últimas veces que hablamos me dijo que tenía un trol.

—¿Un trol?

—Llaman así a la gente que se mete en los foros y en las páginas dando opiniones negativas y poco justificadas solo con el propósito de meter cizaña y en casos como en Guarrorelatos votar con ceros a la competencia para que sus relatos se vean beneficiados en el top de los más valorados.

—¿Tan en serio se toman eso de escribir guarradas?

—Algunos de ellos sí y Alex se mondaba. No llegó a decirme quien era su trol pero dijo que ya lo tenía casi identificado y que iba a amaestrarlo y ponerle una correa.

Smallbird levantó la cabeza e hizo pasar a Gracia con una seña . El teniente le indicó que abriese el ordenador y buscase la pagina de guarrorelatos y el perfil de Alex Blame. En cinco minutos tuvo el perfil de Blame en la pantalla. En él figuraba su nombre nacionalidad, edad y un poco más abajo figuraba el número de relatos que como había dicho la joven eran ochenta y ocho. Además figuraba el número de valoraciones y comentarios que había hecho y un poco más abajo una sección que ponía sus autores y relatos favoritos.

Smallbird abrió la sección de autores favoritos en la que había apenas media docena. Bajo cada apodo había un breve comentario en los que más que amable o impresionado se mostraba condescendiente. Uno de ellos le llamó especialmente la atención. “Tiene unas historias originales podría llegar a ser un escritor de mediocre talento, si fuese capaz de escribir dos palabras seguidas sin cometer una falta de ortografía.

Sí esos eran los que le llamaban la atención, el teniente no se podía imaginar cómo trataría a los que escribían mal o trataban de hacerle la puñeta.

Smallbird repasó el listado de relatos. Al lado de cada relato había unas estrellas y si pinchaba sobre ellas había un sencillo gráfico con las valoraciones y un enlace para los comentarios.

Eligió uno de los relatos al azar “Groom Lake” y revisó los comentarios. El relato era bastante antiguo y apenas tenía un par de comentarios. Mientras que los comentarios venían acompañados del apodo de quien los mandaba, las valoraciones eran anónimas. Le preguntó a Gracia si podía averiguarlo pero tras trastear unos segundos en las líneas de código de la página dijo que la información relativa a la IP de procedencia de las votaciones se borraba automáticamente y que sería muy difícil si no imposible identificar a los votantes.

—Tengo una última pregunta, Vanesa. —dijo el detective — Si el asesino es uno de estos tipos ¿Cómo demonios localizó a tú nov… a Blame?

—Eso es algo que no me explico. Alex era muy cuidadoso en todo lo que se refería a su intimidad. Todos los días barría la red en busca de posibles rastros que pudiese dejar su navegación. Utilizaba nombres y direcciones supuestas hasta en sus operaciones financieras y hasta hacía rebotar su IP cientos de servidores remotos. A pesar de que usase su nombre verdadero no había nada más que pudiese averiguar nadie sobre él.

Interrogó a Vanesa un rato más sin obtener más detalles de importancia. Tras recordarle que tenía su tarjeta si necesitaba o recordaba algo le acompañó fuera de la oficina y le pidió a uno de los agentes que la acercase hasta casa.

Hirviendo por dentro y buscando posibles razones para que se le hubiese escapado esa pista, reunió de nuevo a todos los detectives en las sala de juntas.

—Bueno, chicos. Tenemos noticias. Tanto el tío como la sobrina tienen una coartada que no nos costará demasiado comprobar. Esa es la mala noticia. —comenzó Smallbird—La buena es que tenemos una nueva pista que explotar.

—¡Bien! —exclamo Arjona—Adiós a los videos de caballeros haciendo guarradas. Menos mal, ya estaban empezando a parecerme unas pollas más bonitas que otras. ¿Qué hacemos ahora?

—Lo primero que vais a hacer es devolver a Viñales todo los archivos para que los destruya dejando solo una copia por si los necesitamos más adelante. Arjona, tú y Camino vais a investigar las coartadas de Vanesa y Salvador mientras que los demás vamos a investigar el perfil y los relatos de Alex Blame rastreando los comentarios y haciendo una lista de autores que pudiesen estar enfrentados con él. Una vez los tengamos los compararemos y elegiremos los que más susceptibles de estar los suficientemente enfadados como para matar.

—¿Cuando empezamos? —preguntó Carmen.

—Me temo que no podemos esperar. Debemos recuperar el tiempo perdido. Empezaremos ahora mismo y quiero que tengáis una lista de sospechosos antes del mediodía de mañana.—dijo Smallbird viendo como todos ponían cara de circunstancias, conscientes de que el día iba a ser muy largo — Cuando tengamos la lista y la comparemos se la daremos a Viñales para que averigüe quién está detrás de los seudónimos y podamos interrogar a esas personas.

—Ahora, manos a la obra, no hay tiempo que perder.

En cuanto dejó a los chicos se fue al despacho del comisario. Cuando le contó todas las novedades vio como Negrete cambiaba de color hasta ponerse casi violeta. Durante dos minutos estuvo bajando santos al más puro estilo de los cabreros de la sierra extremeña de la que provenía. Finalmente se calmó un poco, cogió un vaso y una pequeña botella de Chivas que todo el mundo sabía que guardaba en su escritorio y sirviéndose una generosa medida se la bajó de un solo trago. Después de ofrecerle un trago al teniente, que Smallbird declinó cortésmente, le despidió diciéndole que no reparase en horas extras para avanzar en la investigación lo más rápido posible.

Sin pararse a hablar con nadie salió a la calle y fumó dos cigarrillos seguidos mientras observaba como caía la tarde e intentaba serenarse un poco. Ya más tranquilo gracias en parte a la nicotina, fue al bar que había enfrente de la comisaría, se comió un bocadillo de calamares y volvió a su oficina con una caja de donuts y cafés decentes para repartir entre la tropa.

Smallbird dejó a los chicos lanzándose sobre los donuts con voracidad. Una vez en su despacho no se demoró más pensando en el tiempo perdido y se enfrascó en el trabajo. Abrió de nuevo el perfil de Alex Blame y echó un vistazo a los comentarios de todos sus relatos para ver quien persistía en enviar comentarios hirientes de forma reiterada.

Pronto obtuvo resultados e identificó a Chupachochos, King Koño, A Pollazos y Carpene Diem. Luego pinchó en los apodos para estudiar los perfiles. Descartó en un principio a A Pollazos y a Chupachochos por ser Colombiano y Argentino respectivamente y se centró en los otros dos.

De los dos que le quedaban King Koño parecía ser una mujer a la que le encantaba que la vejasen y la insultasen así que Alex se ponía las botas llamándola de todo sin que la mujer hiciese poco más que insultarle blandamente para que Blame le diese cera a conciencia.

Sin embargo Carpene Diem con su jueguecito de palabras en latín parecía querer presentarse como alguien culto que escribía relatos de calidad.

Revisó su lista de relatos y escogió uno de la categoría de tríos. El tipo escribía bien y no cometía demasiadas faltas de ortografía pero tenía un estilo frío. Parecía que estaba contando a alguien el resultado de un examen más que escribir un relato.

Al principio el argumento le resultó interesante; Trataba de una mujer que estaba escapando de su cómplice en un atraco con el dinero y su coche se había averiado en una zona remota. Caminando en busca de ayuda se encontraba un viejo caserón dónde un grupo de científicos que están trabajando en la aplicación de detector de radares para android definitiva le daban cobijo. Pronto la joven se hace la reina de la casa debido a su astucia y a la ingenuidad de los científicos y los anima a su estilo para que acaben la aplicación y así poder robársela y venderla por su cuenta.

Fue en ese momento cuando al imaginarse a la joven le vino a Smallbird la figura de Bárbara Stanwyck en Bola de Fuego. Con una sonrisa torcida Smallbird resopló y se enfrascó de nuevo en la lectura:

… Los hombres se reunieron alrededor de ella mientras cantaba con voz lenta y sensual. La joven se sentó sobre la mesa de la biblioteca y la falda de su vestido se subió ligeramente mostrando una generosa porción de sus muslos, excitando la poderosa imaginación de los ingenuos sabios.

Con naturalidad, como si lo hubiese hecho mil veces, se puso de pie sobre el pulido nogal y empezó a bailar de forma sugerente sin dejar de cantar. Los cinco hombres se pusieron alrededor de la mesa y siguieron el ritmo de la música golpeando la superficie de la mesa con las palmas de sus manos.

Cuando la se abrió el vaporoso vestido de algodón mostrando un cuerpo escultural, solo tapado por un escueto conjunto de ropa interior de seda negra, las manos se quedaron automáticamente quietas y Débora disfrutó de las miradas ansiosas excitándose hasta sentirse tremendamente mojada por dentro.

Sin pensar en nada más que en aquellos hombres que le adoraban y que en esos momentos estarían dispuestos a hacer cualquier cosa por ella, continuó bailando y acariciándose sus pechos y el interior de sus piernas.

Cuando la joven se quitó el sujetador y mostró unos pechos tan duros y hermosos como los de la Venus de Millo los cinco hombres tragaron saliva a la vez y se revolvieron inquietos sin saber muy bien qué hacer.

Suspirando con impaciencia, la joven se tumbó sobre la mesa y le dijo a Diego que le quitase las bragas.

Diego intentó decir algo señalándose y balbuceando algo ininteligible antes de que Rosco se le adelantase y le sacase las bragas de un tirón apresurado.

La joven arqueó su cuerpo y lo retorció envanecida por las miradas de admiración de los científicos y sentándose y poniéndose de cara a Rosco que parecía el más avispado abrió las piernas mostrando al científico un sexo lampiño rosado y tumultuoso.

Rosco intercambió una mirada con la joven pidiendo permiso y ante su leve asentimiento se lanzó sobre ella como un lobo hambriento. Débora se dobló sobre la cabeza del joven científico cuando este envolvió su delicado sexo con la boca y le chupó y le lamió su aterciopelado clítoris con violencia.

Los gritos y suspiros de la joven parecieron despertar a los científicos de su estupor y se lanzaron a acariciar y besar el cuerpo de la joven.

Débora se sintió arrasada por el placer y la soberbia cuando manos y bocas le asaltaron chupando, mordisqueando , tironeando y retorciendo. Su cuerpo entero hormigueaba y su sexo y sus pezones ardían excitados por las bruscas caricias de unos hombres excitados pero poco experimentados en el arte del amor.

Tras un gran esfuerzo logró apartar su cuerpo escalofriado por intensas sensaciones de los labios y las manos que las provocaban y se plantó ante los cinco hombres jadeante e imperiosa.

—¡Desnudaos! —dijo la joven lacónica mientras posaba ante ellos, solo vestida con las sandalias de tacón que le habían conducido a aquella mansión hacía ya más de una semana.

Los hombres, unos con cara de ilusión, otros con cara de deseo, le obedecieron con diligencia.

Ninguno de los cuerpos de aquellos hombres era igual, pero todos eran atractivos a su manera, Rosco alto, musculoso y seguro de sí mismo, Diego, anciano, menudo y miope le recordaba a un pajarillo desamparado, Nilo rellenito y lampiño le recordaba a un querubín, Felipe orgulloso y a la vez inseguro con aquella impresionante herramienta y Ananías serio y pensativo hasta cuando estaba empalmado.

Se acercó y acarició con sus suaves dedos las cinco vergas con suavidad hasta asegurarse de que estaban todas perfectamente preparadas, y arrodillándose frente a Nilo cogió su cipote y se lo metió profundamente en la boca.

La joven empezó a chupar y acariciar la polla de Nilo que gemía quedamente mientras el resto de los genios le rodeaban observándole con sus pollas tremendamente congestionadas apenas a unos centímetros de su cuerpo.

Débora sacó la polla de Nilo de su boca con un jadeo y sin siquiera mirar cogió otra polla al azar y casi se ahogó al encontrarse con la tremenda polla de Felipe en el fondo de su garganta. Estaba tan caliente que lo único que pensaba era en devorar todas aquellas pollas a la vez. En unos instantes se vio chupando el enorme monstruo de Felipe y pajeando las pollas de Ananías y Diego mientras Nilo frotaba su polla contra sus pechos grandes y colgantes y Rocco alzaba sus nalgas para penetrar en su coño chorreante de deseo.

La joven emitió un grito sofocado por la verga de Felipe y se dejó llevar complacida con los tremendos empujones de Rosco y las manos y las pollas que le acosaban, le acariciaban y arañaban ansiosas.

Tras un par de minutos Rocco se corrió en su interior llenando su vagina de cálido semen. La joven, con varios empujones se separó electrizada con los pezones erectos, la piel de gallina y el semen de Rocco corriendo por el interior de sus broncíneas piernas.

Los hombres se quedaron un poco confundidos sin saber que hacer hasta que ella tomó la iniciativa tirando a Nilo sobre la alfombra y ensartándose su polla con un largo gemido. El resto de los genios observaron como cabalgaba sobre el querubín a un ritmo salvaje hasta que Felipe se acercó y lubricando su polla la acercó al culo de Débora. La joven pegó un fuerte alarido cuando la gran herramienta superó el esfínter y penetró en el estrecho conducto de la joven.

Débora pensó que sus tripas iban a reventar al sentir como la polla de Felipe se abría paso por ellas mientras Nilo seguía moviéndose en su interior. El dolor fue brutal pero poco a poco su cuerpo fue adaptándose y el dolor fue dejando paso a un intenso placer.

Débora abrió la boca para expresar el intenso placer que estaba experimentando y ese fue el momento que Diego aprovechó para meter su miembro en ella. La joven gimió y se atragantó pero comenzó a chuparla de buen grado. Con todas sus oquedades ocupadas la joven respiró profundamente y aprovechando que Diego agarraba su larga melena para sostener su cabeza de modo que pudiera penetrar en su boca lo más profundo posible, la joven separó sus brazos y agarró las dos pollas restantes empezando a pajearlas.

Grandes lagrimones comenzaron a correr por las mejillas de la joven mientras los cinco hombres movían sus caderas extasiados disfrutando del hambre insaciable de polla de la joven. El esfuerzo hacía que el sudor corriese por los torsos de los hombres y entre los pechos de la mujer como pequeños riachuelos. Los movimientos se volvieron más intensos, más rápidos y más acuciantes presagiando un cercano final .

Débora fue la primera en correrse. Su cuerpo entero se arqueó al sentir la joven como un cúmulo de sensaciones rompía todos los diques que se le presentaban arrollando todo su cuerpo con un placer incontenible. Jadeando con fuerza y gritando aun con la polla de Diego en su boca, la joven no dejó de moverse hasta que los cinco hombres que la estaban follando se corrieron prácticamente todos al mismo tiempo, eyaculando abundantemente en su coño, en su culo, en su boca, en su cara y en su espalda…

Smallbird apartó la imagen de la Stanwyck tirada en el suelo de la sala con su cuerpo cubierto por el semen y el sudor de cinco hombres de su mente y siguió leyendo.

El relato acababa rápidamente describiendo como la joven se arrepentía de sus planes y se quedaba con los científicos convirtiéndose en su alegre esclava sexual.

Smallbird se estiró en el asiento y su polla erecta tropezó con el escritorio recordándole que hacía tiempo que no echaba un polvo decente. Al final del relato pinchó en los comentarios y entre todos ellos destacaba el ácido comentario de Blame.

Alex Blame (ID: 1418419)

2014-08-06 16:14:24

Un principio esperanzador, en la línea de la más pura novela negra que has jodido, como siempre, plagiando una vieja película de 1941, pensando que porque nos matemos pajas somos tontos del culo. Para otra vez publicas este tipo de relatos en la sección de parodias y no me obligarás a ponerte un terrible.

El sexo ha sido entretenido pero un poco precipitado y que se corran todos los zopencos a la vez no termina de convencerme. Te diría que dejases de dedicarte a esto y te fueses al monte a follarte cabras pero como no me vas a hacer caso buena suerte con eso que llamas relatos con algo más que folleteo.

Como Smallbird esperaba, el escritor se daba por aludido y respondía en tono airado pero sin demasiada gracia y con frases hechas:

Carpene Diem (ID: 1459899930)

2014-08-06 19:35:02

Es lo que hay, está visto que no se hizo la miel para la boca del burro. No sabía de la existencia de esa película y si los argumentos se parecen es pura casualidad. LA VERDAD ES QUE, TENGAS RAZÓN O NO, ESTAS NO SON FORMAS DE CRITICAR A UN COMPAÑERO ESCRITOR QUE LO ÚNICO QUE QUIERE ES COMPARTIR SU TALENTO CON LOS DEMÁS SIN ESPERAR MÁS RECOMPENSA QUE UNAS PALABRAS AMABLES Y CRÍTICAS CONSTRUCTIVAS. SEÑOR BLAME PUEDE OPINAR TODO LO QUE QUIERA PERO YO NO ME REBAJARÉ A INTERCAMBIAR INSULTOS CON USTED. QUE TENGA UN BUEN DÍA.

La conversación continuaba siempre más o menos en ese tono, con el señor Carpene Diem intentando mantener su dignidad mientras Blame le destruía metódicamente hasta obligarle a abandonar.

Smallbird apagó el ordenador y echó un vistazo al reloj. Eran las once de la noche, por aquel día era suficiente. Despidió a todos y se fue a casa dónde se bebió tres Gyntonics y fumó medio paquete antes de irse a la cama.

PARA CONTACTAR AL AUTOR:

alexblame@gmx.es

 

Relato erótico: “MI DON: Ana y Lara – Determinación y honor (28)” (POR SAULILLO77)

$
0
0

cuñada portada3Había llegado el verano, y vaya forma de hacerlo, mi relación con Ana estaba evolucionado y Sin títulocambiando constantemente con el marco sexual de fondo, no supe cuanto hasta mas tarde, era feliz descubriendo esos pequeños placeres de una relación larga y consolidada, no os equivoquéis, que ya hubiera terminado de formar a mi pareja, Ana, que ya era la mejor mujer en la cama con la que había estado, así de simple, no la cambió a mis ojos fuera del sexo, era una niña dulce, cariñosa, amable, gentil y romántica, seguía llenándome a nivel personal. Mas de 9 meses de follar a diario y de entrenarla en todo lo que sabia, ya tenia a una igual en el terreno del sexo, si, yo dominaba mas pero era una cuestión puramente del tamaño de mi polla y poderío físico, lo que era follar, estabamos a la par, aquellos juegos inocentes del inicio habían dado paso, no solo a convertirla en una folladora de calidad, sino a desvirgar su ano y trasformarla en una amante del sexo anal, si no que su mente se había abierto de tal manera que no solo había consentido, si no que había manipulado para lograr que Lara, su mejor amiga y compañera de piso, se convirtiera en nuestra puta personal, después de meses de aguantar y regocijarse que aquella tetona salida fuera detrás de mi sin lograr nada, le había dado la vuelta y la había desvirgado ella misma con los mismos consoladores con los que la desvirgué a ella, anulando su voluntad ofreciéndola una follada entre nosotros que la hizo ver que no éramos 2 críos tontos a los que una niñata como ella pudiera controlar usando sus armas, y menos que yo cayera en sus redes pese a sus 2 poderosos argumentos, así que entendió que su única forma de llegar a mi, era someterse, y como tal, Ana tuvo lo que quiso, a su amiga del alma roba novios, esclavizada a su voluntad, mi regalo.

En el anterior relato me quedé en como dormí esa 1º noche con ellas 2 en la cama, y de cómo me costó dormirme, aun así lo hice, pero me desperté de nuevo, Lara estaba gimiendo por que mis manos estaban trabajando sus pezones en mis sueños, joder, ni dormido podía parar, la dejé de golpe y me levanté dejando a Ana dormida y a Alicia gimoteando, me fui al baño y luego a la cocina, me encontré a Alicia dormida en el sofá, no entendía el por que hasta que la vi, con un consolador de gran tamaño en la mano, tapada por una suave manta, que curioso, levanté, y como adiviné, no llevaba nada debajo, desnuda y con un fuerte olor a fluidos de hembra desatada, me dio por pensar que se había matado sola con ese consolador mientras nos oía jugar con Lara, tenia su mérito, aquel rabo de plástico era como la mía en reposo, sabia que Teo no la tenia tan grande como esa, así que ella misma pensaba que aquellas caderas y aquel trasero merecían o necesitaban algo mas, aparte de que por lo visto hacia semanas que no lo hacían, estaban enfadados, y estaría necesitada. Me sorprendió que 1º tuviera ese consolador, 2º que lo usara sola y 3º que lo hubiera hecho quedándose dormida en el salón, mal tapada con una manta y abierta de piernas como una cualquiera, ella era mejor que eso, la tapé con la manta y dándola un beso en la frente la cogí entre mis brazos para llevarla a su cuarto, se agarró adormecida a mi cuello de forma dulce y la dejé en su cama, tapándola con una manta, me agarró de una mano al irme, pidiéndome que no me fuera, aludiendo a Teo, creería que era el, y debo reconocer que dude, pero me fui seguro de mi buena acción, ya tenia 2 coños en mi cama, uno de 1º nivel, y ella era mi hermanita y la novia de mi mejor amigo, la mente de un hombre es muy liberal cuando quiere. Ahora si me fui a la cocina y repuse líquidos, cogí una botella de agua y volví a la habitación, le ofrecí agua a Lara que esta despierta aun, bebió bastante, hasta se le cayeron una gotas en sus tetas, lo hizo a aposta, pero hábilmente para que no lo pareciera, seguía queriendo provocarme a pesar de todo. Me acosté boca arriba y Lara se giró pidiéndome permiso para recostarse sobre mi pecho, se lo concedí y así, abrazado a ella, me dormí, me volví a despertar casi de madrugada, Ana estaba moviéndome el brazo para ponerse sobre mi pecho igual, lamentó despertarme dándome un beso, y se colocó de forma idéntica a Lara pero del otro lado, así quedé, con ellas usando mis brazos y mi pecho de almohadas, una a cada lado, me volvía dormir ahora ya si hasta mas tarde, oí la puerta de la habitación y de reojo vi a Alicia mirándonos, alucinaba al ver a Lara a mi lado, abrazadas y yo en medio con mi polla tiesa de mis empalmes mañaneros.

-YO: ¿que pasa?

-ALICIA: no, nada, es que estos aun no han vuelto.- se refería a Manu y a su novio, Teo, me incorporé sin despertarlas, dejándolas acostadas, y al instante reaccionaron ambas abrazándose una a la otra para seguir durmiendo, saliendo a hablar con ella fuera para no despertarlas.

-YO: dios, ¿que hora es?

-ALICIA: son las 12 de la mañana.

-YO: ¿y aun no han vuelto desde ayer?

-ALICIA: no, y estoy preocupada, me da cosa llamar o hablar con Teo tal y como esta conmigo y Manu no me coge el teléfono.

-YO: esta bien, déjame el móvil y llamo yo a Teo. – así lo hizo, sin dejar de mirar mi polla empalmada, llamé.

-TEO: ¿que coño quieres?, pesada

-YO: hey tranquilo, que soy Raúl, ¿donde andáis?

-TEO: ¿y que narices haces tu con el móvil de Ali?- su tono era de enfado, no se le había pasado.

-YO: nada, que tengo el mío sin batería, y ando preocupado, ¿donde andáis?

-TEO ah, vale, no nada, que al final nos encontramos con unos amigos de Manu, y nos hemos quedado a dormir en su casa, salimos muy tarde de un local y no íbamos bien para conducir.

-YO: ah, ok, pues nada, descansad, venís a comer o…..

-TEO: no se tío, luego os llamo, ahora solo quiero dormir.- me colgó.

-ALICIA: ¿Que tal? ¿Les ha pasado algo?

-YO: nada, que iban muy mamaos como para coger el coche y venir, y se han quedado en casa de unos amigos hasta que se les pase, ya vendrán cuando estén mejor.

-ALICIA: muchas gracias, así me quedo mas tranquila, jo, no se que le pasa pero esta muy raro.- la cogí del brazo con mimo.

-YO: tu tranquila, ya se resolverá, tu dale tiempo.

-ALICIA: siento molestar, no quería interrumpir nada.

-YO: tú tranquila, siempre que necesites, algo avísame.

-ALICIA: no sabia que…….bueno, no es cosa mía, pero que Lara también……vamos que la había visto andar en tu cuarto y eso……. pero ahora estas……….. ¿con las 2?

-YO: jajaja nada, juegos tontos nuestros, vamos a darle un escarmiento a Lara por ser tal golfa jejeje, que andaba muy pesada detrás de mí y Ana la quiere castigar.

-ALCIA: hijo mío, es que es normal, no puedes ir por ahí con el rabo fuera todo el día que no somos de piedra….- se cayó queriendo desdecirse, se le habia escapado.- quiero decir, que no me importa a mi, pero a ella, no se, lo mismo la ha confundido o algo, es que la tienes tan gorda que….- ahora se tapó la boca, se había metido en un jardín y no sabia como salir de allí, normalmente haría broma o simplemente me reiría dejándola seguir metiendo la pata, pero estaba muy sensible con lo de Teo.

-YO: esta bien, si tu quieres me pondré algo encima contigo delante.

-ALICIA: no, si a mi me da igual, pero solo digo que a Lara le haya gustado lo que veía.- ahora si, segura en lo que decía pero roja de vergüenza, queriendo inútilmente levantar la mirada de mi polla tiesa, apuntándola.

-YO: pues nada, si quieres vuelve a la cama y duerme un rato mas, yo lo voy a hacer, estoy reventado.

-ALICIA: vale, y gracias por lo de ayer.

-YO: ¿el que?

-ALICIA: si estos no han venido solo tu has podido llevarme a la cama, gracias – me guiñó un ojo y me fue a abrazar, pero no podía con mi polla tiesa, así que sin rubor alguno la cogió con la mano y la puso de lado para alcanzarme, me pilló de sorpresa pero no le di importancia, respondí el abrazo con alguna palabra de animo y cariño, dándola un beso en la mejilla, al separarse soltó la polla y la golpeó en el brazo.- ainss hijo de verdad como sois los tíos- y se fue contoneado su despampanante trasero, no se si fue buscado o no pero vi algo de provocación en su forma de andar.

Volví a la cama, a dormir un par de horas mas, estaba Ana sola, de pie junto al baño, me tumbé en la cama.

-YO: ¿que haces?

-ANA: aquí nuestra puta, que tenía ganas de ir al baño y la he dado permiso, también necesitaba ir así que andamos esperando a que termine para volver a la cama.

-YO: deprisa, esta cama esta muy fría y solitaria sin vosotras.

-ANA: joder, ¿ya la tienes dura? ¿y de donde vienes?

-YO nada, que estos aun no habían venido y Alicia estaba preocupada, pero ya esta todo hablado, luego vienen, y si, ya la tengo dura, de hecho no es mala idea que detrás de vosotras entre yo al baño.

Según salió Lara me metí yo dándola un cachete en el culo, oriné bastante y me aseé un poco, antes de volver a la cama, donde ya me esperaban, dejándome el sitio del medio de nuevo, ya con la polla algo menos tensa, pase por encima de Ana dándola un buen beso y volviendo a acostarme con una en cada brazo, Lara me miró como pidiendo un beso para ella también.

-YO: tu aun no te lo has ganado.- lo dije apretándola contra mi con toda la intención de besarla, pero sin hacerlo.

Ahora quedé dormido como un tronco, al ser entre semana, no trabajaba, ni ellas tenían ninguna obligación, así que nos despertábamos cundo nos salía de las narices, no se cuanto paso, pero de nuevo me despertaron, esta vez eran caricias y lametones en mi polla, estaba boca arriba como me había quedado dormido pero ahora tenia a las 2 chicas de rodillas, una a cada lado, con Ana comiéndome la polla, dándola indicaciones a Lara “ahora juegas con la lengua en el glande así” ”luego lames y chupas todo el tronco” ”chupa y succiona, no solo te la metas en la boca” ”ahora baja a los huevos y juega con ellos, pero no dejes de masturbar” ”si no puedes mas, coge con ambas manos y dale velocidad, escupe y babea sobre ella, mientras juegas con el glande” , joder ,le estaba dando una master class de comerme la polla.

-YO: buenos días.

-ANA: shh tu calla y no te muevas, estoy enseñando a esta puta a comerse un buen rabo, ahora lo hace ella y si te gusta, la dejo que la comas el coño como bien sabes, si no, la meto el consolador yo por el coño hasta que me canse.- la mirada de Ana era perversa y la de Lara de pánico a no hacerlo bien, mientras que yo la di placer, Ana la había destrozado el himen de forma brutal.

-YO: pues nada seguid.

Y así lo hizo, Ana aguantó un rato mas hasta que se cansó, y dejó de chupármela para darla la orden de que lo hiciera ella, luego se tumbó a mi lado besándonos con pasión, llevando mi boca a repasar su cuello y sus senos, mientras una mano se metía entre sus nalgas y el hilo del tanga para jugar con su ano.

-ANA: venga puta, empieza, no tenemos todo el día.- se quedó mirando como Lara cogía con fuerza mi polla.

No era la 1º vez que la tenia en la mano tiesa y desnuda, pero si la 1º en que tenia permiso para hacerlo, se deleitó y rememorando los pasos, agachó la cabeza hasta besarme el glande, para ir bajando por toda la extensión dando pequeños lametones, era diferente y menos hábil, no era la 1º polla que se comía, pero no de ese tamaño, mientras mi dedo ya entraba y salía del ano de mi chica, los 2 admirábamos como intentaba tragarse mas de 1/3 de polla, con arcadas incluidas, tuvo que retroceder y volver al manual de Ana, trabajo el glande con la lengua mientras su 2 manos no paraban de masturbar, luego bajaba por el tronco dando largos lametones por todo mi miembro, y bajando a mi huevos para metérselos en la boca, sin parar sus manos, eso ya era mas familiar, y me estaba matando, sin duda las manos de Lara habían hecho muchas pajas, su ritmo era infernal y me estaba calentando, lo pagaba el culo de Ana que ya con 3 dedos dentro estaba siendo sacrificado, ella misma se llevó una mano al coño y se masturbaba por encima del tanga, pasando su pierna por encima mía para facilitar ambos trabajos manuales, gimiendo entre suspiros y besos alocados.

-YO: esa guarra lo esta haciendo bien, me voy a correr.

Al instante Ana bajó hasta mi polla, apartando a Lara que estaba a punto de recibir mi semen, cogió mi polla con ambas manos y se metió media polla en la boca acelerando sus manos hasta recibir todos los choros de mi simiente caliente en su garganta, no paró sus manos hasta que se aseguró su enorme ración de esperma, no se lo tragó como era habitual en ella, agarró a Lara mientras iba con la cabeza levantada y la boca abierta, la tumbó boca arriba sobre mi, dejando su cabeza sobre mi cuello, y poniéndose encima de los dos, sujetó la boca de Lara y se la abrió, para justo después con un gesto veloz hundir su boca en la suya, y comenzar a besarse con lengua de forma violenta, Lara gemía asqueada, luego supe que era su 1º vez en tener semen en la boca, pero Ana controlaba la situación, atacó sus pezones, con las manos, muy enrojecidos y duros de la prenda, el corpiño elástico de Ana, eso acabó con cualquier resistencia y vi como iban pasándose mi semen una a la otra con la lengua durante unos segundos, y como se separaba Ana y dejaba caer un hilillo blanco sobre la boca de Lara que recogía gustosa.

-ANA: ahora trágatelo puta.- no se negó pero no obedecía, Ana llevó su mano al coño de Lara y le apartó el tanga para meterle 2 dedos de golpe en su irritado coño.- ¡que te lo tragues! o voy a por el consolador y te abro el coño de nuevo.

Vaya diosa de la dominación, Ana me miraba para reafirmarse si iba bien o no, pero estaba clavando el papel ella sola, Lara al sentir sus dedos se estremeció, pero seguía sin tragárselo, entonces llevé mis manos a sus tetas, metiéndolas por dentro del corpiño elástico que la estaba matando desde anoche, acercando su oído a mi boca.

-YO: vamos, trágatelo, tienes que acostumbrarte, a partir de ahora será tu desayuno, no vas a comer nada hasta que te tragues mi semen cada mañana – Ana me miró ilusionada y sorprendida por mi idea.

Lara cedió, no podía mas, estaba siendo masturbada por Ana, y mis manos en sus tetas la estaban llevando al paraíso, tragó, y lo hizo varias veces, Ana le abrió la boca y la examinó de forma abusiva.

-ANA: muy bien puta, así se hace, te has ganado que mi hombre te como el coño, o lo que el quiera hacerte.

Solo al oír eso cogí de las caderas a Lara y de un tirón la senté en mi cara, mirando hacia mi cuerpo, donde se colocó Ana y se ocupo de los besos y las caricias por los labios, cuello y tetas de Lara, como tenia el tanga ya echado hacia un lado lo tenia en mi cara, ajusté posición y metí mi lengua en su coño, separando las nalgas y jugando con un dedo en su clítoris, hinchado de manera colosal, no tardé ni 2 minutos en hacerla correrse, esa facilidad me la puso dura tan rápido que terminó golpeando en la espalda de Ana, montándome por la cintura, que sin pensarlo retrocedió un poco, se apartó el tanga y se la metió en el coño de forma pausada, haciéndome temblar al notar como la abría poco a poco.Sin dejar de besare con Lara, comenzó a cabalgarme como mejor sabia, eso le provocó un 2º orgasmo a Lara, ya que ahora, con Ana apoyada en mi pecho vientre, tenia sus tetas a la altura perfecta para poder lamerlos, chuparlos y mordisquearlos, aun así, bajo sus temblores, mi lengua seguía su ritmo habitual, haciéndola gemir manteniendo la respiración, era un corderito e iba a lamentar haberse metido en la cama de 2 lobos.

-ANA: amor, si haces que esta puta se corra como una fuente, no te lo tragues, quiero que esta zorra se coma también su propia lujuria.- me pareció una excelente idea.

Apreté su cintura y aceleré mi lengua y mis dedos, provocándola orgasmos cada minuto que pasaba, me tenia que dar prisa, Ana me estaba follando como una campeona y quería darla lo suyo antes de correrme, metí un dedo en el coño de Lara y buqué su punto G, sencillo, nada mas rozarlo un par de veces comenzó a convulsionar, como cuando te metes en agua helada, metí mi boca abierta en su coño y con un par de lametones mas se corrió con una cantidad de fluidos que me costó contener, en parte por la cantidad y en parte por que la cadera de Lara se movía endiabladamente, tuvé que sujetarla muy fuerte para que no saliera despedida, hasta que cayó fulminada sobre Ana, que la sujetó a duras penas, mientras termina de cabalgarme.

-ANA: venga puta, la que se creía mejor que yo, esto aun no ha acabado.- la dio la vuelta poniéndola a horcajadas sobre mi cintura y la obligó, acostándose sobre ella, a besarme, la recibí con la boca abierta llena de sus emanaciones y con algo de asco empezó a meterme la lengua, mientras Ana apretaba con su mano en la nuca, gritándola que chupara y sorbiera cada gota.

Obedeció, fue perdiendo ataduras y terminó disfrutando de sus propios jugos, cogiéndolo de mi boca, tragando si parar sus emanaciones, y jugando con ellas en mi boca, eso me motivó aun mas, con Lara rendida sobre mi pecho besándome alocadamente y Ana cabalgándome justo detrás, decidí dar otro golpe sobre la mesa, levanté la cadera apoyando los pies, elevando a las 2, sujeté la cadera de Ana rodeando a Lara y comencé a follar yo, sacando a la bestia, la necesita para poder golpear con la pelvis a las 2, el resultado fue un espectáculo criminal, con Ana corriéndose poseída cada pocos minutos al notar a la bestia pariéndola en dos y ver a Lara en medio, siendo sometida a la misma fuerza sin penetración, una mera espectadora, pero sintiendo cada golpe, la energía, la velocidad y la continuidad, tenia los ojos abiertos como platos ante mi despliegue físico, las acometidas eran tales que las tetas de Lara terminaron en mi cara y por ende sus pezones sensibles que ataqué encantado, no se si Ana la estaba masturbando por detrás o no. o si fueron mis golpes de cadera, pero saqué otro orgasmo a Lara antes de que Ana cayera rendida sobre la espalda de su amiga, ya sin hacer fuerza contra mi. 30 minutos calculo, fue casi bíblico, tener a las 2 rendidas una encima de la otra, me llevó a correrme en Ana dando mis últimos 2 o 3 minutos de frenesí, donde Ana regreso en si y Lara vibraba de tensión, hasta que los espasmos de mi columna pararon al vaciarme, empapado en sudor, viendo como Ana sonreía y Lara me miraba con ojos de pánico.

-LARA: eres un animal, esto no es humano.

-ANA: te lo dije puta, este es mi hombre y tu eres una mierda a su lado, y al mío.

-YO: ¿te ha quedado claro?

-LARA: si.

-YO: ¿que es lo que deseas?

-LARA: quiero llegar a ser digna de que me partas en dos de esa manera y no morir en el intento.

-ANA: eso solo lo lograras si eres una buena puta, como hoy, recuerda, eres nuestra, o jamas probaras a mi hombre, ahora deja que te coma las tetas hasta que se la pongas dura de nuevo, aun quiero mi anal de la mañana, se incorporó hasta besarme ante la cara de horror de Lara, que no comprendía como eso no era suficiente para Ana, a la que tenia por mosquita muerta.

Ataqué de nuevo las tetas de Lara, ahora le quité los tirantes del corsé y las saqué para hacerlo piel con piel, tenia los pezones totalmente erectos e irritados, hipersensibles, no me costó nada ante su liviano cuerpo tembloroso sacarme otra erección, realmente eran una maravilla de tetas, Ana se incorporó, se tumbó a mi lado boca arriba y ordenó a Lara que se pusiera a 4 patas encima suya, quedando sus enormes ubres colgado a su disposición, yo me puse de rodillas detrás de ellas y sacando la cadera de Ana, dirigí mi polla a su ano, atravesándolo con fiereza pero despacio, Ana normalmente gritaba un poco al principio de los anales, hoy tenia la boca ocupada por 2 masas ingentes de carne, la levanté las piernas de apoyo y fui acelerando el ritmo poco a poco hasta que la ensarté entera golpeando como mi pelvis el coño de Lara, haciendo que el ruido de golpes fuera en su trasero y no en el de Ana, eso duró hasta que me cansé de sujetarla las piernas, cambie el orden de piernas poniendo las de Ana por fuera y la de Lara por dentro, haciendo que Ana rodeara con sus piernas la cintura de Lara, como sujeción, y luego aferré mis manos a las tetas de Lara como sustento mas cómodo y saqué a la bestia de nuevo, masacrando el culo de Ana que colgaba de su amiga, mis manos no solo se agarraban sino que jugaban con los pezones de Lara sacándola algún orgasmo, entre eso y los roces en su coño de mi pelvis al perforar a Ana, que no pudo contenerse y se corrió como un globo de agua pinchado, bañándonos a todos, pero no paré, iba a por mi 3º corrida y duré mas de 1 hora follándome el culo de mi novia usando a su amiga como anclaje para ambos, la cual se corrió tantas veces por ello que predí la cuenta, todos gritando barbaridades, y de nuevo al ir a correrme solté la cadena de la bestia haciendo que Ana se desmayara ante los ojos atónitos de su amiga, antes de correrme la saqué del culo de Ana y cogiendo del pelo de la nuca a Lara la obligué a comerme la polla mientras me corría, hundiendo mi rabo entre sus labios llenando de semen hasta que se atragantaba, luego la levanté la cabeza poniéndola a mi altura mirando fijamente, entendió mi idea, cerró la boca y con algo de orgullo, se lo tragó todo de nuevo, abriendo luego la boca y moviendo la lengua para hacerme ver que no quedaba ni gota.

-YO: esto es lo mínimo que te espera cada día, si no eres capaz de soportarlo, dilo ahora.

-LARA: no es lo que yo quería, pero aguantare esto, y mil más con tal de que me folles como a ella.

-YO: para eso queda mucho aun, ella tiene que dar su bendición y solo lo hará cuando estés preparada, pero para ser tu 1º día de puta, te lo reconozco, no has estado mal.- la solté del pelo y cayó agotada a la cama junto a Ana, que ya había vuelto en si, y estaba atenta a lo que ocurría.

-ANA: es cierto, eres una buena puta, ahora ve tal como estas a por algo de beber, a mi hombre después de follar le gusta beber, así que tu trabajo es ir a por ello siempre que terminemos.- asintió y andando medio ida fue a salir- ah y cuando te encuentres con Alicia, y te pregunte cualquier cosa sobre nosotros, dila lo que ha pasado, todo, no te dejes detalles- volvió a asentir antes de irse.

-YO: ¿para que quieres que se lo diga a Alicia?

-ANA: es una sorpresa.

-YO: no juegues con Alicia, esta muy sensible con lo de Teo.

-ANA: vale, pero tu déjame a mi.

-YO: te estas convirtiendo en un peligro para todos, eres una jodida depredadora.

-ANA: jo, solo quiero divertirme, y esto de Lara va a ser la leche.

No se equivocaba, la 1º semana de servicio, por así llamarlo, paso igual, durmiendo con las 2, no paso un solo día sin rociarse de vainilla, como le pedí, con Ana humillándola constantemente, en privado y en publico, la hacia ir desnuda delante de Manu o Teo, masturbares en mitad de la calle, la sacábamos a pasar como si fuera un perro, ordenándola ir a liarse un tío cualquiera de la calle, o atarla a una silla durante horas mientras nos veía follar como posesos, pero todas las mañanas eran igual, me levantaban las 2 comiéndome la polla, para luego jugar entre ellas a tragárselo, los días que no trabajaba me tiraba a Ana usando a Lara de mil formas, comiéndola el coño, las tetas o la boca, masturbándola y metiéndola los consoladores por turnos, los días que trabajaba las dejaba en la cama retozando entre ellas, hasta que su coño se volvió tan fácil y abierto que ya no sentía el mas minino dolor, solo se corría sin parar. A veces sin Ana en casa me pedía que me la follara para entrenarse, pero la daba azotes en el culo por intentar desobedecer a su ama, a la cual se lo contaba y esta la castigaba, cogía el consolador mas grande de los 3 y la follaba de forma animal, pero para cuando terminó la semana tuvo que coger prestado el grande de Alicia para abrirla mas el coño y hacerla sufrir.

Me acuerdo del 3º o 4º día de piscina, de inicio hice que Lara me la chupara en uno de los vestuarios hasta correrme y hacérselo llevar en la boca a Ana, que estaba fuera, para entregarla su ración, besándose alocadamente delante de todos. Luego Ana vio a un señora en top less y obligó a Lara a quitarse la parte de arriba del biquini, su actitud no fue molesta, de hecho se sintió bien, no seria la 1º vez, pero como Ana quería hacerla sufrir, la ordené que a todo el tío que yo la viera mirándoselas, se lo llevara al agua y lo masturbara hasta sacarle el semen. Ana me miró como si acabara de descubrir la cura del cáncer, y la de Lara de odio, sus descomunales tetas al aire no pasaban desapercibidas, mas aun cuando éramos un grupo que llamaba la atención, Manu era alto rubio de ojos azules, Teo un chico mono, yo un morenazo de 1,90 marcando músculos y Alicia y Ana fueron a juego con el biquini negro de tanga, todo muy ”conservador”. Ana añadió que no podía decirles ni una palabra, no tardé en pillar a un grupo de chavales de unos 17 años mirándoselas babeando, lo mismo eran las primeras tetas que veían y vaya estreno, serian unos 4, así que la hice el gesto, Lara dudo, pero miró como Ana marcaba mi polla por encima del bañador, y mordiéndose el labio, se puso en pie y se fue hacia el grupo de chavales, mientras Ana y yo nos fijábamos en si abría la boca, no costó hacerse entender, y se llevó a los 4 al agua, la rodearon riéndose sin creerse que aquellas tetas desnudas estuvieran pegadas a un mujer que les masturbaba de 2 en 2 con ambas manos, Sin saber de la orden, desde fuera solo parecía que jugaban a algo, pero sabiéndolo el movimiento del agua era delatador, a los 5 minutos volvió, los chavales se despidieron con un sonoro aplauso, los pobres no habían aguantado nada, salió del agua para venir hasta nosotros pero según lo hizo un tío que paso por delante no pudo evitar mirárselas al estar goteando de agua, Lara me miró hastiada pero no la di cuartel, se fue corriendo detrás del hombre y con algo mas de trabajo se lo llevó al agua y tardo mas de 10 minutos en volver a salir, se fue a sentar a nuestro lado y otros 2 chicos no solo se las miraron si no que hicieron algún comentario, ya sin mirarme se fue a por ellos y de nuevo al agua, esta vez unos 15 minutos, y tuvo que soportar que la metieran mano en las tetas, y uno de ellos en su coño, con las miradas lascivas de algún hombre mas atento de lo habitual. Al volver a salir ya la dejé sentarse, pese a que pillé a alguno mas mirándoselas, pero estaba cansada, la dejé tostarse un poco al sol, no sin antes ponerla cremas solar yo mimos por todo su pecho, por su bien , claro esta. Vi a Manu y a Teo mirándoselas sin disimulo, la pobre Alicia, lograba apartar su mirada de ella con su biquini y su trasero, andaban algo mas tranquilos últimamente entre ellos, pero le susurré al oído que Manu era el siguiente, como supuse, creía que había algo entre ellos, o lo hubo, pero esta vez su mirada de “bueno, al menos conozco a este” se delató, se lo llevò al agua y estuvo unos 20 minutos llegando a hundirse bajo el agua y chupársela, según me dijo después, a el comentó algo, pero fui benévolo, además estaba liado con Ana, que se estaba poniendo cachonda de ver a Lara pajeando sin parar, no se como lo hizo pero nos tapó a ambos sentados, con un toalla y apartando el tanga logró sacarme la polla de mi doble bañador y una vez tiesa metérsela entera por el culo, sentada de espaldas a mi, pero bien pegada, llevé mis manos a sus tetas, las cuales liberé al tirar con los dientes de la atadura del cuello, y viendo como Lara trataba de salir del agua una y otra vez y volvía sola a la misma con 1, 2, 3, o hasta 5 hombres, se pasó toda la tarde masturbando a media piscina, ya hasta se veía en el agua los restos de semen, hombres jóvenes, , viejos salidos, casados, nerds, solitarios, chulo playas, los que iban con novia….ni uno se libró de sus manos y ninguno se negó a sus tetas, con mas o menos reparo, cuando iba por 17 tíos dejé de contar, alguno hasta repitió por que Lara no se acordaba de su cara, y me centré en follárme a Ana, que se estaba poniendo muy caliente con mi polla hundida en su ano, y con un disimulo antinatural, debajo de las toalla se movía su cadera como un ente propio, me recordó a Madamme, capaz de que fuera su cadera la que se moviera, y no ella, soltando gemidos ahogados al sentir un orgasmo anal que la sacudió la espalda, se puso en pie de golpe dándose la vuelta y ensartándose el coño volviéndose a tapar bajando, dejando a la vista su cuerpo semi desnudo una fracción de segundo para cualquiera que hubiera estado atento, pero de nuevo bajo la toalla pasaba algo que fuera de ella no aparentaba, la dejé dominar ese partido y se corrió varias veces hasta que me sacó el semen y la llené con el, si yo tomaba el mando no habría toalla posible que disimulara aquello. Ana se repuso y colocando el biquini, se fue al baño a asearse con Alicia. Lara volvió del agua con un dolor de brazos importante, se tumbó dándole igual quien la mirara.

-LARA ¿por que me haces esto?

-YO: por que eres nuestra y podemos.

-LARA: pero esto no me prepara para nada.

-YO: como que no. veras el brazo que vas a echar, mejor que hacer pesas jajajajaja – me miró desafinaste, y eso no lo podía permitir, me fui a por ella y sentándome detrás de ella la cogí de los pezones y tiré de ellos con fuerza hasta hacerla retorcerse.- óyeme puta, te estamos tratando bien por que hasta ahora estas siendo buena, no quieras vernos enfadados, por que Ana puede tener un limite, pero yo no- la abrí de piernas y metí mi mano en su coño masturbándola delante de todos por dentro de la braga del bañador.

-LARA: Por favor, para, aquí no.

-YO: esto no te lo hago yo, te lo haces tu sola, al desafiarme y cuestionarme, ya sabes las reglas, si quieres mi polla tendrás que ser una buena puta, puedes dejar esto cuando quieras, solo dímelo, paro ahora mismo y eres libre, pero jamas me tendrás, tu decides.- seguí masturbándola y acariciando una de sus tetas hasta notar como se humedecía su coño.

-LARA: no por favor, no quiero eso, quiero que me folles pero esto es demasiado, ¿por que?

-YO: por que has sido una zorra calienta pollas toda tu vida, has ido provocando a los tíos empalmándolos y luego les has dejado a medias. ¿Verdad?

-LARA: si.

-YO: ¿a cuantos?

-LARA: a muchos.

-YO: ¿más o menos de los que has pajeado hoy aquí?- silencio- ¿MAS O MENOS?

-LARA: a más, a muchos mas, dios, para la mano, es cierto, soy una golfa y me gusta provocar y dejarles a medias, ¿es eso lo que quieres oír?

-YO: no, lo que quiero es que entiendas que esto es justicia, querías ser mejor que Ana, pues antes de empezar a ser como ella, debes saldar cuentas, esto es solo karma, y vas a seguir haciendo pajas hasta que la cuente quede a 0, vas a compensar a todos esos hombres a los que has manipulado hoy, aquí y ahora. Es mi voluntad, ¿la aceptas o no?

-LARA: si, lo acepto.- cayó una lágrima por su mejilla que recogí con un beso, dejando de masturbarla ante el pelotón de salidos que se habían puesto delante “disimuladamente”.

-YO: bien por que ahí tienes a 7 tíos que te están mirando desde que he empezado, todos tuyos.- la di un azote en una teta antes de soltarla y dejarla ir.

Ana volvió y no se enteró hasta que se lo dije, Lara paso mas de 2 horas seguidas en el agua haciendo pajas, paso hasta uno de los socorristas por sus manos, algunos solo se dejaban, otros la metían mano y otros la masturbaban sacándola un orgasmo o varios los mas osados, hasta que fue la hora de irnos. Me llevé a todos en mi coche, mientras que ordené a Lara que fuera con Manu y que, como castigo por su osadía, a partir de ese momento hiciera lo que Manu quisiera, esa noche era de el, se lo quise regalar, así que, menos follar, que hiciera lo que el quisiera con ella, y que se lo dijera así según se montara en el coche con el. No volví a saber de ellos, no pasaron por casa hasta las 5 de la tarde del ida siguiente, Lara nos contó que nada mas decírselo tuvo que chupársela mientras conducía, según me dijo, Manu iba bien armado, uno 19 centímetros tiesa, y que se fueron a un hotel, donde estuvieron toda la noche besándose, masturbándose y comiéndole la polla sin descanso, intento follar pero esta le dijo que no, pero tampoco le hizo falta según la chupaba Lara por entonces era mas que suficiente, se tragó tanto semen que hasta decía que le dolía la barriga, le dolían los brazos de las pajas, con agujetas y las tetas de la de cubanas que le tuvo que hacer a Manu, que venia con la cara de felicidad mas grande que le recuerdo.

Una vez pasado eso, Lara no volvió a discutir ni cuestionar, ni si quiera a mí en privado donde se mostraba mas atrevida, entendió que era peor hacerlo, si no abandonaba el juego, y no quería hacerlo. Así que simplemente era una esclava buena y obediente que con el paso de las semanas iba dando pequeños pasos, se los estaba ganando, sus pajas, masturbaciones, cubanas, orales y penetraciones con consolador………..eran ya pan comido, para cuando paso un mes ya estaba mas que preparada y dispuesta a ser follada por mi, pero no dijo ni mu, dejando pasar los días, y la verdad, no se si Ana tenia ganas pero yo ya estaba que me moría por follármela de uan vez. Lo hablé con Ana, o cortábamos ese juego o teníamos que hacerlo ya, mas de una vez al follar con ella sacando a la bestia, Ana terminaba antes que yo y me quedaba un poco a medias con Lara allí al lado, o encima o por medio, y deseando atacarla, por suerte sus cubanas metiendo se glande era como follar, rodeaban mi polla por completo sus senos. Así que pareciéndonos muy cruel dejarla tirada, y en parte por seguir el juego, Ana accedió, pero bajo sus términos y con su supervisión exhaustiva. Lo preparó todo, le regaló un viaje de fin de semana a Teo y Alicia para que ”arreglaran” lo suyo de una vez, y a Manu no se que se inventó pero también lo saco de casa el finde entero, ocultándoselo a Lara, llegó el viernes y con todos fuera y yo con el finde libre por reformas en el trabajo, empezamos la sesión de la mañana de la forma mas natural del mundo, y con Lara comiéndome el rabo a 4 patas y Ana su coño arrodillada detrás empezó la fiesta.

-YO: me encanta como me la chupas puta, has mejorado mucho, ¿verdad peque?- Ana respondió sacando su lengua del interior de Lara.

-ANA: pues si amor, se ha convertido en una puta digan de ti.- me asintió con la mirada dándome barra libre.

-YO: esta bien, tu que dices puta, ¿quieres aprender a follar?- sin dejar de chupármela dijo un si mudo para seguir trabajándome el glande con su lengua.

-ANA: esta bien, puta, tienes mi permiso, aquí y ahora mi hombre te va a follar hasta que te desmayes.- al oír eso Lara dejó de chupar mirándome a lo ojos sin creérselo.

-YO: ya la has oído.- baje mi cuerpo hasta tumbarme del todo y puse a Lara a la altura de mi polla.

Ana ayudo colocándola una pierna en alto para hacer espacio y cogiendo mi polla, meterla sin dificultades en su coño hasta casi la mitad, no me sorprendió esa facilidad, ya estaba follando a diario con el consolador enorme de Alicia, pero mi polla no era tan fácil a partir de la mitad, es cuando notó como mi polla se ensanchaba un poco mas y ahí si su mirada se puso blanca, apoyándose y arañándome el pecho, dando pequeños espasmos hacia arriba antes de seguir bajando, repitiendo la operación sin poder evitar correrse en la bajada, eso solo ayudó a lubricar la zona, Ana cogió la base de mi polla para hacer de tope, y hasta sus dedos llegué, teniendo a Lara temblando, quieta y dejándose acostumbrar, estaba bien enseñada, quiso bajar mas pero su cadera no aceptaba mas, por ahora le quedaban unos 8-9 centímetros fuera, pero mas que suficiente para follármela, puse a Ana sobre mi cara de rodillas para comerla el coño mientras su mano seguía de tope, entendiendo que seria mejor así, fue dando indicaciones de cómo y cuando tenia que subir y bajar sus caderas, subía rápido y bajaba muy despacio, pero de forma continuada, ya lo hacia sola y Ana dedicó unos minutos a su pezones para rematar la faena y que se volviera a correr, la presión en su interior fue disminuyendo y notando como su orificio cedía ante mi, pasados unos diez minutos ya me cabalgaba sola y poseída, gritando burradas ahogadas por los labios de Ana, que tuvo su orgasmo propio por culpa de mi lengua, cuando llegó a los 15 minutos Lara reventó en un orgasmo que manchó todo de fluidos y se desmayó cayendo encima de Ana que apenas pudo sostenerla, me hicieron algo de daño en la nariz al revolcarse por encima de mi cara, Lara había soportado bien pero sucumbido ante mi falo, apenas un cuarto de hora en que yo ni me había movido. La dejamos dormida a un lado mientras Ana terminaba el trabajo, primero me puse en pie y la levanté a horcajadas follándomela por el coño en el aire mas de 30 minutos, luego se bajo y poniéndose de cara a la pared, se separó las nalgas pidiendo su ración de anal, embestí como un toro bravo y se la ensarté del tirón sacándola un aullido, entera y la hundí de golpe de nuevo, ahora que había sitio saqué a la bestia mas de 20 minutos, después eyaculé groseramente dentro del culo de Ana que temblaba de gusto y se acariciaba el coño alocadamente, Lara había vuelto en si, al menos movía la cabeza y nos miraba mientras algún calambre le recorría las entrañas, me fui a por ella, dejando a Ana medio colgada en la pared, metí mi mano en su coño hasta encontrar su punto G y mis labios a sus tetas, en 2 minutos la tenia corriéndose de nuevo y yo empalmado, así que la abrí de piernas y con cuidado la fui penetrando hasta volver a tener unos 20 centímetros dentro de ella, se retorcida sin parar pero caí con ella atrapándola y rodeándome con sus piernas la follé de forma calmada y suave, sacándola despacio y metiendo de golpe, con suspiros de alivio y gemidos de control respectivamente, a los 10 minutos tuvo tantos orgasmos que se volvió a desmayar, Ana ya estaba en pie a mi lado lista para mas, así que sin preámbulos la tumbe igual, al lado de Lara, la abrí de piernas y la hundí hasta el fondo de su ser, sacando a la bestia y matándola, estaba desatado ante aquellas 2 mujeres, una me calentaba por el morbo y la otra lo pagaba, Ana estuvo manteniendo el tipo 1 hora, hasta se dio la vuelta y me follé su coñito por detrás con ella aprovechando el rebote contra el colchón para ir contra mi, pero de nuevo mi velocidad y ritmo, o mejor dicho, las de la bestia, la mataron hasta que después Ana cedió y se fue de paseo a la luna, me dio rabia por que estaba por correrme, pero era lo bueno de tener a 2, Lara había vuelto en si, con los ojos en órbita de ver como a su lado Ana había cedido, y al mirarme y leer mis intenciones quiso huir, no pudo, de hecho al hacerlo se quedo de espaldas a mi, y la ensarté el coño del tirón, con su culo haciendo de tope para no destrozarla, agarré su tetas y de pie, tal como estabamos, acabé los 5 minutos finales de frenesí en ella, sacándola un orgasmo solo, pero continuo, gritando poseída y temblando, le fallaban las piernas pero la tenia tan fuertemente sujeta por las tetas que hasta levantaba los dos pies del suelo y seguía siendo masacrada en el aire, tuvo suerte de que solo fueran esos minutos finales por que si Ana cede antes hubiera estado 10 o 15 minutos así con ella, pero aun así su cuerpo se volvió flácido y sin llegar a desmayarse se dejó reventar hasta que notó el semen bañándola por dentro, caliente y espeso, solo con eso se volvió a correr como una fuente, dando latigazos con las piernas. La solté sobre la cama donde cayó redonda, aun dando coces con los pies, y miré a Ana, que se mordía un dedo juguetona, ya recuperada.

-YO: podías haber avisado que ya estabas y hubiera terminado dentro de ti y no machacado a la puta.

-ANA: es que quería que lo hicieras. – La miré con orgullo, había fingido el desvanecimiento sabiendo que me correría en breve, para que matara a Lara.

-YO: eso te va a costar caro, ahora mismo te voy a reventar el ano a ti sola hasta que me corra.

-ANA: ya suponía algo así.- se tumbó, me puse encima y esperando a que mi polla se endureciera, separé sus nalgas y apreté hasta meterle la polla entera por el culo.

Me encantaba esa posición, la mujer tumbada boca abajo totalmente estirada, me ponía como para hacer flexiones encima y ella se separaba las nalgas para aceptar mas cantidad de polla dentro, y me desataba taladrándola, sacando a la bestia haciendo que Ana rompería a llorar en orgasmos seguidos, aguantó los primeros sin moverse, o contoneándose levantado un poco la cadera, pero a partir del 4 o 5 se movió poseída perdiendo la posición, estaba atrapada ahora ella y tuvo que soportar 20 minutos mas de martirio, totalmente inmóvil y sollozando, soportando a la bestia desatada y dándola sonoros y fuertes manotazos en el culo, hasta que me corrí, regalando siempre mis 5 minutos finales de desenfreno en que lloró desconsolada mientras gritaba que la estaba matando, llenándola su culo de esperma de nuevo.

Caí rendido y me dormí, casi como si me leona acabara de pasar por allí, ahora si, había dado todo mi potencial, las había matado a ambas, y a Ana actualmente era muy complicado hacerlo, me costó un mundo y casi desvanecerme yo, pero por fin, con el ligero apoyo de Lara, me vi capaz de volver a ser yo sin ningún tipo de atadura ni cohibirme en nada. Me desperté pasada la tarde, Ana no estaba y Lara seguía en la misma posición en que la había dejado, mirándome con los ojos abiertos y sonriendo, al salir vi a Ana andando por el pasillo totalmente escocida, si hasta me dolía la polla a mi, me fui derecho a la nevera y me fundí una botella de 1 litro de agua entera ante la mirada de Ana, que a duras penas se podía agachar a coger un vaso de unos de los cajones.

-YO: ¿estas bien?- me miró con una sonrisa falsa.

-ANA: si, bueno, no, me duele el culo mucho, te has pasado, me ardía como nunca.- me fui a abrazarla con cuidado.

-YO: lo siento peque, pero me has sacado de mis casillas.

-ANA: lo se, si es culpa mía, no debí dejar que esto pasara, aun no, no estaba preparada, te he tentado con mis juegos y he salido mal parada.

-YO: no te culpes, eres perfecta y un sol, soy yo que soy un burro.- la fui dando besitos por la cara hasta llegar a sus labios.

-ANA: si, ere una bestia, jaja casi me partes de verdad, era como una barra de hierro candente que me atravesaba, me dolía hasta la tripa.- ya se le paso un poco el cabreo, y me respondió el abrazo.

-YO: ¿entonces todo bien?, ¿ seguimos con Lara o lo dejamos?

-ANA: no, no, ahora esto hay que llevarlo hasta el final, a esa zorra se le ha puesto una sonrisa que hay que borrársela.- la pobre estaba tan enfadada con Lara por algo de su pasado que quería seguir castigándola, pero a mi ese rollo no me terminaba de gustar.

-YO: no podemos evitar que disfrute de que la folle, ya ha sufrido un mes de vejaciones de nuestra parte, a aguantado lo peor que se te ha ocurrido, si hasta le pusiste las bragas que vibran un día entero sin apagarlas, ahora toca su recompensa y ponerla a nuestro nivel.- Ana me miró comprendiendo que no se podía hacer nada peor con ella, aunque si se podía, pero como os dije el sado no nos iba a ninguno y yo no quería seguir con un juguete roto mas.- aparentemente seguirá siendo nuestra puta, pero tiene que avanzar o se cansara y lo dejara, ya la he follado, era lo que buscaba, si no le sigue gustando, ya se buscara a otros.

-ANA: vale, pero me prometes que es solo por eso, no la quieres ¿verdad?

-YO: no digas tonterías, claro que no la quiero, tu eres mi novia, la mejor del mundo y nada cambiara eso mientras los 2 queramos seguir, yo quiero, ¿y tu?

-ANA: claro que si, te amo con locura, pero me da miedo que te guste más ella que yo.

-YO: por favor, eso son bobadas, eres mejor que ella en todo, y aunque algún día ella lograra superarte en algo, que a día de hoy no veo posible, tu me das algo que ella no me dará jamas, una persona fiel en la que confiar y a la que querer y amar, independientemente del sexo.- sonreía ya de forma mas natural.

-ANA: vale, pero como pases de mi por ella te corto los huevos.- rompí a reír por su amenaza, era como si un conejillo amenazara a un terminaitor.

-YO: esta bien, comamos algo antes de volver a la acción.

Pasaron un par de horas de descanso, Ana seguía renqueando de su culo, le costó sentarse a comer, Lara apareció medio ida, la ayudé a sentarse y comer algo, charlando un poco distendidos para devolvernos al mundo real, sobretodo a Lara que últimamente parecía una autómata mas que aquella bocazas dicharachera de antaño, quería devolverla algo de su personalidad para que abandonara el juego y ya solo follar cuando ella quisiera, para ello pensé un juego mientras veíamos un rato la tv.

-YO: he pensado cuan cosa, podemos jugar todo el fin de semana a algo, os lo comento y vosotras decidís.

-ANA: ¿nosotras o yo?- me preguntó sabiendo de mis intenciones de devolver a Lara a un estatus de persona con opinión a tener en cuenta.

-YO: vosotras, ¿verdad Lara? Si quieres puedes negarte.- me miró sorprendida, era la 1º vez que desde que empezamos tenia voz.

-LARA: claro, dinos.- ilusionada.

-YO: bien, mi idea es que pasemos todo el fin de semana desnudos y mudos, no podemos hablarnos ni darnos indicaciones, mas allá de algún caso sangrante, cada uno va a dormir en una habitación distinta, y si quiere sexo solo tiene que ir a la habitación de la persona con quien quiera tenerlo, la persona que ocupa la habitación da su visto bueno, o puede negarse, ninguno puede masturbarse ni tocarse solo, si acepta no salen de la habitación hasta que los 2 queden satisfechos, y la 3º persona no puede intervenir ni entrar. ¿Queda claro el juego?- asintieron riéndose, por 1º vez en mucho tiempo, cómplices y risueñas.

-LARA: pero no es justo, yo sola no voy a poder contigo.

-ANA: pues vas atener que aprender, ya has follado con el, y tienes que……..- la miré calmándola los ánimos-……….bueno, tu misma, decide.

-YO: prometo ser bueno contigo.

-LARA: vale, ¿cuando empezamos?

-YO: pues cuando queráis, Ana puede quedarse en nuestra habitación, Lara en la suya – por la que casi no paso durante ese mes – y yo me voy a la de Teo y Alicia, ¿conformes?

LARA Y ANA: ¡¡¡SI!!!

-YO: pues hasta el domingo por la noche que vuelvan estos, y termine el juego, os deseos suerte a ambas.

Me levanté haciendo el gesto de coserme los labios y me fui al cuarto de Teo y Alicia, tenia tv y algún vídeo juego, dios, hacia siglos que no jugaba a eso, presupuse que vendrían corriendo a por mi las 2, pero paso toda la tarde y nada, salí a cenar y escuché algo de jaleo en el cuarto de Lara, Ana no estaba en el suyo, así que estaban rememorando tiempos previos, me sentí bien al oírlas reír como chicas normales, como amigas de nuevo, de hecho hasta pensaba que no estaban haciendo nada sexual, solo volviendo a ser amigas, pero los gemidos iban a lo sexual. Me volví a la habitación con la sensación de celestina de amigas, si quería esclavas sexuales tenia a cualquier que me diera la gana, pero Lara se había ganado mi amistad y mi respeto, las dejé siendo niñas de nuevo, mientras me viciaba a algún vídeo juego antes de acostarme, llamando a Manu y Teo para asegurarme de su regreso, me alegró oír risas y bromas en Teo de nuevo con Alicia de fondo, me mandaba mensajes de que todo iba bien. Apagué luces y me dormí, lo necesitaba, la sesión de la mañana me había costado gran esfuerzo, y me dolían los gemelos y la cadera, como al salir de la casa de mi Leona en su época, que lejano parecía todo ya en mi mente. En mis pensamientos estaba, rememorando a oscuras a Eli, y dándola las gracias eternas por convertirme en lo que era, no se si era culpable o no de mi situación actual, pero tengo la sensación de que sin ella podría haber acabado muy mal en la vida, teniendo un hijo con la 1º o 2º a la que me tirara, o siendo un folla amigo al que nadie quería como pareja estable, solo deseado por mi polla.

De noche noté como un cuerpo se tumbaba a mi lado y me despertó, no sabia quien era hasta que palpé sus pechos, era Ana, que me agarró de la mano y me la llevó a su coño, totalmente húmedo y ardiendo de deseo, me tumbe de lado haciendo la cuchara con ella y repasando su espalda y su cuello con mis labios y mi mano levantándola la pierna para dejar alojada mi polla entre sus muslos y cerrárselas, como en Navidades, echaba de menos algo de aquel romanticismo, de hacerla el amor, y no follar sin mas, supongo que ella penso igual, por que oía su risa, pase no menos de 20 minutos acariciándola por todo el cuerpo, de forma dulce y cariñosa, hasta que mi rabo se puso tan duro que casi entraba solo en su abierto coño, moviendo la cadera los 2, facilitamos la penetración, lo hice de la forma mas lenta y dulce que pude, sin dejar de acariciar sus pechos y su ombligo, casi había olvidado que eso la encendía mucho, pero estabamos a otra cosa, allí no haba sexo, solo amor, los gestos eran suaves y amplios, la penetración profunda, sin violencia ni ningún tipo de ritmo, solo disfrutar de aquella sensibilidad olvidada los ultimas meses, eran deliciosamente desesperante el ritmo tan lento y descompasado, paso una hora así, sin que ninguno se corriera, pero gozando como condenados en libertad, oliendo su cabello a coco, y rociando con ternura sus pezones, por mi podía haber seguido así toda la noche.

-YO: solo tú puedes lograr que te haga el amor así.

-ANA: sshh no podemos hablar.

-YO: solo quiero que lo sepas, nadie podría lograr que me deshiciera de placer solo con esto, solo tú.- sonrió girándose para darme un beso.

Ana no soportaba mas, estaba ardiendo, y su cadera tomó el mando cortando con una sonrisa aquel momento, que me pareció mágico, moviendo su pelvis de forma mas rápida y rítmica hasta que pasados pocos minutos se corrió dulcemente sin gritos ni aspavientos, pero ya era tarde, me había encendido y ahora había que apagarme, me tumbé boca arriba con ella aun empalada, quedando sentada sobre mi dándome la espalda, y plantando los pies, saqué a la bestia que andaba adormecida de tanto empalagoso cariño, Ana se cuadró apoyándose bien con los pies y manos, yo, levantando la cadera, di vía libre al tren de mercancías, avasallé su coño con ritmos tan rápidos que se volvió a correr poco después, se sacó la polla y jugó con ella un rato hasta que su cuerpo se tensó para volver a penetrarla, a los 10 minutos no soportó mas y se corrió bañando toda la cama y cayendo rendida, pero se puso de rodillas, de espaldas aun y se la metió de nuevo en el coño, y ahora venciéndose hacia delante tomó el mando con sus caderas, ahora me estaba matando ella a mi y logró que reventara eyaculando en su interior, sin dejar de mover sus caderas hasta que mi polla volvió a ponerse dura, se giró para chuparme la polla unos 10 minutos para dejarla bien preparada, se montó encima ya de cara a mi, y dirigió mi polla a su ano, con algo de temor fue apretando para volver a metérselo hasta la mitad y volver a tomar el mando con sus caderas, estaría algo dolorida por que no bajo mas, pero disfrutaba ahora besándome y dejándome jugar con sus tetas, logrando con el paso de los minutos que sus corrientes emanaran del coño con algún roce de mis dedos, me fui a correr, con cuidado la saqué de su culo y la hundí en su coño hasta el fondo y allí saqué de nuevo a la bestia, allí martiricé haciéndola darme una bofetada entre gemidos de gusto, arqueando su espalda dejándome sus senos a mi disposición, lamiéndolos y chupando sus pezones, para sacarla otro orgasmo que la dejó tiritando antes de terminar corriéndome en su interior de nuevo, cayendo los dos fundidos a la cama.

-ANA: quiero dormir contigo.

-YO: ya conoces las reglas, así descansamos los 2 en una cama grande sin el cuerpo del otro molestando jajaja.

-ANA: pero yo te quiero en mi cama.

-YO: son solo unos días, aguanta por mí y por Lara.- la di un beso a la vez que un azote en el culo, para dejarla irse.

Dormí como un lirón hasta la mañana siguiente, Lara estaba en la puerta y me miró lujuriosa, mi empalme mañanero la llamó desde la otra habitación, se tiró encima mía al verme asentir, tumbándose boca abajo encima mía, frotando mi polla en su vientre mientras sus tetas eran trabajadas por mis manos y nos besábamos, su olor a vainilla me encendió y sin mas la separé las piernas y hundí media polla en ella sin esfuerzo, la fui penetrando hasta el punto del día anterior, y temblando al notar de nuevo mi falo abriéndose camino, se tumbó dejándome comerla las tetas, la saqué un orgasmo solo con estar dentro y mis labios en sus pezones, comencé a follar, con gestos cortos y rápidos fui creando fricción en su coño hasta que ya solo habían gimoteos de gusto, ni 15 minutos aguantó, se corrió abundantemente, pero para mi sorpresa se salió y continuó haciéndome una cubana comiéndose el glande, su truco para ganar tiempo a recuperarse, para unos minutos después volver a embutirse mi polla y dejarme reventarla 20 minutos mas, se corrió casi desvaneciéndose. aguantó bien hasta que me fui a correr, allí saqué a la bestia a pasear y agarrándola de las caderas me volví un martillo neumático, haciendo gemir y gritar quedando inmóvil esperando el desenlace, deseando que continuara y parara a la vez, entendió que me iba a correr y se la sacó para dedicarme un mamada de cine, jugado con su lengua y acelerando sus manos, para llenarla la boca de mi simiente, no dejó escapara una gota, succionó y tragó sin descanso hasta dejármela limpia, me miró sin saber si seria suficiente para mi, no lo era, pero la dije que si, se fue orgullosa, la verdad, para ser el “desayuno” no había estado mal.

Salí a beber algo y me encontré con las 2 en la cocina, con un silencio cómplice y risas, desayunamos algo, volviendo a nuestros cuartos, indagué en la habitación de Teo y Alicia, hasta encontrar un cajón con un consolador enorme, mayor aun incluso que el que le vi a Alicia en su día, muy escondido, era negro y casi de mi tamaño empalmado, la idea se cruzó en mi mente, con el, fui derecho al cuarto de Ana, que al verme se alegró montándose encima mía y a horcajadas en el aire se metió mi polla, la apoyé contra la pared y la masacré haciéndola gritar hasta correrme, pero Ana quería mas, la tumbé en la cama y le enseñé el consolador, mirando sorprendida, sin entenderme, bajé a su coño y su ano y se lo comí hasta dejarlos bien preparados con mis dedos, fui metiendo el consolador en el coño de Ana dejándoselo dentro, no costó demasiado al estar acostumbrada a mi rabo, pero la sorpresa fue ponerla a 4 patas y empezar a meter también mi rabo por el ano, volvió a gritar poseída al ser penetrada por ambos agujeros por tan enormes miembros, apenas sobresalía el de plástico y desde esa posición, según fui aumentando mis penetraciones lo iba golpeando metiéndolo y sacando de su coño a la vez, Ana se corrió tan rápido y tan fuerte que casi no era ella, pero fui a por todas y saqué a la bestia, partiéndola el culo llevándola al éxtasis de orgasmos una y otra vez, agarrando la polla de palestino cuando se salía un poco y con ella follarla el coño a la vez que mi polla la abría en ano, se desplomó para aguantar mejor con el culo en pompa, allí cambié de agujeros y metí mi polla en su coño y la de plástico en su ano, al ser mas pequeño sintió alivio al notar su ano cerrarse un poco, pero su coño fue masacrado mas de 30 minutos, hasta hacerla desvanecerse con el frenesí final de mi corrida, la pobre Ana estaba ida pero sonriendo, la dejé con el consolador en el ano, y me fui a por Lara, estaba aun cachondo, al abrir vi a Lara masturbándose al estar oyéndonos follar, al verme se le ilumino la cara y se abrió de peritas aceptando su destino y su castigo por estar tocándose sola, me tumbé encima de ella y poniéndomela dura con sus tetas, la empalé el coño hasta donde llegó, algo mas de lo que había entrado las ultimas veces, ella lo sintió pero se dejó masacrar mas de 1 hora reventado en orgasmos cada pocos minutos, pero sin llegar a desmayarse, sin duda estaba mejorando mucho, su cadera se movió un poco para generar mas velocidad, al ir a correrme, me puse de rodillas en su vientre y con sus tetes terminé de pajearme para correrme en su boca, de nuevo no dejó escapar una gota y se lo tragó encantada, al estar medio ida ni se enteró de cuando me fui, estaba en plena vorágine y volví a por Ana, nada mas verme en la puerta se asustó, pero sonriendo se pegó a la pared de cara a mi, y me dio permiso para montarla encima mía y empotrarla contra el yeso, me rodeó con las piernas la cintura y sin mas la hundí en su coño, vi que llevaba el consolador enorme en la mano, pero solo quería apagar mi fuego con ella, y así lo hice, sintiendo sus fluidos corriendo por mis piernas, aguantó 40 minutos presentando batalla y moviéndose sobre mi, pero luego se rindió y me dejó desatarme, era mi 4º corrida en poco tiempo y me costó llegar al punto de matarla, estaba agotado pero excitado a mas no poder, saqué a la bestia que andaba ya cansada también, y los últimos 10 minutos hasta correrme fueron un ejercicio de superación, dando golpes de cintura tales que Ana se elevaba por los aires con su cuerpo semi inerte, llevándose las manos a la frente de forma desordenada. Al acabar me apoyé en la pared para retomar el aire, con Ana tirada sobre mí como una prenda en una silla, respirando a mi ritmo, me quemaban los pulmones, y cogía aire por la boca de forma agónica. Me dio para dejar a Ana en la cama, con espasmos lentos y largos. Me volvía a la cama de mi habitación, pase por delante de la puerta de Lara que al veme, aun abriera de piernas y sudorosa en la misma posición en que la había dejado, me negó con la cabeza, la dejé pensar que no me la tiré por que se negó, era lo que buscaba darla cierta capacidad de decisión, pero es que en realidad no podía, llegando a mi cama dejándome caer y me dormí mas de 10 horas, al despertarme vi a Lara con una botella de agua que me bebí entera.

-YO: ya no eres mi esclava, no tienes por que hacer esto.

-LARA: no tengo, quiero hacerlo, y cállate, no hables.

Según dijo eso se tumbó entre mis piernas y comenzó una mamada a mi polla empalmada de por la mañana, no paró hasta sacarme su ración de semen, pero no se lo tragó, sin mas se levantó y se fue, la seguí viendo como se metía en la habitación de Ana, presupongo que le dio su parte de semen, y comenzaron a follarse, por los gritos, y confirmación después, Ana estaba usando el consolador enorme con Lara, hasta que llegó el punto en que la metió tan dentro que la rozo la pared del útero, sacándola un grito de dolor, una lastima, si esa polla llegaba hasta allí, la mía, ligeramente mas larga, aunque igual de ancha, no la podría penetrar entera nunca, pero tampoco era un obligación para disfrutar.

Desayuné algo y prepare algo para ellas cuando salieran, luego me fui al cuarto y lo arreglé para que no se notara mi presencia, fui a mi cuarto a dejar las cosas pero no estaban ellas, se habían mudado a seguir follando ellas al cuarto de Lara, las oía martirizarse la una a la otra, me acosté en mi cama de mi habitación para descansar seguía con dolores y agujetas del día anterior, luego salí a la cocina a comer algo, allí estaban ellas jugueteando sin parar.

-YO: bueno chicas, son las 4, sobre las 7 estarán aquí estos, así que doy por concluido el juego.

-LARA: no esto no se ha acabado, ahora nos vamos los 3 a vuestro cuarto y nos vas a follar como ayer.

-ANA: eso, pero a las 2 juntas, nada de habitaciones separadas.

-YO: como gustéis.

Ana se puso a cocinar, ver su culo moverse desnudo era un provocación que me la puso dura, mas aun con Lara encima dejándome sobarla al tetas, la penetré delante de Ana, que mientras cocinaba miraba de reojo como me follaba a Lara y como sentado en la silla la hacia volar por los aires con cada golpe de cintura, saqué a la bestia, la cogí y la tumbé en la mesa, agarrando sus tetas comencé a casi violarla, se resistía a ser así de brutal pero a los pocos minutos gozaba encantada, sus series de orgasmos la llevaron a desvanecerse, era colosal follarte su cuerpo inerte viendo sus tetas moverse.

-ANA: déjala ya pobrecilla que la estas matando.- lo dijo de espaldas sin prestar mucha atención. – me fui a por ella y mientras daba vueltas a una olla con pasta cociéndose, metí mi polla en su coño desde atrás.

-ANA: ainss para, tonto.- ni caso, reventaría a mi novia, fui aumentando el ritmo de mis embestidas sin hacer caso de sus no, continuos, hasta que ya no había noes, solo gozar y llegar a apoyarse en la encimara para hacer fuerza contra mi y pedirme que la follara como a una salvaje.

Saqué a la bestia de nuevo, ahora la saqué de su coño y la metí en su culo, desatando toda mi furia hasta el punto de pegar a Ana a la encimara, calculé unos 20 minutos, lo que tardó el agua en empezar a hervir, cuando Ana se desvaneció en mis brazos ante el empuje final de mi rabo, partiéndola el culo, la pobre se había agarrado a un estante, y yo a la encimara, percutiendo en su cuerpo, los 4 minutos finales fueron demenciales, incluso para mi, no se por que me tenia loco aquella pose y sin mas me corrí con un espasmo que casi me dobla.

La comida la terminé de hacer yo mientras Lara se recuperaba encima de la mesa y Ana sentada en una silla pretendía dejar de tener convulsiones en su trasero, mirándome cariñosamente ofendida. Cogimos fuerzas comiendo, devolví el mega consolador a su sitio, y nos echamos una ligera siesta los 3 juntos pero duro lo que a mi se me puso dura, entonces tome a Lara y me la puse encima de cara, la atravesé de golpe todo lo que podía, rocé claramente la pared de su tuero, pero solo quería saber la media para no hacerla daño, la entraba casi toda, unos 4 centímetros fuera, mas que aceptable, la verdad es que siendo una gran satisfacción penetrar completamente a una mujer, y mas mi caso, a la hora de follar no las metía enteras todo el tiempo. A partir de ahí, di rienda libre a mis caderas, sacándola tantos orgasmos que su cuerpo y sus tetas cayeron sobre mi cara, lo que la mataron aun mas dejándome sus sensibles pezones a mi alcance, para ser el 3º día en que me la follaba, aguantó mas de hora y media ella sola por el coño, hasta me corrí y con sus tetas me la volvió a poner dura para seguir matándola, me pidió que se lo hiciera contra la pared, como con Ana, encantado de ver sus tetas luchando contra la gravedad y las leyes de la física ante mi fuerza, sin quitármela de encima me puse en pie besándonos y luchando con nuestras lenguas, me rodeó con las piernas y la empujé ferozmente contra la pared, no me equivocaba, Lara follaba muy bien y sus tetas botaban de maravilla, no solo aguantaba bien si no que sus caderas iban cogiendo confianza para moverse, cuando no dio mas de si y se desmayó, la dejé en el suelo y ataqué a Ana, que se había mantenido aparte, mirándonos excitada, me tumbé sobre ella rodeándome con sus piernas y la empalé el coño hasta el fondo comiéndome sus tetas, dejando que su cadera hiciera parte del trabajo, mas de 1 hora seguida, alternando sus labios y su cuello con sus tetas, y variando la posición un par de veces, juntándole las piernas o poniéndoselas por encima de mis hombros, hasta que me volví a correr, pero Ana quería mas, siempre quería mas, así que la puse a 4 patas y la folle por el culo, metiéndola de forma lenta y con cuidado, lo tenia algo irritado, pero empujando contra mi se la metió sola entera, se puso de rodillas pegando su espalda a mi pecho y así saqué a la bestia a divertirse, un martillo sin compasión que la mató a reventar de orgasmos, muchos de ellos continuos y con cantidades enormes de fluidos, mientras mi mano la masturbaba el clítoris y la otra sujetaba de los pechos, acelerando el ritmo en varias ocasiones golpeando en las nalgas de Ana que se movía lujuriosa haciendo círculos sin parar, estaba gozando y medio ida pero mantenía la pelea, sabia que me encendía mas verla querer aguantar.

Eran casi las 6 de la tarde y aun quería otro asalto con Lara, así que aceleré la llegada de mi frenesí final de 5 minutos, fueron 15, Ana se desmayó un par de veces entre medias pero la oleada de sensaciones la hacia volver enseguida, golpee con tal fuerza al sentir los espasmos en mi polla que en el ultimo mandé a Ana medio metro lejos de mi en la cama, retorciéndose de placer residual, me di la vuelta buscando a Lara, que estaba de pie junto a la cama sonriendo mientras se masajeaba las tetas, sabia que yo no había terminado aun, y le tocaba, ocupó su lugar orgullosa y feliz, poniéndose de cara a mi, abierta de piernas, la comí el coño hasta volver a tenerla dura y empalarla hasta el nivel conocido como limite, cayendo sobre su tetas y follándomela sin parar otra hora, soportaba bien abierta de piernas o rodeándome con ellas pero luego se las juntaba y me las ponía las 2 en un hombro, eso generaba mucho mas roce y por ende, mucho mas placer, o se las juntaba y la ponía de medio lado dándola algún azote, si dejar de sacarla orgasmos al trabajar sus pezones de cualquier forma, chapándolos, lamiéndolos o tirando de ellos con fuerza, soportaba aquello gracias a su adiestramiento y logró que me vaciara, estaba muerto, me dolía y se me resentían los músculos, los últimos minutos los pasé rezando por correrme de una vez, no se como saqué a la bestia que ya hasta pedía clemencia, para terminar 20 minutos de locura haciendo que Lara gritara poseída azotándome la cara y clavándome la uñas en la espalda de tal manera que se me quedaron las marcas un par de días. Terminé cayendo y rondando hasta la mitad de la cama, con Lara riendo nerviosa al sentir como no controlaba sus piernas y estas se contraían de forma involuntaria, Ana medio recuperada se acurrucó en mi pecho dándome un largo beso húmedo y caliente.

-ANA: ves Lara por que gritaba tanto.

-LARA: es una fuera de la naturaleza, nos folla como le da la puta gana, no se cansa y se recupera enseguida después de correrse, no me extraña que seas tan celosa, a este no lo podemos dejar escapar.

-YO: ¿yo puedo opinar?

-ANA: claro que si.

-LARA: que va, tu solo vas a follárme, como, cuando y donde te de la gana, las veces que quieras y durante el tiempo que quieras, soy tuya para siempre.- miré a Ana, que me entendió, vio en Lara lo que me había pasado con decenas de mujeres, lo que le habría pasado a ella si no la hubiera entrenado de forma tan clamada y metódica.

-ANA: esa es la diferencia ente tu y yo, que el follara contigo cuando el quiera, por solo hará el amor conmigo cuando los 2 queramos. – Y con esa frase nos dormimos los 3, con un olor asfixiante a sexo que emanaba de la habitación.

A partir de ese día las sesiones de sexo fueron así, animaladas que me dejaban medio muerto, de vez en cuando Ana y yo hacíamos el amor, recuperábamos cierta parte privada y romántica de nuestra relación, pero era inevitable volver a estar 4 o 5 horas follando entre los 3, Ana era quien soportaba mas mi empuje, cuando me pasaba con Ana, Lara tomaba el relevo hasta donde aguantara, logrando mejorar rápidamente, pero al final siempre cedía entre orgasmos y se desvanecía, luego Ana volvía al poder. Según paso el verano nos sobraba una habitación, Lara, Ana y yo dormíamos y vivíamos juntos, Ana era mi novia, eso estaba claro y era incuestionable, lejos del sexo Lara sobraba, no me aportaba nada, era un polvo mas, no podía competir con Ana en eso, pero en la cama la cosa se puso tensa, Lara en un par de meses estaba siendo una loba insaciable, despertando alguna antipatía en Ana, sobretodo cuando Lara y yo follabamos sin Ana en casa, eran tonterías, piques entre ellas, pero Lara achantaba cuando me ponía serio a follar, no estaba a su altura, mientras que Ana ella sola podía aguantar a la bestia unas 3 horas y media, añadiendo el anal, Lara apenas llegaba a las 2 horas, eso sin anal y muchas veces sin ser la bestia, cuando la sacaba con ella no duraba ni 30 minutos seguidos, algo respetable si no fuera por el agravio comparativo con Ana.

La gente alucinaba cuando salía de fiesta con ellas colgadas de los brazos, si bien Ana por si solo merecía mas atención que nadie, y yo igual para las mujeres, sumarle a Lara era ir empalmando a al gente sin querer. No pretendíamos hacerlo pero éramos muy desvergonzados y cachondos todo el tiempo, salíamos de marcha a bailar y tenia que prestarlas atención a las 2, Lara no mostró interés alguno en los demás hombres, pese a que tenia nuestra bendición o incluso consejo, si bien follando la hacia feliz, para mi estaba sola, se conformaba con las migajas de relación que le dejaba Ana, y eso no era sano para ella, aun así disfrutaba de su compañía, y del vinculo tan raro que se había formado, raro y maravilloso a la vez, estar bailando durante horas con las 2, metiéndolas mano y verlas jugar a ver quien me la ponía dura antes, sus olores a coco y vainilla me tenían en una nube de erotismo constante. Mientas Ana seguía igual, Lara cambió, dejó los porros, sin ser un orden nuestra se lo pedimos por su bien, se dejó crecer el pelo y su forma de vestir evolucionó, paso de hippie a querer ser Ana y de ahí a convertirse en la típica pija de gran ciudad, vestidos ceñidos, tacones de aguja y escotes de vértigo, a menudo sin sostén, creo que todo guiado a querer superar a Ana, o provocarme sexualmente, esfuerzos inutilices, mas de una vez la tuve que llamar la atención para que nos dejara a Ana y a mi salir solos al cine o follar tranquilos.

Lamentablemente le resto de mi vida no iba tan bien, me había pulido mas de la mitad de los 100.000€ que gané con Madamme, aun había margen pero si comprobé que si mantener a una novia sale caro, mantener a 2 mujeres lo es mas, mi sueldo cubría mi parte del piso y mis necesidades básicas, pero cualquier detallito o salida extra tiraba de aquel dinero, mas el que daba todos los meses a la casa de mis padres, esto, siendo importante, era un tema secundario, Teo y Alicia volvieron a las malas, mas de una vez Alicia pidió permiso para dormir en la habitación de Lara, ahora casi desierta. Charlando con Teo y Alicia después de sus muchas broncas ya en publico, me di cuenta de algo, que con tiempo para pensar era evidente, Alicia se sentía atraída por mi, o mejor dicho, por mi forma de follar y mi polla, eso era claro desde el principio, no soy idiota, pero creía que era una fase o algo sin importancia, hasta que quedó claro que Teo lo sabia o se había dando cuenta, tampoco era idiota, un día de borrachera de su parte me confesó que estaba perdiendo a Alicia por mi culpa, por que la estaba poniendo tan cachonda que el no podía sofocarla y la trataba pero por ello, sabiendo que era mi culpa, pero sin poder decírmelo puesto que en el fondo, era el, el que no podía competir conmigo. A mi me parecían chorradas, habían sido la pareja perfecta durante años, ¿y ahora por que yo follara bien tenia a Alicia tan perdidamente loca por mi que iba a dejar a Teo?, esto me lo confirmo la propia Alicia al hablarlo con Ana. La dijo que estaba pensado en dejarlo con el, que ya lo habían hablado, que el se iría a casa de sus padres y ella se quedaría en el piso, por la Universidad. Una excusa barata, o no, pero en el fondo Ana la estaba metiendo la idea de ser otro juguete a mi disposición, otro coño al que matar como Lara, ser una concubina mas a mis ordenes, como alguno ha intuido Ana quería formar una especie de aren a mi alrededor, pero siendo un viejo sueño, follárme a Alicia, la respetaba demasiado, sabia que valía mucho mas que eso, y pese a que corté de raíz a Ana en esa dirección, la idea ya no era de Ana, si no de la propia Alicia, que viendo como acepté a Lara, pensó que ella podía ser una mas.

Alucinaba por esa cadena de acontecimientos, y de ver, para mi desgracia, como mi hermanita Alicia, la mujer mas serena y con la cabeza mejor amueblada que conocía, se volvía una zorra descarada cuando nos quedábamos solos, sabia aprovechar su culo y los roces ” involuntarios”, y mi forma de tratarla, siempre tan gentil, amable, divertido y descarado, no ayudaba, pero me dolía en el alma, siempre había sido así con ella, siempre lo había sido con todas, pero solo ahora les atraía. Ahora tenía que coartarme, o cuando Teo se pasaba y me ponía de su lado, ya no me daba la razón de forma inocente, si no que sus palabras iban un paso más allá, amenazando con dejarle si no tomaba ejemplo de mí, y eso repateaba más a Teo. Me rebanaba los sesos buscando soluciones para todos, Ana era mi novia pero estaba centrada en lograr que Alicia, su mejor amiga, fuera también cómplice de nuestro juego sexual, Lara reacia a ello, ahora que tenia lo que buscaba de mi, no quería competencia pero tampoco ni seguir con su vida asi que aceptaria lo que fuera con tal de tenerme, y Alicia deseando entrar en esa tempestad, pensando en dejar a Teo, el amor de su vida, por echar unos polvos conmigo.

El día de mi cumpleaños, lo pasamos en la piscina, Ana se iba a ir junto a Lara a Granada a pasar parte del verano con sus familias asi que aprovechamos bien los días, al volver a casa Teo y Manu volvieron a salir de fiesta a beber y las chicas se vinieron a casa conmigo, la actitud de ellas me dio mala espina, tramaban algo, pero siendo mi cumpleaños esperaba alguna sorpresa o regalo, según llegué a casa Lara me distrajo el tiempo suficiente como para que no me diera cuenta de su trampa, me cerró los ojos con una venda, atándome las manos también con un brida por delante y me llevó a mi habitación, allí noté como Ana se ponía del otro lado de Lara y comenzaba a acariciarme, metiéndome la mano en la polla, pajeando con inusitada suavidad, notando sus labios buscando los míos con un beso largo y tierno, me quedé quieto un segundo, su forma de besar y su olor, no olía a coco, ¡¡no era Ana!!. Me quité la venda al oír a Ana llamarme desde lejos, entonces vi como tenía a Alicia desnuda, pajeando, mirándome con pasión, yo atónito.

-ANA: no te asustes, es mi regalo de cumpleaños.- sonrío mientras se me echaba encima junto a las otras 2.

-YO: ¿que haces Alicia?

-ALICIA: lo que llevo deseando desde que te oí follar por 1º vez, desde que vi tu polla brillar y tu cuerpo sudoroso saliendo de tu cuarto cada noche.- su mano pajeaba con gusto.

-LARA: tú tranquilo, y déjanos a nosotras complacerte.- casi instruidas las 3 se pusieron de rodillas y Ana comenzó a chuparme la polla.

-YO: estaos quietas, anda, dejad que Alicia se vaya, no pinta nada aquí, tiene novio.

-ALICIA: no hables como si no estuviera aquí, quiero esto, lo necesito, a Teo no le soporto mas, le voy a dejar y te voy a dejar hacerme lo que quieras.- quitó a Ana y se puso ella a dar pequeños lametones a mi polla, agarrándola con ambas manos, traté de apartarlas, pero eran perras de presa, cuando quitaba a una la otra tomaba el relevo, me la pusieron dura y la verdad, mi mente se relajó pidiendo a gritos que me dejara.

Ver a Alicia y Ana besándose usando mi polla como juguete, y a Lara comiéndome los huevos eran demasiado como para no dejarlas hacer, Ana instruía bien a Alicia en como meterse mi polla, pero ella ya tenia sus trucos, me derretí al ver que Alicia era de las que usaba los dientes, pasándolos de forma tibia por mi glande, las 3 hacían oídos sordos a mis peticiones de que pararan, que no lo quería, pero mi cuerpo si, la barrera mental de Alicia cedía, y un pequeño Teo en mi cabeza gritaba cada vez menos. Me llevaron a la cama y siguieron su duelo por ver quien comía mas polla, Alicia sin estar entrenada por mi lo estaba haciendo de escándalo, pero yo seguí resistiéndome sin saber como, quería levantarme pero Ana me conocía bien, puso a Alicia a 4 patas sobre mi cuerpo, dejándome su espectacular culo a mi alcance, aquel con el que había soñado años, totalmente desnuda y goteando de placer, mis manos hicieron caso del deseo, aquel que había aguantado años, clamando tener ese culo entre mis brazos, así que amasaron de forma suave y lenta aquel par de nalgas coronadas con una cintura de pecado, al notar eso Alicia se estremeció dejando de comerme la polla, dando vía libre a las otras 2 mujeres, se incorporó hasta quedar de rodillas con su coño metido en mi cara, olí su interior, saboreé sus fluidos y me extasié al verla frotarse con mi cara.

-ALICIA: vamos, no te resistas, se que me deseas, lo se por tu mirada, me has querido desde la 1º vez que me viste, te has portado bien conmigo, has sido un buen amigo y ahora quiero compensarte, cómeme el coño, se que ansias follárme y te dejare hacerlo, me follarás como el animal que eres y me abrirás en dos, tu lo quieres y yo lo necesito.- se acariciaba el coño masturbándose ligeramente.

Todo lo que dijo era cierto, nada mas conocerla traté de acercarme a ella, pero precisamente la conocí por que andaba detrás de Teo, de golpeé rememoré cada instante en mi cabeza, desde que la conocí hasta ahora, pasando mi vida a su lado, los momentos buenos y malos, como siempre había sido dulce y amable conmigo, cuando nadie lo era al estar gordo, como me trataba, y lo bien que me hacia sentir, iba a follármela, lo tenia clarísimo, incluso abrí la boca besando su húmedo interior, pero algo hizo clic, en mi cabeza, por alguna razón vi a mi padre dándome una charla, era totalmente absurdo, tenia al amor de mi vida comiéndome la polla, con el permiso de poder tirarme a la mujer de tetas mas increíbles que conocía y a la mejor mujer que había conocido, la novia de mi amigo, arrodillada en mi cara pidiendo que me la follara…………. ¿y yo pensé en mi padre? Estaba mal de la cabeza pero aquello era demasiado, me miraba decepcionado, y eso me dolió, mucho mas de lo que podía estar disfrutando.

-YO: quitaros de encima.

-LARA: ¿que dices?, déjanos que te llevemos al paraíso.

-YO: apartaos por favor.

-ALICIA: venga, no me hagas esto, ahora no.

-YO: no lo advierto mas, PARAD.- las 3 se tensaron y dejaron de moverse, Alicia se apartó de mi cara, mirándome a mí y a Ana, sin comprender por que.

-ANA: venga amor, no seas así, solo estamos jugando.- pero me vio la cara, sabia que estaba enfadado.

-YO: esto no es un juego, esto es la vida de la gente, puedo entender que Lara este así, pero no Alicia- la miré a los ojos- tu vales mas que esto, no te mereces las migajas ni ser el 2º o 3º plato de nadie, eres la mejor persona que he conocido y te mereces ser feliz junto a un hombre que te quiera y te complete, y ese no soy yo, es Teo, yo estoy con Ana, y tu eras feliz con Teo, no cambies eso por mi, no merezco la pena, no si te cuesta tu relación.- se echó a llorar al comprender que no iba a pasara nada, y la cruda verdad de mis palabras.

Me incorporé quitándome a Lara de encima que seguía masturbando, Ana se quedó de piedra sentada en la cama, me di la vuelta para ver a las 3 chicas mirándome incrédulas, ni yo me lo creía, tenia a 3 adolescentes con culos y tetas de campeonato, deseando follarmelas y yo iba a salir de la habitación por……….¿honor?, me enfadé tanto que al darme la vuelta le di un puñetazo a la puerta del armario, la cual se rompió dejando un agujero tremendo ante la cara de medio y asombro de las chicas, al sacar los puños con fuerza saqué la puerta del encuadre y se quedó colgando, con tal energía que se cortó la brida, y de paso, me hice un tajo en la mano, salí gritando algo que ni me acuerdo, con un enfado tan monumental que se me bajó el empalme. Me fui a la cocina a lavarme y desinfectarme la herida, a punto de echar a llorar, pasó un tiempo prudencial, y apareció Ana con mas miedo que otra cosa.

-ANA: ¿estas bien amor?

-YO: no, no lo estoy.

-ANA: siento si te ha molestado, no pretendía……..- la corté con una mirada fugaz.

-YO: se que no pretendías nada malo, pero te has pasado, no tenias derecho a hacerme esto, no con Alicia, ni tienes derecho a hacerles esto a ellos.

-ANA: yo no les he hecho nada, solo me aproveché de que Alicia estaba colgada de ti.

-YO: pues como amiga tendrías que haberla apoyado y ayudado con Teo, no haberla llevado a esto, no esta bien y no lo quiero.- Ana se iba a cercando con cuidado, pese a que no estaba tan enfadado, mi tono era tan contundente que la provocaba estupor.

-ANA: esta bien, no seguiré jugando con Alicia, ¿vale?, pero por favor, no te enfades con ella, es culpa mía, castígame a mi – se le humedecían los ojos,

-YO: no quiero castigarte, te quiero, has cometido un error, no pasa nada, todos los cometemos, nada va a cambiar entre nosotros, pero esto hay que solucionarlo, no podemos dejar que Alicia siga así con Teo.

-ANA: ¿que podemos hacer?, mientras vivamos juntos seguirá encoñada contigo y Teo seguirá cabreado por ello.- de golpe la miré, había dado en el clavo.

-YO: pues habrá que dejar de vivir con ellos.

Solo había una solución, sacarme a mi y a Ana de la ecuación y dejar que todos volvieran a ser ellos mismos, sin nosotros, teníamos que dejar de vivir juntos, Ana y yo éramos un peligro, yo era un peligro para cualquier mujer que viviera bajo mi techo.

CONTINUARA……………………
PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
poesiaerestu@outlook.es

 

Relato erótico: “Descubriendo el sexo 4a PARTE” (POR ADRIANAV)

$
0
0

DE LOCA A LOCA PORTADA2Los pensamientos y confesiones de Rosa:

Sin títuloMirando dormir a Andreíta después que mi marido Arturo se había ido al plantío, me sorprendi pensando en que realmente era una belleza. La única de la villa en plena transición de niña a mujer.

Con mi marido no habían secretos en la vida de cama y hace tiempo que habíamos hablado de lo atractiva que se estaba poniendo y el deseo que estaba despertando en los hombres incluyendolo a él:

Rosa, tienes que enseñarle a como enfrentarse a los hombres del caserío, porque ya sabes que su madre no es muy comunicativa con ella.

Si. Voy a tener que hacer el papel de mamá si encuentro alguna ocasión -le dije esa vez y luego había pasado el tiempo y nunca lo hice. Sus padres todavía no llegaban de la capital donde esperaban por una visa para viajar al norte.

Con Arturo nos habíamos conocido en la ciudad. Al juntarnos nuestra vida sexual tuvo una explosión de sensualidad muy especial. Y lo más caliente en cuanto a ello, es que como pareja nunca nos ocultamos los deseos aunque fuera por personas extra-matrimoniales. En pleno acto nos decíamos las verdades y exteriorizábamos nuestras fantasías. Hubo un momento en que hablamos de compartir el sexo con alguien mas hasta que un amigo suyo vino a la casa y lo hicimos. Fue uno de los momentos más excitantes que afianzó nuestra confianza. Fue la primera vez que sentí dos hombres dentro de mi cuerpo. Con el tiempo comencé a cojer con su amigo a solas en su casa cada vez que voy a la ciudad a hacer las compras y luego Arturo me pide que le cuente con lujo de detalles lo que hicimos, mientras me hace el amor. Todas estas cosas mantienen nuestra vida matrimonial de una forma muy excitante, y por todas estas razones no me sorprendió cuando me contó que Andreíta lo había calentado hasta el punto cojersela mientras yo dormía y luego en el plantío cuando la penetró totalmente quitándole la virginidad. Y le pedí que me cojiera mientras me contaba con lujo de detalles cómo fue que se lo hizo. En eso estaba cuando entró Andreita al cuarto anoche y nos encontró en pleno acto. Todo nos me arrastró a un estado de calentura tan alto que creo que anoche fue el detonador de hacerlo con ella, con alguien de mi sexo por primera vez.

Y también fue la primera vez que la miré con más atención. Sus ojos se veían como dos grandes perlas brillantes y vivaces, que se complementaban con un par de labios un tanto abultados y siempre semi abiertos que comunicaban un deseo carnal provocado por la revolución hormonal propio de su edad. Pero no era solamente su carita rodeada de un cabello lacio y casi negro azabache, sino que también me provocaba esa piel joven que al tocarla parecía seda. Tiene unas hermosas y bien paraditas tetitas coronadas por pezones largos rodeados de una aureloa ancha y siempre listos para ser besados. Un trasero insoportablemente redondo y llamativo y un par de piernas muy bien torneadas y fuertes que al abrirse ofrecen esa vulva apenas belluda que despide un intenso aroma como un llamador, como para ser besada, ultrajada por alguien que le quitara esa furia sexual que despide. Esta muy bien formada físicamente, es muy atractiva, jovial e inconcientemente juguetona con sus atribuciones.

Es muy fácil darse cuenta porqué ha pasado a ser la más deseada del caserío. Es muy fácil de darse cuenta de porqué había llevado a Arturo a la locura de querer cojérsela como lo había hecho. Ese deseo sexual que hay en ella, apenas es el comienzo de lo que sera una vida llena de sensualidad. Ella misma se dio cuenta y prestó más atención a lo llamativa que es desde que le dije como la miraban los hombres de los alrededores. Y por eso la aconsejé. Pero había mucho más por enseñarle y Arturo me lo había pedido antes de irse hoy a trabajar.

Los pensamientos de Andrea:

La entrada de la luz por la ventana iluminaba el cuarto. La sábana todavía tapaba mi cuerpo y sentí movimiento al lado de la cama. Giré despacio. Arturo ya se había ido y Rosa parada se hacía un moño en su castaño y lacio pelo.

La observo mas detenidamente. Su cuello es largo y sus hombros derechos y rellenitos. Sus pechos estan bien firmes. Después de la curva provocada por el mismo peso de los senos, vuelven a levantarse para terminar en pezones gruesos y firmes que apuntan hacia el frente. También me percaté de porqué se le notaba tan bien el trasero. Es la cintura. La tiene bien fina y eso exagera el nacimiento de sus caderas. Luego las piernas comienzan un poco gruesas y se afinan bastante hasta llegar a los tobillos. La altura la ayuda mucho, porque en las mujeres bajitas todas esas curvas se exageran demasiado y las hace ver más gruesas.

En realidad Rosa es una mujer atractiva.

– Hola bella durmiente!

Con ese saludo me sacó de los pensamientos.

– Buen día Rosa.

– Has dormido bien profundo Andreita. Es casi mediodía.

– ¿Si? No me di cuenta…

– Es que estabas bien agotada…

Se hizo un silencio y como yo no sabía qué decir, ella siguió:

– ¿Te puedo preguntar algo muy personal?

– Si… -dije timidamente porque no sabía si iba a tocar el tema de anoche.

Otra pausa, como dudando si me preguntaba o no.

– ¿Estas contenta con lo que pasó anoche?

Bajando la cabeza porque me daba un poco de verguenza, balbucé:

– Y… si…

– ¿De verdad? ¿Te gustó?

– Si, de verdad.

– Mira Andreita, tengo que hablarte de algo. Yo nunca había pensado en algo asi. Ni siquiera lo imaginaba.Todo pasó accidentalmente, sin planearlo. Yo jamás había tocado a una mujer y menos besar a alguien de mi sexo -hizo una pausa como dudando lo que iba a preguntar- ¿Y tu?

– …nnno nunca!

– Pero te confieso que no me desagradó -y otra vez como tímidamente hizo otra pregunta -¿A ti?

– A mi también me gustó -me estaba poniendo nerviosa porque no me animaba a confesar como me sentía verdaderamente.

En realidad es que también lo había disfrutado mucho. Me había sorprendido porque jamás había pensado que podía existir una relación sexual entre mujeres. Ni siquiera había escuchado comentar algo asi. Mi visión, de acuerdo a lo poco que sabía del sexo y las relaciones era la simple: la de una mujer con un hombre y nada más. Y sacándome de mis pensamientos por segunda vez Rosa me dice:

-Solo te pido que nadie debe de saberlo. Es algo que tenemos que guardarlo entre los tres.

-Lo sé

-¿Y hacerlo con Arturo como te está gustando?

La miré con una sonrisa nerviosa.

-Dímelo. No sientas verguenza. A mi no me hace sentir mal, al contrario, me gustó verlos cuando te lo hacía. Me encantó verlos cuando se besaban con ganas restregandose desnudos a mi lado. Me dieron mucho deseo. Vamos, dime: Te gustó?

– Si, me gustó -y me sonreí.

– ¡Ay mi chiquita! Él sabe cómo hacerte sentir deliciosa… Es un calentón, pero muy bueno como hombre y sobre todo que suda sensualidad en todo lo que hace. Es una de las cualidades que me enloquecen de mi marido. Le gusta hacerme sentir en la gloria, deseada. Y siempre que puede, trae propuestas nuevas. Hasta ahora todas sus propuestas sexuales me han gustado. Y ésta de hacerlo contigo jamás habría pensado que podía ser una de ellas.

Se sentó a mi lado y acarició mi cabello por un rato hasta que de golpe me dijo:

-Bien! Me voy a vestir para hacerle algo de comer a Arturo y los muchachos en el plantío ahora, y luego voy al pueblo a comprar algunas cosas porque necesitamos provisiones para los próximos días.

– ¿Puedo ayudar?

– Claro! Ven, levántate y a lo mejor luego que te pido que les lleves la comida hasta allá. ¿Te animas?

Pensé que ella sabe que ir significaba que Arturo iba a querer hacermelo otra vez. No entendí mucho su disposición para algo que es inevitable.

Pasamos juntas cocinando por un par de horas por lo menos. En ese rato Rosa me habló de como había ido descubriendo su vida sexual. También había empezado muy jovencita en su ciudad natal, y fue por etapas. Manoseos y toqueteos entre primos. Un tío que la restregaba con la ropa puesta mientras la sentaba en sus rodillas. Y finalmente aprender a besar con un amigo de su familia que se quedó a dormir en su casa, fueron los detonadores que la provocaron empezar a tocarse y llegar a la masturbación. Pero nadie le había explicado nada. Todo lo había tenido que descubrir de esa forma, por si misma.

La primera vez que vió un miembro sexual de hombre fue la un panadero de la cuadra donde vivía. La había invitado a ver como hacía el pan en el horno y aprovechó a restregala mientras miraba cómo se quemaba la leña y se hacía carbón. A diferencia de lo que le hacía sentir su tío, la sensación de esa pija del panadero endurecida contra su cola en un lugar donde nadie los veía, le permitió disfrutarlo con mas libertad. Después la llevó hasta donde guardaba los costales de harina y sacó el miembro mostrándoselo. Le resultó atractivo y deseaba tocarla. El panadero no se hizo esperar pidiéndole que se la tocara. Con sus dos manitas suaves fue explorándola y guiada por él, le dijo que lo acariciara de arriba hacia abajo. Su carita cerca, sus ojos exploradores, el deseo y las direcciones de ese hombre hicieron que se acercara mas, que abriera la boca y le enseñó a chuparla. Al principio el sabor era muy fuerte, pero sasados unos segundos ese sabor es una de las cosas que empezó a desear con una calentura diferente, con más fuerza. Le gustó las manos de ese hombre en su cabello guiándola. Le encantó que le dijera cosas como:

– Asiiihh…. ¡qué rico que la chupas!

Rosa seguía contándome como eso le provocaba poner más concentración y deseos en lo que hacía.

– Eres tan linda que me encanta cojerte por esa boquita -le decía el panadero.

Rosa dijo que eso la hacía poner mas atención a las reacciones de esa carne que le estaba pareciendo deliciosa. Dijo que pudo notar el movimiento de la piel que desnudaba la cabeza de esa pija en su boca. Y finalmente me narró cómo conoció lo que era la leche del hombre con detalles:

Sentí como las venas se tenzaban entre mis dedos. No tenía idea de lo que iba a suceder, pero mi instinto y los gemidos de ese hombre me decían que lo estaba haciendo estaba tan bien que no debía detenerme. Mi saliva se la había ensopado mientras entraba y salía de la cueva que hacía su boca. El panadero aumentaba la velocidad y se detenía de repente y volvía a sentir más dura esa pija en mi mano y en mi boca hasta que salió un chorro y me gritó en un gemido: “Chúpala, sigue chupándomela y trágate lo que te estoy dando mi niña!” Y sentí en mi lengua ese líquido espeso y caliente que le salía por el huequito hasta llenarme por completo la boca. Y ni bien trataba de tragarmela, esa pija soltaba otra vez más leche. No me daba tiempo a tragarmelo todo y parte se salió entre la comisura de mis labios yendo a parar a mi vestido. Dos veces más soltó esa leche hasta que se calmó todo y lentamente me la sacó de la boca. Finalmente pude tragar. No tenía sabor, pero me daba mucho placer porque era lo que yo le había provocado, lo que yo le había logrado sacar. Tragarmela era mi trofeo. Me quedé con las manos rodeándola y mirando todo lo que seguía a continuación. Una gota volvía a aparecer e instintivamente tragué lo que todavía me quedaba en la lengua y me acerqué a chuparle la punta. Y así fue que vi y disfruté una pija de hombre por primera vez.

Rosa, siguiendo con sus experiencias me dijo que le gustó tanto que se hizo costumbre y por lo menos una vez a la semana se la iba a chupar. Tragarse la eyaculación también se convirtó en rutina. Pero nunca la había sentido dentro de su cuerpo hasta que un muchacho del grupo de amiguitos de su villa, jugando a las escondidas, se ocultaron juntos detrás de unos matorrales. Mientras ella vigilaba semi agachada para no ser descubiertos, él la empezó a restregar aferrado a su cintura. Ella no dijo nada. Se quedó en la misma posición y él le bajó el calzoncito. Sintió la pija dura del chico que la quería penetrar y como no podía metérsela toda, la escupió en el trasero y la penetró por ahí. Me dijo que fue una primera vez dolorosa y que el chico acabó tan rápido que no pudo disfrutarlo. Definitivamente había sido un comienzo un poco violento y apurado para Rosa.

A partir de ese momento su vida sexual se convirtió en algo muy usual, muy activa. Y me contó que cuando conoció a Arturo fue que realmente encontró a alguien como ella. Se escaparon juntos a vivir en la villa y desde entonces gozan al máximo las locuras y fantasías que se proponen. Entre ellos no hay celos ni complicaciones.

Cuando terminamos de cocinar habiamos pasado casi una hora charlando. Su historia me había provocado algo y estaba humedecida entre las piernas. Entonces me dijo:

– Andreita, tengo ganas de recostarme un poco porque me levanté a las cuatro y media de la mañana a aprontar la mochila de Arturo. ¿Me acompañas?

– Bueno.

Me recosté a su lado. Las dos mirando hacia el techo.

– ¿Nunca habías jugado a esto con los muchachos?

– No.

– ¿Y te masturbaste alguna vez?

– Si, hace poco.

– ¿Cómo llegaste a eso, alguien te había hablado de eso?

– No. Es que siempre escucho cuando mis papis lo hacen y eso me hizo dar ganas una vez, pero fue accidental.

– ¿Cómo lo haces?

– …nno se como explicarlo… me toco.

– ¿Quieres que te enseñe?

– ..bueno, bien…

Rosa se quitó la ropa de la cintura para abajo hasta quedar desnuda. Me miró a los ojos y me dijo:

– Quítatela tu también.

Poco a poco me fui despojando de mi pantaloncillo de franela y el interior y volví a mi posición como esperando sus instrucciones.

– Mírame.

Volteando mi cara la miré a los ojos.

– Tiene que haber un motivo, una imaginación o algo que te provoque calentarte.

Y girando su cara, mientras con la mano se tocaba entre las piernas se avalanzó sobre mis boca y me besó pacientemente. Sacó la lengua con paciencia y con la punta acarició mis labios mojándolos con su saliva. Un shock eléctrico de mi sistema nervioso me hizo sentir una reacción entre las piernas y su mano cambió de posición mentiéndose entre mis piernas. Sentí que su lengua penetraba mi boca y se enredaba con la mía, a la vez que dos de sus dedos atrapaban el clítoris y me hacía sacudir el cuerpo completamente.

– Así tienes que acariciártelo. Ya estas caliente… ya te estas mojando Andreíta. Eres bien calentona tu también…!

– …haahhh…. -fue todo lo que pude emitir con la voz desde mi garganta.

– Piensa en la pija de Arturo cuando te acariciaba con su cabeza ahí mismo.

Otra vez esa sensación me guiaba por un camino lleno de calores y el sistema nervioso se conectaba enloquecidamente por todo mi cuerpo.

– Tócame asi con tu mano. Haz lo mismo que yo te hago -me decía Rosa.

Puse mi mano entre sus piernas cubriendo toda su vulva. La recorrí a lo largo del pliegue hasta toparme con su clítoris. Mis dedos se cerraron suavemente en ese lugar resbalozo y terriblemente sensible para nosotras y los empecé a mover a la vez que un impulso de más calentura me hacía convulsionar. Estaba llegando a ese punto tan delicioso…

– Tócate tu misma -me ordenó sacando su mano de mi entrepierna y la suplanté de inmediato porque la necesidad me lo imponía.

– huhhh…!

– Masajea el clítoris con dos dedos, así como yo lo hago.

Y sin hacerme esperar ponía en práctica de inmediato lo que me enseñaba porque todo me hacía disfrutar enormemente de ese momento. Y Rosa empezó a exteriorizar sus pensamientos diciendome lo que su mente le hacía imaginar.

– Así… asi me gusta. Me encanta que los hombres me restreguen la dureza de su pija aquí mismo! Ven besame la conchita como anoche…

Ahora si que yo sentía el deseo de chuparsela. Mientras descendía el olor a sexo comenzaba a invadir mis sensaciones haciendolas más agudas. Al tener su vulva frente a mis ojos tan cerca, acerqué mi boca y pasé la lengua por esa intensa humedad. La recorrí lentamente hasta llegar al clítoris. Lo chupé jugando con mi lengua. Luego descendí un poco y le metí la punta de mi lengua dentro. ¡Qué delicioso sabía eso! ¡Cuanto más crecía mi deseo al hacerlo!

– Ven -me dijo Rosa. Déjame chupartela también.

Y me hizo montarla de tal forma que cada una tenía la vulva de la otra en su boca. Al contacto de su boca mi humedad se liberó con más fuerza. Los labios de Rosa, su nariz y el mentón se los había mojado. Liberó la lengua dentro de mí de sin dejar que su labio superior abandonara el clitoris.

La imité porque pensé que si a mi me provocaba esa intensidad, a ella le iba a pasar lo mismo. Y así fue. Nos movíamos con insolencia. Deseaba chuparle mas jugos pero ya no me llegaban con igual intensidad hasta que de repente un gemido acompañado por una presión mayor de su vulva contra mi boca me dió la pauta que ella estaba por darme más! Y gritó:

– Chúpamela duro! Asiiiii! -y se restregó en círculos a veces, luego de arriba hacia abajo y me apretó la cabeza con sus piernas en el mismo momento que a mí me empezaba a pasar lo mismo!

Me restregué contra su boca pegándole la pelvis con fuerza, sin control y escuché sus gritos:

– ¡Así Andreita, asi damelo todo en la boca!

Y seguimos esa lujuria sin frenos, con sus manos aferrando mis nalgas para que no me separara ni un centímetro. Sentí una serie de deseos de empujar más, dos, tres y cuatro veces antes de levantar mi cuerpo para quedar sentada en su cara, con mis ojos cerrados y todo mi ser concentrado en ese lugar. Me sacudí otra vez. Movía solo mi cintura de atras a adelante repetidamente resbalando mi vulva en esa boca deliciosa que me había hecho perder el control y su lengua hacía lo suyo a cada pasada. Sentí que liberaba todo en su cara mientras gritaba mis gemidos:

– Hahh….! uuufff… assiiii…. uhy….

Era un sentimiento de entrega total, una descarga emocional cargada de deseos y descontrolada, sin límites. ¡Me fascinaba Rosa en ese momento!

Y quedé sentada en su boca quietesita, esperando una calma que me dejaba extasiada flotando en una nube de sensualidad.

– ¡Qué caliente estas Andreita!

– Siiihh…

– ¿Te gustó asi?

– Me encantó Rosa. Me gustó mucho esto… -mantenía los ojos cerrados. Abrirlos no me daba tanta valentía para decir lo que estaba sintiendo.

– A mi también me encantó como me la chupaste. Me hiciste venir muy intensa. Es difícil que un hombre me haga sentir como me lo hiciste sentir tu! Eres natural, sexualmente natural. ¡Muuy caliente!

Y me fui relajando hasta recostarme a su lado. Me besó. Teníamos las bocas ensopadas de puros jugos orgásmicos.

Nos quedamos asi en la cama por una hora por lo menos. Se me fue el tiempo sin darme cuenta.

Al rato me dice:

– Bien, vamos a levantarnos porque tengo que preparar la bianda para alcanzarsela a Arturo y los muchachos. ¿De verdad me harías el favor de llevarsela mientras yo voy al pueblo a comprar viveres? -me dijo guiñandome un ojo confabulándose conmigo.

– Bueno…

– Pero tengo que decirte que a lo mejor no llego esta noche pero te dejo todo listo en la casa… si regresas… -me dijo con picardía. Eso me aseguraba que se quedaría la noche con el amigo de ellos.

– Me sonreí y le dije:

– ¿Te quedas con él?

– Si. Y Arturo lo sabe, no te preocupes. Y sabe también que a lo mejor tu les llevas la comida, fue mi idea. Pero no tienes que ir si no quieres.

– Bueno… no va a haber nadie en la casa. Si, voy. ¿Y Julian?

– Él se queda con tus hermanos hoy también. Se la estan pasando bomba.

Nos vestimos y fuimos a preparar la mochila para la comida. Todavía mi mente no procesaba el porqué de mi entusiasmo por ir. No iba a ser una noche muy privada que digamos. En fin…

PARA CONTACTAR CON LA AUTORA
adriana.valiente@yahoo.com

 

Relato erótico: “La buena niña 2” (POR LUCKM)

$
0
0

LA OBSESION 2Bueno, parece que gusta….

Sin títuloMe desperté a las 10, repase las foto y los vídeos y deje el teléfono haciendo una copia de seguridad mientras iba a por el pan… En el opencord compre también un lubricante.

A las 11 menos cinco sonó el timbre.

Eva – Buenos días

Yo – Buenos días putita.

Eva – No me gusta que me llames así.

Yo – Claro, claro que te gusta. ¿qué llevas debajo de esos pantalones?.

Eva – Un bañador. Me esperan en la piscina, tenemos 40 min.

Yo – Ok, cual, el blanco?

Eva – Jajaja, te los conoces todos?

Yo – Vamos, sabes que me gusta mirarte en la piscina, y a ti exhibirte.

Eva- Si, pero no me esperaba esto.

Yo – Sorpresas que da la vida! arrodíllate!

Eva – Que?

Yo – Primera regla al venir a verme, arrodillarte, sacarte las tetas como una guarra y besarme la polla mientras dices buenos días!

Eva – Y eso pretendes que lo haga con todos?

Yo – Jaja, no, pensarían que eres una guarra!

Eva – Entonces solo contigo?

Yo – Si, con los demás puedes hacerte la estrecha todo lo que quieras.

Eva – Que te hace pensar que volveré después de que me des la pastilla?

Yo – Las chicas sois practicas, tienes una polla que te gusta a pocos metros y pocas posibilidades de que se sepa, eso o algunos tíos indiscretos de tu colegio.

Eva – Que cabrón eres!

Yo – Dime que no te masturbaste anoche al llegar.

Ella bajo la mirada mientras se arrodillaba y se sacaba las tetas por el escote.

Eva – Anoche y esta mañana.

Yo – Bésame la polla putita.

Ella bajo mi cremallera y buscando mi polla se la metió en la boca completamente.

Yo – Eso no es besar, es chupar guarrilla!

Eva – Es que estaba golosa – y sonrió.

Saque el móvil y le hice una foto.

Eva – Para que las quieres?, dijiste que no me ibas a chantajear.

Yo – Tendrás ataques de niña buena, esto te hará recordar lo guarra que eres en realidad.

Eva – Y? Si no es para obligarme no sirven de nada.

Yo – Cuando te de un ataque de niña buena intentaras pensar que no paso nunca, o que te obligue, luego recordaras las fotos y ya no encontraras manera de justificarlo, ahí te mojaras y querrás mas polla.

Eva – Somos así?

Yo – Estas mojada?

Eva – Si.

Yo – Entonces?

Eva – Ufff, lo que me queda por aprender.

Yo – Venga, déjate de historias y cómeme la polla.

Eva se volvió a meter mi polla en la boca, ella chupaba y yo la iba guiando.

Ahora hasta el fondo guarra, así, aguanta, chupa fuerte. Sácatela y vuélvetela a meter completamente, sigue… mírame guarra, nada de cerrar los ojos.

Yo – Ufff, me voy a correr guarra!

Ella se la saco de la boca y empezó a meneármela.

Yo – Que haces guarra? Sigue chupando!

Eva – No, en la boca no!, me da mucho asco

Yo – Me importa una mierda!

La cogí la cabeza y empujando la polla se la metí en la boca, la arrastre hacia un sofá apoyando su cabeza en el sofá comencé a follarle la boca, ella se resistía, babeaba. Yo se la metía y se la sacaba completamente. Cuando se dio cuenta de que no tenia opción paro de resistirse.

Yo – Acaríciame los huevos puta.

Ella con una mano me cogió los huevos y empezó a masajearlos.

Note como me empezaba a correr, sujete su cabeza y deje solo media polla dentro de su boca, no quería que se lo tragara directamente, quería llenarle la boca de semen. Ella se quedo quieta. Cuando termine de escupir leche en su boca me quede quieto unos segundos, ella me miraba con la polla en su boca.

Ahora traga putita.

Eva puso cara de no querer pero despacio fui notando como succionaba mi polla muy suave y su boca se iba vaciando.

Yo – Bien, – me senté en el sofá con mi polla en su boca todavía – Ahora muy despacio sigue chupando, pero muy suave.

Ella suspiro, se acomodo un poco y con mi polla en su boca se apoyo sobre uno de mis muslos mientras me chupaba la polla muy despacio, yo acariciaba su cabeza y veía su carita con algo de semen en los labios y cara de relajada.

Yo – Serás tan guarra de haberte corrido tu también.

Eva – Si, no se por que, me gusta que me obligues a hacer cosas.

Yo – Te gusto la leche?

Eva – No, esta muy fuerte, pero me gusto que me llevaras y tenerte… no se… controlado… corriéndote solo con mi boca… me encanta esa sensación.

Yo – Ya te aficionaras tranquila.

Eva – En serio?

Yo – Si.

Estuvimos un rato así hasta que note que se me volvía a poner dura.

Yo – Ponte de pie guarra, y quédate solo con el bikini.

Ella se levanto, se desvistió y se metió las tetas en el bañador.

Le saque una foto.

Ponte de lado, posa para mi.

Fui sacándole varias…

Sácate una teta, solo una, muévete…

Ahora aparta la parte de abajo…. Que te vea el coño

Ummm, joder, que pinta de guarra tienes.

Eva – Te pone esto eh.

Yo me acariciaba la polla mientras la sacaba fotos.

Llevo dos años viéndote en la piscina, me moría de ganas de verte así….

Eva – Soy tu guarra no?

Yo – jajaja, si.

La ventana que daba a la piscina estaba con la persiana medio bajada.

Yo – Asómate, dime que ves.

Eva – Mi papa ya bajo, y mama también, los niños del tercero, el matrimonio de viejos de siempre. El matrimonio joven de enfrente, sabes, a veces los veo follar, no muy claro pero les veo, ella tiene muy buenas tetas, seguro que también se las miras.

Me puse detrás de ella y apunte la polla a su coño. Empecé a clavársela.

Yo – Si, me gustan sus ubres. Se las ves desde tu casa?

Eva – Si, suele pasearse medio desnuda cuando esta sola.

Yo – La gustara que la vean.

Eva – Si, creo que si.

Le metí mas la polla, ella jadeo.

Yo te voy a llenar el coño de semen, delante de tu papa, te gusta eso guarra?

Eva – Joder!!

Yo – Míralo, esta ahí, son 20 metros, y la guarra de su niña metiéndose una polla.

Empecé a clavársela del todo y a sacarla, la cogí fuerte de las tetas

La escena de la piscina era de lo mas placida, papi leía un libro, mami estaba medio dormida. Los viejos leían revistas y el matrimonio joven tomaba el sol.

Eva jadeaba – Ummmm, follame! Me encanta!

Yo – De verdad guarra, saca un poco la cabeza.

Eva – Estas loco? Me verán!

Le di un empujón y saco la cabeza por la ventana.

Seguí follandomela.

La mujer del matrimonio levanto la cabeza y la vio, seguí empujando mi polla dentro de Eva, su coño se contraía por el miedo.

Yo – Hasta que no me corra no vas a entrar.

La mujer nos miraba pero no decía nada.

La cabeza de Eva se movía con mis empujones, era obvio que nos estaba viendo. La cara de Eva también dejaba claro lo que estaba pasando justo detrás de ella.

Eva – Por favor!

Yo – Ya sabes como hace que me corra puta.

Eva – por favor, lléname el coño! Me encanta tu polla!! Follame!!

Así guarra, me gusta las niñas tan putas!

Eva – Siiiii, sigue!

Seguí apretando sus tetas y empujando mi polla, su culo adolescente me ponía enfermo.

Yo – Esta tarde te daré por el culo guarra!!

Eva – Si!, lo que quieras, follame.

Di dos empujones mas y clavándole la polla hasta el fondo me corrí, del empujón ella saco medio cuerpo fuera, sus tetas colgaban.

Toma guarra…. Te estoy llenando el coño!

Eva – Siiiiii, joder…. Córrete en mi coño!!!

Termine de correrme y mire hacia abajo, todo estaba igual menos la mujer que nos miraba con los ojos como platos.

Recule y entramos dentro. Eva se arrodillo y se metió mi polla en la boca limpiándola.

Yo – Que golosa te volviste guarra!

Eva – Me encanta!

Vi como la mujer se levantaba y se encaminaba a mi bloque.

Levante a Eva, le puse el bikini en su sitio.

Yo – Nada de limpiarte putita, te quiero en la piscina con el coño lleno de mi semen.

Eva – Cabron.

Yo – Y tu puta, que vas a estar con papi con semen saliendo de tu raja… Ahora ve al dormitorio, vamos a tener visita.

Eva – Como?

Yo – Ya lo veras, tendrás que echarme una mano….

Al minuto sonó el timbre.

Me puse uno bañador y fui a abrir.

Yo – Hola tina, que quieres?

Tina – Os vi! Donde esta eva?

Yo – Que viste?

Tina – Seras pervertido, te estabas tirando a la niña de Pedro!

Yo – jajaja, si, ya te vi mirándonos! Te gusto?

Tina – Donde esta?

Yo – Dentro…

Entro, no se había puesto nada, iba con un bikini que marcaba su estupendo cuerpo, tenia dos grandes tetas pero su cintura era estrecha.

Se encamino al dormitorio, allí estaba Eva tumbada boca abajo con la cara tapada.

Tina corrió, se arrodillo en la cama y la acaricio el pelo.

Tina – Estas bien pequeña? Que te hizo este pervertido?

Eva se dio la vuelta y sonriendo le dijo – Follarme- Y le sujeto las manos. Yo que estaba detrás cogí a Tina por la cintura y le baje el bikini hasta la rodillas.

Tina – Pero que!!!???

No le dio tiempo a mas, clave mi polla en su coño, ella dio un grito

Tina – No!!!

Yo – Esta puta tiene el coño empapado!! Le gusto ver como te follaba!!.

Eva – Que pervertida!!!

Seguí empujando, de un tirón saque sus gordas tetas.

Tina se resistía pero la tenía bien cogida.

Eva – Follatela, será puta!! Y casada y todo!!

Eva se bajo de la cama y cogiendo mi teléfono se dedico a hacerla fotos.

Tina – Pero que hacéis, nooo, no me hagas fotos!

Eva – Estas follandote a un vecino, no querrás que el cornudo de tu marido se lo pierda!

Tina empezaba a correrse y yo también….

Eva – Córrete en su coño amo! Vamos! Llénala de semen como a mi!!

Sujete a tina fuerte de las tetas, ella se revolvía intentando sacársela, y al final explote dentro de ella. Al cabo de un minuto se la saque y la deje desmadejada en la cama, con el bikini a medio quitar y sus ubres colgando, ella jadeaba y nos miraba a los dos. Eva sonreía.

Yo –Muy bien putita, te portaste muy bien.

Tina – Os voy a denunciar!

Yo – No creo.

Eva – Yo tampoco!

Tina – Os voy a denunciar.

Yo – Eva, que paso aquí?

Pues vera señor agente, esta puta era la amante de mi vecino, me trajo engañada para que el me follara pero el se negó llamándola pervertida, entonces esta señora se puso como una histérica.

Tina – No, no harás eso!

Eva – Si, mas bien si.

Tina – Esta bien , no diré nada, pervertidos.

Eva – Harás mas que eso! Amo, túmbate en la cama con ella.

Yo por curiosidad lo hice.

Eva – Abrázalo puta!

Tina la miro sorprendida pero en cuanto la vio coger el móvil lo entendió.

Eva – Ahora bésalo!

Amo, agarra sus tetazas.

Ahora límpiale la polla.

Ahí se resistió un poco pero con un poco de fuerza termino bajando.

Eva – Muy bien guarra, bien limpita…

Así siguió un rato mas…

Al terminar nos levantamos y fuimos al salón, tina intento guardarse las tetas pero no la deje.

Nada de guardarte las ubres guarra.

Tina – No soy una guarra!

Yo – Si, si lo eres, le pusiste los cuernos a tu maridito.

Eva – Se la seguirá follando amo?

Yo – Si, creo que si, algo tengo que hacer cuando estés en clase.

Tina soltó una lagrimita.

Eva – Y ahora?

Yo – ….

Pasados 15 min baje a la piscina, estaban las dos juntas charlando. Habían juntado a los papis de Eva con el cornudo de Tina… Me tumbe justo delante de ellas. Eva separo sus piernas, podía ver su coño marcado en el bikini. Tina se resistía, Eva le dijo algo al oído, Tina abrió un poco las piernas también. Pase un buen rato viendo como mi semen iba empapando sus bikinis.

Lo del culo de Eva no pudo ser esa tarde, su papi se empeño en ir a visitar museos Tina por otra parte evitaba mis miradas, no se separo ni un minuto de su maridito sabiendo lo que le pasaría si lo hacia. Me dedique a descansar tranquilamente en casa mientras ordenaba todo el material que tenia de las dos, a ratos saque unas fotos disimuladamente desde mi casa de Tina y su marido, se hacían arrumacos cuando pensaban que nadie les veía. Una pareja feliz.

El Domingo tampoco parecía que fuera a ser muy fructífero, todos estaban en la piscina desde muy temprano, al verlo desde mi ventana se me empalmo la polla, estaba tomándome un café observando a mis dos putas cuando me llego un whatsapp de Eva.

Necesito tu polla.

Yo – Jajaja, te estoy viendo, no parece que podamos hoy.

En ese momento Andrés el cornudo de Tina se levanto, la beso y se encamino a su casa.

Yo – Donde va el cornudo?

Eva – Un partido de Pádel creo.

Yo – Ummm, dile a Tina que en cuanto se pire el cornudo suba a su casa y me espere.

Se acerco a Tina y le enseño el móvil, tina miro hacia arriba y le dijo algo.

Eva – Dice no.

Le adjunte una foto en la que se la veía en mi cama a cuatro patas con claramente un tío detrás follandosela y las tetas fuera, además añadí el móvil de su marido.

Eva – Textualmente, “hijo de puta, allí estaré”.

Vigile la salida del parkin hasta que vi salir su coche.

Le mande otro mensaje a Eva, – ya, que suba, vigila, cuando vuelva el cornudo avisa.

Eva – Si amo, me dejara verlo luego?

Yo – Por supuesto.

Vi a Tina levantarse, esas tetas me volvían loco. Se encamino a su casa. Me encendí un cigarro y espere 5 min, luego fui hasta su piso y llame a la puerta.

Me abrió todavía en bikini, con un pareo de cintura para abajo.

Que quieres?

Yo – Jajaja, que voy a querer?.

Entre y cerré la puerta, vi sus llaves en un mueble y me las guarde.

Yo – Dile que las perdiste, date la vuelta.

Le desabroche el bikini, acercándome por detrás la sujete fuerte las tetas.

Yo – Dios, que ubres! Cuando te salieron guarra? Sabes que todos los tíos de la urbanización están locos por ellas verdad?

Tina – No soy ninguna guarra!…Me desarrolle pronto, a los 13 ya las tenia grandes.

Yo – Las cuidas mucho, no están nada caídas.

Tina – Mucho gym.

Yo – Bien, enséñame la casa, es mas grande que la mía.

Fue hacia la cocina, entro, al girarse sus ubres se movieron, me encantaba.

Yo – Quieta un momento.

Saque el móvil y la hice una foto, ella se tapo las tetas.

Yo – Fuera manos puta!

Tina – Fotos no!

Yo – Claro que si, Eva quiere que lo documente para verlo luego.

Tina – Es una guarra como tu.

Yo – Si, hay que reconocer que la niña tiene potencial, solo la pone ver como se follan a una mami de la urbanización, no la culpes.

Retiro sus manos, de allí pasamos al salón, la hice posar de varias formas… Mi preferida era una en el sofá, tumbada de lado, esa escena la debía ver el cornudo a menudo.

Pasamos a los dormitorios, me enseño el de invitados, bastante feo. Y otro con una cuna y a medio montar.

Yo – Una cuna!? No jodas!

Tina – Si, nos enteramos el viernes.

Yo – Estas preñada?

Tina – Embarazada!

Yo – Que maravilla, felicidades!

Tina – Me dejaras en paz?

Yo – Ni loco, siempre quise follarme a una pija embarazada!

Voy a documentar tu embarazo como ninguno en la historia! Ponte junto a la cuna.

Le saque una foto.

Bájate el bikini, solo hasta las rodillas.

Otra…

Puse el teléfono a cierta distancia en modo video.

Arrodíllate y cómeme la polla.

Tina me miro con odio, pero se arrodillo. Me acerque y le metí la polla en la boca. No se movía mucho.

Yo – Tu veras, o me la chupas y haces que me corra o seguimos así hasta que regrese el cornudo y te pille chupándole la polla a otro tío en la habitación de su bebe.

Eso la despertó, me agarro la polla con una mano y empezó a chupar con fuerza, con la otra me acariciaba las pelotas.

Yo – Eres una buena chupapollas!

Ella siguió, su boca parecía un aspirador, sus gordas tetas se movían

Yo – Pero que guarra eres!

Me encantaba ver su cara de buena pero con mi polla en la boca… no aguante mucho y me corrí.

Tuve que sujetar su cabeza para que no la apartara, ella me dio manotazos en los muslos hasta que entendió que no lo iba a lograr y se relajo, termine de escupir todo el contenido de mis pelotas en su boca, le deje la polla en la boca…

Yo – Traga guarra, no me hagas obligarte.

Ella empezó a succionar despacio, note como su boca se iba vaciando.

Yo – Muy bien guarra, ahora sácatela mírame y dime que me quieres!

Ella me miro con cara de susto.

Se la saco y muy bajito – Te quiero.

Yo – Mas fuerte puta!

Tina – TE QUIERO!!

Yo – Bien, ahora bésame la polla.

Ella la cogió con una de sus pequeñas manos y le dio tres pequeños besos.

Yo – Se nota que te gusta comer rabos, tienes cara de haber comido muchas pollas verdad?

Tina – Un par

Yo – Jajaja, un par? No me lo creo, eres buena, a cuantos le comiste la polla cerda?

Tina – Esta bien, 16!

Yo – 16? Serás guarra! Lo sabe el cornudo?

Tina – No, le dije que solo dos aparte de la suya.

Yo – pobre idiota, y se corre en tu boca?

Tina – No, le dije que me daba asco.

Yo – Y te lo da?

Tina – No, la verdad es que no, no quería que pensara que era una guarra.

Yo – pero lo eres verdad?, mi guarra.

Me subir el bañador, la indique que se levantara quitándose el resto del bikini y salimos.

Yo – Bien, enséñame donde te monta el cornudo.

Fuimos a su dormitorio, en el centro una cama de 2×2, un gran espejo frente a la cama, pocos muebles y un pequeño portátil en una de las mesillas. Dos grandes fotos del día de su boda estaban en la cabecera, eran individuales, ella estaba deslumbrante de blanco.

Yo – Madre mía, debiste dejar a media boda empalmada con esa pinta!

Tina – No lo se! Era el día de mi boda!

Yo – vamos, dime que los invitados no te miraban las tetas.

Tina – Esta bien, si, algunos si.

Yo – Ves, deja de hacerte la estrecha, me va a dar igual.

Me senté en su cama.

Yo – Debe dar gusto follarte aquí todos los días.

Tina – Supongo!

Me tumbe en la cama quitándome el bañador, abrí las piernas y cogí su portátil.

Yo – Ah, me deje el móvil en la habitación del bebe, tráemelo, y después lámeme las pelotas hasta que me empalme, cual es la clave del cornudo?

Tina – Zidane

Yo – Jajaja, no tiene mucha imaginación.

Puse el móvil en la mesilla que se la viera bien y me puse a curiosear. Encontré la carpeta de fotos, salían los dos juntos desde muy jovencitos.

Yo – Si aquí tenéis 15 años, desde cuando os conocéis?

Tina – Desde pequeños, nuestros padres eran amigos.

Yo – Y siempre salisteis?

Tina – No, a temporadas, ya sabes, viajes, ganas de probar otras cosas, a los 24 nos encontramos otra vez y hasta ahora.

Yo – Te desvirgo el?

Tina – Si

Ella siguió lamiendo mis pelotas, mi polla no tardo mucho en reaccionar.

Yo – Bien, esto es lo que va a pasar: Te voy a poner a cuatro patas, y te voy a follar mientras miras la foto del cornudo y me dices…?

Tina – que te quiero?

Yo – Premio!

Me puse detrás de ella, la puse como un perrito y le acaricie el coño.

Yo – Serás guarra! Estas empapada!

Tina bajo la cabeza, la tire del pelo para hacer que la subiera.

Yo – Estas empapada zorra!

Tina – Y que esperabas!?, como me tratas!!…

Yo – Que?

Tina – Me pone mala, no se por que!

Yo – Yo te lo diré, por que eres una guarra reprimida.

Tina – Puede, no se!

Yo – anda, mira al cornudo!

Le clave la polla de una vez, ella dio un fuerte gemido.

Yo – Dile que me quieres y lo que va a pasar aquí.

Tina levanto la cabeza – Cariño, le quiero y me van a follar.

Seguí clavándosela mientras la agarraba de las caderas, ella reculaba para clavársela mas.

Yo – Donde?

Tina – En tu cama cielo, en nuestra cama de casados!

Yo – Que eres?

Tina – Soy una puta! Tu puta! Jooooder, que polla tienes! Sigueeee!! No pares!! Follame!!

La agarre de las tetas – me encantan tus ubres puta, y van a crecer mas!

Tina – Son tuyas!

Dile cuanto tiempo va a durar esto.

Tina – Me va a follar todo el embarazo cariño! Me va a llenar el coño de semen todos los días!

Yo – Y la boca guarra, alimentaremos al bebe a diario con mi leche.

Tina – Siiiiii!!, que cerdo eres!

Yo – Y cuando ya no puedas follar te daré por el culo guarra.

Tina – Si, haz lo que quieras…!!!

Seguí empujando, ella estaba como loca, su coño chapoteaba con las entradas y salidas de mi polla, se empezó a correr gritando como una loca.

Le tire fuerte del pelo! Y empecé a correrme.

Puta! Guarra! Cerda!

Tina – siii, lo soy! Dios que gusto!

Yo – Eres una guaaaarra!!!

Mi polla empezó a llenar su coño que ardía, note como mi semen envolvía mi polla pringando su coño junto con sus jugos que notaba como me salpicaba las pelotas… caímos sobre la cama.

Yo – Límpiala puta.

Ella bajo hasta mi polla y me la lamio entera, después se la metió en la boca.

Llego un mensaje – “cornudo volviendo”

Yo – Llega el cornudo putita.

Tina – Vete! Corre!

Me vestí.

Yo – Coge tu móvil puta.

Ella lo cogió y me acompaño a la puerta.

Yo – Escribe… Mándalo cuando el cornudo este en casa o le mandare yo otro que le va a gustar.

Tina – Esta bien… Vete ya por favor!

Me fui a mi a la piscina, me tumbe y Eva se acerco a saludar.

Eva – Que paso? Te la follaste?.

Bip bip!

Le deje el móvil.

Eva – Dios! Eres un autentico cerdo! Lo grabaste?

Yo – Por supuesto! Despista a papi y te dejare verlo.

Eva – Y me follaras?

Yo – Lo dudas!?

Eva – No, se lo que te gusta este bikini, sabes?, me depile el coño como a ti te gusta.

Eva – Esta tarde vienen unas amigas a bañarse, después le diré a papi que voy al cine con ellas.

Yo – Se cambiaran en tu habitación?.

Eva – Supongo.

Yo – Quiero verlas.

Eva – joooder! Esta bien, veras a mis amigas, eso te la pone dura verdad?

Yo – Si, para metértela a ti.

Eva – Ummmmmmmmmm

Al cabo de un rato Tina y el cornudo bajaron a la piscina con unas cervezas para todos. Tina me miraba con una mirada que no la había visto antes, al sentarse vi su bikini mojado, no se había limpiado el coño.

Whatsapp – “me follaras todos los días?? Llego el cornudo, te aviso cuando no este! No le des toda mi leche a esa putita, mi bebe necesita alimentarse!! Te quiero!!”

Me di un rápido baño y subí a casa, Eva llamo a la puerta a los 5 minutos.

Eva – Déjame verlo!

Yo – Jajaja, que guarra eres, le di el móvil.

Estuvo un rato mirando las fotos y el video, me puse detrás de ella sobándola mientras miraba, su culo era una maravilla, sus tetas simplemente no las podía soltar, y verla con esa pinta de inocente a la vez me ponía malo.

Eva – Necesito que me folles ya.

Yo – No podemos, no hay tiempo guarrilla.

Eva – Si lo hay, se van a comer todos juntos!

Yo – Jajaja, y tu?

Eva – Tengo que estudiar.

Yo – Tina tiene razón, eres una guarra.

Eva – Ya se lo hare pagar.

Yo Esta bien, cuando se piren en casa de Tina.

Eva – En su casa?

Yo – Si, quiero inspeccionar una cosa y tengo las llaves.

Eva – Bajo otra vez, te aviso.

Desayune algo y me senté a esperar tranquilamente, un rato mas tarde me aviso Eva, me encamine a casa de Tina.

Eva – Es bonita, tiene buen gusto esa cerda.

Eva – Que querías ver?

Yo – Ven.

Fuimos al dormitorio.

Yo – Túmbate y mastúrbate.

Cogí el ordenador del cornudo, introduje su clave y conectándole un disco duro le di a hacer una copia completa.

Eva – Que hay ahí?

Yo – Mira.

Estaba todo el correo entre ellos dos desde los 15 años, fotos en la playa y en fiestas y el premio era una carpeta dentro de boda, había fotos y videos de su noche de bodas. Había varias carpetas ocultas mas.

Eva – joder, menuda mina.

Yo – Antes lo mire solo por encima, luego lo estudiare.

Eva – Tienes toda su vida intima ahí.

Yo – Si, la vida completa de una parejita, no te da morbo entrar en lo mas intimo de un matrimonio?

Eva – Si, joder, si.

Yo – Mira, están comiendo en El asador…

Eva – Como?

Yo – Con esto siempre sabes donde están sus móviles.

Eva – Podrás controlar al cornudo?

Yo – Si

Eva – Joder, que cabron eres.

Yo – Vas a necesitar un móvil nuevo tu tb zorrita, como esta tu coño?

Eva – Mi cumple es en un mes! Ya me dirás cual…Empapado!

No le quite el bañador, me daba mas morbo verla con el puesto pero solo apartado.

Me chupo la polla como una profesional.

Yo – Esta polla estuvo dentro de Tina hace un rato, te gusta eh?

Eva – Me encanta! Y ahora me follara a mi! Noto el sabor de su coño, me gustaran las niña tb?

Yo – Claro que si zorra, ya investigaremos eso….

Eva – ummmmmm! si, soy tu zorra!.

Eva – Follame en la misma postura que a ella, quiero ver al cornudo y a la puta mientras me la metes.

La puse a cuatro patas y se la clave, su coño era mas estrecho que el Tina, me encantaba, empuje un rato cogiéndola de las caderas, ella chillaba, llamaba al cornudo y a la puta.

Eva – joder, que gusto, mira al cornudo amo!, es el segundo coño que te follas en su cama hoy!

Yo – si, y lo hare a menudo.

Eva – Y ella? Menuda guarra! Te la follaras con tripón? Quiero verla con barriga y las tetas llenas de leche!

Yo – Lo veras! No te gustaría sujetarla la tripa y notar como el bebe se mueve mientras me la follo?.

Eva – Siiiiiiiiiiiii!!!!! Dios!!!!!!

Se corrió, y yo también, se giro y se metió mi polla en la boca.

Yo – Así me gusta, que la dejes bien limpia guarra.

Eva – Papa dice que debo ser limpia y ordenada con mis cosas.

Me miro con cara de picara,. Se levanto y fue al baño. Volvió con un cepillo de dientes rosa y me miro.

Eva – La puta se va a acordar de ti esta noche.

Se abrió las piernas y fue recogiendo el semen que salía de su coño con el cepillo, luego lo limpio un poco con la lengua y fue a dejarlo a su sitio.

****************************

Opinar por favor, y votarlo así lo lee mas gente, es la manera de saber si voy bien.

Si alguien quiere agregarme yo encantado

luckm@hotmail.es

skype: luckmmm1000

 

Relato erótico: “Mi esposa se compró dos mujercitas por error 2” (POR GOLFO)

$
0
0

 

Como os comenté en el relato anterior, mi esposa buscando unas criadas que la ayudaran con la limpieza de nuestro chalet en Birmania, se deja aconsejar por una local y resulta que en vez de contratar, se compró dos mujercitas.
Las chavalas aleccionadas desde la infancia que debían de mimar y cuidar al que terminara siendo su dueño, la hacen descubrir la belleza del sexo lésbico así como la excitación de ser la propietaria del destino de ellas dos. María asumió que debía de procurar que yo aceptara que esas preciosidades nos sirvieran porque de no ser así, su futuro sería muy negro y con toda seguridad  irían a parar a un burdel. Para evitarlo, no solo necesitaba que viera con buenos ojos su presencia en casa sino también que para evitar que sus padres pudieran revenderlas, esas crías debían ser desvirgadas por mí.
Ajeno al papel que me tenía reservado yo seguía de viaje por la zona, lo que le permitió planear los pasos que tanto ella como Aung y Mayi darían para que, a  mi vuelta, no pudiera negarme a cumplir con mi función. Aunque llamaba a diario a mi mujer y sabía lo contenta que estaba con las dos birmanas que había contratado, nada me hizo sospechar que aunque no lo supiera, era ya dueño de sus vidas y de sus cuerpos, y que a mi retorno iba a tomar posesión   de ellas.
Mi vuelta a casa
Recuerdo que a mi llegada a Yagon, María me estaba esperando en el destartalado aeropuerto. Tras los rutinarios trámites en la aduana, salí a la sala de espera y me encontré que mi esposa venía acompañada de dos preciosas niñas, vestidas al modo tradicional birmano.
La juventud de las muchachas me sorprendió al igual que su atractivo pero como no quería que mi mujer se sintiera celosa, obvié su presencia y saludé a María con un beso en los labios. Ese gesto tan normal en un país como el nuestro, en Birmania se considera casi pornográfico y por eso todos los presentes se nos quedaron mirando con una expresión de desagrado con la excepción de ellas dos que lucieron una extraña sonrisa en su rostro.

 

Tras ese saludo mi mujer me presentó al servicio, diciendo:
-Alberto, te presento a Aung y a Mayi. Son las crías de las que te hablé.
No queriendo quedar como un bruto, las saludé con el típico saludo de esa zona, evitando el contacto físico mientras les daba un repaso con mi mirada. Las dos crías eran ambas estupendo especímenes de mujer de su etnia. Bajitas y guapas, sus caras tenían una dulzura no exenta de sensualidad, sensualidad que se vio confirmada cuando cogiendo mis maletas, las vi caminar rumbo a la salida. El movimiento estudiado de sus traseros, me hizo comprender que bajo las largas y coloreadas faldas que portaban se escondían dos duros culitos que serían un manjar en manos de cualquier hombre.
María descubrió en mi mirada que físicamente esas mujercitas me resultaban atractivas y tratando de forzar mi interés por ellas, me soltó:
-Aunque las veas pequeñitas, son fuertes. Siempre están dispuestas a trabajar y desde que llegaron a casa, no han parado de mimarme.
En ese momento no caí en el tipo de mimos a los que se refería mi esposa pero sus palabras me hicieron observarlas con mayor detenimiento y fue entonces cuando me percaté que aunque casi sin pechos, las dos birmanas tenían unos cuerpos muy apetecibles. Sin llegar a comprender los motivos por los que mi mujer había aceptado meter la tentación en casa, supe que a partir de ese día tendría que combatir las ganas de comprobar de primera mano, la famosa fogosidad de las habitantes de ese país.
Ya fuera del aeropuerto, nos esperaba el conductor que mi mujer había contratado para llevarnos a casa, el cual metió el equipaje mientras mi mujer y yo entrabamos en el vehículo. El coche en cuestión era un viejo taxi londinense donde los ocupantes se sentaban enfrentados, por lo que al entrar Mayi y Aung se colocaron mirando hacia nosotros. Curiosamente, nada más hacerlo, las crías se ocuparon de cerrar las cortinillas de las ventanas de forma que nada de lo que ocurriera en el interior pudiera ser visto por el taxista ni por los viandantes que poblaban las calles a esa hora.
Reconozco que me extrañó su comportamiento pero aun más que mi mujer me besara con pasión mientras me decía lo mucho que me había echado de menos. Como comprenderéis me quedé cortado al sentir las manos de María acariciando mi bragueta por el espectáculo que estábamos dando a esas niñas.
-Cariño, tenemos público- susurré en su oído mientras veía que las dos birmanas no perdían ojo de las maniobras de su jefa.
-Lo sé y eso me pone bruta- contestó totalmente lanzada.

 

Mi vergüenza se incrementó hasta límites inconcebibles cuando obviando mis protestas, mi mujer había sacado mi miembro de su encierro y con total falta de recato, me estaba empezando a pajear. Estuve a punto de rechazar sus caricias pero justo cuando iba a separarla de mí, observé la expresión de los ojos de las muchachas y comprendí que lejos de mostrar rechazo, estaban admirando el modo en que su patrona acariciaba con sus manos mi sexo.
Aunque María nunca había sido una mojigata en lo que respecta al sexo, aun así me sorprendió que sin cortarse un pelo y cuando todavía el taxista no había salido del parking, se arrodillara frente a mí y con una expresión de lujuria que me dejó alucinado, me miró y acercando su cabeza a mi miembro, se apoderó de él con sus labios.
-Relájate y disfruta- me dijo con voz de putón.
Sus palabras y las miradas de satisfacción de nuestras criadas despertaron mi lado perverso y ya convencido colaboré con ella, separando las rodillas de forma que mi pene quedó a la altura de su boca. Tras lo cual y sin mediar palabra abrió sus labios, se lo introdujo en la boca.
“¡Dios! ¡Que gozada!” pensé al sentir su lengua recorriendo mi extensión.
Pese a que nunca me había atraído el exhibicionismo, os tengo que reconocer que me excitó ser objeto de esa mamada mientras dos desconocidas disfrutaban de la escena a escasos centímetros de nosotros. A María debía pasarle algo parecido porque como posesa aceleró sus maniobras y usando la boca como si de su coño se tratase, metió y sacó mi miembro cada vez más rápido. Por su parte, Mayi y Aung como queriendo compartir parte de nuestro placer, se las veía cada vez más interesadas y con sus pezones marcándose bajo su blusa, siguieron las andanzas de mi mujer con una más que clara excitación.
-¿Te gusta que nos miren?- me preguntó María al comprobar que como las observaba.
-Sí- reconocí con la mosca detrás de la oreja.
Mi respuesta exacerbó su calentura y poniéndose a horcajadas sobre mis rodillas, se levantó la falda dejándome descubrir que no llevaba ropa interior. Antes de que me pudiera reponer de la sorpresa al ver su coño desnudo, María cogiendo mi sexo, se ensartó con él. Su inusual lujuria me pilló nuevamente descolocado y más cuando empezando a cabalgar lentamente usando mi pene como soporte, susurró en mi oído:
-¿Te gustaría follártelas?
La sola idea de disfrutar de esas  dos exóticas bellezas me pareció un sueño y llevando mis manos hasta su culo, colaboré con su galope, izando y bajando su cuerpo mientras se empalaba. Todavía no había asimilado su propuesta cuando con tono perverso, me preguntó:
-¿Y ver como ellas me follan?
Imaginarme a mi esposa en manos de esas dos, desbordó mis previsiones. Subyugado por el celo animal que denotaban sus palabras, me apoderé de sus pechos con la lengua  mientras María no dejaba de usar mi verga como instrumento con el que empalarse. Mi excitación ya de por sí enorme, se volvió insoportable cuando sentí su flujo recorriendo mis muslos mientras ella me decía:
-Esta noche te dejaré que las desvirgues, si tú me dejas mirar.

 

La seguridad con la que me lo dijo, me hizo comprender que era cierto y no pudiendo soportar más tiempo, descargué mi simiente en su interior mientras ella seguía cabalgando en busca de su propio placer. Al sentir mi semen bañando su vagina, mi esposa se unió a mí y pegando un sonoro grito, se corrió. La sonrisa con la que las dos birmanas respondieron a nuestro gozo confirmó en silencio todas y cada una de las palabras de María y por eso tras dejarla descansar, le pregunté cómo era posible y a que se debía el hecho que me hiciera tal propuesta.
-¿Recuerdas que te dije que había contratado dos criadas?- preguntó muerta de risa- Pues te mentí. Al quererlas contratar, me equivoqué y compré a estas dos mujercitas.
-No entiendo- respondí alucinado porque, sin ningún tipo de rubor,  me estuviera reconociendo algo así y por eso no pude más que preguntar: -¿Me estás diciendo que no son nuestras empleadas sino nuestras esclavas?
Soltando una carcajada, respondió:
-Así es – y poniendo cara de niña buena, prosiguió diciendo: – Mayi y Aung han resultado de lo mas “serviciales” y me han mimado de muchas formas mientras tú no estabas. Pero ahora que estás aquí, están deseando que su dueño las haga mujer.
Sin todavía llegármelo a creer, insistí:
-Perdona que te pregunte. ¿Las has usado sexualmente?
-Sí, cariño. Cómo estabas de viaje, me han cuidado muy bien en tu ausencia.
El descaro con el que me informó de su desliz lejos de cabrearme, me excitó y pasando mi mano por su pecho, pellizqué uno de sus pezones mientras le decía:
-Eres una puta infiel que se merece un castigo.
María sin inmutarse y con una sonrisa en su boca, contestó:
-Soy tu puta pero no puedo haberte sido infiel, si he usado para satisfacer mis necesidades a esas dos criaturas. Cómo eres su dueño a efectos prácticos, ha sido como si en vez de sus lenguas, hubiera sido tu pene el que me hubiera dado placer durante esta semana.
Descojonado acepté sus razones pero aun así la puse en mis rodillas y dándole una serie de sonoros azotes, castigué su infidelidad. Las risas de María al recibir su castigo y las caras de felicidad que esa dos crías pusieron al verlo incrementaron el morbo que sentía y por eso, con mi pito tieso, deseé llegar a casa mientras me saboreaba pensando en el placer que las tres mujeres me darían esa noche…
Llegamos los cuatro a casa.
La exquisita limpieza del chalet me ratificó que además de haberse ocupado de María, Mayi y Aung también habían cumplido con creces su función como criadas y por eso dejé que en manos de mi esposa lo que ocurriera a partir de ese momento. Con la tranquilidad que da el saber que nada me podía sorprender, dejé que mi mujer me enseñara como quedaban los muebles que había comprado mientras las dos birmanas desaparecían rumbo a la cocina.
Al llegar a el que iba a ser nuestro cuarto, me quedé de piedra al observar que María había cambiado la cama y en vez de la Queen que habíamos elegido, había una enorme King-Size de dos por dos. Ella al ver mi cara, riéndose, me aclaró:
 

 

-Era muy pequeña para los cuatro- y sin darme tiempo para asimilar esa frase, me llevó casi a rastras hasta el baño donde de pronto me encontré a las dos muchachas esperándonos.
Su actitud expectante me hizo reír y mirando a mi mujer, le pregunté qué era lo que me tenía preparado. Muerta de risa, me contestó:
-Pensé que te vendía bien un baño- tras lo cual hizo un gesto a la mayor de las dos.
Aung sabía que esperaba su dueña de ella y acercándose a mí, me empezó a desnudar mientras con cara de recochineo mi esposa se sentaba en una silla que había dejado exprofeso en una esquina del baño. Absortó, dejé que con sus diminutas manos desabrochara su camisa para que desde mi espalda, Mayi me la quitara.
-No te quejaras- dijo riéndose desde su asiento- ¡Dos vírgenes para ti solo!
Ni siquiera contesté porque justo entonces sentí que mientras la pequeña me besaba por detrás, Aung me estaba quitando el cinturón. El morbo de que dos niñas me estuvieran desnudando teniendo como testigo a la mujer con la que me había casado fue estímulo suficiente para que al caer mi pantalón, mi verga ya estuviera dura.
-Se nota que te gustan estas putitas- dijo María con satisfacción al ver mi estado.
Ni que decir tiene que estaba de acuerdo, ningún hombre en su sano juicio diría que no en mi situación y por eso sonreí mientras la oriental se agachaba a mis pies para terminarme de quitar la ropa. Ya totalmente desnudo, entre las dos, me ayudaron a entrar a la bañera y en silencio me empezaron a enjabonar.
Mi erección era brutal y aunque lo que realmente deseaba era desflorar a una de las dos, decidí que lo mejor dar su lugar a mi mujer y por eso mirándola, pregunté:
-¿No te bañas conmigo?
 María con tono triste, me respondió:
-Me gustaría pero hoy es el turno de nuestras zorritas.
Tras lo cual, mediante gestos, las azuzó a que se dieran prisa. Mayi la más morena y también la más joven fue la encargada de aclarar mi cuerpo y retirar los restos de jabón con sus manitas. El tierno modo en que lo hizo me terminó de calentar y viendo que tenía su cara a pocos centímetros de mi pene, no me pude contener y se lo puse en los labios. La morena miró a mi mujer pidiendo su permiso y al obtenerlo, sonriendo, sacó su lengua y empezó a recorrer con ella mi extensión.
-¿Estas segura de que puedo?- pregunté a mi mujer al sentir las caricias de la oriental.
En silencio, María se levantó la falda y separando sus rodillas, llamó a la otra cría  y ya con ella de rodillas, contestó:
-Por supuesto, siempre que dejes que Aung se coma mi chumino mientras tanto.
Como respuesta, presioné con mi verga los labios de Mayi, la cual abrió la boca y se fue introduciendo mi falo mientras con su lengua jugueteaba con mi extensión. Nunca en mi vida supuse que llegaría un día en el que una guapa jovencita me hiciera una mamada mientras otra no menos bella hacía lo propio con el coño de mi esposa y ya completamente dominado por la pasión, la cogí de la cabeza y se lo incrusté hasta el fondo de su garganta.  Sorprendido tanto por mi violencia como por la facilidad con la que la birmana lo había absorbido sin sufrir arcadas, lentamente fui metiendo y sacando mi pene de su boca, disfrutando de ese modo de la humedad y tersura de sus labios.

 

A menos de un metro de nosotros, su amiga lamía sin descanso el sexo de María mientras ella le azuzaba con prolongados gemidos de placer. Comprendí al oír su respiración fui acelerando el compás con el que me follaba la boca de la morenita sin que se quejara. Sintiendo  una extraña sensación de poderío y asumiendo ya que esa niña era de mi propiedad, no intenté retener mi eyaculación y al poco tiempo, exploté en el interior de su boca. Mi nueva y sumisa servidora disfrutó de cada explosión y de cada gota hasta que relamiéndose de gusto, dejó mi polla inmaculada sin resto de semen.
Al acabar de eyacular y mirar hacia donde mi esposa estaba sentada, la vi retorcerse de placer y lejos de sentir celos viéndola disfrutar con otra persona, me sentí feliz al saber que a partir de ese día íbamos a tener una vida sexual de lo más completa y ejerciendo de dueño absoluto de mis tres putas, obligué a las dos birmanas a llevar a mi señora hasta el cuarto.
Una vez allí, me tumbé en la cama e imprimiendo a mi voz de un tono dominante, la miré y le dije:
-Enséñame la mercancía que has comprado.
María sintió un escalofrío de gozo al escuchar esa orden y asumiendo que quizás nunca había sabido sacar de mí esa faceta, respondió:
-¿Cuál quieres que te muestre antes?
Nunca se había mostrado tan sumisa y disfrutando de ese papel, le exigí admirar a las dos a la vez. Obedeciendo con soltura juntó a las dos muchachas y con un gesto les ordenó que se fueran desnudando lentamente. Como si lo hubiesen practicado, Mayi y Aung desabotonaron su falda, dejándola caer al mismo tiempo. La sincronización de sus movimientos y la belleza de las cuatro piernas me hicieron tardar unos segundos en dar mi siguiente orden.  Tras unos momentos babeando de la visión de sus muslos y de los coquetos tangas que apenan cubrían sus sexos, pedí a mi esposa que les diera la vuelta porque quería contemplar sus culos.
Adoptando los modos de una institutriz enseñando a sus pupilas, María las giró y extralimitándose a mis deseos, masajeó sus nalgas mientras me decía:
-Tienen unos traseros duros y bien dispuestos para que los disfrutes- y bajando su mirada como avergonzada, me informó: -Cómo quería preservar su virginidad para que fueras tú quien la tomara y ellas me mostraron que podía usar sus culitos, te tengo que reconocer que ya he gozado usándolos.
Su respuesta me impactó porque no en vano siempre me había negado su entrada trasera y en cambio ahora me acababa de decir que de algún modo las había sodomizado. Tras analizar durante unos instantes, le solté que quería verla haciéndolo. Colorada hasta decir basta, se trató de zafar de mi orden diciendo que antes debía desvirgar a las muchachas pero entonces, usando uan autoridad que desconocía tener sobre ella, le dije:
-O me muestras con una de ellas como lo hacías o seré yo quien te destroce tu hermoso culo.
Mi seria amenaza produjo un efecto imprevisto, bajo su blusa observé que sus pezones se habían erizado delatando la calentura que mi orden había provocado en mi esposa y sin esperar a que la cumpliera se desnudó mientras sacaba de un cajón un arnés con un enorme pene doble adosado. Desde la cama, observé como María se colocaba ese instrumento, metiendo uno de sus extremos en el interior de su sexo. Aung al ver que se lo ponía, dedujo sus deseos y sin que ella tuviese que decírselo se puso a cuatro patas sobre la alfombra.

 

Si ya de por sí eso era los suficiente erótico para que mis hormonas empezaran a reaccionar, más aún lo fue observar a mi esposa mojando sus dedos en su propio coño para acto seguido llevarlos hasta el esfínter de la oriental y separando sus nalgas, empezar a relajarlo con esmero. La chavala al notar a su dueña hurgando en su ano, empezó a gemir de placer sabiendo lo que iba irremediablemente a pasar con su culito.
La escena no solo me calentó a mí sino también a la otra oriental que creyendo llegado su momento, se tumbó a mi lado y maullando como gatita con frio, buscó mi atención pero sobre todo el cobijo de mis brazos. Callado queda dicho que al pegarse a mí y aunque me interesaba observar a María poseyendo a su sumisa, no tuve más remedio que hacerle caso al comprobar el suave tacto de su piel y ayudándola con el resto de su ropa, la dejé desnuda sobre las sábanas.
“¡Qué belleza!”, exclamé mentalmente al admirar la belleza de su pequeño y moreno cuerpo.
Mayi al notar la caricia de mi mirada, se mordió los labios demostrándome un deseo innato y dando sus pechos como ofrenda a su dueño, los depositó en mi boca mientras se subía sobre mí. Reconozco que me mostré poco interesado porque en ese preciso instante, María estaba metiendo el enorme falo que llevaba adosado a su arnés en los intestinos de su momentánea pareja. La chavala tratando de captar mi atención se puso en pie en la cama y separando sus labios inferiores con dos dedos, me mostró que en el interior de su sexo permanecía intacto su himen. La visión de esa tela y saber que podía ser yo quien por fin la hiciera desaparecer fueron motivo suficiente para que me olvidara de mi señora y de los gritos que daba su víctima al ser cabalgada por ella y concentrándome en la morenita, decidí que al ser su primera vez debía de esmerarme.
“Si quiero que sea una amante fogosa, debe de disfrutar al ser desvirgada”, me dije mientras la tumbaba suavemente sobre el colchón.
La chavala malinterpretó mis deseos y agarrando mi pene entre sus manos, intentó que la penetrara pero, rehuyendo su contacto, la obligué a quedarse quieta mientras por gestos le decía que era yo quien mandaba.  La cara de la cría traslució su perplejidad al notar que su dueño en vez de hacer uso de ella directamente, recorría con su lengua su piel bajando desde el cuello rumbo a su sexo. Sabiendo que esa mujercita nunca había probado las delicias del sexo heterosexual, decidí  que tendría cuidado y reiniciando las caricias, fui recorriendo sus pechos, recreándome en sus diminutos pero duros pezones.
-Ahhh- gimió al sentir que usando mis dientes les daba un suave mordisco antes de reiniciar mi ruta para aproximarme lentamente a mi meta. Mi sirvienta, sumisa o lo que fuera, completamente entregada, separó sus rodillas para permitirme tomar posesión de su hasta entonces inviolado tesoro.
Sabiendo que había ganado una escaramuza pero deseando ganar la guerra, pasé cerca de su sexo pero dejándolo atrás, seguí acariciando sus piernas. La oriental se quejó al ver truncado su deseo y dominada por la calentura que abrasaba su interior, se pellizcó  los pechos mientras por señas me rogaba que la hiciera mujer.

 

Si eso ya era de por sí sensual, aún lo fue más observar que su depilado sexo brotaba un riachuelo muestra clara de su deseo. Obviando lo que me pedía mi entrepierna, usé mi lengua para acariciarla cada vez más cerca de su pubis. La pobre chavala, desesperada, aulló de placer cuando, separando sus hinchados labios, me apoderé de su botón. Era tanta su excitación que nada más sentir la húmeda caricia de mi lengua sobre su clítoris, retorciéndose sobre las sábanas, se corrió en mi boca.
“Dos a cero”, pensé y ya más seguro con mi labor, me entretuve durante largo tiempo bebiendo de su coño mientras Mayi unía un orgasmo con el siguiente sin parar.
Seguía machaconamente jugando con su deseo, cuando mi esposa me susurró al oído que ya era hora de que tomara posesión de mi feudo. Al girarme y mirarla, leí en los ojos de María una brutal pasión que nunca había contemplado en ella, por lo que cogiéndola del brazo, la tumbé en la cama junto a la cría y con tono duro, le solté:
-Quiero verte comiéndole los pechos mientras la poseo.
Poseída por un frenesí desconocido, mi mujer se lanzó a mamar de esos pechitos mientras Mayi esperaba con las piernas totalmente separadas que por fin su dueño la desflorara. Su expresión de genuino deseo me hizo comprender  que todo en ella  ansiaba ser tomada, por lo que, si mas prolegómeno,  aproximé mi glande  a su sexo y haciéndola sufrir, jugueteé con su clítoris hasta que ella llorando me rogo por gestos que la hiciera suya.
Comportándome como su dueño y maestro, introduje mi pene con cuidado en su interior hasta  que chocó contra su himen.  Una vez allí, esperé que ella se relajara. Pero entonces, echándose hacia adelante, forzó mi penetración y de un solo golpe, se enterró toda mi extensión en su vagina. La chavalita pegó un grito al sentir que su virginidad desaparecía y sin esperar a que su sexo se acostumbrara a esa incursión, con lágrimas en los ojos pero con una sonrisa en los labios se empezó a mover, metiendo y sacando mi pene de su interior.
Mi esposa que hasta entonces se había mantenido a la expectativa al ver el placer en la mirada de la chinita, obligó a la otra a que nos ayudara a derribar las últimas defensas de su amiga. Aung no se hizo de rogar y mientras daba cuenta de uno de los pechos de Mayi, llevó su mano hasta su imberbe coñito y la empezó a masturbar.
Los gemidos de la mujercita al sentir ese triple estímulo no tardaron en llegar al no ser capaz de asimilar que esas dos mujeres le estuvieran comiendo los pechos y pajeándola mientras sentían en su interior la furia de mi acoso. Al escuchar su gozo, incrementé el ritmo de mis embestidas. La facilidad con la que mi pene entraba y salía de su interior, me confirmó que esa niña estaba disfrutando con la experiencia  y ya sin preocuparme por hacerla daño, la penetré con fiereza. La hasta esa noche virgen cría no tardó en correrse mientras me rogaba con el movimiento de sus caderas que siguiera haciéndole el amor.
-¿Le gusta a mi putita  que su dueño se la folle?-, pregunté sin esperar respuesta al sentir que por segunda vez, esa mujercita llegaba al orgasmo.
Ya abducido por mis deseos, la agarré de los pechos y profundizando en mi penetración, forcé su pequeño cuerpo hasta que mi pene chocó con la pared de su vagina. Una y otra vez, usé mi pene como martillo con el que asolar cualquier resistencia de esa oriental hasta que cogiéndola de los hombros, regué su interior  sin pensar en que al contrario que en mi esposa, su vientre podía hacer germinar mi simiente.
La chavala al sentir su coño encharcado con su flujo y mi semen, sonrió satisfecha. Aunque en ese momento no lo sabía,  esa noche no solo la había desvirgado, sino que le había mostrado un futuro prometedor donde  podría ser  feliz dejando atrás los traumas de su infancia y posando  su cabeza sobre mi pecho, me miró como se adora a un rey.
Su mirada no le pasó inadvertida a María, la cual, alegremente me abrazó y susurrando en mi oído, dijo:
-Cariño, mira su cara de felicidad. ¡Has conseguido que esta niña se enamore de ti!
Sus palabras me hicieron fijarme y mirando a esa dulzura de cría que reposaba en mi pecho, comprendí que tenía razón porque al percatarse que la estaba mirando, Mayi se revolvió avergonzada y quizás creyendo que iba a zafarme de ella, me abrazó con fuerza.
-Lo ves- insistió mi mujer. –Aunque no nos entiende,  la cría sabe que  estamos hablando de ella y no quiere que te separes de su lado.
Conociendo las enormes carencias afectivas de esa dos mujercitas, llamé a Aung a nuestro lado y tumbándola junto a nosotros, nos quedamos los cuatro en la cama mientras pensaba en cómo había cambiado nuestra vida por un error. Seguía todavía dando vueltas a ese asunto cuando María comentó:
-Cariño, la otra cría está esperando ser tuya. ¿Te parece que vaya empezando yo mientras descansas?

 

Solté una carcajada al escucharla porque no tuve que ser un genio para comprender que mi mujer estaba encaprichada con esa chavala y su pregunta era una mera excusa para poseerla nuevamente.
 
 
Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es

¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

 

“Las jefas, esas putas que todo el mundo desea” (POR GOLFO) Libro para descargar

$
0
0

JEFAS PORTADA2

Sinopsis:

Seleccion de los mejores relatos de Golfo sobre una jefa. 120 páginas en las que disfrutarás leyendo diferentes historias de ellas disfrutando o sufriendo con el sexo.

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

http://www.amazon.com/jefas-esas-putas-mundo-desea-ebook/dp/B015QIL9M8/

Para que podías echarle un vistazo, os anexo el primer capítulo:

Acosado por mi jefa, la reina virgen.
―Manuel, la jefa quiere verte― me informó mi secretaria nada más entrar ese lunes a la oficina.
―¿Sabes que es lo que quiere?― le pregunté, cabreado.
―Ni idea pero está de muy mala leche― María me respondió, sabiendo que una llamada a primera hora significaba que esa puta iba a ordenar trabajo extra a todo el departamento.
“Mierda”, pensé mientras me dirigía a su despacho.
Alicia Almagro, no solo era mi jefa directa sino la fundadora y dueña de la empresa. Aunque era insoportable, tengo que reconocer que fue la inteligencia innata de esa mujer, el factor que me hizo aceptar su oferta de trabajo hacía casi dos años. Todavía recuerdo como me impresionó oír de la boca de una chica tan joven las ideas y proyectos que tenía en mente. En ese momento, yo era un consultor senior de una de las mayores empresas del sector y por lo tanto a mis treinta años tenía una gran proyección en la multinacional americana en la que trabajaba, pero aun así decidí embarcarme en la aventura con esa mujer.
El tiempo me dio la razón, gracias a ella, el germen de la empresa que había creado se multiplicó como la espuma y, actualmente, tenía cerca de dos mil trabajadores en una veintena de países. Mi desarrollo profesional fue acorde a la evolución de la compañía y no solo era el segundo al mando sino que esa bruja me había hecho millonario al cederme un cinco por ciento de las acciones pero, aun así, estaba a disgusto trabajando allí.
Pero lo que tenía de brillante, lo tenía de hija de perra. Era imposible acostumbrarse a su despótica forma de ser. Nunca estaba contenta, siempre pedía más y lo que es peor para ella no existían ni las noches ni los fines de semana. Menos mal que era soltero y no tenía pareja fija, no lo hubiera soportado, esa arpía consideraba normal que si un sábado a las cinco de la mañana, se le ocurría una nueva idea, todo su equipo se levantara de la cama y fuera a la oficina a darle forma. Y encima nunca lo agradecía.
Durante el tiempo que llevaba bajo sus órdenes, tuve que dedicar gran parte de mi jornada a resolver los problemas que su mal carácter producía en la organización. Una vez se me ocurrió comentarle que debía ser más humana con su gente, a lo que me respondió que si acaso no les pagaba bien. Al contestarle afirmativamente, me soltó que con eso bastaba y que si querían una mamá, que se fueran a casa.
―¿Se puede?― pregunté al llegar a la puerta de su despacho y ver que estaba al teléfono. Ni siquiera se dignó a contestarme, de forma que tuve que esperar cinco minutos, de pie en el pasillo hasta que su majestad tuvo la decencia de dejarme pasar a sus dominios.
Una vez, se hubo despachado a gusto con su interlocutor, con una seña me ordenó que pasara y me sentara, para sin ningún tipo de educación soltarme a bocajarro:
―Me imagino que no tienes ni puñetera idea del mercado internacional de la petroquímica.
―Se imagina bien― le contesté porque, aunque tenía bastante idea de ese rubro, no aguantaría uno de sus temidos exámenes sobre la materia.
―No hay problema, te he preparado un breve dosier que debes aprenderte antes del viernes― me dijo señalando tres gruesos volúmenes perfectamente encuadernados.
Sin rechistar, me levanté a coger la información que me daba y cuando ya salía por la puerta, escuché que preguntaba casi a voz en grito, que donde iba:
―A mi despacho, a estudiar― respondí bastante molesto por su tono.
La mujer supo que se había pasado pero, incapaz de pedir perdón, esperó que me sentara para hablar:
―Sabes quién es Valentín Pastor.
―Claro, el magnate mexicano.
―Pues bien, gracias a un confidente me enteré de las dificultades económicas de la mayor empresa de la competencia y elaboré un plan mediante el cual su compañía podía absorberla a un coste bajísimo. Ya me conoces, no me gusta esperar que los clientes vengan a mí y por eso, en cuanto lo hube afinado, se lo mandé directamente.
Sabiendo la respuesta de antemano, le pregunté si le había gustado. Alicia, poniendo su típica cara de superioridad, me contestó que le había encantado y que quería discutirlo ese mismo fin de semana.
―Entonces, ¿cuál es el problema?.
Al mirarla esperando una respuesta, la vi ruborizarse antes de contestar:
―Como el Sr. Pastor es un machista reconocido y nunca hubiera prestado atención a un informe realizado por una mujer, lo firmé con tu nombre.
Que esa zorra hubiera usurpado mi personalidad, no me sorprendió en demasía, pero había algo en su actitud nerviosa que no me cuadraba y conociéndola debía ser cuestión de dinero:
―¿De cuánto estamos hablando?―
―Si sale este negocio, nos llevaríamos una comisión de unos quince millones de euros.
―¡Joder!― exclamé al enterarme de la magnitud del asunto y poniéndome en funcionamiento, le dije que tenía que poner a todo mi equipo a trabajar si quería llegar a la reunión con mi equipo preparado.
―Eso no es todo, Pastor ha exigido privacidad absoluta y por lo tanto, esto no puede ser conocido fuera de estas paredes.
―¿Me está diciendo que no puedo usar a mi gente para preparar esa reunión y que encima debo de ir solo?.
―Fue muy específico con todos los detalles. Te reunirás con él en su isla el viernes en la tarde y solo puede acompañarte tu asistente.
―Alicia, disculpe… ¿de qué me sirve un asistente al que no puedo siquiera informar de que se trata?. Para eso, prefiero ir solo.
―Te equivocas. Tu asistente sabe ya del tema mucho más de lo que tú nunca llegaras a conocer y estará preparado para resolver cualquier problema que surja.
Ya completamente mosqueado, porque era una marioneta en sus manos, le solté:
―Y ¿Cuándo voy a tener el placer de conocer a ese genio?
En su cara se dibujó una sonrisa, la muy cabrona estaba disfrutando:
―Ya la conoces, seré yo quien te acompañe.

Después de la sorpresa inicial, intenté disuadirla de que era una locura. La presidenta de una compañía como la nuestra no se podía hacer pasar por una ayudante. Si el cliente lo descubría el escándalo sería máximo y nos restaría credibilidad.
―No te preocupes, jamás lo descubrirá.
Sabiendo que no había forma de hacerle dar su brazo a torcer, le pregunté cual eran los pasos que había que seguir.
―Necesito que te familiarices con el asunto antes de darte todos los pormenores de mi plan. Vete a casa y mañana nos vemos a las siete y media― me dijo dando por terminada la reunión.
Preocupado por no dar la talla ante semejante reto, me fui directamente a mi apartamento y durante las siguientes dieciocho horas no hice otra cosa que estudiar la información que esa mujer había recopilado.
Al día siguiente, llegué puntualmente a la cita. Alicia me estaba esperando y sin más prolegómenos, comenzó a desarrollar el plan que había concebido. Como no podía ser de otra forma, había captado el mensaje oculto que se escondía detrás de unas teóricamente inútiles confidencias de un amigo y había averiguado que debido a un supuesto éxito de esa empresa al adelantarse a la competencia en la compra de unos stocks, sin darse cuenta había abierto sin saberlo un enorme agujero por debajo de la línea de flotación y esa mujer iba a provecharlo para parar su maquinaria y así hacerse con ella, a un precio ridículo.
Todas mis dudas y reparos, los fue demoliendo con una facilidad pasmosa, por mucho que intenté encontrar una falla me fue imposible. Derrotado, no me quedó más remedio que felicitarle por su idea.
―Gracias― me respondió, ―ahora debemos conseguir que asimiles todos sus aspectos. Tienes que ser capaz de exponerlo de manera convincente y sin errores.
Ni siquiera me di por aludido, la perra de mi jefa dudaba que yo fuera capaz de conseguirlo y eso que en teoría era, después de ella, el más valido de toda la empresa. Para no aburriros os tengo que decir que mi vida durante esos días fue una pesadilla, horas de continuos ensayos, repletos de reproches y nada de descanso.
Afortunadamente, llegó el viernes. Habíamos quedado a las seis de la mañana en el aeropuerto y queriendo llegar antes que ella, me anticipé y a las cinco ya estaba haciendo cola frente al mostrador de la aerolínea. La tarde anterior habíamos mandado a un empleado a facturar por lo que solo tuve que sacar las tarjetas de embarque y esperar.
Estaba tomándome un café, cuando vi aparecer por la puerta de la cafetería a una preciosa rubia de pelo corto con una minifalda aún más exigua. Sin ningún tipo de reparo, me fijé que la niña no solo tenía unas piernas perfectas sino que lucía unos pechos impresionantes.
Babeando, fui incapaz de reaccionar cuando, sin pedirme permiso, se sentó en mi mesa.
―Buenos días― me dijo con una sonrisa.
Sin ser capaz de dejar de mirarle los pechos, caí en la cuenta que ese primor no era otro que mi jefa. Acostumbrado a verla escondida detrás de un anodino traje de chaqueta y un anticuado corte de pelo nunca me había fijado que Alicia era una mujer y que encima estaba buena.
―¿Qué opinas?, ¿te gusta mi disfraz?.
No pude ni contestar. Al haberse teñido de rubia, sus facciones se habían dulcificado, pero su tono dictatorial seguía siendo el mismo. Nada había cambiado. Como persona era una puta engreída y vestida así, parecía además una puta cara.
―¿Llevas todos los contratos?. Aún tenemos una hora antes de embarcar y quiero revisar que no hayas metido la pata.
Tuve que reprimir un exabrupto y con profesionalidad, fui numerando y extendiéndole uno a uno todos los documentos que llevábamos una semana desarrollando. Me sentía lo que era en manos de esa mujer, un perrito faldero incapaz de revelarse ante su dueña. Si me hubiese quedado algo de dignidad, debería de haberme levantado de la mesa pero esa niña con aspecto de fulana me había comprado hace dos años y solo me quedaba el consuelo que, al menos, los números de mi cuenta corriente eran aún más grandes que la humillación que sentía.
Escuché con satisfacción que teníamos que embarcar, eso me daba un respiro en su interrogatorio. Alicia se dirigió hacia el finger de acceso al avión, dejándome a mí cargando tanto mi maletín como el suyo pero, por vez primera, no me molestó, al darme la oportunidad de contemplar el contoneo de su trasero al caminar. Estaba alucinado. El cinturón ancho, que usaba como falda, resaltaba la perfección de sus formas y para colmo, descubrí que esa zorra llevaba puesto un coqueto tanga rojo.
“Joder”, pensé, “llevo dos años trabajando para ella y nunca me había dado cuenta del polvo que tiene esta tía”.
Involuntariamente, me fui excitando con el vaivén de sus caderas, por lo que no pude evitar que mi imaginación volara y me imaginara como sería Alicia en la cama.
―Seguro que es frígida― murmuré.
―No lo creo― me contestó un pasajero que me había oído y que al igual que yo, estaba ensimismado con su culo, ―tiene pinta de ser una mamona de categoría.
Solté una carcajada por la burrada del hombre y dirigiéndome a él, le contesté:
―No sabe, usted, cuánto.
Esa conversación espontánea, me cambió el humor, y sonriendo seguí a mi jefa al interior del avión.

El viaje.
Debido a que nuestros billetes eran de primera clase, no tuvimos que recorrer el avión para localizar nuestros sitios. Nada más acomodarse en su asiento, Alicia me hizo un repaso de la agenda:
―Como sabes, tenemos que hacer una escala en Santo Domingo, antes de coger el avión que nos llevará a la isla privada del capullo de Pastor. Allí llegaremos como a las ocho la tarde y nada más llegar, su secretaria me ha confirmado que tenemos una cena, por lo que debemos descansar para llegar en forma.
―Duerma― le contesté,― yo tengo que revisar unos datos.
Ante mi respuesta, la muchacha pidió agua a la azafata y sacando una pastilla de su bolso, se la tomó, diciendo:
―Orfidal. Lo uso para poder descansar.
No me extrañó que mi jefa, con la mala baba que se marcaba, necesitara de un opiáceo para dormir.
“La pena es que no se tome una sobredosis”, pensé y aprovechando que me dejaba en paz, me puse a revisar el correo de mi ordenador por lo que no me di cuenta cuando se durmió.
Al terminar fue, cuando al mirarla, me quedé maravillado.
Alicia había tumbado su asiento y dormida, el diablo había desaparecido e, increíblemente, parecía un ángel. No solo era una mujer bellísima sino que era el deseo personificado. Sus piernas perfectamente contorneadas, daban paso a una estrecha cintura que se volvía voluptuosa al compararse con los enormes pechos que la naturaleza le había dotado.
Estaba observándola cuando, al removerse, su falda se le subió dejándome ver la tela de su tanga. Excitado, no pude más que acomodar mi posición para observarla con detenimiento.
“No comprendo porque se viste como mojigata”, me dije, “esta mujer, aunque sea inteligente, es boba. Con ese cuerpo podría tener al hombre que quisiera”.
En ese momento, salió de la cabina, uno de los pilotos y descaradamente, le dio un repaso. No comprendo por qué pero me cabreó esa ojeada y moviendo a mi jefa, le pregunté si quería que la tapase. Ni siquiera se enteró, el orfidal la tenía noqueada. Por eso cogiendo una manta, la tapé y traté de sacarla de mi mente.
Me resultó imposible, cuanto más intentaba no pensar en ella, más obsesionado estaba. Creo que fue mi larga abstinencia lo que me llevó a cometer un acto del que todavía hoy, no me siento orgulloso. Aprovechando que estábamos solos en el compartimento de primera, disimulando metí mi mano por debajo de la manta y empecé a recorrer sus pechos.
“Qué maravilla”, pensé al disfrutar de la suavidad de su piel. Envalentonado, jugué con descaro con sus pezones. Mi victima seguía dormida, al contrario que mi pene que exigía su liberación. Sabiendo que ya no me podía parar, cogí otra manta con la que taparme y bajándome la bragueta, lo saqué de su encierro. Estaba como poseído, el morbo de aprovecharme de esa zorra era demasiado tentador y, por eso, deslizando mi mano por su cuerpo, empecé a acariciar su sexo.
Poco a poco, mis caricias fueron provocando que aunque Alicia no fuera consciente, su cuerpo se fuera excitando y su braguita se mojara. Al sentir que la humedad de su cueva, saqué mi mano y olisqueé mis dedos. Un aroma embriagador recorrió mis papilas y ya completamente desinhibido, me introduje dentro de su tanga y comencé a jugar con su clítoris mientras con la otra mano me empezaba a masturbar.
Creo que Alicia debía de estar soñando que alguien le hacia el amor, porque entre dientes suspiró. Al oírla, supe que estaba disfrutando por lo que aceleré mis toqueteos. La muchacha ajena a la violación que estaba siendo objeto abrió sus piernas, facilitando mis maniobras. Dominado por la lujuria, me concentré en mi excitación por lo que coincidiendo con su orgasmo, me corrí llenando de semen la manta que me tapaba.
Al haberme liberado, la cordura volvió y avergonzado por mis actos, acomodé su ropa y me levanté al baño.
“La he jodido”, medité al pensar en lo que había hecho, “solo espero que no se acuerde cuando despierte, sino puedo terminar hasta en la cárcel”.
Me tranquilicé al volver a mi asiento y comprobar que la cría seguía durmiendo.
“Me he pasado”, me dije sin reconocer al criminal en que, instantes antes, me había convertido.
El resto del viaje, fue una tortura. Durante cinco horas, mi conciencia me estuvo atormentando sin misericordia, rememorando como me había dejado llevar por mi instinto animal y me había aprovechado de esa mujer que plácidamente dormía a mi lado. Creo que fue la culpa lo que me machacó y poco antes de aterrizar, me quedé también dormido.
―Despierta― escuché decir mientras me zarandeaban.
Asustado, abrí los ojos para descubrir que era Alicia la que desde el pasillo me llamaba.
―Ya hemos aterrizado. Levántate que no quiero perder el vuelo de conexión.
Suspiré aliviado al percatarme que su tono no sonaba enfadado, por lo que no debía de recordar nada de lo sucedido. Con la cabeza gacha, recogí nuestros enseres y la seguí por el aeropuerto.
La mujer parecía contenta. Pensé durante unos instantes que era debido a que aunque no lo supiera había disfrutado pero, al ver la efectividad con la que realizó los tramites de entrada, recordé que siempre que se enfrentaba a un nuevo reto, era así.
“Una ejecutiva agresiva que quería sumar un nuevo logro a su extenso curriculum”.
El segundo trayecto fue corto y en dos horas aterrizamos en un pequeño aeródromo, situado en una esquina de la isla del magnate. Al salir de las instalaciones, nos recogió la secretaria de Pastor, la cual después de saludarme y sin dirigirse a la que teóricamente era mi asistente, nos llevó a la mansión donde íbamos a conocer por fin a su jefe.
Me quedé de piedra al ver donde nos íbamos a quedar, era un enorme palacio de estilo francés. Guardando mis culpas en el baúl de los recuerdos, me concentré en el negocio que nos había llevado hasta allí y decidí que tenía que sacar ese tema hacia adelante porque el dinero de la comisión me vendría bien, por si tenía que dejar de trabajar en la empresa.
Un enorme antillano, vestido de mayordomo, nos esperaba en la escalinata del edificio. Habituado a los golfos con los que se codeaba su jefe, creyó que Alicia y yo éramos pareja y, sin darnos tiempo a reaccionar, nos llevó a una enorme habitación donde dejó nuestro equipaje, avisándonos que la cena era de etiqueta y que, en una hora, Don Valentín nos esperaba en el salón de recepciones.
Al cerrar la puerta, me di la vuelta a ver a mi jefa. En su cara, se veía el disgusto de tener que compartir habitación conmigo.
―Perdone el malentendido. Ahora mismo, voy a pedir otra habitación para usted― le dije abochornado.
―¡No!― me contestó cabreada,― recuerda que este tipo es un machista asqueroso, por lo tanto me quedo aquí. Somos adultos para que, algo tan nimio, nos afecte. Lo importante es que firme el contrato.
Asentí, tenía razón.
Esa perra, ¡siempre tenía razón!.
―Dúchate tú primero pero date prisa, porque hoy tengo que arreglarme y voy a tardar.
Como no tenía más remedio, saqué el esmoquin de la maleta y me metí al baño dejando a mi jefa trabajando con su ordenador. El agua de la ducha no pudo limpiar la desazón que tener a ese pedazo de mujer compartiendo conmigo la habitación y saber que lejos de esperarme una dulce noche, iba a ser una pesadilla, por eso, en menos de un cuarto de hora y ya completamente vestido, salí para dejarla entrar.
Ella al verme, me dio un repaso y por primera vez en su vida, me dijo algo agradable:
―Estás muy guapo de etiqueta.
Me sorprendió escuchar un piropo de su parte pero cuando ya me estaba ruborizando escuché:
―Espero que no se te suba a la cabeza.
―No se preocupe, sé cuál es mi papel― y tratando de no prolongar mi estancia allí, le pedí permiso para esperarla en el salón.
―Buena idea― me contestó.― Así, no te tendré fisgando mientras me cambio.
Ni me digné a contestarla y saliendo de la habitación, la dejé sola con su asfixiante superioridad. Ya en el pasillo, me di cuenta que no tenía ni idea donde se hallaba, por lo que bajando la gigantesca escalera de mármol, pregunté a un lacayo. Este me llevó el salón donde al entrar, me topé de frente con mi anfitrión.
―Don Valentín― le dije extendiéndole mi mano, ―soy Manuel Pineda.
―Encantado muchacho― me respondió, dándome un apretón de manos, ―vamos a servirnos una copa.
El tipo resultó divertido y rápidamente congeniamos, cuando ya íbamos por la segunda copa, me dijo:
―Aprovechando que es temprano, porque no vemos el tema que te ha traído hasta acá.
―De acuerdo― le contesté,― pero tengo que ir por mis papeles a la habitación y vuelvo.
―De acuerdo, te espero en mi despacho.
Rápidamente subí a la habitación, y tras recoger la documentación, miré hacia el baño y sorprendido descubrí que no había cerrado la puerta y a ella, desnuda, echándose crema. Asustado por mi intromisión, me escabullí huyendo de allí con su figura grabada en mi retina.
“¡Cómo está la niña!”, pensé mientras entraba a una de las reuniones más importantes de mi vida.
La que en teoría iba a ser una reunión preliminar, se prolongó más de dos horas, de manera que cuando llegamos al salón, me encontré con que todo el mundo nos esperaba. Alicia enfundada en un provocativo traje de lentejuelas. Aprovechando el instante, recorrí su cuerpo con mi mirada, descubriendo que mi estricta jefa no llevaba sujetador y que sus pezones se marcaban claramente bajo la tela. En ese momento se giró y al verme, me miró con cara de odio. Solo la presencia del magnate a mi lado, evitó que me montara un escándalo.
―¿No me vas a presentar a tu novieta?― preguntó Don Valentín al verla. Yo, obnubilado por su belleza, tardé en responderle por lo que Alicia se me adelantó:
―Espero que el bobo de Manuel no le haya aburrido demasiado, perdónele es que es muy parado. Me llamo Alicia.
El viejo, tomándose a guasa el puyazo de mi supuesta novia, le dio dos besos y dirigiéndose a mí, me soltó:
―Te has buscado una hembra de carácter y encima se llama como tu jefa, lo tuyo es de pecado.
―Ya sabe, Don Valentín, que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Contra todo pronóstico, la muchacha se rio y cogiéndome del brazo, me hizo una carantoña mientras me susurraba al oído:
―Me puedes acompañar al baño.
Disculpándome de nuestro anfitrión, la seguí. Ella esperó a que hubiéramos salido del salón para recriminarme mi ausencia. Estaba hecha una furia.
―Tranquila jefa. No he perdido el tiempo, tengo en mi maletín los contratos ya firmados, todo ha ido a la perfección.
Cabreada, pero satisfecha, me soltó:
―Y ¿por qué no me esperaste?.
―Comprenderá que no podía decirle que tenía que esperar a que mi bella asistente terminase de bañarse para tener la reunión.
―Cierto, pero aun así debías haber buscado una excusa. Ahora volvamos a la cena.
Cuando llegamos, los presentes se estaban acomodando en la mesa. Don Valentín nos había reservado los sitios contiguos al suyo, de manera que Alicia tuvo que sentarse entre nosotros. Al lado del anfitrión estaba su novia, una preciosa mulata de por lo menos veinte años menos que él. La cena resultó un éxito, mi jefa se comportó como una damisela divertida y hueca que nada tenía que ver con la dura ave de presa a la que me tenía acostumbrado.
Con las copas, el ambiente ya de por si relajado, se fue tornando en una fiesta. La primera que bebió en demasía fue Alicia, que nada más empezar a tocar el conjunto, me sacó a bailar. Su actitud desinhibida me perturbó porque, sin ningún recato, pegó su cuerpo al mío al bailar.
La proximidad de semejante mujer me empezó a afectar y no pude más que alejarme de ella para que no notara que mi sexo crecía sin control debajo de mi pantalón. Ella, al notar que me separaba, me cogió de la cintura y me obligó a pegarme nuevamente. Fue entonces cuando notó que una protuberancia golpeaba contra su pubis y cortada, me pidió volver a la mesa.
En ella, el dueño de la casa manoseaba a la mulata, Al vernos llegar, miró con lascivia a mi acompañante y me soltó:
―Muchacho, tenemos que reconocer que somos dos hombres afortunados al tener a dos pedazos de mujeres para hacernos felices.
―Lo malo, Don Valentín, es que hacerles felices es muy fácil. No sé si su novia estará contenta pero Manuel me tiene muy desatendida.
Siguiendo la broma, contesté la estocada de mi jefa, diciendo:
―Sabes que la culpa la tiene la señora Almagro que me tiene agotado.
―Ya será para menos― dijo el magnate― tengo entendido que tu presidenta es de armas tomar.
―Si― le contesté, ―en la empresa dicen que siempre lleva pantalones porque si llevara falda, se le verían los huevos.
Ante tamaña salvajada, mi interlocutor soltó una carcajada y llamando al camarero pidió una botella de Champagne.
―Brindemos por la huevuda, porque gracias a ella estamos aquí.
Al levantar mi copa, miré a Alicia, la cual me devolvió una mirada cargada de odio. Haciendo caso omiso, brindé con ella. Como la perfecta hija de puta que era, rápidamente se repuso y exhibiendo una sonrisa, le dijo a Don Valentín que estaba cansada y que si nos permitía retirarnos.
El viejo, aunque algo contrariado por nuestra ida, respondió que por supuesto pero que a la mañana siguiente nos esperaba a las diez para que le acompañáramos de pesca.
Durante el trayecto a la habitación, ninguno de los dos habló pero nada más cerrar la puerta, la muchacha me dio un sonoro bofetón diciendo:
―Con que uso pantalón para esconder mis huevos― de sus ojos dos lágrimas gritaban el dolor que la consumía.
Cuando ya iba a disculparme, Alicia bajó los tirantes de su vestido dejándolo caer y quedando desnuda, me gritó:
―Dame tus manos.
Acojonado, se las di y ella, llevándolas a sus pechos, me dijo:
―Toca. Soy, ante todo, una mujer.
Sentir sus senos bajo mis palmas, me hizo reaccionar y forzando el encuentro, la besé. La muchacha intentó zafarse de mi abrazo, pero lo evité con fuerza y cuando ella vio que era inútil, me devolvió el beso con pasión.
Todavía no comprendo cómo me atreví, pero cogiéndola en brazos, le llevé a la cama y me empecé a desnudar. Alicia me miraba con una mezcla de deseo y de terror. Me daba igual lo que opinara. Después de tanto tiempo siendo ninguneado por ella, esa noche decidí que iba a ser yo, el jefe.
Tumbándome a su lado, la atraje hacía mí y nuevamente con un beso posesivo, forcé sus labios mientras mis manos acariciaban su trasero. La mujer no solo se dejó hacer, sino que con sus manos llevó mi cara a sus pechos.
Me estaba dando entrada, por lo que en esta ocasión y al contrario de lo ocurrido en el avión, no la estaba forzando. Con la tranquilidad que da el ser deseado, fui aproximándome con la lengua a una de sus aureolas, sin tocarla. Sus pezones se irguieron esperando el contacto, mientras su dueña suspiraba excitada.
Cuando mi boca se apoderó del pezón, Alicia no se pudo reprimir y gimió, diciendo:
―Hazme tuya pero, por favor, trátame bien― y avergonzada, prosiguió diciendo, ―soy virgen.
Tras la sorpresa inicial de saber que ese pedazo de mujer nunca había probado las delicias del sexo, el morbo de ser yo quien la desflorara, me hizo prometerle que tendría cuidado y reiniciando las caricias, fui recorriendo su cuerpo, aproximándome lentamente a mi meta.
Alicia, completamente entregada, abrió sus piernas para permitirme tomar posesión de su tesoro, pero en contra de lo que esperaba, pasé de largo acariciando sus piernas.
Oí como se quejaba, ¡quería ser tomada!.
Desde mi posición, puede contemplar como mi odiada jefa, se retorcía de deseo, pellizcando sus pechos mientras, con los ojos, me imploraba que la hiciera mujer. Si eso ya era de por sí, excitante aún lo fue más observar que su sexo, completamente depilado, chorreaba.
Usando mi lengua, fui dibujando un tortuoso camino hacia su pubis. Los gemidos callados de un inicio se habían convertido en un grito de entrega. Cuando me hallaba a escasos centímetros de su clítoris, me detuve y volví a reiniciar mi andadura por la otra pierna. Alicia cada vez más desesperada se mordió los labios para no correrse cuando sintió que me aproximaba. Vano intento porque cuando, separando sus labios, me apoderé de su botón, se corrió en mi boca.
Era su primera vez y por eso me entretuve durante largo tiempo, bebiendo de su fuente y jugando con su deseo.
Poseída por un frenesí hasta entonces desconocido, me ordenó que la desvirgara pero, en vez de obedecerla pasé por alto su exigencia y seguí en mi labor de asolar hasta la última de sus defensas. Usando mi lengua, me introduje en su vulva mientras ella no dejaba de soltar improperios por mi desobediencia.
Molesto, le exigí con un grito que se callara.
Se quedó muda por la sorpresa:
“Su dócil empleado ¡le había dado una orden!”.
Sabiendo que la tenía a mi merced, busqué su segundo orgasmo. No tardó en volver a derramarse sobre las sabanas, tras lo cual me separé de ella, tumbándome a su lado.
Agotada, tardó unos minutos en volver en sí, mientras eso ocurría, disfruté observando su cuerpo y su belleza. Mi jefa era un ejemplar de primera. Piernas perfectamente contorneadas, daban paso a una cadera de ensueño, siendo rematadas por unos pechos grandes y erguidos. En su cara, había desaparecido por completo el rictus autoritario que tanto la caracterizaba y en ese instante, no era dureza sino dulzura lo que reflejaba.
Al incorporarse, me miró extrañada que habiendo sido vencida, no hubiese hecho uso de ella. Cogiendo su cabeza, le di un beso tras lo cual le dije:
―Has bebido. Aunque eres una mujer bellísima y deseo hacerte el amor, no quiero pensar mañana que lo has hecho por el alcohol.
―Pero― me contestó mientras se apoderaba de mi todavía erguido sexo con sus manos,―¡quiero hacerlo!.
Sabiendo que no iba a poder aguantar mucho y que como ella siguiera acariciado mi pene, mi férrea decisión iba a disolverse como un azucarillo, la agarré y pegando su cara a la mía, le solté:
―¿Qué es lo que no has entendido?. Te he dicho que en ese estado no voy aprovecharme de ti. ¡Esta noche no va a ocurrir nada más!. Así que sé una buena niña y abrázame.
Pude leer en su cara disgusto pero también determinación y cuando ya creía que se iba a poner a gritar, sonrió y poniendo su cara en mi pecho, me abrazó.

 

Relato erótico: “MELODY” (PUBLICADO POR MALEANTE)

$
0
0

 

Salud y buena fortuna! Lo primero dar las gracias a los que tan esperanzadores comentarios me han melody 1.1dejado con la saga de “Las tres reinas”. ¡La verdad ni me lo esperaba! La tercer entrega está en camino (he estado liadillo últimamente y ahora mismo estoy fuera del país). Aun así me las he apañado para hacer este pequeño relato independiente con una de las ideas locas que rondaban por mi cabeza. Espero que lo disfrutéis. Os prometo que trabajaré más en la tercera entrega. He intentaré publicarla pronto. Agradezco el feedback que me podáis dar. Si queréis contactar conmigo podéis hacerlo en lemaleante@gmail.com. Qué os vaya bonito y muchísimas gracias!

……………………………………………………………………………………………………………………..

No voy a mentir diciendo que fue una tarde especial. Es decir… Sí lo fue. Pero no había en la atmosfera nada que advirtiera de ello. Ni había pajaritos cantando una melodía feliz, ni bajó un ejército de ángeles tocando trompetas ni un grupo de hermosas jóvenes arrojaba pétalos de rosa a melody 1.3mi paso. En vez de eso el día comenzó como siempre. Una mañana gris, en una ciudad con calles tristes y gente sin rumbo para ir a un trabajo de mierda. Según tenía entendido era muy común que la gente se suicidara allí. A estas alturas ni me sorprendía. Quizá yo hubiera hecho lo mismo. Si no fuera por lo único que me ata a este mundo. Dicen que los objetos no traen la felicidad. Pues es mentira. O al menos en mi caso lo es. No es que viva en una pocilga pero tampoco es para tirar cohetes. Lo poco que me puedo permitir con un sueldo minúsculo. Pero en fin. Siempre que me levanto veo mis razones para vivir. Una guitarra eléctrica con algunos golpes y arañazos junto con un amplificador pequeño bastante viejo que no recuerdo como conseguí y un par de guitarras clásica y acústica en similar estado. Un teclado que a veces le da por funcionar, una batería que he arreglado varias veces, un violín que hay que agarrar con cuidado, un cello al que no le queda mucho… ¿Qué si soy músico? Lo intento. ¿Que si me gusta la música? Yo no definiría eso con gustar. Digamos que es lo que me mueve y mi perdición al mismo tiempo. Mi punta de lanza y mi mayor debilidad. Desde crío. Mientras todos los niños correteaban y jugaban por todas partes yo parecía incapaz de apartarme de la radio del abuelo que siempre sintonizaba música clásica. Luego vino la necesidad de aprender un instrumento. ¿Pero de donde sacaba yo dinero para adquirir uno y pagarme las clases? De mis padres no. Aunque fuera un niño sabía que tenían lo justo para llegar a fin de mes. ¿Y quién era yo para joderles aún más con un deseo egoísta? Me conformaba con escuchar todo vinilo, casete, cd o lo que fuera que callera en mis manos y que tuviera un mínimo de ritmo y una combinación armoniosa de voces y/o instrumentos. He escuchado de todo. Música clásica de grandes autores gracias a mi abuelo, como, Beethoven, Haydn, Mozart, Schubert…  Jazz gracias a mi padre. Así conocí a soberbios músicos como Louis Armstrong, Miles Davis, Charlie Parker… El salvaje y liberador  rock gracias a la rebelde de mi madre. Así conocí a Led Zeppelin, Queen, Elvis, Red Hot Chili Peppers, Pink Floyd… El políticamente incorrecto rap con sus complicadas letras gracias a mi amigo negro Marcus. Me enseñó a Eminem, Snoop Dogg, 50 cent, Lil Wayne, Ice Cube… El brutal y oscuro metal cunado una curva estrecha me arrebató a mis padres teniendo solo once años. En esa época, Metallica. Iron Maiden, System Of A Down, Slipknot, Machine Head, Joe Satriani, Mike Portnoy, Van Halen, Nightwish, Allowance, Diabulus In Musica y muchísimas bandas legendarias y desconocidas fueron mis compañeras de viaje y me  ayudaron a sobrellevar un poco mejor. Mis abuelos al principio decían que esa música era ruido y violenta. Pero a día de hoy creo que esos solos interminables de guitarra y esas brutales y agresivas baterías les perdían. Hasta llegaron a escucharlo a escondidas. Es divertido pillar a las personas que te han cuidado cuando tus padres ya no están y que te dicen que la música que escuchas tal y cual, escuchando esa misma música e intentando justificarse como si les hubieras pillado viendo porno. Internamente me meaba y mis amigos también cuando se lo contaba. Y sí. Lo habéis adivinado. Me encanta el metal. Lo encuentro muy… liberador así como el rock. Con el punk tuve contacto con la primera follamiga que me eché. Una chica que vestía de negro llevaba botas militares, púas e imperdibles, se teñía el pelo y follaba de miedo. O al menos esa era la impresión de un jovencito imberbe de dieciséis años. El pop y las canciones modernas… Tampoco hizo falta que nadie me introdujera en ellas. Están en todas partes. En la radio, las películas, los anuncios… Tampoco me vuelven demasiado loco. Como que soy algo clásico para eso. Pero para que mentir. Alguna sí que hay que me haya gustado mucho. Luego están la música electrónica y el reggaetón. Puedo entender que a la gente le guste para salir de fiesta y tal. Pero ya ha quedado demostrado que socialmente no soy lo que se dice un genio. Y no sé. Normalmente es música hecha por máquinas. A veces da la impresión de que no tiene espíritu. Pero quien sabe. Igual lo que me pasa es que soy un anticuado. A todo esto: Me llamo James.

melody 1.4Así es. Igual que James Hetfield, el líder de Metallica. Pero menos rico, famoso, aclamado y supongo que también menos talentoso. No lo sé, nunca me ha gustado decir que soy mejor que nadie. Y mi tendencia solitaria tampoco me ha ayudado a medirme con nadie. Debido a mis pocos fondos siempre que he querido agenciarme algún instrumento o disco o lo que sea nuevo he tenido que regatear, buscar los sitios con ofertas más bajas y adquirir material de dudosa calidad. Todo el mundo tiene su vicio. Algunos son fanáticos del futbol y se ven todos los partidos con los colegas su cerveza sus aperitivos y su televisión gigante. Otros aman la caza. Y van todos los días de temporada con la esperanza de abatir alguna fierecilla, tienen varias armas que cuidan como sus hijos y muestran sus trofeos con orgullo. Otros emplean todo su tiempo, dinero y esfuerzo en buscar drogas y drogarse. Lo mío era la música. Ahora que lo pienso quizá fuera un poco enfermizo. Si había un concierto de un grupo local en un pub iba. Me pateaba todos los mercadillos callejeros en busca de un vinilo o cd que no tuviera a buen precio. Todos los de las tiendas de segunda mano me conocían ya por ir a buscar artículos a un precio asequible. Siempre procuro hacerle un arreglo a mis instrumentos. El como he aprendido a interpretar algo que no suene a rallos con ellos es aún un misterio. ¿Dedicación insana tal vez? Probablemente. Y las maravillas de internet. Hoy día encuentras d todo desde porno en cuatro dimensiones a cómo construir una casa con chicles y palillos. Resulta que hay información útil que su tiempo ha costado clasificar y recopilar. Sí. La música es mi vicio. Es posible que algunas veces haya pasado un poco de hambre por no haber usado el dinero en lo que debía. Vale. Han sido unas cuantas. De hecho mi casa está más llena de discos, libros y parafernalia musical que bien amueblada. Pero en fin. Sin esta pequeña adicción… ¿Qué me queda? ¿Familia? Ninguna. ¿Amigos? O casados, o en otras ciudades, o muertos o yo que sé. Tampoco es que me sobraran. ¿Amor? Nunca se me ha dado muy bien la gente. He conectado con muy poca gente. Y menos mujeres. Y lo de entablar una relación amorosa… He tenido mis chascos. ¿Sexo? Alguna canita al aire sí que he echado. Mi primera vez fue con mi amiga la “punky”, Nina. Con ella al menos hubo algo más que sexo. Es algo parecido a una amiga que he tenido. La última vez que hablé con ella creo que se había casado o estaba estudiando algo o no sé qué. Pero si recuerdo que era feliz. ¿Trabajo? ¡Oh sí! Aquella cálida y gris oficina como administrador de una empresa de seguros, donde todo es tan alegre el compañerismo está a la orden del día y tu jefe no es un amargado hijo de puta al que odias. Es tan divertido que todos los días tengo ganas de pegarme un tiro en la polla y saltar por la ventana. Tampoco me gusta el sarcasmo.

melody 1.7Bueno. Era una  mañana normal. Gris y estaba lloviendo. ¡Estupendo! ¡Otra vez calado al trabajo! Por fin era viernes. Sería genial si no supiera que iba a pasar todo el fin de semana rumiando mi soledad con mis instrumentos. Me gustaría tener un perro o un gato que me hiciera compañía. Pero no sé si se me daría bien y tampoco tengo mucho tiempo. Me dirigí al baño a asearme y allí el mismo tío de siempre me devolvió la mirada. Altura media. Ni algo flaco (de las muchas insensateces que he hecho con mi dinero), y fibroso de cuerpo. Pelo castaño y corto y con una barba de unos días. En el espejo podía ver unos ojos castaños, cansados y tristes. Tengo veintiocho años. Y la verdad en ese momento me sentía viejo. Después de un frugal desayuno me preparé para un tedioso día laboral.                                 ……………………        

Las cinco de la tarde. Por fin salí del tajo. Solo faltaba que tuviera que quedarme de sol a sol. El día había sido una mierda. A parte de tener que lidiar con un caso de lo más aburrido mi jefe me había llamado a su despacho. Nada más entrar despotricó contra mí y toda mi familia diciendo por ponerlo de forma fina que era un vago, que no rendía y que le hacía perder dinero(a él no a la empresa). Para rematar la faena amenazó con despedirme. Sabía que no era un farol. Últimamente habían hecho recorte de personal. Y sin trabajo no había alquiler. Y sin alquiler no había más que fría calle para mí. Y a ese bastardo solo le interesaban tíos gente que trabajara hasta deslomarse para luego deshacerse de ellos o a hermosas jovencitas inseguras a las que comerse con los ojos. Cerdo asqueroso. Hacía oído rumores de como algunas trabajadoras habían tenido que mantener su puesto de trabajo. Pobres chicas. Mientras me estaba dando la bronca me fijé en su oficina. ¿Con cuál de aquellos objetos podría cargármelo y después suicidarme? ¿Con esas tijeras tan afiladas? ¿Metiéndole ese caro abrecartas por toda la cavidad ocular? ¿Destrozándole la cabeza con esa geoda gigantesca que tenía? ¿Arrojándonos los dos por la ventana del veinteavo piso? En fin no pasó nada por el estilo. Por fin había pasado el día. No quería volver a casa. Así que me puse a deambular. No sé si fue azar o desino. Pero llegué a las puertas de un pub.  El “Hardnote”. Supongo que me hizo gracia el nombre así que entré. El garito era un poco oscuro pero sonaba “Low Man’s Lyrics” de Metallica así que el ritmo pausado me tranquilizó un poco. ¡Por fin! ¡Un poco de miel en la mierda de día! Me senté en la barra y le pedí al camarero un Jack Daniel’s seco.

-Empezamos fuerte ¿eh?-me dijo con guasa el camarero, un simpático hombre de unos cincuenta y tantos, complexión fuerte, pelo y barba gris y manos fuertes. Parecía un buen tipo, de los que mutaban si le tocabas las narices.

Me limité a encogerme de hombros y esperar a mi consumición. Cuando ya tuve mi vaso de Daniel’s empecé a beber intentando saborearlo lo mejor posible.

-¿Un día duro?-preguntó una voz a mi lado.

En ese momento no quería hablar con nadie así que me dispuse a girarme para contestar secamente y seguir a lo mío. Y cuando lo hice… Bueno, se me olvidó el por qué me había girado.

Decir que ante mi estaba la diosa de la belleza sería quedarse corto. Debía ser un ser extra dimensional. Su pelo era más negro que un abismo. Seguro que la blancura de su piel no podía encontrarse ni en la cima del Everest. Demasiado puro. Medirá uno setenta. Vestía un vestido gris en el que se veía un escote nada despreciable y unos pequeños tacones que le daban una gracia inmejorable. No parecía que fueran monumentales pero tampoco eran garbanzos. Recuerdo muy bien sus ojos. Eran unos ojos verdes algo oscuros preciosos. Eran muy cálidos y bondadosos. Si esa chica me dijera que iba a cortarme la cabeza teniendo un hacha en la mano no le habría creído. No imaginaba a ese ser haciendo daño a nadie. Y su sonrisa era cautivadora. La más bonita que he visto nunca.

-¿Es a mí?-no pude más que preguntar como un tonto.

-Bueno… Yo no veo a nadie más-dijo con una musical carcajada que me dejó desarmado.-No pareces muy tranquilo.

-Nada del otro mundo.- contesté intentando quitarle hierro al asunto.- Cosas del trabajo.

-No parece tan simple como lo dices-dijo sin más.

-Sí me has pillado. Pero bueno no es un tema muy agradable que digamos-no quería aburrir a aquella beldad con mis problemas y mi posible despido.

-Lo siento. No pretendía entrometerme.-se disculpó.

-¡No pasa nada!-me apresuré a decir sintiéndome… ¿culpable por haber hecho algo que la hubiera hecho disculparse?

-¿Puedo saber al menos a que te dedicas?-prosiguió ella.

-Eh… Vendo seguros.- ¿una mujer hermosa quería saber a qué me dedicaba? Eso me olía a peligro.

-No tienes las manos de alguien que vende seguros.-dijo cogiéndome las manos con delicadeza. ¿Eres músico vedad?

melody 1.9

No sé si a alguna vez  alguien se ha puesto cachondo con que le cogieran las manos. Pero a mí me pasó eso. ¡Que suavidad! ¡Que belleza! Su tacto era amable pero firme. Tenía unas manos preciosas y delicadas. Debían de ser unas manos especiales para realizar una tarea que solo ella podía hacer como pegar las flores a los árboles en primavera.   

-Bu…bueno…-balbuceé como si tuviera un severo retraso mental.- Lo intento.

Esa chica me había calado pero bien.

-Veo tres guitarras- dijo sin soltarme las manos- un violín y un cello, un teclado una batería… ¡Vaya! ¡Desde luego eres muy habilidoso! Y tienes buenos pulmones. Seguro que no tienes problema con los instrumentos de viento. Pero también veo algo de… frustración.

Vale alto ahí. Eso no estaba bien. Ahí había gato encerrado.

-No quisiera ser grosero pero:-dije lo más calmadamente posible- ¿Esto es una broma de la tele? Porque sí es así empieza a no tener gracia.

-Para nada.-soltó sosegada.- ¿Esa frustración es por no poder dedicarte a lo que te gusta verdad? Deberías deshacerte de ella cuanto antes. Si no te hará daño.

Ahora lo entendía todo. Ese era el tema central. Mi frustración. Tenía una frustración que me pesaba como un ancla y tenía que deshacerme de ella cuanto antes. Suponía que a continuación iba a proponerme el ayudarme con eso. Intervine antes de que tuviera la oportunidad.

-Eres muy guapa. Y te agradezco la compañía. Pero ahora mismo no estoy buscando eso. Además no tengo mucho dinero para pagar a una normal. Y menos a una como tú.-le dije con rotundidad y pena a partes iguales. A todos nos jode saber que no puedes alcanzar a un ángel. Lo que no me esperaba es que se riera de nuevo con esa maravillosa risa suya. Creo que nunca me cansaría de escucharla.

-No soy una prostituta.-me dijo cuando dejó de reírse.- Pero es halagador que me hayas considerado una de lujo.

¿Pero dónde demonios estaba la trampa? Acababa de llamar a esa preciosidad puta y hasta le había hecho gracia. Debía estar enferma terminal y yo debía ser la única persona en el mundo con un órgano específico que podía salvarla. Porque sino es que no me lo explicaba. Lo mejor era tantearla.

-Bueno-empecé intentando obviar la lindeza que le había dicho antes.- ¿Y tú a que te dedicas? Sabiendo tanto de instrumentos debes de ser música.

-¡Sí! ¡Exacto!-dijo ella sonriendo mientras se le iluminaba la cara.

Pues sí que debía gustarle su trabajo. ¿Sería profesora? Si fuera así seguro que su agenda estaba a reventar de estudiantes masculinos (y femeninos también fijo). ¿Quizá tocaba en una orquesta? No sé si sería buena pero algo me dice que a los demás miembros les costaría concentrarse con ella al lado. ¿Una artista famosa? Imposible. A juzgar por su risa su voz debía ser una delicia. Y con esa belleza que tenía me extrañaba que ningún caza talentos se le hubiera echado encima. ¿Qué uno? ¡Cientos!

-Pues que bien.-dije contestando a lo que había respondido.- ¿Qué tocas?

-Oh de todo un poco, cundo hace falta.-me respondió.

¿Multiinstrumentista? Porque demonios no estaba en lo más alto.

-¿Con quien tengo el placer de hablar?-me preguntó con un gracioso mohín.

-¿Qué?- otra vez embobado por su belleza. Viva yo.

-Es de mala educación que un caballero no se presente ante una dama.-me dijo bromeando.

¿Me estaba tirando los tejos? Imposible.

-Perdón…-me disculpé torpemente por mi falta de educación.- Me llamo James.

-James…-dijo estrechando la mano que le había extendido.- ¿Cómo el líder de Metallica?

Esta vez fui yo el que se rió.

-¡Sí eso es!-dije risueño.

Debía haber dicho algo bonito. Porque sonrío como quien espera al sol tras una noche oscura.

-Me gusta tu risa-me dijo con una mirada sincera.

-“Y a mí me gusta todo de ti”-pensé para mis adentros.

-Yo soy Melody.-me dijo con una sonrisa como para derretir un glaciar.

-“El nombre le viene ni que pintado a su profesión.”-me dije a mi mismo.

Estuvimos hablando de banalidades. Ella siempre mostraba esa actitud cálida y abierta, que no terminaba de creerme (no es que pensara que tenía segundas intenciones. Es que simplemente no me creía que a una mujer como le importara una mierda mi vida.) Para que mentir. Estaba en la gloria. No sabía que se traía entre manos. Pero para los pobres diablos como yo poder gozar de una mujer (si es que era una mujer…) así era impensable. Hasta que llegó lo inevitable. La separación.

-Ha sido muy agradable señor Hetfield-dijo bromeando-  Por desgracia tengo que irme. Tengo… cosas que hacer. Pero espero que nos veamos pronto de nuevo.-me dijo estrechándome la mano y mirándome con esos preciosos ojos que tenía. Igual era la luz pero parecía que habían pasado de ese precioso verde a un negro intenso de lo más misterioso y atractivo.

-“Y yo lo espero aún más”-pensé.

-Hasta pronto James-me puso la mano en el hombro y se dio la vuelta alejándose con pasos decididos y elegantes. Lo cual me permitió poder admirar el movimiento de sus nalgas. Tenía un culo prieto y un poco respingón. Pero era bello. No un culazo, ni un culito para comérselo, ni un buen pedazo de carne. Era una parte bella de su anatomía. Todo en ella era belleza.

-Adiós… Melody- pude decir como un bobalicón.    

……………………………………………………………………………………………………………………..

Y ahí me quedé. Más solo que la una. Solo acompañado, por una canción que no recuerdo y por el barman que había seguido a lo suyo y no nos había interrumpido ni una sola vez.  

-Hermosa muchacha, ¿eh?- me dijo por fin el camarero con tono animado.

-¿Qué?-yo seguía atontado.

-Tu acompañante. Era muy guapa.-me repitió.

-Oh… No era mi acompañante. No la conozco de nada.

-Se nota chico.-me dijo el hombre.- La mirabas como quien ve la nieve por primera vez. ¡O como un borracho mira la cerveza!-se rió estruendosamente.- Aunque he de reconocer que aunque la conociera de hace diez años yo seguiría mirándola igual que tu chico.

-¿Usted la conoce?-pregunté curioso.

-La primera vez que la veo chico. Pero no creo que la olvide en mi vida. Si mi mujer se enterara… Parece que le interesas chico. Si yo estuviera en tu lugar me aseguraría de que siguiera siendo así. Esa chica es especial. Es como la música en el aire. Algo maraviloso y difícil de atrapar y comprender. Créeme chico, lo sé. Soy irlandés. Y los irlandeses tenemos la música en la sangre. Eso y… ¡Mucha, muchísima Guinness!-me dijo riendo socarronamente y golpeándose la tripa.

-Irlandés, ¿eh?-yo ya había estado en Irlanda y disfrutado de sus excelentes músicos callejeros.- Si lo llego a saber le pido una Guinness.

-¡Pues deberías haberlo hecho chico! ¡Sirvo la mejor de la ciudad!

-Pues para ser a mejor el local está un poco vacío.-bromeé

-¡Bah, has venido muy pronto!-dijo quitándole importancia con un ademán de su enorme mano.- A las ocho de la noche  esto empieza a llenarse. Y a las diez empieza la magia. Si te gusta la buena compañía, la buena cerveza y la buena música pasa por aquí.

-Creo que lo haré. El pub me gusta.-le dije con sinceridad.

-¡Así me gusta chico! ¡Alguien que sabe apreciar las buenas cosas!

-¿Cuánto le debo por lo de antes?-le pregunté sacando mi maltrecha cartera.

-¡Corre de mi cuenta chico!-me dijo palmeándome el hombro.- A condición de que vengas otro día. Pero antes vamos a compartir una deliciosa Guinness. No temas. También invito yo.

-Pero…-quise protestar.

-¡Nada de peros! Me has caído bien chico. Ya verás. Nunca has probado nada semejante. Además será solo un poquito.

-Bueno…-me iba a negar pero ponía tanto empeño… También me sabía malo que me invitara a tragos. Es como si me aprovechara de él.

-Bueno…-dijo el hombre que había servido un par de vasos que nada tenían que ver con el “poquito” que él había dicho.- Brindemos. ¡Por la buena cerveza, compañía y las mujeres hermosas!

-Salud.-me limité a decir mientras daba un trago. El condenado tenía razón. Estaba estupenda.- Gracias señor…

-Patrick. Patrick Sweeney.-se presentó él.

-¿Cómo el Santo?-dije yo algo achispado por el alcohol. Desde luego el apellido era de lo más irlandés.

-¡Exacto!-dijo dándole otro largo sorbo a su vaso.

-Yo soy James.-le dije.

……………………………………………………………………………………………………………………..

melody 1.3No pretendía volver a casa en ese estado. Solo quería tomar algo e irme. Pero entre el Danniel’s y esa gigantesca Guinness estaba un poco “contentillo”. Volví a casa sin dejar de pensar en esa curiosa tarde. Y sobre todo en Melody. Enigmática muchacha. Al parecer sentía cierto interés por mí. Tampoco estaba demasiado seguro. Era muy malo para estos temas y si tenía interés por mi… ¿a qué se debía?

No era por mi portentoso físico. Tampoco soy el tío más elocuente que conozco. Podría pasar por alguien con pasta. Si quitábamos el hecho de que mis ropas no pasaban por las de un millonario y que obviamente no parecía alguien que estaba forrado. Ella decía que esperaba que nos volviéramos a ver. Pero no me había dejado nada para contactar con ella. Ni un teléfono, ni un correo, ni una dirección… Era como si alguien les dijera a unos constructores que quería ayudarles pero que no se pusiera hacerlo. Así que llegué a casa. Dejé las llaves, mis cosas me puse cómodo… y fui a tocar. La música es mi droga. Ya lo he dicho. Así como alguien que acostumbra a beber un Martini, o un Manhattam o un Gin Tonic, yo hacía igual con los instrumentos. Hoy había sido un día agridulce. Tocaba guitarra eléctrica. Lo bueno de la guitarra, es que pega con casi cualquier instrumento. Y su versatilidad. Las baladas más lentas o los solos más agresivos son posibles con ella. Ese día solo quería improvisar. Así que empecé suave con unos punteos y acodes suavitos. Pero la guitarra es como un vehículo rápido. Cuando lo dominas empiezas despacio pero necesitas el chute de adrenalina que te da la velocidad. Y le das más al acelerador. Ahí estaba yo. Tocando a una velocidad endiablada con los dedos como poseídos. Daba la impresión de que si me equivocaba me los rompería. Toqué furiosa y velozmente. Normalmente me olvidaba de todo en ese estado. Pero hoy no. Esa condenada chica se me había metido bien hondo. Cuanto más rápido tocaba más clara la veía. Al final dejé de oírla música. Solo estaba su imagen. Me faltaba el aire. Solo ella estaba ella. Mis dedos se movían solos sin emitir ningún sonido. La veía frente a mí. Perfecta y hermosa como si me observara. Llegó un momento que la vi sonreír. En ese mismo instante algo se rompió con mucho ruido y abrí los ojos. Estaba sudando y jadeando como un caballo de carreras. Los dedos me ardían. No sabía que se había roto hasta que lo encontré. Una de las cuerdas de mi guitarra acústica se había roto. Atrapado entre las cinco restantes había un papelito doblado. Eso no era mío. Y no estaba ahí antes. Con pasos temblorosos me acerqué a recogerlo aun respirando con dificultad. No era del todo consciente de mi cuerpo. Cuando lo tuve en mis manos lo desdoblé.

“Deseando compartir una velada agradable con un músico frustrado. Llámame.

M.

XXXXXXXXX

¿Qué coño hacía eso ahí? ¿Cómo había llegado eso ahí? Estaba asustado. Eso parecía una broma. Pero también había algo que me molestaba en los pantalones. ¿Una erección? ¿Yo, con una maldita erección? ¿Cómo había llegado a eso?  Solo estaba tocando, y después me puse a pensar en Melody y luego su nota con… Tenía que llamarla. Necesitaba respuestas.

……………………………………………………………………………………………………………………..

Música relajada. Ambiente sosegado. Camarero solicito. Tapicería de cuero.  Melody. Parejas y amigos. Risas en el ambiente. Vaso de whisky con hielo. Melody. Mis mejores galas, vestido vaporoso. Pendientes en forma de corcheas. Melody. Lámparas de cristal. Música en directo. Hielo sonando. Cristal vibrando… Y Melody. Melody. Melody, Melody, Melody, Melody…

Mi cabeza era un hervidero. Y tenía un nudo  en el estómago. No yodos los días encuentras en tu casa una misteriosa nota con el número de una misteriosa chica que has conocido hace un rato, la llamas y te dice de “quedar para tomar una copa”. Es algo inesperado. Y lo es más que te lleve a un buen bar de copas. ¡Por dios me sentía un paleto! 

-No pareces contento.-me dijo ella viendo que estaba en la inopia.

-Es solo que esto es… Demasiado repentino y nuevo para mí.-le dije.

Ella en cambió estaba tan radiante y hermosa… Parecía un pez en el agua. Totalmente en su elemento.

-Es decir-continué- eres preciosa. Y no te ofendas pero no te conozca de nada. No es que no me agrade tu compañía. Al contrario. Me encanta. Pero no sé adónde llevo esto. Tengo la impresión de que en cualquier momento te irás y yo me quedaré aquí como un idiota. Y ya he tenido algunas decepciones. Además hay cosas de ti que me intrigan y no comprendo…

¿Por qué demonios me había abierto a ella tan de repente? Supongo que sentía debilidad por las chicas buenas y bonitas. Esperaba no abrumarla con mis dudas.

En vez de eso sonrío como una madre me agarró la mano con ese toque tan gentil que tenía.

-Lo entiendo. Tienes dudas. Adelante. Puedes preguntarme lo que quieras.

-¿Por qué te pusiste a hablar conmigo en el pub?

-Porque me intrigabas.

-¿Por qué te intrigaba?-pregunté interesado e incrédulo.

-Porque hay algo en ti que me atrae. Sé que puedes ser distante y solitario. Pero también sé lo amable y sincero que eres. Te dedicas a lo que amas. Eres leal a la gente que se gana tu aprecio y procuras vivir dejando vivir a los demás siempre y cuando ellos actúen igual. Pero sobre todo la enorme soledad que te rodea. Sé que te han hecho daño. Se te nota. Y me da pena. Creo que podrías dar mucho.-me dijo serena pero firme.

-Sé que te llamas Melody. Pero no se mucho más de ti. Sea que te dedicas. Pero nada más. Y tú pareces saber leer dentro de mí. ¡Dios ni siquiera me creo que seas real! Eres hermosa, lista carismática, amable… Eres todo lo que nadie podría desear. Podrías tener a cualquier hombre o mujer a tus pies. Y estas conmigo. Un amargado que se dirige hacia los treinta y siente que su vida ha acabado. Eres tan perfecta y misteriosa. ¡Eres como la música en el aire!-se me escapó la cita que Patrick dijo hacía unos días.

Ya estaba. Ahora sí que la había cagado. Se levantaría, se iría y no la volvería a ver. En vez de eso sonrió como si hubiese escuchado lo más bonito del mundo.

-Y además observador y sagaz-dijo con una risita.- Eso es precisamente lo que soy.

Ahora sí que estaba confuso.

-¿Qué eres qué?

-Música.-soltó sin más.

-Pero eso ya lo sabía-dije yo- Eres multiinstrumentista y…

-No me entendiste bien. No es que me dedique a la música. Es que soy Música. 

-¿Música? – ¿Tendría mi copa algún psicotrópico? Porque estaba alucinando.

-Eso es.

-Entonces a ver si o entiendo… -estaba de lo más confuso- ¿Me estás diciendo que tu…no te llamas Melody? ¿Te llamas Música?

-No. Me llamo Melody. O al menos es el nombre que más me gusta ahora. Pero soy música. Bueno… Para ser precisos soy “la” Música.-me dijo como quien te da la hora.

Mi cabeza era un hormiguero.

-Y antes de que vuelvas a preguntar lo mismo otra vez… Sí. Has entendido bien. En la antigüedad me han llamado, Inspiración, Musa, Euterpe, Jazz, Rock, Blues… Pero ahora soy Melody.

Me quedé  de piedra. Por fin reaccioné.

-Lo sabía. Esto es una broma televisiva y estoy siendo un primo- hice un ademan de levantarme pero ella me detuvo y con una de sus manos me hizo mirarla.

-Mírame a los ojos James-su voz no tenía expresión.

Al principio solo vi unos preciosos ojos verdes. Pero después fue como saltar a un gran estanque sin fondo. Y ahí lo vi. Lo vi todo. La música. Desde el principio. La explosión del Big-Bang, la materia moviéndose, los astros formándose. La formación de la tierra. La explosión de la vida. El primer primate entrechocando dos objetos y haciendo un burdo sonido. Los primeros instrumentos. Todas las civilizaciones con sus instrumentos canticos y bailes. Beethoven, Mozart, Tchaikovski, Lenon, Elvis, Marley, la muerte de Kurt Cobain, Marilyn Monroe cantando cumpleaños feliz a Kennedy… Lo vi todo del pasado al presente. Cientos… No… Miles de millones de conciertos que ocurrían ahora mismo, madres cantándole a sus bebes, locos cantando en su manicomio, gente con talento y sin el cantando y tocando, gente intentando triunfar, discos que se grababan… Y el presente, todos los conciertos que había y habría, todos los talentos que surgirían, los nuevos estilos, los nuevos viejos estilos… Pero siempre y en todas partes… Melody estaba presente. Como un ser invisible o una reina o una geisha, música, una joven extasiada disfrutando en un concierto o incluso una forma no definida. Pero ella estaba ahí

Cuando volví estaba abrumado. Melody seguía ahí. Pero esta vez su mirada era cautelosa. Como si yo fuera un animal salvaje que pudiera atacarla en cualquier momento.

-Veo que lo has visto todo.-dijo simplemente.

-Vale.-decidí ir con cuidado. Pero estaba acojonado.- Supongamos que te creo. ¿Dónde entro yo en todo esto?

En ese momento pude fijarme mejor en Melody. Y pude ver que detrás de toda esa amabilidad y candidez había mucho más.

-Como ya has visto existo desde el principio.-continuó con voz pausada- Yo siempre he estado aquí. Desde el principio. He visto muchas cosas. Quizás te hayas dado cuenta con estas… visiones. Yo no me limito al sonido que puede hacer un tubo con agujeros o una cuerda tensada. Soy más que eso. Estoy en todas partes y en ninguna. Puedo estar en una filarmónica pero también en un bosque, una cascada el mar… Incluso en una ciudad o un campo de batalla.

-Entonces…-me atreví a interrumpir-¿…eres una especie de diosa?

-Por favor no me interrumpas. En cuanto a si soy una diosa… Yo no diría tanto. Pero estoy por encima de los humanos. Esta… “persona” con la que estás hablando no es más que una manifestación física de mi ser, de manera que pudiéramos hablar y pudieras entenderme. Mi existencia sería como La Nube y este cuerpo no es más que una terminal mediante la cual se puede acceder a ella. Igual que lo puede ser un CD o un instrumento.-su discurso era pausado y claro. Como si lo hubiera preparado. Palabra por palabra.

-¿Ósea que tu conciencia está en todas partes? ¿En este cuerpo, en el aire, en la mesa de al lado y en la otra punta del mundo?-pregunté viendo que se había callado. ¿De verdad le había preguntado eso?

-Sí, más o menos.

-Decías que querías hablar conmigo y conocerme. ¿Por qué?-se acercaba el momento de la verdad.

Melody estuvo callada por un momento.

-Me pareces… intrigante.-me dijo.

Debía haber oído mal. Pero siguió hablando.

-Te conozco desde que eras un niño. Desde pequeño parecías sentir una fascinación fuera de lo común por mí, aún recuerdo tu expresión la primera vez que escuchaste música clásica de la radio de tu abuelo. Te he visto en todos los conciertos, cuando diste tus primeros pasos en la música, tirado en tu cama escuchando cientos y miles de canciones… Componiendo esas cancioncillas tan adorables que te inventabas de niño… He sentido tu euforia al conseguir tocar una canción complicada o la primera vez que fuiste a un macro concierto. Escuchando heavy en tu habitación en un intento de aliviar tu dolor por la pérdida de tus padres… He visto toda tu vida y se lo mucho que has sufrido. Siempre me has visto tu apoyo y tu salvavidas. Y creo que tu entrega ha hecho… que me enamore de ti.

Nunca me he atragantado tanto en la vida. Tosí como un tuberculoso hasta que todo el alcohol salió de mis pulmones. Cuando mi respiración se normalizó pude procesar la información del todo.

-¿Qué te has… enamorado de mí?- para que decir que desde que la conocía ahí es donde más sorprendido me hallaba.

-Sí. Aunque no lo parezca existir desde siempre cansa. Me he pasado desde “El Principio”  conquistándolo todo y viendo como los humanos ibais descubriéndome y conociéndome más. Pero nunca he podido interactuar con vosotros. ¿Sabes lo triste que es llamar a alguien y que no te oiga? Imagínatelo durante 13.810 millones de años. Y eso que vuestra especie empezó como hace unos 2 millones de años atrás. ¿Te imaginas estar solo tanto tiempo? Es como para volverse loco ¿verdad?

 Melody no lloró en ningún momento. Pero pude ver la tristeza y soledad que le había tocado experimentar. Y solo pude sentir lastima por ella. ¿Cómo habría superado esa soledad? ¿Y qué era eso de que se había enamorado de mí? No tenía sentido.

-Y si no podías manifestarte físicamente… ¿Por qué lo has hecho ahora?-pregunté queriendo encontrarle sentido a la situación.

-No lo sé. Solo sé que cuando empecé a observarte me enamoré de ti. Y también te veía sufrir. Llegó un momento en el que no pude soportarlo más. Si no podía estar contigo al menos quería conocerte. Lo desee con todas mis fuerzas. Y de repente… ¡puf! Aquí estaba.

Y de nuevo silencio. Este fue largo.

-¿En qué piensas?-me preguntó ella.

-En que todo esto es muy raro.-contesté sincero.- La verdad no esperaba encontrarme a alguien como tú. Tampoco puedo creer que te hayas enamorado de mí. Es decir… Si te fijas en mí y luego en ti… ¡Las diferencias son enormes!-dije intentando ser gracioso.

Lo cual funcionó por cierto. Se rió con esa potente y musical y potente risa que tenía. Pude ver su pena desaparecer de sus ojos. Con un sutil movimiento me agarró la mano con cariño acariciándome con su pulgar. Por mi podía pegarse así toda la eternidad.

-Aun así…-continué-…desde el momento en que te vi hace una semana algo cambió en mí. No fue solo porque quizá seas la mujer más bella que he visto en el mundo. De alguna manera me sentía fatalmente atraído hacia ti. Y cuando te conocí eras mejor de lo que parecías. Me he hecho ilusiones con muchas personas y he acabado dolido. Pero contigo tengo la impresión de que sí ahora no volviera a verte para mí sería una gran pérdida. Más que ninguna otra que haya sufrido. En resumen… creo que también estoy enamorado de ti.

Ya está. Ya estaba hecho. Lo había dicho. Y otra vez el maldito silencio. ¿Qué coño hacía ahora? ¿La besaba con violencia? ¿Le tendía mi mano? No. Ella ya la tenía agarrada. ¿Le decía algo bonito?

-Bueno… ¿te compongo un soneto?-dije intentando romper el hielo. Muy agudo macho. Muy agudo.

Por respuesta se lanzó a mis labios con pasión. ¿Qué era eso? ¿Un beso? Imposible. No es que fuera virgen hasta para eso. Pero los besos no sabían tan bien. Era una especie de proceso que se había activado al juntar nuestros labios. Era como si todo mi cuerpo vibrara. De repente hacía más calor. Creo que ninguno de los ligues y “novias” había tenido me había hecho sentir tanto placer. Ósea… ¿Tanta agitación por un beso? Y yo que creía que el que me cogiera la mano era increíble. No sé cuánto duró. Sé que parece un tópico, pero como comprobaría más tardes esos besos tenían la capacidad de abstraerme totalmente de la realidad. Cuando nos separamos (que fue una eternidad) yo estaba jadeando. Cómo si acabará de finalizar una maratón. Y lo peor. No sabía que decir.

-¿Te ha comido la lengua el gato?-me dijo con una sonrisa traviesa. Lo cual la hacía aún más bella. Si seguía así seguramente mi cabeza explotaría por no poder asimilar tanta belleza.- Pues parece que sí.

Reaccioné por fin. Podría haberle dicho que a su lado la luna y las estrellas no eran nada. Que en verdad creía que era una diosa. Que podía hacer conmigo lo que quisiera. Que si me amaba me haría el hombre más feliz del mundo. Pero en vez de eso le pregunté lo siguiente:     

-Por cierto… ¿Cómo llegó tu número a mi casa?-la verdad es que tenía curiosidad.

-Oh…-dijo como si le hubiera preguntado cuanto era dos más dos. Estabas tocando y deseando volver a verme. Eso en mi idioma es como un mensaje de texto. Pero como quería que me llamaras dejé la nota por medio de una dimensión inmaterial.

-Ah vale.-dije yo.- Tiene sentido.

O al menos lo tenía cuando la chica que tenías delante era ni más ni menos que la “Música”

-Y ahora…-dijo ella- ¿Me vas a llevar a tu apartamento o vas  seguir preguntando gilipolleces?

……………………………………………………………………………………………………………………..           

melody 1.12No recuerdo muy bien los momentos entre la salida del local y la llegada a mi casa. Es decir… No sé si pillamos un taxi, o ella tenía un coche o caminamos, o un bus, o vino un carro de oro con caballos alados tirando o hicimos un salto cuántico a través de la octava dimensión… Lo que sí que recuerdo es lo que hicimos en el trayecto. Miradas que derriten caricias tenues pero intensas… Y esos besos que podían derretir hasta un glaciar y que parecían sacudir el mundo. Pues eso. No sé cuándo lo hicimos y cuanto nos costó pero para cuando me di cuenta ya estaba metiendo la llave en la cerradura con un poco de nerviosismo. Hacía mucho que no traía a una mujer a casa. Y mucho menos una como aquella. Cuando la puerta se abrió Era como si los ardientes momentos que habíamos pasado juntos se hubieran evaporado. Solo éramos un pobre mortal y la mujer más maravillosa del mundo entrando en un cuchitril. Nada más entrar se podían ver los muchos posters, una caja de galletas que tenía llenas e entradas de conciertos anteriores, mis instrumentos esparcidos por cada rincón, estanterías, estanterías y estanterías llenas de discos vinilos y cintas, un reproductor de música con CD y USB que en su día fue de última generación, un reproductor de cintas y un tocadiscos del seiscientos antes de cristo que conseguí en un mercado callejero…y desorden. A parte de músico también soy un tío. No siempre tengo tiempo y/o ganas de recoger. Estoy trabajando en ello. Lo que se suele hacer en estos casos es ofrecerle algo de beber. Pero claro. Uno viviendo solo y no ganando mucho… pues tampoco tenía nada decente que ofrecerle a semejante dama.

-Perdona el desorden-empecé a disculparme.- No esperaba recibir a nadie hoy.

-No importa.-dijo ella paseándose con soltura por el piso.- Tienes una casa encantadora.

Empezó a curiosear mi colección de música. Miraba los títulos y si uno le llamaba la atención lo sacaba lo observaba con cuidado y lo volvía a poner en su sitio. Yo mientras tanto me peleaba con mi casa buscando algo decente que ofrecerle. Pero claro. No había mucho. Un refresco de burbujas sin gas, un mejunje que olía a rayos y sabría peor, y cerveza. Pero de la mala. Creía recordar que tenía te pero a saber dónde estaba y en qué estado. En esas estaba cuando de repente empecé a escuchar una canción. “Somebody to Love” de Queen. Habría encontrado alguno de los discos de Queen que tenía y lo habría puesto. Me gustaba mucho la canción.  A decir verdad me encantaba Queen. Fui a ver que hacía Melody. Y por enésima vez me quedé sin habla. En efecto. Estaba sonando Queen. Pero Melody estaba en mi teclado tocando y cantando a la vez. Perdón. Quizás no me he explicado bien. Melody tocaba. Y cantaba… ¡con la jodida voz de Freddy Mercury! Y era como si las paredes le hicieran los coros y tocaran los otros instrumentos. Y ningún reproductor de música estaba encendido. ¡Lo juro! Nada más verme dejó lo que estaba haciendo y todo se paró.

-¿Qué tal en la cocina?-preguntó jocosa

-¿Qué…?-estaba alucinado.

-¡Ay! ¡Estás tan mono cuando te quedas en blanco!-me dijo como si le hablara a un bebe o a un adorable gatito.

-Estaba sonando Queen… pero cantabas tú. Y podía oír todos los instrumentos, pero solo estabas tú… Y…-intentaba encontrarle sentido.

-Relájate James. Soy la Música ¿recuerdas? Por ello es normal que conozca todas las canciones del mundo y pueda reproducirlas nota por nota e instrumento por instrumento, exactamente como la interpretan sus autores.-me explicó.

-“Exactamente no-pensé para mí.- Cien veces mejor. Ni en un estudio se conseguía esa pureza”

-La verdad me gusta mucho el trabajo del pequeño “Freddy”. Supo aprovechar y desarrollar muy bien su talento. Qué pena que muriera tan joven.

¿Acababa de llamar a Freddy Mercury, “pequeño Freddy?”

-Cuando te oí cantar como él…

-…pensaste que era un hombre. ¿Verdad?-dijo riendo maravillosamente.- ¡Lo siento! No quería asustarte. Pero también puedo cantar como cualquier mujer.

Los siguientes minutos fueron una sucesión de muestras mejoradas de grandes voces femeninas como, Amy Lee, Celine Dion, Whitney Houston, Beyonce, Miley Cyrus, Anastasia…

-Es… Impresionante.-no tenía palabras.- Es como sí todas esas artistas hubieran cantado aquí mismo con las gargantas llenas de miel.

-¿Eso crees?-me miró juguetona- Pues no has visto nada.

Y de repente todas esas voces que había cantado sonaron a la vez cada una con su tono su ritmo y potencia generando una melodía algo agobiante y caótica.

Tras unos segundos tuve que gritar para que me oyera y parara.

-Entonces… -dije cuando me hube recuperado.- ¿Cuándo cantas solo puedes reproducir la voz del artista o los artistas en cuestión?

Ella se calló un momento y cogió mi guitarra eléctrica. Se sentó y se la puso en el regazo.

-Bueno…-empezó a hablar mientras empezaba a hacer un espectacular solo sin mirar siquiera lo que hacía.- Como ves estoy hablando contigo con una voz normal. Sí que tengo mi propia voz. Pero no la uso mucho… me da vergüenza.-dijo sonrojándose.

Mi atención estaba dividida. Por una parte en lo que ella decía. ¿La Música tenía… vergüenza? Por otra parte sus dedos no habían parado de moverse. Ya ni los veía de lo rápido que se movían. Creí ver algo de humo saliendo del mástil de mi pobre “hacha”.    

-Mmmmmm…. Melody…-dije yo temiendo por la integridad física de mi propia guitarra.

-¿Qué? ¡Oh dios! ¡Lo siento!- dijo al haberse dado cuenta de lo que hacía y soltando la guitarra.- ¡Ni me he dado cuenta! Perdón. Es que es un tic nervioso. Me pasa cuando estoy insegura o no sé muy bien que hacer. ¡Ni me doy cuenta!

¿La música también tenía tics nerviosos? Examiné mi pobre guitarra y vi con horror que el mástil estaba algo quemado y que las cuerdas se habían fundido con él. Casi me echó a llorar.

-Lo siento James. Te lo compensaré. Te lo prometo.-dijo poniendo su mano en mi hombro a modo de disculpa.

Cuando vi su carita compungida se me pasó el cabreo al instante. Le dije que no pasaba nada. De repente recordé  donde estaba el té. Y le ofrecí una taza, que aceptó gustosa.

Fui a la cocina nervioso y empecé a prepararlo todo. Cuando estuvo todo listo fui a la sala de estar con dos humeantes tazas. Que casi dejo caer al suelo. Melody me miraba con ternura exponiendo su perfecto cuerpo desnudo.

-Adelante James. La orquesta está lista y solo falta el director.

……………………………………………………………………………………………………………………..

Voracidad. Voracidad es una buena palabra para describir como me abalancé contra ella. Con voracidad la atrapé en mis brazos, con voracidad devoré su boca, con voracidad palpé y sopesé todo lo que pude de ella, dudando a veces si lo hacía queriendo comprobar si era real y no se desvanecería en cualquier momento o si estaba decidiendo que parte de su cuerpo era digna de recibir el primer bocado.  Este comportamiento podría recordar a un depredador devorando a una inocente presa. Pero ella no era la presa. Correspondía a mis besos con tal violencia que parecía muy sedienta y debía creer que mi saliva calmaría su sed. Y su lengua se parecía a una criatura furiosa que pugnaba por salir del encierro de mi boca. Yo llevaba un tiempo sin follar y Melody era alguien que me atraía demasiado. Pero ella parecía estar realmente necesitada. Como si su vida dependiera de ello. Si aquello fuera una pelea no estaba quien ganaría. Y de haber habido algo frágil por ahí ya estaría roto. Aunque ella me llevaba ventaja ella estaba desnuda y yo totalmente vestido. Sin saber muy bien cómo, me las apañé para llevarla en volandas a mi habitación. La sala de estar estaba bien pero el sofá era un poco incómodo para acurrucarse y moverse y votar… La verdad es que no me costó nada llevarla a la cama. No sé si porque era muy liviana o por que el subidón del momento me había dado un extra de energía. Pero me las apañé para llegar a la cama. Una vez estuvimos los dos sobre ella aquello se convirtió en una especie de baile de anguilas. Ambos estábamos ansiosos del otro. Mientras yo me entretenía acariciándola y besándola ella hacía lo imposible por quitarme la camisa. En una de estas oí un rasgado y antes de darme cuenta estaba desnudo de cintura para arriba y mi camisa estaba hecha girones. Cabe recalcar que era una de las mejores que tenía, ¿pero a quien le importaba eso en aquel momento? Entonces ella se aferró a mi espalda como si n quisiera soltarme nunca o pensara que mi piel era otra prenda de ropa que había que desgarrar. Pasados unos segundos intentó quitarme los pantalones pero como esa era una zona comprometida preferí  quitármelos yo para evitar accidentes y de paso para salvar la prenda.  Y, ya estaba. Me hallaba desnudo como el día en el que nací. A la vista quedaba pues todo mi fibroso cuerpo y también mi erguido miembro, que tiraba más a tamaño estándar. Estando los dos desnudos nos pusimos de nuevo a la faena. Esta vez, saciado como estaba de besarla me pareció que iba siendo hora de prestarle atención a otras partes de su cuerpo. Sus pechos por ejemplo. La primera vez que me fijé en ellos estaban cubiertos. Y por aquel entonces me dio la impresión que estaban muy bien. Una vez al descubierto me di cuenta de la verdad. Eran perfectos. No sé cómo describirlos. Simplemente tenían el tamaño y la forma adecuados. Eran preciosos. Redondeados y plenos. Como muchos amantes yo era amante de los pechos enormes y orondos. Pero estos no se podían comparar. Eran delicadeza y sensualidad al mismo tiempo. Me enamoré de ellos nada más verlos. ¿Quién no podría resistirse a esas bellezas blancas como la nieve y esos preciosos pezones que tenía? Exacto: nadie. Ni siquiera las mujeres, homosexuales, y toda aquella persona que prefiera el sexo contrario o se abstuviera de él. No sé si alguna vez he visto unos pezones tan bonitos. Así que empecé a besarlos lamerlos, morderlos, estrujarlos y tirar de ellos. Lo hice con el mayor respeto y dedicación del mundo como si lo que estuviera haciendo fuera el ritual religioso más sagrado que existiera. No sé si lo hice bien o no. Pero desde luego los gemidos suspiros y algún que otro alarido de placer que daba Melody lo animaban a uno a seguir. La verdad nunca pensé que una mujer se pusiera tan cachonda por que le trabajaran las tetas. Ni tampoco que un hombre pudiera ponerse igual o más excitado en el proceso. Así estaba yo. Ansioso. No por pasar al evento principal ni de meterla. Estaba ansioso por más. ¿Qué iba a ser lo siguiente? ¿Más besos? ¿Un masaje? ¿Masturbación mutua? El solo pensarlo era excitante de por sí. Y entonces lo vi claro. El sexo de Melody. Tan precioso. Tan perfecto. Tan blandito. Tan tentador. Tan húmedo… Parecía tan acogedor. Y parecía estar muy lubricado. Además se mostraba sin ningún solo pelo (parecía que a la Música le iban las tendencias modernas).  Su simple visión me hacía sentir una mezcla de ternura, deseo, conmoción, alegría… Se dice que las apariencias engañan. Pero si era igual de sabroso y acogedor que el aspecto que presentaba esto iba a estar bien. Así pues bajé poco a poco hacia su sexo, como un cachorro de lobo que sale de la madriguera por primera vez y observa todo con cautela y curiosidad. Me acerqué con cuidado, cerré los ojos y aspiré el dulce aroma que salía de su coño.  Era delicioso. Un festín olfativo. Con dos dedos separé sus labios mayores dejando al descubierto su rosado interior como una rosa floreciendo. Melody estaba tensa y expectante. Como si cualquier mínima acción que hiciera en su sexo la pusiera en jaque. Por fin me atreví a sacar la punta de mi lengua y saborear mínimamente aquel manjar. No me decepcionó. Era delicioso. So sabría describir el sabor. Una forma de acercarse podría ser el mejor día de tu vida, con el sabor de tu plato favorito. A besos tiernos. A un abrazo reconfortante. A ilusiones infantiles. Eso multiplicado por el número de veces que te diera la gana. En resumidas cuentas. Quería más. Y devoré aquel manjar como si fuera mi última cena. Succioné, lamí, mordí y soplé. De alguna manera me recordaba al cuento de los tres cerditos. “¡Soplaré y soplaré y tu casa derribaré!”. Solo que en un giro inesperado de los acontecimientos los cerditos esperaban ansiosos al lobo. Con la puerta abierta de par en par tumbados en una bandeja en el horno llena de verduritas y patatas, con una manzana en la boca y embadurnados de salsa barbacoa. He estado en conciertos donde los altavoces eran enormes y la música sonaba a todo volumen. Pues los alaridos de Melody eran algo así. ¡Dios, si hasta llegué a pensar que la policía iba irrumpir de repente pensando que la estaba despellejando viva! O eso, o algún productor o productora porno maravillado por mi compañera. Estando como estaba en la faena sentí un bultito. Ahí estaba el clítoris de Melody. Erecto y desafiante.

-“¡Vaya! ¡Hola bandido!”-le dije mentalmente maquinando una idea diabólica.

Y sin previo aviso empecé a darle caña a su botoncito, haciendo que gritar aún más si eso era posible. Parecía que le gustaba. Y a mí. Succionar lamer y morder ese bultito era agradable a par que divertido. Puede que hasta adictivo. Inspirado por los muchos videos porno que había visto en mi juventud (temprana), se me ocurrió la idea de meterle un dedo mientras le daba caña con la lengua. Uno, dos, tres… Al tercer dedo pasó lo inevitable. Se corrió. No me avisó exageradamente de ello. Fue repentino. Solo soltó un alarido más fuerte de lo normal su cuerpo se tensó y acabé con la cara empapada y una cara de sorpresa que debía ser de lo más ridícula. Mientras tanto Melody se recuperaba jadeando y con los ojos cerrados. Estaba preciosa. Me quedé un momento observándola. Cuando se recuperó abrió los ojos, y empezó a disculparse.

-Lo siento mucho. Debí haberte avisado.

-No pasa nada. Ha estado bien. Y ha tenido su gracia.-dije yo sinceramente.

-Pero debí haberte avisado y…-siguió ella pero la acallé cogiéndola de ambos lados de la cabeza y depositando un suave beso en sus labios. Fallo mío por no pensar que quizás no le agradara mucho estar en contacto con mi boca después de tenerla donde la había tenido.

-Nada de lo que hicieras podría molestarme.

Se sonrojó un poco lo que hizo que estuviera monísima. Y después a así sin más soltó…

-Me toca.

-¿Te toca el que?-pregunté un tanto perdido

-Devolverte el favor.

-No, no hace falta-dije dubitativo.

-No seas ridículo. Tengo que encargarme de eso. ¿O prefieres hacerlo tú?-me sonrío pícara señalando mi potente erección.

Así que con una fuerza que hasta ahora desconocía en ella, me sentó en la cama se arrodillo y se encargó de mi polla.

melody 1.2

Primero escupió un poco en su mano para lubricarla y empezó a masturbarme a un ritmo lento mientras daba pequeños lametones y mordiscos que me sabían a gloria. La verdad es que estaba maravillado de la destreza que mostraba. Me parecía increíble que una chica así, que destilaba bondad y buenas intenciones se le dieran tan bien las artes amatorias. Si ya estaba alucinando en colores y en el séptimo cielo con esos simples lametones y mordiscos es difícil imaginar lo que sentí  cuando toda mi polla desapareció en su boca. ¡Qué gozada! No es por ser vulgar pero su boca parecía hecha para albergar mi herramienta. Era acogedoramente cálida y agradablemente húmeda. Y cuando una hilera de dientes perfectos hace la presión justa en el lugar adecuado y una lengua aterciopelada masajea y acaricia tu falo como un gato mimoso uno  llega a unos niveles de placer que deben ser insanos. En ese momento consideré el atar a Melody a un radiador de mi casa para que no se fuera nunca (es coña). Yo llevaba un tiempo sin estar con nadie. Y ella me gustaba mucho y lo hacía muy bien. Entonces sentí unas ganas locas de correrme. Pero cuando estás hablando una mezcla de arameo antiguo, hebreo, latín y sanscrito debido al inmenso placer decir palabras simples como “Me corro” es imposible. Así que en un intento de ser considerado la empujé hacia atrás para que mi polla saliera de su boca. No sé. No me parecía correcto correrme en su boca. Aun así exploté como nunca. Ella estaba sentada en el suelo a escasos centímetros de mí, así que mi carga le impactó de lleno en su pelo, cara y perfectos pechos. Cuando recibió los impactos en la cara cerró los ojos para protegerse de una manera bastante graciosa. Por una parte estaba en la gloria. Jamás me había corrido tanto ni tan a gusto. Por otra estaba muy avergonzado. ¡Qué poco había durado! Era hacerme cuatro cosas y correrme como un adolescente. Y luego estaba preocupado. Sé por experiencia propia y porque me lo han contado (sobre todo esto último) que a algunas mujeres no les va eso de que te corras en su cara. Al menos había tenido la decencia de intentar no hacerlo en su boca.

-Lo siento mucho.-dije avergonzado- Debí haberte avisado.

-No pasa nada. Ha estado bien. Y ha tenido su gracia.-dijo ella con una de sus sonrisas que siempre conseguía derretirme.

-Pero debí haberte avisado y…-seguí intentando disculparme, pero ella me agarró de ambos lados de la cabeza y depositó un suave beso en mis labios. Tampoco me importó mucho que supieran a mi polla. No si el beso era suyo.

-Nada de lo que hicieras podría molestarme.-me dijo ella.

Me reí mentalmente. Hablando de “Deja vu”.

-Y ahora vamos.-dijo ella como si nada.

-¿A qué?-¿pero cómo podía ser tan lento? 

-¿A por qué va a ser?-dijo ella como si fuera lo más obvio del mundo.- ¡A por el plato principal!

Bien pensado, sí que era obvio.

-¿Estas de coña?-dije incrédulo- Esa mamada que me has dado me ha dejado hecho una birria. Necesito tiempo para descansar y…

No me dejó terminar porque me agarró la polla con una firmeza que creí que me iba a estrujar los huevos, la llevó a sus preciosos pechos y empezó a hacerme una cubana mientras decía con algo de enfado:

-¡Ni descanso ni hostias!-ese cambió de humor repentino me asustó un poco.- ¡Hemos venido a follar y eso vamos a hacer! ¿Sabes cuánto tiempo llevo sin estar con nadie? El solo oír la cifra te haría enloquecer. Así que tú y yo vamos a follar y lo vamos a disfrutar. Y si tengo que estar toda la noche reanimándote para pasar a la acción… ¡Oh… ten por seguro que eso haré!  

No sé si fue porque ese repentino cambio de humor que me asustó, la disposición y ansiedad que mostraba porque echáramos un polvo o que estar entre sus tetas era increíble. Pero me puse duro como una roca en tiempo record. Me hacían gracia los cambios de humor de Melody. Pero de alguna manera los entendía. Ella era la música. Podía pasar de placida y serena a rápida y violenta en dos segundos. No sé por qué, eso me gustaba en ella. Cuando mi miembro estuvo lo suficientemente duro para su gusto se separó de mí y se tumbó en  la cabecera de la cama abierta de piernas y separando su húmedo sexo. Esa silenciosa invitación fue suficiente. Me acerqué a ella gateando con algunas dudas. Cuando estuvimos lo suficientemente cerca no estaba muy seguro de lo que iba a hacer. Es decir… Me iba a follar a la “Música”. Para mí era como si fuera la Virgen María. Como que moralmente era un poco fuerte. Es decir. Tenía a una especie de ente superior en mi cama que me invitaba a pasarlo bien.

-“¡Claro!-empezó mi conciencia- Y si fuera una niña de quince años igual de cachonda invitándote a que te la follaras también lo harías ¿verdad?” Aunque fuera consentido me sonaba a algo que no debía hacer bajo ningún concepto. Sin embargo miré a sus ojos y pude ver aquella mirada bondadosa que tanto me gustaba diciéndome “Adelante”. Y eso me bastó. Y al parecer a mi conciencia también.  Me di cuenta de que Melody era una adulta varias millones de veces mayor que yo (literalmente). Y también que esos temas no le incomodaban para nada. A fin de cuentas… ¿Quién no ponía música a la hora de echar un polvo?

-“En fin: vamos a ello James”-me dije a mi mismo agarrando mi pene y dirigiéndolo hacia el interior de mi querida Melody.

Por un momento creo que morí. Hoy, creo que mi cuerpo no pudo soportar tanto placer y que no supo cómo reaccionar así que creo que como medida de seguridad todos mis sistemas se desconectaron por unos escasos segundos. Cuando “volví” el placer era abrumador. Otra vez pensaba  en que hacía unas horas el que me cogiera la mano me parecía increíble. Y creía que lo mejor que me había pasado era la mamada que me había regalado antes. Entonces ella empezó a moverse poco a poco aumentando el ritmo progresivamente así como el de sus jadeos y el volumen de sus gemidos y gritos. Me costó pillarle el ritmo. En parte porque estaba en shock. El cielo debía ser algo así. Una especie de placer constante que no hacía más que aumentar a niveles sobrehumanos. Y entonces lo entendí. Melody era un ángel, o una valkiria o una shinigami. Mi hora había llegado. Y pretendía darme el mejor polvo de mi vida antes de que la palmara de tanto placer y me llevara a la otra vida. Sí. Quizás ahora suene estúpido pero cuando todos tus receptores sensitivos están fritos de tanto placer como que uno es capaz de decir cualquier tontería sin sentido. Para mi sorpresa conseguí pillarle el ritmo y pronto ella y yo éramos como una maquina bien lubricada. Recalco lo de “lubricada”. Era una maravilla. Era como si su sexo estuviera moldeado para albergar el mío. O que mi polla estuviera hecha para entrar en ella. Yo que sé. El peligro de correrme era inminente. Procuré pensar en otra cosa para durar más pero en esos momentos solo podía pensar en ese momento. Todo lo demás me daba igual. Sorprendentemente el pensar en Melody, sus, envites, sus jadeos y aullidos, su cuerpo sudoroso, el cómo cerraba los ojos de placer y en mi propio placer me ayudaron a durar más. Melody estaba preciosa como siempre. Llegó un momento en el que correrme era inminente. Y esta vez no creía que pudiera apartar a Melody sobre todo porque ella me había atrapado con sus esculturales piernas como un cepo para osos.

Exploté. La mamada de antes no era nada. El semen salía en copiosos y furiosas ráfagas inundando el coño de la que en esos momentos era mi amante. Me costó lo suyo reponerme de aquella liberación. Me sentía genial pero… Insatisfecho. Quería más en un acto consciente o inconsciente Melody se volteó dejándome ver su precioso culo. Lo que se me ocurrió después no hace falta contarlo. Lo siguiente era ingeniármelas para pedirle a una mujer que apenas conocía a ver si me dejaba metérsela por detrás, siendo una práctica que muchas mujeres evitan.  

-¿A qué coño esperas?- soltó de la nada Melody.-Ya te he dejado bien clarito que estoy abierta a ti. Así que métemela por el culo de una vez o haz lo que quieras. Pero no se te ocurra dejarlo ahora.   

Lo normal era que si sabía que mi compañera, no era por llamarlo de alguna manera “mortal” y tenía habilidades como producir música de la nada o cantar con múltiples voces no era de extrañar que pudiera intuir o adivinar mis pensamientos. Pero era nuevo en esos asuntos así que  no terminaba de acostumbrarme. Así que con cuidado cogí mi miembro y lo dirigí a la entrada de su ano. Empecé metiendo la punta poco a poco, pues tenía entendido que forzar los músculos anales demasiado bruscamente dolía horrores. Ahora que lo pensaba ¿no debería haberla preparado antes? ¿Lubricarla? ¿Masajear su recto  hasta que se relajara? Lo mejor sería sacar la punta de ahí y preparar el terreno. Pero Melody parecía tener otros planes y más prisa. Así que dando un suspiro de frustración dio un empujón con sus seductoras caderas y se enfundó mi polla de golpe. Lo siguiente que recuerdo son un montón de estrellas de colores debido a la estrechez y rugosidad de su recto,  palabras ininteligibles por parte de ambos y una corrida no tan copiosa como la anterior pero aun así sorprendente.    

……………………………………………………………………………………………………………………..

melody 1.9Nunca he estado tan cansado. Si creía que Melody se iba a contentar con ese anal que le hice me equivoqué. Aún probamos un montón de posturas y prácticas un tanto perturbadora que de alguna manera, yo conseguía llevar a cabo a pesar de lo cansado que estaba.

Ahora Melody dormía abrazada a mí. Yo no. Tenía mucho en lo que pensar. Amaba a Melody. Es normal que un tío diga eso después de que una mujer le eche el polvo de su vida. Pero me gustaba todo de ella. Era simpática, inteligente, misteriosa, divertida, cariñosa, amable, bondadosa… y estaba como un tren. Eso ayudaba mucho. Antes de que se durmiera le había preguntado si éramos una pareja. Ella dijo que podíamos ser lo que yo quisiera. Lo cual me hacía muy feliz. ¿Tendría casa? ¿Si era así nos iríamos a vivir a la suya o la mía? ¿O a una diferente? ¿Quizá era un poco precipitado vivir juntos? ¿Le gustarían los paseos por el parque y esas cosas? ¿Tendría que regalarle flores y tal? No ganaba mucho con mi curro de mierda. Hablando de mí curro de mierda. Creo que iba a mandar al señor Dalton (el imbécil de mi jefe) a la mierda. Por robarme varios años de mi vida y joder a todo el mundo. Quizá podría demandarle por acoso o condiciones de trabajo abusivas. En eso el tío estaba servido de ese tipo de asuntos. Si ganaba podría sacarle un buen pellizco. Ya encontraría otro trabajo. Melody era la música. Quizá podríamos montarnos algo entre los dos. Me había corrido mucho dentro de ella. ¿Y si la dejaba embarazada? Se lo comenté pero ella dijo que estaba bien. ¿Tomaría la píldora? No estaba seguro de sí estaba listo para ser padre. Pero Melody con barrigón… ¡Dios que sexy estaría! También le había entrado muy fácil por detrás. ¿Le habrían dado otras veces? ¿Habría tenido más amantes? ¿Estaría un rato conmigo y se iría? ¿O esta era solo una de las muchas versiones de la música que había venido para estar conmigo? ¿Y cómo estaría Melody vestida de blanco? Sabía que no iba a encontrar a nadie como ella. Quizá debería casarme con ella. O igual me precipitaba de nuevo. En fin. Esas cuestiones podían esperar. De momento tenía al amor de mi vida durmiendo a mi lado y eso de por sí era perfecto. Me dispuse a dormir pero entonces algo me despertó. Lo oía perfectamente. Era “Can’t Help Falling in Love” de Elvis. Pero no era Elvis. Cantaba una mujer. Y era el sonido más precioso que había oído nunca. Era como si me llegara al alma. Cualquiera que oyera esa voz podía tener por seguro que nada le pasaría y que todo iría bien. No era ninguno de mis discos. Los conocía todos. ¡Todos! Tenía que ser la radio. Tenía que saber quién era aquella intérprete para ver si podía volver a disfrutar de ella. Pero la radio estaba apagada. Y el sonido venía de muy cerca. Y entonces averigüé la fuente de tal prodigio. Era Melody. Estaba cantando en sueños. Pero no con cualquier voz. Aquella era SU voz. La voz de la Música. El sonido más bello del mundo y la fuente de toda belleza acusica. Si ya estaba enamorado de ella ese momento fue decisivo para quererla con locura. Así que me incliné sobre ella la besé con dulzura en la frente y le susurré:

-Buenas noches, mi musa y mi vida.

-“¡Que cursi eres a veces James Wanderer!”- me reproché a mí mismo antes de caer dormido con el amor de mi vida a mi lado.

melody 1.14 

 FIN.

  • : Un joven hastiado de su vida y su trabajo conoce a una misteriosa joven que podría darle un giro de ciento ochenta grados a su vida.
 

Relato erótico: “Secreto de Familia: Lorena 1” (POR MARQUESDUQUE)

$
0
0

DE LOCA A LOCA PORTADA2Estaba embarazada y me sentía fea y gorda. Como adivinando mis pensamientos Sandra me quitó el Sin títulopelo de la cara en un gesto afectuoso y me dijo: Estas preciosa. Sonreí y la besé en los labios. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. La volví a besar pero esta vez nuestras lenguas se rozaron, casi imperceptiblemente. ¿Qué hacéis? La voz de Rita, mi pareja, rompió el hechizo. Nos separamos, culpables, y mis mejillas enrojecieron un poco. Nada, murmuré, y volvimos al comedor con todos. Estos momentos de intimidad con Sandra cada vez eran más frecuentes. Notaba que nos atraíamos y no sabía que pensar sobre eso. Ella tenía 18 años y yo pasaba de los treinta. Además ella era la novia de mi hijastro… que era de quien yo estaba embarazada… Un poco raro sí. Mi vida es un poco complicada, ya lo sé. Además tenía cierta gracia, cierta simetría, que tontease con Sandra ahora que estaba embarazada de su novio. Cuando yo me enamoré de Rita tenía 16 años y ella debía tener la edad que tengo yo ahora, más o menos. Por si fuera poco, ella entonces estaba embarazada de José, el que luego sería novio de Sandra y el padre de mi hijo. Que yo me excitara con Sandra, ahora que era yo la embarazada, era como cerrar el círculo. Lo explicaré más despacio:

De adolescente era una chica solitaria. No me llevaba bien con mis padres y no tenía muchas amigas. Tenía mucho éxito con los chicos, porque decían que era muy guapa: alta, rubia, delgada pero con curvas, ojos claros… pero no me atraían demasiado los hombres, así que eso me daba igual. Me parecían intimidantes y violentos, no me gustaba su mundo. Además cada vez que un chico se interesaba en mí, su novia, o la chica que aspiraba a ser su novia, o por la que él había estado interesado antes, pasaba a odiarme, como si fuera culpa mía. Era horrible. Entonces conocí a Rita. Ella parecía ver lo que otros no veían. Era mi profesora de filosofía e historia. Alta, guapa, pelo corto rojizo, carita graciosa, ojos intensos. Ella no parecía mirarme con deseo, como los hombres, ni con hostilidad ni envidia, como las mujeres. Parecía que sinceramente le importaba todo lo referente a mí. Como si yo fuese la persona más interesante del mundo. Además era tan atractiva, estaba tan segura de sí misma, le importaba tan poco lo que pensaran los demás, llevando su embarazo de padre misterioso con tanto orgullo… Pasó lo que tenía que pasar, quedé colgadísima por ella. Nunca me había planteado mi orientación sexual, asumía que mi desinterés por los chicos era desinterés por el sexo en general, no que me gustasen las chicas, de hecho no me había sentido antes atraída por ninguna. Sin embargo cada vez que Rita me sonreía, cuando rozaba mi mano, cuando me besaba la mejilla… mis bragas se empapaban.

Un día me llamó a su despacho. Mis notas habían bajado. Le expliqué que tenía problemas en casa. Fue muy comprensiva conmigo, un cielo. Luego me invitó a tomar algo en la cafetería. Me contó lo de su embarazo, que entonces aun no se le notaba. También me dijo que era bisexual, que en la universidad había tenido una novia y más recientemente una relación con un ex alumno. Yo estaba alucinada. Así que, por una parte, había tenido una relación con un alumno y por otra también le gustaban las mujeres. Eso quería decir que tal vez… no, no podía ni pensarlo… pero para mi sorpresa tenía las bragas empapadas ante la mera posibilidad.

Pasaron los meses y su barriguita fue creciendo, como lo hace ahora la mía. Yo era su “ojito derecho”, su preferida. Algunos me acusaban de pelota por ayudarla a llevar los libros o quedarme hablando con ella después de clase, pero la verdad es que no me importaban las notas, lo hacía porque estaba a gusto con ella. Un día me encontraba especialmente desanimada, había tenido bronca con mis padres la noche anterior y no tenía ganas de nada. Rita lo notó y me invitó a tomar café en su casa después de clase. Vivía sola, su casa era bonita. Me la enseño y tomamos algo en la cocina, ella café y yo manzanilla. Le referí la bronca con mis padres y se me escapó alguna lagrimilla, ella me la secó y me acarició la mejilla con la mano. No pude evitar mirar su escote mientras lo hacía. ¿Qué me estaba pasando? Me decía a mi misma que mi obsesión con ella era simplemente admiración, amistad, pero cada vez era más obvio que no era solo eso. Su mano en mi mejilla me había removido por dentro. La visión fugaz de sus pechos hinchados por el embarazo había logrado que sintiera un picor entre las piernas. Entonces ella empezó a decir lo fea que se encontraba y yo, con toda sinceridad le dije que no, que era la mujer más atractiva que conocía. Sonrió y me besó en los labios. Gracias cariño, tu sí que eres preciosa, me dijo, pero yo estaba extasiada por haber sentido sus labios en los míos, aunque fuera tan brevemente. La mitad de la ropa ya no me sirve ¿quieres probarte algo? Con esta invitación la acompañé a su cuarto y abrimos el armario. Seleccionó algunas prendas y dijo, no sé si esto me cabrá, y acto seguido se quedó en ropa interior para probársela. Yo estaba como en una nube. Ves, siguió diciendo, estoy demasiado gorda, póntelas tú, y se quitó la blusa y la falda y me las dio. Tímidamente empecé a desnudarme. Si ella lo había hecho delante de mí, yo no podía ser menos. Noté que me miraba y, en cierto modo, me gustó no pasarle desapercibida. Después de estar probándonos su ropa un rato comenzó a hacerme cosquillas. No sé como terminamos tumbadas en su cama, de lado, en ropa interior, mirándonos. Le di las gracias y la besé en la mejilla. Ella me devolvió el beso, muy cerca de los labios. Esta vez fui yo la que me atreví y rocé sus labios con los míos. Nos volvimos a besar, pero esta vez su lengua se abrió camino en mi boca tímidamente. Atrapé su labio superior entre los míos, luego el inferior y, finalmente colé mi lengua en su boca hasta tocar la suya. Estuvimos un rato besándonos. Literalmente me derretía. Me besó el cuello y yo empecé a acariciarle esos pechos que me estaban volviendo loca. Su mano se había deslizado hasta mis braguitas y se colaba entre mis piernas. Le quité el sujetador y comencé a chuparle las tetas con más deseo del que había tenido nunca por nada. Estaban gordas y eran maravillosas. Me aferré a sus pezones, primero uno y luego el otro mientras ella me seguía masturbando, volviéndome loca con sus dedos. Paró un momento para quitarme el sujetador y devolverme la cortesía con mis pechos. ¡Dios, eres preciosa! La oí murmurar y eso me enervó más. No sé como movía la lengua por mis senos que me mojaba aun más. A su lado me sentía torpe, incapaz de devolverle todo el placer que me estaba dando, pero a ella no parecía importarle. Rodeaba mis pezones con los labios, los succionaba, los lamía…

Continuó bajando su lengua por mi tripa, estremeciéndome hasta llegar a mi monte de Venus, aspiró su aroma y jugueteó con mi vello íntimo. Me besó en la cara interna de los muslos, en las ingles y llegó a mi vagina. Llenó sus labios externos de besitos, luego coló la lengua entre ellos y pude ver el paraíso. Voy a dibujarte el alfabeto con la lengua, me dijo, a, b, c… movía su lengua en mi intimidad dibujando las letras mientras yo creía morir del gusto. Ni que decir tiene que me corrí antes de llegar a la zeta. Se arrastro sobre mi cuerpo con los labios aún mojados con mis flujos y me besó. La abracé y continué besándola un rato más. Estaba muy agradecida del placer que me había hecho sentir y quería retribuirla, aunque no me sentía muy capaz de hacerla volar tan alto como ella a mí. Mi lengua jugueteaba con la suya y nuestras tetas chocaban, frotándose nuestros pezones. Con la mano le acariciaba el chocho, metiendo los dedos en la raja, tratando de atrapar el clítoris. Voy a hacértelo yo, le dije. No tienes porque, respondió ella. Quiero hacerlo, zanjé la discusión. Comencé a lamer su clítoris mientras la masturbaba con los dedos. Le pasaba la lengua lo mojaba con saliva, lo rodeaba con los labios, lo chupaba, lo succionaba… Mi mano iba cada vez más rápida en su rajita, toda mojada. Al final explosionó entre gritos y yo supe que lo había hecho bien.

Las semanas siguientes las pase entre las nubes. Me levantaba contenta sabiendo que la iba a ver. Estaba distraída, contaba los segundos hasta que llegara la hora de su clase o el recreo para escaparnos juntas. Íbamos cogidas de la mano al baño, tratando de disimular la emoción, a enrollarnos y a masturbarnos o, cuando estábamos más calientes y éramos más osadas, comernos las chichis. Casi todas las tardes al salir de clase pasaba por su casa y hacíamos el amor como es debido, tumbadas en la cama, desnudas y tomándonos todo el tiempo del mundo. Los fines de semana me era más difícil verla, así que en lugar de ansiar durante toda la semana, como mis compañeras, que llegara el viernes, yo lo temía, y pasaba los sábados y los domingos deseando que llegara el lunes. Mientras tanto su tripa seguía creciendo. Eso no impedía que yo continuara deseándola sexualmente. De hecho, desde entonces me excitan un poquito las embarazadas con sus curvas, sus tetazas y su pose maternal. Un día después del sexo, mientras le acariciaba el pelo, comenté sin darme cuenta de lo que decía: espero que estemos juntas siempre. No solía pensar en el futuro, simplemente me dejaba llevar, pero en cuanto lo dije supe que era verdad, que era con ella con quien quería pasar toda mi vida. Rita me sujeto la cara con las manos en un gesto amoroso y me miró con benevolencia. Yo también estoy sintiendo cosas por ti, me dijo. Pero esto no puede ser, eres muy joven y mi vida muy complicada. Soy tu profesora, si en el colegio se enteraran me despedirían. Además voy a tener un hijo. Y también me gustan los hombres. Eres maravillosa, estar contigo es fantástico, pero mereces alguien mejor, que no te complique. La abracé y me puse a llorar. Le dije que la quería, que quería estar con ella, criar a su hijo con ella, que no me importaba si quería tener aventuras con hombres de vez en cuando mientras luego volviera conmigo. Sonrió y me dijo que le recordaba a su hermana. Nos besamos. Yo también te quiero, continuó. Por eso no quiero hacerte daño, ni liarte la vida, ni que por mi desperdicies las oportunidades que tendrás, porque eres una joya. Mi mejor oportunidad, le dije, es estar contigo. Dejamos ahí la cosa, pero yo seguía decidida a convencerla de que valía la pena intentarlo, de que lo nuestro tenía futuro.

Seguimos con esa rutina de sexo hasta prácticamente que ella se puso de parto. Poco antes me había presentado a su familia: su hermana mayor, a la que, por alguna razón, yo le recordaba, aunque no podíamos ser más distintas, ella era extrovertida y se comía el mundo, yo más bien tímida y apocada. También me presentó a su madre, una señora guapísima, y a su cuñado, que me confesó, era el padre biológico del niño que llevaba en el vientre. ¿Inseminación artificial?, pregunté yo ingenua. Ya te dije que mi vida era un poco complicada, respondió ella. Es una historia muy larga. María (el nombre de su hermana) y Julio (su marido) son una pareja muy… moderna. A veces he estado con ellos. A los dos les pareció bien mi idea de tener este niño con la ayuda… natural de mi cuñado. Quedé petrificada ante la noticia. Rita se había acostado con su cuñado, con el consentimiento de su hermana, para quedarse embarazada. Su audacia no dejaba de sorprenderme.

Durante el parto y en los primeros días de José, como llamó a su hijo, yo parecía una más de la familia. La visitaba en el hospital primero y en su casa después siempre que podía, la ayudaba a cambiar pañales o preparar biberones. Trabé amistad con María y en general con toda su familia que me trataba con excepcional amabilidad. Estuvimos varios meses sin tener sexo, pero no me importaba, algo maravilloso estaba pasando en la vida de Rita: su maternidad, y yo tenía el privilegio de estar compartiéndolo. Desde luego era cansado, mis amigas iban a divertirse con sus novios y yo a limpiarle el culo a un mocoso, hijo de mi profesora, pero valía la pena. Cuando nos volvimos a acostar estaba claro que aquello ya no era un calentón: teníamos una relación.

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
jomabou@alumni.uv.es

 

Relato erótico: “El Virus VR 13” (POR JAVIET)

$
0
0

Recomiendo la lectura de los capítulos anteriores para una mejor comprensión de la historia.

Volvimos a la casa de Julián un poco antes de la emisión de noticias por la radio, su mujer nos estaba esperando con unos cafés y algunas pastas sobre la mesa, nos sentamos y charlamos tranquilamente durante un rato pero no conseguí sacar ni una palabra a Julián de lo que me quería decir, el solo insinuaba que charlaríamos después de escuchar las noticias.

Instantes después escuchamos la conocida voz del presentador diciendo:

– Buenas noches, supervivientes. Noticias para todos, al ex presidente Obama se lo ha cargado un tipo del ku klus klan, al parecer caminaba con una panda de infectados y se cruzo con una pandilla de cazadores sudistas de gatillo fácil resultando muerto, comunicaremos cualquier cambio en su estado.

– Noticias más serias, las tormentas, los rayos y la refracción de los rayos de sol sobre las ventanas de los edificios, son varios de los motivos que provocan el incendio de las oficinas y viviendas, así como de los pisos altos y rascacielos, según investigaciones recientes han sido causas como esta las que están provocando incendios en las grandes ciudades, al no existir ya un cuerpo de bomberos en ellas, dichos incendios se extienden libremente por dichas urbes, se informa que la población infectada de dichas ciudades se está dispersando por todas direcciones, buscando nuevas fuentes de alimento.

– ¡Es importante! Repetimos ¡Es importante! Que todos los focos de supervivientes se preparen y si es posible fortifiquen, en espera de oleadas aleatorias de infectados hambrientos procedentes de grandes núcleos urbanos, si tienen radio de onda corta o medios de comunicaciones pónganse en contacto con los puntos seguros más próximos, a continuación daremos una lista de ellos así como la zona y localidades a las que apoyan, dentro de lo posible se avituallará con medicinas, comida, armas y municiones a las comunidades que contacten.

Dieron a continuación la lista de puntos seguros, así como la frecuencia de llamada para las emisoras de onda corta y ultracorta, nuestra zona pertenecía a punto seguro 4, respecto a comunicaciones no había nada que hacer, puesto que la emisora del cuartelillo del torreón debía haber sido saboteada por el difunto agente Peláez, pues solo recibía siendo imposible emitir nada.

También informaron que se ampliaban las emisiones radiofónicas y servicio de noticias a los días pares, independientemente de que día de la semana fuera, seguirían con el mismo horario es decir de Medianoche a 1,00, la situación se estaba poniendo peor con millones de infectados saliendo de su hábitat en las ciudades, desperdigándose por los campos sin posibilidad de controlarlos, podían aparecer por el pueblo en cualquier momento y su número podía pasar de 2 a 500 en pocos días, nadie sabía nada ni se podían prever sus erráticos y caprichosos movimientos.

Dieron la habitual información de la asociación de familiares de infectados, acerca del virus y como tratar a posibles infectados capturados, no había novedad respecto del comunicado anterior en el tema de tratamientos. Siguió la habitual información del tiempo para la semana entrante y un discursito del presidente del país, que pretendía levantar los ánimos a la población, pero este tuvo menos éxito que los malos chistes del principio de emisión.

El programa acabó Juana fue a acostarse y Julián se quedó con Toni charlando mientras bebían un brandy y se echaban un purito, hasta que se convencieron de que los ronquidos de Juana eran auténticos, entonces empezaron a hablar en serio de la idea de Julián, este dijo:

– Ya me olía yo algo raro, por eso te dije que bajaras hoy.

– A ver explícate ¿Qué has visto raro?

– Aquí en el pueblo ya hemos cazado esta semana algunas “piezas raras” anteayer un trajeado con su corbata y todo y ayer un tío con polo y pantalón de montar a caballo, parecía venir de un partido de hockey, como comprenderás no encajan demasiado bien en un pueblo pequeño como este.

– La verdad es que no encajan llevas razón, si vienen por la carretera nueva es normal que los veas tu antes que yo pues tu bloque les pilla más cerca, ¿entonces crees que ya están llegando?

– Sinceramente si, por eso le he dado vueltas a la idea de ir a Llo… ya sabes el pueblo grande que está a 30 Km de aquí.

– Si recuerdo que lo comentamos, pero será peligroso ¿y si nos encontramos de frente con los que vienen?

– ¡no lo sé! Solo estoy seguro de que sin comunicaciones, con las municiones y comida que tenemos nos apañaríamos, pero si empiezan a llegar “turistas” a mansalva se nos pondrá la cosa fea y nuestras posibilidades de salir de esto serán algo escasas, tenemos una posición sin muchas defensas y sin apoyo exterior no aguantaremos.

– Creo que llevas razón, ¿tu idea era acercarse al cuartel de la guardia civil de allí?

– Si claro y míralo por las dos partes, si no hay nadie o están fritos podremos coger algunas armas e incluso una radio, pero si están vivos pasaran nuestro aviso y nos pertrecharan por helicóptero, incluso se podrían llevar a los críos.

– Y si no podemos llegar ¿Qué hacemos? –Dijo Toni.

– También lo tengo pensado, llevaremos a dos personas con nosotros, Daniel trabajaba al lado de una tienda de electrónica en ese pueblo, según él sus vecinos no paraban de presumir de tener lo último de lo mejorcito allí, tu sabes forzar puertas así que entramos y eliges lo que necesitas para reparar tu radio, ó pillamos una mejor.

– Vale esa parte es factible ¿Quién es el otro y que propone?

– Sabes que en las afueras de Llo… hay un polígono industrial bastante grande, pues “El otro” es mujer y la conoces pues acabas de estar con ella, veras Mara se callejeo trabajando ese polígono un tiempo antes de venirse al club de aquí, me ha comentado que conoció un par de naves industriales donde se almacenaban los productos antes de distribuirlos, a sitios como los Días y al Correflur, estanterías larguísimas plagaditas de cajas de comida rápida, cajones de galletas, embutidos envasados al vacío, pastas y legumbres, briks de todo y latas de comida y bebida como para parar un tren.

– Si llevamos un camión no tendremos donde dejarlo a la vuelta, en tu parking no cabrá y si lo intento meter en la muralla me tirara la parte superior del portón, los infectados lo verán llegar e irán a por él, si pueden treparan y subirán a dicho camión, sinceramente no me apetece cargar con media tonelada de comida para que al final se la coman ellos por no poder aparcar.

– Ya lo he pensado Toni, llevaremos dos de los monovolúmenes que hay en el garaje, funcionan y están bien de motor y ruedas, salimos de aquí paramos a repostar y seguimos es fácil.

Discutieron un poco pero finalmente decidieron ir en un par de días, llevarían tres vehículos y serian en total seis personas, al llegar debían dejar a dos al menos vigilando mientras los demás cargaban, así la operación de carga seria más rápida y segura, por otra parte al llevar tres vehículos tenían posibilidades de traer una buena cantidad de cosas, aunque uno de ellos se averiase ó se perdiese de camino, los productos que encontrasen serian cargados en forma equitativa entre los tres coches.

– Resumiendo –Dijo Julián- que no llevaríamos todos los huevos en el mismo cesto, por si había que dejar uno y correr.

– Si eso quería decir.

– ¡Coño pues dilo en cristiano! aquí en el pueblo somos un poco bestias, pero recordamos los dichos populares y casi siempre llevan razón.

Siguieron afinando el plan, todos los que fueran pero especialmente los conductores, debían conocer las carreteras y senderos transitables hasta Llo…además de las calles del lugar para llegar rápido a destino, cargar y salir igualmente veloces, Toni estudiaría los planos de la zona que había en el cuartelillo pues al ser del servicio cartográfico del ejercito, eran extremadamente precisos, le hablo de Ceci y le pregunto si los farmacéuticos podrían hacerla unas pruebas, Julián quedo en discutirlo con ellos.

Finalmente casi a las cinco de la madrugada Toni decidió volver a casa, aun estaba oscuro y pensó que aquello le beneficiaria, subieron al tercer piso puesto que las ventanas del primero tenían barrotes y estaban cegadas, las del segundo se habían tapiado hasta dejar una estrecha tronera por la que disparar, por eso entraba y salía mediante una cuerda hasta el tercero directamente a la pequeña vaguada con su arroyito al fondo, la otra opción como ya sabemos era salir por el parking o por la puertecita pequeña al otro lado del bloque.

Se despidió de Julián y del tipo que hacia la guardia, lanzaron la cuerda y bajó por ella hasta el suelo, descolgándose el fusil lo empuño e inicio la vuelta a casa pero unos cien metros más adelante un chapoteo le llamó la atención, cautelosamente se asomo al pequeño terraplén y vio en el arroyo a un Infectado, evidentemente no era de allí pues desentonaba más que un pulpo en una tienda de hortalizas, era rellenito y vestía de ejecutivo excepto por la ausencia de chaqueta, la espalda de su camisa blanca le delataba claramente mientras intentaba subir la cuesta pronunciada del lado opuesto a Toni, esté a punto estuvo de meterle un tiro con su rifle con silenciador pero se lo pensó mejor, dándose cuenta que si le mataba allí ensuciaría de sangre el arroyo y si no lo sacaba se pudriría sobre sus reservas de agua, decidió que saliera él solito ahora que se podía mover así que cogió una piedra y se lo tiro a la camisa bastante fuerte.

El gordo se dio la vuelta mirándole, la pechera de su camisa blanca era toda un manchurrón de sangre coagulada, corría hacia Toni subiendo dificultosamente la pequeña cuesta de este lado, nuestro protagonista se giro andando para alejarle del arroyo sin apresurarse demasiado, cuando el gordo llego a la parte superior de la cuesta solo le separaban 50 metros de Toni.

Soltando un grito gutural el gordo se abalanzo corriendo contra el tío vestido de oscuro, se acercaba rápido ya le tenía le estaba cogiendo y estiro las manos para agarrarlo, deseaba morderle y masticar su cuello mientras el sabor cobrizo de la sangre caliente le llenaría la boca calmando su sed, justo entonces el tío de negro se giro y un fogonazo sin ruido broto de su cadera, el gordo sintió un golpetazo en la cara y un dolor tremendo en toda la cabeza seguido por una sensación de frescor en la nuca, luego simplemente cayó de bruces y sus ojos se apagaron.

Toni miro al gordo caído u menos de dos metros, estaba algo asombrado pues pensaba que le sacaba mas ventaja, desde luego no esperaba tanta velocidad de ataque por un tío así, gracias a dios llevaba el fusil empuñado al volverse, se dio cuenta de que el grito del gordo era respondido por otros más a su alrededor, así que extremó sus precauciones llegando lo antes posible a la arboleda, una vez metido entre los arboles le pareció ver sombras a su alrededor, se escuchaban también ruidos de arrastre y pasos cerca de donde estaba así que sigilosamente la cruzó, acercándose al borde de la misma que le permitiría ver su torreón.

En aquel momento una mujer de aspecto joven salió de la arboleda a unos 20 metros a su derecha, tenía pinta de pandillera y lucia un desgarrón en su cabeza a la altura de su desaparecida oreja, aquella visitante no le sonaba de nada estuvo tentado de ponerla un mote al igual que hacía con los habituales, pero ella no se dio cuenta de su presencia y siguió andando despacio, Toni la siguió con la vista y observó que la explanada delante de su hogar estaba siendo recorrida por varios infectados mas, se dirigían a la muralla y conto diez de ellos incluida la pandillera, permaneció un minuto agachado al lado de un árbol escuchando atentamente hasta que el susurro de pasos se alejo, saliendo de la arboleda otro hombre algo mas a la derecha que la chica pero en la misma dirección, es decir hacia el torreón y su muralla.

Se incorporo y encaro el cetme corto con silenciador empuñándolo firmemente, comprobó con el pulgar de la mano derecha que el selector de disparo estaba en tiro a tiro y levemente encorvado avanzo hacia su casa, los sentidos de Toni estaban alerta y su oído atento, la vista recorría toda la longitud del fusil desde el alza hasta la mira metálica, cuando estos elementos se alinearon con la cabeza del tipo que andaba delante presiono el gatillo una sola vez, se vio un fogonazo breve y aquel tío cayo sin un gemido, vario su rumbo algo a la izquierda y siguió avanzando hasta ver la cabeza de la chica, anduvo despacio tras ella y disparo cuando la tuvo a menos de diez metros, el tiro la entro por la nuca.

Se cargo a tres mas así, caminando tras ellos despacio y con el viento en contra tirándoles de cerca a la nuca, se pego a la muralla y la contorneo atento hasta encontrar la cuerda, subió y la retiró registrando el patio a continuación, entrando en la torre cerró la puerta y bajo a ver a Cecilia, esta seguía dormida y con expresión relajada en su celda así que la dejo allí tumbada y subió a llamar a Julián, diciéndole que ya estaba en casa y que efectivamente había gente nueva en el pueblo.

Se desnudó y para evitar que Ceci oliese a otras hembras, metió toda su ropa en la lavadora y la conecto tras revisar el combustible del grupo electrógeno, a continuación subió y se tomo una larga ducha en la se paso un buen rato enjabonándose, seguidamente puso el despertador a las 10 y se tumbo a dormir unas horas.

Durante aquellas horas escasas de sueño tuve pesadillas, soñaba con minas y trampas escuche la voz de mi maestro de escuela diciendo: Abrojos, Galias, Alesia, Cesar, Clavos. Finalmente el sonido del despertador me despertó sobresaltándome, quede sentado en la cama empapado de sudor contemplando el revoltillo de sabanas, había sido una pesadilla corta pero movidita.

Para despejarme tome una corta ducha y prepare el desayuno, baje a ver a mi Ceci que me esperaba ya desnuda cono cada mañana con la camisa colgada de los barrotes de su celda, me miro con ojos de cabreo por dejarla sola la noche anterior e incluso me gruño un poco al acercarme a la puerta, mi sistema para calmarla era hablarla, lo había estado desarrollando durante unos días y funcionaba bien, la miraba con expresión de “soy bueno y no he hecho nada malo” y comenzaba a explicarla cosas, la dije que había ido a ver a un amigo pero que ella al estar mala no podía venir y bla, bla, bla.

La pregunté si quería pasear y ella se giro de espaldas a la puerta dándome a entender que si y que la atase, entré y se transformó en fiera de repente girándose y agarrándome con sus manos de los hombros, empujándome de espaldas a la pared su cara descendió velozmente hacia mi cuello, rugía de furia mientras yo metía una mano entre los cuerpos de ambos para mantener una distancia, pero sus dientes estaban a centímetros de mi cuello cuando se detuvo quedándose muy quieta, permanecimos así unos segundos, yo sabía que debería estar retorciéndome en el suelo con la sangre saliendo a chorros de mi cuello, por un boquete desgarrado con la forma de los dientes de mi chica infectada, podía golpearla y exponerme a que acabase lo que había empezado ó… gire un poco la cabeza y la mire, mis ojos se cruzaron con los suyos viendo como la rabia se apagaba en ellos, me soltó y se fue al rincón donde se quedo hecha una rosca esperando sin duda un castigo por su conducta.

Me senté a su lado sin tocarla, ¿Por qué no me había mordido? Me tenía a huevo, la mire y vi que sollozaba, la pregunté:

– ¿Ceci quiere a Toni?

Ella cabeceo afrmativamente sin dejar de sollozar, por su cara corrían unos lagrimones que partían el alma, debía castigarla pero en ese momento recordé lo que dijeron en la radio acerca de las recaídas, debía de haber sufrido una de ellas y se había sabido contener a tiempo, no podía castigarla por hacer lo correcto así que la acaricie la cabeza, ella me miró y la tendí la mano para que se levantara quedándose de pie ante mí, la mire desde ahí abajo subiendo mi vista hasta sus ojos desde mi posición sentado en el jergón y la dije:

– Toni quiere mucho a Ceci.

– Toni si, qui…ere.

Se me abrazo a la cabeza, sus lagrimas me mojaron el pelo, sus tetas me tapaban la vista, me incorpore como pude y la abrace usando la camisa para limpiarla la cara antes de darla en beso en la mejilla, después salimos a pasear sin ataduras aunque yo llevaba la bola en el bolsillo por si acaso.

Durante el paseo Ceci se comporto como siempre, alegremente corría y se rozaba contra mi buscando que jugáramos al sol, contemplaba su bonita figura ir y venir tan sensualmente inocente y llena de vida que frecuentemente olvidaba su condición de infectada, además con el riesgo de las recaídas debía poner más atención al acercarme a ella, pero su cariño me vencía. Al rato de pasear hizo sus necesidades y la limpie demorándome algo al limpiarla su culito, entonces fue cuando oímos ruido de disparos en dirección al bloque de Julián, entramos en el torreón y subí a la azotea para usar el walki.

– Tiroloco para capo, ¿me recibes? Cambio.

– Adelante Tiroloco, capo a la escucha, ahora estamos algo liados pero adelante dime, cambio.

– ¿Qué es ese tiroteo? Cambio.

– Son los nuevos que nos están probando, cambio.

– Si necesitáis ayuda dímelo, hare algo de ruido y algunos vendrán, cambio.

– No, déjalo los tenemos controlados, gracias de todos modos, Capo corta.

Dejó el walki en la mesa, a veces se le olvidaba que los demás también sabían defenderse, bajó a desayunar con Ceci, después la puso el block para colorear y las pinturas para que hiciera algo mientras el limpiaba sus armas de anoche y reponía la munición gastada, ella le miraba pero el ya la había hecho entender que no debía tocar las armas si no se las daba Toni en la mano, aunque la costo un par de golpes de baqueta en los dedos hasta que lo entendió.

Antes de ducharla entre en la habitación de las literas y mire en las taquillas de la difunta agente Macías, buscaba un vestido ligero o algo así para ver como la quedaría puesto, ya que sabía que en breve iríamos al bloque de Julián a que los farmacéuticos la hicieran un análisis, ese era uno de los puntos que afinamos anoche Julián y yo, ella bajaría conmigo en el todo terreno dormida y quedaría al cuidado de dichos farmacéuticos, la sedarían y permanecería dormida hasta mi vuelta, entre tanto la harían una serie completa de pruebas y análisis en una habitación cerrada, el se había comprometido a convencerlos para que no pusieran pegas.

Encontré un precioso vestido veraniego de manga corta, blanco con cuello redondo y botones en el escote que la taparía hasta las rodillas, seguidamente me agache buscando al pie de la taquilla las cajas de zapatos a ver que encontraba, aparte varios pares de zapatos y botas hasta que vi una última caja blanca de cartón al fondo, la saque y en su tapa ponía “zapatos paseo” en cuidada letra femenina, estuve a punto de dejarla pero pesaba demasiado para ser eso, así que saque la goma que tenia y la abrí, dentro había una caja de madera marrón veteada y con un asa de cuero negro, media 20 X 15 y unos 10 Cm de alto, tenia puesto un candado de combinación con tres ruedecitas numeradas y una flechita en relieve.

Mientras pensaba si sería correcto abrirla o no, cogí la caja vacía de cartón y la mire por todas partes, buscando tres números escritos pero ahí solo figuraba la talla de los zapatos 35, probé con 035, 305y con 350 nada, así que seguí buscando hasta encontrar un papelito metido en una de las uniones del cartón de la tapa, 023 supuse que sería su fecha de cumpleaños o los años de algún amigo especial ó algo así, probé y “bingo” candado abierto, abrí la caja y miré dentro.

——————————————————————————————-

Continuara…

¿Qué habrá en la caja? Ah picarones ya sé por dónde vais, si queréis podéis darme una idea del contenido, el siguiente capítulo seguramente empezara muy bien.

Después nos iremos de viaje a Llo… lo siento no quiero poner el nombre de la localidad, aunque usare mis recuerdos de un sitio similar conocido por mí, como pista por si me lee alguno de ese pueblo diré que hay un bar al lado del cuartelillo, cuyo dueño es clavadito a Peter Griffin, el personaje de la serie de dibujos animados para adultos “padre de familia” un saludo.

¡Sed Felices!

Para contactar con el autor:
javiet201010@gmail.com

 

Relato erótico: “Rompiéndole el culo a Mili (04)” (POR ADRIANRELOAD)

$
0
0

cuñada portada3Al salir por una de las puertas laterales de la universidad note como los vigilantes comían Sin títulocon la mirada a Mili. Le lance una mirada agresiva al primero que atrape saboreando las curvas con las que yo había deleitado, el tipo bajo la vista y se hizo el desentendido.

Su reacción me dio a entender que a mi casa no podríamos ir en transporte público. Seriamos la comidilla de todos los ojos masculinos y la envidia de los femeninos. Subimos a un taxi, en silencio. Ni bien me senté recibí un mensaje de Viviana: “No te desveles mucho, Te amo”.

Diablos a pesar de que le malogre sus planes para esta noche, ella lejos de estar enfadada se preocupa por mi… es linda… pensé.

Te presento a Viviana, estudia conmigo… le oí decir a mi prima, hace casi 1 año.

Era una chica de piel clara, ojos color caramelo, labios carnoso y rosados, cabello castaño. De sus curvas no podía decir mucho, vestía muy conservadoramente. Solo la manera en que su blusa se abultaba me dio una idea de la forma y dimensiones de sus senos: Medianos. Deben ser lindos, como ella, pensé.

¿Como estas?… le dije y le di un beso en la mejilla, se ruborizo, esto me robo una sonrisa.

Bailamos un par de veces, era cohibida pero se fue soltando. Al final de la noche me encontré conversando con ella en el sillón mientras los demás bailaban. La acompañe a su casa a pesar de que me pidió que no lo hiciera, sus padre era un ogro. Luego le pedí su número a mi prima, ella me advirtió:

Viviana es una chica muy linda, muy tranquila… no es para divertirse…

Oyeee… ¿Por qué me dices eso?… proteste.

Porque te conozco, eres un verga loca… aunque bueno, quizás te haría bien salir con una chica como Viviana, tal vez es hora de que tengas una relación seria primito…

Con la venia de mi prima, y una amenaza, llame a Viviana. Salimos unas cuantas veces. Al final la química que había entre nosotros termino manifestándose en un beso. Un pequeño resbalón fue pretexto para ello.

Una noche, después de ver una película, caminábamos por un parque, cerca de la rivera del río. Al bajar de una acera, por el agua de una reciente lluvia, ella trastabillo, yo voltee para retenerla, sino se iba de bruces.

Tarde unos segundos en que recobrara el equilibrio. Al final ella termino de pie en la acera con su 1.60m y yo en la pista con mi 1.80m, digamos que en esa posición estábamos al mismo nivel. Abrazados, riéndonos por lo sucedido, tenia una esplendida sonrisa de niña, luego la risa desvaneció, nos miramos fijamente, me incline hacia ella, en su brillosos ojos no encontré negativa.

Mis labios se pasearon por los suyos durante segundos, minutos, me abrazaba con fuerza, sentía su respiración agitada, era un beso tierno, apasionado… pudimos estar horas así, aferrados el uno al otro… pero… un auto paso cerca de nosotros y nos salpico agua. Reímos nuevamente, la ayude a bajar de la acera, esta vez nos tomábamos de la mano, sin decir nada éramos enamorados, lo sabíamos.

Vaya… así que… así se siente un beso… me dijo suspirando.

¿No me digas que nunca has besado a nadie?… pregunte incrédulo.

Pues no… respondió avergonzada.

Entonces hay que solucionar eso… le dije jalándola a una banca.

Entre risas ella me siguió. Permanecimos buen rato entre besos y caricias, esta vez si note su inexperiencia, cosa que no me importo y que con los minutos fue haciéndose menos evidente. Aprendía rápido.

A medida que íbamos saliendo nuestros besos eran más continuos, prolongados, mas apasionados, se alejaba de mí a veces…

No puedo respirar… me decía, sin embargo segundos después ella buscaba mis labios nuevamente.

Llevábamos poco mas de un mes juntos. Sabia que ella era inexperta, por esa razón no le había insinuado nada hasta entonces. Pero se iba haciendo evidente que debíamos avanzar. Se lo explique.

Si lo se, pero debes tenerme paciencia… recién hace un mes que se lo que es un beso… se excuso tímidamente.

Y lo haces muy bien… le dije robándole un beso.

Además me da un poco de miedo… el acto en si… ir a uno de esos sitios, que vergüenza… me decía.

No te preocupes… le dije abrazándola, y agregue: Esperare hasta que te sientas lista…

¿Y como sabré si estoy lista o no?… pregunto inocentemente.

Lo sabrás, créeme… le dije haciendo alarde de mi experiencia.

¿Y si tienes que esperar un año?… me dijo mirándome.

¿Un año?… tampoco te pases… le dije sonriendo.

No esperarías por mi… entonces solo buscas eso… eres igual que los demás… me dijo un poco decepcionada, alejándose de mi.

Oye, espera. Si solo buscara placer iría a cualquier discoteca y seguramente encontraría chicas dispuestas a satisfacerse y satisfacerme. Contigo me divierto, la paso bien.

¿En serio?

Si, esperare el tiempo que sea necesario, valdrá la pena… le dije.

Me beso apasionadamente, por primera vez sentía su lengua sin inhibiciones y vaya que la usaba bien. No solo aprendía rápido, sino también parecía tener iniciativa.

Sabía que el plazo de un año era muy irreal, tal vez una idea romántica, yo me encargaría de apurar las cosas. En un año mi próstata reventaría.

Hay diferentes formas de lograr que una mujer inexperta este contigo. De la que generalmente se oye es el chantaje. ¿Es que no me amas? Dice el supuesto macho pidiéndole una prueba de amor, lo que a mi entender es una manera mediocre de lograr los favores de una dama.

Aunque hay otras que son peores: obligándolas a la fuerza o dándoles algún somnífero en sus bebidas. Eso ya es una aberración.

Yo me inclino más por la paciente incitación hasta llegar a la excitación. Al final es como dicen: El hombre propone y la mujer dispone.

Así fue, durante las siguientes citas era evidente que nuestros besos eran más subidos de tono, las películas casi no las veíamos. La pasión que le imprimía a cada beso me calentaba la sangre.

En los parques, cuando ella se recostaba de espaldas a mi, yo le abrazaba por la cintura, poco a poco me fui haciendo maña par tocar su piel desnuda… al principio sentí un poco de excitación en el temblorcillo que la recorrió, volteo y me dio un beso. Luego se incomodo un poco y yo empecé a acariciarle la cintura, antes que protestara algo le dije:

Me gusta acariciar tu cintura, tu piel es tan suave…

Dicho esto se tranquilizo un poco y me dejo tocarla. El contacto de mis manos con su piel amplificaba sus emociones, sus besos.

Una vez conquistada la cintura, ya que le gustaba y ella misma me hacia poner mis manos allí, mis manos fueron subiendo, acariciando su abdomen. No oponía resistencia a ello… el siguiente paso lógico era llegar a sus senos…

Durante una película romántica, en la cual no había muchos espectadores, entre calurosos y agitados besos mis manos fueron subiendo por su cintura, su abdomen. Cuando la sentí excitada, en un rápido movimiento mis manos pasaron por debajo de su brassiere y apresaron sus medianos senos… su tersa piel, ella se sorprendió, su primera reacción fue tomar mis manos, intentar alejarlas…

No, no esta bien… me decía entre jadeos, sin dejar de besarme.

Solo déjame acariciarte… ¿No te gusta?… le decía.

Si… pero… no continuo con sus protestas, solo me dejo actuar.

El candor que le imprimió a sus otros besos me dio a entender que mis caricias surtían efecto. Sus manos dejaron de rechazar las mías.

¿Por que avenida?.. pregunto el taxista.

Continué por esta nomás, es más rápido… le dije sin mayor interés.

Mili seguía pensativa mirando por la ventana, solo volteo al notar que el taxista acomodaba su espejo retrovisor, tal vez para enfocar el escote de su blusa. Aunque lo primero que enfoco fue mi mirada seria y directa… creo que entendió el mensaje. Salvando la situación, acomodó para el lado correcto su espejo, mejor dicho lo regreso a su posición original, no le resulto la treta.


Mili tomo mi mano, renació su temor hacia los viajes en taxis. Quería darle a entender a nuestro chofer que no estaba sola. Sonreí tibiamente, ella también, luego se tomo el cabello y siguió buscando en las ventanas una respuesta para nuestra situación.

Lo que hicimos no me pareció correcto… protesto Viviana, tras caminar en silencio por mas de 15 minutos.

Su expresión y su silencio ya me lo habían dado a entender desde que salimos del cine. Remordimiento, culpa, vergüenza… todas juntas.

Esta bien, si te incomoda no lo vuelvo a hacer… le dije.

Tras unos tensos minutos en nuestra banca del parque, al fin accedió a darme mas respuestas que los monosílabos con los que me trato a manera de castigo. Después empezaron nuevamente los besos, las caricias… la reconciliación.

Amparado por lo oscura de nuestra ubicación, la escasa gente que pasaba, mis manos rompieron la promesa hecha minutos antes.

No por favor… no puedo… me decía en un lastimero pero excitado quejido.

Esta bien… no te preocupes… le dije, entendiendo que iba a demorar mas de la cuenta superar esa etapa.

Aunque no demoro tanto, después de unos minutos, presa de la excitación, ella misma dirigió mis manos a su abdomen. A buen entendedor pocas palabras, el tramo restante lo salve yo, y no hubo protestas… solo las de un vigilante que a lo lejos nos apunto con una linterna.

Maldición… dije y salimos huyendo.

No podremos volver a este parque… me dijo entre risas traviesas.

Luego se hizo costumbre en el cine que mis manos se pasearan por todo su pecho, jaloneando sus pezones, que hasta ese momento no había visto, solo sentido. Situación que cambie, abriéndole la blusa…

¿Que haces?… me van a ver… protestaba.

Esta oscuro y hay poca gente… me excusaba.

Sus protestas terminaron cuando mis manos acariciaron sus blancos senos, sus pezones rosados… no aguante me abalancé sobre ellos y los engullí…

Uhmmmmmm… se le escapo un sonoro gemido que afortunadamente no se escucho por lo ruidosa de la película de acción que veíamos.

Sus manos intentaron retener mi cuerpo, pero terminaron acariciando mis cabellos mientras mis labios y mis manos acariciaban sus senos.

La siguiente ocasión, tras unos placenteros besos, ella misma se desabotono la blusa, invitándome a succionar sus deliciosos senos.

A este punto era evidente que debíamos seguir avanzando, ya no ponía objeción a mis maniobras, mas bien me invitaba a realizarlas con una incipiente lujuria que yo le había incitado.

Como mis manos habían subido por su abdomen hasta su pecho, ahora era el momento de que bajaran hasta su pubis y explorara ese rincón prohibido.

La misma estrategia, solo que esta vez si tuve mayor resistencia, mas de una vez fui rechazado… quizás por apuro mió, al saber que estaba tan cerca de tenerla. Solo cuando estuvo súper excitada dejo de oponer resistencia, mas bien fue sorprendida, gratamente sorprendida por mis dedos… que como imaginaba terminaron mojados… mis caricias a sus senos habían despertado tal lubricación.

Mientras mi mano hurgaba por aquella intimidad prohibida, ella presa del nerviosismo de esta nueva sensación, no dejaba de prodigarme besos, de ahogar gemidos entre su lengua y la mía. Su inexperto cuerpo se retorcía debido al cosquilleo que mis dedos le prodigaban.

A decir verdad fueron mis dedos los que primero se atrevieron a ingresar a ese virgen agujero, claro que no hasta romper su sello virginal, pero si hasta hacerle entender la función de un acto sexual. Al cabo de unos segundos se estremeció entre mis brazos, sus manos apretaron con fuerza mi ropa, con mi mano libre intente callar lo sonoro del gemido de satisfacción que emitió.

Ahhhh… uhmmmm… resonó entre mis dedos.

Luego su respiración agitada, aparto mi mano y su lengua me devolvió en unos besos lujuriosos todo el placer que le propine. Si, mis dedos le hicieron conocer lo que era un orgasmo, lo disfruto y sus taras acerca de lo malo que era tener relaciones sexuales se fueron cayendo. Empezó a dudar.

La siguiente ocasión, mientras se retorcía de placer en su butaca de cine, noto el tieso bulto en mi entrepierna. Quizás ya lo había sentido antes, mientras estábamos sentados, ella se recostaba en mi espalda y yo atraía su cintura a la mía. Solo que esta vez se atrevió a buscar en mi pantalón… si yo podía buscar en su pantalón porque ella no en el mió… seguramente quería prodigarme con su mano el mismo placer que yo le brindaba a ella.

Su inexperta y temblorosa mano fue rozando mi duro miembro… mi leche estaba por brotar de solo sentirla, sabiendo lo que para una chica como ella significaba dar ese paso…

Mi dedo entraba y salía de su vagina en un corto trayecto, para no violar su himen. Viviana dedujo que el mismo movimiento haría mi pene en su interior e intento imitar lo que su estrecha conchita le haría a mi pene: cerro sus dedos alrededor de mi verga y empezó a subirla y bajarla imitando la misma frecuencia con que mis dedos ingresaban y salían de su conchita… me estaba pajeando… aunque ella aun no lo sabia, creo que tampoco sabia que yo la estaba masturbando a ella, nunca me pregunto, solo me dejo hacérselo.

Viviana primero sucumbió ante un orgasmo, pero al notarme solo un poco agitado quiso retribuirme el placer que le di. Nuevamente tomo mi pene entre sus dedos y continuo con su tarea trunca. Puede sonar a burla, pero no tarde mucho en salpicarla… sus caricias fueron por demás efectivas…

Vaya… ¿Qué fue eso?… exclamo sorprendida.

Un poco avergonzado tuve que explicarle que al igual que ella se empapaba producto de su excitación, esta era la forma en que los hombres desfogábamos la nuestra. Le dejé mi pañuelo para que se limpie los restos de semen en sus manos y en sus brazos, hasta el poco en su mejilla. Luego ella fue al baño a terminar de asearse y me trajo algo de papel.

Me limpie como pude, pero mi pantalón tenía secuelas notorias. Tuve que sacar del pantalón mi camisa para cubrir dicha mancha.

Al salir nuevamente el silencio, una cara de preocupación. Otra vez las culpas se ciñeron sobre ella.

Esto no puede seguir así… me dijo.

Entiendo tu preocupación pero… respondí excusándome.

No, no lo entiendes… dijo cortante, molesta.

Entonces explícame para que lo entienda… le pedí.

Su rostro cambio, creo que ella misma no sabia como explicarme. Estaba confundida, casi al borde de las lágrimas. Me sentí mal, pensé que había apresurado mucho las cosas… finalmente…

No se si lo que me haces sentir esta bien o esta mal…

Pensé que terminaría conmigo, no la hubiera culpado de hacerlo… Viviana tomo aire y casi al borde de las lágrimas me dijo:

Solo se que quiero…

¿Si?… pregunte temiendo lo peor.

Quiero que me hagas el amor… dijo finalmente y una lagrima resbalo por su mejilla.

La abrace, entendí que no era fácil para ella llegar a ese punto, admitirlo de esa manera. Tuvo que superar todos los miedos que le habían infundido sus padres desde pequeña, sus propios miedos. Esa noche era muy tarde para intentar algo, solo la acompañe a su casa…

La próxima vez que salgamos no me digas nada… solo llévame… me dijo y me dio un tierno beso.

Esta bien…

Camino a mi casa comencé a planificar la siguiente cita, la llevaría a un hotel, uno bonito, discreto y alejado. Separaría la habitación, llevaría algunas provisiones… si, le va a gustar, pensé.

Luego la recordé con su sumisa aceptación de que eso era lo único que le faltaba a nuestra relación. Habíamos pasado todas las etapas, el siguiente paso lógico era ese, pero ¿era correcto?, comencé a dudar de mis intenciones.

¿La quería? O simplemente era el morbo de este jueguito del gato y el ratón que finalmente yo había ganado. No se trata de que gane o pierda, se trata de una chica, de una buena chica. Una cosa es jugar con una mujer experimentada, otra con ella, la puedo lastimar… pensé.

Nunca había durado más de 2 o 3 meses con una chica, quizás por ello mi prima me decía que era un “verga loca”. Sin embargo con Viviana llevaba casi 5 meses, y sin tener relaciones, solo salíamos y la pasábamos bien. Con ella no me aburría, no necesitaba fingir, era yo. No, esto es diferente, esta yendo por buen camino, siento que la quiero, tal vez la ame, me dije. Así acalle a mi conciencia.

La siguiente cita deje todo listo en el hotel y fui a buscarla, estaba nerviosa, sabia a lo que íbamos. Intente distraerla conversando, pero no logre mucho. Ingresamos lo mas discretamente al hotel y subimos a la habitación.

Lejos de notar las comodidades del lugar, o el arreglo con pétalos de rosas y esas cosas que prepare, Viviana fue directamente a la cama. Vaya, querrá salir de esto rápido, me dije.

Me eche a su lado y ella rápidamente tomo el control remoto y encendió la tele. A pesar de su arrebato inicial, ahora evadía la situación. Entendí su nerviosismo, así que no la apure, deje que se acostumbrara al lugar.

Tras unos minutos ya conversábamos de lo más normal, reíamos, al rato nos empezamos a besar, intente desabrochar su blusa… pero…

No se, es un poco extraño… lo siento… me dijo, excusándose.

Me pare, apague las luces, la pantalla de 33 pulgadas seria nuestro pequeño cine y el respaldar de la cama nuestras butacas, eso seria menos extraño…

¿Y así?… le pregunte.

Mucho mejor… respondió sonriendo mas relajada.

Noto mi intención y el recuerdo de lo que hacíamos en el cine. No debe ser tan malo hacerlo acá, habrá pensado. Solo faltaba la película, cambie de canal y encontré una romántica que ya estaba por terminar…

Déjala ahí… me dijo, su voz sonaba calmada, hasta risueña.

Incluso me llamo a su lado, recostó su cabeza en mi pecho. En la escena final, donde los protagonistas al fin se besan, ella intento imitar esa acción y busco mis labios.

Los tiernos besos fueron calentándose, convirtiéndose en lujuriosos. Mis manos desabrocharon su blusa y no hubo objeciones. Al rato ella se despojaba completamente de la blusa y el brassiere, era la primera vez que veía su torso completamente desnudo. No pude detenerme mucho en su contemplación, aun quedaba cubierta la otra mitad.

Mientras me dedicaba a acariciar y besar sus senos, me iba despojando de mi camisa. Mi labor me distraía de las caricias que le prodigaba, así que ella me ayudo a desabrocharme.

Despojado de mi camisa, inmediatamente mis dedos hurgaron bajo su pantalón, como lo imaginaba su vagina estaba mojada. Viviana se retorció al sentir mis dedos ingresando por sus labios vaginales. Casi por instinto ella busco mi verga en mi pantalón, tomo con mayor seguridad mi pene entre sus dedos y empezó a pajearme.

No quería que este encuentro terminara como en el cine, es decir, una mutua masturbación. Así que notándola súper excitada, procedí a bajarle el pantalón, en su mirada había de angustia, ansiedad.

A la altura de sus rodillas su pantalón se trabo. Viviana se encargo de zafarse del resto, actuó sin pensarlo, por el morbo y el cosquilleo creciendo en sus aun vírgenes intimidades. Aproveche para quitarme mi pantalón.

Nuevamente mis manos buscaron por debajo de su calzón, que aun llevaba, su conchita. No quería que su excitación disminuyese, que se dejara atrapar por sentimientos de culpabilidad. Viviana imito mi accionar y busco en mi bóxer mi verga. Su mano logro liberarla de su prisión.

Por fin pudo verla, se sorprendió, una cosa era sentirla pero otro cantar fue apreciarla. No dio fe a sus ojos y su mano recorrió de arriba abajo mi pene, para cerciorarse de que todo eso era mió.

Pero eso que es ¿Un hueso?… exclamo ingenuamente.

No mi amor, eso es tuyo… le dije besándola risueñamente.

Danny, en serio… ¿Tu crees que eso me entre?… dijo preocupada.

Ya veras que si… respondí sonriendo.

Continué besándola, luego sus senos, mis dedos nuevamente incitaban su conchita, quería que se olvidase de las dimensiones de mi verga. Lo estaba logrando, Viviana gemía y empezaba a pajearme. Es momento me dije.

Tome su calzón por ambos lados y empecé a deslizarlo por entre sus piernas, a medida que descubría su pubis y que la tela rozaba sus muslos, su cuerpo se erizaba. En acto reflejo, su mano busco cubrir aquel hermoso triangulo que sus vellos formaban. Su mano se detuvo en su abdomen. Era tarde ya la había visto.

A través de la tibia iluminación de la tele y de la luz que ingresaba por la ventana la pude apreciar. Era la primera vez que un hombre la veía así, era bella, sus formas armónicas, sus gráciles curvas, su tersa y blanca piel. Siempre enfundada en jeans, nunca pude reconocer que tenía unas bien formadas piernas.

¡Que hermosa eres!… exclame gratamente sorprendido, hasta enamorado diría yo. Quizás ella era mucho premio para mí.

Sonrió por aquel sincero halago, noto en mi voz y tal vez en la forma en que la veía, que no mentía. El resplandor en su rostro, el brillo en sus bellos ojos me hizo entender que estaba lista.

Se levanto un poco, sus labios tocaron los míos, con su mano en mi cuello me atrajo hacia ella. Sin dejar de besarla, me deshice como pude del bóxer, Viviana instintivamente abría las piernas para permitirme ubicarme entre ellas. Ya estaba sobre su cuerpo, acariciando sus cabellos, quizás esperando un gesto de aprobación que me permitiera iniciar aquel ritual que la transformaría en mujer.

Te amo… me dijo con voz apasionada.

Una enorme alegría me invadió, ninguna mujer me lo había dicho de una forma tan segura, apasionada, sincera.

Yo también te amo… respondí y en ese momento era cierto.

Fue el gesto de aprobación que esperaba. Ubique mi verga entre sus húmedos labios vaginales, esto causo un pequeño remezon en su ser. Fui empujando mi pene y sintiendo como su virgen agujero se iba ensanchando a mi paso. Ella con mueca de sorpresa aceptaba esta incursión.

Sus brazos ladearon mi torso, quizás para acompañar el ritmo de ingreso o para retenerlo llegado el momento. Había terminado el corto recorrido hasta su himen y Viviana lo había soportado.

Con un pequeño forcejeo y empuje logre romper su sello virginal, estaba hecho. Viviana lo sintió y mordiéndose los labios callo un quejido de dolor. Me iba a permitir continuar. Fui hundiendo mi musculosa verga en su estrecha y tibia intimidad,

Ahhh… ohhh… la escuchaba suspirar quejosamente mientras sus dedos apretaban mis brazos.

Ya, ya casi… le decía, observando su acalorado rostro.

Una forzada sonrisa en medio de su dulce dolor, me hizo saber que lo entendía y lo aprobaba.

Cuando mi verga llego al final de su recorrido, pude sentir como se relajaba su cuerpo.

Ahhh… Uhmmm……gimió ella, me sonó a liberación, después del dolor inicial había algo de satisfacción en esta etapa final.

Sentí como sus paredes se dilataban para hacerme espacio, todo parecía encajar bien. Sus manos fueron dejando de presionar mis bíceps. Su gesto de angustia, de dolor fue amainando. Sus mejillas acaloradas, sus carnosos labios lucían rojizos, húmedos, el brillo en sus ojos eran una invitación.

La bese, en un tierno beso le agradecí permitirme ser parte de esta experiencia, ser el primero en disfrutar de ella, de su cuerpo, de su entrega.

Las manos de Viviana dejaron mis brazos, se pasearon por mi espalda hasta mi cuello, mis cabellos. Los tiernos besos dejaron lugar a los más apasionados, su lengua y los jadeos que los acompañaban me dieron a entender que debía proseguir.

Lentamente fue sacando e insertando mi verga nuevamente en su inexperta conchita. En cada beso iba ahogando un quejido, un gemido. Sentía sus pechos llenarse de aire y tocar mi tórax producto de su agitación.

Deje de besarla para permitirle respirar mejor y para apreciar como su cuerpo reaccionaba ante esta nueva experiencia.

Uhmmm… fue el primer tibio suspiro, mezcla de gemido y quejido que le escuche al alejarme de sus labios.

La observe: Su bello rostro sumergido en una mezcla de emociones, el pausado ir y venir de sus senos. Intente imitar ese armonioso vaivén, imprimiéndole el mismo ritmo a mis penetraciones.

Ayyy… oummm….

En su rostro un candido reproche por mi accionar. Pero sus iniciales quejidos se iban transformando en dulces gemidos, suspiros de placer que me agradecía de cuando en cuando con besos profundos. Veía su cuerpo estremecerse con mi vigor, segundos, minutos, no sabría decirles, solo se que lo disfrute, no era solo sexo… estábamos haciendo el amor…

Ahhh… exclamo cuando su ser no pudo aguantar mas esa mezcla de emociones, sentimientos.

Esa energía se irradio en todo su cuerpo, haciendo que lo contrajera, que sus manos, sus dedos estrujaran mi espalda. Segundos después derrame mis líquidos en su hasta hace poco virgen cavidad. Un temblorcillo la recorrió nuevamente.

En sus ojos satisfacción, quizás algo de incredulidad por lo sucedido y la forma en que lo había disfrutado.

Uhmmm… suspiro suavemente, saboreando el último resquicio de orgasmo en su cuerpo.

La bese apasionadamente. Ella me devolvía cariñosamente mis besos, sentía su respiración aun agitada. Me aparte y sonreía tiernamente. Ya no era una niña, quizás si en su alma, pero su cuerpo había experimentado la madurez.

Tras unos minutos observándonos, sonriendo, besándonos, quise alejarme… debíamos asearnos se hacia tarde, ella me retuvo a su lado.

No, no me dejes… me suplicó.

Tonta, si lo que más quiero es estar a tu lado… le dije.

Después de un rato me permitió desenfundar mi flácido miembro, me recosté a un lado. Ella me siguió, apoyo su cabeza sobre mi pecho. Una lagrima se deslizo por su mejilla hasta mi tórax.

Hey ¿Qué paso?… le dije, descubriendo su rostro.

Nada volverá a ser lo mismo… me dijo preocupada.

Comprendía que ya no era una niña, quizás temía que ante mis ojos ella cambiase, que se perdiera lo bueno de nuestra relación, que solo la viera como un objeto para satisfacer mis necesidades sexuales.

No… todo será mejor… le dije.

La oscura nube que se había ceñido sobre sus ojos se disipo. Me regalo una hermosa sonrisa, nuevamente nuestros labios se encontraron.

Así termino nuestro encuentro.

En los días siguientes nadie pudo borrarnos nuestra tonta expresión de dicha. Pero ya habían pasado casi seis meses después de eso. En ese tiempo puedo decir que había sido feliz…

Sin embargo todo ello se estaba yendo al tacho por mi infidelidad… pero era casi imposible no sucumbir ante las monumentales curvas de Mili… intente excusarme.

No debí matricularme en ese maldito curso… al menos no en este ciclo… comencé a recriminarme.

Danny… ya llegamos… me aviso Mili.

¿Qué?… Oh… si, bajemos… respondí aturdido.

Mili avanzo hacia mi casa vacía mientras yo le pagaba al taxista.

Oye hermano, ¿Cómo haces para tener una mujer así?… me pregunto el taxista con una morbosa sonrisa.

No se, pregúntale su enamorado… respondí.

Jajaja… que buena… eres un pendej… jajaja… dijo y se fue riendo.

Saque mi llave y camine hacia Mili que esperaba en la puerta…

¿Qué te dijo ese idiota?… pregunto, por el taxista y su sonora risa.

Olvídalo, no importa… le dije.

Lo que realmente importaba era lo que fuera a pasar dentro de mi casa…

Continuara…

Para contactar con el autor:

AdrianReload@mail.com

 

Relato erótico: “Mi prima preñada y su dinero, mis mejores afrodisiacos” (POR GOLFO)

$
0
0

Mi prima preñada y su dinero, mis mejores afrodisiacos.
Como a muchos hombres de mi generación, el estrés continuado durante años producto del trabajo me había llevado a una inapetencia sexual. Aunque sea duro reconocerlo, no me considero un bicho raro al confesaros que, con cuarenta y dos años, las mujeres habían pasado a segundo plano en mi vida. Sin ser un eunuco, ya no eran mi prioridad y prefería una buena comilona con un grupo de amigos tras un partido de futbol a un revolcón con la putita de turno. Siendo heterosexual convencido y probado, era consciente de la belleza de determinadas mujeres que revoloteaban a mi alrededor pero me consideraba inmune a sus encantos. Simplemente no me apetecía perder mi tiempo en la caza y captura de una de ellas.
Lo más curioso de asunto es que todo lo que os he contado antes cambió con la persona menos indicada y en las circunstancias más extrañas. Os preguntareis cuándo, cómo y con quién se dio ese cambio. La respuesta es fácil:
“Con mi prima Ana, al verla embarazada y en Filipinas”.
Como en tantas historias, todo comenzó por un hecho fortuito y en este caso luctuoso: la muerte de un tío. Evaristo, el difunto era un familiar que después de la guerra había organizado las maletas y se había ido al extremo oriente en busca de fortuna. En mi caso, solo lo había visto una vez y eso hacía muchos años. Por eso me sorprendió la llamada de un abogado, avisándome de su muerte y de que me había nombrado heredero.
No creyendo en mi suerte, le pregunté cuanto me había dejado. El letrado me contestó que no lo sabía porque esa encomienda era un encargo de un bufete de Manila del que ellos solo eran representantes. De lo que sí pudo informarme fue que al lunes siguiente se abriría el testamento en sus oficinas con las presencia de todos los beneficiarios.
-¿Hay más herederos?- molesto pregunté.
El tipo al otro lado del teléfono notó mi tono y revisando sus papeles, respondió:
-Son dos. Usted y Doña Ana Bermúdez.
Así me enteré que mi prima Ana era la otra afortunada.
«Es lógico. Somos sus parientes más cercanos», pensé al recordar que ese hombre era el hermano de nuestro abuelo.
A pesar de haber perdido el contacto con ella, me tranquilizó saber con quién iba a tener que compartir lo mucho o lo poco que nos había legado ya que Ana siempre me había parecido una persona bastante equilibrada. Por ello, confirmé mi asistencia a la apertura del testamento y anotándolo en mi agenda, me desentendí de ello.
La cita en el bufete.
He de reconocer que una vez en casa, fantaseé con la herencia y me vi como un potentado a cargo de una plantación de tabaco al hacer memoria que el tal Evaristo se vanagloriaba de la calidad de los puros que elaboraba en esas tierras mientras gastaba dinero en el pueblo sin ton ni son, con el objeto de restregar a toda la familia su éxito.
«Quién me iba a decir que iba a disfrutar del dinero que ese viejo ganó con tanto trabajo», ilusionado medité al caer en la cuenta que el bufete al que iba a ir era uno de los mejores de Madrid y por ello asumí que el legado debía de ser importante.
Por ello, intenté contactar con Ana para conocer de antemano cuál era su sentir en todo ello, pero me resultó imposible porque increíblemente nadie que conocía tenía su teléfono.
«¡Qué raro!», me dije tras darme por vencido, «es como si hubiese querido romper con todo su pasado». No dando mayor importancia a ese hecho, la mañana en que iba a conocer cuál era mi herencia, ve vestí con mis mejores galas y acudí a la cita.
Tal y como era previsible, las oficinas en que estaban ubicado ese despacho de abogados destilaban lujo y buen gusto. Quizás por ello, me sentí cortado y tras anunciarme con la recepcionista, esperé sentado que me llamaran tratando de pasar desapercibido. Al salir de casa creía que mi vestimenta iba acorde con la seriedad de la reunión pero, al llegar a ese sitio, deseé haberme puesto una corbata.
«Esto está lleno de pijos», mascullé cabreado asumiendo que me encontraba fuera de lugar. Si ya me consideraba inferior, esa sensación se incrementó al reconocer a mi prima en una ricachona que acababa de entrar por la puerta. Envuelta en un abrigo de visón y con peinado de peluquería, Ana parecía en su salsa. Si yo había dado mi nombre y poco más, ella se anunció exigiendo que la atendieran porque tenía prisa.
«¡Menuda borde!», pensé al escuchar sus malos modos.
Levantándome de mi asiento, me dirigí a ella y saludé. La frialdad con la que recibió mis besos en sus mejillas me confirmó que en esa altanera mujer, nada quedaba de la chiquilla inocente que había sido y por eso volví a sentarme, bastante desilusionado. La diferencia de trato, me quedó clara cuando a ella la hicieron pasar directamente a un despacho.
«A buen seguro, Ana es la beneficiaria principal y yo en cambio solo recibiré migajas», sentencié mientras intentaba mantener la tranquilidad.
Enfrascado en una espiral autodestructiva esperé a que me llamaran. Afortunadamente la espera duró poco ya que como a los cinco minutos, uno de los pasantes me llamó para que entrara a la sala de reuniones. Allí me encontré con cuatro abogados de un lado y a mi prima del otro. No tuve que ser un genio para leer en su rostro el disgusto que le producía mi presencia.
«Debió pensar que ella era la heredera universal de Evaristo», comprendí al ver su enfado.
No queriendo forzar el enfrentamiento que a buen seguro tendríamos en cuanto nos leyeran el testamento, pregunté cuál era mi sitio. El más viejo de los presentes me rogó que me sentara al lado de ella y sin dar tiempo a que me acomodara, comenzó a explicar que nos había citado para darnos a conocer el legado de nuestro tío.
-Corte el rollo, ¿cuánto me ha dejado?- fuera de sí, le recriminó mi prima.
Su mala educación no influyó al abogado que, con tono sereno, le contestó que no sabía porque antes tenía que abrir el sobre que contenía sus últimas voluntades.
-Pues hágalo, no tengo tiempo que perder.
El sujeto, un auténtico profesional, no tomó en cuanta la mala leche de mi familiar y siguiendo los pasos previamente marcados, nos hizo firmar que en nuestra presencia rompía los sellos de ese paquete. Os juro que para entonces se me había pasado el cabreo al ver el disgusto de esa zorra y gozando a mi manera, esperé a que el abogado empezara a leer el testamento.
Tras las típicas formulas donde se daba el nombre de mi tío y el notario declaraba que a pesar de su edad tenía uso pleno de sus facultades, fue recitando las diferentes propiedades que tenía en vida. La extensa lista de bienes me dejó perplejo porque aunque sabía que mi tío era rico nunca supuse que lo fuera tanto y por ello, cuando aún no había terminado de nombrarlas, ya me había hecho una idea de lo forrado que estaba.
«¡Era millonario!», exclamé mentalmente y completamente interesado, calculé que aunque solo recibiera un pequeño porcentaje de su fortuna me daría por satisfecho.
Ana se le notaba cada vez más enfadada y solo pareció apaciguarse cuando el letrado empezó a leer las disposiciones diciendo:
-A mi adorada sobrina, Doña Ana Bermúdez, en virtud de haber dedicado sus últimos años a cuidar de mí…- la cara de mi prima era todo satisfacción pero cambió a ira cuando escuchó que decía- …le dejo el cincuenta por ciento de mis bienes.
Durante unos segundos, mantuvo el tipo pero entonces fuera de sí empezó a despotricar del viejo, recriminándole que ella era la única que se había ocupado de él.
El abogado obviando sus quejas, prosiguió leyendo:
-A mi sobrino, Manuel Bermúdez, como único varón de mi familia le dejo el otro cincuenta por ciento siempre que acepte cumplir y cumpla las condiciones que señalo a continuación…-os juro que mi sorpresa al saberme coheredero de esa inmensa fortuna fue completa y por eso me costó seguir atendiendo- …Primero: Para hacerse cargo de la herencia, debe vivir y residir en mi casa de Manila durante un mínimo de dos años desde su aceptación. Para ello, su prima Ana deberá prepararle la habitación de invitados o cualquier otra de la zona noble.
«La madre tendré que vivir con esa engreída», pensé.
El abogado siguió diciendo:
-Segundo: Deberá trabajar bajo las órdenes de la actual presidenta de mis empresas durante el mismo plazo.
No me quedó duda de quién era esa señora al ver la cara de desprecio con la que Ana me miraba.
-Tercero: La aceptación de su herencia deberá hacerse ante mi notario en Manila dando un plazo de quince días para que lo haga. De negarse a cumplir lo acordado o no aceptar la herencia, el porcentaje a él asignado pasará directamente a su prima Doña Ana Bermúdez.
Esas condiciones me parecieron fáciles de cumplir teniendo en cuenta que estaba hasta los huevos de mi trabajo como simple administrativo en una gran empresa y por eso, nada más terminar el abogado dije:
-¿Dónde hay que firmar?
El sujeto se disculpó y me recordó que según el testamento debía hacerlo en Filipinas y ante la ley de ese país. Dando por sentado que tenía razón ya me estaba despidiendo cuando escuché a mi prima que con tono duro decía:
-¿Nos pueden dejar solos? Manuel y yo tenemos que hablar.
Los abogados previendo que iba a producir una confrontación entre nosotros, desaparecieron por arte de magia.
Al quedarnos únicamente ella y yo en esa habitación, Ana se quitó el abrigo de pieles y dejándolo sobre uno de los sillones, se dio la vuelta y me soltó:
-¿Cuánto quieres por renunciar a todo?
La dureza de sus palabras me pasó desapercibida porque en ese momento mi mente estaba en otro planeta porque al despojarse de esa prenda, me permitió admirar la sensual curvatura de su vientre y la hinchazón de su busto.
«¡Está embarazada!», concluí más excitado de lo normal al recorrer con mi mirada su preñez.
Aunque siempre me habían parecido sexys las barrigas de las mujeres esperando, os tengo que confesar que cuando descubrí su estado, algún raro mecanismo subconsciente en mi interior se encendió y puso a mis hormonas a funcionar.
«¡Está buenísima!», pensé mientras por primera vez la contemplaba como mujer. Olvidando su carácter, me quedé prendado de esos pechos que pugnaban por reventar su blusa y contra mi voluntad, me imaginé mamando de ellos.
Mi “querida” prima creyó que mi silencio era un arma de negociación y sacando la chequera, con la seguridad de alguien acostumbrado a las altas esferas, me preguntó:
-¿Con medio millón de euros te sentirías cómodo?
Ni en mis sueños más surrealistas hubiera creído que de esa reunión saldría con esa suma pero para desgracia de esa pretenciosa, mi cerebro estaba obcecado contemplando el erotismo de sus curvas y nada de lo que ocurriera en esa habitación podría hacer que me centrara tras haber descubierto unas sensaciones que creí perdidas.
«Esta puta me pone cachondo», alucinado determiné al notar que mi sexo se había despertado tras meses de inactividad y que en esos momentos lucía una erección casi olvidada.
-Entonces, un millón. ¡No pienso ceder más!- subrayó cabreada.
Su ira, lejos de hacerla menos deseable, incrementó su erotismo y ya sumido en una especie de hipnosis, fui incapaz de retirar mis ojos de los pezones que se podían vislumbrar bajo su blusa.
«Debe de tenerlos enormes», medité mientras soñaba en el paraíso que significaría tenerlos a mi alcance, «daría lo que fuera por mordisquearlos».
-¡Solo un idiota rechazaría mi generosa oferta!-chilló ya descompuesta.
Su insulto exacerbó mi fantasía e imaginando que era mía, me vi sometiéndola. Ninguna mujer me había provocado esos pensamientos y por ello me intrigó que tras años de sexualidad aletargada, esa preñada me hubiese inyectado en vena tanta lujuria.
«¡Me la ha puesto dura!», sonreí.
Mi sonrisa nuevamente fue malinterpretada y tomada como una ofensa. Ana, dio por declarada la guerra y llena de ira, me soltó:
-No tienes idea de lo hija de puta que puedo ser. Te conviene aceptar mi oferta. Filipinas es mi terreno y si vives conmigo, ¡te haré la vida imposible!
Esa nada sutil amenaza tuvo el efecto contrario. Mi prima me la había lanzado con la intención de acobardarme pero al saber que viviría con ella, hizo que todas las células de mi cuerpo hirvieran de pasión.
-Ya veremos- respondí y dando por zanjado el tema, me acerqué a ella.
Ana se quedó de piedra cuando ya a su lado y mientras me despedía, susurré en su oído:
-Por cierto, nunca me imaginé que mi primita se había convertido en una diosa.

Quemo mis naves.

Saliendo de los abogados, decidí irle a decir adiós a mi jefe. Tras diez años de esclavitud y explotación en sus manos, ese capullo se merecía que alguien le cantara las cuarenta. A muchos os parecerá una locura quemar las naves de esa forma pero, asumiendo que lo mínimo que iba a sacar era el millón de euros que me había ofrecido, me parecía obligado hacerle saber a mi superior lo mucho que le estimaba.
Por eso cuando llegué a la oficina, sin pedir permiso, entré en su despacho y subiéndome a su mesa, me saqué la polla y le meé encima. Tras ese desahogo y mientras ese mequetrefe no paraba de chillar, recogí mis cosas y dejé para siempre ese lugar.
«¡Qué a gusto me he quedado!», pensé ya en la calle al recordar la cara de miedo que lucía ese cabronazo mientras le enchufaba con mi manguera. Acostumbrado a ejercer tiránicamente su poder, Don José se había quedado reducido a “pepito” al verme sobre su escritorio verga en mano.
Ya más tranquilo me fui a casa e indagando en internet, confirmé con la copia del testamento en mi mano que las posesiones de mi tío Evaristo se podían considerar un emporio:
«Estoy forrado», resolví tras verificar que formaban el segundo mayor holding de ese país.
Curiosamente mientras pensaba en esa fortuna que me había caído del cielo, no fueron solo mis neuronas las que se pusieron como una moto sino antes que ellas, mis hormonas. Dentro de mis calzones, mi pene se había despertado con una dureza comparable a la sufrida al ver las tetas de mi prima.
-¡Me pone cachondo la pasta!, muerto de risa, exclamé.
Juro que solo el saber que apenas tenía dinero para comprarme el billete de avión a Manila, evitó que saliese corriendo a un putero a descargar mi tensión con una hembra de pago. En vez de ello, abriendo mi bragueta, saqué mi hombría de su encierro y me puse a pajear pensando en Ana, en esas tetas que no tardarían en tener leche y en su estupendo culo.
-¡Esa puta será mía!- determiné en voz alta al recordar su sorpresa cuando le comenté lo buena que estaba.
Soñando que el desconcierto con el que recibió mi piropo fuera motivado por una debilidad de su carácter que me diera la oportunidad de seducirla, me imaginé poniendo mi verga entre las tetas de esa soberbia. En mi mente, mi adorada prima se comportó como una zorra y actuando en sintonía, me hizo una cubana de ensueño mientras soportaba mis risas e insultos.
Estaba a punto de sucumbir a mi deseo cuando de improviso sonó el timbre de mi puerta. Disgustado por la interrupción, acomodé mi ropa y fui a ver quién había osado interrumpirme. Al abrir, me encontré con una oriental. La desconocida, al verme, se presentó como la secretaría de mi prima y sin mayor prolegómeno, me informó que su jefa le había pedido que se pusiera a mis órdenes para que me ayudara con los preparativos de mi marcha.
Con la mosca detrás de la oreja, la dejé pasar. Esa criatura debía tener instrucciones precisas porque nada más pisar mi apartamento, me preguntó dónde tenía las maletas y qué ropa quería llevarme.
-¿A qué se debe tanta prisa?- pregunté.
Sin mostrar ningún signo de preocupación, la filipina contestó:
-Como futuro vicepresidente tiene a su disposición el avión de la compañía y Doña Ana ha preparado todo para que usted salga rumbo a Manila en tres horas.
Ese cambio de actitud y que esa guarra sin alma facilitara mi ida, me mosquearon. Sospechando que quizás buscaba un acercamiento como estrategia de negociación, interrogué a la muchacha donde recogeríamos a mi prima.
-La señora ya está de vuelta en otro avión. No quería esperar a que termináramos con su equipaje y me ha pedido que sea yo quien le acompañe.
Su tono meloso despertó mis alertas. Tratando de encontrar un sentido a todo aquello, me fijé en la muchacha y fue al percatarme de su exótica belleza cuando caí del guindo:
«Mi prima la ha mandado para que me seduzca».
Ese descubrimiento en vez de molestarme, me hizo gracia y sin cortarme en absoluto, me dediqué a admirar a la cría mientras recogía mi ropa.
«Hay que reconocer que tiene un polvo», zanjé tras recorrer con la mirada su esbelto cuerpo. Teresa, así se llamaba la mujercita, parecía sacada de una revista de modas. Guapa hasta decir basta, sus movimientos irradiaban una sensualidad que no me pasó inadvertida.
«¡Más de uno!», decreté al descubrir que tenía un culo con forma de corazón cuando la vi agacharse a cerrar la primer maleta. «Joder, ¡cómo estoy hoy!», protesté mentalmente mientras trataba de ocultar la erección entre mis piernas.
La incomodidad que sentía se incrementó exponencialmente al notar que esa cría se había dado cuenta de lo que ocurría entre mis piernas y se ponía roja.
«Parezco un viejo verde», refunfuñé en silencio avergonzado y desapareciendo de mi habitación, fui a la cocina a tomar un vaso de agua aunque no tenía sed.
Consideré esa huida como una sabia retirada porque era consciente que en el estado de excitación en que estaba, cualquier acercamiento por parte de ella terminaría en mi cama. Lo que no sabía fue que Teresa usó mi ausencia para revisar los cajones de mi cuarto y que durante ese examen, encontró mi colección de películas porno.
«Menudo pervertido», me reconoció posteriormente que pensó al deducir por su contenido que las asiáticas eran una de mis fantasías.
Curiosamente ese hallazgo, la satisfizo aunque su jefa le había prohibido expresamente cualquier acercamiento conmigo. Sus órdenes eran únicamente el convencerme de acudir cuanto antes a filipinas.
-Es un muerto de hambre. Fuera de su entorno conseguiré que firme la renuncia- fueron las escuetas explicaciones que le dio.
Sin títuloPara desgracia de Ana, esa muchachita era ambiciosa y al conocer mi debilidad por su raza, no tardó en decidir que la iba a aprovechar a su favor. De forma que ajeno a las oportunidades que se me estaban abriendo sin saberlo, la mente de Teresa se puso a elucubrar un plan con el que seducirme.
«Maduro, soltero y solo, no tardará en caer entre mis piernas», sentenció mientras se veía ya como mi futura esposa. «Si consigo enamorarle, me convertiré en una de las mujeres más ricas de mi país».
Por mi parte, en la soledad de mi cocina, mi excitación no me daba tregua y a pesar de mis intentos, seguía pensando en esa jovencita.
«Aunque está buenísima», sentencié al sentir mis hormonas en ebullición, «no debo caer en la red que Ana me ha preparado».
Desconociendo que iba a producir un choque de trenes, y que mi deseo se iba a retroalimentar con su ambición. Levanté mi mirada al oír un ruido y descubrí a Teresa apoyada contra el marco de la puerta. La perfección de sus formas y la cara de putón desorejado de la muchacha echaron más leña al fuego que ya consumía mis entrañas.
-Ya he terminado- comentó con tono dulce al tiempo que hacía uso de sus impresionantes atributos femeninos en plan melosa.
Reclinando su cuerpo contra el quicio, esa cría se exhibió ante mí como diciendo: “soy impresionante y lo sabes”.
Reconozco que mis ojos estaban todavía prendados en su piel morena cuando ella incrementando el acoso a la que me tenía sometido, me dijo:
-Todavía faltan un par de horas para que salga nuestro avión. ¿Le importa que me dé una ducha?
No tuve que quebrarme mucho la cabeza para comprender que se me estaba insinuando y por un momento estuve a punto de negarle ese capricho, pero entonces y ante mi asombro, Teresa dejó caer uno de los tirantes de su vestido mientras insistía diciendo:
-Me siento sudada y me vendría bien para refrescarme.
Os juro que antes de darme tiempo de reaccionar, ese bellezón de mujer deslizó el otro tirante e impresionado solo pude quedarme admirando cómo se me iban mostrando la perfección de su curvas mientras su ropa se escurría hacía el suelo.
«¡Es una diosa!», exclamé mentalmente mientras todo mi ser ardía producto de la calentura que esa criatura había suscitado en mi cerebro.
Si su rostro era bello, las duras nalgas que pude contemplar mientras la muchacha salía rumbo al baño me parecieron el sumún de la perfección.
«Tranquilo, macho. ¡Es una trampa!», me tuve que repetir para no salir detrás de ella.
Todo se estaba aliando en mi contra. Si esa mañana alguien me hubiera dicho que estaría en ese estado de excitación solo cuatro horas después de haber despertado, lo hubiera negado. La preñez de mi prima había avivado el deseo que creía olvidado, la pasta de la herencia lo había intensificado pero lo que realmente me convirtió en un macho en celo fue esa cría cuando, llevando como única vestimenta un tanga negro, me preguntó desde el pasillo:
-¿No me va a acompañar?
Mis recelos desaparecieron como por arte de magia y acercándome a ella, me apoderé de sus pechos mientras forzaba los labios de esa joven con mi lengua. La pasión que demostró, me permitió profundizar en mi ataque y olvidando cualquier tipo de cordura, le bajé las bragas.
-¡Qué maravilla!- clamé alucinado al encontrarme con su depilado y cuidado sexo.
Su sola visión hizo que casi me corriera de placer, Teresa no solo estaba buena sino que de su coño desprendía un aroma paradisíaco que invitaba a comérselo. Estaba todavía pensando que hacer cuando esa filipina pegando un grito se abalanzó sobre mí e me bajó los pantalones.
Sobre estimulado como estaba, no hizo falta nada más y cogiéndola entre mis brazos, de un solo arreón la penetré hasta el fondo. La cría chilló al sentirse invadida y forzada por mi miembro, pero en vez de intentarse zafar del castigo, se apoyó en mis hombros para profundizar su herida, diciendo:
-Hazme el amor.
Cabreado por mi rápida claudicación y por el hecho que mi adversaria creyera que me había vencido, la contesté:
-No voy a hacerte el amor, voy a follarte- tras lo cual moviendo mis caderas, hice que la cabeza de mi pene chocara contra la pared de su vagina sin estar ella apenas lubricada. Mi violencia y la estrechez de su conducto hicieron saltar lágrimas de sus ojos pero su sufrimiento solo consiguió azuzar mi deseo.
Sin importarme su dolor ni siquiera esperé a que se relajara antes de iniciar un galope desenfrenado. Sus aullidos al sentirse casi violada con cada incursión, me alebrestaron y ya convertido en un animal, seguí machacando su coñó con mi verga. Durante largos minutos, su cuerpo fue presa de mi lujuria hasta que contra toda lógica, Teresa consiguió relajarse y comenzó a disfrutar del momento.
Supe que algo había cambiado en su interior cuando el cálido flujo que brotó de su sexo me empapó las piernas. Fue entonces cuando me percaté que esa cría se arqueaba en mis brazos con los ojos en blanco. Su rostro ya no mostraba dolor sino placer e involuntariamente colaboró con mi infamia abrazándome con sus piernas.
-Eres un salvaje- musitó saboreando ya cada una de mis penetraciones.
No me podía creer la excitación que me corroía, siendo ya cuarentón no di muestra de serlo al tener izada entre mis brazos a esa mujer sin dejar de aporrearla con mi miembro. Con renovada juventud, continué follándomela en volandas mientras en su cuerpo se iba acumulando tanta tensión que no me cupo duda que iba a tener que dejarla salir con un brutal orgasmo. Sin estar cansado pero para facilitar mis maniobras, la coloqué encima de una mesa, sin dejarla descansar. La nueva posición me permitió disfrutar con sus pechos. Pequeños como el resto de su se movían al ritmo que imprimía a su dueña. Teresa, cada vez más abducida por el placer, olvidó sus planes y berreando, imploró mis caricias. Respondiendo a sus deseos, los cogí con mi mano, y extasiado por la tersura de su piel morena, me los acerqué a la boca.
La oriental aulló como una loba cuando notó mis dientes adueñándose de sus pezones y totalmente fuera de si, clavo sus uñas en mi espalda. Sé que buscaba aliviar la tensión que acogotaba su interior pero solo consiguió que esos rasguños incrementaran mi líbido y ya necesitado de derramar mi leche dentro de ella, me agarré de sus tetas y comencé un galope desenfrenado, usándola como montura.
Para entonces, mis huevos rebotaban como en un frontón contra su cuerpo. El brutal ritmo que adopté hizo que mi verga forzara en demasía su interior de forma que cuando exploté dentro de su cueva, mi semen se mezcló con su sangre y mis gemidos con sus gritos de dolor. Agotado y ya satisfecho, me desplomé sobre ella pero Teresa, en vez de quejarse, siguió moviéndose hasta que su propia calentura le hicieron correrse brutalmente, gritando y llorando por el tremendo clímax que le había hecho tener.
-No puede ser- chilló dominada por las intensas sensaciones que recorrían su cuerpo y con lágrimas recorriendo sus mejillas, me reconoció que le había encantado antes de quedarse tranquila.
-Vamos a la cama- dije en cuanto se hubo recuperado un poco.
La muchacha, al oírme, sonrió pero tras pensárselo me dijo con voz apenada:
-Me encantaría pero tenemos que coger un vuelo.
Sintiéndome Superman, besé sus labios y le pregunté:
-¿Cuántas horas tarda el viaje?
-Catorce- respondió alegremente al intuir mis intenciones.
«Tiempo suficiente para seguir follando», me dije y dando un azote sobre su trasero desnudo, le comenté que se había quedado sin ducha.
La cría muerta de risa, contestó:
-No me importa, en el avión hay un jacuzzi ¡para dos!
CONTINUARÁ…..

 

Relato erótico: “Mi madre, mi hermana y la fiesta de cumpleaños 4” (POR JULIAKI)

$
0
0

CAPITULO 4 (Que no pare la fiesta)

¿Será verdad que todo esto no acaba más que empezar? Ya no sé si podré alucinar más…

Mamá se acerca a mí, me retira la mano de mi bulto para proporcionarme placer directamente con la suya. Ya no se limita a pasar sus dedos por la largura, sino que se agarra a ese falo y lo soba y aprieta con todas las ganas. Después me besa de la misma forma que ha hecho con Carla. Casi me caigo de espaldas. Nuestras lenguas se cruzan, nuestros labios se persiguen y nuestras salivas se intercambian en un morreo delicioso. Yo me tengo que agarrar a su culo y aprovecho también para amasar esas enormes tetas. Sin soltarnos del abrazo me dice:

− Ahora nos toca a nosotras descubrir nuestro regalo. Pásale la cámara a tu hermana

Carla que continúa inmóvil y completamente desnuda en el centro de la habitación tarda en reaccionar, supongo que expectante a lo que va a descubrir si me desnudo como ellas. Mamá pone sus manos en mi calzoncillo dispuesta a bajarlo, como acabo de hacer yo hace unos minutos con sus respectivas braguitas y me echo involuntariamente hacia atrás, todavía ciertamente cortado.

− Schssss. – vuelve a ponerme su dedo adornado con una uña larguísima en el centro de mis labios y desde luego no acepta un no por respuesta.

En ese momento pasan un montón de pensamientos por mi cabeza, pero el más evidente es que mi madre va a dejarme en pelotas allí mismo, delante de ella y de mi hermana a quien observo y vuelvo admirar con ese cuerpo perfecto. Está sonriente, sin duda quiere ver a mamá en acción y por supuesto, a mí despelotado.

Miro a mi madre, desnuda frente a mí para admirar nuevamente esas curvas y ese cuerpo tan bien proporcionado y alucino una vez más. Igual que Carla que es impresionante vestida, pero desnuda es una diosa. Mamá agarra mi calzoncillo y lentamente lo va deslizando por mis caderas. Giro la cabeza de nuevo hacia Carla que está observando detenidamente toda la operación. Está intrigada por ver que se esconde bajo mi única prenda aunque lo cierto es que hay poco que ocultar.

− ¡Joder! – salta mamá al ver que mi polla ha saltado frente a su nariz como un resorte. Está ciertamente dura, grande y más tiesa que nunca.

La visión de tener a mi madre ahí agachada, con sus muslos abiertos, su sexo adornado con una pequeña tira de pelitos bien recortados y esas tetas prominentes que rozan ligeramente mis muslos hacen que mi polla pegue un brinco ante su atenta mirada.

Veo que Carla se ha quedado paralizada sin hacer fotos, se tapa la boca con su mano, supongo que nadie podría imaginar que llegara este momento, ni ellas tan siquiera, habiéndolo planeado con detalle.

Ahora mamá se pone de pie y observa mi polla que apunta en casi cuarenta y cinco grados hacia esos preciosos pechos que me tienen alucinado. Se moja los labios sin dejar de mirar mi tieso aparato. Después gira a mi alrededor y hace un repaso por todo mi cuerpo fijándose en cada detalle, observando mis pectorales, mi culo, mi polla…

− ¿Has visto Carla lo bueno que está tu hermano? – le pregunta a su hija que responde con un movimiento de cabeza.

Mamá se pone frente a mí y me lanza un pequeño resoplido de admiración sobre todo dirigido a mi verga palpitante. Se va acercando poco a poco. Primero sus tetas chocan contra mi pecho, después mi tieso rabo contra su ombligo y a continuación noto su sexo caliente más abajo, rozando la parte alta de mi muslo izquierdo. Me agarra por el cuello y me besa, como momentos antes hicimos, con toda la pasión. Mi mano se va a su culo, me encanta estar así, es como estar en el cielo, estoy seguro. Mi polla palpita entre nuestros cuerpos y ella nota la dureza. La oigo ronronear mientras nuestras lenguas juegan dentro y fuera de nuestras bocas.

− ¡Hijo mío que polla tienes!, vas a volver loca a más de una. – me dice en un susurro al oído.

Luego mira hacia Carla, que está aguantando con una mano el móvil y haciendo un vídeo y con la otra tocándose ligeramente su rajita. Tiene que estar cachonda perdida, tanto como yo.

− ¡Venga hija, acércate!

Carla deja de nuevo apoyada la cámara y se acerca hacia nosotros. Mamá agarra mi polla con su mano, lo que provoca que lance un pequeño suspiro.

− ¿Has visto qué cosa más bonita, Carla? – dice.

− Sí. – responde mi hermana sin quitar ojo de mi polla que está pletórica.

− Por fin la ves en directo. ¿Es como la habías imaginado?

− Creo que es más grande – añade mi hermana para después mirarme a los ojos mientras yo repaso toda su preciosa anatomía.

Me siento dichoso de tenerlas, pero además orgulloso porque vean grande y hermosa mi herramienta… A mí siempre me ha parecido muy normal, pero el hecho de que dos mujeres tan especiales admiren tu miembro así, hacen que uno se sienta más que feliz.

− Bueno, ¿Qué te parece?, ¿Es bonita entonces? – le pregunta a mi hermana moviendo ligeramente la piel hacia atrás y dejando a la vista mi capullo.

− Sí. – responde Carla mojándose los labios con su lengua.

− Además tu hermano parecía estar esperando el momento porque se ha afeitado todo – añade mientras acaricia con sus dedos mi pubis y mis huevos libres de vello haciéndome estremecer.

Carla sonríe al ver mi apuro y mamá no deja de acariciar mi pene con mucha suavidad. Es como una paja a cámara lenta que me vuelve loco.

− ¿Es más grande que la de plástico, ¿verdad?, jajaja… – dice de pronto mi madre sin soltar mi polla.

− Sí, ¡mucho más!… – afirma la otra.

− ¿De plástico? – pregunto confuso.

− Sí, cariño, Carla ha probado un consolador que le regalé. – indica mamá con toda la naturalidad del mundo.

− ¿Un consolador?

− Sí, – añade mamá, sin dejar de acariciarme los huevos y la largura de mi polla que sigue dando espasmos. – ella tuvo su regalo de cumpleaños, ese fue el adelanto, una polla de plástico, a la que ha cogido cariño… jajajaja.

− ¡Mamá! – protesta Carla avergonzada pero sin dejar de mirar mi polla en ristre.

− Es cierto, hija, al principio te costó un poco, pero desde que conseguimos desflorarte, ahora es tu juguete favorito, ¿O no?

No sé si mamá está algo bebida o el que está borracho soy yo, pues no doy crédito a lo que oigo de su boca ni de todo lo que está sucediendo en esta noche mágica. Luego miro a mi verga y veo que mamá sigue aferrada a ella, como si no la quisiera soltar nunca. Pero todavía me cuesta asimilar que Carla haya usado un consolador para perder su himen y que esté jugando con ese aparato desde hace un montón de tiempo, creo que mi polla me va a reventar en cualquier momento.

− ¿Quieres tocarla? – dice mamá a Carla señalando hacia esa barra de carne que se mece entre sus dedos.

Mi hermana me mira, como si estuviera pidiéndome permiso y yo parece que suplico a que lo haga cuanto antes, nada más me gustaría en ese preciso momento. Cuando mamá suelta mi polla esta rebota como si fuera una catapulta y Carla se queda perpleja por ese movimiento. La veo desnuda delante de mí y sigo sin creérmelo. ¡Mi preciosa hermana va a pajearme!

− ¡Cógela! – anima a su hija que sigue indecisa.

La orden de mamá no se hace esperar más y la mano de mi hermanita rodea por fin mi polla. ¡Joder qué sensación más alucinante! me encanta sentir sus finos dedos atrapándola. Sin duda alguna que ella tiene que sentir la palpitación y yo quiero quedarme así siempre. Mi madre sonríe viendo mi cara y la de su hija que ahora mece suavemente mi rabo tieso. Los dedos de Carla son más largos y finos que los de mi madre y me gusta ese calor que siento sobre mi cilindro enhiesto.

− ¿Qué tal? – comenta mamá.

No sé si la pregunta es a mí o a Carla, pero ambos respondemos al unísono.

− ¡Bien!

− Jajajaja… ya veo que no os disgusta a ninguno de los dos. – añade nuestra improvisada maestra del sexo.

Los tres desnudos en medio del salón y el móvil grabando un vídeo apoyado sobre la mesa. Ya tengo ganas de verlo. Aunque no quiero moverme de esa posición. En ese momento mamá agarra la muñeca de Carla y empieza un movimiento oscilante que hace que mi polla se mueva en una paja monumental, proporcionada por mis dos chicas.

− ¿Ves cómo se mueve la piel hacia atrás? – le indica instruyéndola en ese nuevo menester.

− Sí. Se pone más dura cuando la muevo. – añade mi hermana.

− Claro, ya te dije que es lo que les excita a ellos. ¿Qué sientes masturbando tu primera polla? – le pregunta de sopetón.

− Me siento rara.

Yo también lo estoy, pero sin creerme que ambas me estén tocando. Mientras Carla me pajea lentamente con sus pequeños y finos dedos, la otra acaricia mis bolas y las soba con dulzura. ¡Si esto es un sueño no quiero despertar!

− Observa el glande, mira qué bonito, cómo brilla. A ellos les gusta que acaricies así con tus dedo y roces el frenillo de aquí ¿Ves?

− Sí.

− Luego, extiendes así los dedos por su largura y también deberás acariciar sus huevos, eso les encanta, ¿verdad, cariño? – me pregunta sin dejar de acariciarlos.

− ¡Sí! – contesto a duras penas, extasiado al notar la mano de Carla acariciando las partes más sensibles de mi miembro.

La miro y veo que tiene los carrillos encarnados y un brillo en los ojos que me encanta. Sus piernas juntas tan largas están tan cerca de mí… Su pecho se mueve agitadamente en una respiración acelerada.

− ¡Ahhh! – digo en fuerte gemido cuando Carla ha cogido ritmo y me pajea con brío. Mi corazón se sale por la boca directamente al notar los primorosos dedos de mi hermana alrededor de mi polla y machándomela cada vez a más velocidad. Le está gustando ese movimiento y a mí, no digamos.

− Sube y baja, lentamente, ve más despacio o se te correrá en un abrir y cerrar de ojos – le concreta mamá.

Es cierto, si mi hermana continúa con ese ímpetu, me corro en un segundo. Entonces ella obedece, me mira a los ojos durante unos instantes y después sigue con la vista fija en esta herramienta mía que sigue pletórica. Vuelve a dirigir otra vez sus ojos a los míos y ambos disfrutamos de ese momento porque irremediablemente nos sonreímos.

Mamá acaricia mis muslos mientras sigo siendo pajeado por mi otra chica que se afana en ello a pesar de no tener experiencia. Lo cierto es que nadie antes, salvo yo, había tocado mi verga. Ella lo hace despacio observando como aparece y desaparece mi glande en cada movimiento.

− Por fin tienes una polla en tu mano, ¿Qué te parece? – le pregunta mamá a su hija.

− Me gusta… ¡mucho! – responde nerviosa y ambas ríen.

Después mamá me mira con sus ojazos y su sonrisa con ese gesto de madre y al mismo tiempo con cara de deseo, al menos eso me parece.

− ¿Sabes hijo? Tu hermana estaba deseando tanto este momento. Estaba nerviosa de que llegara que ahora parece que no se lo cree. Supongo que como tú.

− Sí.

− La habrás notado rara estos días, bueno a mí también, porque estaba nerviosa con todo esto. Y ahora estás descubriendo lo que debe sentir un hombre y una mujer… bueno dos mujeres y un hombre, jeje.

− Todavía no me lo creo. – respondo.

De nuevo ambas ríen y es que es la verdad, no me creo que esté en esa situación ni que estén tan excitadas y nerviosas como lo estoy yo en ese mismo momento.

Yo me siento orgulloso, claro y como digo mi rabo no es nada del otro mundo, es normal, pero supongo que para verlo por primera vez, ella tiene que alucinar, como yo viendo esos esculturales cuerpos desnudos a mi lado.

− Así, cielo, lentamente, lo haces muy bien – le va indicando nuestra profesora del placer a su hija.

Yo estoy en la gloria de tener a esas mujeres a mi lado participando de ese trío mágico, que jamás hubiera soñado vivirlo en realidad.

De la punta de mi polla sale la primera gota de líquido pre seminal que Carla observa detenidamente algo asombrada, después mira a mamá que con toda la naturalidad acerca sus dedos a mi glande para apretar ligeramente y la gota va creciendo para convertirse en una buena porción de líquido transparente que ahora se ha depositado entre sus dedos. Carla sigue bajando y subiendo la piel de mi prepucio muy despacio sin dejar de mirar a mi polla y a los dedos impregnados de mamá.

− Mira, esto significa que el hombre está preparado y totalmente lubricado, como te pasa a ti cuando te excitas. – le explica mamá.

Después pasa su pulgar por la punta y aprieta junto a la mano de Carla por debajo del glande lo que produce que salga mayor cantidad de ese líquido transparente. Mamá lo recoge con la punta de sus dedos y empieza a jugar con ese viscoso brebaje que pasa de un dedo a otro.

Después, Carla suelta mi miembro de repente y este oscila arriba y abajo al dejar de sentir esa dulce mano. El motivo es que ella quiere compartir con mamá el líquido que ha salido segundos antes de mí. Ambas se lo pasaban entre los dedos. Esa visión, para mí, es maravillosa.

− ¿Ves que espeso?, Pruébalo, verás que rico. – propone mi madre con naturalidad.

Mi hermana es remolona al principio, pero cuando mamá chupa uno de sus dedos y lo hace con tanto fervor entiende que tiene que participar y probar ese flujo cristalino. Carla acerca la punta de su lengua hacia un dedo de mamá y lo chupa suavemente haciéndome estremecer al ver como estaban saboreándolo de aquella forma tan sensual. De pronto se abrazan y comparten ahora ese elixir entre sus bocas dejándome aun más pasmado. Se ponen muy cerca de mí, pudiendo notar su calor y continúan con sus lenguas jugando fuera de sus bocas y trasladar el líquido mezclado con su propia saliva, aquello me enloquece. Acaricio ambas cabezas en señal de agradecimiento.

Mamá sostiene entonces mi polla y se la ofrece a su hija, que coge el testigo con placer, mientras la primera acaricia mis testículos mirándome fijamente a los ojos. Acerco mi boca a la suya y vuelvo a sentir los labios de mamá, esta vez más calientes y con el sabor mezclado de su boca, la mía, la de mi hermana y el brebaje que segundos antes han compartido. Noto la tensión que indica que estoy demasiado excitado casi a punto de explotar. Mi madre, la experta profesora del sexo lo nota al instante y retira la mano de Carla de mi polla. Esta frunce el ceño como si le hubieran quitado un caramelo. Yo también me quedo con las ganas, evidentemente pues me hubiera gustado seguir notando los dedos de mi chica divina acariciándome sin parar.

− Debemos parar un instante, cariño, porque si no tu hermano se correrá – le indica mamá.

Joder, eso es lo que yo hubiera deseado, aunque parece que los planes de mamá son otros.

− Tranquilo, hijo, luego podrás soltar todo lo que llevas aquí dentro – añade acariciando tiernamente mis huevos.

Siento su boca una vez más contra la mía y me siento pletórico, esperando que ese momento se produzca cuanto antes.

− Venid, sentémonos un momento en el sofá y tomemos otra copa, así nos relajamos un poco, entiendo que estéis confusos, excitados, raros… y de paso se va cargando la batería del móvil.

Carla va a la cocina a por otra botella, pues la anterior nos ha durado dos asaltos. Creo que hemos bebido demasiado. Verla caminar desnuda es todo un espectáculo y la música la pone el sonido de sus tacones en la madera del parqué. Se vuelve antes de entrar en la cocina. Parece que sepa que la estoy observando.

Mamá se sienta a mi lado y observo aún más detenidamente su cuerpo. Esas tetas enormes, sus caderas armoniosas, el coño tan bonito. Sigo sin creerme todo lo que está pasando. A continuación ella acaricia suavemente mi miembro con la punta de sus dedos, desde mi glande hasta llegar a mi pubis depilado. Me parece oírla gemir al hacer eso y yo por descontado estoy sin poder casi respirar.

− ¿Estás bien, cariño? – me pregunta esta vez acariciando mi pecho suavemente.

− Sí, pero estoy muy excitado.

− Es normal cariño. Pero no he querido que eyacularas todavía. una cosa que debes aprender desde el principio es a no correrte nunca antes que tu chica. Acuérdate que es ella la primera, ¿Entiendes lo importante que es?

− Claro, pero es que ahora mismo no sé si podré controlarme y…

− Lo sé, vida mía. No digo que sea una tarea fácil, por eso quiero que vayas aprendiendo. Es lógico que te desboques.

− ¿Y ahora lo estoy haciendo bien?

− Lo haces genial, cariño, y quiero que esto sea muy especial para ti. Pero nunca, nunca olvides que primero debes excitar a tu pareja al máximo. Nunca debes dejar a una chica con las ganas. Hoy quiero que aprendáis ambos a controlar vuestros cuerpos y a saber dar y recibir placer. Algún día me lo agradeceréis.

Naturalmente que este día es especial, pero ¿se quedará solo en eso? A partir de hoy ninguno vamos a olvidar todo lo que está pasando y eso no sé si es bueno o malo, lo importante, viendo los ánimos de ella, es que yo lo disfrute.

− Podrás aguantar ¿Verdad, mi amor? – vuelve a decirme acariciando suavemente mi polla con tan solo la punta de sus dedos. Me estremezco al notarlos en mi capullo.

− No te lo prometo, mamá. – respondo entrecortadamente.

Carla sale de nuevo de la cocina pero mi madre no retira su mano. Ella se nos queda mirando extasiada. Y yo al mismo tiempo viéndola acercarse. De nuevo puedo disfrutar del movimiento de esas caderas aproximándose, sonriente, con sus tetas bamboleándose y ese chochito rasurado. Joder, mi hermana es impresionante. ¡Vaya polvazo que tiene!

− Siéntate junto a tu hermano, cariño. – le manda mamá.

Tras servir las copas y dar un trago cada uno tras un brindis, quedo sentado en el sofá junto a esos dos bombones. Mamá deja la copa y habla con mi hermana mientras yo acaricio su pezón muy cerca de mi cara.

− Le estaba contando a tu hermano, que es importante que sepa controlarse y que no llegue al orgasmo, si antes no ha conseguido que ella esté excitada. Por eso, creo que debe aprender a controlar su cuerpo lo primero. – añade haciendo dos o tres movimientos sobre mi verga.

− Yo estoy excitada. – añade Carla por si hubiera quedado alguna duda.

Me fijo en su rajita y veo que brilla extraordinariamente lo que indica que es cierta su excitación. Me encanta verla así, con sus pezones duros, sus carrillos encarnados, sus ojos brillantes y su sexo empapado.

− Ahora hijo, vas a comprobarlo de cerca. – añade mamá.

Aun quedándome con las ganas de que siguieran pajeándome no me disgusta la idea de admirar sus sexos desde cerca. Ambas se sientan juntas en la pequeña mesa de madera que está delante del sofá y enfrente de mí abren sus piernas ofreciéndome la impactante imagen de dos lindos sexos. ¿Cuándo habría imaginado tener yo a dos bellezas, tan cerca, con sus piernas totalmente abiertas y tan sólo engalanadas con sus zapatos de tacón? Mamá me invita a arrodillarme y observar cada uno de sus respectivos coños. Nunca he tenido la oportunidad de ver uno y menos dos desde tan cerca.

− Ven, acércate, cariño – me invita a empezar con el suyo.

El chochete de mamá está abultado, unos cuantos pelitos muy bien recortados alrededor de su vulva. Sus labios mayores sobresalen dejando a la vista unos pliegues que me recuerdan a una flor.

− ¡Tócalo, mi vida! – me invita.

Acerco mis dedos temblorosos ante esa impactante visión y los poso ligeramente sobre su pubis. Comienzo a acariciar esos labios que son blanditos, tiernos y calientes. Miro a los ojos a mamá y ella corrobora afirmando con su cabeza que lo estoy haciendo bien. Entonces mi mano se abre paso en esa parte que oculta su rajita y ella me ayuda abriéndolo más con sus dedos estirándolo a cada lado. Entonces emerge ante mi vista algo parecido a las puertas del cielo. Un coño rosado abierto, jugoso, con un brillo espectacular y un agujerito tentador. Mis dedos se posan ahí y al mirar hacia arriba mamá cierra los ojos ligeramente. Creo que le gusta. Entonces recuerdo lo del botoncito y lo busco acercando más mi cara a ese coño a tan solo unos diez centímetros, veo que en lo alto de sus labios se esconde una especie de bola rosa y creo que ese es el detonante, porque en cuanto lo acaricio con la yema de los dedos, mamá empieza a gemir. Ella sostiene mi muñeca y con ese gesto indica que no siga tan directo o llegará al orgasmo enseguida.

− ¿Te gusta Nacho? – me pregunta.

− Mucho, mamá. Es precioso.

− Gracias hijo. Recuerda que esa parte es muy sensible y debes ir poco a poco, primero sabiendo que la mujer en cuestión esté excitada.

− Pero vosotras lo estáis. – afirmo seguro.

− Claro, pero aun así debes ir lento, nunca adelantarte, hasta que prácticamente ella muestre todas las señales de estar preparada. Debes asegurarte. ¿Ves como está de hinchado?, ¿Lo notas? – dice y a continuación agarra mi mano y la lleva de nuevo a su abultada vulva.

− Sí, está hinchado. Mucho.

− Esa es la primera evidencia. Luego los pezones, asegúrate que están duros, incluso rugosos.

Es una invitación para que los pellizque y están realmente rígidos. Me encanta sobarlos y que esa dureza se meta entre mis dedos. Por un momento miro a Carla que está sentada al lado de mamá y noto su respiración agitada. Sin duda está súper cachonda esperando su momento.

− Luego debes pasar el dedo por la rajita y comprobar que está lubricada. ¿Lo notas? – continúa con sus explicaciones mi madre.

− ¿Así? – pregunto pasando mi dedo por el suave chochito haciendo que suelte un suspiro.

− Así, mi amor, lo haces muy bien. Ahora toca por todas partes menos aquí – añade señalando su clítoris.

− ¿Lo hago bien? – vuelvo a preguntar alucinado mientras acaricio sus labios y toda su rajita empapada.

− Sí hijo, así, pero muy suave, no aprietes… Ahora acércate a olerlo.

− Huele de maravilla, mamá. – digo cuando percibo ese aroma con mi cara a pocos centímetros de ese lugar.

− Recuérdalo, cariño ese es el olor de una mujer excitada.

− Sí, es muy penetrante.

− Claro, nosotras desprendemos ese olor tan característico al estar calientes. Ahora, ¿Estás preparado para chuparlo?

− Sí – digo abriendo los ojos como platos, sin acabármelo de creer.

− Adelante, mi amor. Hazlo.

Entonces me envalentono y acerco mi cara aun más. El olor vuelve a embriagarme, tal y como dice mamá, es un aroma indescriptible, a mar, a paraíso, a hembra… Mi lengua se acerca y le doy la primera lamida a ese chochito que mamá recibe con otro gemido más intenso de lo normal y acariciando mi pelo en señal de aprobación. Levanto la vista para mirar a mi hermana y está con una mano acariciándose su propio sexo y con la otra una de sus tetas. En ese momento me gustaría tener cuatro manos, dos bocas, dos lenguas, para satisfacer a ambas. Mamá aprieta de nuevo mi cabeza para que no me distraiga y me meto de lleno en lamer otra vez la largura de esos labios mayores, también los menores, y mis dedos juegan en entrar y salir de esa gruta tan abierta y apetitosa. Oírla gemir a cada una de mis lamidas es el mejor regalo que puedo recibir, pues entiendo que lo estoy haciendo de maravilla. Sus jugos se mezclan con mi saliva y noto que mamá está cada vez más empapada. El sabor va cambiando, además de caliente lo noto ligeramente salado y muy espeso en mi lengua, en el paladar. Otra lamida muy cerca del botón, y un segundo después un roce directo a ese clítoris que se mueve al contacto con mi lengua, entonces mamá no puede aguantar más, aprisiona sus piernas contra mi cara y se corre entre jadeos, gemidos y una respiración entrecortada.

− ¡Qué bien hijo, lo has hecho de maravilla! – dice al fin, tras reponerse y sin dejar de acariciar mi cabello.

− ¿En serio lo hice bien? – pregunto, aunque en el fondo sé la respuesta.

− De cine. Has aprendido de maravilla. Ahora te toca practicar con tu hermana, tal y como has hecho conmigo. ¡Hazla disfrutar, cariño!

No lo dudo ni un instante y después de abandonar los muslos de mamá, me arrodillo entre los de mi hermanita preciosa que parece expectante. Sus perfectas piernas están muy abiertas y algo temblonas, dispuestas a recibir mis caricias. Quiero vivir ese momento y hacerlo lo más largo posible, porque con mamá se me ha hecho excesivamente corto. Empiezo a acariciar sus muslos, esa tersura suave y delicada de su piel, para hacerlo por su parte interna después y entretenerme en sus ingles.

Al levantar la vista veo el cuerpo desnudo de mamá, que en pie nos graba en vídeo con su teléfono móvil. Me sonríe y me guiña un ojo.

Continúo animado en mi labor alargando mi mano derecha que sube por el vientre plano de Carla, jugando ligeramente con su ombligo y después atrapando uno de sus redondos pechos para acariciarlo y sentir esa suavidad tan agradable. El pezón me roza duro entre los dedos, señal inequívoca de su excitación, como indicaba mamá y continúo jugando con mis yemas sintiendo esa tersura tan nueva para mí. Ella suspira. Entonces mi otra mano descubre ese coño totalmente depilado, observando que está mucho más cerrado que el otro que acabo de devorarme. Su piel es mucho más suave todavía y libre de pelos, la rajita se ve a la perfección. Observo que los labios mayores apenas sobresalen como el de mamá y sin embargo la largura de su vulva también brilla en un color sonrosado. Abro algo más ese chochete tan bonito y descubro el agujero mucho más pequeño.

Miro a Carla a los ojos y ella está observándome fijamente con un brillo fuera de lo normal. Sus manos se aferran a la pequeña mesa como queriendo no caerse ante lo que se le avecina. No puedo remediar acercar mi lengua para rozar esa preciosa rajita cerrada y al entrar en contacto mi hermanita da un largo suspiro. Yo no doy abasto, entre sus tetas, sus muslos, sus pantorrillas, sus caderas y afanado con mi lengua en buscar los pliegues desde sus ingles hasta ese agujerito tan estrecho que se asoma con cada lametada. Apenas toco un poco el botoncito mucho más pequeño que el de mamá también y Carla entra en éxtasis, acariciando mi pelo como hiciera antes mi madre y disfrutando un orgasmo que casi la pilla tan de sorpresa como a mí. Mi gozo en un pozo, pues aunque quise hacerlo perdurar por mucho tiempo, mi hermana se corre con mi cabeza aprisionada en sus muslos, mi lengua recibiendo todos sus jugos deliciosos mientras acaricio unas tetas que me parecen divinas. Mi hermana está en trance, pues todo su cuerpo tiembla, su piel está erizada, sus pezones como piedras y su coño rezumando más y más líquidos que me apuro en relamer. Ese néctar sabe delicioso.

Miro a mi polla que sigue dura y tiesa, está como un resorte y ver a Carla que se ha tumbado en la mesa y está todavía recibiendo los últimos coletazos del placer, es superior a cualquiera. ¡Me encantaría follármela ahora!

En ese pensamiento estoy cuando mamá me invita a sentarme en el sofá junto a ella, observando como el cuerpo de Carla está tumbado sobre la mesa recuperándose de ese intenso orgasmo todavía llena de sacudidas. Es una imagen preciosa y yo me siento orgulloso de haberle proporcionado tanto placer.

− ¡Qué bien lo has hecho cariño! ¿Te ha gustado? – dice mi madre acariciando de nuevo mi polla que se pone más tensa al notar sus dedos.

− Mucho, mamá. Es lo mejor que me ha pasado en la vida.

− Me alegro, mi vida. Ahora esperemos que tu hermana se recupere. Nosotras lo hacemos antes, pero aun así, debes ser paciente y esperar. La paciencia te regalará más placer del que puedas imaginar.

Me encanta esa sabiduría de mi madre, pues parece toda una experta en el sexo. Sirve otras dos copas y brindamos con el cava por esa hazaña de haberlas hecho gozar con maestría y eso se lo debo a mi madre, que siempre se ocupa de educarme en lo mejor.

− ¿Qué tal mi vida? – le pregunta a su hija mientras esta se sienta de nuevo en la mesa con su cuerpo brillante por el sudor.

− ¡De maravilla!, nunca había tenido un orgasmo así – añade mirándome a continuación a los ojos con su gran sonrisa.

− Genial, Carla, eso es que Nacho ha hecho un buen trabajo… supongo que debemos darle su recompensa, ¿no crees?

Esa frase de mamá y la afirmación de mi hermana, no indican otra cosa que es el momento mío, mi turno tan esperado en el que voy a recibir placer por esas dos bellezas que me vuelven loco. No soy consciente de lo que va a ocurrir, solo sé lo que es eso por las películas porno que devoro en mi ordenador, pero ahora… ¡Ahora soy yo el protagonista!

− ¿Preparado? – me pregunta mamá al tiempo que me invita a poner mi culo al borde del asiento del sofá y mi polla en ristre para ser atendida por ambas mujeres que se arrodillan a mis pies.

Naturalmente que estoy preparado, no hace falta ni que lo diga y es que estoy esperando ese momento tan deseado que no consigo asimilar que se va producir de inmediato.

La mano de mamá comienza a pajearme lentamente, haciendo que el tamaño de mi pene crezca entre sus dedos a medida que cada sacudida se hace más intensa.

− ¿Has visto que maravilla, Carla? – pregunta mamá orgullosa meneando mi rabo.

− Si, está enorme. – añade la otra dedicándome una pícara sonrisa.

− Ahora es cuando tienes que notar que está preparado. – dice de pronto mamá, que tiene el cuerpo de su hija desnuda pegada al suyo muy atenta a cada una de sus indicaciones. – Comprueba lo duro que está.

La mano de Carla es la que toma el mando y vuelvo a notar la tersura de sus finos dedos, acabados en largas uñas, que están atrapando con firmeza mi duro mástil. Me siento en el cielo.

− ¿Notas la tensión y los espasmos que da? – añade nuestra profesora experta.

− Sí, está a tope.

− Pues es el momento exacto para que reciba tu boca.

No puedo creer lo que estoy oyendo de boca de nuestra madre. Le está diciendo a Carla que me coma la polla allí y en ese mismo instante, no es una broma, no es un sueño, es totalmente real… ¡Wow, qué momento!

Mi hermana sonríe y se la ve ilusionada con esa idea. En ese momento agacha su cabeza, dispuesta a comerse mi rabo, pero justo en el momento en el que sus labios van a impactar contra la cabeza dura de mi glande, mamá la detiene… ¡Noooo….! – grito para mis adentros preso de una tensión acumulada.

− Espera cariño, primero, dale besitos en la punta, en toda su longitud, sino se te correrá en un segundo y no es lo que queremos. – añade la instructora. – es importante que hagas un buen trabajo, como ha hecho él con nosotras.

Carla obedece de nuevo y siento sus labios posarse en la punta de mi glande, esta vez sin freno, aquello es supremo, divino, maravilloso, luego su lengua recorre todo el falo hasta llegar a mis huevos. Lo hace como las chicas que veo en las páginas porno de internet en esos videos que tanto me gustan, pero la realidad supera a la ficción, no solo porque mi hermana esté besando y lamiendo mi polla, sino porque la imagen es mucho más impresionante que cualquier película. ¡Quiero que el mundo se pare en ese instante!

Los ojos de las dos chicas se miran en algo que parece pactado y Carla se mete uno de mis huevos en su boca mientras sostiene mi polla entre sus dedos mirándome fijamente a los ojos esperando ver mis reacciones. Nunca hubiera imaginado eso y la sensación es todavía más alucinante. Los hermosos ojos de Carla me miran brillantes mientras su boca tiene atrapado mi huevo izquierdo.

¡Qué pasada! – ya no sé si esto lo digo en mi cabeza o sale por mi boca, casi no consigo coordinar mis movimientos, mis sensaciones…

Luego su lengua va subiendo por el tronco hasta depositarse en el glande sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, en unas instrucciones que parece tener bien aprendidas, para después abrir su boca y meterse todo el capullo entre sus labios. La lengua de mi hermana juega con mi polla, esmerándose en el frenillo, dando lamidas por doquier. Mamá sonríe orgullosa y todavía tiene tiempo de hacerle alguna foto de la punta de mi polla metida en la boca de su hija. Después suelta el móvil y acariciando la cabeza de su pupila, hace que esta deje por un momento de chuparme, lo que quiere decir que es ella la que toma el relevo, aprovechando para dar indicaciones de dónde poner los dedos, cómo colocar los labios, cómo trabajar con la lengua… La boca de mamá es tan experta que noto enseguida esa diferencia con su hija y no es que esta lo hiciera mal, pero es que mamá consigue darme todavía más placer en cada lamida, como continúe así, con ese brío y ese arte, explotaré en poco tiempo. Ella nota claramente la cercanía a ese orgasmo y saca mi polla de su boca, guiñándome un ojo, para indicarle a su hija como tiene que continuar.

− Mira, aparte de lubricar él mismo, deberás aportar más con tu saliva, ¿ves?

A continuación mamá suelta un hilillo con una buena porción de su saliva que cae como una suave cascada sobre mi glande para a continuación extenderlo con su lengua. ¡Dios! Mi hermana copia a su madre, haciendo exactamente lo mismo y me mira juguetona al tiempo que noto también su saliva caer de sus labios hasta la punta de mi cipote que está a punto de reventar. Carla chupetea la punta y después mamá le sostiene el mentón para intercambiar saliva, mis propios fluidos y un beso intenso que se dan ambas arrodilladas a mis pies. Mamá besa a su hija sin dejar de pajearme, pero consigue mantenerme en esa tensión a la perfección sabiendo cómo tenerme a tope sin que explote.

Ver besar a dos preciosidades mientras a uno se la están meneando no tiene precio. Pero si eso ya era sublime, el hecho de que en un guiño programado ambas se llenen de saliva las lenguas y las pasen por los costados de mi polla, desde la punta hasta la base y viceversa, es algo muy difícil de describir.

Luego se van alternando y mientras una se mete la punta en la boca, la otra me lame los huevos o al tiempo que una da mordisquitos por toda la largura, la otra juega con su lengua en mi frenillo. ¡Qué maravilla!

Si alguna vez soñé que dos mujeres me comen la polla a la vez, nunca pensé que fuera a pasarme en el día de mi cumpleaños y mucho menos que ellas fueran mi madre y mi hermana.

Las dos mujeres se enfrascan en mi polla y siguen chupando desenfrenadamente, ¡Qué imagen! Sus dos caras ahí abajo, tan guapas, con sus labios inflamados, sus ojos brillantes, desnudas… Esto es la bomba. Me fijo en la mesa y veo que la cámara sigue grabando, sin duda esto va a ser la mejor película de mi vida.

Mi madre se separa un instante y acaricia mi pecho, mirándome a la cara que debe estar desencajada mientras Carla sigue chupando y chupando mi polla sin descanso.

− Nacho, cariño, intenta no correrte todavía, aguanta, campeón. – me incita la profe.

− No sé si resistiré mucho. – respondo entre hipidos.

− Cuanto más lo hagas, más gusto recibirás después. Comprendo que nunca habrás imaginado tener a dos mujeres comiéndote la polla así, pero debes intentar controlarte, piensa en otra cosa y después el placer se multiplicará.

¿Pero cómo demonios voy a pensar en otra cosa si estoy viendo a Carla lamiendo mi glande, mis huevos y con su lengua toda la largura de mi polla, mientras mamá va alternándose con ella, en chupeteos, mordisquitos, lengüetadas, succiones…? Yo solo puedo repetir:

− ¡Dios, Dios, Dios!

Ellas se besan de vez en cuando y vuelven al ataque sobre mi polla alterándose en las chupadas o intercambiando sus bocas. Mientras una me come mi verga, la otra me muerde en un pezón, luego cuando una lame toda la largura de mi rabo, la otra pasa la lengua en círculos por la punta.

− Pobrecito, creo que no puede más – dice Carla de pronto cuando ve mi cara desencajada intentando no soltar allí toda la presión acumulada.

− Tiene que aguantar – insiste mamá convencida. Ahora, hija, intenta tragártela entera.

− Pero… – le interrumpe la otra – es muy grande.

− Abre lentamente la boca y adapta toda tu boca y la garganta, suavemente e imagina que tragas algo suavemente, como hicimos el otro día con el plátano. ¿Recuerdas?

Me vuelven a sorprender pues han ensayado hasta una mamada con un plátano. Estoy flipando por momentos.

Mamá después de pronunciar esas palabras pone en práctica sus teorías y se mete mi polla en la boca, poniendo su lengua por debajo, a continuación va deslizando sus labios hasta que todo mi miembro se mete en su garganta. Sus labios están tensados abriéndose en mi gran trozo de carne. ¡No puedo creérmelo!, ¡Mi polla ha desaparecido dentro de la boca de mamá!, ¡Está completamente adentro!

Suspiro, cuando mamá saca su boca de pronto y un gran hilo de saliva acompaña esa salida de su garganta, mezclado con mis propios flujos.

− Ahora tú, cariño – invita a mi hermana jadeando y sacando una buena porción de su saliva.

Como no, ella sigue sus pasos, primero realizando varias chupadas seguidas, haciéndome ver el cielo. Después se introduce el glande y una buena porción de mi polla, viendo como su boca se va abriendo lentamente, tal y como le han indicado. Sus labios se vuelven más finos adaptándose a esa nueva anchura. Retira la boca un momento, toma una buena bocanada de aire y vuelve a intentarlo. Otra vez su boca se aferra y ahora va avanzando más, casi tres cuartos. Saca su boca y un hilo de saliva se une a mi glande. Me mira… es maravilloso ver esa sonrisa y esa boca que me está mamando como los ángeles. Tercer intento y ahora hasta que de su nariz sale un gran suspiro para tomar aire y después se la mete casi por entero, a pesar de no haber conseguido igualar a su profesora, yo veo las estrellas mientras ella retira la boca entre arcadas.

− Despacio, hija…- le orienta su mentora. – No te obsesiones, eso es cuestión de práctica.

Carla se limpia la saliva de los labios, me sonríe de nuevo y vuelve tragarse mi polla, al tiempo que mamá se ocupa de mis huevos, cuando ambas me miran yo quiero morirme de placer, esa imagen de sus ojos clavados en los míos, que yo a veces no puedo evitar cerrar, pero quiero seguir mirando como comparten mi polla, aun sabiendo que no podré aguantar por más tiempo a pesar de intentar en todo lo posible retrasar mi descarga.

− No puedo más— digo entre bufidos.

Mamá separa la boca de Carla de mi polla y nada más hacerlo ese miembro rígido se tensa aún más y el orgasmo me llega casi sin poderlo controlar. El primer chorro sale disparado a la cara de mi hermana chocando contra una de sus cejas y parte de su frente, el segundo va directamente a su barbilla muy cerca de su boca, el tercer chorro lo orienta mamá hacia su propia boca entrando dentro gran parte del espeso líquido blanco que se posa sobre su lengua. Los últimos van hacia sus enormes tetas dejándola bien pringada. Se nota que están entre nerviosas y eufóricas por haberme hecho correr de esa manera.

− ¡Qué cantidad!.. dice Carla recogiendo con sus dedos el lefazo que ha caído ya sobre su párpado izquierdo guiñando el ojo y notando cierto picor.

Mamá está saboreando el semen que había caído en sus labios y lengua. Me quedo flipado pues se lo traga sin rechistar, a continuación recoge con su propia lengua la gran cantidad de semen que ha caído en la ceja de mi hermana. El de la barbilla lo recoge con sus dedos y se lo ofrece a Carla que se me queda mirando. Yo estoy feliz de ver esa escena, pero cuando agarra la muñeca de mamá y le empieza a chupar los dedos de forma tan lasciva, eso hace que mi polla de un pequeño respingo y mi corazón vuelva a latir con fuerza. Ambas se lo tragan todo sin dejar nada

Casi me muero de ver aquello, mis dos chicas adoradas, tras haberme hecho la mamada de mis sueños, están devorando mi semen, compartiéndolo y disfrutándolo.

Me tiro en sofá recibiendo las caricias de mis dos chicas por todo mi cuerpo. Cierro los ojos asimilando al completo esa maravilla que estoy viviendo y que sigo sin creerme.

Juliaki

CONTINUARÁ…

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR.

juliaki@ymail.com

 

Relato erótico: “La guerra de Troya” (PUBLICADO POR SIBARITA)

$
0
0

 

portada narco2Hoy hemos conocido a Héctor, me refiero en persona, porque ya habíamos hablado alguna vez por Sin títulointernet y hoy venía a la ciudad para asuntos personales. En realidad hacía ya algún tiempo que habíamos hablado de encontrarnos, pero ninguno había puesto especial interés en ello, hasta que hace un par de días nos avisó que debía solucionar algunos problemas en esta zona y, como sus asuntos le llevarían poco tiempo, sería un buen momento para encontrarnos y comer juntos. Quedamos en un restaurante que no le gustó nada con solo ver su aspecto, y nos llevó a otro en el que comimos estupendamente, para después ir a nuestra casa a tomar café y continuar una muy agradable conversación en la que tratamos gran variedad de temas, entre los cuales llegamos al trabajo de mi compañera y las dificultades qué para una actriz, tiene la interpretación.

Al respecto y siendo ajeno totalmente al tema, él es bastante escéptico, no acababa de aceptar que interpretar y simular no son la misma cosa, y que una interpretación para ser creíble, debe acercarse lo más posible a la realidad. Mi compañera, picada en su amor propio, decidió por su propia cuenta hacerle una demostración y para ello salió del salón en el que estábamos, para al cabo de unos pocos minutos, volver completamente transformada en su vestimenta. Se había puesto una simple minifalda negra, sin medias, y una camisa blanca, de hilo muy fino, bajo la cual era obvio que no llevaba sujetador alguno, y con algunos de los botones abiertos de forma que, sin llegar a desnudar sus pechos, los dejaba entrever con bastante claridad.

De inmediato comprendí lo que se proponía pero él no pudo captarlo y solo se fijó en lo que era evidente, más aún cuando ella se sentó en el sofá a su lado y retomó la conversación que veníamos manteniendo, pero con evidentes y notorias variantes en su actitud y forma de dirigirse a Héctor; le miraba fijamente a los ojos, se inclinaba hacia él, de forma que su escote se agrandaba para que los ojos de él se vieran atraídos a sus pechos, llevó el tema de conversación a hablar sobre la interpretación de los actores y actrices en las escenas de amor y sexo, y al hacerlo aumentó su provocación apoyando su mano sobre el muslo de él, hablándole más bajito y más cerca, para seguir como al descuido, acariciándole sobre el pantalón y llegando cada vez más cerca de su zona más sensible. En un momento ella había desabrochado otro botón de su camisa, con lo cual él ya tenía al alcance de su vista dos tetas que lucían muy apetecibles, coronadas por unos pezones inhiestos que parecían reclamar sus caricias.

Le hablaba de que, una actriz como ella, debe llegar hasta el mismo acto sexual si lo necesita para dar veracidad a una escena de amor o de cama, y como él todavía porfiaba de que tal cosa no era posible y que nadie lo haría, ella avanzó su mano hasta tomar una de las de él y llevarla hasta envolver con ella uno de sus pechos ya descubiertos totalmente, al tiempo que le besaba en la boca y su lengua se ligaba con la de Héctor. Aquello ya fue ponerle realmente en el disparadero. Sin reparo la retiró la blusa y su boca descendió hasta sus pechos comiéndolos, besándolos, lamiéndolos con ansia. Se había calentado a tope y ya no tenía contención alguna así que a la camisa le siguió la falda, continuó acariciando sus caderas, su vientre, sus muslos, retirando la braguita para, tumbándola sobre el sofá, pegar su boca a los labios vaginales y buscar el clítoris con su lengua. Tampoco ella tenía ya ningún reparo, había llegado demasiado lejos en su juego y las ardientes caricias de él la estaban poniendo a tope, hasta que casi suplicó que se desnudase y en un instante toda la ropa de los dos estaba por el suelo.

No podría decir quién de los dos buscó primero la penetración, ambos parecían estar igual de ansiosos. Sobre el sofá tan pronto estaba uno sobre el otro, como a la inversa, y si él sacaba su verga era para tomar el puesto con la boca, con la lengua o los dedos, para avanzar sobre ella para que pudiera tomar la verga con la boca y hacerla llegar hasta casi su garganta, para moverse ambos hasta situar sus cuerpos en un 69 perfecto, hasta el momento en que ya, ninguno de los dos pudo aguantar más y ambos se corrieron volcando en la boca del otro su semen y sus jugos.

Tuvieron lógicamente que ducharse y con un Héctor bastante avergonzado por lo ocurrido, se sentaron nuevamente en el sofá, tratando de reiniciar una conversación que se presentaba difícil; se había auto convencido de que lo que acababa de suceder no tenía nada que ver con la interpretación de una buena actriz, sino a un calentamiento puramente físico y llevado al extremo. La discusión se acaloraba por momentos, sobre todo cuando ella le dijo que, lo que acababan de hacer, había sido solo una demostración sobre el tema, a lo cual él respondió que no podía aceptarlo puesto que fríamente, como él lo interpretaba, nadie sería capaz de llevar a cabo una relación sexual. Nuevamente y de forma aún más evidente se lo demostraría. Se puso en pie ante él, muy despacio desabrocho su camisa, dejó caer su falda y la braguita, totalmente desnuda se avanzó hacia él y comenzó a desnudarle totalmente. Estaba como petrificado, incapaz de moverse ni de hablar siquiera, solo la obedeció para que ella pudiera quitarle su pantalón y el calzoncillo. Pese a su inmovilidad, su verga había crecido hasta alcanzar su máximo tamaño cuando ella avanzó aún más tomándola en sus manos, le cabalgó y sin soltarla se dejó descender sobre ella hasta que ya no le cupo ni un milímetro más; solo entonces la soltó para abrazarse a él, que ahora ya recuperaba el movimiento y lentamente, de forma acompasada, trataban de que la verga la llegase hasta lo más profundo, para desatarse totalmente después dando inicio a una impresionante cabalgada. Cambiaron de postura, aún con los pies sobre el suelo, la hizo volcar sobre el sofá casi obligándola a clavar su cara en el asiento, se colocó tras ella y nuevamente clavó con fuerza la verga en su vagina; estaba incontenible y ya no tenía limites, sacó su verga chorreante y la colocó en la misma entrada de su ano, hacía presión tratando de meterla y cuando ella se quejó la ripostó diciendo que si aquello era interpretación, el momento formaba parte de la escena, todo ello sin cesar de presionar hasta que, ahora más despacio y con cuidado, consiguió meterla y avanzar hasta que sus testículos llegaron a tocar sus nalgas. A ella ya no parecía dolerle nada, estaba totalmente concentrada en lo que hacían.

La escena era impresionante, los dos completamente desnudos, ella boca abajo y vencida sobre el sofá mientras él la sodomizaba sin parar de gritar, en una extraña mezcla de rabia y disgusto de su parte por lo que estaba haciendo, por haberse dejado llevar a aquella situación, pero en busca de un éxtasis que los dos veían muy cercano y que, en efecto, no tardó en llegar. Si bien a él le causó un efecto desastroso porque se disculpó y salió poco menos que corriendo.

No volvimos a saber de él hasta pasados unos meses. Un día en el qué por teléfono, recibimos una invitación para encontrarnos en una sala de baile, a la que fuimos, intrigados, por conocer sus planteamientos después de su desaparición.

El encuentro fue cortés, pidió disculpas por su espantada e iniciamos una conversación en la que no se tocó el tema de la reunión precedente después de las disculpas. Tomamos unas copas y la invitó a bailar, con lo que el ambiente se fue animando un poco porque cuando volvieron a la mesa, un par de botones del camisero blanco que ella vestía, estaban abiertos.

Es cierto que hacía bastante calor en el local, quizás fuera el motivo por el que seguían soltándose botones, y encima ella no era muy aficionada a usar sujetador, con lo que nuestro héroe se fue animando a meter las manos donde creyó que podía y donde en efecto pudo. El camisero ya la dejaba mostrar íntegramente sus pechos y las manos de él se aprovechaban de ello, porque eran ellas quienes lo habían desabrochado.

Cambiamos de mesa para situarnos en otra más discreta, a la que no llegaban las miradas de la gente que ocupaba la sala. Ni nos habíamos sentado cuando ya las manos de él abarcaban las tetas de ella, la hicieron darse la vuelta y su boca se apodero de la de ella. La sentó sobre sus piernas al tiempo que mordisqueaba sus pezones y trataba de meter sus manos entre sus muslos. Tampoco ella estaba quieta, había comenzado por abrazarse estrechamente a él, pero poco después estaba acariciándole sobre el pantalón y comenzó a desabrocharle la bragueta; debía ser incómodo para ella, porque en un momento le había desabrochado también el cinturón y metido su mano bajo el hasta alcanzar su verga y comenzar a acariciarla.

Se habían medio tumbado en el sofá, ella con la camisa totalmente desabrochada y la falda subida casi hasta la cintura. Él, de rodillas en el suelo y con la cabeza metida entre sus piernas, con su boca y sus manos trataba de quitarle la braga y, una vez conseguido, pegó su boca al sexo de ella a la búsqueda de su clítoris y metiendo sus dedos en su vagina.

Habíamos corrido las cortinas que aislaban el medio reservado en el que estábamos, aunque ello no impedía que alguna cabeza curiosa apareciese de vez en cuando entre las cortinas, para quedarse con la boca abierta al ver a la pareja, desnudos totalmente, metiéndola su verga en la vagina y agitándose como posesos hasta correrse ambos. No hubo disimulos, ninguno se molestó en retirarse antes de la corrida, como puestos de acuerdo se corrieron juntos y dentro de ella, como después se dieron vuelta para iniciar un magnífico 69 en el que ella parecía tratar de aspirar la polla de él hasta tragarla por entero.

Se vistieron, casi se vistieron, porque además de no llevar sostén, ahora ella tampoco llevaba braga y su camisa apenas si tenía un par de botones cerrados. Un brazo de él la abarcaba por los hombros y no tenía reparo en acariciarla las tetas, ahora ya a la vista de todo aquel que quisiera mirar, puesto que habían abierto las cortinas. En pocos minutos el pequeño espacio se había poblado de espectadores y alguno de ellos se atrevió a avanzarla una caricia sobre el pecho descubierto, aunque Héctor le retiró la mano rápidamente.

Siguieron con el juego, la camisa de ella casi completamente abierta, las manos de él sin cesar de acariciarla y con sus bocas que parecían atornillarse a cada momento.

Salieron a la pista a bailar nuevamente, y al momento, un amplio circulo se formó en torno a ellos, todos los hombres querían presenciar el espectáculo de sus tetas moviéndose al son de la música y como Héctor se refregaba contra ella cada vez con más descaro y con sus manos hacía subir su falda hasta que todos se apercibieron de que no tenía braga, con lo cual el circulo se estrechó sobre ellos. Él ya estaba lanzado y sin vergüenza, con una de sus manos avanzó entre sus piernas hasta llegar al sexo, presionó entre sus labios para abrirlo y meterla varios dedos; al sentirlo ella paró su baile y se apretó contra aquella mano que la penetraba. En medio de la gente le desabrocho el pantalón y le agarró su verga que de inmediato condujo hasta su vagina, con rapidez dio un pequeño salto colocando sus piernas en torno a la cintura de él y se empaló sobre la verga literalmente, en medio de la pista ante los aplausos y gritos de todos.

Conseguí rescatarlos y salimos de allí. Como pudimos llegamos hasta el coche, pero seguían teniendo ganas de juerga, así es que nos dirigimos hacia otro local; un antiguo jakuzzi al que habían suprimido la piscina y puesto camas por todos los salones.

Apenas habíamos tenido tiempo para recoger las llaves de las taquillas cuando ya se habían desnudado mutuamente y se dirigían corriendo a una de las camas, en la que empezaron a revolcarse como si nunca hubieran follado antes.

Habiín organizado tal revuelo que todos los clientes del local estaban revolucionados. Dos de ellos, sin duda los más atrevidos y lanzados, se juntaron a ellos sobre la cama formando un auténtico maremagnun de manos, piernas, sexos y cuerpos que se buscaban. Me di cuenta, de pronto, que sobre nosotros y pegado al techo, había un enorme espejo que reflejaba nuestra imagen. El cuerpo desnudo de Héctor estaba entre sus piernas abiertas, y por sus movimientos se constataba que su polla estaba totalmente metida en su interior; estaba sentada sobre ella que la sentía latir y llegar hasta lo más profundo. También observé unas manos que la empujaban para tumbarla sobre Héctor, aunque su fin no era el de aumentar el contacto con él, sino hacer que la postura pusiera su culo en pompa, sin por ello hacer que su verga la abandonase; ella sentía el peso de otro cuerpo sobre el suyo, y la presión de un intruso que pugnaba por meterla su polla por el culo, lo cual no le costó demasiado esfuerzo porque ya estaba dilatada por todos los lados. El efecto fue inmediato, sentir las dos vergas en su interior fue el detonante para que la viniera un orgasmo monumental

 

  • : Quien dijo que Héctor no fué uno de los grandes personajes en ella?
 

Relato erótico: “Las Profesionales – Casa de marionetas esclavas 1” (POR BLACKFIRES)

$
0
0

JEFAS PORTADA2En un exclusivo barrio residencial a las afueras de la ciudad, donde las mansiones son de dos a tres Sin títuloniveles, con muchísimas habitaciones, rodeadas de muy cuidados jardines y árboles frondosos al frente, a los costados y sin dejar de lado la elegante piscina trasera de la mansión, la agitada vida de una familia continúa sin novedades aparentes. James Baxter esta sentado a la mesa de la cocina leyendo el periódico del día, mientras todo el lugar se llena con el aroma del café mañanero preparado por su empleada Rossana que ahora viste su usual uniforme blanco y negro de empleada doméstica mientras termina de preparar el desayuno para Susan Baxter que se ocupa apuntando cosas en su agenda electrónica justo antes de salir para comenzar un nuevo día de trabajo.

Escaleras arriba el murmullo de sus hijas llena la casa pues ambas se preparan a irse de fin de semana a las montañas nevadas donde sus amistades darán una fiesta de despedida de vacaciones.

– Niñas a desayunar, es la tercera vez que les llamo, no estoy para perder el tiempo.

La voz de Susan llena la casa al tiempo que mirando a Rossana le ordena.

– Ve y diles que bajen de una buena vez pues si no, no podré despedirme de ellas, debo salir ya o llegaré tarde a la oficina otra vez.

– Si señora.

Rossana sube al primer piso y tocando la puerta de la habitación de Melissa, Rossana toca dos veces más y luego de murmullos y cuchicheos una muy molesta Melissa abre la puerta gritándole a la cara a Rossana

-¿QUÉ?

– Señorita Melissa su madre dice que por favor baje a desayunar por que…

– No me jodas…

Rossana no ha terminado de hablar y la puerta del cuarto se cierra con un sonoro golpe. Melissa camina descalza hacia su cama vistiendo un cortísimo “baby doll” casi transparente, lo que dificulta sobremanera ocultar sus hermosos senos y sus muy bien torneadas caderas y nalgas, justo antes de llegar a la cama, la puerta del baño de su habitación se abre y una hermosa chica de cabellos castaños oscuros y brillantes ojos miel sale solo envuelta en una toalla blanca, camina hasta el borde de la cama donde Melissa ya esta sentada y le pregunta.

-¿Qué fue tanto alboroto?

– La estúpida desubicada de la empleada que viene a tocarme la puerta, ¿Quién se cree ella para venir a apresurarme en mi propia casa? La deje hablando con la puerta en las narices y le dije que no me jodiera la mañana.

Valeria sonríe al ver irritada a Melissa y sin decir nada suelta el nudo de su toalla, la cual cae libremente al suelo revelando su cuerpo desnudo en el cual destacan sus preciosos y redondos senos con aureolas rosadas, su abdomen planísimo, su depilado coño, que junto a su trasero respingo, sus delineadas caderas y su carita de muñeca aun tienen la piel húmeda después de la ducha mañanera. Melissa la observa a los ojos y va bajando su mirada hasta su coño mientras entre risas Valeria le comenta.

– Muy bien Mely en esta casa las únicas con derecho a joder somos nosotras.

Sin decir más Melissa se levanta sonriendo y rodeando la cintura de Valeria con sus brazos la atrae hacia ella y la besa apasionadamente, mientras Valeria con extrema destreza desliza sus dedos índices debajo del baby doll de Melissa y con un movimiento practicado mete sus dedos debajo del elástico de las bragas de Melissa y esta última abriendo ligeramente las piernas hace caer al suelo la tanguita a juego con el baby doll, justo después Valeria se va arrodillando frente a Melissa y recibe en su nariz el delicioso aroma proveniente del coño de Melissa, que sin intercambiar palabras recibe la lengua de la chica desnuda recién bañada en su coño mientras con sus manos acaricia los cabellos castaños de su amiga.

En el pasillo Rossana camina el corto trecho que separa las habitaciones de las chicas y casi esta por llegar al cuarto de Samantha. Dentro de la habitación Samantha conversa con su novio que no ha visto en meses, en su computadora personal esta abierta una sesión de webcam y ella conversa con el a través de un micrófono audífono inalámbrico.

– “… pero es que mis padres han estado fastidiando con esto de estar más tiempo juntos y sus tonterías de ser una familia feliz… “

– “Oye estoy fastidiado con eso Samantha, desde que nos vimos en Roma no he estado contigo y sabes cuanto me cabrea eso”

– “Lo sé muy bien baby ¿pero que quieres que haga?, mi madre presiona mucho y mi padrastro es una verdadera molestia… ya pronto inician las clases y tendremos tiempo para ambos, en la fiesta tendremos tiempo… te apetece, tengo para ti una muestra de todo lo que podrás disfrutar los próximos meses…”

Diciendo esto Samanta desliza por sus hombros las dos pequeñas tiras de tela que sostienen una minúscula blusita sin mangas que cubre sus redondeados senos que se mueven libremente sin sostén, lentamente va tomando con sus manos los hermosos senos y la blusa cae enrollada en su cintura mientras sus manos cubren sus pezones

– “Ummmmm Sammy ya me había olvidado lo grande que son esos senos y las ganas que tengo de mordértelos”

– “Yo no olvido lo rico que es sentir tu boca en ellos mientras me llenas el coñito”

– “Masajéalos, aprieta los pezones nena…”

– “Eres un pervertido… por eso me encantas…”

Samantha empieza a masajear sus senos y a apretar sus pezones mientras pone su mirada más puta y saca la lengua sugestivamente hacia la cámara. Una de sus manos abandona sus pechos y haciendo hacia atrás la silla de escritorio que ocupa separa sus piernas dejando a la vista su depilado coño sin bragas debajo de la minifalda azul que usa. Rápidamente mete dos dedos en su boca y los llena de saliva, llevándolos a sus labios vaginales los cuales igualmente húmedos reciben sus dos dedos dejándoles entrar y salir rápidamente de aquel hermoso coño, mientras con su otra mano acaricia esos pechos que ya muestran unos duros pezones frente a la cam.

– “¿Así te gusto baby o me quieres mas puta?”

– “Eres una zorra con esa boquita… date más fuerte y más rápido, así te daría yo…”

– “Si baby así quiero que me des… “


Samantha sigue metiendo y sacando sus dedos de su excitado coño y gotitas aperladas de sudor aparecen bañando su frente y sus pechos, su excitación aumenta a cada segundo y empieza a llegar a su anhelado orgasmo mientras cierra los ojos y escucha como su novio le dice lo puta zorra que es, ese trato que el le da es tan humillante pero a ella siempre le había gustado ser tratada así, claro todo esto solo entre su novio y ella, pues ella es la hija de los Baxters y debe cuidar de su imagen pública. Una especie de descarga eléctrica recorre su espalda y siente que por fin esta por llegar a aquel orgasmo que la tiene loca de tanto buscarlo, hacia más de tres semanas que por alguna maldita razón siempre terminaba frustrada masturbándose sin llegar al orgasmo, empieza a temblar mientras escucha “Eso putita..”, “mira que mojada”, “Sigue…” y…

Tres golpes en la puerta la traen de vuelta a su realidad y antes de atender la puerta se empieza a ajustar la ropa, avanza a la puerta y se encuentra con Rossana.

-¿QUE?

– Disculpe señorita Samantha pero su madre dice que la esta esperando para desayunar.

Esta vez Rossana pudo entregar el mensaje completo antes de casi recibir en la nariz la puerta del cuarto de la mayor de las niñas Baxter.

Unos 20 minutos después Samantha baja lista para salir, seguida por Melissa y Valeria igualmente listas. Susan Baxter esta sentada a la mesa y mira incrédula como sus hijas entran a la cocina y toman un vaso de jugo de naranja y una o dos tostadas, y se disponen a irse.

– Un momentito señoritas yo no estoy pintada en la pared.

– Hola Mom, estamos retrazadas y no queremos llegar tarde.

– Su padre y yo las hemos esperado por lo menos tengan la amabilidad de despedirse niñas.

– Bye mon…

Michael Baxter no aparta la vista de su periódico mientras escucha la usual discusión madre hijas, escucha a las chicas ir abandonando el cuarto.

– Niñas su padre esta aquí también…

– Mom estamos retrazadas…

Susan Baxter se levanta de la mesa y las observa con su mejor rostro de “Hagan lo que yo digo o…”, desde que se había casado con James Baxter cuando las chicas eran adolescentes las cosas habían cambiado, unas para bien otras para mal. Las relaciones entre padrastro e hijas siempre fueron tensas, la frase “el no es mi padre” siempre se escucho en las discusiones, pero por otro lado Mr. Baxter les había dado a ellas posición social, estabilidad económica y lo más importante muchísimo poder, por lo que ellas cambiaron su apellido; ambas chicas se detienen y justo en la puerta de la cocina ambas dicen en coro.

– Bye Jimmy…

Mr. Baxter sin siquiera apartar la mirada de su periódico levanta una mano a modo de saludo y las chicas salen de la casa y suben a la camioneta todo terreno de Samantha, Melissa sube al asiento del acompañante del conductor, mientras Valeria se instala en el asiento trasero de la camioneta. Las hermanas para variar discuten sobre el disco compacto que escucharan en el viaje, finalmente el auto avanza mientras ahora la discusión gira en torno a cual es la vía más rápida para salir de la ciudad y llegar a las montañas.

– Te dije que tomaras la ruta del parque, vamos a estar atascadas aquí por horas Sammy.

– No creí que estaría tan mal este maldito tráfico y ya deja de decirme lo que tengo que hacer.

– Niñas, niñas basta… acepte viajar con ustedes pero no para escucharlas pelear todo el camino.

Rato después la camioneta esta casi inmóvil ante una fila de autos, en una de las vías que sale de la ciudad.

– Así nunca vamos a llegar a… ufff Sammy que tal si te digo que tenemos que volver a casa.

– Que tal si te digo que te bajes de mi auto y vuelvas caminando.

– Noooo en serio Sammy necesitamos volver, por favor, por favor…

Varios minutos después y varios gritos histéricos de Samantha luego de que Melissa la convenciera de volver a casa y de sortear el tráfico de la ciudad en dirección contraria a su destino, una enfadada Melissa baja del auto frente a su casa y camina rápidamente hasta la mansión y abre la puerta trasera de la casa, toma las escaleras subiendo a su cuarto donde bajo su cama tiene guardada una bolsa de papel de donde extrae un nuevo consolador con correas para ajustarlo a la cintura. Este nuevo juguete le proporcionaría horas de diversión junto a Valeria… La misma Valeria que en ese mismo momento aburrida de esperar a Melissa se acomoda en el asiento trasero del auto de Samantha, apoyándose en el respaldar del asiento del conductor y con su mano derecha la lleva hacia delante y acaricia sin rodeos el abdomen firme de Samantha que con una mano en la cabeza esta contando hasta 10 antes de perder completamente la calma por el enfado.

– ¿Se puede saber que intentas?

– Nada yo solo te veo demasiado tensa y tu cara enfadada pues no le hace justicia a tu belleza.

– Déjate de idioteces y siéntate a esperar OK

Valeria desliza su mano desde el vientre de Samantha y rumbo al sur pasa por su cadera y la coloca debajo de la minifalda de la chica acariciando el muslo de la mayor de las hermanas Baxter.

– Por favor Sammy tú sabes que no me gusta verte enfadada, me gusta más verte reír o… gemir.

– Aun no me explico como mi hermanita no se ha dado cuenta lo puta que eres Valeria.

– Si soy tan puta como dices no sé por que entonces te dejaste hacer tantas cosas aquella noche, aun recuerdo lo rico que la pase mamándote ese delicioso coñito y esas tetas hermosas.

Samanta toma la muñeca de Valeria justo en el momento que la mano de esta última empieza a entrar más y más profundo en su entrepierna rumbo a su coño, tomándola con fuerza la retira de sus piernas y la lanza a un lado con total desprecio.

– Tu lo dijiste “me deje hacer” pues ese día estaba ebria y a parte de todo eso solo fue una vez y fue hace un año, igual no soy lesbiana y mucho menos puta como tu, así que deberías superarlo nena.

– ¿Olvidarlo? Como crees si desde que volvieron solo pienso en el momento de meterle mano y comerme esas deliciosas nuevas tetas que tienes Sammy, no sabes lo apetitosas que te han quedado.

Dentro de la casa Melissa baja del primer piso y decide salir por la puerta del frente, avanza por el pasillo y al acercarse a la cocina escucha ruidos y voces, le es extraño por que a esa hora solo la empleada quedaría en casa, en su mente le viene la idea de que pudiera ser que su putita empleada luego que todos se vayan reciba compañía. Lenta y silenciosamente se aproxima a la puerta de cristal que separa la cocina del resto de la casa, en primer lugar puede ver a Rossana acostada en la mesa de la cocina, sus piernas abiertas de par en par mientras con sus manos masajea sus grandes pechos. Las sospechas de Melissa son confirmadas, un hombre se deleita comiéndole el coño a aquella zorra justo en la mesa donde sus padres desayunaban hacia solo una hora.

– “Así que esta es la forma en que pasas tus ratos de ocio en casa zorrita, ya veras cuando mi mami se entere de esto”

Mientras Melissa la observa repara en lo bien formado del cuerpo de su empleada, hermosas y largas piernas, pechos perfectos y por lo que se ve una completa golfa en la cama, seria posible que antes de decirle a su madre sobre la conducta de la empleada, pudiera ella chantajearla y pobrar si así de bien como se ve también es una buena comedora de coños, ummmm no, eso seria demasiado bajo y ella es una Baxter, jamás se involucraría con una zorra del servicio de su casa… Aunque la morbosa idea le resulta tan caliente que tanto sus pensamientos como la escena empiezan a hacer que su coño se humedezca. Rossana sigue gimiendo y se aprieta los pezones y Melissa delicadamente empieza a acariciar su coño sobre sus bragas que momento a momento se van empapando con esa nueva experiencia vouyerista, un segundo después el hombre levanta el rostro mojado en jugos vaginales y el mundo se detiene para Melissa al ver a James Baxter saborear los jugos de su empleada.

– “Maldito hijo de perra… como puede hacerle esto… a mi madre”

Mr. Baxter continua lamiendo el coño de su empleada y ahora desliza dos dedos en el canal húmedo de Rossana la cual responde con una serie de descontrolados gemidos mientras su cuerpo se convulsiona de placer sobre la mesa del desayunador, en la mente de Melissa las ideas se estrellan con la realidad de ver a su padrastro siéndole infiel a su madre en su propia casa con nada más y nada menos que con la puta de la empleada

“Que original, que original ya sabia yo que este idiota se traía algo entre manos, nunca me termine de creer lo buena persona que decía ser”

Los intensos gemidos de Rossana la sacan de sus pensamientos y su coño termina de encharcarse de sus propios jugos mientras Mr. Baxter solo con sus dedos y su lengua hace que Rossana se corra una y otra vez al llegar a un número incontable de orgasmos, los cuales la tienen tan caliente que su exquisito cuerpo tiembla sin control y toda su piel que ahora es visible gracias a que su uniforme de empleada esta enrollado en su cintura esta cubierto de una fina capa de sudor que la hacen casi brillar. Melissa nunca hubiera imaginado ese cuerpo de infarto de su empleada debajo de aquellas horrorosas ropas de doméstica, los dedos de Melissa sigue jugando con su coño y no se decide a entrar y detener aquella escena pues en realidad todo esto le resulta de lo más morboso.

Rossana deja de temblar por un momento y Mr. Baxter como si fuera la cosa más común del mundo le da a lamer sus dedos a Rossana que los limpia con presteza y luego él se dispone a terminar su café y leer las últimas paginas de su periódico. Rossana sigue sobre la mesa con sus piernas separadas ofreciéndole su coño a Mr. Baxter mientras ella misma se masturba con sus dedos mientras con la otra mano levanta sus senos y lame y muerde sus pezones. Esto es casi demasiado para Melissa que siente que esta a punto de correrse por todo lo que ve.

Melissa ahoga un grito al sentir como una mano la toca desde la espalda, al voltear observa a Samantha que aun la toca sin mirarla pues también observa la escena que se esta dando en la cocina. Hablando en voz baja ambas hermanas comentan entre ellas.

– Vaya susto que me has dado Sammy… ¿puedes creer esto?…

– Lo veo y no lo creo, que mierda es esto como puede hacer… este hijo de puta desgraciado…

– Baja la voz o nos descubrirán.

Ambas chicas sigue mirando la escena y ahora Mr. Baxter aun sentado se separa un poco de la mesa y Rossana simplemente se sienta sobre él y empieza a subir y a bajar siendo empalada en la verga erecta de Mr. Baxter que ahora se deleita lamiendo y mamando los senos de Rossana, mientras que con sus manos acaricia su espalda y a ratos toma su cintura para marcarle el ritmo de la cogida que cada vez se hace más y más rápida mientras la cocina se va llenando de los gemidos de Rossana que a todo esto solo puede abrir su boca en busca de aire y cierra sus ojos mientras su patrón se la coge, Melissa y Samantha se agachan casi hasta el suelo mientras observan como su padrastro lleva a su empleada una y otra vez al orgasmo, todo esto no hace más que calentarlas de una forma tan extraña. No es como ver una porno en la TV o en las fotos del Internet, es ver a dos personas reales coger frente a ellas verlas y oírles, casi sentir ganas de ser parte de todo eso, sus senos se ponen tan duros y sus coños se mojan más a cada segundo y ya Samanta no puede contenerse más, nuevamente coloca su mano en el hombro desnudo de su hermana para ordenarle que se vayan de allí tan pronto como puedan y Melissa voltea hacia ella.

– Melissa… tenemos… tenemos que irnos…

El rostro de Melissa queda a centímetros del rostro de Samantha y la escucha hablar sin entender mucho de lo que dice pues un calor se esparce por su cuerpo como fuego por combustible desde su hombro donde la mano de Samantha aun la toca, ambas se miran a los ojos y Melissa aproxima su rostro a su hermana y la besa delicadamente en los labios, el cerebro de Samantha prácticamente se desconecta y en vez de rechazar el beso, deja que la lengua de su hermana explore su boca mientras su mano lentamente se desplaza del hombro a la nuca de Melissa y se funden en un beso, Melissa coloca sus manos en el torso de Samantha acariciando su piel sobre la suave y fina tela de la blusita de su hermana. Sus cuerpos se van uniendo y sus pechos se aplastan unos contra otros sintiendo los duros pezones de una y otra mientras sus manos se acarician y sus lenguas danzan en sus bocas.

James Baxter sostiene la cintura de Rossana que empieza a temblar y a gemir y finalmente se desploma sobre el cuerpo de Mr. Baxter que la sostiene desnuda aun penetrándola y con una mano la toma del cabello y separa el rostro de Rossana de su propio hombro donde había caído al acabar el orgasmo de la chica. Como si de un juguete que se le acaba la cuerda se tratara y casi como una marioneta jalada por los cabellos la besa mientras ella solo se deja hacer, los besos de Baxter pasan a su cuello y lentamente bajan a sus senos donde atrapa con su boca su pezón izquierdo y lentamente empieza a morderlo a lo que Rossana responde con un fuerte gemido, el gemido que saca a Melissa y a Samantha de su apasionado encuentro en el suelo de la antesala a la cocina. Las chicas se apartan y sus cuerpos siguen calientes y sus respiraciones pesadas mientras sus bocas y sus coños están empapados. En sus caras se puede ver la vergüenza de la situación pues sus mejillas se han puesto tan rojas como un par de cerezas, voltean ambas a mirar desde donde proviene el gemido de Rossana y lentamente se van reincorporando sin hacer ruido.

– Tenemos que irnos ya…

El la cocina pueden ver como Rossana se levanta desnuda y se aleja un poco de la mesa donde Mr. Baxter aun sigue sentado, Rossana se coloca recostada a uno de los muebles de la cocina y sigue acariciándose lentamente su cuerpo cubierto de sudor y sus propios jugos humedecen su coño, James Baxter se empieza a levantar de la mesa y con una mano toma el extremo de una cadena de perro, poco a poco va apartándose de la mesa y desde abajo de la mesa a cuatro patas va saliendo a gatas la señora Susan Baxter, que aun vestida justo como la dejaran sus hijas, ahora lleva al cuello el collar de cuero negro de donde se engancha el otro extremo de la cadena que sostiene su esposo, ella camina siguiendo con su mirada y su lengua la verga de Mr. Baxter que asoma por fuera de sus pantalones a través del cierre. Con dos jalones a la cadena Baxter hace que Susan se levante del suelo y la coloca al lado de la desnuda Rossana, Mr. Baxter hace que Susan se arrodille y empiece a mamarlo hasta que esta a punto de correrse, saca su verga de la boca de Susan y hace que su semen caiga en chorros sobre el depilado coño de Rossana la cual toma parte de ese semen que mancha su piel y con sus manos lo esparce sobre su propios pechos.

– Hora del desayuno Sussy…

Susan se levanta y empieza a lamer y limpiar con su lengua los hermosos pechos de su empleada mientras su esposo la toma de la nuca apretando su cabeza contra esos senos y con la otra mano le acaricia su firme y redondeado trasero cubierto por el momento con una elegante falda ejecutiva.

– Así Sussy… buena chica, lame todo y deja muy limpios esos hermosos senos, buena chica, muy buena chica.

Susan solo sigue lamiendo mientras bajo su falda sus medias se van humedeciendo por los jugos que salen de su coño que arde en ganas de ser penetrado. Mr. Baxter, aun sosteniendo el collar de perro de Sussy, con sus manos presiona los hombros de su dócil esposa que simplemente reacciona arrodillándose hasta quedar a la altura del coño de Rossanna, Mr. Baxter ahora toma por la cintura a Rossana y la gira hasta que sus nalgas quedan frente al rostro de Sussy.

– Roxy ofrécele el culo a mi putita y tu putita has un buen trabajo con esa lengua.

Rossana toma sus redondeadas nalgas con ambas manos y las separa ofreciéndole su rosado esfínter a Sussy. Sussy saca su lengua y empieza lentamente a lamerle el culo a quien hasta hace un tiempo era solo su empleada doméstica.

Las dos hermanas permanecen de pie como dos estatuas de piedra al ver a su madre siendo usada como un juguete sexual en su propia casa, no atinan a moverse y cuando ambas son sacadas de su estado de shock por los sonidos de la bocina del auto de Samantha. Mr. Baxter mira hacia a la puerta y ambas se agachan para no ser vistas y corren a la salida más próxima y no paran de correr hasta llegar al auto.

– ¿Donde mierda estaban metidas se hace tarde, por que tardaron tanto?

Samantha pone a andar el auto y ni ella ni su hermana contestan a las preguntas de Valeria. Todo el camino las chicas no se atreven ni a mirarse y en sus mentes lo único que da vueltas y vueltas una y otra vez es ver aquella escena en la cocina donde su madre es participe como una dócil mascota sexual, una mascota obediente de los caprichos de su padrastro.

– Si me hubieran dicho que me iban a ignorar todo el camino hubiera pedido que me enviaran un chofer desde mi casa, ok, ¿que mierda les pasa acaso les comió la lengua el gato?

Ambas hermanas siguen en silencio y cada una recuerda cosas muy específicas de lo visto y vivido. Por su parte Melissa no puede dejar de pensar en el cuerpo de infarto de la perra de su empleada y en la forma en que su padrastro la hacia correrse una y otra vez, y al igual que Samantha no puede dejar de recordar la cadena y el collar de perro que su madre usaba ante ellos.

Horas después las chicas finalmente llegan casi al caer el sol a las montañas nevadas donde se dará la fiesta a la cual han viajado, al llegar a la pequeña ciudad se hospedan en el lujoso Hotel de Montaña Crowell propiedad de la familia de Valeria. Valeria baja del vehiculo hastiada por el viaje y al salir se encuentra con un botones que le saluda amablemente.

– Buenas tardes Srta. Crowell.

– No se que le ves de buena Jaime, sube a mi suite mis cosas y no tardes.

– Si señorita, soy Erick.

– Whatever… no tardes.

Diciendo esto entra rápidamente al hotel sin esperar siquiera que las hermanas Baxter bajen o se instalen en su habitación. Tres botones se encargan de bajar las maletas de las chicas mientras estas aun sin mirarse siquiera se dirigen a la recepción del hotel donde una hermosa chica pelirroja les atiende con una sonrisa.

– Bienvenidas Señoritas Baxter estábamos esperándolas, esta es su habitación ¿que tal estuvo el viaje?

– Bien… heeee creo que hay un cambio de planes.

– ¿Algún problema señorita Melissa?

– Sí. Quiero una habitación sencilla para mí, con vista a las canchas de esquiar

– Me temo que eso será imposible señorita… todas nuestras habitaciones están llenas por el festival de invierno y la fiesta de despedida de los DeLucca.

– Creo que tendrán que hacer un arreglo pues quiero una habitación para mí.

– Disculpe pero eso no puede ser, le repito que todo esta lleno.

– Creo que se te olvida con quien estas hablando… o me consiguen un cuarto o me cambio a otro hotel.

Quince minutos después, varias llamadas histéricas a otros hoteles, una recepcionista llorosa y un par de gerentes a punto de perder su amabilidad, las maletas de Samantha y Melissa son depositadas en la misma habitación que previamente habían reservado para ellas desde hacia 2 semanas.

Aun si hablar entre ellas ambas chicas se alistan para la famosa fiesta y horas después llegan por separado a una de las casas de montaña de la familia DeLucca, quienes son los anfitriones de la mega fiesta de despedida de vacaciones. Al llegar a la fiesta el ambiente es todo celebración con música animada, bailarines y luces como si fuese una discoteca. Muchísimos jóvenes están presentes, sin que falte el licor y por el momento discretamente el consumo de drogas, chicas en la improvisada pista de baile moviendo sus cuerpos sensualmente al compás de la música y pegándose tanto a sus compañeros de baile que casi pueden fusionar sus cuerpos.

Melissa es la primera en llegar y se dirige directamente a la barra donde le sirven un trago doble con el que quiere olvidar su extraño día. Samantha llega unos minutos después y justo al llegar es capturada por su novio Kevin DeLucca que tomándola por la cintura la besa apasionadamente al borde de la pista.

– Hola sexy, no sabes las ganas que tenia de verte, vamos a la pista.

– Hola… yoo…. también…

Kevin la arrastra a la pista donde empiezan a bailar, al principio Samantha se siente totalmente fuera de lugar pues su mente sigue vagando en los recuerdos de la mañana en su casa, pero poco a poco se va animando y el ritmo de la música empieza a hacerla olvidar sus pensamientos. Kevin aprovecha para deslizar sus manos por el cuerpo excitado de su novia y Samantha se deja hacer en medio de la pista de baile repleta de parejas y semioculta por las sombras de la noche que a ratos desaparecen cuando las luces de colores y reflectores iluminan el lugar.

Al otro extremo de la pista en una esquina oscura Melissa esta sentada en un cómodo sillón y sigue bebiendo queriendo olvidarse de todo lo visto esa mañana pero los tragos empiezan a tener un efecto inverso al que ella buscaba y cada vez más y más el recuerdo se hace más fuerte al recordar a Rossana. En serio podía ser tan buena esa perra, que tan delicioso sería ponerla a mamarle el coño, es un asco que su madre este involucrada en todo eso y peor pues ya no tiene siquiera algo con que presionar a Rossana y obligarla a mamarle el coño. En esos distraídos pensamientos la hacen desconectarse de la realidad y solo vuelve a ella cuando siente que alguien se sienta muy cerca a su lado.

– Hola Mely finalmente te encuentro.

– Hola Valeria, llegue hace un rato.

Valeria se sienta mucho más cerca de ella y por el ruido de la música le habla casi al oído.

– Sabes que había esperado esta fiesta por mucho tiempo, no sé por que estas actuando tan extraña pero me gustaría pasar un rato rico contigo…

Diciendo esto desliza una mano detrás de la espalda de Melissa y con la otra mano acaricia la pierna derecha de la chica que sigue mirando distraídamente a la gente bailar mientras acaba su tercer trago de la noche. La mano de Valeria empieza a deslizarse bajo la minifalda de Melissa acariciando la parte interior del muslo internándose en busca de la entrepierna, mientras Melissa mira la gente bailar una silueta que se mueve sensualmente capta su atención, sus caderas y sus brazos moverse al ritmo de la música y sus pechos subir y bajar. Las luces encienden y apagan y en un movimiento la mirada de lujuria de la bailarina se encuentra con la misma mirada de lujuria de Melissa que la observa como un gato que mira a su siguiente víctima, Samantha detiene su baile y solo continua cuando la luz que iluminaba su rostro se apaga.

– Puedes decirme ahora que mierda es lo que les pasa a ti y a tu hermana.

– Disculpa… pero no estoy de humor para hablar…

– ¿No estas de humor, pase todo el día ignorada en el asiento trasero de un auto como si fuera parte del equipaje y ahora me dices que no estas de humor?

– Puedes dejarme sola un momento.

– ¿Sola un momento? No te preocupes quédate sola. Vete a la mierda.

Valeria se levanta hecha una verdadera furia y se aleja de Melissa rumbo al baño, de camino va tropezando a todas las parejas que bailan al borde de la pista y un camarero la esquiva antes de que lo derribe, la chica sigue su rumbo perdiéndose en dirección al baño.

En la pista de baile Kevin tomando de la mano a Samantha la saca de la pista a toda prisa y se dirigen a un área del segundo piso de la casa donde pueden estar más cómodos y solos en improvisadas salas VIP. Kevin rápidamente empieza a besar a Samantha que no deja de acariciar los brazos y abdomen de su novio, Kevin no pierde el tiempo y colocando a Samantha contra la pared desliza sus manos debajo de la falta de su excitada novia que empieza a gemir y a mover sus caderas rítmicamente al compás de los dedos de su novio que se van mojando rápidamente con los fluidos vaginales.

– Vaya Sammy en verdad que me has extrañado, nunca te había sentido tan mojada

– Por favor.. te necesito dentro… necesito que me cojas…

– Así me gusta nena ya te voy a coger no desesperes.

Las manos de Samantha desesperadamente buscan soltar el cinturón y abrir los pantalones de Kevin que ya presenta una dura erección que Samantha toma con sus manos y empieza a masajear, siguen besándose y ya la blusa de Samantha esta abierta revelando sus hermosos senos que Kevin inmediatamente toma en sus manos besándolos y lamiéndolos, la voltea y la presiona contra la pared mientras le levanta la falda descubriendo sus redondeadas y carnosas nalgas que empieza a acariciar besar y hasta morder suavemente, lo que hace que la ya excitada Samantha casi pierda el control de su cuerpo, pues necesita con urgencia que le hagan el amor… No, no, ella quiere que se la cojan, en su mente ella no necesita que la traten con cariño ella necesita que su macho le coloque una mano en el hombro y la arrodille frente a el y le coloque su verga en su boca y que use su boca como una vagina. Necesita que le cojan la boca, que la usen, su novio sigue acariciándola y ella gime con deseo de estar a cuatro patas ante su macho chumándole la verga o estando en el suelo con la cara en la alfombra y sus pechos aplastados contra el piso con sus manos abriéndose las nalgas ofreciéndole su culo y su coño a su macho.

– Cojeme por favor.

Valeria entra al baño de damas hecha una furia y solo dos chicas conversan animadamente en el baño y al verla entrar rabiosa la miran con extrañeza.

– ¿Que me miran estúpidas? lárguense de mi vista.

Ambas chicas salen aprisa del baño y Valeria queda sola mirándose en el espejo del baño super molesta por la actitud de desprecio que recibe de Melissa. ¿Cómo se atreve a tratarla así?, espero por ella tanto tiempo que volviera de su viaje a Europa y luego su indiferencia las semanas después de volver. Entra en uno de los baños y se saca las bragas con ganas de mear, sentada en el retrete aun su rabia no baja solo de pensar en como a sido tratada todas estas horas. Escucha ruido dentro del baño y repentinamente la puerta de su privado se abre y ella intenta levantarse pero es tomada por el cuello y la cintura y es estrellada dentro de una de las paredes del minúsculo lugar. Valeria no puede reaccionar con sus bragas en sus rodillas y su asombro en la cara mientras Melissa la presiona mirándola a la cara.

– No vuelvas a tratarme como si fuéramos iguales.

– Pero que te pasa…

Plaff

Una bofetada deja aun más atontada a Valeria y sin quererlo se humedece mientras Melissa la toma por la barbilla y le dice:

– Recuerda que aquí tú eres mi puta y yo soy a quien le perteneces perra.

– Si…

Plaff

– ¿Si, qué mi puta?

– Si ama.

– Asi me gusta putita.

Melissa baja el escote de Valeria y toma los senos de la chica con una mano y acaricia y aprieta sus pezones para luego bajar la mano y meterla en su entrepierna y empieza a masturbarla mientras la besa apasionadamente, Valeria aun no sale del shock inicial y siente como la lengua de Melissa sondea su boca mientras la separa de la pared y lentamente se sienta en el retrete y con sus manos guía a Valeria hasta el suelo donde la arrodilla y abre sus piernas dejando su coño al alcance de la boca de Valeria que sin mediar palabras empieza a lamer y penetrar con su lengua el rico y depilado coño de Melissa que empieza a gemir y a contorsionar su cuerpo en el reducido espacio del privado.

– Aaaaaaggg sigue perra… así usa tu lengua… uffff necesito correrme sigue…

Valeria sigue con su cara metida en el coño de Melissa mientras la ve cerrar sus ojos y apretarse los senos con sus manos, Melissa no deja gemir y en su mente empieza a aparecer una imagen, su excitación aumente al imaginarse de rodillas en el piso y frente a ella el coño húmedo y depilado de Rossana. La lengua de Valeria se movía en su coño y ella empezó a mover su propia lengua, imaginando que lamia un coño pero no cualquier coño, era el coño de Rossana, ella necesitaba mamar ese coño pero ella nunca antes había mamando un coño. ¿Cómo se le ocurría mamar el coño de una simple empleada?, era humillante, una locura… pero era tan excitante…

Kevin sigue acariciando y besando las nalgas de Samantha y ella sigue pensando por que su novio no le da un par de nalgadas y unas buenas cachetadas para luego tirarla al suelo y cojérsela tan duro como pueda hasta que ella grite y se corra como una perra, Kevin la voltea y se levanta mirándola a la cara la va a besar y Samantha reacciona apartándole.

– ¿Pero que te pasa?

– Nada no me pasa nada… lo siento no puedo seguir.

– Pero no me puedes hacer esto Sammy… yo necesito…

– Disculpa debo irme.

– Samantha… espera… Samantha

Samantha se aleja de Kevin arreglando sus ropas mientras Kevin intenta seguirla pero sus pantalones y sus interiores en sus tobillos le hacen tambalear. Samantha sale de la habitación abotonando su blusa y arreglando su falda, baja a la fiesta y se dirige a la calle sin voltear atrás dejando muy lejos los llamados de Kevin.

La lengua de Valeria sigue moviéndose en el coño de Melissa y cuando sus manos empiezan a acariciar los muslos de Melissa ella simplemente la aparta con sus manos y se levanta del retrete. Sin decir palabras sale del privado mientras Valeria intenta reincorporarse y la ve arreglar sus ropas sus cabellos y desbloqueando la puerta del baño sale del lugar

– MALDITA PERRA.

Unos minutos después Melissa avanza por el pasillo del hotel rumbo a su habitación, en su mente hay muchísima confusión al recordar su reacción ante Valeria imaginando a Rossana. Detestaba estar tan caliente y lo peor era estar tan excitada pensando en el coño de la empleada de su casa. Abriendo la puerta de la habitación entra y se dirige al armario de donde saca una pequeña maleta de viaje, un segundo después escucha la puerta del baño y ve salir del baño a su hermana Samantha vistiendo una pijama de seda y encaje.

– Hola… pensé que estarías en la fiesta

– No… yo… no me sentía bien.

– Entiendo

Melissa sigue buscando su pijama en la maleta mientras Samantha la observa.

– ¿No encuentras tu pijama?

– Estoy segura que la guarde aquí.

– Déjame ayudarte.

– No por favor.

Samantha se aproxima a Melissa y ambas sujetan la maleta pero al Melissa apartarse de su hermana termina por volcar la maleta en el suelo de la habitación, todo su contenido queda desperdigado sobre el suelo.

– Lo siento.

– Déjalo así, ok.

Melissa se agacha a recoger sus cosas y Samantha también le ayuda metiendo la ropa en la maleta y poco a poco recogen todo. Finalmente solo queda el pijama perdido que estaba en el fondo de la maleta y al tomarlo ambas sienten que debajo de la suave tela algo más esta en el suelo, al levantarlo descubren el consolador con correas que Melissa trajera al viaje.

Samanta sostiene la verga de plástico mientras Melissa sostiene las correas y ambas se observan un largo momento y sus rostros se van acercando poco a poco hasta fundirse en un beso. Samantha siente como Melissa avanza hacia ella haciéndola caer de espaldas al suelo mientras se coloca sobre ella besándola y acariciándola sobre la delgada tela de su pijama. Las mutuas caricias se propagan como fuego y ambas chicas dejan sus cuerpos desnudos en poco tiempo besándose y acariciando sus senos y sus nalgas, finalmente se suben a la cama. Melissa se acuesta de espaldas y Samantha se coloca acostada de dándole la espalda casi sobre ella, sintiendo los duros pezones de los senos de Melissa en su espalda, las manos de Melissa acarician los senos de Samantha mientras sus lenguas juegan en sus bocas. Melissa va deslizando su mano desde los senos hasta el coño de Samantha y empieza a penetrarla primero con uno, luego dos y finalmente tres dedos que la hacen estar tan caliente que no puede parar de gemir.

Poco a poco Samantha se va volteando hasta quedar frente a frente con Melissa, que le coloca sus dedos llenos de los jugos de Samantha frente a la boca. Samantha simplemente abre la boca y con mucha practica limpia con su lengua todos los jugos de los dedos de Melissa, luego va besando el cuello de Melissa y sus besos van bajando hasta encontrarse con los exquisitos senos de Melissa los cuales empieza a acariciar lamer y besar, para luego dirigirse beso a beso por todo su abdomen pasando por su ombligo hasta llegar al delicioso coño de Melissa que no ha necesitado estimulación para estar completamente mojado. Su lengua y boca se apodera del coño de Melissa y esta no puede parar de gemir al sentir la lengua de su hermana entrar en su coño o hacer círculos sobre su clítoris. Samantha desliza la lengua hasta la entrada del ano de Melissa que sigue gimiendo mientras Samantha sigue mojando su coño de placer, Melissa agarra el consolador que esta tirado en la cama y mirando a Samantha le ordena masturbarse. Samantha se coloca a 4 patas y con sus dedos se bombea el coño que palpita con ganas de ser atendido, se estremece de placer y empieza a gemir más y más fuerte.

Los gemidos de Samantha van excitando muchísimo más a Melissa que la observa en cuatro patas sobre la cama, en su mente solo puede pensar en el momento en que Rosanna este a 4 patas justo como lo esta su hermana ahora ante ella. “Necesito cojerme a Rosanna, lo necesito tanto, necesito comerme ese coño… ¿Pero qué locura es esta, cómo pudo estar pensando en comerle el coño a la sirvienta? Estoy tan caliente”. Se coloca el dildo de plástico, sacando los dedos de su hermana del coño mete los suyos y cuando los siente muy húmedos los saca y empieza a humedecer el dildo con los jugos que escurren de sus dedos para luego lentamente ir introduciéndolo en el encharcado coño de Samantha que no logra dejar de gemir y simplemente va sintiendo como poco a poco es penetrada por el dildo de Melissa.

Finalmente Samantha se siente llena, se siente usada, se siente una puta, solo una cosa haría ahora que se sintiera aun más puta y es el collar de perro y la cadena que vio en su madre esa misma mañana, pero eso es demasiado pedir. Melissa ahora empieza a bombear, al principio lento pero luego más rápido y fuerte el coño de Samantha.

Melisa continúa penetrándola y luego de un momento la hace voltearse y acostarse en la cama y empieza a mamarle y lamerle los senos mientras la penetra, ambas se besan y acarician casi llegando al orgasmo. Samantha se saca el consolador y empieza chuparlo y limpiarlo, lo quita de la cintura de Melissa y Melissa la agarra de la nuca y entierra el rostro de Samantha en su coño y Samantha sumisamente empieza a mamarla.

Hacia unos minutos la puerta de la habitación se había abierto y una persona había entrado sin hacer ruido, sentándose en un cómodo sofá se dedico a ver el espectáculo de las hermanas arrechas y zorras. Melissa voltea un poco y con ojos bien abiertos ve a Valeria masturbándose y lamiéndose los labios. Melissa con una sonrisa de lujuria parece como si la llamara a la cama y Valeria se coloca detrás de ella y agarrándole los senos la besa y la acaricia. Mirando a Samantha comerle el coño, Valeria le comenta al oido a Melissa:

– Samantha necesita una mamada de coño tanto como tu…

Samantha esta tan ocupada que no dice nada y sigue mamando. Valeria se ubica detrás de Samantha y empieza a comerle el coño y Samantha esta a punto de explotar de placer. Valeria se coloca el arnés con el dildo y empieza a lamerle el ano a Samantha y Samantha pierde control, Valeria le mete un dedo luego dos y finalmente cuando Samantha gime sin control entre lamida y lamida al coño de su hermana menor, Valeria le va metiendo poco a poco el dildo. En la saturada y convulsa mente de Samantha solo hay un pensamiento “Soy una puta perra que solo necesita que se la cojan y que la hagan sentir una mascota sexual… justo como mi madre, soy una verdadera hija de puta… esto es tan excitante”

Ambas chicas se cojen a Samantha, Melissa sosteniendo la nuca de su hermana mientras la hace enterrar su lengua en el coño y siente cada bombeo que recibe de la excitada Valeria que sin tregua mete y saca, una y otra vez el dildo en el ano de Samantha que ya a estas alturas a dejado de pensar agotada de tanto placer que ha recibido, finalmente Melissa no puede más y empieza a correrse en la cara de su hermana bañándole los cabellos de sus jugos y convulsionando de placer al imaginar la lengua de Rosanna metida en su coño.

Samantha se queda aturdida y Valeria le saca el dildo del ano y al ver a Melissa levemente repuesta se aproxima a ella y se entrelazan en un beso que se prolonga hasta quedarse aturdidas. Samantha reacciona un momento después y descubre a ambas chicas aturdidas junto a ella en la cama y simplemente se acuesta sobre las piernas de las chicas y se deleita mamando intercaladamente el coño de Valeria y el de Melissa y así se va quedando dormida.

Fin de la Primera Parte

PARA CONTACTAR CON EL AUTOR:
blackfires@hotmail.com

 

“COMO DESCUBRÍ MI NATURALEZA DOMINANTE” (POR GOLFO) LIBRO PARA DESCARGAR

$
0
0

Captura de pantalla 2015-11-19 17.52.52

Sinopsis:

Una universitaria se va a vivir a casa de su tía enferma, cuando muere tiene que hacerse cuidado de un bebé sin saber que terminará entre las sábanas del viudo. Junto con él descubrirá su verdadera naturaleza. Mientras con su amado es todo dulzura, con las mujeres se comportará como una estricta dominante

ALTO CONTENIDO ERÓTICO

Bájatelo pinchando en el banner o en el siguiente enlace:

http://www.amazon.es/gp/product/B01882R4LO

Para que podías echarle un vistazo, os anexo los dos primeros capítulos:

Capítulo 1.

Mi nombre es Elena y soy una estudiante de medicina de veintidós años. Mi vida sería como la de cualquier otra si no llega a ser porque actualmente caliento las sábanas de mi tío. Muchos se podrán ver sorprendidos e incluso escandalizados pero soy feliz amando y deseando a ese hombre.
Si quiero explicaros como llegué a acostarme con el tío Manuel, tengo que retroceder cuatro años cuando llegué a Madrid a estudiar. Habiendo acabado el colegio en mi Valladolid natal, mis padres decidieron que cursara medicina en la Autónoma de Madrid y por eso me vi viviendo en la capital. Aunque iba a residir en un colegio mayor, mi madre me encomendó a su hermana pequeña que vivía también ahí. La tía Susana me tomó bajo su amparo y de esa forma, empecé a frecuentar su casa. Allí fue donde conocí a su marido, un moreno de muy buen ver que además de estar bueno, era uno de los directivos más jóvenes de un gran banco.
Desde un primer momento, comprendí que eran un matrimonio ideal. Guapos y ricos, estaban enamorados uno del otro. Su esposo estaba dedicado en cuerpo y alma a satisfacer a la tía. Nada era poco para ella, mi tío la consentía y mimaba de tal forma que empecé sin darme cuenta a envidiar su relación. Muchas veces desee que llegado el momento, encontrara yo también una pareja que me quisiera con locura.
Para colmo, mi tía Susana era un bellezón por lo que siempre me sentí apocada en su presencia. Dulce y buena, esa mujer me trató con un cariño tal que jamás se me ocurrió que algún día la sustituiría en su cama. Aunque apreciaba en su justa medida a su marido y sabía que destilaba virilidad por todos sus poros, nunca llegué a verlo como era un hombre, siempre lo consideré materia prohibida. Por eso me alegré cuando me enteré de que se había quedado embarazada.
Esa pareja llevaba buscando muchos años el tener hijos y siendo profundamente conservadora, Susana vio en el fruto que crecía en su vientre un regalo de Dios. Por eso cuando en una revisión rutinaria le descubrieron que padecía cáncer, se negó en rotundo a tratárselo porque eso pondría en peligro la viabilidad del feto. Inútilmente la intenté convencer de que ya tendría otras oportunidades de ser madre pero mis palabras cargadas de razón cayeron en saco roto.
Lo único de lo que pude convencerla fue de que me dejara cuidarla en su casa. Al principio se negó también pero con la ayuda de mi tío, al final dio su brazo a torcer. Por esa desgraciada circunstancia me fui a vivir a ese chalet del Viso y eso cambió mi vida. Nunca he vuelto a dejar esas paredes y os confieso que espero nunca tenerlo que hacer.
La tía estaba de cinco meses cuando se enteró y viéndola parecía imposible que estuviera tan mal y que el cáncer le estuviera corroyendo por dentro. Sus pechos que ya eran grandes, se pusieron enormes al entrar en estado y su cara nunca reflejó la enfermedad de forma clara su enfermedad. Al llegar a su casa, me acogió como si fuera su propia hermana y me dio el cuarto de invitados que estaba junto al suyo. Debido a que mi pared pegaba con la suya, fui testigo de las noches de dolor que pasó esa pareja y de cómo Manuel lloraba en silencio la agonía de la que era su vida.
Gracias a mis estudios, casi a diario le tenía que explicar cómo iba evolucionando el cáncer de su amada y aunque las noticias eran cada vez peores, nunca se mostró desánimo y cuanto peor pintaba la cosa, con más cariño cuidaba a su amor. Fue entonces cuando poco a poco me enamoré de ese buen hombre. Aunque fuera mi tío y me llevara quince años, no pude dejar de valorar su dedicación y sin darme cuenta, su presencia se hizo parte esencial en mi vida.
A los ochos meses de embarazo, el cáncer se le había extendido a los pulmones y por eso su médico insistió en adelantar el parto. Todavía recuerdo esa tarde. Mi tía me llamó a su cuarto y con gran entereza, me pidió que le dijera la verdad:
―Si lo adelantamos, ¿Mi hijo correrá peligro?
―No― contesté sin mentir – ya tiene buen peso y es más dañino para él seguir dentro de tu útero por si todo falla.
Indirectamente, le estaba diciendo que su hígado no podía dar más de sí y que en cualquier momento podría colapsar, matando no solo a ella sino a su retoño. Mi franqueza la convenció y cogiéndome de la mano, me soltó:
―Elena. Quiero que me prometas algo….
―Por supuesto, tía― respondí sin saber que quería.
―….si muero, quiero que te ocupes de criar a mi hijo. ¡Debes ser su madre!
Aunque estaba escandalizada por el verdadero significado de sus palabras, no pude contrariarla y se lo prometí. “La pobre debe de estar delirando”, me dije mientras le prestaba ese extraño juramento porque no en vano el niño tendría un padre. Un gemido de dolor me hizo olvidar el asunto y llamando al médico pedí su ayuda. El médico al ver que había empeorado su estado, decidió no esperar más y llamando a una ambulancia, se la llevó al hospital.
De esa forma, tuve que ser yo quien le diera la noticia a su marido:
―Tío, tienes que venir. Estamos en el hospital San Carlos. Van a provocar el parto.
Ni que decir tiene que dejó todo y acudió lo más rápido que pudo a esa clínica. Cuando llegó, su mujer estaba en quirófano y por eso fui testigo de su derrumbe. Completamente deshecho, se hundió en un sillón y sin hacer aspavientos, se puso a llorar como un crio. Al cabo de una hora, uno de los que la trataban nos vino avisar de que el niño había nacido bien y que se tendría que pasar unos días en la incubadora.
Acababa de darnos la buena noticia, cuando mi tío preguntó por su mujer. El medico puso cara de circunstancias y con voz pausada, contestó que la estaban tratando de extirpar el cáncer del hígado. Sus palabras tranquilizaron a Manuel pero no a mí, porque no me cupo ninguna duda de que esa operación solo serviría para alargarle la vida pero no para salvarla.
La noticia del nacimiento de Manolito le alegró y confiado en la salvación de la madre me pidió que le acompañara a ver al crío en el nido. Os juro que viendo su alegría, no fui capaz de decirle la verdad y con el corazón encogido acudí con él a ver al bebé.
En cuanto lo vi, me eché a llorar porque no en vano sabía que ya se le podía considerar huérfano:
“¡Nunca iba a llegar a conocer a su madre!”
En cambio su padre al verlo no pudo reprimir el orgullo y casi a voz en grito, empezó a alabar la fortaleza que mostraba ya en la cuna. Tampoco en esa ocasión me fue posible explicarle el motivo de mi llanto y secándome las lágrimas, sonreí diciendo que estaba de acuerdo.
Como os podréis imaginar cuatro horas después apareció su médico y cogiendo del brazo al marido de la paciente, le explicó que se habían encontrado con que el cáncer se había extendido de forma tal que no había nada que hacer. Mi tío estaba tan destrozado que no pudo preguntar por la esperanza de vida de su mujer, por lo que tuve que ser yo quien lo hiciera.
―Dudo que tenga un mes― contestó el cirujano apesadumbrado.
La noticia le cayó como un jarro de agua fría a su marido y hundiéndose en un doloroso silencio, se quedó callado el resto de la tarde. Os juro que se ya quería a ese hombre, el duelo del que fui testigo me hizo amarlo más. Nunca había visto y estoy segura que nunca veré a nadie que adore de esa forma a su mujer.
La agonía de mi tía Susana iba a ser larga y por eso decidí exponerle a mi tío que durante el tiempo que me necesitara allí me tendría y que por el cuidado de su hijo, no se preocupara porque yo me ocuparía de él.
―Gracias― contestó con la voz tomada― te lo agradezco. Voy a necesitar toda la ayuda posible.
Tras lo cual se encerró en el baño para que no le viera llorar. Esa noche, dormimos los dos en la habitación y a la mañana siguiente, una enfermera nos vino a avisar que Susana quería vernos. Al llegar a la UCI, Manuel volvió a demostrar un coraje digno de encomio porque el hombre que saludó a su mujer, era otro. Frente a ella, no hizo muestra del dolor que sentía e incluso bromeó con ella sobre el próximo verano.
Su esposa, que no era tonta, se dio cuenta de la farsa de su marido pero no dijo nada. En un momento que me quedé con ella a solas, me preguntó:
―¿Cuánto me queda?
―Muy poco― respondí con el corazón encogido.
Fue entonces cuando cogiéndome de la mano me recordó mi promesa diciendo:
―¡Cuida de nuestro hijo! ¡Haz que esté orgullosa de él!
Sin saber que decir, volví a reafirmar mi juramento tras lo cual mi tía sonrió diciendo:
―Manuel sabrá hacerte muy feliz.
La rotundidad de su afirmación y el hecho que el aludido volviera a entrar en la habitación hizo imposible que la contrariara. Mi rechazo no era a la idea de compartir mi vida con ese hombre sino a que conociéndolo nunca nadie podría sustituirla en su corazón.

CAPÍTULO 2

A los dos días, nos dieron al niño. Siendo sano no tenía ningún sentido que estuviera más tiempo en el hospital por lo que tuvimos que llevárnoslo a casa mientras su madre agonizaba en una habitación. Todavía recuerdo esa mañana, Manuel lo cogió en brazos y su cara reflejó la angustia que sentía. Compadeciéndome de él, se lo retiré y con todo el cariño que pude, dije:
―Tío, déjamelo a mí. Tú ocúpate de Susana y no te preocupes, lo cuidaré como si fuera mío hasta que puedas hacerlo.
Indirectamente, le estaba diciendo que yo lo cuidaría hasta que su madre hubiese muerto pero lejos de caer en lo inevitable, ese hombretón me contestó:
―Gracias, cuando salga Susana de esta, también sabrá compensarte.
No quise responderle que nunca saldría y despidiéndome de él, llevé al bebe hasta su casa. Durante el trayecto, pensé en el lio que me había metido pero mirando al bebe y verlo tan indefenso decidí que debía dejar ese tema para el futuro. Acostumbrada a los recién nacidos por las prácticas que había hecho en Pediatría neonatal, no tuve problemas en hacerme con todo lo indispensable para cuidarlo y por eso una hora después, ya cómodamente instalada en el salón, empecé a darle el biberón.
Eso que es tan normal y que toda madre sabe hacer, me resultó imposible porque el chaval no cogía la tetina y desesperada llamé a mi madre. Tal y como me esperaba mientras marcaba, se rió de mí llamándome novata y ante mi insistencia, me preguntó:
―¿Por qué no intentas dárselo con el pecho descubierto?
Al preguntarle el por qué, soltó una carcajada diciendo:
―Tonta, porque al oír tu corazón y sentir tu piel, se tranquilizará.
Su respuesta me convenció y quitándome la camisa, puse su carita contra mi pecho. Ocurrió exactamente como había predicho, en cuanto Manolito sintió mi corazón, se asió como un loco del biberón y empezó a comer. Lo que no me había avisado mi madre, fue que al sentir yo su cara contra mi seno, me indujo a considerarlo ya mío y con una alegría que me invadió por completo, sonreí pensando en que no sería tan desagradable cumplir la promesa dada.
Una vez se había terminado las dos onzas y al ir a cambiarle ocurrió otra cosa que me dejó apabullada. Entretenida colocando el portabebé, no me percaté que había puesto su cabeza contra mi pecho y el enano al sentir uno de mis pezones contra su boca, instintivamente se puso a mamar. El placer físico que sentí fue inmenso (no un orgasmo no penséis mal). La sensación de notar sus labios succionando en busca de una leche inexistente fue tan tierna que de mis ojos brotaron unas lágrimas de dicha que me dejaron confundida.
No sé si obré mal pero lo cierto es que a partir de entonces después de cada toma, dejaba que el bebé se durmiera con mi pezón en su boca.
“Es como darle un chupete”, me decía para convencerme de que no era raro pero lo cierto es que cuanto más mamaba ese crio de mis pechos, mi amor por él se incrementaba y empecé a verlo como hijo mío.
Lo que no fue tan normal y lo reconozco fue que ya a partir del tercer día, me entraran verdaderas ganas de amamantarlo y obviando toda cordura, investigué si había algo que me provocara leche. No tardé en hallar que la Prolactina ayudaba y sin meditar las consecuencias, busqué estimular la producción de leche con ella.
Mientras esto ocurría, mi tía agonizaba y Manuel vivía día y noche en el hospital solo viniendo a casa durante un par de horas para ver al chaval. Dueña absoluta de la casa, nadie fue consciente de que me empezaba a tomar esa medicina. A la semana justa de nacer, fue la primera vez que mi niño bebió la leche de mis pechos y al notarlo, me creí la mujer más feliz del mundo. No sé si fue la medicina, el estímulo de mis pezones o algo psicológico pero la verdad es que mis pechos no solo crecieron sino que se convirtieron en un par de tetas que rivalizaban con los de cualquier ama de cría.
Mi producción fue tal que dejé de darle biberón y solo mamando de mis pechos, Manolito empezó a coger peso y a criarse estupendamente. El primer problema fue a los quince días de nacido que aprovechando que su madre había mejorado momentáneamente, Manuel decidió bautizarle junto a ella. La presencia del padre mientras le vestía y las tres horas que estuvimos en el Hospital, provocaron que mis pechos se inflaran como balones, llegando incluso, a sin necesidad de que el bebé me estimulara, de mis pezones brotara un manantial de leche dejándome perdida la camisa. Sé que mi tío se percató de algo por el modo en que me miró al darse cuenta de los dos manchones que tenía en mi blusa, pero creo que no quiso investigar más cuando ante la pregunta de cómo me había manchado, le contesté que se me había caído café.
La cara con la que se me quedó mirando los pechos, no solo me intranquilizó porque me descubriera sino porque percibí un ramalazo de deseo en ella. Lo cierto es que más excitada de lo que me gustaría reconocer, al llegar a casa di de mamar al que ya consideraba propio y tumbándome en la cama, no pude evitar masturbarme pensando en Manuel.
Al principio fue casi involuntario, mientras recordaba sus ojos fijos en mi escote, dejé caer una mano sobre mis pechos y lentamente me puse a acariciarlos. Mis pezones se pusieron inmediatamente duros y al sentirlos no fui capaz de parar. Como una quinceañera, me desabroché la blusa y pasando mi mano por encima de mi sujetador, empecé a estimularlos mientras con los ojos cerrados soñaba que era mi tío quien los tocaba.
Mi calentura fue en aumento y ya ni siquiera pellizcarlos me fue suficiente y por eso levantándome la falda, comencé a sobar mi pubis mientras seguía imaginado que eran sus dedos los que se acercaban cada vez más a mi sexo. Por mucho que intenté un par de veces dejarlo, no pude y al cabo de cinco minutos, no solo me terminé de desnudar sino que abriendo el cajón de la mesilla, saqué un consolador.
Comportándome como una actriz porno en una escena, lamí ese pene artificial suspirando por que algún fuera el de él y ya completamente lubricado con mi saliva, me lo introduje hasta el fondo mientras me derretía deseando que fuera Manuel el que me hubiese separado las rodillas y me estuviese follando. La lujuria me dominó al imaginar a mi tío entre mis piernas y uniendo un orgasmo con el siguiente no paré hasta que agotada, caí desplomada pero insatisfecha. Cuando me recuperé, cayeron sobre mí los remordimientos de haberme dejado llevar por esos sentimientos mientras el objeto de mis deseos estaba cuidando a la mujer que realmente amaba y por eso no pude evitar echarme a llorar, prometiéndome a mí misma que eso no se volvería a repetir.
Tratando de olvidar lo ocurrido, intenté estudiar algo porque tenía bastante dejadas las materias de mi carrera. Llevaba media hora enfrascada entre los libros cuando escuché el llanto de mi bebe y corriendo fui a ver que le pasaba. Manolito en cuanto le cogí en brazos, buscó mi pezón y olvidándome de todo, sonreí dejando que mamara.
―Voy a ser tu madre aunque tu padre todavía no lo sepa― susurré al oído del niño mientras mi entrepierna se volvía a encharcar.

 

Relato erótico: “Mi esposa se compró dos mujercitas por error 3” (POR GOLFO)

$
0
0

CAPÍTULO 5. AUNG ME ENTREGA A MARÍA.

A pesar de haber desvirgado a una de las chavalas, todavía no me había hecho a la idea de ser el dueño y señor de las birmanas y por ello me quedé mirando cuando María me hizo gala del poder que tenía sobre ellas y más en particular sobre la que percibí como su favorita. Y es que con todo lujo de detalles mi esposa comenzó a explicarme cómo había descubierto durante el baño que esas criaturas daban por sentado que sus labores irían más allá de la limpieza.
―No te imaginas mi sorpresa cuando este par de zorritas se pusieron a lamer mis pezones – dijo mientras acariciaba a la mayor de las dos que permanecía abrazada contra su pecho.
Aung que hasta entonces se había mantenido apartada de mí, sintió que había llegado su momento y mirando a mi señora, dijo en un correcto español:
―Debe entregarme a mi amo.
Me sorprendió ver un atisbo de celos en María al oírla como si no quisiese desprenderse de su juguete antes de tiempo y por ello, muerto de risa, comenté que tenía hambre y que me dieran de cenar.
Mi esposa que no es tonta comprendió mis motivos, les pidió que se fueran a calentar la cena. Las dos orientales se levantaron a cumplir sus órdenes, dejándonos solos en el cuarto, momento que María aprovechó para pedirme un favor diciendo:
―Sé que te puede molestar pero no me apetece que la tomes todavía. Quiero disfrutar un poco más de Aung siendo su única dueña…¿te importa?
La angustia de su tono multiplicó exponencialmente mis sospechas pero como quería a mi mujer y encima tenía a Mayi para jugar, accedí poniendo como condición que me entregara su culo tanto tiempo vedado.
―Será tuyo cuando lo pidas― contestó con una mezcla de miedo y deseo que me hizo preguntarme si después de estar con esas muchachas el sexo anal había dejado de ser un tabú para ella.
Cerrando el acuerdo, respondí:
―Te juro que no tocaré a esa zorrita hasta que tú me la pongas en bandeja.
La expresión de alegría de su rostro ratificó mis suspicacias e interiormente decidí que buscaría seducir a esa morenita para amarrar a María a través del afecto por ella.
«Debe ser un capricho pasajero», medité al constarme que mi esposa nunca había sido lesbiana.
Olvidando mis crecientes recelos, le pedí ir a cenar mientras le daba un pequeño azote. Contra todo pronóstico María pegó un gemido de placer al sentir esa caricia contra sus nalgas. Al darse cuenta de ello de su grito, se puso colorada y huyendo de mi lado, salió de la cama.
«¿A ésta que le ocurre? ¡Parece como si le hubiese excitado!», exclamé para mí mientras me vestía.
El comportamiento de mi señora me tenía desconcertado. No solo había confesado su lésbica predilección por una de las birmanas sino que había puesto cara de puta al sentir mi azote. Tras analizar ambos hechos, concluí que la irrupción de esas crías en su vida había despertado la sexualidad de mi pareja sin tener claro el alcance de ese cambio.
Arrinconando esos pensamientos en un rincón de mi cerebro bajé a cenar. Eran demasiadas novedades para asimilar en un mismo día y preferí no aventurar un juicio hasta tener la seguridad que no me equivocaba.
Lo que no tenía discusión era el fervor que sentía Mayi por su dueño ya que al verme entrar en el comedor, me dio un buen ejemplo de ello. Dejando los platos que llevaba en sus manos, buscó mi contacto mientras tomaba asiento en la mesa.
―¡Qué empalagosa eres!― reí al sentir que me colocaba un mechón de mi pelo mientras presionaba su juveniles senos contra mi cara.
A pesar de su poco conocimiento de nuestro idioma, esa morenita captó que no me molestaban sus mimos y acercando su boca, me informó con dulzura lo feliz que era siendo de mi propiedad susurrando en mi oído:
―Amo no arrepentir comprar Mayi, ella servir toda vida.
Reconozco que ¡me la puso dura! Nunca había pensado que una habitante de ese paupérrimo tuviese la virtud de provocar mi lujuria de ese modo, pero lo cierto es que olvidando la presencia de mi mujer premié la fidelidad de esa cría con un breve beso en los labios sin prever que ese gesto la calentara de sobremanera hasta el límite de intentar que volviera a tomarla ahí mismo.
María al ver que la oriental se subía la falda mientras se ponía de horcajadas sobre mis piernas soltó una carcajada y muerta de risa, me azuzó:
―Ya te dije que esta guarrilla está enamorada y no parará hasta que te la folles otra vez.
A nadie le amarga un dulce y menos uno tan hermoso pero, sacando fuerzas de quién sabe dónde, me negué a sus deseos para no revelar lo mucho que me apetecía disfrutar nuevamente de ese diminuto cuerpo y mordiendo uno de sus lóbulos, insistí en que quería cenar antes.
Descojonada, mi pareja de tantos años me señaló el dolor con el que la oriental había encajado mi rechazo y llamándola a su lado, la acogió entre sus brazos diciendo:
―Ven preciosa, tu ama te consolará ya que tu amo no quiere.
Tras lo cual ante mi perplejidad, la sentó en la mesa y sin preguntar mi opinión, se puso a comerle el conejo.
«¡No me lo puedo creer!», pensé al contemplar la urgencia con la que María se apropiaba con la lengua de los pliegues de la cría mientras esta me miraba desolada.
He de confesar que estuve a un tris de sustituirla y ser yo quien hundiera mi cara entre los muslos de Mayi pero cuando ya estaba levantándome, escuché a mi esposa decir:
―Nuestro dueño tiene que repartir sus caricias entre tres y no es bueno que quieras ser tú sola la que recibe sus mimos.
Alucinado por que se rebajara al mismo nivel que la oriental, decidí no intervenir directamente y llamando a Aung, exigí a esa morena que ayudara a María pensando que así terminarían antes y me darían de cenar. Lo que nunca preví fue que en vez de concentrarse en su compañera, le bajara las bragas a mi esposa y separando sus cachetes, se pusiera a lamerle el ojete.
El grito de placer con el que mi mujer recibió la lengua de la morenita despertó mi lujuria y sin perder detalle de esa incursión esperé a que lo tuviese suficientemente relajado para por primera vez en mi matrimonio tomar lo que consideraba mío.
La birmana al verme llegar con el pene erecto sonrió y tras darle un último lametazo, echándose a un lado, me lo dejó bien lubricado para tomar posesión de él. Ver ese rosado y virginal agujero listo para mi ataque enervó mis hormonas y sin preguntar qué opinaba María, lentamente pero con decisión usé mi glande para demoler esa última barrera que había entre nosotros.
Inexplicablemente, mi señora no trató de escabullirse al notar cómo su culo era tomado al asalto y únicamente mostró su disconformidad gritando lo mucho que le dolía. Fue entonces cuando saliendo al quite, su favorita acalló sus lamentos besándola. Los labios de la birmana fue el bálsamo que María necesitó para aceptar su destino y sin siquiera moverse, esperó a tenerlo por completo en el interior de sus intestinos para decirme con voz adolorida:
―Espero que recuerdes tu promesa.
Asumiendo que me obligaría a cumplir lo acordado, esperé a que se acostumbrara antes de moverme. Durante ese interludio Mayi se bajó de la mesa y metiéndose entre sus piernas, se puso a masturbar a mi víctima en un intento de facilitar su doloroso trance mientras la otra oriental la consolaba con ternura.
Reconfortada por los mimos de las muchachas no tardó en relajarse y todavía con un rictus de dolor en sus ojos, me pidió que empezara. Temiendo que en cualquier momento, se arrepintiera de darme el culo, fui sacando centímetro a centímetro mi instrumento y al sentir que faltaba poco para tenerlo completamente fuera, lo volví a introducir por el mismo conducto sin que esta vez María gritara al ser sodomizada.
Azuzado por el éxito, repetí a ritmo pausado esa operación mientras mi esposa mantenía un mutismo lacerante que me hizo pensar en que de alguna forma la estaba violando. Iba a darme por vencido cuando su favorita tomó la decisión de intervenir descargando un sonoro azote sobre sus ancas mientras le decía:
―Ama debe disfrutar.
La reacción de María a esa ruda caricia me dejó helado y es que con una determinación total comenzó a empalarse ella sola usando mi verga como ariete. Si ya de por sí eso era extraño, más lo fue comprobar que Aung le marcaba el ritmo a base de una serie de mandobles que lejos de molestarle, la hicieron gritar de placer.
―Ama tan puta como yo― murmuró la puñetera cría en su oído al ver la satisfacción con la que recibía sus mandobles e incrementando la presión sobre su teórica dueña se permitió el lujo de retorcerle un pezón mientras me decía que le diera más caña.
No sé si fue esa sugerencia o si fue sentir que la diminuta había cambiado de objetivo y con su lengua se ponía a lamerme los huevos pero lo cierto es que olvidando cualquier tipo de recato, me puse a montar a mi esposa buscando tanto su placer como el mío.
―¡Me gusta!― exclamó extrañada al sentir que el dolor había desaparecido y que era sustituido por un nuevo tipo de gozo que jamás había experimentado.
La confirmación de ese cambio no pudo ser más evidente porque de improviso su cuerpo se estremeció mientras una cálida erupción de su coño empapaba de flujo tanto sus piernas como las mías.
―Ama correrse por culo― comentó su favorita alegremente y llenando sus dedos con el líquido que corría por sus muslos, se los metió en la boca diciendo: ―Ama mujer completa.
María firmó su claudicación lamiendo como una loca los deditos de la chavala mientras sentía que un nuevo horizonte de sexo se abría a sus pies. El brutal sometimiento de mi mujer fue suficiente estímulo para que dejándome llevar rellenara su conducto con mi semen y olvidando que era mi esposa y no mi esclava, con fiereza exigí que se moviera para terminar de ordeñar mis huevos.
La sorpresa al conocer el perfil dominante del su marido la hizo tambalearse pero reaccionando a insistencia se retorció de placer pidiendo que fueran mis manos las que le marcaran el ritmo. Complací sus deseos con una serie de duras nalgadas, las cuales provocaron en ella una serie de pequeños clímax que se fueron acumulando hasta hacerle estallar cuando notó que sacando mi verga liberaba su ano.
Ante mi asombro al destapar ese agujero, María se vio sacudida por un orgasmo tan brutal como duradero que la mantuvo revolcándose por el suelo mientras las dos chavalas la colmaban de besos.
«Es increíble», sentencié al comprender que jamás la había visto disfrutar tanto durante los años que llevábamos casados.
Pero fue su propia favorita la que exteriorizó lo que había sentido al consolar a su exhausta ama diciendo:
―María correrse como Aung y Mayi. María no Ama, María esclava.
Ante esa sentencia, mi mujer salió huyendo con lágrimas en los ojos por la escalera. Anonadado por lo ocurrido, me levanté para ver qué le pasaba pero entonces la morenita me rogó que la dejara a ella ser quien la consolara. Sin saber si hacia lo correcto, me senté en la silla mientras trataba de asimilar la actitud de María esa noche. Luciendo una sonrisa de oreja a oreja, Mayi llegó ronroneando y cogiendo mi pene entre sus manos mientras susurró en plan putón:
―Mayi limpiar Amo. Amo tomar Mayi.
¡Mi carcajada retumbó entre las paredes del comedor!…

CAPÍTULO 6. MARÍA SE DEFINE

Esperé más de media hora que María volviera y cuando asumí que era infructuosa, me levanté a buscarla con Mayi como fiel guardaespaldas. Ya en la primera planta del chalet, el sonido de sus llantos me llevó hasta ella y entrando en nuestro cuarto, la hallé sumida en la desesperación al lado de Aung que cariñosamente intentaba tranquilizarla.
―¿Puedo pasar?― pregunté sin saber si mi presencia iba a ser bien recibida.
Con lágrimas en sus ojos, levantó sus brazos pidiendo mi consuelo. Por ello, me lancé en su ayuda y con la certeza de que de alguna forma yo era responsable de su angustia, la abracé. Mi esposa al sentir mi apoyo incrementó el volumen de sus lamentos y con la voz entrecortada por el dolor, me preguntó qué debía de hacer.
―Perdona pero no sé qué te ocurre― repliqué totalmente perdido.
Mi respuesta provocó nuevamente que se echara a llorar y durante casi un cuarto de hora, no pude sacarle qué era eso que tanto la angustiaba. Increíblemente fue su favorita la que viendo que no se calmaba, comentó con dulzura:
―No pasa nada. Amo aceptar usted esclava de corazón.
A pesar de ese español chapurreado, su mensaje era tan claro como duro; según esa muchacha, mi esposa, mi pareja de tantos años se sentía sumisa y le daba vergüenza reconocerlo. Impactado por esa revelación y sin llegármela a creer, acaricié sus mejillas mientras le decía:
―Sabes que te amo y me da igual si resulta que me dices que eres marciana o venusina. Soy tu marido y eso no va a cambiar.
Secando sus ojos, me miró desconsolada:
―No entiendes lo que me ocurre y dudo que lo aceptes.
Como antes de la afirmación de la birmana ya sospechaba que la llegada de esas dos mujercitas había provocado un maremoto en su interior al dejar aflorar una bisexualidad reprimida desde niña, repliqué:
―Lo entiendo y lo acepto… para mí sigues siendo la María de la que me enamoré. Además lo sabes, no me importa compartirte con ellas siempre y cuando me des mi lugar.
Incapaz de mirarme, comenzó a decir:
―No quiero eso… lo que necesito es…
Viendo que no terminaba de decidirse a confesar lo que la traía tan abatida, traté de ayudarla diciendo:
―Lo que necesites, ¡te lo daré! Me da igual lo que sea, pero dime de una vez que es lo que quieres.
Sacando fuerzas de su interior, levantó su mirada y me soltó:
―Quiero que no me trates como tu esposa sino como tu…¡esclava! – para acto seguido y una vez había confesado su pecado, decir: ―hoy he disfrutado lo que se siente al ser sometida y no quiero perderlo. Necesito que me poseas como las posees a ellas, ¡sin contemplaciones!
―No te entiendo, eres una mujer educada en libertad y me estás diciendo que quieres te trate como un objeto.
No pudiendo retener su llanto, buscó el consuelo de las muchachas pero Aung levantándose de su lado se plantó ante mí diciendo:
―María conocer placer esclava y querer Amo no esposo. Si no poder, ¡véndala!
La intervención de esa morena me indignó pero al mirar a mi mujer y ver en su cara que era eso lo que deseaba, mi ira creció hasta límites indescriptibles y alzando la voz, le grité:
―Si eso es lo que quieres, eso tendrás― y creyendo que era un flus pasajero quise bajarle los humos diciendo: ―Hazme inmediatamente una mamada y trágate hasta la última gota.
Mi exabrupto consiguió el efecto contrario al que buscaba porque, tras reponerse del susto, sonriendo se acercó a mí que permanecía de pie en mitad de la habitación y bajando mi bragueta, comenzó a chupar con desesperación mi verga.
Dando por sentado que si quería que recapacitara debía humillarla, mirando a Mayi por señas le pedí que se colocara el mismo arnés con el que mi esposa había sodomizado a su compañera. La birmana no puso reparo en ceñírselo a la cadera y sin avisar penetró a mi mujer mientras ésta me la mamaba. El grito de María ante tan salvaje incursión en su coño me hizo creer que iba por buen camino y por eso tirando de su favorita, la exigí que diera un buen repaso a los pechos de la que había sido su dueña.
Aung comprendió al instante que era lo que esperaba de ella y tumbándose bajo nuestra víctima, se dedicó a pellizcar cruelmente sus negros pezones.
Para mi sorpresa, mi querida esposa no se quejó y continuó lamiendo mis huevos mientras su sexo era tomado al asalto por una de las sumisas y sus pechos torturados por la otra.
«No me lo puedo creer, ¡le gusta!», dije para mí al observar en sus ojos el mismo brillo que cuando disfrutaba al hacerle el amor.
Intentando a la desesperada que volviera a ser ella y viendo que mi pene ya estaba erecto, la obligué a abrir los labios para acto seguido incrustárselo hasta el fondo de su garganta. Fui consciente de sus arcadas pero no me importaron porque tenía la obligación de hacerla reaccionar y sin dar tregua a María, usé mis manos para marcar el ritmo con el que me follaba su boca.
Obligada a absorber mi extensión mientras Mayi penetraba con insistencia su coño, se sintió indefensa y antes que me diera cuenta, ¡se corrió!
«¡No puede ser!», exclamé en mi interior y mientras trataba de asimilar que hubiese llegado al orgasmo, comprendí que no había marcha atrás y que debía profundizar en su humillación aunque eso la hundiera aún más en ese “capricho”.
Por eso sacando mi verga de su boca, llamé a la morenita de la que estaba prendada. Al llegar Aung a mi lado, la hice arrodillarse ante mí y poniéndola entre sus labios, ordené a mi mujer que aprendiera como se hacía una buena mamada. Tras lo cual, dulcemente, rogué a la birmana que fuera su maestra.
Mientras esa muchacha se dedicaba a cumplir mi deseo, vi caer dos lagrimones por sus mejillas y eso me alegró creyendo que había conseguido mi objetivo, pero entonces con tono sumiso María, mi María, me dio las gracias por enseñarle como debía hacerla para que la próxima vez su amo estuviera contento.
Juro que me quedé helado al escucharla.
Dándola por perdida, saqué mi polla de la garganta de su favorita y antes de huir de ese lugar, ordené a las orientales que usaran a su nueva compañera como a ellas les gustaría que yo las tratara. Destrozado y sin saber qué hacer, todavía no había abandonado la habitación cuando observé a través del rabillo del ojo a Mayi arrastrando del pelo a mi señora hasta la cama. Pero lo que realmente me dejó acojonado fue comprobar ¡la ilusión con la que María afrontaba su destino!

 
Para comentarios, también tenéis mi email:
golfoenmadrid@hotmail.es
 
 
Viewing all 7981 articles
Browse latest View live